Guasqueros Argentinos (Vista Previa)

August 31, 2017 | Author: Biblioteca del Museo Las Lilas de Areco | Category: Leather, Decomposition, Skin, Saddle, Petroleum
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Descripción: Catálogo de la muestra realizada en el Museo Las Lilas de Areco entre el 10 de noviembre de 2016 y el 26 de...

Description

Guasqueros Argentinos un arte vivo

10 de noviembre al 30 de diciembre de 2016

FUNDACIÓN LAS LILAS

MUESTRA

CATÁLOGO

Presidente Octavio A. Caraballo

Recepción de las piezas Román Mazar Juan Pedro Santillán

Catalogación Armando V. Deferrari

Consejo Asesor Marcos F. Bledel Gonzalo F. Caraballo Juan M. Ochoa MUSEO LAS LILAS

Acondicionamiento de las piezas Juan Pedro Santillán

Dirección Ejecutiva Armando V. Deferrari

Montaje Armando V. Deferrari Román Mazar Juan Pedro Santillán

Dirección Administrativa Trixie Kleine

Iluminación y sonido Walter A. Rossi

Curaduría Marcos F. Bledel

Investigación y textos Segundo Deferrari Corrección Luciana Falibene Fotografía y diseño Segundo Deferrari Ayudante de fotografía Román Mazar Juan Pablo Poggi Walter A. Rossi Juan Pedro Santillán

Museo Las Lilas de Areco

Agradecemos a

Alejandro Álvarez; José Amadori; Raúl Amadori; Eduardo Bailleres; Adela Bancalari; Jaime Benedit; Eugenio Bevillaqua; Pedro Bezmalinovic; Alfredo Bigatti; Rubén Blanco; Marcos Bledel; Oscar Bumade; Alex Calixto; Octavio Caraballo; Claudia Caraballo de Quentin; Juan Carballido; Mercedes Castilla; Celia E. Coppa; Emilio Cornejo; Sebastián Crespín; Carlos A. “Pampa” Cura; Amadeo Deferrari; Raúl Draghi; Luis Engemann; Marcela Farrell; Familia Flores; Luis A. Flores (h); César García; Mariano García Errecaborde; Mario Gardella; Guillermo Giacomantone; Cristián “Toto” Giménez; Martín Gómez; Néstor Gómez; Martín Guerrico; Justa Guevara; Gustavo, Enrique, Ignacio y Lauro Kagel; Ignacio Labala; Pablo Lozano; Jorge Marí; Agustín Martínez; Félix Meineri; Familia Melo; Oscar Melo; Jorge Morfú; Mariano Otamendi; Juan Palomino; Rosaura Pazzaglia; Eduardo Polimante; Patricio Reynoso; Diego Solís; Marcelo Sperati; Cruz Varela; Roberto Vega Andersen; Hernán Zaballa y Sra.; Francisco Zeta

Y a las siguientes instituciones: Fondo Nacional de las Artes; Municipalidad de San Antonio de Areco; Parque Criollo y Museo Gauchesco “Ricardo Güiraldes” quienes con su desinteresada colaboración hicieron posible esta muestra Deferrari, Segundo Guasqueros Argentinos - Un arte vivo - 1a ed. Buenos Aires: Fundación Las Lilas, 2016. 200 p.; 21x21 cm. ISBN 978-987-26357-8-7 1. Arte Argentino. 2. Historia Argentina. 3. Costumbres Populares. I. Título. CDD 745.531

Copyright Fundación Las Lilas. Buenos Aires, Argentina. Prohibida la reproducción total o parcial. Queda hecho el depósito que previene la ley 11723. Impreso en Rosario, Argentina, 2016

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Presentación

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por Armando Deferrari

Estimado lector: Es nuestra intención que usted encuentre en el presente catálogo, realizado con un profundo respeto y la mayor seriedad, gran parte de la información disponible acerca de un tema tan caro a nuestras tradiciones como es el cuero crudo y sus hacedores: los guasqueros, sogueros o trenzadores. Parafraseando a Leopoldo Lugones, esta artesanía nace en América ante una necesidad, cuando al primer conquistador español se le rompe la primera rienda o estribera traídas del viejo continente, ante la abundancia de vacunos diseminados por el territorio debieron utilizarlo, acondicionándolo previamente por medios mecánicos. Ya los habitantes nativos de la región preparaban pieles y cueros por este medio que, posiblemente, fuera adoptado por los talabarteros venidos de la Península acompañando las expediciones. A partir de allí se desarrolla un tipo de artesanía que comienza siendo utilitaria y llega a alcanzar niveles suntuarios, manteniendo siempre la norma de usar el cuero sobado, diferenciándose así de otras disciplinas similares existentes en el resto del mundo. Tal fue el protagonismo del cuero crudo que signó un período conocido como la “Cultura del Cuero”, en el que este cumplió un rol protagónico tanto en las viviendas criollas como en el trabajo a campo abierto.

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El cuero de los yeguarizos que abundaban en nuestro territorio, remplazó al hilo de algodón de la industria talabarteril y fue utilizado en costuras, trenzas y adornos o decoraciones por tener propiedades que permitían su uso y se adaptaban a las necesidades del momento. He aquí la materia prima: el cuero vacuno y el “cuero de potro”, tal como se llamó al proveniente de cualquier yeguarizo. Enjaezar con lujos al montado es el común denominador de todos los jinetes del mundo, sea cual fuere la escuela e independientemente del poder adquisitivo. Para la confección de herramientas de trabajo usadas en las tareas vaqueras en las que, la mayoría de las veces, el jinete jugaba su vida o la de algún compañero de faenas, el material utilizado debía cumplir ciertos requisitos, tales como resistencia a la tracción, durabilidad, facilidad de mantenimiento, flexibilidad y facilidad de obtención; por todo esto, el cuero crudo o sobado fue el elegido. Correones, cinchas, encimeras, estriberas,

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maneas, maneadores, cinchones, atadores, rebenques, arreadores, látigos, boleadoras, riendas, cabrestos, lazos, bozales, cabezadas, tiros y cuartas eran confeccionados con cuero crudo sobado o, en algunos casos, redomoneado (a medio sobar). Mucho aportaron también los carreteros y carreros, encargados del transporte de mercancías y frutos del país hacia todos los destinos del territorio, como así también troperos y domadores. Durante décadas, en la estancia argentina, el soguero fue un personaje generalmente de avanzada edad quien, ya no apto para las tareas “de a caballo”, quedaba relegado a un espacio denominado “el cuarto de las sogas” donde reparaba y confeccionaba prendas para el patrón, el mayordomo y, en algunos casos, para capataces, puesteros y mensuales. Cuando alguno de ellos se destacaba, cobraba fama y muchas veces se mudaba al pueblo cercano para atender los pedidos de sus clientes.

