Good Melissa Rojo Amanecer 4
March 15, 2017 | Author: gabyaep | Category: N/A
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Red Sky at Morning or Tropical High part 01
Capítulo Uno El vestíbulo del hotel estaba lleno de gente: hombres vestidos de traje y mujeres igualmente bien vestidas. La alfombra de felpa silenciaba la conversación, pero el zumbido se hizo mayor cuando parte del público se movió de sitio, mientras continuaban con sus conversaciones y sonrisas corteses. Detrás de la larga recepción, de mármol, dos agentes de reservas observaban el cóctel con expresiones ligeramente aburridas. "Odio a estos tipos", confió uno. "Son tan estúpidos." Su compañera se encogió de hombros. "Están bien. Por lo menos, este grupo está bien. Dejan propinas. Esa convención que tuvimos la semana pasada... terminó en el Motel Six." "En eso tienes razón." La recepcionista femenina jugueteó en su ordenador, luego se apoyó en el mostrador y suspiró. "¿Cuánto tiempo más va a durar?" "Dos horas". El hombre de pelo oscuro se apoyó en el mostrador al lado de ella, viendo la multitud. "Uh-oh...” "¿Qué?" La mujer miró en la dirección de su mirada. "Oh.”. La mujer que entraba por la elegante puerta de cristal y latón, giratoria del hotel, era alguien que obviamente estaba fuera de lugar, en aquel vestíbulo, lleno de gente vestida con ropa cara y chic. La figura vestida con vaqueros y camiseta azul atravesó el vestíbulo, recibiendo miradas a lo largo del camino, y se dirigió sin lugar a dudas hacia recepción. Tenía una serie de rasgaduras sobre la zona de las rodillas y así como por todas sus botas de montaña. Ambos sonrieron dulcemente cuando la figura desaliñada se acercó a ellos, y descansó sus manos largas y poderosas en la superficie pulida. "¿Sí... señora?" el recepcionista masculino preguntó. "¿Algo que puede hacer por usted?" Su tono indicaba cierta duda cortes. Una de las manos levantadas se quitó las gafas de sol, que ocultaban un par de ojos muy penetrantes, que ahora lo perforaban a él. Una ceja oscura, perfectamente moldeada se levantó irónicamente como respuesta de la mujer. "Roberts. Tengo una reserva." Era una voz baja, pero distinta, con el más leve indicio del Sur. "Pero estaría igualmente feliz si me dijera que no tengo reserva, así podría meter mi culo en un avión de vuelta a casa." El recepcionista masculino parpadeó. "Um..." Pulsó unas cuantas teclas, volvió a mirar su ordenador, consciente de su compañera de trabajo mirando con avidez sobre su hombro. Para su inmensa sorpresa, el nombre obedientemente devolvió una reserva efectiva, la cual estudió con detalle.
"Sí... sí, señora Roberts. La tenemos aquí. Um... ¿tiene algún equipaje?" "Sólo esto." La mujer levantó una bolsa de viaje de cuero curtido colgada casualmente sobre un hombro. Tomó la llave que el hombre le entregó. "¿Los ascensores?" "A la derecha hay, señora." El tono del hombre se había vuelto con más respeto aunque tense. "¿Hay algo que podemos enviarle a la habitación?" Dar se dio la vuelta e inspeccionó la multitud, algunos de los cuales estaban mirando con disgusto sus pantalones rasgados. "Una aspirina". Pronunció la palabra con cuidado, luego se volvió y se dirigió a los elegantes ascensores. Las puertas se cerraron con pereza, bloqueándole la vista. Los dos recepcionistas la vieron marcharse, y luego se miraron el uno al otro. El hombre negó con la cabeza. "Hijo de puta." "¿Esa es su CIO?" La mujer se quedó mirando la pantalla del ordenador. "¿Ella tiene la suite VIP?" Alzó la vista hacia el ascensor ahora cerrado. "Mierda". "No lo entiendo." El hombre negó con la cabeza. "Estos empollones son algo más."
DAR suspiró y se apoyó contra la pared. Ya se estaba arrepintiendo de su acuerdo para presentar los resultados trimestrales de la empresa, en la reunión de los accionistas en Nueva York; con mayor razón, ya que estaban tan cerca de la fiesta de Acción de Gracias, que significaba aviones llenos de gente, y aeropuertos atestados, y mucho, mucho tráfico. Cerró los ojos, sintiendo el interior del pequeño ascensor. Sintió el comienzo de unas náuseas muy familiares, en su estómago, y se concentró en tomar respiraciones profundas y prolongadas, apretando sus manos alrededor de las correas de su bolsa y la caja del ordenador portátil sobre su otro hombro. Eso sumado al dolor de cabeza sinusal, que siempre tenía cuando volaba en invierno, y el calor seco del maldito ascensor, hacía que su cuerpo se tensara y temblara provocándole náuseas. El pasillo también era pequeño, lo atravesó y llegó hasta su habitación. Abrió la puerta, avanzó sobre el suelo de felpa, afortunadamente aceptablemente de la gran sala, y dejó que la puerta se cerrara detrás de ella. Dejó caer sus bolsas en la cama enorme y se desplomó en una silla cercana, con la cabeza caída hacia atrás, mientras se apoyaba en el cuero suave. "Alastair, me la debes." Como si fuera una respuesta psíquica, sonó su teléfono móvil. Con una maldición silenciosa, lo sacó del clip de su cinturón y lo abrió. "¿Sí?"
"Bueno, bueno, buenas tardes, Dar". La voz de su jefe sonaba calma alegre. "¿Dónde estás?" "El hotel" respondió, manteniendo los ojos cerrados. "Finalmente. Después de más de dos horas, esperando, finalmente nos dejaron aterrizar en LaGuardia." Exhaló. "Maldito tiempo." "Bueno..." "Maldito Noreste. ¿Por qué demonios no puemos hacer estas reuniones en Houston?" "Vamos, Dar". La voz de Alastair se volvió más suave. "No nos va llevar mucho tiempo. Además, pensé que te gustaba viajar." Dar pensó en las horas que había pasado en el interior del avión lleno de gente, presionando sobre sus nervios recién sensibilizados por un accidente, semanas anteriores, que habían despertados una claustrofobia latente que había pensado había dejado años atrás. "No tanto como solía hacerlo," admitió, siendo sorprendida por el nivel de molestia que había tenido que soportar. "Tal vez simplemente estoy cansada. De todos modos, ¿me necesitas para algo, o simplemente que me llamar para fastidiarme?" Alastair McLean, el CEO de ILS, se rio entre dientes. "Eso ya suena más como tú. En realidad, quería invitarte a cenar. Hay un bonito lugar justo al otro lado de la carretera, aquí cerca... un buen italiano." Dar dejó que sus ojos miraran alrededor de la habitación, consciente de repente de su silencio. "Sé que no soy una compañía tan interesante como la señora Stuart, pero..." Alastair la engatusó. "Vamos, Dar, te prometo que no voy a hablar de fútbol." Sólo escuchar el nombre de Kerry trajo una sonrisa a su cara. Su amiga, amante y compañera estaba atascada de vuelta a Miami, después de haber logrado un gran acuerdo con uno de sus principales clientes. "Muy bien," finalmente respondió. "No vendrás con la mitad del personal ¿verdad?" Oyó un resoplido. "No, no me perdería la salsa de almejas. Sólo tú y yo, Dar," Alastair la tranquilizó. "Pasaré a recogerte por tu habitación a las seis, ¿de acuerdo?" Dar miró su reloj. Apenas eran las cuatro, eso le daba tiempo para ducharse y descansar un poco. "Suena bien." Soltó una sonrisa cruzando su rostro. "Hasta entonces, Alastair." Cerró el teléfono y se relajó un poco, ahogando un bostezo con el dorso de la mano. "Maldita Sea." Levantó la mano y se frotó los ojos. "Necesito un poco de café." El teléfono del hotel estaba cerca, pero su cuerpo se resistió a moverse, contento de permanecer acurrucado en el sillón de cuero, ahora bien caliente y cómodo. Se dejó caer allí sin fuerzas por un momento, luego levantó su teléfono móvil y marcó un número en él sin mirar. Se lo llevó a la oreja y escuchó el tono de
llamada. Una vez, dos veces... entonces el ruido se detuvo y un suave gruñido emitido a través de la línea, trajo de nuevo una sonrisa a su cara. "¿Hola?" La voz de Kerry sonaba casi sin aliento. "¿De nuevo evitando los ascensores?" Dar le preguntó. "Oh." Kerry exhaló, aparentemente dejó de moverse. "¿Cómo lo adivinaste? Acaban de llamarme del décimo piso, y pensé que iba a ir de vuelta para arriba." Escuchó el sonido de una puerta abriéndose y cerrándose, y a continuación, el eco de la escalera desapareció, sustituido por un suave zumbido. "¿Dónde estás? ¿Acabas de llegar? ¿Cómo fue el vuelo?" Imaginó a su amante dando grandes zancadas por el pasillo, con ese distintivo, paseo sexy, y su nariz se arrugó de placer. "Hotel, sí, como un dolor en mi culo", respondió de manera sucinta. "Tardamos más de lo debió. Nos quedamos esperando sobre Virginia." "Lo sé", respondió Kerry sobre el sonido de una puerta cerrándose. Ahora el zumbido se había ido, y era muy tranquilo. "Yo, um... rastreé tu vuelo." Dar estiró sus largas piernas y sintió que sus músculos se relajan. "Oh, lo hiciste, ¿eh?" "Sí, lo hice." La voz de Kerry bajó un poco, tomando una pizca de ronquera. "Me preocupo por ti, ya sabes." Mmm. Sonrió al techo. "Bueno, ya estoy aquí. Alastair va a llevarme a cenar, luego iré a dormir un poco. La reunión empieza mañana a las ocho." "Ew," respondió Kerry. "Yo tengo una reunión con el grupo en la iglesia, esta noche, luego Colleen y Ray me recogerán e iremos a dar una vuelta por la playa y a cenar." Uh-oh. Dar imaginó los posibles resultados. "Ten cuidado, ¿de acuerdo?" aconsejó a su amante. "Igualmente." Kerry respondió seriamente. "Esa es ciudad que pueda dar miedo." Dar sonrió. "Te llamaré mañana, ¿de acuerdo?" "Bien." Kerry también sonreía. “Te quiero." "Yo también te quiero." Dar exhaló con satisfacción. "Que tengas una buena noche".
KERRY se quedó en silencio hasta escuchar el ligero clic del término de la llamada, a continuación miró el teléfono, por un momento, antes de sentarse sobre la cómoda silla de su escritorio y golpeó su pluma en su bloc de notas.
Su escritorio estaba limpio y ordenado, la pantalla LCD y su teléfono en un lado, su bandeja de entrada, bloc de notas, y el pequeño cuadro de madera con una fotografía en el otro. Sin hacer nada, se acercó y levantó la fotografía, sonriendo a la cara hermosa que la miraba. "No te pierdas por ningún túnel del metro, cariño," instruyó a la imagen. "Tenemos planes de vacaciones en unos pocos días." Acción de Gracias. Dejó la fotografía en su sitio y empezó a recoger sus cosas para irse. Sería su primer Acción de Gracias juntas, y como estaba al cargo de organizarlo, había decidido lo que harían y a quién invitarían. Había decidido hacer un pavo y una fiesta, y Dar había aceptado amistosamente, sin haber experimentado la ocasión de ser anfitriona. Había conseguido su pavo. Un enorme pago congelado con todos los ingredientes, y Colleen se había ofrecido a venir temprano para ayudarle a cocinarlo. Los padres de Dar estarían allí. Sonrió mientras recogía su portátil, lo metía en su bolsa de cuero, y colocaba su teléfono móvil en su cinturón. Oyó un leve golpe y levantó la vista cuando la puerta se abrió. Su secretaria Mayte se asomó. "Hey." La delgada joven chica latina le sonrió. "Te vas a casa, ¿no?" "No exactamente," Kerry respondió fácilmente. "Tengo una reunión, y luego tengo planes con mis amigos. ¿Y tú?" "He quedado con mi grupo esta noche", respondió la joven. "Te quería preguntar, si no es mucha molestia, si podías acercarme hasta la parada del autobús." "Por supuesto." Kerry dio la vuelta al escritorio. "Vamos, vamos a desafiar al tráfico." Hizo un gesto a la chica delante de ella y salieron de la oficina, caminando juntas por el pasillo. Ambas estaban vestidas de forma elegante pero casual, y a Kerry le divertía observar a su secretaría que intentaba vestirse de una forma parecida a su jefa, sin llegar a copiarla. Cuando entraron en el ascensor, Kerry enderezó los hombros por reflejo, ante la presencia de otros ocupantes ya en el interior. Su camisa de color vino, con pequeñas flores bordadas, contrastando perfectamente con su cabello claro y tez blanca. "Buenas noches". Respondió a los murmullos con una breve sonrisa, reconociendo el silencio un poco incómodo de los empleados de marketing, que eran años mayores que ella y probablemente no estaban muy conformes con que hubiera sido ascendida a vicepresidente, independientemente de sus calificaciones. O, admitió irónicamente, también podrían ser fundamentalistas que desaprobaban su estilo de vida alternativo, ya conocido públicamente. Las puertas se abrieron en la planta baja y las otras mujeres se movieron con rapidez, en dirección al enorme vestíbulo de bronce y mármol, que llevaba a la puerta principal del edificio. ”Sra. Kerry?" Mayte murmuró mientras seguían más lentamente. "No creo que esas mujeres sean muy agradables."
"No". Kerry mostró una sonrisa al guardia de seguridad, recibiendo otra a cambio, mientras salían del edificio. "Hay gente por ahí a la que no les caigo muy bien." Llevó Mayte hasta su Mustang convertible verde y desbloqueó las puertas, para poder dejar su bolsa dentro del maletero. Entonces subió y se abrochó el cinturón de seguridad, observando su asistente hacer lo mismo. "Ya sabes cómo es esto." Una vez que Mayte estaba tranquila, puso el coche en marca y lo sacó de su lugar. El espacio al lado de ella estaba visiblemente vacío, después de haber sido vaciado y llevado todo al Lexus de Dar, cuando la CIO había tenido que salir para el aeropuerto. Sintió un deseo irracional de tener a su amante a su lado, pero lo reprimió y volvió su atención al tráfico, mientras salían del aparcamiento. "¿La jefa ya ha llegado Nueva York, verdad?" Mayte preguntó tímidamente. "Mamá estaba preocupada, dijo que había una gran tormenta en alguna parte." "Sí." Kerry asintió. "Ella me llamó justo antes de que nos fuéramos. Tardaron una eternidad en tomar tierra, pero ya está allí, sana y salva." Su ceño se contrajo. "Debería haber llamado a tu madre y decírselo. Sé cuánto se preocupa." Giró hacia el oeste, y se estremeció cuando el sol invadió el coche. "Mierda". Con una mano sacó sus gafas de sol de la parte superior, se las puso y pudo restaurar su visión. "Se lo diré cuando llegue a casa," Mayte la tranquilizó. "Creo que también estabas demasiado preocupada... no comiste tu su almuerzo." Hmm. La nariz de Kerry se arrugó. "Bueno, todo salió bien, así que me tomaré mi tiempo para cenar." Se echó a reír, y luego consideró su elección de calles. "Escucha, tengo que ir al centro de todos modos. ¿Por qué no te acerco a casa?" se ofreció. "No tiene sentido que cojas un bus a esta hora." Normalmente, Mayte volvía a casa con su madre, María, que era la asistente de Dar, pero la mujer mayor había salido temprano para una cita médica, después de que Dar se había ido al aeropuerto. "No tienes que hacerlo." La joven la miró con timidez, complacida por la oferta. "Estás ocupada." "Na". Le sonrió. "Además, después de lo que he oído sobre los autobuses y el metro a estas horas, me quedaría preocupada hasta volver a verte mañana por la mañana." Giró con decisión, casi cortando el paso a un enorme camión que circulaba por el carril junto al de ella. "Oh. Sí. '' Mayte cerró los ojos con decisión y se agarró el mango de arriba." Me siento mucho más segura ya". Era, después de todo, la ciudad de Nueva York, y allí estaba ella, saliendo a cenar por la noche, con el director general de una de las más grandes empresas en el mundo. Dar cruzó los tobillos y revisó la tela oscura que cubría sus piernas. Al menos él llevaba unos vaqueros sin las rasgaduras. Miró al otro lado de la mesa, a su jefe, que la observaba con una expresión de desconcierto. "¿Estoy arruinando tu imagen?"
Alastair rio. "¿Cuál la mía? ¿Sólo porque la mitad de las personas aquí saben quién soy, y se están muriendo de curiosidad por saber de dónde ha salido esta hermosa vagabunda con la que estoy cenando?" Le señaló con el tenedor, sonriendo. "Tranquila lo sabrán muy pronto." Dar le devolvió la sonrisa. "Lo siento. Me hubiera cambiado, pero me quedé dormida después de tu llamada, y apenas he tenido tiempo de recuperarme." Se estiró y cogió un palo de pan de ajo mordisqueándolo con aprecio. "He estado en la oficina desde las cuatro de la mañana. Necesitaba cuadrar ese nuevo contrato antes de irme." "Ouch". Alastair hizo una mueca. "¿Cómo va eso?" "No está mal," Dar respondió. "Tengo una reunión prevista la próxima semana con el alto mando, en el Comando del Sudeste... ahí es donde Gerry quería que empezáramos." "Cerca de casa". "Mm," Dar asintió. "Ellos han estado recibiendo un montón de quejas sobre los programas de formación. Quiere que vayamos y revisemos sus sistemas y procesos de evaluación." Ignoró cuidadosamente su ensalada y metió el palito de pan en la sopa italiana picante. "Va a ser un poco extraño. Una de las bases que él quiere que revise es donde yo creí." Al notar unos pasos cerca de ellos, ambos miraron hacia arriba para ver a un hombre elegantemente vestido de pie junto a la mesa. "Hola, Al." El hombre tenía un ligero acento, pero era difícil saber exactamente qué donde. "Tenía la esperanza de poder verte antes de la reunión." Lanzó una mirada perezosa sobre el cuerpo de Dar, y la esquina de su boca se torció. "Lo siento. ¿Estoy interrumpiendo algo?" Dar consideró las repercusiones de apuñalarlo con el tenedor, pero valoró las repercusiones que de una demanda que les podría caer, por los gritos del resto de los comensales. Suspiró y simplemente continuó comiendo. La comida era excelente, y ya que se había perdido el desayuno y el almuerzo, necesitaba comer para poder quitarse el dolor de cabeza que había estado padeciendo durante casi todo el día. "No. Sólo soy su nueva ayudante", comentó a la ligera, chupando un espagueti. Alastair exhaló y ocultó una sonrisa detrás de su mano. "Buenas noches, Bob. Siéntate, ¿quieres? ¿Qué puedo hacer por ti?" Bob Trancet era el jefe de ventas corporativas de la oficina de Nueva York, que se encargaba de una buena parte de su negocio internacional. El hombre alto se sentó y cruzó las manos, ignorando a Dar. Él un hombre bien parecido, con el pelo negro plateado y un perfil fuerte. Su cuerpo atlético era equilibrado, y tenía un aire muy seguro de sí mismo. "Nada importante. Sólo tenía la esperanza de poner sobre aviso sobre una posible nueva alianza. Datacom ha contactado hoy conmigo, y ha empezó a hacer preguntas, lo que sugiere que quieren que nos hagamos cargo de sus operaciones de red."
"¿En serio?" Alastair apoyó la barbilla en un puño. "Son grandes competidores nuestros, en algunos lugares." "Mm. Pero no pueden competir con la nueva red, y ellos lo saben." Bob sonrió. "Están hablando de una asociación estratégica, por ahora, quieren hacer uso de nuestra red a cambio de darnos un montón de sus cosas de América del Sur." "No vale la pena", intervino Dar, mordiendo una albóndiga. "Su infraestructura tiene más de veinte año, y nos va a costar más de un millón de dólares actualizar sus nodos a nuestras especificaciones". Hubo un silencio absoluto por un momento, dando Dar un poco de paz y tranquilidad para saborear su comida. "Simpática ayudante," dijo Bob secamente. "Pero, ahora me doy cuenta de que tu voz me resulta familiar." Miró a Dar a los ojos, que mostraban un brillo de diversión. "Por fin voy a conocer a la infame Dar Roberts. Eso fue increíblemente estúpido de mi parte, ¿no? Debería haberme dado cuenta antes." Le tendió una mano, que Dar se aceptó y estrechó. "Ayudante, ¿eh?" Dar le sonrió, manteniendo la mirada fija, como si se estuvieran poniendo a prueba. Podía sentir el intenso magnetismo que flotaba sobre aquella mujer, lo que provocó que desviara su mirada por toda ella, mostrando una admiración distinta, a pesar de que su ego cayó empicado. "Bueno", arrastró sus palabras, "supongo que tienes razón. Será lo mejor." Él sonrió de vuelta. "¿Mejor para quién? Eso habría hecho maravillas para la reputación de Al." Echando un vistazo a los dos, Alastair se aclaró la garganta. "No me había dado cuenta de que no conocías a Dar, Bob, aunque sé que habéis hablado por teléfono." "No, no." Bob meneó lentamente la cabeza, todavía aparentemente fascinado por la mujer. "Nunca he tenido el placer, y me refiero a placer." Dar respiró hondo y volvió a su cena. "Si Datacom quiere hacer un trato, tendrán que pagar por sus propias actualizaciones antes de firmar nada. No quiero cuellos de botella", afirmó, luego suspiró cuando su teléfono móvil sonó. "¿Sí?" "Dar, soy Mark. Tenemos un problema." Dar se levantó y metió la servilleta debajo de su plato. "Vuelvo enseguida." Rodeó donde Bob estaba sentado y se dirigió a la puerta, fuera del ruido, donde podía oír mejor. Alastair tomó un sorbo de vino y miró burlonamente a su socio de toda la vida. "Vuelve a meter tu lengua en la boca, ¿quieres?" "Hijo de puta." Bob se echó a reír, sacudiendo un dedo. "Me dijiste que era inteligente, dura y tenaz. ¿Por qué nunca habías mencionado que es preciosa?"
Sus ojos se quedaron clavados en la figura larguirucha alta apoyada en la puerta de la calle, con el teléfono pegado a la oreja. "Eso es un pedazo serio de la mujer, Al." Alastair puso los ojos. "Nunca cambiarás, ¿verdad?", resopló. "Limpia tu barbilla. Estás babeando." "¡El infierno que sí, lo estoy!" Bob afirmó. "Eso es un elemento atractivo que pretendo conocer más de cerca." Alastair alzó una mano. "Ella ya está emparejada." "Mierda. Nadie es dueño de ella, no en esta vida". Negó firmemente con la cabeza. "Te lo digo en serio, Al. Sólo quiero tomar una copa con ella, no casarme." Alastair lanzó su carta de triunfo. "Bob, ella es…" "¿Y? ¿Su punto es qué?" su vendedor jefe respondió. "¿A quién le importa? Estoy seguro que le gustaré." Hizo una bola con la servilleta, con la que había estado jugando y se enderezó. "¡Voy a ir a por ella!" Alastair se incorporó sobre la mesa y le sujetó con una mano su muñeca, mirándolo seriamente. "Escúchame. No jodas con ella." Al ver la reacción de su amigo y jefe, parpadeó y lo miró perplejo. "Hey, vamos, Al," dijo, en voz baja. "Tómalo con calma." "Lo digo en serio", declaró el director general muy serio. El joven tomó aliento y le tendió la otra mano, con la palma hacia arriba, en un gesto de conciliación. "Está bien, está bien, jefe. Te escucho." Recuperó su compostura y se movió en su asiento cuando Alastair lo soltó. "¿Está bien si sólo me limito a hablar con ella? Ella es muy brillante, y realmente me gustaría dedicar unos minutos para aprovechar la ocasión." Un dedo apuntando a él. "Si vas un paso más allá de eso, yo personalmente te despediré. ¿Entendido?" "Entendido," Bob reconoció en voz baja, cuando Dar volvió a entrar en el restaurante, moviéndose hacia ellos y tomando su asiento. Sus ojos azules, en alerta, se posaron primero en Alastair, sintiendo la curiosa sensación de ser analizada como una pieza defectuosa, lo que la hizo estar expectante. "¿Problemas, Dar?" Alastair tomó un trago de su vino y se arremolinó el resto alrededor de su vaso. "No creo que hayamos tenido muchos esta semana." "Ah". Dar giró un tenedor lleno de espaguetis y masticó, tragando antes de contestar. "Es la maldita conversión en Chicago. Ellos han estado tratando de empatar en ese oleoducto de ATM hasta Canadá, durante dos semanas, y cada vez que lo hacen, se llevan a la mitad del Medio Oeste." Tomó un sorbo de su propio vino. "Voy a tener que enviar un equipo por ahí." "Pésimo tiempo para estar viajando," Bob aventuró. "Vacaciones y todo." "Mm," Dar se acordó, encontrando su mirada. "Viene con el puesto. Mi gente lo sabe. El trabajo es lo primero." Terminó sus albóndigas y se echó hacia atrás, cruzando un brazo sobre su pecho mientras bebía el vino. El problema era
agravante, a ciencia cierta, y no estaba convencida del todo de no tener que ir allí, en persona, para solucionarlo. "¿Hey, Dar?" Levantó la mirada para encontrar a Bob inclinándose hacia delante con una mirada de interés amistoso en el rostro. "¿Mm?" Algo había sucedido entre él y Alastair, eso lo sabía, pero no tenía claro lo que era… aunque sabía que la implicaba a ella. "¿Tienes algo en mente?" La esquina de su boca se torció. "¿Has podido ver la ciudad?" Aquello la sorprendió. "No, trato de no cruzar Mason Dixon a menos que tenga que hacerlo", respondió secamente, dándole Alastair un vistazo. "¿Por qué?" Bob juntó las manos. Dar se cuenta de que eran unas manos fuertes y bien cuidadas, aunque con toque de callos en la parte superior de sus dedos índices. "Estoy muy orgulloso del lugar. He vivido aquí desde que era un niño. ¿Dejarás que te la enseñe?" Consideró su oferta. "Si organizas algo para mañana por la noche, seguro," accedió amablemente. "Ha sido un día muy largo." Él era atractivo, y un fuerte hombre de negocios, y nunca estaba de más forjar algunas alianzas cuando uno tenía la oportunidad de hacerlo. Especialmente con por el lado de ventas y/o marketing, con los que siempre tendían a chocar. "Perfecto." Bob sonrió, luego se apartó de la mesa y se levantó. "Al, ha sido un placer verte, como siempre." Inclinó la cabeza. "Nos vemos en la velada de mañana." Sus ojos se movieron. "Y, además, estamos ansiosos de escuchar tu presentación." Con una ligera inclinación de cabeza, se volvió y se abrió paso entre las mesas del restaurante, ahora realmente ocupado, desapareciendo en la noche de Nueva Cork, una vez que se cerró la puerta.
KERRY paseó lentamente por la acera. Era después de su reunión y estaba disfrutando de las bulliciosas multitudes, cuando pasaban a su alrededor, a lo largo de la agitada South Beach. El ambiente alrededor de ella era relajado y sintió una sensación de comodidad anónima mientras esquivaba una un patinador, y se detuvo para mirar en un escaparate. Tiendas de ropa. Su nariz se arrugó un poco. South Beach tendía a la vanguardia y lo ecléctico. Y aunque Kerry no se consideraría a sí misma exactamente clásica, no podía imaginar que lleva bastante más de lo que se veía. Al menos fuera de su dormitorio. Abrió la puerta de todos modos y entró, dejando que sus manos se deslizaran a través de las ricas telas y exóticas, cuando se fijó en la educada chica de detrás del mostrador. "Hola."
"Hola", respondió la chica, en un tono agradable. "¿Todo bien?" "Bien, gracias." Kerry hizo una pausa, prestando atención hacia un bastidor con ropa de cuero. "Oo". Hizo a un lado dos pares de pantalones y vio un corpiño de cuero tachonado. Se mordió el interior de su labio mientras trataba de imaginarse a sí misma con ello. "Bonito, ¿eh?" La chica estaba ahora junto a ella. "Es de un gran diseñador. Él es local", dijo. "Mucha gente usa sus diseños en los clubes." Clubes. Dar no solía ir por los clubes, y Kerry realmente tampoco. Por lo general eran ruidosos y caóticos aunque poseían una cierta atracción. "Es muy bonito," estuvo de acuerdo. "¿Sería para usted?" -preguntó la chica, con voz dudosa. Kerry le dedicó una mirada de reojo. "No parezco como si rondara los clubs de motoristas rebeldes, ¿eh?" Captó un destello de sí misma en el espejo detrás del mostrador, reconociendo que su apariencia conservadora del medio oeste probablemente le hacía dudar a aquella joven. "Bien." La chica le dio una media sonrisa. "Nunca se sabe, ¿sabes? Pero la mayoría de las personas que vienen aquí, son bastante radicales." La puerta de la tienda se abrió, y la joven levantó la vista. "Disculpe", dijo. "Si necesita algo, sólo grite". Se agachó entre los bastidores para saludar a los recién llegados, voces masculinas y femeninas se oyeron en señal de una pregunta con fuerte acento mientras se acercaban. Kerry se volvió hacia su estante, y tomó el bustier descolgado, sosteniéndolo. Se ataba hasta el fondo para encajar muy ajustado, permitiendo así delinear los pechos añadiendo un toque descaradamente sexy. "Hm." Se mordió el labio. "Pero, ¿qué harías con él, Kerry?" Comenzó a devolverlo a su sitio, luego se detuvo y se volvió en dirección a la mesa de la cajera. "Encontraré una ocasión para llevarlo, incluso si es sólo para que Dar se ría, en nuestra sala de estar." Los otros dos clientes estaban discutiendo sobre la largura de unos pantalones de cuero, y la empleada de ventas parecía bastante contenta de abandonarlos, y volver a acercarse a Kerry. "¿Al final se lo lleva?" "Sí." Le lanzó una sonrisa irónica, junto con su tarjeta de crédito. "Sólo se vive una vez, ¿no?" "No, de acuerdo con mi abuela", la chica respondió con prontitud. "Ella dice que todos vivimos muchas, muchas veces. Ella lo sabe”. Kerry apoyó en el mostrador. "¿Cómo? ¿Cómo lo sabe?" La empleada le entregó el justificante del pago y una pluma con la cabeza de Ozzy Osborne en ella. "Dice que lo sabe porque cada vez que consigue un gato, es su ex marido que regresa de nuevo." Ambas rieron, y Kerry firmó el justificante del pago, mientras negaba con la cabeza, y la joven doblada el bustier y lo metía en una bolsa. Cogió la bolsa, girándose completamente para mirar a los otros dos compradores por primera vez.
Ah. Parpadeó, y sonrió más allá de ellos, sin entender la razón de los piercings que llevaban en el cuerpo, aunque pensó que seguramente serían parte de su clientela habitual. Ah, bueno. Abrió la puerta y salió al aire fresco de la noche, mirando el reloj mientras caminaba de nuevo por la acera. "Volviendo como un gato, ¿eh?" Se rio entre dientes, mientras se dirigía en la dirección de una de sus inmersiones favoritas de sushi. "Madre mía, la gente cree en algunas cosas raras." Se colocó el bolso sobre el hombro y continuó paseando tranquilamente, mirando escaparates. Se acercó al ver a un hombre sentado en un banco, con las extremidades tendidas a través de ella, al parecer simplemente disfrutando del aire fresco de la noche. "Buenas noches". Kerry lo saludó un pasar. "Hey, señora linda." El hombre respondió, en tono amable. "Ven aquí. Tienes una piel preciosa. ¿Quieres algo precioso?" Kerry miró a la ventana, viendo cómo le hacían un tatuaje a una joven mujer. "Esta noche no, gracias." "Ah". El hombre se incorporó y la miró, con rostro interesante y perspicaz. “Quieres uno, vamos. Admítelo." Algo la hizo continuar más lente, hizo una pausa, mirando con curiosidad a la piel llena de arte, que cubría casi cada centímetro de su cuerpo expuesto. Algunas de las marcas eran luminosas y muy coloridas, algunas ya se estaban desvaneciendo, pero ninguno era horrible. "¿Haces eso?" "Claro". Dijo el hombre. "Esta es mi tienda." Hizo un gesto a sus espaldas con un pulgar. "¿Quieres venir a ver algunos tatuajes?" Él movió una ceja, sonriendo. Kerry vaciló, luego miró su reloj. "No esta noche." dijo ella. "Tengo algunos amigos que están esperando para cenar." "Uh huh". "Pero gracias por la oferta." Se volvió y siguió su camino, antes de que su curiosidad pudiera meterla en verdaderos problemas. "Tatuajes, ¿eh?" Se rio y siguió andando. “Lo siguiente qué será una Harley?” Cinco minutos más tarde, vio a Colleen que dirigía hacia ella. Empujó sus pensamientos sobre tatuajes y Harleys de su mente, se le llamó, "¡Hey!" "Hey." Colleen se acercó, enganchando su brazo con el de Kerry con familiaridad casual. "¿Lista para la fiesta? Ray está de camino." "Más que lista", admitió. "Hoy ha sido un día demasiado largo." Metió su bolso bajo el brazo. "Vamos a ir a buscar alguno de pescado crudo y caminemos." Colleen se rio. "Sí que eres una rebelde."
Kerry se rio entre dientes mientras se dirigían hacia el lugar de sushi. "¿Sí? Espera a ver lo que tengo en esta bolsa. No lo vas a creer." Mientras se miraba en el espejo con el ceño fruncido, Dar crispó su recto cuello por cuarta vez. No es que hubiera nada malo con su traje de seda burdeos; los suaves pliegues drapeados le sentaban muy bien sobre su cuerpo alto. Tenía las mangas cortadas específicamente a medida, perfectamente más allá de sus muñecas. La falda le llegaba justo por encima de las rodillas, y con su bronceado, podría haber salido sin usar medias. Pero no le apetecía, así que decidió ponerse diligentemente las medias de nylon ahumado oscuro que Kerry había metido en su bolsa. "Vamos, Dar", repitió a su reflejo. "Sólo es una reunión de personal." Con más de mil personas. Cogió la toalla que había usado después de la ducha y se secó el sudor de las palmas de las manos. Nunca lo admitiría a nadie lo mucho que odiaba hablar en público. Ni siquiera se lo había contado a Kerry. Pero aquí, a solas en su habitación del hotel, apenas una hora antes de tener que hacer frente a los accionistas, se admitió a sí misma que tenía un miedo sin sentido. "¡Mierda!". Frunció el ceño sobre sus ojos de color azul claro en el espejo. Llamaron a la puerta, y casi tocó el techo ante la sacudida, y se dirigió hacia la entrada. Abrió la puerta para encontrarse frente a una planta. "¿Hola?" Unos ojos marrones se asomaban por entre los tallos de unas rosas muy hermosas. "¿Sra. Roberts? Esto ha llegado para usted." Dar estudió disposición y sintió que sus cejas se levantaban. Luego retrocedió. "Vamos pase dentro." Vio como el botones ponía cuidadosamente la cesta en una mesa pequeña de la habitación, luego lo miró de lejos con cautela. "Gracias." Sacó un billete de su cartera y se la entregó al botones, haciendo caso omiso de su salida, mientras seguía estudiando su nueva decoración. Era demasiado hermoso y con clase para ser de Alastair, decidió, arrancando un pequeño oso de peluche del centro. "Y él no me lo enviaría, ahora ¿verdad?" Olió una de las flores, grande y perfecta, dándose cuenta de que algunas de las rosas no eran reales. Curiosamente, tocó una, luego desenvolvió la lámina superior para revelar el rico olor a chocolate con leche. "Ah". Alegremente, le dio un mordisco, y rebuscó hasta que desarraigó la pequeña tarjeta. La abrió y se asomó una escritura conocida, aunque en realidad no necesitaba la confirmación del remitente. Hey, cariño. Darles puñetas. Te amo. K
"Aw". Sintió todo su cuerpo caliente, un suave sentimiento que ahuyentó los escalofríos que había estado sintiendo hasta menos de cinco minutos antes. "Eres la mejor, ¿lo sabes?" Tomó otro bocado de chocolate y estudió las rosas. Luego seleccionó una y cuidadosamente rompió su tallo justo por debajo de la flor. La acercó a su bolsa de viaje, y la colocó en ella, con el imperdible que traía, fijando bien la rosa en la solapa. Sus ojos se posaron en el pequeño peluche, y pensó muy brevemente meterlo en su bolsillo. Una sonrisa repentina apareció, cuando se imaginó la reacción colectiva de los accionistas si vieran el pequeño juguete asomándose a escondidas de su chaqueta. "¡Oh, no... no, Dar, acabarías con tu vieja reputación de mujer dura!" Se rio, provocando un sonido ligero eco suavemente en la habitación. Se acercó a la mesita, donde su desayuno estaba mayormente sin probar, seleccionó un croissant, lo abrió por la mitad y lo cubrió con mantequilla y mermelada. Se lo comió y dio un trago de su café, luego apagó la televisión que había estado viendo, sin prestarle atención, y se dio una última mirada en el espejo. Alzó la arriba y echó los hombros hacia atrás. Se enderezó y sintió que su habitual caída de confianza volvía a reconfortarse. Cogió su cartera de cuero delgada y se dirigió hacia la puerta, oyendo el sonido de sus zapatos de tacón mediando hundirse ligeramente, por el pasillo alfombrado, mientras caminaba. El ascensor estaba lleno de personas bien vestidas. La mayoría de ellos la miraron cuando entró. Saludó con una sonrisa, pero se mantuvo en silencio, cruzando las manos por encima de su carpeta, con el distintivo de su empresa estampado en piel, en el exterior. El viaje pareció durar una eternidad, con esa torpeza que los ascensores producían a menudo. Pero finalmente lo llegaron a su destino, y Dar salió del pequeño espacio, entrando en el vestíbulo hacia el centro de convenciones, donde grandes grupos de hombres y mujeres estaban reunidos cerca de las puertas dobles. "¡Dar!" Se volvió y esperó a Alastair para ponerse al día con ella. El CEO estaba vestido con un traje azul oscuro y corbata roja. Sonrió a Dar cuando la tomó por el codo. "Buenos días". "Buenos días". Alastair la hizo pasar por la puerta y hasta un amplio pasillo que llevaba hasta un podio. "¿Has dormido bien?" "Bien," Dar respondió mientras se movían hasta el cuadro, en el escenario elevado. Puso su cartera y organizó su ordenador portátil, tocando el teclado, haciendo sonar las teclas con un sentido de familiaridad reconfortante. "Bueno", murmuró, revisando los datos que destellaban en la pantalla LED. El sistema estaba conectado a un proyector, lo que le permitiría mostrar a los accionistas los datos, en tiempo real, que se movían a través de su nueva red. "Se ve bien."
Alastair echó un vistazo a las cifras. "Lo sabía." Le palmeó el hombro. "Voy a hacer que todos tomen asiento y te presentaré. Oye, bonita rosa." "Gracias." Dar la miró. "Y gracias por la cena de anoche. La pasta estaba muy buena". "Casi tan buena como la compañía". Le devolvió el cumplido con cortesía. "Y hablando de eso, no dejes que Bob te arrastre esta noche, ¿de acuerdo? Él ama esta ciudad y le encante enseñársela a los de fuera, pero se pone demasiado entusiasta a veces." Dar levantó la vista de sus datos y ladeó la cabeza. "¿Es una advertencia?" Miró a su jefe. "Está bien. Lo tendré en mente. Ahora vamos, vamos a empezar con el espectáculo." Se concentró en la creación de los monitores de redes e ignoró a su jefe que colocaba delante del podio. "¡Damas y caballeros!" El consejero delegado puso sus manos con confianza en la superficie de madera. "Si desean tomar sus asientos, por favor, vamos a empezar." La multitud irrumpió en el lugar, poco a poco se fueran asentando en las cómodas sillas. Casi de inmediato, un hombre joven de pelo rojo se puso de pie y levantó la mano. "¿Señor McLean?" Alastair lo miró. "¿Sí? Thomas Bantelberg, ¿no es así?" El hombre parpadeó un momento, obviamente, no esperando que el CEO le reconociera. "Sí. Todos estamos realmente interesados en la nueva red. No queremos escuchar un montón del BS corporativo de hoy, si no le importa." Varias personas se echaron a reír, pero más asintieron y se enfrentaron a seguir. "Bueno", Alastair se apoyó en el podio "tuve la sensación de que todo el mundo se sentiría de esa manera." Él tenía su atención, y la habitación se estableció, con todo el mundo ahora escuchando con atención. "Estas reuniones de accionistas suelen ser bastante secas, ¿eh?" Una ronda de risas rompió el silencio. "Sé lo mucho que la industria ha estado hablando acerca de nuestra nueva infraestructura, y pensé que sería un gran tema de conversación en esta reunión." Se enderezó. "Todos ustedes tienen preguntas como ¿qué es, y cómo vamos a usarlo, verdad?" Todos asintieron. "Bueno, bueno." Alastair se frotó las manos con fuerza. "Porque yo no os puedo contar nada de eso." Se hizo un gran silencio. "Así que me traje a alguien que os puede hacer la presentación." Miró a Dar, que había terminado de tocar el violín con su hardware y estaba esperando en silencio. "Señoras y señores, me gustaría presentar a usted nuestro jefe de información y el diseñador de la nueva red, Dar Roberts." Dar se obligó a moverse y mostró a su jefe una breve inclinación de cabeza, cuando él abandonó el podio.
Luego se preguntó qué era todo aquel ruido. Sobresaltada, sus ojos se levantaron para ver a toda la multitud de pie, gritando y saludándola. Miró a Alastair alarmada, sólo para ver el CEO ocultar una sonrisa detrás de una mano. Sólo entonces se dio cuenta de que se estaba enfrentando a una ovación de pie. Jesús. ¿Y ahora qué? Una vez que todos se callaron, fue capaz de recomponerse, abriendo la boca para iniciar la presentación. La volvió a cerrar, porque no tenía idea de qué decir a la enorme multitud sin rostro, cuya atención estaba ahora centrada en ella con fijeza. Bueno, tendré que decir algo antes de que todos se queden dormidos, ¿no? "El programa me obliga a pasar algún tiempo explicando el plan básico y la infraestructura de por qué hemos implementado una nueva red", dijo finalmente Dar. "Pero apostaría que lo que queremos es verlo, ¿no?" Hubo un momento de silencio, golpeando contra su cara, y luego una risa. Ah. Eso era bueno. "Bien." Hizo clic, y detrás de ella, una pantalla gris delgada explotó en vida. "Este es el trato...”
"OOH, pensé que iba a ahogarse allí." Kerry tenía la barbilla apoyada en sus puños y sus ojos pegados a la emisión IDLN de su amante explicando en detalle lacónico las ventajas de su nueva red. "Mm..." Duks estaba sentado en su escritorio, y Mark se inclinaba a su lado. "Hablar en público no es algo fácil para Dar." "Bonito traje", comentó Mark. "A la multitud le gusta." Kerry observaba el lenguaje corporal de Dar, que para ella parecía estar casi dolorosamente tiesa. Después de unos minutos, sin embargo, su amante se relajó un poco. "Eso está mejor, está aflojando un poco." "Sí," el jefe de MIS estuvo de acuerdo. "Muchacho, se la ve nerviosa. Nunca pensé que vería eso." "Vamos, cariño," Kerry susurró a la pantalla, cruzando los dedos, dispuesta a calmar a su amante. Por un breve instante, los ojos azules se levantaron entre la multitud y miró directamente a la cámara de transmisión IDLN, quedando cara a cara; entonces Dar volvió a su explicación, desplazándose por expertos a través de una serie de puntos de referencia, mostrando una prueba de las capacidades de la nueva red. "Buena chica." Se dio cuenta de la rosa prendida en la chaqueta de su jefa y sonrió. "Lo que está haciendo ahora... oh." Mark se inclinó hacia delante. "Presumiendo que el nuevo centro. Sí, ahí está eso." Observaron el tráfico de datos de un puerto a otro, proporcionando repliegues sin fisuras para las cuentas en ese sistema en particular. "Guay".
Dar cerró las pantallas, luego se volvió y puso sus manos en el podio, mucho más a gusto ahora. "¿Alguna pregunta?" Su rica y potente voz rodó hacia la multitud. Después de un momento de silencio, un bosque de manos se levantó. Parecía encontrarlo divertido, las comisuras de la boca temblaban mientras se inclinaba sobre la superficie de madera. "Está bien. Usted primero". Señaló, y comenzaron las preguntas. "Esto ya es mucho mejor." Kerry asintió. "Responder a las preguntas a las que puede hacer frente. Lo hace todos los días." Y, ciertamente, su amante estaba manejando todo con total tranquilidad, cada vez con más confianza como Kerry podía observar, saliendo incluso fuera de la protección del podio, ilustrando sus respuestas con movimientos rápidos y precisos con las manos. Kerry suspiró. "Dios, ella es hermosa." Se dio cuenta del incómodo silencio que había provocado y levantó la vista para ver a Mark y Duks haciendo muecas extrañas. "Lo siento, pero es la verdad." "Sí, lo sé, pero..." Mark se rascó la mandíbula. "Es simplemente tan raro que... um...” "¿Qué escucharlo de otra mujer?" Kerry preguntó con ironía. "Sí." "Lo siento." "Está bien." Mark se encogió de hombros y se rio. "Creo que necesito ampliar mi mente." Se volvieron de nuevo a la pantalla y vieron como Dar daba otro paso adelante, su personalidad visiblemente emergente cuando respondió preguntas difíciles, mostrando un conocimiento impresionante de la materia. "Sí, muy bien." Kerry sonrió cuando parte del público aplaudió.
"UGH". DAR se dejó caer sobre su espalda y se quedó mirando el techo, flexionando los dedos recién liberados de su cautiverio cuero. "Bueno, eso no fue tan malo, supongo." Su móvil sonó, y lo levantó, estirándose mientras se lo acercaba a su oído. "¿Sí?" "Estuviste genial” "¿Oh, lo estuve?" Dar respondió con una sonrisa perezosa, contenta de tener todo el asunto ya liquidado. "¿No sonaba demasiado parecido a friki?" "De ninguna manera", dijo Kerry rio. "Todos te vimos por el IDLN. Pero mi Dios, Dar, tu cara cuando te dieron esa ovación... pensé que te ibas a tragar tu buscapersonas." "Erf." Dar pasó un brazo sobre los ojos. "Me tomó por sorpresa, pero terminó bastante bien. De hecho me hicieron algunas preguntas muy buenas."
"Y les diste grandes respuestas." Kerry se reclinó en su silla y apoyó una rodilla contra su escritorio. "Escucha, te llamé para saludarte y felicitarte por todo esto." "¿Pero?" Dar arrastró las palabras a través del teléfono. "Pero", estuvo de acuerdo, "tenemos un problema real en Chicago, Dar. Creo que voy a tener que ir allí." Oyó un suspiro. "Esta noche". Otro suspiro. "Col dijo que se haría cargo de Chino, y papá está en las Bermudas". Ambas guardaron silencio durante un rato. "No creo que me vaya a tomar mucho tiempo." "Me prometiste pavo," Dar protestó con un toque de un puchero verbal, en su voz. "Házselo saber a los de Chicago." Kerry miró con cariño al altavoz. "Todavía nos quedan dos días antes de Acción de Gracias, Dar. Estaré de vuelta mañana por la noche lo más tardar. Además, tú eres al que dijo que podía lidiar con los huevo McMuffins si tuvieras que hacerlo", recordó a su jefa. "Eso fue antes de que mencionaras las patatas dulces de malvavisco rellenas," replicó, luego suspiró. "Lo sé, lo sé. Estaba pensando en ellas ahora mismo. Pensé que también tendría que hacer yo misma el viaje allí, pero realmente eres mejor manejando a esas personas." "Gracias." Se pavoneó en silencio, inclinándose hacia atrás y disfrutando del crepúsculo exterior. "¿Qué planes tienes para esta noche?" Hubo una pausa momentánea en el otro extremo. "Bob Trancet quiere mostrarme la ciudad," contestó Dar. "Pero después, Alastair me advirtió, no estoy segura de lo que realmente me quiere mostrar." Otra pausa. "Hey." "¿Mm?" Kerry estaba pensando en las palabras de Dar. "Gracias por las rosas, el chocolate y el oso de peluche". Sonrió. "Si, vi tu chaqueta." Kerry volvió la cabeza hacia un lado y miró el teléfono. "¿Hey, no era ese el chico que estuvo haciendo un gran escándalo el cuatro de julio?" preguntó ella con curiosidad. "¿Él y un secretario, o algo así, en la sala de Xerox?" "Sí," Dar admitió. "Llevaba sus gónadas en su solapa, está bien." Casi escupió sus amígdalas por la nariz. Puso una mano sobre su boca y tomó su taza de té, medio ahogada por la risa. "Dar, no hagas eso", balbuceó. "No necesito esa imagen mental; realmente, realmente no lo necesito." Dar rio suavemente. "Lo siento. Tal vez sólo debería cenar aquí en el hotel. Estoy bastante cansada después de toda esta basura de hoy. ¿Cuándo es tu vuelo?" "A las nueve". Kerry ahogó un bostezo. "Me gustaría estar ya aterrizando en LaGuardia." Giró la cabeza hacia un lado. "Dios, esto es ridículo." "¿El qué?"
"Sentirme como una mocosa malcriada negado su dulce porque no estás aquí", Respondió con ironía. "Dar, esto no es normal. Quiero que vayas al doctor Steve cuando vuelvas, para que nos diga por qué me tienes tan condenadamente enganchada a ti." Hizo una pausa, sonriendo. "No soy yo.". Kerry se acercó y pasó un dedo por el altavoz. "¿Te estoy avergonzando, verdad?" "No." La voz de Dar dejó una nota. "Me halagas." "Mm". Con los ojos medio cerrados exhaló. "Bueno, supongo que será mejor que me vaya. Quiero llegar al aeropuerto con tiempo suficiente." Ahogó otro bostezo. "Al menos podré dormir en el avión. Sal y diviértete con Mr. Happy gónadas, ¿de acuerdo?" "Oh, sí. Será una fiesta." Dar reflexionó. "Hey, que tengas un buen vuelo, ¿de acuerdo? Llámame cuando llegues a tu hotel." "Lo haré", Kerry prometió. "Luego te llamo, cariño." "Adiós".
DAR colgó el teléfono y lo puso sobre su pecho medio desnudo. Se había quitado de su traje de seda, casi tan rápido como los malditos zapatos, y estaba son solo el sujetador, en la parte superior de su cuerpo, mientras el aire acondicionado se deslizaba sobre su vientre al descubierto. Se frotó la piel fría, luego se sentó, con una sola mano para trabajar una torcedura de su cuello. Se levantó y caminó hacia el vestidor, sacando una camisa de su bolsa y poniéndosela por la cabeza. "Bueno." Pensó mientras se retocaba el pelo oscuro con las manos. "Cena, una copa en el bar, y estaré devuelta aquí." Se quitó el resto de ropa y se puso un par de pantalones vaqueros, se metió la camisa dentro y se abrochó el cinturón. "También podría trabajar un poco mientras espero a que de la hora." Minutos más tarde, estaba sentada en la cama con su ordenador portátil apoyado sobre sus piernas, revisando su correo, y el estado de dos sistemas sobre los que Mark le había enviado información... Un e-mail se abrió, y lo revisó. "Bésame el culo." Escribió en respuesta y lo envió de vuelta, luego abrió un segundo. "Muérdeme". Otro correo volaba en su camino de regreso. Luego abrió el tercero. Después de leerlo varias veces, inclinó la cabeza hacia un lado para ver un gráfico con forma de diminuta ardilla de tierra danzando a lo largo de su borde lateral. "Ooh. Bonito.", elogió a Kerry en ausencia. Entonces se acercó más y miró a la pequeña criatura, que parecía tener unas gafas nuevas. "Ah". Una mirada de ironía cruzó su rostro mientras asentía en reconocimiento. Kerry había estado diciéndole, durante el último mes, que fuera a mirarse la vista, y hasta ahora, que había encontrado una gran cantidad de diferentes excusas para no hacerlo.
"Lindo, Ker, muy lindo", respondió a la dirección de correo, ignorando alegremente la adición. Haciendo una breve pausa, agarró el control remoto de la televisión de la habitación y la encendió, hojeando los canales, antes de que un gráfico le llamara la atención. Estudió la pantalla con el ceño fruncido. "Grande". Con otro movimiento subió el volumen. "Una advertencia de tormenta de invierno se ha planteado para el Noreste", el hombre de la pantalla estaba diciendo. "Nueva York está a la espera de una gran nevada y lluvia helada, así que esta noche es una buena noche para quedarse en el interior de sus casas." Dar bufó. "Gracias, amigo. Ahora ya ni siquiera tengo que inventar una excusa." Echó un vistazo a su correo. "Me alegro de que tus vuelos vayan en otro dirección, después de todo." Terminó de escribir y pulsó enviar. "No tiene sentido que las dos nos quedemos atrapadas, ¿eh?"
Capítulo Dos KERRY se acomodó en su asiento y se debatió si arrancar su ordenador o no. Cuando viajaba sola, siempre era consciente de quién estaba sentado a su lado. Algunos ojos ociosos podrían ver la pantalla de su portátil, aunque la posibilidad de que algún competidor estuviera sentado a su lado era escasa, no se fiaba. Su compañero de asiento, en este viaje, era un joven aficionado a los libros con gafas pesadas y un aire académico. Pensó un momento imaginando cuál podría ser su profesión, un juego al que a menudo jugaba durante sus viajes. ¿Profesor? Probablemente no era lo suficientemente mayor. ¿Científico de investigación? Puede Ser. El hombre se movió en su asiento, sacando de su bolsa un cuaderno y empezó a trazar una serie de líneas, en un lenguaje de programación familiar. Kerry sonrió y se recostó. Otro empollón. Miró perezosamente a través de la oscura ventana, observando las estrellas titilantes fuera. Apoyó una mano contra el cristal, para dar sombra a la luz, y se asomó, asombrada como siempre por la explosión completa de luces tan densamente a través del cielo. Debajo de ella se extendía la tierra, en total oscuridad, una breve isla ocasional de la luz que indicaba alguna ciudad. A lo lejos, en el horizonte, hacia el que viajaban, podía ver una línea de oscuridad ser atravesada por un rayo que tenía que ser parte del frente de tormenta que el canal del tiempo había prometido. Un ligero ruido metálico llamó la atención, y volvió la cabeza para ver a la azafata de pie allí, esperando para tomar su pedido para la cena. "Me quedo con el filete, gracias." Kerry dio a la mujer una breve sonrisa. "¿Y si tiene una cerveza?" "¿Heineken está bien?" La mujer anotó el pedido. "Vuelvo enseguida. ¿Y usted, señor?" Su compañero de asiento también pidió el filete, así como un whisky con soda. Eso fue interesante, pensó, mientras cruzaba las manos sobre su estómago y estiraba las piernas, cruzándolas a la altura de los tobillos. Whisky con soda siempre sonaba como algo que su padre pediría, no alguien de su propia generación o más joven. "¿Vuelas a menudo?" el joven le preguntó tímidamente. "Desafortunadamente, más de lo que me gustaría", Kerry respondió cortésmente. "Generalmente no es por placer." "Oh." El joven se pasó la mano por la pierna de su pantalón de lana bien planchado, se la tendió. "Josh Abbot. Acabo de empezar a trabajar para Intelsat, y este es mi segundo viaje en una semana. No estoy seguro de que me guste mucho." Kerry tomó la mano y le devolvió el apretón. "Kerry Stuart. Yo trabajo para ILS."
Él iluminó su cara. "¿En serio? ¡Guau! Así que te diriges a Chicago para la metedura de pata con ese nuevo centro de datos, ¿eh?" Las cejas rubias de ella se elevaron más de la cuenta. "No sabía que se había publicado en la prensa", comentó. Josh al menos tuvo la decencia de sonrojarse. "No, bueno, yo... um..." Miró hacia arriba sobresaltado, cuando la azafata le ofreció una toalla caliente, que cogió mecánicamente y la miró como si fuera un pequeño animal blanco muerto. "Lo siento. Escuché a mi jefe de hablar de ello. No debía haber abierto la boca." Kerry tomó su toalla y se lavó cuidadosamente las manos, considerando sus opciones. "Bueno, es una industria pequeña, ¿verdad?" Le lanzó al joven una sonrisa tranquilizadora. "¿Quién es tu jefe?" Josh se mordió el labio inferior con tristeza. "¿Me voy a meter en problemas?" Lo miró fijamente. "¿Te parezco una persona intimidante?" Se rio entre dientes. "No. No vas a meterte en problemas." Con un suspiro de alivio, Josh soltó el nombre de su jefe, el jefe de su jefe – quién le dijo a su jefe - y la secretaria que trabajaba para el jefe del jefe que estaba casada con un administrador de ILS, situado en un puesto alto de su departamento de ventas. José, eres carne muerta. Kerry decidió, devolviéndole la toalla de nuevo a la azafata. "No es tan malo como parece, de verdad... sólo algunas incompatibilidades con la infraestructura." "Oh." Josh asintió. "Así que, ¿vas a ir a arreglar eso?" Miró a Kerry con un nuevo interés. "¿Eres una de ellos? ¿De los de tecnología?" "Algo así," aceptó solemnemente. "¿Eres programador?" Él asintió con la cabeza de nuevo. "Sí. Acabo de graduarme de Georgia Tech. Estoy trabajando en una nueva aplicación ordenada para el control de nuestras SAT, para que puedan sacar más ancho de banda fuera de ellas." Levantó su cuaderno. "Aunque he dado con un obstáculo, y no estoy muy seguro de cómo escribir esta pequeña rutina." Kerry le dio una sugerencia. "Trate de hacer esto. Es lo que utilizamos en nuestros grandes routers." Se sentó hacia atrás cuando su cena le fue servida, abriendo la bandeja en su regazo, y extendiendo cuidadosamente su servilleta de lino sobre sus muslos. Hmm. Pasó revista a la bandeja que la azafata había dejó. Contenía un plato con un filete petit mignon con una especie de salsa con olor a vino burdeos, y lo que se parecía una burbuja de tamaño decente de puré de papas. También había una flor de brócoli, para los que tenían ataques ineludibles de culpabilidad, con ciertos alimentos. Se comió solemnemente el brócoli, y luego volvió su atención a la carne humeante. "Wow, eso funciona. Genial. Gracias" Josh se echó a reír. "Hey, Sra. Stuart, ¿estás casada?" Las manos de Kerry se detuvieron a medio camino entre la bandeja y su boca. "¿Por qué?" Le lanzó una mirada.
"¿Por qué crees? Creo que Te amo," dijo alegremente, haciendo nuevas anotaciones en su cuaderno. Soltó un suspiro y le respondió. "Lo siento, estoy cogida." Continuó con su cena. "Sí, sí, ¿seguro que te aprecian por tu mente?" el joven parecía totalmente absorto en su programa, apenas consciente de lo que estaba diciendo. "¿O solo por tu cara bonita?" Su corbata colgaba en su salsa borgoña. "Bueno..." Kerry arrastró las palabras, tomando un trago de su cerveza, "mi mujer piensa que soy sexy, pero dice que se casó conmigo por mi cerebro." "Maldita mi suerte." Continuó garabateando algunos símbolos más, luego se detuvo en seco, parpadeó y se volvió lentamente para mirar por encima de ella. "¿Acabas de decir lo que pienso que acabas de decir?" Kerry asintió y sonrió, curiosa por ver cuál sería su reacción. No es que hablara con desconocidos sobre su relación, pero ya que estaban a unos 35.000 pies de altura... "¿Has considerado alguna vez hacer un trío?" Ooh. Era el turno de Kerry para sorprenderse. Imagínate, y yo que pensaba que era sólo era un empollón. "No", se rio, "pero no es una gran respuesta." Se sonrieron el uno al otro, y Josh se sentó hacia atrás, poniendo su cuaderno a distancia, para empezar con su cena. Después de que la azafata retirara sus bandejas, hablaron de programación, de comparación de las técnicas hasta que Kerry fue repentinamente distraída por algo del exterior. "Whoa". Volvió a mirar por la ventana cuando el avión cayó hacia abajo, y se balanceó hacia un lado. Sintió que su estómago se revolvía mientras la nave se estabilizaba de nuevo, aunque luego empezó a vibrar, y el avión se mecía de un lado a otro, mientras gran varios relámpagos se asomaban por la ventana. Oh, mierda. "¡Agárrense!" gritó la azafata.
BOB paseaba junto a Dar, después de haberla engatusado para dar un paseo cerca del hotel, "no te gusta las ciudades, ¿eh?" Dar esquivó a un hombre, que estaba cantando y se movía con problemas sobre la acera. "No particularmente. Nosotros no tenemos una ciudad como tal en de Miami, sólo un centro bancario y el gobierno rodeado de suburbios." "Ah". Bob extendió sus brazos hacia fuera. "Vamos, que no se puede superar este ambiente. Esto es lo más emocionante y más vibrante de la ciudad, en la tierra." Señaló. "Mira ese edificio. ¿No es increíble?"
Dar obedientemente inclinó la cabeza y examinó el edificio en cuestión. Era grande, sí, y su arquitectura de los años veinte era llamativa, pero... "¿Sabes lo que odio de las ciudades, Bob?" "¿Qué?" "Su olor". Se frotó la nariz. "Y siendo tan grandes como son estos malditos edificios, no entiendo por qué son tan pequeñas sus habitaciones." Llevó las manos en las caderas y la miró. "Realmente sabes cómo tomar el viento de las velas a un chico, sabes que, Dar Roberts?" Su rostro se curvó en una sonrisa triste. "¿Aquí estoy, tratando de pintar una visión encantadora, romántica de mi ciudad favorita, y lo único en lo que puedes pensar es unos aromas míseros y el tamaño de las casas?" Dar se encogió de hombros. "Realmente no soy del tipo romántico," arrastró sus palabras. "¿Va a conformarte con la cena y una copa con unas bonitas vistas?" Señaló un comedor del segundo piso que daba a la calle muy transitada. "Oh, ¿ese lugar?" Bob le despidió con la mano. "Vamos, seguro que eres más aventurera que eso. Te voy a llevar a otro sitio. Es un lugar fantástico. La comida es fantástica." Él le señaló hacia un pequeño hueco, junto a una escalera, en un rincón oscuro que llevaba debajo del nivel de la calle. Dar detuvo en seco y sintió el sudor corriendo por su espalda. "¡Hey!" Bob rebotó, sorprendido. "¿Qué pasa?" "Eso está bajo tierra," Dar afirmó rotundamente. La miró, perplejo. "Bueno, sí. Está en el sótano." "No entro a sótanos." Sus fríos ojos azules se posaron en su rostro. "¿Qué quieres decir con que no entras en sótanos? ¿Qué diablos haces, en tu casa, cuando tienes que ir por debajo de la planta baja, Dar?" parecía estupefacto. "Nada. No tenemos sótanos en Miami," le dijo secamente. "Si piensas que vas a hacerme bajar esas escaleras, te equivocas." Se hizo un momento de silencio. "Y antes de que sigas hablando, apuesto a que Alastair nunca te mencionó mi interés por las artes marciales." "Espera, espera, espera, lo tomaremos con calma." Bob levantó las manos y se echó a reír. "Está bien, mensaje recibido. Vamos... Conozco a un buen sitio donde sirven perritos calientes en la Quinta Avenida, que tiene buenas vistas y que además está al aire libre." Puso una mano en la espalda de una cuidadosa Dar y la guio de vuelta a la calle. "Él nunca me mencionó nada de nada." Dar se relajó un poco y le dedicó una media sonrisa. "Él nunca dice mucho de ti en absoluto, ya sabes... sólo que eres demasiado inteligente pera ser una persona, y creo que tiene razón." Se rio entre dientes. "¿Estás dispuesta a ser más comunicativa?" "No", respondió fríamente Dar. "Cuando hablo de mi vida personal, por lo general acaban echándome mierda a la cara, en algún momento en alguna reunión de personal. Así que no, gracias."
Bob suspiró. "Solo negocios. Tu reputación está intacta en ese frente." Le dirigió una sonrisa resignada. "¿Qué tal una hamburguesa y patatas fritas?" "Me parece bien." Satisfecha con la aceptación de sus reglas de juego, Dar puso las manos detrás de su espalda y siguió al ejecutivo de ventas, observando el flujo de gente que llenaba la calle. Caminaron por un conjunto de escaleras de poca profundidad y terminaron en un café al aire libre, con mesas pequeñas en un patio que daba a Rockefeller Center. Dar miró el menú escrito a mano y eligió un sándwich y patatas a la francesa, dando a Bob un gesto de aceptación, cuando sugirió una botella de vino para compartir. Dejó que sus ojos vagaran a través de la escena, sintiendo el ruido, las luces y la gente que pasaba. Ahora, reconoció francamente, que aquello era interesante, y muy diferente a lo que estaba acostumbrada en Miami. Las voces a su alrededor eran diferentes, incluso con un tono más nítidas. "¿Dar?" Se dio la vuelta y amablemente concedió su atención en su anfitrión. "Lo siento, ¿me perdí algo?" Hablaron de la empresa por un tiempo, mientras masticaban sus muy buenos sándwiches y bebían el vino. Dar logró relajarse un poco, consciente de que la intensidad casi insoportable, que había sentido de su compañero de trabajo, la noche anterior se había silenciado, y ahora, para su sorpresa, mantenía un muy buen comportamiento. Recordó la advertencia de Alastair. Movió su mano, girando el vino blanco dulce, en el vaso de cristal, y tomó un sorbo, disfrutando del sabor que rara vez se permitía. "¿Has visto la presentación de hoy?" Bob rio, inclinándose hacia atrás y cruzando un tobillo sobre la rodilla. "Definitivamente no fue nada convencional, Dar. En otras presentaciones, me suelo dormir durante las tres cuartas partes de los discursos de Al. Casi me los conozco de memoria. Lo hacemos cada trimestre. "Bob bebió un trago de vino. "Habla de los cambios de personal, de cifras…. No es como si él viene y dice, en este trimestre hemos perdido la granja, lo sé." "No si puedo evitarlo, no." Dar sonrió. "Es mi trabajo asegurarme que no siempre sea así." El ejecutivo de ventas asintió pensativo. "Eso es verdad, y la verdad, él se basa en eso", dijo. "Eres una jugadora clave". Dar se encogió de hombros. "Hago lo que tengo que hacer." Él se rio entre dientes. "Y Dios ayude a cualquiera de nosotros que se interponga en tu camino. Me has tirado de las orejas un par de veces." "No es nada personal". Los ojos de Dar brillaron ligeramente. "Hmm." Bob se aclaró la garganta y cambió de tema. "Definitivamente tu presentación nos animó, eso es seguro." Sus ojos deambularon por toda ella. "Es
mucho más agradable de mirarte que mirar a Al, y sabes muchas cosas. Por cierto, buen trabajo con los inversionistas extranjeros. Ellos estaban tratando de clavarte." "Me he enfrentado a cosas mucho peores." Se detuvo cuando sintió un escalofrío por la espalda. Fue una sensación muy extraña, y apenas resistió el impulso de mirar detrás de ella. De repente, apretó su estómago, y sintió un nudo formándose en sus entrañas. ¿Pero qué mierda? "¿Dar?" Bob cogió el cambio y se sentó. "¿Estás bien?" ”No.” Dar sintió que la sangre le subía por el rostro, y su corazón comenzó a golpear. ¿Era el vino? Dejó el vaso. "Sí, estoy bien..." Su garganta se le secó, y sintió una oleada de tanta ansiedad que casi la hizo temblar. "Creo que….." Bob puso su vaso en la mesa y se inclinó, tocando su hombro con cuidado. "Estás muy pálida. Tal vez deberías echarte un rato." "No." Dar de repente tuvo la tentación de estar en movimiento, un reflejo animal alimentado por su energía nerviosa, que hizo que sus muslos se contrajeran y se tensaran. El temor se apoderó de sus entrañas, y temía que fuera a vomitar. "Escucha, tal vez dije algo que no te………." "Tengo que buscar un taxi." Bob se puso de pie con decisión y se acercó a la acera, chasqueando los dedos expertamente. Hizo una seña al camarero con la otra mano, le dio un billete y se dirigió de nuevo hacia donde Dar estaba de pie. "Vamos. Te acompañaré de vuelta al hotel." "Está bien -" Dar empezó a protestar. "Tu bienestar es lo suficientemente importante como para que Alastair P. McLean me mate si te dejó así sin más. "Vas a dejar que te acompañe de vuelta a tu habitación, y llamaré a un médico si tengo que hacerlo." Hubiera sido casi divertido si Dar no hubiera sentido como sus entrañas fueron arañando su camino hacia arriba, con ganas de entrar en erupción por todos los orificios de su cuerpo. "Bien." Dejó que la metiera en un taxi, y se concentró en respirar profundamente, tratando de no vomitar.
KERRY se aferró a los brazos de los asientos, con una mano libre para apretar el cinturón de seguridad, que había dejado prudentemente fijado en su regazo. Josh se sentó a su lado, jadeando mientras el avión se sacudía en el aire. Sus dedos estaban blancos por su fuerte agarre. "Amigos," la voz del capitán sonaba tensa, pero calmada: "Sé que da bastante miedo volver allí ahora mismo, pero intentan mantener la calma. Un frente de la
tormenta nos ha pillado por sorpresa esta noche, por lo que sólo tienen que sujetarse y mantener la calma". Bueno. El corazón de Kerry estaba martillando tan fuerte, que apenas podía oír la voz del hombre. Todo su cuerpo estaba tenso por el miedo, y cerró los ojos cuando el avión cayó inesperadamente, haciendo que perdiera la noción del tiempo durante unos largos segundos. Entonces la sensación se detuvo abruptamente, y el avión se sacudió, inclinándose a un lado y estremeciéndose. Tenía que concentrarse en algo, por lo que eligió lo mejor de su vida. Apretó la mandíbula mientras imaginaba la cara de su amante, tratando de dejar que la imagen llenara su mente, expulsando el horror a su alrededor. El temblor se prolongó durante lo que pareció una eternidad. Oyó las cosas caen en la cocina y la maldición de las asistentes de vuelo, así como los suaves y débiles ecos de alguna alarma tras la puerta cerrada de la cabina. El temor casi la ahogaba. Y luego se detuvo. El violento temblor se detuvo con un golpe extraño, y el sonido de los motores empezó a sonar de forma normal. Poco a poco, Kerry abrió un ojo y luego el otro. Su cena estaba charlando con sus amígdalas, y esperaba que nadie le pidiera que hablara o pensara en algo. Miró por la ventana, y su corazón casi se detuvo de nuevo. Vio dos capas de nubes grises, abrirse por las rayas de disparo de un rayo, como si un momento de paz se abriera para dejar paso al infierno.
DAR le dio las gracias a BOB, lo tranquilizó por décima vez, le aseguró que estaría bien, y luego cerró la puerta de la habitación y se refugió en el pacífico silencio interior. Estaba oscuro, y sólo se permitió encender una pequeña luz, para poder caminar por la alfombra hasta desplomarse sobre la cama. Su cuerpo se encrespó instintivamente en una bola, mientras se quedaba allí tratando de averiguar qué demonios había sucedido. Por el momento, simplemente se trataba de mal de estómago y de un fuerte dolor de cabeza tensional. La ansiedad frenética había desvanecido, dejando sólo un nudo en el intestino que simplemente se negaba a aflojar. "¿Qué demonios fue eso?" Dar habló en voz alta, con la voz un poco ronca. "¿Qué hay de malo en mí?" Estaba asustada, se admitió a sí misma, fragmentos de artículos de revistas sobre ataques de ansiedad llenaron su mente. Historias sobre gente que ni siquiera podían salir de sus casas. "No." Dejó que sus ojos se cerraran e intentó descansar, obligándose a respirar lentamente y con calma. "No me está pasando eso. No lo voy a permitir." Después de unos momentos de simplemente estar allí acostada, se empujó incorporó y se puso de pie, mirando el reloj mientras lo hacía.
Instintivamente, su mano fue a su teléfono móvil, marcó un número y escuchó el tono. Saltó el buzón de voz. Arrugó su frente, y luego se encogió de hombros. "Supongo que se te olvidó cargarlo de nuevo, ¿eh?" habló por el teléfono. "Escucha, algo extraño me ha pasado. Yo solo..." Dudó. "Me gustaría hablar contigo sobre ello. Llámame en cuanto puedas ¿de acuerdo?" Una pausa. "Está bien. Hablamos más tarde." Colgó el teléfono, se acercó a la mesa y se sentó, encendiendo su ordenador portátil, conectándose a la red. Unos pocos clics más tarde, la luz de la pantalla de matriz iluminó sus características con un resplandor fantasmal, aun cuando sus ojos se deslizaban de ida y vuelta, a través de la lectura de datos. Otro clic, y a continuación, entró en el número de vuelo de Kerry. Pulsó enter. -En ruta - retrasado. "¿Retrasado?". Mil pensamientos pasaron a toda velocidad por su mente de Dar. "¿Por qué?" De repente, sus entrañas se apretaron de nuevo y se dobló, agarrándose al borde de la mesa, cuando una ola de miedo casi la abrumó. Forzó un pequeña grito de su garganta, respiró hondo y lo sostuvo, obligando a sus emociones hacia abajo mientras luchaba por recuperar el control. Fue duro, pero se las arregló para hacerlo. Después de limpiar el sudor de los dedos, actualizó la pantalla, viendo aquellas palabras negarse a cambiar. Miró el reloj y calculó el tiempo. Luego cogió su móvil y marcó un número. Sonó. Una voz le atención, relativamente alegre dada la hora de la noche. "Necesito el estado en uno de sus vuelos. Está listado como retrasado." Habló despacio y con claridad. "Necesito saber por qué se retrasó, y necesito me lo digas específicamente, o subiré en la cadena de mando hasta que despierte a alguien, lo suficientemente alto, como para bajar a ese centro en el que estés sentado y me diga lo que quiero". Se detuvo unos segundos. "¿Está claro?" Se hizo un silencio de muerte. "Sí, señora", la voz finalmente farfulló. "¿Puedo tener el número de vuelo?" Dar se lo dio, consciente de que un escalofrío recorría su cuerpo. No se oía dada excepto el chasquido característico de un teclado. "Está bien... um... Sra....” "Roberts," respondió siempre en voz baja. "Bien... Bien, bueno, por lo que puedo ver aquí, la tormenta golpeó fuerte sobre Virginia... um...” "Específicamente," Dar le recordó. El secretario suspiró. "Señora -"
"Soy la directora de información de ILS. Puedo, si tengo que hacerlo, entrar en tu sistema de reservas y obtener la información por mí misma, pero me llevará más tiempo, y no estoy de humor. Así que dime," mordió las palabras," lo que... sea... ¿cuál es... problema? " "No es - bueno, ellos tienen algunos daños en la aeronave, pero el capitán cree que puede aterrizar sin problemas. El problema es que primero tienen que pasar por otra tormenta. Están tratando de aterrizar en Washington DC..." Dar se llevó un brazo sobre su estómago y se mordió el interior de su labio. Tuvo que tomar varias respiraciones antes de poder hablar. "Gracias Está bien.". "¿Señora?" Apagó su teléfono, y dejó caer la cabeza hacia delante para descansar contra el borde fresco del portátil. KERRY envolvió sus brazos alrededor de la almohada que tenía en su regazo y sólo mantuvo los ojos cerrados mientras el avión se sacudió y continuó su camino a través de las nubes. Podía sentir pequeños estremecimientos golpeando a través del marco de la aeronave, y se las arregló para componer una pequeña oración, que envió hacia el exterior, sin pedir nada más que poder volver a oír la voz de Dar. Eso era todo. Sintió un toque en la mano, y levantó la cabeza para ver a Josh mirando hacia ella, con la cara blanca como una hoja y un aspecto muy joven. Ella esbozó una sonrisa para él. "Vamos a estar bien." "Sé que eres una mujer casada, ¿pero puedo agarrarte de la mano?" Preguntó Josh. "Estoy muy asustado, creo que acabo de ver mi testículo izquierdo en el lóbulo de mi oreja." Eso obligó a Kerry a sonreír, y alargó la mano, apretando su mano con la suya. "Claro". "Señores pasajeros..." La voz del piloto llamó su atención. "Esta es la situación. Hemos sido alcanzados por un rayo y perdido uno de nuestros motores, pero no se preocupen. Tenemos tres." ”Qué fácil para él decirlo," Josh murmuró. "Estábamos tratando de ir hacia Chicago, pero hay una muy grande tormenta delante de nosotros", el piloto explicó. "Washington ya está cerrado, así que vamos a tener que desviarnos hacia el este y tratar de llegar a Nueva York." Nueva York. Pensó que era la única buena noticia. Nueva York era donde estaba Dar, y ahora tenía muchas ganas de estar allí. "Pero tenemos que conseguir atravesar esta célula de tormenta para llegar allí. Va a ser un poco movido, así que cálmense y agárrense."
"¿Un poco?" Kerry sintió ganas de vomitar. "Me pregunto cuánto tiempo tardaremos." Una de las asistentes de vuelo, agobiada, manchada de café, y agotada, le respondió, en voz baja. "Treinta minutos". "Gracias." Kerry le dedicó una sonrisa de agradecimiento. "¿Alguna vez has pasado por esto antes?" La azafata, una mujer delgada de mediana edad con el pelo sal y pimienta y una cara interesante, asintió brevemente. "Dos veces. Creo que después de esto me retiraré". Kerry sintió una gran presión incómoda en sus oídos, y suspiró, abrazando la almohada con un brazo y manteniendo un control sobre Josh con la otra. El avión empezó a balancearse violentamente de nuevo, y el murmullo de voces, que había subido el tono, cayó de nuevo al silencio. Las luces de la cabina parpadearon, dejando sólo la iluminación indirecta sobre ellos, y los relámpagos externos trajeron flashes espeluznantes de plata, como dardos, de forma inesperada en la cabina. "No me gusta esto," susurró Josh. "Voy a dejar este trabajo en cuanto lleguemos a tierra. Volveré al negocio con mi tío Al volver a casa." Le alegró la distracción, y Kerry se lamió los labios. "¿A qué se dedica?" "Pizzería" Josh gritó, cuando una explosión sonó y el avión se inclinó hacia un lado. "Dios mío." Kerry exhaló, manteniendo los ojos pegados a la ventana. Las nubes eran tan gruesas y oscuras en el exterior, que sólo podía ver los bordes cuando un rayo estalló dentro de ellos, o cuando las luces tenues de la orilla del ala principal del avión se asomaron a través de la niebla. Era como estar dentro de una bolsa, rodando por una montaña. No podía ver nada, no tenía ni idea de dónde estaba el suelo... Tenía ganas de llorar. El miedo era tan abrumador, que la hizo querer gritar, pero se mordió el interior del labio y simplemente lo soportó - tiempo en marcha tan lentamente que era como si cada minuto duraba una hora. Después de unos quince minutos algo más cambió. El avión se volvió a mover bruscamente haciendo que las azafatas cayeran hacia un lado. A los pocos segundos, que parecieron una eternidad, se enderezó lentamente y volvió a su posición normal. Kerry empezó a temblar. El avión se balanceaba, de forma tan inestable que la mareó. De repente, sintió un cambio en la presión, y saltó, mirando hacia arriba y casi esperando que se abriera el panel y cayeran las mascarillas. Pero no ocurrió. "Sin presión en la cabina," la azafata informó a su compañero de asiento. "Tenemos que estar por debajo de 10.000 pies." "¿Eso es bueno o malo?" Josh preguntó nerviosamente. Nadie le respondió.
Todos ellos gritaron cuando el sonido del motor cambió y el avión perdió velocidad. Luego, otro sonido, uno más fuerte, y Kerry apenas mantuvo el control de sí misma, al darse cuenta de que el sonido era de la extensión del tren de aterrizaje. Eso era - su mente agotada se aferró a la razón – luego el sonido de los spoilers de aire, el avión disminuía su velocidad para aterrizar. El avión guiñó y se tambaleó, y luego volvió a disminuir su velocidad drásticamente. En el exterior, todavía se podían ver las nubes. Las miró, deseando ver algo más que oscuridad fangosa alrededor del avión. "Vamos... vamos...” Más y más, hasta que Kerry estaba segura de que iban a estrellarse. Cerró los ojos y pensó en Dar y ferozmente se dijo que cuando llegara al cielo, porque maldita sea, ahí es a donde iría - sería tan cuidadosa para vigilar a Dar, y se aseguraría de que nunca estuviera sola. Inclinó la cabeza. Entonces la oscuridad en el otro lado de la ventana se disolvió en lluvia, y el viento azotó, y las luces de una gran ciudad, destellaron rápidamente cuando el gran avión tropezó y se sacudió sobre la pista de aterrizaje, aterrizando a un lado, deslizándose y a continuación, enderezándose esta vez sólidamente en todas sus ruedas. Los motores se apagaron, y la falta de definición de las luces se convirtieron en las líneas sólidas de la terminal, luego explotaron en el color cuando un grupo de vehículos de emergencia pasó zumbando a su alrededor, rodeando el avión. Sintió que toda la tensión acumulada salía fuera de ella, dejándola parada en su asiento y completamente agotada. Ni siquiera el ruido de aguanieve contra la ventana la agitó. Simplemente cerró los ojos y dio un tranquilo y sincero agradecimiento. Buscó su teléfono móvil.
FUE hipnótico. Dar se quedó agachada sobre su portátil, golpeando continuamente el botón de actualización, tratando de cambiar el indicador de la página por la pura fuerza de voluntad. "Cambia, maldita sea," susurró en voz baja, golpeando el botón del ratón por milésima vez. Y lo hizo. El estado Retrasado se transformó ante sus ojos asombrados a: Llegado. "Llegado". Dar parpadeó. Hizo clic en él de nuevo y observó a los mismos resultados. Una vez más. Lo mismo. Los músculos de sus hombros se relajaron y se desplomó sobre el escritorio. Entonces tomó aire y llevó la mano alrededor del teléfono móvil y comenzó a levantarlo. Sonó cuando lo había cogido y todo su cuerpo se volteó por la sorpresa. El teléfono salió volando y Dar se tiró a por él, tropezando con el cable del ordenador y cayó sobre la alfombra.
Su cabeza se golpeó contra la mesa de noche y gritó, pero sus dedos encontraron el teléfono y se las arregló para conseguir descolgarlo y llevárselo al oído, sin mayores lesiones. "¿Sí?" "Cariño, no tienes idea de lo que me acaba de pasar." Dar rodó sobre su espalda y sintió un total alivio al escuchar su voz. "Uh?" Kerry suspiró al teléfono. "Acabamos de aterrizar. Hemos tenido que atravesar esta gran tormenta, y el avión se balanceaba por todo el lugar, y perdimos un motor, y creo que mi estómago va a renunciar y encontrar un trabajo mejor en otro lugar después de ese paseo hacia abajo." Dar colocó una mano sobre su propio vientre y parpadeó. "Sí. Sé lo que quieres decir", murmuró en voz baja al teléfono. "Me alegro de que estés bien." "Nunca he estado tan asustada en mi vida." La voz de Kerry estaba temblando. "Apuesto a que," Dar murmuró "apuesto a que sentiste que tu corazón estaba saliendo de las orejas." Se frotó una de las suyas, y luego dejó caer la mano a la alfombra sin fuerzas. "Sí," Kerry suspiró. "Todavía estoy temblando." Dar levantó su pierna errante de nuevo y vio que temblaba. "Hmm." La dejó caer con un golpe. "Ow." "¿Qué pasa?" Preguntó Kerry. "Estamos atrapados aquí durante unos minutos. Están tratando de abrir la pasarela telescópica. Todo está helado, creo." "Me golpeé la cabeza," Dar le dijo. "Por lo tanto, ¿estás en Nueva Jersey?" Apenas tenía una noción de lo que estaba diciendo, simplemente empujando palabras para llenar el silencio. "No estás herida ni nada, ¿verdad?" "No." Kerry suspiró. ". Sólo asustada, quiero salir de este avión; y espero quedarme atascada durante la noche, porque déjame decirte - No estoy ansiosa de volver a volar de nuevo." "Mm... sí. Puedo entenderlo." Dar exhaló, "Ojalá hubiera estado allí contigo." Kerry estaba muy tranquila por un momento, y cuando comenzó a hablar, tenía un tono distinto en su voz. "Me gustaría que estuvieras, también. Justo antes de aterrizar, yo..." Se detuvo, y luego continuó. "Estaba muy asustada." Dar se puso de lado y se acurrucó con las manos alrededor del teléfono, con ganas de llegar a través de él. Tal vez podría pasar a través de él, si realmente se esforzara. "Siento que hayas tenido que pasar por eso, Ker. Aguanta ahí, ¿de acuerdo? Iré a por ti." Un suspiro tembloroso le respondió. "¿Estás bien? Suenas un poco rara." Igual que una muñeca de trapo. Dar ahora tenía una excelente visión de ese viejo refrán. "Estoy bien, sólo cansada, y creo que estos malditos alimentos de Nueva York me provocaron un dolor de estómago."
"Oh. ¿Dónde termina..." Kerry se detuvo. "Ya han abierto la puerta, tengo que salir de aquí Cariño, te volveré a llamar tan pronto como pueda averiguar dónde estaré". "Claro. Hablamos pronto," contestó Dar. "Te quiero." "Yo también te quiero." La voz de Kerry, por último, sonó con una sonrisa. "No puedo esperar a verte." Dar dejó caer el teléfono sobre la alfombra y sólo se quedó allí por un momento. Luego rodó sobre sus pies y cogió el teléfono de la habitación con una mano y sus zapatillas con la otra. El operador se encendió. "Tengo que ir al aeropuerto." "¿Qué aeropuerto, señora?" "El que está en Nueva Jersey." "¿Newark?" Miró el receptor con disgusto. "¿Es el que en Nueva Jersey?" "Sí, señora". "Entonces ese." Dar consiguió ponerse sus zapatillas y se ató los cordones con una sola mano. "Tengo que ir ahora." "Señora, no hay aviones que salgan esta noche. Tendríamos que llamar a un controlador especial." Dar contuvo el aliento y contó hasta diez. "Entonces llame a uno," dijo entre dientes. "Ahora".
El aeropuerto era un caos. Kerry bajó por un lado de la pasarela telescópica y apoyó la espalda contra la pared, dejando que el flujo de personas pasara más allá de ella. La tormenta había cerrado un montón de rutas aéreas, y el lugar estaba lleno de viajeros varados y furiosos. Sus compañeros de viaje se agruparon en torno a un representante de la aerolínea. La mayoría de ellos estaban molestos y todavía sacudidos, y las voces se oían estridentes y ruidosas. Sus propias rodillas temblaban. Caminó y se sentó en el asiento vacío cerca del podio de la puerta, dejando caer su maletín, entre sus pies, mientras apoyaba los codos en los muslos. Estaba segura de que todo el mundo estaba desesperado por conseguir ser desviados u obtener alojamiento gratuito o exigir algún tipo de indemnización de la compañía aérea. Ella no necesitaba nada de eso. Era simplemente feliz de estar en tierra, de una sola pieza. Cruzó las manos y apoyó la cabeza en ellas, tomándose un momento para unas palabras susurradas de gratitud al Señor que seguramente la había estado observando.
Una mano en el hombro le hizo volver a la realidad y miró hacia arriba. "Oh." Se irguió cuando un representante de la aerolínea se arrodilló a su lado. "Hola." "¿Está bien, señora?" preguntó a la mujer amablemente. "Sé que ha tenido un viaje duro." Kerry miró hacia atrás, donde su avión estaba ahora rodeado por vehículos de emergencias y luces intermitentes. "Se podría decir eso." Esbozó una sonrisa. "Estoy a la espera de que la multitud se disperse por allá." Sus ojos se dirigieron a la multitud alrededor de los otros representantes. La mujer le dio una palmadita al maletín de Kerry, mirando a la pequeña etiqueta platino unida a la hebilla del maletín. "¿Por qué no viene conmigo, y consigo que la atiendan?", sugirió casualmente. En la vorágine dentro del aeropuerto, con toda la gente molesta y vuelos cancelados, la última cosa en la que hubiera pensado Kerry era en reclamar su privilegio. Sin embargo, desde que se lo estaban ofreciendo, no estaba con ganas de rechazarlo. "Claro. Me encantaría." Se puso de pie y tomó su maletín, siguiendo al representante, mientras andaba a través de la multitud, pasando junto a los otros clientes iracundos. Kerry vio a Josh justo cuando atravesaba la multitud. Estaba esperando su turno y no con tristeza, le saludó con una sonrisa cuando sus ojos se encontraron. "Parece que estamos avanzando, aunque no hay vuelos hasta mañana” le comentó. "Si, pero tampoco estoy de humor para coger otro avión," Kerry admitió. "Chicago puede esperar." "No para mí." Josh negó con la cabeza. "Lo dije en serio. Me voy a casa." Kerry buscó en su bolsillo y sacó una de sus tarjetas de visita, que le entregó. "Si realmente decides dejarlo, llámame." Echó un vistazo a la tarjeta, luego miró más de cerca el título, las cejas tirando hacia arriba de una manera que era cómica. Sus ojos se abrieron y le devolvió la mirada. Kerry le guiñó un ojo, le dio una palmada en la cara, luego se volvió y continuó siguiendo a la azafata. "Es un joven apuesto", comentó la azafata. "Sí," Kerry asintió, distraída por los altavoces resonaban ruidosamente alrededor de ellos. "¿Si quiere podría venir con usted?" "¿Eh?" La cabeza de Kerry espetó, dándose cuenta de lo que la mujer estaba diciendo. "Oh, bueno, no. No, gracias." Se pasó una mano por el pelo. "Él no es mi tipo." "Oh." La mujer miró detrás de ellas. "De todas formas podemos volver y hacer que venga con nosotras, más tarde." Le lanzó una sonrisa maliciosa a Kerry. "Si no le importa." Kerry asintió divertidamente. "Entonces será mi invitado."
Atravesaron un pequeño pasillo sin señalizar, y la mujer abrió una puerta lisa con su tarjeta-llave, permitiendo la entrada de una ráfaga de aire frío, así como sintiendo el aroma de brandy. "Vamos ahora podrá relajarse un poco." Kerry dio un paso dentro de la puerta del “Pasajeros Platino Club2 y se alegró de oírla cerrarse detrás de ella. Caminó a la recepción de cortesía, dejó su maletín y sacó su cartera, entregando su tarjeta del club a la mujer detrás del mostrador. Todo estaba tranquilo en el interior del club, aunque muchos viajeros ya estaban tomando refugio allí, y se podía oír el tintineo débil de las copas en el bar, y un suave murmullo de voces. "Gracias, Sra. Stuart." La mujer la miró amablemente. "¿Estaba usted en el vuelo a Chicago?" Kerry asintió. "¿Quieres algo para beber?" Kerry volvió a asentir. "Vamos." La mujer se levantó, tomó su maletín y le hizo gesto para que la siguiera. "¿Va a necesitar una habitación de hotel?" "No." Se encontró sonriendo. "Alguien vendrá a buscarme." El impulso, en ese momento, por ver la cara de Dar fue tan abrumador, que casi se puso a llorar. "Pero gracias por la oferta." "No hay problema. ' Le sonrió. "Tiene suerte de conocer a alguien en la ciudad. Los hoteles en el aeropuerto no son muy agradables". Kerry se frotó las manos, que habían dejado finalmente de temblar. "Si, tengo mucha suerte," estuvo de acuerdo. "¿Cree que la tormenta durará hasta mañana?" La mujer la llevó hacia una agradable y cómoda silla. "No, no se preocupe. Parece ser que mañana hará buen tiempo. Tendrá su vuelo de salida, no hay problema." Kerry se sentó y suspiró, teniendo flashback de su juventud, cuando deseaba que nevara para no tener que ir a la escuela. "Gracias. Está bien."
DAR resistió el impulso creciente de decirle al conductor que se callara. No era un mal tipo, pero había empezado a hablar con ella desde en el momento en que se había metido en el Lincoln, y todos sus intentos de no proporcionarle cualquier información conversacional se habían vuelto completamente desatendidos. "¿Has estado aquí antes?" "Sí." Apoyó la cabeza contra la ventana de cristal y observó a los edificios oscuros al pasar.
"¿Te gusta Nueva York?" "No." "Aw, ¿en serio? Hey, no es tan malo. La gente dice cosas sobre el crimen y cosas así, pero en realidad es un gran lugar." El conductor bajó la ranura de separación. "Tenemos un montón de cosas para ver. ¿Has estado a la Estatua de la Libertad?" "Sí." "¿Ves? Ese es un gran lugar, y la Isla Ellis, también. ¿Ha estado allí desde que la han arreglado?" "No." "Tienes que ir. Te gustará. ¿Y el Empire State Building?" "Sí." "Ese es un lugar fantástico, ¿eh?" "En esta ciudad hay muchas ratas." "¿Eh?" El conductor se volvió a mirarla, a pesar de que se dirigían hacia un gran puente. "Ratas." Dar murmuró. "Se comen los malditos cables." Deseaba que el coche fuera más rápido. "Oh, bueno, ya sabes, no podemos tenerlo todo", el conductor se disculpó. "Ellas viven aquí también, ¿sabes?" Se dio la vuelta y volvió a poner la vista sobre el tráfico. Después de un momento de bendito silencio pensativo, habló de nuevo. "¿Eres un exterminador?" Dar le miró la parte posterior de la cabeza, deseando que explotara. "No." "Oh. Pensé que igual lo eras, por eso de hablarme de las ratas", comentó el conductor. "Mi primo Vinnie es exterminador. Ellos ganan mucho dinero, ¿sabes?" El tráfico ahora estaba más ligero, y pudieron avanzar más rápido. Dar vio una señal para el aeropuerto de Newark, y sintió que su pulso se aceleraba. Antes de salir se había tenido que tomar una par de pastillas para matar el dolor de cabeza por el susto de Kerry, pero todavía sentía su cabeza palpitar. El coche se detuvo en la entrada de la Terminal, un minuto más tarde, y con gusto salió, subiéndose la cremallera de su chaqueta de cuero. Se apoyó en la ventana y se entregó un billete, lanzándole una mirada furiosa. "Gracias." "¡No hay problema! No hay problema." El hombre sonrió. "Oye, ¿Cuándo vuelves a la ciudad?" Él preguntó. "No tienes nada de equipaje, así que me imagino que has venido a recoger a alguien, ¿no? ¿Quieres que te espere?"
Dar miró a su alrededor, calibrando lo avanzado de la hora contra la naturaleza molesta de su amigo el conductor. "Sí, está bien", decidió. "Espere aquí." Se dio la vuelta y se dirigió a la terminal, corriendo mientras esquivaba el flujo de personas que se dirigían en la dirección opuesta. La terminal estaba sobrecalentada, por lo que abrió su chaqueta, en cuanto entró en la misma. Se abrió paso entre la multitud en el interior, en dirección a la puerta de seguridad en frente de la Terminal. Sabía que Kerry estaría cerca. Impaciente, dejó su teléfono móvil y localizador en el pequeño cubo, a continuación, caminó a través del detector de metales como el guardia se le indicó. Recogió sus cosas y siguió adelante, haciendo una pausa en el centro de la terminal, mirando a su alrededor consternada. Aquello parecía un zoológico. Había gente por todas partes, con sus rostros enojados y cansados, que parecían llenar todo el espacio disponible. Sacó su teléfono y fue a hacer una llamada, pero lo guardó de nuevo cuando se le ocurrió algo. Giró sobre sus talones y se dirigió a la zona de los ascensores.
KERRY estaba, en una bola, en el cómodo sillón de cuero. Tenía una mano sujetando una copa de coñac, y sorbía lentamente, mientras la tensión de su cuerpo se relajaba muy gradualmente. A su alrededor estaban atrapados los viajeros, la mayoría haciendo uso de los teléfonos móviles y ninguno de ellos muy feliz. Todos estaban tratando desesperadamente de conseguir salir de allí, y se sentía extraña sabiendo que no quería otra cosa que quedarse donde estaba. Tomó otro trago de buen coñac, sintiendo la luz de partida zumbar, mientras se quedaba en silencio, dejando que el caos de la habitación se desvaneciera un poco. ¿Cuánto tiempo tardaría Dar en llegar al aeropuerto? trató de pensar en lo lejos que estaba la ciudad, y lo mal que parecía el clima. Se resignó a espera, acurrucándose un poco más, cuando la puerta se abrió y más viajeros descontentos entraron. ¿Podría Dar ser capaz de encontrarla? dejó la copa sobre la mesa y miró su teléfono, luego maldijo en voz baja mientras el indicador de batería pitó señalando dispositivo apagado. "Maldita sea." Lo golpeó contra la barbilla, a continuación, lo puso de nuevo en su sitio. "Supongo que tendré que esperar un rato, y luego iré a ver si puedo encontrarla." Las luces parpadearon brevemente, luego se estabilizaron, provocando un silencio momentáneo en la sala, antes de que la conversación tomara de nuevo otra vez, no sin miradas cautelosas hacia el techo. "Genial". Murmuró. "¿Algo más?" Ella estaba de espaldas a la entrada del club, mirando por los ventanales de vidrio de la Terminal, en el nivel inferior. De repente sus sentidos se erizaron y sintió
una sensación de hormigueo entre los omóplatos. Instintivamente, se volvió en su silla y miró, sorprendida por esa sensación tan repentina. La alta figura, de Dar caminaba hacia ella a través de la multitud. Dejó la copa y se desenredó así misma, casi tropezando mientras se levantaba y se metía entre los brazos extendidos de su mujer. "Uf". Fuera de balance, aterrizó en un abrazo, que la levantó del suelo. "Oh, estoy tan contenta de que nos vemos. " Dar simplemente la abrazó en silencio. "Ellos sólo trajeron mi bolsa," murmuró Kerry. Dar miró la bolsa de viaje de cuero. La olfateó con curiosidad. "¿Qué había en la copa?" Kerry se lamió los labios. "Cognac", admitió. "Estaba atacada de nervios por el maldito aterrizaje." Dar le frotó la espalda. "¿Funcionó?" "No." Kerry miró hacia arriba. "Pero ahora me siento muy bien." Sonrió. "Gracias por venir en pos de mí. Me di cuenta después de colgar, que podía haber cogido un taxi hasta tu hotel." A regañadientes se liberó del abrazo de Dar. "Luego me di cuenta de que no sabía dónde estabas, y traté de volver a llamarte, pero tengo el móvil sin batería." "Bah". Dar cogió la bolsa de Kerry. "¿Y dejar que me perdiera el fantástico paseo de Nueva York con el taxista? Vamos." Puso su brazo sobre los hombros de Kerry, cuando ésta recogió su maletín. "Vamos, salgamos de aquí." Kerry dejó escapar un suspiro. "Creo que puedo ir mirando los vuelos desde el hotel, ¿no? Así que ya sabré cuando tengo que volver aquí." Dar la miró. "Uh-huh. Ya nos preocuparnos más tarde de eso." Dirigió a Kerry hacia la puerta, ignorando las miradas de envidia de los que obviamente se veían obligados a pasar la noche justo donde estaban. La tormenta se había asentado para el momento en que empujaron las puertas abiertas que daban al exterior del aeropuerto, y Dar parpadeó cuando el viento, y la lluvia desempolvó su cara. Se subió la cremallera un poco y se protegió los ojos de la lluvia, mirando alrededor buscando a su amigo taxista. "Mierda". "¿Qué?" Kerry se estaba abrochando su propia chaqueta. "Aquí, vamos." Tomó su bolsa de viaje, sólo para descubrir que la tenía fuera de su alcance. "¡Dar!" "Déjalo." Dar suspiró, viendo el atasco de los coches en la rampa, haciendo sonar sus bocinas. "Hemos perdido nuestro taxi." Kerry miró a su alrededor. "Bueno..." Miró por la ladera cercana. "Hey, hay una parada de taxis allí. Vamos allí."
Dar abandonó la búsqueda, se resignó y empezó a andar, poniendo su brazo alrededor de Kerry, cuando salieron de la proyección, y la fría lluvia salpicó sobre ellas. Salieron rápidamente de detrás de la multitud, ya que nadie más, aparentemente, estaba dispuesto a desafiar el clima a cambio de una espera más corta para un paseo. La pendiente las condujo hacia abajo, hacia un conjunto de paradas de autobuses, donde un autobús hacia la ciudad estaba rodeado con varias personas a su alrededor. "Yeesh." Kerry giró su cuello para arriba. La combinación del coñac y su reciente experiencia tenía sus rodillas un poco inestables, y la larga cuesta no le estaba ayudando nada. Envolvió sus brazos alrededor de Dar, se apoyó y suspiró. "¿Pudiste cenar en el avión?" Preguntó Dar. "No." Hizo una pausa. "Espera, sí lo hice", se corrigió. "Pero incluso si no hubiera cenado, este dolor de cabeza me está dañando el estómago. Me conformaría con una taza de leche caliente ¿y tú?" Se secó la lluvia de los ojos. "¿Qué tal te fue en la cena con cómo-se-llame?" Continuaron andando alrededor de un grupo de hombres de pie, bajo la marquesina del autobús, donde sólo olía a orina rancia y a marihuana. "Bien". "¿Qué?" Kerry la miró con desconcierto perplejo. "Um... la cena estaba bien." Se aclaró la garganta. "Tomamos unos bocadillos. Él quería que fuéramos a algún lugar bajo tierra, pero yo no quería." Vaciló. "No estuvimos mucho tiempo." "Seguro". Kerry miró a su alrededor, en su entorno oscuro y comenzó a arrepentirse de no haber esperado en la parte superior de la rampa. La estación de taxi, que había parecido tan cerca de allí, ahora estaba al otro lado de un tramo oscuro del paso subterráneo y la lluvia había comenzado a bajar más. "Esta no fue la mejor idea, al parecer." "Eh." Dar estaba lo suficientemente contenta para cambiar de tema. "Voy a tomar su taza de leche y con una gota de jarabe de chocolate." Su compañera se rio un poco, pero luego un sonido suave detrás de ellas, las hizo mirar atrás. Del grupo de hombres cerca del autobús, dos se habían separado, y estaban paseando casualmente detrás de ellas, con los rostros ocultos, bajo sus capuchas contra la lluvia. Miró hacia delante de nuevo, y luego desvió la mirada hacia Dar. Su compañera estaba caminando con los ojos fijos en el suelo delante de ellas, con una expresión ligeramente preocupada en su rostro. "¿Dar?" "¿Mm?" Dar le dio la bolsa mientras le soltaba el brazo y comenzó a girarse. "Sujeta esto. Vamos a ver qué demonios quieren estos idiotas." Frenó y giró su cuerpo, mientras los dos hombres se paraban detrás de ellas. "¿Qué quieres?"
"¿Oye, esa es la forma de hablarle a un hombre?" le dijo el que estaba más cerca de ellas. Tenía las manos en los bolsillos de la chaqueta, y ahora estaba sacando un bloque sólido oscuro en ella. "Ahora tú y la pequeña rubia vais a darme vuestras cartera, ¡rápido!" El otro hombre se interpuso entre ellas, bloqueando la vista del resto de gente junto al autobús. "Venga. ¡Daros prisa! ¡No tenemos tiempo que perder!" El corazón de Kerry casi se detuvo al reconocer la forma de una pistola apuntando al pecho de Dar. Aspiró para balbucear una respuesta y sacó su cartera, pero se congeló cuando Dar se puso delante de ella y enderezó los hombros, desafiante. "¡Dar!" "¿Qué demonios te crees que vas a hacer con eso, pedazo de idiota?” Dar le respondió. "¿Crees que me vas a disparar? No eres lo suficiente hombre como para hacerlo." "¡Hey!" Movió hacia delante el arma. "¡Cállate la boca! ¡Dame tu cartera o te mato, perra estúpida!" "Dar". Kerry sintió una sensación de pánico que la abrumaba de nuevo. "Por el amor de Dios, por favor, sólo se trata de dinero. No significa nada." Dar mentalmente sabía que Kerry tenía razón, pero sus nervios estaban cerca de romperse, después de aquel largo día, que se vio obligada a dar un paso más cerca del ladrón. "¿Sí?" Gruñó. "Ven aquí, cabrón. He tenido un mal día y vas a ser el punto idiota que pague por ello." Empujó suavemente a Kerry detrás de ella, y comenzó a moverse en dirección al ladrón, manteniendo los ojos fijos en la pistola. Podía sentir el calor del miedo golpeando sus entrañas, y casi la hizo vacilar, pero el ladrón estaba levantando el arma y ahora ella ya no tenía tiempo de retroceder. Se lanzó contra el ataque, a la vez que observaba al otro hombre correr hacia delante. Reaccionó y mientras bajaba su cuerpo, giró la pierna alrededor golpeando al hombre en la mano que llevaba la pistola. "¡Hey!" Su pie golpeó el arma, que cayó al suelo donde estaba Kerry de pie. Dar no esperó a que reaccionara. Le dio otra patada tirándolo hacia atrás, luego se enderezó y tomó sus brazos mientras se tambaleaba, agarrándolo y volviéndose para echarlo por encima del hombro al suelo. Kerry olvidó su miedo y corrió hacia la pistola, golpeándola tan fuerte como pudo, enviándola lejos de ellos, por encima del borde del paso elevado, donde quedaría fuera de la vista. Se volvió para encontrar a los dos hombres huyendo, de vuelta hacia el autobús, y un par de faros se dirigió directamente hacia ellas. Entonces los brazos de Dar la envolvieron. Se encontraban a salvo por el momento, aunque su corazón latía tan rápido que estaba mareada. "Dios mío."
"Ya pasó todo." Dar sonaba como si le faltara un poco el aliento. "Me alegro de estar en buena forma." Miró detrás de Kerry, hacia el coche que venía hacia ellas. "Estúpida ciudad. Estúpidos bastardos. Estúpido...” El coche se detuvo, pero incluso con la lluvia creyó reconocer al taxista. "¡Hey! ¡No eres!" El taxista sacó la cabeza por la ventana. "¡Te estaba buscando allí! Me hicieron bajar la rampa, ¿sabes?" Miró a su alrededor. "No deberías haber venido hasta aquí, ¿sabes? Es peligroso.” "Gracias." Dar abrió la puerta de atrás y lanzó la bolsa de Kerry dentro, a continuación, hizo pasar a su compañera y luego entró ella. "¿Crees que puedes llegar a mi hotel sin que nos pase nada más?" El taxista bajó la ventanilla y les dirigió una mirada dudosa en el espejo. "No lo sé. Es Nueva York, ¿nunca se sabe?" Sí, lo sé." Puso el coche en marcha. "¿Quieres pasar por la esquina? Hay en la tienda de licores" "No." "¿Estás segura? Parece como si necesitaras una copa." "Probablemente no vendan leche." Apoyó la cabeza sobre una mano, mientras Kerry se hizo un ovillo junto a ella y hundió el rostro en el pecho de Dar. "Gracias de todos modos." El taxista miró de nuevo por el espejo, pero se limitó a mover la cabeza en lugar de responder y se puso a la tarea de conducir. Dar exhaló, y apoyó la mejilla en el pelo húmedo de Kerry. "¿Estás bien?" "No", respondió. "Pero si puedo seguir así hasta que lleguemos al hotel, podría ser capaz de llegar a la habitación sin volverme loca." Poco a poco dejó escapar un largo suspiro. "Uuuuhhhhggggggh." Sintió que Dar le daba un beso en la cabeza, y al minuto siguiente su mundo se redujo al sonido de los latidos del corazón de su amante, mientras dejaba que el estruendo de las bocinas y el ruido de la lluvia se desvanecieran. Sintió disminuir su tensión cuando Kerry se relajó contra ella. Se apartó el pelo mojado de los ojos y miró sin ver las luces que pasaban, esperando que el resto de la noche les trajera más comodidad y menos emoción. ¿Qué había en su vida de todos modos? ¿Sería capaz de tener una reunión de negocios sin toparse con problemas? "¿Hey Ker?" "¿Mm?" "¿Crees que me atraen los problemas?" Kerry se quedó en silencio durante un largo rato. "Bueno", dijo finalmente. "Tú me atraes."
"Ah". Dar gruñó suavemente. "Buena respuesta." "No puedo ni imaginar todo lo que atraigo." "¡Hey!" Ambas rieron con cansancio, y se sentaron de nuevo a ver pasar la ciudad.
"GRACIAS." DAR garabateó su nombre en la factura del servicio de habitaciones, y se la entregó al camarero, cerrando la pesada puerta detrás de él. Se volvió y miró a Kerry en silencio por un momento, y luego se acercó a la bandeja sobre la mesa. Estaba acurrucada en una de las sillas de cuero, con la cabeza apoyada en una mano, mientras miraba por las ventanas las luces de la ciudad. "Ker?" Cogió una taza de chocolate caliente y se acercó a ella, ofreciéndosela. "Mm... gracias." aceptó, moviéndose en la silla para mirar a su amante, mientras se sentaba a su lado. "Creo que mi interior ya ha dejado de temblar, al menos." Se pasó los dedos por el cabello y suspiró. "Dios, nunca he estado tan asustada en mi vida, Dar. Qué noche." "He tenido un par de momentos en el aire, pero nada comparado a eso", le respondió. "Una se siente mejor cuando toca tierra." Kerry tomó un sorbo de su chocolate, lamiéndose los labios libres del relleno de espuma. "Ya lo creo." Dar sacó sus rodillas y las rodeó con un brazo, bebiendo de su vaso de leche, que tenía en la otra mano. "Sí. Yo..." Vaciló, y luego negó con la cabeza. "Ha sido un día largo para las dos, ¿eh?" "¿Entre mi vuelo y tu pelea con los ladrones armados? Sí." Miró a su compañera. "¿Deberíamos llamar a la policía?" Dar limitó a mirarla. "Sí, lo sé. Dos individuos encapuchados, con una pistola, les golpeé y les hice huir. Nos estarían tomando declaración hasta mañana por la mañana en la comisaría" Kerry suspiró, tomando otro sorbo de su chocolate caliente. "¿No tenías tanto miedo como yo?" "Si les hubiéramos dado nuestras carteras, habríamos tenido que caminar de regreso a este maldito hotel y yo no estaba de humor", respondió. "Maldita reunión de estúpidos accionistas de Nueva York". Hizo una pausa. "Demasiadas cosas para un maldito día." La miró por encima del borde de su taza. "Escuché tu mensaje en mi buzón de voz. ¿Qué era de lo que me querías hablar?" ella dijo, cambiando de tema. "Parecías rara." Dar se levantó y se acercó a la mesa, cogiendo un chip de camarón y untándola en salsa de cangrejo. Se la llevó a la boca y lo masticó lentamente,
consciente de la mirada curiosa sobre su espalda. Su ataque de nervios ahora había adquirido otro topo, pero no estaba segura de querer hablar de ello. "Ah... Acababa de tener una idea extraña y quería comentarla contigo", respondió casualmente. "Nada importante". Escuchó el sonido de la tela y cuero, a continuación, los suaves sonidos de unos pies descalzos deslizándose por la alfombra, antes de que una mano cálida tocara su espalda. Respirando, Dar se volvió y la miró. "Bueno... es lo suficientemente importante como para que me mientas sobre ello," declaró tranquila y con franqueza. "Y, um... no creo que nunca hayas hecho eso antes." Puso ambas manos contra el estómago de Dar y se apoyó en ella. "Cariño, no me hagas esto ahora mismo. No puedo manejarlo." Le pidió. "Sólo cuéntamelo. ¿Era ese tipo? ¿Pasó algo?" "¿Qué tipo?" Dar frunció el ceño. "No. Oh. Bob" Kerry levantó la cabeza y la miró. Inhaló bruscamente, respondiendo a la mirada en los ojos de Kerry. "No es... lo que piensa. Yo sólo... justo antes de que te llamara, yo tenía esto... esta forma", dijo. "Fue como si me estuviera volviendo loca o algo así." La expresión de Kerry se alteró. "¿Cómo?" Molesta, se sentó en el brazo de la silla cercana y se pasó la mano por el pelo. "Era como un... un ataque de pánico o... pero nunca he tenido uno antes, y sé que no soy...” Kerry se deslizó entre las rodillas de su amante y dejó que sus antebrazos descansan sobre los hombros de Dar. "¿Sentías miedo?" Dar asintió con tristeza. "Estaba totalmente volviéndome loca", dijo. "Justo en mitad de la cena con Bob. Él me trajo de vuelta aquí, debe haber pensado que estaba perdiendo la cabeza." "Wow," murmuró Kerry. "Eso no es normal en ti." Se apoyó en su pareja mientras sentía los hombros de Dar tensos. "Sí, no es broma." Puso las manos en las caderas de la joven. "Así que te llamé, pero cuando no me cogías busqué tu vuelo y vi que llegaba con retraso." "¿Lo sabías?" Asintió. "Llamé e intimidé a los de la aerolínea hasta que me explicaron lo que estaba pasando," admitió. "Sentí que había algo mal y, francamente, no podía dejar de pensar." "¿Quieres decir que sentiste como algo me estuviera pasando?" Asintió, luego frunció el ceño. "Si, lo sé, suena raro. Lo siento, no sé si me estoy explicando." Kerry sacó su móvil y revisó sus llamadas. Su frente se arrugó.
"¿Cuándo ocurrió?" preguntó de repente. "¿Te acuerdas? ¿Cuándo tuviste ese sentimiento?" "Um... después de las ocho, supongo, o algo así." Dar se encogió de hombros. "Hacia las ocho y cuarto" insistió Kerry." "Sí." Dar asintió. "¿Por qué?" La mirada de Kerry se quedó suspendida por un largo momento. "Eso es justo cuando tuvimos los problemas en el avión", murmuró. "Y yo estaba muerta de miedo." La miró a los ojos, en busca de ellos. "¿Lo sentiste?" Frunció el ceño. "Kerry, no soy psíquica", protestó. "Ni tan siquiera soy buena adivinando". "Lo sé." Apoyó la frente en su amante. "Es sólo una coincidencia muy extraña, ¿no te parece? Quiero decir, yo estoy en un avión. Estoy muy asustada, pensando en ti y tú estás aquí….." "Urmf," Dar gruñó. "Eso es raro." Se quedó en silencio durante un rato. "Al infierno, prefiero pensar que sólo me estaba volviendo loca." admitió. "Por un momento empecé a pensar que estaba perdiendo la cabeza." Kerry le frotó el pulgar a lo largo del cuero cabelludo, justo detrás de la oreja. "¿Alguna vez has tenido un ataque de pánico?" "No." "Tampoco lo creo." Kerry logró una risita. "Aunque sé que has estado un poco estresada últimamente." "Mm". Dar rodeó la cintura de Kerry con los dos brazos y la atrajo hacia sí. "Ahora, te voy a admitir que yo sí que estaba totalmente atacada. Todo en lo que podía pensar era en que nunca podría volver a verte", Kerry le susurró al oído, "Y no estaba nada lista para ello." Puso su cabeza sobre el hombro de Dar, para que capturara perceptiblemente las últimas palabras. "No me preocupaba estar acerca de la muerte sino de no volver a verte." "Ah, Ker." Dar podía sentir el temblor en el cuerpo de su pareja, y se echó hacia atrás, tirando de la joven en su regazo. "Tranquila, nena. Estoy aquí." Nervios de Dar se fueron aflojando, ahora que estaba con su amante. Rechazó su preocupación y se concentró en calmar a Kerry, frotando su espalda suavemente con los dedos. "Oh, cariño", murmuró, sintiendo las sacudidas cuando Kerry se puso a llorar. "Está bien." Hundió la cara en el hombro de Dar y simplemente dejó que todo saliera fuera mientras Dar la mecía a un ritmo cuidadoso. "Oh, Dios mío, sólo pensarlo." Ella exhaló. "Ugh." "Sí, lo sé." Dar le dio un abrazo. "Sólo déjalo ir."
Finalmente terminó con dolor de cabeza, pero al menos el reciente estrés abandonó su cuerpo, y se apoyó en Dar, hasta que sus lágrimas se habían secado. "Wow," sollozó. "Lo siento. Te he mojado." "No hay problema." Le dio un beso en la frente. "Me alegro de poder estar aquí para ti. ¿Estás bien ahora?" Le frotó la nuca, y sintió que la tensión se relaja bajo sus dedos, mientras Kerry dejaba caer su cabeza para descansar en el hombro. "Sí, ahora sí." Kerry rodeó a Dar con los dos brazos y la abrazó. "Espero tener mejor suerte en el próximo viaje". Dar le devolvió el abrazo, mientras la miraba a los ojos, pensativa. "¿Quieres que vaya en tu lugar?" se ofreció. Durante un largo momento, la joven no respondió. Luego respiró hondo y soltó el aire. "No," dijo ella. "Es mi trabajo, Dar. Yo me encargaré." Dar le dio una suave palmada en la cara. "Bueno, ya pasó lo peor, por lo menos ahora estamos aquí. ¿Tengo que ir yo o quieres que me critiquen de nuevo?" "No. Tienes razón". Pero Kerry no daba señales de querer salir de sus brazos, se quedaron en silencio, con el único sonido del reloj de pared marcando detrás de ellas, mientras la lluvia continuaba golpeando en la ventana exterior.
