Glyn Daniel - Historia de la arqueología. De los anticuarios a V. Gordon Childe
April 14, 2017 | Author: lagatadezinc5733 | Category: N/A
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Historia de la Arqueología D e los anticuarios a V, Gordon Childfr
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Tíquk) orjjftaal The Origins and Growtb of Archaeology Ti1«doctor. Miguel Rivera Dorado i vez en inglés por Penguia - IaglattfeT
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© Glyn Daniel, 1967-Penguin Books Ltd. Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A ., Madrid, 1974. Calle Mi-
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■¿¿b p^i JorMs Húatench, S. A. Eoagr^|>. A -, Dolore*, 9. Madrid
Paré Stuaft Piggott
Prefacio
Se propone este libro ilustrar, por medio de una selec ción de extractos, la forma en que una disciplina particu lar se configura, así como su crecimiento y expansión a partir de este momento. Es posible que algunos ar queólogos competentes, interesados en la historia de su materia de estudio, no estén totalmente de acuerdo con mi selección: ciertamente, he tenido que ajustar esta antología al espacio disponible, y me he guiado por lo que creo que es importante y significativo para estable cer los orígenes y la evolución posterior de la arqueo logía. El profesor Stuart Piggott ha leído atentamente el libro mecanografiado y me ha hecho muchas sugerencias valiosas. La obra está dedicada a él, uno de los pocos arqueólogos que son también historiadores de la arqueo logía y que ha demostrado que el estado actual de nues tra disciplina no puede ser considerado con independen cia de sus etapas anteriores. La arqueología estudia el pasado desde el presente, pero el arqueólogo no debe olvidar que el presente está marcado y condicionado por las investigaciones precedentes, y que el conocimiento arqueológico de hoy constituirá una de las muchas ar queologías pasadas en una o dos décadas. Junio 1966 Zouafques Pas-de-Calais, Francia
Glynn Daniel 9
Agradecimientos
Debo mi agradecimiento a las instituciones siguientes por ha berme permitido utilizar el material de las publicaciones que se señalan: Antiquity, E. D. Phillips, «The Greek Vision of Prehistory», 1964, y profesor Stuart Piggott, «Archaeological Draughtsmanship», 1965; Ernest Benn Ltd., Sir Leonard Woolley, Diggirtg Up the Past, 1930, Ernest Benn Ltd. y W. W. Norton & Co. Inc., Sir Leonard Woolley, Ur of the Cbaldees, 1929; A. & C. Black Ltd. y Harvard University Press, profesor Stuart Piggott, Approach to Arcbaelogy, 1959; Cambridge .University Press, profesor Grahame Clark, The Study of Prehistory, 1954, J. P. Droop, Arcbdeological Excavarían, 1915; The Clarendon Press, Oxford, Gordon Childe, The Danube in Prehistory, 1929, Crawford and Keiler, Wessex From the Air, 1928, Sir Mortimer Wheeler, Archaeology From the Earth, 1954; profesor Grahame Clark, Gordon Childe, Social Evolution, 1951; Curtís Brown Ltd., Howard Cárter y A. C. Mace, The Tomb of Tutankb-Amen, 1923; J. M. Dent & Sons Ltd., S. J. de Laet, Archaeology and Jts Problems, 1957; el autor y el Departamento de Antropología de la Universidad de Chicago, profesor Robert J. Braidwood, «Terminology in Prdiistory», en Human Origins: An Introductory General Course in Anthropology, 1946; Gerald Duckworth & Co. Ltd., Dr. Glyn Daniel, A Hundred Years of Archaeology, 1950; Hamish Hamilton Ltd., profesor R. J. C. Atkinson, Stonehenge, 1956; Lavrenoe & Withart Ltd. e International Publiíher», 11
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Agradecimientos
Frederick Engels, The Orígin of the Family, Prívate Property and the State, trad. 1940; el autor y Longmans Green & Co,, Toan Evans, Time and Chance, 1943; Lutterworth Press, Sir Leonard Woolley, Spadework, 1953; Methuen & Co. Ltd., pro fesor Grahame Clark, Archaeology and Society, 1939; Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, MacCurdy. Human Origim; el autor y la Prehistoric Society, profesor Cnristopher Hawkes, Discurso Presidencial de 1951; Prentice Hall Inc., Robert F. Heizer (ed.), Man’s Discovery of His Past, 1962; Science, W. F. Libby, E. C. Anderson, J. R. Arnold, «Age Determination by Radiocarbon Contení: World Wide Asm? of Natural Radiocarbon», 4 de mar:» de 1949; Thames, and Hudson Ltd., C. W. Ceram (ed.), The World of Archaeoloiy; Thames and Hudson Ltd. y Alfred A. Knopf Inc., Jaoquetta Hawkes (ed.), The World of the Past, 1963; Franklin Watts Inc., profesor Robert J. Braidwood, Archaeologists and Whtt Tbey Do, 1960.
