Good, Melissa - Dar y Kerry 02 - Alerta Huracán

May 11, 2020 | Author: Anonymous | Category: María, madre de Jesús, Ciclones tropicales, Verdad, Mujer, Naturaleza
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ALERTA DE HURACÁN Por Melissa Good

Primera parte La oficina estaba prácticamente en silencio, atravesada sólo por el débil rasguñar de una pluma sobre el papel y el suave y característico murmullo de un ordenador al fondo. La decoración de la estancia se basaba en un juego de cálidos tonos caoba, con una pequeña mesa de conferencias rodeada de sillas por uno de los lados, una mesita discreta sobre la que reposaba una jarra de agua y un conjunto de vasos, y el escritorio frente a una gran ventana que cubría toda la pared y ofrecía una amplia vista del horizonte: el océano Atlántico, agitado y de un tono azul verdoso. Tras el escritorio, una mujer alta y morena ataviada con una falda gris bastante conservadora, una camisa blanca de seda y las mangas por encima de los codos dejando al descubierto sus brazos morenos y torneados. El respaldo de la silla oculto bajo la chaqueta a juego y la morena cabeza apoyada en el puño, mientras la otra mano sostenía y manejaba afanosamente una elegante pluma. Terminó con uno de los folios y lo dobló, dejándolo junto al pequeño acuario en el que dos peces siameses nadaban lánguidamente, dirigiendo ocasionales miradas a la dueña de la mesa. Y van doce. Quedan dieciocho. -Dar suspiró rozándose el mentón con el extremo de la pluma-. Las evaluaciones del personal deberían llevar mucho tiempo hechas. -Se detuvo un momento y pulsó uno de los botones de su aparatoso teléfono-. ¿Mari? -¿Sí...? Hola, Dar. Buenas tardes. -La voz de la Directora de Personal surgió relajada y amistosa al otro lado de la línea. -¿Me puedes explicar por qué no hay forma de que una de las mayores compañías de IS del mundo tenga las condenadas evaluaciones de su plantilla en la Intranet? -preguntó Dar con irritación-. ¿Sabes el

tiempo que nos ahorraría? -Ah, Dar... -Mariana suspiró como si llevara todo el día respondiendo a la misma pregunta, y de hecho así era-. Si lo hiciésemos así, ¿cómo

demostraríamos la cláusula de la normativa que exige que todos nuestros altos directivos sepan escribir a mano? -contraatacó-. Y ya que sacas el tema... no deberías quejarte tanto. Sólo eres directamente responsable de treinta personas. Piensa en José. Él tiene doscientas.

Dar lo consideró, mordiendo el extremo de la pluma. -Tienes razón. Ya sólo esa idea me hace sentir mucho mejor. -Se rió entre dientes-. Debe estar tirándose de los pelos... literalmente. -No bromees -suspiró Mari-. En realidad, la razón de que no estén

preparadas las evaluaciones es que había ciertas reticencias en Seguridad. Desde la Intranet cualquiera podría tener acceso. -Oh. -Se tomó unos segundos para considerar también este nuevo dato-. Entonces... supongo que no debería mencionar el hecho de que acabo de pasar por la sala de impresoras y que uno de esos chismes estaba escupiendo las evaluaciones de José a diestro y siniestro, ¿verdad? Mari suspiró con disgusto al otro lado del auricular. -Era como una de nuestras comidas de empresa. -Dar empezó a dirigir muecas al teléfono-. Todo el mundo mirando de reojo... -¿Y no hiciste nada? Dar... se supone que eres la responsable de Gerencia ahí. -La voz de su homóloga de la sección de Personal empezaba a sonar irritada. -Eh... ¿Cómo iba yo a saber que no se trataba de un incentivo para incrementar las ventas? -preguntó Dar razonablemente-. Después de todo, yo estoy haciendo las mías a mano. -Jesús... Está bien, de todas formas me vendrá bien un café. Ya me paso yo - resolvió Mariana con un suspiro-. ¿Cómo lo llevas?

-Estoy a la mitad -mintió Dar. -Ya veo... -La voz de la mujer denotó la más completa de las incredulidades-. ¿Por qué siempre esperáis hasta el último minuto? -¡¡Porque esto es como un dolor en el culo, Mari!! -respondió Dar exasperadamente-. ¡Dile a Plano que entre en el siglo XXI como todos los demás y suba todo esto de una maldita vez! ¡Si hicieran las cosas bien no habría problemas de seguridad! -¿Puedes deletrear eso, Dar? Seguro que les encantaría el fax respondió Mariana con voz seria-. De acuerdo... pondré una

recomendación, otras más, para que hagan los informes virtuales.

-Gracias -respondió Dar malhumorada-. Tengo que dejarte. -Colgó el teléfono y retomó su tarea. Cada una de las evaluaciones constaba de cincuenta categorías con las que calificar a sus empleados, y también una sección de comentarios en la que por norma había que poner algo-. Por el amor de Dios... -Suspiró resignadamente recolocando los folios-. ¿No les bastaría con un papelito que dijera "si no te despido es porque trabajas bien"? -Dijo esto último dirigiéndose a los peces, que le respondieron meneando las aletas-. No, supongo que no. -Devolvió su atención a los papeles, escogió un fruto seco de su taza color azul cobalto y lo mordisqueó. En ese momento, un golpecito a la entrada le hizo adorar repentinamente las interrupciones. -Adelante -dijo en voz alta, viendo asomar a continuación la cabeza de su secretaria tras la puerta entreabierta-. María... ¿tenemos ya los informes de Marketing? La mujer, madura y bajita, sacudió la cabeza. -Nada... y van tres veces que llamo al departamento. -Avanzó sobre el suelo alfombrado y colocó varias carpetas en el archivo de Dar-. Tres cuentas nuevas. Kerry va a tener una semana ajetreada. -Sí... -concordó Dar. La simple mención de su ayudante le trajo una

inconsciente sonrisa a la cara-. Depende... -Marcó con velocidad aprendida un número en el teléfono. Sonó dos veces y a continuación, una voz animada-. Necesito hablar con José -comenzó Dar secamente. -Lo siento... en este momento está reunido -fue la respuesta del otro lado. -Dígale que salga y que se ponga al teléfono o estaré allí en treinta segundos -afirmó dejando caer el tono de su voz. Silencio. -Un momento, por favor. Dar esperó, mirando el reloj con un gesto exagerado. Por su parte, María se cubrió la boca para evitar que se le escapase la risa. Veintisiete segundos después alguien diferente apareció al otro lado del auricular. -¿Qué diablos quieres, Dar? -gruñó el Vicepresidente de Marketing. -Necesito los informes -respondió Dar con el mismo talante-. Y francamente no puedo permitirme perder el tiempo que supondría que mi gente persiguiese a la tuya por todo el maldito edificio y se los sacase por las malas. En el silencio, pudo oír la respiración pesada de él. Esperó pasando unos cuantos comentarios más a la hoja que tenía a medias mientras mordisqueaba otro fruto seco. -Estoy esperando -dijo con dureza. -Pues espera un poco más. -La línea se convirtió en música. Dar tarareó escogiendo una nuez y empujando la taza hacia María. -¿Quieres? La secretaria aceptó la oferta escogiendo un pedazo de albaricoque, sonriendo internamente ante el repentino gusto de su jefa por los aperitivos saludables en lugar de sus habituales chocolatinas.

-Los tendrás ahí en cinco minutos -afirmó la voz de José en cuanto volvió a ponerse-. Y deja ya de asustar a mi personal. -Si hicieran su trabajo no tendría que llamarte, ¿no crees? -replicó Dar suavemente antes de colgar-. Subnormal -murmuró sacudiendo la cabeza-. Bien... si no tienes esos informes a tiempo en tu mesa, ven a verme. -Sí... Dar, ¿has visto al nuevo ayudante del Sr. José? -añadió María bajando la voz-. No soy de las que van por ahí chismorreando, pero dos personas me han dicho ya que es un tipo realmente astuto y que los dos están tramando... ¿Cómo se dice? Ir contra ti. Dar se inclinó sobre los codos, jugueteó con la pluma que tenía en la mano y la miró. -Yo he oído lo mismo. -Sus intensos y claros ojos azules miraron a María-. Kerry está en una reunión con él y con Eleanor ahora mismo. De hecho... fue él quien puso en cuestión los proyectos de las instalaciones para este año. -Dios mío -dijo la mujer mayor con el ceño fruncido-. Habrá problemas, ¿verdad? Ella asintió lentamente. -El Sr. Fabricini y yo nos conocemos desde hace tiempo -comentó calmadamente la ejecutiva-. De hecho, éramos amigos. -Y de hecho también, un antiguo compañero de clase cuya contratación había supuesto una desagradable sorpresa para ellas al regreso de vacaciones-. Pero aquello se acabó -confesó al fin con franqueza-. Podría ponerse bastante feo, sí. María suspiró. -Eso no es bueno -dijo arrugando la frente una vez más-. ¿Por qué no podrán simplemente venir, hacer su trabajo e irse a casa... en lugar de estar todo el día buscando problemas? -Exhaló-. Pobre Kerry, sola con esos

dos. Una silenciosa sonrisa asomó al rostro de Dar. -Ella es fuerte... estará bien, María -afirmó para tranquilizar a su secretaria-. Escucha, sé que tengo una reunión con el comité ejecutivo después del almuerzo, pero ¿podemos cambiar lo del informe del cliente ese para mañana o sigue planeada para las cuatro? -Lo comprobaré. -María se dirigió hacia la puerta-. Y te mantendré al tanto de lo de los informes. -Gracias -dijo soltando un suspiro. Volvió a concentrarse por un minuto y luego dejó caer la pluma y se reclinó en su sillón con ojos pensativos. Así que era cierto. Hasta María estaba enterada. Dar sintió una familiar frustración creciendo en su interior, accionada por el entristecido comentario de la mujer. ¿Por qué simplemente no podían aparecer y hacer su trabajo? Su primer encuentro le aclaró que Steven Fabricini había sido contratado específicamente porque conocía a Dar, y José esperaba que aquello le proporcionase ciertas ventajas en la sala de reuniones. No es que no estuviera cualificado, meditó Dar. Incluso bastante más que José, en su más honesta opinión. Pero también tenía menos escrúpulos que aquel cubano fanfarrón, era más despiadado y mucho más agresivo si lo tenías como enemigo. Igual que ella, si quería ver las cosas muy objetivamente, y en tal caso la decisión de José no había sido mala para sus propósitos. En cualquier caso, su primer encuentro no había ido bien. "-Hola Steven. -Dar permaneció quieta tras su escritorio, con las manos sobre el mismo, cuando él entró. -Vaya, vaya, vaya... Mira lo que tenemos aquí. Pero si es mi antigua mejor compinche, Dar Roberts -comenzó Steven avanzando con pavonería, cerrando la puerta tras él y cruzando la habitación. No había cambiado mucho: alto, de constitución delgada, similar a la de un corredor de fondo,

y pelo tupido y oscuro. Sus ojos pardos no dudaron en estudiarla mientras se acercaba, con una pulida sonrisa ya en su rostro para cuando le tendió la mano-. Ha pasado mucho tiempo, ¿verdad? "No el suficiente", casi respondió Dar mientras aceptaba el gesto con desgana y se lo devolvía con un poco más de fuerza de lo normal. -Así es -contestó ella en tono neutral-. Creo que la última vez que te vi fue justo después de que te expulsaran de la Facultad en el último semestre. -Mm... sí, y tú disfrutaste maquinando todo aquello, ¿verdad? -El hombre rió entre dientes-. Pero está bien... sin resentimientos... después de todo, las cosas no han ido tan mal, ¿verdad? Aquí estamos los dos -dijo abriendo los brazos-. Mi oficina no es tan agradable como esta, pero... -se interrumpió, posando los ojos en ella-. Quizá eso cambie pronto. Dar se limitó a levantar una ceja, negándose a picar el anzuelo. -Bueno, te deseo suerte -concluyó ella manteniendo una expresión pétrea. En ese momento resonaron unos golpecitos de la puerta interior y ella mandó entrar alzando la voz, girando a medias la cabeza para observar el reloj al tiempo que Kerry aparecía. La mujer rubia atravesó el haz de luz solar que se vertía por la ventana y se pasó la mano por el pelo, destacando aún más su ya de por sí agraciada constitución. -Tengo los informes -dijo ella, dirigiendo a Steven una mirada curiosa y centrando luego su atención en Dar-. Ese centro de Nueva York va a ser casi imposible de completar... Nynex tiene proyectados otros sesenta días antes de arrancar los circuitos. -No es suficiente -dijo Dar concisamente-. Veré qué puedo hacer. Luego se giró hacia el lugar que ocupaba un visiblemente interesado Steven-. Kerry, éste es Steven Fabricini, el nuevo ayudante de José -le presentó-. Kerry Stuart, mi mano derecha. Kerry casi... casi había sonreído ante aquel comentario. A Dar no le

había pasado desapercibido cierto brillo en los ojos de la mujer al tenderle cortésmente la mano a su visitante. -Un placer. -Lo mismo digo. Sin duda. -Habló dejando caer cada palabra y dedicándole una encantadora sonrisa-. Trabajaremos muy bien juntos, estoy seguro. Kerry se limitó a hacer una inclinación de cabeza, después se giró y se deslizó fuera de la habitación dejándolos solos otra vez. -Vaya, vaya... Dar, vieja amiga... ciertamente tu gusto ha mejorado rió Steven-. Es una preciosidad. Ella consiguió frenar la rabia que pugnaba por salir de su interior, aunque casi demasiado tarde. -Steven, esto es una compañía EEDC, y nos lo tomamos muy en serio. Deberías guardarte ese tipo de comentarios para ti, porque no creo que le interesen a nadie más. -Oh, vamos Dar. -Se levantó con aquella obscena sonrisa aún pintada en la cara-. Tienes ciegos a todos los de aquí con esa actitud de "bésame el culo"... pero yo no voy a caer en la trampa. -La apuntó con el dedo-. Te conozco... y así es como te voy a hundir. Dar lo miró fríamente. -Steven, ya no soy la persona que conociste. Ten cuidado y no prometas cosas que luego no puedas cumplir. El rió y se marchó por donde había venido." Desde entonces se habían lanzado unas cuantas puñaladas, culminando en un desafío formal, un par de días antes, en lo referente a las negociaciones adicionales al proyecto que habían estructurado antes del

final del último año. Ella sabía que Steven buscaba lucirse ante José, y aquello le suponía una oportunidad para atacarla. Por eso revisó la información y envió a Kerry a la reunión en su lugar. Se preguntaba cómo le iría.

*** La sala de reuniones era pequeña, sólo una mesa ovalada con seis sillas y una pizarra blanca detrás de una cortina beige. En aquel momento, cuatro personas estaban sentadas a la mesa. Tres de ellas mirando fijamente a la cuarta: una mujer de mediana estatura, pelo rubio y claros ojos verdes. Llevaba una sencilla falda azul oscuro y un jersey de lana a juego que contrastaba con los trajes de ejecutivo y las resplandecientes faldas y chaquetas rojas de sus acompañantes. -Lo siento... creo que no he entendido bien la pregunta -especificó Kerry haciendo girar el bolígrafo entre sus dedos y observando pacientemente el otro lado de la mesa. José, Eleanor y Steven completaban el círculo, y Kerry tenía la desagradable sensación de ser un conejo encerrado en una jaula... con tres serpientes hambrientas. "Afortunadamente", pensó para sí, "los conejos tienen uñas y dientes para usarlos cuando es necesario". -¿Qué tienen que ver media docena de directivas que ni siquiera fueron aprobadas con los proyectos del año pasado? Obviamente Steven Fabricini se había enfadado por el hecho de que Dar la enviara a ella en su lugar, reparó Kerry, pero comprendía por qué lo había hecho... Ella tenía las respuestas a sus preguntas, y además aquella vuelta de tuerca impedía que la reunión se convirtiese en un debate en el que Dar se vería forzada a estar a la defensiva, atacada sin tregua por los tres responsables de Ventas y Comercio.

En aquel momento, Steven se levantó y fue hacia la pizarra blanca. -Bien, tal y como yo lo veo... si pretendemos tener semejante potencial, los de Financiación están obligados a ponernos banda ancha para que podamos cerrar acuerdos - dijo abriendo los brazos-. ¿Qué necesitas entender? Kerry inclinó la cabeza. -Eso es como decir que vas a comprar seis hamburguesas del McDonalds por si te entra hambre alguna vez en tu vida -replicó ella-. La petición del cambio de banda está basado en una fórmula que relaciona el rendimiento de vuestro departamento en los últimos años... Si queréis que eso cambie, tendréis que conseguir más contratos, porque nadie va a proporcionaros circuitos más complejos sólo con la remota posibilidad de un "supuesto" liderazgo. -Consultó la información que Dar había impreso para ella-. De acuerdo con las proyecciones de los últimos cinco años, la infraestructura está aumentando la adquisición de circuitos basados en nuevas cuentas en un diez por ciento proporcional. -Levantó la mirada-. ¿Pretendes decirme que conseguiríais más cuentas de lo que está aquí escrito? -¡No tenemos ni idea! -exclamó José alzando las manos-. Pero no podemos negociar sin la banda que nos permita atender sus demandas inmediatamente. -¿No lo ves, Kerry? -añadió Eleanor suavemente, sonriéndole-. No tenemos un chip regateador. -Ah -dijo Kerry cruzando las manos sobre los papeles-. Bien... entonces, ¿qué pasa si no añadimos esas cuentas y acabamos el año con un balance negativo que, digamos, tenemos que compensar? -¿Lo ves? Ese es tu problema, cielo... No puedes pensar así... Tienes que ser más positiva -le dijo Steven apuntándola con el marcador-. Tu conservadurismo te ciega... y eso destruye tu potencial para avistar nuevos negocios.

Kerry apoyó la barbilla en una mano. -No... simplemente estamos siguiendo los principios preestablecidos para nuevos negocios, y asentados por la corporación en Plano. Si tenéis alguna cuestión que debatir acerca de esa estructuración, id con ella a Les Roesenthal, ya que el modelo es suyo. -Jugaba sus cartas con la mayor elegancia-. Y esas cinco cuentas que echáis a suertes en este resultado no se adhieren a ese modelo... De hecho, dos de ellas muestran un significativo potencial de nuestra cantidad desperdiciado en la dimensión total considerada, a pesar de los beneficios que obtendríais por la firma. Su voz era gentil y casi encantadora-. Pero, como podéis ver, realmente no estoy convencida de que debamos ir a Infraestructuras con esto y pedirles que aceleren su programa. -Se levantó-. Y ahora si me perdonáis, tengo un almuerzo en mi agenda al que debo llegar en veinte minutos. José agarró sus papeles y salió con aire enfurecido. Eleanor le siguió, dejando a Steven y a Kerry solos en la sala. -Eres bastante audaz -dijo el acercándose. Unos ojos verde mar lo miraron fijamente. -Gracias. -Recogió sus papeles-. Si me disculpas... -Ey... ey... espera. -Steven rodeó la mesa y se reclinó sobre el borde-. No voy a morderte. -Sonrió-. A menos que quieras, claro. -Golpeó los papeles con la punta del dedo-. No hace falta que te muestres tan hostil... estamos en el mismo bando, ¿recuerdas? -¿Lo estamos? -preguntó Kerry-. ¿Entonces por qué acusas a nuestro departamento de sabotear deliberadamente el tuyo? -Levantó un e-mail impreso-. ¿O no fuiste tú quien escribió esto? -Oh, vamos... -protestó Steven perezosamente-. Es sólo un juego... relájate -dijo golpeándole el brazo con su rollo de papeles-. Los dos somos nuevos en esto, ¿verdad?

-Más o menos -respondió Kerry, relajándose ligeramente. -Entonces... podemos hablar... Mira, no estoy aquí para buscar problemas. Sólo quiero dar lo mejor de mí para empezar rápido con algunas ventas... Se trata de que todos salgamos beneficiados, ¿recuerdas? -dijo levantando las cejas-. Nos podemos ayudar mutuamente... las cosas están un poco estancadas... y si trabajamos juntos, tal vez podamos darles un empujón. Kerry lo estudió. Era atractivo, él lo sabía, y a ella no le pasó desapercibido el encanto de su cautivante sonrisa. -Será un placer ayudarte en lo que pueda -contestó Kerry, manteniendo un cierto grado de cautela-. Siempre y cuando no suponga comprometer nuestras normas. Fue ese el momento que él eligió para acercársele, con un movimiento aparentemente casual. -Ah... Kerry... ¿crees que te pediría algo semejante? -dijo sonriendo-. Pero tienes un almuerzo en tu agenda... Tal vez podríamos ir juntos a comer algo en la cafetería y seguir con la conversación... ¿Qué te parece? Steven capturó sus ojos y sus labios se contrajeron ligeramente. -De acuerdo -dijo la mujer con tranquilidad-. Estaría bien. -Volvió a recoger sus papeles y le obsequió con una sonrisa gentil-. Tengo que irme... llego tarde a la reunión. Él, por su parte, le guiñó un ojo. -Ve, cielo... ya nos veremos. Sus ojos la siguieron hasta que salió del cuarto y acto seguido su sonrisa de convirtió en una carcajada leve y gutural.

-Hay más de una manera de arrancarle los colmillos a un gato, Dar... Y tú has cometido un error. Uno muy grande.

*** La cafetería estaba completamente abarrotada por los que almorzaban temprano. Personas que entraban antes de las ocho y ya hacia el mediodía estaban muertos de hambre. Kerry levantó su bandeja y echó un vistazo a la sala hasta que localizó a María y a unas cuantas mujeres mayores sentadas de espaldas a una ventana, desde la cual se veía el océano. -Hola -las saludó, colocando su comida frente a una silla vacía-. Parece que va a llover. -Sí -concordó María, mirando las amenazadoras nubes de fuera¿Cómo estás, Kerry? ¿Fue bien la reunión? Kerry asintió y cogió sus cubiertos. -Más o menos. -Bebió un sorbo de té helado y pinchó con el tenedor un poco de lechuga-. Hemos acordado que no estamos de acuerdo en nada... ya sabes cómo son estas cosas. - Dirigió una mirada irónica a la mujer y luego en derredor con indiferencia-. ¿Han vuelto a secuestrar a la jefa? Esta vez fue María la que asintió. -Sí... Una conferencia desde Francia... me pidió que le llevase un sándwich. Kerry soltó una carcajada y sacudió la cabeza, pero no dijo nada. El

resto de los ocupantes de la mesa hablaban del último episodio de una famosa serie de televisión, así que se unió a la conversación con su jovialidad habitual. -Supongo que la luna de miel se acabó. -El comentario, indiferentemente sarcástico, hizo que Duks levantara la cabeza y mirara con frialdad a quien acababa de hablar. -¿Perdona? ellas.

La Administradora de Finanzas, Selene Advosan, se inclinó más hacia

-Vamos, Duks... al principio, ella y la princesa de hielo estaban más unidas que un corcho a una botella de champagne... No las he visto almorzar juntas desde Año Nuevo... Sólo fue cosa de "la novedad". El Vicepresidente de Finanzas masticó su sándwich de carne en conserva con aire pensativo. -Ni me había dado cuenta. -Se encogió de hombros, luego miró hacia Kerry, quien se encontraba a sus anchas con sus compañeras de mesa y se reía con ganas por algún comentario de María-. Puede que sólo estén ocupadas... De todas formas, Dar nunca baja aquí a comer... y parece que se llevan bien. -Sí... pero aun así creo que está pasando algo interesante -opinó Selene con un suspiro-. Debí haberlo imaginado... Dar está fuera de la competición. -Mmm... -Para entonces, Duks dejó de prestarle atención al tema y se concentró en su almuerzo. Al terminar, Kerry llevó su bandeja fuera y se unió a María justo en el momento en que la secretaria estaba pidiendo un sándwich para su jefa, estudiando las posibles opciones y mirando de un lado a otro del mostrador.

-¿Tú qué opinas? ¿Ensalada de pollo? -preguntó frunciendo el ceño. -Paté de atún con pan de pasas -Murmuró Kerry-. Y patatas fritas. -Puaj... -María se estremeció dirigiéndole una mirada realmente aterrada. La joven simplemente se encogió de hombros y sonrió-. Dios mío... En fin... -Pidió el sándwich y también varias servilletas. Luego agarró la bolsa que le alargaba la cajera y, con una pequeña carcajada, siguió a Kerry hacia el ascensor de personal, ya ocupado por varios empleados. En el último instante, el sonido de unos pasos apresurados por el pasillo y una mano que detuvo las puertas deslizantes dejó paso a Steven Fabricini, que se sumó a los ocupantes del reducido espacio. -¡Vaya, hola! -exclamó abriéndose paso entre el cartero y dos auxiliares administrativas y optando por apoyarse contra la misma pared que Kerry-. ¿Qué tal el almuerzo? -Bien, gracias -respondió ella con calma-. En realidad la cafetería no es mala... o al menos, mejor que muchos de los restaurantes de por aquí.. -Ah... -El hombre mantuvo un aire distraído cuando las puertas se abrieron por primera vez para dejar salir a una de las mujeres-. ¿Vives por la zona? -En Kendall -dijo Kerry con amabilidad. -Ey... ¡Yo también! -Steven sonrió-. Mi edificio es bastante normal... pero era eso o allá arriba, en Miramar. -Luego levantó la mirada mientras salían el cartero y las otras mujeres-. Parece que vamos al mismo sitio observó, dándose cuenta de que el botón con el número quince era el único que quedaba encendido. -Eso parece... -dijo Kerry mirándolo de arriba abajo-. ¿En qué parte de Kendall vives exactamente? -Es muy agradable... con un club y cosas así -respondió él cruzándose de brazos.

-No queda lejos de la mía... Tiene buena pinta. Cuando vamos a patinar siempre bajamos hasta esa pequeña panadería que hay en la esquina del paseo -comentó la mujer. -Ey... yo patino mucho -aventuró Steven sonriendo-. Quizás choquemos algún día por allí... Me gusta ese lugar. -En aquel momento, la puerta se abrió y él realizó un vistoso gesto hacia el exterior-. Las damas primero... Kerry siguió a María fuera del ascensor, observando la pose rígida de su espalda y escondiendo una pequeña sonrisa. Steve las acompañó por el vestíbulo hasta la puerta del despacho de Dar, donde relucía el distintivo de la ejecutiva. Su vibrante voz podía adivinarse surgiendo de la habitación a través de la gruesa superficie de madera pulida. -Ay... ¿Y ahora qué? -exclamó María con un suspiro. Steven rió entre dientes. -Dar no necesita un buen motivo para ser dura, cruel y desagradable. -Y dicho esto, pasó entre las dos mujeres y atravesó la puerta que tenían delante, cerrándola tras él. Kerry y María por su parte intercambiaron miradas y luego Kerry agarró su portafolios. -Yo arreglaré esto. -Se detuvo un instante con la mano en el picaporte y tras un leve empujón, pasó adentro. -Mike, me importa muy poco lo que te hayan dicho, porque son todo mentiras. -Dar recalcó sus palabras golpeando la mesa con el lápiz-. No voy a aceptar un plazo de sesenta días para que arranquen un circuito asqueroso, así que más les vale que puedan ofrecer algo mejor. -Mira Dar... llevamos dándole vueltas al tema desde hace dos meses... Y no van a ceder -respondió la voz del hombre, que surgía del altavoz del teléfono con un tono visiblemente cansado-. Tienen miles de

conexiones que hacer ahí arriba, y un equipo más viejo que mi madre. Dar levantó la vista al oír que la puerta se abría y mostró una expresión de profundo disgusto al contemplar la descarada intrusión de Steven en su espacio personal. -Dame un momento -dijo al tiempo que pulsaba el botón de llamada en espera-. La gente llama antes de entrar en este despacho. Él se limitó a reír entre dientes y dejarse caer pesadamente y sin ningún miramiento en una silla. -Esconde las uñas, Dar. No me das ningún miedo. -¿Qué quieres? Estoy en medio de una conversación -le censuró la mujer morena. Steven se reclinó hacia atrás, mirando a la puerta cuando ésta se abrió y Kerry se deslizó al interior, donde segundos antes había estado él. a Dar.

-¿Así que llaman antes de entrar? -preguntó burlonamente, sonriendo

-Ella no tiene por qué. Trabaja aquí -replicó Dar-. Tienes diez segundos. Habla o lárgate. Kerry atravesó tranquilamente la alfombra y depositó la bolsa en la mesa de Dar. -El almuerzo -murmuró, dirigiéndose luego hacia la puerta interior, que daba al pasillo, que a su vez daba a su propio despacho. -Gracias -dijo Dar con voz tirante y dirigiéndole una breve mirada-. Espera un segundo... tengo algunos contratos para ti. -A continuación, volvió a concentrarse en su inoportuno huésped-. ¿Y bien? -Quiero un grupo de trabajo. -Se inclinó hacia delante bruscamente-. Y quiero a dos miembros de tu personal. Así podré hacerme una idea de

qué demonios estás tramando aquí y echarlo abajo -puntualizó, con una sinceridad pasmosa, a la vez que temeraria-. La quiero a ella y a cualquier otro que quieras asignarme, durante dos meses a partir de mañana. Cayó el silencio. Dar apoyó las manos sobre la mesa y le miró directamente a los ojos. -¿Eso quieres? -le preguntó suavemente. -Sí, eso quiero -reafirmó sonriendo. Lo siguiente fue una estilizada y poderosa indicación hacia la puerta. -Pues lo que yo quiero es que salgas ahora mismo de mi despacho dijo la ejecutiva terminantemente-. No tengo ni tiempo ni personal para dedicarte en tu estúpido jueguecito de caza. Si quieres entretenerte rebuscando en los archivos como una rata, habla con Mariana. -¿Te asusta lo que pueda descubrir, Dar? -dijo él cruzando las piernas y sonriéndole al tiempo que miraba de reojo a Kerry, que esperaba pacientemente a un lado-. No vas a poder mantenerlo en secreto eternamente. Dar se limitó a mirarlo fijamente. -Como quieras. -Se levantó alisándose las perneras del pantalón-. Tendré que solicitarlo a la vieja usanza... Conseguiré lo que quiero, y todos lo sabrán. Lo siento, Dar... Es algo que te tengo guardado. Por los viejos tiempos. -Le guiñó un ojo a Kerry cuando salía y dio un portazo a modo de despedida. El silencio volvió a inundar la habitación, hasta el momento en que Kerry se aclaró la garganta con un leve carraspeo. -¿Sabes lo que quiero yo? Dar levantó una ceja.

La mujer rubia se acercó y se apoyó en el borde del escritorio. -Una ducha -dijo, señalando al otro lado de la habitación-. Justo en esa esquina. Así podré ir y lavarme cada vez que tenga que hablar con ese rastrero montón de estiércol. -Y formó una mueca improvisada-. ¡Me hace sentir tan pegajosa! -dijo estremeciéndose-. ¡Ugh! ¡Dar! ¡Puaj! Aquello provocó una cansada risa en la otra mujer, que agitó la cabeza y lanzó un suspiro. -Es todo un personaje, te lo puedo asegurar. -Pulsó el botón del teléfono una vez más-. Mike, ¿sigues ahí? -Sí... -respondió una voz apagada-. Estaba empezando a comer. -De acuerdo... dame el nombre de algún mandamás de ese equipo y veré si puedo acelerar un poco las cosas. -Dar dejó caer la cabeza sobre una mano-. Sesenta días... Mi perro tardaría menos en arrancar esa maldita red. -Y seguro que lo haría bastante mejor que ellos -concordó la voz-. Te

mandaré un e-mail con algunos nombres... Gracias Dar.

-Sí, sí... -suspiró Dar tan pronto como hubo cortado la llamada, y se giró para encararse con Kerry-. ¡Ey! Ésta levantó la cabeza y sonrió. -Ey... -Señaló la bolsa-. Atún con pan de pasas... Y será mejor que te comas las patatas antes de que se filtren a través de la bolsa. La expresión de Dar se ablandó y agarró la mano de Kerry apretándosela cariñosamente. -Gracias... ¿Cómo fue la reunión? Has debido estar impresionante para que este memo te haya mencionado.

Kerry le dirigió una mirada de incredulidad. -Me parece que lo único que quiere es acabar contigo a toda costa... Pasó de ser condescendiente y agresivo a acosarme de una forma realmente descarada -dijo haciendo una mueca-. Quiere que almorcemos juntos mañana. -Observó cómo la ceja derecha de Dar se alzaba en un gesto de expectación y sospecha-. Aquí... en la cafetería -añadió compensándola con un guiño cariñoso. Aun así, el gesto no desapareció del rostro de la ejecutiva-. Oooh... ¿Son celos eso que siento crecer en tu cabeza? -Hmfh -rezongó Dar suavemente-. No... no es eso... Puedes ir a almorzar con quien quieras, Kerry... No estoy... Hem... Una mano cubrió su mejilla inesperadamente. -Me siento halagada -susurró Kerry. Dar cayó en silencio. Luego carraspeó un poco. -Tengo un lado posesivo bastante desarrollado -admitió con cierta vergüenza-. Pero ten cuidado, ¿vale? Ese tipo es muy astuto. La mujer rubia se acercó un poco más. -No tanto como tú -murmuró-, a pesar de lo que él crea. De todas formas, ¿qué problema tiene contigo? Dar suspiró. -Fuimos juntos a la universidad... Éramos buenos amigos, aunque nunca tuvimos mucho en común... Estábamos juntos en artes marciales, salíamos con gente del mismo grupo... Todo empezó cuando le gané en los nacionales aquel año. -Ah... -Kerry levantó una mano-. Déjame adivinar, ¿tenía un don natural para el kárate?

-No -replicó Dar de forma tajante-. En realidad no era demasiado bueno, y tal vez ese fue el problema... Nunca habría conseguido pasar las rondas preliminares, y fui yo quien lo mando al banquillo de los perdedores... por pura casualidad. -Volvió a suspirar conforme los recuerdos acudían a su mente-. Según él, yo debía haberle dejado ganar... porque en aquel momento estaba tratando de impresionar a una de las chicas del equipo contrario que le gustaba desde hacía años. Ese fue el detonante. -No tiene sentido... ¿por qué tenías que sacrificarte por él? -preguntó Kerry-. No te imagino haciendo semejante cosa, ni en esa situación ni en ninguna otra. Los claros ojos azules de Dar pestañearon unas cuantas veces antes de que ésta contestara. -Es complicado... Él pensaba que le debía ese favor. Pero no era así, no lo hice y él quedó expulsado del torneo de kárate después de aquello. Se detuvo de nuevo, tratando de ordenar sus pensamientos-. Estaba en la especialidad de Diseño de Sistemas... casualmente la misma que estaba haciendo yo, cuando descubrí que había robado la idea del diseño matriz de su profesor. -Oh... -Kerry hizo una mueca de disgusto. -Sí... bueno, yo era una moralista empedernida por aquel entonces, así que me faltó tiempo para ir a contarlo al Departamento. El caso es que le expulsaron de la Universidad. -Dar suspiró una vez más-. Nuestro último encuentro no fue lo que se dice agradable... Me dijo que se las pagaría algún día, y por eso está aquí. -Jesús... Debería olvidarlo y seguir con su vida... ¿Cuánto hace de eso? ¿Diez años? Qué pérdida de tiempo... -Kerry cruzó los brazos sobre el pecho-. Me produce escalofríos. -Mmm... -se reafirmó Dar-. En fin, el caso es que no nos queda otro remedio que lidiar con él. Si continúa presionándote puedes decirle que no te interesa... o que estás comprometida con otra persona.

-Ambas excusas son completamente ciertas -sentenció Kerry-. Se te está enfriando el sándwich -añadió asestándole un leve golpe en el hombro. La mujer sonrió, abrió la bolsa, sacó la comida y devoró de un bocado la primera patata. -Mmmmmm... Apuesto a que la expresión de María al ver esto no fue precisamente agradable. -Dio el primero mordisco al pan antes de continuar-. Ella suele traerme ensalada de pollo en pan de pita. Kerry la observó complacida durante un minuto. Después se levantó. -No, no lo fue... Pero nada comparado con la que puso cuando la vieja víbora de Steve se puso a flirtear conmigo. -Tocó el hombro de Dar, ésta vez cariñosamente-. Creo que ella también tiene un lado protector. -Mmhmm... -Dar asintió, con la boca llena-. Es que piensa que eres una especie de reencarnación de la Virgen María por conseguir que haya cambiado los frutos secos por mi habitual surtido de chocolate. Kerry resopló suavemente. -Tampoco fue tan difícil... Vamos, cualquiera podría haberlo hecho. Dar estudió su sándwich durante un momento, antes de darle un bocado. -Nadie lo había intentado antes -comentó casualmente mientras masticaba a dos carrillos, disfrutando el agradable sabor del pan tostado-. Hasta mi madre desistió en su momento. -Ya veo... -Kerry se movió ligeramente a un lado, lo justo para dejar un bombón errante fuera de la vista de Dar-. Puedo llegar a ser muy cabezota, sin mencionar también mi pequeño lado posesivo -añadió sonriendo-. ¿Tu madre era de los verdes? -Vegetariana -le corrigió Dar, limpiándose la boca-. Lo intentó conmigo durante un tiempo... pero mi padre me dijo que incluso de bebé tiraba fuera del plato los guisantes y me lanzaba a por la hamburguesa que

él se estaba comiendo. Debía sacarla de quicio con eso... -Se acabó las patatas y metió todos los restos en la bolsa hasta que todo quedó tal y como estaba al principio-. Gracias... Ahora tengo tiempo de sobra para repasar este maldito informe antes de la reunión del Comité Ejecutivo... Y tengo que ver a un nuevo cliente a las cuatro... No creo que esté libre antes de las siete. Kerry asintió. -He quedado con algunos de los chicos en el gimnasio para hacer una sesión de escalada a las seis... ¿Habrás acabado para nuestra clase? -Oh sí -respondió Dar positivamente-. Estaré lista para entonces... El día se me está haciendo eterno, y sólo es la hora de comer. -Tranquila. -Las manos de Kerry encontraron el cuello de su jefa, sintiendo la tensión de sus hombros. Se situó detrás de la silla y comenzó a obsequiarle con un agradable masaje, disfrutando a su vez de la tibieza de su piel bajo la fina blusa de seda-. Estás muy tensa, ¿verdad? -Mmm... -Dar cerró los ojos y dejó caer la cabeza hacia delante, rindiéndose plácidamente al contacto de su compañera-. Sí... wow... vaya, es fantástico... Reconoció entonces la bondad de aquella sensación. No sólo por el masaje y la distensión que causaba en su cuerpo, sino también la calidez y la preocupación que prácticamente podía sentir surgiendo a través de Kerry. Aquello hizo que todo lo malo del día hasta entonces se desvaneciera, y la dejara en un estado mucho más propicio para encarar su inminente reunión. Por fin, cuando la joven hubo acabado, se irguió y levantó la vista hacia ella. -Gracias Kerry volvió a sonreír. -De nada... Será mejor que me vaya. ¿Lo de los contratos era verdad o sólo una excusa para retenerme aquí?

Una leve carcajada. -No soy tan mala... Ten. -Dar le alargó las carpetas-. Son tres nuevos... y, por si no te lo había dicho antes, hiciste un gran trabajo con la estructuración de los dos de la semana pasada. -Y era verdad, ya que los planes de negocio y las cláusulas iniciales se habían revelado realmente bien consideradas y eficientes-. Recibí una nota de Eleanor sobre la reunión del New England Power... Al parecer quedó muy impresionada por cómo lo manejaste. Kerry irradiaba alegría. Una gran sonrisa cubrió su rostro y sus ojos parecieron brillar con luz propia mientras asimilaba aquel cumplido. -Wow... gracias... -De alguna manera, cuando Dar hablaba de negocios con ella conseguía olvidarse de su relación y simplemente reaccionaba como cualquier otro lo haría para conseguir el beneplácito de sus superiores. Era una sensación extraña, casi como si Dar y ella fueran dos personas diferentes: compañeras de trabajo por un lado, y una pareja, a secas, por otro-. Me alegro de haberlo hecho bien. En ese momento, el teléfono de Dar rompió el encanto con su sentido de la oportunidad habitual. -¿Dar? -resonó la voz de María al otro lado con aire resignado. -¿Sí? -respondió la ejecutiva, apoyándose en un codo sobre la mesa. -Personal, línea uno. -Apuesto a que sé de qué se trata -suspiró Dar-. Gracias... -y pulsó el botón-. Dar Roberts. -Eres una fuente constante de problemas, ¿lo sabías? -La voz de Mariana surgió a medias entre irritada e irónicamente divertida-. ¿Intentas

batir el récord de quejas o qué?

Dar levantó las manos dejándolas caer después pesadamente. -¿Qué he hecho esta vez?

-Oh... déjame ver... -Se oyó un ruido de papeles, pasados uno tras

otro-. Ser desagradable, obstruccionista, poco cooperativa, en detrimento

del progreso del negocio...

-No es cierto, Mari -dijo Kerry por encima de los hombros de su jefa-. Yo estaba aquí. En realidad se comportó con bastante educación. Mariana suspiró. -¿Qué es lo que quería? -A mí -contestó Kerry-. Que yo y otro miembro del equipo fuésemos asignados a su mando durante dos meses mientras él... nos ponía directamente de patitas en la calle. Lo siguiente que oyeron fue una leve y fluida maldición. -Y tú te negaste, ¿no es eso? -Le dije que no tengo tiempo ni empleados para dedicarle en su estúpido juego... y que si lo que quería eran perros a los que poner a escarbar en la basura, te los pidiese a ti -replicó Dar-. No voy a ceder a mi gente, y mucho menos a mi valiosa y eficiente ayudante, a ese montón de m... -Ya me hago una idea -le interrumpió justo a tiempo la Vicepresidenta de Personal-. En fin... le ha mandado una copia de la queja

a Les, junto a un montón de estadísticas... El asunto no me gusta, Dar... Te guardaré una copia. Dar tamborileó con los dedos en la mesa. -¿Le envió algo a José? Un momento de silencio.

-Hem... ahora que lo dices, no -respondió Mariana. Dar sonrió. -De acuerdo... gracias. Ya me las veré con Les si se decide a meter las narices. -Atrajo hacia sí una de las carpetas que abarrotaban su escritorio-. ¿Te veré en la sala de conferencias? -Cuenta con ello -afirmó Mariana, colgando el teléfono. -Parece que va en serio, Dar -expuso Kerry, frunciendo el ceño en señal de preocupación-. ¿No sería más fácil darle simplemente lo que quiere? Quiero decir... de todas formas no va a encontrar nada, por mucho que investigue nuestro departamento. Los pálidos ojos azules de la ejecutiva recorrieron la habitación antes de volver a caer sobre el rostro de Kerry con significativa intensidad. -Sí, eso sería lo más fácil -convino con sequedad-. Pero no pienso hacerlo. -La ferocidad de su voz sorprendió a Kerry-. ¿Quiere pelea? Pues la va a tener.

*** Dar miró el reloj al tiempo que entraba en su despacho. La reunión con el cliente se había alargado casi una hora más de lo previsto, pero había acabado en un punto bastante alentador, por lo que no consideró aquello como tiempo perdido. Faltaban pocos minutos para las siete, pensó, y sacó su teléfono móvil al tiempo que presionaba las teclas de memoria. Tres toques... cuatro... y el agudo sonido de la línea dejó paso a una voz infinitamente más agradable al oído, aunque con la respiración entrecortada. -Hey.... -Oh... -Kerry se detuvo para coger aire-. Hey... ¿qué tal? -¿Dónde estás? -quiso saber Dar al sentir en su oído la agitada respiración de su ayudante.

-Más o menos a la mitad del muro, colgando de una mano -respondió la mujer rubia-. Oye... sabes que adoro hablar contigo, pero podrías... -Lo siento -se disculpó Dar-. Acabo de llegar de la reunión... Estaré ahí en unos diez minutos. -Vale... se lo diré a los demás -respondió Kerry-. Ooooop... espera... vale. -Suspiró-. Así está mejor... Me has pillado como quien dice cabeza

abajo y tratando de subir a pulso... Vaya, que casi me disloco el brazo. La ejecutiva rió entre dientes suavemente.

-Vale... Bueno, vuelve a poner las dos manos en esos agarres, ¿de acuerdo? Te veo en un momento. -Esperaba con ansiedad aquella clase, así como pasar algo de tiempo con Ken-. Y ten cuidado. -Vale... nos vemos... -Kerry colgó el teléfono y busco la manera de devolverlo a la parte trasera de sus pantalones cortos-. En momentos como este me alegro de haber comprado el modelo pequeño -comentó al muro irregular que se alzaba frente a ella-. Bueno, hora de bajar. Deshizo lentamente la ruta que había seguido en la subida, yendo de agarre en agarre hasta que estuvo a la suficiente distancia del suelo como para dejarse caer sin peligro. Sintió las hasta entonces invisibles huellas del esfuerzo en las caderas y los hombros, los estiró con cuidado y se recostó contra el muro para recuperar la respiración. -Whoo... -Agitó y flexionó las manos para recuperar el dominio total de los músculos y seguidamente salió de la sala de escalada para echar un vistazo a la multitud que llenaba el gimnasio-. Ah -exclamó localizando a Ken de pie junto a su pequeña oficina y encaminándose hacia él. Él levantó la vista al verla y le obsequió con una radiante sonrisa. -Hola.

-Hola, Ken... -La mujer se secó la frente con la toalla que llevaba enganchada al cinturón-. Dar viene para acá... Al parecer la reunión se alargó más de lo que esperaba. Ken se frotó el cuello. -Aún estoy dolorido de la última noche -comentó avergonzadamente. Dar le había sorprendido con una patada lateral directa a la mandíbula que hizo que su cabeza saliera disparada hacia un lado con más brusquedad de la recomendable-. ¿No podríamos ir simplemente a tomar un café o algo así? Kerry rió suavemente. -Disfruta mucho de vuestras sesiones... pero no creo que le importe si se lo pides. -Levantó la vista cuando Colleen entró en escena, ya ataviada con su habitual equipo de entrenamiento-. Eh, Col... dame unos minutos. Dar está a punto de llegar. La pelirroja sonrió. -Bien... Pensaba que llegaba tarde... Dos de los cajeros han tenido problemas y nos hemos pasado una hora tratando de ver qué pasaba. -A continuación tiró de los pantalones cortos de Kerry-. Vamos a beber algo mientras. -Sí... aún tengo que ir a por mi equipo -informó Kerry-. ¿Tú quieres algo, Ken? -No... -El agente del gimnasio negó con la cabeza- Id vosotras... Tengo que darme una vuelta por aquí -afirmó señalando a un pequeño grupo de mujeres con aire desorientado-. Nuevos miembros. Kerry asintió y echó a andar detrás de Colleen hacia la barra donde servían los zumos. -Pídeme uno de fresa y plátano, ¿quieres? Voy a cambiarme. -Dirigió sus pasos hacia los vestuarios, saludando con la mano a tres sudorosas

mujeres que pasaban por allí-. Hola chicas... -Hola Kerry -dijo la que estaba más cerca, una especialista en programación que trabajaba en el departamento de Mark-. ¿Y la jefa? -Viene de camino. -La mujer rubia sonrió alcanzando el cuarto forrado de taquillas, que resonaba reproduciendo el siseo de las duchas y los chasquidos de las cerraduras contra las puertas de metal. Abrió la suya y sacó sus pantalones de algodón, un top y un cinturón, todos ellos del mismo tono de blanco. A continuación se deshizo de las mallas cortas y la camiseta que había usado en la escalada, junto con las rodilleras, eficientes a la hora de evitar que se dejara las rodillas destrozadas contra la áspera estructura de hormigón. Casualmente dirigió su mirada hacia la derecha y se encontró mirándose a sí misma en el espejo, deteniéndose un momento para evaluar el reflejo. Giró sobre sí misma a derecha e izquierda para apreciar la firme curvatura de su cadera, cuyos músculos lucía ahora bastante más pronunciados de un tiempo a esta parte. Deslizó una mano sobre su cintura, descubriendo con satisfacción que la formas de sus abdominales empezaba ya a adivinarse bajo la piel que los cubría. -Hmmm... -Alzó una ceja ante sí, contemplando ahora el movimiento de los músculos de su hombro acompasados con su brazo. La verdad es que le había llevado un tiempo conseguirlo... Estaba demasiado acostumbrada a su propia idea de sí misma, y aquel cambio no le había hecho sentir precisamente cómoda al principio. "De acuerdo", pensó suspirando mientras se enfundaba en los pantalones de algodón. "Muy incómoda". Su mente regresó a los tiempos en que se veía condicionada por las ideas de su madre acerca de lo que una mujer podía y no podía ser. Y desde luego, no debían parecer atletas de luca libre. Delgadas... elegantes... serias... Eso sí. En fin... Y la verdad es que había un montón de personas en el gimnasio que encajaban perfectamente con las ideas de su madre, limitándose estrictamente a los ejercicios de aeróbic y a las saunas hasta dejar su

cuerpo como el de un galgo y huyendo de las máquinas y la musculación como de la peste. Dar se había empleado a fondo en demostrarle que había otro modo de ver las cosas. La mujer consideraba que el desarrollo de la fuerza era una parte muy importante en el cuidado de la salud, se mostraba orgullosa de cada músculo que formaba y torneaba su cuerpo y explicó a Kerry con un toque de timidez que ella lo prefería así, puesto que éstos se encargaban de consumir una buena parte de los excesos de alimentación que cometía más que de vez en cuando. Todo aquello sonó tan lógico a Kerry que decidió que, si iba a compartir su vida con Dar, lo mejor era hacer un esfuerzo para que la rutina de comidas de la ejecutiva no acabaran con ella. Descubrió que le gustaba el ejercicio a medida que iba desarrollando su capacidad física, y le complació darse cuenta de que había disfrutado del rato que había pasado escalando tanto como lo haría con el medio kilo de fresas y la taza de espeso y oscuro chocolate que esperaba en casa. Como si hubiese oído sus pensamientos, su estómago eligió aquel momento para rugir con fuerza. La mujer sacudió la cabeza y, con una sonrisa, cerró con llave la puerta de la taquilla y se dirigió a la salida ajustándose el cinturón. -Te lo has tomado con calma... -dijo Colleen empujando amablemente el vaso de zumo hacia ella-. Bueno, ¿qué tal tu semana? Kerry suspiró. -Personalmente, fantástica. Profesionalmente también, excepto por el tipo nuevo del que te hablé... No ha parado de dar problemas. -Bebió un largo sorbo de la espumosa bebida de fruta, disfrutando de su ligero sabor amargo-. Quiere hundir a Dar. Colleen echó también un gran trago y jugueteó con la servilleta. -Vaya... Ten cuidado con eso, cariño... No te quedes atrapada en la línea de fuego -le aconsejó-. Dar es perfectamente capaz de cuidarse sola.

-Me temo que ya estoy en medio -dijo la mujer rubia con un cierto aire pesaroso-. El asunto apesta... pero sabremos manejarlo. -Sus ojos fueron hacia la puerta justo en el momento en que ésta se abría dejando paso a una silueta familiar. Dar aún llevaba su traje de negocios, pero traía la bolsa de deporte colgada del hombro, y la recolocó contra su espalda al tiempo que sus ojos recorrían el interior del gimnasio. Le llevó menos de cinco segundos, según las cuentas de Kerry. Solían jugar a ese juego con regularidad: ver el tiempo que tardaban en localizarse en medio de una habitación atestada de gente. Para cuando el número cuatro se dibujó en su mente, unos ojos azules encontraron los suyos, y los labios de Dar formaron la más sincera de las sonrisas. A continuación, echó a andar hacia donde ellas estaban, esquivando graciosamente un par de cintas de carrera apuntaladas en medio del área de máquinas. -Hey -dijo Kerry ofreciéndole un trago de su bebida-. ¿Cómo te ha ido? Dar se encogió de hombros. -Igual que siempre. -Aceptó el vaso y tomó un sorbo-. Hola, Colleen. La pelirroja sonrió. -Hola, Dar... ¿Podemos trabajar en series de puñetazos hoy? -Claro -respondió Dar devolviendo el vaso a su dueña-. Voy a cambiarme... os veo en el tatami. -Acto seguido, se dirigió a los vestuarios, hacia la taquilla contigua a la de Kerry, y la abrió. Dejó su bolsa dentro y se cambió rápidamente, deleitándose en la sensación de aquel incómodo traje, la camisa, las medias y los zapatos abandonando su cuerpo y siendo sustituidos por unos pantalones de algodón y unas zapatillas de corte flexible. Colgó la ropa de trabajo y se acomodó la camiseta larga antes de sacar un cinturón negro de la bolsa, darle un par de vueltas y ceñirse la cintura con él. Llevarlo, al principio, había resultado extraño. Estaba acostumbrada a trabajar con el entrenador de la isla en pantalón de

chándal y camiseta corta, pero cuando empezó a dar ella las clases, Ken le aseguró que sus alumnos se sentirían menos impresionados si de hecho se vestía con su propia ropa. Así, se encontró rebuscando en los viejos baúles que contenían todos sus artículos personales hasta dar con aquella indumentaria. De hecho, le sorprendió de que aún le valiese. Y de hecho también había tenido sus dudas sobre si ir vestida así, pero se disiparon como la niebla tan pronto como Kerry dijo que le gustaba su aspecto. Está bien, está bien... En realidad sus palabras exactas fueron que estaba muy atractiva, y desde aquel momento ni se había planteado vestir de otro modo. -¿Egocéntrico? -se preguntó a sí misma un poco avergonzada-. Bueno... tal vez un poco. -Cerró la taquilla y salió del vestuario. Todos la estaban esperando: un grupo de diez, contando a Kerry y a Colleen. Dar les dirigió durante el calentamiento habitual, aprovechando para desperezar sus propios músculos. Siguió desarrollando unos cuantos conceptos que sólo habían tenido tiempo de ver por encima la semana anterior y de ahí enlazó con la lección específica del día. Como de costumbre, Kerry la observaba con aire de profunda concentración, el ceño fruncido y la lengua asomando apenas entre los dientes y los labios mientras repetía el ejercicio. Al principio con cierta indecisión, y después con creciente confianza. -Genial -la elogió Dar-. Vale... ahora tú y Colleen, una contra otra. -El resto de la clase observó mientras la rubia y la pelirroja se tanteaban manteniendo la distancia, y Kerry se adelantó agarrando el brazo de Colleen y la mandó por los aires, dejándola caer a plomo y sentada en el suelo con aire aturdido-. Eso es. -Ugh. -Colleen miró de soslayo a su amiga-. Si sigues así tendré que estar sentándome sobre almohadones el resto de la semana. Kerry sonrió y le ofreció una mano. Dar no esperaba disfrutar enseñando. Se ofreció voluntaria en un impulso inconsciente y más tarde casi se había arrepentido de ello, pero con el paso de las semanas se encontró a sí misma esperando

impacientemente el momento de dar su pequeña clase. -Vale... Muy bien. -Asintió con la cabeza, y dos de los hombres del grupo se dispusieron a enfrentarse a modo de demostración-. De acuerdo... esa patada un poco más alta... tienes que impactar justo sobre la rodilla. -Se acercó y tocó al hombre en el muslo-. Aquí. La clase terminó sin problemas y Dar se reclinó contra la pared, observando cómo Ken se acercaba lentamente con una mirada de disculpa en su rostro. -Buenas noches, Ken -le saludó-. ¿Cómo tienes el cuello? -En realidad, no había pretendido golpear al pobre chico de aquella manera... Sólo intentaba probar un movimiento que se le resistía de un tiempo a esa parte, no esperaba que le saliese... Y le salió, lo cual sorprendió a ambos. Mejor dicho, ella se sorprendió. Ken para ese momento estaba demasiado ocupado contando estrellas con la espalda pegada a la lona. -Duele como un demonio... -admitió-. Creo que voy a tomarme la noche libre. Dar se mordió el labio. -Lo siento -le dijo sinceramente. -Bah, olvídalo. -Chasqueó la lengua para restarle importancia al tema y alzó la mirada hacia ella-. Oye, Dar... ¿has pensado alguna vez en volver a competir? La pregunta le pilló desprevenida. -No, yo... -empezó, dudando por un momento qué decir-. No... Vamos, Ken... Han pasado diez años. Ya no estoy para esos trotes. El hombre agitó negativamente la cabeza. -Siento no estar de acuerdo... Quiero decir que no sé si te interesará, pero me pasé por la competición el fin de semana pasado y tengo que

decirte que, sinceramente... Dar, habrías salido de allí con el trofeo en la mano. -Se metió las manos en los bolsillos, encogiéndose de hombros-. Sé que es sólo a nivel local, pero podrías volver si quisieras. Controlas todos los movimientos. Sólo te supondría un poco más de preparación física. Su primer impulso fue decir que no. Definitivamente no. Su vida ya era complicada de por sí, no tenía tiempo para planteárselo en serio... o al menos no para aportar toda la dedicación que requería algo así. Pero.... Una seductora sensación, que ella creía enterrada y olvidada desde hacía tiempo, empezó a abrirse paso de nuevo en su interior, recordándole lo mucho que se había divertido en sus días de competición. Lo mucho que había disfrutado ganando. Quizás el haber visto de nuevo a Steven había hecho vibrar aquella parte de sí misma atrayéndola a la superficie, pensó abstrayéndose por un momento. Después, sus ojos se clavaron en el expectante rostro de Ken. -Lo pensaré -le dijo con serenidad-. No sé... La verdad es que no me lo había planteado hasta ahora. Él se limitó a sonreír. -De acuerdo, piénsatelo... -le dijo golpeándole suavemente en el brazo-. Hablaremos en un par de días. Dar cruzó el ajetreado gimnasio, con expresión pensativa.

*** Kerry se relajó en el suave asiento de cuero y respiró profundamente. -Dios, me muero de hambre... Suerte que metí aquel bol de pollo satay en el frigorífico antes de salir de casa.

-Mmm... eso suena bien -afirmó Dar con la vista fija al frente. La joven giró la cabeza hacia ella, estudiando su perfil. -Estás muy callada esta noche -dijo después de un momento de silencio-. ¿Va todo bien? ¿Aún sigues dándole vueltas a lo del señor bola de estiércol? Sus claros ojos azules abandonaron la carretera y se dirigieron a ella por un momento. -No se merece ni que me preocupe por él -declaró, aun sabiendo que era mentira-. Me las arreglé para tocarle un poco las narices a José... Le di una copia de ese e-mail. -Rió entre dientes con suavidad-. Nunca le había visto llegar a semejante tono de rojo en tan poco tiempo... Aunque he de admitir que suelo tener ese efecto sobre él. Kerry se estiró reclinándose sobre el reposa-brazos. -¿Qué es lo que espera conseguir, Dar? Me refiero a Fabricini. -¿Su objetivo? -Dar giró hacia la terminal del ferry y metió el coche en la embarcación que acababa de atracar. Aparcó, y bajó las ventanillas antes de apagar el motor. El gélido aire de enero recorrió el interior del automóvil, impregnándolo con el olor salado del mar y se recostó, con una rodilla sobre el volante-. El puesto de José y mi cabeza -afirmó-. Y si consigue probar que perdimos dinero por algo que yo haya hecho tendrá una buena oportunidad de conseguir ambas cosas. Kerry pestañeó. -Pero... ¿cómo va a hacerlo? Tú sabes que no ha pasado nada de eso. Dar desvió la cabeza hacia un lado. -Nadie es perfecto, Kerry... Tal vez consiga descubrir alguna ocasión en que pudimos haber hecho mejor nuestro trabajo, y que por tanto provocó pérdidas... Hay demasiadas cosas en marcha al mismo tiempo, y muchas de ellas requieren decisiones rápidas y basadas en la mejor

información disponible... Podría ocurrir. -Dejó caer las manos sobre su rodilla-. Pero le tengo preparado un buen contraataque... Va a tener que dar con algo realmente escandaloso para hacerme daño, así que no me preocupa demasiado. -Quedó en silencio y observó el agua encrespada que quedaba tras el rastro del ferry y borrada la silueta de la luna de su superficie. -Entonces... ¿qué es lo que te preocupa realmente? -inquirió Kerry en tono condescendiente-. ¿El hecho de que se lo tome como algo tan personal? Dar pensó un momento sobre ello. -Puede ser -admitió-. O tal vez que esté husmeando sobre mí... -Una sonrisa triste atravesó su rostro-. Y si descubre lo nuestro, seguro que lo utilizará como arma. -Mmph... -Kerry giró su cabeza a un lado, dejándose mecer por las olas mientras atracaban en la isla-. Bueno, sólo tenemos que asegurarnos de que eso no ocurra... ¿verdad? Dar sacó el coche del barco, atravesando la cortina de agua que lanzaban las olas sobre el muelle, y tomó la carretera que conducía a su casa. Aparcó junto al Mustang de Kerry y apagó el contacto. -Vamos... A cenar a gusto, hasta que no podamos más. -Salió recogiendo su bolsa y esperó a que Kerry la alcanzara antes de subir corriendo las escaleras y abrir la puerta. Entraron rápidamente y encendieron las luces. Después Kerry dejó caer su bolsa en el sofá y atravesó la cocina hacia el trastero, de donde surgía toda una serie de agudos chillidos. -Vale, vale Chino... calma... -Abrió la puerta y dejó salir al pequeño labrador, de tres meses de edad-. ¿Nos has echado de menos? La cachorro trepó por su pierna dando saltos arriba y abajo hasta que ella la levantó y la estrujó en un fuerte abrazo.

-Hey... -Kerry sonrió al sentir una pequeña lengua rosada contra su cuello-. ¡Eh... sin morder! -Los pequeños dientes afilados mordisqueaban su piel mientras se dirigía hacia el cuarto destinado al cachorro-. Te has portado bien, ¿no? Dar llegó en ese momento, y la perrita empezó a lloriquear retorciéndose en su dirección. -Hey, pequeña... -Está bien... está bien... -Kerry se la entregó-. Vete con ella... Ya sé a quién prefieres de las dos... Mira, Dar. Hoy no ha hecho ninguna de las suyas. La mujer morena recibió un mordisco en la nariz antes de mirar atentamente el cuarto. -Fíjate... Buena chica -elogió al cachorro-. Recurrir a los servicios de la urbanización para que la saquen un par de veces al día fue todo un acierto, ¿no crees? -Así es -afirmó Kerry-. ¿Quieres dar una vuelta con ella mientras preparo la cena? -Contempló con indulgencia a la mujer que acariciaba el mentón del animal, haciendo que la placa que llevaba al cuello, con su nombre y la dirección de la casa, tintineara suavemente-. ¿Dar? -¿Hmm? -La ejecutiva levantó la mirada-. Oh... sí... perdona. -Acto seguido besó al cachorro en la cabeza-. Vamos, Chino... salgamos... a ver si haces pis, ¿eh? -La dejó salir por la puerta trasera y bajar la escalera del patio hacia la zona ajardinada, bañada por la luz de la luna. Kerry no pudo evitar reír mientras se lavaba las manos. -Nadie en el trabajo creería esto aunque lo oyera. -Agitó la cabeza irónicamente. Dar había demostrado tener un toque extremadamente tierno cuando descubrieron aquella pequeña adicción mutua, y Chino pronto se había ganado una provisión vitalicia de galletas para perros con sus nobles ojos castaños y un par de trucos bien aprendidos. No era extraño ver a Dar con la cachorro sentada junto a ella, levantando la pata y

acariciándole suavemente la pierna, y a la bien entrenada humana dándole inmediatamente una galleta Iams que Chino devoraba con visible regocijo. Era una escena deliciosa, y Kerry adoraba observar cómo los intimidantes ojos azules de su amante se volvían adorables y suaves cada vez que se giraban en la dirección del animal. Preparó el pollo y un poco de arroz, y añadió al plato habichuelas verdes al vapor para acompañar. -Eso servirá. -Se sacudió las manos y recogió su bolsa al tiempo que echaba un vistazo a la sala de estar con una agradable sensación de calma. Al principio, le había parecido demasiado estéril, fría, pero desde su mudanza había convencido a Dar para que colocara algunos de sus objetos personales, añadiendo algo de su propia sustancia en ello, y ahora la atmósfera era más cálida y alegre. Incluía unas cuantas ilustraciones que habían adquirido en el Festival de Grove Art, un colorido paño tradicional trenzado a mano que hacía las veces de mantel sobre la mesa central, con una escultura de bronce de unos delfines nadando en el mar. También se las había arreglado para sacarle unas pocas fotos a Dar, incluyendo dos de sus años de Universidad en las que Kerry pensaba que estaba adorable, y añadiéndolas a las suyas en los huecos del recibidor. Había quedado muy bien. Kerry corrió escaleras arriba y dejó el portátil en su despacho antes de entrar en su cuarto. Su cuarto. Aún tenía que convencerse de ello durante un segundo cada vez que atravesaba el umbral de la espaciosa habitación de techo abovedado y puertas de cristal, que dejaban caer en sus ojos una impresionante visión del Océano Atlántico. Había traído ya casi todas las cosas de su apartamento, aunque seguía pagando el alquiler temporalmente, y se le seguía haciendo raro ver a Pooh con los brazos abiertos como de costumbre encima de la cómoda y acolchada silla que utilizaba para leer, justo en el lugar de la habitación más propicio, puesto hacia ella el sol entraba con la inclinación perfecta a través de la nítida superficie acristalada. Había colgado sus cuadros en las paredes, su edredón cubría la cama y sus trastos plagaban el aparador en un desorden que obviamente sólo ella entendía.

Kerry dejó caer su bolsa y fue hacia las puertas de cristal, deslizando una de ellas lo suficiente como para poder salir a la terraza cubierta con la única finalidad de quedarse allí de pie y contemplar el agua, oscura y ondulante, durante un momento. La brillante luna teñía de plata las olas. Olía a sal, a la frescura del césped justo debajo y el aroma del nogal que se alzaba en el club de playa cercano a la casa. Aquello era precioso y ella lo adoraba, incluso aunque a veces tuviese que pellizcarse a sí misma para convencerse de que era real y no sólo un extraño sueño, ya no sólo por la casa sino por su vida en general. A veces hasta le daba miedo irse a dormir por la noche, temiendo levantarse un día y que todo se hubiera esfumado. Suspiró. -Vamos, Kerry... vuelve a la Tierra y cámbiate para cenar -se reprendió a sí misma. Volvió adentro cerrando las puertas tras de sí y se deshizo de la ropa del trabajo, sustituyéndola por su camiseta de dormir favorita y colgando la chaqueta y la falda en el enorme armario empotrado, del que Kerry juraba y perjuraba que era del mismo tamaño que su vieja habitación en el apartamento de Kendall. En ese momento, un leve gemido llamó su atención y se volvió a tiempo de ver a Chino, que entreabría su puerta asomando la nariz y avanzaba tropezando hacia ella, tras haber subido trabajosamente las escaleras. Su más reciente habilidad. -Hey, Chino... ven aquí cariño. -Kerry se tumbó en la cama dejando que el cachorro trepase por sus piernas, y jugó con ella un rato, levantándose después y dirigiéndose de nuevo al piso inferior con la mascota tras ella en todo momento. Dar estaba en su despacho, trabajando en algo, y levantó la mirada cuando Kerry asomó la cabeza desde detrás de la puerta. Por un minuto, sólo se miraron la una a la otra, hasta que Dar se reclinó en el respaldo de su cómoda silla.

-Huele muy bien... -Se puso las manos detrás de la cabeza y arqueó la espalda, de forma que el fino tejido de su camiseta de béisbol se ciñó a las curvas de su esbelto torso-. Ken me ha dejado caer algo esta noche... Me... ha sugerido que podría volver a competir. Kerry se acercó a ella y apoyó su peso sobre el brazo del sofá. -¿En serio? -preguntó mientras observaba de cerca el rostro de Dar-. ¿Y quieres hacerlo? La mujer se mordió el labio inferior en su característico gesto de concentración. -No lo sé... Cuando lo mencionó, lo primero que me vino a la cabeza fueron todas las razones por las que no podría... y te aseguro que algunas eran realmente buenas. -Antes de continuar, se encogió de hombros-. Es decir: requiere tiempo, mucho esfuerzo... entrenamiento... -En este punto, lanzó un sonoro suspiro-. Ha pasado mucho tiempo... y no sé si sería capaz. -¿Pero? -aventuró Kerry, adivinando un tinte de indecisión en sus palabras. Por su parte, la ejecutiva levantó las manos un momento y las dejó caer de nuevo sobre los brazos de la silla. -Quizá las sesiones de ejercicio que hemos estado haciendo... me han despertado algún estúpido gen de adrenalina... No sé... No hago más que pensar en si podría volver a ponerme a mi antiguo nivel. -Alzó la mirada-. ¿Qué opinas tú? La mujer rubia la estudió en silencio un momento. -Creo que deberías ir a por ello. -Sonrió-. Adoro las clases, pero veros a ti y a Ken después es como un soplo de aire fresco... Hay algo increíble en tu expresión cuando te enfrentas a él. Dar se rascó la barbilla con un leve atisbo de vergüenza.

-¿En serio? -Te lo aseguro. -Kerry le tendió una mano mientras consultaba su reloj-. Venga, seguiremos hablando durante la cena. Ya debe estar lista. Se sentaron frente a la gran pantalla de televisión y Dar la encendió rápidamente después de que Kerry le sirviera un humeante plato de comida. -Oh... mira, el Fanático de los Cocodrilos -observó-. ¿A por qué irá esta vez? Kerry observó la pantalla. -Serpientes. -Se llevó a la boca un poco de pollo con arroz, al que en el último momento había añadido jengibre y especias-. Mmmm... Sí, serpientes de cascabel. -Agitó la cabeza-. Jesús... las está cogiendo por la... Dar, se va a meter en una cueva llena de esos bichos... ¿Es que el Discovery no teme que le pongan un pleito cuando se lo coman vivo? Dar levantó su plato y empezó a cenar. -Probablemente le hayan hecho firmar un documento por quintuplicado que les exima de cualquier responsabilidad legal con él. -La salsa de cacahuete picante del pollo contrastaba con el agradable sabor a jengibre del arroz, y Dar suspiró con satisfacción-. Kerry, está todo delicioso. -Gracias -respondió antes de echar un largo trago de su té helado-. Hay fresas de postre. -Lo sé. -Dar rió entre dientes suavemente y pasó su brazo por los hombros de la mujer al tiempo que daba el primer bocado a la que le ofrecía-. Bueno, ¿y qué está haciendo ahora? Oh... eh, ¿su mujer está embarazada? -Eso o devora bombones de cocodrilo fuera de las horas laborales dijo Kerry con desgana-. La arrastra a las montañas y le hace tocar

serpientes de cascabel... ¡Jesús! -El hombre de la pantalla retrocedió levemente ante la furiosa hembra que tenía en las manos-. ¿Te gustan estos bichos? No, Steve... ¡No pienso hacerlo! -Dijo masticando-. A pesar de eso, tiene un acento encantador. -Extendió la mano, agarró una habichuela del plato de Dar y se la ofreció-. Toma... las he salteado con un poco de mantequilla de ajo... Pretendía hacer una especia de fritura a la francesa. Dar se comió la habichuela masticándola especulativamente. -Creo que estoy siendo bastante condescendiente. -Pestañeó-. Fíjate... debe haber una docena de serpientes debajo de esa roca... ¿Por qué no se estará quieto un rato? Espera... ¿Acaba de decir "mierda"? Kerry frunció el ceño. -Sí... lo ha dicho... ¿Qué?... ¿Has visto lo pálido que se acaba de poner? -Subió un poco el volumen-. Oh... Dios... tiene una serpiente entre las piernas. Su compañera reventó en carcajadas. -Bueno, no es lo que se dice original, pero... -Tch... ¡Dar! ¡NO! ¡Tiene una serpiente entre las piernas! Mira... se están poniendo nerviosos... ¡No sabe qué hacer! -Observaron cómo el tipo retrocedía lentamente y luego salía corriendo como alma que lleva el diablo-. Wow... eso sí que ha sido emocionante... Me pregunto si emitirían las escenas si realmente una serpiente venenosa le hubiese mordido en sus partes. -Bueno... -Dar reía ya sin ningún tipo de control sobre sí misma-, al menos ahí se puede hacer un torniquete... Imagínate que fuese en la cara. -Suspiró y masticó una gran cucharada de arroz-. Creo que es un adicto a la adrenalina. Se quedó en silencio por un momento. Buscar esas sensaciones... esa excitación... ¿Era eso lo que la estaba empujando a retomar la

agresividad de la competición? Por otro lado, ¿qué iba a sacar de volver diez años atrás en el tiempo para intentar recuperar aquel pequeño pedazo de gloria? ¿Se trataba de un mecanismo de defensa ante el hecho de que ya había entrado en la treintena? ¿Una jugarreta de su ego... para demostrar que aún estaba ahí? Si se trataba de eso... qué idea más deprimente, ¿no? ¿Vanidad? ¿O un desafío en el que sería divertido adentrarse? Contempló la imagen del invencible Steve Irwin saltando de roca en roca en busca de más serpientes, inmune al miedo que cualquier otro sentiría ante la idea de encontrarlas. Hmm. Se acabó la cena con aire pensativo.

*** -Y dime... ¿Cómo es que una chica lista como tú acabó en este nido de ratas? La sonrisa que acompañaba a la frase pretendía dejar claro que lo decía en tono de broma. Kerry reflexionó, tomando un buen trago de su té helado al melocotón. -Entregué un currículum y me aceptaron -respondió con sequedad-. Y de hecho, esto me gusta bastante. -La mañana había transcurrido lenta y aburrida, y por desgracia tampoco había surgido ningún imprevisto que utilizar como excusa para eludir su cita con Steve Fabricini. Incluso Dar había propuesto inventarse una si realmente no le apetecía ir. La ejecutiva había estado de muy bien humor desde su primera reunión del día con uno de sus nuevos equipos de cuentas. Alguien les había dado un chivatazo, según informó a Kerry, y le habían preparado un desayuno a base de crepes con mermelada de fresa y galletas en lugar de la acostumbrada macedonia de frutas. A la joven, un leve centelleo en sus

ojos la había delatado como responsable de aquel cambio. -Te gusta, ¿eh? -dijo Steve riendo entre dientes al tiempo que removía su yogur con la cucharilla-. Es difícil de creer teniendo en cuenta para quién trabajas. Kerry se encogió de hombros. -Bueno, ya sabes... La gente dice muchas cosas, pero en realidad me gusta trabajar con Dar. Es lista, sabe hacer su trabajo, te da confianza cuando hace falta... y siempre está dispuesta a darlo todo por su equipo comentó con honestidad-. Si sabes lo que haces, no tienes problemas con ella. -Las mismas palabras que le había dicho Mark Polenta cuando se conocieron-. Por supuesto, si no lo sabes... -Dejó la frase en el aire. Él, por su parte, se limitó a reír. -Pobrecilla... Espera hasta que seas arrojada al fuego del sacrificio en cuanto le culpen a ella de algo... No puedes ir por la vida siendo tan ingenua, ¿sabes? -Se inclinó hacia ella-. Escucha, cielo... Yo la conozco, ¿entiendes? No te... Se volverá contra ti como un perro rabioso a la primera oportunidad. -¿En serio? -La mujer le dio un bocado a su sándwich-. Bueno, gracias por el aviso. -De nada -respondió Fabricini bajando la voz-. Oye... no hay razón por la que no podamos trabajar juntos, ¿de acuerdo? Mi labor aquí es superar los baches que nos encontremos en el camino... y si lo consigo, la Compañía al completo sale ganando. No te quedes del lado equivocado, ¿hmm? -Posó una mano sobre la muñeca de ella-. Eres una chica muy lista... todo el mundo lo dice. Y cuando todo esto salte por los aires, podrías tener la oportunidad de tu vida... si entiendes a lo que me refiero. Kerry le sonrió cándidamente. -¿Quieres decir que si consigues descubrir lo suficiente como para echar a Dar de aquí... yo podría ocupar su puesto?

Él le devolvió la sonrisa. -Ya te dije que eras lista. -Sus ojos adquirieron un brillo peligroso-. Únete a mí, dulzura. La mujer se limpió los labios con la servilleta y la devolvió, con toda la parsimonia del mundo, a la bandeja. -Antes me gustaría aclarar un par de cosas -dijo meditadamente. -¿El qué? -El hombre sonrió, mostrando una expresión triunfal en el rostro. -Una, te recomiendo que me quites las manos de encima antes de que me vea obligada a clavarte el tenedor en ellas -comenzó Kerry sin perder la compostura-. Dos, si vuelves a llamarme "dulzura" tendré que buscarte un calificativo igual de insultante, y podría no sonar del todo bien. -Ella sonreía mirándole a los ojos, disfrutando cada segundo de aquella confrontación-. Y tres, donde va Dar, voy yo. -Se levantó en cuanto se vio libre de él y recogió su bandeja-. Que tengas un buen día. Y lo dejó allí sentado mientras contaba mentalmente hasta veinte tratando de controlar su respiración, esperando que su corazón dejase de martillearle los oídos por la rabia. -Maldito estúpido miserable... ¡Oh! Lo siento... -se disculpó tras chocar con Mark Polenta, que miró detrás de ella. -¿Estás bien? -le preguntó, puesto que había oído sus últimas palabras-. Ey... ¿qué has hecho para dejarle con esa cara? Parece que le han dado en la cabeza con la torre de un ordenador. Kerry respiró profundamente unas cuantas veces para terminar de calmarse. -Es un cerdo. -Depositó su bandeja en la zona de lavado-. Quiere que trabaje con él para encontrar algo sucio sobre Dar, y luego me dice que si lo hago me dará su puesto. Mark estalló en risas.

-Chica... debe tener los cables cruzados. -Palmeó el hombro de Kerry. Apuesto a que te eligió porque eres la que menos tiempo lleva aquí... y dio por sentado que el resto ya tenemos una escala de lealtades formada. Dejó su bandeja junto a la de ella-. Y bien... ¿qué le has dicho? -Que me besara el culo -respondió Kerry enrojeciendo ligeramente-. Pero con un poco más de educación. Observaron cómo el sujeto echaba a andar hacia ellos con el cuello enrojecido de rabia y dejaba la bandeja en el carro con un poco más de fuerza de lo normal. -Fallo mío. -Afirmó, vertiendo una oleada de furiosa corrección sobre Kerry-. Debí haber supuesto que habría algún tipo de lealtad... personal... en este asunto. -Arrojó la servilleta al interior de la papelera-. Peor para ti. -Y se marchó, dirigiéndole una evidente mirada de repugnancia. Mark y Kerry se miraron el uno al otro. -Gilipollas... -dijeron ambos al unísono. Después, Kerry suspiró. Bueno, al menos ya no tengo que preocuparme de que se le ocurra pedirme una cita - remarcó sarcásticamente. -Sí... pero puede llegar a ser peligroso ahora que le tienes como enemigo -respondió Mark haciéndose con dos grandes galletas de chocolate y ofreciéndole una-. Ya sabes cómo es esto de los rumores. -Nada que no haya visto antes. -Kerry aceptó el dulce y le dio un mordisco-. De "ese" precisamente me da que todo el mundo se ha cansado ya -aventuró refiriéndose a su posible relación con Dar, y que había remitido visiblemente desde el día de Año Nuevo. Se habían mostrado extremadamente cuidadosas al respecto, hasta el punto de no pasar juntas más tiempo del necesario en horas de trabajo, ni siquiera durante el almuerzo. El caso es que las habladurías dejaron de circular, y los cotillas se habían lanzado ya a por algo nuevo y más interesante. -Ya... pero aun así ándate con ojo -le aconsejó el jefe de MIS

mientras se dirigían al ascensor. Kerry suspiró, pulsó el botón de la planta número quince y retuvo las puertas al oír unos pasos que se aproximaban. No veía el exterior desde donde estaba, pero de alguna forma ya sonreía para cuando Dar entró en la cabina, pasó hasta la pared del fondo y se reclinó contra ella. -Hablando del rey de Roma... -bromeó Kerry cuando las puertas se cerraron-. Acabo de echar a perder mi almuerzo. -¿En serio? -Dar se cruzó de brazos-. Al menos has tardado más de lo que lo hubiera hecho yo. -Dirigió a Mark una mirada sarcástica-. Debes haberle dado bien, porque Mariana acaba de llamarme y dice que se ha convocado una reunión para todo el alto personal directivo. -Como si lo tuvieran estudiado, los buscas de Kerry y Mark empezaron a lanzar pitidos-. No tengo tiempo para estas tonterías, y precisamente hoy menos que nunca. Kerry leyó el mensaje que surgía de la pequeña pantalla. -Síp... a la una en punto en la sala de conferencias. Mark maldijo por lo bajo. -Tengo a HP aquí esta tarde por lo de los servidores... -farfulló mirando a Dar-. ¿Sabes qué es lo que quieren? La ejecutiva se encogió de hombros. -Mari no me dio detalles... Estaba esperando un envío de Plano. Suspiró-. Les lo ha aprobado... y viene del mismísimo Centro de Personal... así que sólo Dios sabe de qué se trata... Probablemente otra campaña de carteles publicitarios. Mark se carcajeó.

-Me gustaron los de seguridad, Dar... Tengo ese de la prevención contra hackers enmarcado en mi dormitorio. Las puertas se abrieron para dejarles paso y se encontraron frente a frente con Mariana, que esperaba en la puerta del despacho de Dar. -Oh oh... -murmuró la ejecutiva-. Esto no tiene buena pinta -dijo despidiéndose de ellos con un movimiento de cabeza-. Nos vemos luego. -Dar, necesito hablar contigo -le informó Mari en cuanto llegó a su lado-. No te vas a creer lo que nos acaba de caer encima. -Bueno... de primeras, me creo cualquier cosa -afirmó Dar señalando hacia la puerta-. Vamos dentro. -Y precedió a la mujer hasta el interior de la oficina-. María, apúntame una reunión a la 1:00 p.m. y cancela la conferencia de lo de los extractos, por favor. -Sí. -La secretaria levantó la vista del teléfono-. Dar, te llamó tu mascotita. -Gracias -dijo Dar con aire distraído dirigiéndose a la puerta que daba a su despacho y deteniéndose de golpe, provocando que Mariana impactase, literalmente, contra su espalda-. Espera un segundo... ¿¿qué?? -Se giró y miró a la mujer-. Perdona... -Luego asomó la cabeza a la sala-. María, ¿quién dices que ha llamado? Ésta sonrió ampliamente. -Sí... la cachorro... Levanté el teléfono y nada. Dije "hola" un par de veces... luego buenos días, pero nada. Y cuando estaba a punto de colgar oí... -En este punto se puso a lanzar una serie de graciosos gemiditos-. Comprobé el identificador de llamadas y era el número de tu casa. Dar cerró lo ojos momentáneamente, ignorando la amortiguada risa que venía de detrás de ella.

-Debe haber salido de su cuarto... y habrá tirado el teléfono del soporte de la sala de estar... Hazme un favor. Llama a los del servicio residencial y que vayan a echar un vistazo, ¿quieres? -Sacudió la cabeza y volvió a meterse en el despacho-. Genial... Con mi suerte, seguro que ya ha llamado a Singapur o algo así -murmuró mientras cerraba la puerta-. En fin... a ver, ¿qué pasa? Mariana arrojó un paquete sobre su escritorio. -Antes de que empieces a pegar gritos, debes saber que ya he llamado a Les dos veces... y no va a dar marcha atrás. Dar rodeó su escritorio y se sentó recogiendo el paquete. Sus ojos lo examinaron y levantó la mirada. -Es una broma, ¿verdad? Mariana sacudió la cabeza. -Nop... Es un retiro para ejecutivos, con un programa específico para equipos como el nuestro. Tienen una reserva para doce, a partir del viernes por la tarde. Mandarán un autobús a recogernos. -Se cruzó de brazos-. Les dice que en Texas han puesto en práctica uno muy parecido, de tres meses, y que al parecer funciona muy bien. Dar se cubrió los ojos con la mano. -A ver si lo he entendido... -murmuró-. ¿Quiere meternos a todos en un autobús, mandarnos a Dios sabe dónde a escalar rocas y vivir en cabañas... porque eso nos va a ayudar a hacer mejor nuestro trabajo? -Esencialmente es eso, sí -asintió Mari-. La verdad es que he estado informándome sobre el tema y podría estar bien, Dar... Aunque eso depende de los participantes.

-En nuestro caso, lo único que depende de los participantes es QUE NO NOS MATEMOS LOS UNOS A LOS OTROS. -La mujer terminó la frase a gritos, que resonaron contra las paredes de madera del cuarto-. ¿Está LOCO o qué? -Golpeó literalmente los números del teléfono-. Beatrice, ¿está ahí? -Tamborileó con los dedos en la mesa hasta que le dieron paso a la línea. -Dar, antes de que digas nada déjame darte mi versión de los hechos. -La voz de Les sonó jovial, como de costumbre-. ¿De acuerdo? Dar cruzó las manos sobre la mesa. -De acuerdo -respondió en un tono fingidamente tranquilo. -Ayer recibí tu e-mail... y para serte sincero, me inquietó bastante declaró el CEO-. No porque pensase que fuera verdad... Soy consciente de

que puedes ser una condenada obstruccionista cuando quieres, Dar, pero siempre lo has hecho por el bien de la empresa.

-Uh huh -gruñó Dar. -Lo veo más bien como un problema global... de toda la compañía, y

es por eso que estamos usando esos seminarios... ¡Son magníficos! Te encantará... Escucha, es sólo un fin de semana, lejos de todos... Sin móviles, sin ordenadores... la comida es buena... y está demostrado que esas cosas funcionan. Hacen que las personas se conozcan mejor. -Uh huh. -Por eso estoy seguro de que las cosas se suavizarán entre tú y el

tipo ese nuevo si os dais la oportunidad... y el resto del equipo también necesita tomar un poco de conciencia de grupo. Tus chicos me han dado

más de un dolor de cabeza últimamente. -¿Les? -¿Sí? Va, ya puedes bombardearme si quieres. -El problema entre Steve Fabricini y yo es que nos conocemos demasiado bien. Hice que le expulsaran de la Universidad hace diez años y aún me la tiene guardada. -Dar se detuvo-. ¿Crees que mandarnos juntos al bosque es una buena idea? El silencio al otro lado de la línea se prolongó un poco más de lo normal. -Hem... -murmuró Les-. Vaya... ojalá lo hubiese sabido antes. -¿Podemos cancelarlo? -preguntó Dar, esperanzadamente. -Pues verás... dimos una señal... y acabamos de dar salida a la orden de pago -confesó el CEO con aire abatido-. Si lo cancelamos, perdemos el dinero... -dijo como pensando en voz alta-. No, el proyecto sigue adelante,

Dar... y cuento contigo para dar ejemplo a los demás. Quiero que me los traigas rebosando de un nuevo y renovado espíritu de equipo.

Dar suspiró. -Les, en serio, no tengo tiempo para esto... Estás deshaciéndote de todo el grueso de mi equipo, estaremos totalmente incomunicados... ¿Y si surge algún problema durante el fin de semana? -Aquella era su última baza que jugar. Les se echó a reír.

-Dar, ambos sabemos que tú escoges a tu gente precisamente

porque sabes que no te dejarán colgada en los momentos de crisis... El resto de tu departamento puede arreglárselas un par de días. Lárgate, pásalo bien y relájate un poco. Yo estuve en una de esas cosas y me lo pasé como nunca. Confía en mí. -El hombre escuchó una serie de profundos resoplidos al otro lado del teléfono-. Estás furiosa conmigo, ¿verdad? -Si pensase que eso podría hacerte cambiar de idea, te lo diría respondió Dar incisivamente. -Vamos... mantén la mente abierta, Dar... Nunca se sabe lo que

puede pasar en esta vida... Igual regresáis de allí como los mejores amigos del mundo. -Les se echó a reír de nuevo-. Y de todas formas... acabo de procesar tu paga extra de Navidad. Sé que se me olvidó mandarte una tarjeta en tu cumpleaños, así que espero que esto me haga enmendarlo. -Les... -Tengo que dejarte... El Presidente de IBM está aquí y vamos a charlar amigablemente. Rumores, falsos cotilleos... esas cosas -dijo Les-.

Hazlo, Dar... Si vuelves y me dices que ha sido tan horrible como pensabas, te compensaré. -¿Cómo? -inquirió Dar amargamente. Una leve pausa. -Podemos negociar eso de la velocidad con que se resuelven los

problemas internos.

Las cejas de Dar se elevaron en un gesto de incredulidad.

-Está bien -manifestó pausadamente-. Supongo que un fin de semana es un precio razonable. Les se rió por lo bajo. -Ésa es mi Dar... Intenta pasártelo bien, ¿eh? -dijo, y colgó. Mari se removió en su silla y sacudió la cabeza. -Tu relación con él es realmente interesante. -A continuación, lanzó un suspiro-. Eres una de las pocas personas de las que puedo asegurar que le caen bien. -Bueno, al menos lo he intentado... -Dirigió una mirada irónica a la otra mujer-. Esto va a ser una pesadilla, Mariana. -Lo sé -afirmó la Vicepresidenta de Personal-. Tú y yo, Duks, Kerry, José, Steve, Mark, su segundo, Eleanor, sus ayudantes y los de Duks y mi ayudante Mary Lou. -Aquí se detuvo un instante-. Sabes cuál va a ser tu mayor problema, ¿verdad? -¿Además de no matar a Steve? -Dar jugueteó con un lápiz de su bote-. Sí, lo sé. "Evitar que descubrieran su pequeño secreto". -Vosotras dos tenéis un química especial cuando estáis cerca la una de la otra -le dijo Mari con ironía-. Va a ser algo difícil de esconder en un lugar salvaje, sin nada que hacer excepto hablar unos con otros y asar malvas silvestres. -Dicho lo cual, se levantó de la silla-. Gracias por intentarlo, amiga... Ha sido una lucha memorable, y lo hubieras conseguido de no ser por el maldito dinero. -Sí. -Dar se reclinó hacia atrás, exhalando-. Debí haberle ofrecido esa paga extra para cubrir los costes -propuso a su amiga, ya visiblemente de mejor humor-. Creo que habría salido ganando con el cambio.

Mari se echó a reír mientras se encaminaba hacia la puerta. -Son sólo un par de días, Dar... Estaremos de vuelta en Miami el domingo por la tarde. No creo que nos vaya a matar. Dar se desperezó en el momento en que se quedó sola y arrojó el lápiz sobre la mesa, echándole un vistazo más detenido al paquete que aún tenía delante. Sin embargo, unos leves golpes en la puerta le hicieron distraer su atención y sonreír anticipadamente. -Adelante. Kerry asomó la cabeza y luego entró en el despacho. -Hey... -Hola. -Dar se reclinó de nuevo en la silla y cruzó las manos sobre el estómago. -¿Problemas? -inquirió la joven con curiosidad. -Tal vez ambas los tengamos. -Dar empujó el paquete hacia su ayudante-. Cancela tus planes para el fin de semana. -De hecho no tenían nada serio pensado, sólo una sesión de buceo, un viaje a Bayside y pasar algo de tiempo con Capuchino. Kerry levantó el envoltorio y se sentó en uno de los lugares destinados a las visitas, estudiándolo con interés. -Vaya... he oído hablar de estas cosas. -Levantó la vista hacia Dar con una sonrisa-. Suena interesante... Viene de arriba, ¿verdad? -Mmhmm -asintió Dar.

Un encogimiento de hombros. -Puede que hasta sea divertido, Dar... Quiero decir que hay cabañas. No es como que tengamos que sobrevivir a base de nueces silvestres ni nada parecido. Dar rió entre dientes. -Si fuésemos sólo tú y yo, o con Duks y Mariana... incluso hasta con Mark, te daría la razón. Pero van Steve, José, Eleanor... y dos o tres más que ni siquiera conozco. -¿Y qué? -Kerry examinó el folleto-. Es genial... tienen carreras de obstáculos en las que hay que ayudarse unos a otros... -Levantó la vista de las ilustraciones-. ¿Quién sabe? A lo mejor sirve de algo. La mujer de pelo negro la miró fijamente. -Bien, ¿debo entender entonces que no te importa tener que pasarte un fin de semana entero fingiendo que no me conoces? -le preguntó suavemente- ¿O al menos no más de lo que se conoce a una "jefa"? Kerry pestañeó. -Oh. -Momentáneamente, se mordió el labio inferior recapacitando sus palabras-. Cierto, emm... ¿No puedes librarnos de esto? -planteó, casi como una súplica. -Ya lo he intentado. -Dar levantó las manos dejándolas caer en un gesto de impotencia-. Les acaba de pagarlo... así que me temo que estamos atrapadas. Se miraron la una a la otra un momento. -En fin... -Kerry lanzó un suspiro dándose por vencida-. Bueno, estoy

segura de que podemos hacerlo... Quiero decir que manejamos bastante bien el asunto durante las horas de trabajo. -Se levantó y devolvió el paquete a la mesa. Después la rodeó y se sentó en una de las esquinas que quedaban del lado de Dar. -¿Tú crees? -Los labios de la ejecutiva se contrajeron ligeramente-. Bueno, tengo que decirte que eres la primera ayudante que tengo con esa peculiar costumbre de apoyarse en mi mesa. -Tiró de uno de los extremos de la falda de Kerry-. La mayoría no se acercaban a menos de dos metros de mí. Las cejas de Kerry se alzaron. -Ellas se lo pierden -respondió en un tono malicioso, lo que hizo asomar una genuina sonrisa al rostro de su jefa. Reflexivamente, se inclinó para tocar la mejilla de Dar, recorriendo sus labios con el dedo pulgar y emitiendo a continuación un leve suspiro-. Dos días, ¿eh? Esto va a ser de locos. La sonrisa de Dar se intensificó levemente antes de que esta llevara una mano a la rodilla de la joven y le diera unas palmaditas en señal de exagerado consuelo. -Sobreviviremos -afirmó mirando su reloj-. Hora de ir a esa maldita reunión... No me perdería por nada del mundo la cara de tonto que se le va a quedar a Steve cuando vea para lo que ha servido su rabieta de niño pequeño... Y por cierto, ¿qué es lo que quería de ti? -Oh... -Kerry se puso en pie y dejó espacio a Dar para que saliese de detrás de la mesa-. Comprarme con la promesa de que tendría tu puesto una vez que nos hubiésemos deshecho de ti. Dar se detuvo un momento antes de incorporarse del todo, se enderezó lentamente y se pasó una mano por el pelo. -Tiene gracia... -comentó brevemente-. Así es como se ha ganado a Elana. Kerry bufó de rabia.

-Sabía que era una idiota en cuanto la vi... ¿¿¿Te traiciona para quedarse con tu puesto??? ¡¡¡Por el amor de Dios!!! -Golpeó a Dar ligeramente en el brazo para dar énfasis a sus palabras-. Ni por cualquier puesto de trabajo en la Tierra... Por nada del mundo, ni de Marte, ni de Júpiter... – Su diatriba fue cortada de golpe por los labios de Dar sobre los suyos y un intenso y sentido abrazo-. Mmm... -murmuró Kerry cuando se separaron-. No me hagas mucho caso... pero esto podría darles una ligera pista sobre la naturaleza de nuestra relación. -Retrocedió ligeramente y pasó las manos sobre la fina tela de la camisa de su amante a la altura de los pechos antes de besarla de nuevo. -Tal vez... pero gracias. -La mujer le acarició la mejilla y la besó en la frente antes de soltarla-. Vámonos ya... o llegaremos tarde.

*** Los gritos les llegaron incluso antes de girar la última vuelta del pasillo. -Oh... eso suena bien -murmuró Dar entre dientes, dirigiendo una mirada a su compañera, quien frunció los labios en señal de concordancia y abrió la puerta de la sala de conferencias dejando que Dar pasara primero. El griterío cesó en el momento en que la figura de metro ochenta de estatura traspasó el marco de la puerta, y todos los ojos de la sala se giraron hacia ella. Dar sintió que Kerry estaba justo detrás, pero mantuvo su atención en el grupo de personas congregado alrededor de la mesa y simplemente se quedó allí de pie, con los brazos en jarras. El silencio se mantuvo, hasta que la imponente mujer alzó una ceja.

-¿Hay algún problema? -preguntó casi con un rugido irritado-. ¿O es que no tenéis otra forma de pasar el rato que estar aquí armando jaleo? José se levantó, o para ser más exactos, se enderezó, ya que tenía una rodilla apoyada en la silla. Luego agitó una copia del paquete, que ella ya conocía de sobra, ante sus narices. -¿Has visto esta mierda? -Y lo arrojó son fuerza sobre la mesa-. ¿Qué es lo que pretenden? Los ojos de Dar fueron hasta Mariana, que se encontraba reclinada en su silla con las yemas de los dedos sobre la superficie de madera. -Supongo que ya se lo has contado. -Esperó a que la Vicepresidenta de Personal asintiese con la cabeza. -Claro que lo ha hecho. -Eleanor dejó caer su lápiz-. Por el amor de Dios, Dar... No pueden pretender que aceptemos esto... ¡Todos tenemos vida propia! -Una dulce sonrisa apareció en el rostro de la Vicepresidenta de Operaciones-. O al menos la mayoría... -Sí... Yo no pienso seguirles el juego -declaró repentinamente Steve-. No le veo sentido. Dar rodeó la mesa lentamente hasta llegar a la cabecera de la misma, que ellos habían dejado manifiestamente vacía, y tomando asiento se reclinó contra el respaldo sin alterarse en ningún momento. -Está pagado, así que no hay más que hablar -afirmó zanjando el tema-. No ha sido idea mía, pero Plano lo ha dejado todo bien clarito. Es lo que hay. Un coro de voces estalló ante ella. Dar lo toleró por un momento, después se enderezó y aspiró una profunda bocanada de aire. -¡CALLAOS DE UNA MALDITA VEZ! -rugió, con tal profundidad que los vasos del aparador parecieron tintinear. Los ojos de Kerry se dilataron y se hundió en la silla por puro reflejo mientras un profundo silencio inundaba la sala. Mantuvo la expectación un minuto, que pareció eterno, y después

apuntó a Steven-. La próxima vez, ten cuidado con lo que pides. -Bajó el tono de su voz y sus ojos se posaron, escrutadores, sobre Eleanor y José-. Vosotros empezasteis todo esto. Plano sólo ha respondido, y por Dios que vais a ir a esta estupidez sin una sola queja o me veré obligada a pagar la excursión de vuestros condenados sueldos. -Cada palabra había ido subiendo de tono y haciéndose más penetrante, de forma que la última surgió como un disparo que rebotó de nuevo en todas y cada una de las paredes de la sala y clavó a todos sus ocupantes en sus sillas-. ¿¿Entendido?? Silencio. -Yo... um... llevaré una baraja de cartas -sugirió Mark, meditadamente. Steve bufó, y se reclinó hacia atrás. -Yo no voy -declaró, encarando con insolencia a Dar. -Sí, sí que vas -dijo José girándose hacia él-. Si yo voy, tú también. El Vicepresidente de Ventas dirigió una mirada de disgusto a la sala-. Voy a llamar a mi mujer. Mariana repartió un paquete a cada uno. -Aquí hay instrucciones sobre lo que tenéis que llevar y lo que no. Nada de aparatos electrónicos, teléfonos móviles y cosas así. Cuatro mudas de ropa cómoda, objetos personales y cualquier medicamento que necesitéis, siempre y cuando esté preescrito por un médico. -¿Eso incluye calmantes? -murmuró Eleanor, levantando la vista hacia la malhumorada Dar-. Creo que voy a necesitar una dosis extra. Duks, que había pasado todo aquel tiempo hojeando su folleto, levantó la vista hacia su ayudante: una mujer corpulenta de pelo rubio corto y gafas bastante gruesas. -Sandy... ¿te causa algún problema? Ella se caló bien las gafas.

-No... Le pediré a mi madre que cuide de los gatos... Al menos es un cambio de aires. -Miró de reojo a Kerry-. ¿Has estado antes en una cosa de éstas? -No. -Kerry no había dejado de mirar a su jefa en ningún momento, consciente del grado de irritación que emanaba de ella-. Nunca... pero estoy segura de que al menos será una experiencia muy instructiva. -Y acto seguido, echó un vistazo a Steve, que tenía los ojos fijos en Dar con una expresión de profunda crueldad. Duks se rascó el maxilar y su mirada siguió la de Kerry. -Oh... sí -convino con solemnidad-. Vamos a aprender algo, de eso estoy seguro.

*** Kerry se encontraba indecisa entre dos de sus camisas. Finalmente escogió una y la metió en la mochila, que no había tenido mucho uso desde que se había mudado con Dar. Su compañera había llevado a Chino a la camioneta e iba de camino por la isla hacia una pequeña tienda italiana para pedir dos raciones de pasta para la cena. Ella había intentado disuadirla, puesto que podían hacerla en casa, pero Dar había dicho que las dos necesitaban relajarse al máximo ante el par de días infernales que les esperaban. A pesar de su natural optimismo, Kerry había acabado por ceder, y además así tendría la oportunidad de saborear los fettuccini trattoria de Alfredo's. Algo a lo que era realmente difícil resistirse. Terminó la mochila y bajó la escalera silbando y de buen humor, deteniéndose para echar un vistazo a la bota de la que Chino había dado buena cuenta tras su escape furtivo del trastero. -Ooo... esta vez has tenido suerte, pequeña. Era una de las más viejas. -Rió entre dientes dando vueltas a la bota y pasando un dedo por la

suela mordisqueada. La cachorro la había sacado del armario de Dar después de revolver la papelera y arreglárselas para descolgar el teléfono de su soporte. La oportuna visita del servicio de mascotas del complejo residencial la había devuelto a su cuarto, pero aún les quedaba pendiente una investigación para saber cómo se las había arreglado para salir de allí la primera vez. La puerta trasera se abrió justo cuando ella pasaba por la cocina y Dar entró cargando con la cachorro bajo un brazo y una gran bolsa, que dejaba escapar un aroma realmente agradable, en el otro. -Mmmm... Esto promete. -Kerry sonrió, liberándola del peso de la comida-. No dejo de darle vueltas a lo que nos darán en el retiro... ¿Tú qué opinas? ¿Todo frito? Dar suspiró y dejó a Chino en el suelo, quien se lanzó hacia su comedero y empezó a beber agua con una serie de sonoros lametones. -Probablemente... Según el folleto es un sitio muy "rústico", lo que suele significar hamburguesas y perritos... En fin, supongo que podría ser peor. -Oh sí... Podría haber sido uno de esos en los que sólo sirven legumbres crudas... También los hay, ¿sabes? Combinan la comida sana con la educación corporativa. Un bajo resoplido. -Habría volado hasta Plano y golpeado a Les con un saco de apios hasta hacerle gritar si nos hubiera metido en uno de esos -murmuró la mujer de pelo negro-. Ya es lo suficientemente malo tal y como está. -Sacó los recipientes de la bolsa junto a un fragante pedazo de pan de ajo relleno de queso-. ¿Has hecho la maleta? -Mmhmm... -Kerry buscó algunos cubiertos, un par de servilletas y tiró de Dar hacia la sala de estar-. Vamos, Dar... no está tan mal... Apuesto a que todos estaremos tan ocupados en nuestras cosas que nos olvidaremos de la incomodidad y de lo mal que nos cae el de al lado. -Abrió su bandeja de pasta y aspiró, llenándose los pulmones con aquel

irresistible olor-. Mmm... -Puede ser... -suspiró Dar, clavando el tenedor en su cena: una generosa ración de cabello de ángel a la boloñesa. Después partió el pan de ajo por la mitad, ofreciéndole a Kerry su parte-. Toma... La joven lo aceptó y partió un pedazo, sumergiéndolo en la salsa especial de Alfredo antes de llevárselo a la boca. -Quiero decir que... somos adultos después de todo... y profesionales, por el amor de Dios... Estoy segura de que podemos superar dos miserables días juntos. Dar sonrió con ironía. -Tal vez tengas razón, amiga mía... y espero que así sea, o va a resultar un fin de semana condenadamente desagradable. -Se tragó la comida que tenía en la boca antes de seguir hablando-. ¿Te leíste todo lo que venía en aquel paquete? Ellos nos observan y mandan informes periódicos a Plano. -Dirigió a Kerry una mirada sarcástica, mientras ésta pasaba canales de televisión hasta dar con el de Historia-. Eso debería provocar algún tipo de cooperación... Ninguno de nosotros querrá que Les se entere de que nos hemos comportado como una panda de niños malcriados. Kerry se chupó los restos de salsa de los dedos. -¿Crees que está preocupado de verdad por nuestro departamento? preguntó-. No puede ser que otorgue ni el más mínimo de credibilidad a las acusaciones de Steve, ¿cierto? Dar se encogió de hombros mientras masticaba laboriosamente. -Eso es algo difícil de decir -contestó, después de tragar-. ¿Cómo está tu pasta?

Kerry se inclinó hacia ella besándola suavemente. -Juzga por ti misma. -Enredó un poco en su tenedor y se lo ofreció a Dar. -Uh uh. -La ejecutiva esquivó el bocado y se lanzó hacia delante, pasando su lengua sobre los labios de Kerry antes de que ésta le devolviese el beso. Luego dejó su bandeja, casi vacía, sobre la mesa del café, lo cual le dejó las manos libres para acariciar la cara de la joven y recorrer sus hombros-. Oh sí... me gusta... -dijo suavemente. -A mí también. -Kerry dejó también su plato y centró su atención en el cuerpo de su compañera, impaciente por tenerlo bajo sus manos. Adoraba la textura sedosa de la piel de Dar, y deslizó los dedos bajo la camiseta de algodón con avidez mientras ambas se lanzaban, sin prisa, a explorarse mutuamente. En un momento dado, enterró su rostro en el cuello de Dar golpeándole levemente bajo la cintura de los vaqueros, y sintió cómo los músculos se contraían para dejarle espacio entre sus piernas-. ¿Es que quieres perderte "En Busca de los Misterios de la Antigüedad" -inquirió suavemente. -No tengo la menor intención -replicó Dar, riendo entre dientes, al tiempo que le desabrochaba el primer botón de la camisa. -¿Me estás llamando vieja? -Kerry le mordisqueó el lóbulo de la oreja, sintiendo cómo la risa viajaba por el cuerpo de Dar-. ¿Hmm? -Acto seguido le acarició el ombligo, una zona que se había revelado como de las más sensibles de su cuerpo-. Vamos, oigo una agradable y cálida cama de agua susurrando mi nombre. -Pellizcó ligeramente con los dientes la suave piel del cuello de Dar y después levantó la vista-. ¡Ey! El cuerpo de Dar reaccionó, incorporándose del sofá. -¿Qué...? Oh. -Una suave risa-. Chino, ¿qué crees que estás haciendo? La cachorro estaba encaramada con las patas delanteras en la mesa con la cara cubierta de salsa boloñesa. Sus grandes ojos marrones expresaron un "oh oh" canino al verse descubierta, aunque sin dejar de lamer el espagueti que le colgaba de la boca.

-¡Perro malo! -la reprendió Kerry severamente dándole un pequeño cachete-. No... no muevas la cola de esa forma... Sus pequeñas y suaves orejas quedaron colgando y se bajó de la mesa, sentándose y mirándolas a través de sus negras pestañas. De cualquier modo, el efecto sentido quedó pronto anulado cuando empezó a dar cuenta de la salsa que le manchaba el hocico. Con ello, ambas mujeres se echaron a reír. -Oh... no tiene gracia -suspiró Dar-. Pero no puedo evitarlo... mírala. -Sí... sabe poner cara de inocente incluso mejor que tú -respondió Kerry con una exhausta risita. Las cejas de la ejecutiva se alzaron de repente. -Yo no hago eso -declaró Dar severamente. Kerry trazó sus cálidos labios de color coral con un dedo. -Claro que sí... Cuando quieres algo que sabes que es malo para ti -le dijo amablemente-. Como aquel pastel que hice para tu cumpleaños. -En el extremo de los labios que contemplaba apareció una tímida sonrisa-. ¿Lo ves? -dijo sonriendo-. Me encanta cuando haces eso. -¿Quieres decir que me he ganado el pastel? -preguntó Dar, ingeniosamente. Se inclinó para acariciar a Chino, que fue hacia ella y se encaramó al brazo del sofá lamiendo el brazo de Kerry-. Seguro que tú también quieres un poco, ¿eh? -No no no... Ella no puede comer chocolate -sentenció Kerry acariciándole las orejas-. Me alegro de que Colleen se ofreciera para cuidarla... No hubiese estado tranquila dejándola sola aquí, aunque los del servicio vecinal se pasaran de vez en cuando. -Dirigió una súbita mirada a Dar-. ¿A ti te parece bien? -Mmhmm -convino Dar-. Por mí está bien... Iba a preguntarle a Clemente si podría enviar a alguien aquí, pero Colleen es la mejor opción...

aunque me da la impresión de que no se siente del todo cómoda conmigo. -Tiró ligeramente de un mechón del pelo de Kerry, para quitar importancia a lo que acababa de decir. Kerry suspiró. -Es que... se preocupa por mí, eso es todo... Se alegra de que estemos juntas, pero lo del trabajo la confunde -admitió lentamente-. Y hablando de confusiones... a veces siento como si fuera dos personas completamente distintas. -Mm... sí, yo también -afirmó Dar. -Y me siento tan... -Kerry se detuvo un momento para apartarle a Dar un mechón de pelo de la cara-. Odio cuando la tensión te gana terreno... como cuando te pusiste a gritarles esta mañana en la reunión... me revuelve el estómago. -Admitió-. Ese idiota me enfureció tanto que estuve a punto de romperle la cara en la cafetería, y no por el hecho de que me tomase por tonta... sino porque pretendía perjudicarte, y eso es algo que no soporto. Dar permaneció callada, dejando que la cachorro le mordisquease los dedos mientras consideraba las palabras de Kerry. -Lo siento -murmuró finalmente-. Es sólo mi manera de hacer las cosas. -Lo sé. -Kerry sonrió un poco-. Es que es tan... -Se detuvo-. Tu reputación está basada en la realidad, y a veces lo olvido... porque para mí no eres así. -Se inclinó para cubrir la mejilla de Dar con su mano-. Se me olvida que casi todo el resto de mundo ve de ti una imagen diferente. Dar exhaló. -Me haces parecer una esquizofrénica -afirmó con ironía-. Y por desgracia vas a tener que lidiar con la señorita Hyde durante todo el fin de semana... así que te pido perdón por anticipado.

Kerry rió con aire desesperanzado. -Creo que lo mejor será que no esté demasiado tiempo contigo... o corro peligro de que se me olviden las condiciones y te abrace delante de todos. -Le ofreció una demostración gráfica de cómo sería, y se sintió mucho más cómoda en el momento en que Dar le devolvió el abrazo-. Mm... eso está mejor. -¿Qué te parece si nos deshacemos de lo que queda de cena y seguimos con esa búsqueda que hemos dejado a medias antes? -dijo Dar con un profundo susurro, justo en su oído, de forma que el cálido aliento de la mujer lanzó un leve y placentero escalofrío por la espalda de Kerry-. No quiero pensar o hablar más de trabajo en lo que queda de noche. Kerry murmuró un comentario mostrándose de acuerdo y recorrió la clavícula de Dar con sus labios. Luego se apartó, a regañadientes, y se dispuso a recoger las bandejas de aluminio, encontrándose de nuevo a la cachorro color crema con la nariz bañada en salsa y lamiéndose con deleite los mofletes. -Oh... vaya... Dar, se va a poner mala del estómago como siga así. Ésta levantó los recipientes de pasta fuera del alcance de Chino y los tiró a la basura, y se disponía a meter los cubiertos en el lavavajillas cuando Kerry se puso detrás de ella y la atrapó, rodeándole la cintura con los brazos. -Ey... -Aquellas manos se deslizaron bajo su camisa, explorando su piel, haciendo que sus rodillas se estremecieran y casi cediesen, por lo que tuvo que buscar apoyo en la encimera para recuperar el equilibrio. Después se giró, encarando aquel ataque implacable, enredando sus dedos en el pelo rubio de Kerry y entregándose en cuanto el cuerpo de la joven se unió al suyo, rindiéndose a la pasión, dejando atrás las complicaciones de su vida, nublando su consciencia a medida que su corazón se aceleraba. Debió de ser entonces cuando imaginó que levantaba a Kerry en sus brazos y la llevaba al dormitorio, porque sabía perfectamente que era

incapaz de hacer algo así. ¿O no?

***

Kerry sólo reconoció de nuevo el lugar en que se encontraba cuando el penetrante estallido de un trueno sacudió las ventanas. Pestañeó, dirigió una mirada al reloj y se dio cuenta de que el mal tiempo mantenía una atmósfera de profunda oscuridad a pesar de que ya quedaba muy poco para el amanecer. Del exterior pudo escuchar de nuevo el trueno, acompañado del fogonazo de luz de varios relámpagos. Aguzó la vista para ver el leve reflejo de la luz del reloj sobre los entreabiertos ojos azules de Dar. -Eso no suena nada bien. -Uh huh -convino la mujer. -No estarás pensando en salir a correr con este tiempo, ¿verdad? -No. -Dar resopló ligeramente mientras recorría con sus dedos las desnudas costillas de Kerry-. ¿Me tomas por loca? -Sólo era para asegurarme. -Kerry pegó la nariz al tierno pecho sobre el que había descansado toda la noche-. Últimamente has sido de lo más cabezota en ese aspecto. Su compañera se acomodó sobre la cama y emitió un débil y gutural ronroneo. -Correr es una buena manera de empezar el día... me aclara la cabeza... y me da tiempo para pensar. -Un trueno secundó sus palabras desde el cielo-. De todas formas, cuando está así es cuando mejor se duerme -murmuró. Kerry miró la lluvia que azotaba la ventana y los inconstantes relámpagos que iluminaban el interior del cuarto.

-Sí... tienes razón. -Deslizó una rodilla entre los muslos de Dar y se fue acurrucando más contra ella, extendiendo un brazo a lo largo de su espalda y exhalando con satisfacción-. Bueno, aún nos queda una hora más. -Mmhmm... -Dar tiró de las mantas hacia arriba y dejó que se le cerraran los ojos. En ese momento, sonó el teléfono. La ejecutiva maldijo por lo bajo, sacando un brazo de la cama y descolgando el auricular sin necesidad de mirar a qué distancia se encontraba. -¿Sí? -Dar, soy Mark. -La voz del jefe de MIS surgió con un evidente tono de preocupación. -¿Qué pasa? -preguntó Dar, sofocando un bostezo-. ¿Ha caído un meteorito sobre Plano o algo por el estilo? -Peor... los portales transcontinentales se han caído. Un petrolero de

Exxon dejó caer el ancla en el sitio equivocado cuando pasaba por el Atlántico Norte y se llevó el cable con él. Trescientos metros de cable.

-Ugh... -Dar se estremeció-. Jesús... ¿podemos redirigirlos? -Sintió el cuerpo de Kerry estirarse a su lado y le acarició la espalda para que se volviese a dormir-. Oh, mierda... teníamos planeada una reunión de ventas con cuatro nuevos clientes ingleses esta mañana. -Lo sé -respondió Mark-. Por eso te llamo... Va a saltar tanta mierda de esto que más nos valdría montar un negocio de fertilizantes. -Un leve golpeteo de teclas surgió del otro lado de la línea-. Uno de los pares

cortados es el de la línea de administración... no saben quién tiene contacto y quién no, y no pueden redirigir nada antes de que les consigan un diagnóstico de los desperfectos... Eso podría llevar horas, o incluso todo el día.

-¿Podemos alquilar temporalmente una conexión vía satélite? susurró Kerry. Dar lo consideró un momento. -¿Has dicho algo, Dar? -inquirió Mark-. Me ha parecido oír algo. "¿Se lo digo? Qué demonios, él sabe que está en esta casa cada dos por tres". -Kerry ha sugerido una alternativa... desviarlo a una línea por satélite y alquilar un enlace. -Oh... dale los buenos días de mi parte. -La voz de Mark adquirió un leve tinte divertido, a pesar de las circunstancias-. A ver... tenían pensado

llevarlo por multimedia en tiempo real... No estoy seguro de que un satélite acepte tanta amplitud de banda, pero es una idea. Tendríamos que reconfigurar todas nuestras terminales, y las suyas por tener un sistema diferente... Tendría que conectarlo a la red general. -¿Hay alguna otra posibilidad? Además de la redirección, porque me parece que nuestra instalación no está preparada para algo tan serio inquirió Dar. -A mí no se me ocurre nada, jefa... por eso te he llamado -respondió Mark-. Y he conseguido dos por el precio de una, porque Kerry era la

siguiente de la lista.

-No me llames, por favor -dijo Kerry entre dientes-. Me he dejado ese chisme en modo vibración y está en el aparador... Siempre me da un susto de muerte cuando se enciende. Dar sofocó una risa. -Vale... Llama a INTELSAT e intenta conseguir una... No, dos conexiones. Di a tu gente que llegue temprano para empezar a reconfigurar el sistema de la sala de conferencias. -Acto seguido, abrazó a Kerry con fuerza-. Buen trabajo -afirmó con orgullo.

Kerry se limitó a encogerse de hombros modestamente. -He aprendido de la mejor -contestó, devolviéndole el cumplido y apoyando la barbilla en el esternón de Dar, sonriendo. -De acuerdo, cuenta con ello -respondió Mark entre el sonido de las teclas de su ordenador y el retumbar de un trueno-. Os veré en la oficina. -Llevaré pastelitos -afirmó Dar irónicamente-. Y montones de café cubano. -Colgó el auricular y suspiró dirigiendo la vista hacia el techo con indiferencia-. Era demasiado pedir que pudiese quedarme en la cama. Pero Kerry no la soltó. -¿Por qué? ¿Hay algo que puedas hacer durante la próxima hora? preguntó razonadamente-. A Mark le va a llevar aún un buen rato encontrar a alguien de INTELSAT, considerando que están en California y son sólo las seis menos cuarto. -Comenzó a trazar un lento y persuasivo recorrido por el abdomen de Dar, deslizando sus dedos en pequeños círculos sobre la piel ligeramente ondulada. Dar meditó, entre el impulso natural de lanzarse a solucionar el problema y el insidioso deseo de su cuerpo de quedarse justo donde estaba. Bajo aquel agradable y cálido abrazo, que susurraba en su mente todo el afecto que Kerry sentía por ella. Sorprendentemente, su cuerpo ganó. Se rindió afirmando su posición sobre el cuerpo de su compañera, y exhaló suavemente. -Tienes razón... No tiene sentido ir allí sólo para desgastar la moqueta. -El suave golpeteo de la lluvia la estaba relajando una vez más, y sintió que sus ojos se volvían a cerrar, justo antes de sentir los labios de Kerry sobre los suyos. Las dos estaban demasiado cansadas como para ir más lejos, pero pasaron una placentera media hora sólo jugueteando, sin llegar siquiera a decir nada, hasta que una reluctante luz gris les avisó de que el sol estaba a punto de despuntar sobre el Océano. Dar se estiró y salió de la cama,

ofreciéndole una mano a su amante, que la miraba con aire lánguido. -Voy a ducharme... ¿Por qué no haces café mientras? -¿Sabes? -Kerry saltó fuera de la cama de agua-. Ganaríamos mucho tiempo si nos ducháramos juntas. Una de las oscuras cejas de Dar se elevó en un gesto de expectación. -Así que ahorraríamos tiempo, ¿eh? -Preguntó con una sonrisa-. Y agua también... ya que estamos... -agregó, fingiendo analizar la situación-. De acuerdo... vamos. Se dirigió al cuarto de baño, encendió la luz y atravesó la mampara de la ducha antes de dejar correr el agua. -Mm... -Kerry rodeó la cintura de la mujer con uno de sus brazos-. ¿Sabes, Dar? Creo que la idea de no poder tocarte durante dos días y medio me... emm... -se detuvo con aire meditabundo. -Excita -adivinó Dar besándola con rapidez-. Eso está bien. -Sonrió al ver el ligero rubor que cubría el cuello y el rostro de Kerry-. Ven aquí. Condujo a la mujer hacia el centro de la ducha y dejó que la cálida y vibrante cortina de agua cayera sobre ambas. Después se hizo con una esponja natural, le añadió gel y comenzó a lavar el cuerpo de Kerry. -Mmm... -Kerry se estremeció ligeramente antes de buscar la suya y corresponder a los cuidados que estaba recibiendo, pasando la porosa superficie sobre la piel bronceada de Dar. Iba por la mitad del tórax cuando se vio a sí misma acercándose y reemplazando el lugar de la esponja con sus labios, incapaz de ignorar los deseos de su cuerpo. Dar respondió, desplazando sus resbaladizas y habilidosas manos sobre las caderas de Kerry, atrayéndola hacia ella y dejando que el torrente que surgía de la ducha las cubriese totalmente. Se permitió olvidar el tiempo, mientras las manos de la joven se deslizaban por su cuerpo guiadas únicamente por su pasión, envolviéndolas a ambas en una ardiente intensidad, y haciéndolas temblar poco después. Dar se reclinó contra los azulejos, húmedos por el vapor, y se las arregló a duras penas

para conseguir que las piernas la sostuvieran. -Wow... Kerry aspiró una bocanada de aire entre la cálida piel de Dar y el agua que resbalaba por su cuerpo, inundando sus pulmones con el agradable aroma del gel. -Oh... -Tras recobrar el aliento, apoyó la cabeza contra el brazo de Dar-. Supongo que habrá que saltarse el desayuno... Dar rió entre dientes, con la respiración entrecortada. -A mí con esto ya me vale. -Terminaron de ducharse y salieron, envolviéndose en toallas la una a la otra, y avanzaron lentamente hacia la sala de estar, donde las esperaban los leves gemiditos de Chino como cada vez que las oía moverse por la casa. -En fin... -suspiró Dar, pasándose los dedos por el pelo húmedo-. Autopista hacia el Infierno, allá vamos. -Depositó un último beso en la rubia cabeza de Kerry y añadió-. Oh... Eleanor... Cómo te gustaría tener una vida como la mía... Y ambas se echaron a reír.

SEGUNDA PARTE Kerry se aproximó y encendió el ordenador mientras se sentaba en su escritorio, le echó un vistazo a su correo y bebió un sorbo de su fragante y humeante café. Se reclinó en su cómoda silla de cuero y sonrió un poco, descansando la cabeza sobre la confortable superficie, al tiempo que aguardaba a que su ordenador acabara de arrancar. Cuando lo hizo y ya se disponía a conectarse, sonó el teléfono. Pulsó el botón y contestó: -Kerry Stuart.

-Hola, ¿Kerry? Soy John Brown de Charlotte. -La voz del hombre sonaba apresurada pero amistosa. Recordó que era el supervisor de la Oficina de Redes. -Buenos días, John... ¿Qué puedo hacer por ti? -respondió cordialmente. -Bueno... hum. Tengo un pedido procedente de vuestra oficina, y

quería verificarlo con alguien... no quiero hacer algo por lo que luego me puedan patear el culo, ya sabes a lo que me refiero. Intenté contactar primero con el despacho de la Srta. Roberts, pero ella no está. -Está en el vestíbulo en MIS... ¿cuál es el problema? -inquirió Kerry con curiosidad-. ¿Qué fué lo que te pedimos? -Es el T1 fraccionario que usamos para transferir los datos del distrito

de forma segura, tenemos un pedido para apagar este enlace y redireccionar el tráfico de la red desde vuestra oficina hasta el centro de conferencias de Londres -respondió John-. Se van a volver completamente locos si hacemos eso... por eso... Kerry enarcó las cejas. -¿Nosotros os pedimos que hicierais eso? Espera... no, quiero decir que sé que tenemos un problema con los enlaces ultramarinos al extranjero, pero encontramos una solución para eso... ¿quién hizo el pedido? Ruido de papeles. -Alguien llamado Fab... Fabarini o algo así -murmuró-. No entiendo

bien la letra... uno de mis chicos atendió la llamada y anotó el recado, y me lo dió para confirmarlo. -Una pausa-. ¿Quieres que siga adelante con ello? Kerry tamborileó la mesa con los dedos. -No -respondió calmadamente-. De hecho, no hagáis nada de esta oficina sin que sea pedido por Dar, Mark o yo.

Una larga pausa. -Uh... de acuerdo -respondió John, obviamente confuso-. Quiero

decir que... no suelo cuestionar así las decisiones del personal... me refiero a que vosotros estáis siempre haciendo pedidos para cambiar las rutas, pero esto parecía un poco drástico, ¿me entiendes? "Ese estúpido pedazo de..." -Sí, te entiendo..., hazme un favor, comprueba todo primero a través de Operaciones, ¿de acuerdo? Incluso por teléfono pudo sentir como él se encogía de hombros. -Claro -dijo John amablemente-. Mejor para mí... así los

departamentos de Seguridad y Comercio Bancario no me morderán el culo cuando encontrasen que su canal había sido tirado. -Pulsó unas cuantas teclas-. Gracias, Kerry. -No hay de qué -respondió la mujer rubia y colgó. Recapacitó durante un momento, después se levantó para dirigirse a MIS al encuentro de Dar. Sin embargo, el teléfono sonó antes de que se pudiese mover y volvió a pulsar el botón para contestar-. Kerry Stuart. -Soy José -la voz de VP sonaba nerviosa-. Estamos teniendo una

reunión... baja. No consigo localizar a Dar.