KERRY se apoyó contra la pared, dejando que el vapor fragante llenara sus pulmones. Una cosa buena sobre el Marriott, reconoció; siempre tenían duchas de agua caliente. Dejó que el repiqueteo de pulverización golpeara a lo largo de su espalda, aliviando el dolor de cabeza que todavía tenía, incluso después de una buena noche de sueño, en compañía de Dar. Exhaló. Había llamado al aeropuerto y le informaron que las pistas estaban abiertas de nuevo. Su vuelo estaba disponible para el mediodía. Había hecho la reserva, pero su corazón estaba todavía reacio, e intentó ocultar su todavía sensación de temor a su amante. No eres una cría, deje de actuar como tal, se dijo con severidad, recogiendo tubo de Dar, de gel de baño, y apretando un poco en su mano. Una ráfaga de aire frío la hizo detenerse, luego sonrió mientras Dar se unía a ella en la ducha. Las nubes de vapor se separaron y se retorcieron alrededor de la figura alta y morena. En lugar de aplicarse el gel, se la extendió a su amante por todo el cuerpo. "Hola." "Hola." Dar amablemente la correspondió, frotándole la parte posterior de los hombros. "El tiempo de volver a la normalidad". Kerry tragó. "Lo sé." Respiró. "Yo... um... reservé un vuelo al mediodía a Chicago", dijo. "Espero tener más suerte esta vez." Unas manos le tomaron la cara y tuvo que mirar hacia arriba para encontrarse con los ojos de color azul pálido mirándola a través de la niebla. Se sentía como si
Dar pudiera ver a través de ella, con el temor de no poder ocultar su interior, lo que la hizo sentirse un poco avergonzada de sí misma. Por amor de Dios, Kerrison. Es sólo un maldito avión, su conciencia le reprendió. Has estado en docenas de ellos y nunca te había ocurrido nada parecido, así que ¿cuál es tu problema? Malditos pensamientos. Kerry exhaló, tragando el repentino nudo en la garganta. "No suenas muy emocionado," Dar comentó. "Yo no lo estoy," admitió en voz baja. Dudó durante un largo momento, sintiendo odio por su debilidad. "Dar, ¿puedo pedirle un favor? ¿Cómo mi jefe?" Dar se miró a sí misma, y luego a Kerry, sonriendo. "Lo digo en serio." "Claro", respondió Dar. "Sabes que nunca te he pedido nada." "Lo sé, eso es cierto." Kerry estudió su angular perfil observándola, sabiendo que sus próximas palabras podrían decepcionar a su jefa. "Ahora te lo voy a pedir," dijo. "¿Hay alguna forma de arreglarlo para que no tenga que ir allí?" La mujer morena consideró muy seriamente la petición. La situación necesitaba resolución y estaban fuera de tiempo para hacer parches temporales. Alastair sabía del problema, y se había comprometido a resolver el problema delante de él, y Bob. ¿Qué era lo que había dicho, que su gente esperaba que tuvieran que viajar? Miró a los ojos de Kerry, vio en ellos su pena, y la incomodidad de lo que estaba pidiendo, así como el acecho en las sombras de un temor persistente. "Sí, puedo arreglarlo," respondió fácilmente. "Sólo déjamelo a mí." La tomó de las manos y las apretó. "Vendrás a casa conmigo en el mi vuelo esta noche." Kerry se apoyó en ella, casi mareada por el alivio, unido al toque de culpabilidad. "Lo siento." Dar simplemente la abrazó. "No te preocupes." Con una extraña especie de sensación, se sintió contenta de que Kerry podría llegar a ella, sabiendo lo que estaba pidiendo, y aun así lo había pedido, sabiendo que Dar se haría cargo del problema por ella, sin hacer preguntas. "Sé que suena estúpido," murmuró la joven. "Me siento estúpida sólo por pedírtelo, pero no puedo olvidar lo que ha pasado." Era un curioso cruce, el de sus vidas profesionales y personales, y Dar reconoció que ambas habían trabajado duro para mantener esas dos partes separadas, y sabía que esta era la primera vez que su amante había cruzado esa fina línea, algo que no sabía debía haber sido muy duro de cruzar.
"No hay problema, cariño." Se inclinó y la besó. "Ahora, ¿dónde estábamos?" Se giró un poco en la ducha. "Ven aquí." Kerry dejó sus problemas a un lado, mientras se acoplaba al cuerpo de su amante, bajo el chorro de agua, sintiendo el toque familiar de su pareja. "Al menos tendremos nuestra propia acción de gracias." "Mm". Dar le mordisqueó el borde de la oreja. "Ya puedo saborear esas patatas." "¡Dar!" "Yum."
Capítulo Tres El restaurante del hotel estaba lleno cuando Dar se abrió paso entre la multitud hasta una mesa cerca de las ventanas traseras. Ya sentado, Alastair la vio y la saludó, ella levantó una mano y le devolvió el saludo. "Buenos días". Le lanzó un gesto enérgico a Bob. "Gracias por acompañarme anoche". Bob le devolvió el gesto. "Pareces mucho mejor hoy. ¿Fue la comida o la compañía?" preguntó con una sonrisa irónica. "Ninguna de las dos." Se sentó. "Sólo una fuerte migraña. Supongo que fue aumentando a medid que pasaban las horas." "Ah". Bob asintió. "Maldita cosas desagradables." Alastair parecía aliviado. "Pero me alegro de que no fuera nada grave. ¿Café?" "Por supuesto." Dar abrió el menú y lo estudió. "Oí algo sobre Redmond anoche, Dar". Alastair se inclinó hacia delante. "No se ve bien. Johnston está en pánico." Tomó un sorbo de zumo de naranja. "Escuché que Kerry estaba en camino." Dar se quedó mirando el menú por un momento, luego parpadeó. "Lo estaba." La alta ejecutiva había tomado una decisión. "He decidido traer al equipo de Redmond a nuestro territorio." Miró por encima del borde a su jefe. "Le dije a Kerry que se quedara en casa." Alastair inclinó la cabeza hacia un lado. "¿Oh en serio?" "¿La semana de Acción de Gracias?" Bob también parecía sorprendido. "Sí." Dar mantuvo sus ojos en las selecciones de su desayuno. "¿Cómo están los huevos benedictine aquí, Alastair? ¿Buenos?" Su jefe fue sorprendido con la guardia baja. Jugueteó con la servilleta, y luego se echó hacia atrás en su silla. Subió una rodilla, ahuecando la mano alrededor de la superficie de franela gris. "Nunca los he pedido, la verdad. Escucha, Dar... ¿de verdad crees que eso es una buena idea?" "Sí." Dar puso su menú de abajo y lo miró a los ojos. "Ha habido un gran lío allí. Si envío a alguien, a su propio terreno, nos llevará por lo menos una semana llegar al fondo mismo. Si los traigo a Miami, seguramente lo podremos resolver en veinticuatro horas. Tú decides". Bob olfateó reflexivamente. "Tienes razón en eso. A veces se necesita salir de la selva para ver los árboles", dijo. "Suena como que están enterrados en su propia mierda."
"Eh." Alastair gruñó. "Podría ser, podría ser. Está bien, Dar. Es tu juego, después de todo." Hizo una señal al camarero. "Benedictine, ¿verdad? ¿Con una tostada de pan de trigo?" "Si, blanca, por favor". Dar le lanzó al camarero una leve sonrisa. "Y media docena de panqueques. Gracias." Le devolvió su menú y se echó hacia atrás, levantando la taza recién llenada de café y bebió de ella. Miró a su alrededor, a la sala llena, volviendo guiños y sonrisas de algunos de los inversores que había conocido el día anterior. "Vaya gente." "Desde luego les gustas." Alastair se rio entre dientes. "No he tenido tanta gente acercándose para hacerme tantas preguntas en seis años, ninguna de ellas era sobre los balances de cuentas." Dio a su CIO una sonrisa. "Incluso los miembros de la junta hicieron lo mismo. Están entusiasmados, Paladar... Realmente hiciste algo fantástico." “Seguro". Dar sonrió, brindando con su café. Sacó su teléfono móvil y lo abrió. "Ahora voy a dar a Redmond las malas noticias." Bob se reclinó en su silla, mientras se comía una galleta. "Seguro que con el mal tiempo que tiene no creo que sea tan malo, Dar. Ya sabes si me ofrecen pasar unos días en Miami, en pleno invierno..." Alastair lo fulminó con la mirada. "Pero noooo... Tengo que volar a Cleveland, desde aquí." "Sé agradecido," Alastair le dijo secamente. "Podría haber sido peor. Bracken me ha estado pidiendo que le enviara al mejor vendedor a Dakota del Norte." Dar se rio entre dientes mientras esperaba que atendieran su llamada. Después de un momento, lo hizo. "Buenos días, Clarice. Soy Dar Roberts." Después de un momento de silencio, se escuchó un pequeño jadeo. "¡Oh, hola, Dar! ¡No esperaba tu llamada! Estamos esperando conocer a tu nueva vicepresidenta, aunque hemos oído que su vuelo se retrasó." "Cancelado más bien" Dar le dijo. "Así que tu equipo junto se viene a Miami. No voy a perder un minuto más del tiempo de Kerry." Su voz adquirió un toque borde. "Os quiero ver nuestras oficinas, mañana por la mañana." "Pero…" “No hay peros. ¡Simplemente moveros!" Dar ladró. Clarice suspiró. "Sí, señora". Cerró su teléfono y lo devolvió a su clip, luego terminó su café, disfrutando de la atención de la multitud, y alegrándose de haber dejado a Kerry arriba y lejos de las miradas de los demás. "Eso es todo." "Probablemente es lo mejor, Dar". Alastair le sirvió otra taza. "El negocio es lo primero, después de todo, ¿no?" La nariz de Dar arrugó un poco. "Correcto".
KERRY se acomodó en su asiento de cuero junto a Dar, ajustó su cinturón de seguridad y se alisó el jersey. Sabía que tendría que quitárselo en cuanto aterrizaran, pero era suave y bonito, y el aire acondicionado del avión era frío, así que estaba contenta de que Dar se lo hubiera comprado como un capricho. Todavía se sentía bastante pequeña, como si estuviera huyendo de sus responsabilidades. Sabes que te sientes así. Así, que encárgate de ello y superarlo, Kerrison. Se apoyó en el brazo entre los dos asientos y miró a Dar. "¿Se ha molestado Clarice?" Dar se encogió de hombros. "No le he dado tiempo para que expresara su opinión, de una manera u otra", le respondió. "Sólo le dije que ella y los asnos de su equipo se subieran a un avión y estuvieran en Miami mañana por la mañana." "Mm". Kerry frunció los labios. "Sabes que -" "Ah ah." Le dio un golpecito en el puente de la nariz. "No tienes por qué preocuparte. Es mejor así. No tendrás que lidiar con ellos en su territorio. Los tendrás a todos a tu disposición desde el primer momento." Kerry hizo una mueca. "Eso suena tan manipulador". "Estamos hablando de un contrato de cuarenta millones de dólares," Dar le recordó. "No siento pena por ellos. No." "Lo sé. Sólo quiero empezar bien las cosas con ellos", le dijo. "Estoy muy sorprendida por Clarice. Pensé que era muy fuerte, o eso me pareció en el último proyecto en el que trabajaba." Negó con la cabeza. "¿Me pregunto qué salió mal?" Dar se encogió de hombros. "Ella siempre ha sido muy terca." Los Oídos de Kerry se animaron. "¿La conoces desde hace mucho tiempo? Nunca me has hablado de ella." Algo le notó a Dar. Se sentó con la espalda recta y abrió mucho los ojos al recordar lo que había precipitado la marcha de Clarice al centro del país. Poco a poco se volvió y miró a Kerry, mordisqueándose el interior del labio. "Um... hay algo que es mejor que sepas antes de que te reúnas con ella." Kerry levantó la vista de lectura de la tarjeta de emergencias del bolsillo de su asiento. "¿Hmm? ¿Qué?" Estudió de cerca la cara de Dar. "No me digas que es una fóbica." Ya me gustaría. Dar negó con la cabeza. "No, ella comparte nuestro estilo de vida", admitió. "Demasiado abiertamente." "Ah". Frunció el ceño, y volvió a mirar a Dar. Había un toque distintivo de "uhoh" en los bonitos ojos azules de su amante, que la hizo detenerse y pensar. Sabía
que Dar había coincidido con Clarice en varios proyectos, mucho antes de que ellas se conocieran, pero... "Um... vosotras dos estabais...” "No." La joven rubia exhaló con alivio. Ese tipo de complicación no era algo que esperaba. "Pero ella realmente, realmente lo quería," Dar añadió, bajando la voz y mirando a su alrededor. "Y ella era bastante persistente." Kerry se acercó más, intrigada. "¿Y?" "No era mi tipo." "Ah". La rubia asintió. "Así que... ¿cuál es el problema?" Dar asumió una expresión tímida. "Tuve que sacar el reglamento de "no tener ningún tipo de relación personal en el departamento” para que me dejara en paz." Kerry la miró fijamente durante un minuto, luego dejó caer la cara en su mano. "Oh, Jesús," murmuró. Dar se aclaró la garganta, dando a la azafata una débil sonrisa. "Lo siento", le susurró al oído a su amante. "Estoy segura de que será capaz de manejar la situación." Kerry la miró por entre sus dedos, se cubrió los ojos y suspiró.
KERRY se apoyó contra la pared en la sala de fotocopias y trató de ignorar el molesto sonido de la máquina. Se preguntó qué pasaría si se rendía y la golpeaba, pero la presencia de dos de los más asistentes de marketing, más cotillas del departamento, la obligó a cruzar los tobillos en su lugar. De acuerdo. Toma una respiración profunda y finge que no tiene estos calambres del infierno, que te despertaste tarde, y tienes que reunirte en veinte minutos con una ex admiradora de Dar. "Está bien, todo tuyo." Kerry les lanzó una de sus sonrisas más dulces y cogió sus papeles. "Gracias", murmuró Kerry, separándose de la pared para poner en marcha el programa de la máquina. Podría haber pedido a Mayte que lo hiciera, por supuesto, pero su asistente estaba ocupada organizando la sala de conferencias y sacando todo tipo de documentación de la impresora para la reunión. Además, prefería caminar un poco para relajar el mal humor de su cuerpo, algo que esperaba fervientemente que ocurriera antes de que empezara su reunión. A veces, reflexionó, ser mujer y fértil no era nada agradable. La máquina terminó su trabajo, separó sus copias, las metió bajo el brazo, y se dirigió de vuelta a su oficina.
Mayte aún no estaba, así que dejó los documentos en el escritorio de su asistente, antes de entrar en su oficina, cerrando la puerta detrás de ella, cuando entró en el espacio iluminado por el sol. Sus cejas se alzaron cuando vio un pequeño grupo de artículos, que estaba segura que no había dejado sobre su escritorio, donde su taza favorita, ahora estaba humeando suavemente. "Ajá... ¿qué tenemos aquí?" Rodeó el escritorio y se sentó en su silla de cuero, metiendo una pierna bajo ella para tratar de aliviar los calambres. Descansando en la mesa había varias cosas, cada una con una nota. En primer lugar, la taza, perfumada con un toque de frambuesa picante, luego cuatro chocolates envueltos, y una botella. "Prueba esto primero..." Tomó un sorbo de té. "A continuación, intenta con estos..." Desenvolvió un chocolate y se lo metió en la boca. "Ahora esto." Levantó la botella de analgésicos potentes. "Si todo eso falla, me llamas." Kerry se rio entre dientes, con su boca llena, y tomó un trago de té para bajar la comida. "Gracias, doctora Dar". No esperaba nada de eso, pero la sola idea de que su amante se hubiera molestado en dejarle todo aquello, trajo una sonrisa a su cara, permitiendo olvidar su miseria por un corto periodo de tiempo. Su intercomunicador zumbó. "Sra. Kerry? La están esperando en la sala de conferencias," la suave voz de Mayte flotaba en el aire. Kerry suspiró y desenvolvió otro chocolate. "Enseguida voy, Mayte."
"¿DAR?" "¿Sí?" "EL COMANDANTE Albert está aquí para verte," María contestó en voz baja. "Hazle pasar." Dar terminó de firmar la última una pila de solicitudes y cerró la carpeta, la arrojó en su contenedor de basura y puso la tapa de nuevo en su pluma. Kerry le había regalado aquel instrumento de madera de teca elegante y había estado jugando con ella durante un minuto. Luego la dejó sobre la mesa y cruzó las manos. María abrió la puerta y dio un paso atrás, permitiendo la entrada al visitante. Entró un hombre alto y musculoso en sus treinta y cinco años, con la cara totalmente afeitada. Dar, sólo tenía unos diez o quince segundos, hasta que el hombre cruzara la habitación para decidir cómo jugar sus cartas, y decidió, cuando se puso de pie, estrechó la mano que le ofrecía, dejar que el comandante diera el primer paso. "Comandante Gracias. Gracias por venir hasta aquí." "Hice lo que se me ordenó hacer, señora", respondió el hombre secamente. Oh, muchacho. Dar volvió a su asiento. "Por favor, siéntese." Esperó a que su invitado tomara asiento. "Entiendo que va será oficial de enlace de la Marina para este nuevo proyecto, y quería hablar con usted antes de que se iniciara."
"Señora, no sé lo que le han dicho, pero en mi opinión, este proyecto es una pérdida de nuestros tiempos," EL comandante Albert afirmó rotundamente. "Ni que pudiera hacer algo para solucionar nuestros problemas." "Comandante, esa no es mi decisión," ella respondió suavemente. "Tampoco es mía, para el caso. El gobierno, por sus propias razones, ha decidido contratarnos para hacer esto, y si quiere anularlo, tendrá que hablar a través de su cadena de mando". "Con el debido respeto, señora, no necesitamos un experto en eficiencia civil que entre y nos diga cómo trabajar." Con el debido respeto, Comandante, eso no es lo que su gobierno contrató", dijo Dar. "Soy analista de sistemas. No sé una mierda de cómo trabaja la Armada. Lo que ellos me pidieron es analizar sus sistemas y controlar las estructuras, recomendando mejoras tecnológicas." "Nuestros sistemas funcionan muy bien." La mandíbula de Albert se crispó. Dar se echó hacia atrás. "Así que su trabaja duraré muy poco tiempo, ¿no es así?" Mostró un cierto toque de diversión, mientras hablaba. "Escuche, Comandante, está haciendo una serie de supuestos que le pueden meter en problemas, así que es mejor que deje que todo siga su curso." "¿Perdone, señora?" él respondió con frialdad. "Uno: está asumiendo que soy obstruccionista, dos: está asumiendo que necesito su cooperación para hacer este trabajito, y tres: está asumiendo que soy una extraña para la Armada". Dar se puso de pie. "Me reuniré con usted en la base el viernes por la mañana. Creo que ya hemos perdido bastante tiempo por hoy" El Comandante Albert se puso de pie y le dio una breve inclinación de cabeza. "Señora". Se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, abriéndola y deslizándose a través sin volver la mirada. Dar se sentó de nuevo y sacudió la cabeza. "Gerry, esto no va a ser nada fácil." Sacó su pluma y garabateó algunas notas, añadiendo el nombre de su nuevo contacto. Le levantó la vista cuando su intercomunicador sonó de nuevo. "¿Sí?" "Dar". La voz de Kerry, aunque tranquila, sonó un poco más seria de lo normal. "Creo que necesitamos un poco de la administración situacional de alto nivel aquí." Ah. Mis habilidades están siendo solicitadas. "Dame cinco minutos". Soltó el intercomunicador y se paró, rodeando su escritorio y dirigiéndose a la puerta. "Definitivamente no es un buen día."
KERRY apoyó su peso sobre los codos y acunó la taza en las manos, bebiendo lentamente de ella. Al otro lado de la mesa, Clarice Keown, una sorprendente y
atractiva mujer de negro, estaba discutiendo con Mitchell Grafberg, un miembro del equipo del Medio Oeste, que había sido responsable de la administración de la cuenta, sobre la que actualmente estaban peleando. Dios. Kerry contaba los segundos. No había visto esto desde hacía mucho tiempo, y no le estaba gustando nada. No era que no sabía cuál era el problema, que lo sabía. De hecho, todos ellos lo sabían. La cuenta había fallado desde el primer día, y el ancho de banda diseñada para ello no era suficiente. Ello, sumado a que sería a costa de ILS y que tomaría demasiado tiempo, solucionarlo, y nadie quería ser responsable de tomar esa decisión. Bueno, en realidad, Kerry ya había hecho. El punto era que nadie quería cargar con las culpas. Se había sorprendido por Clarice, que era fuerte, divertida, pero el director regional era el obstáculo principal. Se había negado rotundamente a aceptar que su equipo había metido la pata, y simplemente estaban dando vueltas en círculos, a sus mismos argumentos, tratando de justificar el proyecto. La puerta exterior se abrió, se cerró, y de repente, la habitación estaba llena de la presencia de Dar Roberts, que se abalanzó sobre la mesa y la rodeó como si fuera un enorme halcón de caza, antes de detenerse claramente al lado de Kerry. Su entrada había detenido la discusión, y ahora la atención de todos se centraba en la forma elegante de Dar. Les lanzó una mirada furiosa, se giró y ladeó la cabeza hacia Kerry. "¿Y bien?" "Hay una subpresupuestación significativa de los recursos de la cuenta", le explicó. "Ese error de cálculo permitió que el intento de socavar las otras ofertas, y se le otorgó con una base de datos falsos." El puente de la nariz de Dar arrugó expresivamente. "Acabo de tener que pedir dos tubos T3 adicionales y seis nuevos routers para compensar el déficit", siguió explicando. "Lo que no vamos a ser capaces de facturar a nadie. Estoy mirando otras cuentas de la zona." Dar gruñó. Kerry interpretó correctamente que eso significaba que había hecho lo correcto, pero el costo le daría a Dar un quebradero de cabeza. "¿Así que me necesitabas aquí para hacer qué?" Le preguntó. "Parece como si tuvieras todo este desastre controlado." "Hubo una ruptura de los procesos", Kerry le recordó. "Y, por desgracia, no puedo arreglar la avería, ya que parece que no pueden llegar a un acuerdo sobre dónde, exactamente, está la brecha." "Oh." Dar asintió, luego revisó la mesa. "Lo entiendo. Nadie quiere asumir su culpa, ¿es eso?" Clarice se inclinó hacia delante. "Dar, no tiene nada que ver con la culpa, ¿de acuerdo? Sigo pensando que era una oferta válida. El cliente no nos dijo lo suficiente para que pensáramos algo diferente."
"Una mierda" Dar espetó. "El cliente no sabe dónde tiene el agujero del culo. Por eso nos contrataron. Es nuestro trabajo asegurarnos de en qué consiste su negocio, Clarice, y si no sabemos lo suficiente como para hacer las preguntas correctas, entonces terminamos en situaciones como esta". Cerró la mano sobre la mesa, y todos se asustaron, excepto Kerry. Había sentido el cambio en el cuerpo a su lado, y pensó que podría ser o bien una bofetada mesa o un salto de pies. Como el muslo de Dar no se había movido, supuso que sería la bofetada y ya se lo esperaba. "Kerry va a salvar tu culo, y estoy de acuerdo con su decisión, pero en algún momento tendrá que ponerse de pie y explicar por qué el presupuesto de la OPS es un déficit, porque tenemos que asumir el gasto de tu metedura de pata." Dar continuó. "Así que es mejor averiguar cuanto antes donde está el error y arreglarlo, o lo haré yo." Todo el mundo se quedó en silencio durante un minuto. Clarice finalmente exhaló. "Está bien. Nosotros nos encargaremos de eso." "Bien. Porque si ocurre de nuevo, no voy a preocuparme de quién es culpable, simplemente os despediré a todos ustedes," Dar espetó, con voz baja y eléctrica, pero con un impresionante volumen que casi Kerry hizo una mueca de dolor. "¿Está claramente entendido?" En el silencio que siguió, Kerry podía escuchar claramente el ciclo de aire acondicionado encendiéndose y apagándose. Clarice rompió el silencio. "Entendido." "Bien." Dar cambió abruptamente a un sentido de calmada cordialidad. "Tengo una reunión de ventas regionales con el Medio Oeste en diez minutos, quizá quieras asistir. Sé que José quería hablar contigo." Se aclaró la garganta, y luego distraídamente cogió la taza de Kerry y tomó un sorbo de su té. La joven se cuidó de no reaccionar. Mantuvo una mirada suave, y estudió su pluma. "Creo que incluso podría ser capaz conseguir cuanto antes los T3s extra. Los de arriba me debe un favor." "Bien", dijo Dar de nuevo, poniendo la taza sobre la mesa, después se levantó. "Damas y caballeros." Les dio un guiño y salió. "Muy bien. Ahora que todo está claro," Kerry se apartó de la mesa y se puso de pie, "¿tenemos algo más de qué hablar?" Se hizo un gran silencio. "Bien. Tengo una llamada de conferencia en diez minutos. Os mantendré informados del estado de estos circuitos." Recogió sus papeles, se los metió bajo el brazo, cogió su taza y se dirigió a la puerta, abriéndose paso a través de ella, dejado que se cerrara tras de ella.
DAR oía el sonido de unos pasos, detrás de ella, por el pasillo, y se debatió hacer un giro brusco a la derecha en el baño. Entonces Clarice la llamó por su
nombre y lamentablemente abandonó la idea y se detuvo, girando y dando a la mujer una mirada inquisitiva. "¿Tienes unos minutos?" Paciencia, Dar. Tomó una respiración profunda y respondió. "Claro", luego se quedó en silencio, poniendo la carga de la conversación de vuelta en Clarice. "¿En algún lugar más privado que el vestíbulo central?" Había una nota de diversión nerviosa en la voz de la otra mujer. "¿Tu oficina, tal vez?" "Vamos." Dar se dio la vuelta y se abrió el camino a lo largo del pasillo, tirando de la puerta de su oficina exterior, manteniéndola abierta para que Clarice entrara. María levantó la vista cuando entraron, y su mirada se deslizó por encima del hombro de Clarice y chocó con una sonrisa irónica de diversión de su jefa. La pobre secretaria se había encontrado, en más de una ocasión, en una situación de lo más incómoda, después de haber tenido a aquella mujer enamorada de su jefa, rondando por su oficina. Dar había recurrido con su problema la tranquilidad de su secretaria, a pesar de su incomprensión cubana. "Así es como supe de la relación entre tú y Kerrisita," María le había dicho una vez. "No tuve que decirte nada, Dar. Sólo con ver la forma en que os mirabais, lo supe". Mientras seguía a Clarice en su despacho, se dio cuenta que debería haber señalado la diferencia entre Kerry y todos sus antiguos intereses. Kerry solo no había derribado las reglas y el muro que había creado a su alrededor, con el paso de los años, sino que se había acercado a ella y simplemente había reclamado su amor, como si tuviera algún derecho inalienable a hacerlo. Hmm. Dar dejó su interesante revelación de lado, cuando se sentó detrás de su escritorio, y cruzó los brazos sobre el mismo. "Muy bien, ¿qué puedo hacer por ti?" "Así que, ¿cómo estás, Dar?" Preguntó Clarice, sentándose con cautela. "Nunca he estado mejor," respondió con total honestidad. "¿Qué deseas?" "No has cambiado, ¿eh? Directa al grano." Clarice se aclaró la garganta. "Bueno, ¿te acuerdas de mi mamá?" "Mm". Dar asintió. La madre de Clarice vivía en Coral Gables, y siempre había pensado que las dos estaban muy unidas. "Está enferma y el médico no quiere que viva sola. Ella quiere que vuelva aquí, que viva con ella. Así que me preguntaba si había algo en la empresa disponible para mí." Hizo una pausa. "Aquí." Oh. Algo simple para un cambio. Dar se echó hacia atrás y apoyó una rodilla contra el borde de su escritorio, mirando hacia el techo mientras recordaba las posibles vacantes en el departamento de operaciones, en la zona. Su visión periférica le dijo que Clarice la observaba con una mirada, mezcla la curiosidad y algo más. "Puede haber una o dos cosas, pero tendré que consultarlo con Kerry,"
Dar respondió. "Es su decisión, a menos que prefieras cambiar de departamento. ¿Cuándo tienes pensado trasladarte?" Clarice exhaló, obviamente aliviada. "Tan pronto como pueda. Escucha, siento mucho lo de este lío, Dar". Dijo las palabras un poco apurada. "De Pablo es nuevo y joven, pero que en realidad parecía como si supiera lo que estaba haciendo, y yo…" "No te disculpes conmigo," la cortó. "Hazte un favor y no lo encubras. Cada uno debe responder de sus propios errores, ¿recuerdas?" Clarice frunció los labios y exhaló. "Después de todo este tiempo, no has cambiado mucho." Eso hizo que Dar sonriera. "¿Qué esperabas? ¿Qué me quedara callada? "Hay una razón por la que todo el mundo prefiere tratar con Kerry." "Sí, ella es muy fuerte", dijo Clarice. "¿De dónde ha salido?" Dar sintió un vuelco en su estómago. "Ella era parte de una cuenta que consolidamos aquí", dijo. "Le enviaré una nota, diciéndole que estás pensando en trasladarte aquí". "Gracias." Clarice se puso de pie. "Pensaba ir a hablar con ella, ahora mismo. Sólo quería asegurarme de que no tienes problemas con ello. Espero que tenga un momento para atenderme." "Estoy segura de que encontrará tiempo," le contestó. "Hmm... ella es muy eficiente, eso es cierto", dijo Clarice. "Puedo ver lo mucho que tengo que aprender de ella." Se dio la vuelta y salió, cerrando la puerta detrás de ella con un chasquido. Dar miró lastimeramente al techo. Estaba a punto de pulsar el botón del intercomunicador cuando su puerta interior se abrió, y una cabeza rubia asomó dentro. "Ah. Estaba a punto de llamarte." Kerry entró y cerró la puerta detrás de ella, llevando los dedos de la mano derecha, a través de su cabello, mientras se abría camino a través de la oficina. "Tenemos los vínculos en el extranjero en el Reino Unido enderezados", anunció. "Y han sido capaces de conseguir el permiso para la nueva estación de enlace en la India." "Bien." Dar entrelazó los dedos detrás de su cabeza y se echó hacia atrás. "Clarice va a verte. Quiere volver aquí." Le explicó. "Y creo que sabe de nosotras." "Cariño, beberte mi té en una reunión no ayuda a ocultarlo." Kerry se sentó en el borde del escritorio de Dar y dejó que sus manos se apoyaran en su rodilla. "Maldita Sea." Dar exhaló. "Hice eso, ¿no? Oh, bueno." Se rio en voz baja. "¿Has comido ya? ¿Quieres ir abajo?"
"¿Es eso una invitación de mi jefa?" la joven respondió juguetonamente. "No, no lo he hecho, y me encantaría, ya que todo lo que he comido hasta ahora son un puñado de besos de chocolate." "Bien." La mujer mayor se puso de pie. "Tengo que estar en la base desde el viernes comiendo sólo Dios sabe qué." Se puso la chaqueta y la alisó, suavizando la línea de la falda, con el mismo movimiento. "Vamos. Creo que hoy tienen carne asada. ¿No va a ser un poco raro para ti?" Le preguntó, mientras caminaban por la puerta hacia la oficina exterior. María ya estaba comiendo, y la habitación estaba, por una vez, tranquila. "Me refiero a volver allí, no a la carne asada." "Un poco," Dar admitió. "Tengo un montón de recuerdos invertidos en ese lugar, tanto buenos como malos." Kerry esperó hasta que estuvieron en el ascensor, antes de hablar de nuevo. "¿Puedo ir contigo uno de los días, sólo para ver? Tengo curiosidad." "Hgrm." Dar mantuvo la puerta abierta para ella. "No era exactamente el lugar más bonito del mundo para crecer, Ker. Mayormente arena, matorrales y mosquitos." Pasearon por el vestíbulo, junto a varias personas, dirigiéndose hacia el comedor. "¿Eso es un no, entonces?" Insistió. "Quiero decir, si prefieres que no te acompañe, está bien, Dar. Creo que sabes lo que siento por tu niñez y no tienes que avergonzarte de nada." El ruido en el comedor detuvo la conversación, y se pusieron en la fila después de intercambiar saludos con Mark y Duks, que habían logrado colarse, justo delante de ellas. Dar tuvo la oportunidad de coger un mousse de chocolate, de detrás de dos pedazos de pastel de frutas y escuchar la conversación. Había estado frecuentando el comedor, con más frecuencia en los últimos meses, aunque no de forma regular, por lo que su presencia no atrajo más que miradas descaradas y susurros. Todavía resultaba fácil imaginar la atención encubierta. Había estado tratando con todos esos rumores y miradas, desde su primera promoción a gerente regional, y ahora, se lo tomaba como una forma divertida de pasar el tiempo sin pensar en otras cosas, jugando con sus mentes. Estiró una mano ociosa y arregló un mechón de pelo rubio de Kerry, consiguiendo a cambio que su amante levantara una ceja. Kerry volvió la cabeza sonriendo. "Me encantaría que me acompañaras a la base." "¿El próximo viernes?" Preguntó Kerry, arrugando los ojos a modo de diversión. "Tengo cosas ya programadas para el resto de la semana." "Conforme entonces." Dar fijó su atención en la camarera de la cafetería. "Carne asada, patatas y salsa." Observó a la mujer llenar el plato, mirando inquisitivamente hacia su cuchara, sobre las dos opciones de verduras. Dar se limitó a levantar una ceja y recibió su plato, desnudo de invasores verdes. "Gracias." Siguió a Kerry, a la gran mesa redonda, donde Duks, Mark, Mariana, y varios otros ya estaban sentados, hablando de una película que acababan de estrenar la semana anterior.
"¿Y las has visto, Dar?" Preguntó Mark cuando ambas se sentaron. "Pensé que te gustaría." "¿Por qué? ¿Trata de hombres cortando cabezas?", Preguntó Kerry, haciendo que todos se rieran. "Durante la cena la otra noche, estábamos viendo Braveheart, y ¡me alegré de no estar cenando carne!” "¡Hey!" Dar se opuso. "Fue tu selección, ¿recuerdas? No la mía. Yo quería ver Los antiguos secretos de Roma, pero no...” Otra carcajada sonó alrededor de la mesa, fácil y sin ser forzada. Contenta, untó la carne asada en su salsa, disfrutando de las bromas, mientras Duks y Kerry comenzaron a discutir sobre la exactitud histórica de las imágenes. Escuchó la risa de Kerry, y observó las sonrisas, alrededor de la mesa, y se le ocurrió de pronto que por una vez, estaba condenadamente feliz con su vida. Se detuvo a mediado bocado, sólo para saborear ese reconocimiento. Luego se lavó la boca llena con un sorbo de leche y fingió que no vio a Kerry robar una cucharada de su mousse. "Hey." Todos se volvieron para mirarla. "¿Os apetece salir al agua el próximo fin de semana? Podríamos hacer una comida al aire libre, en la playa", dijo Dar. Había cogido a su compañera por sorpresa, lo sabía, y por su expresión, casi esperaba que su amante se acercara y comprobara si tenía fiebre. Mark aceptó al instante. "Claro. Suena muy bien." "Sí, estoy de acuerdo," Mariana añadió. "Gracias, Dar. ¡Qué gran idea!" "Por supuesto." Duks asintió solemnemente. "Llevaré la cerveza." Continuó bebiendo su leche, disfrutando de la sensación que había causado. Era la primera vez, reconoció, que había instigado una fiesta, algo de lo que por lo general se encargaba Kerry por ellas. Bueno, decidió, ya era hora. Sí.
La fresca brisa soplaba sobre el patio, erizando el suave algodón, sobre las piernas de Dar, mientras se empujaba, contra la pared de piedra, con un pie descalzo, meciéndose suavemente en la mecedora que habían instalado recientemente. Era lo suficientemente grande para dos personas, proporcionando a esas dos personas, el sitio suficiente para que pudieran sentarse de una forma cómoda y ver la luz de la luna reflejada en el agua. Kerry estaba acurrucada en sus brazos, y ambas estaban disfrutando de un buen vino blanco dulce. "Me has sorprendido hoy", murmuró Kerry.
"¿Con la fiesta?" "Mm". Dar tenía los ojos cerrados. "¿Buena sorpresa o mala sorpresa?" "Eso no es una pregunta seria, ¿verdad?" Preguntó. "Por supuesto que fue una gran sorpresa, y una gran idea, por cierto." "Bien." Apoyó la mejilla en la cabeza de Kerry. "En cierto modo me imaginé que todo lo que implicara agua, barcos, sol, comida y cerveza sería de tu agrado." Sintió el temblor del cuerpo de Kerry, mientras se reía. "Sólo te advirtiendo que, si Mark y tú, decidís hacer un concurso de eructos de nuevo, lo grabaré, lo convertiré en formato mpg, y lo difundiré por toda el empresa, el lunes." Kerry se rio más fuerte, casi derramando su vino. "No lo harías." Dar se rio entre dientes. "¿Quieres jugarte tu dignidad?" Puso su vaso en la mesa, junto a ellas, y llevó ambos brazos alrededor de Kerry. "¿Te sientes mejor, por cierto?" Kerry dejó su risa, y suspiró. "Sí, gracias por preguntar." Dejó su copa vacía al lado de la de Dar, y cruzó las manos sobre su amante. Tomó aliento, notando la sal del aire, y se dio cuenta de que no podía ser más feliz. "Clarice quiere verme después de Acción de Gracias." "Mm". "Ella siguió haciendo comentarios, y seguí haciendo caso omiso de ellos." Kerry bostezó un poco. "Creo que –“ "Si se pone demasiado desagradable, me lo haces saber," Dar la interrumpió. "No quiero que se ponga desagradable contigo". Kerry inclinó la cabeza para observar el perfil de su amante. "Puedo manejarla, Dar. No es culpa tuya que quiera algo de mi propiedad personal". Las cejas de Dar se levantaron. "Hmm. Tal vez será mejor que vayamos de nuevo a ese lugar de cuero, me compres una correa y un collar", sugirió con una sonrisa. "Podría grabar tu nombre en él. ¿Qué te parece?" "Te reto." Kerry lamentó las palabras en el instante en que salieron de su boca. "Oh, no, espera, olvida lo que acabo de decir, Dar, bórralo de tu… ¿No me mires así?" Kerry levantó la mano y pellizcó la nariz de Dar. "¡Basta! Simplemente no siquiera lo pienses." Dar hizo un puchero. "¿No crees que me veo bien como esclava el amor?" Las fosas nasales de Kerry se encendieron. "Ooh". Parpadeó. "Ahora hay una imagen." Ambas se echaron a reír. "Dar, eres un montón de cosas, pero sumisa no es una de ellas", le dijo con cariño. "Ponerte un collar sería como atar la cola de un
tigre con un lazo." Sonrió. "Sería precioso, pero definitivamente no sería muy funcional." Dar le dio un pequeño apretón. "Lo haría por ti", dijo. "Porque eres dueña de mi cuerpo y mi alma. Lo sabes, ¿verdad?" "¿Lo soy?" Kerry murmuró. Dar asintió. "¡Qué increíble regalo eres!" Susurró. "Sobre todo porque supongo que sabes que yo siento lo mismo." Pasó suavemente la punta del dedo sobre los labios de Dar. "Cuidaré bien de ti, Dar. Lo prometo." "¿Eso significa que después de todo me comprarás un collar de cuero?" Dar bromeó. "Dar, vamos." No le quedó más remedio que sonreír. "Tal vez deberías ser tú la que me ponga un collar". Respondió. Su compañera la miró. "¿Con qué lo llevarías? ¿Con tu uniforme de kickboxing?" Reflexionó: "Podríamos conseguirte uno de cada color." Se acercó y le pellizcó la nariz. "Y debes dejar de pensar en ese maldito vuelo." Kerry se rio en silencio, dejando su cabeza apoyada sobre el pecho de su amante, saboreando el momento. Luego tomó aliento y se mordió el labio, ahogando una risa. "Oh, ya sabes, creo que tengo algo con lo que iría muy bien." "¿Si?" Dar ladeó la cabeza. "Fui de compras mientras estabas fuera." "Uh oh". La mujer de pelo oscuro se rio nerviosamente. "No me fui tanto tiempo." "Jejeje." Ocultó su rostro con una mano. "¿Alguna vez has tenido un arrebato de locura?" Suspiró. "Mi interior radical se hizo cargo de mi mente y me dio por... um... " "¿Qué hiciste? ¿Te tatuaste mi nombre por todo el cuerpo?" "Ups." Se mordió la lengua mientras trataba de no reírse. "¡Dar! ¿No crees que ya te habrías dado cuenta?" "Mm". Comenzó a desabrocharle la camisa a Kerry. "Será mejor que me asegure. Quédate quieta". Continuó, a pesar de que su compañera no paraba de retorcerse y reírse. "Oo. ¿Qué es eso ahí? ¡Oh, espera! Lo siento." "Bbrr." Kerry le mordió en la mano, cuando quedó atrapada contra su cuerpo. "¡No será un pearcing!" "Definitivamente no soy tan valiente. Piensa en lo que puede doler." Dar gritó cuando notó que la presión aumentaba en su mano, por el mordisco. "¡Está bien... está bien!"
Kerry esperó, sin apartar los dientes de la mano, mirando a su compañera. "Sabes que tengo buenos colmillos, Paladar," le advirtió, mirándola fijamente. "Está bien, le suelto." Dar cedió, poniendo sus brazos alrededor de Kerry, abrazándola mientras se acomodaba con cautela hacia atrás. Se balanceaban por un breve rato en silencio, mirando como un par de gaviotas se acercaban a la playa. Kerry finalmente suspiró. "Estoy realmente avergonzada. Soy una idiota." Medio aturdida, Dar comenzó. "¿Eh?" "Sabía que me sentiría como una mierda si te pedía ayuda, pero lo hice de todos modos." Admitió. "Así que ahora tengo que lidiar con la sensación de ser una mierda y tener que enfrentarme a Clarice todos los días." "Ker." Apretó su agarre. "Al diablo con ella. La despediré si te molesta". "¡Dar!" La voz de Kerry sonó más fuerte de lo normal. "¡No puedes despedir a la gente porque me cabrean!" "Claro que puedo", respondió con suavidad. "Pero si quieres arruinar mi diversión, sólo dile que no hay un puesto libre para ella aquí. Haz que se vaya de nuevo a Chicago, o a donde quiera." Kerry suspiró de nuevo y apoyó la frente contra su mano. "Ker." "Lo sé. Es agua pasada." Con un pequeño movimiento de su cuerpo, Kerry alejó sus pensamientos y trató de recomponerse. "Vamos. Vamos dentro y te enseñaré esa cosa escandalosa que compré." Dar no la soltó, sino que la acercó más, sintiendo la tensión de la herida a través del cuerpo de Kerry. Era una de las maneras con las que solía tranquilizar a su amante. Cuando a ella le ocurría algo malo, se negaba a insistir sobre ello, renunciando al pasado como algo que ya no podía cambiar. Su compañera era todo lo contrario, se preocupaba demasiado por sus decisiones. "¿Sabes algo?" Kerry exhaló. "¿Qué?" Dar se inclinó hacia delante, hasta que sus labios casi tocaban la oreja de su compañera. "Te quiero." Esas palabras mágicas tuvieron el efecto deseado, y sintió la tensión del cuerpo de su amante desplomarse contra ella. Los argumentos lógicos rara vez la distraían, pero el romanticismo siempre lo hacían, y Dar no estaba de humor para discutir todos modos. Besó la nuca de Kerry. "Así que ahora que eso está arreglado, vamos y te dejaré que me escandalices. Nadie lo ha hecho desde que tenía ocho años." Kerry se rio en voz baja. Se dio media vuelta y la besó en los labios, echándose hacia atrás para poder mirarla a los ojos. "Gracias", dijo. "Gracias por estar aquí para mí, incluso cuando estoy siendo una idiota."
Dar le dio un codazo suave. "Nunca eres una idiota." "Eso no es tan cierto." Se soltaron y se dirigieron a la puerta corredera de cristal, dejando a las gaviotas decepcionadas detrás de ellas. "Necesitas ayuda para sacar el pavo fuera del horno, Ker?" Dar gritó hacia la cocina, dando a los invitados, sentados en su sala de estar, una sonrisa irónica. "Es más grande que ella." "¡No lo es!" Kerry gritó, al escucharla. Todo el mundo se echó a reír. Dar estaba sentada en una silla de cuero, con su madre y su padre en el sofá frente a ella, Colleen y Ray en el sofá, y Duks y Mariana junto a ellos en sillas del comedor. "Iré a ayudarla", anunció el padre de Dar, levantándose y estirando su cuerpo largo y delgado. El ex-SEAL deambuló alrededor del extremo del sofá y se dirigió a la cocina. "Andy, no mordisquees nada," Cecilia Roberts le gritó. La mujer rubia platino lanzó una mirada irónica al resto de los invitados. "No es creo que vaya a ayudar. Solía comerse la mitad de la comisa, antes de poder servirla." Dar se rio entre dientes. "Pensé que eras la vegetariana, señora Roberts?" Preguntó Ray. "Lo soy. Por eso se está riendo." Ceci señaló a su hija. "Ella se comerá mi otra mitad y me dejarán los guisantes." Dar apoyó sus brazos sobre una rodilla y se ladeó sumándose a las risas de los demás. "Mi madre hace lo mismo," Colleen se rio entre dientes. "Luego tendré pasar a saludarla o tendré que estar escuchándola toda la vida." Se volvió a Dar. "¿Cómo fue tu viaje a la Gran Manzana, Dar?" "Estuvimos muy bien", dijo la mujer alta y de cabello oscuro. Olfateó el aire cuando el olor combinado de pavo y canela penetró en la sala de estar. "Nueva York no es mi ciudad favorita, pero los accionistas estaban contentos, y yo entré y salí rápido." "¿Kerry volvió contigo?" Preguntó Ceci. "Pensé que ella tenía que ir a Chicago". Dar se levantó y se estiró, atraída por el olor que salía de la cocina. "Ella se encontró con la tormenta a mitad de vuelo y…. tuvo algunos problemas en el avión. Aterrizaron en Newark." Su cabeza se asomó por la esquina de la puerta de la cocina. "¿Listo?" Kerry levantó la vista, mientras colocaba las patatas horneadas sobre una bandeja, burbujeantes con malvavisco tostado. Llevaba un delantal de Dilbert, y se encontró con los ojos de Dar y una gran sonrisa. "¿Por qué? ¿Tienes hambre?"
Sus azules ojos se compañera. "Sí."
desviaron hacia su padre, y luego de vuelta a su
"Este pájaro tiene un aspecto de lo más agradable," dijo Andrew arrastrando las palabras. "Aunque nunca había visto uno con zapatillas." Tocó las tapas con volantes blancos en los huesos de las piernas del pavo. El ave en sí, tenía un buen color dorado, y un montón de relleno estaba adornando su esternón y parte de la bandeja. "Buen trabajo, kumquat." "Sí," Dar confirmó, lamiéndose los labios. Chino asomó la cabeza entre las rodillas de Dar e investigó también, moviendo la cola con suerte. Kerry los miró con cariño, con una sonrisa orgullosa en su rostro. Para ser su primer pavo, había resultado mejor de lo que había soñado. "Está bien, vamos a la mesa. Llevaré todo esto." Señaló las diferentes guarniciones. Andrew tomó posesión de la bandeja de pavo, levantándola sin ningún esfuerzo y se dirigió al comedor. Dar se acercó, metió un dedo en una de las guarniciones, y se lo llevó a la boca antes de que Kerry se lo prohibiera. "Mmm." "¿Sabes qué?" Kerry chupó la punta de la cuchara. "Estoy bastante impresionado conmigo misma." Dar inclinó y dio a su pareja un beso en los labios. "Yo no estoy nada sorprendida. Sabía que lo harías muy bien." Se apoyó contra ella. "Gracias." Lamió un poco del dedo de Dar, y chocó su pareja con una cadera. "Será mejor que salgamos antes de que se lo coman todo." "Podrías hacer más." Dar sonrió. "Pero déjame decirte, que estoy deseando salir ahí y comer tu comida. Es una maravilla." Desapareció llevando parte de la guarnición, dejando a Kerry quitándose el delantal y limpiándose las manos. Podía oír el murmullo de las conversaciones en el comedor, y la oohs y ahhs. Sonrió un poco y se ruborizó, sin poder evitarlo. "Ah, y me acuerdo de todas esas historias de terror, que todos contaban en su primera acción de gracias." Se apoyó en el mostrador, disfrutando del momento. Las tradiciones solían ser divertidas. No recordaba un día de Acción de Gracias, particularmente agradable de su pasado, salvo quizá cuando era una niña. En estos últimos, simplemente había sido una ocasión para hacerse fotos para la prensa, ya que su padre hacía gala de una perfecta familia americana, reunida alrededor de una mesa cargada de la típica comida. Entrecerró los ojos, recordando llevar un vestido con volantes almidonados prístinos, y de pie contra una pared de madera oscura como flashes metimos en su cara. Aquello había sido una obligación. Podía recordar aquellas interminables noches rodeada de toda su familia, las conversaciones sobre política y comentarios críticos. "Maldita sea, yo odiaba pavo." Suspiró, sacudiendo la cabeza al darse cuenta de que ya no eran aquellos tiempos. Ahora había estado cocinando un pavo para los suyos.
Ahora, las tradiciones aquí habían adquirido un nuevo significado. "Hey, Ker?" La cabeza de Dar se metió de nuevo en la cocina. "¿Vienes al comedor con nosotros?" Se apartó de la pared y se dirigió al comedor, mientras se frotaba los brazos por el escalofrío que había sentido al pensar en aquellos recuerdos tan desagradables. Se vio sorprendida por una ronda de aplausos entusiastas, en cuanto se acercó a sus invitados, ahora su familia. Sintió que se sonrojaba al ver aquellas caras ten sonrientes. "Kerry, tengo que decirte que nunca esperé estar presente en una comida de Acción de Gracias, me refiero a comida comestible a menos Dar pagara por ella," Ceci explicó, con seriedad adecuada. Todo el mundo se rio entre dientes. Dirigió su mirada a su compañera, viendo que Dar se encogía de hombros, ante las palabras de su madre, sonriendo con desenfado. "No mires a mí. Yo solía pedir pizza", les aseguró. "Si alguien aquí piensa que jamás pensé que vería un pavo cocinado de esa cocina." Señaló por encima del hombro. "En esta mesa." Señaló hacia adelante. "Estaba loco." Kerry dio la bienvenida al abrazo de Dar, mientras se unía a los demás en la mesa, al recordar dónde había estado hace un año este momento. Se apoyó en el alto cuerpo de Dar. "Estas segura que esto supera a un sándwich de ensalada de pollo, ¿eh?" murmuró en voz baja, saboreando por un momento su triunfo, mientras todo el mundo se sentaba alrededor de los platos de comida. Dar cogió el cuchillo reluciente y un tenedor y estudió el pavo, dando al resto de la mesa una mirada irónica especulativa. "Esto va a ser interesante." Golpeó con el borde del tenedor la pechuga de pavo. "Vamos a ver si mi reputación como carnicera tiene algún sentido." Se escucharon más risas. Kerry se reclinó en su silla mientras miraba a su compañera hacia los honores de cortar el pavo. Todos empezaron a disfrutar de la deliciosa comida, mientras Duks servía el rico vino tinto. "Hey, Kerry, oí que tuviste mal tiempo. ¿Qué tan malo fue?" Preguntó Mariana, mientras se llevaba a la boca un trozo de comida. "¿Algún problema?" Kerry vaciló un momento, mirando a Dar directamente a los ojos. "Sin problemas," respondió enérgicamente. "Tuve suerte. Tuvimos que aterrizar en Nueva York, y Dar cambió su plan". Cogió su vaso y bebió un sorbo de vino. "¿Por los cambios de planes?" Levantó su vaso, señalando la cena. "Por supuesto." Duks levantó su propio vaso, y los demás siguieron su ejemplo. "He aquí uno de los planes de Dar. Que siempre sean tan exitosos." Hizo una pausa. "Y como resultado deliciosas comidas para nosotros."
Todo el mundo se rio de nuevo, y Kerry se unió a ellos, liberándose, por un momento, de sus pensamientos, a la vez que aligeraba su corazón. La elección fue, como Dar había dicho en el pasado. Lo que alguna vez sucedió después sucedería. "Para ser una principiante, estás haciendo un gran trabajo con ese cuerpo, Dar," Mariana dijo, mientras veía cómo Dar continuaba con el pavo. "¿Alguna otra broma que quieras compartir?," Dar respondió secamente. "Porque mis padres están aquí." "¡Dar!"
Capítulo Cuatro DAR despertó justo antes de que sonara el despertador, y lo silenció antes de que tuviera la oportunidad de sonar. Todavía estaba oscuro afuera, y por la escasa luz de las estrellas, que entraba por la ventana, apenas podía distinguir los rasgos de Kerry, que continuaba durmiendo pacíficamente. Por un momento, pensó en no despertarla. Se habían propuesto ir a la cama temprano, ya que sabía que tenía que salir a primera hora hacia base, pero de alguna manera habían terminado delante de la televisión viendo un capítulo especial del cazador de cocodrilos, y sin darse cuenta les habían dado las 02 a.m. “Whoops.” Se frotó los ojos, deseando poder cerrarlos y volver a dormir. Su movimiento, sin embargo, despertó a Kerry, que levantó la mirada, con una sonrisa en su cara. "¿Puedo ir contigo?" le preguntó. Dar habló al mismo tiempo. "¿Quieres venir conmigo hoy?" Ambas se detuvieron y parpadearon. "Wow", comentó Kerry suavemente. "¿Estamos conectadas de forma psíquica?" Una risa escapó de Dar. "Supongo." Rodó sobre su espalda y se estiró. "Estaba pensando que me gustaría tener una opinión externa, mientras estoy por allí. Sé que no puedo ser imparcial." ¿Era sólo una excusa para tener a su compañera a su lado? Dar examinó su pensamiento cuidadosamente y decidió que podía pasar cualquier cosa, pero el hecho de que ella no era imparcial era incontrovertible. Kerry revisó su horario. "Bueno, tengo una reunión de marketing pero al puedo reprogramar, dos llamadas de conferencia, y algunos otros asuntos pequeños que arreglar, pero sí, puedo despejar mi día", decidió. "Y, ahora que lo pienso, dado que se van a utilizar la asignación de mis recursos, a diestro y siniestro, con el tío Sam, creo que será mejor que esté allí para ver la cantidad de problemas en los que te vas a meter." Dar volvió la cabeza y la miró de perfil, recordando la agonía que Kerry había atravesado, no hacía tanto tiempo, preguntándose si estaba capacitada para hacer el trabajo que Dar le estaba pidiendo que hiciera. Desde su ascenso, Kerry había florecido en su nueva posición, superando incluso las expectativas de muchos de sus compañeros. Se sintió brevemente, como un pájaro madre viendo su descendencia crecer con total con orgullo. "¿No creerás, en serio, que me gusta alejarme demasiado de ti, verdad?" Una suave risa salió de la oscuridad. "No. Vamos, Dar. Sabes que nuestros sistemas e infraestructura son las mejores, incluyéndome a mí. Sólo estaba bromeando."
"Mm. Estás bastante cerca" Dar le dijo. "Diría que, si tuviera que juzgarnos a las dos, estás haciendo mejor trabajo del que yo hacía cuando era vicepresidente." Se hizo un absoluto silencio, en el otro lado de la cama de agua, que duró varios segundos. "Creo que mi cerebro explotó", dijo Kerry finalmente. "Lo bueno es que estamos en una cama de agua." Salió fuera de la cama y se levantó. "Vamos. Sé que necesito una carrera esta mañana o no estaré lo suficientemente despierta para conducir hacia el sur." "Primero el café, y en seguida estaré contigo." "Hecho," Dar acordó antes de salir de la habitación con Chino mordiendo sus talones. Abrió la puerta de atrás para que éste saliera, y luego puso la cafetera en marcha. En el momento en que se dio la vuelta, una Kerry penosamente adormilada se acercaba a la cocina. "Eso fue rápido. ¿Qué has hecho con tu cerebro?” Kerry abrió la nevera y sacó una jarra llena de zumo, salpicando alrededor un par de veces antes de dejarlo sobre la encimera, y se sirvió un gran vaso lleno. "¿Podemos dejar de hablar de cerebros mientras bebo esto? Que tiene pulpa." Dar deslizó los brazos alrededor de ella y apoyó la mejilla en su cabeza. "Claro". Escuchó los sonidos suaves, distintos de tragar como sus cuerpos se tocaron a través de dos capas delgadas de algodón y juró que podía sentir el zumo frío, que bajaba por el estómago de Kerry, donde sus manos estaban descansando. Frotó el lugar, y Kerry gorgoteó mientras su risa interfería con su bebida. "Ah ah ah... no te atrevas a traer eso aquí." Desvió la mirada hacia Chino, que estaba en la puerta, con un gran palo en la boca y una expresión culpable en su rostro. "Cariño, ¿dónde está tu juguete? ¿Dónde está Hippo? Juega mejor con él, ¿de acuerdo?" Salió corriendo, para volver con un animal lanudo de peluche, en la forma vaga de un hipopótamo. "Growf." Lo dejó caer con expectación a los pies de Kerry. "Oh. ¿Así que ahora supongo que esperas que juegue contigo?" dejó el vaso en la mesa y se llevó las manos a las caderas. "¿Quieres venir a correr conmigo y mamá Dar, hmm? Eso debería cansarte." Le acarició el muslo a Dar. "Voy a por mi equipo." Dar la soltó. "A por ello." Le dio un suave codazo a Kerry mientras se alejaba y se ocupó del café. A medio camino de la base empezó a llover. "¡Genial!". Dar tamborileaba con los dedos de su mano derecha sobre el acolchado de la consola junto a ella. "Espero que te guste el barro." Kerry levantó la vista de su portátil, en que había estado trabajando. "¿Qué?" Miró a su camisa blanca impecable y muy bien almidonada. "¿No me dijiste que no llovería?" Sus ojos estudiaron las fuertes lluvias que golpeaban el parabrisas, y sonrió. "Sabes… esto me recuerda la primera vez que monté en coche contigo."
Los labios de Dar se torcieron en una sonrisa irónica. "Estoy segura de que no fue uno de tus recuerdos más agradables." "Au contraire," Se opuso. "Lo más seguro, es que ese fue el comienzo de todo. Fue uno de los mayores puntos de inflexión en mi vida, lo sabes". Se quedaron en total silencio, excepto por el ruido del teclado del ordenador de Kerry, por un rato, mientras Dar se entregaba a aquellos recuerdos mientras conducía. "¿Sabes lo que más recuerdo de aquella noche?" comentó, después de unos quince minutos. "¿Eh?" Kerry la miró. "Oh, no. ¿Qué?" Llegar a casa, sentarme en el sofá, y no ser capaz de dejar de pensar en ti." Kerry inclinó la cabeza hacia atrás y sonrió. "Oh sí." Suspiró. "Si supongo que no te di mucho descanso, después de haberte enviado un email a la una de la madrugada. Me avergüenza decirlo, porque sé que te vas a reír, pero esa noche dormí con tu sudadera", admitió. Ambas se rieron. "¿Lo hiciste?" "Sí. Me gustó mucho cómo olía." Se inclinó y olió el hombro de Dar. "No estoy segura de cómo explicarlo eso”. Hizo una pausa. "En realidad, no creo que ni siquiera deba molestarme en intentarlo." "Me desperté a la mañana siguiente, te contraté, y me quedé sin hacer nada durante mucho tiempo, con el portátil apoyado en mi pecho," Dar recordó. "Recibí tu correo preguntando por la ropa y respondí antes de pensarlo realmente." "Ah. Eso explica lo de ir de compras," Kerry bromeó. "No tienes idea de lo nerviosa que estaba, mientras te esperaba en el centro comercial." ”Si, yo también lo estaba", murmuró a su amante, girando cuidadosamente para esquivar un gran charco. "No soy exactamente una mariposa social." Kerry asintió. "Lo sé. Estabas inquieta durante la cena." Recordaba haber estado observando los largos dedos de Dar jugar sin descanso, sobre la mesa. "Pero me sentí muy cómoda estando contigo", añadió. "Sobre todo después de que compartir tu postre conmigo." Dar rio. "Oh, si aquello rompió el hielo, ¿eh? Debería haberlo sabido." Kerry movió un dedo. "Ahora que te conozco, sé que compartir un plato con alguien es una gran cosa, Dar, por no hablar de que en realidad te lo comiste casi todo." "Mm". El rostro de Dar adquirió una expresión curiosa. "Debería haberme dado cuenta, en ese momento." Aminoró la marcha. "Está bien, agárrate. Aquí vamos." Kerry cerró su portátil y lo guardó en su maletín, ya que estaban a las puertas de la base, donde la entrada estaba bloqueada y custodiada por un impresionante conjunto de guardias armados. "Dar, ese hombre no tiene cuello." "No hagamos bromas ahora, ¿de acuerdo?" Dar murmuró mientras movía el Lexus un poco más cerca. "Este maldito lugar no ha cambiado mucho."
Esperó a que el coche delante de ella fuera ser admitido, luego siguió conduciendo. ”No creo que los militares se caractericen por ser de vanguardia, cariño." Observó con interés mientras Dar bajaba la ventanilla y se metió en su actitud de negocios. "Tengo una cita con el comandante Albert," Dar afirmó con un tono de voz nítido, mientras entregaba su tarjeta de identificación. El guardia estudió la insignia, luego estudió a Dar, como si estuviera comparando la fotografía. Luego consultó en su portapapeles cubierto con un plástico. Levantó los ojos, y miró al interior del Lexus. "El comandante Albert está a la espera de una persona, señora." "Suerte para él, que consigue dos," contestó Dar. "Esta es mi socia, Kerrison Stuart." Le ofreció la identificación de Kerry, que la rubia le había pasado amablemente. "No tengo autorización para dejar entra a ella, señora", dijo el guardia. Por pura voluntad, Dar mantuvo la sonrisa. "Entonces creo que estaremos bloqueando la entrada hasta que nos dejes entrar o nos demos la vuelta y volvamos a Miami, pero os facturaremos por nuestro tiempo", dijo. "¿Cuál es tu nombre? Williams, ¿verdad?" "Señora, esta es una base segura, no podemos dejar a entrar a toda persona que aparezca en la puerta" el guardia respondió con frialdad. "Creo que debería entenderlo." "Hijo," Dar se apoyó en el marco de la puerta, "Yo solía desayunar todos los días con gente que me daba mucho más miedo que tú, así que guarda tu mala actitud, en tu bolsillo y, o bien nos dejar entrar o nos lo prohíbes, y ya haré yo lo que tenga que hacer". El hombre la miró por un momento y luego se retiró a su garita. Dar se echó hacia atrás, y cruzó los brazos, sacudiendo la cabeza ligeramente. "Hay cosas que realmente nunca cambian", suspiró. "No te veo lidiando con esta gente todos los días, Dar," Kerry observó. "A pesar de que estarías muy guapa en uno de esos uniformes." Se quedó en silencio mientras el guardia volvía, con una mirada en su cara que le hizo pensar que había estado escuchando algo que no quería. "Estos son sus pases, señora." Le entregó sus tarjetas de identificación de nuevo a Dar, junto con dos insignias de clip. "Llévenlas consigo en todo momento, mientras permanezcan dentro de la base." "Bien." Dar tomó una, y le entregó a Kerry la otra. "Gracias." "El comandante Albert se encuentra en el edificio de Huntingdon. Siga recto por estas las puertas, gire a la izquierda, a la derecha, gire a la izquierda de nuevo, y luego a la segunda parada de la derecha." Abrió la puerta, y bajó la cabeza en un saludo semi-respetuoso.
Dar se puso su insignia. "Ese es el camino más largo", le lanzó una sonrisa sombría ", pero gracias." Kerry saludó al guardia alegremente, mientras Dar arrancaba el coche. Luego se acomodó en su asiento, y miró a su alrededor, con curiosidad, mientras se abrían camino a lo largo de una carretera bastante curtida. Era tan diferente de lo que esperaba, reflexionó, teniendo esas las largas hileras de arbustos, edificios de hormigón en masa. Todo estaba perfectamente conservado. Se veían columnas de hombres y mujeres realizando ejercicios de tipo militar - como correr y cantar, incluso algunos simplemente caminaban alrededor. A un lado, a través de un tramo de árboles altos, vio un gran grupo de pequeñas casas. Miró a Dar y vio que los ojos de su amante estaban fijos allí, también, mostrando una curiosa mezcla de pesar y nostalgia en su rostro. "¿Vivías en una de esas casas?" "Sí." Dio una pequeña sacudida a su cabeza y volvió su atención a la carretera. "No era mucho. Creo que mi habitación era del tamaño de la parte trasera de este coche." Se quedó en silencio durante un rato. "Pasé mis primeros... cinco, o seis años aquí, supongo. Luego nos trasladamos a Virginia un año o dos, y después a Carolina del Norte, dos años más tarde a Baton Rouge, y luego regresamos aquí por un tiempo." "Supongo que sería duro para ti, moviéndote a diferentes escuelas todo el tiempo, ¿no?" Se volvió a medias, en su asiento, mirando el perfil de Dar. "Ya sabes, hacer nuevos amigos y todo eso." Dar rio brevemente. "Esa fue la menor de mis preocupaciones." Se dio la vuelta por una calle lateral. "Nunca me he molestado mucho en hacer amigos." Aparcó el Lexus y volvió la cabeza. "¿Estás lista para esto?" "¿Yo?" Kerry permitió que se le escapara una risa fácil. "Dar, te olvidas de cómo crecí. Haría falta más que un puñado de marineros fornidos e infantes de marina para asustarme." Puso una mano sobre el brazo de Dar. "Pero gracias por invitarme a venir. Me alegro de estar aquí." Dar sonrió. "Yo también." Recogió su maletín y abrió la puerta. "Vamos. Vamos a ver qué problemas podemos encontrar." Kerry la siguió mientras caminaban por la acera. Subieron un corto tramo de escaleras hasta una puerta custodiada. Lo intentó de nuevo, imaginar a Dar como una de estas guerreras profesionales y serias. Ow. Hizo que su cerebro doliera. Sonrió a la guardia, al pasar junto a ella, y entró por la puerta, pensando que se dirigían hacia otro mundo.
LA NARIZ de DAR tembló mientras caminaba por el pasillo. Los recuerdos acudieron suavemente a medida que avanzaba. El aire estaba lleno de olores
familiares: lana y latón, y madera esmalte y cera de suelo. El mero indicio de aceite para armas corría a través del aire, haciéndole cosquillas en sus sentidos y trayendo una leve sonrisa a su cara. Estaba tranquila mientras pasaban delante de las puertas cerradas, el ruido débil de las máquinas de escribir se podía oír de fondo, pero no mucho más. Kerry le miró. "Formularios de partes," Dar murmuró. "Ocho copias por cada una ellas, por lo menos." "Ew." Kerry hizo una mueca. "¿Nunca han considerado hacer una donación de parte de su presupuesto para salvar las selvas tropicales?" "Mm". Dar abrió el camino por un tramo de escaleras dobles que terminaba en una puerta custodiada por un marine armado. "Traté de convencerlos de ello, pero se aferran a esas máquinas Selectrics como si fueran dinero real, que vale la pena, y no son capaces de renunciar a ellas." "¿Dar?" Kerry la miró perplejo. "¿Cuándo fue la última vez que estuviste aquí?" Lo pensó. "Jesús... ¿ya han pasado diez años?" Sacudió la cabeza y giró a la izquierda, a continuación, puso una mano en la primera puerta de la derecha y la abrió. "No puedo creerlo". Kerry miró la placa de puerta que decía "Operaciones de la computadora - No entrar". "¿Me estás diciendo que no ha cambiado nada en diez años?" Dar la miró, asintiendo. "¿Diez años? Kerry, hay algunas oficinas del gobierno que no han cambiado en más de doscientos años. Vamos." Siguió a su amante, por un conjunto de oficinas que tenían un tono más oscuro que la alfombra y el aire más frío. Ahora fue el turno de Kerry. "Eso que huelo no es mimeógrafo fluido, ¿verdad?" Dar se rio entre dientes, caminando junto a ella hacia una oficina con un marco de la puerta de madera de espesor y una puerta de madera con arañazos. Situada fuera de ella, había un pequeño escritorio, ocupado por una mujer de aspecto severo con el pelo oscuro y rizado, y una actitud tres veces más grande que ella. Las interceptó mientras caminaban hacia adelante. "Sra. Roberts?" Dar la miró con seriedad. "Sí." "El Comandante Albert está en una reunión. Me pidió que le atendiera por él," la mujer dijo rotundamente. "Mi nombre es Perkins, y soy el responsable del centro de datos." Se puso de pie. "Tenemos un calendario completo, así que si desea darme una lista de lo que quiere, veré lo qué puedo hacer." Dar movió sus ojos sobre la mujer, luego simplemente pasó a su lado, en dirección hacia abajo, por pequeño pasillo hacia un conjunto de puertas dobles.
"¿Señora?" La responsable del centro de datos la seguía. "Señora, está fuera de los límites de esa área." Siguió caminando, abriendo y cerrando puertas, dejando que casi golpearan a su perseguidora en la cara. Kerry suspiró y las siguió, abriendo las puertas través de ellas, hasta llegar al interior de una gran sala llena de ordenadores centrales, algunos de los cuales, se dio cuenta, estaban peligrosamente cerca de tener más años que ella. "Sra. Roberts, tengo que pedirle que se vaya, o tendré que llamar a la guardia", la responsable del centro de datos afirmó ferozmente. Dar se dio la vuelta bruscamente y la miró, mostrando su lado más afilado. "Si llama a la guardia, llamaré al Pentágono". Sacó su teléfono móvil y lo abrió. "Porque, francamente, Teniente, ya he tenido suficiente esta mañana, y acabo de llegar." "Esta es una zona segura", Perkins replicó. "Usted es un civil, y esto está fuera de los límites; no me importa cuántos generales conozca." Hizo una pausa. "Señora". "Mira". Kerry intervino. "Teniente Perkins, sé que esto no estaba en su orden del día." Le sonrió amablemente. "Y sé que el comandante Albert probablemente le dijo que nos fastidiara lo máximo posible, pero no me preocupa, porque Dar y yo estamos acostumbradas a eso." El teniente la miró con recelo. "La mayoría de las veces cuando estamos haciendo nuestro trabajo, las personas con las que tenemos que trabajar tienen miedo de que les vayamos a despedir, y a veces lo hacemos", dijo Kerry. "Pero lo mejor para todos es que te relajes y des que nosotras hagamos nuestro trabajo. Las cosas irán mucho más rápido, y estaremos fuera de tu vista, antes de que te des cuenta." La mujer se puso tensa un poco, con lo que inclinó ligeramente la cabeza por encima de Kerry. "Tenemos un trabajo que hacer aquí. Todo funciona bien, y no necesitamos un par de extraños que entren y cambiar las cosas", respondió ella. "No tengo tiempo para explicarte el funcionamiento de nuestros sistemas. Así que, ¿por qué no nos hacéis un favor y os marcháis de aquí?" "Porque nos pagan para estar aquí", explicó Kerry suavemente. "Y, francamente, teniente, no tienes que explicarnos nada. Entre Roberts y yo, tenemos suficientes experiencia y titulaciones como para pegar cada una de las paredes que nos rodean aquí, así que ¿por qué no nos dejas hacer nuestro trabajo y te mantienes fuera de nuestro camino?". Los tres operadores menores, en la habitación, se habían quedado como estatuas, en silencio, mirando fijamente a sus pantallas, sin dejar de escuchar todo lo que las tres mujeres estaban hablando.
DAR puso su maletín en el suelo y abrió la cremallera. "Si hemos terminado con la primera ronda de tontería, voy a conectarme y a empezar con la ejecución de pruebas de primer y segundo nivel." Sacó un rollo de cable de red y arrancó su ordenador portátil. "Si desea hacer algo más que quedarse aquí boquiabierta, teniente, puede conseguirme una lista de los subsistemas y ejecutar secuencias de trabajos." Sin decir una palabra, la mujer se volvió y salió, dejando las puertas cerradas, detrás de ella, con un sonido vengativo. "Tomaré eso como un no." Dar continuó con lo que estaba haciendo. Miró a su alrededor y vio a una de las operadoras trabajando en una consola mirándola fijamente, con una expresión en su rostro con mezcla de asombro y admiración. "¿Te gustaría ayudarme?" La marine le sonrió de todo corazón. "Sí, señora, lo haría." Dar sonrió y le guiñó un ojo. "Bien." La otra operadora de la consola se volvió en su asiento y cruzó los brazos sobre el respaldo de la misma. "¿Quiénes son ustedes?" Era una mujer delgada esbelta, de pelo rojizo y una cara inocente. Su voz era suave, con acento del Sur. Kerry, que estaba más cerca de ella, le tendió la mano. "Kerry Stuart, y ella es mi jefa, Dar Roberts." Estrechó la mano de la mujer de pelo rojo con un agarre firme. "Vuestros jefes nos han contratado para que vengamos y veamos lo que podemos hacer, para hacer vuestra vida más fácil." "Pues lo acaba de hacer", la tercer operadora, dijo arrastrando sus palabras en voz baja. "La Teniente ha estado en pie de guerra durante toda la semana, nos está volviendo locos." "Bueno, eso es probablemente nuestra culpa", le dijo Kerry. "Sé que no está demasiado feliz de que estamos aquí, porque piensa que vamos a encontrar todo tipo de cosas para luego buscar culpables. Pero ese no es lo que nuestro plan." "¿No lo es?" preguntó a la chica. "No". Dar estudió los resultados en la pantalla de su ordenador portátil. "El gobierno está buscando gastar algo de dinero aquí, así que os vamos a ayudar." Su frente se arrugó. "¿Entonces por qué está todos flipando?" preguntó la operadora más cercana a Dar. Sus ojos brillaron. "Sabes, esa es una buena pregunta." Dar miró a Kerry. "La gente se siente cómoda con las cosas, Dar. No les gustan los cambios", su amante le recordó. "Incluso si los cambios son buenos." "Mm". Dar terminó su captura de datos y cerró su portátil. "Esto es todo lo que necesito aquí, por ahora. Vamos a ver si podemos llegar al centro de mando y control." Se dirigió a las operadoras sonriendo. "Estaremos de vuelta."
Kerry escuchó los susurros y risas ahogadas cuando salían, y negó con la cabeza. Tenía la sensación de que este trabajo iba a ser una batalla cuesta arriba.
DAR puso su maletín sobre la mesa de conferencias de madera llena de arañazos y se sentó, cruzando las manos. Kerry se sentó a su derecha, y los dos oficiales de la Armada se instalaron frente a ellas. "Hemos terminado nuestra revisión inicial", dijo Dar. "He identificado tres sistemas principales que necesitan reemplazo de hardware, y voy a recomendar la instalación de una nueva infraestructura para apoyarlo." Albert y Perkins se miraron, pero no hicieron ningún comentario. Kerry casi podía leer sus mentes, que zumbaban en la línea de "no tan malo como pensábamos." "Enviaré la propuesta al Pentágono para mañana", le dijo a su jefe. "Y un planning de trabajo estimado para su instalación." "Muy bien", dijo el comandante Albert. "Podrá coordinarse con la teniente Perkins para eso." Dar asintió. "Esa será la parte más fácil." Ambos oficiales se pusieron rígidos. "¿No ha terminado?" Albert aventuró. "No." Los miró a los ojos. "General Easton nos ha facilitado los informes de situación y análisis de los procesos existentes, que se realizan aquí, para la capacitación y la implementación. Él quiere que los revisemos." Kerry pensó que los dos iban a implosionar, allí mismo en la mesa. Nunca había visto a alguien que se volviera rojo tan rápido. Sus ojos se abrieron tanto que pensaba que les iba a dar algo. "Será más rápido si cooperan," les dijo. "Él no está diciendo que no estén haciendo un buen trabajo aquí, él sólo quiere saber si hay una manera de hacer las cosas más fáciles y mejor." Se inclinó hacia delante. "A veces, se necesita un par ojos externos para ver las cosas, si uno está demasiado cerca, la situación se ve de otra manera realmente diferente." "Teniente, Sra. Stuart, ¿nos disculpen por favor?” El comandante le arrancó sus palabras. Kerry miró a Dar, que arqueó una ceja, luego se levantó y empujó su silla. "Iré a buscar un café." Esperó a que la teniente ceñuda se uniera a ella, luego salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de ellas. "¿Quieres decirme dónde está, o qué tengo que ir a preguntárselo a tus hombres?" La mujer se quedó en silencio por un instante, luego relajó visiblemente los hombros, y negó con la cabeza. "Sígueme." Mientras caminaban por el pasillo, Kerry tuvo la oportunidad de estudiar a su adversaria, más de cerca. Eran aproximadamente de la misma altura, y seguramente también de la misma edad. Había detectado algo familiar en el discurso de la mujer. "¿De qué zona del medio oeste eres, teniente?"
Ojos marrones se posaron sobre ella, con atención cautelosa. "De Ann Arbor." Kerry asintió. "Me había parecido que sería de la zona. Yo soy de Saugatuck." Se detuvieron en la zona del café, quedándose en silencio por un momento, mientras se servían sus tazas. Kerry era consciente de que estaba siendo vigilado en secreto, e hizo que sus oídos se contrajeran. "¿Quieres sentarte un minuto mientras terminan de gritarse el uno al otro?" Sin responder, la otra mujer se acercó a una mesa utilitaria con dos asientos. Puso su café sobre la mesa y se sentó a horcajadas, apoyando los codos en la mesa, manteniendo su mirada fija firmemente en la parte superior de formica dañada. Kerry tomó el asiento de enfrente, y compuso sus pensamientos brevemente. "No somos tan malas como piensas." "¿Sabes cuántas veces tenemos que pasar por esto?" Perkins levantó la cabeza y la miró. "Todo el mundo piensa que saben cómo hacer nuestro trabajo, se limitan a venir aquí, cambian algunas cosas, y dos meses después tenemos que volver a hacerlo de la manera antigua, porque es la única que funciona." Las cejas de Kerry levantaron. "¿Envían consultores cada dos meses?" "No." La otra mujer suspiró. "Cada vez que cambian al almirante de este lugar". "Oh." Kerry tomó un sorbo de café y contuvo una mueca de dolor ante la fuerza penetrante del mismo. Abruptamente recordó el afecto de Andrew Roberts para los lodos de alquitrán, y ahora sabía de dónde lo había sacado. "Bueno, nosotras no somos almirantes." "No, pero tampoco tenéis ni idea de lo que hacemos", Perkins se rompió. "Eso puede ser una ventaja", respondió suavemente. "Y en lo que a mí respecta, sí, tienes razón, no tengo ni idea acerca de la Marina. Pero sé muy bien cómo funciona el gobierno, porque mi padre es senador." La teniente gruñó, tensando sus musculosos antebrazos musculosos cuando levantó su taza. "A Dar, por otra parte, no le importa nada el gobierno, pero entiende todo lo relacionado con la Marina", continuó explicando, ocultando una sonrisa cuando la cabeza de la otra mujer se sacudió con sorpresa. "Ella nació aquí, en esta base." Una de las cejas de Perkins se levantó, como solía hacer Dar con frecuencia. "¿Ella es un mocoso Armada?" "Sí," Kerry estuvo de acuerdo. "Sí que lo es. Su padre acaba de jubilarse, como una cuestión de hecho." Quizá deberíamos hablarles hablado de ello, desde un primer momento, su mente analizó. Podría haber hecho el día mucho más agradable. "Así que entre las dos, no creo que estemos tan despistadas, sobre lo que aquí se hace". "¿El Comandante Albert lo sabe?" preguntó la teniente. "¿Sobre ella?"
"No, no lo creo. No, a menos Dar lo mencionara antes, y no creo que lo haya hecho", respondió Kerry. "¿Por qué?" Por primera vez, una sonrisa apareció en el rostro de la otra mujer. "Sólo se preguntaba."
DAR se acercó a la ventana y miró hacia afuera, ignorando al hombre detrás de ella, que gritaba en su teléfono. Dejó que sus ojos se perdieran en los confines familiares del patio interior, tomando nota de los nuevos galpones y pasarelas que salpicaban la zona del césped. Una sonrisa apareció en su rostro, mientras miraba un seto espeso, recordando los momentos que pasó acurrucada en el interior del centro del mismo, en un pequeño espacio que había excavado para sí misma, oculta de los ojos de los adultos. ¿Cuántas horas habría pasado ahí? En el calor frondoso verde, con la luz del sol goteando a través de las hojas de las páginas rasgadas de cualquier libro que había estado estudiando detenidamente. La lectura le había abierto una puerta al mundo exterior. Un amor que compartía con su padre, pero una habilidad que sólo había mostrado, a regañadientes, a sus compañeros en la base. No era bueno ser un ratón de biblioteca en su mundo de la infancia. Así que había salvado sus libros para ese pequeño espacio privado, absorbiendo las palabras con avidez. El teléfono se colgó detrás de ella, y al momento abandonó sus recuerdos, volviendo su atención al Comandante. "¿Hecho?" Albert parecía tan frustrado, como jamás había visto a nadie. Su cara estaba roja como un tomate, y había un pequeño tic, al lado de su boca, hacia arriba en ritmo desconcertante. "Mire, Comandante -" "No. Usted", habló con los dientes apretados. "No voy a tener aquí a civiles diciéndome cómo hacer mi trabajo." Golpeó su escritorio. "El comandante de la base está en camino, y déjeme decirle, señora, que no va a encontrar nada agradable." Dar exhaló. "Creo que está exagerando". "No, señora, no lo estoy," el oficial de marina disparó de nuevo. "Que venga aquí a evaluar nuestras computadoras, bueno, no me gusta, pero no cabe duda que usted conoce su negocio." Le señaló. "Pero soy un marine y conozco mi trabajo, y señora, no necesito que nadie venga y me diga cómo hacerlo." Ella suspiró y sacudió la cabeza. "Esto es una pérdida de tiempo." "Eso es lo que he dicho todo el tiempo", respondió Albert. "Eso es lo que le dije al comandante de la base, y él está de acuerdo conmigo."
Oyeron pasos fuertes acercarse, y luego una voz áspera, que parecía más un gruñido que cualquier otra cosa. "Ese es el comandante." Albert pareció aliviado. "Él aclarará este embrollo." Dar se cruzó de brazos y observó la puerta abrirse. Entró un hombre muy alto, muy corpulento, de pelo canoso plata grueso y una barba completa, bien recortada. "Muy bien," el recién llegado retumbó mientras cerraba la puerta detrás de él, con un fuerte golpe. "Vamos a terminar con esto de una vez por todas." Sus ojos se posaron sobre Dar, deteniéndose a medio camino. Albert miró a su comandante y luego a Dar. "¿Señor?" Dar parpadeó con una sonrisa, al ver la sorpresa en el rostro del hombre. "Tío Jeff." El hombre cubrió el espacio entre ellos con una rapidez sorprendente y envolvió a Dar en un par de grandes brazos, abrazándola y levantándola por completo fuera de sus pies. "Hijo de puta. Hijo de puta. No puedo creerlo." Le dio un apretón, y luego la soltó. La tomó por los hombros, estudiándola con atención. "Renacuajo, ¿qué diablos estás haciendo aquí?" luego miró a la atónita cara del Comandante Albert. "Oh, demonios... ¿no me digas que eres la persona que el Pentágono nos ha enviado?" "'Así es." Dar contuvo el aliento, su mente seguía girando por el sentimiento de haberse encontrado con una parte perdida de su pasado. "No sabía que te habían puesto al mando de este lugar." "Señor Dios, sí. Desde hace tres meses," dijo Jeff Ainsbright. "Mírate. ¡Cómo has crecido!" Le tomó de la mejilla con total familiaridad. "No puedo creerlo". La puerta se abrió detrás de ellos, y Dar fue consciente de la presencia de Kerry y la teniente. Se dio cuenta del cambio en el lenguaje corporal de su amante, al ver al hombre con las manos sobre Dar. Le lanzó una sonrisa tranquilizadora y volvió la mirada al alto comandante. "Parece como si no hubiera pasado todo este tiempo. Ojalá hubiera sabido que estabas aquí al cargo. Podríamos haber evitado un montón de gritos." Jeff tiró de ella en un abrazo de nuevo. "Renacuajo, si yo hubiera sabido que estabas detrás de esto, te habría dejado las llaves y me habría ido de pesca”. Dar observó a Kerry morderse el interior de su labio, para evitar una sonrisa. "Bueno, estamos aquí para daros nuestro mejor consejo", le dijo el hombre alto. "Siempre tan seria y correcta", el comandante de la base estuvo de acuerdo, poniendo sus manos sobre sus hombros. "Albert, da a esta señora todo lo que quiera, cuando quiera, y como quiera, ¿entiendes?" "¿S-señor?" "¿Qué parte de lo que he dicho no entiendes?" Jeff gruñó, girando la cabeza para mirar al hombre más joven. "¿O estás desarrollando un problema de audición?"
"No, señor." Albert preparó. "Pero me gustaría recordar al comandante la conversación que tuvimos -" "Olvídalo," llegó la respuesta. "Ahora tengo una imagen completamente diferente. Así que dígale a su personal que deben cooperar, o haré que cada uno de ustedes friegue cada centímetro de este sitio con una caja de Kleenex, ¿entiendes?" "Sí, señor." El Comandante Albert consiguió pronunciar las palabras con los dientes apretados. "Bien." Jeff se volvió y echó un largo brazo alrededor de los hombros de Dar. "Vamos, déjame darte la gira de altos mandos. Bueno, hola, señorita." El comandante se encontró a una mujer rubia delgada, plantada firmemente, en su camino. Dar carraspeó suavemente. "Esta es mi socia, Kerry Stuart. Kerry, él es Jeff Ainsbright. Es un viejo amigo de la familia." Kerry le ofreció la mano. "Señor, es bueno conocerte." "Lo mismo digo, señora Stuart." Jeff envolvió cordialmente su mano, con la suya, mucho más grande, y la sacudió. "Déjame que os invite a almorzar. Creo que tenemos pastel de carne hoy. ¿Todavía comes pastel de carne, Renacuajo?" Dio a Dar una sonrisa. "Vamos." "Me parece bien," Dar estuvo de acuerdo, permitiendo ser dirigida hacia la puerta, mientras Kerry los seguía, dejando un silencio ceñudo detrás de ellos. El Comandante Albert esperó hasta que los pasos se habían alejado, y luego miró a su administradora del centro de datos. "Hijo de puta." La Teniente Perkins gruñó. "Esto podría ser un problema." "Sí." El hombre rubio musculoso golpeó un lápiz sobre el escritorio. "Tráeme un informe sobre Roberts. Averigüe quién coño es ella, ¿conforme? Nunca la imaginé como un militar." "Ella es una mocosa de la Armada." Perkins cogió una libreta y escribió en ella. "Es de aquí. No debería ser demasiado difícil de averiguar. Su padre era de la Marina." "Descubrir." Albert asintió. "Averigüe todo lo que pueda. Esto podría joder todo el proyecto." "Lo haré", la mujer estuvo de acuerdo. "Ella no es estúpida. Ni tampoco la otra, ¿cómo se llama? Stuart." "Hmm." Su jefe frunció los labios. "Vea lo que puede obtener de ella, también." Exhaló en consternación. "Podríamos estar en problemas. Tengo que llamar a Scrooge." "Dale mis saludos." Perkins tomó su libreta y se fue, cerrando la puerta de la oficina detrás de ella.
KERRY se encontró sentada en una cómoda y espartana, mesa en la cafetería ruidosa, escuchando a su pareja y al comandante ponerse al día sobre los viejos tiempos. Cortó en trozos su pastel de carne y los mordisqueó, sorprendida por el sabor agradable. Una sonrisa libertina se extendió por el rostro de Dar, cuando el comandante habló, y Kerry también sonrió, encantada al ver la expresión inusual, casi adolescente de su amante. "Así que, ¿cuál es el plan de Gerry, Dar?" Jeff le preguntó con la boca llena de puré de papas. "¿Él consiguió un superávit que tiene que gastar en algún lugar?" "No," contestó Dar. "Sólo me dijo que es una cuestión del Conjunto del Estado Mayor, quieren asegurarse de que el ejército se mantiene a la vanguardia del sector privado en tecnología." Tomó un sorbo de su vaso de leche. "Me dijeron que me asegurara de ello. Supongo que por ello pensó en contratarme, ahorrándose algo de tiempo y dolores de cabeza." "Y a mí." Jeff sonrió, empujando el tenedor en su dirección. "Yo estaba pensando en echaros de mi base, ya sabes, hasta que entré en esa oficina y me enteré de quién era el responsable del malestar del enfado del comandante Albert." Dar suspiró. "Debería haber ido a verte nada más llegar." Le miró a Kerry con una mirada triste. "Hubiéramos tenido un mejor recibimiento." Comieron en silencio durante unos momentos, luego Jeff se inclinó hacia adelante, jugando con el cuchillo. "¿Cómo está tu padre?" preguntó con una voz curiosamente suave. "Traté de localizarlo, cuando me enteré de que lo habían encontrado allí, pero nunca pude hablar con él." "Está bien," Dar lo tranquilizó. "Él y mamá están viviendo en un barco cerca de mi casa". "Aw". Jeff sonrió. "¿Él volvió con tu madre? Maldita sea, estoy muy contento de escuchar eso, Dar. Lo debió pasar muy mal estando lejos de ella." Se detuvo con torpeza y miró a Kerry. "Perdóname, Dar. No quise traerte malos recuerdos." "Está bien." Los ojos azules de Dar brillaron suavemente. "Kerry conoce muy bien a mis padres." "Es verdad." Kerry habló por primera vez. "Tengo su número de teléfono, si quiere hablar con el Sr. Roberts, a él seguro le encantaría saber de usted." "Apuesto a que te patearía el culo por llamarlo señor." El comandante se rio. "Me encanta. Hey, Dar, escucha, Chuckie viene este fin de semana. ¿Por qué no nos reunimos todos y cenamos una noche? Sé que le encantaría verte, y Sue y yo daríamos hasta la paga de un mes para ver a Andrew y Ceci". Ah. La memoria de Dar le pinchó de repente al recordar a Charles Ainsbright, hijo de Jeff, que era de su edad y uno de sus amigos más cercanos, cuando eran
unos críos. Le llamaban, lindo Chuckie, porque tenía el pelo rubio cortado a cepillo y la nariz respingona. "¿Él finalmente consiguió su comando?" "Puedes apostar tu culo." Jeff sonrió. "Espera a que le diga que estás aquí. Él todavía habla de ti." Oh, muchacho. "Será bueno verlo," Dar afirmó. "Veré qué puedo organizar para el viernes, ¿te parece bien? Creo que mamá y papa estarán de acuerdo". "Bien". Jeff dejó sus cubiertos, ordenadamente, sobre el plato que había dejado limpio. "Renacuajo, hazme saber si alguno de mis hombres te causa algún problema, ¿de acuerdo? Tengo una reunión de personal a la que tengo que ir a patear algunos culos. ¿Has terminado por hoy?" "Creo que sí," Dar asintió. "Sólo iba a mostrar a Kerry este el lugar." "Me parece bien." El comandante dio a Kerry un gesto amistoso, luego pasó por delante y tocó a Dar en el hombro. "Hasta luego, Dar. Conduce con cuidado." "Gracias, tío Jeff," Dar respondió, volviendo la cabeza para mirarle, mientras caminaba a través de las mesas, saludando, mientras se dirigía hacia la puerta. Luego volvió la cabeza para ver unos curiosos ojos verdes mirándola. "Hmm. Eso fue una sorpresa." "Mm, sí, me sorprendió." Kerry apoyó la barbilla en una mano. "Parece agradable." Dar se echó hacia atrás y exhaló, rascándose el cuello con una mano. "Lo es. Y su esposa es un amor. Eran muy buenos amigos de mis padres. Papá y Jeff pescaban juntos por las noches." "Uh-huh... ¿y Chuckie?" Kerry bromeó, tras tomar nota del leve rubor que coloreaba el rostro de su amante, ante la sola mención del nombre. "Suena como si le gustaras." El rostro de Dar se arrugó medio divertida, medio avergonzada, en un ceño fruncido. "Siii... él um...” "¿Otro flechazo?" la joven se rio. "No exactamente," admitió su amante. "Fue mi primer novio. Fue mi cita en el baile de secundaria." Las cejas rubias cejas de Kerry se dispararon en un silencioso asombro. "Yo era joven y bueno…." cruzó los brazos y suspiró. "Pero nos lo pasamos muy bien juntos", añadió. "Sé que se alegrará de verme." Kerry tomó un sorbo de té helado, pensativa. "Él es bastante conservador, ¿no?" Dar asintió. "¿Quieres que encuentre algo más que hacer esa noche?" Kerry se ofreció con una gracia tranquila.
Dar miró sin ver el centro de la mesa durante un largo momento, su frente se arrugó un poco, mientras lo pensaba. Entonces tomó aliento y se encontró con los ojos de su amante. "No, yo realmente no lo sé." "Me parece justo." Aceptó la respuesta. "Vamos, quiero conseguir algún recuerdo de este sitio", cambió de tema. "Tal vez una taza, ya tengo bastantes camisetas de la Marina para equipar a todo el equipo de béisbol de Florida Marlin." "Ya lo tienes." Dar puso de pie, dirigiéndose hacia la salida de la cafetería, consciente de los ojos curiosos que las seguían.
"Buenos días, MS. KERRY." Mayte la miró, cuándo ésta entró en su despacho, dándole una brillante sonrisa. "¿Ha ido bien el viernes?" "Algo así", Kerry respondió, haciendo una pausa. "Empezó bastante rocosa, pero resulta que el oficial al cargo de la base, es un viejo amigo de Dar, así que las cosas se suavizaron después del almuerzo." Sorprendentemente fue así, de hecho. Dar había conseguido todos los datos que necesitaba o pedido, y al final habían podido salir temprano, de regreso por el largo y solitario camino a casa, mientras el sol todavía estaba decente en el cielo. Eso significaba que habían tenido tiempo para un buen entrenamiento largo en el gimnasio, un paseo por la playa, y una cena, en el club, antes de que Dar se sentara para digerir la información que habían conseguido. Kerry estiró los hombros un poco, todavía de pie allí, y deseó brevemente poder repetir el día. "¿Qué tengo esta mañana?" "Tiene sesiones de marketing a las nueve y diez, y la reunión operaciones a la una", Mayte respondido con prontitud. "La señora Anderson, de la nueva empresa en la que estamos comprando por cable, estará aquí a las tres." Kerry exhaló. "Bueno." Envidió por un momento a Dar, que se había levantado temprano, vestido con pantalones vaqueros y botas de montaña, y luego se había metido el ordenador portátil bajo el brazo y dirigido a su escritorio. "¿Me puedes imprimir las actas de la reunión de esta tarde? ¿Y me recuerdas lo que estamos luchando con la comercialización de esta semana?" "Por supuesto." La voz de Mayte flotaba tras ella. "¿Quieres un poco café? Estaba a punto de servirme uno." "Sí", le agradeció. "Mataría por un gran café con leche. Gracias." Una vez tranquila, se acomodó en su sillón de cuero, sintiendo la fría superficie contra sus piernas, mientras encendió su ordenador y revisó la bandeja de entrada en su escritorio. "¿Qué tenemos aquí?" pensó, abriendo una carpeta. "Ah". Solicitudes de nuevos equipos para el departamento de contabilidad. Después de estudiarlas durante un momento, asintió y cogió su pluma, revisando y firmando cuidadosamente los papeles.
Duks no solía pedir nuevo hardware a menudo. Había hablado con él, el mes pasado, sobre la depreciación de los sistemas que habían comprado para su departamento, y mostró una reticencia a cambiarlos, ya que los consideraba herramientas de trabajo perfectamente aceptables. Kerry había estado en desacuerdo, considerando 386 sistemas DX que todavía funcionaban con Windows 3.11, algo que ella sólo utilizaría como topes para las puertas. Pero Duks había dicho que no. Así, que Kerry había revisado el software de contabilidad que estaban utilizando y llamado el vendedor, descubriendo una nueva versión mejorada, con un montón de nuevas características e informes ingeniosos. Se lo había contado a Duks, que había aceptado. "Grande", había dicho. "Ahora podrás hacer tus pedidos de nuevos sistemas, ya que este software no se ejecutará con los que ya tienes." "Ja". Puso la carpeta en su buzón de salida. Se dio la vuelta y abrió su programa de correo, viendo como la pantalla se llenaba rápidamente con líneas negras de mensajes nuevos, un buen porcentaje de ellos, con signos de exclamación rojo al lado. Suspiró y apoyó la barbilla en el puño, a la espera de que terminaran de descargarse.
La teniente Perkins, con una carpeta escondida bajo el brazo, llamó suavemente a la puerta. Hizo una pausa para escuchar una respuesta, luego abrió la puerta y entró. Cruzó el suelo de madera rápidamente y puso la carpeta sobre el escritorio de su jefe, sin apartar los ojos de él, mientras tomaba asiento. "La encontré." Albert levantó una ceja. "¿Y?" "No es bueno." La teniente negó con la cabeza. "Eche un vistazo, señor." Esperó a que su jefe abriera la carpeta. "Su nombre real es Paladar Roberts. Su padre ha estado en la Marina veinte años;... Se retiró hace unos meses. Nació aquí, pasó quince años, dejó la base después de que ella se graduara en la UM." Hizo una pausa. "Licenciatura en Ciencias Informáticas, la mejor de su clase. Lleva en ILS desde entonces." "Mmph." Albert estudió el contenido de la carpeta, deslizando poco a poco la documentación. "Me pregunto por qué nunca... oh. ¿Has visto estas puntuaciones ASVAB?" "Sí. ¿Viste para qué programa estaba calificando?" Sus ojos se posaron en los papeles. "Ajá. Quería seguir los pasos de papá, pero él fue un SEAL. Lo entiendo. Ella probablemente tiene un rencor del tamaño de esta base.” Se rio secamente.
"Pasó la parte física", comentó Perkins. "Mm". Su comandante continuó estudiando los papeles, y luego seleccionó una foto en blanco y negro, examinándola con curiosidad. Una adolescente Dar Roberts le devolvía la mirada. El pelo oscuro a medio oscurecer, los ojos claros, su cuerpo delgado envuelto en una camisa sin mangas negra ajustada y unos bien planchados pantalones de trabajo. "Da miedo". Pasó la imagen hacia ella. Perkins la recogió y la estudió. "Mucho". Se la devolvió. "¿Qué vamos a hacer con ella?" "¿Podemos mantenerla fuera de los sistemas?" Hizo un movimiento con la cabeza. "Probablemente no. Sobre la base de las preguntas que estaba recibiendo, creo adivinar que ella realmente sabe perfectamente el lenguaje de programación. Podría tratar de darle un montón de códigos para distraerla, pero no sé cuánto tiempo podré ganar". "Darle una oportunidad." El Comandante Albert suspiró. "Voy a ver qué más puedo hacer. Consigue todo lo que puedas y lo pegas detrás del número seis del firewall. Tenemos que encontrar algo más para distraerla." Cerró la carpeta y la empujó al otro lado del escritorio. "El momento es una mierda." "Le dijo a Scrooge que lo tendría todo bajo control", Perkins le recordó en tono preocupado. "Eso fue antes de que saber que ella creció con el hijo de Dudley Do-Right", espetó. "No sería fácil con simplemente echarla de aquí. Ahora tenemos que encontrar otra manera." Suspiró. "¿Qué pasa con la otra?" "Tuvimos suerte allí." La Teniente sonrió. "Ella es la hija de Roger Stuart." Sus ojos se encontraron. "¿No me digas?" Las cejas del comandante se levantaron. "No me digas, no, señor", dijo Perkins. "Pensé que estaría contento de escuchar eso." Albert se reclinó en su silla y entrelazó los dedos detrás de su cabeza. "Supongo que no hace falta preocuparse por ella, entonces. No creo que vaya a volver aquí, de todos modos." Exhaló. "Pero eso podría ser el impulso que necesito. Voy a tener que llamar a Scrooge. Él sabrá si podemos utilizarlo."
ELLA ERA LA PRIMERA. El guardia la dejó entrar sin hacer comentarios esta vez, y Dar condujo lentamente a través de la base, permitiendo que sus recuerdos salieran a la superficie, en esta ocasión. Aparcó en el extremo más lejano del estacionamiento y salió, cerrando las puertas del Lexus con un movimiento imprudente. Se dio la vuelta y se apoyó en el lateral del coche, simplemente dejando que su viaje continuara a través de sus ojos.
Maldita Sea. Se veía diferente, pero en cierto modo, igual. Los edificios habían sido alterados, la nueva construcción había cambiado los contornos de manera sutil, y todo tenía capas frescas de pintura. Pero mientras estaba allí y miró, las imágenes más antiguas flotaban ante sus ojos; y sin pensarlo, comenzó a caminar hacia la vía bien recortada que serpenteaba alrededor de la base. Por supuesto, no había actividad. A diferencia de la mayor parte del resto de la ciudad, el día aquí comenzaba antes del amanecer, y se escuchaban los cantos conocidos, de grupos de hombres y mujeres, que rodeaban la base. Algunos de ellos la miraron de forma curiosa, a medida que avanzaba. Lo consideró cuidadosamente, y se preguntó por enésima vez, si hubiera tenido alguna vez la fortaleza interna para llegar a través de capacitación, si hubiera elegido unirse a la Marina después de todo. Físicamente, sabía que podía haberlo hecho. Había estado en muy buenas condiciones físicas, en aquel entonces. Era fuerte y resistente, incluso más de lo que la Armada exigía. Incluso ahora, miró hacia abajo, y consideró su alta figura con un toque de vanidad, incluso después de todos los años de trabajo de escritorio y un estilo de vida tranquilo. Alejó esos pensamientos, ya que, reconoció con cierta ironía, que todo había sido por pura terquedad, no por otra cosa. ¿Pero mentalmente? Suspiró, haciendo una pausa, apoyada contra la valla para mirar las pequeñas casas situadas al otro lado. Tenía la autodisciplina necesaria, pero no era capaz de aceptar recibir órdenes de nadie, sólo porque tuvieran una banda en su brazo o una insignia. Ni entonces, frunció una leve sonrisa, ni ahora. Sus ojos se encontraron con una pequeña casa, la tercera en el cuarto bloque. Examinó la prolijamente pintura exterior, rodeó la cerca y caminó por la acera, deteniéndose cuando llegó a la puerta principal. Aparecía vacía, caminó hacia el pequeño camino de entrada a la cochera, poniendo una mano y tocando la superficie de ladrillos de cemento. La sentía áspera bajo sus dedos, con un olor familiar de polvo y sol, que calentaba el alquitrán, llenó su nariz como una brisa inflada a través del recinto. Inicio. Siguió caminando, por la parte trasera hacia el patio, viendo un árbol de ficus todavía firmemente atrincherado cerca del lado de la casa. Sus ojos se levantaron y encontraron la vieja casa en el árbol. Varios trozos de madera estaban ya podridos, y algunos clavos oxidados. Desvió la mirada, entre las ramas, hacia una ventana blanca, desde la que pudo ver la pequeña sala interior que había sido una vez la suya. Se sentía muy extraña. Se apoyó contra el árbol y trató de recordar cómo era ser un niño pequeño mirando por esa ventana. Descubrió que no podía. Había pasado demasiado tiempo, y ahora, ella era una persona muy diferente. Infierno. Su rostro se tensó en una mueca. Ni siquiera había querido traer Kerry aquí, para ver esto. No es que su amante se hubiera reído; de hecho, Kerry se habría interesado, sobre la infancia de Dar. No se avergonzó de su casa, tampoco. Era sólo que era tan poco notable el lugar, y ya no podía sentir ningún tipo de conexión con él.
Con un suspiro, Dar apartó del árbol, levantó la vista y estiró el cuello, pasando una mano por la parte gruesa de una rama llena de hojas. Sus ojos se posaron en sus propias iniciales talladas en la corteza del árbol, e incluso después de todos estos años, claramente visibles. Frunció el ceño, se inclinó hacia delante, parpadeando mientras sus ojos trataban de dar sentido a las marcas recién cortadas justo al lado de las suyas. Las iniciales de Kerry. La mandíbula de Dar cayó en shock abierto. Cuando lo había... Entonces recordó el largo tramo de tiempo que su amante había pasado recopilando datos. Ella había vuelto diciendo que había dado un paseo para aclarar su cabeza. Recordaba el olor de la piel caliente de su amante, cuando se habían acercado, y ahora sabía dónde había estado. Una sonrisa tonta apareció en su rostro mientras miraba las letras. La fecha del viernes, un signo más unión entre ambas. Todo tallado en la corteza gris. Sin mirar, sacó su móvil y presionó el botón de marcado rápido. Esperó a que una voz respondiera, luego cerró los ojos. "Eres la persona más increíble que he conocido." Oyó la leve ingesta de aliento. "Te amo." Luego cerró el teléfono y lo llevó de nuevo a su cinturón, y se alejó de la casa, dirigiéndose hacia su trabajo, tarareando en voz baja.
KERRY miró a la sala llena de ejecutivos de marketing, todos centrando se atención en ella, mientras cerraba su teléfono móvil. "Ese fue un... um... un informe de estado." Sonrió débilmente, sabiendo que su rostro estaba tan rojo como una remolacha hervida. "Lo siento, ¿qué estabas diciendo acerca de las proyecciones para el cuarto trimestre?" Eleanor se aclaró la garganta. "Estábamos hablando sobre el emergente mercado de TI de América del Sur." "Correcto". Kerry se frotó la cara. "Lo siento. Continuemos." "AH, chico." KERRY dejó la taza y la llenó con agua caliente, a la espera de su té reposar. La sala de descanso estaba tranquila, y se apoyó en el mostrador para leer el tablero de mensajes, con curiosidad. Decidió que le gustaba más el tablero de Operaciones. Por lo general, tenía buenas caricaturas de Dilbert. "Bueno, hola." Kerry se volvió, para ver a Clarice entrar en la habitación. "Hola", respondió cordialmente. "¿Ya estás instalada?" La delgada, mujer se sirvió una taza de café en una taza de color rosa brillante. "Sí, es bueno estar de vuelta a casa", respondió. "Gracias por hacerlo tan fácil para mí." Kerry sonrió. "No hay problema."
"De hecho, ahora que veo el cuadro completo, creo que tengo más claras las cosas que cuando estaba en Chicago", continuó Clarice. "Estoy trabajando con Paul para tratar de conseguir que las cosas se solucionen." Kerry agitó su té y se volvió, apoyada en el mostrador. .. "Me alegra oír eso, sé que era una especie de semana difícil, pero estoy segura de que podrás conseguir resolverlo". Clarice se apoyó también en el mostrador, estudiando a su jefa. "Bueno, a veces las cosas suceden por una razón, ¿no? ¿Quién hubiera imaginado que un poco de tormenta invernal podría terminar causando todos estos cambios?" Un atisbo de sonrisa apareció en el rostro de Kerry. "Las tormentas a veces hacen eso", estuvo de acuerdo. "Disculpa", continuó cortésmente. "Tengo una llamada de conferencia y se me hace tarde." "¡Oh, por favor, no me importa!" Dijo Clarice. "El trabajo es lo primero, y estamos seguros de que no queremos mezclar trabajo y placer." Dio a Kerry una gran sonrisa y se alejó, paseando por el pasillo sin mirar atrás. "Urgurf." Kerry hizo una mueca, estudiando aquellas palabras. No era había sido una muy buen conversación, pero después de haber ignorado la insinuación de Clarice, esperaba que aquella mujer lo hubiera dejado pasar. Pero parecía que no era el caso. "O tal vez, Kerrison, estás siendo demasiado sensible, y sólo estaba usando una expresión común", se dijo mientras abría la puerta de su oficina y entraba en su fresco espacio de paz. "No vayas en busca de problemas. Vives con ella, ¿recuerdas?" Las palabras de Dar, en el teléfono, volvieron a ella, olvidándose de Clarice, y riendo en voz baja mientras se dirigía a su escritorio.
Capítulo Cinco DAR se reclinó en la silla de madera dura y se frotó los ojos, cerrándolos por un momento, mientras volvía a cargar los datos por centésima vez. Escuchó el disco duro dejar de girar, luego suspiró y se balanceó hacia delante, explorando los resultados con una pequeña mueca en su cara. "Maldita sea." Revisó y volvió a comprobar las cifras. "Algo simplemente no era correcto". Hojeó los informes esparcidos sobre el escritorio y sacudió la cabeza. Había tomado los datos de rendimiento de la base y los analizó, dejando que los scripts se ejecutaran, a medida que escribía a través de las columnas de cifras, a juego con los dólares gastados en productos viables, que en este caso, el personal calificado estaba asignado a diversas instalaciones de la Marina, de todo el mundo. Algo no cuadraba. Sus guiones devolvían errores, encontrando discrepancias entre la lista de gastos y las listas de los requerimientos de pago, y hasta el momento no había sido capaz de poner el dedo en la razón. Era casi como si algunos datos estuvieran fuera de lugar, porque el resultado final estaba equilibrado, pero en áreas equivocadas, como si la progresión ordenada de contabilidad fuera a diferentes direcciones. Hmm. Se rascó la mandíbula. Tal vez por eso su análisis sintáctico de datos, en la base, no había traído recortes de datos relevantes, como que era el nuevo comandante de la base. Sus cejas caminaron y se zambulleron en su maletín, recuperando el informe de estudio que había hecho antes de iniciar el proyecto. Impaciente lo hojeó las hojas, con sus ojos lanzando un lado a otro hasta que encontró el lugar que estaba buscando. "Ah". Se echó hacia atrás y apoyó el informe sobre su rodilla, mientras un proyecto cálido de aire entró por la ventana y agitó las páginas, trayendo consigo un olor a hierba recién cortada. Había solicitado, cortésmente, un pequeño espacio de oficina para su uso, y el comandante Albert y la teniente Perkins se lo habían facilitado, igualmente cortésmente, le habían dejado esta pequeña habitación con su sencillo escritorio de madera, lleno de raspaduras, y una silla sin relleno. No tenía aire acondicionado. Les había lanzado una sonrisa, a modo de agradecimiento, y simplemente se había quitado Dar a los dos había dado una sonrisa, entonces simplemente quitado la camisa, quedándose en camiseta sin mangas, muy ligera, mientras se sentaba y los mantenía allí de pie, respondiendo a sus preguntas en sus uniformes completos hasta que ambos se habían vuelto rojos como la remolacha y comenzaron a sudar. Se rio, y miró por la ventana, hacia un grupo de formación pasan por una carrera de obstáculos, arañando su camino hasta una pared de madera alto, pudiendo escuchar sus gruñidos tensos. No era muy diferente de cuando ella vivía allí.
Recordó la primera vez que había hecho todo el camino, a los catorce años. Casi sin un rasguño hasta que llegó a la última valla, subió por la escalera de cuerda, sudando y gritando de júbilo mientras agarraba la parte superior. Olvidando por completo la zanja en el otro lado. Ow. Sintió una mueca de dolor, incluso después de tantos años, se agachó para frotarse el tobillo, que se lo había torcido tan mal que casi no pudo volver caminando a casa. Afortunadamente, su padre la había visto cojeando por la acera y detenido su camioneta a mitad de camino. La robusta cabeza de Andrew Robert asomó por la ventana de la camioneta. "¿Qué demonios te pasó, señorita?" Dar se agarró al marco de la puerta con gratitud, apoyándose en ella, recuperando el aliento. "Nada... apenas un golpe." Andrew se acercó más. "¿Estabas de nuevo con ello?" le acusó. Dar se mordió el labio. Mentir a su padre nunca fue una buena idea. Había aprendido que mentir no era una opción. "Sí." "¿A pesar de que te dije que no fueras allí?" El gruñido la hizo estremecerse. "Sí." Volvió a mirarlo a la cara. "He mejorado mi tiempo." No pudo evitar sonreír, sólo un poco, pero se detuvo al ver el ceño fruncido en el rostro de su padre. "¿No puedes dejar de meterte en problemas, verdad, Paladar?" Andrew sacudió la cabeza. "Sube tu culo a aquí." Y así lo hizo, cojeando rodeó la camioneta, entrando por el otro lado, alegrándose de poner sentarse y bajar el tobillo dolorido. Se alejaron de la acera, bajando la calle. Le tomó un momento darse cuenta de que habían pasado de largo su casa, y seguían su camino, así que lo miró sorprendida. "¿A dónde vamos?" “A ponerte un poco de hielo en esa pierna, y limpiarte el barro de la cara", le dijo su padre "porque si te llevo a casa en estas condiciones, tu madre me mata." Dar frunció el ceño y se miró las manos manchadas de barro, su felicidad momentánea desapareció. Hacía poco que habían regresado a Florida, y acostumbrarse a un nuevo cambio estaba siendo muy duro para ella. Casi no tenía amigos, y su padre se enfrentaba de nuevo, a una nueva gira de seis meses, que empezaría en tan sólo unas semanas. “No podrás comer helado, si te ve de esa forma.” Dar lo miró de reojo. "Cualquiera lo suficientemente terco para salir de ese pozo merece un cono de helado, ¿no?" Andrew se detuvo en una señal de alto y se volvió, acercándose a su hija para limpiarle un poco de barro de la mejilla. "Sé que por qué lo estás haciendo." Él le acarició la cara. "Buen trabajo, Dardar. Sé que no era algo nada fácil."
Dar sonrió con tanta fuerza que dolía, haciéndola olvidar su tobillo completamente. "Gracias, papá." Hmm. Se lamió los labios, pensativa. Helado. Decidió volver su atención al informe que sostenía. La fecha era actual, como de hace dos semanas, como había pensado, pero sabía que el nombre del comandante de la base estaba mal. Entonces, ¿qué otra cosa iba mal, y por qué? Se conectó a su ordenador y tecleó una consulta. Le devolvió, esta vez con la información correcta. Era la presentación de informes anteriores, ¿era sólo que estaban retrasados? Comprobó otro bit de datos y frunció el ceño. Vale, subió todos los datos de nuevo. Así que tal vez no estaba quedándose atrapada entre las actualizaciones. "Muy bien, déjame correr estos retoños de nuevo." Empezó a escribir una solicitud. "Nota para mí. Actualizar esta maldita base hasta 100 Base-T antes de hacer cualquier otra cosa. Jesús. Esto es demasiado lento." Su móvil y lo abrió. "¿Sí?" "Buenos días, jefe." La voz de Mark llegó. "Me dejaste un mensaje de voz para llamarte, así que aquí estoy." "Necesito un T1." Hojeó otra serie de informes a medida que hablaba. "Incluso una fracción sería suficiente si no podemos conseguir una completa. Voy a necesitar las cajas grandes para ejecutar las especificaciones en este lugar, y que no tengo un tubo lo suficientemente grande para poder conectarme." "Espera. Te veo en GPSing," Mark murmuró. "Sí, sí, sí, cállate. Salen mensajes de error... Ah, mierda, Dar. Estás en una bomba de mierda." "No lo estoy" Dar protestó. "Lo sabes. El CO más cercano a ti se está volviendo loco," Mark respondió. "Tendría que aprovecharme de los circuitos de Defensa Nacional. BellSouth no va a ir a por ello, eso es seguro. No tienen más que mierda en esa zona." Hizo una pausa. "¿Qué demonios estás haciendo ahí fuera, en el monte bajo, de todas formas?" Dar se molestó; irracionalmente, se dio cuenta, pero no se disculpó. "Estoy en un proyecto en la base naval de aquí", respondió ella lentamente. "En la que yo crecí." Hubo un silencio muy incómodo en el teléfono. "Uh... lo siento, Dar," Mark finalmente tartamudeó. "No me refería a ese lugar, en concreto." Dar suspiró. "Está bien." Miró a su alrededor. "Realmente es una bomba de mierda." "Bueno, si estás ahí, es porque realmente es una buena mierda," Mark se recuperó valientemente. "Pero tengo que decirte, incluso si cruzo mis piernas y aprieto, que realmente no puedo imaginarte cuando eras una niña".
Dar arrojó el informe sobre el escritorio. "Eso es probablemente una buena cosa", le dijo a su jefe de MIS. "¿Cuándo puedo conseguir mi T1?" "Lo mejor que puedo hacer es para el jueves." Las cejas de Dar se levantaron. "¿Después de tanta queja? Eres un maldito fraude, Mark." Mark se rio en voz baja. "Sí, bueno, estaba revisando la disponibilidad comercial;... Me volví y comprobé la gubernamental. Tienen un gran POP no lejos de allí. Podemos engancharlo a una red, enviaré un Cisco y un mini eje". "Bien," Dar respondió. "Cuando esté hecho, quiero conectarme y chupar todo de sus principales sistemas y mainframes. Corrí un análisis en mi portátil, pero hay algo que no cuadra, y no tengo los ciclos de la CPU a investigarlo. " "Me parece bien. Oh, hey". Voz de Mark se alteró. "Estoy hablando con Big
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Kahuna ". "¿La Big Kahuna, que casi tiene mi culo clavado en la mesa en una reunión de marketing? ¿Esa Big Kahuna?" La voz de Kerry se hizo eco a través del circuito. "Dame el teléfono." Se hizo un tope ruido. "Paladar Katherine Roberts." "Uh-oh." Dar se echó a reír. "Suenas como mi madre." "Eres tan…" rieron ambas. "Oh, Dios mío, Dar... me has llamado para un pequeño bucle en esa reunión. ¿Cómo te va?" "Eh." Dar examinó el informe ahora se ejecutándose en la pantalla de su portátil. "Bien, supongo. No hay mucho que hacer, no puedo decidir por dónde empezar." Envió el informe a imprimir. "¿Cómo te va por ahí?" "Bien", dijo exhalando un sonido de ráfaga audible, "tengo una sesión con José, en aproximadamente una hora." Se sentó en el escritorio de Mark y le guiñó un ojo, "Aparte de eso, todo muy bien, excepto que antes me que quedado sin palabras. ¿Qué fue todo eso?" "Las iniciales de alguien," respondió de manera sucinta. Kerry sonrió. "¡Oh!", Murmuró. "Sí. No sé qué me pasó. Debería empezar a usar el Leatherman que me regalaste." Trató de imaginar a su amante y su familia viviendo allí. "Bueno, tengo que llegar a mi reunión. ¿Nos vemos más tarde en casa?" "Por supuesto."
*Big Kahuna: una persona importante o con autoridad (de Kahuna, el término nativo hawaiano para un sanador o sacerdote)
Kerry le devolvió el teléfono a Mark, y se levantó, recogiendo el puñado de requisiciones que había venido a recoger. Le dio a su amigo una palmadita en la espalda y caminó a través del centro de mando de MIS, con sus mesas de medio punto y bastidores de luces parpadeantes constantemente. Justo cuando estaba saliendo, sonó una alarma, hizo una pausa, mirando por encima del hombro hacia donde dos técnicos estaban luchando hacia un monitor. "¿Qué es?" "Mierda". Una de las informáticas golpeaba varios botones. Miró hacia arriba. "Lo siento, señora." Kerry volvió a la mesa y miró por encima de ella. "¿Qué está pasando?" "Mierda... mierda... mierda... acabamos de perder el sureste." La otra técnico fue sacudiendo furiosamente su teclado, y ahora Mark también se acercaba, inclinándose sobre ellas. "Mark, algo grande acaba de hacer un volcado sobre Georgia." Miró a Kerry. "¿Sabes lo que eso significa?" Kerry sonrió alegremente. "Maldita sea. Significa tengo que cancelar mi reunión." Dejó sus papeles y se remangó. "Está bien... Mark, empezar a comprobar los routers de acceso, voy a llamar a BellSouth."
DAR hizo su camino a través del laberinto de pasillos y abrió la puerta del Comandante Albert, sin llamar ni golpear. Lo encontró solo cogiendo el teléfono para hacer una llamada, se detuvo, dándole una mirada. "¿Querías una conferencia?" Albert tomó una bocanada de aire visible y lo soltó. "Está bien, mira." Le tendió las dos manos. "¿Puedo levantar un banderín de tregua aquí?" 'Sería una pérdida de tiempo”. Dar se cruzó de brazos, pero relajó su postura al mismo tiempo. "Depende de en qué términos sean, dijo. "Esto puede ser tan difícil como usted quiera que sea." "Bueno." El hombre se sentó y le indicó que hiciera lo mismo. "Mire, Sra. Roberts, realmente no soy un bastardo, pero..." Hizo una pausa. "Pero estoy pisando fuerte en todo su territorio, con tacones de aguja," Dar terminó por él. "¿Crees que no lo sé? Escucha, Comandante, si estuviera en tu lugar, estaría tan cabreado como tú, créeme." Albert se relajó un poco. "¿Alguna vez lo has estado? ¿En mis zapatos?" Lo pensó. "En realidad no, no", admitió. "Mi empresa se hizo cargo de ILS, pero yo era sólo una programadora por entonces. Pero recuerdo sentir el infierno de tener que explicar todo a unos cabezas cuadradas." Cruzó un tobillo sobre la rodilla. "Así que lo entiendo, pero hay que entender que no soy tu enemigo." Él la miró de cerca. "Fuiste contratada para hacer esto, ya lo sé."