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¿Qué es la Arqueología?
Antes de abordar esta colección de citas pertenecien tes a varios autores cuyas obras sirven para ilustrar los orígenes y el desarrollo de la arqueología, será conve niente aclarar lo que en realidad es la arqueología, o al menos lo que el recopilador de los textos que se incluyen en este volumen considera que es. En un principio, el término «arqueología» se usó en inglés como sinónimo de historia antigua en general. Ya en el año 1803 en contramos referencias (en Archaeologia, XIV, 211) ál hecho de que «él material para el estudió de la arqueo logía de Gales proviene de diversas colecciones de anti güe» manuscritos». Sin embargo, aunque estas palabras pertenecen a los albores del siglo xix, había quedado ya establecido tiempo atrás que la arqueología hacía re ferencia al estudio sistemático y descriptivo del período antiguo! Este fue, ciertamente, el sentido que Alexander Gordon le daba a comienzos del siglo xviii, y los siguientes párrafos de su Itinerariunt Septentrionde (1726), que ponen de manifiesto una clara visión de lo que era la arqueología y las razones para el estudio de
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Historia de la Arqueología
esta disciplina, constituyen un comienzo idóneo para nuestra antología. Teniendo en cuenta que la razón y la sabiduría son las carac terísticas que diferencian a la humanidad de la parte menos noble del mundo animal, aquellas disciplinas que mejor favorezcan nues tro perfeccionamiento deberán merecernos mayor atención: entre ellas la antigüedad debe ocupar un lugar destacado, en especial la arqueología, que se ocupa de aquellos monumentos, o mejor aún inscripciones, que todavía se conservan./. Sé que existe mucha gente, y es cosa de lamentar que entre ellos se encuentren hombres de abolengo y fortuna, que sacan a relucir su propia ignorancia al rechazar esta clase de conocimientos, alegando que la antigüedad y semejantes ramas del saber no son sino quimeras de virtuosi, áridas y desagradables investigaciones; por lo cual, siendo ellos mismos ciegos e incapaces de disfrutar tales placeres, tienen la imprudencia de mostrar su propia debi lidad ante el mundo. Obsérvese que lo que más satisface a este tipo de gente son aquellas actividades cuya propia naturaleza las delata como bárbaras, groseras, innobles y crueles; las violentas cacerías, las querellas y pendencias, las mesas de juego y las pa rrandas nocturnas componen sus deleites favoritos.
Pasemos directamente: de los comienzos del siglo jjjsyjix a nuestros días y veamos qué entienden por amueología los eruditos modernos de diversos países, cuáu*,,í9n sus métodos y fines o cuáles deberían set. Citaremos en primer lugar las palabras de S xofb jep T. de L a ex . pro fesor belga de. arqueología en la Universidad de Grate. El texto siguiente procede de la edición inglesa^? 4U introducción a la arqueología, publicada en j(95t) con el título Archaeolaev and íts Pmtítms, La palabra «arqueólogo» suscita en la mente de muchaslai&utgm del personaje de Labiche, M. Poitrinás, solemne en d habla, vulgar de aspecto, engreído con sus inútiles y pretende*» «ooor cunemos; un loco inofensivo y gracioso, sin malicia, salvo cuando se enfrenta con sus colegas. Otras personas, sin embargo,,se re presentas al arqueólogo rodeado de una aureola romántica: es el txMnbré, que sale en busca de ciudades perdidas en la ajjJva ó enterradás en el desierto, aquel que con un golpe de piqueta descubre asombrosas obras de arte o tesoros fabulosos. Atabas iáinttfe|xS&nes son falsas. Indudablemente, aún existen indivkiuós é a t) foLP&itrinas, que encontrarían algo romano en una cerilla...
