Grun-Fe, Esperanza y Amor

September 30, 2017 | Author: Remendando Redes | Category: Faith, Reality, Truth, Love, Atheism
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ANSELM GRÜN

F E, E S P E R AN ZA Y AM O R

DESCLÉE DE BROUWER BILBAO - 2006

ÍNDICE

P RÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

P RIMERA PARTE: FE I NTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 1. LA FE COMO CONFIANZA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 2. FE SIGNIFICA VER BIEN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 3. LA FE COMO CAMBIO DE PERSPECTIVA . . . . . . . . . . 31 4. LA FE COMO ESTABILIDAD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 5. LA FE COMO MEDIO PARA TRASCENDER EL MUNDO (EVANGELIO DE J UAN) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 6. LA FE QUE SANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 7. LA FE QUE MUEVE MONTAÑAS . . . . . . . . . . . . . . . . 43 8. LA FE DE ABRAHÁN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 9. LA FE DE JESÚS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 10. LA FE DE MARÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

S EGUNDA PARTE: ESPERANZA I NTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 1. LA ESPERANZA COMO VIRTUD . . . . . . . . . . . . . . . . 63 2. LA FILOSOFÍA DE LA ESPERANZA DE GABRIEL MARCEL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 3. EL HIMNO A LA ESPERANZA DE PÉGUY . . . . . . . . . 71 4. DAR RESPUESTA A QUIEN NOS PIDA RAZÓN DE NUESTRA ESPERANZA (1 P 3, 15) . . . . . . . . . . . . 75 5. EL ANCLA DE LA ESPERANZA (CARTA A LOS HEBREOS) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 6. LA ESPERANZA ENGENDRA PACIENCIA . . . . . . . . . . 83 7. EL FUNDAMENTO DE NUESTRA ESPERANZA: LA RESURRECCIÓN DE JESÚS . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 8. EL DIOS DE LA ESPERANZA . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 9. EL FELIZ CUMPLIMIENTO DE NUESTRA ESPERANZA (TT 2, 13) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 10. «LEVANTAD LA CABEZA PORQUE SE ACERCA VUESTRA LIBERACIÓN» (LC 21, 28) . . . . . . . . . . . . . 97

TERCERA PARTE: AMOR I NTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 1. EL DESEO DE AMOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 2. EROS, PHILIA Y AGAPE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 3. AMAR SIGNIFICA «TRATAR BIEN» (LIOB) . . . . . . . . . 113

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4. AMA A TU PRÓJIMO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 5. EL AMOR A UNO MISMO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121 6. AMAR A DIOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125 7. EL AMOR DE DIOS POR NOSOTROS . . . . . . . . . . . . . 129 8. SER AMOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133 9. EL AMOR QUE SANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137 10. EL AMOR LO CREE TODO Y LO ESPERA TODO . . . . 141 B IBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

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PRÓLOGO

Sin duda alguna, entre los escritores de espiritualidad más leídos en el momento actual se encuentra el autor del presente libro, el benedictino alemán Anselm Grün. Quien ha leído ya alguna de sus obras, sabe muy bien que el principal objetivo de sus escritos consiste en “ayudar a vivir” desde una perspectiva básicamente cristiana. Esta intencionalidad hacía necesario que un tema de tal importancia para el creyente como es el de las virtudes teologales fuese tenido en cuenta. Las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, es un tema que en el ámbito de la teología cristiana ha sido abordado desde muchas y amplias perspectivas. Se trata, además, de un tema de capital importancia en el estudio de la antropología teológica. Ciertamente no estamos ante un tema nada nuevo, ni nada original. Pero la intención del P. Anselm Grün, tampoco quiere ser ésa. La amplia experiencia terapéutica y espiritual del P. Anselm Grün le ha hecho tomar conciencia de ciertas dificultades, bastante generalizadas, al respecto de las tres virtudes teologales. Dificultades que en su mayoría son fruto 11