Dar asintió. .. "Así es: los de arriba están buscando dos cosas una, quedar bien en las grandes contrataciones, y dos, están queriendo justificar gastar miles de millones en mejorar la infraestructura. No hay más". Albert gruñó, sus cejas retorciéndose en sus pensamientos. "Así que, hágase un favor, Comandante, sólo deje que haga mi trabajo ¿de acuerdo?" Dijo Dar. Se inclinó hacia adelante y apoyó los codos en la superficie del escritorio, cruzando las manos a la ligera. "Está bien, Sra. Roberts. Lo hago sólo porque no quiero tenerla todo el día pegada a mi trasero." Él exhaló. "Así que, ¿tienes todo lo que quieres? La Teniente Perkins me dijo que estabas tirando abajo las estadísticas de la mayor parte del día." Dar se levantó y se acercó a la ventana, apoyando ambas manos en el alféizar, mirando por los cristales polvorientos. "Eso es correcto." Vio un escuadrón de hombres que llevaban enormes troncos. "Tengo programas para analizar todo eso. Quiero empezar a buscar en las instalaciones, de primera mano." Se volvió y se enfrentó a él. "Puede dejar que lo busque yo sola, o dame alguien que pueda responder a mis preguntas." Una leve sonrisa apareció en el rostro del comandante. "Creo que podemos arreglarlo, Sra. Roberts." Pulsó un botón en su escritorio. "Yo estaba anticipando el tema." Su voz se hizo más fuerte. "Envíeme al Jefe Daniel." Después de un momento se abrió la puerta, entrando una mujer baja, muy fornida, con el pelo de jengibre salpicado con un poco de gris. Dio a Dar una breve mirada y luego volvió su atención a Albert. "¿Señor?" "Ella es nuestro Superior Mayor de Operaciones, CPO Daniel, Sra. Roberts. Ella está a cargo de la implementación y supervisión de todos los procesos en general." Le dio a la recién llegada una breve inclinación de cabeza. "Jefe, esta es la Sra. Roberts. Está aquí, por órdenes de Washington, para hacer una evaluación sobre nosotros y recomendar mejoras", dijo el comandante gratamente. "Por favor, acompáñela a dónde quiera ir y responda a cualquier pregunta." En sus ratos libres, Dar jugaba a menudo a un pequeño juego mental donde trataba de igualar a la gente, en qué raza de perro se transformarían ante sus ojos. A menudo ella misma se había divertido en reuniones imaginando Eleanor como un galgo afgano, discutiendo las ventas con José el perro pastor, por ejemplo. Incluso había dibujado un boceto de él, que había enviado a Kerry, provocando un ataque de risa, que la había hecho salir de la habitación. Un bulldog en uniforme naval, pensó, luego asintió brevemente. "Sí, señor, voy a estar contenta de hacer eso. ¿Le gustaría empezar ahora, señora? Es una gran base." "Absolutamente", respondió Dar, reconociendo la postura agresiva con un suspiro interno. "Vamos a empezar. ¿Después de ti?" Hizo un gesto hacia la puerta. "Gracias, Comandante."
"El gusto es mío." Albert le dio una agradable sonrisa. "Quiero saber si hay algo más que pueda hacer por usted." Dar siguió a la mujer fuera de la oficina y organizó sus recursos para este nuevo reto. Teniendo en cuenta cómo Albert había expresado su asignación, calculada para ofender al suboficial tanto como fuera posible, para luego acusarla de no hacer su trabajo. Ahora tuvo que preguntarse cuál de ellos le disgustaba más. Miró a la mujer que estaba a su lado. "¿Señora necesita parar para recoger una libreta y un lápiz?" Daniel preguntó de repente. "Estoy segura que tendrá que tomar notas." "No, gracias," Dar respondió suavemente. "Por lo general trabajo en un nivel macro. Dejo los detalles micro a las personas que realmente implementan los diseños." Hmm. ¿Qué haría Kerry? pensó. "Mire, no tengo la menor intención de pasar días vadeando a través de su actitud. Vamos a tomar una taza de café y dejar las peleas, luego tal vez podamos lograr algo." La suboficial se detuvo y se dio la vuelta, mirándola con una fijeza feroz. Tenía una fuerte presencia y un aire de competencia feroz que casi igualaba a la propia Dar. "No sé cuál es su propósito real aquí, señora, pero no soy una de esas cabezas huecas, de los centros de datos, que vagan por ahí con las impresiones metidas hasta las culatas todo el día. Tengo un trabajo que hacer, y lo hago muy bien. Así que, si quieres explicarme tu agenta de trabajo, tal vez nos puede que nos ahorremos tiempo y sudor". "El problema es que no tengo una agenda," le contestó. "Así que si haces un buen trabajo, no tienes nada de qué preocuparte, ¿verdad?" "¿Qué te hace pensar que puedes entrar aquí y juzgarnos?" Daniel dio un paso más. "¿Crees que tengo una mala actitud? ¿Qué esperabas, un forastero que viene aquí, entrando en un mundo que posiblemente no es capaz de entender?" "Jefe Daniel" "¿Crees que no sabemos lo que los de fuera pensáis sobre el ejército? ¿Crees que es fácil conseguir siempre que la actitud de las personas que no podían durar a través de una jornada de formación básica, que creemos que somos un montón de idiotas descerebrados?" Daniel clavó un dedo en el Dar. "No me hables de actitud, señora." Dar ladeó la cabeza. "¿Te gusta la Marina, jefe?" La pregunta dejó descolocada a la suboficial. "¿Qué?" "¿Te gusta la Marina? Eres de carrera, ¿no?" Con cautela, Daniel retrocedió un paso. "Es un trabajo", respondió ella lentamente. "Uno toma un montón de mierda, pero es como una familia. Me he acostumbrado a ella. ¿Por qué?"
Inexplicablemente, Dar sonrió. "Sólo me diste una respuesta a una pregunta que me he estado preguntando desde que tenía dieciocho años. Gracias." Una gran cantidad de "qué pasaría si" se alejó y dejó sus hombros se aligeraran. "Tienes razón, jefe. Soy un extraño." Ahora se encontró con los ojos de la jefe Daniel. "Pero tienes que elegir si prefieres que sea hostil o amistosa." Se miraron la una a la otra en silencio.
EL OCÉANO rodada en los alrededores, se escuchaba un shush rítmico, seguido de un tintineo débil de conchas. Dar y Kerry estaban sentadas contra un árbol, con sus piernas extendidas hacia fuera, en la arena, todavía con el calor del día. O, para ser más precisos, Dar estaba apoyada contra el árbol y Kerry estaba apoyada en ella, sentada entre las piernas de su amante, en una expansión dichosamente cómoda. "Esta fue una buena idea." La joven exhaló. "Me alegro de que nos reuniéramos aquí abajo. Estaba de ánimo para la langosta picante." "¿Incluso con la arena?" Dar cogió su botella de cerveza de raíz y tomó un trago. "Claro que esto es mejor que lo que hubiera podido conseguir en la base, si me hubiera quedado a cenar". "Eso seguro". Kerry recogió su propia botella y bebió de ella. "No parecía que hubiera mucha comida gourmet allí, pero el almuerzo fue bastante bueno." "Si, no estuvo mal," Dar afirmó. "Creo que por eso nunca me he molestado en aprender a cocinar. Era más fácil ir allí y tomar algo. Luego, cuando fui a la universidad, comía en la cafetería, de allí." Se encogió de hombros. “Supongo que se convirtió en un hábito.” "Mm". Kerry estudió la luz de la luna. "Así que, ¿entonces, de dónde sacaste el gusto por cangrejos de piedra?" Se volvió y miró a su compañera con curiosidad. "Estoy bastante segura que no los servían allí, y no creo que jamás los hayamos visto buceando." "Ah". Dar rio brevemente. "Sí." Kerry esperó a que continuara, pero el silencio se prolongó por lo que se asomó por encima del hombro para ver a Dar mirando tranquilamente hacia el mar. "¿Dar?" "¿Mm?" Los ojos azules se desviaron, y se centraron en ella. "Lo siento. No hay ninguna historia. Sólo fue algo que probé cuando empecé a ganar un sueldo decente." Kerry podía sentir su malestar, por lo que con gracia no quiso insistir. "Al igual que hice cuando llegué aquí" estuvo de acuerdo. "¿Sabes lo que hice cuando me di cuenta de que me habías dado un aumento de sueldo cuando me contrataste?" "¿Probamos cangrejo de piedra?" Dar aventuró una conjetura.
"No. Salí a comprarme nuevos juguetes". Dar rio, relajándose contra el árbol. "Sí, creo que hice lo mismo", admitió. "El problema era que, después de que me ascendieron, no tenían ni idea de qué hacer conmigo en esas reuniones de alta dirección, en mis botas de moto." Kerry se cubrió la cara y ahogó una risita. "Uno de los otros gestores finalmente me arrastró a Macy", dijo Dar. "Me dijo que tenía más cerebro que todos los demás juntos, pero que no duraría mucho en la empresa si no tenía buena presencia." "Es obvio que aprendiste rápido." Kerry volvió la cabeza y vio el perfil de su pareja. "Tiene un increíble sentido del estilo. Recuerdo aquella vez que me llevaste a Macy. ¡Oh, Dios mío!" Dar sonrió. "¿Igual que Macy?" "Sí." "Santo cielo." Kerry se cubrió los ojos de nuevo. "Me quedé asombrada, Dar. Escogió cosas que no sólo se veía bien, se veía bien en mí." Dar exhaló. "Sí, bueno, gracias a unos seis meses de lectura, de las revistas más estúpidas de moda y más pueriles que pude encontrar y ver las cintas de vídeo de las peores telenovelas nocturnas, que hicieron que mi cerebro casi se disolviera." "¿Me estás tomando el pelo?" Kerry pidió en un tono estupefacto. "No." Dar negó con la cabeza. Tomó otro sorbo de cerveza de raíz. "Me sentía como uno de esos chimpancés que se ven en el Discovery, aprendiendo a montar en bicicleta." Kerry se dio la vuelta, y se apoyó sobre una mano, mientras miraba a su compañera. En la penumbra, el rostro de Dar estaba sobre todo en las sombras, pero aun así, pudo ver el surco en la frente de su amante. "Eso debe haber sido muy extraño para ti", dijo finalmente. "Lo fue", contestó Dar. "Aun así es, a veces me sentía como un fraude, incluso a veces todavía lo siento, pero no de la misma manera." Hizo una pausa, y luego apareció una sonrisa irónica. "No me dolió darme cuenta de los trajes de seda no me sentaban mal." Recordó estar en el vestuario, rodeada por el olor de la seda y el perfume caro. A su derecha había una percha llena de ropa sofisticada, y se adelantó miró en un espejo de cuerpo entero, que refleja de nuevo, la rata playera desaliñada que solía ser. "Madame, ¿requiere alguna ayuda?" Dar miró a la puerta cerrada. "No, gracias. Puedo vestirme." Ya es bastante malo haber tenido que sufrir las miradas escépticas de los vendedores, y el recuento cuidadoso de las perchas por la dependienta. Seguro que no necesitaba a ninguna de aquellas personas que la ayudara a vestirse.
Con un suspiro agraviado, se quitó la camiseta y la dejó caer sobre el banco acolchado, se desabrochó sus pantalones vaqueros, soltando sus zapatillas. ¿Qué estaba haciendo aquí? Se debatió si debía simplemente marcharse, pero entonces, recordó a David esperándola fuera, y se puso el primer traje que había en la percha. Era de seda, y de un rico color burdeos. Dudosamente resbaló en la camisa, notando cómo el caro tejido se asentaba perfectamente alrededor de los brazos y los hombros. "Esto no va a funcionar." murmuró, pero abrochó todos los botones, se puso la falda a juego, metiendo la camisa dentro de ella. "No entiendo lo que esto se supone que va lograr." "¿Qué fue eso, Dar?" La voz de David vino de fuera. "¿Necesitas algo?" "No." Apretó los dientes, se puso la chaqueta y se volvió para mirarse el espejo con el ceño fruncido. "Yo no...” Parpadeó ante la imagen inesperada con la que se encontró. La chaqueta esbozaba su cuerpo atlético relativamente bien. Sorprendida, le gustó lo que veía. Totalmente diferente de sus pantalones y polo habituales o chalecos desgastados. La flor y nata de la camisa compensaban su bronceado, y el corte sofisticado del traje, la hacía casi irreconocible en sus propios ojos, y sospechaba, que a sus compañeros de trabajo también. "¿Dar? ¿Estás bien?" Tiró de las solapas de la chaqueta recta y se volvió para mirarse de perfil sorprendentemente elegante. "Bueno, maldita sea." "¿Dar?" "¡Por favor cállate, David! Ve a buscar un carro de tu maldito expresso o algo así," le dio un gruñido. "¡Déjame en el infierno sola!" Oyó unos pasos que se alejaban, y por fin se quedó en paz. Se dio la vuelta y puso las manos en sus caderas, haciendo una mueca al ajustarse la chaqueta. Suspiró y se dirigió a la puerta de los probadores, abriéndola y asomando la cabeza. "Hey," dijo en voz alta a la vendedora. Esta se volvió y consiguió no fruncir el ceño demasiado. "Sí, señora". Se detuvo a media palabra, levantando las cejas ante la sorpresa de la visión delante de ella. "Ese color hace que se adapte, señora." "¿Tiene a alguien que puede hacer estas cosas a partir de cero?" preguntó Dar, ignorando el cumplido. "¿Señora?" Se acercó. "¿Qué cosas, la ropa?" Dar abrió la puerta del todo, y salió, extendiendo sus brazos. Las mangas de la chaqueta estaban a medio camino de sus codos, y estaba visiblemente ajustada sobre sus hombros. La vendedora se acercó un poco más y estudió el problema. "Podríamos ofrecerle una chaqueta más grande, supongo, pero probablemente la blusa aquí,
y..." tiró de la solapa. "Tenemos un sastre, por supuesto, pero conseguir este patrón personalizado va ser muy caro." "¿Cómo de caro?" La mujer se dio unos golpecitos con los dedos sobre sus labios. "Probablemente mil dólares". Observó el rostro de Dar como un halcón. "Como mínimo". Dar se metió de nuevo en el probador y agarró los trajes de la rejilla. Se metió de vuelta y se los entregó a él. "¿Puede hacer en todos estos?" La vendedora parpadeó con fuerza. "Ah... bueno, sin duda." "¿Pude hacer que me los lleven a mi casa?" "Bueno, sí, estoy seguro de que podremos arreglar eso." "¿Seguro? Porque necesito irme cuanto antes", dijo Dar. "No tengo todo el día." "Bh... eh... sí, señora, por supuesto, ah, me dejó... Voy a poner estos más de aquí y simplemente le avisaré. Ah...” Dar le entregó su nueva tarjeta de platino. "Puede cobrarlo de aquí." La cogió, tan rápido que casi parecía que le fuera a dar algo. "Por supuesto, señora. ¿Puedo llamar a uno de nuestros compradores para usted, si no tiene tiempo?" "¿Compradores?" Los oídos de Dar se animaron. "Sí", dijo el vendedor. "Disponemos de un servicio, como sabe, alguien que estará encantado de ir y elegir los accesorios para usted, zapatos, cinturón, un bolso quizás..." Vio la expresión de Dar. "Tal vez no, ¿pero otras cosas?" "Esta persona va a hacer mis compras" Dijo Dar. "¿Conjuntar accesorios para ir con eso?" "Sí." "Que vengan". La vendedora sonrió positivamente. "¿Quiere un café mientras el sastre viene?" "¿Tienes algún tipo de helado?" contrarrestó, empezando a divertirse un poco. "Estoy seguro de que podremos conseguir un poco." Cogió el teléfono. "Y si no le importa acompañarme, tenemos una sala de montaje privado para nuestros clientes especiales." Kerry se rio, trayéndola de vuelta al presente. Miró a su compañera, que estaba sonriendo a su vez. "¿Qué es tan gracioso?" "Tú lo eres". Kerry le dio una palmada en la pierna. "Por supuesto que te quedan bien los trajes de seda, Dar, te queda bien todo."
"Me alegro de que lo creas." Le dio un abrazo. "Tengo que admitir que me estaba riendo, de mí misma, cuando me pediste que te ayudara a elegir tu ropa." "Pues hiciste un gran trabajo." Dar bufó. "¡Cómo todo lo que elegí no te hubiera quedado bien!" Kerry lo pensó. "Bueno, estoy segura de que podría haber encontrado algo en amarillo mostaza, que no habría sido halagador," se permitió. "Pero estaba demasiado ocupada sintiéndome asustada, que no sabía ni que talla usaba." Dar se rio entre dientes. "¿Cómo lo supiste?" Se volvió y la miró con curiosidad. "No me digas que me buscaste en alguna base de datos oscura- la mayoría de mis cosas se adaptan de forma privada en el país." Dio un codazo a Dar. "¿Cuál era el truco? Dar se quedó con la mirada perdida en las olas durante un largo momento, mordisqueando su labio inferior con una expresión pensativa, y luego miró de reojo a su compañera, mostrando un brillo perverso. "Sólo lo supuse." "No lo hiciste." "Lo hice." "Dar, vamos." "Lo hice." La mujer de pelo oscuro insistió. "¿O prefieres que te diga que ya te había desnudado en mi mente y que conocía desde todos los ángulos?" Kerry se ruborizó. Sintió un calor repentino que la hizo parpadear. "No lo hiciste." "No. Realmente no lo hice, Dar permitió, luego hizo una pausa, "la parte en la que te desnudaba no sucedió hasta que estabas en el probador". Kerry le sacó la lengua. Un instante después, la encontró atrapada entre los dientes de Dar, que la mordisqueó con suavidad. Luego sus labios rozaron los suyos y se dejaron llevar, bajo la vista del océano. "Ooh". Kerry disfrutó de la sensación de hormigueo. "Eso fue muy erótico." Volvió la cabeza. "¿Podemos hacerlo de nuevo?" "Sólo si estás interesada en hacer la primera página de la sección Estilos de vida del Herald." Señaló a los transeúntes paseando. "Por otro lado, conozco un jacuzzi que podría estar dispuesto a mirar hacia otro lado. " "Eeoorwl." Kerry emitió un gorgoteo contenta y se estiró. "Podría aceptar eso. Y de paso me puedes hablar de esa pequeña persona que te está causando tantas migrañas. ¿Tengo que bajar a la base de nuevo y tener una charla con ella?" Se levantó, tirando Kerry con ella, y echó a andar hacia el aparcamiento de la iglesia. "No. Con ella bien. Al menos sabe lo que está haciendo y entiende las operaciones de la base. Me siento como que estuviera caminando con un perro un poco rabioso trotando alrededor de mí, listo para saltar de un momento a otro."
"Hmm." La nariz de Kerry se arrugó mientras sonreía. "Creo que así es como la gente se siente cuando está contigo cerca, ya sabes." Suspiró. "Lo sé." "No es muy agradable, ¿eh?" Los ojos verdes brillaron. Dar la miró. "¿Te estás riendo de mí?" Tiró de ella más cerca, metiendo la mano en el brazo de Dar. "No me estoy riendo de ti. Solo estaba pensando que debe ser extraño para ti, enfrentarte a los desafíos que tu provocas en otras personas." Sintió a Dar suspirar de nuevo. "¿Por qué no intentas hacer amistad con ella? Estoy segura de ambas tenéis algo en común." Se acercaron al coche de Kerry, utilizaron el control remoto para abrir la puerta, con una sonrisa cuando Dar le abrió la puerta para ella. Entró y se detuvo cuando su amante se apoyó en la ventana y la observó instalarse. "Nos vemos en el ferry?" "Conduce con cuidado" Dar le dijo, y luego cerró la puerta. Caminó alrededor de la parte posterior del Mustang y se metió en su propio coche, poniéndolo en marcha, saliendo detrás de Kerry hacia la calle principal. Condujeron a lo largo de la carretera de la playa, hasta desviarse a la derecha, hacia la calzada que conducía a su casa. Llegaron al primer puente, alcanzando la parte superior y comenzando a bajar por el otro lado. Al instante, Dar se dio cuenta de que unos faros venían hacia ellas, por el carril equivocado. Media tonelada de camiones circulaban hacia abajo, hacia Kerry, que estaba empezando a reaccionar, girando hacia la izquierda, acabando en la parte central verde de la isleta. Por un segundo, Dar se quedó congelada. Sus ojos atrapados en las luces deslumbrantes. Entonces reaccionó con puro instinto, aceleró el motor de su Lexus, pasó a Kerry, poniéndose entre el carril del sentido y el Mustang, derrapando. El vehículo azul que se aproximaba bruscamente a su derecha, de pronto hizo un giro brusco, rozando el parachoques delantero de Dar, que arañó su camino a través de la isla central y rebotó en el carril en dirección este, librándose por muy poco de ser golpeada por un taxi. Aflojó lentamente los dedos del volante y se empujó hacia atrás, su corazón golpeando con tanta fuerza en su pecho que amenazaba con deslizarse entre sus costillas. Sacudió la puerta y cayó fuera del coche, colgando en el borde de la ventana por un momento mientras sus temblorosas piernas se negaron a sostenerla. Luego tomó un respiro y se obligó a correr hacia el donde había quedado el coche de Kerry, sobre el centro de la isleta, con el motor y los faros brillando débilmente entre el follaje tropical. La puerta se abrió como Dar llegó a ella, tirando con impaciencia, cayendo de rodillas al lado del asiento cuando Kerry se inclinaba hacia fuera. "Hey." Abrazó con fuerza a Kerry, sintiendo el aliento tembloroso cuando la joven hundió la cara en el cuello de Dar. "¿Estás bien?"
"Sí." Kerry asintió. "Sólo muy asustada." "Yo también." Soltó el cinturón y salió del coche, apoyándose en el hombro de Dar, mientras miraba a su alrededor, examinando los daños. Aunque el otro coche no la había tocado, subirse a la isleta central había provocado grandes daños el su vehículo. "Erf." Dar se puso de pie y miró al eje aparentemente roto. "Bueno, creo que ya no tienes coche." Kerry estaba apoyada contra el lateral del coche. "¿Qué?" Se volvió y le dio a su amante una mirada de perplejidad. "Estoy segura de que se podrá arreglar." "Habrá que pensar en un coche nuevo," Dar respondió con total naturalidad. "Si esa cosa te hubiera golpeado, tu coche se habría doblado como un trozo de papel de aluminio usado." "Oh, no quiero saber nada de eso, Dar. Creo -" Vio la mirada seria en el rostro de su amante, y dejó de hablar. "Bueno, realmente ya tenía unos años, quizá sea buena idea comprar uno nuevo." Se acercó y se apoyó en su pareja. "¿Podemos llamar a una grúa para que se lo lleve, y volver a casa?" "Buena idea." Dar sacó su teléfono móvil mientras caminaban hacia el Lexus. Sus luces de emergencia todavía intermitentes mientras el tráfico circulaba cautelosamente a su alrededor. "Podemos ir mirando coche, en la web, cuando lleguemos allí." Kerry dejó escapar una risa un poco histérica. "Cariño, no tienes que hacer eso. Además, creo que me gustaría verlos por mí misma." Acarició el SUV. "Es bueno y sólido, ¿verdad?" Dar levantó la vista. "Estaba pensando en un Hummer." Atendió la llamada y dio las instrucciones para que vinieran a recoger el vehículo. "¿Qué?" "A no ser que tal vez mi padre te pueda conseguir un Humvee." Dar cerró el teléfono, golpeándolo contra la barbilla, pensativa, con el rostro completamente en serio. "Probablemente podría." Kerry llamó a su pecho. "¿Hola? ¿Tierra llamando a Dar? No quiero estar conduciendo un vehículo blindado por todo Miami, así que espero que estés bromeando." Dar le dio un codazo al coche, cerró la puerta y se puso en el lado del conductor. "No te pudo negar que sería muy útil con el tráfico de la tarde." Arrancó su coche y se movió con cautela a través del tráfico. "Tal vez un tanque". "Dar".
"¿Qué? Vienen en superávit, y a papá le encanta juguetear con los motores." "¡Dar!" "Pero es muy difícil encontrar un sitio para aparcarlo." "Estás bromeando, ¿verdad?" Los claros ojos azules la miraron mientras esperaban en la cola para entrar al ferry. "Sí." Dar finalmente sonrió. "Tiendo a decir cosas estúpidas cuando pierdo la cabeza." Kerry levantó una mano y entrelazó los dedos, un gesto que siempre traía una sensación de cálida familiaridad a las dos. "Bueno, estaba completamente segura. Tuve tu enorme Lexus entre mí y los locos del kamikaze. Probablemente habrían rebotado y terminado en la Bahía de Biscayne." Fue recompensada con otra sonrisa. "Malditos locos". Dar asintió, inclinándose hacia atrás en su asiento. El drenaje de la adrenalina que había corrido a través de su cuerpo, la había dejado casi somnolienta, y apenas tenía ganas de moverse, ni siquiera cuando el ferry atracó y tuvo que maniobrar el Lexus pasar salir. Mantuvo los ojos entrecerrados, frotando los dedos de Kerry con su pulgar mientras circulaban por la isla. Luego se volvió y miró el perfil de Kerry. "¿Estás segura de no querer un Hummer?" "Dar". "Vienen en colores agradables." "Azul, gris y verde." Kerry se rio. "Y negro. Me gustaría algo un poco más ligero." "Mmm." Dar apoyó su rodilla contra el volante. "El tanque viene en color desierto. Esa es la luz." "Dar", Kerry empezó a reír “¡No quiero un tanque!" Las dos se quedaron en silencio durante unos minutos. "¿Puedes imaginar el coste en gasolina de esas cosas?" Kerry finalmente habló. "Me costaría una fortuna." "No hay problema. Te daré un aumento de sueldo para cubrirlo," Dar respondió al instante. Se miraron la una a la otra, luego ambas se echaron a reír de alivio. "Piensa en la impresión que causarías," Dar continuó. Kerry seguía riendo.
Capítulo Seis Se escuchó un hosco trueno en el océano, relámpagos delineando las cabrillas sobre la playa causando sombras oscuras superficie del agua. La mayor parte de la isla todavía estaba a oscuras, los condominios en el borde de la tierra silenciosa y melancólica, con sus ventanas en blanco, en las horas previas al amanecer. Desde una ventana orientada hacia el exterior, sin embargo, se veía una débil luz. Cualquier persona lo suficientemente loca para estar caminando a lo largo de la playa, bajo tal tormenta, habría visto un perfil esbozado en ella, observando el movimiento de las olas. "Guau." Kerry se apoyó en el mostrador, sintiendo la fría superficie a través de la fina camiseta de algodón. "Me alegro de no estar ahí." Volvió la cabeza cuando la tostadora lanzó cuatro rebanadas de pan de pasas y canela. "Ah". Un momento después, las tostadas estaban descansando en los platos, y ella estaba extendiendo mantequilla ablandada sobre ellas. Estaban tan acostumbradas a despertarse temprano que aún hoy, ambas hacían senderismo alrededor del condominio. Dar estaba en su estudio revisando su correo, y Kerry colocó los platos de pan tostado y huevos revueltos, junto con dos vasos de zumo de naranja y café, en una bandeja antes de ir en esa dirección. Por un momento se detuvo en la puerta para ver a su amante, trabajando detrás de su escritorio, antes de entrar y dejar la bandeja sobre la mesita cercana. "¿Alguna cosa catastrófica?" "Hmm?" Dar alzó la mirada, esbozando una sonrisa a su amante. "Tengo un cumplido para ti desde Intratech. Lo que hiciste con BellSouth ayer los volvió a poner de nuevo en marcha." "¿En serio?" Kerry parecía satisfecha. Dejó el plato de tostadas y huevos hacia abajo, entregado a Dar su zumo de naranja. "Hasta el fondo." Dar tomó el vaso y se recostó, doblando la rodilla hasta dejarla apoyada contra el borde de la mesa, mientras se bebía toda la bebida de colores brillantes. "Algo repugnante por ahí, ¿eh?" Kerry se sentó en el sofá y metió las piernas debajo de ella, apoyándose en el amplio brazo acolchado mientras elegía una rebanada de pan tostado y la mordisqueaba. "Uff. Espero que todo se calme antes de tener que salir de aquí." Dar miró pensativamente por la ventana, mientras un rayo golpeaba en algún lugar cercano, provocando un sonido crujiente. Cogió el teléfono en su escritorio y marcó un número, escuchando durante varios segundos antes de que ser atendida. "Buenos días, John. Soy Dar Roberts. ¿Cómo está por ahí?" Ladeó la cabeza
cuando la voz con ligero acento respondió, luego gruñó. "Eso es lo que pensaba. Gracias." Colgó y miró a Kerry. "El Ferry no funciona." "Oh, Dios mío. ¿Quieres decir que estaremos atrapadas aquí?" preguntó ingenuamente. "Estoy devastada." Dar sonrió. "Sí, puedo verlo. No estoy segura de que la compañía piense lo mismo." Miró a su bandeja de entrada. "Sólo puedo imaginar la tuya. Esta ya tiene tres páginas." "Eek." Kerry se levantó y rodeó la mesa para mirar a la pantalla de Dar. "Bueno, algunos de esos son de ayer, Dar. Ya acabé con mi bandeja antes de salir de trabajar, ayer por la noche." Recorrió las cabeceras. "Algunos de ellos son duplicados de los míos, te puedo decir que lo h… ¿Dar?" Unos dientes mordisquearon su cadera, y miró hacia abajo para ver los ojos azules traviesos mirarla a escondidas. "¿No querías mi ayuda con tu correo?" "No," Dar respondió alegremente. "Sólo quería que vinieras aquí", se rio. "No es como si pudiéramos pasar mucho tiempo juntas, sin tener que trabajar, Ker." Kerry se inclinó y la besó en la cabeza. "Eso es verdad. Pero voy a llamar a Operaciones. Podríamos tener problemas de personal, si la gente no puede ir a trabajar, y creo que acabo de oír que hay cortes de luz en el suroeste." Sintió el brazo de Dar rodear su pierna. "Hey, después de eso, tal vez podamos ir a comprar un coche." Uno de los brazos de Dar se movió, y su mano se cerró alrededor de su ratón, haciendo clic en una ventana minimizada abriéndola. "Es curioso que digas eso." La nueva ventana reveló la página web de Lexus, de aspecto elegante con varios modelos de mercancías del fabricante de automóviles que aparecían y desaparecían. "Mira lo que encontré." "Ooh". Kerry le dio un codazo. "Retrocede para que pueda sentarme." Amablemente, Dar se deslizó de nuevo en la gran silla de cuero y dejó sitio a su amante para que se apoyara en el borde de la misma. La abrazó, mirando por encima de su hombro mientras tomaba posesión del ratón. "Es muy bueno. Puedes elegir el modelo, el color, decirle cómo quieres que sea el interior, y enviar una orden al concesionario más cercano." Hizo una pausa. "Y lo recibirá." Una sonrisa dividió el rostro de Kerry cuando señaló e hizo clic. "Y esta es mi idea de comprar un coche." Asintió con la cabeza en señal de aprobación. "No estamos... el pequeño SUV." "Es lindo," Dar comentó. "Como tú." Kerry hizo una pausa y miró por encima del hombro, quedando frente a frente. "Gracias. Me alegro de que no estamos mencionando el Hummer esta mañana." La nariz de Dar se crispó, y luego mostró una sonrisa. "Ellos no tienen página web". Kerry le mordió juguetonamente, luego volvió su atención a la pantalla. "Vamos a ver... Elije un color primero. Hmm." Se desplazó a través de las posibilidades.
"Carmesí, verde, azul, negro, blanco, plata, o el oro. ¿Qué te parece, Dar? El negro es un poco llamativo." "No en Florida." Dar comentó. "No estoy segura, quizá algo con más luz." "Bueno." Kerry hizo clic. "¿Qué hay del blanco?" "Viviendo aquí, tendrás que lavarlo todos los días." Kerry la miró. "¿Es por eso que el tuyo es de ese color oro?" Reanudó otro clic. "Oh, me gusta el azul, Dar. No me importa si es oscuro. Tengo un coche oscuro ahora, y no es tan malo." Admiraba su elección. "Sí, me gusta ese." "Hmm." Dar ladeó la cabeza. "Bien, sigamos... Ah, interior." Kerry revisó sus opciones. "Oh, cuero, definitivamente." Lo seleccionó. "Realmente he cambiado mucho desde que te he conocido." Las cejas de Dar se levantaron bruscamente. "¿Yo? ¿Por qué?" "Asientos de coche de cuero, sofás de cuero, chaleco de cuero, esas botas de cuero que me regalaste", murmuró. "A veces tengo pesadillas de ser visitada por la PETA, y me veo escapando por la puerta trasera." Hizo clic en las opciones añadidas. "Hmm... ¿Qué tenemos aquí? ¿Asientos con calefacción? No, gracias." Dar seguía riéndose con sus comentarios. "Nunca he pensado en eso. Simplemente me gusta la sensación de la piel, sobre todo si tengo que sentarme encima." La joven se rio en voz baja. "Yo también." Hizo una pausa y le dio a su amante una mirada evaluadora. "Hmm. ¿Qué te parecería un par de pantalones de cuero?" "Claro". Llevó los brazos alrededor de Kerry. "Siempre y cuando tú los uses," se corrigió rápidamente, al oír la carcajada. "Tuve un par, hace mucho tiempo. Sólo los usé una vez." Kerry hizo una pausa y se volvió de nuevo. "¿Una vez?" Dar asintió. "Rechinan", explicó. "No me gustaba el ruido que hacían cada vez que me movía." Sintió a su amante volver a reírse, y la abrazó más fuerte. "Ejem. ¿No estábamos discutiendo si querías asientos con calefacción?" "Cálido de Mina." Kerry le sonrió. "Oh, ¿te refieres al coche, verdad?". Volvió su atención a la pantalla. "Reproductor de CD. Techo solar. Tracción en las cuatro ruedas. Paquete eléctrico adicional." Miró por encima del hombro de Kerry. “¿ABS? Bueno". "Sí." Kerry revisó sus selecciones, y pulsó la opción de una vista tridimensional. "Se ve bien. Me gusta." Investigó más. "Arrendamiento, ¿te parece? Sí. Está bien, aquí vamos." Envió su solicitud, añadiendo sus datos personales.
"Ah, sí, me gusta esto, Dar. Esto es mucho más divertido que ir a un concesionario." "Oh, no lo sé." Dar liberó una mano y tomó un sorbo de café. "Es algo más emocionante...” Se mordió el brindis. "Recuerdo cuando me compré mi primer coche. Había estado ahorrando durante meses, y decidí ir una noche, sin decir nada a mis padres." "Oh, muchacho." Kerry dio un mordisco a su tostada. "¿Qué hiciste?" "Cambié mi ochenta y cinco por un Malibú." Sonrió mientras se acordaba. "Aquello dio sus frutos, por lo que, además de la cuota inicial, más o menos me garantizaba casi cualquier otra cosa que quisiera añadirle. Me sentí como una niña en una tienda de juguetes." Kerry acercó su plato y empezó a compartir sus huevos con Dar. "Uh-huh". "Miré varios modelos, pequeños y grandes, Mustangs", dijo la mujer de cabello oscuro. "Fue una sensación muy extraña. Finalmente reduje la elección entre un pequeño número de coches deportivos muy bonitos y una camioneta." "¿Una camioneta?" Kerry le dio de comer unos huevos. "Mm. En esa época yo era un poco paleta," admitió. "Además, mi padre también tenía una camioneta." Se echó hacia atrás y apuró su vaso de zumo. "Así que acabé con una camioneta gris oscura con franjas de carreras y una barra antivuelco." "¿Y dados borrosos?" Kerry ahogó una sonrisa. "Hey, no me mires así. Yo tenía un par de trolls que colgaban del espejo retrovisor. Tenía que conformarme con algo mucho más conservador. Mis padres nos asignaban coches cada año, fuera cual fuera el fabricante que quisiera algo de mi padre". Se levantó y se acercó hacia la ventana. "La primera vez que pude elegir mie propio coche, fue cuando me mudé aquí abajo." Una sonrisa se dibujó en su rostro. "Estaba tan malditamente perdida. Recuerdo que pasé por un concesionario Ford y vi los nuevos Mustangs, y chico... yo estaba allí." Se echó a reír. "Vroom Vroom... un coche convertible. Maldita sea, me sentía bien para conducir algo que fuera mío." Kerry suspiró. "Me sentí como una rebelde. A mis padres casi les dio un ataque al corazón cuando se lo conté." Se volvió y miró a Dar. "¿Cómo reaccionaron tus padres?" Dar sonrió. "Bueno, fue una de las pocas decisiones que tomé, con la que estuvieron de acuerdo," relató. "Tenía una cabina extendida, con espacio suficiente en la parte posterior para mi madre, así que se convirtió en el piloto oficial de la familia. A mi padre le encantó, y mi madre agradecería no tener coche, así que a todos nos pareció bien. " Kerry trató de imaginar lo que hubiera sido poder haber tenido ese tipo de relación con sus padres. No podía hacerlo. Su madre se había horrorizado cuando le había contado lo de su Mustang, y su padre le había dicho, en términos muy
claros, que no llevara el coche, cuando volviera a casa. Cuidadosamente, se preguntó si había sido el momento en que había decidido que no volvería a casa. Ciertamente había ido un poco más lejos, después de aquello, rompiendo casi todas las reglas que había tenido que soportar durante mucho tiempo. De hecho, había tenido suerte. Esa época había sido un poco salvaje. Podría haberse metido en muchos problemas reales, y no sólo acabó con varias resacas importantes, sino que no recordaba algunas fiestas en las que había estado. Si hubiera seguido así, igual hoy no estaría donde estaba. Finalmente, habían entrado en razón, y había dejado de lado su lado salvaje, algo que no quería que Dar viera nunca. “Bueno. Voy a revisar mi bandeja de entrada, ya que me siento culpable por estar aquí atrapada contigo, en ropa interior." Hizo un guiño a Dar. "¿Vendrás a visitarme?" Dar respondió con una sonrisa franca, mientras su amante salía del estudio y se dirigía hacia el piso de arriba con Chino trotando a sus talones.
"JESÚS". KERRY se sujetaba la capucha, mientras intentaba abrir la puerta principal de ILS, entrando en el vestíbulo climatizado con un sentido de ser golpeada en la cara por el frío. Cuando pisó los azulejos, perdió pie y resbaló, siendo agarrada por el guardia de seguridad antes de caer al suelo. "¡Whoa! Gracias." "No hay problema, Sra. Stuart." El guardia le dio una palmadita en el brazo. "Cuidado ahí, está lloviendo como los ríos del Señor". "No es broma." Kerry se sacudió, esparciendo las gotas de agua sobre la baldosa, que asumió correctamente serían más fáciles de limpiar que en la alfombra de arriba. "Mucho más de eso, nos vamos a ver obligados a cerrar el aparcamiento. Está lleno de agua." Se dio la vuelta, viendo las luces traseras del coche de Dar, mientras giraba hacia fuera del edificio y se dirigía al sur. "Espero que Dar conduzca segura." Miró su reloj y suspiró, volviéndose a cruzar el vestíbulo frío hacia los ascensores. La lluvia había amainado un poco, los vientos disminuyeron sólo lo suficiente para permitir que el buque comenzara a funcionar, y de mala gana habían decidido que hacer novillos, no había sido la mejor idea del mundo. Pulsó el botón del ascensor y esperó. No es que no le gustaba su trabajo, la verdad es que le gustaba. La puerta se abrió, entró y pulsó el botón del piso catorce. Simplemente le gustaba pasar más tiempo con Dar, eso era todo. "Buenos días, Sra. Kerry." Las puertas se habían abierto en el décimo piso, y Brent entró detrás de un carrito de AV con ruedas de goma. "Buenos días, Brent," le respondió cortésmente. Brent la había estado evitando durante unos meses, desde que se había enterado de su relación con Dar. Ella sospechaba que no aprobaba su estilo de vida, y se sintió un poco triste por ello, sobretodo porque era un joven que le caía muy bien. "¿Para quién es eso?"
Brent había estado mirando fijamente a la pared, y ahora se vio obligado a mirarla. "Solicitud 23343, señora." Volvió su mirada a la pared. "Bien", dijo Kerry exhaló, "Espero que lo disfrute." Las puertas se abrieron y las contuvo mientras que Brent salía con el carro del ascensor. "¿El equipo de Contabilidad entra?" "No sé, señora. Gracias, señora." Brent se alejó del ascensor, con la cabeza hacia abajo mientras caminaba. Kerry hizo una nota mental para hablar con Mark sobre su empleado, y luego se dirigió a su oficina. Oyó voces elevadas a mitad de camino por el pasillo y se pasó una mano por el pelo aún húmedo mientras se preparaba para otro día complicado. El campamento estaba positivamente gris cuando Dar llegó allí. La fuerte lluvia había convertido el terreno en un abismo de ondulaciones de láminas de agua, desglosadas por áreas muy llenas de baches de lodo donde habían pasado los reclutas de marcha y vehículos de varias toneladas. El guardia ni siquiera parpadeó esta vez, él sólo le hizo un gesto para que continuara. Atravesó varios charcos, con cautela, mientras se abría camino en el aparcamiento principal. "Qué lío." Miró la lluvia constante con un ojo crítico, contenta por haber venido preparada. Levantó la capucha y la sujetó por delante, luego abrió la puerta y se deslizó hacia fuera, con sus pies calzados con botas, enviando un toque respetable en todas las direcciones. "Me alegro de haberme acordado de traerlas." Cerró la puerta y se dirigió hacia el edificio de mando. Una Marine, situada junto a la puerta, le abrió mientras se acercaba, y le dio un guiño mientras se dirigía al interior del edificio, tomando una bocanada de aire de latón, aroma que sólo le trajo una punzada de nostalgia renovada. Subió las escaleras de dos en dos, y caminó rápidamente a través del hall de entrada superior, girando a la derecha, encontrándose de frente con la Jefe Daniel, que se dirigía con la misma rapidez en la otra dirección. Dar saltó un paso atrás, por puro instinto, casi golpeándose contra la pared. "Hey. Lo siento." La arrancó del brazo para que no se cayera, y la miró. "Debería ver por dónde va, señora." "Bueno, lo haría, pero mis ojos pudieras atravesar pareces y esquivar esquinas," contestó Dar. "Lo siento. Así, acepte mis disculpas o no, pero quítese de mi camino." La Marine intentó poner su mejor casa antes de añadir: "no esperábamos verle aquí hoy." "Eso seguro". Dar sonrió atractivamente. "Nos quedamos en la batalla de Operaciones de ayer, ¿no?"
La mandíbula de la jefe Daniel se contrajo, retorciendo sus labios, pero se limitó a extender una mano en la dirección hacia la que originalmente iba. "Después de usted." Pasaron a través de los pasillos, pasando por oficinas hasta llevar a una puerta en un hueco de la escalera. "Es en la planta superior," le informó a Dar con una breve sonrisa. "No tenemos ascensores." Empezó a subir las escaleras sin decir nada más, y Dar negó con la cabeza, antes de seguirla. Ese paseo le sirvió para hacer un poco de ejercicio agradable, y ya estaba de mejor estado de ánimo cuando llegaron a la parte superior de las escaleras, donde le abrió una nueva puerta, que sujetó para que Dar pudiera pasar. "Después de usted."
Dar desabrochó los enganches de su gabardina, dejándola abierta, mientras se dirigía hacia el centro de la alfombra. A ambos lados de ella, las paredes estaban forradas con tablones de anuncios, dando al área el aspecto de un espacio de trabajo. Era más espartano que los pisos de abajo, y sólo pudo detectar el olor del sudor y la lana vieja en el aire. Vio varias anotaciones sobre notificaciones de clases y rotaciones; vislumbró nombres de algún pelotón y el personal asignado a ellos, escrito a máquina uniformemente con una primera inicial y apellido. Sonrió al recordar, cuando era muy joven, haber corrido hasta aquí, para buscar el nombre de su padre, esperando contra toda esperanza que hubiera sido asignado a una unidad base y no a un barco para los próximos seis meses. Por lo general solía acabar decepcionada. Pero de vez en cuando, había habido un descanso, y se había ido a casa de los espíritus elevados vertiginosos, con ganas de seis meses de paseos a cuestas y juegos de sábado por la mañana, en el patio trasero. "Sra. Roberts." La voz de la jefe interrumpió sus recuerdos, levantando la mirada para enfrentar la expresión adusta de la marine. "¿Sí?" "No me importa lo que piense sobre lo que ve aquí, solo no exprese su opinión frente a los reclutas o mis marines." La mandíbula de la mujer de pelo de jengibre se volvió a contraer. "¿Está claro?" Dar no quiso entrar en una nueva discusión con aquella mujer. "De acuerdo," finalmente respondió. "Incluso aunque fuera una buena opinión." La miró fijamente. "Vámonos." Pasaron a través de más puertas y entraron en otro mundo. Aquí, los pasillos silenciosos habían quedado atrás, y un bullicio de actividad las rodeó, que consistía principalmente en cuerpos en movimiento vestidos de azul, con caras serias. A un
lado, un pequeño grupo de reclutas estaban discutiendo, sus cuerpos tensos y sus ojos estrictamente fijos hacia el frente. A su izquierda, una hilera de puertas pintadas grises cerradas, con juntas de goma en ellas, que recordaba a las puertas estancas de un barco y, Dar sabía, simuladores cerrados. Siguieron caminando, más allá de las puertas abiertas hasta una gran sala donde se estaba impartiendo una clase cuerpo a cuerpo, donde se oían gritos y el sonido de cuerpos golpear contra el suelo. "¡Jefe!" una voz masculina gritó, justo en frente de ellas. Un hombre joven, con el pelo de color rojo brillante, se inclinó señalando a Dar. "Espera aquí", la jefe ordenó, en esa dirección. Dar ignoró la orden, siguiendo a la marine con una mirada de diversión leve. La Jefe Daniel se detuvo y se volvió. "¿Nunca haces lo que te dicen, señora Roberts?" "No." Dar pasó a su lado y se acercó al marine pelirrojo. "Una de las principales razones por las que nunca me uní a la marina." Se en las piezas de hardware y dejó que una breve sonrisa cruzara su rostro. "Este lugar no ha cambiado." Tres hombres estaban reunidos alrededor de una consola de ordenador, y mientras miraba, uno se echó hacia atrás y se golpeó contra ella, frustrado. Caminó detrás de ellos y miró por encima de sus hombros, mientras el jefe se apresuraba a situarse en el otro lado. Varias líneas de códigos se desplazaban por la pantalla, mientras Dar las estudiaba con la cabeza inclinada ligeramente hacia un lado, con sus ojos azules fijos. "¿Cuál es el problema?" El jefe empujó a uno de los marineros, sentándose en su silla, accediendo al teclado rápidamente. "¿Sabías que se había establecido?" "En dos ocasiones," el marinero desplazado le dijo. "Esa cosa estúpida sigue saliendo. Pedazo de mierda." La jefe Daniel se las arregló para conseguir que la pantalla se mantuviera constante, y comenzó con el reinicio del equipo. "¿Hay alguien trabajando con esta cosa? No quiero tener problemas luego." "No, es vacío." El marine miró hacia el equipo en el simulador, través de una ventana de espejo unidireccional. "Dejamos la clase cuando se descargó por segunda vez." "Está bien. Vamos a ver..." murmuró. "Un momento." La voz de Dar, interrumpió a la multitud de repente. Movió al marine que estaba delante de ella, haciendo sitio para ponerse sobre la consola, y se inclinó, ignorando la mirada de indignación. "Muévete". "Señora, ahora sólo -" El tono de Dar fue tan serio que los dejó atónitos, por su autoridad, que no sabían qué hacer. "¡Dije que te muevas!"
Puramente por instinto, obedeció, deslizándose fuera de la silla, mientras Dar la ocupaba, con los ojos en la pantalla mientras sus dedos se corrían por el teclado, con total seguridad. "¿Qué está haciendo?" la jefe exigió. Dar no respondió. Estaba demasiado ocupada pensando en códigos y lógica, sobre el programa del simulador y lo estudió, mientras buscaba las líneas de letras verdes y símbolos. "Sra. Roberts, ¿qué está haciendo?" le gritó, casi al oído de Dar. "Usted no tiene la autoridad para ser tocar este equipo." Dar abrió otra pantalla. "Alguien ha alterado el programa." Volvió al sistema en un modo de edición y comenzó a hacer cambios. "Alguien que no tiene ni puñetera idea de lo que están haciendo." Los ojos del marine casi salieron de su cabeza. "Un momento, deténgase, señora. Eso es un sistema de tecnología de punta y simplemente no puede...” "Claro que puedo." Sus manos se movieron con rapidez "¿Tecnología de punta? vamos Jefe. La marina todavía está usando un prototipo de sistema diseñado por un código jockey de dieciséis años, a medias con una afinidad para COBOL." Hizo un último cambio, lo guardó y volvió a compilar el programa. "Ya está." Restableció el sistema con un conjunto de pulsaciones de teclado y observó cómo se reiniciaba. Fue recompensada con una pantalla de conexión constante y una pizarra de luces verdes, que cruzó la parte superior de la máquina con un conjunto de clicks satisfechos. "Hoo yah," Dar murmuró en voz baja, por primera vez en mucho, mucho tiempo. Vio la sorpresa en las miradas de los marines, pero los ignoró mientras se ponía de pie y abandonaba el terminal. "Todo tuyo". "Sra. Roberts," la voz de la jefe era muy fría "me gustaría hablar con usted, por favor." Se dio la vuelta y entró en el simulador más cercano, esperando que Dar la siguiera, entonces cerró la puerta y giró el volante, encerrándolas dentro. Era una sala de máquinas, Dar se dio cuenta de que la puerta se cerró de golpe y sintió la compresión del aire a su alrededor. Su pulso saltó, quedándose inmóvil, sintiendo el inicio de un repentino pánico que se apoderaba de sus entrañas. "¿Era necesario?" Se la quedó mirando con atención por un momento. "¿Quién diablos te crees que eres?" ladró, avanzando sobre Dar, haciendo que el pequeño espacio aún fuera más pequeño. "¡Te dije que mantuvieras la boca cerrada en allí!" Dar sintió que su temperamento estaba a punto de explotar. "Retrocede.", advirtió, alejándose de la mujer enojada. "Desde luego no voy a retroceder." Daniel la empujó bruscamente. "¡Ya he tenido suficiente, Roberts, y no voy a aguantar un minuto más de tu actitud besami-culo!" Su voz se hizo más fuerte, mientras obligaba a Dar a retroceder contra la pared.
Sintió que la habitación se la comía, calentando su piel con una rapidez sorprendente. "¡Déjame!" repitió, el tono de su voz cayendo. "Escúchame bien. Mantén tu maldita boca cerrada," la Jefe Daniel le amenazó, "o te…" No lo vio venir. En un momento, su víctima civil estaba contra la pared, al momento siguiente ella estaba en el suelo, con su barbilla presionada con el antebrazo de Dar, mientas la miraba con sus salvajes ojos azules clavados en ella como reflectores. Era una cobarde. Había visto antes esa mirada, y se dio cuenta de ello, cuando la metió en aquella habitación cerrada. Dejó que su cuerpo se relajara, segura de su buena condición física, pero no era lo suficientemente estúpida como para desafiar a la juventud y la fuerza de la marine. "Atrás," susurró Dar. "Muy bien," dijo Daniel, en voz baja. "Está bien". Poco a poco, fue aflojando la presión sobre la garganta de Daniel, retrocedió lejos de ella, mientras la marine recuperaba su compostura, sin poder evitar tener las manos apretada ligeramente en puños, como si estuviera dispuesta a golpearla. No era la reacción que había estado esperando. No se imaginaba que Dar, una civil, pudiera con ella. Sus rasgos angulares, ahora asentados en líneas oscuramente salvajes, tocaron la fibra sensible repentina de familiaridad, pero sin tener tiempo para averiguar de dónde. "Está bien, simplemente creo que debemos relajarnos, ¿de acuerdo?" Dar se apoyó en la consola, la intensa oleada de adrenalina todavía haciendo que su corazón se acelerara y causando contracciones débiles, mientras temblaba de arriba abajo, con brazos y piernas. Fue lo más cerca que había estado de perder el control, desde hacía mucho tiempo, y eso la asustó un poco, saber cuán fácilmente aquella mujer la había provocado. "Eso fue muy estúpido", dijo Dar, que poco a poco recobró la normalidad. "No soy una de tus reclutas, y si vuelves a hacer algo parecido, te voy a machacar la cabeza, ¿me entiendes?" "¿Crees que podrías?" le preguntó en voz baja. "Sí," Dar respondió con total seguridad. "Cuando mi padre me enseñó a luchar, se aseguró de que aprendiera bien." Daniel la miró durante un largo momento, luego suspiró y se levantó, frotándose el codo donde se había golpeado contra el suelo. Movió la silla frente a una consola, y se sentó sobre ella, apoyando los brazos en la espalda, mirando a Dar. "Bien." Asintió con la cabeza lentamente. "Pensé que teníamos un acuerdo sobre que no debías hablar directamente con mi personal." Dar dejó descansar las manos en sus muslos, con su corazón finalmente volviendo a su ritmo normal. "Le dije que no iba a dar una opinión." Rodeó el tema. "Y no lo hice."
La jefe Daniel resopló. "¿Qué eres un niño, que no se puede estar callado? Mierda". Se levantó y se acercó a la escotilla, tomando una respiración antes de girar el volante, permitiendo que se abriera la puerta. El aire exterior se precipitó dentro, y ella salió del simulador con una sensación de alivio, mientras sentía ser observada. Entonces se dio cuenta de que todos las habían estado observando por los monitores. Sin decir una palabra, pasó por delante de ellos, dirigiéndose hacia el pasillo, desesperada por un momento de paz y tranquilidad, y una taza de café.
LA REUNIÓN DE OPERACIONES había empezado unos diez minutos antes de que Kerry entrara, dando a todos una breve inclinación de cabeza, a modo de saludo, mientras se sentaba en la cabecera de la mesa. Miró su agenta recién impresa. Al instante, todo el personal empezó a quejarse a la vez. "Kerry, ese circuito que iban en aumento entró." "Tenemos seis mainframes atrapados en las aduanas de México. OPS Midwest quiere saber si les puedes ayudar." "La máquina de café explotó." La cabeza de Kerry se alzó con el último comentario, dirigiendo su mirada hacia Enid Petrofax, el coordinador de MIS. "¿Qué?" Enid se rascó la mandíbula con nerviosismo. "¿No has oído la explosión? La máquina explotó. Tenemos café molido por todo el lugar." Todo el mundo se quedó en silencio, intercambiando miradas sorprendidas. "Ah". Kerry se movió en su asiento. "Bueno, ¿tenemos que llamar a la empresa? ¿Cómo demonios ha podido explotar esa cosa? Sé que funciona con vapor, pero ¡santo cielo!" "Increíble". Kerry negó con la cabeza. "Bien, ahora... ¿qué era eso de México? Esos no son los mainframes para el proyecto universitario en Illinois, ¿verdad?" John Byers, su gerente de operaciones del Medio Oeste, asintió con tristeza. "Sí. Lo siguiente que me vas a preguntar es cómo terminaron en México, ¿verdad? Me gustaría saberlo. Todo lo que he podido obtener de IBM, es que estaban en una de nuestras organizaciones de productores que tenían como dirección de transporte de mercancías." Hizo una pausa y repasó sus notas. "Les pedí que me enviarán por fax una copia de la misma, pero la conclusión es, que quieren un montón de dinero para liberarlos de las costumbres y en el avión a Chicago." Kerry se reclinó, deseando que se le fuera el dolor de cabeza que padecía desde hacía ya rato. El tiempo, sospechaba, era la causa raíz. "Bueno." Juntó los dedos y apoyó sus labios contra ellos, tratando de averiguar lo que haría Dar.
Algo complicado, estaba segura, porque la entrega de miles de dólares en los dedos del gobierno no era algo que a Dar le hubiera gustado. Hmm. Era consciente de los ojos de todos sobre ella, especialmente los de Clarice en el otro extremo de la mesa. ¿Qué haría Dar? "Está bien. Esto es lo que vas a hacer." Kerry tomó aliento. "¿Cuál es la cuenta más cercana que tenemos por ahí abajo?" "Tijuana International," Stacia Brennon le informó con voz curiosa. "¿Por qué?" Kerry se levantó y empezó a pasear, algo que sabía que a su pareja le encantaba hacer. "Contacta con la ejecutiva de entregas de dicha cuenta. Dígale a recibirá la entrega de los mainframes." Hizo una pausa y se volvió, apoyándose con las manos en la parte posterior de la silla vacía de Mark. "Luego, escriba una transferencia inter-divisional entre la estadounidense SBU Sur y la Educación, y pide que FedEx International los recoja en nuestra cuenta de la empresa internacional." "Ooh," Stacia sonrió, "me gusta". John Byers se rio entre dientes. "A mí también. ¿Stace, puedes llamar a Pedro? Voy a ponerme en contacto con FedEx." Sus ojos brillaron mientras miró a Kerry. "Muy hábil, jefa." Kerry sonrió y se dirigió de nuevo hacia su asiento, dejándose caer en ella, estirando las piernas bajo la mesa, mientras acunaba su taza de té con las dos manos. Había esperado que el té asentara su estómago, que le había estado molestando toda la mañana, pero hasta ahora no lo había conseguido. "Tuve un buen maestro." Las risitas viajaron alrededor de la mesa. "Eso es lo que escuchamos". Clarice sonrió dulcemente. "Parece que Dar escogió un sucesor maravilloso." Si. Kerry le devolvió la sonrisa. "Gracias. Me gusta pensar que sí." Levantó la vista cuando Mark entró en la habitación. Continuaron revisando el resto de la agenda. "Muy bien, ¿qué sigue? ¿Mark, hemos llegado a todas las peticiones de equipos en el primer trimestre?" Clarice volvió a mirar sus notas con una sonrisa, ignorando a Mark que la rodeaba y se sentaba. Los dedos de Kerry tamborilearon suavemente sobre su libreta.
"HEY, KER, ¿ya has comido?" Mark la alcanzó en el pasillo, en el camino de regreso a sus oficinas. "Hay pollo frito que tiene muy buena pinta." Kerry hizo una mueca, llevándose una mano sobre su estómago. "Ergh... no creo que estoy incubando algo. Voy contigo, pero tomaré un tazón de sopa." Pulsó el botón del ascensor. "Me lleva doliendo el estómago desde esta mañana." "¿Gripe, tal vez?" su amigo aventuró. "He oído que hay un virus suelto."
"Tal vez", Kerry estuvo de acuerdo, al entrar en el ascensor y dejar que las puertas se cerraran. Se le ocurrió algo, así que cambio su cartera de brazo y sacó su móvil del clip del cinturón, con la otra mano. Al llegar a la planta baja, salieron del ascensor hacia el enorme vestíbulo. Pulsó la marcación automática mientras sostenía el teléfono con la oreja. Sonó un número inusual de veces antes de que contestaran y escuchó la voz de Dar, con una nota ligeramente ronca, lo que significaba que algo le preocupaba. "Hola." "Hey." La nota modulada se profundizó, sonando aliviada, incluso a través de la conexión telefónica. "¿Qué pasa? ¿Problemas allí?" "Um". Kerry sacudió su cerebro recordando la razón de la llamada. "Bueno... ah... sólo necesito saber..." Se detuvo y respiró. "¿Puedes creer que sólo quería escuchar tu voz?" bajó la suya propia, sonriendo a su amigo. "Mark, ¿puedes coger una mesa?" "Claro". El jefe de MIS saludó con la mano. "Saluda a la jefa para mí." Desapareció en la cafetería, dejando a Kerry en un relativo aislamiento. "Lo siento." Volvió a concentrarse en el teléfono y se dirigió hacia la pared de vidrio. "De todos modos, era una tontería. ¿Cómo estás?" Un suspiro salió de la línea. "Una mierda de mañana", dijo Dar. "Creo que he perdido los papeles durante unos minutos." Uh-oh. Encontró un banco y se sentó, haciendo caso omiso a las multitudes que pasan delante suyo, para ir a comer. "¿Qué ha pasado? ¿Esa mujer mezquina te ha vuelto a molestar? Sabía que tenía que haberte vuelto a acompañar. Iré allí y le patearé el trasero." Sus tripas empezaron a aflojar un poco, y tomó una respiración profunda. "No es de extrañar que mis entrañas estén revueltas." Se hizo un poco de silencio. "¿Es verdad?" Preguntó Dar. "¿En serio?" "Sí", dijo Kerry. "Desde hace tiempo. Entre eso y el dolor de cabeza que tengo, pensé que estaba incubando algo. ¿Estás bien?" "Más o menos. He encontrado una botella de té helado y un balcón. He estado de pie aquí fuera durante unos diez minutos sólo viendo llover," contestó Dar. "Creo que tengo la hermana gemela de tu dolor de cabeza. Maldita sea, no me dolía así en años, Ker." "¿Te ha gritado?" Kerry le devolvió el saludo a Duks. "No." Un suspiro sonó. "Me empujó hacia una esquina y comenzó a llorar que me fuera. Una liebre de más, supongo. La llevé hacia abajo y casi arranco su cabeza." Kerry se quedó mirando el teléfono en silencio, conmocionada. Aparentemente había escuchado las palabras de Dar, pero buscó sus siguientes palabas con cuidado, casi tartamudeando.
"Sólo sucedió tan rápido... No sé lo que ella pensaba que estaba tratando de hacer, pero yo… " "Espera un minuto," Kerry interrumpió. "Aguanta ahí." Dar se quedó en silencio. "¿Ella te empujó?" La voz de Kerry se levantó. "¿Te puso la mano encima? ¿Quién se cree qué es? ¡Dar!" "Um...” "¡Jesús! ¡Debes llamar a ese compinche general que conoces y decirle lo que ha pasado!" Kerry continuó. "¡Hija de puta!" "Ker, tómalo con calma." La voz de Dar se había calmado. "Me hice cargo de ello. Creo no volverá a intentarlo de nuevo." "Maldita sea, que no lo hará," Kerry resopló. "Espera a que la ve a de nuevo." Dar rio suavemente. "Oh, cariño, sólo hizo que mi día fuera una mierda", dijo. "Pero gracias." "No he hecho nada todavía", murmuró Kerry en señal de protesta. "¿Por qué no tomas un poco de leche caliente y te tumbas en el sofá de mi oficina por un rato?" Dar seguía riendo. "Calculo que podré salir de aquí en un par de horas. No hay mucho más que pueda hacer sin la T1 y francamente, creo que me voy a encontrar con más problemas, cuando consiga acceder a los analizadores." Kerry imaginó la lujosa comodidad del sofá de arriba y sonrió. "En realidad, me siento mejor ahora", admitió. "Pero ten cuidado, ¿de acuerdo? Sigo teniendo pesadillas de que te estén enterrando entre tantas nubes ondulantes de testosterona por ahí." "Tranquila. Hablamos más tarde." "Muy bien", respondió Kerry. "Te quiero." "Yo también te quiero." Kerry cerró su teléfono y haciendo malabares en sus manos, mientras se echaba hacia atrás, se volvió a llevar las manos a su estómago. Su dolor de cabeza seguía allí, pero la tensión que había sentido toda la mañana se estaba disipando. Se levantó, guardó su teléfono, se alisó la ropa y se dirigió de nuevo hacia la cafetería.
DAR apoyó las botas contra la baranda inferior, en el pequeño porche que había redescubierto, cerca de la parte trasera de la zona de entrenamiento. Había un pequeño banco duro construido contra la pared, y lo suficientemente cubierto para evitar ser empapado por la lluvia.
Ah, Kerrison. Suspiró en silencio. ¿Qué demonios haría yo sin ti? Había estado asustada por su reacción frente a la Jefe Daniel, pero ahora estaba tranquila, sentada, pensando más objetivamente. La mujer las había encerrado en un lugar cerrado, y se había acercado a ella de forma amenazante, agresivamente empujándola contra la pared. ¿Qué había esperado que sucediera? ¿Había esperado que Dar se viniera abajo o algo así? Cruzó los brazos sobre su pecho. Tal vez eso es lo que Daniel había estado buscando, ver hasta dónde podía empujar a Dar antes de que se echara atrás. O tal vez había estado esperando que Dar la golpeara, y así tener motivos para forzar al comandante en jefe de la base para que tomara medidas. Hmm. En ese caso, su respuesta había sido la apropiada, con sólo la fuerza suficiente para probar su punto, y no lo suficientemente agresiva para meterla en problemas. Hey. Dar se frotó la mandíbula y tuvo que reírse. Sólo he tardado treinta años en poder encontrar la manera de equilibrar ese acto. Así se hace, ¡Dardar! Con un suspiro, se levantó, agarró su botella de té helado de melocotón, y se la terminó, antes de volver a través de la pequeña puerta, situada en la esquina callejón sin salida. Parecía que una vez había sido una suite más grande, y el porche daba una gratificación a la oficina, pero con el tiempo y las necesidades cambiantes, había obligado a la Armada de vomitar paredes de madera y de cartón-yeso por todas partes, para dividir el espacio. Puso una mano en una de las puertas de madera gastadas y miró por el pasillo, debatiendo sobre qué hacer a continuación. Tomó una decisión, pero cuando la Jefe Daniel giró desde el Centro de Operaciones y la vio, giró sobre sus talones y se dirigió hacia Dar con una mirada determinada. Dar decidió permanecer donde estaba, y se apoyó en el marco de la puerta, cruzando los brazos y mirando a la otra mujer. "¿Interesada en la segunda ronda?" preguntó mientras Daniel se acercaba. El fantasma bueno de Kerry se asomó en su mente y rectificó. "¿O prefieres ir a comer?" Daniel abrió la boca para contestar, la mantuvo abierta por un momento, luego la cerró y lanzó su aliento con un suspiro. "Vamos. Voy a comer." Dar se enderezó. "Las dos somos adultas. Vamos a actuar como debemos." Era evidente que la había cogido por sorpresa. Dudó durante un tiempo, luego levantó las dos manos un poco y las dejó caer. "¿Qué demonios? De acuerdo, Sra. Roberts. Me estás dando un dolor de cabeza del tamaño de un portaaviones, así que puede comiendo se me pase." Encontraron una mesa en la parte posterior del desastre y se sentaron con las bandejas de sándwiches de pavo. Dar abrió su botella de leche y bebió directamente de ella, observando de forma reacia, el montón de lechuga y tomates de su compañera de mesa.
"Así que " Daniel cortó limpiamente su ensalada en trozos manejables " eres la hija de Big Andy." Dar ladeó la cabeza hacia un lado. "Sí, lo soy." Levantó la mirada, enfrentando sus ojos. "Me lo podrías haber dicho desde el principio." "¿Por qué?" Dar replicó. "No debería haber sido diferente." Daniel resopló y sacudió la cabeza. "¡Cómo que no, señora! Es importante, y lo sabes. ¿Creías que tendrías ventaja al actuar como una forastera?" Cogió su vaso de té helado y tomó un sorbo. "Aquí ya tengo una visa miserable sin casi civilización, y resulta que he estado dando vueltas alrededor de una maldita mocosa listilla de la Armada." "Oh. ¿Quieres decir que podría haber elegido la actitud bésame-el-culo si te hubiera dicho desde el principio que crecí aquí?" Dar preguntó. "Tal vez simplemente deberías haber hecho tu trabajo, Jefe. Tengo un archivo de una pulgada de espesor." Dejó de comer y puso sus cubiertos sobre el plato, mirando a Dar con un aspecto totalmente carente de humor. "¿Qué demonios quieres decir con eso?" Dar simplemente la miró, sin dejar de beber su leche. Esperó a que las venas comenzaran emergente sobre las sienes de la mujer pelirroja, y a continuación, finalmente respondió. "Relax. No hay nada que temer." En realidad no tenía mucho, pero la reacción que había obtenido le confirmaba que tenía que hacer una Mark búsqueda adicional. Algo que sin duda pediría a Mark. Daniel se quedó cayada, respirando con dificultad por un momento. "Eres una verdadera hija de puta, ¿no es así?" Una encantadora sonrisa apareció en el rostro de Dar. "Puedo llegar a serlo." Hizo una pausa. "Si me veo obligada a ello." La apuntó con un dedo. "Así que se inteligente, y no me obligues." Dejó la leche y cogió el tenedor, removiendo un poco de su puré de patatas para probarlo. "¿Seguro que no fuiste adoptada?" Replicó. La esquina de los labios de Dar se arqueó. "Me he mirado en un espejo suficientes veces como para saber que no lo fui." Tomó un bocado de pavo. "Pero no dudes en preguntar a mis padres si quieres." Los ojos color avellana se estrecharon, y mordió el tenedor con un rasguño vicioso de dientes sobre el metal. Entonces su rostro se relajó, y resopló suavemente. "No, gracias. No quiero perder ninguno de mis dedos si se oyen que puse en duda tu preciosa descendencia." Sus ojos buscaron los rasgos angulosos, pero intensos frente a ella, ante aquella extraña y familiar persona, al mismo tiempo. Se sentía como si se estuviera pateando así misma, por su comportamiento, pero enseguida cambió de opinión y pensó en patear a su maldito comandante, por no haberle dicho nada. Bastardo. Apostó a que él y Perkins se estaban riendo de ella
¿Y que había en ese archivo? Era incómodamente consciente de la fuerte inteligencia detrás de esos trozos de hielo azulados, que la estaban mirando. La estaban evaluando. Tragó y revisó sus opciones. Conocía a Andrew Roberts y tenía un gran respeto por él, pero ahora se dio cuenta de que su única hija era un peligro de un grado mucho más alto. ¿Qué demonios iba a hacer? El crepitar del altavoz casi hizo saltar, y miró hacia el altavoz tal y como lo hizo Dar, inclinando hacia un lado la cabeza para escuchar. "Atención, atención a todo el personal. Acabamos de recibir la notificación de que una inundación ha cerrado tanto Card Sound Road como US 1. Tengan en cuenta que todos los envíos desde y hacia el continente han sido cancelados hasta nuevo aviso. Si estaban programados para ser transportados al norte hoy, por favor consulte a su comandante de la unidad de inmediato". Daniel resopló y se recuperó un poco al ver la molestia perceptible en la expresión de Dar. "Supongo que estás atrapada aquí. Buena suerte la nuestra." Dar suspiró, ignorando su sarcasmo. "Sabía que debería haberme quedado en la cama, esta mañana." Se sacó el teléfono celular de su clip y marcó un número, sosteniendo el teléfono en la oreja y alejándose un poco. Sí, Daniel reflexionó. Tal vez deberías hacerlo hecho.
Capítulo Siete "UGH". KERRY se dejó caer en su silla, se echó hacia atrás, soltando un gran suspiro y cerró los ojos brevemente. Muy brevemente, ya que su intercomunicador sonó un segundo después. "¿Sí?" "Sra. Kerry, dice mi madre que han sido cerradas las carreteras que van a los Cayos." La voz de Mayte sonó con una pizca de ansiedad. "Está preocupada por la señora Roberts." Oh, mierda, maldijo para sus adentros. "Me dijo que estaba tratando de salir de allí temprano, Mayte. La llamaré. Espero que esté ya volviendo aquí." Cogió el teléfono y casi lo dejó caer mientras sonaba en el mismo momento. "Gah-uups. ¿Hola?" "Hola." La voz de Dar sonaba resignada. "Adivina dónde estoy atascada." Kerry hizo una mueca de puro reflejo. "Me acabo de enterar que han cerrado las carreteras. Eso apesta totalmente, Dar". "Lo sé", dijo Dar. "Pero me he encargado de conseguir que te lleven a casa." Jesús. Lo olvidé. Kerry se abofeteó mentalmente. "Cariño, no tenías que hacer eso. Estoy segura que alguien de aquí me habría llevado." Tenía que reconocer, que le encantaba que Dar estuviera siempre pendiente de ella. "Pero gracias." "Bueno," Dar se rio en voz baja, "no me des las gracias todavía. Es mi padre quien irá a buscarte." Eeerup. Kerry hizo una mueca. "Ah. ¿Creías que a mi vida le faltaba un poco de emoción hoy o algo así?" respondió ella. "Tal vez me deje conducir. ¿Eso crees?" "Puedes pedírselo. Por lo general consigues lo que quieres", respondió Dar. "Al igual que conmigo", añadió, con un brillo verbal en su tono. "Hey, creo que me estoy haciendo algunos progresos aquí. Traté de hacer lo que tú hubieras hecho." Aún distraída por la perspectiva de ser recogida por Andrew, casi no respondió. "Uh... oh, ¿verdad? ¿Qué hiciste?" "La llevé a almorzar". Kerry sonrió. "Buena chica". ”Luego le dije que si no se comportaba, me vería obligada a ser realmente desagradable." "Oh." Kerry se cubrió los ojos y se rio en silencio. "Tendremos que trabajar en esa parte, ¿eh?" "Eh." Dar suspiró. "Tal vez no sea tan malo aquí. He visto a un par de los chicos con los que crecí. Quieren llevarme a la barra local y ponerme al día de sus vidas. También me han conseguido una cama para dormir, en caso de que sigan las carreteras cerradas". "Tiene tu kit, ¿no? Sé que los guardé después del viaje a los Cayos."
Kerry tamborileó con los dedos sobre el escritorio. "No hagas tonterías, ¿de acuerdo? Si el tiempo sigue así, quédate ahí abajo. Me preocuparía si supera que conduces con este tiempo." Hizo una pausa. "Aunque te echaré de menos. Me quedaré con las ganas de abrazarte esta noche." Después de unos segundos de silencio, Dar se aclaró la garganta. "Lo compensaré mañana, te lo prometo. ¿De acuerdo?" "Está bien", estuvo de acuerdo. "Llámame más tarde y me cuentas qué tal te ha ido. Ya he terminado con todas mis reuniones, sólo tengo que revisar unos correos." Miró a su monitor. "Dar, ¿cómo puedes lidiar con toda esta mierda que nos envían?" "Simple. Toma todo lo que no sean operaciones inmediatas y responder con '¿Podrían aclarar por qué me lo estás preguntando?" Dar le dijo. "Te garantizo que el noventa por ciento de ellos no volverán a tu bandeja de entrada." "¿En serio?" "Realmente". La joven sonrió, mirando al techo sobre su cabeza. "Gracias, jefa. Lo haré." "En cualquier momento", dijo Dar. "Luego te llamo." Cerró el teléfono y lo puso sobre la mesa, disfrutando de unos momentos para poder soñar despierta, mientras cruzaba las manos sobre su estómago y se giraba en la silla. Su intercomunicador sonó de nuevo, y pensó en no contestar. "¿Sí?" "Sra. Kerry?" "Acabo de hablar con Dar, Mayte. Ahora llamo a tu madre. Está bien, sólo se tiene que quedar en la base, por ahora", le informó. "Sí, gracias, pero hay una llamada telefónica para usted, desde el concesionario de coches." ¿Concesionario de coches? Su frente se arrugó. "Oh. Bien. Pásame la llamada. Gracias, Mayte." Soltó el intercomunicador y atendió la llamada. "Soy Kerry Stuart." "¿Señora Stuart? Soy Laura Margoles del concesionario de Lexus. ¿Envió una solicitud vehículo por Internet esta mañana?" "Si, eso es correcto", le confirmó. "Genial". La voz de la mujer era alegre y amable. "Tenemos en stock lo que eligió. Estoy preparando el papeleo. ¿Cuándo le gustaría recoger el coche?" "¿De verdad? ¿Así de fácil?" estaba sorprendida. "¿Con asientos de cuero y todo lo demás?" "¡Por supuesto!" Laura declaró. "Están preparando el coche ahora mismo, para que todo esté en perfectas condiciones para ti." Se volvió en su silla y miró la lluvia azotando a su ventana. "¿Están lavando el coche? ¿Has mirado fuera?"
"Tiene que estar limpio antes de que ser entregado." El entusiasmo de Laura la contagió. "¿Te gustaría venir después del trabajo? Estamos abiertos hasta las siete." "Bien." Kerry sonrió, viéndose con su nueva adquisición. "Nos vemos antes de esa hora." "¡Excelente! ¡Que tenga un gran día!" Laura se despidió alegremente. "Claro. Tú también" colgó, desconcertada. Miró a su oficina en silencio por un momento, luego se quedó sin hacer nada, dando un par de vueltas en su silla. "Vroom Vroom".
KERRY había enviado a Mayte casa antes con María, y después de terminar de revisar su bandeja de entrada, el edificio se había quedado muy tranquilo. Hizo clic en el último mensaje para enviarlo, luego se sentó y llevó sus manos alrededor de su taza de té, sorbiendo el líquido perfumado de fresa, mientras observaba cómo se cerraba el programa de correo electrónico. A penas se escuchaba el sonido relajado de la música que venía de los altavoces de su PC, que se sintonizaba una emisora de radio celta por Internet. Flexionó sus pies desnudos debajo de su escritorio y suspiró, contenta porque el día ya había terminado. Un suave golpe sonó. "Entré." Levantó la mirada, y sonrió al ver la cabeza familiar de Andrew Roberts asomarse dentro. "Hola, papá." Se levantó y corrió por el piso alfombrado cuando Andrew entró. Su suegro llevaba una chaqueta de lluvia de color azul oscuro, con la capucha puesta, que retiró hacia atrás, mientras se bajaba la cremallera de la chaqueta al ver que la joven echaba los brazos al cuello en un abrazo sin titubeos. "Ooh... es bueno verte." Una sonrisa apareció en el rostro lleno de cicatrices del ex SEAL de la Armada cuando Andrew devolvió el abrazo. "Bueno, kumquat. También es bueno verte." Más alto que su hija, Andrew alzó a Kerry, mientras duraba el abrazo, sin dejar de sonreír. Aflojó el abrazo, y la dejó en el suelo. Ojos del mismo tono que su amante brillaron hacia ella, en un rostro que, a pesar de su robustez muy masculina, todavía le recordaba a su amante, bajo aquellos pómulos y forma angular. "Gracias por venir a rescatarme." Andrew resopló suavemente. "Como mi hija ha tenido que abandonarte, pensé que sería una buena idea.". "Ella no me ha abandonado." Le dio un codazo amistoso. "Está atrapada abajo, en la base, algo que no envidio. Pero en el lado positivo, es que me da la oportunidad de pasar más tiempo con una de mis personas favoritas".
"Eres una joven muy dulce," el padre de Dar arrastró sus palabras. "Vamos," antes de que tengamos que remar para salir de esta oficina. " Kerry regresó a su escritorio para recuperar sus zapatos. "Tengo que hacer una parada antes de ir a casa, si te parece bien." Cerró su PC mientras Andrew vagaba por su oficina mirando la decoración con curiosidad. "Mi nuevo está listo coche." "¿Qué tal estás?" Andrew preguntó con curiosidad. "Dar me dijo que tuviste un susto anoche y que te quedaste sin esa cosita pequeñita." "Un loco conducía por el lado equivocado de la carretera, sólo fue un susto, estoy bien, gracias." Subió la cremallera de su maletín y se la llevó a los hombros. "¿También te dijo que puso su soche entre ese chiflado y yo?" Se abrochó la chaqueta y apagó la lámpara de escritorio. "No, no lo hizo." Se esforzó por ocultar una sonrisa deslumbrante y orgullosa, algo que no consiguió. Kerry lo tomó por el brazo y lo condujo fuera de la oficina. "Vamos, vamos a ver mi nuevo coche, luego iremos a cenar." Andrew dejó que lo escoltara hasta el ascensor, volviendo a colocar la capucha en su lugar, cuando la joven pulsó el botón para llamarlo. "Vamos a ver en eso", Kerry bromeó mientras las puertas se cerraron. Unos ojos interesados observaron el espacio vacío durante unos segundos, y luego avanzo unos pasos por el pasillo, desapareciendo detrás del sonido sólido de un cierre de la puerta de madera. El bar era viejo, en su mayoría de madera. Dar se inclinó hacia atrás en su silla y tomó un sorbo de su cerveza, mirando a través de la superficie de la mesa, donde los cinco hombres estaban reunidos a su alrededor. Maldita sea, había pasado demasiado tiempo. Dejó que sus ojos se deleitaran en sus viejos amigos. Todos eran de la misma edad, más o menos, y algunas cosas no habían cambiado mucho. Mike y Ricardo todavía parecían muñecos GI Joe, con sus cortes de pelo y físico culturista. Duds y John todavía eran inseparables. Eran dos hombres larguiruchos con voces cansinas Sur y pelo rubio. Y Chuckie, por supuesto. Sonrió al pensarlo. Chuckie había mejorado su aspecto con el paso de los años. Había desaparecido su acné adolescente, y crecido, formando un cuerpo de hombros anchos y cintura atlética. Vestido con su uniforme de capitán de la Marina, tenía una figura muy impresionante, algo que reconoció con alegría. "Así que, ahora ¿qué es lo que estás haciendo, Dar?" Chuckie se volvió, apoyando el brazo sobre la silla, mirándola a los ojos. "He oído que estás volviendo del revés a la base."
"Creando problemas, como de costumbre," Dar respondió, con una sonrisa. "El Pentágono me contrató para ir a decirle a la Marina cómo hacer mejor su trabajo." "Ooh". Los cinco hombres corearon un gemido. "¿En serio?" Chuckie rio. "No lo hicieron, ¿verdad?" "Ellos lo hicieron." Dar levantó la cerveza y tomó un sorbo. "Es la Madre de ironías, ¿eh?" "Hijo de puta." Mike se echó hacia atrás, apoyándose sobre las patas de sillas desiguales. "Estoy seguro que el Comandante en Jefe estará a punto de tener un ataque al corazón." Señaló con dedo a su vieja amiga. "Todavía recuerdo el día en que la empresa de telecomunicaciones RedOne y envió todas esas notas privadas del CO a la máquina de fax de todo el personal." ”Je.” Dar rio. "Si, lo recuerdo. Aquel individuo era un idiota por usar el correo de la base para enviar mensajes de amor a esa chica que recogió en Chicago." "Sí. Eras muy buena en eso tema.", Mike se rio entre dientes. "Apuesto a que todavía lo eres." "Eso es lo que dicen," respondió con reparos. "Sólo que ahora me pagan por ello", agregó. Chuckie ladeó la cabeza con curiosidad. "Todavía estás trabajando para ILS, ¿verdad?" Esperó Dar a asentir. "Entonces, ¿cuánto dinero que pagan por hacer lo que haces?" Se dio cuenta de la ceja levantada de Dar. "Números redondos, quiero decir. Siempre imaginé que lo harías bien, porque tienes más cerebro que la media de la tierra, pero de verdad, Dar... ¿acabaste pateando culos?" Dar miró alrededor de la barra y atrapó las miradas interesadas de sus antiguos compañeros. Les habían ido bien en la Marina, y todos ellos, incluso a Mike, que lo habían admitido a regañadientes para ser marine profesional. "Bueno", tomó un trago de cerveza, saboreándola antes de tragar. "Soy la directora de información de la compañía más grande en el mundo. Mi sueldo es de siete cifras, si eso es lo que estás preguntando." Todos la miraron, en un silencio atónito. "Bien." Chuckie se frotó la mandíbula. "Maldito Dios." Ella sonrió. "Así que supongo que me toca invitar, ¿eh?" se rio secamente. "¿Ves? Al final acabé un lugar más agradable." "Hijo de puta." Mike se echó a reír. "Hijo de puta. ¿En realidad eres una de esos peces gordos corporativos?" "'Así es," aceptó solemnemente. "Tengo una gran oficina, ventanas de vidrio desde el suelo al techo, un escritorio de madera de teca de nueve metros", les dijo. "Y todo el mundo me tiene miedo." "Guau." Chuckie negó con la cabeza. "Me creo la última parte, porque puedes ser un individuo que da miedo cuando quieres, vieja amiga, pero pienso en ti, en
esa torre de marfil, y me entran dolores de cabeza." Golpeó la rodilla de Dar ligeramente. "No pasas todo el tiempo detrás de ese escritorio, ¿verdad? Porque no me hago a la idea." "No más de lo que debo." Dejó que una sonrisa saliera ligeramente de sus labios, mientras acurrucaba un pie alrededor de la pata de la silla y tiraba con fuerza, casi enviándolo hacia atrás. "No me gusta pasar mucho tiempo sentada en esa cómoda silla." "Uh-oh... aquí vamos." Mike se echó a reír. "Sabía que era sólo cuestión de tiempo. Vosotros dos no cambiaréis nunca." "Usted -" Chuckie agarró por el borde de la mesa para evitar caerse, pero con la superficie fuerza para que las dos jarras de cerveza se cayeran. "Yow… mierda." "¡Hey!" Mike gritó y se puso en pie, a duras penas evitando ser empapado. "Cuidado." Señaló con el dedo a Chuckie. "No empieces, tampoco, o te recuerdo que tuvimos que patearte el culo para que pudieras terminar esa carrera de obstáculos la noche que nos graduamos." Chuckie resopló. "¡Venga ya! Ni siquiera lo recuerdo." Dar sonrió al recordar aquella noche. Se habían tomado una o dos cervezas de más. Estaban en su mejor estado de forma física, tanto como para tener la intención de meterse en la formación BROTES, los más dispuestos a demostrar que eran los mejores mocosos de la Marina. Veinte habían pasado desde su fiesta de graduación, y las apuestas habían empezado a volar. "Eso fue entonces," Chuckie le recordó enfáticamente. Las palabras salieron antes de que tuviera la oportunidad de pensar en ellas. "Vamos, Chuckie, todavía podría patearte el culo, en ese camino." Ahora él sonrió. "¿Ah, sí? ¿Cuánto quieres apostar?" Mike gimió. "¡Oh, no... no otra vez! ¡Por el amor de Dios! Ahora sois adultos. ¡Comportaros como tal!" "¡Cien dólares!" Chuckie se inclinó hacia adelante con entusiasmo. "Vamos." Y allí estaba, dándose cuenta de la importancia del desafío, como pidiendo que alguien más se uniera. "¿Qué tal mil?" arrastró sus palabras en voz baja. "Vamos, chico duro. A ver si puedes levantar cualquier cosa." Un hilo de voz se aclaró internamente en su garganta. Espero que sepas lo que estás haciendo, pez gordo, o vas a estar recogiendo astillas de tu culo por una semana. "¿Qué te parece, Chuckie?" Sus ojos brillaban y su nariz bien formada se encendió. "Está bien. Vamos. Sé de un montón de cosas que podría hacer con mil dólares." Dar dejó la botella sobre la mesa y se levantó. "¿Después de ti?" Levantó una mano y señaló la puerta. Se dirigió, sonriendo, al resto del grupo, que estaban murmurando y meneando la cabeza. "Vamos, chicos. Después de esto, estaré lista para ir a cenar. ¿Qué os parece eso?"
"Que no vas a estar en condiciones de hacer nada," Chuckie le advirtió con una gran sonrisa. "Guarda tu aliento. Lo vas a necesitar." Le golpeó el trasero. "¡Hey!" Chuckie se quitó el sombrero de su uniforme. "Deja eso, o yo... yo...” "¿Qué? ¿Se lo dirás a mi padre?" Dar estaba disfrutando a fondo. "La última vez que hiciste eso…" "Moza". Chuckie se echó a reír. "Maldita seas, eres una comadreja salvaje. ¡Ay!" Le dio una palmada, que acabó impactando en su trasero. "Voy a llevar tu culo sobre el barro. Tendrás que llamar a un buzo para que te saque." "Cuidado, bola de pelo," Duds retumbó suavemente. Todos se rieron, mientras se dirigían hacia la puerta en una noche todavía llovizna. "¿Cómo está tu padre, Dar?" Mike preguntó, bajando la voz un poco, poniéndose serio. "Me alegré al saber que había regresado." Dar exhaló. "Está bien", respondió. "Él y madre se compraron un Bertram, de quince metros, y están viviendo en él. Han estado en Bermuda dos veces, y no recuerdo haberlo visto tan feliz." "Guau." Mike sonrió. "Me alegra saberlo." "¿Se compró un barco?" Duds preguntó con curiosidad. "Hombre, le habrá costado toda su pensión… ¿o se lo regalaste?" Dar sonrió y se pasó una mano por el pelo ahora húmedo. "¿Qué piensas?" Duds rio. "Siempre fue tu modelo a seguir, eso es absolutamente seguro. Era tu héroe. Vamos, vamos a terminar con esto de una vez. ¡Tengo hambre!" "Tú siempre tienes hambre", Chuckie reprendió, dándole un golpe suave en el vientre. "Es por eso que llevas tan ajustado tu uniforme. Mírate." "¡Vale!" Le dio un codazo. "Deje mis botones en paz, pervertido." "Cabeza hueca". Dar sitió el aire húmedo, del exterior, disfrutando del desafío. Aquello era una locura, pero se sentía muy bien. Todo el mundo tenía derecho a tener una noche loca de vez en cuando, ¿no?
KERRY se recostó en el asiento de la camioneta gris, mientras su impasible suegro circulaba por las calles inundadas. Tenía su cinturón de seguridad bien sujeto, alrededor de su cuerpo, y sus pies apoyados firmemente contra el suelo, sosteniéndola mientras la camioneta se movía.
Andrew no era realmente un mal conductor, sólo un poco impaciente, y las aceras e islas divisorias demostraban poco o ningún impedimento para su progreso en llegar del punto A al punto B, de la manera más rápida posible. "Bonita camioneta, papá." Palmeó el asiento de tela. "Me gusta. Dar me habló del que tenía cuando era más joven." Forzado por convención se detuvo en un semáforo en rojo, Andrew se echó hacia atrás y cruzó los brazos. "Ceci me sigue diciendo que debo conducir uno de esos pequeños coches Escarabajo". Kerry levantó una ceja. "Son las cosas más feas que he visto en mi vida, y no, no pienso estar sentado en el interior de uno de ellos, y mucho menos conducirlo." "Desde luego, no me lo puedo ni imaginar." Kerry negó con la cabeza. "Sería como si tener un ciclomotor, o que Dar bebiera leche descremada." "Ella la odia," Andrew estuvo de acuerdo. "Incluso cuando era pequeña, Ceci intentaba que la bebiera, pero era imposible." "Lo sé." Cerró los ojos cuando la luz cambió y Andrew aprovechó la oportunidad para cruzar tres carriles entre otros cuatro coches. "Se lo sugerí una vez." Hizo una pausa. "Sólo porque me preocupo por su colesterol, y el mía, pero me dio una conferencia sobre las vacas, el agua." Andrew resopló. "Ella es especial cuando combate un par de cosas. Me gusta eso de ella", admitió. "Creo que lo aprendió de mí." "Vaya, qué sorpresa." Le sonrió con indulgencia. "De todos modos, he conseguido que deje de comer galletas de chocolate en el desayuno, así que creo que algo estoy ganando." Andrew miró a través de las gotas de lluvia y vio su objetivo. Llevó su camioneta hacia la entrada y procedió en consecuencia. "Ella es una niña sana", afirmó. "Siempre lo fue. Lo peor que tuvo fue la varicela. Señor, aquello fue un desastre." "Escuché que también la tuviste." Le sonrió, fingiendo no ver el camión hacia ellos cuando Andrew cruzó la intersección. La camioneta se precipitó en el estacionamiento del concesionario Lexus, justo a tiempo. Aparcó en un lugar vacío, y se soltó su cinturón de seguridad con una sensación de alivio. Andrew se apoyó en el volante y se asomó a la ventana, observando las filas de brillantes coches nuevos, bajo la lluvia. "¿Vas a comprar una de estas malditas cosas, también?" Su voz sonaba sorprendido. "Algo así." Kerry señaló. "Fue idea de Dar." "Uh-huh". Andrew asintió. "Creo que ese es el mío." Indicó una fila a la izquierda. "Parece una galleta," se rio suavemente su suegro.
"Bueno, al menos no es un escarabajo." abrió la puerta. "Vamos, esto no nos llevará mucho tiempo, y tengo hambre." Se levantó y tuvo que agarrarse al marco de la puerta al sentirse mareada. "Whoa". Andrew rodeó la parte delantera de la camioneta y le puso una mano en el hombro. "¿Estás bien?" Se apoyó en el marco de metal y respiró hondo, esperando que el mundo dejara de girar. "Sí. Es solo que no he comido. Tranquilo, ya estoy mejor." Su visión se aclaró, negando con la cabeza. "En mi familia tenemos el nivel de azúcar bajo en la sangre. Por lo general solemos tener alguna galleta cerca por si nos baja más de lo debido, y no he parado en todo el día." "Eso no es bueno." Andrew metió la cabeza en el interior del camión y rebuscó en una bolsa detrás del asiento. "Ten." Le entregó un plátano. "Olvidé que tenía esas malditas cosas." La joven peló la fruta y le dio un mordisco, un poco perturbada por el temblor de sus manos. "Tal vez haya estado hoy un poco estresada", bromeó débilmente, consciente de la expresión de preocupación de su suegro. "He tenido algunas reuniones desagradables, y he estaba un poco preocupada por Dar conduciendo allí en este tiempo." Tragó unos bocados y se sintió aliviada cuando el temblor se desvaneció. "Creo que necesitas cuidarte más," dijo Andrew. "Estás blanca como el fantasma de César, Kerry. Vamos a sentarnos aquí." "No, está bien", ella le tranquilizó. "Me siento mucho mejor, la verdad." Terminó su plátano y cuidadosamente dobló la piel, luego se inclinó hacia delante y le dio un beso en la mejilla. "Gracias, papá." Andrew se sonrojó, apenas visible bajo la luz del coche. "No hace falta que hagas tanto alboroto por un simple viejo plátano," murmuró. "¿Estás segura de que no quieres otra cosa? ¿Quizá una naranja, o cualquiera otra cosa que Ceci haya dejado en la parte posterior de esta camioneta?" Ella sonrió. "¿Sabe Dar lo afortunada que es?" "¿Eh?" "No creo que lo sepa." Se apartó de la camioneta, colocó bien sus mangas, y tiró la cáscara de plátano en un cubo de basura cercano. "Vamos a buscar mis ruedas nuevas." Deslizó su mano alrededor del brazo de Andrew, y caminó con él hacia la sala de exposición, donde podía ver las tenues formas de algunos vendedores esperanzados, esperando al acecho. Se abrió la puerta al llegar, y entró en la sala de exposición fresca y bien iluminada para ser recibidos por un joven muy agradable, con un traje perfectamente planchado y corbata. "Hola." Kerry le sonrió. "Tengo una cita. Se supone que debo recoger un coche."
El sonido de unos tacones, hizo que sus cabezas se giraran para ver a una mujer con el pelo oscuro, caminar hacia ellos, una cálida sonrisa en su rostro. "La señora Stuart?" "Así es", respondió Kerry. "Excelente. Si desea pasar por aquí, a mi escritorio y firmar estos papeles, voy a tener su coche listo." Echó un vistazo a Andrew. "¿Puedo ofrecerle a usted y a su marido un poco de café?" Kerry pensó que la cabeza de su suegro estaba a punto de estallar, acabando pegada en el techo. "Claro", estuvo de acuerdo alegremente. "Vamos, cariño, siéntate aquí." "¿Disculpa?," Andrew ladró. "Esta señorita no es mi esposa." Le dirigió a la vendedora con una mirada feroz. "¿Es que le parece que yo puedo ser su marido?" La mandíbula de la mujer cayó, mirando a Kerry y a Andrew en desconcierto. "Estoy muy apenada señor," tartamudeó. "Sé que no debería suponer... Sólo pensé... bueno, perdón. Lo siento mucho." Puso los papeles hacia abajo. "¿Señora, si pudiera firmar estos?" "Claro". Se sentó y se puso a revisar los papeles, mientras la vendedora se escurría rápidamente. Andrew resopló y se sentó junto a ella. "Dios Mío." Ella se rio. "Eres muy gracioso." "Eso sin duda no fue nada gracioso, señorita." Volvió la cabeza. "¿Cuántos años tienes?" Kerry observó los ojos azules parpadean unas cuantas veces. "¿Y bien?" Andrew se enderezó. "Tengo cuarenta y ocho años." Hizo una pausa. "¿Por qué?" Se acercó más a él. "Porque yo tengo casi treinta años," susurró. "No es nada descabellado, papá." Continuó firmando sus papeles, mientras escuchaba el suspiro de su suegro. "Tienes razón, kumquat," dijo. "Mi hija no tiene una idea de lo afortunada que es." Sonrió mientras terminaba con el papeleo, puso la pluma hacia abajo y miró hacia arriba cuando la vendedora regresó. "Todo hecho." "Aquí tienes." La mujer le entregó un juego de llaves y señaló hacia la forma oscura de su nuevo coche aparcado junto en la puerta. "De nuevo, lo siento mucho, señor." Andrew suspiró y se levantó. "No pasa nada. Está bien." Caminaron hasta la puerta y salieron. "¿Te gustaría conducir mi nuevo coche, papá?" bromeó. "Dar quería que comparar un Hummer."
Andrew resopló. "¿Un qué?" Rodeó el coche nuevo con curiosidad. "Esos son demasiado grandes, como un autobús, y no es nada fácil buscar sitio para aparcar." Abrió una puerta y se asomó. "Cuero, ¿eh? está definitivamente diseñado para ti." Kerry abrió la puerta del lado del conductor y olfateó con aprecio. "Oh, sí," se rio. "Vamos, vamos a llevarlo a dar una vuelta de prueba. Hay un buen restaurante justo en la manzana." Andrew se deslizó en el asiento del pasajero, que se ajustaba para dar cabida a sus largas piernas. "¿No será uno de esas tiendas de pescado crudo? ¿Verdad?" "Um...” "Te diré algo, iré a comer esos pescaditos que te gustan si me dejas conducir a la vuelta." "Oh, muchacho."
"¡HIJO DE PUTA!" Dar oyó el graznido jadeando, detrás de ella, al llegar a la última pared de madera y se lanzó hacia delante, agachándose y liberando su cuerpo hacia arriba para estirar la mano y agarrar la barra superior, tirando hacia arriba antes de estrellarse contra la superficie dura. Con sus botas raspadas, cogió impulso hacia arriba, liberando su agarre y dejándose caer hacia abajo, hacia una superficie turbia, cubierta de lodo. Detrás de ella, podía oír Chuckie gruñir cuando se golpeó contra la parte superior de la pared. Luego sus botas estaban golpeando contra el suelo y casi tirado hacia adelante, apenas recuperando el equilibrio antes de que ella saltara hacia adelante y empezara a correr de nuevo hacia las cuerdas. Las cuerdas de escalada; una de las cosas más difíciles para cualquier persona, especialmente para una mujer. Dar se limpió las manos en los muslos, justo antes de cogerlas, tomó un respiro, reconociendo, muy a su pesar, que desde luego ya no era una adolescente. Cogió la cuerda, sintiendo su humedad y aspereza en sus manos. Sus piernas respondieron, sin problemas, alrededor de la cuerda por debajo de ella. Apoyó su peso y empezó a ascender. Bien. Dar sintió las salpicaduras de la lluvia golpeando, oyendo el ruido metálico de la cuerda a su lado, mientras Chuckie trataba de alcanzarla. No fue tan difícil como había temido. Llegó a la parte superior, soltó la cuerda con una mano y tocó la campana, luego se deslizó cuidadosamente hacia abajo, haciendo una mueca al notar un cierto escozor en sus manos. Cayó al suelo y se agachó en el borde de la fosa de escalada, por el suelo desigual, saltando sobre el agua que separaba los obstáculos de los últimos cien metros de largo, acelerando su velocidad. Dar oyó a Chuckie tocar la campana y deslizarse hacia abajo después de ella.
Correr era algo a lo que estaba muy acostumbrada, algo que su cuerpo, aceptada sin reservas. Estaba acostumbrada a hacerlo casi todos los días. Se metió los dedos en un medio puño y se inclinó hacia delante en una poderosa zancada. "Mierda," oyó gemir a Chuckie detrás de ella. La hacía reír; y los gritos de los otros hombres de repente rodaron sobre ella, cuando la vieron llegar a la meta. Metió la cabeza hacia abajo y salió corriendo, sintiendo una oleada loca de la energía mientras el viento apartaba el pelo y la lluvia de su cara. Llegó a los árboles que marcaban el final, y desaceleró, levantando los brazos en señal de victoria, mientras los otros jóvenes la animaban. Finalmente, Chuckie, llegó mascullando una maldición. Dar podía sentir su corazón latiendo por el esfuerzo, y sin duda no había estado en tan buena forma como la última vez que lo había hecho, pero... Se rio entre dientes mientras observaba a Chuckie inclinarse, sosteniendo su vientre, con su frente toda roja incluso bajo la poca luz. "Tienes que dejar de tomar tanta cerveza, Chuck." Puso las manos en las caderas, alegrándose de haber mantenido sus sesiones en el gimnasio, de artes marciales, que la había mantenido en forma, reconociendo que estaba en mejor forma que sus otros antiguos amigos. "Maldición, Dar". Mike deslizó su largo brazo sobre los hombros. "Todavía eres una mujer caliente, ¿lo sabes no? ¿Te casarías conmigo?" Dar rio. "Pensé que tenías novia" Le dio un golpecito. "O por lo menos de eso estabas alardeando en el bar." "Bueno, pero no estoy casado", bromeó de nuevo. "Así que pensé en aprovechar la oportunidad." Era una sensación extraña. Dar tomó aire y lo soltó. Había sido sencillo trata su sexualidad durante tanto tiempo, que había olvidado lo que se sentía al estar rodeado de personas que no tenían idea, de su vida persona. ¿Le importaría si lo supieran? Sintió que su euforia se evaporaba, dando un paso atrás mentalmente, trató de averiguar qué hacer. En su naturaleza las mentiras no eran una salida, a menos que fueran necesarias, pero una parte de ella estaba disfrutando de esta nueva aceptación inesperada, en un mundo viejo, y se resistió a que aquello cambiara por el reconocimiento de su estilo de vida. "Gilipollas. No tienes ninguna posibilidad," Duds resopló. "Dar tiene mucho más mundo que tú." Dar consiguió esbozar una sonrisa, luego se acercó a donde Chuckie todavía se estaba recuperando. "Hey." Le golpeó ligeramente. "¿Estás bien?" Su antiguo novio se enderezó, dejando escapar un suspiro. "¡Aparte de tener mi maldito ego arrastrado has vaciado mi cuenta bancaria! Pero estoy muy bien." Sus labios se torcieron. "¿Te puedo hacer un cheque?" "No te preocupes." Dar negó con la cabeza ligeramente. "Valió la pena solo para saber que todavía podía hacerlo".
El rostro de Chuckie se relajó un poco al darse cuenta de la mirada de Dar. "Sólo por eso, voy a llevarnos al asador." Señaló hacia el aparcamiento. "Ahora que he demostrado que los capitanes de los barcos pasar demasiado tiempo sentados en sus traseros." Los otros cuatro caminaron por delante, dejando a Chuckie y a Dar a caminar juntos hacia los coches aparcados. El oficial naval le dirigió una mirada. "Mañana, voy a tener que explicar a la mitad de la base, porqué tengo dañadas las manos." Levantó las manos, visiblemente raspadas. "Yo también," Dar admitió, levantando sus manos en evidencia. "No creo que piensen que es de aporrear un teclado." "Ah". Chuckie suspiró. "Estamos haciéndonos demasiado viejos para esto." Dar se rio entre dientes. "Sí." Flexionó sus manos, haciendo una mueca. Los dos se quedaron en silencio, mientras seguían caminando. "Es bueno verte, Dar, aunque me hayas pateado el culo " Chuckie finalmente dijo en voz baja. "Tengo algunos buenos recuerdos de nosotros." "Yo también," contestó. "Las cartas que me enviaste a la universidad me animaron." Reflexionó sobre todo el tiempo que había pasado, desde entonces. "Siento haber perdido el contacto." Chuckie se encogió de hombros. "Sabíamos que pasaría. Ambos nos dirigíamos a mundos reales muy diferentes." La miró. "Sabía que llegarías algo. Siempre me pregunté dónde estarías. Me imaginaba que terminaras siendo algún alto mando." "Me preguntaba si había tomado la decisión correcta." Dar inhalado, y miró a su alrededor. "Ahora sé que lo hice, pero..." Negó con la cabeza. Levantó la voz. "Hey, a la parte trasera. Conduciré yo." "No te fíes de Mike" Chuckie rio. "Es peor conductor que tu padre." "No me imagino que soy la que probablemente tiene espacio para todos nosotros", dijo secamente. "A menos que quieras terminar encima de una Suburban." "Por supuesto que no," Chuckie resopló. "Eso es lo que pensaba." Dirigió sus pasos hacia el Lexus. "Vamos, me imagino que voy a descubrir si mis amortiguadores están preparados para esta manada de novillos." "Ooh..." Su viejo amigo se rio. "Creo que andas con nosotros sólo para que puedas sentirte pequeña." Chocó su hombro con el de ella. "Hey," su voz se volvió más suave "¿estás con alguien ahora mismo, Dar?" La pregunta la dejó totalmente sorprendida. "Sí", se las arregló para responder, intentando disimular su respiración irregular. "Sí, lo estoy. ¿Por qué?"
Se encogió de hombros. "Sólo preguntaba. Paso demasiado tiempo en el barco, si entiendes lo que digo, y pensé que si no era tarde, tal vez podríamos conectar, por los viejos tiempos." Dar se dio cuenta que tenía unos diez segundos antes de que llegaran los otros cuatro amigos. Levantó una mano y abrió las puertas. "No es algo casual." Intentó suavizar las palabras con una sonrisa. "Estoy muy comprometida... y soy muy feliz." "Ah, bueno." Chuckie le devolvió la sonrisa. "¿Qué tenemos aquí?" Volvió su atención hacia el coche. "¡Dios mío!, ¿conduces un maldito Lexus?" "Sí." Dar abrió la puerta del lado del conductor. "Hey, uno de vosotros tiene que sentarse en la parte trasera. No todo puede caber en ese coche." "Je," Mike se rio entre dientes. "¿Quieres apostar? Te olvidas de lo que somos capaces, Dardar." El asiento trasero estaba lleno hasta el borde con marineros aplastados. Se sentó al volante y encendió el motor. "¿Por qué tengo la sensación de que voy a lamentar esto?" Sintió como los hombres comenzaron a cantar y moverse hacia atrás y adelante. "Vamos, Dar, canta con nosotros. Sé que puedes," Duds se rio. Suspiró mientras sacaba el coche del aparcamiento, uniéndose a sus amigos, llevando el coche de emociones. Había sido un día demasiado lleno de conflictos, y ahora se encontraba a gusto y relajada. Cinco marineros y quince cervezas igualaron la calidad tonal del coro de voces. Jesús. Esperaba poder sobrevivir al corto viaje al asador.
KERRY bostezó mientras cogía su humeante taza de chocolate caliente y vagaba de nuevo por la sala de estar. Chino mordisqueaba la parte posterior de sus rodillas, muy contento de ver al menos la mitad de su familia, después de un largo día. "Hey, para eso", le criticó el perro. "No serás el que tenga que limpiar el suelo si se me cae el chocolate." "Gruñón". Chino se abalanzó sobre el hipopótamo y lo trajo, agachándose y agitándolo, rogando que jugara con él. "Está bien, déjame poner esto," se rio, dejando a un lado su taza y agarrando el juguete. "Cógelo…. vamos." Arrojó el animal de peluche al otro lado de la vivienda y observó a Chino deslizarse sobre la superficie dura. "Trae aquí." Se sentó en el sofá y tiró del juguete para liberarlos de los dientes muy blancos de Chino, para volverlo a tirarlo más allá de la mesa del comedor. “Buena chica". Jugó con el perro durante un rato, tomándose un momento entre
lanzamientos para encender la televisión y estirar su cuerpo a lo largo del sofá, con una sensación de alivio. Había sido un día muy largo, con un sorprendente buen final. Sonrió, recordando haber convencido a Andrew para que compartieran sushi, en el pequeño antro de la playa, al que le encantaba ir con Dar. Nota mental, se recordó. No lleves a ningún SEAL al restaurante de sushi a menos que quieras saber cosas sobre el pescado que estás comiendo. Habían pedido una gran variedad de sashimi y un poco de pollo salteado. Habían compartido algo de sake, y disfrutado mucho de la noche, escuchando historias de juventud de su alocada amante, en la orgullosa voz de su suegro, incluso cuando contaba los detalles más sangrientos. Se apoyó contra la superficie de piel, relajando los músculos de sus brazos cruzados mientras observaba a Steve Irwin retozar por la pantalla, abrazando a un cocodrilo entusiasmado. "Vaya chiflado", comentó. "¿Sabías que tiene su propio conjunto de juguetes ahora, Chino? ¿Debo conseguir uno? ¿Te gustaría morder la cabeza de Steve?" Chino lanzó el hipopótamo ligeramente empapado hasta aterrizar en el lado de Kerry. "Voy a tomar eso como un no." Lanzó el juguete nuevo. Se deslizó hacia abajo, poniendo la cabeza en el brazo de un sofá, dejando que sus ojos se cerraran brevemente mientras pensaba en las tareas que había dejado de hacer esa noche. Necesitaba una ducha, tenía que revisar unos informes, y no había ese proyecto que Dar le había dejado. Abrió un ojo, mirando alrededor de la habitación, luego lo cerró de nuevo. Sólo necesitaba echar una siesta aquí en el sofá, que era agradable, cálido y confortable. Tal vez dormiría un rato hasta que Dar la llamara, que sin duda la despertarla. Sí. Era una buena idea. Se acercó y cogió su teléfono móvil, que estaba en la mesa de café, y se lo acercó, apoyando la mano sobre él mientras dejaba que la sensación de sueño se hiciera cargo de su cuerpo, aliviando lejos el último del dolor de cabeza persistente que le había estado molestando durante todo el día. Estaba todo muy tranquilo, como Dar detuvo el coche en el aparcamiento, deslizándose junto a una nueva y brillante versión más pequeña del coche que conducía. Salió, cerró la puerta suavemente y pasó una mano por la pintura azul oscuro del nuevo coche de Kerry. "Bonito", lo aprobó, mirando el interior antes de dirigirse hacia el pequeño tramo de escaleras hasta la puerta. La cena había estado bien. Ya era medianoche, cuando había vuelto a la base a dejar a sus compañeros. Después, se había sentado durante diez minutos, preguntándose por qué no salía del coche y se iba a la cama que le habían asignado. Finalmente, había salido del Lexus, y en vez de ir hacia el edificio, había regresó a la caseta de vigilancia y preguntado si los caminos se habían abierto.
Estaban abiertos. Dar había caminado de vuelta al coche, arrancado y conducido de regreso a Miami, sin saber muy bien por qué se tomaría el largo viaje cuando la cama asignada no podía ser tan incómoda. La sensación de alivio, mientras metía la llave en la cerradura, la convenció de que había sido una buena decisión. Abrió la puerta y se deslizó dentro, parándose por la sorpresa de ver las luces encendidas y la televisión casi sin sonido. Chino saltó del sofá y corrió, sacudiendo la cabeza soñolienta, claramente sorprendida al ver Dar, pero contenta. Dar le frotó las orejas, pero mantuvo sus ojos en la silueta acurrucada en la esquina del sofá. En silencio, se acercó y se arrodilló al lado de donde Kerry estaba durmiendo, permitiéndose un largo momento sólo para estudiar su amante. Bueno. Sonrió en silencio. Esto es por lo que viniste a casa. Dormida, parecía una niña inocente totalmente relajada, algo que siempre le tocaba el corazón, y se quedó embelesada mirando a su amante durante un largo tiempo. "Ker." Dar le acarició la mejilla suavemente, y después de un segundo, los latigazos pálidos se agitaron y se levantó, revelando sus ojos verdes un poco aturdidos, pero sonriendo a modo de bienvenida. "Lo siento, no he llamado." "No importa", respondió, su voz ligeramente ronca por el sueño. "Me gusta mucho más este modo de contacto." Su sonrisa se ensanchó. "Supongo que abrieron las carreteras, ¿eh?" Dar asintió. "Sí. Fui a cenar con los chicos, y cuando regresé, me dijeron que estaban abiertas, así que decidí venir a casa en lugar de quedarme ahí abajo." "Bien." Tomó la mano de Dar y la apretó contra su mejilla, luego la besó. "Quería hacer tantas cosas esta noche. Pero me dormí pensando en que tu llamada me despertaría." Sintió los dedos de su amante raros, así que le dio la vuelta a las manos. "Mierda. ¿Qué les ha pasado a tus manos?" Carraspeó suavemente. "Ah... bueno..." Se rio con un toque de vergüenza. "No vas a creer esto, pero yo um...” Kerry se incorporó apoyándose en un codo para poder examinar mejor las palmas de las manos. La superficie estaba raspada y golpeada, con varios cortes largos. "¿Eso es una astilla? ¿Qué pasó?" "Probablemente." Dar suspiró. "Hice una apuesta, algunos obstáculos, y una gran cantidad de ego." "Se te subió el ego la cabeza, ¿verdad?" Kerry supuso, dándole una sonrisa tolerante, viendo la mirada semioculta de sonrisa de triunfo cruzar el rostro de Dar. "Me lo imaginaba. Déjame ir a buscar las pinzas." Le dio un beso en la base del pulgar, luego lo extendió, tirando de su camiseta apretada contra su cuerpo, sin darse cuente que Dar aprovechó la oportunidad para inclinarse y mordisquearla en un lugar muy sensible. "Ooh... mantén ese pensamiento."
Se retorció hasta casi fuera del sofá, quedando frente a Dar mientras se enderezaba. "Dar, ¿te das cuenta de que está cubierta de barro, verdad?" Le preguntó, tirando de la camisa de su amante. "¿Has pasado toda la noche así?" Se miró hacia abajo. "Uh". Parpadeó ante las manchas grises, que la cubrían liberalmente. "Bueno, todos lo hicimos. Estaba lloviendo... y yo estaba mojada... no creo yo…" "No te diste cuenta." Kerry asintió. "No, supongo que no lo hiciste. Vamos." Introdujo los dedos en la pretina de Dar y tiró. "Ven a la ducha, mi pequeña perrita. Lo único que quiero es desnudarte y que me acompañes a la ducha," Dar observó cómo obedientemente permitía que la llevara. Ahora que Kerry lo mencionaba, los pantalones vaqueros que llevaba le estaban molestando un poco. "¿Tienes un problema con esto?" Kerry se detuvo y la miró a la cara, levantando una ceja. "No." Se acercó más. "Suena mejor y mejor cada segundo." Kerry sonrió y volvió a tirar de ella. Dejaron sus ropas en un rincón del cuarto de baño y se metieron bajo el agua tibia, con Kerry haciendo ruiditos, mientras tomaba su esponja exfoliante y trataba de limpiar el barro de la piel de Dar. "¿Debería preguntar qué estuviste haciendo?" Dar había estado de pie con los ojos cerrados, disfrutando de la atención. La textura ligeramente rugosa de la esponja le estaba dejando un agradable cosquilleo, y ahora abrió un ojo para ver a su amante mirándola a través de las volutas de vapor y agua. "¿Eh? Oh Hice una apuesta con Chuck, a ver quién de los dos acababa antes con la fosa tortura." "Ah". Siguió frotando el cuerpo de su amante, intentando ocultas una sacudida de celos irracionales. "¿Entiendo que has ganado la apuesta?" -preguntó. "Será interesante conocerlo el viernes... a menos que hayas cambiado de opinión y prefieras que no vaya". Se obligó a mirar hacia arriba. "Sé que son viejos amigos suyos, Dar, y que probablemente no saben que eres gay, ¿verdad?" Los ojos de Dar abrieron ante sus palabras. "No, no", respondió con sinceridad. "De hecho, Chuckie me preguntó si estaba disponible esta noche." Una sonrisa tiró de sus labios. "Le dije que estaba muy comprometida." Pensó un momento, sintiendo el agua caer sobre su espalda. "Es una pregunta difícil, Kerry. No te voy a negar que no lo he estado pensando." Kerry se mantuvo quieta, observando el rostro de su pareja, viendo la duda detrás de su expresión. "Lo sé. Es difícil," estuvo de acuerdo en voz baja. "Decirle a mi familia fue difícil. Nunca me he sentido tan avergonzada por ello, pero sabía que debía hacerlo." "Mm". "Creo que les vas a hacer sentir incómodos."
Dar asintió. "Creo que tienes razón." Kerry tomó un suspiro, sorprendida por lo difícil que sería decir las siguientes palabras. "Así que creo que es mejor que vayas sin mí, esta vez." "Supongo que no quiero incomodarlos," Dar acordó suavemente. "Son una familia muy tradicional." "Así que eso es lo que vas a hacer, ¿verdad?" "No." La voz de Dar sonó bastante tranquila, casi divertida. "Si mi trabajo fuera hacer que la gente se sintiera cómoda, sería auxiliar de vuelo de avión. Pero no es mi caso. Soy una inconformista individualista con mucha más actitud que sentido común, así que si no pueden aceptar el hecho de que Soy Gay y estoy casada contigo, pues pueden besarme el culo". Se inclinó y rozó los labios de Kerry, sintiendo una ráfaga de sorpresa cuando su amante reaccionó y exhaló. "Pero gracias por ofrecerte. Y, por cierto, creo que te has dejado una mancha." Hmm. Kerry reanudó su tarea, con una sonrisa tonta en la cara. "¿He?" Se abrió camino hasta el vientre de Dar, bajando por sus pechos, asegurándose de que no quedara ninguna mancha de barro. "Tendré que limpiar todo tu cuerpo dos veces." Sus manos se deslizaron sobre la clavícula de Dar y los hombros mientras se lamía las gotas de agua cálida de la piel frente a su nariz. "Mm". Un toque, detrás de su cuello, movió el pelo hacia atrás, y al instante los dientes de Dar estaban tomando pequeños bocados de su garganta mientras sus cuerpos se deslizaron juntos, sintiendo el muslo de Dar entre los suyos. Se olvidó de la esponja, dejándola caer. Dar sintió como su cuerpo estaba en llamas, no por el agua corriendo sobre las dos, sino por el tacto de Kerry, bailando sobre su piel con movimientos suaves que hacían que todos sus sentidos despertaran, corriendo por todo su cuerpo. Tenía la sensación de que levantarse por la mañana iba a ser un problema. Por supuesto, podrían simplemente no ir a dormir.
