Guia mágica de Stgo_ocr2.pdf

February 24, 2018 | Author: osepu2 | Category: Ignatius Of Loyola, Ghosts, Santiago, Saint, Priest
Share Embed Donate


Short Description

Download Guia mágica de Stgo_ocr2.pdf...

Description

,

u1a

, .

a 1ca anti a o

GHOST TOUR

133

Purro, Cl.,.u·

1'

Guia 111ó.gica de S."U1tingo: l1istorin.s de fru1tas· 111as, duenclcs ). brujns/ Cé-snr l'an"a. ·· Sa11tjn.go : RI L cdiwrcs, 2005.

204 p. ; 2 1cm.

ISBN: 9.\6·28·1·•M2·0 1 fAllA PSIOOLO Ci.' \. 2 URUJE.tli:\·ClllLE. 3 fAN T.>\S~IAS.

o

© Copyrlr;¡hf 2005. by Césa r Porro Inscripción 130.2 18 Deporlomento de Derechos Intel ectuales de Chile ISBN 956-284 -442-0

RIL® edífores Alférez Real 1464 750-0960, Providencio Sonliogo de Chile Tel. (56-2) 2238100 - Fax 2254269 [email protected] I www.rlledllores.com

Composición e impresión: RIL® editores Diseño de parlado: Ollvler Mougls sobre uno Ideo de Juan Godoy Pérez. Fotogrofíos de portodo: Olivier Mougis (derechos reservados) Impreso en C hile - Printed in C hile Derechos reservados

Material protegido por dcrccllos d• autor

MIS AGRADECI /\'IIENTOS:

A la Andrea, por haber leído el libro a hurtadillas. A la Samarita, por que le gustan los cuentos de fantasmas en la noche antes de dormir. A Sergio Sánchez y Diego Zúñiga, por el control de calidad. A Lucho Altamirano, por sus cuarenta años en la Biblioteca Nacional y todas las fotocopias prestadas. A Liliana Núñez, por obligarme a ordenar mis apuntes y da1me unos datos increíbles. A Miguel Ángel Alfara, por hacer volar lápices y ser un Bela Lugosi. A J esús Calleja, por la enh·evista y por de1n ostrar que la erudición puede ser entretenida. Aj an Bondeson, por ser una inspiración permanente. A Andrés Barros y Raúl Núñez, por los elogiosos comentarios. A Percy Eagleh urst por Pepe Antártico y da1me los años más extraños de n1i vida. Y a todos los góticos de corazón.

s

!J

Material protegido por dcrccllos d• autor

IJ.it ""'



jjJo por d rcct1:is d !Utor

In troducción Toda la vida 110 es 1nás que un co11ju11to de imágenes en el cerebro y entre ellas no hay diferencia alguna que separe las nacidas de las cosas reales y las nacidas de los snelios, y 110 hay causa alguna para valorar a unas por encima de las otras. I-l. P. Lovecraft

"Hasta hace apenas cuarenta años desde la puesta del sol hasta el alba, nuestros campos adquirían algo de siniestro. Aves gritando el fatídico 'tué·tué' cruzaban el cielo; difuntos atajaban en los cruces solitarios a quienes abandonaban un velorio a medianoche; en los claros de los bosques los ansiosos de oro celebraban pactos con el demonio; en los rincones oscuros de los dormito rios aparecían ánimas ávidas de plegarias; en los caminos se veían perros, gatos, sabandijas con olor a azufre, que saltaban de repente al anca del caballo aterrorizando a los viajeros, pequeñas luces corrían trechos cortos y se hundían en n1atorrales, anunciando la existencia segura de un entierro ... ". De este 1nodo, casi poético, Ar· mando Roa comenzaba el prólogo de su clásica obra Demo11io y psiquiatiia. Hago mío este envidiable puntapié inicial para introducir la obra que usted tiene ahora en sus manos. Este libro nace de una provocación lanzada por J oaquin Edwards Bello hace más de medio siglo. En una de sus fan1osas crónicas, él invitaba a algún escritor del futuro a que se hiciera cargo de una "Guía romántica de Santiago". Algo de eso tiene nuestro libro, si bien su intención es referir algo diferente a lo que quería Ed,vards. Nuestra propuesta es describir con la mayor precisión posible, fantasmas, casas embrujadas, due ndes y otros extraños secretos de nuestra ciu· dad. Esto, a la manera que alguna vez conversábamos con el cineasta Jorge Olguín: tratando de recuperar la magia y esti· 7

!J

Material protegido por dcrccllos d• autor

• César Parra • lo del viejo que cuenta historias a los niños al lado de una fogata. No es la intención de este libro intentar una teoría global para e xplicar o descartar racionalm ente los sucesos que aquí se refieren -a pesar de que incluimos un capítulo con disquisiciones personales e hi tos acerca de las leyendas urbanas, lo paranormal y la parapsicología- ya que esto será tarea de otros, seguramente más eruditos que un servidor. "Pobre Santiago -decía Carlos Ruiz-Tagle-, nadie le canta, nadie le declara su amor, hasta Mejillones tiene su vals, pero los músicos se olvidaron de la capital. A los escritores y a los pintores les provoca Valparaíso, sus cerros ocupan pinacote cas y J oaquín Edv;ards lo recrea en su mejor novela. De Santiago, en cambio, pocos se acuerdan". Estas páginas, don Carlos, son un acto de amor para mi ciudad. Un humilde aporte a la tradición iniciada por Sady Zañartu Bustos en su Santiago, calles viejas; por la monumental Historia de Santiago, de Benjamín Vicuña :tv:lackenna, y, recientemente, por Oreste Plath con su libro El Santiago que se fue o Alfonso Calderón con su reeclición ele Me1norial de Santiago. Ya que son, estos también, una respuesta a la necesidad de marcar lugares palpables en el leyendario urbano. Debo recalcar, ta1nbién, la influencia decisiva que ha tenido en Ja concreción de estas páginas, la experiencia española de Jos años noventa, en la cual gente como nuestro amigo J~sús Callejo -y olTos desde antes incluso, como el fran cés Edouard Brasey en sus libros sobre duendes, sirenas y ondinas; y los españoles Ramos Pereda y Juan G. Atienzadesató todo un reviva! resp ecto a Ja historia y el folclore heterodoxo. Ellos escribieron visiones frescas para una nueva generación de lectores, con1pilando y utilizando textos de antiguos folcloristas e historiadores peninsulares (como por ejemplo el libro Historia de los heterodoxos españoles de Marcelino Menéndez Pelayo). ¿Cuál era el elemento nuevo que incorporaban? pues que obviaban una cuota importante de racionalisn10 decünonónico, dejando que el lector se encantara con el relato -sin filtro antropológico ni filosófico-; juzgando el h echo anómalo desde la óptica que escogiera. Teniendo, así pues, Santiago casi cinco siglos cu1nplidos, algunas cosas divertidas deben haber sucedido en sus esquinas. 8 Material protegido por dcrccllos d• autor