1. ¿Qué es la Arqueología?
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Ocurre también que algún excavador, favorecido por la suerte, realiza un hallazgo de gran interés o riqueza en tomo al cual lia prensa monta una verdadera campaña publicitaria. Pero al igual que un curandero dista mucho de representar a la profesión mé dica, el barbudo y pomposo aficionado no tiene derecho alguno a llamarse arqueólogo. Descubrimientos sensacionales, como la tumba de Tutankamon, por citar sólo el más célebre, no son a menudo sino la culminación de largos años de investigación, y para el arqueólogo no significan un fin en sí mismos. La tarea de la arqueología se eocuentra en un plano totalmente distinto... Existen todavía muchas ideas erróneas sobre la naturaleza mis ma de la arqueología, incluso entre los miembros de esta profe sión. En parte, pueden atribuirse a los orígenes deestadisdplina, en especial a su asimilación por la historia d d arte durante el Renacimiento y d movimiento humanista. En aquella época eru ditos y hombres de letras, llenos de un entusiasmo desbowfedo por Greda-v Roma antiguas, limitaron sus intereses arqueológicos a auras de arte y a conjuntos monumentales de valor éstétlcóT Para ellos k araueologfa se confundía con la faistóhá dd arte antlgu0.'~Otros humanistas consi3CTaEm"a la~ flK)üeoíogíg corno mero comentario ilustrado de las obras que se disponían a publi car. Tal subordinación de la arqueología a la filosofía, evidente en espedal durante el Renacimiento, continuó durante los si glos xvii y xvm. Hubo que esperar hasta d xix, con d nacimiento de la prehistoria como disdplina rientífica. para oue la arqueología encontrase al fía su precio campo de investiga ción: eFghidio y IFImeroretad^ ástórica d é /^ i - los restos materiales oue las dcsaoared^ng ha» AñaAn *n la tISraTEstos restos, desde d espléndido Coliseo hasta d humilde fragmento de cerámica tosca y mal codda, son estudiados en cada uno de sus aspectos como medios para reconstruir la vida de las dvilizariones pasadas. Por supuesto, las obras de arte no están wtduidas de los dominios de la arqueología, si de algún modo sirven para adancr la historia de las antiguas dviliiadones; peto seguirán siendo a i este sentido documentos puramente his tórico^ y la arqueología, y los arqueólogos, deberán abstenerse de formular juicios subjetivo* sobre su valor estético. Por otra parte, la distanda que separa la arqueología de la historia del arte crece cada día más. El historiador dd arte se ocupa exclu sivamente de determinadas obras qué son expresión dd gusto estético de una época determinada... El arqueólogo, por d tíona*rk>, se «fuerza por ser escrupulosamente objetivo. Utt ¡progreso constañtíen los métodos de reconodmiento e interpretacióh, espedalmente notable durante los últimos años, ha devado esta profe
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Historia de la Arqueología
sión al nivel de una disciplina auténticamente científica./Como ciencia auxiliar de la historia, su tarea esencial es reconstruir los diferentes etapas de la civilización material de la humanidad desde los tiempos más remotos.