KERRY dejó escapar un suspiro y se hundió en su bata esponjosa, mientras veían el amanecer colorear el cielo a través del agua. Dar sorbía lentamente de una taza de café recién hecho, cerrando los ojos mientras una ráfaga de aire fresco cepillaba su cara. "Oh, sí. Estoy contenta de haber decidido ir a la oficina hoy. No me apetecía nada volver a conducir por esas carreteras de Florida, de vuelta a la base." Ofreció su taza a Kerry, que la tomó. "Además, tengo un montón de cosas para cuidar aquí." "Yo también." Se quedaron en silencio, durante unos minutos. "Supongo que será mejor que nos pongamos en marcha ¿eh?" Kerry finalmente suspiró. "Sé que tengo que correr
para despertarme." Volvió la cabeza para mirar a Dar. "A menos que prefieras ir esta mañana al gimnasio. Yo podría hacer el circuito, también." Dar asintió. "Sí." Se estremeció un poco y exhaló. "Creo que me lesioné un poco la espalda haciendo ese truco loco anoche. Correr no ceo sea la mejor idea. Creo que ejercitarme en el gimnasio será mejor." Kerry se giró, y deslizó una mano detrás de la espalda de Dar, sondeando suavemente. "¿Dónde te lastimaste?" Miró fijamente a su amante. “Debes cuidarte” le regañó. "Quizá deberías ir a ver al Dr. Steve para que te haga un reconocimiento, llevas días quejándote del dolor." Dar frunció el ceño. "No me había molestado en semanas", protestó. "Debo haberme forzado anoche en el túnel." "¿Túnel?" Preguntó. "Oh, Jesús. Eso explica las contusiones en tus rodillas." Suspiró. "Bueno, vamos. Vamos a vestirnos, y ver si podemos trabajar un poco." Ninguna de los dos se movió, sin embargo, Dar la abrazó más cerca y empezó a besarla... "Esto no nos lleva a ninguna parte", murmuró Kerry. "Claro que sí," le contestó. Reanudó sus suaves besos sobre el lóbulo de Kerry, ganando un suave gruñido de placer de su amante. Sus manos ya estaban dentro de la envoltura suelta de albornoz de Kerry, acariciando ligeramente las, sintiendo que se aceleraba la respiración de la joven. "Hey," Kerry se rio en voz baja. Dar la besó, luego cedió, y retrocedió un poco. "Te diré algo. Voy a inventarme una reunión a la que tengamos que ir las dos, y así saldremos." "Sí, señora", Kerry estuvo de acuerdo. "Así que vamos a empezar a movernos. Cuanto antes empecemos, antes terminaremos el día."
Capítulo Ocho "MAMÁ". MAYTE se deslizó dentro de la oficina exterior de Dar, donde su madre estaba clasificando el correo. "Acabo de oír algo muy malo." "¿Sí?" María miró hacia arriba. "¿Qué pasa ahora? ¿Es José coqueteando con la nueva señorita en Contabilidad, una vez más?" "No." La muchacha delgada parecía molesta. Se acercó y se sentó junto a la mesa de su madre. "Se trata Kerry." María estaba muy sorprendida. Estaba más que acostumbrada a los rumores acerca de su jefa, sobre todo después de que Kerrisita hubiera empezado a trabajar con ellos, y más cuando se habían convertido en una pareja. La verdad es que formaban una pareja muy atractiva. "¿Qué has oído?" le preguntó a su hija, al darse cuenta de que Mayte parecía muy ansiosa. Mayte jugueteó con sus manos. "Están diciendo que Kerry, estaba con un hombre aquí, ayer por la noche, después de que todos nos habíamos ido." La mandíbula de María cayó. "Vaya mierda", resopló. Los ojos de Mayte se abrieron. "¡Mamá!" Se sorprendió. "¡Alguien estaba aquí, y me han dicho que los escucharon, y que ella tenía las manos sobre este hombre y todo!" "¿Quién dice eso?" la mujer mayor le preguntó agitadamente. "¿Quién está contando todas estas mentiras? ¡Quiero saberlo, Mayte, ahora mismo!" "B... b..." Mayte tartamudeó. "Mamá, lo he oído en la sala de descanso. Todo el mundo lo dice." María tamborileó sus uñas perfectamente pintadas sobre su escritorio. "¿Por qué dirían eso? ¿Por qué alguien querría hacer daño a Kerrisita?" Pensó un momento, luego marcó un número en su teléfono. "Sí, ¿Ricardo? ¿Puedes comprobar por mí un registro, por favor? ¿Alguien visitó la señora Stuart anoche?" Se oyó el ruido de papeles. "Parece que..." Ricardo hizo una pausa, y luego continuó. "Ah, sí, aquí está. Sí... vino un hombre anoche. 'Serían durante mi las seis y media, supongo." Mayte y María se miraron en shock aturdidas. "¿Puedes decirme su nombre, por favor?" María preguntó en voz baja. "Necesito enviarle algo." "Claro. Roberts," Ricardo respondió cordialmente. "Andrew Roberts". María se cubrió los ojos con una mano. "Gracias, Ricardo. Hablaré contigo más tarde. “Colgó el teléfono." Jesu... " Mayte parpadeó. "¿Quién es ese, Mamá? ¿Lo sabes?" "Sí." María parecía preocupada. "Él es padre de Dar Es muy agradable, un hombre muy dulce. Ha aceptado muy bien a Kerrisita;.. Es como otra hija para él."
"Ay". La mujer más joven exhaló. "He oído hablar de él. Hay una foto de él en su oficina, creo." "Sí. Son la madre y el padre de Dar. Fue muy duro, ya sabes, cuando Kerrisita tenía problemas con su familia." María estaba pensando mucho mientras hablaba. "Mayte, tenemos que solucionar este problema", dijo con firmeza a su hija. "No podemos dejar que hablen así de Kerrisita. Dar se va a enfadar." Mayte parpadeó. "Oh." "Tenemos que saber quién está diciendo esto." María se levantó. "Ven. Vamos a donde se juntas todos para cuchichear." Salió de la oficina, dirigiéndose al pasillo. Al pasar junto a la sala de descanso pudo oír la charla, el nombre de Kerry, creciendo su enfado. "¿Es que no tienen mejores cosas que hacer?" Se detuvo y miró dentro. "¡Vayan a trabajar!" le dijo a los ocupantes sobresaltados. "¡Vamos!" Mayte se limitó a mirarla, mientras los asistentes administrativos y empleados subalternos, corrían por el pasillo hacia sus correspondientes puestos de trabajo. "Me estoy haciendo muy audaz, ¿no?" Preguntó María. "Estoy aprendiendo de Dar". "Sí, mamá", Mayte murmuró mientras continuaban andando por el pasillo. Al final de la caminata, María levantó una mano y llamó a la puerta de metal gruesa, delante de ellas. Esperó unos segundos y luego volvió a golpear de nuevo. "Espera, mantén tu chupacabras". La puerta se abrió. "Oh..." Josh, uno de los ayudantes de Mark, parpadeó. "Hola, María. Pensaba que eras otra persona. ¿Qué puedo hacer por ti?" "Shoo Shoo." María le hizo un gesto hacia atrás. "Estoy aquí para hablar con Mark. ¿Está aquí?" "Uh... uh... seguro... um... él está en su oficina... pero yo -" "Tch Tch." María pasó junto a él, donde tres técnicos estaban muy ocupados delante de diferentes pantallas. La oficina de Mark estaba en la parte de atrás. Cuando llegó a ella, tocó la puerta medio cerrada. "Mira," la voz de Mark salió flotando, "Me importa una mierda lo que piensas. Si no puedes tratar con otras personas que tienen vidas privadas que no son su negocio, tendrás que buscar otro lugar donde trabajar." María vaciló, escuchando. "Por lo que sé, no es tan privado", respondió una voz más suave, menos clara. "No empieces con esa mierda," Mark advirtió. "Te lo estoy diciendo ahora, Brent. No hables de ellas, no repitas una mierda de lo que has escuchado en el baño, y mantén tu actitud de campesino sureño fuera de la oficina o te despedirán, en cuanto salgas de aquí".
"¿Por qué?" La respuesta fue ultrajada. "¿Por tener una opinión?" "Por insubordinación y discriminación", afirmó Mark. "¿Qué pasa con los demás? Ellos también" "Todo el mundo no está en la cadena de mando de Dar," el jefe MIS interrumpió "pero tú si lo estás". Se hizo un momento de silencio. "Bien", Brent dijo finalmente. "¿Puedo irme ahora? Tengo cosas que hacer." "Claro", respondió Mark. "Lárgate." La puerta se abrió un momento después y Brent salió, con el rostro colorado. Casi chocó con María y Mayte. Se detuvo para mirarlas durante unos segundos antes alejarse. María lo miró, luego sacudió la cabeza y entró en la oficina de Mark. "Hey." Mark miró hacia arriba, haciendo una pausa, mientras escuchaba su buzón de voz. "Supongo que ya lo has oído." Se mordió el labio inferior. "Sobre lo de anoche, quiero decir." "Por supuesto," María estuvo de acuerdo. "Y vamos a arreglarlo." "¿Arreglar el problema?" "Sí. ¿Tienes un programita allí, que se comunica con todos los PC?" María cruzó las manos. "Eso que hace un ruido raro." "Nuestro servicio de mensajería, sí", respondió Mark, perplejo. "¿Y qué?" "Quiero enviar un mensaje, por favor, a toda la gente, ¿puedo no?" "Okaaay..." Mark se sentó lentamente. "¿Qué clase de mensaje?" "Voy a escribirlo." María tomó un pedazo de papel y se puso a trabajar. Mark la miró, torciendo la cabeza hacia un lado para leer las letras. Sus ojos se abrieron. "Oh, muchacho."
DAR se había tomado un respiro para dar los buenos días a María, cuando abrió la puerta exterior y se dio cuenta de que la oficina estaba vacía. Cerró la boca con un leve chasquido de dientes y entró, llevando su portátil mientras se abría camino a través del espacio tranquilo de su despacho. El sol estaba derramando por el suelo, sintiendo el calor tenue a través de la tela de su falda, mientras rodeó la mesa y puso su maletín en el suelo. Movió su silla de cuero, y se instaló en ella con un pequeño suspiro. "Buenos días, chicos." Saludó a sus peces luchadores siameses, sacando un podo de comida de su frasco, rociando un poco en el pequeño tanque. Apoyó la barbilla en un puño, mientras observaba los peces devorar sus desayunos. Volvió a suspirar de nuevo y volvió su atención a su monitor.
"Me pregunto a qué desastres tenemos que hacer frente esta mañana" Dar miró alrededor de su oficina vacía, haciendo girar su rueda de desplazamiento para apagar la pantalla, mostrando sus programas en ejecución. Sus cejas se contrajeron ligeramente cuando vio la cabeza Dogbert parpadeando en la esquina inferior, hizo clic en él para abrir la mensajería corporativa con el símbolo alerta representado. Poco a poco, la cabeza de Dar se inclinó hacia un lado, luego al otro, y luego se inclinó hacia delante, parpadeando mientras leía el mensaje. "¿Qué demonios?" "Para Todos los empleados Corporativos de HQ Miami - por favor lean sus manuales en la sección doce, página 23. Esta página advierte que si se extienden rumores de cosas males sobre los responsables de la empresa que no son ciertas, pueden ser despedidos. Hay alguien que lo está haciendo, y cuando esto se descubra, esa persona será despedida, sino se detienen los rumores. Gracias. María. " El intercomunicador de Dar zumbó y le dio una palmada en distraídamente. "¿Sí?" "¿Has visto ese mensaje?" La voz de Kerry flotaba en la oficina. "¿Qué diablos está hablando?" "No tengo ni idea," Dar murmuró, sacudiendo la cabeza. "Sea lo que sea, está de lo más cabreada. Será mejor que la encuentre y averigüe lo que está pasando." Negó con la cabeza. "Te llamaré de nuevo." "Bien." Kerry soltó el botón del intercomunicador y abrió su correo. "Es una manera muy extraña de empezar el día, eso es seguro." Alguien llamó a la puerta, y vio entrar a Clarice. "Vamos adentro." Clarice entró, dando a Kerry una sonrisa muy dulce, antes de cerrar la puerta detrás de ella. Cruzó la oficina, para instalarse en una de las sillas de visita de Kerry. "Buenos días." "Buenos días." Kerry cruzó las manos sobre el escritorio. "¿Qué puedo hacer por ti?"
MARK se reclinó en su silla, poniendo inconscientemente distancia entre él y los ojos azules de hielo peligrosamente clavados en los suyos. "Hey, jefa... um...” Dar apoyó las manos sobre el escritorio de su amigo, y se inclinó hacia delante, bajando la voz a un simple gruñido ronco. "Quiero saber quién fue el que comenzó la historia." Mark tomó aliento. "Dar, sabes lo difícil que es seguir esa mierda." Trató de mantener un tono parejo y tranquilo, mientras pensaba cuándo había sido la última
vez que había visto Dar tan enfadada. Ah. Nunca. "Apuesto a que el mensaje de María hizo que se detuviera." Dar podía sentir su cuerpo temblando de rabia. Sabía que la falta de sueño estaba haciendo empeorando su temperamento muy tenue, que debía regresar a su oficina y calmarse antes de que hacer algo muy estúpido. "Quiero saber quién fue", repitió en voz baja. "No me digas que no puedes averiguarlo, Mark. Había varias personas en este edificio, en esta planta, y en la sala de operaciones a esa hora, y que lo puedes saber por el registro de seguridad". Mark tomó su coraje con ambas manos y se inclinó hacia su jefa, alcanzando una mano, cubriendo el puño que Dar había plantado en su escritorio. "Está bien, jefa. Lo encontraré si te sientas y te lo tomas con calma durante un minuto." No hubo respuesta en la mirada que estaba recibiendo. Lo intentó de nuevo, bajando la voz. "Dar, por favor, ve a buscar un vaso de agua, ¿eh? Me estás asustando." Nada por unos segundos, y luego las pestañas de Dar revolotearon brevemente, cediendo parte de la tensión de su cuerpo. "Lo siento", murmuró. "Pero maldita sea, Mark, de todas las personas en la empresa, tiene que ser el blanco de esa basura, ¿por qué ella?" Mark vio una mueca de dolor en la voz de su jefa y amiga. "Yo, estoy acostumbrada," continuó en voz baja. "Sé que muchos de mis empleados me odian, y ni siquiera pienso en ello." Respiró. "¿Pero que ha hecho Kerry para merecer eso?" Mark sabiamente decidió no expresar la respuesta obvia. "Ya sabes cómo es la gente. Se ponen celosos y toda esa mierda. Y tienes que admitir que muchos de ellos están celosos de Kerry." Dar suspiró. "Averigua quién fue", insistió. "Estaré en mi oficina." Mark la vio salir, balanceando la pesada puerta, que se cerró detrás de su figura alta. "Hijo De Puta." Acunó su cabeza en sus manos. "¿Por qué coño siempre me tratar con toda la mierda?" "'¿Por qué puedes?" su asistente Shaun aventuró. "¿Vas a decirle quién fue?" Buena pregunta. Se echó hacia atrás, considerándolo. "Voy a dejar que se enfría por un tiempo", decidió. "Porque de lo contrario va a cortar algunas cabezas." "Ella puede patear algún culo", preguntó. "¿Crees que lo haría de verdad?" Mark lo pensó seriamente. Conocía a Dar desde hacía mucho tiempo, y había oído muchas historias sobre sus años más jóvenes. "Sí," dijo.
"¿DISCÚLPEME?" KERRY sintió la nitidez de voz.
"He dicho que" Clarice arrastró las palabras, "que ha tardado más tiempo de lo que pensaba." Kerry se preguntó si parecía tan desconcertada como se sentía. "Clarice, no tengo ni idea de lo que estás hablando. Tal vez deberías dejarte de rodeos y ser más específica." Clarice se acercó más. "Mira, en este lugar, no se puede mantener nada en secreto." "Ya". Kerry asintió débilmente. "¿Y?" "Y todo el mundo está hablando de la noche anterior." Se sentía como si estuviera en un bote, flotando más y más lejos de la orilla. "¿Anoche?" Su mente se fue a su inesperado despertar, sintiendo un color de rubor su piel. "¿Lo de anoche?" Clarice se rio entre dientes. "Es obvio que lo sabes. Mira, te vieron con ese tipo aquí en la oficina." . "Sí, ¿y?" La frente de Kerry se contrajo con perplejidad. "¿Y qué?" "¿Y qué?" Clarice repitió. "Cariño, ¿las dos tenéis, como, una relación abierta? No tenía ni idea." "¿Eh?" Sintió su cabeza dar vueltas. "Disculpa, ¿pero a quién demonios le importa que me recogieran ayer por la noche? Lo cual, por cierto, es personal y no le importa a nadie más." Ahora fue el turno de Clarice a mirar un poco incierta. "¿Estás diciendo que no era tu amante?" "¿Si era qué?" Preguntó. "El hombre que te recogió anoche, al que estabas abrazando." Clarice casi gritó. "¿De qué demonios crees que estábamos hablando?" Era como estar atrapada dentro de un dibujo animado. No sabía si reír, ante aquella situación tan absurda. "¿Mi amante?" Pronunció la palabra con cuidado. "¿Ese hombre que me recogió anoche?" "Sí." Clarice asintió, aliviada porque al final estaban hablando de lo mismo. “Luego te fuiste con él." "No." Se cubrió los ojos con una mano. Se levantó y fue a la pequeña estantería en su oficina, cogiendo una foto enmarcada y enseñándosela a la otra mujer. "Creo que te refieres a este hombre." Clarice tomó la foto y la estudió. Kerry estaba de pie cerca de un pilón de madera, al parecer en algún muelle, vestida con un par de pantalones cortos de agua y un traje de baño. Tenía un brazo envuelto alrededor de un hombre fornido muy alto, que tenía un brazo sobre los hombros, y ella estaba apuntando a una langosta de aspecto peligroso apretada en la otra mano del hombre. "Ese es mi suegro," le explicó. "Andrew Roberts".
Clarice miró la foto, luego a ella. "Cariño, eso es perverso." "Él no es mi amante, ¿de acuerdo? ¿Quieres quitarte esa idea de la cabeza? Sí, él me recogió, sí, lo abracé, como hago siempre que le veo. ¿Por qué diablos estoy parada aquí dándote explicaciones?" La voz de Kerry se levantó. "¡Así que márchate de mi oficina, antes de que haga algo que luego vaya a lamentar!" Clarice se levantó de un salto y puso la foto en el escritorio. "Hey, mira, sólo estaba tratando de advertirte que-" "¡Fuera!" Kerry gritó enfadada. "¡Dile a todos esos palurdos que les pagamos por hacer un trabajo, no para inventarse una maldita Telenovela!" Clarice huyó. Se dio la vuelta y se escabulló tan rápido como sus talones permitirían, cerrando la puerta detrás de ella, mientras escuchaba a su jefa seguir hablando sola. Por un segundo, sólo pudo oír su propia respiración dificultosa. Luego se sentó en su silla con un golpe. "Jesús". Expulsó el aliento de forma explosiva. "¿Qué diablos le pasa a esta gente?" Un suave crujido la alertó, giró su silla para mirar la puerta al abrirse y una desaliñada agravada, cabeza, tormentosa se asomó dentro de su oficina. "¿Has oído esa total idiotez?" Dar se deslizó dentro y se acercó, tomando asiento en la mesa de Kerry. "Sí." "Esa no es la cosa más estúpida que he oído" Kerry continuó. "A veces pienso, que todos ellos no son más que un montón de perdedores." Se puso de pie y comenzó a ordenar los rizos rebeldes de Dar con los dedos. "Cariño, ¿qué hiciste aquí, meter la cabeza por la ventana o algo así?" "Estaba en el balcón del pasillo," admitió. "Bebiendo medio litro de leche y tratando de calmarme lo suficiente para no despedir a todo el piso decimocuarto, sólo para deshacerse del burro que empezó todo el asunto." Kerry limpió un poco de blanco de los labios de su pareja. "Ah, así que eso es lo que es." Dejó que sus manos descansan sobre los hombros de Dar. "¿Estás bien?" "¿Qué si estoy bien?" Dar consiguió esbozar una sonrisa. "Creo que sí. Yo estaba más preocupada por ti." "¿Por mí?" se rio entre dientes. "Dar, te olvidas de que crecí en un hogar muy público. He estado escuchando historias sobre mí, desde que tenía siete años, ya estoy más que acostumbrada a esa mierda." Le dio unas palmaditas a su amante. "Tu pobre padre. Eso es dos veces en una noche. La señora del concesionario de automóviles pensó que era mi marido." Dar parpadeó. "¿Así que estás de acuerdo con esto?" "Eh, no, no me gusta, pero seguiré viviendo. ¿Por qué, no estarás pensando en despedir a todos, verdad?" Le preguntó. "¿Dar?" Trazó el aleteo de movimiento nervioso bajo la piel de la mejilla de su amante. "¿Hey?"
Un suspiro. "No, tranquila." "¿Estás bien?" Le miró triste. "Tengo dolor de estómago por beber demasiada leche fría, estoy cansada y de mal humor, y quiero golpear con un bate de béisbol a la persona que ha iniciado esta mentira." "Oh." "Aparte de eso…." Le tocó la frente a Dar. "Con un comienzo así, el día sólo puede mejorar." Como si fuera una señal de mal, sus buscas sonaron, mientras la línea principal de Kerry se iluminaba. Sonó el teléfono dos veces, antes de que Dar levantara la cabeza de sus manos y tocara la clave de respuesta. "¿Sí?" "Dar, Mark que quiere verte," María dijo en voz baja. "¿Tienes un minuto para él?" "Claro". Dar volvió la barbilla a su lugar de descanso en sus puños y exhaló. Había renunciado a tratar de enfocar su visión, excesivamente cansada, en su monitor, y se había limitado a estar sentad allí, esperando que el tiempo pasara hasta terminar el día. La puerta se abrió y Mark entró, moviéndose rápidamente por el suelo y tomando asiento frente a ella. Por un momento se estudiaron mutuamente, entonces Mark habló. "Te ves como una mierda, jefa." Por alguna razón, eso trajo una sonrisa a la cara de Dar. "Gracias. Ha sido un día lleno de mierda." "Sí." Su amigo asintió. "Lo sé. Escucha, tengo el T1 me pediste para la base. Tuve que cerrar y hacer un bucle de retorno para asegurarme que fuera sólido. La tecnología de Telco me confirmó su instalación, y todo parece estar bien." "Bien." Una cosa fuera de su mente, por lo menos. "Conectaremos todo mañana por la mañana, luego te necesito para que me des algo de espacio para hacer todo el volcado." "No hay problema", Mark le aseguró. "Tenemos las ranuras ya asignadas. Sólo hazme saber cuándo esté listo, y abriremos el tubo." Dar asintió. "Hablaré con Did Houston para conseguir una copia de seguridad de su centro de datos. Si el equipo de nóminas no vuelve de nuevo en línea antes de esta noche, todos estaremos en mierda hasta el cuello." Mark sintió una punzada de sorpresa por la utilización inusual de un improperio, que Dar tendía a evitar, en su discurso normal de trabajo. "No puedo creer que el bloque de potencia explotara allí", dijo. "Los de UPS estadounidense enviaron a un equipo, que están trabajando en ello, pero hasta ahora parece que
van a tener que correr un panel de emergencia de tres fases, tan sólo para arrancar su principal CPU. Espero esté todo listo esta medianoche. Habrá que cruzar los dedos". "¿Will ha pedido ayuda?" Le preguntó. "No," Mark contestó, sin importarle si era la respuesta correcta para la empresa o no. ". Ellos se están encargando de sus cosas, Dar. Es su movimiento, sólo se necesita tiempo para dividir la alimentación del transformador principal y ejecutar los grandes cables". "Bien." Aceptó con una sensación de alivio. Volar a Houston era algo que no le apetecía hacer por el momento. "¿Podemos descubrir los límites de responsabilidad de AUPS, y qué va a pasar si no pueden conseguir un buen restaurado?" "Kerry ya se encargó de eso", el director de MIS la tranquilizó. "Lleva con ello toda la tarde. Creo que estamos cubiertos." "Bien." Carraspeó ligeramente y cruzó los dedos, bajo la mesa, donde Dar no podía verlos. "También le di a Kerry la información sobre quién era el que estaba aquí ayer por la noche, mirando a escondidas en las oficinas". Una ceja se levantó bruscamente. "Pensé que te había dicho que vinieras a mí con eso." "Lo hiciste", respondió serio. "Pero Kerry me pidió que la dejara manejarlo, y puesto que ella es mi jefa directa, respetó su directiva." Lo observó durante unos segundos. "No me gusta que ignoren mis órdenes directas", afirmó rotundamente. "Sobre todo por mis subordinados". Nadie más se hubiera atrevido, pensó. ¿Kerry había utilizado su relación para tomar una ventaja injusta? Frunció el ceño. ¿O era Kerry simplemente tomando una simple y buena decisión de negocios, usando sus conocimientos antes de que Dar actuara de forma precipitada y despidiera al estúpido empleado? Hmm. Se quedó de brazos cruzados mientras veía a sus peces nadar alrededor. Miró hacia arriba cuando la puerta interior se abrió, viendo entrar a su amante, que se acercó a ella con una mirada de determinación sobria. "Escucha". Vio las manos de su amante ligeramente flexionadas, con los dedos cerrados en un puño, como reacción inconsciente a una posible confrontación. "Acabo de hablar con Mark. Quiero que des marcha atrás y dejes que yo me ocupe de esta situación, porque es mi departamento, mi problema, y mi personal." "Mm," Dar respondió. Kerry estaba colorada. "¿Qué significa eso?" "Estás muy guapa." Dar evaluó la blusa de seda coral que Kerry llevaba. "Muy tropical."
La mujer rubia se llevó las manos en las caderas. "Dar, estoy hablando en serio." "Lo sé. Y tienes razón. Encárgate tú." Asintió con la cabeza. "Mañana estará abajo, en la base, todo el día, si tienes algún problema sólo házmelo saber." Kerry suspiró. "¿Sabes cuánto tiempo he estado de pie en el pasillo, con las tripas revueltas, pensando la mejor forma de decirte esto?" Dar permitió que su rostro se relajara, y mostrara una sonrisa, por primera vez en el día. "Lo siento. Estaba pensando sobre ese tema cuando entraste. Sé que mi primera reacción fue apaciguar mi ego y gritar, pero ¿sabes qué? Estoy demasiado cansada." Se encogió de hombros. "Además, tienes razón, es tu departamento y tu personal, y la única razón por la que quería hacerlo, es porque siempre voy en modo sobre protector enloquecido cuando se trata de ti." Los labios de Kerry temblaron. A continuación sonrió. "Sí, lo haces." Se relajó y se movió un poco más cerca, apoyándose en el borde del escritorio. "Me alegro de que te hayas dado cuenta tú misma." Dar sonrió y apoyó la cabeza contra una mano. "Finalmente conseguimos la T1. Ahora podré transferir todos sus datos, y realmente saber lo que está pasando en la base." "¿Crees que encontrará algo?" "Puede Ser." Negó con la cabeza. "Sé que hay algo, aunque no sé muy bien qué. He descubierto pequeñas discrepancias en los programas, cosas que simplemente no están bien… no puedo ser más específica. Tengo el presentimiento de que hay algo que no encaja..." "Me hago una idea." Se acercó y empujó un mechón de pelo oscuro de la frente de Dar. "¿Acabo de terminar mi última conferencia telefónica, quieres que nos vayamos? ¿Tienes todo cubierto aquí, o necesitas que te ayude en algo?" "No hay nada que no pueda manejar desde mi móvil", dijo Dar. "Sólo tengo que conseguir subir de nuevo, en línea, los sistemas de nóminas. No necesito estar aquí para hacerlo." Se enderezó. "Suena como un plan. Ve a buscar tus cosas, y me reuniré contigo en el ascensor." Kerry se levantó, poniendo su falda recta. "Perfecto." Se dio la vuelta y se dirigió de nuevo a la puerta interior, haciendo una pausa con la mano en el alféizar antes de salir. "¿Dar?" Los pálidos ojos azules la miraron. "¿Hmm?" "Fue Brent." La expresión de Kerry era lamentable. "Mark se siente bastante mal por ello." Salió por la puerta y la cerró tras ella, dirigiéndose rápidamente por el pasillo hacia su propia oficina.
Capítulo Nueve El sueño era cálido y soleado, Dar se estiró, deleitándose en la sensación del sol sobre su piel mientras el barco se mecía bajo ella. Tenía los ojos cerrados, pero podía oír los acordes de una melodía popular detrás de ella, y oler el olor del aire salado que la rodeaba. Su cuerpo estaba agradablemente cansado, por lo que se limitó a descansar bajo el sol, volviendo la cabeza ligeramente cuando oyó una gaviota posarse sobre el barco. Sus garras hicieron suaves y marcando sonidos, mientras se acercaba, y se mantuvo muy quieta a la espera de sus movimientos. Casi podía sentir el calor de su cuerpo, que repiqueteaba cada vez más cerca. Se resistió a la tentación de abrir los ojos y mirar. Entonces algo sopló en su oído. Los ojos de Dar aparecieron bien abiertos mientras su mundo de sueños se fusionó con rapidez en su despertar una, y las suaves olas y cálido sol se convirtieron en el balanceo de la cama de agua bajo forma de reír de Kerry y la realidad sorprendente de la verdadera luz del sol dorado ambos. "Mierda". Los ojos de Dar miraron al reloj, que marcaba las 7:40. "Jesús. ¿Se nos ha olvidado poner el despertador?" "Creo que sí." Kerry apoyó la cabeza en una mano y empezó a reírse. "Maldita Sea." Dar suspiró, su cerebro todavía un poco borroso por el sueño. "¿Cómo me he podido olvidar de ponerlo? Nunca me había pasado en…. en...” "Cariño", Kerry se inclinó, frotándole el vientre desnudo, "se te olvidó porque te quedaste dormida con la ropa medio puesta. Tuve que desnudarte. Fue a mí a la que se me olvidó poner el despertador, ¿de acuerdo?" "¿Si?" Trató de recordar la noche anterior, en la niebla de agotamiento que la había estado dominando. "Um... Creo recordar una fresa... y besos." Kerry sonrió, sus dedos trazando un patrón de luz sobre la piel de Dar. Ambas habían estado demasiado cansadas para cenar, cuando habían llegado a casa, y se habían sentado a compartir un plato de fresas recién lavadas y dos vasos grandes de leche. Al poco rato, Dar estaba dormida sobre la cama. "Yo también recuerdo que " Levantó la vista y casi se rio cuando vio la expresión de Dar relajada, todavía por el sueño. "Hey... Paladar". Dio a su amante un pequeño pinchazo. "¿Eh?" Los ojos de Dar abrieron de nuevo. "Oh. Maldita sea", se quejó, dando vueltas para abrazar a Kerry. "¿Por qué no puede ser el sábado? No quiero levantarme." Eso estaba bien. Kerry tampoco quería levantarse. Trató de hacer un experimento, por lo que continuó con sus caricias, y fue recompensada por el sonido de la respiración de su amante, sintiendo de nuevo cómo se relajaba. Cerró los ojos y pensó en su horario, recordando lo que tenía que hacer esa mañana
Hmm. Era jueves. Lo que significaba su reunión de personal a las diez, después de eso nada hasta la comida. Luego, la red sesiones de estrategia de dos a cinco. Le gustaba aquello, en realidad, cuando su equipo de operaciones probar diferentes escenarios para ver cómo podrían remodelar la red para satisfacer mejor las necesidades de sus clientes. Bueno. No tengo que estar hasta las diez. Dar tampoco tiene que ir a la oficina, ya que se dirige de vuelta a la base. En realidad podemos dormir un poco más, si nos olvidamos de nuestra carrera matinal. ¿Nos lo podemos permitir? Abrió un ojo y miró sus cuerpos entrelazados de manera crítica, luego lo cerró con alegría. Sí, nos lo podemos permitir, decidió, retorciéndose un poco más y asentándose con un suspiro silencioso. Se relajó durante otra media hora, y luego se obligó a despertarse. Durante unos minutos, todo lo que hizo fue tan sólo mirar a Dar. El sol se derramaba en la ventana a través de las persianas y la pintura de las rayas de oro sobre la cama, y una franja había capturado la mayor parte de la cara de su amante. Podría ver los destellos tenues de su sueño que agitaba los párpados de su amante. Es tan hermosa. Dejó escapar un suspiro, resistiendo el impulso de deslizar un dedo por uno de los pómulos de Dar. Retiró un mechón de pelo oscuro de su cara, mordiéndose el labio cuando ese ligero movimiento trajo un aleteo de los párpados y un par de ojos azules soñolientos se abrieron. "Oops. Lo siento." Dar parpadeó. "¿Me has dejado dormir más?" preguntó con incredulidad. "Ker, vamos a llegar tarde como el infierno." "Sí, lo hice," Respondió en un tono imperturbable. "No tengo nada hasta las diez, y necesitabas descansar ¿de acuerdo?" Deslizó una mano sobre la cadera de Dar, acariciándole ligeramente la espalda. "¿Todavía te molesta?" La superficie lisa bajo su mano se tensó, luego se trasladó cuando Dar se estiró, cambiando de posición los músculos bajo la piel de los dedos de Kerry. "Está un poco rígida, pero no me duele," Dar admitió. "Tal vez podamos hacer algo de natación este fin de semana. Eso debería arreglarlo." Kerry se movió poniéndose sobre su amante, recibiendo la mirada sobresaltada de aquellos ojos azules. "Tal vez podamos llevarte a ver al Dr. Steve, y que mire". "Aw... Kerrryyy..." Dar se quejó. "Elige uno: el Dr. Steve, o el oftalmólogo", respondió amablemente, ignorando el puchero entrañable que la enfrentó. "Cariño, no voy a quedarme sentaba viendo que estás lastimada, así que es mejor que te vayas acostumbrando ¿de acuerdo?" "Odio a los médicos", dijo Dar. "Sabes que los odio." Suspiró. "Sí, lo sé, pero tengo que cuidar muy bien de ti, Dar". Puso un dedo en la nariz de Dar. "Lo harás por mí. ¿Por favor?" Dar pensaba, sus ojos moviéndose ligeramente. Luego se centró en la cara de su amante y se suavizaron.
"Muy bien", estuvo de acuerdo en silencio. "Pero tienes que venir conmigo." "Por supuesto que lo haré." sonrió con alivio. "De hecho, me da vergüenza admitirlo, pero no he revisado mi vista desde hace varios años. Las dos iremos, ¿de acuerdo?" Dar asintió. "Bueno." Frotó su pulgar sobre la caja torácica de Kerry, que se expandió bajo su toque. "Creo que es hora de que saquemos nuestros cuerpos perezosos de la cama, ¿no te parece?" "¿De verdad quieres?" llevó su brazo sobre el pecho de Dar, apoyando la barbilla en él. "¿Sabes lo que me gustaría?" añadió de repente. "¿Qué?" "Algún día, me gustaría que..." se mordió el labio inferior, "que compráramos una caravana, o algo así, y viajar por todo, sólo ver cosas nuevas." Una media sonrisa apareció. "¿Suena extraño verdad? Hay tantos lugares que no he visto, y me gustaría hacerlo juntas." Dar ladeó la cabeza ligeramente hacia un lado. Tomó aire para responder, pero fue interrumpida cuando su móvil empezó a sonar. "Espera un momento", le dijo a Kerry mientras buscaba con una sola mano, por la mesilla. "Porque realmente me gustaría que lo habláramos." Kerry sonrió de todo corazón y le acarició la cara. "Iré haciendo el café." Bajó la voz mientras Dar contestaba la llamada, aprovechando para acariciar suavemente el estómago de su amante, la cual no pudo contener la risa. "Saluda a Mark de mi parte." Se levantó de la cama, dirigiéndose hacia la sala de estar, donde Chino ya estaba esperando con impaciencia, para que la dejaran salir. Abrió la puerta de atrás para dejarla salir, puso en marcha la cafetera, y subió las escaleras para dirigirse a su propio dormitorio. "Dos baños, sin esperas", dijo a su reflejo mientras entraba en la ducha, disfrutando de las salpicaduras de agua sobre su cara. Una de las cosas más agradables sobre el condominio era la cantidad de espacio que ambas tenían. Había crecido en una casa tan grande, con un montón de gente alrededor, y Dar había crecido todo lo contrario, pero ambas necesitaban y apreciaban sus propios espacios para escapar un poco y estar solas a veces. Había visto la extraña reacción de Dar a su propuesta. Pero como a su amante le gustaba que viajaran juntas, quizá no había sido una idea tan descabellada. Después de una necesitada ducha, sonrío mirando a la figura que se reflejaba en el espejo. "Hey, desaliñada, necesitas un buen corte de pelo." Señaló a su reflejo, antes de volverse y dirigirse al armario para buscar su ropa para el día.
DAR se colocó sus gafas de sol, más firmemente, mientras se dirigía desde el aparcamiento al edificio de personal. Estaba vestida con su favorito par de vaqueros
gastados y una camiseta de la Armada, en deferencia al clima más fresco que había hecho toda la noche. La marine, que custodiaba la puerta, le hizo un gesto de saludo amistoso y le abrió la puerta. "Buenos días, señora." "Buenos días," respondió cortésmente. Subió las escaleras de dos en dos y se metió en torno a las puertas de la sala superior, mirando a su alrededor alguna señal de su némesis ceñuda. "Eh... tal vez tenga suerte hoy." Llegó a la sala donde estaba el hardware de red, dejó su maletín en el suelo, y miró a su alrededor en las paredes llenas de hojas perforadas de telecomunicaciones. Con un suspiro, sacó su Palm Pilot y la abrió, comprobando el circuito de ID que Mark le había dado y lo comparó con las filas de las etiquetas del lugar. "Veamos que podemos encontrar." Sacó una herramienta de su maletín y estudió los puentes de red, consultando su piloto para el nodo de red de la base le habían asignado. Su frente se arrugó, pasó un dedo suavemente por el centro masivo, curioseando por el diseño. Por ninguna razón que pudiera identificar fácilmente, todo un segmento estaba cruzado fuera a un concentrador completamente diferente. Levantó una ceja en señal de duda. "Hmm." Siguió los cables al otro cubo y miró por detrás de él. "¿Ethernet... Fast Ethernet... T3?" miró más de cerca. "Nodos de red de Doce compartiendo una T3? ¿Qué demonios están ejecutando en ellos?" Realmente curiosa ahora, sacó de su maletín, el esquema de red que le habían dado y lo extendió, revisando el diseño. Después de unos minutos, dobló el papel y lo guardó, dejando escapar un aliento, mientras pensaba en sus opciones. Luego se acercó y copió la identificación del circuito, en el misterioso cubo, y sacó su teléfono móvil.
KERRY tomó asiento en la reunión de operaciones, fijando su taza de té y mirando alrededor de la mesa. Nadie la miró a los ojos, por lo que dejó que una sonrisa irónica toca sus labios mientras se acomodaba en la silla de cuero. Extendió sus piernas y las cruzó, mientras apoyaba las manos cruzadas sobre la superficie de la mesa. Mark fue el último en llegar. C cerró la puerta detrás de él antes de tomar su propio asiento, directamente al otro lado del de Kerry. No se oían nada de las bromas de costumbre; todo el mundo estaba simplemente sentado en silencio, con los ojos en sus agendas, y esperando. "Bien." Kerry rompió el silencio. "¿Algo que decir sobre los buenos rumores últimamente?"
Esperó la reacción de los avergonzados presentes. "Eso fue muy contraproducente, ¿no? Estoy acostumbrada a la gente que no tenga nada mejor que hacer que especular sobre mi vida privada, pero utilizar los recursos de todo el departamento, durante toda una mañana, está totalmente fuera de lugar, ¿no os parece?" Nadie sabía qué decir. Todos se quedaron mirando miserablemente a la mesa. "No estoy segura de qué es más decepcionante", Kerry siguió en silencio. "El hecho de que la gente que me conoce personalmente participe en esos cotilleos, y piense que puedo hacerle algo así a Dar, delante de toda la empresa..." Hizo una pausa. "O el hecho de que en un departamento lleno de gente inteligente, sólo la asistente ejecutiva de Dar haya tenido el sentido de revisar el registro de visitas." Mark finalmente levantó la vista, mostrando los músculos de su mandíbula visiblemente apretados, cuando la miró de frente. "Sabía que era mentira. Lo único que quería hacer era averiguar dónde empezó el rumor y detenerlo", reflexionó. "Lo hice. Pero el daño ya estaba hecho." Kerry asintió. "Lo sé. Gracias, Mark." Vio algo de la tensión rígida en sus hombros relajarse un poco. "Agradecería que dejarais fuera de este edificio mi vida personal con Dar, y busquéis otra cosa sobre la que especular." Todos asintieron en señal de acuerdo. "Bien." Se mostró satisfecha por haber podido asustar, avergonzar e intimidar a todos los de la sala. Dar, por supuesto, les habría metido mucho más miedo, pero sentía que había hecho un buen trabajo, y predijo que todo volvería a la normalidad, una vez terminara la reunión. “Siguiente punto del orden del día. Enid, ¿cuál es el estado de las nuevas cuentas en el noroeste?" Nunca había notado que todos estuvieran más que contentos por cambiar de tema. Enid se centró totalmente entusiasmada con sus papeles y empezó con su informe.
LA PEQUEÑA OFICINA estaba muy tranquila. Sólo el débil sonido del disco duro del ordenador portátil y el ocasional y suave clic rompían el silencio. Dar tenía la cabeza apoyada en un puño mientras revisaba los datos que chasquean en la pantalla "¿Qué demonios están haciendo?" la CIO habló a su equipo, que con aire taciturno se negó a responder. Recorrió el flujo de datos por enésima vez, tratando de averiguar el patrón de las anomalías extrañas que había estado viendo desde hace un par de horas. El teléfono móvil que descansa sobre el escritorio sonó, y Dar contestó. "¿Sí?" "Hey, Dar". La voz de Mark sonaba inusualmente tranquila. "Busqué ese T3 ID que me pediste. Es un circuito de abonado privado. No BellSouth."
"Eh." Su frente se arrugó. "Eso es todavía aún más extraño tiene un -." Se le ocurrió una idea. "Espera... te volveré a llamar." Colgó y buscó un número en la memoria del teléfono móvil, y luego marcó. Sonó dos veces, luego fue respondida. "Gerry?" "¡Ah, Dar!" La voz de Gerald Easton sonaba alegre. "Estaba pensando en ti." "¿Alguien se ha vuelto a quejar de mí?" Dar aventuró una conjetura. El militar se rio entre dientes. "Eh... el viejo Jeff. Él está encantado de tenerte ahí abajo, Dar". Dar sintió con una media sonrisa. "Pues será el único, Gerry. Por qué no soy una persona muy popular aquí. Escucha, ¿hay algo negro aquí?" Hubo un momento de silencio. "Eh," gruñó Easton. "Esa es una pregunta extraña." "¿Extraño porque es sí, o porque no lo es?" Pensó que quizá podían estar escuchándoles. "No quiero detalles, Gerry, sólo si hay algo o no." "Espera un minuto." La voz de Easton se volvía crujiente, que fue sustituida por una música de espera, que Dar sufrió, con una aversión innata de la canción Sleigh Ride. Se cortó por suerte en el tercer go-round, sustituida por un nuevo crujido y se escuchó de nuevo la voz de Gerry. "Ah, ¿Dar?" "Mm... todavía estoy aquí." Dar abrió su libreta. "Lo acabo de comprobar, y no, no tengo nada oscuro allí." Gerry se detuvo. "Nada ni remotamente gris, como una cuestión de hecho." Dar frunció el ceño. "Maldita Sea." Exhaló. "Está bien, gracias, Gerry. Tendré que buscar respuestas en otro sitio." "¿Respuestas?" La pregunta cautelosa regresó. "Hay cosas que no tienen sentido", respondieron Dar. "Y no me gusta dejar cabos sueltos." Una risa llegó a través de la línea. "Como bien recuerdo. Si necesitas algo más de información, llámame, ¿sí?" "Lo haré." Colgó el teléfono y revisó los datos que tenía en la pantalla. "Bueno." Abrió un nuevo correo electrónico, lo recortó y pegó, desde el programa analizador al que añadió una serie de notas, y lo envió a su destinatario. "Vamos a ver lo que Mark puede desenterrar, sobre quién compró ese grande y bonito hub, que se conecta misteriosamente a la red de otra persona desde el interior de un edificio supuestamente seguro." Luego creó su programa de transferencia y dio unos golpecitos en la red de la base, al analizar la totalidad de su tráfico y del envío de un vertedero corriendo a su centro de operaciones en Miami. Las cajas grandes no podían digerir la información y ejecutar sus sistemas de diseño personalizado, sobre sí mismos. Ese código le diría si su instinto tenía razón y le confirmaría que había algo raro, o si estaba viendo arañas en las sombras.
Se reclinó en su silla de madera y cruzó los brazos mientras se realizaba la transferencia de datos. Miró hacia arriba cuando un ligero golpe sonó en la puerta. "¿Sí?" Chuckie metió la cabeza dentro de la habitación. "Hola, vieja amiga. ¿Te apetece comer conmigo?" Dar sonrió fácilmente. "Claro". Tecleó sus contraseñas y cerró el portátil, se puso de pie y se unió a Chuckie en la puerta. "¿Quieres ir a la planta baja o fuera de la base?" preguntó ella. "Como que tengo un picor para buñuelos de caracola." "Por mí bien:" Chuckie acordó felizmente. "He estado enterrado hasta mi trasero en los informes de estado todo el día. Tengo diez nuevos reclutas procedentes de esta clase. Espero que esos pequeños retoños no hundan el barco antes de que leguemos a aguas internacionales". Puso una mano en la espalda de Dar y la guio por el pasillo. "Papá dice que planea hacer el check-out en el proceso de entrenamiento aquí, ¿verdad?" "Claro," contestó Dar. "Eso es de lo que Gerry se quejaba de la mayoría de la gente de aquí." Empezó a bajar las escaleras con Chuckie a su lado. "Él quiere saber por qué, y, francamente, yo también" "¿De verdad?" Chuckie mantuvo la puerta abierta para ella, luego la siguió saliendo al aire fresco y húmedo. "Sí." Dar sacó las llaves del bolsillo y se dirigió hacia el Lexus. "Desde una perspectiva de gestión, sólo hay un mal desempeño en un par de fuentes". Abrió las puertas y entró, luego continuó su conferencia, que Chuckie escuchó con interés. "Puede ser que su reserva de talento está vacía, sus procesos son defectuosos, o hay una estructura de motivación en el lugar que no se ajusta a sus objetivos de rendimiento." Chuckie cruzó los brazos sobre el pecho y la miró. "¿Podemos hablar de fútbol o algo así? No he entendido más que tres palabras de lo que me estás contando." Ella se rio entre dientes mientras salían del estacionamiento de la base, en busca de algún lugar para comer cangrejo. "Lo siento." Recompuso sus pensamientos. "Tus reclutas e instructores no saben qué demonios están haciendo, o los están utilizado para algo independiente de la base." "Ah". Chuckie se quedó esta pensativo. "¿Cómo vas a averiguarlo?" Dar entró en un estacionamiento sin pavimentar y se detuvo su Lexus. "Todavía no estoy segura", admitió. "Tengo un programa revisando todos los procesos, ordenando sus datos para mí. Los revisaré y así podré hacer lo que sea necesario." "Bien." Chuckie abrió la puerta del restaurante y entraron, pasando de la luz brillante de fuera a una cierta penumbra, provocada por el interior de madera adornado con mesas de caballetes, bancos y varios signos de neón en la barra en la pared. "¡Hola, Rojo!"
El hombre corpulento, con barba y tatuajes le saludó con la mano. "Hey, Chuck. ¡Qué bueno verte!" Sus ojos se posaron sobre Dar a modo de aprobación. "Vamos adentro, cosa dulce." Chuckie, para darle crédito, hizo una mueca. Dar dejó caer su chaqueta sobre la mesa de caballete más cercano y caminó hacia el hombre, apoyándose en el mostrador frente a él, deslizando sus gafas de sol hacia abajo para mirarle mejor. Después de un momento, suspiró. "¡Todavía eres tan feo como lo eras en la escuela secundaria!” Los ojos del hombre se abrieron. "¿Quién coño eres?" "Alguien a quien no has visto en quince años," arrastró las palabras. "¿Quieres ponernos dos cestas de buñuelos y hamburguesas? Así podremos continuar con nuestra conversación" El hombre se rascó la mandíbula y ladeó la cabeza; luego se acercó y sacó las gafas de sol de Dar hacia fuera. Él se acercó más. "Oh, mierda." Él se echó a reír. "Eres Dar". Casi se le caen los en el mostrador. "Qué hija de puta." Dar recogió sus gafas. "Tienes suerte de que no se tan dura como solía ser, Augie. Te habría podido romper la nariz de nuevo". Se relajó en una sonrisa cuando Chuckie decidió que era seguro acercarse y se acercó a su lado. "Sí, seguro que ahora eres muy suave," Chuckie comentó. "No me lo recuerdes. La otra noche me diste una buena paliza." "¡Irene!" Augie gritó detrás de él. "Dos hamburguesas, y dos buñuelos, ¿vale?" Se enfrentó de nuevo hacia delante. "Dar, hombre, hace mucho que no te veníamos." Señaló a la mesa. "Siéntate. Enseguida estará tu pedido. Estamos a tope, pero pediré que os sirvan cuanto antes." Dar se sentó en el banco de madera desgastada, mientras sus dos amigos hacían lo mismo. Apoyó los codos en la superficie y exhaló, permitiendo que una sensación agridulce de familiaridad la envolviera. El padre de Augie había sido el dueño de aquel lugar, durante sus años más jóvenes, y habían pasado muchas horas encorvados sobre aquellas mesas irregulares, hablando mientras comían pescado frito y hamburguesas grasientas, que podía haber matado fácilmente de cualquier persona con un sistema digestivo más sensible. Su nariz se crispó cuando detectó el olor del picante de la pasta, y sonrió, contenta, por el momento, sabiendo que no todo había cambiado. "¿Todavía trabajas en esa mierda de ordenadores, Dar?" Preguntó Augie. "Sí," Dar admitió. "La misma mierda."
"¿MS. KERRY?" Voz de Mayte crujió a través del intercomunicador. "El Señor Mark está aquí."
Kerry terminó de escribir su última frase y flexionó sus manos, haciendo sonar sus articulaciones ligeramente. "Bien. Hazle pasar, Mayte." Se sentó y esperó a que la puerta se abriera y Mark entrada. "Hola." "Hola." Mark cerró la puerta y cruzó el piso alfombrado, tomando asiento en una de las sillas de visita del despacho de Kerry. "Escucha, yo... um…" "Mark, está bien", le interrumpió suavemente. "Ya está el tema zanjado." El jefe de MIS parpadeó. "Oh." Se echó hacia atrás y dejó que sus manos descansan sobre los muslos. "Sabes que todo el personal ha estado caminando alrededor en un canguelo azul desde la reunión, ¿verdad?" "Si, algo he escuchado." Kerry pasó los dedos por el pelo y le miró, ahogando un bostezo mientras lo hacía. "Jesús, ¿no parecía una chiflada, verdad? He intentado parecerme a Dar, pero sé que no estoy en su liga". "No," Mark estuvo de acuerdo. "Es peor contigo, porque siempre eres muy agradable. Has conseguido que a todos se nos pusieran los pelos de punta." La miró intentando disculparse, por el comentario. "Sin ánimo de ofender." "No te preocupes." Kerry sonrió. "Hablé con Mariana." Cambió de tema cuidadosamente. "Accedió a que yo me ocupara de lo que hacer con Brent." "Urm." Mark se frotó la mandíbula, deseando que el día terminara. "Hablé con él un poco. Está muy lejos de todo, Kerry." Él negó con la cabeza. "No he podido averiguar si es sólo que él tenía un... eh, quiero decir, si...” Kerry se inclinó hacia delante. "No pensé que iba en serio, hasta después de que te conocí, en el centro de operaciones, y Dar me dijo que acababa de terminar preguntándole si estaba viendo a alguien." Apoyó la cabeza en un puño. "Pensé que no eras cercano a él." El movió su mano. "Él está bastante centrado." "¿Qué problema tiene?” Mark dijo sin rodeos. "Su padre es un ministro bautista del sur, que se salió fuera del grupo local por defender la castración de chicos gay y el encarcelamiento de cualquier persona que no crea en la Carta de Derechos de la Biblia." Kerry suspiró. "Es una mierda, ¿sabes? Es un buen técnico, no es un mal hombre, es sólo un maldito empollón." Mark negó con la cabeza. "Hablé con él justo antes de venir aquí, y simplemente no entiende que los demás no sienta la vida de la misma forma que él lo hace." "Bueno." Kerry se frotó la cara. "Me gustaría hablar con él", dijo. "¿Puedes hacerle venir mañana por la mañana? Que sea temprano, preferiblemente antes de tener que sentarme en la sesión de proyección de marketing”. "¿Seguro que quieres hacer eso?" preguntó. "Sí."
"Bueno." Mark se puso de pie. "¿Has oído algo de la jefa? Finalmente ha terminado el vuelco de sus datos. Los procesadores están sobre ellos." Kerry se reclinó. "Sí. En realidad está en casa." Apoyó una rodilla contra el escritorio y cruzó las manos alrededor. Saber de Dar había sido una sorpresa, sobre todo cuando su amante le había dicho que estaba sentada cómodamente en el sofá de cuero viendo un especial de China. "Está... um... preparando la cena." Su amigo se detuvo y la miró fijamente, su mandíbula caída en choque leve. "Uh?" "Sí." Ella se rascó la nariz. "Mi curiosidad está empezando a matarme", admitió con una sonrisa. "Quiero decir, que seguramente terminaremos comiendo helados para cenar, eso estaría dentro de la capacidad de Dar, o tal vez huevos, que sé que son seguros." "Ahora soy yo el que tiene." Se rio entre dientes. "Una vez me dijo que pulsar el interruptor de encendido de la máquina de café era el límite de sus habilidades en la cocina." Se cruzó de brazos. "Tienes que contarme lo que pasa." Se puso de pie y se estiró, haciendo una mueca cuando su espalda crujió, por las largas horas que había estado sentada, en su escritorio, tratando de limpiar su bandeja de entrada. Incluso Mayte la había traído la comida para no perder tiempo y así ponerse al día. "Bien." Miró su bandeja de salida con una sensación de satisfacción. "Creo que voy a recoger." "¿Bajas las escaleras?" se ofreció. "Estaba a punto de salir a mí mismo." Se unieron a un grupo de compañeros de trabajo que también se iban, entre ellos José y Eleanor, con lo que l ascensor estaba bastante concurrido. Presionó su espalda contra la pared de espejo, pero sin sentirse realmente incómoda, pero consciente de la congestión del aire y olores proveniente del agresivo perfume de Eleanor y el vago olor de la loción del afeitado de José. Miró al techo, pensando en que algunas personas no se preocupaban de utilizar desodorante o ducharse con una razonable frecuencia. Consideró contener la respiración, preguntándose si el ascensor estaba siendo perversamente lento sólo para enojarla. Oh. Le daban ganas de saltar arriba y abajo para forzar la velocidad de bajada del mismo. ¿Y si se quedaban atascados? Sus ojos se abrieron un poco. ¿Qué pensarían si la mitad del departamento ejecutivo de Operaciones se quedaba atascado en un ascensor? "¡Kerry!" Se sacudió y contuvo el aliento, luego miró a Mark. "¿Qué?" Se acercó a ella. "Parecía que estabas en otro mundo." Ella suspiró y se recostó. "Imaginación hiperactiva." El ascensor llegó a su destino, rebotó un poco, y entonces, finalmente, las puertas se abrieron permitiendo a la gente salir y que el aire frío entrara. "Jesús". Se apartó de la pared de espejo y salió del ascensor, mirando hacia arriba hacia la gran bóveda del atrio del vestíbulo.
Una leve sonrisa cruzó su rostro al recordar la primera vez que había visto este lugar, no hacía tanto tiempo. Había sido una noche de lluvia, que había comenzado en la desesperación y terminado siendo una encrucijada en su vida, algo de lo que no había sido consciente hasta mucho tiempo después. Siguió a Mark por la puerta principal, a la luz del día, y se dirigió a su coche, intentando recordar dónde había dejado su Mustang, luego recordó y buscó su nuevo coche. "Oye, ¿te compraste un nuevo coche?" le preguntó mientras deambulaba junto a ella. "Parece el bebé del coche de Dar, ya sabes Darcar." "¿Un qué? Oh," Kerry se rio. "Sí, supongo que podría llamarse así." Acarició su nuevo Lexus azul. "La verdad es que me gusta. Hasta mañana, Mark." "Sí." Dejó el maletín en el cajón de su gran Harley y desató su casco de motocicleta. "Mándame un mail cuando a averigües lo que Big D te ha preparado para cenar, ¿eh? Me muero por saberlo." "Hmm." Kerry se metió en la camioneta y bajó la ventanilla. "Morir... no es una buena idea, Mark." Se despidió con un gesto y arrancó el coche. Salió de su zona de aparcamiento y se dirigió a casa. Estaba relativamente tranquila la parte exterior del condominio cuando se detuvo delante de la casa y salió, examinando los alrededores. "Bien." Se apoyó en el coche y se cruzó de brazos. "No hay humo, no hay coches de bomberos fuera del lugar, y parece que la electricidad sigue en pie, así que no tengo de qué preocuparme." Asintió con la cabeza. "Bien, Kerrison," se dirigió a sí misma en serio, "seguramente Dar habrá puesto mucho esfuerzo y tiempo en preparar la cena, así que no importa lo que sea, ¿sí?" Enderezó los hombros y respiró hondo. "Además, has comido en la Convención Nacional Republicana, así que ya nada puede asustarte, después de eso." Subió por las escaleras y se detuvo, ladeando la cabeza y escuchar, antes de que teclear su código de bloqueo. Nada más una música suave llegó débilmente a sus oídos, no la maldición estridente que habría esperado de Dar si las cosas no iban bien. Otra buena señal. Abrió la puerta, deslizándose dentro y cerrándola detrás de ella. Y entonces se quedó allí, sólo sus ojos en movimiento mientras absorbía la escena delante de ella. Las luces estaban apagadas en la sala de estar y comedor, y había velas en la mesa. Unas muy altas y bonitas velas, sobre unos candelabros de porcelana y cristal. También se dio cuenta otras dos cosas: no había ni rastro de Dar, y algo olía genial. "Je," Kerry se rio en voz baja para sí misma. "Me está gustando esto ya." "Bien," la voz de Dar ronroneó de cerca. Casi saltó del susto, al ver a Dar apoyada en la jamba de la puerta de su dormitorio, con el pelo recogido hacia atrás y su cuerpo cubierto de algo muy sedoso
y breve. Los pálidos ojos azules mostraban una nota sensual perezosa, mientras viajaban sobre el cuerpo de su amante, provocando un pequeño ruido, casi subvocal de la garganta de Kerry. "Hola", se las arregló para salir. "Hola," contestó Dar. "¿Quieres venir y ponerte cómoda?" Se apartó de la puerta y se acercó a su amante, con pies descalzos contra la baldosa. "¿Hola? Tierra llamando a Kerry." Dar agitó una mano delante de los ojos de su amante, que parecían estar firmemente centrados en ella. Kerry dejó su portátil, encontrando un mejor uso de sus manos, permitiendo que se deslizaran sobre la tela suave y fresca que cubría el cuerpo de Dar, sintiendo su carne caliente debajo. Se acercó y tomó una respiración profunda, luego inclinó la cabeza hacia atrás para mirar a su amante. "Así que, ¿qué hice en recibir esto?" Dar sonrió. "Nada". Le apartó un mechón de pelo claro de los ojos de Kerry. "Me apetecía como probar esta cosa romántica. ¿Te molesta?" "Nuh-uh". Kerry negó firmemente con la cabeza. "¿De dónde sacaste eso? Es una preciosidad." Tocó la seda carmesí, que apenas le cubría el cuerpo, sintiendo que perdía su interés en la cena, o hacer preguntas, o... "Maldita sea, qué bien huele." "Me alegro de oírlo." Dar le acarició el cabello, y luego deslizó sus brazos alrededor de Kerry, dándole un gran abrazo. "Mamá y papá se han llevado a Chino por un tiempo." Kerry le dio una mirada extraña. "¿Por qué? Ella nunca nos molesta." "No, pero no paraba de saltar y robar la comida, me estaba volviendo loca," admitió con una sonrisa débil. "La traerán de vuelta más tarde. Vamos, vas a tener que desvestirte para que puedas apreciar adecuadamente mi creación." Kerry dio un paso atrás y le sonrió francamente. "Cariño, no necesito estar desnuda para apreciar eso. Creo que tu creación es espectacular." Dar puso las manos en sus caderas, moviendo la tela, sólo mejorar la experiencia visceral de Kerry. "Quise decir la cena." "Eso también." La sonrisa de Kerry se hizo más amplia. "Oh." Las palabras penetraron finalmente, riéndose sin poder hacer nada. "Lo siento... lo siento... te refieres a la comida." Resopló suavemente, pero parecía satisfecha con la valoración. "Vamos." Le dio un codazo a Kerry empujándola hacia la escalera. "Voy a llevar la ensalada a la mesa." Al escucharla se dio la vuelta, con un pie ya en las escaleras. Giró la cabeza para mirar a su amante. "Tú", señaló, "¿hiciste la ensalada?" Dar asintió. "Ah... hah". Se volvió lentamente la vuelta y empezó a subir las escaleras, hasta desaparecer en el segundo piso. "Ensalada". Negó con la cabeza mientras
entraba en su dormitorio y se quitaba los zapatos. "Me siento como que estoy en un mundo de ensueño." Se acercó al armario, y se fue quitando la ropa, colgándola en sus perchas correspondientes. Se detuvo pensando, en qué ponerse. Normalmente, se ponía una camiseta vieja, pero ya que Dar había hecho ese esfuerzo... Sus ojos recorrieron especulativamente sobre su vestuario. "Hmm. Es todo negocio o elegante. No tengo nada causalmente sexy, Dar". Pasó todas las perchas hasta que finalmente se detuvo en una. "Hmm." Era una prenda de satén sin mangas, diseñada para llevarlo debajo de un vestido de encaje que tenía. "Esto funcionará." Lo deslizó por la cabeza y se acomodó los bordes, que apenas llegaban a los muslos superiores. "Sí..." Se miró al espejo, que reflejaba una imagen sorprendentemente picante. El cuerpo de su amante volvió a su mente, y se preguntó qué tipo de cena sería. Un estremecimiento de anticipación la hizo sonreír. Después de estudiar el plato, asintió con satisfacción, ladeando la cabeza al oír los pasos de Kerry que bajaba las escaleras. Puso las dos manos en el respaldo de la silla del comedor, sonriendo en señal de bienvenida, cuando vio a su amante que la miraba con complicidad, expuesta en aquella breve ropa... "Muy bonito". Echó la silla hacia atrás, y Kerry se sentó con una sonrisa débil. "Gracias." Esperó a que Dar ocupara el asiento a su lado, y acercó la silla un poco para que sus piernas desnudas se tocaran. "¿En realidad vas a comer algo de esta ensalada, Dardar?" Sus dientes blancos brillaron bajo la luz de las velas cuando ésta sonrió. "Sólo si tú me alimentas." Y así lo hizo. Intercambiaron tenedores, y Kerry se encontró disfrutando la verdura recién cortada. Por supuesto, Dar probablemente no sabía distinguir una verdura de otra, pero aquello estaba muy bien. Terminaron, y retiró cuidadosamente un poco de aderezo adicional de los labios de Dar, antes de que ésta se pusiera en pie y retirara los platos. "Eso fue genial." Dar se detuvo en la entrada de la cocina. "Sólo espera." "Mm". Kerry se sentó y cruzó las manos sobre su vientre, estirando el cuello para ver a Dar ocupada. Con grave precisión, su amante estaba arreglando algo en unos platos, añadiendo cucharadas de algo más que no alcanzaba a ver. Cuando estaba convencida de que ambos platos tenían cantidades iguales, Dar los recogió y volvió a entrar en el comedor. "Aquí tienes." Dejó uno de los platos delante de su amante, y colocando el otro en su sitio. Luego miró a Kerry para ver su reacción. Las cejas de la joven levantaron. "¡Eso es una cola de langosta!", comentó. "Sí." "¡Qué buena pinta!”
"Eso seguro." "Esas son las patatas gratinadas." "Con queso," le informó. "Y guisantes." Kerry mordisqueó un poco del relleno. "Dar, esto es fantástico." Muy satisfecha, Dar se acomodó en su silla. "Gracias." Comieron en silencio durante un tiempo. Incapaz de mantener su curiosidad en secreto, Kerry finalmente preguntó: "¿Cuándo aprendiste a cocinar?" Dar miró hacia arriba, mordiendo la punta del tenedor. "De cuatro a cuatro y media de hoy." Alargó la mano para servir un poco de vino blanco frío. Levantó su copa y brindó por su amante. "Increíble lo que se puede encontrar en Internet, ¿no es así?" Con una risa desamparada, Kerry levantó su copa y chocó, luego tomó un sorbo de su vino. "Entonces, ¿qué hay de postre?" Por toda respuesta, Dar la miró de arriba abajo, levantando una ceja, mientras sus labios se retorcían en una sonrisa libertina. "Ah". Kerry arrugó la nariz en una sonrisa agradecida. "¿Tienes alguna sorpresa más?" Dar simplemente se rio entre dientes.
"MM". KERRY estiró las piernas en el jacuzzi, inclinando la cabeza hacia atrás, para poder admirar las estrellas. "¡Qué gran noche!" Dar se metió en la bañera y se sentó, dejando las dos copas hacia abajo en el borde, estirando un brazo para rodear los hombros de Kerry. "Me alegro de que te haya gustado." Movió los dedos de los pies con la alegría. "Yo seguro que sí, excepto que con el fudge se ha vuelto un poco sucio." Un ojo verde girar en su dirección. "¡Por eso estamos aquí en el jacuzzi!", Kerry le recordó con ironía. "O habríamos terminado pegadas entre nosotras, lo que podría haber sido interesante limpiarlo mañana." Alargó la mano y le acarició la nuca. "¿Cómo te fue abajo en la base hoy?" Dar le ofreció un vaso de té frío de melocotón dulce. "Relativamente sin sentido. Localicé el circuito conectado y conseguí iniciar la descarga, pero..." hizo una pausa. "Había algo extraño. Tienen un T3 privado con un segmento aislado." Kerry echó la cabeza hacia un lado. "¿En serio?" reflexionó. "Eso es raro."
"Sí." Se mordió el labio interior. "Tengo a Mark rastreando esa línea privada, pero... No sé, Ker. Es realmente extraño." Se echó hacia atrás y suspiró. "Me gustaría saber lo que estaba pasando." Viendo la preocupación de Da, se deslizó más cerca. “Tal vez no es nada." Dar miró las estrellas. "Puede Ser." Dejó el vaso en la mesa y deslizó sus brazos alrededor de Kerry, besando sus labios, eliminando un rastro de fudge de ellos. "Pero en este momento, no quiero pensar en eso." "Mm". Kerry se deslizó la vuelta para mirarla, enfrentando vientre contra vientre, mientras se inclinaba hacia adelante. Dar la atrajo hacia sí, rodeando sus brazos alrededor de la parte baja de la espalda. Mientras miraba hacia arriba, le pareció ver que las estrellas formaban la silueta de una pareja. "¿Sabes lo que pienso?" "No, ¿qué?" Kerry murmuró, explorando suavemente la curva del cuello de Dar con los labios. "Creo que me gusta cocinar." Kerry se detuvo y la miró fijamente, intentando mantener el rostro de Dar en su enfoque. "Creo que sólo te metiste en algunos problemas abajo en esa base, Paladar". Dar se rio entre dientes. "Bueno, está bien. No me gusta cocinar, pero me gusta sorprenderte." Inclinó la barbilla de Kerry hacia arriba y la besó en los labios. "Durante el aburrido camino desde allí hasta casa, sólo pensé en qué podía hacer para sorprenderte." Kerry respondió, dejando que su mano se sumergiera al lado de la de Dar, frotando su pulgar a lo largo de la curva de su pecho. "Bueno, seguro que fue un viaje muy interesante. No creo, que nunca, que nadie haya hecho algo así por mí", admitió. "Y la verdad, ha sido muy agradable después de estar todo el día en el trabajo. Creo que tengo una mejor idea de por qué los chicos quieren mantener a sus esposas en casa, cocinando para ellos." Dar se rio, acariciándole el cuello y dándole un pellizco. "Habló el antifeminismo. Seguro que hay toda una tesis detrás de toda esa explicación." "No, gracias." Frotó su cuerpo contra el de Dar, deleitándose con la sensación de su contacto de piel a piel. "Cuatro años fueron más que suficientes para mí. No soy una erudita." "Yo tampoco." Deslizó las manos por los muslos de Kerry, inclinándose un poco hacia atrás cuando su pareja se apretó contra ella. El agua espumosa le hizo cosquillas en la piel ahora sensibilizada, y pasaron unos tranquilos minutos intercambiando besos. Kerry se rio inesperadamente. "Um... ¿Dar?" "¿Siiiii?"
"Mira sobre tu hombro derecho." A regañadientes dejó su más que interesante exploración del pecho de Kerry y volvió la cabeza, cara a cara, o más bien cara a pata, para encontrarse con su Labrador Retriever. "¡Yah!" Chino le dio una pata. Kerry se echó a reír, colapsando contra Dar en un remolino encantador de burbujas y piel caliente. "Al final nos olvidamos de cerrar la puerta corredera." Dar salpicó al perro con un puñado de agua. "Menos mal que es ella y no mis padres." Contuvo la respiración, frustrada temporalmente por tener que dar por terminado el momento que estaban teniendo. "Vamos. Tenemos que movernos, de todas formas ya empieza a hacer un poco de frío aquí fuera." Kerry flexionó sus hombros, que habían sido totalmente expuestos al viento. "Mm". Se levantó y se envolvió con una de sus toallas azules suaves, entregándole otra a Dar, cuando ésta salió de la bañera. Incluso después de todo este tiempo, Kerry se asombró al ver el esbelto cuerpo músculo de su amante, bajo la luz de la luna. Confiaba en que no hubiera nadie alrededor que pudiera verlas. No había nadie. Al menos ninguno que ella hubiera visto. Se rio de sí misma y siguió a Dar al interior, buscando su mano para entrelazarla. Cerraron la puerta corredera, y caminaron juntas, en silencio, al otro lado de la sala de estar, empujándose la una a la otra mientras entraban en el dormitorio teñido de azul. "Ahora," Dar se vuelta y se enfrentó a ella, quitándose la toalla y arrojándola a un rincón. "¿Dónde estábamos?" Kerry dio un paso adelante en su abrazo, agachando la cabeza ligeramente para dar al pezón de Dar una caricia juguetona. "¿Aquí?" "Hmm..." Dar medio rio. Envolvió sus brazos alrededor de Kerry y la levantó, digiriéndose ambas a la cama de agua. Rodó sobre su espalda mientras Kerry se estiraba y extendía su cuerpo fuera. El calor de su piel combinado con el exquisito aire acondicionado la hacía estremecer. Deslizó su muslo entre los de Dar, mientras continuaba acariciándole los pechos, inclinándose hacia delante provocando un suave gemido de su pareja. Había descubierto que estar con Dar le provocaba una especie de fascinación interminable. Tomó aire al sentir el tacto de Dar en lo alto de la parte interna de la pierna. Su cuerpo gruñó sensualmente. Ansiaba más a medida que notaba los suaves pellizcos, los dientes de Dar se cerraron suavemente sobre su pecho, con el calor de su aliento calentando la piel alrededor de su pezón. Sintió que su ritmo cardíaco se aceleraba, y sintió a Dar deslizarse sobre el cuerpo, mordisqueando la exquisita piel alrededor de su ombligo. Los músculos debajo de los labios de Dar se tensaron, sintiendo a Dar moverse bajo ella.
"Mm". Kerry tomó aire, aspirando una bocanada del distintivo olor de su amante, unido al ligero olor de cloro de la bañera. "Te deseo." "Si". Dar se rio entre dientes. Kerry podía sentir la presión en sus entrañas cuando el ligero toque de Dar se trasladó íntimamente sobre ella, con movimientos suaves, a un ritmo que coincidía con sus propias atenciones sobre el cuerpo bronceado de su pareja. A medida que iba acercándose al clímax, contuvo el aliento, arqueando la espalda mientras las caricias de Dar la llevaron al punto de ruptura. Su cuerpo se contrajo, moviéndose arriba y abajo por su columna vertebral mientras sentía el fuerte agarre de su pareja. Con sus extremidades enrolladas juntas, dejó escapar un gemido, mientras se deslizaban vientre contra vientre de nuevo. Se sacudieron juntas, acariciándose suavemente entre sí, cuando las contracciones se fueron ralentizando, intercambiando la ligera capa de sudor que cubría sus cuerpos. Kerry cerró los ojos, disfrutando de la cómoda lasitud. Después del estrés de todo el día, terminar de aquella manera, la hizo pensar en sus problemas y reírse de ellos. Dar deslizó sus brazos alrededor de Kerry y la atrajo hacia sí, encajando sus cuerpos como un rompecabezas. Se quedaron dormidas así, mientras la luz de la luna pintaba rayas sobre sus cuerpos, haciéndolos parecer más una criatura que dos.
Capítulo Diez DAR se recostó en el asiento de cuero y apoyó su rodilla contra el volante cuando el Lexus hizo su camino por el largo tramo de la carretera. Tenía puesto un CD de música relajante. Un CD de New Age, que Kerry le había comprado en un reciente viaje al centro comercial. Sacó la tapa y le echó un vistazo. "Eh." Era un CD de música completamente instrumental, con ruidos de fondo naturales, algo que le gustó mucho. Era relajante, se sintió muy tranquila. Tomó un sorbo de la leche que se había puesto en su taza de viaje, sintiendo el espesor fresco deslizarse por su garganta. Divertido. Sus ojos se posaron brevemente a la taza, luego se levantaron. Hacía tiempo que casi no tomaba café, y estaba empezando a notar la diferencia real. En lugar de sus habituales cinco o seis tazas, lo había reducido a dos. En el asiento junto a ella, estaba su portátil, lleno de datos e informes que se había descargado de la unidad central de Mark, justo antes de salir hacia la base. Después de pensarlo durante un rato más, salió y se dirigió a echar un vistazo a los nuevos reclutas. Una parte de ella había deseado ser una de ellos. "Marine Roberts." Suspiró. "Oh, Dar." Aquello le había dolido. Aquel último día, cuando había estado esperado a su padre, en el camino de entrada de su casa; el momento en que vio su rostro, sabía cuál sería la respuesta. No. Andrew se había permitido, cosa rara, poner sus brazos alrededor de ella y abrazarla. "Cariño, no tienes que hacer esto. Hay un montón de cosas malditas que puedes hacer en ese país." Dar se había sentido absolutamente miserable. "¿Por qué no podría haber sido un chico?" había susurrado. Una mano le había acariciado la barbilla, levantando la cabeza para arriba. "Porque Dios no te quería de esa manera," su padre le había dicho. "No vas a discutir con Dios, Paladar. Eres como él te hizo." Dar sonrió débilmente. Sí, supongo que lo hizo. Tomó otro largo trago de leche, luego dejó la taza mientras se preparaba para salir. El guardia abrió la puerta sin que ella siquiera se detuviera y entró, para encontrar un sitio bajo un árbol grande donde aparcar. Cogió su portátil, salió y caminó a través de la gran explanada, haciendo una pausa mientras un grupo de niños frente a ella, se dirigían a la parada de autobús. Una mujer agobiada los perseguía, vestida con un par de pantalones de algodón y una camisa abotonada al azar. "¡Nora! ¡Espera! ¡Despacio!" gritó la mujer.
Una de las niñas más pequeñas, con el pelo suave, de color marrón oscuro y una sonrisa pícara, se volvió e hizo una mueca. "¡Ve ahora, mamá!" regañó, luego se volvió y corrió tras sus amigas. "Oh, Dios mío", la mujer suspiró, empujando el pelo hacia atrás mientras corría pasando a Dar. "¡Niñas, Nora!" Dar rio entre dientes y siguió su camino, tratando de recordar cuando había sido tan pequeña. ¿Podría? Estar aquí ayudaba, reconoció, mientras caminaba por el pasillo inferior y hasta la escalera curva. Cuando su mano tocó la barandilla, tuvo un repentino destello de memoria que casi la hizo detenerse en corto. Recordaba, sólo un poco. Había sido un día muy lluvioso, por lo que todos los niños y padres de la zona, los habían llevado al edificio de administración. Aquí, de hecho. Dar se detuvo en el rellano y se volvió para mirar hacia abajo. Sí. Recordó las mantas extendidas. Tal vez incluso había sido un huracán. Su padre se había ido, lejos en el mar, y ella y Ceci se habían unido a una decena de otros niños y una quincena de adultos, refugiándose allí, en el pasillo. Recordó deslizarse por la barandilla, emocionada por poder estar en aquel edificio normalmente cerrado y vigilado. "Paladar" Su madre había levantado la vista para ver una pequeña forma dirigiéndose a ella, a una velocidad alarmante. "¡Whee!" Dar había saltado fuera, al final de la madera, estrellándose contra su madre, golpeando el diminutivo trasero de Ceci. "¡Guau! ¡Me gusta!" Se había levantado, con la intención de correr por las escaleras. Pero su madre la había agarrado y pagado en el culo, allí mismo, en el centro de la sala, y todos los otros niños se habían reído. Dar no se había reído. Tampoco lo estaba haciendo ahora, al sentir la picadura más que caliente de la vergüenza. "Hey, Roberts." Se dio la vuelta hacia la voz, y vio a la Jefa Daniel una mirada fresca. "¿Sí?" Bajó el resto de las escaleras, pero se quedó un escalón arriba, para llevar su nivel a los ojos de Dar. "Creo que hay algo que desearías ver." "¿Cómo qué?" Una leve sonrisa se asomó sobre los labios de la marine. "Vamos. Te lo mostraré". Se dio la vuelta y volvió a subir las escaleras. Después de mirarla durante unos segundos, Dar la siguió.
"Buenos días a todos." KERRY puso su PDA abajo en la mesa de la sala de conferencias. El grupo de operaciones la miró, esperando que se sentara. Todas aquellas caras eran conocidas, incluida la más reciente, Clarice. Abrió sus notas y
se aclaró la garganta, entrelazando sus dedos mientras revisaba la página. "Está bien, Mark. ¿Háblame de esas proyecciones de router?" "Bueno", el jefe MIS giró su bloc alrededor del lápiz que había pegado en uno de sus agujeros, "No sé, Kerry. Extendí los contratos que tenemos pendientes al final del año, porque no teníamos suficiente hardware para ellos". Levantó un hombro ligeramente. "No estoy seguro de lo que pasó." Todo el mundo se movió inquieto. "Bueno." Kerry tocó sus pulgares juntos. "Se trata de una venta. No es como si fuera una ciencia exacta, Mark. ¿Qué ha pasado?" Clarice habló. "Estoy segura que probablemente nos lo podría decir de inmediato, ¿verdad?" Aquello no le hizo gracia a Kerry. Sin embargo, no respondió; en cambio, miró Mark. "¿Y bien?" "Um...” "Mark, sólo suéltalo." Dijo Kerry. "Alguien contó mal, no es un delito". Apoyó la barbilla en el puño. "Bueno, ese es el problema." Mark dijo. "He revisado nuestras facturas, y los nuestros contratos, y nos quedamos cortos." Kerry ladeó la cabeza hacia él. "¿Qué estás diciendo?" preguntó. "¿Estás diciendo que hemos un montón de routers?" "Eso es bastante divertido, para alguien de operaciones", Clarice se rio entre dientes, consiguiendo que otras personas también rieran. "Parece que ellos también son seres humanos" "¿Te parece divertido y bien que alguien ha sido un incompetente, o alguien ha estado robando? Porque a mí no me hace ninguna gracia", declaró Kerry, cortando las risas. "Oh, vamos, Kerry", dijo Clarice. "Estarán probablemente en algún armario o debajo de un armario." Sonrió. "Suele pasar". Kerry esperó a que el murmullo se detuviera, mientras se mantenía en silencio. "No, no aquí, no con nuestro sistema de inventario", dijo en voz baja. "Mark, abre una investigación. Haz un seguimiento de todos los activos que tenemos, por código de barras. Quiero saber la última ubicación conocida. No hay nada que no podamos encontrar." "Bueno, en mi experiencia, incluso las computadoras pueden cometer errores", dijo Clarice, impertérrita. "No estas computadoras", Kerry declaró con firmeza. "No con este programa. El codificador se aseguró de ello." Miró a Mark. "¿Por esta noche?" Mark asintió.
"Gracias." Kerry desestimó el tema. "Carol, dame el resumen sobre el nuevo sistema de VOIP para el servicio de asistencia central"
DAR se quedó mirando el espacio vacío. "¿Qué ha pasado?" Daniel se encogió de hombros. "Es mejor que tú me lo digas. Vine a revisar unos paquetes que habían llegado, y no estaban. Llamé a seguridad, pero me dijeron que mantuviera la boca cerrada y me fuera." Se meció sobre sus talones. "¿Sabes? No me gusta tu culo, Roberts, pero no me gusta que me hagan callar." Dar sintió una sonrisa tirando de sus labios. "Sí." Se llevó las manos a las caderas y respiró, mirando a la zona donde estaba su misterioso T3 y su router. "Conozco esa sensación." Un dedo frotó la correa de su ordenador portátil sin hacer nada, entonces sacó su teléfono celular y marcó. "¿Mark?" "Uh?" La voz del jefe de MIS sonaba distante. "Espera... Estoy debajo de mi escritorio." Las cejas de Dar subieron. "¿Estamos teniendo un mal momento otra vez?" La voz se escuchó mejor. "No." Exhaló audiblemente. "El maldito cable de NIC se ha vuelto a soltar. Tengo que reemplazarlo. ¿Qué pasa, jefa?" "¿Recuerdas el T3 que estabas teniendo problemas para enviarme?" Mark se detuvo por un instante. "Sí. Estoy instalando los datos para ti. Esta casi todo aquí." "Bien. Ahora tenemos que hacer un nuevo pedido porque alguien lo sacó de aquí ayer" Dar le dijo. "¿No hemos sacado nada nuevo del número de serie de este router?" Después de un momento en silencio "No, sí, sí quiero hablar más de la cuenta", declaró con firmeza. "¿Puedo enviarte por correo la información?" Una campana de alarma sonó suave en la cabeza de Dar. "Claro", murmuró. "Envíame lo que tienes. Lo revisaré." Cerró el teléfono y miró al jefe. "Algo no huele bien." La jefa Daniel olfateó. "Debe ser que el jabón que utilizamos." Sacudió la cabeza y se volvió hacia la puerta del pequeño armario de telecomunicaciones. "Pero, sí, algo me imaginé. No me gusta que mis cosas desaparezcan sin una razón, y mucho menos que me digan que no es asunto mío. Caminaron por el pasillo hasta la pequeña oficina que había sido asignada a Dar. Estaba vacía, como siempre, ya que Dar siempre llevaba y traía lo que necesitaba, y al final del día se lo volvía a llevar. Un lápiz, que dejó atrás en su visita anterior, rodó perezosamente por la brisa de las ventanas abiertas. Dar puso su maletín sobre el escritorio y abrió la cremallera. "Voy a ver ese correo, y tal vez podamos darle un poco de sentido a todo esto." Miró por la ventana.
"¿Demasiado pronto para los reclutas?" Daniel soltó un bufido. "El autobús se averió cerca de la división." Se sentó en una esquina de la mesa de madera desgastada y observó a Dar desempaquetar su computadora portátil. "Bonito maletín." Dar le dirigió una rápida sonrisa. "Gracias. Es un chip de nueva generación que estamos probando para Intel." Abrió la pantalla y pulsó rápido el encendido, viendo la luz de la pantalla de quince pulgadas quebrarse. "¿Y?" Daniel sonaba interesada. Se acercó más. "Mierda, que sea rápido." "Mm". Dar se agachó, cogió el cable de Ethernet, y comenzó a conectarlo a la toma del ordenador. Una extraña sensación bajo su pulgar la hizo detenerse, mirando el final del cable para verlo mejor. No, parecía estar bien. Frotó su pulgar sobre el plástico de nuevo, mientras que la jefe Daniel la observaba con fascinación. Hmm. No pudo averiguar por qué no le gustaba la maldita cosa, se encogió de hombros y puso el cable hacia abajo, descomprimiendo la parte superior del ordenador portátil, recuperando un segundo cable, con el que sustituyó al primero. "Aquí." Arrojó la bobina a Daniel. "No me gusta eso." "Quisquillosa". Daniel cogió el cable y lo examinó. "Se ve muy bien para mí." Dar se sentó y observó su escritorio, su mente dándole vueltas a los últimos minutos. Pulsó la tecla de pausa y detuvo el progreso. Sacó su teléfono móvil y marcó el número marcado con anterioridad. "Hey." "¿Sí?” Mark preguntó. "Pon un filtro en la T1 de aquí." La voz de Dar quedó cortada. "Ya, rápido... Rápido". "¿Qué estás haciendo?" la Jefe Daniel se acercó más, asomándose hacia el ordenador. "Qu...- está bien." El teclado de Mark sonó con fuerza durante un largo momento. "Está bien, lo tengo. ¿Qué pasa?" Dar soltó el botón de pausa y observó al equipo continuar con su arranque. "Léeme la charla de nuevo." Hubo una pausa. "Nego", dijo Mark. "Vamos." "Arriba del Protocolo." "Bueno." "Solicitud de IP al DHCP. Publicaron 194.156.168.131." "Lo tengo." "RAS viene... tienes que conseguir su validación en un segundo."
El ordenador emitió un pitido muy suave, que indicaba una entrada. Dar tecleó su inicio de sesión, marcó su contraseña de red y pulsó enter. "Está bien." "Se está validado. Servicios de partida". Se hizo una larga pausa. "Se ve bien, jefa - ¡Mierda!" Dar sonrió sombríamente. "¿Aluvión invasión?" "¡Hijo de puta! Jesús, ¿qué demonios pasa en ese centro?" Mark chirriaba. "Mierda, pondré un filtro más seguro antes de enviar mi programa de seguridad para ejecutarse. ¡Brent! ¡Consígueme una caja de diez líneas, ya!" Sus largos dedos tamborilearon sobre la superficie de la madera. "Avísame cuando tengas algo, entonces lo desactivaré para que puedas obtener mi maldito correo". Dar miró a la Jefe Daniel. "Me importa la mierda, lo que pienses, pero si esto se trataba de reventar en mi red, no lo voy a dejar pasar." Daniel estaba mirando el ordenador portátil. Miró a Dar con una expresión atónita. "¿Yo? Mierda, si yo pudiera hacer eso, ¿crees que estaría trabajando aquí? ¿Al final del culo de la Armada?" Los ojos de Dar se estrecharon. ¿Si no fue ella, quién había sido?
KERRY estaba muy seria tras la reunión. Sacudió su carpeta abajo en la consola mientras daba la vuelta al escritorio grande. "Está bien. Vamos a ver las pantallas de inventario." Mark había caminado detrás de ella, y se había quedado apoyado en el otro lado de la mesa, mientras la veía desplazarse por el programa. "Probablemente terminó siendo codificado a alguna otra cuenta, Kerry. Estoy seguro de que no se ha esfumado." Una arruga molesta apareció al otro lado de la frente de Kerry. "Ese no es el punto", le dijo ella. "Si hubieran sido escaneados correctamente, no estaríamos teniendo esta conversación." El gerente de MIS la miró desde el oro lado de la mesa, acercando su silla a hacia atrás dejando espacio suficiente para que Kerry pudiera revisar el ordenador. La rubia VP ocupaba menos espacio que su alta jefa, pero Mark había notado que ambas tenían el mismo hábito exacto, de mover sin descanso el ratón alrededor, mientras esperaban que el programa les diera lo que querían. Se preguntó si Kerry lo había aprendido de Dar, o si sólo era una simple coincidencia. "Vamos, vamos," Kerry se quejó. "Esta maldita cosa es más lenta que el gato de mi abuela." Sus ojos se posaron en la pantalla, luego se detuvo y se inclinó un poco más cerca. "Ah". Curioso, Mark puso su maletín en el suelo y se inclinó, mirando por encima del hombro a los resultados. "Uh-oh", murmuró. "Me olvidé de eso."
Kerry se volvió y lo miró, poniéndolos casi nariz con nariz. Una de sus rubias cejas se levantó bruscamente. Mark se movió apresuradamente. "Bueno, eso fue culpa mía. Me olvidé de recapitular los routers que le enviamos por NC, jefa", admitió. "Todavía no hemos procesado en el inventario, los recuperados del casco antiguo." "¿Y no te habías dado cuenta de esto?" La voz de Kerry se levantó con incredulidad. El gerente de MIS se encogió de hombros como disculpándose. "Cuando Dar llama, saltamos, ya sabes cómo es, Kerry. Me lío... Me aseguraré de que se arregle y llamaré al almacén para que los pongan de nuevo en circulación." "Grr." Kerry le gruñó, relajándose un poco ahora que había resuelto el misterio. Perder muchos routers no era divertido, pero encontrarlos era mucho mejor que tener que llamar al Seguro, y encargarse de todo el papeleo. El teléfono de Mark sonó y él se escabulló hacia atrás, despidiéndose de ella. "El deber me llama... me encargaré de arreglarlo, Kerry. Te lo prometo." Abrió el teléfono y contestó, levantando la vista hacia Kerry después de oír la voz en el otro extremo. "¡Hey... casi me metes en un gran problema!" Dar, Kerry supuso, agitando un dedo hacia él antes de recoger sus carpetas y dirigirse a su oficina. Abrió la puerta y salió al pasillo, casi chocándose con Clarice cuando la mujer se dirigía en la dirección opuesta. "¡Vaya... lo siento!" "No hay problema, Kerry." Clarice hizo una pausa, mirándola... "¿Encontraste eso que faltaba?" Tuvo que concentrarse para que su voz sonara seria, lo cual la sorprendió un poco. "Los encontré, sí. Sólo una confusión con el inventario." "¿Ves?" Clarice rio. "Te dije que era algo así. No debes tomarte las cosas tan en serio, Kerry." Dio a la mujer más pequeña un codazo en el brazo. "¡Aligera!" Los ojos de Kerry se estrecharon ligeramente en contra de su voluntad. "Bueno, ya sabes cómo es," respondió cortésmente. "Cuando soy responsable de algo, me lo tomo muy en serio." Hizo una pausa. "La actitud Anticuada, supongo." Clarice ignoró la lengüeta detrás de las palabras y sacudió su cabeza en consternación fingida. "Bueno, puedo entenderlo. Trabajas... tan de cerca... con Paladar y todo eso", dijo. "Si yo estuviera en tu lugar, también habría perdido mi sentido del humor." Le dio unas palmaditas a Kerry en el hombro y continuó su camino. "¡Te veré más tarde!" Kerry tomó aire, y se dirigió hacia la escalera, mirando a Clarice alejarse. “Yeesh." Kerry se llevó las manos a la cara, exhalando un poco de frustración.
"Dar, tenemos que hablar." Se dio la vuelta y empezó a subir las escaleras hasta el piso catorce, sacudiendo la cabeza todo el camino. "¿Sacaste ese último paquete?" La voz de Mark surgió desde el teléfono. "Creo que eso es todo." Hubo una pausa. "¿Dar?" Los claros ojos azules estaban clavados fijamente en la pantalla del ordenador portátil, chasqueando sobre los datos que mostraban. "¿Qué?" "¿Has oído lo que acabo de decir?" "No." Dar alzó la vista y miró el teléfono. "¿Qué fue eso?" Mark suspiró. "Ya he terminado aquí." Sí, sí. Dar apoyó la barbilla en sus puños. "Bien." Sus ojos no dejaron de escanear las líneas de códigos, mientras trataba de encontrar el patrón que estaba buscando. "Claro". "Descompilar y envíame el volcado de datos." Mark se quedó en silencio por un rato. "¿No sería más fácil si tú misma terminas de hacer el análisis aquí?" Su voz sonaba un poco extraña. "No." La frente de Dar arrugó. "¿Por qué?" "Tenemos más ciclos aquí." "Mierda, Mark. Simplemente envíamelo." Dar abrió otro archivo y dividió la pantalla, mostrando ambos archivos, desplazándose sobre ellos al mismo tiempo. Después de un momento, detuvo el desplazamiento y puso la barbilla de nuevo en sus puños, estudiando los resultados. ¿Qué diablos está pasando? La puerta de la oficina se abrió, y la Jefe Daniel entró. "¡Malditos bastardos lame-culos!". "Mm". Dar trazó una sola línea con un largo dedo. "¿Qué pasa con la señora pitbull?" "Dice que no sabe nada al respecto." Se sentó en el borde de la mesa. "Nadie sabe nada, nadie vio nada, ningún vendedor ha dejado la base, ningún guardia ha visto a nadie llevarse nada fuera del edificio." Dar miró hacia arriba. "O alguien lo está encubriendo, o tienen una seguridad penosa." Se frotó los ojos. "Maldita sea, Mark, las cosas no se materializan de la nada. No me digas que no puedes encontrar quién instaló esto." Mark suspiró audiblemente. "¿Estoy en problemas otra vez?" "¿Dónde diablos está Kerry?" Dar fue consciente de sonar como una niña malhumorada, pero no le importaba. "Dile que empiece mover sus hilos en BellSouth, es su POP". "Um". "¿Y bien?" la CIO gritó. "¡Consíguelo, Mark!"
"Hey, cariño." Surgió de repente una voz cálida, una octava más alta que el jefe de MIS. Un incómodo silencio se produjo, luego Dar aclaró la garganta. "Hola," dijo. "Estás en el altavoz." "Uh-oh." Kerry respondió. "No me digas que estás en una habitación llena de marines machistas, ¿verdad?" "Doscientos de ellos." Dar sintió que se desvanecía su molestia. "Todos quieren tu número de teléfono." Exhaló. "Escucha, necesito que…" "Si, agite a BellSouth, ya lo he oído." El tono de Kerry volvió más nítido. "¿Qué está pasando ahí abajo?" Dar deseaba saberlo. Era consciente de la actitud de la jefe Daniel, ahora un poco fría, y supo que la mujer espinosa, era lo suficientemente inteligente como para saber que los subordinados no solían saludar a sus jefes como lo hacían en ILS. "Algo", admitió. "Simplemente no puedo averiguar si se trata de alguien que es curioso en cuanto a lo que hemos encontrado, o alguien..." dejó de hablar mientras sus ojos finalmente encontraron algo en el patrón de códigos en su pantalla. Su ceño se contrajo y se inclinó más cerca, parpadeando cuando su visión se nubló un poco, luego se despejó. "¿Dar?" Mark le preguntó, vacilante. “Agárrate." Dar tecleó un comando, luego estudió el resultado. "Están usando un algoritmo escalonado." "¿Eh?" "¿Qué?" La Jefe Daniel caminó por detrás de Dar, pero llamativamente no demasiado cerca. "Justo ahí." Le señaló. "Es un truco de programación que se puede utilizar para cambiar los datos de un campo a otro, en el diseño de bases de datos." Cruzó las manos juntas. "La pregunta es, ¿por qué?" Todos contuvieron sus lenguas. "¿Todavía quieres que lo haga?" Mark preguntó finalmente. Dar apoyó los labios sobre las manos entrelazadas y dejó que sus ojos se cerraran. El dolor de cabeza persistente, que se le había puesto después del ataque a la red, le estaba revolviendo el estómago, por lo que se detuvo unos momentos pensando en un solución... "No," dijo al fin. "Mándamelo a casa, Mark. Lo miraré este fin de semana." "¿Qué quieres que haga después de BellSouth?" Kerry murmuró. "Tengo algunos contactos que probablemente me puedan servir." "Bien." La voz de Kerry sonó fortaleza. "Bueno."
"Eh." Dar dejó de revisar los datos, los guardó cuidadosamente y se echó hacia atrás, cuando la Jefe Daniel se movió más cerca. "Mark, coge toda la base de datos y ejecútalo a través del programa C1F." "¿De verdad?" Mark habló un poco perplejo. "No pensé…" "Sólo hazlo." Le ordenó secamente. "Si Duks está ahí, dile que necesito los ciclos de la CPU." "Muy bien," el jefe de MIS estuvo de acuerdo. "Lo haré. ¿Vienes aquí?" ¿Debería ir? Lo pensó. Había algo muy malo, algo que su gran experiencia le decía. ¿Pero y si era algo parecido a lo que sabía había estado ocurriendo durante sus años de adolescencia? Como cuando el personal de maestranza y el de menor rango, encontraron formas de entrar y salir del sistema, para ocultar unos barriles de esto aquí, o unas cajas de alguna otra cosa, sólo para hacer la vida un poco más fácil. Para ella, había sido la mantequilla de maní. Había cambiado bloques de sus talentos nacientes de programación por 10 latas de las cosas en el mercado negro. Nunca había visto nada malo en eso, la verdad. Incluso su padre se había aprovechado de ella, consiguiendo pequeños lujos para su madre, y con el sistema de comercio de ahorrar unos cuantos dólares por algún juguete para su cumpleaños. De ninguna manera iba a dar la alarma sobre eso. Dar suspiró. "Kerry, hazme saber si tienes alguna respuesta de BellSouth. Dejaré esto en espera, por un tiempo, e iré a revisar el programa recluta." "Lo haré", respondió Kerry. "Hablaré contigo más tarde." Apagó su teléfono móvil y lo sujetó en su clip de su cinturón. Luego se sentó y volvió la cabeza, mirando a la Jefe Daniel, que permanecía en silencio. Los labios de la oficial estaban cerrados casi inconscientes por el disgusto. “Sabía que encontrarías algo malo", dijo Daniel. “No me extraña que no te aceptaran en la Marina." Estúpida. Sintió que se le revolvía el temperamento. Dobló una rodilla y la rodeó con los dos brazos. "¿La Marina?" se rio. “Tienes que estar bromeando. Estoy casada con una hermosa mujer, vivo en un condominio de cinco millones de dólares. Tengo un sueldo de siete cifras, y no tengo que usar ese tipo de ropa, que a nadie sienta bien. ¿Por qué diablos iba a querer estar en la Armada?” La Jefe Daniel dio un paso atrás. “Estás enferma." Dar se levantó y cerró su ordenador, después de teclear su clave de seguridad. “Guarda tu ignorancia para alguien que la quiera escuchar." Le dio la espalda y salió de la oficina. Sonó el teléfono. Kerry apretó el botón. “Operaciones, Kerry Stuart." "¡Hola allí, Kerry!" El vozarrón de Bob Terisanch entró en la habitación. "Siento haber tardado tanto en llamarte, pero el maldito circuito fue enterrado tan profundo
bajo un montón de caca de rata, que me tomó todo el día y un martillo neumático para tirar de él en adelante." Colorido. Dar se refería así a menudo a Bob. "Genial, Bob. Gracias por el esfuerzo. ¿Qué tienes?" Kerry sacó su libreta y cogió su lápiz, sobre el blanco papel rayado. Se escuchó el ruido del movimiento de unos papeles. "Bueno, señora, la empresa privada que lo ha instalado se llama Fibertalk Asociados, y de hecho tienen su sede en Miami." "Genial. ¿Tienes una dirección?" "Claro que sí. El 1723 NW de la avenida 72," le dijo siempre alegremente. "Han hecho un montón de pequeños trabajos caros en esta ciudad todo el año, en su mayoría de fibra óptica." "Gracias, Bob. Te debo una," Kerry le dijo. "¿Almorzamos la semana que viene?" "Bien. Nunca voy a rechazar un almuerzo con una señora tan bella. ¡Nos vemos!" Bob colgó, dejando a Kerry golpeando cuidadosamente su lápiz. Curiosamente, tecleó el nombre de esa empresa y buscó información. "Bueno, eso es todo. Ya es hora de salir de aquí." ¿A quién demonios están reclutando estos días? Dar apoyó los brazos en la barandilla y estudió al grupo de nuevos marines. Había varios jóvenes fuera agrupados alrededor del suboficial de admisión, mirando desventurado y sobre todo desconcertado. Mirando sus rostros dolorosamente sinceros hizo que Dar, de repente, se sintiera más vieja. Apoyó la barbilla en sus muñecas cruzadas y suspiró, preguntándose si realmente alguna vez había sido una joven irresponsable. "¿No sabéis poneros firmes? ¿Qué demonios haces, Jellah?" el suboficial ladró con fuerza. "¡Recoge tus malditas bolsas y ponte en línea!" Los nuevos marines se miraron. "¿Qué quiere que hagamos primero, sargento?" el muchacho, más cercano a Dar, arrastró las palabras. "Tengo que salir de la línea para coger las bolsas". Los labios de Dar se arquearon levemente, cuando las venas del cuello del contramaestre empezaron a abultarse. El chico se parecía mucho a su padre, y se imaginó, brevemente, cómo habría actuado ella en esa misma situación. "¿Lo encuentra divertido, señora?" el contramaestre se había dado cuenta de la presencia, no deseada, de Dar. “A mí no me lo parece.” Tuvo que apretar la boca para mantener dentro sus palabras. "Si yo fuera tú, me encargaría de los problemas que ya tienes, no busques más conmigo", advirtió el hombre, fulminándola con la mirada. . "Muy bien, inútiles. Recoger vuestras bolsas con vuestro maldito nombre en ellas, y volver a poneros en la línea. ¿Es eso lo suficientemente claro, o necesitas que te deletree? "
Dar volvió a su posición apoyada en la barandilla, cuando los novatos recogieron sus cosas y volvieron a su lugar. Seis de los nuevos marines eran mujeres, y se sorprendió mirándolas, haciendo conjeturas mentales de cuando era joven y deseaba unirse a ellos. Las dos más cercanas a ella, dedujo, eran probablemente de familias pobres de barrios difíciles. Eran casi gemelas: estatura media, complexión fuerte, pelo oscuro y rizado y una mirada de sospecha permanente en sus ojos. La pelirroja, en la parte delantera de la línea, con la barbilla levantada, y puñado de pecas, parecía una única chica de una familia llena de hermanos, algunos de los cuales estarían probablemente ya en servicio. Una de las tres restantes se, Dar sospechó, había sido animadora. Tenía buenos pechos, pelo rubio, junto con un sincero desaire alegre y una sonrisa perfecta. Dar preguntó qué giro equivocado habría tomado, y cuando se daría cuenta de lo que había hecho. A su lado estaba una chica bajita, corpulenta con una actitud de bulldog, que le recordaba fuertemente a la Jefe Daniel. Grande. Exhaló y volvió un poco la cabeza, sorprendida al encontrarse con los ojos de la última novata femenina clavados firmemente en ella. Por un instante, aquellos ojos claros y grises pálidos se reunieron a los de Dar, con sorprendente claridad, y luego cayeron cuando el suboficial comenzó a gritar más órdenes. Dar parpadeó. La chica ahora estaba mirando hacia adelante, con su rubia cabeza inclinada hacia un lado mientras escuchaba. Era bastante baja, más baja que Kerry, sólo unos centímetros, aunque más delgada. Se mantenía firme con un sentido de confianza segura, a pesar del suboficial intimidante. Aquello le produjo a Dar una sincera curiosidad. Pero no por mucho tiempo, ya que el suboficial les empujó hacia la puerta y hacia el centro de procesamiento. Dar se apartó de la barandilla y se encaminó tras ellos, empujando las puertas batientes abiertas, viendo a los nuevos reclutas recoger sus nuevos uniformes. Un terminal de ordenador estaba sobre una mesa a su derecha, y Dar se dirigió directamente hacia allí, viendo la pantalla de inicio de sesión, llena de letras y números. "Hey." El suboficial estaba en su hombro. "¿Se supone que no debe estar aquí?" "Tengo autorización," contestó Dar. Recorrió la información que estaba buscando, junto con una nueva solicitud. Esperó a que el hombre se fuera, para examinar el expediente.
Capítulo Once EL ARCO DEL BARCO se balanceaba arriba y abajo suavemente sobre las olas, un movimiento suave que hizo que la mujer que estaba pintando sonriera. Ceci Roberts sumergió su pincel en un remolino de color de acrílico, estudió la pintura por un momento, y luego continuó su trabajo. El paisaje submarino tenía un lavado de color azul, sobre en una docena de tonos, y el fondo del mar con su revestimiento de coral, destacaba sobre los vibrantes colores de los peces en el frondoso follaje del océano. Cerca, descansaba una pequeña bandeja con una jarra de té helado y un plato de fruta fresca. La mujer delgada rubia platino se detuvo de nuevo y seleccionó un poco de melón, chupándolo mientras estudiaba su siguiente paso. El sol salpicaba sobre su piel bronceada y miró distraídamente la luz dorada, tomándose un momento para vivir simplemente, adorando el presente y dando un silencioso gracias a dios, quizá por milésima vez. El barco se balanceó un poco más. Levantó la vista para ver un par de grandes manos, agarrándose a la barandilla, seguidas de un cuerpo grande húmedo, parcialmente cubierto de neopreno. Ceci sonrió. "Hola, marinero. ¿Encontraste algo?" "Seguro que sí." Andrew se irguió por encima de la barandilla, y luego sacó una bolsa colgada de su cintura, arrojando su contenido sobre la cubierta de blanco. "Algunos peces se han quedado atascados en la válvula de admisión." "Ew." Ceci hizo una mueca. "Andy, si hubiera querido sushi en el barco, lo hubiera pedido. ¿Lo puedes tirar por la borda?" El gran ex-SEAL resopló, pero se llevó el cargamento y lo tiró por encima de la barandilla. Luego se dirigió hacia donde estaba sentada su esposa y miró la pintura, evitando el goteo de agua salada turbia sobre la paleta de Ceci. "Me gusta eso." Ceci le hizo cosquillas en la cara, luego se inclinó y lo besó saboreando el sabor del mar. "Te quiero”, le dijo. "Todavía creo que esto es un sueño." Andrew se sentó en la cubierta. "Parece de esa manera a veces, ¿no?" su profunda voz retumbó en el silencio. "Hemos pasado por muchas cosas, durante estos años. Quizá sea la forma del Señor de decirnos que lo hemos hecho bien." Estudió la cicatriz, en el rostro de su marido, sus penetrantes ojos azules que mostraban una claridad sorprendente. Acarició suavemente su canosa ceja. "Puede Ser." El teléfono móvil que estaba sobre la terraza empezó a sonar. Ambos lo miraron, entonces Ceci suspiró y lo recogió. "¿Sí?" "Ceci".
Y, de nuevo, Ceci miró lastimeramente hacia el cielo, la diosa tiene maneras de recordarme lo fácilmente que el karma puede cambiar. "Hola, Charles," contestó. "¿A qué debo el honor de esta llamada?" Charles Bannersley era su hermano mayor, el jefe de su familia, y un grano en el culo. Estaba enfadada con él, aunque no seguro que él realmente no entendiera por qué, y quería escuchar su voz casi tanto como ponerse un enema de agua salada. Andrew meramente entrecerró los ojos al reconocer la voz metálica procedente del teléfono que Ceci sostenía entre las manos. "Me gustaría verte," respondió Charles. "Candy y yo estamos aquí, en Miami." "Lo siento", respondió secamente Ceci. "Tengo planes para esta noche." "Está bien. Podríamos vernos antes", su hermano llegó de vuelta. "¿No puedes ofrecer diez minutos tu familia?" Andrew puso los ojos. "Señor". "¿Mi familia?" Ceci decidió permitir su baza su momento. "Mi familia está sentado aquí a mi lado. Por supuesto que puedo prescindir de cualquier cantidad de tiempo para Andrew." Hizo una pausa. "Y Dar y Kerrison, por supuesto. ¿Por qué lo preguntas?" Un suspiro viajó a través del altavoz del teléfono celular. "Cecilia, por favor." Andrew y Ceci intercambiaron miradas. Las cejas de Andrew se levantaron en sorpresa divertida, dándole una expresión muy parecida a las que Dar solía mostrar en este tipo de situaciones. Lo pensó, se encogió de hombros. "Está bien. Hay un tiki bar justo al lado del puerto deportivo. Nos vemos en media hora. Sólo puedo quedarme unos minutos. Kerry nos recogerá para ir a cenar después de eso." "Bien." Charles vaciló. “Ceci, sola por favor." Andrew se enderezó indignado y casi agarró el teléfono. Ceci se llevó un dedo a los labios, manteniendo lejos. "¿Es una broma, verdad?" le dijo a su hermano. "¿De verdad crees que obligaría a Andy a veros?". Cerró el teléfono y lo dejó caer sobre la toalla junto a ella. Andrew frunció el ceño. "Ah podría ir contigo." "Na". Ceci le alborotó el cabello cariñosamente. "Voy a estar bien. Charles es un idiota, pero la última vez que lo comprobé, no era un suicida." Inclinó la cabeza y lo besó. "Déjame ir a ponerme algo de ropa escandalosa y averiguar cuál es su problema." Andrew la vio salir. Recogió los tubos y otros equipos de pintura y los guardó en el cubo de plástico, que Ceci utilizaba. Limpió toda la zona, y se dirigió a popa para librarse de su equipo de buceo. "Un tiki bar." Charles aflojó el cuello y miró a su alrededor. "Mierda". Le dio a su hermana gemela una mirada de disgusto. "No me gusta este lugar."
Candice miró alrededor. Era de mediana estatura, con el pelo rojizo bronce y ojos verdes, al igual que su hermano, aunque su pelo estaba desapareciendo casi a la invisibilidad. "Sí, bueno, ¿qué demonios esperabas, Charles? Ya la conoces." Él resopló y tomó un sorbo de su whisky, sus ojos vagando sobre los cuerpos con poca ropa y de diverso origen étnico de la barra. Candice le dio un golpecito. "¿Qué?" "Aquí viene," Candice le dijo. Ambos se volvieron al ver cómo su hermana menor se acercaba por la pasarela hacia ellos. "Bueno, se la ve saludable." Charles no respondió. Sus ojos la estudiaron. Parecía segura de sí misma, relajada, incapaz de refutar los cambios positivos que veía en su hermana. Se había dejado crecer el pelo un poco, y tenía muy buen aspecto, gracias al bronceado del sol, que contrastaba con su piel previamente muy pálida. Ya no era un fantasma. Ya no veía ningún rastro de aquel dolor, que durante años mostraban sus ojos. Ya no parece tan perdida. Era como si por fin, estuviera en su casa, incluso Charles, que odiaba este lugar -y odiaba a su elección - tuvo que admitir esa la verdad. "Ceci". Se puso de pie y le dio la bienvenida cuando se unió a su mesa. "Gracias por venir". "Charles". Ceci le saludó con cordialidad cautelosa. "Hola, Candy". Su hermana sonrió. "Hola, Ceci. Te ves muy bien." Se inclinó hacia delante. "¿Te has cambiado el color de tu pelo, o es que usas una nueva barra de labios o...?" "No." Ceci se sentó al lado de su hermana mayor. "Sólo que paso más tiempo al aire libre que antes, y he ganado varios kilos desde la última vez que me viste. Pero gracias por darte cuenta." Llamó la atención del camarero. "Un batido de Kahlua, por favor." "Eso es habitual en ti," Candy comentó. "Estoy aprendiendo los nuevos y malos hábitos de Dar". Les sonrió. "¿Qué queréis?" Sus hermanos se miraron. "¿No podemos simplemente querer verte?" preguntó Charles. "No." Los miró a los ojos. "Andrew me dijo lo que hiciste, Charles." Se refirió a la negativa de su hermano para transmitir la notificación de rescate de Andrew cuando estaban en Marina. "Es un bueno que esperara tanto tiempo para ponerse en contacto conmigo, porque de lo contrario te habría matado por eso." "Cecilia". "¿Cómo te atreves?" Ceci golpeó la mesa con su mano, haciendo que saltaran los cubiertos. Su hermano y hermana se sacudieron por la sorpresa. "Eres un pequeño hijo de puta pretencioso."
Charles respiró, claramente sorprendido "Hice lo que pensé que era lo mejor para ti", finalmente respondió con frialdad. "Y una mierda" le espetó, mirando hacia arriba mientras el camarero traía su batido y salió apresuradamente, al ver los rostros enojados. "¿Tienes alguna idea de lo que estuve sufriendo, Charles? ¿Cuántos días de dolor me podría haber ahorrado con ese maldito pedazo de papel?" Golpeó la mesa de nuevo. "¿Sabes lo irónico que es, que mi hija distanciada tuviera que regresar a mi vida para traerme de vuelta a mi Andy?" Su hermana se inclinó hacia delante y le tomó la mano. "Ceci, lo que Charles hizo estuvo mal. Pero no lo hizo para hacerte daño." Buscó en los furiosos ojos de su hermana. "No hay manera de que me puedes convencer de ello", dijo Ceci, después de un momento. "Siempre he sabido lo mucho que odiabas a Andrew." Se hizo el silencio. Charles se miró las manos. Candice tomó varias respiraciones lentas. "Sí, es verdad", dijo finalmente. "Nunca entendimos por qué, pero..." Miró a su hermana gemela. "Lo sabía." Otro aliento. "Lo siento, Ceci." Charles se negó a mirar hacia arriba. "No quiero que sigamos así", Candice continuó, llenando el silencio incómodo. "No quiero perder a mi hermana, quiero que seas parte de mi vida." "Esto es ridículo." Charles repente alzó la vista. "No deberíamos tener que sentarnos aquí y mendigar." "¡Charles!" Candice le cortó. "No, no me voy a callar." Se puso de pie con rabia, pero se detuvo cuando alguien, suavemente, se aclaró la garganta a su lado. "Hola." Kerry cruzó las manos delante de ella. "Me había parecido que era usted. Sr. Bannersley, ¿no?" Ceci apoyó la barbilla en su puño, mirando a su nuera en acción. Kerry tenía una sonrisa dulce que para nada coincidía con el fuego visible en sus pálidos ojos verdes. Su sentido de la presencia era casi tan importante como la de Dar, y era obvio que Kerry había heredado una descendencia tempestuosa e intimidante. Charles la miró de forma superficial. "¿Qué?"
DAR acaparó al suboficial, después de que este hubiera llevado a los nuevos reclutas a sus cuarteles y asignado sus tareas. "¿Cómo los asigna?" "¿Qué?" El oficial la miró fijamente. "No es mi trabajo, señora. Lo hacen en admisión."
"Entonces, ¿dónde están sus calificaciones?" "¿A quién le importa el infierno?" Dar sintió como si estuviera nadando a través de mantequilla de maní. "¿Cómo se puede saber dónde colocarlos, si no tiene sus puntuaciones?" Forzó la paciencia en su voz. "¿O evaluaciones de habilidad?" "¿Eres idiota?" el hombre balbuceó. "Estos idiotas no tienen habilidades. No son nada más que cuerpos con las cabezas vacías. Harán lo que les digamos que tienen que hacer. El resto a nadie le importa una mierda". Una ola de rabia, al rojo vivo, la golpeó antes de que pudiera detenerse. En un momento estaba de pie con la Palm Pilot, al siguiente había agarrado al suboficial y estrellado contra la pared. Por una fracción de segundo, sintió que se tambaleaba al borde de la locura, luego su mente racional tomó de nuevo el control de la situación, y soltó al hombre. Maldita Sea. Esperó tomándose un respiro. "No me gusta que me llamen idiota." Incluso ella misma oyó el tacto áspero de su tono. "Especialmente por alguien cuya mentalidad es más baja que la batería de un reloj." El suboficial respiraba con dificultad, con las manos abriendo y cerrando, intentando tranquilizarse. "¿Quién diablos te crees que eres?" le escupió. Por alguna razón, la pregunta calmó a Dar. Recuperó su control, alejando la rabia contenida. ¿Qué diablos está mal conmigo? se preguntó con inquietud. Sintió un fuerte dolor de cabeza, seguido de por el regreso a la cordura. Tuvo que tragar antes de contestar. "Creo que soy la persona que sus jefes han contratado para averiguar por qué este lugar no está funcionando." Se inclinó hacia delante. "Tal vez sólo eso." Ahora era el turno del oficial de tragar. "Pues dedícate a ello." Estaban solos en la habitación, y el hombre miró a su alrededor con rapidez antes de volver su atención a Dar. "No he hecho absolutamente nada. Sólo lo que me han ordenado." Dio un paso atrás y dejó caer las manos, sintiéndose agotada. "Ya lo he oído antes." Encontró un taburete cerca de la consola del ordenador y se sentó. "Está pasando algo aquí, y voy a encontrarlo." El hombre vaciló, luego se acercó y se inclinó sobre la mesa de la consola del ordenador. "Oye, mira, ¿realmente trabajas para Washington?" Su voz se había reducido considerablemente. Dar se encogió de hombros. "Fui contratada por el Estado Mayor Conjunto, sí." "Está bien, mira..." El hombre se movió, y se enderezó de repente, interrumpiendo su discurso cuando la puerta se abrió. "Señor". Dar levantó los ojos y vio entrar al comandante de la base. "Mañana".
"¡Hola, renacuajo!" Jeff Ainsbright le dio una gran sonrisa. "¿Cenaremos todos esta noche?" El suboficial se apartó de ella, mirándola de forma cautelosa. "Yo creo que sí," Dar le confirmó. "¿A las siete, dijiste? ¿Nos veremos en el asador?" El anciano asintió enérgicamente. "Tienes razón, renacuajo Chuckie me ha dicho que eres muy dulce. Me dijo que también le habías invitado a él". La complicación de la situación empezaba a pasarle factura a Dar. "Sí.", afirmó en voz baja. "Mamá y papá, también." "Genial". El comandante le dio una palmada en la espalda. "Continuar, no quería interrumpir nada. ¿Encontraste lo que estabas buscando?" Dar miró su rostro curtido, abierto e interesado como estaba. Su sonrisa le indicó que esperaba que no hubiera revelaciones sorprendentes, y en este momento, ella realmente no estaba segura de si tenía alguna. "No hay nada concreto aún, tío Jeff", dijo. "Todavía estoy trabajando sobre los datos." Tal vez fue la forma en que ella lo había dicho, pero el comandante de la base se enderezó un poco, luego miró al suboficial, que estaba apoyado contra la pared, intentando no escuchar la conversación. "¿Nos puede dejar un momento?". Esperó a que el hombre saliera y la puerta se cerrara. Luego se volvió de nuevo a Dar, con su rostro ligeramente preocupado. "¿Cuál es el problema, renacuajo? ¿Realmente encontraste algo?" Los labios de Dar se tensaron cuando se encontró atrapada entre lealtades en conflicto. Sintió una leve sensación de confusión, por primera vez en su vida, y tuvo que dejar y recoger sus pensamientos por un momento, antes de responder. "No lo sé todavía", finalmente respondió honestamente. "Podría tener... hay algo que no me gusta en los números, pero no he podido terminar de analizarlos." Puso una gran mano en el hombro. "Renacuajo, lo que encuentres, quiero saberlo, ¿sí? No me importa lo que sea, quiero saberlo." Dar buscó en su cara, sin ver nada, excepto la determinación sólida en sus ojos. "Muy bien", estuvo de acuerdo en silencio. "Cuando tenga algo seguro, te lo haré saber." Él le acarició la mejilla. "Buena chica. ¿Te encuentras bien, renacuajo? Hoy estás un poco pálida." Levantó una mano para frotar la parte posterior de su cuello. "Solo me duele la cabeza", explicó con un encogimiento de hombros. "Creo iré a dar un paseo fuera durante unos minutos." "Tienes razón, amiga mío." El Comandante Ainsbright pasó un brazo sobre los hombros y tiró de ella hacia la puerta. "El aire fresco te sentará bien. Te subiría a un barco si tuviera la oportunidad. Respirar un poco de aire del mar te haría bien." Abrió
la puerta y salió a la calle, a la luz del sol. "¿Qué tal una taza de café? Que por lo general a mí eso me pone en marcha." Dar pensó en el oficial, dándose cuenta de que el hombre se había ido, probablemente lejos, persiguiendo a nuevos reclutas. "Claro", estuvo de acuerdo. "Luego volveré al trabajo."
