Gravissimum Educationis - Resumen

March 7, 2017 | Author: Jairo Salazar Lanuza | Category: N/A
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DECLARACIÓN GRAVISSIMUM EDUCATIONIS (Sobre la educación cristiana)

El Santo Concilio Ecuménico examina con atención la importancia fundamental de la educación en la vida del hombre y su influjo cada vez mayor en el progreso social contemporáneo. En realidad, las circunstancias actuales hacen no sólo más fácil, sino también más urgente, la educación de los jóvenes, e incluso una cierta formación permanente de los adultos. La Santa Madre Iglesia, para cumplir el mandato recibido de su divino Fundador de anunciar el misterio de la salvación a todos los hombres e instaurar todas las cosas en Cristo, debe preocuparse de la vida entera del hombre, incluso la material, en cuanto está unida con la vocación celeste; tiene también un papel en el progreso y la extensión de la educación. Por ello, el santo Sínodo declara algunos principios fundamentales sobre la educación cristiana, sobre todo en las escuelas. Derecho universal a la educación y su noción 1. Todos los hombres de cualquier raza, condición y edad, puesto que todos están dotados de la dignidad de la persona, tienen el derecho inalienable a una educación que responda a su propio fin, al carácter propio, a la diferencia de sexo, adaptada a la cultura y las tradiciones de su patria y abierta a la relación fraterna con otros pueblos, para fomentar la verdadera unidad y la paz en la tierra. La verdadera educación persigue la formación de la persona humana en orden a su fin último y, al mismo tiempo, al bien de las sociedades, de las que el hombre es miembro y en cuyas obligaciones participará una vez llegado a adulto. La educación cristiana 2. Todos los cristianos, puesto que mediante la regeneración por el agua y el Espíritu se han convertido en una criatura nueva y se llaman y son hijos de Dios, tienen derecho a la educación cristiana. Los pastores de almas tienen la gravísima obligación de disponer las cosas de tal modo que todos los fieles gocen de esta educación cristiana, especialmente los jóvenes, que son la esperanza de la Iglesia. Los educadores 3. Los padres, al haber dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole y, por consiguiente, deben ser reconocidos como los primeros y principales educadores de sus hijos. Corresponde, pues a los padres crear en la familia un ambiente animado por el amor y la piedad hacia Dios y hacia los hombres que favorezca la educación íntegra personal y social de los hijos. La tarea de impartir la educación, que compete en primer lugar a la familia, necesita la ayuda de toda la sociedad. Por ello, además de los derechos de los padres y de aquellos a quienes éstos les confían una parte en la tarea de la educación, corresponden también a la sociedad civil ciertos derechos y deberes, por cuanto es ella la que debe ordenar todo lo que se requiere para el bien común temporal. Entre sus obligaciones está el proveer a la educación de la juventud de diferentes modos.

Finalmente, por una razón especial, el deber de educar corresponde a la Iglesia; no sólo porque debe ser reconocida como una sociedad humana, sino, sobre todo, porque tiene la misión de anunciar el camino de la salvación a todos los hombres, de comunicar a los creyentes la vida de Cristo y de ayudarlos con preocupación constante para que puedan alcanzar la plenitud de esta vida. Varios medios para la educación cristiana 4. En la realización de su tarea educativa, la Iglesia, atenta a todos los medios aptos, tales como los medios de comunicación social, las múltiples agrupaciones culturales y deportivas, las asociaciones juveniles y principalmente las escuelas, se preocupa principalmente de los que le son propios, el primero de los cuales es la instrucción catequética, que ilumina y fortalece la fe, alimenta la vida según el espíritu de Cristo, conduce a una participación consciente y activa del misterio litúrgico y estimula a la acción apostólica. Importancia de la escuela 5. Entre todos los medios de educación tiene una importancia peculiar la escuela, porque, en virtud de su misión, al mismo tiempo que cultiva con cuidado constante las facultades intelectuales, desarrolla la capacidad de juzgar rectamente, introduce en el patrimonio cultural adquirido por las generaciones anteriores, promueve el sentido de los valores, prepara la vida profesional, favorece entre los alumnos de diversa índole y condición la relación amistosa, originando una disposición a comprenderse mutuamente, y constituye además como un centro en cuya actividad y provecho deben participar conjuntamente las familias, los maestros, las asociaciones de diferente tipo que promueven la vida cultural, cívica y religiosa, las sociedad civil y toda la comunidad humana. Obligaciones y derechos de los padres 6. Es necesario que los padres, a quienes corresponde el primer deber y derecho inalienable de educar a los hijos, gocen de verdadera libertad en la elección de escuela. Es deber del Estado procurar esto a los padres y que todos los ciudadanos puedan acceder a una participación adecuada en la cultura y que se preparen debidamente para ejercer sus deberes y derechos civiles. La educación moral y religiosa en todas las escuelas 7. Consciente de la gravísima obligación de procurar diligentemente la educación moral y religiosa de todos sus hijos, la Iglesia debe hacerse presente, con su ayuda y su particular afecto, a muchísimos alumnos que se educan en escuelas no católicas. Por esto, la Iglesia alaba aquellas autoridades y sociedades civiles que, teniendo en cuenta el pluralismo de la sociedad actual y considerando la debida libertad religiosa, ayudan a las familias para que en todas las escuelas se pueda impartir a sus hijos una educación acorde con los principios morales y religiosos de las familias. Las escuelas católicas 8. La presencia de la Iglesia en el campo escolar se manifiesta de modo particular por medio de la escuela católica. Esta, ciertamente, al igual que las otras escuelas, persigue fines culturales y la formación humana de los jóvenes. Pero su nota característica es crear un ámbito de comunidad escolar animado por el espíritu evangélico de libertad y amor,

