Guia de Contenidos 4 Filosofía 4medio

October 18, 2017 | Author: Yovania Elizabeth Ocampo Escobar | Category: Democracy, Politics, Government, State (Polity), Sociological Theories
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Colegio El Refugio Penco Asignatura: Sicología y Filosofía Docente: Yovania Ocampo Escobar

GUÍA DE CONTENIDOS UNIDAD 4: “Ética Social” Subunidad 1: “Instituciones, poder y sociedad” ¿Qué son las instituciones sociales? Las personas nacen situadas en un mundo de redes sociales, las que son indispensables para su sobrevivencia biológica, pues en ellas satisfacen sus necesidades de protección, alimentación, crianza. También para su desarrollo psicológico y espiritual es necesario su integración en la sociedad a través de distintas instituciones. En efecto, va adquiriendo una identidad personas – el saber quién es- a través de la mirada y la percepción que de él van teniendo los otros. A través del contacto social, los seres humanos adquieren el lenguaje, mediante el cual no solamente se comunican con otros seres humanos, sino que también es el medio necesario para poder pensar y elaborar ideas. El sentido moral, sus valores, los ideales que mueven su acción, todo este desarrollo es posible gracias al vivir en sociedad. Aristóteles consideraba parte de la naturaleza del hombre, EL SER SOCIAL. Si no fuera un ser social, decía, tendría que ser un dios o una bestia y apoyaba su afirmación en la capacidad de lenguaje del hombre, en su ser locuente. Esta sociedad, en la cual el ser humano se desarrolla, se organiza a través de muchas instituciones. Algunas de ellas nos acompañan desde nuestro nacimiento- la familia, el Estado – y permanecen a través de toda la vida. Ellas normalmente no son elegidas. Otras permanecen con nosotros por importantes períodos de la vida, como la escuela; otras, como la iglesia, pueden ser permanente o temporales, pero están sujetas a una definición por ellas y a una opción consciente. 

Piensa en una institución social y piensa, ¿cómo sería nuestra vida si esta no existiera?

1.- La Familia. La familia, se da generalmente por la unión de un hombre y una mujer, uno de cuyos fines principales es la procreación – hoy en día sabemos que existen distintos tipos de familias, más allá de la formada por un hombre y una mujer – la familia es la primera institución que nos cobija y que, juntamente con atender las necesidades afectivas y biológicas, nos va socializando, inculcando valores. Platón pensaba que las clases sociales que tenían una mayor responsabilidad en la marcha del Estado no debieran tener familia, pues esta limitaría su entrega al bien común, al buscar el bienestar de ella.

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Es pues cosa reconocida por nosotros, mi querido Glaucón, que en un Estado bien constituido, todo debe ser común: mujeres, hijos, educación, ejercicios propios de la paz y de la guerra, y que debe designarse por jefes del mismo a hombres consumados en la filosofía y en la ciencia militar. Sí. También hemos convenido en que los jefes, conforme con la índole de su institución han de habitar con los guerreros de su mando en casas del género que hemos dicho, que serán comunes y en las que nadie tendrá nada propio.  Platón, República. Libro VIII

Aristóteles, por su parte, piensa que la familia es la célula primera de la sociedad y que al no poder ella sustentar todas sus necesidades se va uniendo a otras, formando grupos más grandes hasta llegar a la ciudad- estado. Es la familia la primera que nos va dando la mirada creadora de identidad: en ella aprendemos, por primera vez, quiénes somos y cuánto valemos; nos va mirando y considerando, y sus apreciaciones suelen ser marcadoras para toda la vida. 2.- La Escuela. La escuela es otra de las instituciones sociales influyentes en el desarrollo de los seres humanos. Ella amplía el ámbito de la convivencia a un grupo de personas que no están ligadas por lazos familiares, y transmite valores afectivos, intelectuales, sociales y morales. La escuela, a través de varios años – muy importantes en la vida de las personasva colaborando a su desarrollo, buscando transformar a un niño dependiente en una persona autónoma y con valores morales interiorizados. El espacio escolar es la primera instancia de socialización en que se encuentra un niño, fuera de la familia. Esta situación es muy importante para el desarrollo: en ella los alumnos aprenden, a muy temprana edad, que hay personas ajenas al mundo familiar con las cuales se convive durante gran parte del día. Con ellas deben aprender a compartir espacios de juego, de comida, de aprendizaje. Aprenden que hay un comportamiento que se espera de ellos (y de los demás), y cuyo objetivo es el bien colectivo. Los aprendizajes escolares incluyen el conocimiento y respeto de las reglas estímulos y sanciones, establecidos por personas que no pertenecen a la familia. El aprendizaje comprende, además del desarrollo de las habilidades y destrezas cognitivas, los derechos y los deberes; los valores; las habilidades sociales que facilitan y mejoran la convivencia. Se aprende también en la escuela a ser “ciudadano”, ejerciendo el derecho a elegir en los ámbitos que corresponde, utilizando canales de participación, opinando, interviniendo colaborativamente en proyectos comunes. 3.- Las iglesias Una gran parte de los valores morales de una cultura está ligada a sus creencias religiosas, pues en general la religión va unida a una moral, a la que otorga fuerza de mandato, al estar sostenida en la voluntad divina. La pertenencia de un individuo a una iglesia le da, juntamente con participar de una comunidad pequeña, un sentido más universal, al ser miembro de una institución que traspasa las fronteras de su propia nación. 4.- El Estado.