"TU PEQUEÑO Lone Ranger, ¿no es así?" Ceci comentó, mientras ella y Kerry observaban a sus hermanos refugiarse de los rayos dorados del sol. Habían estado hablando durante unos diez minutos, luego decidió irse y dejarlos solos. Ceci no estaba segura, pero sospechaba que su hermana, intentaba mejorar la situación, y estarían de nuevo en contacto. Eso estaba bien. Nunca se había preocupado de ella, normalmente, tanto Candice como Charles estaban siempre de acuerdo en todo, dejándola a ella al margen. Esta vez, sin embargo, Candy había hablado por sí misma, con el inusual "yo" en lugar de "nosotros", y Ceci se había alegrado, un poco, Muy poco. Si Candy estaba, en esta última etapa de su vida, tratando de desarrollar una mente propia, ¿quién era ella para ponerse en su camino? "Me siento bien, ¿y tú?” Kerry echó hacia atrás y apoyó los pies sobre la silla que Charles había dejado libre a toda prisa. "¿Quién, yo?" Sonrió un poco tímidamente. "Quizá echo un poco de manos a Dar." Ceci se rio y dio un codazo a su vaso de nuevo. "¿Quieres un poco?" La frente de Kerry se contrajo un poco. "No... todavía tengo revuelto el estómago." Exhaló, poniendo una mano sobre la zona afectada. "Tal vez sólo son demasiadas reuniones estresantes. He estado con un nudo... todo el día." Terminó la frase en voz baja. Ceci observó su rostro, al ver el cambio de expresión, cuando la joven desvió su mirada. "Kerry?" Después de un momento, los ojos verdes se movieron hasta encontrarse con los suyos. "Sí, lo siento. Estaba pensando en algo." Sus dedos se movieron mientras se resistió a la tentación de sacar su teléfono móvil y llamar a Dar. Ella no es un bebé, y no eres su niñera, Kerry. No puedes llamar a ella para saber si está bien cada vez que tengas un calambre. Ceci aventuró una conjetura. "¿Sobre mi hija?" Las cejas de Kerry se elevaron muchísimo. "Um...” "Ella tiene la misma expresión en su rostro cuando se está preocupada por ti," le comentó suavemente. "Creo que es una indicación de su afición por ti."
Un ligero rubor oscureció la piel ya curtida de Kerry. "Es mutuo." Nerviosa empezó a jugar con la servilleta de la bebida de Ceci. Recordó la conversación que había tenido con Dar, antes de Acción de Gracias, y decidió aquí, al menos, tenía a una persona con la que podía hablar del tema sin que sonara demasiado raro. Bueno, tampoco es que fuera algo tan raro. "¿Puedo hacerte una pregunta?" Ceci miró a su alrededor, luego señaló a su propio pecho. "¿A mí?" Kerry asintió. "Claro", la mujer mayor estuvo de acuerdo, aunque un poco aprensiva. "No se trata de la maternidad, ¿verdad?" Las cejas de Kerry fueron directamente hacia arriba. "Um... no." Puso una mano sobre su estómago. "¿Por qué, parezco embarazada o algo? Sé que me cogido un poco más de peso últimamente, pero...” Ceci se rio entre dientes y relajada. "No, en absoluto... es solo que solía tener pesadillas sobre este tema, cuando Dar era pequeña”. Ladeó la cabeza. "¿Qué tienes en mente, Kerry?" Pensó en la mejor forma de hablar lo que estaba pensando. "Es una pregunta un poco extraña", respondió ella lentamente. "Pero... ¿alguna vez..." hizo una pausa, frunciendo el ceño. "Esto suena tan loco," se disculpó. "Tranquila sólo cuéntamelo", le animó suavemente su suegra. "No, lo sé." Rodeó la rodilla con ambas manos. "Está bien, bueno... antes de Acción de Gracias, cuando Dar y yo estábamos de viaje." "Hmm." "Mi avión tuvo algunos problemas reales durante el vuelo, y tengo que decirte, me estaba muerta de miedo", siguió explicando. "Eso es perfectamente razonable", declaró la mujer mayor. "De momento no estoy escuchando nada loco, Kerry." "Dar lo sintió," añadió. "Sabía que algo estaba mal." Dejó de hablar y miró en busca de la reacción de su suegra. No era lo que esperaba. Inclinó la cabeza hacia un lado y luego sonrió. "¿Y?" -preguntó con una curiosa sonrisa. "¿Quieres saber si eso es normal?" Kerry asintió levemente. "Por supuesto que no," Ceci le informó. "Oh." "Pero creo que tiene sentido. Lo sé por Andrew" la mujer de más edad continuó. "Cuando uno está muy cerca de alguien, creo que simplemente funciona de esa manera. Sólo... lo sabes."
Kerry pensó por unos minutos en silencio, mientras Ceci tomaba su batido. "Es extraño", dijo finalmente. "Es como... No me he sentido bien durante todo el día, y si llamo a Dar, apuesto a que también siente algo." "¿En serio?" "Sí", respondió Kerry. "Pienso en eso y me siento como si estuviera leyendo un ejemplar de la revista National Enquirer", admitió, tirando a la ligera de la costura de sus pantalones de mezclilla. "Pero sé lo que siento, así que...” Ceci se rio en voz baja. "Debes haber asustado a mi hija." "Uh-huh". Kerry miró y sonrió. "Ella pensó que se estaba volviendo loca. No puedo culparla. Si se sentía tan asustado como yo lo estaba, también habría pensado que me estaba volviendo loca", agregó. "Pero a la vez, también es una especie de algo agradable." "¿Qué te importa lo suficiente alguien como para sentir eso?" Preguntó Ceci. Un ligero rubor apareció en el rostro de la joven, haciendo que sus cejas pálidas destacaran repente. "Bueno, es mutuo, creo." "¿No, en serio?" Ceci se rio entre dientes. "Nunca lo hubiera imaginado. Las dos manteniéndolo tan bien oculto." El rubor de la joven se profundizó. "Esto me lleva a otro problema, si no te importa. Tengo que pedirte un consejo sobre algo." Uh-oh. Ceci enderezó, sintiendo una leve sensación de alarma. Durante sus años en la base, ese tipo de conversaciones solían presagiar rupturas o divorcios, y no estaba lista para escuchar algo así. "¿Qué pasa?" Kerry se dio cuenta de la tensión en la voz de su suegra. "No, no pasa nada malo... es sólo algo que hay algo que me preocupa." Sus campanas de alarma podo a poco dejaron de asustarla, y comenzaron a apagarse. "Kerry, escúchame." Ceci se inclinó hacia delante. "Conozco a Dar desde hace mucho tiempo." "Um... lo sé." "Ella tiene sus momentos, y he visto la mayoría de ellos, pero en el fondo, creo que ella es una buena persona." La frente de Kerry se arrugó. "Yo también lo creo, escucha, mamá -." "Así que los problemas que estés teniendo con ella, no te rindas con demasiada facilidad, ¿de acuerdo? Yo lo hice, y mira donde me llevó," Ceci le dijo muy seria. Los ojos de Kerry se cerraron. Los volvió a abrir, y alargó la mano para tomar las manos de Ceci en la suya. "Mamá". Respiró. "Lo único que puede hacer que deje a Dar será la muerte." Hizo una pausa. "Y aun así, no estoy tan segura." Ceci parpadeó, ahora confundida. "Oh. Bueno, eso está bien entonces", murmuró. "Lo siento, pensé -"
"Debería haber hablado más rápido. “Le sonrió. "No, lo que me preocupa es que nuestra relación puede ser el frente y centro en la cena de esta noche." Ceci lo pensó. "Oh." Liberó una mano e intentó no reír. "Yo ni siquiera había... oh, muchacha. Sí..." Ahora se le escapó la risa. "Oh, mi diosa, los militares…" Se detuvo y se aclaró la garganta. "Ahmm... Quiero decir, bueno, sí, Kerry, tienes razón en eso." Intentó mantenerse seria "Pero no te preocupes por eso, si dicen algo, Andy los cogerá y los tirará por la ventana, y ellos lo saben. Si hay una cosa que todo el mundo en esa mesa ya sabe, es que no se pueden meter con mi hija delante de su padre". La joven hizo un gesto de alivio. "Está bien. Yo estaba preocupada por eso. Sé que Dar tiene fuertes sentimientos acerca de cómo creció, y no quería causarle ningún dolor." Ceci suspiró. "Kerry, eres tan agradable que debes ser regulada por la EPA". Se acercó y le dio unas palmaditas en la mejilla. "¿Le preguntaste Dar si ella quería que no vinieras a la cena?" Kerry asintió. "Y ella dijo que no, ¿verdad?" Kerry volvió a asentir. "Entonces no te preocupes por eso. Vamos, vamos a ver si Andy se ha limpiado las algas de las orejas y se ha vestido. Luego saldremos." Se detuvieron, y Kerry de repente dio un paso alrededor de la mesa y se acercó más a su suegra para abrazarla. "Gracias." Oh, bueno diosa. Ceci le devolvió el abrazo y le dio unas palmaditas en la espalda. Me estoy convirtiendo en una madre... ¡Eeeeeekkkk!
EL CAFÉ había ayudado. También se había tomado unas pastillas de Advil, y ahora estaba merodeando alrededor de los cuarteles en busca de su amigo, el suboficial. La base estaba tranquila. La mayoría de los grupos activos estaban fuera en algún tipo de maniobra, y sólo los nuevos reclutas y las unidades de negocio habituales, en la base, estaban fuera haciendo sus tareas diarias. Entró en la estructura larga de barracones de madera, y miró por un momento a su alrededor, hacia el interior vacío antes de caminar por el gran pasillo central. A ambos lados había particiones con literas. Cada litera tenía su baúl y un armario abierto con estantes hechos de lo que parecía como viejas cajas de naranjas. Ahora que los nuevos reclutas se habían asentado, las camisas estaban plegadas, en su lugar, y las camas estaban perfectamente hechas.
Dar sonrió. Probablemente las habrían tenido que hacer una media docena de veces antes de que el suboficial les hubiera dado el visto bueno. Las mantas oscuras estaban metidas con pulcritud meticulosa alrededor de los delgados colchones. Recordó viendo los nuevos grupos entrar y mirando a través de la ventana, siendo acosados y acosados por los oficiales de admisión. No ella, había decidido una vez. Lo habría hecho perfectamente a la primera. Después de todo, ¿su padre no le había enseñado a hacer una litera y doblar pantalones y camisas cuando ella sólo tenía seis años? Con una sonrisa, continuó a través de la habitación, por el otro lado, hasta salir a un largo porche de madera, con escalones bajos, que llevaban hasta el suelo fangoso. Miró a un lado y vio a sus pequeños objetivos, ahora vestidos con sus ropas nuevas, luchando por seguir las órdenes de un nuevo y diferente contramaestre, Se acercó y los observó durante unos minutos, hasta que el nuevo oficial se fijó en ella y se acercó. Éste era una mujer, de pelo corto, encrespado cabello oscuro y una actitud eficiente. "¿Señora podemos ayudarle?" Con una mejor actitud, en todo caso. "No, sólo estaba observando," contestó Dar. "¿Dónde está el chico que los ha recibido?" La mujer inclinó la cabeza en cuestión. "El suboficial Williams?" Esperó al asentimiento de Dar. "Debe haber terminado, señora." Uh-huh. Dar miró por encima del hombro a los reclutas, sorprendida al ver a la delgada rubia mirando hacia atrás. Sus ojos grises se encontraron con los suyos y brillaron, luego la chica miró al frente, tensando su cuerpo. "¿Buen grupo?" La nueva funcionaria, cuyo nombre era aparentemente Plodget, miró detrás de ella, estudiándola en serio. "Algunos de ellos, señora. Es siempre lo mismo. La mayoría no son de mucha utilidad, pero siempre encontramos algunos que lo harán bien." "¿Cuál es su tasa de abandono?" Una mirada cautelosa cayó sobre el rostro de la mujer. "No lo sé, señora." "Aproximado" Dar intentó presionarla. "Estoy segura que tienes una sensación de cuantos de estos pobres acabarán abandonando." "No, señora, no," Plodget le aseguró. "Sólo los tenemos durante las dos primeras semanas, y luego otra persona se hace cargo." "¿Por qué?" "Es así como se hace, señora." Dar asintió lentamente. "¿Dónde están sus registros de admisión?" "No han llegado aquí todavía." "¿Por qué no? Utilizáis un sistema informático para reclutar."
Sin mostrar sus emociones, aquellos ojos oscuros se encontraron los de ella de lleno. "Eso es sólo cómo se hace, señora." "Bien." Dar se enderezó. "Voy a ir a ver si no puedo cambiar eso." Se dio la vuelta y se alejó, sintiendo los ojos en la espalda mientras se dirigía hacia el Centro de Admisión. Entró en el interior con una sensación de alivio, y se dirigió a la consola del ordenador, sentándose frente a ella. "Está bien. Veamos qué podemos encontrar." Se conectó, y esta vez, en lugar de ir a través de los canales regulares, tecleó un código maestro. "Idiotas". El código aún funcionaba, mostrando una línea de comandos. "¿Dónde quieres ir hoy, eh?" Quería entrar en la base de datos maestra, y después de teclear una serie de comandos pudo acceder a ella. Accedió a la estructura de archivos y entró por una puerta trasera, viendo como la pantalla se llenaba de líneas sobre líneas de registros de archivos. La miró durante unos minutos, sus ojos parpadeo de ida y vuelta en busca de un algún patrón. Ah. Un dedo largo detuvo la pantalla. "Te pillé". Tecleó otra cadena de comandos y accedió a los registros de los reclutas, estudiándolos y compararlos. Su frente se arrugó. "¿Qué demonios?" De los veinte nuevo reclutas, diez eran, como el suboficial dijo, más o menos con aptitudes bastante estándar, ordinarias procedentes de entornos de clase baja, con malas calificaciones y resultados a través de pruebas ASVAB, destinadas a familias sin recursos, que hacían lo que fuera para poder enviar a sus hijos a la Armada para que pudiera tener una cierta formación. Había conocido a cientos como ellos. Algunos podrían avanzar, admitió, si trabajaban muy duro, y lograban ascender más alto, pero la mayoría se limitaban a quedarse allí, ocupando un puesto bajo, agradeciendo tener tres comidas al día, durante el tiempo que los EE.UU. estuviera dispuesto a ofrecérselo. "¿Qué demonios?" repitió, sacudió la cabeza y capturó los datos, abriendo una segunda página de comandos con un movimiento de sus dedos. Cogió los archivos que había estado estudiando y los envió a la ruta de la red en su propio espacio de archivos, ahora especialmente protegida. Tamborileó con los dedos sobre el teclado, durante un momento, luego buscó otro archivo, dejándose llevar por su instinto y conocimiento innato de estos sistemas, algo que la había llevado durante todos estos años al lugar que ocupaba. Ya está. Se quedó mirando los resultados. Me pareció ver algo mal. Pensé que esas cuentas no coincidían. Una columna de la pantalla mostraba una serie normal de anuncios del libro mayor, la otra una lista de veinte cuentas que no estaban vinculadas en cualquier lugar que pudo encontrar. Pulsó una de ellas, mirando el saldo de la cuenta, que estaba bien en siete cifras. Las entradas eran regulares, sustanciales, pero no había ninguna cuenta contable equivalente con sus pagos correspondientes. Era un cubo. Un cubo lleno de dinero, que nada en este sistema podía explicar. Se echó hacia atrás, tomando varias respiraciones. ¿Qué demonios he encontrado?
"¡Hey, Dar!" Casi saltó al escuchar el alegre saludo de Chuckie. Sus ojos se levantaron para verle acercarse, y rápidamente cerró el archivo y lo envió a su espacio de archivos. Cerró todas las ventanas de comandos que estaba usando cuando él redondeó la consola y miró por encima del hombro. "Hey." "¿Trabajando un poco?" Miró con curiosidad a los registros ahora inocuos. "Sí." Se lamió los labios, y salió del sistema. "Sólo haciendo unas comprobaciones. En grupo interesante." Su visión periférica se centró en su rostro, pero no vio nada distinto a un cierto interés benigno. "¿Has visto los nuevos reclutas que os están llegando?" "Na". Chuckie colgó un brazo largo, de gran alcance sobre los hombros. "Hey, quería saber si el asador Longhorn te parecía bien para esta noche. Su padre es un hombre de carne, si no recuerdo mal". Dar tomó aire y lo soltó. "Sí, lo es. Aunque a mi madre no le hará mucha gracia, pero supongo que podrá pedir alguna otra cosa." Esbozó una sonrisa. "Ella es vegetariana... supongo que tendrán pescado allí." "¿Pescado?" Chuckie resopló. "Tienes que estar bromeando. Pero, patatas sí, que tienen, y creo que también tienen frijoles con verdura o algo así. ¿Y tu novio, también es amante de las verduras?" Algo se retorció en el cerebro de Dar. "Ella". La palabra salió con una voz calmada, inesperadamente. "No, de Kerry es carnívora como yo." Chuckie se quedó inmóvil, con los ojos fijos en el rostro de su amiga, durante un largo tiempo. Luego retiró lentamente el brazo y dio un paso atrás. "¿Qué?" Dar permitió un toque de diversión que saliera de sus labios, y se dio la vuelta en el taburete, apoyando un codo en la consola. "Ya me has oído." Observó su rostro, viendo el cambio de expresión de consternación a incertidumbre y disgusto detectable. Se sintió vagamente decepcionada. "¿Eres gay?" Chuckie preguntó secamente. "Si", le confirmó. "Pero no te preocupes, no fue culpa tuya", añadió con una leve sonrisa. "Vamos, Chuck. Olvida tus raíces de campesino sureño". Desvió la mirada, bajándola hacia el suelo. Luego levantó la mirada y miró a los ojos, brevemente, antes de que él negara con la cabeza. "Eso es jodido", dijo, y luego se volvió y salió, sin mirar atrás ni una sola vez. Dar se echó hacia atrás y cruzó los brazos sobre el pecho de repente dolorido, sorprendida por lo mucho que le había lastimado.
KERRY se detuvo en la puerta de la base, bajando la ventanilla de su coche, pensando en qué decirle al guarda sólido que custodiaba la entrada.
"Hey, Sin Cuello, abre la maldita puerta," intervino Andrew con voz áspera, desde el lado del acompañante, asomando la cabeza hacia el desventurado hombre. El guardia se detuvo, miró, luego sus ojos se iluminaron con alegría inconfundible. "Comandante Andy!" Casi tropezó con la barrera, mientras la abría. "¡Wow, no sabía que pensabas venir hasta aquí! ¡Espera a que se lo cuente a los chicos!" Hmm. Kerry miró divertidamente cómo el hombre le sonreía a su suegro como un niño. Supongo que es así, cuando uno conoce a alguien en este lugar. "Él no fue tan amable con Dar", comentó. "Tuvo que ponerse seria con él." Andrew se inclinó sobre ella, dirigiéndose de nuevo al guarda, con su par de ojos azules como el hielo. "¡Muchacho! ¿Has tratado mal a mi hija?" El guardia lo miró asustado. "¡No después de que ella me dijera que era su hija, señor! ¡Si me lo hubiera dicho de inmediato, habría sido más amable! " "Uh-huh". Andrew se echó hacia atrás. "Bueno Kerry, vamos a dejar el coche y ver cómo están tratando a mi hija." "Hecho, papá." Kerry siguió conduciendo, buscando el Lexus de Dar en el aparcamiento, para dejarlo justo al lado de él. Se alegró de que todavía estuviera allí. Su malestar estomacal había ido empeorando durante las últimas horas, y estaba gravemente deseando ver a su pareja y satisfacer su curiosidad, acerca de si ella era la causa. Salió del coche, esperó a que su suegro hiciera lo mismo, y luego cerró las puertas. "Dar dispone de una pequeña oficina en la planta superior del edificio grande. Iré a buscarla, por si mientras quieres pasearte por este lugar." "¿Ella te llevó a nuestra antigua casa?" Preguntó Andrew. "Algo así." Kerry sonrió. "Te lo explicaré más tarde. Vuelvo enseguida." Trotó hacia el edificio de la sede, dejando a su suegro con sus viejos recuerdos. El guardia la miró, luego le abrió la puerta, y se dirigió por las escaleras y el pasillo. La puerta de la oficina temporal de Dar estaba cerrada, hizo una pausa, y luego la golpeó suavemente. Por un momento, no hubo respuesta, luego la voz de Dar respondió. "¿Sí?" Lo sabía. Kerry abrió la puerta y asomó la cabeza. Una mirada a la cara de Dar y se acercó rápidamente a ella, cruzando la pequeña oficina, hasta rodear el escritorio y arrodillarse al lado de su amante. "Hey." Dar tenía la cabeza apoyada en una mano. "Hey", respondió en voz baja. "Espero que tu día fuera mejor que el mío." Puso una mano suave en la rodilla de Dar y la frotó. "¿Qué pasa?" Podía ver la tensión e infelicidad escrito por toda la cara de su pareja, por lo que se levantó y se sentó en el borde de escritorio para acercarse. "¿Cariño?"
Dar exhaló y apoyó la cabeza sobre el muslo de Kerry, sin palabras en busca de consuelo. Cerró los ojos mientras la rubia respondía, enhebrando sus dedos por el cabello y frotando la parte posterior de su cuello. "Lo siento", murmuró. "Le hablé a Chuck de nosotras." "Oh." La joven rubia cerró los ojos con simpatía. "¿No ha reaccionado bien verdad?" "No." Se inclinó y besó la parte superior de la cabeza de Dar, dándole un abrazo como pudo, a pesar de la posición un tanto incómoda. "Lo siento." Dar exhaló. "Ni siquiera sé por qué me preocupo, Kerry. No he hablado con él en... ¿diez años? Ni tan siquiera es un amigo cercano." Puso una mano en la rodilla de Kerry y frotó su pulgar contra ella. "Maldita sea, me ha dolido su reacción." "Lo sé." Mantuvo su ligero masaje en el cuello de Dar, deslizándose hacia abajo para aliviar la tensión anudada en sus hombros. "Quizá deberías dejar que... " Dar negó con la cabeza. "No." Levantó la cabeza del regazo de Kerry y la miró a los ojos. "Tú eres mi pareja, y maldita sea, si no pueden lidiar con eso, al infierno con todos ellos." Sus ojos azules brillaban con fiereza. "Porque yo no me avergüenzo de ello." Kerry le acarició la mejilla suavemente. "Lo sé. Es simplemente difícil, Dar. Las dos lo sabemos. Las dos hemos tenido mucha suerte en rodearnos de personas que nos aceptan, que nos aceptan sin lugar a dudas, eso equilibra a los idiotas que no lo hacen". Dar suspiró y puso su cabeza hacia abajo para seguir sintiendo sus calmantes caricias. "Sí, me doy cuenta de eso." Cerró los ojos. "¿Pero y mi gente aquí?" "Mm-hmm." Kerry prestó especial atención a un nudo que podía sentir en el cuello de Dar y vio la mueca de dolor mientras lo tocaba. "Cariño, necesitas un quiropráctico." "Mejor una bañera de hidromasaje" contrarrestó. "Contigo en ella." Kerry puso los ojos en el techo. "Eres tan terca." "Viene de familia." "Tienes suerte de que me encante tu familia." Se inclinó y besó el lugar en el cuello de Dar, luego le mordió el lóbulo de la oreja, consiguiendo un suave gruñido de sorpresa a cambio. "Vamos, vamos a cenar de una vez. Te he echado de menos esta mañana, y he estado todo el día de mal humor." Dar sonrió, volviendo la cabeza y mirando a la cara de su amante. "Yo también." Se incorporó y dio un apretón a la rodilla de Kerry, luego se puso de pie. "Tienes razón. Vamos a terminar con esto." Su voz hizo una pausa mientras cerraba
su equipo hacia abajo. "Porque mañana, vamos a descubrir exactamente por qué este lugar apesta." Era obvio que Chuckie se lo había contado a su padre. Incluso a distancia, Dar podía ver el malestar en las tres personas que los esperaban. Tomó aire y tiró de la manga de su padre. "¿Papá?" "¿Sí?" Andrew terminó de cerrar la puerta y la miró. "¿Qué pasa, Dardar?" "Creo que vamos a tener un problema." Bajó la voz, mirando a través del coche, donde Kerry y Ceci estaban saliendo por el otro lado. "Yo... no creo que a Jeff y a su familia les agrade mi estilo de vida." Andrew miró al grupo que les esperaba, luego a ella. "¿Por qué conduces un coche de lujo?" Dar se frotó la nariz. "No es por ese estilo de vida", se corrigió. "Quiero decir por Kerry y por mí." Su padre lo consideró. "Oh. ¿Eso puede ser cierto?", admitió. "Jeff nunca admitió a ninguna persona que no encajara con su idea de lo que era correcto y natural." Caminaron lentamente alrededor de la parte delantera del coche, uniéndose a Kerry y Ceci. "Ven aquí, kumquat." Andrew puso un brazo sobre los hombros de Kerry y la otra sobre Dar de. "Vamos." Ceci le dirigió una mirada curiosa, luego se deslizó hacia el otro lado de Kerry, metiendo un brazo alrededor de su cintura. "Todo bien, entonces," estuvo de acuerdo. "Ah. Un restaurante especializado en carnes. Cómo republicano". "Hey," Kerry se opuso en tono de broma. "Yo soy la que come verduras." Señaló a Dar. "A diferencia de ella." Todos rieron y caminaron hacia el restaurante. Dar se sintió un poco tonta, cuando vio el intercambio de miradas entre Jeff y su padre. A veces, se dijo, subestimo a mis padres. El pensamiento la hizo sonreír, deslizó un brazo alrededor de la cintura de su padre y le dio un apretón. "'Hola, Jeff," Andrew arrastró las palabras como llegaron a la puerta. "Ha pasado un tiempo." "Andy", el funcionario reconoció en silencio, moviendo sus ojos ligeramente. "Cecilia, me alegro de verte." Ceci le miró directamente a los ojos y sonrió. "Lo mismo digo. Es agradable tener estas pequeñas reuniones familiares, ¿no es así?" Asintió con la cabeza a la esposa de Jeff. "Hola, Sue. ¿Has conocido a Kerrison? ¿No? ¿Por qué no vamos dentro y nos ponemos al día?” Kerry suspiró para sus adentros. Parecía como si le estuviera ocurriendo a otra persona. Todos caminaron con rigidez al interior y fueron llevados a una mesa reservada, donde Kerry se encontró sentada entre Ceci y Andrew, frente a Chuck, que la miraba sin parar. Por un momento se sintió muy triste, porque sabía que esto debería haber sido una ocasión feliz.
Entonces su sentido común se hizo presente y se enderezó, ahuecando las manos alrededor de su vaso de agua. Sus ojos se encontraron con la calma del comandante. "De hecho..." contestó la pregunta de Ceci, "el comandante y yo ya nos hemos conocido. Incluso, almorzamos juntos." Escuchando sus palabras, Jeff Ainsbright se aclaró la garganta. "Sí, lo hicimos." Se las arregló para salir, ignorando la mirada rápida, casi de sorpresa de su esposa. "Sí, es cierto." "Eso debe haber sido divertido", comentó Ceci. "Déjame adivinar, ¿fue en la base?" Le lanzó a Kerry una mirada divertida. "¿Fue pastel de carne o sándwiches de pavo?" Andrew resopló suavemente. "Pastel de carne," Dar intervino. "Y todavía tiene el mismo sabor." "Oh. Yum." Su madre hizo una mueca. La mesa quedó en silencio. Ceci tamborileó los dedos sobre la mesa y volvió a intentarlo. "Muy bien, gente, escuchen." Puso sus manos sobre la superficie de la madera. "O empezamos a alegrarnos por habernos visto después de tantos años, o me tendré que poner a hablar de Greenpeace. ¿Qué es lo va a ser?" Los Ainsbrights la miraron fijamente. Por último, Sue Ainsbright suspiró y empujó un rizo de pelo gris de un ojo. "Ceci, siempre tuviste el tacto de un pez espada muerto." "Lo siento, lo superarás," la mujer más pequeña disparó de nuevo. "Amplía tus horizontes, ajusta tu forma de pensar, lo que sea necesario, pero vive en el siglo XXI y superar el hecho de que mi hija sea gay, ¿de acuerdo?” Kerry se mordió el interior de su labio con tanta fuerza que casi se desangró. Las miradas en los rostros de los Ainsbrights eran tan inapreciables, que deseó tener una cámara, pero vio la mirada Dar que le indicó a su amada pareja que no compartía su alegría. "Bueno cariño, " Andrew intervino, "supongo que ya puedes sacar tu llavero del arco iris, ¿eh?" Jeff Ainsbright respiró, y a continuación, sólo levantó una mano y la dejó caer. "No has cambiado nada, ¿verdad, Ceci?" Sonrió débilmente. Ceci se encogió de hombros. Andrew tomó su mano entre las suyas. "Hablar claro nunca mató a nadie, Jeff", aconsejó a su viejo amigo. "He estado en lugares que no te puedes ni imaginar, y eran más tolerantes que algunos de vosotros." Sus ojos se encontraron, y algo pasó entre ellos. El comandante asintió. "Tienes razón, Andrew. Dar, te pido disculpas. Yo... sólo me cogió desprevenido, eso es todo." Se aclaró la garganta. "Señora Stuart, mis disculpas también."
"¿Por qué?" Kerry pidió suavemente. "Dar y yo estamos acostumbradas a recibir reacciones de todo tipo, a nuestro alrededor. Algunas personas simplemente no pueden manejar la situación." "No es eso," Sue Ainsbright intervino. "Somos gente muy progresista. Es sólo que hemos conocido -. O, bien, es que pensábamos que Dar, y es sólo... extraño, eso es todo." Se ruborizó. "Es que eres tan... um...” "¿Qué?" Dar saltó. El comandante le lanzó una mirada, y luego desvió la mirada. "No es contagioso", dijo Dar. "Es repugnante" Chuckie interrumpió. Su madre parecía horrorizada. "¡Charles!" "Podéis sentaros aquí y fingir, pero yo no lo haré", dijo Chuck. "Es repugnante, y tú eres una pervertida". Se levantó, deslizó la silla hacia atrás, y luego salió del restaurante dejando a sus padres sorprendidos. El comandante y su esposa tuvieron la decencia de parecer avergonzados. "Él no quiere decir que," Jeff finalmente dijo en voz baja. "Es sólo que..." Sus ojos se levantaron y finalmente se reunieron con los de Dar. "En realidad, nunca superó vuestra ruptura, y creo que esperaba...” Dar dejó escapar un largo suspiro. "Lo sé," dijo. "Él es un buen hombre, tío Jeff." Sintió la incomodidad del nombre. "Lo siento." Se sentía un poco culpable por no haber vuelto a pensar en Chuckie, desde que había dejado la base. No hasta que había apareció de nuevo en su día a raíz de este nuevo contrato. Ahora estaba perdida de nuevo. No sabía si sentir lástima o alivio. Desvió la mirada para encontrarse con Kerry, que la miraba a través de la mesa, con una expresión de compasión tranquila, lo que provocó que pudiera esbozar una sonrisa a cambio. De repente, deseaba irse de allí. Deseaba estar lejos de este estrés innecesario, de vuelta a casa, donde podría disfrutar de una noche tranquila y un cálido baño juntas en el jacuzzi. ¿Te vas a volver cobarde ahora, Paladar? se burló de sí misma. "Dejarme ir a hablar con él." se levantó y empujó su silla antes de que alguien pudiera protestar, y se alejó de la mesa, hacia la puerta de salida. El comandante y Andrew se miraron. "Lo siento, Andy," Jeff Ainsbright murmuró. "Vaya infierno de reunión." "Podría haber sido peor." Ceci hizo señas al camarero para que se acercara. "Podría haber invitado a mi hermano y hermana." Levantó un dedo al camarero. "¿Tienes cerveza?" "Por supuesto, señora", el camarero farfulló. "Trae el mayor recipiente que tengas, y siete vasos," Ceci le dijo. "¿Y nos podrías traer también, unos cacahuetes?” El camarero se alejó. "Podría haber sido director social, ¿no te parece?"
Las risas rodearon la mesa, aliviando un poco la tensión acumulada. El aire exterior del restaurante era un poco húmedo, y Dar hizo una pausa para tomar un respiro para intentar calmarse antes de dejar que sus ojos buscan en el aparcamiento. Su madre le había sorprendido, admitió. Luego se dio cuenta que sus padres siempre la habían defendido. Siempre habían sido justos. ¿Por qué no iban a serlo ahora? Vio el Ford Explorer beige, y se dirigió en esa dirección. Chuck levantó la vista cuando oyó sus pasos, y su labio se curvó reflexivamente. "¡Fuera de aquí!" Dar se detuvo, manteniéndose a cierta distancia. "Escucha". "¡Lárgate de aquí, freak!" Chuck escupió. "Aléjate de mí." "Charles". Puso las manos en las caderas. "Tranquilo. No voy a tocarte." Su estómago se retorció en un nudo. "Cálmate." Él la miró fijamente. "Me das asco." Dar puso los ojos. "¿Quién demonios te crees que eres? Déjate de chorradas, Chuck. No soy la primera persona gay que has conocido." Dio un paso más cerca. "¿Cuál es tu problema?" Los ojos de Chuck se estrecharon. "¿Cuál es mi problema?" preguntó suavemente, apretando los puños. "¿Cuál es mi problema? Tú maldita zorra mentirosa y pervertida" "Charles". La voz de Dar bajó de tono. "Tranquilízate. Nunca te he mentido." "¿No?" Chuckie exhaló. "Sabías lo que sentía por ti." Se movió rápidamente y se abalanzó sobre ella. "¡Creía que tendríamos una nueva oportunidad!" Dar apenas reaccionó. Vio que cogía un bate de beisbol y se dirigía hacia ella. Esta se dio media vuelta, intentando desviar el golpe. "¡Chuck!" Esquivó el golpe de retorno y retrocedió. "¡Basta!" Estaba fuera de control. "Vete a la mierda. Me has hecho quedar como un idiota. ¡Apuesto a que los chicos ya lo sabían!" Se volvió hacia ella, cogiéndola por la cadera antes de que pudiera escapar, pero Chuck perdió el equilibrio y se estrelló de lleno contra ella, y los dos acabaron en el suelo. Mierda. Reaccionó defendiéndose dándole una patada en la barbilla, sintiendo la fuerza del impacto cuando su cabeza se echó hacia atrás. Llevó una rodilla entre ambos y empujó hacia arriba, luego hacia un lado, lanzando Chuck de nuevo. "Estúpido bastardo." Dar agarró el bateo, que había rodado libre de sus manos, y lo arrojó lejos, más allá de la siguiente fila de coches aparcados. Se puso de pie al igual que lo hacía él. Intentó mantener el equilibrio mientras Dar le daba otra.
Su cuerpo se estrelló contra el coche de al lado de donde estaban peleando, lo que desencadenó su alarma con un sonido fuerte y estridente. Ambos se congelaron, luego se miraron el uno al otro. "¿Y ahora qué?" Preguntó Dar. "Vas a buscar otra cosa con la que golpearme, o simplemente sacarás tu pistola del baúl y me dispararás, Chuck?" Muy lentamente, levantó una mano y se tocó la cara, luego se miró la palma. Estaba manchada con la sangre todavía goteaba de su oreja. "¿Qué demonios te pasa?" Dar preguntó con voz ronca. "No nos hemos visto durante diez malditos años, Chuck. ¿Por qué demonios te importa lo que haga con mi vida?" Tuvo que tragar un par de veces antes de hablar. "Nunca pude entender por qué rompiste nuestra relación." Dar suspiró para sus adentros, levantando una mano temblorosa frotándose las sienes. "Sabes tan bien como yo que-" "Sólo estabas jugando conmigo." El palpitar en su cabeza aumentó. "Chuck, en esa época sólo éramos unos niños. Simplemente escogimos diferentes caminos en la vida." "¡Y una mierda!". Se dirigió hacia ella de nuevo. "¡Detente!" Dar oyó el borde afilado de la ira en su propia voz. "No tenía ni puta idea de qué diablos quería entonces." Le tendió las dos manos para rechazarlo. "Chuck, no me hagas que te golpee de nuevo. Por favor." "No es de extrañar que estuvieras siempre tratando de vencer a los chicos", Chuck se burló. Dar estremeció interiormente. "Apuesto a que también utilizas a esa pequeña puta zorra de ahí dentro" Chuck respondió. "Yo debería -" "Deberías cerrar la boca antes de que te la parta.” Una voz ronca se escuchó a través de la proveniente oscuridad, detrás de Chuck, que hizo que los dos dejaran de hablar. Dar parpadeó. "Papá, puedo manejar esto." Andrew Roberts salió de la oscuridad, deslizándose entre Dar y su adversario en un movimiento silencioso. "Sé que puedes manejarlo, Dardar," estuvo de acuerdo en voz baja. "'Pero una de las obligaciones de ser padre, es que tengo que sacar la basura, y creo que aquí hay algo de basura que necesita ser tirada," hizo una pausa significativa, "fuera". No había humor en su voz. No había humor en los ojos azul hielo, con intención mortal, que miraban al ahora silencioso Chuck. "Parece que te gusta pegar a las mujeres. ¿Estás preparado para intentarlo con un viejo marine jubilado?"
Mantuvo fija su mirada por un instante, y luego la desvió al suelo. "No, señor". "Eso está mejor", dijo Andrew rotundamente. "Límpiate, vuelve dentro y actúa como un hombre." "Sí, señor" murmuró avergonzado. Se dio la vuelta, dejando que su mirada recorriera a Dar durante un largo segundo, antes de que volver hacia el restaurante. Andrew exhaló. "Será posible. ¿Qué tiene este chico en la cabeza?” Se volvió y estudió a su hija con ansiedad. "¿Estás bien?" Dar se sentó en el pequeño muro que separaba el aparcamiento y dejó caer su cabeza en sus manos. Kerry se agachó delante de una camioneta y echó a correr hacia Dar y su suegro. "Jesús. ¿Qué diablos está pasando?" Saltó por encima del muro y se instaló junto a su amante, poniendo un brazo alrededor de su cintura y apoyando una mano en la rodilla de Dar. Sabía que Dar estaba en problemas, pero se había retrasado hablando con el camarero. Dar se frotó la cara. "Mierda". Se enderezó y respiró hondo. "No me esperaba eso." "¿Esperar qué?" Kerry miró a Andrew. "Papá, ¿qué pasó?" El ex-SEAL frunció el ceño. "Han llegado a las manos." Kerry miró a la cara de Dar, buscando ansiosamente. "¿Te ha hecho daño? Voy a por mi nuevo SUV y lo atropellaré, lo juro", anunció en serio. "Seguro que con esos neumáticos ni me entero." Los labios de Dar sonrieron involuntariamente. "Creo que yo le hice más daño", admitió en voz baja. "Físicamente, pero no lo sé, Kerry, no esperaba una reacción así, no esperaba que se lo tomara tan personalmente." Miró a su padre. "Supongo que será mejor que volvamos a entrar." "No puedes estar hablando en serio", Kerry resopló. "Y cenar como si-" "Ker," Dar la interrumpió en voz baja. "No voy a dejar que crea que me ha asustado." Kerry se quedó mirándola. "Dar, esto no es un concurso de ego." "No, no lo es," respondió muy seria. "Pero si nos vamos ahora, él gana. No puedes dejar que la gente como él, gane y se sienta cómodo, Kerry." Andrew le dio unas palmaditas en la espalda. "Creo que mi hija tiene razón. Mejor os dejo para que lo habléis y voy entrando." Kerry observó la mirada triste de Dar. Cruzó los dedos alrededor de la mano de su pareja y le apretó suavemente. "Adelante, papá. Nos encontraremos allí." Su mirada se levantó para asentir a Andrew, y muy brevemente intercambiaron una mirada, luego el ex-SEAL se inclinó,
y besó a su hija en la cabeza. Luego se volvió y se escabulló entre las sombras, dejando a las dos mujeres solas en el aire fresco de la noche. Kerry esperó un rato, sólo flexionando sus dedos alrededor de Dar mientras estaban sentadas en silencio. "¿Te duele?" preguntó finalmente, viendo los desgastes de barro en la piel de Dar. "Te ves un poco pálida." Tomó aire durante unos segundos, luego se liberó en un suspiro. "Estoy tratando de conciliar el amigo que solía tener con esa persona que simplemente se me echó encima", dijo. "No lo entiendo, Kerry. No lo entiendo." La mujer rubia contempló el estacionamiento sin ver. "Sí. Lo sé. Es lo que sentí cuando mi padre me pegó aquella noche, y luego otra vez cuando me desperté en el hospital", dijo. "Tampoco lo entendía. No había cambiado en absoluto, así que ¿por qué no?" "Mm". Dar asintió. "Eso es exactamente. Yo soy la misma persona que era ayer. El infierno, él ya lo sabía esta mañana. ¿Por qué ahora?" Su voz se apagó. "Simplemente no lo entiendo." Se miró las manos, luego flexionó la que su amante estaba sosteniendo. El movimiento provocó una punzada de dolor por todo el brazo. "Ow." Kerry volvió una mirada muy preocupado sobre ella. "¿Qué? ¿Él te golpeó? ¿Dónde te duele, Dar?" "En el hombro." Hizo una mueca de dolor, al intentar subirse la manga a lo largo de su brazo izquierdo para mirarse. "Oh." Tomó aire, viendo la zona roja y púrpura. "Jesucristo". "Hmm." Dar movió su brazo un poco, luego se dio cuenta de que no era una buena idea. "Mierda." "Tenemos que hacerte una radiografía," Kerry decidió. Puso una mano sobre la boca de Dar. "Ni siquiera te molestes. No tienes argumentos, Paladar". Poco a poco, retiró su mano. "¿Está claro?" Dar la estudió. "¿Significa eso que mañana pediremos cita?" preguntó, con una pequeña chispa de travesura. Kerry se llevó las manos a las caderas y dio a su amante una mirada seria. "Te llevaré al hospital esta misma noche." Levantó la manga de Dar de nuevo y miró la lesión. "Dar, se ve horrible." "De ninguna manera." Negó con la cabeza y se puso de pie, estirando su cuerpo con cuidado. Oh, muchacho. Hizo una mueca, no estoy segura de qué me duele más el hombro o el costado. "Iremos a cenar tranquilamente, luego podemos irnos a casa. No me voy a morir, y pasar la noche en el hospital seguro acaba conmigo." Kerry frunció el ceño, pero se unió a ella, que había empezado a caminar lentamente hacia el restaurante. "Está bien. ¿Quién de nosotras va a dejar que papá conduzca su coche a casa? Porque te digo desde ahora, que tú no conduces". Dar suspiró. "Le dejaré el mío." La miró con ironía. "El tuyo es más nuevo."
"Hmm." Kerry enderezó los hombros antes abrir la puerta. No le gustaba la idea de esperar, ya que era obvio que Dar tenía que tener un dolor considerable, pero tal vez... Una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Tal vez cuando llegaran a casa, Dar tendría una perspectiva diferente. Desde el otro lado del restaurante, vio que todos las miraban, y tomó nota de la culpa en la expresión del comandante de la base mientras jugueteaba con su servilleta. Chuckie estaba sentado a su lado, en silencio, y Ceci llevaba la mayor parte de la conversación con la esposa del comandante. Sintió a su amante enderezarse a su lado, endurecer la postura de su cuerpo, mientras se acercaban a la mesa, tomando su asiento con fácil gracia y dignidad. Como si no hubiera pasado nada. "¿Todo bien?" Ceci preguntó mientras Kerry tomaba asiento. Echó una rápida mirada a la cara de Dar. "Simplemente genial", le aseguró Kerry. "¿Ya nos trajeron la cerveza?"
Capítulo Doce "Sabes," KERRY abotonó cuidadosamente un par de viejos pijamas de Andrew en torno a su amante inquieta "deberíamos haber ido al hospital." "Kerry," Dar suspiró, tratando de aguantar el dolor. "Lo siento. Estoy cansada, y de muy mal humor, sólo quiero ir a la cama." Su hombro se había endurecido, y pese a un puñado de analgésicos, apenas podía mover el brazo. Se estaba poniendo un poco nerviosa, realmente sólo quería acostarse y no moverse durante un tiempo. "Dar..." Kerry tomó aliento para continuar su argumento. "¿Por Favor?" Dar oyó la rotura en su voz. Tuvo su efecto, porque Kerry dejó de hablar, exhaló, y a continuación, llevó una mano suave contra su pecho. "Mañana a primera hora, te lo prometo. Iremos derechas al Dr. Steve y dejamos que me eche un vistazo." La miró esperanzada. "¿Te parece bien?" Kerry la miró con tristeza. "No." Sus labios se tensaron. "No está bien, porque no me gusta verte sufrir." Sus hombros cayeron. "Pero supongo que tendré que aceptarlo. Vamos, deja que te ayude a meterte en la cama." Echó un vistazo a través de la puerta de la habitación abierta. "¿Quieres la manta eléctrica o una bolsa de hielo?" Chino ya estaba en su canasta, con sus suaves ojos marrones mirando a Dar, con una expresión preocupada. Andrew y Ceci las habían seguido a casa, y luego se habían dirigido al puerto deportivo, asegurándose antes de que Kerry no tendría ningún problema para ayudar a Dar. Ahora Kerry estaba empezando a dudar de esa tranquilidad. Había intentado una docena de maneras de convencer a su amante obstinada para que le dejara llevarla a un hospital cercano, pero ésta se había negado rotundamente, prefiriendo sufrir notablemente, antes que someterse a una noche en la sala de emergencias. Por otro lado, tenía que admitir, que mientras ayudaba a Dar a meterse en la cama de agua, su amante parecía completamente agotada; y con su suerte, terminarían sentadas en la sala de espera durante al menos tres horas, probablemente más. Retiró el flequillo despeinado de los ojos de Dar. Así que tal vez ella tenía razón. "¿La bolsa de hielo?" Dar cerró los ojos y disfrutó en el simple placer de acostarse. Su cuerpo se empezó a relajar, lo que alivió algo del dolor. Estaba muy contenta de estar en casa, y aun así, inquieta por lo que habían pasado esa noche. Aunque el ambiente se había relajado al poco de empezar la cena, el dolor y las miradas hoscas de Chuckie fueron suficientes para querer ponerse de pie y tirarle algo, incluido su vaso de cerveza. "La bolsa de hielo." Abrió un ojo y lo pensó. "Sí." Miró a Kerry a modo de disculpa, muy consciente de cuán triste y enfadada estaba su pareja. "Gracias." Extendió su mano sana, y la deslizó por el muslo desnudo de su amante. "Sé que piensas que estoy siendo una idiota."
Kerry suspiró. "No, pero no voy a mentir y decirte que realmente lo entiendo," dijo. ". Sé lo desagradables que son para ti los hospitales y médicos, Dar. Pero me hubiera gustado llevarte para que te hicieran una revisión y te dieran algunos analgésicos." Continuó acariciando la pierna. "Voy a estar bien", dijo. "Ya me siento mejor, sólo necesito esta quieta," se opuso tenazmente. Su amante se cruzó de brazos. "¿Qué voy a hacer contigo?" "Cualquier cosa que quieras." Sus ojos azules impenitentes la estudiaron. "Excepto llevarme al hospital a medianoche." "También podría hablar con tus padres." Frunció el ceño. "¿No quedamos en eso?" Dar se mordió el labio inferior. "Se preocupan." Se encogió de hombros, luego desvió la mirada fuera de la de Kerry. "Y... mi padre tiende a ser un poco demasiado sobre protector." "Realmente," murmuró Kerry. "Imagínate eso." Dar volvió a mirarla. "Nunca le contaba que me había metido en peleas, si podía evitarlo. Él..." Hizo una pausa. "A veces se ponía como un poco loco, si sabes lo que quiero decir." Kerry lo pensó. "¿Quieres decir que él les hubiera pateado para defender a su hija?" Dar asintió. "¿Dónde está mi teléfono móvil?" Kerry empezó a levantarse. "Tengo su número de marcación rápida" "Kerry!" La agarró por la pierna. "Venga." Se sorprendió ante la reacción agresiva de su amante. "No fue tan malo." "¿Qué no fue tan malo?" Se sentó y le dirigió una mirada severa. "No me vengas con eso, Dar. He visto tu brazo. Ese imbécil se merecía mucho más…” no pudo terminar de hablar, y suspiró. "¡Me cabrea!" Su voz se elevó en un grito agravado. Chino gruñó. Dar la cogió de la mano y la sostuvo. "Lo sé", respondió en serio. "Pero quiero encargarme yo de esto, Kerry. ¿De acuerdo?" "Mm". Kerry parecía convencida. "Bien." Palmeó la pierna de Dar. "Bueno, déjame ir a buscar esa bolsa de hielo. ¡No te duermas!" Dar la vio salir, y luego exhaló dejando que sus ojos se cerraran de nuevo. Recordó mentalmente los desastres de las últimas veinticuatro horas. Maldita sea. Su hombro le dolía. Podía sentir la presión de la hinchazón hasta el cuello y hacia abajo, hasta los dedos. Se movió tratando de encontrar una postura más cómoda.
¿Estaba siendo idiota? Intentó razonar de nuevo. ¿Debería dejar que Kerry me lleve al maldito hospital? Kerry estaba molesta, y Dar odiaba cuando se enfadaba con ella, sobre todo si era por una buena razón. Con tristeza, abrió los ojos y examinó el techo de color blanquecino. Ella tiene una buena razón. No, ella tiene varias buenas razones para estar cabreada, porque estoy actuando como una adolescente estúpida otra vez, ¿no? "Maldición, maldición, maldición," Kerry murmuró para sí misma mientras caminaba por la sala y entraba en la cocina. "¿Pero qué narices le pasa, Chino?" preguntó al perro Labrador, que la había seguido. "Lo juro, tiene una raya por toda la espalda..." Soltó una ráfaga de aire exasperado. "¡Jesús!" Chino se sentó frente a su tarro de galletas y la miró expectante. "Gruñón". Kerry se dejó distraer por un momento. "Oh, ¿crees que vine aquí por ti?" El perro volvió a gruñir. Se acercó a la nevera y sacó uno de los paquetes de gel congelados, que solían tener preparados para después de las duras sesiones de gimnasio. Lo colocó sobre el mostrador, luego sacó una galleta del tarro y la sostuvo. "¿Qué dices?" Chino obedientemente se incorporó, levantando una pata y colocándola cuidadosamente sobre la rodilla de Kerry. "Aorgh." "Buena chica". Se la dio a su mascota el tratamiento que le sonrío satisfecha. "Por qué no podré enseñar a Dar a hacer eso, ¿eh? Ella nunca escucha." Su conciencia le dio un codazo en cuanto las palabras salieron fuera. Eso no es cierto, Kerry, y lo sabes. Ella suspiró y se fue a la despensa, la recuperación de una toalla marrón suave y esponjosa de la zona de lavandería. Dar la escuchaba. "Le dieron a probar las judías verdes la otra semana, ¿verdad?" comentó a Chino. "Tal vez es porque ella usualmente escuchan a mí que esto me está volviendo tan loco." Se apoyó en el mostrador. "O tal vez es porque simplemente no tiene ningún sentido para mí." Chino acarició su rodilla y le lamió una mano. "¿Pero sabes qué, Chino?, gritar no está ayudando", admitió en voz baja. "al revés me estoy poniendo más tensa y me da dolor de estómago." Enderezó los hombros y envolvió con un trapo la bolsa de hielo. "Es hora de ser agradables y acurrucarse. ¿Me sigues?" Chino gruño y meneó la cola. "Buena chica. Vamos." Lanzó un profundo suspiro y dejó que la irritación se alejara. Una sonrisa volvió a su rostro cuando se fue acercando al dormitorio. Dar levantó la cabeza cuando escuchó que los pasos se acercaban. “Kerry, escucha...”
"Aquí tienes." Entró en el dormitorio y se sentó en el borde de la cama de agua, apoyando cuidadosamente la bolsa de hielo envuelta en el hombro de Dar. "Y aquí". Puso un vaso junto a la mesa. "En caso de que tengas sed." Deslizó sus dedos sobre los labios de Dar. "¿Sabes una cosa? se me olvidó que era viernes por la noche." Las finas y oscuras cejas de Dar se entrelazaron sobre el puente de la nariz. "¿Eh?" "Que es viernes por la noche", repitió. "No somos una sobredosis de drogas, ni un accidente múltiple, o un intento de homicidio. Hubiéramos estado sentadas en la sala de espera hasta bien después del amanecer." Llevó la punta de su dedo a la nariz de Dar. "Así que creo que es lo mejor que no fuéramos al hospital." Poco a poco, una leve sonrisa se extendió por el rostro de su compañera. "Yo que estaba a punto de ceder, y dejar sumisamente que me arrastrarás hasta allí", admitió con una enorme ola de alivio casi haciéndola temblar. "¿En serio?" Se inclinó y sustituyó su dedo por sus labios, besándola suavemente. Se apartó, quedándose cara a cara frente a su amante. "Además, estoy muy cansada." "Si, te creo," contestó Dar. "Vamos a dormir." Alargó la mano y apagó la lámpara de noche. Kerry asintió con la cabeza, luego se levantó y caminó hacia el otro lado de la cama de agua, deslizándose con cuidado debajo de las sábanas recién lavadas, hasta que sintió el calor del cuerpo de Dar muy cerca. Apoyó la cabeza en la almohada, y llevó su mano sobre el estómago de la mujer más alta, entrelazando sus dedos. Pudo ver el perfil de Dar, bajo la tenue luz de las estrellas. "¿Dar?" Hubo un crujido suave de movimiento cuando ésta Dar volvió la cabeza, y la luz reflejó, ahora, débilmente sus ojos abiertos. "Hmm?" "Te quiero." Su respuesta fue una sonrisa. "¿Incluso cuando estoy siendo una perra con mal humor?" Dar preguntó con voz cansina baja. "¿Qué pasa con eso, Kerrison?" "Soy una tonta en cuanto veo tu hermosa cara," Kerry sonrió, "¿Qué quieres que te diga?" Dar la besó profundamente. "Gracias", murmuró con los labios entreabiertos. "Yo también te quiero." Sintió que su amante le devolvía el beso en la misma medida. "Quédate quieta". "Todavía tengo una mano bien," Dar contestó entre dientes.
"Dar, " El Dr. Steve rodeó la máquina de rayos X y le miró serio "¿vas a dejar de retorcerte?" Los labios de Dar se torcieron en una mueca. Le había estado haciendo pruebas durante horas, al menos eso le parecía a ella, y aquello estaba acabando con sus límites. "¿No es suficiente?" "Dar". El Dr. Steve se inclinó y puso una mano en la frente con sorprendente delicadeza. "Sólo han pasado cinco minutos. Dame cinco minutos más, y habremos terminado, ¿de acuerdo?" El médico le dio una palmada, y luego volvió a ajustar el diafragma de la máquina de rayos X. "Si no Kerry acabará por aburrirse mientras espera." Kerry se acercó al final de la mesa y apretó su cuerpo contra pies de Dar, que apenas descansaban en su superficie acolchada. Sonriendo, le frotó los dedos del pie flexionados contra su vientre. "Hey." Ojos azules la miraron. "Me siento mejor que esta mañana," Dar se quejó. Kerry se rio en voz baja. "Dar, dirías cualquier cosa, con tal de no estar aquí", dijo. "Eres terrible." El Dr. Steve levantó la vista de sus ajustes. Por lo general, un técnico capacitado realizaría el procedimiento, pero el médico sabía que su paciente rebelde acosaría a sus inocentes colaboradores. "Es hereditario. Su padre se comporta de la misma maldita manera, y créeme, Kerry, me volvía loco las pocas veces que conseguía que viniera a verme." "Hey," Dar intervino. "No estábamos tan mal." "Sí, seguro", su médico de familia la corrigió. "Estate quieta, Paladar Katherine, o le contaré a Kerry sobre tu aventura con el tubo de escape." Kerry observó cómo los ojos de su amante se ensanchan en alarma, y ahogó una risita. "Sabes", se aclaró la garganta. "Sólo desearía haber tenido un médico como tú cuando era pequeña. El médico de nuestra familia era tan agradable como estas batas abiertas de los hospitales para los pacientes." El doctor la miró y sonrió. "¿Si? Entonces, seguro que os molestaron mucho más que yo." Ajustó el aparato que estaba manipulando. "Está bien, detrás del escudo, Kerry." Kerry dio un apretón a los dedos de Dar, luego se unió al Dr. Steve, detrás de la placa de plomo. "Recuerda que debes mantener el cuello sin mover mientras estás allí", le susurró el hombre de pelo gris. "Ha estado teniendo dolores de espalda." "Me lo imaginaba," susurró el Dr. Steve. "¿Qué demonios estáis susurrando los dos?" Dar gruñó. Kerry y el médico intercambiaron miradas divertidas. "Que estás muy guapa con tu sujetador deportivo, cariño", dijo Kerry. "No quería avergonzarte."
"Seguro", el Dr. Steve consiguió decir en torno a una risita. "Está bien, Dar. Ya hemos terminado." Se quitó el delantal y apretó el brazo de la máquina hacia atrás, liberando a su reacia paciente, ahora sonrojada notablemente, mientras se incorporaba. "Hmm. Supongo que no tengo que revisar tu sistema cardiovascular; parece que estas bombeando muy bien." Sacó las placas de rayos X y las miró." Déjame ir a buscar los resultados. " Kerry esperó a que se fuera antes de dar la vuelta a la mesa y enfrentarse a su amante, que estaba sentada con las piernas colgando fuera de la mesa, sosteniendo su brazo lesionado con el bueno. "¿Ves? No ha sido tan malo." Deliberadamente se deslizó entre las rodillas de Dar y la miró a los ojos azules, que la miraban atormentada. "Vamos, Dar, ¿no quieres sentirte mejor? Sé que no puedes estar cómodo con eso." Tocó el codo de Dar, donde el moratón espeluznante se había extendido durante la noche. Dar suspiró. "Lo sé", murmuró. "Yo sólo -" "Odia a los doctores", terminó por ella. "Cariño, ya está." Le acarició la mejilla suavemente. "Sólo relájate." "Es fácil para ti decirlo," se quejó. "No estás aquí sentada semidesnuda, mientras lo demás susurramos sobre tu sujetador deportivo." Se bajó de la mesa y se estiró, deslizándose fuera de la máquina de rayos X hacia la gran ventana con persianas de la sala de examen. Kerry tuvo la oportunidad de admirar el cuerpo que se ocultaba sobre la prenda que estaban discutiendo, y sonrió. Se acercó por detrás de Dar y deslizó sus brazos alrededor de ella, abrazándola y plantándole un beso justo entre los omóplatos. "Mm". Exhaló suavemente, observando la piel de gallina viajar sobre la piel de la espalda. "Me alegra que hayas decidido venir, Dar". Esta miró por encima del hombro a su rubia y atractiva amante. "Sí, bueno, tal vez él me dé una palmadita en la cabeza y una botella de Percodan. ¿Me ayudarás a analizar los datos de la base cuando lleguemos a casa? Eso va a ser un infierno." "Por supuesto." Se soltó y dio un paso atrás al oír al Dr. Steve venir por el pasillo. "¿De verdad crees que hay algo ahí?" El rostro de Dar se quedó en silencio y más bien sombrío. "Sí." Levantó la vista cuando el Dr. Steve entró. "Si estás de vuelta para hacerme más pruebas, olvídalo." Su viejo amigo azotó su mano y se concentró. Le hizo una foto ante su sorpresa, y salió fuera del alcance de Dar, luego sonrió. "Te pillé. Está bien, chica. Vamos por el pasillo, y te contaré las malas noticias." "¿Qué fue eso?" Dar señaló a la cámara. "El libro de recuerdos de la familia." Recogió su camisa y se la lanzó. "Ten, vístete. No me escandalices a los enfermeros. Tienen los egos delicados". Dar permitió que Kerry la ayudara con la camisa, y luego siguió al Dr. Steve por el pasillo hacia su oficina. Esta era una habitación bastante grande, llena de
estantes de libros y un impresionante conjunto de diplomas esparcidos por toda la pared. En la pared opuesta, había varias fotos - del Dr. Steve con su familia, y algunas de él con varias personas más jóvenes en uniforme. También tenía buenas y cómodas sillas de cuero. Se sentó en una y se echó hacia atrás. Kerry estudió las fotos, sorprendiéndose un poco cuando vio una que le llamó la atención. En ella aparecía un Andrew Roberts bastante joven. "Hey. Es papá." Se volvió a medias. "Ooh... era una chica." "Kerry, si eres capaz de repetir eso delante de ese viejo lobo de mar aquí, te pagaré." El Dr. Steve rio, luego se puso las manos sobre el escritorio. "Ahora, señorita," se dirigió a Dar, "tienes una contusión ósea en el rostro." Dar lo miró con cautela. "¿Sí?" "Sí", respondió el médico. "Y has tenido mucha suerte, amiga mía. Si no fuera por el hecho de que tienes un bonita, grande, músculo deltoides allí, estaríamos hablando de una fractura, y tendríamos que ponerte un yeso allí, y te aseguro que no sería nada divertido." Se puso de pie y se acercó a la caja de rayos X, señalando una mancha oscura en el hueso largo del brazo de Dar. "Justo ahí." Kerry y Dar miraron. "¿Y?" Dar preguntó finalmente. "¿Cuál es el tratamiento?" "Amputación". El Dr. Steve se volvió y le dirigió una mirada inexpresiva, intentando controlar su risa histérica, a medio camino de Kerry. "Te pondré un cabestrillo que te lo mantendrá sujeto, jovencita, una botella de diluyente de sangre, en caso de que algo no coagule bien, y algunos analgésicos." Señaló a Dar. "Te quiero descansando, sin hacer nada estresante por lo menos durante el resto del fin de semana." "Está bien" Accedió, después de haber planeado pasar el día en el sofá, con su ordenador portátil, de todos modos. Hasta el momento, no sonaba tan mal, y siempre y cuando el proceso no implicara yeso o fibra de vidrio en cualquier encarnación, estaba feliz. "¿Eso es todo?" El Dr. Steve se sentó en el borde de la mesa y se inclinó hacia delante. "Cariño, lo digo en serio." Extendió la mano y trazó una línea desde la lesión hasta el cuello de Dar. "¿Ves lo cerca que esta todo? No quiero que haya problemas con algún coágulo y vuelvas al hospital con un derrame cerebral." Dar parpadeó. "¿Por un simple golpe?" "Ya me has oído," Steve dijo. "Así que quiero que estés quieta como un vegetal en los próximos días, y tomes esas malditas pastillas. Me hubiera gustado que me hubierais llamado ayer." Dar tomó aire para responderle, pero Kerry intervino. "Era tarde," le dijo ella, inclinándose sobre la silla de Dar. "Llegamos a la casa cerca de la medianoche." Revolvió el pelo de Dar. "Pensamos en ir a Sinaí, pero -" "Pero aún estarías sentadas allí, con más dolor y el mismo problema," Dr. Steve terminó la frase. "Sí, bueno, la próxima vez, olvida el hospital, sólo llámame, ¿eh?"
"Lo haremos", declaró Kerry, luego miró hacia abajo. "¿Verdad?" Dar sonrió débilmente. ¿Un derrame cerebral? Su mente se sacudió con horror ante tal insinuación, algo que siquiera había considerado. Las heridas no era nada nuevo para ella, pero esto era diferente. No podía imaginar vivir con la pérdida de una extremidad. Pensar en que podría terminar paralizada era bastante malo, pero lo peor sería acabar así por alguna mala decisión que podría haber tomado en el momento equivocado. "Sí, lo haremos", murmuró con voz ronca. "Buena chica". Steve le palmeó la rodilla. "Ya lo he organizado todo para que te manden la medicación a la farmacia de la isla".
KERRY alargó la mano y cogió su taza, tomando un sorbo de té de fresa, mientras revisaba los datos en la pantalla del ordenador portátil por enésima vez. Estaba acurrucada en la cómoda silla de cuero, en la sala de estar, con una pierna colgando perezosamente sobre el brazo de la misma. Sus ojos se levantaron sobre el borde de la taza y miró hacia el sofá cercano, luego puso la taza sobre la mesa, volviendo de nuevo a sus estadísticas. Podía, lo sabía, haber estado en cualquiera de sus oficinas, utilizando los monitores de gran tamaño para facilitar la visualización de los datos de forma más fácil, pero había preferido quedarse donde estaba y sufrir el cansancio de su vista, para sí poder mantener un ojo sobre Dar. El regreso a casa había sido muy tranquila, y su amante, por lo general rebelde, se había tomado mansamente su medicina, una vez recogida de la farmacia de la isla, y luego se había acomodado en el sofá. Incluso había dejado que Kerry le pusiera una almohada detrás de su cabeza y le tapara con una manta de lana suave. Está esperando que me diga te lo dije, Kerry reflexionó. El diluyente de sangre y vasodilatador que el Dr. Steve le habían prescrito, junto con el analgésico, habían dejado k.o. a Dar, y su amante habían estado durmiendo durante las últimas horas. Lo cual era bueno, pensó, porque si Dar estaba durmiendo, eso significaba que no estaba despierta y preocupada por la advertencia del Dr. Steve. Pobre Dar. Se inclinó hacia el sofá y retiró suavemente un poco de cabello de Dar, lejos de sus ojos cerrados. Tenía una venda de algodón blanca, atada alrededor de su cuello, sosteniendo su brazo herido cerca de su cuerpo, e incluso dormida podía ver su ceño fruncido. Por mucho que Kerry apreciara al Dr. Steve por haber forzado a Dar a tomar su lesión en serio, le dolía ver a su amante tan tenue, obviamente asustada y guardando silencio al respecto. Hojeó sus dedos por el pelo oscuro que se derrama sobre la almohada, enderezando sus sedosos mechones mientras observaba a su amante dormir. Luego suspiró y volvió a concentrarse en el maldito ordenador portátil.
Así que, ¿qué es todo esto, Dar? Se desplazó a través de archivos, estudiando las anotaciones de Dar, pero sin ver los patrones que su amante había construido laboriosamente o la importancia de ellos, bajo el flujo de datos. No era que ella fuera ajena al método; simplemente no entendía donde había conseguido Dar, esos los pequeños ganchos que usaba para conectar todas las piezas juntas. ¿Tal vez era porque Dar había trabajado en el software del sistema original? Kerry se apartó el pelo detrás de la oreja y se acercó más a la pantalla. Claro, debe ser eso. Sabía cómo funcionaba todo el sistema, así que naturalmente ella podría... Kerry dejó que el pensamiento se apagara mientras sus ojos se encontraron con algo. Curiosamente, dejó las entrañas del programa de Dar y llamó a los archivos de datos asociados, estudiando los contratos de ocupación y los horarios de los buques que de entrada y salida de la base. Poco a poco, dirigió el índice tocando la pantalla, lo que hizo un pequeño de ruido al rascar contra la pantalla LCD. ¿Por qué...? se preguntó. ¿Por qué una nave obtiene todos de los nuevos reclutas? Operativamente, no tenía ningún sentido, especialmente para alguien inmerso en las operaciones del día a día, como ella. No poner a todos los novatos en el mismo lugar, porque entonces tienes un agujero inútil de confusión. Los repartes entre los demás trabajadores, con más experiencia, por lo que puede aprender de ellos. Kerry miró el registro operacional de la nave en cuestión, un barco de suministro que aparentemente trabajaba a grandes grupos de buques, pero era lo suficientemente pequeño como para atracar en puertos pequeños. Lentamente, cogió su taza y bebió otro sorbo, sin apartar la vista de la pantalla.
DAR DESPERTO vagamente consciente de su entorno, el sueño medicado la había golpeado fuertemente. Los sonidos que oía le parecían ligeramente metálicos, y apenas tenía ganas de abrir los ojos. El hombro le dolía, pero era una especie de dolor lejano. Se tomó unos minutos para intentar ordenar sus recuerdos, vagamente brumosos, y recordar lo que había sucedido. Oh sí. Un clic suave venía de cerca, y oyó un débil sonido de cerámica sobre la madera, luego un suspiro y el movimiento de un cuerpo contra una superficie de cuero. Dedicó un momento a hacer un dibujo mental, imaginando a Kerry en la silla con el portátil. Muy lentamente, abrió un ojo, luego volvió la cabeza y parpadeó, la imagen en su mente se volvió realidad. Kerry estaba mirando fijamente la pantalla, con el ceño fruncido mordiendo la punta de un lápiz entre los dientes.
Por alguna razón, aquello le hizo sonreír. Después de un segundo, Kerry levantó la vista y sus ojos se encontraron. "Oh." Dejó lo que estaba habiendo y se apoyó en el brazo del sillón. "¿Estaba haciendo demasiado ruido?" "No." Dar se aclaró la garganta. "Wow. Me siento como si estuviera nadando en una sopa de almejas." Una ceja rubia se arqueó. "¿Sopa de almejas? Ew." "¿Qué hora es?" Miró el sistema de su ordenador portátil. "Las dos". Estudió a su compañera lesionada. "Toma un poco de esto, te hará bien." Le entregó su té, luego se detuvo y cambió de opinión, levantándose de la silla para darle de beber. "Me olvidé de lo incómodo que es cuando no puedes utilizar ambas manos." Dar bebió con avidez el té, disfrutando del sabor dulce. "Me alegro de que pusieras un poco de hojas de té en este agua con azúcar", bromeó. Kerry le sacó la lengua. "Es tu culpa", le acusó. "No te acostumbras." Se inclinó y besó a su pareja en los labios. "¿Quieres algo de comer? Pensaba preparar un poco de sopa." "¿Sopa?" Se sintió un poco más alerta. "¿Eso es por mi anterior comentario o crees que para curar una contusión ósea requiere sopa?" Firmemente, empujó a un lado los pensamientos de coágulos, a medio camino, convencida de que habría sido mejor simplemente dejar que la maldita cosa sana por sí sola, en una feliz ignorancia de su riesgo. "Cariño, añadiré unas costillitas si quieres." Kerry se rio. "Tengo hambre, y tengo un bote de esa sopa picante tailandesa en la nevera, así que...” Los ojos de Dar se iluminaron. "¿Con la leche de coco?" "Uh-huh". Tuvo que ahogar una sonrisa. "Eso cambia las cosas, ¿eh?" Revolvió el pelo de Dar. "Necesito un descanso de todos modos. Encontré algo que creo que necesita ser revisado cuando estés un poco más despierta." Y dicho eso, se dirigió a la cocina. Dar sabía que debía levantarse y mirar el ordenador, pero las drogas todavía estaban haciendo fuerza sobre ella, y su cuerpo estaba más que contento con quedarse donde estaba. Probablemente no sabría qué demonios me estaba mirando todos modos. Pero recordó lo que había descubierto el día anterior, y empezó a ponerse algo nerviosa. Como si fuera una señal, su teléfono móvil sonó. Estaba vestida con tan solo un par de pantalones cortos de deporte y poco más, y no tenía el teléfono cerca. "Hey, Ker?"
"Lo escucho." Llegó trotando desde la cocina en una cuchara de madera. "Ooh... te va a gustar esto. He echado más de pollo que las verduras." Cogió el teléfono. "¿Hola?" "¿Eres Roberts?" una voz femenina preguntó secamente. "No." Miró a su amante. "¿Puedo preguntar quién le llama?" Hubo un breve silencio. "La Jefe Daniel." Ooh... Entrecerró los ojos. La bulldog. "Ella es…" La jefe la interrumpió secamente. "Mira. Tengo que hablar con ella. Sólo dígale quién soy. Créame, señora, no estaría llamando si no fuera necesario." Hmm. Lo suficientemente justo. "Es esa pequeña persona", dijo a Dar, después de silenciar el teléfono. Las cejas de Dar se levantaron. "¿La Jefe Daniel?" preguntó con sorpresa. "Maldita sea. Dame el teléfono." Kerry se acercó y se lo entregó, luego se arrodilló y la ayudó a sentarse un poco. La cabeza de Dar giró por un minuto, entonces se llevó el teléfono a la oreja. "Hola, Jefe." "Roberts". "Sí, soy yo," le confirmó. "¿Me extraña su llamada un sábado?" "Roberts, cállate un minuto." Bajó la voz. "Dejemos toda la mierda a un lado, hay algo aquí que necesitas ver." Un cosquilleo subió por su espalda. "¿Cómo qué?" preguntó. Una vacilación distinta se hizo sentir. "No puedo explicarlo", dijo. "Ya es bastante malo sólo el tener que decírtelo. Sólo ven hasta aquí." Dar miró a Kerry. La rubia estaba sacudiendo la cabeza negativamente, de una manera muy seria. "No puedo," finalmente respondió. "Si quieres hablar de ello, tendrás que venir aquí." "¿Qué?" la jefe silbó. "No seas… mierda, no puedo creer que esto me esté pasando. Sólo estoy tratando de ayudarte, maldita sea." "Lo sé." Le respondió con honestidad. "Tuve un accidente ayer por la noche, y no puedo conducir hasta la base, así que si tienes algo importante, empieza a moverte." La otra mujer se quedó callada durante un largo tiempo, y luego suspiró. "Hija de puta", dijo finalmente. "¿Qué demonios, ya estoy metida en tu problema? ¿Dónde diablos estás?" Dar le explicó. "¿Jefe?" "¿Qué?" la mujer espetó.
"¿Qué te hizo cambiar de opinión?" Le preguntó. "Sobre ayudarme, quiero decir." La Jefe Daniel resopló, claramente audible hasta para Kerry. "¿Cambiar mi opinión? De seguro que lo hice." Hizo una pausa. "¿Has oído hablar del término ‘la elección menos mala’?” Dar permitió que se le escapara una risa seca. "Oh, sí. Lo he escuchado antes." "Seguro". Contestó y colgó. Dar colgó el teléfono y se relajó de nuevo en la almohada. "Esto sí que ha sido una sorpresa." Miró a Kerry. "La última vez que la vi, ella me estaba insultando." Kerry le devolvió una mirada sobria. "No puedo creer que de repente haya cambiado de forma de pensar y te quiera ayudar, Dar". Se encogió de hombros. "Ella no es una..." Levantó la mano ilesa y se frotó los ojos. "Es un buen oficial, Ker. Sabe mucho, y creo que sólo estaba protegiendo a su gente. Ella me ve como una amenaza." Consideró sus propias palabras. "La pregunta es, ¿qué es lo que ha encontrado que pueda ser una amenaza mayor que la que yo puedo ser?" "Hmm." Kerry golpeó el extremo de la cuchara contra su barbilla. "Bueno, creo que tardará un rato en venir hasta aquí. Iré a ver si la sopa ha está hecha." Antes de volver a la cocina, la señaló el utensilio de madera. "Mientras te quedarás ahí sentada, y me dejarás que te dé de comer." Se dio la vuelta y se dirigió a la cocina, dejando a su compañera sonriendo. "¿Supongo que no puedo recibirla así vestida?" preguntó, mientras deslizaba el paño de agua fría sobre la cara. "¿Puedo?" Kerry se apoyó en el umbral de la puerta y la miró. "Si fuera por mí..." le pasó un dedo debajo de la cinturilla elástica de los pantalones de deporte de Dar, "seguro". Le acarició una costilla. "Pero creo que su pequeña visitante no estará muy de acuerdo." "No estoy de humor para andar con miramientos," respondió torpemente tratando de manejar su cepillo de dientes con una sola mano. "Ker, podrías...” Kerry se inclinó sobre ella y cogió la pasta de dientes, extendiéndola perfectamente en el cepillo para ella. "Ahora." Puso la tapa de nuevo y vio como Dar se cepillaba los dientes. "Bueno, lo único que necesitas es ponerte una camiseta o algo así." Sus ojos cayeron hacia los pantalones cortos, de hecho muy cortos, que dejaban al descubierto casi toda la longitud de las piernas largas de su amante. "Pensándolo bien, vamos a la habitación y pensaré qué podemos hacer." Dar se dio la vuelta, con una sonrisa muy desenfadada en su rostro. "Oh, me gusta ese tipo de oferta." "Auch." Se movió hacia delante y sus manos encontraron su camino alrededor del cuerpo de Dar. "¿Te acuerdas de cómo... Ah." Kerry se encontró envuelta en los brazos de su amante, uniendo ambos cuerpos. "Oh, sí."
Dar agachó la cabeza y se besaron. Sintió el cuerpo de Kerry apretarse contra el suyo, provocando que la fiebre sensual borrara los dolores persistentes como por arte de magia. "Mucho mejor que las drogas", murmuró. "¿Oh sí?" Deslizó sus manos a través de la piel de Dar. "¿Qué tal esto?" Dar gruñó suavemente en respuesta y le dio un suave empujón, haciendo que retrocediera un paso. Mantuvo el cuerpo de su amante cercano, aprovechando la cercanía para desabrocharle el sujetador, sintiéndola jadear un poco ante la sorpresa cuando el algodón se soltó enseguida. "No está mal para tener una sola mano, ¿verdad?" le susurró en el oído, que empezó a mordisquearle delicadamente. "Uh". Los dedos de Kerry empezaron vagar sin descanso sobre el cuerpo de la mujer más alta, a medio vestir. "Esto podría complicarse." "Oh." Ronroneo susurrante. "Espero que sí." Otro pequeño empujón hacia la cama. Se frotó ligeramente contra la piel de Kerry, sonriendo mientras ésta se fundía en ella, mientras una sacudida de calor las quemaba. Podía sentir la respiración de Kerry, su pecho se movía contra el de Dar, y cuando dio otro paso hacia la cama, sintió que la respiración se aceleraba al mismo tiempo que su toque rodeaba los senos de Kerry. Se detuvieron, deshaciéndose del resto de ropa, todavía unidas entre sí. Dar deslizó su otro brazo por debajo de Kerry y le dio la vuelta, dejándose caer sobre la cama, tirando de la mujer más joven hacia abajo con ella. En medio de una pequeña risita, Kerry terminó sobre ella, con sus piernas enredadas entre sí. "Ya sabes..." lamió el cuello de Dar, luego mordió ligeramente alrededor su clavícula "con nuestra suerte, seguro que ella conduce rápido." "Todavía no ha podido llegar al ferry", respondió alegremente Dar. "Va a tener que esperar." La risa de Kerry se convirtió en un suave gemido, y se olvidó de su visita.
LA JEFE DANIEL condujo a lo largo de la calzada, mirando nerviosamente de derecha a izquierda, cuando no estaba mirando el trozo de papel en el que había escrito las instrucciones. "¿Qué demonios es esto? Ella me envió a la maldita terminal de la Guardia Costera. Maldita sea... piensa que estoy bromeando." De pronto, vio un giro a la derecha y lo tomó, casi provocando la colisión de dos coches que circulaban detrás de ella. Unos de eso coches le tocó la bocina con furia, sacando una mano por la ventana, dándole un gesto grosero, cuando ella giro de forma cerrada hacia la base del pequeño ferry, no muy bien señalizado. "Hijo de puta." Negó con la cabeza. "Debería habérmelo imaginado." Maniobró su camioneta por las calles señalizadas, hasta el borde del muelle. Un guardia uniformado la saludó cortésmente. Bajó su ventanilla. “¿Cómo se va hacia allí?"
"¿A la isla?" El oficial de seguridad asintió. "¿Viene a visitar a algún residente o está interesada en la compra de una casa?" Momentáneamente distraída, se inclinó en su marco de la ventana y se puso sus gafas de sol hacia abajo para obtener una mejor visión de hombre latino, firme, casi militar. "¿Cuánto cuestan?" El guardia parpadeó. "Um... w...” "En números redondos". La jefe sonrió. "Deja de los centavos." Él se aclaró la garganta. "Creo que los más pequeños algún millón...” "Ah. ¿Eso es todo?" Le sonrió con la mirada fija en el rostro del hombre. "En fin, vengo a visitar a Roberts, al parecer vive por ahí. Dar Roberts. Se supone que debo ir a verla." El guardia miró su portapapeles con atención. "¿Sra. Daniel?" Miró hacia arriba. "¿Es usted?" ¿Sra.? Se puso seria. "Si, soy yo". El guardia la dirigió hacia el ferry esperando pacientemente, mientras ella se colocaba en su sitio. Después de esperar a que el resto de vehículos tomaran su lugar, se pusieron en marcha. Como era su costumbre, la jefe revisó el barco, tomando nota del equipo de salvamento debidamente asegurados, así como los salvavidas. El ferry en sí era plano, con capacidad para unos veinte coches, y tenía una pequeña cabina donde las personas podían esperar sentadas. Estaba ordenada y limpia, algo que gratamente la había sorprendido. En poco tiempo, atracaron en el muelle de la Isla, colocando una rampa para descargar los vehículos del interior. La isla era lujosa, tenía un aspecto elegante. Apostó que los setos que acabada de pasar, costarían más de un mes de su suelo. El impacto repentino de agua, sobre su parabrisas, la hizo saltar y subir la ventanilla. "¡Hey!" Miró al estibador, que estaba lavando la parte frontal de su coche. "Lo siento. Oh." Niebla salina. Claro. Setenta y dos Mercedes por metro cuadrado; no pueden dejar que se les oxiden. Siguió conduciendo y mirando las instrucciones de nuevo. Uno de los caminos, según las agujas del reloj. Bastante simple. Giró a la izquierda y siguió la carretera alrededor de la segunda unidad, luego aminoró hasta llegar al aparcamiento indicado. Deslizó la camioneta en lugar del visitante, y salió, con un maletín cerca de ella. Miró a su alrededor con curiosidad. "Maldito lugar lleno de dinero." Negó con la cabeza, luego se dirigió hasta el camino, dando unos pasos hasta llegar a la puerta que le habían indicado. Hizo una pausa, se ajustó el uniforme, se colocó bien las mangas, enderezó los hombros y finalmente tocó el timbre.
Para su sorpresa un ladrido le respondió. No se había imaginado a Roberts con un perro. Después de un momento, y una orden rápido desde el interior, se abrió la puerta. La Jefe Daniel se encontró frente a la intensa mirada de un par de ojos verdes fijos casi al mismo nivel que los suyos. Habló secamente. "Estoy aquí para ver Dar Roberts." "Lo sé", respondió Kerry. "No creo que nos conozcamos. Soy Kerry Stuart, la pareja de Dar." Le tendió una mano. La Jefe Daniel casi retrocedió un paso por puro reflejo. Su aversión a los homosexuales casi había anulado su deseo de averiguar qué demonios estaba pasando, algo que no pasó desapercibido para la rubia que tenía frente a ella. Después de unos segundos de silencio, se dio cuenta que no estaba recibiendo nada más allá de la guardia de la puerta, así que apretó los dientes y aceptó la mano que se le ofrecía. "Un placer" dijo, esperando que fuera tan claro cómo lo falso que sonaba. Disgustada. Tuvo que armarse de valor para no limpiarse la mano cuando Kerry la soltó. "Pasa." Kerry dio un paso atrás y abrió la puerta. "No te preocupes por Chino, es inofensivo." De pie detrás de Kerry había un gran perro labrador de color crema, que la estaba observando en alerta. Rodeó el gran perro y se detuvo, mientras Kerry cerraba la puerta detrás de ella. Lo primero que notó fue el olor. Cuero y un toque de especias en el aire. Miró a su alrededor, viendo la enorme sala de estar con un confortable mobiliario de cuero costoso como centro de entretenimiento. Una puerta daba a un lado, y a través de su panel entreabierto, pudo ver que era un dormitorio. Detrás de la sala de estar había un comedor formal, con un arco que conducía, especuló, a la cocina. Bonito lugar. El arte en la pared era interesante, y el equipo de música era claramente superior a lo normal. Realmente estaba muy impresionada. Kerry pasó a su lado. "Dar está preparando algo para beber." Hizo un gesto a los muebles. "¿Quieres sentarte?" El Labrador trotó junto a ella y saltó sobre el sofá, acurrucándose, con la cabeza hacia abajo, pero manteniendo un ojo en el intruso. "No, gracias", dijo la mujer, desviando su mirada, cuando captó un destello de movimiento. Dar salió de la cocina, con una copa en una mano. Estaba vestida con pantalones cortos y una camiseta, pero con un brazo en cabestrillo de algodón blanco. "Hola". "¿Qué has hecho, finalmente measte sobre alguien que hizo algo al respecto?" Le preguntó sin rodeos. "Siéntate." Dar ignoró el comentario sarcástico y se sentó en el sofá. Notó que la otra mujer no se había movido. "O te sientas, o te marchas de aquí." Su voz se elevó sonando un poco borde. "Tú eras la que quería enseñarme algo, así que me lo muestras o te pierdes."
Kerry abrió la boca, luego la cerró y simplemente se sentó, cogiendo su portátil y empezando a revisar su pantalla. No levantó la vista cuando la Jefe Daniel se sentó reacia, lo más lejos que pudo. "Está bien." Puso su maletín sobre la mesa y abrió la cremallera. "A ver qué te parece esto, pez gordo". Sacó algo y lo arrojó sobre la mesa. Se deslizó a través de la superficie de vidrio y se detuvo justo antes de Dar. "Parece que no necesitaba ninguna ayuda externa para encontrarlo, ¿verdad?" Dar dejó la taza y cogió el paquete, mirándolo con curiosidad. "¿Qué demonios es esto?" preguntó ella, mirando a la otra mujer. "Ábrelo. No tengo visión de rayos X", Daniel se echó hacia atrás. Dar desdobló el paquete, con una sola mano, y como pudo, consiguió quitar la envoltura de plástico que cubría lo cubría. Retiró el último pliegue y miró fijamente los resultados. Su frente se arrugó, e intercambió una mirada con Kerry, que aparecía igualmente perpleja. "¿Encontraste un ladrillo envuelto para regalo?" La jefe rio brevemente. "Y yo que pensaba que tenía algunas células cerebrales. Tal vez tu estilo de vida no te deja ver más allá de tus ojos. Eso no es un ladrillo, Roberts. Es cocaína." Se quedó mirando el objeto. “¿Cocaína?" Su voz se elevó. "Tienes que estar bromeando." Kerry se lo quitó de las manos y lo examinó fascinada. Dar se frotó las sienes con una mano. "Deben ser los medicamentos que estoy tomando. Estoy alucinando, esto parece un mal episodio de Miami Vice". Kerry se mordió el labio. "¡No me lo puedo creer!" Dar se quedó mirando el ladrillo, luego a la petulante jefe Daniel. "¿Están haciendo contrabando de drogas?" Esta se encogió de hombros. "Lo encontramos en un armario de almacenamiento, donde se supone que se guarda la munición." Sonrió a Dar. "No tenías ni idea, ¿verdad?” Dar se echó hacia atrás y exhaló. "No." La miró con tristeza por encima de la cabeza. "No, no me imaginaba que fuera algo así", admitió "pero esto podría explicar algo más." Y probablemente podría explicar los asientos del diario de contabilidad. Dar trató de comprender la enormidad de la situación. Pero ¿hasta dónde llegaba? ¿Cuántas personas estarían implicadas? ¿Hasta dónde llegaba en la orden de mando? Dar lentamente suspiró. ¿Durante cuánto tiempo venían haciendo esto?
Capítulo Trece CECI levantó la vista de su pincel cuando oyó una garganta que es despejaba. Se protegió los ojos, luego sintió que sus cejas se levantaban. Sue Ainsbright estaba de pie en el borde de su pasarela, mirándola muy incómoda. "Hola, Sue." "Ceci". La mujer tomó un respiro. "¿Puedo subir a bordo?" Era tan naval. Casi cedió a la tentación de rechazar su petición de embarque. "Claro". Guardó su pincel, inmaculado aún por la pintura, y se puso de pie cuando Sue cruzó hacia el barco. "Parece que necesitas beber algo, vamos a abajo." "Gracias." Su invitada la siguió bajando unos peldaños hasta la cabina. Ceci se acercó a la cocina compacta, haciendo un gesto hacia las sillas mientras sacaba algo de beber. "Siéntate. Andy ha salido a dar un paseo hasta la tienda." Se acercó y le entregó a Sue un vaso de té helado, y luego se sentó a la mesa frente a ella. "Esto es una sorpresa." La mujer de pelo gris se quedó mirando el vaso, en silencio durante unos segundos, girándolo ligeramente entre sus dedos. "Lo sé." La miró finalmente. "Sólo quería venir a hablar contigo." Vaciló. "Para pedirte disculpas por lo de anoche." Ceci entrelazó los dedos y apoyó la barbilla en ellos. "¿A mí? ¿Por qué?" Sue se limitó a mirarla. "Lo digo en serio", dijo Ceci. "Si alguien merece una disculpa, son Dar y Kerry, no yo." Se levantó y se sirvió su propio vaso de té, simplemente por mantenerse ocupada. "Pobre de Kerry. Sabes, lo que pasó anoche fue exactamente a lo que ella tenía miedo." "Parece una buena chica," Sue contestó en voz baja. "¿Para un hombre, quieres decir?" Ceci replicó. "Ceci". Su vieja amiga la miró dolida. "Estoy tratando de disculparme, dame un respiro, ¿quieres?" Ceci tomó un sorbo de su té, sintiéndose muy inestable. "Lo siento," dijo ella. "El negar o excluir cualquier cosa que no entiendo siempre ha sido una constante en mi vida." Un soplo. "He estado en el lado equivocado de esa línea durante toda mi vida." Se mantuvo en silencio por un rato, entonces suspiró. "Sabes, me había olvidado de ello." Sus ojos se levantaron. "¿Aceptar eso de ser…. fue fácil para ti?" "Ser Gay?" Ceci dijo la palabra. "No, no lo fue." Cruzó de nuevo y se sentó. "Cuando Dar nos lo dijo, nada me habría sorprendido más. Demonios, Andy y yo estuvimos hablado toda la noche, y creo que... Bueno, ya sabes, al final estábamos más que nada aliviados."
Los ojos de Sue se abrieron más. "¿Aliviados?" Una risa seca salió de la garganta de Ceci. "Sabíamos que le pasaba algo. Andy estaba contento de que fuera eso. Eso era mejor que saber que pudiera estar embarazada, enferma o metida en drogas. Mil cosas pasaron por nuestras mentes antes de que nos enteramos." "Oh," Sue murmuró. "Ella era una... era bastante testaruda, lo recuerdo." "Sí, lo era," Ceci estuvo de acuerdo. "Y lo sigue siendo." Hizo una pausa reflexiva. "Andy dice lo ha heredado de mí." Una curiosa expresión se formó en su rostro, luego sacudió la cabeza. "Aceptar la homosexualidad de Dar nunca fue un problema para nosotros", declaró secamente. "Aceptar a Kerry en nuestra familia nunca fue un problema tampoco. Andrew y yo enseñamos a nuestra hija, desde el principio en nuestras vidas, que nunca debía odiar a nadie". Sus ojos se clavaron en su viaje amiga. "A diferencia de ti, al parecer." La aludida se puso de pie. "Cecilia, eso no es justo", le espetó. "Sin duda alguna no enseñé a Charles odiar a nadie. Somos gente de bien, gente de Dios. Me molesta tu insinuación." Ceci también se puso de pie. "¿Si? Déjame decirte lo que me molesta." Dejó su vaso sobre la mesa. "Me molesta que a mi hija le llamen pervertida. Me molesta que tu hijo, que no tiene ni medio cerebro, piense que pueda juzgarla, y de verdad..." se acercó, señalando con un dedo a la mujer asustada, "realmente, realmente me molesta el hecho de que ni siquiera tiene la educación de ocultar su enfermo fanatismo." Sue se quedó mirándola. "No tienes que meterte, Ceci estaban fuera del restaurante así que-." "¿Qué?" La voz de Ceci se levantó. "Estábamos cenando, Sue. Si no hubieras estado actuando como si fuéramos leprosos, nadie en el lugar se hubiera dado cuenta. Era como si lleváramos marcadas las frentes." "¡Ceci!" Sue estaba respirando con dificultad. "Creo que será mejor que me vaya." "La verdad es una mierda, ¿no?" Ceci se mantuvo firme. Se miraron la una a la otra durante un largo momento, en silencio. Entonces Ceci exhaló y cruzó los brazos sobre su pecho. Miró la alfombra, pensativa. "Sue, tú fuiste la primera mujer en la base que vino a llamar a nuestra puerta." Su voz estaba más tranquila ahora. "¿Qué pasó con esa persona?" Poco a poco, Sue se sentó de nuevo y puso sus manos sobre la mesa. Miró a su vieja amiga sintiéndose como unas extrañas. "El tiempo". Exhaló. "Berkeley era mucho más fresca en mi mente, pero ha pasado demasiado tiempo desde entonces."
"Recuerdo que estaba tan impresionada por eso." Ceci logró una leve sonrisa. “Wow, ella también fue a Berkeley." "Lo recuerdo", Sue admitió. "En aquella época pensé que eras... sentí lástima por ti. Eras tan joven, tan...” "Irresponsable". Ceci asintió. "Diferente", su vieja amiga no estuvo de acuerdo. "Como si estuvieras fuera de lugar" vaciló unos segundos "pero Dar no." "No", dijo Ceci suavemente. "Y ella disfrutó de su infancia, Sue. A pesar de todo lo que pasamos. Así que cuando sucede lo que sucedió la noche pasada, es como tener que renunciar a una parte de eso." Sue asintió y finalmente tomó un sorbo de su té. Respiró hondo antes de que continuar. "No hay excusa para lo que hizo mi hijo." Pronunció las palabras con cuidado. "Jeff y yo hablamos toda la noche, y si -" se detuvo y se frotó las sienes. "Lo siento. Me siento fatal Si Dar quiere presentar cargos, creo que debería hacerlo." Ceci sentía que el mundo sólo se había desplazado un poco hacia la izquierda. "¿Cargos?" preguntó ella. "¿Por qué? ¿Por abuso verbal?" Lo ojos de color azul oscuro de su amiga parpadearon dos veces. "No" se detuvo, y luego tomó aliento. "Ceci, Chuck fue tras ella con un bate de béisbol." "¿Qué?" "Pensé que seguramente ella te habría..." La voz de Sue se apagó de nuevo. "Jeff estaba tan enojado anoche. Él... él y Chuck lo tenía agarrado en la sala de estar. Era... muy feo", dijo. "No sé qué pasó, pero Chuck sólo... él se rompió y dijo que lo estaba volviendo loco, y cómo se había llevado el bate y...” Ceci intentaba mantener su respiración. Dentro, fuera; adentro, afuera. "Oh, querida diosa", susurró. "Dar dijo que se torció el hombro. Tuvimos que llevar su coche a casa." "¿Ella no te lo dijo?" Sue parecía aturdida. "No lo entiendo." Ceci se levantó y caminó a través de la cabina, acercándose a la ventana y mirando hacia el agua iluminada por el sol del pacífico. "Yo sí". Oyó pasos en la rampa arriba. "Dar conoce muy bien a su padre." Se volvió hacia Sue. "No digas nada a él." "Pero Ceci…" "Yo se lo diré", le interrumpió. "Buscaré la forma de decírselo, pero déjame hacerlo a mi manera." Sue asintió débilmente cuando la puerta de la cabina se abrió y entró Andrew. "'Lo." Sus ojos recorrieron con sorpresa cautelosa. "No entiendo qué hace ella aquí." "Sue vino a disculparse por lo de anoche." Ceci se acercó y tomó las bolsas de la compra de su marido. "Hemos estado hablando."
Los claros ojos azules de Andrew se posaron en el rostro de su mujer, estudiándola, luego desvió la mirada hacia su visitante. Había empezado a llover de nuevo. Dar se quedó delante de las puertas correderas de cristal, viendo caer hojas que casi ocultaban su vista del océano. El ruido sordo de un trueno sonó encima de la cabeza, pudiendo sentir su vibración, a través de la mano que había apoyado en el cristal. No esperaba esto. Algunos artimañas con las facturas, sí. Esquivar las puntuaciones de los reclutas, también. Tal vez incluso falsificar algunos registros de los ejercicios, para ocultar a algunos viejos amigos y así no tomar decisiones un tanto difíciles. ¿Pero contrabando? No era tonta, ni ingenua. Florida fue una excelente elección para el contrabando, por su relativa cercanía con América del Sur y por su población multinacional. Era sencillo pasar desapercibido en esta ciudad, por lo ocultar alguna operación de contrabando no sería tan difícil. Además, era una península. Rodeada por tres lados por el agua, con una amplia oportunidad para que alguien se moviera por las miles de pequeñas bahías e islas invisibles, sin ser detectados. Así que el hecho de que se estuviera haciendo contrabando de drogas o cualquier otra cosa no la sorprendió. Que la Marina estuviera involucrada... No. Se enfureció. No en la Marina. Seguramente algunas escorias estaban usando la Armada para violar la ley y llenarse sus propios bolsillos. Estaban utilizado un lugar que ella consideraba, como su casa, para perjudicar a otras personas realmente no estaban participando en eso. Tal vez incluso, estaban trayendo reclutas que no pertenecían allí, poniendo en peligro a marines inocentes, que simplemente hacían su trabajo. Los marines como su padre eran personas honestas. ¡Bastardos! Sintió su ira en aumento. A pesar de todo, y sobre todo a pesar de lo que había pasado la noche anterior, todavía se consideraba a esas personas como parte de su familia. Le habían ofrecido un lugar al que pertenecer durante muchos años, los habían aceptado, le habían dado a su familia una casa y comida sobre la mesa, y estaba segura que no iba a dejar que todos pagaran por culpa de un puñado de criminales. "¿Y bien?” La voz de la Jefe Daniel le provocó una mueca de dolor. "¿Tienes un plan, o simplemente te vas a quedar mirando fuera durante horas?" "¿Y tú, tienes un plan?" La voz de Kerry respondió al instante, retándola. "Si has venido aquí buscando ayuda, lo mejor es simplemente que te calles, te sientes y dejes que Dar lo piense." Dar vio el reflejo de su sonrisa a través del cristal. "Si tú eres su secretaria, mejor simplemente coge tu cuaderno y espera", respondió la jefe Daniel.
Dar contuvo la respiración, preguntándose qué haría su amante para resolver aquel golpe. Kerry simplemente se rio. "Muchacha, ¿tienes tus estereotipos cruzados?" Dar se dio vuelta y se enfrentó a ellas, recostándose contra el frío cristal, sintiendo la presión de la lluvia fuera contra sus omóplatos. "El problema es el siguiente. Quiero localizar y precisar a cada hijo de puta que está involucrado en esto. Si la Marina envía allí a la policía, no van a coger a nadie." "Se escaparán." Kerry asintió. "Borrarán todos sus sistemas. Sólo tenemos una pequeña captura de datos, Dar. No tenemos la estructura de sus archivos o los algoritmos que encontraste. Me sorprende que no lo hayan empezado a hacer ya." "No, no saben lo que hemos encontrado." Dar negó con la cabeza. "Seguro que sólo saben que encontré el concentrador de datos." Miró directamente a la marine. "¿Con quién has hablado de esto?" La Jefe Daniel se quedó momentáneamente desconcertada. "¡Estoy en mi derecho de pedir explicaciones!" "Esa no es la cuestión." Kerry tomó una cereza seca de la copa sobre la mesa y la mordisqueó. "El punto es, que alguien estaba lo suficientemente nervioso para poder borrar sus huellas, y eso dice mucho en sí mismo. Dar rastreó a la empresa que lo instaló. Es una empresa privada que hacen un montón de trabajos por toda la ciudad". Dar levantó una ceja. "El último trabajado importante que hicieron fue en el ayuntamiento," añadió Kerry, ya que ambas habían chocado sus miradas. "Mierda". Dar cerró los ojos y se frotó las sienes. "Esto se está poniendo demasiado grande para nosotras. Déjame llamar a Alastair y averiguar qué demonios quiere que haga. Estamos en un poco muy negro." Pasó por delante de ellas, y se dirigió al estudio, cerrando la puerta detrás de ella. Kerry soltó el aliento, que había estado conteniendo durante los últimos segundos. "Mierda. Ella tiene razón. Esto está fuera de nuestro contrato." La marine soltó un bufido. "Claro. Revolvéis todo, y luego nos dejáis con la mierda al cuello." "No es eso", Kerry se rompió. "¿Entiendes de lo que estamos hablando aquí? Eso son delitos federales." "Ya sé que no es una broma." Kerry le dio la espalda y se dirigió a la cocina, tomando un vaso del gabinete y abriendo el frigorífico. Estudió sus opciones, luego cedió y sirvió dos chorritos de jarabe de chocolate y llenó el vaso de leche. Preocupada, se apoyó en el mostrador dejando que la leche se mezclara. Tenía demasiadas complicaciones hacinadas en su mente. En primer lugar, el problema de las drogas. Era mucho más grande que cualquier otra cosa que Dar
hubiera esperado encontrar, y sabía que eso había arrojado a Dar a un bucle. Era demasiado, y eso sin saber quién o quienes estaban involucrados. ¿Y si era el Jeff Ainsbright? Kerry tomó un largo trago de su leche con chocolate. Le había gustado el gran comandante, lo había encontrado abierto y directo, incluso en la situación incómoda en la que se habían visto involucrados la noche anterior. ¿Qué pasa con Chuckie? Los labios de Kerry se apretaron en un gruñido casi inconsciente. Querido Dios, se dio cuenta con inquietud, que estaba esperando que estuviera involucrado. Espero que golpeen su culo desagradable y lo metan a la cárcel federal durante veinte años. Un pensamiento muy poco cristiano le miró a la cara. Tal vez pueda desarrollar un gusto por un estilo de vida diferente. Jesús. Dejó el vaso y se tapó la cara. ¿Realmente quiero eso? Se cruzó de brazos con tristeza. Maldita sea, sí lo hago. Sintió una sensación de rabia impotente. Lo único que quiero es... Sus músculos se tensaron, y sus hombros se crisparon por la tensión. Quiero que sufra por lo que le ha hecho a Dar. Nunca se había sentido así antes. Incluso en los malos momentos, incluso con Kyle, nunca había pensado en el dolor físico. Un resoplido suave la dejó. "Mírame", susurró. "Un año de artes marciales, un cinturón de color azul oscuro, y me creo que soy Terminator." Un ruido en la puerta la hizo mirar hacia arriba para ver Dar mirándola. "¿Cómo te fue?" Dar entró y se acercó a ella, tomando un punto apoyado en el mostrador a su lado. "Está tan atónito como nosotras", admitió. "Todo lo que dijo que: 'Dar, haz lo que tengas que hacer, sabes que confío en tu juicio.'" "Oh, muchacho. Eso ayuda." Kerry cogió su vaso y bebió. "Así que, ¿cuál es tu mejor juicio, jefa? Sabes que confío en él, también." Dar tomó el vaso de ella. "Está llamando a Hamilton, y él a Briefing." Tomó un sorbo. "Ker, la verdad es que no sé qué hacer. Sé que deberíamos dejar esto a los militares, y que se encarguen ellos. Está fuera de nuestra liga". Kerry asintió lentamente. "Tienes razón", estuvo de acuerdo. "Esto está fuera de nuestra experiencia, y potencialmente podría ser muy peligroso. El General Easton debería hacerse cargo desde aquí." Las dos se quedaron en silencio durante unos minutos, compartiendo el vaso de leche hasta que se vació. Finalmente, Kerry dejó el vaso y volvió la cabeza para mirar a su amante. "¿Crees que van a meter la pata?". Un pequeño gesto en el rostro de su amante le indicó que estaba de acuerdo. "Quiero llegar a todos ellos", murmuró. "Tengo miedo de dos cosas, Ker: una, que van a tomar demasiado tiempo; y dos, que van a ir allí y perderán los datos que puedan identificar a todas las personas involucradas." Se cruzó de brazos. "Dar, entiendo cómo te sientes, pero esto está más allá de nosotros."
"Lo sé." Su voz sonó infeliz. "Vamos a llamar a Gerry. No podemos quedarnos en esto por más tiempo." Kerry siguió a Dar fuera de la cocina, hacia la sala de estar. "Jefe, vamos a trasladar esto a la Junta de Jefes, que fueron lo que nos contrataron." Lanzó un resoplido. "Mierda.” La Jefe Daniel se levantó. "¿Sabes lo que harán? Cogerán un pincel del tamaño de un portaaviones y lo cubrirán todo. Pendejos". Se acercó a la puerta y salió, sin dejar que ninguna de las otras mujeres pudiera responder. El portazo resonó, haciendo que Chino saltara por la sorpresa, luego, se tranquilizó. "Ugh." Kerry se frotó la frente. "Qué mujer más desagradable." Dar cogió el teléfono. "Sí," estuvo de acuerdo. "Es una hija de puta más desagradable que yo. Nunca pensé que viviría para ver algo así." Escuchó el tono de llamada y luego fue atendida. "Gerry? soy Dar".
ANDREW caminó hasta el final del muelle y se sentó, extendió sus largas piernas, y se movió hasta sentirse más cómodo en el duro banco de madera. No tuvo que esperar mucho tiempo, ya que se oyeron pasos después de unos minutos. Volvió un poco la cabeza para ver la figura alta y corpulenta dirigiéndose hacia él. Esperó hasta que el intruso estuvo muy cerca, entonces se giró para encontrarse con él. "'Hola." Jeff Ainsbright desaceleró y se detuvo a un cuerpo de distancia. "Hey, Andrew." Se aclaró la garganta. "Gracias por llamarme". Lo miró fijamente. "Siéntate." Hizo sitio para que si viejo amigo se sentara, y se quedaron durante unos minutos en silencio. La ira dentro de él todavía necesitaba algo de tiempo para disiparse. "Escucha, Andy..." Jeff parecía perdido. "Acerca de la noche anterior." "Lo sé," Andrew le interrumpió: "ha pasado mucho tiempo desde que he estado en una reunión de padres y maestros. Dar es una mujer adulta, lo ha sido durante años. Si tienes algo que decir sobre lo que pasó anoche, no hables conmigo habla con ella. " Jeff suspiró y apoyó su peso sobre sus codos. Entrelazó las manos y las estudió. "Andy, sabes que siempre me ha gustado Dar". "Siempre me lo ha parecido, sí," dijo Andrew. "Ella siempre hablaba bien de ti." El comandante se quedó en silencio durante unos momentos. "No estaba preparado para lo que pasó ayer por la noche", admitió. "Chuck llegó a casa y nos
lo contó, y yo simplemente... No tuve la oportunidad de pensar en ello." Miró hacia arriba. "¿Me entiendes?" Un encogimiento de hombros fue elocuente. "Nunca me ha importado, así que no, no lo entiendo." Jeff suspiró. "Siempre has tenido un punto ciego con ella." Ahora, Andrew levantó la vista y lo miró a los ojos completamente. "Ella es un regalo que Dios me dio." Hablaba despacio, con una pasión casi suave. "Él la hizo, y me encanta cómo es." Tomó aliento. "No sé por qué la gente no entiende eso." Jeff lo miró, luego bajó los ojos. "Porque eres un hombre mejor que la mayoría de nosotros, Andy." "Eso es mentira", le espetó. "¿Y qué demonios le pasa a tu hijo?" El comandante se alejó un poco. "¿Qué quieres decir?" "¿A qué demonios crees que me refiero? ¡Es Capitán de un maldito barco!” sus ojos brillaron. "¿Él dejó su cerebro a bordo, o qué?" Jeff le dio de forma defensiva. "Vamos, Andrew. Estaba bajo mucho estrés. Siempre se quedó atascado en Dar". Andrew se puso de pie y caminó sin descanso. "No, no, no. Ah lo excuses, Jeff." El ex-SEAL negó con la cabeza. "No después de todo este maldito tiempo. ¿No me estarás diciendo que está enamorado de ella desde que estaba en la escuela secundaria? ¿Y que se volvió loco al pensar que no tendría ninguna posibilidad con ella, por segunda vez?" Andrew volvió y puso sus manos en sus caderas. "No suena como alguien a quien quiera al mando de un barco, permíteme que te lo diga." Ainsbright lo miró con recelo. "Él es un buen capitán de barco." Los ojos azules pálidos lo miraron. "Me parece que ahora sé por qué quedo fuera de la escuela de comandos." "Él lo intentó de nuevo. Tuvo que crecer un poco. Ya sabes cómo es." La mandíbula de Andrew trabajó. "Por lo que pude ver fuera del restaurante, no ha madurado lo suficiente para estar a cargo de sí mismo, y mucho menos de un barco lleno de otras personas." Frustrado, Jeff levantó las manos. "Vamos, Andrew, perdió la paciencia. No me digas que nunca te ha pasado. Me conoces mejor." "Nunca me encontré con ningún barco", Andrew respondió en voz baja. "Pero nunca cogí un bate de béisbol e intenté agredir a una mujer, tampoco", agregó. "Estoy pensando que debería ser suficiente para que te preocupes de él." Jeff se quedó muy quieto. Los dos hombres se miraron el uno al otro durante un largo momento, luego Ainsbright se sentó de nuevo y apoyó la cabeza en sus manos. "Sí, él lo ha jodido." Su voz resonó en el pavimento. "Maldito niño estúpido."
Andrew se apoyó contra un poste de madera y miró hacia las nubes. Un trueno retumbó por encima, pero todavía tendría algo de tiempo, antes de que empezara a llover. Su dolor de cabeza que había empezado cuando Ceci le había contado, a su manera, lo del bate de béisbol, ahora su dolor estaba empeorado. "Maldita suerte chico." Jeff levantó la cabeza. "¿Suerte?" El frío en los ojos de Andrew era inconfundible. "Si, suerte no salí por esa puerta treinta segundos antes." El comandante resopló con desconcierto cansado. "Mierda, Andy. Dar no necesitaba tu ayuda. Chuck está el hospital de la base con una ruptura del tímpano y la mandíbula parcialmente dislocada." Cerró los ojos. “Eso lo mantendrá alejado y será capaz de pensar en lo que ha hecho.” Andrew se sentó. "¿No vas a denunciarlo, entonces?" preguntó, en voz baja. "Porque si no lo haces, lo haré yo." Ainsbright lo miró, “Andrew…” Tienes razón. Dar no me necesita para que cuide de ella. Es una gran chica, y puede encargarse de sí misma, como la mayoría." Se enderezó. "Pero si vuelve a ese barco, Jeff, hay gente por debajo de mando que no merecen ser dirigidos por alguien como tu hijo." "¡Él tiene un récord impecable!" Jeff protestó. Andrew disparó de vuelta. "Alguien tiene que mirar por ellos." "¡Andrew, por el amor de Dios!" gritó el comandante. "¡Fue sólo una pelea!" "¡No, señor!" Fue de cara contra él, clavando un dedo en el pecho. "¡Fue un capitán de la Marina atacando a una civil, mostrando su maldita debilidad como oficial!" Miró a Ainsbright. "¡Y si él hubiera sido Dar, te diría lo mismo!" Se quedaron en silencio. "¿Estás seguro?" el comandante preguntó en voz baja. "Por supuesto," le respondió. "Bueno," Jeff Ainsbright se alisó su uniforme, "Yo no soy tú." Se dio la vuelta y se marchó sin mirar atrás. Andrew dejó escapar un suspiro, se sentó en el banco, estiró sus largas piernas, mirando la cubierta del mismo con el ceño fruncido. El creciente viento soplaba un poco, haciendo que la humedad del mar golpeara contra su cara, y echó la cabeza hacia atrás, mirando las nubes oscuras, pensativo. "¿No tuvimos suerte, marinero?" Ceci acarició las piernas extendidas de su marido y se sentó en el banco a su lado. "Naw." Sacudió la cabeza. "Viejo tonto obstinado." Volvió un poco la cabeza.
"¿Por qué no la llamas?" Ceci le tendió el teléfono móvil. "Seguro te hará sentir mejor." Miró el teléfono, luego se lo devolvió. "Tengo una idea mejor." Se puso de pie, y le tendió una mano. "Iremos a verla." Ceci se dejó arrastras llevar, y empezó a bajar al muelle. Estaban a medio camino cuando la lluvia los sorprendió, barriendo la zona con un olor a ozono y húmeda cálida madera.
"HEY". KERRY se sentó en el borde del escritorio de Dar. "¿Por qué no dejas que te traiga otra tanda de esas pastillas, eh?" Podía ver el tinte pálido en la piel normalmente bronceada de Dar. "No." Movió su brazo en el cabestrillo para tratar de aliviar el dolor. "Me dejan k.o. y no quiero correr el riesgo de estar atontada cuando Gerry nos llame de nuevo." El dolor había empeorado ya que el medicamento se había disipado. Ahora tenía ráfagas de dolor agudo subiendo por el hombro hasta el cuello. "Bien." Intentó otra táctica. "Voy a hacer un poco de té de hierbas, ¿quieres un poco?" Dar lo pensó, luego asintió. "Sí. ¿Tenemos esos de color rosa?" "Es albaricoque y miel", Kerry le dijo. "Y sí, tenemos." "Me gustaría." Dar sonrió. "Creo que puedo tumbarme en el sofá durante un rato. Estoy segura que Gerry llamará en unos minutos." "Suena como una gran idea para mí." Se levantó, esperando que Dar se uniera a ella, luego metió una mano dentro de su codo y la acompañó hasta la sala de estar. Consiguió que Dar se acomodara rodeada de almohadas y lana, y luego se dirigió hacia la cocina. "Hey, de Chino." Saludó al Labrador, que la había seguido. "¿Quieres un poco de té, también?" La cabeza rubia ladeó con curiosidad. "No, probablemente no, ¿eh?" Puso un poco de agua caliente, luego sacó un tazón del gabinete y allanó el cajón, sacando algo de fruta para lavarla. Cerezas, eran una de las favoritas de Dar, así como las uvas, manzanas y melocotones, y los plátanos que eran también su favorito. Luego sacó una bolsa gruesa, con pan de nueces y plátano dulce de la nevera, y cortó unas rebanadas, extendiendo una capa de crema de queso sobre ellas, antes de colocarlas en un plato junto a la fruta. "Ya está." Sacó una botella de Advil del armario y la dejó allí, sin hacer nada mientras miraba cómo se calentaba el agua. Dar inclinó la cabeza hacia atrás y miró al techo. Sus hallazgos habían sorprendido a Gerry; lo había sabido por su tono de voz. También sabía que él iba
a reaccionar rápidamente, y que las tropas de la policía militar, estarían probablemente dirigiéndose ya a la base. Sabía que era lo correcto, pero estaba molesta por tener que dar el control de la situación. Kerry tenía razón. Sabía que habían meter la pata. Sabía que perderían los datos de los que estaban involucrados, y tal vez con un poco de suerte cogerían a los más obvios. Y la gente como Jeff Ainsbright, que, incluso si él no estaba involucrado, lo taparían todo, ya que aquello había estado pasando bajo su propio mando. Dar suspiró, recordando las largas tardes que había pasado como una salvaje corriendo con Chuckie y los otros niños, en las zonas cubiertas de hierba de las viviendas, mientras sus padres se apiñaban sobre barbacoas en el patio delantero. Si lo intentara, podría cerrar los ojos y escuchar los partidos de fútbol que jugaban. Un toque de calidez en su brazo la hizo volver a la realidad, abriendo los ojos. "Lo siento. Sólo estaba pensando." Un aroma de albaricoque se desprendía desde la bandeja que Kerry estaba poniendo sobre la mesa de café. Kerry tomó la mano de su pareja en su propia y le frotó los dedos. "Dar, si estás cansada, vete a dormir. Te despertaré tan pronto como suene el teléfono." "Hmm." Negó con la cabeza. "Ya he dormido la mitad del día, Ker." Movió la cabeza sobre la almohada, luego se incorporó un poco. "¿Has guardado ese ladrillo?" Asintió, entregando a Dar su taza. "Envuelto, pegado, lo he metido en una caja, y lo he dejado en la parte superior del gabinete de manera que Chino no pueda tocarlo." El Labrador, escuchar su nombre, llegó resoplando buscando golosinas. "Me da escalofríos sólo mirarlo." Dar tomó un sorbo de té. "¿Nunca experimentaste?" "No." Negó con la cabeza. "Me bastó con la cerveza, gracias, y por ello me metí en más de suficientes problemas." Se detuvo a media entrega de un trozo de pan y miró a Dar. "¿Y tú?" Un suspiro apenado le dio la respuesta. "Una vez," admitió. "Nada fuerte. Unos cuentos de nosotros nos apoderamos de un poco de hierba silvestre que crecía hacia el sur de la base y decidimos hacer una fiesta." Terminó de entregarle el pan de nueces. "¿Y?" preguntó con curiosidad. "Estuve enfermo como un perro durante tres días." Mordió el pan. "estuve vomitando, viendo manchas, no podía retener nada hasta que mi madre finalmente me llevó al médico y él me dio Dramamine intravenosa." "Oh." Kerry se mordió el labio interior. "Pensé que eras alérgica a eso." "Fue entonces cuando nos enteramos." Dar hizo una mueca. "La siguiente vez que alguien me preguntó si quería tomar drogas, le pegué". Tomó un bocado más grande. "Mm... qué bueno está esto."
"Lo sé." Kerry se sentó en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá. Le entregó un puñado de cerezas. "Estuve tentada una vez, cuando estaba en la universidad", dijo. "Todo el mundo lo hacía. Todas esas horas por la noche y el estrés... tuve un par de amigos que tenían casi de todo. Siempre me ofrecían lo que tenían o si quería alguna otra cosa." Dar vio el perfil de su compañera, mientras movía sus músculos de la mandíbula mientras masticaba. "Si, nosotros también tuvimos muchos así en la universidad." "Mm". Kerry exhaló. "Recuerdo que una noche, estaba muy agobiada por dos exámenes que tenía en un mismo día, uno de escritura y otro de diseño de sistemas. Tenía un horario completo de clases, y estaba totalmente desbordada. Agotado. Lo único que me mantenía en pie era el café". "Mm," Dar murmuró. "Jane se acercó y me vio. Me ofreció un puñado de anfetaminas y una coca cola. Me dijo que con aquello no tendría problemas." Explicó, dando otro mordisco, pensativa. "Tomé lo que me dio." Dar mordió una cereza y hábilmente separó el fruto del hueso. "¿Y?" Se hizo eco de la pregunta anterior de Kerry. "Vomité nada más tomarlas," admitió honestamente. "¿Creerías si te dijera que hasta vi la cara de mi padre?" Los ojos de Dar abrieron. "¿Tu padre?" La joven se rio en voz baja. "Ya sabes, siempre estaba criticando a las personas que necesitaban de ese tipo de ayudas para salir adelante y ganarse la vida." "Eso es un montón de mierda”. Dar declaró. "No es el punto. Me recordó que yo había elegido tomar esta doble especialidad, y si no podía manejarlo, no debía tomar nada para conseguirlo. O lo haces o no lo haces, pero no de esa forma falsa ", respondió. "Quería hacerlo por mi cuenta, así que pude mirar atrás y decir, sí, lo hice. Nadie me ayudó." "Hmm." Dar mordió otra cereza y otro bocado de su pan de nueces y plátano. "Sí, veo su punto", admitió. "Así que, ¿qué hiciste?" Recordó aquella larga y dolorosa noche. "Trabajé en ello. Escribí el diseño de sistemas en primer lugar, necesitaba estar despejada para eso, y luego me puse con la escritura creativa..." Ahora, una sonrisa se dibujó en su rostro. "Dar, todavía no sé lo que escribí en el examen. Me dieron una B, pero no tengo ni idea de lo que escribí." Dar se rio entre dientes. "Cualquier cosa que funcionó, eso seguro." Miró con suerte su plato. "¿Un poco más de ese pan?" Volvió la cabeza y la miró.