• Guía Mágica de Santiago •

Mis fuentes han sido, principahnente, los medios de prensa y entrevistas personales para los hechos recientes; para los sucesos más antiguos nie he respaldado en la casta de grandes historiadores, memorialistas y cronistas chilenos que han enriquecido nuestra memoria colectiva desde mediados del siglo XIX. Si bien no hay expertos de renombre en Chile en algunos de los temas que nienciono en el libro - por ej emplo tafofilia y leyendas urbanas- , sí hay estudiosos que los rondan y que merecen mi más absoluta admiración y respeto, resultando, al niismo tiempo, una inspiración. ¿Cómo no mencionar a Marco León y sus investigaciones sobre los cem enterios, como se aprecia en su libro La cultura de la rnuerte en Chiloe? También m e es innegable el aporte al concepto del libro - ya que, más que nada, la imagen popular del fantasma es, desde Hamlet, una creación literaria- de los grandes clásicos de los cuentos de fantasmas, como Vemon Lee y su libro La Virgen de los siete puñales, en donde es capaz de recrear a1nbientes sobrenaturales de especlTos reencarnados, verdaderas pesadillas tangibles revestidas de antiguos ropajes. También debo mencionar a Edith Wharton, quien en sus Relatos de fantasnias aparte de asustamos, teoriza sobre la relación que se establece entre el Más Allá y el más acá, entre los muertos vivos, y los vivos a secas. Además, en la creación de estas ambientaciones de horror y de lo inverosímil, se debe rendir un hon1enaje a Patrick McGralh, Horace \t\Talpole y a la señora Shelley. Respecto a autores de excepción que han servido de inspiración para este libro en su parte teórica, no compartiendo necesariamente todas sus opiniones, obviamente que debo reconocer que sobre esta obra está la sombra de Llyall Watson, Scott Rogo, Loyd Auerbach (ESP, Hauntings and Poltergeists: A Parapsychologist's Handbook), William G. Roll, Harry Price, G. N. M. Tyn·ell y Rosemary Ellen Guiley (The En-

cyclopedia of Ghosts and Spirits). Por último, si bien es mi intención que el lector confu nda muchas veces lo fantástico y lo real, debo hacer una advertencia: ¿qué tan confiables son los reportes de sucesos para9 Material protegido por dcrccllos d• autor

• César Parra • normales? Lamentablemente, en los que están descritos en estas páginas, muchas veces sólo he podido basarn1e en reportes de prensa, a veces e n uno solo y con niás suerte e n dos o más. Esto obviamente no asegura la objetividad del relato citado. Al respecto, el reportero gráfico Eliodoro To1Tente recordaba. alguna vez que, "cuando no había 'chuchoca', había que inve ntarla. Especial1nente e n el, verano había que inventar noticias. Byron Gigaux, en Las Ultiinas Noticias, inventó una vez que en los pies del cerro San Cristóbal se había aparecido un duende negro. Entonces, el barrio Bellavista era apacible y oscuro. Iban a reportear a los vecinos y más de alguno afirmaba que había visto al duende. Para no quedarse atrás, Hugo Silva inventó en Los Tie111pos que un duende verde se aparecía en el barrio .tvlatadero. Compitieron por ver qué duende vendía más diarios" . Sin embargo, no todas las historias son tan irrelevantes. Cuentan también que el espíritu de José .tvlanuel Balmaceda apare\ ció niontado en un enfurecí~· do caballo blanco en las vís- / ) ~ peras del Golpe de Estado /~ _;: de 1973, por los alrededo- ~ 71·· f res de Santiago. Sea verdad ' ' o leyenda esta historia no podemos dejar de reconocer que su carga simbólica es hern10sa pero a la vez terrible. Esas historias tan1bié n son inte resantes, nos dicen algo sobre nosotros mismos, y no m erecen pasar al olvido. La nioraleja es: mientras haya lectores ávidos de fantasías, los

''La aparición de Balmaceda a don Claudio Vicuña". Revista Zig-Zflg, Arcliivo Museo Histórico Nacional. 10

Malcnal proteg¡,:Jo oor dcrech~ d·

111or

• Guía Mágica de Santiago •

1nedios se encargarán de proporcionarlas. Este es el gran drama de la investigación paranormal, generalmente lo que la prensa transmite es distorsionado (ya sea accidentaln1ente o intencionahnente, para desviar la atención sobre alguna no· ticia importante utilizando un "anzuelo" paranormal, de lo cual tene1nos un ejemplo reciente en la súbita aparición del Chupacabras, niientras se discutía el desafuero del ex general Augusto Pinochet}; o lisa y llanamente falso, cosa que impide dilucidar la existencia de un núcleo real de fenómenos, núcleo en el que creo firmemente. Aden1ás, los fenómenos paranormales no son reproducibles a voluntad, y generalmente las historias más increíbles son las que las personas guardan en su intimidad. Es en estas donde se puede percibir el perfume de la verdad, pues son ilógicas y rompen los esquemas, no necesariamente son relatos que tengan un "guión" o intención moral. Recuerdo el caso que me reveló una profesora universitaria de Derecho. Dunniendo en casa de unos amigos había sentido cómo el supuesto gato de la casa pugnaba por meterse entre sus sábanas, y que ella, a manotazos y medio dormi· da, trataba de contener. Al día siguiente, al relatarle a los dueños de casa las molestias sufridas, ellos se miraron y le comentaron que no tenían gato, y que aden1ás habían visto una luminosidad en la pieza, creyendo que ella había en cendido una luz. ¿Qué fue aquello que intentó n1eterse entre sus frazadas, un duende quizá? ¿Qué fue esa luminosidad? Si ella hubiese especulado públicamente con una historia así, seguramente habría destruido su carrera académica. Ella sin1plemente había relegado esta historia a su "desván" mental de anécdotas curiosas, y sólo la mencionaba ante gente de confianza y si el contexto de conversación apuntaba hacia aquel tema. Hechas estas aclaraciones, los invito a desenredar la madeja de leyendas urbanas, fantasmas, duendes, endemoniados y milagros que subyace en nuestra capital.

11

Material protegido por dcrccllos d• autor

Entierro de un suicida en 7836. Los suicidas eran sepultados en las encrucijadas, y sobre sus tu111ha.s se clavaban cntees. (.Foto Mary Evans Picture Library).

Malcnal proteg¡,:Jo oor dcrech~ d·

111or

Capítulo

1

Cementerio General Anfímaco, que iba al combate cubierto de oro como una doncella. il nsensato! No por ello se libró de la triste muerte, pues sucumbió e11 el río a manos del celerípede Eácida del aguerrido Aquiles, el de los pies ligeros; y éste se apoderó del oro.