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“El estado soy yo”, dijo Luis XIV, monarca de Francia durante el absolutismo. Con ello quiso decir que su voluntad era la que se imponía en todos los asuntos de gobierno, concepción similar a la de los emperadores romanos. En las sociedades democráticas, en cambio, vale la frase “El estado somos nosotros”. El Estado es el conjunto de ciudadanos, los que, a través de diversos mecanismos representativos o directos, regulan y organizan las otras instituciones de la comunidad. El Estado – es decir, el conjunto de los ciudadanos – determina entre otras cosas, cómo se constituye y qué se considera por familia, su régimen patrimonial, la tuición de los hijos. Respecto a las escuelas, regula sus programas de enseñanza, los requisitos para los certificados y títulos. Con respecto a las iglesias, autoriza determinados cultos dándoles personalidad jurídica a sus respectivas instituciones, y prohíbe otros que considera dañinos para sus ciudadanos. El Estado se organiza a través de instituciones, las que buscan dar garantía de seguridad, de objetividad y de permanencia.

Actividades: 1.- Identifica los valores morales inculcados por las escuelas o colegios donde has estudiado y compáralos con otros que conoces. Identifica las sanciones aplicadas a la transgresión de estos valores. 2.- ¿En qué sentido piensas tú que ha influido la escuela en tu manera de relacionarse con las personas? 3.- ¿Piensas que los directores, profesores, inspectores, miembros del Centro de Alumnos, etc., deben tener una autoridad especial?, ¿Cuándo, en cada caso? ¿Por qué? 4.- ¿Habría diferencia entre un escolar y un niño que aprende en su casa, sin asistir a la escuela? ¿Cuál? ¿Por qué? 5.- ¿Cuáles son los valores más importantes de la Iglesia a la cual perteneces? Si no perteneces a una elige alguna de la que tengas mayor conocimiento. 6.- ¿Puede haber un conflicto entre los valores inculcados en la familia, la escuela y el Estado? Dé un ejemplo. ¿Qué debemos hacer en ese caso? 7.- ¿Por qué el Estado tiene el derecho de quitarle la tuición de un hijo a sus padres o a uno de ellos?

Las teorías del Estado de Platón y Aristóteles. 1.- El estado en la filosofía platónica. La teoría política de Platón se desarrolla en estrecha relación con su ética y con su teoría del alma. Según la teoría platónica del alma, existen tres formas del alma (entendiendo “alma” como el principio de la vida, aquello que “anima”): el alma apetitiva o concupiscente, el alma irascible y el alma racional. Esta triple manifestación del alma explica los conflictos que muchas veces se producen entre la parte que hoy llamaríamos instintiva, aquella otra parte emocional o sensible y la parte racional, que era para Platón la que verdaderamente distinguía al ser humano de los animales, pues era capaz de gobernar los instintos y a las emociones.