Dar asomó su labio inferior. "Ah. ¿Así que piensas que es todo lo que se necesitas para conseguir que renuncie a esto, por el pan de nueces?" Kerry preguntó. Dar le dio una mirada triste. "Eres una mocosa." Kerry se lo entregó. Peló un plátano y se acomodó como Chino, que había colocado su barbilla hacia abajo en el muslo. "¡Oh, no, señora! La última vez que te dimos fruta, te pusiste enferma, ¿recuerdas?" El teléfono sonó, y Kerry lanzó una mirada retrospectiva a Dar, a continuación, cogió el receptor portátil y contestó. "¿Hola?" "Ah... sí, ¿está Dar?" "Sí, mi general. Sólo un minuto." Le devolvió el teléfono y se dio media vuelta, apoyando la barbilla en el sofá mientras escuchaba. Dar tomó aire antes de acercarse el teléfono a la oreja. "¿Gerry?" Se escuchó un suave golpe en la puerta. Kerry frunció el ceño, se puso de pie y corrió hacia la puerta, mirando a través de la mirilla. "Uh-oh." Vaciló, luego se dio cuenta que realmente no tenía otra opción y abrió la puerta. "Hola." "¡Hola, kumquat!" Andrew saludó. "¿Podemos entrar?" Oh, mierda. Se movió haciendo sitio para que sus suegros entraran, cerrando la puerta detrás de ella.
DAR miró a la puerta, con curiosidad, mientras escuchaba la voz en el otro extremo de la línea. "Gerry, no estamos equipados para eso." Cerró los ojos contra el palpitante dolor que podía sentir en su cuello, cada vez más intenso. "Tengo los equipos de seguridad que pueden proteger los datos, eso sí, pero esto es una base de la maldita marina". "Soy consciente de eso, Dar". La voz de Gerry fue inusualmente grave. "El problema es que no podemos enviar a un equipo allí, antes de cuarenta y ocho horas." Para entonces, sería demasiado tarde. "Maldita Sea." "John Taylor de la oficina del JAG está en un avión dirigiéndose allí," el General Easton le informó. "Él se hará cargo de la parte oficial, pero si hay alguna manera de que tu gente pueda proteger las evidencias -" "Gerry, mi gente podría salir lastimada", le interrumpió. "Nosotros no nos involucramos en este tipo de cosas. En temas corporativos, sí, ¿pero en temas de contrabando? Soy responsable de mis empleados y de su seguridad." Hizo una
pausa. "Y no sé cuántos cabrones están implicados". Imprudentemente, se movió, ahogando un grito por el dolor. "Mierda". "¿Dar?" Gerry habló rápidamente. "¿Estás bien?" Se mordió el labio interior durante un largo momento, luego exhaló cuando el agudo dolor retrocedió. "Sí, estoy bien. Acabo de torcerme algo." "Bueno, escucha, encontraré alguna otra manera de hacerlo," General Easton respondió. "Si tenemos suerte, puede que no se nos escapen." Aquello era injusto, Dar reconoció, era exactamente lo que había temido. "Espera un minuto, Gerry." Colgó el teléfono y dejó caer la cabeza sobre la almohada, pensando acerca de sus opciones. ¿Era peligroso? Se honesta, Dar. Claro que lo es. Mira lo que le pasó anoche, y Chuck era un amigo tuyo. Se frotó la frente. Esto era una base militar, llena de marines e infantes de marina, un número desconocido de los cuales podrían estar involucrados en actividades delictivas y reaccionar con violencia. Pero... Si ella no ayudaba, personas inocentes podrían y probablemente serían culpadas, y los criminales probablemente escaparían. Pregunta era, ¿cómo podía ayudar a Gerry, ayudar a la base, proteger a los inocentes, y mantener a su gente segura al mismo tiempo? "Jesús, Paladar", murmuró para sí. "¿Quién demonios te crees que eres?" Finalmente, cogió el teléfono de nuevo. "Gerry?" "Si, todavía estoy aquí, Dar". "Déjame ver qué puedo hacer." Se oyó decir aquellas palabras, y se preguntó cómo iba a respaldarlas. "Tal vez pueda conseguir un pequeño equipo de voluntarios en el interior." Se le ocurrió una idea. "Con una escolta." Hubo una pausa momentánea. "Dar, hazme un favor, ¿sí? No te arriesgues. Quiero ver a toda tu familia esta Navidad. Lo he estado esperando durante mucho tiempo." Dar evadió sus palabras. "Veré lo que puedo hacer para poner las cosas en movimiento. Hablamos más tarde, Gerry." Colgó y puso el teléfono en su vientre, considerando qué hacer a continuación.
EN UN SEGUNDO la entrada estaba llena de gente. Kerry se quedó bloqueando la entrada, a pesar de su tamaño relativamente pequeño. "Dar está al teléfono," les explicó. "Es por trabajo." "Uh-huh". Andrew se cruzó de brazos. “Estoy seguro que es por trabajo." Miró a Kerry con curiosidad. "Algo que te molesta, kumquat?"
"¿A mí?" Kerry exhaló. "Uh, no, no. Estoy bien." "¿Cómo está Dar?" Ceci preguntó casualmente. Ah. "Ella está... ¿Por qué me lo preguntáis?”. Los padres de Dar intercambiaron miradas de complicidad. "Muy bien, kumquat. ¿Qué está pasando?" Insistió Andrew. "Sabía que algo no estaba bien." Oh, mierda. "Es que…” ” ¿Ella se hizo daño anoche?" La pregunta la cogió desprevenida. "Bueno…" "¿Ese pequeño bastardo le hizo algo a mi hija?" "Bue... s..." Kerry tomó aliento. "Sí, eso es lo que pasó, pero…" "Hijo de puta." Andrew estaba visiblemente enojado. Kerry levantó las manos en un gesto tranquilizador. "No es tan malo. Ya hemos estado en el médico y hecho algunas pruebas. Es más doloroso que cualquier otra cosa." "¿La arrastraste al médico?" Andrew tenía los puños plantados en sus caderas. "No me lo puedo creer, ¿y no nos dijisteis nada?" "Papá". Kerry le dio una mirada suplicante. Ceci se revolvió el cabello rubio plateado. "Hay cosas que nunca cambian, ¿verdad?" murmuró. "Todavía puedo recordar cuando tuve que arrastrarte, en varias ocasiones, al hospital de la base entre pataletas y gritos." Su marido la miró. "Ese no es el punto", respondió con el ceño fruncido. "No estamos hablando de mí." "No, no." Le palmeó el brazo. "Estamos hablando de tu hija. ¿Te acuerdas de ella? ¿Una chica alta, morena, de ojos azules, con una actitud y más agallas que muchos hombres?" "Hey. Eso es verdad", Kerry afirmó. "Exactamente", comentó Ceci. Andrew frunció el ceño más difícil. "Si hubiera sabido que… " "Sí, y por eso Dar no te lo dijo." Su mujer le rodeó el brazo con ambas manos. "Ahora, vamos, vamos a ir a ver la pobre niña. A ver si puedes hacer que se sienta mejor en lugar de gritarle, ¿eh?" "No me gusta que Dar piense que no nos puede contar algo como esto", respondió Andrew. Le dio un abrazo rápido a Kerry, dejándola enseguida, mientras ambas mujeres lo miraban con divertida simpatía. "Estará bien", le dijo Ceci. "Es un gruñón, pero en cuanto la vea se le olvidará todo."
"Lo sé." Kerry sonrió. "He estado en el extremo receptor, en demasiadas ocasiones". Suspiró. "Pero tenemos un gran problema. La verdad es que estoy contenta de que estéis aquí." Siguió a Ceci al interior. "Dar tiene problemas con la maldita base." Ceci se detuvo, viendo a su marido arrodillarse al lado de Dar. "¿Y?" "Ella os lo contará," Kerry respondió sombríamente.
DAR se sentó en el sofá, mirando a su padre. El ladrillo de cocaína estaba sobre la mesa de café, y su madre estaba sentada frente a ella, mirándola fijamente con fascinación perpleja. Kerry entró y se sentó junto a su amante, distraídamente deslizando un brazo alrededor de su espalda, frotando suavemente. "Sé que parece extraño", afirmó. "Ciertamente no esperábamos esto". Andrew sacudió su canosa cabeza. "No hay mucho que decir." Se acercó y se agachó delante de Dar, poniendo una mano sobre su rodilla. "¿Sabes quién hizo todo esto?" Dar lo miró a los ojos, y sacudió la cabeza. "No he tenido tiempo de analizar todos los datos que copiamos, y gran parte de la estructura se encuentra en la programación." "¿Crees que Jeff lo sabe?" Sacudió la cabeza. "No sé. Tendría que comprobar la documentación física, ver si estaba su firma en ella o dio algún tipo de autorización personal." "¿Qué te dice tu instinto?" Andrew persistió en silencio. Centró su mente, revisando los hechos que conocía y las suposiciones que había hecho. Era vagamente consciente del brazo de Kerry, cálido contra su espalda, y podía sentir los dedos delgados trazado un patrón suave e irregular contra su piel. Me siento realmente bien. Se apoyó un poco más sobre su amante, recibiendo como respuesta el abrazo de la mujer rubia, que apoyó la mejilla sobre su hombro. Intentó juntas todas las piezas del rompecabezas y las examinó cuidadosamente. Una, tenían una situación que obviamente era un plan a largo plazo en curso - la evidencia que había visto indicaba que había estado sucediendo desde hace bastante tiempo. Jeff Ainsbright sólo había estado a cargo de la base durante tres meses. No era tiempo suficiente. Dar puso mentalmente una marca en esa columna. Dos, quien estaba organizando la situación tenía más conocimientos técnicos que Jeff, y siempre había sido un hombre muy meticuloso que no encajaba con nadie que pudiera hacer esto. Añadió otra marca en la columna.
Tres, con el número de personas aparentemente involucradas, sería malditamente casi imposible que el comandante de la base no se diera cuenta de lo que estaba pasando. Puso una cruz en la columna opuesta. ¿Era posible que Jeff Ainsbright pensara, que las irregularidades en los libros de cuentas y procedimientos eran simplemente evidencias inofensivas, pequeños hurtos e hiciera la vista gorda? Tres meses no era mucho tiempo para darse cuenta de las irregularidades de aquel lugar tan grande, después de todo. Se honesta, Dar, tu conciencia tranquila habla. ¿Si esto fuera sólo otra adquisición de objetivos de Alastair, estarías considerando la pregunta? ¿O supones lo peor? Estrechó los ojos. Ceci se recostó en su silla y se metió una pierna hasta debajo de ella, mirando el cuadro, en silencio, con ojos fascinados. Su hija estaba obviamente sumida en sus pensamientos, los ojos azules fuera de foco y a distancia, sus párpados parpadeaban ligeramente mientras la mente detrás de ellos trabajaba. Siempre había tenido respeto por el intelecto que había desarrollado su hija, a pesar de su inquietud nerviosa, que a menudo la hacía difícil de tratar. Había puesto a prueba a su hija, sin el conocimiento de Andrés, cuando Dar había vuelto a casa, desde la escuela primaria, un día con una nota de su maestra de cuarto grado, informando a Ceci que se estaba dando por vencida en tratar de mantener la atención de Dar en la clase. Incluso entonces, se había sorprendido al descubrir el alto nivel de inteligencia de su hija. Genio, el médico le había dicho, pero era un arma de doble filo. Por un lado, el potencial de Dar era ilimitado. Por otra parte, el hecho mismo de que la inteligencia pusiera a Dar en una meseta, que la separaba en un momento de su vida , la podía hacer sentirse diferente al resto de sus compañeros, lo que podría equivaler a una sentencia de prisión en aquella edad. Y allí había estado -alguien que había tenido una educación secundaria, y que había crecido en una familia que valoraba el precio del auto de una persona más de la profundidad de sus pensamientos - tratando de hacer frente a las decisiones sobre qué hacer al respecto con todo ese asunto. Ceci se había sentido tan fuera de su profundidad. Ahora, viendo el mismo intelecto, crecido, madurado y formado por la intensa personalidad de su hija, por la fuerza incisiva que tenía, se preguntó si alguna vez había sido capaz de hacer frente a Dar, incluso si ella no hubiera sido tan joven y tan aislada. La cabeza de Dar se levantó, y la mirada introspectiva se desvaneció cuando tomó aire y volvió al aquí y ahora. Una expresión fría cayó sobre su rostro cuando se encontró con la mirada esperando pacientemente de su padre. "No." Su voz era calmada. "No creo que él estuviera involucrado." Las cejas de Andrew se levantaron un poco. "Pero creo que él era consciente de ello," continuó. "La pregunta es, ¿en qué grado?"
Kerry asintió levemente, como si confirmara sus propios pensamientos. "Y no lo sabremos hasta que tengamos todos los datos." "Exactamente," Dar respondió. "Llama a Mark. Dile que llame en un equipo de seguridad. Que sean cinco o seis personas, pero que sean voluntarios solamente." Se volvió y miró a Kerry. "Quiero que sepan a dónde van, y que exista la posibilidad de que les hagan daño. Sin presiones." Observó a Kerry inclinar de cabeza. "Nos reuniremos en la oficina." "Bien." Kerry se puso de pie y se dirigió al teléfono. Dar miró a su padre. "¿Quieres ayudar?" "Diablos, sí", Andrew respondió inmediatamente. "Pídeme lo que quieras. Quédate con los tuyos y dura tu brazo, y llevaré a tus chicos hasta la base y haré lo que necesites." Le palmeó la rodilla. "¿Bien?" Los labios de Dar subieron en una sonrisa tensa. "No lo creo. Pero gracias por la oferta, papá." "Dar, yo sería la última en animar a su padre a meterse en problemas, pero tiene sentido," Ceci se ofreció, un poco vacilante. Sintió un leve rubor cuando un par de ojos azules afilados la inmovilizaron, y se recordó de nuevo, el poco derecho que tenía para dar consejos a su hija. "¿No es así?" "No." Dar se levantó del sofá, moviéndose fluidamente alrededor de su padre, y dirigiéndose hacia su despacho. "Hay demasiadas maneras de alguien que sepa lo que están haciendo para detener incluso a uno de nuestros mejores técnicos antes de conseguir lo que quiero." Se detuvo en el umbral. "Pero no me van a dejar." Dar desapareció en su despacho, dejando el resto de ellos sorprendidos. "Buen intento", dijo Kerry, sosteniendo su mano sobre el receptor. "Podría haber dicho que no iba a ir a por ellos." Volvió a concentrarse en el teléfono. "Eso es correcto, Mark. En la base... No, no puedo ni siquiera empezar a explicártelo." Una pausa. "Dar quiere voluntarios. ¿Podemos conseguir unos pocos?" Otra pausa. "No, eso será hasta que Dar... Está bien, nos encontraremos allí." Colgó el teléfono. "Bueno, eso es todo." Echó un vistazo al despacho a través de la puerta entreabierta, viendo la forma de su amante inclinada sobre su ordenador. "Vuelvo enseguida." Ceci exhaló cuando Kerry, también desapareció. Observó a su marido, cuando éste se levantó y se acercó a ella, sentándose juntos. "¿Qué piensas?" Sacudió la cabeza. "Creo que esto es la pieza de algo mucho más grande de lo que hay podido ver jamás." "Mm". Ceci sólo podía estar de acuerdo.
KERRY se detuvo en la puerta, y luego entró en el despacho, cerrando la puerta. Dar estaba estudiando algo en su pantalla, pero después de un momento dejó de señalar, hizo clic y miró hacia arriba. Sus ojos azules la miraron muy seria. "¿Vienes a decirme lo estúpida que soy?" Kerry sintió que su corazón se rompía al oír la tensión en la voz de su amante. "¿Alguna vez he dicho eso?" Preguntó en voz baja, encontrando la mirada de Dar con honestidad paciente. "No creo que seas estúpida." Dar desvió la mirada hacia la pantalla, moviendo su mano sin descanso. Se sentó en el sofá y apoyó los brazos sobre sus rodillas. "Pero sí podría cuestionar tu fe en mis habilidades." "No lo hagas," Dar espetó. "Esto no tiene nada que ver contigo." "Discúlpame." Le devolvió una mirada directa. "Estás enviando a mi gente a ese lugar, y eso sin duda tiene mucho que ver conmigo." Se puso en pie y avanzó sobre el escritorio. "Sé cómo supervisar una operación de seguridad, Dar. Lo he estado haciendo durante meses." La mujer morena evitó su mirada. "Esto es diferente." Kerry la observó. "Tu padre tenía razón. Debes quedarse aquí." Su voz se suavizó para eliminar cualquier picadura. "Estás demasiado cerca de todo esto, Dar". Su amante respiró fuerte y se puso rígida. "Eso es mentira." Echó la cabeza hacia atrás mientras Kerry rodeaba el escritorio y se enfrentaba a ella. "Soy perfectamente capaz de hacer mi trabajo, gracias." "Nadie está discutiendo eso." Se sentó en el borde de la mesa, al darse cuenta de la tensión defensiva en los músculos de Dar. "Pero esto es diferente, Dar. Piensa en ello. Creciste en este lugar. Estas personas son tus amigos." Extendió una mano tentativa cubriendo la más grande que estaba apoyada sobre el escritorio. "No sé si podría manejarlo si fuera yo." El rostro de Dar mantuvo su expresión de conjunto por un momento, luego los músculos de su mandíbula se relajaron un poco. Parpadeó. "Por esa razón, porque crecí allí, es por lo que tengo que hacerlo", respondió en voz baja. "No es que no confíe en ti." Sus ojos se movieron hasta su amante. "Pero no puedo darte lo que sé, no puedo explicarte el funcionamiento de ese tipo de vida, de cómo se hacen allí las cosas." Kerry estudió el rostro de su amante, al ver el dolor grabado en las líneas de tensión alrededor de sus ojos. "He visto el diseño, cariño. Es sólo un sistema complejo grande", protestó. "Sé cómo bloquearlo." "No es eso", le contestó. "Es sólo que necesito una oportunidad para arreglarlo. Hay demasiadas personas que pueden salir lastimadas."
"¿Una oportunidad?" Kerry contraatacó. "No quiero ver cómo te hacen daño, Dar". Lentamente, se bajó de la mesa y se arrodilló, mirando ahora a la cara de su amante. "Tú eres lo más importante para mí. No es este trabajo, ni la base. No vale la pena el riesgo." Una leve sonrisa finalmente tiró de los labios de Dar. "No te preocupes." "Dar -" "Estarás allí junto a mí." Tocó la mejilla de la joven con los dedos. "El único músculo que voy a utilizar es éste." Levantó una mano y golpeó su frente. "Lo prometo." Kerry sabía que no iba a ganar ese partido. También era lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que lo que estaba diciendo Dar era del todo cierto - tendrían una mejor oportunidad de no perder nada con ella allí. "Está bien", finalmente estuvo de acuerdo. "Pero debes tomar el resto de sus medicamentos, aunque no los quieras." El rostro de Dar asumió una sonrisa irónica. "Los quiero." Suspiró y se recostó, relajándose un poco ahora que la lucha había terminado. Su cuerpo se sentía rígido y adolorido, y la tensión le había dado un dolor de cabeza de nuevo. Kerry asintió. "Bien". Se inclinó y le besó la rodilla. "Mark y el resto del equipo se reunirán con nosotras en la oficina en una hora." "¿Mark?" "Por supuesto." Le sonrió. "Dijiste que querías voluntarios." Dar suspiró. "Sabía que lo haría. Me pregunto si alguien más se presentará." Kerry sonrío, pero no dijo nada, sabiendo que podía contar con sus empleados.
Capítulo Catorce CECI se llevó cuidadosamente las manos, detrás de la espalda y las apretó. Así que aquí es donde trabajan Dar y Kerry. Sus ojos viajaron hacia arriba para ver la parte superior de la claraboya del atrio, y luego hacia abajo a través de las paredes de mármol, terminando sobre la fuente de acero de lo más pretenciosa en el centro del espacio. De alguna manera, resistió el impulso de gritar. La tentación de escuchar su propio eco era casi abrumadora. Un guarda de seguridad se acercó y le entregó un pedazo de plástico. "Señora. Esa es su tarjeta de identificación." Ceci la aceptó y se la colocó en su camisa. "Excepcional," agradeció al guarda. "¿También tiene que comprobar si hay riesgos de radiación?" El guarda ladeó la cabeza con perplejidad. "¿Señora?" "Vamos." Dar se había acercado a su lado. "Gracias, Devon." "Lo que necesites." El guarda bajó la cabeza educadamente a Dar. "No te había visto aquí, en fin de semana, desde hacía mucho tiempo." Se las arregló para no mirar demasiado a la mujer que acompañaba a su jefa. "Que tengan un buen día." "Gracias." Se abrió el camino a través del enorme vestíbulo hacia el ascensor, seguida por detrás por Kerry y sus padres. Se sentía un poco inestable por la medicación, pero todavía estaba alerta. "¿Hemos avisado a Devon de la visita del representante del JAG?" "Sí", respondió Kerry. "Dos veces." Acercó su tarjeta-llave al receptáculo del ascensor y las puertas se abrieron. "Todos a bordo". "Dime, Dar," Ceci comentó mientras subían. "¿Este mausoleo no está sobre la parte sur del cementerio de Miami?" Dar estaba apoyada contra la pared de espejo, mirando su reflexión. Su figura extremadamente gruñona, ligeramente desaliñada con el ceño fruncido le devolvía la mirada. Con un poco de esfuerzo, intentó mantener la compostura. "No." Miró a su madre. "Pero la Sociedad Americana del Criogénico tiene alquilada la planta superior." Kerry se rio entre dientes. "Eso explica por qué hace tanto frío allí arriba", comentó. "Tuve que usar una chaqueta los primeros meses que vine a trabajar aquí". Las puertas se abrieron y salieron del ascensor, moviéndose a lo largo del pasillo muy tranquilo, más allá de las puertas cerradas. Nadie en catorce años había trabajado durante los fines de semana, salvo el grupo de operaciones en alguna ocasión.
"Esto está muy tranquilo", murmuró Kerry. "Por lo general suele ser un Circo a estas horas del día." Cogió la tarjeta de la puerta de entrada a la oficina exterior de Dar y oyó el clic de desbloqueo. Andrew se acercó, empujando la puerta permitiendo la entrada al interior de la misma. Ceci se acercó y miró a su alrededor con curiosidad. Era una oficina de gran tamaño, con asientos a un lado y un escritorio perfectamente situado en el otro. Al otro lado de la entrada principal, había una serie de puertas interiores, y una de ellas tenía una placa con el nombre de su hija. Se fijó en ella cuando Andrew encendió las luces. Nombre y título de Dar. Con una sensación de irrealidad, la siguió cuando su Dar abrió la puerta de su oficina y entró. No había encendido la luz, Ceci notó, y cuando se encontró en el interior vio por qué. Dios mío. Se detuvo y miró fijamente. El lugar era enorme: del suelo al techo había paneles de teca en dos paredes; las otras dos eran del suelo al techo eran pareces de cristal, dando una vista impresionante del mar hasta el horizonte. La habitación estaba llena de luz del exterior, que iluminaba los muebles de madera de calidad y la curvada del escritorio de Dar. Contra una pared había un sofá de cuero, de aspecto confortable, y en frente, un aparador con una bandeja de plata perfectamente acondicionada sosteniendo una jarra vacía y vasos. Se dio cuenta de otras cosas. Que la recepción era absolutamente impecable y que todo estaba exactamente ordenado, algo que había notado siempre en su hija. Las únicas cosas en el mostrador era la pantalla del ordenador y el teclado, y un... Ceci se acercó y miró... y un par de peces luchadores siameses en un pequeño tanque Lucite. Interesante elección. Miró a su marido, que estaba perdido en sus propios pensamientos. "Voy a empezar a tirar de sus esquemas de red e impresiones," dijo Kerry mientras se dirigía hacia la puerta pequeña en la parte trasera de la oficina. "Espero que alguien haya dejado el plotter vinculado." "Lo comprobaré." Dar fue a su escritorio y se sentó. "Venir y tomar asiento", dijo a sus padres mientras encendía su PC. El teléfono sonó, y pulsó el botón del altavoz. "¿Sí?" "Hey, jefa." La voz de Mark hizo eco ligeramente. "¿No tienes nada mejor que hacer que ver Snoopy?" -preguntó Dar, con irritación. "¿Está el trazador activo?" "Aférrate." El sonido de un teclado se sonó claramente a través de la conexión. "Ahora. Déjame arrancar el servidor de impresión, por si vas a estar enviando algo grande." "Kerry está con ello," Contestó Dar. "¿Cuándo puedas te importaría venir con el resto? ¿Si es que ha venido alguien más?"
"Sí." Mark sonaba preocupado. "Pero tuve que echarlo a suertes." Dar apoyó una rodilla contra el borde de su escritorio. "¿Qué?" Su ceño se contrajo. "Mark, maldita sea, te dije que quería sólo voluntarios. ¿Qué parte de eso no lo entiendes?" Hubo un momento de silencio. "Um... dijiste que sólo querías seis personas, jefa. Tuve que hacer un sorteo para conseguirlo esa cifra," Mark respondió con cuidado. "Tenía veinticinco voluntarios." Hizo una pausa. "¿Qué quería que hiciera?" Dar miró a su bota de senderismo, sintiendo algo de vergüenza. Saca tu cabeza del culo, Dar. "No, lo siento, Mark", respondió. "Sólo quiero que esto empiece. Dale a Kerry veinte minutos para conseguir esos diagramas, y empezaremos." "Lo haré," Mark respondió y colgó. "Ahm iré a buscar un poco de café," dijo Andrew. "¿Quieres un poco, Dardar?" "No." Negó con la cabeza. "El Dr. Steve dijo que me mantuviera alejada del café por lo menos durante un par de días." La conciencia de su lesión la hizo sentirse incómoda. "Pero gracias por la oferta". Su padre se fue, y Dar se dio cuenta de los ojos claros de su madre la miraban con curiosidad. Levantó una mano y señaló la sala con ironía sardónica. "¿Qué piensas?" Ceci amablemente se levantó y recorrió la habitación, terminando junto al escritorio de Dar. "Es... um...” "¿Pretencioso?" Respondió por su madre, con sequedad. "No, en realidad tiene proporciones muy agradables," explicó en desacuerdo con gravedad. "Tienes bonitas vistas, una gran cantidad de espacio abierto, limpio..." Sus ojos chocaron, dudó de si debía pronunciar las siguientes palabras. La mirada fresca de Dar se suavizó ligeramente. "¿Qué estoy haciendo aquí, verdad?" Un atisbo de sonrisa calentó sus características. Ceci le devolvió la sonrisa. "Na. Creo que encajas muy bien aquí", estuvo de acuerdo. "Me gustan especialmente los pantalones vaqueros azules, aunque no van bien con el revestimiento de madera de teca." Eso consiguió una risa real en su hija. "No es como normalmente me visto aquí", admitió. "Me gustaría, porque esos malditos trajes de negocios me vuelven loca." Su madre estudió los vaqueros desgastados y la camisa de algodón, fuera del pantalón que su hija llevaba, haciendo que fuera más fácil moverse con el brazo en cabestrillo. "Esa correa la tienes retorcida," hizo un gesto. "¿Quieres que te la arregle?" Por un momento, hubo un destello de incertidumbre en los cautelosos ojos de Dar. Ceci se limitó a esperar, deseando por enésima vez, haber podido estar allí
para su hija años atrás. Estaba casi segura que Dar cortésmente declinaría su oferta, cuando su hija se movió y se inclinó un poco hacia adelante. "Claro", dijo. "Me siento un poco rara." Ceci desabrochó la correa y la enderezó, metiendo la tela de algodón bajo el cuello de su hija, cerrando de nuevo la hebilla. Tuvo que mover un poco de pelo grueso y oscuro para poder hacerlo. "Siempre me pregunté cómo sería tu padre con el pelo largo." Dar giró lentamente la cabeza y arqueó las cejas casi hasta la línea del cabello. "¿Papá?" "Mm". Ceci asintió, dando una palmada en el hombro de Dar. "Seguro que se habría muy bien. Sois iguales.” "No creo que nunca se lo haya visto más largo que la altura de sus oídos, y mucho menos hasta su cuello." Se relajó un poco, recostándose en su silla cuando su madre se apartó. "No, seguro que no." Negó con la cabeza. "Pero cuando tenía tu edad actual, tenía el pelo como el suyo, con la misma textura y todo. Recuerdo cuando se lo dejaba crecer... oh, sobre todo durante un verano." Estudió el rostro angular de su hija y sonrió. "Casi puedo imaginarlo." Fue agradable, un pensamiento melancólico se entrometió, viendo a su marido tan claramente en su hija. Se preguntó si Dar daba cuenta de ello. Ambos habían cambiado mucho, era difícil saber lo que pasaba detrás de esos ojos tan familiares. "¿Cómo está tu hombro?" Cambió de tema. "Pésimo" Respondió con sorprendente honestidad. "Lo siento, por no habéroslo contado antes." "Tranquila," Respondió con la misma honestidad, viendo la cautela rápidamente clausurada en los ojos de Dar. "No me malinterpretes, Dar. Me importa todo lo que te ocurra, y siento que te lesionaras porque un..." Hizo una pausa. "Por Chuck, pero ambas sabemos que era mejor para él, que Andy no lo supiera." "Mm". La puerta se abrió y Andrew volvió a entrar en la sala, con dos tazas. Dar y su madre intercambiaron miradas, luego sonrió. "Gracias, mamá. Me alegro de haber tomado la decisión correcta." Ceci aceptó la taza de café, sintiendo el placer de haber podido hablar con su hija. Se alejó hacia la ventana y estudió la vista, medio escuchando a su marido y a su hija hablar de la base.
DAR había trasladado la reunión de estrategia a la gran sala de conferencias, junto al pasillo de su oficina. Kerry había conseguido llevar sus diagramas de red
para presentarlos a todos, y ahora que lo tenía todo organizado, vio cómo el equipo de operaciones entraba y tomaba asiento. Mark, por supuesto, llevaba en la mochila el gran analizador de red con sus correspondientes cables. La dejó en el suelo, y se sentó cuando el resto del grupo hizo lo mismo en torno a él. Las cejas de Kerry subieron al reconocer a Brent entre el grupo, pero se abstuvo de hacer comentarios cuando Dar entró por la puerta trasera. El oficial de JAG y Andrew estaban con ella, y se llevaron las sillas cerca del otro extremo de la mesa, cuando Dar rodeó y se dirigió hacia el podio. Ceci se había sentado junto a la ventana, observando en silencio, con los ojos parpadeando entre su hija y las miradas, que de vez en cuando cruzaba con Kerry. "Bien." La vibrante voz de Dar rompió el silencio. Puso un fajo de papeles en el podio y tomó aire, dejando que sus ojos se deslizaran por su público. Kerry pudo ver el sutil cambio cuando su amante asumió su actitud profesional, por lo que agudizó su propia atención mientras escuchaba. Incluso en ropa de sport, y con el brazo en cabestrillo, Dar se las arregló para capturar la atención de todos, con su intensa actitud, mitigada ligeramente sólo por toda la medicación que estaba en tomando. Kerry se dio cuenta del esfuerzo que su amante estaba haciendo para mantenerse. Tenía el ceño fruncido, parpadeaba más de lo habitual, y tenía una postura de incomodidad fácilmente visible para su pareja. "Hemos recibido una petición inusual por parte del gobierno." Dar comenzó su discurso. "Como la mayoría de ustedes saben, fuimos contratados para realizar una estructura detallada y análisis de rendimiento en una serie de bases militares". Los técnicos estaban escuchando cada palabra. Asintieron casi en concierto, algo que estuvo a punto de dar la risa a Dar. "Como parte de esta investigación, se obtuvo información que detalla irregularidades en sus datos, que podrían extenderse de hurto menor a actividades delictivas." Mark negó con la cabeza, dejando escapar un suspiro. "Estaba pensando en eso, jefa. Esa cosa que me enviaste apestaba a infierno." Dar asintió. "Con una buena razón." Se dio la vuelta a la pizarra. "Normalmente, terminaría con el contrato, en este momento." Echó un vistazo al hombre del JAG. "De hecho, eso es lo que se pretendía en un principio. Pero, debido a la logística, no pueden traer a un equipo de seguridad antes de veinticuatro horas, y tenemos razones para pensar que la destrucción de datos se produciría antes de ese tiempo. "Mark, vamos a tener que hacerlo nosotros." Dar pasó una mano por el diagrama. "Los tres mainframes críticos están aquí, aquí, y aquí, y tendremos que tirar de los arrays de las unidades de los tres." Mark ya estaba tomando notas. "¿Tendremos que ir hasta allí, Dar?"
Esta era la parte difícil. "No." Cruzó las manos sobre el podio. "Kerry y yo vamos en primer lugar." Todas las cabezas se sacudieron un poco. "Los guardias ya me han visto antes, y no sospecharán." Al menos, espero que no lo hagan. "Dos de vosotros vendréis con nosotras y agachareis la cabeza en la parte posterior asiento a medida que avancemos a través de las puertas". "Entrada". Mark hizo una nota. "¿Y el resto de ellos?" Dar sintió una sonrisa retorciéndose en sus labios ante la reivindicación de su lugar. "Un voluntario que esté familiarizado con la base hará una visita. Todo el mundo irá con él." "Ellos" Ceci murmuró lo bastante alto para que Dar la oyera. Los técnicos miraron a su alrededor y finalmente descubrieron a los dos invitados, al final de la mesa. Mark saludó a Andrew. "Oh, hey". "'Hola," Andrew saludó. Kerry observó el rostro de Brent, mientras se centraba en el alto ex-SEAL, luego volvió su mirada hacia el frente. Se preguntó en qué estaría pensando. "Este es el capitán Taylor del departamento de justicia militar y mi padre, Andrew Roberts," Dar los presentó de manera sucinta. "Mi padre es el voluntario que os acompañará al resto de ustedes en el campo. Está muy familiarizado con él." Dejó vagar sus ojos en los rostros de los demás. "Si cualquiera de ellos os pide que hagáis algo lo hacéis." Hizo una pausa. "¿Entendido?" "Conforme, Dar," Mark respondió. "¿Los demás todo claro?" Los técnicos asintieron. "Bien." Dar hizo una pausa, y luego asintió. "Pongámonos en movimiento. No hagáis nada estúpido cuando estéis ahí fuera. No quiero estar gastando la mitad de la semana haciendo papeleo por nadie. ¿Está claro?" Otra ronda de asentir con la cabeza. "Muy bien. Eso es todo." Dio un paso atrás desde el podio. Todo el mundo se puso de pie y en un bajo murmullo el debate comenzó. Exhaló y se pasó los dedos por el pelo cuando Kerry cruzó la habitación y se acercó a ella. "¿Lista?" "Tengo todo el equipo listo en la planta baja," Kerry le dijo. "Llevaré también la matriz de cien, en caso de que necesitemos transferir algo que no podamos simplemente tomar." Se inclinó hacia delante. "Y cogí la caja de negro, para que puedas ejecutar tu código si es necesario." Lo pensó. "Buen trabajo", dijo. "Gracias, Ker." Siguieron a la multitud fuera de la sala, hacia el ascensor. Dar se encontró entre su padre y Kerry, cuando entraron en el ascensor abierto. Se apoyó contra la pared de espejos, consciente del calor que la rodeaba. Poco a poco, volvió la cabeza y miró a Kerry, que había cruzado los brazos y miraba hacia adelante. Luego se volvió y miró a su padre, que había adoptado la misma postura. El resto de los ocupantes del ascensor estaban estudiando el suelo embaldosado con gran interés.
Todos ellos estaban actuando un poco raro, pensó, luego se dio cuenta que era probablemente debido a las circunstancias, muy extrañas. Con un suspiro, apoyó la cabeza contra la superficie fría y esperó. El capitán del JAG había estado tranquilo, reservado y casi inútil, incluso después de haberle entregado el ladrillo de cocaína. Necesitaba una prueba concreta, había dicho en serio. Ese ladrillo podría haber salido de cualquier ninguna parte, y el jefe podría simplemente haber sido utilizado para meterle en problemas. Lo cual era cierto, reconoció, y esa era la razón por la que estaba arrastrando su trasero hasta los Cayos, un sábado por la tarde cuando debía estar metida en la cama recuperándose. Una mano en su codo casi la hizo saltar. Miró hacia arriba para ver las puertas abiertas, y todos los demás fuera. "¡Vaya... lo siento!" Sonrió a su amante. "Estaba pensando." Kerry la miró y le devolvió la sonrisa. "Me di cuenta." Entrelazó su brazo dentro de Dar, y continuaron a través del vestíbulo hacia la puerta principal. "¿Cómo te sientes?" Un poco molesta por que se lo estuvieran preguntando cada poco tiempo, casi replicó. "Estoy bien", respondió. "Los analgésicos me están mareando un poco, eso es todo." Poniendo deliberadamente más energía en sus pasos, se soltó del agarre de su amante, y caminó hacia la entrada. Kerry suspiró. "Mierda". Andrew la miró, compadeciéndose con ironía. Kerry lo miró. "Me pregunto de dónde saca eso," contestó con el mismo humor. "Ah no tengo ni idea", dijo Andrew. "Es mejor que nos pongamos en movimiento antes de que decida conducir." Kerry suspiró y echó a correr, esquivando a los técnicos rezagados mientras trataba de ponerse al día con su pareja. Esperó hasta que estuvieron casi en la base antes de reducir la velocidad del Lexus y miró por el espejo retrovisor. Vio a Andrew un poco hacia atrás, en el coche de Dar, así como los rostros medio-dormidos de Mark y Brent en el asiento trasero. El viaje había sido muy tranquilo. Había rechazado deliberadamente poner música, permitiendo que sus pasajeros se relajaran y durmieran si querían. De hecho, les animó a hacerlo, sabiendo Dar permanecería despierta y alerta si todo el mundo estaba, sólo por pura terquedad. Pero Mark había tomado su sugerencia y en voz alta anunció su intención de tomar una siesta, acurrucándose cerca de Brent, que se había sentado junto a él con una expresión sombría. Luego, por supuesto, y sólo entonces, Dar se había permitido relajarse y se había recostado contra la puerta, usando una chaqueta de Kerry como almohada improvisada, mientras cerraba los ojos y se entregaba a un sueño ligero.
Ahora Kerry deseó el viaje fue largo, pero ella se acercó y tocó suavemente el muslo de Dar, apretando dos veces antes de que llegara una reacción. Los párpados de Dar se abrieron y parpadeó, volviendo la cabeza para mirar a Kerry en la confusión por un momento antes de que su expresión se aclaró y ella enderezó en su asiento. "Está bien, agachar la cabeza, muchachos", dijo Kerry. "Sólo tenéis que desplegar esas mantas sobre vosotros mientras atravesamos las puertas." Se acercó lentamente por la carretera de acceso a la base, colocándose al lado de la caseta de seguridad y echándose hacia atrás un poco para que el guarda pudiera ver a Dar. "Buenas tardes," Dar saludó al hombre. "Parece tranquilo." El hombre se acercó, luego sonrió. "Sra. Roberts... hola". Miró a su alrededor. "No te esperaba aquí en fin de semana." Dar le devolvió la sonrisa. "Necesito terminar algunas cosas", dijo. "Y mis padres se están viniendo, sólo por los viejos tiempos." Los ojos del Marine se iluminaron. "¿Big Andy viene hoy? Muy bien. Ya verás cuando se enteren los chicos. Sabes que hoy hay una gran UD ¿no?" "No, no lo sabía", contestó Dar. "Eso será una agradable sorpresa para él. Gracias por decírmelo." Hizo un gesto casual. "Tengo que ir a trabajar." El guarda levantó la puerta y le devolvió el saludo. "Tómalo con calma, Roberts." Kerry entró en el aparcamiento. "¿Eso será un problema?" preguntó. "¿Esa reunión o lo que sea?" Dar se frotaba los ojos, mirando hacia arriba. "¿Problema?" Sus labios se arquearon. "Lo dudo. Este lugar va a estar plagado de SEALs. Esto podría ser más fácil de lo que pensábamos". "Lleno de SEALs." Aparcó el coche. "Interesante visión, Dar, pero ¿cómo nos ayuda?" Dar abrió la puerta y salió, estirando su cuerpo cuando Mark se unió a ella en el lado del pasajero y Kerry, con Brent, caminando alrededor de la parte frontal del Lexus. "Significa que tenemos amigos aquí, Kerry." Ya se sentía mejor. "El tipo de amigos que te gustaría tener cuando estás en una situación potencialmente peligrosa." Kerry lo pensó, mientras Mark eliminaba el analizador de la parte posterior del coche. "A menos que algunos de ellos están involucrados", comentó, levantando los ojos al ver los ojos azules helados mirando detrás en ella. ". Um quiero decir -" "Nunca". Dar dijo, con fuerza. "Nunca un SEAL". Kerry y Mark intercambiaron miradas. "Está bien", acordó suavemente. "Tú eres la experta." Palmeó la espalda de Dar. "Me alegra oírlo. Si todos son como tu padre, esto será soplar y hacer botellas." Sus ojos se deslizaron pasando
sobre Dar, terminando en el rostro de Brent, que desvió la mirada en otra dirección. "Ya me siento mejor." "Brent, ayúdame con esto." Mark estaba arrodillado al lado del analizador. "Necesito encajar el mazo de cables." Brent se acercó y se desvivieron por el equipo, dejando a las dos mujeres de pie, un poco aparte mientras esperaban. Dar miró a su alrededor, y luego exhaló, agachando un poco la cabeza. "Sé que estoy siendo una perra. Lo siento." "¿Si?" Kerry habló suavemente. "No me había dado cuenta." Sus ojos se encontraron. La morena consiguió esbozar una sonrisa. "Mentirosa". Kerry se encogió de hombros. "Todo está bien." Se obligó a no pensar en el revoltijo de sus entrañas. De repente, se encontró con los hombros en círculo por el brazo de Dar, y sus sentidos fueron bombardeados por la cercanía abrupta y la calidez, cuando su amante la atrajo hacia sí en un abrazo. Una voz susurró a su oído, y le tomó largos segundos reconocer las palabras. "Si me pongo demasiado desagradable, pégame." Sintió un poco la tensión que se filtró fuera de ella, cuando le devolvió el abrazo y apretó. "Está bien, lo haré", le prometió, soltándola, pero golpeándole suavemente en el culo. "Justo ahí. ¿Trato?" "Perfecto." Dar la soltó cuando Mark y Brent llegaron por el lado del coche nuevo, con todo el equipo. "Tan pronto como los demás lleguen aquí, nos movemos". Una descarga de disparos los hizo saltar. "Mierda". Mark se apoyó contra el coche. "¿Eso es por nosotros?" "Juegos de guerra". Dar miró por encima del capó del Lexus. "De nuevo tendremos suerte." "¿Suerte?" Kerry se estremeció al oír un fuerte ruido. Se acercó un poco más a Dar y miró detrás de ella, hacia donde Andrew estaba sin orden ni concierto aparcando su coche. Todavía estaba nublado, y el aire estaba cargado de humedad. Olfateó el viento. Olía a pólvora. "Eso no son balas de verdad, ¿no?" "Claro", respondió Dar. "Pero no te preocupes. Todo el mundo estará participando, o viendo o alejándose de ellos. Podremos entrar y salir sin llamar la atención." No era una persona que discutiera con la buena suerte cuando sucedía. Las cosas habían estado demasiado tensas últimamente; un poco de viento en popa sería una buena novedad. "Ah". Kerry frunció el ceño. "Bueno, siempre y cuando nos mantengamos dentro. Soy alérgica a las balas." Se escuchó un coro de grupo con cánticos prorrogados. "Mm... machista demasiado para mí". El resto del grupo se acercó y se reunieron alrededor de ellos. "Muy bien," Dar habló. "Vamos hacia el edificio de administración, por allá. Debe estar bastante
vacío." Miró a su alrededor, viendo que la mayor parte de la zona, de hecho, estaba bastante vacía. Kerry se colgó del hombro uno de los portátiles. "Voy a ir al centro de telecomunicaciones," se ofreció. "Recuerdo donde está, y tengo todavía el pase." Lo mostró. "Puedo conectarme allí y controlar la red." Mark miró hacia arriba. "Brent, tú y Josh venís con nosotros. ¿Traes ese juego de cables?" Dar asintió. "Está bien, el resto de vosotros conmigo al centro de control. Trae esa matriz y al caja negra", dijo. "Papá, ve con Kerry. Se dirige hacia el centro de telecomunicaciones, y puede haber gente alrededor." Andrew miró pensativamente. "Muy bien," dijo después de un momento. "Si alguien os pregunta," Dar les dijo en serio ", sólo decir que estáis haciendo vuestro trabajo, y le remitís a mí, ¿entendidos?" Hizo contacto visual con todos los técnicos. "No actuéis como no tuvierais que estar aquí, ¿entendido?" "Lo tengo," Mark le aseguró. "Capitán, te vienes conmigo." Dar cuadró los hombros y comenzó a guiarlos hacia el edificio. El grupo la siguió. Dar se tomó unos pocos momentos de paz para ejecutar su plan, a través de su mente, una vez más, comprobando datos y asegurándose de que sabía lo que iba a hacer, una vez llegaran al centro de mando. Después de unos pasos, se dio cuenta que tenía una sombra diminuta. "Pensé que te gustaría ir con papá." Ceci se frotó la nariz. Ella y Andrew realmente no habían hablado sobre lo que iban a hacer una vez que llegaron a la base, pero después de Dar le había pedido que fuera con Kerry, le había parecido algo natural- ¿De qué demonios estás hablando, Cecilia? ¡Esto no es natural para ti de ninguna manera! "Bueno," miró a su alrededor, "me di cuenta de que si me meto en problemas, sólo les diré que soy tu madre." Los ojos de Dar perceptiblemente se abrieron y dieron la vuelta. Miró a los dos técnicos con asombro, esperando que no hubieran oído la conversación. Bajó la voz. "¿Qué?" Ceci sofocó una sonrisa, y se encogió de hombros. "Siempre trabajé cuando era una niña", explicó con seriedad. "Esos marines generalmente reconocerán mi autoridad mucho más rápido que sus de CO." Dar sintió ruborizarse, esperando que sus empleados no se dieran cuenta. Tener a su madre alrededor no era algo que tuviera planeado. Suspiró. No es que Ceci no estuviera bien, admitió de mala gana, recordando muchas veces cuando la sola intervención de su madre la había salvado de destinos peores que la muerte. Como la limpieza de las letrinas de los reclutas. Dar sintió que se le arruga la nariz con disgusto. "Bien pensado," dijo finalmente en voz alta.
Subieron las escaleras, y uno de los técnicos se apresuró hacia delante y abrió la puerta, sosteniéndola con cortesía para los demás. Apoyando una mano en el umbral de la puerta, Dar hizo una pausa y miró a su alrededor. No hay marines. Se preguntó sobre eso. ¿No había siempre un guarda en la puerta? Parecía muy tranquilo, y después de un momento, negó con la cabeza y continuó hacia el interior del edificio. Hace años, Dar. Podrían haber cambiado un procedimiento o dos. La puerta se cerró detrás de ellos, con un sonido exagerado que hizo un poco de eco en la sala vacía.
KERRY CAMINÓ junto a Andrew, con una mano nerviosamente deslizándose arriba y abajo por la correa del bolso que llevaba. Hasta el momento, no habían visto a nadie, en su paseo hacia el centro de telecomunicaciones, y estaba tratando de decidir si eso era bueno o si sería mejor para ellos cumplir con el primer objetor de potencial en lugar de anticiparse a ello. No es que fuera lo único que le preocupaba, no con Andrew a su lado, caminando de forma rápida segura. No tenía dudas de que su suegro pudiera manejar a cualquier esbirro uniformado que se pusiera en su camino, pero aun así... Miró a su alrededor. Era espeluznante. "¿Es por lo general así de tranquilo?" Finalmente expresó su preocupación en voz alta, y mirando a Mark supo que él había estado pensando lo mismo. "Recuerdo que estaba mucho más concurrido de la última vez que estuve aquí." Andrew revisó el pasillo, luego se volvió y caminó hacia atrás unos pocos pasos, sus ojos claros estudiando cada centímetro de las paredes de madera pintadas y los suelos de baldosas pulidas con esmero. Se retractó de nuevo y siguió adelante. "Bueno", hizo una pausa, "Administración general está más vacía que un saco de arena con un fondo húmedo en fin de semana." "Un poco como nuestra oficina," Mark explicó. "Sí", el ex SEAL estuvo de acuerdo. "Por lo general, una o dos personas suelen rondar por eta zona." Miró por un pasillo lateral. "parece que todo el mundo está mirando fuera a los cachorros." "¿Cachorros?" Mark preguntó. Brent, caminando a su lado, estaba escuchando atentamente, pero fingiendo no hacerlo. Él no había dicho ni una palabra desde que salieron de la oficina, y Kerry se preguntó, de nuevo, por qué estaba allí. Echó un vistazo a la cara del hombre más bajo, y justo en ese momento miró hacia arriba, y sus ojos se encontraron. Sólo duró un instante, luego Brent volvió la cabeza hacia adelante.
Kerry había sentido la frialdad de hielo detrás de sus ojos, por lo que respiró ligeramente inestable. "¿Tienen un par de nuevos equipos SEAL haciendo ejercicios?", dijo Andrew. "Es sólo eso." La puerta de la sala de telecomunicaciones estaba delante de ellos. Kerry tiró de la manilla, y se sorprendió al encontrarla abierta, miró por encima del hombro a Andrew. "Esto es demasiado descuidado." Andrew gruñó y abrió la puerta para que los técnicos entraran. "Todos os quedaréis aquí. Volverá en unos minutos." Dejó que la puerta se cerraba, luego se volvió, quedándose un momento en silencio en el pasillo. Encontraron a sus dos primeros miembros de la Marina en el interior del centro de mando. Dar abrió la puerta y asomó la cabeza en el interior, dando a los dos operadores un saludo mientras la miraban con sorpresa. "Buenas tardes". Uno de ellos había estado de guardia el día que ella y la jefe se había enzarzado. Uno de ellos se puso de pie cuando entró Dar. "Sra. Roberts…" Dar alzó una mano. "Estamos recogiendo algunos datos." Saludó con la mano a la mujer, mientras regresaba a su asiento. "Relájese." "B-" protestó la mujer. "No me vas a pedir autorización, ¿verdad?" se giró y le miró. "No, señora, pero -" "Bien". Continuó hacia la consola de ordenadores, y se sentó frente a ella, mirando su brazo con irritación. La operadora de la consola abrió la boca, luego la cerró y se volvió a su compañero, encogiéndose de hombros. El marine masculino también se encogió de hombros y meneó la cabeza. Dar se apoyó en la consola mirando la pantalla. "Dirigirse hasta el puerto auxiliar," distraídamente miró hacia el marine más joven, un joven pelirrojo con pecas salpicadas por más de la mitad de su cara. "Lo puedo dirigir." "Sí, señora", el técnico respondió en voz baja. "Tenemos la tarjeta directa en el mismo." "Lo sé." Frunció el ceño. "No quiero que lo direcciones", respondió ella, maldiciendo en silencio, pensando en la cantidad de tiempo que le llevaría configurara el programa que quería. Después de un momento más, se dio por vencida, se desabrochó el arnés sosteniendo su brazo cerca de su cuerpo y se lo quitó. Ow. Ya fuera por falta de uso o por su lesión, era difícil de decir, pero sus músculos estaban gritando mientras flexionaba el brazo lesionado. Hizo una mueca, pero mantuvo el movimiento, colocando el antebrazo hacia abajo en la consola para poder usar las dos manos para escribir. Ow, ow ow. Hijo de la… Un vistazo a su
reflejo en la pantalla mostró un rostro tenso, miró hacia atrás, hizo una pausa, tomar una respiración profunda y soltó el aliento, tratando de mitigar el dolor. Estúpido y maldito brazo, su mente murmuró con disgusto. Maldito estúpido Chuck y su estúpido maldito bate y su estúpido ego machista parroquial. Las sacudidas de dolor bajaron por hombro y hasta el final en sus dedos, de forma tan intensa que casi estuvo a punto de vomitar. Era difícil mantener la mente enfocada con todo eso. Tenía que volver a escribir la misma línea dos veces y luego volver a meter un parámetro, antes de que finalmente tuviera las cosas establecidas de la forma que quería. En realidad, era un programa sencillo, sólo un bucle de códigos que transfería el contenido del sistema principal de la base desde su caja de almacenaje, sector por sector - a nivel de máquina - que no permitiera ninguna interferencia en el copiado de datos. Algo así como una copia de la señal digital codificada desde un CD, en lugar de grabar el sonido tal como se producía. Esperaba poder proteger la integridad de los datos. Cualquier intento de una copia simple podría desencadenar sólo Dios sabía qué, si alguien realmente se daba cuenta de lo que estaban haciendo. En realidad, se sorprendió, que sus intrusiones anteriores no hubieran sido detectadas. Se había imaginado que, o bien significaba que quien estaba haciendo esto no era tan bueno como ella o que la persona era mucho mejor. Suspiró y finalmente pulsó enter. Supuso que lo sabía, ya que pensar que alguien pudiera ser “mejor”, le era un pensamiento totalmente ajeno. Otro suspiro. Dios, reconocía que había sido una hija de puta demasiado engreída. Se movió un poco, notando el continuo dolor que intentaba mantener en silencio. Sabía que los analgésicos que había tomado antes la habían dejado fueron desgastada. Mierda. Vamos, Dar. Solías trabajar en peores condiciones, ¿recuerdas? Por un momento, sólo cerró los ojos y se concentró, permitiendo que el dolor se convierta en algo que pudiera manejar y poner en el fondo de su mente consciente. Después de un poco más de tiempo, fue capaz de comenzar a respirar con normalidad, abriendo los ojos, centrándose en la pantalla y la tarea que tenía por delante. Bueno. Puedo hacerlo. Su mente se aclaró, y comenzó a escribir de nuevo. Cadenas lógicas de códigos surgieron gruñonamente de las células de memoria, no utilizadas durante mucho tiempo, aunque sólo le tomó dos o tres intentos antes de tenerlo todo en marcha. "Bueno." Echó un vistazo al marine que tenía cerca. "¿Listo?" El pelirrojo miró con confianza. "Listo, señora." Dar pulsó el botón enter. Por un momento, pensó que se había jodido el programa, entonces la pantalla parpadeó y empezó a desplazarse una pantalla hexadecimal con la obediencia de su lógica. ¡Menos mal! "Guau." El pelirrojo observó, evidentemente impresionado. "¿Lo has hecho sobre la marcha?"
Dar se encogió de hombros con modestia. Estaba al tanto de los operadores de la Armada. Silbó entre dientes. Apoyó la barbilla en la mano y deseó estar en otro lugar. "Disculpa". La voz de Ceci se acercó. "Ten." La mujer mayor se puso algo de su hija, poniendo una mano vacilante sobre el hombro de Dar. Dar miró el envase lindo de leche con chocolate, y se encontró sonriendo. Dios, su madre siempre había odiado a su constante consumo de estas cosas. "Supongo que no me convertí en una vaca de chocolate después de todo, ¿eh?" "No", dijo Ceci. "Todas esas noches sin dormir, en vano, pensando en ti cogiendo el escorbuto." Se dio media vuelta y miró hacia arriba. "¿Realmente te preocupabas por eso?" Ceci estudió el rostro tenso de su hija. "Sí", admitió en voz baja. "Me preocupaba por ti, todo el tiempo, por muchas razones." Hizo una pausa. "Supongo que no debería haberlo hecho." Dar pensó en eso, luego se encogió de hombros. "Tal vez es una cosa de madres." Levanto una ceja. "De alguna manera se desarrolla después de un tiempo", dijo Ceci. Dar sonrió ligeramente. Su madre se echó a reír con un toque de humor irónico. "Tengo algo de ibuprofeno. ¿Te interesa?" Asintió con alivio apenas disimulado. "Gracias." Aceptó la dosis de pequeñas píldoras y abrió la leche, llevándose los analgésicos a la boca, tragándolos con el frío líquido dulce, provocándole una sensación de alivio. El programa continuaba ejecutándose, transfiriendo información para su almacenamiento seguro, tenía ibuprofeno, tenía leche con chocolate - las cosas estaban mejorando. Lo único que faltaba en ese momento era... "Dar". La voz de Kerry la hizo mirar hacia arriba, viendo a su amante entrando por la puerta. "Mark tiene problemas para sincronizar el circuito. Él quiere saber si has detectado algo extraño en la velocidad de datos." Ah. Dar se apoyó en la consola y miró a la mujer rubia. Las cejas de Kerry estaban arrugadas, su cabello claro despeinado, al parecer había pasado sus manos a través de él. Sin duda, un signo de que su amante estaba un poco angustiada. "No hay nada concreto. ¿Él quiere que vaya echar un vistazo?" Kerry se acercó a ella, se apoyó en la mesa, mirando a escondidas hacia la pantalla antes de contestar. "No me lo dijo, sólo quería saber si tenías alguna pista." Una de las cejas de Dar levantó. "¿No podía llamar y preguntar?" "Um". Kerry jugueteó con un botón de su camisa, y luego se asomó hasta de debajo de las pestañas pálidas. "¿Él no quería correr el riesgo de ser escuchado?" "Uh-huh. ¿Y tuvo que enviarte a preguntármelo?"
Los labios de su amante se tensaron, ocultando una sonrisa. "Me ofrecí." Ah. Dar se sintió avergonzada. Kerry había venido a comprobar si estaba bien. Su madre le estaba trayendo su leche. Lo siguiente sería ella sentada en una mecedora con un chal sobre los hombros. "Dile que se trata de un tamaño de paquete extendido añadido en TCP / IP para un segmento de cuatro bytes." "Oh." Kerry se levantó. "Está bien, se lo diré. Gracias, Dar". Se dirigió a la puerta, pero se detuvo cuando oyó Dar levantarse para seguirla. Caminaron juntas, más allá de las consolas, hacia el pasillo. "¿Todo lo demás va bien?" Dar preguntó en voz baja. "Tenemos la transferencia en macha, Ker. Calculo otros veinte minutos, y lo tendremos listo". Kerry miró de arriba abajo el pasillo. "No lo sé. Este lugar me da escalofríos hoy, Dar. Tu padre se fue hace un rato, y él no ha regresado todavía. Está todo demasiado tranquilo". "Sí." Dar exhaló. Bien, así que tal vez ella no vino a verme. "Tal vez sólo está revisando la zona. Él conoce los alrededores, y él puede cuidar de sí mismo, así que no hay razón para preocuparse por eso." "Hmm." Kerry se cruzó de brazos. "¿Cualquier signo de nuestra pequeña amiga?" "No," Dar declaró. "No hay señales de casi nadie, a excepción de los dos operadores de la consola. Todo el mundo debe estar viendo los juegos de guerra." "Mm". Murmuró otra vez en voz baja. "¿Estás bien?" -preguntó finalmente. "Te has quitado el arnés." "Tenía que escribir", explicó. "Estoy bien. Sólo me duele un poco." Una vez más miró de arriba abajo el pasillo, luego se inclinó y besó muy suavemente el hombro lesionado de Dar. "Ten cuidado." Levantó una mano y le frotó el vientre. "Me preocupo por ti." Se dio la vuelta y se dirigió por el pasillo, sabiendo que su amante la estaba mirando. Dar no pudo evitar observarla: ella tiene un paseo sexy. Tenía un poco de arrogancia, un contoneo suave de caderas y una fuerza muscular que Dar encontraba muy, muy atractiva. Vio a su amante hasta que dobló una esquina, perdiéndose por en el otro extremo del pasillo. Suspiró y volvió al centro de operaciones. "Sra. Roberts?" La operadora de la consola se interpuso en su camino. "¿Es usted parte de un ejercicio, señora? Me preguntaba... No nos avisaron sobre su visita, y Dave y yo imaginamos que simplemente nos están poniendo a prueba. ¿Está todo bien?" ¿Ejercicio? Dar detuvo y la miró con recelo. "¿Estás hablando de los juegos de guerra?"
La mujer intercambió miradas con su compañero. "No es un juego de guerra, de verdad. Es simplemente un ejercicio militar", respondió ella. "¿Quiere decir que no lo sabía?" "¿Ejercicio militar? En la puerta nos dijeron que era un ejercicio de SEAL," Dar declaró. "Graduación para algunos equipos nuevos." El marine llamado Dave se levantó y trotó. "Bueno, sí, pero están para graduarse de la Escuela de Guerra Urbana", explicó con entusiasmo. "Ellos tienen que contrarrestar una crítica infiltración terrorista en un centro de operaciones". "Crít…" Dar miró a su alrededor. "¿Quieres decir aquí? ¿Este es el objetivo?" La mujer asintió. "Sí, nos estaban esperando a los terroristas. Pensamos que eran ellos cuando se abrió la puerta, pero luego nos dim…" La puerta se abrió de golpe con un fuerte ruido, y la habitación de repente se llenó de hombres roñosos vestido con uniforme de color verde y marrón. "¡No os mováis! ¡Qué nadie se mueva!" gritaron, blandiendo un M16. "¡Todos con la espalda contra la pared, cerdos!" Dar sintió que la situación iba a explotar fuera de control en cualquier momento. Dos de ellos se abalanzaron sobre ella y la agarraron por los brazos, haciéndola que gritara tanto por el dolor como por la sorpresa. El hombre a su izquierda la empujó contra la pared y se apoyó en ella. "¡Cállate! ¡Cállate o te vamos a matar!" Dar luchó por instinto puro pánico, tirando su cuerpo alrededor y empujar fuera de la pared, tirando sus atacantes sorprendido de nuevo mientras se retorcía, ignorando el dolor. Uno agarró por ella de nuevo y ella se giró, arremetiendo con una patada que le dio en el intestino, mientras trataba de alejarse de la segunda. Algo explotó contra su cabeza, y ella apenas era consciente de golpear contra la pared mientras le doblaron las rodillas y la oscuridad superó rápidamente las estrellas en su visión. Ella estaba inconsciente antes de que cayera al suelo.
Capítulo Quince KERRY estaba al tanto de cada crujido de madera y cada roce de botas contra el suelo de baldosas, mientras caminaba por el pasillo. El ambiente estaba más espeluznante y escalofriante a cada segundo. Intentaba mantener controlado su nerviosismo mientras caminaba por el pasillo. Vamos, Kerry, se dijo con irritación. Deja de actuar como si un terrorista fuera a salir por cada puerta. Un par de metros más adelante, una sombra se movió y de repente la envolvió. Reaccionó soltando un grito, que fue medio amortiguado, cuando una mano le tapó la boca y las manos fuertes la agarraron. "Hey... Hey... kumquat... relájate." La voz de Andrew casi la hizo caerse. "¿Deja que gritar, sí?" Con cautela, el ex-SEAL la soltó y la miró ansiosamente. "No estás herida, ¿verdad?" "No." Se apoyó contra él. "Lo siento, pero este lugar me da escalofríos. ¿Dónde has estado?" Andrew torpemente le palmeó la espalda. "Sólo comprobando algunas cosas. Algo no está bien aquí. Está demasiado tranquilo para ser un sábado." "¿Así que no estoy imaginando cosas?" Dijo Kerry. "Está bien, déjame darle instrucciones a Mark, luego podemos volver aquí y ver si podemos averiguar lo que pasa." Empezó a bajar por el pasillo con Andrew pasando tranquilamente a su lado con su poderosa zancada. "¿Qué crees que está pasando?" "Ah no lo sé." La cabeza de Andrew fue girando sobre un eje de ida y vuelta, observándolo todo. "No he encontrado a nadie quien poder preguntar." La miró. "¿Dardar está bien?" Miró detrás de ella. "Creo que sí", respondió. "Parece bien, pero algo cansada. Creo que le sigue doliendo el brazo." "Aw". Andrew le palmeó el hombro. "Es una chica dura. No te preocupes." "Sí, es cierto." Kerry suspiró. "Sólo creo que esto era excesivo. Hey!" De nuevo tiró de ella hacia una puerta, con su mano grande y cálida tapándole la boca. "Silencio," Andrew apenas susurró. "No te muevas." Asintió con un gesto de comprensión y se quedó inmóvil. La puerta de entrada en la que se encontraban estaba oscura, y casi podía sentir las sombras que llegaban a su alrededor, pero no podía oír nada. Se preguntó qué estaría pasando. Entonces vio un suave reflejo gris, casi indistinguible en el suelo de baldosas, avanzando hacia el hueco de la puerta del pasillo. Agudizó el oído, pero aún no pudo oír nada, aunque pudo ver que la pequeña sombra moverse cada vez más cerca. Desconcertada, miró a la cara de Andrew, viendo su más absoluta quietud.
La sombra se deslizó más cerca, y sintió que su respiración se aceleraba. Pegó los ojos al borde de la puerta y casi saltó cuando el borde de un cañón de un rifle cortó la línea recta. Dios mío. Apretó la mandíbula. Sintió cambio en el cuerpo de Andrew, detrás de ella, notando su tensión a través de los brazos que la habían envuelto sin apretar. El rifle se movió hacia adelante, más lejos de la puerta, de lo que había pensado, y ahora las manos y el cuerpo de su portador quedaron a la vista. Era un joven de mediana estatura, vestido con traje de faena, con los ojos chasqueando nerviosamente arriba y abajo del pasillo. Sin duda, la mente de Kerry gritó, me acabará descubriendo. Pero no lo hizo. Él siguió su camino, y antes de que pudiera relajarse, otro hombre salió a la vista, moviéndose con cuidado. Este hombre era más alto y más delgado y tenía una barba desaliñada. Entonces aparecieron más hombres, seis o siete en total, había perdido la cuenta. Llevaban mochilas, y sus ropas parecían desgastadas. La nariz de Kerry se abrió cuando el olor de aceite para armas se acercó a ella. Andrew esperó casi un minuto entero, antes de que soltar a su nuera, y muy lentamente acercó su cabeza por la puerta. Luego se relajó y frunció el ceño. "¿Qué demonios es todo eso?" "No lo sé, pero pare espeluznante," Kerry le dijo, mirando por el pasillo ahora vacío. "¡Hey, tal vez son terroristas cubanos!" Andrew se permitió una pequeña carcajada. "No lo creo", dijo. "Vamos, kumquat, vamos a averiguar qué pasa." Kerry negó con la cabeza, y echó a andar por el pasillo. Había andado unos diez pasos cuando se detuvo en seco, un puño apretaba su corazón. "Oh." Una sensación de pánico la invadió y se dio la vuelta, evadiendo la mano extendida de Andrew, que le indicaba que corriera. Durante un el silencio se congeló. A continuación, uno de los terroristas se quitó la máscara de la cara. "Mierda," jadeó con voz ronca. "¡Es una civil!”" Ceci, se había quedado en estado de shock durante varios latidos largos. Se agachó entre dos de los hombres y se acercó a Dar. "Eres un hijo de puta, n tenías que haberla golpeado así". Se dejó caer de rodillas al lado de su hija, ahora muy quieta. Ansiosamente, tocó la cara de su hija, que estaba pálida y relajada. "Mierda", dijo el terrorista. "¿Qué hacemos, sargento?" El segundo hombre que había venido, acarició su rifle. "Sólo quédate donde estás. Tenemos órdenes." "¿Qué?" el hombre que se había quitado su masca se opuso. "¿Estás loco? Esto no es parte de las órdenes. ¡Ella es una maldita civil!" "No lo sabes," el sargento espetó. "¿Qué si lo son? Podrían ser parte de todo esto, ya lo sabes. Dijeron que habría algo inesperado. Esto es todo. Así que cállate
y sólo cumple las órdenes." Se volvió y miró al resto de la habitación. "Todos vosotros simplemente quedaros quietos y mantener la boca cerrada." "¿Dar?" Ceci le palmeó la mejilla suavemente. "¿Hey, Dardar?" El nombre de la mujer le pareció raro, pero no dijo nada. "Vamos, abre los ojos, ¿eh?" Durante un largo momento no hubo respuesta. Le palmeó de nuevo la mejilla, y esta vez los párpados de su hija revolotearon reaccionando, terminando por abrir sus celestes y aturdidos ojos. Para su consternación, Ceci se encontró balbuceando casi en pánico. "Hey, vamos... ¿estás bien?" Aquellos ojos azules la estudiaron, se clavaron en su rostro, luego parpadearon y se abrieron un poco más. "¿Dar?" "Urmf." Se sentía como si un edificio le había caído en encima. Sólo quería que sus ojos se cerraran y volver a dormir. Estaba más tranquila, y le dolía muchísimo menos. Pero alguien estaba temblando, y tenía la sospecha de que era su madre. "Bueno." Dar se defendió de la insistencia. "Está bien... está bien... estoy despierta... Jesús..." Cerró los ojos, luego los abrió completamente, parpadeando hasta que pudo enfocar a su madre. Su rostro se cubrió de repente entre las manos de Ceci, pudiendo sentir el temblor de ellas. Una sensación de desmayo, pero distinta a la sorpresa, se filtró a través de su mente medio despierta. "Aquí, a ver si puedes sentarte," su madre instó. "Creo que ese imbécil sin cerebro te pegó." Los terroristas se estaban moviendo nerviosamente por la habitación, y habían arreado a los dos operadores de consola en el rincón donde Dar y Ceci estaban. Todavía no habían visto a los dos técnicos de Dar, que prudentemente se habían escondido detrás de los grandes conjuntos de unidades gemelas, desde donde Dar había estado transfiriendo datos. Bueno. Dar consiguió incorporarse, haciendo balance de la situación. Le dolía la cabeza como el infierno, aunque el brazo le dolía más. Su dignidad gritaba en agonía mortal. Su madre, por amor de Dios, la estaba acariciando como si fuera un gatito. ¡Jesús! ¿Qué diablos podría pasar después? Un grito salvaje perforó la habitación, y la puerta se abrió de golpe. Los terroristas se arremolinaron, subieron sus armas, gritando advertencias cuando una figura rubia despeinada tropezó en la habitación, mirando a su alrededor frenéticamente. El hombre más cercano a la puerta saltó sobre ella, siendo interceptado por un hombre alto, que lo agarró, lo desarmó, y lo lanzó contra la pared. La voz de Andrew retumbó. "Todos quietos o acabaréis como un queso suizo." Ladeó la gran escopeta negra, que le había quitado al primer hombre que había derribado, luego la levantó y apuntó al hombre más algo. "¡Dar!" Kerry corrió hacia ella.
Oh. La mente cansada de Dar suspiró. Esto es lo que podría pasar después. Hazte un favor, Dar. No imagines más cosas. "¿Qué alguien me explique qué es todo esto?" Andrew se puso las manos en las caderas, mirando al líder desventurado de los "terroristas". "Mire, señor. Es un ejercicio de entrenamiento. Nos dijeron que viniéramos aquí y tomáramos rehenes." Miró a su alrededor. "Vinimos aquí y tomamos rehenes. Se suponía que no tendríamos ningún tipo de confrontación." Los ojos de Andrew se estrecharon. Su voz bajó de tono. "¿Me está diciendo que fue culpa de mi hija que la golpearan?" "N... no, señor." Uno de los soldados sacudió la cabeza. "Estoy diciendo que nos vimos sorprendidos, si sabe lo que quiero decir." Andrew lanzó una mirada al soldado más alto, que hizo una mueca y se cruzó de brazos con cautela. "¿Qué viene ahora?" preguntó, aunque tenía una idea bastante buena. El hombre asintió con la cabeza. "Estamos asignados a mantenerlos a raya. Tengo explosivos y munición extra en esos paquetes. Se supone que debemos bloquear la habitación y mantener un perímetro defensivo." Dudó. "Señor, nos dijeron que nos encontraríamos con algunas cosas inesperadas. Pensé..." Él miró hacia donde estaban sentados el resto de los "rehenes". "Pensé que ellos eran parte de esto." "Uh-huh". Lo miró con desaprobación. "Bueno, pues ahora mismo vamos a poner fin a este ejercicio. No vais a ninguna parte." Se echó al hombro el arma y se volvió hacia la puerta, deteniéndose sólo cuando oyó sonar el teléfono móvil de Dar. "¿Y ahora qué?" "Yo lo cojo." Kerry deslizó el teléfono del soporte de la cintura de Dar y lo abrió. "¿Sí?" Puedo responder a mi propio teléfono. Dar protestó, pero sus palabras nunca salieron de su boca. Era más fácil pensar que otra cosa. "Mark... Mark... espera... más lento." La voz de Kerry sonaba urgente. "Espera... esp... ¿Qué?" "Dame eso." Dar tomó el teléfono y escuchó los sonidos caóticos desde el otro lado. Dejó escapar un grito. "¡MARK!" El caos continuó, luego desaparecido. "Jefa... jefa... este lugar está volviendo loco. Tenemos que salir de aquí", dijo Mark asustado. "Algunos locos ha entrado aquí. Nos hemos escondido dentro de un armario". Su voz fue ahogada. "¡Al suelo, Brent! ¡Maldito idiota, mantén tu puta cabeza abajo antes de que te la rompan!" Ah. Dar respiró. Está aprendiendo mi estilo de gestión. "Mark, cálmate. ¿Eran militares? Hablaban de algún tipo de juego de guerra". "No sé de qué coño hablaban." Sonaba inusualmente en estado de pánico. "Tenían armas, Dar. Uno de esos idiotas disparó al concentrador de Ethernet."
Dar frunció el ceño y miró a Andrew, que había cruzado a arrodillarse a su lado. "¿Se supone que deben disparar munición real?" "Diablos, no." Andrew retiró un cartucho de la escopeta y se lo mostró. "Son de fogueo". "¿Pueden esas balas hacer agujeros en el equipo electrónico?" "De ninguna manera." El líder terrorista también se había acercado. "No debemos romper nada - de hecho, mi CO me dijo que dañábamos algo, tardaríamos más de veinte años en pagarlos de nuestros sueldos." ¿Qué demonios estaba pasando? "Mark, quédate donde estás," Dar le ordenó. "No tomes ningún riesgo. Si esos idiotas están disparando balas de verdad, los tres os quedáis donde estáis hasta que sepamos qué está pasando." Andrew asintió. "Buena idea." "Sí." El terrorista se rascó la mandíbula y estuvo de acuerdo. Se escuchó una pelea, luego el sonido de un portazo, y se quedó más o menos tranquila. "Está bien," Mark jadeó. "Estamos aquí, pero déjame decirte, jefa, que después de esto te pediré un aumento." Dar dejó escapar el aliento con un suave gruñido. "Lo tendrás." Cerró su teléfono y lo dejó caer sobre su muslo mientras sus ojos se levantaron hacia su padre. "Papá, ¿qué diablos es esto?" "Tal vez se trata de un error", el líder terrorista intervino. "No creo que realmente hayan disparado a nada, señora." Kerry negó con la cabeza. "No, el hombre en el otro extremo de ese teléfono no es alguien que entre en pánico sin razón," no estaba de acuerdo, poniendo una mano en el antebrazo de Dar. "Si él dice que estaban disparando, lo estaban." Ceci se aclaró la garganta. "¿Eso significa que van a venir aquí al lado?" Todo el mundo intercambió miradas. "Bueno..." El terrorista corpulento dudó. "Somos su objetivo, así que sí, supongo." "Si están disparando balas de verdad, eso podría ser un problema." Andrew se pasó una mano por la cara. "Señor," suspiró. "Esto va a ser un problema. Creo que será mejor que todos salgamos de aquí lo antes posible, Dardar. Recoge tus cosas y vamos fuera." Lee tocó la pierna. "Necesitar una nueva visita el doctor Dr. Steve para que te pueda echar un vistazo a la cabeza." Tuvo que admitir que era probablemente una buena idea. El lugar donde había sido golpeada lo sentía demasiado caliente, hinchado, y le dolía. Kerry había visto que la contusión se estaba extendiendo por el cuello, y con todo lo que había pasado, no podía discutirlo. "Bueno." Miró al operador pelirrojo. "¿Eso ya se ha descargado?" Doug, si su nombre era Doug, recordó. "Casi", contestó él.
"Dar, olvídalo," Kerry instó suavemente. "Vamos a salir de aquí. No vale la pena correr más riesgos." Podía ver los ojos de su amante dilatarse, presintiendo que podría estar teniendo una conmoción cerebral. Aquello era demasiado. "Vamos." Por un momento, pensó que Dar lo iba a rechazar. Los ojos azules estudiaron su rostro en silencio, buscando con atención antes de que Kerry viera su rendición, entonces movió la cabeza asintiendo. Dar le pasó el teléfono móvil. "Le diré a Mark que nos encontraremos en el aparcamiento." Ceci se puso de pie y dejó que Andrew se colocara junto a Dar, para que la ayudara a incorporarse. Le había vuelto a poner el arnés en el brazo a su hija, con sorprendentemente poca resistencia, y ahora Dar estaba aceptando la ayuda de su padre con la misma gratitud silenciosa. Francamente, eso asustó la. La única vez que había visto a su hija someterse mansamente a este tipo de cuidados, fue cuando había estado muy, muy herida. A los dieciséis años se había roto una pierna, y había estado acurrucada en brazos de su padre, tratando de no llorar mientras la llevaba al hospital. "Muy bien, vamos a ir." Comenzó a liderar el camino hacia la puerta cuando fue bruscamente empujada hacia adentro por la Jefa Daniel que entró, cerrándola detrás de ella. "Ah". "Sabía que no debería haber confiado en ti." Daniel señaló a Dar, tan enfadada que casi estaba escupiendo. "Fuiste directamente a hablar con tu amigo y se lo contaste, ¿no?" Dar la miró fijamente. "No. No dije nada, a nadie de aquí." Miró hacia donde se suponía estaba el oficial del JAG, pero se dio cuenta de que se había ido. "¿Q…” "Pues alguien lo ha hecho," la jefe escupió. "Porque ellos van a venir aquí y destruirlo todo." Se volvió y miró a los terroristas. "Será mejor que saquéis vuestros culos fuera de aquí, porque están de camino. A menos que queráis terminar como una hamburguesa." Oyeron un crujido, desde no muy lejos. "Demasiado tarde, pero qué-," Andrew dijo en voz baja. "Parece que tenemos un problema." CECI vio a algunos hombres en traje de faena moverse en frente de la puerta. "¿Deberíamos llamar a la policía? Andy, esto se está saliendo de control." Ella estaba de pie detrás de Dar, que estaba sentada de nuevo en la consola, laboriosamente picoteando el teclado con un solo dedo índice. "No tengo tiempo", su marido le respondió, moviéndose sobre una mesa y asomándose a través de los paneles de vidrio que superaban el muro que los separa del pasillo. "La policía tendría que venir desde muy lejos, tardarían demasiado." "Entonces, ¿qué vamos a hacer?" Ceci sabía que sonaba nerviosa, pero los ruidos fuertes de destrucción estaban cada vez más cerca, y tenía un montón de
cosas de qué preocuparse. Andrew, por su parte, tendía a creer en su propia indestructibilidad. "'Les daremos algo en qué pensar, eso es lo que vamos a hacer", respondió Andrew. "Crearemos un problema que tengan que resolver, en algún otro sitio fuera de aquí." La Jefe Daniel soltó un bufido. "Aquí es donde quieren estar." Señaló a los mainframes. "No van a irse así de simple." El líder de los terroristas SEALs miró primero a Andrew y luego a la jefe, obviamente confundido. "Señora, ¿qué diablos está pasando aquí?" "Mejor que no lo sepas," respondió a quemarropa. "Porque si lo supieras, tendrías que pasarte los próximos diez años en la oficina de algún administrador haciendo papeleo." Miró alrededor de la habitación y sacudió la cabeza. "No podemos mantener este lugar." "Claro que sí", dijo Andrew no estaba de acuerdo. "Sólo necesitamos algo de munición convencional, eso es todo." Miró para ver a Kerry agachada junto a Dar, mirando ostensiblemente la pantalla, pero con su atención, obviamente, centrada en su pareja herida. "¿Qué munición tenemos, de fogueo?" El terrorista plomo asintió, y luego saltó al oír el sonido característico de los cuerpos golpeando contra la pared en el pasillo. "Aquí vienen." "Bien." Andrew señaló. "Ceci, escóndete detrás de ese gabinete. Llévate a los niños contigo." Dar y Kerry intercambiaron miradas, luego miraron a Ceci. "¿Niños?" La joven rubia se opuso, pero se levantó para moverse todos modos. "Vamos, Dar". "En un minuto," Dar respondió distraídamente, escribiendo un comando final. "Esto está casi hecho." "Dar". Kerry escuchó el crepitar de un megáfono fuera. "Ahora, ¿por favor?" Tiró muy suavemente del brazo ileso de su amante. "Estás ahí dentro", una voz retumbó. "Sabemos que tienes rehenes. Si sabes lo que es bueno para ti, deja que se vayan". Dar de mala gana se levantó y se unió a Kerry y su madre, detrás de las grandes consolas de ordenadores, donde también estaban agachados Doug y su compañera de trabajo. Sacó su teléfono celular y lo abrió, para volver a llamar a Mark. "Quédate donde estás", el líder terrorista recitó obedientemente. "Tengo a las mujeres aquí." Andrew le lanzó una mirada. "Eso es lo que nos dijeron que debíamos decir, señor," el hombre retumbó en tono de disculpa. Desplegó sus hombres a cada lado de la puerta y les dijo que mantuvieran abajo. "Ellos también están siguiendo el plan. ¿Estás seguro de que esto no es sólo una parte del ejercicio?"
En ese instante, las luces se apagaron. Un espeso, oscuro silencio cayó sobre el cuarto, cuando el aire acondicionado se detuvo y los ordenadores dejaron de funcionar, muriendo el zumbido de sus ventiladores. "Nota para mí." La voz de Dar, entró por la penumbra. "Recomendar sistemas UPS independientes." "Jesús," susurró Kerry. "Doug, desconecte la caja, y tire de ella hacia mí", dijo Dar voz baja. "Sí, señora". Andrew parpadeó, luego parpadeó de nuevo para ver si eso ayudaba a ver algo en la habitación a oscuras. No tuvo esa suerte. Su mente corría por diversas posibilidades y no le gustaban mucho a ninguna de ellas. "Creo que lanzarán algo al interior", murmuró. "¿Gas? Sí", el líder terrorista acordó suavemente. "Tenemos máscaras." "No hay suficiente de ellos." Andrew dejó que sus ojos se cerraran mientras se levantaba. "Se oye algo, abajo." "Sí, señor." Doug se arrastró por las baldosas del suelo arrastrando la caja grande. "Muy bien, aquí está, señora." Dar sintió el equipo, verificando que la cubierta estaba firmemente en los puertos y todo estaba bien asegurado. Pensó un momento, y luego sintió a su alrededor, hasta que su mano tocó una caja de papel continuo destinada a la impresora grande. Como siempre solía pasar, la caja estaba casi vacía. Deslizó su cuadro negro en el interior, y luego se sentó cómodamente en la parte superior de la misma, exhalando. "Está bien. Pase lo que pase, mantener la cabeza hacia abajo y no os mováis." En la oscuridad, sintió a su compañera acercarse más a ella, presionando sus cuerpos juntos y deslizando una mano a enroscarse alrededor del muslo de Dar. "Te queda una oportunidad de salir," la voz retumbó. Dar oyó un sonido deslizándose cerca, y algo que sonaba como peces muertos cuando se golpeaban contra un muelle. "¿Papá?" "Silencio". La voz de Andrew hizo eco suavemente. "Sólo te quedas abajo." "Lo estamos", dijo Kerry en un susurro. "¿Qué estás haciendo?" "No te importa, kumquat. Sólo quédate ahí quieta y mantener la cabeza abajo." "¡Te lo advierto!" el terrorista gritó. "¡Haz algún movimiento y empiezo a disparar, sin importar lo que pase!" Unas órdenes susurradas siguieron, y el roce, muy débil, de unas botas. "¡Tenemos máscaras de gas, no os molestéis en intentar nada, a menos que quieras a estos rehenes gaseados!"
"No sabía que los estaban seleccionando para inteligencia, este año," Ceci murmuró en voz baja. "¡Qué bonito!". "Mamá". Le reprimió con sonrisa, invisible desde donde estaba. "Sí, sí, lo sé, sólo recogen SEALs que sean lo suficientemente inteligentes como para salvarnos a todos." "Que nadie se ponga de pie ", Andrew retumbó suavemente. El líder del equipo SEAL acercó un paso más cerca. "¿Estás seguro de lo que estamos haciendo, señor? Ellos de momento están siguiendo el plan." "Ah no sé", le respondió. "Pero no quiero tomar riesgos con mi esposa y mis hijas aquí. Me gustaría que ellos simplemente entraran aquí con pequeñas balas de pintura, pero no quiero problemas." Un fuerte golpe se escuchó. Luego se hizo el silencio. Todo el mundo esperaba, sudando en el aire inmóvil. Entonces todo sucedió a la vez. Las ventanas volaron, y, unas pequeñas cosas duras redondas entraron. Esto fue seguido por un ruido muy extraño, como una lata de refresco abriéndose antes de estallar. Un fuerte olor comenzó a llenar la habitación, pero se detuvo cuando un ruido indescriptible empezó a sonar y el hedor se sustituyó por un segundo perfume abrumador, este químico. Dar envolvió su brazo sano alrededor de Kerry y agachó la cabeza cuando un nuevo estallido vine desde la puerta principal. Podía sentir todo lo que sucedía a su alrededor, pero los sonidos no evocaban ninguna lógica, y el olor a humo, sudor y química la empezó a marear. Ahora los hombres estaban gritando. Los SEALs atacando sobre la puerta, y el sonido explosivo de las armas disparando llenaron la habitación. Trazas rojas pequeñas corrían por todas partes, que salpican las paredes y el suelo; a continuación, los gritos continuaron cuando el rudo extraño volvió a sonar, junto con un fuerte grito, que Dar reconoció de su padre. "¿Qué diablos está haciendo?" Dar silbó a Ceci. "¿A mí me lo preguntas?" su madre siseó. "Tú eres la que mejor puede saber de estas cosas" "¡Hijo de puta!" Un grito se oyó por encima de todo el ruido. "¡Qué mierda!" Ahora el ruido sonaba más como cuando conducían al ganado de un lugar a otro. Dar podía oír los cuerpos chocando, y el olor a químico era casi abrumador. Entonces oyó algo detrás de ellos. Botas. Arrastrando los pies. El amartillado de una escopeta. Instintivamente, agarró a Ceci y a Kerry y las tiró al suelo, ignorando el dolor en su brazo cuando el mundo explotó detrás de ellas. Sintió estremecerse cuando la habitación se convirtió en un caos. Se oyeron varios disparos. Piezas de plástico llovieron sobre ellos. Los gritos continuaron en el otro lado de la habitación. Un trazador rojo bailó perezosamente a través de la oscuridad,
hasta detenerse en su pecho. Por un segundo, todo lo que podía oír era el latido de su propio corazón, mientras su mente se daba cuenta de lo que estaba sucediendo. La escopeta se ladeó. "¡Papá!" Dejó escapar un grito, sabiendo que si se movía, expondría a Kerry y a su madre, cerró los ojos. Luego hubo un ruido sordo, una maldición, y el sonido de algo que se rasgaba. Metal golpeando con carne. La carne golpeando contra carne. Un gruñido animal. "Bien." Una voz de mando se elevó sobre el caos. "¡Un momento! ¡Todo el mundo de pie ahora!" Y entonces las luces se encendieron. "¿Qué demonios está pasando aquí?" Un hombre alto, corpulento entró en la habitación, llevándose las manos en las caderas. "¿Pero qué… Andy?" Andrew dejó caer el brazo que sostenía y se enderezó de cuclillas, volviéndose hacia el recién llegado. "'Steve." Sus ojos ansiosamente comprobaron la expansión de los cuerpos entre las consolas, ahora en ruinas. "¿Están todos bien?" Ceci se retorció de debajo de la pierna extendida de Dar. "Sí." Kerry no se movió un centímetro, prefiriendo permanecer donde estaba con los brazos envueltos alrededor de su amante. "Sí." Dar hizo una mueca, cambiando su peso de encima de su brazo malo cuando se encontró con los ojos de su padre. "Gracias." Andrew asintió, luego volvió su atención a los recién llegados. Los SEALs, protectores y agresores, estaban tendidos por todas partes, vestidos con ropa de faena, con pintura negra, que también cubría el suelo, y parte de las paredes, consolas y equipos que habían sido salpicados. Dejó que el extremo de la manguera de incendios, que había estado manejando, cayera de su hombro, y miró hacia abajo, a sus pies, con un sentimiento de decepción cansado. Extendió un pie, rodó sobre la forma desplomada vestida con uniforme negro similar, y suavemente arrancó el rifle que había tomado del atacante lejos de su alcance. "Maldita Sea." "Mierda". Steve Drake se había acercado hacia donde estaba Andrew de pie. "¿Qué rayos está haciendo el CO aquí? ¿Lo golpeaste? ¿Hey, esas no son tu mujer y tu hija? " "Steve", Andrew exhaló. "¿Qué les ha pasado a todos esos equipos?" El comandante SEAL se volvió y miró a los miembros del equipo desenredarse lentamente. "Pensé que te dije que no debíais tocar nada de esto" Steve dejó de hablar cuando una gran mano encajó sobre su boca.
"Silencio," Andrew exhaló. "Tenemos mucho de qué hablar. Primero haz que vengan algún médico." "Pero -" La voz de Andrew tomó una calidad nítida y seria. "Simplemente hazlo." Dar logró incorporarse, obstaculizada tanto por su brazo y como por su amante. Apoyó la cabeza contra los restos de la consola y parpadeó. "Doug?" "Estamos bien, señora." Doug y su compañera se arrastraron por entre el ordenador y la pared cercana. Los dos estaban cubiertos de polvo, pero ilesos. "Pero no sé qué ha pasado con la otra mujer." Dar pensó en varias cosas que la hicieron sonreír desagradablemente, pero le dolía demasiado para disfrutar de ellas. "Coge la caja y sal a la calle. Espera a Mark. Llévalo a mi coche, y que salgar de la base." Mantuvo su voz baja. "Muévete." Doug vaciló, luego su cara pecosa se arrugó en una mueca, asintiendo con la cabeza. "Sí, señora. Tenga cuidado." Él y la otra técnico cogieron la caja, y se dirigieron hacia la puerta esquivando a los SEALs que estaban maldiciendo. Los ojos de Kerry estaban siguiendo los pies de Andrew. "Te equivocaste", murmuró. "Sí," Dar acordó con tristeza. "Supongo que sí. Tenía la esperanza de que no fuera así." Cerró los ojos. "Supongo que estaban tratando de utilizar el ejercicio para cubrir y borras las pruebas." Negó con la cabeza. "No entiendo nada de esto. ¿Qué hay de nuestra amiga? ¿Era también parte de esto? ¿Está todo el mundo en este lugar implicado, Dar?" "No lo sé", contestó. "No quiero pensar en eso ahora." Dejó que sus ojos abiertos examinaran el agujero en la consola justo enfrente de ella. "No me gusta esto". "Bueno, cariño, no creo que a nadie le guste estar en una habitación mediodestrozada, llena de espuma ignífuga y marines gruñendo," Kerry bromeó débilmente. "A mi realmente no me gusta." Era más como un mal sueño. Sintió un dolor más allá de lo físico, mientras consideraba las consecuencias del día. Nunca habías tenido que clavar a un amigo, ¿verdad? Aceptó el auto-reconocimiento con un sabor amargo en la boca. Era más seguro pensar que se tratada de unos malditos desconocidos, ¿no es así, Dar? Solías reírte de estas situaciones, ¿recuerdas? Era cierto, lo sabía. Recordó el intercambio de apuestas con Duks de cuántas personas podía clavar en las empresas que consolidaban. ¿Cuál fue tu récord? Quince, ¿no? Sus ojos se dirigieron al techo. Bueno, tenía un trabajo que hacer; después de esto. Había tenido que mirar el láser en su pecho, y ahora tenía que enfrentarse a la posibilidad de que su "viejo amigo" podría haber optado por apretar el gatillo.
No había duda de que habría muerto. Hubiera sido un "error" durante un ejercicio; eso sería todo. Fuego amigo. Y además eran civiles que no tenían autoridad para estar donde habían estado. Le temblaron los labios. Maldita sea, la vida sólo es una mierda a veces. Inhaló, luego giró la cabeza hacia un lado para encontrarse con los ojos de su compañera. ¿Habría visto el alcance? ¿Sabría lo que casi había pasado? "¿Estás bien?" "¿Yo?" Casi balbuceó. "Estoy perfectamente bien, Dar. ¿Puedes ponerte de pie? Me gustaría salir de aquí lo antes posible. El olor de la espuma que me está poniendo mala." No. Ella no lo sabía. Después de un momento de vacilación, decidió guardar la noticia para más tarde, cuando estuvieran solas. "Claro. Es una buena idea." Se movió y lentamente se puso de pie. Kerry se aferró a ella, cuando una ola de mareo casi la envió de vuelta al suelo tierra otra vez. "Whoa". "Eh". Kerry le pasó un brazo alrededor con firmeza. "Te tengo." Esperó un momento a que el zumbido se desvaneciera, puso su brazo sobre los hombros de Kerry y echó un vistazo alrededor de la habitación por primera vez. "Mierda", dijo abruptamente, sorprendida por el desastre de todo el lugar. Ceci la ayudaba desde el otro lado. Miró a su hija. "¿Estás bien?" Hubo una vacilación débil en su voz. "¿No te está matando este olor?" Se le revolvió el estómago por la fuerte combinación entre el fuerte olor y el dolor del hombre y de cabeza que parecía estar empeorando. "Sí, es bastante malo", estuvo de acuerdo. "Vamos, salgamos de aquí." "Buena idea", comentó Ceci, observando pero sin comentar la cruda palidez del rostro de su hija. "Caminaremos juntas." Intercambió miradas con Andrew, que asintió con la cabeza, con una mirada sobria, pero muy seria en su rostro. Después de un momento, tomó aire, y llevó una mano firmemente sobre la espalda de Dar, mientras se abrían camino lentamente hacia la puerta. Dar miró a un lado, luego al otro, una docena de palabras de protesta creciendo en sus labios acerca de este comportamiento demasiado atento. Entonces su estómago casi se rebeló, agradeciendo el agarre de Kerry, y decidió hacer una excepción. Sólo por esta vez.
ANDREW observó a su viejo amigo, Steve Drake. "Entonces, ¿cuál es el trato, Big A?" Este le preguntó, cruzando los brazos sobre el pecho. "Será mejor llegar a algún acuerdo antes de que Ainsbright se entere y te lance al calabozo. " Miró hacia abajo. "Va a ser un poco molesto." "No puedo," Andrew respondió. Sus ojos se posaron en la forma todavía inconsciente del comandante de la base. "¿Los médicos están de camino? creo que podría tener algo roto."
"Sí. Están de camino," Steve estuvo de acuerdo. "¿Realmente estás jubilado? ¿No me digas?" Andrew asintió. "Ahora llevo una vida agradable y tranquila." Negó con la cabeza. "Este no es un buen día, Steve. Están pasando algunas cosas malas por aquí". El gran SEAL resopló. "Aquí no. Aquí n nunca pasa nada, Andy. Lo sabes mejor que nadie. Esto es muy tranquilo los fines de semana, por eso escogí este lugar." Andrew sacudió la cabeza, recordando esos fines de semana. "Entonces, ¿qué le vas a decir cuando llegue aquí? ¿Vas a explicar por qué hay un oficial en el suelo, por qué se ha rociado de espuma a unos civiles en el transcurso de unos juegos de guerra, por qué hay un hombre rana tirado en el interior de un área oficial y dañado toda esta zona?" "No", respondió Andrew. "No, no voy a explicar nada." Steve ladeó la cabeza de manera desconcertada. Había un rifle apoyado cerca de la pared. Andrew se acercó y se agachó junto a él, examinando el arma con los ojos bien abiertos. "Ven aquí." Esperó a que Steve se acercara y se arrodilló. "¿Esto debería estar armando con balas de verdad?" Un parpadeó. "Diablos, no", dijo el comandante SEAL. "Lo sabes muy bien." Andrew asintió. "Sí." El rifle era bastante común, un antiguo rifle M16, con visión nocturna. "El problema es que lo que hizo esos agujeros aquí no han sido hechos con balas de fogueo. " Se volvió y lo miró. "Estoy pensando en un Calibre 12 Remington." Steve se acercó y examinó los agujeros. "Maldita Sea." Se enderezó. "Ninguno de mis oficiales pueden haber utilizado ese tipo de balas." Regresó de nuevo. "Andrew, ¿qué está pasando aquí?" Andrew miró a los agujeros, y luego a su viejo amigo, - ahora comenzando a gemir, cogió el -entonces al rifle que había tomado de las manos de Jeff y lo estrelló contra la pared. "Eso es lo que a mí me gustaría saber."
KERRY echó el asiento del acompañante hacia atrás un poco, viendo los ojos de Dar parpadear lentamente bajo el sol del mediodía. "¿Estás bien así, cariño? ¿O muevo más el asiento?" "No, así está muy bien," Dar murmuró. "Me siento mejor estando medio sentada. Creo que si me tumbo más, terminaría estropeando tu bonito coche con la poca comida que tengo en el estómago." "Es de cuero. Se puede limpiar". Kerry apoyó la mano en el muslo de Dar mientras miraba alrededor. Ceci había ido a buscar un poco de agua, y Mark ya se había ido en el coche de Dar con la caja de negra y el resto de las unidades. Ahora
el aparcamiento estaba soleado, y tranquilo, con una agradable brisa. Se sintió mucho mejor, y confiaba en que Dar también lo estuviera. "¿Cómo estás?" Esta inclinó la cabeza hacia un lado y la miró con ironía. "Debo estar horrible." Ansiosamente, Kerry le cogió la mano entrelazando los dedos. "¿Por qué? ¿Te duele mucho?" "No." Los ojos azules empezaron a brillar, sólo un poco. "Es la séptima vez que me lo has preguntado en menos de diez minutos", dijo Dar. "¿Me estoy volviendo verde o algo así?" "Psshst." Intentó no reír. "Lo siento." Levantó la mano de Dar y la besó. "Es sólo que todo esto ha sido un poco demasiado, creo. Mi mente va en mil direcciones diferentes." "Sí." Dar la atrajo hacia sí en un abrazo y apoyó la mejilla contra el suave pelo de su amante. Podía sentir el cálido aliento a través de la tela de su camisa, cuando la mujer más pequeña suspiró. "¿Sabes qué?" "¿Qué?" "Te quiero." Dar estaba ligeramente sorprendida por la facilidad con que llegó a sus labios. Sintió la sonrisa de Kerry, y uno de sus brazos serpenteó alrededor de su cintura, dándole un abrazo. "Yo también te quiero," murmuró. Se quedaron así, a pesar de que Dar podía ver a su madre a través del parabrisas. "En este momento estoy muy furiosa por haberme comportado como una maldita perra hoy", dijo. "Realmente esto no ha salido como lo había planeado." "Oh." Kerry no se movió. "¿Quieres decir que no esperabas que alguien sospechara lo que estábamos haciendo, y que usara un ejercicio SEAL para cubrir la destrucción de todas las pruebas?" "Tch. " Kerry se retorció un poco más cerca. Sintió el movimiento bajo ella cuando Dar se rio un poco. "Tu barriga está sorda." "No tengo hambre," suspiró, mientras su madre se acercaba a la puerta, deteniéndose perpleja al observarlas. "Hola." "¿Es que hace tictac?" Ceci aventuró. "Ten, toma un poco de esto. Creo que es seguro. Hay suficiente cloro en ella como para matar cualquier cosa desagradable." Le entregó a Dar una botella que había llenado de la fuente. "Gracias." Dar la aceptó y tomó un sorbo, lamiéndose los labios, pensativa. "Mm. Sabe cómo en casa." Dio otro trago, lo mantuvo en la boca y se lo tragó, perversamente disfrutando del penetrante olor de los minerales y los productos químicos que infunden el agua del grifo. "Ninguna otra cosa sabe igual." Kerry levantó la cabeza y se enderezó, cogiendo la botella con curiosidad y tomando un sorbo. Parpadeó, y luego la escupió inmediatamente. "¡Yahh!"
Ceci y Dar se ambos rieron. Kerry parecía que necesitaba desesperadamente algo. Algo como simplemente un vaso de agua. "¡Santo cielo, Dar! ¿Cómo demonios podías beber esto?" Dar hizo una mueca cuando una oleada de náuseas la golpeó. "Me lo estoy preguntando ahora mismo", dijo. "Es mejor que deis un pasoso atrás, en caso de que eche lo que acabo tragar". Kerry no se movió ni un centímetro. Le cogió la botella de las manos y suavemente le frotó el antebrazo, acariciando la piel caliente y desnuda, mientras la observaba cerrar los ojos e inclinarse hacia atrás. "Creo que será mejor que me vaya", dijo Ceci. "Sigue adelante y consigue que duerma un poco. Volveré allí y buscaré a papá." Ceci asintió. "Buena idea." Abrió la puerta de atrás y se metió adentro. "Pero tú conduces, yo iré a buscarlo." Observó a Kerry cerrar cuidadosamente la puerta del lado del pasajero, rodear alrededor de la parte frontal del Lexus. Torpemente, palmeó el brazo de Dar suavemente. "Aguanta ahí." Dar tragó, incómodamente consciente del dolor en la cabeza y el hombro cada vez peor. "Haré lo mejor que pueda. ¿Mark se llevó la caja?" Incluso el sonido de Kerry cerrando la puerta le molestó." "Él lo consiguió, cariño." Puso el coche en marcha y se dirigió hacia el edificio. "No te preocupes por eso." Bien. Cerró los ojos y se concentró en tomar respiraciones superficiales. No quería vomitar. Eso le haría más daño. Eso haría que su cabeza le doliera más, mucho más de lo que ya le dolía. Sería también una pena, la parte más ingeniosa de ella argumentó, arruinar el olor a coche nuevo del pequeño coche azul de Kerry. Oh sí, eso sería malo. Eso sería malo.
Capítulo Dieciséis KERRY se frotó las manos y se recostó contra la pared, cruzando los brazos mientras observaba al Dr. Steve quejarse sobre Dar. Hacía frío en la sala de urgencias, y se encontró deseando tener una sudadera. En realidad, deseaba no tener que estar allí, no tener que ver toda la actividad en torno a Dar, con un nudo pesado y nervioso en el estómago. El Dr. Steve le había echado un vistazo a su amante y ambos la habían enviado directamente al hospital, con él conduciendo justo detrás de ellas. Lo peor fue que Dar no había protestado. Incluso ahora, estaba descansando tranquilamente en la cama acolchada, con los ojos cerrados, mientras el doctor y las enfermeras la revisaban. Eso hizo que Kerry se diera cuenta de que era algo grave, porque de lo contrario sabía que su amante estaría quejándose de todos ellos. Se preguntó cómo estarían sus suegros en la sala de espera, donde se habían tenido que quedar, a regañadientes, mientras veían cómo se llevaban a su hija. Aquella visión se le había quedado grabada en el corazón. "Kerry?" Saltó, a continuación, se centró en la cara amable del Dr. Steve. "Oh, Dios. Lo siento." Lo miró a los ojos con ansiedad. "¿Cómo está?" "Supongo que se siente como un cerdo de camino al matadero", el médico le dijo. "Tiene una gran conmoción, y parece que se ha dañado más el hombro." "Oh. ¿Va a estar bien?" Dr. Steve le dio unas palmaditas en la mejilla. "Con el tiempo, cariño", le dijo. "Pero tengo que hacerle un TAC de esa cabeza. ¿Te importaría estar con ella, mientras tanto?" "Claro". Se sintió un poco mejor. "Cualquier cosa que pueda hacer para ayudar." La sala de tomografías fue un viaje corto lejos del ascensor. Se pasó el camino frotando suavemente los dedos de su amante hasta que los ojos azules de Dar la miraron con tristeza. "Hey, cariño." "Ow," Dar respondió. "Lo sé." Caminaba junto a la camilla mientras salían del ascensor y se movían por el pasillo. "Dar, cariño, necesitan hacerte unas imágenes de tu cabeza, ¿de acuerdo?" Un gemido. "Sí, lo sé, lo odias, pero el Dr. Steve realmente necesita ver lo que está pasando allí", le dijo. "Así que te quedas con los ojos cerrados, y no va a ser tan largo, lo prometo."
"¿Lo prometes?" murmuró. "Lo prometo", repitió, mientras se acercaban a la gran máquina. "Debemos tener los ojos cerrados, ¿de acuerdo?" "Está bien. Sólo quédate aquí conmigo." Ooh. Miró a la gran máquina, y luego el pálido rostro de su amante. "No te preocupes, no me voy a ningún sitio." Tomó la mano de Dar y se movió hacia una esquina, colocándose lo mejor que pudo. El técnico se acercó y la miró. "Señora, puede esperar allí." Señaló hacia un banco bajo, sonriéndole. Dar le apretó los dedos. "No, no puedo," dijo. "Mi amiga es extremadamente claustrofóbica y tiene una conmoción cerebral. ¿No querrás que se vuelva loca verdad?” El hombre miró a Dar, luego a Kerry. "Está bien", aceptó alegremente. "Lo entiendo. Sólo trata de no estar muy cerca de la máquina." Kerry fue gratamente sorprendida por la fácil capitulación. "Gracias." Se relajó. "Lo haré." El técnico, un hombre joven de pelo rubio, movió a camilla hasta que Dar estuvo cubierta por la máquina. "¿Ha estado en un accidente de coche?" "Ah, no," respondió Kerry. "Ella... um..." ¿fue golpeada en la cabeza con un rifle? No, no le puedo decir eso. "Es complicado." "Bueno." El técnico hizo una señal a su compañero que estaba detrás de una consola. "Lo que tú digas. Nunca discuto con una señora que lleva dos teléfonos móviles y tres localizadores." Miró su cinturón, y luego sintió que se ruborizaba. "Ah, sí." Oyó que la máquina comenzaba a tararear y sintió a su amante que la apretaba dolorosamente. "Llevo los de las dos.” Frotó los dedos de Dar. "Fácil, Dar, estoy aquí." El agarre disminuyó sólo un poco. "Siempre estaré aquí", le susurró.
"BUENO." El Dr. Steve entró la cortina de la sala de urgencias que les habían asignado. Andrew y Ceci estaban de pie, en un lado de la cama de Dar, y Kerry estaba en el otro, todos ellos tratando de consolarla. "Cariño te has portado muy bien." Dar tenía sus ojos un poco más abiertos, después de haber sido atacada por un montón de jeringas de diferentes cosas. "¿Sí?" "Sí." El Dr. Steve se acercó y puso las manos sobre la cama. "Te voy a ingresar". Dar hizo una mueca.
"Ah, ah, ah." El médico negó con el dedo. "Es todo culpa tuya, jovencita. Si te hubieras quedado en casa y descansado como le dije, todavía estarías allí, y no aquí." Sus labios se torcieron en una mueca. "Tenía algo importante que hacer", protestó con cansancio. "Uh-huh, y ahora lo que tienes que hacer es pasar algún tiempo aquí, dejar que te curemos," le respondió. "Tienes una conmoción cerebral, y un poco de inflamación. No vas a ir a ninguna parte hasta que esté seguro de que se ha ido." Le tocó un costado de la cabeza, que estaba oscuro por los moratones. "Y he llamado a un cirujano ortopédico para que te mire el hombro." Los ojos azules de Dar se abrieron de repente, al igual que el de los demás. "¿Qué?" Dr. Steve le puso un dedo en la nariz. "¿Qué parte de que no moverte, no entendiste? Ahora te relajas, dejas que te lleven de arriba y revisen el hombro." Acarició el brazo de su paciente profundamente infeliz. "No les des a las enfermeras un mal rato. Me gustan las de aquí." Con eso, se fue, después de dar una palmadita tranquilizadora a Andrew en la parte posterior. "Mierda," Dar exhaló. "Ahora, Dardar." Andrew puso una mano en su hombro. "Sólo a relájate, como Steve dijo, y descansa un poco." "¿Aquí?" Dar miró el techo blanco. "No es probable." Kerry sonrió. "Nunca pensé que estaría encantada de escuchar que te quejaras", admitió "pero eso significa que te sientes algo mejor, así que me alegro." Dar la miró. "Es fácil para ti decirlo. Puedes irte a casa", se quejó. "Yo tengo que quedarme aquí y ser llevada y llevada de un lado a otro, para hacerme Dios sabe qué." Kerry intercambió miradas con sus suegros. "Cariño, voy a ir a darles tu tarjeta de seguro, ¿de acuerdo?" dijo diplomáticamente. "Vuelvo enseguida." Le acarició los pies, luego salió, pasando por las cortinas divisorias y dejándolas cerradas detrás de ella.
DAR cerró los ojos y contó hasta veinte. Luego contó hasta veinte de nuevo. Abrió los ojos y descubrió que aún estaba en el pasillo, esperando a ser llevada al ascensor. Cerró los ojos de nuevo. No le gustaba estar frustrada, pero por el momento no podía hacer nada para remediarlo.
Si era honesta consigo misma, no odiaba el hospital. La camilla comenzó a moverse con una sacudida, y abrió los ojos para ver las paredes pasar por delante. Era la falta de control personal lo que no le gustaba, y el hecho de que se viera obligada a permitir que extraños invadieran su espacio personal y la despojaran de su dignidad. Por no hablar de aquella maldita ropa. Les había permitido que le pusieran un camisón de esos con abertura por detrás, pero se había negado a quitarse los pantalones vaqueros, incluso después de que el Dr. Steve la había amenazado con un par de tijeras quirúrgicas. Todavía los tenía puestos, proporcionando calor adicional debajo de la sábana delgada de hospital que la cubría, con olor a lejía y antiséptico. Las puertas del ascensor se cerraron y se escucharon silbidos, sin melodía, de la enfermera cuando el ascensor se puso en movimiento. Eso hizo que la cabeza le doliera más. Suspiró, mordiéndose la lengua para no romperse. Las náuseas habían desaparecido, y el Dr. Steve le había atado el brazo de nuevo, por lo que el dolor era soportable; pero todo ello estaba empeorando su temperamento. Y Kerry había desaparecido. Pasó un momento sombrío preguntándose si su mal humor, finalmente había presionado demasiado a su amante, acabando con su paciencia habitual. El pensamiento trajo una sacudida irracional contra su pecho, desgastando todas sus defensas y provocando el aumento considerable de sus inseguridades más oscuras. Afortunadamente, no tuvo tiempo para pensar en ello, ya que las puertas del ascensor se abrieron y la llevaron hacia fuera, sobre otra zona del hospital relativamente tranquila. "Aquí estamos," el enfermero anunció alegremente. "Te ayudaré a meterte en la cama." Dar se dio cuenta de que estaba demasiado cansada para siquiera estar disgustada. Miró la cama, y luego miró a su alrededor, dándose cuenta de que sólo había una única cama allí. ¿Podría haber sido tan afortunada? Lo había estado esperando, a lo mejor, que estuviera sola en la habitación, así no tendría que escuchar a nadie más. Era una habitación bastante considerable, con un amplio ventanal y una especie de diván tumbona acolchada cerca que, presumiblemente, sería para el acompañante del paciente. Hmm. Tal vez estaban fuera de las habitaciones dobles. Bueno, Dar no iba a discutir con eso. Verse obligada a compartir la habitación era lo que se había estado temiendo. Esperó a que el enfermero bajara los rieles de la cama, y a continuación, antes de que dejar que la ayudarán, se subió a la misma en un solo movimiento, fluido. "Hey," el enfermero espetó. "Cariño, estoy aquí para ayudarte." "Lo sé," Dar exhaló. "Está bien." El esfuerzo le había agotado, se recostó contra las almohadas y permitió que la cubriera con las mantas.
"¿Es usted una de esas personas realmente independientes?" La voz del hombre era simpática. "Yo soy así, también." Dar miró. "Sí, supongo que lo soy", admitió. "Bueno, tómalo con calma, ¿de acuerdo? Aquí estará bien cuidada, incluso si no lo quiere," se rio entre dientes. "La enfermera de planta vendrá, en breve, para tomar tus signos vitales y luego te traerán algo para cenar." Comprobó una etiqueta en el brazo de Dar. "Probablemente también querrán tus vaqueros." Las cejas de Dar se elevaron. "No dejes que te intimiden," susurró el hombre, dándole un guiño. "Duerme con ellos si quieres." Sonrió y palmeó la pierna de Dar, a continuación, salió de la habitación. Hmm. No le quedó más remedio que sonreír, sólo un poco. Luego suspiró y dejó caer la cabeza hacia atrás, su mente dando vueltas con diversas preocupaciones, como qué demonios iban a hacer con su hombro. Volvió la cabeza, y miró su propio brazo con molestia preocupada. Luego miró alrededor de la habitación, que era deprimente y estaba en total silencio. Sorprendente se sintió totalmente sola dentro de un lugar muy concurrido como un hospital. Cerró los ojos y se permitió un momento de autocompasión sorprendentemente picante. Realmente no quiero estar aquí. Solo quiero ir a casa.
KERRY detuvo en la puerta por un momento, observando la figura tranquila acostada en la cama. Se la veía demasiado vulnerable, casi no quería entrar, por temor a sobresaltarla. Tomó aire, antes de hablar. "Hey." La cabeza de Dar se giró y miró a su alrededor, sus ojos se encontraron con una intensidad casi palpable. "Hey." Consiguió esbozar una sonrisa. "Pensé que te habías ido a casa." Kerry se acercó a la cama. "Pensaste mal." Deslizó la bolsa fuera de su hombro y la dejó caer al suelo. "No voy a ninguna parte." Se apoyó en la barandilla de la cama, absorbiendo la mirada en el rostro de su amante. "Me voy a quedar aquí contigo." Dar se sintió un poco avergonzada. "Hey, no tienes que hacer eso", respondió. "No es que no aprecie el pensamiento, pero tienes que ir a descansar un poco." "No." Respondió con la verdad que sentía en su corazón, mirando a Dar a los ojos. "Mamá y papá se van a quedar en nuestra casa y cuidarán de Chino." La cogió de la mano. "Aquí es donde quiero estar, y no me vas a convencer de lo contrario, así que olvídalo."
Los ojos de Dar bajaron hacia las mantas, luego se elevaron de nuevo, llenos de gratitud sencilla, pero conmovedora. "Gracias", dijo, en voz baja. "Me siento bastante rara en este momento." "Lo sé", respondió. "El Dr. Steve dijo que es por la conmoción cerebral, y sabe que debes estar sufriendo mucho, pero no te pueden dar mucho para el dolor de cabeza." Dar asintió. "Me di cuenta de eso." Echó un vistazo alrededor de la habitación. "Al menos estaré tranquila aquí, ¿no?" Kerry también miró a su alrededor. "Sí, no está mal." Asintió con la cabeza hacia la ventana. "Bonitas vistas." Estudió su perfil, viendo la ligera tensión en los músculos a cada lado de la boca de Kerry. "¿Supongo que lo has organizado verdad?" Ahora los ojos verdes flotaron alrededor y se encontraron con los de ella, y una sonrisa escondida emergió ligeramente. "Sí, lo hice", respondió. "Y no estás en condiciones de discutir conmigo." A pesar de los dolores, de repente se sintió mucho mejor. "¿Sabes una cosa?" "Hmm?" Una ceja rubia levantó. "Eres mejor que el helado de chocolate." Su sonrisa se convirtió en una amplia sonrisa, que arrugó la nariz de Kerry y transforma toda su cara. "Ahí va la meta de mi vida... ¿y ahora qué hago?" se rio. "Vamos, tigre. Vamos a quitarte esos vaqueros. He traído tu bolsa de viaje, y tengo pijamas de verdad." Dar se relajó y aceptó su destino. "Ajá", comentó con ironía "ahora sé por qué conseguiste una habitación privada." "Por supuesto." Estuvo de acuerdo en broma. "Estás indefensa, así que puedo hacer contigo lo que quiera." Le quitó uno de los calcetines y le hizo cosquillas en la parte inferior de su pie. "Tengo todo el control." Dar rio. "Sabes, Ker, serías más eficaz si no tuvieras esa pequeña nariz tan linda." Suspiró. "Nunca has pensado que podría ser como una conquistadora del mundo dominante, ¿eh?" "No." Volvió a reír. "Supongo que tendré que hacer sólo lo mejor." Se inclinó sobre ella y le mordió en el dedo del pie. "Ooh". Dio un salto, dejándose absorber por el juego, olvidando por el momento dónde estaba y cómo se sentía. ¿Qué es exactamente lo que pretendes Kerry?
