Grimorio de la Muerte

September 12, 2017 | Author: Gabriel Corona Ibarra Córdoba | Category: Death, Nature
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Libro de Cuentos...

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índice A Gabriel Neftalí Corona Inda A tí, que sientes el peso del papel entre los dedos y que estás dispuesto a acompañarme... A tí Gaviota libre de libre vuelo,

LA DILIGENCIA DE FERMINA, 5 ADVERTENCIA, 11 LA HIJA DE LA NOCHE, 14 NOCHE CERO, 14 LA CARTA, 16 PRIMERA VISITA, 18 SEGUNDA VISITA, 18 LA TERCERA VISITA, 19 CUARTA VISITA, 20 ENCUENTRO, 21

Grimorio de la muerte Gabriel Corona Ibarra Córdoba

LA ESPERA, 21

Diseño e impresión: G-3 Impresiones

FRONTERAS, 25

DESDE EL PRINCIPIO, 22

TRECE VELAS, 26

©Gabriel Corona Ibarra Córdoba BESTIARUM VOCABULUM, 27 REG. SEP-INDAUTOR 03-2009-062911462600-01

XÓLOTL, 29 AMBYSTOMA MEXICANUM, 31

Primera edición 2010 Impreso en México

LA PLUMA, 33 GATO NEGRO, 35

LOS GEMELOS, 35

Introducción

GRAZNIDO, 37 TLALLI,48 EHECATL, 50

Escribo estas páginas empezando en el número cero; a manera de introducción, ya que después de haber leído el contenido del presente occursus, me inspiraron el siguiente cuento:

TLEMAQUILIZTLI.51

La diligencia de Fermina ATL.53 AUXILIO, AUXILIO AYÚDENME..., 54 TU NOMBRE, 55 DOBLE, 57 ¿DÓNDE ESTÁS?, 60 TOCI, 62 LINDA GALLINA, 65 SENTIMIENTO, 65 MI CUENTO, 69 TEMPLO DE LA LUNA, 70 DUALIDAD LUNAR, 71 LUNA NEGRA, 71

CAMINANDO tranquilamente por la gran avenida, embebido en extraños pensamientos y aletargado en sendas epifanías, súbitamente me vi de regreso en la realidad; como pluma de ave titánica sentí que algo me había caído en la cabeza. Era una lámina de cartoncillo, con la figura de un anciano que sostenía una lámpara dentro de sus vestiduras, de barbas blancas y mirada nostálgica, cuya inscripción era el número nueve romano. Miré hacia arriba, en dirección al balcón donde pudo haber salido despedida; producto de algún influjo del ventarrón que acababa de pasar. Subí la escalera de caracol que me conduciría hacia el lugar exacto. Era una escalinata frágil en la segunda planta de un antiguo edificio destinado a la renta de oficinas. Todas las puertas se veían en desuso y selladas por el tiempo, sin embargo, la última se encontraba entreabierta. -Entra, la carta te eligió-, era la voz de un hombre octogenario, que resonaba desde el fondo de la estancia, oscura. En la negrura de la pieza, pude admirar tapices persas colgados en las paredes, espadas de diferentes tamaños y nomenclaturas. La oscuridad no se debía pro ¡viniente a estos colguijes sino al crecimiento de plantas trepadoras ,IMV;I y el polvo, el garrote voló decidido a la cabeza ¡ncriisi.ul.i cu MI pinna.

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El Grimorio de la muerte

Gabriel Corona Ibarra

El golpe fue contundente, el perro se desplomo sin vida a su lado. La vida le volvió al cuerpo, se animó, un enemigo menos, solo quedaban tres, regreso con mayor ímpetu a la batalla, estaba decidido a salir con vida de aquella empresa. Entonces el conquistador venido de Extremadura, dejo escapar su voz, desde lo poblado de su rostro barbado. —Que falible método de tortura es este, solo una pequeña herida; y una de las bestias muertas; quiero a ese indígena muerto, haz algo. Su interlocutor; hombre menudo, vasallo de aquel señorón; pero con algo de poder por estos lares, algo nervioso dijo — Suelten a Amadís, para emperrar a ese indio insolente —. El encargado de las jaulas en su desesperación por obedecer a su patrón, choco contra ellas, dejando escapar a seis perros más, entre dogos, lebreles y un Ixcuinda negro y pelón. Al menos eso era lo que alcanzaba a ver el indio. Poco le importaron los perros al hombre que dignamente confrontaba a la muerte, se hincó, vio directamente al perro calvo, y sin titubeos comenzó a rezar. La jauría se amontonó a su alrededor... El dolor cesó, el indio abrió los ojos impresionado, quería saber que estaba pasando, entonces fue recibido por la lamida del animal bermejo al que le diera muerte, se paró, y vio alrededor, estaba a la orilla de un río, su única compañía era el canino, el cual lo miraba sin parpadear un poco, echado en sus patas traseras y dejando colgada su lengua, aquel animal que momentos antes era el peor de los monstruos, se transformo en dócil. Al otro lado del río había unas personas; empezó a reconocer que varios familiares y amigos... lo venían a recibir, torno al xólatlitzcuintli del cuello y juntos cruzaron la corriente por última vez.

AMBYSTOMA M E X I C A N U M ' En este día de luna llena, justo en que cumplo cincuenta y dos años, recuerdo que la muerte se acercaba, acechaba por entre los rincones, se escondía en cada esquina en la que daría vuelta, para observarme detrás de cada puerta, asomarse cual francotirador por cada ventana; sentía lo gélido de su mirar, como caminaba a lo largo de mi espina dorsal, el sueño se esfumaba, llevaba días sin dormir, tal vez semanas, que importaba si podía esconderme de la muerte, ganarle la delantera y que no me encontrara. Esto es gracioso, jugando a las escondidillas con el Ángel de la muerte. Pero tengo la idea de haberle ganado, hoy llega el libro que encargué al tendero de la librería de esotérico, «los diosesprehispánicos, mitos y ritos». —El asustadizo quídam, caminaba por las calles de la ciudad, con cuidados extremos, al llegar a las esquinas, y antes de cruzar la calle, miraba tres veces en cada dirección, se persignaba y corría apresurado hasta la siguiente acera. Supuestamente ya a salvo, revisaba la cuadra que se extendía frente a él, los edificios, las casas, si las paredes no estaban agrietadas, si no había algún gato negro cerca o perro que le atacara, cuando estaba totalmente seguro continuaba su camino, con pasos lentos, protegiéndose lo más posible. Por fin llego a la librería esotérica. —Hola como está, ya tengo el libro que encargo, llegó justamente hace una hora, permítame traérselo. —Está bien, aquí le espero. 5

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Ajolote.

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Grimorío de la Muerte se imprimió el mes de febrero de 2010 en los talleres gráficos de G-3 Impresiones Av. Insurgentes 366 Ote. Tepic, Nayarit

Este libro es el No,

de 50.

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