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La ética platónica está enfocada al logro del supremo bien, es decir, al desarrollo pleno de su ser racional a través de la práctica de las virtudes que lo llevarán a una vida feliz y armoniosa. Las virtudes corresponden a las distintas formas del alma y son las siguientes: a la forma concupiscente o apetitiva, corresponde a la templanza o moderación. A la forma irascible o emocional, corresponde a la fortaleza o coraje. Y a la forma racional, corresponde la virtud de la sabiduría o conocimiento. La suma de estas tres virtudes dalugar, según Platón, a una cuarta virtud: la justicia, entendiéndose que es justa aquella persona que desarrolla las virtudes correspondientes a cada una de las partes de su alma. La concepción del Estado como organización que esta al servicio de las necesidades de los hombres, lleva a Platón a establecer la estructura de grupos con funciones diferentes, para cubrir los requerimientos de toda la polis o ciudad. Habrá en consecuencia, el gran grupo de los productores, cuya misión es la de proveer a la población de los bienes que requiere para su subsistencia, y que corresponden a la parte concupiscible del alma. Otra clase social está constituida por los guerreros, que tienen la misión de proteger la ciudad de las amenazas enemigas. A esta función corresponde la parte del alma irascible. Y finalmente está la clase de los filósofos, que tienen la tarea de gobernar y organizar la polis para el bien de los ciudadanos. Esta función del esta se relaciona con la parte racional del alma. Cada una de estas funciones debe estar desempeñada por las personas adecuadas, y cada una de las clases sociales debe entonces desarrollar la virtud que le corresponde, según la teoría del alma: los productores deben desarrollar la virtud de la templanza o moderación; los guerreros la virtud de la fortaleza y por último los filósofos la virtud de la sabiduría. Si así sucede, el estado necesariamente será justo, y la ciudad vivirá en la armonía, que consiste en que cada uno posea y haga lo que le corresponde. 2.- la teoría política de Aristóteles. También para Aristóteles el Estado tiene por misión el bien de los ciudadanos: “la felicidad y bienestar de los individuos, no solo la vida común”. Al examinar las diferentes formas que puede tomar la organización del Estado, Aristóteles divide los gobiernos en aquellos cuyos gobernantes buscan el interés común, y aquellos que solo persiguen su propio interés. Cada uno de estos grupos puede adoptar tres formas, de manera que hay tres tipos de gobiernos buenos y tres tipos malos o desviados: a la forma recta de la monarquía corresponde la forma desviada de la tiranía. A la forma correcta de la aristocracia, corresponde la forma desviada de la oligarquía. Y a la forma correcta de la democracia y república, corresponde la forma desviada de la demagogia. Aristóteles. Política (siglo IV AC). Capítulo IV. División de los gobiernos y de las constituciones. Aquí es preciso recordar cuál es el fin asignado por nosotros al Estado, y cuáles son las diversas clases que hemos reconocido en los poderes, tanto en los que se ejercen sobre el individuo como en los que se refieren a la vida común. En el principio de este trabajo hemos dicho, al hablar de la administración doméstica y de la autoridad del señor, que el hombre es por naturaleza sociable, con lo cual quiero decir que los hombres, aparte de la necesidad de auxilio mutuo, desean

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invenciblemente la vida social. Esto no impide que cada uno de ellos la busque movido por su utilidad particular y por el deseo de encontrar en ella la parte individual de bienestar que pueda corresponderle. Este es, ciertamente, el fin de todos en general y de cada uno en particular; pero se unen, sin embargo, aunque sea únicamente por el solo placer de vivir; y este amor a la vida es, sin duda, una de las perfecciones de la humanidad. […]Luego, evidentemente, todas las constituciones hechas en vista del interés general son puras porque practican rigurosamente la justicia; y todas las que sólo tienen en cuenta el interés personal de los gobernantes están viciadas en su base, y no son más que una corrupción de las buenas constituciones; ellas se aproximan al poder del señor sobre el esclavo, siendo así que la ciudad no es más que una asociación de hombres libres. Después de los principios que acabamos de sentar, podemos examinar el número y la naturaleza de las constituciones. Nos ocuparemos primero de las constituciones puras; y una vez fijadas éstas, será fácil reconocer las constituciones corruptas. Capítulo V. División de los gobiernos. Siendo cosas idénticas el gobierno y la constitución, y siendo el gobierno señor supremo de la ciudad, es absolutamente preciso que el señor sea o un solo individuo, o una minoría, o la multitud de los ciudadanos. Cuando el dueño único, o la minoría, o la mayoría, gobiernan consultando el interés general, la constitución es pura necesariamente; cuando gobiernan en su propio interés, sea el de uno solo, sea el de la minoría, sea el de la multitud, la constitución se desvía del camino trazado por su fin, puesto que, una de dos cosas, o los miembros de la asociación no son verdaderamente ciudadanos o lo son, y en este caso deben tener su parte en el provecho común. Cuando la monarquía o gobierno de uno solo tiene por objeto el interés general, se le llama comúnmente reinado. Con la misma condición, al gobierno de la minoría, con tal que no esté limitada a un solo individuo, se le llama aristocracia; y se la denomina así, ya porque el poder está en manos de los hombres de bien, ya porque el poder no tiene otro fin que el mayor bien del Estado y de los asociados. Por último, cuando la mayoría gobierna en bien del interés general, el gobierno recibe como denominación especial la genérica de todos los gobiernos, y se le llama república. Estas diferencias de denominación son muy exactas. Una virtud superior puede ser patrimonio de un individuo o de una minoría; pero a una mayoría no puede designársela por ninguna virtud especial, si se exceptúa la virtud guerrera, la cual se manifiesta principalmente en las masas; como lo prueba el que, en el gobierno de la mayoría, la parte más poderosa del Estado es la guerrera; y todos los que tienen armas son en él ciudadanos. Las desviaciones de estos gobiernos son: la tiranía, que lo es del reinado; la oligarquía, que lo es de la aristocracia; la demagogia, que lo es de la república. La tiranía es una monarquía que sólo tiene por fin el interés personal del monarca; la oligarquía tiene en cuenta tan sólo el interés particular de los ricos; la demagogia, el de los pobres. Ninguno de estos gobiernos piensa en el interés general. Es indispensable que nos detengamos algunos instantes a notar la naturaleza propia de cada uno de estos tres gobiernos; porque la materia ofrece dificultades. Cuando observamos las cosas filosóficamente, y no queremos limitarnos tan sólo al hecho práctico, se debe, cualquiera que sea el método que