E

1 Cementerio General merece un capítulo, por ser de-

positario de nuestros más profundos temores. Curiosame nte el ca1nposanto - fundado en 1821 por Bernardo O'Higgins- no es el lugar embrujado que muchos imaginan. No existen registros de relatos de fantasmas o de zombis, y el peligro n1ás real es encontrarse de pronto con uno que otro ladrón de bronce. "Acá todos los viejos guardias cuentan mentiras", decía Danilo Saez, el fallecido y emblemático guía turístico del Cementerio General, "yo prefiero contarle a la gente cosas de verdad, las que escribieron Vicuña Mackenna y Abe! Rosales". Efectivamente, más allá de las predecibles consejas sobre La Llorona o algún espíritu chocarrero, hay un núcleo de hechos reales que ya fueron relatados por diversos autores hace muchos años. Si damos una mirada al libro Historia i tradiciones del Cernent.eriojeneral de Santiago de Abe! Rosales, por ejemplo, nos encontra1nos con algunos hechos curiosos y macabros. Como el ocurrido en 1837, en el que unos asustados cuidadores van a avisar al capellán-administrador, Manuel Muñoz, que la tierra se n1ueve sobre una tumba. Al desenterrar al infortunado cristiano se le encuentra vivo, pero en deplorable condición. A pesar de que este alcanza a "tomar un poco de caldo'', fallece al poco rato, y es vuelto a enterrar, esta vez sí, definitiva-

Material protcg1d

• César Parra • mente. Menos suerte tiene en 1832 doña Rosario Zuazagoitía El popular clérigo - esposa d el prohombre don Fra11cisco Riesco1 era l\tlariano Egaña- , a quien al fa~noso por las momento de su entierro se le ata co11ti11was bromas que de 1nanos en actitud de oración, gastaba al Santiago cosa común en aquella época. oe{ siglo XIX: {e Transcurrido un año, al ir a camgustaba ilormir toilas biarla de sepultura, sus familialas »ocbes e» las res observan con sternados tumbas que cómo las manos aparecen desatadas, evidenciando una lucha e11co11traba vacías. dentro de su ataúd, al cual había sido introducida, al parecer, con vida. Ob·as historias llrunativas que recoge el libro de Rosales hablan del popular clérigo Francisco Riesco, famo so por las continuas bromas que gastaba al Santiago del siglo XIX, y a quien le gustaba dormir todas las noches, provocadoran1ente, en las tumbas que encontraba vacías. La misma actitud demostraba otro personaje popular de la época, el "Chanfaina", quien prefería, según él, la frescura de algún nicho vacío antes que su propia ca1na. Hay relatos que hablan de un cráneo (específicamente la calavera de don Manuel Antonio Matta) que anda a ras de suelo por cuenta propia, por obra y gracia de algún roedor; de un romántico poeta, que vela todas las noches en Ja tu1nba de su amada hasta que encuentra la propia muerte, o de amantes menos ingenuos, que aprovechaban los carreto nes de 1nuertos que diaria1nente llegaban al cementerio desde los hospitales para fingir su propia muerte y escapar, de pronto, desnudos, ante el terror de los sepultureros presentes. Pero, sin embargo, la historia más sorprendente de las relatadas en el siglo antepasado por Rosales es la que tiene de protagonista a una joven, que 1nientras hacía llorosa guardia en la tumba de su marido recién fallecido -un mozo de apellido Aris1nendi-, cree ver 1noverse la frágil muralla del nicho donde está el sepultado. De pronto su sorpresa se transforma en terror cuando ve aparecer a su amortajado esposo, 14 Material protegido por dcrcctios d• autor

• Guía Mágica de Santiago •

quien la empieza a perseguir en veloz carrera por el camposanto. A los angustiosos gritos de la joven acuden los sepultu reros, quienes la encuentran desmayada, y ni eh·os más allá, un trozo de tela de la mortaja que testimonia silenciosamente la irreal persecución. Horas más tarde, algunos se atreven a llegar a la tumba del joven: efectivamente el nicho está abierto y vacío, según el testin1onio del suceso, acontecido en 1845 . El lugar fue exhibido por el personal del cementerio por algunos años, hasta que en 1853, al estar mostrando rutinarian1ente un funcionario la sepul tura, aparece un esqueleto en ella con una daga atravesando su esternón ... un auténtico vampiro nacional. Otras narraciones del siglo XIX hablan de un árbol que brotó sobre una tumba, tomado por la gente como una manifestación del espíritu del difunto. A fines del siglo XIX más vampiros aparecen en las inmediaciones del camposanto. En 1893, la viajera italiana Sperata R. de Sauniere vivió un tiempo en Santiago, interesándose por las narraciones de hechos fabulosos o sobrenaturales. Una de sus empleadas don1ésticas, Teresa Barrios, le relató a su patrona un suceso acaecido cerca del cementerio, con una familia que ella conocía: "Una muchacha que servía en una casa de Recoleta, pololeaba con un joven carretonero. Como la niña era alegre y bastante bien parecida, un joven, hijo de sus patrones, empezó a galantearla, y ella, orgullosa de su conquista, desdeñó al primer pololo, el cual - desesperado- se suicidó dándose puñaladas y fue encontrado en su pieza, bañado en sangre. Poco tiempo después de la muerte del carreto nero, el hijo de su patrón dijo que se iba de viaje y ella nlis1na preparó la maleta; pero en Ja noche oyó golpear a la puerta de su pieza, y al abrir vio una sombra que ella creyó ser su galante. Este, sin hablar, le hizo seña de que lo siguiera y, tomándola del brazo salieron por una puerta falsa que daba al cerro Blanco. La muchacha quiso hablar, p ero él le puso la mano sobre la boca y la niña se asustó, porque esa niano estaba helada. Ambos siempre callados, s ubieron al cerro y al llegar a su cima se sentaron . Muy pronto la niña se quedó dormida, para despertar de in1proviso sintiendo como si le clavaran el brazo. Al abrir los ojos, vio a su amante que 15 Material protegido por dcrccllos d• autor

• César Parra • estaba a su lado y tenía los labios puestos sobre su brazo, como si la besara. Ella se levantó, y pensando que ya sería tiempo de volver a casa, se lo dijo al joven, el cual, sin contestar palabra, bajó el cerro con ella. La muchacha se volvió a su pieza y el joven, al separarse de ella, le dijo al oído: ''maña11a''.