Sus ojos verdes se clavaron en el teléfono. -Claro -respondió Kerry-. Voy enseguida. -Rodeó el escritorio y salió de su oficina a grandes pasos en dirección a la sala grande de conferencias que se encontraba al final del vestíbulo. Abrió la puerta, vio a un grupo de seis o siete personas en su interior y entró. -¡Vamos directos al desastre! -insistía Steve Fabricini dando un puñetazo en la mesa-. ¿Podéis haceros a la idea de la imagen de perdedores que vamos a dar? -Se giró y vio a Kerry aproximándose-. ¡Y vosotros no movéis un maldito dedo al respecto! ¡Esto es vergonzoso! -

Levantó las manos-. ¡Si yo no estuviese aquí no quiero ni imaginar lo que podría pasar! -Una pausa-. Es un bonito detalle por tu parte aparecer aquí a las nueve... y con esa tranquilidad. Kerry se detuvo y lo miró fijamente. Después avanzó hacia una silla vacía y se sentó cruzando las manos sobre la mesa. -¿Te importa empezar desde el principio? No sé muy bien de lo que me estás hablando. José arrojó un lápiz sobre la mesa. -Tenemos una condenadamente importante conferencia con la oficina transoceánica en Londres... y las líneas han caído. Kerry asintió lentamente. -La línea principal intercontinental... sí... fuimos informados respondió con tranquilidad, saboreando lo que sabía que se acercaba-. Me avisaron con el busca esta mañana. -"Bueno, no exactamente pero..." -Y no hiciste nada -repuso Steve encolerizado-. Bueno, ya me encargué yo... tengo al departamento de redes colocando algunas líneas artificiales para nosotros, con lo que lo solucionaremos. La rubia irguió la cabeza. -No, así no -replicó con calma-. Netops nos pidió aclaraciones y le dije que no lo hicieran. -¿Qué? -José se levantó-. ¿Estás loca? -¡Eso es! Lo sabía... tratáis de sabotearnos -acusó Fabricini levantando las manos. Kerry exhaló. -Esos circuitos extra pertenecen a una cuenta activa que tú ibas a tirar abajo sin notificación previa... por eso, sí, le dije que no lo hicieran -se

levantó y posó las manos en sus caderas-. Además, no es necesario porque ya tenemos un enlace alternativo. Silencio. -¿Qué? -volvió a preguntar José mirando a Steve-. Dijiste que no había nada. -Volvió a mirar a Kerry-. No había nadie en vuestro departamento... ¡Llamamos tres veces! La rubia se encogió de hombros. -Nadie me contactó por el busca -arguyó simplemente-. Ni por mi teléfono móvil, ni dejando mensajes de voz... ni contactando con María. Me parece que alguien no se esforzó demasiado en ver si estábamos haciendo algo. -Sacudió un poco de polvo que tenía en una manga y luego caminó triunfante hacia el ordenador de presentaciones, encendiéndolo con la tecla que haría salir la información hacia la pantalla superior. Esperó. Después accedió a la red interna e inició la sesión de conferencia. Una lista de oficinas remotas apareció inesperadamente, destacando la posición central de Londres-. Aquí la tenéis. -Levantó la mirada-. ¿Hay algo más que pueda hacer por vosotros? Tengo bastante correo que limpiar antes de irme esta tarde. Steve aún no había acabado. -Vale... ¿a quién robaste las líneas? -preguntó sarcásticamente. Kerry le sonrió, sin rastro de humor en su cara. -A nadie. Alquilamos un satélite y usamos un enlace -respondió brevemente-. Además, lo hicimos antes del amanecer, por lo que supongo que puedes decir que estoy trabajando desde tres horas antes de que empezases tú. -Les dirigió una mirada a todos y rodeó la mesa encaminándose hacia la puerta. -Deberías habérnoslo hecho saber -le interrumpió José-. No nos puedes censurar por haber pensado que no estábamos al día, Srta. Stuart... tengo un departamento y una compañía que proteger.

Kerry se giró cuando estaba en la puerta y lo miró fijamente. -Tienes razón -le dijo sinceramente-. Deberíamos haberte llamado al busca... pero esperábamos tener la ruta alternativa en funcionamiento antes de que nadie supiese que había un problema. -Admitió-. Te pido disculpas... me aseguraré de que te lo notifiquen la próxima vez. José jugueteó con el nudo de su corbata. -Exacto... exacto... sí. Bien -asintió y se removió en su silla-, mantén esta conferencia en línea, ¿de acuerdo? Kerry salió. Echó una mirada hacia atrás mientras la puerta se cerraba y contempló unos ojos hostiles observándola. Suspiró, y cerró la puerta tras de sí inclinándose contra la pared cuando consiguió que su cuerpo dejase de temblar. Odiaba aquel tipo de enfrentamientos cara a cara. De repente, su estómago se reveló y consiguió entrar en los lavabos de mujeres justo a tiempo para perder su desayuno. Su cuerpo estaba reaccionando violentamente contra el repentino e inesperado estrés. Luego se apoyó en la pared y cerró lo ojos esperando que su estómago se asentase. Vale, Kerry... relájate... ya te has visto en situaciones más tensas que ésta... ¿Qué pasa contigo? -se preguntó interiormente. Era verdad, lo había estado... con su padre, con Dar, por el amor de dios... ¿por qué aquel bastardo le hacía sentirse así? Suspiró. Avanzó penosamente hacia el lavabo, se lavó la boca y se refrescó la cara, que sentía como si estuviera ardiendo, con agua. Se estaba secando la cara con unas toallitas de papel cuando escuchó unos pasos que se aproximaban, levantó la vista y la puerta osciló, abriéndose y dando paso a una cabeza oscura y familiar que se asomaba-. Oh... hola... -saludó a Dar-. Te estaba buscando. Dar se deslizó dentro y dejó que la puerta se cerrase. -Yo también te estaba buscando... -miró fijamente a Kerry-. ¿Te encuentras bien? Kerry asintió embarazosamente.

-Sí... sí... estoy bien... -decidió que Dar no necesitaba más estrés del que ya tenía-. Sólo me aseguré de que la conferencia estuviese en marcha... la conecté y confirmé que los servicios de Londres estuviesen accesibles desde la sala grande de conferencias. Los ojos azules la estudiaron por un instante con cierta sospecha. -Bien... bien... te lo agradezco... -Dar miró atrás y se acercó más tocando cariñosamente la mejilla de Kerry-. Estás muy pálida... ¿seguro que te encuentras bien? Kerry miró alrededor consciente de lo público que era el sitio donde se encontraban. -Sí... seguro... algo me debió de sentar mal... quizá aquel pastelito de carne que comí... -puso una mano sobre su estómago-. Pero estoy bien. Dar dio un paso atrás y asintió con alivio. -Oh... sí, hoy estaban muy aceitosos -comentó-. Bien, como esta crisis ya está resuelta, tengo otra para nosotras. Kerry suspiró. -Dispara -respondió-. ¿Qué ocurre ahora? -Siguió a Dar fuera y se dirigió vestíbulo abajo oyendo los débiles sonidos de la reunión que se estaba realizando en la sala de conferencias. -Nosotros cuidamos del IS de las plantas de manufactura y tenemos algunas estructuras principales que se han ido abajo -contestó Dar. -¿Y? -inquirió Kerry-. No parece tan malo. -Esas estructuras están en Hong Kong -espetó Dar-, que ahora tiene restricción tecnológica, por lo que no podemos ayudar a fijarlas. -Oh -la mujer rubia se mordió el labio-. Eso cambia las cosas. -Mm...

-¿Y si pasamos los circuitos clandestinamente dentro de las galletas de la fortuna? Dar se rió entre dientes irónicamente mientras se dirigían corredor abajo.

*** -¿Dar? -la voz de María quebró su concentración cuando se encontraba absorta estudiando unos diagramas de circuitos. Dar echó un vistazo hacia arriba volviendo repentinamente a tener consciencia del tiempo. -¿Sí? -preguntó mientras consultaba su reloj. Mierda. -Mariana acaba de llamar... y el autobús ya ha llegado -le comunicó la secretaria-. Pregunta si ya estás preparada. Dar se reclinó en su silla contemplando con disgusto el montón de cosas que tenía encima del escritorio. -No... pero eso no va a impedir se lleve a cabo la excursión, ¿verdad? -murmuró en respuesta-. Tengo una montaña de papeles que necesito pasar... y tres informes esperando... -suspiró frotándose las sienes-. Dile que me cambiaré y bajaré en diez minutos... ¿podrías llamar a Kerry y ver si ella ya va para abajo? -Aún no -respondió una suave voz procedente de la puerta interior. Dar levantó la vista para mirar la cabeza de Kerry que asomaba al interior de su despacho. -Olvida eso último, María... ella está aquí mismo.

-Vale... cubriré las cosas aquí, Dar... intenta pasar un buen fin de semana, ¿de acuerdo? -incluso María parecía poco convencida, ya que conocía la situación-. Buena suerte. -Gracias -la mujer morena suspiró-. Un buen fin de semana para ti también, María. -Le echó una mirada a Kerry-. ¿Preparada? Kerry entró, ya vestida con vaqueros y una sudadera. -En la medida de lo posible -miró irónicamente a Dar-. Acabé todo lo que pude, pero aún hay un montón de asuntos pendientes, la semana que viene va a ser de locos. -Lo sé -suspiró Dar. Se levantó y enderezó sus más de seis pies de estatura mientras giraba el cuello para relajarse-. Vaya día... de acuerdo, deja que me quite este traje para monos e iremos para abajo. -Rodeó el escritorio con unos pocos pasos y estiró los brazos-. ¿Uno para el camino? No obtuvo argumentos en contra por parte de Kerry, que se deslizó dentro del abrazo de Dar sintiendo la fresca seda bajo sus brazos, la cual se iba poniendo más cálida al tiempo que apretaba los brazos alrededor del cuerpo de la alta mujer. -Mmm... -sintió la presión de unos labios contra su cabeza y se sumergió en la dulce sensación deseando quedarse así como estaba en vez de tener que subirse a aquel maldito autobús. Tras un largo momento, se separaron con desgana y Dar pellizcó la mejilla de Kerry con sus dedos. -Me molesta tener que gastar todo un fin de semana fingiendo que no estoy desesperadamente enamorada de ti -declaró seriamente-. Creo que me molesta más eso que el hecho de tener que ir. Kerry se ruborizó ligeramente. -Sólo espero no meter la pata y olvidarme de que sólo eres mi jefa admitió-. Es mejor que permanezcas lejos de mí esta noche -le advirtió dándole una palmada cariñosa a Dar-. Ve a cambiarte... voy a por mi

mochila. Dar suspiró, pero accedió. Se quitó el traje oscuro y vistió unos cómodos vaqueros y un polo. Metió los faldones del polo dentro de los vaqueros, se abrochó el cinturón al tiempo que echaba un rápido vistazo al reflejo en el espejo y se peinaba antes de colgar el traje y volver al despacho. -Dar, fuera hace frío -le regañó Kerry-. Ponte un jersey o algo, vas a resfriarte. -Inspeccionó en la mochila de su jefa y extrajo una sudadera suave y algodonada-. Ponte esto. -Sí, mamá -rió Dar entre dientes, pero hizo lo que le había dicho deslizando la prenda por su cabeza y ajustándola a su cuerpo-. ¿Mejor? Kerry observó el extraordinario color carmesí contra la piel bronceada de Dar y su pelo negro y sonrió. -Oh... me gusta... el rojo te sienta muy bien -se colgó la mochila al hombro y exhaló-. Bueno, vamos allá. Fueron hacia el vestíbulo y cogieron el ascensor. Descendieron en silencio intercambiando una última mirada antes de que la puerta se abriese. El resto del grupo se encontraba esperando y las observaron con irritación cuando se les unieron. -Perdón -se dirigió a la mujer que las había mandado buscar vivamente-. Sólo intentaba acabar algunos asuntos. La mujer, una rubia desenvuelta de risa contagiosa asintió. -Bien, estupendo... me alegro de que os unáis a nosotros -comprobó su carpeta-. Vosotras debéis de ser Roberts y Stuart, ¿cierto? Dar asintió: -Sip. -Excelente. Bien, de acuerdo... me llamo Skippy, y seré vuestra guía

durante el seminario -comprobó su lista-. Lo que vamos a hacer es subirnos al autobús y comenzar... el campamento se encuentra a unas tres horas y media al norte y durante el camino rellenaremos algunos cuestionarios. Hay algunos aperitivos en caso de que alguien tenga hambre, ¿de acuerdo? -¿Un aperitivo? -objetó José-. Hey, vamos... la mayoría de nosotros no hemos almorzado. -Miró alrededor abrochándose la chaqueta-. Son casi las seis. -Unas cuantas personas del grupo asintieron ante su comentario. -De acuerdo -Skippy no se dio por abatida-. Tenemos algunas cenas completas a bordo... así que vamos, os explicaré más sobre el programa cuando nos pongamos en camino. -Los examinó y se subieron al enorme autobús alquilado-. Ahora bien, nadie lleva ninguna cosa nauseabunda como ordenadores ni nada por el estilo, ¿verdad? -les recordó-. Vamos a intentar llevar vuestras mentes a un espacio diferente este fin de semana. -Me pregunto cuánta gente le habrá pedido crema de cacahuetes comentó Duks en un murmullo provocando que Dar riese entre dientes-. No me puedo creer que esté haciendo esto, amiga... ni que lo estés haciendo tú, ya que estamos. Dar se encogió de hombros. -No nos hará mal -respondió lacónicamente mientras observaba a Kerry subir al autobús. Subió tras ella agradecida por dejar atrás el denso olor a diesel. El autobús estaba forrado por dentro con terciopelo y tenia dos filas de asientos que iban hasta el final y que estaban separadas lo suficiente como para proporcionar un espacio decente en el que ubicar las piernas. En realidad no había motivos para estar apretados, por lo que Dar desganadamente pasó la fila donde se había sentado Kerry y se deslizó a la fila posterior, colocando el brazo entre los dos sitios y desperezándolo. Si se inclinaba contra la ventana podía ver la cabeza de Kerry haciendo lo mismo. Cuando la miró, la mujer rubia se volvió para atrás y se asomó por la separación. Sacó la lengua haciendo que Dar sonriese, sonrisa que Dar ocultó rápidamente al ver que Steve se sentaba en su misma fila, clavando sus amenazadores ojos negros. Duks ocupó el sitio posterior a ella y Mariana

ocupó el que estaba detrás de Steve, haciendo que Dar se reprendiese severamente a sí misma por no haber acordado con Kerry hacer lo mismo. Genial. Ahora estaba obligada a ver el obsceno hocico de Steve durante tres horas. Con un suspiro de resentimiento, Dar subió una rodilla y apoyó el brazo contra la misma mientras el autobús salía del aparcamiento encaminándose hacia el débil ocaso.

***

-Aquí tienes. -Skippy sonrió a Kerry mientras le tendía su carpeta con un montón de papeles dentro-. Rellénalos todos y si tienes alguna duda, pregúntame. Kerry cogió los papeles. -De acuerdo... ¿para qué es todo esto? -preguntó echándole un vistazo a los cuestionarios. Skippy apoyó una mano en el respaldo del asiento que se encontraba a su lado. -Bueno, es para que podamos conocerte mejor... y así podamos ajustar el seminario de acuerdo a tus necesidades. -Ah... ¿no sería más eficiente si nos los hubierais entregado antes de recogernos? -inquirió con curiosidad-. Me refiero a que... no parece que tengáis mucho tiempo para hacer ajustes. La viva sonrisa de Skippy se desestabilizó. -¿Por qué?, estaremos levantados toda la noche si es necesario... no te preocupes... sólo rellena los cuestionarios. Kerry tiró la capucha de su bolígrafo y estudió las hojas. -Si la conociera mejor... diría que esto es sólo para mantenernos ocupados durante el viaje -murmuró sacudiendo la cabeza-. Porque no sé que tipo de ajustes vais a hacer con la lista de mis libros favoritos.

-Bueno, bueno... tan sólo déjanos hacer nuestro trabajo... esa información dice mucho sobre ti a nuestros analistas -le informó Skippy mientras huía pasillo abajo extendiéndole a Dar su carpeta y volviéndose para ofrecerle a Steve la suya-. Aquí tenéis... ¿alguna... hum... pregunta? -Sí... ¿tiene un asiento asignado o puede ayudarme a rellenar mi carpeta? -le preguntó Steve dedicándole una sonrisa a la joven rubia. Skippy le brindó una radiante sonrisa. -Bien, déjame repartir el resto y volveré a echarte una mano, ¿vale? se apresuró por el pasillo asegurándose de que todos tuviesen una carpeta-. ¿Sí? -Se inclinó donde Duks estaba sentado-. ¿Necesita alguna cosa? ¿Un bolígrafo? Duks levantó uno de sus inagotables abastecimientos de bolígrafos mecánicos. -No, gracias. -Tú debes de ser contable -le sonrió-. Los contables siempre tienen de esas cosas. Duks asintió solemnemente. -Cuando te gradúas en la universidad con el título de finanzas te dan una docena de cajas de bolígrafos -le aseguró-. Con tu nombre grabado en ellos. -Le enseñó uno-. ¿Ves? -Oh... sí. -Skippy se apartó de él sigilosamente y dirigió una resplandeciente sonrisa a Dar, que se encontraba escribiendo su nombre limpiamente-. ¿Y tú qué eres? -Un problema -respondió Dar mirándola fijamente bajo sus negras pestañas y dejando asomar una vaga sonrisa a sus labios. -Ah -Skippy retrocedió-. Bueno, ¿qué tal unos refrescos, eh? Tenemos de cola, naranja y lima.

-Leche -respondió Dar intentando sacarle la máxima diversión posible al fin de semana, lo que incluía atormentar a pequeñas rubias que estaban lejos de ser como la suya. -Leche... vale... creo que tenemos algo de eso... déjame ir a ver huyó por el corredor en dirección a la parte delantera del autobús, donde Eleanor y su ayudante se encontraban instalados en un suntuoso esplendor. La VP de Marketing llevaba una colorida y gruesa tela trenzada alrededor de sus rodillas, y su ayudante, un hombre alto y delgado cuyos ojos pestañeaban nerviosamente tras gruesas gafas, se encontraba encorvado sobre sus cuestionarios. Todos los demás habían optado por llevar vaqueros, excepto José, que llevaba unos pantalones chinos impecablemente planchados y una guayabera. Dar encogió las rodillas y reposó la carpeta sobre ellas mordiendo su bolígrafo mientras estudiaba los cuestionarios. Constaban de una colección de preguntas significativas para probar su perfil psíquico interno, razonó, pero por otro lado, ¿por qué preguntaban si prefería pollo o pescado, o si en un viaje de avión cogería el asiento que daba al pasillo o el que daba a la ventana? En parte pensaba que Kerry tenía razón y este material era sólo para tenerlos ocupados por un rato, hasta que llegasen o hasta que el aburrimiento del viaje se asentase y se quedasen dormidos. Skippy regresó y le extendió a Dar un pequeño paquete de leche. Después se sentó junto a Steve y comenzó a abordar las preguntas del cuestionario con él. -Psst -un suave susurro llamó su atención y le echó un vistazo al respaldo del asiento delantero. Los ojos verdes de Kerry estaban clavados en ella. -¿Si? -preguntó suavemente. -¿Ganamos puntos si conseguimos contestar más del diez por cien de las preguntas con "ninguno de los indicados"? -inquirió la mujer rubia-. Detesto todos los animales de la pregunta seis. -Hey... -dijo a modo de protesta la voz de José- ¿Qué quieren decir

aquí "relaciones con animales"? ¿Qué tipo de personas piensan que somos? -Señor... se refiere a mascotas -Skippy le sonrió vivamente-. Ya sabe, como perritos y gatitos... ¿tiene alguna mascota que adore? -Su sonrisa se extinguió-. No es sobre si usted... uh... ama... no es en ese sentido... hum... nosotros no... no tenemos interés en saber eso. -¿Qué tal mi pitón? -contestó Duks secamente desde su oscura esquina-. ¿Considera también mascotas las ratas que le doy de comer? Dar se cubrió los ojos ahogando una risa. -Hum... bueno, no... porque ellas son... mmm... transitorias, ¿cierto? Nos referimos a mascotas permanentes -respondió Skippy-. De las que están todo el tiempo. -Como mi Dulcecita -dijo Mariana abstraída desde su asiento al otro lado de Dar-. Es la papagayo más bonita. Skippy le sonrió. -¿Ven? Sí... a eso me refiero... -Mm... la quería mucho, la disequé cuando murió -añadió la VP de Personal-. Ahora ella es la cosa más permanente de mi casa. Dar apretó fuertemente los músculos del maxilar. -Sois muy irrespetuosos -dijo repentina y astutamente Steve-. Esta mujer está aquí para hacer su trabajo y todos os lo tomáis a broma. -Les dijo con tono irritado y Skippy le sonrió agradecida-. La compañía lleva esto en serio y vosotros también deberíais hacerlo. -Se sentó sonriendo a la guía, que estaba más relajada, en el asiento de al lado. Dar suspiró. Iba a ser un fin de semana muy largo. El zumbido de los neumáticos del autobús finalmente cambió y Dar se removió en su asiento, pestañeando y echando un vistazo por la ventana. Fuera estaba muy oscuro, sólo se veían los ocasionales destellos

de las lámparas casi sin luz de los carteles. Miró por su derecha, entre los asientos, y distinguió la suave curva de la mejilla de Kerry, mientras dormitaba con la cabeza apoyada contra el frío cristal de la ventana. Al otro lado, Steve y Skippy conversaban en voz baja. Parecía que los demás se habían quedado dormidos. Dar se enderezó y ojeó su reloj. Se levantó y apartó su pelo del respaldo del cómodo asiento. -¿Estamos cerca? -interrogó suavemente. Skippy giró la cabeza. -Sí... acabamos de dejar la vía rápida... aún nos falta un poco respondió alegremente-. Así, por este camino... queremos que no oigan el ruido del tráfico. Dar se reclinó en su asiento y miró con atención por la ventana. Pasó un cartel. -Enlaces Bail de Aardvark -comentó-. La próxima a la derecha. -Giró su cabeza-. Apuesto a que no sois los únicos que quieren algo de aislamiento. Skippy pestañeó ante ella. -¿A qué te refieres? Dar volvió a mirar afuera. -El cielo Bail de Bill -enunció-. Sin tiempo de espera, seis líneas. -Sus ojos azules la observaron irónicamente-. Estamos cerca de Stara. -¿Stara? -preguntó Steve visiblemente molesto por la interrupción de su conversación-. ¿De qué estás hablando, Dar? -La Penitenciaría Federal -vino la respuesta con ironía-. Hay una prisión cerca de aquí... y, si no me equivoco... está vacía.

-Oh... bueno... nosotros no vamos allí -le aseguró Skippy-. Vamos a un campamento al oeste de aquí, en serio... no os vamos a llevar a una prisión. -Oh, no lo sé -dijo Steve cortante-. Me gustaría verlo por mí mismo. Dar lo miró fijamente. -Steve... tienes mucho más de qué preocuparte -respondió insinuantemente. Él se reclinó. -Oh... no lo creo... creo que esas mujeres acabarían con esa arrogante actitud tuya. La mujer de pelo negro puso las manos en las caderas y le sonrió. -Por lo menos mi actitud es algo que puede cambiar -dijo intencionadamente. Skippy los había estado observando girando la cabeza de uno a otro como una pelota de ping-pong rubia y errante. -Oh... ¿os conocéis bien? -preguntó brillantemente. Steve estudió la alta figura de Dar especulativamente. -Vamos, Dar... esos días tuyos quedaron atrás... corta con esa porquería -rió-. ¿Cuándo fue la última vez que subiste de cinturón? -¿Cinturón? -Skippy pareció detectar una pelea e hizo un intento de desviarla-. ¿Qué tipo de cinturones son esos? ¿Estás en aerobic? Yo sí. Dar decidió ignorarlos y deambuló por el pasillo hacia el extremo posterior del autobús donde estaba el cuarto de baño y un pequeño frigorífico. Lo exploró encontrando una lata de Yoohoo con disimulada alegría. Cogió un paquete de bizcochos salados mientras el autobús giraba

a la derecha y disminuía drásticamente la velocidad. -Oh... ya estamos casi -Skippy se levantó y fue a su asiento, que estaba en la parte delantera, mientras recogía su montón de papeles y miraba por la ventana frontal-. Muy bien, grupo... es mejor que despertéis porque la carretera es un poco accidentada por aquí y no quiero que nadie se asuste. -Su dinámica voz agitó al resto del grupo que despertaron con gran esfuerzo y mirando alrededor. Dar se dirigió de vuelta a su asiento y se dejó caer en él. Abrió su refresco y bebió en silencio. Una cabeza rubia asomó del asiento delantero y ella levantó la vista reprimiendo a duras penas una amistosa sonrisa para Kerry. Los ojos verde ámbar bajo la débil luz del autobús centellearon en señal de reconocimiento y, a cambio, le ofreció algunos Pretzels. -Gracias -contestó Kerry educadamente mientras escogía uno y lo masticaba. El autobús volvió a girar a la derecha y entonces pareció como si pasasen por encima de mil baches. La vibración los sacudía desagradablemente. -Jesucristo -dijo José bruscamente- ¿A qué tipo de lugar nos dirigimos? -Todos se asomaron por las ventanas, pero sólo consiguieron ver oscuridad y árboles cuyas hojas palmoteaban contra los lados del vehículo. Tras diez minutos de sacudidas, el autobús comenzó a ir más despacio y entró en una especie de portal meciéndose irregularmente mientras el camino se volvía más sucio. Finalmente el autobús se detuvo y se encendieron las luces interiores del mismo. -Bien -dijo Skippy-. Nos encontramos ante el vestíbulo principal... vamos a salir fuera del autobús y os conduciré hasta vuestra cabaña. Verificó una lista-. En el vestíbulo tenemos un poco de café y algunos bocadillos por si tenéis hambre, este campamento no es un hotel de lujo, ¿entendido? -¿Eso significa que sólo tenemos mostaza o salsa pero no ambas? -

preguntó a su vez Duks secamente mientras se colgaba su bolsa al hombro. Skippy sonrió. -Vosotros veréis... intentamos hacerlo de forma que no se concentren en lo que les rodea... si no en los otros -se dirigió al camino-. Bien, ¡Vamos allá! Bajaron del autobús y les asaltó una ráfaga de aire frío llena de aroma a pino y arena. Delante de ellos se encontraba un edificio de madera con un porche que lo rodeaba casi por completo. Siguieron a Skippy por las escaleras y a través de la puerta oscilante. Era un lugar pardusco. A Dar le recordó a los campamentos del ejército a los que iba en su juventud. Había mesas de caballete colocadas en ordenadas filas con bancos largos y estrechos al lado. También había estandartes en las paredes. Habían barrido el local. El interior era frío y sólo tenía tres luces encendidas que ofrecían una atmósfera húmeda y casi oscura. -Estupendo -declaró con una sacudida de cabeza-. ¿Qué es este sitio? Skippy levantó la vista de sus papeles. -Esto es un campamento YMCA -contestó con una sonrisa presuntuosa. Eleanor había estado echando un vistazo y ahora miró fijamente a la mujer con aire espantado. -No puede esperar que nos quedemos en este repugnante lugar exclamó abrazando la chaqueta-. Esto es absurdo. José se puso a su lado. -Estoy de acuerdo... éste no es un lugar para personas como nosotros -dijo ondeando una mano ante ella-. Debe de haber un hotel por los alrededores.

Duks se sentó en el borde de una mesa. -Yo podría quejarme de esto por cuestiones religiosas -declaró mientras miraba a Mariana-. ¿Tengo algún derecho? La VP de Personal apagó un suspiro. -Tengo que admitir que no era esto lo que esperaba de vuestra compañía -se dirigió a Skippy-. Sé que éste no es el tipo de facilidades que usaron para Plano. Steve había estado vagando alrededor estudiando las paredes. -Oh... no sé... no está tan mal -se volvió hacia ellos con una sonrisa-. Me trae recuerdos de cuando era un Boy Scout -dijo abriendo los brazos-. Vamos... son sólo dos noches... un montón de aire fresco... probablemente nos haga algo de bien a todos. -Respiró profundamente. Como a una señal, todos se volvieron hacia Dar que se encontraba apoyada contra la pared. La VP de Operaciones se encogió de hombros. -He estado en sitios peores -comentó-. Apuesto a que... no hay ningún otro lugar por los alrededores, ¿cierto? -Sus ojos fueron hasta Skippy. -Cierto... -la rubia gallarda parecía perturbada-. Nos aseguraron que no tendrían ningún problema con este lugar... tengo que llamar a mi oficina... fuimos muy explícitos en la descripción. José resopló. -Debe de estar riéndose de nosotros a carcajadas -gruñó con disgusto-. Buena broma... buena broma... esperad a que vuelva allí, voy a llamar a esos bastardos y darles un poco de entendimiento. -Apuntó a Dar. ¿Ves en lo que nos metiste? -Sí... te hago responsable de esto, Dar -Eleanor estaba de acuerdo-. ¿En qué estabas pensando?

Mariana se metió entre ellos. -Esperad un momento... esto no tiene nada que ver con Dar. -Claro que lo tiene -interrumpió Steve-. Su falta de cooperación es lo que nos trajo aquí, Mariana... pero ahora que estamos aquí, tenemos que hacerlo lo mejor posible. -Sonrió a Skippy que todavía parecía bastante disgustada-. Estoy seguro de que lo conseguiremos, a pesar de donde nos ha metido la vieja Dar. -Ésa es una muy buena actitud St... quiero decir, Sr. Fabricini -afirmó la rubia. Dar les dirigió a todos una mirada austera comprendiendo que Steve había ganado un tanto. -Discutir ahora mismo sobre esto no nos lleva a nada -declaró-. Podemos discutirlo todos cuando volvamos a Miami, o mejor aún, tomar un vuelo hacia Plano y hablarlo directamente con Les. Esa amenaza consiguió por respuesta unos ojos desorbitados. -Ahora limitémonos simplemente a terminar con esto. -Examinó a Skippy-. ¿No nos ibas a llevar a la cabaña? Creo que dormir un poco sería una buena idea. -Hum... cierto... de acuerdo... vamos. -Supo cuando aprovechar la retirada-. Por aquí. Pusimos sábanas y mantas en las literas, esta noche hace un poco de frío, tengo alguien fuera arreglando los calentadores pero aún no están preparados. -Los llevó por un camino de tierra oscura hacia una estructura de madera más pequeña-. Ya estamos -Abrió la puerta y se quedó de pie dejándoles pasar-. Vigilad vuestros pasos. Kerry comprobó que era bastante espeluznante. Había ido a campamentos, claro, pero aquellos a los que sus padres la habían enviado tenían alfombras y literas privadas para cada persona. Éste no era así. Básicamente eran dos cuartos, con un baño compartido en el medio. Las

literas estaban alineadas contra las paredes y las ventanas, situadas entre ellas, tenían las persianas bajadas. Seis literas en un cuarto y seis en el otro. El baño también se encontraba dividido en dos, con dos retretes en forma de establo y dos duchas carentes de cortinas. Oh, chico. Kerry miró a Dar que parecía luchar entre una diversión salvaje y verdadera irritación. -Los hombres en un lado y las mujeres en el otro -declaró rotundamente la VP de Operaciones-. No lo penséis... escoged una litera y dormid un poco. Dar se movió furtivamente por el suelo de madera y seleccionó una litera de la esquina de la parte de atrás poniendo su bolsa bajo la misma. Kerry la siguió escogiendo la litera de al lado, se sentó en ella plegando las manos sobre su regazo. Siguió Mariana, escogiendo silenciosamente la litera al otro lado de Dar, sonriendo a la ayudante de Duks que se sentó a su lado, dejando la litera más alejada a Eleanor. -Bien -gruñó Duks encabezándose hacia el otro cuarto que se comunicaba por una puerta. La abrió y entró-. Vamos chicos. Steve se rió suavemente dirigiéndole una sonrisa a Dar antes de seguir al VP de Finanzas hasta el cuarto. José se arrastró tras él con mirada hastiada. El ayudante de Eleanor avanzó dócilmente dejando a las mujeres contemplándolos. -Me voy a poner enferma -declaró Eleanor firmemente mientras abrazaba su bolsa-. Esto es inaceptable. Kerry se levantó y rodeó el pequeño cuarto. -Bueno... en realidad no está tan mal -declaró-. Quiero decir, podría ser peor, y las sábanas están frescas... esto está limpio, es obvio que lo mantienen. -Levantó la vista hacia arriba y decidió no mencionar las grandes telas de araña-. Sólo es por una noche o dos. -Miró a Eleanor-. Mira, ya estamos aquí, no tiene sentido luchar ahora, esperemos hasta que volvamos a casa y entonces podremos hablar de ello.

Eleanor frunció los labios, incapaz de encontrar una manera de discutir la lógica de Kerry. Se acercó a la litera y pasó un dedo por encima de la ropa examinándola. -Bueno... está limpio. -Empujó la almohada experimentalmente-. Supongo que podré hacer un sacrificio... -Miró a Dar-. Pero vas a pagar por esto, Roberts. Dar se encontraba sentada en su litera con la espalda apoyada contra la pared y mirándola fija e indiferentemente. -Las amenazas son vanas -anunció haciendo una pequeña pausa-. Así que cállate... yo no pedí esto... no fui yo quien mandó el maldito e-mail a Les... y no quiero tener que oír esa mierda durante los dos próximos días. -Bueno... él no habría tenido que enviarlo si hubieras cooperado, ¿no crees? -disparó Eleanor. -No coopero con demandas irrazonables... ya deberías saberlo respondió Dar irritadamente-. Me da igual quien las haga: tú, Les, y en especial tu pequeño muchacho del hacha en mano. -Señoras -Mariana levantó una mano-, ¿podemos dejarlo por esta noche, por favor? -rogó-. Tendremos tiempo de sobra para atribuir culpas y luchar entre nosotros cuando volvamos a Miami... limitémonos a acabar con esto. Dar suspiró. Mariana tenía razón y, además, estaba permitiendo que Eleanor la molestara. -Cierto... -se levantó y abrió su bolsa de noche extrayendo una camisa de dormir de franela. Un silencio pesado se estableció y levantó la vista reparando en que todas se estaban lanzando fugaces miradas las unas a las otras-. Vamos chicas... somos todas mujeres. -Les recordó cómicamente la mujer de pelo negro mientras se quitaba la sudadera y el polo y los juntaba a los vaqueros. -Oh no. -Eleanor cogió su bolsa y se metió en el cuarto de baño

dejando al resto en un incómodo silencio. Dar suspiró. -Apaga la luz -dirigiéndose a Mariana-. Nadie podrá ver a las otras en la oscuridad. La mujer alta de pelo rubio ceniza asintió apreciativamente, sumergiendo el cuarto en una oscuridad rota por los murmullos y el sonido de los pies descalzos sobre el suelo de madera. De la puerta de al lado se oían fuertes voces masculinas y se podía ver la luz por la ranura. -¿Veis? A los chicos no les importa -comentó Dar mientras guardaba sus ropas y se sentaba en su litera, que se encontraba ligeramente separada del suelo. Mariana resopló. -¿Importarles? Ellos compiten... probablemente están midiéndose mientras nosotras hablamos. Un coro de risitas. -No con este tiempo -dijo Dar lenta e irónicamente-. Necesitarían un calibrador. Otro coro de risitas, esta vez más fuerte. Un salvaje grito emergió de la puerta cerrada del cuarto de baño y, tras un instante de aturdimiento, la puerta se abrió de un tirón al tiempo que Eleanor se arrojaba fuera a medio vestir gritando y dirigiéndose como un relámpago hacia la puerta de la cabaña. Desgraciadamente se olvidó de abrirla primero y estampó la cara contra los tablones. -Oh dios mío... oh dios mío... ¡¡Socorro!! Dar saltó fuera de la cama y se dirigió allí rápidamente al tiempo que

oía unos pasos pesados provenientes de la puerta de al lado. Localizó a Eleanor casi al mismo tiempo que José abría la puerta resplandeciente con sus calzoncillos de seda blancos y corazones rojos estampados. -¡Jesús! ¡Qué está pasando aquí! -Ni idea -gruñó Dar-. Eleanor... ¿qué demonios ha pasado? La ejecutiva de Marketing se volvió y agitó sus manos ferozmente. -¡Me atacó! Dios mío... ¡Tengo que salir de aquí! -Apuntó al baño-. ¡Allí! Kerry había seguido a Dar y asomó su cabeza al interior del baño echando un vistazo alrededor cautamente. Observó el retrete, el pequeño lavabo donde estaban los cosméticos de Eleanor, la ducha y una serpiente. Echó su cabeza hacia atrás y tembló helada. -Oh... Jesús. -Sus ojos se ensancharon-. ¿Alguien conoce la fauna local? -Dio un salto atrás cuando la serpiente comenzó a deslizarse hacia fuera-. ¡Mirad! -¡Dios mío! -exclamó José cuando la vio volviendo al cuarto de los hombres de un salto y cerrando la puerta con un portazo. La serpiente, un espécimen verde de tres pies de largo, se encaminó hacia Dar. -¿Dónde está Steve Irwin cuando lo necesitas? -murmuró Dar cuando la serpiente asomó bajo la tenue luz-. Creo que es inofensiva. -¿Crees? -Mariana estaba de pie en su cama-. Dar, no me vengas con "creos", ¿vale? No me voy a pasar todo el lunes rellenando papeles porque te mordió un "creo". -No... no lo es. -Dar esperó a que la serpiente se acercase hasta su pie y entonces la capturó por el cuello y la alzó-. Probablemente anda buscando un lugar cálido. -La examinó-. Sí... sólo es una serpiente de jardín... no es peligrosa.

La puerta del lado de los hombres se abrió con un crujido y tres pares de ojos se asomaron. -Dios mío -rechinó el ayudante de Eleanor. Dar suspiró e hizo señas a Eleanor para que se apartase de la puerta. -Muévete... voy a ponerla fuera. -¿Qué? -dijo Steve asomando detrás de la puerta- ¿Y permitir que ataque a alguien más? De ninguna manera... ¡Mátala! -No siempre podemos matar las cosas que tienen el potencial para incomodarnos -aseguró Dar mirándolo firmemente-. Ahora sal de mi camino, Eleanor. -Se dirigió hacia la puerta y la mujer gritó al tiempo que se apartaba de ella retrocediendo y tropezando con la escoba de barrer la cabaña, aterrizando en el suelo y corriendo hacia atrás como una gran araña blanca desolada. Dar liberó la serpiente, se sacudió las manos para quitarse el polvo y entró en la cabaña. Los hombres estaban tras su puerta. Las mujeres estaban en forma de racimo contra la pared tras la camisa de Piolín que Kerry llevaba puesta. Todos la contemplaban. -Te hemos escogido como "Cazadora de Serpientes" -le informó Kerry con una débil sonrisa- ¿Podrías verificar si hay más? Dar posó las manos en sus caderas. -Yo no voté -protestó-. Además, con este tiempo es fácil... mirad donde haga calor. Cinco pares de ojos se volvieron a la vez hacia sus literas. -Oh dios mío -Eleanor se cayó al suelo sin fuerzas.

-Uh... creo que deberíamos dejar la luz encendida -declaró Mariana nerviosamente mientras ella y Mary Lou se esforzaban en llevar a Eleanor hasta su litera. Dar suspiró y sacudió la cabeza. Se dirigió hasta su litera y se sentó en ella. -Estoy segura de que tan sólo fue un incidente aislado -las tranquilizó-. Vamos... tenemos que dormir un poco... sólo dios sabe lo que "Mary Rayo de Sol" nos reserva para mañana. -Se tumbó de lado en su pequeña cama cruzando los tobillos y apoyando la cabeza en una mano. Kerry hizo lo mismo deslizándose lentamente hasta su cama después de examinarla nerviosamente y acostándose de manera que su cabeza quedase cerca de la de Dar. -Odio las serpientes -murmuró. -¿Mmm? ¿Y que tal te llevas con los lagartos? -inquirió Dar con aire serio. -Hum... no lo sé... ¿Por qué? -preguntó Kerry vacilantemente. -Tienes uno en tu pierna -apuntó la mujer de cabello oscuro. Kerry aulló y saltó mientras brincaba por el espacio entre sus dos literas y aterrizaba prácticamente en los brazos de Dar. -¡Mierda! -miró al pequeño lagarto corretear lejos y exhaló rota-: Maldición. Entonces reparó dónde se encontraba y atisbó la cara de Dar. -Uh... lo siento -se alejó de la alta mujer cuyos ojos centellearon-. Dar, esto no tiene gracia... odio estas cosas. Dar estuvo a punto de pedirle que se quedara donde estaba... ésa era la Dar que la protegería. Pero Mariana y Mary Lou las estaban mirando.

-Mira... sólo tienes que relajarte. Los lagartos son buenos... se comen a los bichos. Mal comentario. En un segundo todas se colocaron en medio del cuarto y clavaron sus ojos en las camas. Dar suspiró y se tapó la cara con la manta. Iba a ser una noche muy larga.

*** Finalmente habían conseguido dormir algo. Dar las había convencido de que si apagaban las luces y se tapaban con la ropa de la cama hasta la cabeza ningún bicho las tocaría aunque los hubiese. Así lo hicieron y ella se tumbó en su litera esperando que su cuerpo se relajase en este ambiente extraño mientras escuchaba las suaves respiraciones a su alrededor. Un ligero sonido retumbante venía de la puerta de al lado, y la morena sonrió y exhaló esperando que ninguna de sus compañeras durmientes roncara. Ella sabía que Kerry no lo hacía, a menos que estuviera tumbada boca arriba y exhausta. Dar sospechó que a ella le pasaba lo mismo en esas situaciones, pero normalmente la rubia prefería enredarse a su lado o contra el hombro de Dar calentando suavemente con su respiración su cuello. Era increíble, Dar meditó sobre lo bien que eso la hacía sentir. Giró la cabeza y miró fijamente en la oscuridad. Casi no conseguía distinguir la abultada forma que estaba tumbada en la cama de al lado. Se desplazó un poco hacia delante acercando su cabeza a la otra litera tanto como pudo, y deslizó una mano recorriendo el espacio que había entre ambas camas hasta cerrar sus dedos sobre la mano de Kerry, la cual pudo distinguir apoyada sobre su cabeza. Tras un suave sobresalto, la cabeza rubia se alzó y la débil luz reflejó

el brillo de unos ojos pálidos. -Oh -susurró-, me has asustado. Dar sonrió y le frotó la mano calentándosela. -¿Tienes frío? -murmuró en respuesta. -Mm -Kerry se acercó más hasta que su cara estuvo a unas pulgadas de la de su compañera-. Incluso con el relleno extra, aún estoy temblando... es bastante vergonzoso para una norteña -admitió. Su alta compañera sonrió abiertamente y miró alrededor con cautela. -Eso no puede ser -se deslizó fuera de su litera y se metió en la de Kerry con la oscuridad protegiéndolas. -Dar -dijo la mujer rubia con voz hueca- ¿Qué estás haciendo? -Protección corporal de mi ayudante -ronroneó la ejecutiva en su oreja mientras se enroscaba en su cuerpo y tiraba de las mantas tapándolas a las dos- ¿Algún problema? -Yo no... pero todas las demás sí, Dar -susurró Kerry-. Creía que estábamos intentando guardar el secreto... y me parece que si se despiertan y nos encuentran juntas en la misma cama va ser un poquito evidente, ¿no crees? -Shh... saldré de aquí antes de que amanezca... sólo relájate -la tranquilizó Dar-. A menos que no quieras calentarte, en ese caso... puedo irme ahora. Kerry se acurrucó más cerca. -Mmh -refunfuñó mientras enterraba su cara en el acogedor y cálido cuello-. Bueno... por lo menos estaré a salvo de las serpientes. -Una pausa. De las que no tienen piernas, claro.

Dar se rió entre dientes suavemente y dejó que su cuerpo se acomodase para dormir, envolviendo confortablemente al de Kerry y moviendo sus manos en lentos círculos contra la piel de la mujer más pequeña. La respiración de Kerry se hizo regular y más pausada abandonándose al sueño con sus manos flexionadas suavemente contra el pecho de Dar. De algún modo, esto alivió los acontecimientos del día haciendo que se fueran flotando, aclarando su mente y permitiendo que su cuerpo también flotase.

Estaba sentada en una pendiente con césped desde donde se veía el valle del río. La tierra abierta y ondulada se estrechaba ante ella, hendida por el azul profundo y la línea gris de agua cuya rapidez y murmullo venía débilmente hasta ella. El viento sopló en su rostro, echándole el pelo hacia atrás y agitando la suave tela que cubría el cuerpo de la rubia mujer que estaba tendida con la cabeza acomodada sobre sus piernas extendidas. Una mano que reconoció como suya acarició cariñosamente el suave pelo que caía sobre su piel mientras era perezosamente consciente del zumbido de una abeja cercana y del canto de un pájaro sobre su cabeza. Sus ojos descendieron por el cuerpo de su compañera y sintió una extraña sensación de sorpresa y familiaridad mezcladas, cuando reparó en que la mujer anidada contra ella estaba embarazada, destacando su barriga prominente bajo la suave tela. Su otra mano se entrelazó con la de la mujer y ambas se deslizaron por la superficie. Allí sentada, atrapada entre el sueño y los recuerdos débiles que descansaban contra su memoria, sintió la vibración de una vida diminuta bajo sus dedos. Una pequeña sonrisa emergió de los labios de la rubia y sus ojos se entreabrieron encontrándose con los azules que la estaban mirando adoptando un silencioso y cálido centelleo. Dejó que los músculos de su cara se moviesen y supo que le estaba devolviendo la sonrisa. La mujer rubia acomodó su cabeza hacia atrás cerrando los ojos y allá recostó su cabeza contra la áspera superficie del árbol con la dulce brisa

fresca relajándola en una maravillosa neblina de sueño.

*** Despertó cuando apenas comenzaba a salir el alba. Los ojos de Dar se abrieron temblorosamente en el momento en que los primeros contornos grises se empezaban a vislumbrar más allá de los árboles. Se desenredó desganadamente de Kerry y se deslizó fuera de la cama metiéndose en la suya y tapándose para protegerse del frío de la mañana. Recordó su sueño y su frente se arrugó mientras intentaba descubrir de dónde demonios le había venido a la imaginación la figura de Kerry embarazada... ¿sería una premonición? Kerry no había dicho nada de que algo así hubiera pasado cuando visitó a sus padres, pero... Dar contuvo la respiración mientras recordaba haber encontrado a su amante en el cuarto de baño el día anterior, blanca como la pared. Seguro que Kerry se lo habría dicho si hubiera sido agredida en casa de sus padres, ¿verdad? A menos que no hubiera sido una agresión, claro... a menos que... Dar se abofeteó a sí misma mentalmente. No seas tonta, Dar... ese tipo de especulación no te hace ningún bien, y le quita credibilidad a ella... no es justo. Estás exagerando... sólo fue un sueño tonto... sé que ella ha tenido el periodo desde entonces... aunque eso no sea siempre una señal definitiva... vamos, sólo era un sueño. ¿Y si no lo fuera? Bueno... Dar apoyó la barbilla en su antebrazo mientras pensaba en ello. Nunca había querido tener niños... sabía que le faltaba la paciencia necesaria, y esa complicación era algo que nunca había considerado que fuera a formar parte de su vida. Y aún no lo había hecho. Sus ojos viajaron hacia la pacífica cara de Kerry. ¿Verdad? ¿O podría aceptarlo, si eso significaba conservar lo que se estaba convirtiendo en algo esencial para ella? Cerró los ojos y recordó la mirada de profundo amor que había encontrado en sus ojos, y entonces supo la respuesta. Por eso, aceptaría

cualquier cosa. Todo. La sensación de pánico retrocedió y se relajó, especulando sobre la posibilidad de que su propio subconsciente quizá simplemente le había instigado en un momento de conocimiento de sí misma, cosa que le trajo una torcida y nostálgica sonrisa a la cara. La litera estaba fría y vacía. Le supuso un gran esfuerzo el no mandarlo todo al infierno y volver junto a la calidez de Kerry. Dar se debatió durante unos cinco minutos. Suspiró y decidió que era mejor levantarse y hacer algo antes de que causase algún estrago para las dos. ¿Y Kerry había estado angustiada consigo misma? Dar dirigió una malvada mirada al alba creciente, entonces se sentó, agarró su bolsa y extrajo unos pantalones deportivos y una sudadera. Después se dirigió al baño. Era una mañana relativamente buena, pensó cuando salió de la cabaña, y se quedó de pie en el porche respirando el aire espeso de los árboles alrededor de ella, mezclado con un débil humo de nogal americano. La niebla estaba rondando procedente del lago y apenas conseguía ver el contorno del vestíbulo principal o el de las cabañas esparcidas que atisbaban fuera de los árboles. Dar caminó fuera del porche. Sus zapatos de lona crujían suavemente sobre las agujas de pino caídas y los diminutos conos de pino mientras la niebla temblaba fuera de sus pasos como un fantasma de agua. Se dirigió hacia el lago. Inhaló profundamente varias veces para despertar su cuerpo y entonces descubrió un pequeño camino bien cuidado que aparentemente pasaba al borde del agua. Se lanzó a una ligera carrera hasta alcanzarlo y continuó por él disfrutando del fresco aire de la mañana. El sol se estaba posando sobre el agua y sus rayos se filtraban a través de los árboles lanzando líneas de color salmón claro al tiempo que ella corría en silencio. Sólo la rodeaba el sonido de sus pasos contra la gruesa arena suelta y el suave sonido del agua contra la orilla. Hizo aproximadamente tres cuartos del camino antes de que empezase a oír unos pasos detrás de ella. Agudizó el oído y frunció el entrecejo al no reconocer el sonido de aquellos pasos. Una mirada hacia atrás hizo que

maldijera, tomó un respiro mientras componía su temperamento antes de que Steve Fabricini la alcanzara. -Buenos días. Se puso al paso de ella mientras corría con su chándal negro y plata. -Estoy sorprendido, Dar... no pensé que aguantases. -Dejó asomar una simulada alegría-. Yo hago maratones, así que esto forma parte de todas mis mañanas. Dar pensó no contestarle, después tensó los labios. -Es una buena forma de empezar la mañana -comentó. -Oh sí -concordó-. Hago entre cinco y ocho millas por día... los fines de semana hago el doble... me quedé en décimo lugar en mis tres últimas competiciones. La mujer de pelo oscuro lo miró. -Felicidades. -No eres tan rápida, ¿eh? -Rió Steve-. No... puedo ver que has perdido esa parte. Un sutil y peligroso brillo apareció en los ojos azul claro. -Un puñado de tipos corriendo alrededor de Nueva York en ropa interior no es mi idea de diversión -comentó ligeramente, a pesar de todo. -Oh... te equivocas... -Steve sacudió la cabeza-. Es la competición lo que me gusta... luchar contra cien... contra otras mil personas que quieren lo mismo que tú... y tú les ganas. -Miró a Dar-. Eso me gusta -ronroneó-. Me gusta dejar a las personas mordiendo el polvo como te voy a dejar a ti,

Dar. -¿Eso crees? -comentó la mujer morena. -Lo sé... te has hecho demasiados enemigos -le dijo Steve confiadamente-. Incluso esto... pensaba que era un error, pero ahora... -Se rió- Voy a disfrutar viendo tu declive, Dar... muchísimo. -Se adelantó alargando el paso y alejándose de ella-. Es hora de pensar en retirarse gritó mientras se dirigía por una curva del camino y desaparecía de la vista. Dar continuó con paso firme, sonriendo ligeramente cuando oyó un grito apagado. -Ten cuidado, Steve... -comentó al aire vacío-. El lago cambia de dirección ahí, debe de haber una gran fosa de barro. -Un fuerte y ultrajado grito agitó el aire-. Pegajoso y hediondo. -Trotó alrededor de la curvatura e hizo una parada, poniendo las manos en las caderas y observando la negra y apestosa figura agitándose-. El último es una perra, Steve. -Comentó alegremente mientras brincaba en un leño largo y fornido que pasaba sobre la fosa de barro y se equilibraba impecablemente al atravesar la parte superior y aterrizar al otro lado-. Supongo que ya no me tengo que preocupar por el polvo, ¿eh? -Se giró y comenzó a correr otra vez, acelerando el paso alegremente y dirigiéndose de vuelta al campamento.

*** Se encontraba en la parte posterior de un caballo, el fácil y familiar ritmo que la mecía en su niñez. El movimiento era tan reconfortante que estaba medio dormida, cabeceando contra la espalda de la alta persona que estaba delante de ella. Sus brazos rodeaban la delgada cintura y se apoyó contra la superficie de cuero calentada por el sol. Podía sentir la fresca dureza del metal bajo su mejilla. Tenía demasiado sueño para abrir los ojos. Demasiado sueño para

echar un vistazo alrededor. Todo lo que quería era que el sol caliente acabase por esconderse tras las montañas que sabía que se encontraban detrás y darle algún alivio de su fuerza implacable. Una cálida presión rodeó sus dedos y ella entreabrió un ojo perezosamente para mirar fijamente el pelo negro y oscuro que suavemente cubría la oscura superficie de cuero y el bronce embotadamente brillante de metal sobre el que estaba apoyada. -Ya falta poco. -La voz baja y vibrante era tan familiar como la suya propia y le dio un pequeño apretón a la figura alta para hacerle saber que la había oído. Era consciente de que estaba acalorada, cansada y hambrienta, pero había una especial sensación de alegría que apagaba todo aquello y le hacía desear que el paseo nunca acabase. Extraño. La primera cosa de la que Kerry tuvo consciencia fue que tenía frío. Abrió un ojo desganadamente confirmando que se encontraba donde temía que estaba, presa en aquel maldito campamento lleno de arañas, serpientes y quién sabe qué más. Rodó, sonriendo un poco cuando encontró el olor de Dar en sus sábanas y en la almohada. Su sueño flotó hacia su consciencia y supo con claridad que efectivamente la persona contra la que había estado sentada era Dar. Pero, ¿Dar con una armadura? La frente de Kerry se arrugó y sonrió ligeramente mirando al techo. ¿Era así como su subconsciente veía a su alta amante? ¿Como una guerrera? Sí, quizá... o quizá era esa la manera en que su mente racionalizaba todas las incomodidades que sufría por ser la mano derecha de Dar y a pesar de todo quedarse a su lado. Uau... eso era profundo. Casi se rió por completo al imaginarse diciéndoselo a Dar. Casi podía oír su voz: "¿Yo iba vestida con qué?". Kerry sonrió ante la visión.

Una mirada a su derecha le hizo ver que Dar no estaba. Al ver la luz del alba sospechó que su a veces solitaria amante, estaba fuera sacudiendo los vestigios del día anterior. Kerry se estiró y bostezó, después se incorporó debatiéndose entre salir o no de la cama. Mary Lou se levantó y removió su corto pelo rubio ceniza. -Oh dios mío. -Miró alrededor y luego fijamente a Kerry-. Esto es una pesadilla, ¿verdad? Kerry suspiró mientras se sentaba en la cama envolviéndose en la manta. -Seguro que esto es lo que se siente, ¿verdad? Eleanor gimió al tiempo que alzaba su cabeza de la almohada y se asomaba para mirarlas en silencio. El pelo de la VP de Marketing parecía que había sido revuelto por un hurón curioso que hubiera estado anidando dentro de él. Sus ojos tenían unos anillos azul y negro alrededor por causa del rimel. Kerry constató que parecía un rubio mapache gruñón. Mariana mantuvo sus ojos enfocados hacia arriba y las manos plegadas sobre el estómago. -Bien... tenemos que estar un día aquí y mañana nos iremos a casa. Hizo una pausa-. Somos adultos. -Otra pausa-. Podemos hacerlo. Mary Lou bostezó. -Tienes razón, Mari... estoy segura de que sobreviviremos... mira, lo hicimos durante la noche, ¿cierto? -miró por encima de Kerry-. Eh... ¿dónde está Dar? Todas se sentaron para observar. -Quizá se la comieron las arañas -comentó Kerry inocentemente-. Estaba bromeando... no sé... ya no estaba cuando me desperté.

Probablemente esté examinando el exterior. Dar escogió ese preciso instante para volver a la cabaña con su pelo negro húmedo por el sudor. -Buenos días -las saludó vivamente cuando se dirigía a su litera-. Nuestra posadera nos ha proporcionado algo parecido a un desayuno en el vestíbulo principal... quieren que comencemos a las nueve. Kerry miró su reloj. Siete y media. -De acuerdo, dijiste que era algo parecido... ¿a qué te refieres, crema de cacahuete y jalea? -Sí. -Eleanor dignificó su postura-. Suelo comer Muesli. Dar se sentó y empezó a quitarse las zapatillas de lona. -Bueno, hay café y agua caliente... un par de cestos con panecillos y algunas cajas individuales de cereales. -Hizo una pausa mientras exhalaba. Y plátanos. -Genial. -Mariana se sentó y miró fijamente a Dar-. ¿Qué diablos has estado haciendo? La mujer de pelo oscuro le lanzó una mirada. -Corriendo -contestó brevemente-. ¿Queréis votar quién se va a duchar primero? Todas miraron al baño con su diminuta y desnuda pila de la ducha, y la volvieron a mirar a ella con mudo horror. -Estupendo. -Dar se levantó y se quitó la sudadera quedándose en sujetador y pantalones. Cogió la toalla que tenía en su bolsa y su pequeño juego de jabones-. Vuelvo enseguida. -Fue descalza al baño y cerró la puerta con un puntapié. -Maleducada -riñó Eleanor con una mirada hastiada.

-Eficaz -discrepó Mariana-. Ella tiene razón... vamos a sentirnos terriblemente mal si no nos duchamos. -Práctica -asintió Kerry-. Ésa es Dar. -Buff -dijo Mary Lou con aprobación-. Es genial. Todas la miraron sorprendidas. -Eh, digo lo que veo -declaró la ayudante de finanzas encogiéndose de hombros ligeramente. Como a una señal, todas se levantaron y ordenaron sus camas. Mariana y Mary Lou fueron a asomarse a la ventana para ver el nuevo día. -Dios mío, ¿qué es eso? -dijo Mariana de repente. Todas se agruparon detrás de ella asomándose fuera. -Oh... dios... mío... -exhaló Mary Lou-. Es un monstruo del pantano. El sol estaba situado tras la aparición que se aproximaba hacia ellas con movimientos antinaturales como si fuera un zombi. Se trataba de una figura sólida y negra con pequeñas manchas blancas aquí y allí. -Dios de los cielos -chasqueó Eleanor-. ¿Qué es eso? La figura caminó con paso tambaleante por las escaleras y abrió la puerta. El grupo de mujeres se agrupó por completo en la parte de atrás. -¡Dónde diablos está esa perra! -gritó la figura en la que sólo se distinguían los ojos y los dientes blancos entre la piel ensuciada de negro. Un desagradable y penetrante olor flotaba desde él-. ¡Dar, voy a patearte el culo! -¿Steven? -preguntó Eleanor cautamente. Él la ignoró.

-¡Perra! ¡Sal de ahí! -jaleó con más fuerza. La puerta del baño se abrió y salió Dar con el cuerpo desnudo envuelto en una toalla y el pelo oscuro mojado y echado hacia atrás. -¿Sí? -preguntó mientras ahogaba una sonrisa-. Parece que tú vas a ser el próximo en ducharse, Steve -pronunció con lentitud mientras se apoyaba con una mano contra la pared de madera y cruzaba las piernas. Él comenzó a bullir y, por un momento, Dar pensó que iba a atacarla. Los músculos a lo largo de sus brazos y sus muslos estaban visiblemente tensos. Pero lo pensó mejor y, en cambio, abrió la puerta de los hombres y se metió dentro. Un fuerte coro de quejas se hizo oír y José vino hasta la puerta frotándose los ojos. -¿Qué demonios está pasando?... Oh dios mío, ¡Dar, ponte la ropa! Casi fue arrollado hacia atrás cuando la puerta se llenó de hombres de ojos muy abiertos y pelo salvajemente despeinado. Dar sonrió, perversamente adulada.

*** -Bueno -Skippy llevaba una sudadera rosa chillón con el nombre de su compañía estampado y unos pantalones blancos pulcramente apretados-. ¿Pasamos todos una buena noche? -El silencio saludó sus palabras-. Vale, eso es genial... me alegro de oírlo... muy bien. Se sentaron alrededor de una mesa redonda en el vestíbulo más pequeño cerca del lago, protegido por paredes que ofrecían una buena vista del lago. El desayuno se convirtió en un cúmulo de quejas cuando constataron que la comida era insuficiente. Ahora formaban un grupo de personas ligeramente enfadadas sentadas alrededor de la mesa esperando

que la tortura empezase. -De acuerdo... vamos a hacer un pequeño ejercicio... -Skippy avanzó lentamente-. Me gustaría que todos dijeseis una pequeña afición vuestra. Miró a Duks alentadoramente, mientras se alejaba de Steve que aún se encontraba encolerizado-. ¿Qué tal si empiezas tú? Duks inhaló, después exhaló y cruzó los brazos sobre su pecho. -Una afición, ¿eh? Bien... colecciono lápices. Skippy suspiró. -Sr. Draefus... -No, no... en serio... -dijo Duks levantando una mano-. El más antiguo que tengo es de 1833... de veras. Todos miraron a Duks desconfiadamente. -¿Quién es el próximo? -continuó la guía alegremente. Mariana estaba sentada al lado de él. -Yo cuido jardines de hierbas. -Ohh... ¡Eso es estupendo! -burbujeó la guía-. ¿Para cocinar? La VP de Personal sonrió. -Para Santería... mi tío es sacerdote. Los ojos de Skippy se desorbitaron. -Oh... hum... ¿siguiente? -Yo...mm... -Charles tragó nerviosamente-. Yo crío peces -masculló-. Peces tropicales de agua salada... tengo un tanque. -¿En serio? -preguntó Dar interesantemente-. ¿Cómo de grande?

Él la miró y se ajustó las gafas a la nariz. -Setecientos galones -dijo asintiendo ligeramente-. Transformé mi garaje. Incluso los ojos de Dar se salieron del sitio. -Eso no es un tanque... es un acuario marino -murmuró la mujer alta de pelo oscuro-. Cuidarlo te debe de llevar mucho tiempo. -Lo lleva... pero mi esposa y los niños ayudan -declaró Charles feliz ante la reacción-. Cuido de un tiburón -declaró orgullosamente-. Tuve que separarlo porque se lo comía todo y estaba engordando. -Dios mío -Eleanor pestañeó asombrada ante su ayudante-. Eso es increíble. Todos la miraron. -¿Qué? -Se quedó mirando la VP de Marketing-. Oh... una afición... qué tonta... no tengo ninguna afición. -¿Ninguna? ¿Qué haces en tu tiempo libre? -inquirió Skippy animada por el éxito anterior. Eleanor permaneció callada durante un momento. -Bueno, yo... voy a cenar, claro... voy de compras y juego a las cartas con unos amigos nuestros... -Oh bien... eso está bien. -Sonrió la rubia guía gallardamente-. ¿Y tú? -preguntó volviendo la mirada a Steve. Él miró a Dar. -Yo corro -contestó gruñonamente-. Participo en maratones.

Una gran sonrisa de Skippy. -Oh... eso es maravilloso... siempre quise hacerlo... participo en todas las caminatas y carreras de la compañía... ¿no es un deporte fabuloso? -Sí -asintió mientras intentaba limpiar el húmedo estiércol bajo sus uñas con poco éxito-. Sí, lo es. Mary Lou se reclinó hacia atrás y abrazó su rodilla con ambas manos. -Yo piloto ultraligeros -declaró sonriendo abiertamente ante la reacción-. Sí, ésa soy yo, los fines de semana en South Dade zumbando por los alrededores... -Sus ojos fueron hasta Dar que estaba sentada al lado de ella-. ¿Y tú? Los ojos azules pestañearon inocentemente. -Yo colecciono cabezas -contestó con el rostro firme-. Ya sabes... de las reducidas... de esas que tienen cordones atravesando los labios. Todos la miraron fijamente con reacciones que iban desde el horror hasta la morbosidad. -Bueno, eso es lo que todos esperabais oír -pronunció la ejecutiva con lentitud-, ¿verdad? -Captó una oculta sonrisa en la cara de Kerry-. En realidad buceo. Skippy asintió con la cabeza como el asiento trasero de un Chihuahua y se giró esperanzadamente hacia Kerry. -¿Y tú? Kerry respiró. -Yo escribo poesía -contestó muy bajito, atrapando el cálido centelleo en los ojos de Dar con el rabillo del ojo. -Eso es maravilloso. -Skippy la miró como si pudiera besarla-. ¡Muy creativo!

José había sostenido su barbilla en la mano con mirada aburrida. -Yo colecciono estampas de béisbol -les dijo-. Para invertir, ya sabes. Otra mirada patéticamente agradecida de la guía. -Oh... eso es fantástico... siempre quise hacer eso... -Escribió algo en su carpeta-. Bien, ciertamente somos un grupo muy variado, ¿verdad? Echó un vistazo a sus papeles-. De acuerdo... bien, espero que todos hayan aprendido algo de los otros... hum... probemos ahora con un ejercicio de confianza. -Se levantó-. Todos de pie, tendremos que agarrarnos los unos a los otros. Todos se la quedaron mirando. -Será divertido -les aseguró-. De veras.

*** -Es una mala idea -dijo Dar de pie en la parte trasera del círculo de personas. Kerry se volvió y la miró. -No pasa nada... nosotros lo hacíamos en las prácticas de gimnasia... sólo es un juego, Dar. -se contuvo de darle una palmadita confortable en el brazo a la mujer alta, pero se acercó y le susurró-: No te preocupes... pase lo que pase no te dejaré caer. Dar la miró fijamente con una sonrisa juguetona en las comisuras de los labios. -Eso ya lo sabía... -le murmuró-. Es sólo que... -Se mordió el labio-.

No me gusta que me toquen. La mujer rubia se rascó la mandíbula. -Bueno... puedes decirles a todos que no te agarren -le comentó suavemente-. Pero va a doler. Dar suspiró y miró a Skippy con su siempre presente carpeta, el pelo recogido bajo el sombrero encantadoramente rosa con un pony bordado. La ejecutiva tenia un deseo casi irresistible de agarrarlo y enterrarlo profundamente en la tierra. -De acuerdo... así es como funciona... -explicó la guía-. Una persona se pone de pie en el medio y el resto se sitúa detrás de ella. Entonces esa persona se deja caer hacia atrás y los demás la sujetan, ¿entendido? -¿Qué ocurre si no la agarran? -preguntó Duks. -¿Perdona? -lo miró Skippy. -¿Qué ocurre si los otros no sujetan a esa persona? -inquirió el VP de Finanzas. -Oh... bueno... hum... supongo... sólo... bien, simplemente cae, supongo... -la mujer frunció el ceño-. No sé, en realidad... nunca ha pasado. -Eso es muy tranquilizador -Duks puso sus manos hacia atrás y se balanceó sobre sus talones. Llevaba unos pantalones de pintor de algodón, unas cómodas botas de excursionismo y una camisa de franela color carmesí. Entonces se giró hacia Mariana que llevaba una arrugada camisa y vaqueros azules-. ¿Trajiste los papeles de los trabajadores de la compañía por si acaso? Mariana se aclaró la garganta. -Claro. Skippy pestañeó desconcertada.

-Los traes... oh... bueno, estoy segura de que no los necesitarás -se apresuró en decir para tranquilizarla-. Éste es un curso muy seguro... nunca tenemos accidentes, nunca. -No te preocupes, querida... este barco es absolutamente insumergible -murmuró Mary Lou en voz queda. -Shh -le riñó Kerry-. Podemos pasarnos todo el día con esto... acabemos ya. -Hum... ¿quién quiere empezar? -preguntó Skippy sonriendo ligeramente a Steve. Él avanzó con un pequeño encogimiento de hombros. -Después de todo... no puede ser peor que el haber hundido MI TRASERO en el BARRO esta mañana -dijo dirigiéndose a Dar- ¡Podrías haberme avisado! Todos miraron a Dar, la cual se encogió de hombros. -¿Cómo se supone que iba a saber que el barro estaba allí? -inquirió razonadamente-. Fuiste tú quien decidió adelantarme, no es culpa mía que no parases a tiempo. -Oh, ¿podéis callaros? -chasqueó Eleanor de mal humor-. Acabemos con esta idiotez. Steve, muy malhumorado, se giró de espaldas a ellos y colocó los brazos al lado del cuerpo. Llevaba una luminosa sudadera azul encima de un polo blanco que contrastaba con sus pantalones chinos color caqui. -¿Preparados? José se puso delante dándoles con el codo. -Venga... venga... -Se juntaron formando un grupo-. Eso es.

Steve encuadró los hombros y se dejó caer hacia atrás. Una fuerte explosión detrás de ellos hizo que todos saltaran y gritaran. Incluso Skippy arrojó su carpeta al aire a modo de defensa. -¡Oh dios! Steve cayó olvidado golpeando el suelo lleno de agujas de pino. -¡Hijos de puta! -gritó. El sonido se repitió y ellos repararon que era el tubo de escape de algún vehículo. Skippy corrió hacia donde Steve se encontraba tumbado frotándose la cabeza y se arrodilló ante él. -Oh dios mío... oh dios mío... ¿estás bien? Todos se volvieron hacia él con miradas de remordimiento y hacia la entrada del campamento donde un estruendoso sonido indicaba que alguien estaba acercándose. -Escucha... lo siento muchacho... -José le ofreció una mano-. Ese ruido... ¿sabes?, nos asustó a todos, parecía una condenada pistola. El sonido se hizo más fuerte. Un brillo de metal los deslumbró proveniente de una Harley que rugía y avanzaba por el irregular suelo hacia ellos al tiempo que disminuía la velocidad para observar la escena. Paró y el piloto se quitó el casco. -Hey. A Dar le supuso una gran parte de su concentración conseguir quitar una diabólica sonrisa de su cara. -Hey, Mark... pensé que no vendrías. El jefe de MIS bajó de su motocicleta y la observó cubierto de diminutas formas manchadas de sangre.

-Yo tampoco... Dios condene estos bichos. La compañía me debe una buena por esto, me va a llevar una semana conseguir quitar todos sus intestinos de de mi motocicleta. -Levantó la mirada-. ¿Qué está haciendo él en el suelo?

*** Skippy decidió desistir de este ejercicio y les permitió tomar un descanso durante unos minutos mientras Mark se instalaba y ponía su Harley en un sitio más seguro. El jefe de MIS había quedado atrapado en Miami resolviendo el problema de Hong Kong y había prometido intentar unirse a ellos, pero había tenido que dejar a su ayudante allí para terminar el trabajo. -Esa fue una faena, Dar. -Sacudió la cabeza cuando se les unió, después de haber cambiado su traje de cuero lleno de cadáveres de bichos por algo menos repugnante-. Tuve que acabar por hacer que la sucursal de Erding trajese el equipamiento para ellos, vas a tener que dejar unas cuantas personas allí. Dar asintió. -Buen trabajo... -Recolocó su suave y pesada camisa de algodón dentro de los pantalones vaqueros-. Me alegro de que te puedas unir a nosotros. -Dirigió la mirada hacia donde se encontraban Steve, José y Eleanor. -Sí... parece que os lo estáis pasando bien -contestó Mark secamente-. Este lugar es un vertedero. -Levantó la vista cuando Skippy regresó con un puñado de sacos colgados de su hombro-. Uh oh... ¿y ahora qué? -¡Muy bien! -Skippy sonreía vivamente-. Esto es lo que vamos a hacer ahora: tenemos un circuito, podéis ver la entrada allí. -Apuntó y todos

miraron al sendero claramente marcado-. Es un camino de diez millas. Tiene diferentes paradas y obstáculos por los que tendréis que pasar. -Dio un saco a cada uno-. El objetivo es que lo terminéis todos. -Les dirigió una mirada-. Todos, no sólo algunos, ¿entendido? Tenéis que regresar todos. Todos, ¿entendéis? Kerry esbozó una risita. -De acuerdo... en este saco está vuestro almuerzo... y un aperitivo. Sostuvo una muestra-. Las direcciones a seguir están marcadas encima. Dar se rió al verlas. -¿Vosotros vais de compras al Canal Militar, no? Skippy le frunció el ceño de modo simpático. -Sigamos. En cada estación hay un punto de control, al acabar tenéis que tener esta tarjeta estampada por cada punto de control. Aproximadamente a mitad del camino hay una cabaña con agua, zumos y cosas por el estilo -exhaló-. No es una carrera, ¿vale? El propósito de esto es que trabajéis juntos para superar los obstáculos. -Captamos la idea -la informó Duks. -Muy bien... de acuerdo... bien, comenzad... tendremos la cena preparada para cuando regresen -dijo Skippy gesticulando con las manos. -Espera un momento... ¿pretendes que caminemos durante diez millas? -objetó Eleanor-. Debes de estar de broma. -Miró alrededor buscando el apoyo del resto-. Es ridículo. -No es para tanto -dijo Kerry amablemente acercándose a la VP de Marketing-. En serio. -Oh no... no... de ninguna manera. -Eleanor retrocedió alejándose de ella-. Lo siento... ya he tenido bastante. -Mira... -Skippy abrazó la carpeta contra su pecho-. Ésta es la parte

importante del seminario, ¿entendido? Tengo que escribir un informe sobre el grupo para vuestro equipo de dirección, y está basado principalmente en este ejercicio. Mariana exhaló. -Vamos, Eleanor... dios sabe que no me apetece nada caminar durante diez millas, pero tenemos que hacerlo. -Miró a Dar-. Continuemos... cuanto antes empecemos antes acabaremos. -Colgó el saco de su hombro-. Podemos descansar por el camino... ¿cierto? -inquirió dirigiéndose a Skippy. La guía sonrió con alivio. -Cierto... hay bancos y cosas para que descanséis... no es un circuito de resistencia ni nada de eso -les aseguró-. Y hay fuentes de agua. El grupo se marchó desganadamente. Se acercó al camino, pasando la señal y entrando en la senda delineada por árboles y cubierta de arena y agujas de pino. Un pesado silencio cayó sobre ellos. Comenzaron el camino con José y Steve encabezando la marcha. Dar prefirió quedarse en la parte de atrás. Kerry se quedó cerca de ella como por casualidad, mientras Mark y Duks empezaban a charlar sobre las eliminatorias de fútbol. Mary Lou y Mariana siguieron a José y Steve. Eleanor siguió detrás quejándose ruidosamente y caminando al lado de su ayudante. El viento soplaba ligeramente haciendo volar las hojas contra ellos y silbando alrededor aislando sus conversaciones. -¿Te estás divirtiendo? -inquirió Dar. -Mm... en realidad no... ¿no te parece que Mary Rayo de Sol quería librarse de nosotros? -preguntó Kerry mientras ajustaba la tira de su saco de lona a su cintura en lugar de llevarla al hombro-. Así, déjame ponerte el tuyo... así es más fácil de llevar. -Ajustó el de su compañera deslizando sus brazos alrededor de Dar por un momento para conseguir amarrar las correas. Bueno, estuvo un poco más del tiempo necesario, pero no el suficiente para llamar la atención de los compañeros que andaban quejándose.

-Sí... -dijo Dar mirando alrededor-. Creo que no vamos a obtener un buen informe de su parte... estamos siendo poco cooperativos. -Tomó un poco de aire fresco y sintió cómo se calmaba ligeramente-. Sin embargo, esto es agradable. -Espera a que lleguemos a los obstáculos. -Kerry se rió entre dientes mientras hacía rodar los ojos-. Hey, sabes, esta noche tuve un sueño raro. -Le sorprendió la súbita y sobresaltada mirada de Dar-. Estábamos montando un caballo... y llevabas vestida una armadura desgastada. -¿Qué? -Dar empezó a reírse-. Estás de broma. -No... no, de veras... -Kerry también se rió entre dientes-. No sé... era muy extraño... pero también muy real... podía sentir el olor del caballo... y el del cuero que llevabas vestido... y la armadura era de una especie de latón. Dar no contestó. Permaneció callada por un momento caminando pensativa. -Bueno... -dijo finalmente- supongo que será esta atmósfera... yo también tuve un sueño bastante extraño -afirmó volviendo a quedarse callada. Kerry aguardó durante un largo minuto. -¿Sobre qué era? ¿Yo salía en él? -preguntó interesada. -Sí... -respondió la alta mujer-. Estábamos en una colina... en un sitio que no reconocí... encima de algún río... hacía calor y simplemente estábamos allí viendo las nubes pasar. -Hizo una pausa-. Tú estabas durmiendo... con tu cabeza descansando sobre mi pierna. -Se tocó el muslo. Kerry esperó. -Y... ¿eso es extraño? -preguntó confundida-. No lo entiendo.

-Tú estabas embarazada -pronunció Dar muy suavemente-. Ésa es la parte extraña. -Siguió caminando unos cuantos pasos antes de darse cuenta de que estaba caminando sola. Se detuvo y miró atrás. Kerry estaba parada de pie en el camino mirándola fijamente-. Eh... sólo era un sueño. -Pero notó un cierto tono de pregunta en su propia voz, y supo que Kerry también lo había notado. La mujer rubia tomó aliento y entonces continuó caminando. Alcanzó a Dar con un pequeño trote. Continuaron avanzando en silencio durante un pequeño trecho. -Es extraño -dijo Kerry finalmente-. Quiero decir que... es una especie de susto oír eso... es algo que yo... -Dudó-. Sé que ya no tengo que preocuparme con eso, a menos que yo quiera... hum... ya sabes. -Miró la cara de Dar y notó tensión alrededor de sus ojos-. Hum... tú has... quiero decir, tú quieres... -No... no... -Dar alzó las manos y las dejó caer-. Los niños y yo... no nos llevamos bien -declaró firmemente, luego dudó-. Quiero decir que... bueno, yo... quiero decir, si tú quisieras... algún día... creo que... mmm... Se quedó callada mirando a Kerry-. ¿Sabes? La cara de la mujer rubia se arrugó en una sonrisa desconcertada. -Creo que sí... pero no está dentro de mis planes por ahora, si es eso lo que te tenía preocupada. -Yo no estaba preocupada -Dar contestó al instante-. En absoluto. Simplemente estaba diciendo que... hum... es posible acostumbrarse a las cosas, ya sabes a lo que me refiero. Ahora Kerry sonrió. -Sé a lo que te refieres -tranquilizó a su jefa-. Pero esa es una extraña imagen para un sueño. -Bueno, ¿y yo en una armadura? -preguntó Dar alegre por cambiar de asunto-. Quizá sean esos bocadillos que nos dieron... aún no estoy segura de lo que estaban hechos. -La sustancia pastosa tenía un sabor entre pollo y atún de ensalada, mezclado con un poco de tabasco o

pimiento. Dar se lo había comido resolviendo que era mejor que su mente no lo examinase demasiado. -Quizá -concordó Kerry suavemente-. Jesús... no había pensado sobre la posibilidad de quedarme embarazada desde... -Una pausa-. Hace un tiempo. Una ráfaga de viento sopló levantando el pelo rubio y negro de ambas y fustigándolas en la cara. Dejaron que el grupo ganase distancia delante de ellas y el camino tortuoso las aisló durante un instante. Dar la miró y se encontró con una callada mirada de introspección en la cara de su amante. Debatió consigo misma si insistir con Kerry en el asunto. Finalmente suspiró y se encogió de hombros. -Tú... hum... -Un encogimiento de hombros-. ¿Quieres hablar de ello? Kerry observaba pensativa los árboles que pasaban. -En realidad no hay mucho de qué hablar... es sólo una estupidez de mi parte... cuando fui a casa el año pasado -relató en tono quedo-, me estaban haciendo pasar un mal rato... y me sentía una piojosa... -Una pausa ligera-. Me sentía fea -Kerry se corrigió irónicamente-. Fui a una fiesta con unos viejos amigos de la universidad... me emborraché hasta que no sabía la mitad de lo que estaba haciendo, y acabé en la cama con un tipo que no había visto desde hacía cinco años. -Estudió sus botas mientras recordaba la sensación de hastío que había sentido cuando despertó-. Yo no estaba tomando la píldora, claro... -Resopló suavemente-. Tuve suerte... no pasó nada. Dar echó una mirada furtiva delante de ellas y pasó un brazo alrededor de los hombros de su compañera acercándola. -Eso es muy desagradable... siento que tuvieses que pasar por ello declaró suavemente la mujer de pelo oscuro-. No consigo decirte lo enfadada que me hace sentir. -¿El que yo hiciera algo tan estúpido? -preguntó Kerry amargamente. Sí, bueno... yo también estaba bastante enfadada conmigo misma.

-No -Dar la besó en la cabeza-. Que tus padres te hicieran sentir tan mal. -No les eches la culpa a ellos, Dar... -Su amante sacudió la cabeza-. Ellos no me obligaron a ir a la fiesta, ni a emborracharme ni a meterme en la cama con aquel tipo. -Lo sé -dijo la ejecutiva con un suspiro-. Pero creo que lo hiciste como reacción al modo en que te estaban haciendo sentir... cuando ese tipo fue hasta ti, te hizo sentir bien, ¿verdad? -Sintió cómo los hombros de Kerry se encogían ligeramente-. ¿Verdad? Apuesto a que era guapo. Un nublado recuerdo apareció y los orificios nasales de Kerry se dilataron. -Sí... -admitió irónicamente-. Era parecido a aquel actor de Dune admitió-. Era muy atractivo... y me dijo que pensaba que yo era atractiva... y yo... -Un largo suspiro-. Supongo que necesitaba oír aquello. -Miró a Dar que todavía estaba caminando con el brazo sobre los hombros de la mujer más pequeña-. Era un buen tipo... me llamó al día siguiente... porque no había usado protección... diciéndome que era un tipo saludable y diciendo... que haría lo correcto si resultaba que estaba... -Tuvo que reírse. Fue surrealista. Dar rió suavemente. -Bueno, nunca tendrás que emborracharme para que te diga lo atractiva que eres, ¿vale? -abrazó a Kerry. La mujer rubia descansó su cabeza contra el brazo de Dar. -Me haces sentir tan maravillosa, ¿sabías? -contestó-. Es un placer estar enamorada de ti. Dar pestañeó muda durante unos cuantos latidos de su corazón. -Igualmente -consiguió decir débilmente al final. Un grito proveniente de delante las distrajo. -Oh demonios -la cara de Dar asumió una mirada de fastidio-. Maldición, tengo que abandonar este sitio...

Kerry dio unos golpecitos en la barriga de su compañera. -Tenemos que acabar esto todos, ¿recuerdas? Vamos... veamos qué han encontrado. -Se deshizo del agarre de la mujer alta y apresuró el paso subiendo una pequeña raíz y atisbando el camino abajo. El resto del grupo se encontraba parado al borde de un precipicio en el que el camino se interrumpía por una quiebra de unos cincuenta pies aproximadamente. Sólo había un puente de cuerda, consistía en una cuerda simple junto a otras dos. Estaba suspendido encima del agua aproximadamente veinte pies proporcionando a quien cayese del puente una caída aparatosa aunque no letal. El objetivo, obviamente, era conseguir llegar al otro lado. Si caminaban con cuidado parecía que no era difícil de conseguir. El problema era la pitón de quince pies que estaba enredada en la soga, exponiéndose al sol. -Oh chico -murmuró Dar surgiendo detrás de ella-. Esto puede ponerse feo.

TERCERA PARTE -¿Y ahora qué? -José se volvió con los brazos en jarras. Llevaba pantalones cortos de deporte, un polo en el que se podía leer "Liga de Bolos Macelito", calcetines negros y zapatillas de lona-. Nos volvemos, ¿sí? -¡Por supuesto! -convino Steve-. Se acabó... No pienso acercarme a ese bicho. Eleanor se sentó en un leño y empezó a abanicarse con la mano mientras los demás dirigían incómodas miradas a la serpiente. Cuando Dar se acercó, todas las cabezas giraron hacia ella.

-Al infierno con ellos -decidió José-. No tenemos por qué aguantar esto. La alta y morena ejecutiva puso una mano en cada cuerda y sus botas de excursionismo justo en el borde del puente. -Bueno... parece que aguantará -murmuró, dando un paso al frente y dejando así todo su peso sostenido por la cuerda. -Dar... -la voz de Kerry objetó instintivamente. -Eh... pirada... ¡vuelve aquí, por todos los demonios! -exclamó José. -Ah... amiga mía... -Duks fue hasta el extremo del puente-. No hace falta que vayas. -Mierda -maldijo Mark por su parte. -Shh -Dar giró la cabeza hacia atrás y los miró-. Sólo quiero echar un vistazo, ¿vale? -Vas a dar con el culo en ese precipicio... y créeme que voy a disfrutar cada segundo -dijo Steve en tono cortante. Dar lo ignoró y continuó avanzando lentamente, asegurando sus manos sobre las sogas laterales a medida que se acercaba más y más a la serpiente, sintiéndose balanceada arriba y abajo por el viento y su propio peso. El agua rugía a sus pies y podía oír el ominoso crujido de las fibras de cáñamo que la sostenían con increíble nitidez. El graznido de un pájaro salvaje estuvo a punto de hacerle perder el equilibrio, pero siguió avanzando tras unos segundos. Casi había llegado, y sintió cómo su corazón empezaba a latir con más fuerza y las rodillas le temblaban por el esfuerzo continuado. -Vamos pequeña... -murmuró-. No te pongas nerviosa... Las serpientes son sordas. Ella lo sabía. Aun así, hablar con aquel bicho le hizo sentirse más tranquila. Había avanzado diez pasos y podía ver

la suave y reluciente superficie del animal descansando cómodamente bajo el sol y su cabeza, grande y angulosa, reposando sobre la cuerda. Dar avanzó un paso más. Aguardó mientras una ráfaga de aire azotaba el puente haciéndolo oscilar y provocando que la serpiente se moviera ligeramente, agachó la cabeza y avanzó dos pasos más, que la situaron directamente junto a ella. Al extender el brazo, pudo oír un sobresalto colectivo procedente de la otra orilla. Seguidamente, agarró la cabeza examinándola con curiosidad y, con expresión absolutamente tranquila, se volvió hacia sus compañeros de trabajo. Todos la miraban fijamente, aguantando la respiración. -"Fabricado en China" -les informó, sosteniendo la cabeza en alto-. Es de plástico. Tras un momento de incredulidad, el grupo recobró su capacidad de movimiento. -¡Hijos de perra! -exclamó Mark-. ¡Estos tíos están chiflados! Dar dejó la cabeza de goma tal y como estaba y le dio unas palmaditas en el lomo. A continuación, echó un vistazo al resto del puente. -Voy a continuar hasta el otro lado... No es difícil. Avanzad despacio y agarraos bien -aconsejó a los demás al tiempo que seguía adelante, asegurando bien los pies sobre la soga y alcanzando el otro extremo del desfiladero con un pequeño salto final. Allí descubrió una pequeña máquina parecida a uno de esos chismes que se usan para fichar en el trabajo. Sacó su tarjeta y la introdujo en la ranura. Cuando se la devolvió, lucía una gratificante marca en la casilla número uno, así que la guardó y miró al precipicio. No le sorprendió ver a Kerry avanzando la primera sobre el puente, con una firme mueca de concentración en el rostro. Steve aguardaba su turno en el borde con impaciencia, y el resto trataban de convencer a Eleanor, que al parecer se negaba a aventurarse sobre las cuerdas. Aquello hizo que Dar se alegrase

de estar ya en el otro lado. Una parte de ella se sentía bastante satisfecha por haber eliminado uno de los obstáculos del camino para el grupo. A la otra, sin embargo, le molestaba que los demás no estuviesen colaborando en nada en absoluto. Miró a Kerry, parada ante la serpiente y examinando la cabeza pensativamente antes de pasar junto a ella sin soltarse de las cuerdas. La mujer rubia parecía estar algo intranquila, pensó Dar al tiempo que ponía instintivamente sus propias manos sobre las sogas cuando ésta se detuvo para respirar profundamente. El viento sopló haciendo oscilar el puente y Dar pudo adivinar la tensión en la cara de su compañera y sus nudillos blancos por la fuerza que estaba empleando para no caer. -¿Estás bien? -exclamó, un poco preocupada. Kerry aguardó a que el puente dejase de oscilar para mirar al frente y ver los azules ojos de Dar clavados en ella. Vamos, Kerry... si ella ha podido

enfrentarse a una enorme serpiente devoradora de hombres, tú puedes atravesar el maldito puente. Se obligó a dar un paso adelante manteniendo

la mirada fija sobre Dar en vez de hacia abajo. Seis pasos, siete. Estaba lo suficientemente cerca como para advertir el ceño levemente fruncido de la mujer morena. Ya estaba en el último tramo, donde un tablón de madera fijaba el puente al borde del terreno. Las manos de Dar se posaron en su cintura, ayudándola a bajar. -Gracias. -Cerró los ojos y agradeció mentalmente el tener tierra sólida bajo sus pies-. En realidad no me dan miedo las alturas -explicó Kerry a modo de disculpa-. Lo de la pared de alpinismo está bien porque está cerca del suelo y todo eso... pero esto... -Agitó su cabeza y deslizó una mano un poco temblorosa por su pelo-. Vaya... no había tenido una reacción así desde hace mucho tiempo. A Dar le supuso toda su fuerza de voluntad el no abrazarla, incluso con todos mirándolas desde el otro lado. En su lugar, le dio unas palmaditas en el hombro. -Tranquila... ¿por qué no te sientas en aquel banco? Estás pálida.

-Dame un minuto -declaró la mujer rubia sacando su tarjeta de la bolsa con austera determinación-. Quiero mi sello. -Esperó a escuchar el seco impacto de la máquina sobre su cartulina antes de decir nada más-. Dar, lo que has hecho es increíble... Todos pensábamos que habías perdido la cabeza. -Levantó la vista hacia su jefa-. Mariana estaba literalmente en estado de shock. Un encogimiento de hombros. -Nah... hace frío. -Levantó una mano ante la fresca brisa-. Supuse que la serpiente estaría dormida... porque son de sangre fría -añadió a modo de recordatorio para su chica-. Sólo quería ver si estaba lo suficientemente tranquila como para permitirnos pasar... no me esperaba que fuera de mentira. -Miró hacia atrás, donde Steve atravesaba el puente ya sin ningún problema-. La verdad es que ha tenido su gracia, ¿no? -Una jovial mueca afiló su cara. Kerry se rió suavemente. -Sí. -Se dirigió al banco y se sentó, deseando que sus piernas dejasen de temblar. Vio cómo Steve pasaba junto a Dar sin decir una palabra y se acercaba furtivamente a la máquina. Después echó un leve vistazo al camino que tenían delante. Duks cruzó el siguiente y pudo comprobar que Mariana había convencido a Eleanor para que pasase delante de ella. Se preguntó qué argumento habría usado la jefa de Personal para conseguirlo. Después se contentó con observar a Dar, que se encontraba junto a la salida del puente con una mano apoyada en la cuerda. Oh, chico... Aquello les había dolido de verdad. Se sonrió ante la certeza de que todos se habían llevado un buen puntapié directo a sus egos de machito... Estaba tan orgullosa de Dar que apenas podía contener su alegría al recordar el modo en que se había lanzado sin dudar un momento hacia el lugar en que estaba enrollada la serpiente. Vio que Duks ya había cruzado e intercambiaba algunas palabras con su amante, dándole una palmadita en el hombro y provocando en la mujer un modesto encogimiento de hombros y una risita. Kerry pudo afirmar así que Dar estaba contenta consigo misma, y le sonrió abiertamente cuando ambos se dirigieron a donde ella se encontraba.

-Bueno... -Duks se sentó junto a ella después de haber estampado su tarjeta-. Este ha sido el primero. Me pregunto qué más nos tienen preparado. Dar apoyó una bota en el borde del banco y dejó descansar el peso de tu cuerpo sobre la rodilla. -Nada excesivamente serio... quiero decir que, después de todo, no estamos en una academia militar ni nada parecido. Tienen que adaptarlo a ejecutivos ñoños y perezosos -comentó-. No esperes hoyos estancados o cosas así. -Eso es cierto -declaró Duks mientras echaba un vistazo a su espalda, observando el farfulleo de Eleanor a medida que avanzaba, precedida por los halagos y los ánimos de Mark, y seguida por Mariana, que venía la última. Las cuerdas crujían por el peso de los tres cuerpos, pero parecía poder aguantar sin problemas-. Aún no te he perdonado por el modo en que me despertaste esta mañana, Dar... Eso no se le hace a un pobre hombre atontado e indefenso. -No fue culpa mía -respondió la mujer de pelo oscuro-. Aunque estabais todos condenadamente graciosos allí de pie en calzoncillos, te lo puedo asegurar. -Mm... voy a hacer como si no hubieras dicho lo que acabas de decir, sólo para conservar mi andrajosa dignidad -contestó Duks-. Y, ya de paso, te informo de que tengo al Señor Limpiasuelos pegado a mi trasero sobre la sospecha de que vosotras dos sois algo más que amigas -advirtió en voz baja-. Se está poniendo muy pesado, sobre todo después de haberse quitado de encima el estiércol de esta mañana. Dar y Kerry intercambiaron miradas. -No es nada que no haya oído antes. -Dar se encogió de hombros-. Y de boca de la mayoría de los que están aquí, de hecho. -Cierto... cierto... pero desaparecer durante las caminatas probablemente no es una buena idea -comentó Duks cuando los tres compañeros alcanzaron su lado del precipicio-. Y Kerry, mi joven amiga, no

te lo tomes a mal, pero tus ojos te delatan -le dijo con una media sonrisa. La mujer rubia se cruzó de brazos y bajó la vista hacia el suelo-. Ya sé que es difícil, pero deberías intentar mirar un poco más los pajaritos y esas cosas, ¿vale? Kerry suspiró. -Lo siento. -No te disculpes -dijo Dar, de repente, cuando surgieron los otros tres-. Al infierno con ellos... que piensen lo que quieran. -Se sacudió el pantalón y caminó hacia el puente. Una vez allí se apoyó en la baranda y observó fijamente el agua que corría por debajo. Kerry miró con disgusto a Duks, encarando después a los recién llegados. -¡Eh! Ha sido divertido, ¿verdad? -Repugnante. -Eleanor seguía limpiándose las manos de tierra con cuidado-. Sencillamente repugnante. -Miró de reojo a la absorta Dar volviendo a centrar después la atención en ellos-. No puedo creer que nos hicieran cruzar esa horrible cosa... Y estad seguros de que redactaré una queja oficial en cuanto volvamos a Miami. -La verdad es que se han pasado un poco -concordó Mark mientras se sacudía el polvo de las manos-. Menos mal que teníamos a Dar... Tíos, esa mujer sería capaz de darle una buena paliza a Tarzán, os lo aseguro. Se alejó a beber agua de una fuente excavada en la roca y estampó su tarjeta-. En fin, ha estado genial. Eleanor resopló. -Nunca pensé que pudieses disfrutar con algo que no tuviese un ordenador de por medio -dijo Eleanor cortante-. A propósito, ¿cuál es tu afición? ¿Surfear en Internet? -No... ése es mi trabajo -rió Mark-. Mi afición es restaurar motos... Esa en la que llegué es mi favorita.

Kerry le sonrió. -¿Me das una vuelta después? -inquirió la joven melosamente-. Siempre he querido poder decir que he montado en una Harley. Él sonrió. -Por supuesssssto -concordó haciéndose el interesante-. Pero sólo si alguien nos hace una foto... para que pueda presumir después. Los demás echaron a andar sendero arriba. Esta vez Kerry tuvo buen cuidado de separarse de Dar y ésta de permanecer a la cola del grupo junto a Mark, quien se había embarcado en la narración de cómo solucionó "el tema de Hong Kong". Steve encabezaba el grupo buscando el próximo obstáculo, y el resto le seguía en grupos de dos o tres. Duks se rezagó un poco para poder hablar con Dar, que avanzaba en silencio. -No pretendía molestarte, colega -comentó él en voz baja. -Lo sé -contestó concisamente la mujer de pelo negro. -Sólo es un consejo de amigo... Ya sabes qué tipo de problemas puede echarte encima algo así -continuó el VP de Finanzas-. Y no necesitas más mierda de la que de hecho ya descargamos los demás en ti. La mandíbula de Dar se tensó. Levantó la mano, partió una rama muerta y la utilizó para fustigar la maleza a medida que avanzaba. -Para serte sincera, no estoy segura de que me importe tanto a estas alturas -admitió-. Es tan absurdo... que me apetece mandarlo todo al infierno y simplemente... -Se detuvo y suspiró. -Eso pone a Mari en una situación muy comprometida -comentó Duks entre susurros-. Y tú lo sabes... Venga, Dar... conoces de sobra las consecuencias.

Ella miró fijamente al otro lado de los árboles. -Claro que sí... Es que esto se está volviendo mucho más complicado de lo que esperaba, Duks... Tal vez más de lo que puedo manejar. -Clavó la mirada en él-. Y si tengo que escoger, la compañía no va a salir ganando. Duks ahogó una exclamación. -Ah... -Sus labios se fruncieron-. No esperaba oír eso... Bien, ¿y si trasladamos a Kerry a otro departamento? -razonó él-. Sería una solución... ya que es el contacto directo lo que hace sospechar. -Ya lo he pensado -susurró Dar-. Pero la presión estaba a punto de acabar conmigo cuando decidí contratar a Kerry... No sé si seré capaz de estar sin ayuda... Y buscarme a otra persona... Ni hablar. -Se echó el pelo hacia atrás-. No... quizá es que toda esta historia con Steve me está llevando al límite... pero lo superaré. -En este punto, enterró temporalmente esa línea de pensamiento-. Perdona lo de antes... creo que me hace falta un poco de chocolate. Duks la miró, riendo entre dientes con alivio. -Tú y tu chocolate... -Miró a Dar mientras sacaba algo envuelto en papel plateado-. Si me dices que tienes bombones de chocolate voy a tener que tirar mi escaso desayuno detrás del primer arbusto que vea, Dar. La mujer morena se detuvo y lo miró con la mano abierta, sonriéndole abiertamente con un toque de timidez. -¿Quieres uno? -le ofreció en voz muy baja-. Yo... emm... -Señaló con la cabeza al grupo que marchaba delante de ellos-. Creo que Kerry los está distrayendo. -Oh, qué maquinadoras... -se carcajeó Duks-. Sé que haciendo esto me convierto en cómplice... -dijo, agarrando sin embargo un bombón-. Nunca en mi vida hubiese pensado que tuvieses guardado este as en la manga, amiga mía. Dar paladeó alegremente su bombón, deleitándose con el dulce sabor

que llenaba su boca. -Sí bueno... cada día que vives te reserva una sorpresa -comentó, cuando un grito procedente de la parte frontal del grupo indicó que habían llegado al siguiente obstáculo-. Veamos de qué se trata esta vez.

*** Al parecer el siguiente reto era un laberinto. Por lo menos, eso es lo que pensó Kerry al ver la multitud de caminos constituidos con maderos entrecruzados. Debían tener unas seis pulgadas de ancho, y le recordaron a las barras de equilibrio que siempre habían sido su perdición. -¿Y ahora qué? -dijo mirando confundida la estructura. -Tenemos que llegar allí -dijo Steve apuntando a una plataforma que se encontraba a unas cien yardas-. Simplemente se trata de escoger bien el camino. -Se detuvo mirando al frente y estudió las diferentes opciones-. Creo que éste es el bueno. -¿Por qué? -discrepó José golpeando el que se encontraba más cerca de él con un dedo del pie-. ¿Por qué no éste? -¿O éste? -Duks estaba investigando uno que pasaba por la periferia. -Mirad... éste va directamente hacia allí... y es el que está más cerca -argumentó Steve-. Ese va en otra dirección, en zigzag... y ese otro está demasiado cerca de los bordes. -Bueno... ¿pero no es más lógico pensar que el bueno no sea el más obvio? -preguntó Mariana razonablemente-. Si no, ¿dónde estaría la dificultad? -Vio que Mary Lou se acercaba a otro de los caminos-. No sé... quiero decir... supongo que podíamos probar cada uno hasta encontrar el que... -¿Y no creéis que sería más rápido si cada uno de nosotros probase uno, y quien vea que se va acercando a la plataforma que avise a los demás para que le sigan? -inquirió Kerry siguiendo cada una de las posibles

rutas. Los maderos estaban suspendidos sobre una gruta compuesta de hoyos, cuestas intransitables llenas de arbustos y paredes de piedra-. Y por cierto, ¿qué es esto? Dar se situó a su espalda y echó un vistazo. -Supongo que debía ser un lago -declaró-. ¿Ves cómo la tierra se va estrechando a medida que vas hacia abajo? -apuntó-. Y eso debía ser el fondo... de coral y caliza formados por el agua. -Ahórranos el comentario Discovery Channel, por favor -dijo Steve mirándola con impaciencia-. Acabemos con esto -sentenció acercándose al camino que había escogido en primer lugar-. Vosotros haced lo que os dé la gana... yo me voy por aquí. -Esto es de locos -murmuró Eleanor-. Van a tener noticias mías en cuanto lleguemos a Miami. -Puso un pie vacilante en uno de los maderos-. Jesús... como me caiga, les denuncio. Dar fue la última en escoger. Esperó a que todos los demás se pusieran en marcha y fue hacia una de las esquinas del laberinto para mirarlo detenidamente. Kerry estaba a su izquierda, así que escogió el camino que con más probabilidad se encontrase con el que seguía ella. No era particularmente difícil. El madero era de unas ocho pulgadas de ancho, por lo que apenas necesitaba tener cuidado al andar. La caída no tenía por qué ser grave (aunque sí embarazosa) a menos que fueses un tío y al perder pie te quedase una pierna a cada lado del travesaño... o tuvieses tan poca vista como para irte de cabeza contra el fondo. -¿Veis? Os lo dije -gritó Steve triunfalmente a medida que su camino se acercaba a la plataforma-. Ya podéis empezar a seguirme... Dar dio dos saltitos sobre el madero, probando su consistencia. -Tal vez tenga razón... -afirmó por una vez, a favor de Steve, aunque dirigiéndole una mirada torcida a Kerry cuando la miró-. Yo no... -Se detuvo cuando sintió un débil temblor corriendo sus piernas-. ¿Qué ha sido eso? Kerry se concentró.

-¿El qué? -Parecía confundida. -Como un... un temblor o algo así. -Dar esperó, pero la sensación no se repitió-. ¿No? Me lo habré imaginado. -Sacudió la cabeza y siguió adelante, observando cómo los caminos de Duks y Eleanor se iban acercando poco a poco. De repente, la vibración se volvió a repetir-. ¡Eh, chicos! ¿Habéis sentido eso? -¿Qué? -Mark había escogido el camino que rodeaba el perímetro-. Dar, ¿te encuentras bien? La mujer de pelo oscuro se detuvo y se concentró. -Sí... creo que... -Esta vez, fue más fuerte-. Eh... no me digas que no... como cuando pasa un camión por una autopista. -Yo lo he sentido -reconoció Kerry, mirando a su alrededor nerviosamente-. ¿Es un terremoto? -¡¡Un terremoto!! -Eleanor la había oído-. No digas tonterías... En Florida no hay terremotos. Dar frunció el ceño. -Tiene razón... Todo el estado está formado de piedra caliza sobre una base de agua... no puede haber temblores... -Abruptamente, el travesaño de madera se tambaleó bajo sus pies-. ¡¡Eh!! -¿Qué...? -José se vio igualmente sacudido de un lado a otro-. Todo esto es una especie de farsa... maldita gente... -Levantó los brazos par equilibrarse-. ¡Jesús! En ese momento, Dar escuchó un crujido. -Oh mierda... -Sus ojos se abrieron de par en par en espera de lo que se les venía encima-. ¡¡¡¡Agarraos!!!! -Instintivamente, echó a correr hacia Kerry al tiempo que la gruta entera se derrumbaba bajo sus pies con un estruendo de piedras y madera astillada.

Y cayó, como todos los demás, entre un torbellino de arena y árboles. Los gritos del grupo quedaron así ahogados a medida que la tierra se abría bajo sus pies. Dar se cubrió la cabeza durante la caída para protegerse del impacto de las ramas y el truco le funcionó hasta el momento en que una piedra impactó directamente contra su cuerpo, mandándola sobre uno de los bordes sobre los que descendía la avalancha de arena. Se agarró a una raíz pero el peso de la tierra la empujó hacia abajo y siguió resbalando por la pendiente al tiempo que las piedras y las ramas le golpeaban sin cesar. -¡Kerry! -gritó justo antes de que un contundente pedazo de roca la sumergiera a medias en una negra y aterradora niebla oscura, anulando cualquier defensa contra la inminente caída al fondo de la gruta, sintiendo el impacto como si medio mundo hubiera caído sobre ella. Kerry, por su parte, a pesar de haber gritado en el momento en que la madera se desintegraba bajo sus pies, había encontrado diversos puntos de apoyo al caer y consiguió llegar hasta uno de los bordes del hoyo, escarbando para detener el descenso. Los gritos de sus compañeros la habían rodeado durante lo que pareció una eternidad. Luego asió fuertemente una rama y se mantuvo a pulso, con la esperanza de aguantar hasta que todo pasara. Aun así, no fue por mucho tiempo. Cuando el anaquel de tierra que le servía de apoyo cedió, se encontró a sí misma dando volteretas sobre un montón de tablones, directamente hacia el fondo de rocas. -¡Jesús! -Sin saber cómo, se las arregló para no quedar atrapada y, aferrándose a uno de los árboles que les acompañaban en la caída, consiguió llegar abajo, aunque el impacto hizo que saliera despedida hacia el centro del agujero. La suerte hizo que aterrizara sobre un montón de tierra y piedras pequeñas en vez de la superficie de piedra caliza, por lo que puedo protegerse detrás de uno de los troncos más gruesos de las ramas que aún seguían cayendo sobre sus cabezas, mientras el rugido de la tierra la

rodeaba. Sobre él, oyó su nombre y alzó la cabeza hacia el lugar de donde provenía el sonido. El cuerpo de Dar caía a plomo en medio de la polvareda, quedando a continuación semienterrado por la avalancha. -¡Dar! No esperó más. Saltó fuera de la barrera que la protegía y se precipitó avanzando sobre la inestable masa de tierra y roca, atravesando densas nubes de polvo y fintando las piedras que caían rodando a su alrededor, pendiente abajo. -Dar... Oh Dios... A la vista, lo único que quedaba de ella era un brazo, emergiendo inerte entre las ramas. Salvando el último tramo que las separaba, cayó de rodillas junto a su amante y apartó frenéticamente los restos que la cubrían. -¿¿Dar?? ¡¡¡Eh!!! Tras apartar la arena que le tapaba la cara, fue obsequiada con un débil gemido. -Eh... eh... vamos... -Vale... vale... tranquila -masculló Dar, recuperando parte de su movilidad y emergiendo de la cantidad de tierra que tenía encima. Las piedras y demás restos del desastre seguían bajo su cuerpo, así que, ayudada por Kerry, terminó de incorporarse-. Vaya... mira lo que has conseguido por no mirar dónde pisas... -Se las arregló para bromear débilmente, al tiempo que se frotaba la cabeza en el lugar en que la piedra la había golpeado momento antes con una mueca de dolor-. Maldita sea... Kerry se sentó a su lado y le sacudió suavemente la tierra que aún tenía sobre la ropa. -Jesús... ¿estás bien? -preguntó al tiempo que le examinaba la cabeza con preocupación-. ¿Qué ha pasado? ¿No habías dicho que no hay terremotos en Florida?

-Tranquilízate. -Dar la tomó de las manos y se las frotó con fuerza para que entrara en calor, puesto que hasta a simple vista podía ver que estaba temblando-. No ha sido un terremoto... -Echó una ojeada a su alrededor a medida que la polvareda se iba asentando, y llegó a escuchar el lamento de sus compañeros de aventura-. Ha sido un corrimiento. -¿Un corrimiento? -Kerry se acercó más a ella, apoyándose contra su hombro y deslizando un brazo alrededor de su cintura-. Un corrimiento de tierra... vale... Entonces esto no forma parte de la prueba, ¿verdad? -Así es. -Dar la miró fijamente-. ¿Estás bien? -¿Qué? Oh, sí... estoy bien... perfectamente -aseguró Kerry-. Unos golpes, nada más. -¿Seguro? -inquirió su amante bajando el tono de voz. -Sí... en serio -declaró la mujer rubia. -De acuerdo... Bien... ¿Entonces podrías soltarme el brazo? Estoy perdiendo la sensibilidad en los dedos. -Los ojos de Dar centellearon ligeramente. Kerry bajó la vista hacia su propia mano, pálida por la fuerza con que estaba aferrada a la muñeca de Dar. -Oh -dijo soltándola-. Lo siento. -Respiró varias veces para tranquilizarse y estudió a su compañera-. Estás sangrando... Dar observó su hombro. -Tranquila, estoy bien... sólo es un arañazo. Una risita suave y perspicaz. -¿Dónde he oído eso antes? -contestó Kerry mientras le examinaba la herida-. Parece como si te hubieras golpeado con una rama. -Suspiró, sin apartar la vista de su hombro-. Supongo que deberíamos ir con los demás.

-Sí. -Dar se puso en pie con una mueca de dolor cuando el peso de su cuerpo cayó sobre sus rodillas-. Oh... mierda... -El dolor, martillearte, le obligó a sentarse de nuevo-. Maldita sea... -Qué... -Kerry la miró ansiosamente-. Tranquila... -Le enderezó la pierna con suavidad-. ¿Qué sientes? -Mi rodilla... -exhaló la mujer morena-. Creo que me la he dislocado afirmó palpando la zona con cuidado-. Sí... toca aquí. Kerry puso sus vacilantes dedos sobre el barro que cubría el pantalón de Dar y sintió una protuberancia ominosa. -Oh... Jesús, Dar... debe doler como un demonio... De hecho, estaba comenzando a sentir nauseas. -Sí... emm... -Dar aspiró aire profundamente-. Escucha... ¿crees que podrías... colocármela de nuevo en su sitio? Unos ojos verdes, abiertos como platos, la miraron fijamente. -¿¿!!!Qué!!!?? -exclamó Kerry-. ¿¡Estás loca!? -Kerry, vamos... hazme caso -instó Dar-. Si lo haces, me dolerá muchísimo menos. -No creo que pueda... Dios, Dar... -Sí que puedes -interrumpió con decisión la voz de la otra mujer-. Vamos... es sólo un segundo... Agárrala fuerte y tira. -Ella a su vez, asió una de las muchas ramas que las rodeaban y la apretó con toda la fuerza de su mano, mientras las de Kerry cubrían la dañada articulación-. Eso es... vamos. Kerry cerró los ojos y apretó los dientes hasta oírlos rechinar. Refrenó sus crecientes ganas de vomitar y agarró la pierna lo mas fuerte que pudo, torciendo el hueso tentativamente hacia abajo y hacia fuera, consciente de

la silenciosa quietud de su amante. -Vale... allá voy... -Aguantó la respiración y tiró. Al instante, sintió bajo sus dedos que la zona resbalaba y se encajaba en su sitio-. ¿Lo he conseguido? -Al no recibir respuesta, se obligó a abrir los ojos, encontrándose con una Dar muy pálida desmayada sobre la arena-. ¡Oh, mierda!

*** Dar volvió en sí vacilante al sentir un palpitante y embotado dolor en la pierna y un cálido hormigueo en los labios. Tardó un momento en decidir que probablemente ambos no estaban relacionados y dejó que sus párpados se abriesen, contemplando antes que nada más un par de profundos y visiblemente preocupados ojos verdes a dos centímetros de los suyos. -Uh... -Pestañeó, tragó saliva y se pasó la lengua por los labios-. ¿Me acabas de besar? Kerry dejó escapar un tímido suspiro de alivio. -Sí... Estaba intentando despertarte. -Mm... ¿Sabes? Sacudirme un poco hubiese tenido el mismo efecto... pero la verdad es que no tengo queja de tu método... -afirmó Dar irónicamente-. Siento haberte asustado. -Bueno... el dolor debe haber sido increíble... Dar, yo... Su compañera suspiró. -No... no ha sido por eso... es decir... Sí, me ha dolido, pero me he desmayado porque... -Se aclaró la garganta ligeramente al tiempo que

intentaba incorporarse-. Por la sensación de los huesos rozando uno contra otro... Cuando competía, siempre me desmayaba cada vez que me pasaba algo así. -Dirigió una mirada de disculpa a Kerry-. Debí haberte avisado. Sus labios hicieron una mueca-. Eso y las agujas largas... ya que estamos. Kerry consideró sus palabras con apacible sorpresa. -Oh. -Se reclinó hacia atrás frotando el brazo de Dar suavemente-. Nunca lo hubiera dicho... Quiero decir que... tú pareces tan... emm... -Alzó una mano, buscando la palabra adecuada-. Ya sabes... -Dura. -Dar sonrió desaprobadoramente al tiempo que aliviaba el abrazo alrededor de sus rodillas-. Lo sé... siempre ha sido mi mejor papel reconoció mientras enderezaba la pierna cuidadosamente-. Ya estoy mejor -aseguró suspirando-. Bueno, ¿en qué estábamos? Hay que ir a por los demás, ¿cierto? Kerry se reclinó. -Dar... ¿por qué no te quedas aquí? Puedo ir yo sola a echar un vistazo. -Se levantó agachándose bajo la rama que las albergaba-. Quizá encuentre algo para vendarte la rodilla... Dar extendió la mano por encima de su cabeza y agarró a su vez la rama, poniéndose en pie. -No... será mejor que encontremos la forma de salir de aquí... -Aspiró profundamente y exhaló al sentir de nuevo la presión sobre la pierna. Dolía, pero al menos se tenía en pie. Alivió el peso y flexionó la rodilla varias veces antes de apoyar de nuevo el pie en el suelo-. Bueno... creo que puedo andar -afirmó echando un vistazo a su alrededor-. Jesús... El terreno sobre el que habían pasado minutos antes había quedado convertido en un agujero semiesférico de más de cincuenta pies de profundidad. El fondo estaba lleno de piedras y restos de árboles estrellados, y una rezumante agua fangosa que Dar podía sentir enfriándole las plantas de los pies. De pronto alguien gritó su nombre, y se volvieron para descubrir a

Mark subido a un árbol medio sumergido, avanzando en su dirección. -Vamos. -Dar recogió una rama quebrada que tenía cerca para apoyarse-. Podemos tener problemas si nos quedamos aquí. Echaron a andar despacio, con Kerry resistiendo a duras penas el impulso de tomar el brazo de Dar durante cinco minutos, hasta que por fin dejó de luchar consigo misma y envolvió suavemente el codo de la mujer con una mano cada vez que llegaban a una zona particularmente insegura. -Ya lo sé -comenzó a decir nerviosamente al sentir que Dar iba a decir algo-. Ya lo sé... y no me importa, Dar. Dimitiré... si es necesario. No me importa que se enteren. Una larga pausa. -Um... en realidad sólo iba a decirte que tuvieses cuidado con esas zonas más claras -contestó Dar suavemente-. Son de caliza y lo más seguro es que resbalen. -Hizo una pausa mientras pensaba-. Pero ya que sacas el tema de si se enteran o no... es lo que menos me preocupa en este momento. Lo primero es salir de aquí. -Oh. -Kerry bajó la vista y cabeceó levemente-. Vale. Lo siento. -Se sentía un poco tonta. Por supuesto que Dar tenía razón... Ni uno sólo de los miembros del grupo iba a estar pensando en algo así en aquel preciso momento, ni ella debía hacerlo. Al parecer, el comentario de Duks le había puesto a la defensiva. Sintió el brazo de Dar cambiar de posición y unos cálidos dedos sobre su brazo la sobresaltaron haciéndole levantar la vista. Los cálidos ojos azules de su amante la miraban firmemente con un débil matiz de desafío. Kerry sonrió y le dio un cariñoso apretón en la mano. A continuación, volvió a concentrarse en la no menos complicada tarea de encontrar un camino viable por el que avanzar.

***

-Eh... échame una mano -pidió Mark a Duks-. Aguanta, Mary Lou... deja que te quite esto de encima. -Saludó a Duks con una inclinación de cabeza cuando el VP de Finanzas se le unió y puso una mano en la pesada rama-. Gracias. -Con cuidado... -advirtió Duks a la joven mujer al tiempo que él y Mark tiraban, tratando de liberarla-. Argh... -Les hizo falta un extra de fuerza física para desatrancar su pierna de entre el fango-. Ya está... -Ay... -La joven se puso en pie a duras penas-. Gracias... gracias... Le dirigió una mirada agradecida a Mark cuando la tomó del brazo llevándola hasta donde estaba reunido el resto del grupo. Dar se había sumergido en sus propias reflexiones y atizaba distraídamente un arbusto mientras Kerry cuidaba de Mariana, que lucía un feo corte en el brazo. Aparte de eso, y un buen número de contusiones y arañazos, todos habían salido ilesos, y permanecían reunidos en un estrecho círculo mirando a su alrededor con aire bastante desorientado. -¿Y ahora qué, Sherlock? -Steve se situó a la espalda de Dar y observó los desfiladeros que les rodeaban por todas partes-. ¿Nos vas a sacar de aquí volando en tu maldita escoba? -preguntó con sorna e irritación-. No me puedo creer que nos hayas metido en esto... Creo que voy a... ¡EH! -En un segundo, se vio atrapado entre el tronco de uno de los árboles y el extremo del palo de la mujer, impidiéndole respirar con fluidez. -Ya... -Dar apretó más fuerte-... me estás... -Se inclinó más cerca-... PONIENDO... -Su voz se hizo más gutural, pero al mismo tiempo más penetrante-... ¡¡¡ENFERMA!!! -Hizo una pausa mientras lo observaba-. Así que CÁLLATE o te meto esto POR EL CULO. -Un silencio mortal¿¿¿ENTENDIDO??? Steve cabeceó una vez afirmativamente y cayó cuando Dar retrocedió y pudo respirar otra vez. -Puta -dijo frotándose la garganta.

El moreno rostro de la mujer dejó asomar una sonrisa salvaje. -Gilipollas -le respondió ella volviéndole la espalda y estudiando el entorno una vez más. -Oh... chica -susurró Mariana cuando Kerry acabó de vendarle el corte con la manga de una camisa-. DR está llegando a su límite, por lo que veo. Kerry observó a su jefa y exhaló. -Sí... y estaría mejor si ese tipo no la provocara constantemente... lleva así todo el fin de semana... De hecho me extraña que no haya explotado antes. -Sus feroces ojos verdes estudiaron a Mariana-. No es culpa suya. La VP de Personal dejó que una cansada sonrisa cruzase su cara. -De quién sea la culpa no va a afectar a la cantidad de papeles que voy a tener que rellenar tras esta ridícula excursión. -Tocó a Kerry en el codo con su rodilla-. Ve a ver si puedes tranquilizarla un poco... No me gustaría tenérmelas que ver también con la policía. Kerry pestañeó. -Oh... no, Dar no haría... -Hizo una pausa, recordando a Kyle-. De acuerdo... ya te entiendo. -Se levantó abrochándose de nuevo el cinturón y fue hacia donde estaba Dar. Steve le dirigió una mirada cortante cuando pasó a su lado y ella le respondió con la más encantadora de sus sonrisas, lo cual pareció incomodarle bastante. Dar se encontraba examinando la pared. Sus claros ojos azules saltaban súbitamente de un lado a otro mientras descansaba su peso sobre el palo, salvaguardando así la rodilla. -Hay una posibilidad -apuntó cuando Kerry subió hasta donde ella estaba-. Será difícil, pero creo que podemos hacerlo... si no todos, al menos los suficientes como para ir en busca de ayuda.

Kerry la miró fijamente. -¿Por ahí? ¿Donde cuelgan esos árboles? -Mmhmm... -La atención de Dar estaba herméticamente enfocada-. Sí, podríamos subir usando las raíces como asideros. Era una posibilidad, razonó Kerry. -Sí, podría funcionar. -Puso su mano en el palo, cubriendo los dedos de Dar, quien fijó sus claros ojos azules en ella-. ¿Estás bien? Un débil pliegue asomó en la frente de Dar. -¿Hmm? Oh... sí, la rodilla me está fastidiando un poco... y me ha empezado a doler la cabeza... pero nada grave. ¿Y tú? Kerry deslizó su mirada hacia donde se encontraba Steve, sentado con altivez sobre un leño, y volvió a mirar el rostro de Dar. Una de sus cejas se izó a modo de pregunta. La ejecutiva pareció confundida durante un momento. Después lanzó una mirada de impaciencia y resignación. -Oh... sí, estoy bien... Sólo me he dejado llevar un momento -dijo quitándole importancia al incidente anterior-. Será mejor que nos pongamos en marcha. La mujer rubia apretó con más fuerza la mano de su compañera. -A lo mejor deberíamos comer un poco antes... sería una buena oportunidad para que todos se tranquilizasen... ¿no? Dar lo consideró. -Puede ser -reconoció-. Supongo que media hora más no supone mucha diferencia. -Dejó que Kerry la llevase de nuevo junto a los demás-. Bueno... -No le costó mucho atraer la atención general-. Obviamente

tenemos que salir de aquí. -Sí. -Duks se mostró de acuerdo-. Y deprisa. Aquí cada vez hay más agua y sospecho que en breve podríamos encontrarnos con barro hasta las orejas -añadió taladrando con su pie un charco de agua helada. -Jesús... -José se palpó una leve contusión que tenía en la cabeza-. Podríamos estar muertos. -Pero no lo estamos -afirmó Dar con rotundidad-. Hay un sitio allí comenzó apuntando hacia la zona en cuestión-... por donde podríamos subir. Al menos alguien que vaya a pedir ayuda. -¿A quién? ¿A esa idiota? -declaró Eleanor con aire frustrado, refiriéndose obviamente a la monitora del campamento-. No seas ingenua, Dar... por ahí no se puede subir... y no me voy a quedar aquí sentada en este montón de estiércol. -Vamos, El. -Mariana se anticipó a la creciente ira de Dar-. Tanto si es posible como si no... tienes que elegir. O lo intentas o te quedas. -Suspiró-. Yo me voy a pasar toda la semana que viene rellenando papeles por vosotros, ¿cierto? -Podremos pedir ayuda "de verdad" una vez estemos fuera... -explicó Dar-. Pero todos debemos intentarlo. No sabemos cuánto tiempo nos podría llevar, y estoy prácticamente segura de que a ninguno nos apetece seguir aquí cuando se haga de noche. A nadie pareció gustarle la idea, pero todo lo que surgió del grupo fueron unos cuantos asentimientos reluctantes. -Será más fácil si nos comemos lo poco que nos dieron antes de salir -recordó Kerry a su jefa-. Nos vendría bien un poco de descanso. -Oh sí... -Mark empezó a hurgar en su mochila-. Es una gran idea. Todos se dispusieron a imitarle con diferentes niveles de entusiasmo-. ¿Qué es esto? Dar se había sentado en una piedra con la pierna estirada hacia

delante y echando un vistazo a su porción. -Ahora lo llaman MRE -comentó-. Es comida militar. -Levantó la vista cuando Kerry se sentó a su lado con las piernas cruzadas-. No os matará, eso es lo único que os puedo garantizar. -Oh... genial. -Kerry sacó el paquete y se puso a lidiar con la envoltura de plástico-. ¿Cómo funciona? -Giró la cabeza y entonces puso una mano en la rodilla de Dar-. Eh... La ejecutiva se había recostado contra la roca con los ojos cerrados, pero se obligó a abrirlos de nuevo y miró a su compañera. -¿Sí? -De repente se encontraba exhausta, y las palpitaciones de su cabeza iban a peor. -Toma... -Kerry le puso algo en la mano-. Creo que lo necesitas más que yo. Dar se quedó mirando el paquete. -Oh. -Sonrió por defecto al ver el envoltorio de distribución genérica del ejército-. Sí... -afirmó con un suspiro. Dejó el paquete sobre su regazo y lo desembaló a medias-. De acuerdo... esto es una bolsa calorífica. -La cogió y tiró de las dos etiquetas que estaban en los extremos-. Si haces esto, cualquier cosa que esté dentro se calentará por acción química Levantó la mirada y se sobresaltó al ver a todo el resto del grupo, menos Steve, rodeándola con atención-. No es difícil, chicos. Somos una compañía tecnológica, por favor, recordadlo. -Bien, bien... -Duks tiró de sus etiquetas y puso el paquete grande al lado-. ¿Y qué es esto? No me lo digas... lo que nos dais a los ateos por Navidad, ¿no? -Cogió un paquete más pequeño-. Galletas, cereales... -Oh, Dios mío... ¿y esto es lo que les dan de comer a los del ejército? -Los ojos de Eleanor se abrieron como platos. -Mm... sí, lo vi en un documental el otro día -dijo Mark investigando su ración-. También hay cubiertos... qué civilizado.

Kerry abrió su envoltorio, ya caliente, y lo olfateó. -Vaya... -La sorpresa le hizo erguirse levemente-. Creo que es lasaña. -Cortó un pedazo con el tenedor y se lo metió en la boca saboreándolo cautelosamente-. Y no está nada mal. Se encontraban sentados en círculo. La mayoría comía en silencio sobre la pulida superficie de roca caliza que, lenta pero ininterrumpidamente, se iba llenando de agua. Dar, por su parte, se vio a sí misma hurgando con el tenedor en su comida. Miró a un lado y le ofreció el resto a Kerry. -Toma... ¿Quieres acabártelo? Kerry la miró. -¿No te gusta? Un encogimiento de hombros. -No está malo... es que no tengo hambre -admitió Dar-. Venga... me da que ya estabas pensando en relamer los restos de la bolsa. La mujer rubia se ruborizó, pero aceptó el ofrecimiento con gusto. Después le pasó a Dar su zumo de manzana. -Toma... no me gusta... ¿Por qué no te tomas una aspirina? Dar aceptó el consejo y se tragó dos pastillas, la de Kerry y la suya, junto con el zumo. Acto seguido, echó un vistazo a los demás. -¿Habéis acabado? -Sí. -Duks palmoteó su rodilla-. Vamos allá... estoy deseando regresar a nuestro acogedor campamento y a los bocadillos de crema de cacahuete que nos habrán preparado como premio. -Se puso en pie guardando con cuidado el equilibrio sobre la piedra en la que se encontraba.