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Luego llegó el lujo y, con él, la competencia por ver quién lucía mejores “pilchas”; momento en que comenzaron a descollar guasqueros o sogueros en muchas localidades rurales. Más tarde la industria haría un intento por producir esas piezas a gran escala, remplazando el cuero crudo por cuero curtido o salado (de color blanco), contratando muchas veces para sus talleres a “eximios trenzadores”, de cuyas manos salieron verdaderas obras de arte.

En la década de 1970 don Luis Albero Flores, a quien dedicamos esta muestra, logró reunir y convocar a la flor y nata del cuero crudo para la exposición de otoño de Caballos Criollos en la Sociedad Rural Argentina; gracias a él, se abre una nueva etapa en esta disciplina. Durante varios años también estuvo al frente de los premios El Guasquero y El Cuarto de las Sogas, entregados en el marco de la muestra anual de Palermo. Allí pude conocer los trabajos de quienes, a mi entender, fueron los sogueros más distinguidos que dio esta disciplina: don Martín Gómez, don Ricardo González y don Rodolfo Sosa. Así siguió el derrotero de don Luis, formador de artesanos –más de seiscientos–, ejemplo de hombre de bien y amigo de sus amigos, recibiendo en vida varios homenajes que lo distinguían como Maestro. Vaya entonces a don Luis este trabajo.

Retrato de Luis Flores realizado por Daniel Sempé

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Índice Presentación 5 Breve historia del cuero crudo en Argentina

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Definiciones

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Apuntes sobre la preparación del cuero crudo

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Uso del cuero crudo a lo largo de la historia

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América precolombina

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Museo Las Lilas de Areco

Encuentro de dos mundos

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Tehuelches

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Desde la época colonial hasta nuestros días

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San Antonio de Areco

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Catálogo 54 Ecuestres

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Uso personal y utensilios

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Artesanos extranjeros invitados

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Fuentes 198

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Breve historia del cuero crudo en Argentina Definiciones A fuerza de lezna o punzón y con mucha paciencia; yo me dedico a la ciencia de revestir un botón. No es fácil esta cuestión no se puede andar ligero, mas le aseguro, aparecero, si me ayuda la fortuna, yo le hago un botón pluma un esterilla, un barquero.

El cuero ha sido utilizado por el hombre y sus antepasados desde la prehistoria hasta la actualidad; diversas culturas se han valido del cuero crudo en la vida cotidiana, en el trabajo y en la guerra. Desde entonces, el tratamiento del cuero no ha cambiado. La propuesta es realizar un breve recorrido desde los primeros indicios de su uso hasta el presente. Antes de comenzar, apuntaremos algunas definiciones y delimitaremos el objeto de estudio.

contribuye al control de microorganismos que puedan dañar el cuero. Si la piel seca es untada con materia grasa, esta ocupa los espacios entre las fibras, fijándose y repeliendo el agua, manteniendo los valores de humedad de manera tal que también evita la proliferación de microorganismos. A su vez, la aplicación de grasa a una piel seca, conjuntamente con la fricción mecánica, torna a la misma maleable ya que la grasa se ubica entre las fibras y permite la separación entre ellas.

Museo Las Lilas de Areco Piel: órgano extendido sobre el cuerpo del animal, que sirve de protección externa. En los vertebrados, está formado por una capa externa o epidermis y otra interna o dermis. Una vez retirada del animal, la piel comienza el proceso de descomposción por acción de enzimas propias y microorganismos externos. Cuero: material estabilizado obtenido de la piel, cuyo proceso de descomposición es reducido o anulado por la acción del curtido.

Curtido: proceso de conversión de la piel en un material resistente a la acción de microorganismos comúnmente denominado cuero. Cuero crudo: la piel recién obtenida contiene entre un 50 y 70 % de agua y es un medio propicio para la proliferación de microorganismos que suelen causar su deterioro. Por debajo del 30 % de humedad, la multiplicación de estos microorganismos cesa, y entre el 15 y 10 %, su actividad se detiene y la piel se vuelve imputrescible. Así, una desecación alrededor de esos valores será suficiente para conservar una piel seca. Asimismo, la acción antiséptica de diversos tratamientos a base de sal, humo, cal, cenizas, etc.,

Generalmente se denomina cuero crudo a varios estados del cuero entre los que se encuentran la piel seca sin ningún tratamiento, el cuero seco tratado con grasa y el cuero seco tratado con grasa y ablandado por medios mecánicos. Este último es también llamado cuero sobado. En resumen, consideramos cuero crudo al material obtenido de la piel estabilizada mediante el secado, a la que se le pueden aplicar tratamientos antisépticos y diversas sustancias orgánicas. Dentro de este análisis se incluirán también aquellos materiales orgánicos, tales como tendones, nervios, intestino, estómago, vejiga, etc., que suelen utilizarse solos o en conjunto con el cuero crudo.