Cuando vino la hora de levantarse, la muchacha estaba sin fuerzas, sin e1nbargo, atendió sus ocupaciones. En la noche la visita se repitió: subieron de nuevo el cerro, la niña luvo sueño como la noche anterior y despertó al sentir los labios del joven que parecían succionarle el brazo. Incomodada, se puso de pie y empezó a bajar; pero caminaba como si estuviese borracha. El joven, por el contrario, parecía más animado y descendió casi corriendo. En su pieza, la muchacha miró su brazo y vio que tenía una especie de picadura que le dolía. Se acostó con las fuerzas completamente agotadas. Al levantarse, casi no podía tenerse en pie y estaba tan pálida que su patrona le preguntó asustada lo que le había pasado. Ella no quiso contar nada; pero le fue imposible trabajar y se recogió temprano a su pieza. A medianoche el joven volvió a golpear, y como ella no le abriera, muy pronto se enojó. Temiendo que fuese oído ella abrió la puerta y le dijo que no le era posible ir con él porque estaba enferma. Sin escuchar nada, el joven la cogió del brazo y casi arrasb:ándola la hizo salir de casa y subir al cerro; pero vencida por el cansancio, la joven cayó a tierra, a poco anda1'. Co1no en un sueño, sintió una picadura en el brazo y, haciendo un esfuerzo, rechazó a su amante. Este se levantó, y después de soltar una horrible carcajada, la escupió en la cara y de un salto se precipitó cerro abajo. Al levantarse los dueños de casa, viendo que la sirvienta no aparecía, la buscaron por todas partes. Como la puerta que daba al cerro estaba todavía abierta, buscaron en esa dirección, temiendo hubiera sucedido una desgracia. Allí encontraron a la joven tendida sobre una roca y tan pálida que parecía de mánnol. En nledio de la cara tenía una gran nlancha de sangre: era el esputo que el amante le lanzara. Nlori-

Material protegido por dcrcctios d• autor

• Guia Mágica de Santiago •

La imagen mue,stra la resun·er.ción de Margaret Dickson, una asesina que jite colgad;L en 1728. (Foto i\!Jary Evans Picture Library).

bunda fue llevada a la casa, y después de 1nuchos cuidados, volvió en sí y pudo contar lo que le había sucedido; pero entonces supo que el hijo del patrón, a quien ella creía responsable de lo que le había pasado, se había embarcado hacía algunos días para hacer un viaje a Copiapó". Más recientemente, otra tumba relevante del cen1enterio es la de Orlita Romero Gómez, la popular "Novia", que nunca fue tal sino una niña enterrada con su ropa de primera comunión; hasta hace poco era posible ver su ataúd, pero ahora su mausoleo ha sido clausurado. Los jóvenes de 1nuchas generaciones la han transforn1ado en la santa del amor herido y no correspondido. También se encuenLTa la animita de Inesita Riquelme, quien 01urió a los siete afios y fue encontTada intacta luego de estar sepultada durante ocho años. Un alma caritativa le con1pró su nicho definitivo, donde descansa desde 1974. Otra de las animitas famosas es la "Carmencita", supuesta niña de 9 afios asesinada por su padrastro, que en realidad resultó 1

17 Malcnal proteg¡,:Jo"'

dcrech

!J O• 1111or

• César Parra • ser una mujer de 37, nluerta de Neruoa1 caoa un shock anestésico. Un dato: al primero oe cen1enterio se llegaba en el siglo noviel'nbre1 11artía pasado en el tranvía que co1Tía junto a un gru110 oe por avenida La Paz, que era el amigos, tras boras oe número ocho, pero este se mosbobemia, a oar traba horizontal a un costado del cristiana sepultura carro. Un ocho muerto ... y tama un flaco vate a bién el símbolo del infinito. quien llan1aban el Entre los hechos anecdóticos acontecidos en el Cementerio Caoáver valoivia ... General se cuenta la tradición que encabezaba un joven Neruda, cada 1 de noviembre, cuando de noche partía j un to a un grupo de amigos, tras horas de bohemia, a dar cristiana sepultura a un flaco vate a quien llamaban el Cadáver Valdivia. Así lo relata Diego Muñoz en sus Me111orias. "Cuando al fin llegamos a las puertas {del cementerio) baja1nos todos y rodeamos al poeta Cadáver. La priinera vez pronunció un discurso Alberto Rojasjiménez, tratando de ceñirse al modelo más cursi y amanerado que pudiera imaginarse en boca de un académico del siglo pasado. Lloramos todos, abrazamos al Cadáver Valdivia para despedirnos. Por cierto que el precavido Rocco del Ca1npo traía 3 o 4 botellas de vino en los bolsillos de su chaqueta, de m odo que todos, incluso el Cadáver, bebin1os a pico de botella. Y como la ceremonia terminaba ya, volvimos todos a los coches, incluso el finado, y regresan1os al barrio de nuestras noches de bohemia.". También tuvo una vida entera de conexión con el camposanto el doctor Augusto Orrego Luco (1848-1933) - eminencia médica del siglo XIX, diputado, ministro de Salud del presidente Sanfuentes e íntin10 an1igo de Arturo Alessandriquien, en su época de parlamentario, fue un activo promotor de la ley según la cual nadie puede ser sepultado sino después de 24 horas de haber muerto. Esta loable iniciativa sin embargo tenía su origen en un trauma de infancia. Cuando Orrego Luco era niño, declararon muerta a una empleada de la casa. La condujeron al cementerio enterrándola en la

Material protegido por dcrccllos d• autor

• Guía Mágica de Santiago •

fosa común. Por la. noche, un roslro conocido apareció en la casa, ocasionando un momento de horror entre los Orrego. La empleada se había arrancado de su tumba. Actualmente, el Cementerio General es centro de reuniones de una novel co111unidad varnpírica, que se reúne en la galería semicircular frente al cementerio después de las doce de la noche. ¿Qué hacen ahí? Según sus propias palabras: "beber, en1borracharse, pensar y aprender a cazar". Volvamos al asunto inicial, ¿existen fantasmas en el Cementerio General? No 111uchos, al parecer. Cuesta encontrar consignada una histo1ia corno la que relata Joaquín Edv;ards Bello en su libro Crónicas del centenario. Edwards era amigo del escritor colombiano Claudio de Alas, y ambos acostumbraban a dar paseos en las tardes por el camposanto, hacia 1910. De Alas intentaba cortejar a una niña, a la que siempre veía asornada a un balcón de una casa aledaña al cementerio; un día co1nentó a Edwards: "Creo, Joaquín, que estoy enamorado de un fantasma. No he podido averiguar ni siquiera su nombre. La seguí una noche de fiesta desde la Plaza de Armas y llegué hasta su chalet, donde no he visto entrar jamás a nadie. Una mañana fui a dar dos aldabonazos a esa puerta y sonaron a h ueco. Miré el jardín 111usgoso, donde yacían botellas quebradas y juguetes viejos, destrozados. Al cabo de un rato, que lo mismo pudo ser una hora com o quince minutos, se abrió la puerta y vi en el gran silencio y la oscuridad a tres viejas que zurcían o hilaban. No hallando qué decir, turbado, y sin venirme un nombre a los labios, les pregunte si vivía ahí yo mismo, si vivía en ese chalet Claudio de Alas ... sin levantar la vista, las tres ancianas flacas dijeron 'sí'. .. ". De Alas llevó a Joaquín Edwards a las cercanías del chalet, para enseñarle con10 evidencia que este además "no daba sombra''. El escritor opinó al respecto: "Nliré al chalet y, en efecto, no sé qué sería, pero estaba como aislado, perfecta1nente libre de sombras de ninguna clase, todo en la misma claridad cenicienta que tenía el cielo a esa hora. El aire estaba lleno de ese perfume de coronas de cementerio que se suele sentir al fmal de la calle Recoleta y en Avenida La Paz". 19 Material protegido por dcrcctios d• autor

Las apariciones de jinetes son recurrentes en la imaginería fastas111agórica.