José se le unió. -Hijos de perra... voy a decirles unas cuantas cosas cuando vuelva, os lo aseguro - declaró-. Venga, Eleanor... acabemos con esto, ¿eh? Fueron en fila hasta el lado del desfiladero que habían elegido como el único viable, tropezando y resbalando en la superficie pantanosa. Dar iba a la cabeza, renunciando al palo mientras se movía de roca en roca. -De acuerdo... venid hasta aquí arriba. -Yo no voy por ahí -declaró Steve-. Nos vemos en la cima. -Se volvió y echó a andar por su propia cuenta, agarrándose a las numerosas ramas que habían caído de los árboles. -Tiene razón... por allí es más fácil. -Eleanor los abandonó y siguió con determinación a Steve-. Venga, José, Charles... no tiene sentido ir por el camino difícil. -Sí -concordó el VP de Ventas mientras se alejaba de ellos y los seguía-. Ya voy... El delgado ayudante de Eleanor los siguió obedientemente mientras se acomodaba las gafas con nerviosismo. Dar los miró fijamente, pensando en algo que decir, pero terminó por encogerse de hombros y retomó su tarea. Apoyó la cabeza sobre unas ramas frescas un momento antes de enderezarse y buscar el modo de dar el próximo paso. El martilleo de sus sienes estaba empezando a menguar, pero se sentía distante de sus pensamientos, lo cual le puso levemente alerta, por lo que pudiera pasar. De repente sintió el calor de una mano sobre su espalda y se volvió para ver a Kerry a su lado, ostensiblemente en busca de un buen lugar al que agarrarse. -¿Es seguro subir por aquí? -preguntó la mujer rubia mientras caminaba a su lado y se giraba vigilando el progreso de Steve y los otros por la pared opuesta-. ¿O, por mucho que odie admitirlo, ellos tienen

razón? Dar sonrió fatigadamente. -Bueno... su camino es más fácil, pero no estoy segura de que merezca la pena intentarlo por allí -comentó. -¿Por qué? -preguntó Kerry con curiosidad. -Aquellas ramas están cubiertas de ortigas -contestó la mujer de pelo negro, viendo como Duks y Mark, que estaban justo detrás de ella, se echaban a reír entre dientes. -Oh... no... no lo dices en serio. -Mariana apartó su deslucido pelo a un lado de su cara-. Dime que no te he oído bien, Dar... Lo has hecho a propósito. Dar se limitó a negar con la cabeza y continuó subiendo, buscando agarres fáciles para el resto del grupo. -Haremos un pequeño descanso más arriba -advirtió-. Agarraos aquí... eso es. -Subieron la cuesta despacio, utilizando cada asidero para guardar el equilibrio. Afortunadamente, las paredes no eran completamente verticales, lo cual les permitía detenerse para recobrar el aliento. Steve, José, Charles y Eleanor ya habían alcanzado la cima y habían desaparecido. Dar se alegró de su ausencia, reparando en que la constante tensión que le producían había estado minando sus nervios poco a poco. La misma sensación tuvieron Duks y Mariana, que se apoyaron el uno en el otro para limpiarse el barro y el sudor que les cubría. Mark empezó a conversar con Mary Lou sobre los Marlins(1). Dar y Kerry se encontraban una al lado de la otra sobre la cuesta. -¿Cómo va tu rodilla? -preguntó Kerry. Dar se encogió de hombros y flexionó la pierna en cuestión. -Está bien... -Se apoyó de espaldas contra la superficie terrosa

sintiendo su frialdad a través del tejido de la camisa. La maniobra de Kerry le había dado estabilidad, y el dolor le llegaba de forma apagada, cosa que ella agradecía. Sin embargo, la subida no estaba ayudando a mejorarlo, a pesar de que trataba de alzar la mayor parte de su peso con los brazos y los hombros en la medida de lo posible-. Venga... -Exhaló-. Voto por secuestrar el maldito autobús y salir de este infierno en cuanto volvamos. Todos miraron a Mariana, que le sacó la lengua a Dar. -Sólo si paras en el primer Dairy Queen que encontremos, DR... Necesito quitarme de la boca el sabor a jalea de menta. Los ojos de Dar brillaron ligeramente. -Dairy Queen... sí... debe haber alguno cerca, ¿no? Helado... eso aliviaría este mal trago -meditó mientras retomaba su caza de raíces. Aún sentía náuseas, pero ni siquiera eso la detendría de comer helado. -Tenías que sacar el tema... -suspiró Kerry mientras subía al lado de su amante-. Ahora estaremos oyéndole hablar de virutas de chocolate hasta que lleguemos allí. -¿Qué es eso? -inquirió Duks ofreciéndole una mano a Mary Lou. -Cáscara de chocolate endurecida -contestó Dar con una mueca de gusto-. Sumergen los conos en el chocolate y los dejan secar. -Subió un nivel más-. Te pringas hasta los ojos, pero sabe genial. -¿Ya te has hecho adicta a eso, Kerry? -preguntó Mary Lou mientras superaba una zona pedregosa. Oh, sí... -contestó Kerry, reparando al mismo tiempo en el matiz secundario que podría tener ese cometario-. Emm... acaban de abrir un Dairy Queen al final de la calle en la que está nuestra oficina de Kendall... pasamos por allí cuando vamos a las reuniones. -Ya... ya veo -cabeceó Mary Lou. Continuaron subiendo hasta que Dar, que iba en cabeza, se encontró

lo bastante cerca de la cima. Luego se impulsó hacia arriba una vez más y se agarró a uno de los árboles que colgaban medio fuera del borde hasta que quedó tumbada sobre el camino por el que habían llegado unas horas antes. Allí no había nadie. -Bastardos... -murmuró Dar poniendo una mano bajo el codo de Kerry para ayudarla a subir-. Se han ido sin nosotros. -Qué cerdos... -La frente de Kerry se arrugó-. No me puedo creer que hayan hecho algo así... nosotros les habríamos esperado. El resto del grupo emergió del hoyo y pronto estuvieron todos sentados en el camino. -Bueno... -exhaló Mariana-. Es el único ejercicio que he hecho desde que estuve en las Girls Scouts. -Cierto -concordó Duks mientras descansaba con las piernas estiradas y las manos apoyadas en el suelo, a su espalda-. Pero lo hemos conseguido... y, por tanto, proclamo esta pequeña parte del seminario un éxito. Dar se puso en pie. -Sí, así es -afirmó-. Lo cual significa que el problema de cooperación no lo tenemos los que estamos aquí. Mariana suspiró y también se levantó. -Vale, vale... no ha sido precisamente un plan maestro. -Se sacudió el polvo de los pantalones-. Aunque, de no haber ocurrido esto, podría haber salido mejor... -Sí -dijo Kerry suavemente mientras avanzaban, con el sol del atardecer filtrándose entre los árboles-. Bueno... a lo mejor podríamos hacer algún ejercicio de estos a menor escala... como... en un hotel o algo así.

-Un hotel cómodo. -Mary Lou estaba de acuerdo. Mark.

-Un hotel cómodo con camas, aire acondicionado y televisión -agregó

-Y no te olvides del módem -dijo Dar con una media sonrisa-. Y servicio de habitaciones. -Servicio de habitaciones... oh, sí... -concordó Duks. Todos rieron ligeramente mientras entraban en una curva cerrada. Se detuvieron al encontrarse de nuevo frente al puente de cuerda. Y todos, sin excepción, quedaron perplejos ante lo que tenían delante. Había ropa colgada de las sogas que hacían de baranda, y todo un cúmulo de farfulleos y voces repletas de frustración surgían del fondo. -Oh oh... -Mariana se asomó a medias y se cubrió los ojos con una mano-. No creo que tenga los informes adecuados para reflejar esto, Dar. -¿Qué? -la ejecutiva atisbó por encima del borde-. Oh, Dios... Kerry se apoyó en su hombro. -Oh, dios mío. Están desnudos...

*** -¡Tiradnos la maldita ropa, idiotas! -gritó Steve, con sólo la cabeza fuera del agua. Dar se apoyó contra la baranda.

-Di por favor -reclamó sarcásticamente. -Dar... -Kerry le dio una palmada en el brazo-. Vamos. -Recogió las camisas y los pantalones y los hizo un ovillo. Entonces dudó-. ¡Se van a caer al agua! -les informó. -Y por cierto, ¿qué demonios estáis haciendo? -dijo Mark apoyándose al lado de Dar-. Hace un tiempo horrible para ponerse a nadar, ¿sabéis? José se puso en pie con el agua resbalándole cuerpo abajo. -¡Han sido unos bastardos con armas! Dar suspiró. -Bien, ha tenido su gracia... hasta ahora. -Se enderezó y echó un vistazo a su alrededor. Entonces, volvió a ver la serpiente-. Esperad... Avanzó por el puente, desenredó el "juguetito" y se lo echó al cuello antes de regresar junto a los demás-. Toma... -dijo entregándosela a Kerry-. Ata la ropa a un extremo. -Acto seguido, se volvió hacia Mark-. Tú vigila por si viene alguien. Deben haber sido unos cazadores con ganas de juerga, o algo por el estilo. Mark se enderezó y miró a su alrededor. -¿Qué se supone que tengo que ver? ¿Un puñado de retrasados mentales con rifles? Mi contrato no cubre esto, Dar -murmuró. Kerry terminó de atar la ropa a la cola de la serpiente y vio cómo Dar la bajaba hasta donde estaba José, agachándose con el brazo extendido al máximo para que pudieran alcanzar sus pertenencias. Mantuvo una mano agarrada a la plataforma y la otra suspendida en el aire por si su jefa perdía el equilibrio, a pesar de la certeza de que si lo hacía, ambas caerían al agua. -Vale... ¿lo tienes? -gritó Dar con una mueca de dolor al sentir la tensión contra su pierna. Vio a José alzarse y cerró los ojos en un acto reflejo-. Oh... Dios... hubiese preferido no ver eso... -murmuró al mismo

tiempo que Eleanor emitía un agudo y desagradable chillido. -Cállate... estoy cogiendo la maldita ropa -refunfuñó José haciéndose con ella finalmente-. Toma... -y soltó la cola del improvisado montacargas-. Ya está... ¡¡aiiieee!! -gañó, al sentir el peso muerto del animal de juguete cayendo a su alrededor-. Jesús, Dar... voy a darte una patada en el culo en cuanto salga de aquí. Dar se enderezó despacio, consciente de la mano de Kerry sobre su antebrazo. -No podrías ni aunque yo fuese una silla y llevases botas de latón -gritó ella. -¡Callaos los dos de una vez! -les espetó Eleanor-. Oh Dios mío... me pica todo el cuerpo... -A mí también -comentó Steve arremangándose la camisa-. Oh, mierda... ¡Augh! -Pensándolo mejor, tal vez darles la ropa no haya sido una buena idea -comentó Dar a su amante con aire apacible-. Acuérdate de las ortigas... -Ay. -Kerry hizo una mueca de dolor al tiempo que se miraba las manos-. Gracias por avisarme. Dar sonrió. -Estoy segura de que sobrevivirás -se rió entre dientes y exhaló mientras las cuatro figuras emergían mojadas, iracundas y llenas de barro, y se acercaban a ellos-. Bien... ¡ya basta! -Levantó la voz-. Salgamos de aquí. Ya tendremos tiempo después de gritarnos entre nosotros, ¿de acuerdo? -Es lo más inteligente que has dicho desde que estamos aquí -le picó Eleanor-. Apártate de mi camino -añadió empujando a Dar y acometiendo de nuevo el puente de cuerda sin importarle ya la altura a la que estaba suspendido ni su inestabilidad, y rascándose enérgicamente el brazo

mientras lo hacía. -Muy bien... -Dar se apoyó contra las sogas-. Supongo que regresamos al campamento. - Todos pasaron delante de ella en un momento y esperó el turno de Kerry, que se había quedado la última deliberadamente, apoyando los pies con cuidado. -Malditos sean todos... los voy a demandar hasta que le haya sacado el último centavo a esa condenada compañía... -iba farfullando José mientras caminaba-. Por irresponsables, por poner en peligro a los clientes... ¡putas! Dar suspiró e intentó filtrar su voz y dejar de oírle, concentrándose en cambio en el dolor de su pierna a medida que avanzaban por el sendero. Funcionó, pero la dejó preocupada, de tal manera que no reparó en que todos se habían detenido y chocando así con la espalda de Kerry, lo cual las sobresaltó a las dos. -Qué... oh... perdona. -Se apoyó en el hombro de Kerry y exhaló-. ¿Qué pasa? Silenciosamente, Mark apuntó hacia el campamento. Dar fue junto a él y se asomó por entre las hojas para ver el vestíbulo principal de la choza. El autobús había sido estacionado a un lado y delante de la estructura había dos camionetas con remolques llenos de varios artículos de campamento y prominentes escopetas de caza, además de dos tipos tumbados en la parte de atrás de una de ellas bebiendo cerveza. Había otros dos en el porche, uno de los cuales tenía a la infeliz Skippy contra la pared e intentaba besarla. La guía, por su parte, no podía hacer más que retorcerse frenéticamente intentando escapar, pero sin mucho éxito -Son los bastardos que nos desnudaron -gruñó Steve-. Dejadme ir hasta allí... -demandó rascándose los brazos sin parar-... auggghghh. Dar sintió una oleada fría barriendo su cuerpo de arriba abajo que hizo que todo, excepto aquellos hombres, se diluyera, y que el agotamiento que la había embargado desde el accidente quedara en el olvido. Su atención se enfocaba ahora únicamente sobre aquellos hombres, y una leve y austera sonrisa se dibujó en sus labios.

-Bien, se acabó. Ya he tenido bastante. Esos tipos no saben dónde se acaban de meter - ronroneó, empujando a José y a Steve a su paso y acercándose furtivamente a la parte descampada. -¿A dónde diablos crees que vas? -siseó Steve agarrándola del brazo. Ella se lo sacudió como si se tratara de un simple mosquito. -A liberar algo de frustración reprimida -gruño, retomando su camino. -¡Dar! -la voz de Kerry surgió gutural, pero repleta de ansiedad-. Espera... Avanzó sola durante unos segundos, aunque después unos pasos a su espalda y una mano agarrando con fuerza la tela de su camisa le hicieron detenerse. Ella se soltó. -Quédate aquí -ordenó a Kerry, avanzando directamente hacia uno de los que estaban en el porche-. ¡Eh! Ya estaba sobre la plataforma de madera antes de que hubiesen tenido tiempo de reaccionar a su llamada. Uno de ellos eructó a modo de saludo. -Eh... ¡tú eres guapa! -Anduvo tambaleándose hacia ella con una mano extendida-. Ven aquí, preciosa... Dar sintió el movimiento antes incluso de que ocurriese. Una reacción profundamente enterrada en su cuerpo proyectó su cuerpo hacia delante y envió un codazo a su mandíbula del tipo, estampándolo contra la pared con un aullido sobresaltado. Después giró la cabeza hacia el otro, y frenó su intención de pillarla por la espalda con un derechazo por encima del hombro, casi deleitándose cuando el impacto sacudió su brazo, desde el puño hasta el hombro. Él retrocedió tambaleándose y, tras seguirle de cerca, le agarró por la sucia camisa de franela y le inmovilizó contra la puerta del vestíbulo principal. El tipo abrió la boca, pero la gélida mirada de los ojos azules de la mujer hizo morir las palabras en su garganta, dándole el aspecto de un

niño a punto de echarse a llorar. -Tú... -Dar bajó el tono de su voz tanto como le fue posible-.... te estás interponiendo entre yo... -Le golpeó con una rodilla en la ingle y observó que sus ojos y su boca se abrían desmesuradamente-... y el Dairy Queen. Lo dejó caer y él se derrumbó agarrándose la entrepierna y emitiendo un leve gimoteo. Dar se giró en redondo y observó a los dos bebedores de cerveza, enarbolando sus rifles y a punto de saltar por los laterales del remolque. Les estudió por un momento y fue hacia ellos directamente, sin miramientos, al tiempo que abría y cerraba los puños. Ninguno de los dos tuvo tiempo de actuar. Uno salió proyectado de cabeza contra el suelo y el otro de culo contra el remolque. El que había caído fuera corrió hacia el lado del conductor, consiguió abrir la puerta, encender el motor y meter primera, saliendo de allí como alma que lleva el diablo con los neumáticos derrapando sobre la gravilla del camino y propinando a su compañero de la parte de atrás una suerte de paliza contra las paredes del remolque metálico, proyectado arriba y abajo como una rana sobre el capó caliente de un coche. Sus gritos de desesperación, junto con el sonido de la camioneta, se fueron perdiendo poco a poco. Dar se volvió hacia el que había recibido su primer golpe. Él, por su parte, se arrastró como pudo fuera del porche y salió corriendo al tiempo que el perro del campamento le ladraba de forma amenazante. A continuación, fue Skippy quien recibió su mirada, fría y llena de ira. -¿Dónde está el conductor del autobús? La muchacha abrió la boca y la cerró varias veces antes de emitir cualquier sonido. -Oh... uh... yo... está... -Encuéntralo -gruñó Dar. -Ssssssí señora -farfulló echando a correr hacia el otro lado de la cabaña.

Todo quedó en silencio. Sólo el crujir de las botas de Kerry sobre la tierra arenosa quebraba la quietud del ambiente a medida que cruzaba el descampado y se plantaba ante ella en el porche. -Bueno... -murmuró con los brazos en jarras. Dar la miró tímidamente. -Siento haber sido tan brusca contigo antes... ¿estás bien? Kerry frunció los labios y echó un vistazo al hombre que aún se retorcía en el suelo. -Emm... sí... supongo. -Hizo una señal al resto del grupo para que se acercaran-. ¿Y tú? La mujer se encontraba apoyada contra la pared cuando el resto se les unió, mirándola con una mezcla de cautela y admiración. -Sí, estoy bien -comentó-. Sólo quiero un helado. -Caminó hacia el banco que había a un lado de la puerta y se sentó, estirando las piernas hacia delante y dejando escapar un suspiro. Skippy regresó mirando a Dar, hecha un manojo de nervios. -Viene de camino. -Bien -dijo la mujer de pelo oscuro con los ojos cerrados-. ¿Tienes material de primeros auxilios? -preguntó girando la cabeza-. Empezando por un corrimiento de tierra... se puede decir que hemos tenido un día de perros. Esos cuatro se han rebozado en un montón de ortigas. -Cabeceó hacia Steve, Eleanor, Charles y José, que se la quedaron mirando. -Uh... -Skippy los miró-. Será mejor que llame a los paramédicos. Eleanor le dirigió una mirada maliciosa. -¿Nos mantendrán aquí?

-Pues... no lo sé... emm... probablemente... -respondió la guía a media voz. -Usted métanos en ese maldito autobús -gruño la VP de Marketing-. Mi abogado se encargará del resto. -El mío también -agregó José. -Yo soy abogado -añadió Steve-. Y, chica, espero que tengáis un buen seguro. -Le apuntó amenazadoramente con el dedo-. Esto es vergonzoso, por no decir una temeridad... -¡Sí! -gruñó José. -Un momento. -Kerry se puso en pie y caminó entre ellos viendo que Skippy se encontraba al borde de las lágrimas-. Dejad de gritarle porque no es culpa suya. -Le dirigió una silenciosa mirada de simpatía a la guía-. Ella sólo está haciendo su trabajo. Skippy le dirigió una trémula sonrisa. -Gracias. Kerry le devolvió el gesto. -Tú cállate, puta -le espetó Steve. La joven se volvió hacia él, consciente de un súbito movimiento en la periferia de su campo de visión. -¿Perdona? -Eres la putita de Dar... todos lo sabemos... así que cállate y ve a lamerle el culo o... -Ni siquiera vio venir el puño que le golpeó en plena cara, enviándolo por el porche con un afilado crujido de la madera. El cuerpo de Steve se deslizó flácido hasta el suelo. Kerry, por su parte, sacudió la mano con energía.

-Ay... -se quejó con una mueca de dolor-. Duele como un demonio... -Todos se la habían quedado mirando, incluso Dar, puesta ya en pie y avanzando hacia ella en silencio-. Y para que te enteres, yo no soy ninguna "putita". Un silencio incómodo se instauró entre el grupo. Finalmente, Skippy se aclaró la garganta. -Emm... ¿alguien... quiere galletas? -ofreció con desesperada alegría. Tenemos de tres tipos diferentes, y un poco de zumo... mientras esperamos al conductor. Quiero decir... yo... le he pedido al director del campamento que saque vuestras cosas y... bueno, nunca nos había pasado algo así... Lo sentimos mucho... de verdad... emm... ¿os traigo un zumo o algo? Una larga pausa. -¿Galletas? -Su voz se quebró ligeramente. Mariana, misericordiosamente, vino en su ayuda. -Eso sería genial... y si tiene loción de Calamina... Estoy segura de que no es culpa tuya... Veamos si también podemos encontrar algunas vendas. -Introdujo a Skippy dentro del vestíbulo, mientras Kerry volvía atrás y se sentaba al lado de Dar, consciente de sí misma. La mano le dolía muchísimo, y la acunó en la otra mirando fijamente los hinchados nudillos, como si no fueran los suyos. Jesús. Le había atizado a una persona. No... mucho peor. Le había atizado al ayudante del vicepresidente de marketing de la compañía para la que trabajaba. Todo por un par de palabras. Miró a Dar, con aire avergonzado. Unos cálidos y orgullosos ojos azules la contemplaban fijamente, acompañados por una sonrisa bien definida. -No he debido hacerlo -susurró Kerry. -No... pero no pasa nada -le dijo Dar extendiendo una mano

deliberadamente para atrapar la suya, examinándole los moratones-. Te va a doler un poco durante dos o tres días. -Mmm... -Kerry absorbió la calidez de los dedos de su amante-. Están igual que los tuyos aquella noche... -murmuró, echando un vistazo al resto del grupo, que evitaba deliberadamente mirarlas-. Lo he estropeado todo. -No te preocupes por eso -le dijo la mujer de pelo negro-. Lo superaremos... confía en mí. Sus ojos verdes, ligeramente húmedos, la contemplaron unos segundos. -Confío en ti. Dar asintió en un gesto tranquilizador y se reclinó hacia atrás, exhalando y deseando que el conductor del autobús llegase pronto.

***

A su regreso, y después de dos paradas para recoger suministros médicos y una más en el Dairy Queen, que proporcionó no sólo el helado de Dar sino también un montón de hamburguesas para el exhausto grupo, ya había anochecido. Incluso Skippy abandonó su gallardía en el campamento y se unió a la comilona en silencio, intentando evitar las agrias miradas de los tres aventureros más quejicosos. Steve no había abierto la boca desde el mismo momento en que había levantado el culo del suelo, alimentando sus agravios en malhumorado silencio y rascándose incesantemente. A simple vista, su piel se había convertido en una red llena de ronchas, al igual que la de Eleanor, Charles y José. Armados con sendos frascos de loción, se habían puesto tanta encima que cualquiera les habría confundido con criaturas de ciencia ficción. Mark por su parte encabezaba la comitiva a lomos de su Harley con Mary Lou en el asiento trasero. Duks y Mariana dormitaban tras haber acabado de cenar. Dar yacía en un asiento cerca del fondo del vehículo, mordisqueando

virutas de chocolate y lamiendo las gotas derretidas de su helado de vainilla con una expresión absorta en la cara. Kerry, justo enfrente, daba cuenta de un postre de dulce de chocolate caliente con grandes cerezas como aditivo especial. -Dime una cosa, Dar -comenzó, con el rabito de una cereza entre los dientes. -¿Mm? -Los ojos azules de la ejecutiva la miraron por encima de la ya medio acabada bola de chocolate. -El helado te hace sentir mejor -admitió Kerry-. ¿Por qué? La mujer de pelo negro mordisqueó un pedazo más. -No tengo ni idea -afirmó masticando con despreocupación-. Y en realidad no me importa... Sólo sé que siempre que me encuentre mal, un cucurucho de helado lo soluciona. -Mm. -Kerry saboreó un bocado más de chocolate caliente. -Probablemente sea porque dicen que es malo para la salud. -Probablemente -concordó en voz baja. Comieron en silencio durante un momento. -¿Qué va a pasar el lunes? -acabó por preguntar Kerry con un susurro. -No te preocupes con eso -contestó su amante. -Nos van a causar muchos problemas -dijo Kerry, indicando las filas delanteras del autobús-. Todos ellos. -Lo sé, y te digo que no te preocupes -repitió Dar-. Deja que yo me encargue de eso. - Atrapó una gota errante con su ágil lengua-. Yo también guardo algunos ases en la manga. Kerry reflexionó sobre ese comentario.

-Dar... yo... prefiero dimitir a verte pasar por todo esto -profirió muy suavemente. -Pues yo no quiero que lo hagas -objetó Dar al instante-. Deja que yo me ocupe de todo, Kerry... dijiste que confiabas en mí. -B... bueno sí, y lo hago... Pero es que... -Se interrumpió un momento y suspiró-. No quiero que te hagan daño. Una pequeña sonrisa surgió de los labios de la mujer. -Estaré bien... Vamos a olvidarnos de todo esto hasta el lunes, ¿de acuerdo? Kerry exhaló. -Vale -convino, aunque sin dejar de repetirse que eso era algo definitivamente mucho más fácil de decir que de hacer.

*** -Eh, Col. -Kerry vigilaba el tráfico con atención mientras conducía el Lexus por la calzada de Rickenbacker-. Ya hemos vuelto. -Menos mal, chica... ¿qué ha pasado? -La voz de Colleen rebosaba alegría al otro lado del teléfono-. No regresabais hasta mañana por la

tarde.

-Lo sé. -Echó un vistazo a Dar, que dormitaba contra la puerta del copiloto con los ojos medio cerrados-. Han surgido unos cuantos problemillas. -Dar había querido conducir, pero Kerry no cedió al respecto, por lo cual ahora se alegraba. El trayecto había resultado tranquilo puesto que la mayoría estaban dormidos desde antes de entrar a la ciudad, y absolutamente todos se habían dispersado en silencio en cuanto pisaron el

aparcamiento de la oficina. -Oh, vaya... -cloqueó la pelirroja-. Bueno, pues por aquí todo bien...

Vuestro cachorro se ha portado como un angelito, y yo me he dedicado a pasear y a ver partidos de fútbol en vuestra magnífica tele -confesó-. ¿Habéis cenado?

-Pues... en realidad no -respondió Kerry-. Pero no te preocupes... ya tomaremos algo cuando lleguemos... al menos yo -agregó-. Dar no se encuentra bien. -No exageres -masculló la mujer de pelo negro-. Es sólo un dolor de cabeza. -¿En serio? De acuerdo... entonces encenderé las luces de su cuarto... -La voz de Colleen se apagó un poco a medida que avanzaba por la casa-... y le abriré la cama... ¿quieres que haga café o algo así? -Buena idea -concordó Kerry-. Estamos entrando en el ferry... Nos vemos en quince minutos. -Colgó el teléfono y lo dejó a un lado. Después, condujo el automóvil hasta el barco, apagó el motor y cubrió la mano de Dar con la suya-. Ya casi estamos en casa. -Kerry... estoy bien. -Sus ojos azules se posaron sobre la joven-. De verdad. -Mira, Dar... ambas sabemos que odias que se te preste un poco más de atención de lo normal, pero cojeas... y sé que te duele... Así que, ¿podrías guardarte el cuento de "soy tan fuerte que podría tragarme una placa de circuitos sin masticar" para alguien que no te conozca tan bien como yo? -la riñó Kerry-. No es un delito sentirse mal, por el amor de Dios. Dar se hundió más en el asiento y dejó asomar una fingida mueca, como de un niño que no quiere dar su brazo a torcer. -Una carita adorable, Dar... pero a mí no me engañas. -Aun así, la verdad era que la joven sentía una sonrisa naciendo de su interior-. Creo que deberías cambiarte de ropa y acostarte en cuanto lleguemos... ¿es mucho pedir?

La imponente mujer suspiró. -No... no, tienes razón... -afirmó frotándose las sienes-. Necesito una aspirina y una bolsa de hielo en la maldita rodilla, y... -Frunció el ceño ligeramente-... más helado. Kerry puso en marcha el Lexus en cuanto atracó el barco, bajó la rampa y giró en el primer cruce dirigiéndose hacia su barrio. -Creo que aún tenemos moca en el congelador -comentó irónicamente-. Aunque al menos podrías barajar la posibilidad de acompañarlo con un sándwich de queso o algo por el estilo. -Ugh... -Dar hizo una mueca de disgusto-. No... yo... ahora mismo no tengo el estómago para experimentos. Con el helado me sobra. Kerry estacionó el automóvil y salió a recoger sus bolsas del maletero. Se sentía un poco angustiada por su amante, pero sabía que presionar a Dar acerca de su estado no iba a servir de nada. Tal vez mañana... -Vamos... -Esperó a que Dar la alcanzara al pie de la escalera y se tragó las ganas de agarrarla por el brazo a medida que ascendía cojeando-. Te cuesta, ¿verdad? -comentó en un tono ligera y deliberadamente casual. -Sí -admitió Dar. Para ser sincera, que "le estuviera costando" era poco decir. La articulación estaba inflamada, y cada paso le provocaba latigazos de dolor desde la rodilla hasta la ingle. Ese dolor era además el responsable de que tuviera el estómago revuelto, y a mitad de la escalera se vio a sí misma haciendo denodados esfuerzos por no apoyar parte de su peso en Kerry. Hicieron una pausa en la subida, justo antes del último tramo de escalones, y se quedaron mirándose la una a la otra. Kerry no estaba segura de cuál de ellas se había movido primero, pero de pronto se encontraron abrazadas, en una silenciosa rendición que las sorprendió a las dos.

-Gracias -dijo Dar. -No hay de qué -contestó Kerry, ayudándola a terminar el ascenso. La puerta se abrió antes de que tuvieran tiempo de llamar al timbre, y el amistoso saludo de Colleen se transformó en un chaparrón de expresividad al más puro estilo irlandés en el momento en que vio el deplorable estado en que se encontraba su amiga. -Santa María y José, Kerry... ¿qué diablos os habéis hecho? -Colleen agarró a Chino y le hizo retroceder para que ellas pudiesen pasar al interior de la casa-. ¿Qué te ha pasado en la mano? Y Dar, ¿por qué cojeas? -Es una larga historia -suspiró Kerry mientras ayudaba a Dar a entrar en su habitación-. Dame un momento y te contaré una buena historia para no dormir. Dar se apoyó contra la pared y dejó caer su peso sobre la pierna sana, tratando en vano desabrocharse la hebilla del cinturón. Kerry le apartó las manos con delicadeza y terminó por ella, para luego seguir con los vaqueros. -Ese café huele bien -murmuró, dejando caer la prenda al tiempo que deslizaba sus dedos bajo la suave camisa de algodón y apoyaba su cara contra el pecho de la mujer-. Pero tú hueles mejor. Una suave risita. -Fue una buena idea ducharnos antes de salir -comentó irónicamente la mujer de pelo negro, dejando que sus labios rozaran la suave piel de la oreja de la joven-. O estoy segura de que no hubieras dicho eso. Kerry sonrió mientras la besaba suavemente en los labios antes de volver su atención sobre la pierna herida. -Oh... mierda, Dar. Dar exhaló.

-Sí... me da que se ha inflamado un poco. -Contempló la zona con aire irritado. La piel estaba hinchada y tensa por encima de la rodilla y coloreada con una pavorosa colección de rojos, azules y púrpuras. Se quitó la camisa sin molestarse en desabrochar los botones y la arrojó al respaldo de la silla que le quedaba más cerca-. ¿Me das mis pantalones cortos? Kerry rescató sus pijamas de las bolsas y le alargó lo que le había pedido. Luego se puso de rodillas y tocó suavemente la rodilla de su amante, flexionada ya que no estaba apoyando ni el más mínimo peso sobre esa pierna. -Dar, esto tiene muy mal aspecto. -Miró hacia arriba, deleitándose al mismo tiempo en la visión del torso semidesnudo de Dar-. Deberías ir a que te la miren. -Nah -discrepó Dar-. Mañana estará bien... sólo necesito un poco de reposo. -Hizo una mueca de dolor a medida que doblaba la pierna lo suficiente como para meterla por la pernera del pantalón. A continuación, el mero acto de apoyarla en el suelo para realizar la misma operación con la otra estuvo a punto de hacerla caer al suelo. -D... -Kerry se levantó rápidamente y la sujetó hasta que se consiguió mantenerse de pie por sí misma-. Haz el favor de mirarte -le ordenó mientras terminaba de subirle los pantalones y le daba un ligero tirón a la goma de la cintura para que le prestara atención-. Esto no se te va a curar sólo... así que mañana mismo vas a llamar al Dr. Steve. -Vamos, Kerry... no es... -Dar se detuvo cuando una ardiente llamarada de dolor la atravesó, haciéndola apretar los dientes. De acuerdo, quizá sí que era. Esperó un momento a que las estrellas dejasen de volar por su cabeza y suspiró-. Está bien. Una mano cariñosa le dio unas cuantas palmaditas en la barriga. -Buena chica. -No voy a ir al hospital -advirtió Dar-. Los odio.

-Lo sé. -Kerry dejó escapar una sutil sonrisa-. A ver qué dice el Dr. Steve... A lo mejor tiene un hueco en su consulta a primera hora del lunes. -El lunes no puede ser... vamos a estar hasta arriba de cosas -contraatacó. -Dar -Kerry la miró fijamente durante unos segundos-. Muy bien, entonces le pediremos que venga a verte a la oficina mañana -sentenció con una sonrisa triunfal-. Estoy segura de que no le importará hacerte ese favor. "No, seguro que no le importa", admitió Dar, reconociendo la derrota. -Bueno, ya veremos. -Tiró de su camisa hacia abajo para alisar la tela-. A lo mejor mañana ya estoy bien. Como una niña pequeña. Kerry pasó un brazo alrededor de su cintura y la abrazó suavemente. -Venga... a la cama. Dar se resistió. -Me sentiría mejor si paso un rato en la sala de estar... sólo para relajarme -objetó-. Además, es difícil comer helado estando tumbada. Kerry empezó a reírse. -¿Sabes que a veces demuestras tener una mente de piñón fijo? cedió-. Muy bien... puedes oírme contar nuestra triste historia... y te traeré un poco de helado. La mujer dejó que la ayudase hasta llegar a la sala con uno de sus largos brazos alrededor de los hombros de Kerry. -Me encanta oírte contar historias -comentó-. Ya lo sabes. -¿Eh? -La joven la contempló con detenimiento-. ¿A qué viene eso? Dar guardó silencio mientras consideraba lo que acababa de decir.

-No sé... creo que necesito con urgencia ese café -murmuró finalmente con consternación. Levantó la vista y vio a Colleen emerger de la cocina-. Gracias, Colleen. -Se sentó en el sofá y Chino fue hacia ella atropelladamente, pisándole los pies y gimoteando-. Vale... vale... -Se agachó y recogió a la cachorro, sufriendo a continuación un implacable ataque de lametones e inofensivos zarpazos. Colleen llevó a la mesa una bandeja con las tazas de café y miró con atención la rodilla de Dar. -Jesús María, parece como si hubieras estado jugando al rugby o algo así. -Se sentó y repartió las tazas-. Bueno... ¿qué ha pasado? Chino se retorció y se soltó para saludar a Kerry dándole golpecitos en el brazo hasta que ella la recogió y la abrazó. -Eh, pequeña... ¿nos has echado de menos? Chino bostezó con un agudo gruñidito y empezó a mordisquearle la muñeca cuando ésta se puso a hacerle cosquillas en la tripa. Dar se recostó sobre el cómodo y suave cuero del sofá con la pierna estirada sobre la mesa, echando pequeños tragos al café y dejando que su cuerpo se relajara. Había conseguido dormir un poco en el autobús, pero una serie interminable y enigmática de imágenes y escenas persistentes le habían dejado aún más cansada que antes. -Espera... enseguida vuelvo -dijo Kerry dejando a Chino en el regazo de Dar y dirigiéndose a la cocina-. Sujétala tú un segundo. -Sonrió abiertamente cuando la cachorro se instaló de inmediato sobre el estómago de Dar, quien cambió de posición estirando su cuerpo con la cabeza apoyada sobre el brazo del sofá a modo de almohada-. ¿Y por aquí todo tranquilo? -preguntó a Colleen, más que nada por evitar silencios incómodos. -Sí, bastante -contestó Colleen apartándose el pelo rojizo de la cara con una de sus pecosas manos-. Se ha portado muy bien... excepto cuando se las arregló para robar un plátano y tuve que remover cielo y

tierra para recuperarlo. Dar sonrió y acarició la cabeza del animalito. -¿Hiciste eso? -Observó a Chino, quien se irguió a medias y movió las orejas con aire inocentón-. Los plátanos no deben sentarles bien a los perros, ¿verdad? -Así es -afirmó Colleen son una sonrisa-. La mía se hizo con varios cuando era pequeña... y estuvo con gases una semana entera. -Observó a Kerry, que volvía con un cuenco y algo más en su poder. Ésta se arrodilló a lado de donde yacía Dar, entregándoselo. -Aquí tienes -dijo, sacando también la otra mano-. Y una aspirina para la rodilla. Dar equilibró el recipiente sobre su pecho y se echó la pastilla a la boca, tragándola con un sorbo de café. -Gracias. -Dejó la taza en la mesa y rescató el helado, que Chino olfateaba con interés-. Quieta ahí... esto es para mí. Kerry se rió entre dientes y se levantó. -¿Quieres una bolsa de hielo? Dar sacudió la cabeza. -Nop -masculló con la boca llena de helado al tiempo que seguía con la mirada a Kerry de camino a la cocina, y después de vuelta con un plato humeante y un tenedor. -Col, hay más, por si te apetece -comentó Kerry ondeando el cubierto ante ella. -Estaba acabando de cenar justo cuando llamasteis, pero gracias respondió la pelirroja con una sonrisa-. Ahora cuéntame la historia y me iré... Mis gatos deben estar deseando verme.

Kerry suspiró. -¿Por dónde empiezo...? -A continuación, expuso con brevedad el supuesto objetivo del viaje. -Oh... Señor... Nuestra administración también fue víctima de un viaje de esos, y una de las gerentes regresó embarazada -respondió Colleen-. Desde entonces no han hecho más. Dar se rió entre dientes. -Tengo el presentimiento de que en nuestro caso la experiencia tampoco se volverá a repetir. -Probablemente. -Kerry la miró de reojo al tiempo que se llevaba a la boca un pedazo de pollo sechzuan que había sobrado unos días antes-. En fin, que llegamos allí y... Había algo conciliador en la voz de Kerry, pensó Dar mientras daba cuenta de su helado. Incluso aunque no escuchase todas y cada una de las palabras, su tono, subiendo y bajando, haciéndose más alto para resaltar algo y cayendo después, era tan agradable a sus oídos como la belleza de su cuerpo para sus ojos. Era consciente de que el lunes iba a ser un absoluto desastre. Casi deseaba llamar diciendo que estaba enferma, pero eso significaría dejar a Kerry sola ante el peligro, y no era justo. Dar apuró el resto del sabroso helado y estaba a punto de lamer la cuchara cuando los implorantes ojos castaños que la miraban fijamente desde su pecho le hicieron cambiar de idea. -Oh... está bien... -Acercó la cuchara y contempló cómo Chino la limpiaba a pequeños lametones con una mancha de helado en su nariz negro azabache-. A ti también te gusta, ¿eh? La cachorro emitió un ávido gruñido y trepó metiendo toda la cabeza en el cuenco vacío y embadurnando su suave pelaje color crema en lo poco que quedaba pegado.

-Eh... eh... -Dar, ¿le estás dando helado al perro? -Kerry parecía cómicamente ultrajada-. No me lo puedo creer. -Bueno, no... no era mi intención -protestó Dar intentando sacarle la cabeza del cuenco-. Eh... sal de ahí... Al final, la mascota se dio por vencida y quedó sentada, con aire satisfecho, al tiempo que se limpiaba el hocico con glotonería, y repitiendo luego la operación con la cara de Dar. -Awww... vamos... Kerry se echó a reír ante semejante escena. -Sé que fue un regalo para mí, Dar... pero en honor a la verdad... este bicho es ya más tuyo que mío. -No -dijo Dar tras conseguir apartarla de su cara-. Sigue siendo tu mascota... pero tiene una extraña afición por sentarse encima de mí. -Si tú lo dices... -Kerry sonrió abiertamente y retomó su relato. Dar escuchó durante un minuto más o menos, antes de hacer su cuenco a un lado y cambiar a una posición más cómoda. Sintió que finalmente su cuerpo empezaba a relajarse a medida que el sofá se amoldaba a él. Así, decidió cerrar los ojos para concentrarse en la historia. -Y entonces Dar se enfrentó a todos ellos y... -Kerry levantó la mirada al sentir unos leves golpecitos en el brazo-. ¿Qué? La pelirroja señaló a un lado al tiempo que sonreía. Al mirar hacia allí, descubrió a su compañera profundamente dormida en el sofá con la cachorro, prácticamente en el mismo estado, encima de ella. La impresión que daban ambas era la de no poder imaginar una situación de mayor felicidad.

-Oooooooh... -No pudo evitar sonreírse-. Espera... voy a buscar la cámara... shh... -Se levantó y subió la escalera, sacó su máquina de 35 milímetros del armario y regresó. -Shh... te va a oír... -susurró Colleen cuando vio a su cómplice en posición. -Vale... vale... -Kerry hizo girar la lente con habilidad, perfeccionando al máximo la toma, porque sabía que el flash probablemente despertaría a Dar, y enfocando la cabeza y el pecho de la adormecida mujer junto con la cachorro dormida. Al momento, el fogonazo del flash acompañó el chasquido del disparador. Y en efecto, unos soñolientos ojos azules pestañearon ante ella en cuanto bajó la cámara, mirando después alrededor con aire desorientado. -Oh... dime que no lo has hecho -se lamentó Dar. -Sí, lo he hecho -confesó Kerry sin ningún tipo de reparos, poniéndose la cámara al cuello-. Estabas taaaaaaan adorable que no me he podido resistir. Dar se cubrió los ojos con un brazo y suspiró. Colleen, por su parte, se echó a reír. -Bueno, pues yo me voy... se está haciendo tarde. Ya me contarás el resto de la historia mañana. -Se puso de pie y abrazó a Kerry-. Descansad, ¿vale? Espero que tu rodilla tenga mejor pinta mañana, Dar. -Gracias -respondió ésta con una sonrisa-. Y gracias por cuidar de Chino. La pelirroja dijo adiós con la mano y salió trotando, dejándolas mirándose la una a la otra. -¿Me has hecho una foto? -gimoteó la mujer-. Keerrryyyy... -Oh, venga... la cámara te adora y lo sabes... podrías cubrirte de

barro y ponerte un cerdo en la cabeza y seguirías saliendo fantástica, así que cállate, Dar Roberts. -Kerry dejó la cámara sobre la mesa, fue hasta su compañera, se arrodilló a su lado y rascó las orejas de la adormilada Chino. ¿Lista para ir a la cama? -¿Eso es una pregunta o una invitación? -respondió Dar con una sonrisa furtiva. Kerry se inclinó hacia delante y la besó. -¿Te basta como respuesta? Dar la rodeó con un brazo y la atrajo hacia sí, devolviéndole el beso. -Oh sí. Chino bostezó, escondiendo la cabeza tras una de las piernas de Dar.

*** Kerry se despertó con la luz del sol pegándole de lleno en la cara y entrecerró los ojos tratando de ver la hora. -Mm... es domingo y no estoy en ninguna cabaña infestada de bichos en medio de ninguna parte... Eso es bueno. -Se encontraba tumbada de lado, de cara a la puerta, y un enorme brazo la mantenía literalmente pegada a otro cuerpo, dormido y acurrucado justo detrás de ella. Alzó su mano dolorida y la flexionó, con una mueca al sentir tensión en los dedos. -Jesús... nadie me dijo que esto doliese. ¿Cómo se las arreglarán para hacerlo a todas horas por la tele? -Así, dejó caer la mano en la cama y la cabeza sobre la almohada, mientras el aroma a lino de las sábanas

limpias le llenaba los pulmones. Tenía gracia. La mayor parte del tiempo pensaba en sí misma como en una niña pequeña, sobre todo en el trabajo, cuando caminaba por aquella enorme oficina, y tenía que pellizcarse y repetir de vez en cuando: todo esto es mío. Y ahora, aquí estaba, despertando en un lugar precioso con una belleza abrazada a ella, por lo que no podía evitar seguir el mismo proceso de autoconvencimiento... aunque con más frecuencia aún, y decirse... -Esto es mío. Entrelazó sus dedos con los de Dar y disfrutó de la cálida y viva sensación que le causaron estos al entrar en contacto con la piel desnuda de su estómago y la ligera presión de la sosegada respiración de Dar contra su espalda. "Ella es mía. ¿Cuándo empecé a tener tanta suerte?" Giró la cabeza y contempló el rostro de su amante, relajadamente dormido. Simplemente, era así. Su rostro mostró un leve indicio de sonrisa, mientras contemplaba el modo en que un mechón de pelo negro cubría de forma encantadora uno de los ojos de Dar. Éstos, como por casualidad, se abrieron en ese mismo momento reflejando increíblemente la luz del sol que entraba por la ventana. -¿Ocurre algo? Kerry negó con la cabeza en silencio. Dar se acurrucó más contra ella y, tras encogerse de hombros, dejó que el sueño la arrastrara sin oponer resistencia una vez más. -Bien... porque no me apetece moverme ahora mismo. Kerry se apretó suavemente contra ella cerrando los ojos. Su

compañera no era del tipo de personas que se quedan en la cama una vez se despiertan, lo cual le hizo sospechar que el día anterior realmente la había agotado más de lo que le gustaba admitir. Sin embargo, si eso significaba poder estar así mismo durante toda la mañana... bueno, no iba a ser ella quien se quejara. Nop, de ninguna manera. Le encantaba dormir y lo hacía siempre que podía, así que entrelazó más firmemente sus dedos con los de Dar y se dejó llevar.

*** Dar no quería levantarse. Por fin había encontrado una posición cómoda, con la rodilla apoyada sobre las torneadas piernas de Kerry de forma que el dolor no era tan pronunciado. Así, había conseguido dormir. A pesar de ello, un breve vistazo a su alrededor le confirmó que ya era bien entrada la mañana, y que la pobre Chino necesitaba un poco de atención. Miró a Kerry, aún dormida, y disfrutó en silencio por un segundo de aquel aire infantil que tenía siempre que estaba dormida, y que inevitablemente le hacía sonreír. Muy despacio, deslizó su cuerpo de entre las sábanas y enderezó la pierna cuidadosamente. Al instante, exhaló con irritación. De esta vez sí que la había hecho buena. Echó la colcha a un lado y contempló su rodilla con amargura, notando el extenso cardenal y la persistente hinchazón de la articulación. La dobló con cuidado, animándose un poco al ver que tenía un poco más de movilidad que por la noche y que el dolor antes punzante se había convertido en una molestia continuada. Con un suspiro, se sentó en el borde de la cama de agua y abandonó su cálida comodidad ayudándose con los brazos para incorporarse. Se apoyó cautelosamente sobre la pierna e hizo una mueca de dolor al tiempo que aguantaba la respiración y se agarraba de la cómoda.

Mierda, mierda, mierda... Cojeó hasta el armario y se puso unos pantalones cortos. Después, buscó con afán en el último cajón del mueble hasta dar con una de sus viejas rodilleras, de las que había usado con frecuencia en el pasado, cuando se dedicaba al deporte de forma más o menos profesional. -Bueno... es mejor que nada -murmuró mientras la examinaba, deslizándola después y ajustándosela sobre la articulación. Ya de pie, comprobó que le daba un poco más de estabilidad, suficiente para caminar, aunque no con absoluta normalidad. Así pues, añadió a su atuendo una sudadera corta y se dirigió a la sala de estar. Chino la oyó al momento y empezó a saltar arriba y abajo y a lloriquear desde el cuarto trasero. -Vamos, pequeña. -Abrió la puerta trasera para dejarla salir y fue hasta el porche para ver al animal que, con todo un alarde de alegría, y derrochando una enorme cantidad de energía cerebral, empezó a buscar el lugar más adecuado para desahogarse. -Otro ejemplo de la superioridad mental humana -dijo Dar a la cachorro-. Nosotros no perdemos tanto tiempo eligiendo dónde orinar. -El fresco aire matutino agitó las mangas medio rotas de su sudadera y acarició la piel desnuda y suave de su estómago. Después, se entretuvo un momento respirando la brisa salada mientras se estiraba bajo la cálida luz del sol. Tras pasarse una mano por el pelo, regresó adentro cojeando seguida de cerca por la perrita, que siguió brincando por toda la cocina hasta que Dar se hizo con un cucharón grande y le puso un poco de comida en su comedero. -Eh... eh... tranquila, Chino... mastica, ¿quieres? Si sigues así te vas a ahogar. - Contempló al animal devorar la comida como si fuese un aspirador viviente, sonriéndose y sacudiendo la cabeza. A continuación, se apoyó en la encimera mientras ponía a trabajar la máquina del café.

-Veamos Chino... ¿habrá algo para desayunar por aquí? -Abrió uno de los estantes y sacó una caja, de color azul chillón, agitándola suavemente-. Hmm... parece que sí. -Se detuvo un momento con aire pensativo-. Eh... ¿y si le preparo a tu mamá un desayuno sorpresa? Chino se giró para mirarla, estornudó y regresó a su comida. -El caso es criticar... -añadió con un resoplido-. Vale, no soy Julia Child... pero puedo hacer un desayuno decente. -Echó un vistazo al frigorífico-. Si soy capaz de poner en marcha operaciones de un millón de dólares... una estúpida tostadora no debería darme problemas. Chino le soltó un pequeño ladrido como respuesta. -¿Te estás riendo de mí, señorita? -Dar se puso en jarras, mirando fijamente al animal-. Ya vendrás luego a pedirme algo. -Cojeó por la cocina, sacó el pan, la mantequilla y un poco de mermelada-. Ok... las tostadas las tengo bajo control... ¿Me ves capaz de enfrentarme a unas crepes? Los mansos ojos de Chino se ensancharon, casi con incredulidad. -No... probablemente tengas razón... algo más sencillo. A ver, unos huevos... -decidió Dar sacando el cartón de la nevera-. Le gustan revueltos... ¿cuántos harán falta? -Dar inspeccionó los objetos blancos y redondos como si escondieran el más indescifrable de los misterios-. Hmm... parecen pequeños... así que cinco o seis, ¿eh? -Acto seguido, los dejó sobre el mostrador, donde se mecieron suavemente-. Vale... ¿tenemos...? - Volvió a meter la cabeza en el electrodoméstico-. Ah... sí. Extrajo un paquete de salchichas congeladas-. "Dorar y servir... precocinadas...". Eso me gusta. Sin riesgo de provocar una epidemia. La cachorro ladró meneando la cola. -Ninguna advertencia del fabricante -afirmó, señalando la caja-. Bien... necesito dos sartenes, un plato para los huevos y algo donde batirlos. -Se asomó a la alacena-. No... mejor paso de la avena. La última vez que intenté hacer terminó en la basura. -Se rió irónicamente de sí

misma mientras sacaba las dos sartenes y un cuenco-. Bueno... lo primero, cascar los huevos. Rompió las cáscaras blancas y vació el contenido en el cuenco, con cuidado de que no cayese dentro ningún trozo. -No... Kerry ya toma suficiente calcio... no necesita ser sorprendida con trocitos crujientes al comer. -Sacó un tenedor del cajón y batió los huevos tras agujerear las yemas para desparramarlas bien-. ¿Les pongo algo? -Miró por encima los frasquitos de especias-. Mmm... un poco de sal y pimienta. -Espolvoreó un pellizco de ambas al tiempo que seguía batiendo-. Ok... tiene buena pinta. Encendió los fogones y dejó que se calentaran las sartenes. -Me pregunto si habrá que echarles algo antes... -Se acordó de cuando vio el programa de televisión de cocina de Louisiana en uno de sus últimos vuelos, y que el cocinero había puesto media barra de mantequilla. Oh... cierto... algo para que no se pegue... vale. -Cojeó una vez más hacia el refrigerador y sacó la mantequilla. Cortó un cubo de tamaño considerable y lo dejó caer en la sartén, que empezó a humear, salpicar y sisear de forma amenazante-. ¡Ey! Chino ladró y se escondió bajo la mesa. -Vale... tranquilidad... -Repartió la mantequilla por toda la superficie de la sartén y observó cómo se fundía-. Nunca te avisan de estas cosas murmuró mientras vertía los huevos y bajaba el fuego. Después, puso las salchichas en la otra sartén. -Chino, creo que tengo esto bajo control -comentó Dar revolviendo los huevos con la cuchara de madera-. Sí... fíjate... se están solidificando... -Hizo una pausa y dio una vuelta a las salchichas en cuanto éstas empezaron a sisear-. Eh... huele bastante bien, ¿no? -Bajó la vista y descubrió a la cachorro pegada a su pierna-. Eso es un sí. - Revolvió los huevos un poco más-. Bueno... ahora están pasando de gelatinosos a sólidos. -Quitó la cacerola del fuego con aire triunfal..- ¡¡Ahhh!! -exclamó, dejando caer a medias la sartén y apagando la lumbre apresuradamente-. Mierda... quema.

Se puso a buscar desesperadamente algo con lo que poder agarrar la sartén sin peligro y se las ingenió para apartarla del hornillo y depositar los huevos en el plato. -Bien... por ahora vamos bien. -Devolvió su atención a las salchichas y las movió levemente-. Bueno, parece que están calientes. -Acto seguido, les dio media vuelta-. Oh... dorado... lo conseguí... dorar y servir. A mí me parecen bastante doradas. Las dejó hacerse un poco más mientras metía unos pedazos de pan en la tostadora y la encendía. -Pues nada, ya no hay vuelta atrás -dijo, asintiendo con energía-. Si se me va de las manos, Kerry se hará con la situación antes de que este condenado cacharro accione la alarma de incendios. -Regresó a las salchichas, cronometrando mentalmente el pan. Las puso en el plato junto con los huevos y acto seguido cazó las rebanadas al vuelo-. Eh... lo estamos haciendo muy bien, Chino... lo estamos haciendo bien... y es la primera vez que... Un leve carraspeo interrumpió su monólogo y, sobresaltada, miró a su espalda para descubrir a Kerry apoyada contra el marco de la puerta ataviada con una camiseta larga hasta los muslos y el pelo ligeramente alborotado. -¿Qué estás haciendo? Dar sintió una tonta sonrisa abrirse paso en su cara mientras observaba a su adormecida amante, que la seguía mirando con aire perezoso. -Em... Kerry entró en la cocina y se quedó mirando el plato, repleto y agradablemente humeante. -¿De dónde ha salido esto?

Dar le ofreció el plato. -Lo he hecho yo -anunció con orgullo-. Iba a darte una sorpresa en la cama, pero... Kerry tomó un pedacito de huevo y lo mordisqueó. -Mm -susurró dirigiéndole a Dar una mirada de sorpresa-. Está muy bueno. -Arrebató el plato de las manos de su amiga y lo dejó sobre el mostrador mientras sus ojos viajaban por el cuerpo de Dar. "He cerrado acuerdos de millones de dólares que no me habían hecho sentirme tan bien", reflexionó Dar en un momento de silenciosa lucidez. -Sólo me faltan las tostadas -afirmó mudando de posición torpemente y colocando el pan. Entonces, sintió una cálida mano en su costado desnudo-. ¿Sí? -Escucha... -Kerry se acercó y le dio un suave beso en el ombligo-. Yo llevaré esto fuera, y tú... -se interrumpió alargándole el móvil-... llama al Dr. Steve -concluyó acariciándole el brazo-. ¿De acuerdo? -Hoy estoy mucho mejor -objetó Dar esperanzadamente-. De verdad... Kerry... lo estoy... esta rodillera ayuda mucho. Los ojos verdes de la joven la miraron fijamente, casi sin pestañear. Dar, por su parte, suspiró. -Está bien... -Contempló a su chica mientras levantaba el plato y lo llevaba al balcón, y fue tras ella cojeando, agradecida de poder sentarse en una de aquellas sillas ovaladas mientras Kerry regresaba con el café y algunos cubiertos. Se quedó pensando un minuto, después marcó un número de teléfono y esperó a que le atendiesen-. Hola... sí, por favor. Esperó-. Es para el Dr. Steve... dejaré mi número. -Lo dio junto con su nombre-. Me di un pequeño golpe en la rodilla ayer y sólo quería que le echara un vistazo. -Escuchó durante un momento en silencio-. De acuerdo, gracias. -Colgó el teléfono al tiempo que Kerry ocupaba su silla-.

¿Contenta? Kerry atravesó con el tenedor un pedazo de salchicha y se lo ofreció. -Dar, no hay ninguna necesidad de que estés mal. -Observó a su amante masticar la salchicha y tragársela-. ¿No hay avena? -No... no he hecho... me ha parecido tentar demasiado a mi suerte le informó Dar-. Éste es mi límite. Una suave risita. -Bien, está delicioso... Me has impresionado. -Probó los huevos-. Deliciosos, en su punto y sin trozos de cáscara... Perfectos. Dar bajó la vista. -Solía observar a mi padre cuando los hacía -comentó en voz apenas audible-. Es una de sus pocas especialidades y no lo hacía para cualquiera... sólo para las personas que realmente le gustaban. Kerry masticó alegremente. -Oh... ¿entonces ya puedo estar segura de que he sido aceptada? Sus ojos centellearon-. ¿Ahora que has hecho el desayuno sólo para mí? Una pensativa sonrisa se formó en los labios de Dar. -No sé... eres la primera persona para la que hago algo. -Sonó el teléfono y lo atendió-. ¿Sí? Kerry se quedó pensativa, con las púas del tenedor entre los dientes. De repente, al escuchar las palabras de Dar, los huevos parecían saber de otro modo. Aquello no tenía nada que ver con la comida, pero sí con el hecho de que Dar la aceptaba de buena gana como parte de su vida. Como parte de sí misma. -Sí... hola Dr. Steve. -Dar se reclinó en el asiento y apoyó el pie cuidadosamente contra la barandilla del balcón mientras estudiaba con

detalle la articulación cubierta por la rodillera-. No... yo... estábamos haciendo senderismo ayer por el norte del estado y tuvimos un pequeño accidente... me disloqué la rodilla y se me ha puesto de todos los colores posibles. -Escuchó con atención la voz al otro lado del teléfono-. No... no, nada de hospitales... no la tengo tan mal, sólo me duele un poco. -Otra pausa-. No... bueno, sí. -La voz de Dar adquirió un leve tono de resignación-. Sí... eso es... bueno, no, no puedo. -Esta vez, los hombros de la mujer cayeron, revelando una actitud de profundo abatimiento-. Vale... sí... no, le veré allí. -Suspiró-. Sí, dentro de una hora está bien... De acuerdo, adiós. -Colgó y dirigió a Kerry una mirada de soslayo-. Nada, que quiere hacerme una radiografía. -Bien por él -respondió Kerry-. Creo que es una magnífica idea. -Le ofreció un poco de huevo revuelto en el tenedor-. ¿Una hora entonces? Bien... tengo ganas de conocerle. Una sonrisa renuente apareció en el rostro de Dar. -Él también tiene ganas de conocerte -admitió-. Bueno... por lo menos es en su consulta. -Se reclinó, dejando que la luz del sol bañase su cuerpo-. ¿Qué es lo peor que me puede hacer, eh?

*** Dar se encontraba sentada en silencio sobre la camilla, apoyada sobre las manos y contemplando su rodilla con aire malhumorado. El Dr. Steve le había hecho lo que le parecía como unas cien radiografías y ahora se había retirado a su sala de estudio, a hacer lo que fuera que hiciese para sacar la información necesaria de las placas. Por lo menos no se había tenido que poner una de esas condenadas batas ya que, después de todo, el problema estaba en la pierna, y previsoramente se había hecho con un par de pantalones cortos antes de salir de casa. Kerry, a petición suya, la había dejado sola y se había marchado a comprar algunas cosas que necesitaban, prometiéndole antes que la

compensaría por estarse portando tan bien, y que regresaría lo más deprisa posible para recogerla en la consulta. Un sonido la alertó y vio al Dr. Steve entrar al cuarto, ataviado con un chaleco de color rojo chillón, camisa azul de jugar al golf y bermudas caqui. -Bueno... déme primero las malas noticias. -Dar, ¿por qué siempre te tienes que poner en ese plan? -dijo el Dr. Steve, agitando un dedo ante ella-. Eres una pesimista empedernida... ¿dónde está ese encantador modelo de virtud tuyo? La mujer de pelo negro bajó la vista hacia el suelo. -Si esperas lo peor, cuando lo que ocurre no es tan malo te llevas una agradable sorpresa -informó al médico-. Y Kerry llegará en cualquier momento. -Mmhmm... bien. -Levantó dos de las radiografías y las colocó sobre un panel luminoso-. ¿Me cuentas otra vez cómo te has hecho esto? -Dijo trazando cierta zona iluminada con su pluma-. Tienes una compresión de la articulación aquí... y aquí, y un estiramiento de los tendones aquí y aquí... Como si hubieras estado dándole patadas a un coche. Y no lo has hecho, ¿verdad? Dar suspiró. -No... hubo un corrimiento de tierras... la caída fue de unos cincuenta pies, más o menos... y aterricé mal. -Se levantó de la camilla y avanzó cojeando por la habitación-. ¿Tengo algo roto? El doctor estudió la radiografía con atención. -No lo parece, amiga mía -dijo dando una palmaditas en el brazo de Dar-. Eres afortunada... si hubiese sido una lesión de las malas... hubieras necesitado reconstrucción. Dar hizo una mueca de dolor. -Mm... ¿entonces qué hago? ¿Tomar aspirina hasta que me deje de

doler? -Regresó a la camilla y se sentó, aliviando el peso en la pierna. -Oh no... no has tenido "tanta" suerte, Dar... -rió el Dr. Steve-. Te voy a poner una rodillera más restrictiva, y un precioso par de muletas. -Ah ah... nada de muletas -objetó Dar de inmediato-. Odio esas cosas. -Dar... Los dos se giraron al escuchar unos ligeros golpes en la puerta. -Adelante -invitó el Dr. Steve, sonriendo cuando Kerry asomó la cabeza adentro-. ¿Qué tal? -Le sonrió-. Entra... entra... Kerry entró y le devolvió una tentativa sonrisa antes de que sus ojos saltaran al rostro de Dar. -¿Cómo va? Dar exhaló. -Kerry, éste es el Dr. Steve. -Alzó una mano en dirección al doctor-. Steve, ésta es Kerry. -Encantada de conocerle -dijo la joven, dándole un apretón de manos. -Ah... yo también me alegro de conocerte, Kerry... no sabes cuánto dijo el doctor devolviéndole el saludo-. Bueno, quizá la única persona que es capaz de hacer sonreír a este gato terco me ayude a convencerle de usar un simple par de muletas, ¿no crees? -Eh... -Dar frunció el ceño. -¿Ya estás dando problemas? -Kerry rió suavemente, fue hasta su compañera apoyándose en la camilla y puso una mano en el muslo de la mujer-. ¿Qué es lo que tiene que hacer? -le preguntó al doctor. -Tiene mucha hinchazón y líquido libre en la rodilla -explicó vivamente el Dr. Steve-. Podemos arreglarlo de dos maneras... O

esperamos haciendo que Dar repose y el cuerpo lo reabsorba, o... -En ese momento, mostró en su mano una aguja larga y hueca. Los ojos de Dar se abrieron como platos, pero no dijo nada. -Por eso quiero que se ponga una rodillera, para evitar movimientos bruscos y convencer aquí a mi buena amiga de que no la sobrecargue y le dé una oportunidad de sanar por sí misma. Kerry se lo quedó mirando, y luego dirigió la vista hacia Dar. -Y bien... ¿cuál es el problema? Su compañera suspiró. -Odio las muletas -gruñó-. Me rompí una pierna cuando estaba en la universidad y tuve que andar con esos inventos del demonio durante cuatro meses... Casi me vuelve loca. -Ah... bueno, Dar... sólo te pido una semana, eso es todo -le dijo el Dr. Steve amablemente-. Venga... es eso o estarte metida en la cama todo el santo día. Una débil sonrisa surgió en la cara de Kerry, e hizo que sus ojos centelleasen con aire travieso. -Hmm... -susurró la joven, riendo entre dientes-. Tómatelo como una ventaja estratégica, Dar... Si te presentas con muletas en el trabajo nadie se atreverá a atacarte. Unos ojos azules la contemplaron displicentemente. Kerry suspiró. -De acuerdo... a ver qué te parece esto... Si apareces con muletas y te atacan, las puedes usar para golpearles en la sala de reuniones. -Hizo una pausa para ver el efecto de sus palabras, y contempló cómo una inquina sonrisa comenzar a afilar el rostro de Dar-. Sólo es una semana.

Dar exhaló son resignación. -Bueno... Me servirá de excusa para ir vestida con ropa normal... No voy a llevar una maldita falda y la chaqueta con una rodillera y un par de muletas -cedió finalmente-. Y no pueden oponerse, ya que la culpa fue de su maldita excursión. -¿Lo ves? Ahí lo tienes. -Kerry se volvió y le guiñó un ojo al Dr. Steve. ¿Y ahora qué? El doctor se rió entre dientes. -Túmbate, Dar... voy a ponerte esa rodillera y te daré un minuto para que te vayas acostumbrando a ella. -Salió del cuarto y regresó trayendo consigo una pieza blanca y de aspecto rígido. La deslizó por la pierna de su paciente y la colocó encima de la zona lesionada-. Por suerte estás en buena forma. -Le golpeó el muslo con los nudillos-. Creo que esto mantendrá tu pierna de una pieza. -Apretó las correas y pegó las tiras, ajustándola con la máxima presión posible-. Ya está... ¿Cómo lo sientes? Dar tensó los músculos del muslo y movió la pierna arriba y abajo. Luego se sentó, doblando la rodilla hasta donde fue capaz. -Estable. -Es como se supone que debe estar -le dijo Steve alegremente-. Bien... deja que busque unas muletas de tu talla... ¿las quieres de madera o de aluminio? -Madera -contestó Dar con aire ausente, centrando su atención en la rodillera. Luego miró al hombre hasta que estuvo fuera del cuarto y se giró hacia Kerry-. Estoy siendo un poco brusca, ¿verdad? -Emm... no... bueno... -Kerry se aclaró la garganta-. Creo que admitir una debilidad es muy difícil para ti, Dar. -Recorrió suavemente el brazo de la mujer con sus dedos-. No te gusta hacerlo, especialmente en el trabajo, y sé que esta semana va a ser muy dura.

Dar reconoció silenciosamente que, a fin de cuentas, ella tenía razón. -Bueno, será mejor que me acostumbre un poco a esto... ¿Qué te parece si comemos y luego damos un paseo corto por la playa? -le ofreció. Los ojos de Kerry se iluminaron. -Claro... ¿vamos a Joe? Hay un paseo de tablas justo al lado- Había desarrollado un fuerte gusto por el marisco desde que empezara a vivir con Dar, y la mera visión mental del menú le había hecho la boca agua. Además, era una dieta muy saludable. -Suena bien -convino Dar. El Dr. Steve regresó con dos muletas de madera para su "víctima". -Déjame ajustarlas primero. -Soltó la anilla alargando la longitud del poste y se las entregó. -De acuerdo... -La mujer puso las puntas de los pies en el suelo y se levantó-. ¿Alguna cosa más, Dr. Steve? Él la miró con aire pensativo. -¿Quieres algo para el dolor? -preguntó por fin. -No -decidió finalmente con un suspiro pensativo-. Tiendo a confiar demasiado en esas cosas... y no es buena idea -contestó honestamente-. Con aspirinas me vale. Steve le dio unas palmaditas en el costado. -Buena chica. -Después le dio un tironcito al pelo rubio de Kerry-. Cuídala, ¿de acuerdo? -Tomó su mano y se detuvo-. ¿Y qué tenemos aquí? -preguntó contemplándola-. ¿Tú también te caíste a ese agujero? -Pues... no exactamente. -Kerry se frotó la oreja-. Yo... me di un golpe con algo.

-Con "alguien" -le corrigió Dar. Las cejas del Dr. Steve se alzaron. -¿Ah sí? -Se rió con ganas, visiblemente sorprendido, llevando a Kerry hacia una zona bien iluminada del cuarto-. A ver... deja que le eche un vistazo. No se atrevió a protestar bajo la atenta mirada de Dar, así que suspiró y avanzó. Hizo una mueca de dolor cuando el doctor le examinó los moratones que lucía en el dorso de la mano. -Au... -¿Puedes cerrarla? -le preguntó. -Pues... la verdad es que no -confesó Kerry cerrando los dedos a medias-. Sólo hasta aquí... después me duele mucho. -Se encontró de repente siendo encaminada hacia el aparato de las radiografías y oyó la suave risa de Dar a su espalda-. ¡Por lo menos yo no estoy protestando! dijo mirando por encima de su hombro mientras el Dr. Steve posicionaba la máquina. Finalmente salieron a la soleada calle con Dar maniobrando con cuidado sus muletas y Kerry acunando su mano, cubierta con una fina venda de contención. -No tenía ni idea de que un hematoma en el hueso doliera tanto... se quejó la mujer rubia-. No parecía ser algo grave. -No es nada... -la imitó Dar, fastidiándola con una sonrisa. -Sí, sí, sí... -suspiró Kerry examinando la venda-. Vas a tener que aprender a cambiarme la venda... es la primera vez que me hago algo así afirmó moviendo los dedos-. Me alegro de que sea un simple golpe -dijo con modestia, mirando al frente-. Vamos... estoy oyendo unas enormes y sabrosas gambas gritando mi nombre. Bajaron por la calle despacio, evadiendo la muchedumbre que

paseaba a su alrededor, puesto que era domingo. La mayoría de los jóvenes avanzaban satisfechos de poder lucirse, y los mayores simplemente echaban un vistazo, algunos admirados, y otros incrédulos ante la existencia de cierto estilo de ropa o de conducta. Kerry contempló a las personas que tenía alrededor. A su lado caminaban dos muchachos jóvenes de aspecto muy atlético y con pantalones cortos que prácticamente revelaban la "religión" a la que pertenecían. Kerry se rió entre dientes suavemente y agitó su cabeza, tras lo cual se disculpó con dos mujeres con las que había estado a punto de chocar. Ellas le sonrieron y la miraron con más detenimiento del habitual, lo que hizo que Kerry se ruborizara y bajara la vista. -¿Ocurre algo? -inquirió Dar, observando a la pareja que se alejaba. -Em... no, no... yo sólo... -Kerry se alisó la cómoda camiseta blanca y se ajustó pulcramente la hebilla de los pantalones cortos-. Ellas... -¿Te estaban mirando? -Los ojos de Dar centellearon mientras bajaba la voz-. No las culpes... eres muy atractiva. -Paseó los ojos por el cuerpo y el pelo de su compañera, que llevaba recogido en una trenza y dejaba así su rostro totalmente despejado. Kerry enderezó los hombros ligeramente y le devolvió la mirada. -¿Entonces por qué no te miran a ti? -Señaló los farrapos desvaídos de Dar y el polo carmesí. La alta mujer también llevaba puesta su gorra de béisbol favorita, que mantenía el pelo negro apartado de su frente y dejaba salir por la parte de atrás su espesa mata de pelo en forma de cola de caballo. -Ah ah... mirar a un lisiado es de mal gusto -le dijo con aire suficiente-. Relájate... aquí mirar es como un hobby... no le des más importancia. -Giró hacia una cafetería, agradeciendo que hubiesen llegado al fin, puesto que había comenzado a sentir molestias en la rodilla, a pesar de lo poco que habían caminado desde la consulta hasta allí. En realidad, una semana no era para tanto, si con ello se evitaba aquella maldita aguja de seis pies de longitud. Sintió un estremecimiento involuntario al recordarla.

-Eh chicas. -Una extraña voz llamó su atención y ambas se detuvieron, evitando chocar con una mujer alta de pelo rojo y la rubia que la acompañaba-. ¿Qué tal? Dar rebuscó en su memoria tratando de ubicarlas. Era la directora del coro de la iglesia y una amiga suya, también de allí. -No nos va mal, ¿y vosotras? -contestó educadamente-. El otro día recibimos el boletín informativo... gracias por enviarlo. -No tiene importancia. -La pelirroja sonrió con ganas-. ¿Qué os ha pasado, chicas? -Dijo señalando la pierna de Dar-. ¿Habéis tenido un accidente de coche o algo así? -Algo así -dijo Kerry sonriendo a su vez-. Hola Anne... me encanta tu camisa. La mujer rubia le devolvió el gesto. -Gracias... ¿y qué vais a hacer? ¿Dar una vuelta? -dijo, apartándose del tránsito arrollador. Las dos mujeres iban vestidas con vaqueros desgastados y camisetas de la Fiesta de las Artes del mes anterior. Parecían buenas personas. -Vamos a Joe a almorzar... y luego daremos un paseo. Dar está intentando acostumbrarse a las muletas -explicó Kerry, echando un vistazo a su alrededor-. ¿Y vosotras? Anne se encogió de hombros. -Pues nada en concreto... ¿os importa si nos unimos? -dijo dándole un golpecito a su compañera-. Liz me acaba de decir que ya le está entrado hambre. Kerry observó la cara de Dar, intentando averiguar su opinión antes de decir nada. La expresión de la mujer alta era de ligero interés, sin el más leve signo de objeción.

-Claro... sería genial... así podríais hablarme del programa artístico que mencionabais en el boletín. Caminaron despacio debido a la rodilla de Dar hasta llegar al restaurante. Una vez allí, tomaron asiento cerca de la ventana, que ofrecía una buena vista del mar. -Quédate aquí -dijo poniendo una mano en el brazo de Dar-. Te traeré un plato... ¿vale? A Dar no le hacía gracia todo aquello, pero incluso ella reconoció que intentar hacer malabares con un plato y un par de muletas resultaría francamente ridículo. -Vale -concordó reclinándose en el asiento y estirando los fatigados músculos por la inusual presión. Miró por la ventana hasta que regresaron las tres. Kerry puso el plato ante ella y salió trotando a por el suyo. Anne y Liz se sentaron y colocaron las servilletas en sus regazos. -Y dime, Dar... ¿qué os ha pasado? -preguntó Anne, metiéndose una gamba en la boca. -Estábamos haciendo senderismo y hubo un corrimiento de tierras contestó Dar brevemente mientras seleccionaba un pedazo de cangrejo frío y lo zambullía en salsa de mostaza-. ¿Qué tal va el coro? -le preguntó con educación a Liz. -Mm... iría mucho mejor si pudiese convenceros de que os unáis comentó Liz, tomando un sorbo de su té dulce. Dar sonrió ligeramente reconociendo el cumplido. -Mi trabajo no me permite comprometerme a algo así -explicó-. Tengo que salir de la ciudad cada dos por tres. -Miró a Kerry, que regresaba y se sentaba en la silla de al lado con un plato rebosante-. ¿No te vas a quedar con hambre? -bromeó, sonriendo cuando Kerry le sacó la lengua. -Entonces... -Kerry le dio un buen bocado al pan de ajo-. Habladme

de ese programa vuestro... hay algunas clases a las que me gustaría ir... como esa de pintura al óleo, por ejemplo. Anne se lanzó en una entusiasta explicación y Liz dejó los comentarios, permitiendo a Dar escuchar y comer el plato que Kerry le había traído. La mujer rubia se rió de algunos comentarios y frecuentemente alargó la mano para tocar el brazo de Dar cuando contestaba. Ésta, se contentaba con hacer una pequeña aportación a la charla de vez en cuando. -Ah, Dar... tienes que probar esto... -interrumpió Kerry ondeando un cangrejo de río ante ella-. Te va a encantar... toma... -Arrancó una pata, la zambulló en mantequilla y se la ofreció a su chica. Dar sonrió amablemente y se agachó para tomarla pulcramente entre sus dientes masticándola y saboreándola-. ¿A que sí? -Pues sí -concordó Dar mientras todas reían. Su ojo capturó un movimiento extraño y giró la cabeza para descubrir a un fotógrafo en una de las mesas de fuera, midiendo ángulos y disparando un par de veces. La mujer de pelo negro pensó que probablemente andaría buscando famosos. Se rió suavemente, dejó de prestar atención al hombre de caqui y se concentró en disfrutar de su almuerzo.

CUARTA PARTE -Esto va a ser un circo -dijo Dar mientras se dirigía a la oficina con Kerry caminando a su lado-. Creo que voy a hacer un cartel diciendo lo que me ocurrió y me lo voy a colgar al cuello para ahorrar tiempo. -El frío viento, que acompañaba el frente de temporal que se acercaba esa mañana, se agitó contra la chaqueta de cuero que llevaba sobre la camisa de algodón metida en los cómodos pantalones de carga. Ésa había sido una de las pequeñas iluminaciones de la mañana, a parte de la insistencia de Kerry en "ayudarla" a ducharse, y ahora esperaba aparecer en la reunión del comité ejecutivo y ver a sus compañeros inquietos bajo sus

trajes de lana. Pasaron junto al guardia de seguridad que les saludó con una inclinación de cabeza y asintió positivamente a Dar, la cual hizo rodar los ojos y se dirigió al ascensor. Estoy condenadamente agradecida de que sea temprano, comentó secamente la ejecutiva. El ascenso fue tranquilo con Dar apoyada contra la pared y Kerry entretenida con un pedazo de su vestido que llevaba un bonito alfiler con una rosa de filigrana y hojas delicadamente remontadas. -¿Ya te he dicho lo mucho que me gusta este alfiler? -murmuró. -Unas seis veces. -Dar dejó que una sonrisa cruzase su cara-. De nada. -El día anterior, después del almuerzo, habían encontrado uno de esos artistas errantes por el paseo entablado y cada una había cogido uno o dos de los bonitos adornos... Dar tenía un pequeño caballo alzado sobre sus patas traseras que no llevaba puesto por andar con muletas. Salieron del ascensor y pasaron por el vestíbulo con Kerry un paso más adelante para abrir la puerta cuando llegaron al despacho de Dar-. Bien, vamos allá. María las miró cuando entraron. -Buenos días... ¡Dios mío, Dar! -la secretaria se levantó y miró fijamente a su jefa mientras la alta mujer se las arreglaba para entrar en el despacho-. ¿Qué pasó? Kerry avanzó y abrió la puerta interna del despacho dejándola abierta. -Un rudo fin de semana -bromeó ligeramente levantando su mano enyesada-. De hecho, acabó antes de lo esperado. Dar exhaló. -Es una larga historia, María... digamos sólo que tenemos que estar preparadas para todas las clases de porquería que van a caer de todos los tipos de dispositivos de movimiento de aire rotatorio hoy -hizo una pausa y a mitad de la puerta se volvió-. Además de los habituales desastres de lunes, estoy segura de que Mariana vendrá aquí en cuanto llegue...,

enredamos las cosas. -Se giró y se dirigió a su escritorio. Se sentó en su cómoda silla con una sensación de alivio y dejó las muletas en el suelo a su lado. Encendió el ordenador con un movimiento vivo y se reclinó en el asiento mientras oía la queda voz de Kerry en la otra habitación poniendo a María al corriente del el fin de semana. Apareció su programa de correo e hizo una mueca de dolor observando cómo crecía rápidamente la lista de mensajes nuevos en la pantalla. Se acordó de que acostumbraba a ser divertido. Hasta solía encontrarse esperando que llegase el lunes, que era cuando la mayoría de los desastres realmente interesantes les hacía levantar sus feas cabezas. Ahora... una oreja se centró en Kerry y suspiró, ahora tenía otras prioridades. El teléfono sonó y pulsó un botón. -¿Sí? -Dar. -Mariana. Buenos días -contestó Dar entrelazando los dedos y reclinándose en el asiento. -No, no lo son. Tenemos un problema -declaró con un susurro la VP de Personal-. La policía viene de camino. Fabricini ha presentado cargos. Dar se incorporó apoyándose en los codos. -¿¿Presentó cargos?? ¿Por qué? ¡No le toqué! -No contra ti -contestó Mariana-. Contra Kerry. Por agresión. Le rompió la nariz. -Oh, debes de estar bromeando -la interrumpió enfadada-. No puede ir en serio. -Dar, no estoy bromeando y va en serio, acabo de hablar con él y no va a ceder. Va a presentar cargos por agresión y una demanda por daños y perjuicios -la voz de Mariana sonaba muy tensa-. No sé qué anda buscando, pero...

Dar miró el despacho silenciosamente. -Yo sí lo sé -contestó-. Sé lo que está buscando. -Exhaló y asintió una vez-. De acuerdo... gracias Mari... le diré a Kerry lo que ocurre. -Colgó la llamada y se guardó la noticia cuando Kerry asomó la cabeza en la oficina. -Voy al piso de abajo a por café, ¿quieres? -le preguntó la mujer rubia. -Claro -Dar se obligó a sonreír-. Me encantaría. -Observó a Kerry salir y se quedó estudiando la superficie de su escritorio durante un momento. Quince años. Sus ojos se desviaron hacia el reloj dorado que reposaba en el estante que atravesaba la habitación, su conmemoración de los diez años. Quince años. Tomó una respiración y marcó un número. Esperó a que atendiesen-. Sube aquí -declaró calladamente cuando contestaron y colgó. Esperó. No tardó mucho tiempo. Fabricini entró en su oficina con media cara tapada por una venda blanca y con la piel cubierta por manchas y embadurnado de loción. Se sentó sin que se lo pidieran y lanzó una carpeta sobre el escritorio con aire silenciosamente triunfante. Dar lo abrió y observó el contenido con un rostro inexpresivo, seguidamente lo miró. -¿Qué quieres? Él ni siquiera hizo como que no la entendía. -Te quiero fuera de aquí -contestó con viciosa satisfacción. Dar lo contempló silenciosamente. -De acuerdo -respondió simplemente-. Llama a la policía, retira los cargos y lo tendrás. -Oh, no Dar... quiero cobrarle mi libra de carne a esa prostituta tuya contestó Steve con una sonrisa. -Retiras los cargos o no hay trato -contestó Dar-. Tienes una

demanda en contra por acoso sexual. La mantuvo esperando por un largo momento. -¿Sabes lo dulce que es esto? -ronroneó-. Es perfecto, tú estás ahí sentada, completamente desvalida, y yo estoy aquí saboreando cada segundo. -Hizo una pausa-. De acuerdo, Dar... dejaré en paz a tu pequeña... pero te quiero fuera de aquí hoy. Dar miró de lado el correo que acababa de bajar, cuatrocientos nuevos mensajes. -De acuerdo -accedió ofreciéndole el mango del teléfono-. Llama. Lo escuchó hablar de modo encantador con la policía y colgar. -Adiós, Dar... ha sido un placer trabajar contigo -se levantó y se marchó. Dar cerró los ojos brevemente. Ahora venía la parte difícil. Cogió el teléfono y marcó la extensión de Mari. La VP de Personal atendió inmediatamente. -Mari. -Dar... oh, bien... me alegro de que seas tú... escucha, he estado discutiéndolo con Duks, quizá podamos encontrar una manera de... -Ya lo arreglé -la interrumpió Dar-. Ha retirado los cargos. Silencio. -Oh... -Mari estaba obviamente sobresaltada-. Bien... yo... yo no pensé que se fuera a echar atrás, Dar... yo... -Y no lo hizo -declaró quedamente la mujer de pelo negro-. Tan sólo le di lo que quería. -Tomó aire-. Dimito. -Un suave sonido la hizo levantar la vista y vio a Kerry de pie en la puerta mirándola en estado de choque-. Voy a hacerlo por escrito... hazlo, Mari - concluyó Dar y colgó-. Cierra la puerta.

Kerry obedeció y se encaminó al escritorio, donde posó el café. Se arrodilló al lado de Dar y apoyó una mano en su brazo. -¿Qué quieres decir con que dimites? -le preguntó absolutamente confundida-. Dar, ¿qué está pasando? Unos tristes ojos azules la observaron. -La policía venía hacia aquí, Kerry... él presentó cargos contra ti por agresión y una demanda por daños y perjuicios. -¿Y? -a Kerry le saltó saliva al hablar-. ¡Déjale que lo haga! Dar, no me digas que dimitiste por eso... yo le... yo le... ¿qué problemas puedo tener por haberle pegado? ¿Que van a hacer... condenarme a prisión? ¿En el condado de mi Dade? No lo creo... aquí tienes que matar a alguien para que por lo menos te metan en una jaula. -Kerry... no voy a dejar que eso aparezca en tu expediente ni que tengas que pasar por toda esa porquería con la policía, ser acusada y echada abajo... e ir a las cortes... dios sabe que él probablemente consiga un jurado que le dé la razón por no se qué daños y perjuicios... -acarició la mejilla de la mujer rubia-. No... no puedo quedarme quieta mirando sabiendo que es por mi causa... y que lo podía haber impedido. -Dar, no puedes dejarle ganar así -protestó Kerry furiosamente-. No te voy a dejar hacerlo. Dar suspiró y le acercó la carpeta. -No tenemos otra opción -tocó la carpeta con el codo-. De todas formas una de nosotras tendría que salir. Kerry la miró fijamente y abrió la carpeta. Sus ojos cayeron en una pila fotografías de 8 por 10'. Ella y Dar. Paseando, comprando... de pie en el paseo entablado abrazadas. Ella dándole a Dar de su cangrejo de río. Una llamativa fotografía de ella mirando a su amante, con una expresión que incluso Kerry no podía explicar de otra manera que no fuese adoración. -Oh -cerró la carpeta-. Bien, entonces, me iré yo, Dar... vamos, tú

eres mucho más importante para la compañía que yo... esto es ridículo. Miró a Dar-. ¿Puedes llamar a Les? ¿No puedes hacer nada? Dar estudió sus dedos entrelazados. -No estoy segura de que quiera hacer algo -admitió. Kerry la miró fijamente. -¿Entonces te estás rindiendo? -ondeó una mano-. Después de quince años, ¿así de simple? -Agitó su cabeza-. No me lo puedo creer. -Vamos, Kerry... no me arrepiento del tiempo pasado aquí, pero quizá sea momento para moverse... se me está haciendo cada vez más difícil mantener el perfil que necesito para esto -objetó Dar para que la entendiese-. Sin hablar de las repercusiones en mi vida personal, y no quiero eso en absoluto. Kerry guardó silencio por un momento. -¿Y qué se supone que debo hacer yo? -inquirió finalmente-. No pensarás que me voy a quedar en este agujero del infierno sin ti, ¿verdad? -Se levantó y pasó una mano por su pelo-. No me puedo creer que estés rindiéndote y dejándole ganar -repitió suavemente-. Yo... -Agitó su cabeza y se encaminó hacia la puerta interna, la abrió y salió sin una palabra. Dar estaba silenciosamente aturdida. Aquí estaba ella, había sido bastante noble, a su parecer, poniéndose entre Kerry y una mala situación. Pero Kerry no lo veía en absoluto de esa manera... y en lugar de agradecérselo se iba defraudada. Dar se sentía muy desconcertada, pero no tuvo tiempo de considerar sus opciones antes de que la puerta se abriese bruscamente y entrase Mariana con su rostro perturbado y enfadado. -¿Tú también vienes a gritarme? -le dijo a la defensiva. Mariana se detuvo y se la quedó mirando. -Estoy aquí para intentar hablar contigo y meterte algo de sentido

común. Dar, no puedes irte así sin más. -¿Por qué no? -Dar apoyó la barbilla en una mano-. ¿Tengo un contrato de por vida? -No... no, Dar, ya sabes a lo que me refiero -Mariana tomó asiento. -No, no lo sé -la alta mujer sacudió su cabeza-. Estoy en un estado de voluntad, no tengo ningún contrato firmado, la compañía no me posee, y no hay ninguna razón por la que no pueda simplemente coger y marcharme por esa condenada puerta. -Dar se levantó agarrando sus muletas y dando pasos por la habitación-. Es lo que él quiere, es lo que José quiere, es lo que Eleanor quiere... dios sabe que quizá estoy en su camino. -¿Qué? Claro que lo estás, tú... -balbuceó Mariana-. Alguien tiene que hacerles frente, Dar, o ellos hundirán la compañía, tú y yo lo sabemos. -¿Por qué yo? -Dar se giró y golpeó su pecho con un dedo-. Todo lo que hago es ser un blanco, Mari... no importa lo que haga, no importa cuantos jodidos conejos me saque del culo, no importa cuántas cuentas salve, o cuántos puntos haga que suban las acciones, siempre soy la maldita perra Dar Roberts... ¿no crees que ya estoy enferma y jodidamente cansada de eso algunas veces? -Su voz rozaba el alarido-. Ahora tengo a ese jodido anormal que contrataste que lo único que hace es ponerme las cosas condenadamente difíciles y no te oigo decirle alguna maldita palabra, ¿no es así? Mariana la miró fijamente. -No no... dejádselo a esa perra... ella lo hará tan bien como lo sabe hacer y lo callará... ¿cierto? -Dar la rodeó-. ¿Cierto? ¿Tengo que quedarme quieta y aguantar un evidente ataque personal por medio de otro empleado y me dices que no me puedo marchar? ¡Que te zurzan, Mari! Ahora el temperamento de Dar saltó-. ¿Por qué diablos no le planteaste cargos por acoso? ¿O por jodida insubordinación? -Se inclinó sobre el escritorio-. Permíteme decirte una cosa... fue condenadamente afortunado que fuese Kerry quien le pegase, porque si hubiera sido yo, tendría algo más que una jodida nariz rota.

-Vale... vale... Dar... tranquilízate -Mariana levantó sus manos cautamente-. Tienes razón. La mujer de pelo negro se giró y fue hacia la ventana apoyándose en ella con una mano. -Sé que la tengo... he estado luchando todas las batallas aquí durante mucho tiempo, todos los demás se han olvidado cómo -declaró sosegadamente-. Bien, tendréis que encontrar a otro que luche por vosotros. -Dejó su cabeza descansar sobre el vidrio calentado por el sol-. Yo estoy cansada de hacerlo. Silencio. -Entonces... esto es sólo una excusa, ¿verdad? -preguntó Mariana quedamente. Dar contempló las olas verdes y azules. -Quizá. Una suave exhalación. -¿Qué te ha pasado, Dar? Era casi cómico. -Me he dado cuenta de que ahí fuera hay más para vivir que en el próximo e-mail, Mari -Dar resopló suavemente-. Desgraciadamente para la compañía. -Se giró-. No me voy a quedar mirando mientras ese bastardo ataca a Kerry... y puesto que tú no hiciste nada al respecto, lo haré yo. Una pausa-. Lo he hecho-. Incluso si la propia Kerry protestaba. Tan sólo esperaba que la mujer rubia la perdonase. Mariana se reclinó en la silla y exhaló. -Sé que piensas que todo esto es por mi culpa, Dar... y lamento que pienses eso. -Levantó la vista pero la mujer alta no hizo que sus ojos se

encontraran-. Tal vez tengas razón... debería haber saltado encima antes... deteniendo todo esto cuando comenzó... simplemente pensaba que lo tenías bajo control, y que si yo interfería, se volvería peor. -Hizo una pausa para darle a Dar la oportunidad de hablar. Al ver que la otra mujer no lo hizo suspiró-. De esta manera, también debería haberos separado a ti y a Kerry cuando me di cuenta de cómo os mirabais la una a la otra. Continuó sin responder. -Pero eso lo deberías haber hecho tú misma -continuó Mariana-. Y si lo hubieras hecho, no estaríamos sentadas aquí ahora. La cara de Dar no mudó su expresión. -Sigue. Échame todas las culpas -murmuró la mujer de pelo negro-. Ya lo hice... y ahora estoy haciendo algo al respecto ¿Cuál es tu problema? Ella no tuvo oportunidad de responder porque la puerta se abrió y José entró. -¿Qué es eso que he oído? ¿Dimites? -preguntó José con voz incrédula. -Sí -contestó Dar-. Ya puedes encomendar la comida para la fiesta, José... felicidades. Ganaste -escribió un mensaje en su programa de correo y lo envió-. Ya está... acabo de comunicárselo a Les... eso lo hará definitivo. -Se levantó y agarró su maletín, sacó su portátil y lo dejó en el escritorio... -No tengo muchos objetos personales aquí. -Tomó sus delfines y miró sus peces luchadores-. Veré si María quiere quedarse con esos dos. -Puso su insignia y su busca encima del portátil. -Espera... espera... -dijo José levantando una mano- ¿Qué quieres decir con que gané? Dar lo miró fijamente. -¿No era esto lo que querías? Contrataste un tipo que sabías que era un antiguo enemigo mío y le diste instrucciones explícitas de encontrar mi punto débil y explotarlo. Lo hizo. Me marcho, tú ganas -su tono era frío y sarcástico-. Felicidades y buena suerte... espero que fastidies la compañía

de mala manera, tendrán que revocar la oficina entera. -Yo no hice... -Por supuesto que lo hiciste -Dar disparó de vuelta- ¿Quieres ver el email que le enviaste? El teléfono sonó. -Dar, Mark en la línea número uno -la voz de María emergió. -Gracias, María... ¿Puedes llamarme un taxi por favor? -contestó Dar crispadamente. -Sí -la secretaria sonó confundida. -Gracias -Dar pulsó el botón-. ¿Qué pasa, Mark? -La línea central nororiental está abajo -declaró el jefe de MIS-. No consiguen localizar el problema. Dar tomó aire. -Encuentra a otro para arreglar eso, Mark. Ya no es mi problema contestó con tono uniforme-. Dales más o menos una hora para encontrar a alguien que me sustituya. Hubo silencio durante casi treinta segundos enteros. -Entendido -respondió finalmente Mark y colgó. Dar colgó su cartera del hombro y miró alrededor. -Bien, me voy a casa -declaró rotundamente-. Que os lo paséis bien. -Cojeó hacia la puerta, la abrió y desapareció tras ella. Mariana estaba de pie junto al escritorio con el rostro arrugado por la preocupación-. María... La mujer cubana rodeó el escritorio y se le acercó.

-¿Te vas? ¿Por las buenas? -le preguntó visiblemente perturbada. -Eso me temo -contestó amablemente-. Gracias, por todo, María, eres una buena persona y aprecio todo lo que has hecho. María retorcía sus manos. Se acercó más y abrazó a Dar. -Que dios te bendiga, Dar... este lugar no te merece -miró a José que salía del despacho en ese momento-. Y tú eres un pedazo de caca. Y espero que dios te mande atropellar ahí fuera con un autobús. -Fue hasta su escritorio, cogió su bolso y salió dando un portazo. Dar la siguió en silencio. Se dirigió por el silencioso corredor hacia el ascensor cuyas puertas se abrieron cuando de acercó. Entró y se giró apoyando la espalda contra la pared posterior cuando se cerraron las puertas y empezó a moverse.

*** Kerry volvió a su despacho y se sentó. Estuvo mirando fijamente su escritorio durante mucho tiempo sin moverse. -No me puedo creer que haya hecho esto -suspiró finalmente-. No me puedo creer que lo halla hecho sin ni siquiera hablar conmigo sobre ello... como si fuese una especie de cría que necesite ser protegida o algo así -Se levantó y comenzó a dar pasos de un lado a otro. -No puedo dejar que lo haga. Pasos, pasos, pasos. -Sé que piensa que lo está haciendo por las razones adecuadas suspiró-. Sé que quiere protegerme de toda esa porquería legal... pero lo que ella no comprende es que yo estoy políticamente mucho más a salvo de lo que ella piensa... se olvida de quién es mi padre. Ojos verdes contemplaron la ventana.

-De acuerdo... entonces, ¿qué diablos es lo que voy a hacer? tamborileó el escritorio con sus dedos- La primera cosa que necesito es encontrar aliados -Consideró el teléfono. Lo cogió y marcó un número. Tocó al otro lado varias veces saliendo a seguir un buzón de voz-. Maldita sea, Mark... ¿dónde estás? Su pregunta fue respondida de una manera inesperada al abrirse la puerta y entrar Polenti con una mirada de enfado en su rostro. -Oh... me oíste. -¿Qué demonios ocurre? -preguntó Mark poniendo las manos en sus caderas- ¿Lo ha dejado? Kerry se sentó en su escritorio. -Es complicado, pero esencialmente, sí... lo ha hecho -cruzó los brazos-. La cuestión es, ¿qué vamos a hacer al respecto? -Espera un segundo... ¿podemos empezar por un "por qué"? -Mark levantó una mano- No quiere decir que no esté contigo en eso de hacer algo, pero me gustaría saber que libro me estoy leyendo antes de saber la página por la que vamos. Kerry frunció los labios. -¿El contexto? Lo ha hecho porque Steve Fabricini me iba a causar grandes problemas y ella lo cambió por su puesto de trabajo. Mark la miró con curiosidad. -Lo sé... pero no la voy a dejar irse así -reconoció Kerry-. Por eso... primer punto, ¿cuántos problemas puedes crearle? Mark se sentó y puso las manos entre sus rodillas. -¿Problemas? Bueno... puedo expulsarlo de la red y reencaminar su mapa de navegación para que no pueda encontrar sus archivos.

Kerry se inclinó hacia delante y atrapó su mirada. -No, Mark... no ese tipo de problemas. Los de verdad -sus ojos verdes centellearon-. Esos en los que sé que eres muy bueno. Él se aclaró la garganta y pestañeó ante ella sorprendido. ¿por?

-No pensé que tú... bueno, vale, puedo causarle muchos problemas,

Kerry sonrió. -Me gustaría que le causases tantos problemas como humanamente puedas, ¿vale? -contó con los dedos- Estoy hablando de tarjetas de crédito, impuestos, carné de conducir, legales, utilidades... todo. El maxilar de Mark se descolgó. -¿Estas hablando en serio? Ella asintió. -Estoy hablando en serio. -Uau -se frotó la nariz-. Juegas sucio -La miró con una jovial sonrisa-. Eso me gusta -Se levantó- ¿Qué vas a hacer tú? La cara de Kerry se endureció y sus ojos se volvieron fríos y calculadores. -Voy a hacerles entender lo indispensable que ella es -le dijo la mujer rubia rodeando su escritorio y buscando algo en su pantalla-. Veamos, donde estaba... oh, vale, sí, aquí está -Marcó un número en su teléfono que fue atendido al segundo toque-. Sí, soy Kerry Stuart del departamento de Operaciones en Miami... necesito hablar con Les Roesenthal, por favor Una pausa-. Es urgente -Puso el teléfono en espera-. Comienza por cortarle la electricidad, Mark... me gusta la idea de él caminando por el sensible moho.

Mark sonrió. -Si, señora -salió trotando por la puerta cerrándola al salir. Kerry asintió hacia la puerta sonriente. -Te las verás conmigo. Eres una lastimosa muestra de medio asado de perro. -¿Perdone? -preguntó una voz de hombre desde el teléfono- Creo que no la entendí... ¿Srta. Stuart? -Lo siento... estaba hablando con otra persona -dijo Kerry con una embarazosa sonrisa-. Sí, ¿es el Sr. Roesenthal? Creo que tenemos que hablar.

*** 'Una gaviota solitaria volaba en círculos sobre la playa montando las cálidas ráfagas de aire. El agradable silencio y el cuchicheo de las olas eran los únicos sonidos que llegaban a los oídos de Dar mientras se encontraba sentada en el porche con la rodilla en alto sobre una silla cercana. Su cabeza descansaba contra el vidrio mientras contemplaba la gaviota con ojos medio cerrados. En la mesa había una botella de vino dulce por la mitad, con un vaso al lado. Dar alzó un brazo y volvió a llenar el vaso. Bebió un sorbo, el cual hizo recorrer el interior de su boca antes de tragarlo. Chino estaba durmiendo en el suelo de azulejo cerca de sus pies. Se había quedado exhausta tras sus bufonadas de alegría al ver la inesperada llegada de Dar. El teléfono había sonado varias veces dentro de la casa, pero Dar decidió ignorarlo prefiriendo quedarse mirando el horizonte y evaluar sus opciones.

Se sentía extraña por no estar trabajando. Le parecía aun más extraño el no estar segura de si la decisión que había tomado había sido la correcta y no una fundada en una reacción por el tirón de la rodilla y por la percepción del ataque a Kerry. Sabía que le debía una disculpa a Mariana, pero suponía que podría llamar a la VP de Personal luego a su casa, cuando estuviese fuera de la compañía. Bebió otro sorbo de vino. Miró su teléfono móvil cuando éste comenzó a sonar. -Ah... me pregunto quién será, Chino. -Agarró el teléfono y lo abrió-. ¿Sí? -Hola. Dar sintió una mansa ola de alivio pasar por ella. -Hola. -La voz de Kerry estaba tranquila, le faltaba el toque de enfado que había tenido antes-. Siento haberme ido sin hablar contigo. -Mm... sí, eso fue un poco decepcionante -le dijo Kerry suavemente. Dar no sabía qué decir al respecto, por eso se mantuvo en silencio. -¿Estás en casa? -preguntó Kerry. -Sí. -No has respondido el teléfono. -Lo sé... estoy fuera en el porche con Chino -respondió la mujer de pelo negro-. Entonces... ¿ya te dieron mi despacho? Una suave risa le respondió. -Bueno, puesto que me fui de una reunión donde le dije a dos de los VP antiguos que me besasen el culo, probablemente no está entre mis posibilidades hoy. -Mmm. -Oscuramente, eso alegraba a Dar-. ¿A qué dos? -José y Eleanor... Mariana se fue a casa -respondió Kerry-. Y yo también me voy... desde que toda la división se ha puesto de huelga... no

hay necesidad de que me quede aquí. -Mm... eso está bien... espera. -Dar se incorporó-. ¿Qué? -Debe de haber sido algo en la cafetería... cincuenta y dos personas de operaciones, casualmente, todas se han puesto enfermas y se han ido a casa -le contó Kerry alegremente. Dar suspiró. -Kerry... es un bonito gesto, pero va a crear problemas a todos informó a su compañera. -Dar, no les pedí que lo hicieran -regresó la voz de Kerry-. Creo que no comprendes cuánto te respeta esta gente... María presentó su dimisión, hay diez más pendientes incluyendo la de Mark, y el servicio de Personal ha sido bombardeado con cartas oficiales de censura contra Fabricini aludiendo de todo, desde robo hasta intento de violación. -Oh -murmuró Dar. -Y su automóvil se ha quedado codificado. -Oh -con un énfasis diferente. -Y le han rajado los neumáticos. -Ah... Kerry... -Y le han cortado la electricidad, teléfonos, gas y agua. -Kerry... -alarma ahora. -Y han cancelado sus tarjetas de crédito. -¡Eh! -Su cuenta de ahorros ha ido a parar a una fundación de mujeres y niños.

-¡KERRY! -Esa última era de broma -dijo Kerry riendo entre dientes. -Vamos... te vas a meter en muchos problemas -le dijo Dar con tono grave. -Sí... soy perfectamente capaz de meterme y salirme de ellos, Dar... no necesito que te lances sobre las situaciones por mí -respondió Kerry seriamente-. Me siento halagada de que te hayas ido por mí, ¿sabes? -No tenía respuesta para aquello-. -¿Dar? -Sí -contestó Dar quedamente-. Lo siento... supongo que me las arreglé bastante mal para solucionar esto -contempló la gaviota displicentemente-. Quizá debería haberme quedado en casa hoy. -¿Dar? -¿Sí? -Te quiero. Una débil sonrisa asomó rápidamente en los labios de Dar. -Yo también te quiero -hizo una pausa-. Disculpa si exageré. -Disculpa aceptada, si me perdonas de antemano por intentar que cambies de idea. Dar sonrió ligeramente triste. -No creo que ésa sea mi opción, amor. Kerry rió entre dientes. -¿Por qué te ríes? -inquirió Dar con curiosidad. -Te veré en unos minutos -respondió su amante-. Ciao. Dar se quedó contemplando el teléfono.

-¿Qué estará tramando ahora? -le preguntó a la soñolienta Chino que meneó la cola en respuesta.

*** Kerry abrió la puerta y la cerró tras ella. Escuchó una lucha de pequeñas patas contra las baldosas del suelo y sonrió cuando Chino se contorneó para atacar sus pies. -Eh cielo... -se arrodilló y recogió a la cachorro- Ohhh... te estás haciendo grande, ¿eh? ¿Te gustó estar hoy en casa con mamá Dar? -Encontró el aguacate de mamá Kerry en el fondo del frigorífico comentó Dar apoyada sobre la puerta de la cocina-. Tuve que raspar guacamole de algunos sitios interesantes. Kerry rió y frotó el estómago de la cachorro. -Ohh... chica mala. -Se levantó y siguió a Chino, dejó su maletín y fue hacia Dar. Deslizó sus brazos alrededor de ella y la abrazó-. Que día de perros. Dar también la abrazó. -Habría estado de acuerdo contigo hasta hace cinco segundos -sintió una sensación de alivio-. Escucha... pedí algo de comida del club... supuse que sería una mala noche para cocinar. -Mmmhmm... -Kerry enterró su cara en el suave tejido de algodón de la camisa que se había puesto Dar-. Con tal de que pueda comer justo aquí, me parece genial. -Pasó una mano hacia arriba y hacia abajo por el costado de Dar y la volvió a abrazar. Dar se calentó alegremente en la calidez. El caos de sus tripas se

alivió por primera vez en ese día. Plegó sus brazos alrededor de la pequeña mujer y enterró su cara en el suave pelo rubio rindiéndose a la necesidad de sentirla. -Me alegro de que no sigas enfadada conmigo -comentó suavemente. Kerry le dio unas palmaditas en el costado. -No estaba realmente enfadada... quiero decir, estaba enfadada por lo que había ocurrido, pero... después de todo, lo hiciste por mí, así que... ¿cómo me podía enfadar? -inclinó su cabeza hacia atrás y consideró a Dar-. Y... hum... tuve que oír algunas historias de horror sobre la cárcel del condado de Dade que me contó la ayudante de Mark... que parecía que sabía una cantidad no habitual de historias sobre ello... y... hum... -Hizo una pausa y soltó aire-. Lo que estoy intentando decir, bastante mal, es que me alegro de haberme ahorrado esa particular experiencia. Dar sonrió. -Yo también me alegro -reposó sus antebrazos en los hombros de Kerry-. No lo tenía planeado... pero cuando oí lo que él había hecho... Sacudió su cabeza suavemente-. No podía dejarle que siguiera con ello. Kerry se enderezó y pasó una mano por el pelo negro de su amante disfrutando del sedoso tacto. -Lo sé pero... -se detuvo abruptamente y tocó con suavidad el lado de la cabeza de Dar-. Hey. Dar hizo una mueca de dolor y apartó un poco la cabeza. -Au. -Aún tienes un golpe ahí -persistió Kerry aliviando el toque y limitándose a examinar la superficie con las yemas de los dedos-. ¿Duele mucho? Dar cerró los ojos brevemente y los abrió.

-Duele, un poco -admitió-. Como la pierna... un dolor poco intenso pero molesto. Kerry le observó los ojos desde más cerca. -Dar, ven aquí junto a la ventana un momento. -Esperó a que la mujer de pelo negro obedeciese, después se puso de puntillas y miró fijamente los iris azul claro-. Cierra los ojos. -Dar lo hizo-. Vale, ábrelos. Las pestañas se abrieron temblorosamente-. Dar, tu pupila de este lado está reaccionando de forma diferente a la otra. -Mm -Dar cabeceó desenvueltamente-. Sí... supuse que me podría haber golpeado con algo en ese sitio. Kerry cogió su cara con las manos. -Creo que deberías ir a examinarte eso -declaró con firmeza mirándola fijamente desde más cerca cuando Dar empezó a protestar-. Dar, estás actuando de una manera diferente desde que pasó lo del hundimiento de tierra. -¿Qué? -Las negras cejas se juntaron-. ¿Qué quieres decir? Kerry suspiró, sin saber cómo explicarse. -Estás diferente... al principio pensé que fue el viaje, pero incluso cuando estamos en casa estás diferente... no sé... no eres tú misma. Dar lo consideró. Se encogió de hombros. -Me encuentro bien... -objetó-.Yo sólo... -calló-. He estado un poco en baja forma, pero... -Levantó una mano-. Se me pasará en un par de días. -Ven aquí. -Kerry la cogió de la mano, deslizó un brazo de apoyo alrededor de Dar y la ayudó a cojear hasta la cama, donde se sentaron las dos. Cogió las manos de Dar con las suyas mirando a su chica, quien la observaba con abiertos y casi ansiosos ojos azules.

-Dar, ¿confías en mí? Los ojos se ensancharon un poco. -Claro que confío... ¿Por qué? -Por favor, vamos a llamar al Dr. Steve -le pidió Kerry suavemente-. Me sentiré mucho mejor si él le echa un vistazo y dice que todo está bien. Dar la estudió confundida. -Pero... -Kerry estaba seria, podía verlo. Y, a decir verdad, el molesto dolor de cabeza estaba empezando a acabar con ella-. De acuerdo. -Se encogió de hombros ligeramente-. Me parece una pérdida de tiempo por un pequeño golpe en la cabeza, pero si te hace sentir mejor...

***

Kerry apretaba las manos y estudiaba el dolorosamente limpio azulejo de la sala de espera del hospital Monte Sinaí que estaba en la playa. Su pequeña carrera hacia el consultorio del Dr. Steve había llevado al pedido de examen de un TAC, contra las vehementes protestas de Dar, lo que le había supuesto usar todos sus considerables poderes de persuasión para traer a su amante hasta aquí. Exhaló, mientras sus dedos tiraban de la costura de sus pantalones. Dar ya llevaba allí dentro como una hora y empezaba a preocuparse. ¿Esto dura tanto tiempo? ¿Qué estarán haciendo?,o, ¿estará Dar luchando contra ellos y por eso está tardando una eternidad? Una suaves pisadas le hicieron salir de la solitaria vigilia en la que se encontraba tras las ocupadas horas en la sala de espera de radiología. Una alta figura, con un andar extrañamente familiar, se dirigía hacia ella. La figura llevaba una sudadera con capucha. Kerry solamente lo había visto una vez, pero lo reconoció inmediatamente. Se levantó y avanzó un paso tranquilizándose cuando él le extendió la mano. -Hola jovencita -pronunció con lentitud la áspera voz cuando se le acercó.

-Sr. Roberts -susurró Kerry-. Dios, me alegro de que esté aquí. -Lo abrazó impulsivamente-. Dar está ahí dentro haciéndose un examen en la cabeza. Él respondió torpemente al afecto físico de Kerry. -Tiempo muerto -bromeó débilmente-. ¿Qué ha hecho la pequeña bicho esta vez? -Echó un vistazo alrededor y se sentó junto a ella-. Estaba aquí recogiendo algunos medicamentos... hasta que te vi entrar. Kerry se lo dijo. -Y yo también entré en la función -levantó su mano enyesada-. Pensé que ella estaba actuando un poco raro... dejó su trabajo hoy. Él tosió del susto. -¿Raro? Eso es más que raro, pequeña... esa cabezota ha perdido el juicio... ¿qué le van a hacer? Ella suspiró. -No lo sé... llevan ahí dentro una eternidad... probablemente tenga un ataque -envolvió su mano lesionada con la mano buena-. Espero que esté bien. -Hey, hey... hace falta más que un golpe en la cabeza para perturbar a mi niña, ya deberías saberlo -Andrew Roberts la tranquilizó torpemente-. Ah... -Aclaró su garganta-. Te gusta de veras, ¿eh? Kerry pestañeó ante él. -Mucho -exhaló-. Significa todo para mí. Unos claros ojos azules, muy parecidos a los de Dar, la estudiaron durante un momento. -Eso es bueno... eso es realmente bueno... ahora no te preocupes,

ella va a estar bien -hizo una pausa-. ¿Qué le están haciendo? -Un TAC -le respondió Kerry. -Oh, diablos. -Andrew jugueteó con los cordones de su sudadera-. Cuando era una niña, se cayó del tejado de la maldita casa... teníamos miedo de que se hubiera roto el cuello, la espalda o cualquier cosa... la transportaron en una camilla de politraumatizados y cuando llegaron al hospital la inmovilizaron con varas y todo tipo de material. Kerry asintió. -Para impedir que se moviese, claro... -Sí, bueno... era trabajoso... la mantuvieron atada para eso... debieron pasar unas condenadas dieciséis horas más o menos... casi se vuelve loca... casi rompió la maldita tabla intentando soltarse -sacudió su cabeza-. Desde entonces odia los hospitales. -Oh -Kerry sintió encajarse varias piezas del puzzle-. Sí... eso tiene sentido, supongo. -Se mordió un labio-. ¿Le ocurrió algo? -No -resopló-. La condenada niña es mitad de hierro, mitad de goma. Kerry sonrió ligeramente, se giró hacia él buscando con sus ojos su desfigurado rostro. -Ella le quiere mucho, ¿sabía? Sus hombros cayeron y exhaló. -Sí, lo sé... es mi niña... yo también la quiero. Kerry estudió las baldosas del suelo. -Lo dice como si eso garantizase que los padres aman a sus hijos. Él estaba a punto de responderle cuando se abrió la puerta y una enfermera asomó la cabeza.

-¿Srta. Stuart? Kerry se levantó. -Soy yo -gesticuló acercándose, girándose a medio camino para animar a Andrew a que se le uniese. Pero él se había ido. Kerry suspiró y se dirigió a la mujer. -¿Sí? -El médico quiere hablar con usted... y después puede ver a su amiga -le dijo la mujer-. Venga por aquí. El Dr. Steve estaba en una pequeña habitación de reexaminación junto a la pared para observar radiografías y otras películas, pero ahora sólo tenía pantallas desplegadas del TAC. Se encontraba estudiando una con otro hombre cuando vio entrar a Kerry. -Ah... Srta. Kerry... bien... bien. -Le hizo señas para que se acercase. -Hola. -Kerry se detuvo y miró el examen por encima de su hombro. No significaba nada para ella, sólo una gota grande con gotitas más pequeñas en el centro. -Entonces... ¿qué es esa cuchara grande? -Exhaló-. ¿Cómo está Dar? -Ah -el Dr. Steve se aclaró la garganta-. Le tuvimos que dar un poco de sedante, está descansando cómodamente. -Apuntó a la pantalla-. Ahora... aquí está el problema... ese pequeño golpe le produjo una densidad líquida dentro de la cabeza. -Trazó una pequeña área semicircular-. Está presionando el cerebro haciendo que las cosas sean un poco imprecisas para ella ahora mismo. -Oh -Kerry envolvió las manos bajo sus brazos-. Y entonces... ¿qué le va a hacer? -Bueno, podemos hacer dos cosas... podemos intentar que se reabsorba por sí mismo, como, de hecho, parece que es lo que está

haciendo, ¿lo ves aquí? -Trazó una fina línea gris-. Era más grande... ahora está más pequeño. -Lo estudió-. O podemos abrir por aquí y extraerlo. Kerry pestañeó. -¿Eso no es peligroso? -Cielo -el Dr. Steve cogió las manos de ella entre las suyas-. Cuando se trata de la cabeza, todo es peligroso, ¿entiendes? Cualquier cosa que afecte la materia gris puede provocar todo tipo de problemas... desde parálisis a problemas de equilibrio, pérdida de la capacidad para hablar... es algo muy delicado. Kerry debió parecer aterrorizada porque él le soltó las manos tomando la cara en su lugar. -Hey... no... no... nada de eso está ocurriendo aquí... así que calma la tranquilizó él apresuradamente-. Tranquila... ella está bien, y creo que se va a quedar así, pero, y quiero decir pero, tienes que hacer que se quede en la cama durante un par de días, hasta que eso disminuya. -La miró-. Nada de negocios ahora, Kerry necesita estar tranquila y que no le suba la tensión arterial ni nada de ese tipo de cosas. Kerry tomó aire. -¿Puede mantenerla aquí? Es difícil hacer que se quede sentada en casa. -Esto cambiaba los planes. Ahora sabía que tenía que regresar a la oficina y, en la medida de lo posible, mantener las cosas unidas el tiempo suficiente hasta que Dar mejorase. Había esperado que uno o dos días de huelga hubiesen... bueno... tenía que enfrentarse a ello-. Si se queda aquí tendrá que hacerlo. Él suspiró. -Podría... pero creo que eso le causaría más stress que mandarla a casa... tiene un gran problema con los hospitales. -Lo sé -asintió la mujer rubia-. De acuerdo... la mantendré tranquila, de alguna manera -prometió-. ¿Puedo verla?

El Dr. Steve asintió. -Claro... sólo le di sedante para cansarla antes de que se levantase y se fuera... hace aproximadamente veinte o treinta minutos -apuntó-. Ella está allí... Kerry le dio un apretón en el brazo y fue a través de las puertas automáticas hasta una pequeña antecámara donde encontró a su amante tumbada en una delgada camilla. Por un momento, se quedó allí de pie, mirándola, después se acercó y cogió la mano de Dar entre las suyas y la frotó calentándola. -Hey. Lentamente, unos deslumbrantes ojos azules se abrieron y se volvieron hacia ella. -Oh... hey -Dar se las arregló para decir-. Me drogaron pinchándome algo en el culo -murmuró-. ¿Puedo irme ya? -En unos pocos minutos -le anunció Kerry suavemente-. Tienes un bulto dentro de la cabeza como el que tienes fuera. Dar se tomó un minuto para digerir la noticia. -¿Malo? -Mm... no... no lo creo... el Dr. Steve dice que sólo necesitas reposo por unos días... te va a dejar ir, pero tienes que prometer que serás buena, y que estarás muy tranquila. -Mal momento -una débil sonrisa irónica resbaló por la cara de Dar. -Yo creo que es un momento estupendo -discrepó Kerry-. Él habló de una semana... eso dará tiempo de sobra a la compañía para darse cuenta de qué es lo que haces por ellos. -Hizo una pausa-. Y por qué no pueden hacerlo sin ti.

Dar negó ligeramente con su cabeza. -Todos somos reemplazables, Kerry. -Pueden poner a alguien en ese despacho, pero nunca podrán reemplazarte, y ambas lo sabemos -respondió Kerry acariciando la mejilla de Dar y quitando el desordenado pelo de su frente-. Y creo que eso es algo que hace que te guste tanto ese trabajo, ¿cierto? -Observó una gota en los ojos de Dar-. No desistas de ello, Dar... arreglaremos las cosas... Les aún no ha hecho nada respecto a tu dimisión. Los ojos azules pestañearon lentamente. -¿Cómo lo sabes? Kerry sonrió. -Porque me lo dijo él... quiere hablar contigo primero. Viene hacia aquí -mantuvo sus suaves caricias-. Me dijo que tú eras el corazón de la compañía, y su empleada más estimada, y que se maldeciría si se quedaba sentado dejándote marchar sin más. -¿Hablaste con él? -Dar intentó no parecer adulada por el cumplido pero no pudo evitar una pequeña sonrisa. -Oh sí... claro que lo hice... de hecho, le llamé y le estuve gritando unos quince minutos -le contó Kerry-. Le dije lo cerdos que eran José y Eleanor, y lo que sentía sobre Steve, lo que pasó durante el fin de semana, y cómo había sido un milagro que tú no lo hubieras enterrado en un hoyo y lo hubieras dejado allí, y cómo yo lo había fastidiado todo por no controlar mi temperamento. Dar se la quedó mirando fijamente, muda. -Y que maldita sea si iba a dejar que tú te vieses forzada a dimitir por algo que yo había hecho -continuó Kerry-. Que eso no era justo. La mandíbula de Dar se movió varias veces antes de emitir ningún sonido.

-¿Y qué dijo él? La frente de Kerry se arrugó. -No sé si es un cumplido o un insulto, pero dijo que formábamos un equipo perfecto. Lentamente, la cara de Dar se cubrió con una sonrisa y comenzó a reírse suavemente. -Fue un cumplido -le aseguró a la mujer rubia-. Kerry, eres fantástica. -No, no lo soy... sólo estaba furiosa -suspiró-. Estaba enfadada y frustrada, no me importaba lo que pudiera pasar... quiero decir, iba a presentar mi dimisión de todas formas, por lo que me figuré que me sentaría bien expulsando todo eso de mí mientras aún estaba empleada. Levantó la mirada hacia las diminutas ventanas cuadradas de las dos puertas que daban a la parte de atrás de la pequeña habitación-. Oh... Apuntó con el dedo índice hacia la ventana-. Me estaba preguntando dónde se habría metido. -¿Quién? -Dar medio se había incorporado y cayó hacia atrás al reconocer la figura encapotada que se deslizaba dentro de la habitación-. Papá... -Shh... shh... sí... hey, Dardar... -Andrew Roberts se acercó y le revolvió el pelo cariñosamente-. Las condenadas enfermeras andan arrastrándose por este sitio... ¿no tienen descansos para tomar café o algo? Kerry observó el rostro de Dar mientras ésta miraba embobada al alto hombre. -Hey... Sr. Roberts, ¿por qué no regresa con nosotras... y nos hace una pequeña visita? -le ofreció viendo cómo una ávida chispa de entusiasmo aparecía en los claros ojos azules de su amante-. Es seguro y con mucha privacidad. -Papá... sí... solamente una hora... podríamos ponernos al día agregó Dar con urgencia-. Me gustaría de veras... y a Kerry también... tiene mucha privacidad.

-Ahá -Andrew resopló suavemente echando un vistazo alrededor-. Lo sé... estuve un par de veces, sólo para asegurarme que iba todo bien contigo. -Pero... -Kerry parecía desconcertada. -Demonios, Dar... ¿aún no le has dicho qué significa la "s" de seal(1) ? -dijo ásperamente el hombre alto dudando durante un perceptible momento. Dar se inclinó hacia él y le cogió la mano. -¿Por favor? -le pidió simplemente. Él volvió a echar un vistazo alrededor. -De acuerdo... os encontraré a las dos abajo... pero sólo un poco... yo no... -se detuvo-. Yo no me quedo en un sitio por mucho tiempo. -Le dio un apretón a Dar en la mano antes de soltársela-. Tengo que asegurarme de que llegas bien a casa... con tus pequeños huevos mezclados, Dardar. Dar sonrió abiertamente ante el cariñoso nombre. -Gracias, por alguna razón todo el mundo parece que hoy están malditamente empeñado en cuidar de mí -alzó una ceja ante Kerry, quien le sacó la lengua. -Hey, guarda tu lengua antes de que la pierdas, jovencita -la riñó Andrew-. De acuerdo... os veo abajo en la entrada de las ambulancias. -Le dio a Dar una palmada en el hombro y se deslizó fuera mirando a ambos lados antes de dejar la puerta oscilante cerrarse tras él. Kerry cruzó los brazos. -Es muy dulce -le comentó a Dar, que se estaba sentando cuidadosamente. -Uf... no dejes que te oiga decir eso -respondió Dar frotándose la frente-. Le daría un ataque... arruinarías su imagen. Kerry rió tontamente y puso una mano en su cadera.

-Bueno... -pronunció demoradamente-, la castaña no cae lejos de donde se encuentra el árbol, ¿verdad, Dardar? Dar la miró bajo sus negras cejas y comenzó a reírse. -No... no lo hace -respondió tímidamente-. ¿Podemos salir de aquí ahora? Recogieron al padre de Dar justo en el sitio que había dicho. Se deslizó rápidamente en el asiento trasero del Lexus cerrando la puerta tras él. -Condenación. -¿Qué? -preguntó Dar medio volviéndose en el asiento de pasajeros. -He vivido en cuartos más pequeños que esta condenada cosa resopló Andrew-. ¿También tiene ducha? -Extendió sus largas piernas y se recostó contra la puerta poniendo una mano sobre el asiento que ocupaba Dar-. ¿Te lo dio May? Dar se aclaró la garganta. -No... me lo compré yo -admitió-. Esto era una especie de término medio entre lo que yo quería y lo que la compañía esperaba que condujese. -Huh -gruñó-. ¿Qué te están haciendo ahora? -Una pausa-. ¿O qué te hicieron?, la pequeña kumquat dijo que lo habías dejado hoy. Kerry casi se estrella con un árbol. -¿Qué me ha llamado? -preguntó con voz sobresaltada. -Es una fruta nativa, Kerry -la tranquilizó Dar-. Es como una diminuta naranja ovalada. -Consideró a su padre especulativamente-. En cuanto a lo que hago... o hacía... -Se encogió de hombros-. Estaba envuelta en operaciones. Kerry rió.

-Las castañas se asan en el fuego... -cantó melódicamente. -Kerry -Dar le dirigió una mirada. La mujer rubia condujo hasta el ferry y aparcó. Después se medio giró en el asiento para mirar a Andrew. -Ella es la más antigua vicepresidenta de operaciones -le informó-. Y el CEO de la compañía viene de camino para pedirle que se quede. -Eh, eh... -Andrew palmoteó a su hija en el brazo-. Mi pequeña... sabía que acabarías pateando traseros en lo que fuera que te metieses. Dar suspiró. Kerry sonrió contenta de ver una diminuta chispa en los azules ojos de Dar.

*** -Jesucristo en muletas... ¿en qué estaba pensando esa condenada mujer? -Andrew miraba el apartamento-. La última vez que vi tanto mármol estaba en un maldito museo. -Caminó y se quedó mirando el complejo equipo informático-. Apuesto que eso no era suyo. -Se giró para ver a Dar caminando por la sala de estar con sus muletas y derrumbándose en el sofá-. ¿Cansada, bicho? Dar suspiró. -Un largo y detestable día. -Se tendió hacia atrás en el sofá, levantó la mirada cuando Kerry regresó con Chino retorciéndose-. Hey... Kerry soltó a la cachorro que se abalanzó contra la pierna de Dar, gimoteando y rechinando hasta que la mujer de pelo negro la cogió. -Vale... vale...