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por otra parte se adopte, no omitir ningún detalle ni despreciar ningún pormenor, sino mostrarlos todos en su verdadera luz […] Lo que distingue esencialmente la democracia de la oligarquía es la pobreza y la riqueza; y donde quiera que el poder esta en manos de los ricos, sean mayoría o minoría, es una oligarquía; y dondequiera que esté en las de los pobres, es una demagogia. Pero no es menos cierto, repito, que generalmente los ricos están en minoría y los pobres en mayoría; la riqueza pertenece a pocos, pero la libertad a todos. Estas son las causas de las disensiones políticas entre ricos y pobres. […] La ciudad no consiste en la comunidad del domicilio, ni en la garantía de los derechos individuales, ni en las relaciones mercantiles y de cambio; estas condiciones preliminares son indispensables para que la ciudad exista; pero aun suponiéndolas reunidas, la ciudad no existe todavía. La ciudad es la asociación del bienestar y de la virtud, para bien de las familias y de las diversas clases de habitantes, para alcanzar una existencia completa que se baste a sí misma [...] Y así la asociación política tiene, ciertamente, por fin la virtud y la felicidad de los individuos, y no sólo la vida común. Aristóteles, Política. Actividades: 1.- ¿Cuáles constituciones son consideradas “puras” por Aristóteles? 2.- ¿Cuáles son las diferentes formas de gobierno? 3.- ¿Cuáles son las formas desviadas – o impuras- de gobierno, y por qué? 4.- ¿Qué es la “ciudad” (polis) para Aristóteles? 5.- ¿Cuál es el fin de la política (actividad que se ocupa de la polis), según Aristóteles? 6.- Comente en al menos 5 líneas la teoría platónica del Estado, señalando si está de acuerdo – total o parcialmente – y porqué. Y si esta en desacuerdo, por qué.

La Democracia representativa. Democracia viene de Demos: pueblo y kratos: poder, autoridad, soberanía. El poder de un Estado democrático es del pueblo, es decir, de todos los ciudadanos. Aunque este todos se ha entendido a través del tiempo con muchas con muchas exclusiones: a veces han sido radicales, como es el caso de los negros en Estados Unidos y Sudáfrica; culturales, por ejemplo, las personas que no saben leer ni escribir; de género; las mujeres, hasta bien entrado el siglo XX. Pero en general, las democracias han ido progresando en esta inclusión de los grupos marginados y cada vez son más los que tienen el derecho, por lo menos teórica, de participar en ellas. Los estados democráticos modernos, que generalmente son grandes y de una población numerosa no suelen tener espacio para que participen directamente todos sus ciudadanos, pero todos tienen el derecho y el deber, desde una cierta edad, de participar al menos en las elecciones, escogiendo a sus representantes que gobernarán por ellos. Por eso denominamos a este tipo de gobierno democracia representativa. Los gobiernos democráticos tienen una manera de limitar el poder de sus gobernantes a través de la división de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, los que en otro tipo de gobierno estaban en poder de una sola persona.