Veamos ahora una explicación sobre la finalidad y los propósitos de la arqueología según el autor norteameri cano R obert T. Braidwood. profesor de Prehistoria del Viejo Mundo en el Oriental Institute y profesor en el Departamento de Antropología de la Universidad de Chicago. Ha sido extraída de su libro Archaeologtzts and Wbat They Do, publicado en Nueva York en ü^d& eñ iíñí^oIeccrori~planeada y llevada a cabo con la finalidad de divulgar entre un público no especializado el que hacer, el cómo y el porqué de varias profesiones. Se ha dicho que para la mayoría de los norteamericanos el pasado es «liso»... Esto significa indudablemente que los norte americanos (y, seguramente, otros muchos pueblos también) pien san en un pasado generalizado, cuyos comienzos no son demasiado lejanos y cuya extensión se remonta hasta el principio de los tiempos. Es evidente que en este recorrido, que va desde un mo mento no demasiado lejano hasta el comienzo de los tiempos, no perciben debidamente la profundidad o duración del tiempo mismo. No saben apreciar la larga sucesión de cambios sufridos en su modo de vida por los hombres del pasado. Con la excepción de algunas viejas comunidades de las costas dd Atlántico, apegadas a la tradición, existen pocos norteameri canos cuyas vidas guarden las huellas de su propio pasado cultu ral. Si la casa en que habitan o las cosas que utilizan tienen más de cincuenta años, las consideran ya viejas. Quizá conservpn 1os indios un atractivo romántico, pero sus antiguas coseon&taf -ao forman parte de la herencia cultural de la mayoría de tas fiOéteamerkanos. Y precisamente porque no existe mucha de su propio pasado cultural, la antigüedad de los indios! rica tiene para estas gentes una especie de aureola de iomüdad. Pocos americanos tienen suficientes conocimienWd *&fy*.jel quehacer cotidiano de sus antepasados europeos... . • Para las gentes de Europa el pasado es algo roeaM>?«dÍM»... Viven rodeadas de restos de la antigüedad y, si se sk a m intctcsados, pueden ahondar con facilidad en el tienppC.&Mkfe los norteamericanos viajan por Europa o por c«MÍl * ''» T U " i ■ pasado. Para que sus contribuciones sean útiles, d arqueólogo ha*de poseer un verdadero sentido de historiador, aunque no se vea obligado a enfrentarse con el reto quizá más espinoso de toda }a labor histórica: la interacdón sutil y recíproca entre la personalidad humana y las drcunstandas. Sin embargo», es pro bable que tenga que abordar de manera tanto más profunda d problema del tiempo. El arqueólogo prehistoriador, en especial, se encuentra frente a cambios históricos cuyas dimensiones sobre pasan con mucho a las de aquellos otros que ocupan al historia dor de dvilizaciones con testimonios escritos, y de la misma magnitud serán también las exigencias impuestas a su imaginación histórica. Ya en un nivd puramente técnico, se encontrará con grandes dificuítaHés en TS"Tnterpretaaóñ7~3ificultades que, en iendo a dentíficos v eruditos «tg^ral, l^ jB @ T r S o Iv 5 I ,p iu í ^ cM oiSm Sos^ra^M i^ altámentrOTp^iaíizacla* dd
jAriftyfilfrf referencia a arqueólogos ingleses que defi-
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¿Qué es la Arqueología?
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nén su disciplina pertenece al libro Approacb to Archaeodel profesor Stuart P xggqtt.