Andrew la miró fijamente. La capucha se fue deslizando mientras él movía la cabeza. -Finalmente tienes un perro, ¿eh? Dar intentaba en vano que Chino no le lamiese la boca. -Es de Kerry -masculló. -Oh sí, puedo verlo -resopló su padre-. Sé que siempre quisiste tener uno. -Se sentó en el sillón dando palmaditas en su superficie-. Esto está condenadamente bien, bicho... me alegro de que tengas un buen sitio donde colgar el sombrero. Kerry había ido a la cocina y volvió con el inalámbrico. -Sr. Roberts, ¿quiere cenar? Teníamos un pedido hecho antes de ir al hospital. Unos ojos azules escondidos en la negrura de la capucha se enfocaron en ella. -¿A quién demonios le estás hablando, kumquat? Kerry pestañeó. -Hum... ¿a usted? -Aquí no hay nadie que se llame Sr. Roberts -le dijo-. Están Comandante Roberts, Andy o "cabeza de mierda". -Hizo una pausa-. Así que escoge uno. Dar rió disimuladamente ante la expresión de Kerry. Pero la mujer rubia se recompuso. -¿Qué tal papá? -sugirió cautamente yendo al encuentro de sus ojos con una mansa aceptación.

Ahora fue el turno de Andrew para pestañear. Se giró hacia su hija. -Esta pequeña es valiente, ¿verdad? -aceptó maravillándose- Muy bien, kumquat... ése servirá -exhaló-. Y si tienen algo normal como hamburguesas, me pido una. Kerry le sonrió. -Vale, papá -sus ojos verdes centellearon-. Marchando una hamburguesa. -Hm -gruñó él y levantó la mirada-. ¿Tienen helado? -Extrañado, se quedó mirando a Kerry cuando ésta estalló de risa teniendo que agarrarse en una silla para apoyarse-. ¿Qué demonios le pasa? -preguntó melancólicamente. Dar agitó la cabeza.

*** Kerry abandonó el sueño por el despertador y, cuidadosamente, extendió su mano para apagar la alarma antes de darse media vuelta y contemplar a su amante. Dar normalmente tenía un sueño muy ligero, pero esta mañana se encontraba profundamente dormida con el rostro completamente relajado e inexpresivo. El día anterior había ocurrido lo mismo y Kerry se preguntó si tendría algo que ver con la lesión. Bueno, Kerry aún tenía unos minutos, así que se complació contemplando a Dar mientras dormía apaciblemente. Su rostro débilmente perfilado por la luz del amanecer. Sólo un débil movimiento irregular movía la suave y morena piel. Kerry enredó ociosamente un poco del pelo negro alrededor de sus dedos y lo pasó por sus labios absorbiendo la paz del momento. Era difícil apartarse y se encontró luchando contra el impulso de permanecer al lado de Dar, al infierno con la compañía.

Finalmente suspiró y salió de la cama tapando cuidadosamente el cuerpo de Dar con el edredón antes de abandonar el cuarto y subir por las escaleras hacia su habitación. Se detuvo abruptamente cuando casi se choca con una figura sentada en el suelo. -Oh. -Hola, kumquat -profirió Andrew Roberts en voz baja. Tenía a Chino entre sus rodillas y estaba jugando con ella. La cachorro rodaba encantada sobre su lomo mientras él le frotaba la barriga-. Pensé que me podrías llevar en el coche. La noche anterior habían cenado y Kerry había entretenido al padre de Dar con lo que había sucedido, cuando acabaron era casi media noche por lo que él, renuentemente, se había acostado en uno de los cuartos de invitados de arriba. Ella se había preguntado, brevemente, dónde se hubiera quedado de no ser allí. Él no parecía tener una casa permanente, una que ellas identificasen como tal, de todas formas, parecía que viviese en las sombras apareciendo a intervalos irregulares y pasando por sus vidas inesperadamente. Kerry sabía que Dar quería pedirle que se quedase durante algún tiempo. Pudo leerlo en la cara de su amante y en la mirada nostálgica cada vez que contemplaba a su padre. Pero guardó silencio, con la idea de que si lo presionaba, simplemente desaparecería de nuevo. Bueno. Kerry consideró la oscura figura ante ella. Tal vez pueda ayudar. Se sentó con las piernas cruzadas en las frías baldosas al lado de él y recogió el pelo detrás de una oreja con aire ausente. -Hum... supongo que no podría convencerte de que te quedaras hoy por aquí, ¿eh? Él levantó la mirada y frunció el ceño ante ella. -Nah, vamos Kerry... la pasada noche estuvo muy bien, pero tengo que continuar... y yo... -hizo una pausa preso en los agradables ojos

verdes-. ¿Por qué? -inquirió cautelosamente. La mujer rubia exhaló. -Bueno... tengo que irme a trabajar -declaró quedamente-. No quiero... va a ser un lío, y no estoy segura de que pueda encargarme de todo, pero tengo que hacerlo. -Uh huh. -Y si dejo a Dar aquí sola se va a volver loca de aburrimiento y preguntándose qué estará pasando -continuó Kerry-. Y eso no es bueno para ella... el médico dijo que no debía perturbarse. -Uh huh. -Y yo estaré con los nervios en pie todo el día preguntándome cómo estará ella. -Vinieron las suaves palabras-. Pero si tú estuvieras aquí, ella no se aburriría, y yo no me tendría que preocupar -finalizó Kerry asentando sus ojos en él en silenciosa apelación. -¿Has pensado alguna vez en dedicarte a la diplomacia, jovencita? preguntó Andrew Roberts irónicamente. -Es la verdad... quiero decir, conoces a Dar mejor que yo, ¿cierto? contestó Kerry razonablemente. Él miraba hacia abajo observando sus manos con los bordes de la capucha disimulando su rostro desfigurado. -De acuerdo -respondió renuentemente al final-. Haré de niñera por ti. Kerry apretó su mano. -Gracias... no será todo el día... lo prometo. -Sip... es buena idea... no sabes en qué tipo de líos nos podemos meter mi niña y yo si unimos nuestras mentes -la avisó Andrew.

-Hmm -los ojos de Kerry se arrugaron cuando sonrió-. Lo tendré en mente. Él asintió y le hizo cosquillas a la cachorro. -Es una cosita tierna -comentó. -Mm... sí que lo es -respondió Kerry-. Creo que es como tú. -Rió suavemente cuando la cachorro se retorció alegremente contra su pie. Él frunció el ceño ante ella. -¿No tienes que vestirte para ir a ese sitio? ¿O trabajáis en pijama? Kerry se levantó y le sonrió. -Capté la indirecta. -Se fue trotando por las escaleras tratando de prepararse psicológicamente para el día que le esperaba.

*** Una mano en su hombro. Dar sintió la sacudida, pero su cuerpo no quiso moverse. -Dar. Parte de su cerebro conocía la profunda y áspera voz y la reconoció. Pero aún había una fuerte oscuridad sobre su conciencia y ello luchó con el deseo de volver a deslizarse en el pacífico sueño. -Paladar, levanta tu trasero o tendré que abofetearte.

Uh oh. Un ojo azul se abrió en alarma y lo consideró. Después se le

unió el otro y Dar se giró quedando boca arriba con el corazón bombeando a un ritmo irregular. -¿Papá? -se aclaró la garganta por la ronquera y se frotó los ojos

intentando salir de la niebla-. ¿Qu...? -Vamos... pasan de las diez y ya he limpiado casi cada pulgada de este sitio. -Andrew extendió una mano hacia ella y suavemente le sujetó la barbilla y la contempló con cariño-. Ese maldito material que te dio te ha descolocado. Dar sintió sus pensamientos desordenarse y tomó aire varias veces. -¿Eso crees? -Sip... a mí me pasa igual -le informó su padre-. Nunca tendría el maldito valor de tomar drogas. -Le palmeó la mejilla suavemente-. Vamos, bicho... deja que te dé el desayuno y algo de java. -Qu... vale -la mujer de pelo negro hizo un esfuerzo para sentarse-. ¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que te ibas esta mañana. Andrew se sentó en el borde de la cama de agua cruzando los brazos sobre su pecho. -Es lo que iba a hacer... hasta que tu pequeña kumquat posó esos bonitos ojos verdes que tiene en mí y me pidió que me quedase por aquí un poco -bufó-. Condenada astuta niña. Dar sonrió un poco mientras ahogaba un bostezo. -Sí... bueno, a mí me hace lo mismo. No te sientas mal. Su padre rió suavemente entre dientes. -Ya lo he notado. Dar descubrió una sonrisa hacerse camino por su cara. -De acuerdo... déjame echarme algo de agua en la cabeza... -giró sus piernas hacia fuera de la cama y se inclinó hacia la abrazadera-. Estúpida cosa...

-Anda... dame eso. -Andrew cogió la abrazadera y la deslizó en el sitio con manos experimentadas-. Creo que aún recuerdo cómo se hace, puesto que me pasé media condenada niñez tuya poniéndote todo tipo de vendas -ajustó las correas. Dar se reclinó hacia atrás y lo observó. -La hinchazón ya casi se ha ido... por lo menos esto funciona -suspiró alzando su pierna cuando él terminó y poniéndose derecha-. Gracias. -Se levantó y casi cae al invadirla una ola de vértigo-. Maldición... -Oh, demonios. -Andrew la agarró apresuradamente-. Agárrate... Pasó un brazo alrededor de ella y la alzó acunándola como si fuera una niña-. De acuerdo... cálmate, bicho. Dar pestañeó mientras su cabeza acababa de aclararse y absorbió una respiración. -Vale... estoy bien -frotó sus temporales irritadamente-. Puedes soltarme. Su padre resopló. -Sí, sí... -salió del dormitorio ignorando sus protestas y, finalmente, la posó en el sofá-. Déjate de pequeñeces, ¿vale? He cargado con cosas mucho más pesadas que tú un infierno de veces más lejos que eso -le recordó-. ¿Te acuerdas de Moose? Dar se reclinó en el sofá y tomó aire. -Sí... claro que me acuerdo... solía pensar que era un extraterrestre... nunca había visto a un ser humano comer tanto como él. -Sí, bueno... tuve que cargar con él durante tres millas hace un par de años... el condenado casi me mata. Le hice comer barras Christly de cereales durante tres meses después de aquello. -Se sentó al lado de ella y le dio palmaditas en el muslo-. Así que no alborotes. Dar volvió a sonreír y se pasó las manos por el pelo.

-De acuerdo -capituló-. Jesús... ¿qué hora es? Me pregunto cómo estará Kerry... será mejor si yo... -Ah ah... -Su padre ondeó una mano llena de cicatrices ante ella-. Llamó hace una hora... dijo literalmente "esto apesta, pero estoy sobreviviendo". La mujer de pelo negro asintió lentamente. -Maldición -dijo mordiéndose el labio-. Desearía que no tuviese que hacer esto. -Enfría los motores, bicho... tienes ahí un pequeño astuto bombón... lo hará bien -le aconsejó Andrew-. Te he hecho algunos huevos y discos de jockey. -Se levantó-. Sienta tu trasero ahí, yo te los traeré. Dar ahogó un bostezo y asintió mirando pensativamente la mesa mientras él desaparecía.

*** Kerry se sentía como si llevase colgada una diana roja y blanca con el blanco pintado de negro justo en su pecho mientras caminaba hacia el edificio. Ya tenía dolor de estómago y aún no se había subido en el ascensor. Saludó nerviosamente al guarda con un movimiento de cabeza cuando pasó por él. -¿Srta. Stuart? -llamó el hombre inclinándose ligeramente hacia ella. -¿Sí? -Se detuvo preguntándose si él tendría órdenes de no dejarla pasar o algo así. Él rodeó el escritorio y se le acercó. -¿La Srta. Roberts está bien? -preguntó moviendo sus pies

nerviosamente y mirando alrededor-. Sé que normalmente vienen juntas, por eso... Kerry le sonrió cálidamente. -Está bien... gracias por preguntar -lo tranquilizó-. ¿Ha pasado ya alguien del piso catorce? Él supo lo que le estaba preguntando. -No señora... usted es la primera. Kerry asintió. -Ok... gracias... le diré a Dar que preguntó por ella. -Sus ojos verdes centellearon-. Deséame suerte para hoy. Él se lamió los labios. -Va a... -dejó la frase sin acabar. -Oh no -Kerry negó con la cabeza firmemente-. Pero alguien tiene que sostener la bolsa de papel mientras todos los demás se lanzan por ella, ¿verdad? -Ella sabía que la noticia se propagaría en cuestión de minutos-. Dar me pidió que lo hiciera. Él asintió. -Entiendo. -Esbozó un saludo para ella-. Buena suerte, señora. Kerry siguió su camino en solitario esplendor hasta su planta y saliendo a un pasillo completamente vacío. Sus pasos la llevaron primero al despacho de Dar. Ésta fue la primera vez que usó su llave. Entró donde María debería estar ya trabajando. La habitación se encontraba lúgubremente silenciosa. El escritorio de la secretaria estaba limpio como un alfiler, pero le faltaban los habituales objetos personales que María solía mantener allí. Sus fotografías enmarcadas, por ejemplo, y el intrigante prisma que esparcía luz por la habitación, el cual había sido un regalo de Dar.

Kerry se sintió irracionalmente triste ante la vista. Pasó una mano por la superficie de madera del escritorio mientras se la engullía una ola de frustración. -Esto es tan insensato. -Agarró el contenido de la caja y se dirigió al despacho interior sintiendo la ausencia de su amante como un soplo físico. Notó que Dar lo había dejado todo de la manera que ya estaba, incluso los peces se encontraban depositados en solitario sobre la limpia superficie del escritorio con la luz de la ventana capturándolos en llamaradas de azul y rojo. La única cosa que se había llevado, reparó Kerry, eran los delfines que ella le había regalado. -Oh, Dar. -Kerry exhaló sintiéndose enferma. El portátil se encontraba en silencio, dando un mudo testimonio del abandono de su dueña. Se preguntó qué habría pasado por la mente de Dar para desistir. Era la insignia tangible de su oficina, en realidad, lo que le daba acceso al corazón de la compañía. Dándole la autoridad, que ahora, aunque brevemente, descansaba en las manos de Kerry. Con un suspiro, cogió también lo que se encontraba en la caja de Dar. Rodeó el escritorio y se dirigió a la entrada trasera que daba a su propio despacho. Sabía que podría encender el ordenador del despacho de Dar y trabajar desde allí, pero no tenía intención de mandar ese particular mensaje. Incluso tenía las palabras pase de Dar... la definitiva expresión de que su amante confiaba en ella. Si hubiera querido, podría haber derrumbado grandes sistemas informáticos por todo el mundo con la identificación y los accesos de Dar. Pero tampoco tenía ninguna intención de enviar ese mensaje. Entró en su despacho y posó los papeles. Extendió su mano para encender el ordenador, agarró su taza y caminó a través del vestíbulo en busca de café. Estaba de espaldas a la puerta, por lo que no vio quien había entrado, pero eso también le dio un momento para prepararse la respuesta que le iría a dar al recién llegado. -Kerry -la voz de Mariana sonaba muy cansada.

La mujer rubia se giró y respiró profundamente. -Hola. -No esperaba verte aquí -le dijo honestamente la VP de Personal-. ¿Cómo está Dar? Kerry bebió un sorbo de su café. -Está bien... calmándose en casa. -Una pausa-. Intentó llamarte anoche. La otra mujer suspiró y se reinclinó contra la pared. -Salí y me emborraché -admitió Mariana-. Ví su número en el identificador de llamadas... iba a llamarla hoy. -Miró a Kerry-. ¿Sabes que Les ha puesto un punto de suspensión en su dimisión? -Sí, lo sé -contestó Kerry quedamente-. Hablé con él -exhaló-. Vamos a mi despacho un minuto. -Siguió a Mari hasta la habitación y cerró la puerta-. Mira... no sé qué va a pasar... -comenzó. -Él viene hacia aquí, Kerry -le anunció Mariana fatigadamente-. Y está muy disgustado. -Lo sé -respondió Kerry-. Hablé con él ayer durante casi una hora... se lo conté todo... sobre José... sobre Eleanor... y sobre ese cerdo bastardo. -Se sentó en la esquina de su escritorio-. Y le dije que todo era culpa mía. -¿Culpa tuya? -saltó Mariana-. Kerry, ¿de qué demonios estás hablando? ¿Qué quieres decir con que es culpa tuya? -Me perdí. -La mujer rubia la miró fijamente-. Me... perdí... Dar estuvo todo ese tiempo sin ceder ante su acoso... no le dijo ni una palabra... y podía haber limpiado el campamento con él -le dijo a Mari-. Y yo lo estropeé... lo estropeé, porque no conseguí mantener la boca cerrada cuando él me picó. -Posó su taza de café y dio un paso-. Sin eso, él no tenía nada, nada, Mari... incluso con esas estúpidas fotografías seguía sin

tener nada... pero con eso... ya tenía suficiente... -Se detuvo y se apoyó en el frío vidrio de la ventana-. Acertó a Dar en su punto débil -concluyó suavemente-. Yo. Mariana se sentó lentamente en una de las sillas para las visitas. -No -discrepó quedamente-. Oh, sí, quiero decir que claro... tienes razón, pero él nunca debería haber llegado tan lejos, Kerry. -Se apoyó en los codos-. Dar tenía razón... yo debería haberlo parado. La mujer tenía un aspecto como si un camión hubiese pasado por encima de ella. Kerry suspiró. -Bueno, no tiene sentido llorar por la leche derramada, es lo que dicen siempre. -Se giró y contempló su correo haciendo una mueca de dolor ante las páginas y páginas de mensajes marcados como urgentes-. Veamos lo que pasa cuando llegue Les... sé que considera a Dar un empleado muy valioso. -Lo hace -concordó Mariana-. Ella se ha arriesgado por él en numerosas ocasiones... ella se ha arriesgado por todos nosotros y por eso es por lo que todo esto es tan... repugnante. Kerry contempló sus manos que estaban plegadas sobre el escritorio. -Dijiste que deberías haberlo parado... ¿por qué no lo hiciste? La mujer más mayor miró la alfombra. -He pasado media noche pensando en eso -admitió-. Y la conclusión a la que he llegado es que estaba demasiado habituada a que Dar hiciera el trabajo sucio... llevándose los golpes y atrayendo el fuego hacia ella que todos nosotros deberíamos llevar... -Hizo una pausa-. Era más fácil limitarme a quedarme en la retaguardia y ver cómo ella se encaraba con él... nunca pensé ni por un momento que él se le igualaría en el paso... él está fuera de su liga. Kerry asintió aceptando aquello.

-Esperaba que ese fuera el caso... -dijo suavemente-. Esperaba que todos estuviésemos de pie tras ella para aguantarla cuando se dejase caer. -Levantó la vista hacia la expresión sobresaltada de Mariana-. Una vez me dijo... que todos en los que había confiado en los negocios se habían girado contra ella... y anoche, antes de irnos a dormir, me dijo que si yo... si resultaba que me encontraba a todos aquí... celebrando... su ida, que no debía sentirme mal por ello. Una suave exhalación. -Kerry, creo que sabes que eso no es cierto -dijo Mari alzando una mano-. Tienes doce despachos vacíos que lo prueban -declaró-. Tienes una división en pedazos, al CEO viniendo hacia aquí en el primer vuelo... Duks ni siquiera vendrá hoy, diablos... yo sólo he venido porque no tenía más remedio... todo el material que iba a acertar en el ventilador va a acertar en MI ventilador... por dios, la mayoría de la gente no la odia. -Lo sé -reconoció suavemente la mujer rubia-. Pero, supongo que... los que lo hacen son mucho más oralmente, o por lo menos es lo que parece a veces. -Giró un lápiz entre sus manos-. Cuando comencé a trabajar aquí... todo lo que oía durante las primeras semanas... era sobre la horrible perra que era ella. Mariana se mordió el labio inferior. -Tuve que darme cuenta por mí misma de lo muy equivocados que estaban -Kerry suspiró-. Pero mucha gente no le da esa oportunidad. -Ella no lo pone fácil -declaró Mari quedamente-. Mantiene a todos a un brazo de distancia, Kerry... hasta a Duks y a mí, y somos amigos desde hace años -suspiró-. Incluso a Mark... que todos sabemos que está perdidamente enamorado de ella. Los labios de Kerry se tensaron en una débil sonrisa. -Sabes, yo nunca la he visto así... quiero decir, supe que tenía un lado duro, porque lo había visto manifestado, pero siempre había algo... no sé... siempre pude ver que había algo más allá que la hembra alfa.

-Bueno -Mariana le dirigió una mirada torcida-. Tú estabas en unas circunstancias mitigantes, como les gusta decir a los abogados -ponderó aquello-. Pero veo a lo que te refieres... si todo esto sale bien, creo que necesitamos cambiar la manera de hacer algunas cosas... hacer cosas en grupos de trabajo para intentar reducir algo del estrés y la lucha cuerpo a cuerpo. Kerry aceptó aquel comentario. -Bueno, ya veremos... y, aunque ella lo reconsidere, no volverá esta semana. Las cejas de Mari se juntaron. -¿Tan mal está de la pierna? Pensé que... Kerry suspiró y jugueteó con su lápiz. -No... anoche tuve que llevarla al hospital... tiene una contusión... una hinchazón en el interior del cráneo -admitió. -Dios bendito... ¿y ella está bien? -preguntó Mari genuinamente interesada-. Eso podría ser... -Peligroso... sí -la mujer rubia asintió silenciosamente-. Ella está bien... está tomándoselo con calma... tengo a alguien allí para hacerle compañía. -Levantó la vista-. Así que... sólo estoy yo. No tengo ningún personal de apoyo, no tengo su experiencia, y si me vienen con alguna mierda cuando pase por el vestíbulo me marcho de aquí. Mari se puso de pie. -Iré a hablar con ellos -declaró quedamente-. Creo que se alegraran de verte, no dirán ni pío, me aseguraré de ello. El teléfono de Kerry sonó y ella observó en la pantalla que se trataba de una llamada remitida desde el despacho de Dar. -Aquí vamos -pulsó el botón-. Operaciones, Stuart.

-Soy John Adams en Providencia... tenemos un pedido pendiente para un nuevo circuito para una semana... ¡qué diablos está pasando ahí abajo! Kerry suspiró interiormente mientras le dirigía una mirada a Mariana. -Solo un momento... ¿cuál es el ID de vuestra cuenta? -Escribió un número y comenzó a trabajar.

*** Ambos se encontraban un poco nerviosos y con la lengua un poco atada, comprendió Dar mientras permanecían sentados en silencio en el sofá con Chino sobre su estómago. Él se encontraba sentado en el sillón de espaldas a la ventana y su cara entre las sombras de la capucha de su sudadera. Bueno, ninguno de los dos era buen conversador, pero alguien tenía que empezar. -Tú, ¿tienes un sitio donde quedarte? -le preguntó, quedamente, bebiendo de un gran vaso de leche con chocolate. -Un par de ellos -contestó su padre-. Este sitio, aquel sitio... ya sabes. -La contempló en silencio durante un momento-. Hago algunas cosillas aquí y allá, ellos me dieron esta tarjeta... -Sacó una pequeña cartera del bolsillo de su cintura y de ella una tarjeta de color plateado que parecía de crédito-. Sólo tengo que pagar todo con esto, ellos cuidan de mí. Dar asintió lentamente. -¿Por causa de mamá? -arriesgó en su suposición recordando los a veces oscuros e insondables modos del gobierno. -Sip -dijo guardándose la cartera-. Ella recibe mi pensión... los beneficios... es así como lo quiero. Ellos toman cuenta de mí. -Su voz

parecía acabar la sesión de preguntas.

Muy bien, segundo asalto. Ding ding. Dar volvió a asentir con la

cabeza mientras jugueteaba con una de las suaves orejas de Chino. Después levantó la mirada y estudió su rostro, contemplando las cicatrices que habían torcido la carne formando una máscara casi irreconocible. -¿Qué ocurrió? -hizo una pausa-. Si quieres contármelo. -Despúes simplemente esperó. Él pensó durante mucho tiempo. -Fue sólo una maniobra que salió mal -pronunció finalmente, casi sin ninguna emoción en la voz-. Fuimos a examinar un material del que habíamos oído decir que podría tratarse de un arma química, era una trampa, tres tipos murieron y yo acabé deseando ser uno de ellos. Dar consideró aquello. Hablar sobre emociones y sentimientos era algo que hacían bastante mal, y ella lo sabía, pero... -Sólo voy a decir esto una vez -declaró suavemente-. A mamá le importaría un comino tu aspecto. Él estudió sus manos en silencio. -Lo sé -admitió, cayendo en silencio otro poco-. Ella no quería que me fuese esa vez -acabó por añadir calladamente. -Lo recuerdo -Dar exhaló serenamente-. Pero yo pensé... -Habían arreglado las cosas, o al menos eso es lo que le había parecido a Dar, su madre se perturbaba, sí, pero siempre lo soportaba. -Sip, bueno, me llegó a decir que si iba, ella ya no estaría allí cuando regresase -afirmó Andrew rotundamente-. Me dijo que era opción mía. Pestañeó unas cuantas veces, sus ojos se movían inquietos en la cara llena de cicatrices. Dar estaba realmente alucinada.

-Ella no te habría dejado. Dos dolidas órbitas azules se alzaron hacia las suyas. -No fue su marcha... fui yo, la forma en que lo vio -tragó saliva-. Ella tenía razón, bicho, era mi opción... y escogí ir. -Tomó aire-. Pensaba que podría arreglar las cosas cuando regresase. Dar absorbió aquello. -Sólo estaba intentando que te quedases -dijo finalmente-. Temía por ti... tenía miedo de perderte -protestó-. Habría estado allí cuando volvieses y lo sabes. Sus ojos se cerraron. -Me gusta pensar eso. -Su voz era serena y triste-. Es el pequeño entretenimiento al que juego en mi cabeza, haciendo que no me vuelva loco y me tire de algún puente en cualquier sitio -su voz estaba ligeramente rota. -Papá... ¿por qué no la llamas? -Dar se inclinó hacia delante haciendo que la escuchase-. Puedes ir a casa, ella lo entenderá, lo sé. Un suspiro muy cansado. -No puedo -respondió suavemente-. Porque no sé... ¿sabes? Y si ella ya no... si ella lo asumió, o si ella... -Una agonizante pausa-. No puedo encararlo, Dar, no puedo vivir con eso, ¿me entiendes? -Se defendió mansamente-. No puedo encarar que ella no... -Se detuvo, su garganta tragaba ruidosamente. Dar liberó su aliento sostenido durante un doloroso momento. -Oh, papá -murmuró. Él suspiró. -Entiendo que no tenga mucho sentido para ti. -Se frotó los ojos con

una mano impaciente-. Maldición. Ella lo miró fijamente con completa comprensión. -Sí que lo tiene. Andrew absorbió aquello durante un largo y pensativo momento. Después miró a su hija. -¿Alguien le hizo daño a mi niña pequeña? -Un destello de fresco peligro entró en su voz. Él esperó el golpe viendo el maxilar de ella contraerse y relajarse. Dar sacudió su cabeza de un antiguo dolor recordado. -Agua bajo el puente, papá, digamos simplemente que fui tras lo que mamá y tú teníais, y creí haberlo encontrado -le dijo sosegadamente-. Pero estaba equivocada. -Por primera vez vio claridad entre los espesos arbustos, y tuvo la seguridad de que había puesto su corazón en el lugar correcto. Su último año en la universidad, todo parecía maravilloso... buenas notas, buenas perspectivas en la compañía para la que había trabajado durante cuatro años, y un delirante y excitante buceo en el amor que la dejaba mareada y le aseguraba que había encontrado su otra mitad. Sí. Cuatro meses de felicidad, seguidos de dos de infierno en los que todo se reveló. Sus pesadillas se encontraban llenas de una burlona voz que le decía lo inadecuada que era. No tenía ningún recuerdo de la graduación, el talento bruto y crudo y la inteligencia que le habían permitido mantener el grado de matrícula de honor. "Eres una persona inculta, ruda y mediocre que pasará toda su vida como una gerente de mediana categoría soñando lo que podría ser". Su parte nueva e inexperta casi había creído en aquello. Una pesadilla de depresión, alcohol y desesperación la había seguido,

llevándola una noche bajo un puente, con una pistola y un momento en el que su odio hacia sí misma fue tan intenso que hasta pudo sentirlo. Aún no sabía qué era lo que la había detenido. Sólo se acordaba de salir andando debajo de aquel puente a la mañana siguiente, mirando el nuevo día y decidiendo que aún no iba a dejar de vivir. Había una venganza pendiente. Había llevado unos cuantos años, pero se sintió muy satisfecha cuando todas las piezas encajaron en su sitio y la compañía adquirió una prestigiosa firma. Y la recientemente gerente regional Dar Roberts usó el chuchillo con decisión rebanando pulcramente el plan de diseño e investigación llamándolo... Mediocre. Encarando a su antigua amante. Dar había firmado personalmente los documentos del cese y disfrutando inmensamente con ello. Tenía la expresión de Shari en la cara cuando los entregó. Junto con su tarjeta. Que tenga un buen día. -Yo... prácticamente había perdido el interés después de aquello. -Dar despidió a sus recuerdos. -Hum -gruñó su padre-. Hasta ahora. -La miró con astucia-. Porque no sé lo que sientes por ella, pero esa pequeña chica de ojos verdes ha perdido la cabeza por ti, bicho. Dar sonrió llena de alegría. -Hasta ahora -reconoció-. Cuando encontré a Kerry comprendí que finalmente había encontrado aquella cosa real. -Sus ojos se encontraron con los de su padre-. Por eso te entiendo, papá.

Él caminó hacia ella y se sentó a su lado. Ambos se observaron en confortable silencio.

*** Sonó el teléfono por lo que le parecía a Kerry la milésima vez. Kerry se lo quedó mirando apoyando su cabeza en una mano. -No, no, no lo sé, no, aún no está listo, no tengo ni idea, no, ella no me lo dijo, no, y no -murmuró. Después pulsó el botón-. Operaciones, Stuart. -Hola. Fue como una bocanada de ambrosía. Kerry encontró una sonrisa formándose en su cara incluso antes de que las sílabas se marchitasen y dejase salir un sereno suspiro. -No sabes lo bien que sabe oír una voz amiga. -Mm... violento, ¿huh? -retumbó suavemente Dar a través del aparato-. ¿Cómo está eso? -Apesta. -Kerry se frotó los ojos-. Me siento como si me hubiese arrastrado durante todo el día tras un camión del vertedero lleno de pollos podridos -respondió-. Les está aquí, está de reunión con Mari y los otros desde hace un par de horas. -Hizo una pausa-. ¿Cómo te sientes? -Eh -contestó Dar-. Dormí hasta tarde, siento que va a ser una lata todo el día. Papá y yo estuvimos hablando un rato, después comimos algo... ahora estamos viendo el Cazador de Cocodrilos -dudó-. Gracias, ya de paso, por pedirle que se quedase por aquí. Kerry sonrió y apoyó un lápiz contra su labio inferior.

-Pensé que te gustaría la compañía -respondió sosegadamente levantando la mirada cuando su teléfono sonó-. Espera un minuto. -Puso a Dar en espera y atendió por la otra línea-. Operaciones. -Srta. Stuart -la voz de Les sonaba tranquila y bastante austera. -Sí, soy yo -respondió Kerry sintiendo saltar su estómago-. ¿Qué puedo hacer por usted? -Estamos teniendo una reunión en la sala de conferencias, ¿podría venir, por favor? -Claro -contestó Kerry uniformemente-. Ahora mismo. -Colgó y respiró profundamente antes de atender la otra línea-. Hola. -¿Malas noticias? -inquirió Dar. -No sé... era Les... quiere que vaya a la sala grande de conferencias le contó Kerry-. Mira... lo peor que puede pasar es que me despidan, Dar... y como que... me da igual, ¿sabes? -Sacudió ligeramente la cabeza-. Después del día de hoy, probablemente hasta le quede agradecida. -Mm -Dar consideró aquello-. Relájate, sé honesta y no dejes que te sacuda -instruyó sosegadamente a Kerry-. Mantén la cabeza alta... sólo has hecho bien a la compañía, Kerry. Sintió que se tranquilizaba con aquellas palabras. -De acuerdo... creo que puedo hacerlo -respondió-. Pero si él o alguien más empieza a echarte por tierra están fritos. Una suave risa le contestó. -Ésa es mi Kerry. La mujer rubia sonrió abiertamente. -Apuesta por mis botas. -Se levantó y enderezó el cuello de su camisa, tras lo cual se puso la chaqueta-. Deséame suerte. -Suspiró-. Te

llamaré de una manera u otra cuando salga de allí. -Buena suerte -deseó Dar obedientemente-. Estoy contigo. Los ojos verdes centellearon suavemente ante la luz del atardecer. -Lo sé -respondió-. Hablaré contigo después. -Colgó y pasó una mano por su pelo-. Muy bien... vamos allá. Era un paseo corto hasta la sala de conferencias y aprovechó para reunir sus conocimientos junto con lo que Dar le había dicho mientras llegaba hasta la puerta y llamaba con unos ligeros golpecitos. -Entre -sonó la voz de dentro. Giró el picaporte, tiró de la puerta hacia ella y entró en la habitación donde la hostilidad era tan densa que era casi como un paño de humo. José, Eleanor y Steve estaban allí, junto con Mariana y, por supuesto, Les. Kerry alzó un poco la barbilla y caminó sobre la alfombra hasta la silla del final, directamente en frente del CEO. Apoyó sus manos en el respaldo de la silla y los miró fríamente. -Siéntese, Srta. Stuart -le ofreció Les cortésmente. Sus ojos la observaban con interés. Kerry se sentó en la silla, la misma que solía ocupar Dar. Posó sus manos sobre la mesa y levantó la cabeza en actitud de oyente. Esperó pacientemente. Hizo que ellos hablasen primero, como le había aconsejado Dar. Déjales que tracen la línea antes que tú. -Bien. Tenemos aquí un buen enredo. -Les se aclaró la garganta y empezó. -Sí, lo tenemos -asintió Kerry ligeramente-. He hecho todo lo que he podido, considerando las circunstancias. -¡Eso es mentira! -Steve se levantó-. No has hecho nada que no sea fastidiar las cosas... -Cállate -le saltó Kerry-. Desorientado, invertebrado e inútil pedazo de machista. -Captó la ceja gris de Les elevarse sobre la mesa y se levantó

sintiendo la sangre bombear por su cuerpo-. Nunca en mi vida he visto una colección de personas tan inútiles como ésta. -Hey, no puedes... -José se levantó desafiándola. -Claro que puedo -respondió Kerry acalorada-. Vosotros no seríais capaces de averiguar el uso de una bolsa de papel si Dar no escribiese las instrucciones dentro, y tenéis las pelotas de estar aquí criticando una situación que es por VUESTRA MALDITA CULPA. -Su voz pasó a ser un grito. Toda la rabia que venía acumulando durante dos días explotó. -¡Nosotros no le pedimos que dimitiese! -respondió José. -Oh, ¿pero no era eso lo que andabais buscando? -Se opuso Kerry inclinándose hacia delante sobre sus manos-. ¿Entonces para qué contratar a alguien con instrucciones específicas de abalanzarse contra ella? -Apuntó a Steve que se encontraba hirviendo a su lado-. Alguien que recibió instrucciones por escrito de TI -apuntó a José- para "encontrar el punto débil de esa perra y hundirle el cuchillo en él"... ¿no era esa la cita? Silencio. -Bueno. Ya tenéis lo que queríais -continuó Kerry-. Y ahora el problema es que todos sabemos que lo único que mantenía la jodida compañía en movimiento era ella. Vosotros por supuesto que no podéis una larga pausa- yo no puedo, después del día que llevo hoy no consigo imaginar cómo demonios se las arregló para hacerlo durante tanto tiempo. José miró fijamente a Mariana, quien mordía su lápiz. -¿La vas a dejar salirse con la suya? La VP de Personal se encogió de hombros. -EEOC, José, dejé que el Sr. Fabricini le dijese cosas peores a Dar en la cara, no puedo impedir que la Srta. Stuart diga lo que piensa. -Eso es porque tú y ella sois íntimas como los ladrones... -declaró Eleanor acaloradamente-. No hay nada que podamos hacer...

-Disculpen -ladró Les. Todos lo miraron en silencio. -Gracias. -Se ajustó la corbata-. Agradecería que se marchasen todos a excepción de la Srta. Stuart. -Hizo una pausa-. Ahora. Salieron en silencio evitando la mirada de Kerry salvo Mariana, que le palmeó el hombro cuando pasó. El sonido de la puerta al cerrarse tras ellos le pareció increíblemente alto a Kerry, pero no mostró reacción alguna. Se sentó y plegó sus manos sobre la mesa. Les la consideró a través de la longitud de la mesa de conferencias. Después se levantó y fue hacia donde estaba ella apoyándose en la esquina de la superficie de madera y cruzando los brazos sobre su pecho. -Esa fue una grave insubordinación, Srta. Stuart -le remarcó fríamente. -Lo sé -respondió Kerry levantando la vista hacia él-. Oigo lo que ocurre en mi departamento. Les Roesenthal tenía unos grisáceos ojos azules, casi tan impactantes como los de Dar. Ahora mismo, la estaban observando con una débil señal de... algo. -Su anterior jefa no era conocida por ser una jugadora en equipo. Anterior. Kerry se sintió un poco triste. -No, es sólo que se niega a jugar en un equipo perdedor -respondió. Él asintió ligeramente. -Tengo su puesto por cubrir, Srta. Stuart... usted es inteligente, astuta... creo que quedaría bien en él.

Kerry lo miró fijamente. -Respetuosamente, señor, no trabajaría para alguien que dejase irse a alguien como ella sin una justificación. Él irguió su cabeza. -Creo que es el más educado "bésame el culo" que he oído alguna vez, Srta. Stuart -comentó Les-. ¿Entonces no quiere el puesto? Implica un buen aumento, buenas pagas extra, un gran paso para alguien con su edad y su nivel de experiencia. Los ojos verdes brillaron peligrosamente. -Creo que no me he explicado bien -Kerry se aclaró la garganta-. Béseme el culo. -Hizo una pausa-. Señor. El CEO se rascó el maxilar, se levantó del escritorio y tiró de la silla que estaba al lado de ella, se sentó quedando ambos con las rodillas rozándose. -Sabe, Srta. Stuart... cuando entró en la plantilla, apenas pensé que Dar se había vuelto chiflada -jugó con sus dedos entrelazados-. No tenía ni idea de lo que pretendía, pero le dejé seguir adelante porque confío en su juicio. -Hizo una pausa reflexivamente-. Ella se ganó esa confianza. Kerry permaneció callada, limitándose a mirarle a la cara. -¿Cree que puede conseguirme una charla con ella? -Ahora los ojos azules grisáceos tomaron un débil centelleo. La mujer rubia bajó la vista hacia la mesa, escondiendo una sonrisa, y después la volvió a levantar. -Sí... puedo hacerlo -respondió serenamente-. Ella está en casa. Les le sonrió. -Bien.

Kerry tomó un respiro. -Eso era una prueba, ¿verdad? -arriesgó a decir cautelosamente-. ¿Lo de ofrecerme el puesto? -Los ojos centellearon ahora visiblemente-. ¿Pasé? -se atrevió. -Como una campeona -respondió él con una risita-. Probó ser una verdadera discípula de Dar, Srta. Stuart... así que tómelo con calma. Kerry exhaló. -Lo siento, ha sido un día muy largo -admitió mientras se levantaba y caminaba hacia el teléfono que descansaba en el mueble junto a la pared-. Aguarde. -Marcó un número sin sorprenderse de que fuese cogido antes de que diera un toque-. Hola. -Hey -la voz de Dar sonaba preocupada-. ¿Va todo bien? -Eso creo -le dijo Kerry en voz baja-. Les quiere ir a verte. -Ah. -Su compañera ponderó el asunto-. Sí... claro, ¿por qué no? respondió-. Si lo traes podrías llevar luego a papá fuera de la isla, danos unos minutos para prepararnos. -Vale -Kerry sintió una agradable sensación de alivio envolverla-. Te veo dentro de un rato. -Colgó y volvió a la mesa de conferencias-. Le puedo llevar si quiere -le dijo al CEO. -Es la mejor oferta que me han hecho en todo el día -respondió Les alegremente-. Vamos.

*** Dar colgó el teléfono y miró a su padre.

-Bien. -Se refregó la cara-. Supongo que me vendrá bien darme una ducha y vestirme, mi jefe viene hacia aquí. Andrew puso las manos tras su cabeza y estiró el cuerpo, muerto tras una larga tarde de ver cocodrilos. -¿Te llevas bien con él? -Mas o menos sí -Dar se puso de pie, agarró sus muletas y se dirigió hacia su dormitorio-. Vuelvo enseguida. Su padre rascó la cabeza de Chino y cruzó los tobillos. -Ten cuidado, Dardar, no te resbales ahí dentro. La mujer de pelo negro se detuvo, inadvertidamente, en la puerta, y lo miró con silencioso afecto. Después sacudió su cabeza y se metió en el cuarto de baño. Se quitó el pijama y puso el agua a correr. Esperó por un momento mientras se quitaba la abrazadera de la pierna y después pasó cuidadosamente al plato de ducha. La pierna le dolía un poco, pero nada relacionado con el día anterior. Se sintió un poco optimista mientras cojeaba bajo el agua cálida. Era una sensación estupenda. Lavó su cuerpo cuidadosamente evitando los arañazos del viaje. Lavó su pelo con cuidado alrededor del inmóvil bulto blando que tenía más arriba de la oreja. Sin embargo, parecía que había disminuido de tamaño. Se quedó de pie bajo la fuerza del agua durante varios minutos, aliviando la tensión acumulada. Renuentemente cerró el agua y salió de la ducha agarrando una de las largas toallas playeras que tenía en el cuarto de baño para secarse. Se envolvió con ella y agarró otra usándola para secarse el pelo antes de salir del baño y moverse cautelosamente hacia su cuarto sin sus muletas. Hmm. Probó su pierna cuidadosamente, contenta con el resultado. No está mal, consideró. Se encogió de hombros y cogió un polo y unos pantalones vaqueros. Vistió el polo y se miró con curiosidad en el reflejo del espejo.

-Tiene que ser -se hizo una cara torcida a sí misma y se cepilló el pelo rápidamente. -Hey, ¿Dardar? -la llamó su padre desde la otra habitación. -¿Sí? -Cojeó hasta la puerta y salió encontrándolo cerca de las puertas corredizas de vidrio-. ¿Qué pasa? Él se giró. -Hey, ¿dónde están las malditas muletas? -En el cuarto, está bien. La pierna está mucho mejor -comentó Dar poniendo una mano contra el vidrio. -Uh huh -sonó escéptico-. Me creería lo que estás diciendo si fuera yo quien lo dijese, he llegado a mentir a un línea azul. Dar lo miró y se rió entre dientes irónicamente meneando su mano. -Duele, pero la espalda me está matando por usar esas condenadas cosas, necesito un descanso -admitió-. De todas formas me voy a sentar, ¿Quieres mostrarme algo? Andrew pareció nervioso de repente. -Nah, bueno... -se aclaró la garganta-. ¿Aún vas allí? -Su cabeza indicaba el mar. Dar asintió. -Dejé de hacerlo por un tiempo -admitió tranquilamente-, pero a Kerry le encanta, se sacó el certificado y hemos estado yendo casi todos los fines de semana. -Bien por ella -declaró Andrew. Una suave risa.

-Ella volvió a meterme en un montón de cosas... -la mujer de pelo negro suspiró-. Yo estaba... -dudó- considerando volver a la competición. Los ojos de su padre se iluminaron. -¿En serio? -La estudió seriamente-. Parece que podrías. -La atizó experimentalmente-. Eres mejor que algunos de los cachorros que me mandaron la última vez, te lo puedo asegurar. Dar rió un poco avergonzada. -Sí, eso lo he mantenido... -murmuró-, y tú eres el responsable de ello, siempre pensé que te defraudaría si lo dejase. Andrew permaneció en silencio por un momento. Le puso una cariñosa mano en el brazo. -Bicho, nunca podrías decepcionarme -su voz era sincera-. No importa lo que acabes haciendo, ni lo que acabes siendo, eres mi niña, y no hay nada en la vida que cambie eso. Dar se encontró incapaz de responder y se le hizo un nudo en la garganta. -Nada de ese material blando. -Andrew se aclaró la garganta-. Si vuelves a eso me vas a oír, ¿entendiste? -Extrajo una tarjeta blanca de su bolsillo y se la dio-. Aquí me encontrarás. Un número de busca. Dar sonrió y se lo metió en el bolsillo de la camisa. Fue cojeando hasta su maletín y, mientras descansaba en una silla, sacó una de sus propias tarjetas. Garrapateó el teléfono de la casa en la parte de atrás y se la dio a él. -Cambio a cambio -le dijo-. Llámanos de vez en cuando. Miró fijamente la tarjeta mientras la giraba sobre sus dedos. Se la guardó cuidadosamente sin decir una palabra. Los dos oyeron el sonido de un coche fuera.

-Apuesto a que son ellos -declaró Dar sosegadamente-. Gracias por quedarte hoy por aquí. -Eso puedes agradecérselo a kumquat, fue idea suya -masculló Andrew-. Bueno, saldré por detrás y la esperaré, cuídate, ¿oíste, bicho? Dar lo abrazó sintiéndolo tensarse por un momento y luego relajarse devolviéndole el abrazo. -Te quiero, papá -susurró-. Te echaré de menos. Él tomó aire de forma insegura y le dio unas palmaditas en el costado. -Yo también. -Se soltó y se aclaró la garganta-. Sé buena. -Le dio otra palmada en el brazo y se deslizó en la oscuridad por la puerta de atrás. Dar permaneció mirando hasta que la silueta se mezcló con el follaje. Se giró cuando escuchó pasos fuera en la puerta central.

*** Kerry estacionó el Mustang junto al Lexus de Dar y miró a su pasajero. Les había estado mirando alrededor con gran interés y, a cambio, le dio a ella una oportunidad para estudiarlo. Andaba por los sesenta, de media altura y rechoncho, con el pelo gris y ojos inteligentes. Tenía una cara redonda con una nariz chata y cejas espesas que se movieron cuando se giró para mirarla. -Bonito sitio. -Habían charlado agradablemente sobre el sitio mientras ella conducía evitando mencionar el trabajo. Kerry asintió. -De acuerdo, bien, éste es el apartamento, así que... -Abrió la puerta y salió. Esperó a que él se le uniese antes de seguir y subir las escaleras. En cuanto se acercaba a la puerta dudó y alzó la mano para llamar, pero luego tomó una decisión silenciosamente y, en vez de llamar, fue con los

dedos hasta el teclado numérico y abrió la puerta con su código. Les no hizo ningún comentario. -Después de ti. -La mujer rubia abrió la puerta y la sostuvo gesticulando con la otra mano. Un rápido vistazo dentro le permitió ver a Dar apoyada casualmente contra el respaldo del sillón contemplándolos. No había señales de Andrew, pero tampoco esperaba que las hubiese-. Hola. Los ojos de Dar se encontraron con los suyos y le hizo un diminuto guiño. -Hola. -Su atención se centró en Les-. Hola, Les... entra. Kerry alzó una mano y retrocedió un paso. -Hasta luego. Dar alzó una mano en respuesta, y observó la puerta cerrarse tras su amante tras lo cual volvió su mirada hacia su jefe. Se contemplaron en silencio durante un momento. Dar exhaló y se levantó. -Siéntate, ¿quieres una bebida? -Creo que necesito una -respondió Les irónicamente aceptando la invitación y sentándose en el sofá, recostándose hacia atrás y mirando alrededor-. Bonito sitio, Dar. La mujer de pelo negro asintió. -Gracias. -Fue cojeando hasta el armario que estaba contra la pared y cogió una botella. La abrió y vertió parte del dorado licor en dos vasos. Volvió a posar la botella y regresó. Le ofreció a Les su vaso y se sentó en la silla enfrente de él. -Y bien. -Tomó un sorbo. Sus cejas se elevaron ante el sabor-. Muy bueno -añadió con aprobación. -Me acordé de que te gustaba el whisky escocés -comentó Dar

tomando un sorbo de su propio vaso. El alcohol de veinte años incendió calurosamente mientras descendía. -Sí que me gusta -afirmó Les-. Sí que me gusta. -Miró alrededor -. Sabes, Dar... no es que haya pensado un montón de tiempo en ello, pero no te imaginaba en un sitio así. -Sus ojos fueron hasta el equipo informático-. Un apartamento de alta tecnología en las afueras de Brickell, claro... pero... Dar sonrió brevemente. -Me lo dio una tía mía. Cayó un silencio embarazoso. -Entonces -volvió a decir Les-, ¿qué vamos a hacer ahora, Dar? Bebió unos sorbos de su whisky y la miró por encima del borde de su vaso. Pienso que comprenderás que tengo a alguien de mucho peso sentado sobre esa demanda de dimisión tuya. Dar consideró aquello. -Adulador -comentó brevemente. -Vamos a dejarnos de mierdas entre nosotros -le aconsejó Les-. Ambos sabemos que te considero una parte esencial de mi equipo de dirección, y me mataría perderte. -Hizo una pausa-. Especialmente por algo tan ridículo... -esperó, pero ella no hizo ningún comentario-. Así que, ¿qué es lo que realmente ocurre, Dar? He oído la parte de Mari y la de José y no lo capto, ¿qué es lo que hizo que abandonases todo y te marcharas? Dar lo consideró en silencio durante un momento. Exhaló. -Buena pregunta. -Una pausa y sacudió la cabeza ligeramente-. Tiene que ver con que en el último mes he sido atacada más veces por mi propia compañía que por alguno de nuestros competidores... y quizá haya empezado a preguntarme qué demonios es lo que estoy haciendo allí. Les pensó en ello dando sorbos a su bebida silenciosamente.

-Eres una chica de perfil alto, Dar, siempre atraerás hondas y flechas y lo sabes -aventuró-. ¿Era tan malo ese tipo como una aguja en los calzoncillos? Un encogimiento de hombros. -Quizá. -Contempló la mesa-. Quizá porque era personal, no profesional... quizá el que fuese compañero mío en la universidad y lo hayan traído aquí deliberadamente para atacarme... -comentó cambiando el vaso de mano-. Pero supongo que me podría haber encargado de eso. Les asintió dos veces. -¿Pero? -Pero él fue detrás de mi gente -concluyó Dar-. Y yo ya había tenido bastante. -Levantó la mirada hacia Les- Ya he tenido bastante de ser la perra prostituta del infierno hasta que se necesita algo. Les se inclinó hacia delante. -Dar, el hecho de que la mayor parte de las operaciones estén paradas completamente y que tengo más de cincuenta escritorios vacíos, debería decirte que no todos lo sienten así -contestó seriamente-. Y creo que sabes que yo no siento eso en absoluto o no estaría sentado aquí ahora mismo. Estaría en mi casa en Plano, viendo un partido y pensando a quién iba a promover para VP de Operaciones. Dar se aclaró la garganta ligeramente. -Debí haberte llamado primero -admitió-. Te lo debía. Una diminuta sonrisa cruzó el rostro de Les. -Una disculpa de Dar Roberts, gracias a dios que estoy sentado bromeó con ternura-. De todas formas, me alegro de haber venido, para ver las cosas por mí mismo. -Se recostó en el sofá-. Tengo que reconocer que tienes problemas aquí. Y quería conocer a esa misteriosa ayudante

tuya que parece que está causando todos esos problemas en desproporción con su tamaño. -Ella no causa los problemas -gruñó-. Los resuelve. Les se rió entre dientes suavemente. -Ya me he dado cuenta, por eso le he ofrecido tu puesto. A Dar le costó todo su autocontrol mantener una cara de medio interés en vez de tensarse. -¿Y? -preguntó forzando una sonrisa perezosa en su cara-. Quedaría bien en él. El CEO la miró intensamente. Asintió ligeramente con la cabeza. -Eso fue lo que le dije, y su respuesta fue que le besase el culo comentó secamente-. Lo que parece ser una tradición de tu departamento. La sensación de alivio casi la estranguló. Dar tuvo que tomar aire varias veces, enmascarándolas bebiendo unos sorbos de su bebida, antes de poder contestar. -Hace parte de la integración -pronunció con lentitud-. Ella lo aprendió más rápido que la mayoría. -Bendita seas, Kerry... seguí a mi corazón cuando vine hacia ti y eres la primera persona que no me clava un puñal en él-. ¿Quién es tu segundo candidato? Les exhaló mientras contemplaba sus manos pensativamente. -No tengo ninguno, esperaba poder convencerte de que volvieses. Hizo una pausa-. Sólo quería ver qué diría la Srta. Stuart, y, básicamente, dijo exactamente lo que esperaba. -Hizo otra pausa y la miró-. Sabía que confiabas en ella y quise ver por qué. La expresión de Dar se ablandó un poco. -¿Y lo viste?

Él asintió. -Sí, lo vi. -Esperó a que ella continuase, pero se mantuvo en silencio-. Así que... ¿qué te parece, Dar? Te ofrecería más dinero aunque no creo que eso sea lo que realmente te interesa. La mujer de pelo negro se aclaró la garganta. -No, tienes razón... -Alzó una mano dejándola caer enseguida-. Necesito dos cosas. Les se inclinó hacia delante expectante. Sus ojos se afilaron y esperó. -Mi estructura de organización permanece intacta -enunció Dar cuidadosamente-, completamente intacta. El CEO frunció los labios. -Política sensata, eso es un asesinato. -Lo sé -respondió Dar-. Pero necesito que sea así. Él tamborileó con los dedos. -Vamos a tener que marcar puntos sobre las revisiones y todo eso murmuró él-. De acuerdo, es una pesadilla de personal, pero lo haré. -Hizo una pausa- ¿Qué más? -Que José se busque otro ayudante. Les se rió. -Lo vi venir. -Se reclinó hacia atrás evidentemente rendido-. Mi problema es que necesito una manera de mandarlo fuera legítimamente -le dijo a Dar-. O de otra manera, ese pequeño bastardo pondrá una demanda por despedimiento injusto, y no quiero ese tipo de publicidad. Una sexy sonrisa cruzó lentamente el rostro de Dar.

-Yo te daré esa manera, si me dejas que sea yo el verdugo. -Sus ojos brillaron peligrosamente-. Absolutamente legítima. Les la miró fijamente y dejó salir una bocanada de aire. -¿Eso significa que te quedarás? -inquirió-. Tuve una larga charla con Mariana, siente que mucho de esto es por culpa suya, piensa que nada de esto habría pasado si ella lo hubiera detenido. Dar lo dejó un minuto esperando y después asintió con la cabeza. -De acuerdo, pero te aviso desde ya, no aguantaré más porquerías de ellos -avisó serenamente-. No en mi nombre o cualquiera de mi personal. Les se mordió el labio. -Van a ser una cuantas semanas duras, hay muchos resentimientos por allí -contestó-, pero tengo mucha confianza en ti, no estoy preocupado. -Apuró el whisky escocés-. ¿Estás libre para cenar? Nunca consigo verte, Dar, ¿cuánto hace que no nos vemos?, ¿dos años? Los labios de Dar se tensaron bruscamente. -En realidad, tenía planes, pero eres bienvenido a unirte a ellos declaró amablemente-. Hay un pequeño sitio italiano en el otro lado de la isla... y es informal. Sus ojos centellearon ligeramente. -Bueno, disfruté de mi conversación con la enigmática Srta. Stuart, ¿seguro que no le importará? Dar se sintió ultrajada al descubrirse ruborizándose, por lo que se alegró de que la luz del crepúsculo la escondiese. -Estoy segura de que estará bien. -Se levantó y cojeó hasta la cocina. De hecho, déjame que le dé un toque.

Les se relajó estirando las piernas y cruzando los tobillos. -¿Qué te has hecho en la pierna? -le interrogó. -Estalló la articulación cuando caímos en ese maldito hundimiento de tierra -contestó Dar mientras regresaba con el teléfono portátil y marcaba un número-. Me debes un favor de los grandes por ese pequeño viaje, Les. Él se rió. -Ya oí hablar de ti y la serpiente, después hice que Beatrice llamase al presidente de esa medio compañía de burros y les dejase caer las palabras negligente y pleito. Dar se rió entre dientes mientras se acercaba el teléfono a la oreja para escuchar las llamadas. -Hey -dijo suavemente cuando respondieron-, ¿dónde estás? La voz de Kerry sonaba rendida. -Abajo por Southpoint, paseando por la playa, ¿por? -preguntó-. Acabo de llegar, supuse que os llevaría un rato. -Nop -le informó Dar-. Te estamos esperando para cenar, así que vente para acá. -¿De veras? -preguntó Kerry. -De veras -le aseguró Dar. Una débil pausa. -¿Vas a volver? -Sip. -¿Aún eres mi jefa?

-Sip. -Impresionante -la voz de Kerry se iluminó inmensamente-, eres simplemente impresionante, Dar... no te haces idea de lo que me alegra oír eso. -Se oyeron sonidos de pasos por la arena-. Estaba aquí sentada en mi coche intentando pensar en para quién me gustaría trabajar, viendo si podría tener alguna oferta decente por los alrededores. -Bueno, ellos no pueden tenerte. -Dar medio se giró y bajó la voz-. Eres mía. -Ooh -Kerry rió con total deleite-. Me produces escalofríos. Dar sonrió sintiendo que su mundo volvía a estabilizarse alrededor de ella. -Además, me he enterado de que rechazaste una buena oferta. Observó a Les mientras se levantaba y vagaba alrededor de la sala deteniéndose para examinar las fotografías enmarcadas de los estantes. -¿Qué of...? Oh -Kerry resopló-. Eso... sí bueno. Como si lo fuese -se aclaró la garganta un poco y cambió de asunto-. Tu padre es un encanto, me dio un regalo para ti. Me dijo que le daba demasiada vergüenza dártelo a ti directamente. -¿Un regalo? ¿Por qué? -preguntó Dar con curiosidad. -Hum... ¿Tu cumpleaños? -le recordó Kerry-. ¿Recuerdas?, ¿Aquella fiesta que hicimos? -Oh -dijo la mujer de pelo negro-. Eso -hizo una pausa, mirando a Les-. ¿Qué es? Kerry rió suavemente. -Una caja -dijo chinchándola. -Kerrryyyyy... -gruñó Dar mansamente.

-Bueno, ¡es lo que es! -se burló su chica-. No tengo rayos X en la vista, ¿sabes? La mujer de pelo negro suspiró. -Tan sólo date prisa y vuelve a casa. -Jesús, Dar... estoy en el barco... ¿quieres que salte y reme? protestó Kerry-. Yo quiero... pero a los marineros les daría un ataque... ya sabes como se ponen. -Hizo una pausa, escuchando el agradable sonido de la respiración de Dar contra el receptor-. Te quiero -murmuró-, no hace falta que respondas... sé que Les está ahí contigo -añadió. -Yo también te quiero -respondió Dar encajando el golpe-. Te veré en unos minutos. -Y colgó. Kerry se quedó allí sentada mirando fijamente el teléfono durante un rato antes de plegarlo y meterlo en su bolso. -Uau. -Se reclinó hacia atrás en el asiento y apoyó una rodilla contra el volante.

Quinta Parte Dar miró su reloj cuando entraron en el apartamento.-Jesús, ya pasa de medianoche -comentó sorprendida-. No pensé que fuese tan tarde. -Uh huh -bostezó Kerry, caminó dentro y se derrumbó en el sofá-. Fue una agradable cena, creo... él es una persona interesante. -Recogió a Chino que había salido corriendo del cuarto de útiles, así que Dar le abrió la puerta-. Hey cielo... uo... uo... no mastiques los dedos de mamá, ¿vale? Dar regresó cojeando con dos grandes vasos de leche con chocolate y puso uno sobre la mesa. -Toma. -Se sentó en el sofá junto a su chica y se deslizó hacia atrás

estirando las piernas y quejándose-: Ay. -Te dije que usases las muletas -le riñó Kerry dándole unas palmaditas en la pierna a la alta mujer-. Te vi intentando no cojear delante de Les. -No es eso -dijo Dar tomando un sorbo de leche-. Es el resto de mi cuerpo intentando compensarlo... la espalda me está matando -se quejó. -Ah... ya veo. -Kerry deslizó suavemente una mano por la espalda de Dar-. Uau... tienes la espalda toda tensa. -Apoyó la mejilla contra el hombro de Dar-. ¿Qué tal unos minutos en la bañera con agua caliente? Unos ojos azules se giraron hacia ella centelleantes. -Eso sí que es una fantástica idea -le felicitó Dar-. Hace una noche estupenda... vamos. -Se apoyó en Kerry mientras se dirigían hacia el dormitorio y cambiaron sus vaqueros por los trajes de baño. -Me gusta como te queda ese bañador. -Dar se había colado furtivamente tras Kerry y deslizó los brazos alrededor de su tronco abrazándola cariñosamente-. Es del color de tus ojos. -El bañador de Kerry era de un azul verde ligeramente brillante y casi translúcido con la luz baja, acentuando el contorno de su cuerpo... Kerry se reclinó contra ella y plegó sus brazos sobre los de Dar. -Gracias. -se giró cogiendo una cajita pequeña-. Casi me olvido de esto... es de tu padre -anunció extendiéndoselo. -Oh... -Dar la cogió examinándola cuidadosamente como si tuviera miedo de que se abriera de un salto. Desembrolló lentamente el papel y encontró un recipiente cerrado que se abrió suavemente-. Uau. Dentro, junto al negro terciopelo, descansaban dos perlas negras opalescentes que brillaron ante ella. Tenían el tamaño de los garbanzos secos y hacían un buen par. -Uau -exclamó Kerry al mirarlos-. Son espléndidos.

-Sí -asintió Dar-, desde luego que lo son. -Cerró la caja suavemente y la cerró sacudiendo la cabeza ligeramente-. Sus regalos son siempre como éste... nunca sabes cuando te va a dar uno, pero cuando lo hace... siempre es... -Contempló la caja-. Siempre es algo especial. -Puedes usarlos para que te hagan unos pendientes -sugirió Kerry-. Te quedarían de maravilla. Dar soltó la caja en la cómoda y la empujó con un largo dedo. -Quizá -concordó-. Venga... vamos a empaparnos un rato. Salieron fuera, llevándose los vasos con ellas. Kerry sostuvo los vasos mientras Dar se metía en el agua. -Ungh. -La mujer de pelo negro estiró los brazos y cogió su vaso de leche-. Esto sabe genial -Miró a Kerry cuando se le unió acurrucándose inmediatamente contra ella-. Dejemos los vasos -le aconsejó Dar dejándolos en la barandilla. Después pasó un brazo alrededor de los hombros de Kerry. Durante unos minutos apenas se quedaron allí sentadas, absorbiendo la sensación del agua, una mezcla de cálido agua con cloro flotando por sus rostros. El océano había subido y las olas golpeaban contra los diques. En la distancia, ellas conseguían oír las campanas de las boyas balanceadas por el viento. -Está bonito aquí fuera -murmuró Kerry reclinando su cabeza hacia atrás y contemplado el cielo estrellado con una asilada nube. Dar giró la cabeza y observó la silueta junto a ella bajo la luz de la luna. -Vaya si lo está. Kerry captó su mirada y sonrió ligeramente ruborizándose. -Entonces -se aclaró la garganta-, todo ha salido bien, ¿eh?

-Mmm. -Dar meneó los dedos de los pies alegremente-. Les me pidió que lo reconsiderara, y le dije que tenía dos condiciones, se las dije y hecho. Eso fue todo. -Ahogó un bostezo-. Tú eras una de las condiciones, y Steve era la otra. Kerry ponderó la frase final. -Entonces... sabe lo nuestro, o... -dejó la idea flotando. -Lo sabe -confirmó Dar riendo sosegadamente entre dientes-. Dijo que lo supo en cuanto vio aquellas primeras fotografías, aquellas de Orlando, pero que en el fondo estaba contento de que ocurriese. -¿Y no supone un problema? -preguntó Kerry-. Quiero decir... llevamos jugando al gato y al ratón desde hace meses, porque era una de las grandes reglas, ¿y entonces? Dar se encogió de hombros. -Se ha venido abajo, ¿qué es más importante?, ¿las reglas de la compañía o las ganancias? -le comentó a su compañera secamente-. Pueden hacer excepciones... y sí, es un problema, pero no es como si no hubiera pasado antes, Kerry, y esa regla es principalmente para proteger al empleado más nuevo. -¿Proteger? -Kerry irguió la cabeza-. Oh, ¿de acoso y ese tipo de cosas? Un asentimiento. -Exactamente, es para que los jefes no se aprovechen de sus subordinados, y es una buena regla. -Extendió una mano y apartó una gota de agua de la mejilla de Kerry-. Pero le dije que te necesitaba... y él se alegró de que no estuvieses siendo presionada o coaccionada en ningún sentido, así que tan sólo va a ocuparse de ello. -Oh -Kerry pensó en ello-. Impresionante. -Besó el hombro de Dar-. Entonces puedo llevarte el almuerzo y no sentirme culpable, ¿cierto? Unos claros ojos azules me movieron hacia ella.

-Ahora puedo pasear por ese pasillo varias veces al día sin sentirme llamativa -respondió Dar secamente-. Quiero decir, es como otra cosa cualquiera... nos trataremos profesionalmente en la oficina, es sólo que no tendremos que estar preocupadas con lo que la gente averigüe lo que hacemos fuera. -Hmm -Kerry asintió ligeramente-. Entonces, ¿puedo llamar al resto del personal y decirles que vuelvan mañana? -preguntó anhelosamente-. Porque no creo que consiga aguantar más días como el de hoy. Dar dudó. -Yo... hum... podría llamarlos por la mañana -se aventuró. Unas bolitas verdes como el mar giraron y se fijaron en ella. -Podrías si fueses al trabajo, cosa que no vas a hacer. -Kerry pestañeó ante ella-. ¿Cierto? La mujer de pelo negro tamborileó con sus dedos en la barandilla. -Estoy mucho mejor de la cabeza -declaró-. De veras... y también de la rodilla... sería mucho más relajante para mí empezar con algún material que quedarme aquí sentada preocupada por ti. -Apartó un mechón mojado de la frente de Kerry-. Además, tengo que hacer una cosa allí mañana. Kerry suspiró. -Quiero que te quedes en casa. -Pasó sus dedos por el cuero cabelludo de Dar y palpó suavemente la zona del golpe. Tuvo que admitir que casi había desaparecido-. Pero puedo ver que no es eso lo que va a pasar... así que, ¿podemos al menos hacer una jornada corta? Una lenta sonrisa. -Te lo prometo, cena al ocaso, fuera en el agua -ofreció Dar con una ceja alzada a modo de invitación-. Tú, yo, el barco... algunas gaviotas... ¿qué te parece? -Se inclinó hacia delante y robó un beso-. ¿Hmm?

Kerry mordisqueó el cuello de Dar. -De acuerdo -convino susurrando las palabras junto a la oreja de la mujer alta-. Estás admitida. -Estupendo. -Dar volvió a agachar la cabeza encontrando los acogedores labios de Kerry. Tiró de ella hacia su regazo y pasó un brazo firmemente alrededor de la cintura de la rubia mujer. Sintió las manos de Kerry descendiendo por sus hombros y sus ojos se cerraron en reflejo cuando sus cuerpos se unieron en armoniosa familiaridad. Ya tratarían de todos los problemas mañana. Ése sería otro día. Ahora mismo, todo lo que importaba era la agradable brisa nocturna, las estrellas y ellas dos. Kerry ahogó un bostezo mientras pasaba por la cocina hacia la máquina de café. Mecánicamente colocó café irlandés en el recipiente destinado a ello y puso la máquina a trabajar. Aún pestañeaba ligeramente cuando se apoyó contra el contador. Pudo oír la voz de Dar como un bajo murmullo proveniente de su despacho. Supuso que su compañera estaba haciendo las llamadas que le había prometido al resto de su desaparecido personal. ¿Algo de suerte? le preguntó cuando la oyó colgar el teléfono. Oh sí, Dar se había movido hasta la puerta de su despacho y estaba estirándose cogiendo el marco de la puerta con sus dedos mientras giraba su cabeza de un lado a otro para soltar los músculos del cuello. Ya tengo a Mark… me ha maldecido porque tenía planeado trabajar en una de sus motos, pero dijo que irá y que llamará al resto de su personal para que yo no tenga que hacerlo La alta mujer de pelo negro soltó la puerta y caminó hacia donde se encontraba Kerry. Ahora me falta la más difícil… María. Ouch, Kerry deslizó una mano por el vientre de Dar sintiendo la

calidez de su piel bajo el tejido. Ya casi no cojeas comentó. Mm… sí, está mucho mejor, concordó Dar con una sonrisa. Sin embargo, creo que hoy usaré las muletas para salir sin tener que vestir el traje de trabajo. Kerry resopló. Dar, después de venir anoche el CEO de la compañía para pedirte que te quedaras, ¿crees que alguien diría una palabra aunque fueses vestida con una camiseta y unos pantalones cortos? hizo una pausa, espera un minuto… olvida lo que acabo de decir. Dirían cosas, claro, y yo tendría que abofetear a todos esos tontos. Dar rió. Gracias por hincharme el ego, besó la cabeza de Kerry cariñosamente. Permíteme, pasó por la mujer rubia hacia la cocina y agarró un cuenco y sus Frosted Flakes del armario ¿Quieres? Un suspiro. Dar, ¿crees que me podrías hacer sentirme mejor poniendo por lo menos un poco de plátano en eso? preguntó Kerry lúgubremente Y, no gracias… estallan demasiado fuerte y me dañan los oídos tan temprano Apartó a Dar y abrió el frigorífico. Atrapó una fruta y queso danés de un recipiente pulcramente cerrado. Prefiero un desayuno tranquilo y sosegado. Dar sonrió abiertamente mientras se alejaba mascando ruidosamente y apretó el botón del ordenador de la cocina. Dar Roberts, 656 mensajes nuevos, 234 urgentes respondió rápidamente el ordenador. Oh, Jesús Dar casi se atraganta con un cereal. Borra todos los que no estén marcados Le dijo al ordenador.

Olvídalo… pueden volver a enviarme esas malditas cosas. Borrado. Dar Roberts 234 nuevos mensajes, 234 urgentes. Borra todos los mensajes con asuntos duplicados instruyó Dar. Y también los que tienen el mismo remitente Miró a Kerry que estaba masticando su queso danés y se apoyó en ella para sacar dos grandes tazas. Eso debe librarme de la mitad. Borrado. Dar Roberts 155 nuevos mensajes, 155 urgentes. Dar suspiró. Bueno, es mejor que más de 600, supongo examinó la lista. Veamos… oh… leer el 143.

Sookis, M ariana. Enviado 7:32 AM Dar Sólo tengo una críptica nota de Les que básicamente dice: “Está de vuelta. Tiene algo y tiene la autoridad para hacer lo que sea que esté haciendo” ¿De qué está hablando? Asumo que se refiere a ti porque dejó en mi escritorio tu dimisión marcada con un “Rescindido”…intenté llamarte esta noche, pero no hubo respuesta… Me gustaría hablar contigo. Sabes que tenemos algunos problemas de los que hablar. Mari. A veces es como un grano en el culo Dar rodó los ojos, agarró el teléfono y marcó un número. Esperó. Buenos días, Mari Comentó en el receptor manteniendo su voz más o menos neutral. Una pausa. Oh… Dar… Dios… sí, buenos días, contestó la VP de Personal algo vacilante. Te mandé un e-mail, no sabía si lo ibas a leer o…

No lo había hecho hasta ahora por la mañana contestó. Les estuvo aquí anoche. Una larga pausa. Oh Mariana pensó en ello. Entonces…¿vuelves con nosotros, es eso? Preguntó esperanzadamente Es lo que supuse por su nota. Eso parece respondió Dar. Tengo algunas condiciones, y él las sabe, así que… Se encogió de hombros y sonrió a Kerry cuando le ofreció una taza. Acabo de llamar a Mark… él está llamando a su personal, y veré si puedo hacer que vuelva el resto del personal de Operaciones Bebió con agrado unos sorbos de su café. Voy a hacerles poner su tiempo como trabajado. Mari dudó. De acuerdo murmuró ¿Qué hay sobre la situación con Fabricini?... concluí por la nota de Les que te encargas tú de ello Preguntó cautamente. Síp la informó Dar. Te remitiré la documentación, pero lo resolveré todo cuando llegue ahí. Okay volvió a decir Mariana ¿Estás segura de venir? Pensé que Kerry me había dicho que el médico te había mandado a casa para descansar Preguntó sigilosamente. Quiero decir, Dar… esto puede esperar un día o dos… de veras no quiero verte hacerte daño. La mujer de pelo negro sonrió irónicamente. Todo está bien… le prometí a Kerry que haría media jornada y que la sacaría a cenar, le dijo. Y no rompo ese tipo de promesas.

***

Pasó una mano por el despeinado pelo de Kerry y le rascó

cariñosamente la parte trasera de su cuello causando que la pequeña mujer cerrase sus ojos y ronronease felizmente. Un suave suspiro. Bueno… supongo que te veré en un rato… y, ¿Dar? ¿Mm? dijo Dar tomando un sorbo de café. Lo siento. ¿Por qué? preguntó Dar quedamente. Tenías razón… todos retrocedimos dejando que te acertase a ti respondió Mari calladamente. Eso no me hace sentirme muy bien. Dar fijó los ojos en la cara de Kerry mientras la pequeña mujer la consideraba. El sol entraba por la ventana bañando su rostro con una luz dorada. Todo está bien respondió finalmente alzando una mano para acariciar la suave piel. Antes no me habría importado… no me habría afectado… pero creo que he andado un poco desequilibrada últimamente… y vosotros no tenéis medios para saber eso Le dijo a Mariana. Asumisteis que iba a reaccionar como siempre lo había hecho. Mm murmuró Mari. Bueno, no volverá a ocurrir Juró. He preparado reuniones con José y Eleanor para hoy, y vamos a tener algo de charla directa. Kerry giró la cabeza y besó la palma de la mano que le acariciaba la mejilla. Voy a ducharme dijo con voz hueca frotando el vientre de Dar. Dar sonrió y asintió con la cabeza. De acuerdo… deja que acabe mis llamadas, Mari… y te veré de aquí a un rato hizo una pausa ¿Cómo está Duks?

Gruñón dijo Mari riendo apesadumbradamente. Lo desperté y le dije que volvías. Ahora tiene que quitarse el bañador y volver al trabajo Hizo una pausa. Eso fue un pequeño tributo para ti, ya de paso Agregó. Es la primera vez que llama diciendo que está enfermo en cinco años Suspiró. De acuerdo… vamos a volver a normalizar este sitio… conduce con cuidado, amiga. No conduzco yo, pero pasaré a hacerlo le dijo secamente. Hasta luego, Mari… escucha, tenemos una cena… coméntalo, ¿vale? De acuerdo Mariana pareció aliviada. Hasta ahora, Dar. Dar colgó el teléfono y se asomó por la puerta corrediza de vidrio. La empujó hacia atrás y se salió al cubículo de piedra dejando que el sol de la mañana calentase su piel tras la frescura del aire acondicionado de dentro. El mar estaba de marea baja y muy verde a sus ojos. Se apoyó en la baranda contemplando la vista mientras la brisa le echaba el pelo hacia atrás. Se dio cuenta de que tenía sentimientos mezclados respecto a su vuelta al trabajo. Una parte de ella se alegraba, la que necesitaba de acción y desafío, pero había otra parte, la que se sentía culpable, una parte escondida que había esperado secretamente que su dimisión hubiera sido aceptada… esperando que Kerry y ella hubieran tenido entonces una cuantas semanas para simplemente… Los ojos de Dar encontraron el horizonte. Se encontró a sí misma queriendo sacar tiempo de su vida y gastarlo conociendo mejor a su amante, yendo a los sitios que le gustaba… incluso ir a esquiar… a Key West… todas esas cosas que ahora no podían hacer por falta de tiempo. Suspiró y se mordió el labio. Bueno, al menos una cosa, si Les sabía lo de ellas y decidían tener la misma semana libre todo estaría bien. De hecho, decidió que eso era exactamente lo que iban a hacer. Se enderezó y regresó dentro. Cogerían una semana y saldrían. Al diablo la compañía.

Exhaló y se dirigió a la ducha. Escuchó el sonido del agua que caía al entrar en su dormitorio. Una figura desnuda esperaba pacientemente apoyada contra la puerta, con los brazos cruzados y con ojos verdes oscurecidos observándola con seductoras intenciones. Oh sí. Dar tomó una respiración cuando una sacudida sensual le acertó justo en la ingle. Al diablo la compañía. Bueno, bueno…¿Qué tenemos aquí? inquirió acercándose y desplazándose hacia el fibroso cuerpo que tenía ante ella. El aspecto de Kerry había mudado bastante desde que se habían conocido tres meses antes. Su palidez interior había pasado a una capa dorada y su dolorosa delgadez había desaparecido, reemplazada por una suma de veinte y cinco libras de sólido músculo esculpido cubierto por una agradable capa de suavidad. Dar siempre la había encontrado atractiva, pero los cambios le habían traído a Kerry una nueva confianza en sí misma que parecía brillar dentro de ella casi hipnotizando los apreciativos ojos de Dar. Tengo que asegurarme de que no vas a resbalar y caer mientras te duchas, Dar le informó Kerry alegremente al alcanzarla y desabotonar el primer botón de su camisa. Acabo de tener a mi jefa de vuelta… y no quiero perderla de nuevo Desabrochó el segundo botón ¿Te molesta compartir la ducha? Ehh Dar deslizó ambas manos por sus costados y trazó suavemente con el pulgar los ya casi invisibles bordes de las costillas. Oh, creo que podría soportarlo Bajó su cabeza y la besó. Más o menos… Mm Kerry desabotonó el tercero y el cuarto botón. Le quitó la camisa deslizándola sobre los hombros de Dar y la dejó caer al suelo. Trazó un suave descenso por el alto cuerpo hasta llegar a los pantalones cortos, que también desvistió. Apuesto que podrás Mordisqueó la suave piel sobre la yugular de Dar y dio un paso en frente, haciendo que sus cuerpos se

rozasen. Sabes tan bien… Murmuró. Dar sintió como el corazón le daba una sacudida y comenzaba a bombear. ¿Ah sí? se acercó más y deslizó sus brazos alrededor de Kerry. Sintió como sus omoplatos se movían mientras ella respondía y surgió la calidez de sus cuerpos en contacto. Bajó la cabeza y capturó una oreja, trazando su contorno con la punta de la lengua Tú también Ronroneó suavemente y oyó el suave sonido de Kerry tomando una respiración. Lentamente fueron hasta la ducha. Cambiaron el frío aire por la cálida llovizna y el penetrante olor del gel preferido de Dar emanando alrededor de ellas. Dar colocó un poco de gel en sus manos y empezó a enjabonar la espalda de Kerry moviendo sus dedos sobre los fuertes hombros y bajando hasta sus caderas. La mujer rubia dejó escapar un suave sonido. Ella también había empezado a enjabonar los costados de Dar. Se apartó ligeramente permitiendo que los dedos de la alta mujer continuasen su camino por su vientre mientras ella deslizó los suyos por los muslos de Dar. Mi pastor siempre me enseñó… murmuró volviendo a juntarse al enjabonado cuerpo de Dar Que la limpieza anda al lado de la piedad… ¿Ah sí? Dar inclinó la cabeza y dio un pequeño mordisco en el hombro de Kerry. Mm… tengo que mandarle una postal un día de estos diciéndole cuánta razón tiene profirió Kerry iniciando una lenta y atormentadora progresión hacia el centro del cuerpo de Dar con desvíos a este y oeste. Dar rió entre dientes.

***

Era una experiencia bastante rara. Kerry caminaba tranquilamente al lado de Dar, que iba con sus muletas, llevando el maletín de su amante además del suyo. Normalmente se separaban al entrar en el edificio, pero esta vez… no. Esta vez mantuvo la cabeza erguida y contempló a la gente que las rodeaba sabiendo que eran, sin ninguna duda, el centro de atención. Buenos días. Srta. Roberts, Srta. Stuart las saludó el guarda guiñándole un ojo a Kerry. Buenos días respondió Dar mientras pasaba junto a él dirigiéndose al ascensor. Afortunadamente, parecía que todos ya habían subido por lo que se encontraban solas en el ascensor. Bueno Dar la miró ¿Estás lista? Kerry estudió el reflejo en las puertas del ascensor y tomo una profunda respiración. Más o menos… voy a ir a mi despacho y ver lo que tengo sobre la mesa…¿vas a convocar una reunión? ¿De Operaciones? preguntó Dar Será lo mejor… probablemente sobre las diez…¿Quieres mandar una nota? Dar salió por la puerta cuando llegaron a su planta y esperó a que Kerry se le uniera Eso debe darme tiempo suficiente para asentar unas cuantas cosas Caminaron por el corredor y Kerry le abrió la puerta esperando a que la alta mujer entrase. Dar se detuvo en la puerta y la miró con una amable sonrisa cruzándole el rostro. Gracias comentó antes de volverse y adentrarse en el cuarto. María se encontraba allí, sentada tras su escritorio con las manos plegadas en la superficie. Se levantó al entrar Dar y tomó una respiración. *Buenos días*, Dar. La ejecutiva paró apoyándose en sus muletas.

Buenos días, María… gracias por venir le dedicó una sonrisa a la secretaria ¿Tuviste un buen día de descanso? María le devolvió la sonrisa.*Sí… sí...* mi hija me llevó a Sea Es capee jugué en las máquinas tragaperras y gané cincuenta dólares declaró. Pero me alegro de que me llamases… me alegro de que vuelvas. Dar rió. Así que, esa es tu manera de pasar el tiempo… miró a Kerry. Tenemos que intentar esa este fin de semana Sus ojos regresaron a María, observando la débil mirada de entendimiento. Me alegro de que aceptases regresar… hubiera odiado de veras tener que substituirte, María Pasó a su despacho dejando a su secretaria y a su chica mirándose mutuamente. Kerry se sintió ruborizarse cuando Maria le dedicó una sonrisa cómplice. Um… creo que es mejor que trabaje algo se aclaró la garganta Yo… voy a… uh… tomar un café…¿quieres uno? Le preguntó tocándose la mejilla y sintiendo el calor contra la yema de sus dedos. María se acercó y le cogió las manos. Kerrisita. Unos ojos verde mar la miraron con incertidumbre. ¿Sí? Has sido un regalo para ella le dijo María suavemente. Que dios te bendiga. Kerry bajó los ojos y sintió intensificarse su rubor mientras asentía ligeramente con la cabeza. Tomó varias respiraciones y finalmente volvió a mirarla. Gracias susurró. Creo que este sentimiento es el mejor regalo de dios a cualquier persona Consiguió decir. Me alegro de haber estado en el lugar adecuado en el momento adecuado.

*Sí* María sonrió. Ve a tu despacho… yo voy a bajar… te traeré un café y algunos dulces Soltó las manos de Kerry y le dio un pequeño empujón. Ve… le haré caras como esta… Saco la lengua A todas las otras secretarias. Kerry se rió. De acuerdo… dijo rindiéndose Gracias Salió al vestíbulo y se dirigió a su despacho. Mark la detuvo. Oh… hey… Hey dijo él dándole un pequeño golpe en el brazo con el puño. Oí decir que pateaste traseros ayer… bien hecho Su cara estaba bronceada e hizo una mirada un poco aburrida ¿La jefa está aquí? Ella exhaló. Sip… acaba de entrar en su despacho… seguro que vamos a pasarnos una semana enderezando las bombas del correo electrónico este súbito y casual reconocimiento de la unión de ella y Dar fue, tuvo que admitirlo, un poco perturbador. Pero también agradable. Era como relajar una tensión de la cual no había sido consciente. Gracias por venir tan rápido. Mark se rió entre dientes. Sí… bueno… supongo que la motocicleta tendrá que esperar hasta el fin de semana… tengo demasiada porquería apilada en mi escritorio, y tengo que contratar a Mel Fisher para encontrarlo volvió a dar una palmada en el brazo de Kerry. Te veo luego. Kerry le dijo adiós con una mano y siguió por el vestíbulo. Entró en su despacho y se dejó caer en la silla apretando el interruptor de encendido de su ordenador y esperando a que éste arrancase. Se preguntó que iría a hacer Dar. Sabía que terminaría haciendo que Steve Fabricini saliese pero…¿cómo? ¿Iría Dar se limitaría a amenazarlo o tenía algo más en la manga? Su jefa no había entrado en detalles, diciéndole tan sólo que le había dicho a Les que tenía una forma de despedirlo que absolvía a la compañía de cualquier litigación. Kerry tamborileó con sus dedos en el escritorio. La falta de información era agravante. Dar le había asegurado que no estaba

preocupada con que Kerry se lo contase a alguien, lo que pasaba es que aún no había pensado bien cómo iba a hacer las cosas, por eso… Pero era frustrante, porque sentía mucha curiosidad por lo que Dar habría encontrado. ¿Sería Steve un felón y Mark habría encontrado un largo registro delictivo de él? ¿Sería en realidad un espía de la IBM? ¿Un agente secreto de la CIA, aparentando ser una repugnante bola de fango ? Nah. Decidió. No era tan buen actor. Él era un bola de fango de verdad. ¿Sería quizá que el padre de Dar había descubierto que se trataba de un terrorista cubano… enviado aquí para destruir la economía americana? Hmm. Volvió a centrar su atención en su correo electrónico que se había reproducido alarmantemente de la noche a la mañana. El correo principal ahora tenía muchos e-mails hijos, algunos de ellos habían muerto dejando los asuntos originales huérfanos. Jesús dijo pasando las páginas. Me pregunto si podría eliminarlos todos. Sonó el teléfono y pulsó el botón para atender. Operaciones, Stuart. Una voz aterrada respondió. Oh… genial… uh… Señorita Stuart… soy Roger, de Charlotte… uh… tenemos un problema. De acuerdo Kerry se inclinó hacia delante, pateando su problema y poniendo las células de su cerebro en el engranaje ¿De qué se trata? Un fuerte sonido de salpicar llegó por el teléfono. Uh…¡ow! gritó Roger Umm él sistema de riego vino hacia aquí… y Umm. ¡Yeeoww! El teléfono producía sonidos como si caminase a ciegas y sonó con estrépito, tras lo cual fue recogido Una maldita silla me dio en… uh… bueno, de cualquier modo, estamos inundados. Inundados repitió Kerry cuidadosamente ¿Bajo agua?

¡Mierda! gritó él Uh… lo siento… sí… la sala de control está con tres pies de profundidad… y no se está poniendo nada…¡wow! Se oyó Un fuerte estallido y un chasquido Yo… creo que eso fue el panel central… ¿Roger? Kerry habló alto al teléfono. ¿¿Sí?? Contestó, Oh… espera tengo que subirme al escritorio… ¡Sal de ahí! gritó Kerry, después puso la llamada en espera, marcó la extensión de Dar y esperó a que su jefa atendiese, ¡Ayuda!… Ladró en el teléfono y regresó a la otra línea ¿Roger? Uh… tengo un problema, Señorita Stuart —contestó el hombre nerviosamente. Más de uno, le dijo Kerry ¿Qué es? No sé nadar, contestó. Y creo que acabo de ver un 3270 flotando por ahí. El teléfono se desconectó de repente. Mierda, Kerry levantó la vista al oír los pasos de alguien corriendo y, a seguir, su puerta, que estaba medio abierta, se abrió con un estallido. Dar entró con sus claros ojos azules chispeantes y cada pulgada de su cuerpo erizada de la energía acumulada. ¿Qué ocurre? dijo secamente. La mujer rubia tomó una respiración. Dios, te pones muy sexy cuando haces eso. Dar se encontraba obviamente fuera de sitio. Qu… buh… exhaló ¡Kerry! Gritaste pidiendo ayuda…¿qué demonios está pasando? Oh… cierto… Charlotte se está inundando, explicó rápidamente. Perdona lo de antes… están con un gran problema. Se acercó y puso un brazo alrededor de su compañera. Lo siento, Dar… no pensé que lo fueras a entender como que yo estaba… um… Le dio vueltas buscando la frase. ¿En peligro de muerte? Dar se relajó ligeramente ¿Sabes?, acabo de golpear a un técnico de la fotocopiadora tan fuerte hacia un lado que probablemente lo van a tener que quitarle el paquete de tinta de la

garganta quirúrgicamente. Suspiró y se frotó la cara. Vale… así que tenemos un potencial desastre, ¿cierto? Mm… El chico de Netops acaba de decirme que le pareció ver un panel central 3270 flotando en la sala de control, la informó Kerry. ¿Alguien hizo un chequeo para ver si hay algún cáñamo ardiendo por ahí? Dar resopló. Los 3270 no flotan, exhaló. De acuerdo… déjame comenzar a trabajar en el problema… intenta volver a ponerte en contacto con ellos por teléfono, o llamando a los móviles… Murmuró mientras volvía a salir meneando la cabeza. Kerry sonrió ligeramente, al oír en el tono de Dar el interés escondiendo la excitación. Ella amaba esto, comprendió la mujer rubia. Adoraba cuando las cosas se ponían realmente difíciles y se ponía a arreglarlas. Con una suave risita, regresó a su escritorio y consultó el esquema de la red, haciendo una mueca de dolor al ver los puntos rojos parpadeantes que indicaban las secciones que estaban abajo. Oh… esto duele, empezó a marcar los números de emergencia.

*** Mira… me importa un maldito comino lo que tengas que hacer para soltarlo — gruñó Dar al teléfono —. Necesito a tu condenado presidente al teléfono en cinco minutos, o la próxima llamada será de nuestro departamento legal. Tú eliges — Levantó la vista cuando, María asomó la cabeza y ondeó una pequeña bandeja de cartón. Una mano se alzó y se movió en su dirección —. Yo lo sostendré. María se acercó con los pastelitos y se los ofreció. Hay tres de esos pequeños de queso — susurró la secretaria —. Sé que te gustan.

Los ojos de Dar centellearon ligeramente mientras asentía con la cabeza. Puso una mano tapando el receptor. — Gracias — dijo con la voz hueca aceptando los dulces y la humeante taza de café cremoso, levantó la mirada y se encontró con los ojos de María. Era un sentimiento singular, algo desnudo, algo vergonzoso. Dar se encontró a sí misma sonrojándose un poco. Se alegró de que su moreno lo escondiese en su mayoría, pero supo que probablemente las puntas de sus orejas se habían vuelto rojas por la pequeña carcajada que dio María antes de salir misericordiosamente de la habitación. No era que María no lo hubiera sabido antes, pero… Dar suspiró, y le dio una dentada a uno de los dulces. Solía mantener su vida íntima en privado, incluso su breve interludio con Elana había pasado bajo el manto, hasta aquel último encuentro en público mordazmente sarcástico. Quizá por eso se estaba sintiendo un poco asustada, ¿hmm? Le había llevado mucho tiempo llegar al punto en el que podía pensar en ello y no encogerse por dentro, aunque exteriormente había mostrado tanta emoción como si Elana hubiera girado meramente sobre su informe. Rostro de piedra. Le había dicho Duks después de haber tenido bastante consolidada su reputación como el iceberg del primer ministro de la compañía. El modo en como se había cepillado a Elana había sido apuntado con un mero elevamiento de ceja y una tirantez en los labios. Oh dios si ellos lo hubieran sabido. Dar contempló su escritorio durante un momento en silencio. Levantó la mirada cuando una voz volvió por la línea. — ¿Y bien? — dijo secamente. — Srta. Roberts, tenemos un equipo de personas dirigiéndose hacia allí… no estoy seguro… — la voz dudó. — Mira — gruñó Dar, bajando su voz a su escala más baja —. Necesito saber qué químicos están en la mezcla rociada y necesito

saberlo ¡AHORA! — Pulsó en el botón del volumen haciendo que el sonido resonase en su pecho — ¡O tendrás que hacerte responsable de la factura por mandar hacia ahí en avión un equipo de riesgo químico en un maldito Learjet! — La compañía de seguros se estaba negando a permitirle que cualquier empleado entrase en la sala de gestión de redes hasta que los peligros fueran evaluados y ellos tenían tres cuartos de las redes domésticas abajo, tres horas más tarde de cuando ocurrió el accidente. — Dar… — María asomó la cabeza — Mariana en la línea *número dos* — Le dijo en voz baja. — Ahora no — Dar puso su actual llamada en espera —. Estoy en medio de un desastre — Observó mientras María desaparecía. Después apoyó su cabeza en una mano mientras volvía a pulsar el botón de llamada en espera con la otra mano — ¿Lo tengo o voy a tener que llamar a mi departamento legal? Si lo hago os harán pedazos . Un movimiento de papeles y bajos murmullos. — ¿Dónde necesita que se le mande la información? — respondió la voz tensamente — La podemos pasar por donde solemos hacerlo, pero tiene que entender que la composición variará dependiendo de la calidad del agua local, te los tipos de cañerías… y… — Tan sólo envíala — lo interrumpió Dar y repitió el número de fax de su compañía de seguros de Carolina del Norte. Levantó la cabeza al entrar Kerry y suprimió una sonrisa —. Y quiero saber por qué se descargó ese sistema. Kerry la rodeó y agarró un dulce, mordisqueándolo mientras se acomodaba en la esquina del escritorio de Dar escuchando un agitado murmullo procedente del otro lado del teléfono. — Todos están gritando — murmuró. Dar alzó una de sus manos y la dejó caer. — Muérdeme — respondió con voz hueca —. No quité las

condenadas regaderas. Kerry soltó el dulce y capturó los dedos de Dar, abrazándolos y mordisqueándole el pulgar. Vale. — Srta. Roberts, aún no sabemos cuál ha sido la causa — la desgraciada voz vino por el teléfono —. Podría ser una falsa lectura de calor, puede haber sido un error mecánico… no tiene sentido especular hasta que no tengamos algún dato. Mi equipo va de camino… tan pronto como lleguen y deduzcan lo que ocurrió, créame, la llamaré. Dar sintió el agradable cosquilleo de unos dientes blancos raspándole ligeramente la sensibilizada piel del lateral de su dedo. Bien — concordó —. Pero tengo todo un centro de datos abajo, y ni siquiera pueden entrar ahí para empezar a limpiar… así que será mejor que muevan sus culos — Colgó y reparó en que la otra línea aún estaba encendida. Pulsó el botón — ¿Mari? Se oyó un juramento en alto. — Oh…¿qué? Dar… sí — Mari se aclaró la garganta —. Escucha, dijiste que ibas a ocuparte de una cierta situación… bueno, creo que… — La fuerte voz de Steve se hizo oír de fondo exigiendo algo. — Mándalo aquí arriba — dijo Dar tranquila pero con enérgicamente al teléfono. — ¿Qué? — preguntó Mariana. — Yo me ocupo. Mándalo aquí arriba — repitió Dar con una lenta y peligrosa sonrisa cruzando su rostro —. Después de esta mañana, voy a disfrutarlo. Un momento de vacilación. — De acuerdo — accedió renuentemente la VP de Personal —. Pero…

— Hazlo — la atropelló Dar y desconectó. Se reclinó en su silla y sonrió sin ningún atisbo de humor —. Oh sí… voy a disfrutarlo bien. Dar — Kerry la observaba tranquilamente — ¿Qué vas a hacer? Los claros ojos azules la apuntaron. Despedirlo — contestó Dar fríamente —. Y verlo retorcer su pequeño trasero fuera de este despacho en medio de dos grandes guardias de seguridad. Kerry exhaló mientras estudiaba a su compañera silenciosamente. Dar… escúchame un minuto, se levantó del escritorio y se arrodilló apoyando una mano en el muslo de la alta mujer para equilibrarse. Él aún te guarda rencor desde hace diez años, ¿cierto? — Preguntó — Por eso empezó todo este estúpido asunto. Dar arrugó la frente. Sí, ¿y? Kerry pasó ociosamente la mano por el tejido de algodón. ¿No hay alguna manera de que puedas hacer esto sin perpetuar este odio? — ¿Qué? — la mujer de pelo negro la miró fijamente. Un suspiro. Él te odia por algo que ocurrió hace media vida… es mucho tiempo para mantener esa rabia dentro… ahora esto… es sólo más rabia, y más odio, y mayor necesidad de venganza. — ¿A quién le importa? — preguntó Dar — Kerry, no hay ninguna manera de que no nos vayamos a odiar… y, francamente, me importa un cuerno si lo hace. Tan sólo lo quiero fuera de aquí — Le dijo a la mujer rubia —. Será mejor que salgas de aquí antes de que se presente… no tiene sentido involucrarte. Kerry tomó una respiración. Dar, yo ya estoy involucrada — dijo firmemente —. Si te odia a ti, me odia a mí — Miró a Dar directamente a los ojos —.

Y no me gusta ser odiada — Una pausa —. Incluso por alguien como él… ahora mismo ya tengo bastante con mi familia. Dar pestañeó ante ella. Eres muy inteligente…¿puedes encontrar una manera de echarlo sin escalar en esto? — Unos ojos verdes la miraron tristemente, leyendo la mirada aturdida en el rostro de la alta mujer — Así no volverá a nosotras cualquier día — Kerry acarició el lateral de la cabeza de Dar, donde aún se podía sentir un pequeño bulto, después se levantó y le dio un beso en la mejilla —. Piensa en ello, susurró en la perfecta curva de la oreja. Después se giró y salió silenciosamente. Dar se encontraba sentada en medio de un charco de luz. Los rayos de sol desempolvaban sus pantalones de algodón en los cálidos paneles ocre mientras seguía de frente al sitio vacío donde había estado Kerry arrodillada unos instantes antes. Su mejilla sentía el hormigueo de la suave presión y aún podía oler el perfume de Kerry en el aire que la rodeaba. Su salvaje solución de cinco minutos antes se había esfumado, se había disipado en una oscura confusión que contraía sus cejas mientras se giraba lentamente en la silla descansando los codos sobre la mesa y rodeando la taza de café con un par de juegos de dedos flojamente entrelazados. Había… sido demasiado fácil. Cortado y disecado. ¿Qué le importaba lo que él pensase de ello? Oyó altas y enfurecidas voces en la parte de fuera de su despacho. María se había movido rápidamente para detener el avance hacia la puerta interior, la voz de la secretaria sonaba ultrajada. ¡María! la llamó Dar. Está bien. Silencio. Después la puerta se abrió de un golpe y Steve entró furtivamente cerrándola con un portazo y andando hacia donde ella se encontraba sentada, de espaldas a la luz del sol.

— ¿Qué diablos quieres? — gruñó él. Dar bebió un sorbo de su café, saboreando la crema en la parte posterior de su lengua. — Siéntate — le contestó tranquilamente. Mira, no tengo tiempo para jugar contigo, Dar — respondió Steve permaneciendo de pie —. Debería haber sabido bien que te guardarías un as en la manga… pero no te preocupes. Hay muchos más de donde vino ese. Dar lo estudió. No era mal parecido, o no lo sería si no tuviera la mitad de la cara tapada con una venda y la otra mitad aun enrojecida por las ortigas. — Voy a despedirte — le comentó en un intento de conversación . Él resopló. Claro… venga… voy a disfrutar del infierno demandando tu culo por ello — dijo apoyando las manos en sus delgadas caderas —. Así no tendré que trabajar durante unos cuantos años. Te estoy despidiendo por un motivo — Dar extrajo una carpeta del cajón de su escritorio y examinó el contenido —. Falsificaste tus antecedentes de empleo — Repasó con voz apacible y pensativa —. No es procesable. Él la miró fijamente. ¿Qué? Deslizó una copia de los antecedentes hacia él, con dos datos señalados con un círculo. Declaraste que te habías graduado en UM con grado ES. No lo hiciste — taladró el papel con un lápiz —. Y dijiste que habías trabajado para Anderson desde el 96 hasta el 98. No lo hiciste… te fuiste a finales del 97 — Cruzó las manos —. Los antecedentes de empleo declaran que cualquier falsificación

conllevará a un cese inmediato — Apuntó —. Y tú lo firmaste. Silencio de muerte. ¿Hablas jodidamente en serio? — dijo mitad susurro, mitad grito — Todo el mundo mete mierdas en sus curriculums, eres una loca idiota. Mm… — Dar asintió con la cabeza —. La mayoría de la gente lo hace… pero si te pillan, esto es lo que pasa — declaró —. Y sí, hablo en serio — Lo miró fijamente — ¿Quieres sentarte ahora? Él miró fijamente sus antecedentes de empleo y luego a ella. ¿Y tú?...estás tirándote a tu maldita ayudante…¿qué te acarrea eso? Pensó que realmente se debería estar enfadando. Pero, en cambio, casi sintió pena por él. Ésa no es una ofensa de cese — le informó —. Y la multa por ello depende del supervisor del empleado — Una sonrisa muy breve y fugaz —. Y a menudo depende del valor relativo del empleado afectado. — Eres un pedazo de mierda — sus ojos la odiaban. La voz de Kerry hizo eco en sus orejas y apagó el súbito y seductor deseo de lanzarse sobre el escritorio y estallarle la mandíbula. Sabes, Steve… si emplearas la mitad de la energía que gastas odiándome en hacer tu trabajo, no habrías sido despedido de tres compañías en los dos últimos años — le aconsejó sosegadamente —. Sigues culpándome… y, francamente, mi vida es demasiado complicada incluso para tenértelo en cuenta. ¿De qué demonios estás hablando? le preguntó con respiración irregular. Dar se inclinó hacia delante. Mira… siento haberte denunciado sobre aquel asunto en aquel

entonces y meterte en problemas… si hubiera sabido lo que sé hoy. Habría dejado que violaras el sistema y salirte con lo que hubieras podido, ¿vale? Él la miró fijamente. Ya han pasado diez años, Steve… no soy la misma persona… y ya no tengo remordimientos por ti… tan sólo déjalo y sigue — continuó Dar —. Te daré una buena recomendación si quieres… eso te meterá en cualquier Fortuna 500 al que la lleves… tan sólo deja toda esa mierda del pasado, ¿de acuerdo? Durante mucho tiempo sus ojos se miraron, mientras el silencio transcurría por los tensos minutos. No tienes que hacerlo — su voz goteaba amargor —. Sólo pon en tu pequeño y apropiado informe que lo dejé yo, ¿vale? — Se levantó y dejó caer la carpeta en la mesa —. Felicidades… espero que agarres tu pequeña victoria y te la metas por el culo. Los ojos de ella se apartaron y dio un suspiro. — Gilipollas — dijo meneando la cabeza y marcando un número. — Seguridad, Amos — contestó una voz ruda y masculina. Dar le explicó tranquilamente lo que había pasado y recibió una breve y comprensiva contestación. Después colgó y llamó a Mark. — MIS… oh, hola, jefa — el tono de Mark era alegre y le puso una diminuta sonrisa en la cara —. Maldición que bien sabe oír tu voz. Cierra el acceso a Fabricini — Dar suspiró —. Lo acaba de dejar. Ooo ooo… ooo… trinó Mark, espera… siguió una rápida sacudida de teclas — ¡Tachán! Hecho — Carcajeó —. Bien hecho, jefa… tu mandas. Sí — gruñó Dar —. Tengo que llamar a Mari…¿Cómo anda el redireccionamiento? Apesta — respondió Mark —. Vamos a pasarnos aquí toda la noche.

Mmph — Dar desconectó la línea y suspiró —. Bueno, Ker… lo intenté. De veras que lo hice — Murmuró para sí misma mientras marcaba el número de Personal. La secretaria de Mariana fue quien contestó — ¿Está ella?

*** Kerry se encaminó fuera de la parte trasera del balcón, alrededor de la parte de atrás de la sala de copias donde había un pequeño patio que desde donde se podía ver el agua. A veces le gustaba venir aquí y pensar, en la sosegada paz de esta lujosa altitud. Hacía un bonito día, y se dio cuenta anhelosamente de que la actual crisis probablemente iba a sobreponerse a lo de salir más temprano, lo que era un poco deprimente. Había estado esperando poder pasar algún tiempo tranquilo en el agua, donde se pudiesen limitar a observar el ocaso juntas, y bucear un poco en las cálidas y profundas aguas. Dar se relajaba de verdad allí, y a veces hasta se mareaba un poco y, por supuesto traviesa, algo que Kerry encontraba encantador. Sólo unos minutos, prometió sabiendo que tenía que regresar adentro y reenfrentarse con el problema. Tan solo unos cuantos minutos para apoyarse en el caliente metal de la baranda, sentir el cálido aire fresco del mar contra su rostro y beber de la luz del sol. Deseó que Dar estuviese junto a ella, y se preguntó qué habría pensado su amante sobre su petición… la mirada aturdida no le había indicado si realmente lo consideraría, o si la idea era aceptable o no, pero Kerry tenía la sensación de que por lo menos había conseguido que pensase en ello. Y eso tenía que ser bueno, ¿cierto? Con un suspiro, cerró los ojos, y giró el rostro hacia el sol, sintiendo la luz contra sus párpados. La puerta de detrás de ella se abrió y se giró pestañeando de sorpresa al reconocer la delgada figura de Steve caminando en su dirección. Cautelosamente, se acercó contra la baranda y lo observó mientras se acercaba.

Así que… — él la estudió — Aquí tenemos a la pequeña mascota de la Reina perra…¿este es tu espacio privado? Caminó hacia la baranda y se apoyó, oh… no te preocupes — Sus ojos la rastrearon — . Tu señora me acaba de despedir… tengo a los monos limpiando mi escritorio. Kerry lo contempló pensativamente. — Siento lo de tu nariz — le comentó. Él la miró fijamente. Y bueno, ¿cómo es eso de tirarse a la jefa? La mujer rubia sintió un profundo traqueteo de rabia hacer erupción en su intestino. ¿Te gustaría saberlo? — le respondió — Pero ella no le echaría ni una segunda mirada a tu feo trasero, suspiró interiormente. “ ¿Qué era lo que

le estabas diciendo a Dar sobre lo de que no te gustaba ser odiada?

Refinado, Kerry… muy refinado… de cualquier modo, ¿qué pasa con este idiota que consigue sacar a tu parte cabrona del infierno?. Y retiro lo dicho… no lo lamento en absoluto — Añadió —. Perdona se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta. Debí habérmelo imaginado antes — gritó tras ella —. Pero Dick McMasters es un compañero mío… me dijo que no lo publicarías. Kerry se giró, con la mano en el picaporte de la puerta, y lo miró, feos recuerdos la inundaron. Ah… veo que lo recuerdas… la voz de Steve asumió un tono salvaje, sí… me lo dijo todo sobre ti… la homosexual atada y atrapada de la alta sociedad… casi se parte el culo de risa cuando le conté la pequeña y patética perdedora en la que te has convertido. Le llevó varias respiraciones hacer bajar sus náuseas y vencer la familiar sensación de miedo que había sentido durante aquellos largos y oscuros meses. Tú eres el que está sin sueldo — le dijo finalmente — ¿Así que cuál

de nosotros es el perdedor? Hizo una pausa espero que algún día empieces a tomar responsabilidad de lo que te ocurre… en vez de culpar a todos los demás. Quizá acabes siendo una persona feliz Abrió la puerta y salió cerrándola, marchándose tan rápido como pudo encaminándose ciegamente hacia la sala de descanso. Se zambulló dentro y se apoyó contra el contador. Levantó la vista cuando una mano le toco el brazo. Qu… oh, hola Duks. Uno amables ojos castaños la consideraron. Hola, Kerry…¿te encuentras bien? Kerry tomó una respiración y la soltó. Sí… sí… se puso una mano en el estómago. Creo que fue un pastelito de carne que no me ha sentado bien — Se obligó a sí misma a sentarse —. Eh… estás quemado del sol. La cara de Duks mostró una sonrisa torcida. Sí… sí, me puse el bañador y bajé a la piscina por primera vez desde que me mudé a este condenado sitio — le dijo soltándole el brazo y caminando hacia la máquina de café. Se sirvió una taza y la miró por encima del hombro — Eh oído que tenemos un transportador AVP. Kerry contempló el suelo durante un momento. — Sip — concordó finalmente. Está siendo escoltado — Intentó sentirse mal al respecto, pero el tormento de sus tripas no la dejó — . Yo… tengo que volver al trabajo, le dirigió una breve sonrisa a Duks. Te veo luego. El vestíbulo parecía más ancho de lo normal y se alegró al meterse en su pequeño despacho con la puerta cerrada. Se quedó de pie durante un largo rato apoyada contra la fresca madera, después, se apartó y se dirigió hacia su escritorio. Se sentó en el fresco cuero de su silla y plegó las manos sobre la superficie de madera. Un suave golpe vino desde la puerta interna y suspiró. Adelante.

Dar entró, con un toque de preocupación en sus ojos azules. Hey. Kerry juntó todas sus fuerzas y se medio giró para encarar a la alta mujer. — Hey — frunció los labios. ¿Cómo fue? Dar se subió un poco los pantalones y se sentó en el borde del escritorio de Kerry. — Lo intenté — le dio una mirada torcida a la mujer más pequeña. Hasta le ofrecí una carta de recomendación — Se encogió de hombros —. No sirvió de nada. — Ya lo sé — Kerry apoyó una mano en la pierna de Dar, consolándose con la calidez. Tropezó conmigo en la terraza — Su voz asumió un tono ligeramente ronco —. Yo también lo intenté. Sus claros ojos verdes se alzaron. No sirvió de nada. — Mmph — Dar deslizó una mano por encima de la suya. Estás fría… ¿Te encuentras bien? Le preguntó vacilantemente Observando la palidez en la piel de su Kerry donde normalmente había un tono dorado — ¿Ker? — Agregó suavemente al no contestar la mujer rubia. Sí… estoy bien… yo... Kerry tuvo que resistirse al impulso casi aplastante de reposar su cabeza sobre el muslo de Dar y dejar que la alta mujer la acariciase como un gato. Me trajo unos recuerdos desagradables… eso es todo — Levantó la mirada, hacia los amables ojos azules y dejó que la generosa mirada se asentase sobre ella —. Es un gran imbécil . Dar se rió entre dientes, un poco aliviada. Sí… lo sé… pero se ha ido, así que podemos concentrarnos en el desastre actual — hizo una pausa un poco torpemente —. Um…¿Quieres compartir los recuerdos, o…? El teléfono de Kerry y sus dos buscas sonaron simultáneamente.

Podemos hablar luego — dijo la mujer rubia haciendo una mueca —. No era nada grande… de veras, alcanzó el teléfono. Operaciones, Stuart. Una apresada voz le contestó. Kerry, soy John Collins… tengo la oficina de Nueva York respirando bajo mi cuello y no consigo localizar a Dar… tienes que darme algo para decirles. ¿John? lo interrumpió Dar llanamente. Espera un minuto Puso la llamada en espera y encaró a su ayudante, alzándole la barbilla con los dedos para que sus ojos se encontraran. Podemos hablar ahora si lo necesitas se ofreció tentativamente. Un silencio pacífico se estableció sobre ellas mientras se limitaban a estar sentadas contemplándose la una a la otra. Las pestañas de Kerry acabaron cerrándose temblorosamente y una débil sonrisa torció las comisuras de su boca. Cuando me uní por primera vez a Asociados, tenía un supervisor que se llamaba Richard McMasters — declaró —. Y en realidad no estaba suscrito al EEOC — Esto era explicándolo por encima. — Ah — las cejas de Dar se contrajeron y un tono gris apareció en sus ojos ¿Te acosó? Kerry exhaló. Oh sí… aprovechaba cada oportunidad para tocarme y hacer algún comentario sobre mi aspecto, hasta que no pude mirarlo sin que me temblasen las manos preguntándome qué sería lo próximo que saldría de su boca — se detuvo por un momento —. Y entonces una noche me lo encontré en la biblioteca y me dijo que quería… conocerme mejor… y que si no cooperaba me despediría. El zumbido del ordenador sonaba muy fuerte en el silencio. Un suave ruido procedente del protector de pantalla que había vuelto a la vida Te… — Dar dudó —. Yo… quiero decir, te… — se encontraba honestamente chocada y un poco herida por Kerry no habérselo contado

antes. Me acorraló en el cuarto trasero dos días más tarde, y le dije que si no me dejaba en paz, tenía a mi padre que haría que el IRS lo atacase — el rostro de Kerry se tensó en una sombría sonrisa —. En cierto modo, eso empeoró las cosas… se mantuvo tras de mí de otras formas, desechando mi trabajo, expandiendo rumores… hasta un día, una buena persona como Arthur Anderson lo contrató lejos — Hizo una pausa —. Él dijo que era una prerrogativa de los jefes para poner fuera a la mayoría de sus empleados… Sus ojos investigaron la cara de Dar. Creo que puedes ver por qué nunca te hablé de ello, concluyó, un poco melancólicamente . — P… — Dar apenas podía articular las emociones — Yo… nunca… Kerry cubrió con su mano los repentinamente nerviosos dedos que aún descansaban contra su cara. Lo sé — contestó cálidamente —. Créeme, lo sé, Dar… es sólo que… me siento rara hablando de esto contigo, soltó una respiración disipando algo de la tensión. Quiero decir, eres mi jefa, después de todo. Dar estaba desanimada. Nunca había pensado en preguntarle a Kerry si quedarse en su posición actual era lo que quería hacer… sólo había pensado en sí misma, y en cómo se sentía sobre ello. Pero cuando abrió la boca para hacerlo, no salió nada. Se aclaró la garganta y lo intentó de nuevo. Estás… Kerry, si no te sientes cómoda con esto podemos… quiero decir, hay lugares suficientes en la compañía… yo sólo… yo… Kerry sintió la tensión creciendo bajo la ropa que cubría con su brazo, que descansaba sobre los muslos de Dar. — Me dijiste que me necesitabas donde estaba — declaró suavemente.

Lo hice… lo hago… Kerry… yo… quiero decir, claro que lo hago, pero si va a perturbarte… yo… Dar sintió tartamudear, algo que no le había ocurrido desde el cuarto grado. Sujetó su maxilar cerrando la boca, y tragó varias veces. Podemos hacer arreglos si no estás cómoda con esto, se las arregló para decir en un tono más tranquilo y uniforme. Sobreviví sin una ayudante durante años… puedo volver a arreglármelas sola. — ¿A qué precio? — Kerry se levantó y se pasó una mano por el cuello sintiendo el pulso acelerado bajo las yemas de sus dedos. Dijiste que la presión estaba dando cabo de ti — Le recordó a su compañera, cuyos ojos bajaron hacia el escritorio —. Yo estoy bien… adoro este trabajo, adoro trabajar para ti y no quiero irme a ningún sitio, ¿vale? Se inclinó hacia delante y tocó la frente de Dar con la suya. Sólo he tenido algunos sucios recuerdos, eso es todo… él es un imbécil, quizá me recuerde a Dick por la manera en que me saca de quicio todo el tiempo, este no era el momento para contarle a Dar el resto. Quizá nunca sería el momento adecuado para ello.

Jesús, ¿Desde cuándo me he vuelto tan insegura? Se preguntó Dar

mientras sentía que su corazón comenzaba a calmarse. ¿Qué demonios me está pasando últimamente?...es como si fuera de nuevo una niña, volviendo atrás para ser una condenada adolescente. De acuerdo — se las arregló para sonreír —. Puedes hablarme más sobre ello más tarde… si te molesta, ¿Vale? — Sentía que había más, pero comprendió que presionarla ahora era mala idea. Kerry le devolvió la sonrisa. Vale, le echó una mirada de soslayo al teléfono, que sería parpadeando. Ahora…¿Qué diablos le digo, Dar? ¿Huh? la ceja de Dar se alzó al encontrarse con los ojos de Kerry Oh… es verdad, se frotó los temporales. Um… dile que estamos mandando un equipo de ejecutivos hacia Carolina del Norte para hacerse cargo y recuperar los sistemas lo más rápido posible. Kerry alcanzó el botón, pero luego dudó. ¿Lo estamos haciendo? preguntó con curiosidad.

Una furtiva y seductora sonrisa asomó por una de las comisuras de la boca de Dar. Sí… me figuro que en unas ocho horas pondremos sus culos en funcionamiento y tendremos un par de días para nosotras en una pequeña cabaña que conozco cerca de allí — dudó levantando ambas cejas esperanzadamente — ¿Te parece bien? Los ojos verde mar pestañearon. ¿Te refieres a nosotras? dijo apuntando al pecho de Dar y luego al suyo. Tú y yo…¿vamos a ir? Dar simplemente afirmó con la cabeza. — Bestial — emitió Kerry y pulsó el botón. Hola, ¿John? puso el micrófono sin sonido un instante, no tendrán por acaso algo de paseos a caballo allí, ¿no? — Despejó el micrófono — John, sabemos que está muy mal… puedes decirles que Dar va hacia allí para hacerse cargo personalmente. Una pausa. ¿De veras? contestó el hombre, claramente impresionado. Eso me los quitará de encima… gracias Kerry… eres la mejor. — Es un placer — le aseguró la mujer rubia alegremente. Todos los pensamientos de Steve se disolvieron. Desconectó la línea y se giró hacia Dar. Y ahora… estábamos hablando de caballos, ¿cierto? Una carcajada. Sí… tienen un sendero de paseos a caballo… me imagino que podremos hacer un poco de caminata mientras estemos allí, sugirió. Si salimos esta noche, tendremos mañana y el viernes para reforzar la oficina de redes y, entonces, tendremos todo el fin de semana para jugar La idea se le había ocurrido justo antes de recomenzar y había puesto el plan en acción antes de salir de su despacho. Tengo a María haciendo las reservas.

Kerry sonrió, ¿Quieres que vaya a casa y haga las maletas?, sugirió, ¿Cuándo es el vuelo? A las siete, y eso sería buena idea, la alabó Dar. Asegúrate de poner algo de ropa de abrigo… allí hace frío, sus cejas se alzaron seductoramente. Demasiado para lencería ligera, desgraciadamente. Kerry se levantó y deslizó un dedo por el cierre abrochado de la camisa de seda de Dar. No sé… creo que quedas muy sexy sólo con ese viejo jersey tuyo, le susurró. Una suave risa. Oh, ¿eso crees? Mmhmm… la mujer rubia bajó su voz aún más, pero entonces… eres preciosa, Dar… estarías sexy hasta con un saco, le confidenció, acariciando los labios de su compañera con los suyos. Voy a ir a buscar nuestras cosas… de todas formas necesito un poco de aire fresco, dio una palmada en la pierna de Dar, rodeó el escritorio, cogió la chaqueta de la silla, se la puso por encima de los hombros y se encaminó hacia la puerta. Dar la observó al salir y dejó salir un largo y lento respiro. — Wow — se pasó una mano por el pelo. Creo que también necesito algo de aire fresco. La luz del sol pestañeó alegremente a sus pies en alegre concordancia.

*** Sí, eso es, Col, Kerry estiró las piernas y cerró los ojos. Tomó una

profunda respiración del cálido aire que entraba por la ventana del Mustang. Vamos a Carolina del Norte… tenemos un gran enredo del que tratar. OH… claro… sí, he oído hablar de ello — le comentó Colleen —. Mi jefe estaba gritando… las transferencias interbancarias no estaban pasando — Se aclaró la garganta —. No hay problema, Ker… estar ahí no se me hace una penalidad, ¿sabes? Desayuno en el océano… pequeños modelos vagando… ningún problema en absoluto. Genial — la mujer rubia suspiró —. Nunca pensé que me alegraría de un desastre… pero no puedo decir que me pese — Ahogó un bostezo —. Después de que arreglemos las cosas iremos a un sitio que Dar conoce cerca de allí… para un poco de rock and roll. ¿Oh? — Colleen sonó más interesada — Ahora bien, jovencita… no me habías dicho eso… entonces tú y la alta morena vais a pasar finalmente algún tiempo juntas… eso es fantástico, se había sentido ultrajada por los acontecimientos de la última semana y sobresaltada cuando Kerry le había contado lo de la dimisión de Dar. Sí, Kerry sonrió al techo descapotable del coche. Será el primero para nosotras… incluso en Navidades tuvimos tanto movimiento que apenas teníamos tiempo para respirar, y mucho menos para relajarnos… realmente estaba esperando poder pasar unos días a solas con ella y esa no era la verdad. Kerry se había encontrado a sí misma deseando impacientemente que la crisis terminase bien resuelta liberándolas de los problemas técnicos y, así, poderse concentrar en ellas. Supo instintivamente que, después de los últimos días, lo necesitaban. Habían demasiadas espinas clavadas en cada una de ellas. Demasiados pequeños y sueltos desenlaces causados por el trauma y la tensión… se sentía un poco insegura, y sospechaba que Dar también se sentía igual. Un fin de semana de caminata por la tranquilidad de tierra salvaje era muy pero que muy atrayente, y podría dar a Dar tiempo para recuperarse de verdad de sus magulladuras y cardenales.

¿Crees que tendrán una piscina climatizada? meditó. Colleen rió. Bueno, si es del tipo de sitios que creo que le gustan a Dar, estoy segura de que la tendrán… puedes hacer algo de esquí en las montañas, sabes — comentó —. Consigue una buena chimenea y asa algunos malvaviscos, muchacha. Mm, Kerry podía saborear los cálidos y ligeramente tostados pedacitos en su imaginación. Después se imaginó compartiéndolos informalmente con Dar. Sonrió. Sintió cómo la piel alrededor de sus ojos se arrugaba al recrearse. Suena bien. Eh… tus hábitos alimenticios ciertamente han cambiado — la picó Colleen —. Y después está la comida, también. Kerry casi se traga la lengua. ¡¡¡¡Colleen!!!! Ah ah… no me Colleelinees, pequeña Señorita Michigan las bolas de nieve no se derriten en la boca — rió su amiga —. Sólo estoy bromeando… si te soy honesta, creo que Dar es lo mejor que te ha pasado en la vida. Oh sí… me está convirtiendo al placer de devorar pequeñas bolas de manteca, eso es lo que pasa — Kerry rió —. Pero gracias… añadió sosegadamente. Me alegro de que te haya acabado gustando, puso el coche en marcha así que el ferry atracó. Voy a preparar nuestras cosas… luego hablamos, Col… gracias por volver a quedarte. Colgó el teléfono y condujo cuidadosamente hacia la isla haciendo una parada bajo el rociador antes de girar hacia el camino del perímetro que llevaba al condominio. Los rociadores se encontraban en medio de la isla haciendo un interesante chapurreo y lanzando un soplo de aire húmedo mineral hacia la nariz de Kerry. Se situó en su aparcamiento, paró y se echó un poco hacia atrás. Aww… se encontró sonriendo embobadamente. El departamento de mantenimiento había pintado su nombre en el parachoques en cuestión K. Stuart… chequeado, salió del coche y lo examinó. Las nítidas letras negras vivas contra el blanco hormigón, haciendo juego con el “D. Roberts” que estaba justo al lado medio escondido por los neumáticos de Dar.

Era algo diminuto e insignificante, pero había tocado algo en lo más profundo dentro de Kerry, reforzando su sensación de que este era, de hecho, su hogar. Dio una pequeña palmada al Lexus, se colgó el maletín del hombro y subió los escalones sacando el correo del buzón antes de abrir la puerta con el código. Chino comenzó a gimotear en el mismo instante en que la puerta abrió. Dejó el maletín en el sillón mientras se dirigía a la cocina. Vale… vale cielo… te oigo, caminó tranquilamente por el suelo enlosado y abrió la puerta, dejando que la cachorro saliese y atacase sus pies ferozmente. Hey… hey… cuidado… Dejó el correo y se agachó acariciando la suave piel de Chino. Ok… ok… ya lo sé… yo también me alegro de verte. Chino gimoteó con éxtasis todo su cuerpo retorciéndose de alegría al tiempo que mordisqueaba los dedos de Kerry. Después irguió la cabeza y miró tras la mujer rubia expectante. Kerry rió. Lo siento, pequeña… ella no está conmigo — rascó las orejas de la cachorro —. Sé que ella es tu compañera, ¿huh? Chino pestañeó y pareció perder el interés por Dar al concentrarse en atacar los zapatos de Kerry. — Raowr — la cachorro tiró de un cordón dejándolo caer y ladrando ultrajada al ver que la cosa persistía en permanecer atada a Kerry y que todos los tirones del animal no la podían mover. De acuerdo…¿por qué no sales mientras preparo algunas cosas, huh? Kerry abrió la puerta trasera permitiendo que la cachorro corriese precipitadamente hacia el pequeño jardín vallado. Era seguro para ella, desde que Dar había pasado más de un fin de semana construyéndolo, lo que incluía el asegurarse de que no había ningún hueco bajo el cerco y sacar las piedrecillas que seguramente el animal intentaría comer. Observó a Chino olfatear alrededor por un momento y después se metió dentro comenzando por poner dos maletas juntas. Empezó por la de Dar. Lo que era fácil. Pantalones vaqueros, polos suaves y pulcramente

apretados, dos suéteres que eran los dos que tenía, su camisa de franela, la sudadera con la Kerry adoraba verla y buenos calcetines calientes. Y ropa interior, claro. Kerry se divirtió escogiendo sus piezas favoritas, incluyendo aquellas tan bonitas de las pequeñas imágenes de Dogbert. Oh, y la camiseta de béisbol y los pantalones cortos. El kit de aseo, con su champú, su jabón, su cepillo de dientes y el pequeño frasco del interesante polvo de talco aromático que a Kerry le gustaba ponerle. Lo olió y cerró los ojos, el pequeño ruido que emitió su garganta casi la sobresaltó. — Jesús — se dio una palmada en la frente. Me estoy volviendo una hedonista, murmuró cerrando la maleta y uniéndola al transportador que Dar siempre usaba. Pero así es como Dar la hacía sentirse, reflexionó… sexy y sensual, como si estuviera tomando un baño de feromonas la mayoría del tiempo. Todo parecía más intenso… su olor… el profundo y opulento color de sus ojos… Oh chico, Kerry se detuvo y tomó varias respiraciones. Vale… creo que necesito un vaso de agua. llevó la maleta hasta el sofá y la dejó allí. Continuó hacia la cocina y se sirvió un vaso de té helado de melocotón, el cual se deslizó por su garganta como una fresca y dulce ola. Se apoyó contra el contador y se lo bebió a sorbos, pensando en las tablas de rutas de TCP/IP hasta que su cuerpo se volvió a asentar y pudo subir las escaleras hacia su cuarto. Su maleta era un poco más difícil, principalmente porque tenía ropa de invierno entre la que escoger. Metió un par de pantalones vaqueros, puesto que eran más cómodos que la pesada pana, que era su otra opción. Dar le había dicho que le gustaba mucho cómo le quedaban los vaqueros no teniendo nada que hacer con esa decisión. Por supuesto. Kerry sonrió mientras se lanzaba sobre su colección de suaves suéteres de lana. Seleccionó dos que eran sus favoritos y otro cuyo color le recordaba al de los ojos de Dar. Este último era un regalo de su hermano y estrechaba sus curvas, provocando una apreciadora sonrisa en la cara de Dar la última vez que había tenido ocasión de vestirlo. Lo metió dentro de su maleta de cuero de color canela junto a un par de camisas de manga larga que podría vestir por debajo. Agregó un par de mitones, sus calcetines calientes y su kit de baño, alegrándose de que no

le debería venir el periodo hasta la próxima semana. Una vez todo empaquetado comenzó a bajar, después se detuvo, posó la maleta en su cama. Fue al armario donde abrió un cajón y sacó una pequeña caja aterciopelada. La abrió pensativamente. Sus ojos trazaron los contornos familiares del hermoso anillo de filigrana que estaba dentro. ¿Sería el momento adecuado? Kerry suspiró y cerró la caja, volviéndola a poner en el cajón. Una parte de ella sólo quería deshacerse de las inseguridades y proseguir con el regalo… pero otra parte de ella dudaba, atrapada entre el temor de que Dar no quisiese ese tipo de compromiso y el conocimiento de que ella, Kerry… lo necesitaba de una manera profunda y casi incómoda. Quizás… se mordió el labio. ¿Quizá el día de San Valentín? Sólo faltaban dos semanas… una bola de nervios se le formó en el estómago. Tal vez consiguiese saber lo que sentía Dar este fin de semana… sólo para asegurarse de que no quedaría como una completa necia cuando se decidiese a hacerlo. Oh, vamos, Kerry… sabes que te ama. Se reprendió a sí misma. Jesús… no se va a echar a reír ni nada. ¿Verdad? Kerry tamborileó con los dedos sobre su muslo. Agarró la cajita y la metió en la maleta, la cerró y se colgó la correa del hombro. Decidió, mientras iba hacia abajo y ponía su maleta al lado de la de Dar, que tal vez practicaría. Se sentó y ojeó el correo. Oh, extrajo las tres o cuatro que eran suyas remitidas de la dirección de Kendall. Dos eran facturas, la tercera era una oferta de una prueba beta de la nueva colección de aplicaciones de Microsoft y la cuarta… Hace tiempo que no sé de ella, Kerry giró la carta de su gran tía entre sus dedos antes de levantar la solapa y sacar la cremosa y suave estacionaria con aroma a polvo y recuerdos. La abrió y desdobló el papel sobre sus rodillas estudiando la delgada escritura parecida a una araña.