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John Stuart Mill. Del gobierno representativo (1865). Capítulo III. El Ideal de la mejor forma de gobierno es el gobierno representativo. [...] toda educación que procure hacer de los hombres algo más que máquinas acaba por impulsarlos a reclamar franquicias, independencia [...] Todo lo que desenvuelve, por poco que sea, nuestras facultades aumente el deseo de ejercerlas con mayor libertad, y la educación de un pueblo desatiende su fin, si le prepara para otro que para aquél, cuya idea de posesión y reinvindicación le sugerirá probablemente [...] No hay dificultad en demostrar que el ideal de la mejor forma de gobierno es la que inviste de la soberanía a la masa reunida de la comunidad, teniendo cada ciudadano no sólo voz en el ejercicio del poder, sino, de tiempo en tiempo, intervención real por el desempeño de alguna función local o general. Hay que juzgar esta proposición con relación al criterio demostrado en el capítulo anterior. Para apreciar el mérito de un Gobierno se trata de saber: 1. En qué medida atiende al bien público por el empleo de las facultades morales, intelectuales y activas existentes; 2. Cuál sea su influencia sobre esas facultades para mejorarlas o aminorarlas. No necesito decir que el ideal de la mejor forma de gobierno no se refiere a la que es practicable o aplicable en todos los grados de la civilización, sino aquella a la cual corresponde, en las circunstancias en que es aplicable, mayor suma de consecuencias inmediatas o futuras. Sólo el gobierno completamente popular puede alegar alguna pretensión a este carácter, por ser el único que satisface las dos condiciones supradichas y el más favorable de todos, ya a la buena dirección de los negocios, ya al mejoramiento y elevación del carácter nacional. Su superioridad, con relación al bienestar actual, descansa sobre dos principios que son universalmente aplicables y verdaderos como cualquiera otra proposición general, susceptible de ser emitida sobre los negocios humanos. El primero es que los derechos e intereses, de cualquier clase que sean, únicamente no corren el riesgo de ser descuidados cuando las personas a que atañen se encargan de su dirección y defensa. El segundo, que la prosperidad general se eleva y difunde tanto más cuanto más variadas e intensas son las facultades consagradas a su desenvolvimiento. Para mayor precisión podría decirse: El hombre no tiene más seguridad contra el mal obrar de sus semejantes que la protección de sí mismo por sí mismo: en su lucha con la naturaleza su única probabilidad de triunfo consiste en la confianza en sí propio, contando con los esfuerzos de que sea capaz, ya aislado, ya asociado, antes que con los ajenos. La primera proposición, que cada uno es el único custodio seguro de sus derechos e intereses, es una de esas máximas elementales de prudencia que todos siguen implícitamente siempre que su interés personal está en juego. Muchos, sin embargo, la odian en política, complaciéndose en condenarla como una doctrina de egoísmo universal [...] Por intención sincera que se tenga de proteger los intereses ajenos no es seguro ni prudente ligar las manos a sus defensores natos; ésta es condición inherente a los asuntos humanos; y otra verdad más evidente todavía es que ninguna clase ni ningún individuo operará, sino mediante sus propios esfuerzos, un cambio positivo y duradero en su situación. Bajo la influencia reunida de estos dos principios en todas las comunidades libres ha habido menos crímenes e injusticias sociales y mayor grado de prosperidad y esplendor que en las demás, y que en ellas mismas,