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Lo que vulgarmente se viene llamando «arqueología» ejerce hoy día un gran atractivo para mucha gente que comidera la «historia» (cuando alguien les menciona tal palabra) cómo algo muy diferente y sin gran interés1 Lo que intento poner Sé mani fiesto es que la arqueología es de hecho una rama de la historia y que, lejos de ser algo fácilmente comprensible, sin requerir mu¿ho esfuerzo mental, es una auténtica disciplina en ambos sen tidos del término... En la mente de muchas personas ha existido, y existe, una gran confusión entre algunas de las técnicas y métodos arqueológicos (cómo, por ejemplo, la excavación y la fotografía aérea) y el estu dio estricto al que sirven, lo qué equivale a confundir los medios con el fin. También se piensa a menudo que los arqueólogos sólo se interesan por los pueblos prehistóricos y sus restos, mientra* que, en realidad, las técnicas arqueológicas pueden utilizarse de igual modo (quizá incluso mejor) para el estudio de comunidades con documentos escritos. Si queremos entender lo que en realidad constituye el ámbito de la arqueología y lo que tratan de hacer los arqueólogos, hemos de empezar por hallar una definición. Si nos proponemos estudiar individuos, sociedades, comunida des u otras agrupaciones de seres humanos en él pasado, tendre mos quehacer uso de varias técnicas capaces de afrontar el hecho de que, justamente por tratarse del pasado, las gentes que inten tamos estudiar han muerto y no podemos acudir a ellas para hacerles preguntas o para observar cómtr se desarrolla su vida cotidiana. En su sentido más amplio, el término «historia» se refiere a toda investigación del pasado humano, desde los tiempos más remotos hasta las generaciones recientes; en sentido más es tricto, abarca el estudio de aquellos períodos o pueblos del pasado que hacían uso de algún tipo de documentos escritos. Si aludimos a la historia en su sentido amplio, entonces la arqueología formará parte de ella como un conjunto de técnicas para la investigación del pasado humano por medios no históricos en el sentido limi tado de la palabra; es decir, por medios distintos a la utilización de documentos escritos. Se interesará por objetos materiales de origen humano, tanto por las grandes obras artísticas o arquitec tónicas como por simples cacerolas y pucheros rotos o por los resto* dé la cabaña de un salvaje de la Edad de Piedra. Los arqueólogos estudian las evidencias materiales que han perdonad» a través del tiempo, loa productos palpable y visibles, 1«> r*al¿* adora» de comunidadci dfsapnrrririM,
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Estos elementos materiales son el único testimonio de la 'eatist-encjfl tr^isma de las~soaSEdes que vivieronlmtes de inventarse el arte de escribir, hace unos anco mil años, en el Cercano Orien te, o de aquellas que seguían iletradas cuando ya existían civilizadones avanzadas (como, por ejempTopTas Islas Británicas hasta la llegada de los romanos en el siglo i d. J. C.). Para obtener información directa sobre pueblos prehistóricos o iletrados no hay otro método más que el arqueológico... dertamente, hay otros medios que, a veces, nos facilitan información indirecta, peto ésta es ya otra cuestión que, además, nada tiene que ver con la aplicadón de técnicas estrictamente arqueológicas. las fuentes usadas por los arqueólogos, a falta de documentos escritos, forman lo que podríamos llamar evidenda inconsciente, susceptible de ser conocida gracias a los objetos fabricados pe* aquellos grupos humanos desaparecidos y que han llegado hasta nosotros.VEs evidenda inconsciente porque los hombres que ta llaron objetos de piedra en la prehistoria, ó hirieron cerámica románica o iglesias medievales, no pensaban en tales materiales como evidenda histórica. El carácter histórico les fue conferido al set descubiertos, examinados e interpretados por los arqueólo gos/ En realidad, el arqueólogo se encuentra siempre con la tarea de completar eni lo posible una visión pardal de los hechos y ha de intentar una reconstrucción histórica con materiales que con frecuencia no parecen muy prometedores, pero que són lo único con lo que cuenta.
Debemos tener ya. una idea bastante clara, a pesar del pesimismo de Mortimer Wheeler, de lo que es la arqueo logía:-el estudio y la práctica de trazar la historia del hombre a partir de fuentes materiales. iPara el medievo y los tiempos modernos estas fuentes no son tan impor tantes como las escritas; sin embargo, cuanto más retro cedemos en el tiempo, más importancia cobran las pri meras, hasta que por fin llegamos a épocas en las cuales no existía aún la escritura y cuyo único medio de cono cimiento es la arqueología; es decir, a la prehistoria, y, aquí los términos prehistoria y arqueología prehistórica vienen a significar lo mismo. Suele afirmarse qge 1* palabra «prehistoria» fue dada a conocer al públkw ao especializado por Sir John Lubbock en su historie Times (1865). Tylor empleó la mism* '(É M pi’ ea 1871 en Primítwe Culture; Gladstone la Uttfct 'fcfc*