Querida K errison,

Mi querida, me han llegado palabras de que andas enemistada con tus padres, y eso me preocupa enormemente. No por ellos, sabes bien que nunca me di bien con tu padre, sino por ti, ya que sé lo mucho que significa para ti la familia. Tu hermana me dijo que estás bien, viviendo ahí en Miami, con una persona que me ha dicho que te gusta bastante. Con su habitual charla débil, se las arregló para darle vueltas al asunto, pero yo voy a asumir que esa otra persona es una mujer y si piensas que mis viejos nervios no pueden con ello te informo con mucho gusto de que ese no es el caso. Espléndido para ti, mi querida. Me encantaría conocer a esa persona, y quiero asegurarte que, independientemente de lo que parece que piensen tus padres, el resto de tu familia no ha cortado contigo de ninguna manera. Eres bienvenida a mi casa, y sé que a Mitchell le encantaría verte. Por favor, llámame, cuando tengas oportunidad, ya que también me gustaría oír la historia real, en oposición a la censurada versión con la que tu hermana quiso agraciar mis orejas supuestamente blandas. Con gran afecto, Tía Penny. Kerry sonrió abiertamente mientras releía la carta. Mi buena Tía Penny, meneó la cabeza recordando la vieja pero astuta mujer que había visto por última vez antes de mudarse a Miami. Cuando le había dado el anillo y se rió, haciendo que Kerry se girase hacia la luz observándola con centelleantes ojos del mismo color que los suyos. Había sido una de las únicas personas en la vida de Kerry que le había dicho, espacio en blanco, que era bonita, degradando los continuos años de incesantes pareceres de su madre. Kerry la habría llevado en el corazón sólo por eso, pero ella siempre tenía la sensación del cálido afecto de su tía y se alegraba de que incluso este último desastre no hubiese roto ese lazo. Tomó nota mental de llamar a su tía después del fin de semana.

A modo de antojo, regresó a su cuarto y cogió la pequeña caja de papel de escribir. La metió dentro de la maleta junto con un par de sus plumas favoritas. Eso es lo que haré, Chino… le escribiré una carta… eso le gustará, le dijo a la cachorro que se encrespada alegremente a sus pies. Apuesto que ella te gustaría… tiene un terror escocés, quiero decir, un terrier que solía comer mis zapatos cuando iba allí. Chino miró hacia arriba, después apoyó su barbilla en el pie de Kerry y suspiró. Kerry también suspiró y se recostó contra el suave cuero del sofá bebiendo de la paz del lugar. Agarró a Chino y la abrazó, sonriendo cuando la cachorro se tendió sobre su pecho con la cálida respiración colándose furtivamente por entre los botones de su camisa. Se relajaría un momento y después volvería a la oficina.

*** Aquí tienes, Dar — María entró apresuradamente con dos sobres que contenían los billetes de la compañía aérea —. Tengo reservas para las dos en el avión, y vuestra habitación de hotel está lista — La secretaria le dedicó una traviesa sonrisa —. Sólo tienen habitaciones con… como se dice, con jaguar. Dar se detuvo en lo que estaba haciendo y levantó la vista sobresaltada. ¿Qué? echó una mirada a los billetes, ¿Un jaguar? Sí… con burbujas… María hizo movimientos circulares con la mano, en el agua. Oh… oh… un jacuzzi — Dar rió entre dientes y le mandó una mirada rigurosa —. Esto es estrictamente negocios, María.

Sí… sí… pero tú sabes cuán importante es mantenerse limpio, Dar — contestó María inocentemente —. Ya sabes, es una pena que regreses con gérmenes. Lentamente, los claros ojos azules se alzaron y la contemplaron con una traviesa sonrisa en los labios… María… si no te conociera mejor, diría que me estás animando a que haga algo contra la política de la compañía con mi talentosa ayudante. María pestañeó ante ella. Oh sí, asintió seriamente con la cabeza. Te veré el lunes, Dar… pásatelo bien, salió trotando dejando a su muy aturdida y sorprendida jefa sentada tras su escritorio. Un jaguar, ¿huh? se guardó los sobres dentro de su chaqueta y consultó el reloj y hablando de mi adorable y talentosa ayudante… Agarró el teléfono y marcó el número del teléfono móvil de Kerry. Sonó cuatro veces antes de que contestase. La voz sonaba un poco aturdida. Oh mierda. Dar contempló el teléfono divertida. Buenas tardes para ti también, Kerrison, pronunció con lentitud ¿Qué pasa? Mierda, mierda, mierda… Kerry suspiró. Lo siento, Dar… preparé las cosas, después me senté y jugué con Chino por un momento y me quedé dormida, sonidos de murmullos provinieron del teléfono. Voy de camino… no sé qué diablos se apoderó de mí, sonaba disgustada. Dios… Hey… tranquilízate, Dar rió. Nos levantamos temprano, no dormimos mucho anoche y estás cansada, es normal dar una condenada cabezada… no te has perdido nada, extendió la mano y tomó un sorbo de café de su taza. El centro aún está abajo, aún necesitan de nuestra ayuda, tengo nuestros billetes y María nos reservó un cuarto de hotel completo con Jacuzzi.

Un silencio momentáneo. Oh, ¿De veras? Kerry había cerrado la puerta del coche y se oyó el sonido de ponerlo en marcha, un Jacuzzi, ¿huh? ella es muy sutil, una pausa. Suena bien, sin embargo… Colleen me ha estado tentando con visiones de ti, yo, un fuego y algunos malvaviscos. Ooh, ronroneó Dar. Podría con esa… adoro los malvaviscos, se levantó y empezó a guardar el portátil. Te esperaré abajo… podemos tomar un rápido aperitivo en el aeropuerto antes de subirnos al avión. De acuerdo, dijo Kerry ahogando un bostezo. Te veo en unos momentos.

Sexta Parte El avión estaba tranquilo, sólo medio lleno, y Dar aprovechó la oportunidad para relajarse en su cómodo asiento con una copa de vino blanco equilibrada en la mesa entre ella y Kerry. La mujer rubia estaba de lado enroscada en una suave manta azul y Dar la miraba entretenidamente. Tenemos que ir hacia la oficina tan pronto como lleguemos, comentó Dar poniendo una mano eventualmente sobre la de Kerry. Va a ser una larga noche. De acuerdo, masculló Kerry, girándose para arriba y enredando sus dedos en los de Dar. Con tal de que la pueda pasar contigo no me importa lo larga que sea, cerró los ojos y exhaló. Dar la contempló silenciosamente, absorbiendo el inesperado cumplido. Gracias, acabó por decir mansamente. Un orbe verde mar apareció y la estudió. Eso es algo muy dulce... Kerry se ruborizó suavemente y volvió a cerrar el ojo, apretando

ligeramente el agarre de sus dedos. Despiertas la poeta que hay en mí, admitió sosegadamente. Es algo inexplicable. Oh, ¿de veras? Dar se medio rodó hacia su lado, encarando a la mujer rubia ¿Tienes alguno a mano? Un ojo verde alarmado ¿Algo de qué a mano? Poemas, respondió su compañera con un avieso centelleo en los ojos. Dijiste que despertaba eso en ti… sé que andas escribiéndolos… me encantaría oír uno. P… El cerebro de Kerry corrió en círculos por un momento, Yo… p… Bueno, esa clase de rimas, sí — meditó Dar —. No tienen mucho impacto emocional, sin embargo — Tomó un sorbo de su vino —. ¿Es una de esas cosas haiku? Kerry rompió a reírse tontamente. ¡Dar! reprendió a su jefa, Yo… um… ya sabes, yo… ese tipo de cosas me dan vergüenza, levantó la vista para ver una mirada de desilusión velada en el rostro de Dar. Bueno, quizá uno — Cedió vacilantemente —. Pero tendré que sacar mi cuaderno cuando lleguemos… no los memorizo. Los ojos azules continuaron contemplándola. Vamos, Dar… no puedo hacer uno a la orden, ya sabes — Kerry intentó esquivar mirar la entrañable expresión —. No es así de simple. Dar suspiró. — Vale — dejó caer su cabeza decepcionada contra la superficie del asiento y bajó la mirada. Kerry se mordió el labio y sus cejas se contrajeron al contemplar el angulado rostro que la encaraba.

En la oscuridad del mundo en que andamos,

Peones involuntarios, y víctimas de la noche, Sin otra guía que falsos profetas. Pero yo paseo por las sombras y no temo sus peligros, Con mi corazón escudado por la brillante defensa Que es la armadura de tu amor. Se sintió muy torpe, y apenas podía mirar la cara de Dar cuando acabó. Un sólido y oscuro rubor cubría sus mejillas. Sé que es muy malo… y no tengo ni idea de qué es lo que me… oh. Unos labios se rozaron muy suavemente contra los suyos, y saboreó su dulzura. No es malo, dijo con voz hueca en su oreja. Creo que es increíble, volvió a besar a Kerry, contenta de que la cabina estuviese con poca luz. Igual que tú. Mm… la mujer rubia encontró sus manos moviéndose irresistiblemente hacia el cálido cuerpo de al lado de ella. Y ahora…¿quién de nosotras es la poeta? Era una oscura y tormentosa noche. Kerry rodó las palabras dentro de su cabeza, al asomarse a la oscuridad que las rodeaba. Había llegado al aeropuerto sin problemas y habían alquilado un coche. Después habían salido hacia la oficina de gestión de redes. Esto es bastante remoto, comentó Dar con los pequeños músculos de los lados de su cara tensados mientras intentaba ver a través de la lluvia. La carretera era una senda asfaltada de dos sentidos, limitada por árboles, que subía y bajaba colinas. Sólo aparecía un farol muy ocasionalmente en la oscuridad y la lluvia era tan dura que reflejaba los faros del coche en un difuminado resplandor. Tú lo has dicho — concordó Kerry —. Algo como en mi tierra… pero más montañoso, se sujetó del agarrador cuando Dar tomó una curva inesperada. Pestañeó cuando la carretera se inclinó hacia abajo y hacia la derecha. Whoa. Sí — Dar se mordió el labio inferior —. No ando mucho por montañas… lo siento, redujo la velocidad conscientemente y se pasó una

mano por el pelo deseando soltárselo. No es mucho más adelante, sin embargo… ¡whoa! El coche resbaló fuera de su control y lo dirigió instintivamente resistiéndose al deseo de cerrarse con fuerza en los intervalos. Hicieron un giro de unos trescientos y sesenta grados y casi se salieron de la carretera antes de que la alta mujer luchara con el coche por la recta y redujese la velocidad a casi un arrastramiento ¿Qué demonios fue aquello? Kerry le puso una apacible mano sobre el brazo. Hielo — exhaló — Um… ¿Quieres que conduzca yo? Creo que estoy mucho más acostumbrada que tú… probablemente no haya muchas carreteras con hielo en Miami. Dar lo consideró, salió del camino prudentemente y se detuvo, poniéndose la chaqueta antes de abrir la puerta. De acuerdo… sí… nosotros tenemos la lluvia resbaladiza, pero no es nada comparada con esto, salió hacia la helada lluvia teñida de aguanieve e intercambiaron los lugares, sentándose en el asiento que aún estaba caliente por el cuerpo de Kerry. Era, sorprendentemente, un momento sensual, especialmente desde que había percibido el olor de su chica todavía aferrado al tejido. Se echó hacia atrás, un poco aturdida, y observó a Kerry mientras ajustaba el asiento para que sus dedos pudiesen alcanzar los pedales. Lo siento… debí haber movido el asiento. Unos ojos verde mar levantaron la vista de repente, con un destello de travesura en ellos. O te podías haber quedado donde estabas y yo me sentaba en tu regazo. Una negra ceja subió por el rostro de Dar hasta casi juntarse a la línea del pelo. ¿Ah sí? estaba tentada, suspiró, quizá después de que lleguemos allí… sería un poco evidente llegar sentadas de esa manera. Kerry acabó de hacer sus ajustamientos, arrancó el coche y comenzó

a andar despacio. Mm… sí, eso creo — estudió la carretera — ¿Siempre enfrente? Dar asintió con la cabeza. Sí… gira a la derecha en el próximo cruce con una carretera grande… está señalizado como carretera estatal, dejó descansar la cabeza contra el asiento y estiró las piernas. Le echó una mirada a Kerry mientras se inclinaba hacia abajo y desplazaba el asiento de pasajeros todo lo que podía hacia atrás. Decidió que le gustaba ser pasajero, porque ello le daba la oportunidad de estudiar el perfil de su chica despreocupadamente, admirar la nariz ligeramente levantada, la suave línea de su mandíbula, los músculos contrayéndose un poco mientras se concentraba en la carretera. Kerry estaba siendo dolorosamente consciente de sus ojos y luchó con el instinto de alborotarse el pelo nerviosamente, como era hábito. Um… intentó pensar en algo para distraer a Dar. Entonces, ¿qué vamos a hacer cuando lleguemos? — Bueno — Dar cruzó los brazos sobre su pecho tirando del cuero de la chaqueta contra su cuerpo. Eso depende de cómo esté la situación… probablemente tendremos que presionar a algunas personas, patear algún pequeño trasero, ser sucias… hey, ¿Kerry? — Patear culos… apuntar nombres… ser sucias… ¿huh? — Kerry le echó una mirada — ¿Qué? — Eres preciosa de verdad — Dar sonrió. El coche resbaló lateralmente, con Kerry aguantando y maldiciendo durante algunos minutos antes de que recuperase el control del mismo. — Dar, no hagas eso — le suplicó deseando que desapareciese su sonrojo. Acabaremos en la cuneta. Dar se rió entre dientes suavemente. — Lo siento — se quedó callada y dejó que su compañera se concentrase en navegar por la resbaladiza carretera.

El campo oscuro desapareció lentamente, roto por algún ocasional automóvil o camión que venía de la otra dirección. Pasó otra hora antes de que Dar señalase con la cabeza hacia un camino medio oculto. Allí… ¿Ves donde están las luces del arco? Kerry asintió. — Sí… espera… oh, sí, veo el camino… vale — dirigió el coche hacia el parque de estacionamiento. Vio varios camiones colocados confusamente a través de la lluvia. Parece un circo, había grupos de gente moviéndose. Estacionó el coche cerca de uno de esos grandes grupos introduciéndolo cuidadosamente en el lugar de estacionamiento y se desabrochó el cinturón. Bueno jefa… ahora es tu turno, miró a Dar, que observaba la actividad con astutos y afilados ojos. — Cierto — murmuró Dar, echando lejos la parte más cálida de su personalidad y haciendo acopio de la fría agresividad que necesitaría para tratar de la situación. De acuerdo… tienes tu teléfono móvil y el portátil, ¿verdad? Kerry asintió, mirándola con recelosa fascinación. Sí. De acuerdo. Vamos, la mujer de pelo negro se cerró la chaqueta y abrió la puerta del automóvil, salió hacia la lluvia y cerró la puerta tras ella. — De acuerdo entonces — murmuró Kerry, metió el teléfono en el bolsillo de su chaqueta y agarró el maletín. Salió rápidamente del coche y cerró la puerta, echó la cerradura y caminó a grandes pasos tras su jefa, que ya se encontraba a medio camino del edificio.

*** Bueno, ¿Entonces cuándo podremos entrar? dijo Dar, de pie bajo una lona con goteras que estaba justo en el centro del césped frente al edificio.

Dos hombres se oponían a ella, claramente incómodos. — Srta. Roberts… — dijo uno con un suspiro. Mire, la gente de ambiente no nos lo aclararon, porque ese químico se ha confirmado que es tóxico, le dirigió una mirada que indicaba que la última cosa que esperaba era tener a un VP de Operaciones metido en su tienda, donde se encontraban comiendo una pizza y cerveza. El rostro de Dar se tensó. — ¿Cuánto tiempo? — dijo mordaz. Él meneó la cabeza. No lo sé… la reguladora me dijo hace una hora que no tendría un equipo hasta mañana a medio día. Unos claros ojos casi de color plata bajo el resplandor de las luces lo estudiaron pensativamente. ¿Dónde está ella?, la voz de Dar cayó un poco, asumiendo su tono de predador. El hombre la miró nerviosamente. Bueno, está justo allí… donde esa furgoneta, pero déjeme decirle, señora, que no se anda con tonterías… ya he trabajado antes con ella. ¿Cómo se llama? el tono se ahondó más. — Anne Simmonds — contestó el hombre. Pero… quiero decir, en serio señora… si decide ponerse dura con nosotros, podemos estar aquí durante semanas. Dar se dio la vuelta y se acercó furtivamente sin decir una palabra, dejando caer la lluvia sobre sí como flechas heladas consciente de que la figura silenciosa de Kerry andaba un paso detrás. Se encontró con un hombre joven al aproximarse a la furgoneta, vestido con un mono blanco. — Me gustaría ver a quienquiera que esté al cargo — dijo tranquilamente. Él se aclaró la garganta y se empujó las gafas hacia arriba por el puente de la nariz. Bueno… la Dra. Simmonds está dentro… pero está ocupada… ¿Puedo

ayudarla? Dar se acercó más y lo miró fijamente desde arriba. Sus ojos a unas pulgadas de los de él. Dejó crecer el silencio por un momento, observándolo tragar varias veces en acto reflejo. favor.

— No — le dijo finalmente. Quiero hablar con la Dra. Simmonds, por

Uh… miró detrás de ella, a la cabeza empapada de Kerry, que le sonrió brevemente. Uh… bien, yo… puedo preguntarle… pero… um… de acuerdo, es de su compañía o… Dar irguió la cabeza y lo miró fijamente. Se lo agradezco… me llamo Dar Roberts… soy de la oficina de Miami. De acuerdo — asintió —. De acuerdo… um… espere aquí… vuelvo enseguida, se dio la vuelta y caminó hacia la furgoneta, sobresaltándose al encontrar a Dar andando a su lado. Oh… nosotros… estamos haciendo algunos experimentos… yo… Me gustaría salir de debajo de la lluvia — lo atropelló Dar —. No romperé nada, lo prometo. Miró tras ella. — Yo tampoco — dijo Kerry sonriéndole cándidamente. En serio… mi madre me solía llevar a tiendas chinas cuando era pequeña. Dar se limpió la cara apresuradamente con una mano para frenar una risa. Se aclaró la garganta mientras se aproximaban a la furgoneta, la cual tenía una lona extendida desde el lado del copiloto protegiendo algunas mesas con personas trabajando arduamente. El joven es dirigió a una figura que estaba usando el microscopio y le tocó el brazo. — ¿Qué? — ladró la mujer sin mirarlo. Acabas de moverme la diapositiva… estoy intentando tirar fotografías, Michael — Ella era muy baja, incluso más que Kerry, delgada, con el pelo castaño rojizo recogido apretadamente bajo una ajustada gorra. Su porte, sin embargo, era

poderoso y exudaba impaciencia. Um… sí… doctora, lo sé… pero hay dos personas de Miami… ellas quieren hablar con usted …y yo… Diles que se vayan al infierno de regreso a Miami… no voy a tener tipos trajeados oliendo a puros cubanos anclados a mi cuello y haciéndome preguntas estúpidas — masculló la doctora —. No hay nada que hacer, Michael, así que pon en marcha tu blanco trasero de regreso y… — Miró por encima del hombro de él, donde se encontraban dos figuras extrañas y oscuras —. Deshazte de ellos. En realidad, la voz baja de Dar habló clara y concisamente mientras andaba hacia delante entrando en la luz y produciendo un impacto sorprendente. No creo que me vaya a ninguna parte. Se detuvo en el centro de la tienda dejando que la fuerte luz marcase su contorno con severo detalle. Y nunca he sido partidaria de los puros. La doctora estaba… sorprendida. Decidió Kerry, observando los ojos de la pequeña mujer clavados en los de su jefa con feroz cautela. Un silencio incómodo cayó sobre ellos, hasta que Dar dio un paso enfrente y le ofreció una mano. — ¿Dra. Simmonds? Soy Dar Roberts — esperó impasible mientras la doctora la estudiaba durante un largo rato antes de extender su propia mano. Necesito algunas respuestas. Eso era carisma. Dar dirigió una breve sonrisa a la doctora mientras le soltaba la mano y se giraba de lado. Esta es mi ayudante, Kerry Stuart. — No tengo respuestas — la pequeña mujer recuperó la compostura y frunció el entrecejo dirigiéndole a Kerry una enérgica inclinación de cabeza. Se lo he dicho a vuestra gente hace unas horas… esa condenada compañía de extintores puso demasiadas toxinas en el sistema, fue una maldita cosa buena evacuar a vuestros compañeros o hubieran resplandecido como luciérnagas.

Dar exhaló. ¿Qué es? — No tengo condenados indicios… toda esa gente no los dicen — declaró la doctora con disgusto. Asustados por algún maldito pleito ni aceptan dar sus nombres y apellidos. Dar miró a Kerry, que le había dado el teléfono móvil sin decir palabra. Marcó un número y esperó. Buenas noches, Les. Jesús, Dar… es… — un bostezo —. Es medianoche… qué dem… ¿Estás haciendo en Carolina del Norte? Se aclaró la garganta. Escucha… tenemos doce cuentas para cancelar si no lo tenemos arreglado para mañana por la mañana. ¿Y me lo dices ahora? — ladró Dar — ¡Dios bendito, Les! No estaba preocupado… oí que ibas de camino… de hecho, me fui a dormir — le dijo el CEO alegremente —. Sabes que tengo depositada en ti toda la confianza del mundo, Dar. La responsabilidad cayó de golpe sobre sus hombros con un crujido casi audible. — ¿De cuántas compañías estamos hablando? — preguntó Dar prudentemente. Esto no tiene buena pinta, Les. Bueno… — una pausa —. ¿No está bien? Dar… su alegría se desvaneció. De hecho, no esta nada bien… no los podemos perder… no de esta manera, y permanecer competitivos. Los ojos de Dar flotaron fuera de la tierra lluviosa. — Ya veo — un latido embotado comenzó en la parte trasera de su cráneo. Desearía que me lo hubieras dicho antes. No lo supe hasta después de las seis, acababas de salir hacia el aeropuerto — Le dijo Les —. Y, de todas formas…¿qué más podía hacer? Eres lo mejor que tenemos, Dar… si tú no puedes solucionarlo, nadie puede.

Dar se frotó los temporales. De acuerdo… necesito que alguien del departamento Legal llame a quien esté al cargo en esa condenada compañía de extintores y que los amenace con un pleito lleno de obligaciones, nombrando a las oficinas y personal demandados si no dan a la gente de aquí el nombre del material que pusieron en ese maldito sistema. Al diablo con el departamento Legal… yo lo llamo… lo conozco… es el cuñado del tercer marido de mi exmujer — le notificó —. Ahora te llamo. De acuerdo, Dar desconectó estudiando el edificio pensativamente. Después volvió a marcar, mirando por encima de su hombro. Estoy llamando a BellSouth… voy a necesitar a alguien muy alto de su departamento de aprovisionamiento — Su voz había adquirido un tono sombrío. — Ok — Kerry cogió su propio teléfono y su ordenador de mano, buscó un número, lo marcó, dándose cuenta del súbito cambio en su amante y sintiendo un enfermo carcomer en sus tripas. Dar escuchó durante un minuto, y después oyó la voz de Mark. Buenas noches. uh…

— Ah… Dar… hola — la voz de Mark sonaba confusa. Um… estaba…

— Durmiendo sobre tu escritorio — comentó Dar secamente. Escucha… necesito de un chequeo de inventario…¿podemos duplicar la estructura de Carolina del Norte? Un silencio momentáneo. Estás de broma, ¿verdad? — contestó Mark débilmente —. Sabes que no podemos hacer eso. — Eso pensé… llama a Cisco, y averigua lo que tienen disponible — suspiró Dar. Estamos detenidas aquí fuera — Colgó y se encaró a la doctora

—. Necesito entrar ahí dentro y sacar los equipos. — De ninguna manera — contestó la mujer al instante. — Mire… — comenzó Dar. — Hey… ya se lo he dicho, de ninguna manera — dijo Anne alzando una mano. Así que no lo intente, señora… ya le he dicho que no a muchos peores que usted. Kerry puso una mano sobre el micrófono y se colocó habilidosamente entre las dos mujeres, al ver el repentino resplandor helado asentarse en el rostro de su jefa. Toma… Dar… es algún VP Ejecutivo de algo…¿es lo suficientemente alto? le pasó el teléfono observando las llamaradas por las fosas nasales de Dar mientras agarraba el aparato. Sí. Eso está bien, murmuró, tomando una respiración antes de girarse de lado para hablar. — Y bueno — Kerry sonrió abiertamente a la doctora, ¿Hay algún café por aquí?

*** — Bien, ya está — Anne Simmonds cerró su teléfono móvil. De acuerdo, chicos… recoged las cosas, gritó a su equipo, después se giró y esperó a Dar. Lo siento. Van a tener que traer un equipo para limpiar el lugar. Sin embargo, gracias por darme la respuesta. Kerry echó una mirada a su jefa. ¿Qué significa eso? preguntó. — Significa que el material es muy tóxico, no podemos entrar ahí

dentro sin trajes ambientales — respondió la doctora sin rodeos. Y me alegraré de salir de este mal tiempo… ustedes también deberían hacer lo mismo. ¿Cuánto tiempo? Dar habló por primera vez con la voz incisiva. La doctora se encogió de hombros. ¿Quién sabe? El equipo tardará un día… quizá dos en llegar… después, probablemente una semana más o menos, guardó su equipo. — No puedo mantener este complejo cerrado una semana — declaró Dar rotundamente. — Bueno, eso es una pena — respondió Simmonds. Porque voy a dejar un guardia allí para no dejar entrar a nadie, le dirigió a Dar una grotesca sonrisa. Que tenga un buen día — Se colgó su bolso del hombro —. Oh, y ¿Srta. Roberts? Unos fríos ojos azules la observaron en silencio. — Mi jefa, Shari, también le desea un buen día — se dio la vuelta y se fue andando juntándose a su grupo mientras entraban en la furgoneta. Cerraron la puerta y se marcharon dejándolas bajo el caprichoso y helado temporal. Kerry los observó, después se giró y estudió el rostro de su jefa, que se había vuelto oscuro y frío, con la rabia reluciente en sus claros ojos azules, lo cual le provocó un escalofrío que le bajó por la espalda. ¿De qué iba todo eso? Dar sintió el agrio sabor en la parte trasera de su boca. — Una vieja historia — respondió. Volvió a centrar su atención en el edificio. De acuerdo. Vamos… lo haremos de la manera difícil, se dirigió con paso vivo hacia la lona donde se hallaba congregado el resto del grupo. Pero… Kerry se puso al paso de ella tirando un poco del cuello de su suéter. Dar… yo no… um…

— De acuerdo, gente — declaró Dar, mientras se agachaba para entrar bajo el plástico azul. Malas noticias. No podemos entrar ahí hasta dentro de una semana, por lo menos — Apuntó hacia el coordinador del servicio regional Bellsouth que acababa de llegar —. Necesito aislar todos los circuitos de ese edificio y reconectarlos… y lo necesito esta noche. A él se le descolgó la mandíbula. Estás de broma, ¿verdad? — No — Dar lo miró fijamente. Así que empecemos… os diré donde necesito conectarlos, se giró y encaró al gerente del edificio. Tengo setenta Cisco 7200 alquilados que vienen hacia aquí… encuentra a alguien que los recoja. Su mandíbula también se descolgó. ¿Qué demonios estás haciendo, Dar? Lo haces sonar como si fuéramos a reconstruir el maldito complejo. Una ceja oscura se alzó. Es lo que vamos a hacer. — Eso es imposible — le dijo él rotundamente. No hay manera de duplicar este complejo en una noche. — ¿Lo has intentado alguna vez? — se opuso Dar, con el genio subiéndole ¿No? ¿Entonces cómo sabes que no puede ser hecho? Apuntó. Así que moveos… y tráeme a alguien aquí con un camión, que conozca el área… Y tú… Apuntó a otra mujer que se encontraba amortiguada tras un grande chaquetón de macinaw. Empieza a traer a tu gente aquí, el personal había sido mandado a sus casas más temprano. — Mira… Dar… — protestó el gerente regional. Ella se giró hacia él y le clavó un dedo en pecho. ¿Quieres tener trabajo mañana por la mañana? Silencio.

Entonces empieza a mover el culo — gruñó — ¡Todos! Un bajo murmullo brotó mientras las personas empezaron a moverse. Más de un susurro de “loca” se filtró por las orejas de Dar. Se giró de espaldas a ellos y caminó hacia el borde de la lona, mirando fijamente la oscuridad e intentando calmarse la agitada tensión de sus tripas. Kerry tomó una respiración y fue a su lado. Hey… mira, Dar… creo que tiene razón… esto es muy descabellado. La espalda que tenía enfrente se tensó y pasó un largo momento antes de que Dar girase la cabeza y la mirase. Su cara era una máscara ilegible, pero el tumulto en sus ojos era inequívoco. Si no quieres ayudar… vete al coche y espera — la alta mujer habló con baja intensidad —. En vez de quedarte aquí para decirme lo que no puedo hacer… no te necesito para eso. Kerry sintió sus rodillas comenzar a temblar. Absorbió una respiración asustada, al no esperarse aquella respuesta. Intentó pensar algo que decir, pero antes de que pudiese Dar se dio la vuelta y se alejó hacia la oscuridad. Sola.

*** La helada lluvia emparejaba al completo con su estado de humor. Dar se la quedó mirando, apenas podía sentir las picaduras contra su rostro cuando la última parte cálida de dentro de ella quedó disuelta, reemplazada por la desolación al lamentarse de las palabras que le acababa de decir a Kerry. Maldición. Se metió las manos bajo los brazos, ignorando el dolor que se estaba insertando en sus articulaciones, y echó una rápida mirada por

encima del hombro. Kerry había desaparecido. El conocimiento se sumergía en las tripas de Dar, y sintió por un largo momento el deseo de desechar la noche entera e ir tras ella. ¿Y decirle el qué? Perdona por ser una estupida… ¿Es algo a lo que te tienes que acostumbrar? ¿No era la vieja Shari quien le había dicho que nunca tendría una relación próspera porque siempre anteponía todo lo demás? Sí. Era cómico el que volviese a aparecer justo en ese momento. Dejó que la helada lluvia la empapase, entumeciéndole la cara hasta que oyó los pesados pasos de alguien corriendo y se giró para ver al supervisor de Bellsouth apretarse el impermeable amarillo. — De acuerdo… tenemos los pares arrancados — le dijo fregándose la cara ¿Y ahora qué? No puedo tener a los chicos subidos a esos postes, Srta. Roberts… necesita darnos alguna orientación… estamos sacando todas las paradas fuera, pero no voy a poner a mis chicos en peligro. Está helando. Más de lo que crees. Dar se frotó los brazos y exhaló. — De acuerdo… veamos dónde están los demás — lo llevó de regreso a la lona, ignorando las enfadadas miradas que recibía del resto del equipo y encauzando su foco de atención únicamente en la meta. ¿Cómo estamos? — Acaba de aterrizar un avión con los routers — dijo un hombre de mala gana mientras soplaba entre sus manos. Tengo un camión… estamos a punto de salir para ir a recogerlos. — Bien — asintió Dar. Id. — El personal viene hacia aquí… aquellos a los que conseguí — le dijo la mujer mayor. Pero tuve que ser bastante dura… ninguno está contento… algunos han dimitido. — Muy bien — le dijo la mujer de pelo negro. Ok, ahora sólo necesitamos…

— El almacén junto a la puerta está vacío — la interrumpió la voz mansa de Kerry. Tienen un tablero de telecomunicaciones y el propietario viene hacia aquí con la llave. El batir de la lona sonaba repentinamente fuerte cuando todos se volvieron para mirarla. Dar sintió un irracional traqueteo profundo en sus tripas. Estudió el conjunto durante un momento con expresión seria. Gracias, Kerry… buen trabajo. Kerry asintió con la cabeza y miró hacia abajo al agitado y helado fango sobre el que se encontraban. Muy bien… movamos todo hacia allí… nos meteremos en cuanto lo abran… por lo menos será más caliente y más seco — declaró Dar sosegadamente —. John… ahí es donde necesitamos que caigan las líneas… creo que avisté un bloque en la parte de atrás de ese edificio. — Tienes razón — el gerente de Bellsouth afirmó vivamente con la cabeza, sacó el walkie-talkie y habló por él. Ese es un descenso fácil… incluso podrían alambrarse ya a él… suele funcionar para telemarketing. Kerry escuchó la conversación, y la dejó rodar por ella hasta que fue consciente de los pasos de gente saliendo y del silencio de después. Con un suspiro, alzó la cabeza y casi dio un salto al encontrarse con unos claros ojos azules. — Oh — ella pensaba que Dar se había ido con ellos. se estudiaron la una a la otra durante un largo y pensativo momento. Siento lo de antes yo… comenzó a decir Kerry. — Lo siento te reñi… yo — dijo Dar con voz cavernosa al mismo tiempo. Volvió a caer el silencio. Dar soltó una respiración y se pasó una

mano cansadamente por la cara. No te lo merecías. Kerry se acercó. No… no debí haberte cuestionado, Dar — levantó una mano vacilante y tocó el brazo de Dar tranquilizándose a sí misma —. Necesitabas mi apoyo y yo la fastidié. Dar dejó caer los ojos hasta el suelo. — No quiero que pienses eso — dijo, tras pensar un momento. A veces necesitas cuestionarme, Kerry… no sé todas las respuestas, en ocasiones aprieto demasiado… y los resultados no acaban justificando los medios — sus ojos pasaron rápidamente, con sorprendente honestidad —. Deberías saberlo — Suspiró y miró alrededor —. No sé si esto es lo correcto a hacer… pero no sé que otra cosa intentar… y tengo que intentar algo. Kerry asintió y se acercó un paso más. Lo sé… fui tras aquel camión de allí, me senté… y pensé sobre ello… — hizo una pausa —. Por eso llamé al propietario del almacén… supe que era allí donde tenías que ir seguidamente. Dar alzó una mano y amablemente la extendió junto a su mejilla. — Gracias — murmuró con sinceridad. Eso estuvo muy bien de verdad… ¿Cómo supiste lo de el tablero? Kerry sonrió, sintiendo protestar a sus músculos faciales tensos por el frío. Tecnología moderna… entré en la página local del edificio e hice una búsqueda sobre la propiedad comercial disponible en esta área… listé mis especificaciones y salió — sus ojos centellearon gravemente ante el ensanchamiento de los de Dar —. Hasta encontré el número del propietario — Añadió —. No le hizo muy feliz que lo llamase a las dos de la mañana, pero al ofrecerle el veinte por ciento más de lo que me estaba pidiendo, hizo una excepción y dijo que venía ahora mismo. Vive a unos diez minutos de aquí.

Dar meneó la cabeza ligeramente y después, impulsivamente, abrazó a Kerry deleitándose en la calidez cuando la mujer más pequeña la rodeó con sus brazos y la estrujó con fuerza. Eres la mejor. Kerry sonrió de puro alivio, ignorando la humedad de la chaqueta de Dar. Se soltó de su jefa y le dio una suave palmada en el costado. Y… hey, ¿Dar? — ¿Mm? — los ahora cálidos ojos azules la consideraron. Kerry alzó su barbilla. Cuando quieras hablar de tu vieja historia… estoy aquí. Los párpados de Dar temblaron mientras agachó su cabeza por un momento, después la levantó. Gracias — respondió quedamente —. Quizá tengamos tiempo este fin de semana, para un montón de cosas, meditó. — Vale — Kerry exhaló. Bueno, creo que nuestro propietario viene por allí… supongo que es mejor que empecemos… pero, Dar, tengo que preguntarte una cosa… estamos reemplazando los routers, pero, ¿qué pasa con los paneles centrales? Esos no los podemos duplicar… ni aunque comandases media fuerza aérea. Dar deslizó un brazo sobre sus hombros y empezó a caminar hacia el edificio ahora encendido que estaba tras el centro de operaciones. No… pero los paneles centrales están en una habitación aparte… conectados por una fibra óptica LAN de puente — apuntó —. Y el bloque de acceso está en el tejado. Kerry miró fijamente en tejado, después sus ojos fueron hasta el nuevo camión que acababa de llegar llevando la insignia de la división de fibras ópticas de la compañía de teléfonos.

Oh… eres muy buena — se giró admirando a su jefa con la mirada — . Eso es muy hábil, Dar…¿pero sabemos si tienen potencia y si están encendidos desde ahí arriba? Creo que esa gente de ambiente lo apagaron todo. Dar dejó salir una respiración. Lo averiguaremos… pero tenemos mucho que hacer antes… va a ser una carrera. Kerry alzó la cabeza y contempló la creciente muchedumbre hacia la que se dirigían. Tengo la sensación de que voy a estar presente en la creación de otra leyenda de Dar Roberts. Hmm… esperemos que no sea mi canción del cisne, murmuró Dar. Kerry se giró y contempló el grupo disperso dentro del gran almacén diseminándose hacia fuera por la puerta e intentando esquivar la hierba y las bolas de polvo que rodaban lánguidamente por la sucia alfombra. Tenía un olor entre un sucio cobertizo y un garaje lleno de moho. Kerry arrugó la nariz por pura reacción. Pero por lo menos era caliente, más o menos, y no llovía dentro. Dar estaba de pie en el centro de la sala, con las manos en las caderas y los ojos contemplando el espacio en el que tenían que trabajar. Kerry se dio cuenta de que de su chaqueta goteaba bastante agua de la lluvia. — De acuerdo — dijo finalmente la alta mujer de pelo negro. ¿Ya ha llegado el camión? se giró hacia el gerente del complejo. Me ha parecido oír un motor fuera. Él asintió. Acaba de llegar… les haré apilar las cajas aquí y empezar a desembalar las cosas. Bien… deben tener estantes y una bobina de Cat 5 — le dijo Dar —. Es mejor empezar por que la gente haga cables puente… yo trabajaré con la compañía de teléfonos para conectar las líneas. — Ok — dijo él frotándose los ojos. Maldición… desearía que tuviésemos una urna de café aquí dentro, salió hacia el grupo de técnicos

gruñones. Café. Dar deseaba que él no lo hubiera pronunciado. Pudo sentir el agotamiento del día alcanzándola, mientras ella hacía un esfuerzo consciente para poner en marcha su cerebro enfocándolo en las cosas que aún no estaban hechas. El frío también le había engarrotado los músculos, y su rodilla medio curada llevaba horas doliéndole, desde que se había levantado y caminado. Con un suspiro, se dio la vuelta, casi chocó con Kerry. Qu… oh… perdona. La mujer rubia le puso un bulto de ropa en las manos. Toma… ve y cámbiate me estás haciendo castañear los dientes. Dar levantó las manos en reflejo y se encontró con ropa seca y cálida. Dond… um… gracias — le dirigió a Kerry una sonrisa de agradecimiento —. ¿Dónde está la tuya? Kerry le mostró la maleta que llevaba colgada al hombro. Voy a hacer una rápida salida con Mary… — apuntó a la gerente de día que había llamado al personal —. Cuando vuelva, me habré cambiado… están descargando los routers. T1.

Dar asintió. Lo sé… vale, voy a empezar por bajar las conexiones del Después de cambiarte de ropa — insistió Kerry — ¿Vale?

Una suave risa entre dientes. — Vale — Dar siguió los rótulos pintados apresuradamente que indicaban los sanitarios, se metió en el que decía “Señoras” haciendo una mueca de dolor al sentir el olor a leche podrida. Oh dios, Se debatió consigo misma mientras aguantaba la respiración.

Después decidió que desmayarse sería una mala idea, así que se limitó a atraer a su mente pensamientos más agradables mientras se quitaba rápidamente la ropa empapada. Fue casi como una experiencia sensual deslizar el limpio y seco tejido de los vaqueros por sus enfriadas piernas. Se puso rápidamente la camisa de franela que Kerry le había traído y la sudadera. Condenación, esto sabe bien — Comentó a la vacía habitación mientras recogía su camisa y sus pantalones goteantes, los escondía sobre un tenderete divisor y metía sus empapada ropa interior en los bolsillos de los pantalones. Se sentó en el borde de un barreño de agua mientras se ponía un par de gruesos calcetines calientes y sus zapatos de lona secos. Dejó caer las manos cuando acabó y se regocijó el simple placer de sentirse abrigada y seca tras unas cuantas horas de miserable humedad. Se preguntó brevemente cuánto tiempo le habría llevado hacer esto por sí misma. Se sintió culpable porque Kerry casi le había tenido que dar un codazo para que lo hiciera. Con un suspiro, se levantó, deseando que ella hubiera pensado en traerle algún analgésico para la rodilla. Se miró en el reflejo empañado pasándose los dedos por el pelo ordenándolo un poco. — Rata anegada — le dijo al reflejo, que le devolvía la mirada irónicamente. No te extrañes de que todos piensen que estás chiflada. Regresó caminando pesadamente al almacén. Sólo entonces se preguntó donde habría ido Kerry.

*** De acuerdo — Kerry esforzó la vista a través del parabrisas —. Necesitamos encontrar un sitio para comprar bocadillos o algo así para

todos… deben estar hambrientos, por supuesto, tenía un motivo personal para decirlo, pero parecía mucho más noble si pensaba primero en el grupo. ¿Hay algún 24 horas de comestibles por los alrededores? Mary se la quedó mirando. Estás de broma, ¿verdad? Vamos… hasta tenemos uno en Saugatuck — le dijo Kerry mirándola —. Bien… un Seven Eleven… un Wal Mart… lo que sea. ¿Qué tal un Big Fat Boy's Eat Em All ( El Gran Gordo Que Se Los Come Todos) ? preguntó Mary con el rostro completamente serio. Tienen un buen pastel. Kerry aguantó la respiración para evitar una risa nerviosa. Oh… vale… claro… — Y hay un Para y Compra… si quieres — añadió la mujer. — Los dos — dijo Kerry asintiendo firmemente con la cabeza. Um… el restaurante primero… ¿Aceptan cartones de crédito? Mary se rió. — De acuerdo entonces… primero al Para y Compra… puede que tengan un cajero — dijo Kerry con un suspiro. La otra mujer puso el coche en funcionamiento y echaron a andar por los oscuros caminos durante minutos antes de aparecer una tienda solitaria aunque bastante bien iluminada. Salieron del coche y entraron en la tienda. Kerry no se sorprendió al ver que eran las únicas clientes. Kerry fue hacia el obvio cajero nuevo que se encontraba en el lugar de honor cerca de la máquina de helados. Agarró en su cartón de crédito de la compañía, lo introdujo y marcó el código. Pensó durante un momento, tras lo cual marcó una cifra, imaginando que la máquina se bloquearía electrónicamente mientras analizaba su petición. Finalmente, le dio el dinero de mala gana. Extrajo la tarjeta, se dio la vuelta y comenzó a rondar pensativamente por los pasillos del

establecimiento. Menuda selección. Suspiró, y fue hasta el empleado que se encontraba donde la caja registradora observándola con ojos soñolientos. — ¿Puede darme una caja, por favor? — el hombre le dirigió una mirada confundida pero luego fue al cuarto trasero y regresó con una caja de cartón dándosela sin decir una palabra. GraciasKerry la cogió y fue hacia el estante donde escogió entre las escasas opciones de Twinkies y otros artículos. Escogió los artículos reconocibles, dejando atrás algunos paquetes dudosos que contenían dulces. Remolcó la caja hacia la parte delantera. Márqueme eso, por favor, le dijo al hombre antes de ir al congelador y estudiarlo. Una breve sonrisa le pasó por los labios, abrió el arca y tomó un artículo que entregó al empleado de la caja. De acuerdo, pagó al hombre, agarró la caja y siguió a Mary afuera. — No me puedo creer que estés haciendo esto — comentó la mujer. Abrió el maletero y la observó mientras ponía la caja dentro. Kerry estaba para contestar cuando apareció una oscura figura deambulando hacia ellas. — Hola preciosas — su barbudo rostro estaba ligeramente colorado y caminaba con un pequeño tambaleo. Parecéis mojadas… dejadme que os seque, extendió una mano pero Kerry lo esquivó. Hey… — No gracias… estoy bien… pero gracias por la oferta — la mujer rubia retrocedió hacia la parte lateral del coche. Aw… vamos… — el hombre fue tras ella haciendo eses rodeado de una nauseabunda nube de hedor a alcohol —. Una pequeña cosa bonita como tú… ven aquí… no te haré daño… — No… en serio… estoy bien… — Kerry aguardó a que Mary abriese su lado y se metiese dentro del coche y le abriese la puerta. No… detente…

Él le agarró la chaqueta y tiró de ella acercándola. Unos ojos inyectados en sangre la miraban a la cara ávidamente. Kerry suspiró. — No estoy de humor para esto — liberó el brazo de un tirón, lo agarró de la mano y lo tiró por encima de su hombro con un movimiento bien aprendido que lo hizo aterrizar de cabeza sobre el helado fango. Entonces, abrió rápidamente la puerta del coche y se dejó caer en el asiento. Cerró la puerta con un portazo y murmuró un comentario mientras meneaba la cabeza. Imbécil Mary arrancó el coche sin articular una palabra y comenzaron a andar.

*** — ¿Mandaron un centro de Ethernet? — Dar se apoyó en los estantes que acababan de ser montados y observó mientras otra caja aun estaba siendo desembalada. El mohoso olor del almacén estaba casi completamente substituido por el aroma a aparatos electrónicos recién abiertos. La sucia y estropeada alfombra estaba cubierta de técnicos de aspecto cansado ocupados en hacer cables y en ensamblarlos. — Sí… está allí — el hombre al que estaba dirigiéndose apuntó sin levantar la vista, ocupado en su tarea y abstraído de su interlocutor. A Dar no le importó. Fue hasta la caja que el hombre le había indicado y asomó la cabeza al interior. Descubrió el artículo que estaba buscando, lo sacó de la envoltura protectora de plástico que lo envolvía y le quitó el polvo de encima. — Genial — fue cojeando hasta una improvisada mesa donde dejó la

caja. Sacó la pequeña navaja del bolsillo de sus vaqueros y cortó la tapadera del recipiente. Sus ojos examinaron el aparato. Lo extrajo del paquete y lo llevó hasta el primer estante. Lo deslizó hacia un lugar encima del primer router y lo atornilló. Ya está… si los ajustes están preparados, podemos empezar a enganchar estas condenadas cosas. — De acuerdo — concordó fatigadamente el gerente del complejo encendiendo el centro. Por lo menos enviaron supresores de subidas de tensión… pero me alegro de haber encontrado esas alargaderas en el sótano. — Mm — dijo Dar mientras pulsaba en los interruptores de los routers instalados. Oh mierda… Se frotó los temporales. Necesito un condenado recto a través del cable de serie y un 9pin para programar estas malditas cosas. John maldijo por lo bajo. Cristo… de acuerdo… déjame ver lo que tenemos… puede que consiga que alguien alambre una pieza de Cat 5 como serie. Dar se apoyó contra el estante un momento. Se enderezó y fue hasta donde los técnicos de telecomunicaciones se encontraban atornillando y conectando los cables de dos grande bloques. ¿Cómo va eso? preguntó examinando los enchufes. Estupendo. El técnico que estaba más cerca levantó la vista. Ya casi está… tiene suerte, señora… este es el único panel de enchufes múltiples en esta parte de las Carolinas… no tengo ni idea de cómo consiguió inventario para dejarnos. Los orificios nasales de Dar echaron llamaradas. — Te lo diría, pero tendría que matarte — bromeó débilmente recordando la conversación de veinte minutos, a pleno pulmón, maldiciendo en dos idiomas con un gerente de infraestructura de nivel medio de la compañía de teléfonos. ¿Podemos empezar a encenderlo?

Acabó con el último tornillo sobre la desconchada pintura del panel de conexiones. Sí… ¿Tiene los cables de conexión? levantó la vista viendo que Dar le daba una mano llena de lo que había pedido. Oh… bien… Tomó el manojo y empezó a conectarlos al tiempo que Dar conectaba el otro extremo al equipo. ¿Qué hora es? Dar consultó el reloj. — Cuatro y media — dijo haciendo una mueca de dolor. Muy bien…¿la fibra está conectada? — Casi — comentó el hombre mientras iba hacia la puerta. Dar terminó su labor, retrocedió un paso y consideró en equipo ensamblado. — Que enredo — había cables por todos lados, conectando los routers, los intercomunicadores del centro, sin mencionar los cables de energía que corrían por todas partes. Lucecitas verdes y rojas empezaban a pestañear en los routers. Se pasó una mano por el pelo, mientras trataba de dejar atrás el cansancio imaginando qué necesitaba que ocurriese seguidamente. Oh. Cierto. Agarró su teléfono móvil y marcó un número. — MIS —contestó una voz. Mark…??? bien… tenemos los… empezó a decir Dar. Circuitos conectados… sí, los veo… pero aún no están terminados — respondió Mark, en medio de un ruido de llaves —. Mierda, eso fue rápido Dar… ¿Qué hiciste, coaccionar a toda la compañía telefónica? Dar suspiró. Tuvimos suerte… ya había bloques terminales en este maldito almacén… acaban de asignar los pares — encontró una caja donde sentarse y tomó una profunda respiración —. Esa fue la parte fácil… ahora tengo que configurar los routers, y meter el cable de fibra… Dios quiera que esos condenados paneles centrales estén aún andando sin el generador, o estaremos haciendo todo

esto para nada. — Suenas agotada — comentó Mark quedamente. — Ha sido un largo día — reconoció Dar, reposando los codos sobre las rodillas y cerrando momentáneamente los ojos. Desearía tener algo de… Dejó de hablar y levantó la vista cuando el aroma a café recién hecho le acertó en la nariz. Encontró unos pálidos ojos verdes mirándola fijamente. Oh, eres una visión para mis pobres ojos, murmuró. Mark carcajeó en su oreja. — Dile hola a Kerry de mi parte — remarcó irónicamente. Kerry le entregó una grande taza de café. Hola Mark…¿Te podemos llamar de aquí a un momento? — aguardó la respuesta y después colgó —. Siento haber tardado tanto… no te haces idea de lo difícil que es encontrar lugares abiertos en esta zona a estas horas — Echó una mirada alrededor —. Wow. Dar sorbió el café sin hacer comentarios, sintiendo como regresaba algo de vida a su interior junto con el cálido y dulce brebaje que iba hacia su estómago. — Estaba a punto de mandar una patrulla de búsqueda — notificó a su compañera. Tenemos los circuitos conectados, pero… Dar dejó entrar un poco de duda. Maldición, Kerry… no sé si podemos lograrlo… falta demasiado por hacer — Lanzó una mirada por encima del hombro al sistema medio ensamblado —. Quizá estaba chiflada al intentarlo. Kerry la contempló con inquietud… la cara y los brazos de Dar estaban cubiertos con borrones de polvo y suciedad procedentes del

equipamiento. Tenía oscuros círculos bajo los ojos, visibles incluso bajo la escasa iluminación. — Dar… si tú no crees que esto va a funcionar… no podrás lograrlo — se sentó junto a su jefa. Compré comida para todos… eso ayudará… y puedo programar los routers, si me dejas ir a cambiarme primero. Unos ojos contemplaron.

azules

inyectados

en

sangre

se

elevaron

y

la

— Eso está bien… eres certificada en Cisco, ¿verdad? — una renuente sonrisa tiró de sus labios. Ve a cambiarte… tengo montados los cables para los portátiles… si las dos trabajamos en ello, podremos avanzar bastante para que los otros técnicos se puedan conectar y empezar a descargar las tablas de asignación de rutas. — Hecho — Kerry se colgó su bolsa del hombro y se encaminó a la sala de descanso. Se cambió rápidamente y colgó su ropa mojada junto a la de Dar. Regresó y encontró a su jefa encorvada sobre una caja, estudiando la pantalla del portátil. El reflejo plateado titilaba sobre el bronceado rostro, el cual mudó cuando Kerry colocó su portátil junto al de ella. Ok, La mujer rubia sonrió cuando un técnico le extendió un cable. Gracias — Lo conectó, y después comunicó el otro extremo con uno de los routers —. Oh. Vuelvo enseguida. Dar asintió con la cabeza absorta en su pantalla. — Espero acordarme de cómo se hace esto — murmuró apartando de un empujón su desagrado por no poder usar el sistema informático del complejo, significando que sólo Kerry y ella sabían cómo conectarse y programar los complicados dispositivos. Esto llevará un rato, el aroma a comida cocinada se esparcía por la sala y muchos de los técnicos habían vagado hasta donde Kerry había colocado las cajas, dejando a Dar en un relativo aislamiento mientras se rompía la cabeza con el programa.

La pantalla comenzó a parpadear y se detuvo ante lo que parecía como la vigésima pantalla. Se reclinó hacia atrás y se frotó los ojos, mientras su espalda protestaba por su encorvada postura. — Creo que es esto — comentó a Kerry, que se había arrodillado a su lado. Que?… — Abre la boca — le indicó Kerry tapándole los ojos. Dar la miró de hito en hito, sin comprender. Después, con vacilación, abrió la boca. Se sobresaltó cuando una cucharada de frío helado de chocolate fue depositada dentro. Pestañeó varias veces. — Mm — tragó la sabrosa crema. ¿Es Haagen Daz? — Sí — la informó Kerry ofreciéndole otra cucharada. Y no me preguntes dónde he encontrado Haagen Daz en medio del quinto pino de Carolina del Norte, ¿vale? Observó cómo toda la pose de Dar se mostraba más alegre. Estaba convencida de que si la mujer de pelo negro tuviese un rabo, lo estaría moviendo con entusiasmo. Es fabuloso lo que te hace el helado, ¿sabías? Dar se lamió los labios. — Hey… son drogas de recreo — remarcó irónicamente ¿Qué le has traído a todos esos tipos? Kerry echó un vistazo por encima del hombro. — Lo mejor del buffet de El Gran Chico Gordo Os Comerá a Todos — le dijo a su jefa, tomando una cucharada de helado. Y una caja de Twinkies, Bolitas de nieve, Ping Dings y Mallomars. La mujer de pelo negro se tapó la boca rápidamente sofocando una risa casi histérica. ¿Trajiste algún buffet? se las arregló para preguntar. Maldición… pensé que era más… uh… — Estás de broma, ¿verdad? — dijo Kerry dándole más helado. Me

gustaría vivir para regresar a Miami, gracias… y me sé el sermón de que sí, durante el día, es mucho más sofisticado por aquí… pero estos lugares lo cierran todo por la noche, porque todos los trabajadores se han ido a casa. — Bueno… — Dar aceptó otra cucharada y la saboreó con alegría. Fue una buena idea, creo… les dará a todos suficiente energía para aguantar hasta por la mañana — Hizo una pausa y observó a su compañera —. Y entonces, ¿no hay buffet para ti? Kerry chupó la cuchara. Um… no… en realidad… yo… hizo una pequeña mueca. Tengo una debilidad por las Bolas de Nieve — Admitió un poco avergonzada —. Eso tiene bastante azúcar para mantenerme en funcionamiento. Dar rió. ¡Ah! Ya veo… bromeó cariñosamente. ¿Esas blancas que llevan chocolate dentro? Unos ojos verdes parpadearon con sus doradas pestañas ante ella. — Sí — confesó, un poco ruborizada. — ¿Quieres compartir un paquete? — preguntó Dar alzando una ceja. Kerry se aclaró la garganta. Oh… no, estoy bien… yo… después levantó la vista. Bueno, quizá uno. Dar sonrió, encontrando energía para levantarse y desperezarse. Sintió regresar su propia determinación. Miró por la habitación, planeando el próximo movimiento.

*** El alba apareció, tornando la oscuridad de fuera en un apagado gris en cuanto la lluvia continuaba. Dentro del almacén, sólo se denotaba por la suspensión del aroma a café, procedente de la multitud de termos que

llenaban la sala. — De acuerdo, Mark — Dar se apoyó contra la pared, cruzando los tobillos y liberando el peso de la rodilla ¿Puedes verlos? Sonidos de clicks. — No… no… espera — más sonidos de clicks. Ah… sip… ahí están… Dar cerró los ojos en profundo alivio. ¿Todos? — Espera… tengo Unicenter cargado — murmuró el jefe de MIS. Espera… espera… ok… sí confirmó. Estoy viendo todas las puertas, y dos canales centrales — Un golpe —. Wow… un trabajo tremendo, jefa… eso sí que es patear traseros. Dar dejó su cabeza reposar contra la pared. He tenido mucha ayuda — murmuró —. Vale… ahora… voy a iniciar el canal de fibra, se incorporó y pulsó un interruptor. A lo largo de la sala, se encontraban cuerpos tirados sobre la alfombra, o apoyados contra las paredes. La puerta estaba abierta caprichosamente dejando entrar el aire frío y húmedo. — No lo veo — la voz de Mark sonó cortante a través de su extenuación. — Mierda — Dar se apartó de la pared de un empujón y examinó el equipo. Yo no… está conectado… déjame ver… ¿Determinaste el IP? preguntó Mark delicadamente. Dar pensó sobre ello. No me acuerdo, levantó la mirada al acercarse Kerry. Mark ve los canales centrales y los routers… pero no ve esta caja… ¿La programamos? Kerry trajo el portátil, lo conectó y marchó por varias pantallas. — Nop — tecleó varios comandos y después reinició la unidad. Inténtalo ahora.

Mark cliqueó un poco y soltó un gruñido. — Lo tengo — introdujo unos cuantos comandos rápidamente. Aunque necesita las tablas secundarias… aguarda… ya estoy allí… puedo bajarlas de aquí… esperad… vale — Suspiró —. Lo tengo… lo tengo… sin embargo, vais a tener que IPL los paneles centrales. Dar y Kerry intercambiaron miradas. — ¿Qué? — preguntó Dar ¿Pensaba que estaban encendidos? — Y lo están — dijo Mark. Pero los puertos se apagan cuando no tienen actividad hasta un cierto punto… es un defecto de programación o algo así… tenéis que reiniciarlos. Dar dejó salir una explosiva respiración. Hijos de puta… Mark, no podemos entrar allí dentro, le dijo. ¿Puedes hacer el IPL desde ahí? — Tiene que ser una reiniciación del hardware — respondió el jefe de MIS. Dios, Dar… lo siento… lo sabía, en el fondo de mi cabeza, debí habértelo dicho antes… no me di cuenta… No. Dar golpeó la pared con la cabeza, maldiciendo por lo bajo mientras respiraba. Kerry se mordió el labio pensativamente, mirando con ansiedad a su compañera. ¿Y si apagamos y volvemos a encender el generador del edificio? preguntó de súbito. Está fuera. Dar se la quedó mirando, colgó el teléfono en el estante de fibra, agarró a la mujer rubia y le plantó un sonoro beso en medio de la sala. — Te quiero — dio una palmadita en la mejilla de Kerry y se encaminó hacia la puerta. Kerry permaneció petrificada en el sitio, aturdida y sin habla. Estaba de espaldas a toda la gente y casi podía sentir los ojos de todos clavados en su nuca. Finalmente, agarró el teléfono celular y se aclaró la garganta.

Um… hola. Mark también se aclaró la garganta. — Hola — respondió. Supongo que le gustó la idea, ¿huh? — Uh… sí — dijo Kerry sobresaltada y girándose lentamente, descubriendo a la mayoría de los técnicos desmayados y sin prestarle atención. Aunque, había un puñado de rostros estupefactos. Hizo acopio de una débil sonrisa para ellos. Por lo menos espero que funcione. — Hey… seguro que golpea a esos cabrones — un técnico rió. Creo que me mudaré a Miami… tienen un plan de bonos mejor, siguió una ronda de cansadas risas. Kerry se pasó una mano por el sonrojado rostro y suspiró. Voy a matarla por esto, murmuró y levantó la vista cuando Dar volvió a entrar en el edificio. — De acuerdo chicos… tenemos quince minutos, y sabremos si todo esto habrá valido la pena — anunció la mujer de pelo negro. Si lo ha valido como si no… me gustaría agradeceros a todos el haber permanecido aquí… se que os hemos pedido mucho. Un desanimado silencio observar los routers, cuyas apagadas. Dar caminó hacia pared, agarrándose las manos

cayó sobre ellos y todos se sentaron para luces de tráfico de información estaban donde estaba Kerry y se sentó contra la frente a ella.

Espera. Kerry se sentó junto a ella y sujetó el teléfono con el cuello mientras cruzaba las piernas y apoyaba los codos en las rodillas. Pasaron quince minutos, y no había cambios en las luces. Dar cerró los ojos y dejó caer la cabeza derrotada, apenas sentía la mano de Kerry en su brazo. De todas las veces que podía fallar tenía que haber escogido esta. Se negó a oír el murmullo de frustración que reverberaba por la sala

débilmente iluminada, hasta que los cansados gestos cayeron sobre ella. — Fue un condenado buen intento — Kerry apoyó la cabeza contra el hombro de Dar. — No lo bastante bueno — fue la susurrada respuesta. La mujer rubia se acercó más, accidentalmente dio un tirón de la clavija de encendido del canal de fibra del muro. — Oh… mierda — lo apartó de un empujón con una mueca de disgusto. Por todo lo bueno que hicimos, murmuró centrando la atención en Kerry. Hey… vamos… nadie podría haber hecho nada más, Dar. — ¡Hey! — una pequeña voz la distrajo, y alzó el teléfono. ¿Qué pasa, Mark? No ha funcionado, admitió Kerry. — ¡¡Y una mierda… sí que lo ha hecho!! — gritó el jefe de MIS. ¡¡Estoy recibiendo información!! La cabeza de Dar se irguió de un tirón al oír aquello y ambas miraron el estante de los routers, donde unas lucecitas estaban volviendo a la vida en una danza electrónica. Hijo de perra. Los técnicos empezaron a gritar apuntando a los routers. — ¡Wow! — dijo salir Kerry con sorpresa y con una risa de regocijo, me imagino que llevó unos cuantos minutos más… No… Dar miró el canal que estaba sobre su cabeza. Lo hiciste tú… reiniciaste el canal de fibra óptica — Agarró a Kerry y la abrazó —. ¡Lo hiciste tú! Atónita, Kerry se la quedó mirando. ¿Lo hice yo? miró alrededor y vio la clavija. ¡Fue un accidente!

— ¡Waaahoo! — gritó Mark a través del teléfono ¡Increíble, Dar! dale a esa mujer un beso de mi parte. Los ojos azules, ahora vivos, miraron traviesamente a Kerry. Oh… creo que puedo hacerlo, se levantó y tiró de Kerry con ella mientras un coro de cansados aplausos llenaban la sala. — Uh…¿Dar? — susurró Kerry desesperadamente. Um… sabes, adoro cuando me besas… de veras que sí, pero um... podríamos sólo... Movió la cabeza en dirección a los expectantes técnicos. Me siento como un video juego. Dar soltó una carcajada. De acuerdo… aflojó, pasando un brazo sobre el hombro de Kerry y caminando hacia el grupo que ahora hablaba con excitación. Agarró el teléfono que sujetaba Kerry. Entonces…¿todo está online? — OH… sí… — dijo Mark con una carcajada. Oh espera… está el teléfono rojo… imagínate, el sol está empezando a salir — Murmuró —. MIS Operaciones, Polenti, una pausa. ¿Hmm? Oh… sí, estamos conectados… no hay problema, otra pausa. Sip… eso también… toda la red está conectada — Una larga pausa —. Sí, la tengo en la otra línea… qu… vale… de veras… gracias, colgó el teléfono. Hey, ¿Dar? — ¿Sí? — respondió Dar, aceptando los gritos de felicitaciones de la multitud. — Les me ha dicho que te diga que durmió como un bebé — relató el jefe de MIS. Dice que lo entenderías. Dejó que una fugaz sonrisa sin humor cruzase su cara. Sí… lo entiendo — respondió —. De acuerdo… déjame salir de esta cosa… me voy a asegurar de que está estable, y luego me voy a dormir un poco — la idea de una cálida cama y acurrucarse junto a Kerry se le hizo abrumadoramente atractiva —. Hasta luego, colgó y se guardó el teléfono en el bolsillo. Personal fresco estaba entrando en el edificio mirando cautelosamente alrededor de la puerta de entrada hasta localizar rostros

familiares. Un supervisor estaba ocupado haciendo una planificación, y otras dos nuevas caras estaban extrayendo consolas monitorizadotas de las cajas y preparándolas. creer.

— Lo hicimos — declaró Dar, en un tono admirado. No me lo puedo Kerry exhaló. Claro que lo hicimos, confirmó.

Ambas miraron cuando alguien llamó por el nombre de Dar desde fuera. Un hombre vino apresuradamente hacia ellas, deteniéndose cuando las alcanzó. — ¿Srta. Roberts? — preguntó. Hay algunas personas fuera… creo que son la gente de medio ambiente… quieren verla. Dar se puso inmóvil. ¿Algunas personas como las de anoche? preguntó cautelosamente. Él asintió. Sí… la misma doctora… pero dijo que su jefa estaba aquí… quiere hablar con usted — hizo una mueca —. Fueron bastante rudas al respecto, añadió, después se giró hacia alguien que lo había llamado y se marchó. Kerry miró el rostro de Dar, viendo en él confusión y desgana. ¿Quieres que me haga cargo? preguntó sin rodeos. Unos claros ojos azules se clavaron en los de ella. Gracias… pero… um… será mejor que vaya, le dijo Dar pesadamente. Espera aquí… no tardaré mucho… ya que ahora ya no me importa cuándo van a limpiar el otro edificio… con tal de que mantengan los generadores en funcionamiento. Kerry no se echó atrás. ¿Seguro que no quieres compañía? no tenía ni idea de qué era lo que estaba asustando tanto a Dar, pero maldición si no iba a ver de qué se trataba. Dos de ellos… sólo es justo si están dos de nosotros.

Dar dudó. — Su jefa y yo tuvimos un asunto — admitió finalmente. — Me lo imaginaba — contestó tranquilamente la mujer rubia. Esa era la vieja historia, ¿cierto? Un asentimiento. Sí. Dar, ha sido una noche muy larga… estás cansada… deja que me ocupe de ellas por ti, alegó Kerry sosegadamente, viendo la sombría indecisión en los ojos de Dar. O, por lo menos, deja que vaya contigo. Cedió. De acuerdo, Dar se pasó una mano por el pelo. Acabemos con esto… quiero irme de aquí, agarró el maletín de Kerry y se lo colgó del hombro. Después podemos irnos. Salieron, lado a lado, a la gris llovizna.

*** Era casi como si su estómago estuviese retorciéndose en nudos. Kerry caminó al lado de su jefa, observando los músculos de su mandíbula tensarse y relajarse en el lateral de su rostro mientras se dirigían al la oficina de redes. Dos figuras se encontraban de pie bajo el saliente protegidas de la lluvia, y Kerry casi sintió a Dar encresparse cuando las divisó. Esto era potencialmente muy feo, se dio cuenta, estudiando a las dos personas. Una era la Dra. Simmonds, a quien conocía. La otra, una alta mujer estereotipada con el pelo acastañado por el sol estaba de pie tranquilamente observando a Dar como un halcón cuando ésta apareció. Kerry tuvo un inmediato y muy visceral deseo de patearle las espinillas y tuvo que preguntarse sobre su reciente naturaleza física.

— ¡Hey, Dar! — una voz las interrumpió, haciéndolas detenerse y girarse hacia la figura que venía corriendo hacia ellas. Era el gerente regional de Bellsouth, que extendió una mano hacia Dar al tiempo que se acercaba. Oí que funcionó…¡felicidades! Dar hizo acopio de una sonrisa y aceptó su mano. Vosotros hicisteis que ocurriese — le dijo cordialmente —. Os empeñasteis a fondo… no piensen que lo olvidaré. Kerry se dio cuenta de que estaban lo bastante cerca de las otras dos mujeres para que los oyesen y vio sus rostros colgarse. Una sonrisa apareció en su rostro al ver aquello. Sí… fue estupendo trabajar con vosotros, añadió ella aceptando también su mano. Tus técnicos son fantásticos… nos trajeron de vuelta sin problema, se aseguró de que su voz fuese un poco más alta de lo necesario. Bueno, gracias… dijo él sonriendo. ¿Puedo invitaros a un desayuno a la antigua usanza? Dar rechazó la invitación con pesar. Tenemos que ocuparnos de unos asuntos… pero gracias por la oferta — asintió hacia las dos mujeres que estaban esperando —. Creo que las científicas quieren decirnos algo. Cierto… bueno, cuidaros, dijo gesticulando con las manos, después se fue a paso acelerado aclamando a uno de los técnicos que pasaban cerca. — Sabes, Dar… — dijo Kerry un paso por detrás en cuanto retomaban su caminata. Si no lo supiera bien, creo que esta gente se quedaron decepcionadas de oír que las cosas hayan funcionado, sus ojos volaron hacia sus blancos. — Mm — murmuró Dar. Puede que tengas razón, dijo como para dentro para sacarse el algodón de la boca e intentar ignorar el batimiento de su corazón, muy consciente de los ojos de Shari puestos en ella.

Hizo acopio de su frialdad, su fiereza exterior y las colocó en su sitio. — ¿Dar? — la voz de Kerry descendió a un bajo murmullo. — ¿Hmm? — agachó la cabeza ligeramente mientras cerraba y abría fuertemente los puños. Te quiero. Dar pestañeó y después levantó la vista cuando se encontraron con las dos mujeres. Shari, ¿quién? — ¿Necesitabais hablar conmigo? — preguntó afablemente, sintiendo desvanecerse su temor, apartándolo de un codazo, respirando el conocimiento de que Shari había estado equivocada todos estos años. Sus ojos se encontraron con los de su antigua amante, y le dedicó un pequeño asentimiento de reconocimiento. Hola, Shari. — Dar — respondió la mujer en una voz baja y musical. Sus ojos fueron rápidamente a la cara de Kerry y elevó una ceja. — Lo siento… — Dar sintió una sonrisa aparecer por los cantos de su boca. Esta es mi socia, Kerrison Stuart… Kerry, esta es Shari Englewood. — Es un placer — respondió Kerry educadamente extendiendo la mano y devolviendo el fuerte apretón con uno suyo. Se produjo un silencio embarazoso. ¿Os importaría dejarnos a solas? — dijo Shari finalmente —. Me gustaría hablar con la Srta. Roberts en privado. La Dra. Simmonds se alejó de inmediato, aparentemente agradecida de poder salir de la situación, pero Kerry se quedó allí parada durante un largo momento, mirando fijamente a la mujer de pelo castaño antes de agarrar el maletín que tenía Dar y dedicarle a su jefa una rápida sonrisa.

Te veo en el coche. Dar medio giró la cara y le guiñó un ojo. — No tardaré mucho — observó a Kerry caminar a grandes pasos hacia el vehículo, agachando la cabeza bajo la persistente lluvia. Después se dio la vuelta y cruzó los brazos sobre el pecho. Y esperó. Los ojos grises la estudiaron, y ella devolvió la mirada sin acobardarse, manteniendo una expresión reservada. Shari no había cambiado mucho, salvo que había ganado un poco de peso y su rostro había adquirido una expresión más fría y predadora. Dar se percató de que seguía siendo muy atractiva y la mirada de aquellos familiares ojos le trajo viejos y dolorosos recuerdos que intentó quitarse de encima. — No has cambiado mucho — dijo Shari finalmente. ¿Aún andas por ahí haciendo el trabajo sucio? Dar se negó a tomarlo como ofensa. — Claro — dijo arrastrando las palabras. Solo que ahora me pagan más por ello… y tengo un despacho en el ático, le produjo un poco de satisfacción decir aquello y una pequeña risa burlona asomó por el canto de sus labios para certificar la mofa. Y dicho sea de paso, si tu equipo de químicos no encuentra rastros de vuestra peligrosa sustancia, te encontrarás la factura de todo esto en tu escritorio. — Oh, los encontrarán — respondió. Yo no me preocuparía por ello… me hizo tan feliz oír que la ibas a cagar que tuve que venir a verlo personalmente, sus ojos vagaron por el cuerpo de Dar. Pero volviste a sacar el jodido conejo de tu culo, ¿Verdad? Resolló. Eso apesta, Dar… debí haber venido anoche, cuando Anne me dijo que te estabas desgarrando los cabellos. — Siento haberte decepcionado — contestó Dar. Ahora, a menos que

tengas algo de decir de verdad, tengo un Jacuzzi y una cálida cama esperándome, dejó salir una franca sonrisa a sus labios, observando la diminuta reacción en los claros ojos de Shari. Siguió una pequeña negación con la cabeza. Se me había olvidado lo diferente que pareces cuando sonríes, caviló la otra mujer. Vas a estar mucho tiempo en la ciudad, ¿Dar? Uh oh. Sólo hasta esta noche… después me iré unos días a las montañas, respondió cautelosamente. ¿Por qué? Un encogimiento de hombros. Pensé que quizá nos pudiésemos sentar y hablar unos minutos, hizo una pausa. ¿Estás con alguien? Dar a duras penas podía creer lo que estaba oyendo y sintió una fría rabia empezar a fraguarse. Sí, respondió tranquilamente. A pesar de tu predicción. Un suave bufido. Me encantaría… ¿Conocerla? arrugó la nariz al preguntar. Dar usó su aplomo. Ya lo has hecho, contestó suavemente. Ahora, si me permites, tengo que irme, hizo un asentimiento a Shari, se dio la vuelta y empezó a caminar hacia el coche. Espero que sepa en lo que se está metiendo, gritó Shari tras ella. Dar se detuvo y se giró. Tenías razón en algo, la miró fijamente a través de la helada lluvia. No tenía ni idea de lo que era el amor, observó con salvaje satisfacción mientras el comentario era entendido, después se dio la vuelta y se fue.

***

Kerry se alegraba de que, por lo menos, fuese de día. Estaba cansada, y sabía que los reflejos estaban resentidos, pero el tráfico estaba muy ligero. ¿Gira a la derecha ahí arriba? preguntó suavemente, con una rápida mirada a su compañera. Dar asintió. Kerry estaba preocupada. Dar había estado distante desde que había regresado al coche, dejando descansar su cabeza contra el vidrio de la ventana, su reflejo era evidentemente triste a los ojos de Kerry. Indecisamente, se había inclinado hacia ella y le había cogido la mano, animándose cuando los largos dedos se apretaron sobre los suyos inmediatamente. ¿Estás bien? Sí, Dar suspiró. Sólo estoy cansada, giró la cabeza y estudió el perfil de Kerry. Creo que necesito una siesta. Kerry la miró. Yo también — confesó —. Me duele la mano con este frío… ¿Cómo está tu rodilla? Dar la frotó con su mano libre e hizo una mueca. La mujer rubia aguardó un tiempo y tomó una respiración. ¿Esa mujer aún de preocupa? Los músculos a lo largo del maxilar de Dar se contrajeron, y se relajaron. Es… sólo me ha traído viejos y malos recuerdos… eso es todo. Mm… Kerry esperó, pero no vino nada más. ¿Algo que quieras compartir? Dar pensó en ello un largo rato, mientras filas de húmedos y grises árboles pasaban a su lado. Yo… se detuvo y se aclaró la garganta. Yo nunca… nunca antes he

hablado de ello con nadie… quizá un par de orejas amigas ayuden, interiormente se dio cuenta de que era un abismo descomunal por el que se había lanzado, pero Kerry no podía saberlo. Los cantos de la boca de Kerry se curvaron, en cuanto guiaba el coche cuidadosamente por la delgada carretera y un largo camino de acceso donde una señal anunciaba la presencia del hotel en el que se alojaban. Creo que eso se puede arreglar, introdujo el coche en el estacionamiento exterior y aparcó. Vamos. Dar la siguió de buena gana por las escaleras, llevando al hombro su bolsa de noche y dedicando al botones una breve sonrisa mientras Kerry le daba las llaves del coche. Se acercaron al mostrador y Dar dio su nombre tranquilamente al encargado. Era supuesto venir anoche, pero… Sí, Srta. Roberts… su oficina llamó y nos informó, le dijo la mujer sonriéndole. Guardamos la habitación… no hay problema… y um… Rió un ligeramente entre dientes. Creo que tienen una pequeña sorpresa esperándolas arriba. Dar y Kerry intercambiaron recelosas miradas. ¿Una sorpresa? preguntó Dar. ¿Qué tipo de sorpresa? La mujer le sonrió alegremente. Ahora… si se lo dijera, ya no sería una sorpresa… pero no se preocupen. No es nada malo, les extendió las llaves del cuarto. Aquí tienen… tenemos servicio de habitaciones disponible las veinte y cuatro horas, y están en la planta del conserje, así que pueden preguntarle al salir del ascensor si necesitan algo.

Dar suspiró. Gracias, tomó la llave y le dio a Kerry la suya, después siguió a la mujer más pequeña mientras se dirigían al ascensor. Odio las sorpresas, se quejó. Kerry le dio unas palmaditas en el abdomen indulgentemente. Vamos, Dar… probablemente sea una cesta de fruta, reprendió a su jefa. ¿Puedes relajarte? Todos los hoteles hoy en día lo hacen con los clientes VIP. Mmph, Dar se reclinó contra la pared del ascensor e intentó ahogar un bostezo. Sí… supongo, esperó a que las puertas se abriesen, se apartó de un empujón de la pared trasera y caminó pesadamente entre ellas, dedicándole un asentimiento al rosado y ancho conserje antes de pasar por su mostrador. Su cuarto estaba en la esquina. Dar extrajo la tarjeta llave, la utilizó, y giró el picaporte cuando se encendió la luz de abierto empujando la puerta. El aroma a chocolate las alcanzó y las hizo pararse a ambas en su camino. — Whoa — dejó salir Dar al encender las luces. Era una habitación grande, con una grande ventada una grande y aparentemente cómoda cama. Una puerta en un lado conducía al cuarto de baño y otra en el otro lado al enlosado Jacuzzi. Frente a ellas estaba una mesa redonda, cubierta con una enorme cesta rebosante de todas las variedades de tipos de chocolate. Dar se encontró a sí misma mirándola con una tonta sonrisa. Ooh, Kerry la miró a hurtadillas. Pensaba que no te gustaban las sorpresas, comentó dándole una palmada a su jefa al pasar a su lado y soltar el bolso. Te voy a decir una cosa… siempre que quieras sorprenderme con cincuenta libras de chocolate, adelante, respondió Dar, arrancando la tarjeta de la adornada asa y examinándola. Es de Les.

— Ohh — sonrió Kerry. Que sorpresa, se acercó y miró la tarjeta. Es muy dulce de su parte. — Bueno — dijo Dar escarbando entre los contenidos de la cesta. Considerando que acabamos de salvarle su trasero de franela gris, no es algo sin precedentes, Miró a Kerry. Habría doce cuentas principales en cola si no hubiéramos puesto a trabajar aquel material esta mañana. Kerry se detuvo completamente y se la quedó mirando. ¿Por qué no me lo dijiste? le preguntó picada. Dar miró la superficie de la mesa y jugueteó con la tarjeta. No tenía sentido que ambas estuviésemos enfermamente preocupadas… supongo… no sé… debí haberlo hecho, miró a Kerry con remordimientos. No es que hubieras podido hacer más de lo que has hecho, hizo una torpe pausa. Lo siento. Kerry la miró enfadada. No… pero ello había explicado por qué estabas tan condenadamente tensa, empezó a decir, después vio una casi imperceptible mueca de dolor en el rostro de Dar. Ahora no, Kerry. La avisó su mente. Ahora no… está cansada, estás cansada, y te ha pedido disculpas por no haberte dicho nada. Déjalo ir . Jesús, Dar… dímelo la próxima vez, ¿huh? Así podré morderme las uñas contigo, le dijo a su jefa con una sonrisa de lado. Dar se relajó ligeramente. Lo haré, prometió quitándose la chaqueta y colgándola en el pequeño armario. Me pregunto cuánto tiempo nos llevará dar cabo de esa cesta, dijo girándose hacia Kerry con una sonrisa. Kerry miró la enorme cesta con trepidación. Creo que nos pondremos enfermas del estómago si lo intentamos, comentó irónicamente, mientras se quitaba la chaqueta y se sacaba la camisa por fuera de los pantalones. Debe haberse movido bastante rápido… ni siquiera son las nueve. — Bueno… — Dar se quitó los tenis y los arrojó cerca de su bolsa, después se quitó la sudadera por encima de la cabeza colgándola

pulcramente en la silla antes de desabotonarse la camisa de franela y quitársela. Si yo pude instalar setenta circuitos T1 y routers antes del amanecer, creo que me las arreglaría para conseguir una cesta de chocolate, se inclinó hacia atrás y se desperezó, estremeciéndose cuando los dos hombros crujieron antes de enderezarse y pasarse los dedos por el cabello para frotarse la nuca. Dios, estoy cansada — Admitió —. Me alegro de que haya acabado… podemos descansar hasta la hora de cenar, después no iremos a la cabaña. Está más o menos a una hora de aquí… y parece que el tiempo se está aclarando un poco. — Me parece bien — dijo Kerry andando hacia ella, habiéndose despojado de los pantalones y con la camisa medio abierta, para desabrochar los vaqueros de Dar. Sus dedos se deslizaron fácilmente bajo la pretina y soltó el primer botón, dejando que sus pulgares trazaran los contorneados músculos bajo la piel. Se inclinó y cariñosamente besó la suave piel, sintiendo las costillas moverse bajo sus labios en una respiración irregular. Aunque el aire de la habitación estaba fresco contra su piel, Dar se quitó la camisa. Las manos de la alta mujer se deslizaron lentamente por sus brazos dejándolos para moverse a través de su caja torácica, causando una sacudida de pura sensación mientras los errantes dedos rozaban sus pechos. — Pensaba que estabas cansada — dijo Kerry guturalmente mientras acariciaba con la nariz una suave curva. El olor de todo ese chocolate debe haberme despertado, respondió Dar, atrapando un pequeño pliegue de piel con sus dientes mordisqueándolo delicadamente. Pensaba que tú estabas cansada. Kerry desabrochó el segundo botón y me movió más para abajo, trazando el borde del ombligo de Dar y subiendo hasta el borde del esternón. Desearía poder echarle la culpa al chocolate, murmuró inhalando

ávidamente. Pero no es ese el olor que me está poniendo la carne de gallina. Mm… sí… mira eso, la yema de un dedo de Dar hizo un perezoso sendero por su hombro, después los labios trazaron la misma parte en cuanto su cuerpo se despertaba por completo, olvidando la larga noche y las frustraciones del día. Incluso los últimos y perseverantes ecos del pasado causados por la aparición se Shari se desvanecieron, reemplazados por la sólida y reconfortante presencia de quien ahora estaba enrollada en su cuerpo. Se quitó los vaqueros, encontrándose a sí misma siendo tirada en dirección a la cama, y se dejó ir regocijadamente, sus brazos llenos de desnuda y cálida piel. Kerry le dio la vuelta y se colocó encima de ella, acabando con el lóbulo de una de las orejas de Dar ágilmente atrapado entre sus impecables dientes blancos. Hazme saber… susurró en un tono amortiguado. Cuando empiece a aplastarte, ¿vale? Dar se rió entre dientes bajo su garganta y le dio una palmada en el trasero. No hay problema… apenas lo puedo sentir, lo que no era del todo cierto, pero estaba cerca. Estrechó y enrolló sus piernas alrededor de las de Kerry y se rindió a una placentera oleada de pasión.

*** El teléfono sonó, sacando a Kerry de un profundo sueño. Agarró a tientas el recibidor, arreglándoselas para ponerlo en algún lugar cerca de la oreja. ¿Sí? se aclaró la garganta. Lo siento… quiero decir, ¿Hola?

Hey… la voz de Mark resonaba de manera extraña. ¿Kerry? Llamó a su conciencia, apartándose suavemente del cálido cuerpo de Dar. Hey. Estoy aquí… dime, hizo una pausa. ¿Mark? Una rápida mirada al reloj le hizo saber que eran cerca de las cuatro de la tarde, se frotó los ojos habiendo estado en un extraño pero interesante sueño. ¿Dar está ahí? inquirió Mark. Kerry bajo la vista hacia el largo y poderoso brazo que rodeaba su estómago y sonrió. Está aquí… está durmiendo…¿Qué ocurre? Oh… nada en realidad… um… probablemente debería… uh… echarle un vistazo a su e-mail cuando tenga oportunidad, dijo Mark inocentemente. Sabes… nada urgente. En realidad… iba a mandar los portátiles de vuelta a Miami… esperaba estar unos días sin ellos, admitió Kerry. Mark, ¿es algo importante? Él se rió entre dientes suavemente. Nah… el domingo por la noche estará bien… ella debe revisarlo antes del lunes por la mañana, supongo, un sonido de teclado. Ya de paso, chicas, hoy sois las heroínas del día aquí. Apuesto que sí, Kerry se apoyó en la almohada y se acurrucó contra Dar, que inmediatamente la estrechó más fuerte. Mm. ¿Qué fue eso? preguntó Mark. Uh… sólo estaba concordando contigo, Kerry se abofeteó mentalmente. Bueno, me alegro de que todos estén contentos por ello… supongo que tendremos una tremenda reunión el lunes, ¿Huh? suspiró. Será una aventura… puedo imaginarme la programación. Mark carcajeó. Uh… bueno, sí… va a ser todo un lunes, concordó. Escucha… pasároslo bien, ¿vale? Relajaros, con calma… desligaos un poco. Kerry bostezó. Lo haremos… te llevaré almíbar de arce o nueces o lo que sea que haya aquí, lo escuchó reírse y colgó, dejando que su cuerpo

se sumergiese en el cálido regazo donde yacía, mientras, soñolienta, contemplaba el pacífico cuarto. Dar estaba profundamente dormida, lo supo mirando por encima del hombro. La alta mujer se había quedado dormida después de que hicieran el amor, y apenas se había movido una pulgada en las pasadas horas. Kerry se debatió entre volver a dormirse, pero entonces reparó en que era mejor empezar a moverse en breve si querían ir a la cabaña. Primero lo primero, decidió, alcanzando el teléfono. Lo único que hemos comido en las últimas veinte y cuatro horas ha sido media docena de Bolas de Nieve y un vaso de café. Ni siquiera Dar puede vivir con eso. Claro que puedo, el suave musitar le hizo cosquillas en la oreja. Esos… son… dos de los grupos alimentares, ¿cierto? Shh, Kerry marcó un número en el teléfono tras examinar la tarjeta que había en la mesita de noche. Hola, soy… oh, sabes el número de mi habitación, genial, dijo cuando alguien respondió, vi que tienen pizzas, vale… quería dos pequeñas… Sintió un codazo en las costillas. Um… lo siento… dos pizzas medianas… una vegetal, la otra con… miró a Dar. Embutido y pepperoni — Otro codazo. Kerry suspiró —. Y extra de queso. Dar sonrió y le acarició la nuca con la nariz. Gracias… y una jarra de té helado, por favor… ¿Perdona? Oh… sí, no… eso estará bien, Kerry finalizó el pedido y colgó el auricular. Se retorció en los brazos de Dar y la contempló afectuosamente. Mark dice que somos unas heroínas. — Apuesto que sí — respondió adormecidamente la mujer de pelo negro, con los ojos aún cerrados. Supongo que tenemos que movernos, ¿Huh? Mm… Kerry trazó ociosamente una pequeña cicatriz del mentón de Dar. Dijiste que querías estar allí antes de que oscureciese, observó mientras los párpados de su compañera se abrían trémulamente, revelando sus ojos alarmantemente azules, permitiendo que Kerry los contemplase

fijamente. Como para ahogarse en ellos. Lentamente, se inclinó y besó ligeramente a Dar en la frente y la abrazó, incapaz de definir ni explicar el repentino sentido abrumador de devoción y conexión que sentía. Era precioso, quería acunarla amablemente entre sus manos, y nunca dejarla ir. La mano de Dar le alisó la parte trasera del cabello en un gesto familiar, y se sumergió en un estrecho abrazo sintiendo la armonía resonar profundamente dentro de ella. Hey, susurró Dar suavemente, con un tono de preocupación en su voz. ¿Estás bien? Kerry asintió sin decir palabra, respirando el aroma de la mujer de pelo negro. La sensación se apaciguó, dejándola consciente sólo de una penetrante calidez, que casi podía sentir corriendo entre ellas, abandonando su cuerpo para entrar en el de Dar y regresando de nuevo. Sí… sí… estoy bien… tomó una profunda respiración y la dejó salir, consciente del corazón latiente que se encontraba bajo su oreja. Sólo estaba sintiendo tu abrazo… eso es todo. Los largos dedos se deslizaron hacia abajo por el lateral de su cuello y alzaron su barbilla. No tuvo otra opción que mirar a Dar, sabiendo que estaba completamente abierta a ella. Sin poderlo evitar, las lágrimas se fueron acumulando en el borde de los ojos. ¿Qué ocurre? preguntó su Dar dulcemente, capturando una lágrima con el pulgar y mirándola fijamente con inquietud. ¿He… ha pasado algo? ¿He… qu…? Sintió que los latidos de Dar se aceleraban bajo los dedos que tenía contra su pecho. N… nada… yo… no lo sé… sólo… sentí una gran intensidad por un momento… no estoy segura de por qué… quizá estoy excesivamente cansada, bajó la cabeza de nuevo y acarició el costado de Dar con delicadeza, necesitando el toque. Me sentí muy extraña.

Unos ojos azules, ahora alarmados, se clavaron en ella en cuanto Dar tomaba una cuidadosa respiración y la soltaba a seguir. Bueno… quiero decir… me sentí de una forma muy agradable propuso con vacilación. Muy… cálida, empezó a acariciar el pelo de Kerry otra vez, y sintió a la pequeña mujer relajarse contra ella por completo, su cuerpo completamente flácido. Estuvieron así casi media hora más, hasta que Dar le echó un vistazo al reloj y se movió con pesar. Será mejor ponernos una camisa… no quiero chocar al servicio de habitaciones cuando venga. Los ojos de Kerry se abrieron sin rumbo, de un verde claro a la luz del atardecer. Hmm… tienes razón, concordó apaciblemente, rodó sobre su espalda y desperezó su cuerpo lentamente, tatareando por lo bajo en su garganta cuando Dar aprovechó la oportunidad para trazar un tierno trayecto desde su cuello hasta su ingle. Pensaba que habías dicho que nos levantásemos, dijo arrastrando las palabras suavemente y echándole una mirada a Dar con los ojos medio cerrados. La mujer de pelo negro exhibió una media sonrisa e inclinó la cabeza en concordancia. Tendremos tiempo en abundancia más tarde, reconoció. Plantó una mano en uno de los costados de Kerry y pasó su cuerpo sobre el de su amante, aterrizando elegantemente en el enmoquetado suelo y enderezándose con un movimiento fluido. Supongo que tengo que ir a abrir la puerta, comentó al oír un atenuado toque en la puerta. Kerry estaba demasiado ocupada recorriendo con los ojos el cuerpo de Dar iluminado por las luces del ocaso como para oír. Uh… ¿Qué? dijo pestañeando. Después tiró de las mantas hacia arriba en cuanto Dar se vestía una camisa, y la abotonaba intentando parecer decente por unas pulgadas. Uh… Dar… no te agaches para recoger nada, ¿vale? Unos claros ojos azules la miraron por encima de un bronceado hombro, y uno de ellos le hizo un guiño. Vale. A no ser que estés de espaldas a mí, claro, añadió Kerry

juguetonamente justo antes de que Dar abriese la puerta. Encontró al empleado del servicio de habitaciones de pelo corto peinado hacia atrás con una mirada cansada esperando con una ceja elegantemente levantada. — Hola — Kerry sonrió al muchacho. Puedes ponerlo ahí abajo junto a las cincuenta libras de chocolate que nos vamos a comer de postre, gracias. Unos turbios ojos castaños fueron hacia ella, luego a la mesa y luego a ella de nuevo. El desaseado bigote descendió mientras él se lo mordía nerviosamente. Hum… señora… no creo que pueda poner esta bandeja abajo. — Ten — Dar se deslizó detrás de él y levantó la cesta fuera de su camino peligrosamente cerca de quebrar algunos de los decretos de la comarca. Venga… ponla, dijo arrastrando las palabras, desde lo bajo de su garganta. Él habría estado bien si no hubiera intentado subirse los pantalones y colocar la bandeja al mismo tiempo. Dar se las arregló para salvar las pizzas, colocando apresuradamente la cesta abajo y agarrándolas con fuerza, pero el té helado se le escapó, y cayó sobre el desafortunado mozo en el pecho, mandando cubitos de hielo volando a través de la habitación. El muchacho balanceó en el aire la botella, perdiendo el equilibrio hasta que Dar lo aseguró con un atlético muslo contra la silla y lo sujetó en el sitio con la rodilla. ¿Estás bien? preguntó la ejecutiva, posando la bandeja de las pizzas. Los ojos del muchacho bajaron lentamente por ella hasta donde la larga y fibrosa longitud de su pierna estaba apretada contra él. Entonces rodó pacíficamente la cabeza y esta cayó como una piedra. Se produjo un abrumador silencio por un instante.

¿¿¿Qué demonios??? se quejó Dar. Kerry se tapó la cabeza con la ropa de la cama y estalló en carcajadas.

Séptima Parte Estaba a oscurecer cuando salieron de la larga y empinada carretera hacia el tranquilo retiro que Dar había escogido. Estaba apartado de los caminos principales, dentro de las montañas, fuera de las luces de la ciudad. Dar deslizó el coche hacia el edificio principal que tenía el tejado bajo y apagó el motor. Bueno, lo hicimos. Kerry miraba atentamente por la ventana, estudiando con interés el pacífico paisaje. Había pequeñas cabañas esparcidas hacia arriba y hacia abajo por el montañoso suelo, alojadas en repliegues, cubiertas por los árboles y con caminos pulcramente delimitados hacia cada una de ellas. Sip… y tanto… aunque tenía mis dudas, después de que tuviésemos que revivir a tu uniformado amigo del hotel. Hey… no es culpa mía que él no consiga ver un poco de piel, objetó Dar dócilmente. ¿Un poco? dijo Kerry con una risa tonta. Tu pierna era más larga que su cuerpo, Dar… aunque me alegro de que se recuperase con la propina, dijo volviendo a centrar la atención en el exterior. Mm… En la distancia, pudo ver grandes edificios y la posada enfrente de la que habían aparcado, donde una luz amarilla se vertía por las ventanas pintando rayas doradas sobre el suelo ligeramente escarchado. Wow… esto es precioso, dijo finalmente, dedicando una sonrisa a su

compañera. Vamos, abrió la puerta del coche, sobresaltándose un poco cuando el frío aire de olor a pino le dio en la cara. Brr. Dar sonrió y abrió el maletero, después salió del coche, cerró la puerta y fue a sacar las maletas. Apareció un empleado con un cálido abrigo y ella le lanzó las llaves. Después se colgó las dos bolsas del hombro y evadió el intento de Kerry de agarrar las suyas. Ah ah… yo las llevo, dijo a Kerry gesticulando con las manos y rió entre dientes cuando la mujer rubia abrió la puerta rápidamente y le hacía una reverencia dentro. ¡Vaya! Gracias, señora. Entraron en la posada, un largo edificio que se extendía hacia la derecha del mostrador de la recepción. Sonidos desde el otro lado del edificio indicaban que había un restaurante. Kerry pudo ver una barra débilmente iluminada más adelante, medio llena con siluetas de sombras. Fueron hacia el mostrador y Dar dio su nombre tranquilamente al encargado. Ah sí, Srta. Roberts… Dios mío, ya hace mucho tiempo que no la veíamos por aquí, dijo el encargado con una sonrisa y levantando la vista, subiéndose las gafas por la nariz. Le aseguro que no ha cambiado nada. Dar sonrió educadamente ante el cumplido. Gracias, Millie… me sorprende que se acuerde de mí. Una ceja se alzó ante ella. Usted es digna de ser recordada, que lo sepa… le hemos reservado la cabaña lejana… ya que dijo que quería un lugar tranquilo, le echó un vistazo a Kerry. Y de esta vez trae una invitada… maravilloso. Bienvenida… Srta. Stuart, ¿cierto? — Kerry — la mujer rubia extendió una mano sobre el mostrador. Encantada de conocerle… este lugar es fantástico. Millie rió. Bueno, nos gusta pensar que sí… estamos aquí desde hace más de cincuenta años, plegó unos sobres juntos y le dio a Dar un par de llaves. Aquí tiene… ¿Recuerda el camino o quiere que la lleve Charles?

Dar se detuvo y exhaló. Recuerdo el camino… gracias Millie, miró hacia el fondo de la sala. ¿Cuál es el plato especial de esta noche? La mujer de pelo gris rió. Está con suerte… es roast beef. Dar rió entre dientes. Estoy con suerte, repitió y dio un amable empujón a Kerry. Venga… vamos a cambiarnos, después te enseñaré los alrededores… tienen una bonita chimenea justo dentro. — Hecho — remarcó Kerry alegremente que mientras la seguía observaba todo con interés. Iba a ser genial. Dar conocía el lugar y Kerry decidió que le traía algunos buenos recuerdos por la sonrisa infantil que se mantenía intentando salir en el rostro de su compañera. Tendrían tiempo para relajarse y hablar… algo que era raro desde… Jesús. Kerry pensó en ello. No habían tenido tiempo sin distracciones desde aquel viaje a Disney World. Incluso en casa, siempre había trabajo, y las llamadas en medio de la noche, las complicaciones. Pero aquí no. Dejaron sus portátiles cerrados en el maletero del coche y, tras un poco de convicción de su parte, también dejaron los dos buscas. Colleen tiene el número de aquí por si ocurre alguna emergencia — Argumentó —. Y Mark también… pero ambos saben que no lo pueden usar a menos que sea el fin del mundo. Dar había pensado durante un momento, después se encogió de hombros y renunció al aparataje electrónico. Vale. De esta vez, Kerry se tapó el cuello mientras seguía a Dar afuera por un camino que se inclinaba ligeramente hacia abajo. Sus zapatillas hacían crujir suavemente las hojas de cedro que cubrían el suelo. — Mm — el aire era dulce y rico con el aroma a frío, pino y la madera por la que caminaban. Esto es genial. En la semioscuridad, el centelleo de los ojos de Dar era fabuloso. Me alegro de que te guste — dijo arrastrando las palabras —. Solía pasar los descansos de los semestres aquí… no es un sitio caro, es como de la familia… el marido de Millie es un exmilitar.

Kerry asintió con la cabeza mientras miraba alrededor. Parece que está bien cuidado — comentó —. Da la impresión de que te conocen bastante bien, levantó la mirada encontrando una sosegada sonrisa en la cara de Dar. ¿Cuándo fue la última vez que estuviste aquí? La sonrisa se esfumó. En Navidad, hace unos años, vino la queda respuesta. Yo… acababa de romper con Elana… supongo que necesitaba algo de… tiempo libre. Kerry le agarró un brazo con una mano mientras caminaban. Bueno, espero que tengas mejores recuerdos de esta visita, comentó dócilmente. Nosotras… teníamos un lugar en el lago al que solíamos ir en verano, era un poco como esto, tomó una respiración, sabedora de la atenta concentración de Dar en sus palabras. Era supuesto ser unas vacaciones familiares… pero solía ser un circo… quiero decir, gente yendo y viniendo… negocios… la prensa… ya sabes. — Mm — concordó Dar llevándola por una bifurcación del camino. Navegar era lo que más me gustaba hacer… pero cuando me hice mayor mi madre se aseguró de que no tuviese mucho tiempo para ello… tenía las fiestas o lo que fuese… nos mantenía yendo de mansión en mansión… hablando con personas con las que, incluso entonces, no tenía mucho en común — suspiró —. Y vestirse… ese era siempre el proceso… Angie y yo desfilábamos frente a ella y mi tía normalmente para asegurarse de que teníamos buen aspecto. — No suena muy divertido — remarcó Dar mientras llegaban a una pequeña cabaña con el porche de madera. Lo más cerca que he estado de eso fue cuando mi madre se aseguraba de que las rajas de mis vaqueros no iban a hacer con que me arrestasen en algunos de los condados mas rurales de por aquí, puso una mano en la espalda de Kerry en cuanto subía los tres escalones bajos. La madera crujía bajo sus pasos. Siempre me ha gustado esta — Se dio la vuelta y asintió —. Tiene una vista preciosa. Kerry también se giró y se quedó de boca abierta al encontrarse con la belleza del lago iluminado por la luna, reflejando un dosel de estrellas

brillantes. Oh Dios mío, sí, dejó salir una risa de deleite. Dar, es maravilloso, se dio la vuelta y apuntó con el dedo a su compañera. Muy romántico…¿es aquí donde traes siempre a tus amigas especiales? Dar la miró fijamente, un poco entristecida. No… eres la primera, se giró y atravesó el porche, abrió la puerta y le indicó por gestos que entrase. Siempre lo he usado como un retiro muy privado… nunca antes había pensado en traer alguien. — Mm — Kerry entró rápidamente sin más comentarios y encendió la luz que estaba junto a la puerta. Oh, pestañeó sorprendida. Esto esta genial, la cabaña constaba en su mayor parte de una grande habitación, con una cama hecha con esmero junto a la pared más alejada, bajo la ventana, cubierta con una gruesa colcha con tonos de carmesí y azul marino. En el suelo había alfombras de estilo indio. Una de ellas, una gruesa de piel de oveja, estaba en frente de la chimenea. Había un ropero junto a la pared, y una puerta que daba a un lujoso cuarto de baño, rematado con una grande bañera cercada por madera cálidamente aclimatada. Oh… creo que esto me gusta. Dar rió entre dientes suavemente. Oh sí… viene muy bien después de un día de montar a caballo, especialmente si no estás acostumbrada. Créeme, dejó las maletas sobre la cama y miró alrededor. No había cambiado. Pensó ensimismada mientras caminaba hacia la ventana y miraba con los ojos entrecerrados el silencioso y delicadamente susurrante lago. — Ah… — Kerry estaba explorando el mueble mostrador que había contra la pared trasera. Veo que tenemos lo básico… café, galletas y chocolate caliente — Investigó las provisiones —. Vasos y… veamos… bolsitas de té… oh… bizcochitos… esto está muy bien, Dar. La mujer de pelo negro lanzó un saco atiborrado junto a ella. Bueno,

podemos añadir nuestro pequeño botín, sonrió, con su buen humor restaurado. Nunca hubiera pensado que pudiésemos meter todo ese chocolate aquí dentro. Kerry resopló y levantó el saco. No me puedo creer que nos lo hayamos traído todo… nos vamos a poner malas, olfateó el saco. Mm… por otro lado… El rico aroma la seducía, suspiró. Después…¿cenamos primero? — Me parece bien — concordó Dar. Aquellas pizzas eran pequeñas. ¿Qué pizzas?... ah, aquellas. Cierto, Kerry se quitó la sudadera y se puso un pesado suéter, el borde le llegaba a los vaqueros. Sí… que bien que no las pedí pequeñas… las hubiéramos podido usar como posavasos. Lo hubiéramos podido hacer de todos modos, reclamó Dar poniéndose un grueso suéter y frotándose las manos. Kerry, aquí hace frío. La mujer rubia se dio la vuelta, bajando la escoba que había estado usando para peinarse el pelo, se acercó cogiendo las manos de Dar entre las suyas y las apretó contra su cuerpo. Aw… mi pequeña flor de estufa, dijo con una risa tonta al mirar los ojos azules muy abiertos por el ultraje. Vosotros los sureños… hablando de razas débiles… tenemos que conseguirte algunos mitones… Besó delicadamente los dedos de Dar. Ya ahora, gracias por invitarme a venir aquí. Dar le sonrió obviamente cautivada. Me alegro de que te guste. Ven… agáchate, Kerry liberó una mano para volver a coger su escoba. La pasó por los mechones de Dar para ordenarlos un poco. Las sedosas hebras crepitaban con el pelo seco y se adherían a la escoba enrollándose también en las manos. Ack… una buena cosa de Miami… allí no te ocurre esto, pacientemente se desenredó encontrándose con los ojos azules que la estaban observando con una sonrisa mientras suavizaba el habitual flequillo desordenado. Te quedarían bien unas trenzas… ¿Quieres probar mañana?

Dar pestañeó, obviamente sorprendida ante la pregunta. Um… claro se enderezó en cuanto Kerry acababa. Si puedo hacer las tuyas… Jugueteó cariñosamente con la cola de caballo estudiando el efecto. Kerry sonrió, adoraba la sensación de los dedos de Dar en su pelo mientras los frotaba contra su cuero cabelludo. — Vale — concordó alegremente. Estamos de vacaciones, ¿cierto? Podemos hacer lo que queramos. — Sip — Dar le pasó un brazo sobre sus hombros y la guió hacia la puerta. Vamos… tienen una carne asada buenísima. — ¿Ah si? — Kerry deslizó atentamente un brazo por su cintura. ¿Con salsa? Uh huh… y un puré de patatas mortal, prometió Dar. Y helado casero de postre. Kerry dejó salir un pequeño gemido. Uh oh… estoy en problemas, se lamentó. Soy una viciada del helado casero. Sí… yo también — añadió Dar tímidamente —. Pero estamos de vacaciones, ¿recuerdas? Mm… tienes razón… de todas formas, ¿Qué mal puede hacernos comerlo durante dos días?.

*** ¿Dar? la voz de Kerry flotaba en la oscuridad mientras regresaban de la cena. Hacía frío y el cielo parecía una lámina bien definida. La negrura estaba empapada de pequeños puntos de luz tan numerosos que difícilmente se podían ver las constelaciones. ¿Sí? la alta mujer caminaba tranquilamente con satisfacción, mientras

chupaba un caramelo de menta. ¿Si exploto, eso esta cubierto por el seguro de la compañía? preguntó Kerry ociosamente. Dios, estaba tan bueno… aquel cocinero es absolutamente peligroso. — No explotes — protestó Dar. ¿Tienes idea del montón de papeles que tendría que rellenar si me explota un empleado durante un viaje de negocios? Tendría que pasar horas y horas en CAS, hizo una pausa y pasó el caramelo de un lado de la boca al otro. Sin mencionar que tendría que explicarle a Mari cómo yo, responsable de una corporación, había permitido que ocurriese algo así. ¿Permitido? dijo Kerry con un bufido. Me diste de comer bombones de licor, gamberra… tú ayudaste e incitaste. Una suave carcajada. Hmm… es verdad… quizá podía alegar que estaba desempeñado una búsqueda y desarrollo, deslizó un brazo alrededor de Kerry y agachó la cabeza besándola cariñosamente. Bueno… tenemos dos opciones… podemos subir la montaña para hacer algo de esquí… o excursionismo… o podemos bajar al lago… o montar a caballo… ¿Qué prefieres? — Bueno — Kerry tiró de ella por los escalones que conducían a la cabaña. Creo que es mejor para tu rodilla que descartemos el esquí, dijo dando una palmadas a la parte del cuerpo en cuestión. Y lo mismo con el excursionismo… así que, ¿Qué tal si vamos a montar a caballo un poco por la mañana e ir al lago por la tarde? Eso estaría bien. Dar abrió la puerta y exhaló. Me parece bien, siempre había hecho solitarias caminatas allí arriba, hacia pequeñas cuevas cerca de la cima para reflexionar en soledad. Hubiera sido extraño ir con Kerry. Entraron y Dar pasó algunos minutos en el cuarto de baño antes de salir y encontrarse a Kerry apilando eficientemente leña en la chimenea. ¿Qué haces? Apoyada sobre una rodilla, se giró y la contempló.

Haciendo fuego, colocó otro leño, después metió una yesca dentro. Sé que es un extraño concepto para ti, Dar, pero puede llegar a ser muy agradable. — No es extraño — protestó la mujer de pelo negro. He estado fuera de Miami, ¿recuerdas? Estudió lo que Kerry estaba haciendo. Es sólo que en realidad nunca he… um… Gesticuló con las manos un poco descriptivamente. Hecho uno — Se arrodilló —. ¿Qué es eso? Musgo… Kerry lo metió entre los leños. Hace que los maderos ardan — Miró alrededor — ¿Ves algunos fósforos? Um… no… pero creo que se usa esto, Dar agarró un pedernal y un percutor de la repisa de la chimenea y se los ofreció ¿Cierto? Kerry se rió tontamente. No en este siglo, Dar, se levantó y apoyó las manos en las caderas. Creo que tenemos algunos…¡eh! Dar había estudiado los objetos, irguió la cabeza, posicionó el percutor y golpeó el pedernal contra él con devastadora eficiencia mandando una lluvia de chispas a la yesca que estaba al lado. Lo que provocó fuego y empezó a arder haciendo flotar en el aire pequeñas formas de humo. Dar juntó las manos y miró insufriblemente grata consigo misma. ¿As? Hija de put… dijo Kerry admirada. Nunca había visto a un ser humano del siglo veinte hacer eso — Contempló a su jefa —. ¿Qué otras habilidades ocultas tienes? Dar rió entre dientes mientras volvía a poner las herramientas en su sitio y se hizo a un lado en cuanto Kerry soplaba delicadamente a las llamas llevándolas a un resplandor crepitante. Era agradable, decidió mientras contemplaba la luz titilante y extendía las manos hacia la calidez en cuanto ésta aumentaba de tamaño. Tras ella se encontraba un sofá bajo cubierto por coloridas tiras. Se sentó en una de las esquinas retorciéndose en una posición cómoda. Levantó la vista cuando Kerry se juntó a ella, la mujer se sentó con una pierna doblada debajo.

Ambas observaron cómo aumentaba el fuego en un acogedor silencio que fue quebrado cuando Kerry cambió de posición. Tomó una respiración y se estudió las manos antes de levantar la vista hacia Dar. Creo que nos lo vamos a pasar bien este fin de semana, empezó a decir, tentativamente, escogiendo las palabras con cuidado. En los labios de Dar se dibujó una sonrisa. Eso espero… ha sido una larga semana, ¿Huh?. Sí… sí que lo ha sido, dijo, quedamente. Han pasado muchas cosas. — Mm — un murmullo muy atenuado. Quiero tener un fin de semana divertido… creo que ambas lo necesitamos… Kerry sintió como las palabras se escapaban ligeramente de su control. Quiero decir… bueno… quería hablar contigo de una cosa antes de que… yo… se detuvo, sintiendo algo, y levantó la vista viendo una desprevenida mirada de miedo en los ojos de Dar que fue rápidamente disimulada. El tren de sus pensamientos se descarriló por reflejo. ¿Por qué haces eso? Preguntó en su lugar. ¿Hacer el qué? respondió la alta mujer con forzada despreocupación. — Esperar siempre lo peor todo — dijo Kerry. Una rápida negación con la cabeza. Yo no… ¿Qué quieres decir? Lo haces… lo he visto en tu cara… no sabes lo que voy a decirte, pero piensas que es algo malo… ¿Por qué, Dar? preguntó Kerry muy gentilmente ¿He hecho algo que te preocupe?. Dar parecía atrapada. Giró la cabeza, entrelazó los dedos, largos dedos retorcidos entre ellos por la turbación. No se esperaba que Kerry fuera a preguntarlo. Así no… no… No tan pronto.

Yo… no has hecho nada, Kerry — murmuró finalmente —. Es una obsesión mía… no tiene nada que ver contigo. — Claro que lo tiene — Kerry se hizo camino cuidadosamente, poniendo una mano sobre la rodilla de Dar. Si forma parte de ti tiene todo a ver conmigo, pudo sentir a Dar distanciarse. La mujer de pelo negro exhaló con tristeza, cruzó los brazos remetiendo las manos contra los costados. Por favor, háblame, le pidió con sencillez. Quiero entenderlo… no quiero hacerte daño. Llevó un largo momento, en cuanto Dar miraba fijamente las llamas, su vacilante luz delineaba agudamente sus lisas facciones con exótico detalle. Después, aparentemente tomó una decisión al asentir levemente. Su cabeza se giró y los azules ojos con matices ámbar la contemplaron seriamente. Supongo que no hay una simple respuesta para eso — suspiró —. No soy muy buena hablando de mí misma… intento no pensar en por qué hago lo que hago la mayor parte del tiempo, es muy extraño. — Mm — murmuró Kerry encorajándola, esperando al mismo tiempo que Dar acabase por decirle lo que fuera de lo que se trataba. Tenía las tripas revueltas con sus propios motivos. Supongo que sabes que yo… no he tenido mucho éxito en mis relaciones — continuó Dar torpemente —. No sé… probablemente es culpa mía… me vuelvo muy inducida… me atrapo mucho con el trabajo, y… se detuvo y se encogió ligeramente de hombros. Da igual… yo… creo que fue en mi segundo año en la universidad… acababa de descubrir mi orientación… fue un choque… — Intercambió unas pequeñas sonrisas sombrías con Kerry —. En cualquier caso… no sé, supongo que debí ser una soñadora cuando era niña… siempre a la expectativa… de que las cosas fueran como en los libros, supongo que yo… se detuvo intentando encontrar las palabras.

Kerry le acarició la pierna amablemente. Yo… um… supongo que me enamoré — Dar lo dijo como si no estuviera segura —. Y… yo era aquella niña idealista, y había leído sobre… cuentos de hadas, principalmente… supongo que pensé que sería así… di todo lo que tenía… imaginaba que había encontrado mi futuro, regresó mentalmente a aquel dorado otoño con melancolía. Yo estaba… recuerdo estar delirantemente feliz — Una pausa —. Estúpido. Ya lo sé. Los ojos de Kerry se cerraron en empática comprensión. Da igual… yo um… estuve genial durante un tiempo… ella era mayor que yo… muy guapa… tenía éxito en la universidad… no me lo podía creer… me sentía como que pertenecía a algo… a alguien por primera vez — la voz de Dar era suave, casi abstracta —. Me imaginaba que ella sentía lo mismo que yo… entonces un día… recuerdo que era un sábado… se suponía que íbamos al cine. Kerry cogió una nuez del plato y la manoseó. Su cuerpo se tensó contra lo que sabía que se avecinaba. ¿Sí? Dar se encogió de hombros. Le dije cómo me sentía… cómo quería pasar mi vida con ella. Kerry levantó la mirada, notando un largo dolor pasado en el rostro de Dar. ¿Y? La respuesta fue dicha casi como de manera despreocupada. Se rió. El agudo crujido las sobresaltó, haciendo que Dar saltase ligeramente. Se quedó mirando a Kerry, que pestañeó y miró su mano, de donde caían fragmentos de nuez. Abrió el puño fuertemente cerrado descubriendo la nuez quebrada y suspiró. Lo siento. Una tensa y pequeña sonrisa apareció en los labios de Dar. Da igual…

empezó a decirme cuán deficiente yo era en todos los aspectos… y cómo ella nunca se vería atrapada ni muerta conmigo en ningún lugar que no fuera uno de nuestros locales de billar, Dar bajó la vista hacia sus manos. Dijo que yo no era sofisticada, lo que era cierto, e inculta, que también era verdad, y que nunca tendría una relación basada en otra cosa que no fuese mutuos deportes de cama porque sencillamente yo no era capaz de ello emocionalmente — Esto último lo dijo con una agria mueca —. Y tenía razón. No la tenía, respondió Kerry furiosa. Ella era un pedazo de mierda de caballo con menos sentido común que el que Dios da a un erizo, Dar. La alta mujer rió suavemente. Lo sé, ahora, declaró Dar suavemente. Pero la niña que yo era entonces no lo sabía, parecía perdida y muy desolada. Y la creí… creo que algunas partes de mí aún lo hacen, admitió por lo bajo. POR ESO de ahí es de donde viene mi reacción, Kerry… hay una parte de mí que recuerda lo que me dijo… y lo que me dijo de que nada era permanente… y cómo la gente en realidad se usaban los unos a los otros hasta que estaban preparados para cambiar, una pausa. Supongo que yo… intelectualmente lo sé mejor, pero emocionalmente sigo esperando que caiga el otro zapato, acabó, contemplando las llamas serenamente. Decidió que no le iba a contar a Kerry lo de la pequeña oración que rezaba todas las noches, mientras se quedaban dormidas. Y bueno… ¿Qué es lo que te está molestando? Preguntó quietamente, sabiendo que algo lo hacía, por algún tiempo. Por lo menos ella habla de ello , meditó Dar. Por lo menos me da una oportunidad para intentar arreglar las cosas… si es eso lo que está mal . Observó a Kerry sacudirse la manga y se dio cuenta del leve temblor de sus manos. Si es tan simple como eso . — Dar — Kerry le cogió una mano, la sintió fría y la besó cariñosamente. Creo que eso me lleva a mi… pequeño problema, se aclaró la garganta nerviosamente. Yo… um… he estado pensando… sobre cosas… y sobre lo que yo… sobre lo que necesito poner en orden para vivir… mi

vida, supongo. Dar la miró fijamente, con una expresión abierta y hechizada. ¿Sí? su voz se quebró y se preguntó sobre lo que se avecinaba. Y… mira, tengo esto… no estoy segura de cómo lo llamarías… quizá fue la forma como crecí… no lo sé en realidad… volvió a absorber una respiración. Dios, esto me está resultando un problema… no sé lo que me pasa… pensarás que podría decirlo sin más, se levantó y comenzó a andar de atrás a adelante, intentando relajarse visiblemente. Vale, se dio la vuelta y vio unos ojos azules que la observaban con aprensión. Oh Dar… no me mires así… ¿Piensas que voy a decirte que era una bailarina erótica o algo así? Eso quebró la tensión y Dar se apaciguó en una risa de alivio. Lo siento… pero por la manera en que te estás paseando… Jesús, Kerry… me estás poniendo de los nervios con solo mirarte… ¿Qué es? tragó una vez. Pensé que a lo mejor… pensé que a lo mejor aún estuvieses enfadada por lo de la semana pasada… o… La semana pas… oh, Kerry exhaló pensando en ello. ¿Sabes lo que me sacó de quicio? preguntó seriamente. Que no me preguntases. Dar pestañeó. Que no te preguntase… ¿El qué? Dimitiste… dimitiste sin más… y lo hiciste por mí, y no lo consultaste conmigo, le dijo Kerry aguijoneándole el pecho con cada palabra. Eso me enfadó. ¿Lo hizo? Sí, y tanto que lo hizo, le aseguró Kerry. Somos compañeras, ¿cierto? Un asentimiento. Lo que hagas me afecta, Dar… aquello sin duda me afectó… yo debía

haber tomado parte en esa decisión, le dijo Kerry. O… por lo menos… me podrías haber dado una oportunidad para intentar convencerte para que no lo hicieras. Dar guardó silencio, pensando en las palabras de su amante. El que Kerry hubiera formado parte de la decisión era algo que ni se le había pasado por la cabeza. Consideraba que era algo que tenía que hacer ella, como lo había sido todas las otras veces anteriores. Después de todo era su trabajo y su carrera, ¿cierto? No podía estar esperando hacer decisiones por comité, ni de cerca, ni como un comité intimo entre ella misma y Kerry. Eso era impensable. Levantó la vista hacia los ojos verdes que la contemplaban con seriedad. Fue un impulso en un momento de decisión, Kerry… tenía los hechos, sabía mis opciones… y lo hice, vio un indicio de desilusión en la mirada de la mujer rubia. No te puedo garantizar que volvería a hacer lo mismo dadas las mismas circunstancias — Se detuvo un momento, después exhaló — pero intentaré tener en mente que tengo una responsabilidad hacia ti… y que tienes el derecho de opinar en todo lo que pasa, otra pausa. Lo que nos pasa. Puedo vivir con eso, por ahora. Pensó Kerry. De acuerdo, se arregló el rebelde pelo disperso sobre la frente de Dar. Es difícil para ti, ¿verdad? Dar asintió. Mucho — exhaló — pero lo intentaré, una pausa. Entonces… ¿Era eso lo que te preocupaba? se sintió un poco orgullosa de sí misma por dejarlo salir… la comunicación nunca había sido uno de sus puntos fuertes, y lo sabía. Um… no, Kerry se detuvo y se giró, encarándola. Ahora o nunca… dilo sin más, Kerry, ¡hazlo! Vaciló, avanzó dos pasos y se arrodilló a los pies de Dar, apoyando una mano en una de las rodillas de la mujer alta para equilibrarse. Lo que tengo es un problema de compromiso.

Un doble salto del corazón. Jesús… ella sabe que nunca he tenido una larga relación… quizá ella… Dios. Los ojos de Dar examinaron su rostro con alerta, después una ceja se elevó ligeramente. ¿Lo tienes? murmuró suavemente. Um… quiero decir… bueno… sí, sé que eres muy… um… pareces ser muy leal, y del tipo comprometido con… Kerry, ¿Qué es exactamente?, si su pareja tenía un problema con ella quería saberlo ahora mismo. Explícamelo sin más. La mujer rubia se rascó la mandíbula. Um, ahora que se había metido todo el asunto le parecía realmente tonto, vaciló, entre continuar o simplemente… Esto te va a sonar un poco loco… le dijo intentando contemporizar. Y… tan sólo quiero que sepas que… es algo que yo… se detuvo y rebuscó en su bolsillo, sacando algo y centrando su atención en los pequeños abetos bordados que danzaban en el pecho de Dar. De acuerdo… mira… puso su puño cerrado contra el estómago de Dar, aun mirando fijamente el suéter. He intentado encontrar la manera de hacerte saber… lo importante que eres para mí… y lo importante que es para mí nuestra relación. Vale, respondió Dar, obviamente sumergida en el mar. Bueno, Kerry… también es muy importante para mí… espero que lo sepas… ha cambiado toda mi vida. Kerry contempló el suéter. ¿Es un buen cambio? susurró. Unos largos dedos capturaron su barbilla amablemente e inclinaron su cabeza hacia atrás, por lo que no tuvo otra opción que encontrarse con los ojos de Dar que ahora estaban muy serios. ¿Eso es una pregunta sincera? respondió Dar. Espero que no… espero que ya sepas la respuesta, hizo una pausa. Sí… es lo mejor que me ha pasado nunca.