Material protegido por dcrccllos d• autor

Capítulo

11

Zona Centro iOh, rechina11tes dientes de la tierra! ¿Adónde ha de licuar todo, si 110 es a 1111a dulce elernidad dorada, a probar que todos hemos estado eq11iuocados, a probar que hasta la misma prueba carece de significado? Jack Kerouac

H

asta el año 1888, la única forn1a de regresar al centro de la ciudad era a través del Puente de Cal y Canto, cuya leyenda está estrecha1nente ligada a la de su impulsor, el Corregidor Zañartu. El puente se comenzó en 1767, frente a la actual calle del Puente. Tenía 11 arcos, y fue construido de cal y ladrillo. Se terminó recién en 1782. Alfonso Calclerón relata así algunos porn1enores de su edificación: "Con mano de hierro y un autoritarismo desenfrenado, Zañartu comenzó los trabajos con la ayuda del ingeniero catalán José Antonio Birt, una docena de albañiles y alrededor de 80 reos, a los cuales irían agregándose gañanes cazados a lazo sacados a empellones de las cantinas, esclavos ofrecidos 'en préstamo' para las faenas por sus amos criollos y mocetones de Arauco". Además de esto, se agrega el detalle de los 500 mil huevos que se usaron para la adherencia de los demás ingredientes, "huevos de campo, suponemos", como precisa Pedro de la Lastra. Sin embargo, hay hechos conexos con la construcción del puente que fueron agregados por el imaginario popular: en primer lugar, la creencia de que el Corregidor fue ayudado por el diablo para la construcción del puente; se dice que poco después de la muerte del Corregidor Za1iartu en las noches se escuchaba el ruido de cadenas que sonaban al paso de sus caballos corriendo sobre el Puente de

\¡ )

21

~

Material protegido por dcrccllos d• autor

• César Parra • Cal y Canto, que co1nunicaba al sector de la Chimba. Por último, que el fantasma de este apareció en medio de la gran tormenta que ocasionó la caída de la obra. Esto últin10 fu e relatado en términos dramáticos por Jorge Inostrosa en su novela sobre Zañartu: "todo el mundo sabía que el temible corregidor don Luis !vlanuel de Zañartu había usado a presidiarios y a indios cautivos en la construcción y que las p iedras que conformaron sus arcos y su superficie fueron pegadas con una argamasa en la que entraron 500.000 claras de huevos de gallina y sangre, ni ucha sangre de pobres despechados que, encadenados, mu rieron bajo los golpes de los caporales. Era lógico que las ánimas de esos desventurados siguieran gimiendo en el oscuro cauce. Pero, después, la gran avenida del río, en 1888, que derribó el puente y puso térn1ino a su vida, trajo un nuevo fantasma a la Cañadilla y a las márgenes del Mapocho; este fue el del propio corregidor Zañartu, a quien la gente sentía llegar en su téh·ico forlón negro arrastrado por dos mulas; espectro que muchos aseguraban haber visto, envuelto en su capa retinta con solapas rojas, elevar los brazos al cielo, protestando rabiosam ente por la destrucción de su gigantesca obra". Por la calle del Puente se llegaba a la Plaza de Armas, lugar en torno al cual la ciudad creció. Q uizá el primer hecho "mágico" ocurrido en Chile sea la aparición del Apóstol Santiago en una batalla de españoles contra indígenas, a los pocos años de llegados a constituir una base de operaciones alrededor de la Plaza de Armas. Durante un ataque, Gerónimo de Vivar testimonia, en su Crónica del Reyno de Chile, có1no los habitantes de la ciudad, asediada por Michimalongo, se salvan gracias a la intervención de su patrono: "Prencliéronse muchos y, preguntádoles que porqué huían te merosos, respondían p orque un Viracocha viejo en un caballo blanco, vestido de plata con una espada en la mano, los atemorizaba y que, por miedo de este cristiano, huyeron. Entendido los españoles tan gran milagro, dieron muchas gracias a Nuestro Señor y al bienaventurado Apóstol Señor Santiago, Patrón y Luz de España. En esta batalla murieron ochocientos 22 Material protegido por dcrccllos d• autor

• Guia Mágica de Santiago •

indios, y los indios 111ataron dos españoles y catorce caballos". Sin e111bargo, como decía el esc1itor inglés Charles Dickens, 1ne parece que esta aparición tiene más de "1nortadela que de mortaja", es decir, el ha1nbre o las privaciones pudieron causar estas exaltaciones místicas, o simplemente fue una invención para afirmar la moral a los asustados soldados de Carlos V. Siguiendo nuestro recorrido "espacio-te1nporal" relataremos que, según datos recogidos por Vicuña Mackenna, en Ja Catedral de Santiago, al costado oesle de Ja plaza, se deberían encontrar los huesos de una santa de la c1istiandad, santa Feliciana para ser exactos. Esto, según cartas de distinguidos vecinos santiaguinos en la Colonia, en las que ellos se quejan de que Santiago apenas dispone de los huesos de una santa de mediana categoría, mientras que la "pecaminosa Lima" presum e de tener los cadáveres de santo Toribio y santa Rosa. ¿Estarán los huesos de Feliciana en Ja Catedral de Santiago? Para hacer el enign1a 1nás curioso aún, debemos precisar que aJ parecer no existe ninguna santa registrada con ese nombre en el anuario de la Iglesia, sino sólo un