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1878; "The Times, en'1888, y Nalure, en 1902. Múéhós de nosotros habíamos pensado que el primero en emplear este término fue Daniel Wilson en el título de su libro The Afchaeotogy and Prehistoric Ánnals of Scotland, publicado en 1851. Así debió de pensar también el mis mo Daniel Wilson, pues en el prefacio a la segunda edición, doce años más tarde, escribe: «La aplicación del término prehistórico, introducido — si no me equi voco-— por vez primera en ésta obra.» Pero sí se equivocaba, como nos ha demostrado el profesor Heizer; M. Touknal venía usando esa misma palabra veinte años antes que Wilson, como puede apreciarse ¿n la siguiente cita, que pertenece a un artículo publicado en los Annalés de Chimie et de Physique en 1833, traeíucfdo al inglés por R. F. Heizer en su obra Maris Diseovery of His Past: Literary Landmarks in Archaeology (1962). La única división que debe adoptarse, y que, según creo, ha sido ya propuesta, es la siguiente: Período Geológico Antiguo Incluye: 1) un período extensísimo, anterior a la aparición del hombre en la tierra, durante el cual se han sucedido una infinidad de generaciones, y 2) el período geológico moderno o «Edad del Hombre». Este período quizá pueda dividirse en: Período Prehistórico
,
Empezó con la aparición del hombre sobre la tierra y se ex tiende hasta los comienzos de las tradiciones más antiguas. Es probable que durante esta época el nivel del mar se elevara hasta 150 pies por encima dfel actual. M. Reboul publicará una óbra de gran importancia sobre este tema, que eliminará toda duda y resolverá muchas vacilaciones. Período Histórico Este período se inicia hace escasamente siete mil años; es decir, en la época en que Tebas fue fundada, durante la diecinueve di nastía egipcia (Josefa cita todos los reyes de esta dinastía, mes por mes y día por día). Este período podría extenderse más atrás
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en el tiempo, cuando contemos con suevas observaciones histó ricas.
Pero mientras el nombre y la idea de la prehistoria se establecieron firmemente en el siglo xix, como ocurrió tamban con la disciplina arqueológica, los autores que se ocuparon de cuestiones de terminología y clasificación 00 estaban muy convencidos de la división de la historia humana en cuatro grandes fases; es decir, prehistoria, historia antigua, historia medieval e historia moderna. Los franceses inventaron, además del término préhistotre, el de protohtstoire. La cita que sigue pertenece al discurso presidencial dirigido en 1951 por el jprqfesor C hristopher H awkes a la Sociedad Prehistórica . En él discute el desarrollo de estos términos y sugiere al gunos más. t Para los franceses la préhistotre significa más o meaos lo que nosotros entendemos por la Edad de Piedra. Adoptaron esté tér mino, con gran sentido lógico, para designar las épocas anteriores a la aparición de la bistoire, o historia en sentido documental, en cualquier parte dd mundo. En d siglo xix se daba por sentado que estas épocas debían incluir tanto la Vieja como la fíueva Edad de Piedra, y aunque hoy sabemos que los comieaaos de la Edad de los Metales en d Oriente Medio datan de un tiempo anterior a los primeros documentos escritos, los franceses aún creen razonable agrupar a la Vieja, Media y Nueva Edad de Piedra bajo la denominación de prébistoriques, y diferenciar las edades del Metal con una nueva palabra, d adjetivo protohistorique, siempre que se posean documentos escritos de algroos lugares, aunque no de todos. El sustantivo de esta nueva palabra es protohtstoire, protostoria en italiano. La palabra alemana co rrespondiente es Frübgescbichte, que en realidad significarla ¿ni camente «historia temprana*, en contraste con Vorgeschichte o prehistoria en d sentido más estricto. La denominadón alemana se «suplica con la presentía de un tercer término, Urgescbichte, peto los matices de significado involucrados en todas estas pa labras pueden atenuarse —a pesar de que susdten controversias entre los partidarios de uno y otro— gracias a la feliz costumbre ggpgiáaica ^e usar Vor- und Frübgescbichte o TJr- urtd Frühgeschila preferencia de cada cual) como una expresión lijÉB p flS», f á o única para toda las culturas prehistóricas y no
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ciáticas, hasta llegar a los emperadores carolingios o sajones. Para gente de habla inglesa no existe tal recurso. El inglés común es capaz de adoptar expresiones
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