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después de haber perdido la libertad [...] Es necesario reconocer que los beneficios de la libertad no han recaído hasta ahora sino sobre una porción de la comunidad y que un Gobierno bajo el cual se extienden imparcialmente a todos es un desideratum aún no realizado. Pero aunque todo lo que se acerque a él tenga un valor intrínseco innegable y por más que el estado actual del progreso no sea frecuentemente posible sino aproximarse al mismo, la participación de todas las clases en los beneficios de la libertad es en teoría la concepción perfecta de Gobierno libre. Desde el momento en que algunos, no importa quiénes, son excluidos de esa participación, sus intereses quedan privados de la garantía concedidas a los de los otros, y a la vez están en condiciones más desfavorables para aplicar sus facultades a mejorar su estado y el estado de la comunidad, siendo esto precisamente de lo que depende la prosperidad general. He aquí el hecho en cuanto al bienestar actual, en cuanto a la buena dirección de los negocios de la generación existente. Si pasamos ahora a la influencia de la forma de gobierno sobre el carácter hallaremos demostrada la superioridad del Gobierno libre más fácil e incontestablemente, si es posible. Realmente, esta cuestión descansa sobre otra más fundamental todavía, a saber: cuál de los dos tipos ordinarios de carácter es preferible que predomine para el bien general de la humanidad, el tipo activo o el pasivo; el que lucha contra los inconvenientes, o el que los soporta; el que se pliega a las circunstancias, o el que procura someterlas a sus miras. Los lugares comunes de la moral y las simpatías generales de los hombres están a favor del carácter pasivo. Se admiran, sin duda, los caracteres enérgicos, pero la mayor parte de las personas prefieren particularmente los sumisos y tranquilos. La pasividad de los demás aumenta nuestro sentimiento de seguridad, conciliándose con lo que hay en nosotros de imperioso, y cuando no necesitamos la actividad de tales caracteres nos parecen un obstáculo de menos de nuestro camino. Un carácter satisfecho no es un rival peligroso. Pero, sin embargo, todo progreso se debe a los caracteres descontentos; y, por otra parte, es más fácil a un espíritu activo adquirir las cualidades de obediencia y sumisión que a uno pasivo adquirir la energía. […] El hombre que se agita lleno de esperanzas de mejorar su situación se siente impulsado a la benevolencia para con los que tienden al mismo fin o ya lo han alcanzado. Y cuando la mayoría está así ocupada las costumbres generales del país dan el tono a los sentimientos de los que no logran ver satisfechos sus deseos, quienes atribuyen su suceso desgraciado a la falta de esfuerzos o de ocasión, o a su mala gestión personal. Pero los que sin perjuicio de anhelar lo que otros poseen no emplean ninguna energía para adquirirlo se quejan incesantemente de que la fortuna hace por ellos lo que por el mismo debieran hacer, o se revuelven envidiosos y malévolos contra los demás. Ahora bien, no puede dudarse en modo alguno que el Gobierno de uno solo o de un pequeño número sea favorable al tipo pasivo de carácter, mientras que el Gobierno de la mayor parte es favorable al tipo activo. Los Gobiernos irresponsables se hallan más necesitados de la tranquilidad del pueblo que de cualquier actividad que no esté en sus manos imponer y dirigir. Todos los Gobiernos despóticos inculcan a sus súbditos la precisión de someterse a los mandatos humanos como si fuera necesidades de la naturaleza. Se debe ceder pasivamente a la voluntad de los superiores y a la ley como expresión de esta voluntad. Pero los hombres no son puros instrumentos o simple materias en manos de sus Gobiernos cuando poseen voluntad, ardor o una fuente de energía íntima en su conducta privada [...]

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[…] Sin duda alguna, con un Gobierno parcialmente popular es posible que esta libertad sea ejercida por aquellos mismos que no gozan de todos los privilegios de los ciudadanos pero todos nos sentimos impulsados con más fuerza a coadyuvar a nuestro bien y a confiar en nuestros medios cuando estamos al nivel de los demás, cuando sabemos que el resultado de nuestros esfuerzos no depende de la impresión que podemos producir sobre las opiniones y disposiciones de una corporación de que no formamos parte. Desalienta a los individuos, y más aún, a las clases, verse excluidos de la Constitución, hallarse reducidos a implorar a los árbitros de su destino sin poder tomar parte en sus deliberaciones: el efecto fortificante que produce la libertad no alcanza su máxima sino cuando gozamos, desde luego, o en perspectiva, la posesión de una plenitud de privilegios no inferiores a los de nadie. Más importante todavía que esta cuestión de sentimiento es la disciplina práctica a que se pliega el carácter de los ciudadanos cuando son llamados de tiempo en tiempo, cada uno a su vez, a ejercer alguna función social. No se considera lo bastante cuán pocas cosas hay en la vida ordinaria de los hombres que pueda dar alguna elevación, sea a sus concepciones, sea a sus sentimientos. Su vida es una rutina, una obra, no de caridad, sino de egoísmo, bajo su forma más elemental: la satisfacción de sus necesidades diarias. Ni lo que hacen, ni la manera como lo hacen, despierta en ellos una idea o un sentimiento generoso y desinteresado. Si hay a su alcance libros instructivos nada les impulsa a leerlos, y la mayor parte de las veces no tienen acceso cerca de personas de cultura superior a la suya. Dándoles algo que hacer para el bien público se llenan, hasta cierto punto, estas lagunas. Si las circunstancias permiten que la suma de deber público que les está confiada sea considerable resulta para ellos una verdadera educación. A pesar de los defectos del sistema social y de las ideas morales de la antigüedad la práctica de los asuntos judiciales y políticos elevó el nivel intelectual de un simple ciudadano de Atenas muy por encima del que haya alcanzado nunca en ninguna otra asociación de hombres antigua o moderna [...] [...] Más importante todavía que todo lo dicho es la parte de la instrucción adquirida por el acceso del ciudadano, aunque tenga lugar raras veces, a las funciones públicas. Verse llamado a considerar intereses que son los suyos; a consultar, enfrente de pretensiones contradictorias, otras reglas que sus inclinaciones particulares; a llevar necesariamente a la práctica principios y máximas cuya razón de ser se funda en el bien general, y encuentra en esta tarea al lado suyo espíritus familiarizados con esas ideas y esas aspiraciones, teniendo en ellos una escuela que proporcionará razones a su inteligencia y estímulo a su sentimiento del bien público. Llega a entender que forma parte de la comunidad, y que el interés público es también el suyo. Donde no existe esta escuela de espíritu público apenas se comprende que los particulares cuya posición social no es elevada no deban cumplir otros deberes con la comunidad que los de obedecer la ley y someterse al Gobierno. No hay ningún sentimiento desinteresado de identificación con el público. El individuo o la familia absorben todo pensamiento y todo sentimiento de interés o de deber. No se adquiere nunca la idea de intereses colectivos. El prójimo sólo aparece como un rival y en caso necesario como una víctima. No siendo el vecino ni un aliado ni un asociado no se ve en él más que un competidor. Con esto se extingue la moralidad pública y se resiente la privada. Si tal fuera el estado universal y el único posible de las cosas las aspiraciones más elevadas del