Santa Teresa de} eslÍs, la S(lnta cuyo perji1me se /i.a revelado como el más persistente 1111 el tramcurso de los siglos. Su aroma se filtraba i11cl11so a través de la tierra que recubría su sepultura y, 78 a11os después de su 1nuerle, su cinturón de cuero seguúi exhall111do la 1nisma fi·agancia sohre11atural. (Foto Biblioteca de Artes Decorativas-París, .f. -L. Cltannet). 23 Malcnal proteg¡,:Jo"'

dcrech



111or

• César Parra • san Feliciano, mártir decapitado en Normeto, Roma, en el año 286. Ta1nbién en la Catedral se encuentra un crucifijo de niarfil, adorado antiguan1ente en Viernes Santo, con un trozo incrustado perteneciente a la Santa Cruz. Al lado norte de la plaza se ubica el Museo Histórico Nacional. En el ala oriente de la exhibición se encienden solas las luces, p ese a que los guardias aseguran haberlas apagado. En ese sector funcionaron antiguos calabozos coloniales. En el ahora Portal Fernández Concha, ubicado en el costado sur de la Plaza de Armas, se ubicó el convento de las Clarisas de la Victoria, donde vivió su vida de claustro Úrsula Suárez, nacida en Santiago en el año 1668. Desde pequeña quiso ser religiosa, petición que le fue concedida por sus padres cuando tenía 11 años. Profesó en el mencionado monasterio a la edad de 15 años. Según Vicuña Mackenna, desde ese momento, "comenzó la serie de éxtasis, milagros, pláticas con el cielo y apariciones y conjuros del diablo (a quien en una ocasión viera sentado en un colu1npio frente a un espejo), arroba1nientos incesantes del espíritu, y, por últi1no, enfermedades y penitencias de su cuerpo que le alcanzaron reputación de santa". Su padre confesor la impulsó a guardar testimonio de sus visiones, algunas, incluso, en donde veía a su madre, ya difunta, y al diablo también en forma de coipo o pericote negro. En la última etapa de su vida sus éxtasis y visiones recrudecieron, quedando de lado cierto pasado irreverente y pendenciero mencionado por cronistas de la época: "En estos ensueños transcurrieron sus años final es. La madre doña Úrsula Suárez viúrsula Suárez1 vía ahora rodeada de universal Maciba e11 Sa11tia90 respeto y por ello nadie se extrañó que ella profetizara el día y e11 el año 1668 vio al hora de su muerte con perfecta oiab!o sentaoo e11 uM exactitud cuando gozaba de muy co!ut11pio freMte a buena salud". un espejo ~ ta111bién Sin embargo, Úrsula Suárez en forma Oe COÍ/10 O no fue la única ilu1ninada de Ja pericote negro. Colonia. El joven Diego López 24 Material protegido por dcrccllos d• autor

• Guía Mágica de Santiago •

de Salazar, secretario del gobernador Alonso de Sotomayor, ingresa al Convento de Santo Domingo, tras oír la predica del padre Luis de Valdivia. En su celda de clausura en1pieza a recibir las frecuentes visitas de Dios, según él mis1no lo aseguró en su lecho de muerte a su confesor y amigo, el padre De Valdivia, esto en el año de 1636. Además se cuenta la historia de la "hermana Beatriz", una anóniina monja de la Colonia, que según Aurelio Díaz Meza, el 25 de mayo de 1697 "declaró haber visto a San Francisco Javier con sus ojos corporales, como a las cuatro de la mañana, lleno de muchas luces y claridad, con una sobrepelliz y un ramo de azucenas mu y blancas, estando la supradicha en oración hacia los pies de la cama; y que por las n1uchas luces que despedía el santo, la hermana se tapó los ojos con las manos fuertemente, y todavía en esta forma lo vio como si los tuviera abiertos; y que después de media hora más o m enos, le habló el glorioso santo con una voz muy meliflua y suave y distinta de la humana, y le dijo estas palabras siguientes: 'Ya estás buena, sigue tus comunidades que yo te prometo, te asistiré con mi gracia y te llevaré de la mano como el m aestro la pluma de un discípulo'". El convento de Úrsula Suárez se transformó con el tiempo en el Portal Fernández Concha, an tiguo y elegante lugar que data de la década del '20 del siglo pasado. Y, có1no no, tiene sus propios fantasmas {¿de los tiempos de cuando era convento?). Funcionarios adn1inistrativos y moradores del edificio relataron escalofriantes encuentros al diario Las Últirnas Noticias: "Hace unas semanas estaban en el hall y sintieron caer un salivazo. Miraron hacia arriba y en el quinto piso un hombre estaba asomado a la baranda de la escala. Alejandro Neira fue a verificar y le gritó al de abajo: 'No hay nadie'. Roberto Can·era, el de abajo, le contestó: '¿Cómo nadie? Está al lado tuyo'". El flautista Pablo Ramfrez ha sentido la presencia de niños fantasmales mientras ensaya de noche. Lily Contreras, secretaria de la ad111inistración del edificio, aventuró una teoría, "últimamente los nocheros han visto a una persona caminando y su figura corresponde a un señor que se suicidó para la Navidad del aüo 2000". El fan25 Material protegido por dcrcctios d• autor

• César Parra • tasma nlás popular ha terminado por ser denominado "Lalo", el que al parecer concentra sus fechoóas - apagar las luces, cerrar puertas- en el subterráneo. El 1naesb·o Osvaldo López dice que "una vez ine pegó un chicotazo que nle dejó la espalda morada y la otra vez me levantó en vilo cuando hacía un b·abajo". Hacia el este de la plaza, por calle Monjitas número 846, se encontraba el famoso restaurante "La Bahía", cerrado el 9 de agosto de 1963. Nuestro recordado actor Lucho Córdoba {el "Tonto Pillo") contaba que, mientras demolían el edificio que había cobijado a "La Bahía", en él escuchaba, al pasar de noche por ahí, voces y todos los ruidos propios de un ruidoso centro nocturno, incluyendo el batir de los dados y voces que decían: "iTengo capicúa! iSaqué trago ... ! Tres patas a cuatro ... Tú tienes un par de tontos ... iTe mando con pichanga! Ahora te voy a hacer un nocáut. ..". En Catedral con Bandera, una cuadra hacia el oeste de la plaza, se encuenlTa el edificio de la Cancillería - ex Congreso Nacional y lugar de e1nplazamiento de la ya desaparecida Iglesia de la Compañía- . Famoso es el incendio de la última, el cual el ex rector de la Universidad de Chile, el sabio polaco Ignacio Domeyko, describió en los siguientes términos: "El tiempo urgía para enten·ar los cadáveres ya que el calor de dicien1bre y la podredu111bre en pleno centro de la ciudad amenazaban con una epidemia. Se empezó entonces con urgencia a enterrarlos a todos sin excepción, señoras y sirvientas, ricas y pobres, en una fosa común en el cementerio. Se trabajó día y noche. De la pila frente a la puerta principal se sacaron 412 cuerpos calcinados; de la on·a, nlás grande, cerca de ochocientos y casi trescientos de la tercera. Hoy se celebraron grandes exequias en la Catedral". Ya en la Colonia, sin embargo, la Iglesia de la Con1pañía tenía su historia, se decía que una mano fantasma "penaba" en la puerta trasera de la iglesia, moviendo sus dedos asomada al postigo ... De hecho, el 24 de mayo de 1653, sucedió en los patios interiores de la Iglesia de la Compañía un fenómeno sorprendente. Hay que precisar, en prín1er lugar, antes de relatar la historia, que en plena Colonia las co1nunidades de sacerdo26 Material protegido por dcrcctios d• autor