ayudar a los adolescentes a que, al mismo tiempo en que se desarrolla su propia persona, crezcan según la nueva criatura en que por el bautismo se han convertido, y, finalmente, ordenar toda la cultura humana al anuncio de la salvación, de modo que el conocimiento que gradualmente van adquiriendo los alumnos sobre el mundo, la vida y el hombre sea iluminado por la fe. Diversas clases de escuelas católicas 9. Aunque la escuela católica puede revestir diferentes formas según las circunstancias locales, es conveniente que todas las escuelas que de alguna manera dependen de la Iglesia se asemejen, en cuanto les sea posible, a esta imagen de la escuela católica. Al mismo tiempo que siguen fomentándose las escuelas de enseñanza básica y media, que constituyen el fundamento de la educación, también hay que conceder gran importancia a aquéllas requeridas de modo especial por las circunstancias actuales, como son las llamadas escuelas profesionales y técnicas, los institutos para la formación de adultos o los destinados a prestar los auxilios sociales también a aquellos que por algún defecto natural necesitan un cuidado especial, y las escuelas en que se preparan maestros para la formación religiosa y para otras formas de educación. Facultades y universidades católicas 10. La Iglesia presta igualmente atención con sumo cuidado a las escuelas superiores, sobre todo las Universidades y Facultades. En las Universidades católicas en las que no exista ninguna Facultad de Teología debe haber un Instituto o Cátedra de Sagrada Teología en la que se impartan lecciones adaptadas también a los alumnos laicos. Facultades de Ciencias Sagradas 11. La Iglesia espera mucho del trabajo intenso de las Facultades de ciencias sagradas. Pues les ha confiado el gravísimo deber de preparar a los alumnos propios no sólo para el ministerio sacerdotal, sino, sobre todo, para enseñar en los centros de estudios eclesiásticos superiores, para desarrollar con el trabajo personal las disciplinas y para asumir las funciones más arduas del apostolado intelectual. La cooperación escolar 12. Como la cooperación, que en el orden diocesano, nacional e internacional urge y se impone cada vez más, es también muy necesaria en el campo de la enseñanza, se ha de procurar con todo empeño que se fomente una cooperación adecuada entre las escuelas católica y se facilite entre éstas y las demás escuelas la colaboración que exige el bien de la comunidad universal de los hombres. Conclusión El santo Sínodo exhorta encarecidamente a los jóvenes a que, conscientes de la importancia de la tarea educadora, estén dispuestos a asumirla con generosidad. Asimismo, agradece y exhorta a todos los fieles dedicados a la educación a que perseveren en la tarea asumida y se esfuercen de tal modo por sobresalir en inculcar a sus alumnos el espíritu de Cristo, en el arte de la pedagogía y en la dedicación a las ciencias, que no sólo promuevan la renovación interna de la Iglesia, sino que mantengan y aumenten su presencia benéfica en el mundo moderno, sobre todo en el intelectual.

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