Oyeron el estruendo del carro de la comida, mucho antes de que parara en seco en algún lugar cerca de su puerta. Kerry levantó la vista de su portátil, que estaba abierto sobre su regazo, lo dejó a un lado y se levantó del sofá bajo. Después de haberle puesto el pijama, Dar había quedado dormida, finalmente sucumbiendo a los acontecimientos del día, dejando a Kerry trabajando en la clasificación y organización de los datos de la base. Estaba contenta de que su amante hubiera conseguido un poco de descanso; las ojeras aparentes bajo los ojos muy azules habían comenzado a ser preocupantes, y ese estaba debatiendo si despertarla o no para la cena. Dar anticipó su decisión agitándose, y Kerry rápidamente llevó una mano sobre su brazo mientras sus ojos se abrían parpadeando, mientras miraba a su alrededor desorientada. "Hey, está bien", le aseguró Kerry. "Estabas dormida." "Ah". Flexionó sus manos. "Sí, supongo que lo hice. ¿Qué hora es?" "Alrededor de las seis", le dijo, mirando hacia arriba cuando una mujer mayor vestida de rosa entraba en la habitación. "Hora de la cena." "Hola." La mujer sonrió a Dar. "¿Lista para comer?" Deslizó una bandeja sobre la mesita de noche, con ruedas, y la deslizó frente a su paciente sin compromiso. "Su médico le ordenó a una dieta regular, por lo que le he traído algo bastante estándar. Mañana podrá pedir lo que quiera, ¿de acuerdo?" Tenía un rostro amable y el cabello gris plata muy bien organizado. "¿Lo que quiera?" Arrastró las palabras, todavía medio dormida. "Bueno", se rio la mujer, "supongo que mientras sea razonable. Mi nombre es Pam, y estoy en el turno de noche. Llámeme si necesita algo. No hay garantías, pero haré todo lo que pueda." Saludó con la mano, y luego salió de la habitación. "Mm". Kerry se apoyó en la barandilla. "¡Qué agradable señora!" Dar estudió la bandeja de plástico y su contenido con sospecha cautela. "El tipo que me trajo hasta aquí era agradable, también. ¿También lo has hecho tú?" La sonrió. La joven rubia se rio entre dientes, pero negó con la cabeza. "No." Levantó la tapa de la bandeja dejando que saliera el vapor. "Ah. Pollo." "Sí, pollo," Confirmó, examinándolo. "Pero eso de al lado, es una especie de puré de patatas, ¿no es cierto?”. "Sí, lo es", dijo Kerry. "Incluso tienes guisantes, tu única concesión sobre las verduras", advirtió. "Y Jell-O". "Me gusta Jell-O," asintió. "¿Crees que es fresa?" Kerry seleccionó un trozo y se lo llevó a la boca experimentalmente. "Yeth." "Eh." Dar apuñaló la mitad del pollo con el tenedor. "Teniendo en cuenta lo último que tuve que comer en un hospital, esto no es tan malo." Se las arregló para rastrillar un poco fuera de la carne blanca y lo probó. Estaba bastante soso, pero no
estaba tan seco como había esperado, y lo encontró tolerablemente comestible. "Mm". "Aquí." Kerry tendió la mano. "Déjame tu tenedor y cuchillo, y te lo cortaré. No creo te resulte muy fácil hacerlo con una sola mano." Dar vaciló, luego le entregó los implementos. "Sí." Bebió un poco de zumo, mientras Kerry se inclinaba y cortaba laboriosamente su plato principal. "Por otro lado..." Dar encontró un hombro desnudo de aspecto muy sabroso. Ella lamió. "¡Yipe!" Kerry saltó. "Oh... Jesús, Dar. Qué susto." Mordisqueó la piel suave, respirando el aroma cálido y limpio de su amante, con un sentido de placer tranquilo. "Mm. Mucho mejor que el pollo". Kerry dejó el cuchillo y el tenedor y la respondió, deslizando una mano para apoyarse contra la mejilla de Dar, explorando sus labios, probando un indicio del pollo en ellos, y el dulce sabor del zumo de manzana, que su amante acababa de tomar. ¡Qué bueno! Kerry se perdió en el momento, desconcentrándose de todo para concentrarse en el sabor de su amante, y en la sensación tan maravillosa que era darle un beso. Después de un momento se separaron y se miraron a los ojos. Kerry era muy consciente de lo inestable de su respiración. "Mm". Los ojos de Dar reflejaron una tranquila pasión. "Al diablo con la cena", murmuró en voz baja, pasando sus dedos por la camisa de su amante, intentando soltar los botones. "Um". Kerry miró hacia arriba. "Estamos en un hospital, cariño." "¿Y?" Continuó con los botones, sonriendo cuando sintió la respuesta de su amante, ante su toque, presionando su cuerpo hacia adelante contra sus dedos explorando. "Tú pediste una habitación privada." Se inclinó un poco hacia delante y besó a su amante de nuevo. "Estás herida." El aliento de Kerry susurró contra los labios de Dar. "Esto me hace sentir mucho, mucho mejor", su argumento se volvió hacia ella. "La puerta está abierta", dijo Kerry débilmente. "No estamos en la unidad de cuidados cardiacos." Kerry se encontró caminando sobre una línea fina, con un deseo abrumador recorriendo su cuerpo, a pesar de que su mente sabía que en cualquier momento podría entrar una legión de enfermeras. Bueno, unos segundos más de esto no pueden hacer daño. Y no lo hizo. Terminó medio sentada en la cama, con ambos brazos alrededor del cuello de Dar y el brazo de ésta alrededor de su cintura. Entonces un estruendo se oyó fuera, y se detuvo, separándose un poco y mirándose la una a la otra. "¿Qué estamos haciendo?" Kerry preguntó nerviosamente.
"¿Por qué lo preguntas?" Dar respondió. Kerry se imaginó volviendo la cabeza para ver un grupo de personas observándolas. "Nuh-uh. ¿Qué ves?" "¿Yo?" Se quedó dónde estaba, mirando fijamente a los ojos de Kerry. "¿Seguro?" Se estaba perdiendo de nuevo, esta vez en aquellas pupilas azules, queriendo nada más que inclinarse hacia adelante y continuar justo donde lo habían dejado. Su cuerpo estaba volviendo loca. La mano de Dar se movía lentamente, jugando a través de la tela de sus pantalones vaqueros, haciendo una pausa en la zona de las costuras. Unos pasos resonaban cerca. Kerry tragó saliva y consiguió mantener su respiración bajo control, mientras se apoyaba sobre la cama. La mano de Dar capturó la suya, entrelazando los dedos, dejando escapar un suspiro. "Eso fue divertido." Un pequeño destello, travieso bailaba en los ojos de la mujer morena. "Apuesto a que estaremos más tranquilas más adelante." Las fosas nasales de Kerry se encendieron. "Oh." Soltó una risa débil. "Espero que sí." Ambas miraron a la bandeja. "Pollo, ¿eh?" Kerry cogió el tenedor y apuñaló la pieza, ofreciéndosela a Dar. "Si te lo comes, iré a buscar una pizza más tarde." Dar masticó con satisfacción. "Genial," estuvo de acuerdo.
"¿CÓMO VA?" La voz de Ceci crujió suavemente sobre el teléfono, en la oreja de Kerry. "Andy ha estado dando vueltas durante horas, así que espero que mi hija haya podido descansar un poco." "Creo que está bien", Kerry murmuró, echando un ojo sobre su pareja, ahora dormida. Dar estaba sobre su costado, descansando cómodamente, con las mantas subidas hasta alrededor de sus hombros, mientras la luz de la noche se reflejaba sobre sus rasgos fuertes. "Lleva durmiendo un rato." "Es la primera vez," Ceci se rio entre dientes. "Habría pensado que estaría escalando las paredes." "No." Se estiró y se echó hacia atrás. "Estuvimos cenando, luego, ah, hablamos un rato Las enfermeras entraron, la revisaron, y nos dijeron que todo estaba bien." La atención médica no había conseguido molestar demasiado a Dar. Su presión arterial había sido baja, no había tenido fiebre. Incluso había sonreído a la enfermera. Por supuesto, Kerry sabía por qué su amante se había sentido relajada en esos momentos. Recordándolo, una sonrisa apareció en su rostro.
"¿No hay novedades con respecto a la conmoción cerebral?" Preguntó Ceci. "¿Está alerta, y todo eso?" La sonrisa se ensanchó. "Oh, sí. Ella está um... muy consciente." "Bien." La madre de Dar suspiró. "La última vez que tuvo una conmoción cerebral, estuvo como fuera de onda durante dos días enteros, y se asustó -" abruptamente se quedó en silencio. "Escúchame Uno pensaría que yo era-". "¿Su madre o algo así?" Kerry terminó con gusto. Ceci suspiró. "Me alegro de que estés ahí para ella, Kerry." "Yo también", fue la respuesta suave. "No estoy segura de cuál de las dos lo necesita más." Miró su reloj. Las once y media. Se preguntó si podría sentirse cómoda en el pequeño sofá, deseando haber traído algo útil, como un saco de dormir para hacer el mueble más soportable. "¿Cómo está Chino?" "Dando mil vueltas", respondió Ceci. "Pero ahora que sabemos de Dar está bien, tal vez se calme, si Andy lo hace." Un ruido sordo se acercó. "Cariño, ella está bien. Kerry dijo que está dormida, y no hay complicaciones." Se escuchó un susurro. "¿Kumquat?" Kerry sonrió. "¿Sí, papá?" "¿Dardar no te está dando ningún problema?" "No", le aseguró. "Ha sido una paciente modelo." "Sí. Mejor traer mañana su helado como recompensa, ¿no te parece?" Kerry bromeó. "Va a ser una buena chica." Andrew se rio entre dientes. "Me alegra oír eso, Kerry. Estaremos allí, no te preocupes. Tengo algo de lo que ocuparme antes, luego iremos allí." Quiso preguntar, pero dudó, sin querer hacer preguntas a través de las líneas telefónicas del hospital. Mañana tendría suficiente tiempo para preguntárselo, cuando estuvieran cara a cara. "Está bien. Nos vemos mañana." "Muy bien", dijo Andrew. "Dile Dardar..." Dudó. "¿Qué la quieres? Claro." Eso será fácil. Kerry dijo adiós y puso el teléfono en la base, luego se levantó, mirando hacia el pequeño sofá. No era como si ella fuera un gigante ni nada por el estilo, razonó. El sofá acolchado parecía apenas lo suficientemente grande como para tumbarse en, y mucho menos para dar cabida a su modo ciertamente inquieto de dormir. "Voy a terminar en el suelo", murmuró. "Lo sé." Pero era todo lo que tenía, a menos que decidiera dormir en el frío azulejo del suelo. Lanzó una mirada por encima del hombro. O meterme en la cama con Dar, y dar a las enfermeras una verdadera sorpresa por la mañana. Mm. A su cuerpo le gustó esa idea. Se frotó las sienes y desvió firmemente sus pensamientos a otra parte. Pero en un momento, se encontró de pie junto a la cama de Dar, con sus manos descansando ligeramente en la barandilla de la
misma. Se acercó, movió suavemente un mechón de pelo negro despeinado, acariciando su textura suave y sedosa, dejando que se enredara alrededor de su los dedos. Se sentía más tranquila, reconoció. Simplemente estando cerca de Dar. Pasó unos minutos preguntándose ociosamente por qué. ¿Era sólo porque la expresión de su amante dormida era tan relajada? No había ninguna de las tensiones habituales que caracterizan su expresión; el ligero estrechamiento de sus ojos y el agrupamiento de los músculos de la mandíbula que hacía que Dar pareciera inquieta y alerta todo el tiempo. Ahora no. Sólo podía ver el movimiento más leve de los ojos bajo los párpados y se preguntó qué estaría soñando su amante. Miró hacia abajo durante un momento, y luego se acercó a la silla para las visitas y la recogió, moviéndola junto a la cama. Bajó las barandillas, se sentó y apoyó su brazo sobre la cama, poniendo su barbilla hacia abajo hasta acariciar suavemente los dedos de Dar. Se entrelazaron por instinto. Ese agradable calor la hizo sonreír. Decidió simplemente descansar ahí un minuto, luego levantarse y tratar de ponerse cómoda en el sofá. Cerró los ojos, sonriendo un poco cuando sintió el aliento de Dar calentando la piel de su antebrazo. Mm. Eso se sintió bien. Sí.
DAR fue principalmente consciente del dolor, cuando se despertó de un sueño profundo y respondió a la irritabilidad persistente de su cuerpo. Ow. Tenía un dolor de cabeza que habría derribado a un bisonte; el brazo y el hombro los sentía como si hubieran sido forzados a una mala posición durante varios días. De mal humor, abrió un ojo, parpadeando mientras enfocaba muy lentamente al resto de la habitación. Ah. Tuvo que sonreír a pesar de la incomodidad. Kerry estaba desplomada contra la cama, sosteniendo su mano, profundamente dormida. En la habitación, la primera luz pálida del alba empezaba a filtrarse a través de las ventanas, pero por lo demás estaba oscuro, salvo por la tenue luz por encima de ellas. Pero no había suficiente luz para distinguir la curva de la mejilla de Kerry. Suficiente luz para ver las delicadas pestañas de oro. Luz suficiente para coger el más leve indicio de su media sonrisa en una esquina de su boca. Qué increíble era el amor, pensó. Incluso llevó a hacer cosas realmente tontas mientras creí que ella estaba dormida. Oh, ella se va a arrepentir de esto cuando se despierte. "¿Ker?" Apretó los dedos entrelazados en su mano. "Hey, ardilla." "¿Uh?" Murmuró. "¿Dar?" Se movió. "Ow." Sus ojos se abrieron en disgusto sorprendido. "Qué... augh. No puedo creer que me durmiera", dijo entre dientes. "¡Jesús!"
"Fácil, cariño," Se rio en voz baja. "Ponte de pie lentamente." Soltó la mano de Kerry, agarrando el hombro de su amante mientras trataba de enderezarse. "Despacio". "Hijo de..." Kerry consiguió incorporarse, mientras intentaba estirar las piernas y espalda. "Oh, Dios mío, qué estúpido era eso." Se inclinó sobre la cama y gimió. "¿Ha venido ninguna enfermera?” Dar le revolvió el cabello, y luego le frotó las partes de su alcance. "Si te encontraron en la cama conmigo..." Sonrió. Kerry miró hacia arriba, sonriendo de nuevo con desenfado entre su flequillo muy desordenados. "Oh, tuve la tentación", admitió. "Por eso terminé así. Acabo de a, um..." Miró a los ojos de Dar, sintiéndose de repente tímida. "De todos modos, me senté por un minuto, y bueno…" Se quedó en silencio, y su mirada cayó a las sábanas revueltas. Dar la observaba. "¿Ker?" "¿Mm?" "Gracias por quedarte", le dijo. "Hubiera sido una pesadilla para mí si no lo hubieras hecho." Esperó a su amante mirara hacia arriba. "Literalmente." Ahora sí la miró. "¿Por qué?" preguntó. "A nadie le gusta estar en el hospital, Dar, pero no son tan malos, de verdad." Dar se movió acomodando su brazo en una posición menos incómoda. Se encontró estudiando el techo. "Me caí de un árbol cuando era pequeña." Su tono era tranquilo y casual. "Pensaron que me había roto algo, así que me llevaron hasta el Bautista para hacerme radiografías en la cabeza." Puso una mano sobre el brazo de Dar con suavidad, pero manteniendo el silencio. "Decidieron ingresarme durante la noche, y me pusieron en una habitación con una chica agradable, una mujer mayor," continuó. "Era divertida, así que decidimos pasar la noche contándonos historias." Hizo una pausa, pensó, y luego continuó. "Me desperté en medio de la noche, y miré, y yo -" se detuvo con la mirada perdida en la distancia. Kerry esperó. "Sabía que algo estaba mal", la voz tranquila pasó finalmente. "Me levanté de la cama, me acerqué a ella, y me di cuenta de que estaba muerta." Fue como un fuerte golpe en el estómago. Kerry no esperaba esto, no esperaba una respuesta a su pregunta. "Cariño". Apenas susurró la palabra. "Creo que empecé a gritar," murmuró. No le importó un comino si las veían las enfermeras. Se subió a la cama y tiró de Dar, acercándola y abrazándola. "Señor".
Dejó que su cabeza descansara sobre el pecho de Kerry, reviviendo el momento. Incluso después de tantos años, todavía podía sentir el terror, el miedo irracional que la había perseguido en sus sueños durante mucho tiempo después. Recordó las noches que había tenido miedo de irse a dormir, aterrorizada por si despertaba en medio de la noche, en busca de sus padres, sólo para descubrir aquella fría y rígida mirada fija. Respiró tembloroso. Todavía la sacudía, incluso ahora. "Supongo que aquello me causó una gran impresión." Kerry le acarició el pelo suavemente. "¿Qué edad tenías?" "Cinco o seis años," respondió parpadeando. Se sorprendió al sentir una lágrima por su rostro. "Supongo que parezco una tonta por pensar en eso ahora." "No." Kerry cerró los ojos y se aferró, besando la cabeza de Dar, luego su mejilla. "No es una tontería." Sintió que su garganta se cerraba, al pensar en la niña que Dar había sido, con ganas de volver en el tiempo y estar en ese lugar, en ese momento, para mantenerla justo como estaba ahora, intentando alejar su temor. Dar se permitió aceptar la seguridad de ese abrazo. El fantasma de la noche, al acecho dentro de ella, aflojó su control, y cuando se acercó y estrechó el brazo de Kerry, sintió el terror descansar y alejarse en el amanecer. El silencio se instaló tranquilamente sobre ellas. Ellas, de hecho, sorprendieron a las enfermeras.
ANDREW ROBERTS caminó por el pasillo, esquivando a los internos soñolientos que empujaban sus carritos de equipos a un ritmo mucho más lento que su paso. Era temprano, antes de las horas de visita del hospital; pero si había algo que Andrew había aprendido, en todos sus años de servicio, era que si actuabas como si supieras lo que estabas haciendo, la gente tendía a dejar que lo hicieras sin decir nada. Puesto que él sabía dónde estaba, y sabía a dónde iba, nadie le preguntó qué estaba haciendo en el hospital tan pronto. Intercambió un par de saludos con el guardia de seguridad, pasó el puesto de enfermeras y se dirigió al siguiente pasillo hacia una puerta específica que separaba las dos estancias. ¿En cuánto a por qué estaba allí? Esquivó un carro de lavandería. Bueno, no es que no se fiara de Kerry para mantener un ojo en su hija; era sólo que sabía cómo se sentía su hija, dentro de estos malditos lugares y nunca estaba de más asegurarse.
En la puerta de la habitación de su hija, había dos enfermeras de pie y mirando dentro de la habitación, por lo que se asustó y se acercó a ellas con mayor rapidez. "¿Pasa algo?" Las mujeres saltaron, y una simplemente se volvió y se fue. La otra miró hacia arriba a la altura imponente de Andrew. "Oh, señor, todavía no es hora de visitas." Empezó a tomarle su brazo para llevárselo, mirando sobre su hombro en la habitación. "Disculpe ahora -" "Ah, ah." Andrew simplemente se quedó inmóvil, sabiendo la pequeña enfermera no podría con alguien de su tamaño. Echó un vistazo al interior de la habitación, y sorprendido se encontró con dos figuras acurrucadas juntas en la cama. "¿Has visto eso?” "Señor". La enfermera movió su brazo con total ineficacia. "Por Favor." Volvió la cabeza y la miró. "¿No tienes trabajo que hacer? Puedo despertar a las niñas." La mujer se detuvo. "¿Qué?" preguntó ella. "Oh. Esta no es una situación normal. Simplemente no estamos dispuestas a involucrarnos". Una de las cejas canosas de Andrew se levantó. "¿Despertar a la gente?" preguntó "Es lo más absurdo que he ido jamás. Eso cosa de la negligencia te debe haber golpeado muy fuerte." "Negl… Ah, no, no" La enfermera se rindió. "Discúlpeme." Se dio la vuelta y se fue, alejándose rápidamente hacia una puerta que decía "Sala de enfermeras". La observó marcharse, luego se rascó la mandíbula pensativamente antes de encogerse y volver su atención a la habitación. Entró con la máxima tranquilidad y caminó hacia la cama, pasando varios momentos sólo viendo a sus niñas dormir. Luego, con una sonrisa libertina, sacó una cámara de bolsillo de su suéter, la abrió, y permitió que el aparatito enfocara. Cuando tuvo la escena correctamente ajustada, abrió el obturador e hizo clic. Después de un segundo, la bajó, revisó la pantalla LCD en la parte posterior, y sonrió. "Eh." Luego cerró la cámara y la guardó antes de acercarse a la cabecera de la cama. Su hija estaba acurrucada a medias sobre su costado, con la cabeza apoyada en el pecho de Kerry, y dos brazos envueltos al alrededor de la joven rubia. Sintió el tirón de su sonrisa bajo su rostro, todavía rígido después de toda la cicatrización y la cirugía. Para ser honestos, los hospitales no eran su lugar favorito, aunque había tenido que pasar bastante tiempo en ellos, así que sabía perfectamente cómo se sentía su hija. Incluso ahora, después de todo el trabajo que habían hecho, sabía que las cicatrices eran aún algo bastante feo para la vista. Era muy consciente de ello, incluso para su mujer. Dios la bendiga, su mujer nunca había desviado su mirada cuando lo miraba a la cara, como hacían mucho otros.
Llevó sus grandes manos sobre la barandilla. Ver esa imagen tan hermosa, le provocó un cierto dolor en su corazón. Había visto demasiado dolor en su vida, y ver aquella muestra de amor sólo podía ser exquisitamente hermoso para él. Muy suavemente, le puso una mano en el hombro a Dar. Mantuvo su voz baja. "Paladar". Los ojos de Dar temblaron, luego los abrió, las cejas oscuras sobre ellos se contrajeron mientras trataba de recordarán dónde estaba. Giró la cabeza y miró hacia él, se dio cuenta de por qué estaba tan a gusto, y rápidamente se volvió hacia su amante sonrojándose en un profundo carmesí intenso. "¡Papa!" Andrew tuvo que reírse. "Dardar, no te había visto tan sonrojada desde que te pillé nadando desnuda en ese pozo de agua cuando tenías diez años." "Erk". Su garganta emitió un chillido, con sólo recordarlo. Eso fue suficiente para despertar a Kerry, que también se quedó mirando a su suegro, con los ojos soñolientos durante unos segundos, antes de darse cuenta de dónde y cómo estaba, lo que la hizo casi caerse de la cama. "Uh... Hola, papá", se las arregló para toser. "Hola, kumquat," respondió amablemente. "Parece que estabas muy cómoda." Kerry miró a Dar, que seguía haciendo su mejor imitación de manzana McIntosh. "Lo siento, cariño," se disculpó con voz débil. "No quise despertarte." Suspiró y se frotó la cara con su mano buena. "En fin, ", dijo "podría haber sido peor." Miró a su padre. "Buenos días". "Buenos días, Dardar", dijo Andrew. "Me preguntaba cómo estaríais, aunque visto lo visto, creo que bastante bien. " Una risa débil salió de la garganta de Dar mientras se desenredaba del abrazo de Kerry. Rodó sobre su espalda mientras su amante se deslizaba fuera de la cama y arreglaba su camiseta con toda la dignidad que pudo reunir. Lo cual, para ser honesta, no era mucho. "¿Cuál era tu pregunta?" Dar preguntó finalmente, pasando los dedos por el pelo despeinado. "Oh, sí. ¿Cómo me siento?” Lentamente, enderezó su cuerpo y flexionó el brazo. Los resultados ligeramente la sorprendieron. "Mucho mejor que ayer", dijo levantando una mano para tocar el bulto en la parte posterior de su cabeza. Parecía haber bajado un poco. "Sí, el dolor de cabeza no es tan fuerte, y mi brazo duele menos." Andrew le dirigió una mirada de aprobación. "Es bueno saberlo." Kerry había logrado colarse en el baño con su bolsa de viaje. "Ayer me quedé un poco preocupado." Dar tensó sus labios, luego se encogió de hombros. "Fue un intento fallido," exhaló. "Un total metedura de pata, y todo fue mi culpa."
Andrew puso los ojos. "No puedes pensar eso, Paladar," regañó. "No eres responsable de nada de lo ocurrido, y lo sabes." Esta negó con la cabeza. "Debería haber averiguado más sobre lo que estaba pasando. Uno de los nuestros podría haber salido herido de allí." Se incorporó un poco más erguida. "Debería haber revisado todo más a fondo." Andrew miró a su alrededor, luego se inclinó y alisó el pelo oscuro de los ojos de su hija con una mano suave. "No te rindas, Dar. La verdad es que yo también debería haberme figurado que algo podría pasar." Dar lo miró pensativa. "Esa gente sólo sabe utilizar un desvío cuando lo tiene, ¿de acuerdo?" Andrew continuó. "Ahora tenemos que conseguir que las piezas encajen de nuevo para que ninguno de esos perros sucios se libre." Esperó a que su hija asintiera, y finalmente lo hizo. "Buena chica. Voy a dar un paseo por allí y ver lo que puedo averiguar." Ella presintió que su protesta sería inútil. "No tienes que hacerlo. Déjame hablar con Gerry, papá." "¿Estás diciendo que estás segura de que él no sabía nada?" Preguntó Andrew. "No." Dar se sintió apagada. "No estoy diciendo eso." "Bien." Le palmeó el brazo. "Necesitas recuperarte, Dardar. Asegúrate de que kumquat esté bien. Que se tome el desayuno, ¿de acuerdo?" Saludó y salió antes de que su hija pudiera decir nada, desapareciendo por la esquina de la puerta con una velocidad sigilosa. Dar se miró los pies descalzos, que se asomaban de debajo de las sábanas revueltas. Movió los dedos de los pies. No estaba empezando a ser un día muy organizado.
Capítulo Diecisiete KERRY flexionó sus manos y miró la pantalla de su ordenador portátil. Su informe estaba casi hecho, los datos catalogados perfectamente en columnas que presentaban, en blanco y negro, las discrepancias que había encontrado. No era una pistola humeante, se dio cuenta, más parecía un patrón de descuido y falta de responsabilidad en el movimiento de fondos de una cuenta a otra, pero el patrón estaba allí, y si no tenían nada más, por lo menor, proporcionaría a los auditores del gobierno un lugar para comenzar. Se frotó el labio inferior. Mark se había encargado del almacenamiento de datos, asegurándolos en la oficina, pero la información que pudiera o no conseguir a partir de ahí, tendría que esperar a la inspección de Dar. Sólo Dar tenía los algoritmos para desbloquear las pistas que habían copiado, y aquello sólo podía hacerlo ella y nadie más. No le había preguntado si se acordaba de lo que era. Tenía un poco de miedo de hablar de ello, ya que no creía que Dar estuviera viéndose afectada por las lesiones, pero estaba actuando, a vece, de forma un poco extraña. Había estado mucho más tranquila y más retirada de lo normal. Sabía que Dar agradecía su presencia. Sobre todo después de lo que le había contado sobre lo sucedido cuando había sido una niña. "Pobre niña pequeña." Negó con la cabeza lentamente. "Ojalá hubiera estado allí para ti, Dar." La habitación, por supuesto, estaba vacía, excepto por ella y su portátil. Dar había sido llevada para hacerle otra exploración de la cabeza y a una visita con el cirujano ortopédico. Se había ofrecido a ir con ella, pero había visto el orgullo de su amante, al negarse, a pesar de su necesidad de ser abrazaba. Había dos cosas que debía reconocer. Una, que se había sentido un poco decepcionada al ser rechazada suavemente. Y dos, aquello significaba que Dar se sentía mejor, y eso era una buena señal. Dejó a un lado el ordenador portátil y se puso de pie, estirando su cuerpo rígido. Se acercó a la ventana y miró hacia afuera, apoyando las manos en el alféizar. "Lo que debería hacer es tomar un descanso y bajar y subir las escaleras un par de veces", decidió. "Hacer algo de ejercicio." Con una inclinación de cabeza, se fue hacia atrás y cerró su portátil, lo apagó y deslizó dentro de su mochila acolchada. Miró a su alrededor, se encogió de hombros, y cogió la mochila. "Un pequeño esfuerzo extra no me hará daño alguno, tampoco." Salió de la habitación y directamente a fue hacia las escaleras. Abrió la puerta y dejó que se cerrara detrás de ella. Ya que estaban en la planta superior, por lo que en realidad sólo tenía un camino a seguir, y así empezó a bajar los escalones cogiendo su propio ritmo. En el hueco de la escalera todo estaba tranquilo. Supuso que probablemente no se utilizaba mucho, ya que la mayoría del movimiento entre plantas se hacía con camas de ruedas y carros de comida o medicamentos, lo que podría ser un poco complicado subir o bajar escaleras.
A medio camino, en el quinto piso, se cruzó con otra persona, un joven que llevaba una bolsa grande, que le sonrió mientras se dejaba caer por las escaleras al lado. "Hola." "Hola", Kerry respondió, con una sonrisa amistosa. "¿Eres nueva por aquí?" preguntó el hombre. "No te he visto antes." Hmm. Lo miró. Él parecía una chica. Tenía el pelo rojizo, rizado y un cuerpo atlético ágil. "Eso es porque no trabajo aquí", le informó. "Sólo estoy de visita". "¿Oh sí?" Él miró sorprendido. "Pensé que eras un interno o algo así, con esa mochila. Lo siento." Le dirigió una sonrisa. "Bueno, mi nombre es Curt." Le ofreció la mano. Kerry la aceptó mientras seguían caminando. "Kerry". Produjo su nombre. "Es una mochila ordenador, en realidad. Trabajo en ello." "¿Sí?" Curt le soltó la mano. "No suelo ver a los visitas usar las escaleras." Miró hacia abajo y se rio un poco. "La verdad es que el personal tampoco es que las utilice mucho. Creo que eres la primera persona que he visto aquí en semanas." "Pero tú sí que las utilizas." Kerry dobló la esquina en los escalones y empezó a bajar la siguiente serie. "Un buen ejercicio, ¿no?" "Por supuesto", Estuvo de acuerdo. "Tengo que ejercitarme todo lo que pueda. Estoy entrenando para los Juegos Olímpicos." Sonrió ante la expresión de sorpresa de ella. "Soy gimnasta." "¿En serio?" Kerry volvió la cabeza para mirarlo. "Eso es salvaje." El hombre asintió con la cabeza. "Sí. Lo es. He estado en ello desde que era un niño, pero mis padres nunca dejaron que abandonara mis estudios para dedicarme del todo a ello. Me voy a los ensayos el año que viene". La miró. "Parece que a ti también te gustan los deportes." De repente se le ocurrió a Kerry que él estaba coqueteando con ella. Hmm. Parece un chico muy atractivo. Aunque parecía... un poco frío, en realidad. "Oh, nada oficial", dijo Curt. "Acabo de hacer algo de buceo, natación... escalada." Le pareció que estaba muy interesado. "Artes marciales, ese tipo de cosas." "Me lo imaginaba. Tienes un gran tono muscular." Curt le sonrió. "¿Alguna vez trataste de hacer gimnasia?" Kerry sufrió un flash de memoria de su infancia, las arduas horas gastadas tratando desesperadamente de mantener el equilibrio sobre un pedazo de cuatro centímetros. "Cuando era más joven, sí", admitió. "Mis padres pensaban que me haría gracia." Esquivó hábilmente un tubo que sobresalía de una de las escaleras. "Ellos estaban en lo cierto", Curt se rio. "Hey, sólo tengo que dejar este bolso... ¿te gustaría compartir un pop?" Afortunadamente, Kerry era del Medio Oeste y se dio cuenta de que estaba hablando de una lata de refresco, no proponiéndole algo indecente. "Me gustaría,
pero no puedo." Suavizó las palabras con una sonrisa sincera. "Gracias por preguntar." Habían llegado a la planta baja, y él cambió su bolsa a su otro hombro, ofreciéndole la mano de nuevo. "Quizá la próxima vez, ¿de acuerdo?" Kerry la aceptó y le devolvió un firme apretón. "Claro". Se volvió, abrió la puerta, se marchó. Kerry se quedó parada en la puerta durante un momento, luego se volvió y se apoyó contra la pared, cruzando los brazos sobre el pecho mientras descansaba un momento, antes de comenzar su ascenso hacia arriba. Esto ha sido interesante, pensó. Está bien, de vez en cuando, que alguien piense que eres atractiva, ¿no? Aparte de mi pareja, por supuesto, rectificó apresuradamente. Nunca había sospechado que Dar pensara de otra manera. Pensó que, se sonrojó de un rojo vivo, recordando cierta noche no hace mucho tiempo cuando había levantado la vista de un informe en el que estaba trabajando, en su oficina de casa, para descubrir a Dar observándola desde la puerta, con los ojos medio cerrados, y sus pensamientos demasiado evidentes por su expresión. No, estaba bastante segura de que ambas estaban muy atraídas la una por la otra. Pero era agradable tener un extraño que le diera una palmadita a su ego, de vez en cuando. Se apartó de la pared y comenzó a subir las escaleras. Además, sonrió, él seguro que era una chica. De hecho, pensó que le recordaba a alguien. Ahora que... ah. Asintió con la cabeza. Josh. Había recibido un e-mail de él esa misma mañana, diciendo que él había aceptado su oferta y que iba a venir a Miami. Continuó subiendo las escaleras a un buen ritmo, mientras su cuerpo se ajustaba al esfuerzo.
LA MÁQUINA zumbaba suavemente. Dar mantuvo los ojos firmemente cerrados y pasó el tiempo rotundamente maldiciéndose por ser una idiota terca, a no aceptar la oferta de Kerry de acompañarle. Era la tercera ronda de exploraciones, y sus nervios estaban empezando a temblar, queriendo salir de la máquina y alejarse de las manos frías e impersonales que invadían su espacio personal y trasladaban su cuerpo de un lado a otro. Unas manos agarraron su barbilla, se sacudió, abriendo rápidamente los ojos, manteniendo su mirada furiosa sobre la médico de pie a su lado. "Está bien, Sra. Rob…" La mujer alta y esbelta dejó de hablar, retirando las manos. "Lo siento, ¿la he asustado?" Dar tomó aire y obligó a alejar su irritación. "No pensé que me tocarías." La médico se cruzó de brazos. "Perdón", estuvo de acuerdo, arrugando la nariz bien formada mientras pensaba. "¿No te gusta mucho que te toquen verdad?"
Frunció el ceño un poco a ser leída con tanta facilidad. "No mucho, no", admitió. Al menos esta médico ¿Alison era su nombre? No era la típica condescendiente iceberg. "Lo siento." "Está bien, Sra. Roberts," La Dra. Alison la tranquilizó. "A veces no lo pensamos. Estamos tan acostumbrados a que tocar lo que queremos y tirar, que nos olvidamos de ello. ¿Podrías inclinar la cabeza hacia arriba y hacia la derecha?" Aceptó hacer lo que le pedía, mirando a la mujer hacer ajustes a la máquina. Era más alta que Kerry, pero no podía pesar más de cincuenta kilos. Estaba tan delgada que Dar estaba segura de sí había un golpe de aire acondicionado al mujer caería. Su bata blanca colgaba sobre ella, y las muñecas de la misma parecían dos tallas más grandes. La máquina zumbó de nuevo. "Bueno." La Dra. Alison miró a Dar. "Hemos terminado." Empujó el brazo de la máquina hacia atrás y se apoyó en la mesa acolchada en la que Dar estaba tumbada. Tenía los ojos color avellana con el pelo recogido en un moño. "¿Por qué no te sientas y me dejas echar un vistazo a tu hombro, de acuerdo?" Obligada, tensó los músculos abdominales y se incorporó en posición vertical. A continuación, balanceó las piernas por el borde de la mesa. Saltó y se puso en pie, sorprendiendo al médico, que dio un paso atrás. "Oh." Esta hizo una mueca, y luego sonrió. "De alguna manera, los pacientes siempre me parecen más pequeñas cuando están tumbadas. No esperaba que fueras tan alta." Hizo un gesto hacia una habitación contigua. "¿Por qué no vamos allí para que puedas sentarte?" Dar la siguió en silencio, tomando asiento en una silla acolchada como las de la sala de examen. Todavía sentía algo de dolor de cabeza, pero en ese momento se encontraba mucho mejor. "¿Y bien?" La Dra. Alison había estado revisando algo en el ordenador, y la estaba mirando por encima de la pantalla. "¿Bueno, quieres las malas noticias primero o la buena?" "Malas" respondió al instante. "Sabes, pensé que ibas a decir que," la médico se rio "bien, bien, la mala noticia es que tienes todavía una gran cantidad de hinchazón en ese hombro. Aparte de la contusión ósea, también tienes dañados algunos de los tendones y músculos alrededor." Lo pensó rápidamente, y decidió que no sonaba demasiado amenazante. "Bueno." "Vas a tener que hacer un montón de terapia física para conseguir que todo vuelva a la normalidad," la doctora Alison le dijo. "Eso va a doler." El dolor era algo con lo Dar podría vivir. Había tratado con bastantes lesiones, cuando practicaba artes marciales, después de todo, y aunque nunca disfrutó del proceso, sabía cómo manejarlo. "¿Y?" Vio como la médico se alejaba del ordenador y se acercaba. Soltó con cuidado el cabestrillo para liberar el brazo de Dar.
"Tengo que ver qué tipo de rango de movimiento que tienes, ¿de acuerdo?" Esperó a que Dar asintiera, entonces le agarró la muñeca y lentamente le levantó el brazo. "Hazme saber cuándo te empieza a doler." Primero flexionó el brazo en el codo, y luego tiró suavemente hacia arriba, al no obtener reacción de su paciente. "Bueno, eso es lo que pensaba. Ahora voy a moverlo hacia los lados. Creo que ahí es dónde está el problema." Dar asintió y se movió un poco, irguiéndose cuando la otra mujer extendió cuidadosamente su brazo herido hacia un lado, luego comenzó a levantarlo. A mitad de camino, Dar dejó escapar un sonido a medio camino entre una tos y un silbido, y el movimiento se detuvo. "Bien." Examinó el ángulo. "Bueno, eso no es tan malo, en realidad." Sonaba sorprendida. "Teniendo en cuenta lo que vi en las radiografías, es bastante bueno." Llevó el brazo de Dar a la espalda y empezó hurgando en su hombro, tocando y pinchando la piel con absorto interés. "Tienes una deltoides muy bien desarrollada." La frente de Dar se levantó y miró a la mujer con cautela. "Gracias." "No creo haber visto una estructura como esta en una mujer desde hace mucho tiempo", agregó la Dra. Alison. "No estás tomando esteroides anabólicos u otros, ¿verdad?" Dar la miró. "Por supuesto que no." "Sólo preguntaba," respondió suavemente. "Sin ánimo de ofender. Mucha gente lo hace, ya sabes. En mi línea de trabajo, trato con un gran número de atletas. Es una pregunta estándar." Se acercó y miró su pantalla. "Tienes una densidad ósea increíble, ¿lo sabías?" ¿Cómo se suponía que podía saberlo? "No," contestó. "Bueno, la tienes." La médico escribió algo. "Eso es muy bueno. Es lo que ha impedido que tu lesión fuera peor. ¿Tomas suplementos de calcio?" La frente de Dar arrugó. ¿Suplementos? "No, sólo bebo leche." Esta asintió. "Está bien, sólo necesito tomarte algunos datos, y luego te enviaré a la terapeuta. ¿Podrías quitarte la camisa, por favor?" En ese momento se dio cuenta de que siempre se había sentido más cómoda con médicos varones, un interesante momento de auto-revelación que casi la hizo reír. "¿Por qué necesito un terapeuta?" preguntó, poniéndose de pie y tirando de su camiseta por la cabeza con una sola mano. Se quedó vestida con un par de pantalones cortos de deporte y nada más. "Oh, altura, peso, buenas extremidades -" La Dra. Alison dejó de hablar por un segundo cuando alzó la vista. "Guau." Las cejas de Dar fueron derechas hacia arriba.
"Tienes una gran estructura de la carrocería," continuó con entusiasmo. "Tienes tiene una simetría casi perfecta, ¿lo sabías?" Cogió una cinta métrica y trotó. "Sobresaliente". Dar no sabía si sentirse como un espectáculo de caballos en un desfile o qué. Extendió los brazos cuando se le pidió, sintiendo el cosquilleo de la cinta de medir, que le recorrió toda la espalda. "Me lo imaginaba. Perfecto." La médico movió a Dar hacia una escala. "A ver tu altura y peso." Empujó la barra de altura y se puso de puntillas para que la parte superior tocara sobre la cabeza de Dar. "Sí, yo lo sabía." A continuación, corrió a través de las pesas y les dio un pequeño golpecito para equilibrarlas en el centro. "Cincuenta y seis." Asintió y escribió. "¿Es lo normal?" "Sí," Dar respondió. "¿Por qué?" "Sólo por curiosidad." Después de medir los brazos superior e inferior de su paciente, la doctora terminó de escribir. "Está bien, hemos terminado." Levantó la vista, estudiándola con un aire de satisfacción científica. "Tienes una constitución muy bonita. Felicidades." Dar recogió su camisa y se la puso. "Gracias", murmuró. "Pero creo que la culpa es de mi padre." "¿En serio?" Le sonrió. "¿Eres una niña de papá? Todo el mundo me dice que yo también soy." Enderezó los papeles y los metió en un sobre. "No te gusta eso. ¿No?" Recogió sus cosas y miró a la médico. "No," dijo ella. "Siempre lo he considerado un cumplido." "Bueno, no eres más que una mujer con suerte, entonces." Le ofreció su mano. "Buena suerte, señora Roberts. Sigue con lo que estás haciendo, y te garantizo que vivirás muchos años." Asintió enérgicamente. "¿Alguna pregunta?" Dar ladeó la cabeza. "Sí, una," arrastró las palabras. "Si piensas que lo que estoy haciendo es tan grande, ¿por qué no lo haces?" La Dra. Alison parpadeó. Se miró a sí misma, a continuación, a Dar. Luego se echó a reír tímidamente. "Soy médico." Sonrió y se encogió de hombros. "Nunca escuchamos nuestros propios consejos." Con un gesto, salió de la habitación. Dar se enderezó y miró a su alrededor en la habitación vacía. Bueno. Le habían examinado la cabeza varias veces, y al parecer su brazo no iba a requerir amputación. Una sonrisa apareció. Eso significaba que podía sacar su culo de allí y volver a casa. Se acercó a la puerta y se asomó, al no ver a nadie esperándola con silla de ruedas sonrió. "Je". Salió y se dirigió a su habitación, pasando rápidamente junto a la zona de las enfermeras.
"MALDITA SEA." KERRY sintió presión cuando llegó al séptimo piso. Su respiración corta y piernas empezaban a quemarla realmente. "Esto es lo que te pasa por holgazanear en el gimnasio durante el último mes, Kerrison. Cuando quieres, realmente eres una maldita vaga." Respiró hondo y se abrió paso entre la incomodidad. Estaba molesta. Había seguido corriendo, ¿no? Todas las mañanas, sin falta, allí estaba al lado de Dar, en el aire fresco de la mañana. Así que, bueno, es verdad que habían bajado el ritmo, mientras esperaban a que el hombre de Dar sanara, pero aun así… Frunció el ceño. Incluso había mantenido con Dar últimamente... Hey. Un pensamiento se le ocurrió. ¿Quizá era Dar la que había estado bajando el ritmo a propósito? Dar no haría eso, ¿verdad? ¿Quizá quería que Kerry se sitiera mejor? Sus dientes blancos mordieron su labio inferior. Está bien, pero tal vez lo hizo sólo para tener compañía. Dar haría eso, ¿verdad? Reducir la velocidad para que pudieran hablar, igual que cuando habían empezado. Utilizaban esos momentos de ejerció para hablar de temas de oficina y planificar su día. Hmm. Llegó al octavo piso y dobló la esquina, sintiendo que su ritmo cardíaco empezaba a acelerarse. "Parece que sólo tengo que esforzarme más, eso es todo", jadeó, obligándose a saltar hasta el siguiente conjunto de escaleras de dos en dos. Dobló la esquina y se balanceó un poco, hasta alcanzar la entrada al noveno piso. Extendió una mano para mantener el equilibrio, y de pronto parpadeó cuando la superficie sólida comenzó a moverse hacia ella. Trató de detenerlo, pero su impulso era demasiado grande y terminó estrellándose contra la puerta, golpeándose sin sentido cuando se tambaleó hacia atrás peligrosamente cerca de los escalones. "¡Oh!" Luchó para mantener el equilibrio, alcanzando barandilla, pero el sudor en sus manos la traicionó y empezó a caerse. Y entonces, justo cuando se estaba cayendo, de repente fue capturada y recluida en un agarre potente, y sus sentidos se revolvieron ante la presencia repentina del aura distintiva de Dar que la rodeaba. "Ow." "Hey." La voz de Dar confirmó su revelación mareada. "? Kerrison Kerry!" Oh, muchacho. ¿Hice algo mal? Sintió que se le doblaban las rodillas, y lo siguiente que sabía, era que estaba en el suelo. Una dureza fría presionaba sus piernas, con su cuerpo superior acunado en un agradable, cálido, un nido lleno del aroma de su amante. Parpadeó un par de veces. "No sabía ver las estrellas no era sólo un viejo refrán." Balbuceó las palabras. "Ow." "Está bien". La voz de Dar sonaba preocupada. "Tómalo con calma. ¿Por qué estás respirando así? ¿Cariño? Mírame, ¿de acuerdo?" Obedeció, inclinando la cabeza hacia atrás y abriendo ambos ojos, muy contenta de hacerlo porque fue recompensada con el rostro de su amante a unos centímetros. "Guau." Finalmente sintió que su ritmo cardíaco se calmaba. "¿Te he
dicho alguna vez que eres un regalo para la vista?” Levantó una mano y con cuidado le tocó la frente. "¿Te duele la cabeza?" Dar le acarició la cara suavemente. "¿Qué demonios estabas haciendo?" preguntó. "Estás toda mojada." "Tienes ese efecto en mí", bromeó débilmente, consiguiendo una sonrisa a medias de su amante. "Estoy bien. Es sólo sudor. Estaba corriendo por las escaleras." Tiró de la manga de la camisa y le limpió las gotas de sudor de los ojos. Hacía calor en el hueco de la escalera, y la mujer más pequeña todavía respiraba con dificultad. "¿Puedo preguntar por qué?" Tomó un largo y tembloroso suspiro, y luego la soltó. "Parecía una buena idea en su momento" Dio a Dar una débil sonrisa. "Solo estaba tratando de soltarme un poco, de hacer algo de ejercicio." La colocó contra la pared y desenredó sus pies. "¿Y?" Dar se movió a una posición más cómoda. "¿Decidiste que este era un buen lugar para un decatlón?" "No." Tragó su disgusto. "Estaba cansando y cabreada después de siete vuelos míseros", admitió. "Me he estado mintiendo sobre la buena forma que me encuentro. Hah." Forzó una risa y rodó la cabeza a un lado, mirando a Dar. "Soy una cobarde." "Cariño," Puso su brazo bueno sobre los hombros de Kerry, "en el trabajo nuestras plantas están separadas por ocho metros de altura", dijo. "Aquí son doce. Acabas de hacer el equivalente de cerca de catorce tramos de escaleras a toda velocidad." Kerry miró los pasos, y luego echó la cabeza hacia atrás y miró hacia arriba. "Oh." Se sentía como una idiota. "¿En serio?" "Mm-hmm." La miró con cariño. "Así que tienes derecho a estar sin aliento." Se inclinó y metió dos dedos en el cuello de la camisa de Kerry, tirando de ella hacia fuera, mirando a escondidas en su interior. "Además, me gusta mucho cómo estás." Kerry miró hacia abajo, luego hacia ella. "¿En serio?" "Realmente". Soltó el tejido, deslizando su toque sobre la cara de Kerry. Trazó los pómulos redondeados y la nariz chata con delicadeza, examinando las cristalinas profundidades verdes de los ojos de su amante. "Eres la persona más hermosa que he conocido." Fue increíble. Kerry sintió una pequeña bola feliz difusa resolverse dentro de su estómago, su presencia provocó una sonrisa en su rostro. ¿Cómo podría una escalera estéril algo tan romántico? "Gracias por decirme eso." Se inclinó un poco hacia adelante y rozó los labios de Dar con los suyos, luego hizo un contacto más sólido. "Sobre todo porque me siento como un par de calcetines de gimnasio viejos, usados y sucios, así que sé que estás diciendo eso para hacerme sentir bien." Le sonrió de forma irónica.
Dar la estudió en silencio, un pequeño surco apareció en su frente. "Ciertamente no lo hacía." "Dar, vamos." Le dio un codazo. "No me siento atractiva sentada aquí toda sudorosa y cubierta de suciedad." Levantó una mano, que estaba casi negra, y luego sopló su cabello despeinado de los ojos. "Soy un desastre". "Creo que te perdiste mi punto", respondió. "Ker, siempre serás hermosa para mí, no importa lo que parezcas." Kerry le devolvió la mirada en serio. "¿De verdad quieres decir eso?" preguntó. "¿No importa qué? Incluso si me afeitara la cabeza, cogiera cincuenta kilos y me hiciera un tatuaje en el cuello que dijera '¿Budweiser'?" Mantuvo su tono ligero, pero sentía ansiedad mientras observaba el rostro de Dar. "Hmm." Dar ladeó la cabeza, dando visión a esas palabras. "Nop. Creo que tendría que objetar sobre el tatuaje Bud", dijo con gravedad. "Tal vez 'Corona' sí, creo que podría vivir con eso." Kerry sonrió y bajó la mirada, más aliviada de lo que estaba dispuesta a admitir. "Pero en cuanto al resto, sí, me refiero a eso." Inclinó la barbilla de Kerry forzando el contacto visual. "Nosotras no vamos a tener este aspecto siempre, Ker. No sé cómo te sientes al respecto, pero quiero que sepas que me importa un bledo." Soy ridícula, Kerry decidió, estaban teniendo esta discusión absurda crítica sentadas en una escalera de un hospital. Pero el discurso de Dar merecía una respuesta. "Toda mi vida he tenido clavado en mí que la apariencia es lo que importa", dijo. "Y siempre había esperado que..." hizo un leve encogimiento de hombros, "... estar enamorado significaría algo más que sentirse atraída físicamente a alguien." Encontró los ojos de Dar. "Para mí lo es. Hay algo en ti que me ha cautivado por completo, y espero que nunca se vaya." Dar asintió levemente. "Así que, no me importa una mierda," Kerry continuó. "Sé que bromeo mucho con ello. Tal vez sólo ha sido que me he cruzado con un joven atractivo gimnasta, y él acarició mi ego para mí." Dar la miró. "¿Cuándo fue eso?" "Cuando bajaba por las escaleras," admitió. "Admiraba mi tono muscular." "Ah". Dar se recostó contra la pared. "Bueno, acabo de estar con una atractiva persona que me ha pedido me quitara toda la ropa." Miró el perfil de Kerry, que había reaccionado sospechosamente. "¿Y?" esta le preguntó. "Se ha pasado los siguientes diez minutos diciendo que soy una preciosa muestra."
La ceja de Kerry levantó. "¿Sabías que tengo unos huesos densos y una perfecta simetría?" preguntó, arqueando una ceja por su cuenta. La joven rubia se volvió a medias. "¿Quién es esa persona?" Una sonrisa traviesa apareció. "El cirujano ortopédico." "Tch." Empezó a reír. "Un encantador espécimen, ¿eh?" Ambas simplemente se rieron por un minuto. "Oh, Dios mío, Dar, estoy sudando, cansada y quiero irme a casa. ¿Te dejan ir?" Dijo finalmente. "Más les vale", respondió su compañera. "Vamos. Vamos a compartir una esponja y llamar al Dr. Steve." Se incorporó con cuidado, aferrándose al brazo de Kerry cuando se unió a ella. "Creí haber visto un bote de jabón de baño en tu bolsa." "¿El de mango?" le pasó un brazo por la cintura a Dar mientras subían por las escaleras hacia el décimo piso. "Creíste bien, mi pequeña espécimen perfecta subtropical." Dar bufó, luego se agachó y le pellizcó el trasero. "Ah, sí, eso no ha sido nada gracioso." "¡Ay! ¡Moza!" Kerry sintió que sus espíritus se elevan burbujeantes. "Espera hasta que lleguemos a la esponja. Te arrepentirás." "¿Oh sí?" "Sí."
"HAZLA PASAR". El Comandante Ainsbright movió las mangas de su chaqueta recta y cruzó las manos sobre el escritorio. Aparte del vendaje grabado sobre una herida en la sien izquierda y un hematoma del tamaño de un mango en su mandíbula, parecía la imagen misma de la dignidad militar. Vio cómo la puerta se abría y la Jefe Daniel entró. "Jefe". Se acercó al borde de la mesa y saludó, luego se quedó a allí. "Informe", el comandante solicitó. "Parece que el ejercicio de entrenamiento causó un gran daño en tres áreas, señor", respondió. "Sobre todo en el centro de ordenadores, la sala de telecomunicaciones, y el centro de la programación." El comandante asintió. "¿Y?" "Supongo que tendremos los sistemas sin funcionar hasta que podamos reemplazar alrededor del veinte por ciento de los equipos", dijo la jefe de Daniel. "Al
parecer, los sistemas de copia de seguridad resultaron dañados, así que hemos perdido una buena parte de nuestro almacenamiento de datos." El comandante de la base se echó hacia atrás y apoyó una rodilla contra su escritorio. "Muy bien", dijo. "Detalla todos los daños y perjuicios, y los cargaré al programa SEAL. Ellos tenían instrucciones. No las siguieron." "Sí, señor." La Jefe Daniel mantuvo su mirada fija firmemente sobre el escritorio. "¿Algo más que quieras reportar, jefe?" "No, señor", fue la respuesta tranquila. "Cualquier persona que te pida algo, no lo tenemos." "No, señor." "Puede irse". La jefe se volvió y salió de la habitación, cerrando la puerta tras ella. Jeff Ainsbright suspiró y sacudió la cabeza. Sonó el teléfono y lo recogió. "¿Sí?" "Está casi hecho," una voz lacónica le informó. "Tuvimos suerte. Maldita suerte." "Dime", el comandante de la base resopló. "¿Te has podido deshacer de todo? Vamos a tener un equipo de seguridad revisándonos a las 0700 mañana por la mañana." "Todo", respondió la voz. "He traído un perro sólo para estar seguro." Ainsbright asintió. "Bien." Sus ojos se estrecharon. "Tengo a esos guardias en consejo de guerra por dejar al maldito bastardo de Roberts aquí fuera de las horas. ¿Sabes qué hacían allí? Estaban en el maldito centro de ordenadores. Sólo espero que nadie diga nada." "No lo creo." La voz tenía la garantía de infinito. "Ella pensó que era más inteligente. Esa corriente de datos que tiene no le dirá nada. Ya nos hemos asegurado de eso." Se rio. "No te preocupes, Jeff. No van a encontrar nada. Me he encargado de reconstruir toda la base de datos. Está limpia." "Bien." Ainsbright asintió. "Estaba demasiado cerca. Deberíamos haber cerrado todo al minuto de que esa perra vino a la base." "Se suponía que te harías cargo de eso," la respuesta fue bruscamente. "Tú y ese chico tuyo, recuerda. Se suponía que debía distraerla, ¿pensé que acabaría jodien…?". "Eso es suficiente", Ainsbright espetó. "Olvídate de eso. Ya encontramos otra solución". Miró su reloj. "Me tengo que ir. Me quiero asegurado que Chuck esté en su barco cuando salga." "Si. Justo fuera de la vista.-"
"Fuera de mi vista," el comandante resopló. "Adiós." Colgó el teléfono y respiró hondo. Había estado cerca. Demasiado cerca, y los problemas todavía no habían terminado. Él no era tan estúpido como para pensar que se había librado de Dar Roberts. Ella había cavado lo suficiente en la base, y ahora le correspondía a su equipo hacer control de daños. ¿Negligencia? Claro. Alguien se llevaría las culpas del mantenimiento de registros de mala calidad, y de los procesos descuidados. Lo único que se generaría sería un maldito estudio y recomendaciones siempre que Roberts no hubiera encontrado nada peor. Y ella no había encontrado nada. Estaba seguro de ello. Todo lo que tenía que hacer era conseguir que Chuckie saliera de aquí, y luego esperar al representante de CC. Gracias a Dios que el maldito JAG le había llamado para advertirle. Con un suspiro, apoyó las manos sobre la mesa y se puso de pie, haciendo una mueca de dolor en los huesos. Demasiado oscuro, que le habían dicho, quién lo había golpeado. "Lo siento, señor. Estaba demasiado oscuro", el capitán SEAL había mantenido con rigidez. ¿Sí? Demasiado oscuro mi culo, Jeff Ainsbright frunció el ceño mientras rodeaba su escritorio y se dirigía a la puerta. Sólo para encontrarla bloqueada. Se detuvo en completo shock y se quedó mirando la figura vestido de azul oscuro, de pie en silencio, dentro de la puerta. No lo había oído entrar. ¿Cómo narices? Respiró cauteloso. "Andy". Los ojos de hielo azul le acechaban constantemente. "'Jeff," dijo en voz muy baja. Ainsbright dio un paso atrás. "No te escuché entrar." "La gente nunca lo hace", el ex-SEAL explicó. Avanzó hacia el comandante, combinando suaves movimientos con una fuerte energía que provocó que el comandante diera un paso hacia atrás, girara y retrocediera detrás de su escritorio. "¿Qué puedo hacer por ti, Andy?" Ainsbright forzó una sonrisa tensa. "Tengo una reunión a la que tengo que-". "¿En domingo? No me dirás que ahora te reúnes en domingo, ¿verdad?" le preguntó. El comandante vaciló. "No, no, sólo una cita para almorzar con mi esposa." Era muy consciente de la amenaza fría que irradiaba de su viejo amigo que, aunque retirado y con todo el pelo gris, en su corte militar, aún representaba una muy potente amenaza que sabía que no tendría esperanza de contrarrestar. Andrew siempre había sido así. Un hombre fuerte. Con los años se había formado más fuerte por el entrenamiento y régimen severo de los ejercicios de SEAL, con reflejos y habilidades de combate letales. Fresco en la acción, sensato, estable, fiable, pero con un punto ciego, de una milla de ancho, cuando algo giraba en torno a su familia y sobre esa perra terca de hija suya.
Dar era peligrosa porque era condenadamente inteligente. Su padre era peligroso sólo porque era peligroso, y todo lo que tocaba o amenazaba a su hija se volvía demasiado personal. "Tenemos que hablar", Andrew le dijo. "Así que sienta tu culo." Ainsbright se sentó lentamente y cruzó las manos. "Andrew, esto no es una amenaza, pero puedo llamar a los guardias para que te saquen de aquí. Ya no estás en la Marina, no puedes dar órdenes." "Está bien," le dijo. "Cuando haya terminado contigo, tú tampoco estarás en la Marina." Se sentó en el escritorio de Ainsbright. "Así que si tienes dos dedos de frente, te sentarás en la silla y empezarás a hablar de lo que estáis haciendo aquí." Ainsbright lo miró fijamente. "No tengo ni idea de lo que estás hablando. Creo que deberías irte." Andrew se acercó más. "Escucha, imbécil. ¿Cómo diablos crees que te hiciste ese golpe en el lado de la cabeza?" Inconscientemente, Ainsbright levantó una mano y se tocó. "Ah te quité esa maldita pistola que tenías fuera de ellas manos y te crucé la cara con ella," continuó levantándose y rodeando el escritorio. "¡Así que ahora mismo me vas a decir que está pasando aquí!" La voz del ex-SEAL se elevó a un rugido bajo. "¡AHORA!" El comandante se quedó inmóvil, mirando fijamente a la forma oscura que se cernía sobre él, al ver el fuego en los ojos azul pálido creciente por los bordes, listo para consumirlo. Las manos y cuerpo de Andrew se tensaron, llenos de una quietud que llevaba su propia advertencia. "Andy, tómalo con calma." Mantuvo su voz baja. "Hablaré." "Sí," un feroz gruñido sonó. "Claro que lo harás."
"DR. STEVE". DAR inhaló, visiblemente acabando con toda su paciencia. "Han tomado suficientes fotos para mí, como si fuera la estrella del próximo catálogo de Sears. Estoy bien. Quiero irme de aquí." El Dr. Steve le palmeó el brazo mientras revisaba un gráfico. "Sólo espera a un poco más, rugrat. Todavía tienes una tonelada de hinchazón en la cabeza." Hizo una marca en su informe. "No vamos a correr ningún riesgo." Miró por encima del brazo del médico hacia donde Kerry estaba acurrucada en el sofá, mirando. Su frente se arrugó cuando ella frunció el ceño. "No voy a pasar otra noche en este lugar", decidió. "Puedo dormir en casa."
El doctor ni siquiera miró hacia arriba. "No tengo enfermeras allí. Aunque le diste las de aquí una historia a extenderse durante meses." Dar lo miró. "Me importa un bledo", gruñó. "Ellas pueden besarme el culo." Alzó la mirada para encontrarse con un par de ojos azules truculentos mirándolo. "Señor, debes estar sintiéndote mejor", se burlaba de ella, acercándose más hasta sujetarla por la barbilla. "Esa es la Dar que conozco." Kerry observó divertida, apoyando la barbilla en su antebrazo. Podía ver a su amante cada vez más y más molesta, y se preguntó por un instante si era mejor que su amante fuera a casa o se quedara allí. "¿Hey, Dr. Steve?" gritó. El médico se volvió y puso el gráfico abajo, caminando hacia ella hacia abajo. "¿Cómo conseguiste ese bulto, chillona?" Sus dedos tocaron el lado de la cabeza con cautela. "¿Te duele?" "Un poco," Kerry admitió. "Tuve un encuentro cercano con una puerta. Nada importante." Aprovechó su proximidad. “¿Dr. Steve?" "Hmm?" El doctor se agachó y la siguió examinando. "¿Te sientes bien, Kerrison? Te ves un poco pálida." Detrás de él, Dar se sentó y miró por encima. "Estoy bien, de verdad", le aseguró. "Sólo me duele un poco la cabeza, y todavía no he comido." "Mm-hmm." El doctor volvió la cara un poco hacia la luz de la ventana. "¿Te sientes un poco inestable?" Kerry suspiró. "Un poco." "Uh-huh. ¿Cuándo fue la última vez que comprobamos tus niveles de azúcar en la sangre?" Eso la tomó por sorpresa. "Um..." Respiró. "Por lo general no tengo problemas con eso." "Eso no es cierto," Dar habló. Kerry se asomó molesta, por debajo del brazo del médico. "Dar". "Es verdad." La mujer de pelo oscuro dio un pequeño encogimiento de hombros de su hombro sano. "Te mareas cuando no comes, y lo sabes." "¿Eso es cierto?" preguntó El doctor Steve. Kerry volvió a suspirar. "A veces", dijo. "Trato de asegurarme de que no pase." Ella miró a los ojos. "Me quedé sin galletas." El doctor buscó en su bolsillo y sacó un paquete de galletas de mantequilla de maní. Se lo entregó a ella. "Aquí." Las aceptó, luego cambió de tema. "¿Ella realmente necesita estar aquí?" preguntó en voz baja. "Creo que descansará mejor en casa." El médico puso la mano en su rodilla y le dirigió una mirada directa. "¿Te irías a casa si dijera que no?"
Kerry negó con la cabeza, abriendo el paquete de galletas hasta sacar una. Se la puso entre los dientes y mordió, masticando lentamente. "Cuando ella se vaya, yo me iré." El doctor dejó escapar una risita, y luego se puso de pie, volviéndose hacia la cama donde estaba Dar. "Encontraste un buen partido, Paladar". Él negó con la cabeza. Dar apartó los ojos del rostro de Kerry y lo miró. "¿Qué?" El médico cogió su informe e hizo una anotación en él. Luego levantó la vista cuando se oyeron pasos afuera, y un joven que portaba un sobre entró. "Ah, ¿los últimos resultados?" "Sí, señor," el hombre confirmó, entregando el sobre. Dio Dar una sonrisa profesional, luego se volvió y se fue. El doctor sacó unos papeles del sobre y los leyó, escaneado más de la primera página y concentrarse en la segunda. Finalmente, gruñó y los dobló. "Muy bien, rugrat." Se dio la vuelta y puso sus manos en las barandillas. "Voy a dejar que te vayas, con una condición." Las cejas de Dar se elevaron por la sorpresa. "¿Qué?" Echó un vistazo hacia su amante. "Lo que sea." La atención del médico en su amante había causado una punzada de inquietud, a pesar de que sabía que Kerry era consciente de la química de su cuerpo. La había visto un poco cansada cuando habían vuelto, pero pensaba que podía ser por haber estado subiendo las escaleras. "Tú", el Dr. Steve la cogió de la barbilla y la obligó a mirarlo, "mete tu culo en la cama por lo menos durante tres días." Dar tomó aire para responder. "Prométemelo", insistió rotundamente. "Lo digo en serio, Dar. Esto no es broma. ¿Quieres ir a casa? Bien. Te conozco desde que naciste, y sé que descansarás más allí que aquí, con todos esos enfermeros hurgando. Pero debes hacer lo que te digo Dar. Quédate en la cama y deja que tu cuerpo sane". Su actitud era inusualmente sin sentido. "¿Sí o no?" Los ojos azules parpadearon, luego se redujo ligeramente. "¿Sólo quedarme en la cama? ¿No tengo que estar tumbada?" El doctor la miró con recelo. "Plana sobre su espalda", matizó. "Nada de gimnasia o algo por el estilo." Bueno. Dar suspiró para sus adentros. Eso significaba tres días usando el ordenador portátil, pero probablemente no tenía suficientes datos y mierda, tenía que estar ocupada durante al menos ese tiempo. "Bien." Asintió con la cabeza. "Lo prometo." El doctor pareció aliviado. Se acercó y le revolvió el pelo ligeramente. "Está bien. Iré a por el papeleo."
Dar lo vio salir, y luego miró a Kerry. "Maldición". Sintiéndose mucho mejor, la joven terminó sus galletas y se sacudió sus dedos fuera. Se levantó del sofá y se acercó a Dar, curvando los dedos alrededor de las barandillas, apoyándose contra ellas. "Tres días, ¿eh?" "Tres días" Estuvo de acuerdo. “No sé si aguantaré tanto tiempo encerrada en casa.” "Mm". Kerry hizo un ruido evasivo. "Bueno, vamos a empezar a recoger las cosas." Deslizó su mano a través de las barras y rodeó la muñeca de Dar con los dedos, frotando su pulgar contra la piel suave. "Enseguida estarás en nuestra cama de agua." Dar sonrió. "Te guardaré un sitio" Movió una ceja. Kerry le devolvió la sonrisa.
KERRY masticó una zanahoria mientras observaba la gran olla de sopa. Recoger todo les había tomado menos tiempo de lo que había pensado, y habían llegado a casa antes de la hora de comidas en el hospital. Lo cual era, reflexionó con ironía, algo bueno porque había pescado. Normalmente a Dar le gusta el pescado, al igual que a ella, pero les gustaba más como ella lo preparaba, con algunas especies identificables y no en forma de croquetas de bacalao pasteurizado. Ugh. Incluso el olor del pescado hervido, viniendo del pasillo, le hacía recordar odiarlo. Así que había estado contenta cuando el enfermero había aparecido con una silla de ruedas para llevar a Dar abajo. Por supuesto, la había llevado diez minutos discutir con su amante para dejarse llevar en aquella silla, pero finalmente habían llegado al Lexus y fuera del hospital. Dar se había quedado tranquila. Sospechaba que tenía un poco de dolor, pero no la quiso presionar con el tema. Era mejor dejar las cosas como estaban. Metió una cuchara de madera y le dio vueltas para que todo se mezclara. El picante y rico aroma del gumbo de mariscos, flotaba en la cocina, sintiendo que la boca se le hacía agua. "Mm". Levantó la cuchara y se la llevó a la boca. "Me alegro que tuviéramos esto en el congelador, Chino." "Yawp," Chino le respondió, mirando hacia ella con esperanza. "No hay sopa para ti." Cogió una galleta del tarro del perro y se la lanzó. "Esto te servirá hasta la noche."
Chino mordió su galleta con satisfacción. "Growf." Sonrió, se volvió y sacó dos tazones de buen tamaño abajo del armario. Eran robustos, con una sombra agradable color hueso en el interior y un bonito cobalto en el exterior. Ella y Dar los había comprado en una salida a Mikasa tan sólo unas semanas antes. Había sido una de esas raras tardes que habían salido juntas de compras. Había sido divertido, meditó. Sirvió unas porciones en cada tazón. Había sido un largo sábado que había comenzado con un desayuno fuera de casa, habían visitado varios lugares y terminado con una cena en el Cheesecake Factory. Colocó los tazones sobre una pequeña bandeja de mimbre, añadió cubiertos, luego abrió la puerta del horno de convección y sacó algunas galletas de mantequilla. "Está bien, vamos a llevar a mama Dar algo de comer." Cogió la bandeja y se dirigió a la sala de estar, donde Dar había reanudado su nido en el sofá. "Hey." Kerry puso la bandeja sobre la mesa de café. "¿Hambrienta?" Dar levantó la cabeza y olfateó los cuencos. "¿Es eso gumbo?" "Mm-hmm." "Mm". Dar sonrió y se recostó contra el suave cuero. Todavía estaba vestida con su pijama, con una manta de lana sobre ella, y su portátil alrededor descansando sobre sus rodillas. Vio como Kerry cogía uno de los cuencos y se lo acercaba a su regazo. "¿De dónde viene esto?" "Lo entregó FedEx", respondió. "¿No has oído hablar de ellos?" "¿En Domingo?" Preguntó Dar. "Nuevo servicio." Le ofreció una cucharada, que aceptó abriendo la boca. "¿Cómo va?" "Eh." Dar masticó un poco de concha y se lo tragó. "No lo sé. Es..." Levantó la mano y se frotó un poco los ojos. "Es difícil concentrarse. Me duele la cabeza." Kerry miró su reloj. "Ya puedes tomar un par más de Tylenol," le ofreció. "O también podrías - oh, no sé, acostarte y descansar un poco." Dar lo pensó. "Déjame probar primero con las pastillas," decidió. "Realmente no estoy cansada." Aceptó una nueva cucharada que le tendió, y le dejó el resto sobre el regazo. "Gracias por la sopa". "Cuando quieras." Kerry le revolvió el pelo. "Sabes, no eres tan mala paciente como pensé." Dar chupó la cuchara y miró a su amante, pensativa. "¿Quieres que me convierta en una cascarrabias rebelde?" preguntó con una leve sonrisa. "Pude. Pero pensé que no tenía sentido que las dos nos sintiéramos más miserables." "Te lo agradezco." Se acercó y le acarició el muslo. "Sólo quiero que sepas que no me importa cuidar de ti, Dar". "No me importa dejar que lo haga", dijo Dar.
Kerry tomó su taza y se sentó en el sofá, recogiendo las piernas de Dar, arrastrándose debajo de ellas. Se retorció en un lugar cómodo, cruzó los tobillos y se tomó una cucharada de sopa. "¿Qué estamos viendo?" "¿Mpf?" Tragó lo que estaba comiendo, y miró a su izquierda. "Oh. No lo sé, Estaba navegando y yo-" "Santo cielo, Dar, esa mujer está casi desnuda." Se quedó mirando la pantalla con fascinación. "¿Qué demonios está haciendo con ese palo?" "Um". Dar se mordió el labio. "No estoy segura. Es una de esas cosas de acción. Sabe nunca miro esas cosas." Observó todos modos. "Hey, ella es muy atractiva." Kerry miró. "Si, supongo." "Se parece un poco a ti," Dar continuó. "No, no se parece", se rio. "No, a menos que pasara veinte horas al día durante seis meses en un gimnasio, y me hiciera un buen corte de pelo." Vio la imagen en la pantalla. "Ooh. Bonita patada." "Mm," Dar estuvo de acuerdo. "Equipo agradable." Las cejas de Kerry se levantaron, mirando de reojo a su amante. "¿Estás insinuando algo?" "¿Yo?" Los ojos azules se abrieron un poco más. "¿Estás insinuando que podría querer verte vestida con tan solo dos tiras de cuero y un par de botas con tacón?" Una sonrisa tiró de los labios de la joven rubia. "¿Y tú?" "Apuesto a que tu culo lo haría" Dar rio. Volvió a mirar la pantalla. "Me vería ridícula." "Estarías estupenda." Mordió un trozo de pescado picante. "¿Puedo pedir eso como regalo de cumpleaños?" "¡Dar!" Se ruborizó, complacida por el cumplido, pero avergonzada al mismo tiempo. "Suenas tan carnal." Dar se rio entre dientes, luego saltó un poco cuando sonó su móvil. "Mierda". Equilibró el tazón sobre su regazo y puso la cuchara hacia abajo, luego cogió el teléfono. "¿Sí?" "¡Dar!" La voz de Alastair retumbó en la línea. "¿Qué demonios ha pasado? ¿Por qué no me llamaste? ¿Dónde estás?" Dar sostuvo el teléfono de la oreja haciendo una mueca. "Cuando dejes de gritar, te lo contaré." Esperó, y cuando se hizo silencio, empezó a hablar. "Buenas tardes, Alastair." "Dar". Sonaba exasperado. "¡Por el amor de Cristo, me dijeron que estabas en el hospital!"
"Lo estaba." Se estiró un poco. "Nos encontramos con un pequeño problema en la base," dijo. "Recibí un golpe en la cabeza, y querían hacerme unas cuantas radiografías. Nada importante, Alastair." "Eso no es lo que he oído," replicó su jefe. "He oído que ya estabas herida cuando fuiste allí y que fuiste golpeada por algún imbécil con un arma." Tomó aire, y luego la soltó. "Me dijiste que encontrara una solución", dijo. "Encontré una." Alastair soltó una ráfaga de aire. "¿Qué te hace pensar que cualquier solución o cualquier problema vale la pena correr el riesgo que has corrido? ¿Por qué no me dijiste que estabas herida, Dar? ¡Sabes que me importa una mierda cualquier contrato con el gobierno!" Se quedó callada por un momento. "¿Alastair?" "¿Qué?" su jefe bramó. "Gracias por preocuparte." Hubo silencio por unos instantes, luego Alastair suspiró. "Bueno, maldita sea todo, Dar". Ya era hora de tomar de nuevo el control de la conversación, pensó. "Muy bien. Ahora que has llamado, déjame terminar de explicártelo." Compuso sus pensamientos. "Fuimos allí tratando de retener la evidencia de los datos. Te dije que era la preocupación del gobierno, ¿no?" "Correcto", Alastair exhaló. "Bueno, pues la cagué." Tuvo que detenerse un poco después de decirlo, por lo inusual de tener que pronunciar esas palabras en referencia a sí misma. "No supe lo que estaba pasando en primer lugar, y nos vimos en medio de un ejercicio militar y una trampa." Alastair ni siquiera dijo una palabra. "Gracias a Dios mi padre estaba con nosotros," continuó en voz baja. "Ellos sabían que íbamos a ir, y que estaban usando el ejercicio para cubrir sus huellas. Con balas de verdad. Si no hubiera sido por mi padre, las cosas habrían sido mucho peor." "Por lo tanto," la voz de su jefe sonaba sombría ", ¿cuál es tu análisis?" Vio el perfil de Kerry cuando se sentó moviendo la cuchara en su sopa con los ojos fijos en la pantalla de televisión. "Estaba demasiado cerca del problema", dijo, mirando todavía los movimientos de su amante. "Debería haberme quedado al margen." "Ah". "Deberíamos haber dejado que el gobierno se encargara de sus propios asuntos y presentado la factura por nuestros servicios," continuó. "Ahora, seguramente, estaremos involucrados en algún tipo de demanda."
El único comentario de Alastair fue un suspiro. "¿Alguna otra persona resultó herida?" Dar recordaba el cuerpo desplomado de Jeff Ainsbright. "Ninguno de nuestra gente", respondió. "Asumo toda la responsabilidad de esto, Alastair." "Mm", su jefe murmuró. "Siempre lo haces, Dar". Consideró un momento. "A pesar de todo, hemos cumplido con nuestro trabajo ¿verdad? Bien. Vamos a mantener las cosas en perspectiva, Dar". "Viniendo de un hombre que me estaba gritando cuando cogí el teléfono, es una declaración," dijo Dar secamente. "Bueno, estaba más preocupado por ti", admitió. "El hecho es que hemos logrado nuestro objetivo, y hemos hecho el trabajo del cliente cuando las cosas se han puesto feas." "Alastair," Dar suspiró. "No voy a poner excusas," su jefe espetó. "Easton se aprovechó de nosotros cuando nos pidió intervenir, y lo sabes, Dar. Contaba con que tu participaras personalmente, y te utilizó." Abrió la boca para refutar, pero la cerró de nuevo cuando pensó lo que su jefe le había dicho. ¿Era cierto? Levantó la vista para ver a Kerry con una mirada de simpatía en su rostro. "No lo culpo por eso," Alastair continuó apresuradamente. "Él estaba en una situación difícil y vio una manera de salir de ella. Yo habría hecho lo mismo." Dar suspiró. "Puede Ser." "Así que, tómalo con calma, ¿de acuerdo?" "Alastair, puedes repetirlo una y otra vez, que yo estaba dentro de las especificaciones, pero ambos sabemos que no es así." "Eh. Ya hablaremos de eso más tarde, Dar. ¿Cómo estás, de todos modos?" Reconoció la preocupación en su tono de voz, pero no tenía la energía para protestar. "Estoy bien", respondió. "Tenía una conmoción cerebral, y golpeé el hombro un par de días atrás. Realmente no es gran cosa." Recordó lo ocurrido. "Tengo que quedarme en casa durante unos días. Pero estaré recuperada para la reunión de la junta del martes." "Genial", dijo Alastair. "Parece que estaremos en línea con el presupuesto para el cuarto trimestre, y con las proyecciones para el próximo año, y todo gracias a la red." Dar sonrió. "¿Tratas de animarme?" Una risa. "¿Es que te hace falta?" Se sintió mejor al haber contado a su jefe lo que estaba pasando. "Sí." "Bien."
Sostuvo el teléfono en su oído y se llevó una cucharada de sopa a la boca. "¿Cómo te enteraste de lo que había pasado?" preguntó, con la boca llena de camarones. "Tu madre me llamó," le dijo Alastair, con un toque de suficiencia en su tono. Se detuvo a medio masticar y casi le salió la sopa por la nariz. "¿Mi madre?" Kerry se rio. "Uh-oh." "Tuve que hacerlo", declaró Jeff Ainsbright por décima vez. Estaba sentado detrás de su escritorio, mirando a la forma alta y corpulenta de Andrew Roberts. "Andy, tú me entiendes." "No, no lo entiendo", le espetó, volviéndose hacia él. "¿Tuviste que vender tu maldita alma? ¿Es lo que me estás diciendo?" Ainsbright suspiró y sacudió la cabeza. "Maldita sea, Andy", dijo, "deja fuera tu bazofia moralista, ¿quieres? Tal vez nunca quisiste algo mejor que esto, pero yo sí." Andrew lo fulminó con la mirada. "Quizá no tuviéramos muchas cosas, pero por lo menos me aprendí lo que es la honestidad." "¿Y de qué sirve eso?" Jeff respondió. "Con eso no pudiste comprarle a tu mujer un maldito vestido nuevo, de vez en cuando. Nunca tuviste nada, nunca le dejaste nada. Ni siquiera podías enviar a tu hija a la universidad." Se levantó y le señaló con el dedo. "Yo no estaba dispuesto a vivir así. Así que sí, cuando me ofrecieron un buen dinero por mirar hacia otro lado, lo acepté." "Sólo te importe el maldito dinero", declaró Andrew rotundamente. "¿Y para qué te sirve?" "Una bonita casa", respondió Ainsbright. "Un buen coche. Mi esposa es miembro del club de campo y le encanta. Mi chico es capitán de barco." "¿También le compraste el puesto?" Andrew preguntó sarcásticamente. "¿Qué hiciste por tu hija?" Jeff se burló. "¿Dejar que usara tus pelotas de tenis?" "Cuidado", el ex-SEAL respondió. "Le enseñé lo que es correcto y lo que no." Se cruzó de brazos. "No tuve que hacer nada más. Ella hizo su propio futuro sin pedir limosna". Ainsbright puso los ojos. "Eres un tonto, Andrew. Siempre lo has sido, y siempre lo serás." Se puso de pie. "Está bien, mira." Levantó una mano. "Sí, yo sabía de todo lo que estaba pasando aquí. Sabía todo sobre los envíos, y que lo estaban encubriendo. Pero nunca he tenido nada que ver directamente con nada de eso." Andrew lo estudió. "Hice lo que hice por mi familia", declaró Jeff. "Para darles una vida mejor." "Ahora ya no van a tener nada", dijo Andrew. "Sólo tu culo en la cárcel."
Ainsbright resopló. "Andy, simplemente manipulamos los registros." Logró una sonrisa de labios finos. "Eso es lo único que tu niña prodigio va a encontrar ahora." Ojos azules lo miraban pensativos. "¿Eso piensas?" "Lo sé. Me aseguré personalmente de ello" espetó. " "Has puesto en peligro a mucha gente." Se acercó de nuevo. "¿Qué será lo siguiente?" "Nada", respondió fríamente Ainsbright. "Todo era parte del ejercicio. Lo que tu hija hizo fue interrumpir un ejercicio de la base. Si algo sucede será culpa de ella no mía." Hizo una pausa. "Por lo demás, no te denunciaré por agresión." Andrew parpadeó. "Si lo haces, me aseguraré de que pagues por ello." "¿Eso es una amenaza?" Jeff resopló. "¡Fuera de aquí, Andy! Vete fuera de aquí y no vuelvas nunca más." El ex SEAL se volvió y se dirigió hacia la ventana, contemplando el espacio cubierto de hierba antes de la construcción. "No creo que nada de lo que me has dicho sea cierto", retumbó. "Si tú no eras el que lo estaba organizando ¿quién es?" Se volvió y lo miró. "¿Te pagan por tapar la caída de otros?" El comandante de la base negó con la cabeza. "No estoy tapando ninguna caída, Andy. Crees que es mi hijo, ¿es eso?" Una sonrisa se torció el rostro de Andrew. "Él nunca podría." Jeff resopló. "Soy más inteligente que tú, Andy. Los dos sabemos eso." "Puede que sea cierto, Jeff. Pero no más inteligente que ella. Así que es mejor que estés absolutamente seguro de que tienes todas tus rutas cubiertas, o tu culo acabará en la cárcel". Se dio la vuelta, se acercó al comandante y lo miró fijamente. "Porque ella te acabará pillando." Sus ojos se encontraron. "No lo creo," finalmente dijo Jeff. "Tengo buenas personas detrás asegurándose de ello." Se volvió y se ajustó la chaqueta. "Ahora, si me disculpas, Andrew, tengo una cita para almorzar con mi esposa." Hizo un gesto hacia la puerta. "O tengo que pedir que te acompañen a la puerta." Se volvió hacia su escritorio, a continuación, se detuvo en seco. La oficina estaba vacía. "Hijo de puta." El comandante de la base corrió a la ventana y miró hacia afuera, inclinándose para mirar hacia arriba y hacia abajo. Luego sacó la cabeza hacia atrás y buscó en la habitación con ojos ansiosos. "Donde -" Maldiciendo, cogió el teléfono y lo levantó, marcando un número rápidamente. "¿Seguridad? Soy el comandante de la base. Tenemos una entrada no autorizada. Envíen un equipo de seguridad a mi oficina y ponga la base en estado de alerta."
Capítulo Dieciocho Sonó la alarma antes del amanecer, y Kerry se acercó rápidamente para apagarla. Dejó que su mano cayera de nuevo sobre la almohada mientras echaba un vistazo a la forma de dormir de Dar. Su amante no se movió, su cuerpo estaba relajado por el sueño y la respiración era lenta y regular. Bien. Suspiró de alivio. Obsesivamente, Dar había trabajado hasta después de la medianoche en los datos que tenía en su ordenador portátil, y sólo lo había dejado cuando Kerry le había convencido para que se metiera en la cama de agua, donde se había quedado dormida casi en el medio de una protesta. Se quedó un momento sólo viendo el perfil de Dar, esbozado por la luz de la noche. Luego se dio la vuelta y salió de la cama, por el lado opuesto, intentando no hacer ruido. Ahogó un bostezo con una mano mientras se dirigía al cuarto de baño y cerró la puerta silenciosamente detrás de ella antes de encender la luz. "Ugh." Kerry se estremeció y cerró los ojos, esperando un momento antes de abrirlos de nuevo. Parpadeó ante su reflejo. Una mujer gruñona muy despeinada le devolvió la mirada. Le sacó la lengua a la imagen. Pensó en el día tan ajetreado que tenía. Primero, tendría que coordinar la recuperación de lo que Mark había retenido en esa caja negro, asumiendo que Dar podría recordar cómo volver a montar las piezas del rompecabezas. Luego tendría que asignar un equipo de alta seguridad para trabajar con esa base de datos, reconstruyendo todo meticulosamente y grabando cada uno de los pasos. Como era un lunes, sabía que habría por lo menos cinco o seis grandes desastres, que tendría que manejar, junto con los habituales problemas de operaciones que se estaban llevando a cabo. Gracias a Dios, pensó, cuando se echó agua en la cara y enjabonó un poco de jabón, que la nueva red de Dar reduciría sus llamadas de crisis en un ochenta por ciento, por lo que su vida sería mucho más agradable. Así que tomaría algo de desayuno líquido, daría unas vueltas, se ducharía y se dirigiría a la oficina. Se secó el rostro y asintió con la cabeza aún desaliñada, pero más alerta. "¿Verdad?" Vio a su labio inferior asomarse como si tuviera voluntad propia. Su frente se arrugó. "Muy bien, ¿qué pasa?" Su labio se convirtió en un puchero. "Kerrison Stuart, no puedes pucheros porque Dar tenga que quedarse en casa y tú no, ¿está claro?" "Growf." Chino saltó y puso sus patas sobre el fregadero, mirando hacia su dueña, como si supiera de qué estaba hablando. "Claro, eso es fácil para ti." Se giró y golpeó el extremo de su cepillo de dientes en la nariz de Chino. "Tienes la oportunidad de estar aquí con ella." Cola de Chino se movió. "Sí, sí. Rufh, ‘min fin’ " habló con la boca llena de pasta de dientes.
Era una mañana hermosa. Kerry tomó una profunda bocanada de aire fresco, teñida de sal, mientras caminaba por el camino hacia la playa, disfrutando de la falta de humedad que agradecía durante los meses de verano. Cuando llegó al sinuoso camino, se detuvo para estirar sus músculos, mientras miraba flotar a las gaviotas. A esa hora todo estaba tranquilo. Los sonidos metálicos suaves del puerto deportivo y graznidos curiosos de las aves eran los únicos sonidos que rompían el silencio del amanecer. Terminó su estiramiento y echó a andar por el camino a un trote lento, esperando a que su cuerpo terminara de despertar y entrara en sincronización antes de poder tomar un ritmo más rápido. Finalmente se había acostumbrado a ello. Kerry observó algo de movimiento más allá del lado sur de la isla mientras se dirigía por el puerto deportivo. A ambas les gustar empezar el día con un poco de paz y tranquilidad, corriendo por esa misma zona. Bien. Sonrió mientras rodeaba el lado norte de la isla por primera vez. Mientras corrían habían empezado a debatir temas de actualidad, en las últimas semanas, y esta mañana, se encontró con esa falta de compañía. ¿Cómo había aguantado Dar todos estos años sola? Ese pensamiento se entrometió. Luego otro pensamiento la hizo casi parar en seco. ¿Cómo pudiste vivir sin ella todos esos años, Kerry? Guauu. Trató de recordar cómo había sido su vida antes de conocerla. Había sido, bueno, supuso que no había sido del todo mala. Se había divertido con sus amigos en el trabajo y con Colleen. ¿Había estado realmente sola? Suspiró y se mordió el labio inferior. No, en realidad no había estado sola. Había estado más como... esperando. Eso era todo. Asintió con la cabeza para sí misma. Siempre había tenido la sensación de que a la vuelta de la esquina, a la vuelta de que la próxima esquina, encontraría a alguien especial. Está bien, realmente no fue al dar una vuelta, ni a la vuelta de la esquina, esa persona había irrumpido en sus oficinas con intención de despedirla. Sonrió y se inclinó un poco hacia delante, cogiendo de nuevo el ritmo.
DAR mantuvo los ojos cerrados, consciente del hecho de que estaba sola en la cama. Eso no hizo muy feliz. La cama de agua era cómoda, pero era mucho más cálida y más cómoda si estaba llena de una mujer rubia, que tendía a cubrir la cama con su agradable olor.
Por otro lado, razonó, podría también oler la canela y el aroma a café recién hecho, lo que significaba que se tendría el desayuno listo para ser tomado, en su gran taza azul. Oyó clinks suaves en la cocina. Luego el sonido de unos pies descalzos andando sobre las baldosas en su dirección. Era extraño, pero podía sentir la presencia de Kerry cuando su amante entró en la sala. Pudo apreciar el poder olerla más de cerca, y su combinación con el exfoliante de piel de albaricoque. Una camiseta de algodón limpia cubría el cuerpo recién duchado de la joven. Mm. Brevemente se preguntó si podría chupar a Kerry y renunciar al resto del desayuno. Abrió un ojo. "Buenos días". "Hola, cariño." Dejó la pequeña bandeja en su mesita de noche. En ella estaba la taza azul y un plato con dos bollos. "¿Cómo te sientes?" Dar cerró los dedos sobre la rodilla de su amante. "Mm, no está mal", bromeó con ironía. "Al igual que la mierda, la verdad," admitió entonces. "Me siento como si nunca pudiera deshacerme de este dolor de cabeza, y mi brazo me está matando. Creo que he dormido en mala postura." Kerry agitó un pequeño bote. "Vine preparada." Sacó un vaso pequeño de al lado de la taza. "Aquí." Le entregó un poco de zumo y tres pastillas. Se tomó el zumo y le devolvió el vaso. "Gracias", dijo. "Será mejor que te vistas." "Oh." Se miró la camiseta, con un dibujo de Dilbert por toda su superficie. "¿Quieres decir que no puedo ir a trabajar así? Vamos, Dar". Dar ladeó la cabeza ligeramente. "Bueno, está bien, cariño, pero no te pongas de espaldas a la luz, ¿de acuerdo? Es un poco transparente." Miró hacia abajo. "¿Lo es?" preguntó con sorpresa. "¿Dónde?" Una mano se le acercó y le hizo cosquillas en un punto muy sensible. "¡Yeak!" Gritó la joven resoplando. "Está bien, está bien. Lo entiendo." La miró con cariño. "Déjame ir y me vestiré para ir a trabajar". Dar enredó sus dedos en el suave algodón y tiró. "Gracias por el desayuno", dijo. "Hoy puedes ir a trabajar vestida informal, si quieres. No voy a matar a nadie." Kerry lo pensó, luego asintió. "Está bien, lo haré", decidió. "Prefiero los pantalones vaqueros." Se dio la vuelta y se dirigió hacia las escaleras que empezó a subir de dos en dos.
"¿PODEMOS ver qué tenemos?" Preguntó Brent, metiendo las manos en los bolsillos, mirando con respeto hacia la caja de acero negro, encerrada en la esquina de la oficina de Mark.
Mark no levantó la vista de la carpeta en la que estaba escribiendo. "Cuando Dar lo diga lo haremos. ¿No tienes nada más que hacer, Brent? La información no va a salir volando de esa caja." Este se quedó dónde estaba. "Arriesgamos nuestros cuellos para conseguir esa cosa." Ahora Mark levantó la mirada. "Tú te ofreciste." "¿Y?" El técnico lo miro serio. "¿Qué quieres que te diga?" pidió al jefe de MIS. "Mira, no vas saber qué demonios hay allí, incluso aunque la abriéramos. No es fácil de leer." La frente de Brent se contrajo. "¿Eh? ¿Entonces para qué la queremos? ¿Quieres decir que no podemos usarla?" "No he dicho eso." Cogió aliento impaciente. "Te dije que no se puedes leerlo. No que no se pueda leer." Señaló a la caja. "Pero Dar puede. Ella es la única que saber cómo estructurar cada dato. Ella es la que tiene que reconstruir toda la información ¿de acuerdo?" Brent miró interesado. "Oh." Mark se echó hacia atrás. "Hey. ¿Por qué coño viniste con nosotros?" le preguntó sin rodeos. "Te has pasado las últimas dos semanas soplando mierda y hablando mal de la jefa." Brent lo estudió hoscamente. "No, no es verdad." "Sí, sí, que lo es. Eres un homofóbico de mierda," le espetó. "Puedes besarme el culo si no te gusta. ¿Por qué narices ofreciste tu ayuda si tanto las odias?" Brent se encogió de hombros. "La Marina es una mierda", comentó, luego se volvió y se marchó, dejando un su jefe totalmente desconcertado. "¿Qué demonios fue eso?" Mark preguntó a la habitación vacía. "¿Por qué coño tengo a todos los SIMMS más raros de todo Miami trabajando para mí?" Sacudió la cabeza y miró a su pantalla. "Ah". Una alerta le mostró que Kerry había accedido a los sistemas de la oficina. Comprobó una segunda alarma, frunciendo el ceño un poco al ver de quién era. "Mierda. Vamos, Dar. Quiero saber si podemos pillar a esos bastardos."
EL BARCO se balanceó arriba y abajo, de forma muy ligera, cuando Ceci caminó a lo largo del borde de la cubierta. Lo bueno es, se dijo pensativa, que no soy propensa a los mareos. Habría sido un verdadero problema no darse cuenta de ello antes de comprar ese barco. Vio a su marido sentado en la parte frontal de la proa, apoyando los brazos en la barandilla mientras veía salir el sol sobre el mar. Estaba vestido con su traje corto
de neopreno, que brillaba con el agua de mar, junto con el cabello canoso y humedecido sobre su piel bronceada. "Hey, chico marine." Ceci se sentó junto a él. "Ya sabes, Ceci," volvió la cabeza y la miró pensativo, "creo que ya no considero como un cumplido." Ceci lo miró. "Andy", le puso una mano en la pierna, "no digas eso. Lo que hayan hecho un grupo de burros no puede llevarse toda una vida de orgullo y valentía." Se encontró en la posición extraña de defender un servicio que realmente nunca le había gustado o comprendido. "Sabe que la gran mayoría no son así. Son como tú." Miró sus ojos azul pálido. "Bueno, no exactamente como tú." Andrew suspiró. "No recuero haber hecho trueques en la base". "Todo el mundo los hacía," Ceci rio. "Vamos, Andy. Así es como nos las arreglamos para conseguir lo que necesitábamos para las fiestas de Navidad, ¿recuerdas? ¿No recuerdas cuando ganaste aquel tigre de Brad en el carnaval, y se lo diste Dar?" Andrew meditó. "Pero aquello era diferente a esto. Jeff me dijo que lo ha hecho por su familia." "Honorable" Ceci intentó no sonreír, "No creo que el fiscal general le pueda ayudar mucho, no tiene nada que ver unas galletas, una latas de mantequilla de maní o unas cajas de cervezas con la venta en el mercado negro de cocaína". "Mph." "Además, ¿cómo podríamos negar a Dar su mantequilla de maní?" le preguntó. "Comía mucho de eso, me sorprende que no lleve un bastón y un sombrero de copa y polainas." Se rio con ironía por puro reflejo. "A ella seguramente le gustaría eso," él estuvo de acuerdo, y luego suspiró. "Tal vez así como se empieza, pensando que lo que hacen está bien, pero luego no pueden parar y no saben dónde están los límites." "No." Ceci negó con la cabeza. "Hay una línea muy grande allí. Los dos lo sabemos. Él tomó la decisión de cruzar esa línea." Puso una mano en su brazo "Lo que pasa es que esa persona es un amigo nuestro." Andrew frunció el ceño. "Mierda". DAR permaneció inmóvil en la cama, escuchando la música suave de New Age, mientras dormitaba, permitiendo que los analgésicos disminuyeran algunos de los latidos de su brazo y cabeza. Había una docena de cosas que podría estar haciendo, admitió, pero era mucho más fácil hacer lo que le había prometido, que era descansar y permitir que su cuerpo se curara. Era difícil recordar la última vez que había dormido todo el día. Ella y Kerry se mantenían bastante ocupadas; incluso los fines de semana que estaban en el barco, o conducían hasta los Cayos, o... Dar sonrió adormilada. O salían de compras.
Había descubierto que le gusta ir de compras con su amante. Incluso cuando estaban buscando algo totalmente mundano, como platos, se encontraba disfrutando del proceso. La última vez que habían ido al centro comercial, incluso habían llenado un carro de ropa. Kerry se divertía recordando la primera vez que lo habían hecho, que fue apenas unas semanas después de haberse conocido. Rio suavemente mientras recordaba lo bien que se lo habían pasado. Sonó el teléfono, lo que la hizo abrir los ojos de mala gana. Con un gemido, se dio la vuelta y se acercó a pulsar el botón del altavoz. "¿Hola?" "Buenos días, Dar". Dejó que sus ojos se cerraran de nuevo. "Buenos días". Le devolvió cordialmente el saludo a su madre. "¿Qué pasa?" "El temperamento de tu padre." Eso consiguió que volviera a abrir los ojos. "No me digas que está otra vez con los comerciales de Priceline.com.", dijo. Ceci rio con ironía. "En realidad, su nuevo motivo de aversión son los minimovies de disfunción eréctil que ha estado mirando recientemente." La frente de Dar se arrugó. "Ew." "Mm", su madre estuvo de acuerdo. "En fin, que ayer fue hasta la base y no volvió muy contento. Al parecer están cubriendo sus huellas bastante a fondo." "Um," Dar trató de sacar a relucir algo de interés. Hubo un momento de silencio. "¿Estás bien?" Ceci finalmente preguntó con cautela. "Más o menos," le contestó. "He estado la mayor parte de la mañana en la cama." "Ah. Ya veo." Pensó que aquello era serio. "Bueno, he estado haciendo algo de comer que creo te gustaría, si estás bien para que me acerque. Son unos brownies que suelen alegrar a tu padre." Dar rio por puro reflejo. "¿Te importa si me acercó?" Dar levantó la cabeza y miró fijamente el teléfono, totalmente sorprendida. Por un segundo, estuvo a punto de declinar su oferta cortésmente, luego tras un repentino impulso se hizo cargo. "S... seguro." Echó un vistazo a su alrededor. "Aunque este lugar es un desastre." Su madre se rio en voz alta. "Nos vemos en un rato." "Está bien", respondió, escuchado finalizar la conversación. Apoyó la barbilla en la muñeca y se quedó mirando el teléfono, luego negó con la cabeza. "¡Cuidado, Chino! Tenemos visita."
El Labrador levantó la cabeza y meneó la cola. Estaba acurrucada en su cama al lado de donde Dar estaba acostada. "Mi madre vendrá en un rato", informó el perro. "Y traerá brownies." Se dio la vuelta con cuidado y miró al techo. "Growf." "Mm. Si se ofrece a hacer la limpieza, estamos fuera de aquí." Dar cubrió los ojos con una mano. "Da miedo. Es aterrador."
KERRY se arrodilló junto a la caja de seguridad y levantó la etiqueta, leyendo el número para registrarla en un gran archivo de manila recortado en el portapapeles que llevaba. "Bien." Se puso de pie y escribió la entrada de catalogación en la carpeta de archivos. "¿Tenemos concurrencia de punto a punto de que esto nunca ha estado fuera de vista de alguien?" "Sí", dijo Mark. "Me he asegurado de que siempre hubiera tres chicos conmigo." "Bien." Dio un paso atrás y se dejó caer en la silla frente al escritorio de Mark, cruzando un tobillo sobre su rodilla. "Ahora sólo tenemos que averiguar si hay algo útil allí." "Sí," Mark suspiró. "La jefa no estará disponible hasta el miércoles, ¿eh?" "No," respondió. "Y me sentiría mejor si hiciéramos todos los análisis aquí, en lugar de tener que llevarlo a casa. Va a ser delicado." El jefe de MIS asintió. "Estoy contigo. ¿Sabéis algo de la base?" Kerry mordió la punta de su pluma. "Sí. Recibí una llamada de ese oficial del JAG. Han estado allí todo el día, y hasta ahora, todo parece estar limpio." Mark resopló. Ella reconoció su burla con una contracción de sus labios. "No es que no tengamos algunos datos sobre ellos. Pero la verdad es que no sé si son importantes. Hay algo que no está bien en la administración de los suministros." "Así que, si no hay nada en esta cosa," Mark pateó la caja de seguridad, "¿eso es todo? ¿Simplemente eso?" Ella se puso de pie y exhaló. "Si no podemos probar nada, entonces, así es," estuvo de acuerdo. "O, para ser más específicos, si no podemos proporcionar información a las autoridades que les permitan demostrarlo. Nosotros solo somos los analistas."
"Apuesto a que Dar no se siente de esa manera", comentó él. "Hombre, no puedo creer que se criara allí. Mi cerebro no puede procesar algo así." Miró a Kerry. "Es extraño". "¿Por qué?" preguntó, haciendo una pausa en la puerta al salir. Se encogió de hombros, un poco incómodo. "No lo sé. Era como cuando ella nos llevó a ese pequeño lugar, a aquella isla, ¿sabes? Me imaginé que ella pasó por las mismas cosas que los demás, cuando creíamos. Centros comerciales, partidos de fútbol, ya sabes. " Kerry lo estudió. "¿Crees qué es una paleta?" El frunció el ceño. "Ella no es una paleta Ella es sólo una, u..." "¿Zoqueta?", interrumpió suavemente. "De ninguna manera." "Mark". Kerry regresó y se sentó, apoyando las manos en las rodillas. "Me encanta Dar. Lo sabes, ¿verdad?" Se sonrojó. "Ella es mi mejor amiga, mi compañera y no la cambiaría por nadie ni por nada en el mundo", dijo Kerry. "Ella no está avergonzada por su origen, por lo que ¿por qué deberías estarlo tú?" Otro encogimiento de hombros. "Es simplemente extraño." Kerry suspiró. "Creo que hace que sus logros sean aún más espectaculares", dijo. "Porque ella realmente comenzó de la nada, y todo lo que ha ganado ha sido con sus propios términos, y por su propia brillantez." Mark miró hacia arriba. "Sí." Después de una mirada especulativa, admitió: "La envidio por eso. Debe ser una sensación increíble saber que has controlado totalmente tu propio destino." Mark jugó con el extractor de chips que usaba como pisapapeles. "Tienes razón. Nunca lo había pensado", dijo Kerry. "Hey, ¿ya has comido?" Kerry dejó pasar el cambio de tema. "Todavía no. ¿Quieres bajar? Hoy tienen cordero." Se puso de pie. "Creo que Mari dijo que también pensaba bajar a comer." Mark se unió a ella y cerró con llave, la puerta de su despacho, detrás de ellos. "No es vaya a desaparecer la caja, pero nunca se sabe." "Mm," Ella estuvo de acuerdo. "Tienes razón." Echó un vistazo alrededor de la oficina, y saludó al resto del personal con breve sonrisa. La mayoría le devolvió la sonrisa. Brent sólo apartó la mirada de ella.
CECI buscó un vaso del armario y se acercó a la nevera, abriendo la puerta y se pudo de puntillas para poder llegar hasta el dispensador de leche en el estante superior. Observó el relleno de vidrio, ahogando una risita cuando terminó. Dio un paso atrás y cerró la puerta. El apartamento estaba tranquilo, a pesar de la renuncia de Dar, no parecía estar desordenado, salvo por una colección de ropa esperando para ser lavaba. Eso en realidad no la sorprendió. Aunque Dar había mantenido un nido de desorden adolescente en sus años más jóvenes, su habitación nunca había estado sucia, sólo llena de cosas. Cosas que realmente sostenían interés en ella, o cosas que Andrew le había regalado, todas celosamente atesoradas en cajas etiquetadas y apiladas por todas partes. Cuando solían cuidar del perro de ambas, ella y su marido, solía vagar por el condominio, y habían sonreído al ver vestigios de la infancia de su hija escondidos en rincones poco visibles. Esas cosas habían significado algo para su hija. Ceci estudió el vaso de leche, luego sacudió la cabeza y se dirigió a través de la sala de estar hacia el dormitorio donde Dar estaba descansando. Le tendió el vaso. "Supuse que lo necesitarías." Dar se quedó a medio masticar. Se apresuró a tragar un bocado de brownie y aceptó la leche, tomando un sorbo para lavar la rica golosina. "Gracias." Indicó la bandeja. "No está nada mal." "Mm, seguro." Ceci se sentó en la cómoda silla cómoda cercana a la cama. "Estoy impresionada, lo tengo que admitir." Dar sonrió ligeramente. "Conozco esa sensación. La semana pasada hice la cena y estaba totalmente asombrada de que fuera comestible." Una de las cejas rubias platino de Ceci se elevó. "¿Cuál fue el motivo?" Dar dudó, luego se encogió de hombros. "No fue nada especial. Me apetecía hacerlo." Era consciente de la incomodidad siempre perceptible entre ellas, y de repente se sintió muy cansada de ello. La vida era, había llegado a darse cuenta de ello, era demasiado corta a veces. "Oye, ¿mamá?" Ceci detectó el cambio en el tono de su voz, y se inclinó un poco hacia delante. "¿Sí?" Dar respiró hondo. "Tenemos un pasado bastante pésimo con los demás." Uh-oh. Ceci sintió que su corazón se movía hacia arriba por su garganta. "Tan mal estaban los brownies?" bromeó débilmente. Eso hizo que Dar se riera, y se dio cuenta de que su madre estaba mucho más nerviosa que ella. "No." Miró hacia abajo y recogió sus pensamientos, luego miró hacia arriba. "¿Podemos olvidar todo y empezar de nuevo desde aquí?"
Desvió la mirada, y de nuevo la dirigió a su madre, que la estaba mirando fijamente. Esta sintió que aquello le recordaba fuertemente a la pregunta que su marido le había hecho cuando se habían reencontrado después de tantos años. "¿Eso lo que realmente quieres?" le preguntó en voz baja. Dar asintió. Ceci sintió absurdamente ganas de llorar. "Realmente a mí también me gustaría " dijo. "Sé que suena ridículo, pero uno no se das cuenta de todas las cosas buenas de ser madre hasta que ya no lo es más." Ahora fue el turno de Dar al ser atrapada con la guardia baja. Parpadeó y sintió una oleada de memoria juvenil mientras miraba a la cara de su madre. "Eso está bien", dijo finalmente, con un toque de ronquera en la voz. "Cuando eres un niño, un nunca entiende lo que hacen sus padres." Ceci sintió el escozor de las lágrimas, y alargó la mano instintivamente, poniendo una mano por la mejilla de su hija. "Lo siento", susurró. "Lo siento, que te abandoné." Dar contuvo el aliento que era demasiado doloroso presionando fuerte contra su pecho. Se sintió atrapada por la mirada de su madre, incapaz de apartar la mirada. "Lo siento, siento no haber entendido el dolor que sufrías." La tensión disminuyó. Acarició la piel de su hija. "Me alegro de que podamos tener esta segunda oportunidad." La superficie bajo sus dedos se movió cuando Dar sonrió. "Si, yo también", respondió en voz baja, mirando lejos, para después volver los ojos hacia su madre. "Creo que me gustas más ahora." Ceci se mordió el labio, con una oleada de alivio improbable y casi ridículo haciéndola estallar en carcajadas. "Sí, creo que también me gustas más." Al parecer, después de todo, el día estaba resultando muy interesante, Dar decidió felizmente.
KERRY se sentó detrás de su escritorio, con una mano colocó su cabeza mientras se desplazaba a través de las pantallas de datos. Hizo una pausa para hacer otra nota adhesiva, perforando las letras con un dedo, y luego continuó su tarea. "Sra. Kerry?" La voz de Mayte irrumpió su concentración. "Tengo a un oficial de la Marina aquí para verte." Ah. Se enderezó y tomó un sorbo de su té de hierbas. "Bien. Hazlo pasar."
Se echó hacia atrás, en su silla, mientras la puerta se abrió y el capitán Taylor entró. Estaba vestido con su uniforme de la marine de guerra. Se quitó el sobrero metiéndolo bajo el brazo mientras cruzaba la alfombra a su escritorio. "Buenas tardes, capitán." "Sra. Stuart." El oficial inclinó la cabeza cortésmente. "¿Puedo sentarme?" Kerry hizo un gesto hacia la silla. "Por supuesto. ¿Cómo va todo por allí?" El capitán Taylor negó con la cabeza gravemente. "Me temo que vamos a terminar con las manos vacías. Mi equipo ha estado ahí durante horas, y no han podido encontrar nada de importancia." Hizo una pausa. "Y tenemos seis personas que juran que sólo fue un ejercicio fallido. Incluso presentaron la documentación y me mostraron las balas ficticias. Al parecer, algunos se mezclaron con las verdaderas." "Uh-huh". Kerry tomó otro sorbo de té. "¿Cree que ellos?" Le lanzó una mirada directa. "Sra. Stuart, no importa una colina de frijoles lo que creo. Lo único que importa es lo que puedo probar. No puedo probar nada más allá, de algunas colosales meteduras de pata, y algunas de ellas involucran a su personal." Las cejas de Kerry se levantaron. "¿A mi personal?" preguntó bruscamente. "No hemos cometido ningún error." Él se movió incómodo. "El hecho es, señora, usted estaba allí sin el permiso del comandante de la base." Sonrió amablemente a él. "Estábamos allí porque el general Easton nos pidió que fuéramos, y cubriéramos su trasero porque no podía enviar un equipo con la suficiente rapidez." El capitán Taylor hizo una mueca, aparentemente inconsciente de ello. "El general nos pidió que protegiéramos los datos. No lo hicimos. De hecho, a causa de nuestra presencia, su destrucción fue casi garantizado". Kerry señaló con un dedo. "Capitán, si usted piensa en serio que va a echarme la culpa a mí o a cualquier otra persona de ILS, de su incapacidad para mantener el control militar y administrativo de su propia base, se equivoca." Se puso de pie detrás de su escritorio y lo miró con una mirada decidida. "Hicimos lo mejor que pudimos." "Sra. Stuart, usted no parece re -" El oficial se detuvo y la miró con recelo. "¿Qué es exactamente lo que quiere decir con eso?" Kerry abrió la boca para explicárselo, pero lentamente la cerró de nuevo. El instinto le decía que debía mantener el tema de la caja negra de seguridad en secreto, y había aprendido, en el último año, que su instinto solía tener razón. "Tenemos una gran cantidad de datos. No hemos terminado de analizarlos todavía," informó. "Puede que no tengamos una pistola humeante, pero podemos tener lo suficiente para coger a los responsables." El capitán se relajó un poco. "Es sólo un tema administrativo. La base está limpia."
"Por ahora," Kerry aceptó en silencio. "¿No le molesta lo que estaba pasando?" Taylor se sacudió un poco. "¿Sabemos realmente lo que sucedía?" le contradijo. "Ese informante suyo podría haber estado mintiendo." Ella se encogió de hombros. "¿Por qué?" "Para poder meter a alguien en problemas. Tal vez ellos son los que participaron en algún negocio sucio, y pensaron que traer drogas podría desviar la atención," el oficial JAG respondió razonablemente. "Vamos, Sra. Stuart ¿De verdad cree que tenemos toda una operación de contrabando de drogas en una base de la marina?" Bueno. Lo pensó. Era posible, supuso. Realmente no habían visto nada de contrabando, sólo evidencias de ello. "¿Qué pasa con ese engranaje de telecomunicaciones que fue arrancado?" El capitán se echó a reír. "Usted sabe, también estaba pensando en eso. ¿Sabe lo que creo que pasó? Apuesto a que alguien, en alguna oficina en algún lugar, tenía una revisión que hacer y podo soltar algún cable, o los cruzó, y nadie se dio cuenta de ello. ¿Eso no sucede en su empresa a veces? " Cierto. "A veces," estuvo de acuerdo, "pero no a menudo." "Bien", Taylor se puso de pie, "Voy a presentar mi informe preliminar al general. Creo que todos han reaccionado exageradamente. Creo que es porque se ha puesto a civiles en una situación que no entienden muy bien." Los ojos de Kerry adquirieron un brillo perceptible frío. "¿Por cierto, capitán?" Se había dirigido a la salida, pero se detuvo y miró hacia atrás. "¿Sí?" "¿Dónde se escondió el sábado?" preguntó. "Tengo el recuento de todos los que estaban con nosotros, y le perdí de vista durante mucho tiempo." Levantó unos papeles. "Necesito saberlo para detallarlo en mi informe." Su rostro se convirtió en una máscara. "Debe estar equivocada, Sra. Stuart. Estuve allí todo el tiempo." Se dio la vuelta y se marchó, colocándose su sombrero sobre la parte superior de la cabeza al pasar por la puerta. "Ooh". Kerry lentamente dejó escapar un suspiro, y se cruzó de brazos. "Sra. Kerry?" Mayte preguntó con incertidumbre, cuando asomó la cabeza por la esquina de la puerta. "¿Has dicho algo?" "No, tranquila no era nada." Se sentó, volviendo su atención a su té. "Mayte, ¿tienes el número del general Easton? Si no es así, apuesto a María lo tiene." "Voy a conseguirlo", su asistente prometió, desapareciendo rápidamente. Se mordió el labio, a continuación, puso su taza y pulsó el botón del altavoz, pulsando un número en la memoria. Sonó dos veces, luego fue respondida. "Hey." "Hey." La voz de Dar sonaba alerta y ligeramente divertida. "Estaba pensando en ti."
Kerry sintió que su tren de pensamiento descarrilaba suavemente, moviéndose fuera de una vía muerta en alguna parte. "¿Sí? ¿Cómo puede ser?" "Ropa interior" respondió sucintamente. No era la respuesta que estaba esperando. "¿Disculpa?" "Estoy lavando la ropa." "Oh." Su frente se arrugó. "No tienes que hacerlo, Dar. Lo habría hecho esta noche." Sabía que su amante odiaba lavar la ropa y lo evitaba siempre que era posible, prefiriendo enviarlo todo a la tintorería de la isla. Excepto cosas como la ropa interior, por supuesto. Sonrió mientras tomaba otro sorbo de té. "Mamá piensa que tu ropa interior es muy bonita." El trago de té fue expulsado a través de la superficie de la mesa, pasando muy cerca de su teclado. "¿Qué?" se limpió la boca con el antebrazo. "¡Paladar! ¿Por qué estás enseñando a tu madre mi ropa interior?" Dar rio suavemente. "Suenas tan linda cuando estás nerviosa." "¡No estoy nerviosa! ¡Estoy estupefacta! ¡Son dos emociones muy diferentes!" le gritó. "¡Y no me estás contestando!" "Relájate", respondió su amante. "Solo estaba ayudándome a lavar la ropa. Con un solo brazo no puedo manejarme bien." Se cubrió los ojos con una mano. "Oh." Exhaló, luego hizo una pausa en sus pensamientos. "Así que mamá ha estado ahí, ¿eh?" "Mm," contestó Dar. "¿Todo bien?” "Perfecto", la sorprendente respuesta regresó. "Estuvimos hablando." El placer era evidente en el tono de su amante. "Fue genial." "¿Oh sí?" Sintió una sonrisa cruzar su rostro. "Wow. Me alegra escuchar eso, Dar". "Sí." Dejó escapar un pequeño suspiro de felicidad. "Así que, ¿qué pasa por ahí?" La conversación se desvió y Kerry tuvo que concentrarse en su trabajo. "Ah. Tuve una visita del Capitán, que pretendía le besara el culo." Dar resopló de risa. "Ya está dado su versión de una historia para hacer que todo parezca como si no hubiera ocurrido nada", dijo seria. "Si no tenemos algo en esa caja, Dar, realmente no tienen mucho de lo que tirar." "Mm". Dar sonaba serio ahora, también. "Ábrela, entonces." Tomó una respiración profunda y cuidadosamente hizo la pregunta que había estado evitando. "Voy a necesitar los códigos de los algoritmos. ¿No los tienes?"
Cruzó los dedos de manos y pies, y se mordió el labio inferior mientras esperaba la respuesta. "Claro", respondió fácilmente. "Mi cumpleaños y el tuyo." Hizo una pausa. "En hexagonal." Los ojos de Kerry se abrieron de golpe, mirando a través de su oficina con una mirada de disgusto. "Oh, estás bromeando." "No", respondió su amante. "Son fáciles de memorizar, Kerry, y no es como si tuviera una libreta y lápiz a mano. Puse algo que sabía que recordaría." Duh. Casi se echó a reír. Debería haberlo sabido. Levantó la vista hacia el techo. "Está bien, escucha, creo que prefiero esperar hasta que vuelvas aquí para hacerlo juntas. Podemos mantenerlos a raya un poco más de tiempo." "¿Seguro?" preguntó. "Sí, pensándolo bien, vamos a darles la oportunidad de pensar que están libres de todos. Así se relajarán un poco." "Conforme", dijo Kerry. "¿Se queda mamá a cenar?" Hubo un ruido sordo, un bajo murmullo de conversaciones, y la voz de Dar regresó. "¿Te importa traer algo del Capitán Cangrejo?" "Sin problemas," se rio. "Una bandeja entera." Colgó y se echó hacia atrás, con una docena de pensamientos zumbando a través de su cabeza. Un se quedó. "Oh, mierda." Hizo una mueca. "Espero que no fuera mi conjunto rosa." El barco era mecía suavemente, por la marea, cuando Kerry se dirigió a lo largo del muelle. Estaba muy tranquilo, y no vio a nadie alrededor. Incluso después de que subir por la pasarela y cruzar la cubierta blanca del barco. "¿Hola?" gritó, mirando a su alrededor buscando a Andrew. "¿Papá?" Silencio. Se agachó y metió la cabeza dentro de la cabina. Allí, también estaba todo tranquilo. La mesa de trabajo estaba cubierta de suministros de pintura. "¿Papá?" Nada. Se puso de pie y caminó por la cubierta de popa, que tenía una serie de cómodos asientos a cada lado del armario de almacenamiento, que a veces hacía de mesa. "Eh." Se acercó y se apoyó en la barandilla, mirando hacia abajo, hacia el agua azul-verde oscura. "Tal vez fue a la tienda del muelle." Vio una uva de mar flotar sobre las pacíficas aguas. Luego el agua se movió y una mano salió de ella, para acercarse a la barandilla y agarrar las suyas, asustándola. "¡Yah!" Gritó, tirando hacia atrás, luchando fuera de la barandilla. "¡Jesús!" Andrew la miró a través de las barras de metal, con una curiosa expresión en su rostro. "Piensa lo que dices, kumquat. Estoy seguro que no es el buen Dios."
Kerry se sentó en uno de los asientos centrales, llevándose una mano al pecho. "Wow", se rio débilmente. "¡Qué susto!” El ex-SEAL se irguió y subió por encima de la barandilla, haciendo oscilar un poco la cubierta del barco. Estaba vestido con un traje de neopreno, con una pequeña bomba de boceo, que se fue quitando, mientras se acercaba a donde Kerry estaba sentada. "No quise asustarte," se disculpó. "Simplemente no estaba seguro de quién era la sombra que me estaba mirando." Se arrodilló a su lado y le puso una mano húmeda sobre su rodilla. "¿Estás bien?" Kerry sintió que su ritmo cardíaco empezaba a disminuir, y se pasó una mano por el pelo. "Sí," dijo. "Muchacho, deben adorarte los delfines." Andrew se rio entre dientes. "Si, siempre me saludan con el hocico." Inclinó la cabeza hacia ella. "No esperaba visita." Kerry recordó bruscamente a qué había ido. "Ah". Se cruzó de brazos, mirándole fijamente. "¿Sabes dónde está tu mujer?" Sus canosas cejas se arrugaron con perplejidad, mirando a su alrededor por la cubierta vacía. "No sé, supongo habrá bajado a las tiendas", aventuró. "¿Por qué? ¿Sabes algo?" "Mm-hmm," Kerry asintió. "Está en nuestra casa." "Ah bien." Andrew pareció relajarse mientras se levantaba y se acercó al banco acolchado, recogiendo una toalla para secarse el pelo corto. "¿Dar necesita algo?" "No. Solo estaba pasando algo de tiempo juntas." Un brillo suave entró en los ojos de Kerry. Una gran sonrisa apareció en la cara del ex-SEAL. "¿De verdad?" Ella asintió. "¡Maldición!" Una carcajada de alegría escapó. "¡Ven aquí!" Extendió sus brazos y ella se arrojó en ellos, sin importarle la humedad. Sintió la risa mientras se abrazaban el uno al otro. "No lo podía creer", dijo mientras se separaban. "Llamé a Dar, y sonaba muy feliz." Andrew sacudió la cabeza con asombro. "Maldita sea, me alegra mucho escuchar eso. Sabía que las cosas estaban mejor entre ellas, pero nunca imaginé que pudiera ser tan rápido". "Yo tampoco", admitió. "Las dos son bastante tercas." "Eso es cierto", se rio entre dientes. "¿Viniste solo para decirme eso? Podías haberme llamado por teléfono, kumquat." Continuó secándose el pelo. Negó con la cabeza. "No," dijo. "Me pidieron que pasara a recogerte para cenar en familia." Se detuvo a mediado movimiento y dejó caer la toalla, sus ojos fijos sobre la joven. "¿Disculpa, señorita?" preguntó en un tono de sorpresa.