• Guía Mágica de Santiago •

tes vivían organizadas en "órdenes'', tales con10 los 111ercedarios, los agustinos, los franciscanos, etc. Junto a cada grupo de sacerdotes había un gran grupo de indios "encon1endados" a los sacerdotes para su evangelización, pero que en la práctica operan como sirvientes de estos en conventos e iglesias co1no la de la Compañía de Jesús, obligados 1nuchas veces a ocultar sus creencias religiosas bajo un sincretisn10 o mezcla de la religión católica con sus cultos animistas. Es en este contexto que, en plenas labores de servicio, a una pequeña map uche de 14 años, se le aparece en el patio del convento un fantasma de 2 metros y medio de alto, que tenía sus brazos abiertos y sus manos negras y que la llamaba (extraña similitud tiene esta aparición con la idea que los mapuches tienen de los fantasmas, a los que llaman A111). La india, asustada con la visión de este espectro, dio gritos; el espectro la agarró del brazo y en aquel instante quedó muda y fuera de sí. Los monjes y demás testigos que habían sentido los gritos y luego la vieron postrada fueron a lla111ar al padre Nicolás Mascardi, que estaba orando en su celda, el cual reconoció de inmediato que la indiecita "estaba ende· moniada". El jesuita empleó sin éxito distintos exorcismos: le acercó una reliquia de san Ignacio de Loyola y un zapato del santo cura padre Marcelo l\llashilli. En vista del fracaso Ja hizo llevar al altar de la Iglesia. El de111o nio, que supuestamente se encontraba en el pecho de la niña y que le tenía - según palabras de los testigos- amarrada Ja lengua, molesto de verse en este lugar sagrado, se agitó de tal manera que tres hon1bres no podían contener a la nluchacha. La exaltación de la poseída aumentaba cada vez que se invocaba el nombre de san Ignacio. "Viendo el padre Nicolás que el demonio estaba muy rebelde, sacó la custodia del Santísimo Sacramento se la mostró y empezó a conjurarla", sin ningún progreso. La enfern1a miraba el Santísimo Sacran1ento de momento a momento y aparentando gran veneración. El padre interpretó esto como que Dios tenía el milagro reservado para san Ignacio, y ordenó llevar a la enferma a su casa hasta el día siguiente. Pidió a todos los testigos del proceso que procurasen confesarse y ponerse bien con Dios, porque, 27 Material protegido por dcrcctios d• autor

• César Parra • según sus palabras, "1nuchas veces por nuestros pecados no quiere Dios hacernos los favores que le pedi n1os". En la segunda sesión de exorcismo, cuando ya los pecadores se habían reconciliado con Dios, 1nediante la aplicación de la imagen y de una reliquia de san Ignacio y al decir per 111erita fundaloris nostra socielatis (por los méritos del fundador de nuestra Compañía), el demonio se escapó del cuerpo de la paciente en forma de un perro negro, que luego de unos instantes se desvaneció. La indiecita vuelta en sí les relató la historia del fantasma negro que se le había aparecido. Sin embargo, el padre ~1ascardi tuvo un trágico fin, pues evangelizan do a los indios de la Patagonia argentina fue muerto por ellos a lanzazos. Y así se desvanece, con la Independencia de Chile, esta visión de mundo de antiguos espectros, simbolizados por esta última historia colonial: Vicuña Mackenna cuenta cómo un fantasma blanco se le apareció a un caballero en una densa noche de invierno y lo persiguió hasta su casa, para luego percatarse este - ya babeando de ten·or- que el espectro sólo había sido una blanca hilacha que se había desprendido de su sombrero, frente a sus ojos. Vaya1nos hacia el cerro Santa Lucía. En el camino nos encontran1os con la casona de Monjitas 619, hogar de la familia Puyó, construida por el arquitecto Emilio Jacquier, el mismo que diseñó el Palacio de Bellas Artes, la Estación Mapocho y un largo etcétera de construcciones del Santiago neoclásico. En 1983, un incendio expulsó a niuchos talleres de arte que funcionaban en el museo del Parque Forestal, por lo que fueron trasladados al palacio Puyó, al parecer gracias a la pintora del mismo apellido, Inés. Las "presencias" en el nuevo palacio no se hicieron esperar; los fantasmas de dos niños, vestidos a la usanza de 1900, casi tumbaron en una escalera a una estudiante de arte que subía hacia el tercer piso; Miriam Alma de la Fuente sintió como se chasqueaban unos labios fantasmales cuando iba por un pasillo a oscuras. Sin embargo, a pesar de que todos los estudiantes y artistas coincidían en opinar que sentían la casona llena de 28 Material protegido por dcrccllos d• autor

• Guia Mágica de Santiago •

ruidos, voces y "presencias'', todos aseguraban que estas eran "posilivas", y que si había un fanlasma, esle segura1nente era uno "flaco y bueno". Siguiendo por calle Monjitas se llega al ce1To Santa Lucía. Cerca de ahí ocurrió un exlTaño incidente en los años de la PalTia Vieja. La descripción que da José Zapiola, en su libro .Recuerdos de treinta aiios es la siguiente: "Hizo tal ruido aquel duende, que por espacio a lo menos de veinte días, desde que empezaba a oscurecer, principiaban a reunirse los curiosos en gran cantidad". Los hechos ocurrieron en el año 1811, en la casa del español Francisco González, "Guarda Mayor de las Tiendas de Santiago", el que luego de la derrota de Maipú, se exilió en !v1endoza. El supuesto duende arrojaba piedras conlra puertas, ventanas y muebles de la casa de González, e, incluso, de casas vecinas. Las pedradas eran incesantes pero no herían a nadie. Un bodegonero apodado 1Io Chena tuvo la interacción más impresionante con el indiscreto elemental. "Voy a poner un cigarro en el agujero de la Ita ve: si hay duende, debe soplar", dijo el bodegonero. Y, en efecto, el cigarro chispeó como si alguien lo soplara desde dentro, demostrando lo concluyente del silogismo de rio Chena y desatando el pánico entre el público presente. Sin en1 bargo, posteriormente, muchos culparon a la joven criada de la casa de ser la culpable del entuerto, cosa que ella, por supuesto, negó. Quizá estamos ante el primer caso de poltergei.stodginado por una adolescente en nuestra historia. Hemos llegado al cerro Sanla Lucía. Hay quienes aseguran haber visto un fantasn1a nierodeando entTe la pagoda y la carpa del parque japonés y,