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Apuntes sobre la preparación del cuero crudo Con el fin de conocer algunas de las técnicas utilizadas en la preparación del cuero crudo a lo largo de la historia, y no siendo este un manual técnico que pretende abarcar todos los pormenores del tema, brindamos un recorrido sintético, sin ahondar en detalles o particularidades regionales, por las formas más usuales de transformar la piel en cuero crudo. Según su preparación, el cuero presenta una variedad de estados que van desde rígido y duro hasta suave y maleable. Resistente al desgarro y al desgaste, puede contener o soportar la acción del agua y la humedad. Es aislante térmico, provee amortiguación a los golpes y puede ser moldeado.

parte del mismo. Según el animal, la piel presentará diferentes espesores en las distintas secciones. Estas variaciones suelen tenerse en cuenta en el momento de la segmentación, ya que los distintos espesores del producto final condicionan o direccionan el tipo de uso que se le dará. Una vez que la piel fue extraída, es necesario limpiarla y remover los restos de grasa y/o carne que pudieran quedar adheridos. La materia obtenida puede ser utilizada sin otra preparación, dejando que se seque de manera controlada, o ser sometida a diferentes formas de tratamiento que estarán determinadas por el uso y la finalidad; en el siguiente apartado citaremos algunos de ellos.

por calor y de recibir los efectos antisépticos de este, se produce una serie de transformaciones que alteran su composición. La velocidad del secado es importante, ya que si no se produce con suficiente rapidez, la descomposición puede alterar sus cualidades e inutilizarlo, y si es muy violento, puede secarse sólo la capa exterior dejando el interior húmedo, lo que favorece la acción degradante de los microorganismos. Si la temperatura es muy elevada, se da una drástica contracción del cuero –de hasta un tercio de la superficie original– siendo este proceso irreversible. El secado al aire de grandes segmentos de cuero se realiza sujetándolos en todo su perímetro con una sucesión de estacas en el suelo, o con clavos sobre una superficie plana o con sogas en un bastidor, de manera tal que toda la superficie quede expuesta a la acción del aire. En el caso de los cueros cortados en tiras, estas se extienden entre dos o más puntos, dejando que el aire pase libremente por las dos caras. Otra opción para el secado es la utilización de elementos astringentes que sequen progresivamente el cuero, tales como la sal o la ceniza. Esta técnica, habitual en climas excesivamente húmedos y templados que dificultan el secado natural, suele estar acompañada por diferentes efectos secundarios que alteran la composición del cuero, llegando incluso a inutilizarlo para determinadas funciones.

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se caracterizan por presentar un filo largo, considerado el más apropiado para esta tarea. En el pasado se utilizaron sustancias cuyo funcionamiento técnico se desconocía. Posteriormente estas fueron estudiadas, aislados los procesos y reproducidos con productos artificiales; tal es el caso del uso primitivo de la ceniza o la orina en los procesos de pelado. Para el pelado en húmedo se coloca el cuero en un baño líquido con una o varias sustancias hasta que el pelo salga por acción mecánica. En el proceso de descomposición, se busca la liberación del pelo por la acción de enzimas provenientes del propio cuero o de preparados orgánicos agregados. Estos procedimientos pueden ocasionar que se pierda la epidermis –es decir, la primera capa del cuero– o provocar la disolución de las grasas a partir de la acción de los solventes.

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La tarea de convertir la piel en cuero comienza en el momento de desollar el animal. El proceso debe hacerse con sumo cuidado a fin de evitar daños. La forma de extracción depende del animal y de la finalidad del material. En animales pequeños, es posible sacar la piel entera realizando un corte en el cuello y, en caso de ser necesario, en extremidades y cola. El resultado es una bolsa de piel con cuatro o cinco orificios que puede ser utilizada para colocar objetos en su interior o para ser inflada con aire. Esta modalidad de extracción en nuestro territorio suele denominarse “sacado en bolsa”. También pueden obtenerse bolsas más chicas sacando el cuero de una extremidad. En animales más grandes, o cuando se buscan otros resultados, la piel puede ser sacada en una sola pieza realizando un corte a lo largo de la parte inferior y en los miembros, o cortando y retirándola en diferentes segmentos. A su vez, del cuero entero fresco pueden extraerse tiras más delgadas de diferentes maneras. Una de ellas es el corte en espiral, que permite obtener una tira larga de material. Esto puede hacerse con la totalidad del cuero o con una

En las distintas secuencias del tratamiento de la piel para su conversión en cuero intervienen elementos y sustancias que pueden ser utilizados solos o en combinación con otros. A continuación, nos detendremos en aquellos tratamientos que responden a la preparación de lo que suele denominarse cuero crudo.

Posiblemente el tratamiento con grasa y/o humo haya sido una de las primeras técnicas utilizadas por los homínidos para evitar la putrefacción de las pieles. Uno de los principales tratamientos para la conservación del cuero es el secado. En los lugares secos y relativamente cálidos, la forma más común es el secado al aire, durante el cual se produce un intercambio de humedad con el ambiente que deshidrata el cuero hasta obtener un 15 % (o menos) de humedad. En caso de que la temperatura o la humedad del ambiente no lo permitan, este proceso puede ayudarse con la acción indirecta del fuego. Si el cuero es expuesto al humo, además del secado

Cuando la remoción del pelo es necesaria, es posible proceder con el cuero seco o con el cuero húmedo. En el primer caso, se busca que el cuero seco presente la menor cantidad posible de rugosidades, por lo cual en el proceso de secado deberá tensarse correctamente. El pelo se puede rasurar con un elemento cortante o mediante la combinación de un elemento romo y algún material abrasivo. En el segundo caso, el cuero húmedo puede ser rasurado con un elemento cortante, o bien proceder a la liberación del pelo por descomposición, hinchamiento de las fibras o a través del accionar químico de diferentes sustancias. Las herramientas utilizadas para el rasurado son variadas, aunque todas

