Gerri Hill - 1 Guardianes de la cueva.pdf
March 15, 2017 | Author: lolilta | Category: N/A
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“Guardianes de la cueva” de Gerri Hill Scribd y XWPColección (Facebook)
Guardianes de la cueva Keepers of the Cave De Gerri Hill Traducido por: Julieta “Meltryth” (2015)
Nota de traducción: Sé que existía una versión de esto por ahí, pero era tan mala… pero taaan mala que ni ganas daba de leer. Así que, acá está esta, original de Gerri, traducción mía. Y esto va gratis desde mis enlaces (no me hago cargo de otros), sin tanta vuelta y no se gana un solo centavo: porque soy así de dadivosa nomás, como buena argentina que soy. Julieta “Meltryth”.
CAPÍTULO 1
Estaba espeluznantemente tranquilo en la habitación, sólo el constante goteo, goteo, goteo de la máquina de café interrumpía el silencio. A esta hora temprana, incluso los otros equipos estaban ausentes. DeMarcus Freeman, conocido por todos como Ice, se quedó mirando los escritorios vacíos por un momento, luego miró el gran reloj en la pared. Estarían aquí pronto. Conocía la rutina de ellos mejor que la suya, sobre todo después de cerrar un caso como el que acababan de concluir. Ocho chicos desaparecidos. Sí, los encontraron. Los encontraron a todos. Muertos. El bastardo los había estado utilizando como juguetes sexuales, el más antiguo por dos meses. El más nuevo, tan sólo dos días. Todos muertos. Y Ice sabía exactamente cómo su equipo se ocuparía de eso. Su compañera, Constance Jean Johnston, saldría sola a un bar popular de lesbianas y después de una gran cantidad de tragos de tequila, recogería una mujer cuyo nombre no recordaría esta mañana. CJ seguiría a la mujer a casa, follarían como locas, entonces se iría antes de que la mujer despertara. Sin nombre, sin número de teléfono. Así era como CJ manejaba las cosas. 1
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Billy Calhoun, cuyo propio hijo era de la misma edad que la mayoría de esos chicos, iría a casa de su ex-esposa, quién, por alguna extraña razón, todavía tenía relaciones sexuales con él. Tal vez ella había estado el tiempo suficiente para saber cómo estos casos lo afectaban, a pesar de que en un día normal peleaban como perros y gatos. La compañera de Billy, Paige Riley, siempre iba a casa sola y bebía una botella entera de vino… a veces dos, según Billy… mientras disfrutaba de un baño de burbujas. Ice permitió que su mente vagara hacia la hermosa agente rubia, imaginándola hasta el cuello en burbujas, sosteniendo perezosamente con una mano una copa por el borde. Lo apartó, consciente de que Billy le patearía el culo por ese pensamiento. Billy tenía su propio enamoramiento con ella, aunque lo negara hasta el día de su muerte. Suspiró y se dirigió hacia el café, a pesar que conocía la rutina. En un día normal, después de un caso normal, Paige sería la primera en llegar. Siempre. Era irritantemente puntual, nunca llegaba tarde. Billy se apresuraría siendo el siguiente, sin dejar de masticar lo que hubiese comprado para el desayuno esa mañana. Luego CJ se arrastraría adentro, con su cabello todavía mojado, evidencia de que se había levantado a tiempo solo para una ducha rápida, sin café o desayuno. CJ habitualmente llegaba tarde. Siempre. Pero eso era en un día normal. Hoy, ya que no era un día normal, CJ llegaría primero, apestando a sexo y tequila, con la misma ropa de ayer. Le gruñiría un saludo y luego se hundiría en su silla. Él le entregaría una taza de café, del cual ella se quejaría. Billy aparecería después, con los ojos rojos e hinchados por la falta de sueño. Su ex-esposa, le escucharía decir a Billy, era una máquina sexual. Paige sería la última en llegar. Siempre traía café de Starbucks y desayuno para agasajarlos. A veces, cruasanes de jamón y queso, a veces tacos de un bar local mexicano, a veces sólo McDonald, pero siempre traía el desayuno. Y ella los observaría, buscando ver si ellos se habían recuperado, sus ojos sin duda aterrizando en CJ con una leve mirada de desaprobación. Él a menudo se preguntaba si esa era la razón por la que ella intencionalmente llegaba tarde…para no tener que presenciar a CJ entrando y luciendo como una mierda. Él realmente no entendía la relación entre ellas. Cuando los cuatro salían a tomar unas cervezas, ellas coqueteaban descaradamente la una con la otra. Bueno, CJ coqueteaba, tal como era su naturaleza. Paige lo tomaba, respondiéndole de igual manera. Pero siempre se iban por separado y por lo que él sabía, nunca hacían nada entre sí fuera de los cuatro. Él ni siquiera estaba seguro de llamarlas amigas. Volvió a sentarse 2
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nuevamente, frotándose su cabeza recién afeitada, preguntándose si CJ lo llegaría a notar.
***
CJ entrecerró los ojos ante la luz brillante del sol, sus gafas oscuras hicieron poco para suavizar el resplandor. Pasó la lengua por sus dientes, su boca seca y aún con el sabor a tequila… y a sexo. Gruñó, haciendo una mueca por el martilleo en su cabeza mientras se metía en el edificio. La mujer había sido una rubia. Recientemente, todas habían sido rubias. No podía recordar el nombre de la mujer ni para salvar su vida. Suspiró con cansancio mientras el ascensor se abría. Entró en la habitación, con las gafas de sol aun cubriendo sus ojos. Su juego de escritorios estaba separado de los del equipo del FBI por una fila de archivadores y vio a Ice sentado en el suyo, como esperaba. Él era el último en salir y el primero en llegar. A veces se preguntaba si él incluso iba a casa. Hizo caso omiso a la mirada que él le dio y sacó su silla con el pie, hundiéndose lentamente, manteniendo su cabeza inmóvil. “Sí, gracias”, murmuró mientras él le entregaba una taza de café. Tomó un sorbo, haciendo una mueca ante el sabor “Maldita sea, Ice, esto sabe a mierda ¿Cuándo vas a aprender a hacer una buena taza de café?” “No dudes en intentarlo” dijo él. Ella parpadeó varias veces, centrándose en la cabeza de él “¿Qué demonios te ha pasado?” “Quería un cambio” dijo mientras se frotaba la cabeza rapada. “Uh. No me digas” Ella apoyó la cabeza sobre el escritorio, sus gafas de sol se aplastaban incómodamente contra su oído, esperando por su pregunta. “¿Cuál era su nombre?” Ella dio su respuesta habitual “No tengo ni idea” y mantuvo sus ojos cerrados, escuchando las puertas del ascensor que se abrían, consciente que era Billy. Después de él, CJ llegó mucho antes de lo que solía llegar. 3
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“Jesús, CJ ¿no es la misma ropa que tenías puesta ayer?” “Muérdeme”, murmuró con los ojos todavía cerrados. “Desearías”. “Cállate”. Suspiró nuevamente, prometiendo…por lo menos unas cien veces… que le pondría fin a todas estas noches en vela con extrañas. Pero era la única manera en que podía espantar por completo de su mente los horrores del trabajo. Bueno, no la única manera, pensó, al recordar la noche que Paige Riley había compartido su cama. Gimió en voz baja, sin querer pensar en eso ahora. Nunca llevaba a las mujeres a su propia cama. Era una regla que nunca rompía. Nunca. Era más fácil de esa manera. Sin nombres, ni teléfonos, ni direcciones. Pero había roto todas las reglas esa noche. Sólo que ella no había sido la única escabulléndose de la cama de alguien y escapando en la oscuridad de la madrugada. Se sorprendió de lo mucho que le había dolido cuando despertó descubriendo que Paige ya se había ido. “Jesús, Ice ¿qué pasó con el afro que llegamos a amar?” “Vamos, hombre, eso no era afro”.
***
Paige sabía lo que iba a encontrar, incluso antes de que las puertas del ascensor se abrieran. Ice estaría inclinado hacia atrás en su silla, mirando a CJ con ojos molestos…y preocupados…mientras tiraba pedazos de papeles arrugados en el bote de basura. Billy estaría leyendo las noticias en línea, con la barbilla apoyada en su mano tratando de ahogar un bostezo. Realmente no estaría leyendo el diario, lo sabía. Estaría reviviendo la noche pasada con su ex. Y CJ tendría su cabeza sobre el escritorio, con los ojos cerrados. Si era una mala mañana, todavía tendría puesta sus gafas de sol. Ella hizo una pausa antes de bajar del ascensor, su mirada pasó rápidamente por la habitación. Silenciosamente reconoció que sus suposiciones eran correctas.
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Tomando una respiración profunda, caminó hacia delante, sonriéndole a Ice antes de entregarle un café. “Bonita cabeza” dijo con una sonrisa. Billy tomó su café antes de que ella pudiese ofrecérselo, entonces miró la bolsa que ella sostenía. “Salchichas y tortillas” dijo ella, entregándole una. “Eres la mejor. Gracias”. Le arrojó una a Ice y luego se acercó a CJ, quien todavía tenía que levantar su cabeza. Colocó el café y el desayuno al lado de ella, sacudiendo lentamente la cabeza. “Realmente, realmente necesitas una ducha, CJ”, dijo en voz baja. “Lo sé” murmuró ella. Paige negó con su cabeza nuevamente, preguntándose por qué CJ se ponía a sí misma a pasar por esto. ¿No podría estar satisfecha con una noche a solas? ¿Quizás con una botella de vino, tal vez un baño caliente con burbujas? ¿Siempre tenía que espantar las imágenes con sexo? Se permitió una breve mirada al pasado, esa noche en la que había sido ella la que CJ había envuelto. Contra su mejor juicio, Paige había cedido a sus deseos, un error provocado por el incesante coqueteo de CJ, demasiados tragos de tequila y su propia necesidad de escapar del trabajo por unas horas. Aunque se había arrepentido de su decisión la mañana siguiente, todavía seguía siendo una noche que era incapaz de olvidar.
***
Billy vio cómo su pareja miraba a CJ. Echó un vistazo a Ice con las cejas levantadas cuando Paige negó con su cabeza por tercera vez antes de tomar asiento en su propio escritorio ordenado. Billy comió su desayuno en silencio, al igual que los demás. Finalmente, CJ se levantó…aunque lentamente… agarró su café y tortilla. Se quedó mirando a Paige. “Voy a ducharme”, dijo mientras se dirigía lentamente hacia afuera.
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“Bien ¿Por qué no tomas dos?” dijo Paige en voz alta, arrastrando la silla fuera de su escritorio y yendo hacia la dirección opuesta de CJ. “Demonios ¿Qué pasa con ellas de todos modos?” preguntó él. Ice arrugó la envoltura de su desayuno y la lanzó en un tiro perfecto hacia el bote de basura “No lo sé. Han actuado extraño desde hace varios meses” Billy se inclinó hacia delante bajando su voz baja “¿No crees que… ya sabes?” “No, hombre. Vamos…” dijo Ice, “…Paige es Paige. Ella es perfecta. Y CJ...bueno, sabes que la amo, pero ella tiene algunos problemas”. Billy soltó un bufido “¿Problemas? ¿Es así como le dices?” “Dale un respiro, hombre. Sabes cómo creció”. “Sí, lo sé” Billy se echó hacia atrás nuevamente con un suspiro. Sí, todos sabían cómo el viejo de CJ la usaba como un saco de boxeo cuando era una niña. CJ había crecido en el lado descuidado del parque de casas rodantes, en una parte mala de Houston, y aunque ella había dejado todo eso atrás, todos sabían que lo cargaba como una astilla en su hombro. Era hermosa como el infierno y podía seleccionar a las mujeres. Pero no era hermosa de la manera perfecta y elegante como lo era Paige. No, CJ era áspera y turbulenta, con su cabello oscuro cortado en diferentes longitudes, siempre luciendo algo desastroso. Pero incluso él admitía que era un look sexy, con la cantidad justa cayendo sobre esos grandes ojos marrones que te hacían desear llegar a hasta ella y apartarlos de allí. Se sacudió a sí mismo. Maldita sea. Era CJ ¿En qué demonios estaba pensando?
***
CAPÍTULO DOS
“Agrúpense equipo”. 6
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CJ apartó el cabello de sus ojos, preguntándose qué tendría Howley para ellos esta vez. El Agente Especial a cargo les había dado dos días de descanso después de concluir el caso del chico perdido, como lo habían terminado de llamar. Odiaba cuando las víctimas eran niños, lo odiaba aún más cuando el abuso sexual estaba involucrado. Traía a la superficie demasiados de sus propios demonios. Obviamente, no era muy buena manejándolos. Sin embargo, dos días de descanso eran buenos. Una noche de embriagante sexo con una extraña, luego la noche anterior, un merecido descanso en su propia cama. Se sentía humana nuevamente esta mañana. Siguió a los demás hacia la sala de conferencias, escogiendo su asiento regular entre Ice y Paige. Paige le estaba hablando nuevamente. Eso era una ventaja. Odiaba la tensión entre ellas y sospechaba que Paige lo odiaba también. Pero era lo que hacían. Cuando CJ sacaba uno de sus trucos que duraba toda la noche como lo había hecho la otra noche, sabía que eso iba a tomarles un par de días para volver a la normalidad. Echó un vistazo a Paige, contenta de ver que la mirada de desaprobación en sus ojos había desaparecido, la mirada de desaprobación que a veces rayaba en decepción. Esa mirada la hería profundamente. Sonrió con vacilación, consiguiendo otra a cambio. “Nos dieron una asignación bastante interesante” dijo Howley “Pónganse cómodos. Esto tomará un tiempo”. El monitor de gran tamaño ubicado en la pared cercana vino a la vida, apareciendo lo que parecía ser una vista aérea de una pequeña comunidad. Un puñado de edificios casi escondido por un bosque de árboles altos. Él deslizó una carpeta de archivos a cada uno de ellos. “Lo llamamos el Complejo Hoganville”, dijo él. “La población estimada de cincuenta, más o menos. Digo estimada porque no es una ciudad. Ni siquiera es una comunidad no incorporada. Por cierto, Hoganville es simplemente un nombre informal. No es realmente el nombre del pueblo”, a continuación sacó un mapa en la pantalla “Se encuentra ubicado entre el Bosque Nacional de Angelina y el Bosque Nacional de Sabine en el lejano oeste de Texas. El lago Sam Rayburn está aquí…”, dijo señalando “…y la frontera con Luisiana está aquí, en medio de Toledo Bend Lake”. “¿Desapariciones?” preguntó Billy mientras examinaba la primera página de la carpeta. 7
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“Muchas de ellas” dijo Howley “Vamos a revisar algunos antecedentes. Esta investigación se inició originalmente hace ocho meses. El Senador Trumbley de Dallas tiene interés en esto. Su hija ha estado desaparecida durante nueve meses. Estudiante de la universidad. Estaba conduciendo desde Nueva Orleans de regreso a Dallas el pasado octubre. Sola. La última comunicación que él tuvo con ella fue aquí…” dijo él señalando el mapa “…en Leesville, Luisiana” “Parece que está muy lejos de una carretera importante”, dijo CJ “¿Es un caso de un GPS desviándola de su camino?” Él se encogió de hombros “¿Quién sabe? Su vehículo fue encontrado aquí en Derider”, dijo él. “En perfecto estado” “Si la última comunicación fue desde Leesville ¿por qué está Hoganville en cuestionamiento?” preguntó Paige. “Hoganville es uno de los tres en investigación. Un equipo está concentrando esfuerzos en Baton Rouge y la Universidad Estatal de Luisiana, que en la superficie, parece ser el lugar lógico. Otro está sobre las idas y venidas del senador en Dallas y Washington, tratando de determinar si tiene motivación política o no. Hoganville es una idea de último momento, creo, principalmente debido a su rareza”. “¿Rareza?” Ice arrojó su bolígrafo hacia abajo. “En otras palabras, sacamos el palo corto”. “Me temo que sí. Levantó una señal de alerta, es todo”. CJ estaba lista para empujar el archivo, perdiendo rápidamente el interés “¿Así que estamos igual que el equipo de la secundaria? ¿Los chicos grandes obtienen Dallas, Washington y Baton Rouge?” “Miren, tomamos la asignación que se nos da y hacemos nuestro trabajo. Ahora échenle un vistazo al archivo. Es realmente fascinante la lectura”, dijo Howley “Creo que podría haber algo aquí. Cuando el equipo estaba investigando la desaparición de Trumbley, en realidad se tropezaron con una avalancha de ellas. Ninguna parecía tener vinculación o parecía tener un patrón, tan sólo desapariciones aleatorias. Descubrieron que había habido desapariciones documentadas desde 1939. Las desapariciones son de la variedad de vagabundos, desempleados que estaban viajando y buscando trabajo, estudiantes universitarios, autoestopistas, vendedores ambulantes regresando de su día de trabajo o 8
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gente de paso. Como el joven Trumbley. En los casos más recientes, de los últimos veinte años más o menos, la mayoría de las desapariciones implicaban mujeres, en su mayoría jóvenes, siempre viajando solas”. “¿Y ninguno ha sido encontrado?” preguntó Billy “¿Los cuerpos?” “Ninguno. Ni un rastro. En algunos casos, el vehículo tampoco fue encontrado. Como he dicho, lean el archivo. Es interesante” “¿Es esto real?”, preguntó Ice mientras hojeaba las páginas “¿Un complejo familiar que en un tiempo fue de más de tres centenares de personas?” “¿Qué pasa con esta escuela?” preguntó Paige. “Eso es parte de lo interesante. Escuela Hogan para niñas”, dijo él “Es una institución privada creada hace treinta y un años con una subvención federal. Tomaron el nombre de Hogan porque fue donde la propiedad fue construida”. “Una casa para niñas con problemas”, dijo CJ leyendo la breve descripción de la escuela. “Sí. Niñas que habían sido expulsadas de la escuela pública, niñas que de otro modo quizás se dirigirían a las juveniles. Esta es una alternativa. Es costosa. Pero también subvencionada por el gobierno federal”. “¿Qué tiene que ver la escuela con todo esto?” preguntó Billy. “La escuela es la única entidad de afuera. Y es totalmente independiente de Hoganville. Está situada a unos tres kilómetros de distancia, en el medio de la nada. Fue construida en una propiedad vendida por los Hogan. En los últimos treinta y un años, han perdido a seis chicas. Ninguna en los últimos diez años y podemos atribuirlo a una mejora en la seguridad” “¿Entonces qué? ¿Asesino en serie?” “Creo que es peor que un asesino en serie, si estamos hablando de más de setenta, ochenta años de consideración” dijo CJ. “Exactamente”, dijo Howley “Por desgracia, podría ser cualquier número de cosas. Por lo tanto, lo que hemos hecho es sustituir al director de la escuela con un agente. Un burócrata, pero no obstante un agente. Él ha estado allí por casi siete meses, conociendo 9
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a la comunidad, recopilando información. Él sugiere que infiltremos a dos agentes”, él los miró uno a uno “Una pareja” “¿Una pareja?” CJ miró a Ice y a Billy y sacudió su cabeza “Oh, no. De ninguna manera voy a pretender ser pareja de uno de estos sujetos”. Howley sonrió rápidamente “Eso no es exactamente el tipo de pareja que quise decir”, dijo él. “Es una escuela para niñas. La mayoría de los profesores son mujeres. De hecho, todos menos dos, en realidad” “¿Y?” Él echó un vistazo hacia Paige. Las cejas de Paige se dispararon hasta su flequillo. “¿Una pareja? ¿Nosotras?” preguntó ella, señalando hacia CJ. “Basados en lo que Avery nos ha dicho… el agente que se está haciendo pasar por director…es el mejor curso de acción, si queremos encajar” “¿Qué quieres decir?” preguntó CJ “¿Qué clase de pareja?” “¿De qué clase piensas CJ? Una pareja. Una pareja de lesbianas”, dijo él. Ella arqueó una ceja “¿En serio?” “En serio. Avery dice que hay ocho parejas de lesbianas en el personal. Él piensa que es la mejor manera para que infiltremos un equipo y así podamos encajar”. “¿Ocho parejas?” CJ miró hacia Paige “Eso es bastante alto, ¿no es así?” Paige se encogió de hombros. “Es una escuela para niñas. Es lógico que los maestros sean mujeres” “Dios ¿pueden imaginar el drama? ¿Quién se acuesta con quién? ¿Quién está engañando? ¿Quién está luchando?” Paige se echó a reír “Encajarás perfectamente”. “¿Damas? Permanezcamos en la tarea, por favor” Howley les entregó a las dos otra hoja de papel. “Esta será su historia. Memorícenla”. Ella y Paige la revisaron rápidamente. Paige fue la primera en hablar. “¿Seis meses? ¿Hemos estado juntas sólo seis meses?” 10
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“¿Qué hay de malo en eso?” CJ se echó a reír “A los seis meses, todavía están follando como conejos”. Todos se rieron, incluso Paige, quien respondió lanzándole su bolígrafo. CJ siguió leyendo, sonriendo “Oh, genial. Obtuve la parte de ser una policía del campus”. “¿Profesora de gimnasia?” Paige gimió “¿En serio? ¿Una profesora de gimnasia?” “Mira, no escribí esto, ¿está bien?”, dijo Howley “Sólo lo estoy pasando. Aguántenselo”. Paige arrojó el papel sobre la mesa. “Está bien ¿Simplemente que significa todo esto? Somos una pareja ¿Cuál es el plan?” “El plan es infiltrar a los profesores y con suerte en la comunidad” “¿Dónde vamos a quedarnos?” “La vivienda es proporcionada por la escuela. Son severos como una prisión”, dijo Howley “La escuela está protegida con una valla alta y una entrada bloqueada. Recuerden, toma el lugar de una detención de menores. Un guardia de seguridad opera la puerta en todo momento. Los dormitorios para estudiantes, cabañas o chalé para el personal. Todos los profesores viven en el campus. Los únicos lugareños que trabajan allí son los de limpieza y el personal de la cafetería y es a tiempo parcial. Menos de doscientas estudiantes, más o menos treinta del personal. Dieciséis maestros. Su objetivo es infiltrarse en el personal principal… dos de las cuales son locales. Fiona Hogan, profesora de ciencias. Y Gretchen Hogan, enfermera”. “¿Así que también vamos a vivir en el campus?” “Sí. Como he dicho, van como pareja. Esto no va a ser así por así, damas. Es probable que se queden varios meses”. CJ miró a Paige, viendo la mirada afligida en su rostro. “¿Meses?” “Como verás allí en el archivo, se han documentado casos a través de los años, muy aleatorio. Los registros más recientes son más precisos, en cuanto a dónde fue vista la víctima por última vez y sucesivamente. Los registros anteriores son sólo especulaciones. Las víctimas no son necesariamente de esta zona. De hecho, rara vez lo son”, subió otro
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archivo en el monitor “Se trata de Ester Hogan. Descendiente de los Hogan originales que fundaron la ciudad. Avery nos dijo que es la matriarca”. “¿Edad?” “No tenemos ni idea. Es una comunidad muy cerrada. Todo lo que tenemos son especulaciones. Tomó meses conseguir lo que tenemos”, él miró uno a uno. “Son muy aislados. No se aventuran a salir muy a menudo. Ni para la iglesia los domingos. Y hasta donde sabemos, ni para los funerales”. “¿Qué significa eso?” “No estoy seguro de lo que eso significa”, dijo él. “Podemos asumir que la gente muere allí. Lo que hacen con los cuerpos es una incógnita”. “Está bien, ahora se está poniendo raro”, dijo Billy. “¿Crees que ahora es cuando se está poniendo raro?”, preguntó Ice. Howley sacó otra foto de la comunidad en el monitor. “Todo está básicamente financiado por Ester Hogan. Ellos obtuvieron su fortuna original talando la madera en el año 1900. Adquirieron cientos de miles de acres. Es una de las razones por las que han sido capaces de permanecer aislados. Es difícil saber si otras familias podrían haberse trasladado a la comunidad, pero a juzgar por la edad de las casas, diría que han sido cuarenta o cincuenta años, tal vez más” “¿Qué pasa con los servicios públicos?”, preguntó CJ. “Están más o menos fuera de la red. Tienen un sistema de agua comunitario. Básicamente, es un gran pozo y cisterna que alimenta todas las casas. Nuevamente, construido a expensas de la familia original Hogan. Es considerado como un pozo de agua privada, de manera que no hay inspección estatal. No hay evidencia de líneas telefónicas. Supongo, pero no lo sé a ciencia cierta, que algunos tendrán teléfonos celulares. Avery dice que no hay antenas de televisión y no hay antenas parabólicas. Hay generadores y paneles solares. No hay muchos coches. Como he dicho, más o menos aislado”.
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“Así que... ¿estamos buscando aquí algo así como las mujeres perfectas?”, preguntó Paige “¿O una situación como Waco 1?”. “No estamos seguros de lo que estamos buscando”, dijo él. ”Como he dicho, en la superficie, las cosas parecen perfectamente normales. Cavas un poco y te encuentras con todo esto. No hay registros de nacimiento, actas de matrimonio, no hay ningún registro de muertes”. “Pero ¿qué evidencia hay para vincular a esta comunidad con las desapariciones?“, preguntó Ice. ”Ninguna. No hay pruebas”. Todos lo miraron inquisitivamente. Él se encogió de hombros. “Es todo lo que tenemos. Se levantaron las señales de alarma porque, francamente, es demasiado similar a lo que David Koresh creó en Waco”. Paige se reclinó en su silla, haciendo girar un bolígrafo entre sus dedos. “¿Evidencias de armas de fuego?” “No”. “Pensé que se trataban de familias, no de sectas religiosas”, dijo CJ. Howley se encogió de hombros. “No lo sabemos. Su trabajo consiste en averiguarlo. Una vez más, no hay evidencias que vinculen Hoganville a las desapariciones. Esto es simplemente una medida de precaución”. “Bueno, esto va a ser muy divertido”, dijo Paige secamente. CJ asintió. Odiaba casos como este. Precaución. En otras palabras, matar el tiempo. Echó un vistazo hacia Paige, preguntándose cómo había tomado la cosa de la ‘pareja’ Esa parte iba a ser incómoda como el infierno.
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Secta religiosa dirigida por David Koresh que fue asaltada en 1993 por la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos estadounidense y el posterior asedio por el FBI que terminó con el incendio y total destrucción del rancho de los Davidianos, ubicado en las afueras de Waco, en el condado de McLennan en Texas. Koresh, junto con 54 adultos y 21 niños fueron encontrados muertos después del incendio.
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“Está bien, eso es todo lo que tengo. Lean el archivo. Ice, tú y Billy se quedarán aquí en Houston. Su trabajo es investigar. Estoy seguro que después de CJ y Paige llegan allí, van a tener un montón de preguntas. Su trabajo consiste en encontrar las respuestas”. “Bien por mí”, dijo Ice. “No tengo ningún deseo de ir a los bosques”. Él miró a CJ y a Paige. “La cabaña donde van a quedarse esta amueblada. Avery me ha dado una lista del inventario así que si hay algo sin lo que puedan vivir, llévenlo ustedes mismas. Esa lista se encuentra en el archivo. Parten en cinco días”. Howley los dejó solos y CJ pudo sentir la tensión en el ambiente. Los chicos estaban mirando entre ella y Paige. Se preguntaba lo que estaban esperando. Por lo tanto, hizo lo que normalmente hacía con ellos. Regresar al flirteo. “Entonces…”, dijo ella moviendo las cejas burlonamente hacia Paige. “¿Deberíamos practicar el beso o algo así?” Paige rodó los ojos. “En tus sueños, tigre”. “Oh sí, bebé” dijo en voz alta detrás de ella, mirando el trasero de Paige mientras se retiraba. “Sin duda has estado allí”, CJ sonrió a los chicos “Mi día de suerte, ¿huh?” “Claro que sí”, dijo Billy “Hombre, me gustaría cambiar de lugar contigo en un instante”, CJ enarcó las cejas. “¿Qué? Sólo estoy diciendo, que ella es increíblemente caliente. Puede que sea mi pareja, pero aun así sigue siendo increíblemente caliente”, CJ tuvo que acordar. Pero Ice vino a su rescate. “Paige es la afortunada, hombre. Ella estará con mi pareja, CJ. Ahora, esto es caliente”, dijo dramáticamente, haciendo un gesto hacia ella. “CJ Johnston, la mujer con abdominales de acero”. CJ se puso de pie y tiró de su camisa fuera de sus jeans en el momento justo, mostrando su estómago, provocando silbidos de ambos hombres. “Guau”, dijo Billy extendiendo la mano para tocarla, pero CJ le dio una palmada en la mano.
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Él levantó la mirada tímidamente “Bien, entonces, sí, eso también es caliente. Quiero decir, si te gusta ese tipo de cosas”. “Sí, hombre”, dijo ella “A las chicas les encanta” “A las chicas les encanta ¿qué?” Todos se volvieron, encontrando a Paige de pie en la puerta. CJ bajó rápidamente su camisa, pero no sin antes ver los ojos de Paige pegados a su piel expuesta. No sabía por qué era ella la que se estaba ruborizando, pero lo estaba. La expresión de Paige cambió a una de aburrimiento mientras se alejaba.
***
CAPÍTULO 3
Paige empacaba metódicamente su ropa, sus pensamientos no estaba en su papel inminente como profesor de gimnasia. Más bien, estaba repitiéndose, escena por escena, esa noche seis meses atrás. No había tenido ningún interés romántico en CJ Johnston, por supuesto. Ninguno en absoluto. CJ era atractiva, segura. Si CJ estaba interpretando un papel, hacía una versión femenina perfecta de James Dean. Tenía la cantidad justa de encanto desenfadado, la suficiente como para un rebelde con actitud de chico malo. Además, tenía una melancolía latente como si fuese un arte. Hizo una pausa en su tarea, con un suspiro mientras miraba hacia el espacio. Sí, CJ era muy atractiva, pero CJ definitivamente no era su tipo. Definitivamente. Lo cual la llevaba nuevamente a la noche en que se había ido a casa con CJ ¿Qué diablos le había poseído para seguir a CJ a su apartamento? ¿Habría sido el coqueteo mezclado con el tequila? ¿O que también quería olvidar el caso que acababan de concluir? ¿O había sido impulsada por el aspecto necesitado, casi desesperado en los ojos de CJ? Tal vez una combinación de todas esas cosas, pero aún podía ver esa mirada encantadora en el rostro de CJ. 15
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La invasión de una casa se había convertido en una situación de rehenes. De esos que ocurrían en la televisión y que lo hacían muy bien. Un esposo y una esposa, dos hijos… todos muertos al final del día. Los había atado, amordazado y rociado con gasolina. El fuego los había consumido rápidamente y había sido una escena horrible. Cuando involucraba niños, a CJ siempre se le hacía más difícil. Sabía que CJ había sido abusada de niña, pero no sabía los detalles, sólo retazos que había recogido en los últimos tres años. Ella y CJ no eran realmente amigas y nunca pensó que le correspondería hacer preguntas al respecto. Pero esa noche, por alguna razón, había seguido a CJ a un bar. Había mantenido su distancia, mirando desde lejos como CJ hacía sus rondas. Ella, obviamente, conocía un buen número de mujeres allí. Paige se preguntaba con cuántas de ellas se había acostado. Entonces sus ojos se encontraron en la habitación. Paige se había quedado clavada en el suelo mientras CJ se paseaba en su distintiva manera de caminar, con una mirada sexy y pícara en su rostro. “Agente Especial Riley, esto es un poco bajo para usted ¿no es así? ¿No deberías estar en algún bar de alto nivel bebiendo Martini?” Paige sonrió ante el recuerdo. Había sido la primera y única vez que había puesto un pie en ese bar. Su vino había sido reemplazado rápidamente con un chupito de tequila Patrón y CJ arrastró una silla cerca de ella, con sus ojos bailando mientras coqueteaba descaradamente con ella. Era un juego que habían jugado y lo habían jugado muy bien. Ice y Billy ahora esperaban eso mismo de ellas. Sólo que esa noche, Ice y Billy no estaban en ninguna parte para ser visualizados. Y entonces, se metieron en sus papeles, avanzando más allá del coqueteo verbal cuando CJ la había tocado con audacia, moviendo sus manos a propósito entre sus muslos. Paige se había sorprendido por la bravuconería de CJ, pero estaba más sorprendida por su propia reacción. En lugar de alejar a CJ, consciente que había cruzado la línea, separó los muslos tentadoramente, sintiéndose emocionada cuando esas manos se movieron más arriba. Estaba sorprendida por lo excitada que estaba. Sorprendida por que no había querido que esas manos se detuvieran. Fue entonces, mirando los ojos de CJ que lo vio… una desesperada necesidad por contacto, de intimidad física. 16
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Se dijo a sí misma que se detuviera, que se levantara y saliera corriendo. Y rápido. Pero no pudo apartar la mirada… no pudo alejarse… ni siquiera cuando CJ se inclinó acercándose más, rozando juguetonamente sus labios con su boca. En cambio, giró su cabeza, encontrando a CJ, su primer beso tentativo se profundizó rápidamente, abriendo su boca, permitiendo la entrada a CJ. El resto estuvo completamente borroso. Las manos de CJ finalizaron su trayecto entre sus muslos, hacia la humedad que no pudo esconder de CJ, escuchó un suave gemido… el suyo… mientras los dedos de CJ frotaban contra la costura de sus jeans, presionando íntimamente contra ella. Entonces se levantaron y caminaron con sus manos unidas, apresurándose hacia afuera. Había estado como en un sueño cuando escuchó las instrucciones de CJ hacia su apartamento, sorprendida de encontrarse a sí misma siguiendo a CJ, demasiado excitada para salir de su estupor. No hablaron. Ni una palabra. CJ cerró la puerta detrás de ella y luego la aprisionó contra la puerta, sus manos trabajaron rápidamente en los jeans que Paige llevaba. Aturdida… temblorosa… Paige se encontró a sí misma ayudando a CJ a desvestirse, se encontró a sí misma agarrando la mano de CJ y colocándola dentro de sus bragas, ahora la desesperada necesidad era de ella, no de CJ. Apenas registró los dedos de CJ en ella, dentro de ella. Su orgasmo fue duro y rápido, mordió el hombro de CJ para no gritar. Luego CJ la llevó a su dormitorio, cerrando la puerta al mundo mientras caían juntas en la cama ¿Cuántas horas estuvieron allí? No lo supo. El sueño llegaba de manera intermitente, el sexo entre ellas fue emocionante y agotador, electrizante y estimulador, todo al mismo tiempo. Se había deslizado fuera de los brazos de CJ y de la cama, recogiendo su ropa tranquilamente mientras CJ dormía. No le serviría de nada estar allí cuando CJ despertara ¿Qué dirían? ¿Cómo podría explicarlo? Manejó a casa, una vez más, sintiendo como si estuviese en una niebla, sus pensamientos confusos, pocos claros. Y durante la próxima semana, tal vez dos, ella y CJ se evitarían la una a la otra, hablando sólo cuando fuese necesario. Si los chicos se dieron cuenta… que seguramente lo habían hecho… nunca lo mencionaron. Luego, otro caso surgió, dándoles algo en qué concentrarse y poco a poco, 17
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ella y CJ volvieron a lo que estaban acostumbradas. El coqueteo ligero entre cervezas con los chicos mirando, las burlas, los insultos. Las cosas volvieron a la normalidad. Ni una sola vez en los últimos seis meses mencionaron la noche que habían pasado juntas. La verdad era que nunca habían estado ni una vez a solas. Por elección o coincidencia, no estaba segura. Ahora, se dirigirían hacia Hoganville… solas. Como pareja. Pretendiendo que eran amantes.
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CAPÍTULO 4
“Están actuando muy extraño” susurró Billy “Desearía que le preguntaras a CJ lo que está pasando” Ice miró a Paige y a CJ mientras se dirigían hacia la oficina de Howley para su última reunión. “Si estás tan interesado por saber ¿por qué no se lo preguntas?” “Ella es tu pareja”. Ice se frotó la cabeza distraídamente, aún no acostumbrado a la suavidad de la misma. “Entonces pregúntale a Paige” dijo él. “No le preguntas a Paige cosas como esas. Ella es... bueno, reservada”. “¿Reservada? El hecho de que su familia tenga más dinero que Dios no significa que sea reservada” dijo él “Has sido su compañero durante cuatro años, hombre”. “Ella no es como nosotros. No puedes simplemente preguntarle cosas como esas”. “Bueno, entonces ¿qué crees que está pasando con ellas?” Ice tenía sus sospechas, pero nunca las dijo en voz alta a Billy.
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Hacía tiempo que sospechaba que, como ellos, CJ tenía su propio enamoramiento con la hermosa Paige Riley. Y en la mente de CJ, ella no se acercaba ni un poco a la liga de Paige. Paige había crecido en una mansión, CJ en una casa móvil. Quizás CJ temía que se descubriese… su pequeño enamoramiento… ahora que tenían que hacer el papel de una pareja de lesbianas. Por supuesto, eso no explicaba las acciones de Paige. Las dos mujeres se habían evitado entre sí descaradamente desde que Howley les había dado la asignación cuatro días atrás. “Creo que hay suficiente tensión sexual entre ellas, que tienen miedo de este caso, eso es lo que pienso” dijo Billy. “¿Sí? ¿Eso es lo que piensas?” “¿Por la manera en que coquetean entre sí cuando salimos? Sí, eso no puede ser sólo por exhibición”. “Yo creo que sí. Sólo juegan. Nunca las hemos visto a solas ¿no es así?” “Eso no quiere decir nada” “Nunca las has visto aquí solas”, dijo señalando hacia sus escritorios. “Nunca van juntas al baño. Nunca van por café al mismo tiempo. Nunca hablan entre ellas para verse fuera del trabajo. Ni almuerzos, ni cenas. Nada. De hecho, las únicas conversaciones que mantienen están relacionadas con el trabajo”. “Excepto cuando salimos a tomar cervezas”, dijo Billy. “Sí. Así que, ya que salen mañana…” “…entonces deberíamos tener una noche de cerveza”, terminó Billy por él con una sonrisa. “Sí, tal vez una noche de fiesta puede traerlas de vuelta a la normalidad”.
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Era curioso como algunos bares terminaban convirtiéndose en bares de policías. Éste no era diferente. No se encontraba tan cerca del departamento de policía. Tampoco estaba muy cerca de la oficina del sheriff. Y se ubicaba a unas buenas diez cuadras del edificio donde estaban las oficinas del FBI. Sin embargo Ice suponía que el noventa por ciento de los clientes eran de policías. Una barra envolvente era la atracción principal y donde normalmente se reunían. La parte frontal del bar contaba con mesas altas y redondas… donde eligieron sentarse esta noche… y la pared lateral contenía una hilera de mesas reservadas. Cinco televisores grandes estaban espaciados por los alrededores, dándole al lugar un ambiente tipo bar deportivo. La única comida que servían eran hamburguesas y papas fritas o alitas de pollo picantes, nada más, sin embargo, el lugar estaba lleno casi todas las noches de la semana. Por encima del ruido de la multitud, se podía escuchar el golpeteo de las bolas de billar desde las tres mesas ubicadas en la parte de atrás del bar. “Vaya, ustedes se van a volver locas después de unos meses juntas”, dijo Billy mientras chocaba su botella de cerveza con la de CJ. “Más que locas”, murmuró Paige. “Habla por ti”, contrarrestó CJ. Paige apoyó los codos sobre la mesa y apoyó la barbilla en sus manos “No roncas, ¿verdad?” Ice las observó, sus miradas eran intensas y en realidad vio como CJ mantenía la boca cerrada, conteniendo las palabras que estaban a punto de liberarse. En vez de eso, se acercó aún más, bajando su mirada hacia los labios de Paige. Ice miró con fascinación el intercambio entre ellas. “Bebe, te tendré tan cansada y saciada, que no estarás despierta el tiempo suficiente como para saber si ronco o no” Ice vio el leve fantasma de una sonrisa cruzar el rostro de Paige “¿Qué te hace pensar que no serás tú la saciada?” Billy se inclinó más cerca de Ice. “¿Qué quieren decir con saciada?”, susurró.
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“¿En serio, hombre?” Paige sonrió cariñosamente a Billy, alejando finalmente su mirada de CJ. “Déjenme comprar la siguiente ronda”. No era su turno, pero nadie se quejó. Así como nadie se quejaba cuando ordenaba la cena para todos cuando trabajaban hasta tarde. O cuando llevaba el desayuno o el café. Ella era realmente generosa y no espera nada a cambio. Como le había dicho a Billy, sólo porque ella tenía más dinero que el resto, no significa que no era una de ellos. Lo era. Sólo que se vestía mejor y conducía un coche más caro. “¿Estás nerviosa?” preguntó CJ. Ice notó que las bromas se habían terminado y fue sorprendido por la pregunta. Y estuvo aún más sorprendido por la respuesta de Paige. “Aterrorizada”. Billy, como de costumbre, no era consciente de la tensión subyacente. “Vas a estar bien”, dijo. “Suena como un lugar loco, sí, pero aún siguen siendo personas”. Paige y CJ intercambiaron sonrisas sinceras, Ice podría jurar que era la primera vez que había sido testigo de algo así entre ellas. “Sí, estoy segura que estaremos bien”, dijo Paige. “Sin embargo voy a extrañarlos chicos. Va a ser raro no verlos todos los días”. “Sólo estaremos a una llamada de distancia”, dijo Ice. “Recuerden que somos sus investigadores”. Un silencio inusual siguió hasta que Billy… sintiéndose aparentemente valiente después de tres cervezas… hiciera la pregunta que le había estado molestando toda la semana. “¿Está todo bien entre ustedes dos?” Paige y CJ se miraron la una a la otra, luego alejaron las miradas. “Sí, por supuesto”, contestó Paige. “¿Por qué?”
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“Sólo que han estado actuando un poco extraño. Como si se estuviesen evitando la una a la otra”. Él esperaba que protestaran, CJ al menos, pero ninguna refutó las palabras de Billy. Parecía como si no pudiesen encontrar una buena mentira. “Bueno, ¿cómo te sentirías si Ice y tú tuviesen que ir de incógnito como una pareja?”, preguntó CJ. “Es un poco desconcertante”. “Sí, pero ustedes son gay ¿Cuál es el problema?” Paige lo miró fijamente, con sus ojos azules entrecerrados “¿Por qué supones que soy gay?” Billy tragó. “Bueno, nunca hablas de chicos. Como en citas”. “¿Hablo sobre chicas y citas?” “No. En realidad, no hablas de tu vida personal”. Su mirada finalmente se suavizó “Cierto. Y vamos a mantenerlo de esa manera. Ahora, de vuelta a tu punto, fingir que estás enamorada de alguien, alguien con quien trabajas, es un poco desconcertante. CJ y yo, aunque considero que somos compañeras de trabajo, realmente no nos conocemos bien del todo”, dijo Paige “Así que ser liadas de repente, teniendo que fingir que estamos en una relación, nos está poniendo un poco nerviosas”, miró a CJ “¿Cierto?” “Sí. Definitivamente”. CJ bebió su cerveza y deslizó la botella vacía hacia el centro de la mesa donde las otras botellas habían aterrizado “No sólo eso, sino que tenemos que vivir juntas”. Ice pudo ver las ruedas girando en la cabeza de Billy. “¿Dormir juntas?” “Compartir una cama”, corrigió Paige rápidamente. “Howley nos informó que nuestra cabaña tenía un lindo dormitorio y un baño. Muy íntimo”, dijo ella. “Me vas a poner los nervios de punta”, murmuró CJ. “¿Yo?” 22
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“Sí. Eres una maniática del orden”, dijo CJ. “Sí, ¿y qué?” “¿Y qué? ¿Se puede decir que tienes un TOC?” Paige la miró. “¿Trastorno obsesivo-compulsivo? ¿En serio?” CJ sonrió. “Dime que todo en tu escritorio no tiene un código de colores, o un orden alfabético. Probablemente eres una de esas personas que rotan su ropa interior, toallas y otras cosas para no utilizarlas fuera del orden”, arqueó sus cejas “¿Me equivoco?” Paige se sonrojó, Ice no pudo contener su risa. “Está bien, así que tal vez tengo un toque de eso”, concedió Paige. “Dudo que vivir contigo sea un lecho de rosas”. “Bebé, trataré de hacerlo placentero... y satisfactorio para ti tanto como me sea posible”. Paige se inclinó de nuevo hacia delante. “Tigre, no creo que puedas manejarme”. Las cejas de CJ se elevaron. “¿Ah, sí? ¿Es eso un reto?” “No. Sólo un hecho”. Ice y Billy intercambiaron miradas nuevamente, sorprendidos de lo rápido que las dos regresaban nuevamente al coqueteo. “Bueno, supongo que tendremos unos meses para ver si eso es cierto o no. Creo que voy a romperte”. “Vamos a ver quién rompe quién”, Paige casi ronroneó.
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CAPÍTULO 5 “¿Estás segura que no estás perdida?”
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CJ le echó un vistazo. “Por el hecho de que tenemos un GPS y no está recalculando, sé dónde estoy”. Paige la miró con ojos dudosos pero no dijo nada. CJ mantuvo la mirada en el camino, el bosque casi tragándose la carretera a ambos lados. Lucía atractivo desde la comodidad del aire acondicionado dentro del automóvil, pero sabía que afuera estaba caliente y húmedo. Todavía era principios de junio, pero la temperatura había estado subiendo constantemente por encima de los 40 grados. Los altos pinos y robles estaban casi inmóviles, sin brisa que penetrara entre ellos. Por el rabillo del ojo veía a Paige, quien estaba una vez más leyendo los archivos en la elegante portátil que tenía. Notebook, se corrigió mentalmente. Bueno, al menos tenía algo que la mantenía ocupada. Su conversación hasta el momento había sido rebuscada y casi inexistente. Este había sido un viaje largo y agotador. Estresante, porque sabía que eventualmente tendrían que hablar. Y con el tiempo, surgiría. Esa noche. Tenía que surgir. Y no quería hablar de ello. No, en absoluto. Inusual para ella, pero era quien había despertado sola en su propia cama. Sola, pero completamente saciada. No había dormido tan bien en años. Por supuesto, era algo que no iba a admitirle a Paige, en caso de que hablaran esa noche. Todavía la pasaba mal devanándose el cerebro con el hecho de que habían dormido juntas. No sólo habían dormido juntas, sino que habían pasado horas complaciéndose la una a la otra. Paige no era para nada su tipo. Era demasiado bonita, demasiado elegante, demasiado inteligente, demasiado... demasiado todo. Miró rápidamente hacia ella, con miedo de que Paige pudiese leer su mente y ver la dirección de sus pensamientos, pero Paige parecía absorta en su lectura. Apretó el volante con más fuerza mientras las imágenes pasaban por su mente… Paige acostada desnuda sobre su cama, con sus piernas abiertas para ella, el rostro de Paige transformado por el placer, con su boca ligeramente abierta, sus caderas saltando violentamente con otro orgasmo. Y la mano de Paige separando sus muslos, sus dedos llenándola, la boca de Paige en su pecho. Luego la boca de Paige moviéndose hacia abajo, apoderándose de ella con un hambre que aún traía escalofríos al cuerpo de CJ. “¿Qué?”
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CJ se volteó y parpadeó varias veces. “¿Qué?”, Paige arqueó una ceja. “¿Todo bien?” CJ miró rápidamente hacia la carretera nuevamente, maldiciendo sus pensamientos, orando para que Paige no notara el rubor en su rostro. “Lo siento. Nada”, murmuró ella. Paige cerró su laptop y suspiró. CJ esperó, sabiendo lo que venía. “¿Quieres hablar de ello?” ¿Qué clase de pregunta loca era esa? Negó con la cabeza. “No”. Paige suspiró nuevamente “¿Seremos capaces de hacer esto?” Por primera vez, CJ escuchó… y comprendió… el temor en la voz de Paige. Se dio cuenta que ella no era la única que luchaba con los demonios de esa noche. ¿En primer lugar cuán fuera de lugar era para Paige, acabar no sólo en un bar de lesbianas, sino permitirle a CJ todo lo que hizo? Había jugueteado con ella, coqueteado como si siempre lo hubiesen hecho. Sin embargo, eso había sido diferente. Tal vez porque habían estado a solas, sin los chicos, pero el coqueteo se convirtió en realidad. Al menos para ella había sido así. Y había tomado suficiente alcohol para inundar su buen sentido. Recordaba lo audaz que se había sentido cuando deslizó sus manos por los muslos de Paige, recordaba la mirada en los ojos de Paige mientras la tocaba. Y Dios, recordaba lo mojada que había estado. Tan mojada que lo había podido sentir a través de los vaqueros de Paige. Lo que vino después fue inevitable. Y era algo que Paige no hacía. Encuentros de una noche. No, esa era la especialidad de CJ, no de Paige. Aunque aquella mañana, cuando había encontrado su cama vacía, le pareció que Paige era la experta, no ella. Y ahora aquí estaban, dirigiéndose hacia Hoganville con ropa y baratijas, cosas que les hicieran lucir como si fuesen una pareja real. Una pareja que había estado junta tan sólo seis meses. Una pareja locamente enamorada ¿Podrían llevarlo a cabo? “Creo que va a estar bien”, dijo ella. “Es nuestro trabajo. Las dos hemos estado encubiertas anteriormente. Esto no es diferente”.
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“Espero que tengas razón”.
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Paige vio como CJ fácilmente entraba en su personaje, su brazo colgando por la ventana mientras le sonreía al guardia de seguridad. “Sip. Nosotras somos las nuevas”, dijo ella “No puedo esperar a instalarme”. “Primero tendrán que ver al director. Las oficinas de administración están en el primer piso de Mathis Hall”, él le entregó a CJ un mapa. “Siga por el Campus rodeando el pequeño lago aquí”, dijo señalando el papel que le había dado. “Es el primer edificio. El asta de la bandera está al frente”. CJ frunció el ceño. “Está bien, pero es sábado. ¿Las oficinas de administración están abiertas?” “No por lo general, no. Pero al director le gusta saludar al nuevo personal”. “¿Hay muchas rotaciones?” preguntó ella. Él se rió y extendió los brazos “¿Qué piensa usted? No hay mucho con que entretenerse aquí”. “Lo tengo. Bien, gracias. Supongo que nos veremos por ahí”. “Sí”. Subió su ventana, dejando afuera el calor de la tarde. “Bueno, estamos dentro”. Paige asintió. “Sí. Y estoy de acuerdo con el concepto de recintos de Howley. Este lugar es como una prisión”. “Creo que esa es la intención”, dijo CJ. “Porque si estas chicas no estuviesen aquí, muchas de ellas podrían estar en los centros de detención juveniles”.
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“Oh, eso es bonito”, dijo al ver al pequeño lago a su izquierda “¿Crees que permiten que las chicas vengan aquí?”, señaló. “Mira. Mesas de picnic”. “No sé cuánta libertad se les permita. Todo el lugar es de quinientos acres. Eso es mucho para cercar como seguridad. No puedo imaginar que las chicas recorran el lugar”. Paige tomó el mapa que CJ había tirado en el tablero. Ya había descargado el que estaba en su sitio web, pero no lo había estudiado mucho. Sabía que las cabañas para el personal se encontraban lejos de los dormitorios. Eso le llevó a creer que las chicas tenían algún acceso a los jardines. Sabía por su investigación que algunas de ellas se les permitían tener bicicletas pero no vehículos. En realidad, encontró atractivo el sendero para caminar y la pista de bicicletas, tuvo que recordarse a sí misma que estaba trabajando, no de vacaciones. El guardia de seguridad debió haber anunciado su llegada. La puerta del edificio administrativo estaba abierta y otro guardia de seguridad estaba esperando. “Por aquí”, dijo él. CJ asintió y luego educadamente permitió que Paige pasara primero. Apenas resistió poner los ojos en blanco mientras recordaba que estaban interpretando roles. Un hombre mayor con el cabello canoso se mantuvo de pie en una puerta, con una sonrisa en su rostro.
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No sabía qué esperar de las dos agentes que le habían enviado. Había supuesto que serían mayores, pero estas dos parecían estar en sus treinta y pocos años. Encajarían bien con los otros maestros. “Buenas tardes. Soy el Director Avery”, les tendió la mano y las dos la estrecharon. “Veo que lo lograron”, dijo él. “Está, definitivamente, metido en el bosque. Soy CJ Johnston”, dijo la del cabello oscuro. “Ella es Paige Riley”. 27
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“Encantado de conocerlas. Entren, por favor”, él asintió hacia el guardia de seguridad. “Gracias, Richard”. “Por supuesto. Cerraré la puerta al salir”. Una vez que la puerta estuvo cerrada, Avery dejó escapar un suspiro. “Me alegra que por fin estén aquí”, dijo. “Temía que ellos aún no estuviesen listos para seguir adelante”. “No. Estamos listos para movernos. Simplemente creo que nadie sabe contra quién o qué nos moveremos”, dijo CJ. “Eso es verdad ¿Confío en que ambas hayan revisado mis notas?” “Sí”, dijo Paige. “Minuciosamente” “Bueno, como reporté, la comunidad está aislada. También mantienen la escuela aislada de ellas. Por lo que he visto, todo pasa por Ester Hogan. Todo”. “Ella es la… matriarca, ¿no?” “Sí. También es propietaria de la cafetería. Bueno, supongo que más o menos es dueña de todo. La pequeña tienda de comestibles y la estación de servicio”, hizo una seña hacia las sillas de visitantes. “Por favor, siéntense” esperó hasta que las dos estuviesen sentadas antes de volver a su puesto detrás del escritorio. “¿Es bienvenido el personal de la escuela en la cafetería?”, preguntó CJ. “No es bienvenido, no. Por lo que sé, creo que nunca ha ido alguien de la escuela allí”. “Usted dijo en sus notas que se trataba de una comunidad de personas mayores”, dijo Paige. “¿Puede contarnos?” “No he visto a ningún niño. Nunca”, se echó hacia atrás en su silla, mirándolas, preguntándose por su línea de preguntas. “Ahora, eso no significa que no existan algunos. Diría que la edad de la mayoría de los residentes es superior a cincuenta años, tal vez cerca de los sesenta. No ves personas jóvenes, como de veinte y treinta años”. “Así que la gente se muda y no regresa. Eso no es inusual en una comunidad como esta”, dijo Paige. “No imagino que haya mucho que mantenga a las persona en este pueblo”. 28
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Él negó con la cabeza. “Esa fue mi suposición al principio”, dijo. “Pero cuanto más tiempo paso aquí, creo que ese no es el caso. No imagino que a alguien se le permita salir sin aprobación”. “¿Aprobación de quién?” “Supongo que de Ester Hogan”, CJ se echó a reír. “Oh, vamos. Nadie puede tener tanto control ¿Quién permitiría eso? Si estás recién salido de la secundaria y quieres ir a la universidad ¿me estás diciendo que tendrían que consultarlo con Ester Hogan?” “No hay una escuela. Todo el mundo es educado en casa de manera informal. De lo que he aprendido, así es como siempre ha sido, mucho antes de que estuviese de moda. Otra cosa son los registros de nacimiento. Oficialmente, se han producido seis nacimientos en los últimos treinta y cinco años”. “¿Oficialmente?” “Así fue como se emitieron muchos certificados de nacimiento y solicitudes de números de Seguro Social. Seis”. “Está bien, todo esto es muy extraño”, dijo Paige “Nos tomará algo de tiempo acostumbrarnos a eso. Usted ha tenido siete meses”, ella hizo una pausa. “Hay dos personas que trabajan aquí del pueblo. Ellos tuvieron que salir por su educación”, dijo Paige. “Vamos a investigarlos más a fondo”. “Sí. Fiona Hogan es profesora de ciencias. Es muy buena y las chicas la aman. Gretchen Hogan es la enfermera de la escuela. Es mucho más reservada que Fiona. También es mucho mayor. Estoy seguro de que la única razón por la que se les permitió ir a la universidad era para que pudiesen regresar y se infiltraran en la escuela, si se me permite usar esa palabra”, dijo “De los seis nacimientos oficiales, tres son Fiona, Gretchen y el supuesto médico del pueblo, Don Hogan. Sé que suena extraño, pero créanme. Una vez que estén aquí por un tiempo, van a entender” “¿A quiénes pertenecen los otros tres?” “Tengo sus nombres”, dijo él. “Eso es todo. Si aún siguen por los alrededores, no los he visto y no he oído que los mencionen. Dos deben tener ahora dieciocho años. El otro nació el mismo año que Fiona”. 29
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CJ se levantó caminando lentamente. “Está bien, entendemos que la comunidad vive fuera de la red ¿Pero los bebés nacen y no son documentados?” “Si los bebés nacen, sí, eso es lo que parece. Como he dicho, no he visto a los niños. Les he pedido una investigación tan atrás como les sea posible. La comunidad fue bastante grande una vez. Los certificados de nacimiento… y certificados de defunción, para el caso… no existen para la mayoría de los residentes”. “Sin embargo, algunos están documentados. ¿Predestinados?”, adivinó Paige. “Fiona fue documentada y se fue a la universidad. Gretchen también. Y el médico. Por supuesto, suponer que alguien al nacer vaya a ser lo suficientemente brillante como para ser médico es realmente como tirar los dados”. “Su título de médico es sospechoso”, dijo Avery. “Es de una universidad de la República Dominicana”, dijo “Es el único registro de él. No hay nada aquí. Si realmente está practicando la medicina, sería algo muy básico”. “¿Qué pasa aquí en la escuela?”, preguntó Paige. “Usted tiene una enfermera. Pero ¿y si los niños necesitan atención de emergencia?” “San Agustín es la instalación médica más cercana. También tenemos dos médicos que vienen de manera rotativa”, sonrió para sí mismo. Siete meses en el trabajo y de repente era “nosotros” cuando hablaba de la escuela. Tal vez esta asignación había crecido en él más de lo que se había dado cuenta. CJ pasó sus dedos por su cabello lo que él supuso era un hábito nervioso “Está bien, primero volvamos a la razón por la que estamos aquí. Las desapariciones misteriosas. El pueblo es peculiar, sin duda, pero ¿está sugiriendo que algo siniestro está ocurriendo aquí? Por lo que sé, no hay ni una pizca de evidencia que vincule este pueblo con las desapariciones. Y por muy raro como este pueblo parezca, estamos aquí para investigar las desapariciones, no a la comunidad ¿De acuerdo?” “Todo lo que puedo decir es que den un paseo en coche. Vayan por la cafetería. Vean si no lo sienten también. Es un pueblo muerto, así es como lo describo. No verán sonrisas, ni escucharan risas. Las conversaciones silenciosas se detienen de repente. Podrán ver a una persona, sin embargo, sentirán ocho pares de ojos sobre ustedes”, él sacudió sus hombros como si tratara de desprenderse de algo. “Es espeluznante”. 30
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“Está bien, así que es como algún tipo de culto”, dijo Paige “¿Es eso lo que está sugiriendo?” “Esa es su palabra, no la mía”, dijo rápidamente. “Si empiezas a lanzar la palabra culto por allí, la gente se pone nerviosa. Pero es algo por el estilo, sí”. CJ se sentó nuevamente. “¿Qué pasa con el personal de aquí? ¿Se mantienen alejados? ¿Son advertidos cuando toman el trabajo?” “No diría que sean advertidos por la administración, pero estoy seguro que los otros maestros los ponen al día. La tasa de rotación es muy alta aquí. En promedio, la mayoría de los profesores se quedan sólo tres años. Hay dos, una pareja, que ha estado aquí por cinco años. Tienen el período más largo, si eso les dice algo. Gayla Grumfeld fue a quién designé para ser su mentora”, le dijo a Paige. “Ella puede ponerte al tanto de las complejidades de la escuela y todo eso”. “La escuela ha estado aquí ¿qué? ¿Treinta años?” “Treinta y uno”, la corrigió. Paige asintió. “Si el pueblo es tan aislado y quiere permanecer aislado ¿por qué está ubicada la escuela aquí? Quiero decir, obviamente tienen influencia sobre lo que sucede aquí ¿Por qué los Hogan vendieron la tierra y permitieron que se construyera la escuela?” “Dinero”, dijo simplemente. “Sin la escuela, creo que la comunidad hubiese muerto hace mucho tiempo. Sé cuál es la estimación de la población, pero diría que es de menos de cincuenta personas. La persona que bajara por la carretera, ni siquiera lo notarían”. “Pero ¿cómo manejan las visitas de los padres en el pueblo? Es decir, suponiendo que los padres visiten”. “Está muy reglamentado. A los padres se les permite una visita un sábado cada trimestre cuando se les permite sacar a su hijo del complejo. Sorprendentemente, Hoganville da un buen espectáculo. Es muy puesta en escena. Dan la bienvenida a los padres en la cafetería con pancartas. De hecho, uno de los sujetos tiene este gran aparato que echa humo que ponen al frente y hacen barbacoa, parrilla y costillas. Es todo un éxito con los padres”, dijo él. “Por supuesto, muchos de los padres hacen excursiones de un día fuera
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del pueblo. A las chicas no se les permite estar fuera toda la noche. Revisión de camas a las 10 pm durante esos días. Nueve pm en las noches normales”. “¿Realmente cuántos padres vienen de visita? Me imagino que muchas de las chicas no vienen precisamente de hogares y familias modelos”, dijo Paige. “He estado aquí en dos de las jornadas de puertas abiertas trimestrales. Yo diría que menos de la mitad de las chicas son elegibles para tener visitas. La escuela es costosa, así que aquí hay una extraña mezcla”, dijo él. “Estoy sorprendido de que haya funcionado, pero así ha sido. Hay dos sectores… azul y rojo. Clasifico los rojos a esto…”, dijo manteniendo su dedo pulgar y dedo índice a una pulgada de distancia, “…de ser enviadas a una instalación tradicional de menores. Aquellas que fueron enviadas aquí por un juez y obviamente, que fueron financiadas por el Estado. Estas son chicas que se meten en problemas y necesitan orientación. Hurtos pequeños, drogas, en su mayoría. Realmente infractoras de primera vez. Pero aun así, básicamente delincuentes juveniles estándares. Luego tienen aquellas cuyas familias tienen dinero y pueden permitirse el lujo de enviar a sus hijas aquí”, él negó con la cabeza. “A pesar de que se mantienen separadas, personalmente yo no enviaría a mi hija aquí”. “¿Estoy asumiendo que es diversa? Más del pueblo, de todos modos”, dijo CJ. “Por supuesto. Yo diría que el sesenta por ciento blancas, 30 por ciento negras y 10 por ciento hispanas. Pero como en cualquier escuela… o cárcel, para el caso… tienen sus grupitos. Tienen un grupo de líderes y un puñado de seguidoras” “¿Pandillas?” “Vamos a llamarlo mini- pandillas. Una vez más, hay mucho por repasar. Por eso le he pedido a Gayla que te ayude, Paige. CJ, tendrás un resumen del jefe”. “Está bien ¿cómo vamos a comunicarnos con usted? ¿Cara a cara?” “No muy a menudo. Podría levantar sospechas. Especialmente CJ. Realmente no hay razón para que uno de los policías del campus visite mi oficina”. “¿Cuál es la disposición al respecto? Servicio de seguridad en la puerta ¿Otro aquí? ¿Qué más?”
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“Hay diez guardias de seguridad, que no llevan armas. Rotan los turnos de día y de noche. Además de la puerta, están dentro y fuera de las aulas, la cafetería y los dormitorios. También hay seis agentes de la policía, incluyéndola a Ud. Un oficial armado siempre está en las aulas del sector rojo. La puerta se cierra y se bloquea a las diez cada noche, excepto los sábados. Por cierto, nadie más sabe que ustedes dos están infiltradas. Necesitamos que siga siendo así” “¿Cómo ha conseguido dos cargos nuevos?” “El cargo de profesora de gimnasia estaba realmente disponible. Es difícil conseguir que venga un solo maestro aquí. Es por eso que la mayoría son de dos en dos. La vacante en la seguridad del campus surgió de repente”, dijo con una sonrisa. “Creo que el oficial Nelson recibió una oferta que no pudo rechazar”. “¿Y por lo que sabe, alguien del personal está relacionado con el pueblo? Bueno, además de Fiona y Gretchen”. “Ambas viven aquí durante la semana, pero se quedan en el pueblo los fines de semana. Fiona es muy amable con el resto del personal. Gretchen, no tanto. Pero no creo que Fiona mezcle sus dos vidas. Eso quiere decir que no presenta a ninguno de sus amigos con el personal. Al menos, no que yo sepa”. “¿Eso no les parece extraño a las personas?” “¿Quieres decir más extraño que lo demás?”, Paige le sonrió. “Realmente no tenemos ni idea de lo que está pasando ¿verdad?” “En absoluto”, estuvo de acuerdo. Se echó hacia atrás, decidiendo no advertirles sobre los extraños llantos… gritos… que a veces escuchaba por las noches. Dejaría que experimentaran eso por su propia cuenta.