Kerry se las arregló para asentir. Bien, balbuceó suavemente plegando los dedos de Dar sobre la pequeña caja que se había sacado del bolsillo. Porque para mí… lo supone todo en mi vida… y quiero que lo sepas… quiero que entiendas que incluso aunque no podamos ir al juzgado y decir esto, quiero que esto sea para siempre, Dar… todo… en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en los buenos momentos y en los malos… hasta que la muerte nos separe… sus palabras cayeron en un silencio de conmoción. Es eso — Una larga pausa — ¿De acuerdo? Bueno. Esta era la proposición más estúpida en la historia del mundo lésbico, ¿Verdad? Quizá debí haberme bajado de Internet aquellos guiones prácticos… miró a Dar con aire infeliz. Se produjo un suave y casi incoherente sonido cuando Dar empezó a respirar otra vez. K… su voz desapareció en un chirrido sin sonido, medio consciente se aclaró la garganta y lo intentó de nuevo… K… Kerry tú… tú me has… Absorbió aire otra vez ¿P… pedido matrimonio? Kerry se mordió el labio, intentando desesperadamente aforar la respuesta. Um… sí… lo he hecho, bajó la vista. Con la rodilla doblada y todo, Por lo menos se dio cuenta de que ya que lo estaba… eso es un punto, Kerry. Observó la cara de su amante intentando procesar unas cuantas emociones diferentes al mismo tiempo. Yo… lo que en realidad yo quería que supieras, Dar… es que… no te vas a girar una mañana y ver que no estoy. Dar, muy lentamente, levantó una mano y la deslizó por la mejilla de Kerry, ahuecando la parte trasera de su cabeza en una casi vacilante gentileza. No estoy segura de qué diablos he hecho para merecer esto, pero no puedo pensar en otra cosa en este mundo que me haga más feliz que aceptar, tiró de Kerry hacia ella. Ven aquí — Envolvió sus brazos alrededor de la mujer que ahora estaba completamente desahogada, que prácticamente trepó hasta su regazo y le dio un abrazo de oso — sabes que no tenías que hacerlo… Sí, que tenía que hacerlo, musitó Kerry contra la lana del suéter. Sí,

tenía que hacerlo… porque quiero que comprendas que estás pegada a mí, Dar… no vas a conseguir escaparte de mí, ¿OK? a no ser que tú… no sé… me arrojes por un acantilado o algo así. Dar dejó salir una apenada risa, intentando ignorar la lágrima que se estaba abriendo camino por su rostro. No hay acantilados en Miami, Kerry, respondió suavemente. Pero si lo hubiera, y cayeses… saltaría justo detrás de ti, acunó la cabeza de la joven mujer, acariciándole el pelo y apoyando la mejilla contra su suavidad. Gracias a dios que has tenido el valor para hacerlo… a mí me habría llevado media vida, o media botella para hacerlo. Kerry la miró a hurtadillas, viendo el destello de humedad a la luz del fuego. ¿De veras? Un asentimiento indeciso. Me hice una promesa a mí misma… de que nunca me arriesgaría por lo que sentía para no volver a ser aquella pobre y estúpida niña nunca más, otra confesión. No di cuenta hasta que ocurrió… no tuve opción — Dar la contempló con melancolía — nunca he estado más asustada en toda mi vida. Kerry le limpió las lágrimas amablemente, sintiendo un alivio casi abrumador pasar a través de ella. Eso era de lo que ella estaba asustada… de que Dar no… o no pudiese… permitirse a sí misma aceptar el riesgo del compromiso que Kerry le estaba ofreciendo. Pero quizá tenía razón… quizá no había tenido otra opción. Puede que Kerry tampoco. No estaba segura de que quisiera alguna. ¿Vas a verlo? le preguntó tímidamente. Me ha llevado una eternidad escogerlo… quería uno como aquel antiguo que tengo, pero ya no hacen de esos. Dar deslizó su mano alrededor delante de ella y se lo ofreció. ¿Lo abres? Kerry se inclinó contra ella, sus piernas estaban sobre las de Dar, se sentó recogidamente en el regazo de Dar.

Vale… tomó la cajita y la abrió, observando los ojos de Dar recoger los destellos de fuego del anillo. Era como… quiero decir… eres una persona difícil para escoger un anillo, ¿Sabes?. Dar miró fijamente el objeto, sus ojos siguieron el entrelazo celta que circundaba un diamante cuadrado sin importancia. Es precioso, se las arregló para decir. Dios mío, Kerry… no tenías que… debe haberte costado una… No tengo ni idea, respondió Kerry simplemente. No miré los precios… y aún no he visto mi extracto de cuentas de la tarjeta de crédito. Dar se la quedó mirando con la mandíbula ligeramente colgada. Bueno, fue menos del límite de la tarjeta, Dar, respondió poniendo un dedo en la barbilla de su chica y cerrándole la boca. Deja de mirarme como si hubiese comprado el Estadio Pro Player. ¿C… cuál es el límite de tu tarjeta de crédito? dijo Dar balbuceando. Dios santo… Um… Kerry estaba disfrutando, ahora que sabía los sentimientos de Dar. Bueno. En realidad no lo sé… debe haber sido la platino… tendré que verlo, casi que se echó a reír cuando los ojos azules se dilataron aun más. Oh… tranquilízate, se inclinó y le dio a Dar un pequeño beso en los labios. No fue así tanto, una pausa, mientras una vacilante sonrisa asomó a la boca de la mujer de pelo negro. Creo. Kerry… Dar se dio cuenta de que estaba siendo pellizcada. Bueno… Dijo arrastrando las palabras suavemente. Al menos no podrás decir nada cuando te dé el tuyo, apareció una sonrisa lenta y sexy. Porque yo tampoco miré las etiquetas de los precios, pero sé que el otro día me llegó a la oficina un ramo de veinte y cuatro rosas rojas del chico que me lo vendió. Kerry se quedó con la boca abierta. Uh, levantó la vista con aire de culpabilidad. Entonces eran de eso. Sí, supongo que él… Dar se detuvo y miró fijamente a Kerry desde

cerca, a quien le estaba subiendo un suave sonrojo por el cuello. ¿Estabas… extrañada? Kerry no sabía donde mirar, por lo que se limitó a agachar la cabeza y no contestar. Kerrison, la llamó la amable voz, y ella levantó la mirada, renuente. Podías haberme preguntado. La mujer rubia suspiró. Los celos son una emoción muy vergonzosa, por no decir repulsiva, admitió. No me siento orgullosa de lo que sentí. Dar levantó sus manos entrelazadas y rozó los nudillos de Kerry con sus labios. No… lo sé… pero… es que… um… frotó la mano que no ofrecía resistencia contra su mejilla. Es muy halagador, comentó. Desde mi perspectiva, quiero decir. Los ojos de Kerry se suavizaron y se empañaron. Así que estabas pensando en hacerlo más formal, ¿huh? Dar dejó caer la mirada. Sus dedos trazaron una ligera y vaga figura. Yo también tengo esa cosa del compromiso, respondió finalmente haciendo trabajar su garganta. Creo que descubrí que realmente me gustaría formar parte de la vida de alguien, hizo una pausa y señaló su bolsa de transporte. ¿Me la alcanzas? Kerry se la alargó observándola mientras ella indagaba dentro y sacaba un pequeño saco de terciopelo. ¿Lo llevabas… — dijo a tropezones — …encima? Dar miró fijamente el saco, levantó la vista y asintió con la cabeza. Sí… si alguna vez encontraba el valor para hacerlo… quería estar preparada, le ofreció la mano. Adelante, añadió simplemente. No soy muy buena escogiendo cosas para otras personas… comprar esto fue… una experiencia interesante, Su mente recordó la conversación “¿Es para usted,

señora?” “No… es para alguien lo más opuesto a mí pero con las mismas especies”.

Kerry cogió el saco, sorprendiéndose por su peso. Desanudó el cordón de terciopelo, agitó el saco suavemente sobre su mano hasta que emergió un anillo. La habitación se quedó muy silenciosa. Oh, Kerry suspiró sosegadamente, encontrando dificultad en respirar. Era precioso. Estaba en su mano, haciéndole guiños. Era una banda maciza y elegante que se ahuecaba formando una rosa, con sus delicados pétalos enmarcando un brillante diamante cortado en forma redondeada. Lo ladeó ligeramente y miró la parte interior de la banda, donde divisó algo grabado. Dar con… Levantó los ojos al tiempo que la piel bajo su brazo se tornó muy caliente, y se quedó pasmada al ver el profundo sonrojo en el rostro de Dar . Los ojos azules estaban fijos firmemente en el fuego, y las aletas de la nariz de Dar estaban levemente dilatadas. Volvió a mirar el anillo y después agachó la cabeza acercándose.

Tuya para siempre. Con esas palabras, algo hizo clic en la conciencia de Kerry, con una seguridad que la hizo sentirse mareada. Dar, consiguió susurrar. Sí, la respuesta fue enunciada de forma clara y precisa. Creo que voy a desmayarme, Kerry sintió que la aferraba con fuerza y ella se dejó desvanecer con la mano flojamente cerrada sobre el anillo. Flotó en una placentera bruma por un momento, mientras escuchaba en el fondo de su mente una suave y cariñosa risa entre dientes. Es precioso. ¿El anillo? murmuró Dar en su cercana oreja. Las palabras… la corrigió Kerry. Oh…. El anillo también es bellísimo.

Entonces… ¿Te gusta? Unos suaves labios fueron la respuesta.

*** Todo estaba muy tranquilo. Dar irguió la cabeza cuando la rama de un árbol dio contra la ventana produciendo un atenuado sonido de arañar. Se había olvidado de cuán tranquilo era este lugar, sin el constante sonido del tráfico o de los aviones. O del aire acondicionado. Se quedó mirando el techo medio adormilada. El AC providenciaba un blanco ruido al que la mayoría de las personas de Florida estaban acostumbrados. Su ausencia hasta resultaba incómoda, el silencio se filtraba por sus oídos quebrado sólo por la suave respiración de Kerry. Su suave y adorable respiración, que estaba calentando la piel justo por encima del corazón de Dar, ya que la rubia mujer se encontraba descansando sobre su costado derecho, con la cabeza acomodada en el hombro de Dar y un brazo enroscado firmemente sobre su estómago. Era agradable y acogedor. Descubrió, para su propio asombro, que adoraba de verdad estar así acurrucada. Una revelación. Sus padres lo habían sido todo menos físicamente afectivos, incluso el uno con el otro, Dar sólo había visto un abrazo de cuando en cuando. Una palmada en las espaldas, claro. Un amable manotazo en la pierna, era la favorita de su padre, sí. ¿Pero abrazos? Diablos no. De hecho, sinceramente no conseguía recordar la última vez que su madre la había tocado… oh, no, tal vez podía. Dar reflexionó tranquilamente. Sí… la primera… no, la segunda vez que se rompió el brazo… la mala, cuando los huesos salieron para fuera y le habían dejado

aquellas finas cicatrices rectas que a Kerry siempre le gustaba delinear. Mamá la había abrazado entonces, mientras ella intentaba a duras penas no gritar. Pero entonces su padre llegó, y ella se mordió el labio casi de lado a lado para aguantarse el llanto. Sus esfuerzos fueron recompensados con una fugaz palmadita en la mejilla, y su aprobación. “Esta es mi chica dura”. Dar se mordió el labio inferior pensativamente. Había sido una permanente discusión entre ellas, lo sabía… hasta que su madre desistió y la dejó seguir los pasos de él hasta todo lo lejos que fuera capaz. Se dio cuenta de que no debió ser fácil quedarse mirando. Ella no había sido una niña sonriente y su paso por la adolescencia había sido una larga lista de peleas, viajes a los despachos principales y amenazas de ir a un reformatorio. Tenía una principal que quería echarla de la peor manera, con sólo una cosa que bloqueaba su caso. Había sido una buena estudiante. Eso debió volverlos locos a todos. Con matrículas de honor y todo, con colocación avanzada, durante las nueve yardas. Había entrado en la universidad con una beca académica, frustrando a sus amigos, con su habilidad para pasar rápido de curso con un poco de estudio y menos preparación. Se graduó en el topo del dos por ciento de su clase, con matrícula de honor… pero en aquella altura de su vida no le había importado. Arrojó su diploma aún enrollado en la cesta de su cuarto de la casa de sus padres y se pasó todo un fin de semana tan borracha que aún no se acordaba de ello. Después fue a CAS y encontró su primer trabajo en el que le pagaban lo suficiente para cubrir la letra mensual del coche, su presupuesto de comida basura y pasar sus tres horas libres bajo el agua, ajena a todo. Sola. Kerry se movió, cambiando ligeramente de posición y alzó la cabeza

mirándola. ¿Hey? Dar exhaló y la miró con ternura. ¿Hmm? ¿Por qué estás aún despierta? la mujer rubia apoyó la barbilla sobre el esternón de Dar. ¿Quieres un poco de leche caliente? sus sueños la habían golpeado dejándola despierta y ansiosa. Una sosegada sonrisa mientras Dar le frotó el brazo ligeramente. No… sólo estaba pensando… eso es todo… Mm…¿Sobre qué? Dar vaciló, se encogió de hombros frunciendo los labios levemente. Nada en concreto… mis compañeros… un poco sobre la universidad… apartó un mechón errante de los ojos de Kerry. Vuelve a dormirte… estabas tan sosegada. Kerry consideró sus palabras. Sosegada. Oh sí, excepto por aquel sueño en el que despierto en una habitación vacía… y te has marchado. No le tenía mucho afecto a la universidad, comentó. No era muy buena… excepto en cosas como Inglés, admitió. Pertenecí a un montón de clubs… el Club Llave, Jóvenes Republicanos, ese tipo de cosas. Dar sonrió. ¿Eras una Joven Republicana? le preguntó. Creo que el único club en el que me metí fue… um… Pensó. Algún club de atletas… estaba en muchos equipos de deporte cuando andaba en la escuela superior. ¡Oh!... eso es una sorpresa, le dijo Kerry sonriéndole, después su expresión titubeó. Yo no… quería practicar softball ( nota de la traductora: variación del baseball ), pero… Hizo una pausa recordando y suspiró. De todas formas probablemente habría sido un desastre, su madre se horrorizó ante la idea. Me metieron en el de golf. Seguro que no habrías sido un desastre, objetó Dar suavemente. Tienes una buena coordinación entre el ojo y la mano… y un bonito estilo al correr… lo habrías hecho bien, analizó. Nunca he tenido la maldita

paciencia para el golf… ¿Cómo diablos aguantaste? Kerry la miró fijamente en silencio, después dejó salir una mansa respiración. Dar, ¿Sabes una cosa? — dijo suavemente — ¿Quieres saber cuándo fue la primera vez que me dijeron que era cualificada e inteligente? No tenía ni idea de por qué se estaba metiendo en esto, salvo porque había sido una noche de verdades, y esto le había estado pesando. Los ojos azules la miraron fijamente con desconcierto. Claro. Deberías saberlo, le dijo la mujer rubia. Lo escribiste tú, en un e-mail. Dar se la quedó mirando chocada por la sorpresa. Y casi no me conocías… habías estado conmigo cuánto… ¿Media hora? Kerry mudó de posición, apoyando la cabeza sobre un puño. Incluso los jefes en la Asociación… quiero decir, claro… siempre me hablaron como a alguien que trabaja duro… una buena chica… siempre con el tiempo encima… pero a pesar de lo que dijo Robert, la única razón por la que tenía aquel trabajo era porque el tipo que estaba antes de mí se fue con la mujer del contable en mitad de la noche y ellos necesitaban a alguien muy rápido y muy accesible. Kerry, eso no es cierto… eras una excelente directora… tu personal salió con la mayores recomendaciones, replicó Dar. Eres altamente cualificada, altamente motivada, muy inteligente, y… y… Kerry la miró con melancolía. Y adorable, finalizó Dar, saliéndose de los descriptivos profesionales, No me digas que fue por eso por lo que decidiste trabajar para mí… ¿¿¿¿ Porque dije lo que era obvio???? Un suave suspiro. Podía ser obvio para ti, pero estaba claro que no lo era para mí, admitió Kerry. Tengo una nota mental por algún lado para darte las gracias, por la manera… creo que fuiste la primera persona en mi vida que me valoró… y que no asumió que yo fuese alguna bola de peluche

con cabeza de pastel que había conseguido aquel trabajo por mi padre, Reflexionó. Incluso Robert, a quien le agradaba… cuando me puso como coordinadora, me dijo que no esperaba mucho… que tan sólo tenía que intentar que las cosas continuaran andando hasta que encontrase un director de verdad. Dar la observó aturdida. ¿En serio? murmuró. Un lento asentimiento de cabeza. ¿Qué viste en mí, Dar… que no vieron los demás? se preguntó Kerry en voz alta. Dar se enderezó y aclaró la cabeza. Ok, para empezar, tenías agallas, balbuceó. Y… los mantuviste unidos en una situación muy estresante… y… viniste con unos planes muy buenos y muy inteligentes para el apoderamiento… y… y me dijiste que me fuera al infierno, por los clavos de Cristo… ¿¿Sabes cuanta gente ha hecho eso y han seguido adelante?? No muchos, ¿huh? Kerry estaba absorbiendo el cumplido con sentimiento de culpabilidad como si fuese una esponja empapada. Intenta UNO, Dar se enderezó y miró a su pareja. Escucha… reconozco el talento cuando lo veo… es parte de mi trabajo, Kerry… y créeme, mi medidor de talento se salió fuera de la escala cuando te vi, suspiró, perpleja. Santo dios, Ker… pensabas que te había contratado porque me atraías o algo así. Se produjo un silencio embarazoso, los ojos de Kerry descendieron hasta la colcha, el repentino descubrimiento de sus escondidas inseguridades volvía a casa con saña. Yo… Dar sintió que se le paraba el corazón. No piensas eso, preguntó suavemente. ¿Kerry? Mírame. Unos ojos verdes llenos de miedo se elevaron hasta los suyos. Kerry, te contraté porque pensaba que ibas a ser un tremendo

elemento para mí… una excelente ayudante, le dijo Dar amablemente. Y estaba muy, muy cierta…¿qué te hizo pensar otra cosa? se sentía un poco pasmada. Los ojos de Kerry volvieron a bajar. Yo… no lo sé, confesó sosegadamente. Quizá porque toda mi vida me han dicho que es así como funcionan las cosas, sus ojos avanzaron lentamente por el inmóvil cuerpo de Dar. No se consiguen las cosas por trabajar duro, o por merecerlas… se consiguen porque alguien paga por ellas, o porque alguien quiere algo de ti. Dar parecía angustiada. Kerry… Lo sé… Kerry dejó caer la cabeza y la apoyó en la piel de Dar. Lo sé… mi cabeza lo sabe, y dios… mi corazón lo sabe de manera diferente, Dar… pero a veces… a veces me miro en el espejo, y no puedo evitar pensar… ¿Por qué yo? alzó la cabeza. Es como si fuera un cuento de hadas… y un día una bruja malvada vaya a agitar su vara y me hará volver a casa… o tú te c… cansarás de mí… o… Pestañeó y las lágrimas cayeron sobre el hombro de Dar. No puedo evitarlo. Dar exhaló con consternación, comprendiendo un poco más a su pareja. Kerry… acarició la mejilla de la mujer más pequeña, viendo las lágrimas brillar. Conozco esas palabras… y te prometo… te prometo que siempre estaré aquí para ti… no importa lo que pase, la tranquilizó. Nunca te dejaré. ¿Y si meto la pata en el trabajo? — preguntó Kerry — ¿Y si no puedo hacerlo? Cielo, me importa un cuerno, le dijo la mujer de pelo negro. Si quieres renunciar y no hacer otra cosa que vender conchas marinas por Internet desde el condominio, está mejor que bien para mí… ¿En serio te preocupa? Haces un trabajo fantástico. No quiero decepcionarte nunca, susurró Kerry. Dar acercó la rubia cabeza contra su pecho y la abrazó. No lo harás.

Kerry descansó allí por un momento. Lo siento, murmuró finalmente. No estoy segura de dónde vino este pequeño ataque de inseguridad, jugueteó con el borde de la camisa de dormir de Dar. En medio de la maldita noche, encima… Está bien, Dar trazó suaves círculos en su espalda, sintiendo que su corazón se tranquilizaba. Ambas hemos pasado por tiempos duros. Kerry asintió. Lo sé… es difícil creérselo, ¿Verdad? tranquilamente volvió a su posición, rodeando el abdomen de Dar con un brazo. Sí, lo es, admitió Dar, rodeándola con ambos brazos y acercándola. Pero lo conseguiremos. Kerry se relajó contra ella. Juntas, añadió tranquilamente. Siempre, confirmó Dar. "Brr." Dar tembló y se acurrucó en las mantas, observando el amanecer con una mirada aterrada. "Hace frío aquí fuera." Echó un vistazo al termostato, entonces sonó detrás de ella la voz de Kerry que intentaba no reír nerviosamente. "Nos olvidamos de encender la calefacción." "Je... pareces uno de los wuss." Kerry levantó su cabeza del pecho de Dar, entonces se movió sobre ella retrocediendo. "De acuerdo creo que tengo que demostrar mis raíces norteñas y levantarme para encender la calefacción." Salió de debajo las mantas e hizo una mueca de dolor cuando sus pies tocaron el frío suelo. "Yeah..." Corrió a través de la habitación y consiguió llegar al termóstato, subiéndolo al máximo, después corrió y saltó hacia la cama como un canguro grande, rubio. "Yikes... eso si que es frío." "Hah hah." Dar hizo muecas. Después ella se aplacó y colocó las mantas alrededor de Kerry, tapándose con ellas nuevamente y agarró a Kerry en un abrazo maravilloso de calor que olía de Dar. "Gracias." "Ungh." Kerry escondió su cabeza debajo de la manta y colocó deliberadamente sus manos heladas debajo de la camisa de Dar, haciendo

muecas mientras que sentía el grito de asombro de la mujer más alta. "Hey... estás caliente." Acarició suavemente la piel con las yemas del dedo. "Sí... a excepción de estos bloques de hielo contra mi estómago." Dar le dio una mirada de falso enfado, ahora con sus ojos abiertos muy de par en par despierta. "¿Cómo conseguías aguantar tanto frío en esta época?" Kerry encogió sus hombros y se colocó más cerca. "No pensándolo, yo creo... Tan... solo hacíamos deportes de invierno y nos abrigábamos." Bostezó, haciendo un ruido suave, chirriante. "¿So... vamos a montar a caballo. Después podríamos ir a navegar en el lago... de acuerdo?" Se encontró realmente a gusto haciendo planes para el día. "Desayunemos primero." Dar corrigió. "Millie hace las mejores tortas de queso que he comido." "Tortas de queso." Kerry sonrió. "¿Estás segura que es correcto para la salud... entre comer helados, los cereales y bebes solo batidos de chocolate?" Se preguntaba a veces seriamente cómo Dar había vivido realmente, y estaba en mejores condiciones físicas que ella obviamente. Quizás su química era diferente o algo. "Jesús." Dar se rió entre dientes suavemente. "Pienso que sirven una puntilla de perejil con ellas, si te hace sentir mejor." Le dijo inocente. "Además, sabes que te gustan..." Recordó a Kerry. Los ojos verdes miraron hacia arriba entrecerrados. "Eres una mala influencia." Kerry le informó. "Tu fuiste la que me acostumbró a comerlas." "Fuiste tu quién trajo los snowballs para la cena la otra noche." Dar bromeó a la mujer rubia, que la cosquilleó en venganza. "¡Hey!" "¿Tenía otra opción?" Kerry siguió con las cosquillas, encontrando el punto débil de Dar haciéndola retorcer. "Preferirías cualquier cosa estilo, coma los huevos de la laguna negra, o del tipo era cerdo y ahora es hamburguesa, ¿pero ahora quién sabe?" Se estremeció. "Créeme, el misterio en los snowballs era mucho más seguro." Dar reía desesperadamente. "De acuerdo... de acuerdo... me rindo...

ganaste." Cubriéndose con sus brazos y defendiéndose de Kerry, observando el sol que iba avanzando a través de la ventana. Las vistas eran apacibles, el silencio roto por las hojas afuera, y las líneas del sol caían suavemente sobre las mantas. "Lindo día, venga salgamos fuera." Kerry se movió encima de Dar un poco, y miró a escondidas en la ventana. "Mmmm... esto sí... que va a ser diversión." Mirando a Dar con una mueca feliz. "No he montado a caballo desde hace años. Espero que recuerde cómo se hace." Dar le dio un apretón. "No te preocupes... voy contigo además." Prometió. "Tienen un grupo bueno de caballos aquí... solamente uno o dos salvajes." "Uno o dos, ¿huh?" Kerry la miró especulativamente. "Veamos..." Levantó una mano a su cabeza y presionó sus dedos en ella, entonces cerró los ojos. "Mi capacidad psíquica me está diciendo que... ésos son los que tu escogerías." Un ojo verde abierto, y la frente inclinada para arriba. "¿Sí?" Dar dejó salir una risa ahogada baja, y recompensándole con una mueca atractiva. "Muy bueno, señora Poo Poo.(1)" Inclinaba su cabeza asintiendo. "Hey... Puedo conseguirte un número 900 para la oficina... pueden ir hacia un centro de ganancias. ¿Qué te parece?" Kerry reía. "Oh sí. Puedo ver eso. 'Operaciones y Pronóstico del Futuro, Stuart al habla'". La imitó, rodando sus ojos cuando Dar comenzó a reír también. "Sería un golpe verdadero en reuniones de Ventas." Afirmó Kerry. "Nah..." Dar discrepó. "¿Qué crees que ellos harían con tu tablero de Ouija, y las preguntas de José encima de tu bola de cristal?" "Oh Dios... eso es malo. Qué cuadro visual." Kerry con una mueca de dolor, cubriéndose los ojos. "Eww... guerra electrónica... Dar... ganas totalmente. Necesito limpiar mi despacho con un buen chorro de agua." "Ven aquí." La mujer de pelo moreno la agarró, colocándola encima de su cuerpo, besándola a fondo. El contacto continuó más allá de donde

ella había pensado, después de un largo momento lo interrumpieron y se miraron largamente, jadeando un poco. "¿Mejor?" Dar preguntó, con una respiración irregular. "¿Qué cosa?" Kerry se preguntaba, viendo en ella la adoración de un perrito. "¿Estás preguntando mi opinión sobre si este es un beso impresionante?" Acarició el labio inferior de Dar con un dedo, sacudiendo su cabeza un poco. "¿O es que lo haces mirando de que manera puede tener un significado más profundo para mi?" Dar movió su cabeza y pensó en ello. "No sé." Contestó honestamente. "Nunca he sentido por nadie lo que me haces sentir tu... he notado que todo lo que hago contigo es... um..." Frunció los labios y movió la cabeza de lado a lado. "Correcto, ¿sabes lo que esto significa?" "Mmmm." Kerry meneando sus cejas. "Sé lo que quieres decir." Dijo, ruborizándose un poco y colocando su cabeza en el hombro de Dar. Por

Dios Kerry estás convirtiéndote en una pequeña pícara y lasciva..., ¿no es cierto? "Vamos a por las tortas de queso, jefa?" Dando a Dar un apretón.

"¿Estás de humor para comerte también un emparedado de pollo para el almuerzo... Hmmm?"

"Seguro que si." Dar afirmó, recordando los emparedados de pollo de Millie, que consistían en una pechuga de pollo frito, cubiertos en salsa con el pan tostado... "Ningún problema." Kerry la miró con desconfianza, pero los ojos azules la miraban con una inocencia devastadora. "Sabes que soy justa haciendo esto para tu propio bien, ¿Correcto?" Preguntó. "Esto no es solo un dolor de cabeza." Dar tocó con su frente a la mujer rubia. "Sip, lo sé." Se detuvo brevemente y pensó. "Es realmente agradable saber que hay alguien que realmente se preocupa por ti... hace mucho tiempo que mis padres dejaron de hacerlo, hace ya mucho tiempo." "¿Realmente?" Kerry murmuró. "Si." Su amante admitió. "Ella me lo dijo cuando tendría... unos dieciséis años o algo así, quería ser independiente y ella me dejó, e hice

todo lo posible para luchar para mí y cuando me di cuenta ya tenía los treinta años, no me he quejado debía de tener sus razones, y yo las mías." Kerry atisbó debajo de las mantas, entonces la miró fijamente a sus ojos. "¿Dar?" "¿Hmm?" "Ella estaba equivocada." "Sé que... mi padre siempre decía que sus genes podrían batir los pantalones, que tenía una dieta que mataría a cualquier persona." La mujer morena rió tímidamente. "Pienso que soy afortunada por parecerme a él." "Hey Dar, es justo que te pregunte esto." Kerry cogiendo un mechón de pelo negro con un dedo, y le preguntó con una sonrisa nostálgica. "¿Piensas que somos amigas?" El silencio de la habitación se alargó, cuando Dar miró las mantas pensativamente. "No tengo idea de lo que eso significa." Admitió finalmente, mirando hacia Kerry. "No tengo nada para comparar... en realidad." "Mmm." Kerry dejó salir un pequeño suspiro. "Sé que me siento más cerca de ti, que con cualquier otra persona antes en mi vida." Dar respondió con tacto vacilante. "Te he dicho cosas que nunca le he dicho a nadie." Se detuvo brevemente. "O deseé jamás." Miró la cara de Kerry. "¿Te das cuenta de eso?" "Es duro de recordar." La mujer rubia rodó fuera de la cama y se puso a caminar alrededor de la habitación, removiéndose el pelo con sus manos. "Hace demasiado tiempo para mi." Caminando hacia el dispensador de agua caliente y tomando dos tazas colocando unas bolsitas de té, uno perfumado de melocotón en una taza y en la otra uno de zarzamora para Dar y vertiendo agua caliente en ellas. "Angie y yo siempre estuvimos muy unidas." Comentó. "Solo que era mi hermana... teníamos amigos en la escuela, pero siempre sentíamos la diferencia de edad, los míos eran

mayores." Dar salió de la cama y se acercó a ella por la espalda, poniéndole las manos en los hombros apretándolos. "¿Qué sucede?" ¿Cómo podrías tu

saberlo Dar? ¿Si solo has tenido... seis amigos entre tu gente? ¿Incluyendo a tu padre? "La gente va creciendo y se va alejando." Kerry asintió, removiendo el azúcar en las tazas. "Lo sé... tenía... a mi mejor amiga en secundaria." Contestó. "Peggy... sus padres y los míos eran amigos, así que nos veíamos mucho." Dándose la vuelta le dio la taza a Dar. "A veces teníamos fiestas de pijama, íbamos al cine... compartíamos secretos... ya sabes." Dar la estudió. "Sip." Afirmó. Kerry tomó un sorbo de te. "¿No conoces esto verdad?" Asombrosamente, la mujer más alta se rió entre dientes. "Kerry, era la muchacha a quien su madre le dijo que estuviera lejos de ella." Admitió. "Quien se iba con hombres... a montar peleas, nos metíamos en apuros continuamente." Suspiró. "Nop... no teníamos tiempo para muchas fiestas de pijama en mi juventud... las películas eran siempre sobre la guerra... nos machacábamos..." Sacudiendo levemente la cabeza. "Realmente no teníamos tiempo para esas cosas." Le miró a sus ojos. "¿Hablas aún con Peggy?" Con una mirada reservada y triste Kerry respondió. "Nunca..." Su mirada cayó al suelo. "Durante nuestro último año, ella se metió en un apuro... conoció a un tipo y empezaron a salir y... se quedó embarazada." Siguió una pausa reservada. "La enviaron lejos a alguna parte... recibí una carta de ella... dos..., en la segunda me dijo que ella había tenido a su bebé... una niña." Se hizo un silencio."¿Y?" Preguntó Dar. "¿Qué sucedió?" Kerry miraba hacia arriba. "No sé... nunca volví a saber nada más de ella... cuando mi familia descubrió las cartas, se pusieron furiosos... me dijeron que si volvían a encontrarme más cartas suyas me castigarían." Suspiró lentamente. "Nunca volví a acercarme a nadie ni dejar que se me

acercara nadie de nuevo... era lo justo... lo más complicado." "Pero tienes a una gran amiga en Colleen, sin embargo." Dar objetó, un poco refiriéndose al aire pensativo de su amante. "Kerry... te aseguro que es muy buena amiga... No he encontrado a nadie a quien realmente no le caigas bien, a menos que sea un gilipollas que incluso mi madre odiaría." Separándose un poco y mirándola a los ojos. "Tu podrías tener centenares de amigos, ¿lo sabes verdad?" "Demasiada gente para preocuparme alrededor." Kerry respondió seriamente. "He intentado mantener mi vida simple desde entonces." "Hasta el momento." Dar le respondió calladamente. Hasta que

llegué yo. Quién de nosotras ha arriesgado más, ¿me pregunto? "Mmm." Su compañera afirmó. "¿Kerry?" "¿Si?"

Dar acariciando su mejilla. "Pienso que somos unas grandes amigas, las mejores." Inclinándose y besándola en la frente. "Vamos... vamos a ver si conseguimos un buen desayuno." Kerry sonrió, después se puso de puntillas sobre sus pies solicitando un beso más apropiado. Podía sentir el aroma de zarzamora en los labios de Dar, y decidió que conjugaban perfectamente con el melocotón de los suyos. Se sentía muy bien después de tantos años, el poder descargar todos esos pensamientos tan escondidos. Se preguntaba si a Dar le pasaba lo mismo con ella. "Mmm mucho mejor... adelante." Se lavaron y vistieron rápidamente, solo que no tan rápidamente para darse una buena lucha con las esponjas. Después se dirigieron al comedor a través del rocío dispersándose sobre la tierra en el aire temprano de la mañana. "Así." Kerry se acercó a Dar agarrándola con el brazo. "De verdad

que te metías en tantos líos, ¿huh?." "Oh sip." Dar afirmó. "Líos desde primer curso... incluso tenía una navaja." "¿De verdad?" Kerry la miró con cara de sorpresa. "Si, por supuesto, hubo un momento en que casi la tuve que utilizar, pero la tomé al revés y casi me corto el dedo... fue cuando la dejé." Ambas comenzaron a reír, después sus pasos se dispersaron en la niebla.

*** Es muy... muy alto el caballo. Kerry pensó, mientras tomaba las

riendas y acariciaba las costillas de su yegua castaña con sus rodillas vacilantes. Uhuh... hace mucho tiempo que montaste a caballo. Suspiró, mirando a Dar envidiándola mientras que la mujer más alta saltó encima del gran semental gris, con los enganches negros brillando y una melena y cola imponentes. El caballo estaba intranquilo, pero Dar se sentó en la silla de montar como si lo hiciera cada día, estaba presionando los lados del caballo gris agitado, calmándolo.

Supongo que ella es buena en esto también. La mujer rubia suspiró,

intentando recordar cuando le permitieron montar a caballo la primera vez, recordando que fue a partir del segundo grado de secundaria, cuando su madre a regañadientes no le prohibió las lecciones de montar a caballo inglesas en un establo local. Ella quería mucho a los caballos, más realmente que montar en ellos. La sensación de esos cuerpos lisos, fuertes debajo de sus manos cuando los acariciaba, como aprendió a limpiarlos, la suave sensación de sus sedosos y cortos cabellos debajo de sus bozales cuando comían el maíz de su palma de la mano. Eran simples y solo buscaban la buena hierba, pero

prefería darles maíz y manzana, para ella era mucho más sano. Dominick había sido su caballo favorito, castaño y rechoncho, sentada encima suyo durante horas había aprendido a montar con él. Se había alegrado muchísimo la primera vez que habían dado la vuelta a todo el circuito, recordaba también cogiéndole por las riendas, o la cabeza pequeña de Dominick. Kerry sonrió recordándolo, y acarició el cuello de la yegua, tranquilizándose cuando el animal ya calmado movió su cabeza y la miró. "Ey aquí, muchacha... ¿vamos a ser buenas amigas verdad?" La yegua sacudió la cabeza, miró como el semental gris se le acercó parándose a su lado con cuidado. "Hey... ¿estás lista para que empecemos nuestro paseo?" Dar le preguntó, colocándose bien el paquete que llevaba detrás, que estaba llena de comida, era el almuerzo cuidadosamente envuelto del menú campestre. "Podemos ir hacia el norte siguiendo el camino... termina en un pequeño prado... es un lugar muy agradable, y un paseo de unas dos horas." "Suena muy bien." Afirmó Kerry, inclinando su cabeza y aprovechando los rayos del sol. El día estaba despejado y agradable, hacia frío y una brisa ligera. Estaba vestida con un suéter grueso y sus pantalones tejanos más gruesos, se alegró al recordar cuando Dar insistió en que se compraran unas buenas botas de montar, diciéndole que no puedes montar a caballo con zapatillas de deporte.

Seguro que podría, echando un vistazo a sus botas eran de piel de un

tacto muy suave, pero es que siempre había deseado tener un par como estos... Colocó los talones en los estribos echando una mirada a Dar, que resplandecía con su jersey rojo contrastando con su pelo negro y resaltaba su piel bronceada, y Kerry decidió que realmente el rojo le sentaba muy bien a Dar. El cabello de la mujer mas alta fue trenzado y le quedaba perfecto, y al ver como la miraba sonrió y el azul de sus ojos chispeó con la luz del sol encantando a Kerry con su mirada. Ella también se hizo una pequeña trenza alta, y gozaba del calor del sol y de la pequeña brisa un tacto breve que hizo que sus trenzas se movieran suavemente. Guió a su caballo detrás del semental de Dar, hacia

el comienzo del camino que estaba medio oculto e iba subiendo hacia arriba de la montaña. Era un día maravilloso para un paseo, hizo que el caballo entrara en un paso un poco más rápido, hasta acercarse a Dar haciendo la travesía juntas. Los árboles, pinos sobretodo, se movían encima de ellas, y se puso a escuchar los sonidos del bosque.

Hojas m uertas que suenan bajo nosotras. Las hojas m ovidas por la brisa. El sonidos de los pasos rítm icos, suaves de los caballos. Susurró y resonó el sonido del jersey de Dar cuando ella la miró sorprendida. "Es precioso." Murmuró mirando hacia atrás. "Dios, hace mucho tiempo que no hacia esto." Dar se asentó más en la silla con una sensación de alegría reservada. Había intentado continuar con sus habilidades de montar a caballo, sobre todo gracias a un amigo de un rancho de los Redlands. Tenía unos establos de caballos jubilados y de mustang (2) lastimados que él le dejaba montar, durantes los fines de semana que conseguía escaparse de la ciudad. Habían sido unos buenos momentos, aunque la última vez que había conseguido ir había sido a principios de Octubre, sospechaba que sus piernas se lo iban a recordar cuando terminara el día. Miró a Kerry de reojo, preguntándose si podrían pasarse la tarde dándose masajes mutuamente. Una mueca asumió el control de la cara de Dar. "Buen muchacho." Acariciando el cuello de su semental, no encontrando nada malo ese pensamiento anticipado. "Sip, esto va ascendiendo agradablemente por aquí... he visto como va cambiando el olor de las hojas." Comentó a Kerry. "Sip, lo sé." La mujer rubia rió. "Lo he visto... es una de las cosas más extrañas acostumbrarse a vivir... sin estaciones." "Tch... también hay estaciones." Dar frunció el ceño. "El verano es diferente que el invierno".

"Oh correcto, 88 grados y 100 por ciento de humedad, contra 88 grados y setenta por ciento de humedad." Kerry hacía muecas riéndose. "Me olvidé." Se enderezó un poco, después se relajó a través de la caminata de la yegua. "Este tipo de silla es mucho más cómoda que en la que aprendí a montar". "¿Caballo ingles?" Dar preguntó, recibiendo una afirmación en respuesta. "Yo aprendí a pelo." "Me lo pensé". Kerry rió. "Y apuesto que abrías las botellas con los dientes, también." Dar rió con ella. "Nop, los dientes siempre los he conservado, gracias." Discrepó alegremente, entonces presionó sus rodillas a los lados de su montura, y lo puso a un paso más rápido. "Vamos... veamos si estos caballos pueden moverse rápido." "Oh... um... er..." Kerry intentó recordar como moverse, acostumbrándose al movimiento de su yegua que estaba corriendo detrás del semental que ahora galopaba. "Creo que... oh..." Se inclinó hacia delante y logró mantener el equilibrio sobre el galope de su montura. "Creo... que lo estoy consiguiendo." Animó a la yegua a aumentar su velocidad. "Buena muchacha... eso es... síguele..." Asentó sus rodillas y se inclinó hacia delante, ya que la yegua consiguió llegar al caballo de Dar, y vio la gran cara de felicidad que tenía reflejada su amante. "Muy agradable, Dar... muy divertido... me gusta." Gritó. "¿Tu?" Los ojos azules de Dar centellearon felices. "¡Esto es grande!" Entonces se inclinó más y dio a su caballo un suave toque con las rodillas haciendo que se pusiera al galope completo, tenían un gran sendero recto por delante. "¡Vamos chico!" "Oh, muchacho." Kerry se inclinó más, su yegua estaba acelerada y quería galopar al mismo paso que el caballo gris, su galope azotaba el viento más allá de los oídos de Kerry y le hizo cerrar un poco los ojos. Se sintió un poco inestable, pero se relajó un poco y comenzó a disfrutar de el galope. "¡Si!" Animó a la yegua. "Venga vamos pequeña."

Los dos caballos compitieron uno junto al otro, la hierba azotaba sus piernas y el viento rasgaba a través de ellas mientras reían. Dar permitió que el instinto del animal siguiera, pero se daba cuenta que pronto terminaría el camino recto. Tirando suavemente de las riendas reduciendo su paso, y permitió que Kerry galopara un poco más allá, y la mujer rubia comenzó a detenerse al ver que Dar lo hacía. Casi estaba subida a los estribos cuando vio que la yegua comenzaba a pararse un poco renuente. Siguieron el camino tranquilamente y subieron una pequeña cuesta hacia su siguiente parte del paseo. "Estupendo... esto si que es diversión." Kerry sonreía alegre. "Trae muy buenos recuerdos." Respirando profundamente. Dar la miró, sonriendo del ligero rubor que tal actividad le había producido en su cara. "¿Si? Para mi también." Paró a su caballo acariciando el cuello caliente con una mano ociosa. "Ven aquí." Dándole a Kerry una botella de agua. "Gracias." Kerry agradecida la aceptó, y tomó un trago. "Oh... ¿has visto esa ardilla Dar?" Señalando con la botella a un animal con el pelo parduzco y espeso, que estaba subido en un árbol y las miraba con desconfianza. "Seguro." Dar bajó del caballo y cogió un puñado de nueces de la bolsa acercándose al árbol y tirando una cerca de donde estaba la ardilla. Entonces esperó, sentándose en el suelo en silencio perfecto, el viento soplaba removiendo su melena negra sobre su cara. La ardilla fijó su mirada en ella, después bajó del árbol y correteó lentamente a través de las hojas hacia la nuez, investigando su olor cautelosamente. Kerry miró a su chica, con cara reservada, ojos azules que observaban los movimientos de la ardilla mientras la cogía y la mordía. Una sonrisa se posó en sus labios mientras dejaba otra nuez cerca de ella, y la ardilla correteó hacia ella para quitársela convencida al parecer de su inocencia.

Lástima que no traje mi cámara. Kerry murmuró. Dar Roberts dando comida a las ardillas... nadie me creerá. La pondría encima de mi escritorio.

"Esto es muy lindo." Comentó suavemente, consiguiendo una mirada sospechosa del pequeño animal. "Sip, tu." Le dijo.

Dar cambió su mirada hacia Kerry, después sostuvo una nuez encima del hombro acercándose más al árbol donde estaba subida la ardilla. Complacido, el animal se dejó caer encima del hombro manteniendo el equilibrio y comiéndose la nuez, podían ver sus ojos marrones y serios. "Ven acércate." Dar murmuró suavemente, sosteniendo una más cerca. "D..." Por fin respiró mirando a la criatura que tenía los dientes muy largos y estaban demasiado cerca de los dedos de su amante. La ardilla cogió la nuez de los dedos de Dar y se retiró a la parte superior, encima de una rama donde se sentó, mordisqueando la nuez mirándola impunemente. Un largo dedo la señaló. "Míralo de esta manera amiga... soy la delegada del CEO y les hago ganar una fortuna de 500 millones con menos esfuerzo que el tuyo." Le advirtió al animal, después se levantó, se montó en su caballo y lo movió alejándose del árbol. Kerry se le acercó, echando un vistazo hacia la ardilla, que las miraba con aire vagamente decepcionado. "Creo que ha sido asombroso." Dar fijó su mirada en ella. "¿Qué... que ella comiera las nueces?" Levantó una ceja. "No es tan raro." Con una risa apacible. "De acuerdo... si tu lo dices." Kerry dijo convencida. "Solamente sé que tú no habrías conseguido que hiciera lo mismo, colocar mis manos cerca de unos dientes tan afilados." Dar se rió y siguió conduciendo los caballos hacia arriba. Era un paseo muy agradable, sobre todo pasando por un camino lleno de árboles y de rocas cubiertas de musgo, donde el olor del bosque las envolvía, y el aire frío acariciándola. Finalmente, la subida las llevó

hacia una pequeña explanada, que estaba resplandeciente por el sol que traspasaba las ramas de los árboles. Kerry sonrió mientras paraban a los caballos, inclinándose en la silla de montar. "Wow... esto es maravilloso." "Gracias estoy contenta de que te guste." Dar sacó sus pies de los estribos y pasó su pierna encima del cuello del semental, bajó del caballo aterrizando suavemente. "Whoo." Estirándose cuidadosamente, satisfecha de las pequeñas punzadas que sentía en su cuerpo y su rodilla no se resintió demasiado. "¿Estás dispuesta para almorzar?" Acercándose y acariciando el cuello de la yegua. "Hay un sitio muy agradable allá... podemos descansar escuchando el agua del pequeño río y..." Hizo una pausa. "Sobre todo relajarnos." "De acuerdo." Kerry bajó de su caballo de una manera más convencional, colocando sus rodillas suavemente en la tierra. "Oh chica." Frotándose el muslo. "Voy a resentirme de esta, de eso seguro." Dar tomó las riendas de la yegua. "Ven aquí... comeremos el almuerzo y después intentaré trabajar tus músculos con un buen masaje, ¿de acuerdo?" Se sentía un poco culpable de que Kerry se sintiera mal debido a que el paseo había sido bastante largo. "Deberíamos haber echo un paseo más corto." "De ninguna manera... estoy muy bien." Kerry tensó y relajó su cuadriceps. "De verdad." Caminó cuidadosamente al lado de Dar, sintiendo los calambres. "Esto realmente es maravilloso, merece la pena sentir estos pinchazos a cambio de estar aquí." "De acuerdo". Dar guió y ató a los caballos debajo de un árbol, cerca de un trozo de hierba seca pero aún comestible, sacando el paquete del almuerzo y llevándolo en sus manos mientras dirigía a Kerry hacia un sitio soleado cerca de una roca. Dejó el paquete en el suelo y se sentó al lado, dando golpecitos en la tierra. "Ven, siéntate." Kerry se sentó, y estiró las piernas apoyándose hacia atrás con las manos. "Me siento patituerta... este caballo es mucho más grande de los que estaba acostumbrada a montar." Mirando a su yegua. "Y mucho más fuerte, también."

Dar se rió entre dientes y colocó encima de sus piernas las rodillas de Kerry. "De acuerdo, solo relájate." Y comenzó a trabajar en los músculos tensos por encima del suave algodón apretándolos un poco. "Ungh." Kerry cerró sus ojos con placer y suspiró. "Eres muy buena en esto también." Relajándose sintiendo como los largos dedos ejercían su magia, facilitando que sus músculos se aliviaran. "¿Mejor?" Dar acabó su masaje acariciando su pierna ligeramente. "Uh huh." Kerry afirmó, mirándola con los ojos entrecerrados. "Conseguiré una repetición cuando lleguemos a la cabaña?" Dar cruzó sus piernas poniendo el paquete encima de ellas. "Seguro que si." Contestó con una risa ahogada. "A que el jacuzzi caliente suena de maravilla, ¿no?" "Mmmm..." Kerry se incorporó y cuidadosamente cruzó sus piernas. "Apuesto por ello, ¿qué has conseguido?" Dar sacó los paquetes que contenían los emparedados. "Emparedados de pollo." Mirando a su compañera inocentemente, entregando a Kerry el suyo. "Como habías pedido." Kerry miró debajo del envoltorio y explotó de risa. "Dar... decididamente eres... eres..." Dándole a la alta mujer una palmada en la pierna. "Eres muy pilla." Lo desenvolvió y aspiró su aroma. "Huele muy bien." Admitió, pues el olor del pollo frito llegó hasta su paladar. "¿Qué más hay?" Dar sacó dos frascos y le dio uno a Kerry. "El aparato más nuevo calienta los alimentos en unos segundos." Sacando un mantel que colocó sobre la tierra, y apoyando su frasco en él, también la sal y la pimienta y tres tarros pequeños. "¿Qué es?" Kerry preguntó abriendo el envase, y fue sorprendida cuando el vapor se escapó, bañándole la cara con un olor que ella conocía muy bien. "¿Has traído aquí a Sr. Potato Head (3) a una comida campestre?"

Dar miró dentro del envase. "Yep." Señaló su recipiente. "Tenemos sal, mantequilla, pimienta, cebolletas, crema amarga y pedacitos de tocino para ponerle también." Dijo con tono satisfecho, después le colocó una mini zanahoria en su puré de patatas y en la de Kerry. "Ahí... incluso te traje una zanahoria." Señalándola. "Mira... el Sr. Potato Head tiene una nariz. Kerry la cogió y se la puso en la boca. "Ya no." Discrepó, masticando la zanahoria. "¿Y qué tal esto como oreja?" Dar puso un trozo de brócoli frío en el lugar de la oreja, entonces Kerry añadió un trozo de melón como boca. "Aquí..." "Para Dar..." Kerry dijo dándole una palmada. "Para de jugar con mis alimentos, Dar... o le daré la vuelta a Sr. Potato Head triturándolo en tu camisa." La mujer más alta cogió la indirecta y se reía entre dientes, después abrió su paquete y puso en ella todos los aditivos. "Esto me recordó a Steve, será por lo del brócoli en los oídos?" Kerry rió, después cortó cuidadosamente un trozo de la patata y se lo comió. "Quizás si... Tendré que conseguirle uno de estos para enviárselo a su oficina." Un ceño oscuro fruncido. "Cuando digo 'colocado en su cabeza', ¿quizás lo podría demostrar...?" Preguntó irónicamente. "Bah no merece la pena, envió un mensaje muy liado." Terminando su emparedado se recostó hacia la roca calentada por el sol y estiró las piernas. Kerry también terminó el suyo guardó el envoltorio, y se acercó apoyando su cabeza encima del pecho de Dar relajándose cuando la envolvió entre sus brazos. Dar sentía el calor de la roca tras ella, y el calor de su chica contra ella, y decidió que le daba la sensación más agradable que jamás había sentido. Miró encima del hombro de Kerry, apreciando la primavera con un pacífico sentido de alegría.

Y familiaridad. Su frente se arrugó. No, ella y Kerry nunca habían hecho esto antes, estaba bastante segura de eso pero... Apretó un poco más a la mujer rubia, y Kerry presionó una mano contra la suya, poniendo su otra mano en la pierna de Dar, acariciándola suavemente. Podía percibir el olor del champú de Kerry, donde la cabeza de la mujer rubia se reclinaba, debajo de su barbilla, y dejó caer su mejilla para apoyarse en ella, sintiendo una oleada de repentina familiaridad, que trajo una ligera sonrisa en su cara. Era un sueño, uno de ellos. Uno de esos extraños, donde recordó claramente como estaban las dos en un sitio no demasiado diferente a este lugar, con el sonido suave del agua y el olor del bosque alrededor de ellas. Estaba reclinada en una roca, su brazo envolvía un cuerpo caliente, somnoliento cuyos dedos le acariciaban suavemente su muslo... Exactamente... Tal como estaban ahora. Dar tembló por puro reflejo, unos ojos verdes resplandecientes que la miraban, la imagen del sueño destellaba en su mente. "¿Hey?" Kerry levantó la cabeza para mirarla. "¿Estás bien?" Un suspiro exhalado. "Simplemente un... no sé un poco... un déjà vu, creo". Forzó una risa. "O algo referente a un sueño... yo." Las cejas de Kerry se levantaron. "Sabes, a mi también me pasa contigo." Comentó en un tono casual. "Tengo estos sueños extraños, donde tu y yo estamos haciendo cosas realmente extrañas." Dar la miró. "Yo también." Admitió suavemente. "Como ahora mismo." Sus ojos miraron alrededor. "Creo que tuve un sueño donde estábamos así... los árboles, el agua... tu y yo... como ahora... en que yo te tenía en brazos." Se detuvo brevemente, recordando... "Extraño." Kerry se encogió de hombros. "Si... he tenido sueños como estos ya cuando estaba en la escuela... supongo que estos recuerdos... deben de

estar en nuestro subconsciente." "Si." La mujer más alta afirmó, sintiendo que se le revelaba algo. "Tienes razón... hey." Cogiendo una piedra plana y la tiró hacia el agua. "¿Puedes hacer esto?" "Oh Dios... siempre deseé hacer... figuras en el agua." Kerry cavó un poco en la tierra con las manos y encontró dos piedras más relativamente planas. "Venga... enséñame." Con una ligera sonrisa, Dar colocó su brazo alrededor y lo dirigió, sintiendo el eco dulce en sus palabras tirando la piedra al agua. "Aceptable... como esto... ladeándolas." Pasaron un buen rato haciéndolo, hasta que el sol ya se iba ocultando, los caballos habían comido su ración de hierba. Finalmente Dar le acarició la pierna. "¿Estás lista para irnos?" "Mm..." Kerry tenía su cabeza apoyada en el regazo de Dar, y estiró sus piernas perezosamente. "Por lo menos hemos podido descansar, ¿has dicho que me dejarías enseñarte a navegar?" "Seguro que si." Dar afirmó. "Nunca he navegado en uno de estos pequeños barcos de vela... siempre lo he hecho en grandes barcos como el mío... estoy ansiosa." Susurró en el oído de Kerry. "Vamos... continuemos." Recogieron sus cosas, Dar colocó la bolsa con todo envuelto perfectamente, mientras Kerry probó el agua del pequeño río. "Hey no está nada mal." Sonriéndole a Dar. "Es dulce." Dar la miró por encima. "Sip.. mira... al parecer allí hay una colmena de abejas... ten cuidado." Kerry miró. "Ups, gracias." Bordeando el sitio cuidadosamente y llegó hasta donde estaba la yegua desatándola y cogiendo las riendas, acariciando su cuello "Bien, muchacha... ¿Cómo te llamas, Cookie? (4)" "Brownie. (5)" Le dijo Dar sonriendo. "No estabas cerca cuando nos dijeron sus nombres". Se montó en su caballo y colocando sus rodillas,

movió las riendas mientras le daba la vuelta al semental acercándolo hacia el caballo de Kerry. "Si... si... es lógico y cual es el nombre del tuyo... Silver? (6)" Kerry puso un pie en el estribo y se alzó montando en la yegua, sintiendo como se movía debajo de ella, resoplando un poco. "Bueno... ¿y ahora?" "Se llama Smokey." Dar contestó amigablemente. "Ten cuidado." Kerry se asentó bien en la silla, e intentó encontrar el sitio más cómodo para el agarre de sus rodillas. Seguían un poco doloridas y se acomodó mejor, mirándola. "Así está bien... ¡Whoa!" La yegua estaba caminando de lado, con una pata cogida en una raíz, con un resoplido se soltó del agarre y la miró con desafío saltando hacia un lado, Kerry se movió ligeramente desconcertada. "¡¡Whoa!!" La mujer rubia cogió mas fuerte las riendas de la yegua, cuando ella saltó por encima de un pequeño tronco y se estaba acercando corriendo hacia el agua. Lo suficiente cerca para estar debajo de la colmena y removiendo las hojas, despertando a las inactivas abejas. "Kerry... uh." Los ojos de Dar se abrieron de golpe. "Ten cuidado allí... yo..." "Estoy teniendo cuidado." Se quejó la rubia, intentando que la yegua se alejara. "Vamos... chica... por... Dios... whoa... whoa... ¡¡¡¡ Mierda...!!!!" La yegua resopló cuando varias abejas la picaron, chilló y se levantó en sus dos patas, dándole un tirón fuerte a las riendas de Kerry y se dirigió hacia el camino galopando asustada. "¡¡¡Hey!!! ¡¡¡Hey!!! ¡¡¡Para!!!" "Hija de..." Dar dio una palmada a su semental en el lado, golpeándolo con el pie para que se pusiera al galope iniciando la persecución. "¡¡¡Kerry!!!"

*** Estoy en apuros. Kerry se intentaba agarrar bien a la silla de montar,

viendo como las riendas estaban inútilmente cerca del suelo. Mierda. "Hey.. vamos... vamos... ¡¡¡para...!!!" Estaba llamando a la yegua, que resoplaba. Ambas se movían muy rápidas, Kerry la intentaba frenar con los talones, pero la yegua casi la estaba sacudiendo hacia su cuello, y ella se agarró fuertemente a la silla de montar. "Bien de acuerdo... de acuerdo..." La yegua resopló y después eligió seguir la trayectoria hacia abajo de la ladera, sacudiendo la cabeza, ya que las riendas la estaban irritando. Kerry escuchó otro resoplido que se les iba acercando, se giró y vio como el semental les iba alcanzando a galope tendido, con el cuerpo de Dar inclinado en la silla para darle más velocidad, con una mano libre y la otra acelerando con las riendas a su montura. Maldijo inclinándose más para intentar coger las riendas, que chasqueaban fuera de su alcance. Entonces eligió agarrarse más fuerte a la silla. "Intenta dominarla, Kerry." Dar le gritó, ya se estaba acercando, su caballo aproximándose a la cola de la yegua. Desafortunadamente, esto asustó aún más a la yegua, que ya estaba aterrorizada y resoplando redobló su galope, haciendo volar las hojas caídas de los árboles. "¡¡¡¡Whoa... Kerry cuidado que viene la curva...!!!" Le gritó. "¡¡¡¡Whoa... Whoa...!!!!" Kerry vio la curva con sus ojos asustados intentó agarrarse más a la montura. "Whoa... tómalo.... tranquila..." El caballo tomó la curva cerrada y ella sintió el golpe en el pie con un árbol, perdió el equilibrio, su cuerpo yendo en dirección contraria al galope y se sintió volar a través del aire. La yegua seguía la curva, sintiéndose libre de su jinete, ya que ésta había sido lanzada contra un árbol y después cayó al suelo como una hoja todo en un momento.

Oh Dios mío. Kerry intentaba conseguir aire en sus pulmones

sentándose, mientras oía los resoplidos del caballo acercándose al galope, sentía como todo su cuerpo estaba magullado. Sintió como paraba y se bajaba de su caballo acercándose rápidamente. Sus manos la tocaron, y entonces oyó la voz asustada de Dar en sus oídos. "No te muevas." "No podría aunque quisiera ahora mismo." Murmuró, contando las estrellas que rodeaban su cabeza. "Whoa... maldito dolor." "¿Dónde te golpeaste?" La voz baja le preguntó. "¿Dónde sientes dolor? ¿En el cuello?" Kerry se puso a pensar. "En el hombro." Dobló las manos un poco. "Ha sido afortunadamente lo primero que golpeó la tierra... estoy segura de que no me he echo más daño." El entumecimiento que sentía se iba acrecentando, sustituido por un dolor más profundo. "Whoo." "¿Puedes sentirlo todo?" Dar preguntó nerviosa. "Tus manos, pies, ¿Seguro que no tienes nada roto?"

Dedos, dedos de los pies, pestañas. "Si..." Kerry suspiró moviendo la

cabeza un poco. "Sip, todo está bien. Solo me duele el hombro... Creo que el viento me frenó un poco." Dijo mirando a su compañera. "¿Íbamos muy rápidas eh?" Dar se sentó pesadamente a su lado. "Jesús..." Dijo suspirando. Ella acercó el cuerpo de Kerry y suavemente con sus manos empezó a examinarla cuidadosamente. El jersey y los vaqueros gruesos la habían protegido de la corteza del árbol, y parecía que estaba relativamente ilesa. "¿Sabes que me asustaste muchísimo?" Kerry hizo una mueca. "Uf... yo también, ¿que fue lo que pasó?" Moviendo sus manos y piernas para acomodarse en el cuerpo de Dar, hizo una respiración más profunda. "¿Qué fue lo que hizo poner así a la yegua, se volvió loca o qué?" "Creo que la picaron las abejas." Dar le explicó, deslizando un brazo

sobre los hombros de Kerry, colocándola lo más cómoda posible. "¿Seguro que estás bien?" Kerry apoyó su cabeza contra el hombro de Dar y suspiró. "Me siento como una hoja al viento, pero si." Mirando todo el camino de bajada que les quedaba por hacer. "Pero... no me veo caminando hasta la cabaña." Suspiró mientras sentía como su corazón se iba calmando. "De eso puedes estar segura." Dar la apretó un poco más, aún sentía como la adrenalina se iba reduciendo, como sus manos temblaban de una manera casi incontrolable. Respiró varias veces profundamente intentando que su corazón se fuera calmando. Unos ojos verdes sorprendidos la miraron, viendo como el miedo de lo que había pasado se reflejaban. "Hey... que estoy bien." Agregó suavemente. "De verdad que si, no soy la primera que se ha caído de un caballo." Colocó su mano en el pecho de Dar, entonces respiró profundamente, pues sentía como el latido del corazón estaba totalmente acelerado bajo sus manos. "Tómatelo con calma, Tigre." "Estoy muy bien." Suspiró Dar. "Puedes montar en mi caballo, yo lo conduciré." Kerry puso una mano en la rodilla de su compañera. "No, Dar aún no estás del todo bien de la rodilla... no vas a ir caminando las cinco millas hasta la cabaña... ahora, relájate... estoy muy bien... estaré un poco magullada pero nada más." Los ojos azules la miraron obstinadamente. "Bien, entonces iremos ambas montadas dando un paseo... él es un caballo grande, aguantará el peso de las dos." Dar contestó. "Bien, nos lo tomaremos con calma, aunque nos retrasemos un poco." Kerry considerando la discusión, se le tensaron los músculos y dejó ir un suspiro. "De acuerdo." Asintió. "Pobre caballo, mejor que le consigamos unas manzanas cuando lleguemos." "Él sobrevivirá." Dijo Dar relajándose. "Aún estamos bajo el límite de su carga." Agregó con una ligera sonrisa, refiriéndose a la muestra sobre las trescientas libras que él podía soportar, y que les mostraron en el

establo. Kerry la empujó suavemente. "Hey, eso da igual." Le dijo bromeando. "Aún le debemos las manzanas." Permitió que Dar la levantara con cuidado, aunque se sostuvo encima de sus pies cautelosamente, probando como se sostenía su cuerpo de pie moviéndolo un poco, luego asintió. "Estoy bien... tengo toda la razón, ¿lo ves?" Smokey estaba parado, mirándolas con desconfianza cuando se acercó Dar a coger las riendas, y la estudió. "Bien, conduciré yo." Decidió, entonces colocando un pie en el estribo. se izó en el caballo, conduciéndolo con sumo cuidado donde estaba Kerry parada, y entonces bajó el brazo. "Agárrate de mi brazo... te subiré encima." Kerry se sintió contenta, sonrió sin ninguna razón aparente, y cuando levantó el brazo, su mano resbaló más allá del codo de Dar, mientras la otra se agarraba a la parte posterior de la silla de montar. La sensación de sentirse alzada era casi familiar, ella casi rió, mientras pasaba su pierna derecha sobre los cuartos traseros del caballo, y se sentó en la silla de montar. "Voy a aplastarte." Le advirtió a Dar. "Ningún problema." Dar la tranquilizó, sintiendo la presión del cuerpo de Kerry cerca del suyo. "Agárrate fuerte." Una risa apacible sonó mientras Kerry envolvía sus brazos alrededor de la cintura de Dar, apretándola un poco. "Absolutamente, ningún problema por aquí." Le aseguró a su amante. "Allá donde vayas tu, yo voy amiga." Dar paró el caballo, y se dio media vuelta con el cuerpo mirándola fijamente con sus ojos azules y una ceja levantada. "¿Amiga?" Kerry le hizo una mueca sonriendo. "¿No eres acaso mi amiga?" Una cabeza morena lo reafirmó asintiendo con una sonrisa, entonces Dar se dio la vuelta y guió a la montura siguiendo el camino. "Bien, Smokey... despacio y fácil... no deseamos más tropiezos en el camino."

El silencio cayó alrededor de ellas de nuevo, Kerry podía sentir el dolor de su hombro, pero se inclinó más contra el cuerpo caliente. El calor del sol en la suave lana cosquilleó sus sentidos, y apoyó su barbilla contra el hombro de Dar, sintiéndose un poco dolorida en los huesos, cuando la mujer más alta se movió un poco. "Mmm." Kerry frotó su mejilla contra la suave lana, después le vino a la memoria su sueño. "Hey." "¿Qué pasa?" Dar se giró mirándola y preguntándole ansiosamente "¿Estás bien? ¿No te estarás empezando a marear o cualquier cosa? ¿Cómo está tu hombro?" Kerry despejándose la garganta, movió sus piernas, encontrando el contacto familiar de Dar. "Estoy bien, aunque podríamos parar, a ver si así te tranquilizas un poco." Amonestó a su compañera. "¿Quieres relajarte de una vez?. Solo deseaba contarte que esto me estaba recordando un sueño que tuve." Dar miró hacia delante desconcertada. "¿Qué sueño?" Le preguntó extrañada. "En el que tu estabas con una armadura." La mujer rubia contestó apaciblemente. "¿Recuerdas?" "Oh si." Dar gruñó. "Yo con una armadura, la cosa más tonta que he oído nunca." Kerry cerró los ojos, intentando recordar las sensaciones. "Y no llevabas pantalones." Paró el caballo. "¿Qué?" Dar echó una mirada cautelosamente alrededor de ella. "Si, tus piernas estaban desnudas." Kerry contestó abriendo los ojos y acariciando el muslo de su compañera. "Totalmente desnudos." Rió nerviosamente. "Tengo unos sueños totalmente salvajes ¿verdad?" Dar comenzó a reír. "No dice mucho de mi la verdad, ¿qué clase de idiota usaría armadura y encima sin ningunos pantalones?"

"Hmm... debe de haber algo profundo y freudiano en éste sueño." Kerry musitó. "¿Kerry?" Dar vaciló. "¿Hmm?" "No más." Riéndose. "Mmm... si muy bien."

*** Consiguieron llegar en una hora, ya que Dar había insistido en que el pobre Smokey fuera a paso de tortuga. El hombre del establo las estaba esperando, tomó las riendas de Smokey parándolo, mientras Dar desmontaba del caballo y ayudaba a Kerry a bajar sosteniéndola de pie colocándola en el suelo suavemente. "Me parece que la yegua fue picada por las abejas." Dar le explicó concisamente. "Si." El hombre asintió. "Le he tenido que sacar por lo menos cuatro o cinco aguijones... ¿Estás bien?" preguntó a Kerry mirándola ansiosamente. "Estoy apenas magullada, gracias." Kerry le aseguró, mirando a Dar que aún la estaba cogiendo entre sus brazos. "Puedes dejarme ir, creo." Se enderezó en sus piernas con una mueca de dolor, pero se sostuvo bien. "Oh, perdón." Dijo Dar dándole una palmadita en la espalda, soltándola y despejando su garganta. "Escucha mejor dejamos para mañana lo de navegar, ¿de acuerdo?" Le dijo al hombre del establo. "¿Hay alguna cosa para distraernos preparada?" El hombre lo pensó. "Tenemos un paseo en carreta de heno." Respondió. "Una gran fogata después de la cena."

"Esto suena de maravilla." Dijo Kerry mirando al hombre. "Amo el paseo en carretas de heno... vamos Dar... apuesto que también tendrán malvaviscos." "Si señora, seguro que le gustan." El hombre sonrió detrás de ella. "También tenemos a unos músicos que tocan la guitarra, y una persona que cuenta historias, también." Kerry miró a Dar ilusionada, que fue recompensada con una mueca tolerante sabiendo que les gustaría distraerse de una manera diferente. "Seguro que iremos." Dar afirmó. "Vamos... a un sitio que huela menos a caballos y a relajarnos antes de la cena." Dijo rodeando los hombros de la mujer más pequeña y se dirigieron hacia la cabaña, deteniéndose brevemente cuando notaron que cerca de la puerta de recepción, había un grupo de gente rodeando una furgoneta azul aparcada, la puerta posterior estaba abierta. "¿Qué es lo que está pasando?" Dar preguntó cuando se acercaron. Millie se giró sacudiendo la cabeza. "Pobre gente, han tenido una gran tormenta cerca de Arizona, acaban de llegar." En la parte posterior del coche había una televisión portátil encendida. En la pantalla se veía a un hombre con un micrófono y un chubasquero azul, estaba cayendo una fuerte lluvia y atrás se veía árboles destrozados por la tormenta. En la pantalla ponía que la noticia estaba en el canal 12. "Hombre, mira esto." Uno de los trabajadores silbó suavemente viendo en las imágenes la lluvia torrencial. "Y dicen que la maldita tormenta se dirige hacia aquí, también." Dar y Kerry se miraron. "¿Cuándo?" preguntaron las dos al mismo tiempo. El trabajador se giró y las miró sorprendido. "Más o menos la noche del... lunes o el martes por la mañana... ¿por qué?" "Gracias, por nada... por curiosidad". Kerry sonrió mirándole. "Vamos Dar... siento que un jacuzzi que me está llamando." "Correcto." Dar afirmó, sacudiendo la morena cabeza mirando la

pantalla viendo como un árbol volaba cerca de la cabeza del reportero. "Me pregunto si los chicos no estarán en problemas." Kerry tiró de su mano. "Estoy segura que si pasara algo nos llamarían, tienen nuestro número." Aseguró a su Jefa. "Correcto." Dar murmuró otra vez mientras iban hacia la cabaña.

*** Kerry decidió que dentro del agua caliente se estaba maravillosamente, mientras se movía en el agua sintiendo como las burbujas acariciaban sus costillas suavemente. Se quedó mirando a Dar, que se acercaba a ella con dos copas de champaña frías. Notó como sus hormonas se revolucionaban, ya que Dar se estaba paseando desnuda por la habitación mientras preparaba las bebidas. "Toma." La mujer morena se le acercó, dándole una copa y entrando en el jacuzzi, sentándose y estirando las piernas. "Oh chica, aquí se está de maravilla". Dijo suspirando con los ojos cerrados esperando respuesta, abrió los ojos sorprendida al fijarse en el silencio que había en la habitación. "¿Kerry?" "Disculpa." La mujer rubia tomó un sorbo de champán frío y tragó. "No, estaba pensando." Movió los dedos de los pies contenta y suspiró. "Supongo que podría haber sido peor, podríamos haber ido a esquiar." "Entonces seguro que yo habría vuelto a conocer los árboles de todo el bosque." Dar rió al recordar la última vez que fue a esquiar. "¿Cómo está tu hombro?" Dijo preocupada examinando el gran moretón que tenía Kerry en el hombro y brazo. "¿Seguro que no te has hecho más daño?". "Dar, ¿puedo hacerte una pregunta?" Kerry fijó su mirada en ella. "¿Cómo puede ser que una persona se olvide de su propio malestar físico,

mientras es maldecida por los otros?" La mujer más alta se quedó pensativa y en silencio. "Lo siento." Dijo murmurando. "No sabía que era lo que te incomodaba." Kerry la miró, un poco desconcertada. "No... el... dolor... no me incomoda, yo estaba pensando en tu malestar... cuando te hiciste daño en la montaña, nadie pensaba en ti..." Dar asintió y tomó un sorbo de su bebida, si lo pensaba realmente, no sabía por qué su instinto de protección le había echo olvidar su dolor al defender a unas personas indefensas. Tenía razón, cuando se sintió

ofendida por lo que le hizo Steve, sabía que también ella había actuado en su defensa con Les, gracias a Kerry tenía de nuevo su trabajo. No se molestó cuando Kerry la defendió de todos... ella se dio cuenta de como había cambiado. Le habían sentado muy mal las críticas que recibió de los demás cuando la conocieron, pero después se dio cuenta en como habían cambiado las cosas en su manera de apoyar a Kerry, ¿Correcto? Ella lo había dejado todo en sus manos, correcto, y se alegraba de

ello. Con un esfuerzo, se relajó y cerró los ojos, intentando recobrar el

buen humor en el que ellas habían estado durante el almuerzo.

Se sorprendió cuando un cuerpo caliente se colocó a su lado de manera inesperada, abrió los ojos observando esos maravillosos ojos verdes que la miraban con firmeza a una distancia muy cercana. "Uh... hola." "Hola." Kerry contestó, con una mirada extrañada. "Disculpa... asumí que porque tu odias a la gente, no querías que esa gente se diera cuenta de que a veces puedes estar mal, o sea que realmente finges no estar mal por hacerte la dura." "No." Dar reconoció reservadamente. "Realmente no lo hago con todos." Era una confesión reservada. "Bueno... entonces podrías abrazarme, por favor... realmente me siento fatal... mis piernas me están matando, y siento que mi espalda está como un acordeón." Kerry suspiró. "¿Y qué

clase de medicinas tienes que me puedan ayudar?" Dar veía una curiosa sonrisa atravesando el rostro, entonces posó su copa fuera del jacuzzi y cogió a su amante entre sus brazos, acunándola suavemente en el agua espumosa. "Entonces déjame que te haga un masaje." Contestó, pues la mujer rubia había puesto su cabeza encima del hombro de Dar. "Pon tus brazos alrededor mío... si." Le dijo colocándola encima suyo, trabajando los músculos tensos de Kerry con sus manos. "Tengo Percogesic (7) para el dolor y un relajante muscular... seguro que te pondrían bien." "Suena bien." Kerry suspiró. "Solamente que ahora mismo me siento mucho mejor, creo que eres un medicamento mucho mejor que cualquier calmante para quitar el dolor, Dar." Ella suspiró acomodándose mejor, absorbiendo el calor y el olor a cloro del agua junto con la suavidad uniforme de los brazos que le estaban masajeando la piel de todo su cuerpo. Dar sabía que la revelación era cierta. "Bueno... no lo dudo." Bromeó. "Pero creo que el A.M.A.(8) nunca me aprobaría, de eso estoy segura, pero vamos a ponernos más cómodas, ¿de acuerdo?" "Seguro." Kerry afirmó amablemente. "Wh... ¡Dar!" ella se cogió mas firmemente cuando la alzaban del jacuzzi "¡¡¡Para... que te vas a lastimar la rodilla!!!" "Nah." Dar salió cuidadosamente de la bañera. "Coge esa toalla." Le dijo a Kerry mientras la sujetaba bien fuerte y llevaba a la habitación agradablemente calentada y la colocaba encima de la cama. Tomando la toalla, se arrodilló. "Tranquila que estoy bien, esto no me lastimará." "Mmm." Suspiró Kerry mientras se iba relajando, sentía como Dar le iba secando suavemente todo el cuerpo. Era algo totalmente erótico, sentía como la suavidad de las manos de Dar contrastaban con el áspero de la toalla y volvía su piel repetidamente sensibilizada. Tuvo que intentar no reaccionar, hasta que dejó todo el control a Dar.

Confiando totalmente en sus manos. Sentía como su respiración se iba acelerando, mientras el cuerpo de Dar se iba acercando, el calor de su piel húmeda acariciaba la mano de Kerry. Podía sentir el sonido de sus respiraciones, del pelo de Dar mientras se iba deslizando hacia sus hombros desnudos. Podía oler su aroma inimitable, como se aferraba a la piel de su amante, junto con el olor del cloro. Sentía como su mundo se iba calmando en ese instante perfecto. Y entonces unos labios besaron los suyos, y el calor áspero de la toalla fue sustituido por unos dedos que iban remontando su espalda dejando un ligero temblor de anticipación en su rastro. Abrió sus ojos para ver como Dar observaba su cuerpo, una sonrisa estaba posada en sus labios. Un largo dedo subió y se movió delante de su nariz. "No te muevas." Dijo Dar suavemente mientras salía de la cama e iba hacia las maletas. Volviendo con un vaso de agua y un pote de pastillas. Se arrodilló de nuevo y sacó dos pastillas dándoselas a Kerry. "Ten, tómatelas." Kerry la miró y preguntó. "¿Realmente las necesito?" Dijo suavemente. "No me duele nada." Cogió y se tomó las pastillas. "Seguro que no las necesito." Tragando un sorbo de agua, poniendo la mano en la mejilla de Dar. Dar puso la botella de agua en el suelo sin romper el contacto visual, y se colocó encima de la cama, estirando su cuerpo al lado de Kerry, poniendo una mano en su estómago. Sentía como sus músculos se contraían debajo de sus dedos, mientras unos ojos verdes se oscurecían solo con ese tacto ligero. "Te irán bien." Se inclinó y besó con sus labios en la suave curva de un pecho. "Aunque, no puedo garantizarte que esto te vaya a relajar." Se levantó, sintiendo como la respiración de Kerry se aceleraba, mientras la acercaba a su cuerpo. "¿Estás segura que estás bien?" Kerry finalmente colocó los brazos alrededor del cuerpo de Dar apretándolo y gruñendo con deseo. "Creo que has contestado a mi pregunta." Dar rió entre dientes, y sucumbió al tirón, sintiendo el calor de la conexión que la estiraba más cerca de ella, hasta donde ella podría jurar...

Que eran simplemente dos mitades que se unían.

Por supuesto que lo somos. Su mente susurró, cuando ella se dejó

llevar, para permitir sentir la pasión que las dominaba, oyendo una risa ahogada en alguna parte de su mente.

***

"Estás muy callada." Comentó Kerry, mirando a Dar mientras se dirigían al comedor en la casa principal, metió las manos en sus bolsillos sintiendo como se calentaban contra el aire desapacible, de sus respiraciones salían pequeñas nubes de vapor. Dar también tenía las manos en los bolsillos, tembló un poco contra el frío. "No soy una persona muy habladora precisamente." Respondió suavemente. "Estaba pensando, es todo." Llegaron a la puerta y tiró de ella abriéndola, entonces inclinó la cabeza indicando a Kerry que pasara. "Siempre haces esto." Kerry comentó sonriendo. "Me abres las puertas." "Bueno... lo necesitas, Kerry... o si no te estrellarías en ellas y conseguirías muchas astillas en la cara." La alta mujer respondió bromeando. "¿Cómo tienes el hombro?" "Está un poco dolorido, pero bien". Kerry contestó. "Realmente..." Ruborizándose ligeramente y acercándose. "Mi trasero me duele un poco más." Los ojos azules centellearon ligeramente. "Seguramente te caíste sobre él". Acarició el punto ligeramente. "Tendré que conseguirte una almohadilla para el sillón de la oficina, durante una semana o más." Entraron en el comedor, que ya estaba medio lleno, con los huéspedes sentados en las mesas. Una mesa cercana a la ventana estaba dispuesta para ellas y se dirigieron hacia allí, sentándose, mirando hacia afuera viendo la puesta del sol sobre el lago, eran unas vistas maravillosas.

La iluminación del comedor era tenue, en las mesas había candelabros y en la pared antorchas que hacían de adorno y a la vez daban un ligero calor, dándole al lugar un ligero tono rojizo brillante. Una chimenea en la parte posterior que calentaba de manera agradable, dándole un ambiente rústico. "Huele muy bien aquí." Kerry estaba comentando cuando llegó el camarero trayendo una cesta de galletas calientes recién hechas, y un tazón con mantequilla dulce. "¿Será la madera que utilizan para el fuego lo que da este olor?" Dar echó un vistazo, cogió una galleta de levadura partiéndola. "Um... puede ser, me parece que es nogal americano." Una pequeña sonrisa apareció en sus labios. "Ya sabes que todo se puede aprovechar para el fuego." Ella tiró del cuello del jersey. "Salvo que este jersey me está picando demasiado." Kerry rió. "Bueno, estás muy bien con ese jersey... aunque esté cosquilleando tu barbilla." El cuello alto, de un azul eléctrico encajaban perfectamente con el color azul eléctrico de sus ojos y enmarcaba su cara maravillosamente. Dar acogió contenta el elogio. "Tu también estás muy bien." Dijo mirando la combinación de la camisa de franela verde y el pantalón verde de la mujer rubia. La cara de Kerry tenía un ligero color moreno de montaña, su pelo había sido recogido con goma en una cola de caballo, y algunos mechones le caían en la cara escapando de sus rosadas orejas. Un ligero rubor subiéndole a la cara, era algo que Dar encontraba adorable en ella. "Me alegro que nuestro vuelo sea a las 8 de la noche... tenemos aún un día completo para disfrutarlo." Comentó. "¿Vas a enseñarme a navegar por la mañana, verdad?" "¿Enseñarte? Dar tu has estado en el mar navegando durante toda tu vida, ¿qué más quieres que te enseñe?" Kerry protestó sonriendo al camarero cuando se les acercó colocándoles una jarra de cerveza inglesa delante de ella y una igual delante de Dar. "Um..." Dar tomó un sorbo de la cerveza, levantando una ceja.

"Umm... está buena.. A ver puedo conducir sobre cualquier cosa en el agua que utilice gasolina, incluso una vez conseguí sentarme en los controles de algo que utiliza..." Se detuvo brevemente, moviendo su cabeza. "Una forma más esotérica de combustible, nosotros decimos... pero nunca he navegado." "¿Realmente?" Kerry pensó en ello. "¿Esotérico? No..." Recordando que el padre de Dar había estado al servicio de la marina. "Oh... oh... yo consigo... de acuerdo..." Haciendo una pausa. "Ellos no te dejarían conducir un submarino, ¿lo hicieron?" Dar colocó un dedo en sus labios. "Sshhh... que aún no tenía la licencia de conducir por aquel entonces." Kerry se cubrió los ojos con la mano. "Oh... me siento rep... repentinamente... segura si hasta eso puedes hacer." "No choqué contra nada." Dijo Dar suavemente. "Y soy una conductora segura, ya lo sabes." Su conversación fue interrumpida por la entrada de una familia, que se dirigió a una mesa cercana a la suya. El padre era un hombre mayor, con sus cabellos grises y gordito, iba vestido con una camisa de franela y pantalones de pana, ordenó a sus hijos donde se debían de sentar mientras su esposa llamaba al camarero. Los niños lo hicieron educadamente y estaban meticulosamente vestidos, la madre llevaba incongruentemente, una estola de visón alrededor de sus hombros. Dar los miró mientras bebía un sorbo de cerveza, después echó un vistazo alrededor y se fijó en la mirada pensativa en la cara de Kerry. Acercó una mano cubriendo la de la mujer rubia, frotando los dedos de la mano suavemente. "Hey." Los ojos verdes se encontraron con los suyos, parecía que volvía de otro lugar. "¿Recordando?" Dar le preguntó. "Algo parecido." Kerry reconoció suavemente. "Cuando éramos más

jóvenes, íbamos a unas reuniones cristianas, en el norte del lago... éramos pequeñas como ellos, nuestras enseñanzas eran sobre la Biblia y la fundación de la familia." Soltó una débil risita, amarga. "Fundación de la familia, vaya broma, era apenas una gran excusa para conseguir que estuviéramos todos juntos en un lugar así, nos decían como debíamos comportarnos durante la semana... y el fin de semana nos perdonaban nuestros pecados." Dar hizo una mueca de dolor. "No todas las familias son como esa." Le dijo a su amiga, dándole a los dedos nerviosos un apretón. Kerry clavó su mirada en las manos unidas. "Lo sé." Mirándola. "Solamente cuando veo a ésta gente..." Señaló con su cabeza a la familia. "Me pregunto por qué nos recriminan con sus miradas. Es algo que me pregunto siempre." Dar estudió a los niños, observando sus miradas furtivas mientras miraban alrededor. La mayor, probablemente cerca de los dieciséis años, y los otros dos tendrían cerca de los diez. Sintió como la mirada del padre era acusatoria, retirando su mirada. Cruzó la mirada con la chica, que viéndose observada bajó sus ojos ruborizándose fuertemente. Su frente se frunció, mientras Dar se preguntaba qué había pasado, qué había provocado esta reacción, viendo que Kerry y ella tenían sus manos cogidas lo comprendió. Tamborileó los dedos de su mano libre en la mesa. "Tranquila." Se acercó la mano de Kerry a sus labios y besó los nudillos. "¿De qué estábamos hablando... sobre la navegación, verdad?" "Um..." Kerry la miró un poco frustrada. "Dar... sabes, estamos en Carolina del Norte." Dar asintió. "Lo sé." Los ojos verdes miraron alrededor de la sala, deteniéndose en su cara. "¿Aún linchan a los adúlteros aquí?" La frente oscura se frunció durante un largo momento. "Que... oh." Dar se sentó hacia atrás, pensativa. "Yo..." mientras miraba hacia atrás de manera asustada. "B..."

Kerry ocultó una sonrisa con su mano. "Dar... Dar... relájate... yo... no quería decir que..." Mientras veía como se había puesto un poco colorada, acercó una mano a su cara acariciándola, notándola ligeramente caliente. "Justo pensé... que no te habías dado cuenta, que no lo tenías anotado en tu PDA (9)." Mirando a su amante vacilante. La cara de Dar estaba aún un poco pensativa, pues Dar estaba procesando sus palabras, después sus ojos azules se fijaron en ella. "¿Dar?" "Yo..." Dar respiró. "No me fijé en lo que hacía." Ella dobló las manos y las estudió. "Lo siento... no pensé que te incomodaría..." Su voz era constante y casual. Pero Kerry había aprendido algo sobre su compañera durante esos meses. Sabía que decía y hacía lo que pensaba, más bien lo que sentía su corazón, y lo demostraba generalmente en los cambios sutiles en el lenguaje de su cuerpo. Como cuando los músculos del cuello se relajaban, y bajaba ligeramente sus hombros. No caían del todo pero Kerry lo notaba. "N... no... no me incomoda..." Vaciló, sabía que tenía que saber elegir sus palabras cuidadosamente. "Amor mío, cuando tu me tocas... no tienes ni idea de la sensación tan maravillosa que me haces sentir." Vio como elevaba una ceja, sus ojos azules la miraban fijamente. "Creo que no sería justo que no te dijera lo que siento, teniendo que ocultarlo." "¿Ocultarlo?" Dar repitió. "Si, yo... verás". Kerry jugaba con sus pulgares. "Pensé que lo mejor sería no atraer la atención demasiado hacia nosotras cuando estábamos con ellos... pero no podía evitarlo es un reflejo de supervivencia." "Oh." La mujer morena murmuró. "Nunca pensé en ello." Dijo rozando su rodilla. "Realmente nunca me fijé en si atraía la atención o no." Kerry colocó la barbilla en su mano, y miró a su compañera con un magnético atractivo. "No... apuesto que no lo hacías." Comentó riendo. "Únicamente me va a costar un poco acostumbrarme a todo esto."

Dar mordió su labio, mirando alrededor como un niño al que le ha sido negado su postre. "Lo siento... yo... no estaba... haciéndolo a propósito, yo apenas..." Maldita sea me tendría que haber fijado... ¿Pero realmente qué es lo incorrecto? "Intentaré mantener mis manos lejos de ti de ahora en adelante." Kerry sintió como una punzada le atravesaba el pecho, sintiéndose repugnante por el tono seco en la voz que Dar había utilizado. Fue una cena reservada, y Kerry notó que no comieron mucho. Cogió su chaqueta y siguió a Dar cuando salieron del comedor. Se dirigieron hacia un grupo de gente que estaba riendo cerca del carro de heno aparcado, con dos caballos grandes enganchados en él, tenían la mirada serena, estaban acostumbrados con su trabajo de llevar a gente y las miraban con poco o nada de interés. La familia también había decidido ir, así que serían un buen grupo. Kerry saltaba sobre sus pies para evitar el frío, mirando que todos hacían lo mismo esperando al lado del carro al trabajador para que les indicara donde debían colocarse. Dar estaba parada reservadamente cerca de ella, sus manos dentro de los bolsillos, con una mirada de interés en su cara. Su respiración formaba pequeñas nubes de vapor, Kerry la miró discretamente suspirando largamente. "Todo arreglado, gente... podemos subir a bordo, espero que lleguemos pronto a la fogata, que el tiempo no cambie y tengamos tormenta." Siguió diciendo el conductor alegremente, después retiró la cadena y sacó una pequeña escalera para que subieran al carro. "Subid vosotras." Dar y Kerry se colocaron en una de las esquinas delanteras, apartadas de los niños que reían sacudiendo el heno alrededor. Dar se sentó apoyada en la pared del carromato, encogió sus rodillas y las rodeó con sus brazos, reclinando la barbilla en su brazo. Estaba pensando en lo que le había dicho Kerry, encontrando que se resentía ante el echo de no poder abrazarla y besarla, sin miedo ante

cualquier reacción adversa. De echo, la pareja más mayor estaba mirando discretamente a una pareja de novios que se besaban con mirada indulgente en sus caras. Se sentía, en ese momento, como si algo muy importante le hubiera sido arrebatado, y le hacia sentir muy enojada. Estar tan cerca y no poder abrazarla, solo porque Kerry no quisiera exhibiciones públicas... Le hacía sentir muy fría, tenía la garganta reseca y le estaba entrando dolor de cabeza. Cruzó los brazos sobre su pecho y se inclinó hacia atrás, retrayéndose completamente en si misma, admitiendo que estaba de muy mal humor. Una parte de ella reconocía que debería haber pensado que Kerry no estaría cómoda anunciando en sociedad su condición sexual al mundo, especialmente aquí en lo que ella llamaba un bastión de conservadorismo. La otra parte preguntándose por qué no había pensado en lo que hacía, eso la hizo retraerse más en si misma por ser tan absorbente. Hacia frío fuera, bajó su cabeza y la puso entre sus brazos, recordando la última vez que ella había estado aquí. El vivir con el daño, la reconstrucción de sus defensas, determinada a que nunca, nunca le volvieran a hacer más daño, hacer retirarse a quien se le intentara acercar demasiado, siempre una y otra vez.

¿Qué era lo que tenía que hacer ahora? Entonces la otra mitad de ella le dio un golpe en la cabeza. Consigue

un abrazo, Dar... ella acaba de pedir solo un poco de tiempo para acostumbrarse a ello. Sintió como la frialdad se iba alejando.

Bien, por lo menos esto es bastante fácil. Notó como su respiración

se hacía más suave, estiró sus piernas, sintiendo como los niños reían. Los caballos seguían el camino, sus pasos regulares en el terreno. Para ya de

comportarte como un palo de golf estropeado, ya. ¿Jesús, Dar... qué diría papá? Él te patearía el culo por actuar así. "Hace una noche bonita verdad,

¿huh?". Dijo a Kerry intentando quitarse su mal humor de encima, mirándola, recibió una sacudida eléctrica en el esfuerzo de no tocar a Kerry

retirando de su cara un mechón de pelo rubio que oscurecía su mirada. La cara de Kerry se veía tensa, con la frente fruncida. Giró la cabeza hacia su compañera, casi en cámara lenta. "Si, así es." Contestó cuidadosamente. "Aunque, es fría." "Si." Afirmó Dar frotando sus brazos con las manos. La mujer rubia estudió el ambiente, observando como las parejas estaban abrazadas, con ojo especulativo. Entonces ella suspiró. "¿Dar?" "¿Hmm?" Kerry pensó durante un momento. "Estoy sobre ello." Dijo. "Pienso que todo el mundo tendría que ampliar sus horizontes." Los ojos azules la miraron asustados "¿Qué es lo que quieres decir exactamente?" La mujer más pequeña cambió de sitio, acortando la distancia entre ellas, y se envolvió alrededor del cuerpo de Dar, colocando su cabeza en el hombro de su chica suspirando. "Esto es suficiente explícito, ¿o debería besarte para que sea suficiente claro?" Dar sintió una oleada de calor entrar en erupción, cuando un rubor coloreó su piel, calentándola rápidamente. "Uh... no... no... esto está muy bien... me hago a la idea." Ella balbuceó, desequilibradamente golpeada por su corazón durante el cambio repentino de Kerry. Rodeó con sus brazos a la mujer rubia y se echó hacia atrás, dejando que sus cuerpos se calentaran, alejando la frialdad del ambiente. "¿Qué te hizo cambiar de opinión?" Estaba sorprendida, como rápidamente su mal humor podía desaparecer. Kerry pensó en la pregunta durante un momento, mirando a la gente. Después de que algunos les miraran sorprendidos, los otros no les hacían caso, ella se sentía muy bien. "Bien." Dijo tomando una brizna de heno y masticándola. "Pienso en como me sentía de incómoda cuando todos me

miraban, y entonces que eso no era favorable y luego en lo bien que se estaría entre tus brazos aunque nos miraran, y el abrazó ganó." "¿Solo eso?" Dar respondió incrédulamente. "Esencialmente, si." Kerry contestó. "Oh... hay más... aún estoy pensando sobre ello... pero pensé que hemos estado haciendo esto desde que nosotras estamos juntas... um..." "Sip." "Tan... solo porque estamos en un lugar extraño, ¿por qué no podemos hacerlo? Se que bromeé con esta gente tan cerrada, pero entonces pensé que si teníamos algún problema con cualquier persona tu podrías darle una patada en su trasero." Kerry se encogió de hombros, mirándola directamente a los magníficos ojos azules. "¿Qué pasa? Nunca me rebelé de adolescente, ya es tiempo de hacerlo ¿verdad?" "Oh." "Quizás hasta me haga un tatuaje." Dijo Kerry riendo. "Uh..." Dar la miró fijamente. "No todo es drástico en mí, ¿De acuerdo? podrías ponerte una pegatina con el arco iris en tu brazo." "No sé, Dar..." Kerry susurró. "Podría ser un diseño agradable, como por ejemplo tu nombre... en mi brazo derecho... um." Mirando su brazo. "Uh... Kerry..." Ojos azules mirando a sus vecinos, una de las personas mayores les estaba observando con interés. "De acuerdo." La mujer rubia afirmó con un centelleo en sus ojos. "Seguro que el recepcionista del hotel sabe de algún sitio donde lo pueda conseguir cerca de aquí." "Correcto..." Dar la miró fijamente. "Ahora escúchame bien, Kerry Stuart. No voy a esperarte mientras tu consigues mi nombre tatuado en cualquier parte de tu cuerpo en una tienda de tatuajes, ¿entiendes?"

La nariz de Kerry se arrugó mientras hacia muecas. "Ups... te pareces a tu padre cuando hablas así." Dijo bromeando. "¿Lo sabes verdad?" "¿Tatuaré tu nombre en mi?" Dijo Dar contradiciéndose. La rubia asintió, pero no respondió. Su cara se habia puesto seria, mientras Dar miró a Kerry que sostuvo su mirada. "Ya tengo uno." Susurró, tocando su pecho con un dedo cerca del corazón. "Tu nombre está escrito muy profundamente aquí, nada podría borrarlo jamás." Kerry la miró, olvidándose de los demás, vio como los ojos azules se ablandaban y conseguían un brillo intenso, sus labios sonreían. Comenzó a hablar, después sacudiendo la cabeza enterró su cara en el hombro de Dar. Hmm. La mujer de pelo negro reclinó su mejilla contra el pelo rubio de Kerry. No es malo, que una perra mordida, fría y despiadada del

infierno, que me sienta de esta manera... ¿Verdad?

Encima de ellas podía ver el resplandor de las estrellas, lejos se veía el campamento, enviando hacia arriba el humo de la fogata, hacia las brillantes estrellas sobre ellas.

*** Dar se acurrucó dentro de las mantas, en la caliente comodidad, tenía los brazos alrededor de Kerry, los dos cuerpos perfectamente adaptados pacíficamente. El aire de fuera de las mantas era frío, pero no tenía ninguna intención de salir, por lo menos hasta que amaneciera un poco más. Era divertido, aunque pensaba que habían dejado la calefacción funcionando la noche anterior. Abrió un ojo azul y miró la habitación. Estaba iluminada solo por el ligero resplandor gris que provenía de la ventana, observó que la habitación estaba silenciosa, demasiado silenciosa. Sosegado, Dar comprendió que el ruido que faltaba era de los sonidos

mecánicos de la calefacción apenas perceptibles. Abrió un poco más los ojos y miró el reloj, que demostró que era demasiado temprano.

Bueno. Pensando un momento, después decidió que la única manera

que iban a conseguir un poco de calor en la habitación era si se levantaba y encendía la chimenea otra vez. Vamos Dar, levántate... que Kerry se levantó ayer, ahora te toca a ti. Se dijo mentalmente, mientras se desprendía del calor de Kerry y salía de la cama. Mierda. La frialdad se notó y empezó a temblar, se dirigió rápidamente a su bolso. Abriéndolo y sacando un jersey, se lo colocó y se frotó los brazos. "Brrr." Comentó suavemente. "Aquí solo están calientes los pájaros en sus nidos." Por suerte había suficiente leña amontonada. Colocó un buen montón recordando como la había preparado Kerry el día anterior, puso pequeñas ramas secas entre las grietas, cogió la caja de madera que se habían llevado de la casa principal el día anterior y encendió por varios sitios la madera. Asegurándose que la madera prendía bien.

"Hey... no está mal." Se sentó delante de la chimenea intentando coger algo de calor, acercando las manos a las llamas que ya empezaban a crecer. Perfecto... ya tenemos calor en la habitación... tengo que conseguir un cazo para calentar agua y hacer un buen café caliente." Dijo silenciosamente, asintiendo. "Lo conseguiré." Se dirigía a la cocina a buscar el cazo y el agua, cuando se giró y paró, observando simplemente el sueño de Kerry durante un largo momento. Sus cabellos rubios cayendo dulcemente, con una mano debajo de su cabeza y la otra cogiendo la manta, su cara estaba relajada en la hora temprana del amanecer. Su respiración movía suavemente las mantas, Dar se sentía respirar con el mismo ritmo, pues estaba reclinada contra el umbral en silencio pensativo.

Divertido. Sonrió, y siguió hacia el grifo, llenando el cazo de agua y

poniéndola encima de la chimenea había una rejilla a un lado, evidentemente para ese propósito. Un silbido suave se oyó mientras las llamas evaporaban unas gotitas del exterior del cazo, y colocó al lado una cómoda silla, rodeando las piernas y observando el fuego. La luz se reflejó con un brillo en el anillo que estaba en su dedo, y se

encontró mirándolo fijamente, casi memorizando el centelleo amistoso. Frotó su pulgar contra él, suspirando encontrando que era algo difícil de creer. Pensando en la última vez que había estado allí, justamente sentada igual que ahora, mirando incluso el agua como ahora, preguntándose qué era lo que ella había hecho de incorrecto en esta vida, para ganar tantas decepciones repetidas en las situaciones en las que estaba implicado su corazón. Ahora, volvía a estar aquí sentada, preguntándose qué había hecho de correcto para poder merecerse esto. Inclinó su cabeza hacia atrás contra la silla. Y no era solo el anillo... era realmente lo que estaba detrás de él. Era el compromiso lo que había intentado buscar durante casi toda su vida. Era la unión que tenían sus padres, y algo que asumió simplemente que ella nunca lo conseguiría. Jesús, si hubiera sabido lo raro que era esto, tal vez hubiera entrado a un convento. Cerró los ojos. La última vez que había estado aquí, había tomado la decisión de dejar atrás sus sueños.

Esta vez... se encontró abrumada por el regalo repentino, apenas

sabía como reaccionar. Lentamente, levantó el anillo acercándolo a sus labios y besándolo, sintiendo como una lágrima resbalaba por su mejilla. Había una duda que lo estropeaba. Ella lo sabía... había estado sumida en un pozo del que ahora tendría que salir, las cosas en su trabajo habían cambiado. Kerry apaciblemente había derribado todas sus barreras emocionales, analizando y derrumbando las barreras heladas que había mantenido en su lugar durante mucho tiempo, y ahora se encontraba con las mismas responsabilidades, las mismas metas, pero sin el frío al que estaba acostumbrada. Le había parecido que dimitir en su trabajo era buena idea. Especialmente ahora. Abrió sus ojos, y se secó la humedad que había en ellos. Ahora sentía un impulso de dejar su carrera entera, y sacar a Kerry de allí meterse en algún negocio, quizás abrir alguna tienda de computadoras donde igual lo más emocionante que les podría pasar sería algún virus al bootear (10).

Se encontró mirando a su chica. Pero eso no era justo para Kerry tampoco. Ella estaba empezando, además sabía que le gustaba Miami. Dar sonrió. Tenía que darse cuenta que las cosas estaban resueltas. Podría cambiar quizás la manera en que se hicieron las cosas...

Si. Y los cerdos volarían con motores de jet y saldrían del estado por la Interestatal 95. Un ruido la sacó de sus pensamientos, viendo que el agua estaba hirviendo. Dar se levantó y la retiró del fuego quemándose los dedos. "Ow..." Soltándolo rápidamente cogió dos tazas puso el café dentro agregando el agua. Olía muy bien, aspirando el gran aroma que se desprendía de las tazas, olvidando sus preocupaciones.

Ninguna cosa que preocuparse de momento ¿de acuerdo? Depositó la crema y el azúcar, entonces tomó la taza de Kerry y rodeó a la cama que estaba bañada suavemente por la luz melocotón del amanecer. Mientras iba acercando la taza vio como sus ojos verdes somnolientos se iban abriendo, destacando las motas de oro que flotaban alrededor del color apagado. "Hey." La voz de Kerry estaba un poco ronca, después del sueño en el que estaba sumida. Despejando su garganta dijo. "¿Cuánto hace que estás levantada?" Dar sonrió sentándose en la cama, ofreciéndole la taza. "Tenía que mantener la reputación de resistencia para los residentes de Miami... Me levanté para encender el fuego." Admitió. Kerry se incorporó, cruzando las piernas y aceptando el café. Se retiró el pelo despeinado de la cara con una mano mientras bostezaba. "Mmmm..." Tomando un sorbo de su bebida. "Gracias, Dar... realmente aprecio esto." Entornando los ojos mirando pensativamente a su amante. "Pero... ¿dónde está el tuyo?" "¿Hmm?" Dar comenzó a decir sonriendo. "Oh... está allá... estaba sentada al lado del fuego mientras esperaba que se calentara el agua."

"Hmm... suena muy bien." Kerry sacó su cuerpo de debajo de las sábanas, levantándose, tomando las manos de Dar entre las suyas. "Vamos... para allá." Aferrada a los largos dedos, cruzando la habitación, y no los soltó mientras se sentaban frente al fuego. "Estaba soñando contigo." Dar bebió un sorbo de café. "Um... ¿si?" Dar contestó. "¿Bueno o malo?" Kerry rió entre dientes mientras tomaba otro sorbo. "Oh... tremendo, tu estabas luchando con un conejo gigante, eras picada por un mosquito y lo pisabas desparramando sus trozos por todas partes." Mirando por encima de la taza, viendo los ojos azules, que estaban observándola fijamente. "Estaba bromeando." Poniendo una mano en la pierna de Dar, acariciándola suavemente. "Era un sueño maravilloso... que no tiene mucho sentido, pero tu estabas en el, yo también... y un caballo blanco... era verano... estábamos en un prado realmente maravilloso." Kerry suspiró feliz. "Y reíamos y corríamos a través de la hierba, persiguiendo al caballo." Dar sonrió. "Suena divertido... ¿Lo atrapamos?" "Si." Kerry levantó sus manos aún unidas besando los dedos de Dar. "Y montábamos las dos juntas, tal y como lo hicimos ayer." Una punzada débil le recordó la caída. "¿Cómo tienes las piernas?" Dar le preguntó. "¿Aún te duelen?" Kerry dobló sus piernas y lo consideraba. "No... apenas un poco... pero no mucho. Mi hombro tampoco me duele." Agregó, antes que ella le preguntara. "Vamos... a darnos una ducha y vistámonos... no puedo esperar más para ir a navegar." "De acuerdo." Dar sonrió. "Podríamos llevarnos una cesta con panecillos dulces y los termos, desayunaríamos allí en el lago... ¿Qué te parece?" "Me encantaría." Kerry se levantó, estirándose lujosamente, entonces se vio sorprendida mientras Dar la levantaba dándole un gran abrazo de oso. "Ups." Se sentía en el aire. "Whoa." El apretón enderezó suavemente su espina dorsal, oyendo el crujido al colocarse los huesos en su sitio, se

sintió maravillosamente y levantando sus brazos, colocándolos encima de los hombros de Dar riendo suavemente. Podía sentir la emoción pasar por su amante, y suspiró, cuando Dar la bajó nuevamente al suelo. "Chica me has dejado de maravilla." Dar frotó suavemente su espalda y besándole su cabeza. "Sip." Levantando juguetonamente una mano, dejando que los rayos de sol jugaran con su anillo que desprendió reflejos minúsculos que se reflejaron en la habitación."Vamos... andando."

*** El sol se reflejaba en las aguas azules del lago, sin el obstáculo de una sola nube, calentando lo suficiente para compensar el frío del viento que soplaba sobre el lago. Una Kerry experta le dio una vuelta al pequeño barco izando las velas, dirigiéndolas rápidamente sobre las olas, haciendo que el aire frío rozara su piel. Dar estaba sentada en el arco, su lardo cuerpo arriba de un mullido asiento, su cara notando la brisa mientras atravesaban las olas. "Esto si que es grande." Suspirando. Kerry sonreía, mientras movía el timón y comprobaba la tensión de la vela. "Seguro que si." Afirmó, su cuerpo recordaba las muchas horas pasadas en el lago Michigan, con barcos no mucho más grandes que este. "El mejor día de mi joven vida fue el día que conseguí calificar en un concurso de pesca... y no tenía que estar con nadie en esa salida." Dar se inclinó hacia fuera tocando la vela de lona, mientras veía a Kerry moviéndose exactamente. "Tu eres buena con esto." Comentó gozando la vista de la figura de su amante azotada por el viento. "Estás realmente preciosa." "Oh seguro... probablemente parezco un galgo afgano que va con su cabeza fuera del coche viajando a través de los EE.UU.". Kerry reía. "Me alegro que este soleado, aunque... hace frío aquí fuera." Atando los cabos de la vela, entonces balanceándose se sacó su sudadera, quedándose solo con una camiseta y sus pantalones vaqueros. "Whoo... mucho mejor."

Dar le siguió el ejemplo, sacándose su sudadera, colocándola debajo del asiento, subiéndose las mangas de la camisa rojo brillante que llevaba debajo. "¿Estás lista para el desayuno?" Investigó. "Seguro que si, estoy muerta de hambre." Kerry le informó, enfiló el barco hacia una de las pequeñas islas que estaban alrededor de la ancha superficie del lago. "Creo que podríamos atracar allí, hasta que estemos listas para partir." Estudiando el viento. "Tendré que bajar el ancla y arriar las velas... pero se estará perfectamente... tenemos todo el tiempo del mundo. ¿Verdad?" Sus palabras trajeron una sonrisa a la cara de Dar. "Correcto." Levantándose y acercándose donde Kerry estaba sentada maniobrando el barco, rompió un trozo de pan de arándanos, ofreciéndoselo a la rubia mujer. "Aquí... dale un mordisco a esto." "Mmm..." Kerry lo capturó con sus dientes y masticó. "Ooh... ¿tienes más de estos?" "Sip, tengo más." Dar le informó. "Y tengo aquellos con nueces que a ti te gustan... incluso tengo pan de maíz." La rubia mujer paró de masticar. "¿Pan de maíz? Nunca lo probé." "Norteña." Dar musitó suavemente. "Aquí." Cogiendo un pan de maíz pequeño, untando un poco de mantequilla. Colocó miel encima, rompiendo un trocito, acercándoselo a Kerry esperando que lo cogiera con su boca abierta. "Prueba esto." Kerry cerró su boca y masticó. "Mmmm..." Su textura era más áspera como un panecillo duro, junto con la suavidad de la mantequilla y la miel hacían un complemento perfecto sobre el pan de maíz. "Oh... Está muy bueno ahora sé por qué el Sur perdió la Guerra Civil, estaban demasiado ocupados cocinando." Dar rió ante el comentario. "No sé por qué... pero entramos definitivamente en la comodidad a través de los alimentos del sur." Se sentó de nuevo, mientras Kerry dirigía hábilmente el barco alrededor de una de las pequeñas islas, bloqueando el viento. Bajó las velas y lanzó el

ancla, entonces se movió hacia donde estaba Dar, mientras oscilaban suavemente sobre las olas. Dar estaba mirando el cielo, observando como un halcón daba círculos alrededor del islote. Dar se sentó a su lado, empezaron a comer compartiendo pequeños bocados que introducía en la boca de Kerry. "Jesús... ha sido una semana tan larga." La mujer rubia comentó. "No puedo creer que tan solo hace una semana estábamos en el viaje del infierno." "Huh..." Dar le dio otro pedacito de pan de maíz. "Estoy contenta de que pudiéramos conseguir tener unos días para relajarnos." Se detuvo brevemente. "Bueno más bien dos días." Rió entre dientes. "Salvo una caída de caballo." Cogió el termo y lo destapó, lanzando un olor que intoxicaba el aire de chocolate. Kerry aceptó la taza de chocolate caliente, mientras besaba suavemente a Dar. "Sip, ha sido maravilloso a pesar de la caída del caballo." Mirándola a los ojos azules. "Tendremos que venir otra vez cuando podamos tener más tiempo." Se sentaron en el fondo del barco, reclinándose contra el asiento, Dar deslizó su brazo atrayendo a Kerry acariciándola. Kerry dejó su taza en el suelo, dándose la vuelta, resbalando sus manos sobre la camisa de Dar, encontrando unos labios que ya la estaban buscando. Se saborearon quedándose sin aliento, entonces retrocedieron un poco, pues Dar acarició la cara de Kerry. "Quisiera que esto no terminara, que nos pudiéramos quedar así." Kerry estudió su cara, evaluando la declaración. "¿Qué quieres decir?" Los ojos azules se cerraron. "Si." Dar suspiró, mirando el agua. "Estoy buscando el motivo para tener interés de volver el lunes a la oficina, y apenas lo encuentro." Confesó. "No sé si poder llevar de nuevo el negocio como de costumbre." La cabeza rubia se movió hacia un lado."Dar... no lo entiendo... yo pensaba que habías arreglado las cosas con Les... ¿pasa algo más?" Colocó su mano en el brazo de su amante con preocupación.

Sonó una risa suave. "Hay algo que..." Los labios de Dar se fruncieron en una sonrisa. "Lo que pasa..." Indicó reservadamente. "No creo que pueda poner esto aparte, cuando tengo que seguir siendo el tiburón de la compañía." Mirando a Kerry honestamente. "Hay cosas que he echo... esa parte de mi, que yo no las podría hacer... no y seguir mirándote al finalizar el día." Kerry sintió una sacudida eléctrica. Lo comprendía, no contaba con ello, ni lo había considerado, realmente. "Dar, tu no sabes eso... Lo entiendo... solo ha habido realmente una ocasión..." "Lo sé." La morena mujer la interrumpió suavemente. "De echo... lo sé, desde la tarde de Disney." Tomó la mano de Kerry. "Cuando me di cuenta que no era capaz de acostarme con ella por un simple contrato... porque tu estabas allí." Una respiración lenta. Un suspiro. "Oh." "Si." Dar murmuró. " Que piensas tu sobre la materia, Kerry... nunca me he tenido que preocupar de ello antes." Enredó sus dedos con los de su amante. "No puedo hacer las cosas a la manera vieja." Kerry intentó que su cerebro se pusiera en acción. "Entonces encuentra otra manera." Dijo, débilmente. "Podemos hacerlo... tu y yo." Una larga pausa, el halcón que volaba sobre ellas, solo y con magníficos movimientos. Finalmente los ojos de Dar brillaron. "Quizás." Murmuró. "Pienso que lo descubriremos." Sonrió. "Es apenas otro desafío, ¿verdad?" Kerry asintió, una profundidad más revelada."Verdad." Frotó la mano de Dar contra su cara. "Otro gran desafío, ¿estás lista para aprender a navegar?" Una sonrisa brotó en la cara de Dar. "Si." Acarició la mejilla de Kerry cariñosamente. "Enséñame."

*** "Wew." Kerry cogió la correa de su portátil y entregó sus bolsos al maletero, ladeó su cabeza para escucha a su compañera que estaba mostrando los pases de abordaje. "Tenemos tiempo para una taza de café, Dar... ¿Te interesa?" La alta mujer echó un vistazo por encima de su hombro y sonrió mirándola. "Apuesta a que si." Siguiendo al maletero, cogiendo su chaqueta mientras se dirigían a la puerta. "Creo que conseguiremos salir justo a tiempo... ¿Has visto estas nubes?" Kerry miró con firmeza el cielo, vio como unas nubes grises oscurecían la puesta de sol, y asintió. "Sip... creo que tienes razón." Acariciando la espalda de Dar. "A menos que me confunda, pero creo que te vas a perder una buena tormenta de nieve." Los ojos de Dar miraron animados el cielo. "¿Una tormenta de nieve?" Sonriendo codeó el hombro de Kerry. "No sería tan malo... siempre deseé tener una lucha de bolas de nieve con alguien." Respiró y se detuvo brevemente antes de entrar en la terminal del aeropuerto. "Tal vez la próxima vez." "¿Deseas una lucha de nieve? La conseguirás." Kerry sonrió, mirando hacia el final del pasillo. Se agarró al codo de Dar y caminó con ella adentro, esquivando un carrito mientras se encaminaban hacia zona de seguridad del embarque. "Wow... hora de la GESTAPO." Se separó de Dar y puso el ordenador portátil en la cinta transportadora del sistema de seguridad, agregó también su chaqueta ya que en los bolsillos llevaba su localizador y teléfono móvil. Pasó por la barrera de seguridad y sonrió al guarda mientras intentaba coger sus cosas. "Disculpe, ¿podríamos abrir esto?" Le indicó la mujer de detrás del mostrador, sosteniendo el ordenador portátil de Kerry en sus manos. Kerry sonrió. "Claro que si." Abriendo el maletín, exponiendo la tapa gris de su ordenador. Se daba cuenta que Dar estaba a su lado, mientras le pedían a la mujer más alta que también abriera su maletín. "¿Por qué no

tenemos que pasar por esto en Miami?" Murmuró respirando suavemente. Dar rió entre dientes suavemente, desabrochando su maletín y abriéndolo. "¿Podría usted encenderlos por favor?" La mujer pidió, implacable. Los ojos azules y verde se encontraron con irónica exasperación. "Seguro." Dar apretó el interruptor de encendido, extendió la mano e hizo lo mismo con el de Kerry. "Tengo un Pinball si está interesada también." Comentó a la mujer. La mujer la miró. "Gracias, ¿Podría también encender sus teléfonos y localizadores, por favor?" Una ceja oscura se levantó. "Usted no querrá que yo haga esto." Dar respondió con voz cansina. "Si señora, a menos que lo quiera hacer en las oficinas de seguridad." Contestó la guardia. Dar encogió los hombros, encendiendo los dispositivos, después contó respirando hasta diez. Cuando iba por seis, localizadores y ambos teléfonos comenzaron a sonar, indicando que tenían correo de voz. La guardia retrocedió, observando las pantallas con una mirada asustada. "Se lo dije." Dar suspiró, cogiendo su localizador y echando un vistazo. "Maldita sea... por lo menos debo de tener tres docenas de páginas en esta estúpida cosa." "Yikes." Kerry tomó el suyo, presionando el botón. "Oh... estoy contenta de ser solo tu ayudante, solo tengo dos docenas." Agitó la cabeza. "¿Entonces... no sabían que estábamos fuera juntas?" Echó un vistazo a la guardia y a otros dos más que se le habían unido. "Solo hemos estado de vacaciones dos días." Explicó. "Nuestra oficina tiende al desastre cuando estamos fuera." Dar murmuraba, y maldecía manteniendo su respiración baja mientras repasaba las páginas, entonces miró a los silenciosos guardias.

"Oh, por Dios, son localizadores, no granadas." Sacando su identificación del bolsillo de la funda del portátil y la sacudió en sus caras. "Allí." Tiró de la parte superior de su chaqueta, y colocó su teléfono en el bolsillo, después tomó su identificación enojada. "Disculpen." Comenzando a dirigirse hacia la puerta, murmurando enojada. Kerry cerró su portátil. "Um... hemos tenido una semana larga." Les explicó, agarrando su portátil llevando la correa al hombro. "¿Podemos irnos?" Sacó su mano y le entregaron su localizador. "Gracias... que tengan un buen día." Caminó deprisa, oponiéndose al impulso de mirar sobre su hombro, y se apresuró acercándose a Dar. "Hey... espérame." Los largos pasos se acortaron y retrasaron, Dar la miró mientras ella se acercaba. "Idiotas." "Vamos Dar... solo están haciendo su trabajo." Kerry la amonestó. "Es por la seguridad de todos." Dar sostuvo su localizador. "Se los dije." Lo sacudió hacia arriba, después lo cogió y lo puso en el bolsillo otra vez. "Ahí está la puerta... puedes esperar aquí con estos." Le indicó su portátil. "Iré a ver si consigo los cafés." Acompañó a Kerry a unos asientos al lado de la ventana, cerca de la puerta, entonces colocó su portátil en otro asiento. "Vuelvo enseguida." "Compra el periódico, también." Kerry pidió inclinándose hacia atrás en el asiento mirando el caminar cansado de su compañera. Una mirada herida asomó en su cara al gozar de la vista del ritmo del andar de Dar. Ella vestía unos tejanos negros, lavados a la piedra junto con unas zapatillas de deporte altas, Kerry se encontró deseando que la compañía le permitiera el vestido deportivo en la oficina.

No esa Dar no, parecería bien vestida... en el juego del negocio, la mujer rubia reflexionó. Especialmente la camisa de lino negra que llevaba, comparada con la camisa de seda color plata... seguro que su amante no

podría convencer al departamento, pero tenía la sensación que Dar se

encontraba mucho más cómoda tal como estaba ahora.

Y tu también sabelotodo. Kerry estiró hacia afuera las piernas

cruzando los pies, con respecto a su vestuario deportivo. Llevaba sus pantalones vaqueros más cómodos, descoloridos, suaves y casi blancos de tanto lavarse, con los puntos un poco gastados alrededor de sus rodillas, los botones de cobre amarillo con las letras impresas. Su gruesa camisa de franela estaba metida cuidadamente dentro de los pantalones, cruzó sus brazos sobre su pecho, inclinando su cabeza hacia atrás, apoyándola en el frío cristal de la ventana.

Había sido un buen fin de semana, decidió. A pesar del golpe, y los pequeños momentos de dudas, aún les había acercado más, uniéndolas más, y habían puesto las verdades sobre la mesa. Y se habían relajado mucho, y... Kerry movió sus dedos mirando el anillo en su mano. "Es muy

bonito que una confíe en la otra, creo." Tomó un momento respirando y permitió a la alegría que sentía flotar hacia fuera, haciendo que su piel se erizara. "¿Kerry?" La voz vacilante de Dar rompió su estado de ensueño. "Um... lo siento." Se enderezó en la silla tomando la taza que su amante le ofrecía. "Era um... solo estaba pensando."

"Uh huh." Dar se sentó en la silla de al lado. "No voy a preguntar en que, pero basado en la mirada que tenías, espero que no fuera sobre el café." Le entregó el periódico solicitado. "Toma... es la edición de la mañana del USA Today (11)." Kerry lo tomó y lo puso en sus rodillas, entonces miró a Dar por encima del borde de la taza. "No era sobre el café." Asintió, tomando un sorbo. "Tengo esta pequeña sensación de felicidad dentro de mi, y estaba pensando en ello." Dar mordió el dorso de su taza, agitando sus cejas con sorpresa. "Es una manera interesante de decir esto." Se rió entre dientes. "Muy poético." Los ojos verdes centellearon suavemente. "Te dije que sacas lo mejor de mi, ¿no soy yo?"

Su compañera sonrió francamente. "Divertido... ¿Porque lo hago poniendo la peor evidencia de cada uno a excepción de ti?". Se inclinó en el brazo de la silla y presionó su hombro contra el de Kerry, echando un vistazo hacia el periódico."¿Hay alguna cosa interesante?" Kerry abrió el periódico, cuando notó que Dar se relajaba, cerrando los ojos y tomando sorbos lentos de su café. "¿Hey Dar?" "¿Mmm?" "¿Qué es un CIO (12)?" Dar miró el techo de la sala reflexiva. "Oficial Principal de Información... es la persona que se sienta en la junta directiva de una compañía... diseña las estrategias de IS, fija las políticas a seguir, cualquier tipo de cosas." Aspirando el aroma del café. "¿Por qué?" "Nosotros no teníamos uno de esos." Kerry comentó. "No, pero... Les quiso contratar uno hace un par de años, puesto que el último que tuvimos lanzó sus manos con repugnancia y salió de allí... él quiere conseguir uno para tener el control, porque no puede hacerlo él." Dar cruzó las piernas. "Quería que yo lo hiciera, porque sabe que la gerencia bonita es inútil." "Mm". Kerry se acercó a Dar y colocó su brazo alrededor de sus hombros, poniendo el periódico abierto en la sección de negocios, delante de sus ojos medio cerrados. "Que es lo que..." La frente de Dar se frunció. "Oh... ¿Mierda, él finalmente encontró a alguien? Maldito... sea en el infierno ¿Qué es lo que hizo?" El título indicaba que su compañía había nombrado un CIO. "Tu." Dar absolutamente anonadada aún, tenía los ojos azules abiertos y

miraron la noticia, antes de que ella tirara del periódico, enderezándose y doblando la cabeza para leer el texto. Su quijada bajó, y lo empezó a respirar aceleradamente antes de que sus palabras inteligibles pudieran salir de su boca. "Ese hijo de puta... Voy a matarle." Se levantó para ir hacia fuera. "Dar, cariño... generalmente la respuesta a una promoción es 'Te lo agradezco' ¿No?" Kerry murmuró, frotándole la espalda tiernamente. "No, 'Eres un hijo de puta, voy a matarte'." Mirando como las fosas nasales de Dar se movían, y los músculos de su quijada se removían. "¿Hey...?" Los azules ojos giraron y se encontraron con los suyos. "Él está frito." Kerry le acarició su mejilla. "¿Por qué? si existe alguna persona en este mundo que se merece esto, eres tú, Dar... nosotras lo sabemos y ellos también." Frotando su piel suavemente. "¿Por qué estás tan trastornada?" "Él me prometió que nada cambiaria." Dar gruñó. "Bastardo." "Dar..." Kerry se inclinó más cerca, mirándola a los ojos "¿No me decías esta misma mañana que no deseabas ir de nuevo a lo mismo? Esto te dará la oportunidad de cambiar las cosas." Las largas manos aferraron la silla con fuerza convulsiva, cuando el pensamiento de Dar dio un giro. Finalmente su cuerpo se relajó tomando una profunda respiración, volviendo a mirar a Kerry. "Si piensa que yo me voy a trasladar a Texas, le tengo una sorpresa reservada." Kerry sentía como la tensión se alejaba de ella. "Estoy dispuesta a apostar que tu incluso no tendrás que cambiar de oficinas, Dar... él acaba de ver una manera que solucionar un problema, que era suyo." Sonrió a su amante. "Él te puso a cargo de todo, ¿no es cierto?" Los ojos azules brillaron, considerándolo. "Solo me pregunto por qué no lo hizo antes." Kerry susurró. Lentamente, una mueca comenzó a crispar los labios de Dar. "Él sabía que cualquier persona nunca antes podría hacer mi trabajo en Ops".

Con voz cansada, colocando un dedo en la nariz de Kerry. "No... Oh de ninguna manera... soy yo." Kerry le cogió una mano. "No... Dar, solo llevo aquí unos meses... yo no... no... Dar... de ninguna manera... podría ocupar tu sitio." Una negra ceja se levantó interrogativa. "Dar, es tonto... no puedo hacer tu trabajo." Kerry se lamentó suavemente. "No." Ahora la mirada de Dar era aguda mientras valoraba la situación, recordando a Kerry y la buena impresión que había recibido ese primer día. "Tu no puedes hacer lo que hago, de la manera en que lo hacía... pero apuesto que podrías encontrar una forma de hacerlo a tu manera." "No puedo..." "Entonces no puedo aceptar esto." Dar dijo calladamente. "Porque tu eres la única persona de confianza para sustituirme." Kerry se sentía sin aliento. "Dar esto no es justo." "Nada... lo es." Dar contestó "La vida muchas veces no lo es." Se miraron en silencio Dar sonrió. "Por lo menos piensa en ello." Le rogó. "¿Por favor?" Kerry echó un vistazo al suelo, golpeando la alfombra con el pie, mirándola. "De acuerdo. Pensaré en ello." Mordió su labio inferior. "Dame un día o dos para decidirlo, ¿huh?" Dar pensó en como seguir discutiéndolo, pero asintió. "Seguro, tómate tu tiempo." Se acomodó sacudiendo la cabeza. "Voy a matarle." Kerry empujó su labio hacia fuera. "Yo también." Murmuró. Lentamente, se miraron seriamente. Entonces Dar empezó a reír, después de un momento Kerry la imitó. Ambas heridas cerradas, volvieron

a reír de nuevo, hasta que Kerry terminó de enterrar su cara en el hombro de Dar, rodeándola con su brazo, sonriendo nerviosamente. "Acabo de tener una buena idea." Dar la acercó a ella poniendo un brazo entre sus rodillas. "¿Por qué no cambiamos nuestros billetes y vamos a Plano, y vamos a su casa con hachas de goma?" Kerry la miró con firmeza. "Eres realmente graciosa, ¿Lo eres?" Riendo. Una traviesa, sonrisa sexy le contestó. "TU... sacas eso de MI." Dar pinchándola con un dedo. Miraron como el agente se colocaba al lado del micro y despejaba su garganta, cogiendo el micrófono. "Vamos... es hora de irnos." Kerry acabó su café y se levantó, doblando los brazos y haciendo una mueca de dolor cuando su hombro se rebeló con una punzada. "Ow." Intentó coger su ordenador portátil, pero se encontró que le fue sacado de los dedos, y una mano caliente le tocaba por detrás. "Dar, puedo llevar mi propio maletín." "Si lo sé." Dar le dijo bajando su voz. "Solo que es mi privilegio hacerlo por ti." "Mmm. Vale." Kerry susurró, permitiendo que la mano colocada en su espalda la dirigiera hacia la rampa del avión. "Privilegio." Murmuró muy suavemente, respirando lentamente, cuando entregó su pase al sonriente agente. "Gracias." Tomó su boleto, entrando en el túnel junto a los pocos pasajeros del vuelo. Se sentó en el cómodo asiento de la ventana en la primera fila del avión, mirando como Dar colocaba sus bolsas en el compartimiento de arriba, sentándose luego a su lado, dejando descansar sus manos en los muslos. "Estoy contenta de llegar a casa." La mujer más alta suspiró. "¿Cómo está tu rodilla?" Kerry preguntó inclinándose en el brazo que había entre ellas. "He notado que ya no cojeabas más."