El cuero ya pelado se lava y estabiliza, quedando listo para las próximas etapas. Si se trata de cuero curtido, el proceso continúa mediante el uso de taninos y minerales, y si es cuero crudo, simplemente se deja secar. El cuero seco, pelado y desgrasado, sin ningún tratamiento, es quebradizo y translúcido. En este estado es usado para numerosos fines en los que la rigidez y resistencia son factores importantes. Para evitar que la humedad del cuero ascienda a valores que puedan reactivar la acción de los microorganismos, es posible tratarlo con grasas. Existen numerosas técnicas para volver maleable el cuero crudo; la mayoría se basa en la combinación de la acción mecánica –flexión, torsión, plegado, etc.– y la aplicación de humedad y/o grasas. Estas últimas penetran y se fijan entre las fibras, evitando que vuelvan a juntarse, dando por resultado un cuero relativamente seco, flexible e impermeable. En la transmisión controlada de humedad se utilizan varios métodos que tienen en común la gradualidad en el traspaso; por ejemplo, la exposición del cuero a la humedad de la mañana (rocío) o poniéndolo bajo tierra. A medida que avanza el proceso de

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América precolombina El uso del cuero por parte de los distintos pueblos americanos variaba significativamente según la disponibilidad de las materias primas, las condiciones ambientales y las necesidades de cada lugar. A lo largo de todo el continente surgieron culturas con una destacada industria en torno al cuero. La llegada de los europeos, a partir del siglo XV, implicó un cambio significativo en la vida de la mayoría de los pueblos originarios. El entorno y las costumbres se vieron modificadas, entre otras cosas, por la introducción de especies foráneas, de materiales y técnicas desconocidas y, fundamentalmente, por el establecimiento de nuevas relaciones comerciales y de poder. A continuación realizaremos un breve recorrido por algunos de esos pueblos, haciendo hincapié en los del extremo sur, tal como se hallaban entre los siglos XV y XVI, analizando su relación con el cuero crudo.

de mayor poder simbólico, se obtenían mediante trueques en regiones distantes; tal es el caso de la coraza de cuero de caimán y mono encontrada al norte de Chile, en el desierto de Atacama. Este tipo de prendas, en las que la función práctica se superponía a la simbólica, eran generalmente usadas por sacerdotes o chamanes en ceremonias y rituales, o en contextos de transmutación de los combatientes, quienes –mediante danzas, invocaciones, uso de alucinógenos, etc.– se “convertían” o tomaban los poderes de animales y divinidades antes de entrar en el combate.

En el extremo norte del continente habitaban distintos pueblos agrupados bajo la denominación común de esquimales. Estos utilizaron cuero, estómago, intestinos y tendón de foca, morsa y reno, entre otros. Entre los métodos de preparación se destaca el uso de la orina y, en menor medida, las sustancias orgánicas (cerebro e hígado). Encontramos su uso en la construcción de viviendas (tiendas) y vestimenta, así como también en utensilios (bolsas, líneas de pesca y redes) y medios de transporte (canoas y trineos). Resultan llamativos los impermeables realizados con intestinos de foca; las líneas de pesca, con cuero de foca o morsa obtenido con la técnica de sacado a vueltas; y las bolsas de cuero de foca, sacado entero.

En el territorio actualmente conocido como Estados Unidos, las materias primas para la elaboración de productos de cuero se obtenían de distintas especies animales, principalmente de mamíferos, tales como búfalos, ciervos, alces y osos, aunque también se registró el uso de reptiles, aves y peces. Para la ornamentación de las piezas se usaban pigmentos o cuentas, y también, dientes, colmillos y caracoles, formando diseños geométricos o motivos antropo y fitomorfos. Cuando el cuero no era utilizado crudo, se lo trataba con sustancias orgánicas (cerebro, hígado, orina) o con aceites y sustancias vegetales. Estos procedimientos podían complementarse con el curado con humo.

Museo Las Lilas de Areco

El cuero crudo se usó para fabricar objetos que exigían resistencia y durabilidad, tales como armaduras, escudos, zapatos, embarcaciones, viviendas, baúles y amarras para armas o herramientas.

En las tribus nómades y seminómades se implementó la división de tareas por género para el procesamiento del cuero. Por lo general, los hombres cazaban y desollaban los animales, mientras que las mujeres preparaban el material. La confección de los trabajos dependía en parte del uso de los mismos, siendo las armas y herramientas elaboradas por los hombres, y los útiles, vestimenta y vivienda, por las mujeres.

A lo largo de toda América, los cueros de diferentes especies animales se usaron en la confección de vestimenta y protección de guerreros y sacerdotes. En algunos casos, las pieles de animales salvajes eran utilizadas con pelo y/o partes del animal (cabeza, garras y cola). Dependiendo de la geografía, se utilizaron cueros de felinos (tigre, puma, jaguar, gato montés), zorros, osos, serpientes, águilas y cocodrilos, entre otros. Algunos de estos cueros, en especial, los

Coraza de cuero de caimán decorada con recortes de piel de mono Lasana - 1000 a 1450 d. C. - Museo Chileno de Arte Precolombino

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Capa de intestino de foca - Alaska - 1908 - Pitt Rivers Museum

Par de parfleches (recipientes) - Sioux - 1880 - The Metropolitan Museum of Art

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Tehuelches Dada la importancia que tuvo el cuero crudo dentro la cultura tehuelche, nos detendremos a analizar su uso en las comunidades de la Pampa y Patagonia tras la llegada de los europeos. Parte de la zona sur de América del Sur se encontraba ocupada por el conocido complejo tehuelche que incluye a los tehuelches septentrionales (guenaken), los tehuelches meridionales (penken y aoniken) y los onas (selknam y haus). Este entramado de pueblos nómades vivía de la caza y la recolección. El guanaco y el ñandú eran su principal fuente de alimentos y les brindaban materia prima para vestimenta, vivienda, utensilios, armas y elementos de defensa.

La montura de mujer, de diferente confección y finalidad que la del hombre, constaba de dos cilindros de cuero rellenos con lana o textiles viejos, de un largo aproximado de 60 cm y un diámetro en los extremos que oscilaba entre los 20 y 30 cm, disminuyendo en el centro a 10 o 15 cm. Los cilindros, colocados uno a cada lado, se separaban del animal y del jinete con diversos cueros y tejidos. El conjunto era sujetado por una cincha, generalmente de una sola pieza, de cuero con pelo, adornada.