Kerry revisó su declaración, luego se sonrojó. "Oh, mierda." Se echó a reír. "Bueno no es lo que quise decir." "Uh-huh". Andrew resopló. "Habla por ti mismo." Un dedo delgado lo señaló. "Ya he tenido suficientes problemas esta semana." Andrew inclinó la cabeza hacia ella. "¿Problemas? Pensé que se estaban por tanto bien contigo." Sonrió brevemente. "Bueno, un par personas te vieron recogerme la otra noche, y pensaron que estaba engañando a Dar". Se echó a reír, sacudiendo la cabeza. Su suegro abrió la boca. Luego la cerró. Al rato empezó a hablar. "Eso no es divertido." "No fue entonces," admitió. "Pero nos reímos de ello más tarde, esa misma noche. La secretaria de Dar, María se los comió a todos con el envío de... um..." Hizo una pausa. "En fin...” Andrew frunció el ceño. "Ah no me gusta eso", dijo. "Eso no tiene ningún sentido." Se secó una oreja. "¿No tienen nada mejor que hacer que extender todo tipo de tonterías?" Kerry miró hacia el horizonte. "Bueno", frunció los labios, "hay mucha gente allí que no están realmente cómodas con Dar y yo, y..." Sus ojos se estrecharon ligeramente. “Algunas personas se lo han tomado como algo personal.” "Uh-huh". "El tipo que inició el rumor era una especie de, um," Kerry se sonrojó ligeramente. "Me gusta." "Ah". Andrew resopló suavemente. "¿Más tonto que un higo?” "Pero ahora ya está todo aclarado, así que..." Pero frunció el ceño, recordando la agresividad de clarece para con ella. "Supongo que la gente tendrá que acostumbrase." "Más les vale. Pero hay gente que nunca cambia." Él negó con la cabeza. "En fin, mi esposa no pensará hacer la cena verdad, ¿verdad?" Se alegró por el sutil cambio de tema. "En realidad, me dijeron que recogiera algo del Capitán Cangrejo." Le sonrió. Se llevó las manos en las caderas. "¿Mi esposa dijo eso?" La miró inclinando de cabeza. "Uh-huh. Muy bien, entonces, vayamos a por la cena. “Dejó la toalla encima de la barandilla y se dirigió a la cabina. "Me cambio enseguida, kumquat, y luego iremos a buscar esos cangrejos." Uh-oh. Kerry volvió a sentarse. ¿Eso era bueno o malo? Se mordió el labio inferior mientras pensaba en su suegro, en su peculiar sentido del humor. "¿Papá?" llamó por la escotilla.
"¿Sí?" le respondió. "No estamos hablando de cangrejos vivos, ¿verdad?" "¿Disculpa?" Kerry suspiró. "No importa." Se cruzó de brazos a esperar a su suegro. Supongo que tendré que esperar y verlo por mí misma.
DAR estiró las piernas a lo largo del sofá, rozando el cuero fresco por su piel desnuda. Acomodó su brazo en cabestrillo y exhaló con satisfacción. Después de todo el día había terminado bien. Había conseguido lavar la ropa, preparado unas pocas galletas, e incluso había logrado pasar casi todo el día tumbada como había prometido. "No me digas que te gusta ver esto", comentó Ceci desde el sofá de dos plazas. Dar estaba mirando a la televisión. "Claro. Todo el tiempo", respondió. "Nos encanta el tipo del cocodrilo". "Dar, está loco", su madre se quejó. "Se han estado conociendo y no hay peligro." Estaba acurrucada en los confines del sofá más pequeño, donde una mancha visible de chocolate, en la rodilla de sus pantalones blancos de algodón, se hacía de lo más visible. Se sentía mucho mejor. Se había vestido con un par de pantalones gastados y una camiseta vieja de deporte. "No es tan malo. Me gusta la forma en que respeta a los animales." "Dar, que no respeta los animales, duerme con ellos." Exhaló. "No, esa es su esposa," dijo suavemente. "Ella no es un animal." "Por favor, no es su esposa. Es un chimpancé." Miró más de cerca. "Oh. Lo siento." Inclinó la cabeza. "Vi el sombrero y pensé que era Terry. Es difícil verlo bien desde aquí." Se apoyó contra el cojín suave y dejó que sus ojos se cerraran. Estaba más cansada de lo que pensaba. Durante un tiempo, había tratado de trabajar un poco, pero después de unos minutos de su cabeza había empezado a latir, y se estaba empezando a volver loca. Oh bien. El Dr. Steve ya me había advertido sobre eso, ¿verdad? Tenía una fuerte contusión. Le había enseñado que la inflamación, en el interior de su cráneo, había empezado a disminuir, pero aun así, no había desaparecido. Esperar algo de visión borrosa, le había dicho. Y dolores de cabeza. Tal vez algún que otro mareo. Suspiró en silencio. Al menos le había prometido que sería temporal, lo que era una maldita buena cosa, porque necesitaba estar totalmente
concentrada para estar largas horas delante del teclado realizando todo el análisis de los datos de la caja negra de seguridad. Sintió que su respiración se ralentizaba y los sonidos de la casa se desvanecían un poco. Podía sentir el calor de Chino, presionado contra sus piernas, y si se concentraba, podía escuchar los sonidos débiles del movimiento de su madre. Su madre. Lo pensó por un momento. Se sentía un poco fuera de balance, pensando en la conversación que habían tenido y las horas que habían pasado juntas después. Había sido una curiosa sensación casi extraña, ya que ambas habían tenido que derribar las barreras, que durante años habían creado, dándose cuenta, ahora, que eran dos personas que tenían demasiadas cosas en común como para continuar sin hacer nada. Respiró hondo. Frunció el ceño mientras su cerebro analiza la entrada de aire y detecta algo raro. Ajo. Mucha ajo, y especias, también. Abrió un ojo y miró a su alrededor, sorprendida, casi saltando cuando el aire vacío, se llenó de repente con el olor más que conocido de su amante. "Hey. ¿De dónde vienes?" "Del Saugatuck," respondió con una sonrisa. "Me alegra ver que te estás comportando y tomando una siesta." Esta frunció el ceño. "No estaba durmiendo la siesta." Miró a su madre, que amortiguó una sonrisa. "¿Qué?" No esperó una respuesta. "¿Qué diablos es ese olor?" "Ah". Kerry se volvió y señaló hacia la mesa del comedor, donde había dejado las bolsas de comida. "Cangrejos". "¿Cangrejos?" Dar los miró, luego miró a su padre. "¿Cangrejos?" Su voz se animó considerablemente. "Oh, no" Ceci gimió. "No esas malditas cosas." Andrew se rio entre dientes. "Sí, señora. Enviaste a esta jovencita para que me trajera y compráramos la cena, y es lo que hemos hecho." Parecía bastante satisfecho de sí mismo. "Son de tres clases, y también esas viandas que te gustan, Dardar." "Je". Dar se incorporó. "Bien." Kerry hizo una mueca. "Cariño, no irás a decirme que en realidad comes esas cosas, ¿verdad?" Ceci suspiró y se cubrió los ojos. "Espero que tengas un poco de maíz. Kerry y yo podremos comer al menos eso." Se levantó y caminó alrededor del sofá a la mesa para investigar los paquetes. "Oh, diosa, Andrew. ¿Los pimientos tenían que ser pimientos picantes?" "Je". Se rio entre dientes, moviéndose por el suelo de baldosas para unirse a su esposa en la mesa. "Sí, seguramente lo hice." Dar sacó las piernas del sofá y se sentó. "Tienes que probarlos, Ker. Son excelentes."
Su amante se agachó entre sus rodillas, apoyando una mano en cada uno, e hizo una mueca. "Dar, parecen como grandes bichos antiguos", susurró. "No puedo comer eso." "Claro que sí," Le susurró, inclinándose hacia adelante. "Vamos, te los enseño." "Daaaarrrr..." Kerry se mordió el labio. "Eeeeewwww." "No seas gallina," la reprendió. "Confía en mí." Fácil decirlo. Suspiró y tendió una mano a su pareja para ayudarla a levantarse. Se acercaron a sus padres que estaban abriendo las bolsas y sacando la comida. "Ooh". Dar abrió la tapa de una de ellas y miró dentro. "Yum." Kerry miró por encima de su hombro a la pila de insectos marinos moteados en diferentes tonos rojos, con sus ojillos mirando hacia arriba. "Oh," gimió suavemente, y se apoyó en el brazo de Dar. "Voy a tener pesadillas." Dar cogió un cangrejo y lo examinó. "Seguro." Tiró hábilmente de una garra, dejando al descubierto un poco de carne blanca. "Aquí. Chupa esto." Sus redondos y pálidos ojos verdes la miraron asustada. Un pequeño chillido salió de su garganta. "Vamos," Dar rio. Kerry miró a su familia política, que intentaban contener la risa. "Dar, no puedo chupar eso. Se parece a una pierna de saltamontes. Voy a vomitar." Dar suspiró, sacó un poco de la carne de cangrejo, y se la ofreció. "Ya no hay pierna de saltamontes. ¿Puedes chupar mis dedos?" Suspiró. "Oh, Dios, si insistes." Cerró los ojos, se inclinó hacia delante, abriendo la boca y cerró los dientes con cuidado sobre el trozo de sustancia blanca. Cerró los labios y cuidadosamente probó, entonces abrió los ojos. "Hmm." No era en absoluto como langosta o camarones. Era mucho más tierno, y... se lamió los labios. "Mm". Las especias picaron su lengua gratamente. "Bueno, no está nada mal." "¿Ves?" Dar sonaba triunfante. "Te lo dije". Se sentó y acercó una silla a su lado. "Ahora, vamos, siéntate y coge martillo." Su amante, que se había sido dirigía a la cocina para buscar una jarra de algo frío, se detuvo en seco. "¿Martillo?"
Capítulo Diecinueve ANDREW relajado, estiró sus largas piernas mientras se acomodó en la silla grande de cuero. "Así que eso es lo que el viejo saco de mierda me dijo," arrastró las palabras. Se oía el ruido de fondo de la televisión, mientras las dos parejas tomaban café. Dar meneó la cabeza con tristeza. Estaba tumbada en el sofá con Kerry, acurrucada contra ella, con su brazo lesionado sobre el cuerpo de su amante. "Es difícil de creer." Ceci resopló desde su posición en el sofá de dos plazas. "No, no lo es. Siempre fue un imbécil pomposo." Ignoró mirada de su marido. "Sabes que es verdad, Andy. Él siempre quería estar al cargo de todo. Recuerda lo que pasó con el equipo de bolos. Siempre tenía que ser el capitán." Andrew gruñó. "¿Bolos?" Kerry abrió un ojo perezoso. "No sabía que te gustaba eso, papá." "Ah ciertamente no", le respondió. "El muy idiota nunca escuchaba." "Andy era muy bueno en todo. Jeff simplemente asumió que él podría ser mejor", dijo Ceci, ignorando alegremente otra mirada indignada. "Desafortunadamente, a Jeff le encantaba estar detrás de su equipo y hacer comentarios." "Ah", Kerry señaló sabiamente. "Eso duró poco tiempo." Miró a su marido. "Hasta Andy lanzó la pelota hacia atrás." "Je". Andrew produjo una sonrisa libertina, increíblemente como su hija. "Nunca he oído a un hombre hacer un sonido así." "Ow," Kerry se estremeció. "¿Así que erais rivales?" preguntó con curiosidad. Se encogió de hombros. "Naw." "Sí," Ceci le corrigió. "No me mires así, Andrew. Sabes que es verdad." Cogió su taza de café y bebió. "Jeff siempre tenía que ser el primero. Su familia tenía que ser la primera. Su niño tenía que ser el mejor," dijo. "Creo que eso es lo que hizo que creciera así. Intentando ser el mejor por su padre. Siempre tenía que estar pendiente de la aprobación de su padre." Andrew y Dar intercambiaron miradas. "Ceci," Andrew retumbó, "en realidad no era así." Ceci puso los ojos. "Sí, lo fue. Lo que pasa es que nunca os disteis cuenta de eso", informó a su marido y su hija. "Andy, conseguiste mejores calificaciones, un mejor puesto de trabajo, hasta las medallas que el codiciaba, y nunca alardeaste de ello."
Andrew cruzó los brazos sobre su pecho y le dio una mirada sobria. “Y tú, " se dirigió a su hija, con una media sonrisa." Nunca olvidaré la noche que Jeff y Sue fueron más, hablando de cómo Chuck iba a alistarse para poder ahorrar algo de dinero para la escuela vocacional, ¿lo recuerdas? " Dar asintió. "Lo recuerdo." Kerry volvió la cabeza y la miró. "¿Qué pasó?" Sus oscuras pestañas revolotearon cuando Dar parpadeó. "Fue sólo una coincidencia", murmuró. "Acababa de recibir ese mismo día mis cartas de aceptación." Estudió su perfil. "¿Para la universidad?" Dar asintió en silencio. "¿Cuántas?" Se encogió de hombros. "Un par". "Siete", Ceci la corrigió. Dar puso los ojos. Kerry volvió su atención a la madre de Dar. "¿Siete?" "Mm-hmm," su suegra estuvo de acuerdo. "Todas con beca completa." Cruzó las manos sobre el estómago y miró a su hija. "Ese fue un día muy orgulloso para mí", intervino Andrew repente. Ahora todo el mundo miró a Dar, que estaba pensativa. "Ni siquiera pienso en eso", admitió con sinceridad. "Supongo que por eso se me cayeron y te las dieron a ti." Su pulgar frotó distraídamente el costado de Kerry. "Simplemente pensé que era bastante guay." "Igual que nosotros." Ceci sonrió. "Pero no viste el rostro de Jeff," suspiró. "Él y Sue estaban tan celosos. No me sorprende que haya terminado haciendo lo que ha estado haciendo, si al final consigue tener una buena vida, que es lo único que siempre ha anhelado." Su marido sacudió un poco la cabeza. "No tiene sentido. Él nunca hizo nada parecido, Ceci", protestó. "Él consiguió ascender, tenía un buen trabajo. No creo que quisiera poner todo eso en peligro." "¿Dardar, tienes algo contra esa gente? Jeff piensa que no tienes ninguna posibilidad de pillarles." Dar se movió un poco, sus ojos desenfocados en sus pensamientos. Sintió los dedos de su amante sobre su mano. Aspiró un olor distintivo de Kerry cuando sus pensamientos volvieron otra vez a su cabeza. "No sé", respondió con sinceridad. "Si podemos reconstruirlo, sí." Sus ojos se movieron hacia arriba y chocaron con los de su padre. "Lo tendré." Ceci se inclinó hacia delante. "¿Tener el qué, Dar? ¿Qué diablos estaban haciendo?"
Una mirada casi introspectiva cruzó el rostro de Dar. "Lavado de dinero", respondió con sencillez. "Millones y millones de dólares, canalizados por la venta de contrabando y propiedades del gobierno." Sus bocas se abrieron y se volvieron a cerrar, sin poder decir nada. "Quieres decir," intervino finalmente Kerry, informáticos propios del gobierno para hacer eso?"
"¿qué
utilizan
sistemas
Dar asintió. Kerry se cubrió los ojos con una mano y gimió. "Jesús," Andrew espetó. "Bueno," Ceci murmuró. "Y yo que pensaba que tal vez habías encontrado la verdad sobre Roswell." Dar se encogió de hombros con modestia.
KERRY Colocó la pieza de papel sobre su escritorio y se dejó caer en su silla, inclinándose hacia delante, apoyando la cabeza en sus manos. Qué día. Se frotó la cara con cansancio. Era jueves, primer día de Dar en la oficina; y su amante se había pasado todo el tiempo desde las siete de la mañana encerrada en el centro de mando de MIS, después de haber buscado un lugar tranquilo en la oficina de Mark, negándose a tomar un descanso, aunque Kerry podía ver claramente que lo necesitaba con urgencia. Se había quitado el cabestrillo del brazo, y por el desorden de los oscuros mechones que enmarcan su rostro, era obvio que se había estado pasando los dedos por el pelo. Aquello era un signo de frustración, y Kerry lo sabía. Así que allí estaba, a punto de pedir un montón de comida tailandesa, con la esperanza de que, al menos conseguiría que su jefa y amante, descansara durante unos minutos y se relajara. Volvió a leer el pedido antes de solicitarlo. Para ser justas, Dar se había portado muy bien esos tres días. Había mantenido su promesa y se había quedado en casa descansando, aunque a mediodía del miércoles, ya estaba merodeando alrededor de la isla, y nadando unas horas en la piscina climatizada. Sus dolores de cabeza habían desaparecido, y había empezado a utilizar su brazo, con cuidado de no insistir demasiado en la articulación del hombro. Habían salido en el barco la noche anterior, y cenado bajo estrellas. Había estado bien todo el tiempo, de hecho, había terminado por dirigir el barco de vuelta, después de que Kerry se había quedado dormido en la proa.
Pero la presión desde Washington estaba siendo crítica. El General Easton había llamado dos veces, pidiendo información sobre lo que habían encontrado. Al parecer él también estaba bajo mucha presión. Al perecer, que una empresa privada se hubiera entrometido en asuntos militares había conseguido molestar a alguien. Si no conseguían más pruebas que meros indicios de contabilidad sucia y algo de mercado negro, todo el contrato estaba en peligro. Así que, a pesar del hecho de que Kerry pensara que el descanso forzado estaba haciendo bien a su pareja, tenía que admitir que había estado contenta de tenerla de verla entrar por la oficina. Cuando sonó el teléfono, lo miró por un momento, luego pulsó el botón de respuesta. "Operaciones. Kerry Stuart." "Buenas tardes, Sra. Stuart." La voz de Alastair era cordial. "Buenas tarde, señor", respondió. "¿Qué tal todo por Texas?" "Como siempre, ya que por lo general es así en esta época del año", respondió Alastair. "Pronto llegará la Navidad." "Sí." Kerry se animó un poco. "Y el cumpleaños de Dar". Se inclinó hacia delante. "Le enviará alguna felicitación ¿verdad?" Una risita salió de la línea. "Oh, estoy seguro de que recibirá muchas. Así que, ¿cómo están las cosas allí?" Kerry suspiró. "Lentas", admitió. "Dar lleva todo el día con ello, y para ser honesta, lo que está haciendo se parece mucho a un galimatías hexagonal." Alastair suspiró también. "Kerrison, Dar ha sido un galimatías hexagonal para el 90 por ciento de esta compañía, durante quince años, así que no te sientas mal." Hizo una pausa. "Me están presionando mucho. No es que alguien dude de lo que hicimos, pero he recibido una llamada de la oficina del JAG. Están considerando presentar una demanda temeraria contra nosotros." Kerry miró el teléfono. "Esos meapilas". El CEO rio secamente. "Lo digo en serio", respondió Kerry. "Ellos saben que algo va mal allí, y sólo están cubriéndose unos a otros." "Sabes, creo que tu antigua timidez está desapareciendo", comentó Alastair. "Debe ser influencia de Dar." "No soy tímida," le recordó. "Le dije a Dar que besara mi culo, ¿recuerdas?" "Cierto." Alastair se detuvo abruptamente. "¡Dios mío! Perdón, señora Stuart." Parpadeó, también un poco sorprendida por la retorta. "Uh, está bien", le dijo. "¿Cómo hemos llegado a esto?" Alastair se rio entre dientes. "En fin, como dije, estoy bajo mucha presión, aquí, Kerry." Se puso serio de nuevo. "Quieren una reunión mañana en Washington. Voy
a tener que poner a Hamilton sobre ese oficial del JAG y sacudirlo un poco, pero me gustaría mucho ir a esa reunión- ..." "¿Sin miedo a manchar tus calzoncillos?" continuó ella. "Lleva," la voz de Dar sonó "los de algodón blanco." Cerró la puerta del despacho de Kerry y se acercó a la mesa, subiéndose la pierna den los pantalones color caqui antes de sentarse en el borde. "Hola, Alastair." "Ah. Hola, Dar," el CEO respondió. "Es bueno escuchar tu voz." Una de las oscuras cejas de Dar se levantó. "¿Por qué, has escuchado a Eleanor de nuevo?" "La Marina quiere demandarnos por imprudencia temeraria," dijo Kerry siéndose. "Oh ¿en serio?" Dar se apoyó en el brazo bueno y se dirigió al teléfono. "No lo sé. Estoy intentando manejarlo", dijo su jefe. "Escucha, Dar, sé que has estado con esto todo el día, pero ¿tenemos algo o no?" "Alastair, esto no es una búsqueda por Internet," contestó con un toque de irritación. "Es un array de unidades de cincuenta gigabytes que estoy teniendo que reconstruir en hexadecimal, sector por sector." Se hizo un silencio reverente, mientras la escuchaban hablar. "¿Y?" Alastair pidió enérgicamente. Suspiró y se frotó los ojos. "No he terminado", dijo. "Pero hasta ahora, todo bien." Kerry se levantó y caminó alrededor de la mesa. Puso sus brazos alrededor de Dar, le dio un suave abrazo y un beso en la mejilla. "Eres mi héroe", le susurró al oído. "¿Puedo ser como tú cuando sea mayor?" Dar se sonrojó, su piel bronceada oscurecimiento apreciablemente. "No puedo prometer nada", murmuró. Alastair rio. "¿Tendrás algo para mañana? Me quieren a primera hora de mañana en Washington DC." "Te lo he dicho, no puedo prometer nada", repitió. Alastair se mantuvo prudentemente en silencio. Kerry la miró con confianza. Dar suspiró. "Te llamaré mañana después del almuerzo." "Perfecto. Que tengas una buena noche, Dar," el CEO se despidió. "Buenas noches, Kerrison; un placer hablar contigo." Dar cortó la línea y miró a Kerry. "Uno de estos días, no seré capaz de entregarle el río Nilo en una taza de café, y estaremos totalmente jodidos." La joven rubia sonrió, extendiendo una mano para enderezar los oscuros mechones rebeldes. "Pareces cansada, cariño."
"Lo estoy" admitió con una inclinación de cabeza. Parpadeó y se frotó los ojos de nuevo. "Ow." Kerry la tomó suavemente de la mandíbula, echando la cabeza hacia la luz de la oficina. "Tus ojos están inyectados en sangre", informó a su amante. "Espera." Fue a su cajón del escritorio y sacó una botella de gotas para los ojos, y luego regresó. "Quédate quieta". Esta, pacientemente hizo lo que le pidió, mirando al techo mientras Kerry administraba el tratamiento. Parpadeó cuando el líquido golpeó sus ojos, mientras su amante le limpiaba el exceso con un dedo. "Gracias." "No hay problema." Tapó la botella. "Estos están diseñados para nosotras, ya sabes." Examinó la etiqueta. "Imagínate, una línea de productos en torno a la industria de la IS." "¿Me pregunto si serán diferentes para el personal de jardín Visine?" Apoyó la barbilla en el hombro de Kerry. "Probablemente no." Sonrió. "Pero me sentí tan virtuosa comprándolas en el Office Depot, junto con la almohadilla de gel que utilizamos." "Mm". Se enderezó y estiró. "¿Pediste la cena?" "Sí." Kerry miró cuando su intercomunicador zumbó. Se movió alrededor del cuerpo de Dar y pulsó la tecla. "¿Sí?" "Sra. Stuart, llamo de seguridad, en la puerta principal. ¿Usted pidió algo?" "Ooh. Si un momento," Dar ronroneó cerca de la oreja de la joven rubia. Kerry consiguió no reírse. "Sí, gracias. Ahora mismo bajo." Soltó el botón y se volvió, pero sin alejarse de su amante, por lo que terminaron nariz con nariz. Era demasiado fácil, así que simplemente se inclinó hacia delante un poco más y se besaron. Fue una muy agradable sacudida sensual lo que siguió, y Kerry se encontró disfrutando de ello. Eso la hizo olvidar el estrés y el cansancio del largo día y la hizo sonreír, sobre todo cuando sintió a Dar hacer lo mismo. "Ya sabes." Retrocedió unos centímetros. "Realmente me gusta esto." Dar simplemente sonrió. "Quédate aquí. Iré a por nuestra cena", le dijo. "No." Dar le acarició la mejilla suavemente. "Déjame. Necesito estirar las piernas. Esa silla en la prisión de Mark parece hecha para un enano." Se levantó de la mesa y se dirigió a la puerta antes de que Kerry pudiera estar en desacuerdo. Kerry exhaló. "Oh no", comentó a la habitación vacía, "me ha vuelto a engañar para que le deje pagar la cena, ¿no?"
DAR se apoyó contra la pared del ascensor, mirando los números en su cuenta atrás. Como era después de las horas de trabajo, la música molesta que generalmente sonaba en el ascensor, estaba apagada y podía oír el zumbido y el shush del mecanismo, mientras bajaba. "Ni siquiera vas a pensar en quedarte atascada en esta cosa, Roberts," le dijo a su reflexión con severidad. El ascensor pareció vacilar, como si estuviera considerando la posibilidad de detenerse. Miró al panel y entrecerró los ojos. "Ni siquiera pienses en ello", retumbó en un gruñido. "Si lo haces te desmontaré y te convertiré enana tostadora." El dispositivo escarmentado obedientemente siguió moviéndose. Sonrió a su reflejo, cubierto por una camisa de manga corta de color carmesí metida en sus pantalones de traje. Llegó a la planta baja y las puertas se abrieron, permitiendo que saliera al gran vestíbulo vacío. Caminó por el suelo de mármol, más allá de la fuente hacia la estación de seguridad, donde se podía ver a un guardia hablando con un hombre en ropa casual. Al verla, el guardia se volvió. "Oh. Sra. Roberts." Parpadeó. "Pensé que la señora Stuart bajaría a recoger esto." "No". Le sonrió al repartidor, y le entregó su tarjeta de crédito. La introdujo en su eficiente en un dispositivo de mano y le ofreció el ticket para una firma. Revisó el importe, añadió una propina, y lo firmó. "Gracias." Aceptó la caja de comida, sonriendo por el olor que desprendía a especias. "Me vuelvo a la mina." El guardia se rio entre dientes. "Es bueno tenerle de vuelta, señora Roberts. Le echábamos de menos." Dar se giró y miró al hombre, a quien podría haber visto en dos ocasiones. "¿Por qué?" El hombre la miró parpadeando. "Perdóneme, ¿señora?" "¿Por qué diablos iba alguien a echarme de menos?" le preguntó con curiosidad. "¿Hay algún rumor que deba saber?" El guardia miró a su alrededor, y luego dio unos pasos más cerca de ella. "No, señora, pero todo el mundo sabe que cuando usted está aquí, no importa lo que pase, estamos bien." Lo estudió en sorpresa. "Todo el mundo sabe eso, ¿eh?" Él asintió con la cabeza. "Sí, señora". "Interesante." Se dio la vuelta y se dirigió hacia el ascensor, apoyando la caja de comida en su brazo bueno haciendo equilibrio con el otro. Pulsó el botón de la décima planta y observó cómo las puertas se cerraban.
Comieron en el centro de operaciones, con Dar reclinada en su silla incómoda, con los pies apoyados en el escritorio y su bandeja de pollo picante y arroz, acurrucado en su regazo. Kerry estaba sentada en una caja de papel de impresora al lado del mostrador, y Mark sentado en un bastidor de montaje viejo. Estaban solos. Todo estaba muy tranquilo. Prácticamente no había actividad en torno a ellos. A las 8 de la tarde, no quedaba personal de oficina, sólo había un grupo de apoyo informático que atendía los servidores y servía de apoyo a las otras oficinas en todo el mundo. Mark seleccionó una vaina de guisante, le dio la vuelta por lo que el extremo pequeño y le dio un mordisco. "Esto me trae mucho recuerdos, jefa." Dar se rio entre dientes. "Te refieres a los viejos tiempos." Hábilmente utilizó sus palillos para llevarse un poco de pollo a los labios. "Pasé tantas malditas horas en esta sala". Kerry miró a su alrededor. "¿Es esta habitación?" "Esta solía ser la oficina de Dar," Mark le explicó, con una sonrisa. "Todavía recuerdo la cara de Juan, creo que era su nombre, el anterior CIO. ¿Recuerdas cuando él vino aquí y vimos este lugar la primera vez? " Dar bufó. "Oh, sí. Echó un vistazo a los carteles de la pared y casi se cae al suelo". Miró a su alrededor con cariño, al pequeño espacio, con sus paredes en ángulo extraño, debido a la posición de la habitación esquinada. "Me miró y se volvió a Houston para firmar mi despido." "No ayudó que llevaras tu uniforme favorito." Su amigo le sonrió. "Eso fue porque después del trabajo, solía ir a las discotecas." Kerry los había estado observando. Sus ojos se movían de un lado al otro como si estuviera en un momento especialmente interesante de un partido de voleibol. "¿Fue esto durante tu fase rebelde?" Dar movió una ceja. "Por supuesto." Tomó un sorbo de su café tailandés. "Llevaba botas de motorista con demasiadas cadenas colgando." Kerry se cubrió los ojos mientras sus hombros temblaban, intentando no reírse. "Aquellos fueron momentos agradables Mm-hmm." Mark estuvo de acuerdo. "Todavía tengo un par." Se mordió pensativo. "Sin las cadenas. Se quedaron atrapadas en mis engranajes. Creo que se asustó." Dar rio y negó con la cabeza. "Es un misterio por qué demonios no te despidió.” “¿Qué pasó después, los mainframes en Troy? Aquel centro de procesamiento se fue abajo, y me arrastró justo antes de que me fuera. Maldita sea, estaba cabreado." Suspiró con tristeza. "Aquellos sí que fueron malos tiempos. Ahora las cosas han cambiado."
Mark miró a su jefa, que se había quitado la chaqueta y estaba encorvada en su silla, con unas botas informales apoyadas en la superficie de la mesa. "Uh, sí." Inclinó la cabeza y la estudió. "Ahora haces mucho menos ruido cuando te mueves." A Kerry casi le salió toda la sopa por la nariz cuando se echó a reír. Mark empezó a reírse también, viendo la expresión en el rostro de Dar. "¡Hey!" Les miró molesta. "Yo crecí, ¿recuerdas?" "Lo siento, Dar," se disculpó. "Sé que ahora todo es un mundo diferente, pero a veces echo de menos esos días." La miró con nostalgia. "Realmente, nunca he vuelto a verte como una punk adolescente." "Mmph." Dar parecía apaciguada. "Sí, yo también lo pienso, a veces," admitió. "Fueros días malos, pero también tuvimos nuestros momentos, ¿no es así?" Su amigo asintió, chupando el final de su palillo. "Como aquella noche que los chicos se quedaron atrapados en ese hospital. Dieciséis de nosotros estuvimos embutidos aquí la mayor parte de la noche." Dar se quedó en silencio, concentrándose en su bandeja de comida. Kerry observó su rostro por un momento, luego cogió la pelota de la conversación donde había caído y rodó entre sus pies. "Esa fue una noche de bastante miedo", dijo. "No me acuerdo mucho de ella; los detalles son muy borrosos." "Tuviste una conmoción cerebral," Dar le recordó en voz baja. "Probablemente es mejor no te acuerdas de la mayor parte de ella." Escogió más trozos de pollo y se los comió. "Sólo fue un montón de humo, y los ruidos fuertes. A y sin olvidarnos del calor que hacía." Comieron en silencio por un momento. "¿Estabas asustada, jefa?" Mark preguntó de repente. "Puedes apostar tu culo que lo estaba," le respondió sin dudarlo. "Cualquier persona con dos células cerebrales lo hubiera estado." Lo miró. "¿Por qué?" Se encogió de hombros. "Sólo por curiosidad. Sé que aquello daba miedo", respondió. "Simplemente llegasteis a esa habitación, y luego todo se volvió loco, ¿no?" "Correcto". Dar miró a Kerry, que había respondido negativamente, con una ceja levantada. "¿No?" "Bueno..." Kerry apoyó la cabeza contra la pared, "Recuerdo la explosión." Miró a lo lejos. "Recuerdo despertar y sentir dolor." "Dislocación del hombro, ¿verdad?" Mark comentó. "Sí," Kerry asintió. "Tuvimos que arrastrarnos fuera de donde estábamos por medio de aquel pequeño túnel." Miró a Dar, que estaba diezmando afanosamente su pollo, evitando escrupulosamente mirarlos. "Se derrumbó sobre nosotros, y casi se muere." Mark se quedó mirándola. "¿No me digas?"
Dar miró hacia arriba. "Pensé que no te acordabas de los detalles," comentó con ironía. "Acabo de recordar que," murmuró Kerry "Jesucristo, Dar. Nos salvaste." Miró a su amante con desconcierto. "¿Cómo demonios pude olvidar algo así?" La pausa fue torpe en esta ocasión. Mark se aclaró la garganta. "Mierda igual que sucede con las conmociones cerebrales, supongo. Es algo que he oído." Kerry sintió que un escalofrío le recorría todo el cuerpo, recordando e imaginando aquel pequeño espacio, con olor a polvo y su sudor y sangre, con la pared presionando sobre ellos. Casi podía sentir el agitado trabajado de la espalda de Dar, bajo su peso, cuando su amante luchaba por respirar, mientras su cuerpo se había arqueado, listo para salir de su prisión. Y en ese momento, lo recordó todo con total y espeluznante claridad. "Sí," estuvo de acuerdo con el comentario de Mark. "Supongo que sí. Me alegro finalmente de haber recuperado esos recuerdos," dijo con un aligeramiento consciente de su tono, al ver la tensión en los hombros de Dar. "De todos modos, fue una experiencia que nunca quiero repetir. Nunca estuve tan contenta por poner mis pies en el suelo después de que nos rescataron." "Seguro," él se rio, levantándose de su asiento. "Hey, voy a tomar una CocaCola, ¿queréis una?" "Claro", Kerry estuvo de acuerdo. "¿Dar?" Esta asintió. "Claro". Salió por la puerta tan rápido que casi parecía como si estuviera escapando. Kerry esperó un momento y luego se puso de pie y caminó hacia donde estaba sentado Dar. "Hey." Esta la miró bajo unas cejas oscuras y flequillo ligeramente peludo. Se arrodilló. "Él no ha sido muy sutil, ¿verdad?" Ese parecía el enfoque correcto. Los labios de Dar se tensaron, luego se cerraron en una sonrisa irónica. "No", dijo en voz baja. "No lo ha sido." Puso su recipiente de comida sobre la mesa y apoyó los palillos en la parte superior de la misma. Luego se inclinó sobre el brazo de la silla y le dio a su amante toda su atención. "No me dijiste nada de eso." Acercó una mano sobre el brazo de Dar para acariciárselo. "Me contaste lo de la pared, la ventana, y los niños, pero nada es eso. ¿Por qué?" Intentó desviar su mirada. "Tal vez no quería recordarlo", dijo. Kerry pensó en ello mientras la observaba. "Bueno." Se inclinó y rozó sus labios contra los de su amante. "Lo puedo entender", estuvo de acuerdo fácilmente, alejando sus pensamientos para más tarde. "Pero gracias." "Siempre," le respondió con una sonrisa. "Ahora vuelve y terminar tu cena para que Mark pueda volver a esconderse con nosotras."
Le sacó la punta de la lengua, pero se levantó y volvió a su sitio. "¿Cuál es el siguiente paso," conscientemente levantó un poco la voz ", la restauración de datos?" Dar rio en silencio. "Una vez que termine la reconstrucción estructural, tenemos que ejecutar patrones de datos para asegurarnos de que la maldita cosa funciona realmente, y encajar todas las piezas." Como un genio, Mark apareció en la puerta, llevando tres latas de coca cola. "Hola." Las miró sonriente. "Ya estoy de vuelta." Les entregó las bebidas. "Vaya mierda lo que ha pasado de nuevo con el aire acondicionado, Ker. Creo que tienen que cambiar esos filtros." Kerry olfateó. El aire olía claramente a humedad. "Hijo de a-" Suspiró. "¿Qué es eso, la cuarta vez este año? ¿De dónde sacaron la planta de AC para este edificio, Dar, del Club de Sam?" Esta suspiró. "No es cosa mía." Siguió comiendo su pollo. "Alastair les consiguió los contratos a unos amigos suyos de pesca, y no hemos tenido más que problemas desde que nos mudamos." Mark asintió. "¿Estás pensando en ir a otro lugar cuando el contrato de arrendamiento termine? Porque he escuchado algunos rumores". "Tal vez," admitió. "Tengo un par de propuestas sobre mi escritorio. West Broward es la que mejor pinta tiene. Me están prometiendo de todo, incluyendo un ascensor privado y mi propio cocodrilo". "¿Con vista a los Everglades?" Kerry bromeó. "Pensé que te gustaba la que ya tienes.” “Ya no tiene muy buen aspecto," Dar admitió. "Y sí, pero estaría dispuesta a renunciar a ella si no tengo que tener que hacer su mantenimiento tres días a la semana." "West Broward? Me gusta", su amigo aprobó. Kerry le señaló con un palillo. "Claro, tú vives allí." "Tengo que descasar en algún momento." "Tal vez a los demás no nos guste ir esquivando zarigüeyas, en nuestro camino al trabajo." Dar puso los ojos. "¿Podemos esperar hasta que elija un lugar para empezar este debate?"
DAR miró la pantalla y estudió el algoritmo. "Bueno." Escribió en un comando y visto los resultados. "Creo que ya está." Kerry se apoyó en el respaldo de la silla de su jefa y miró. "¿Está hecho?"
"Sí." Se frotó los ojos con cansancio. "¿Qué hora es?" "Las dos", le informó, moviéndose a alrededor para darle un suave masaje en los hombros. Había tratado de conseguir que su amante salir por la noche, unas cuatro o cinco horas antes, pero no había tenido suerte. "Tu cuello parece un puente colgante." "Seguro". Le dolía todo el cuerpo. Deseaba poder tomarse otra ronda de analgésicos, pero sólo habían pasado dos horas desde el último set, y su estómago ya estaba empezando a marearse por la medicación. El palpitante dolor de su brazo era tan malo que casi no podía sentir la presión de las manos de Kerry, aunque el calor era sin duda de lo más agradable. "¡Mark!" "¿Sí?" Asomó la cabeza por la esquina. "Tengo los vínculos establecidos aquí. Espera. ¿Lo has hecho?" Entró en la habitación arrastrando varios cables grandes detrás de él. "Querías un parche directamente en el cuadro grande, ¿no?" El mainframe IBM había publicado un programa personalizado diseñado por Dar, para sí misma y lo habían aislado del resto de la red gigante de ILS. Podría analizar la estructura de un diseño de base de datos y hacerlo pedazos. Lo había hecho anteriormente, en muchas ocasiones, para localizar no sólo agujeros en las bases de datos de una empresa recién adquirida, sino también para descubrir los defectos ocultos que podrían causar problemas durante una integración. "Claro," murmuró. "Creo que simplemente debemos volver a juntarlo todo." Mark ladeó la cabeza. "¿Crees?" Se encogió de hombros. "Hasta donde puedo decir." En verdad, sus ojos ya no se centran en la pantalla, y las últimas horas simplemente había continuado por puro instinto. "Vamos a averiguarlo." Mark y Kerry intercambiaron miradas. "¿Ahora?" el gerente de MIS preguntó. "Podemos esperar hasta la mañana, jefa." Con los ojos cerrados, se limitó a mover la cabeza. "No Alastair tiene reservado el vuelo de la 1:00. Si no obtenemos nada, necesitamos tiempo para cubrir nuestros traseros." Otro cruce de miradas. "Bueno, me llevará un poco de tiempo unir todas las conexiones seguras y configurar los puertos," Mark temporizó. "¿Quieres tomar un descanso durante unos minutos?" "Suena bien," Kerry aceptó rápidamente. "¿Qué tal una taza de chocolate caliente?" Pellizcó la oreja de Dar. "Tengo una lata de Godiva en el piso de arriba." Hmm. No tenía ganas de resistir la oferta. "Bien." Se levantó lentamente y se estiró, haciendo una mueca ante el ruido de sus huesos. "Jesús, me estoy haciendo demasiado vieja para esto." Kerry puso los ojos fuera del alcance de la visión de Dar. "Vamos, abuela. Te echo una carrera escaleras arriba." Puso una mano en la espalda de Dar y le dio un suave empujón hacia la puerta. Terminaron, sin embargo, en el ascensor, que
estaba obedientemente abierto esperándolas. "Ah, nuestro carro", comentó. "A menos que realmente quieras andar." "Na". Dar entró en el interior y pulsó el botón para el piso catorce. Se apoyó contra la pared mientras el ascensor subía. Una vez arriba, siguió a la joven rubia. "Me alegro de que esté todo tan tranquilo." Miró a su alrededor, por el oscuro y vacío pasillo, incluso por el personal de limpieza. "Creo que ellos aspiraron hasta aquí esta noche." Kerry arrugó la nariz ante el olor de los ácaros del polvo de la alfombra, que flotaba a través del aire. "Yum. Recuérdame que hable con ellos para ver qué podemos hacer para limpiar los filtros de esas malditas máquinas, ¿quieres?" Como en represalia, su cuerpo expresó su descontento en un estornudo repentino. "Yeesh. Escucha, mejor ve a tu despacho. Haré chocolate caliente y te lo llevo, ¿de acuerdo?" "Está bien" Acordó en voz baja, volviéndose hacia su izquierda, para dirigirse hacia su oficina, mientras Kerry se dirigía a la suya. Deslizó su tarjeta-llave en la cerradura exterior y abrió la puerta, luego continuó a través de su oficina exterior hasta su despacho. Dentro estaba todo muy tranquilo. Su PC estaba apagado y sólo la iluminación del borde de la pared, estaba en marcha, por lo que el resto de la luz llegaba desde el exterior. Se quedó en la puerta, miró a su derecha y decidió que el sofá sería el mejor lugar para descansar. Se dejó caer en él, a continuación, deslizó sus piernas hacia arriba y se acostó, estirando su cuerpo totalmente con una sensación de alivio cansado. Sí, había sido una buena elección. El cuero fresco calentó su piel rápidamente, dejando escapar un gemido suave, ahora que estaba sola y no tenía que poner buena cara a las tropas. No era tan cómodo como el sofá de casa, pero era condenadamente mejor que la silla de la oficina, y el frío y silencioso entorno calmó los bordes irregulares de su temperamento. Después de tres días de holgazanear en casa, pensó que tendría algo más energía. Frunció el ceño hacia el techo. No había dormido tanto, desde la última vez que se había roto la pierna y que le había dado Percodan para el dolor. Bueno, eran las dos de la mañana y llevaba allí desde siete, ¿y qué? Antes solía podía trabajar hacer treinta y seis o cuarenta y ocho horas, sin apenas descanso y no se sentía tan desgastada. Sí. Se rio de sí misma. Recordó los días en que solía vivir en Jolt y se alimentaba de barras de chocolate, sin volver a su casa, ya que allí no había nada que la estuviera esperando. Miró por la ventana a las estrellas. ¿No es mejor ahora que eres adulta con una vida? ¿Y tienes a alguien para compartirla? Ni siquiera oyó entrar a Kerry. El toque en su brazo la sobresaltó, y sus ojos se abrieron para ver a su amante agachada a su lado, sosteniendo una taza humeante en una mano. "Oh. Lo siento." "No lo hagas."
Kerry dejó la taza en la mesa y sonrió. "No quería despertarte." Le miró con perplejidad. "No estaba durmiendo", protestó. "¿O sí?" Se incorporó un y cogió la taza, tomando un sorbo de chocolate dulce. "Mm". Kerry le palmeó el brazo. "Bueno, tú estabas dando una muy buena impresión de que usted fuera. Quizás estabas descansando los ojos, ¿eh?" Sus labios se arquearon. Arqueó la espalda. "No, yo estaba durmiendo", admitió. "Mi cabeza me está matando. Sólo necesito terminar con esto y volver a casa, pero estoy deseando poder ver lo que tenemos." Tomó otro sorbo, luego dejó la taza, lamiéndose los labios con aprecio. "Lo sé", dijo Kerry. "Te diré algo, ¿por qué no te quedar aquí mientras que Mark hace su trabajo? Una siesta no te haría daño, ¿verdad?" sugirió. Dar la miró con una sonrisa. "¿Sabes una cosa, Stuart?" Esta parpadeó. "Uh... ¿qué?" "Eres muy buena para Operaciones VP." La confusión apareció en el rostro de la joven rubia. "Um, gracias", respondió vacilante. "¿Es un cumplido?" "Tu diestra forma de maniobrar ha conseguido poner mi culo en este sofá." La joven se señaló con el dedo en su propio pecho. "¿Yo?" Sus ojos verdes se abrieron inocentemente. Dar sonrió. "No me vengas con esa rutina dulce del Medio Oeste." Extendió una mano perezosamente y le acarició la mejilla. "Sí, tú." La sonrisa de Kerry pasó de inocente a seductora triunfante. "Sí, eso ha sido demasiado resbaladizo, ¿eh?" se rio en voz baja. "Pero no estaba mintiendo. Ahí está el chocolate para demostrarlo", señaló. "Sólo sé lo que necesitas." "Mm". Dar se reacomodó en una posición más cómoda y suspiró. "Sí, y lo haces muy bien." Cerró los ojos. "No trates de alargar esto ejecutando una prueba de bucle redundante en esos puertos, ¿de acuerdo? Sólo despiértame estemos listos." Los ojos de Kerry brillaron suavemente. "conforme, jefa." Se levantó y se sentó en la silla junto al sofá, sosteniendo su propia taza en las manos. Sabía que Mark tardaría por lo menos una hora en preparar las cosas, independientemente del tiempo que necesitara para conectar los sistemas. Para entonces, tal vez la siesta ayudaría, y su amante sería capaz de tomar algún otro analgésico. Suspiró. Aquello no le gustaba. Deseaba que estuvieran en casa, pero sabía lo importante que era aquello para su amante, y empujarla a aplazarlo no era una opción. Sólo esperaba que los resultados valieran la pena. "¿Eso es todo?" Kerry miró el monitor. "¿Está todo listo?"
Mark sacó la cabeza de debajo de la consola y gruñó. "Sí," sonaba cansado. "¿Sabes qué, Ker? Creo que también me estoy haciendo demasiado viejo para esta mierda. Solía ser capaz de estar todas las noches en vela. Ya no es así." La mujer rubia se rio con ironía. "Sí, yo también." Se apoyó en la máquina. "Espero que esto valga la pena, o mañana será un día de lo más largo." Asintió con la cabeza. "Sí, pero sabes que no estaremos seguros de nada hasta dentro de unas horas, ¿no? Lo primero es saber si Dar ha conseguido que la información esté intacta. Luego el programa deberá ejecutarse durante cinco o seis horas para analizarlo todo y escupir un informe". Kerry se quedó mirando la pantalla. "¿Qué piensas?" Su amigo jugueteó con su pluma, luego se encogió de hombros. "Es difícil de decir. Si alguien pudiera, sería Dar, pero creo que ella está luchando con ello." La miró. "¿Ese golpe en la cabeza todavía la está molestando?" "Un poco," admitió. "Creo que es un poco de todo. Ella ya estaba herida de antes y no quería tomar sus pastillas, pero con este nuevo golpe… creo que está agotada.” "Bueno, la primera parte terminará en poco tiempo", dijo Mark. "Diez minutos, tal vez." "Ah. Bueno", asintió. "Entonces podremos irnos a casa después de eso, ¿no?" Siesta o no, Dar tenía que ir a casa y descansar. Mierda, se frotó la parte posterior de su cuello, tengo que ir a casa y descansar. Estoy agotada. Mark se sentó en su escritorio. "Bueno, en teoría, sí," estuvo de acuerdo. "Pero no sé, Ker. Esto es demasiado importante para dejarlo solo. Alguien tiene que estar presente mientras esté en funcionamiento. Me quedaré aquí sólo para vigilarlo." Miró a su alrededor. "Sigo esperando que algún tío vestido de camuflaje negro salga de las pareces y me coja". El edificio a oscuras era un poco espeluznante, tuvo que reconocer. ¿Qué pasaría si aquellas personas sospechaban que habían sido descubiertas? ¿Tratarían de llegar hasta ellos? Todo tipo de escenarios salvajes comenzaron a pasar por su mente. ¿Y si realmente eran contrabandistas? ¿Y si estaban conectados con alguien peor, como colombianos? "¿Kerry?" su amigo inclinó hacia delante, moviendo una la mano delante de sus ojos. "Yoo-hoo". "¿Eh?" Parpadeó. "No, sólo estaba pensando. ¿Qué pasa si estás en lo cierto? ¿Y si esas personas intentan algo? No es que tengamos seguridad hermética aquí." "¿Crees que lo harán?" preguntó nerviosamente. "Estaban empezando a pensarlo", declaró. "No lo sé." Se miraron el uno al otro con inquietud. El suelo crujió en el exterior, lo que los hizo saltar. "Mierda," Mark chilló. "¡Cierra la puerta!"
Kerry sintió que su ritmo cardíaco se aceleraba. Se dio la vuelta, al darse cuenta de que la puerta se abría hacia fuera y tendría que salir al pasillo para cerrarla. "Creo que estamos dejando que nuestra imaginación se salgan de control", afirmó, "pero tal vez no sea una mala idea." Se acercó a la puerta, mirando hacia el área oscurecida más allá. "Nadie puede llegar hasta aquí ¿verdad?" "Uh..." la nariz de Mark se encendió. "No lo creo. Pero estoy seguro que los militares tienen todo tipo de basura para conseguir dejar fuera de juego a nuestra seguridad". Kerry se detuvo en la puerta, mirando hacia afuera. Estaba silencioso, escritorios y sillas agazapados en silencio en la penumbra. Nada se movía. De repente se dio cuenta de un oscuro y amenazante objeto cerca de la puerta del centro de operaciones, que no acordaba haber visto allí antes. Volvió a mirar. Dio un paso hacia fuera, sus ojos parecían detectar algún tipo de movimiento del objeto. "Mark", se esforzó por mantener la voz firme, "ven aquí". Cogió el pomo de la puerta y oyó un crujido. Una mano le tocó la espalda y gritó. De repente, el centro de operaciones entero cobró vida, en una explosión impactante de luz fluorescente. Se movió hacia atrás, golpeándole el culo, al cerrar la puerta con violencia sorprendente. Dio una vuelta a la cerradura, y se alejó de ella, sin poder siquiera confiar en el acero reforzado. "Mierda". Mark se había arrastrado fuera de su camino y agachado detrás del escritorio. "Creo que deberíamos llamar a la policía." "Buena idea." Se reunió con él detrás del escritorio y sacó su teléfono móvil. Oyeron un sonido en el otro lado de la puerta y se quedaron congelados mirando con horror la cerradura. La puerta se abrió. Se agacharon, todavía más, detrás del escritorio. Una voz rompió aquel silencio. "¿Qué diablos estáis haciendo ahí?" Kerry levantó la cabeza y miró por encima de la mesa, su cuerpo casi loco por el alivio al reconocer los tonos potentes. "Oh." Esbozó una sonrisa a su amante. "Hola, Dar". Mark empezó a reírse nervioso. "Mierda". Dar entró en la habitación, abriendo más la puerta. Se acercó a ellos y se sentó en la mesa. "¿Quiero saber qué ha pasado?" La joven rubia se levantó y se sacudió el polvo. "Imaginación hiperactiva", admitió con una sonrisa tímida. "Empezamos a pensar que si... bueno, de todos modos, oí un ruido fuera, miré, y vi algo que no conocía..." Se acercó a la puerta y se asomó con cautela. "Ah". Sus ojos se encontraron con su intruso amenazante, ahora disfrazado de inocente proyector ubicado en la esquina. "Lo siento. Estaba a punto de ir a despertarte."
"Mm". A Dar le hizo gracia. Observó a su amigo de pie, todavía de lo más nervioso. "Si hemos terminado de jugar a Miami Vice, ¿podemos seguir trabajando?" Se había despertado hacía unos minutos. Se había lavado la cara para poder despejarse, y al no saber de su amante, había bajado al centro del IMS. Mark se sonrojó, luego se puso en marcha con la interfaz. "Toda tuya, jefa." Se frotó el trasero con cautela. "Maldita sea, tienes bastante fuerza, Kerry. ¿Alguna vez has pensado en practicar rugby?" Esta se rio. "Lo siento. Sólo quería poder cerrar la puerta." La mujer morena, dio un paso alrededor de la mesa y se sentó, flexionando sus manos un poco antes de acceder a los archivos del programa y comenzó el análisis de la ejecución. Revisó su línea de comandos, pulsó enter y cruzó las manos con calma, sin dejar de mirar la pantalla. No estaba pasando mucho. Un pequeño asterisco en la esquina giró. Las luces en el cuadro negro indicaban que estaba accediendo a la unidad central. "¿Cuánto tiempo puede tardar esto?" Kerry preguntó en voz baja. "Depende. Es una estructura bastante complicada." Observó la pantalla tensamente. "Un montón de cosas podría haber salido mal: una fallo en la línea durante el traslado y toda la matriz puede ser expulsada, cualquier cosa puede pasar, pero…" se detuvo mirando la pantalla con sorpresa, que ahora estaba parpadeando con un resultado. "Maldita Sea." Estructura válida. Mark dejó escapar un grito. "Maldita sea, que es correcto." Golpeó la mesa, provocando que ambas saltaran un poco. "¡Jefa, eres un genio!" Dar estaba francamente muy sorprendida. Ladeó la cabeza en la pantalla como si sin pudiera creer lo que ponía. Dada la complejidad y su propio estado de concentración dispersa, había tenido sus dudas en cuanto a si había introducido bien toda la secuencia de comandos. Le había parecido que estaba sobre el buen camino, pero la noche había estado avanzando y no sabía a ciencia cierta si había cometido algún tipo de error. Si hubiera sido el caso, tendrían que empezar con todo el proceso de nuevo desde el principio. De hecho, había estado casi segura de tener que repetirlo. Bueno, al parecer no estaba tan decrépita como se había imaginado. "Es una buena noticia", comentó con calma. "Ahora comienza la parte difícil." Se golpeó la cabeza con los nudillos, entonces decidió cuál sería el siguiente paso. Tecleó una serie de comandos y empezado la segunda parte del proceso. El asterisco regresó, pero esta vez se dejó caer en su silla y se relajó. "Ahora esperamos, ¿verdad?" Kerry se encaramó en la esquina de la mesa. "Para ver si tenemos algo." "Claro," Dar estuvo de acuerdo. "Esperaremos." Hizo una pausa y miró alrededor de la oficina. "Escucha, no tiene sentido que nos quedemos todos aquí." "No," Kerry estuvo de acuerdo. "Mark dijo que él se quedaría."
Dar había abierto la boca para protestar, pero la cerró, dándose cuenta de que había sido desbordada. "Si no te conociera, sospecharía que nos estás mimando." "No," Mark saltó. "Pensé que una vez que esté terminado, tú serás la que tenga que volver a revisarlo y descubrir lo que significa", dijo. "Así que lo menos que puedo hacer es ver esas bonitas luces parpadear." Dar lo miró, luego a Kerry, que le devolvió la mirada con una sonrisa suave. "Bueno." Dejó caer las manos en los brazos de la silla y empezó a ponerse de pie. "Vamos, Kerry, vamos a dormir un par de horas." Se volvió hacia su amigo. "¿Quieres que cierre las puertas?" bromeó con una sonrisa libertina. "Creo que he oído andar a algunos fantasmas." Este se aclaró la garganta. "No, estoy bien." Dar asintió. "Gracias." Levantó una mano a modo de despedida. "Llámame si hay algo que no te parezca que va bien". "Lo haré." Se instaló en la silla que su amiga y jefa acababa de abandonar, y se echó hacia atrás. La puerta se cerró detrás de ellas, dejándolo en pacífico silencio. Estar en casa le hacía sentir mejor. Se lavó los dientes laboriosamente, sintiendo un cuerpo caliente cerca. "Hfero, Chirf," saludó a su mascota, que estaba de pie sobre sus patas traseras, mirando a la imagen de Kerry en el espejo. "Argorf," Chino ladró, muy contenta de tener a su familia en casa. "¿Qué estáis haciendo?" Dar entró en el cuarto de baño detrás de ella y se acurrucó, poniendo sus brazos alrededor del estómago de la joven. "¿Dando consejos Chino?" Kerry escupió la pasta de dientes de su boca. "No, sólo me está diciendo que no tú no entendiste por qué tiene toda esa salsa de mora en su cara." Señaló al espejo. "¿Cómo diablos llegó hasta el refrigerador, Dar?" "Quizá tenga algo en las patas". Cogió una de las patas del Labrador y la examinó, recibiendo un beso por ello. "Me alegro de que no haber dejado el recipiente de salsa de pasta en el estante inferior." Habían llegado a casa y encontrado una serie de manchas violáceas en todas partes, y a perro manso mirando sospechosamente, tratando de parecer inocente, a pesar de su cara totalmente cubierta de mermelada. "Chica mala", Kerry regañó a su mascota. Chino ahuecó sus oídos y los dobló hacia abajo, con esa expresión única de un Labrador, buscando fervorosamente a Kerry todo el tiempo. "Ooh... ¿piensas que me puedes engañar?" Tuvo que reírse ante meneo de su cola de esperanza. "Niña mimada". Dar rio, apoyó la barbilla en la parte superior de la cabeza de Kerry, abrazándola y tambaleándose un poco. "Mm... ¿Es la hora de acostarse para los genios empollones?" Kerry pasó un momento simplemente absorbiendo lo maravillosamente bien que se sentía con tan solo dejarse abrazar. Luego se dio la vuelta, en los brazos de
su amante, y la sensación se triplicó mientras se deslizaba más cerca, devolviéndole el abrazo. "Mm". Respiró para tomar el aroma y olor distintivo de su amante. "Definitivamente es hora de acostarse". Dio un paso adelante y la guio hacia la cama de agua, cayendo sobre ella con una sensación de alivio exquisito. Dar inmediatamente acurrucó a su alrededor, rodeándola por una red de brazos largos y piernas más largas, creando un nido cálido donde la joven se acurrucó, dejando escapar un murmullo contento de satisfacción. Dar se estiró y apagó la luz, haciendo caso omiso del reloj, que le recordó que eran más de las cuatro. Deslizó su brazo sobre el cuerpo de su amante, notando como ésta le calentaba el pecho con su respiración perfumada menta. Los dolores aún la molestaban, pero cerró los ojos mientras su cuerpo se relajó por fin. ¿Cómo le iría a Mark? se preguntó adormilada. Había hecho todo lo que había podido, esperando que valiera la pena. Pero ¿y si no funcionaba? Sintió la respiración de Kerry, cuando ésta se quedó dormida. Curiosamente, se encontró inconscientemente tratando de coincidir con ella. Pensó por un momento y luego volvió su atención a su problema. O al menos, eso es lo que lo que pretendía hacer. Pero el sueño se coló en ella, antes de que pudiera seguir pensando.
Capítulo Veinte "BUENOS DÍAS". Kerry miró a Mayte como disculpándose, cuando entró, cerrando la puerta exterior detrás de ella. "Siento llegar tarde." Desvió la caja del ordenador portátil a su otro hombro. "¿Algo que deba saber?" Mayte le sonrió. "Nada que yo sepa. Mi madre dijo que ha habido algunos mensajes de la jefa, pero nada demasiado serio." "Bien." Abrió la puerta de su oficina y entró. Rodeó la mesa y dejó caer su maletín detrás. Se dejó caer en su silla de cuero, se echó hacia atrás, mientras miraba cómo arrancaba su PC. Tarde o no, al final había podido dormir unas horas. Le dolían los ojos, y podía sentir cierta pesadez en su cabeza, así que tenía esperanzas de tener un día tranquilo. Su teléfono sonó. Con un suspiro, se inclinó hacia delante y lo contestó. "¿Sí?" "Hola, Kerry." La voz de Eleanor sonó con un toque de suficiencia. "¿Se te olvidó nuestra reunión?" Oh, Mierda. Apoyó la cabeza en su mano. "No exactamente," dijo. "Estuvimos aquí trabajando en un proyecto hasta casi las cuatro de la madrugada. Acabo de entrar." "¿Hasta las cuatro?" Eleanor respondió. "Por Dios, mujer. No puedo pensar en algo divertido que me gustará hacer hasta las cuatro de la mañana." "Sí, bueno, ya sabes cómo es esto." "No, y no tengo ganas de averiguarlo", dijo la vicepresidente de marketing. "Bueno, ¿qué tal si la reprogramamos para mañana?" "Está bien." Kerry rodó su ratón, estudiando su horario, ahora que su PC estaba totalmente arrancado. "¿Qué te parece a las 03:00? Tengo dos reuniones por la mañana." "Conforme. A las 3:00. Trata de no dormir un poco, aunque oigo la pena de la compañía." Eleanor se echó a reír, y colgó. Pensó en ello, por un momento, antes de gemir y dejar que su cabeza golpeara el escritorio con un golpe suave. Luego se levantó y caminó alrededor de la mesa, cogiendo su taza de café para dirigirse a la puerta. El escritorio de Mayte estaba vacío, cuando salió, al igual que el pasillo que daba a la pequeña cocina del piso catorce. Directamente se acercó a la máquina de café, y empezó a servirse un café con espuma de leche. El olor en sí la hizo animarse un poco, aspiró, tratando de extraer alguna alerta de ella. "¡Bien, bien!" Clarice entró con su propia taza. "Todo el mundo se preguntaba dónde estabas."
"¿En serio?" era muy consciente del fuerte tono en su pregunta. "Simplemente podrían haber preguntado a mi secretaria." "¿Entonces, dónde estaría toda la diversión?" Clarice se rio entre dientes. "No es que nadie te culpe, Kerry." Uno, dos, tres. "¿Culparme por qué?" preguntó con inocencia estudiada, mientras vertía el café en su leche al vapor y lo agitaba suavemente. "Por dormirte." la mujer explicó con una sonrisa. "No con esa compañera de cama." Se volvió y la miró. "Clarice, eso ha sido del totalmente inapropiado", declaró en voz baja. Los ojos de la otra mujer se estrecharon ligeramente, dejando caer la taza sobre mostrador con un ligero golpe. "Oh, lo siento," dijo. "Sólo pensé que lo que estuvierais haciendo sería muy inapropiado. Tonta de mí." Se acercó y se metió en el espacio de Clarece. Reunió la mayor cantidad actitud que pudo, dado su estado de insomnio. "Eso también es inadecuado. Una vez más, y lo haré constar en tu expediente. ¿Quieres eso?" Clarice la estudió en silencio durante un breve periodo de tiempo. "¿Lo quieres?" repitió. "No." "Dar y yo tenemos nuestra vida personal fuera de esta oficina. ¿Por qué no intentas hacer lo mismo?" Con un chasquido casi verbal de dedos, se volvió y salió. Afortunadamente para ambas, los reflejos de Dar estaban más alerta que los suyos, por lo que pudo evitar que la taza de café caliente saliera volando de las manos de Kerry cuando chocaron. . "¡Whoa!" "Mierda," Kerry exhaló. "Lo siento." Dar le entregó cuidadosamente de nuevo su taza, con sólo dos gotas solitarias. "Tranquila. No ha sido culpa tuya. No podías saber que estaba aquí,", añadió razonable. "Así que, ¿por qué estás así?" "Grr." Kerry se dirigió a su escritorio y dejó la taza. "Sólo un problema personal." Suspiró. "Tu amiga Clarice." "Ah". Dar se pasó una mano por el pelo oscuro. "Yo me encargo de ella. La voy a transferirla a la oficina de Nome. Dame un minuto." Se dirigió de nuevo hacia el pasillo interior que conectaba sus oficinas. Kerry la interceptó. "No. No, Dar, este es mi problema. Yo me encargaré de ella". Su amante la miró. "De hecho, Kerrison, en realidad es mi problema, y ambas lo sabemos," no estaba de acuerdo.
"Es verdad," se sentó en su escritorio "en realidad es tu problema, pero ella es mi empleada y tengo que aprender a lidiar con eso. No voy a huir de este tema." Decidió cambiar de conversación. "¿Cómo va el volcado de datos?" Dar la estudió, decida a aceptar el cambio de tema. Se acercó y se sentó en la esquina del escritorio de su amante, acercando su mano para tirar de ella, y así estar frente a frente. "Pero si llega a ser demasiado, me lo dices, Kerry. Yo soy la razón por la que se está comportando contigo como una perra. No es culpa tuya." La agarró fuerte de la mano y le besó los nudillos. "Agradezco la oferta." Se frotó la mejilla contra la parte posterior de la mano de Dar. "Y yo lo recordaré." "Bien." Le revolvió el pelo. "El volcado de datos va, pero está tomando una eternidad", admitió. "Espero que podamos conseguir algo cuanto antes, o esto va a ser una gran costosa pérdida de tiempo." Kerry gruñó suavemente. "¿Quieres conseguir algo, realmente, Dar?" preguntó en voz baja. "A veces, una prueba no es todo lo bueno como pretende ser." Esta la miró. El rostro de Kerry estaba pensativo, y el peso que llevaba sobre los hombros, por las opciones que había hecho, era evidente a los ojos que la miraban. Sin decir una palabra, se inclinó y le dio un beso, seguido de un breve abrazo. Después se puso de pie y se dirigió a su despacho. Kerry se tocó el punto donde los labios de Dar la habían besad, y se encontró con su propia sonrisa. "Bésame el culo, Clarice," anunció con ironía. "Sólo besa mi culo WASP republicano". Estaba todo demasiado oscuro y tranquilo en la oficina del MIS. Sólo una luz estaba encendida, en la pequeña oficina que había sido de Dar, y que ahora volvía a ocupar temporalmente, otra vez, mientras trabajaba en su proyecto de base de datos. Se echó hacia atrás en su silla y apoyó una rodilla contra el escritorio, mientras continuaba revisando la pantalla con los ojos cansados. Frente a ella, había una pantalla completa de caracteres, letras blancas sobre un fondo oscuro que no cambiaban, sin importar cuántas veces los mirara. Con una maldición suave, se levantó, estiró la espalda, cuidando de no sacudir su hombro, mientras rodeaba cansada la pequeña habitación. Finalmente se detuvo y miró a la pared, estudiando las huellas de araña del diagrama de red. Su móvil sonó. Dio la vuelta, se apoyó contra la pared, desenganchando el instrumento de su cinturón y respondió. "¿Sí?" "¡Hola, Dar!" La voz de Alastair sonaba, como siempre, con decisión positiva. "¿Cómo van las cosas?" "Pésimo" Dar admitió. "Ah". Su jefe se aclaró la garganta. "No tuvimos suerte, ¿eh?"
Miró el equipo, consciente de estar en equilibrio sobre un cuchillo de decisión. Después de un momento, inhaló, consciente de la picadura como si un cuchillo la hubiera cortado. "Ojalá fuera así", dijo. "Es todo lo que hay, Alastair." Todo lo que hay. Se había equivocado. Su tío Jeff lo sabía, y más que eso, lo que sabía lo había utilizado para comprar a Chuck su barco. No había manera de ocultar nada de eso, y ella misma se había sorprendido al descubrirlo. "Ah". Alastair absorbió la información y el silencio que siguió. "Bueno, sabíamos que no era bastante, Dar", dijo enérgicamente. "Pero hicimos lo que nos pagaron por hacer." "Sí," aceptó en silencio. Otro silencio sobrevino. "¿Pero?" Alastair aventuró. "Pero ¿cuál es el precio por ello, Alastair?" preguntó. "Hay una gran cantidad de suciedad que salpica a mucha gente, a gente muy poderosa, no querrán que saquemos todo esto a la luz. ¿Qué hay de nosotros?" "¿Nosotros?" Preguntó Alastair. "¿Tú y yo?" Dar bufó, caminando a través de la mesa y dejándose caer de vuelta en su silla. "Nosotros como en la empresa. El treinta por ciento de nuestros contratos son con el gobierno, Alastair. ¿Quieres tener a todos cabreados con nosotros?" Miró la pantalla, desplazándose con el ratón hacia abajo. "¿Crees que vale la pena?" Esta vez, fue Alastair quien guardó silencio durante un lapso. "Sabes, nunca pensé que te oiría decir algo así, Paladar", dijo. "No me digas que estás volviendo suave con los años." Argggg, una breve leve sonrisa apareció en el rostro de Dar. "Puede Ser." Exhaló. "O tal vez no quiero enterrar a viejos amigos." "Ah". El consejero delegado reconoció su renuencia. "Bueno, la empresa puede soportar la mirada, Dar. Simplemente hemos hecho nuestro trabajo. Ellos pueden estar disgustados con los resultados, pero no los métodos, y dado su sesgo natural, ni siquiera pueden criticar el proceso." "¿Estás seguro?" "Vamos, Dar", insistió. "En cualquier caso, sé que puedo dejar esta decisión en tus manos, y quiero que sepas, que decidas lo que decidas, te apoyaré al cien por cien." Echó la cabeza hacia atrás y miró al techo. "Vaya, gracias", dijo en voz alta. "Que tengas un buen día también, Alastair." Su jefe se rio brevemente. "Sé cómo te sientes, Dar", dijo. "He estado sentado en tu asiento más de una vez, y no es fácil." Su voz se hizo más grave. "Pero por eso nos pagan tanto dinero. Tú lo sabes y yo lo sé. Así que toma la mejor decisión que creas y seguiremos desde ahí."
Aceptó la reprimenda suave con un ligero movimiento de cabeza. "Sí, lo sé", admitió. "Es sólo que ha sido una semana demasiado larga, y quizás Kerry tenía razón después de todo. Yo estaba demasiado cerca de esto." "O tal vez usted acabas de tragarte demasiados analgésicos", sugirió. "Duerme un poco, Dar. Descansa. No tomes ahora tu decisión. Sólo tienes que ir a casa, relajarte y esperar a la luz del sol para tomar tu decisión." Los sensibles oídos de Dar escucharon el sonido de la apertura puertas del ascensor. "Buena idea", dijo. "Lo haré, Alastair." Ladeó la cabeza, escuchando el distintivo paso de su amante, y sonrió cuando la oyó. "Te haré saber lo que decida". "Perfecto", dijo. "Buenas noches." "Buenas noches". Observó como la figura de su amante llenaba la puerta de la pequeña oficina. "Da las buenas noches a Kerrison, también," la voz de Alastair añadió, antes de cortar la línea. "Co…" Dar miró el teléfono en sobresaltada. "¿Cómo demonios sabía que estabas aquí?" "Ahh". Kerry parecía tan cansada como ella. Entró en la oficina y se dejó caer en la silla, frente a su jefa, desabrochándose el botón superior de la camisa, aflojándose el cuello. "Sonreíste cuando me has visto. Hace que tu voz de voz sea diferente." "¿En serio?" respondió un poco sorprendida. "Sí, sí", dijo Kerry. "¿Cómo va?" Suspiró. Apoyó la cabeza en un puño y miró al otro lado del escritorio hacia su amante. "Necesito un abrazo." Kerry se levantó y dio la vuelta al escritorio. "Es la mejor petición que me han hecho en todo el día." Voluntariamente se acercó a la silla de Dar y se envolvió alrededor de su amante, dándole el apretón solicitado. "¿Cómo va?" repitió, mirando a través de la pantalla. Llevó un brazo debajo de la rodilla de Kerry y apoyó la cabeza sobre el pecho de la mujer rubia. "Recuperé los datos", respondió, después de una breve pausa. "Alastair dice debo decidir qué hacer con todo esto." Kerry exhaló, apoyando la mejilla en la parte superior de la cabeza de Dar. "¿Tienes que decidirlo ahora?" Dar negó con la cabeza. "¿Entonces, nos vamos a casa? Estoy muerta", dijo Kerry. "Está bien", estuvo de acuerdo. Se quedaron sentadas en silencio por un rato, con sólo el chirrido suave de la silla, a medida que se mecían suavemente juntas.
"¿Quieres ir a por un helado?" Kerry dijo finalmente. Dar se animó un poco. "Mm". "¿En ese pequeño salón en la playa? ¿Tú, yo, y un helado?" "Oh sí." Dar finalmente sonrió. "Déjame que recoja esto y nos vamos." Después de bloquear cuidadosamente los datos, se levantaron y salieron de la habitación. Cogidas del brazo, caminaron hacia el ascensor, dejando el problema aparcado temporalmente detrás de ellas. El salón estaba lleno, pero encontraron una mesa cerca de las ventanas traseras, y se instaló en ella. Dar se sentó media vuelta en su asiento, con la espalda apoyada contra la ventana, lo que le permitía tener el brazo descansando sobre la mesa. A pesar de la multitud, una camarera se dirigió hacia la mesa inmediatamente y se presentó, dándoles una gran sonrisa. "¡Hola chicas! ¿Un día difícil?" preguntó ella con simpatía. "No te he visto aquí en un par de semanas." Kerry miró a la chica de forma irónica, reconociendo que había peores lugares en los que ser una habitual. "Hemos estado ocupadas", estuvo de acuerdo. "Dos de los de siempre". "Hecho." La joven escribió algo en su libreta. "¿Quieres un par de coca-colas mientras esperáis?" "Claro", Kerry acordó, echándose hacia atrás y extendiendo la tela del pantalón de sus piernas, cuando la chica se fue. El salón era un lugar sencillo; suelo de baldosas y mesas de formica, junto con una iluminación fluorescente que no halaga a cualquiera. Pero el helado era rico, y completamente indulgente, así que cuando estaban por la zona, se dejaban caer por allí. Realmente le gustaba su funcionalidad normal. Le recordaba a una pequeña taberna, a la que ella y su hermana, solían frecuentar en su camino a casa desde la escuela, con sus taburetes de vinilo agrietados y astillados. Habían ido allí disfrutando de la emoción ilícita de ella, sabiendo que si sus padres se enteraran, ambas serían castigadas en un santiamén. Aquel recuero trajo una sonrisa a su cara, incluso después de todo este tiempo. "¿Qué es tan gracioso?" preguntó Dar, con sus dedos jugando sobre la servilleta de papel sobre la mesa. "La vida, a veces," respondió su compañera. "Estaba pensando cómo era mi vida, cuando se suponía que algo era malo para mí, y simplemente lo quería", añadió Kerry. "Refrescos helados, chocolate, cerveza -" "Yo". Dar la interrumpió. Kerry la miró, y luego se echó a reír. Después de un momento, la mujer morena se unió a su risa, disfrutando juntas del momento. "Yeesh, es cierto." Se secó los ojos. "Siempre fui una rebelde republicana del Medio Oeste."
"Se te olvidó cristiana," le recordó, estirando más su mano para coger la de Kerry. "Ah, sí." Kerry entrelazó los dedos con ella. "Doce años de adoctrinamiento ortodoxo sólo para acabar sentada aquí en la playa de la mano contigo." Giró la cabeza hacia un lado y la miró. "Es curioso. Una de las cosas que tan duramente trataban de enseñarme era a hacer lo correcto. Lo que nunca te dicen es cómo saber que es hacer lo correcto”. Dar asintió sombríamente. "Sé lo que quieres decir." Se inclinó sobre la mesa un poco. "Dar, realmente no lo sientas por los chicos, ¿vale? Quiero decir, sí, sé que eran amigos tuyos, pero recuerda que estuviste en aquel hospital. Recuerda cómo casi acabamos todos nosotros metidos en un montón de problemas. " La camarera regresó con sus dos refrescos y su helado. De nuevo se quedaron solas y en silencio, mientras comían. "Sé que están equivocados, Ker," dijo, lamiendo un poco de chocolate caliente fuera de la cuchara. "Pero sí, me siento mal por ellos. Tal vez no lo hubiera hecho en otra época de mi vida, pero lo voy a hacer ahora, y es tu culpa." "¿Mi culpa?" la miró sorprendida, intentó retener dentro de su boca parte del helado de banana split que estaba comiendo. "Por tu culpa." Limpió un poco de crema batida en la nariz de Kerry. "Tú me devolviste mi conciencia", dijo. "Ahora tengo que hacer las paces con él, antes de hacer lo que tengo que hacer." "Oh." Kerry se comió un poco de helado de chocolate. "¿Eso es malo?" Se dio unos golpecitos en el labio inferior con la cuchara, mientras lo pensaba. "No", decidió, sacudiendo la cabeza. "A sólo un maldito inconveniente a veces." Ah. Kerry reflexionó sobre ello. La vida era condenadamente incómoda a veces, si lo pensaba. Sólo tenía que tomar lo bueno y lo malo, y hacer sus mejores opciones. Chupó su pajita y asintió con la cabeza un poco para sí misma, casi como si estuviera reconciliándose consigo misma. O casi.
EL SOL asomó lentamente sobre un océano gris ligeramente rizado. Al otro lado de una playa, casi vacía, una gaviota volaba bajo, en busca de su desayuno. Dar se sentó cerca de la orilla, apoyada en un medio enterrado, árbol casi muerto, y observó las aves. A su lado tenía el maletín, en el que descansaba un codo mientras, deslizaba sus pies desnudos sobre la arena.
Había sido una larga noche para ella, acostada en la oscuridad con el cálido cuerpo de Kerry presionado contra el suyo, mientras sopesaba una y otra vez sus opciones; la forma en que podría desarrollarse, y sus posibles consecuencias. Finalmente se había levantado, duchado, vestido mientras deseaba permanecer en la cama con su amante. Entonces había venido aquí, a esta playa, para que la brisa fresca de la mañana despejara su cabeza. Era la misma playa, a la que había llegado, la noche en que casi habían disparado a Kerry, la misma playa a la que había estado viniendo, cada vez que necesitaba unos minutos para conectar consigo misma, frente al gran Atlántico que habían sido su patio de recreo desde antes de que pudiera realmente recordar. Tal vez por eso siempre se había sido tan condenadamente segura de pertenecer a la Marina. Suspiró. Incluso cuando era una niña, nunca había tenido dudas de su pertenencia allí, al igual que sentía su padre. Había sido un mundo en el que se había sentido completamente cómoda, un mundo del que se había sentido orgullosa de formar parte. Hoy en día, se consideraba un poco pasado de moda ser patriota. Deslizó los dedos por la arena granulada, arrancando un pedazo de coral seco y examinándolo. Su padre era... ella era igual que su padre. Apretó los labios. Con un leve gemido, se obligó a ponerse en pie, cogió su maletín, y caminó lentamente por la arena. Siguió su camino hasta que el agua le cubría los pies, lavando sus piernas hasta que las sintió enrollarse con el pantalón, trayendo consigo el aroma limpio, fuerte y picante del mar. Unas pocas algas se envolvieron alrededor de su tobillo. Miró hacia el amanecer, dejando que la brisa de la costa moviera su pelo hacia atrás, mientras el sol iluminaba las olas.
KERRY estaba sentada en su escritorio, ahuecando las manos alrededor de una humeante taza de té caliente mientras veía salir el sol por la ventana. Levantó la mirada cuando alguien llamó a la puerta, un poco sorprendida. "Adelante." La puerta se abrió y Mark asomó la cabeza. "Buenos días, Kerry." "Llegas temprano." "Sí", el gerente de MIS estuvo de acuerdo. "Lo mismo te digo." Dar está en un avión camino a DC, así que pensé en venir y empezar a trabajar antes de que los teléfonos empiezan a sonar."
Mark entró y cruzó la alfombra de caoba, acomodándose en el asiento frente al escritorio de la joven. "¿Consiguió lo que necesitaba de esa matriz?" "Creo que sí", respondió. "Ahora sólo tiene que decidir qué hacer con ello. Ya sabes una de esas pegajosas situaciones políticas." El asintió. "Sí. Y hablando de eso" juntó las manos y apoyó la barbilla en ellos. "ya sabes qué quieres que haga con Brent?", preguntó. "¿Está aquí?" "Sí." Exhaló. "Está bien, envíamelo de nuevo. Hablaré con él", respondió. "Tal vez podamos conseguir comunicarnos un poco. Yo..." volvió a suspirar. "Es realmente una lástima, porque es un buen técnico." "Sí," estuvo de acuerdo. "Él sólo tiene algunas extrañas obsesiones", dijo. "Y hablando de esa basura, alguien más está hablando más de la cuenta." Kerry se cubrió los ojos con una mano. "Clarice?". Abrió los dedos. "¿Estoy cerca?” "Ella es una perra," el gerente de MIS declaró rotundamente. "No me gustó la última vez que estuvo persiguiendo a Dar, y me molesta que está por aquí soltando mierda." Se reclinó en su asiento y tomó un sorbo de té. "No te reprimas, Mark. Dime cómo te sientes," comentó con ironía. "Sé que realmente me ha tomado por sorpresa, porque siempre pensé que era una buena trabajadora. Nunca tuve ningún problema con ella antes." Su amigo parecía un poco incómodo. "Ella realmente tenía esa pequeña obsesión con Dar", dijo. "Todo el mundo lo sabía. Dar finalmente le paró los pies. Aquellos fueron buenos tiempos." Ahh. Kerry hizo una mueca. "Ella no mencionó esa parte." "Sabes cómo es Dar". Se encogió de hombros. "Clarice finalmente lo superó. No culpo a Dar, pero era bastante público y supongo que ahora Clarice siente como, bueno, mierda, después de toda esa basura, y ahora -." "Ahora nosotras." Kerry asintió. "Sí." Suspiró de nuevo. "Y eso me pone en una posición muy incómoda. Pero supongo que tengo que hacer algo al respecto, ¿eh?" Miró a su alrededor con cuidado. "Puedes dejárselo a Dar", dijo en voz baja. "Deja que ella lo soluciones. Después de todo, ella es, como... que está en medio de todo el asunto." Sí, ella podría dejar que dar lo solucionara. Pero todo su ser le decía que no sería una buena idea, en su corazón sabía que perdería el respeto por sí misma si se acobardaba en este caso. "Ella se ha ofrecido", le dijo. "Pero ella trabaja para mí, así que es mi problema." Mark no parecía sorprendido. "Está bien", dijo. "Voy a enviarte a Brent." Se puso de pie. "Buena suerte".
"Gracias." Kerry negó con la cabeza cuando salía. Sintiendo la tensión deslizarse por su espalda. Giró su silla y miró por encima del agua. Era una gran vista, pensó. Volvió a su posición recta, esa que mantenía para poder tomar las decisiones difíciles. Ahora entendía mucho mejor, cómo había llegado Dar a ser como era, una líder a la que unos pocos temían, pero todos respetaban. Los líderes tenían que dar un paso atrás y ver el panorama completo. Por el bien de la empresa o, a veces sólo por el dinero que debían gestionar en sus departamentos, tomando decisiones que podía perjudicar a otros. "¿Qué habrías hecho, Kerrison, si hubieras tenido que integrar un poco de software de la compañía de servicios de desarrollo a mitad de velocidad con los empleados, en su mayoría mediocres y un gerente de operaciones que no te quisiera cerca?" Tamborileó con los dedos sobre el brazo de su silla. "Maldita sea, tuve la suerte de gustarle." Otro golpe en la puerta interrumpió sus cavilaciones. Kerry miró lastimeramente hacia el horizonte. "A veces unos son más afortunados que otros." Al abrirse la puerta y Brent entró, se volvió en la silla y dejó la taza. "Hola, Brent," saludó. "Siéntate. Vamos a hablar." Con cautela se acercó y se sentó, intentando quedarse lo más lejos de ella como pudo. "Si me vas a despedir, ¿podrías hacerlo rápido?”, dijo. "No quiero verme atrapado en la hora punta de tráfico." Kerry suspiró. Ese día sería un día muy largo.
DAR miró a su alrededor mientras caminaba por el Pentágono, sintiéndose un poco fuera de lugar vestida en ropa de civil. Había llamado a Gerry desde el aeropuerto. Ahora sentía una curiosa sensación de repugnancia mientras caminaba por el pasillo austero. Recordó la última vez que había estado aquí, recogiendo los contratos que habían firmado con el gobierno. Una sonrisa apareció brevemente, y cuadró sus hombros mientras abría la puerta de la oficina exterior de Gerry, saludando a su secretaria con una inclinación de cabeza. La mujer sonrió y apretó un botón en su teléfono. "General, la Sra. Roberts está aquí." "¿Es ella? Bien. Hazla entrar." La voz de Gerry resonó a través del intercomunicador. Dar pasó por delante de la mesa de la mujer y abrió la puerta interior, entrando y cerrando tras de sí, mientras Gerry dejó la carpeta que había estado mirando y rodeó el escritorio para saludarla. "Buenos días, Gerry."
"Ven aquí, chica." Abrió los brazos y la envolvió en un abrazo. "Lo primero es lo primero. ¿Qué tal que tu papá?" Dar dejó su maletín, olvidándose de su contenido por un momento. Le devolvió el abrazo. "Increíble", respondió con sencillez. "¿Cuándo vas a venir a visitarlo? Tienen un barco que les encantaría enseñarte." "Ah, me gustaría. No tienes ni idea de lo feliz que soy." Gerry le frotó la espalda y le dio una palmadita. Luego se echó hacia atrás y la miró astutamente, leyendo la expresión de su cara. "Malas noticias, ¿eh?" Dar asintió. Gerry exhaló, rompiendo el abrazo, y dando un paso atrás para apoyarse en el borde de su escritorio. "Bueno, se ha intentado, Dar. No me puedo quejar por ello", dijo. "Hicimos algo muy arriesgado. Me alegro de que no pasara nada peor." Dar cogió su maletín y lo dejó sobre su escritorio, soltando las pestañas cerradas para abrirlo. Sacó un grueso fajo de papeles enganchados con un clip y lo dejó caer sobre la almohadilla secante. "No me lo agradezcas todavía." "¿Eh?" "Está ahí." Sacó una caja cuadrada y la puso junto a los papeles. "Impreso y copia digital." Sus ojos se levantaron y se encontraron. "Lo tengo todo." Gerry estaba visiblemente aturdido. Lentamente se levantó y rodeó la mesa, sentándose en su silla y mirando el papel. "¿Pero cómo?” Dar puso su maletín en el suelo y se sentó en la silla de los visitantes frente a él. Se echó hacia atrás y cruzó los brazos, exhalando durante un largo momento. "Hice una copia del núcleo del ordenador antes de que entraran y destrozaran el lugar", dijo. "He podido reconstruirla." Gerry se quedó en silencio durante un largo rato. Tiró de la pila de papeles y les dio la vuelta, hojeando algunas de las páginas. "Eh," finalmente murmuró. "Dar, has sorprendido. Me imaginé que me traerías a un montón de camisas almidonadas buscando colgarme la contratación de alguna empresa de civilización que no conocía a sus colillas de una fregona cubierta." El rostro de Dar tembló ligeramente. "Contrataste a los mejores", dijo en voz baja. "Tienes lo que pagaste." Aparte del conocimiento de lo que la información representada, no podía negar un poco de orgullo en sí misma para hacer lo que la mayoría de la gente habría considerado casi imposible. Había sido, sin ayuda de nadie, una brillante y perfecta reconstrucción de piezas. El general asintió lentamente, frunciendo los labios. "No te lo puedo discutir, amiga mía", dijo. "Pero ahora tengo toda una caldera llena de peces con los que tengo que lidiar." Dar asintió. "Lo sé." Cruzó las manos. "Tampoco era lo que yo esperaba." Gerry se levantó y caminó detrás de su escritorio, visiblemente perturbado.
"Maldita sea", dijo. "Esto va a explotar por todas partes. Voy a tener un día maldito día largo." Él resopló. Ella simplemente se sentó y esperó, después de haber pensado en los mismos problemas, durante todo su viaje desde Florida. Después de un minuto, se aclaró la garganta. "¿No puedes manejarlo debajo de la mesa?" Gerry miró. "En otro tiempo, seguro. ¿Ahora? Olvídalo. Hay más fugas en este lugar que en los tallarines del tamiz de mi esposa." Suspiró con disgusto. "Bueno, hablaré con nuestro departamento legal. Siéntate." Cogió el teléfono y marcó un número. Dar tamborileó con los dedos en una rodilla, deseando que todo terminara. "Simplemente no es correcto", Brent murmuró. Kerry apoyó la barbilla en sus manos, mirándolo con exasperación irónica. "Brent, en realidad no es de tu incumbencia, ¿sabes?" "Eso no es así." Brent mantuvo sus ojos en el borde de la mesa. "No cuando los peces gordos simplemente desfilan alrededor, empujando hacia fuera sobre las caras de todos. No es justo." Kerry reconoció que había algo de verdad en lo que decía. "Mira, Brent," suspiró, "Dar y yo hacemos nuestro mejor esfuerzo para mantener nuestra vida privada en privado. Lo siento, no lo pensé cuando me vinieron a buscar aquí, la otra noche, y eso es culpa mía. He cometido un error. " Furtivamente levantó la mirada hacia ella. "Eso es correcto. Es un error." "El amor nunca se equivoca, Brent", le dijo. “Lo siento si eso no encaja con la forma en que te criaste, pero sabes, tampoco encaja con la forma en que me crie." Se levantó y rodeó su escritorio, mirándolo posterior nerviosamente. "A veces sólo tienes que aprender a vivir con las cosas. Mi pregunta es, ¿puedes vivir con esto? Porque si no puedes, y quieres seguir propagando rumores falsos sobre mí o sobre Dar, entonces no puedes continuar trabajando aquí". "No extendí nada falso" Brent protestó. "Todo lo que dije fue que te reuniste con un hombre la otra noche. ¡Y era cierto!" "¿Por qué lo contaste?" le preguntó. "¡Porque lo estabas tocando! ¿Qué se suponía que debía pensar?" Ahora Brent estaba justamente molesto. "No fui yo quien dijo que todas esas otras cosas", agregó. "Ve y pregunta a esa otra mujer engreída, que vino de Chicago. Ella es la que se lo contó a todos, que le estabas engañando a Dar y todo eso. Yo solo conté lo que vi." Ah. Algunas de las piezas empezaron a hacer click. Sintió el fuego lento de su arranque de ira. "¿Te refieres a Clarice?" "Si, así se llama", dijo Brent. "Ella me escuchó hablar con uno de los técnicos, y entonces ella estaba hablando con todos. Nos pareció que era una buena broma."
Kerry se acercó a la mesa de su lado y se sirvió un vaso de agua, más para darse la oportunidad de pensar que porque tenía sed. "Bueno." Se dio la vuelta, apoyada en la mesa mientras bebía del vaso. "Pero eso no responde a la pregunta. ¿Puedes hacer tu trabajo aquí o no?" Uno de los problemas a la vez, Kerry. Uno de los problemas a la vez. Brent se deslizó un poco más bajo en la silla. "No quiero ningún problema." Desvió su mirada de nuevo. "Me gusta mi trabajo aquí." Volvió a su escritorio y se sentó frente a él. "Así es, realmente, Brent," estuvo de acuerdo. "Eres uno de los mejores técnicos que tenemos, y por eso me quedé muy decepcionada con lo que pasó. Me gustas." Muy lentamente, sus ojos se levantaron para encontrarse con los suyos. "No quiero que te vayas. Pero tampoco quiero que te sientas incómodo a mi alrededor, o alrededor de Dar, que te vuelve loco," continuó, con voz suave. "Así que piensa de ello, y cuando tomes una decisión me lo hace saber, ¿de acuerdo?" Brent quedó en silencio durante un momento y luego finalmente asintió. "Bien." Se levantó y se escabulló alrededor de la silla. "Tengo cosas que hacer." "Gracias por venir por, Brent". Le despidió. Esperó a que la puerta se cerrara detrás de su forma rechoncha, antes de cerrar los ojos. "Bueno", habló en voz alta, "ha sido más fácil de lo que pensaba." Con deliberación, se levantó y se dirigió a la puerta.
DAR, con los brazos cruzados, miraba por la ventana de la oficina de Gerald. Detrás de ella, el general estaba revisando los datos con un hombre alto, de aspecto importante de la oficina legal militar. El hombre no estaba feliz. Gerald tampoco estaba feliz. Caray, yo no estoy nada feliz. Observó a un pájaro negro y amarillo sobre una rama exterior, abriendo la boca mientras emitía una serie de sonidos, que apenas podía oír. "Sra., Ah, Roberts." Dar se volvió hacia el mayor. "¿Sí?" "El grupo de seguridad que ha revisado la base nos ha informado con una historia muy diferente a lo que usted presenta aquí", declaró el militar. "Hemos encontrado algunas pequeñas infracciones, sí, y mi oficina estaba preparando sanciones administrativas contra el comandante de la base, pero nada cercano a lo que usted alega."
"Yo," Declaró rotundamente, "no estoy alegando nada. Sólo he hecho el trabajo por el que nos han contratado. Le estoy dando la información que hemos descubierto. Si esta información se ve mal, no es mi culpa." El hombre la observó con recelo. "No encontramos ninguna indicación de los principales delitos en esa base", repitió. "No había ningún indicio de ello en sus sistemas." "Exactamente por eso pedí a Paladar para recuperar los registros", Gerald le interrumpió. "Pensé que si había algo incierto, debíamos actuar lo antes posible." Golpeó el informe. "Ahora, Ted, deja de criticar a la Sra. Roberts, y reconozcamos que tenemos un gran problema." "General, lo siento, pero tengo que llamar a estos" hechos "en tela de juicio. Me niego a creer que un equipo nuestro de inteligencia podía haber fracasado en encontrar siquiera un indicio de esto." Él levantó las manos. "¡Todo esto se ha podido fabricar!" Nada más escuchar esas palabras, Dar se disparó y empezó a avanzar, deteniéndose cuando Gerry le puso una mano tranquilizadora en el brazo. "¿Cuál sería la razón para eso?" Dar exigió. "Bueno, señora Roberts, su empresa tiene una cierta reputación que mantener." La miró con aire de suficiencia. "Acabar con la Marina sin duda sería un punto a su favor, ¿no?" “Tranquila, Dar". Gerry puso su brazo sobre los hombros de su amiga. "Este imbécil con traje almidonado no tiene ni idea de con quién está hablando." "¡Señor!" protestó. "No. Escúchame, hijo." Gerald montó sobre él. "Dar y su gente no arriesgan sus vidas para conseguir dejar mal a gente como tú. Esta información es toda verdad. No me gusta, no le gusta, y no me importa si no lo cree. Pero ahí está, y ahora, señor, tiene que lidiar con eso. Salga de aquí y vaya a patear algunos culos y deje de perder el tiempo. " "Señor," el hombre puso las manos sobre la mesa, "Pensemos en esto por un minuto." Dar se enderezó y rodeó la mesa. "Si no te conociera, diría que no quieres que esto salga a la luz. ¿Estás también implicado en esta estafa?" El mayor se puso de pie, apretando su mandíbula. "¿Cómo te atreves?" Dar levantó sus manos y las extendió a ambos lados de ella. "¿El gobierno tiene una cierta reputación que mantener, no es cierto? ¿Apropiaciones? ¿Presupuestos? Un escándalo nunca es bueno, ¿no es así?" "Dar". Gerald le dirigió una mirada de advertencia. "Ahora, sé que Ted está aquí sólo porque quiere cubrir nuestros traseros. No lo culpo. Una vez que se dé cuenta del problema con el que nos enfrentamos hará lo correcto." Se volvió y lo miró directamente. "No es cierto, Ted?" El mayor miró a Dar.
"Ted?" El general se interpuso entre ellos. "Sabes tan bien como yo, que no es bueno intentar esconder este tema debajo de la alfombra. No funcionó la última vez, no va a funcionar esta vez. Sólo haz de tripas corazón y empieza a moverte." Después de un momento, el mayor asintió. "Tienes razón, señor", respondió en voz baja. "Odio estas cosas. Hemos llegado tan lejos desde...” "Lo sé." Gerry suspiró. "Siempre aparece alguien lleno de mierda cuando menos te lo esperas." Dio media vuelta. "Perdóneme, Dar". La mayor recogió la pila de papeles, y se los metió debajo del brazo. "Me pondré a trabajar en ello de inmediato, general. No te preocupes." Ignoró a Dar, le dio la espalda y caminó directamente a la puerta, abriéndola, dando un paso a través de ella, y cerrándola con precisión milimétrica. Gerry suspiró y se sentó en el borde de la mesa. Miró a Dar, que todavía estaba visiblemente humeante. "No le puedes culpar. Es la tercera generación de la marina, y sabes cómo los conseguimos." "Él es un idiota de primera generación", le contestó. "¿Sabe leer?" "Bueno, Dar," la reprendió. "Él es un buen tipo legal. Dale una oportunidad. Una vez que tranquilice, hará lo que tenga que hacer, no te preocupes." Y añadió: "Él no sabía que eras uno de nosotros." La sala se quedó en silencio por un momento, y escuchó esas palabras como si fueran fragmentos de cristal cayendo sobre el suelo. Tomó aire, y cuando exhaló, se dio cuenta que era una persona diferente. Su voz, sin embargo, se mantuvo casual. "No lo soy." "¿Eh?" "Una de vosotros", dijo, mirándolo a los ojos. Gerry no sabía qué responder a eso. Parpadeó por un minuto, luego negó con la cabeza. "Bueno, como dije, no te preocupes, Dar. Nos encargaremos de este lío". ¿Estaba preocupado? Dar pensó. ¿Debería haber entregado lo que había encontrado a las autoridades correspondientes? ¿Era su problema lo que hicieran con esa información? Se sentó en una de las sillas de cuero y exhaló. "Lo siento." Su viejo amigo se levantó y se acercó, sentándose en el asiento a su lado. Le acarició la rodilla. "No, soy yo el que lo siente, Dar. Te debo una gran disculpa." Dar lo miró desde debajo de las pestañas oscuras. "¿Por qué?" "Por pedirte que fueras allí," el General Easton respondió en voz baja. "Eso no tenía nada que ver con nuestro contrato. Debería haber sabido que esto era más de lo que parecía. Arriesgar tu vida no estaba en mis planes, Dar". Sacudió un dedo. "Especialmente si estabas herida, pequeño renacuajo. Deberías habérmelo dicho." "Resultó muy bien." Se estiró con cuidado, evitando el estrés en su hombro. ”Supongo que he terminado aquí, ¿eh?"
Gerry la estudió durante un largo momento, y luego asintió. "Déjalo en nuestras manos", le aseguró. "Vuelve a casa y descansa." Dar se levantó y se sacudió su chaqueta. Extendió una mano hacia él. "Lo haré," dijo. "Hazme saber si necesitas algo más, Gerry." "Sin duda lo haré, Dar". El general tomó su mano y la apretó. "Tengo un puñado de otras bases que me gustaría que las revisaras, pero tendremos que esperar un mes o dos para resolver nuestros problemas ¿eh?" "Sí," estuvo de acuerdo. "Estaremos en contacto." Cogió su maletín, se lo poso en el hombro, luego se dirigió hacia la puerta, donde se detuvo para despedirse de Gerry. Él sonrió y le devolvió el saludo. Dar cerró la puerta con una sensación de alivio culpable y se dirigió al pasillo exterior. Ya está. Me alegro que se haya terminado. Caminó por los pasillos ocupados, de oficiales que la miraban al pasar, en su mayoría simplemente interesados en la mujer extraña alta y morena que caminaba con total seguridad. Concedió a su ego el derecho a pavonearse por un momento, luego se dio la vuelta y salió por la puerta de la calle. Hacía frío, y se detuvo para abrocharse la chaqueta antes de dirigirse a la zona del aparcamiento y se metió en su coche de alquiler. Dejó su maletín en el asiento de al lado y cerró la puerta. Puso en marcha el motor, exhaló, miró hacia atrás por donde había venido, Miró aquel edificio que estaba como siempre. Una fachada sosa llena de polvorientos secretos. Pensó en eso. Nunca había sido un teórica de la conspiración, la verdad. Aceptó que a veces el gobierno no le había dicho lo que sabían, y aceptó que a veces el gobierno no distinguía su culo de un agujero en la pared. Creía en las personas. Disponer de una buena solvencia económica no le hacía más inteligente o más capaz que cualquier otra persona, y pensó que, en un sentido general, habría contratado a personas más capaces para hacer el trabajo que tenían que hacer. Bueno. ¿Realmente se puede confiar en el mayor? Miró sus propias manos, enroscadas alrededor del volante. Eran dedos largos y poderosos. Los flexionó una o dos veces mientras reflexionaba sobre la reunión que acababa de tener. "¿Realmente debería importarme?" se preguntó en voz alta. "Deja que ellos hagan lo que quieran con toda la información. Estoy fuera de esto." Puso el coche en marcha atrás y salió del lugar, deslizando sus gafas de sol para bloquear los ricos rayos del sol poniente que se deslizaban por su cara.
KERRY encontró su camino hacia el pequeño balcón en el piso catorce. Frente al mar, una brisa fresca contrarrestó el calor retenido del sol, en el banco de piedra, en el que se dejó caer. Su cuerpo estaba cansado. Se frotó el cuello para aliviar la tensión, cerrando los ojos contra el dolor de cabeza palpitante que había logrado colarse en ella, después de su conversación con Brent.
El sol había caído detrás del edificio. Apoyó la cabeza contra la pared, permitiéndose escuchar el sonido de las olas, que se filtró a través de sus sentidos, proporcionándole un momento de paz y tranquilidad. Dar utilizaba este lugar, lo sabía, y después de unas cuantas visitas, entendió por qué. Incluso con el calor del verano, el viento mantenía la temperatura soportable; ahora, a punto de la puesta del sol, era un buen lugar para estar, incluso cuando el día no había sido tan problemático como estaría siendo el de su amante. Deseó llamarla. Sabía que su amante estaba molesta, cuando se había marchado, y no saber nada de ella durante todo el día, no hacía más que sumar más preocupación por ella, que unido a los problemas que había tenido trabajando, como las cuestiones de personal, le estaban haciendo mella. Abrió los ojos cuando oyó abrirse la puerta. Vio a Clarice emerger hacia el balcón. Articuló mentalmente una maldición que estaba segura sorprendería a la otra mujer. Luego luchó para recuperar sus modales y simplemente la saludó con un gruñido cortés. Clarice abrió la boca para hablar, pero se detuvo al escuchar el sonido del teléfono móvil de Kerry. Salvados por la campana. Kerry desenganchó el móvil de la sujeción de su cinturón y comprobó el identificador de llamadas. Una sonrisa se dibujó en su cara, al reconocer el número, y abrió el teléfono con una sensación de alivio leve vengativo. "Hey, cariño." Casi podía oír los dientes de Clarice rechinar. "Hey," Habló en voz baja. "¿Por qué estás fuera?" Kerry extendió sus piernas y las cruzó en el tobillo. "¿Cómo lo sabes?" "Puedo oír los aviones. Supuse que no te habías metido en una carrera mientras yo no estaba." La respuesta graciosa le hizo reír. "Sabes, no quiero ni siquiera pensarlo ¿Cómo te va?" Intentó ignorar la presencia de Clarice, que se acercó a la barandilla y miró por encima. "Eh," Dar respondió con un encogimiento de hombros verbal. "Le di a Gerry la información, y él a un imbécil en JAG. Tengo la sensación de que todo acabará metido en el cajón de alguien." "Mm," murmuró Kerry. "Eso es una vergüenza, después de lo que nos arriesgamos por conseguirlo", dijo. "¿Así que vuelves a casa?" "Sí." "Entonces, al diablo con ellos." Hubo un breve silencio. "¿Todo bien allí?"
Los ojos de Kerry fueron a la espalda rígida frente a ella. "Claro. Todo está bien. Voy a limpiar un poco de basura, recogeré mis cosas y saldré. ¿Te interesa un crucero de medianoche?" "Mmm." Dar ronroneó en respuesta. "Intentaré llegar lo antes posible.” Kerry sonrió. "Hasta pronto, cariño." Hizo una pausa. "Te quiero." "Yo también te quiero", contestó Dar. "Nos vemos en un rato." Dobló su teléfono y lo puso de nuevo en su clip. Luego se echó hacia atrás y extendió sus brazos a través de la parte posterior del banco de piedra, tomando posesión de él, para no dejar sitio a Clarice. Se había sentido culpable por Clarice, se había dado cuenta, por lo que había sucedido durante Acción de Gracias. Pero ahora se daba cuenta de que ya no podía esconderse detrás de esa culpa, con aquella mujer. Clarisa se volvió y la miró. Kerry le devolvió una mirada fría. "¿Sabes qué, Kerry -?" "Cállate" la interrumpió con un tono frío, pero manteniendo la tranquilidad, cogiendo a la mujer por sorpresa. "Te hice un favor y te encontré un lugar aquí", dijo Kerry. "¿Y qué recibo a cambio? Ser tan desagradable como puedes conmigo socavando mi autoridad para con el resto de mi personal." "No me hiciste ningún favor", Clarice espetó. "Fue Dar". "No, te equivocas", respondió. "Si dependiera de Dar, estarías en Nome." Se levantó y se apoyó contra la pared, minimizando su diferencia de altura. "Así que es mejor que decidas si quiere seguir así, porque estoy perdiendo la paciencia contigo." "¿Crees que tienes derecho sólo porque te estás follan a…" Negó a enfadarse. "No, ¿piensas que sólo porque ella y yo somos amantes, eso te da derecho a atacarme porque Dar no dormiría contigo?” Clarisa se quedó mirándola. "Supongo que a ella sólo le gusta el pan blanco." Exhaló, dándose cuenta de pronto que su línea en la arena se había movido de forma inesperada, y ahora estaba a punto de perder el control. Todo el tiempo, había estado teniendo una sensación de culpabilidad por Clarice, debido a la forma en que todo había sucedido, cómo todo se había venido abajo, y cómo había obligado a la mujer a volar, por todo el país, por culpa de su miedo. Ahora, con este ataque, casi improvisado sobre el carácter de Dar, era como si todo eso hubiera desaparecido, borrado de su conciencia como si nunca hubiera pasado. Insinuar cosas sobre ella y sobre su relación muy visible... bueno, habían tomado la decisión de no ocultárselo a sus compañeros de trabajo. Ella y Dar habían decidido hacía mucho tiempo que asumirían las consecuencias de hacer pública su relación y lidiar con las consecuencias.
¿Pero acusar Dar de racismo? Kerry se había dado cuenta, en algún momento de su relación, que hasta donde era posible que una persona fuera así, Dar era daltónica. No era que no le importara, era que ese factor sólo no estaba en sus procesos de pensamiento y esta asunción, por parte de Clarice, acabó con toda su paciencia. Exhaló, y encontró la solución, en realidad mucho más fácil de lo que pensaba. "En realidad, a ella le gusta el pan de pasas con crema de queso," dijo a Clarice, en un tono firme y definitivo. "Ah, y puedes recoger tu cheque de indemnización el próximo viernes, en el departamento de personal." "¿Qué?" La mandíbula de la mujer se redujo. "No me estarás despidiendo.". Kerry se apartó de la pared y enderezó los hombros. "Sí, lo acabo de hacer", le informó. "Por insubordinación después de una advertencia verbal." Hizo una pausa. "Está en el manual." Clarice estaba visiblemente aturdida. "¿Es una broma?" Kerry negó con la cabeza. "No, no lo es." "No me puedes despedir. ¡Te voy a demandar!" La voz de la mujer se levantó con rabia estridente. "¡Voy a arrastrar tu culo feo a los tribunales, y no tendré que trabajar ni un solo día, del resto de mi vida!" Dio un paso adelante, con las manos apretando los puños. Kerry se mantuvo firme, a pesar de que Clarice se mantenía frente a ella. La adrenalina corrió por su cuerpo, lavando su dolor y agotamiento. Sin que se diera cuenta, sus manos se cerraron en puños. Reunió todo su sentido del poder, casi confuso, y dio un paso hacia adelante en lugar de hacia atrás. Su cuerpo respondió a un reflejo de su instinto de lucha o de huida de una manera completamente inesperada. "¿Si? Seguro será un caso muy interesante." La voz de Kerry subió de tono. "Voy a disfrutar escuchando cómo justificas tu insubordinación." Y añadió: "Tal vez Dar tenga testificar cómo tuvo que echarte fuera de su oficina la última vez." "Perra". Kerry sonrió sombríamente. "A veces lo soy, cuando tengo que serlo", dijo, respirando hondo, volviéndose a medias como la puerta se abrió. La cabeza de Mark se asomó, junto con la de un guardia de seguridad. Kerry se preguntó una vez más si su manager de MIS era una especie de vidente. "Siempre a tiempo," le felicitó. "Keith, por favor escoltar a esta señora fuera del edificio. Ha sido despedida." El guardia de seguridad rodeó a Mark y salió al balcón, obedeciendo sin rechistar. "Sí, señora". Aceptó la mirada de Kerry, luego se centró en Clarice, "Por favor, venga conmigo, señora." "¡Esto no ha terminado!," Clarice silbó. "¡Te denunciaré!”
El guardia la llevó a la puerta y desapareció. Mark cerró la puerta detrás de ellos, deslizándose hacia el balcón al lado de Kerry. "Whoa, jefa. Eso fue radical." Kerry sintió que sus rodillas temblaban. Se acercó al banco y se sentó antes de caerse, dejando caer sus brazos descansar en sus muslos. "Hijo de puta de mierda." Los ojos de Mark se abrieron. "Sí, los republicanos también maldecimos." Se llevó una mano temblorosa a la cabeza y trató de recuperar el aliento. No había pensado que las cosas pudieran terminar así, y sólo podía imaginar la cantidad de e-mails que tendrían que empezar a enviar a Mariana, y Hamilton Baird, consejero legal del ILS. Su amigo se sentó junto a ella y le dio una taza con tapa, con una pajita saliendo de ella. Kerry la tomó, sorprendida por el frío de sus dedos. Bebió con cautela, por la pajita, y fue recompensada con la boca llena de batido de chocolate. "Mm". "Os vi aquí", le dijo. "Me di cuenta que no era una conversación divertida. Brent bajé corriendo y me dijo que habíais hablado." Kerry succionó un poco más. "Lo hicimos." "Así que... ¿él va a estar bien?" Ella asintió con la cabeza. "Creo que sí." Mark miró hacia el agua, y luego otra vez a Kerry. "Estoy muy contento de que despidieras a esa perra", dijo. "Porque yo estaba preparado para hacer algo radical para grabar su licencia de conducir y hacer que su culo fuera arrestado por algo realmente asqueroso." Kerry exhaló. "No estoy segura de que fuera la manera correcta de hacerlo", admitió. "Pero ya está hecho. Creo que tendré que lidiar con las consecuencias." Y lo haría, se dio cuenta. Sería una más de esas decisiones cuyas consecuencias probablemente tendría que asumir durante mucho tiempo. Ella pensó que era la decisión correcta. El tiempo, por supuesto, lo diría.
DAR se detuvo en el semáforo, lanzando una mirada hacia el edificio del Capitolio mientras esperaba a que el tráfico fluyera de nuevo. De repente, una figura familiar apareció, acompañada por dos hombres más jóvenes. Parpadeó, sorprendida por la presencia coincidente de Roger Stuart justo en ese mismo momento.
Obedeciendo a un impulso, que no se detuvo a analizar, giró el coche hacia un estacionamiento en paralelo y apagó el motor. Entonces abrió la puerta, justo cuando el senador se acercaba a su coche. Se miraron el uno al otro por un momento, luego el hombre de Estado se relajó un poco, mirándola con recelo mientras se acercaba. "Roberts", murmuró, inclinando la cabeza un poco. "Hola, senador," se encontró diciendo. "¿Le importa si hablamos?" Obviamente era la última cosa, en el mundo, que Roger Stuart esperaba. Él vaciló, mirándola fijamente con sus fríos ojos verdes, y luego se encogió de hombros. "Ve a la oficina. Nos veremos allí", instruyó a sus ayudantes, que estaban mirando a Dar con la misma sospecha. "Señor " "Vamos," Stuart les ordenó bruscamente. Esperó a que los hombres se retiraran a regañadientes, luego se volvió hacia Dar. "¿Y bien?" ¿Por qué demonios estoy haciendo esto? se preguntó. No puedo confiar en este hombre. ¿Qué diablos estoy haciendo? Y sin embargo... "Me gustaría darte algo", dijo Dar. "Es una información que obtuve de una base naval en Florida." El senador la miró como si le hubiera crecido una segunda cabeza. "¿Discúlpeme?" "Ya me has oído." "¿Qué es todo esto?" Preguntó Stuart, un poco intrigado, a su pesar. "¿Por qué me lo quieres dar? ¿Es un truco? ¿Otra de tus maquinaciones?" Con un suspiro, Dar se dio vuelta y abrió el maletín, sacando una segunda copia de los datos que había entregado a Gerry. "No", dijo brevemente. "Míralo. Si piensas que es digno de tu atención, haz algo al respecto. Si no, tíralo. No me importa." El senador dejó que sus ojos cayeran sobre la página superior. "¿Qué es esto?" Cogió la portada y examinó el resumen. "No sé lo que ex..." Miró a Dar bruscamente. "Se lo di al departamento legal de los militares", dijo uniformemente. "Creo que va a terminar en alguna trituradora. Ahora te lo estoy dando. He cumplido con mi deber patriótico, así que cualquier cosa que pase, la pelota está en tu tejado". Se volvió y arrojó el maletín en el coche. "¿Por qué yo?" Stuart preguntó con curiosidad, con la mitad de su atención todavía en el resumen. Dar lo miró. "Eres el único senador que conozco," dijo ella, luego sus labios se arquearon. "Por no hablar, el único con el que estoy relacionado. "Kerry piensa
mucho en su familia. Llámala en algún momento." Se metió en su coche, lo arrancó y salió sin mirar atrás. Dar sintió deshacerse de un peso, del que apenas había sido consciente. Ahora podía irse a casa. Roger Stuart se quedó en la acera, mirando el coche desaparecer en la distancia. Sus manos se cerraron alrededor de los papeles, y después de un momento, se metió el fajo bajo el brazo, enderezó las solapas de su abrigo, y comenzaron a andar por la calle con paso decidido.
Capítulo Veintiuno EL BARCO se balanceaba suavemente arriba y abajo, sobre las olas, mientras la luz una luna redonda brillaba a través de las aguas negras. En la popa, una pequeña mesa, estaba puesta, con velas y los restos de una cena ligera. Kerry levantó su vaso y lo extendió. Dar lo chocó con el suyo y las dos bebieron. "Ha sido una semana muy larga", dijo Dar después de un momento de tranquilidad. "Demasiado", Kerry estuvo de acuerdo. "Me alegro de que haya terminado." Dar se levantó y extendió la mano, cogiendo la de su amante, y tirando de ella hacia arriba. Se acercaron a los bancos acolchados y se sentaron juntas, envolviendo a Kerry en sus brazos. El océano les mecía suavemente, acunándolas, mientras la marea se movía hacia afuera, tirando contra el ancla del barco. Cualquier sonido de la tierra estaba completamente ausente. Sólo se oía el ruido de olas. La poca de luz, proveniente del horizonte, parecía remota y sin importancia. Kerry cerró los ojos, sintiendo el olor del mar. La brisa soplaba contra de ella, y casi podía sentir el sabor de la sal, que rozaba su piel. Dejó que le quitara el hedor de las tensiones del día, mientras se recostaba contra su amante. "¿Crees que me equivoqué?" Dar se quedó callada durante un rato. "No," respondió finalmente. "En realidad fuiste mas más tolerante de lo que yo hubiera sido." "Me siento como si la hubiera empujado a ello", admitió. "Me escuchó hablar contigo por teléfono." "¿Dijiste algo que no hubieras dicho si ella no hubiera estado allí?" "Mm, no." Suspiró. "Pero sigo pensando que debería haber buscado la forma de que las cosas no hubieran terminado así. Quizá podría haber llegado a un acuerdo con ella." "Ella no estaba pensando con sus células cerebrales, Ker", le dijo pragmáticamente. Kerry se rio con ironía. "Supongo." "No te preocupes." Apoyó la barbilla en el hombro de Kerry y sopló suavemente en su oído. "No te arrepientas. Hiciste lo correcto." Kerry apoyó la cabeza contra su pareja. "Gracias, jefa." Dar le mordió la oreja y luego lo lamió, haciendo que la joven rubia saltara ligeramente. "Te quiero", murmuró. "Tenemos algo en común ahora, ya sabes."
Kerry disfrutó de esa sensación, antes de que las palabras se extendieran. "¿Sólo una cosa?" preguntó, inclinando la cabeza hacia atrás y besando a Dar en los labios. Dar dejó que el beso continuara, luego frotó su mejilla contra Kerry. "Otra cosa. Ahora sé lo que se siente al hacer algo, porque es lo correcto, y no porque es lo que quiero." "¿Quieres decir que, como con la Marina?" Esta asintió. "Sí. Realmente era a donde quería pertenecer, hace mucho tiempo". Kerry la abrazó. "Y luego, en algún momento de todo esto, me di cuenta de que nunca hubiera pertenecido aunque me hubieran aceptado," continuó en voz baja. "Realmente nunca he sido una de ellos, Kerry. Nunca. Sólo he sido fiel a mí misma." Kerry volvió a besarla. "Es posible que hubieras terminado como ellos, suspiró. "Me alegro de que no lo hicieras." "Yo también," estuvo de acuerdo. Kerry desabrochó lentamente el jersey que Dar llevaba, dejando al descubierto su pecho. Plantó un beso en la clavícula de su amante, intentando olvidar el día que habían tenido. Mañana sería oro día, y lo único que importaba era que se enfrentaran a lo que tuvieran que enfrentarse lo harían juntas. "Hey." Dar le acarició cuello. "¿Estás enfadada conmigo?" ¿Eh? Se detuvo mientras la lamía. "Oh, ¿mi padre?" "Mm-hmm." "Um, no." Se encontró sonriendo ligeramente. "Será interesante ver qué elección hace." Dar la sentó en el banco acolchado, desabrochando sus pantalones cortos. "Sí, lo será." Oyó la risa de la mar detrás de ella. "Pero en otra ocasión." Otra vez será. Kerry se dejó abandonar bajo el toque de Dar. Dios las había unido y las mantenía juntas. Eso era lo único que importada, que estuvieran juntas. Ahora podía aceptar eso y continuar sin miedo. Dar acunó la cabeza de Kerry, y sus labios se encontraron, mientras sus cuerpos se enredaban juntos, con el movimiento del mar. La luna sonrió benignamente sobre ellas, lista para iluminar su camino a casa, sin darse cuenta de que no era necesario para aquellas dos almas, que consideraban el mar como su propia casa.
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