de una mala comprensión de lo que implica y significa cada una de ellas. Por eso, la dinámica de este libro se centra no en una realidad teórica sobre la fe, la esperanza y la caridad, sino en una serie de cuestiones que de un modo u otro afectan a todo creyente en el vivir su ser y compromiso cristiano. Aunque cada una de las virtudes venga tratada de una manera independiente (fruto de su primera publicación en tres volúmenes independientes), el lector percibirá la entrañable unidad de las tres virtudes, que se van exigiendo y entretejiendo como si se tratase de una única realidad (el vivir cristiano) contemplada desde perspectivas diversas que afectan a la totalidad del ser humano en sus diferentes facultades. Hablar de la fe, por ejemplo, se ha convertido para muchos en un algo enquistado, y cuyo objeto fundamental sería simplemente la aceptación de unas verdades reveladas o dogmáticas que difícilmente podrían “aceptarse” desde otra dinámica. El P. Grün nos ayuda a descubrir con claridad y con gran sencillez, la verdadera dinámica de lo que implica y significa la fe, entendida más como un modo de vida, y no como un “tragarse” una serie de verdades que no admiten el ser puestas en duda. Él mismo confiesa que le gustaría “poder responder a las preguntas sobre la fe que me hacen repetidamente y que también yo considero importantes” (p. 15). La primera característica que aparece subrayada en el acercamiento a la virtud teologal de la fe es la confianza. Con gran acierto pone en evidencia la interacción de la 12

realidad evangélica, teologal y psicológica de la persona que tanto tiene que ver en el modo de vivir y plantearse la religión. Por eso, una fe auténtica conlleva necesariamente un cambio de perspectiva ante la realidad: es un saber ver, aprender a descubrir la verdad que está más allá de la simple apariencia de los acontecimientos y las cosas. De ahí que la persona alcance una estabilidad a todos los niveles de su ser que le permite trascender su propia realidad y la del mundo que le rodea. La fe en sí misma no se define tanto como medio para alcanzar milagros, cuanto porque ella misma es en sí un auténtico “milagro”: la persona se descubre sanada porque se abandona en la voluntad de Dios. Por eso la fe es capaz de mover montañas. El acercamiento a la comprensión de la virtud teologal de la fe concluye con la presentación de los paradigmas de Abrahán, Jesús y María. La virtud de la esperanza en el contexto en que vivimos es de capital importancia. Ella se nos presenta como el verdadero motor de la existencia humana. Sin esperanza la vida se apaga, comienza a perder valor y sentido. De ello es plenamente consciente el P. Grün: “hoy se decide nuestro ser cristianos en el hecho de si somos personas de esperanza” (p. 58). El pensamiento de Gabriel Marcel y del poeta francés Charles de Péguy le sirven para evidenciar la importancia de la esperanza en la vida del hombre. Para el cristiano hay continuos reclamos acerca de la virtud de la esperanza en los textos de Nuevo Testamento. Especial atención merecen para nuestro autor la primera carta de Pedro, la 13

carta a los Hebreos y las cartas paulinas, donde se trasparenta el mensaje cristiano de la Esperanza. Un mensaje centrado en su verdadero fundamento: la resurrección de Jesús, donde Dios se ha revelado como el Dios de la esperanza. Por último, desde la carta a Tito, pero sobre todo desde el tono apocalíptico del mensaje evangélico de Jesús, emerge con fuerza la invitación a la esperanza. La tercera parte del libro está dedicada a la virtud teologal de la caridad, del amor. Después de constatar el deseo y la necesidad de todo ser humano de amar y ser amado, el P. Grün se centra en la reflexión del mandamiento del amor, que en sus tres direcciones refleja el ser relacional de la persona: amor al prójimo, a uno mismo, a Dios. Pero todo ello surgiendo de la verdad primera: que somos antes que nada amados por Dios. Y es que Dios que es amor, no puede actuar y manifestarse de otra manera que no sea amando. Por último, no podía faltar la referencia a la acción sanadora del amor en la persona. Y es que el amor “lo cree todo y lo espera todo”. Es la virtud que da sentido y valor a la fe y a la esperanza. El acercamiento sencillo y profundo a las virtudes teologales que nos ofrece el autor será, sin duda, de gran ayuda y estímulo al lector. Encontrará orientaciones para hacer y dejar hacer que la fe, la esperanza y la caridad, sean realidad vital y estímulo eficaz en su existencia. Francisco Javier Sancho Fermín Director de la colección “Caminos”