Entre los testimonios consultados, se destacan tres relatos que nos aportan un importante caudal de datos acerca de las técnicas utilizadas por estos pueblos para trabajar el cuero crudo. Sus autores son el francés Auguste M. Guinnard (1832-?), quien fuera cautivo durante tres años (1856-59); el marino inglés Charles Musters (1841-1879), quien realizó un viaje de más de un año, en 1869, con un grupo de tehuelches entre los que se encontraban los poderosos caciques Orkeke y Casimiro Biguá; y el fugitivo inglés James Radburne (1874-?), quien, desde su llegada en 1892, interactuó larga e intensamente con los tehuelches.

Los bozales, usados en las tareas de doma, estaban hechos con tiras de cuero simple, torzados o trenzados. Las riendas, fabricadas con tiras de cuero, podían ser de dos tapas planas, de dos o tres elementos torzados, o de seis, ocho o más elementos trenzados. Para su confección se utilizaban tiras de cuero bovino, equino y de guanaco (cogote o lomo). Para obtener tiras más largas, el cuero se cortaba “a vueltas”, en resorte o en espiral. El cuero de toro era muy estimado para la confección de maneas y otros elementos del apero.

Museo Las Lilas de Areco

Los conquistadores y expedicionarios europeos introdujeron nuevas especies en el territorio americano. Los equinos y bovinos, dos de las especies que más rápidamente se diseminaron, provocaron grandes cambios en la vida de las poblaciones originarias. Sus cueros, al igual que los anteriormente citados, fueron ampliamente usados por los pueblos de las zonas pampeana y patagónica. A lo largo del siglo XVII los tehuelches septentrionales y meridionales, los guaikurúes (Chaco), los mbayá (Chaco Boreal) y los charrúas (Uruguay) adoptaron el caballo modificando en diversos aspectos su forma de vida; los grupos humanos se ampliaron, sus territorios se extendieron y su movilidad mejoró notablemente. En el marco del choque cultural con los conquistadores, las actividades económicas de los tehuelches septentrionales y de los guaikurúes se volvieron depredadoras, al mismo tiempo que sus aptitudes guerreras se potencian y mejoran, al igual que sus armas y elementos de defensa. El progresivo dominio del caballo, proveedor de materia prima y alimento, generó la demanda de nuevas herramientas, tales como monturas y elementos de control y dominación.

El primero de ellos, Guinnard, da cuenta del gran desarrollo que alcanzó la artesanía en cuero entre los distintos grupos de tehuelches:

Aparte de su crueldad, estos indios eran laboriosos e inteligentes. Los arneses de sus caballos, compuestos por una brida, silla de montar y estribos, son curiosos especímenes de su industria; estos están trenzados con tal perfección que es difícil creer que son obra de sus manos.

Montura tehuelche - Museo Etnológico de Berlín

montura se utilizaba una serie de telas y cueros, tanto arriba como debajo de la silla, con la finalidad de proteger al caballo y al jinete. Estos cueros podían ser de guanaco (según Musters, “de dos años de edad”), puma, ñandú u oveja. El conjunto se sujetaba con una cincha, que podía estar realizada con una tira de cuero de ancho variable o varias tiras –entre 10 y 20– torzadas.

Para comenzar, veremos algunos detalles de los implementos ecuestres utilizados por los tehuelches. El fuste de las monturas usadas por los hombres era de madera y constaba de dos tablas unidas por arzones, todo sujeto con tiras de cuero. El conjunto estaba retobado con cuero de guanaco (generalmente aplicado fresco) cosido con tendones. Sus medidas aproximadas son: 40 cm de largo, 30 cm de ancho y 26 cm de alto. Dos orificios en la parte superior del arzón anterior sirven para pasar las tiras de cuero que sujetan los estribos. Para el armado completo de la

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Montura tehuelche de mujer- 1890 - Museo del Muelle Branly - Jacques Chirac

Jinete tehuelche (detalle) - ca. 1885 - Patagonia

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Desde la época colonial hasta nuestros días Durante el siglo XVI varias corrientes de exploradores recorrieron América “descubriendo” y conquistando nuevos territorios con el fin de incorporarlos a las potencias europeas. Numerosos relatos sobre las hambrunas sufridas por los conquistadores dan cuenta de que el cuero crudo, usado para la confección de vestimenta, calzado o equipaje, sirvió también para mitigar la carencia de alimentos. Muchas veces esos conquistadores llegaban al “nuevo” continente con la idea de enriquecerse rápidamente y volver a Europa. Esto dio lugar a dinámicas muy diferentes en la construcción y el crecimiento de los asentamientos europeos, donde, en numerosos casos, prevalecían las medidas precarias o transitorias.

cueros son tan comunes que, en las calles poco transitadas, en las plazas y en los muros de los jardines se encuentran pedazos dispersos. El cuero crudo también fue usado para suplir la falta de hierro y otros materiales para la construcción. En la edificación de las viviendas siempre estaba presente, ya sea como tiras para amarrar las maderas de las estructuras o para improvisar puertas y ventanas o separadores. Paucke, quien llega a la Misión de San Javier en 1752, así describe la situación de las construcciones de la reducción:

con fuerte agua de cola que para esto había cocido de pedazos cortados de un cuero. Yo había traído conmigo a la vez desde Córdoba una buena cantidad de vidrio luciente que ellos llaman Talco; una vez quemado éste lo hice pisonear y moler, polvoreé [con él] las figuras bañadas en agua de cola y erigí así el altar que tenía alrededor de tres varas de altura. En el Lazarillo de ciegos caminantes (1773), encontramos ejemplos de otros usos del cuero crudo durante la época colonial: Todas las chozas se techan y guarnecen de cueros, y lo mismo los grandes corrales para encerrar el ganado. La porción de petacas en que se extraen las mercaderías y se conducen los equipajes son de cuero labrado y bruto. [...] También hay muchos sembrados de trigo y maíz, por lo que de día se pastorean los ganados y de noche se encierran en corrales, que se hacen de estacas altas que clavan a la distancia del ancho del cuero de un toro, con que guarnecen la estacada, siendo estos corrales comunes en toda la jurisdicción de Buenos Aires, por la escasez de madera y