Dar asintió un poco. "Bien... no hace daño... estaba un poco tirante esta mañana, pero ahora ya está bien." Mirando su rodilla, tapada por la tela de los tejanos. "Mañana cuando corra sabremos como va todo, creo." Una frente rubia se acercó a ella."¿Y si te lastimas?" Sabía discutir mejor sobre lo que pasaba. Dar reflexionó antes de contestar, encontró los intensos ojos verdes que la estaban mirando. "Puedo cuidar de mi, sabes." Una sonrisa. "Lo sé." Kerry arrugó su nariz. "Solamente que es mi privilegio también hacerlo." Dijo a su Dar. "Funciona para ambas, cariño... acepta que somos responsables la una de la otra, ¿de acuerdo?" "De acuerdo." Dar se reclinó en su asiento de cuero, aceptando un vaso de vino de la azafata, pasándoselo a Kerry, tomando otro para ella. Tomó un sorbo moviéndolo dentro de su boca varias veces antes de tragarlo.

Otra persona es responsable de ti. Que pensamiento más extraño. Hacia mucho, mucho tiempo que cualquier persona deseaba hacer eso. Reconócelo. Dar lo consideró seriamente. Creo que me gusta esta idea.

OCTAVA PARTE Kerry tecleó el código para abrir la puerta, y entró sonriendo cuando escuchó el ronco gruñido del cuarto de Chino al encender la luz. "Tranquila, cariño... aguanta..." Empujó la puerta y dejando pasar a Dar por delante de ella, cerrando la puerta y dejó su ordenador portátil sobre el sofá cuando Dar puso las maletas sobre el suelo. "Dejaré las cosas en su sitio... y podría hacer un poco de café... ¿De acuerdo?" "Uh huh." Dar estuvo de acuerdo, enderezándose. "Condenado tiempo... debemos haber dado vueltas sobre Tampa durante una hora." Se

quejó, frotando su cuello. "Gracias a Dios teníamos asientos delante." Se echó sobre los hombros su ordenador portátil y se dirigió hacia su oficina, encendiendo la luz luego dejó caer el portátil sobre el escritorio y se colocó al otro lado, encendiendo su pc y sentándose en el cómodo sillón de cuero con un suspiro. "Vamos a ver... son las nueve de la mañana... es domingo... él está en casa." Movió sus nudillos, luego meneó sus dedos antes de marcar un número en su teléfono con altavoz. Este sonó una vez. Dos veces… Una voz contestó. "¿Hola?" Dar sonrió, y chasqueó sus dedos. "Hola." Momentáneo silencio. "¡OH... oh... hola, Dar!" Una pausa. "¿Heh heh... así... ¿Cómo fueron tus pequeñas vacaciones?" Dar dejó pasar unos segundos. "Eran perfectas hasta que yo recogí el periódico condenado de Dios en el aeropuerto hace unas horas." Gruñó intimidándole. "Ahora Dar..." La voz de Les se volvió calmada. "Déjame explicarte." "¿¿¿Explicarme???" Dar ladró. "Nada no..., eso estaba absolutamente claro para mí... en blanco y negro, de hecho." "Dar... Dar... ahora escúchame..." Les despejó su garganta. "Traté de llamarte... traté de llamar al localizador... varias veces... pero tu nunca me contestaste." "Yo estaba de vacaciones." La morena mujer le recordó. "Tu lo sabías." Alzó la vista viendo a Kerry que entraba, llevando las tazas de café humeantes, estaba vestida con una camiseta de suave algodón, breve que apenas cubría sus muslos. Sonrió abiertamente a su Kerry cuando se sentó en el brazo del sillón, casi olvidando al hombre en el teléfono. "Bien, bien... pero intenté localizarte, Dar.. Tuve que tomar una decisión, y tu sabes, cuando tengo que hacerlo, tengo que hacerlo... Simplemente no puedo quedar esperando viendo las cosas pasar." Despejó

su garganta. "Esto era lo correcto... ¡Necesitaba algo para incrementar las cosas... y en esto trabajé!" "¿Qué trabajaste?" Dar preguntó, tomando la taza con una mano, acariciando la suave curva de los músculos de la pierna de Kerry colocando su pierna encima de la otra. "¡La acciones subieron cinco malditos dólares!" Les se rió. "Ahora vamos... no puedes estar enojada conmigo." La reprendió. "La cosa es buena, Dar... tu no pensarías que yo te habría pedido no marcharte y hacerme un misionero... esto es una promoción, por si tu no te has dado cuenta." "¿Y si yo no lo quisiera?" La alta y oscura mujer preguntó, suavemente. "No muevo mi culo a Plano, Les, tan solo olvídalo. Encuentra algún otro perro ahí meneando su cola para ti." Silencio. "¿Les?" "¿¿Hmm.?? Ah... lo siento, Dar... contemplaba la imagen de tu culo meneándose en mí cara." El CEO comentó alegremente. "Infiernos... me movería a Miami para eso... no me importa traerte aquí." Dar suspiró. "Les..." "Lo sé... lo sé... los EEOC... pero escucha, Dar.. Nunca te consideré viniendo aquí... Tengo una oficina agradable, pacífica... No necesito el Huracán Dar entrando y soplando a cada uno con agua... nada de eso... que esto no es por qué lo hice." Hizo una pausa. "Sólo pensé que haría las cosas más fáciles... del problema que parece de la mentalidad de comité... Sólo hice un comité de uno." "Esto es mucha responsabilidad añadida." Dar deslizó su mano un poco, tirando el borde de la camiseta, y haciendo que su mano diera palmadas. Alzó la vista en Kerry con una mala sonrisa. "Bien... Te di un aumento con ello." Les pareció insultado. "Quiero decir, Jesús, Dar... dame un descanso, ¿De acuerdo? Hice un paquete con los trabajos... hasta llave para los baños de ejecutivos."

"En Plano." Dar comentó con sequedad. "Ingenioso... lo que necesito... Les, no necesito más mierda, ¿Ok? El dinero no la cuestión." Él suspiró. "Pensé que te sentirías halagada." "No gimotees." Dar le dijo, con irritación. "¡Tal vez... solo que podrías haber preguntado, primero, antes de que tuviera que leerlo en el condenado Daily News(1)!" Echó un vistazo cuando Kerry desplegó delante de sus ojos azules la sección comercial del periódico que ella había recogido en la puerta del condominio. "Oh mierda." Cubrió sus ojos. "Esta es una foto agradable de ti." Kerry comentó, diplomáticamente. "Me gusta tu pelo." "¿Es Kerry?" Les preguntó, alegremente. "Hola allí." "Hola, Sr. Rosenthal." Kerry respondió. "Hay una gran historia en la primera página de la sección negocios en el Herald del lunes sobre Dar." Acarició la cabeza de su compañera, que había cubierto sus ojos, y gemía, sobre su hombro. "Parece grande." Les se rió entre dientes. "Ah sí... ellos llamaron aquí para el reportaje y una foto... creo que ellos le dieron aquella de aquel picnic de la compañía el año pasado." Despejó su garganta. "Bueno, ¿Qué hay sobre ello, Dar? Concederé que debería haberte preguntado, pero realmente no pensé que tu te opondrías." Dar suspiró, y estudió sus manos. "Necesito unos días para pensar en ello, Les." Le dijo al CEO, sus ojos encontrándose con los de Kerry. "Te avisaré." "Dar, odio esperar." El CEO se quejó. "¿Además, qué se supone que digo al directorio?" Una sonrisita suave, casi silenciosa. "Diles que te dije que me besaras mi culo." Dar arrastró las palabras en respuesta. "Te avisaré en unos días, Les." Hizo una pausa. "Buenas noches." Cerró la conexión, luego tomó un sorbo de su café, mirando su pantalla del ordenador en pensativo silencio.

"¿Me pregunto de cuánto será mi aumento?" Kerry movió sus dedos por el oscuro pelo, luego echó un vistazo al teléfono cuando este sonó. Lo recogió. "¿Hola?" Una voz baja, chirriante respondió, haciéndola sonreír. "Oh... hi... sip... sí, esto es... su niña en el periódico, bien." Miró el comportamiento entero de Dar reanimarse al registró sus palabras. "Aquí los dos... dicen hola." Ella dio el teléfono a Dar y besó su cabeza. "Voy a guardar en su sitio las cosas." Susurró, luego salió aliviada del cuarto. Chino le trotó detrás, lamiendo de sus patas los restos de comida que Kerry había proporcionado al cachorro y estaba intentado agarrar sus pies. "Oye los... para con esto." Se rió, agachándose y recogiendo al animal, luego fueron hacia arriba. "¿Dejamos a mamá en paz durante unos minutos, ¿bien? Ella está hablando con su papá." "¿De acuerdo?" Chino le bostezó. "Yeep." "Sí... Lo sé." Kerry entró en su cuarto, y dejó el cachorro sobre la cama, luego se sentó, echándose hacia atrás sobre la superficie suave y mirando al techo. Chino se enroscó a su lado, y ella acarició el cachorro suavemente mientras pensaba. "Chino... Tengo veintisiete años." Dijo el animal. "No estoy lista para ser un vicepresidente de algo más vital que la asociación de condominio aquí." "Yeep." Chino lamió sus patas otra vez. "Quiero decir, esto es ridículo... Yo no puede hacer su trabajo." Kerry discutió, agitando una mano. "No puedo comenzar ahora a hacerlo, mira lo... ¿Qué pasó en sólo un día sin ella allí?" Sacudió su cabeza. "No sé lo que ella piensa, que yo pueda hacer para estar sugiriendo el que... ella sólo es amable, Chino... ella no puede pensar seriamente que puedo hacer esto." Jugó con las orejas del cachorro. "No puedo hacerlo... No soy bastante buena, Chino." Se sintió un poco triste. "No soy ningún partido

para sus capacidades... aunque me diga que me puso aquí porque ella pensó que yo era... que no soy." "Esto no es verdad." Una voz baja, vibrante vino de la entrada. Kerry se sintió momentáneamente aturdida. "Dar..." "No es verdad, Kerry." Dar cruzó el cuarto y se sentó en la cama. "Sé que tu crees que, porque durante años te digan que tu no eres capaz de nada en la vida... pero maldita sea eso no es cierto." Su voz se hizo más profunda rozando casi el enojo. "Y tu no me haces ningún bien pensando que pongo a alguien en un trabajo a menos que yo creyera en su capacidad." Una pausa. "A menos que creyera en ellos." Kerry no tenía respuesta de esto, entonces simplemente cerró sus ojos. Se sentaron en silencio durante un momento, entonces los abrió. "No puedo hacerlo Dar... por favor no me preguntes a mí." Alargó una mano y capturó la de ella. "Toda mi vida he tenido que luchar para hacer creer a la gente que gané lo que conseguí... contra el pensamiento de que yo no sería nunca capaz de luchar bastante con fuerza sobre ello." "Pero..." "Dar." Kerry la miró, desanimada. "Tu sabes que esto es verdad... pase lo que pase, nueve de cada diez personas en la compañía pensaran que conseguí el trabajo porqué somos amantes." Y yo soy uno de esos nueves... ¿No entiendes esto?. Su conciencia silenciosamente añadió. Los hombros de Dar cayeron, cuando suspiró. "Pero eso no es cierto... lo juro, Kerry... lo juro... si yo no te conociera, pero yo he trabajado contigo tanto como sé... y te juro que tu eres la mejor opción." Se levantó de la cama y abrió las puertas del balcón, saliendo fuera, se apoyó sobre la barandilla sintiendo la ligera brisa del mar y mirando fijamente el agua. El sonido suave del romper de las olas llegó a los oídos de Kerry, estaba sintiéndose sola, incapaz de pensar en un plan posible para solucionar esto, uno en el que ambas conseguirían estar donde quisieran. O no querían cuando pasó.

"Bien." Dar estaba apoyada en el marco de la puerta, con los brazos cruzados, su mandíbula se movía rítmicamente mientras pensaba. "Hay esto..." "Dar..." "Solo escúchame, ¿Ok?" La morena mujer insistió. "Solo escúchame un minuto... no ocupes mi puesto." Avanzó, sosteniendo una mano. "Solo lo dejo vacante... porque tienes razón, llevas con nosotros solo unos meses, y francamente, no hay nadie entre todos los trabajadores, con suficiente confianza para que yo fuera capaz de poner allí de todos modos." Kerry lo consideró cautelosamente. "¿Si?" "Bien... y tu... tu puedes probar de hacerlo un poco a la vez... no, espera... espera... solo escúchame..." Levantando la otra mano. "Solo pruébalo, ver si puedes manejar bien las cosas." Hizo una pausa y esperó, consciente de los ojos verdes que la miraban cautelosos, se había echo un silencio esperando que continuara. "Sin presiones... tu solo trabajas para mi... solo para ver si esto te llega a gustar." "¿Y si no lo hago?" Kerry preguntó, indecisa. "Entonces... y después de seis... ocho meses... tu sabrás si puedes hacer el trabajo o no. Si puedes, bravo... tu lo consigues, estoy tan segura que antes de este tiempo habrás demostrado a todo el mundo como sabes hacerlo tan a fondo como yo, que todas las personas patearán mi culo por no haberte ascendido antes. Si decides que no puedes hacerlo... entonces podrás ayudarme a escoger a alguien que pueda hacerlo." Dar se calló otra vez, y levantó una ceja mirándola. "¿Qué piensas?" Kerry se levantó y rodeó la cama, colocó sus manos en su espalda, en una postura clásica en ella, tratando de digerir la idea, mientras un Chino somnoliento miraba con curiosidad la cama vacía. Finalmente se detuvo y miró a su amante hoscamente. "Creo que eres demasiado elegante para tu propio bien, Paladar."

Un brillo cauteloso apareció en los ojos azules. "¿Esto es un si?" Era gracioso ver lo agradable en como se disolvía el fuego interno, cuando oyó la respuesta de sus labios. La rubia mujer digirió la idea otra vez, buscando escollos. Tenía

sentido realmente... le daba la presión excelente, bastante baja para averiguar si realmente ella podía hacerlo, sin poner en peligro ni su relación con Dar, ni su trabajo. "¿Podré echarme atrás en cualquier momento?" Preguntó estrechamente. "¿Si solo pasa por mi cabeza?"

"En cualquier momento." Dar la tranquilizó. "Tu solo vienes y me dices, 'no puedo hacer esto.'"

Hmm. Y esperando, Dar desactivaría todos los rumores que comenzarían a volar... de echo, al no ponerla inmediatamente, ella pondría a los demás en equilibrio. "Bien." Finalmente respondió, poniendo sus manos sobre sus caderas y suspirando. "Creo que podré enfrentarme con esto." La cabeza de Dar se inclinó suavemente hacia un lado. "¿Estás segura?" Las cejas de Kerry se alzaron. "¿AHORA me preguntas eso?" Exigió. "Y no me pongas estos ojos de cachorrillo..." La mirada fija de Dar se cayó con aire de culpabilidad. "Yo... Kerry... no quiero que pienses que tu estás siendo forzada en esto. Si realmente no quieres hacerlo, solo dímelo." Contestó con voz firme. "Quiero decir solo esto." La mujer más pequeña suspiró, entonces se dirigió hacia Dar, sintiendo la alfombra suave bajo sus pies, y la suave brisa que les llegaba a través de la puerta abierta. Se paró al lado de Dar y levantó la vista. Podía sentir la tensión en el cuerpo de su amante, y el esfuerzo que Dar hacia aparentando tranquilidad, simple fachada tranquila.

Su decisión. Que diablos. La vida es corta... "Está bien." Colocó una mano en el

vientre de Dar y le dio un leve y amistoso golpe. "Podré vivir con el

compromiso." Avanzó y besó la clavícula de la mujer más alta. "Pienso que es una idea realmente agradable." Dar colocó sus brazos alrededor de su compañera, abrazándola y apoyando la cabeza en su hombro presionando sus labios en el rubio pelo. "Gracias." Sintió el cambio del cuerpo de Kerry bajo la camisa de algodón abrazándose cariñosamente a ella, la apretujó más fuerte meciéndola suavemente durante unos tranquilos momentos. "Significa esto que dirás que si, ¿Entonces?" Kerry preguntó finalmente en un murmullo. "Seguramente." Dar se encogió de hombros. "Pero le voy a hacer sudar durante unos días... por si acaso cambias de opinión." Frotó a Kerry en la espalda. "No hay prisa." "Mm." Kerry escuchó como los corazones se tranquilizaban. "¿Qué quería decirte tu padre?" Dar rió un poco, luego carraspeó. "Déjame decir yah, rugrat..." Le imitó. "Era una cosa como me veía a mi andando en las oficinas del centro gobernándolo todo, bromeó sobre ver a su niña rompiendo en todas partes de aquel lugar maldito... me hizo escupir mi café hasta mitad del camino de Tampa." Kerry rompió a reír. "Hay Dios... hablas igual que él." Dijo jadeando, golpeando su cabeza sobre el hombro de Dar. "Pero..." Calmándose, levantó la vista. "Apuesto que está muy orgulloso de ti, ¿Verdad?" La mujer más alta se encogió de hombros despreocupadamente. "El nunca ha dicho mucho sobre esta materia." Alejó la idea. "Dudo de ello." "Dar." Kerry cogió las solapas de su camisa, acercándola a ella. "Eso es falso y ambas lo sabemos... Apuesto que él está a punto de estallar de lo orgulloso que está de su hija." La reprendió. Una sonrisa asomó en los labios de Dar. "Bien... él realmente dijo que estaba buscando y 'coleccionando' copias de todos los periódicos para encontrar la mejor foto de mi para enmarcarla." Confesó con vergüenza.

"¿Por qué no le damos una original?" Kerry preguntó suavemente. "Podríamos hacerte una foto en uno de aquellos sitios en la costa... seguro que le gustaría eso." "No... no, yo..." Dar vaciló. "Solo si tu también estás en ella." Cambió de opinión. "Oh... una... en un parque de atracciones." Una sonrisa asustada, pero vertiginosa asomó en la cara de Kerry. "Estoy de acuerdo." Entusiasmada respondió. "Este fin de semana." Dar asintió con la cabeza, satisfecha. Entonces ella echó un vistazo por encima de su hombro. "Oye... es una bonita noche... ¿Para un pequeño paseo?" Los oídos de Chino se reanimaron por el sonido de la palabra levantando la cabeza, y Dar sonrió al cachorro. "Si tu también." Kerry se rió entre dientes. "Seguro... déjame ponerme algo más de ropa... hace un poco de frío para ir solo con una camiseta." "Y nada más." Dar bromeó, deslizando una mano por su espalda y pellizcándole en el trasero. "Ey..." La rubia mujer saltó un poco, agarrando los dedos de Dar. "¡No bromees!" "Arf." Dijo Chino sentándose y ladrando.

*** Dar se despertó y vio a través de las contraventanas como iba cambiando el color del cielo, de negro a gris oscuro, anunciando el alba ya próxima. Kerry estaba profundamente dormida, sus brazos y piernas estaban abrazando a Dar como un pulpo rubio, con su cara sepultada en el hombro de la mujer más alta.

Bien, aún tenía unos minutos de todos modos. Dar razonó, entonces

colocó sus brazos alrededor del cuerpo caliente de Kerry y suspiró. Podría acostumbrarme a esto. Reflexionó, descansando su mejilla contra el pelo suave y rubio. Consideró durante un momento, escuchando su propio latido relajado y lento del corazón, hasta rítmico. ¿Quien está payaseando? Finalmente reconoció. Estoy acostumbrada a esto... estoy tan acostumbrada a esto

que no sé lo que haría sin ello.

Parecía condenadamente extraño. Había sido durante toda su vida

fiel, nunca había dependido de nadie para nada durante mucho, mucho tiempo, y ahora cuando pensaba que sabía mucho más, se encontraba muy bien dependiendo de algo tan intangible como el amor.

¿No es la cosa más descabellada que nunca habías oído? Dar acercó

a Kerry un poco más, y fue recompensada por un refunfuño suave e incoherente y un agarre más fuerte por parte de Kerry. Pero se está tan bien. Sus instintos mayormente indulgentes, hedonistas gimieron reclamando atención.

Admítelo, Dar. Lo afrontó. Tu has sido malditamente privada de comida durante mucho tiempo, y ahora finalmente estás dándote un festín, te sientes de maravilla... y no estás loca con ello. Su cuerpo resopló con

esta afirmación, deleitándose sintiendo el toque de piel entre sus miembros entrelazados. Suspiró contenta, y dejó de preocuparse con ello, volviendo sus pensamientos hacia los cambios que le esperaba el próximo día.

Lunes. Su ceja subió. Y seguro que no sería un lunes agradable. Lo consideró pensativamente. Por otra parte, ¿Tenía realmente una ventaja al ascender? Una sonrisa comenzó a asomar en su cara cuando se imaginó la reunión de personal como ejecutiva. Steve había sido despedido. José y Eleanor habían sido intimidados. Mariana y Duks estarían admirándola. Hmm… Esto podría ser divertido. Se preguntó si podría tirotear a José. Nah. Decidió, probablemente no... pero... una sonrisa asomó en sus labios. Sería divertido hacerle

pensar que si que podría hacerlo. Echó un vistazo a la ventana, viendo

como clareaba el día, luego suspiró. Tiempo de levantarse y regresar a la rutina, antes de que su cuerpo se acostumbrara a esta lasitud. Con una sonrisa silenciosa, Dar se estiró, entonces despacio se comenzó a separar de su compañera. "Mm..." Kerry se quejó suavemente, apretando su cuerpo. "Nada de eso..."

"Vamos, mi amor... Tengo que ir al trabajo." Dar murmuró, haciendo una pausa cuando se dio cuenta de lo que había dicho. ¿Mi amor? Ah Jesús, Dar... Suspiró, cuando Kerry se le acercó más, soltando un pequeño gruñido. "Oye..." Acariciando suavemente la mejilla de la rubia mujer. "Vamos ahora... tengo que levantarme." Un suspiro, entonces Kerry abrió sus ojos somnolientos, mirándola detenidamente con ojos desenfocados. "¿D... Dar? Qu..." "Oye... está bien... voy a correr... vuelve a dormir." Dar le dijo dulcemente, peinando el pelo de la mujer más pequeña, cerrándole los ojos. Kerry despacio la fue soltando, frotándose su cara. "Oh... el Dios... Estaba soñando... había duendecitos(2) en todas partes... si que era extraño." Murmuró desorientada. "¿Duendecitos?" Dar repitió confundida. "Sip... muchos de ellos... pequeños duendes marrones, vestidos de verde.... saltando." Kerry respondió. "Era realmente extraño." Dar la miró perpleja. "Mmmm... No más chocolate cubriendo los plátanos para ti antes de ir a la cama." Le dijo seriamente acariciando su barriga. "No con sueños así." Ellas habían derretido un poco del chocolate de Les la noche anterior. Hicieron unas capas excelentes para toda clase de cosas. Uvas por ejemplo, las habían puesto un momento en el congelador y los plátanos... y con el chocolate caliente, hicieron maravillas con el chocolate fundido, hasta con las zanahorias. Entonces Dar descubrió que

sería también eso. Había embadurnado también a Kerry de chocolate, recordando una suave sonrisa pícara en la cara de Dar, suerte que era invisible en la penumbra. Kerry se giró en la cama. "Ungh... si, creo que tienes razón." Dijo sofocando un bostezo. "Dame un segundo para despertarme... e iré contigo." Ofreció. "No he corrido en toda la semana, y podría hacerse peligroso." Dar pensó en decir a su amante que ella no tenía que hacerlo, luego razonó que era mucho más divertido tener compañía durante su carrera. Cerrando la boca, simplemente rodó al lado de Kerry frotando los brazos y piernas de su amante para conseguir que circulara la sangre. "¿Un par de vueltas y desayuno rápido en el club de la playa?" Sugirió, con una sonrisa. "Es lunes... Conseguiremos aquellas tortitas de nuez que tanto te gustan." "¿No derrota esto el objetivo?" Kerry se rió, rodando en la cama y poniéndose en pie, arqueando la espalda y dirigiendo sus manos hacia su cabello despeinado. Dar parpadeó apreciativamente cuando la luz anacarada del alba perfiló el cuerpo ágil de Kerry. "¿Qué...?" Preguntó, notando como su propio cuerpo se despertaba con interés. Asombroso ¿A qué velocidad la sangre podía elevarse de la ingle al cerebro verdad? Reflexionó irónicamente. O tal vez era al revés. Conjeturó sobre ello durante un rato, se dio cuenta que Kerry estaba de pie, con sus manos en las caderas, mirándola con las cejas levantadas. Mirando evidentemente también otras cosas. Dar se dio una nota mental. "Uh... lamentablemente... tenemos que ir saliendo." Levantándose de la cama y andando hacia el baño, contenta al menos de que su rodilla parecía fuerte de nuevo. Encendiendo la luz se estremeció por el resplandor, oyendo un gemido de protesta de Kerry detrás de ella, acariciando con la nariz su espalda.

Whoa. Otro fluido de sangre. Definitivamente en la dirección

incorrecta. "Um..." Sintió como resbalaban un par de manos alrededor de su cintura y se abrazaban a ella, y un ligero beso a lo largo de sus

omóplatos. "¿Kerry?" "¿Mm?" La rubia cabeza pasó por debajo de su codo, y la miró detenidamente oscureciendo la mitad del cuerpo de Dar. "¿Algún problema?" Con una sonrisa pesarosa, Dar puso la punta de su dedo contra la nariz de Kerry. "Trabajo antes que placer..." Le recordó. "Hmm." Kerry besó una costilla, lamiendo delicadamente. "¿Estás segura?" Dar sintió como su corazón doblaba su latido, y su respiración se entrecortaba. Bien, podría ser considerado como un ejercicio de aeróbic, ¿No? Dio la vuelta dentro del abrazo de Kerry, bajando su barbilla y rindiéndose a la oleada insistente del sexual sentimiento. Sus dedos acariciaron la piel caliente cuando ella alcanzó el interruptor, apagando la luz, devolviéndoles a las sombras oscuras. No era necesaria la iluminación, por supuesto. Dar deslizó sus manos hacia abajo y consiguió un apretón sobre la cintura de Kerry, medio levantándola, acercando su cuerpo hacia la cama de agua, cuando continúo, se sintió empujada y una sonrisita suave, perezosa salió del pecho de Kerry, sentada encima de ella.

So. Dar sintió erizarse su piel. Definitivamente aeróbic. Tenía la

oportunidad de comenzar por las rodillas de su amante, deslizando sus manos por los muslos, hacia dentro, y a través del abdomen de Kerry, que se apretó a ella en el reflejo cuando extendió sus dedos y fue dejando pequeños rastreos de piel de gallina después de sus caricias. Entonces se levantó ligeramente, arrastrando a la vez un poco a Kerry para colocarla en una posición más cómoda. Hmm... un pequeño levantamiento de pesas también. Se rió entre dientes, cuando sintió como los labios de la rubia mujer comenzaban a bajar lentamente por su cuello. Tal vez podríamos

sacar un video.

Reaccionó tomando aire cuando sintió que los labios de Kerry se estaban moviendo hacia abajo, sus cuerpos se deslizándose juntos. De

nuevo, tal vez no.

Terminaron corriendo, pero se tuvieron que saltar el desayuno, llegando al barco más tarde que de costumbre, después de una ducha rápida juntas. "Whew." Kerry estaba comprobando su pelo en el espejo de su lado del Lexus. "Es el lunes por la mañana más divertido que he tenido desde hace tiempo". Dijo mirando a Dar, sintiendo en su cuerpo aún los ramalazos de momento antes, consciente de la presencia cercana de su compañera. Dar se rió entre dientes y suspirando. "Oh sip..." Movió sus dedos sobre el volante, disfrutando de su humor relajado y bueno. "Gritos seguros en la reunión de personal." Echó un vistazo a Kerry, riéndose ambas. "De acuerdo... vamos a ver como esto continúa." Dar marcó un número en el teléfono móvil adherido al tablero de instrumentos. "Buenos días, Operaciones, María al habla." La voz dijo, en un tono más formal que de costumbre, dado que eran las ocho de la mañana. "Buenos días María." Dar arrastró las palabras. "¡¡¡AEEEIII!!!" La secretaria chilló, tanto que Kerry brincó del susto. "¡Dar! ¡Dios mío! ¡¡Eres ahora más importante que el presidente!!" "Bueno... si, de alguna manera." Dar rió. "Tómate las cosas con calma... Aún no he aceptado el maldito trabajo." "¿Oye, Dar... has visto el periódico de esta mañana?" María preguntó. "¿Qué periódico?" Preguntó Dar, inocentemente. "¿Quieres decir el de la foto?" Kerry interrumpió amablemente. María se rió. "Si, si... Mark ha puesto esta foto en los ordenadores, y lo tenemos en todas nuestras pantallas." "¿¿¿Qué???" Dar ladró. "Ah... esto si que es salvaje." Kerry rió silenciosamente. "¿También lo tengo yo en el mío?"

"No comiences..." Dar la advirtió, sacudiendo un dedo. "María, le dices que quiero ese escritorio fuera de todos los ordenadores cuando entre allí, o él se llevara uno de los monitores en su cabeza." "Aww... vamos, Dar..." Kerry se opuso. "Pienso que esto es grande." "Esta no es tu foto, ¿comprendes que no es un juego?" Su jefa respondió. "María, ponme al teléfono con Mark ahora." "Dar..." Kerry la miró con ojos suplicantes. "Quiero verlo... seguro que hizo un buen trabajo... es una foto fantástica de ti." Unos frustrados ojos azules se fijaron en su cara. "Absolutamente..." Dar sintió como se derretía ante esos ojos verdes que le suplicaban, suspiró. "Bien el... solo hasta que lleguemos allí. ¡¡Pero luego, ESO SE ARREGLA YA!!" Kerry le envió un beso, y sonrió consiguiendo una mirada pesarosa en respuesta. "¿Has tenido un buen fin de semana, María?" Dirigiendo su atención al teléfono. "Oh, si, Kerrisita... ¿Y tu?" La secretaria parecía contenta. "Si... nos hemos divertido mucho... fuimos a montar a caballo y en velero..." Kerry respondió. "Kerry se cayó del caballo..." Dar añadió dulcemente. "Entonces ella me arrojó al lago..." "Tu saltaste por la borda." Kerry se opuso. "No fue mi culpa." "Podrías haberme dicho que estaba a cincuenta grados... no se supone que el agua tendría que estar tan fría." Dar refunfuñó. "María estaremos allí en diez minutos." Dijo arrancando el Lexus saliendo del ferry, dando la vuelta en la carretera elevada y dirigiéndose hacia la oficina. Después de un relativo silencio, miró a su compañera. "Así... ¿Tienes algo especial que te gustaría hacer este fin de semana?"

Kerry la miró "¿Este fin de semana? No había pensado en ello... ¿por qué? Dar giró su vista y miró hacia el camino "Oh... bien, calculé..." Haciendo una pausa. "No importa." "No... ¿Qué quieres decir?" Kerry se giró mirándola, apoyándose en el suave asiento de cuero. "¿Qué es este fin de semana? No sé que es lo que pasa... ¿Me perdí algo?" Dar dio la vuelta y condujo en silencio unos segundos. "Bueno... quiero decir... es día de San Valentín el domingo." Murmuró. "Calculé... um..." Kerry se dio una palmada en la frente. "Jesús." Gimió. "Por supuesto que lo es... lo siento, Dar... solo." Consideró sus palabras. "Nunca he tenido ninguna razón para recordarlo antes." Le dio a su compañera una mirada apenada. "¿Has pensado en algo especial?" Dar permaneció tranquila mientras se dirigía a su plaza de aparcamiento y estacionó. "Piensa en algo." Finalmente dijo, cogiendo su ordenador portátil colgándoselo a los hombros. "Tampoco tengo ninguna experiencia en ello." Salió del coche y cerró la puerta, esperando que Kerry saliera también antes de cerrarlo con llave. "Bien." Kerry se unió a ella en el corto paseo hacia la entrada. "Estoy segura de que conseguirás algo romántico." Los ojos azules de Dar la miraron considerándolo. "Uh... correcto... correcto. Pensaré en algo." Dar murmuró. "Espero." Ella razonó bajo. Y si

no, siempre está una búsqueda de Yahoo en Internet.

*** La entrada en el edificio fue una rara experiencia. Kerry sintió como muchas miradas se clavaban en Dar, cuando se acercaron a uno de los

ascensores, en el cual había unas pocas personas esperando. Sabía lo que ellos debían de estar hablando, pero no se dio realmente cuenta del verdadero impacto hasta que ambas subieron al ascensor con ellos, la conversación cortada de golpe, parecía que todos hubieran contraído laringitis aguda, espontáneamente. El silencio era ensordecedor. "Hola." Dar dijo finalmente, haciendo brincar a cada uno de ellos. "¿Cómo ha estado el tiempo por aquí?" "Bueno." "Grandioso." "Caluroso." "Lluvioso." "Horrible." Dar asintió con la cabeza. "Ya veo." Se apoyó en la pared del ascensor cruzando los brazos, mientras este seguía subiendo. "Bueno de oír." Un carraspeo. "¿Cómo fue... el..um... tiempo en Carolina del Norte?" La voz era de Millas, un auditor mayor, compañero de Duks. "Frío." Dar contestó fríamente. "Llovió un par de días, pero después hizo un tiempo agradable." "Ah" Millas se frotó el lóbulo de la oreja. "Bien, aquí llovió." Carraspeó nuevamente. "Um... felicidades." Un murmullo afirmante se elevó rápidamente, y varios ojos miraron al auditor agradecidos. Por suerte, las puertas del ascensor se abrieron, permitiéndoles escaparse. "Gracias." Respondió irónicamente, cuando ellos se escabulleron, dejando a Kerry y a ella subir los dos pisos siguientes. "¿Crees que yo era el tema de conversación antes de que llegáramos?"

"Oh... sip" Kerry cabeceó firmemente, saliendo por las puertas del ascensor cuando estas se abrieron. "Espera... voy a bajar a la cafetería para coger café... calcularé a que velocidad el silencio se instala en ese cuarto, a pesar de que la mayor parte de conversaciones son en español, más o menos conozco unas seis palabras." Comentó irónicamente. "¿Quieres algo?" "Oh... Dios... si." Dar murmuró patéticamente, mientras alcanzaban la puerta exterior de la oficina. "Y todos los pastelillos de queso que tengan." Empujando la puerta saludó riendo a María. "Buenos días." La secretaria la miró "Buenos días, jefa." Meneó sus dedos saludando a Kerry. "Buenos días, Kerrisita." Kerry sonrió abiertamente. "Bajo a la cafetería... quieres algo María." Aceptó el asentimiento de la secretaria, luego acarició la espalda de Dar. "Te veo en un momento." Salió por la puerta, dejando a su jefa y a María en el despacho externo. "¿Algún correo?" Dar cruzó la sala, moviendo un poco la correa del ordenador sobre sus hombros. "Esperaba los nuevos contratos." Miró encima de la pila de correo que había encima de la mesa, cuando su mano fue capturada. "Mi Madre." Los ojos de María se ensancharon. "Dar, es precioso." La ejecutiva se quedó de repente muda, buscando en su cerebro frenéticamente algo para poder responder coherentemente. Había olvidado que llevaba puesto el anillo, y en 'aquel' dedo, y que seguramente alguien lo notaría. "Um... gracias." Finalmente contestó, tomando su mano, y doblando los dedos con un toque nervioso. "Oye, estaré dentro... tratando de ponerme al día." Agarró sus papeles, dirigiéndose a su oficina, abriendo la puerta y cerrándola detrás suyo con un suspiro. Entonces alzó la vista, parándose en seco cuando fijó su vista en el escritorio. "Mierda santa."

*** Kerry colocó las manos detrás de su espalda inclinándose sobre la pared del ascensor mirando con indiferencia total las paredes forradas del ascensor. Este sería un día extraño, ella lo sabía, y como para confirmar esto las puertas del ascensor se abrieron en el noveno piso y dos secretarias de mercadotecnia entraron. Su charla se paró en cuanto la vieron, y siguieron en silencio.

Podría cansarme de esto verdaderamente rápido. Kerry decidió.

"Hola." Comentó casualmente.

Ellas se miraron. "Ah... hola Kerry." La mayor respondió, mirándola con una sonrisa falsa atravesando su rostro "¿Tan... cómo te van las cosas?" "Bien..." La rubia mujer contestó. "¿Y a ti?" "Ah... bien... bien..." Miró a su compañera. "¿Verdad?" La más joven de las mujeres afirmó con la cabeza. "Salvo que hoy es lunes, sip... el fin de semana fue bien." Se hizo un silencio torpe. Por suerte, el ascensor llegó a la planta baja, y pudieron salir todos. Kerry se dirigió a la cafetería, sacudiendo la cabeza un poco. En la entrada, casi chocó con Mark que estaba saliendo solo de ella. "Ah... hola." "¡¡Hola!!" Mark le respondió con una gran sonrisa. "Grande... significa que la gran kahuna está aquí también, ¿Cierto?" Kerry amortiguó una sonrisa. "Si quieres decir Dar, si... ella está arriba, acabamos de llegar." Era muy agradable encontrar alguien que fuera normal, reflexionó. "Solo estamos intentando ponerlo todo en orden, hoy es un poco extraño."

"¿Hoy?" Mark la cogió por el codo conduciéndola en el interior de la cafetería, donde se sentaron en unos taburetes acolchados. "Tu no estabas aquí el viernes... hombre, después de que devolvisteis la red, cada uno iba como loco... todos fueron llamados a una videoconferencia, y la siguiente cosa que sabemos, fue que recibimos un correo electrónico diciendo que Dar había sido promovida." "Wow." Kerry se rió suavemente, luego hizo a la camarera su pedido. "¿Piensas que nos dormimos en todo esto... cuando tu llamaste?" "Uh, ¡Eh!" Mark tomó unos sorbos de su café. "La palabras sobre vosotras chicas." La miró, bajando la voz un poco. Kerry recogió una servilleta, observando alrededor dándose cuenta de las miradas que le dirigían. "Me lo figuro." Contestó. "Después de todo aquello con Steve... sabía que él había extendido esto mientras le daban la patada." Dijo suspirando. "Habíamos decidido dejarlo claro más o menos de todos modos... igualmente, a Les ni le preocupa." Mark gruñó. "Pero esto es duro para ti, sin embargo ¿Verdad?" La miró comprensivamente. "La gente es una mierda."

Si, bien. "Ellos pueden morderme." Kerry respondió. "Ellos de todos modos

asumieron cualquier manera cosas, Mark... al infierno con ellos." Echó una mirada cuando su pedido llegó. "Gracias." Alargó la mano cogiendo la bolsa. "Déjame regresar arriba... sé que va a ser un zoológico hoy." "Oye..." Mark cogió su mano, dándole una sonrisa amigable. "Vaya anillo que llevas aquí." Kerry hizo una pausa, doblando sus dedos un poco. "Gracias... si." Sintió un ligero rubor su cara. "Dar me lo regaló."

"Sip. Ella tiene buen gusto." El jefe de MIS lo admiró. "Pero entonces, nosotros ya lo sabíamos querida." Le guiñó un ojo, riéndose entre dientes cuando vio que su rubor se hacía más fuerte. "Los demás... no permitas que toda esta mierda te moleste Kerry... tu haces un gran trabajo, y todos lo saben. Hay muchos celos... hay gente que ha querido colocarse dentro

de esa oficina... y me perdonarás este comentario asqueroso, pero dentro de la falda de Dar también durante años." Se encogió de hombros. "Tu lo conseguiste cuando llegaste, al poner todo el sistema en marcha, llegaste y shazám..." Chasqueó los dedos. "Tu lo has conseguido, anímate, y el mejor aspecto de VP que esta compañía ha tenido jamás, muchos cayeron en picada." Kerry abrió la tapa de su café y tomó un trago. "Gracias Mark... sé que esto es difícil de creer... de echo, a veces lo encuentro demasiado fuerte para creerlo." Añadió, en un tono bajo. "¿Parece magia, sabes?" Le miró. "Me siento como una niña en el circo a veces." La miró, un poco desconcertado. "No sé... esto es también más fuerte de lo que pensé, Kerry... soy una persona que conoce sobre la mayor parte de todo en este mundo de la informática... pero se realmente que Dar ha sido para muchos una perra... y si ella finalmente ha encontrado alguien que realmente le gusta, al diablo la compañía, ¿Lo sabes verdad?" Consiguió una sonrisa de la mujer rubia. "Si, lo se." Ella estuvo de acuerdo. "Trabajaremos en ello desde fuera... solo que va a tomar algún tiempo para acostumbrarnos otra vez." Se inclinó un poco, cambiando de tema firmemente. "¿Pusiste realmente su foto en el escritorio de todo el mundo?" Sonrió abiertamente. "Tu friggen betcha." Se puso de pie y le indicó que le precediera. "Vamos... he estado escondiéndome, se que ella me va a dar una patada en el culo cuando lo vea... pero era algo demasiado bueno para renunciar a hacerlo." Kerry se rió, sosteniendo la puerta para que él pasara. "Oh... sip, ella tenía esa intención... pero la convencí de dejarlo hasta que entráramos, porque quería verlo." Ellos salieron hacia los ascensores y casi chocaron contra Eleanor y José, que estaban entrando en la cafetería. Ambos ejecutivos, con miradas asesinas. "Buenos días." Kerry les sonrió. "Buenos días." José contestó bruscamente, rodeándola como si fuera

un animal peligroso. Eleanor lo siguió sin una palabra. Kerry y Mark intercambiaron miradas. "Ooo." El gerente de MID se estremeció. "Y eso que tenemos una reunión esta mañana."

Sip. Kerry miró las reacciones cuando ellos entraron en el ascensor, notaron un silencio sutil , pero diferente cerca de ella. Como si tuviera la letra L de escarlata. Reflexionó. ¿Creen que es contagioso? Se inclinó hacia atrás, tratando de sacar este pensamiento de su mente. "Oye, Kerry." Alzó la vista, viendo a Elaine, una de las supervisoras de entrada de datos que realmente le caía bien. "Buenos días." "He oído decir que hicisteis un trabajo duro en CN... Bien echo." Elaine comentó con una sonrisa. "¿Vas a ir a escalar el miércoles?" Kerry sonrió, relajándose un poco. "Si... solo que... mi mano tiene una pequeña herida pero supongo que podré hacerlo." Dio a Elaine una mirada agradecida. "Extrañé la semana pasada... será agradable volver." Sus ojos se movieron hacia donde sentía la mirada de repugnancia de una de las ayudantes administrativas. "¿Tiene algún problema?" Kerry preguntó a la mujer directamente. Solo el ruido del ascensor se oyó durante un momento. Kerry sostuvo la mirada fija en la mujer, no le parecía divertido. "Puede decir, si señora, o ninguno señora, elija". Añadió fríamente. La mujer aspiró aire. "Ninguno... señora... No tengo ningún problema." Las puertas se abrieron en el octavo piso y las jóvenes mujeres se fueron con prisas, dejando que las puertas se cerraran detrás de ellas. Kerry se apoyó contra la pared y suspiró. "Idiotas." Elaine hizo rodar sus ojos. "Fobias." Sacudiendo la cabeza, luego miró a Kerry. "No dejes que te impresione."

Ellas. Kerry lo consideró, cuando el ascensor llegó al décimo cuarto

piso. "Entonces somos nosotros y ellos." Reflexionó. "¿Hay aquí muchos como nosotras?" Preguntó a Elaine con curiosidad.

Una sonrisa enigmática asomó en los labios de la mujer alta y rubia. "Te enviaré un correo electrónico." Comentó, cuando las puertas del ascensor se abrieron, y salieron. "Te sorprenderías." Kerry aspiró, mirando a Elaine y Mark mientras se alejaban hacia sus oficinas. "¿Yo?" Sacudió la cabeza y se dirigió hacia la oficina de Dar, abriendo la puerta externa y entrando. "Hola María... estoy de vuelta..." La secretaria la miró riendo. "Te traje un poco de café." "Muchas gracias Kerrisita..." Señalando la puerta de Dar. "Creo que la jefa aún está en shock... míralo por favor." Perpleja, Kerry colocó la taza de café de María en la mesa, luego cogiendo su portátil entró en la oficina de Dar. El olor de rosas casi le impactó. "Jesús." Parpadeando, tratando de encontrar a Dar detrás del enorme arreglo a de tres colores de rosas que empequeñecían su escritorio. "Hola... ¿Dar? ¿Tengo que conseguir un machete?" Los ojos azules la miraron desde atrás de unas rosas de color melocotón. "Hola." Era Dar, en ella más bien se veía una mirada avergonzada. "Es un poco grande ¿verdad?" Kerry rodeó la mesa, encontrando a su amante, sentada en la silla con los hombros caídos azorada delante de las flores. "Dar, esto es magnífico... ¿Quién te lo envía?" Había unas tres docenas de rosas, una docena en rojo, otra de color melocotón y otro amarillo. El aroma era casi aplastante. Silenciosamente, Dar le dio la tarjeta que había encontrado encima. 'Esto para mi pequeña rugrat.' "Awww..." Kerry mordió su labio, mirando tiernamente a su amante. "Es tan dulce, Dar... ya te dije que él estaba muy orgulloso de ti."

Dar se inclinó en su silla, con un pie apoyado en el escritorio y mordiendo su lápiz, pareciendo de una manera rara una adolescente. "Creo que..." Contestó bruscamente, pero sin poder ocultar la pequeña sonrisa que le asomaba en sus labios. Kerry se inclinó y la besó en su cabeza. "Eres la niña de papá, bien." Dijo mirando a Dar que estaba luchando claramente con una sobrecarga de emoción, entonces finalmente suspiró, sonriéndole. "Toma..." Le pasó el café, entonces suavemente cogió una rosa y la olió. "Ah Dios... esto del amor es increíble... este aroma." "Mmm." Dar sepultó su nariz en la taza recobrando la calma. "Creo que nosotras podríamos llevárnoslas a casa y ponerlas encima de la mesa del comedor unos días... ¿Hmm?" Kerry rió. "Gracias a Dios que has conducido hoy, no yo... No puedo imaginarme conseguir entrar estas flores dentro del Mustang." Mirando más allá de Dar al monitor, se rió. "¡Oh estupendo... Mark hizo un buen trabajo con eso!" Dar suspiró, echando un vistazo a la pantalla. Mark había escaneado la foto del artículo del periódico y lo había colocado en el escritorio formando un tapiz agradable bailando encima unos cuantos dibujos de Dogbert(3). "Voy a matarlo por esto." Refunfuñó, luego suspiró. "Tengo treinta y tres páginas de correo para contestar, seis pulgadas de correo en la bandeja, tres reuniones, y encima no puedo llegar a mi escritorio por que hay una selva encima." Hizo una pausa. "¿Puedo irme a casa?" Kerry dividió la pila de correo de la bandeja. "Tomaré la mitad." Luego con cuidado movió el arreglo floral y lo retiró hacia un lado y arregló las flores con cuidado. "Aquí." Entonces se dirigió hacia la puerta de su oficina. "Mándame cualquier cosa que no quieras hacer... Voy a comenzar con mi propio alud." Miró hacia atrás sobre su hombro, como Dar estaba comiendo felizmente los pastelillos. "Dar... deja algunos para el almuerzo... te vas a indigestar si te los comes todos." Dar lamió de sus labios una escama, y tomó un sorbo de café, luego le sacó la lengua a su ayudante.

Kerry suspiró y sacudiendo su cabeza. "Obstinada. Déjame decírtelo." Sonriendo luego abrió la puerta y salió, dirigiéndose hacia su oficina.

*** "Tendré que ser razonable..." Dar dio la razón a Mariana, estaba en el cuarto de baño que, por suerte estaba vacío, entonces se miró en el espejo arreglándose el traje. Llevaba puesto el traje gris plomo, con una camisa de seda negra, la única nota de color que llevaba era el pequeño alfiler que Kerry le había regalado en el paseo por la playa.

Bien Paladar. Su mandíbula se movió nerviosamente. Ellos están todos allí, esperándote. Esto no es una reunión del comité ejecutivo más. Esta es una reunión de personal. Ellos son tu personal ahora. Tu eres su líder. Dar se estremeció, y su cara mostró una mueca. Ugh. Los ojos azules se abrieron mirando la puerta tristemente. Soy demasiado joven para esto. Con un suspiro, dirigió sus dedos hacia su pelo negro, arreglándolo en una especie de orden, entonces respiró hondo, y lo soltó, colocándose el traje con esmero sobre sus hombros. Bueno. cómo me presentó...

¿Gruñona? ¿Ocasional? ¿Maldiciendo? ¿Enojada? Oye... podría decir que estoy con PMSing (4). Lo consideró durante un instante, luego desechó la idea. Nah... ellos nunca serían capaces de ver la diferencia. Levantó una ceja experimentalmente. Y entonces... Dejó a un lado una sonrisa irónica asomar en su cara, uniendo las cejas. Divertido. Bien.

Lo puedo hacer divertido. Pensaré en ellos en ropa interior.

La sonrisa se ensanchó. Y he visto algunos de ellos así, también. Con una última mirada al espejo, abandonó el cuarto de baño dirigiéndose a la sala de conferencias ejecutivas donde el resto del personal de dirección superior le esperaba.

"¿Dónde demonios está?" Ducks susurró, dando una palmada a Mariana en la rodilla. La VP de personal lo miró. "Ella estará aquí en un momento... ¿Quieres calmarte?" Le susurró, observando al grupo agitado. José y Eleanor estaban sentados uno al lado del otro, con miradas heladas, y el resto del personal era una mezcla de excitados, enojados, asustados, o solo un poco aburridos. La puerta se abrió, y todos dejaron de hablar, cuando Dar entró. Todas las miradas se dirigieron al nuevo CIO, que anduvo a través de la sala con un paso seguro y poderoso, acercándose a su sillón del final de la mesa apoyándose en él, con aire de confianza que simplemente hizo rodar encima de la mesa. En el silencio, Dar dejó su mirada azul y helada ir de cara en cara, luego una sonrisa lenta, perezosa, divertida asomó en sus labios solo ligeramente. "Buenos días." Su voz baja, lujosamente entonada hizo eco en el silencio. "Vamos a empezar, ¿verdad?" Cada uno tragó, Mariana notó asombrada la calidad de la gran presencia que Dar podía producir cuando ella estaba de buen humor. "Ya que... obviamente... no tuvimos una reunión la semana pasada." Dar dijo colocando sus papeles sobre la mesa, y apoyándose en ellos ligeramente, la tela de su chaqueta se tensó a través de sus hombros. "Y que he tenido que amontonar la mierda de seis pies de alto sobre mi escritorio, esto va a ser corto." Silencio. "Primer artículo en el orden del día." La alta mujer morena miró fijamente alrededor de la mesa. "Cada departamento acortará un presupuesto operativo del quince por ciento. A partir de hoy." Las mandíbulas cayeron. Dar esperó.

"Por Dios, espera un minuto." José se levantó. "¿Cómo infiernos lo vamos a hacer, Dar?" Un coro de protesta se elevó después de él, tal vez valerosos una vez que el VP de Ventas había roto el hielo, por así decirlo. Dar esperó. Silenciosamente. Vagando sus ojos azules de cara en cara, en una actitud de tranquila amenaza. Las voces se calmaron, hasta que de nuevo reinó el silencio inquieto en la sala. "Voy a tomar aquel presupuesto, y duplicar el hub de conexión de la red." Dar siguió, como si no hubiera dicho nada. "Porque, dejadme deciros, señoras y señores, que no voy a perder otra noche congelando mi culo lejos, en Carolina del Norte, arreglando un panel de conexión provisional en un condenado sitio para dirigir desde lejos esta compañía." Ducks mordió su lápiz. "Los presupuestos están ya calculados para el cuarto trimestre, Dar." Comentó silenciosamente. "Revísalos." Dar replicó inflexiblemente. "O vende las malditas sillas de escritorio, no me preocupa, pero voy a seguir adelante con esas instalaciones." José estaba de pie aún. Colocó las manos en sus caderas. "Creo que deberíamos considerar las opciones, ahora Dar... y yo..." Ella le señaló. "Esto... no... es... una reunión..." Cada palabra fue dicha bruscamente, con una feroz pronunciación. "No hay opciones." Silencio. Dar los miró. "Bien, vamos a ir por pasos, tu piensas lo que crees que necesitas y lo dices, pero que esto sea rápido. Tengo una tonelada de cosas que hacer." Finalmente se sentó, y tomó un sorbo de agua del vaso de cristal que había delante de ella, luego se inclinó hacia atrás, mirando a Ducks, que era el que estaba más cerca arqueando una ceja. Impúdicamente, él giró la cabeza y le sacó la punta de la lengua, ya

que solo ella lo podía ver. "Felicidades amiga." Sus ojos brillaron sobriamente, una sonrisa indirecta asomó en la esquina de su boca. "Gracias." "Tengo algunas buenas noticias." Ducks continuó. "El fondo de retiro tiene una inversión en un grupo de técnicos, hicimos una matanza la semana pasada. Estamos el treinta por ciento sobre expectativas en el fondo." Los murmullos inundaron el cuarto. "Agradable." Dar comentó. "¿Quién lo consiguió?" Ducks dijo el nombre de uno de sus ayudantes. "Condenadamente bueno su análisis." Añadió. "Le elogié en su currículum(5)." "Pon un elogio en su pago." Sugirió Dar irónicamente. "Antes de que Merril Linchen(6) lo robe." Una sonrisita débil y nerviosa sonó a través de la mesa. "¿Algo más?" Dar le preguntó. Ducks negó con la cabeza, luego se giró hacia Mariana. "¿Siguiente?" Ellos fueron hablando alrededor de la mesa, recibiendo respuestas de José y nada de Eleanor, luego se fueron marchando cuando cerró la reunión, menos Ducks y Mariana. Dar esperó a que la puerta se cerrara y luego los miró. "Idiotas." Ducks se inclinó sobre sus codos. "Ha sido diferente." Comentó. "Entonces, deduzco que no vas a hacer oficial tu reinado como de costumbre, ¿Amiga mía?" "Dame un momento." Dar resopló, apoyándose hacia atrás, permitiendo relajarse de la tensión casi dolorosa de la reunión. Su cuerpo entero le dolía, exhalando aliviada. "Tu sabes que esto no durará... la próxima semana ellos estarán todos aquí quejándose otra vez."

Mariana se rió suavemente. "No creo Dar... diste una buena impresión... tienes una presencia realmente muy poderosa, lo sabes." Dar le dio una mirada irónica. "Bien, no tengo mucha esperanza... pero al menos no tuvimos que aguantar cinco horas revisando la mierda, tal como hemos echo durante estos últimos dos años." Suspiró estudiando su pluma, girándola varias veces en sus dedos. "Voy a necesitar un equipo de proyecto para aquellas nuevas instalaciones." Mariana asintió con su cabeza. "Deduzco... ¿Que quieres poner un nuevo organigrama para ti? Podemos colocarlos allí y cobrarlos lejos, contra el presupuesto operativo." "Parece bueno." Dar estuvo de acuerdo suavemente. "Bien tengo dos conferencias telefónicas, cuatro sesiones informativas de cliente, y una oferta principal que examinar, entonces... ¿quedamos para más tarde? Tal vez podríamos ir a cenar todos juntos." Duks y Mari intercambiaron miradas. "Podríamos ir al restaurante tailandés del Biscayne, ¿te parece bien?" Mari preguntó. "Podríamos hablar sobre todos nuestros chismes allí... ¿Serás capaz de desenterrar a Kerry de su escritorio para entonces?" Dar rió entre dientes. "Si... espero que si." Alzó la vista y los miró. Apenas impidiéndose sacar sus manos, simplemente dobló sus dedos. "No voy a ocupar mi puesto en seguida." Silencio, mientras ellos digerían esto. "Buena idea." Mariana asintió aprobándolo. "¿Vas a ir despacio cambiándole las responsabilidades a Kerry?" "Si." "Inteligente." Duks afirmó con la cabeza. "Vas a dar a cada uno la posibilidad para ver lo que ella es capaz de hacer." Silencio de nuevo. Mariana carraspeó suavemente. "Voy arreglando..." Lo consideró, esperando un momento para preguntar delicadamente.

"¿Cambio ya su información de beneficiaria en CAS?" Dar casi se rió, mientras miraba su pluma. "Yeeahh... eso parece." Confesó, echando un vistazo observando un centelleo en los ojos de Mari. "Sutil manera de preguntarlo." Duks se rió entre dientes. "Vamos, Mari... que tenemos cosas que hacer, así que... vamos a movernos." Se puso en pie, luego se inclinó y palmeó el hombro de Dar. "Buen trabajo, Dar." "Igualmente Dar." Mari añadió, cuando ellos colocaron sus sillas en su lugar. "Pienso que esto va a ser lo mejor para todos." Dar sintió su busca vibrar, mientras los veía marcharse, entonces suspiró, mirando alrededor de la sala vacía. "Esperaba estar tan segura." Se puso en pie y fue hacia el teléfono cercano llamando a su oficina. "¿María... que está pasando?" "Ah... Dar... no quería molestarte... pero ya hace tiempo, y yo... Michelle Graver está aquí en persona." "Oh." Dar se estremeció. "Genial... ¿Está esperándome abajo? Bien bajaré... todo está terminado aquí." "Aie... no... no, Dar... ella vino hace media hora... estaba disgustada por algo, pero Kerry se la llevó para arreglar las cosas."

¿Kerry? Oh. Genial. Dar trató de recordar si tenía un botiquín en su

oficina. "¿Um... dijo ella dónde iban a ir?"

"No... creo que están en su oficina." María respondió amablemente. "¿Está bien que te llamé? No me gusta nada esa mujer Dar... tiene aspecto de asno."

Si. "Bien... sip que está bien María. Tendré cuidado con ella." Dar

suspiró. "Te veré más tarde." Colgó, luego agarró su carpeta y se encaminó con resolución hacia la puerta.

*** Kerry mordió su labio inferior pensando, luego añadió un par de líneas a su correo electrónico, haciendo clic para enviarlo una vez que ella lo hubiera releído cinco o seis veces. Comprobó su reloj, e hizo una pausa, preguntándose cómo debía de ir la reunión de Dar, marcó un número en el teléfono. "Hola, ¿María?" "Si.. si... un momento, señora..." La secretaría parecía acosada, y Kerry podía oír una voz enojada de fondo. Una voz ligeramente familiar. "María, ¿Qué pasa?" "Ah... la señorita Graver está aquí, pregunta por Dar, pero ya le he dicho que ella está en una reunión." María le contestó. "Son problemas, creo." Kerry tamborileó las dedos sobre el escritorio. Michelle Graver, ¿eh? Una severa sonrisa cruzó la cara de la rubia mujer. "Déjame ver si puedo ayudarte, María... tráela aquí." Sugirió. "Quien sabe cuánto tiempo Dar va a tardar." María pareció muy agradecida. "Gracias, Kerrisita... vamos en un momento." Colgó, Kerry miró su escritorio colocando bien su pila de correos. Entonces giró su pantalla, y comprobó su reflejo en ella, intentado imitar la mirada de Dar. "Uck. no puedo hacer esto." Se rió entre dientes. "Parecería demasiado extraño." Con un tirón suave se acomodó la camisa, entonces respiró y se colocó bien en el sillón, cuando un golpe sonó en la puerta. "Adelante." María abrió la puerta entrando y sosteniéndola para que Michelle Graver pasara detrás de ella. La ejecutiva de Disney pasó delante de ella, y anduvo con paso majestuoso a través de la habitación, arrojando una carpeta encima del escritorio de Kerry. "Dudo que tu me puedas ayudar."

Kerry la miró seriamente durante un momento, entonces tiró de la carpeta y lo abrió. "Por favor tome asiento." Murmuró, mientras estudiaba el contenido. "María, aquí están los informes que he terminado hasta ahora... y el proyecto sobre el que estaba trabajando Dar." Extendió la mano levantando la pila de papeles y se los entregó. "Creo que ella quería todo esto arreglado antes de la hora de comer." "Si." María tomó la pila. "Vamos a pedir una orden especial para el almuerzo... comida china... ¿Quieres algo" Kerry hizo una pausa. "Seguro... sip sería muy bueno." Sacando un papel abrió una de sus sesiones. "Espera un momento... Tengo que solicitar esto en tiempo real." Tecleó sus claves en el ordenador abriendo un programa. "Um... tomaré carne de vaca con guisantes y puedes pedirle a Dar un plato de Szechwan." Se sintió un poco culpable por la satisfacción del pedido mientras veía como Michelle se sentaba y no perdió el estrechamiento de aquellos ojos pequeños parecidos a dos gotas brillantes. "Está bien." María garabateó en la nota y luego se retiró, dejando un silencio tenso detrás de ella. Kerry devolvió su atención a la pantalla. "Este informe de utilidades muestra que tiene paquetes de datos perdidos." Michelle aplaudió con sus manos dos veces. "Muy bien." Comentó sarcásticamente. "Estoy impresionada... te entrenó ella sobre todas las pequeñas luces que parpadean, ¿O solo las cosas más importantes?" Kerry sintió un impulso insidioso de hacer un gesto inadecuado, y lo sofocó. "No... realmente esto lo aprendí en el colegio." Contestó a la pregunta de forma neutral. "¿Ha hecho algún cambio en vuestra red interna?" Preguntó, cortésmente. "No." Michelle contestó. "Nosotros no hemos hecho nada, y mi gente se ha estado quejando durante dos semanas, y nada se ha arreglado. Lamento que esto no se aclare, o puedes decir a tu... jefe... que el siguiente contacto será con nuestro departamento legal para finalizar el contrato."

Brevemente, Kerry se preguntó por qué Michelle había tenido que volar desde Orlando para decirles esto, luego calculó que esto era solo una excusa. "Espere." Empezó a revisarlo todo, buscando resultados sin hacer caso a la mujer impaciente que estaba detrás del escritorio. ¿Ahora qué?

pase lo que pase tengo que arreglarlo, ella aún no se ha ido... está aquí mirando mis errores. Bien no directamente.

Bien, Kerry... si tu vas a pensar en hacer el trabajo de Dar, mejor que empieces por aquí. Miró una cuenta, luego marcó un número. "¿Mark?" "¿Yssup?" El sonido de teclas traqueteando llegó claramente. "¿Y qué puedo hacer por usted, señorita K?" "Um..." Le dio un número de circuito. "Puedes rastrear esto por mi, por favor... ellos pierden uno de cada tres o cuatro paquetes." "Seguro." Mark buscó durante un momento. "Bien... esto estará aproximadamente en unos diez minutos para comprobar los resultados del analizador. Te llamaré." "Gracias." Diez minutos, uf chica. Echó un vistazo encontrándose con los ojos de Michelle. "¿Quiere un café?" "Me gustaría mi problema solucionado." La ejecutiva contestó cortadamente. "Trabajo en eso." Kerry le dijo. "Y si no se opone, ¿Podría darme el nombre de la persona a la que se dirigieron para el soporte? Me gustaría saber por qué este tema no fue solucionado." "Tu deberías tener el registro de eso." Michelle contestó. "Mi trabajo no es para buscar la pista de tu gente." Kerry comprobó su pantalla. "Mm... eso es cierto, pero no tenemos el registro de alguien entrando en vuestro centro de operaciones... y me gustaría realmente comprobar lo que pasó." Esperó, pero Michelle no contestó. "Mire señorita Graver..., vino aquí buscando algunas respuestas, y me gustaría dárselas, pero necesito un poco de ayuda de su parte."

"Yo no quiero excusas... solo arreglad el problema." La otra mujer respondió. "No tengo por qué ayudar a fijar un tornillo interno."

Puta, estúpida, engreída desagradable. "Bien." Kerry examinó los datos, luego tecleó una petición y esperó. Estás celosa porque Dar no te dará su tiempo, ¿Molesta? No, esto viene de atrás, antes de que estuviéramos juntas Nyah nyah. Marcó un número de teléfono, y esperó. "Hola, Kerry Stuart de Operaciones... puedo hablar con el supervisor, por favor." Un momento de ruido, luego una voz respondió. "¿Si señora?" "Tengo que saber quién estuvo solucionando la cuenta de Disney Orlando." Solicitó tranquilamente. Las teclas sonaron. "Um... no hay ningún registro de que ellos llamaran, señora." "Lo sé." Kerry contestó. "Pero ellos dicen que las hicieron, entonces tengo que saber quien maneja el problema que ellos dijeron." El hombre pareció aturdido. "Bien.. Preguntaré en todas las áreas de tecnología... ¿Puedo volver a llamarle?" "Seguro." Kerry colgó el teléfono, entonces colocó sus manos cruzadas encima del escritorio y miró a Michelle en pensativo silencio. "¿Seguro que no quieres un café?" Pero Graver no contestó inmediatamente. Se puso de pie, y se movió a través de la sala, mirando detenidamente la ventana de Kerry, con vistas hacia el Atlántico apacible, entonces se volteó apoyándose contra el cristal, estudiando la espalda de Kerry. Ella sintió su mirada detrás pero evitó girarse, examinando en cambio su buzón de entrada. "Tu no eres solo un poco de buena pelusa, ¿Verdad?" Michelle finalmente preguntó con voz especulativa.

Ahora ella si que giró, y cruzó las piernas, apoyándose en el brazo de la silla. "No estoy segura de entender su pregunta." Contestó. "Estoy aquí para hacer mi trabajo, señorita Graver... no por cualquier otra razón." La mujer más baja se rió. "Oh, venga ahora... tu no me vas a negar en este momento, verdad? tu pequeño edificio entero habla de ti y tu jefa, cariño... es lo que se habla." Kerry se levantó y se acercó, sacando el mejor partido de su ventaja de altura de dos pulgadas, un lujo completo para ella. "No niego nada." Contestó suavemente. "Pero mi relación con Dar no tiene la menor influencia sobre si puedo o no hacer mi trabajo." Hizo una pausa. "Y mientras estamos en ello, no cree que debería mirar sus propios motivos, señorita Graver." Podía ver que la había pillado con la guardia baja. Bien. "Sabe usted, cuando la vi la primera vez, realmente la admiré, porque vi como miraba por delante del mamarracho superficial en aquellas reuniones, y la aprecié cuando tomó sus decisiones basadas en lo que estaba bien para su compañía, no por una agenda personal." Los ojos grises la miraron cautelosamente. "Gracias. Trato realmente de hacer eso." Contestó, un poco inciertamente. "Solo que no me gusta ser pateada." Una pausa. "Por así decirlo." Kerry mentalmente arrojó una moneda, dando el paso decisivo. "No estaba siendo pateada." Contestó silenciosamente. "Comenzábamos solo a ser amigas, en Orlando... ella era mi jefa, nada más que eso." Las cejas de Michelle se levantaron.. "Bromeas... Cariño, ¿Has visto aquellas fotos?" Kerry dobló sus brazos. "Si las tengo... y las miro y parece tan obvio, pero no era obvio para mi." Apretó sus labios. "Y creo que Dar iba por el negocio como de costumbre, excepto que ella puso cierto límite y no podía ir más lejos, por mi. No quería que pensara mal de ella." Alzó la vista suspirando. "No la odie por ello."

Ahora Michelle parecía un poco divertida. "Pobre niña." Sacudiendo su cabeza despacio. "No tenías ni idea de donde estabas entrando, ¿Verdad?" Kerry echó un vistazo a la alfombra. "No realmente, no." Contestó, francamente. "Pero no lamento ni un minuto de esto." Dio a Michelle una mirada directa. "Y contestando su pregunta inicial, no. No soy solo un poco de pelusa, soy una profesional que hace esto para vivir, y conseguí el trabajo diciendo que se fuera al diablo, y llamándola hija de puta." "¿Tu?" Michelle arrastró las palabras. "Bien, bien." El teléfono sonó y Kerry lo cogió, golpeando el botón de respuesta tratando de no mostrar el temblor de su mano. "¿Si?" "Puerto fuera de rango." Marck contestó sucintamente. "Gracias." Kerry colgó y marcó la oficina de gestión de redes. "John, aquí tienes el nombre del router(7)..." Lo recitó a toda prisa. "El puerto serie 0 es... intermitentemente malo, cámbialo en caliente(8), ¿Por favor?" "Si señorita Stuart... podemos hacerlo." El hombre contestó. "Estamos investigando aún aquella llamada sobre el problema... debería de tener una respuesta dentro de poco." "Gracias... adiós." Kerry colgó luego giró para afrontar a Michelle. "Esto debería de solucionar el problema." Se alegró de que ellos lo habían solucionado, pero realmente, realmente habían fastidiado esto y ella había tenido que hacerlo... era un paso básico que alguien debería haberlo echo en el grupo encargado de la red. Alguien iba a oír sobre ello, eso seguro. "Lamento que tuviera que traerlo a este nivel." "No te preocupes." La mujer más vieja se rió entre diente, luego sacudió la cabeza. "A veces está bien solo para aclarar la situación." Rodeó la mesa y recogió su carpeta, entonces dio una palmada en la espalda de Kerry. "Y no te molestes en tratar de buscar la llamada de aquel problema... ninguna se hizo nunca." Kerry parpadeó "¿Que?"

"Pensamos que éramos nosotros." Michelle le dijo alegremente. "Gracias, niña." Se alejó, abandonando a Kerry que se quedó con la mandíbula floja. "Hija de puta." Exhaló riendo, sentándose con fuerza en su asiento. "Estás frita..."

*** Paso, paso, paso. Dar hizo una pausa cerca de la pared lejana, y consideró la madera con una mala mirada. Incluso las bonitas flores no ayudaron a su humor.

Paso, paso, paso. Ahora ella estaba cerca de la otra pared, contemplando la puerta cerrada por centésima vez.

Paso, paso, paso. Su intención inicial era de ir directa a la puerta de Kerry, había tenido realmente su mano en la manilla, lista para abrir la puerta he ir al despacho de Kerry, cuando su conciencia la paró en frío.

Se supone que Kerry debe de ocupar su antiguo puesto. ¿Que pensaría Kerry si ella se apresuraba a ir como un caballero defendiendo a su dama con armadura? Que no confiaba en ella, esto es. Que pensaba que ella no podía manejar a una persona miserable como Michelle Graves, mal, muy mal Dar. Paso, paso, paso. Entonces había venido aquí, a su oficina y decidido esperar y ver lo

que pasaba. Lamentablemente, había olvidado cuánto lamentaba tener que esperar algo. "Pienso que solo tendría satisfacción entrando y pegando." Refunfuñó su reflexión mirando la ventana. Había intentado concentrarse en su correo electrónico, pero se había encontrado en el mismo correo seis veces, y era una pregunta sobre un asesor personal de Mariana. Suspiró. Tal vez tendría que ir a dar un paseo.

Paso, paso, paso. Camino... pero esto no ayuda. Tamborileó los dedos en su muslo,

curiosamente que casi la conduce a pensar en lo que pasaba al otro lado de la puerta. Maldita sea, Kerry... tendrás suficiente sentido para gritar

pidiendo ayuda si tu la necesitas, ¿Verdad? Correcto. Si, seguro... Paso, paso, paso.

¿Y si Michelle intentaba jugar con ella? Dar se detuvo, presionando

las yemas de sus dedos en la ventana, su respiración acelerada de repente. ¿Y si Kerry? Borró el pensamiento de su mente. No seas estúpida, Dar. No comiences esta mierda. Ni la insultes pensándolo. Ella te ama. Dar dejó apoyar su cuerpo brevemente en el cristal calentado por el sol. Solo ve allí

o siéntate antes de que te vuelvas loca.

Pero no se movió. En cambio, solo se quedó mirando las olas durante unos minutos, dejando que la calma azul del mar la tranquilizara. Hasta que oyó unos pasos suaves, rítmicos en el pasillo trasero. Maldita sea. Blasfemó, corriendo hacia el sillón, sentándose antes de que el golpe suave sonara en su puerta. Respiró hondo, y apoyó su barbilla en su puño, recogiendo un informe al azar y estudiándolo. "Adelante." La puerta se abrió, y Kerry entró. "Hey." Dar se obligó a esperar unos segundos antes de alzar la mirada, saboreando la vista de su amante realmente aliviada. "Hey tu..." Kerry parecía normal, un poco nerviosa, definitivamente un buen signo.

La rubia mujer cruzó hasta el escritorio, sentándose en su sitio favorito, sobre la esquina, poniendo la mano sobre la superficie de madera e inclinándose un poco en ella. "Encargué nuestro almuerzo a María... que ha ido al chino a pedirlo." "Mm... me preguntaba donde había ido." Dar reflexionó, dejando su informe encima de la mesa, y sonriendo a Kerry. "Gracias." Kerry sonrió. "Cuando quieras... escucha, Michelle Graver estuvo aquí." Dar asintió con la cabeza. "Lo sé... María me lo dijo." Contestó casualmente. "Pero me dijo que tu estabas con ella, entonces supe que todo estaba bajo control." "Oh." Kerry sorprendida sintió una sacudida de orgullo. "Bien... si... lo hice." Confirmó. "Quiero decir... tenía un problema, lo deduje, y conseguimos arreglarlo." Suspiró satisfecha. "Yo estaba un poco preocupaba de tratar con ella... pero la cosa resultó... bien, y todo... está arreglado ahora." Dar sonrió. "Buen trabajo." Acarició la rodilla de Kerry. "Sabía que podías manejarla." Kerry afirmó con la cabeza un poco, doblando los brazos sobre su pecho. "Sip... esto era... me sentí bien." Admitió. "Y creo que incluso llegamos a un entendimiento... tal vez no sea tan repugnante ahora." Una ceja oscura se levantó. "¿Realmente?" "Si... hablé con ella las cosas abiertamente... arreglando unas ideas falsas que tenía." Kerry contestó. "¿Tu hiciste?" Dar preguntó, con curiosidad. "¿Cómo que?" "Uh." La mujer rubia rascó su barbilla. "Bien, sobre aquella cosa de Orlando... ya sabes." Contestó desenvuelta. "Oh... correcto... eso." Dar contestó mirando el mar. "Bien, seguro

que lo aclaraste todo." Kerry permaneció silenciosa durante un momento, saboreando la confianza que Dar había depositado en ella. "Gracias por confiar en mi... pensé que ibas a entrar en algún momento, solo para asegurarte que ella se comportaba bien conmigo." Abiertos, unos inocentes ojos azules se fijaron en ella, cuando Dar mordisqueó su labio inferior. "Esa idea nunca cruzó por mi mente." Dijo, sinceramente. "Solo volví aquí, estudié mis informes sin preocupación alguna." Los ojos de Kerry miraron el papel. "¿Realmente?" "Sip." Dar sonrió. La rubia mujer suavemente cogió y levantó el papel, entonces afectuosamente acarició la mejilla de Dar. "Estabas impaciente." Dar echó un vistazo el informe con las puntas destrozadas, con la mirada de un niño de seis años pillado cogiendo la caja de galletas. "Uh oh." Entonces se rió, apoyándose en el sillón y relajándose, encogiendo sus hombros con una mirada de impotencia simpática. "Pero me quedé aquí, ¿Eso no cuenta?" Kerry intentó sostener su mirada acusadora, pero la perdió y comenzó a reírse también. "Si, si que cuenta." Se inclinó y besó a Dar ligeramente. "Y gracias." La mujer más alta suspiró, dándole una mirada avergonzada sobre las pestañas oscuras. "¿Por ser un grano de nerviosa preocupación?" Contestó. "¿Incluso aunque yo sepa mejor?" Kerry poniendo una mano sobre su mejilla. "Por preocuparte." Contestó. "No estabas preocupada sobre si yo era capaz de resolver el problema, ¿Verdad?" Esperó la negativa. "Estabas preocupada sobre si ella sería repugnante conmigo." Ahora movió afirmativamente la cabeza. "Bien, lo intentó, pero arreglamos las cosas."

Dar frunció el ceño. "Perra." "Dar, pensó que tu jugabas con ella." Kerry le dijo. "Yo habría sido una perra, también." "Mmph." Un gruñido afirmativo. "Si, bien... puedo ver tu punto de vista." Dar suspiró. De todos modos... escucha, sobre lo de San Valentín." Kerry parpadeó por el cambio repentino del tema. "Um... ¿sip?" "¿Tiene que ser solo un día?" Dar preguntó. "Usé un poco de mi tiempo para intentar pensar en ello... bien, de todos modos... no podía decidirme entre un par de cosas, entonces pensé que tal vez podríamos hacer ambas." "Uh... bien... seguro." Una pausa... "¿En qué estás pensando?" "Bien..." Dar se inclinó hacia atrás, tocándose la barbilla con el lápiz. "La primera cosa implica una bañera grande, una botella de aceite de masaje, trufas y luz de velas." Los ojos de Kerry se iban abriendo a medida de que ella hablaba. "Oooo... ¿Podemos hacer eso esta noche?" Dar sonrió seductoramente. "Puedes apostarlo."

*** Tanto para esto. Dar se inclinó hacia atrás en su silla y cerrando los

ojos, dejando los comentarios sobre los viajes que sonaban a través del altavoz, por delante de ella. La luz de la luna brillaba en su ventana, giró la cabeza para verlo, levantando su mano frotándose el cuello. Las reuniones de la junta directiva, cuando eran internacionales eran como un grano en el culo. Pero Dar no había sido capaz de evadirse de esto, ya que Les aprovechó la oportunidad para presentarla al resto del

directorio. Suspiró. Kerry se había ido a casa hacía horas, cooperando con Mark, y lamentaba no poder dejar el grupo e ir a juntarse con Dar. "No te preocupes por ello." Kerry le había dicho. "Tenemos toda una semana... y además, hoy fue un día realmente largo."

Sip, sip, sip... Dar se quejó silenciosamente, cerrando sus ojos y

deseando tener alguna aspirina. Trató de alejar su dolor de cabeza de su mente, y pensar en algo más agradable en cambio. En bañeras clientes,

por ejemplo... Kerry había mencionado que tendrían definitivamente un baño caliente para esta noche... y pollo frito y con fideos, sonaba algo muy, muy sabroso... "¿Dar? ¿Qué piensas de esto?" La voz de Les interrumpió su fantasía.

Oh mierda. "Lo que pienso sobre esto es... que son las diez de la

noche aquí en Miami, y no estamos yendo a ninguna parte. ¿Por qué no programamos una reunión cuando estemos todos juntos?" Eso es lanza insultos... a ver si así consigues que se muevan las cosas. "Eso es lo que pienso." Dar añadió, le pareció buena idea. Tomando un sorbo de chocolate oyó un silbido suave del teléfono indicó un silencio sobresaltado. La otra Dar Roberts de leyenda, apuesto por ella. Hizo rodar sus ojos, cuando sus pies desnudos que descansaban sobre su escritorio, cruzando educadamente sus tobillos. ¿Lamentando tu

decisión, Les? ¿La próxima vez preguntarás primero, ¡eh!?

Un carraspeo. "Bien." Les respondió. "Sería una buena idea." Suspiró. "Bien... Ha sido un lunes después de un gran desastre... reprogramemos para el viernes, ¿de acuerdo?"

Bien. Llamaría desde su teléfono móvil, estando sobre el Atlántico.

"Me parece bien." Estuvo de acuerdo, sofocando una sonrisa. "Tendré la propuesta para el nuevo hub de conexión de la red, para entonces." "Bien... bien... entonces, buenas noches, señoras y señores." Haciendo una pausa. "Y Dar."

Esto la golpeó por sorpresa, y ella se puso a reír, oyendo como se iban cerrando las líneas del resto del grupo participante. "Buenas noches." Suspiró, cortando su llamada, sacudiendo la cabeza. Tanto para mi primera

reunión con la junta directiva... Pero al menos ha sido más productivo y menos antagonista que sus reuniones de personal habituales... tal vez eso era un buen signo.

La oficina estaba muy tranquila, solo se oía el sonido del aire acondicionado, y el martilleó esporádico del disco duro rompiendo el silencio. Con un suspiro, se puso los zapatos y se levantó, cogiendo su chaqueta sobre los brazos llevándose a los hombros su maletín. El paseo hacia el ascensor fue tranquilo también, y era consciente del sonido de sus pasos cuando cruzó el vestíbulo largo y vacío, dirigiéndose hacia la puerta. El guardia de seguridad la vio y le abrió la puerta de manera militar. "Buenas noches, señorita Roberts." Él comentó, cortésmente. "¿Larga noche, eh?" "Buenas noches Pete." Dirigiéndole una sonrisa... "Lo de siempre, lo mismo de siempre... ya lo sabes." "Si, señora, pero como no la vimos durante la noche... me preguntaba si había cambiado de oficinas."

No, solo prioridades. "He estado aquí... solo hasta la tarde."

Comentó. "Ten cuidado."

Caminó a través del aparcamiento vacío y abrió el Lexus, colocando su portátil dentro y entrando, exhalando cuando sintió el suave cuero rodearla al sentarse. Cerró la puerta, descansando sus manos sobre el volante un momento, antes de arrancar el coche y sacarlo del aparcamiento.

***

Kerry estaba enroscada en el sofá, con su cabeza descansado en el brazo, y Chino acurrucado contra su vientre. Tenía sus ojos posados en la pantalla de la televisión, aunque se encontraba mirando el reloj todo el rato. Maldita sea, Dar... ¿Qué tipo de reunión estúpida puedes tener hasta

tan tarde?

Vamos, Kerry... eso es su trabajo, ¿Recuerdas? No pienses mal por hacerlo... así va a ser también cuando estés reemplazándola, así será. Ah bien. Ella se acurrucó más abajo en el sofá mirando al hombre del

cocodrilo tratando de atrapar a un cocodrilo. Él estaba lanzando la red cuando sonó el teléfono. Lo cogió inmediatamente. "¿Hola?" "Hey." La voz de Dar parecía silenciosa sobre el sonido de los motores del barco. "Estoy en el ferry." "Lo oigo." Kerry respondió. "¿Como fue la reunión?"

"Una mierda." La ejecutiva respondió. "Esto lo ha echo Les solo para estar a través de tres continentes al mismo tiempo... finalmente se lo dije y reprogramó para el viernes." "Ew." Kerry contestó. "Esto no es justo." "Nah... estaremos navegando... que para algo Dios hizo los teléfonos móviles." Dar se rió entre dientes. "¿Cómo ha ido tu noche?" Kerry se dio la vuelta, dejando su cuerpo en el brazo del sofá. "Bien llegué a casa... fui a comprar la cena... la coloqué en el refrigerador y cogí a Chino y nos fuimos a dar un largo paseo." "Puedo vivir de Corn Flakes, no tenias por qué ir a comprar." Dar protestó suavemente. "Tu no puedes vivir de Corn Flakes, Dar Roberts... tan tranquila." Kerry protestó. "Después fui al gimnasio durante un par de horas, es un

gimnasio bastante bueno, Dar." Ellas habían estado usando el gimnasio cerca del trabajo y Dar aún no había tenido tiempo de enseñarle el de la isla. "Sip... No he estado allí últimamente." Su amante le respondió tristemente. "Pero está bastante bien... tiene algunas cosas... que el del trabajo carece." "Mm... sip... luego llegué a casa, me duché y estoy viendo a Steve Irwin y te estoy esperando." Kerry concluyó. Dar no pudo evitar una pequeña sonrisa tonta que asomó en su cara oyendo las palabras de Kerry. "¿Esperándome?" "Sip." Kerry confirmó. "Chino y yo estamos aquí ahora mismo, mirando la puerta." Sonó una risa suave. "Bien, voy a aparcar ahora mismo, creo que te veré en un minuto." Colgó saliendo del coche, cerrándolo con llave, y dirigiéndose hacia la entrada del condominio. En la puerta se paró, reflexionando.

¿Cuántas veces había llegado a casa, como ahora, en un silencio tranquilo? ¿Durante cuántos años? La idea que había alguien esperándole... Dios. Pensativamente, tecleó el código y abrió la puerta, pasando dentro oyendo como un cachorro corría hacia ella y una rubia sonriente la saludó. "Hola chicas." Dar dejó caer su maletín y se arrodilló, saludando a Chino un momento antes de ponerse en pie y afrontar a Kerry que estaba a su lado. "Hey... aquí, dame tu chaqueta... pareces agotada." Kerry cogió la chaqueta de su brazo, sintiendo como Dar la acercaba sosteniéndola en sus brazos. "Por..." Dar liberó sus manos, y dejó caer sus brazos sobre los hombros de Kerry, entrelazando sus dedos detrás del cuello de la mujer más pequeña. Miró sus ojos verdes perplejos, lamentando no poder tener palabras para definir la emoción que sentía en este momento. Lo intentó, pero no lo

consiguió, entonces simplemente acarició la cercana cabeza de Kerry y suavemente la besó. "Gracias." "¿Dar?" La rubia mujer preguntó, retirándose suavemente un poco y mirándola con preocupación. "¿Estás bien?" No había realmente ningún modo de que ella pudiera explicarlo. "Sip." Sonriendo. "Solo que ha sido un día muy largo, eso es todo." Torpemente, dejó caer sus brazos, retrocediendo. "Voy a cambiarme... necesito un café." Frotando cansinamente su cuello. "Hace tiempo que no tenia tanto dolor de cabeza." Kerry movió a un lado la cabeza. "Mm... déjame ayudarte." Acompañó a Dar al dormitorio, y le sacó la chaqueta, colocándola en la silla cerca del armario. "Soy capaz de quitarme la ropa." Dar protestó suavemente, intrigada por la mirada de concentración de la cara de su amante. "Bueno, eso seguro... lo sé... pero es mucho más divertido para mi, si lo hago." Kerry contestó, desabrochando la hebilla del delgado cinturón que estaba en la falda de Dar. "Si tu lo haces. Como siempre... bien, en cambio si yo lo hago..." Bajando la cremallera de la falda, dejándola solo con la camisa de seda. "Si tu lo haces..." Dar repitió suavemente, remontando la línea de su mandíbula. "Se hace mucho más interesante." "Correcto." Kerry estuvo de acuerdo, desabrochando la camisa, dejándola caer abierta, liberando un olor suave que era de Dar, y un poco perfumado. Deslizó sus manos bajo la tela, dejando a sus dedos recorrer la espalda bajando hacia el liso, y poderoso trasero, riendo y notando la tensión que sintió allí. "Vamos, acuéstate." Suavemente sacó la camisa, dejando que Dar bajara sus brazos sintiendo la frialdad, cuando el aire acondicionado acarició su piel. Esto parecía un sueño, realmente, pero Dar no podía protestar. Permitió que Kerry la condujera a la cama de agua, y suavemente se acostó, sintiendo la superficie moverse bajo su peso. Se dio la vuelta y

extendió sus brazos un poco, sintiendo como el aire se calentaba sobre su espalda cuando Kerry se colocó sobre ella, sentándose a horcajadas sobre sus caderas. Los dedos resbalaron bajo los ganchos del sujetador y lo liberaban, frotando suavemente el área. Las manos de Kerry estaban calientes y fuertes, y Dar sintió como la rigidez se relajaba casi inmediatamente cuando su compañera empezó a trabajar, masajeando los músculos de sus hombros, haciendo sonar murmullos de apreciación en ella. "Mmm..." "Dios... realmente estás tensa." Kerry comentó suavemente, deslizando las manos por el cuello y hombros de Dar aliviándola bajo su masaje. "Tenemos que conseguirte un sillón reclinable para tu oficina..." Escuchó la sonrisita de Dar, sintiendo la vibración en la yema de sus dedos cuando acariciaron alrededor de las costillas de la mujer más alta. "Hey..." Dar se rió entre dientes otra vez. "Ups... disculpa... olvidé que tenías cosquillas aquí." Kerry rió, apretando de nuevo allí a propósito, solo para oír nuevamente su risa. Cogiendo una botella de aceite de almendras de la mesita de noche, la abrió poniendo un poco en sus manos frotándolas antes de volver a masajear los músculos. "¿Cómo te sientes?" El aceite dejaba rastros a través de su piel, y Dar soltó un largo suspiro, de satisfacción. "Eres la mejor." Kerry miró la lisa y bronceada espalda con un sentimiento de placer. "¿Lo soy?" Preguntó. "¿La mejor en que?" "En todo." Dar masculló. "La mejor ayudante.... la mejor cocinera... das los mejores masajes..." La rubia mujer rubia rió entre dientes contenta. "Esto es realmente bonito... nunca antes he sido la mejor... excepto en los discursos." Rectificó. "Pero esto realmente no cuenta... ya que solo quiere decir que tengo argumentos para todo." Dar dobló sus brazos, descansando su barbilla en ellos pensativa,

luego respondió echando una mirada atrás silenciosamente. "Tu eres mi mejor amiga." Luego añadió, con un poco de anhelo. "Nunca pensé en tener uno hasta que te encontré." Kerry la miró, se inclinó y colocó un suave beso en el centro de la espalda. "Me alegro de que estuvieras en mi camino." Subió y besó un poco más arriba. "Como tu eres m i mejor amiga... y la mejor cosa que me ha pasado en toda mi vida." Pronunció suavemente, directamente en el oído de Dar. Una risa suave sonó a cambio. Frotando los hombros de Dar ligeramente dijo. "Gírate... tengo que seguir por delante." Dar se giró levantando la ceja, y ella se encontró cara a cara con aquellos ojos asombrosamente azules, y un cuerpo desnudo, poderoso atrapado bajo el suyo.

Whoa. Kerry dejó sus manos apoyarse en el vientre liso, extendiendo sus dedos y comenzando un suave masaje, rítmico. Dios, Dar es tan fuerte.

Podía sentirlo, mientras subía a través de su clavícula y sus hombros, sentía sus músculos gruesos, poderosos fuir bajo la piel a través de sus brazos. Kerry se inclinó para hacer más presión, y se encontró mirando directamente aquél centelleó, divertidos ojos azules. "Sabes..." Hizo una pausa, sintiendo el leve movimiento bajo las yemas de sus dedos. Era casi asustadizo. Casi intimidante. "¿Qué?" Dar preguntó, mirando su cara. "Creo que sé como se siente Steve Irwin(9) cuando está encima de un cocodrilo." Kerry le dijo.

Ambas cejas se alzaron. "Caramba gracias." Dijo Dar arrastrando sus palabras. "No, no es eso... de ninguna manera te digo que pareces un cocodrilo, Dar..." Kerry se rió. "Es solo que ellos siempre parecen más fuertes que él, y tu consigues que sienta lo mismo en cualquier momento, el ruido podría... whoa... ¡yeah!"

Kerry sintió como de repente el cuarto giraba, luego un gran peso, caliente encima suyo. Abrió los ojos para ver muy cercanos dos ojos azules encima suyo. "Uh oh." "¿Podría hacer esto?" Dar preguntó, con una sonrisa seductora, apoyándose y sujetando a su amante, mordiéndola ligeramente en el cuello. "¿Así?" Kerry sintió como su respiración se aceleraba. "Estoy bastante segura que un mordisco en el cuello no le hace sentir esto a Steve." Respondió, tragando varias veces. "Pero si." Dar volvió a girarse, permitiendo que la mujer rubia se colocara encima suyo. "Me gustó esto." Puso una mano hacia abajo acariciando el muslo de Kerry. "¿Por dónde estábamos?" Kerry se deslizó encontrando sus labios. "Aquí mismo." Sintiendo las manos de Dar vagar por su cuerpo, levantando la camiseta que llevaba puesta dejando un rastro contra su piel. "Debería decir..." Saboreando los labios de Dar otra vez, entonces despacio, fue bajando su cuerpo, sintiendo el calor que desprendía el otro cuerpo. "Que te amo." Dar absorbió el sentimiento maravilloso y tranquilo desprendido en esas palabras. "También te amo." Respondió, respirando irregularmente. "Y siempre lo voy a hacer."

***

Dar despertó repentinamente, desorientada durante un momento asustada, y sacudió el sueño de sus ojos. "¿Qu...?" El otro lado de la cama estaba vacío, aunque podía sentir, ligeramente, el aroma de Kerry sobre las sábanas, movió la cabeza a un lado preguntándose que era lo que la había despertado tan violentamente. Los fragmentos de un sueño descolocaban su conocimiento, algo oscuro y vagamente espantoso, recordó que estaba andando por un camino largo, polvoriento por la noche, absolutamente sola, destrozada.

Ugh... ¿Qué fue eso? Dar sacudió su cabeza para despejarla, luego

alejó este pensamiento. No puedes culpar a la comida, ya que nos la saltamos... será uno de esos sueños extraños, creo. Exhaló. Entonces movió su cabeza, escuchando, esperando oír a Kerry moverse en el cuarto de baño, o tal vez en la cocina. No oyó ningún ruido, y sus cejas se alzaron. Ella es una muchacha grande, Dar puede servirse un vaso de leche sola. Se recriminó severamente con ansiedad. Esto no la ayudó. Sentía una tensión en su estómago, enviando las sábanas lejos, rodó fuera de la cama de agua y comenzó la búsqueda. El cuarto de baño estaba vacío, y la sala de estar tranquila, a oscuras. Miró en la cocina, vacía. Suspirando subió las escaleras hacia el segundo piso. La puerta de Kerry estaba parcialmente entornada, y la empujó, mirando como su amante estaba en la cama, abrazada a la almohada. Durante un largo momento, Dar se quedó quieta, insegura sobre que hacer. Seguramente Kerry tenía derecho de dormir donde quisiera, sin ser cuestionada por ello, ¿Correcto? Dar mordió una uña, dirigiendo su mente sobre el curso de la tarde, tratando de entender si ella había echo algo incorrecto.

No. No a menos que su entendimiento sobre lo 'correcto' o 'incorrecto' fuera diferente en Kerry, cuando llegó a casa, después del infierno en el que estuvo durante la tarde, Kerry estaba de muy buen humor, hicieron el amor... después se durmieron... En ese momento, el cuerpo se movía, Dar escuchó un gemido de dolor. Sin pensárselo acortó la distancia y se arrodilló al lado de la cama, poniendo una mano en el brazo tenso de Kerry. "Hey..." Los ojos verdes, plateados por la luz de la luna parpadearon. "Qu... oh, Dar... Dios... me asustaste." "Tranquila..." La mujer más alta preguntó suavemente. "¿Estás bien?" "Oh." Kerry suspiró. "Sip... es solo que... tengo calambres, realmente me siento mal." Miró a Dar irónicamente. "Yo la esperaba esta semana, pero es mucho peor que de costumbre." Acarició la mano de Dar. "No quise despertarte."

"Mm." Dar la miró fijamente. "Lo siento... ¿Tomaste algo?" "Sip... un puñado de Avdil." La mujer rubia refunfuñó. "Supongo que tardarán en hacer efecto." Alcanzando un mechón del pelo negro de Dar, lo retiró de su cara. "Vuelve a dormir... estaré bien." Dar vaciló, no quería dejar a Kerry, pero a la vez no tenía ninguna buena razón para quedarse. "Um... bien... de acuerdo." Haciendo una pausa. "¿Puedo hacer algo por ti? ¿Té caliente, tal vez?" "No... estaré bien... realmente, Dar... los dolores siguen... tienes que dormir." Kerry le dijo. De mala gana, Dar se levantó. "Bien." Estuvo de acuerdo, lamentablemente. "Llámame si necesitas algo, ¿Ok?, tengo algún relajante muscular... si los Avdil no ayudan en un rato." Acarició el brazo de Kerry. "O tal vez una botella de agua caliente... por lo general ayuda." La mujer rubia le sonrió. "Bien, doctora Roberts." Bromeó a su compañera suavemente, sintiéndose un poco mejor solo de tenerla cerca.

Lamentaba que no pudiera pedirle a Dar que solo se quedara con ella, pero sería totalmente irresponsable, ya que la pobre mujer tenía que ir a trabajar mañana y no había ninguna razón para que fueran las dos zombis. ¿Correcto? "Te llamaré si yo..." Se detuvo, viendo la mirada preocupada en los ojos de Dar. "Muchacha, esto es tan estúpido."

"¿El que?" Su compañera se arrodilló otra vez, descansando su brazo en la cama. "Como si alguna vez dejara de necesitarte." Kerry confesó, con una sonrisa. La cara de Dar, aunque estaba en las sombras, pareció completamente contenta con ello. "Realmente..." Despejó su garganta un poco avergonzada. "Me desperté abajo..." Hizo una pausa, buscando la palabra apropiada. "Extraña." "Sola, quieres decir." Kerry clarificó.

"Mmm." La cabeza oscura asintió. Kerry consideró eso. "La cama es grande." Indicó la superficie sobre la que descansaba. "Aquí hace frío y está vacía." Añadió. "Volvería abajo, pero pienso que la cama se mueve demasiado para mi dolor, y... no quería molestarte." Suspiró. "Inútilmente ya que estás aquí." "Correcto." Dar estaba de acuerdo. "¿Quieres que te haga compañía?" "No..." Kerry se acurrucó en si misma cuando el dolor la golpeó de nuevo. "Ugh." Un peso sólido se acomodó detrás de ella. "Aquí." Dar le habló susurrándole. "Déjame intentar algo." Kerry sintió como los dedos acariciaban su espalda, comenzando un ritmo lento, masajeando su cintura. Tal vez sea el calor, o solo la presencia de Dar que la distraía, pero los calambres pararon, parecían disminuir un poco y ella estiró su cuerpo permitiendo que su compañera tuviera más fácil acceso. "Ooooo... tienes unos dedos mágicos." Dar suavemente se rió entre dientes. "No, yo no solo hacía esto para... tenía que conseguir encontrar alguna manera de deshacerme de este dolor antes de los combates, porque tomar muchas aspirinas cuando haces deporte de contacto no es buena idea." "¿Realmente?" Kerry murmuró. "Pensaba..." "En una clase, la sangre..." La mujer morena explicó. "Por este dolor solía conseguir muchas contusiones." "Oh." Kerry asintió con la cabeza. "Tiene sentido... ellos nos hacían usar un analgésico en crema cuando practicábamos gimnasia... pero había chicas tomaban la píldora, pero ellas no se las podían tomar durante los encuentros, por el dopping." "Mm... sip, lo intenté." Dar bajó sus manos más abajo, poniéndose a trabajar el nudo tenso que sentía al final de la espina dorsal de Kerry. "Pero

las pastillas me hacían enfermar, tuve que dejarlas." "Ummm..." Kerry sintió como el dolor se alejaba de su cuerpo. "Eres tan buena." Una ceja oscura se levantó, invisible en la penumbra. "¿Oh de verdad? "Oh sip... tus manos son poesía en movimiento." Kerry murmuró. "Extendiendo tus dedos maravillosamente por todas partes." Los ojos de Dar se ensancharon en la frase. "Dedos maravillosos ¿De qué?" Se inclinó y mordisqueó la oreja de Kerry. "Eres toda una poetisa, cariño." Frotando sus pulgares en pequeños círculos encima de los riñones de Kerry, luego deslizó un brazo alrededor de su cintura, y comenzó un masaje lento en su vientre. "Ohhh..." Kerry sintió como se relajaba de la tensión, se apoyó hacia atrás contra el cuerpo caliente de Dar completamente aliviada. No estaba segura si esto era debido a la aspirina que finalmente había alejado su dolor, o las atenciones de su amante, pero francamente ni se preocupó, ya que había sido atacada por fuertes dolores durante más de hora y media, y era agradable no estar en agonía durante un rato. Se sentía culpable por molestar a Dar, pero no lo bastante por pedírselo, ya que la mujer más alta no pareció oponerse a ello. "Lamento que... espera, no te desperté, Dar... ¿Qué haces despierta de todos modos?" Dar dejó a un lado la pesadilla. "Yo... solo me desperté... tal vez oí algún ruido." Razonó. "No estabas allí... pero pensé que igual habías ido a buscar alguna bebida o algo... pero no te oí, entonces decidí ver que estaba pasando." Echó un vistazo al reloj en la mesita al lado de la cama. "Son casi las cuatro... ¿Cuándo te levantaste?" Kerry suspiró. "Creo que sobre las dos... tenía problemas para dormir de todas formas." Exhaló, parpadeando un poco cuando el masaje suave siguió. "Entonces pensé que mejor subía aquí... normalmente no me siento tan mal." "Lo se." Dar la colocó un poco más cerca, sintiendo que el cuerpo de Kerry se relajaba contra el suyo. "Tu eres una de las afortunadas... no te

dura demasiados días." "Mm... somos afortunadas en esto." Kerry comentó mordiendo su labio para sofocar un bostezo. "Aunque... reflexionaba el otro día como la elección de un estilo de vida alternativo, debería traer la píldora mágica para eliminar esta materia al mismo tiempo." "Hey... Si anunciáramos esto, de cada diez seguro que habrían dos o tres que la quisieran." Dar rió disimuladamente. "Además, muchas lesbianas quieren y tienen hijos, Kerry." La rubia mujer suspiró. "Sip, lo se... pero ellas pueden ser selectivamente fértiles, si sabes a lo que me refiero, quiero decir... que ellas no deben de tener que preocuparse sobre accidentes." No pudo evitar un bostezo. "Mm... creo que las pastillas me están haciendo efecto ahora." Dar la meció entre sus brazos suavemente, mirando como los ojos verdes de se iban cerrando. "Bien... duerme un rato." Le dijo a su amante, colocándola mejor entre sus brazos, sintiendo como la respiración de Kerry se hacia más lenta. "Chica dulce." "Mmm." Kerry susurró con voz soñolienta. "Eres la mejor." Dar suspiró felizmente, mirando por encima de su compañera, ahora dormida, la ventana. Las estrellas brillaban solemnemente en la noche y los árboles se movían ligeramente en el viento silencioso, mientras reflexionaba sobre el cambio simple de su vida, y de su punto de vista de las cosas. Ella nunca había querido ser responsable de nadie. Por eso nunca había considerado tener niños, nunca se lo había planteado, estaba segura de que no quería el fastidio, o los dolores de cabeza de todo esto.

¿Pero como es que el simple echo de tener que cuidar de Kerry la hacia sentir tan bien? Descansó su mejilla en el pelo suave, pálido y miró el movimiento de las olas. Dime que esto es un revestimiento de instinto maternal reprimido, profundamente cortado siempre, ¿Correcto? Echó un vistazo cuando Kerry

se movió un poco, luego se acurrucó más cerca de ella, con un pequeño suspiro alegre. Dios, ¿Qué infiernos me pasa? Dar sintió que una oleada de protección pasaba por su cuerpo. No me reconozco. Otro suspiro. ¿Pero es bueno, o malo? Dar consideró pensativamente. Bueno. Finalmente se decidió. Algo que te hace sentir tan bien, no puede

ser malo, y no tiene por que ser ilegal. Entonces seguro que está bien.

Bostezando cerró sus ojos, dejando que un pacífico sueño la tomara en sus brazos.

*** Kerry se rodeó con su albornoz de rizo azul, bebiendo a sorbos su café, tratando de reunir la energía suficiente para tomar una ducha. El efecto de las pastillas que había tomado cuando se levantó, no le habían echo efecto, y hasta tomando más no la ayudaba realmente. El dolor la hacía sentir excéntrica, y cansada, lamentaba que no fuera capaz de avanzar lentamente, aunque solo fuera levantarse del sofá. "Bien, no tengo tiempo para esto, Chino... yo debería de levantarme." Unos pasos desnudos llamaron su atención, vio a Dar caminar por la cocina, con una toalla metida con esmero alrededor de su húmedo cuerpo. "Hey." La mujer más alta la miró, luego soltó la taza en la encimera y se acercó a ella. "¿Aún te sientes molesta?" Le preguntó. Kerry se encogió de hombros. "Estoy bien... solo un poco dolorida... me das un minutos y me pondré en marcha." Se sentó en el taburete, luego hizo una pausa, moviéndose hacia atrás, mordiendo su labio con una mueca. "Jesús." Dar tomó la taza de su mano y la agarró por los hombros. "Creo que mejor te quedas en casa." Dijo con voz firme. La rubia mujer se enderezó sacudiendo la cabeza. "Vamos, Dar... esto no es... no llamo diciendo que estoy enferma por un dolor estomacal... esto es de locos." Un calambre la golpeó de nuevo, haciéndole inclinar en la encimera. "Estaré bien."

Dar se colocó las manos sobre sus caderas cubiertas de la toalla mirándola fijamente. "Escúchame ahora, Kerrison Stuart... Tu no vas a desarrollar MIS malditos malos hábitos, solo porque vivimos juntas, ¿Me entiendes?" Kerry le echó una mirada, silenciosa. "Tu te quedas aquí mismo con este pequeño y mono albornoz, y miras Oprah todo el día." Dar declaró. "Es una orden." "B..." "¡Ah ah!" Dar puso una mano sobre su boca. "Tu puedes entrar en el sistema desde aquí... si tienes que hacerlo, para eso tengo una maldita línea ISDN en la casa." Kerry besó la palma de la mano, y sonrió cuando ésta fue retirada. "Bien." Sintió una enorme ola de alivio, sabiendo que no tendría que vestirse con su traje comercial conociendo como se sentiría durante todo el día. "Gracias jefa." Añadió agradecida. Consiguió una sonrisa franca y abierta de Dar. "Esto está mejor." Se inclinó y besó la frente de Kerry. "Juegas con Chino, come helado y relájate... ¿De acuerdo?" "Prescripción agradable." Colocó sus manos en los bolsillos del albornoz. "Y realmente tengo algunas cosas que hacer, iré con cuidado... tal vez de todos modo sea una buena idea." Golpeó el brazo de Dar con su mano. "Anda que vas a llegar tarde." Con una sonrisa satisfecha, Dar se dio la vuelta para ir a vestirse, tarareando ligeramente.

*** El sol alumbraba la oficina de Dar, reflejado en el suelo alfombrado y

calentando su espalda. Tomó el papel que ella había estado examinando y lo marcó, luego lo puso en su bandeja de salida y dejó la pluma que había usado. "Puedo estar a un cuarto de camino de esta mierda." Comentó a sus peces, que meneó sus aletas en su pecera. "Ah si... ¿tengo que alimentarte hoy, huh?, tu mejor amiga no está aquí." Su teléfono sonó. "¿Si?" "Dar... Tengo a Jason McRae preguntando por ti en la número dos." Dar echó un vistazo al teléfono con sorpresa. "¿Realmente? Bien pásamelo." Vaciló antes de coger la línea, preguntándose sobre que era lo que el abogado de su familia quería. "¿Jason?" "Hola Dar... hace mucho que no hablamos." La voz alegre resonó ligeramente. "Hace bastante tiempo que no nos vemos... ¿Como estás?" Diez mil repuestas a aquella pregunta. "Bien, gracias... y tu?" Dar contestó, recordando la imagen mental de cerca de los cuarenta años del abogado, una antigua estrella del fútbol del colegio que aún tenía su físico de bulldog y corte de pelo a rape casi militar. "Sip, desde hace tiempo." El entierro de su padre, para ser exactos. "Ah bien... escucha, esto es una pequeña cosa, pero... parece ser que tu tía May tenía una caja de seguridad en el banco del que nadie sabía nada." "¿Sip?" Dar se apoyó en el respaldo mordiendo su pluma. "¿Y?" "Hay unas cosas allí, y por los términos de su voluntad eso es tuyo." Jasón le aconsejó. "El banco va a cerrar y nos ha llamado para decírnoslo, ya que nosotros somos sus ejecutores del registro." "Oh." Las oscuras cejas se levantaron. "Bien... mándamelos, lo clasificaré... y si esto puede ser donado a algún sitio, lo haré en su nombre." "Bien... eso es grande, ¿Que ha sido de ti, Dar? Vi a tu madre la semana pasada... ella está bien... va a mostrar sus cuadros en una

exposición dentro de poco." Dar suspiró, sintiendo que el dolor de la puñalada habitual, cuando pensaba en su madre. "Estoy bien, Jase... contenta de que ella también." Dijo cortésmente. Entonces una idea le llegó a su mente. "Escucha... me alegro que llamaras... tengo que hacerte una pregunta." "Dispara." El abogado respondió enérgicamente. "Primero... yo... quiero modificar mi estamento." Dar entrelazó sus dedos y lo consideró. "Y segundo... tengo que saber que tipo de... no estoy segura de como lo llamáis, pero algo que daría a alguien derechos legales de tomar ciertas decisiones por mí... si yo no fuera capaz de hacerlo, por ejemplo." "Uh." Jason tartamudeó. "¿Está todo bien Dar? ¿Quiero decir... contigo? Estás enferma o..." La ejecutiva rió entre dientes. "No no... estoy bien... de echo, nunca me había sentido tan bien." Realmente era verdad. "Solo envíame los papeles, y los firmaré... tengo que dejar todo a alguien además de a la sociedad humanitaria." "Oh." Él pareció aliviado. "Bien seguro... hay dos maneras de hacerlo, según cuánto poder quieres que la persona pueda tener." Hizo una pausa. "Cuanto confías en ellos... esa clase de cosas." "En todo." Dar contestó suavemente. "¿Qué necesitas de mi?" "Solo su nombre." Jason contestó "Dar, ¿Estás segura sobre esto?" Una lenta sonrisa apareció. "Si he estado alguna vez segura de algo en mi vida, es esto." Confirmó, dándole el nombre de Kerry. "Asegúrate que deletreas bien su nombre." "Bien... pero escucha, Dar... esto es horriblemente repentino en ti... tu tienes unos derechos aquí, ¿Estás realmente segura sobre esto? ¿Estás segura de que no es alguien buscando fortuna, o algo así?"

Dar recordó la repisa de la chimenea durante un momento, considerando sus palabras. "Estoy segura, ella ni siquiera tiene idea ni de la cuantía, ni sabe que lo estoy haciendo." "Bien." Jason se rindió amablemente. "Solo estoy guardando tus mejores intereses en mente, Dar." Carraspeó. "Prepararé los papeles y te los enviaré... te parece bien al final de esta semana?" "Perfecto." Dar sonrió. "Gracias, Jason." "En cualquier momento, Dar... tenemos tiempo para estos casos." El abogado añadió. "May era inteligente, podría ser algo." Dar reconoció eso, y colgó, sintiendo una tranquila satisfacción. Sip. Era tiempo. Abrió el ordenador iniciando una sesión, entró a los archivos de los empleados, y abrió sus propios archivos. Unas pulsaciones, y la información del contacto para emergencias fueron cambiadas, y luego otros papeles, su beneficiario de seguro fue también modificado. Hizo una pausa, mirando como el cursor parpadeaba un momento, entonces lo envió. Actualización completa. Dijo. Dar afirmó con la cabeza, recuperando un anacardo, mascándolo contenta. Sip.

NOVENA PARTE N otas de traducción: (1) Periódico norteamericano. (2) En idioma original gerbils. (3) Tira cómica sobre el mundo informático. (4) Período menstrual. (5) Hoja de vida, archivo con datos personales y profesionales, etc. (6) Empresa importante del Mercado de Valores (Acciones, inversiones, etc.) (7) Equipo que controla el tráfico de información en una red. (8) Originalmente "hot swap", significa cambiar un conector sin apagar el equipo.

"Las computadoras son grandes cosas, Chino." Kerry reflexionó, mientras examinaba la pantalla del ordenador. Estaba enroscada en el sillón de cuero de su despacho, su albornoz cubriéndola, y sus pies metidos en las cómodas zapatillas rosas de peluche. "La banca en línea(1) realmente hace la vida mucho más fácil." Hizo click en la pantalla y luego tecleó una cantidad. "Bien... esa es la última cuenta... pagué mi coche, mi tarjeta de crédito... la otra cosa." Hizo una señal sobre un pago, en un papel al lado de su teclado. "Mama Dar no puede ver esto, ¿hmm?" El cachorro la miró lamiendo sus pies. "Sip... esto es el pago del anillo... ella me daría en la cabeza, creo." Kerry rió suavemente, cogiéndolo y mirándolo. "Pero realmente valió la pena y ellos dijeron que podía pagarlo en dos veces ¿Verdad?" "Yawp." Chino bostezó. "Bueno, esto es solo nuestro secreto." Guardó la factura. "Bien... veamos como vamos." Examinó su saldo, contenta con el resultado. "Oye... no está... nada mal, chino..." Echó un vistazo a sus pagos. "Bien creo que es el momento para reducir una parte de estos." Cogió el teléfono y vaciló, después respiró hondo y marcó. Sonó tres veces antes de que lo cogieran. "Hola, ¿Sr. Mahoney?" Una voz grave, agradable le contestó. "Es Kerry Stuart... si... ya sabe que el arriendo termina el próximo mes. Ya preparé los papeles de renovación." Las palabras le sonaron tan extrañas, le había costado tanto trabajo de decidirse. "No... no, eso es grande, solo le llamaba... bien resulta que estoy viviendo con alguien... y quise primero asegurarme que funcionaba... ya sabe." El propietario comprendía muy bien. "Ha sido usted una gran arrendataria, Srta. Stuart... solo avíseme en cuanto deje el apartamento, para firmar los papeles y ya está."

"Gracias." Kerry respondió. "Iré solo a recoger unas cuantas cosa que allí quedan... pero no hay nada valioso, usted puede enseñar el piso en cuanto quiera." "De acuerdo es muy amable, sé que esto es una gran condición... gracias por avisarme, Srta. Stuart, realmente lo aprecio." Él hizo una pausa. "Le deseo suerte. Espero que las cosas le vayan realmente bien." "Yo también." La rubia mujer respondió. "Le llamaré más adelante." Colgó el teléfono. "Bien Chino, esto es todo." Echó un vistazo al cachorro. "Quiero decir... como si no hubiera estado viviendo aquí, pero..." Esto era cruzar la línea, y lo sabía. "Ella me tendrá que aguantar ahora." "Grrr... yawp." Chino dió una vuelta, y alzó su cabeza, mirando detenidamente a Kerry con voz soñolienta. "Hmmm..." Kerry devolvió su mirada a la pantalla. "Bien... ahora a pedir unos comestibles." Se dirigió a la página de compra, tenían una lista extensa y encima se lo entregaban en casa. "Déjame check... ooo... Dar, eres un poco cerdita... te voy a matar..." Agitó un dedo frente a la pantalla, mientras hacia clic en las opciones personales y cambió el número de la tarjeta de crédito, los comestibles se cargaron a la suya. "Maldita sea, puedo costearme esto Dar... ¿Cuántas veces te lo tengo que decir?" Irritada, hizo clic a su correo electrónico escribiendo una nota corta reprendiendo a Dar y lo envió. "Muchacha mala." Chino levantó su cabeza gimiendo. "No tú." Kerry tranquilizó al cachorro. "Ahora déjame ver..." Seleccionó una variedad de productos frescos y algunas cosas más, tamborileó sus dedos, se acercó a la sección de golosinas e hizo clic sobre los favoritos de Dar. "Por todos los derechos, debería restringir esto a coles de Bruselas por aquella broma, pero..." Una imagen mental de los pequeños ojos de cachorro de Dar era capaz de hacerle cambiar de humor, y le hizo aparecer una sonrisa en la cara de Kerry. "No puedo resistirme a ese puchero y ella lo sabe."

Terminó la compra en el sitio web de la isla, que descubrió una noche navegando, y que Dar no tenía ni idea que existía. "No me sorprende." Kerry resopló suavemente. "Srta. puedo vivir de Corn Flakes..." Cogió la taza, tomando un sorbo del té de melocotón, aspirando tranquila y placenteramente el fragante vapor. Las medicinas ya le hacían efecto, y solo sentía un dolor suave, que era mucho mejor que los espasmos de esta mañana. De todos modos, se alegró de estar aquí, con una almohadilla caliente cerca por si la necesitaba. No era que la almohadilla pudiera igualar la comodidad proporcionada por una vida, respirando a Dar, pero... Kerry sonrió silenciosamente al recordar las atenciones solícitas de su amante. Se adaptaría. Empezó a hacer cálculos en su talonario de cheques y arreglar las cuentas. "Hmm tenemos un poco de extras aquí este mes... Chino a ver si podemos encontrar algún regalo o dos." Hizo clic en una tienda online(2). "Ooo... una cámara digital... ¿Qué dices, hmm? ¿Te parece bien? ¿Es un regalo?" El cachorro escuchó la palabra regalo e inmediatamente corrió levantándose en sus patas traseras, poniendo sus patas delanteras en los muslos de Kerry, pidiendo premio "¿Grrr?" "Oh... ¿Quieres un premio?" Kerry se rió, y cogió una galleta para cachorros que tenía en su bolsillo, dándoselo al animal. "Aquí va." Le tiró otra. Miró a Chino masticar durante un minuto, entonces devolvió su atención al navegador. "Yeah... esto sería chulo de verdad." Echó un vistazo abajo de la pantalla viendo que había recibido un correo. "¿Hmm?" Hizo clic en él y sonrió cuando vio el remitente. Roberts Dar. Enviado 11.22 de la mañana.

Bien, me considero castigada, lo cambio..., yo podría tener los gastos del barco. Podríamos conseguir tener una tarjeta conjunta o algo. Dar.

PS... ¿Cómo estás? No quise llamarte por si te despertaba. Kerry estudió la nota, sintiendo una pequeña espina de la imprudencia. Pensó la respuesta, y tecleó unas palabras enviando el correo. "A ver que respondes a esto, Paladar." Sonrió abiertamente, luego reanudó su navegación.

*** Dar hizo una pausa fuera de la sala de conferencias, dirigiendo sus dedos a su cabello peinándolo antes de poner una mano en el pomo de la puerta. Entró en el cuarto y dejó la puerta cerrarse detrás de ella, consciente de que varios pares de ojos la miraban. "Buenas tardes." Comentó mientras se movía hacia la punta de la mesa y se sentó. El resto del grupo lo formaban los representantes de dos compañías que acababan de firmar alianzas, junto con los representantes de Ventas y Mercadotecnia y una de las personas de Duks. "Todo está bien... Estamos aquí para hablar sobre la adquisición potencial por lo cual el estado se beneficia del contrato de Idaho." Dar sacó una carpeta, y la dejó encima de la mesa. "Supongo que ustedes me darán los informes sobre los progresos que han echo para el gobierno hasta ahora." Miró a los representantes de la compañía de ese estado. "¿Quiere comenzar usted?" Ellos se miraron el uno al otro, entonces el hombre de mayor edad carraspeó. "Bien, bien..." Fue una larga reunión y Dar estaba ligeramente frustrada cuando terminó, sintiendo que aquí había un problema de comunicación, pero era incapaz de señalar exactamente cuál era. Siguió tratando de conseguir la información de los recién llegados, pero sentía que el hombre mayor, al menos era evasivo, y todos ellos parecían guardar sus estrategias bajo sus sombreros, y tener a su compañía alrededor, solo para tener dinero en efectivo para poder mantener la suya.

Pero esto no iba a pasar. Dar mordió la pluma cuando se fueron terminada la reunión, y frunció el ceño un poco. "Elle... ven un momento." La representante de Mercadotecnia, guardó sus papeles, luego caminó por la sala de reuniones que ahora estaba vacía, esperando de pie, visiblemente intranquila. "Relájate... siéntate un minuto." Colocando sus manos encima de la mesa, mientras esperaba. "¿Qué pensaste sobre ellos?" Dar preguntó. "¿Yo?" Las cejas de Elle se levantaron. "Um... no se están bien, creo... que tranquilos." Colocándose mejor sus gafas en la nariz. "Los conocí cuando se dirigían hacia aquí... eran amables, desconfiados, si sabes a lo que me refiero." Dar afirmó con la cabeza, apretando sus labios. "Si... sentí lo mismo... bien, de acuerdo. Gracias." Parpadeó mirándola. "Um... felicidades por cierto." Se puso de pie, saludando un poco torpemente con la cabeza, entonces giró, cogiendo sus papeles y se marchó. Dar suspiró, luego se puso de pie y juntó sus papeles, dirigiéndose hacia su oficina, encontrándose a María que volvía con una bolsa blanca. "Hola María." "¿Has terminado la reunión, Dar?" La secretaria le sostuvo la puerta y siguiéndola dentro. "Te he traído pollo con arroz... cuando volvía." Dar rió. "Gracias... si... se acabó, pero tengo otra después del almuerzo... y una video conferencia después de eso." María caminó hacia su escritorio dejando su bolso. "¿Y cómo está Kerrisita, qué hace?" Preguntó sacando el contenedor de la comida, dándoselo a Dar. "Paré en la farmacia, y le llevarás esto, ¿Si?" Dándole a Dar otra bolsa. "Hazle el té... a ella le hará bien." Dar sostuvo la bolsa. "Um yo... No sé, no he hablado con ella desde

que la dejé en casa. Estoy segura que está bien... y gracias, le gusta el té." María la miró severamente. "La pobre Kerrisita está en casa enferma y ¿Tu no la llamas?" Regañó a su jefa. "Uh." Dar se sintió agarrada por el brazo por la mujer mayor. "Solo tiene algunos calambres, María... ella no es un bebe, ya lo sabes." "Ese no es el punto, jefa." María declaró. "Está bien que sepa que te preocupas por ella, ¿no?" "Uh..." Dar se rindió. "Sip. Tienes razón... Voy a llamarla." Huyó de la oficina de María escapándose a la suya, dejando el almuerzo rodeando su escritorio. "Jesús... piensa que es una niña o algo... Apuesto que está durmiendo la siesta... seguro que no quiere que la esté llamando cada cinco minutos..." Con un suspiro, se sentó y marcó el número de su casa. Este sonó varias veces y cuando estaba a punto de colgar le contestaron. "Oye." "¡Oye!" La voz de Kerry se reanimó audiblemente en cuanto reconoció su voz. "Wow, estaba pensando en ti." Dar apoyó su barbilla sobre su puño sonriendo. "También estaba pensando en ti. Acabo de salir de la reunión, lamento que no estuvieras aquí... tal vez podrías usar un poco de tu perspicacia con los nuevos socios". Suspirando. "¿Cómo estás?" "Contesté esto en el correo electrónico." Kerry le dijo secamente. "Pero... asumo que aún no lo leíste." "Um..." Dar hizo rodar su ratón para comprobar su correo. "Ah... no. Acabo de llegar, vamos a ver... oh." Comenzó a reírse. "Oh." Sintió como empezaba a sonrojarse. "Bien me alegro que te gustara el servicio anoche." Kerry se rió entre dientes también. "El dolor viene y se va... tomo los medicamentos esto mejora un poco y se va el dolor... pero al cabo de un rato vuelve de nuevo." Suspiró. "Chino está cuidando de mi, aunque no es lo mismo... y he estado navegando por la red."

"Uh ah." La mujer más alta dijo. "Podría ser peligroso." "Mm... sí, ciertamente podría... ¿Sabes que Victoria Secrets tiene un gran sitio en la red?" Kerry preguntó, inocentemente. Los ojos azules se ensancharon. "Hay alguna razón en particular por la que me das esta exquisita noticia en especial." Cuestionó intrigada. "¿Te gusta el azul, verdad?" Kerry preguntó, ignorando la pregunta. "Um..., si... ¿por qué?" Dar sintió la curiosidad subir por su espalda y colgar en sus hombros, casi imaginándose la respuesta. "¿Kerry?" "¿Si?" La rubia mujer ronroneó. "¿Pasa algo malo?" Dar mordió su labio. "Um... no." Sintió una pequeña sensación de entusiasmo, casi peligrosa. "Nada." El intercomunicador sonó. "Un momento." Presionando el botón preguntó. "¿Si, María?" "Dar, tengo aquí al Sr. Evans, de Interlock, ¿quiere hablar contigo?"

Ah el socio reaccio. "Bien... dame un minuto, María, luego le haces

entrar." Dar presionó la otra línea. "Si tu estás bromeando..., tengo aquí a un agricultor de patatas esperándome." "¿Bromeando? Sabes que no hago bromas, Dar." Kerry se opuso, con una sonrisita. "¿Puedo ofrecerte unas hamburguesas para la cena? El club en la playa acaba de actualizar el menú, y tienen unas cuantas cosas nuevas." Dar sonrió en el teléfono afectuosamente. "Me parece muy bien... te veo dentro de poco." "De acuerdo, diviértete." Kerry colgó, y Dar suspiró, contenta de haber seguido el consejo de María. Echó un vistazo cuando la puerta se abrió, dejando pasar al hombre alto y canoso. "Pase, Sr. Evans... María,

gracias por recordarme de aquella cuestión pendiente." La secretaria pareció en blanco durante un momento, entonces sonrió sacudiendo un dedo a su jefa, pero no dijo nada cuando cerró la puerta detrás de ella. Dar hizo señas para que el invitado se sentara. "Siéntese Sr. Evans... Espero que no le moleste si voy tomando mi almuerzo mientras hablamos." No le dio opción para contestar abriendo el envase de Styrofoam, liberando el olor de azafrán y ajo en el aire. "¿Qué puedo hacer por usted?" Preguntó, sacando unos cubiertos que venían en el envase del almuerzo. Él se sentó, cruzando las piernas, descansando las manos en sus rodillas y estudiándola. Dar mantuvo el contacto visual, mirándole mientras pinchaba un trozo de pollo y mascándolo. Una negra ceja se levantó inquisitoriamente. "Srta. Roberts, no estoy seguro de como mencionar esto." Dijo las palabras con cuidado. "He hablado con mis colegas, y ellos sienten lo mismo que yo... y temo que tenemos una dificultad con usted... ah... con su cultura corporativa." Dar tomó un bocado de arroz, y lo masticó, mientras consideraba sus palabras. "¿Nuestra cultura corporativa?" Repitió, señalando con el tenedor las paredes. "¿No el gustan las paredes de roble, o el color granate de las alfombras?" Preguntó, francamente perpleja. "¿A qué cultura corporativa se refiere usted?" Él vaciló. "Nos parece que su compañía tiene una... muy abierta política sobre el comportamiento del personal." Declaró. "Así como..., también mucha diversidad en su nómina de empleados." Una de las cejas de Dar se elevó. "La mayor parte de la gente que tengo son corporativos activos." Le informó. "¿Pero a qué se refiere usted exactamente?" Haciendo una pausa, masticó otro pedazo de pollo. "¿Por cuál comportamiento del personal se ha sentido usted... ofendido?" Él carraspeó, obviamente disconforme. "Por el suyo, realmente."