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moralista y del legislador se limitarían a hacer de la masa de la comunidad un rebaño de ovejas paciendo tranquilamente unas al lado de otras. Según las consideraciones antedichas es evidente que el único Gobierno que satisface por completo todas las exigencias del estado social es aquel en el cual tiene participación el pueblo entero; que en toda participación, aun en las más humildes de las funciones públicas, es útil; que, por tanto, debe procurarse que la participación en todo sea tan grande como lo permita el grado de cultura de la comunidad; y que, finalmente, no puede exigirse menos que la admisión de todos a una parte de la soberanía. Pero puesto que en toda comunidad que exceda los límites de una pequeña población nadie puede participar personalmente sino de una porción muy pequeña de los asuntos públicos el tipo ideal de un Gobierno perfecto es el Gobierno representativo.

Actividades: 1.- ¿Qué relación hace Mill entre educación y participación activa de la Comunidad? 2.- ¿Qué condiciones debe cumplir un buen gobierno? 3.- ¿De qué manera se eleva la prosperidad general? 4.- ¿Qué consecuencias tiene excluir a algunos de la participación del gobierno? 5.- ¿Qué entiende Mill por una persona pasiva y pro una activa? ¿Cuál le parece a él más constructiva dentro del Estado y por qué? 6.- ¿Qué tipo de gobierno prefiere a los individuos pasivos y por qué razones? 7.- ¿Cuál es la importancia de la igualdad entre ciudadanos? 8.- ¿Por qué eleva el nivel de los ciudadanos el ejercer funciones en el Gobierno? 9.- ¿Qué pasa con el individuo que no toma como propio el interés de la Comunidad? 10.- ¿Por qué según Mill el mejor gobierno es el representativo? 11.- ¿Considera usted egoísta el planteamiento que hace Mill respecto a la preocupación por los propios intereses? Justifique su respuesta. 12.- Analiza la situación política de los jóvenes en Chile, aplicando las ideas de Mill

La relación entre poder económico y poder político en el estado, según Marx. Marx habla de que la infraestructura o base de la sociedad, que es la forma en que se producen los bienes materiales: el modo de producción. Dependiente de ella, como una consecuencia de esta organización, está la superestructura de las instituciones jurídico – políticas o sea, el Estado. La superestructura del Estado tiene funciones de tipo técnico administrativo para organizar y dirigir la sociedad, y funciones de tipo político para ejercer un orden interno: policía, tribunales de justicia. Las clases dominantes que tienen el poder económico adquieren el poder político utilizando el aparato estatal para lograr sus objetivos políticos. Las diferentes relaciones de producción dan lugar a diferentes tipos de Estados adecuados a las necesidades de producción y de las clases dominantes, pues el Estado, según Marx, se ha convertido en una estructura de dominio de una clase sobre otras. El tipo de Estado, por ejemplo, un estado burgués, puede tomar