ninguna piedra. [...] Los cubos con que se saca el agua son de cuero crudo, que causa fastidio verlos, pero el agua es más fría y cristalina que la del río. El cuero crudo también formaba parte de la fabricación de asientos, camas y diferentes implementos para las industrias agrícolas y vitivinícolas. Félix de Azara (1742?-1821), en Apuntamientos para la Historia Natural de los quadrúpedos del Paragüay y Rio de la Plata (1802), da cuenta de que a principios del siglo XIX, en la vida cotidiana de la llanura pampeana, el cuero seguía ocupando un importante papel: El ganado suple aquí casi todas las necesidades. [...] Del cuero fabrican todas las cuerdas y sogas, la mayor parte de los utensilios, como canastas y arcas, llamándolas tipas y petacas; y haciendo con un cuero una candileja de cuatro picos, á que llaman pelota, pasan en ella los ríos aunque sean de media milla o más de travesía. Sobre el cuero duermen, con él hacen puertas y ventanas, y muchas veces las casas.

Museo Las Lilas de Areco

En este marco, el cuero crudo resultó un material muy útil a la hora de improvisar soluciones a los problemas surgidos ante la falta o rotura de elementos de uso cotidiano. Muchas veces esas soluciones estaban acompañadas –cuando no eran llevadas a cabo en su totalidad– por los nativos que, en mayor o menor medida, tenían experiencia en el manejo del material. La proliferación del ganado salvaje bovino y equino dio lugar a una gran abundancia y disponibilidad de cueros. Este fenómeno perduró hasta fines del siglo XVIII, momento en que comienza a declinar, hasta interrumpirse por completo a mediados del siglo XIX. En 1760, Antoine-Joseph Pernety, integrante de la expedición a las Islas Malvinas de Louis Antoine de Bougainville, deja la siguiente relación de lo visto en la ciudad de Buenos Aires:

La carne no les cuesta más que el trabajo de matar un toro, sacarle el cuero y cortarlo en trozos para después preparar la carne. El cuero de toros y vacas sirve para hacer bolsos de todo tipo y para cubrir parte de sus casas. Estos

Mi vivienda y la del Padre Burges como la iglesia no tenían paredes sino que estaban rodeadas por cueros frescos de buey pero el techo de la iglesia era de paja y el techo de mi vivienda era también de cuero crudo.

En el relato acerca de cómo construyó un nuevo altar para la iglesia, da cuenta de las posibilidades de uso de este material: Me tomé el trabajo de levantar un nuevo altar. Ya que la iglesia estaba erigida por puros cueros hice también un altar de cueros del modo siguiente: tomé algunos cueros vacunos frescos, los estiré fuertemente sobre un marco hecho al propósito por palos gruesos para que secaran al sol. Después raspé con una pala afilada los pelos de un lado y la sangre y las venas del otro lado; el cuero se tornó entonces bien blanco por ambos lados tras lo cual yo separé el cuero cortándolo en derredor del marco e hice sobre el cuero el dibujo que corté con mi formón y debajo del cual coloqué papel de diverso color pero el cuero perforado lo tapé

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Rancho de un Maestro de Postas (detalle) - Anónimo - Fines del siglo XVIII - Un viajero virreinal

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Durante aquella primera exposición de 1969, motivado por la consulta de un asistente, Luis decide comenzar a enseñar a trabajar en soga. A los cursos, dictados ininterrumpidamente hasta el 2009, asisten más de 650 personas. Para Luis, este era un espacio de intercambio: “Mucho es lo que he transmitido y también mucho es lo que he aprendido de mis alumnos”, dice. Con toda seguridad, podemos afirmar que ese número es poco significativo en comparación con la gran cantidad de personas que directa o indirectamente, ya sea a través de notas, artículos, explicaciones y charlas, o a través de los mismos alumnos, recibieron los conocimientos de Luis. Desde 1992 y hasta el 2006, en el marco de la Exposición Nacional de Ganadería, Agricultura e Industria de la Sociedad Rural Argentina, se disputó el premio denominado “El Guasquero”, certamen que convocó a diferentes sogueros del país, en el cual se entregaron numerosos premios en diferentes categorías. Las principales y constantes a lo largo de las presentaciones, fueron: El Guasquero, premio a la mejor pieza de la exposición, y El Cuarto de las Sogas, premio a la mejor “soga” de trabajo. Además de ser uno de los organizadores y de participar como jurado durante las catorce presentaciones, Flores se ocupaba del montaje de la muestra y de la recepción, venta y posterior devolución de las piezas no vendidas, con total dedicación y desinterés. También convocaba a los artesanos, enviándoles, junto con la invitación, la reglamentación para el concurso y los lineamientos fundamentales con el fin de conservar los métodos tradicionales del trabajo en cuero crudo. Este concurso fue el incentivo que llevó a gran cantidad de artesanos a mejorar año tras año con el fin de conquistar alguno de los premios. También les brindó la posibilidad de vender y contactar a clientes, además de promover la fraternidad y el intercambio de conocimientos y técnicas; montando incluso talleres donde algunos de ellos trabajaban a la vista del público. El evento llegó a contar con la participación de cincuenta artesanos y un gran caudal de trabajos de todo tipo y calidad. Entre

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los premiados se destacan Néstor y Amílcar Gómez (hijos de Martín Gómez), Pablo Lozano, Santiago Biondi, Alejandro C. Álvarez, Pedro Bezmalinovic, Norma Jaime, Luis Alberto Engemann, Francisco Seta, Loreto Jaime, Rubén Blanco, Raúl Draghi, Francisco Meeks, Máximo Coll, Juan Luzuriaga, César Herrera, Marcos Quetgles, Eduardo Bailleres. Entre las ciudades de la provincia de Buenos Aires donde surgieron artesanos especializados en cuero, se destacan Chascomús, Ranchos, Pergamino, San Antonio de Areco y Tandil. Esta última localidad contó con artífices destacados como Modesto Andraca, Pastor Silva y Pérez Nandín. Con la llegada de Máximo Coll en la década del 70, una nueva generación de artesanos se forma y se dedica a difundir esta artesanía. Entre ellos encontramos a Pablo Lozano, Armando Deferrari, César García; estos últimos, profesores del primer Centro de Formación Artesanal de dicha ciudad. En la actualidad se destacan Ignacio Labala y Martín Teils, aprendiz y colaborador de Pablo Lozano.