Dar dejó de masticar, y solo lo contempló. Entonces tragó y tomó un sorbo de agua del vaso sobre el escritorio. "¿Disculpe?" Casi se rió. "¿Qué es lo que encuentra ofensivo... mi tendencia de garabatear en las reuniones, o mi almuerzo delante de usted sin ofrecerle nada?" Él la miró. "Pasamos un tiempo en su cafetería esta mañana, y oímos de la situación entre usted y su ayudante."

Esto dejó de ser gracioso. Dar sintió una ola helada cruzar por su

cuerpo, sabía que esto se reflejaba en su cara, porque vio su reacción. Dejó su tenedor despacio y colocó sus manos cruzadas encima del escritorio. "Y su problema con esto exactamente... ¿Cuál es?" Sentía el movimiento de cólera posarse en su estómago.

Silencio absoluto durante unos latidos del corazón. "Venimos de una parte del país que cree en Dios, Srta. Roberts... y personalmente, encuentro que su clase de comportamiento es asqueroso." Contestó altivo, levantando su barbilla un poco. "Y mis colegas sienten lo mismo." Una docena de réplicas repugnantes cruzaron por la mente de Dar, y los desechó. "Bien, Sr. Evans... la política oficial de nuestra compañía es una de no discriminación... y estoy malditamente orgullosa de ello... Lamento que usted no piense lo mismo." Haciendo una pausa. "Deje que me asegure de que esto lo entiendo, aunque... usted tiene un problema conmigo porque soy lesbiana, ¿Correcto?" Su cara se movió nerviosamente al oír la palabra. "Acepto la palabra de Dios sobre esto... así es." "No voy a entrar en un debate sobre la religión." Dar contestó. "Estoy segura, que no le gustarían tampoco mis puntos de vista." Respiró profundamente varias veces, sentía como la tensión iba subiendo. "Bien... bien, Sr. Evans... en primer lugar mi vida personal no es ninguna cuestión suya." "No creo que estemos cómodos trabajando con usted." La interrumpió. "Y aunque así fuera, su respeto a la cultura extranjera de aquí es algo alta... Srta. Roberts, ¿Supongo que sabe usted que una buena parte de sus empleados no habla inglés en su lugar de trabajo?"

Dar sintió crecer su ira. "Sr. Evans, el cincuenta por cierto de nuestros empleados tiene otra lengua materna, aparte del inglés, basada en el echo de que son ciudadanos de otro país." Le recordó. "Somos una organización internacional... por si no se había dado cuenta." "Encontramos esto..." Él nunca consiguió finalizar. Dar se levantó, apoyándose en su escritorio, chispas heladas saliendo de sus pálidos ojos. "¿Sabe usted qué es lo que encuentro ofensivo?" Gruñó. "Encuentro su inquietud ofensiva, Sr. Evans, ¿Sabe lo que voy a hacer?... llamaré a Mercadotecnia diciéndoles que suspendemos el contrato, ¿De acuerdo?" "Era mi objetivo, si." Se puso en pie rígidamente. "Siento que no pueda entender nuestros sentimientos en todo este tema." "No lo hago." Dar rió. "Pero déjeme decirle... voy a hacer que el grupo de publicidad haga una declaración, en la que diga que rescindimos el contrato, porque ustedes son demasiado prejuiciosos para tratar con nosotros." Él se preparó. "Esto no es prejuicio, Srta. Roberts. No tiene nada que ver con eso... es solo cómo lo vemos y con quién preferimos tratar." Dar solo sacudió la cabeza. "Entonces ustedes se encontrarán que su círculo se hace más pequeño día a día, señor y... ¿Usted sabe qué?" Se inclinó en la mesa acercándose más a él. "Entraremos allí y nos llevaremos todo el negocio de todos modos." "No después de que nosotros nos dirijamos a nuestros clientes, y les avisemos de que tipo de gente es usted." Dijo con suficiencia. "El resto del país no se parece a este lugar Srta. Roberts." Dar le sonrió. Una de las más perversas. "Sr. Evans... cuando termine con ustedes, ellos ni se preocuparán si yo visto una cruz gamada o no." Dejó caer su tono de voz. "Ahora salga usted antes de que avise a los de seguridad y le echen a patadas." Él se dirigió a la puerta, y miró hacia atrás, su mano sobre el pomo.

"Usted es una abominación a los ojos de Dios, Srta. Roberts." "Cualquier Dios en el que creo no sabe que palabra es odiar, Sr. Evans." Dar contestó suavemente. "¿Sabe? Me compadezco de usted." Miró como la puerta se cerraba detrás de él y soltó su aliento contenido. "Mierda."

Condenado del diablo... pedazo de estúpido que se finge honrado, hijo de... Dar caminó alrededor del escritorio y se sentó, sacudiendo la

cabeza con repugnancia, mientras pensaba en lo que le podía decir a José sobre lo que había pasado.

Vaya manera de comenzar mi nuevo trabajo.

*** "Dos de estas divisiones no muestran mucha ganancia." Duks señaló una línea de la página. "Creo que tenemos necesidad de cambiar algo... quizás lo podrías mirar." Dar miró el papel, y asintió. "Ellos no hacen buenos contratos." Sacudió la cabeza. "Ponen solo el negocio, y no añaden realmente el punto fundamental." La luz del sol de la tarde se reflejó en la oficina, calentando su espalda. "Tendré esta cuestión bajo revisión técnica." "Bien... bien." Duks se estiró. "Así... ¿Cómo te sientes con tu nuevo trabajo?" Los azules ojos lo miraron perplejos. "¿Cómo que se siente?" "¿Siendo la directora de todo lo que contemplas?" El VP de Finanzas contestó, con un guiño. "Oí el rumor de que anulaste el acuerdo con Interlock... ¿Qué pasó?" Dar miró el escritorio. "El Sr. Evans pensó que no podría hacer negocios con nosotros." Contestó con voz neutra.

Su teléfono sonó. "Dar es el Sr. José en la número uno para ti." Dar suspiró. "Bien." Apretando el botón. "¿Si?" "¿Qué es lo que he oído, sobre Interlock?" La voz de José llegó, gritando por el ultraje. "¿Qué es esta mierda, Dar?" "Así es, lo hice." Dar contestó rotundamente. "Él dijo que no quería trabajar con nosotros, entonces anulé su contrato, ¿Algún problema?" "¡Infierno, si que tengo un problema con esto!" José gritó. "¿Qué piensas que haces? Teníamos un plan comercial en Idaho... Tengo siete contratos principales allí." "No con su cooperación. Intenta algo más." Dar contestó. "Rodéalos." "¿Mierda... es una carga de... cuál es el problema?" José exigió. Dar vaciló, entonces respondió con la mandíbula apretada. "Soy yo." Se hizo un silencio absoluto. "¿Tu?" José balbuceó. "Jesucristo, me figuro... esto me lleva a que le regañaste o... no, apuesto que él averiguó que duermes con esa pequeña guarra tuya, y te digo..." Duks rodeó en escritorio y agarró la mano tensa de Dar, apretando el botón mute. "¡Dar!" La llamó urgentemente, haciéndola reaccionar viendo como los ojos azules se ponían grises por la furia. "Detente..." culo."

"Déjame ir, Louis." Dar sentía como temblaba de ira. "Voy a patear su

"Venga Dar... escúchame." El VP de Finanzas la separó del escritorio, hablando suavemente. "Él es un idiota ignorante, pero la vida está lleno de ellos, y también en la compañía, no puedes despedirlos a todos, amiga mía." Dar aspiró, y lo liberó, tratando de eliminar su cólera. "Puedo despedir a este, y entonces seguro que los otros entenderán el mensaje." Finalmente dijo, en voz baja. "No voy a consentir esto, Louis."

"Bien de acuerdo... pero, por favor, por favor amiga mía, dale una advertencia. Solo una. Guarda nuestros traseros de los tribunales, ¿de acuerdo?" Duks preguntó, razonablemente. "Sabes que lo hará de nuevo, Dar... por favor." La morena mujer dejó sus manos caer en el escritorio, apoyándose sobre ellas. Durante un largo minuto contempló la superficie de madera, luego golpeó el botón mute. "¿José?" "¿Si? Ya sabía que esto iba a representar un problema, y te digo..." "Cállate." Silencio. "Quiero que me escuches bien." Dar articuló sus palabras con sumo cuidado. "¿Si?" "Si tu alguna vez... oigo que vuelves a decir esto, sobre alguien que trabaje aquí otra vez, no solo voy a despedirte personalmente, voy a ir a tu oficina, agarrarte, llevarte fuera y patear tu culo delante de toda la compañía". Dar declaró suavemente. "¿Me entiendes?" Mucho silencio. "¿Pregunté si me entendiste?" Dar dijo suavemente. "Si." Respondió sumiso. Dar respiró. "Bueno. El tenía dos problemas, por el echo de que soy lesbiana, y el que tu eres cubano. No sé, calculé quien de nosotros sería primero despedido, entonces por eso lo mandé a paseo." Se hizo de nuevo el silencio. "¿Esas putas tenían un problema conmigo?" La voz de José se elevó. "Mi padre vino a este país solo con un puro y seis hojas de plátano, y ha terminado por poseer la mitad de bienes

inmuebles en Hialeah, entonces él si que puede besar mi culo cubano." "Si, bien... esta es otra manera de decírselo." Dar repitió, luego desconectó la llamada. Contempló los peces luchadores, notando como su tensión se alejaba despacio, consciente de la presencia cercana de Duks. "Pienso que él te debe estar agradecido." "Mmm." Duks murmuró. Dar le miró. "Pienso que yo también." Añadió, silenciosamente. La mirada del contable se suavizó un poco. "Amiga mía, es difícil... lo entiendo." "De alguna manera, espero que la mayoría de la compañía y Mari no nos considere, una abominación a los ojos de Dios, Lou." Dar contestó, sentándose y descansando sus manos en el escritorio. "Trato de no preocuparme, pero cada vez lo consigo menos." Duks se levantó y se sentó sobre el borde de la mesa, cerca de ella. "¿Sabes? Dar... estoy seguro que hay mucha gente que siente como ustedes, pero pienso que no es la mayoría." "No." Dar se rió por dentro un poco. "El resto solo me odia por ser una puta hembra." Dió a Duks una mirada irónica. "Realmente no se preocupan con quien duermo." Duks suspiró y le acarició en el hombro. "Algunos de nosotros estamos contentos de que tú estés aquí, has conseguido tu posición mi amiga... y pienso que también hay mucha más gente de la que tu imaginas que te apoya." Hizo una pausa. "Venga... vamos abajo... a tomar un café, ¿Humm?" Dar estudió sus manos. "Vé tu... bajo en un minuto." De mala gana, el contable se marchó cerrando la puerta suavemente. Dar frotó su cara y se relajó en el sillón, sintiendo como su estómago se desataba de los nudos. "Que día más jodido." Informó al techo. "Unos cuantos días así y voy a tirar esto por la borda, y hacerme capitán de barco."

Un momento después, un golpe suave sonó en la puerta, inclinando su cabeza. "¿Sip?" La puerta se abrió, dejando paso a María, que llevaba una alta taza humeante. "Jefa, sé que esto es malo para tí, pero creo que ahora lo necesitas." Dejó la taza, y Dar aspiró el olor del chocolate. Sonriendo. "Gracias, María." Suspirando. "Sip... hoy ha sido un día de mierda." Viendo como su secretaria se sentaba en el sillón de invitados. "Deduzco que las noticias vuelan." "Si." La mujer asintió con la cabeza. "Han sido ellos, es cierto." Se enderezó un poco. "Sabes, Dar... cuando yo llegué de mi país a este país, en mi país yo estaba en la oficina del número uno ¿Sabes? Y cuando llegué a este país, toda la gente me miraba y para ellos solo era..." Hizo un ruido como si escupiera. "Inmigrante." Dar la miró con curiosidad. "Hmm." "No les importaba que yo fuera a la iglesia, o si yo trabajaba en un despacho de abogados, o que yo tuviera que educar a mis niños... No, solo era..." Hizo de nuevo el ruido de escupir. "Inmigrante." Dar chasqueó sus dedos. "Debe haber sido difícil para ti. Concedemos nuestra ciudadanía, mucho tiempo después." "Si." La secretaria estuvo de acuerdo. "Tu lo sabes... Tuve que estudiar muchas horas antes de que yo pasara esa prueba, ¿Sabes?, muchas más de las que puedes haber tomado tú... de todas maneras encontré mi camino... y lo que aprendí de él, Dar... es que lo que es realmente importante de la gente, no es el exterior sino el interior." Dar la miró fijamente el escritorio. "Mucha gente nunca consigue comprender esto, María." "Si, tienes razón... muchos de ellos no lo hacen." María estuvo de acuerdo. "Incluso en mi iglesia, que escribe que toda la gente debe amar el uno al otro, de todos modos, ellos piensan que Dios hace esta clase, o que

una clase de gente es mejor que la otra." Dijo doblando las manos. "Dar, tu eres una buena persona." La mujer de cabellera oscura sonrió. "Gracias... sé que tu también lo eres." "Gracias." María sonrió. "Y Kerrisita también lo es." "Si, ella lo es." Dar estuvo de acuerdo, suavemente. "Cuando dos personas buenas se aman, Dar, estoy segura de que Dios les sonríe, y que Él no se preocupa ni como son ni que parecen." María dijo, suavemente. "Lo que creo... es que habéis sido bendecidas." Le pareció que habían colocado una manta encima suyo, viniendo de la persona más inimaginablemente inesperada. "Gracias, María." Dar contestó suavemente. "Esto que has dicho significa mucho para mí." María pareció muy contenta. "Eres bienvenida, Dar." Vaciló. "Una de mis... mi hija más joven, Conchita cumple quince(3) el mes próximo... Me encantaría que Kerrisita y tu vinieran, lo celebraríamos con mi familia." Esto si que era una sorpresa. Dar sabía bastante de la cultura cubana tradicional, para estar francamente sorprendida en su petición, pero ella también sabía bastante como para no negarse. "Nos encantaría." Contestó, simplemente. "Gracias." "Gracias." María dijo solemnemente, poniéndose en pie y arreglándose la falda. "¿Cómo está Kerrisita?" "Está mejor." Dar contestó, silenciosamente, tomando un sorbo de su taza de chocolate. La secretaria miró por la ventana. "Son las cinco de la tarde... yo creo que... ¿No crees que Kerrisita estaría mejor si llegaras temprano? Dar se rió entre dientes suavemente. "Me dices tu que salga de aquí, ¿María?" "Si." La secretaria sonrió. "Creo... que lo hago ¿Verdad?"

Dar se levantó apagando el monitor. "Me parece muy buena idea." Agarró sus llaves y se colgó su ordenador portátil. "Ha sido un día muy largo." "Y siempre habrá mañana." María añadió. "Para nuevos problemas." Dar siguió a María hacia la puerta, sacudiendo la cabeza. "No es que no sea verdad."

*** Kerry vio como los últimos rayos de la tarde entrando a través de las ventanas delanteras, reflejándose en el suelo, pintando rayos de oro en la mesa. Estaba enroscada en el sofá, con Chino encima de su barriga, y una taza de té caliente que descansaba en la mesita al lado de su cabeza. Se sentía bastante bien. Las medicinas le habían calmado el dolor, pero un poco atontada debido al efecto relajante, había conseguido hacer bastantes cosas, entonces se podía permitir holgazanear un poco, no se sentía culpable, estuvo mirando la televisión durante toda la tarde. Era agradable haber podido tener un dia libre, reflexionó, y pasar el tiempo sin preocuparse sobre líneas caídas, gritos de la gente, o cosas así. Estaba un poco preocupada, ya que no había tenido noticias de Dar desde su llamada de la mañana. Intentó comunicarse con la oficina, pero le había saltado el contestador. Se sentía un poco preocupada por su amiga, de un modo vago e inestable, pero resistió el impulso de llamarla al busca o al móvil, porque si hubiera pasado algo, seguramente Dar la habría llamado.

¿Correcto? Kerry suspiró, dejando su cabeza apoyada en el brazo del sofá, aspirando el olor suave del cuero, luego se echó por encima el edredón tapando su cuerpo. Y dejó que su calidez la llevara a un ligero sueño.

Estaba soñando, escuchando las risas de niños alrededor, y el olor del humo de nogal americano. Adormilada en una hamaca, y se abrigaba en una manta suave, escuchando el sonido de las ramas de los bosques cercanos removidas por un viento suave. Unos pasos que se acercaban, y sentía una presencia cercana, un olor que trajo una sonrisa a su cara, cuando unos dedos suaves le retiraban el pelo de la cara, mientras unos labios la besaban suavemente. Sus ojos verdes se abrieron, viendo unos ojos azules familiares mirándola, enmarcando una cara curtida por el sol, un poco más mayor de lo que ella había esperado. Alzaba sus brazos y los colocaba alrededor del poderoso cuello acercándola, besándola de nuevo, deleitándose en la dulzura y la pasión, y el sentido de posesión de la una con la otra, una sensación que recordaba que nunca había sentido. Cuando se dió cuenta, la risa de los niños se alejó, y el olor de nogal americano fue sustituido por el olor de la madera polaca, y abrió los ojos para ver aquellos mismos ojos azules, un poco más jóvenes, mirándola con curiosidad, una débil sonrisa jugueteaba en los labios de Dar. "Oh." Dijo un poco colorada, puso una mano en el cabello de Dar, apartándolo de la mejilla, había visto una pequeña cicatriz debajo de su ceja en su sueño, y ahora no estaba. "Ya estás en casa." Chino jugueteaba con ella mordiéndole los dedos. Sus labios se movieron en una suave sonrisa. "Si, lo estoy." Dar se sentó en el borde. "¿Cómo te sientes?" Estaba rascándole las orejas al cachorro. Kerry miró la ventana, viendo como el cielo se oscurecía en el crepúsculo. "Um... mejor gracias... estaba mirando la tele y supongo que me dormí... Ey... ¿Hace mucho que llegaste?" Estudiando detenidamente a su amante. "Pareces echa trizas." Dar suspiró. "Lo estoy... He tenido un día duro." Confesó

suavemente. "Tengo un gran dolor de cabeza, debo decirte que es muy agradable ver una cara amigable." "Aww..." Kerry la atrajo hacia si con un abrazo, sintiendo como el aliento de Dar se liberaba. Frotó a su amante en la espalda, sintiendo la piel caliente debajo de la camisa de seda. "Te eché de menos ¿Qué pasó?" Dar se permitió unos segundos más de felicidad, antes de enderezarse de mala gana, colocando bien el edredón cubriendo el cuerpo de Kerry. Había estado pensando cuando salió de la oficina sobre si debía o no decirle a Kerry lo que había pasado, entonces calculó que cuando la rubia mujer volviera mañana al trabajo, tarde o temprano se enteraría, entonces sería mejor que ella se lo dijera. "Una maldita cosa repugnante... tuve que anular un contrato hoy, porque la nueva compañía decía que no podía hacer negocios con nosotros." Removió un mechón muy despeinado de encima de los ojos de Kerry, reflexionando sobre lo mona que estaba cuando se despertó. "No les gustó nuestra diversidad." Kerry movió la cabeza hacia un lado. "Diversidad... No entiendo... ¿A qué te refieres?" No había ninguna manera de suavizarlo. "Ellos oyeron comentarios sobre lo nuestro... y pasaron por la cafetería oyendo idiomas diferentes... eso no les gustó." Kerry la miró. Una ceja se levantó. "Que desgraciados... ellos deberían firmar su contrato con el KKK(4)." Dar sintió como una sonrisa se posaba en su cara. Debería haber sabido que no tenía razón alguna para preocuparse sobre la reacción de Kerry. "Fue una escena bastante desagradable... y después tuve que ir explicando la razón a todos... y se hizo bastante feo... Duks me impidió que despidiera a José también." "Wow..." Kerry murmuró. "¿Qué hizo?" Dar mordió su labio. "Él hizo un comentario... que seguramente a ti

tampoco te gustaría." "Oh." Kerry lo consideró. "Me alegro que no lo despidieras." Acarició la cara de Dar. "Palo y piedras y todo lo demás." Se sentía mal, pero no tanto si Dar lo hubiera despedido. "Estoy segura que le reprendiste de una manera muy profesional." Los ojos azules la miraron brillantes. "Um... realmente... le dije que si volvía a decir algo así otra vez, yo lo cogería y lo echaría a patadas de la empresa delante de todos." Kerry se tapó la boca con su mano. "Oh." Amortiguando la risa. "Jesús, Dar... a un hombre cubano, decirle eso es peor que dispararle." "Mm." Dar estuvo de acuerdo suavemente. "Una buena noticia, hemos sido invitadas a los quince de la hija de María." "¿Estamos?" Kerry estaba sorprendida. "Quieres decir... como que tu y yo, ¿Estamos?" Dar afirmó con la cabeza. "Nosotras... definitivamente estamos invitadas." Confirmó. "María me dijo unas cosas realmente agradables después de todo lo que pasó... ella realmente es un amor." Estirando la camiseta de Kerry. "Tendremos que ir de compras, para conseguir unos vestidos elegantes." "Uerrg... no he llevado un vestido desde la fiesta de mi promoción, Dar." Kerry hizo muecas con la cara. "Y no quieras saber que parecía con ese vestido." "Seguro que si." Dar se opuso, con una sonrisa. "Aún no me has enseñado todas las fotos embarazosas... que te parece si... pedimos la comida, nos cambiamos y me las enseñas... quiero verte con cara de niña." "Eeek." Kerry descansó una mejilla en su hombro, mordiendo su labio. "Bien, pero me tienes que prometer que no te reirás... me rizaron el pelo para la ocasión." "Prometido." Dar cruzó un dedo sobre su corazón. "Pero tu no te

puedes sentir culpable de reírte, cuando veas mis fotos de primaria." Una mirada traviesa cruzó por los ojos verdes.. "Ooo... acabas de conseguir un trato." Kerry estuvo de acuerdo, cruzando sus dedos con los de Dar. "Ve a cambiarte de ropa... llamaré al club de playa." Dar sonrió. "Bien." Se levantó y se dirigió a la habitación, mirando sobre su hombro. "Puedes hacer que nos traigan..." "¿Un batido de chocolate?" Kerry asintió, marcando el número. "Seguro." Los ojos de Dar brillaron, cuando desapareció. Una vez en el dormitorio, podía oír a Kerry haciendo el pedido, miró hacia abajo cuando Chino tomó su zapato, sonriendo. La casa tenía un sentido muy diferente ahora. Dar se sacó la chaqueta y la colocó sobre la silla cercana al espejo, rápidamente se cambió la ropa, sintiéndose aliviada cuando sintió el suave algodón de su camiseta favorita cubriendo su cuerpo. Se sentó durante un minuto sobre la cama de agua cogiendo a Chino en brazos y jugando con ella. "Oye chica... ¿Cómo estás?" El cachorro mordisqueaba su barbilla, y luego lamía su cara. Los ojos marrones la miraban con adoración, sus patas estaban encima de su cuello esperando que Dar le rascara detrás de las orejas. Dar echó un vistazo alrededor, luego abrazó al cachorro, sintiendo como una tonta sonrisa asomaba en su cara. Después se puso de pie, metiendo al cachorro debajo de su brazo, saliendo de la habitación, hacia la sala de estar. Kerry estaba poniendo los servicios en la mesa, había encendido dos velas perfumadas, y atenuado las luces. Sus pestañas rubias relucían a la luz de las velas que lanzaban sombras interesantes en su cuerpo cuando ella se giró hacia Dar y sonrió. "La comida está en camino." Dar la miró fijamente, imaginando que habría sido el llegar a casa después del día de hoy, sin tener a Kerry o a Chino allí. Un gran suspiro salió de ella, y dejó el cachorro en el suelo, se acercó y envolvió a Kerry en un abrazo que le llegó directamente a su corazón.

"Urk..." Kerry estaba sorprendida, pero colocó sus brazos alrededor de Dar, amando la sensación de abrazar ese cuerpo fuerte y sentirse abrazada. "Mm... ¿Esto por qué, estás bien?" "Estoy muy contenta de que tu formes una parte de mi vida." Dar contestó, con un suspiro. "¿Realmente?" Kerry murmuró. "Por supuesto." Dar aflojó el abrazo, y se inclinó un poco hacia atrás. "Es gracioso que digas eso." Kerry se sentó en el sofá, y tiró de ella. "Tengo... um... tengo que preguntarte algo, y antes de que lo haga, quiero que sepas que puedes decir libremente que no." "¿Eso es?" Dar respondió ligeramente, insegura de que esperar. "Si." Kerry tomó sus manos y las sostuvo. "Alguien me llamó hoy." Respiró. "Era el Pastor Robert... te hablé de él... ¿Recuerdas?" "Si." Dar contestó. "Él está en la cuidad." La rubia mujer le dijo. "Oh... eso está bien... tu... um.. ¿Quieres invitarle a comer?". Dar contestó, vacilante. "No... bien, quiero decir... seguro que si... pero esta no es la pregunta". Kerry cuadró sus hombros. "Él se ofreció para..." Se detuvo, respirando. "Dijo que realizaría una ceremonia para nosotras... si yo quisiera... si lo quisiéramos las dos." Dar parpadeó mirándola. "Escucha, sé que tu no estás en ello, Dar... lo sé... no ha sido algo con lo que hayas crecido, y sé que esto no hace realmente... malo... oh." Kerry se calló cuando sintió como Dar la agarraba por el cuello suavemente, atrayéndola más cerca para un beso apasionado.

Cuando se separaron con las respiraciones agitadas. "Me encantaría hacerlo." Dar declaró sinceramente. "Quiero decir... tienes razón. No sé mucho sobre esto, y nunca me he encontrado con una cosa así, pero sé que es importante para ti... y eso lo hace importante para mi." Kerry sonrió suavemente entre sus brazos. "Wow." Se sentía maravillosa. "Grandioso... ahora... podemos buscar un lugar para hacerlo, porque no sé... si quiero tenerlo dentro de la iglesia... la de South Beach." Dar sonrió abiertamente. "Sé de un lugar." Tenía la cara de Kerry entre sus manos acariciando las mejillas con los pulgares. "Es un poco falto de servicios, pero tiene un amanecer que te encantará." Kerry había pedido su mano de la manera que... nunca se había imaginado, pero de todas formas a la vez no podía fingir que no lo había estado pensando... de hecho estar durante el amanecer en una playa y pedírselo había sido lo primero en la lista durante el día de San Valentín. "Gracias por pedírmelo." Kerry se encontró sonriendo de la alegría, mirando la cara de cansancio que había en Dar. "Lamento que hayas tenido un día piojoso." Las cejas oscuras se levantaron. "¿Eh?" Dar preguntó, francamente perpleja. "¿Qué día? Oh..." Se rió suavemente. "Si... de acuerdo... ni me acordaba de eso..." Acarició la cara de Kerry. "María tenía razón." Kerry se inclinó en la caricia, simplemente sintiendo el amor que había en ese movimiento. "¿Mm...?" "He sido bendecida." Dar declaró suavemente. "He encontrado mi alma gemela."

Respira... Kerry oyó una voz, remotamente parecida a la del sueño. Respira Kerry. Su pecho se movió y aspiró aire, casi sollozando. Lloraba, y

no tenia idea de por qué, salvo que solo el sentir esa palabra le daba una sensación de...

Completa. Kerry sonrió. "Si, tu también lo eres". Alcanzando la mano de Dar cruzó sus dedos, luego la giró un poco y besó la palma. Después de tanto

tiempo. El pensamiento resonó suavemente. El timbre de la puerta sonó. "Voy a abrir." Dar dijo suavemente. "Voy a buscar las foto." Kerry contestó. "Tenemos muchas cosas de las que disfrutar." La mujer de cabellos oscuros dijo, con una sonrisa. Su alma gemela sonrió. "Si las tenemos."

*** Dar dejó que sus ojos se abrieran lentamente, conscientes de la primera hora de la mañana, desde el lugar extraño en el que ella misma se encontraba.

Bien, no realmente extraño, era después de todo su cama, pero

bastante extraño que se despertara ligeramente de su sueño, cuando Kerry cambió de posición, acurrucándose más cerca. Estaba todavía oscuro, y no podía ver las vagas sombras en la sala de estar, donde se encontraban los libros de fotografías dispersando los recuerdos que los rodeaban. Se habían quedado hasta las 2 AM mirando tanto los álbumes fotográficos, con las fotos de Kerry pulcramente guardadas en las páginas, como las carpetas desiguales que Dar tenía y había sacado del armario de mala gana pero con humor. No había sido capaz de impedir que Kerry secuestrara la que tenía disfrazada de Tigger, y que sabía que iba a morderla en cualquier lugar y en cualquier momento. Ah bien... podría haber sido peor... podría haber

sido Pooh.

Y estaba bien, por que ella le había quitado no una sino dos de

Kerry... una en la que estaba vestida como un angelito, y otra como adolescente, con su chaqueta quitada, con su espalda apoyada en un arbol, y con un libro abierto sobre sus rodillas. En la segunda foto, había algo tan suave y tan pensativo en su expresión, con su mano encima del libro, y su cabeza descansando en el arbol, irresistiblemente llegó a la fibra sensible del corazón de Dar.

Mi alma gemela. Dar sonrió, acariciando el pelo rubio y suave. La

palabra le había encantado a Kerry, y esto era realmente como se sentía ella hacia la rubia mujer, como si fueran realmente parte la una de la otra.

Tal vez lo eran. Dar acercó más a su cuerpo el de Kerry. Formaban un

rompecabezas de madera bien echo, a pesar de su diferencia de altura, Kerry estaba recostada sobre su lado izquierdo, con su brazo encima de su estómago de Dar, y sus rodillas entre las piernas de la alta mujer. Dar podía sentir el aliento caliente de Kerry contra su clavícula y... Dar sonrió. Respiraban al mismo ritmo.

Esto era un sentimiento agradable. Amar a Kerry era un sentimiento magnífico. Dar sonrió contenta relajándose, pensando en el fin de semana. Más expresamente en la temprana mañana del sábado, cuando saldrían al amanecer y saludarían al sol, y dirían la una a la otra... Los ojos azules alarmados se abrieron de golpe. ¿Dirían la una a la

otra qué? ¿Podrían ellas decir los votos tradicionales? Uh... no.

La mente de Dar comenzó a trabajar. ¿Que infiernos podriamos

decir?... okay, bien... algo simple como, te amaré por siempre. Se estremeció. No es que no fuera cierto, pero...

Hmm... ¿Eres la luz de mi vida? Aug... Dar... suenas como una lista de malos éxitos de los años setenta, ¿Tu haces subir el valor de mi vida?

Bien, esto también es cierto. ¿Entraste en mi mundo y lo pusiste de arriba a abajo? no tan lisonjero, pero... "¿Dar?" La voz soñolienta de Kerry interrumpió su reflexión. Echó un vistazo hacia abajo, la rubia mujer estaba recostada sobre ella. "¿Hmm?" "¿Qué estás murmurando?" Dar suspiró. "Lo siento... no me daba cuenta de que lo hacia." "¿Mmm... sobre qué?" Kerry persistió en ello. "Umm... realmente... nada." Dar carraspeó suavemente, y la acurrucó entre sus brazos. "Vuelve a dormir." Firmemente cerró sus ojos. "Bien." Kerry murmuró obediente. El silencio pacífico duró solo unos breves instantes. "¿Soy realmente la luz de tu vida?" Dar hizo un ruido a medio camino entre un gemido y un gimoteo. "¿No lo soy?" "¡¡¡Por supuesto que lo eres!!!" La mujer más alta balbuceó de prisa. "¡¡No se suponía que tenías que oírlo!!" "Ah." la voz de Kerry parecía decepcionada. "Bien... Lo siento." Dar la miró fijamente, lamentándose. "Kerry... tu eres todas esas cosas... y tantas más que no puedo describir... Yo solo estaba tratando de expresar lo que te iba a decir el sábado por la mañana, durante la ceremonia." "Ah." La inflexión era totalmente diferente. "No tienes que decir

nada." Kerry le dijo suavemente. "Solo que estés allí es bastante para mí." "Ah..." Dar murmuró. "Pensé... que tal vez... podría... quiero decir, tengo ese poema... y pensaba que podría... pensé que tal vez podría dárselo al pastor Roberts y utilizar ese." Dar respiró con alivio. "Eso podría ser perfecto." Besó la cabeza de Kerry suavemente. "Gracias." Se hizo el silencio de nuevo. "¿Puse todo de arriba a abajo?, ¡eh!" Dar la puso encima de su cuerpo de golpe. "Sip." "Awk... Dar... vamos que te estoy aplastando." Kerry se rió. Dar frotó su espalda, y empezó a masajearla. "¡No...! Me encanta este sentimiento." "Te gusta la incapacidad de respirar... Dar, estás loca." Pero el cuerpo de Kerry se fue relajando completamente encima de ella, amoldándose al otro. "Mmm." Dar saboreó el momento. "Vamos." Kerry acarició con la nariz su cuello, mordisqueando la parte oculta de la mandíbula. "Te amo." Sintió como los músculos de la cara de Dar se movían al sonreír. "Es casi tiempo de levantarse." "Uh, ¡eh!" Dar estuvo de acuerdo perezosamente. "¿Cómo te encuentras?" Kerry consideró la pregunta. "Como que no tengo ganas de despertar mi cuerpo perezoso e ir corriendo... pero no tengo excusa para ello, ¿Verdad?" Confesó. "Así que, vamos tigre, ve a preparar los Corn Flakes y vamos a movernos."

Dar sonrió suavemente, y le dió un suave pellizco. "¿Preparo el café... y tu abres al cachorro?" Esto era solo el principio de un nuevo día.

*** Kerry bostezó. "Vaya día." Mirando la puesta de sol mientras conducía dirigiéndose del trabajo a casa. "No quiero ver otro diagrama de TCP/IP durante esta semana, Dar... lo juro, tengo los modelos de prueba de sonido metálico, saltando en el interior de mis ojos." "Esto es un pensamiento atractivo." Dar comentó, apoyándose en la ventanilla del coche y estirando sus piernas. "¿Hablaste con el pastor?" "Sip." Kerry respondió. "El se puso..., cuando le dije que íbamos a ir en barco y ver el amanecer, casi se le reventó las cuerdas vocales de la alegría." Se ajustó sus lentes de sol mirando el camino. "Ahora... yo... pensaba que podríamos invitar a Colleen, eso estaría bien." "Seguro que si." Dar cerró los ojos, también protegidos por sus propios lentes de sol. Kerry la miró. "Si tuviéramos más días podría conseguir que Angie viniera también y Michael... Dar, ¿Piensas que a tu padre le gustaría venir." Miró como la luz del sol se perfilaba en el contorno de Dar, vio como Dar tragaba. "Es una pregunta tonta, pero sabes que a él seguro que le gustaría venir." Dar estaba silenciosa durante un momento. "No pienso que él... quiera venir con tanta gente. Pero sería una buena idea." "Se lo podrías preguntar." Sugirió suavemente.

Dar giró su cabeza mirando fuera de la ventana. "Tal vez... no quiera estar allí, Kerry... es difícil para él, lleva tanto tiempo solo." "¿Qué tiene de difícil para ver a su hija ser feliz?" Kerry condujo el Mustang hacia el ferry y lo aparcó. "Dar, él no envidia que... lo conozco solo desde hace dos meses, pero es lo que pienso." "No... eso lo sé... pero..." Dar se quitó los lentes, frotando los ojos con los dedos. "Maldita sea, miré durante mucho tiempo aquella pantalla hoy..." Suspiró. "Que estaba diciendo... oh... no, no es que él me envidie algo... Solo que no quiero hacerlo sufrir más." Kerry la miró. "¿Sabes?... Te vi bizquear en aquella maldita reunión... ¿Cuándo fue la última vez que comprobaste tu vista?" Preguntó curiosa. Dar se heló, luego se colocó las lentes de sol sobre su nariz y se sentó con los hombros caídos en el asiento. "No tengo nada incorrecto en mis ojos." Cruzando los brazos sobre su pecho.

Oh. Kerry se acomodó en el asiento nerviosa. "Bien solo pensaba..."

Contestó suavemente. "Tal vez fuera la luz deslumbrante de la pantalla." Miró el agua silenciosamente, muy consciente de los ojos azules observándola a través de los lentes de sol preferidos de Dar. "Podríamos preguntar a María, ya que nos invitó a la ceremonia de su hija."

"Um... si, es buena idea... tal vez se lo podríamos decirles a Duks y Mariana." Dar murmuró. "Y... yo... unm... le preguntaré a papá... tal vez podría venir unos minutos." Kerry le cogió la mano, apretándola un poco. Entonces esperó un poco, dejando que el sonido suave del oleaje las envolviera, el grito de una gaviota se oyó encima de ellas. Podía ver el leve movimiento de la mandíbula de Dar, era una indicación de que la mujer calculaba algo en su cabeza. O estaba decidiendo si le comentaba algo. Finalmente Dar giró su cabeza un poco hacia ella. "Ellos me dijeron que tenía que utilizar gafas en sexto grado."

"Ah, ¿Realmente?" Kerry mentalmente se anotó un punto. "¿Qué pasó?" Encogiéndose de hombros. "Pensé... que si mi padre no los necesitaba, yo tampoco... así que... conseguí como solucionarlo..." "¿Engañándolos?" Kerry preguntó. "¿Pero cómo? ellos hacen unas pruebas." Dar suspiró. "No realmente... Tengo una memoria perfecta. La memorización de una estúpida tarjeta de ojos no es difícil." Kerry la miró con asombro. "¿Bromeas, verdad?" Dar solemnemente comenzó a recitar la tarjeta. "Hija de p..." La rubia mujer habló sin pensar. "Dar, pero tu... ahora eres una persona adulta, seguramente podrías revisarte la vista..." Otro encogimiento de hombros. "No me afectaba, y crecí con ello". Dar consideró las olas. "Se hace un poco molesto solo cuando estoy cansada." Dirigiéndole una mirada cómica a Kerry. "No dormí mucho anoche." Kerry sacudió un poco la cabeza. "Lo que no aprenda de ti... ¿Ahora que pienso, tu también tenías ese problema... la noche del ataque, ¿Verdad?" Dar pensó, recordando y sonrió ligeramente. "¿Sabes? francamente no puedo recordarlo... no es una de las cosas que recuerdo de esa noche." "Ah." La rubia mujer asintió con la cabeza. "Golpeaste a esos tipos, ¿Verdad?" Los ojos azules la miraron silenciosamente. "Si." Dar dobló una mano. "Creo que fracturé al menos una mandíbula." "Mm." Kerry puso el coche en marcha cuando el barco atracó conduciéndolo hacia la salida. El guarda de seguridad les hizo una señal y

ella se acercó, bajando la ventanilla. "Hola." "Hola, Srta. Stuart, Srta. Roberts... Tienen una entrega." El hombre les dijo, mirando una tablilla con sujetapapeles. "Federal Express, son dos cajas grandes, las hemos llevado a su casa." Miró a Dar. "Son para usted, señora, de Nueva York." "Ah." Dar afirmó con la cabeza. "Si... las esperaba... gracias Jorge." Sonriéndole cuando él se despidió. Kerry subió la ventanilla. "¿Que está pasando?" Dar se inclinó hacia atrás en su asiento. "Mi tía May... la que me regaló el condominio... ellos encontraron unas cajas en un armario, unas cajas de madera... soy su única heredera, entonces mi abogado me los envió. Debe de ser interesante... ella viajó por todas partes. Encontraremos seguramente toda clase de cosas allí." "Ah... parece divertido." Kerry sonrió sorprendida. "Tal vez serán escarabajos antiguos, o algo." Dar se rió entre dientes. "Varias pieles de serpiente, secas, conociendo a tía May." Sofocando un bostezo. "Deberíamos dejar a Chino lejos de ellas." Kerry sonrió abiertamente, y siguió conduciendo.

*** "Ah, ya lo entiendo." Kerry terminó de cortar la pechuga de pollo. "¿Mientras cocino, como ahora soy tu favorita, no es así?" Dirigiéndose a Chino, que estaba esperando con paciencia y una mirada cómica que algo cayera. "No me hagas parecer como aquel... ve a buscar al monstruo de las galletas." "Yawp." Chino bostezó, luego sacó la lengua jadeando.

La rubia mujer rió, y siguió con la comida. Comprobando el arroz al vapor que estaba cocinando, y comenzó a preparar la cazuela china, poniendo un poco de aceite de cacahuete esperando que se calentara. "Shh... ¿Te callarás ahora, Chino... no le digas a Dar que pongo todas estas verduras aquí, bien? Después de que haga la salsa ella ni se enterará." Chino olfateó su tobillo, luego se enroscó en el pie de Kerry, cerrando los ojos. "Ah... bien ¿Qué soy, una cama de cachorro?" Kerry suspiró. "Solo esperas a que caiga algo ¿Verdad?" Un ojo marrón se abrió y la miró. Kerry sonrió, colocando los pimientos rojos verdes y amarillos cortados en el aceite, escuchando el chisporroteo. Los removió, luego añadió el bambú, cacahuetes y la pimienta Szchwan(5). "Ooo... huele bien ¡eh!" Esperó a que las verduras estuvieran doradas, entonces añadió dos libras de pechuga de pollo, y las salteó. "Bien casi listo." Murmuró, añadiendo la salsa, cuando el pollo ya estaba frito, cubriendo el contenido de la cazuela china con un color meloso. Agregó un puñado de semillas de sésamo y apagó el fuego, colocó en los dos bowls(6) el arroz y lo rodeó con la carne. "¿Oye, Dar?" "¿Mmm...?" La voz cerca de su oído la asustó. "¡Yeohw!" Casi dejó caer los bowls que estaban en su mano. "¡Dar no hagas esto!" "¡Tú me llamaste!" Dar protestó, cogiendo ambos bowls. "Bien si pero no imaginé que tu estabas de pie detrás mío." Kerry se rió, agarrando las dos copas y la botella de vino de ciruelas. Siguió a Dar a la sala de estar, y se unió a ella cuando se sentó en el sofá, dejando los dos bowls sobre la mesa. "Bueno." Kerry se sentó encima de sus piernas y aceptando el tazón

que le dió Dar. "Es bastante grande." Señalando la caja de madera. Era un artículo curioso, atado con una piel de cuero que estaba grabada con señales extrañas. "Es magnífica." "Mmm." Dar estaba de acuerdo, comiendo un trozo de pollo con arroz. Se había cambiado poniéndose su camiseta favorita y pantalones cortos, llevaba unos calcetines muy blancos que tenían intrigada a Chino. "Está muy bueno, Ker." Señalando el tazón. "Gracias." La nariz de Kerry se arrugó cuando sonrió felizmente. "Es una nueva receta." Los ojos de Dar brillaron. "Puedo sentir el sabor de verduras que hay." Usando sus palillos recuperó un trozo de verdura escondida y lo agitó en la cara de su amante. "Pero podrías poner esta salsa en un zapato que igual me lo comería." Kerry se rió. "Contaba con ello." Tomando un trozo y lo masticó. "¿Realmente te molesta lo del brócoli." Dar le hizo esperar la respuesta durante un momento, entonces sonrió contestando. "Nah." Mordió alegremente un trozo de pollo. "Además... ¿Qué derecho tengo yo de quejarme? Tu eres la que cocinas." "Bien..." Kerry mordió un trozo de bambú. "Me hace sentir mejor el pensar que luego tenemos helado de chocolate para el postre." Hizo una pausa, casi risueña al oír a Dar riendo totalmente reanimada. "De echo, con doble virutas de chocolate." Comiendo un poco de arroz. "Que me hace recordar... vamos a tener que ir en coches separados mañana, tengo programada la revisión anual. Casi me olvido de ello." "Mm." Dar tomó un bocado más y lo masticó. "Kerry, ¿Puedo hacerte una pregunta personal?" La rubia mujer dejó de comer, y la miró fijamente. "Uh... claro." Una ceja oscura se alzó, luego bajó. "¿Por qué el helado de chocolate con virutas te hace recordar a tu médico?"

"Ah." Kerry se rió, sonrojándose un poco. "Si, supongo que sonó raro, eh... no, es porque ella me daba muchos discursos el año pasado... por lo visto estaba demasiada delgada para su gusto... empezó a darme unas charlas y folletos sobre los desórdenes alimenticios..." Miró a Dar irónicamente. "Imagino su reacción cuando me vea." "Ah... comprendo." Dar afirmó con la cabeza entendiéndolo. "¿Crees que ella tenía razón?" Kerry masticó un bocado. "Creo que ahora soy mucho más feliz que antes... pero hay muchas más cosas aparte de ello." Sus ojos buscaron la cara de Dar. "Creo que la influencia más grande y que me hizo cambiar de opinión, es la de alguien a quien respeto." "Mm." Dar asintió, no sabía que responder a esto, entonces simplemente estuvo de acuerdo, comiendo su último bocado de arroz. "Bien. ¿Veamos que hay aquí, huh?" Dejó el tazón y bajó al suelo sentándose al lado de la caja de madera, donde Chino inmediatamente trató de colocarse en su regazo. "¡Oye!" Kerry rió dejando también el cuenco en la mesa, y sentándose al lado de su novia, cogiendo al cachorro entre sus brazos. "Ooo... mira esta cerradura." "Sip." Dar tomó la llave que había venido con la caja y la encajó a la vieja cerradura, girándola para abrirla. El metal protestó, pero se abrió, quitó la llave y la puso en el suelo. "Bien." Murmuró, entonces con sumo cuidado descorrió los dos pestillos que sujetaban la tapa, tirando de ella y abriéndola. El olor que salió era una mezcla rara de polvo, vejez y misterio, Kerry se acercó más, echando una mirada dentro. "Oooh..." "Wow." Dar se apoyaba en sus rodillas y miró dentro. "Que lío." Dentro de la caja había un enredo de... No parecía haber nada razonable en su contenido, sólo un surtido arbitrario de artículos raros, había pequeñas cajas de madera, pedazos de metal, y ropa muy vieja. "¿Qué demonios es todo esto?... parece los restos de una compañía teatral

turística mala." "O de una vieja tropa de chicas scout." Kerry murmuró, sacando una vieja cazuela de hierro, parecida a una taza de acampada. "Wow." Lo giró, mirando detenidamente unas señales que había en el fondo. "Son unas iniciales." "Uh... ¡eh!" Dar cogió y sacó una pequeña caja de madera alargada, era lisa y vieja. Suavemente lo abrió, revelando una vieja pluma de escribir, con la punta manchada de tinta púrpura. "Ah." Kerry cogió la caja de las manos de Dar examinándola. "Wow, esto es realmente antiguo." Dirigió una yema de dedo a la superficie de cobre. "¿Ella era escritora?" "..." Dar pensó en ello. "No lo sé... no la conocía demasiado, Kerry... nosotros no... es extraño. Realmente nunca he sabido el por qué ella me hizo heredera de todo lo suyo, no éramos realmente parientes cercanos." Hizo una pausa. "¿Por qué piensas que ella era escritora?" "Mmm... esta pluma significaba mucho para ella, por lo general guardamos las cosas que usamos más, Dar." Kerry sacó la pluma con cuidado, y la colocó entre sus dedos. Era... adecuado. Se sentía cómoda con ella, de una manera muy rara. "Ah, es un sentimiento agradable." Murmuró moviendo su mano. Dar la miró con curiosidad. "¿Sabes caligrafía?" "Un poco." Kerry respondió. "Solía escribir mis poesías con pluma, era mejor que ponerlos en la computadora." Suspiró. "Parecían más intensas cuando los escribía a mano... pero conociendo a mis padres... o a Kyle... ellos no conseguían entrar en el disco duro." Dar cerró su mano encima de la de Kerry. "¿Por qué no te la quedas...?, porque si tu has visto alguna vez mi letra... sabes que yo no las utilizo nunca." Una sonrisa irónica asomó en su cara. "Por eso escribo siempre a máquina, desde la escuela primaria." Kerry miró fijamente la pluma. "Ah... si... oí a Mariana protestar

sobre las evaluaciones que tu escribiste... ella dijo que tendría que llamar a un erudito griego para traducirlos." Bromeó suavemente. "Gracias... no sé si llegaré a intentar usarla, pero me gusta sostener esta pluma." Los ojos azules brillaron de repente, con una luz interior. "Escríbeme un poema con ella." La voz baja se tornó de un tono más agudo, momentáneamente más profunda. Un calor recorrió su espalda, y Kerry sonrió como reflejo. "Bien." Con cuidado dejó la pluma dentro de la caja de nuevo, y la puso encima de la mesa. "¿Qué mas hay?" Metió la mano dentro, chocó con algo metálico grande, pesado. "Ouch... ¿Qué demonios es esto? ¿Un machete? ¿Tu tía fue a la selva del Amazonas o algo?" Kerry tiró con cuidado de su hallazgo sacándolo de la caja. "Ah." Estaba algo oxidado, la mitad de la funda de la espada se desintegró, estaba podrida. "Que pena." Kerry colocó la otra mano bajo el cuero podrido de lo que alguna vez había sido una funda. "Mira esto." Dar sintió un temblor, y exhaló un suspiro largo. "Déjame ver esto." Le dijo suavemente, sosteniéndola entre sus manos cuando Kerry depositó la antigua espada cuidadosamente. La primera cosa que ella sintió fue un lento, y débil sentimiento de tristeza, suave, pero bastante profundo para hacerle casi sentir como lloraba por dentro. "Apuesto que hay una historia en esta antigua cosa." Comentó a Kerry suavemente. "Se puede sentir su historia." Miró fijamente la vieja espada, observando el puño de cobre claro que llevaba, superficialmente cubierto con una patina verde(7), y los andrajos en que se había convertido la funda de cuero podrido deshaciéndose en pedazos en cuanto lo tocó. Dar colocó sus dedos alrededor del puño, quitando los últimos restos del cuero, revelando una picada hoja de acero, rota por la mitad, mostrando lo que debió de ser una gran espada, con surcos asimétricos en su filo. Movió su muñeca, cerrando los ojos y sintiendo como una campanada débil, claramente familiar sonando en su interior, cuando el peso de la espada se amoldó a los músculos de su antebrazo. "Condenada... esto me remueve la memoria." Murmuró, abriendo sus ojos

mirando a Kerry pensativamente. "¿Haces eso?" Dijo Kerry mirándola con fascinación. "Si... solíamos estudiar un par de tipos de espada cuando estaba aprendiendo artes marciales... hay varias formas que se concentran en ellas en las competiciones, con varias armas diferentes." Dar reflexionó, girando su mano y dejando asomar una débil sonrisa en sus labios. "Lo dejé... sobretodo porque esto no tiene mucha aplicación práctica en el mundo de hoy." "Mm... apuesto que eras muy buena en ello también." Kerry contestó con una mano en la barbilla. Dar se encogió de hombros. "Yo era buena." Luego dejó suavemente la espada en la mesa. "La limpiaré... seguro que es una conversación agradable." "De acuerdo." Kerry volvió a meter la mano en la caja y sacó una pequeña de madera, esta era pesada, tenía una banda alrededor, cerrándola para que no se abriera. "¿Qué será esto? Ve a saber... ¿Un grifo antiguo de cobre?" Dar se inclinó sobre la caja. "Bien... um.. ¿Una galleta para perros petrificada?" Sugirió, la palabra galleta hizo que Chino levantara de golpe su cabeza mirándolas. Los ojos verdes giraron, entonces Kerry con sumo cuidado quitó la banda y movió la caja intentando abrirla, los bordes de manera estaban fuertemente cerrados. "Puff... esto está fuerte... ¡¡¡auh!!!" Gritó cuando la caja se resbaló de la manos abriéndose, en el suelo, saliendo su contenido de la caja, eran dos piedras grisáceas. "Oh... ¿Maldita sea... se rompió? Dios Dar, yo..." "Shh... no..." Despacio Dar tocó las piedras cautelosamente. Cada una estaba rodeada de los restos de una cadena de plata, las recogió y examinó. "¿Qué diablos es esto?" Recogió la otra piedra mirándola, entonces lo hizo girar y con sumo cuidado unió ambas piedras. "Oye... hacen juego."

Kerry se inclinó encima de la mano de Dar. "Parece que encajen juntas." Su voz sonó alegre cuando lo dijo. "¡Que insólito!" El dedo de Dar juntó las dos piedras en su palma, sus bordes encajaban perfectamente. "Seguro que lo hacen." Reflexionó pensativamente "Demasiado raro para romperse cuando cayeron... y que encajen de esta manera... si podría ser divertido." Kerry suavemente recogió las piedras y las separó. "Déjame ver si los puedo limpiar, arriba tengo un líquido que limpia las cosas delicadas." Echó un vistazo a la cara de Dar, que la miraba con interés y curiosidad. "¿Llevarías puesta una mitad si lo consigo?" Una sonrisa extraña, casi soñadora cruzó la cara de Dar. "Sip... ¿lo harías?" Una sonrisa burbujeó dentro de ella. Kerry liberó una sonrisa que también liberó en el aire. "Seguro." gris.

En su palma, las piedras se acomodaron juntas, en la alegría oscura y

*** Kerry salió con un pequeño tazón a la terraza, sentándose acariciada por el temprano sol de la mañana y apoyando sus pies desnudos contra la baranda. Dar se había marchado hacía poco al trabajo, y a ella aún le quedaba un poco de tiempo para acudir a la cita con el doctor era a las nueve de la mañana en punto. Entonces había decidido limpiar las piedras que estaban en la caja, antes de vestirse e ir a la visita. Cambió un poco de posición doblando sus muslos, algo cansados debido a que habían corrido esta mañana, pero ella había conseguido hacer ocho vueltas por primera vez, manteniéndose al

paso de Dar, con un grito de triunfo personal.

Por supuesto, sospechaba que su amante había guardado el ritmo

cooperativamente a un paso que Kerry podría seguir, pero de todos modos ocho vueltas... eran ocho vueltas y se sentía malditamente bien... Si se añade a ello el hecho de que finalmente... finalmente, había conseguido ganar a Dar en la piscina debido a que ya tenía bien el hombro, y no una sino dos veces...

Sip, ahora podía sentarse en el sol con las piedras y limpiarlas,

sintiendo la caricia del sol en su piel. "Jejeje." Kerry rió suavemente, bañándolas con el líquido lentamente. Se sentía realmente satisfecha, a decir verdad, la espera no se hacía tan tensa, como cuando aguardaba en la sala para su chequeo anual. Lo que no le había dicho a Dar era que su doctora, Marie Simpson era una rata de gimnasio. Ella no se había deleitado sólo con castigar a Kerry por ser tan delgada, había gastado treinta minutos durante cada cita tratando de convencerla para que se apuntara a un gimnasio y empezar un programa de aerobic. También ella... incomodando un poco a Kerry, debido a que estaba interesada con ella. Marie dejó bien claro que no buscaba nada serio, ni siquiera tuvieron sexo, solo un poco de diversión, y salir algunas veces juntas. Kerry se había divertido, todavía muy provisional en el ajuste de su sexualidad, pero ella y Marie no tenían nada en común. Los intereses de la doctora eran sobre deportes violentos, póker, y mirar con lascivia los cuerpos que pasaban por el gimnasio. A Marie también le gustaba beber, cosa que Kerry solo hacía cuando le apetecía. Le encantaban las reuniones con amigos para beber, Kerry una vez la acompañó durante una reunión de profesionales de la que pertenecía. Ella se había sentido bien, hasta que fue arrinconada por un par de borrachos muy amorosos. Había sido una situación tensa, pero consiguió zafar gracias a un camarero que dejó la barra y la acompañó por la cocina del hotel hasta la salida llamando un taxi.

Esto no había sido culpa de Marie, aunque la mujer se había desecho a excusas, pero decidió que ella realmente no era una juerguista. "Kerry." Marie le había dicho. "Tu eres dulce, pero tienes que conseguir una vida." Kerry movió las piedras que estaban dentro del líquido, mirando alrededor de ellas, con una sonrisa. "Muérdeme, Marie... salí a Macy's y encontré el modelo de vida de lujo, por encargo aquí." Le dijo a una gaviota que volaba por encima. "Y apuesto que tu estás aún pegada en KMart." "Bien, vamos a ver que tenemos aquí." Sacando la piedra y poniéndola encima de una tela suave, frotándola con cuidado. Una capa negra se posó en el trapo, y examinó la piedra, sumergiéndola de nuevo en el líquido. Tres o cuatro zambullidas más, y una limpieza cuidadosa con el trapo, retuvo el aliento asombrada cuando el sol brillante se reflejó en ellas enviando destellos de luces rojas por el cristal puro y claro en la palma de su mano. "Wow." Silbó soltando su aliento. "Mira esto." Una idea se le ocurrió, y con cuidado secó los dos trozos de cristal, desenmarañando las cadenas rotas de ellas. "Creo que recuerdo de un joyero cerca del consultorio de Marie... sip." Sonrió abiertamente, levantándose y entrando en el condominio, dirigiéndose hacia su dormitorio para cambiarse.

*** La sala de espera estaba muy tranquila, aun era temprano, y Kerry hacía solo cinco minutos que estaba sentada, cuando la recepcionista deslizó la ventana de cristal y le dijo que ya podía pasar. "Buenos días." La rubia mujer le dijo a la enfermera que la había venido a buscar. La mujer echó un vistazo rápidamente a la carpeta que llevaba. "Oh... Buenos días, señorita Stuart... cielos, no la hemos visto en bastante tiempo, ¿Verdad?

"No desde hace bastante tiempo, no." Kerry confirmó alegremente. "Usted debe de estar bien y sana, entonces." La enfermera metió su carpeta debajo de su brazo. "Correcto, vamos a la sala tres." Ella acompañó a Kerry por el pasillo, al cuarto de examen. "Bien, quítese el vestido y póngase la bata, enseguida vengo para los análisis de sangre. ¿Es solo el examen físico anual, verdad?" "Sip." Kerry afirmó, dejando colgados el bolso y la chaqueta, poniéndolos en el respaldo de la silla. Llevaba un traje convencional, un polo y una falda, principalmente porque sabía que se tendría que quitar la ropa, y llevar el traje en la bolsa no era su estilo. Abrió la cremallera de la falda sacándosela, desabrochó su camisa y las dobló poniéndose la bata para el examen. Entonces observó la bandeja con los tubos de pruebas de sangre, lamentando que esa parte del examen no hubiera terminado ya. No odiaba a los doctores como Dar lo hacía, pero como cualquier persona normal, encontró la espera incómoda. Sin embargo, no tuvo que esperar mucho tiempo. La emfermera volvió dejando su carpeta. "Bien... vamos a pesarle y luego le tomaré dos pruebas de sangre, ¿De acuerdo?" "Seguro." Kerry caminó hacia la báscula y se posó encima de ella, mirando como la enfermera ajustaba las pesas equilibrándola. "Ciento veintiuno... ok" La enfermera lo escribió en el papel. "Esto es un gran cambio desde el año pasado."

¿De noventa y cuatro? Si. "Tomé un trabajo de entrega de pizzas...

por eso la diferencia." Kerry dijo solemnemente. "¿Sabes tienes que comerte las pizzas que no puedes entregar?" Bromeando. "Ah..." La enfermera la miró, preocupada. "¿Eso es sano?"

Kerry la miró directamente. "Trabajo con una compañera... solo como las de verduras."

"Ah... esto es realmente inteligente." La enfermera sonrió. "Bien, sigamos... se sienta en la camilla, y le extraeré sangre para los análisis." Kerry obedientemente fué hacia la camilla sentándose en el borde, balanceando sus piernas desnudas, descansando sus codos en las rodillas. Levantó el brazo cuando la enfermera vino, rindiéndose, mirando cuando mujer regordeta buscaba la vena. "¿Hace pesas?" La enfermera le preguntó, con curiosidad, cuando Kerry dobló el brazo haciendo que su antebrazo se hinchara. "No ¿por qué?" Kerry preguntó, inocentemente. La enfermera la miró, luego volvió a su tarea. "Ah... bien, nada, solo era una pregunta." Le sacó las dos muestras de sangre, comprobó su pulso y le tomó la presión anotando los datos. "Bien, la doctora estará aquí en breve." Kerry se frotó el brazo, donde la aguja extrajo la sangre, sofocando un bostezo, ya que había evitado el café, al saber que iban a hacerle los análisis de sangre, y evitando una subida de tensión arterial. "El ejercicio funcionó, bien." Murmuró, recordando las cifras de 72 sobre 121 que la enfermera había dicho. Bajó de la camilla y fue hacia la ventana, levantándose sobre puntillas para mirar el árbol que se veía desde allí, cuyas hojas se movían en el cielo azul. Observó como un ave se acercaba al árbol y se posaba en el nido que había allí y comenzaba a alimentar a los pequeños pollitos. Kerry sacudió la cabeza, ya que esto era raro en febrero en el clima de su casa. Luego giró su cabeza al sentir que la puerta se abría, entrando la Dra. Marie Simpson, cerrando la puerta, y observándola con mirada crítica. "¿Quién eres tú y que has echo con Kerry Stuart." La delgada mujer preguntó, riendo. "¿Jesús vino a la ciudad, y... habló seriamente contigo?" Kerry rió entre dientes, dándose la vuelta, y se apoyó en la pared.

"Hola, Marie." La doctora dejó su carpeta en la mesa y se acercó a ella. "Cuando oí a Nancy hablando de una rubia elegante y que estaba en el box tres, y dijo su nombre, tuve que venir para asegurarme que eras tú." "Solo bromeé con ella." Kerry se sintió enrojecer... "De todas formas, ¿Cómo estás?" Marie la cogió de sus muñecas y movió sus brazos, examinándola. "No intentes despistarme... ¿Al final mis palabras sirvieron para algo?" Le dió una palmada a Kerry en el hombro. "Siéntate en la camilla... voy a examinarte." Kerry se acercó a la camilla y se estiró, Marie se colocó el estetoscopio en los oídos y escuchó el corazón de Kerry, bajando hacia el abdomen. "¿Ha sido eso verdad?" "¿Qué?" Kerry preguntó. "¿Mis charlas sirvieron verdad?" Marie preguntó, cruzando sus manos. "No exactamente." La mujer rubia le dijo. "Tome tu consejo y conseguí tener una vida propia." "¿Realmente?" La doctora rió. "No era exactamente lo que te dije." Bromeó. "Creo que recuerdo las palabras... 'Kerry, eres dulce, pero lo que necesitas es una buena vida, mejor que yo'." Kerry carraspeó, no haciendo caso al rubor que sentía en su piel. "Conseguí una de esas también." Refunfuñó, apenas sin creer lo que decía. "¡Oh...! ¡lo hiciste!" Marie le palmeó el vientre. "Siéntate." Esperó a que Kerry se sentara, luego le puso el estetoscopio en la espalda. "Aspira." Kerry cogió aire, contenta de poder recobrar su calma. "Respira."

Otra respiración. "Buen sonido... ¿Has tenido algún resfriado?" La doctora Simpson la estudió. "¿Aquellos mareos han vuelto?" Kerry sacudió la cabeza. "No he tenido más resfriados desde la última vez que vine, y los mareos también han desaparecido." Desde octubre, de

echo.

La doctora cogió una barra metálica probando sus reflejos, luego miró detenidamente los oídos. Kerry estaba sentada en la camilla intentando pensar en otra cosa que no fuera el cosquilleo que sentía en los oídos. "¿Has estado levantando pesas?" Marie le preguntó con curiosidad. "Um... un poco... no mucho realmente, he estado haciendo un poco de ejercicio." Kerry resistió el impulso de mover el brazo de la mujer lejos de sus oídos sensibles. "Pared de escalada... un poco de buceo... algo de artes marciales... ya sabes un poco de todo." Miró a la doctora cuando esta se apartó. "Me siento muy bien." Marie le contestó poniendo su mano en su hombro. "Estás muy bien." Sonrió. "Me cuesta creerlo." Señaló la ropa a Kerry. "Vístete... y me esperas un momento en mi despacho... podemos hablar unos minutos ¿Ok?" Haciendo una pausa. "¿Quieres que te programe una mamografía? no... espera... te hicimos una este verano ¿Verdad?" Kerry afirmó con la cabeza. "Si... Aún recuerdo la sensación de frialdad que tienes... cuando te hacen una." Sonrió irónicamente. "Yo... um..." Mordiendo su labio. "Me lo controlo regularmente." Posiblemente más regularmente de lo necesario, ya que ella y Dar habían ideado una manera de examen mutuo, un juego sensual sobre todo, cuando descubrió que su novia obstinada no se había molestado nunca en hacerse una mamografía. "Bien." La doctora asintió con la cabeza. "De acuerdo entonces, nos encontramos en mi despacho, al final del pasillo. Voy a buscar un zumo de

zanahoria, ¿Quieres uno?" "Um... no gracias." Kerry no hizo caso de los gruñidos de su estómago. "Voy a recoger algo de camino a la oficina." Posiblemente un plato McMuffin, había decidido y un café con leche grande.

Y otro para Dar, por supuesto. Marie la dejó para que se cambiara, vistiéndose con su camisa y su falda, cerrando la cremallera, luego se colocó la chaqueta verde metálica sobre sus hombros. Luego recogió su bolso y bajó a la oficina de la doctora, que ya estaba sentada y escribiendo en su historial. "¿Todo está bien?" "Espera un momento." Marie refunfuñó, aún escribiendo. "Quiero terminar... Bien." Levantó la vista y cruzó sus dedos. "Aún tardará un rato, para los resultados de los análisis, pero todo me parece perfecto." Sus ojos brillaron mirándola. "Y tu salud está muy bien." Kerry permitió que una sonrisa cruzara su cara, reconociendo el elogio. "Esto es un cambio para mi... tengo un nuevo trabajo." Hizo una pausa, pensando. "También alguien en mi vida... creo que este ha sido el más importante... Dar ha conseguido que realmente haga una buena vida y ejercicio físico." Marie afirmó con la cabeza. "Dar... este es un nombre insólito... no querrás decir Dar Roberts, ¿Verdad?" Kerry parpadeó, realmente asustada. "Um... si." La doctora silbó. "Wow... Nunca la he conocido, pero he oido historias." Se inclinó en el escritorio acercándose. "¿Tienes fotos?"

¿Había oído algo de Dar? no tiene sentido... dado los distintos

círculos en los que se movían. "Uh... si, tengo." Kerry sacó la cartera, abriéndola y seleccionando una de sus fotos favoritas, estaban de pie apoyadas en un viejo roble que había fuera del condominio, los brazos de Dar rodeándole el cuello.

"Wow." Marie le dijo de nuevo, alzando la vista mirándola de manera respetuosa. "Mi ex-pareja estaba un día en un bar de la ciudad, vio como ella sacaba a dos tipos inmensos, que estaban molestando a alguien, del bar, dijo que nunca había visto nada parecido, solo en las películas." La ceja rubia de Kerry se levantó. "Hah... no conozco la historia... pero seguro que es Dar, lamenta distinguirse como una heroína." Marie le devolvió la fotografía, con una franca sonrisa. "Definitivamente, salvó a unas personas esa noche... y puso a uno de ellos durante tres meses en el hospital." Movió la cabeza débilmente. "Escogiste una mujer fuerte, Kerry... pero si tu eres feliz..." Dejó ir un pensamiento que se le pasó por la cabeza. "Escucha, tenemos una fiesta el próximo sábado, por la noche en el club... ¿Por qué no venís aunque sea un rato? Me encantaría conocer a tu pareja." Kerry vaciló. "... seguro, quiero decir, creo que no tenemos nada planeado para la noche del sábado... hablaré con Dar, cuando la vea en la oficina." No quería negarse, ya que realmente Marie le caía bien, pero se preguntaba si a Dar le interesaba conocer a alguien de su pasado. Marie se levantó. "Bien... entonces... tal vez nos vemos." Sonriendo, le ofreció la mano. "Me alegro de haberte visto de nuevo, Kerry. Ya te llamaré si hay algo raro en las pruebas... pero considero que está todo bien, solo sigue haciendo vida normal, ¿Ok?" Kerry se puso en pie, y cogiendo su mano, la movió. "Gracias Marie, nos vemos." "Si." La doctora le dio una mirada especulativa. "Espero que pronto."

*** Dar estaba sentada en su escritorio, la cabeza apoyada en una mano

y el ratón en la otra. Estaba haciendo clic en unas hojas de cálculo, comprobando sus contenidos, separando otros que no estaban claros con líneas azules. Un golpe suave en la puerta la interrumpió, inclinándose hacia atrás, alegrándose de poder descansar un poco de ello. "Adelante." María entró por la puerta, cerrándola detrás de ella. Llevaba varias carpetas en su brazo, colocándolas encima del escritorio de Dar. "Son las tres cuentas nuevas, que acaban de llegar, Dar." Le dijo la secretaria. "Y Kerrisita solo asomó la cabeza, para decir que ya había llegado." "¿Ah?" Dar se reanimó visiblemente. "No tomó demasiado tiempo... debe estar todo bien." No conozco a su doctor... aunque Kerry parece estar sana, nunca se puede estar seguro. "Bien... tenemos una comida y quería que ella asistiera." Como si hubiera oido que hablaban de ella asomó la cabeza por la puerta. "La doctora quiere conocerte." Dijo sonriendo. Dar parpadeó, mirando a María, luego se apoyó en el escritorio y guardó sus datos. "¿Ah... realmente? ¿Va todo bien?" "¿Recuerdas lo que María pensó de mí..., acerca de que era buena para ti? Eso es lo que opina ella de ti." Dar sonrió. "Bien..." Colocando sus manos en el escritorio. "Tan solo... tenemos tres nuevas adquisiciones, ¿Eh?" "Si." María afirmó. Dar tamborileó los dedos sobre el escritorio. "Um... bien... ¿Qué tienes planeado para este fin de semana María?" La secretaria la miró curiosa. "Si... bien... realmente nada, solo un poco de trabajo en el jardín, y mi marido va a pintar el cuarto de baño." Contestó, un poco perpleja.

"Ah... suena bien... um..." Dar miró hacia la puerta interior, y Kerry entró sus ojos verdes brillaban cuando se encontraron con los ojos azules de su novia. "Vamos a tener una pequeña reunión el sábado por la mañana... yo... um..." La alta mujer observó su lápiz, mirando de reojo a Kerry. "Y nos gustaría que estuvieras allí." Kerry dejó la bolsa de papel sobre el escritorio y sonrió a María. María cruzó sus brazos, y las miró extrañada. "¿Es una fiesta?" Dar miró a Kerry pidiéndole silenciosamente que continuara. La mujer rubia hizo rodar sus ojos. "Una clase de..." Kerry se sentó en la esquina. "Mi antiguo pastor de Michigan está en Miami para una visita, y él se... ofreció a realizar una ceremonia de compromiso para nosotras."

Ella ha conseguido decirlo tan suave... Dar se maravilló. "¿Cómo?" María dió un paso hacia ellas. "¿Me estás diciendo de que os casáis?" Kerry se extrañó de la palabra. "Um... si creo que podríamos decir eso." Se dió la vuelta mirando a Dar. La mujer estudiaba el final de la pluma tan profundamente que parecía como si hubiera un defecto en ella. "¿Correcto?" Los ojos azules la miraron a ella y luego a María. "Uh... si." Dar tragó, nunca había esperado poder decir eso. María puso sus manos en las caderas, dándole a Dar una mirada muy severa. "Jefa, esto no es agradable." Dar se asustó. "Qu..." ¿Podría haber entendido toda su charla con María mal? No... "¿Qué no es agradable?" Kerry también miraba perpleja a la secretaria.

"Tu no puedes hacer esto sin advertir... sin darme la posibilidad para poderos regalar algo bonito... no es justo, Dar... tengo que ir a comprarme un vestido y..." "Tranquila... tranquila... nada... no... es algo muy ocasional, María..." Dar se levantó rápidamente. "No tienes que comprarnos nada... tan solo queremos que estés allí." "Exacto." Kerry asintió con la cabeza. "Realmente... lo decidimos hacer ayer, María." "¿Ocasional?" La pequeña mujer repitió. "¿Qué quieres decir con, ocasional, Dar?" "Um... bien, vamos a ir en barco." Dar rascó su barbilla. "Y esto será en una pequeña isla... antes del alba." María las contempló durante un momento. "Dios mío." Sacudió la cabeza. "Dar, eres especial." Dar respiró suavemente. "Pero bueno María si no quieres venir... sé que es un aviso muy precipitado... y no es..." "¿Perdón? no me perdería, Dar... esto por nada del mundo, como tu dices café en la India." María declaró. "Sacaré mis pantalones cortos, solo por ti." Sonrió mientras se precipitaba hacia la puerta, cerrándola detrás de ella. "Bien." Kerry comentó, sonriendo a su amante. Rodeó el escritorio y se apoyó al lado de Dar, su cabello rubio rozó la superficie de madera. "Hola." Dar dejó de mirar la puerta, y acercó su nariz acariciándola. "Mmm hueles a café con leche." "¿Ah si?" Kerry se acercó más besándola ligeramente. "Imagina esto." Los ojos de Dar la miraron gentilmente. "¿Todo bien?" Preguntó.

"Mmm." Kerry dijo. "Marie me ha dicho que estaba muy sana... y que le parece muy bien, también dice que quiere que te lleve a una fiesta, quiere conocer a la infame Dar Roberts." Los ojos azules vacilaron. "¿Infame?" "Mm... algo sobre un ladrón... o quizás dos de ellos..." Dar dejó caer su cabeza. "Ah..." Afirmó con la cabeza. "Esos... diablos... aún cuentan esa vieja historia." Kerry colocó su brazo en los hombros de Dar. "Me acompañas, compañera... tengo unas albóndigas en una vasija de barro... cocinándose a fuego lento... la compartimos y después espaguetis, mientras me cuentas esa vieja historia, ¿Ok?" Dar sonrió silenciosamente mirándola. "Bien." Hizo una pausa, reflexionando. "Sabes... recuerdo de ir hacia la playa después de aquello, y miré el amanecer." Suspiró. "En esos momentos... me sentí orgullosa... de ser quien era... y el echo de haber tenido un efecto positivo en la vida de alguien." Kerry estudió su perfil durante un momento, entonces alcanzó su barbilla, hasta que sus ojos se encontraron. "Hasta ahora." Se hizo un silencio tranquilo, cuando se miraron a los ojos. El cuarto estaba bañado por la luz del sol que manaba de las ventanas, como si las cubriera con una manta dorada. Repentinamente el teléfono sonó, rompiendo el mágico momento. "Dar, tengo a Singapur en la línea uno." La voz de María sonó en la habitación. Dar tomó la mano de Kerry besándola. "Bien, pásamela, María." Kerry acarició su mejilla, la besó suavemente en los labios, y se levantó. "¿Nos vemos en el almuerzo?" Le señaló la bolsa de papel. "Disfruta."

"Gracias." Dar sonrió, mientras apretaba el botón telefónico. "¿Si?" "Dar, tenemos problemas SITA otra vez." Una voz acosada sonó. "La red extranjera, ha caído en Oriente Medio... ¿Nos puedes ayudar?" Kerry se acercó a la puerta, agitó la mano y luego desapareció.

*** Se está muy bien aquí. Dar estaba en la terraza del condominio,

apoyada en la pared de piedra, sus codos apoyados en la barandilla y mirando el agua del mar. El viento salado removiendo su negra melena, hasta ella llegó el aroma del humo de una barbacoa que salía del club en la playa. Sabía que si miraba en el interior de la habitación, vería a Kerry sentada en el sofá, con su pluma antigua y un pedazo de pergamino, escribiendo algo que a Dar no le dejó que lo mirara. "Mañana..." le había dicho su amante, escondiendo el pergamino detrás de su cuerpo.

Mañana. Dar miró hacia abajo y observando sus manos

silenciosamente, moviendo su anillo dorado. No estaba nerviosa, exactamente... después de todo, esto eran solo unas palabras dichas por una persona que no conocía. Había preferido que solo estuvieran ellos tres, pero no podía evitar el deseo de Kerry de tener a más gente allí.

Vieja vagabunda, antisocial y gruñona... Se castigó, medio humorísticamente. Vamos es un gran paso, y solo estarán Duks, Mariana, María y Colleen. Supéralo. El mensaje escrito a su padre no había sido contestado, y aunque estaba preocupada, por otra parte estaba en secreto aliviada. Bueno ellas tomarían fotografías... seguro que le gustará verlas. Dar suspiró, enderezándose. Se fijó en el jacuzzi, y decidió que un baño caliente era una buena idea. Se le ocurrió una idea. Y a Kerry también le

gustaría. Otro pensamiento. También tenemos frambuesas frescas y nata.

Mucho mejor. Dar entró.

*** Kerry escribió los últimos versos del poema, se desembarazó de Chino, que estaba dormida enroscada en sus piernas, y fue hacia arriba llevándose el pergamino para guardarlo. Miró el traje blanco, que estaba encima de la cama, lo había escogido para mañana, eran unos pantalones cortos y una camisa de lino suave y corta exponiendo su vientre al aire.

Ocasional, si. Kerry se miró en el espejo sonriendo. Dar había

escogido llevar un mono traje blanco, también de pantalones cortos. Le quedaba muy bien, debido a su bronceado, tenía la intención de ir descalza. Kerry se rió suavemente, luego abrió el cajón superior, sacando una caja de madera tallada y comprada en Bayside al día anterior. Abriéndolo, miró el suave terciopelo rojo que hacía resplandecer los dos brillantes que estaban dentro, la luz suave de la lámpara hacía relucir brillantemente las dos piedras ensarzadas en dos cadenas de oro. El joyero había pulido las piedras, sacándoles el brillo y la luz reflejada en ellas formaban prismas multicolores, sonrió cuando se imaginó dándole a Dar el suyo a la mañana siguiente. Unos suaves pasos la alertaron, cerrando la caja, metiéndola dentro del cajón, justo a tiempo para girarse y saludar a su novia despeinada, cuando miró dentro de la habitación. "Hola." Dar entró, pasándose la mano por el pelo despeinado. "Me estaba preguntando si te gustaría compartir un tazón de frambuesas con nata y un baño en el jacuzzi conmigo." Kerry sonrió abiertamente. "¿Yo?, ¿Qué tipo de pregunta es esa? ¡Claro que si!" Cogiendo su bañador y dándole a Dar un ligero

empuje. "¿Nos encontramos allí?" Los ojos de Dar brillaron, asintiendo con la cabeza y girándose, con Chino tropezando con sus pies. Kerry se quitó la camisa, y se puso su traje de baño, colocándose bien los tirantes, cogió su toalla, y bajó hacia el piso inferior, justo a tiempo para encontrar a Dar que salía de la cocina, llevando los dos platos y su nariz estaba manchada de nata. "Mmm." Kerry se puso de puntillas y lo lamió, consiguiendo que su compañera se sobresaltara. "¿Quién necesita frambuesas?" Salieron fuera y entraron en el burbujeante jacuzzi, Dar colocó los platos en la bandeja del fondo. "Mm." Dar estiró las piernas y se apoyó en la pared. "Ha sido toda una prueba esta noche... no estoy segura de lo que nos entró a Ken y a mi... parecíamos dos comadrejas salvajes." Ken las había visitado en la isla, sobretodo para escaparse del club esa noche, y ellas le habían enseñado el gimnasio de la isla y realmente practicado un buen rato. Cuando Dar se entrenaba de niña allí, por lo general siempre la estampaban contra la pared. Dar miró las estrellas brillantes. Lo recordó todo, en un descuido, había echo un movimiento casi deslumbrante echando al pobre Ken sobre el brazo con tal fuerza que cayó. Ella había estado de pie, sintiendo como la adrenalina le circulaba ferozmente, recordando lo bien que se sintió en ese momento. "¿Te dije que Ken quiere que participe en un partido local?" Dar comentó ociosamente mirando las estrellas que brillaban encima de ellas. "Hay un torneo en Mayo... y él cree que debería apuntarme." Kerry la miró fijamente. "Imponente... creo que vas a darles tal paliza que harás disfrutar a todo el mundo." Dar se encogió de hombros. "Bueno... no se como estaría, estoy un poco mayor para hacer esto, pero ya veremos... Será algo pequeño... tal vez pueda ganar algunas rondas." Kerry se acercó y puso su mejilla en el hombro de Dar, mirándola a sus ojos con adoración parecida a la del cachorro. "¿Ganarías un trofeo para mi?"

Los ojos azules se abrieron mirándola. "¿Un... qué?" "Siempre he querido que alguien ganara un trofeo para mi... solía hacer que Brian lo intentara en el campeonato local, pero si te digo la verdad... él era más patoso que yo... y soy bastante mala." Las oscuras pestañas de Dar parpadearon. "Tu no eres patosa." "No, ahora ya no." Kerry estuvo de acuerdo. "¿Qué opinas? ¿Es algo demasiado romántico para ti?" "¿Romántico?" Dar removió su cabello, aturdida. "Kerry... esto es un trofeo de karate... no se si podré... quiero decir... estoy segura que habrá mejores... yo..." Unos ojos verdes la miraron confiados. Un suspiro. "Tu quieres un trofeo de artes marciales." Kerry afirmó con la cabeza. "Realmente... lo quiero." Aseguró a su amante. "Y voy a conseguir una camiseta con una foto tuya para animarte." Dar emitió un sonido entre cloqueo y estornudo "¡Kerry!" Gritó, realmente alarmada. La mujer rubia se rió entre dientes. "Tranquila..." Besando suavemente el brazo de Dar. "Lamento... que siempre pienses en tu edad... Tengo este impulso irresistible de incordiarte con ello." Dar frunció el ceño simpáticamente. "Tch... tienes una mirada tan mona..." Kerry tocó suavemente con la yema de sus dedos los labios fruncidos. "Seriamente Dar... Ken estaba realmente impresionado esta noche. Se lo oí decir a ese chico con el que normalmente entrenas, aquí en la isla." "Mm..." Dar se quejó. "Solo que no quiero...." Vaciló. "Creo que no

quiero despertar mis propias expectativas." Jugó un poco con el agua. "La otra vez, realmente estaba bien, Ker... se que no puedo compararme con ello, y además intento convencerme que no me importa..." "Esto no lo hace." Kerry dijo poniendo sus brazos alrededor de Dar. "Pero sabes que realmente eres competitiva, ¿Verdad?" Una cabeza asintió lamentándose. "Sé que lo harás bien, Dar... nadie va a esperar todo de ti después de todo el tiempo que hace de ello... solo queremos divertirnos." Kerry frotó su vientre consolándola. "Tengo ganas de estar allí." "Hm." Dar sonrió. "Si... tienes razón... solo estoy un poco nerviosa esta noche." Kerry descansó su cabeza en el hombro de Dar nuevamente. "Mm..." La miró y preguntó. "¿Estás nerviosa por lo de mañana?" "No." Dar alejó ese pensamiento de su mente. "Ah, estoy un poco nerviosa sobre tener a toda esa gente en el barco y que no choquemos contra alguna roca, pero al margen de eso... no." Acarició con la nariz el pelo de Kerry. "Los del club nos van a traer el desayuno para todos." "Mmm..." Kerry se acercó deslizando sus brazos alrededor del cuerpo de Dar. "¿Así que tú decidiste que vas a decir?" Una sonrisa invisible encendió la cara de Dar. "Si." "Ooo... ¿Y... me lo vas a decir?" Kerry la acarició, poniendo su dedo aventurero debajo de la tira del bañador de Dar. "¡No!" La mujer morena respondió. "Lo averiguarás mañana." Dijo doblando la cabeza, y marcó una línea sobre el cuello de Kerry con el dedo, notando como la piel suave se erizaba. Festivamente, acercó un dedo al plato de nata hundiéndolo, luego puso una poca sobre la nariz de Kerry. Los ojos verdes bizquearon cuando Kerry trató de mirar la nata. "Yah."

Dar se inclinó y con la lengua la lamió, besándole los labios, Kerry rió tontamente. "¿Ah si...?" Kerry cogió un poco de nata, sentándose a horcajadas sobre su novia, flotando juntas en el agua. "¿Quieres la respuesta a tu pregunta?" Unas ceja oscura se alzó. "¿Quieres algunas frambuesas?" "Más tarde." Kerry se apoyó más, creando un suave movimiento en el agua. Las manos de Dar se deslizaron a través de su espalda aumentando la presión, con sus piernas entrelazadas, sintiendo un toque vago en su cadera y un cosquilleo en el muslo. Deslizó un tirante de Dar hacia abajo, y oyó una risita cuando su dedo con nata embadurnó la clavícula. "Espero que nadie esté mirando con sus gemelos." Dijo en el oído moreno. Dar deslizó los tirantes de Kerry hacia abajo inmediatamente, exponiendo su piel a la corriente del agua, en un momento sensual. "Pensarían solo que es efecto de la luna llena." Pellizcando suavemente a Kerry con sus ojos brillantes, arqueando su espalda cuando la rubia mujer la despojó de su traje. "Muérdeme." Kerry hundió su cabeza bajo el agua y le mordió suavemente, sintiendo la reacción del cuerpo de Dar. La combinación de toques sutiles y el estímulo del agua era increíble, quería más. Las manos se deslizaron por su cintura, acercándola, esperando encontrarse con los labios de Dar. La mujer morena se meció hacia atrás, comenzando una expedición lenta, pícara con la cual Kerry participó entusiasmada. Las estrellas se rieron parpadeando arriba.

*** Décima parte ― ¿Estás lista?,― Kerry se inclinó sobre la bancada de la cocina

mirando a Dar beber un vaso de leche caliente. La alta mujer morena vestía de manera casual y su pelo estaba recogido descuidadamente formando un moño que acentuaba sus rasgos angulosos. La débil luz de la habitación atrapaba sus claros ojos, y Kerry pudo oler el limpio aroma del jabón que usaba Dar. Sip, llamé al muelle del ferry, y les di los nombres, contestó Dar lamiendo las gotitas de leche de sus labios. Les dije que los acompañaran a todos hasta el embarcadero. Pensé que sería más fácil que encontrarnos aquí y luego desplazarnos hasta allá, además, hay lugar donde dejar el coche allí, Dar dejó el vaso en el fregadero y exhaló, Vamos….quiero preparar el barco. Kerry cogió una pequeña bolsa de cuerda donde estaban los cristales y el pergamino, y se la colgó del hombro mientras seguía a Dar hacia la puerta. Casi… ― ¡¡Hey!!. ― Yep ― la cabeza de Chino casi fue atrapada por la puerta y la mascota protestó vigorosamente. Venga cariño, tú te quedas aquí ¿De acuerdo?. No creo que te gusten los barcos, le dijo Kerry al animal. No, Dar le puso una mano sobre el hombro. Déjale que venga. Es parte de la familia. Kerry la miró con sorpresa, pero abrió la puerta y dejó salir al perro viendo cómo éste se lanzaba contra los pies de Dar y empezaba a mordérselos. Vale, pero recuerda que fuiste tú quien me lo pidió. Dar recogió al perro y se lo puso bajo el brazo mientras subía al coche. Lo dejó en la parte de atrás y quitó el freno de mano mientras arrancaba en la oscuridad de las primeras horas de la mañana.

Todo estaba en silencio, Kerry bostezó mientras conducían por la carretera, incluso el sonido de los neumáticos parecía demasiado fuerte. Por un lado podía oír el suave silbido de la brisa y por el otro el sonido de los adormilados pájaros que anidaban en el anillo de árboles que bordeaban los 9 hoyos del campo de golf situado en el centro de la isla. Dar giró la curva que pasaba junto al club de la playa para tomar el camino que llevaba directamente al embarcadero. El suave golpeteo de los aparejos de los barcos se hizo más fuerte y cuando giraron la última curva, Kerry pudo ver las luces de seguridad del puerto que iluminaban las hileras de barcos. Una mañana preciosa. Mm, estuvo de acuerdo Dar mientras se acercaban hasta estar justo frene a su bote. Éste se mecía suavemente sobre el agua, y Dar subió a él con bastante facilidad. La gente del club estará aquí pronto… Echó un vistazo por cubierta y colocó un chaleco salvavidas en su lugar. ¿Quieres poner las baterías en marcha y asegurarte de que haya suficiente zumo? Claro. Kerry bajó al camarote y dejó su mochila, entonces revisó el sistema eléctrico del barco que estaba enganchado a un puerto del muelle. Parece estar todo bien, dijo en voz alta al tiempo que habría la nevera. Hey, miró adentro descubriendo una bandeja con dos botellas de Don Perignon y un plato de cremosas trufas. Había también una carta, la levantó y la miró detenidamente. Awwww….Dar!. ¿Mmm? sonó una voz justo en su oreja haciendo que saltara y se golpeara la cabeza. Jesús… ¿Quieres no hacer eso?, dijo la rubia mujer. Vas a hacer que me dé un ataque al corazón uno de éstos días, Dar. Tú me llamaste, se quejó Dar. No es culpa mía que estuviera justo aquí. Inclinó su cabeza para mirar adentro. ¿Qué es eso?. Kerry le dio la carta y sacó la bandeja. Dar estudió la letra, e inmediatamente una sonrisa cruzó su cara.

“Esto hará que se calmen tus malditos nervios… más aún considerando que me costó más de mil ochocientos pavos”. Es de papá. Wow. Abre, Kerry le ofreció una trufa, que ella obedientemente aceptó. Tu padre es tan dulce. Mmm, asintió Dar masticando. Ahora sé de dónde le viene a su hija. La rubia mujer se acercó lentamente cogiendo a Dar a medio bocado y besándola hasta hacer que se ruborizara. ¿Eh?. Dar sonrió. Mi reputación hecha trizas, tragó. Mmm… esto está bueno. Miró la bandeja y sus ojos brillaron. ¿Más?. Kerry sirvió el champagne y le ofreció a su novia una copa, entonces cogió otra trufa que desapareció inmediatamente. Hey… mastícala, ¿Ok?. Tomó un sorbo de alcohol y mordisqueó un dulce disfrutando el contraste de sabores. Miró hacia abajo mientras unas pisadas indicaban que Chino se acercaba, y vio al perro correr escaleras abajo y ladrando. Hola cariño. Yap, Chino olisqueó alrededor de las piernas de Dar y se sentó sobre uno de sus pies. Urrr… Dar sonrió. Gracias Chino… necesitaba un calienta pies. Dio un trago de su bebida y dejó que bajara por su garganta lentamente, entonces miró a Kerry. ¿Escondiendo esos?. Kerry se puso una trufa en la boca y la mordió un poquito entrecerrando los ojos

¿Quieres?. La alta mujer inclinó su cabeza hacia abajo y tomó la mitad ofrecida juntando sus labios con los de Kerry. Este está empezando a ser un gran día. Kerry sonrió feliz, entonces se giró al oír voces fuera. Bueno, creo que vamos a empezar con… awp… Dar bajó su copa y enredó sus dedos con los cabellos de Kerry acercándola para besarla de la manera más apasionada. Se separaron al sentir sus respiraciones agitadas y se miraron la una a la otra. Dar descansó su mano sobre la mejilla de Kerry. Te amo, dijo simplemente. Yo también te amo, respondió Kerry con un susurro de voz. Gracias por hacer esto Dar… significa mucho para mí. Dar sonrió y acarició la suave mejilla de Kerry con su pulgar. Lo sé. Sus ojos se dirigieron hacia la puerta. Será mejor que salgamos… me pareció oír a Duks. Kerry la abrazó por un momento, después la soltó y la siguió escaleras arriba hacia cubierta. Como esperaban, toda una fila de familiares figuras esperaban en el muelle. Buenos días. Dar saludó con la mano mostrando una sonrisa cuando vió a Duks con las manos en sus caderas mirándola. Sabes Dar… tienes suerte de que perdono fácilmente, sacudió su cabeza. No podías haber tenido una ceremonia al atardecer ¿eh?.

El océano es malo a esas horas. Dar bajó una pasarela y fue ofreciéndole la mano a sus invitados mientras subían a bordo. Id arriba, a la parte delantera del barco… necesitamos traer algunos víveres a bordo. Gracias por venir, dijo con un movimiento asertivo al personal del club que traía los comestibles para la nevera. Hola María. Buenos días, Dar… Kerrisita. María le lanzó su chaqueta bermellón y le pasó a Kerry una cajita. Sé que me dijiste que no trajera ningún regalo, pero cógelo de todas formas. Gracias María. Kerry tomó la cajita y luego abrazó a María. Gracias por venir… realmente te apreciamos. Gracias por pedírmelo, María sonrió. Mi familia cree que estoy teniendo un, como vosotras decís… un affair por escabullirme tan pronto. Kerry caminó con ella cogida del brazo para reunirse con Duks y Mariana que estaban sentados sobre la baranda charlando. Ellos realmente no… ¿Verdad?, preguntó la rubia un poco avergonzada. Quiero decir… no pensamos en lo fastidioso que sería para los demás hacerles arrastrar sus traseros hasta aquí antes del amanecer… es más o menos la hora a la que nosotras solemos levantarnos. Oh… lo sabía… rió Mariana. Sabes, debía haberme imaginado que si alguna vez Dar encontraba una amiga que congeniara con ella, ésta debería ser alguien que también adorara torturarse. ¿Qué hacéis tan pronto por la mañana?, preguntó María curiosa a la vez que se sentaba sobre la baranda. Bien… comenzó Kerry mientras Duks y Mari sonreían, la verdad es que salimos a correr, dijo sacándoles la lengua. Ambos se rieron y María escondió su sonrisa tras su pequeña mano.

*** Dar miraba al personal de la isla preparando la comida y esperaba a los dos camareros hispanos que terminaran para investigar los contenidos, cogiendo una mini mazorca de maíz con mantequilla y ganándose instantáneamente la atención del perro Labrador pegado a su pie. Le dio un trocito y abrió la tapa del inmaculado buffet sirviéndose una cucharada de huevos revueltos para ella y otra para Chino. Entonces se sentó para disfrutar de un momento de paz, agradecida de que Kerry se encargara de hacer los honores en la parte social del momento. El movimiento del barco la mecía mientras masticaba, haciendo que sus nervios se calmaran. No era la ceremonia lo que le preocupaba, si no que se dio cuenta de que iba a exponer una parte muy personal de ella misma a alguien más que a Kerry. Ugh, suspiró Dar. Bien, toma fuerzas, respira hondo y vayamos allá antes de que todo el mundo piense que tengo todo un arsenal de marshmallows aquí. Compartió una magdalena con Chino, tomó aire y volvió a cubierta cargando con un termo de café caliente y unas tazas de plástico púrpuras. Plástico púrpura. ¿De dónde diablos consigue la gente cosas como éstas?. Ella las pidió lisas y las habían traído con la cara de Clemente, al igual que los platos de plástico. Hey, Dar. Una voz la llamó desde el muelle. Se giró para ver a Colleen vestida con unos impecables pantalones cortos color tostado y un polo blanco. Junto a ella había un hombre alto vestido con un par de pantalones vaqueros y una camiseta que Dar supuso que sería el pastor. Buenos días, esperó a que cruzaran la pasarela y les ofreció una reservada sonrisa. Si quieres, lleva esto a la proa del barco, Colleen. Yo pondré los motores en marcha. Miró al pastor, Bienvenido a bordo. El hombre le ofreció la mano, la cual Dar estrechó ahora que la tenía libre al pasarle a Colleen el café y las tazas. Hola….tu debes de ser Dar.

Dar inclinó su cabeza, favorablemente impresionada por su agradable semblante y firme agarre. Así es…¿Pastor Robert?. Él sonrió. Claro… es mejor que Pappy Bob, que es como me llaman mis sobrinos. Se aclaró un poco la garganta. Es un placer conocerla… de la manera en que Kerry habla de usted tengo el presentimiento de que ha encontrado a alguien muy especial. Sonrió ante la cara de extrañeza de Dar. Conozco a Kerry desde que era pequeña. Un aire de calidez asomó en la mirada de Dar. Apuesto entonces que conoce un montón de historias. ¿Era una bribona?. Ooohh, sí….realmente era difícil, comenzó a reír, y sí, realmente lo era… especialmente cuando estaba en mis clases de la escuela de verano. Mmm… deberíamos hablar. Dar le sonrió maliciosamente, parpadeando con picardía. Vaya a proa… voy a sacarnos de aquí, hizo una pausa. Gracias por querer hacer esto aquí… no sabe lo que significa para Kerry….y para mí. Es un placer… y, de todas formas soy bastante madrugador. La idea de hacer esto al amanecer… en el hermoso Atlántico y bajo la bóveda celeste del Señor …es perfecto.

“Oh. Dar decidió instantáneamente que le gustaba”. Estupendo. Salió y quitó los amarres dejando el barco libre del muelle. Entonces caminó por la pasarela, la retiró y puso en marcha los dos motores gobernándolos con maestría fuera de la línea de barcos anclados. Escuchó una risa venir desde la proa y se giró para ver a Kerry abrazando a su pastor con verdadera devoción reflejada en su cara.

Dar se sonrió a sí misma mientras guiaba el barco lentamente fuera de la marina y lo dirigía hacia mar abierto. La refrescante brisa le llevaba el pelo hacia atrás e inspiró fuertemente el salino aire recordando todas las veces que había contemplado el amanecer de ésta manera. A excepción, por supuesto, de que el anterior barco era más pequeño. Y de que ella era la única a bordo. Una masa sólida se depositó sobre su pie y miró hacia abajo para ver a Chino enroscado allí. Definitivamente diferente. Duks caminó hasta ella y se apoyó sobre la baranda. Así que amiga mía… ¿Qué tal van las cosas?. Dar lo miró un momento para luego volver su vista atrás. El tiempo es estupendo, el mar está en calma… no podría pedir más. ¿Por qué?. Duks se frotó la barbilla y miró hacia el lejano horizonte. ¿Es esto muy duro para ti, Dar?, preguntó mirándola. ¿Permitirnos participar en algo tan privado de tu vida?. Dar ajustó la dirección y la velocidad, usándolo como excusa para demorar su respuesta. ¿Importa eso?. El contable asintió lentamente. Esa respuesta es suficiente. Le aconsejó, si te sirve de consuelo creo que esto va a ser bueno para ti.

Unos claros ojos azules lo miraron fijamente, luego volvieron al mar escaneándolo. Llevará un tiempo acostumbrarme a esto, admitió suavemente. He tenido que cambiar la manera de pensar sobre muchas cosas. Él asintió. Te creo. Un par de risas animadas vinieron desde la proa del barco y se giró para ver a Kerry dando pequeños saltitos arriba y abajo agitándole un dedo a Mariana. Giró su cabeza atrás y pilló a Dar mirando a la rubia mujer con una inconsciente sonrisa curvando sus labios. Sonrió suavemente y agitó su cabeza. Está bien. ¿Dónde vamos?, preguntó Colleen estirando sus brazos hacia delante sobre la baranda y mirando a Kerry. ¿A las Bahamas?. No… al menos espero que no. sonrió Kerry mientras miraba el horizonte. Dar no lo dijo… o para ser más específicos me dio unas coordenadas para el GPS, lo cual para mí significa que es algún lugar en el Estado de Florida. Se inclinó sobre la baranda. Dijo que no era demasiado lejos… solo lo suficiente como para perder de vista la ciudad. Estaban ya en mar abierto, navegando a través de las olas, los motores a toda marcha mientras Dar lo gobernaba hacia la naciente luz. El océano estaba en calma, tan solo unas pequeñas ondas moviéndose por la oscura superficie mientras el horizonte iba del negro al lavanda esparciendo bandas multicolores en todas direcciones. Después de aproximadamente veinte minutos, la oscuridad fue cediendo a las luces del amanecer, y Kerry se movió hasta la baranda, inclinándose hacia delante para ver la pequeña mancha de una islita. Supongo que vamos allá. anunció con una sonrisa. Es una isla. Todos se situaron a su alrededor y buscaron con la mirada para ver un grupo de árboles alineados a lo lejos. Parecía ser una delgada plataforma de coral con la suficiente arena por encima como para poder desembarcar en ella sin que las olas del mar la cubriera.

Dar acercó el barco, amarró un cabo a una rama saliente del manglar para asegurarlos y entonces paró los motores. El repentino silencio era casi asombroso, hasta que se hizo evidente el siseo del agua acariciando la orilla con las ondulaciones de las suaves olas. Todo el mundo miró las grises y húmedas aguas entre el bote y la isla y después a Dar. Kerry caminó hacia ella y le puso una mano en el hombro. Um… ¿Dar?. ¿Sí? contestaron unos inocentes ojos azules. Kerry se mordió el labio. ¿Pensaste… um… hacer todo esto ahí?. Sí, dijo batiendo sus pestañas. ¿Por qué?. Kerry se inclinó hacia ella. No sé si todos los de aquí saben nadar, cariño. susurró. A menos que quieras que hagamos la ceremonia a bordo. Nah, Dar la golpeó suavemente en el hombro. Ahora mismo vuelvo. Poniendo sus manos en la barandilla, saltó por encima aterrizando sobre el agua con un claro splash. Las olas le llegaban por la mitad de sus muslos y caminó hacia la orilla con paso decidido. ¿Qué está haciendo? Colleen se acercó a Kerry junto a la baranda y miró lo que hacía Dar. El resto del grupo se unió a ella, incluso Chino sacó su cabeza por en medio de la gente olisqueando. No tengo ni la más remota idea. murmuró Kerry. Debe de ser una barrera de arena… fíjate lo poco profundo que es aquí. Los ojos se volvieron hacia ella. Espero que no nos quedemos atascados, dijo María con una sonrisa. ¿Te imaginas la historia que saldría de aquí?.

Kerry miró hacia la luz del amanecer que poco a poco incrementaba su intensidad. No… nos ha anclado en un lugar lo suficientemente profundo. El nivel sube un poco más allá. Puedo ver cómo clarea el agua. Se inclinó hacia delante. Hey Dar…¿Qué estás haciendo?. Podían escuchar el ruido de unos golpes llegar hasta ellos. Dar apareció por un lateral mojada hasta casi la ingle y con una cuerda sobre el hombro. Se movió firmemente hacia el bote y cuando estuvo cerca, vieron algo arrastrase detrás de ella. El viento agitaba su cabello enviando rebeldes mechones sobre su cara y una blanca sonrisa apareció cuando los miró. Aquí tenéis, dijo lanzándoles el cabo. Tirad. Duks tomó la cuerda y comenzó a tirar, y vieron aparecer una plataforma construida en madera. Era vieja, pero parecía estar de una pieza. jefa.

Dios mío… es una pasarela, dijo María sorprendida. Qué lista eres,

Dar se inclinó sobre el bote y empujó la plataforma de madera en su sitio asegurándola. Bueno, en realidad la construí en uno de mis días inspirados. les dijo con una mirada irónica. Cuando estaba en el instituto, para ser exactos. utilizó el cabo para impulsarse hacia arriba plantándose sobre la pasarela y quitándose un pedazo de alga que se le había pegado al muslo. El agua está estupenda. Kerry había cogido el equipo de submarinismo de sus enganches, lo volvió a colocar en su sitio y bajó hasta la pasarela. Se zarandeó un poco por su peso, pero la sostuvo firmemente. Caminó arriba y abajo unas cuantas veces para probar su estabilidad. Bien, para ser un trabajo de instituto parece ser lo suficientemente seguro. Le ofreció a su novia una cálida sonrisa. Muy bien….vamos allá,

gente. Con cierta indecisión y algún que otro gritito todos pasaron y bajaron a tierra. Dar esperó y subió para recoger a Chino y no se sorprendió de encontrar a Kerry esperándola. Hey. Hey… Kerry miró alrededor. Así que éste es un viejo escondite tuyo ¿eh?, sonrió. Es precioso. Dar respiró profundamente el familiar aire. Podríamos llamarlo así… la mayoría de los niños tenían casitas en las copas de los árboles… esto era mío. Saltó sobre la suave arena. Es lo suficientemente pequeña como para que le importe a alguien y es el mejor sitio que conozco para sentarse y ver la puesta de sol. Hizo una pausa mientras caminaban hacia el pequeño grupo de gente de pie en la playa. O para un día de ensueño. Kerry la miró. Apuesto a que has hecho unas fiestas increíbles aquí. le dijo sonriendo y golpeando suavemente sus costillas. Dar mirσ hacia el manglar. Sois los únicos a los que he traído conmigo, dijo calmadamente. Kerry se quedó sorprendida. Oh, entonces pasó un brazo alrededor de Dar y se inclinó hacia ella mientras caminaban en silencio. Se unieron al pequeño grupo en la playa, donde las olas del mar se mecían arriba y abajo con una regularidad casi hipnótica. Las gaviotas volaban por encima de sus cabezas, trazando perezosos círculos, esperando al amanecer que ahora pintaba el horizonte con bandas en tonos coral y rojizos. Tan solo una fina mancha de nubes oscurecía la vista y una creciente brisa anunciaba el inminente amanecer. Dar puso a Chino en el suelo que la miró, y luego corrió excitado

hacia el agua encontrando inmediatamente a un despistado cangrejo. ¡Yawp! gruñó Chino cuando el cangrejo se escondió bajo tierra. ¡Yawp!. El grupo se rió. Chino, no te metas ahí, le advirtió Colleen, viendo al cangrejo meterse en su agujero. Vas a conseguir que te muerda la nariz. Dar se aclaró la garganta. Gracias por venir hasta aquí, amigos. Gracias por invitarnos, respondió Mariana rápidamente. No puedo imaginar un lugar mejor para pasar la mañana de un sábado. La alta mujer metió las manos en sus bolsillos y miró hacia el horizonte. Sé que el amanecer no es la hora favorita de alguno de vosotros… pero es muy significativa para mí porque siempre veo salir el sol a la hora de… hizo una pequeña pausa, a la hora de comenzar las cosas. Duks sonrió suavemente. Siempre sospeché que la razón por la que continuamente ibas un paso por delante de nosotros era porque te levantabas más pronto, amiga mía, dijo con una irónica sonrisa. Está bien el haberlo confirmado. Incluso Dar se rió. Gracias, respondió y cayó en un silencio. Bien, no puedes culparla de ello, dijo Kerry mientras se ponía al lado de Dar mirando hacia el amanecer. Aquí el Pastor Robert estaba visitando Miami… ha sido mi pastor desde que tenía… bueno, digamos que desde hace mucho tiempo. Hizo una pausa tomando aire nerviosamente. Una nueva ronda de risas. Se ofreció para oficiar nuestra ceremonia… y hablé con Dar… así que es culpa mía el que hoy estemos todos aquí. Continuó valientemente. Así es que creo que ya es hora de que comencemos. Escuchó a Dar tragar

ruidosamente y le ofreció a su amante una mirada conciliadora. El Pastor Robert se plantó delante de todos ellos, reluciendo su brillante cruz plateada sobre la negra camisa. Cogió una pequeña Biblia y la sostuvo entre sus manos, mirándolos con verdadero afecto en sus ojos. Kerry le devolvió una sonrisa, su mano sosteniendo instintivamente la de Dar y sintiendo un creciente temblor recorrerla. Miró a la alta mujer y vio sus labios ligeramente apretados, y el movimiento de su mandíbula bajo su piel. Un suave apretón en su mano hizo que la tensión en esos labios se convirtiera en una sonrisa. El pastor entrelazó sus manos. Mis niñas, dijo suavemente mirando a continuación a Dar. Es correcto llamaros así ¿Verdad?. Dar asintió con la cabeza. Claro, soltó el aire, insegura sobre lo que esperar de él. Kerry le había dicho que había preparado unas palabras, pero… Bien, exhaló él, entonces comenzó a hablar, su voz adquiriendo un tono más melodioso.

Mis niñas, estamos aquí ante los ojos de Dios, bajo su cielo, y junto a las aguas de la vida que él creó en la tierra, hizo una pausa. Y así como esas cosas fueron creadas por su gracia y misericordia y están fuera de nuestro control, sí que lo está el que hayamos venido juntos por el amor de éstas dos personas que están frente a mí. Esta ceremonia no necesita permiso, ni es sancionable si no que es una simple afirmación de la verdad, del regalo más grande que nuestro Señor nos ha podido dar. El cielo brillaba y el mar cambió del gris a un verde con miles de tonalidades. Dar dejó escapar el aire lentamente esperando. Así que afirmo, en el nombre de Dios, como sirviente suyo que soy, que ninguna persona puede romper lo que el Señor ha elegido unir, y su graciosa mano os guiará y protegerá por el resto de vuestros días.

El pastor se volvió hacia Kerry, sus ojos parpadeando ligeramente. Kerrison, te conozco desde que eras una niña pequeña que corría galopando por mis clases. Kerry dejó salir una nerviosa sonrisa y asintió con la cabeza. Sí, es cierto. Nunca he visto que ofrecieras todo tu mundo a alguien si en realidad no era eso lo que sentías o que te comprometieras con algo si luego no pensabas cargar con ello. Así es que si me dices que deseas pasar el resto de tu vida con ésta persona, será mejor que lleve cuidado, entonó el Pastor Robert, porque para ti, sé de corazón, que para siempre significa justamente eso. Kerry sintió que las lágrimas se formaban en sus ojos, y simplemente asintió para confirmar las palabras del Pastor. Ahora los ojos del Pastor se posaron en Dar. Acabo de conocerte. su voz era tranquila y pensativa. Pero a la persona a la que veo es alguien que estoy seguro que será firme, leal y una amiga con la que poder contar sobre las demás. Los claros ojos azules lo miraron a la cara. Y siento que tu palabra, una vez dada, nunca se echará atrás, el Pastor continuó. Dar asintió despacio. Robert asintió también.

Entonces en el nombre del Señor, unid vuestras manos y almas. Sostuvo el libro en alto y tomó las manos unidas descansando las suyas propias sobre ellas. Id con Dios y sabes que donde exista el amor, El está presente, ahora y por siempre. Una prístina luz rosada se posó sobre ellos mientras el sol asomaba por el horizonte, enviando una paleta de rojos, dorados y tintes tropicales por todo el cielo.

El Pastor apretó sus manos y las aparto viendo cómo ambas se giraban para mirarse la una a la otra, el sonido de las olas del mar repentinamente demasiado alto ante el cese de sus palabras. Kerry se sentía muy nerviosa, consciente de la gente que miraba con aire expectante. Entonces alzó los ojos para mirar a Dar y se sintió atrapada por su mirada, sintiendo su calidez y familiaridad, templando sus nervios. Me parece que yo voy primero. Haciendo acopio de su coraje, tomó aire, esperando poder recordar todas las palabras y en el orden adecuado. No sé exactamente de dónde vino esto… estaba sentada afuera viendo el mar y pensando en ti y cuando miré hacia abajo, ahí estaba… en mis escritos. Hizo una pausa. Era como si mi corazón lo escribiese por mí… Kerry se aclaró la garganta. Cuando te miro, dijo suavemente.

Veo la luz del sol y veo sombras Profundas y calmadas aguas, Y salvajes rápidos. Un ardiente corazón y una fría y clara mente. Cuando te miro Veo todo lo que yo soy y todo lo que desearía ser Mi pasado y mi futuro Mi puerto seguro en un mundo terrible. Cuando te miro Veo a mi mejor amiga y a mi compañera de juegos Mi protectora y defensora El amor de mi vida y la que posee mi alma Perderte significaría perderme a mí misma Y estar perdida en la oscuridad más profunda. Ninguna luz podría jamás encontrarme Así que allá donde tu vayas… terminó en apenas un susurro, yo iré. Los rayos del sol ahora las iluminaban completamente, dejando

media cara de Dar en sombras, y su pecho moviéndose repentinamente mientras recobraba la respiración. Eso fue precioso, susurró sin nervios ante la familiaridad de las palabras y el profundo efecto que le causó por dentro. Kerry cerró los ojos y luego volvió a alzarlos. Gracias. Un fino silencio cayó. Entonces Dar cerró sus ojos y tomó aire profundamente, visiblemente concentrada. Bueno, en realidad no soy demasiado buena para los discursos. Y nunca he sabido realmente cómo usar las palabras para expresar lo que sentía… así que imagino que tendré que improvisar. Sus hombros se alzaron un momento intentando aliviar la tensión, entonces abrió su boca y comenzó a cantar. Kerry la miró completamente hipnotizada haciendo que Dar casi olvidara las palabras.

Siento como si hubiese nacido hoy Como si toda mi vida anterior fuera solo un sueño Únicamente rozando la superficie, nunca yendo más allá Sin ser nunca parte del mundo. Siento como si hubiese nacido hoy Sabiendo que tengo que recorrer un ancho camino desde ahora Lo suficientemente ancho para las dos, caminando lado a lado Encarando al futuro juntas. El mar es grande Nuestro amor es aún mayor Capaz de abarcar el mundo de punta a punta. Camina a mi lado A través del viento y del temporal Por todos los días que pasaremos sobre la tierra. Siento como si hubiese nacido hoy

Dejamos atrás un pasado de penas Caminando hacia la luz del sol Cogidas de la mano, y nuestras almas unidas. Dar dejó que su voz se apagara lentamente, sintiendo el silencio, sintiéndose incómoda ante las miradas enfocadas en ella. “¿En qué habrá estado pensando?, se dijo a sí misma. Al menos había terminado. Posó sus ojos casi furtivamente sobre la cara de Kerry, entonces esperó, viendo las lágrimas correr por las mejillas de su amada. Por puro reflejo, levantó una mano y se las secó. ¿Tan mal estuvo?, bromeó. No tuve tiempo de practicar. Hizo una pausa, mucho. Por… la voz de Kerry se quebró y se aclaró la garganta, entonces probó otra vez. Fue precioso, maravilloso… ¿Dónde lo encontraste?, preguntó, ¿Esa canción?. Y Dios mío Dar… deberías cantar más a menudo… tienes una voz preciosa. Un murmullo estuvo de acuerdo con ella, haciendo que Dar mirara alrededor cohibida. Gracias, tenía pánico de que su rubor se notara en sus mejillas y agradeció que su tez morena prácticamente lo escondiera. Kerry se acercó y la envolvió en un abrazo, colocando su cara sobre el pecho de Dar y apretándola más cerca. Dar le devolvió el abrazo, mirando sobre el hombro de Kerry viendo que le devolvían unas respetuosas miradas. Bueno, fue mejor de lo que esperaba. Esto… yo, … Dar se dio cuenta que estaba atrapada en el sitio por su esposa. Espero que todo el mundo esté hambriento… creo que trajimos suficiente como para darle de comer a la mitad de la oficina. Entonces se rompió la tensión y todo el mundo se relajó. Dar sonrió cuando sintió unas manos apretar su camiseta.

“Sip, definitivamente diferente”.

Kerry esnifó y se hizo hacia atrás un poquito, alzando la cabeza para mirar a Dar. Un momento, hay algo más. Todo el mundo se giró para mirarla mientras sacaba la cajita de madera de su bolsa, entonces se la dio a Colleen. Abrió la caja y el sol la iluminó esparciendo los brillos de los cristales. Dar parpadeó ¡¡¡ Wow !!! ¿Puedes sostenerme la caja?, dijo Kerry. Dar lo hizo, sosteniéndola con la palma de sus manos, mientras Kerry sacaba los cristales unidos. Yo… um… no estoy segura de dónde viene esto, solo sé que es antiguo, dijo suavemente la rubia, probablemente tienen una historia que nunca sabremos… pero realmente me gustó que fueran únicos. Partió las dos piezas sosteniéndolas a la luz del sol, pero encajan juntas perfectamente. Volvió a unirlas perfectamente con un clic. Espero que podamos hacer lo mismo. Dar le sonrió, me encantan… son preciosas. No puedo creer que fueran tan hermosas. Entonces, con mucho cuidado, dejó una cadena en sus manos y abrió la otra inclinándose hacia delante y levantando los brazos. Equivocada, dijo Dar suavemente, entonces sonrió. Kerry la miró un momento, entonces asintió con la cabeza y cambió sus manos abrochándole la cadena alrededor del moreno cuello de Dar. La besó suavemente, entonces se puso de espaldas, mientras Dar cogía la otra cadena y la abrochaba alrededor del cuello. Unos ojos azules se encontraron con otros verdes en una mirada tan vieja como el tiempo.

Se besaron otra vez mientras el sol las bañaba con sus rayos, haciendo brillar las aguas que rodeaban la isla como los reflejos de cristales sobre la pared.

*** Oh, no, Colleen alzó la taza y sorbió un poco de su té con sabor a melocotón. Dicen que es peligroso ir por la ciudad por la noche… déjame decirte que no hay nada peor que la biblioteca local. Estaban sentados en la orilla, sobre la suave arena, mientras tomaban el desayuno, la calidez del sol y la refrescante brisa haciendo el momento demasiado confortable como para querer moverse. Dar estaba tumbada, la mitad de sus pies hundidos en la arena y recostada sobre unos maderos con Kerry enroscada a su lado presionado contra ella. Venga Colleen… ¿Cuán peligrosa puede ser una biblioteca… qué hiciste yendo allá a media noche?, dijo Kerry con una sonrisa. He estado en la que hay en la playa y es suficientemente segura, hizo una pausa, excepto por esos chicos espeluznantes que intentan secuestrarte con sus periódicos. Colleen agitó su mano en alto. Oh, no… no fue a plena luz del día… fui a la biblioteca principal en busca de cierto material sobre la clase de antropología… ¿Qué te hizo buscar eso?, preguntó María curiosa. La cosa esa circular, respondió Colleen sucintamente. Bueno… así es que voy y pregunto por la referencia de esos libros… y la gente que había en el mostrador me mira como si estuviera hablando una de las tres lenguas que no se hablan en Miami, ¿Ok?. Vale, Kerry entrelazó sus dedos con los de Dar y sonrió. Así es que van y me dicen… que éstos se guardan en una sección

especial y que tengo que volver por donde he venido para ver al oráculo, dijo la pelirroja. ¿Oráculo? se inclinó Duks, querida, eso es historia antigua. No bromeo, respondió Colleen, así es que sigo a ese chico de vuelta y me lleva por unos pasadizos durante aproximadamente veinte minutos. Dar.

Para entonces debías haber salido por el Acuífero de Byscaine ironizó

Shhh, la amonestó Colleen, es mi historia ¿vale?. Así que llegamos… y veo la cosa más extraña. Creía estar atrapada en un rito de santería. Había una especie de altar, y alrededor montañas y montañas de notas interminables, y estantes con las cosas más raras en ellos. Ahora todo el mundo la miraba. ¡Velas encendidas y hasta cráneos!, ¡cráneos!, cabezas por todas partes… y pequeños pedazos de armaduras y cosas de piel que mejor no pensar en ellas, y un par de esas cosas para montar a caballo con plumas atadas. Estás exagerando, dijo Kerry. No, no es cierto… y detrás del altar estaba esa mujer llevando una máscara con plumas y escribiendo en su ordenador. Suenas como una lunática, dijo Dar. ¿Conseguiste el material que necesitabas?. ¿Qué?, rió Colleen. ¿Bromeas?, le eché un vistazo a esos pedazos de piel disecados sobre el escritorio y saqué mi lindo culito blanco irlandés de allá… debí de batir el record del mundo en la prueba de velocidad. Agitó su cabeza. Sé que alguna gente se involucra demasiado en su trabajo, pero ¡Santa Madre de Dios!. Todos comenzaron a reír. Bien, supongo que es como nosotros que tenemos muñecas de

Dogbert en nuestras pantallas, bromeó Kerry. Dar tiene a Catbert. Miraron a la morena mujer, que añadió… Un regalo de los trabajos de consola, dijo mientras Chino comenzaba a gruñir hacia un lado a su izquierda. ¡Chino!. El perro comenzó a ladrar más fuerte y entonces se metió entre los arbustos. Lo traeré aquí, dijo Dar poniéndose en pie y sacudiéndose un poco de arena de sus piernas mientras se dirigía donde el excitado animal. ¡Chino!. Intentaba apartarlo de ahí cuando escuchó una voz. ¿Quieres callarte ya saco de quejidos de ratón?, dijo la voz en un susurro más fuerte. Dar apartó los últimos arbustos y miró a través de ellos. Hey. Unos ojos azules le devolvieron la mirada. Maldito perro. Andrew Roberts estaba allí escondido, vistiendo un neopreno que cubría parte de su cuerpo y todo un equipo de buceo descansando a su lado. A los claros rayos de luz, las horribles cicatrices de su cara eran más evidentes, pero ni siquiera eso pudo esconder la sonrisa de su cara cuando miró a su hija. ¡Hey!. Dar se acercó a él y se arrodilló. Gracias por los dulces. Me alegra que vinieras hasta aquí… pero ¿Cómo…?. Ah, eso es algo que aprendí como militar y digamos que se trata de información clasificada, dijo el hombre. Pero la verdad es que tu pequeña Kumquat vino a mí y batió las pestañas que cubren esos preciosos ojos verdes.

¿Eh?.

Dar sonrió y se inclinó hacia delante. Es alguien fuera de lo normal

Sí, estoy de acuerdo. Andrew estudió sus manos que estaban sujetando a Chino. Fue una ceremonia realmente preciosa, le dijo. ¿Quién es Grizzly Adams?. El Pastor de Kerry, de Michigan, está de vacaciones. Se hizo un silencio. Sabes… siempre me pregunté lo que haría si tuviera que levarte del brazo por un pasillo, dijo Andrew. Creo que nadie con vida podría convencerme de que la persona que esperara al otro lado fuera lo suficientemente buena para mi niña. Dar se sentó en la arena junto a él y puso sus manos sobre las rodillas. Puedo recordar que pensaba… que no me casaría con nadie a menos que fuera como tú. Le dijo a él suavemente, sintiendo una mano depositarse sobre su hombro. Paladar, si me haces llorar voy a retorcerte el cuello, dijo su padre. Bastante malo ha sido ya tener que escuchar toda esa preciosa poesía y a ti cantando… casi me da algo. Estuve a punto de sacar el kit de primeros auxilios. Dar soltó una risita. Lo siento, dijo estudiando el suelo. Gracias por venir, significa mucho para mí. Andrew se acercó a ella y le revolvió el pelo. Me hace sentir bien el verte tan feliz, rugrat. Creo que encontraste a alguien realmente especial allí. Dar giró la cabeza y lo miró fijamente. Gracias… yo también lo creo, hizo una pausa. ¿Quieres desayunar?.

¿Me estás diciendo que tienes comida en ese barco?. Algo así… vamos… siéntate con nosotros y únete a la fiesta. Una tranquila y triste mirada coloreó sus ojos. Naw… sabes que no soy de los que les gusta la compañía, rugrat. Dar asintió con la cabeza. Yo tampoco… pero me he dado cuenta que a veces lo importante es lo que importa a la gente y realmente me encantaría presentarle a mis amigos a mi padre. Por favor ¿Papá?. Andrew miró a su hija por un largo y tenso momento y Dar pudo ver el terrible dolor en sus ojos, que cerró por un momento y luego abrió dejando escapar el aire. No sabes lo que me estás pidiendo Paladar. Dar sonrió suavemente. Sí que lo sé. Entonces esperó, escuchando el suave sonido de las olas envolviendo el ambiente y la respiración entrecortada de Chino enroscado entre sus piernas. Está bien, dijo su padre finalmente. Si tú pudiste ponerte en frente de todos ellos y cantarles, supongo que yo podré hacer esto. Vamos… estoy hambriento. Dar se plantó sobre sus pies y lo cogió de la mano para volver a la orilla de la playa cargando a Chino bajo el brazo.

***

¿Dónde se ha metido?, preguntó Kerry poniéndose de rodillas. Esta es una isla realmente pequeña y ese perro es bastante grande… no se pueden haber perdido tan rápido. Miró hacia los matorrales alzando sus manos para protegerse los ojos del sol, entonces de detuvo aguantando la respiración. Oh. ¿Trae a alguien con ella?, dijo Duks apoyándose sobre su codo. ¿De dónde salieron?. Kerry miró maravillada al duo que se aproximaba. No… no puedo creerlo. Se levantó y trotó hacia ellos ofreciéndole a Andrew una gran sonrisa y rodeándolo con sus brazos. Papá… esto es estupendo. El padre de Dar se quedó muerto, y daba la impresión de haber sido atacado por un enorme y amigable cocodrilo. ¿Hace eso con todo el mundo?, le preguntó a Dar, quien se mordía el labio para evitar reírse. No, le dijo. Solo a la gente que le gusta. Andrew la miró y entonces abrazó a la rubia mujer. Hola kumkuat… se unió a ellas mientras caminaban hacia donde se encontraba el grupo, enfrentándose a los curiosos ojos posados en el alto hombre para después desviarse hacia Dar. Chicos, saludad a mi padre. Anunció Dar despacio. Su nombre es Andrew… papá, éste es Duks y Mariana, quienes trabajan con nosotras, y el Pastor Robert, de Michigan. Todo el mundo estaba un poco sorprendido, pero Andrew se irguió sobre su traje de neopreno y saludó. Encantado de conoceros, dijo educadamente, y luego se volvió hacia su hija. ¿Estabas diciéndome algo sobre unos huevos?. Dios mío… dijo de repente María. ¡Usted es quien ha estado enviando todas esas hermosas flores!. Reconozco su voz.

Oh… ¿Las rosas color melocotón?. Sonrió Mariana. Me estaba preguntando… Andrew las miró fijamente. Dar asintió un poco, y luego fue a prepararle un plato a su padre. Sintió que una mano le tocaba el hombro y se giró para ver unos preciosos ojos verdes mirándola cálidamente. Ha venido. Mmhmm asintió Kerry. Hiciste que se acercara a nosotros… Dar, eso es increíble. Dar añadió algunos aperitivos al plato. Hoy es un día de nuevos comienzos, miró por encima del agua y luego de vuelta a la rubia mujer. ¿Me pregunto qué será lo próximo?. Kerry miró el plato que sostenía y deslizó un brazo alrededor de su cintura mientras caminaban de vuelta. No puedo esperar a averiguarlo.

FIN

* Éste va dedicado a ti M arisiver. Yo tam bién te adoro. *

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