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Primera Parte 0FE0

INTRODUCCIÓN

En el lenguaje común se emplea muchas veces la palabra fe en el sentido de: «Te creo. Creo lo que dices. Confío en el hecho de que me dices la verdad». Es indudable que tener fe es una de las actitudes fundamentales de la vida humana. Si no creyéramos unos en otros, nuestra convivencia sería casi impensable, porque entre nosotros reinaría la desconfianza. La fe va acompañada de la confianza. El psicólogo Erik Erikson habla de la confianza originaria que el recién nacido recibe desde la concepción hasta el nacimiento gracias al contacto con la madre. Quien desarrolla esta confianza fundamental, se siente acogido en el mundo. Siente que es bueno vivir, que es bueno estar en este mundo. El mundo para él está bien tal y como es. Pero si a alguien le falta esta confianza originaria, entrará en el mundo herido por una desconfianza existencial. No tendrá confianza en los demás, en los acontecimientos de la vida ni en el futuro. Vivirá angustiado pensando que todo puede terminar mal. La confianza primaria es la condición fundamental de una vida humana con éxito. En el sentido propio del término, la fe está siempre asociada a Dios. Por ello solemos usar esta palabra en un sentido religioso. 17

Es creyente la persona que cree en Dios, es decir, la que en medio de la realidad de este mundo visible apuesta por algo que va más allá de él. No vive sin religión ni en el ateísmo, sino que tiene su fundamento en Dios, a quien no puede ver. En este sentido la fe se entiende como lo contrario del ver, el comprender y el captar. Sin embargo, con cierta frecuencia la fe es entendida erróneamente como opuesta a la razón, cuando en realidad sencillamente supera a ésta. Cada vez que nos encontramos en el límite de nuestro conocimiento sólo nos queda la fe. Mi santo patrono, cuyo nombre llevo, san Anselmo de Canterbury, habla de fides quarens intellectum, es decir, la fe que se esfuerza por entender. La fe, por consiguiente, no es la antítesis del conocimiento. Por el contrario, según san Anselmo la fe capacita a la razón para una mirada más profunda en la realidad. Fe y razón no son realidades contrarias. Lo que creo, puedo también examinarlo con la razón. El hecho de ser creyente no significa que debo limitarme a repetir frases que la Iglesia me impone. Más bien, para cada dogma, según el ejemplo de san Anselmo, puedo preguntarme: «¿Qué significa esto realmente? ¿Cómo debo entenderlo?». Personalmente no tengo problemas con ningún aspecto de la fe católica. Pero cuando empiezo a reflexionar sobre alguno de ellos, me hago siempre esta pregunta: «¿Qué quiere decir realmente? ¿Qué experiencia se oculta detrás? ¿Cómo puedo explicarme estas palabras para poder comprenderlas?». San Anselmo me libera de la presión, que en ocasiones advertía en mi juven18

tud, de tener que creer ciegamente. No tengo que creer ciegamente, sino que puedo y debo usar la razón para tratar de comprender aquello en lo que creo. Para mi santo patrono la fe es el fundamento, pero en éste la razón también tiene su parte. En estas páginas no quiero desarrollar una teología de la fe. Sobre este tema hay un número suficiente de extensos tratados: por ejemplo, sobre la fe en el apóstol Pablo, en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, en nuestra época arreligiosa, etcétera. Me limitaré a aludir a algunos de los aspectos de la fe, correspondientes a la intención más importante de mis escritos, que es presentarla como una ayuda fundamental para la vida. Mi tío, el padre Sturmius Grün, escribió en 1950 un libro titulado Glaube als Last und Erlösung [«La fe como peso y liberación»], en el que trató de responder a las numerosas preguntas que le hacían quienes escuchaban sus conferencias. Nuestra época plantea preguntas diferentes de las que se suscitaban después de la segunda guerra mundial. Sin embargo, cuando trato de escribir algo sobre la fe, me siento en deuda con mi tío. También yo desearía, como él, poder responder a las preguntas sobre la fe que me hacen repetidamente y que también yo considero importantes.

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