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distintas formas de gobierno, puede ser una democracia burguesa, una monarquía, una dictadura; pero esta siempre al servicio de la burguesía y de sus intereses. Para Marx lo importante no es la forma de gobierno, sino el tipo de Estado, y a qué clase social esta sirviendo al servir a un tipo de producción. En la sociedad utópica socialista donde ya no habrá clases sociales, no tendría sentido que el Estado tuviera un poder político, sino que este se reduciría a su condición de administrador. Extracto del Manifiesto Comunista. C. Marx y F. Engels La historia de todas nuestras sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentan siempre, mantuvieron una lucha constante, velada algunas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda sociedad o con el hundimiento de las clases en pugna. En las anteriores épocas históricas encontramos casi por todas partes una completa diferenciación de la sociedad en diversos estamentos, una múltiple escala gradual de condiciones sociales. En la antigua Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos, y, además en casi todas estas clases todavía encontramos graduaciones especiales. La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de lucha, por otras nuevas. Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado. Pero los mercados crecían sin cesar; la demanda iba siempre en aumento. Ya no bastaba tampoco la manufactura. El vapor y la máquina revolucionaron entonces la producción industrial. La gran industria moderna sustituyó a la manufactura; el lugar del estamento medio industrial vinieron a ocuparlo los industriales millonarios – jefes de verdaderos ejércitos industriales-, los burgueses modernos. La gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegación y de los medios de transporte por tierra. Este desarrollo influyó, a su vez, en el auge de la industria, el comercio, la navegación y los ferrocarriles, desarrollándose la burguesía, multiplicando sus capitales y relegando a segundo término a todas las clases legadas por la Edad Media. La burguesía moderna, como vemos, es ya de por sí fruto de un largo proceso de desarrollo, de una serie de revoluciones en el modo de producción y de cambio… … La burguesía, a lo largo de su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas más abundantes y más que todas las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, el empleo de las máquinas, la aplicación de la química de la industria y a la agricultura, la navegación de vapor, el ferrocarril, el telégrafo eléctrico, la asimilación para el cultivo de continentes enteros, la apertura de los ríos da la navegación, poblaciones enteras surgiendo por encanto, como si salieran de la

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tierra. ¿Cuál de los siglos pasados pudo siquiera sospechas que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social?... Cada etapa de la revolución recorrida por la burguesía ha sido acompañada del correspondiente progreso político… la burguesía, después del establecimiento de la gran industria y del mercado universal, conquistó finalmente la hegemonía exclusiva del poder político en el Estado representativo moderno. El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa. La burguesía ha desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario. Dondequiera que ha conquistado el poder, la burguesía ha destruido las relaciones feudales que ataban al hombre a sus “superiores naturales”, las ha desgarrado sin piedad para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel “pago al contado”. […] mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente, son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no solo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas que reclaman para su satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento y de la autarquía de las regiones y naciones, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y todo esto se refiere tanto a la producción material, como a la intelectual. La producción intelectual de una nación se convierte en patrimonio común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resultan de día en día más imposibles; de las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una literatura universal. […] la burguesía suprime cada vez más el fraccionamiento de los medios de producción, de la propiedad y de la población. Ha aglomerado la población, centralizado los medios de producción y concentrado la propiedad en manos de unos pocos. La consecuencia obligada de ello ha sido la centralización política. Las provincias independientes, ligadas entre sí casi únicamente por lazos federales, con intereses, leyes, gobiernos y tarifas aduaneras diferentes, han sido consolidadas en una sola nación, bajo un solo gobierno, una sola ley, un solo interés nacional de clase y una sola línea aduanera. […] hemos visto, pues, que los medios de producción y de cambio, sobre cuya base se ha formado la burguesía, fueron creados en la sociedad feudal. Al alcanzar un cierto grado de desarrollo estos medias de producción y de cambio, las condiciones en que la sociedad feudal producía y cambiaba, la organización feudal de la agricultura y de la industria manufacturada, en una palabra, las relaciones feudales de propiedad, cesaron de corresponder a las fuerzas productivas ya desarrolladas, frenaban la producción en lugar de impulsarla. Se transformaron en otras tantas trabas. Era preciso romper esas trabas y las rompieron. En su lugar se estableció la libre concurrencia con una constitución social y política adecuada a ella y con la dominación económica y política de la clase burguesa.

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Actividades: 1.- ¿Qué entiende Marx por “clases”? ¿Cómo ha evolucionado, según él, este concepto? 2.- ¿A qué grupo social llama Marx “burgueses modernos”? 3.- ¿En qué consiste el gobierno del Estado moderno, según Marx? 4.- ¿En qué sentido la burguesía ha desempeñado un papel revolucionario? 5.- Haz una reflexión acerca de las grandes compañías transnacionales y el poder que ella tendrían sobre los Estados y sus políticas. Ejemplos

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