San Antonio de Areco San Antonio de Areco, localidad fuertemente ligada a la tradición y las costumbres gauchescas, cuenta, entre sus habitantes históricos, con sobresalientes guasqueros. Uno de los más antiguos y destacados es Antonio “Lápiz” Larrosa, quien nació en Uruguay y vivió muchos años en Lima, Zárate, frecuentando la ciudad de Areco hasta que finalmente se radicó en ella. Su apodo se debe a que, dado que era mudo, usaba un lápiz para comunicarse. Si bien se desconocen datos precisos sobre su nacimiento, sabemos que desarrolló su actividad durante la primera mitad del siglo XX. Todos sus trabajos se destacan por su fineza y calidad.

Museo Las Lilas de Areco Contemporáneo a Larrosa fue Aniceto Melo, apodado “Aniceto Viejo”, uno de los primeros de una extensa familia que por más de cien años se destacó en el trabajo en cuero. Su hijo Silvestre Aniceto Melo, apodado “Aniceto Chico”, fue seleccionado en la década del 40 por el entonces Ministro de Educación del General Perón, Oscar Ivanissevich, para el dictado de un curso en el barrio de Mataderos. Parte de esta familia también son Vieytes y Osmar Melo, hermanos de Silvestre Aniceto, y Orlando Oscar “Cachito” Melo, nieto de Osmar, que actualmente se encuentra en actividad.

Silvestre Aniceto Melo, conocido como Aniceto “Chico”

Detalle de la fusta que Aniceto Melo hiciera para Juan D. Perón. Esta quedó inconclusa por la muerte del artesano en 1953- Fotografía: Juan del Castello

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Otros artesanos destacados fueron Alfonso Martínez, fallecido en 1917, y su hijo, Alfonso Martínez (h), ambos renombrados por la calidad de sus rebenques. Este último siguió trabajando luego de haber quedado ciego, sin disminuir la calidad de sus trabajos, por lo que la gente decía que “podía ver con los dedos”.

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Nacido en Gualeguaychú y radicado en la ciudad en 1967, Luis Gabriel Martínez se destacó entre los artesanos participantes de las exposiciones y concursos organizados en la Sociedad Rural, en los que obtuvo numerosos premios y reconocimientos. En 1997 fue galardonado por la UNESCO. Sus últimos años los dedicó a transmitir sus conocimientos. También podemos mencionar al soguero y estribero Blas Burgos, oriundo de la estancia “La Esmeralda”, propiedad de la familia Duggan en la provincia de Córdoba, nacido a principios del siglo XX. Burgos fue quien introdujo en el oficio a Homero Gabino Tapia, famoso estribero de Areco.

Museo Las Lilas de Areco Otros guasqueros de la zona fueron: Carlos Alberto Torriya, Mario Simón Díaz, Bonifacio Esmoris, Armando Lebo, Oscar Massignani, Julio Garatabidea y Regino Sosa.

En la actualidad se destacan: Pedro Mateo Bezmalinovic, Raúl Draghi, Alejandro Cruz Álvarez, Pedro Etchevest, Ramón Morglio y Martín Direnzo.

Alfonso Martínez - Principios del siglo XX

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Bozal de taller

Fines del siglo XIX o principios del siglo XX Desconocido Trenzas patrias apareadas y cosidas. Trenza redonda con alma y botón tejido pluma. Tapetes de charol ajustados por sortijas rebenqueras. Travesaño trenzado con alma. Argollas planas de bronce.

Bozal de taller

Fines del siglo XIX o principios del siglo XX Desconocido Trenzas patrias cosidas y festoneadas con trenzas de cuatro, aplicadas sobre charol. Botón tejido pluma. Travesaño con alma tejido con mondonguillo. Tapetes de charol. Argollas de bronce.

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Juego de cabeza de bozal

Principios del siglo XX Desconocido Perteneció a M. González Catán

Bozal de cajón de trenza redonda de dos por dos de tiento de potro con alma de cuero vacuno. Tapetes de trenza caracol y pasadores esterilla. Cabresto y riendas trenzadas. Cabezada con las mismas características. Riendas con colas de trenza de ocho.

Riendas picazas

Fines del siglo XIX o principios del siglo XX Desconocido

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Trenzas patrias de dieciséis tientos unidas y superpuestas. Ocho colas de trenza de ocho tientos. Engarces rectangulares de plata. Bombas macizas fundidas. Presillas de plata.

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Museo Las Lilas de Areco Collera

Bocado de pichicos

Anillo con cogotera de cuero vacuno sobado doble, encanutado, con costura “porteña” y trenza de seis por dos y uno. Botón de seis tientos. Frentera con trenza ciega de tres. Pasadores barqueros esterilla de tientos de potro. Collera con destorcedor. Trenza de cuatro con botón tejido. Presilla de cuero sobado con botón tejido y pasador esterilla.

Ingenioso bocado torcido de tres, extraído de un vacuno, comenzando por el pichico de una mano, pasando por el pecho y terminando en el pichico opuesto. Presenta una parte lisa que corresponde a la porción en contacto con la boca del redomón.

Fines del siglo XX Oscar Banfi, Marcos Paz

Siglo XX Martín Velázquez

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Manea articulada con garrón de ñandú

1960 Tomás Aquino Ruiz, Entre Ríos Ex colección Luis A. Flores Anillos de tapa simple. Botones tejidos con mondonguillo. Bombas pluma.

Manea articulada con yapa

1967 José Baltasar Ortelli, La Plata Ex colección Luis A. Flores Anillos de dos tapas unidas por costura “porteña”. Botones pluma. Anillos cubiertos con trenza de un elemento.

Museo Las Lilas de Areco

Manea articulada con garrón de ñandú Siglo XX Martín Gómez, Ranchos

Anillos simples de cuero vacuno sobado, reforzados con costura “porteña”. Botones postizos retejidos esterilla. Pasadores esterilla. Centro garrón de ñandú.

Manea articulada perpendicular

1998 Néstor Gómez, Ranchos Ex colección Luis A. Flores Anillos de dos tapas unidas por costura de dos frentes. Pasadores ideados por el autor. Botones retejidos esterilla. Argolla de metal.

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Encimera para lomillo

Encimera para basto Siglo XX Desconocido

Siglo XX Desconocido

Cuero vacuno sobado y cuero de potro. Costuras esterilladas de 1 por 1. Argolla de metal embutida.

Dos tapas unidas por costuras porteña y esterillada. Ornamentos de marcas de hacienda y leyenda “Patria, tradición”. Águila central.

Museo Las Lilas de Areco Cincha y encimera para basto antiguo 1975 Héctor Pérez, Gerli, Buenos Aires Patrimonio del Fondo Nacional de las Artes

Cincha: argolla embutida con costura esterillada pluma. Flores de lis con costura “trenza de pelo”. Encimera con argolla embutida con costura esterillada pluma, correones y asidera.

Encimera para basto

Fines del siglo XX Pedro Bezmalinovic, San Antonio de Areco Argolla embutida. Costuras esterilladas combinadas, esterilla y pluma. Tientos de tres torzales. Costuras “trenza de pelo” y porteña. Asidera de cuero maceteado con costura de porteña. Botón, bomba y pasadores tejidos. Argollas de metal.

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Museo Las Lilas de Areco Lazo trenzado de ocho, cuadrado Siglo XX Desconocido

Presilla de cinco tientos. Botón y pasadores tejidos pluma. Yapa de ocho. Cuerpo de trenza cuadrada de ocho 2 por 2.

Lazo trenzado de ocho, cuadrado, de tendón de ñandú

Siglo XX Desconocido Solo se conocen cuatro ejemplares en Argentina Presilla de cuero de vaca y trenza patria. Sin yapa. Cuerpo de tendones de ñandú hilados y trenzados. Argolla de hierro.

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Boleadoras de dos, ñanduceras Siglo XX Desconocido

Torzales de tres elementos. Bolas de plomo retobadas con ojo de alambre.

Boleadoras de tres, ñanduceras

Mediados del siglo XX Desconocido

Torzales de cuero de potro de dos elementos. Bolas de plomo retobadas con cuero de panza de peludo. Manija de madera retobada con cuero de potro.

Museo Las Lilas de Areco

Boleadoras de tres, ñanduceras Principios del siglo XX Desconocido

Torzales de dos elementos. Bolas de plomo retobadas con cuero de vaca. Ojo de hierro incrustado en el plomo.

Boleadoras de tres, ñanduceras

Siglo XX Pinga Chávez, Entre Ríos Torzales de tres elementos de cuero de potro, bolas de plomo con ojo de alambre retobado con cuero de panza de peludo.

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Museo Las Lilas de Areco

Guacha correntina, Tatu ruguay (cola de tatú) 1960 Desconocido

Cabo retobado en suela. Costura esterilla. Grandes bombas pluma. Corredor charrúa. Lonja simple.

Arreador

Siglo XX Aniceto Melo, San Antonio de Areco Patrimonio del Parque Criollo y Museo Gauchesco Ricardo Güiraldes Cabo de madera retobado con cuero vacuno, casquillo tejido de lezna con variaciones y tejido de envoltorio o “de hilo”. Azotera con presilla de costura esterillada. Botón tejido pluma. Trenza redonda esterilla con alma y botón tejido pluma. Trenza redonda esterilla con alma de cuero vacuno. Manijera trenzada redonda con alma y botón retejido esterilla. Puntera de plata con soajes galloneados.

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Petaca de cuero

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Museo Las Lilas de Areco

Fines del siglo XIX o principios del siglo XX Desconocido

Una sola pieza de cuero de vaca con dobleces conformando cuerpo y tapa. Adornos con tientos de cuero de vaca. Cierre de hierro para candado.

Petaca de cuero

Fines del siglo XIX o principios del siglo XX Desconocido Una sola pieza de cuero de vaca con dobleces conformando cuerpo y tapa. Adornos con tientos de cuero de vaca. Manijas laterales. Sin cierre.

Petaca de cuero

Fines del siglo XIX o principios del siglo XX Desconocido Realizada de una sola pieza de cuero de vaca con dobleces conformando cuerpo y tapa. Manijas laterales. Adornos con tientos de cuero de vaca. Iniciales “J. E. P.”. Doble cierre.

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Artesanos extranjeros invitados

Museo Las Lilas de Areco Quirt (Rebenque)

Siglo XXI Nate Wold, Montana, Estados Unidos Realizado en Estados Unidos para ser obsequiado a Luis Alberto Flores, quien lo conservó hasta su muerte. Heredado por Armando Deferrari.

Azotera de suela repujada. Bomba esterilla (gaucho). Cuerpo trenzado de dos por dos con alma trenzada. Pasadores nose button pluma con colores combinados. Manijera de trenza patria.

Manea articulada Siglo XXI Alex Calistro

Anillos de dos tapas unidos con costuras cresta de gallo enfrentadas, curiosos botones, pasadores esterilla y bombas tejidas con costuras aplicadas. Argolla de plata y oro hecha por el autor.

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