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CAPÍTULO 6
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CJ se quedó mirando la cama y luego miró a Paige. Sus ojos se encontraron por un segundo, entonces Paige se volteó siguiendo a Avery hacia la pequeña sala de estar. “No es mucho, lo sé. Pero es el único que está vacante y limpio. Donde vivía el oficial Nelson es un poco más grande, pero necesita una limpieza a fondo”. “Esto está bien”, dijo Paige dirigiéndose hacia la ventana. “Es como un pequeño barrio suburbano aquí afuera”. “Sí. Pero en su mayor parte, todo el mundo se lleva bien. Voy a dejar que se integren con ellos de manera natural, pero ellos tienen una cena comunitaria o una comida al aire libre cada semana. No hay entretenimiento en el complejo, por lo que han aprendido a hacer uno para ellos. Estamos a cuarenta y cinco minutos de la ciudad más cercana de mayor tamaño”. CJ se movió incómoda, aun tratando de hacerse la idea sobre el hecho de que ella y Paige estarían compartiendo una cama. Avery aparentemente interpretó su silencio como su señal para irse. “Bueno, voy a dejar que se instalen. Ambas tienen mi número y correo electrónico. La mayor parte de nuestra comunicación se debe hacer de esa manera. Después de que hayan conocido al personal…no me cabe duda de que algunos habrán terminado dentro de poco…puede que deseen dar una vuelta, revisar Hoganville. Incluso me gustaría sugerirles que tomen el desayuno en la cafetería mañana. Eso provocará una llamada de Ester Hogan. Ella querrá saber sus antecedentes. A ella le gusta mantener su mano en todo”. “Oh ¿y el uniforme?”, preguntó ella. “Sí. Te han asignado cinco. Ya están en el armario”. “Parece que han pensado en todo”. “Creo en ser organizado”, abrió la puerta cambiando su expresión. “Una vez más, bienvenidas a la Escuela para niñas Hogan”, dijo más alto de lo necesario. “Espero que disfruten de su estancia con nosotros”.
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La vieron bajar las escaleras y cruzar el patio hacia su coche, entonces Paige cerró la puerta, quedándose a solas. Completamente solas. CJ tragó. ”Bueno…“, dijo ella bajando su voz. Vio un movimiento fuera de la ventana. “Me pregunto por qué no cerramos las persianas”, dijo ella. “¿Ya tenemos compañía?”, preguntó Paige en silencio, sus ojos se encontraron. CJ asintió. ”Genial“, murmuró ella. “Comienza el espectáculo. Y no creo estar lista”, poco después sonó un golpe en la puerta y nuevamente sus ojos se encontraron. “Yo voy, cariño”, CJ respiró profundamente, forzando una sonrisa en su cara. Como Paige había dicho, comenzó el espectáculo. Ni siquiera habían tenido tiempo para practicar. “Sé que quieren desempacar y todo eso, pero teníamos que conocerlas”, dijo una pelirroja exuberante con cabello largo y lacio recogido en una cola de caballo. “Soy Suzette. Esta es mi pareja, Becca”. “Hola”, dijo Paige. “Soy la nueva profesora de gimnasia. Paige Riley”, dijo mientras extendía su mano. “Y ella es CJ Johnston”. Extendió su mano, haciéndole señas a CJ para que la tomara. Ella lo hizo tensándose sólo un poco cuando los dedos de Paige se entrelazaron con los suyos. “Somos algo nuevas…”, explicó Paige con timidez. “¿Es correcto decir ya parejas?” “Oh, recién casadas”, exclamó Becca aplaudiendo con sus manos. “Me encanta ¿Cuánto tiempo?” “Sólo seis meses”, dijo CJ. “No puedo creer que estemos aquí juntas. Esto es emocionante”. “Oh, cariño, entonces es algo bueno que sean recién casadas”, le dio un guiño exagerado “Te dará algo que hacer” dijo con una risa. “Porque emocionante no es cómo describiría este trabajo”. “No las desalientes tan pronto”, dijo Suzette. “Vamos, salgamos de su camino. Hamburguesas mañana en casa de Jules. Están invitadas”. 35
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“¿Jules?” “Tres casas más abajo. Traigan sus propias hamburguesas para poner en la parrilla. Habrá un montón de platos extras”. “Estamos un poco vacías en el departamento de la comida”, dijo Paige “Nos dijeron que había una tienda de comestibles aquí”. “Oh, la hay, pero, cariño, no la recomendaría. Conduzcan cuarenta millas hasta San Agustín y conseguirán todo allí”. “¿Hay algo malo con la de aquí?”, preguntó CJ, sintiendo un ligero apretón de los dedos de Paige. “No tenemos el tiempo suficiente para ir con todo lo que está mal por aquí”, dijo Suzette con una breve carcajada. “Creo que deberían detenerse en ella”, dijo Becca. “Es una experiencia que todos deberían tener por lo menos una vez. Si están abiertas. Ellas abren a horas extrañas”. “¿No les gustan las lesbianas?” Las dos se rieron. “No es eso. Eso, al menos, lo podría explicar”, negó con la cabeza. “No, es sólo un pequeño lugar extraño” sonrió ampliamente. “Encantada de conocerlas. No olviden las hamburguesas mañana”. Separaron sus manos tan pronto la puerta se cerró. CJ trató de aligerar el ambiente. “Que te parece, bebe. Ya hemos hecho nuevas amigas”. “Me pregunto cuánto tiempo han estado aquí”, dijo Paige ignorando su comentario “Parecen saber lo suficiente acerca del pueblo”. “¿Me pregunto si saben algo acerca de las desapariciones?” “Depende de que estaciones locales de televisión tengan aquí. Voy a asumir que sean las estaciones Lufkin”. “Si miran las locales. Creo que cada cabaña tiene una antena parabólica”.
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“Es una pena que no tengamos un televisor”, dijo Paige mirando el espacio vacío en el pequeño centro de entretenimiento. “Lo bueno es que estamos recién casadas”, dijo CJ con una sonrisa.
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“¿Así que realmente piensas que es sólo una especie de culto?” “Un culto puede tener muchos significados”, dijo Paige. “¿Te refieres a una secta satánica? ¿O algo menos siniestro, como paganos o incluso Cienciología? ¿O tal vez ocultismo, magia y brujas?” “No lo sé”, dijo. “Ya sabes, un culto”. “Bueno, esa es una declaración amplia. Los nazis en Alemania eran considerados una secta. Los supremacistas blancos son una secta. Jim Jones y el Templo del Pueblo. David Koresh y los Davidianos. Los terroristas”, Paige sonrió. “Los católicos…” CJ se echó a reír. “Está bien, entiendo tu punto. Tal vez debería esperar hasta que realmente haya visto el lugar antes de emitir un juicio”. “Por supuesto, una comunidad de más de cincuenta personas, es un gran número para controlar y manipular. Quiero decir, eso es lo que hacen los cultos. Pero si no tiene ninguna influencia externa, supongo que eso hace que sea mucho más fácil”. No había señales de señalización mientras se acercaban a Hoganville. La carretera de dos carriles atravesaba los altos pinos, un vínculo entre los dos bosques nacionales donde la escuela se encontraba… la escuela y la pequeña comunidad aislada. CJ desaceleró cuando vieron por primera vez las edificaciones. Eran como Avery había descrito. Limpias y bien cuidadas, sin pretensiones por decir lo menos. Una señal demasiado simple colgaba sobre cada puerta. Tienda de comestibles Hogan. Café Hogan. La 37
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estación de servicio no tenía ninguna señal de ningún tipo, sólo números desvanecidos anunciaban el costo del combustible. Las tres parecían estar cerradas. CJ se detuvo frente a la pequeña tienda de comestibles. No había ninguna señal de abierto o cerrado que Paige pudiese ver y parecía como si no hubiese sido colgada ninguna por horas en la puerta. “¿Dónde diablos están todos?”, preguntó CJ. “Vamos a echar un vistazo”, dijo Paige abriendo la puerta. El estacionamiento era de grava, con sólo escalones de cemento de piedras en la entrada de la tienda. El calor de la tarde estaba caliente, pero no era algo tan insoportable. Estaban de pie una al lado de la otra, ambas con el ceño fruncido ante lo que veían. “¿Quién coloca persianas en las ventanas de una tienda de comestibles?”, preguntó CJ en voz baja. “No hay ninguna señal. No hay anuncios publicitarios. Prohibición de ventas ¿No es extraño?”, CJ le sonrió “Vamos a hacer una apuesta sobre el número de veces que digamos las palabras raro, extraño o sobrenatural”. Paige se acercó más “¿Soy yo o sientes que la gente nos mira?” “No eres sólo tú, bebé” Por el rabillo del ojo, Paige vio movimiento. Le dio un codazo CJ. “Las persianas se acaban de mover, ventanas a lo lejos”, susurró ella. “Este lugar es espeluznante”. “Sí. Vamos a añadir esa a la lista de palabras que usaremos para describir Hoganville”. CJ se volteó, mirando alrededor del estacionamiento vacío. “No hay ruido”, dijo ella. “No hay perros que ladren, ni coches. Nada”, detrás de la tienda… más allá de los bosques que casi bloqueaban su vista… tuvo una visión de las ordenadas y blancas casas del clan Hogan. Paige tomó su mano y la arrastró nuevamente hacia el coche. “Voto porque nos dirijamos al supermercado de San Agustín. Todo esto es simplemente... inquietante”. 38
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CJ le sonrió. “Y otra palabra para agregar a la lista”.
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CAPÍTULO 7
Ester Hogan pasó los dedos por la túnica púrpura, aún sorprendida por su suavidad después de todos estos años. Había sido de su madre, heredado a ella más de treinta años atrás, cuando se hizo cargo del rebaño. Esto había sido predestinado, lo sabía y se había preparado, pero oh, cómo le había encantado el día que su madre se había enfermado y le había dado la túnica. Fue con orgullo que admitió que ella era probablemente la madre más preparada de todas, incluso más que su querida abuela. Cerró los ojos, haciendo una nota mental para ir a visitar a su abuela más tarde. Deslizó la túnica colocándosela, dejando la capucha abajo. Por ahora. Los ancianos se reunirían en las cámaras muy pronto y ella tendría tiempo para vestirse completamente. El calor del verano ya estaba sobre ellos y se permitió un poco de indulgencia. La reunión sería más larga de lo que todos anticipaban, lo sabía. Fiona, como buena oveja que era, le había alertado sobre las extrañas. Dos nuevas mujeres eran un problema en la escuela. Por eso había ordenado el cierre. No había tenido tiempo de hacer sus pesquisas. Este nuevo director estaba resultando difícil de romper. Sonrió un poco, su mirada yendo a sus dedos… sus uñas… y las rozó suavemente contra la túnica. Quizás el director Avery necesitaba un poco de persuasión. Y eso también podría ser divertido, pensó. Daría a Belden algo que hacer. Después de todo, él había destrozado al guardia, al que llamaba Richard, en un tiempo récord. El antiguo reloj de pared dio la hora y obedientemente levantó la capucha sobre su cabeza, dirigiéndose hacia la escalera que la llevaría a los túneles subterráneos. Solía
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tener miedo de los túneles cuando era joven, pero ahora podía encontrar el camino con los ojos vendados a través del laberinto, la cueva y las cámaras más allá. La esperaban…los ancianos. Entonces se detuvo, con una amplia sonrisa. Había llegado a amar toda esta retórica ritual que su bisabuela había comenzado. Conocía la historia detrás de todo esto, por supuesto, pero la mayoría del rebaño no la conocía. Para ellos, esto era todo lo que habían conocido. Y ninguno de ellos lo sabría nunca.
***
Paige apartó la mirada de la calabaza que estaba cortando, todavía preguntándose cómo había llegado a ser la encargada de la cena. CJ estaba hablando por teléfono, sobre todo escuchando, asintiendo de vez en cuando. Era Howley, lo sabía muy bien, pero la mayor parte de la conversación había sido unilateral. Cuando CJ bajó su teléfono, Paige esperó expectante. “Nada nuevo, en realidad. Están haciendo algunas investigaciones sobre antecedentes. O tratando de hacerlo. La cafetería y la tienda de comestibles, así como la estación de servicio, son legalmente propiedad de la finca Hogan. Financieramente, parecen ser los únicos activos que poseen, aparte de la tierra adyacente. Y están tratando de obtener registros del sujeto de la facultad de medicina, Don Hogan. Aparte de eso, nada”. CJ se acercó, inspeccionando la pila de verduras que Paige había cortado. “¿Así que acabas de inventar esto o qué?” “A menos que quieras ser voluntaria para cocinar, me permito sugerirte que mantengas tus comentarios para ti misma”, dijo ella. “Y no, no estoy inventando esto. Es un plato que cocino con frecuencia”. “Verduras ¿Qué más?” “Arroz integral. Y voy a hacer una salsa para poner en éste”. 40
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“Quiero decir, ya sabes, las proteínas”. “Judías blancas y Frijoles. Una mezcla”. Las cejas de CJ se elevaron “¿Frijoles? Fui de compras contigo. Vi que compramos pechugas de pollo, pescado, un par de filetes. Así que ¿frijoles?” “Tendremos hamburguesas mañana. Pensé que sería mejor una comida vegetariana esta noche. Quedará a la perfección con el Chardonnay”. CJ suspiró. “Voy a extrañar el pedir para levar. Así es como sobrevivo ¿sabes?” “No tengo dudas. Tienes suerte de que me encante cocinar”. “Sí, que afortunada”, murmuró CJ mientras se dejaba caer en el sofá. “Tomaré las verduras y el arroz. Y no hay televisión”. “Entonces pídele autorización a Howley para comprar una”, sugirió ella. “Sí. Deberíamos”. Paige puso las cebollas y los pimientos en el aceite de oliva caliente, mientras terminaba de cortar la calabaza. Su primera noche juntas no iba bien. Había una tensión visible entre ellas y sabía que era debido al hecho de que pronto, se retirarían al dormitorio juntas, a compartir una cama que se hacía más pequeña a cada minuto. Así que ahora parecía un buen momento como cualquier otro para traer a relucir… esa noche. “¿Por qué nunca hemos hablado de eso?”, preguntó ella. Afortunadamente, CJ no pretendió no saber de lo que estaba hablando. CJ no podía, sin embargo, sostener su mirada. “Porque eso es lo que hacemos. No hablamos de las cosas. Hacemos nuestro trabajo, vemos lo que vemos y lo manejamos a nuestra manera. Esa noche, sucedió que lo manejamos juntas”. Paige fue sorprendida por su respuesta honesta. Era mejor que cualquiera cosa que ella podría haber dicho. Pero sentía que le debía una explicación a CJ. “Te conozco. He trabajado contigo durante varios años. Tienes a esta persona que proyectas a todo el mundo… siempre con una amante diferente. Sales de búsqueda, 41
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luego que hemos tenido un terrible caso. Vas al bar, encuentras a una extraña, alguien que no conoces, alguien que no tendrás que conocer, luego terminas con ella. Te vas a tu casa, luego la dejas y te olvidas por completo de ella”. “Hey, espera un minuto”, dijo CJ. “No soy la única que deja. Tú lo hiciste”. “Sí, porque sabía que no te gustaría hablar de ello, tratar con eso. Ese no es tu estilo ¿Qué hubiésemos hecho si me hubiese quedado? No era como las demás, donde podrías hacer tu escape antes de que me despertara y no verme nuevamente”. “No. Pero tú hiciste tu escape”, le recordó CJ. “Sí. Lo hice para que tú… nosotras…no tuviésemos que enfrentarlo. Me fui porque eso era lo que querías. Me fui porque...bueno, porque sabía que iba a ser difícil. Y sabía que no tendríamos ninguna razón del por qué hicimos lo que hicimos. Y no quería que estuviésemos incómodas en el trabajo”, soltó una risa silenciosa. “Lo cual, por supuesto, fue imposible. Pasamos las primeras semanas actuando raro la una con la otra, tanto es así que Ice y Billy empezaron a notarlo. Todo volvió a la normalidad, pero...” “¿Pero? ¿Qué habríamos hablado? Tuvimos sexo. Fue una de esas cosas. Fue un mal caso y...” “¿Y qué? ¿Yo estaba allí? ¿Estaba disponible?” CJ negó con la cabeza. “Eso no es lo que quise decir”, hizo una pausa “Bueno, sí, tal vez es lo que quise decir. Estabas allí. Eras alguien con quien podía relacionarme. No eras una extraña sin nombre que no me conocía, que no conocía el trabajo”. CJ la miró a los ojos, finalmente sosteniendo su mirada “¿Por qué viniste al bar esa noche?” Paige se volteó. Sabía que si sacaba a relucir esa noche, CJ le haría esa pregunta. A pesar de estar preparada para eso, todavía no tenía respuesta. Supuso que esa noche, sin duda, había tenido una razón. Y si tuviese que adivinar, diría que había sido a causa de CJ. A causa de los niños. Porque sabía cómo CJ tomaba esas cosas de manera tan personal. Y por alguna razón, esa noche, no quería que CJ encontrara consuelo en los brazos de una desconocida... y en la cama de una extraña. “Tienes razón. Entendía como nadie más podría entender lo que habías pasado ese día. Nadie podría entender lo que necesitabas”, dijo en voz baja, sorprendiéndose a sí misma 42
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con su respuesta honesta. Miró nuevamente a CJ. “Y creo que tal vez necesitaba a alguien que me entendiera también”. CJ estaba en silencio, posiblemente sorprendida por sus palabras, porque por una vez, no tenía respuestas. Sus ojos se sostuvieron por largo tiempo, entonces CJ asintió, finalmente, apartando su mirada. Paige regresó a la preparación de la cena, preguntándose si esto sería lo último de su conversación sobre este asunto. Si era así, en realidad era más de lo que había pensado que jamás dirían.
***
CAPÍTULO 8
CJ hojeó las notas de Avery por lo menos una quinta vez, releyendo cada línea, encontrando todo el asunto extraño. Era como una mala película de televisión. Tal vez Paige tenía razón cuando decía mujeres perfectas. Por toda la información, los residentes del pueblo actuaban más como robots que otra cosa. Levantó la vista al escuchar que cerraban el agua. Acostumbrarse a compartir un baño iba a tomar un tiempo. Tratando de no imaginar a Paige desnuda, secándose cuando terminaba de ducharse, eso iba a ser casi jodidamente imposible. Recordaba cada exquisita curva del cuerpo de Paige Riley. Se apartó de la mesa y se puso de pie junto a una ventana, mirando hacia el bosque a través del camino. No lo llamaría una calle. Las cabañas, aunque todas estaban relativamente cercanas entre sí, eran escalonadas y compensadas, lo que permitía algo de intimidad. Ladeó la cabeza al escuchar cómo se abría la puerta del baño, luego la puerta de la habitación, consciente de que Paige se estaba vistiendo. Pasó la mano por su cabello, pensando en la noche anterior. Había sido sorprendida por la confesión de Paige. Se había preguntado a menudo cómo Paige había terminado en el bar esa noche. Era sólo un bar regular de lesbianas… con música ruidosa, luces tenues y 43
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una gran cantidad de alcohol y risas. No era un lugar que Paige Riley frecuentara, lo sabía. Las circunstancias que la llevaron allí... bueno, CJ no estaba muy segura de cómo se sentía acerca de eso. ¿Debería estar agradecida de que a Paige le importara lo suficiente como para hacer eso? ¿O era como Paige había indicado? Que ambas se necesitaban mutuamente esa noche. A pesar de todo, eso pareció aliviar un poco la tensión entre ellas. La cena había estado buena, la conversación ligera y había sido agradable compartir una botella de vino conscientes de que no habría expectativas al final de la noche. Realmente habían aligerado el hecho de que compartirían una cama y Paige trazó una línea imaginaria en el medio que CJ prometió no cruzar. Y no lo había hecho. Durmió profundamente y eso la sorprendió. No estaba acostumbrada a dormir con alguien, pero descubrió que la presencia de Paige era tranquilizadora, por lo menos. Lo que sería genial y maravilloso... si su mente no recordara continuamente esa noche. Era una noche que recordaba con gran detalle, lo cual era inusual en ella. Normalmente, los efectos persistentes del tequila borraban de su mente la mayoría de sus flirteos. Esa noche en particular, habían dejado el bar antes de que sucumbiera al tequila. Estaba bastante lúcida en cuanto a su seducción hacia Paige Riley. ¿O era la seducción de Paige hacia ella? No importaba. Podía recordar cada detalle con deliciosa claridad. “Hey”. Se dio la vuelta encontrando a Paige luciendo tan hermosa como siempre… pantalones cortos ajustados color caqui, una blusa de corte bajo que dejaba ver demasiado escote, cinturón de cuero y sandalias a juego. CJ levantó una ceja mientras divisaba el esmalte de uñas color rojo en los dedos de sus pies. Eso era algo que nunca había considerado y lo encontraba muy sexy. Echó un vistazo a su propia ropa. También usaba pantalones cortos color caqui, aunque gastado y arrugado. Su camiseta colgaba muy suelta, sus zapatos eran sandalias deportivas. “Me siento mal vestida”, dijo ella. “Te ves muy bien. Es una barbacoa”. “¿Entonces por qué estás tan arreglada?” 44
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Paige se miró a sí misma. “Esto no es estar tan arreglada”. “Oh. Ya veo. Eso es tu ocasional. Para mí es bien arreglada”. Paige sonrió, lo que en realidad era una dulce sonrisa, notó CJ. “Sí, bueno, tú eres tú y eso es lo que te hace sentir cómoda. Y esto es lo que me hace sentir cómoda”. CJ dejó que la conversación terminara con eso. Si hubiesen estado con los chicos, habría hecho una cruda mención de la blusa de corte bajo, del atractivo escote. Pero se contuvo. Se estaban llevando bien y por qué echar a perder eso con un comentario grosero. “Empaqué para nosotras algunas botellas de cerveza y agua. No estoy segura de qué clase de fiesta es…” dijo ella, “¿O prefieres tomar vino?” Paige negó con la cabeza. “Tomaré cerveza. O agua. Está bien”. “Y no toqué la carne preparada que hiciste. Todavía está en la nevera ¿Qué era toda esa mezcla allí de todos modos?” “Sólo algunas cebollas verdes y pimientos y hierbas. Nada del otro mundo”. “Lucía… interesante”, admitió ella. Paige se echó a reír. “¿Esa es tu manera de decir que prefieres una hamburguesa simple y común?” “Probaré cualquier cosa. Una vez”, agregó ella.
***
Paige se sobresaltó cuando CJ le tomó la mano y luego se relajó tratando de entrar en su papel de novia amorosa. Escucharon risas por la parte de atrás, así que saltaron la puerta principal y se dirigieron por el costado. Suzette les hizo señas. “Me alegra que hayan venido”, dijo ella. 45
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“Hola, soy Robbie” dijo una mujer bajita y rubia extendiendo su mano. “Déjenme hacerme cargo de eso por ustedes”. Paige le entregó el plato con sus hamburguesas. “Gracias. Soy Paige. Ella es CJ”. “Encantada de conocerlas. Siempre es emocionante adquirir nuevos miembros en nuestra comunidad”. “Veo que encontraron la tienda de comestibles”, dijo Becca. “Confío que no haya sido en Hoganville”. CJ se echó a reír. “No, tenías razón sobre eso. Nos detuvimos allí. Parecía desierta ¿Estás segura que hay personas viviendo allí?” “Oh, es un lugar un poco extraño. Soy Julia. Todo el mundo me lama Jules”. “Hola, Jules. Gracias por invitarnos”, dijo Paige. “Nos turnamos y hacemos esto cada fin de semana. El entretenimiento escasea por aquí”. “Vamos a bailar todos los sábados en la noche”, dijo Suzette. “¿Les gusta bailar?” Antes de que Paige pudiese decir que no, que ellas definitivamente no bailaban, CJ pasó un brazo por su cintura y la atrajo hacia sí. “Nos encanta bailar” dijo ella. “De hecho, así fue como nos conocimos”. Paige sonrió con los dientes apretados “Oh, cariño, no cuentes esa historia”, dijo con la esperanza de que CJ no fuese a improvisar una historia fabricada, se suponía que se habían conocido en una cita a ciegas. En su historia fabricada ni siquiera se mencionaba el baile. Paige sonrió a Suzette. “Yo había bebido demasiado”, explicó ella. “De cualquier manera, caíste ante mis encantos ¿no es así?”, bromeó CJ. “Creo que me va a encantar esa historia”, dijo Suzette con una carcajada. “El bar gay más cercano está a casi dos horas de distancia, pero aun así hacemos el viaje. Vamos, agarren una silla del jardín y les presentaré a todos”.
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CJ estaba pasando un tiempo fabuloso y tuvo que recordarse a sí misma que estaban trabajando. Pagaría por ello más tarde, cuando estuviesen a solas, pero ahora mismo, con su mano apoyada cómodamente en el muslo desnudo de Paige, la vida era buena. “Voy a vengarme por esto”, murmuró Paige, “No hay necesidad de exagerar”. “Vamos. Se supone que estamos enamoradas. ¿No es esto lo que haces?” “No lo sé. Pero si mueves la mano más arriba, voy a cortarla”. CJ apenas controló su risa, en cambio, se inclinó aún más cerca y rozó la mejilla de Paige con sus labios. “Solo espera cuando vayamos a bailar. Eso sí que va a ser divertido”. Paige la miró. “Nos conocimos en una cita a ciegas”, susurró. “No puedes improvisar, por el amor de Dios”. “No te pongas así, bebé”, dijo ella. “Me encanta bailar. Canciones lentas”, agregó con un guiño. Afortunadamente… antes de que Paige pudiese responder… Suzette se unió a ellas, sosteniendo un plato de huevos rellenos. Paige cortésmente tomó uno. CJ agarró dos, metiendo uno en su boca inmediatamente. “Muy bueno”, murmuró con la boca llena. “Es la especialidad de Becca”, dijo Suzette. “No se lo digas, pero estoy realmente harta de ellos”. “Esto es divertido”, dijo Paige. “Gracias por incluirnos. Ha sido un placer conocerlas a todas”. “Oh, seguro. Hacemos esto cada fin de semana, o el sábado o el domingo. No todo el mundo viene, por supuesto, pero todas son bienvenidas”. “Bueno, tendremos que ser anfitrionas muy pronto”, dijo Paige sorprendiendo a CJ cuando cubrió su mano, dejando que sus dedos se entrelazaran. Becca se unió a ellas, arrastrando una silla del jardín cerca del círculo. 47
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“Entonces ¿qué les pareció Hoganville?” “No estoy segura de qué pensar”, dijo CJ “Parecía que todo estaba cerrado. No vimos ni un solo coche”. “¿Coche? Ni siquiera vimos personas”, dijo Paige. “Sí, es una locura. Es como si pasaran un interruptor y el lugar se cerrara”. “Sin duda, algunos de los empleados de la escuela deben ser de Hoganville”, dijo CJ “¿Alguien les ha preguntado?” “En realidad, sólo hay dos locales en la escuela. Bueno, sin contar el personal de limpieza a medio tiempo y los trabajadores de la cafetería. Nunca los vemos de todos modos. Pero te gustará Fiona. Es agradable. Enseña ciencias. Ahora Gretchen, la enfermera, no. Es muy distante. No tiene nada que ver con nosotros”. “¿Sólo dos? Guau”, dijo Paige. “Sí. Eso también es extraño, lo sé. Incluso el mantenimiento, lo contratan desde fuera”. “¿Qué dice Fiona acerca del pueblo?” “No mucho”, dijo Suzette. “Cuando comentamos lo extraño que son todos, ella se ríe y dice que es como siempre ha sido en Hoganville”. “Por cierto, ella vive al otro lado de donde estás tú”, dijo Becca. “No lo fines de semana. Siempre se va. Se queda con su madre, creo. Regresa los domingos por la noche”. “¿Cuántos años tiene?” “Treinta y algo”, dijo Suzette. Se acercó más y sonrió. “Ahora, quiero oír cómo se conocieron”.
***
CAPÍTULO 9
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Fiona se quedó mirando su reflejo en el espejo mientras continuaba cepillando su cabello largo y oscuro. Madre Hogan la había convocado y no tenía idea del por qué. Siempre había seguido todas las instrucciones que se le habían dado. No había habido errores. Había visto como habían sacrificado a sus amigos hacía mucho tiempo por no ser fieles al rebaño. No quería sufrir su suerte. Con una última cepillada, se puso de pie, alcanzando la túnica blanca y deslizándose en ella. Añoraba el día en que pudiese reemplazar el blanco virginal por el manto negro que usaba la mayoría. Estaba más que lista para una pareja, si sólo madre lo permitiera. No sabría que elegir si lo dejaban en sus manos, ya que no había nadie de su misma edad en el rebaño, excepto Don y madre les había prohibido que se hablaran. “¿Fiona? Es hora”. Se encontró con los ojos de su madre inquisitivamente, pero la anciana no dijo nada. Con un movimiento de cabeza, Fiona pasó a su lado, en dirección hacia la cocina y la puerta que la llevaría a la planta baja y los túneles. Cerró la puerta detrás de ella, estrechando los ojos para adaptarse a la oscuridad. Deslizó su mano a lo largo de la pared, buscando la antorcha. Como siempre, hizo una rápida inspección. El olor a humedad era familiar para ella, pero sintió una ligera aparición de miedo. El temor de que los túneles colapsaran sobre ella era algo que había llevaba con ella desde que era un niña. Tomó una respiración profunda, finalmente alejando la ansiedad y haciendo que sus pies se movieran. Siguió el laberinto de túneles, girando a la derecha en el cruce donde normalmente giraba a la izquierda cuando iba a la reunión mensual en las cámaras. Sólo había sido convocada por la Madre Hogan en dos oportunidades. Una vez, cuando se le dijo que iría a la universidad para convertirse en maestra. La segunda vez cuando había sido contratada en la escuela. Belden estaba montando guardia junto a la puerta que conducía a las habitaciones de la Madre. Asintió con su cabeza, pero no habló. “Fiona”, saludó él. “Madre está esperando”, dijo indicándole que pasara. Siguió a Belden por las escaleras, hacia la propiedad Hogan. 49
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La casa había sido construida más de cien años atrás, lo sabía y solía albergar a cinco familias. Hoy día, sólo madre Hogan y su hermano vivían allí, junto con el niño que habían procreado. El niño que no hablaba. Como había ocurrido las dos primeras veces, fue llevaba al estudio. La gran sala mostraba su antigüedad, el mobiliario viejo y desgastado, las cortinas polvorientas y descoloridas, colocadas contra el sol de la tarde. Madre estaba sentada en el enorme sillón de cuero, su manto púrpura cubría su cuerpo y la capucha ocultaba su rostro. Como siempre, Fiona sintió un escalofrío en la habitación. Tragó saliva, nerviosa, esperando instrucciones. “Fiona, gracias por venir”, dijo madre. “Por favor, siéntate”. “Sí, madre”, dijo y se sentó frente a ella. “Estoy segura que te estás preguntando por qué te he llamado. Un par de razones”, dijo madre. “En primer lugar, gracias por alertarnos sobre las nuevas profesoras en la escuela. Voy a necesitar que averigües lo que puedas sobre ellas. Tenemos que ser cuidadosos, Fiona. Debemos protegernos de los forasteros. Siempre”. “Sí, madre. Voy a hacer mi mejor esfuerzo”. “Sé que lo harás, hija”, entonces sonrió entonces, extendiendo su mano para estrechar la mano de Fiona, sus delgados y fríos dedos eran sorprendentemente fuertes. “Hay algo más. Es hora de copular. Nuestro rebaño es cada vez menor. Es el momento de reponer”. El corazón de Fiona latió con fuerza. “¿Yo?” “Sí. En la gran cámara. En el altar de los sacrificios. Esta noche” “¿A quién ha elegido para mí, si me permite la pregunta?” “Sólo queda un Hogan puro” dijo madre “Mi hermano, Antel”. Fiona no pudo mantener el jadeo de su voz “Pero él… él copuló con mi madre”. “Sí. Tienes sangre Hogan en ti ¿Qué mejor manera de mejorar la sucesión, siendo él el padre de tu hijo?”
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“Sí, madre”, dijo sintiendo alivio cuando madre le soltó la mano. Frotó sus manos con nerviosismo. “Tendremos la ceremonia a las ocho. Después, serás presentada con tu nuevo traje. Te quedarás aquí con Antel esta noche y no regresas a la escuela”, instruyó. “Tendrás que perder un par de días, quizás una semana”. “Sí. Gracias, madre. Estaré lista”. “Sé que lo estarás, hija. Siempre has estado lista cuando se te ha necesitado. Ahora, ve. Ya he enviado un mensaje a tu madre. Ella preparará tu baño”. Fiona hizo el viaje de regreso a través de los túneles mucho más lentamente que antes. Se detuvo en un cruce, mirando por el pasillo que la llevaría a las cámaras... y más allá de eso, a las profundas y oscuras cuevas. Esta noche, el rebaño se reuniría para ver la cópula. Ella había sido testigo de cinco cópulas anteriormente. Recordó el miedo que sintió la primera. Era joven y no había entendido. A medida que fue creciendo, el miedo se había convertido en excitación. Ahora, finalmente era su turno.
***
Paige se tomó su tiempo en la ducha, sobre todo porque todavía no estaba segura de su reacción en la tarde. No se hacía ilusiones con los papeles que estaban jugando. O por lo menos no creía que se hacía ilusiones. En público fingían ser amantes. Estaba preparada para eso. Pero para lo que no estaba preparada era para las agarradas de mano, para el tacto. Los besos. Metió el rostro en el agua, deseando estar enojada con CJ. Paige pensaba que estaban siendo lo suficientemente convincentes ¿CJ tenía que besarla? Concedido, fue rápido y con la boca casi cerrada. De hecho, podía ser considerado como casi casto. Casi. Si no fuera por el hecho de que… para su horror… no estaba segura de quien había comenzado el beso. Afortunadamente CJ se había alejado, había evitado sus ojos. Paige, sin embargo, fue muy consciente de como se había acelerado su pulso por el contacto. Pensaba que había 51
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olvidado su noche juntas, pero al parecer su cuerpo no lo había hecho. Así que sí, quería estar enojada con CJ. Supuso que CJ también pensaba que estaba enojada. Tan pronto como abandonaron la fiesta, CJ soltó su mano y caminaron a casa en silencio. CJ la había excluido colocándose sus auriculares para escuchar música. Paige se había retirado a la ducha. A pesar de todo, no pudo evitar sonreír al recordar la historia de CJ de cómo se habían conocido. Dios, había sido un milagro haberle seguido el juego, ya que lo estaban inventando a medida que avanzaban. En un momento dado, cuando CJ estuvo a punto de lanzarse con otra historia, Paige había cerrado su boca, cubriéndola con su mano. Esto llevó a una leve lamida de la lengua de CJ contra su palma, lo que le hizo bajar su mano. Ambas se habían reído y le había parecido tan natural, incluso para ella, que se inclinó para darle un beso. Antes de que su mente se acoplara con su cuerpo, el beso ya había terminado. Bueno, tal vez sólo necesitaban algunas reglas básicas ¿Agarrarse de la mano? Está bien ¿Toques ocasionales? Sólo si era necesario ¿Besos? Definitivamente no. No debería haber ninguna razón para que se besaran en público. Ninguna. Ahora, con un propósito, rápidamente terminó su ducha y se vistió, encontrando a CJ en la misma posición en la que la había dejado… sentada en el sofá, meneando su cabeza ante la música que escuchaba. Paige se acercó quitando los auriculares de sus oídos. “Tenemos que hablar”. “¿Por qué?” “¿Por qué? Creo que sabes por qué”, dijo notando como CJ evadía su mirada“Repasemos algunos hacer y no hacer”, dijo ella. CJ rodó los ojos. “¿En serio? Fue apenas un beso”, dijo ella. “Y parecía ser lo adecuado en ese momento”. “Sí, lo era”, admitió ella. Mierda. “Solamente que preferiría mantener las cosas lo más simple posible. Sería extraño si no nos tomáramos de la mano o... o nos tocáramos de vez en cuando. Pero no veo la necesidad de… besarnos”.
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Entonces CJ le miró con un brillo maligno en sus ojos. “¿Por qué? ¿Tienes miedo de que te guste?” Paige forzó una carcajada. “Te aseguro que no. No eres mi tipo. En lo más mínimo” agregó ella. Tan pronto como las palabras salieron, supo que había sido un error. “¿En serio? Recuerdo una noche, hace unos seis meses, que dice lo contrario”, dijo CJ “Parecía ser tu tipo esa noche”. “Sí, bueno, una aberración de seguro”, dijo ella como si eso fuese excusa suficiente. “Las dos vimos lo bien que resultó”. “Bueno, si te hace sentir mejor, tampoco eres mi tipo. Esto es tan incómodo para mí como lo es para ti”. Paige tuvo que morderse el labio para no responder. En realidad, tuvo que alejarse para evitar que las palabras salieran bruscamente. CJ se puso rápidamente sus auriculares y Paige entró en el dormitorio cerrando de un golpe la puerta, agarrando su portátil para comprobar el correo electrónico. “Seguro”, murmuró finalmente, “Como si CJ Johnston tuviese un tipo. Cualquier mujer con pulso lo sería”. Por supuesto, estaba siendo ridícula. No tenía ni idea de cuál era realmente el tipo de CJ. Nunca la había visto salir socialmente y había sido su objetivo el no escuchar cuando los chicos le preguntaban a CJ sobre sus citas. Simplemente no estaba interesada.
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“Tengo miedo”. La madre de Fiona le sonrió tranquilizadoramente. “Estará bien. Deberías sentirte honrada de que Madre Hogan te eligiera”.
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“Sí, lo sé”, tomó una respiración profunda. “¿Dolerá?” “Has sido testigo de las cópulas, Fiona ¿Qué crees?” Sí. Y también tenía un título de licenciatura en ciencias. Sin embargo, esto era todavía un concepto extraño. Cuando se había ido a la universidad, todas las demás chicas hablaban de sexo y chicos. Ella no tenía nada que aportar. Había sido lo más cercano que había llegado de abandonar el rebaño, de desobedecer a Madre Hogan. Había estado expuesta a tantas cosas, tantas cosas que no se permitían en Hoganville. Pero al final, se mantuvo fiel. Sabía que todavía podía ser sacrificada. Su lugar estaba en Hoganville, no allá afuera. Se alegró de no haber sucumbido al exterior. Madre Hogan le había advertido y había escuchado esa advertencia. “Supongo que estoy lista”, dijo permitiendo que su madre le atara la túnica al cuello, luego colocando la capucha sobre su cabeza. “Tengo que reunirme con los demás. Belden te levará”. Fiona asintió, tomando varias respiraciones profundas antes de seguir a su madre por las escaleras. Belden estaba esperando y pudo ver la excitación en su rostro. Las cópulas en la cámara sólo pasaban un par de veces cada año. Recientemente, esos tiempos ocurrían cada vez menos mientras el rebaño se volvía cada vez más viejo. Sin embargo, una vez que usabas la túnica negra, se permitían las cópulas en privado, mientras no produjeran hijos. Madre Hogan era la única que podía autorizar un nuevo nacimiento en el rebaño. Fiona se sentía honrada de haber sido escogida. Si procreaba una hija, entonces la sucesión de la sangre Hogan continuaría. Cuando tuviera la edad, su hija se mudaría a la propiedad y viviría con madre Hogan. Sería la próxima en la sucesión. Ese pensamiento hizo que su corazón se hinchara. Su propia hija algún día podría conducir el rebaño. “Te ves hermosa, Fiona”. “Gracias. Estoy nerviosa”, admitió ella. “Madre Hogan te favorece. No te pongas nerviosa”.
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Era más fácil decirlo que hacerlo, pero mantenía ese pensamiento para sí misma. Antel Hogan era un hombre mayor, mucho mayor que ella. Mayor incluso que su propia madre. Por lo que sabía, Antel Hogan y su madre sólo habían copulado una vez, en la misma cámara donde ahora se le estaba guiando. Estaba temblaba de miedo, de anticipación. Todos estaban allí, decenas de túnicas negras con una única túnica blanca. Madre Hogan estaba de pie junto al altar del sacrificio, su túnica púrpura parecía casi negra en la cámara oscura, que estaba iluminada sólo por un puñado de antorchas. Antel Hogan estaba situado a su izquierda, la capucha cubría su cabeza gris, sólo su rostro era visible. Fiona se detuvo, aceptando lo inevitable, sin embargo se aferró a un lejano sueño… cuando se había atrevido a soñar. No tenía ninguna referencia en cuanto a qué esperar de su vida que no fuese lo que había vivido en Hoganville. No había matrimonios. No lo necesitaban. Pero había tenido un vistazo de otra vida y sólo entonces se atrevió a soñar con enamorarse, con encontrar a un joven con quien casarse, con quien unirse. Pero eso era sólo un sueño. Ahora estaba de pie ante Antel Hogan, a punto de darle su virtud a los treinta y un años de edad. El mismo hombre que también había tomado la virtud de su madre. Madre Hogan le tendió la mano, haciéndole señas para que se acercara. En su otra mano estaba la poción que tendría que beber. Fiona dio los pasos finales, encontrando su mirada con la de Antel Hogan. Tenía miedo. De repente estaba muy asustada.
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“Nuestra vecina aún no está en casa”, dijo CJ mientras paseaba por el dormitorio a las diez. Ante las cejas levantadas de Paige agregó, “Fiona”. “Tal vez se quedó en Hoganville”, dijo Paige cerrando su portátil. “Supongo. Sin embargo, tenía muchas ganas de conocerla”. “¿Por qué? ¿Crees que tenga cuernos o algo así?” 55
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CJ rió, dándole la espalda a Paige y tirando de su camisa sobre su cabeza, quedando desnuda de la cintura para arriba. “¿Es necesario? ¿En serio?” “Solo me preparo para la cama. No mires si te molesta”, dijo ella sonriendo al escuchar como Paige dejaba la habitación y cerraba la puerta. No debería burlarse así, lo sabía. No si esperaba superar esta asignación sin un divorcio. Por supuesto, tendrían que hacer otras cosas también. Como comprar un televisor. Con Paige encerrada en el dormitorio, CJ se quedaba en la sala de estar, su único entretenimiento era la música de su teléfono. Sería mucho más fácil si pudiesen llevarse bien durante un período prolongado de tiempo. Realmente no creía que el beso había sido exagerado. De hecho, habían estado tan juguetonas la una con la otra, que habría parecido extraño no besarse en ese momento en particular. Y si realmente pensaba en ello, podría decir que Paige era quien lo había iniciado. “De todos modos, apenas y fue un beso”, murmuró mientras se deslizaba bajo las sábanas, tirando de la camisa de dormir que no estaba acostumbrada a usar. Dios ¿cuántos meses de esto? “¿Estás decente?”, dijo Paige en voz alta. CJ sonrió. “Siempre estoy decente, bebe”, podía imaginar cómo Paige volteaba sus ojos. Paige se mantuvo de pie en la puerta, con las manos en las caderas. “Creo que estás disfrutando esto demasiado”. “Por el contrario. Preferiría mucho más estar de vuelta en Houston con los chicos. Estás un poco… tensa”. Paige la miró. “¿Tensa? ¿Yo?” “Fue apenas un beso”. “Jesús ¿estamos de vuelta a eso nuevamente?”, preguntó mientras levantaba las sabanas en su lado de la cama. “¿No es eso por lo que estás retándome?” Paige tomó una respiración profunda y luego apretó los labios. 56
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“Buenas noches, CJ”, dijo ella. “Por favor, apaga la lámpara y permanece en tu lado de la cama”. “Dios, esta va a ser una larga asignación”, murmuró CJ. “Ni que lo digas”. CJ golpeó su almohada, tratando de ponerse cómoda. Sonrió diabólicamente mientras deslizaba su pie al otro lado de la línea imaginaria de Paige. Fue recompensada con una patada en la pantorrilla. No pudo contener la risa. “Eres una niña”, murmuró Paige. CJ suspiró y cerró los ojos, disponiéndose a dormir. Trató de ignorar el cuerpo caliente a pocos metros de ella. Justo cuando se estaba quedando dormida, un fuerte grito desgarrador rompió el silencio en torno a su casita. Ambas saltaron, casi sin respirar, mientras Paige agarraba su brazo con fuerza. “¿Qué demonios fue eso?”, susurró CJ. “No tengo ni idea. ¿Qué piensas que sea?” “No lo sé, ¿tal vez un coyote?” Paige ladeó la cabeza. “¿Al menos sabes cómo hace un coyote?” “Demonios, soy una chica de ciudad. Así que tal vez era un puma o algo así”, dijo ella. “¿Tienen pumas aquí?” CJ se encogió de hombros, luego saltó cuando el grito se escuchó nuevamente, esta vez un poco más lejano. “Eso suena como si lo estuviesen cazando”. “¿Eso?” “Seleccionemos el puma”, dijo mientras se acostaba nuevamente. Agradecida de que Paige no hubiese apartado su mano.
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CAPÍTULO 10
Paige se sintió algo nerviosa y sintió una punzada de ansiedad mientras se vestía para su primer día de escuela. De las dos, CJ hubiese sido una mejor profesora de gimnasia. Por supuesto, CJ también sería una mejor policía, pensó, mientras la espiaba cuando se ponía su camisa del uniforme. Bueno, quizás no una mejor policía, pero sin duda se veía mejor en uniforme que Paige. “Te vi mirando, deja de fingir que no lo haces”, dijo CJ con su arrogancia habitual. “No estaba mirando”, dijo Paige. “Simplemente acabo de levantar la mirada y te vi”, rodó los ojos. “Dios, es tan egocéntrica” murmuró ella. CJ se echó a reír pero no hizo más comentarios. “¿Estás lista para tomar un café, querida?” “Sí, por favor”, estaba agradecida por haber insistido en empacar su café gourmet de casa. La tienda de comestibles donde habían comprado tenía era escasa y sólo tenía una variedad limitada. “Esto está muy bueno”, dijo CJ. “¿Qué es?”, preguntó mientras le entregaba a Paige su taza. “Antigua Guatemala. Medio tostado…”, dijo cerrando sus ojos, saboreando el primer sorbo. “Siempre pruebo un pequeño toque de chocolate en este primer sorbo”, dijo ella. “¿Tú?” CJ negó con la cabeza. “En realidad no”. “No, supongo que no. Ya destruiste el sabor con el azúcar y la crema”, CJ se rió de buena gana.
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“Deberías saberlo, ya que me traes café todo el tiempo”. “Bueno, lo que servimos en la oficina, no lo llamaría exactamente el café”, dijo ella sin importarle en lo más mínimo que sonara aristocrática. Había una clara diferencia entre el café gourmet bien mezclado y el café barato, de baja calidad que se preparaba en la oficina. CJ se apartó, mirándola. “¿Vas a arreglártela con esto?” “¿Qué quieres decir?” “Ropa de estante”, dijo ella. Paige se miró a sí misma. “Esto no es exactamente ropa de estante”, dijo ella. “Fueron hechas para lucir de esa manera”. CJ levantó una comisura de su boca. “Está bien, así que si están hechas para lucir de esa manera ¿por qué no terminas comprando la real? Te saldría mucho más barato”. “Obviamente, no ves el punto”. “Obviamente, tú tampoco”. Paige suspiró. “Está bien. Tal vez debería investigar a los otros profesores, ver lo que llevan puesto”, dijo ella “Y entonces podremos planear ir de compras”. “Oh, no. No me anotes en eso de nosotras y compras”, dijo CJ. “Al menos no compras de ropa. Prefiero ir al dentista”. Paige sonrió. “Eso no es realmente una sorpresa. He visto tu manera de vestir”. “Bien. Así no tratarás de cambiarme cuando lleguemos a nuestros años dorados”. Paige no pudo contener la risa… surgió antes de que pudiera detenerla. Los ojos de CJ bailaban con diversión y Paige simplemente siguió el momento, disfrutando los juegos de CJ esta mañana. Oh, tal vez necesitaba aligerarse. “Sabes, de todos modos creo que estás dándole demasiada importancia a esto”, CJ continuó. “Quiero decir, eres una profesora de gimnasia. Mis profesores de gimnasia
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usaban ropa de ejercicios. Tal vez podrías conseguir unos pantalones cortos o tal vez algunos leotardos y sujetadores deportivos. Eso sería muy sexy”, dijo con una sonrisa. “No creo que eso vaya a suceder”, dijo sin dejar de sonreír. Pero más tarde, cuando estaban estacionando delante del edificio de administración, su sonrisa se desvaneció y dio a CJ una mirada amenazante. “Ni siquiera lo pienses” le advirtió. “Mira, vamos a hacerlo rápido, entonces me voy”. “No creo que eso sea necesario” “¿No crees que todo el mundo está viendo a la nueva profesora? ¿Quieres sacar esto adelante o no?” Paige la miró fijamente. “Esto no es necesario. Estás haciendo esto sólo para molestarme”. CJ sonrió. “Bueno, eso también. Esta es la peor asignación que he tenido”, se acercó más. “Así que compláceme. Bésame y acabemos con esto de una vez”. La mirada de Paige bajó a sus labios, luego de vuelta a sus ojos. “¿No acabamos de tener esta discusión anoche?” “Sí”. “¿Y?” “Y nunca estuve de acuerdo con tu línea de pensamiento”. CJ sonrió, lo que fue una sonrisa dulce, notó Paige. “Estamos enamoradas. Ahora dame un beso de despedida y ve a empezar el día, cariño”, Paige cedió. De todos modos estaba dándole demasiada importancia a esto. Disminuyó la distancia entre ellas, tocando sus labios con los de CJ. Para su horror, sintió que se mantuvieron allí. Se apartó rápidamente, siendo incapaz de mirarla a los ojos. “No fue tan malo ¿verdad?” Paige aclaró la garganta y luego abrió la puerta. “No le dispares a nadie hoy”, dijo secamente mientras cerraba de golpe la puerta detrás de ella. 60
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Respiró profundamente, dirigiéndose hacia el edificio de la administración, donde iba a reunirse con Gayla Grumfeld. Llegó diez minutos antes y se sorprendió gratamente cuando descubrió que Gayla le esperaba en el vestíbulo. “Tenía la esperanza de que llegaras temprano”, la saludó la mujer mayor. “Soy Gayla. Usted es Paige, ¿verdad?” “Sí. Encantada de conocerla”, dijo Paige extendiendo su mano. “Me temo que todo el recorrido tendrá que esperar para otro día, pero tengo tiempo de llevarla a su puesto. Fiona Hogan se reportó enferma esta mañana”, dijo Gayla mientras comenzaba a caminar por el pasillo. “Muy inusual en ella y voy a tener que cubrir sus clases”, explicó. “Espero que no sea nada grave”, dijo Paige. “No lo sé. Sólo dejó un mensaje muy temprano esta mañana”, abrió la puerta, haciendo un gesto indicándole a Paige que pasara primero. “Llamamos a esto el corredor, a pesar de que está cerrado”, dijo Gayla. “Esto une el edificio de administración con los salones de clase. Hay otro al otro lado del campus que se une a los dormitorios y cafetería. Las estudiantes pueden salir… en sesiones supervisadas… dos veces al día. Aquellas que obtienen buenas notas por conducta, logran salir algunas horas los fines de semana. Pueden ir hasta el lago, el sendero para caminar y la pista de bicicleta. Todo lo demás está fuera de los límites”, explicó ella. El largo pasillo tenía ventanas a ambos lados. De un lado, estaba la vista del estacionamiento y más allá de eso, el pequeño lago. Al otro lado había un pequeño patio con mesas y sillas, algunas de estas ocupadas. “El patio es principalmente para el personal. Algunas de nosotras lo utilizamos para desayunar y almorzar. Las únicas ocasiones que se les permite usarlo a las estudiantes es el día de visita cuando pueden sentarse con sus padres”. “¿Cuántas estudiantes?”, preguntó Paige. “Podemos alojar hasta doscientas. Actualmente contamos con cincuenta y ocho”, dijo Gayla “¿El Director Avery le explicó los códigos de color?” “Él lo mencionó, pero no, en realidad no lo explicó”. 61
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Ahora estaban en el edificio que albergaba las aulas. El vestíbulo era grande y parecía no tener fin, sus zapatos resonaban con fuerza mientras se adentraban en la escuela. “Rojo y azul”, dijo Gayla. “Las rojas son un grupo mixto. Algunas estaban a un paso de ser prisioneras juveniles y debieron estar en un centro de detención. Las que han cometido crímenes violentos no son permitidos aquí, gracias a Dios. Las rojas son enviadas aquí por orden de un juez. Esta escuela les da la oportunidad de recuperar sus vidas y tener un nuevo comienzo. Las azules…en mi opinión…no deberían estar aquí. La mayoría simplemente son chicas con problemas cuyos padres no saben qué más hacer con ellas. Algunos padres ven esto como una especie de internado, lo cual es una locura. Otros piensan que es un campo de entrenamiento que va a inculcarles la disciplina que ellos evidentemente no le dieron”. “Seguramente se mantienen separadas”, dijo Paige. “Un poco. Las azules tienen más libertad, especialmente por la noche con un par de salas de TV y juegos. Con un buen comportamiento, las rojas consiguen ser enviadas al Salón Azul cada noche, si lo desean. Las rojas tienen una pequeña sala de televisión, pero los privilegios de mirarla se limitan a dos horas cada noche, así que eso es el incentivo”. “¿Cómo coordinan las aulas?” “Los horarios están escalonados. Básicamente, los salones azules son iguales a los de una secundaria normal. Los rojos tienen guardias armados en ellas”, Gayla sonrió. “Tu pareja no dudará al ser asignada a ese trabajo. Por cierto, hacen una linda pareja”. Paige no supo por qué, pero se sonrojó ante el comentario. “Las vi en el coche anteriormente”, explicó Gayla. “Es muy atractiva”. “Sí, lo es”. “Escuché que fueron a la barbacoa ayer. Nosotras fuimos a Dallas. Necesitaba visitar la ciudad. Restaurantes reales, tiendas, cines”. “Sí, sé lo que quieres decir. CJ y yo somos de Houston por lo que estoy segura esto será un ajuste”.
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Gayla se detuvo frente a un par de puertas dobles. “El gimnasio”, dijo ella, abriéndolas con un empujón. “No es grande, obviamente, pero te dará suficiente espacio para trabajar”. Un aro de baloncesto estaba unido a una pared con cuatro pelotas arrojadas desordenadamente a su alrededor. Una red se extendía entre las dos paredes más cortas, para el voleibol, supuso. Aparte de eso, la habitación estaba vacía. “¿El currículo es estándar?” “Estamos dirigidos por el Estado, pero también tenemos algunas pautas federales que seguir. Hay otras seis escuelas como ésta en todo el país, siendo esta la única en Texas. A diferencia del centro de detención juvenil, una vez que las chicas están aquí, están aquí hasta que se gradúan” “¿Así que si una chica de catorce años es condenada a dos años, si viene aquí estaría por cuatro años?” “Exactamente. La más joven tiene trece años, la mayor diecinueve. En su mayoría, el sistema funciona. Y es gratificante cuando se gradúan y sabes que ahora tienen una vida por delante”, Gayla negó con la cabeza. “No todas, por supuesto. Algunas salen de aquí y van directamente a donde estaban, pero hacemos todo lo posible”. “¿Cuánto tiempo ha estado aquí?”, preguntó Paige. “Este será nuestro quinto año. Me encanta. Y, como sabes, no puedes agotarte el sueldo. Pero hay una razón para el alto salario”, dijo ella. “Vivimos muy aisladas. Y la entrada principal cierra a las diez, así que no es como que puedes salir hasta tarde. Excepto los sábados”, sonrió de nuevo. “Ir de compras es un verdadero desafío. Ni siquiera me atrevo a decir que la tienda de comestibles de Hogan sea una tienda real”. Paige asintió. “Sé a qué se refiere. CJ y yo fuimos el sábado, con la esperanza de encontrar algo para la barbacoa. La tienda estaba cerrada. De hecho, toda la comunidad parecía dormida. No vimos a nadie”. “Bueno, no trato de influenciarte ni nada por el estilo, pero todo ese lugar me da escalofríos”, dijo Gayla con una risa avergonzada. “De hecho, no hemos estado allí en dos años, como mínimo. Si necesitamos gas, manejamos hasta San Agustín y hacemos nuestro mercado al mismo tiempo”. 63
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“Sigues diciendo nosotros”, dijo Paige. “¿Casada? ¿Pareja?” “Lo siento. Esposo. Dave… uno de los dos maestros. Él es aficionado a la historia y le encanta enseñar”. “¿Uno de los dos?”, dijo Paige esperando mostrar suficiente sorpresa en su voz. “Realmente debe sentirse aislado”. “Oh, nos hemos ajustado. Y todos somos grandes amigos aquí. Tienes que serlo. Las barbacoas de los fines de semana es lo que nos mantiene cuerdos”, se acercó más, bajando su voz. “Bueno, eso y una buena botella de vino”. Paige se rió con ella. “Espero que podamos encajar”, dijo. “En realidad estábamos entusiasmadas por vivir en un pueblo pequeño, pero ahora que lo he visto, Hoganville no es realmente un pueblo”. “Oh, no. Guardan mucho para sí mismos. El primer mes que estuvimos aquí, nos fuimos a la cafetería para un almuerzo de sábado. Nos sentamos allí durante diez minutos y nadie vino a atendernos. Mi marido fue hasta el mostrador y preguntó si había algún problema. Una señora se le quedó mirando fijamente, su rostro inexpresivo. A continuación, alguien salió con dos platos y los puso frente a nosotros. Por supuesto, no habíamos ordenado nada y tenía miedo de comer. Nos levantamos, nos fuimos y nunca volvimos”. “Eso es raro. CJ lo experimentaría solo por fastidiar”, dijo ella, sabiendo que era la verdad. “He tenido la tentación de reunir un grupo de nosotros para ir juntos y ver lo que hacen”, dijo Gayla riendo. “No estoy segura de cómo mantienen los negocios. Aunque al parecer, sólo la gente de aquí de la escuela es a quiénes los rechazan, lo cual es extraño. Toda esa comunidad es un poco tenebrosa”. “¿Inusual, espeluznante o escalofriante?” “Me quedo con terrorífico”, dijo ella. “¿Conociste a Valerie?” Paige asintió. “Sí, estaba ayer en la barbacoa”. “Bueno. Pregúntale sobre la vez que entró en la tienda de comestibles”. “¿Qué pasó?”
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“No, no. Consigue la historia de ella. Ahora es divertido. No tanto en ese momento”, dijo Gayla mirando su reloj. “Tengo que irme. Permíteme mostrarte tu oficina”, dijo ella. Era pequeña, contenía sólo un escritorio, una silla y un archivador. Paige la miró inquisitivamente. “Se te asignará un ordenador portátil. Hay un armario aquí”, dijo señalando una puerta adyacente a la oficina. “Hay algunos equipos y cosas ahí. Sólo las azules van al gimnasio, por lo que no deberías tener ningún problema. Y aún no estoy segura acerca de tu horario. El director Avery debe encargarse de eso”. “¿Cuánto tiempo han estado sin un profesor de gimnasia?” “Meses. Hemos hecho lo mínimo para cumplir con los requisitos del estado, eso es todo”, bajó la voz. “Y digamos que exactamente no lo conocemos”. Paige señaló su atuendo. “No estaba segura de qué ponerme”, dijo ella. “Oh, nada de eso”, dijo Gayla. “¿Qué te ponías en tu escuela anterior?” Paige frunció el ceño. Mierda ¿Eso estaba previsto en su historia de cubierta? Siguió el consejo de CJ en su lugar. “Solo ropa de entrenamiento”, dijo ella con evasivas. “Sí. Eso es lo que Carol llevaba. Ella se regodeaba con el hecho de que usaba pantalones cortos todos los veranos cuando estaba caliente como hoy”, Gayla le palmeó el hombro y sonrió. “Lo harás bien. Consulta con el director acerca de tu horario”. “Está bien. Gracias por reunirte conmigo. Estoy segura que nos veremos por ahí”. “Sí, claro. Y una vez que las dos estén asentadas, Dave y yo las llevaremos a cenar. Diviértete hoy”, dijo mientras se giraba para irse. “¿Gayla?” Gayla se detuvo, con las cejas levantadas. “Bueno, escuchamos estos... estos gritos anoche. Algún animal. Fue muy fuerte. ¿Lo has oído?” Gayla asintió. “Sí. Nos asustó de muerte las primeras veces que lo oímos. Sigue siendo inquietante”. “¿Qué es?”
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Ella se encogió de hombros. “No lo sabemos. Se ha dicho que hay una pantera negra viviendo en el bosque por aquí. Sólo un cuento, sin embargo. Las panteras negras nunca han habitado esta zona”. Le dio una sonrisa tranquilizadora antes de retirarse con rapidez, dejando a Paige mirando tras ella.
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CAPÍTULO 11
Fiona gimió, sus ojos se abrieron lentamente. Sabía que no estaba sola y trató de concentrarse, viendo a una figura en sombras de pie cerca de la cama. Era madre Hogan. Se dio la vuelta, fijando sus ojos sobre Fiona. “Finalmente estás despierta ¿Cómo te sientes?” Fiona intentó tragar saliva, pero tenía la garganta seca. “Mareada” dijo con voz ronca. El aire era frío y húmedo. “¿Dónde estoy?” “Abajo en las cámaras. Esta es tu habitación, por ahora”, llevó una taza hacia su boca “Bebe esto”. Era amargo y Fiona tuvo que esforzarse para no escupirlo. “Antel te visitará cada noche hasta que quedes embarazada”. Fiona apartó la mirada, tratando de recordar lo que había sucedido la noche anterior. Cuando se dio cuenta que ahora debía ser de día, trató de incorporarse. “La escuela. Necesito…” “No esta semana”, dijo madre Hogan. “No podrías explicarlo”. 66
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“¿Explicar?” La madre Hogan se acercó, tocando suavemente la muñeca de Fiona, lo que le hizo estremecerse de dolor. Miró hacia abajo, viendo los moretones en ambos brazos. Cerró los ojos. Sí, los grilletes. En muñecas y tobillos. Recordó a Antel acercándose hacia ella, pero... nada más. Su cuerpo estaba adolorido, sus músculos débiles. Su cabeza todavía brumosa. “Tan pronto como te sea posible, tomarás un baño”, dijo madre Hogan. “Tengo todo listo”. Fiona asintió. “Estoy tan cansada”, dijo ella. “Por supuesto que sí, querida. Descansa el tiempo que necesites. Belden está de guardia en la entrada. Hazle saber cuándo estés lista”. Los ojos de Fiona se cerraron, pero no antes que viera otra sombra en la habitación, ésta mucho más grande, acercándose hacia ella. Gimió cuando sintió las manos frías sobre ella, pero no tenía la fuerza para protestar, no tenía la fuerza para siquiera abrir los ojos. La poción mágica de la madre había trabajado rápidamente en ella.
***
CAPÍTULO 12
A CJ le encantaba el sonido de la funda de cuero. Le recordaba sus primeros días antes de convertirse en detective, antes de unirse al FBI. Días más simples, de seguro. El jefe, Horace Aims, había estado en la escuela por veinte años. Mientras que sus oficiales y guardias iban y venían, él era personal fijo. Divorciado y sin hijos, había dedicado su vida a la escuela. Por desgracia, ninguno de sus oficiales había hecho lo mismo. La mayoría sólo permanecían pocos años antes de trasladarse. La paga era buena, pero incluso eso no era suficiente para hacer que se quedaran. 67
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Su primer día no había sido nada más que orientación. Mañana, comenzaría a ubicarse en las clases. Él le había dado un archivo para estudiar; las chicas que necesitaban atención especial estaban identificadas, junto con aquellas que eran consideradas las líderes de las diversas pandillas. Fingió estar interesada, pero ser guardia en una prisión juvenil no era exactamente la carrera que hubiese elegido. Unas pocas semanas de esto iba a ser una tarea. Incluso se preguntaba que beneficioso sería. Tenerlas infiltradas en la escuela no era lo mismo que integrarlas en el propio Hoganville. Investigar Hoganville desde lejos parecía ser el único camino hacia su interior. Investigar las desapariciones había sido inútil. Había leído los archivos. No había un patrón en ellas. El color de piel era diferente, el género era diferente, la edad era diferente. Parecía ser un secuestro al azar y no por intención. Estacionó delante del edificio de administración donde ella y Paige habían acordado reunirse. Después de hoy, se le asignaría un carrito de golf para usar alrededor del campus. Ese sería probablemente el punto culminante de esta asignación. Por lo menos tendría un juguete para jugar. Sonrió al ver como Paige se acercaba hacia ella. En realidad descubrió que la había extrañado, lo que le sorprendió. También se sorprendió al ver una sonrisa en respuesta en el rostro de Paige. Tan pronto como Paige entró, CJ se acercó más. Paige negó con la cabeza. “¿En serio?”, preguntó pero no se apartó. CJ sintió una pequeña punzada de excitación cuando sus labios se encontraron. Se tuvo que detener a sí misma para no profundizar el beso, pero permitió que sus labios lo saborearan un par de segundos más. “¿Y cómo fue tu primer día?”, preguntó cuándo se echó hacia atrás, atreviéndose a mirar los ojos de Paige. Trató de leerlos, pero Paige miró hacia otro lado. “Tenías razón sobre mi vestimenta”, dijo Paige. “Pantalones cortos”.