José Zapiola. 29 Malcnal proteg¡,:Jo"'

dcrech



111or

• César Parra • especiahnente, en las inmediaciones de la fuente de Neptuno, el salón Santa Lucía. Desde la Conquista y después de ella, el Santa Lucía se convirtió en el lugar donde los ajusticiados o muertos por pestes eran enten·ados en un rincón que se conoce por una placa que reza "cementerio de los desheredados de la tierra". A comienzos del siglo XIX aparecía un duende en la "Quebrada del Viejo Barbón", cerca de la "Gruta de la Cimarra Encantada". Y a fines del mismo siglo un guardián de lapo· licía aparecía en la Lira Popular, pues un den1onio había caído en su grupa, mientras patrullaba por el referido cerro. Por caile Moneda bajamos hacia la Biblioteca Nacional, que fue levantada en la misma esquina donde estuvo el convento de las monjas clarisas. Se dice que durante la Colonia, a medida que las religiosas iban muriendo, eran inhumadas ahí mismo. Por eso, en 1912 cuando el claustro se demolió, fue toda una noticia el macabro hallazgo del hacinamiento de osamentas hun1anas. Muchos han visto en la Biblioteca Nacional fantasmas de mujeres arrastrando pesados hábitos. Se escuchan risas que retumban de la sala Referencias Críticas a la He1neroteca. También se menciona la historia de un guardia que vio al tenlible fantasma del n10nje sin cabeza y murió. El principal espectro que se ve es el de una monja clarisa, que supuestamente le cambia de lugar los ]jbros a los funcionarios. Mauricio Vásquez relató a La Nación un encuentro con este espectro: "Eran las 19:30 horas y estaba limpiando el piso en el subterráneo de la sección de administración y control. Estaba solo. De pronto me doy vuelta y veo a la monja sentada en un escritorio. No hacía nada y se limitaba a estar sentada, toda vestida ele blanco, hábito y velo, rostro joven y mannóreo. Tomé el trapero y salí corriendo". La encargada de la misma sección también pudo apreciar como una pila de libros se desparramó con fuerza vertiginosa delante de sus ojos, a unos siete metros, sin que nadie interviniera. Una cuadra hacia la costa nos encontran1os con el Teatro Municipal. Este recinto sufrió un incendio en 1870, el 8 de 30 Material protegido por dcrccllos d• autor

• Guía Mágica de Santiago •

dicien1bre, en el cual resultó muerto el bombero Germán Tenderini. Muchos relacionan este hecho con el fantasma que se pasea furtivam ente por tramoyas y palcos, una vez que las luces se apagan. Caminando hacia el poniente, nos encontramos ta1nbién con algunas sorpresas. En pleno centro de Santiago, en Agustinas con Estado, en el subterráneo de un pasaje, dicen que también ocurren cosas extrañas. En ese lugar se han visto volar sillas y la aparición de extrañas n1anchas de sangre en una de las paredes, las cuales, a pesar de pintarlas, vuelven a aparecer. La dirección es Estado 215, esquina Agustinas, en el edificio conocido como de La Quintrala. "Aquí siempre penan. Se escuchan risas y pasos de gente que baja las escaleras, y los rnuebles se mueven solos", aseguró al periodista Sergio Paz el portero de la construcción. La propiedad ocupa el mismo sitio donde siglos atrás estaba la casa de Catalina de los Ríos y Lisperguer, la te1nida Quintrala, y que ahora es el restaurante "La Plaza". Según cuentan los actuales propietarios, cuando recién se taladraron los muros aparecieron manchas de sangre. Acto seguido las pintaron, pero reaparecieron. En otTa ocasión el administrador vio cómo una silla salió disparada y chocó con otro nluro. Y, nlientras arreglaba el techo, el dueño fu e golpeado por una zanahoria voladora. El portero del edificio confiesa haber visto candelabros flotando y lan1entos de gente encerrada en el subterráneo. En el mismo sentido, el bodeguero Marcelo Sánchez aseguró a Paz haber escuchado desgarradores gxitos de 1nujeres. Luego llegamos a nuestro encantado Palacio de Gobierno. El tarotista Alejandro Ayún dice haberse encontrado en 2002 con la sombra de Allende en plena Plaza de la Constitución -donde, según él, el ex mandatario se encontraba contrariado por el extravío de un reloj- . Pero, sin duda que el habitante 1nás supersticioso de La Moneda ha sido Augusto Pinochet. Al ver el vidrio de su destruido Mercedes, el ex general pensó -el día de su atentado, 7 de septiembre de 31 Material protegido por dcrccllos d• autor

• César Parra •

1986- que una teleplastía (imagen reconocible que se forma accidentalmente en alguna superficie) de la Virgen se formaba en las trizaduras del Mercedes presidencial, a causa de las balas que hab íale propinado el f PNIR. Pinochet era muy crédulo, y tuvo más de una hechicera a su servicio. En la década de los '70 y principios de los '80 se hizo asesorar por Eugenia Pirzio Biroli, quie n le aconsejó la fecha propicia para realizar el plebiscito de 1980. En agradecimiento, Pinochet la h izo alcaldesa de la austral localidad de Puerto Cisnes, cargo que sólo dejó tras largos años por problemas de salud. Octogenaria ella misma, no era raro topársela haciendo antesala en las oficinas del general. Lo hacía cada vez que los astros susurraban algo importante en relación a él. Sin embargo, nada le dijo el cielo del atentado de septiembre de 1986 en la cuesta Las Achupallas. El lugar de Eugenia Pirzio fue ocupado en los últimos años de la dictadura militar por la pitonisa Eliana Nlerino Ibáñez, quien estiinulaba en Pinochet los ten1ores de un nuevo atentado en su contra, según se supo en el año 2001 por documentos desclasificados de la disuelta Central Nacional de Informaciones (CNI). Merino organizaba sesiones de espiritisn10 en La Moneda, con ella como nlédium, en las cuales entraba en contacto con parapsicólogos brasileños. De estas sesiones se transcribieron "trances" con10 este: "en un acto de inauguración con gran asisten cia de público y gen te trabajando en escritorio y periodistas. El te1Torista podría ser un periodista que asiste con una mujer y es de tipo extranjero, que tiene un cómplice chileAUf]UStO Pi11ocbet no que también asiste al acto". tuvo r1or lo 111e11os La CNI creía en la fiabil idad de tres asesoras be lo estos infonnes y les daba gran importancia, llevando un regispara11ormal: tro detallado de estas sesiones. Eu9e11ia Pirzio1 Un informe, del que sólo se reElia11a Merino ~ partieron dos ejemplares, está Alicia be Lizasoaí11. fechado el 30 noviembre y es el resultado de una sesión de pa32 Material protegido por dcrccllos d• autor

• Guía Máitica de Santiruto •

rapsicología de Eliana Merino. El texto de la sesión señala: "noche, peligro, una calle en una ca1Tetera, edificio p rincipal, con n1ucha gente, dos desconocidos. Hombre ru· bio, alto, acompañado de rn1tjer trigueña, hablan olTO idioma, otro joven de 18 a 25 años, pelo largo a regular. El hombre rubio tiene un bolso, sitnula ser corresponsal de prensa, con una cámara fotográfica grande con teleobjetivo. También usa casaca'', dice el informe secreto. Al comjenzo de la dictadu ra militar, Alicia ele Lizasoaín, la muy creyen· te esposa del ya difunto coronel Liza- Alicia de Li
View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF