Gestión de residuos de construcción y demolición: R RC CD D

June 20, 2019 | Author: maura ferrer | Category: Residuos, Reciclaje, Gestión de residuos, Vertedero, Aluminio
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RCD

Gestión de residuos de constru construcción cción y dem dem olición Antonio Burgueño Muñoz Director Dpto. Medio Ambiente FCC Construcción, S.A.

Summary  The buildin  The buildingg sec secttor is no nott con conside sidere redd a great pollut poll utant ant although although it i t does generate considerable consider able am amount ount of waste, traditionally called inert waste, as that is what it is composed of in the main, which requires specific managem ma nagement ent and for which specific speci fic rules and regulations are currently being drawn up up (generally called C onst onstruction ruction and Demolition Demoli tion Waste). Waste). So far, for the most part, they have ended up in the dump but a trend favouring recycling is the direct di rect result of the the regulations being drawn up and resultant financial criteria.  Thee buildin  Th buildingg indus industtry willl hav wil havee to change its norms of conduct, it will wi ll hav havee to start start assessing waste, reduce the volume of the same same and segregat seg regatee properl p roperlyy what it generates.  Thee fo  Th form rmer er,, ne neces cessa sarily rily linke linkedd with economic factors, factors relating to delivery dates and available space, will inevitably imply a change in the building buildi ng sector sector in i n Spain Spain in the medium term.

Introducción Durante la ejecución de toda obra aparecen lo que se ha dado en llamar residuos de la Construcción y de la Demolición que, en principio, serían todos aquellos residuos que se generan durante el proceso de dichas actividades. Así, en toda obra se generan residuos peligrosos en mayor o menor cantidad, consecuencia de distintas operaciones como el mantenimiento de la maquinaria, operaciones de encofrado y desencofrado, aditivos del hormigón, pinturas, envases contaminados, etc., así como residuos urbanos como consecuencia de los comedores y otras actividades desarrolladas en la obra, y residuos no peligrosos, de entre los que cabe destacar los denominados inertes, como una fracción especialmente importante de los mismos. Los residuos peligrosos, así como los urbanos, se encuentran ordenados mediante la correspondiente legislación que establece un circuito independiente para los mismos y define un proceso de gestión absolutamente delimitado y regulado de forma muy específica. Su gestión dentro de las obras, como elemento novedoso, responde más bien a una mayor y mejor organización de las constructoras en torno a los requisitos legales preexistentes que a un cambio radical en la legislación. Sí conviene decir que, en materia de residuos, la legislación ha cambiado

Los resid resid uo s generad os en la constr constr ucción y la dem dem olición son principal m ente in ert es y n o p eligrosos eligrosos,, pero no únicam ente ente.. Puede h ab er, en en ocasion es es,, gran cantida d d e res residuos peligrosos como aceites, am iant o, fibras m inerales inerales,, disolvent disolve nt es y a dit ivos del hormigón, pinturas, resin res in as, pl ásticos, CFC de l os cond uct os de refri refri geración, PCB de transformadores, compuestos halogenados para l a prot ec ección ción contra el fuego lum inar ias de mercurio, mercurio, sodio o níquel-c níquel-cadm adm io 

mucho en muy poco tiempo (recordemos simplemente que la Ley de Residuos es tan sólo de 1998), pero es el desarrollo de dicha nueva legislación lo que está haciendo cambiar los hábitos en la construcción a marchas forzadas. Y dicho desarrollo se evidencia, en mucha mayor medida, en torno a los

RCD

Residuos de la Construcción y de la Demolición (en adelante, RCD) que en otro ámbito. La legislación en materia de Residuos Peligrosos no ha dado un vuelco total (sigue vigente, casi en su totalidad, el Reglamento 866/88 de la antigua Ley de Residuos Tóxicos y Peligrosos), y, en lo tocante a Residuos Urbanos, tampoco hay grandes cambios para las obras (salvo la separación de envases y resto), aunque se haya previsto una importante inversión para disponer de la infraestructura necesaria en un plazo muy breve. Pero es en materia de RCD donde los cambios normativos están afectando muy directamente al sector de la Construcción. Estos cambios están centrándose muy principalmente en aquellos residuos que tradicionalmente hemos llamado escombros (RCD de nivel II, según la clasificación técnica asumida en los Planes de RCD de algunas comunidades autónomas). Y suponen importantes cambios en el sector a corto y medio plazo.

Los residuos de la construcción y la demolición

Los residuos generados en la construcción y la demolición son principalmente inertes y no peligrosos, pero ya hemos comentado que no únicamente. De hecho, puede haber en ocasiones gran cantidad de residuos peligrosos como aceites, amianto, fibras minerales, disolventes y aditivos del hormigón, pinturas, resinas, plásticos, CFC de los conductos de refrigeración, PCB de transformadores, compuestos halogenados para la protección contra el fuego y luminarias de mercurio, sodio o níquel-cadmio. Dichos residuos no pueden ir mezclados con los que, por su menor peligrosidad, admiten una gestión más fácil y menos costosa. La legislación nos impone su separación y esta se lleva a cabo con una eficacia creciente en las obras. Por otra parte, existen residuos que, no siendo peligrosos, tampoco

Datos de generació n d e RCD en la Unión Europea (kg/hab/año)  Alemania

720

Dinamarca

600

España

450

Holanda

730

Reino Unido

530

Irlanda

285

Bélgica

700

 Austria

650

Francia

427

Italia

350

Portugal

n/d

Grecia

200

Suecia

235

Finlanda

200

Luxemburgo

n/d

Media U.E.

480

Tabla 1

son inertes, y cuya gestión también es necesario hacer de forma diferenciada. Hablamos de la madera, los plásticos, los materiales que no responden a la definición que de inerte hace el R.D. 1481/2001: “aquellos residuos no peligrosos que no experimentan transformaciones físicas, químicas o biológicas significativas”. Y para fomentar el reciclado o la reutilización de los materiales contenidos en los residuos, estos deben ser aislados y separados unos de otros. Esto hace precisa la selección y segregación, preferentemente en origen, de los materiales que no son inertes. Selección nada fácil en ocasiones, debido a problemas de espacio en las obras para almacenarlos segregados, o a dificultades para su separación en origen, según el método constructivo empleado. A continuación, tenemos las tierras y rocas limpias, que son objeto de una gestión particularizada que tiende a su aprovechamiento en rellenos para la propia obra u otras obras

próximas, o para labores de restauración o regularización topográfica del terreno, siempre que ello es posible. Por fin, tenemos los residuos inertes (los otros residuos inertes). Pero aun los inertes, que también carecen de peligrosidad, en principio, constituyen un gran problema por su volumen y destino final, dado que aproximadamente un 5% se valoriza y el resto se destina a vertedero. Eso significa una rápida colmatación de los vertederos, tanto municipales como especiales de RCD. En ocasiones, incluso, son vertidos de forma incontrolada, con el consiguiente deterioro ambiental y paisajístico.

Algunos datos sobre la producción

Existen diversas estimaciones sobre la producción de RCD en España. La estimación del Plan Nacional de RCD ahorquilla la posible producción entre 0,45 y 1 t/hab/año, lo que arroja cantidades entre 18 y 42 millones de toneladas al año. La producción de este tipo de residuos en España, dentro de la UE, nos deja con la estimación más moderada realizada por el Plan Nacional de Residuos de la Construcción y Demolición, por debajo de la media de la Unión ( Tabla 1). Dentro de los residuos arriba considerados, no suelen incluirse los generados como consecuencia de excavaciones de suelos o ejecución de carreteras y grandes infraestructuras, sino más bien los procedentes de reformas de calles del casco urbano, las mezclas de escombros de construcción y demolición y los rechazos o roturas del empleo de piezas y elementos de construcción. Las tierras y rocas limpias son objeto de una gestión particularizada que tiende a su aprovechamiento en rellenos para obras viarias, para labores de restauración o regularización topográfica del terreno, siempre que ello es posible. Y es el segundo tipo de residuos el que centrará principalmente el artículo.

RCD

Material

Porcentaj e (%)

Ladrillos, azulejos y otros cerámicos

54

Hormigón

12

Piedra

5

 Arena, grava y otros áridos

4

Madera

4

Vidrio

0,5

Plásticos

1,5

Metales

2,5

 Asfalto

5

Yeso

0,2

Papel

0,3

Basura

7

Otros

4

Composición de los RCD

En la Tabla 2, se refleja la composición de los residuos según el Plan Nacional de RCD. Aunque existen notables diferencias según las fuentes, y en otros estudios se encuentran datos absolutamente dispares en función, lógicamente, del tipo de obra de que se trate y, naturalmente, de la fase de obra en que se encuentre. La composición más frecuente de los RCD catalogados por CER figura en la Tabla 3.

Tabla 2

RESIDUOS PELIGROSOS CER

Descripción

080111

Residuos de pintura y barniz que contienen disolventes orgánicos u otras sustancias peligrosas

080409

Residuos de adhesivos y sellantes que contienen disolventes orgánicos u otras sustancias peligrosas

130208

Aceites de motor, de transmisión mecánica y lubricantes

140601

Disolventes

150110

Envases de plástico contaminados

150110

Envases metálicos contaminados

160107

Filtros de aceite

160601

Baterías de plomo

170303

Alquitrán de hulla y productos alquitranados

170409

Residuos metálicos contaminados con sustancias peligrosas (por ejemplo, depósitos de combustible, envases)

170503

Tierra y piedras que contienen sustancias peligrosas

170601

Materiales de aislamiento que contienen amianto

170603

Otros materiales de aislamiento que consisten en, o contienen, sustancias peligrosas

170605

Materiales de construcción que contienen amianto

170801

Materiales de construcción a partir de yeso contaminados con sustancias peligrosas

170901

Residuos de construcción y demolición que contienen mercurio

170902

Residuos de construcción y demolición que contienen PCB (sellantes, revestimientos de suelo a partir de resinas que contienen PCB, acristalamientos dobles que contienen PCB, condensadores que contienen PCB)

170903

Otros residuos de construcción y demolición (incluidos los residuos mezclados) que contienen sustancias peligrosas

201021

Tubos fluorescentes

Tabla 3

Los principios de reducción y reutilización

La Ley de Residuos establece una  jerarquía en cuanto a la gestión de residuos, al frente de la cual coloca, lo que se ha dado en llamar, las tres erres: reducir, reutilizar y reciclar residuos. El problema de la generación de residuos es, como sabemos, de un doble orden: supone, en efecto, la aparición de un residuo al que hay que dar un destino normalmente nada fácil, pero supone también el despilfarro de un recurso que, en todo caso, habrá que extraer de otro lugar para dar satisfacción a la necesidad que existe del mismo. El principio de reducción satisface ambos extremos en el sentido de que no generar residuos supone la no aparición de los mismos, pero significa también que no se genera la necesidad de “cubrir huecos” rellenando lo vaciado o sustituyendo lo que se da por gastado. Se trata del primer principio y es, evidentemente, la gestión óptima. El sector de la construcción ha sido tradicionalmente ahorrativo, pero sus hábitos tienen que volver a cambiar, tendiendo de nuevo a aquel punto de origen en que el ahorro de materiales y el aprovechamiento de los mismos era una prioridad indiscutible. El advenimiento de los nuevos métodos de construcción y de demolición, el abaratamiento de los materiales en comparación con la mano de obra, la imposición de unos plazos que difícilmente permiten andarse con contemplaciones, han provocado una pérdida paulatina del sentido ahorrativo del que hablamos. Además, la disponibilidad de vertederos con tasas de vertido mínimas que no cubrían el coste ecológico del mismo (cuando no hablamos de escombreras ilegales, fuera de todo control y de “coste cero”) contribuía a asentar la falsa percepción de que no pasaba nada por generar algunos residuos más de lo necesario. La reutilización y el reciclaje (se entiende por reciclaje la reutilización tras someter los residuos a algún tipo de proceso o transformación previo a

RCD

RESIDUOS NO PELIGROSOS CER

Descripción

170201

Madera

170401

Cobre, bronce, latón

170402

Aluminio

170403

Plomo

170404

Zinc

170405

Hierro y acero

170406

Estaño

170407

Metales mezclados

170604

Materiales de aislamiento distintos de los especificados en los códigos 170601 y 170603

170802

Materiales de construcción a partir de yeso distintos de los especificados en el código170801 RESIDUOS NO PELIGROSOS INERTES

CER

Descripción

170101

Hormigón

170102

Ladrillos

170103

Tejas y materiales cerámicos

170107

Mezclas de hormigón, ladrillos, tejas y materiales cerámicos distintos de los especificados en el código 170106

170202

Vidrio

Tabla 3

su uso) se han considerado de forma insuficiente. Muchas veces se ha preferido verter los sobrantes y extraer los recursos de otra fuente a plantearse la posibilidad de reincorporar al circuito los residuos generados. A veces, incluso cuando esto no entrañaba especiales dificultades para la obra. Desde luego, casi nunca cuando la cosa se complicaba algo más de la cuenta. Sin embargo, muchos de los residuos tradicionales de la construcción sí pueden encontrar un destino satisfactorio, y gestionarse de modo que se obtenga el valor que aún es posible extraer de los mismos. Este proceso dependerá, en gran medida, de la clasificación que haya sido posible llevar a cabo de la pureza del material considerado y de los medios de que se disponga. Muchos de los procesos no son directamente realizables en la obra,

pero algunos sí. Será necesario plantearse la necesidad o conveniencia de instalar una planta móvil de machaqueo en la obra o bien llevar los residuos generados a una instalación fija, en función de la rentabilidad de ambas opciones. Algunas alternativas para los materiales que se pueden extraer de las obras son las siguientes: La tierra superficial y de excavación se puede reutilizar en la formación de paisajes, la restauración de espacios degradados o como relleno en la misma obra o en otras próximas. El asfalto se puede reciclar como asfalto en la propia obra o mediante su traslado a una central, bien mediante procesos en frío o en caliente, o bien reciclar como masa de relleno. El hormigón triturado (en masa,

armado, prefabricados de hormigón) y los pétreos en general (áridos, terrazos, granito, mármol, etc.) pueden ser empleados como grava en hormigones sin excesiva necesidad resistente, reciclarse como grava suelta en firmes de carreteras o como material para rellenos. También pueden emplearse como granulado drenante para rellenos, jardines, etc. Las obras de fábrica y pequeños elementos cerámicos (ladrillos, tejas, rasillones, bloques, etc.), pueden reutilizarse directamente, si se encuentran en un grado de integridad suficiente, o bien reciclarse como grava en subbases de firmes, rellenos, etc. Los metales pueden ser reutilizados o reciclados en nuevos productos. Se pueden reincorporar a otra construcción o los puede utilizar la industria mecánica, por medio de un proceso de fusión y conformación de un nuevo elemento. La madera de construcción se debe reutilizar para andamios y vallados tanto como sea posible, y en su tramo final, es triturada y reincorporada en forma de virutas o de granos pequeños para fabricar aglomerados de madera. Se deben reutilizar los palés como tarimas o tableros auxiliares para la construcción de la obra. También es posible reutilizar algunos elementos arquitectónicos. Las piezas más valiosas son las de mejor recuperación. Vigas y paneles metálicos, tejas, carpintería de maderas valiosas, etc. Todo ello si la recuperación en origen ha sido suficientemente cuidadosa como para permitir la reutilización. Los elementos más fácilmente reutilizables son de la estructura: vigas y pilares, cerchas y elementos prefabricados de hormigón. De la fachada: puertas, ventanas, revestimientos de piedra y de paneles ligeros, y elementos prefabricados de hormigón. De la cubierta: tejas, soleras prefabricadas, estructuras ligeras de soporte de soleras, lucernarios y claraboyas, chapas y tableros, y placas sándwich. De la

RCD

partición interior: mamparas, tabiques móviles y fijos, barandillas, puertas y ventanas. De los acabados interiores: cielos rasos, pavimentos sobrepuestos en el suelo, pavimentos flotantes, revestimientos verticales, revestimientos de paredes en zonas húmedas, elementos de decoración, perfiles y piezas de acabados. De las instalaciones: maquinaria de acondicionamiento térmico, radiadores y otros aparatos acondicionadores, mobiliario fijo de cocina, mobiliario fijo de cuarto de baño. Y finalmente, equipos electromecánicos en buen estado de funcionamiento. Los aceites, pinturas y productos químicos empleados en la obra no deberían sobrar, si se hace, como se recomienda en las buenas prácticas de gestión medioambiental en obra, acopio de la cantidad que se va a emplear, y no más, y se consume todo lo solicitado. En caso de excedentes, debe buscarse un destino (normalmente otras obras) para evitar su pérdida además de su gestión (onerosa) como residuo peligroso. En ello influyen también las condiciones de almacenamiento adecuadas que eviten su salida de especificaciones.

El nuevo marco

autonómicas desarrollen sus respectivos planes regionales de gestión de este tipo de residuos.

Una adecuada planificación de los RCDs que se van a generar permite la optimización de los recursos

La adecuada segregación de residuos contribuye a crear una sensación de orden y limpieza que favorece la actividad de construcción

La manipulación adecuada de los materiales es imprescindible cuando se manejan volúmenes importantes

La nueva situación viene propiciada esencialmente por los cambios normativos que han aparecido y que continúan surgiendo, así como los que, sin duda, aparecerán de forma paulatina. Son muchas ya las Administraciones que han adoptado disposiciones como las que a continuación comentaremos, pero son más aún las que no lo han hecho todavía, aun cuando parece inevitable que lo hagan, esto es: nos encontramos prácticamente al principio del proceso de establecimiento de las nuevas condiciones de contorno. Así, el Plan Nacional de RCD 2001-2006 (Resolución de la Secretaría General de Medio Ambiente de 14/6/2001) establece la necesidad de que las distintas Administraciones

Disponer del suficiente espacio en la obra para realizar una clasificación adecuada es muchas veces un lujo.

La clasificación de los residuos resulta fundamental para la valorización posterior de los mismos

Hasta la fecha, únicamente la Comunidad Autónoma de Cataluña, con su Programa de gestión de residuos de la Construcción (2001-2006) y la de Madrid, con su Plan de Gestión integrada de los Residuos de la Construcción y Demolición (Acuerdo del Consejo de Gobierno de 21 de febrero de 2002), lo han hecho, en una línea convergente con la establecida en el Plan Nacional, pero con toques de originalidad e innovación en la gestión que pueden suponer cambios importantes en la construcción, especialmente si se considera combinado con la reciente Ley de Residuos de la CAM y con la aparición del impuesto sobre el depósito en vertedero. En dicho Plan, se establece una red pública de 13 vertederos completada con plantas de transferencia de residuos e instalaciones de reciclaje de escombros. Se cierran los cerca de 100 vertederos actualmente operativos (la mayoría de los cuales no gozaban de la preceptiva autorización de la Comunidad Autónoma, aunque tuvieran licencia urbanística) dentro del presente año 2003 y, para fomentar la reducción y la reutilización de residuos, se establece una tasa desincentivadora del vertido, la misma para todo el territorio de la Comunidad, que viene a sumarse al impuesto sobre el vertido apuntado anteriormente. Se producirán, previsiblemente, sustanciales incrementos en los costes derivados de la gestión de RCD, como consecuencia de las nuevas tasas, de los impuestos y de las mayores distancias de transporte hasta vertedero. Si no se modifican sustancialmente los hábitos de gestión de residuos, la nueva situación sí va a modificar sustancialmente los costes de las obras. Por otra parte, la nueva Ley de Residuos de la CAM establece también, como ya venía haciendo en Cataluña el Decreto 201/1994, la obligación de entregar a un gestor autorizado, para su reciclado o deposición en vertedero, los residuos de este tipo que se

RCD

generen en la construcción. Asimismo, establece la necesidad de realizar una previsión de los residuos que se van a generar, estimando cantidades y tipos, así como estableciendo un destino para los mismos. Para obtener la preceptiva licencia municipal de obras será preciso disponer una fianza que garantice el correcto fin de los residuos previstos en proyecto, como ya se viene haciendo en el área metropolitana de Barcelona o como se ha establecido recientemente en el Decreto 352/2002 de la Comunidad Autónoma de Galicia, e incluso en algunas corporaciones municipales.

Es preciso un mayor control de los vertederos autorizados y de los vertidos ilegales que, aunque en mucha menor cantidad, se siguen produciendo sistemáticamente, dañando al medio ambiente y distorsionando el mercado a través de una competencia desleal con los buenos gestores.

Cada vez es más frecuente en nuestras obras el empleo de machacadoras para el reciclaje “in situ” de los residuos pétreos

Pero no son éstos los únicos cambios que están apareciendo. Algunos ya han empezado. Otros están por venir. La distribución de los mismos por la geografía nacional es desigual, pero el frente de avance está abierto en todas las comunidades autónomas. Sería deseable una gestión coordinada de los sobrantes en las distintas obras del ámbito geográfico que se abarque en cada Administración, posibilitando la compensación entre las mismas. Esto es lo que se pretende con la bolsa de excedentes de tierras que se plantea en la Ley de Residuos de la Comunidad de Madrid, cuyo funcionamiento aún está por ver. Hace falta también una normativa técnica de los materiales reciclados que garantice una utilización adecuada del material para distintas aplicaciones y permita y anime a promotores y constructores a su empleo en las obras. Y aunque en este sentido se está avanzando de modo importante (recordemos el “Catálogo de residuos utilizables en la construcción” elaborado por el CEDEX para el MIMAM, o las distintas especificaciones técnicas y normativa que permiten la utilización de áridos reciclados en la construcción de capas de firmes de carreteras, como las O.C. 5/2001, 10/2001, 10/2002, etc.), falta aún mucho camino por andar, y queda por desarrollar todo un cuerpo normativo que permita el empleo de áridos reciclados como materia prima para, por ejemplo, hormigones u otros usos.

El empleo de herramientas para la reducción del volumen de los residuos puede resultar muy útil

Unas adecuadas condiciones de acopio reducen la generación de residuos

Los ambiciosos objetivos esta bl ecid os en el Pla n Nacional de RCD, de reciclaje  y reuti lización d e al menos  el 40% en 2005 y del 60% en 2006, par tiendo del escaso 5% act ua l, sup on e necesariamente un cambio en  los hábi tos de la constr ucción 

Es necesario también terminar de definir determinados conceptos como la titularidad de los residuos de construcción y demolición en la figura del promotor (como se ha hecho en Cataluña, pero que no termina de definirse claramente en otras comunidades autónomas). También el mercado tiene que ir cambiando paulatinamente. No se conocen aún los precios con los que va a funcionar la red de vertederos de Madrid, y no existe transparencia en los precios de vertederos en general, incluso en aquellos que ya aplican tasas diferenciadas en función de la segregación a que se haya sometido el residuo previamente a su transporte a vertedero o a planta de reciclaje, con la incertidumbre muchas veces de lo que se va a considerar residuo limpio y lo que no, o con la intermediación de transportistas que hacen opaco a la obra el resultado de la clasificación en origen, mediante un precio medio cerrado. Los ambiciosos objetivos establecidos en el Plan Nacional de RCD, de reciclaje y reutilización de al menos el 40% en 2005 y del 60% en 2006, partiendo del escaso 5% actual, supone necesariamente un cambio en los hábitos de la construcción, además de la puesta a punto de un conjunto de medidas, e inversiones en infraestructuras que van a definir el nuevo marco de la gestión de residuos.

Cambio de hábitos en el sector

El principal cambio en cuanto a la gestión de residuos en el sector de la construcción pasa por ver el residuo como un recurso, más que como un problema del que hay que desembarazarse. Este cambio de cultura es el

RCD

Una correcta gesti ón en ob ra pa sa pri m ero, y n ecesari am ente, por la realización de una planificación de la ob ra, considerando la generación d e residu os:  previsión de qué residuos se van a generar, de qué tipo y en qu é cantida d, y cuándo se van a p roducir 

único que puede permitir la adecuada evolución en el sentido de reducción, de prevención en la generación. Una correcta gestión en obra pasa primero, y necesariamente, por la realización de una planificación de la obra, considerando la generación de residuos: previsión de qué residuos se van a generar, de qué tipo y en qué cantidad, y cuándo se van a producir. Hay que planificar qué se va a hacer con los residuos, determinando la conveniencia o no de instalar una pequeña planta de reciclaje móvil en la obra, en función de los volúmenes y el tipo de residuos generados, o decidiendo un destino más adecuado para los RCD que van a aparecer. Es preciso localizar los gestores de todos los residuos que se van a generar en la obra y entrar en contacto con ellos para verificar la disponibilidad de los mismos, así como las condiciones en que nos van a aceptar los residuos. Ello condicionará las condiciones de separación, almacenamiento y transporte en obra. La separación y recogida selectiva de los residuos reduce su volumen, lo que puede ser importante en obras con poca disponibilidad de espacio. La mezcla de residuos pétreos con otros de formas alargadas (como los tableros de la madera) producen huecos que

desaprovechan el espacio del contenedor y, en consecuencia, encarecen la gestión. En función de los diferentes valores de los costes de vertido en el vertedero puede que esa mezcla de residuos ligeros y pesados encarezca el vertido e incluso el transporte. Cuando se realiza una separación selectiva de los residuos en diferentes tipos, cada uno de ellos se deposita en un contenedor específico, y será necesario que en los contenedores figuren claramente especificados los materiales que debe alojar cada uno de ellos. Por supuesto, es imprescindible en todos los casos separar los residuos peligrosos de los no peligrosos, así como de los urbanos, cuya gestión es diferente siempre. Una mayor clasificación dependerá de la disponibilidad de espacio y de las condiciones, todavía muy cambiantes en el tiempo y heterogéneas en el espacio, del mercado de residuos y de los destinos posibles para cada tipo de residuo. La segregación de residuos que finalmente se hace depende absolutamente de las distancias de transporte, de la existencia o no de recicladores en las proximidades, de los precios de vertedero, de los impuestos existentes para el vertido y de las posibilidades reales de separación en obra. También pueden instalarse en la obra determinados elementos para

La sepa ración en obra de residuos de diferente nat uraleza supon e un esfuerzo y u n costo importante, ademá s de unos  requerim iento s de espa cio para la disposición de diferentes contenedores, que no siempre existe en las obra s 

Una perspecti va realista nos dirá q ue para conseguir un a separa ción suf iciente en la s obr as y una s ta sas ad ecua da s de reciclaj e de ma teria les, ha y que conseguir qu e la situa ción de mercado sea, cuando m enos, equip arab le a la de verti do en vert edero, lo que, lamentab lemente, hoy t oda vía no sucede en casi nin guna obra 

facilitar una buena gestión o para abaratar costes de vertido o de transporte, como son las compactadoras para materiales ligeros, de baja resistencia, flejes, para empaquetado de sacos y envases de papel y cartón, o machacadoras de pétreos para reducir el volumen de los residuos de fábrica, mampostería u hormigón, e incluso para prepararlos para su reutilización en la propia obra. La separación en obra de residuos de diferente naturaleza supone un esfuerzo y un costo importante, además de unos requerimientos de espacio para la disposición de diferentes contenedores, que no siempre existe en las obras. Una perspectiva realista nos dirá que para conseguir una separación suficiente en las obras y unas tasas adecuadas de reciclaje de materiales, hay que conseguir que la situación de mercado sea, cuando menos, equiparable a la de vertido en vertedero, lo que, lamentablemente, hoy todavía no sucede en casi ninguna obra.

Dificultades y expectativas

Ya se han apuntado algunas de las principales dificultades para una adecuada gestión de RCD en las obras. Tal vez la primera sean los

RCD

efectos de distorsión creados por las diferentes Administraciones con diferentes requisitos normativos en lo tocante a la gestión de los residuos, que crean confusión en torno a los mismos y dificultan que se generalice una cultura de valorización de los RCD en el sector de la construcción. Por otra parte, todavía tiene que desarrollarse un mercado real para los residuos que se generan, de modo que resulte más atractivo incorporarlos al circuito de recuperación que llevarlos a vertedero. Hoy en día es aún difícil encontrar destinos económicamente más rentables para los residuos generados que los vertederos, incluso en aquellos casos en los que se grava el vertido con impuestos o en los que las tasas de vertido han crecido considerablemente. Existen dificultades en cuanto a las distancias de transporte que es preciso recorrer en ocasiones para encontrar plantas de reciclaje, dada su escasez. Existe dificultad en cuanto a la proximidad o lejanía de los puntos en los que puede ser aprovechado, incluso con tratamiento de los inertes efectuado en la propia obra origen o en la obra destino de los mismos. Existe dificultad en cuanto a las superficies necesarias para el acopio de los residuos antes o después de su tratamiento, en espera de su reutilización. Hay también dificultades temporales, dado que es difícil sincronizar las necesidades de áridos con la generación de los mismos, dentro de un área razonable (que haga rentable incluso ecológicamente el transporte, considerando los costes medioambientales del mismo: emisiones atmosféricas, gasto de combustibles fósiles, ruido, congestión de vías, tiempo de ocupación, etc.), a veces incluso dentro de una misma obra, en que es preciso planificar cuidadosamente las operaciones para evitar volúmenes excesivos de acopios. Sería preciso que todos los proyectos constructivos previesen los residuos que se van a generar e

incluyesen un plan de gestión de los mismos, con inclusión de la pertinente partida presupuestaria que facilitase su ejecución. Por otra parte, el flujo de residuos no peligrosos distinto de los inertes desde las obras representa un orden de magnitud pequeño para las empresas que se dedican a su recuperación, por lo que tampoco los precios son competitivos o justifican el coste de la segregación, el acopio y el transporte. Además, las empresas dedicadas al reciclaje de estos residuos tienden a no aceptar o a poner pegas a los productos procedentes de la construcción, al considerarlos de mala calidad, sucios, sin la suficiente segregación y caros en su recogida.

Conclusiones

No obstante lo anterior, es evidente que la tendencia del mercado, de la sociedad, apunta hacia la necesidad de recuperar los residuos, de evitar los impactos que su vertido produ-

Conseguir adm inistrar adecuadamente nuestros RCD  revertir á en benefi cio clar o para la sociedad en su conjunt o, pero tam bién par a cada u no d e los agent es qu e int ervienen en el proceso (p rom oto res, proyecti sta s, constru ctor es, gesto res, Administración). Abrirá, o m ás bien amp liará y consoli da rá, lo qu e es un n uevo m ercado y nu evas oport unid ades de negocio qu e deben  asim ila rse en el secto r y que redun dará en una ma yor calidad de nuestro m edio g lobal 

ce, de ahorrar los recursos que su aprovechamiento supone. La Construcción se encamina indefectiblemente hacia una nueva forma de gestionar los residuos, y eso significa una nueva forma de construir. Hablando de sostenibilidad, de ese hoy tan famoso y necesario equilibrio entre los componentes sociales, ambientales y económicos, de las ventajas económicas que supone o puede suponer la demolición selectiva, la adecuada modulación de los elementos constructivos para el ahorro de materiales, la posibilidad de realizar un reciclaje móvil dentro de la obra o entre distintas obras, de ahorrar materias primas, parece claro que es necesario hablar también de una nueva forma de planificar las obras, de gestionar sus residuos. Hablemos también del factor social, de primar la reutilización sobre el reciclaje, y la prevención sobre la reutilización. De elementos más duraderos y con mayor vida útil. Hablemos del ciclo de vida de los productos y su repercusión sobre el usuario. De la formación y la sensibilización de los trabajadores, y de la sociedad en su conjunto. Y hablemos también, cómo no, de la faceta ecológica. De la posibilidad de reducir espacios ocupados, de minimizar el impacto visual, de prevenir episodios contaminantes del suelo o de las aguas, de reducir el consumo de recursos, de prolongar la vida útil de los vertederos y de evitar o minimizar impactos ambientales en general. Conseguir administrar adecuadamente nuestros RCD revertirá en beneficio claro para la sociedad en su conjunto, pero también para cada uno de los agentes que intervienen en el proceso (promotores, proyectistas, constructores, gestores, Administración). Abrirá, o más bien ampliará y consolidará, lo que es un nuevo mercado y nuevas oportunidades de negocio que deben asimilarse en el sector y que redundará en una mayor calidad de nuestro medio global.

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