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“Genial” “También me di cuenta que no sé nada acerca de enseñar en una clase de gimnasia”. “¿Qué tan difícil puede ser?”, preguntó CJ mientras conducía por el camino estrecho que las llevaría a su casa. “No estoy muy metida en los deportes. Eso es lo difícil que va a ser. Tú debiste obtener este papel. No yo”, dijo Paige. Luego inclinó la cabeza. “¿Cómo estuvo tu día?” “Aburrido. De visita con el jefe Aims la mayor parte del día”. Paige sonrió rápidamente. “Te ves linda”. CJ se echó a reír. “Oh, sí. Una chica en uniforme”, movió las cejas burlonamente “¿Es eso lo que te excita?” Paige se sonrojó, pero su sonrisa no se desvaneció. “Me gustan las armas”. “Bueno, bebé, tengo una grande. Te la mostraré más tarde, si quieres”. Paige se echó a reír. “No hay duda que has utilizado esa línea anteriormente”. Sus bromas continuaron en la tarde, mientras Paige preparaba la cena y CJ trataba de darle algunos consejos sobre cómo enseñar una clase de gimnasia. “Podrías jugar hándbol”, sugirió. “O ping-pong”. “No creo que el ping-pong sea considerado como una clase de gimnasia y no sé nada de hándbol”. “¿Qué hay de dodgeball 2?” “CJ, estas son chica de secundaria, no primaria”. “Y baloncesto de tres contra tres. Demonios, ponlas a hacer carreras de velocidad”. Paige negó con la cabeza. “Voy a revelar nuestra coartada, simplemente lo sé”, se acercó sosteniendo su mano debajo de una cuchara. “Aquí, prueba esto”, dijo metiendo la cuchara en la boca de CJ. 2
Dodgeball: en Argentina se lo llama “matasapo”, es intentar golpear a un rival con la pelota siendo lanzada con las manos.
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“Mmm”, murmuró ella. “Está bueno”, dijo mientras tragaba. “¿Qué es?” “Sólo salsa italiana. Voy a verterla sobre la pasta y cocerla”. “¿Pasta larga?” “No. Pasta plumitas y algunas verduras. También tendremos pan de ajo también”. “Creo que me va a encantar que cocines para mí”, dijo ella. “La idea de hacer un gran plato es para que sobre. No pienso cocinar todas las noches ya sabes”. “No me importan las sobras”, dijo CJ. “Sin embargo me sorprende que a ti te gusten”. “¿Qué significa eso?” “Imagino que mientras crecías, nunca tuviste que conformarte con las sobras”, dijo ella. El tono de la conversación cambió con esa declaración y Paige tenía una mirada incómoda en su rostro, su sonrisa se había desvanecido. “¿Qué estás diciendo?” CJ sabía que debía detenerse, pero no lo hizo. Y no sabía muy bien por qué. La condición social de Paige nunca había sido un problema. Pero no tenía sentido dar marcha atrás ahora. “Estoy diciendo que tú estás acostumbrada a comida de primera. Yo estoy acostumbrada a hamburguesas sencillas”. “No puedo evitar quien es mi familia o cómo crecí”, dijo Paige. “Pero nunca, nunca, llevé eso al trabajo”. “Tienes razón. No lo hiciste. Pero todos sabemos dónde vives. Todos sabemos qué tipo de coche conduces”. La expresión de Paige cambió de ofendida a herida. CJ deseó nunca haber sacado el tema. “Compré el coche por seguridad y fiabilidad, nada más. No es una especie de símbolo de estatus”, dijo ella. Cualquier cosa que CJ dijera sólo mantendría su argumento, por lo que no dijo nada.
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Paige levantó las cejas. “¿Qué? Es sólo un Mercedes. Mucha gente conduce Mercedes”, dijo ella. CJ negó con la cabeza. “No los policías”.
***
La semana avanzó lentamente mientras Paige luchaba a diario consiguiendo actividades que apaciguaran a las chicas. Después de su discusión, había seguido a regañadientes el consejo de CJ y había ordenado varios DVD’s de ejercicios populares. El envío el mismo día fue un regalo del cielo, en este caso. Zumba era el favorito y Paige aún se encontraba bailando. Descubrió que sólo un puñado de chicas les gustaba el baloncesto así que no había habido muchas quejas. Pero aun así, estaba loca de aburrimiento. Solo tenía tres clases cada día, cada una con menos de veinte estudiantes. Eso le daba un montón de tiempo libre. Tiempo para pensar. Por desgracia, no era al caso en punto muerto a donde iban sus pensamientos. Apoyó la barbilla en la palma de su mano, mirando hacia afuera por la única ventana pequeña en su pequeña oficina. Notó que el área donde estaban era muy bonita. Los pinos altos se elevaban sobre exuberantes robles y otros árboles de maderas noble, lucía atractivo. Y si no fuera por la humedad y las altas temperaturas, podría tener la tentación de abandonar la oficina y tomar un paseo por el sendero que conducía al lago. El trote de la mañana de CJ la llevaba al lago y ella dijo que era muy tranquilo en el bosque. Paige suspiró. Avergonzada porque no le gustaba trotar. Respiró profundamente y lentamente soltó el aliento, tratando de conciliar su creciente irritación con CJ. Tenía que admitir que era irritación con ella misma, sólo se desquitaba con CJ. Los besos de saludo y despedida habían cesado. Gracias al nuevo transporte de CJ, ya no tenían que irse juntas cada día. Por supuesto que estaba feliz por eso. Besar a CJ Johnston no estaba en el tope de su lista de cosas que quería hacer. Oh, Dios ¿a
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quién quería engañar? Era una mujer con pulso. Era dolorosamente obvio cada vez que se besaban. Y mañana… sábado… sería la tertulia semanal. Sería en casa de Suzette y Becca. Comida mexicana. Y estarían en público, tendrían que tomarse de la mano y conociendo a CJ, ella encontraría cualquier excusa para cruzar la línea que Paige había tratado de establecer. Se tomaría libertades que no debía y Paige tendría que fingir que no le molestaba cuando las dos sabían que lo hacía. Estaban jugando un juego peligroso y no sabía por qué no acaba de ponerle fin al mismo. CJ la presionaría hasta donde Paige permitiera. No estaba segura de lo CJ sacaría con todo esto. Su teléfono sonó sorprendiéndola. Sonrió al ver el nombre de Billy. No había hablado con él la última semana. “Hola, Billy muchachote ¿Qué pasa?” “Guau. Es bueno escuchar tu voz”, dijo él. Paige sonrió. “Gracias. La tuya también”. “Howley quería que te pusiera al día. Tenemos otra persona desaparecida. Otro estudiante de la universidad”. Paige se enderezó, con el ceño fruncido “¿Cuándo?” “Reportado esta mañana. Una mujer, conducía desde Baton Rouge a Lufkin. No apareció anoche. Sus padres llamaron esta mañana”. “¿Estudiante de LSU otra vez?” “Sí. Diecinueve años. Leah Turner”. “Está bien ¿Última visual sobre ella?” “Lafayette. Se detuvo por gasolina y una hamburguesa. Tres pm, llamó a sus padres mientras estaba allí”. “¿Y ha desaparecido sin dejar rastro?”, negó con la cabeza “¿Qué esperamos encontrar aquí?”, preguntó “No tenemos nada. Ni siquiera hemos estado en Hoganville desde el primer día”. 72
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“¿Y nada extraño está pasando?” “Bueno, una de las maestras del pueblo, Fiona Hogan, no ha aparecido en toda la semana. Llama cada día para informar que está enferma. Por lo que entiendo, es la primera vez que ha faltado. Supongo que eso sería lo extraño”. “Howley dijo que te enviaría un archivo con toda la información que podamos reunir sobre Leah. BOLO 3 rastreó su coche, por supuesto, pero no hubo resultados. Los equipos principales están vinculando esto a la otra desaparición del año pasado”. “Está bien. Le informaré a CJ. Nos sentimos muy fuera de onda por aquí, como si sólo estuviésemos matando el tiempo”, hizo una pausa. “Los echo de menos chicos”, dijo ella. “Sí. Nosotros también. Te aseguro que todo está tranquilo por aquí sin ustedes”, Billy se echó a reír. “¿CJ no te ha enloquecido todavía?” “Está trabajando en ello”. Después de desconectarse, reflexionó si llamar a CJ o simplemente esperar hasta esta noche para decirle. Decidió llamar. Aún no tenía el horario de CJ memorizado así que podía asumir que no respondería si estaba en la clase. Oh, pero si respondió, en el típico estilo de CJ. “Hola, bebé”, dijo CJ en voz baja. “¿A qué debo el placer? ¿Me extrañaste hoy?” “Difícilmente”, dijo Paige. “Tenemos una persona desaparecida. Billy me acaba de llamar”. “¿Ah, sí? ¿Detalles?” “Otra estudiante universitaria. Igual que Trumbley. LSU. Ésta se dirigía cerca. Lufkin”. “¿LSU? Eso sólo pondrá en movimiento al equipo hay que asumir que está relacionado con LSU”. “Exactamente”. “¿Calculado? ¿O una coincidencia?”, preguntó CJ. “Algo que ha estado ocurriendo en todos estos años, tiene que ser calculado”, dijo ella. “Estoy de acuerdo” “¿Y ahora qué?” preguntó Paige. 3
Un sistema de identificación.
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“Creo que tenemos que darle una visita a Hoganville por la mañana. Tal vez caer por la cafetería para desayunar ¿Qué piensas?” Paige recordó la historia de Gayla sobre su intento de visitar la cafetería. Se preguntaba si ella y CJ sufrirían el mismo destino. Pero asintió con la cabeza. “Suena como un plan”.
***
CAPÍTULO 13
“Mira, hay un coche”, dijo CJ desacelerando cerca de la cafetería. “Es la primera vez”. “Está estacionado en la tienda de comestibles. Quizás están abiertos hoy”. “Bueno, la cafetería está abierta por lo menos. Eso es una buena señal”, dijo ella. Estacionando delante, explorando el área detrás de la cafetería, en busca de movimiento y no vio ninguno. Las casas parecían desiertas. “Lo más loco que he visto nunca”, dijo en voz baja. “Me siento tonta diciendo esto, pero en realidad estoy asustada”, dijo Paige “Es como si los velos de mi nuca estuviesen en posición firme”. “Sé lo que quieres decir”, dijo ella. También lo sentía, su sexto sentido en acción, haciéndola más atenta, ningún detalle se le escapaba. Como las persianas que estaban bajas en la ventana de la tienda de comestibles o el cierre de una puerta por la calle, cualquier sonido que perturbara el silencio. Había ocho personas en la cafetería y todos los pares de ojos se apartaron de ellas cuando entraron. Incluso la mujer que sostenía el café parecía congelada en su lugar mientras volteaba la cabeza. Estaba tan tranquilo, que en realidad podía escucharse el tictac de un reloj. Su mirada se posó en la pantalla redonda en la pared, donde la segunda manilla se movía con 74
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movimientos espasmódicos. Eran las 09 a.m. Paige fue la primera en recuperar la compostura, quizás su crianza que dictaba buenos modales. Sonrió a la mujer mientras sacaba una silla. “Ese café luce muy bien”, dijo Paige. “Vamos a empezar con eso, por favor”, CJ la siguió, sacando la silla frente a ella. La señora del café finalmente se movió, pero no para llevarles una taza. Se apresuró para regresar hacia la puerta cerrada. ¿La cocina? Los otros, cuatro mujeres y tres hombres, se mantuvieron congelados e inmóviles, su conversación seguía paralizada. CJ miró a Paige y se encogió de hombros. Paige, por otra parte, estaba tratando de parecer lo más normal posible. Sonrió, mirando a su alrededor en busca de un menú. “Me muero de hambre. Estoy pensando en dos huevos, croquetas de patata. Tal vez voy a alardear con el tocino ¿Qué hay de ti?” “Tortitas 4”, dijo CJ “No he tenido tortitas en años”, pero notando que la señora del café no regresaba, pensó en que la posibilidad de tortitas era escasa. Miró hacia los ojos de Paige interrogante. Paige se acercó más, su voz apenas un susurro. “Siento como si estuviese en un episodio de The Twilight Zone”. Antes de que CJ pudiese responder, la puerta de la cocina se abrió, pero no era la señora del café quien regresaba. Era una mujer mucho mayor, su piel pálida combinaba con el color gris en su cabeza. Parecía casi fantasmal y se movía con pasos ágiles y ligeros hacia ellas. “Soy Ester Hogan”, dijo forzando una sonrisa en su rostro. "Lo siento, pero no está abierto al público esta mañana. Tenemos una fiesta privada actualmente. Deberíamos haber cerrado las puertas“. CJ miró fijamente hacia las otras mesas ocupadas y luego olfateó el aire con exageración “Pero el desayuno huele muy bien”, dijo sonriendo ampliamente. “¿Está segura que no puede hacer una excepción?”
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Tortitas o panquecas o panqueques o pancaque, como se decidan a llamarlos. Yo lo puse así sólo por subtexto, nosotros le decimos “panqueques”.
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“Lo siento, pero no”, Ester Hogan barrió su mirada entre las dos. “¿Ustedes son de la escuela?“ “Sip. Acabamos de empezar”, dijo ella. “CJ Johnston. Ella es Paige Riley”. Paige asintió cortésmente. “Encantada de conocerla. Estábamos buscando un agradable desayuno campestre. Alguien sugirió que viniéramos aquí”, dijo ella. Ante esto, Ester Hogan esbozó una sonrisa. “Tal vez alguien les jugó una broma. Pero, nuevamente, me disculpo. Hoy no estamos abiertos al público”, hizo un gesto hacia la puerta exterior. “Debo insistir en que se vayan”. “Guau. Pensé que esto era una cafetería verdadera. Luce como una cafetería común… platos blancos regulares, azúcar y salsa de tomate en las mesas. Incluso los pequeños sostenedores para servilletas”, dijo tocando el recipiente metálico. “¿Cierran así a menudo?” La expresión facial de Ester Hogan no cambió. Se inclinó hacia adelante, con sus ojos oscuros clavados en CJ. “Se irán ahora”, el aire a su alrededor se enfrió y CJ sintió como si tuviese una mano alrededor de su garganta ahogándola. Se le hizo difícil tomar aliento. Ester se enderezó, su mirada yendo hacia la señora del café, que asintió con la cabeza y se fue. CJ sintió que la presión cedía e inmediatamente se tocó el cuello con la mano. La puerta se abrió nuevamente, esta vez un hombre corpulento, de hombros anchos, llenó el espacio. Él no dijo nada. No tenía por qué. Sus bíceps eran tan grandes como sus muslos. Lucía como sí… él lo elegía… pudiese partirlas por la mitad como una ramita. “Está bien. Supongo que esta es nuestra señal”, le dijo a Paige. “Las tortitas están fuera”. Paige la sorprendió caminando alrededor de la mesa deteniéndose delante de Ester Hogan. “¿Está abierta la tienda de comestibles esta mañana? Si voy a preparar el desayuno, necesitaré algunos huevos”, dijo con una leve sonrisa en sus labios. “Tal vez tocino también”. “Lo siento, pero no. La tienda de comestibles no está abierta los sábados. Además, no tenemos muchas cosas. Todo el mundo es autosuficiente. Sembradíos, polos”. 76
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“Oh. Había un coche delante. Tenía la esperanza de que estuviese abierta”. “No. Pero tengo algo para darles”, Ester miró a la señora del café. “Selma, huevos y tocino para nuestras nuevas amigas”. “Sí, madre Hogan”, dijo antes de alejarse con rapidez. “Tendrán que esperar afuera. Belden les hará compañía”. CJ empujó su silla de regreso contra la mesa. “Eso no será necesario. Gracias por su amabilidad”, dijo ella. Paige se detuvo en la puerta. “Por cierto ¿cómo está Fiona? Aún tenemos que conocerla”. Si la pregunta le tomó por sorpresa, Ester no dio muestras de ello. “Sí, Fiona ha estado enferma esta semana. Creo que se siente un poco mejor”. “Bien. Estamos ansiosas por conocerla”, Paige asintió ligeramente. “Gracias nuevamente por los productos para el desayuno”. CJ acababa de abrir la puerta para esperar afuera cuando regresó la señora del café… Selma… con una cesta de mimbre cubierta con un paño. En lugar de entregársela a Paige, se la dio a Ester Hogan. Ester levantó el paño, dejando al descubierto no sólo los huevos y varias lonjas gruesas de tocino, sino también una barra de pan hecho en casa. “Muy bien, Selma. Gracias”, ofreció la canasta a Paige. “Que disfruten”. “Gracias. Lo haremos”, tomó la canasta. “Voy a asegurarme de devolverla”. “No será necesario. Tal vez pueda entregársela a Fiona un día”. “Muy bien”.
***
“Cierra la puerta”. Ester dio instrucciones en cuanto las mujeres se fueron. “Gracias, Selma. Puedes reanudar tus deberes”. 77
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“Sí, madre Hogan”. “Belden, creo que tenemos que darle una visita al director Avery. Al parecer, no hizo caso de nuestra advertencia sobre mantener a su personal fuera de la comunidad. No podemos tenerlos aquí, sobre todo esta semana”. “Sí, madre ¿Debo visitarlo esta noche?” “Llama al guardia que ganaste... a Richard. Puedes llevar a Fiona de regreso mañana. Visita entonces al director. Regresa por el bosque. Nada demasiado grave ahora, Belden. Esta es la Semana de Celebración. No queremos nada que altere nuestros planes”, sonrió pensando en la joven que iba a ofrecer en sacrificio. Ya podía olerlo, saborearlo. Cerró los ojos por un momento, imaginando la calidez de la sangre en sus manos. “No, no queremos ningún tipo de distracción esta semana”, abrió los ojos nuevamente, descubriendo que Belden esperaba. “Asegúrate que todo el mundo utilice los túneles para viajar. Es posible que haya ojos sobre nosotros”. “Sí, madre”. Ella lo vio salir, su mirada se dirigió por la ventana hacia donde el coche de las extrañas había estado. Algo no estaba bien, lo sabía, pero no tenía tiempo para pensar en ello. Era la Semana de Celebración. Debía preparar a Fiona. “Debemos cerrar las persianas”, dijo volteándose para marcharse, escuchando como Nevelene se daba prisa para cumplir sus órdenes. Sonrió. Como una buena oveja.
***
“¿Crees que es seguro comer esas cosas?”, preguntó CJ.
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Paige sonrió. “Creo que sí. Es probablemente lo que estaban utilizando para el desayuno. El pan está todavía caliente. Probablemente horneado esta mañana”. “¿Por qué crees que nos dio eso?” “Probablemente quería que saliéramos de su vista. Dios ¿puedes creer ese lugar?” CJ negó con la cabeza. “No. Y la señora del café la llamó ‘madre Hogan’. ¿Qué tan extraño es eso?” “¿Te diste cuenta de sus uñas?” “¿Las de quién?” “Las de Ester. Cuando me entregó la canasta, las vi. Eran como garras, afiladas. Espeluznantes”. “Lo que era espeluznante eran las otras personas allí. Quiero decir, era como si se hubiesen congelado. Y no nos miraban. Nos dieron la espalda”, dijo CJ. “Sí, parecían estar aterrorizados de nosotras. Y tal vez lo estaban. No ven forasteros a menudo, supongo”. CJ la miró. “¿Crees que tienen un lavado de cerebro?” Paige sonrió. “Parece que están condicionados a comportarse de cierta manera, no sé si lo llamaría lavado de cerebro. Es evidente que están subordinados a Ester Hogan. Supongo que Avery estaba en lo cierto con respecto a que ella es la matriarca, que dirige las cosas”. “También los controla por tener los recursos necesarios para manejar la cafetería y la tienda de comestibles”, miró a Paige. “Sentí algo”, dijo ella. “¿Qué quieres decir?” “Cuando me estaba mirando. Sentí esta... esta opresión en el pecho, alrededor de mi garganta. Como si estuviese acostada y alguien estuviese sentado sobre mí o algo así. Como si hubiesen unas manos alrededor de mi garganta”. “Está bien”, dijo Paige lentamente. “¿Y? ¿Crees que Ester Hogan hizo algo?”
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“No lo sé. Pero fue definitivamente real. Tenía dificultad para respirar”, CJ giró en la entrada de la escuela, deteniéndose en la puerta cerrada para mostrar su identificación. Richard Barr, el guardia de seguridad que les recibió y las dejó entrar en el edificio de administración ese primer día, les hizo señas para que pasaran sin una palabra. “Él no habla mucho”, dijo a Paige. “Esta puede ser una escuela para chicas y la mayoría de los profesores son mujeres, pero en mi lado de las cosas… siendo la única mujer… soy una forastera. Realmente el jefe Aims tampoco habla conmigo”. “¿Asumo que estás en tu estilo encantador de siempre?” CJ se echó a reír. “¿Qué quieres decir?” Paige sonrió, pero no dio más detales. “Nada”. CJ estacionó en su pequeña entrada para vehículos, deslizando su mirada hacia la canasta que Paige sostenía. “Entonces ¿realmente me vas a hacer el desayuno?” “Voy a hacernos el desayuno”. Paige se encontró con sus ojos a través de la parte superior del coche. “Y si realmente tienes afición por las tortitas, tendremos que añadirlas en nuestra lista de compras”. “Gracias. Solía estar enloquecida por las tortitas, cuando era una niña. Mi mamá…”, se detuvo, el feliz recuerdo que estaba a punto de recordar fue sustituido por uno de su padre lanzando la plancha caliente por la habitación, enterrándola en el revestimiento barato de madera de la pared de la cocina. Su madre había recibido una llamada telefónica y se había olvidado de las tortitas. Pronto, el olor a quemado de su desayuno llenó el viejo remolque. CJ había tenido tal vez nueve o diez años, realmente no podía recordarlo. Cuando los gritos comenzaron, ella y su hermana Cathy se habían escondido debajo de la mesa. Esa fue la última vez que su madre hizo tortitas. Cerró los ojos por un segundo, imaginando el rostro maltratado de su madre antes de alejar el recuerdo. “¿Qué pasa?” preguntó Paige. CJ negó con la cabeza, incapaz de mirar los ojos de Paige. “Nada. No es nada”. 80
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CAPÍTULO 14
Ester avanzó a través del laberinto de túneles, sin molestarse con la antorcha. Realmente prefería la oscuridad. El olor a tierra mojada era reconfortante, familiar. La mayoría de los túneles habían sido construidos hacía muchos, muchos años, uniendo la casa principal Hogan y la cueva subterránea… las cámaras… con las principales edificaciones, como la tienda de comestibles y la cafetería. Desde que tenía el control, había dirigido la construcción de los más recientes, que unía las casas. Ahora podían desplazarse libremente, sin tener que salir afuera. No había ninguna posibilidad de miradas indiscretas. Eran libres de hacer lo que quisieran. Sonrió por la anticipación de la próxima semana, sabiendo que el sacrificio que habían elegido era más por la celebración de la semana que su bisabuela había comenzado. En cualquier caso, parecía disfrutarlo tanto como el rebaño lo hacía. Siguió por los túneles directamente hacia su casa, extrañando que Belden estuviese allí para saludarla. Belden había sido su protector desde que tenía veinte años, mucho antes de que su madre la entregara el rebaño. La familia de Belden siempre habían sido los pastores, su padre había cuidado de su querida abuela años atrás. Ellos eran los pastores, sí. También eran los cazadores, habiendo aprendido sus habilidades desde el nacimiento, el linaje largo y de primera línea. No se preocupaba por que Belden era el último de su familia. Sólo quedaba su hermana menor y no era de ninguna utilidad para Ester. Eso era culpa de su madre. Ella no había tenido la mano de acero que su querida abuela había tenido. Su madre no controló la cópula. No hubo selección. Los nacidos en el rebaño no eran de buen linaje, su madre lo sabía, pero no pudo sacrificarlos, no como su abuela lo había hecho. Afortunadamente, su madre enfermó. Ester se permitió una pequeña sonrisa ante ese pensamiento, desvaneciéndola rápidamente. Su madre se 81
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había visto obligada a entregarle el manto púrpura. Éster estaba preparada. Sacrificó las ovejas rápidamente, gobernando con mano de hierro y recibiendo instrucciones de él. Por desgracia, ahora había un hueco. Y por primera vez en más de cien años, no existía una verdadera Hogan para siguiera adelante. Fiona era tan cercana como podía y Fiona había demostrado ser fiel. Si daba a luz a una niña, entonces él sería feliz. Él sería capaz de copular nuevamente. La verdadera línea Hogan terminaría, pero su reinado continuaría. Ese pensamiento la emocionó, casi tanto como la próxima ceremonia. Se detuvo ante la puerta de su habitación, mirando hacia atrás por los túneles oscuros. Había escuchado un ruido, un sonido chirriante. Ladeó la cabeza, escuchando, pero todo estaba en silencio. Una rata tal vez.
***
“¿Por qué policía?” Paige se detuvo a medio llenado, la botella de vino era lo único que separaba sus ojos de los de CJ. Odiaba esa pregunta. Deseaba haber inventado una mentira años atrás. “Quiero decir, tomando en cuenta tu familia y todo eso…”, CJ continuó, “…eso no pareciera lo que tenían en mente para ti”. “No. Difícilmente”, dijo ella. En realidad, estaba sorprendida por el intento de CJ de buscar conversación. Había estado distante, aislada la mayor parte del día. Amenazante. Finalmente Paige renunció a tratar de hablar con ella. Así que ahora, en la cena… cuando había asumido que sería un momento tranquilo… CJ hacía esa pregunta. “¿Y?” Paige se encogió de hombros. “Quería ayudar a la gente”, dijo ella. “Fui a la escuela de derecho…” “¿Para ayudar a la gente?”
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“Lo sé. Después del primer año, me di cuenta que no era para mí. Era todo sobre dinero y política”, Paige se encontró con sus ojos. “Hice una solicitud en el FBI sin que mis padres lo supieran. Realmente no creía que todo llegaría tan lejos como lo hice”, dijo ella. “¿Así que ellos enloquecieron?” “Eso es un eufemismo”, dijo ella “Fui criada…entrenada…para ser la esposa de un hombre rico. Ellos toleraron la escuela de derecho, porque era considerada una profesión noble. Y si insistía, me permitirían unirme a la empresa que se desempeñaba como abogados de mi padre”, tomó un sorbo de su vino, recordando así la conversación. “Hasta que me casara, por supuesto. Entonces resultaría siendo una buena esposa”. “¿Y el FBI?” Ella sonrió. “¿Qué puedo decir? Me exigieron que lo dejara, pero en realidad, no tenían poder sobre mí. Por supuesto no monetariamente, aunque trataron de jugar esa carta”, apartó la vista. “Tenía fondos fiduciarios. No podían tocar eso. Pero me amenazaron con sacarme de su herencia”. Paige bajó su copa de vino, incómoda con la conversación “Cuando se dieron cuenta que no me importaba, se retractaron. Supongo que pensaron que con el tiempo renunciaría”. “Bueno, si fueron sacudidos por el rollo del FBI, apuesto a que realmente enloquecieron sobre el asunto de ser gay”, dijo CJ alejando su plato y ahuecando su copa de vino con las dos manos. Paige sintió el rubor cubriendo su rostro, pero no pudo detenerlo. Agarró su copa, con la esperanza de que CJ no se diera cuenta, pero consciente de que lo haría. “¿Paige?” Paige aclaró su garganta. “Ellos no... bueno, nunca lo he mencionado”. CJ se la quedó mirando. “¿Estás en el closet?” “Creo que podrías decir eso”, CJ la miró a los ojos, ampliando sus propios ojos. Se puso de pie rápidamente, empujando la silla hacia atrás, inclinando su cabeza hacia un lado pensativa. “Está bien, espera un minuto”, se alejó de Paige por un segundo, luego volvió rápidamente a su alrededor. “¿Qué estás diciendo exactamente?”
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“¿Qué…?” “¿No has…?” “¿Qué?” “Quiero decir, conmigo, Dios ¿no fui tu primera vez?” Los ojos de CJ se ampliaron. “Jesús, ¿no es así?” Paige levantó las cejas. “Oh, vamos. ¿En serio?” “Por supuesto, sabías lo que estabas haciendo”, murmuró CJ, casi para sí misma “No. No puede ser. Fuiste demasiado…” miró hacia Paige “¿Cierto?” “Por favor, siéntate. Estás exagerando”, dijo ella. “Ni que yo hubiese sido la primera virgen con la que hubieses dormido” añadió. CJ nuevamente puso una mirada de pánico en su rostro “Paige, en serio. No fui la primera mujer con la que habías estado, ¿no?” Paige frunció el ceño. “¿De dónde viene eso? ¿Estuve tan mal que pensaste que había sido mi primera vez?” “No. Dios, no. Estuviste fantásti…”, se detuvo. “Eso no es…” CJ se sentó nuevamente. “Lo siento. Por supuesto que no era tu primera vez”, trató de sonreír. “¿Qué estaba pensando?” Paige la miró fijamente “¿Qué te pasa?” CJ negó con la cabeza. “Nada. Lo siento. Es sólo que no quiero ser la primera de nadie. Es aterrador”, tomó un gran trago de su vino. “¿Así que estás en el closet? Guau. Quiero decir, ¿con todo el mundo?” “Obviamente, no contigo”. Fue el turno de CJ de fruncir el ceño “Paige, los chicos…Ice y Billy…me refiero a que coqueteamos todo el tiempo”. “Sí. Y eso ahora es lo esperado. Puedo jugar con eso, al igual que tú”.
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“Pero sabes que ellos piensan que eres gay, ¿cierto? Quiero decir, ellos lo saben, no creen. Bueno, ellos creen que saben. Cristo…” Paige se echó a reír. “Aunque no he llevado mi vida personal al trabajo… nunca… no me cabe duda que ellos lo asumen, simplemente por la falta de mención de un novio”. “¿Y no crees que tus padres asuman lo mismo?” Paige sonrió, esperando que llegara a sus ojos. “Estoy muy ocupada. No tengo tiempo para citas”, afirmó. “Oh, Dios mío” murmuró CJ. “No hay un sujeto ¿verdad? Quiero decir ¿alguien en quien tu familia mantiene las esperanzas?” Paige miró hacia otro lado. Mierda. Suspiró. “Seth Buchanan”. CJ se la quedó mirando “Vamos ¿En serio?” Ella se puso de pie, recogiendo sus dos platos. “En serio”, tenía la esperanza de que fuera el final de todo, pero CJ la siguió a la cocina, llevando sus copas de vino con ella. “Entonces ¿con qué frecuencia ves a esta persona Seth?” Paige tomó la copa que CJ le ofrecía. “Reuniones familiares, ese tipo de cosas”, dijo evasivamente. “¿Y cuán frecuente es eso?” “No muy a menudo. Mi familia está en Dallas, recuerdas”, dejó la copa sobre la mesa “¿Por qué tanta curiosidad?” “¿Me estás tomando el pelo? Soltaste la bomba de estoy en el closet y ¿piensas que no tendré curiosidad?” CJ arqueó una ceja. “¿Te acuestas con él?” “¡Por supuesto que no me acuesto con él!”, espetó ella. “¿Él sabe que eres gay?” Paige suspiró, deseando que esta conversación llegara a su fin.
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“No lo sabe. Al menos no me ha dicho nada”. “Sin embargo, ¿tienen citas?” “No tenemos citas, CJ. Él es muy parecido a ti. Le gusta jugar”, dijo preguntándose si así era cómo describiría realmente a CJ. “Él no tiene más interés en mí que yo en él”. “No lo entiendo”. “Mira, cuando estamos rodeados de familia, somos...amables el uno con el otro. Eso es todo. Lo suficiente como para hacer que mis padres piensen que nos vemos y lo suficiente para hacer que sus padres dejen de preocuparse por su estilo de playboy”. No añadió que sería mucho más fácil fingir si Seth no fuese un culo ostentoso. “Entonces ¿dónde conociste a ese tipo?” “Lo conozco de la mayor parte de mi vida. Fuimos juntos a la escuela de leyes. Él trabaja para la firma que representa la empresa de mi padre”. CJ la estudió y Paige tuvo que obligarse a sí misma a no moverse nerviosamente ante ella. Sabía, por supuesto, cuál sería la siguiente pregunta. “Entonces ¿alguna vez has dormido con él?” Conocer la pregunta no la hacía más fácil de contestar. Pero no iba a mentir sobre eso. “Dormimos en la escuela de leyes. Todavía estaba... confundida”, dijo ella. CJ se echó a reír. “¿Confundida? Es obvio que aún no habías dormido con una mujer. Ya sabes lo que dicen, una vez que consigues una chica, nunca dejas…” Paige cubrió la boca de CJ con su mano sonriendo “Por favor, no lo digas”. “Así que ¿cuándo te acostaste con tu primera mujer?” “Eso es un poco personal ¿no te parece?” “Obviamente, fue después de Seth”. CJ agarró la botella de vino, añadiendo un poco en ambas copas. Paige pensó en esos días difíciles, días cuando ella estaba aterrorizada de su atracción por las mujeres, aterrorizada por lo que su familia diría si lo supiera. De hecho, se acostó 86
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con Seth con la esperanza de que eso ahuyentara esas atracciones. En realidad, sólo las reforzó. “En realidad fue antes de Seth”, dijo ella. “Seth fue mi último intento por la normalidad”, sonrió, “No funcionó”. “Así que ¿entonces por qué no le dices a tus padres?” “Porque no funciona de esa manera”, dijo ella. Se alejó poniéndole fin a la conversación “¿Has hablado con Ice hoy?” preguntó ella cambiando de tema. “Sí. No hay nada nuevo. Le pedí que actuara como un historiador y consiguiera algunos antecedentes sobre Hoganville. Tal vez algo surja”. Paige miró los platos sucios. “Tu turno”, dijo dirigiéndose hacia la habitación y a su laptop.
***
CAPÍTULO 15
CJ se paró junto a la ventana, mirando distraídamente hacia el bosque. Escuchó a Paige en la cocina y pronto olió el tocino, pero no estaba realmente interesada esta mañana. Se sentía inquieta. Dejó escapar un suspiro. Bueno, estaba aburrida. Esta pequeña asignación le estaba aburriendo hasta las lágrimas. “¿Qué pasa?” Se dio la vuelta, aceptando la taza de café que Paige le ofrecía. “¿Qué pasa? Todo”, dijo ella. “¿Qué diablos estamos haciendo aquí? Quiero decir, me siento como que estamos perdiendo el tiempo. Realmente no estamos investigando nada, lo sabes”. 87
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“Sí, lo sé”. “Estoy sentada en un aula llena de malditas delincuentes juveniles… literalmente… y ¿haciendo qué? ¿Siendo una niñera? Tú estás enseñando una clase de gimnasia, por el amor de Dios. Ni siquiera hemos conocido a Fiona, quien es por lo menos una persona de interés. Siento como que deberíamos estar haciendo algo”, dijo ella. “Esta debe ser la más aburrida asignación en la que he perdido el tiempo, como nunca antes”. Paige regresó a la cocina, dándole la vuelta al tocino. CJ podía ver las ruedas girando en su cabeza. Finalmente alzó la vista, sólo para encogerse de hombros. “Estoy de acuerdo, CJ”. “¿Eso es todo? ¿Estoy de acuerdo?” “¿Qué quieres que diga?” “No lo sé. Algo…”, dijo mientras se volvía nuevamente hacia la ventana. “Ni siquiera sabemos si Hoganville es solo un pequeño lugar espeluznante o qué. Me gustaría sentir que hay una razón por la que estemos aquí y no sólo porque sacamos el extremo corto del palillo”. “Hoganville llamó la atención, es por eso que estamos aquí. Lo sabes. Pero tienes razón. No sabemos si Hoganville es la causa de las desapariciones o no. Una apuesta arriesgada, tomando en cuenta que no hay pruebas que apunten a la misma. Pero tengo la sensación de que algo está ocurriendo aquí. Simplemente con estar en la cafetería, con ver a todos de esa manera. Algo raro está pasando”. “Raro, sí. Si es de naturaleza criminal está aún por determinarse”, CJ dejó escapar un profundo suspiro, finalmente girando desde la ventana. “¿Necesitas un poco de ayuda?” ofreció señalando hacia la estufa. “Puedes poner la mesa, por favor”, dijo ella. CJ fue a los armarios, descubriendo con diversión que los platos no coincidían. “¿Vas a ser capaz de comer en esto durante seis meses?”
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Paige la miró y sonrió. “No soy jactanciosa, sabes. Pero en realidad ¿qué difícil es comprar un juego que coincida?”, bajó la espátula “Está bien, lo admito, me está volviendo loca. Y en nuestro próximo viaje a San Agustín, voy a comprar unos nuevos”. CJ se echó a reír. “See, ¿puedes comprar un televisor también? Howley dijo no a mi petición”. “¿Estás bromeando? ¿Realmente espera que nos quedemos aquí posiblemente por meses sin una?” “Él dijo que el presupuesto era demasiado estrecho para comprar frivolidades”. Paige puso las manos en sus caderas, mirándola fijamente. "¿Frivolidades? ¿Sabe dónde estamos? El entretenimiento más cercano está a cuarenta y cinco minutos y la mayoría de las personas ni siquiera llamaría a eso entretenimiento. Me gustaría verlo atrapado aquí por unos meses“, se volvió hacia la cocina y se detuvo nuevamente. “Y si hubiesen sido Ice y Billy, se habrían quejado lo suficiente como para que él les hubiese entregado una. Te lo juro“, murmuró. ”Hombres“. “Realmente no pareces del tipo de ver televisión” dijo CJ. “No lo soy. Pero si no conseguimos una pronto, vas a volverme loca”.
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Fiona se sentó, con la cabeza palpitante. Hacía frío en la cámara y la única antorcha encima de la cama era cegadora. Se alejó de esta. Sus pensamientos estaban confusos, a la deriva, yendo y viniendo, dejándola sin saber que era real y que era un sueño. Por fin abrió los ojos, atreviéndose a levantar las sabanas. Abrió la boca, dejándolas caer rápidamente. Inclinó su cabeza hacia atrás, estirando sus piernas, esperando un dolor punzante. Sorprendentemente, no sintió nada. Toda esa sangre y no sentía nada ¿Qué había pasado? 89
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Saltó cuando oyó pasos. Madre Hogan parecía sorprendida cuando se acercó. “Estás despierta, Fiona” era una afirmación, casi acusadora. “Sí”. “¿Cómo te sientes?” “Me duele la cabeza”. “Sí. Se detendrá pronto”, le entregó una copa. “Aquí. Caldo. No has comido mucho esta semana” “¿Esta semana? ¿Qué día es hoy?” “Es domingo, querida”, Madre Hogan sonrió “Esta noche podrás regresar a la escuela ¿Estarás preparada para eso?” Fiona frunció el ceño. Había perdido toda una semana. “No lo sé. No creo que pueda conducir”. “El caldo ayudará con tu cabeza. Tan pronto como oscurezca, prepararemos tu baño. He convocado a tu madre para que te ayude”. “Hay… hay sangre”, dijo en voz baja. Madre Hogan sonrió “Sí. Lamentable. Me temo que Antel fue... bestial contigo. El baño ayudará”, se puso de pie. “Ahora acuéstate. Belden vendrá por ti cuando sea el momento”. Fiona hizo lo indicado, demasiado cansada para protestar. Vio la mole de una sombra detrás de la madre Hogan, luego este se había ido. Instintivamente, se agachó y cubrió su vientre, acelerándose su pulso. ¿Estaría embarazada? ¿Antel habría tenido éxito? Trató de recordar lo que había sucedido durante la semana. No tenía ningún recuerdo de Antel, excepto por la primera noche en las cámaras. El resto estaba borroso. Todo lo que podía recordar eran sus manos frías, una sombra... y la oscuridad. Giró su cabeza hacia un lado, lejos de la entrada a las cámaras. Estaba ansiosa por volver a la escuela. Allí, al menos, sentía como si tuviese algún tipo de control.
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CAPÍTULO 16
“Eso huele muy bien”, dijo CJ, pero Paige golpeó su mano mientras ella trataba de pasar el dedo para probar. “Ni se te ocurra”. “Me sorprende que puedas cocinar”, dijo ella. “Quiero decir, creciendo como lo hiciste. Tenías sirvientes, cocineros ¿No es así?” Paige miró hacia otro lado y CJ notó la expresión casi avergonzada en su rostro. “Lo teníamos. Eso no quiere decir que no aprendiera de ellos”, dijo Paige “Me gusta cocinar. Algo que mi madre no ha hecho ni un solo día en su vida”. Había tantas cosas que CJ podía decir sobre eso, pero se mantuvo en silencio. Paige no había compartido mucho de su educación, pero esa pequeña declaración decía mucho. No pudo evitar sentirse impresionada con Paige. Aquí estaba una mujer que había nacido con una cuchara de plata en su boca, sin embargo, estuvo a punto de rechazarlo todo, viviendo como pobretona con un trabajo en el FBI. CJ le creía a Paige cuando había dicho que quería ayudar a la gente. Después de todo, esa fue la razón por la que CJ se había convertido en policía. Para ayudar a la gente... a los niños.
***
Caminaron a la siguiente puerta hacia la casa de Suzette y Becca tan pronto como vieron que otra pareja llegaba. CJ no tenía reparos en ser la primera, pero Paige le había dado esa mirada que indicaba que se trataba de mala educación ser las primeras en una fiesta. El tema de hoy era comida mexicana, CJ trajo Coronas y limón para beber. Paige había hecho una cazuela que burbujeaba con queso. Otro de sus platos vegetarianos, sin
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embargo, parecía delicioso. Valerie y su pareja, Ella, estaban allí delante de ellas y las dos le dieron una cálida bienvenida. CJ esperaba poder estar a solas con Valerie. Paige le había compartido sobre el comentario de Gayla acerca de la visita de Valerie a la tienda local de comestibles. CJ quería interrogarla al respecto. Por lo menos entonces sentiría como si estuviese trabajando. “Oh, eso se ve delicioso, Paige”. “Gracias”. “¿Qué te hace pensar que no lo hice yo?”, preguntó CJ con una sonrisa. “Lo siento, querida. Solo asumí que Paige era la cocinera en la familia”, dijo Suzette, tomando el plato de Paige y colocándolo en la mesa que más tarde se serviría como un bufet. “No hay problema”, CJ miró de pasada hacia Paige. “Mi amor no me deja entrar en la cocina, excepto para lavar los platos”. “No puedo decir que la culpo”, dijo Becca. “Suzette tiene dos pies izquierdos a la hora de cocinar. Prefiero que se quede afuera”. Suzette rió. “Lo que está bien para mí. No me gusta cocinar”. CJ mantuvo una sonrisa en su rostro, volteando mentalmente los ojos. Ya estaba aburrida y tenían toda la tarde delante de ellas. Espió las sillas de jardín que se habían colocado en la sombra, notando con diversión los dos ventiladores que ubicaron para ayudar a ahuyentar el calor del verano. Tomó la mano de Paige, tirando de ella. Eligió una tumbona, sentándose y trayendo a Paige con ella, dejando espacio para que se sentara entre sus piernas. “Debemos compartir”, dijo CJ. Paige se sentó rígidamente, con su mano en el brazo de CJ en advertencia. “Creo que hay muchas”, dijo ella. Al ver que nadie estaba mirando, se dio la vuelta mirando a CJ “¿Qué diablos crees que estás haciendo?” 92
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“Ahora compórtate, mi amor”, dijo CJ con una sonrisa en sus labios. “Simplemente no puedo tener suficiente de ti”, murmuró. “Vas a pagar por esto”, dijo Paige entre dientes, luego forzó una sonrisa rápidamente cuando Valerie se acercó. “Ustedes son tan lindas”, dijo Valerie mientras sacaba una silla. “Cuando Ella y yo comenzamos nuestra relación, no dejamos la casa las primeras seis semanas”, dijo riendo. “¿Quieres decir que este sentimiento se detendrá?”, preguntó CJ mientras permitía que sus dedos rozaran suavemente el estómago de Paige. “Bueno, si estás enamorada, creo que no se detiene, sólo se mitiga un poco”. Paige entrelazó sus dedos con los de CJ, deteniendo efectivamente sus caricias. Con la otra mano, oculta de Valerie, pellizcó a CJ con fuerza en la pierna. CJ tuvo que morderse el labio para evitar una mueca y luego casi se ahogó con la risa que amenazaba con salir. “Creo que a veces CJ olvida que no estamos solas”, Paige sonrió dulcemente. “¿No es así, mi amor?” “Tal vez simplemente no puedo mantener mis manos lejos de ti”. “Tal vez deberías intentarlo”, murmuró Paige. CJ aclaró su garganta, sin soltar la mano de Paige. “Así que, Valerie, escuché que tuviste una experiencia en la tienda de comestibles en Hoganville. Paige y yo intentamos ir allí el pasado fin de semana, pero estaba cerrado”. Valerie negó con la cabeza. “No, no lo hagas. Ese lugar es espeluznante”. “Eso fue lo que pensamos acerca de la cafetería”, dijo Paige. “Fuimos ayer”. “Guau, ¿lograron entrar?”, preguntó Valerie. “¿Cómo es?” Paige se volteó ligeramente y CJ la miró a los ojos, ambas con igual cuestionamiento. No habían hablado de cuanto compartir con los demás.
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CJ tomó la delantera. “Fue muy raro”, dijo. “Nos sentamos, pero la señora del café no nos sirvió. Los que estaban allí se voltearon sin mirarnos. Entonces una mujer mayor apareció, Ester Hogan y dijo que estaba cerrado, que estaban teniendo una fiesta privada”. Valerie asintió “Sí. Eso fue lo que pasó en la tienda de comestibles. Entré. Todo lo que necesitaba era harina. Tenía antojo de pan de plátano y no tenía harina”, dijo con una sonrisa. “Habían tal vez cinco o seis personas allí. Literalmente se esparcieron cuando entré. Quiero decir, como si hubiesen corrido. Como si simplemente hubiesen desaparecido”, dijo chasqueando los dedos. “No hubo señal de ellos por ninguna parte. Quiero decir, la tienda no es tan grande. Así que estaba allí de pie, preguntándome si debería buscar la harina y dejar el dinero o algo así, cuando esta mujer… Ester Hogan… simplemente apareció de la nada. Casi me mata del susto”, se rió. “Derribé todo un estante de productos enlatados, terminando sobre mi culo con esa atemorizante mujer de pie junto a mí”, su sonrisa se desvaneció. “Luego se puso frío. Muy, muy frío. Y hubo una... no estoy segura de cómo describirlo. Fue como una sombra, una presencia, algo. Entonces no pude respirar, como si alguien me estuviese ahogando”, se estremeció y CJ sintió como los dedos de Paige se apretaban contra su mano. “La mujer me levantó como si fuese una muñeca. Dijo que su tienda no era para los de afuera. Creo que me desmayé o algo así, porque eso es lo último que recuerdo. Lo siguiente, estaba sentada en mi coche”, hizo una pausa. “Eso fue raro, pero lo más extraño, era que había una bolsa de harina en el asiento”, trató de sonreír, pero CJ supo que era forzada. “¿Cómo sabía que había entrado a la tienda por harina?” “Guau”, dijo Paige “Entramos allí para desayunar. No nos sirvieron, pero Ester Hogan nos envió a casa con una cesta de huevos, tocino y una hogaza de pan casero”, Paige rió. “Entonces ¿hiciste el pan de plátano o qué?” Valerie también se rió aliviándose un poco su tensión. “Sí. Después de todo eso, me merecía un regalo”.
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CJ sonrió. “Sí. Puedo decir que el desayuno fue el mejor que tuve en años. Los huevos frescos, el tocino probablemente curado en casa. ¿Me pregunto por qué le temen a los extraños?” preguntó ella. “No lo sé. Fiona es tan agradable y normal como se puede ser. Me resulta difícil creer que es de ese pueblo”. “No la hemos conocido todavía”, dijo Paige. “Nos dicen que es nuestra vecina”. “Ha estado enferma toda la semana. Realmente inusual. No creo que alguna vez haya perdido un día”, dijo Valerie. “Espero que no sea nada grave”. “¿Qué hay de ese grito de animal que escuchamos la otra noche? ¿Qué demonios fue eso?”, preguntó CJ. Valerie se encogió de hombros “No tenemos ni idea. Me gustaría decir que te acostumbras a ello, pero que realmente no es así. A veces se oye tan cercano…” “¿Con qué frecuencia lo has oído?” “Oh, no es como si fuese cada noche ni nada de eso. Tal vez una vez a la semana. Es probable que sólo sea un león de montaña o algo así”. “Bueno, eso nos asustó de muerte”, dijo Paige. Fueron interrumpidas por la llegada de otros. Paige y Ella se levantaron para ayudar mientras Robbie cargaba con tres platos. CJ aprovechó la oportunidad para buscar una de las cervezas que trajo. Cuando quitó la tapa de la botella, su interés fue captado al ver una máquina portátil de margarita sobre una mesa. El hombre que la atendía era poco familiar para ella así que le tendió una mano a modo de saludo. “Soy CJ Johnston”, dijo ella. “Hola. David Grumfeld. Encantado de conocerte”. CJ asintió. “Eres el esposo de Gayla”, dijo ella.
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“Sí. Es una de las nuevas ¿verdad? ¿Paige Riley?” CJ sonrió. “Esas somos nosotras”. “¿Qué le parece hasta el momento?”, preguntó. “Bueno, viniendo de Houston, estoy en un shock cultural”, admitió con sinceridad “El ritmo es un poco lento”. Él se echó a reír. “Sé lo que quieres decir. Antes de llegar acá, estábamos en Atlanta. No pensé que superaríamos el primer mes. Podría decir que te acostumbras, pero tal vez simplemente aprendes a tolerarlo”, dijo él. “Hacemos un viaje mensual a Dallas para llenar nuestra necesidad de ciudad. Pueden tratar eso. Es un poco más cerca que Houston pero sin la pesadilla de tráfico. Al menos para nosotros. Probablemente están acostumbradas a ello”. “Puedo decir que es lo único que no echo de menos”, dijo ella “Así que ¿qué tienes aquí?” “La traemos cada vez que hay una temática mexicana”. “En ese caso, tenemos que tener un tema mexicano cada fin de semana”, dijo ella señalándolo con la Corona. Él asintió con una breve carcajada. “Entonces veo que tenemos un interés en común. Dame unos quince minutos y voy a tener el primer lote listo”. “Gracias, Dave. Volveré”. Vio a Paige hablando con Suzette y se acercó por detrás de ella, serpenteando un brazo alrededor de su cintura, riendo mientras Paige saltaba. “No quise sorprenderte” dijo ella. Paige sonrió. “Por supuesto que sí querías” miró la cerveza, luego otra vez hacia CJ. “Me encantaría una. Gracias”. CJ lo tomó como una invitación y se acercó besando a Paige en la boca. “Ya vuelvo. Suzette ¿te traigo algo?” “Becca te ganó en eso, pero gracias”. 96
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CJ le hizo un guiño a Paige, complacida de que había un atisbo de sonrisa en sus ojos en lugar de las dagas que había estado esperando. Tal vez Paige también estaba aburrida y no le importaba un poco de juego. Después de todo, lo hacían con Ice y Billy todo el tiempo. Por supuesto, el coqueteo que hacían mientras estaban alrededor de los chicos nunca era físico. Hoy, aquí, podrían extenderse. Los roles que jugaban les daba permiso, razonó. Tal vez pondría a prueba su suerte y vería cuán lejos lo levaría Paige. Podría ser divertido. O podría matarla.
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“Es tan cariñosa”, dijo Suzette, “Tienes mucha suerte”. Paige tuvo que morderse los labios para no reírse. “Sí. Mucha suerte”. “Becca nunca fue así. Nunca me tocaba fuera de nuestra propia casa”, dijo casi pensativa “Creo que ser una maestra de toda la vida hace eso. Es divertido verlas a las dos. Tan enamoradas, siempre tocándose. Echo de menos eso”. Paige no sabía qué decir a ese comentario. ¿Tan enamoradas? ¿Era su actuación tan buena? Levantó la vista cuando CJ se acercó y sus ojos se encontraron. Había un sugerente desafío en los ojos de CJ y sintió un momento de pánico ante lo que CJ pretendía. “Aquí tienes, bebe”, dijo CJ con una sonrisa encantadora. “Gracias”. La mano de CJ se deslizó sobre su cadera, deslizándola más abajo por una fracción de segundo y luego de vuelta a su cintura. Suzette las estaba mirando fijamente y Paige se acercó más a CJ, rozando cariñosamente su hombro con el suyo, sintiendo los ojos de Suzette en ellas. “Conocí a Dave”, dijo CJ. “Tiene una máquina de margarita. Creo que va a ser mi nuevo mejor amigo”.
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Paige y Suzette se rieron. “Tienes síndrome de abstinencia de tequila ¿verdad?”, bromeó Paige. “Sí”, entonces CJ meneó sus cejas. “Sabes lo que el tequila me hace”. Paige sonrió “Si, lo sé”. “Bueno, las dejo solas tortolitas”, dijo Suzette- “Creo que debería ayudar a Becca”. Tan pronto como estuvo fuera del alcance del oído, Paige se volvió hacia CJ con la intención de castigarla, pero encontró que estaba siendo atraída aún más. Antes que pudiera protestar, la boca de CJ estuvo sobre la suya, su lengua rozando juguetonamente su labio inferior. Para su horror, se descubrió respondiendo, sin poder mantener su boca cerrada y acogiendo a CJ en su interior. CJ se retiró lentamente con sus ojos ensombrecidos. “Me encanta como besas”, murmuró ella. “¿Qué demonios te pasa?” susurró Paige, sin poder evitar que sus manos se deslizaran hacia el pecho de CJ. CJ la atrajo hacia sí aún más, con la boca en su oído. “Sólo estoy tratando de combatir el aburrimiento”, dijo ella. “Besar es una cura aceptable”, una vez más, su boca se movió hacia Paige. Paige tuvo tiempo de girar su cabeza, si lo hubiese elegido. Desafortunadamente, su cuerpo no estuvo de acuerdo con su cerebro y aceptó el beso, cerrando sus ojos con el contacto. Para un observador casual, ellas no eran más que dos amantes teniendo un breve momento íntimo. Lo cual, por supuesto, era lo que estaban tratando de interpretar. Pero, maldita sea, ¿CJ tenía que hacer que pareciera tan real? “Pensé que habíamos decidido que el beso no era aceptable”, dijo Paige en voz baja, con los ojos fijos en los labios de CJ. “Nunca estuve de acuerdo con tus reglas”.
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Estaban a un soplo de distancia y si hubiesen sido verdaderas amantes, Paige se hubiese inclinado más cerca, poseyendo nuevamente los labios que estaban tentándola. En vez de eso, dio un paso atrás, fuera de los brazos de CJ. Sea cual fuese el juego que CJ estaba jugando, no quería saber nada de eso. “Toma con calma el tequila, tigre. No querrás dormir en el sofá esta noche ¿verdad?” Paige fue a ayudar a los demás, escuchando la risa ligera de CJ mientras se dirigía en dirección de la máquina de margarita. Hablaría con ella esta noche, decidió. No, esta asignación tampoco se encontraba en el tope de la escala de emoción para ella, pero eso no significaba que CJ podría improvisar en su juego de roles. Y ciertamente no significaba que podía tocarla y besarla a voluntad. El hecho de que respondiera al beso le hacía enojar aún más consigo misma que con CJ. Ya no estaba de humor para fiestas, pero mantuvo una sonrisa en su rostro, prometiéndose a sí misma que evitaría a CJ el resto de la noche. Lo que no sería difícil de hacer. La vio conversando con Dave, con una margarita en la mano. Paige fue en la dirección opuesta.
***
“¿Hasta cuándo vas a seguir con esto?”, preguntó CJ cuando Paige la rodeó en silencio para entrar en el cuarto de baño. Una vez más, Paige no respondió mientras se cepillaba los dientes. CJ no era de las que mantenía las cosas en su interior. Si estás enojada por algo, dilo. No podía soportar el silencio. Así que de manera infantil bloqueó la puerta para que Paige no pudiese huir a la seguridad de la habitación. Arqueó sus cejas. “¿Cuál es tu problema?” Paige se cruzó de brazos a la defensiva, dándole a CJ una mirada en blanco. “¿Tienes que preguntar?” 99
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“Obviamente. Me evitaste en la fiesta. No me estás hablando. Así que estás enojada por algo”. Paige sonrió. “Eres un genio. Ahora por favor, déjame pasar”. “No. Quiero hablar ¿Es porque te besé?” “Guau. Gran deducción”, Paige se movió para pasar por delante de ella pero CJ se lo impidió. “¿Estás enojada porque te besé? Vamos, Paige ¿En serio?” Paige levantó la barbilla desafiante. “No me siento cómoda con esto ¿de acuerdo? No quiero que me toques. Y definitivamente no quiero que me beses”. “No. Eso no es todo. Estás enojada conmigo porque respondiste a mi beso. Eso es todo ¿no es así?” Paige la miró “No hice tal cosa. Te lo dije, no quiero que me beses. Nunca”. “Oh, vamos, Paige ¿Qué pasa? ¿Es demasiado real? ¿Te recuerda esa noche?” “Te aseguro que nunca pienso en esa noche”. “Sé que estás mintiendo”. “No es así. No tengo necesidad de recordar esa noche. No significó nada”. La risa de CJ fue amarga. “Oh, cierto. Porque no soy tu tipo ¿Qué? ¿No soy lo suficientemente refinada para ti? ¿No soy lo suficientemente correcta? ¿Mi cabello no es perfecto? ¿Mi ropa? ¿Soy demasiado marimacho para ti?”, se sorprendió cuando parte de la rabia abandonó los ojos de Paige. “No es eso y tú lo sabes. Estamos pretendiendo ser amantes, pero no, no eres alguien con quien saldría. Y no tiene nada que ver con tu condición social o tu ropa o lo que sea. Es por quien eres”, dijo Paige “Escoges mujeres y luego las tiras a la basura como si fuesen nada. No creo que sepas cómo tratar a las mujeres”. CJ mentiría si dijera que eso no la había herido. Lo hizo. Y tal vez eso era cierto. Después de todo, tenía a su padre como un modelo a seguir. La ira contra su padre resurgió y se desquitó con Paige. 100
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“Cierto. Y tu compañera perfecta no tendría ninguno de los antecedentes terribles que tengo yo. No soy lo suficientemente buena para Paige Riley ¿verdad? Tu amante sería alguien con un trabajo mejor remunerado que el mío. Tu amante siempre sería agradable para ti, haría todo por ti, te haría el amor despacio y fluido. Ella te trataría como a una dama. ¿No es así?” Paige le sostuvo la mirada, pero no dijo nada. CJ se acercó más. “Excepto esa noche”, dijo CJ en voz baja. “No lo querías despacio y fluido. No lo querías como una dama. Sólo querías a alguien que te follara esa noche”, los ojos de Paige brillaron y trató de pasar por delante, pero CJ se lo impidió. “No. Era lo suficientemente buena para ti esa noche ¿verdad? Querías que te follara hasta que no pudieses pensar, hasta que no pudieses sentir, no pudieses ver. No pudieses caminar. Querías a alguien para echarlo todo por la borda. Era lo suficientemente buena esa noche”. Paige se sacudió soltando su brazo. “Sí. Sí a todo eso. Era como tú esa noche”. “Sí. Lo eras. Supongo que las dos conseguimos lo que queríamos”. “El problema es que eres así todas las noches”. CJ la dejó pasar. La puerta de la habitación no se cerró de golpe como lo esperaba. En lugar de eso, Paige la cerró silenciosamente detrás de ella. CJ se volteó, mirándose a sí misma en el espejo, su ira cambiando a tristeza. Paige tenía razón. Ella no sabía cómo tratar a las mujeres. Oh, podía jugar el juego de la seducción. Era buena en eso. Y una vez que llevaba a una mujer a la cama, sabía exactamente qué hacer con ellas. También era buena en eso. Pero Paige tenía razón. Eso era lo más lejos que podía llegar. No se molestaba con sus nombres, no tenía ningún interés en volver a verlas. No tenía ningún interés en una relación. Había visto de primera mano cómo resultaban las cosas. Los gritos, el llanto... los golpes. Y cuando eso fallaba, todo cambiaba desquitándose con los niños. Alejó sus recuerdos. No haría ningún bien viajar por ese camino nuevamente. Dios sabía que lo había hecho lo suficiente en los últimos quince, veinte años.
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Suspiró, luego se fue a su propia rutina nocturna. Tal vez tomaría el sofá esta noche. Dudaba que Paige la quisiera en la misma habitación con ella y mucho menos en la misma cama. No tenían almohadas extra y el otro juego de sábanas estaba en el dormitorio así que apoyó su cabeza en el lado redondeado del sofá, tratando de no pensar en quién… y qué… había estado en el antes que ella. No era exigente de ninguna manera, pero dormir en un sofá usado era repugnante. Se retorció y se volvió, tratando de ponerse cómoda, pero el sueño la eludía. No estaba ni cerca de quedarse dormida cuando, una hora más tarde, unos faros destellaron a través de la ventana. Se puso de pie, mirando en silencio hacia afuera. El coche se detuvo al lado. ¿Fiona? Entrecerró los ojos en la oscuridad, al ver como el hombre… el Hulk de la cafetería… abría la puerta del pasajero y ayudaba a salir a una mujer. Él esperó en la puerta principal, sin entrar en la casa. Cuando cerró la puerta tras ella, él se alejó a pie, desapareciendo en el bosque. “¿Qué demonios?”, susurró. Hizo una nota mental de consultar mañana con el jefe sobre quien estaría trabajando en la entrada. Miró el sofá nuevamente, luego miró hacia la puerta del dormitorio. La habitación parecía el menor de dos males. Paige estaba dormida, tomando más de su parte de la cama. CJ se la quedó mirando, su rostro era tan sereno y tranquilo. Hermoso. Y de ninguna manera su tipo. CJ tendía a gravitar alrededor de las mujeres que tenían un lado lascivo. Maleducadas y malhabladas, el sexo siempre rudo y crudo. Paige era todo lo contrario. Limpia, refinada. Elegante. La verdad era que lo que había comenzado como algo rudo y crudo había terminado siendo como algo pausado y lánguido. El sexo bajo y sucio dio paso a un acto tierno y sin prisa, como hacer el amor. Algo que no creía era capaz de hacer. Miró unos segundos más y luego en silencio se deslizó al lado de Paige. Para su sorpresa, Paige murmuró algo en sueños, buscando a CJ con sus manos. El corazón de CJ latió con más rapidez cuando una mano cálida se curvó alrededor de su brazo. Debió 102
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moverse, lo sabía. Paige estaría avergonzada. Pero eso se sentía tan bien. Ella sentía... que lo necesitaba. Así que se quedó dónde estaba, cerrando sus ojos cuando la mano de Paige se apretó inconscientemente.
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CAPÍTULO 17
Paige esperó con impaciencia mientras la secretaria, la señora Miner, llamara al director. No, no tenía una cita, pero en realidad, ¿era la gran cosa? “No contesta” Paige miró la puerta cerrada “¿Estás segura que está adentro?” “Sí. Le traje café temprano. Ahora, señora Riley…” “Paige, por favor”. “Paige, entonces. Creo que tengo que recordarle que tendremos una auditoría estatal este otoño. Sus planes de clases son muy escasos. Quiero decir, ¿zumba? Las niñas necesitan actividades, juegos. Deportes. No clase de baile”. “Disculpe, señora Miner, pero es una secretaria ¿verdad? ¿No una educadora?”, esbozó una sonrisa. “Tal vez debería hablar de mis planes de clase con el director y no con Ud.” Miró fijamente el teléfono. “Por favor, vuelva a intentarlo”. Ella no hizo ademán de agarrar el teléfono. “Es nueva aquí. Yo no. He visto a gente ir y venir. Voy a estar aquí mucho tiempo después que te hayas ido. Así que creo que estoy capacitada para dar consejos”. Paige estaba a cinco segundos de tragarse a la mujercita maleducada cuando sonó su celular. Respiró profundamente, excusándose. Se sorprendió por el número que apareció. “Soy Paige”, dijo en voz baja. “Necesito verte”. 103
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Paige miró hacia la puerta cerrada y luego nuevamente a la señora Miner. “Estoy justo afuera de su oficina”, casi susurró. “Está bien. He estado evitándola. Dígale que me llame de nuevo”. Paige puso su teléfono en el bolsillo mientras se acercaba a la mesa de la señora Miner nuevamente. “¿Le importaría darle otra llamada? Realmente necesito hablar con él esta mañana”. “Obviamente está ocupado con algo”. Paige apretó los dientes. “Por favor. Una vez más”. “Muy bien”, la señora Miner pareció sorprendida cuando él contestó. “Siento molestarlo, Director Avery, pero Paige Riley está aquí para verlo”, miró a Paige. “Sí, señor”, la decepción se reflejó claramente en su rostro e hizo un gesto hacia la puerta. “Él la verá ahora”. “Gracias”. Paige abrió y cerró la puerta rápidamente, apoyándose contra ella. Avery le estaba dando la espalda, la taza de café que la señora Miner le había entregado temprano parecía estar sin tocar. “¿Avery?” Él se volvió lentamente y ella quedó sin aliento, moviéndose rápidamente de la puerta. “¿Qué demonios ha pasado?” “Tuve un visitante anoche”. Ella levantó su cabeza suavemente, viendo su labio partido e hinchado, sus ojos descoloridos. “¿El tipo fisicoculturista de la ciudad? ¿Al que llaman Belden?” Él asintió. “¿Cómo lo sabes?” Paige sacó su teléfono, desplazándose a través de sus contactos buscando el número de CJ. “CJ lo vio”.
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“¿A quién llamas?” “CJ”. “No. Se vería raro que la convocara aquí, sin pasar por el jefe”. “No la estás convocando. Soy yo”. Paige se puso de pie, esperando que CJ respondiera, preguntándose si estaría en un salón de clases o no. Cuando respondió, no fue su habitual ‘hola, bebé’ sino más bien un saludo muy formal. “¿Qué pasa?” “¿Puedes venir a la oficina del director?” “¿Le dijiste?” “No tuve que hacerlo. Tuvo una visita personal”. CJ hizo una pausa, bajando su voz. “Estoy viendo una maldita película de entrenamiento sobre cómo ser un buen guardia de prisión. Estaré ahí tan pronto como pueda pensar en una excusa para salir”. Paige sonrió mientras desconectaba, pero su sonrisa se desvaneció tan pronto como miró a Avery. “¿Él te amenazó?” “Supongo que así fue, sí. Un recordatorio para mantener a mi personal lejos de Hoganville”, se tocó el labio e hizo una mueca. “Ni siquiera pude tomar mi café”. “¿Por qué no nos llamaste anoche?” “Era muy tarde. No quería hacer una escena. Salir de tu casa a esa hora para venir a la mía hubiese causado un escándalo”. Se tocó el labio nuevamente. “No soy un agente de campo”, dijo, “No tengo entrenamiento para…” “Hiciste lo que tenías que hacer”, dijo ella. “Jugaste el papel del director de esta escuela, nada más”. “Tuve miedo, no me importa decirlo”. 105
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Paige realmente sintió pena por él y tocó su hombro para tranquilizarlo. “Él trajo a Fiona a casa anoche. CJ estaba…” ¿Qué? No podía decirle simplemente que habían tenido una pelea y ella estaba durmiendo en el sofá. “Ella todavía estaba levantada”, dijo sin convicción. “Él la acompañó hasta la puerta y luego se fue a pie. Por eso vine aquí esta mañana. CJ quería saber cuán monitorizada estaban las puertas”. “Hay un registro de todo movimiento. Está registrado. Muy sofisticado, en realidad. La tarjeta de identificación tiene un código de barras, así como los peajes de las carreteras. Y la noche del domingo, la puerta debió ser bloqueada a las diez”. “¿Podemos obtener esa información?” “El jefe debe tenerla. Puedo pedirle a su secretaria que la saque. Digamos que una auditoría o algo”. Su teléfono sonó un segundo antes de que se abriera la puerta, con CJ bailando el vals con una furiosa señora Miner manteniendo su teléfono inútilmente detrás de ella. CJ le cerró la puerta en las narices. “Pequeña curiosa entrometida, ¿no es así?”, dijo CJ. “Sí, señora Miner, está bien”, dijo Avery a la secretaria que echaba humo en el teléfono “Entiendo. Se lo diré”, trató de sonreír mientras colgaba. “Protocolo de oficina”, dijo. “Lo que sea”, murmuró CJ mientras se inclinaba, observando su rostro maltrecho. “Vas a tener un buen ojo morado allí ¿Qué quería?” “Una advertencia”. CJ enarcó las cejas. “Para que permanezcamos lejos”, añadió Paige. “¿Qué les hace pensar que no vas a levantar cargos con el sheriff y la prensa?”, preguntó CJ. “Tienen algo de agallas ¿no es así?” Era una pregunta que no requería una respuesta. Paige vio como CJ paseaba, pasando su mano a través de su cabello una y otra vez. Es tan jodidamente atractiva. Paige parpadeó varias veces, tratando de sacar ese pensamiento de su mente. Por supuesto, 106
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tras eso llegó el recuerdo de la difícil situación en la que se había encontrado a sí misma esta mañana. En la cama. Con CJ. Sus brazos… no los de CJ… habían vagado inapropiadamente durante la noche. Despertó y se encontró acurrucada cerca de CJ, con su mano rodeando posesivamente el brazo de CJ. Gracias a Dios despertó primero. Sólo podía imaginar las burlas sin piedad si CJ hubiese sido la primera en despertar y hubiese encontrado a Paige acurrucada contra ella. “¿Qué tal esto?”, dijo CJ “Voy a la cafetería en uniforme. Lo enfrento. Y averiguo qué demonios está pasando”. “No creo que sea una buena idea”, dijo Avery “Nos gustaría pensar que la escuela es segura, pero al parecer no lo es. Desbloquear las puertas fuera del horario requiere permiso especial de mí. Obviamente ese no fue el caso”. “Si hicieron esto como una advertencia, sólo puedo imaginar las represalias en caso de que los enfrentemos”, dijo Paige. “¿Así que sólo lo dejamos pasar?” “Creo que eso es a lo que están acostumbrados” dijo Avery “Ellos controlan Hoganville, controlan la escuela”. CJ miró de uno a otro. “Sí, pero ¿quiénes son ellos?”
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Fiona tomó un sorbo de café, escuchando las preocupaciones de sus amigos. Amigos. Ese pensamiento le pareció divertido y levantó la mirada, sonriendo mientras Robbie frotaba su brazo cariñosamente. “Te ves tan pálida, Fiona ¿Te ha visto un médico?” “Sí”, mintió “Sólo fue una infección. No podía retener nada”. “Bueno ¿necesitas algo? Puedo pedirle a Charlotte que te haga sopa”, ofreció ella. “Gracias, pero...” 107
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Fiona estuvo a punto de declinar, pero se sintió genuinamente conmovida. “Eso estaría bien”, dijo a cambio. “Grandioso”, Robbie hizo una pausa. “Supongo que no has conocido a tus nuevas vecinas ¿verdad?” Fiona negó con la cabeza. “Ya era tarde cuando llegué a casa ¿Son agradables?” “Sí, parecen agradables. Han asistido a nuestras reuniones. Desearía que estuvieses este fin de semana, Fiona. Nos divertimos mucho”. “Lo sé. Pero mi madre me espera en casa”. “Tienes más de treinta años, Fiona”, dijo Jules. “Seguramente puedes hacer tus propias cosas”. Fiona negó con la cabeza. “No funciona de esa manera”, dijo reconociendo la tristeza en su voz. Inmediatamente se sintió culpable, sabiendo que le debía a Madre Hogan todo lo que tenía. “Quiero decir, la familia es lo primero”, ahora más, pensó. “Está bien. Bueno, si necesitas algo, háznoslo saber”, dijo Jules. “Te traeré algo de sopa esta tarde”, añadió Robbie. Jules frotó su hombro mientras pasaba junto a ella. “Espero que te sientas mejor”. Una vez a solas, Fiona dejó su café a un lado. Sí, eran sus amigas. No en el sentido tradicional, por supuesto. Esencialmente manejaba dos vidas, a la que había sido asignada años atrás. Fue una de las pocas que tuvo que dejar la seguridad de Hoganville para aventurarse en el mundo, todo para mantener Hoganville… y las cuevas… a salvo. Había cierta seguridad con el número y había sabido por algún tiempo que su rebaño se estaba reduciendo. Nunca hizo mención de eso, ni siquiera a su propia madre. Ahora parecía un poco tarde para preocupar a Madre Hogan con eso. Instintivamente pasó la mano por su vientre, frotándolo suavemente. Estaba creciendo allí, lo sabía. Podía sentirlo.
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Pero un escalofrío pasó por su cuerpo cuando recordó la sangre entre sus piernas y las manos frías como reptiles sobre su cuerpo. A pesar que madre Hogan insistía en que era Antel quien la visitaba todas las noches, sabía que no era así. Antel tomó su inocencia en la cámara durante la cópula. Sospechaba que Antel nunca la había tocado nuevamente. Sintió una lágrima deslizándose por su rostro y la limpió rápidamente. Sin lágrimas. No se le permitía llorar. Era demasiado tarde para eso. Se puso de pie, con las piernas adoloridas. Los moretones no se habían desvanecido por completo, pero nadie había hecho mención de los pantalones y la camisa manga larga que llevaba durante el calor de verano. Echó un vistazo al reloj de pared y luego miró la cafetera nuevamente. Su primera clase sería en otros cuarenta y cinco minutos. Podía disponer de tiempo para otra taza. Luego se dirigiría a su salón de clases para prepararse. A pesar de que se sentía baja de energía, estaba ansiando volver a ella. Allí, por lo menos, se sentía normal. Se sorprendió por la rápida sonrisa que surgió de sus labios ¿Normal? Esta era la semana de la Celebración. Cualquiera de sus compañeros de trabajo enloquecerían por la ceremonia... y la persecución que se produciría dentro de las cuevas. Su sonrisa rápidamente se desvaneció de su rostro, el sabor del café ya no era atractivo. Salió por la puerta mecánicamente, con la mente en blanco mientras caminaba por el pasillo familiar hacia su salón de clases.
***
CAPÍTULO 18
A pesar de su interacción anterior con Avery, la tensión entre ellas todavía era marcada y la conversación intrascendente, por lo menos. Paige sabía que tenía que pedir disculpas. Ella había empezado la discusión. Fuese cual fuese el juego que estuviesen jugando en público, tenía que seguirlo y no tomarlo como algo personal. ¿Besar? Bueno, podría manejarlo. No podía enojarse cada vez que CJ hiciera algo que ella considerara 109
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inadecuado. Eso haría que la asignación fuese muy larga. Después de sazonar las pechugas de pollo y colocarlas en el horno, encontró a CJ donde la había dejado anteriormente…estirada en el sofá…con los ojos cerrados. No estaba dormida, lo sabía. Miró hacia el espacio vacío en la pared donde los inquilinos anteriores, sin duda, habían mantenido un televisor. Tal vez como ofrenda de paz, sugeriría un viaje a San Agustín para comprar uno para ellas. No era una gran observadora de televisión, pero tal vez CJ lo era. Aunque nada más, eso podría proporcionar entretenimiento sin sentido. Se aclaró la garganta, a punto de hacer participar a CJ en la conversación cuando el teléfono de CJ sonó. Sin abrir los ojos, extendió la mano y lo agarró. CJ asintió, luego se sentó, cambió su teléfono en modo de altavoz y lo colocó sobre la mesa. “Está bien. Estás en altavoz”, dijo CJ. “Hola, Paige”. Paige sonrió. “Hola, Ice ¿Cómo estás?” “Calvo y hermoso como siempre”, dijo él “¿Cómo están ustedes?” Paige y CJ se miraron la una a la otra, ambas con las cejas levantadas. CJ finalmente sonrió. “No me ha matado todavía”, dijo CJ. “Sin embargo ha pensado en ello”. Paige también sonrió “Sí. Lo he pensado tres veces”. “Y ni siquiera han pasado tres semanas”, se rió él. “Pero no te culpo”. “Claro. Toma partido”, dijo CJ. “¿Qué pasa? ¿Tienes algo nuevo?” “Permítanme decir que ya estoy harto de toda la investigación sobre Hoganville. Ya que es muy difícil de encontrar. Al parecer, siempre han mantenido un perfil bajo”. “¿Surgió algo en las partidas de nacimiento?”, preguntó Paige.
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“Inconsistente. Aún están revisando los datos, pero Avery parece estar en lo correcto. Escuchen lo que encontramos hoy…”, dijo “…primero encontramos mención de eso en un libro publicado en los años 60 sobre la historia de Angelina National Forest. Encontramos la historia en el periódico Lufkin fechado en 1959”, hizo una pausa. “¿Pueden creer que tienen esa mierda archivada desde ese tiempo? En fin, un pastor desapareció después de decir todo un cuento”, dijo él. CJ se levantó y fue hacia la nevera. “Espera. Creo que voy a necesitar una cerveza para esto”, dijo ella. Echó un vistazo a Paige, quien negó con la cabeza. “Al parecer, algo le estaba robando ovejas a este hombre. Sospechaba que eran coyotes, no robo de ganado, tan sólo uno o dos se perdían a la vez. Una mañana, estaba afuera con la manada y encontró a uno mutilado y destripado, pero no comido. Una vez más, supuso que sería un coyote. Así que su plan fue vigilar a la manada esa noche… con su arma… y matar al coyote sediento de sangre”, dijo él. CJ se echó a reír. “¿En serio? ¿Eso es lo que dice el periódico? ¿Sediento de sangre?” “No. Ellos dijeron bribón. Estoy parafraseando”. “¿Bribón?”, CJ negó con la cabeza. “Está bien. Sigue adelante”, dijo tomando un largo trago de su cerveza. “Correcto. Así que él está afuera con el rebaño, vigilando. Dijo que a medianoche, ante su nariz, vio movimiento en el bosque. Pero no eran coyotes. Contó a quince personas, todas vestidas con túnicas negras. Tenían cuerdas y estaban tratando de enlazar a una de sus ovejas. Así que disparó al aire para asustarlos. En lugar de huir, corrieron tras él”, dijo Ice “Obviamente, él llegó a casa de manera segura. Echó su cuento la siguiente noche en el bar local. Nadie le creyó”. “¿Y terminó desaparecido?” “Sip. Dos días más tarde. Nunca encontraron un rastro de él”. “¿Alguna evidencia de su historia fue investigada?” “No en este artículo. Billy revisó los dos meses siguientes, creo, pero la única mención sobre eso fue que no hubo pistas de su desaparición. Así que no”.
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“¿Dónde vivía ese sujeto? ¿Qué tan cerca de Hoganville?” “Vivía cerca de un pequeño lugar llamado Straw”, dijo él “Veinte kilómetros más o menos de Hoganville. Y sí, lo revisamos. Nada. La taberna, donde contó su historia es cosa del pasado. Hay algunas casas, nada más”. CJ se encogió de hombros. “Interesante historia”, dijo ella. “¿Túnicas? ¿Ovejas mutiladas?”, miró a Paige. “¿Satánico?” “Algo de eso, supongo. Ciertamente no soy una experta”, dijo ella. “Seguimos regresando a los cultos ¿no es así?” “Así que han estado en el pueblo ¿no?”, preguntó Ice. “Me enteré de su visita a una cafetería”. “Sí, el café era muy divertido. Pero sabes que no es realmente un pueblo ¿no? Incluso las casas, todas se ven desiertas”, dijo CJ. “Como si la comunidad se estuviese muriendo”, agregó Paige “Avery la llama vieja. No hay niños o jóvenes”. “Entonces ¿es tan espeluznante cómo suena?” “Y algo más”, dijo CJ. “Algo está pasando ahí. Pero, obviamente, la mayor parte es especulación. Una de las profesoras relató su historia sobre su visita a la tienda de comestibles. Eso sí que fue francamente aterrador”. “Permítanme decir que me alegra que sean ustedes las que están allí y no Billy y yo”, hizo una pausa. “Así que ¿cómo es el entretenimiento nocturno?” CJ miró a Paige. “¿Qué quieres decir?” “Bueno, ya sabes, ¿ya has conocido a alguna amiguita?” “Se supone que somos una pareja felizmente casada ¿recuerdas?”, dijo CJ. “Sí, por supuesto. Pero si Paige está amenazando con dispararte, imagino que has estado examinando a las damas con ojos de deseo”. CJ miró fijamente a Paige, con una ceja arqueada. 112
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“¿Quieres que le diga por qué estás enojada conmigo?” “No”, dijo ella. “Ice, ¿hay algo más?” “Oh, ya veo. Mi señal para colgar. Está bien, chicas. Traten de no pelear. Estaremos en contacto”. La disculpa que originalmente había planeado pronunciar, quedó en el olvido cuando la sonrisa en el rostro de CJ creció. Paige giró sobre sus talones y se retiró hacia la cocina, mirando la botella de vino que pretendía tener con su cena. Suspiró tratando de alcanzar el sacacorchos.
***
CAPÍTULO 19
Fiona sintió su excitación crecer cuando se unió a los demás en la cámara. Con su nuevo traje negro, ya no se sentía como una paria, relegada al fondo de la pared, donde se colocaban a los inocentes, vestidos de túnica blanca. Ahora miró hacia atrás, viendo solamente una túnica blanca. Era Elizabeth, la hermana de Belden. Ahora tendría unos cincuenta años, supuso Fiona. Se preguntaba qué había hecho para desagradar a la Madre Hogan. Apartó la mirada, sintiendo lástima por Elizabeth. En la última celebración en octubre, Fiona había estado de pie al lado de Elizabeth, eran las últimas dos inocentes. Por supuesto, ese no había sido siempre el caso. Recordó un momento en que había habido ocho o nueve de ellos. Poco a poco, habían sido sacrificados, en su mayoría por la desobediencia. Randal se había escapado, algo que Fiona había soñado en secreto. Belden y los cazadores lo encontraron y lo trajeron de vuelta. Randal simplemente no 113
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había sido sacrificado. Había sido ofrecido como un sacrificio. Había sido llevado más allá de la cámara en las cuevas donde sus gritos se escucharon en el silencio sepulcral. Escuchar eso había ahuyentado cualquier pensamiento de escapar. Ella conocía su lugar y se había resignado a su destino. Madre Hogan tenía planes para ella y absorbió todo lo que pudo de los libros, consciente de que iba a ser enviada al exterior para que pudiera aprender a enseñar. Su misión era la de integrarse en la escuela, algo que había logrado. Por desgracia, los cuatro años que había pasado en el exterior sólo había alimentado su sueño de salir de aquí... y dejar las pesadillas que la atormentaban. En última instancia, el miedo se impuso y se mantuvo fiel a la Madre Hogan y al rebaño. Ahora temía que todo sería más complicado que antes, mientras frotaba suavemente su vientre, consciente de que algo estaba creciendo dentro de ella ¿Era hijo de Antel? ¿O era algo más? Cerró los ojos, persiguiendo el sueño inalcanzable que quedaba justo fuera de su alcance. Sin rostro, sin cuerpo. Sólo manos frías. El grito la sacó de sus cavilaciones. Belden y los otros estaban llevando a la chica que había sido elegida para el sacrificio. Fiona observó con fascinación como la chica luchaba, sus gritos altos y chillones. A madre Hogan le gustaba eso, lo sabía. Miró el rostro de la mujer mayor, quien ampliaba su sonrisa con cada grito. Esta noche sólo sería un aperitivo. Mañana, la chica se vería obligada a tomar una de las pociones de Madre Hogan. Mañana, no gritaría. Mañana iba a ser ofrecida. Mañana iban a darse un festín. Se darían todo un festín mientras la chica corría por su vida en las cuevas. Madre Hogan dio un paso adelante, mirando a la chica. Fiona podía sentir la emoción en la cámara. Era un ritual que había ocurrido durante más años de lo que alguien pudiese saber. Madre Hogan asintió hacia Belden y la chica fue levantada con facilidad en el altar. Su lucha no duró mucho ya que las correas de cuero fueron aseguradas con soltura. Fiona pudo ver a la temblorosa chica, sus ojos muy abiertos por el miedo. 114
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Madre Hogan metió la mano en el altar de piedra donde guardaba el cuchillo. Oyó el roce suave mientras era retirado de su funda protectora. Madre Hogan lo sostuvo en alto, su larga superficie lisa reflejaba la luz de las antorchas y brillaba agradablemente sobre su cabeza. “¡No! Por favor, no”, la chica gritó entonces, con los ojos clavados en el cuchillo. Madre Hogan rió deliciosamente mientras jugueteaba con el cuchillo hacia atrás y hacia delante en frente de la chica, sus gritos se convirtieron en sollozos. “Por favor, no me haga daño”, exclamó la muchacha “Por favor”. “Sí. Hemos escuchado esa súplica cientos de veces anteriormente”, dijo Madre Hogan. Se volvió hacia los ancianos, todos ellos observando cada movimiento. El cuchillo golpeó rápidamente, cortando el brazo de la chica como si fuese nada más que mantequilla. Fiona, como los otros, aplaudieron cuando el primer sangrado fue derramado. Era esperado por ellos. La chica maulló como el animal herido que era. Madre Hogan pasó los dedos por la sangre que corría por el brazo de la chica y luego los levantó para que el rebaño viera. Todos observaron con gran expectación mientras la Madre Hogan se lamía los dedos secándolos y luego fue por más. La cabeza de la chica giró hacia un lado, con sus ojos vidriosos por la angustia ante su desesperada situación. Por un segundo, Fiona sintió compasión por ella, consciente de lo que vendría mañana por la noche. Apartó ese sentimiento. Esto no tendría ninguna utilidad para ella si empatizaba con esta chica. Su destino estaba sellado. En cambio, observó cómo los seis ancianos imitaban las acciones de Madre Hogan, participando de su aperitivo para la fiesta de mañana.
***
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CAPÍTULO 20
“Conocí a Fiona hoy”, dijo Paige mientras servía patatas para ella. CJ levantó una ceja. “¿Y? ¿Tiene cuernos?” Paige sonrió, la primera sonrisa verdadera que CJ había recibido de ella el día de hoy. “No, ella no tiene cuernos. Fue muy amable, pero definitivamente había algo raro en ella”, dijo Paige. “Fue demasiado cordial, pero distante, si eso tiene sentido”. “¿Pretende ser abierta, pero sin serlo?” “Supongo, pero fue agradable. Creo que podría llamarla dulce. Sin embargo la visita no duró mucho. Traía su clase para su hora de ejercicio”, Paige se echó a reír. “Te lo juro, esta es la peor asignación que he tenido. Hicimos carreras de velocidad y las chicas lo odiaron. Y como castigo, no me hablaron”. “¿Ese fue el castigo?”, preguntó CJ, tomando su plato de Paige. “Gracias”. “No hay de qué. Y no, eso fue un bono, sólo que no lo sabían”, dijo con una sonrisa. “He decidido que odio a los chicos. Los adolescentes, de todos modos”. CJ cortó el pescado al horno con su tenedor, mirándolo con recelo. Sólo comía pescado de una manera y era frito. Pero tomando en cuenta cuan frías habían estado las cosas entre ellas, no quiso molestar más a Paige con su comentario. Así que se armó de valor con el primer bocado, preparándose para tragarlo a la fuerza. Estaba sorprendentemente bueno. Levantó la vista, viendo la expresión divertida de Paige. “¿Qué?”, dijo con la boca llena. “Preparada para odiarlo ¿no es así?” “Estoy acostumbrada al pescado frito del sur”, dijo “Pero esto está bueno”. “Gracias. Normalmente pongo una pasta de harina de maíz cuando cocino pescado…”, dijo Paige, “…pero pensé que te gustaría más así”. 116
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CJ estuvo conmovida por el hecho de que Paige se preocupara por lo que a CJ pudiese o no gustarle. Sobre todo por su argumento de la otra noche, algo de lo que aún no habían hablado o pedido disculpas. “Gracias”, dijo CJ. “Pero tomando en cuenta que no cocino, no puedo exactamente ser exigente. No tienes que cambiar las cosas por mí”. “Sé que no tengo que hacerlo”. El silencio se prolongó, su ligereza anterior dio paso a la tensión reprimida nuevamente. CJ, por su parte, había tenido bastante de eso. Agarró su copa de vino tomando un gran sorbo. Nunca había sido de las que hablaban de cosas… sentimientos. Sabía que eso provenía de su infancia, donde hablar nunca ocurría. Como adulta, nunca había estado en ninguna clase de relación en la que se requiriera hacerlo. Pero estaba atrapada aquí con Paige en algo que podría durar varios meses. Si estas primeras semanas eran una muestra, terminarían matándose una a la otra antes de llegar al final de su asignación… “Hablemos de ello”, dijo ella. “Terminemos con esto, limpiemos el aire”. Paige bajó su tenedor. “¿Qué quieres decir?” “Hablemos de esa noche. Hablemos de nosotras teniendo relaciones sexuales. Hablemos de nuestra discusión la semana pasada. Solo hagámoslo y acabemos de una vez. Siento como si estuviese caminando sobre cáscaras de huevo alrededor de ti”, admitió ella. “Lo odio”. Paige le miró fijamente durante un largo momento y CJ pensó que iba a negarse a hablar. Pero al parecer, sólo estaba poniendo en orden sus pensamientos. Ella asintió. “Está bien”. “Tú primero”, sugirió CJ. “Yo no…” Paige aclaró su garganta. “Normalmente no hago ese tipo de cosas. Como aquella noche”, dijo Paige “Ese es tu juego, no el mío”. CJ negó con la cabeza. “No, Paige, eres como yo. Simplemente que no quieres admitirlo”.
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“Eso no es cierto. Tú no tienes citas. Es probable que ni siquiera te molestes en aprender sus nombres”. CJ ladeó la cabeza. “¿Y tú tienes citas? Quiero decir ¿aparte de Seth?” “No salgo con Seth, pero sí, tengo citas. De vez en cuando. Si quisiera, las tendría. Si encontrara a la persona adecuada…”, dijo tomando un sorbo de su vino. “Este trabajo hace que eso sea algo difícil”. “Cierto. Y eso es parte del problema. No tengo el tiempo ni la energía para dedicarlo a tener citas”, dijo CJ. “Y en ocasiones, me gusta tener compañía femenina”. Paige resopló. “¿En ocasiones?” “Sí, en ocasiones. Cuando tenemos un mal caso, me gusta olvidarlo todo y escapar. No soy diferente a ti en ese sentido”. “Sí, lo eres. Normalmente me voy a casa y tomo un baño de burbujas de una hora y bebo una botella de vino caro. No me pierdo a mí misma en sexo anónimo”. CJ se echó a reír. “¿Qué te hace pensar que no hago lo mismo?” “Oh, vamos ¿En serio?” “¿Qué? ¿Crees que todas las mañanas cuando me ves luciendo como una mierda significa que he estado con una mujer la noche anterior?” Paige sonrió. “¿No es así?”. “No necesariamente”. “Vamos, CJ. Ice y Billy son tan chismosos como un grupo de chicas. Sé todo lo que pasa, tal como tú lo sabes”. CJ suspiró. “Está bien, algunas veces no quiero volver a casa, a una casa vacía. A veces no quiero estar sola. El bar es una alternativa, encontrar una pareja dispuesta e ir a su casa”. “¿Por qué siempre a su casa?” “Para mantener el anonimato. Nunca llevo a nadie a mi casa”. 118
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Paige la miró, con las cejas levantadas. “Está bien, bueno, tú, pero fuiste la primera”, CJ concedió. “¿Realmente esperas que crea eso?” CJ pensó que tal vez debería mentir y decirle a Paige que muchas mujeres habían compartido su cama. Por alguna razón, el hecho de que Paige hubiese sido la única mujer que hubiese llevado a su apartamento la sorprendió. Pensó nuevamente en esa noche en el bar, cuando sus caricias se habían vuelto más urgentes y sus besos abrasadores. Con otras mujeres, hubiese preferido marcharse antes de invitarlas a su espacio personal… su apartamento. Pero con Paige, ese pensamiento nunca cruzó su mente. El único pensamiento que había cruzado su mente había sido desnudarse con Paige lo más rápido posible. Levantó su mirada encontrándose con la de ella, preguntándose si también estaba recordando su tiempo juntas ¿Se daba cuenta Paige de lo sujeta que había estado a ella esa noche? ¿Se daba cuenta que CJ le habría rogado que fuese a casa con ella? Lo cual, por supuesto, no había sido necesario. Paige le había seguido voluntariamente al apartamento. Obviamente, ahora, Paige no tenía nada más que arrepentimientos de esa noche. Finalmente asintió, respondiendo a la pregunta original de Paige. “Sí, es la verdad. No ha habido nadie más que tú en mi cama”. Paige la miró asombrada, arqueando sus cejas. “¿Por qué?” “¿Por qué, qué?” “¿Por qué yo y nadie más?”, preguntó en voz baja. CJ apartó la mirada, incómoda. No sabía la respuesta ¿Era porque conocía a Paige y sabía que estaría a salvo? Si fue así, eso fue completamente subconsciente. El hecho era, que en ese momento, estaba demasiado excitada para preocuparse. Siempre se había sentido atraída por Paige, aunque sabía que Paige estaba fuera de su liga. Decidió que esa no era la respuesta a dar.
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“No quiero que nadie sepa donde vivo”, dijo a cambio. “No quiero complicaciones”, se encogió de hombros. “No lo sé. Tal vez porque te conocía”, dijo descubriendo la mirada inquisitiva de Paige “Me sentí segura… contigo”, admitió finalmente. Paige asintió “¿Te arrepientes de esa noche?” CJ sonrió. “Probablemente no tanto como te arrepientes tú”. Paige también sonrió y entonces añadió más vino a ambas copas. “No sé si arrepentimiento sea la palabra correcta”, dijo ella. “En realidad estaba terriblemente avergonzada de enfrentarte al día siguiente”. “¿Por qué? Las dos estuvimos dispuestas a participar”. “Sí. Pero como he dicho, no es algo que yo haga”. “No es como si yo fuese una extraña, Paige”. “Es cierto”, lucía como si quisiera decir algo más y CJ casi podía verla en guerra consigo misma. Al parecer, perdió la batalla. “Me daba vergüenza que no fuese diferente a cualquiera de las otras mujeres que enganchabas en el bar y con las que tenías relaciones sexuales. Otra muesca para ti, por así decirlo”. Esas palabras dolieron más de lo que debieron, CJ lo sabía, pero el dolor era agudo. Las otras mujeres, conocían el juego. Una conexión rápida y luego fuera de allí. Era diferente con Paige. Como ella había dicho, no era el juego que jugaba. CJ sentía como si la hubiese arrastrado hacia una cuneta con ella. En realidad, no fue así en absoluto. Probablemente había sido la noche más satisfactoria que jamás hubiese tenido. Un maravilloso dar y recibir entre ellas, habían hecho el amor como si conocieran muy bien sus caricias. De hecho, estaría mintiendo si dijera que no había buscado a Paige nuevamente en el bar, con la esperanza de que se repitiera. “No fuiste una muesca, Paige. No fue así contigo”. Paige sólo le ofreció una sonrisa triste. Al parecer, no le creía. “¿Y? ¿Alguna palabra del registro de la puerta?” CJ reconoció el cambio de tema, sabiendo que su discusión había terminado. 120
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“Envié el archivo a Ice esta mañana. Lo miré. Lucía como un archivo de texto, pero sólo con números por todos lados. Avery me dio una lista de los números de identificación de cada código de barras de los vehículos”, dijo ella. “Si Ice intenta descifrar eso por sí mismo, podría tardar un poco. Espero que solicite ayuda con eso”. “Esperemos que no sea la ayuda de Billy la que solicite. Sabemos cómo es con los números”. “Sí, lo enloquecen. Y descubrí que Richard Barr era quien estaba trabajando en la puerta esa noche, cuando Belden realizó la visita a Avery”. “¿Le contaste al Jefe Aims lo qué pasó?” “No. Avery piensa que no debemos llamar la atención sobre eso”. “Entonces, ¿qué hay de Barr? ¿Alguna idea del por qué dejó entrar a Belden? ¿Especialmente a esas horas?” “Supongo que fue porque Fiona estaba en el coche”, se encogió de hombros. “La seguridad no es, obviamente, la más estricta como debería ser”.
***
CAPÍTULO 21
Ester abrió la puerta lentamente, como si no quisiera molestar a nadie dentro. Ese pensamiento siempre le pareció divertido, pero mantuvo la ligereza para sí misma. Esta habitación estaba santificada, sólo vista por unos pocos. Las camas estaban hechas a mano, hechas por Devin, el padre de Gretchen. Sus manos ahora estaban plagadas de artritis e inútiles para ella, pero su lugar de descanso final ya estaba preparado. Esperaba que no fuese necesario por muchos años, pero todavía le inquietaba ver la cama hecha para ella. Tal vez fue prematuro hacer que Devin la construyera. 121
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No había nadie codiciando la túnica púrpura. No como ella lo había hecho cuando su madre la llevaba. Por supuesto, el reinado de su madre fue de corta duración, gracias a su repentina enfermedad. Ester miró la cama donde yacía su madre, con una pequeña sonrisa en sus labios. Su madre había sido una tonta y demasiado confiada. Ester había aprendido a hacer la poción mágica casi por accidente. A su madre le encantaba el sabor de la misma. Había ocho camas en total, siete ocupadas. Se movió lentamente por delante de ellas, deteniéndose frente a su querida abuela. Todo lo que sabía, lo había aprendido de ella. Si tan sólo hubiese vivido más tiempo, el rebaño aún podría ser próspero. Como estaban las cosas, incluso ella tenía que admitir que el rebaño estaba muriendo una muerte lenta. Por supuesto, él vivía a través del rebaño. Si el rebaño moría ¿qué sería de él? ¿Estaría satisfecho simplemente cazando? Por la manera en que el mundo era hoy, eso sería demasiado peligroso. No, los necesitaba para proteger las cuevas. La primera vez que lo descubrieron fue cuando sus antepasados se asentaron en el área después que los tejanos derrotaran al ejército mexicano. Se toparon con la entrada a las cavernas subterráneas y debido a la corriente que fluía a través de ellas, se establecieron allí. A menudo se preguntaba cómo hubiese sido si un Hogan no las hubiese descubierto. Incluso entonces, siempre fue a las mujeres a quien él le otorgó el don… el poder de ver las cosas… el poder de hacer las cosas. Todas menos su propia madre. Por alguna razón, ella se había saltado. Mucho mejor, ya que Ester había sido lo suficientemente fuerte como para acabar con su reinado y tomar el relevo. Miró disimuladamente hacia su madre. Cerca del fin, su madre había descubierto el veneno, pero para entonces ya era demasiado tarde. Al menos Ester le había dado un lugar de honor aquí en la sala de sepultura. Miró hacia abajo, hacia la línea de camas, sin saber realmente la historia de todas ellas. Algunas habían sido muy jóvenes cuando murieron, un corto reinado. Sabía que Velma y Opal sólo habían vivido hasta sus treinta años. Por supuesto, su abuela sólo había tenido
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unos cincuenta años cuando enfermó, lo que obligó a su madre, quien no estaba preparada, a dirigir el rebaño. Y ahora no había una verdadera Hogan a quien pasar el don. Había copulado varias veces, siempre sin éxito. Los hombres eran considerados deficientes y eran sacrificados. Había copulado con su hermano, Antel, con la esperanza de seguir una línea de sangre pura, pero también había fracasado. Había nacido un hijo varón. Debió ser sacrificado cuando se dio cuenta que no podía… que no iba a hablar… pero él había demostrado ser su única debilidad. En castigo, casi había ofrecido a Antel como un sacrificio, pero no estuvo interesado. Rodel, su hijo, ahora se había ido, lo había liberado de su silencioso sufrimiento por una de sus pociones mágicas. Nadie supo de su fallecimiento. Ni siquiera Antel. Siempre lo mantuvo alejado del rebaño, sin querer ver la duda, las preguntas en sus ojos en cuanto del por qué ella… Madre Hogan… había procreado un niño deficiente. Pero ahora había esperanza para su futuro. Fiona. Tiempos desesperados, lo eran. Aunque Antel había copulado con Fiona, no era el hijo de Antel a quién ella llevaba. Sonrió ante la idea, pensar que eso, finalmente salvaría al rebaño. Tocó el encaje que cubría las piernas de su abuela, sus ojos viajaban por los restos del esqueleto hacia el rostro, ya no era capaz de distinguir sus facciones. “Adiós, madre Estele. Vendré a visitarte pronto”. Cerró la puerta sin hacer ruido, haciendo una pausa para levantar la capucha de su túnica sobre su cabeza. Había llegado el momento. El rebaño se reuniría en la cámara. Ofrecerían su sacrificio esta noche. Luego se darían un festín con el cordero que los hombres habían estado preparando durante todo el día. Y él iba a darse un festín con la joven después que jugara con ella, dándole caza en las cuevas.
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CAPÍTULO 22
Paige condujo lentamente por el camino sinuoso del pueblo, sintiéndose casi claustrofóbica cuando los pinos gigantes que flanqueaban ambos lados prohibían cualquier atisbo del horizonte. Sin embargo, encontró el paseo muy agradable, tan diferente de la prisa constante a la que estaba acostumbrada en Houston. El asiento trasero estaba lleno con las compras que había hecho en la tienda de comestibles en su viaje a San Agustín, junto con un televisor que había comprado para CJ. El acuerdo que habían hecho era que ella conseguiría la TV y CJ se encargaría del servicio de satélite. Bien sea que estuviesen allí un mes… o seis… tendrían por lo menos algún tipo de entretenimiento. Realmente no le importaba el viaje de compras en solitario. Eso le daría tiempo para pensar, tiempo para reflexionar sobre la semana. Había dejado la escuela a las 2, después de que el grupo de chicas había terminado lo que ahora llamaban clases de baile. Realmente no le importaba lo que pensaran los demás profesores, las chicas estaban disfrutando los DVD’s de Zumba y hasta podía ver una diferencia en ellas. Algunas eran muy buenas en eso y por lo menos se estaban ejercitando. Pero supuso, que en algún momento, realmente tendría que aprender algo sobre baloncesto y voleibol para que pudieran hacer los verdaderos deportes en equipo. CJ se había ofrecido a enseñarle, pero entonces ella misma había declinado. Ella y CJ tenían suficiente interacción como estaban. La semana pasada había sido insoportablemente dura. No porque ella y CJ discutieran o no se llevaran bien. Todo lo contrario.
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CJ había estado en su mejor comportamiento, coqueteando con ella en broma algunas veces, incluso sorprendiéndola un día en el gimnasio con una taza de verdadero café. Paige había estado tan conmovida por el gesto que estuvo a punto de besarla, una reacción aparentemente natural. Había retrocedido en el último minuto y luego se sonrojó completamente cuando CJ se rió de buena gana. Por supuesto, las noches eran lo peor. En dos ocasiones esta semana, había despertado durante la noche para encontrar sus brazos y piernas enredadas. La primera vez, había tratado de alejarse pero sólo había logrado que CJ murmurara algo incoherente apretando su agarre alrededor de su cintura. Paige se quedó quieta, orando que CJ no despertara. Y ayer por la noche, una vez más, se había encontrado acurrucada alrededor de CJ, con la cabeza apoyada en su hombro. Y su mano, no la de CJ, estaba en una situación comprometida. Había logrado recuperar su mano, pero no pudo alejar sus brazos de CJ y había vuelto a caer en un sueño tranquilo. Cuando la alarma había sonado esta mañana, CJ ya se había levantado y Paige estaba… por suerte… en su propio lado de la cama. Todo la hacía sentir extremadamente nerviosa por el viaje para bailar que harían con las demás mañana por la noche. Conociendo a CJ, sacaría el máximo provecho de la situación. “Me va a estar besando”, murmuró sorprendida por la súbita sacudida de excitación que ese pensamiento le trajo. No iba a mentirse a sí misma. Se sentía atraída por CJ. No quería estarlo, pero lo estaba ¿Por qué más le habría seguido al bar de lesbiana en primer lugar? Podía decirse a sí misma que CJ no era su tipo… y definitivamente no lo era… pero eso no cambiaba nada. Siempre había habido una atracción allí. Sólo deseaba poder lanzar la precaución al viento y salir con el grupo, desempeñando su papel con CJ, sin ningún tipo de preocupación de que sus acciones en público se trasladaran a su tiempo a solas. Dejó escapar un profundo suspiro, sacudiendo rápidamente la cabeza, tratando de disipar la imagen de ellas en la cama de CJ, haciendo mucho más que besarse. Odiaba cuando los recuerdos de esa noche brotaban hacia la superficie. Estar cerca de CJ cada día como lo estaban, hacía que esos recuerdos fuesen más vibrantes, llegando a ser mucho más que simples instantáneas borrosas.
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***
CJ cambió el televisor, emocionada de que finalmente tuviesen alguna forma de entretenimiento. El satélite había sido instalado por la mañana y ahora estaba cómoda, agarrando el control remoto posesivamente mientras pasaba por los canales. “¿Eres feliz?” Echó un vistazo hacia Paige con una sonrisa. “Mucho. Eres la mejor novia del mundo”, bromeó. “Gracias”. “Así que ¿necesitas algo de ayuda allí?”, ofreció ella. Paige negó con la cabeza. “Mantente alejada de mi cocina”. Ese fue el desafío necesario para que CJ mordiera. Se olvidó de tratar de encontrar una buena película para ver. En cambio, entró en la cocina, pasando cerca de Paige, rozando su cuerpo contra el de ella. “¿Dónde está la carne?” “No hay”, dijo Paige dando un paso lejos de ella. CJ miró las manos que sostenían el cuchillo, la hoja afilada pasó a un segundo plano cuando recordó despertar durante la noche para encontrar la mano de Paige bajo su camiseta, peligrosamente cerca de su pecho. Debió haber hecho lo correcto y alejarse pero no lo hizo, con la secreta esperanza de que los dedos de Paige terminaran su viaje. “¿Estás tratando de convertirme en vegetariana o qué?” “Bueno, ya que el único ejercicio que he visto que haces es correr, pensé que podrías necesitar una comida baja en grasa”. Paige agitó el cuchillo hacia su estómago “Ya sabes,
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para mantener los abdominales de roca que las chicas quieren tanto”, dijo ella obviamente recordando la descripción que CJ había hecho de ellas. CJ sonrió y levantó su remera. “¿Quieres comprobarlo? ¿Ver si he perdido algo?”, se acercó más. “Recuerdas como se sienten ¿no?” Paige se volvió hacia ella con sus ojos deslumbrantes “Tengo un cuchillo en la mano. No me tientes a usarlo”. CJ se echó a reír “Oh, bebé, te pones tan condenadamente hermosa cuando estás enojada”. “Y no me llames bebé. Lo odio. No soy tu bebé”. Paige bajó de golpe el cuchillo “Y aunque fuera tu bebé, no quiero ser llamada bebé ¿Entiendes?” CJ arqueó una ceja, preguntándose cómo su intercambio juguetón se había transformado en algo feo tan rápidamente. “¿Estás en la pre-menstruación?” Paige gruñó, literalmente, luego giró sobre sus talones, cerrando de golpe la puerta de la habitación con la fuerza suficiente para sacudir las paredes. “Tomaré eso como un sí”, murmuró. Miró la pila de verduras y los dos platos que estaban en la cocina, tratando de averiguar lo que Paige había estado haciendo. ¿Un sofrito de algún tipo? Estuvo a punto de apoderarse de las verduras y echarlas en una de las cacerolas cuando la puerta de la habitación se abrió. “No lo toques”. Levantó las manos a la defensiva. “Está bien”. “Fuera de mi cocina”. “Absolutamente”, dijo retrocediendo. Paige tomó el cuchillo nuevamente, volviendo a su picadillo.
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CJ se escabulló de vuelta al sofá, manteniendo un ojo cauteloso sobre Paige… y el cuchillo.
***
CAPÍTULO 23
Paige se dio la vuelta con un suspiro de cansancio y golpeó su almohada. No fue capaz de volver a dormir fácilmente cuando CJ abandonó la cama antes del amanecer, presumiblemente para salir a su carrera de la mañana. Después de una cena muy silenciosa, ella se habían retirado a la habitación y CJ había reclamado el televisor. Mantuvo el volumen bajo y Paige no fue perturbada. Había esperado… anhelado… que CJ durmiera en el sofá, pero vino a la cama poco después de que Paige apagara la luz. Durmió a ratos, resguardando sus deseos de acurrucarse con CJ. Gimió ante ese pensamiento. ¿Acurrucarse? ¿Con CJ? Oh, realmente estaba en un estado lamentable. Olió a café y a pesar de que sentía que podía dormir una hora más, el aroma la tentó sacándola de la cama. Aparentemente CJ había regresado de su ejercicio. Después de un rápido viaje al baño, se sirvió una taza, haciendo una pausa para cerrar sus ojos y disfrutar del olor antes de tomar su primer sorbo. Notó que CJ había elegido su mezcla favorita esta mañana. Miró hacia ella, encontrando ojos cautelosos sobre ella. Bajó su taza, dándose cuenta en ese momento de lo infantil que había actuado la noche anterior. Se habían llevado bien durante toda la semana e incluso anoche sabía que CJ solo había estado bromeando con ella. Pero el hecho de que en realidad estaba empezando a gustarle la situación domestica con CJ… que estaba empezando a gustarle CJ… eso la 128
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había descentrado por completo. Y cuando CJ levantó su remera, dejando al descubierto sus abdominales asesinos, Paige había estallado. Literalmente. “Paige, escucha, siento lo de anoche. Yo no...” “Detente”, dijo Paige “No tienes nada de qué disculparte. Yo sí”, tomó su taza y se unió a CJ en el sofá. “Lo siento. Te ladré sin motivo. Estuve fuera de lugar”. “Sólo estaba jugando”, dijo CJ. “Sé que fue así. Reaccioné mal. Lo siento”, se acercó y tocó el brazo de CJ, apretándolo ligeramente. “Por cierto, si empecé mi periodo, así que…” CJ sonrió. “Ya veo. Me aseguraré de marcarlo en mi calendario”. Paige también sonrió pero no dijo nada. Nunca había vivido con alguien anteriormente. El síndrome pre-menstrual era algo a lo que le había prestado poca atención. Si había alguien a quien gruñir, ese era Billy y él estaba acostumbrado a estas alturas, estaba segura. “¿Sabes lo que echo de menos?” preguntó CJ inesperadamente. “No. Dime”. “Hay un pequeño lugar de comida mexicana a pocas cuadras del sendero y la pista de bicicletas donde corro. Los sábados en la mañana, siempre voy allí para desayunar. Leer el periódico, pasar una hora o algo así bebiendo café gratis. Echo de menos esa rutina”. Paige asintió. “Echo de menos mi Starbucks”. CJ se echó a reír “Debí haber sabido que implicaría el café”. “También extraño Whole Foods. Era una parada de una vez a la semana para mí”, CJ se acercó más sin dejar de sonreír. “Echo de menos comer verdaderas hamburguesas”. Paige también se acercó. “Entonces tal vez deberías aprender a cocinar”. CJ no se apartó y su proximidad causó que el corazón de Paige revoloteara. Maldita sea. Suspiró y se echó hacia atrás, evitando los ojos de CJ. “¿Es eso un reto? ¿Te gustaría probar un desayuno hecho por mí?” 129
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Paige la miró sospechosamente “¿Qué tienes en mente?” “¿Sándwich de huevo frito?” Paige arrugó la nariz. “¿Tortilla?”, sugirió a cambio. CJ rodó los ojos. “¿Revueltos?” Paige negó con la cabeza. “Papas fritas y tortilla”. “Supongo que realmente quieres una tortilla”, CJ sonrió “¿Eso significa que vas a cocinar?” “¿Hubo alguna vez alguna duda?”
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CJ no podía creer que se dirigían hacia su cita para bailar del sábado por la noche a la temprana hora de las siete. Trató de tomar en cuenta que Suzette y Becca eran mayores de lo que parecían, pero aun así, no le parecía bien con el sol todavía afuera y todo eso. Golpeó su pie con impaciencia mientras Becca intentaba encontrar una emisora de radio. Paige se acercó poniendo una mano en su muslo para que no lo rebotara. “Estás inquieta”. Cerró sus ojos por un segundo, las palabras susurradas en su oído ocasionaron que un escalofrío corriera por su cuerpo. Aunque estaba anhelando esta noche por razones completamente personales, realmente temía… que si exageraba su papel esta noche... eso amenazaría los esfuerzos que ella y Paige habían hecho para mantener su relación en un nivel estable. Pero, maldita sea, iba a ser difícil mantener sus manos para sí misma. De todos modos, lo intentaría. Se quedó mirando la mano sobre su muslo y luego la cubrió con la suya, dejando que sus dedos se entrelazaran con los de Paige. 130
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“¿Sabes lo que estoy deseando?” Paige sonrió. “Bailar”. “Bueno, además de bailar”, bromeó ella moviendo sus cejas. “Entonces mi segunda conjetura sería la hamburguesa grasienta que estás a punto de consumir”. CJ se echó a reír. “Eso es porque me estás matando de hambre”. Suzette se dio la vuelta en el asiento delantero mirándolas. “¿Estás cansada de la cocina?”, le preguntó a Paige. “Se ha convertido en una tarea, sí. No me importa, de verdad, pero sería bueno tener otras opciones”. “Esa es una razón por la que tomamos ventaja de nuestra salida. Es más de una hora en coche, para empezar, así que detenernos para comer es siempre un placer. Todas tenemos nuestros lugares favoritos así que nos alternamos”, dijo ella. “Jules eligió el lugar de hamburguesas. Te va a encantar”. Finalmente, Becca sonrió en señal de triunfo mientras la música country llenaba el aire. Oyó gemir a Paige a su lado. “¿Qué? ¿No te gusta el country?” “No particularmente”, dijo en voz baja, “Me sorprende que a ti sí”. “Sólo cuando bailo. Me gusta todo tipo de música. Cuando estoy corriendo, me gusta algo optimista, divertido. Cuando quiero algo bajo y sucio, me gusta…” “Está bien”, dijo Paige apretando su mano con fuerza. “Lo entiendo”. CJ sonrió. “Oh, pero la música country…”, dijo ella, “…tienes la oportunidad de sostener a tu bebé apretada”, se acercó más, sus palabras apenas un susurro. “No puedo esperar para sacarte a la pista de baile”. Paige mantuvo una sonrisa en su rostro, pero sus palabras la contradijeron. “Lo juro CJ, no me hagas hacerte daño. Porque lo haré”.
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CJ sintió su risa burbujeando. “¿Es una amenaza? ¿O un desafío?” Paige se inclinó tocando con su boca el oído de CJ, haciendo que su pulso se acelerara “Recuerda, llevo un arma”, dijo ella, su voz baja cosquilleando su oído. Cualquier réplica que CJ tuviese murió en su garganta. Dios, esa boca, esa lengua. Volteó su cabeza, mirando por la ventana, sin ver nada si no la falta de definición de los pinos. Recordaba exactamente lo que esa boca y esa lengua podían hacerle.
***
Paige se aferró a la mano de CJ, el abarrotado y ruidoso bar la hizo sentir incómoda. Nunca había sido de las que iba a los bares. De hecho, la noche que había seguido a CJ había sido la segunda vez que había ido a un bar de cualquier tipo. El primero fue a un club de baile a donde Seth le había arrastrado cuando estaban en la universidad. Afortunadamente, CJ pareció sentir su malestar y la atrajo hacia sí, casi protegiéndola. “Allá hay una mesa”, dijo Becca en voz alta, señalando hacia la parte posterior. Una de las ventajas de llegar temprano, les había dicho Suzette, era poder conseguir una de las mesas más grandes. Serían ocho en su grupo esta tarde, lo que haría de la cena algo interesante. A su favor, el restaurante de hamburguesas del pequeño pueblo se mostró inalterable cuando las ocho lesbianas entraron en él. Encontrar mesas y seguir la conversación había sido lo más desafiante. Paige logró manejarse bien, luego de toda la crianza que había recibido para ser anfitriona de grandes reuniones para cenar, pero CJ… quién normalmente irradiaba tanta confianza… lucía fuera de su elemento y había estado bastante silenciosa todo el tiempo. Ahora, sin embargo, era Paige quien se encontraba en un entorno extraño. CJ lucía como en casa.
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“Este es un enorme bar para estar en las afueras del culo del mundo”, dijo CJ a Becca “¿Siempre está lleno de gente?” “Más o menos. No es como si hubiese mucho donde elegir”. CJ se inclinó más cerca de ella. “¿Quieres una cerveza? ¿O algo más?” Ella asintió con la cabeza. “Cerveza está bien”. Observó como CJ se alejaba, notando como las mujeres la miraban mientras pasaba. Había visto de primera mano cómo CJ trabajaba en un bar y le sorprendió que no estuviese evaluando a alguna de estas mujeres. Pero entonces, estaban en sus roles esta noche. Se preguntaba si sería difícil para CJ permanecer como una novia fiel con tantas oportunidades alrededor. Suzette le sonrió desde el otro lado de la mesa. “Ella es jodidamente atractiva”, dijo. “Y tu eres como la hermosa chica de portada. Son un par llamativo”. Paige sintió que se ruborizaba y agradeció la iluminación tenue. Ciertamente no le importaba el comentario acerca de CJ. Ella era jodidamente atractiva. Pero siempre se había sentido cohibida cuando otros comentaban sobre su propia apariencia. Lo había encontrado casi como un obstáculo en lo que se refiere a su carrera. Los hombres, sobre todo, no la tomaban en serio. Siempre tenía que probarse a sí misma. CJ, por otro lado, tenía la buena apariencia juvenil que la mayoría de los hombres envidiaba, no deseaban. Cuando ella hablaba, ellos escuchaban. Cuando Paige hablaba, miraban sus pechos, ajenos a todo lo demás. Pero sus buenos modales nunca le fallaban y sonrió cortésmente a Suzette. “Gracias”. “La luna de miel nunca dura…”, dijo ella, “…pero entonces las veo a las dos juntas y creo que es posible que sean así dentro de diez años”, se inclinó sobre la mesa, bajando su voz. “El sexo debe ser fabuloso”. Paige se sonrojó nuevamente, agradeciendo que CJ había regresado, impidiéndole responder. “Aquí tienes, bebé”, dijo CJ mostrando una sonrisa maligna mientras le entregaba una cerveza. 133
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Paige casi rió, reconociendo la puya de CJ con una leve inclinación de cabeza. “Gracias”. “Bebé”, dijo ella. “Estoy a punto de arrastrarte hacia la pista de baile. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que bailamos”. Consciente de que Suzette las estaba viendo, Paige le dio a CJ lo que esperaba fuese una sonrisa sexy. “No puedo esperar, tigre”. Al parecer, CJ apenas pudo permitir a Paige terminar la mitad de su cerveza. Antes de que pudiese protestar, estaban en la pista de baile, CJ la arrastró hacia sus brazos. Por supuesto la canción era lenta y CJ se aprovechó de eso, su mano sobre la espalda de Paige deslizándola hacia la parte inferior, acercando sus cuerpos y poniéndolos en completo contacto. Paige tropezó, haciendo que CJ afianzara su agarre. En las barbacoas, se sentaban juntas, se tocaban, pero nunca como esto, nunca tocaban sus cuerpos en una danza íntima. Paige trató de recordarse a sí misma que no era más que un juego de roles, pero su cuerpo la traicionó, volviendo a la vida cuando los labios de CJ rozaron su cuello. “Advertencia, voy a darte un beso”, le susurró CJ al oído. “Tu amiga Suzette no nos ha quitado los ojos de encima”. Debió haber sido un simple beso… un beso fingido… pero cuando la boca de CJ se encontró con la suya, Paige olvidó los papeles que estaban jugando mientras su cuerpo respondía. Si CJ lo había olvidado o si sólo estaba probando sus límites, Paige nunca lo sabría. Pero cuando la lengua de CJ rozó su labio inferior, la boca de Paige se abrió voluntariamente, invitando a CJ a su interior. Eso fue un error, un gran error. Contuvo el gemido que trató de escapar, pero no pudo evitar que su cuerpo se presionara aún más hacia CJ, sus pechos se rozaron mientras la mano que tenía detrás del cuello de CJ encontraba su camino hacia su cabello. Cerró sus ojos mientras su pulso se aceleró sin control, los recuerdos inundaron su mente, visiones de la lengua de CJ en los lugares más íntimos.
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Afortunadamente, el beso llegó a su fin y se sorprendió al no encontrar señales victoriosas y de regodeo en los ojos de CJ. Casi deseaba que la hubiese. Podía manejar el regodeo. Pero el deseo que vio, el deseo que CJ aparentemente no necesitaba ocultar, estaba causando que su corazón se acelerara aún más. Agachó su cabeza, temerosa de que CJ viera lo mismo en sus ojos. Sorprendentemente, seguían bailando, sus pies se movían de memoria. No dijeron nada y cuando la canción se desvaneció, CJ tomó su mano y la condujo en silencio nuevamente hacia la mesa. Consciente de que eran observabas, Paige se sintió avergonzada. Ese fue un beso entre amantes, como estaban pretendiendo ser, pero también fue un beso que prometía mucho más por venir. Para ellas, ese no sería el caso. No por primera vez… sino incluso la décima… hubiese deseado tener dormitorios separados. Temía que no lograría dormir esta noche. El resto de la noche pasó rápidamente, las dos bailaron con las otras del grupo. Y a pesar que bailaron juntas varias veces, CJ eligió canciones más rápidas y no hizo ningún otro intento de besarla. Por eso, Paige estuvo agradecida. El regreso a casa estuvo llenó de chácharas, CJ participó mucho más que ella. Aparentemente habían acordado volver al bar la próxima semana cuando se presentaría una banda en vivo, una que Suzette aseguraba era impresionante. Cuando Becca detuvo el coche frente a su casa, Paige les dio las gracias cortésmente, ya temiendo estar a solas con CJ. Sus preocupaciones fueron en vano, sin embargo, cuando CJ reclamó de inmediato el cuarto de baño para una ducha y Paige se ocupó de preparar la cafetera para la mañana. Cuando terminó su propia ducha, CJ ya estaba en la cama, con las luces apagadas. El corazón de Paige estaba literalmente saltando cuando se arrastró a su lado. CJ estaba de espaldas a ella y parecía estar bien dentro de la línea imaginaria que Paige había creado para ellas. No estaba segura de sí sentirse agradecida... o decepcionada. Suspiró y se dio la vuelta, imitando la posición de CJ. Sólo pasó unos momentos de silencio antes de que CJ hablara. “Lo siento”. 135
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Esas no eran las palabras que estaba esperando y no supo cómo responder a ellas. Además, no estaba segura del porque se estaba disculpando CJ. ¿Por besarla? ¿Por no hablar? ¿Por el deseo que Paige vio en sus ojos? Paige sabía que ella misma era culpable de las tres. Sin saber qué decir, no dijo nada. Se sorprendió al descubrir que el sueño la reclamaba y se relajó en él. Tal vez mañana hablarían de ello.
***
CAPÍTULO 24
El trote de la mañana de CJ fue más largo de lo normal y sabía que eso era porque estaba evitando volver a casa, evitando ver a Paige. Había cruzado la línea, por decir lo menos. Había pensado que el beso sería como los demás, jugueteando con Paige lo suficiente como para fastidiarla. Cuando se descubrió profundizando el beso, esperó que Paige la empujara. Nunca esperó que su boca se abriera para ella, nunca esperó sentir la lengua de Paige deslizándose contra la suya. Nunca esperó que Paige respondiera a ella como lo había hecho. Casi estalló por la sacudida de excitación que la golpeó, incluso ahora. Desaceleró a un paso rápido, su cuerpo todavía recordando el beso, la sensación de su cuerpo mientras se tocaban, el suave roce de la mano de Paige en su cabello, manteniendo sus bocas unidas por unos segundos más. Los recuerdos de su única noche juntas regresaron con gran detalle. El viaje de regreso a casa había sido llenado con un parloteo sin sentido, algo que le distrajera del cuerpo cálido sentado a su lado.
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No supo qué decirle a Paige por lo que no dijo nada. Tomó el silencio de Paige como una indicación de su enojo. Por eso se disculpó. No sabía que esperaba que Paige dijera, pero el silencio que continuó no fue lo que esperó. Así que escapó de la casa antes de que Paige se levantara, lo que retrasaría la charla inevitable que tendrían. Cuan enojada estaba Paige, no lo podía adivinar. No sería capaz de tomar mucho más de esto, lo sabía. Había tomado toda su fuerza de voluntad no repetir el beso cada vez que bailaron juntas. Por supuesto sabía que se sentía atraída por Paige. Siempre se había sentido atraída por ella. Pero Paige estaba tan por encima de ella que nunca pensó que algo pasaría entre ellas. Sólo en sus sueños imaginaba a Paige acercándose a ella, encontrándola en el bar, yéndose a casa con ella, a su cama. Sólo en sueños creía que estarían juntas. Sin embargo, lo habían estado. Y había sido un infierno después de eso y le tomó semanas poder volver a la normalidad. Ahora, aquí estaba nuevamente, jugando con fuego. Sabía que Paige también se sentía atraída por ella. No era ciega a eso. También sabía que Paige no quería sentirse atraída por ella. El baile, el beso… todo lo que CJ estaba haciendo. Pero fue Paige quien convirtió el beso en algo más. Se detuvo, recuperando el aliento. Sí, Paige había sido quien había transformado el beso en algo más, no ella. Negó con la cabeza. No, Paige no estaba enojada. Paige estaba avergonzada. El silencio no era porque estaba enojada, era porque no quería hablar de ello. Esto provocó una sonrisa y CJ empezó a correr nuevamente, preguntándose si serían adultas acerca de todo esto y hablarían o si iban a continuar en silencio hasta que una de ellas lo rompiera. A juzgar por su trayectoria, ella asumiría lo último. Cuando regresó, el desayuno estaba en marcha y trató de mantener las cosas lo más normales posibles. “Huele muy bien”, dijo ella. Paige asintió, volviendo a su cocina. “Voy a tomar una ducha rápida, si hay tiempo”.
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Paige la miró entonces y CJ no estuvo segura si fue su imaginación o si Paige realmente estaba haciendo una lenta inspección de su cuerpo, pero sentía como ardía su piel mientras los ojos de Paige viajaban lentamente sobre ella. Su costumbre de correr en pantalones cortos y un sujetador deportivo tenía sus ventajas. O desventajas, en este caso, ya que se sentía muy mal vestida... y expuesta. “La ducha, sí”, dijo Paige, su voz sonaba una octava más baja de lo normal. CJ puso el agua bien fría, tratando de ahuyentar la imagen de la inspección persistente de Paige. Terminaría haciendo algo estúpido, lo sabía. Algo que ella y Paige no serían capaz de superar. Algo que podría afectar la misión, a pesar de que pudiese ser una bendición. Hasta el momento habían hecho poco trabajo como FBI. El desayuno fue tan silencioso como sospechaba sería, con Paige evitando el contacto visual. CJ finalmente bajó el tenedor. Nunca pensó que sería la que asumiría el papel del adulto. “¿Quieres hablar de ello?” “No” “¿Así que simplemente no vamos a hablar? Si estás enojada conmigo, dilo”. Paige la miró entonces. “No estoy enojada contigo, CJ. Es sólo que no quiero hablar de ello. Cuando estamos en público, entiendo que tenemos cierta imagen que mostrar. Y… y… el beso es parte de ello, supongo”. CJ agarró su taza de café, estudiándola. El rostro de Paige estaba ligeramente sonrojado y sabía que su conjetura de que Paige estaba más avergonzada que enojada era la correcta. “Está bien. ¿Entonces por qué no me hablas? Te dije que lo sentía” “No tienes que pedir disculpas”, Paige miró hacia sus ojos esta vez. “Si ese es el caso, también debo pedir disculpas”. CJ sonrió. “¿Y por qué estamos pidiendo disculpas?”
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El rubor de Paige se profundizó, pero una sonrisa apareció en sus labios. CJ se descubrió mirando sus labios y tuvo que alejar sus ojos de ellos. Paige no respondió. En cambio, se puso de pie, apuntando hacia la mesa. “Te toca lavar los platos. Creo que voy a tomar mi turno con el televisor”.
***
Fiona estaba nerviosa mientras caminaba hacia la puerta. Aunque se llevaba bien con todo el mundo, no solía salirse de su manera de interactuar con ellos. Pero Madre Hogan había insistido ya que pensaba que era extraño que las dos nuevas hubiesen irrumpido tan audazmente en la cafetería de la manera que lo había hecho. Madre Hogan sentía que ellas eran una amenaza y le había pedido a Fiona que las supervisara. Fiona sabía lo paranoica que podría ser. Una vez había acusado a Ryan Hogan de desobediencia, sospechaba que practicaba espionaje y contaba cosas a las autoridades. A pesar de haber suplicado diciendo que era inocente… lo que Fiona creía era verdad… había sido sacrificado de la manera más brutal. No había habido ninguna poción mágica de la Madre Hogan para embotar sus sentidos. Lo habían llevado más allá de la cámara, a lo más profundo en la cueva. Sus gritos fueron... oh, tan fuertes, tan penetrantes. Se habían detenido tan bruscamente, de manera definitiva. Se estremeció al recordar el sonido de los huesos rompiéndose. Como los demás, sólo podía imaginar lo que vivía en las cuevas. Por lo que sabía, nadie estaba al tanto, excepto Madre Hogan. Nadie se atrevía a poner un pie más allá de la cámara y hacia la tierra oscura. Únicamente madre Hogan se aventuraba más allá en las cuevas. Bueno, eso no era del todo cierto. Otros fueron obligados a ir, los que serían sacrificados. Y las chicas, por supuesto. Los que se sacrificaban y se ofrecían a él. Alejó esos pensamientos, regresando a su tarea en cuestión.
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Llamó ligeramente, escuchando el sonido de un televisor y luego silencio. Muy pronto, la puerta se abrió y la mujer que aún no había conocido, la que ellos llamaban CJ estaba de pie en la puerta. Fiona sonrió en señal de saludo. “Hola. Soy Fiona Hogan, tu vecina”. “CJ Johnston, encantada de conocerla”. Fiona miró más allá de ella, con la esperanza de que Paige estuviese cerca. La había conocido el otro día en la escuela y la había encontrado encantadora y amable. “De hecho, vine para invitarlas a almorzar”, dijo ella. “Suponiendo que Paige esté en casa, por supuesto”. CJ se apartó. “Claro. Adelante”, la invitó. Fiona descubrió que el interior era muy parecido a su propia casa, aunque había muy poco de decoración. No había fotos o cuadros adornando las paredes. De hecho, muy pocos objetos personales estaban en exhibición. “Hola, Fiona”, saludó Paige “¿Quieres un poco de té helado?”, preguntó levantando un vaso. “Oh, no. Gracias. Sólo quería invitarlas a almorzar. Es decir, si no tienen planes”, sonrió. “He aprendido que los domingos después del viaje para bailar, nadie se reúne para hacer barbacoas”. “Es cierto”, dijo ella. “Claro, nos encantaría acompañarte en el almuerzo”. Paige miró a CJ, como buscando su confirmación. CJ asintió. “Grandioso. No es nada lujoso, pero me pareció que nos daría la oportunidad de legar a conocernos”, miró hacia su reloj “¿Alrededor de una hora?” “Me parece bien ¿Qué podemos aportar?” Estuvo a punto de no decir nada, pero en su prisa por planificar esto había olvidado las bebidas. “Lo que quieran beber. Me temo que no tengo nada”.
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“Está bien. Estaremos allá en una hora”, dijo Paige. “Gracias”. Fiona se alejó sintiéndose algo incómoda. Madre Hogan esperaba que les cocinara para obtener información, pero descubrió que esperaba con expectación su compañía. Sonrió para sus adentros, preguntándose si el embarazo estaría afectando su buen sentido. Sabía que si la madre Hogan las consideraba una amenaza, Belden y los demás las atraparían y las llevarían a las cámaras. Fieles a sus palabras, una hora más tarde las mujeres estaban llamando a su puerta. El almuerzo era sencillo, pero no podía tomar crédito por eso. Madre Hogan había hecho que Selma preparara la ensalada de pollo en la mañana. Era una receta especial bastante deliciosa. Había enviado una barra de pan recién horneada. Lo único que Fiona había aportado era la lechuga y los tomates que había recogido en el jardín de la comunidad anteriormente. Paige llevaba dos botellas de vino. “No estaba segura de que cocinarías”, explicó. Fiona no sabía nada de vinos, así que no pudo ofrecer ninguna sugerencia. Madre Hogan no permitía alcohol en ninguna de las casas. “Nada lujoso. Sólo sándwiches de ensalada de pollo”, la sonrisa de Paige era contagiosa y Fiona sonrió también. “El Riesling irá muy bien entonces. Y si somos atrevidas, podemos tomar el Beaujolais para el postre”. “Cuidado cariño, o darás la impresión de que eres una buena bebedora”, dijo CJ. “Oh. Pensé que ibas a decir que era una presumida con el vino”. CJ se echó a reír. “Bueno, eso también”. Fiona estaba celosa de su juguetona interacción, sin haber podido tener pareja ella misma. Ambas la estaban mirando con expectación y su falta de habilidad social saltó a la vista. Si bien a menudo se unía con los otros profesores para almorzar en el pequeño salón que compartían en la escuela, esta era la primera vez que había invitado a alguien a su casa.
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Estaba fuera de su elemento y su ansiedad debió reflejarse porque Paige apretó su brazo para tranquilizarla. “¿Te puedo ayudar en algo, Fiona? Veo que tienes la mesa preparada. ¿Podemos tomar una copa de vino antes de comer?” Fiona dejó escapar un suspiro nervioso, agradecida de que Paige hubiese sugerido aplazar un poco la comida. De lo contrario, habría sacado la comida y empezado a comer. Pero al ver las botellas de vino que Paige había puesto sobre la mesa, le entró el pánico. “Me temo que no estoy preparada”, espetó. CJ enarcó las cejas inquisitivamente, pero Paige aparentemente supo lo que quiso decir. “No tienes un sacacorchos ¿quieres decir? No hay problema”. Paige se volteó hacia CJ. “¿Te importaría correr y buscar el nuestro?” “Por supuesto que no”. “Tampoco tengo copas”, dijo Fiona. “Tengo vasos regulares ¿Les parece bien?” Paige se echó a reír. “Está bien, así que tal vez soy un poco presumida con el vino. Debemos tener copas de vino”. “Las traeré también. Ya vuelvo”. Fiona se disculpó tan pronto como CJ se fue. “Lo siento. No estoy acostumbrada a tener compañía”, admitió. “Está bien, cariño”, dijo Paige. “Fuiste muy amable al invitarnos”. Se relajó, sintiéndose un poco más cómoda sin que Paige se inmutara en lo más mínimo. Por un momento, casi se había sentido tan inadecuada como lo había hecho cuando estaba a la universidad. Al llegar a Nacogdoches desde Hoganville, se había sentido tan perdida y confundida, como si hubiese llegado a un país extranjero. Lo cual, en cierto sentido, lo era. Pero entonces, no le había importado el escrutinio que recibió. Sabía que se iría de allí y nunca vería a esa gente otra vez. Era diferente aquí, ya que era su trabajo. Madre Hogan esperaba que encajara, que participara en la escuela. Por supuesto, para
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mantenerla informada. La escuela era algo con lo que ella estaba familiarizada así que decidió sería un tema seguro de conversación. “¿Te gusta aquí hasta ahora?”, preguntó. “Bueno, es definitivamente diferente”, dijo Paige. “CJ y yo somos de Houston por lo que el ritmo es un poco lento. Pero todo el mundo ha sido muy agradable. Suzette y Becca, sobre todo”. “Sí, lo son. En su mayoría, todos se llevan muy bien”, nunca había sentido curiosidad por las vidas personales de los otros profesores, así que se sorprendió por su siguiente pregunta. “¿Cuánto hace que tú y CJ son pareja?” “No mucho”, dijo Paige sonriendo. “Seis meses” arqueó las cejas. “¿Qué hay de ti? ¿Tienes un guapo y buen sujeto esperando por ti en Hoganville?”, entonces sonrió. “¿O una mujer?” Fiona sintió que se ponía roja. “No”. Por suerte CJ regresó, salvándola de elaborar una respuesta. “Está bien, así que cavando en los gabinetes de tu cocina, fue que me di cuenta de la cantidad de copas que tenemos”, dijo CJ con una carcajada. “Conté doce” La mirada que Paige le dio causó la risa de Fiona. “Nunca puedes tener demasiadas copas de vino”, dijo Paige. Se volvió hacia Fiona y sonrió. “Normalmente no tiene permitido entrar en mi cocina”. “Excepto para lavar los platos, no lo olvides”, corrigió CJ mientras retorcía el sacacorchos. “Sí. Y eres una experta en eso”. Un pop silencioso y CJ elevó el corcho triunfalmente. Fue recompensada con un rápido beso de Paige. Fiona sintió que se ruborizaba, una vez más, esta vez por su muestra de afecto. Aparentemente CJ también fue sorprendida porque también lució un poco sonrojada. Aceptó el vaso que Paige le entregaba, con la esperanza de que no se fijara en su vino. Sólo había tomado una vez anteriormente, cuando Gayla y Dave habían organizado una 143
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cena de cumpleaños. Había querido encajar con todo el mundo y tomó una copa. El vino estaba seco y amargo para ella y estuvo a punto de escupirlo. Pero ya que Paige y CJ se habían tomado la molestia, al menos lo intentaría. “No conozco tú preferencia en vino, Fiona, pero este Riesling es de la línea de los dulce, como el Beaujolais”, dijo Paige. “Espero que sea de tu agrado”. El vino se sentía fresco en su boca y estuvo gratamente sorprendida por el sabor afrutado “Sabe a manzana”, dijo sin pensar. Paige se echó a reír. “Muy bien. Debes tener un paladar natural para el vino”, se volteó hacia CJ. “¿Y a ti a que te sabe?” “Tiene un sabor cítrico para mí”, cuando Paige negó con la cabeza CJ agregó: “¿Qué? ¿Demasiado vago?” “Un poco”. “Bueno, tal vez mi…lengua no es tan talentosa como la tuya... en el departamento del sabor”. Fiona estuvo fascinada por la mirada que intercambiaron y podía jurar que la temperatura en la habitación había subido diez grados en cuestión de segundos. Paige se aclaró la garganta, volteándose hacia Fiona. Su mirada ya no reflejaba la intensidad que había compartido con CJ. Una vez más, ya que nunca había tenido la cercanía que estas dos obviamente compartían, no pudo relacionarse con lo que claramente había pasado entre ellas con tan sólo una mirada. “¿Cuánto tiempo has estado en la escuela Fiona?”, preguntó Paige. “Este es mi noveno año”, dijo ella. “¿Supongo que planeas quedarte entonces?” “Sí. Sería difícil para mí dejar Hoganville”, compartió una risa silenciosa consigo misma. No difícil de dejar. Imposible.
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Si era el vino que la relajaba o la compañía, Fiona no lo sabía, pero el almuerzo pasó rápidamente. Le encantó que CJ disfrutara de la ensalada de pollo lo suficiente como para solicitar un segundo sándwich. Para el momento en que estaban listas para despedirse, Fiona se dio cuenta que no había hecho ni una de las preguntas que Madre Hogan le había exigido hacer. Bueno, tendría una semana antes de regresar a casa. Tal vez se encontraría con Paige en la escuela. “Gracias nuevamente, Fiona. Nos divertimos mucho”, dijo Paige. “Tal vez algún día de esta semana podríamos almorzar juntas” sugirió. “Sí”, respondió rápidamente. “Me gustaría eso”. “Grandioso. Te veo en la escuela entonces”. Las miró con envidia mientras se dirigían a su propia casa, con las manos entrelazadas, balanceándolas ligeramente entre ellas. Hacían una linda pareja. Cerró la puerta y se apoyó en ella con un suspiro, sus ojos aterrizaron en las botellas vacías de vino y las copas de vino que CJ había colocado sobre el mostrador. Paige le había dicho que las guardara para la próxima vez que se reunieran. ¿Habría una próxima vez? Eso esperaba. Se había divertido. No podía recordar la última vez que se había reído y disfrutado con la compañía de alguien más.
***
CAPÍTULO 25
CJ tomó su ducha primero, así que mientras Paige tomaba su turno, CJ se aprovechó de la cama vacía. Era una matrimonial pequeña, pero al vivir sola y estar acostumbrada a una matrimonial grande, estar en algo tan pequeño hacía un reto poder permanecer en tu lado de la línea imaginaria de Paige. 145
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Ahora se extendió de punta a punta, tanto los brazos como las piernas, disfrutando de la sensación de las sábanas frescas y suaves. Paige tenía un gusto excelente… y costoso. Nunca había pensado demasiado en sus sabanas o en sus tejidos lujosos, pero después de esto, los tejidos de algodón egipcio serían sus favoritos. Se dio la vuelta, mirando la almohada que Paige utilizaba. Suspiró, preguntándose qué estaba pasando con ella. El almuerzo había sido realmente agradable. Paige estuvo suelto y despreocupada y no parecía haber ninguna tensión entre ellas en absoluto. Eso quedó en evidencia por el beso espontáneo que Paige le había dado, el primero que Paige había iniciado entre ellas. Aun así, cuando salieron de casa de Fiona, Paige había regresado al silencio, quedándose en el dormitorio, con su laptop mientras CJ veía la televisión. La cena habían sido las sobras, lo que estaba bien por ella. No esperaba que Paige cocinara todas las noches. Sólo deseaba que las cosas no estuviesen tan tensas entre ellas. La única vez que no estaban tensas era cuando estaban alrededor de otras personas. Cuando se abrió la puerta del baño, se deslizó obedientemente hacia su lado, tomando en cuenta la línea de Paige. Cuando la luz se apagó entornó los ojos en la oscuridad, observando como Paige se movía hacia la cama. Sólo la visión de ella acercándose hacia la cama causó que su libido se activara y se dio la vuelta. “Me divertí mucho hoy”, dijo CJ tratando de romper el hielo. “Sí, lo fue”. CJ rodó hacia ella. “Sabes, estaba pensando que tal vez pudiésemos deshacernos de esta línea imaginaria”, dijo ella. “No lo creo”. “Me gusta rodar un poco. Estoy acostumbrada a una matrimonial enorme”. “Yo también”. 146
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“Bien. Porque odio la línea. Cada vez que me giro tengo que tener cuidado de no entrar en tu espacio”. “Como debe ser”. “Vamos, Paige. ¿Por favor?” “No. Quédate en tu lado”. “No. Hemos jugado con tus reglas lo suficiente. Mi turno. Te estoy dando aviso oficial que no voy a acatar la línea imaginaria”. Listo. “No”. “Sí”. CJ extendió su mano hacia el lado de Paige, sólo para que fuese palmeada. Casi se rió. “No me hagas hacerte daño”, amenazó Paige. “Seguro”. Sin pensarlo, CJ movió su pie, frotándolo ligeramente contra la pierna de Paige. Esto le valió un gruñido cuando Paige golpeó con sus puños sobre la cama. “Dios, ¿debes hacerlo?” “Debo hacerlo”. “Lo siento por tu madre. Probablemente eras una niña horrible”. Las palabras fueron dichas en broma, lo sabía, pero dieron en el blanco de todos modos. Sintió la opresión en su pecho y respiró temblorosa. “Sí, lo siento. Aparentemente era una niña horrible”, murmuró cerrando sus ojos con fuerza tratando de mantener los recuerdos alejados. Una niña terrible. Aprendió rápidamente todas las maneras diferentes de castigo que podrían ser repartidos. Paige agarró su brazo, apretándolo con fuerza. “Lo siento mucho, CJ. No estaba pensando. No quise decir nada con eso”. 147
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“Está bien. No deberías preocuparte por cada cosa que dices”, giró su cabeza para mirarla. “Aún tengo un par de problemas con mi infancia. Estoy trabajando en eso. No debería ser tan sensible al respecto. Yo... bueno, han pasado veinte años”. Paige aflojó su agarre, pero no apartó su mano. “¿Quieres hablar de ello?” “No. Pero gracias” “Yo... yo no sé realmente lo que sucedió”, dijo Paige “Sólo rumores y chismes en la oficina. No quiero asumir”. “De lo que hayas asumido, es mucho peor”. Entonces se dio la vuelta y le dio la espalda a Paige. Mantuvo los ojos cerrados, casi deseando poder llorar. Ahora, deseaba eso. Cuando era niña, se negaba a llorar, se negaba a ceder. Él ganaría entonces. Pero ahora, sólo deseaba poder llorar y dejarlo ir. Se sorprendió al sentir la mano de Paige en su espalda, frotándola, tranquilizándola Qué bueno sería darse la vuelta y dejar que Paige la sostuviera. ¿Paige la abrazaría? Su caricia era reconfortante, sin embargo, se sentía extraño. Nunca había sentido una caricia reconfortante anteriormente. Ni siquiera en los momentos más oscuros cuando su padre la visitaba, su madre nunca vino en su ayuda, nunca vino a consolarla. Ese trabajo había quedado en manos de su hermana, quién necesitaba su propio consuelo. Se relajó, cerrando sus ojos, liberando su mente mientras Paige seguía frotando ligeramente hacia atrás y hacia adelante a través de su espalda. Cuando estuvo a punto de quedarse dormida, sintió que Paige se movió, deslizándose detrás de ella protectoramente. Paige pasó un brazo por la cintura de CJ, luego dejó escapar lo que CJ pensó era el sonido de un suspiro de satisfacción, su aliento sobre su piel. “Creo que sobrepasaste la línea”, susurró CJ. “Sí. Lo hice”.
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CJ sonrió, tomando el brazo de Paige y tirando de éste para apretarlo más contra ella. No trató de analizar el significado de las acciones de Paige. Simplemente cerró los ojos, disfrutando de la sensación de Paige descansando detrás de ella.
***
Paige sabía que debía moverse. CJ ya estaba dormida. Se permitió unos segundos más antes de desenredarse lentamente a sí misma de CJ. Dios, ¿a qué estaban jugando? ¿A qué juego estaban jugando? Sí, tuvieron sexo. Hacía más de seis meses. Sólo una aventura de una noche, básicamente. Un error de una sola vez. Y al parecer no era capaz de superarlo. No se sentía cómoda con el sexo casual. CJ, por otro lado, lo había perfeccionado a un arte. Rodó sobre su espalda, sus puños cerrados. Tuvimos sexo. Y todo esto, esta actuación que estaban haciendo, estaba confundiendo la línea. Se estaba convirtiendo en algo demasiado real. Cuando estaban cerca de otras personas, Paige podía fingir que todo era un espectáculo, podía dejar de lado sus inhibiciones, pero aquí, a solas, trataba con todas sus fuerza de mantener las cosas profesionalmente entre ellas. Casi rió en voz alta. ¿Profesionalmente? No. No había nada profesional en la situación en la que ahora estaban inmersas. La necesidad de consolar a CJ había sido abrumadora. La había escuchado tan herida, tan indefensa, su voz había transmitido una necesidad que Paige no entendía. Y todo lo que Paige quería hacer era protegerla. Pero en realidad, todo lo que eso hizo fue borrar aún más la línea. Giró su cabeza levemente, mirando la forma dormida de CJ, sin desear nada más que ir hacia ella nuevamente, deslizar su brazo alrededor de ella, sentir como CJ tiraba de ella contra sí misma. Dios, no me hagas esto. Tal vez sólo deberían hacerlo. Sólo dormir juntas nuevamente y acabar con esto de una vez. Tal vez eso aliviaría un poco la tensión.
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Gimió. ¿Acabo de pensar eso? No quiero tener sexo con CJ. Sí. Sí quiero. Se dio la vuelta en frustración, dándole ahora la espalda a CJ. No, no quería tener relaciones sexuales con CJ. He estado allí, he hecho eso. Así que no. No, no, no. Oyó un chirrido y abrió los ojos, la extraña sensación de que alguien la observaba le hizo poner de punta los vellos de la nuca. Echó un vistazo hacia la ventana, las persianas estaban cerradas, quedando una pulgada de espacio en una esquina. El grito salió de su boca antes de que pudiera detenerlo y CJ salió disparada de la cama, con los ojos muy abiertos. “¿Qué carajos?” Paige se deslizó contra la pared, subiendo la sábana hasta su barbilla. Señaló hacia la ventana con una mano temblorosa. “Alguien... algo... estaba en la ventana”, estaba casi jadeando y trató de recuperar el aliento. “Había algo allá afuera”, susurró. “Estaba mirándonos” “¿Algo? ¿Qué quieres decir con algo?” “Podría haber sido una persona, pero no lo creo”. CJ se frotó los ojos. “Bueno, me asustaste de muerte”, abrió la pequeña mesita de noche junto a la cama y sacó su arma de servicio. “Voy a echar un vistazo. Quédate aquí”. Paige lanzó la sábana. “¿Estás loca? ¿Sabes lo que le pasa a las personas en las películas cuando se quedan atrás?”, encontró su propia arma, sosteniéndola firmemente en su mano. “Estoy lista”. CJ se la quedó mirando “¿En las películas?”, negó con la cabeza. “Vamos, entonces”. Entraron en la cocina, CJ la detuvo cuando levantó su mano para encender las luces. Hizo un gesto silencioso señalando hacia la puerta trasera situada en el extremo de la cocina. Paige sintió su corazón latiendo con fuerza en su pecho cuando CJ agarró el pomo de la puerta. 150
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“No. No lo hagas”, susurró. CJ frunció el ceño. “¿Qué pasa?” “No abras la puerta”, dijo ella. “Tengo un mal presentimiento”. CJ se la quedó mirando. “Las dos somos agentes del FBI ¿Recuerdas eso, verdad?” Paige sonrió y luego hizo un gesto entre ellas. “Sí y las dos estamos en ropa interior y descalzas”. “Pero tenemos enormes armas”, hizo un gesto hacia la puerta nuevamente. “Además, lo que sea que estuviese allá afuera ya se debe haber ido”. Paige suspiró, aun luciendo reticente. Se dio cuenta que estaba haciendo el ridículo. “Probablemente tienes razón. ¿Podemos al menos tomar una linterna?” CJ asintió, buscando rápidamente en su bolso y sacando una pequeña. La encendió y luego abrió la puerta lentamente, guiando el haz hacia la ventana de su dormitorio, luego hacia el bosque detrás de ellas. No había ninguna señal de movimiento. “Vamos”. Paige la siguió de cerca, mirando de un lado a otro, imaginando... algo... saltando hacia ellas desde el bosque. El aire estaba cálido, húmedo. La luna casi llena, rodeada por nubes finas, hacía que las sombras fuesen extensas y oscuras. Una ligera brisa agitó las hojas de un roble sobre sus cabezas, lo que las hizo saltar. “Jesús, estamos actuando como un par de niñas”, susurró CJ. Se detuvo junto a la ventana, agachándose y mirando hacia adentro. Paige hizo lo mismo, sorprendida por lo bien que se podía ver hacia el interior del dormitorio. CJ dirigió la luz hacia el suelo y Paige señaló hacia lo que parecían hojas desmoronadas. El área estaba alterada, como si alguien hubiese estado allí. “Podrían ser rastros”, murmuró CJ siguiéndolos hasta que desaparecieron en el bosque. Un sitio vacío que tenía una huella perfecta de... ¿qué?
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CJ se arrodilló, extendiendo su palma sobre la impresión que era más grande que su mano extendida. Miró a Paige. “¿Un oso?”, preguntaron al mismo tiempo. Paige volvió a mirar la impresión. “Garras”, dijo al ver la desigualdad en la tierra. “Sí”. “¿Por qué un oso miraría por la ventana de nuestro dormitorio?”, preguntó ella. “Bueno, demonios, no sé lo que es ¿Acaso tienen osos por aquí? Sé que estamos en medio del bosque, pero no creo que un oso corra desenfrenadamente por aquí”. Paige inclinó su cabeza, escuchando unas ramas quebrándose, luego el sonido de algo corriendo. Algo... grande. Justo cuando agarró la mano de CJ, escucharon el grito desgarrador que habían oído la semana pasada. Eso provocó escalofríos por su espina dorsal y se aferró a la mano de CJ con más fuerza. “Vamos adentro”. “Buena idea”. Ambas se apresuraron a regresar a la casa y Paige cerró rápidamente la puerta detrás de ellas. A continuación, encendió las luces y se dirigió a la puerta principal, asegurándose de que también estaba cerrada. “¿Crees que eso vaya a detener a un oso?” Paige la miró a los ojos. “No”, negó con la cabeza. “Tampoco creo que haya sido un oso”.
***
CAPÍTULO 26
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Ice movió la hoja de papel entre sus dedos de manera experta con una amplia sonrisa en su rostro. Era bueno escuchar la voz de CJ. “Aburrida a muerte”, dijo en respuesta a su pregunta. “No hay nada y quiero decir nada aquí afuera. A cuarenta minutos está el restaurante más cercano y es como un antro por lo que me pregunto cómo pasó la inspección”. “¿Así que tienen una cafetería allí para ti o qué?” CJ se echó a reír. “Sí. Se llama Paige Riley”. Ice y Billy intercambiaron sonrisas. “¿Entonces no te ha matado todavía?”, preguntó Billy. “Digamos que ha llegado cerca”, dijo CJ. “Mi único entretenimiento es presionar sus botones y esperar la explosión”. “En serio ¿se están llevando bien?”, preguntó Ice “No era como si fuesen unidas ni nada de eso por aquí”. Sólo hubo una pequeña pausa antes de que CJ respondiera. “Ha sido como ensayo y error. Algunos días nos llevamos muy bien. Otros, no tanto”. Billy se acercó al teléfono, entonces Ice supo exactamente la pregunta que vendría. Era una que le había preguntado a Ice en numerosas ocasiones. “Así que ¿están compartiendo una cama y todo eso?” “Sí, Billy. Y también estamos teniendo sexo salvaje cada noche”, le espetó. “No tienes que arrancarme la cabeza. Tenía curiosidad”. “Me gustaría verte a ti y a Ice compartiendo este dormitorio con este baño pequeño y ver si no se vuelven locos también”. Ice rió. “Hombre, te he extrañado. Ha estado tan tranquilo aquí sin ti”. “Sí. Yo también te echo de menos. Unos meses más en esto y voy a perder la cordura. Manejamos una hora y media hacia el bar gay más cercano, por el amor de Dios. Entonces…” 153
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“¿Tú y Paige fueron juntas a un bar gay?”, preguntó Billy. “Sí. Y también bailamos. Se supone que somos una pareja ¿recuerdas?” “Así que ¿hicieron algunos amigos?” “Sí. Son un grupo muy unido aquí. Nos incluyeron en seguida. Esa parte fue fácil. También almorzamos con Fiona Hogan. Es muy reservada, podría decirse, pero fue agradable. Ella y Paige parecieron congeniar. Paige va a almorzar con ella esta semana”. “Bien, tenemos los resultados de los registros de la puerta”, dijo Ice sentado en su silla y haciendo aparecer la tabla en su pantalla. “Ahora sabemos por qué ese archivo es tan grande. Son casi doce años de datos. Supongo que está todo, desde que instalaron ese sistema”. “Entonces ¿qué has encontrado?” “Tenemos algunos patrones. Lo suficiente como para decir que esta asignación no es el extremo corto de la pajilla después de todo”. “¿Oh? ¿Quieres decir que quedarnos atrapadas aquí, en el culo del mundo desperdiciando nuestro tiempo podría no ser una pérdida, después de todo?” “Tal vez”, dijo él. “En el transcurso de un año, Fiona y Gretchen Hogan, ambas han salido de la escuela al azar durante la semana. No muy a menudo para ninguna de ellas. Pero en los últimos seis años, hay un patrón. Dos veces cada año, las dos salen el mismo lunes, martes y miércoles por la noche. Fiona siempre una hora antes que Gretchen”. “¿Cuándo regresan?” “Tarde. O temprano…”, dijo él, “…por lo general, después de las 02 a.m.”, podía imaginarla caminando, calculando. “¿Y eso coincide con las desapariciones?” “Sí. La semana que cada chica desapareció, el siguiente lunes, martes y miércoles Fiona y Gretchen dejaron la escuela”. “¿Qué dijo Howley al respecto?”
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“Van a armar una base de datos con las desapariciones sin resolver en la zona durante los últimos doce años, del largo de nuestro archivo. Ver si el patrón coincide. Y él pasó la información a los chicos en Baton Rouge. Todavía están investigando allí como si fuese la zona cero. Pero no tienen una mierda para seguir adelante”. “Bueno, no es como si nosotras tuviésemos algo aquí”. “No y tampoco tenemos algo más. Simplemente no hay mucho allí de Hoganville. Billy encontró una mención del lugar en un antiguo artículo de periódico escrito hace unos cuarenta años. Breve. Sólo mencionan cómo una familia asentada creció a más de doscientos. Se les comparó con los Amish, por la manera tan aislada en la que se mantienen ellos mismos”. “Sí y puedes decir que eran más grandes. Hay una gran cantidad de casas que ahora son como terreno baldío”. La escuchó dejando escapar un profundo suspiro. “Tengo que irme”, dijo ella. “Tengo que vigilar un maldito salón. Cristo, odio este trabajo”. Él y Billy se rieron. “¿Guardia de prisión no es lo tuyo?” “Un grupo de chicas bocazas que piensan que son jodidamente sexy. Ahora, esto sí es una pérdida de tiempo. La mayoría estarán de regreso allá afuera cuando sean puestas en libertad. La próxima vez estarán dentro del sistema, serán adultas y podrán ver lo que es una verdadera prisión”. “Fue bueno escuchar tu voz, CJ”, dijo Ice. “Podrías llamar de vez en cuando, ya sabes”. “Funciona en ambos sentidos, calvo”, dijo antes de finalizar la llamada. Ice seguía sonriendo cuando arrugó el papel entre sus dedos convirtiéndolo en una bola y lanzándolo en un tiro perfecto contra el oído de Billy. Billy intentó darle un manotazo, con el ceño fruncido. “Sabes que odio eso”. “Sí. Es por eso que lo hago”. 155
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Billy suspiró. “Las extraño. Realmente extraño a Paige y también extraño un poco a CJ”. “¿Qué crees que está pasando con ellas?” “¿Qué quieres decir?” “Bueno, CJ no se está quejando tanto como pensé haría”, Billy sonrió. “¿Crees que están haciendo algo sucio?” “¿Paige y CJ?”, negó con la cabeza. “Simplemente no me lo imagino. Paige es demasiado… bueno, ella es Paige”. “Sí. Y CJ es CJ. Hace demasiado con saber qué tenedor usar en la cena. Pero de seguro coquetean mucho”. “Sólo hacen eso para entretenernos hombre. Y echo de menos eso”, sonrió teniendo una idea maligna. “Vamos a enviarles un regalo” “¿Qué clase de regalo?” “Ya sabes. Algo que CJ definitivamente sabría usar y algo que haría sonrojar a Paige como una chica del coro”, ante la mirada en blanco de Billy, Ice rodó los ojos. “Un consolador, hombre”. Los ojos de Billy se agrandaron mientras sonreía. “Eso es maligno. Me encanta”. “Sí. Maligno”, se rió “Nos van a matar”.
***
CAPÍTULO 27
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Habían pasado tres noches desde que las cosas habían cambiado entre ellas. Cuatro noches, realmente, si contaba el baile... y el beso. Pero después de la noche del domingo, después que Paige cruzó la línea y confortó a CJ, después del incidente con el oso, las cosas habían cambiado. Ella lo sabía. CJ lo sabía. Sin embargo, no dijeron una palabra al respecto. La tensión entre ellas era casi insoportable y sí, admitía que era tensión sexual. Especialmente en las noches, en la cama. La línea imaginaria había desaparecido completamente y las dos últimas mañanas, Paige se había encontrado junto a CJ, después de haberse movido hacia ella durante la noche. Ayer, se las había arreglado para alejarse antes de que CJ despertara. Esta mañana, sin embargo, cuando abrió los ojos, CJ estaba despierta, mirándola, su mano moviéndose en círculos perezosos por toda su espalda. Paige trató de incorporarse, lejos de ella, pero CJ le había detenido. “No tienes que moverte”. Había suficiente luz para que Paige pudiese ver la expresión de CJ, pudiese leer sus ojos. No había burlas, ni señales de regodeo porque CJ había descubierto a Paige, otra vez, en el lado equivocado de la frontera establecida. Sólo había un contentamiento en sus ojos que hizo que Paige solo quisiera recostarse nuevamente. Cosa que hizo. Sus ojos se cerraron cuando la mano de CJ continuó su ministración. Cuando la alarma se apagó, ya CJ estaba en su carrera. Paige había salido de la ducha y estaba vestida cuando CJ regresó, con la piel brillante de sudor. Paige desvió la mirada, pero fue demasiado tarde. CJ había visto su mirada intensa. Se había puesto roja como una remolacha mientras CJ paseaba delante de ella murmurando un silencioso “atrapada” en su camino. Ahora estaba evitando ir a casa, evitando a CJ. No había hablado con ella durante todo el día, lo cual era inusual. Normalmente hablaban por teléfono al menos una vez, por breve que fuese.
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La escuela estaba en silencio, todo el mundo se había ido por el día. Se quedó de pie en el corredor, mirando al otro lado del campus. Podía ver el grupo de chicas sentadas alrededor de la zona cercada que llamaban el Rec Yard. Las azules tenían más libertad, pero a las rojas se les permitía reunirse afuera una hora cada tarde antes de la cena. Suzette le dijo que en esta época del año, algunas se aprovechaban de eso, prefiriendo permanecer en el interior para escapar del calor. Se dio la vuelta para irse, chocando de bruces con un cuerpo duro. Dejó escapar un grito ahogado de asombro y las manos de CJ se extendieron para sostenerla. “Lo siento”. “Jesús, CJ. Este lugar es lo suficientemente espeluznante sin que me estés asustando de muerte”, se alejó dirigiéndose al final del pasillo, sintiendo como CJ la seguía. “¿Qué estás haciendo aquí?” “Asegurándome cómo estás”. “Ya me dirigía a casa”, dijo ella. “¿Papeleo por terminar? ¿Programación de clases?” Paige se detuvo frente a ella. “¿Qué estás insinuando?” “Que me estás evitando”. Paige intentó mantener una expresión uniforme. “¿Por qué te evitaría?” CJ arqueó una ceja. “¿De verdad quieres que te responda? Porque lo haré”. Sus ojos se encontraron y Paige sintió un aleteo ya familiar en su estómago. “No podemos hacer esto”, dijo en voz baja “Ni siquiera deberíamos pensar en hacer esto”. La ceja de CJ tembló ligeramente. “¿Qué es lo que estamos pensando hacer?”, preguntó ella, su voz igual de baja. Paige suspiró. “Sin juego, CJ. ¿Por favor? No sobre esto”. CJ dejó escapar un suspiro. “Está bien ¿Dime que quieres que haga? ¿Empezar a dormir en el sofá?” 158
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“No”. Paige negó con la cabeza. “Yo solo… no podemos…” “¿Alguna vez piensas en esa noche?” Paige miró hacia otro lado, vacilando ¿CJ creería si dijera que nunca había pasado por su mente? Pero no quería mentir. La miró a los ojos nuevamente, sabiendo que CJ podía ver la verdad allí. No necesitaba responder. CJ asintió. “Yo también”, sonrió, aunque Paige notaba que era un poco forzada. CJ finalmente dio un paso lejos de ella, poniendo un poco de distancia entre ellas. “Pero tienes razón. No podemos… hacer esto”. Paige se relajó, sintiendo que se aligeraba algo de tensión. “¿Cena?” “¿Sí? ¿Quieres que te sorprenda y prepare algo de comer?” Paige siguió por el pasillo con CJ a su lado. “Yo me ocuparé de eso ¿Recuerdas mi regla de la cocina?” CJ se echó a reír. “Tienes un montón de reglas, bebé”. “Sí y te las has arreglado para romperlas casi todas”. “Pero tú, querida, rompiste primero la más grande, no yo”. Y así, la tensión regresó. Sí, Paige había cruzado la línea, no CJ. Paige había sido la que se había movido hacia sus brazos durante la noche. Paige había sido la que había borrado la línea imaginaria. Una vez en casa, trató de mantener las cosas normales entre ellas, trató de mantener una conversación ligera e impersonal. CJ también estaba tratando. Pero a pesar de todo eso, los toques accidentales seguían provocando aleteos en su corazón. Era ridículo cuan fácil quedaba atrapada en los ojos de CJ y lo difícil que era escapar de ellos. Agradecida de que la cena hubiese terminado, declinó la oferta de CJ para compartir la tele con ella, en vez de eso se retiró a la seguridad del dormitorio. Seguridad, porque estaba sola. Más tarde, sin embargo, no podía estar segura de lo seguro que eso sería. No tenía que preocuparse. CJ estaba aparentemente absorta en una película y simplemente murmuró, “buenas noches”, sin apartar los ojos de la pantalla. 159
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Paige se permitió estirarse un poco, disfrutando la frescura de las sábanas contra su piel. Nunca le diría esto a CJ, pero estaba acostumbrada a dormir desnuda y encontraba la camiseta que normalmente usaba como algo demasiado restrictivo. Antes de rodar hacia su lado para hacer frente a la pared, comprobó otra vez la ventana, asegurándose que las persianas estuviesen bajadas mucho más allá del marco de la ventana. Satisfecha de que nada se podía ver, cerró los ojos, sorprendida al descubrir que estaba relajada, el sonido del televisor en el otro cuarto no era lo suficientemente fuerte como para ser una distracción, pero lo suficiente como para calmarla levándola al sueño. Nunca sintió cuando CJ se unió a ella y fue sorprendida cuando horas después descubrió que la cama estaba vacía. Se dio la vuelta, sintiendo las sábanas. No hubo pruebas de que CJ hubiese estado allí. Así que se sentó, contemplando si debería ir a verla o simplemente dejarla ser. Su preocupación ganó y se levantó, caminando silenciosamente hacia la puerta. El televisor estaba apagado y pudo distinguir la forma acurrucada de CJ en un rincón del sofá, usando los brazos como almohada. Paige la miró fijamente durante un largo rato, preguntándose qué había pasado por la mente de CJ anoche, cuando había decidido dormir aquí afuera en vez de en la cama. ¿Le había dado la impresión a CJ de que no la quería en su cama o CJ simplemente lo había deducido? Finalmente se movió poniéndose en cuclillas a su lado. Tocó suavemente su hombro. “Hey”, susurró. Los ojos de CJ se abrieron y parpadearon varias veces. “¿Qué hora es?” “Tarde. Ven a la cama”, dijo Paige poniéndose de pie. “No quería que tú… bueno…” “No. Ven a la cama”, dijo nuevamente. Ahora no era momento para una charla.
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CJ se sentó, torciendo su cuello hacia atrás y adelante, luego estiró los hombros hacia atrás. Siguió a Paige, esperando hasta que ella estuviese bajo las sábanas antes de entrar. CJ permaneció en su lado y Paige estuvo agradecida. Estaba cansada y sólo quería volver a dormir. “Gracias”, murmuró CJ. Paige sonrió. “Buenas noches, tigre”.
***
CAPÍTULO 28
“Oh, lo sé” dijo Paige con una carcajada “Ella me dijo en términos inequívocos que Zumba no era parte del plan de estudios”. Fiona se echó a reír junto con Paige, preguntándose cuándo había sido la última vez que había reído con tantas ganas y sinceridad. Se había encontrado ayer con Paige en el corredor y Paige había sugerido que compartieran el almuerzo de hoy. Estuvo de acuerdo, pensando que podría tener la oportunidad de hacer algunas de las preguntas que Madre Hogan le había indicado. Pero ahora, sentada en el patio con nubes y una ligera brisa que mantenía una temperatura confortable, se estaba divirtiendo demasiado como para estar preocupada con el interrogatorio previsto de la Madre Hogan. “A ella le gusta fingir que dirige la escuela”, dijo Fiona. “Cuando el director Sánchez se fue todos esperábamos que se retirara pero se mantuvo aquí. Al director Avery parece gustarle”. “Tal vez sólo la tolera”, sugirió Paige.
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Fiona asintió, su mirada se desplazó por el aspecto de Paige… su cabello rubio escondido detrás de cada oreja, piel suave, maquillaje aplicado para lucir como si no tuviese nada de maquillaje. Fiona no usaba maquillaje, nunca lo hizo. Sólo cuando fue a la universidad vio mujeres con maquillaje. Una noche, cuando se había sentido particularmente rebelde, casi había comprado algunos. Pero al final recordó la advertencia de la Madre Hogan de no dejarse atrapar por el mundo exterior. Deseaba tenerlo ahora. Paige se veía tan fresca, tan sana. Tan hermosa. Sus ojos azules hoy tenían un toque de verde en ellos, tal vez por estar afuera. También había un brillo en sus ojos que envidiaba y se preguntaba si alguna vez tendría eso. Se dio cuenta que estaba mirando fijamente a Paige cuando dejó de hablar. “¿Estás bien?”, preguntó Paige suavemente. Ella se inclinó sobre la mesa, apoyando la mano en el antebrazo de Fiona. Sus dedos eran cálidos y Fiona disfrutó el tacto. “Sí. Lo siento, estaba…” ¿Mirando fijamente? sí, Fiona, ella se dio cuenta, se reprendió a sí misma. La miró nuevamente, sus ojos expresivos. “Tú y CJ están realmente enamoradas ¿no es así?” Paige pareció sorprendida por la pregunta y Fiona se sorprendió al ver un leve rubor cruzar sus mejillas mientras se sentaba hacia atrás. “Sí. Lo estamos”, dijo Paige con una sonrisa. “¿Eso te molesta?” “Oh, no. No tengo problemas con eso. Ahora estoy acostumbrada. Es sólo que... bueno, debe ser agradable”, dijo e incluso ella escuchó la melancolía en su voz. Paige ladeó la cabeza. “¿Nunca has estado enamorada?” Fiona negó con la cabeza. ”No. No puedo ni imaginar lo que se siente”. Paige levantó una ceja lentamente. “¿Ni siquiera del padre de tu bebé?” Los ojos de Fiona se abrieron con sorpresa. “¿Lo sabes?” Paige se inclinó hacia delante, bajando su voz. “No se te notaba el domingo pasado, lo juro, pero hoy...”, dijo aterrizando su mirada en el estómago de Fiona que sobresalía ligeramente. 162
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Fiona lo cubrió rápidamente, sin saber qué decir. Sabía lo suficiente acerca de la anatomía y el parto como para saber que no se debería notar durante meses, sin embargo, pero sí, cada día se sentía cada vez más grande. No sabía que mirada tendría en su rostro, pero los dedos de Paige rodearon su brazo nuevamente. “Cariño, lo siento ¿Aún no quieres que alguien lo sepa?” Fiona no sabía cómo responder a eso y casi entró en pánico, pero Paige le apretó el brazo cariñosamente. “Lo siento. No es mi asunto en absoluto”. “Es solo que…” “No, está bien. No debería haber dicho nada”. Paige sonrió antes de retirar la mano. “¿Supongo entonces que no estás enamorada de este sujeto?” Fiona sintió la risa que se formó y la dejó escapar. No era una risa alegre, pero era una risa. “No, enamorada no. Definitivamente no”. Paige la miró como si quisiera decir algo más, pero en vez de eso recogió su sándwich. Entonces, como si luchara consigo misma, bajó el sándwich. “No es de mi incumbencia, pero este sujeto, él no… te forzó, ¿no?” Fiona sintió una oleada de... algo. Ni siquiera tenía palabras para eso, era tan ajeno a ella. Paige la miraba con tanto interés genuino, casi simpatía, que un calor se extendió a través de ella. No estaba acostumbrada a que alguien fuese cariñoso y Paige sin duda lo era, como si le importara, como si Fiona le importara, era algo tan extraño, tuvo dificultades para comprenderlo. Finalmente reconoció la pregunta, sabiendo que Paige se alarmaría si no respondía. “No. No fue así”, dijo vagamente. “¿Pero él es de Hoganville?” “Sí”. Una vez más, los ojos de Paige estuvieron llenos de preguntas, pero sonrió, luego se rió. “Sin ánimo de ofender, Fiona, pero Hoganville es un poco raro”, dijo ella. 163
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Fiona casi se atragantó con el agua que acababa de tomar y tuvo miedo de escupirla. Borró la sonrisa de su rostro antes de mirarla. “¿Raro?” “Bueno, tal vez raro no es la palabra correcta”, dijo Paige. “Pero estoy fascinada con eso”. “¿Sobre qué?” “Fuimos a la cafetería una mañana, con la esperanza de conseguir el desayuno”, dijo Paige. Fiona se echó a reír. “Sí, lo he oído”. Paige sonrió “Ester Hogan fue bastante intimidante”. “Sí, lo es”, Fiona estuvo de acuerdo. “No nos dieron el desayuno, pero ella fue lo suficientemente amable como para enviarnos lejos con huevos y tocino”. Paige recogió el resto de su almuerzo y lo metió en una bolsa de basura. “¿Por qué hay una cafetería en el pueblo si no les gusta que la gente de la escuela vaya allí?” “La cafetería tiene horas impares”, dijo Fiona “Selma prepara la comida. Está abierto al público cuando desean que lo esté”, vaciló sin saber cómo explicarlo. O si incluso debería explicarlo. “Los extraños se detienen ahí y eso está bien. Pero cuando la gente de la escuela va, no les gusta”, dijo ella. “¿Porque no somos extraños?” “Más o menos, sí. Ustedes están aquí. Todo el tiempo. Los extraños pasan por comida y no regresan” “Pero no hay puestos de trabajo por aquí ¿no?”, dijo Paige y era más una afirmación que una pregunta. “No. No son necesarios”, dijo ella sabiendo que probablemente provocaría más preguntas.
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Sorprendentemente, Paige se limitó a asentir, aunque Fiona sabía que tenía curiosidad. Tan feliz como estaba de haber hecho una nueva amiga, sabía que no era mucho lo que podía compartir con ella. Se alegró de que Paige dejara pasar el tema. Mientras caminaban hacia el interior, Paige hizo un gesto hacia su estómago protuberante “¿Cuánto tiempo tratarás de ocultarlo?” “No lo sé”, dijo con sinceridad. Madre Hogan no le había dado ninguna instrucción al respecto. Hizo una nota mental para preguntarle este fin de semana cuando regresara a casa.
***
CAPÍTULO 29
CJ siguió los movimientos de Paige, sus ojos bajando a la deriva hacia sus piernas desnudas, luego regresando arriba. Casi estaba salivando. Rápidamente desvió la mirada cuando Paige dio la vuelta. “Realmente me gusta”, dijo Paige. “Es tan inocente. Quiero decir, no es mucho más joven que nosotras, pero es casi infantil”. “No puedo creer que esté embarazada”, dijo CJ. “Simplemente no lo noté el domingo pasado, cuando tuvimos el almuerzo con ella”. “Oh, lo sé”, dijo Paige. “Le dije lo mismo”. Paige trajo un plato a la mesa para CJ. El desayuno de hoy eran patatas fritas, huevos revueltos y salchicha de soja, que CJ miró con escepticismo. “Para alguien que no cocina, eres muy quisquillosa”, le dijo Paige. “Para alguien que no es vegetariana, seguro que cocinas como una”, contrarrestó CJ. “Es más sano y no serías capaz de notar la diferencia”. 165
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“No seas ridícula. Por supuesto que lo notaría”. Paige le dio una sonrisa socarrona. “¿Oh? Pensé que habías disfrutado de los espaguetis y albóndigas que hice la otra noche”. “Lo hice. Estaban muy buenos”, dijo mientras probaba un bocado de huevos. CJ la miró sospechosamente “¿Por qué?” “Vegetariano. Albóndigas sin carne”, dijo con una sonrisa. “Y no pudiste notar la diferencia. Y apostaría que si no hubieses visto el paquete, no notarías la diferencia con la salchicha. No puedo creer lo afortunadas que somos de haber encontrado una tienda de alimentos saludables aquí en medio de la nada”. “Oh, sí. Somos muy afortunadas”, dijo sarcásticamente. CJ señaló con el tenedor hacia ella. “Mira, soy lo suficientemente saludable. No necesito que me lances estas sorpresas de soja para mí”, dijo. Jugueteó con la salchicha con su tenedor, admitiendo a regañadientes que se veía como una verdadera salchicha. La cortó con el tenedor, tomando un bocado tentativa. Maldita sea, sabían cómo las reales. Paige le dio un mirada de te lo dije antes de unirse a ella en la mesa con su propio plato. “En fin, Fiona fue muy vaga acerca de todo esto del embarazo”, dijo ella, volviendo a lo que estaban discutiendo. “También estaba sorprendida de que lo supiese. Tendrías que haber visto la expresión en su rostro cuando le pregunté por el padre. Le pregunté si él la había forzado y dijo que no, pero realmente espero que no lo haya hecho”. CJ sintió que los cabellos de su nuca se erizaron. Miró fijamente a Paige. “¿Crees que fue violada?” “No lo sé. No lo creo. Es sólo que... algo no estaba bien, sólo estoy especulando”, dijo Paige. “No parecía estar encantada por que estuviese embarazada. Fue como si estuviese avergonzada de que me diera cuenta”. “Tal vez porque es soltera. Tal vez eso sea mal visto en Hoganville”, dijo CJ. “Está bien, esto está muy bueno”, dijo mientras terminaba lo último de su salchicha. “Lo siento”.
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“Gracias. Disculpas aceptadas”, hizo una pausa. “Me gusta Fiona. Los patrones que Ice encontró en los registros de la puerta me molestan. No puedo imaginarla involucrada en nada de eso”. “Tal vez ella es sólo una pequeña parte de una imagen mucho más grande”, sugirió CJ “Ese tipo Belden daba miedo y sabemos lo que le hizo a Avery. Ester Hogan está a cargo ¿Quién sabe lo que puede ordenar que hagan?” “Y no hay manera de averiguarlo. Quiero decir, si el archivo de registro coincide con el resto de las desapariciones ¿qué prueba eso? ¿Es eso suficiente para asaltar el lugar?” “Vamos a dejar que siga el juego”, dijo ella. Se echó hacia atrás, llevando su taza de café con ella, viendo como Paige terminaba su desayuno. “¿Día de lavandería?” preguntó desviando la conversación de Fiona. Paige asintió. “Y cambio de sábanas”, sonrió dulcemente a CJ. “Tu turno para limpiar el baño”. “Dios”, gimió odiando las reglas de Paige. “Te cambio el baño por la aspiradora”. Paige se echó a reír. “No puedes, tigre. También es tu turno de aspirar” “¿Cómo puede ser eso?” “El baño y las sábanas, una vez a la semana. Pasar la aspiradora cada tercer día”. “¿Es realmente necesario? Sólo somos nosotras. No tenemos mascotas entrando y saliendo”, miró a su alrededor “Se ve limpio”. Paige simplemente le dirigió una mirada que decía que no estaba en discusión y lo dejó así. “Sin embargo, voy a lavar los platos por ti”. “Te cambio los platos por el baño”, ofreció CJ. “No”.
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Fiona se abrió paso a través de los túneles, la humedad casi asfixiante. Se detuvo en el tenedor donde los tres túneles convergían, uno que conducía a las cámaras y más allá, uno de regreso a la cafetería y el otro a casa de la Madre Hogan. Tomó ese, sabiendo que podría ser reprendida por no haber esperado hasta que fuese convocada, pero su aprensión crecía tan rápido como el niño dentro de ella. Sabía que algo andaba mal cuando su propia madre se había sorprendido por su apariencia. Había ido tan lejos como para acusarla de copular meses atrás y que no esperara la bendición de Madre Hogan. ¿Cómo más podría explicar que parecía embarazada de cuatro meses, en cuestión de semanas? Como era de esperar, Belden montaba guardia en la escalera y no la dejó pasar. “¿Por favor? Tengo que verla”, declaró Fiona. Belden suspiró. “Está bien. Espera aquí. Voy a ver si ella quiere hablar contigo”. No tuvo que esperar mucho tiempo por su regreso. Él hizo un gesto para que lo siguiera y la llevó por las escaleras hacia la casa y el estudio. Madre Hogan estaba de pie junto a la ventana, mirando hacia afuera. Fiona estaba sorprendida de que no tuviese la toga puesta. No podía recordar haberla visto un momento sin ella. Era menos intimidante de esta manera, usando un vestido viejo, desgastado. Cuando se apartó de la ventana, Fiona vio la sorpresa en sus ojos, pero la escondió rápidamente. “Hija mía, mírate”, dijo con una sonrisa. “¿Cómo te sientes?” Fiona ahuecó su vientre de manera protectora. “Me siento bien... sólo que... estoy tan enorme, Madre Hogan. Algo sin duda debe estar mal”, dijo ella. “No, no. No hay nada malo, querida”, dijo ella acercándose. “Todo es como debe ser”. “Pero, no es posible que ya esté así de enorme”, protestó. “Tú eres especial, Fiona. Tu bebé es… especial” “¿Especial?” 168
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“Sí”, Madre Hogan se movió hacia el armario y sacó su manto púrpura familiar. Cuando se lo puso, Fiona sintió un escalofrío en la habitación. Cuando se volvió hacia ella, los ojos de Madre Hogan ya no eran cálidos ni amables. Tenían una frialdad que la asustó. Dio un paso hacia atrás, pero Madre Hogan extendió la mano, deteniéndola. “Has sido elegida, Fiona. Debes sentirte honrada” “Elegida para… ¿qué?”, preguntó en voz baja. “El pueblo está muriendo. El rebaño pronto no será suficiente para él”. Los ojos de Fiona se agrandaron. “¿Él quién?” Madre Hogan se limitó a sonreír y Fiona se dio cuenta de lo diabólica que lucía. “No estás llevando el bebé de Antel”, dijo ella. Fiona dio un paso atrás “¿De quién… de quién es?” Madre Hogan se dio la vuelta “Tu embarazo será rápido, como puedes ver. Dos meses, creo”. “¿Dos meses?”, Fiona negó con la cabeza. “Yo... eso no puede ser ¿Qué voy a decirle a todos en la escuela?” “Ellos no importan ahora, ¿no es así? Tu responsabilidad es con el rebaño, conmigo”, dijo ella. “Con él”. Fiona no tenía ni idea de lo que estaba hablando y al parecer Madre Hogan no sentía la necesidad de iluminarla. “Los veo todos los días. Tengo que decirles algo”, dijo ella. “Van a hacer preguntas”. “Entonces tal vez deberíamos ponerte en cuarentena aquí”, sugirió Madre Hogan. Fiona trató de evitar que el pánico se apoderara de ella. Podía imaginarse atada, atada nuevamente a la cama, mientras que Madre Hogan la mantenía drogada. Mientras esta cosa seguía creciendo dentro de ella. Tuvo una visión rápida de las manos frías de reptil y lo echó fuera.
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“Creo que si no regreso a la escuela, provocará preguntas”, dijo tratando de apaciguarla “No los queremos aquí, husmeando”, dijo con la esperanza de utilizar la paranoia de Madre Hogan contra ella. “Sí. Esto es cierto”, dijo volviéndose nuevamente hacia la ventana, tocando con un dedo su barbilla, pensativa. “Está bien, puedes regresar, pero les dirás que estás embarazada de seis meses y es ahora que se ve. Eso debería ser suficiente explicación para que ellos no te cuestionen. Sin embargo, solo tres o cuatro semanas más. Después de eso, permanecerás aquí, bajo mi vigilancia. Darás a luz en la cámara, en el altar de los sacrificios”, dijo Madre Hogan. “Va a ser un gran evento”. “¿Delante de todos?” Madre Hogan ladeó la cabeza. “Todavía no lo he decidido. Probablemente no. Algunas cosas no necesitan saberse”, la mirada de la Madre Hogan viajó por su cuerpo, descansando sobre su vientre. Dio un paso hacia ella y Fiona dio un paso hacia atrás, sin ningún resultado. Las manos de la Madre Hogan estaban sobre ella, ahuecándola y apretando fuertemente su estómago. Fiona observó fascinada cuando sus ojos se pusieron en blanco, literalmente. El miedo la tenía clavada en el suelo y se le hizo muy difícil tomar aliento. “Sí, sí”, repetía Madre Hogan como un cántico. “Sí”. Sus manos eran como hierros candentes, quemando su carne. Fiona pensó que podía oler la piel chamuscada y trató de apartarse, pero Madre Hogan no lo permitió. ”Lo es, lo es, lo es”, cantaba. Levantó las manos y Fiona cayó hacia atrás, contra la pared, sus ojos fijos alrededor de la habitación, preguntándose si debía huir. Entonces Madre Hogan rió, un sonido gutural que no parecía humano, pero Fiona fue incapaz de moverse. Los ojos de la madre Hogan volaron hacia los de ella. “Es una niña. Es realmente una niña. Ahora él tendrá alguien con quien aparearse”. El quién nunca escapó de sus labios. 170
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En un momento de lucidez, Fiona vio más allá de las manos de reptil que la habían tocado. Vio la piel dura y viscosa, las características de lagarto, la lengua larga, el frío que la había envuelto alrededor de su cuello, sujetándola con afiladas garras desgarrando su piel, apareándose con ella, impregnándola con... Su mundo se volvió negro y no sintió las manos que la atraparon antes de estrellarse contra el suelo.
***
CAPÍTULO 30
Paige se ocupó con el lavandero, mirando constantemente su reloj. Su segunda salida para bailar sería en dos semanas y su ansiedad crecía con cada tic-tac del reloj. Después de la semana que habían tenido, realmente tenía miedo de ir a bailar con CJ, miedo de lo que pasaría entre ellas. Estaría oscuro, con música lenta y los brazos de CJ atrayéndola hacia ella, con sus cuerpos tocándose en lugares que no debían. Paige no lucharía, lo sabía ¿CJ la besaría? ¿Sería como la última vez? ¿O sería más? Paige se descubrió a sí misma mirando fijamente al espacio, los pantalones cortos olvidados en su mano. Sí, CJ la besaría. Ese pensamiento produjo un aleteo en su estómago y con consternación se dio cuenta que quería que CJ le besara. Sus intentos de dar una excusa para no ir, eran débiles y poco entusiastas. Eso debió haberle dicho algo. Suspiró. Sí. Quería ir a bailar con CJ. Quería ser abrazada por ella. Y sí, quería ser besada. Oh, demonios, lo quería todo. Besos, caricias… sexo. “Genial”, murmuró. “Has pasado al lado oscuro”. “¿Con quién estás hablando?” Paige saltó avergonzada. “Sólo... pensando en voz alta”. 171
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“¿Necesitas ayuda?” Ella negó con la cabeza. “Mi turno para lavar la ropa. ¿El baño?” “Listo”. Hizo una pausa. “Tal vez no deberíamos ir esta noche”, sugirió. CJ se apoyó contra la pared. “¿Por qué?” Paige no la miró. “Sabes por qué, CJ”. CJ dejó escapar un profundo suspiro. “¿Quieres poner reglas antes de irnos?” “¿Así podrás romperlas?”, preguntó con una sonrisa. CJ negó con la cabeza. “Dime lo que quieres Paige ¿No quieres bailar?” “Eso sería difícil de hacer, tomando en cuenta que vamos a un baile”, dijo ella. “Está bien. Entonces ¿qué? ¿Quieres que te prometa que no voy a besarte?” Paige se volvió lentamente, sus ojos se encontraron. Sí, eso era lo que quería. Quería que CJ prometiera que no iba a besarla, que no la tentaría, que no la abrazaría y no la tocaría. Eso era lo que quería, ¿cierto? Pero se mantuvo en silencio, las palabras no salían de su boca. Ni siquiera se atrevía a asentir con la cabeza. ¿Sería el baile una excusa? ¿Le daría permiso? ¿Permiso para tocar, besar? ¿CJ también quería cruzar esa línea? ¿O todo esto seguía siendo un juego, todavía un rol? ¿Sólo estaban fingiendo? Cuando no respondió, CJ se alejó de la pared con un movimiento de cabeza. “Bien. Me alegro que estemos en la misma página”. “¿Qué significa eso?” CJ sonrió. “Lo sabes. Me gustas, te gusto”, dijo haciendo un gesto entre ellas. Paige entró en pánico inmediatamente. “No podemos hacer esto”, negó con la cabeza. “No podemos”, dijo nuevamente.
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“Por supuesto que podemos. Ya lo hemos hecho antes”, la voz de CJ bajó. “Creo que fuimos muy buenas en eso, de hecho”. CJ se volvió y se marchó, dejándola a solas con sus pensamientos. Paige escuchó como encendía la TV y regresó nuevamente al lavado, plegando metódicamente cada elemento, su mirada yendo a su reloj, los minutos seguían corriendo.
***
Había electricidad en el aire. Al menos, se sentía de esa manera para Paige. El DJ tenía la música a todo volumen mientras la banda se preparaba. A pesar que habían llegado una hora antes que la semana pasada, el lugar estaba lleno. Agarró la mano de CJ cuando los cuerpos se apretaron en torno a ellas, todo el mundo hablaba en voz alta, tratando de hacerse oír por encima de la música. CJ siguió a Suzette y Becca, zigzagueando a través de la multitud, tirando de Paige junto con ella. Paige miró detrás de ella, indicándole a Valerie y a Ella que le siguieran, cuando fueran separadas. Suzette les encontró una mesa, aunque sólo había seis sillas, Jules y Sherry reclamaron las dos últimas. “Val y Ella tendrán que mantenerse de pie”, dijo Jules, el nivel de ruido ligeramente más bajo cerca del bar. “O robarle a alguien”, dijo Becca con una carcajada. “¿Nos atrevemos a ir al bar?”, preguntó CJ. “Voy contigo”, Sherry se ofreció. “¿Cerveza para todas?”, preguntó CJ. Miró a Paige “¿O algo más?” “Cerveza está bien”, dijo asintiendo con su cabeza. CJ agarró el dinero que le fue ofrecido, entonces ella y Sherry lucharon a través de la multitud nuevamente. 173
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Paige volvió su atención nuevamente a la mesa, tratando de escuchar lo que estaba diciendo Suzette. “Todavía estoy en shock por Fiona”, dijo “Nunca mencionó un novio”. “No me dio la impresión de que había un novio involucrado”, dijo Paige. “Realmente no quería hablar de ello”. “Tal vez por eso estuvo enferma esa semana”, sugirió Becca. “Tal vez sea así”. “Sabes, tan buena como es, no recuerdo que haya almorzado uno a uno con alguien. Realmente debes gustarle”. Por mucha cercanía que los profesores mostraban en público, había descubierto que ese no siempre era el caso. Hacían comidas al aire libre los fines de semana, iban en grupo al bar para bailar y a veces compartían viajes de compras. Pero aparte de eso, todos se mantenían más o menos apartados durante la semana. Lo qué no parecía tan extraño, supuso. Tomando en cuenta que se trataba de un grupo tan pequeño, no había tal cosa como mucha unidad. Se quedaron en silencio y volvieron su atención hacia la multitud de cuerpos entrelazados. A diferencia de la semana pasada, esta noche se trataba de una multitud de personas adultas. Supuso que era debido a la banda. “Aquí tienes”, dijo CJ, sentándose a su lado y deslizando una cerveza a lo largo de la mesa. “Agradable y fría”. “Gracias”. Sus muslos se rozaron y Paige sintió una sacudida de emoción con el toque. Si se trataba de un accidente o no, no lo sabía, pero no se movió, permitiendo que el contacto continuara. Jugando con fuego. Sí, sabía que lo estaba haciendo, pero la tensión entre ellas había llegado a un punto de quiebre. Primero en casa, luego en el coche y luego en la cena… caricias inocentes, miradas prolongadas, las dos eran culpables, ella y CJ. Sabía exactamente lo que quería
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esta noche y casi la aterrorizaba. Estaba preocupada por el primer baile, sin embargo, la anticipación la estaba matando. Cuando Valerie y Ella se levantaron para bailar, eso pareció agitar a CJ. Se volvió hacia ella, inclinándose más cerca. “¿Estaría rompiendo una regla si te pidiera bailar conmigo?” El aliento de CJ le hizo cosquillas en la oreja y Paige se volvió, mirándola a los ojos, su boca a sólo pulgadas de distancia. “¿Qué tal si…no tenemos ninguna regla esta noche?” No sabía si CJ estaba sorprendida por su sugerencia o aliviada. Pero como había sido el curso de acción de CJ en la última semana, dudó. “¿Estás segura? Podría ser… peligroso”. Paige dejó escapar una breve carcajada. “Por supuesto que no estoy segura. No deberíamos estar haciendo esto. Ni siquiera deberíamos estar pensando en hacer esto”. CJ asintió. “Entonces vamos a bailar. No pensemos en ello”. Paige tomó la mano de CJ, dejándose guiar hacia la pista de baile. No tenía la menor idea de cuál era la canción, pero le recordaba la de la semana pasada. No importaba. No significaba nada para ella. En este momento, su único centro era CJ. Sus ojos se encontraron por un breve instante y luego unos fuertes brazos tiraron de ella estrechándola. No dudó... o protestó. Una mano se entrelazó con la de CJ, la otra se deslizó por encima de su hombro. Hundió su rostro en el cuello de CJ, respirando su aroma particular, permitiéndose un momento para simplemente absorber lo que estaba ocurriendo antes de levantar la cabeza nuevamente. Sus pies se movieron de forma automática, siguiendo el ejemplo de CJ, arrastrando los pies en un ritmo que era natural para ellas. No hablaban, sólo compartían sonrisas tímidas ocasionalmente. Se separaron cuando la canción terminó. Paige evitó sus ojos cuando se volteó para regresar a la mesa. Pero CJ la detuvo, sonriendo cuando otra canción comenzó. Una vez más, Paige se encontró en los brazos de CJ. 175
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“Amo esta canción”, murmuró CJ. “Mmm” fue todo lo que pudo decir ya que estaba perdida entre los brazos de CJ. La línea que estaba tratando de no cruzar era vaga, si es que estaba allí en absoluto. Permitió que CJ la abrazara, permitiendo que sus cuerpos se encontraran, sus senos se tocaran. Su mano encontró su camino en el cabello de CJ y juró que había escuchado un leve gemido en su oído. Esto era su perdición. Levantó un poco la cabeza, apoyando su mejilla contra la de CJ, sintiendo su calor, sintiendo su aliento. Pero estaba cansada de fingir. Se volvió entonces, buscando ciegamente la boca de CJ... encontrándola. Gimió en el beso, el baile olvidado mientras sus pies desaceleraban, apenas moviéndose en absoluto. Sus dedos se enredaron en el cabello de CJ, abriendo tímidamente su boca mientras rozaba la punta de su lengua contra la de CJ. La chispa se encendió… como sabía que sucedería… y Paige pudo sentir las manos de CJ moviéndose audazmente a través de su cuerpo, acercándola aún más. Su beso se profundizó y Paige dejó ir por completo la pequeña resolución que todavía le quedaba. Ella había comenzado el beso, no CJ y fue quien finalmente lo terminó. Avergonzada, no pudo encontrarse con la mirada de CJ. En cambio, cerró los ojos, protegiéndose con el cuello de CJ. Podía sentir… oír… el latido atronador de CJ, su ritmo imitando el suyo. CJ no habló, no cuestionó sus acciones. Si lo hubiese hecho, Paige no habría tenido ninguna respuesta. No estaba segura de sí estaba aliviada o decepcionada cuando la canción afortunadamente llegó a su fin. Estaba sonrojada y sin aliento, sin embargo, se aferró a la mano de CJ. Al igual que aquella noche mucho tiempo atrás cuando se habían encontrado en el bar, sentía como si estuviese en un sueño, incapaz de concentrarse en nada, excepto en CJ. CJ la llevó de vuelta a su mesa de la esquina, sosteniendo cortésmente la silla para ella. La mesa estaba muy lejos de la pista de baile y la banda, que empezaría pronto y eso les daba un poco de intimidad.
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Cuando la mano de CJ descansó sobre su muslo, sintió el ardor en su piel. Cubrió esa mano, dejando que sus dedos se entrelazaran con los de CJ. Tuvo un malévolo pensamiento de tirar esa mano entre sus piernas rogando por liberación y apenas resistió el impulso de hacer precisamente eso. Se quedó sin aliento cuando CJ se acercó más. Su voz lo suficientemente alta para ser oída, su boca rozándole la oreja. “Si me besas así nuevamente, todas las apuestas abran terminado”. Paige solo se le quedó mirando, su mirada yendo de los labios hacia los ojos de CJ, luego de regreso a sus labios una vez más. Se preguntaba dónde había ido su resistencia, la resistencia a la que se había aferrado todas estas semanas. No se había dado cuenta de lo fuerte que había luchado contra su atracción por CJ. Una cosa era decirse a sí misma que no se sentía atraída por ella, que CJ no era su tipo. Otra muy distinta era darse cuenta que se había estado mintiendo a sí misma todo este tiempo. Finalmente hizo una pequeña inclinación de cabeza, reconociendo lo que CJ había dicho. Pero como un imán, sintió como era atraída hacia ella. Podía decirse a sí misma que todavía estaban en el rol, que el beso solo había sido una exhibición, pero nuevamente, estaría mintiendo. Dejó de luchar contra eso, encontrando la boca de CJ, manteniendo el beso ligero, apartándose cuando sintió que perdía el control. Su mano estaba temblando cuando agarró su cerveza, ahora terriblemente caliente, pero necesitaba algo para distraerse. Cuando fue capaz de mirar a CJ, notó con satisfacción que CJ parecía tan afectada por sus besos como ella. Al igual que antes, todas se turnaron para bailar con las otras en el grupo. A pesar de la afirmación de Paige, que ni siquiera le gusta bailar, admitió que era bastante agradable. Descubrió que Sherry era una buena bailarina y la única vez que intentó dirigir el baile con Suzette, habían acabado riendo ya que sus pies terminaron enredados entre sí. Ella y CJ no habían bailado nuevamente, pero no se estaban evitando la una a la otra como lo habían hecho la última vez. Todo lo contrario. Se sentaron juntas, rozándose las piernas, tocándose, sus ojos encontrándose brevemente antes de alejarse. La tensión era fuerte entre ellas, peligrosa. Tal vez por eso no habían bailado nuevamente. Ambas parecían darse cuenta de lo arriesgado que podría ser. No conocía mucho de música country y sólo reconoció un 177
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puñado de canciones, pero la banda parecía ser muy buena. A juzgar por los otros allí, quienes cantaban con casi todas las canciones, tendría que decir que eran un éxito. Así que se echó hacia atrás, tratando de relajarse mientras escuchaba la música. Finalmente había aceptado el hecho de que ella y CJ no bailarían nuevamente, no estaba segura de sí estaba o no agradecida. Su estado anterior de excitación de había enfriado pero no desaparecido. CJ estaba sentada demasiado cerca para eso. Una nueva canción comenzó, provocando aplausos de la multitud cuando las luces se apagaron y pronto la pista de baile estuvo llena de mujeres. Una canción de amor muy conocida, al parecer. CJ la miró, con las cejas levantadas. Sí, quería bailar con ella ¿pero se atrevería? Su deseo ganó y asintió con la cabeza, tomando la mano de CJ. Su corazón latió con fuerza y se movió hacia sus brazos como si fuese algo que hubiesen hecho cientos de veces anteriormente. El baile, por lo visto, era sólo una excusa para estar cerca, tocarse y respirar el mismo aire. Paige abandonó toda pretensión de baile. Al igual que CJ. La pista estaba demasiado llena de todos modos. Las otras parejas simplemente se rosaban lentamente, amantes abrazadas, besándose. Con ambos brazos alrededor del cuello de CJ, no pudo dejar de enredar sus dedos en su cabello. Las manos de CJ parecían estar en todas partes, sus suaves caricias despertando su excitación una vez más. Estaban tan cerca de perder por completo el control, olvidando que estaban en una misión, así que hizo un último esfuerzo para evitar que las cosas avanzaran aún más. “CJ, no podemos hacer esto”, dijo dejando escapar una débil protesta. “Por favor, no me hagas esto”. CJ se apartó un poco, mirándola a los ojos. “¿Hacer qué?” “No hagas que te desee de esta manera”. CJ se acercó aún más, rozando sus labios suavemente. “¿Me deseas? Parece lo justo…”, dijo ella, “…esta semana ha sido una tortura para mí. Durmiendo a tu lado, con unas ganas tan terribles de tocarte que dolía”. 178
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“Dios”, murmuró Paige cerrando sus ojos. La boca de CJ estaba sobre ella nuevamente y no había nada casto al respecto. Paige abrió la suya a voluntad, gimiendo mientras la lengua de CJ se deslizaba contra la suya. Sus cuerpos estaban tan cerca que dudaba que pudiese pasar la luz entre ellas. Tan cerca, pero no lo suficientemente cerca. Se sorprendió al darse cuenta de lo desvergonzada que se sentía, de lo mucho que quería esto, de lo mucho que quería a CJ. CJ fue quien se apartó, respirando tan rápido como Paige. Paige estaba realmente avergonzada por la manera lasciva en la que había besado a CJ. Todavía estaban en público, después de todo. Pero las parejas a su alrededor estaban todas perdidas en su propio mundo, ajenas a ellas. Ese solo conocimiento le impulsaba dolorosamente a continuar, pero todavía trató de aferrarse a lo último de su cordura. “No deberíamos hacer esto”, murmuró otra vez, tratando de resistir. “¿No?” CJ movió su boca hacia la oreja de Paige. “¿De qué es eso de lo que estás hablando? ¿Esto?”, preguntó mientras su mano se deslizaba hacia abajo, acercando las caderas de Paige contra las de ella en una insinuación inconfundible. “¿O esto?”, dijo ella, volviendo hacia los labios de Paige, besándola lenta y profundamente, Paige respondió inevitablemente olvidando su tímida protesta. También olvidó donde estaban cuando sus pies dejaron de moverse por completo, sus únicos pensamientos conscientes involucraban a CJ... y la impactante realidad de que definitivamente habían cruzado la línea. No había más pretensiones, la farsa había llegado a un final abrupto. “Paige… Jesús”, murmuró CJ contra sus labios, dando un paso lejos de ella. Tomó la mano de Paige, llevándola fuera de la pista de baile. Paige supuso que regresarían a la mesa, pero CJ siguió su camino, luchando a través de la multitud de mujeres. Paige no sabía que existía un patio exterior, pero cuando la puerta se cerró… la música ahora amortiguada… se encontró siendo guiada hacia un rincón oscuro, con arbustos frondosos que proporcionaban privacidad. Podía escuchar otras parejas en las sombras,
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susurros flotando a su alrededor, luego a lo lejos. Estaban solas en su esquina y Paige no pudo mantener las manos para sí misma mientras alcanzaba a CJ. Su beso fue duro, salvaje y Paige gimió, su cuerpo la dejó cuando los dedos de CJ se arrastraron bajo la curva de su pecho, jugueteando con ella, finalmente rozando el tenso pezón, que se endureció aún más. Alejó su boca respirando con dificultad y apoyándose en el toque de CJ. Si se hubiese tomado el tiempo para pensar… racionalmente… acerca de lo que estaban haciendo, podría haber sido capaz de detenerlo. Pero no tenía pensamientos coherentes, nada a que aferrarse sino a este ardiente deseo que sentía, este deseo de hacer mucho más que un simple beso. Sus piernas se separaron voluntariamente cuando CJ deslizó un muslo entre ellas, unas manos ahuecando sus caderas y acercándola más. Estaban en un lugar semi-público y no le importaba. Su cuerpo ya no era de ella para controlarlo. “¿Estás mojada?”, le susurró CJ al oído. Paige se apretó con más fuerza sobre el muslo. “Tonta pregunta” murmuró entre jadeos, sus caderas meciéndose lentamente contra CJ. CJ casi gruñó en su oído y luego la apartó rápidamente, sorprendiéndola. “Jesús”, dijo arrastrando sus dos manos por su cabello. “No, Paige. No aquí. No de esta manera”, dijo sacudiendo su cabeza. “Esta no eres tú. No de esta manera. Lo siento”. Paige agarró sus brazos, acercándola a ella nuevamente. “¿Esta no soy yo? ¿Soy demasiado buena para esto?”, trató de sonreír, pero su deseo era demasiado. “Al parecer, en este momento, esta soy yo”, dijo ella. “Estoy aquí afuera contigo ¿no es así?” Sus miradas se encontraron, ninguna desvió la mirada. “Te deseo”, dijo CJ en voz baja. “Quiero llevarte a casa, a la cama y hacer el amor contigo. No... No aquí afuera. No de esta manera”. Paige tragó saliva, tratando de encontrar su voz. Se movió nuevamente hacia los brazos de CJ. “Eres malvada”, le susurró al oído. “Podría correrme tan fácilmente en estos momentos”. 180
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CJ gimió, acercando aún más a Paige nuevamente, deslizando el mismo muslo entre sus piernas. “Dios, quiero estar dentro de ti”, dijo haciendo que Paige gimiera. “Muy dentro de ti”. Las caderas de Paige se sacudieron, la costura de sus vaqueros presionando con fuerza contra su clítoris. Se abrazó con fuerza a CJ, con los ojos cerrados, mientras el aliento de CJ le hacía cosquillas en la oreja. “No sólo mis dedos. Quiero mi lengua dentro de ti”, susurró mientras su lengua serpenteaba dentro y fuera de la oreja de Paige. “Justo así. Mi lengua muy profundamente dentro de ti. Quiero probarte cuando te corras”. El cerebro de Paige era un confuso desastre, sintiéndose casi delirante mientras se aferraba a CJ, su orgasmo surgió tan rápidamente como sabía sucedería. Se mordió el labio inferior para no gritar, su clítoris palpitante mientras se apretaba con fuerza contra el muslo de CJ. CJ la abrazó con fuerza, moviendo ahora sus manos con dulzura contra su espalda, susurrando palabras que Paige no podía descifrar en su aturdimiento lujurioso. Apoyó su cabeza en el hombro de CJ, finalmente siendo capaz de abrir sus ojos. Santo Dios, ¿acaba de hacer esto? ¿Había estado en un estado tan febril que había dejado que CJ le hiciera esto? Sí. “Lo siento”, susurró. “Esto se fue de las manos”. CJ la sostenía en un fuerte abrazo. “Quiero hacer el amor contigo”, murmuró ella. “Por favor, no te alejes de mí. No... Pienses tanto acerca de esto”, CJ levantó la cabeza mirando los ojos de Paige “Tengamos esta noche ¿Por favor?” “Esto es incorrecto en muchos niveles”, dijo Paige, su voz tranquila. ¿Podría negarse a CJ? ¿Podría negar lo que ella misma quería? Se inclinó hacia delante, dándole un beso ligero, moviéndose muy lentamente contra los labios de CJ. No, no podía rechazar esto. También lo quería. El beso al parecer le dio a CJ la respuesta que necesitaba. Sonrió con alivio mientras guiaba a Paige hacia adentro. Hizo una pausa antes de abrir la puerta. 181
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“No creo que deberíamos bailar más esta noche” Paige se rió, rompiendo un poco la tensión entre ellas. “¿Temes que seamos arrestadas?” CJ también se echó a reír. “A Ice y a Billy les encantaría eso, ¿no es así?” Se detuvieron en el bar, CJ pidió una Coca-Cola y Paige pidió agua, antes de unirse con las demás de regreso en su mesa. Consciente de que eran observadas, Paige sintió que se ruborizaba. Se atrevió a enfrentarse a la mirada de Suzette y se sorprendió de la envidia que encontró allí. ¿Y por qué no? Ella y CJ apenas podían mantener sus manos alejadas la una de la otra. Suzette, así como las demás, sabían exactamente lo que ella y CJ harían al llegar a casa esta noche. Y ese pensamiento, también, la hizo ruborizarse.
***
CAPÍTULO 31
CJ se sentía como una torpe y titubeante adolescente en el viaje de regreso a casa. La noche había sido interminable y había creído que nunca se irían. Fieles a su palabra, ella y Paige no bailaron nuevamente. Aunque, como resultó, pudo haber sido la ruta más segura. En lugar de eso, se habían sentado juntas en su esquina de la mesa como dos adolescentes en celo, sus caricias se volvían más audaces a cada segundo, sus besos lo suficientemente calientes para quemarse. Supo que era hora de detenerse cuando tiró de la mano de Paige entre sus piernas. Paige pudo sentir la humedad a través de sus vaqueros, lo sabía por el suave gemido que Paige dejó escapar. Había permitido a Paige que la tocara, pero sólo por un segundo. No quería avergonzarlas a ambas totalmente. Paige había alejado su mano, pero el cálido aliento en su oído y las palabras de Paige casi provocaron que legara al clímax justo ahí.
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“¿Recuerdas cómo se sentía cuando te hice el amor con mi boca? ¿Con mi lengua en tu clítoris, chupándolo? Quiero hacerlo de nuevo. Esta noche”. Dios. Sí, Paige era un encanto. Era inocente… era brillante y refinada. Pero, maldita sea, tenía un lado lascivo que CJ no podía esperar por explorar. Suzette y Becca trataron de mantener la conversación, pero ni ella ni Paige estaban contribuyendo demasiado. Se preguntaba si se podía sentir la tensión en el coche. Con el silencio extendido, CJ podía escuchar la respiración de Paige, consciente de que Paige estaba tan excitada como ella. Contra su mejor juicio, tomó la mano de Paige y la puso entre sus piernas. Paige no dudó mientras extendía sus dedos, presionando contra ella. Paige se acercó aún más, sus palabras apenas un susurro. “No me tientes”, advirtió. “Porque lo haré”. Paige la acarició tan suavemente que CJ casi gimió en voz alta por el placer de hacerlo. Había perdido todo sentido de la decencia y el decoro, olvidando que estaban en un coche con otra pareja. Afortunadamente, Paige no. Apartó la mano, haciendo una pausa para apretar su muslo antes de retirar su caricia por completo. “Pronto”, le susurró al oído. Después de lo que parecieron horas, Suzette finalmente detuvo el coche frente a su casa. CJ no quería perder el tiempo en cortesías, pero Paige sostuvo su mano con fuerza, impidiéndole correr hacia la casa. “Gracias por manejar”, dijo Paige. “Tenemos que devolverles el favor la próxima vez”, les ofreció. “Oh, no nos importa”, dijo Becca. “Ustedes dos tortolitas tengan una buena noche”. CJ igualó sus sonrisas cómplices, demasiado excitada para importarle si se burlaban de ellas o no. Les hizo señas de despedida y repentinamente se volvió tímida cuando se dio cuenta, finalmente, que estaban solas. ¿Y si Paige cambiaba de opinión? ¿Y si se había
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arrepentido? La oscuridad le impedía leer los ojos de Paige y se quedó inmóvil, esperando. Paige se movió primero, tomando su mano y dejando que sus dedos se entrelazaran. CJ dejó escapar un suspiro nervioso. Pensaba que podría morir allí mismo si Paige decidía que esto era un error. Pero fue Paige quien las condujo al interior, fue Paige quien cerró la puerta con llave, sin molestarse con las luces. Y fue Paige quién agarró su camisa, tirando de ella bruscamente y deslizándola sobre la cabeza de CJ antes de presionarla contra la puerta. Esto provocó que CJ actuara, sus manos luchando torpemente con los jeans de Paige mientras Paige luchaba con los de ella. CJ perdió la batalla cuando la mano de Paige penetró más allá de la cinturilla de su ropa interior. Sintió que sus rodillas se debilitaron cuando, sin preámbulos, los dedos de Paige se deslizaron a través de su humedad, sin detenerse hasta que estuvo dentro de ella. Ambas dejaron escapar gemidos animales estrangulados antes de que sus bocas se encontraran la una a la otra. Las caderas de CJ oscilaron contra la mano de Paige, provocando que Paige retirara sus dedos. “A la cama”, murmuró contra sus labios. CJ gimió. “Por Dios, mujer, ¿estás tratando de matarme?” Paige sonrió ligeramente cuando rodeo a CJ desabrochando su sujetador y dejándolo caer al suelo. CJ contuvo el aliento cuando los dedos de Paige rozaron lentamente alrededor de sus pezones. “Esto no es como antes”, dijo Paige, su voz tranquila y suave. “No tenemos prisa”. CJ trató de sonreír, pero no pudo. “Estoy a punto de explotar aquí”. “Y voy a encargarme de eso por ti…”, Paige la besó, jugueteando con su boca y su lengua “…pero no con mis manos”, susurró. Si CJ no hubiese tenido la pared como apoyo, podría muy bien haber colapsado. Paige agarró su mano y CJ la siguió hasta el dormitorio con las piernas temblorosas.
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Normalmente era la del control, la que tomaba la delantera. Pero se sentía impotente mientras permanecía inmóvil, mirando fijamente, mirando como Paige se quitaba su propia camisa y su sujetador. Paige era claramente la que tenía el control. El sonido de su sangre corriendo llenó sus oídos y estaba temblorosa cuando Paige finalmente se acercó a ella, sus dedos hábiles desabrocharon sus jeans por completo y lo empujaron hacia abajo deslizándolo por sus piernas. CJ se quitó los zapatos y se salió de sus vaqueros, quedando de pie y desnuda, mirando con anticipación como Paige bajaba lentamente sus propios pantalones, lanzándolos lejos sin orden. Una parte de ella no podía creer realmente lo que estaba sucediendo. Otra parte de ella, una parte muy pequeña… se preguntaba si era sensato hacer esto, sabiendo que estaban pasando por encima de todo tipo de reglas y protocolos. Pero cuando la boca y los labios de Paige se movieron a través de su piel, cuando sus manos tomaron sus pechos, perdió todo pensamiento del protocolo. Su cabeza cayó hacia atrás mientras la boca de Paige se cerraba sobre un pezón, girando su lengua alrededor de él, causando que CJ gimiera suavemente. “A la cama”, dijo Paige nuevamente, su boca dejando el pecho de CJ e instándola hacia la cama. CJ obedeció, tirando de Paige hacia abajo con ella, dejando que Paige cubriera su cuerpo con el suyo. No hubo tiempo para pensamientos cuando la boca, las manos, la piel de Paige parecían estar por todas partes a la vez. CJ le permitió tener total control a pesar de que su cuerpo estaba gritando por liberación. Abrió sus muslos, arqueando sus caderas contra el estómago de Paige, sintiendo como su humedad cubría la piel de Paige, consciente de que Paige estaba tan húmeda como ella. Pero Paige se negó a ser apresurada. Su boca dejó la de CJ, haciendo un camino lento y deliberado hacia su pecho. “Dios, Paige…”, se quedó sin aliento, su respiración siseaba entre dientes mientras Paige chupaba un pezón dentro su boca. “Por favor, te necesito”, su voz sonaba ronca… y excitada… para sus propios oídos mientras jadeaba en busca de aire. “Paige… por favor”. Paige liberó su pezón, raspando sus dientes a través de el en un beso deliciosamente doloroso. CJ gimió ante eso, sus caderas empujando contra Paige, buscando el contacto. 185
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“Ábrete para mí”, susurró Paige contra su piel. “Dios, sí”. Entonces no hubo más esperas. Paige abrió sus muslos aún más, manteniéndola abierta mientras una lengua insistente se deslizaba contra su clítoris, deteniéndose el tiempo suficiente como para que CJ apretara sus puños y luego siguiendo adelante, deslizándose a través de su humedad, profundizando en su interior. CJ gimió ante el contacto, sus caderas empujando con fuerza contra el rostro de Paige, quién enterraba su lengua profundamente dentro de ella. Paige le permitió sólo unos pocos golpes antes de sacarla y regresar sobre su clítoris. Lo chupó con fuerza dentro de su boca y las caderas de CJ se levantaron de la cama, frotándose contra
Paige. Su boca estaba abierta, jadeante, sus suaves gemidos
combinados con los sonidos guturales procedentes de Paige mientras la lamía y la chupaba. CJ quería prolongarlo… la dulce y dolorosa tortura… pero la boca de Paige y ahora sus dedos, no lo permitieron. Cedió ante la liberación de su cuerpo con una última embestida, su garganta áspera mientras gritaba el nombre de Paige.
***
CAPÍTULO 32
Paige se estiró lentamente, su cuerpo maravillosamente doloroso. Suspiró con satisfacción, sus dedos rozaron ligeramente el brazo que todavía estaba envuelto posesivamente sobre su vientre. Estar con CJ había sido tan estimulante como lo recordaba. Ahora, como entonces, se preguntaba si había sido un error. Si era así, lo había hecho de buena gana. Sin embargo, aún estaban trabajando en un caso, y probablemente no era la cosa más sabia que jamás hubiesen hecho. “Probablemente no debimos haber hecho esto”, dijo en voz baja. Sintió la sonrisa de CJ contra su cuello. “¿En qué ocasión? ¿La primera o la sexta?” 186
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Paige rodó sobre su espalda, volviéndose hacia CJ. Sus ojos aún estaban cerrados, pero parecía tan tranquila, y entonces... “Dios, eres tan hermosa”, susurró dándole voz a sus pensamientos. Sus ojos se abrieron, buscando los de ella, luego los cerró nuevamente. “¿Sabes de que me arrepiento de esa primera vez?” “¿Qué?” “Esto, la mañana”, dijo CJ. “Me arrepiento de no haber despertado contigo”, también rodó sobre su espalda, sus ojos ahora abiertos mientras miraba hacia el techo. “Nunca despierto con alguien. Siempre escapo de primera. Esa mañana, cuando desperté y te busqué, ya te habías ido”. Paige se puso de lado, moviendo su mano perezosamente a través de la piel de CJ, sus ojos se deslizaron sobre los pequeños pechos y sus pezones oscuros. No sabía qué decir. Sí, había sido la que se había ido esa mañana, huyendo antes del amanecer, regresando a la seguridad de su propia casa. Ahora, aquí, no había lugar a donde ninguna de ellas pudiese escapar. Pero a diferencia de la primera vez, Paige no sentía la necesidad de huir. Esperaba que CJ tampoco. “Como dije anoche, esto no es como la primera vez”, dijo ella. “No podemos ignorarlo, no podemos huir de esto. No podemos pretender que no sucedió”. “¿Fue lo que sucedió la primera vez?”, preguntó CJ. “¿Acaso pretendimos que no había ocurrido?” “Después de esas primeras e incomodas semanas, sí, creo que lo hicimos ¿No es así?” CJ se volteó y la miró, sus ojos buscando. Paige se preguntaba qué preguntas tendría. “Se siente diferente esta vez ¿no es así?” Paige no estaba segura sobre qué respuesta CJ esperaba obtener. ¿Cuál era la pregunta detrás de la pregunta? Eligió cuidadosamente sus palabras. CJ rara vez mostraba su vulnerabilidad y nunca se permitía estar tan indefensa como lo estaba ahora.
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“Creo que es diferente esta vez porque no tenemos una excusa”, dijo ella. “La última vez podíamos echarle la culpa al caso, a nuestra necesidad de distraernos de él. Ahora es diferente porque…”, se detuvo, sin saber cuánto debía contarle a CJ sin provocar que saliera corriendo. Incluso entonces, no veía el punto de restarle importancia a la verdad. “Ayer por la noche fue diferente porque se trataba de nosotras”, dijo ella. “Se trataba de la atracción que existe entre nosotras. Ayer por la noche no tenía nada que ver con este caso y los roles que estamos interpretando. Ayer por la noche fue acerca de… nosotras” CJ sonrió ligeramente. “Siempre me he sentido atraída por ti, Paige”. Paige asintió “Lo sé. Siempre me he sentido atraída por ti también. Es por eso que fue tan difícil jugar este juego. Tan difícil tratar de resistir”. CJ se apoyó sobre un codo, apoyando su cabeza en la palma de su mano. “Nunca quisiste sentirte atraída por mí, ¿no es así?” Era más una afirmación que una pregunta, pero Paige decidió que merecía una respuesta honesta. “No. Me asustaba, de verdad. Tú no eres como cualquier persona con la que he estado, no eres alguien con quien hubiese tenido citas”, dijo ella. Por lo visto, fue un error decir eso, ya que la expresión de CJ cambió y la sinceridad que le estaba mostrando a Paige desapareció. “Sí, lo has dejado claro en varias ocasiones. No estoy en tu nivel. Ciertamente no soy… Seth”, dijo ella. Paige no iba a dejar que se retrajera. Empujó a CJ sobre su espalda y se sentó a horcajadas sobre sus caderas, sujetándola por las muñecas. “No vamos a jugar, CJ. No esta vez. Dormimos juntas. A conciencia. Sin excusas”, inclinó su cabeza, besando el pecho de CJ suavemente. “No quiero que haya excusas. Nos sentimos atraídas la una por la otra, nos guste o no. Esto era inevitable. Anoche fue... extraordinario”, dijo ella “No quiero que tengamos que evocar una razón del por qué”, se encontró con la mirada de CJ, aun notando cautela en ellos. “Por favor, deja de menospreciarte a ti misma. Nunca he dicho ni una vez que no fueses lo suficientemente
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buena. Hay tantas cosas de ti que admiro”, miró hacia otro lado por un segundo, luego regresó su mirada. “También hay cosas de ti que no me gustan. Y ya sabes cuales son”. CJ asintió, luego las giró a ambas con facilidad, apoyando ahora su peso en la parte superior de Paige. Paige intentó leer sus ojos, pero CJ no lo permitió. “Está bien. Sin juegos”, dijo ella “Y sin más fingimientos. Y sin eludir más el problema”. “¿Qué quieres decir?” “Quiero decir que no voy a fingir que no quiero tenerte desnuda cada noche y que quiero hacer el amor contigo”, CJ bajó su cabeza, girando su lengua alrededor de un pezón. “Y voy a dejar de fingir que no quiero tomar una ducha contigo. Esa es una maravillosa fantasía que he tenido”. Paige gimió cuando los labios de CJ se cerraron sobre su pezón. “Y no voy a fingir que no he soñado con hacerte esto”, dijo mientras una mano se deslizó entre sus cuerpos, moviéndose, sin vacilación, hacia la humedad que había causado. Paige la atrajo más cerca, haciendo que la boca de CJ se encontrara con la suya. “Está bien. Y yo voy a dejar de fingir que no quiero esto. Porque lo quiero”. Levantó sus caderas mientras CJ la penetraba, todos los demás pensamientos desfallecieron cuando CJ lentamente, y sin dudas, le hizo el amor.
***
Paige cerró la puerta del horno y ajustó el temporizador en su teléfono. La cazuela era endiabladamente deliciosa, mezclada con queso y crema agria. Con una adición de brócoli para satisfacer su medidor de salud a pesar de que estaba cargado de calorías. En pocas palabras, a CJ le encantaba y Paige quiso hacerlo por ella.
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También les dejaría sobras por unos pocos días. Miró la botella de vino y luego miró el reloj. Era pronto para comenzar la cena, pero las dos estaban voraces, por decir lo menos. El desayuno había sido rápido y ligero, ambas estaban más interesadas en la ducha que iban a compartir que en comer. El almuerzo lo habían perdido por completo. Lo único que las había sacado de la cama había sido una llamada de Ice. Habían localizado el coche de Leah Turner. Estaba sumergido en el lago Toledo Bend. Aún estaban buscando evidencias, pero el hecho de que el lago estaba a solo cuarenta millas de Hoganville le daba un poco más de credibilidad a su asignación. También hacía surgir más preguntas que respuestas. Nuevamente contempló la botella de vino. CJ pronto estaría de vuelta. Había decidido dar una vuelta por el campus, una excusa que le permitiría pasar por la casa de Avery. Tenían que reunirse con él, pero quería que fuese lo más discreto posible. Principalmente, sin que el jefe Aims sospechara. Finalmente decidieron hacerle una invitación a cenar. Dejarían que Avery decidiera qué noche. Estaba utilizando el sacacorchos, a punto de abrir el vino cuando vio que el coche de Fiona se estacionaba al lado. “Oh, Dios mío”, susurró cuando Fiona bajó del coche. La había visto el viernes y apenas estaba comenzando a mostrar su embarazo, no era nada como esto. Lucía como una embarazada de siete meses. Bueno, como había dicho antes, no era asunto suyo e iba a dejar las cosas así, pero vio como Fiona se doblaba, en obvio dolor. Olvidó el vino y Paige salió corriendo por la puerta hacia el otro lado del sendero, llegando a ella justo cuando Fiona trató de dar un paso atrás. “Cariño, ¿estás bien?”, preguntó Paige, ayudándola a enderezar. Ella jadeó audiblemente al verla. Pálida y grisácea, su rostro decaído, Fiona no pudo encontrarse con sus ojos. “¿Fiona?” “Me he sentido mejor”, dijo finalmente.
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“Deja que te ayude a entrar”, dijo Paige, aún sosteniendo con fuerza su brazo. “¿Deberías conducir?” “Tomando en cuenta que he tenido que parar y vomitar seis veces, probablemente no”. Paige empujó la puerta de Fiona abriéndola, sin pensar que era extraño que nadie pasara llave a sus puertas. La llevó hacia un solitario sillón reclinable y la ayudó a sentar. “¿Has visto a un médico?”, preguntó. Fiona negó con la cabeza. “¿No crees que deberías? Quiero decir, tal vez haya algo mal”, dijo ella, tocando su frente, sorprendida por lo caliente que estaba. “Tienes fiebre”. “Madre Hogan me dio algo para las náuseas”, dijo Fiona y Paige se preguntaba si incluso se daba cuenta de cuan casualmente decía Madre Hogan. Esta era la segunda vez que había escuchado como se referían a Ester Hogan de esa manera. Otra prueba de que ella era quien estaba en control de la familia. Paige se sentó en el sofá junto a ella, realmente preocupado por su bienestar. “¿Hay algo que pueda hacer? ¿Puedes mantener algo en el estómago? ¿Caldo?” Fiona negó con la cabeza. “La idea de comer algo... bueno, me pone enferma”, dijo con una rápida sonrisa “¿Puedes simplemente quedarte y acompañarme por un rato?” “Por supuesto” “¿Dónde está CJ?” “Oh, está haciendo sus rondas”, dijo evasivamente. “Creo que era una excusa para salir de la casa”. “Hace tanto calor hoy, no puedo imaginar por qué quiere estar afuera”, Fiona se echó hacia atrás. “¿Cómo estuvo el baile?” “Fue divertido. Había una banda en vivo”, dijo ella viendo como el dolor atravesaba el rostro de Fiona. “Cariño, creo que realmente necesitas un médico”. 191
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Fiona negó con la cabeza. “En mi bolso”, dijo señalando el gran bolso que había dejado caer cerca de la puerta. “Madre Hogan me dio algo para el dolor”. Paige vaciló, su preocupación por Fiona anulaba su necesidad de mantener la concentración en su trabajo. “¿Es doctora?” Ante esto, Fiona sonrió. “No, no en el sentido tradicional”. “¿Pero hay un médico?” “Sí. Pero Madre Hogan no me permite verlo”. Paige pensó que la declaración era extraña, pero no hizo ninguna mención de ello. Trajo el bolso hacia ella y luego vio cómo Fiona sacaba un pequeño recipiente y lo agitaba “¿Un vaso de agua y una cuchara?” “Por supuesto”, dijo Paige, dirigiéndose rápidamente hacia la cocina y llenando un vaso. Fiona vertió un poco del polvo en el vaso y lo agitó. El agua se volvió color tiza. A juzgar por el rostro de Fiona cuando lo bebió, el sabor era abismal. “¿Por qué no puedes ver al médico?”, preguntó Paige, preguntándose si estaba pisando donde no debía. A Fiona no pareció importarle la pregunta, pero su respuesta no reveló nada. “Es complicado”. Paige se arrodilló a su lado y le tomó la mano. “La llamas 'madre'. Parece bastante mayor para ser tu madre”, dijo ella. Fiona negó con la cabeza. “Ella no es mi madre biológica, no. Su hermano, Antel, es mi padre. Pero mi madre y mi padre nunca han vivido juntos”. “¿Así que Ester es realmente tu tía?” “Técnicamente, sí”, dijo ella en voz baja, con los ojos cerrados. “¿Fiona?” 192
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Sus ojos se abrieron por un segundo. “Estoy muy cansada” Paige se preguntaba qué clase de brebaje Ester Hogan le había dado. “Vamos. Vamos a levarte a la cama”. Fiona no protestó cuando Paige le ayudó a levantarse. Su habitación era muy sencilla y limpia, la cama arreglada con cuidado. Paige retiró las mantas y luego se preguntó si debía sugerirle a Fiona que se desvistiera. Fiona se quitó los zapatos en una sacudida, luego se acostó de lado, con las manos ahuecando su abultado vientre. En cuestión de segundos estuvo profundamente dormida. Paige la miró, sacudiendo la cabeza. Algo estaba muy mal, lo sabía. Observó con fascinación mientras las manos de Fiona se movían, las patadas de su bebé eran lo suficientemente
feroces
como
para
hacerlas
saltar.
Con
un
suspiro,
cubrió
cuidadosamente a Fiona con las mantas. Verificaría después como seguía. Si Ester Hogan no permitía que Fiona viera a un médico, quizás Gretchen, la enfermera de la escuela, podría ofrecerle algunos consejos. Es decir, si incluso eso estaba permitido.
***
CAPÍTULO 33
“Debiste haberla visto. Lucía... como un fantasma”, dijo Paige, poniendo la cazuela caliente en la estufa y cerrando la puerta del horno con el pie. “Estaba lista para llevarla a San Agustín yo misma”. “No puede estar tan grande”.
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“Lo sé. Pero lo está. Y toda la cosa de Madre Hogan es rara. Quiero decir, me gusta Fiona, de verdad. Es dulce. No puedo dejar de pensar… si esto se trata de algún tipo de culto… que está siendo forzada a este embarazo”. “¿Estás diciendo que no tiene libre albedrío?”, preguntó CJ tratando de probar algo de la cazuela, sólo logrando que su mano fuese golpeada. “Bueno, tiene un coche, viene a la escuela. Tiene un trabajo. Asumo que conserva su salario. Demonios, tal vez Madre Hogan se queda con él”. CJ tomó su mano, aquietando sus movimientos. “¿Esto te tiene preocupada?” “Sí. Y después de comer, tenemos que ir a ver cómo está. Ya verás lo que quiero decir”. “Grandioso. Entonces vamos a comer. Me muero de hambre”. Esta vez Paige permitió que tomara un trozo de la esquina y ella agarró una pizca de queso, lamiéndose los dedos del bocado. Sintió que Paige la miraba y se detuvo, viendo como los ojos azules de Paige se oscurecían. La cena fue repentinamente olvidada cuando Paige se movió hacia sus brazos, presionando sin timidez su cuerpo contra ella. “Tenías que lamerte los dedos, ¿huh?”, murmuró Paige contra sus labios. Se apartó del beso. “Vamos a la cama”. “Pensé que estabas muerta de hambre”, le recordó Paige. “Lo estoy”, empujó a Paige tras ella, escuchando la risa deliciosa de Paige detrás de ella. También sonrió, planeando cómo iban a pasar la próxima hora. Y no incluía una cazuela.
***
“¿Fiona?” Paige volvió a llamar cuando no obtuvo respuesta. Se volvió hacia CJ. “Tengo un mal presentimiento”. “Sólo entremos y veamos cómo está. Probablemente sigue durmiendo”. 194
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Paige esperaba que ese fuera el caso. Había visto de primera mano la rapidez con que la droga le había noqueado, para empezar. Pero no podía evitar la sensación de que algo andaba muy mal. Fiona se encontraba en la misma posición en la que la había dejado, su respiración lenta e regular. Paige tocó su rostro, luego alejó su mano. “Está ardiendo”, le quitó las mantas, dejando al descubierto las sabanas empapadas. “Voy a llamar a Avery”, dijo CJ sosteniendo su teléfono. “Voy a hacer que se ponga en contacto con Gretchen”. Paige asintió luego fue al baño consiguiendo un paño húmedo. Limpió el rostro de Fiona, sacudiéndola ligeramente. “¿Fiona? ¿Puedes oírme? Tienes que despertar, cariño”. Fiona gimió, pero sus ojos no se abrieron. Paige le dio unas leves palmaditas en la mejilla. “Vamos. Despierta” “Avery va a llamar a Gretchen y le va a pedir que venga”, dijo CJ. Sacudió su cabeza con los ojos muy abiertos. “Guau, no estabas bromeando. Ella está enorme”. “Lo sé. Y hace dos semanas ni siquiera se notaba”, la sacudió con más fuerza. “¿Fiona? Por favor, despierta”. “Tal vez deberíamos dejarla tranquila hasta que Gretchen llegue”, sugirió CJ. “No sabemos qué tipo de drogas tomó”. Paige retrocedió, sabiendo que CJ probablemente tenía razón. Pero Fiona se veía tan indefensa y a juzgar por la mueca en su rostro, aún tenía dolor. “Aún no he conocido a Gretchen ¿Y tú?” “No”. Alejó su mirada de Fiona, tomando la mano de CJ y llevándola afuera de la habitación.
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“Sigo diciéndome a mí misma que esto no es asunto mío”, dijo ella. “Pero Fiona se ve tan inocente. Tan, no sé, tan indefensa”. “Obviamente ha estado muy protegida”. “Ester Hogan es su tía. Y es muy obediente, por lo que puedo decir. Obviamente, necesita un médico… un médico verdadero… pero Ester se lo prohíbe. Así que Fiona, tan enferma como está, obedece”, Paige negó con la cabeza. “Simplemente no lo entiendo”. “Está subordinada, por cualquier razón. Como vimos en la cafetería, todos lo están”. “Entonces, ¿qué clase de sujeción tiene Ester Hogan sobre ellos? Fiona tiene educación. Es licenciada. Es profesora en ciencia ¿Por qué, entonces, ocurre esto?”, preguntó ella señalando hacia el dormitorio. CJ no tuvo respuesta para ella más que un encogimiento de hombros. Paige iba y venía, esperando con impaciencia que Gretchen Hogan llegara. Cuando unos faros destellaron a través de la ventana dejó escapar un suspiro de alivio. En realidad no se había hecho una imagen mental de Gretchen, por así decirlo, así que estar sorprendida era un eufemismo. Gretchen Hogan tenía casi seis metros de altura y lucía como un buey. Sus ojos oscuros eran como puñales, y Paige dio un paso atrás automáticamente. “Deben irse ahora”, dijo Gretchen secamente mientras se dirigía directamente a la habitación de Fiona. Paige y CJ se miraron. No sería despedida con tanta facilidad, por lo que siguió a Gretchen, sólo para que la puerta fuese cerrada en su rostro. “¿Quién demonios se cree que es?,” estuvo a punto de abrir la puerta cuando CJ le agarró la mano. “Dejémoslo así”, dijo CJ. “Pero…” “No podemos ponernos al descubierto”, susurró ella. Maldita sea. Paige tomó una respiración profunda, asintiendo con la cabeza. 196
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“Está bien. Tienes razón”. De vuelta en la casa, mientras CJ llamaba a Avery, Paige se puso de pie junto a la ventana, con sus ojos fijos a la puerta principal de Fiona. Quince minutos más tarde, Gretchen ayudaba a una torpe Fiona a meterse en su coche y luego se alejó.
***
CAPÍTULO 34
“¿Puedes caminar?” Fiona apenas podía abrir los ojos y se preguntaba exactamente que drogas había mezclado Madre Hogan para ella. Sacudió la cabeza débilmente, sabiendo que ni siquiera podía ponerse de pie y mucho menos caminar. “Quédate en el coche”, instruyó Gretchen de manera cortante, cerrando la puerta detrás de ella. ¿Quédate en el coche? Incluso en su estado mental confuso, encontró eso gracioso. Su cabeza rodó hacia un lado, con sus párpados pesados. Estaba oscuro, pero podía distinguir las formas de las casas. Estaba de vuelta en Hoganville. Pero no era la casa de su madre, ni tampoco la de Gretchen. Sintió que sus ojos se cerraban nuevamente y parpadeó varias veces, tratando de concentrarse. La puerta se abrió de golpe y Madre Hogan se inclinó, mirándola fijamente. Detrás de ella estaba Don Hogan, lo más parecido que tenían a un médico. “Ayúdanos a meterla”. Madre Hogan dio un paso atrás, permitiendo que Don se acercara. Fiona y Don rara vez se veían el uno al otro y cuando lo hacían, nunca estaban solos. Solía pensar que era extraño. Si había alguien en Hoganville con quién tenía algo en 197
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común, era Don. Ambos habían sido alejados por sus estudios, habían estado en el exterior. Por supuesto, se daba cuenta que esa era la misma razón por la que se mantenían separados. Habían estado en el exterior. “¿Puedes sostenerte en pie?” Ella asintió con la cabeza mientras agarraba su brazo, tratando de tirar de sí misma hacia arriba. Aún sentía las piernas tambaleantes, como si no tuviese ningún control sobre ellas. Sus ojos se encontraron por un momento y vio la preocupación genuina en los suyos. ¿Y por qué no? Debía lucir como un fenómeno. “Adentro rápidamente”, instruyó Madre Hogan. Fue entonces cuando Fiona se dio cuenta que estaban en la casa de Don, la que acostumbraba compartir con su madre. Nunca había estado allí anteriormente, sin duda nunca había estado en el interior. Él la llevó a una habitación trasera y la ayudó a sentar en una silla grande. Miró a su alrededor, las paredes blancas adornadas con unos carteles médicos viejos. Esta debía ser su sala de examen. Madre Hogan permaneció inmóvil, sus ojos viajaban entre Don y Gretchen. Fiona se sorprendió al ver miedo en ellos. “Tiene fiebre”, dijo Madre Hogan “¿Tienes algo para ella?” “Sí. Déjeme examinarla”. “No le des nada hasta que yo lo apruebe ¿Entiendes?” “Por supuesto, madre Hogan”. “Gretchen, ven conmigo. Quiero saber por qué las dos desconocidas se encontraban en la casa de Fiona”. Fiona las vio marcharse, sus voces silenciadas cuando salieron afuera y cerraron la puerta. Levantó los ojos interrogantes hacia Don. “¿Qué te ha dado?”, preguntó él. “No lo sé”, dijo en voz baja. “Algo para el dolor”. 198
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Él bajó la mirada hacia su vientre y luego de regreso. “¿Por qué tienes dolor?” Ella tragó saliva, deseando poder confiar en él. “Viste la cópula ¿Debería ser tan grande?” “Por supuesto que no”, pero él también parecía tener miedo de hacer preguntas. Echó un vistazo a la sala de estar, viendo que la puerta hacia el exterior seguía cerrada. Le tocó el rostro, con el ceño fruncido. “Creo que tienes que ir a un hospital. La fiebre es muy alta”. Ella negó con la cabeza. “Sabes que Madre Hogan no lo permitirá”. “No. Pero no soy un doctor”, hizo una seña hacia el gabinete. “Cualquier medicamento que Belden haya podido decomisar en los últimos años, en su mayoría han expirado. Y las pociones que ella mezcla ¿quién sabe lo que hay en ellas?”, dijo él. “Es posible que hayas tenido una reacción a ella”. Fiona frunció el ceño, no está acostumbrada a escuchar que alguien criticara a la madre Hogan, incluso si fuese la verdad. Le agarró la mano, decidida a confiar en él. “Ella me mantuvo drogada toda la semana después de la cópula. Estaba encadenada”, dijo ella. “Y estaba sangrando”. “¿En la cueva?” Ella asintió con la cabeza. “Dijo que era para que Antel pudiese estar conmigo. Pero no creo que haya sido él”. Él dio un paso lejos de ella, echando un vistazo hacia la sala nuevamente. “¿Sabes lo que vive en las cuevas?”, preguntó ella. Negó con la cabeza “Trato de no pensar en ello”. “Lo sé. Yo también. Pero sea lo que sea, creo que esto…”, dijo señalando hacia su vientre, “…es de él. No de Antel”. “¿Estás diciendo que la cópula fue tu… tu primera vez?” “Sí”, susurró. “Es por eso que sé que esto no puede ser el bebé de Antel”. Sus ojos se sostuvieron por un largo momento, luego él asintió. 199
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“Tenemos que sacarte de aquí”. “No puedo”, dijo ella “¿Cómo podría explicar lo que sea que está creciendo dentro de mí?” Ambos levantaron la vista al oír voces. Aparentemente Belden se había unido a la madre Hogan y a Gretchen. Belden y Gretchen parecían estar discutiendo. Don se inclinó más cerca de ella. “Vamos a salir de aquí juntos. Voy a irme contigo”, dijo en voz baja. “Podemos escapar de esto”. “No puedo”, dijo ella. “Es demasiado tarde para mí”, ella le apretó la mano. “¿Por qué te quedas? ¿Por qué no te has ido?” “He tenido miedo. Miedo de siquiera pensar en ello. Madre Hogan siempre parece saber. Así que muchos han sido sacrificados”, él se apartó de ella nuevamente. “No quería ese destino”. Ella cerró los ojos, sintiéndose muy cansada otra vez. “Ven a la escuela mañana por la noche. Iremos por el sendero, a través de la ruptura de la valla. Tenemos que hablar”. Él negó con la cabeza. “No sé si pueda arriesgarme”. Oyeron como la puerta de afuera se abría y Don fue hacia sus gabinetes, fingiendo que miraba a través de sus medicamentos. “Ten cuidado con el guardia llamado Richard”, susurró ella. “Él es un espía de Belden”. Cerró los ojos nuevamente al escuchar los pasos que se aproximaban. Hubo un repentino frío en la habitación y supo que la madre Hogan estaba cerca. “¿Qué piensas?” Los ojos de Fiona se abrieron cuando Don entregó un envoltorio de plástico a la Madre Hogan. “Esto debería ayudar a bajarle la fiebre”, dijo Don. “Creo que pudo haber tenido una mala reacción a algo que le dieron. Una reacción alérgica, tal vez”, dijo vagamente. “Sí, tal vez Fiona exageró con mi poción, ¿hmmm?”
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Fiona sintió unos dedos fríos clavándose en su hombro y levantó la mirada hacia la madre Hogan. “¿Lo tomaste como te indiqué?” Fiona asintió. “La mitad de la mezcla con agua, sí”. Madre Hogan negó con la cabeza “No, hija. Te dije que mezclaras la mitad de ella, pero que la bebieras con moderación ¿Estás diciendo que tomaste todo de una vez?” Ella asintió, sin recordar tal instrucción. Madre Hogan se inclinó más, sus palabras significativas para Fiona y para nadie más. “Tienes que ser muy cuidadosa. Tu hijo es especial. No puede pasarte nada”. “Sí, madre Hogan”, respondió obedientemente. “Bien”, se enderezó. “Ahora, Gretchen está esperando para llevarte de regreso ¿Te sientes bien para eso? Quizás deberías quedarte conmigo esta noche”, sugirió ella. “Debería volver”, dijo Fiona rápidamente. “No queremos que mi ausencia provoque preguntas” dijo ella esperando que eso la apaciguara. Madre Hogan le miró fijamente, con los ojos clavados en los suyos. Fiona rogó que no pudiese leer sus pensamientos. Finalmente asintió. “Muy bien. Las dos nuevas de la escuela están husmeando donde no deben. No necesitamos añadir a su curiosidad”, le entregó las píldoras que Don le había dado. “Para la fiebre”, dijo ella. “Te presentaras con Gretchen en la mañana. Ella me mantendrá informada”. “Sí, madre Hogan”.
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CAPÍTULO 35
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Avery se paseaba, esperando con impaciencia a que las agentes llegaran. No le gustaba la idea de que ellas se aparecieran en su casa de esta manera, pero CJ pensaba que era importante que hablaran. Si alguien lo cuestionaba, él tendría que dar excusas. No había visto a Fiona por sí mismo, pero había oído hablar a algunos de los otros maestros sobre ella estando muy embarazada. Eso sin duda lo sorprendió. Un leve golpe en la puerta lo hizo mover rápidamente para abrirla. CJ y Paige entraron y la cerró detrás de ellas, pasando la llave como de costumbre. “¿Sabes algo?”, preguntó Paige. “Gretchen se fue con ella. Suponemos que la llevó a Hoganville”. “Eso es todo lo que sé”, dijo él. “Gretchen no me ha devuelto la llamada. No esperaría que lo hiciera. Este es un asunto familiar. No tiene nada que ver con la escuela”. “¿Qué demonios está pasando aquí?”, preguntó Paige. “Debiste haberla visto. Pensé que iba a morir”. Avery miró a CJ, preguntándole en silencio por la obvia preocupación de Paige. Eran agentes en una misión, aun así la angustia de Paige parecía muy personal. CJ pareció entender su pregunta no formulada. “Paige y Fiona se han convertido en amigas. Puesto que ella es una persona de interés, pensamos que lo mejor era hacernos amigas de ella”, explicó ella. “Paige vio cuando llegó manejando esta tarde”. “Ella se doblaba de dolor”, dijo Paige. “Fui a ayudarla a entrar. Tenía un pequeño frasco, una especie de polvo que dijo que Madre Hogan le había dado” “¿Madre?” “Sí. Ella llama a Ester Hogan ‘madre’. Al parecer todos lo hacen”, dijo CJ. “”Ella lo mezcló con agua…” Continuó Paige, “…y justo así…”, dijo chasqueando sus dedos, “…estuvo fuera. La metí en la cama, luego me fui”, dijo mirando a CJ. “Volvimos a verificar como estaba más tarde y la encontramos así. Su fiebre muy alta, las sábanas empapadas. Y no pude despertarla”.
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“Hiciste lo correcto al llamarme”, dijo él. “A pesar de todo, hay que mantener un perfil bajo y no llamar la atención sobre nosotros mismos”, dijo él repitiendo las palabras que Howley le había dicho. Él no era un agente de campo, pero conocía el manual de atrás hacia adelante. Estas dos podrían conocer las calles, pero él conocía el manual. “No perdamos de vista nuestra tarea”, notó la rápida mirada que intercambiaron las dos. “Sabemos cuál es nuestra tarea, Avery”, dijo CJ mientras se acercaba a la ventana, separando distraídamente las persianas y mirando hacia afuera. “Y hasta ahora, ha sido bastante benigno. Nuestra entrada a Hoganville… si alguna vez logramos entrar… es a través de Fiona Hogan”, se dio la vuelta. “Asumo que Howley te mantiene atado, pero en realidad, no tenemos nada. El equipo en Baton Rouge no tiene nada. El registro de la puerta resultó provechoso y…” “Sí, me enteré del patrón. Bastante sorprendente, en realidad, pensar que Fiona pudiese estar involucrada”. “Todos sabemos que siguen las órdenes de Ester Hogan”, dijo Paige. “Sea lo que sea que le haya pasado a los secuestrados… y a todos, podemos adivinar que ocurrió… creo que es prematuro culpar a Fiona. O a Gretchen, para el caso”. “Ellas parecen estar implicadas de alguna manera”, les recordó él. “Dudo seriamente que tengan libre albedrío”, dijo Paige. “Pero sí, tienen que tener algún conocimiento de lo que pasa”. “El patrón parece extraño ¿no?”, preguntó CJ. “Lunes, martes y miércoles por la noche ¿Qué crees que suceda? Quiero decir, originalmente, pensábamos que era una especie de culto ¿verdad?” “Esa era una mera especulación”, dijo Avery. “¿Hay algún tipo de ritual? ¿Tortura?”, él se encogió de hombros. “Es una incógnita para todos en este punto”. Paige negó con la cabeza. “Mira, he pasado suficiente tiempo con Fiona como para saber que no podría estar involucrada en eso ¿Tortura? Vamos, ella es tan dulce como puede serlo”, Paige miró a CJ. “¿Cierto?”
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“No creo que esté involucrada directamente”, dijo CJ. “Sin embargo, la poca evidencia que tenemos sugiere su participación en algo”, dijo ella. “Tal vez está jugando contigo”, dijo Avery. “He estado alrededor de ella un puñado de veces y tienes razón, parece ser muy agradable, muy amable. Podría ser una fachada”. “No. No soy una novata de la calle, Avery”, dijo Paige. “Sé leer a las personas. Ella no está fingiendo, no está actuando”. Avery levantó las manos. “Entiendo que quieras defenderla. Pero como CJ señaló, ella es la única conexión con Hoganville. Gretchen está fuera de cuestión. No pueden acercarse a ella”, fue hacia la misma ventana que CJ había desocupado anteriormente. Imitando sus acciones, también abrió las persianas un poco para mirar hacia afuera. “¿Estamos seguros que está embarazada?” Paige se echó a reír. “Oh, sí, estamos seguros. No sé qué tan avanzado está, pero no se notaba la primera vez que nos conocimos. Lucía de, no sé, seis o siete meses de embarazo”. “Por lo menos”, agregó CJ. “¿Creen que su enfermedad está relacionada con eso?” “Creo que su enfermedad está relacionada con lo que sea que le dio Ester Hogan para tomar”, dijo Paige. Él suspiró. Era obvio que no llegaría a ninguna parte con Paige. Echó un vistazo a CJ. “Creo que deberíamos llamar a Howley”, dijo ella. “Si esto es lo más cerca que vamos a llegar a Hoganville, esta pequeña interacción que tenemos con Fiona, entonces estamos perdiendo el tiempo aquí. O bien tenemos que asaltar el lugar y averiguar qué diablos está pasando u olvidarnos”. Avery negó con la cabeza. “Les aseguro que no quieren otro Waco en sus manos. No habrá asalto”. “Entonces ¿Qué jodido propósito tiene nuestra presencia aquí? ¿Para reunir pruebas que parecen inexistentes? ¿Para simplemente observar?”
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“Bueno, obviamente tenemos más preguntas que respuestas, lo sé”, dijo él queriendo ponerle fin a su reunión. No estaban logrando nada y cuanto más tiempo se quedaran, habría mayor oportunidad de ser vistos. Las palabras de Howley resonaron en su cerebro: ‘No llamen la atención sobre sí mismos’. “¿Es posible que puedas confrontar a Gretchen?”, preguntó Paige. “¿Averiguar lo que pasó con Fiona?” “No. Lo haré, por supuesto, preguntaré por su salud ¿pero enfrentarla? No”, se acercó a la puerta, con la intención de hacer una oferta de buenas noches, cuando el grito estridente ya familiar atravesó la noche. Saltó, el corazón le latía terriblemente fuerte. Él siempre daba un salto. “Jesús”. Paige se quedó sin aliento, con una mano en su propio pecho “Eso sonó cerca”. “Sí”, él se aclaró la garganta, ahora temeroso de abrir la puerta “¿Supongo que lo han oído anteriormente?” “Dos veces”, dijo CJ. Ella inclinó la cabeza “¿Hay osos por aquí?” “¿Osos?” “Algo estaba afuera de nuestra casa la otra noche”, explicó Paige. “Salimos. Encontramos algunas huellas. Pensamos que tal vez eran de oso”. “No he oído a nadie mencionar osos”, dijo él. “Sin embargo no creo que ese horrible grito sea de un oso ¿Y ustedes?” “No”, dijo Paige y se dio cuenta que se había movido más cerca de CJ. “¿Tienes alguna idea de lo que es?” “Algunos dicen que es una pantera negra, pero creo que es sólo un mito que han hecho rodar. Pero me molesta”, confesó él. “Tanto es así que he investigado a fondo y no he podido encontrar sonidos que se le asemejen. Un león de montaña después de haber matado suena similar, sin embargo, no es lo mismo. En cualquier caso, trato de no estar afuera de noche”, les ofreció una pequeña sonrisa. “Eso debe sonar extraño viniendo de un agente del FBI”. 205
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Todos saltaron nuevamente, mirando rápidamente alrededor cuando el primer grito se escuchó una vez más. “No. No extraño en absoluto”, murmuró CJ.
***
Ester Hogan se mantuvo de pie ante la ventana abierta de su estudio, mirando hacia la oscuridad, la noche húmeda, escuchándolo. ¿Estaba de caza? ¿Se estaba cansando de seguir ciervos? Ladeó la cabeza, escuchando su llamado a lo lejos en el bosque. Cerca de la escuela. Esperó, preguntándose si había cometido un asesinato. El grito resonó nuevamente por el bosque, provocando escalofríos a través de su cuerpo. Lo imaginaba rasgando la carne mientras devoraba a su presa. Se apartó de la ventana, el estrés del día regresando a ella. Sí, Fiona estaba enferma. Sólo esperaba que pudiese soportar unas cuantas semanas más. La última vez que había tratado este experimento, con Dovie Hogan, había salido terriblemente mal. Pero había aprendido mucho en los últimos veinte años. Había perfeccionado sus pociones, estaba segura. Por error había permitido que Dovie pariera de forma natural. Oh, qué terrible escena había sido. El bebé la había abierto por completo, sus afiladas garras la habían desgarrado. No hubo nada que pudiera hacer. El sangrado había sido demasiado. Todavía recordaba el grito insoportable que provino de Dovie cuando vio a su bebé. Ester sonreía ahora, pensando que probablemente eso había enloquecido a Dovie en sus últimos momentos. Era igual de bueno. Por desgracia, su bebé no había sobrevivido. No habría importado. Era un macho. Pero ahora Fiona llevaba una hembra. Oh, sí, él estaría tan complacido. Su dilema, sin embargo, era Fiona. No sabía cómo iba a explicar su ausencia en la escuela. Su madre también tendría curiosidad por el destino de Fiona, pero eso no tenía 206
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importancia. Su preocupación era mantener a la escuela fuera de sus asuntos. La prematura muerte de Fiona no podría explicarse fácilmente. Sobre todo cuando no habría cuerpo que entregar. Él llevaría a Fiona y a su bebé dentro de las cuevas con él. Cuando Fiona hubiese servido a sus propósitos, él... se desharía de ella. Suspiró. Echaría de menos a Fiona. Siempre había sido tan fiel. Pero su suerte en esta vida había sido lanzada hacía mucho tiempo. Un ligero golpe en la puerta le sacó de sus pensamientos. Ella abrió la puerta sin hacer ruido, indicándole a Belden que entrara. “Gretchen llevó a Fiona a la escuela. No había nadie alrededor”. “¿Las vecinas? ¿Las que la encontraron?” “No. No había luces encendidas. Ellas no parecían estar allí”. “Es extraño ¿no? ¿Has comprobado con Richard?” “Sí. No dejaron el complejo”. Ella regresó a su ventana, acariciando distraídamente las cortinas desgastadas que todavía estaban abiertas. “Bueno, tal vez estaban visitando a alguien”, lo miró fijamente. “¿Al director?” “No quería correr el riesgo de ser descubierto, madre Hogan. Me fui tan pronto como Fiona fue ubicada”, dijo él. “Sí, eso fue lo correcto”, hizo un gesto hacia una silla “Siéntate, Belden. Vamos a hablar”. Ella tomó su lugar detrás del escritorio, la vieja silla crujió cuando se deslizó hacia adelante. “¿Qué piensas de ellas?” “¿Las vecinas?” “Sí, las que entraron en la cafetería ese día. Parecían muy valientes. Casi como si hubiese sido una prueba”. “La guardiana, a la que llaman CJ, tiene experiencia. Gretchen dice que la otra, Paige, la profesora de gimnasia, parece ser inexperta”. “¿Qué significa eso?” 207
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“Que debe ser su primer trabajo. Gretchen dice que es poco ortodoxa”. “Parecen muy sociables con Fiona ¿no es así? Sé que le dije que se hiciera amiga de ellas, para averiguar sobre ellas, pero me ha reportado poco”, juntó las manos. “Es un momento extraño del año para traer a alguien nuevo, los contratos son lo que son”, dijo ella. “Algo me dice que no son lo que parecen ser”. “¿Quiere que les dé una visita?” Ella sonrió. “Todavía no. Pero muy pronto”.
***
CAPÍTULO 36
Fiona todavía se sentía débil, pero había logrado terminar sus clases sin incidentes. Afortunadamente, ninguno de los otros profesores había comentado, por lo que suponía que no estaban al tanto de lo que había sucedido. Todos menos Paige. Paige la había buscado a primera hora, asegurándose de que estuviese bien para enseñar. Fiona sonrió al recordar la preocupación de Paige, pero trató de asegurarle que estaba bien. Paige no se lo creyó, pero, ¿qué podía decir? Se arrastró hacia la cocina. Tenía hambre, pero sabía que no habría mucho para escoger. Abrió la nevera, sorprendida por el gran contenedor en el estante. Levantó la tapa y su estómago gruñó en anticipación. Una de las espesas sopas de carne de Selma. Se preguntaba si Gretchen la había traído, o tal vez Belden había logrado colarse durante el día. No le importaba. Estaba casi voraz. Sirvió una porción grande en una olla para calentarla, el aroma era tentador. Su apetito había aumentado en el último mes, pero nunca a este punto. Estaba salivando cuando escogió un trozo de carne de la olla. La mordió sorprendida… y encantada… que todavía
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estaba casi cruda. Sacó la olla de la cocina, sin importarle que no estuviese totalmente climatizada. Agarró una cuchara, comiendo directamente de la olla como si estuviese muerta de hambre. Captó su reflejo en el metal brillante de la olla, su rostro como el de una mujer loca mientras tomaba cucharada tras cucharada, el caldo le goteaba por la barbilla y hasta la mesa. ¿Qué me está pasando? Bajó la cuchara, disgustada consigo misma. Se quedó mirando el sangriento trozo de carne que había estado royendo, arrancándolo como si ella fuera un animal. La carne estaba tan cruda, había sangre corriendo por sus dedos. Se quedó mirando a la olla de sopa, sin ver nada más que sangre. Abrió los ojos y apenas pudo llegar a la basura antes de vomitar, vaciando su estómago de la sopa que acababa de consumir. Se dobló de dolor, temerosa de que fuese a desmayarse. Finalmente se apoderó de la encimera, estabilizándose hasta que la oleada de náuseas pasó. Se arrastró hasta el lavabo, todavía asida a la encimera. Giró el grifo, observando el flujo constante durante unos segundos antes de enjuagar su boca. Cerró los ojos y luego se echó agua en el rostro varias veces, tratando de alejar el sangriento escenario de su mente. “¿Qué me está pasando?”
***
CAPÍTULO 37
CJ metió la caja bajo su brazo mientras entraba, cerrando la puerta de un empujón con el codo. 209
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“¿Qué es eso?”, preguntó Paige desde la cocina. “No estoy segura. Algo de Ice”, dijo colocando la caja sobre la mesa. “¿Has hablado con Fiona?” “Muy brevemente”, dijo Paige. “Se veía mucho mejor, pero aún lucía débil. Me pregunto por qué no dice que está enferma”, Paige sonrió. “Y sí, he tenido que detenerme a mí misma para no ir y verificarla”. CJ se acercó por detrás, deslizando sus brazos alrededor de la delgada cintura de Paige. Sintió como Paige se relajaba contra ella con un pequeño suspiro. Dado que se habían convertido en amantes, la tensión entre ellas había desaparecido por completo. Y así todo el stress de pretender que odiaban esta misión encubierta. “Déjala en paz. Sabes lo que dijo Avery”, besó un lado del cuello de Paige, luego la soltó, curiosa sobre lo que Ice les había enviado. “Lo sé. Esperaré para hablar con ella mañana”, Paige volvió a cortar el tomate. “¿Te importa comer sobras? Hice una ensalada, pero no estaba de humor para cocinar”. “No hay problema”, dijo mientras cortaba la caja. Abrió la tapa, luego retiró el papel de seda. Se quedó mirando fijamente con incredulidad, parpadeando varias veces al darse cuenta de lo que estaba viendo. “Voy a matarlo”, murmuró. “¿Qué es?” Cerró la tapa rápidamente. “Nada”. Paige se acercó, con las cejas levantadas. “¿Nada?” Ella vaciló, luego deslizó la caja a lo largo de la mesa hacia ella. Paige abrió la tapa, con los ojos muy abiertos. “¿Esto es lo que creo que es?” “Sí. Y voy a matarlo”, dijo ella, tratando de alcanzar la caja.
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Paige la agarró la mano y la detuvo. “Tal vez deberíamos... probarlo”, sugirió Paige mirándola a los ojos con una sonrisa descarada. “¿Hmmm?” Las rodillas de CJ se debilitaron mientras se imaginaba haciendo precisamente eso. Jesús. Paige se movió rozando su cuerpo contra el de CJ. “¿Es eso un sí?”, preguntó besando ligeramente a CJ. “Dios, sí”, murmuró CJ inmediatamente. “Sí. Es decir... si estás segura”, añadió mientras sus manos se deslizaron por el cuerpo de Paige. Otro beso, entonces Paige se alejó, dándole a CJ la caja. “Te veré en el dormitorio”, dijo con un guiño. CJ pasó las manos por su cabello, sintiendo como temblaban. Dios. Abrió la caja nuevamente, mirando el interior. No era como si nunca hubiese usado un falo anteriormente. ¿Pero con Paige? Maldita sea, la mujer nunca dejaba de sorprenderla. Cuando salió del baño hacia el dormitorio, Paige la estaba esperando. La sabana se había deslizado hasta su cintura, sus pezones estaban duros por la anticipación. CJ lamió sus labios y luego tironeó los pantalones cortos que se había colocado para ocultar el falo que estaba atado a ella. Se sentía expuesta, de pie allí bajo la luz. Paige levantó las sábanas, dejando al descubierto su cuerpo desnudo ante los ojos codiciosos de CJ. “Ven aquí”. CJ asintió, caminando lentamente hacia la cama, el falo reclamando atención en el interior de sus pantalones cortos. Se sentía nerviosa y no estaba muy segura de cómo proceder. Paige dejó caer la sabana mientras se ponía de rodillas, extendiendo una mano. CJ la tomó, sorprendida por la confianza que Paige estaba demostrando. Sintió su excitación mientras sus ojos se encontraban, Paige le hizo señas para que se acercara. “Vamos a quitarte esto”, sugirió Paige, tirando de la camiseta de CJ hacia arriba y sacándola. Su sujetador le siguió, dejándola desnuda de la cintura para arriba. Su 211
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preocupación por la manera en que Paige recibiría esto, se transformó en excitación y tiró de Paige hacia ella, besándola con fuerza. Escuchó el jadeo de Paige cuando sus caderas se encontraron y el bulto en sus pantalones cortos se apretó contra el centro de Paige. Paige se recostó, instando a CJ para que la siguiera. CJ lo hizo, buscando sus labios nuevamente. “Paige…”, susurró ella, “… ¿estás segura?” Paige sonrió mientras sus manos se deslizaban dentro del pantalón corto, empujándolos hacia abajo. CJ los echó fuera y cerró los ojos al sentir las manos de Paige en la piel de sus muslos, moviéndose más arriba. “Nunca he hecho esto”, CJ abrió los ojos, encontrándose con la mirada de Paige. “Entonces tal vez deberíamos…”, pero sus palabras fueron cortadas cuando la lengua de Paige se deslizó dentro de su boca. “Dios, Paige…”, susurró cuando el beso llegó a su fin. Paige estaba debajo de ella, abierta y apetecible. CJ se bajó a sí misma, escuchando el gemido de Paige cuando frotó el falo contra ella. No podía creer lo mucho que la quería… tan desesperadamente. “¿Me lo dirás si te hago daño?” Paige sonrió nuevamente. “No imagino que tú me hagas daño”, deslizó su mano entre sus cuerpos y CJ sintió como agarraba el juguete, guiándolo hacia su apertura. CJ gimió cuando reconoció lo que Paige estaba haciendo. Se dejó llevar, relajándose mientras presionaba hacia delante, sintiendo como la mano de Paige se alejaba mientras la penetraba. Se estremeció al darse cuenta que estaba dentro de ella, completamente. Utilizando sus brazos para sostenerse a sí misma, bajó sus caderas, mirando el rostro de Paige, donde era evidente su placer. Sus ojos permanecieron conectados y se detuvo por un momento, sin saber lo qué Paige quería. En respuesta, las manos de Paige fueron hacia sus caderas, ahuecándolas y animándola. CJ asintió mientras lo sacaba, luego empujó hacia adentro, más profundamente esta vez, sus gemidos se mezclaron con los de Paige mientras Paige se arqueaba contra ella. Se perdió a sí misma en este baile atemporal, llenando a Paige con cada golpe, sintiendo su propia humedad… su propia excitación… como respuesta posterior. Ahora su única 212
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preocupación era Paige y las manos frenéticas en sus caderas, urgiéndola. Se inclinó más, tomando la boca de Paige en otro acalorado beso, su respiración acelerada por su esfuerzo. “Dios, sí”, siseó Paige cuando las caderas de CJ se movieron más rápido, el falo se deslizaba con la humedad de Paige. CJ escuchaba vagamente el crujido de la cama con cada empuje de sus caderas, su ritmo imitando la fuerza de su movimiento. Paige ahora jadeaba, girando su cabeza hacia un lado. CJ agarró el muslo de Paige, tirando de él hacia arriba, dándose más espacio. Sus brazos estaban temblando por su peso, pero continuó. Chocaba contra ella con más y más fuerza, la base del falo golpeaba su clítoris con cada golpe, haciéndola dolorosamente consciente de su propia excitación. Los dedos de Paige se clavaron en sus brazos, sus caderas se arquearon una vez más, encontrándose plenamente con CJ en su último golpe, gritando cuando su orgasmo la poseyó. Su cuerpo se relajó, sus ojos se abrieron parpadeantes y luego se cerraron. CJ se retiró de ella y se dio la vuelta mientras sus brazos cedían. Retiró el falo, yendo con sus dedos hacia su propia humedad, en busca de alivio. “Permíteme”, murmuró Paige mientras se volteaba, sus dedos se deslizaron sobre el clítoris de CJ. CJ se arqueó y abrió las piernas, dejando que Paige le acariciara. Demasiado pronto su clímax la poseyó, su aliento tembloroso quedó atrapado contra el cuello de Paige mientras ella la abrazaba. Ambas se quedaron inmóviles, recuperando el aliento. Su piel estaba húmeda por el sudor, al igual que la de Paige. Apartó el cabello del rostro de Paige, mirándola a los ojos. “Fantástico”, respondió Paige a su pregunta no formulada. Se apoyó sobre un codo, moviendo sus dedos perezosamente a través del pecho de CJ. “¿Quieres que te devuelva el favor?” CJ tragó saliva y negó con la cabeza. “No. No, estoy bien”. Paige la miró inquisitivamente y CJ no pudo sostenerle la mirada. Maldita sea. “Debes saber a estas alturas que la penetración no es lo mío. Al menos… no con eso”. 213
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Paige asintió y CJ pudo ver las preguntas que se formaban. “¿Quieres hablar de ello?” CJ se dio la vuelta. “No”. Cerró los ojos, pero las caricias de Paige nunca vacilaron, sus dedos se deslizaban suavemente sobre su piel. “Cariño ¿qué edad tenías?” CJ se mordió el labio, avergonzada de que Paige hubiese adivinado. No debería estar sorprendida. Había hecho alusión a eso ella misma. Nunca le había contado a alguien acerca de ese momento en su vida. Pero quería contarle a Paige. Sentía una conexión… una cercanía… con Paige que no había tenido con nadie más. Su mayor temor era si Paige la juzgaría con dureza o no. “Tenía diez años cuando comenzó”. Paige jadeó y sus dedos se quedaron inmóviles. CJ se volteó para mirarla. “Mi hermana era dos años mayor que yo”, dijo ella “Trató de detenerlo”. Paige la miró a los ojos “¿Diez? Dios mío ¿Qué pasó... qué pasó con tu madre? ¿Estaba allí? ¿Lo sabía?” CJ asintió “Ella sabía. Creo que estaba agradecida de que él la dejara en paz”, se inclinó hacia Paige, limpiando una lágrima que se formaba. “No llores por mí, Paige. Es demasiado tarde para eso”. Paige aclaró su garganta y respiró hondo. “¿Sabes de que estoy de humor? Una botella de vino”. “¿Sí?” “Sí. Estoy aquí. En la cama. Contigo”. Paige acarició su rostro suavemente, frotando un dedo sobre sus labios. “Quiero saber tu historia. Quiero saber que te hace quién eres, ¿vas a contarme?” “No es una historia bonita”, advirtió CJ. “No. No creo que lo sea”, hizo una pausa. “Si no quieres contarme, lo entenderé”.
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CJ casi dijo eso precisamente. Esa era una parte de su vida en la que rara vez pensaba. Pero Paige tenía razón. Era lo que la había hecho quién era ¿Quería compartirlo con Paige? “Está bien. Te voy a contar mi historia”. Paige le sonrió tranquilizadoramente, luego se arrastró fuera de la cama, agarrando sus pantalones cortos y su camisa desechada, caminando desnuda hacia el cuarto de baño. La mirada de CJ siguió sus movimientos, disfrutando de las suaves curvas y piel suave con un suspiro de satisfacción. Toda su vida adulta la había pasado en soledad, saltando de cama en cama, de mujer en mujer. Sin sentido. Era todo lo que pensaba podía ofrecer a cualquier persona. El deseo de compartir más, simplemente no estaba allí. ¿Por qué entonces se descubría a sí misma disfrutando de esta felicidad doméstica con Paige? Casi deseaba que esta asignación se prolongara durante un tiempo más. Una vez que todo hubiese terminado, regresarían a Houston... y a sus vidas. Sorprendentemente, era algo que no estaba lista para pensar. Cuando Paige salió del baño, CJ tomó su turno. Encontró a Paige de vuelta en la cama, apoyada en las almohadas. Una camiseta le cubría esta vez, aunque… sin brasier… los ojos de CJ fueron atraídos por sus pechos y pezones que se dibujaban perfectamente. Paige le sonrió. “Tranquila, tigre”, palmeó la cama junto a ella. “Ven”. CJ arqueó una ceja. “¿Otra vez?” Paige se echó a reír, una risa que hacía que sus ojos bailaran de alegría. “¿Qué tal si hablamos primero?”, dijo ella sosteniendo un vaso de vino para CJ. CJ asintió, desapareciendo la ligereza cuando sus ojos se encontraron. No había nada alegre sobre la historia que estaba a punto de contar. Se recostó junto a Paige, tomando la copa y sosteniéndola suavemente entre sus dedos. Nunca había sido una bebedora de vino. Nunca había pensado mucho en el vino anteriormente. Paige, sin embargo, estaba bien versada y conocía muy bien que vino era apropiado para cada ocasión. Como ahora, sentada en la cama, con CJ a punto de contarle los horrores
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de su infancia. Un vino color rojo oscuro para la ocasión. CJ ni siquiera pretendía saber qué tipo de vino era. Tomó un sorbo y luego otro. Paige esperó en silencio a su lado. “Mi hermana y yo compartíamos una habitación”, dijo ella. “Cathy era dos años mayor que yo”, se encogió de hombros. “Nunca supe que él solía visitarla durante las noches”, le dio una media sonrisa. “Esa era la palabra que usábamos. ‘Visita’. En fin, su temperamento era legendario. Mi madre, bueno, ella llevó su ración de golpes. Él llegaba tarde a casa, oliendo a whisky y se quejaba de que la cena no estuviese sobre la mesa”, CJ la miró. “Por supuesto, todos comíamos temprano, a la hora normal. Ella siempre tenía un plato para él. A veces era lo suficientemente bueno. La mayoría de las veces. Otras veces, estrellaba el plato contra la pared y la golpeaba un par de veces por no ser una buena esposa. Hacía que ella cocinara nuevamente algo para él”. “¿Dónde estabas?” “Oh, diablos, estábamos escondidas, esperando que no nos viera. Creo que a veces olvidaba que estábamos allí. Si él estaba en uno de sus estados de ánimo y le daba palizas a ella, si nos veía, también ganábamos una paliza”. “Oh, cariño”, susurró Paige. “Simplemente era con lo que vivía. Hasta esa primera vez que vino a mi cama. No tenía ni idea de lo que estaba pasando. Teníamos dos camas allí, Cathy saltó de su cama y comenzó a golpearlo, diciéndole que me dejara en paz. Yo estaba asustada de muerte y él la lanzó por la habitación como si fuese un muñeco de trapo”. CJ se detuvo ante el recuerdo borroso de aquella noche. Podía ver a Cathy viniendo a su defensa, recordaba el sonido de su pequeño cuerpo golpeando la pared, podía ver como Cathy caía. Recordaba a su padre tirando de sus bragas. Aparte de eso, sólo recordaba el dolor... y la vergüenza. Sacudió su cabeza, aclarándola. “En fin, después de eso, cada vez que entraba en nuestra habitación, era como, si rogaras que no fueses tú quien escogiera esa noche, sin embargo, casi deseabas que lo fueras”, tragó y respiró hondo. “Escuchar como él violaba a Cathy era peor que si me lo estuviese haciendo a mí”.
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La mano de Paige acariciaba su muslo de arriba hacia abajo, con su cabeza ligeramente apoyada en el hombro de CJ. Sólo podía imaginar los pensamientos que pasan por la mente de Paige. Se dio la vuelta, viendo las relucientes lágrimas en los ojos de Paige. ”¿Quieres que me detenga?“ Paige negó con la cabeza y apretó su muslo. ”Quiero saber“, susurró. CJ asintió, con la intención de contarle todo. “Eso se prolongó durante los siguientes tres años, hasta que Cathy quedó embarazada. Tenía quince años entonces”. “Jesús”, murmuró Paige. “Mi madre ni siquiera sabía. Cathy me hizo prometer que no le diría a nadie. Pero entonces estaba comenzando a notarse y tenía que hacer algo. Me dijo que se ocuparía de ello. Así que una mañana mientras nos preparábamos para la escuela ella comenzó una discusión con él. Ni siquiera recuerdo por qué. Él le dio una bofetada, como una advertencia para que se callara. Pero no lo hizo. Ella siguió provocándolo. Yo estaba escondida en la habitación, mirando por la rendija de la puerta. Nuestra madre estaba en la cocina, preparando el desayuno como si nada estuviese pasando. En fin, él la golpeó muy bien, rompiendo su labio. Y como de costumbre después de una paliza, nuestra madre buscaba el maquillaje para ocultar los moretones. Esa mañana no fue diferente. Cuando entramos en la escuela, nos metimos en una tienda y Cathy se lavó el rostro, se quitó todo el maquillaje”, CJ miró a Paige. “Tenía la huella perfecta de una mano en la mejilla”. “¿Cathy esperaba que alguien se enterara?” “Sí. Ella estaba en la secundaria. Yo todavía estaba en la primaria. Cuando llegamos a mi escuela, me dijo que la verdad saldría ese día. Ella dijo: ‘Cuando vengan y te busquen haciendo preguntas, diles la verdad’”. CJ respiró profundamente. “Tenía miedo. Tenía miedo de lo que él haría con nosotras, ya sabes”. “¿Y vinieron?” CJ asintió. “Cathy le contó todo a su consejero de la escuela”, CJ la miró. “Todo. Así que cuando me llamaron, había una mujer policía allí. Al principio, pensé, mierda, ahora estamos realmente en problemas”, dijo sonriendo.
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Había sido tan ingenua en ese momento. No inocente, no. Pero recordó su miedo en ese entonces, el temor de que la policía simplemente le llevara a su casa con su padre. “¿Pero les dijiste?” “Sí. Recuerdo lo sorprendidos que estaban todos, cuan horrorizados”, se volvió hacia Paige. “Esa era nuestra vida. Eso era con lo que nos topamos a diario. Ya no era una sorpresa para nosotras. Simplemente así era nuestra vida”. Paige tomó la copa de vino que ella había olvidado, bebiendo lo que CJ había dejado. CJ notó que las manos de Paige estaban temblando. Se preguntaba qué pensaba de todo. ¿Estaría asqueada? Seguro. ¿Se apartaría de ella como lo habían hecho sus amigos en aquel entonces? ¿Como si fuesen leprosas? ¿Cómo si tuviesen una enfermedad? Paige entrelazó sus manos juntándolas, levantándola para poder besar los nudillos de CJ. Dejó escapar un profundo suspiro. “¿Qué pasó entonces?” CJ miró sus manos entrelazadas, complacida por el contacto. Apretó los dedos de Paige un poco más fuerte antes de continuar. “Me llevaron hasta la secundaria y llamaron a nuestra madre. Ella... ella lo negó todo, dijo que estábamos inventándolo todo sólo para llamar la atención”. CJ hizo una pausa, recordando el desafío en el rostro de Cathy mientras permanecía de pie, levantando su camiseta y señalando su vientre. ‘¿Estoy inventando esto?’ Sonrió ante el recuerdo. Su madre había sido sorprendida quedando sin palabras. “¿Por qué lo negaría? ¿Esa no era su oportunidad de alejarse de él?” “Estaba asustada. Tenía miedo de los golpes que recibiría cuando él se enterara”, se recostó contra las almohadas, sin soltar la mano de Paige. “Para resumir, nos llevaron a un refugio, a mí y a Cathy. Nuestra madre era tan culpable como nuestro padre”. “¿Prisión?” “Eventualmente, sí. El hijo de puta obtuvo veinte años. Ella obtuvo ocho”. “¿La has visto?” 218
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“Una vez. Me encontró cuando salió. Yo estaba empezando en la academia. En el Departamento de Policía de Houston, no en el FBI”, contestó a la pregunta silenciosa de Paige. “Le dije que no me contactara nunca más. No quería tener nada que ver con ella”, se encogió de hombros “Y no lo ha hecho”. “¿Y tu hermana?” CJ cerró sus ojos por un momento, imaginando el rostro de Cathy. “Nos fuimos a vivir con mi tía. Ella era todo lo contrario a nuestra madre. Una bonita casa, un buen trabajo. Estaba divorciada y no tenía hijos. Nos acogió y nos dio un lugar estable donde vivir. Pero Cathy... Cathy no pudo hacerlo”, entonces miró a Paige. “El embarazo, quiero decir. Ella se suicidó”. “Oh, Dios, cariño. Lo siento tanto”, murmuró Paige, sus dedos se apretaron alrededor de la mano de CJ. “Dejó una nota para mí. Fue breve, al grano. Muy sincera”, dijo ella. No mencionó que todavía tenía la nota, que todavía la leía de vez en cuando. Tragó saliva, sus palabras salieron con dificultad mientras la recitaba: “Te amo, CJ. Nunca olvides eso. Haz algo bueno de tu vida. Ayuda a los niños. Niños como nosotras. Pero no puedo hacer esto. No puedo traer un niño al mundo, no uno que fue engendrado por ese monstruo. No voy a hacerlo”, se encontró con los ojos de Paige notando lágrimas en ellos. “Eso fue todo. Esa fue la nota. Ella se subió a un árbol y se ahorcó”, dijo simplemente. “Oh, bebé, ¿tú la encontraste?” CJ negó con la cabeza. “No. Mi tía lo hizo. Ya había leído la nota. Lo supe”. Paige se acercó, acariciando suavemente con sus dedos la frente de CJ, apartando su cabello de su rostro. “Todo eso, por eso cuando son niños ¿te afecta?”. CJ asintió. “Al principio, su nota me derrumbó. Quiero decir, nosotras fuimos engendradas por ese monstruo. Pero no la culpé. Traté de hacer lo que ella dijo. Pensé que tal vez podría ser una consejera de escuela, como la que nos ayudó. O tal vez una trabajadora social o algo así”, sonrió. “Descubrí que la universidad no era lo mío. Obtuve mi diploma, pero la perspectiva de finalizar era demasiado desalentadora. Me aceptaron en la academia, así que me salí de la universidad”. 219
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Estaba casi avergonzada por ese hecho, consciente de que Paige no sólo había terminado, sino que también había ido a la escuela de leyes. “La universidad no es para todos”, dijo Paige. “Te convertiste en una persona maravillosa, CJ. Tu hermana se sentiría orgullosa ¿no lo crees?” “Creo que… sí, tal vez”, dijo ella. Paige se acercó aún más y la besó suavemente. “¿Ves a tu tía todavía?” CJ asintió. “No tanto como debería, pero sí, hablamos. Ahora está casada. Suelo pasar por allí en Acción de Gracias y ceno con ellos”, se apoyó en Paige, permitiendo que Paige la abrazara mientras se acomodaban en las almohadas nuevamente. Cerró sus ojos, los suaves dedos de Paige acariciaban su piel de ida y de vuelta adormeciéndola a un estado relajado, su mente se liberaba a sí misma de esas imágenes de tanto tiempo atrás. La vulnerabilidad que normalmente sentía al recordar esos momentos en su vida ahora se habían ido. Si era el hecho de que estaba más vieja… y más sabia… o simplemente que ahora lo aceptaba, no lo sabía. Fuese lo que fuese, se sentía en paz con todo. Abrió sus ojos, descubriendo que Paige la observaba. No había ninguna señal de juicio, ni de asco o de repulsión. Sólo un toque de tristeza, nada más. Detuvo la mano que aún se movía perezosamente a lo largo de su brazo, llevándola hacia su boca y la besó suavemente. “Gracias”.
***
CAPÍTULO 38
Fiona se sentó en su sillón, leyendo. Era su única forma de entretenimiento ya que madre Hogan había prohibido la televisión. La mayoría de los otros, ni siquiera habían visto un 220
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televisor. Del rebaño restante, sólo ella, Don y Gretchen habían estado afuera. No sabía nada de Don y Gretchen, pero ella había estado fascinada con la televisión cuando estuvo en la universidad. Cualquier razón que madre Hogan utilizaba para prohibir los televisores, Fiona sabía el verdadero propósito. Tener televisores expondría al rebaño hacia el mundo exterior, influiría en ellos. Sería someterlos a ideas que la mayoría de los que vivían en Hoganville no tenían ni idea, tomando en cuenta lo protegidos… y controlados… que los mantenía madre Hogan. De esa manera, no habría perspectivas de ninguno de los otros para salir al exterior. Fiona era la más joven que quedaba. Todos los jóvenes como ella habían sido sacrificados por varias razones. Desobediencia. Sí, algo de lo que nunca había sido acusada. Miró su libro con cariño, sabiendo que madre Hogan no tenía ni idea de cuántos de ellos había devorado con los años. Era un visitante frecuente de la biblioteca en la universidad. Su único temor era que Gretchen descubriera su pasión por la lectura y lo reportara a la madre Hogan. Hasta ahora, había sido capaz de proteger sus sueños, viviendo a través de los personajes de sus libros, permitiéndose escapar de la existencia infernal que había tenido hasta el momento. Sin embargo, era una realidad que había llegado a aceptar. Sobre todo ahora, pensó, mientras se atrevía a tocar su anormalmente enorme vientre. Oh, pero deseó no haber aceptado. Los eventos del mes pasado le hicieron darse cuenta de lo mucho que realmente quería salir. Las elecciones que había hecho, de las pocas elecciones que en realidad tenía, deseaba poder rehacerlas. Si hubiese sido más fuerte, habría escapado años atrás. Si se hubiese atrevido, podría haber escapado cuando estaba en la universidad. Suspiró. Sí, sólo si ella se hubiese atrevido. Pero el temor que madre Hogan le había inculcado entonces era aún más fuerte. Y ahora, por supuesto, ya era demasiado tarde para eso de todos modos. Un golpe rápido y delicado en la puerta de la cocina la sacó de sus cavilaciones. Ladeó la cabeza escuchando y el golpe sonó nuevamente. Frunció el ceño, preguntándose quien estaría en su puerta trasera. No era Paige. Ella usaría el frente. Quizás Belden, pero él no se molestaría en llamar.
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Abrió la puerta, sorprendida al encontrar a Don allí. Al ver que no se había presentado la noche anterior, había asumido que él había cambiado de opinión. No lo habría culpado. “¿Estás sola?”, susurró él. Ella asintió con la cabeza. “Sí, estoy sola ¿Está todo bien?”, preguntó ella, mirando más allá de él en la noche oscura. “Sí. No pude venir ayer por la noche. Belden estaba afuera y vigilante. No quería arriesgarme”. Ella asintió con la cabeza y dio un paso atrás. “Entra”. Él lo hizo y ella cerró la puerta detrás de él. Miró a su alrededor, luego rió con inquietud. “No me importa decir que estaba un poco nervioso saliendo”, se aclaró la garganta. “Está bien, muy nervioso. Incluso puse almohadas en mi cama para que se viera como que si estaba durmiendo”, se encogió de hombros. “Si Belden se entera que salí…” “Sí, lo sé. ¿Viniste por el sendero?” “Sí. Me tomó cerca de media hora a paso rápido”. Sus ojos se encontraron. “En el bosque por la noche, Belden sería la menor de mis preocupaciones”, dijo ella. “Lo sé. Estaba aterrorizado”. Ella se movió lentamente hacia la sala de estar y su sillón, haciendo un gesto hacia el sofá desgastado para él. En vez de sentarse, él la ayudó a sentarse en su silla. “Gracias. Cada día se me hace más difícil moverme”. “No puedo creer que estés tan tranquila sobre esto”, dijo Don, con sus manos retorciéndose nerviosamente. “¿Tranquila? Tendrías que haberme visto ayer. Después de tomar la poción, la que madre Hogan me dijo que tomara dos veces al día, estaba tan hambrienta. Pero sabía que no tendría nada. Excepto por una sopa que me dejaron. Una de Selma, ya sabes. Empecé a comerla como si fuese una loca”, hizo una pausa, sólo pensar en ello le daba náuseas. “La sopa estaba ensangrentada”, dijo ella. “Ni siquiera pude notarlo al principio. Estaba llena de carne cruda y... sangre”, apartó la mirada, aclarando su garganta. “Me enfermé. 222
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Vomité todo. Y no he tomado su poción en todo el día”, lo miró fijamente. “¿Qué crees que haya en ellas? ¿Qué crees que ella mezcle?” Él negó con la cabeza lentamente. “Ni siquiera podría adivinar. Pero no tomaría nada de lo que me diera”, se inclinó hacia delante. “Sabes que el rumor es que ella envenenó a su madre”. Fiona asintió. Sí, todos habían oído ese rumor. A menudo se preguntaba si madre Hogan lo había empezado ella misma, un medio más para mantener el rebaño bajo su control. A pesar de que no tenía ninguna duda de que podría haber sido cierto. “Crees que… bueno ¿crees que haya una posibilidad de que pudiese escapar?” “Sí. Pero vas a necesitar ayuda. Hay alguien en quien confío aquí. Ella te ayudará” “¿Una maestra?” “Sí. Las dos nuevas. Las que me encontraron la otra noche”. “¿Son nuevas? ¿Y confías en ellas?” Ella asintió con la cabeza. “Sí. Ellas te ayudarán. Sé que lo harán”. “¿Vendrás conmigo?” Ella cerró los ojos, sintiendo el dolor que comenzaba de nuevo. Oh, cómo desearía poder huir con él. “No. Sabes que no puedo. Sin embargo, he estado pensando en cómo puedes hacerlo. Estoy segura que una vez que entre en Hoganville este fin de semana, no va a dejar que me vaya nuevamente. Así que debe ser esta semana”, trató de moverse en la silla, pero no pudo. Tomó respiraciones cortas y poco profundas, descubriendo que eso le ayudaba un poco con el dolor. “Vienes aquí el viernes”, dijo ella. “Temprano. Estarás aquí cuando salga para la escuela. Iremos juntos”, encontró su mirada resuelta. “Tenemos que decirles”. “¿Decirles?” “Sí. Todo”.
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Se puso de pie rápidamente. “Fiona, no podemos”, caminó delante de su silla nerviosamente. “Sabes lo que pasará. Belden nos llevará a las cuevas. Nadie regresa de las cuevas”. Su respiración se estaba volviendo laboriosa y se preguntaba si tal vez debió haber tomado la poción de madre Hogan después de todo. Ella lo miró, viendo el miedo en sus ojos. Extrañamente, ella no sentía nada de eso. “Vas a lograr salir de aquí ¿recuerdas?”, señaló hacia su vientre “Y no seré enviada a las cuevas. No mientras lleve esto”. “Pero si les decimos, ¿crees que incluso nos crean? A veces no lo creo yo mismo”, sacó un pequeño frasco de pastillas del bolsillo. “Toma”, dijo entregándoselo a ella. “Casi se me olvida. Es Vicodin. Para el dolor. Supuse que no estarías tomando sus pociones, no después de la otra noche”. “Gracias”, se quedó mirando la botella. “¿Qué va a hacer esto?” “Va a hacer que sientas sueño. Es posible que desees tomar sólo la mitad de una pastilla ahora”, sugirió. El dolor era cada vez peor, pero pensaba que podía mantenerlo a raya un poco más. “Voy a tomar una pastilla entera antes de acostarme”, ella lo miró. “Voy a despertar ¿no?” Él sonrió y asintió con la cabeza “Sí. Y una ventaja añadida, no ha expirado”, se sentó nuevamente, sus pensamientos, obviamente, regresaron a lo que habían estado discutiendo. “Si les decimos ¿qué pasará con los otros?” “¿El rebaño?”, ella negó con la cabeza. “Ellos no pueden funcionar en el exterior, lo sabes ¿Van a ser encarcelados? Madre Hogan será encarcelada. Belden y su equipo, sí. ¿Pero los otros?” “Ninguno de nosotros éramos participantes en esto, Fiona”. “Tú y yo”, dijo ella. “Hemos estado afuera. Teníamos conocimiento. Debimos haber hecho algo para evitarlo hace años”. “¿Hacer qué? Los dos conocíamos las consecuencias. Hemos visto lo que le pasa a los que van en contra de madre Hogan”, le recordó. 224
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“Sí”, y eso también lo había pensado ella ¿Qué pasaría con el rebaño? ¿Con su propia madre? Sabía la respuesta, pero tenía miedo de decirla ¿Le habían lavado el cerebro a Don al igual que el resto de ellos? ¿O había sido capaz de bloquearlo, como ella lo había hecho? ¿Era porque tenían educación, porque habían estado afuera, que supo incluso que podrían bloquearlo? “¿Qué estás pensando?” “Las sesiones”, dijo ella. “No le permití entrar”, golpeó su cabeza. “La he bloqueado”. “Roca amarilla”, dijo claramente, arqueando una ceja. Ella sonrió. “Tú la has bloqueado también”. “Sí. La palabra clave de madre para su poción venenosa”, se puso de pie nuevamente. “Cuando las sesiones comenzaron, estaba horrorizado por lo que había planeado para nosotros. Vi a los otros, todos en trance, todos repitiendo sus palabras. Roca amarilla en el reloj”, se rió. “Uno pensaría que ella podría haber escogido una mejor frase que esa”. Odiaba tener que decirlo, pero era la única opción. “Tal vez el rebaño deba terminar con esa frase”, dijo ella. “Ponerle fin a todo de una vez por todas”. “¿Hacer que todos mueran por sus propias manos?” “¿Conoces a alguien que pudiese sobrevivir fuera de los confines de Hoganville?” Lentamente negó con la cabeza. Ella respiró profundamente sintiéndose más cansada de lo que debería. “Vuelve el viernes”, dijo. “Ahora tienes que irte. No quieres ser atrapado en el bosque”. Miró hacia la noche. “Sí, tengo que darme prisa. No quiero ser confundido con la cena”. Lo dijo con una risa, pero no tenía ninguna duda de que él lo decía literalmente.
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CAPÍTULO 39
“Bueno, te ves mejor”, dijo Paige mientras ayudaba a Fiona a ocupar la silla. “Sí. Me siento casi normal”, dijo Fiona. Señaló hacia su abultado vientre. “Tan normal como puede ser con esto, de todos modos”, comenzó a desenvolver su sándwich, pero se detuvo. “Todo el mundo está hablando de mí ¿no es así?” Lo más educado por hacer sería mentir, pero Paige no pensaba que Fiona quería eso. Así que asintió. “Sí. La mayoría están preocupados”, dijo ella. “Y, por supuesto, algunos están sorprendidos por tu embarazo”. “Sí. Yo también lo estoy”, dijo con una pequeña sonrisa. “Pero terminará pronto”. “¿Estás ya estás en espera?” “Sí. Pronto”, dijo Fiona con evasivas. Paige no la presionó. También estaba preocupada por la salud de Fiona. Aunque, como había dicho, se veía mejor hoy. Pero decidió mantener las cosas ligeras durante su almuerzo y no presionarla. “Tuve otro regaño de la Sra. Miner”, dijo ella. “Entró en el gimnasio mientras estábamos haciendo Zumba”. Fiona se echó a reír. “Apuesto a que casi le da un infarto”. “Peor aún. Me hizo una cita con el director Avery para estudiar mi falta de plan de estudios”. Paige se inclinó hacia delante con complicidad. “Ella piensa que estoy saboteando la auditoría que está por venir en el otoño”, sonrió “Sí, voy a derribar sin ayuda la escuela”. Fiona estrechó su mano. “Oh, se siente tan bien reír. Gracias”. Paige asintió, pero se sorprendió cuando Fiona entrelazó sus dedos.
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“Realmente me gustas, Paige. Creo... creo que podríamos haber sido muy buenas amigas”. Paige frunció el ceño. “¿Qué quieres decir con que podríamos haber sido?” “Quiero decir, que me gustaría que no hubiese sido aquí. Me gustaría que hubiese sido en el mundo real”, apretó sus dedos. “Un lugar diferente, un tiempo diferente”. Paige no estaba segura de lo que quería decir y supuso por la expresión de su rostro que reflejaba sorpresa porque Fiona se echó a reír nuevamente. “No, no. No me refiero sexualmente”, dijo Fiona. “No como tú y CJ”. “Oh. Está bien, entonces”, dijo Paige dándole una sonrisa de alivio y apretó aún más su agarre cuando Fiona trató de retirar la mano. “Simplemente siento que contigo, si hubiésemos estado en otro lugar”, explicó ella. “Podríamos haber sido mejores amigas”. Fiona suspiró “Nunca he tenido una mejor amiga”. Paige aclaró su garganta. “Bueno, ahora la tienes”. Volvieron a comer su almuerzo y Paige se preguntaba qué estaba pasando con Fiona. Parecía diferente. La misma, sin embargo, diferente. Las siguientes palabras de Fiona sólo confirmaron eso. “¿Crees en los monstruos?”, preguntó Fiona en voz baja. Paige asintió. “Sí, las personas pueden ser monstruos”, le guiñó un ojo “Estas estudiantes pueden ser monstruos”. Fiona no le devolvió la sonrisa. “No hablo de las personas. Monstruos reales”. Paige apoyó los codos sobre la mesa, estudiándola. “No lo sé. Leemos acerca de ellos en los libros, están en el cine, pero si existen o no, no estoy segura”, vio como las manos de Fiona frotaban su vientre. “¿Estás bien?”, preguntó ella. Fiona levantó la vista rápidamente, la sonrisa en su rostro era forzada. “Sí. Lo siento. Deben ser mis hormonas”, aclaró su garganta. “Escucha ¿podrían tú y CJ venir a casa el viernes después de la escuela?” 227
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Paige asintió. “Sí, pero tengo que ir a San Agustín al supermercado. A menos que la tienda de comestibles Hogan esté abierta”, bromeó ella. Una vez más Fiona no sonrió. “No”, la miró a los ojos. “No vayas allí”. Paige estaba confundida por la seriedad de Fiona. Seguramente sabía que Paige sólo había estado bromeando. “Está bien”, le tocó el brazo ligeramente. “¿Qué pasa?” “Hay alguien que quiero que conozcas, eso es todo”. Ante eso, se despertó el interés de Paige. “¿Alguien especial?” Fiona tomó una respiración profunda, asintiendo con la cabeza. “Sí”. Paige esperó que Fiona se explicara, pero no dijo nada más. Colocó la parte no consumida de su sándwich en la bolsa y se puso de pie, usando la mesa para sostenerse. “Tengo que volver”. “Está bien”, Paige recogió su basura rápidamente, agarrando la de Fiona y tirando todo en un contenedor de basura. “Solo estoy cansada”, dijo Fiona. “¿Qué?” “Estás preocupada”. Paige se echó a reír “¿Se nota?” Fiona la sorprendió tomándola del brazo. “Gracias por ser mi amiga”. “Si necesitas ayuda, me lo harás saber ¿verdad?” “Por supuesto”. “Porque…”, se detuvo, al ver que Jules se acercaba. Ella sonrió. “Hola ¿Estás tomando un almuerzo tardío?” “Oh, no. Es que no te había visto en toda la semana”, se volvió hacia Fiona. “¿Cómo te sientes?” 228
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“Gorda”, dijo ella y todas rieron. Jules se volvió hacia Paige. “Quería asegurarme de que sabías acerca de la barbacoa el domingo. Es en casa de Val y Ella”. “Está bien ¿Cuál es el tema de esta semana?” “Oh, sin tema. Haremos filetes y un plato de acompañamiento. Dave tiene una parrilla de gas que pondrá en uso”. Paige asintió. “Grandioso. Estaremos allí”. “Las veo más tarde”, dijo Jules despidiéndose de ellas. “Maravilloso”, dijo Paige secamente. “Filetes. A CJ le encantará eso”. “¿Oh? ¿Y a ti no?” Paige negó con la cabeza. “Estoy así de cerca…”, dijo sosteniendo su dedo pulgar e índice juntos, “…de ser vegetariana”.
***
CAPÍTULO 40
CJ yacía despierta mientras el relámpago cruzaba por las persianas cerradas y un trueno luminoso le seguía. El viento se había detenido y asumió que la lluvia no tardaría en caer. Instintivamente apretó su agarre de Paige, cerrando sus ojos por unos segundos mientras besaba suavemente su hombro desnudo. Paige se enterró profundamente en la almohada, manteniendo su mano en el brazo que CJ usaba para rodear su cintura desde atrás. CJ pensó que podía quedarse así para siempre y eso la sorprendió. Sin duda, cuando el caso hubiese terminado, cuando regresaran a Houston, entonces este pequeño romance que estaban teniendo llegaría a su fin. Francamente, era una mierda. Estar acostada así 229
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en la cama con alguien más, una desconocida que acabara de conocer, no era atractivo en lo más mínimo. Pero ¿a quién quería engañar? Nunca se había quedado el tiempo suficiente para abrazar a alguien. Demonios, nunca había querido abrazar a alguien. A veces, no salía de sus camas lo suficientemente rápido. Dios, tantas cosas habían cambiado. Besó el hombro de Paige nuevamente. No, no tenía ganas de volver a su antigua vida. Tampoco estaba cerca de quedarse dormida. Se alejó de Paige lentamente, manteniendo las sabanas a su alrededor. Paige se agitó pero no despertó. CJ agarró la camiseta que se había quitado anteriormente y se la puso, luego caminó descalza hacia la sala de estar. Abrió las persianas, la tormenta estaba ahora en toda su fuerza y un trueno retumbó encima de ella. Se puso de pie junto a la ventana, viendo el espectáculo, los grandes pinos a través del camino se balanceaban poderosamente por el viento. No era una de esas que pronosticaba el tiempo, pero había escuchado mencionar al jefe Aims que uno de los otros guardias había dicho que estas tormentas podían producir tornados. Estiró su cuello, mirando el pino gigante que estaba justo fuera de su ventana, pensando que si se caía aplastaría su casita en pequeñas cerillas de fósforo. Se apartó de la ventana rápidamente cuando un relámpago crepitó sobre el bosque seguido inmediatamente de un trueno. Su mirada se dirigió a la casa de Fiona al cruzar la calle. Asumió que Fiona estaba en cama, ya que era justo después de medianoche. Tenía curiosidad sobre a quién quería Fiona que conocieran. Paige pensaba que tal vez era el padre de su bebé. Otro resplandor de un relámpago cruzó los árboles, iluminando el bosque. Se inclinó hacia delante, sin poder creer lo que acababa de ver. Entrecerró los ojos, esperando otro destello de luz. Y ahí estaba, una enorme criatura estaba de pie en el borde del bosque cercano a la casa de Fiona. “¿Qué demonios?”, murmuró. Una vez más, la oscuridad y ella esperó. El rayo surgió casi simultáneamente con el rugido de un trueno y saltó hacia atrás. La... la cosa parecía estar mirándola directamente a los ojos, entonces se deslizó en el bosque sobre cuatro patas. 230
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¿Qué diablos fue eso? “¿CJ?” Saltó y dejó escapar un grito, sus ojos muy abiertos. Contuvo la respiración, ahora avergonzada. “¿Qué pasa?”, preguntó Paige. CJ se volvió hacia la ventana, señalando. “Vi algo. Algo que ni siquiera estoy segura puedo describir”. Paige ladeó la cabeza. “¿Y te asustó? Porque gritaste como una chica”. CJ rió. “Sí, bueno, un poco”. Paige se acercó, entrelazando sus brazos y ambas se quedaron mirando afuera en la noche oscura. Otro relámpago iluminó el bosque, pero no hubo ninguna señal de… eso. “No podía dormir”, dijo CJ. “La tormenta. Por eso vine aquí para verla. Eso... eso estaba en el borde de la casa de Fiona. Era una especie de animal, supongo. Cuatro patas. Pero estaba de pie sobre sus patas traseras”, se volvió hacia Paige. “Era como si sabía que lo estaba viendo. Lo juro, se volvió y me miró directamente. Entonces se echó a correr sobre sus cuatro patas, nuevamente hacia el bosque”. “¿Qué crees que era?”, preguntó Paige en voz baja. “No tengo ni idea. Pero sea lo que sea, supongo que es lo que oímos gritar en la noche” “¿Y no era una pantera negra?” “No. Era demasiado grande. Estando de pie sobre sus patas traseras, diría que tenía ocho o nueve pies 5 de altura”. Paige la miró con escepticismo. “¿Estás segura?”. CJ se quedó mirando el lugar donde estaba, tratando de imaginarlo nuevamente. Por supuesto, sólo lo había visto durante unos segundos, pero la imagen se había arraigado en su mente.
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Unos dos metros y medio o tres metros de altura.
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“Sí”, dijo ella. “Estoy segura”. Y a lo lejos, el grito espeluznante se escuchó, lo suficientemente alto como para que incluso el sonido del trueno no pudiera ocultarlo. Paige se inclinó más cerca de ella, sus dedos clavándose en el brazo de CJ.
***
Fiona despertó sobresaltada, con sus ojos muy abiertos. Se sorprendió al encontrarse a sí misma en su cama. Se recostó, parpadeando varias veces. Sólo un sueño. Pero uno muy real, sin duda. Había estado corriendo. Rápido. En los túneles. Y... algo la perseguía. Giró la cabeza hacia un lado, viendo los restos de la tormenta destellando detrás de sus persianas cerradas. Una suave ráfaga de truenos, entonces ahí estaba, el inquietante grito desde lo más profundo en el bosque. Nadie hablaba de ello. Ni siquiera su propia madre. Pero todos sabían lo que era y dónde vivía. La madre Hogan les aseguró que estaban a salvo, pero aun así, Fiona se propuso no estar afuera por la noche. Más de un par de ovejas se habían perdido con los años. Se preguntaba si esa no era una de las razones por la que los túneles habían sido construidos, para que pudieran moverse sin miedo… miedo a los forasteros y miedo a eso. Era gracioso, ya que los túneles se unían a la cámara de todos modos. Un dolor agudo en su intestino le hizo jadear y apretó su mano con firmeza contra su lado, deseando que el dolor se fuera. Cuando se calmó, agarró la botella de píldoras que Don le había dejado. Sólo había tomado la mitad de una a la hora de acostarse. Ahora tomó la otra mitad, tomándola con el agua que había dejado sobre la mesa de noche. Giró alejándose de la ventana, sus ojos parpadeando lentamente, esperando que el fármaco hiciera efecto. Se sentía cada vez más somnolienta, sus párpados pesados. Se sorprendió al sentir una lágrima correr por su mejilla. La limpió con impaciencia. No haría ningún bien permitir que
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su dolor y tristeza escalaran. Ya era demasiado tarde para eso. Sólo había una manera de salir de esta pesadilla. Fiona sólo esperaba que fuese lo suficientemente fuerte.
***
CAPÍTULO 41
Paige miró las piernas que se balanceaban de adelante hacia atrás a su lado. CJ estaba tranquilamente sentada en el mostrador con una botella de vino entre sus muslos. Se volvió hacia la salsa a fuego lento, finalmente calmando las piernas de CJ. “Debes saber que estás rompiendo todo tipo de reglas por sentarte en el mostrador”. CJ se echó a reír. “¿Te estoy volviendo loca, señorita TOC?”, se bajó de un saltó, olvidando la botella de vino cuando CJ la alcanzó, haciéndole cosquillas a los lados con las dos manos mientras Paige las palmeaba. “Dios ¿podrías detenerte?”, dijo riendo, tratando de escapar. “Nunca me dijiste que tenías cosquillas”. Paige agarró la botella de vino y la puso en las manos de CJ. “Haz algo útil, por favor”. “Está bien, querida. No quiero interponerme entre tú y tu vino”, volvió a su lugar en el mostrador, asegurando la botella de vino nuevamente entre sus piernas mientras retorcía el sacacorchos. Paige sintió como le poseía una inesperada oleada de afecto ante esa vista. Disfrutaba muchísimo la compañía de CJ, sin embargo, eran contrarias casi por completo. “No sé por qué me gustas tanto”, dijo dándole voz a sus pensamientos. “No eres para nada mi tipo”. CJ levantó la mirada con una sonrisa jugando en sus labios. “Bebé, soy exactamente tu tipo. Has sido una niña muy buena toda la vida, creo que te gusta algo de lo malo”. CJ la 233
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miró a los ojos desvaneciéndose su alegría “Es por eso que me gustas. Necesito algo bueno en mi vida”. “No sé por qué estás tan convencida de que soy buena”, dijo ella. Le quitó el vino a CJ y lo puso a un lado, colocándose entre sus piernas. “¿Qué pasa?” CJ negó con la cabeza. “En realidad nada. Es sólo que tienes razón. No soy su tipo”. Paige frunció el ceño desconcertada por el cambio en su tono. Entrelazó sus dedos con fuerza. “Habla conmigo ¿Qué te preocupa?” CJ se encogió de hombros. “Es que... si no trabajáramos juntas, si nos hubiésemos conocido en otro lugar, no me hubieses dado ni la hora. Porque no soy…” Paige llevó uno de sus dedos a los labios de CJ deteniéndola. No soy lo suficientemente buena. Odiaba que CJ se sintiera así, pero, obviamente, su infancia, su educación, había tenido un profundo efecto en ella. Pero quería ser sincera con ella. “Probablemente tienes razón, CJ. Si nos hubiésemos conocido en la calle, en una fiesta, probablemente no hubiese pensado dos veces en ti, en conocerte”, dijo ella. “Pero así no fue como nos conocimos. Te conozco. Sé la pasión que tienes por el trabajo, por la gente, las víctimas. Sé lo mucho que te gusta esto, lo personal que es para ti. Sé que lo que deseas es cuidar de todo el mundo y sin embargo no cuidas de ti misma. Es como si creyeras que no eres tan digna como los demás”, apretó su mano con más fuerza. “Sé todo eso, CJ. Tienes más integridad y honor que nadie que conozca. Así que no digas que no eres lo suficientemente buena. Eres mejor que suficientemente buena”. Sus ojos se sostuvieron y Paige sabía que CJ estaba buscando la verdad en ellos. Se abrió a sí misma, permitiendo que CJ viera todo lo que necesitaba. CJ finalmente asintió con la cabeza, formando una pequeña sonrisa. “Así que, incluso con toda mi belleza y encanto, no habrías pensado dos veces en mí ¿eh?” Paige se echó a reír. “Vaya, que eres modesta”.
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CJ también rió, su sonrisa ahuyentando la última sombra que había surgido. “Sabes, estoy muy contenta de haber dejado de fingir. La tensión era realmente insoportable”, sirvió vino en una de las copas. “¿No es mucho mejor?” Paige asintió. “Voy a tener que estar de acuerdo contigo en eso. Esto es mucho mejor”, se acercó más besando ligeramente a CJ antes de tomar la copa de vino. Las piernas de CJ reanudaron su oscilación mientras Paige levantaba la tapa en su salsa de espagueti. Vertió la mayor parte de su copa de vino en ella, después la agitó. Sin tener que pedirlo, CJ volvió a llenar su copa. “Nunca solía beber vino”, dijo CJ. “Creo que me tienes enganchada a este”. “Bueno, lo intento”. CJ tomó un sorbo, mirándola pensativa. “Sabes, esa noche…” Paige sonrió. “¿Esa noche?” CJ se echó a reír. “Sí, esa noche. En el bar. Después de todo… a pesar de que fue extraño para nosotras en el trabajo… seguí esperando que volvieras”. “¿Ah, sí?” “Sí. Seguí buscándote, con la esperanza de verte nuevamente”, se encogió de hombros. “Lo sé, es una locura. Quiero decir, ya que ni siquiera hablamos de ello. No hablamos en absoluto”. Paige negó con la cabeza. “No es una locura. De hecho, lo pensé un par de veces. Pero no quería hacer las cosas más difíciles de lo que ya eran”. Permanecieron en silencio mientras Paige agitaba la salsa, pero sentía los ojos de CJ en ella. Finalmente la miró inquisitivamente. “Tenías razón ¿sabes?”, dijo CJ. “Cuando dijiste que no sabía cómo tratar a las mujeres”. “Oh, no, CJ. Lo siento”, bajó la cuchara colocándose entre las piernas de CJ nuevamente “No quise decir eso. Estaba enojada. Estábamos teniendo una discusión”. “No. No, lo decías en serio. Y es verdad. No sé cómo hacerlo”, se encogió de hombros. “Podría echarle la culpa a los modelos de conducta que tuve mientras crecía, pero eso no 235
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sería más que una excusa”, dijo ella. “A decir verdad, nunca quise que nadie me conociera. No quise que hubiese alguien a quien contarle mi historia, ya sabes”. CJ agarró su mano, acariciando suavemente con el pulgar su mano, de ida y vuelta. “Era más fácil estar sola, más fácil tener esas aventuras de una noche”. “Me alegro que confiaras en mí lo suficiente como para contarme, CJ. Creo que si hubieses dejado que alguien se acercara a ti y le hubieses contado tu historia, creo que te hubiesen entendido. Eras una niña. No había culpas en ti”. Ella bajó a CJ del mostrador, envolviendo sus brazos alrededor de ella con fuerza. Beso su mejilla, moviéndose lentamente hacia su boca. Se separaron, apoyando sus frentes una contra la otra y cerrando sus ojos. Sentía que su apego a CJ crecía con cada beso, con cada caricia. El hecho de que CJ confiara en ella lo suficiente como para permitir que viera sus vulnerabilidades sólo servía para fortalecer el vínculo que crecía entre ellas. Sí, eran muy diferentes. Habían crecido en los extremos opuestos del espectro, la educación de ambas no podría haber sido más diferente. Sin embargo, allí estaban, en los brazos de la otra, reconfortándose y consolándose. Amigas y amantes. Escondió su cabeza, enterrándola en el cuello de CJ. ¿Amantes? Sí ¿Pero amigas? Eso era algo que nunca había considerado anteriormente, no con CJ. Debido a que eran tan diferentes. Pero esas diferencias ahora no significan nada. Se atrevería a adivinar que CJ no tenía amigos. Y si daba una mirada honesta a su vida, tendría que admitir que tampoco tenía amigos íntimos. Simplemente relaciones superficiales que no significaban nada. Las personas con quienes se había sentido cercana, las personas con quienes pasaba tiempo, las personas que realmente importaban en su vida eran Billy, Ice y, sí, CJ. ¿Por qué había requerido esta asignación para ver eso? Levantó su cabeza, buscando la boca de CJ nuevamente. Sus besos fueron ligeros, suaves, ninguna de las dos los profundizaron. Se echó hacia atrás, viendo la mirada de CJ sobre ella. Sonrió rápidamente, luego la besó nuevamente. “Gracias”, dijo CJ. “No quise que nuestra conversación fuese tan seria”. “No. Creo que es bueno que podamos hablar así. Debemos ser capaces de ser honestas con la otra acerca de lo que estamos pensando”, tomó su copa de vino y se alejó de CJ,
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volviendo a su salsa. “Quiero que sientas que puedes hablar conmigo sobre cualquier cosa”. CJ sonrió y Paige vio desaparecer la tensión de su rostro. “Está bien. Entonces hablemos de esta salsa sin carne que estás haciendo. Me muero de hambre”.
***
CAPÍTULO 42
CJ abrió las persianas lo suficiente para mirar hacia afuera, después las cerró nuevamente cuando no vio nada. Echó un vistazo hacia Paige. “¿Dijo a qué hora estarían por aquí?” Paige se situó en el refrigerador, mirando dentro. “Sólo dijo que después de la escuela”. CJ vio como Paige se ponía en cuclillas, abriendo el cajón de verduras y sacudiendo la cabeza. “¿Qué pasa?”, Paige se puso de pie nuevamente y cerró la puerta con un suspiro. “No tengo nada que ofrecerles. Ya sabes, hors d'oeuvre o aperitivos”. CJ se echó a reír. “¿Y eso es tan… malo?” Paige puso sus manos en las caderas. “¿Te burlas de mí?” “Oh, no”, dijo ella rápidamente “Me encanta que sepas acerca de hors d'oeuvres y todo eso”. Paige ladeó su cabeza, mirándola fijamente. “Le estoy dando demasiada importancia ¿no es así?”
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“Creo que tal vez sólo quiere que conozcamos a su novio o algo así, ¿no? Quiero decir, probablemente solo pasen para saludar y luego volverán a su casa”, se encogió de hombros. “Por supuesto, es viernes así que tal vez venga a buscarla. Ya sabes, tomando en cuenta que se queda en Hoganville los fines de semana”. “Supongo que tienes razón. Sin embargo estoy curiosa ¿no lo estás tú?” “Por razones completamente diferentes, sí”. “¿Qué significa eso?” “Significa que miras a Fiona como a una amiga y quieres conocer a esta persona que ella afirma es especial. Yo quiero ver si tiene cuernos y cola y quiero ver si podría ser una persona de interés en esta supuesta investigación que se supone debemos hacer”. “¿Cuernos y cola?” “Sabes a qué me refiero”, abrió las persianas nuevamente, finalmente viendo a Fiona salir de su casa. “Jesús, ella esta enorme”, murmuró. “¿Ya viene?” “Sí. Y hay un tipo de apariencia normal con ella. No hay cuernos. Parece ser de su edad, tal vez un poco mayor”, dijo CJ. “¿Es guapo?” CJ se echó a reír. “Voy a dejar que juzgues eso”. Paige abrió la puerta cuando Fiona golpeó, sonriéndoles ampliamente. Fiona le devolvió la sonrisa y CJ pudo ver el cariño genuino que Paige y Fiona compartían. “Adelante”, dijo Paige “¿Cómo te sientes?” “¿La verdad? Como si mi piel se estuviese estirando tanto que está a punto de estallar en cualquier momento”. “Entonces voy a decirlo una vez más, tal vez deberías consultar a un médico. Un médico de verdad”, añadió con un guiño.
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Paige se volvió hacia el hombre que estaba al lado de Fiona quien lucía nervioso y le tendió la mano. “Soy Paige Riley”, dijo ella. “Ella es CJ Johnston”. “Don... Don Hogan”, dijo él. Aunque CJ y Paige sabían que todos tomaban el nombre Hogan como su apellido… y que Don era el médico en Hoganville… Paige mantuvo el juego. “¿Ah, sí? ¿Son parientes?” Fiona se echó a reír. “Podríamos serlo”. CJ se acercó, sacudiendo su mano como saludo. “Encantada de conocerte”. “Estoy decepcionada si están relacionados”, continuó Paige, formando una sonrisa. “Tenía la esperanza de que nos presentaras a tu novio”. Tanto Fiona como Don se sonrojaron mientras Paige los llevaba al interior y cerraba la puerta tras ellos. Don ayudó a Fiona a sentarse y CJ se preguntó si Paige no estaría acertada en su suposición. “No un novio, no”, dijo Fiona. “Pero quería que las dos lo conocieran”, miró a Don nerviosamente. “Tenemos… tenemos algo que discutir con ustedes”. El tono de Fiona era serio y Paige se dio cuenta de eso. El papel que estaba jugando como anfitriona desapareció, reemplazado por la curiosidad inherente a su trabajo. “¿Está todo bien?”, entonces, recordando sus modales, Paige hizo un gesto hacia la cocina. “Lo siento ¿Puedo darles algo de beber?”, miró a CJ quien negó con la cabeza. “No, estamos bien”, dijo Don. Paige se sentó en el brazo del sofá junto a Fiona, frotando ligeramente con su mano el hombro de Fiona. “¿Qué está mal, cariño?”
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Fiona dio una risa rápida. “Qué no está mal sería una respuesta fácil”, tomó una respiración dificultosa, frotando con una mano su costado. “Lo siento. He tenido calambres”. “¿Has tomado una píldora?”, preguntó Don. “La mitad”, dijo Fiona. Paige miró a CJ con las cejas levantadas antes de volver a Fiona. “¿Que píldora, Fiona?” “Vicodin”, dijo Don. “¿Vicodin? Pero... Quiero decir, no soy médico, pero estas embarazada ¿Puedes tomar Vicodin?” “¿Podría hacerle daño al bebé?” “Creo que sí, sí”, dijo Paige. “Es un medicamento con receta ¿Fuiste a ver a un médico?” Don estaba a punto de hablar, pero Fiona le detuvo con una sacudida de su cabeza. Se volvió hacia Paige y le tomó la mano. CJ pudo ver lo mucho que la estaba apretando ya que los nudillos de Fiona se volvieron casi blancos. “Tenemos que hablar con ustedes. Necesitamos que nos escuchen”, hizo una pausa “Necesitamos su ayuda”. “Por supuesto”, dijo Paige inmediatamente. Echó un vistazo hacia CJ. “¿Qué está pasando?” Fiona soltó la mano de Paige, ahora mirando al frente como si estuviese ordenando sus pensamientos. Don la estaba mirando fijamente, con las manos retorciéndose nerviosamente. “¿Recuerdas cuando decías que estabas fascinada con Hoganville?” Paige asintió. “Entiendes cuan diferentes son las cosas por aquí ¿verdad?” “Sí”. 240
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Fiona giró la cabeza lentamente, mirando a Paige. “Tenemos algunas cosas que decirles… algunas de ellas puede que ni siquiera las crean… pero necesitamos que ayuden a Don a alejarse de Hoganville”, dijo ella. “Una vez que regrese esta noche, no creo que Madre Hogan me permita regresar” “¿Quieres decir hasta después que nazca tu bebé?”, preguntó Paige. Fiona negó con la cabeza. “No. Nunca”. Paige frunció el ceño. “¿De qué estás hablando?” Esta vez, Fiona miró a CJ. “Las cosas no son como parecen. La mayoría de las personas que viven allí, nunca han puesto un pie fuera de esas paredes. Algunas ni siquiera han visto a un extraño. Ellos tienen ciertos trabajos. Algunos atienden los jardines, algunos los pollos, algunos los cerdos y vacas. Algunos son trabajadores de la madera, algunos de costura”, hizo una pausa. “Y algunas cosas suceden allí... bueno, sólo cosas. Les cuento esto porque necesito que saquen a Don de aquí. Y ya que CJ está con la policía, pensaba que tal vez podrías traer a las autoridades”. CJ no podía creer que Fiona estaba contándoles esto. ¿Cosas? Seguramente estaba hablando de las desapariciones. Pero necesitaban oírlo todo de Fiona. No podían suponer que eso era de lo que estaba hablando. Y ciertamente no podían revelar su pantalla así que fingió ignorancia. “¿Las autoridades? ¿Para qué?”, preguntó ella. “¿Bajo qué motivo?” Fiona negó con la cabeza. “No creo que me creas si te lo digo”. Paige se arrodilló delante de ella. “¿Qué está pasando, Fiona?” Fiona tomó una respiración profunda. “Tengo treinta y uno”, dijo ella. “Una virgen. Hasta hace poco tiempo. Fui elegida para copular. Cuando me ausenté de la escuela esa semana, estaba cautiva y me mantuvieron drogada”, apartó la mirada de Paige. “Para que Antel pudiese… preñarme”. Paige se puso de pie rápidamente. “¿De qué estás hablando? ¿Cópula?” Don aclaró su garganta. “Madre Hogan decide quién debe copular de manera que la línea de sangre siga siendo fuerte. La cópula se realiza en la cámara”. 241
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“¿Cámara?”, preguntó CJ. “Las cuevas”. CJ y Paige se miraron. “¿Que cuevas?” “Cuevas subterráneas”, dijo Don. “Ella tiene un altar en la cámara. Para... bueno, para muchos usos”. Paige miró a Fiona. “Pero…” “Por favor, no juzguen ni traten de encontrarle significado a eso ahora”, dijo Fiona. “No hay tiempo. Sólo estamos tratando de decirles lo que pasa”. “Está bien, espera un minuto”, dijo Paige levantando una mano. “En el almuerzo un día, cuando me estabas hablando acerca de tu familia, dijiste que Antel era tu padre”. Fiona asintió. “Sí”. Los ojos de Paige se agrandaron. “Y él…” “Sí”. “Oh, Dios mío”, murmuró Paige, su mirada yendo hacia la barriga de Fiona. “Pero Fiona…” “No. Estoy segura que no es su bebé. Fue un acto realizado para el rebaño. Madre Hogan dijo que quería una línea de sangre pura. Antel es el único verdadero Hogan que quedaba. Yo soy la siguiente”. La mente de CJ le daba vueltas. Antel, su padre, mantenida en cautiverio, preñada. Echó un vistazo hacia Paige, todavía tratando de ordenar sus pensamientos ¿Estaba tratando de decirles que su propio padre...? Por Dios... no. Paige le dio una mirada suave, una para hacerle saber que entendía la dirección de sus pensamientos. Pero también le decía que se concentrara, que fuese profesional. Que hiciera su trabajo. CJ asintió. Ahora no era el momento para pensar en esa atrocidad. “Está bien”, dijo Paige, volviendo a Fiona. “Sigue. Estás embarazada. Pero no de tu… de Antel”.
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“No. No es posible”. Fiona señaló su vientre. “Esto sucedió hace apenas dos meses”. “¿Qué estás diciendo?” Fiona miró a Don, como si buscara ayuda. Echó un vistazo hacia CJ, pero dirigió sus palabras a Paige. “Algo vive en las cuevas. Algo que nunca hemos visto. Nuestra comunidad fue construida cerca de la entrada principal para custodiar las cuevas”. CJ se acercó, tratando de averiguar lo que estaba diciendo. Inclinó la cabeza. “¿Algo vive ahí? ¿Qué?” “No lo sabemos”, dijo Fiona. “Pero estoy bastante segura que lo que está creciendo dentro de mí es de él”. “Fiona, ¿de qué estás hablando?” Paige se sentó junto a ella otra vez. “Dime lo que estás tratando de decir”. Fiona la miró fijamente durante mucho tiempo, finalmente asintió. “Les contaremos todo. No nos van a creer, pero vamos a decírselos”. Fiona se volvió lentamente, encontrando sus ojos con los de Don. Lo que sea que se hayan dicho entre ellos lo hicieron en silencio. Fue Don quien habló a continuación. “Por lo general, dos veces al año… a veces tres… Belden y los cazadores traen chicas o mujeres. Las traen a la cueva. Madre Hogan tiene este ritual que llama la Semana de la Celebración”. “Eso ha estado sucediendo durante años. Mucho antes de nuestro tiempo”, añadió Fiona. “Las chicas se ofrecen como sacrificio a... bueno, a lo que vive en las cuevas”, dijo Don. “¿Un sacrificio?” “Madre Hogan les hace beber una de sus pociones, entonces Belden las lleva más allá de las cavernas y hacia el túnel principal de la cueva”. Fiona miró hacia abajo, con los ojos casi cerrados. “A veces hay gritos. A veces se mantiene por mucho tiempo”, dijo ella, su voz casi un susurro. “Ellos las hacen correr. Para ser cazadas”.
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“¿Las matan?”, preguntó Paige en voz baja. Fiona levantó la vista. “Las devoran”. Las cejas de Paige se elevaron. “Estas pociones que la madre Hogan prepara. ¿Qué es ella? ¿Una bruja?” Fiona sonrió. “Sí. Podría serlo”. Paige y CJ se miraron nuevamente, pero CJ no estaba dispuesta a revelar su misión. Sacudió sutilmente su cabeza, viendo como Paige le contestaba con un asentimiento. CJ se movió hacia delante, parándose delante de Fiona. “¿Estas chicas son secuestradas? ¿Qué? ¿Raptadas?” “Por lo que sé, sí. No es algo de lo que se hable”. Una vez más, CJ fingió ignorancia. “¿Y son llevadas a la cueva para ser devoradas por algo?” Fiona la miró a los ojos. “Sé que no nos creen. Es una locura, ¿no?” “Sí. Una locura”. “Pero es cierto. Cualquiera que sea la criatura que vive en la cueva controla a madre Hogan”. “Estamos tratando de encontrar una manera de detenerlo”, dijo Don "Nosotros somos los únicos que podemos hacer que suceda. No hay nadie más. A los otros les han lavado el cerebro durante mucho tiempo, ni siquiera pueden imaginar ir en contra de madre Hogan. Además, la mayoría de ellos son mayores. Eso es todo lo que conocen”. “Don y yo somos de los pocos que hemos estado en el exterior”, dijo Fiona. “También somos los más jóvenes que quedamos en el rebaño. Gretchen es la otra, pero es una causa perdida. Ella es muy leal a Madre Hogan. A Don y a mí siempre nos han mantenido separados, nunca se nos permitió interactuar. Debido a que hemos estado afuera. Conocemos del mundo. Hemos sido educados”.
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“Si ella nos permitía interactuar…”, dijo Don, “…podríamos haber conspirado contra ella. O simplemente hubiésemos decidido huir. O decirle a alguien, como lo estamos haciendo ahora”. “El resto de ellos, todos siguen la dirección de madre Hogan”, dijo Fiona. “De todo. Ellos no tienen ni un solo pensamiento propio. Todo lo que hacen, todo lo que comen, todo lo que dicen, todo lo que piensan proviene de ella”. “Siempre ha sido de esa manera”, dijo Don. “Así es como te enseñan. No cuestionas. Los que lo hacen son sacrificados. Fiona y yo hemos aprendido a fingir que tenemos un lavado de cerebro como ellos. Es la única manera de sobrevivir. Ha habido un montón antes de nosotros que no fueron capaces de hacerlo. Ellos fueron sacrificados rápidamente. Y con crueldad”. “Y eso refuerza el miedo… y su poder”, añadió Fiona. CJ movió sus ojos hacia Paige con las cejas levantadas. ”¿Sacrificados?“ “Sí”, dijo Fiona. ”Son dejados en la cueva. Y es… es algo realmente malo”, dijo ella mirando a Don. “¿Recuerdas a Ryan?” Don asintió. Fiona se volvió hacia Paige. “Madre Hogan acusó a Ryan de desobediencia, de contarle cosas a las autoridades. Todos fuimos reunidos en la cámara. Después que Madre Hogan hizo una lista de sus crímenes, Belden lo llevó a la cueva y lo ató”, cerró sus ojos extendiendo su mano hacia Don. “Nos hicieron escuchar sus gritos... mientras él era devorado. Después de eso se aprende rápidamente a no cuestionar jamás a madre Hogan”. “Mierda”, murmuró CJ. “Entonces ¿qué es? ¿Qué hay en la cueva?” “No sabemos”. “¿Los gritos que escuchamos en la noche?”, preguntó Paige. “¿Es de eso?” Fiona asintió. “Sí. Es de eso. Él caza en el bosque cerca de la escuela”. Fiona miró directamente a Paige. “Madre Hogan dice que somos los guardianes de la cueva. Ese es nuestro trabajo. Madre Hogan tiene poderes. Todas ellas han tenido poderes”. “¿Ellas quiénes?”, preguntó Paige. 245
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“La abuela de Ester, su bisabuela y las que estaban antes que ella. Todas ellas han dirigido el rebaño”. CJ levantó una ceja. “¿Qué clase de poderes?” “Ella puede ver cosas. Sabe cosas. Puede mover cosas sin tocarlas”. CJ frotó su garganta, llevando su mirada hacia Paige. “Ese día en la cafetería, sentí como si alguien me estuviese ahogando ¿Recuerdas?” Paige asintió. “Ese es uno de sus trucos favoritos”, dijo Fiona. “Y ella está, ya sabes ¿en control aquí?”, preguntó Paige, golpeando su cabeza. “¿Madre Hogan? No. Está completamente loca. También es muy, muy inteligente. Es por eso que tenemos que sacar a Don de aquí. Porque lo sabrá”, miró a Don. “No hemos tenido ningún papel en todo esto, que no sea el que vivimos aquí”, dijo ella. “Don es el único que puede funcionar fuera de Hoganville. El resto, no puede. Así que sáquenlo y llamen a las autoridades”. “¿Y qué hay de ti?”, preguntó Paige. Fiona negó con la cabeza. “Lo que está creciendo dentro de mí, no es algo que se pueda explicar. Mi destino está sellado”. “¿Crees que lo vive en la cueva es el...?”, dijo mirando su vientre abultado. Fiona asintió. Paige se volvió hacia CJ. “Tenemos que decirles”, susurró. Paige obviamente confiaba en Fiona y creía lo que estaba diciendo. Las desapariciones, sí. ¿Pero el cuento de que alguna criatura vivía en una cueva y comía gente? ¿Qué la criatura hubiese preñado a Fiona? Bueno, claro, habían oído los gritos en el bosque. Y ella había visto algo la noche de la tormenta. Pero, ¿realmente creía su historia salvaje? Se encontró con la mirada persistente de Paige, lo vio allí, sí, Paige creía su historia.
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“Está bien”, dijo ella, cediendo. “Cuéntales”. “Contarnos ¿qué?”, preguntó Fiona. Paige miró entre Fiona y Don, permaneciendo finalmente en Fiona. Extendió las manos, señalando hacia CJ. “Nosotras… somos la autoridad”. Fiona frunció el ceño. “¿De qué estás hablando?” Paige se puso en cuclillas a su lado. “Cariño, somos del FBI. No soy una maestra. Nos enviaron aquí por las desapariciones”. “Eres... ¿eres del FBI?” “Sí”. La rabia se mostró en el rostro de Fiona inmediatamente. Apartó la mano de Paige alejándola, juntando sus propias manos y apretándolas. “¿Así que todo este tiempo, estabas jugando conmigo? ¿Pretendiendo ser mi amiga? ¿Tratando de hacer que confiara en ti? Tu nombre probablemente ni siquiera es Paige ¿verdad?” CJ pudo ver que Paige estaba luchando consigo misma para mantenerse profesional, pero las palabras de Fiona le hirieron profundamente. Paige perdió la batalla cuando agarró su mano nuevamente. “Mi nombre es Paige. Y no he estado fingiendo. Eres mi amiga. Cariño, lo siento, no podía decirte”. “¿Pero hemos estado bajo investigación?” Fiona trató de levantarse, pero Paige la hizo permanecer sentada. “¿Y ya saben acerca de las chicas?”, preguntó Don. “No sabemos ningún detalle”, dijo Paige. “Una de las chicas era la hija de un senador. Su desaparición fue lo que empezó todo”. CJ vaciló sobre qué tanto compartir con ellos. Paige obviamente confiaba en Fiona y sentía que estaba diciendo la verdad. CJ, sin embargo, no tenía ninguna razón para 247
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confiar en ninguno de ellos. Ellos podrían simplemente estar soplándoles humo por el culo, enviados aquí bajo la orden de Ester Hogan. Sintió que los tres la miraban y su mirada se deslizó hacia Paige. Paige pareció entender su vacilación. “No hay pruebas que vinculen Hoganville con nada”, continuó Paige. “Nos enviaron aquí para observar, realmente”. “Así que tú y CJ no son... bueno, han estado fingiendo”, dijo Fiona. “Me engañaron. Supongo que tenían a todos los maestros engañados”. “Lo siento”, dijo Paige nuevamente. “Necesitábamos encajar. Esa era la mejor manera”. “Está bien. Entiendo. Tú has…”, las palabras de Fiona se interrumpieron cuando se dobló de dolor, su mano apretó con fuerza su costado. Tanto Paige como Don intentaron consolarla mientras el sudor brotaba por su rostro. CJ se quedó sin poder hacer nada, sin saber qué hacer. “Tenemos que llevarte a un hospital”, dijo Paige. Paige miró a CJ. “Olvidemos todo esto ahora mismo y saquémoslos de aquí”. CJ negó con la cabeza. “No podemos”. “Podemos”. Fiona agarró el brazo de Paige. “No. No puedo irme”. “Tú puedes. Podemos conseguirte ayuda”. “¡No!”, Fiona estrechó la mano de Paige con impaciencia. “No, no puedo. Es demasiado tarde para eso. Lo hecho, hecho está”, respiró profundamente, estabilizándose. “Lo siento, Paige. Pero esto es importante. Esta es la única oportunidad. Tiene que terminar aquí. Ahora”. “No estás en condiciones de hacer nada”, dijo Paige. “Todo lo que tengo que hacer es llegar a la cámara. Madre Hogan podría venir”. “Pero…” “No voy a ser dañada”, insistió Fiona señalando hacia su estómago. “No mientras lleve esto”. 248
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CJ pudo ver que Paige aún vacilaba. Gentilmente la hizo a un lado, colocándose en cuclillas al lado de Fiona. Miró a Don, viendo el miedo en sus ojos. Si todo lo que habían dicho era cierto, entonces él seguramente sería asesinado… o sacrificado… si volvía. Se dio cuenta de cuánta fe, tanto él como Fiona estaban poniendo en ellas. “Dime que quieres que hagamos”, le dijo a Fiona “Podemos llamar a Houston. Podemos pedir respaldo, pero eso tomará varias horas”. “No tenemos muchas horas. Tienen que atrapar a madre Hogan. Ella lo controla todo. Pero tienen que tener cuidado con Belden. Él las matará inmediatamente, sin pensarlo”. “No solo podemos ir allí y detenerla”, dijo CJ. “No tenemos una orden judicial”. El rostro de Fiona se puso rojo mientras negaba con la cabeza. “Sin arrestos. Ella sabrá que vienen. Deben matarla”. “No podemos simplemente matarla”, dijo Paige. Fiona la miró fijamente. “Ella no les dará otra opción. Deben estar listas. Esta será la única oportunidad. Una vez que vaya allí esta noche, no voy a regresar. Ella no me dejará salir nuevamente. Así es como tiene que ser”, miró a Don “Tenemos que dibujarles un mapa de los túneles”. “Pueden entrar por mi casa”, dijo Don. Fiona negó con la cabeza. “No. Una vez que Belden sepa que te has ido, esperará eso. Debe ser de otro lugar”. CJ miró a Paige con las cejas levantadas. “¿Que túneles?” “Hay túneles que enlazan la mayoría de las casas hacia la cueva. La cafetería, también la tienda de comestibles”. “Es por eso que todo el mundo parece que se desvanece”, dijo Paige “¿Por qué el lugar parece desierto?” “Sí. En ciertos momentos se nos ordena permanecer por debajo del suelo”.
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CJ miró inquisitivamente a Paige. Tenían que llamar a Howley y hacerle saber lo que estaba pasando. También tenían que hablar con Avery. Ellas necesitaban refuerzos ¿Podrían confiar en el departamento del sheriff local? Diablos, ¿entrarían realmente sin una orden? Howley tendría sus dos culos. No, no podían implicar otra agencia. Nadie creería esta historia loca de todos modos. “Mira, todo esto es fascinante, realmente…”, dijo CJ, “… pero no podemos irrumpir allí… Paige y yo… y esperar que nos encarguemos de todo”, pasó las manos por su cabello varias veces. “Diablos, ni siquiera sabemos contra que luchamos ¿Algo vive en la cueva? ¿Qué demonios?” Fiona cerró sus ojos, respirando rápidamente de nuevo. CJ miró a Paige para pedirle ayuda, pero Paige estaba arrodillada delante de Fiona, la preocupación superaba su buen sentido. CJ sabía lo que venía antes de que Paige siquiera pronunciara las palabras. “Necesitas un hospital. Ahora. No puedo dejar que vayas allí”. “Eso no es una opción”, dijo Fiona. “Voy a estar bien”. “No estás bien. Estás…” “Paige”, dijo CJ. “Déjalo así”. Paige se puso de pie rápidamente. “No voy a dejarlo así. Mírala”, dijo señalándola. “Ya basta”, dijo Fiona. “Para ahora mismo. No tenemos tiempo para esto. Mi hora se acerca. Después de eso, no voy a ser de utilidad para nadie”. “Tiene razón”, dijo Don. “Es ahora o nunca”. Paige negó con la cabeza. “Fiona, tengo miedo por ti. Si regresas…” “Sé lo que estoy haciendo. Sé lo que hay que hacer. Conozco mi destino. Ahora ¿van a ayudarnos o no?” Todos los ojos se volvieron hacia Paige. Poco a poco tomó una respiración profunda, cerrando sus ojos mientras lo dejaba escapar. “Jesús” murmuró. Echó un vistazo hacia CJ “¿Qué quieres hacer?”
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Fue el turno de CJ de tomar una respiración profunda, tratando de ordenar sus pensamientos. “Tenemos que informarle a Howley lo que está pasando. Entonces tenemos que alertar a Avery. Hacer que él…” “¿El director Avery?” “Lo siento, cariño”, dijo Paige. “También es del FBI”. “Guau. No tenía ni idea”, se echó hacia atrás en el sofá, su enorme vientre protruía de mala manera. “Tengan cuidado con Richard, el guardia. Él es un espía de Belden”, dijo ella. “Sí. Pensamos lo mismo. Él es quien les permite a ti y a Gretchen abandonar el complejo cuando quieren, a pesar que la puerta está cerrada”, dijo CJ. “Y también sabías todo eso”, dijo Fiona en voz baja, con sus ojos ligeramente acusadores. “Lo siento”. Pero Fiona negó con la cabeza, rechazando la disculpa. “Don, vamos a dibujarles un mapa de los túneles. Entonces necesitas mostrarles el sendero por el bosque”. “¿El sendero? ¿De noche? ¿Estarán a salvo?” “¿Qué sendero?”, preguntaron CJ y Paige al unísono.
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CAPÍTULO 43
El golpe en la puerta fue más fuerte, más rápido de lo normal. Ester se apartó de la ventana, sabiendo que Belden venía con noticias. Algo no estaba bien. Podía sentirlo. “¿Hay algún problema?”, preguntó mientras él entraba. “Don ha desaparecido” dijo él. 251
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“¿Desaparecido?” “No está en su casa. Nadie lo ha visto desde esta mañana”. Ester sintió una opresión en el pecho. Se alejó de él, porque no quería que él detectara ninguna debilidad en ella. Separó las cortinas, la calurosa tarde estaba dando paso a las horas de la noche. Sabía que algo andaba mal. Lo había sentido durante todo el día. Durante toda la semana en realidad. Simplemente no podía poner el dedo en la llaga. “Fiona ya debería estar aquí. Pero no lo está, ¿verdad?” “No, madre. Todavía no”. Veía como sus planes se deshacían y sabía que tenía que hacer algo. Se había equivocado al permitir que Fiona se fuera. Se estaba acercando demasiado. Pero el temor de que los de la escuela fisgonearan había sido demasiado. Tal vez estaba dejando que también el miedo se interpusiera en su camino. Tal vez Fiona estaba enferma. Tal vez Don había ido a ayudarla. No. No harían tal cosa sin su aprobación. Su dirección. No tomarían esas decisiones sin consultarle. Ellos no desobedecerían. Todos sabían las consecuencias de aquellos que desobedecían. “Don está en la escuela”, dijo ella con cierta claridad. Cerró los ojos, tratando de encontrarlo, de verlo. Sin embargo vio a Fiona, en su auto. Sola. Su rostro estaba mojado ¿Estaba llorando? Negó con la cabeza. No. Adolorida, tal vez. Había llegado el momento. Pero no estaba llorando. El rebaño no lloraba. Ellos no conocían tal emoción. “¿Está con Fiona?” “Fiona estará aquí en breve. Está en camino. Sola”. Ester se apartó de la ventana, ahora con los ojos claros. “Don no tiene ningún asunto en la escuela. Fiona no ha estado bien. Me temo que ha llevado su papel de médico al extremo. Debe ser tratado. Ya sabes qué hacer”. “Sí, madre”
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“Nos vemos en la estación de guardia”, dijo Avery con impaciencia. No le gustaba lo que estaba ocurriendo, pero CJ y Paige le había dado poca elección. Howley no estaba feliz, pero tampoco le habían quedado otras opciones. Fiona ya estaba en camino de regreso a Hoganville. Don Hogan estaba escondido en casa de las agentes. Howley había aprobado el plan, sin embargo estaba a medio hornear. Incluso por aire, estaban al menos a dos horas de distancia. “Estaba a punto de sentarme a cenar. ¿Puede esperar?” “Te aseguro jefe Aims, esto no puede esperar. Ya voy en camino”. “¿De qué se trata?” “Te lo explicaré cuando lleguemos allí”, colgó antes que el jefe pudiese hacer más preguntas. Sí, estaba de acuerdo en que Richard Barr estaba involucrado. Sin embargo, sólo por el hecho de que él permitiera que Fiona y Gretchen… y veces a Belden… que entraran y salieran a voluntad apenas lo implicaban en las desapariciones. Sin mencionar la explicación rápida de la tortura de la que fueron víctimas las chicas en la llamada cueva. Si CJ y Paige realmente creían tal cuento o no, no estaba seguro. Ellas estaban, sin embargo, de camino hacia Hoganville usando un mapa toscamente dibujado. Mientras la oscuridad se acercaba, tenía que admitir que nunca volvería a intentar una caminata por el bosque a pie. No por la noche. Él y Howley les habían aconsejado que esperaran hasta que llegara el respaldo, pero temían por la vida de Fiona. La caseta de vigilancia estaba bien iluminada y Avery estacionó al lado del coche de Richard. Cuando salió, tocó su arma para tranquilizarse. No que esperara que Richard protestara o huyera de él, sin embargo, sentía consuelo con su mera presencia. No fingiría que estaba a gusto con lo que estaba haciendo. Nunca había sido un agente de campo, había estado contento encargándose del papeleo y haciendo las investigaciones. Pero sabía cómo manejar un arma. Bueno, al menos en el campo de tiro, era así. De hecho, era un excelente tirador. 253
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Tomó aliento dándose ánimo y haciendo tiempo para abrir la puerta de la estación de guardia. “Director Avery. ¿Qué lo trae por acá?” “Buenas noches, Richard”, dijo él. “Tengo algunas cosas que discutir contigo. El jefe Aims viene en camino”. “¿Hay algo malo?” No había nada más que Richard Barr necesitara saber, aparte de los hallazgos en los registros de la puerta. Decidió utilizar su visita como una llamada disciplinaria. “Hay algo de malo, sí. Hemos hecho una auditoría de los registros en la puerta. Parece que has permitido que la puerta se abriera a horas intempestivas de la noche, todo sin mi conocimiento. Y, desde luego, se remonta, al parecer desde mi predecesor que no lo sabía”. Él esperaba al menos una negación. Richard simplemente lo miró fijamente, sin decir nada. Los faros en el camino indicaban que el jefe Aims se aproximaba. Avery se trasladó a la puerta, indicándole que pasara. “Jefe Aims, gracias por venir tan rápido”. “¿De qué se trata esto, Avery?” Avery sacó sus credenciales, mostrándoselas a Aims. “Estoy con el FBI”, dijo él. “Hicimos un análisis de los registros de la puerta. Parece…” “¿FBI?”, el jefe Aims se echó a reír. “Me estás tomando el pelo ¿verdad?” Avery alejó sus credenciales “No. El Sr Barr ha permitido que la puerta se abra después de horas. Muchas veces. De hecho…” “¿Por qué le importa eso al FBI?” “Hay una investigación en curso. Ahora mismo, simplemente necesito que detenga al Sr. Barr y se asegure que no haga contacto con ninguna persona en Hoganville. Tenemos agentes en el lugar”.
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El Jefe Aims miró a Richard, sonriendo. “¿Has oído eso, Richard? Se supone que debo detenerte. Ya que hay agentes aquí”. Richard se echó a reír. “Sí. ¿Vas a esposarme?” Los ojos de Avery se abrieron cuando Aims sacó su revólver de su cadera, apuntando causalmente hacia él en lugar de a Richard. “Bueno, ahora vamos a esposar a alguien ¿no es así? ¿Imagino que las dos nuevas, Johnston y Riley, son sus agentes?”, él negó con la cabeza “Sabía que algo no estaba bien con ella. No era una guardia de la prisión. No tenía la disciplina en absoluto”. Richard se levantó de detrás del escritorio, viniendo hacia adelanta. Avery entró en pánico, sabiendo que estaba fuera de su liga. No era así como se suponía que debía pasar. Abrió el botón de la chaqueta de su traje, tratando de encontrar su arma, sólo que Richard agarró sus brazos con rudeza y tirando de ellos hacia su espalda. Aims le arrojó las esposas. “¿Qué estás haciendo? No puedes hacer esto. Te lo dije, soy del FBI. Debes…” “Cállate, Avery”, dijo el Jefe Aims. “No me importa lo que seas”. Aims miró a Richard “Necesitamos contactar a Belden. Hazle saber que tiene dos agentes deambulando por allí”. “No deberías. Jefe Aims, esto es altamente…” “Te dije que te callaras”. Avery cerró la boca al sentir el frío metal de la pistola de Aims apoyada contra su frente.
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CAPÍTULO 44
CJ ajustó la correa de su pistolera de muslo, mirando a Paige una vez más. 255
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“No deberíamos estar haciendo esto, lo sabes ¿verdad?” “Sí, lo sé” “No es demasiado tarde. Todavía podemos esperar los refuerzos”, sugirió a pesar de que reconocía la mirada determinada en el rostro de Paige. Paige negó con la cabeza inmediatamente “Es demasiado tarde. Fiona no tiene tiempo para esperar por el respaldo”. CJ se detuvo detrás de un árbol, la sombra ahora espesa completaba la oscuridad sobre ellas. No sabía si sentirse agradecida por la luna llena o no. Había luz suficiente por lo que deberían ser capaces de avanzar la mayor parte del sendero sin linternas. También había luz suficiente como para que sus movimientos pudiesen ser seguidos, si alguien, o algo, estuviese observando. “No puedo creer que estemos aquí en este sendero”, susurró ella. “De noche”. “Tú y yo, tigre”. “Howley no estará feliz con nosotras, lo sabes”, dijo CJ. “Confío en Fiona”, dijo Paige. “No estoy segura sí creo todo lo que dijo, pero aun así, esta es la zona cero en cuanto a las desapariciones se refiere” “Y esa es la única razón por la que vamos a seguir con esto” “¿Crees que lo poco que Don le contó a Howley por teléfono sea suficiente para una orden?” CJ asintió. “Creo que sí. Howley conseguirá algo. ¿Por qué más nos asignaría a permanecer aquí, en primer lugar, si no estaba dispuesto a actuar en consecuencia? Él va a lanzarse contra terroristas nacionales, nada más y nada menos”. “Pero le prometimos que no le dispararíamos a nadie, recuerda. No quiero estar en todos los canales de noticias como la que comenzó un enfrentamiento”. “No voy a dispararle a nadie, siempre y cuando no nos disparen primero”.
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CJ estuvo a punto de continuar por el sendero cuando Paige la detuvo. “Fiona... ¿crees que estará bien?” CJ no sabía qué respuesta esperaba Paige. Demonios, ambas la habían visto. Parecía estar en tanto dolor, como si literalmente estuviese a punto de explotar ¿Estaba en trabajo de parto? ¿Estaba a punto de dar a luz? Y encima de eso… ¿a qué estaba a punto de dar a luz? Pero Paige también sabía todo eso. Sólo estaba buscando algo de tranquilidad. CJ no estaba segura de poder dárselo. “Desearía poder prometer que va a estar bien”, dijo ella. “Sabe todo lo que va a pasar con ella, con su embarazo, va a suceder esta noche. No estoy segura de sí espera que la protejamos de Ester Hogan… o de lo que sea que vive en la cueva”. Paige la miró fijamente durante un largo rato, finalmente asintió. “Está bien. Sigamos”. Cuanto más profundo se adentraban en el bosque, más pesada se volvían las sombras. Era una noche calurosa y húmeda, el aire estaba quieto y en silencio. Sintió como Paige se acercaba detrás de ella y dio la bienvenida a su presencia. Podía sentir como el bosque recobraba… las criaturas de la noche despertaban después de su letargo en la luz del día. Era una chica de ciudad, claro, pero eso sólo significaba que su imaginación estaba en marcha. Las criaturas inofensivas de la noche como los mapaches y zarigüeyas rápidamente le crecieron colmillos y garras, mientras acechaban el suelo del bosque. Se detuvo de repente, volviéndose hacia Paige. “Los mapaches… ellos no atacan ¿verdad?” Paige casi se echó a reír. “Cariño, creo que los mapaches son la menor de nuestras preocupaciones. Pero no, no creo que ataquen”. CJ también sonrió. “Sé que estoy siendo tonta. Pero es espeluznante aquí”. Paige asintió. “¿Crees que deberíamos usar la linterna? Si nos salimos del sendero, estamos jodidas”. “Uso mínimo”, dijo ella. “Somos blancos fáciles”. Por mucho que no quería usar las linternas, tenía que estar de acuerdo con ella. Podrían perderse en un instante. Hizo una pausa escuchando, nada indicaba que las habían siguiendo. O las habían visto. Entonces encendió su linterna, alumbrando rápidamente el 257
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suelo, viendo si de hecho todavía seguían en el sendero. Era un sendero que parecía ser muy utilizado. Sin embargo, no podía imaginar que las personas de Hoganville lo utilizaran. ¿Qué razón tendrían de colarse en los terrenos de la escuela? Lo más probable es que se haya convertido en un sendero de juego, utilizado por los ciervos. Y cualquier otra cosa que habitara el bosque por la noche. Alejó ese pensamiento cuando volvió a apagar la luz, volviéndose hacia Paige. “¿Te he dicho lo sexy que te ves toda de negro?” “Te gusta mi traje de comando ¿eh?” “Muy macho. El cabello en cola de caballo, saliendo por el gorro, se ve bien”, dijo ella. Paige ladeó la cabeza. “¿Estás haciendo tiempo?” “Diablos, sí”, susurró ella. “Te juro que si algo se mueve, voy a disparar”. “¿Quieres que tome la delantera?” “¿Tú? Paige, tienes las uñas pintadas. Realmente creo que debo ser la que vaya delante”. Paige sonrió. “Está bien, tigre. Entonces sigue adelante. No tenemos toda la noche”. CJ se obligó a moverse. Cada paso que daban parecía excepcionalmente ruidoso, cada ramita que se rompía hacía eco a través del bosque silencioso. Podía oír sus respiraciones, podía sentir el nerviosismo que les rodeaba. Eran agentes del FBI, por el amor de Dios. Pero eso no le trajo ningún alivio. Nunca había estado en esta situación anteriormente. Se había enfrentado a criminales enfurecidos, había estado bajo el cañón de una pistola, había perseguido narcotraficantes y jefes del crimen. ¿Pero esto? ¿Escabullirse por el bosque en la noche? ¿Con la esperanza de encontrar la entrada a un túnel de las antiguas caballerizas? ¿Yendo a cuevas subterráneas? ¿Buscando una… una criatura que acechaba estos bosques? No. La mano de Paige apretó dolorosamente su brazo, deteniéndola. “Escucha”.
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CJ inclinó la cabeza ligeramente, sus ojos viajando por la oscuridad del bosque, en busca de movimiento. Escuchó el susurro de las hojas detrás de ellas. Las dos se volvieron y pudo sentir… oír… el latido de la sangre en sus oídos. Su mano se deslizó hacia el arma que había atado a su muslo, lista para sacarla. Paige luchó con su propia luz, apuntando en dirección del ruido. CJ contuvo el aliento, esperando. El rayo de luz brilló a través de los árboles, luego hacia abajo a lo largo del suelo. Paige fue la primera en reírse. CJ la imitó, aunque todavía estaba llena de nerviosismo. “Armadillo”, murmuró Paige. “Sonaba como un oso”. “No puedo esperar regresar a la ciudad”, se volteó para seguir, pero se detuvo. “Espera. Apunta la luz nuevamente hacia allá”, dijo ella. Paige hizo lo que le pidió, deteniéndose con un jadeo. “Jesús ¿Es eso lo que creo que es?” CJ también encendió su luz, uniéndose al haz de Paige. Caminó lentamente hacia el lugar, su linterna zigzagueando por el suelo. El cráneo blanco brillaba intensamente, las cuencas de los ojos, oscuros y huecos, mirando a través de ellas. La boca abierta parecía estar congelada por la eternidad en un grito silencioso sin alma. Si tenía alguna duda sobre la historia de Fiona, desapareció rápidamente en el aire de la noche. “Sí. Es lo que piensas que es”. Se puso de cuclillas junto a él, alejando las hojas. No había otros huesos visibles, nada que indicara que un cuerpo había sido enterrado aquí. Sólo estaba el cráneo, ubicado tranquilamente contra las raíces del gran roble. Tal vez había sido arrastrado allí por un animal... o algo así. Se puso de pie, haciendo poco caso a la sensación de ser observada. “Vamos”, dijo ella. Dirigió su luz a lo largo del sendero, caminando con más rapidez. El bosque ahora estaba vivo con sonidos, ahogando sus propios pasos. Las ranas, los grillos y las cigarras 259
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cantaban todas en una armonía ensordecedora. El chillido de una lechuza casi la hizo tropezar, luego, Paige le detuvo nuevamente con un tirón en el brazo. “Apaga la luz”, susurró Paige con urgencia. CJ lo hizo, sintiendo como su corazón latía con fuerza en su pecho. Ladeó su cabeza, escuchando como si alguien corriera no muy lejos delante de ellas. Se agachó más retrocediendo en el bosque y tirando a Paige con ella. Más adelante, vieron tres figuras en la sombra trotando a lo largo del sendero. Se deslizó más profundamente en el bosque, escondiéndose detrás de un roble gigante. Tal vez Fiona tenía razón. Quizás Ester Hogan podía ver las cosas. Tal vez sabía que iban a venir. Reconoció la figura de Hulk de Belden, que era seguido por otros dos hombres. Uno de los hombres llevaba una linterna. Los tres vestían ropas oscuras. Tranquilamente desabrochó su pistolera, oyendo como Paige hacía lo mismo. Sin embargo, los hombres corrieron delante de ellas, regresando a lo largo del sendero por donde ella y Paige acababan de llegar, en dirección a la escuela. “Ellos saben”, dijo Paige en voz baja. “Ellos saben algo, sí”, enfundó su arma nuevamente, luego siguieron adelante. Avanzaron sin la luz, continuando hacia Hoganville… y los túneles. Sólo quince minutos más tarde las formas oscuras de las casas aparecieron a la vista. Mantuvo la luz cerca de ella, sacando las notas de Don. Rodear hacia la izquierda. Los establos cercados serán el quinto edificio. Apagó la luz, indicándole a Paige que siguiera. No había sendero que las condujera y dio un paso con cuidado sobre las ramas caídas. No importaba cuan silenciosa trataba de ser, sentía como si cada paso era rotundo. Silenciosamente contó los edificios a su paso y luego sintió que Paige nuevamente detenía sus movimientos. “Jesús. ¿Ahora qué?” De regreso a lo largo del sendero, por donde habían venido, una figura solitaria ahora caminaba lentamente, sin correr.
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Era Belden. Trató de hacerse lo más pequeña posible, quedándose inmóvil en su lugar. No había árboles lo suficientemente grandes como para esconderse detrás, incluso si se arriesgaba a moverse. Él hizo una pausa, mirando por el sendero hacia Hoganville, luego girando y mirando detrás de él. Parecía estar solo. No podía haber llegado a la escuela y haber regresado. Los otros dos debían haber ido a la escuela sin él. Si iban a su casa, Don sería un blanco fácil. Pero, ¿por qué se regresaría Belden? Finalmente Belden se movió, corriendo ahora hacia la casa más cercana y luego a su alrededor. Una vez que llegó a las sombras, ya no pudo verlo. Escuchó el sonido de sus pasos desapareciendo. Tragó saliva, nerviosa, justo ahora consciente de que había estado conteniendo el aliento. Acercó a Paige aún más, colocando su boca contra su oído. “Deberíamos llamar a Avery. Don podría no estar seguro”, Paige asintió. “Primero entremos en los establos”. Esperó unos segundos más, asegurándose de que Belden se hubiese ido de verdad. Cuando no hubo ningún movimiento o sonido, siguió adelante, encogiéndose cuando una ramita se partió en dos con su peso. Se mantuvo en las sombras, sosteniendo la rama de un árbol fuera del camino de Paige. Los establos eran como Don los había descrito. Las tablas en las ventanas traseras estaban viejas y desgastadas, fácilmente podrían retirarlas. Sin embargo, con Belden, posiblemente buscándolas, no quería correr el riesgo de darle a conocer su presencia con tablas y clavos que crujieran. Se agachó, sintiendo como Paige hacía lo mismo. Ahora se apresuró, hacia un lado del edificio, haciendo una pausa en algunos pasos, escuchando. Cuando llegó a la esquina frontal, se apoyó contra la pared, ocultándose con las sombras. Se arriesgó mirando alrededor de la esquina, sin ver movimiento. Respiró profundamente. Era ahora o nunca. Utilizó su hombro tratando de empujar la puerta. Esta no se movió. Utilizó más fuerza, sintiendo como cedía, escuchando un fuerte chirrido cuando la puerta se abrió. “Shh”, siseó Paige. CJ la hizo entrar y cerró la puerta rápidamente. Estaba oscuro en el interior, todas las ventanas estaban tapiadas. Esperó, el sonido de su respiración era fuerte para sus oídos. Encendió la linterna, yendo hacia la parte de atrás donde Don les dijo podían encontrar el túnel. 261
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“Habrá heno apilado. Muevan las dos primeras pacas. Verán la puerta trampa”. “Allí”, dijo ella. Estaba tal como él lo había descrito. Ella y Paige agarraron un extremo de la paca y la rodaron hacia el suelo, haciendo lo mismo con la siguiente. Había una puerta tallada en la pared, no mucho más grande que una pequeña ventana. Tiró del mango, las bisagras oxidadas casi gritaron en protesta al abrirse. Eso le daba credibilidad a la afirmación de Don de que los establos nunca eran utilizados. Asumía que esta puerta no se había abierto en más de una década. La fría humedad les golpeó. Se alejó de ella tomando una respiración profunda. En ese momento, la última cosa que quería hacer era meterse en el túnel. Paige dio un paso atrás. “Primero voy a llamar a Avery”. “Sí. Okay”. CJ deslizó la luz por el túnel. Las telas de araña decoraban la entrada y las escaleras legaban hasta la tierra fría y oscura. “Odio las arañas”, murmuró ella. “Sin respuesta”, dijo Paige sosteniendo su teléfono “Tengo un mal presentimiento”. CJ asintió. “Yo también. Pero no podemos preocuparnos de Avery en estos momentos. Esperemos que él y el jefe hayan asegurado todo”. “Es Don quien me preocupa. Se lo prometimos a Fiona”. CJ miró nuevamente hacía el túnel, repentinamente abrumada por una ansiedad desesperada. Sí, le habían prometido a Fiona un montón de cosas. Pensaba que a Howley le daría un infarto cuando le contara de sus planes. Él casi les ordenó que se retiraran. No estaba segura de lo que habrían hecho si lo hubiese hecho. Paige estaba resuelta. En este momento, Paige estaba en su modo protector. Ninguna de ellas sabía lo que Fiona había planeado, pero la mirada en sus ojos le dijo a CJ que Fiona no tenía intención de dar a luz. CJ había visto esa mirada desesperada y desolada anteriormente en los ojos de su propia hermana. Paige, sin embargo, no hizo mención de ello. Su enfoque ahora estaba allí y en
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proteger a Fiona de los horrores que Ester Hogan había planeado para ella. Entonces se volteó hacia Paige, tirando de ella rápidamente en un fuerte abrazo. “¿Qué?” CJ miró hacia la entrada del túnel. “Siento como si fuésemos al infierno”. “Lo sé. Digo que entremos y acabemos de una vez, aunque no sabemos muy bien en lo que nos estamos metiendo”. “No. E incluso con los chicos viniendo en helicópteros, tomará por lo menos una hora antes de que tengamos un poco de respaldo”. Paige respiró profundamente. “Entonces vamos a hacerlo. Estoy lista para salir pitando de aquí”. CJ se inclinó hacia delante y la besó, luego tiró de ella en otro abrazo. “Escucha, si algo sucede, sólo quiero que sepas que esto... bueno, que esto no es un romance barato. No eres solo una muesca, como una vez dijiste”. Paige la miró fijamente. “¿Ahora? ¿Quieres hablar de eso ahora?” Avergonzada, CJ miró nuevamente hacia la entrada del túnel evitando mirar hacia Paige. “No. Demonios, ¿qué estaba pensando?” Sí, ¿qué estabas pensando? Dio un paso hacia adelante, quitando las telas de araña con la linterna, sólo para que Paige detuviera su progreso con una mano en su brazo. Se dio la vuelta, con las cejas levantadas. “No me enredo en romances baratos”. Paige ladeó la cabeza. “Lo sabes ¿verdad?” En las sombras, CJ se encontró con sus ojos. Finalmente asintió, aliviada por lo que vio allí. “Entonces vamos a terminar con esto, bebé”. “Y no me llames bebé”, murmuró Paige detrás de ella y CJ reconoció la sonrisa en su voz.
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CAPÍTULO 45
Fiona agarró su estómago, tomando respiraciones cortas y rápidas. Casi deseaba haber tomado la pastilla para el dolor que Don le había ofrecido, pero sabía que debía tener sus sentidos alertas. Sin duda, madre Hogan ya sabría que algo andaba mal. ¿Ya habría echado de menos a Don? Si era así, Fiona sería a quien buscarían por respuestas. Su madre la recibió en la puerta y por la mirada en sus ojos, Fiona sabía que madre Hogan ya la habría interrogado. “Llegas tarde”. Fiona trató de mantener su voz firme. “Tenía pruebas por corregir”, dijo ella, una mentira que había inventado en su camino a casa. “Madre Hogan estaba preocupada. Dijo que no te sentías bien”. Fiona tragó. “¿Cómo supo eso?” Su madre casi se quedó sin aliento. “¿La cuestionas? Niña, ella lo sabe todo”. Y tú sabes tan poco, pensó Fiona. Incluso ahora, su madre no tenía ni idea de cuál sería el destino de Fiona. ¿Pensaba que Fiona daría a luz? ¿Tenía alguna idea de la... la cosa que llevaba? ¿No sentía preocupación? No. Todo lo que le preocupaba a su madre era desagradar a Madre Hogan. Nada más. “Si lo sabe todo, entonces creo que sabrá que voy a la cámara. Supongo que la veré allí”. Fiona se dirigió hacia la cocina, donde estaba la puerta que le llevaría a los túneles. Su madre la detuvo, sosteniendo su brazo. “¿Qué es lo que te pasa? Estás actuando raro”. “¿Raro?”, Fiona señaló su estómago “No. Esto es raro. Sin embargo, no haces ninguna mención de ello. ¿Por qué?” “No nos corresponde cuestionar”, dijo su madre simplemente. 264
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Fiona tomó aliento con dificultad cuando una sacudida de dolor la golpeó. “No. Las buenas ovejas no cuestionan ¿no es así?”, murmuró. Miró el viejo reloj de su abuelo que pasaba los segundos en silencio, como lo había hecho toda su vida. Su mirada siguió el largo del péndulo, viendo el paño amarillo desteñido cuidadosamente doblado en la parte inferior de la caja, consciente de que cada casa tenía el mismo reloj con la misma tela de color amarillo escondido allí. ¿Se vería Paige obligada a usar la frase desencadenante? Miró a su madre y se preguntó si ese sería el mejor resultado para ella ¿La muerte? O probablemente ser encerrada en un manicomio por el resto de sus años. Sería tan sencillo pronunciar la frase ahora, ver a su madre entrar en trance, ver como ciegamente iba a tientas hacia el paño, sacando la cápsula que la Madre Hogan había escondido en cada reloj. Roca amarilla en el reloj. Tick. Tock. Amarillo. Roca. Pero al final, Fiona no pudo decirla. Su propio destino podría estar sellado, pero no podía ser la que enviara a su madre a su muerte. “Adiós, madre”, dijo haciendo una mueca mientras sostenía su costado. “Tengo una cita con madre Hogan”. “Ella no te ha convocado”. “No. Esta vez soy yo quien la está convocando”. Una vez más, su madre se quedó sin aliento. “Habla de esa manera y provocarás su ira”, advirtió. Fiona encontró las fuerzas para reír. “Ese es el plan. Ahora ¿no deberías empezar la cena?” Su madre asintió con la cabeza. “Sí. Por supuesto. Lo haré ahora”. Fiona la miró por un momento, sus movimientos lentos y medidos, a fin de no dar un paso en falso. Nadie quería dar un paso en falso. Suspiró, consciente de que nunca vería a su madre nuevamente. Extrañamente, ese pensamiento no le causó tristeza.
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Se dio la vuelta, abriendo la puerta hacia los túneles, mirando hacia atrás una vez más, pero su madre no le prestó atención.
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Ester se paseaba lentamente, de ida y de vuelta, la ventana abierta dejaba entrar la brisa cálida de la noche. Estaba tan quieto, tan húmedo, sentía el sudor humedeciendo su piel. Fiona estaba de regreso. Lo sabía. Pero algo no estaba bien. No podía verla, no podía sentirla. No como debería. Tal vez este embarazo estaba interrumpiendo su flujo de energía. O tal vez era algo más. Escuchó, pasos en la escalera. Reconoció los pasos pesados de Belden y esperó a que llamara. “Sí. Entra”. Lucía agitado, con su piel brillante de sudor. “Madre”, saludó, su voz sonaba como sin aliento. “¿Don?”, preguntó con sencillez. Negó con la cabeza. “Pero lo encontraremos. Me temo que tengo otras noticias”. Frunció el ceño, sintiéndose fuera lugar. ¿Noticias? ¿Qué noticias podría tener que ella no supiese ya? “Adelante”, dijo ella. “El director Avery es un farsante”, dijo él. “¿Un farsante?” “Es un agente del FBI”. Las palabras fueron como un golpe en su pecho y extendió su mano, apretando como una garra el brazo de Belden. “¿Cómo sabes eso?” 266
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“Él trató que el jefe Aims arrestara a Richard. Algo sobre la puerta”. “Debe ser eliminado”, dijo rápidamente. “Podemos sacrificarlo como a los demás”. Sí, eso era lo que iba a hacer. Sacrificarlo. Hacer que se fuera. Entonces las cosas volverían a la normalidad. Después de todo, Fiona estaba a punto de dar a luz. Era el momento de celebrar. No tenía tiempo para lidiar con el FBI. “Hay más”, dijo Belden, sus ojos abandonaron los de ella, nervioso. “Dime”. “Las dos mujeres que se hicieron amigas de Fiona… Son también del FBI”. Esa noticia no la sorprendía. Sabía que ellas no eran quienes decían ser. No traería ninguna consecuencia. “También serán eliminadas. Tráelas a ellas y al director Avery aquí. Esta noche”. “Ese es el problema”, dijo él “Creo que ellas ya están aquí”.
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CAPÍTULO 46
Paige dudó en la parte superior de las escaleras, haciendo una pausa para mirar hacia atrás por encima de su hombro. No sabía lo que esperaba encontrar. La puerta estaba cerrada y las ventanas estaban tapiadas. Aun así, sentía como si algo la estuviese mirando y casi se estremeció por eso. “Vamos” dijo CJ instándola desde abajo. Tomando una respiración profunda, Paige dio el siguiente paso hacia abajo, tirando de la puerta de la trampa cerrándola tras ella. A pesar de haber visto como CJ rompía las telarañas, se imaginaba cientos de arañas al acecho, listas para saltar sobre ella cuando se deslizara junto a éstas. Agarró la mano ofrecida por CJ, sus pies finalmente golpearon la tierra húmeda. Se aferró a CJ por un largo rato, adaptando sus ojos a la penumbra. 267
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“De acuerdo con el mapa…”, dijo CJ manteniéndolo bajo su linterna, “…deberíamos estar seguras usando las linternas hasta aquí”. Paige siguió el avance del dedo de CJ, viendo un giro en forma de L que las llevaría a la cámara. Trató de recordar las palabras de Don sobre el laberinto de túneles, pero ahora todo estaba borroso. Sólo sabía que tenían que darse prisa. Parecía que habían pasado horas desde que ellas se habían separado de Fiona. “Vamos”, dijo ella. “Voy justo detrás de ti”. “Sí, claro. Ahora me quieres en la delantera”, murmuró CJ. Paige sonrió, agradecida por el intento de CJ de aligerar el ambiente. Mantuvo su propia linterna guardada en el bolsillo de su muslo, siguiendo a CJ de cerca mientras avanzaban poco a poco hacia lo más profundo de la tierra. El túnel era pequeño, con apenas el espacio suficiente para que se ubicaran en posición vertical. El túnel había sido reforzado con tablas, pero el rápido vistazo que había sido capaz de dar sugería que eran viejas y podridas. Había visto horrores anteriormente en su trabajo, pero nada se podía comparar a lo que estaba sintiendo en estos momentos. Su miedo era auténtico, pero no era algo en lo que podía poner su dedo. ¿Sería sólo porque iban a las entrañas de la tierra, a enfrentarse con una criatura que podría o no vivir allí? ¿O se trataba de los poderes desconocidos que Ester Hogan podría o no poseer? ¿Era porque Belden muy probablemente estaba buscándolas? ¿O era miedo por el destino de Fiona? ¿Podrían salvarla? Todas esas preguntas disputaban el primer lugar en su mente, echando a un lado el miedo físico que sentía, miedo a estar en el húmedo y oscuro túnel que estaban tratando de recorrer, miedo de que pudiese ceder sobre ellas. Llegaron a un cruce y CJ se detuvo, sacando nuevamente el mapa. Paige miró por encima de su hombro, tratando de dar sentido al dibujo. “Creo que estamos aquí”, susurró CJ. “¿Eso crees?” “No. Estoy bastante segura”.
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“Dame eso”, dijo Paige, tomando el mapa de CJ. Era un dibujo deficiente y obviamente, sin escalas, pero asumió que Don sólo había incluido el túnel que tenían que tomar. Se volteó en círculo, tratando de orientarse, pero en el túnel oscuro no tenía ni idea de qué dirección tomar. Silenciosamente entregó el mapa nuevamente a CJ. “No tengo ni idea”. “¿Ves? Es por eso que estoy en la delantera”. “Entonces guíanos, tigre. Estoy empezando a sentir claustrofobia”. “Sí, podrían haber hecho esto un poco más grande”, murmuró CJ mientras seguía adelante. Cuando llegaron al cruce en forma de L, ambas se detuvieron rápidamente y CJ apagó la linterna. La oscuridad fue cortada por una tenue luz más adelante. Paige parpadeó varias veces, para adaptarse a la tenue luz. CJ tiró de su brazo, en un gesto para que la siguiera. Sus pasos ahora eran más lentos, cuidadosos y Paige pudo escuchar el latido de la sangre en sus oídos. Tomó respiraciones cortas y superficiales, tratando de calmar su nerviosismo. Cuando se acercaban a la esquina, CJ se presionó firmemente a lo largo de la pared, moviéndose en silencio para mirar alrededor del borde. “Parece una antorcha pasada de moda”, susurró. “No veo a nadie. El túnel continúa”. Paige asintió, moviéndose hacia adelante también. El túnel parecía ser más grande ahora y había otro pequeño túnel que se unía con el túnel por donde ellas habían venido. La antorcha era como CJ la había descrito, algo que se podía ver en una película antigua. Se preguntaba qué utilizaban como combustible. Y siguiendo ese pensamiento, se preguntaba si estaban en peligro de envenenamiento por monóxido de carbono. Sonrió ante sus pensamientos, consciente que era la menor de sus preocupaciones en estos momentos. “Estoy empezando a pensar que esta es una idea terrible”, dijo CJ mientras caminaba. “Lo sé. Pero no era como si tuviésemos un montón de opciones”.
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CJ sacó el mapa nuevamente, sosteniéndolo hacia la antorcha. Don había dibujado el otro túnel, por lo que sabía que estaban en el camino correcto. Sólo unas cuantas vueltas y terminarían en lo que Fiona y Don habían llamado ‘la cámara’. La cueva estaba más alá de eso. “Vamos”. Paige asintió, siguiendo a CJ muy de cerca. Paige se preguntaba por qué esta parte del túnel estaba iluminado por antorchas. Tal vez era un pasillo principal. Ese pensamiento la hizo mirar por encima del hombro, asegurándose de que todavía estaban solas. Aunque no veía a nadie, ciertamente sentía ojos sobre ella. “Siento como si fuésemos vigiladas”, susurró dando voz a sus pensamientos. “Probablemente son las arañas”, murmuró CJ con una sonrisa tranquila. El único sonido después de eso fueron los pasos amortiguados que daban. Paige se mantuvo detrás de CJ, sabiendo que la próxima vuelta les llevaría al lugar abierto. CJ se detuvo, señalándole a Paige que se mantuviera contra la pared. Escuchó voces a lo lejos. “¿Fiona?” CJ asintió. “Y Belden”. “Por lo menos sabemos dónde está él”.
***
“No deberías estar aquí”, dijo Belden. El aliento de Fiona eran jadeos cortos y rápidos, ahora el dolor era casi insoportable. Su rostro estaba empapado en sudor y limpió una gota de sudor en la esquina de su ojo. “Búscala”, dijo Fiona nuevamente. “Quiero verla”. “Madre Hogan dejó instrucciones de que esperaras. No debes estar en la cámara sin ella”. 270
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Fiona arrastró los pies acercándose al altar, apoyándose en el borde para mantenerse a sí misma. Sintió una humedad pegajosa entre sus piernas y supo que era sangre. No tenía mucho tiempo. Se volvió hacia Belden, con la esperanza de usar su miedo hacia Madre Hogan contra él. Señaló hacia su vientre. “Estoy a punto de dar a luz. Si algo sucede, serás el culpable ¿Quieres eso?”, tomó una insoportable respiración profunda. “Sabes lo que te va a hacer ¿verdad?” Belden vaciló y luego sus ojos se ampliaron cuando ella dejó escapar un gemido agudo, el dolor estuvo a punto de ponerla de rodillas. “Quédate aquí. Voy por ella”. Él salió corriendo y desapareció por el túnel que lo llevaría a la propiedad de madre Hogan. Se agarró al altar, empujándose a sí misma a lo largo de su longitud. Cerró sus ojos con fuerza, esperando que el dolor disminuyera. Cuando disminuyó un poco, se irguió y miró hacia la parte posterior de la cámara. La oscura entrada al túnel principal se alzaba como una boca abierta. Más allá, los túneles más pequeños convergían. ¿Estarían Paige y CJ cerca? ¿Habrían logrado su viaje por el bosque? ¿Habrían encontrado los establos? ¿Había sido suficiente el mapa de Don para que pudieran encontrar el camino? Si era así, esperaba que estuviesen cerca. Estaba sangrando y sentía como sus fuerzas la abandonaban rápidamente. Si querían atrapar a madre Hogan en su momento más débil, sería ahora. Una vez que todo hubiese terminado, temía que ellas no serían rival para la ira de madre Hogan. Cada paso que daba era angustioso, un dolor intenso tironeaba su centro. Bajó la mirada e incluso en la oscuridad, podía ver la sangre manchando sus pantalones de trabajo todo el camino hasta los tobillos. Sintió como un gran dolor la golpeaba entonces y casi sollozó con éste. Tanto tiempo desperdiciado. Todo se había ido para siempre. La poca normalidad en su vida había ocurrido en la escuela, de lunes a viernes. No se había dado cuenta de cuanto la atesoraba. Si hubiese tenido la fuerza años atrás, tal vez podría haber vivido una vida ordinaria. Ella y Don podrían haber huido juntos. Pero no.
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Madre Hogan debió haber previsto eso. Tenía que haber sabido que una vez que estuviesen en el exterior sabrían cosas. Cosas que los otros no sabían. Los mantuvieron separados hasta el final. Cerró los ojos por un segundo, luego echó fuera esos pensamientos. No había necesidad de lamentarse ahora. Su destino estaba sellado. Su única esperanza era que todo terminara pronto. Muy pronto. Reunió las pocas fuerzas que le quedaban, aferrándose al altar por ayuda. Tanteó a ciegas por el revestimiento de piedra fría, buscando la grieta donde madre Hogan mantenía su cuchillo. Sus dedos rozaron la envoltura de cuero y cerró su mano alrededor de él, sacándolo de su escondite. Se apoyó pesadamente contra el altar, con los codos en el borde, manteniendo su posición vertical. Tomó respiraciones rápidas y cortas, sintiendo como sus párpados se ponían pesados. Sorprendentemente, no sentía más dolor. Sólo un entumecimiento frío que calaba sus piernas. Podía sentir un goteo lento y se preguntaba cuánta sangre había perdido. Sus pantalones se sentían empapados. Sabía que tenía calambres, podía sentir su interior contrayéndose, pero no sentía dolor. “Fiona, niña ¿qué estás haciendo?” Fiona volteó la cabeza lentamente, viendo como madre Hogan venía hacia ella y Belden pisándole los talones. Deslizó el cuchillo fuera de su vaina, sosteniéndolo para que pudieran verlo. Como era de esperar, madre Hogan se detuvo en seco, abriendo mucho los ojos con incredulidad. “Tú... tu bebé va a nacer”, dijo Fiona, su voz sonaba extraña a sus propios oídos. Desvió sus ojos de la intensa mirada de madre Hogan, quien intentaba poseer su mente. Sintió un tirón casi físico en el cuchillo, pero se aferró a éste con fuerza. Madre Hogan no iba a ganar. Oh, ¿dónde estaban Paige y CJ? Seguramente estaban cerca. No podía hacer esto por sí misma, lo sabía. “Baja el cuchillo”, dijo madre Hogan, su voz casi estruendosa en la cámara. Fiona negó con la cabeza, su agarre firme alrededor del suave mango del cuchillo, “No tienes poder sobre mí”, dijo ella sorprendiéndose a sí misma por su valor. “Ya no soy una de tus pequeñas ovejas”. 272
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“No me hables de esa manera, niña. No debes desobedecer”. Fiona sintió un hilillo de lágrima por su mejilla y sintió que su resolución de desvanecía. Temía no ser lo suficientemente fuerte como para llevarlo a cabo. Apretó los dientes, alejando el pánico repentino que se apoderó de ella. Su ansiedad decayó al sentir otra contracción. “Mírame”, jadeó. “Mira lo que me has hecho. Y, ¿para qué?” “No te corresponde cuestionar”. Fiona sintió como el cuchillo se aflojaba en su mano y volvió su atención a él, obligando a sus dedos a sujetar firmemente la hoja. Madre Hogan no tiene poder sobre mí, se recordó. “No”, dijo ella con voz débil. “Nadie te cuestionó, ¿verdad? Hasta ahora”
***
CAPÍTULO 47
Paige le tiró del brazo y CJ se dio la vuelta, con las cejas levantadas. “¿Tenemos un plan?” “No”, se encogió de hombros. “Es más o menos como toda esta asignación ha sido ¿no?” “Tratemos de no dispararle a nadie”, dijo Paige. “Estoy más preocupada por Belden. Él nos podría partir en dos con sus propias manos”. “Cierto. Él podría. Así que dirige, tigre”. CJ desabrochó la cartuchera en su muslo en silencio, escuchando como Paige hacía lo mismo. Se agachó moviéndose rápidamente a lo largo de la pared hasta el último rincón, tratando de permanecer en las sombras. Tomando una respiración profunda, se dirigió a 273
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la gran sala… la cámara. Había suficiente luz de las antorchas para visualizar el altar contra la pared del fondo. Allí estaba Fiona, inclinándose débilmente contra éste. Ester Hogan… vestida con una túnica oscura… estaba frente a ella. Belden parecía estar flanqueándola a su derecha. CJ le indicó a Paige que se ubicara opuesta a ella, hacia Ester. CJ se apretó contra la pared de la izquierda, con la intención de interceptar a Belden. Fue entonces cuando vio el cuchillo, la hoja brillante que Fiona agitaba hacia Ester. “Déjala caer”, Ester le ordenó a Fiona con voz firme. “Te lo ordeno”. “Aléjate de mí. Tú no me mandas más”. CJ miró a Paige, cuyos ojos estaban clavados en Fiona. Ahora sería un buen momento para tener un plan. “Baja el cuchillo, Fiona. Ahora”. CJ no pensaba que Fiona intentaría acabar con Ester Hogan por su cuenta, pero la miraba fijamente, esperando alguna señal para moverse. ¿Sabía Fiona que estaban allí? ¿Podría verlas? “Ya es demasiado tarde. No seré tu peón”. Todo pasó tan rápido… el cuchillo destellando bajo la luz de las antorchas. El corazón le dio un vuelco con incredulidad cuando Fiona hundió la hoja en su propio vientre, un maullido terrible abandonó sus labios mientras sacaba el cuchillo, sólo para enterrarlo nuevamente. “¡No!” gritó Paige, corriendo hacia adelante. “¡Fiona…! ¡No!” Ester Hogan giró su cabeza, con sus ojos casi sobresaliendo de su cráneo. Señaló hacia ellas, gritando en voz alta. “¡Extraños! ¡Extraños! ¡Extraños! ¡Extraños! ¡Extraños!” “Oh, mierda”. Antes de que pudiera dar un paso más, Belden estaba sobre ella, una gran mano envolvía su garganta ahogándola mientras la levantaba del suelo, presionando su espalda 274
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firmemente contra la pared. Le dio una patada, tratando desesperadamente de recuperar el aliento. No podía ver a Paige, no sabía lo que estaba pasando. Lo único que escuchaba era la voz chirriante de Ester Hogan. Elevó una de sus rodillas, golpeando a Belden debajo de su barbilla. Su agarre se aflojó lo suficiente como para tomar una respiración profunda. Parpadeó, tratando de recordar la frase que Fiona les había enseñado. ¿Calcetín amarillo? ¿Roca Amarilla? ¿Reloj amarillo? ¿Cómo demonios era? ¿Puto amarillo… qué? Lo pateó nuevamente, impactando contra su ingle. Sus manos se apartaron de ella mientras se doblaba de dolor.
***
Paige corrió ciegamente hacia Fiona, empujando a Ester Hogan fuera del camino con un golpe feroz. Fiona yacía inmóvil en el suelo frío, la sangre brotaba de sus heridas. Ella parpadeó lentamente, encontrando los ojos de Paige. “Oh, Dios, Fiona”. “No la mires”, susurró Fiona. “Cierra tu mente a su poder”. “No te muevas. Voy a…” Pero sus palabras fueron cortadas cuando fue arrojada contra la pared del fondo. El golpe fue sólido, el impacto casi le dejó sin aliento. Sacudió su cabeza, encontrando la mirada fija de Ester Hogan sobre ella. Ester nunca le había puesto una mano encima, pero la había lanzado como una muñeca de trapo. Alejó los ojos de su mirada, cayendo de rodillas al sentir un firme agarre alrededor de su garganta. Se quedó en la más absoluta incredulidad. Ester Hogan estaba por lo menos seis metros lejos de ella, pero sentía sus fríos y huesudos dedos alrededor de su cuello. La visión de Paige se nubló cuando su respiración se cortó. Tanteó a través de su muslo, encontrando su arma todavía asegurada en su funda. 275
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“Calcetín amarillo”, dijo CJ mientras bailaba alrededor del furioso Belden quien trataba de capturarla. “Reloj amarillo”, ignoró el golpe en su hombro, con una sonrisa en su rostro “Roca amarilla”, dijo ella. Sí, eso es. “Roca amarilla en el calcetín”. Belden se detuvo, inclinando su cabeza, como si buscara en sus recuerdos algún enigma que hubiese olvidado. Pero se liberó de eso, agarrándola nuevamente con su largo brazo y golpeándola contra la pared. “Maldita sea”, dijo entre dientes al sentir como sus costillas casi se hacían añicos. “Reloj. No calcetín”, murmuró. Lo miró a los ojos, notando como un hombre totalmente desprovisto de emoción la miraba. Su mano se tensó peligrosamente alrededor de su cuello. “Roca amarilla en el reloj”, se atragantó, con la voz ronca por su agarre. Sorprendentemente, los ojos de Belden parecieron girar en su cabeza. “Sí, eso es. Roca amarilla en el reloj”, dijo nuevamente. “Tick Tock”. “Roca amarilla” “Sí. Repítelo conmigo”, dijo mientras su agarre se aflojaba. “Roca amarilla en el reloj. Tick Tock. Roca amarilla”. “Roca amarilla en el reloj”. Se frotó la garganta cuando él la soltó, sus ojos estaban vidriosos. “Roca amarilla”. “En el reloj. Tick. Tock. Roca amarilla”. Él se volteó bruscamente, sus pies se movieron en un ritmo decadente, marchando hacia la boca del túnel oscuro y desapareciendo, su voz murmuraba la frase una y otra vez. Saltó ante el sonido, luego cayó sobre sus rodillas cuando un solo disparo resonó una y otra vez en la cámara cerrada. Giró su cabeza, encontrando inclinada a Paige, quién respiraba con dificultad. Ester Hogan yacía inmóvil en el suelo.
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CAPÍTULO 48
Paige se arrodilló junto a Fiona. Sus ojos estaban cerrados, pero su boca estaba abierta, liberando respiraciones superficiales. Echó un vistazo hacia CJ, quien estaba de pie sobre el cuerpo sin vida de madre Hogan. “Pensé que no íbamos a dispararle a nadie”. “No tuve otra opción”. Tocó el rostro de Fiona, viendo el aleteo de sus párpados. No sabía qué hacer. El cuchillo todavía estaba dentro de ella, enterrado hasta la empuñadura. “Oh, Fiona. ¿Por qué?” “Era la única manera”, susurró ella. Paige tomó su mano, apretándola con fuerza. “Aguanta. Te llevaremos a un hospital”. “No. Es demasiado tarde”. “No es demasiado tarde”. “Paige… gracias, mi amiga. Eres lo mejor que me ha pasado”. “No. Quédate conmigo”, dijo Paige interrumpiéndola. “Vamos a sacarte de aquí. A ti y a Don, ambos”. “Ese siempre fue mi sueño”, dijo Fiona con voz débil. “Escapar”. Paige sintió que los dedos de Fiona se apretaron alrededor de los suyos. “No huyas de CJ”, susurró ella. “Confía en ella. Las cosas horribles que su padre le hizo... la hacen desconfiar de los demás. Pero ella quiere amarte. Permíteselo”. Paige la miró con incredulidad. “¿Cómo supiste acerca de su padre?”
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El agarre de Fiona se aflojó y su mano cayó, pero sus ojos se mantuvieron con firmeza en los de Paige. Paige vio como la mano de Fiona encontraba el cuchillo, entonces, en un último gesto, tiró del cuchillo. La sangre brotó, pero Fiona nunca hizo un sonido. Simplemente se quedó inmóvil, con la mano y el cuchillo cayendo inútilmente sobre el suelo. Paige se la quedó mirando, viendo como el último aliento de Fiona le abandonaba, viendo como la vida se desvanecía de sus ojos. Justo de esa manera. Se fue. Por sus propias manos. “¿Paige?” Sintió el toque de CJ en su hombro y se volteó hacia ella, permitiendo que CJ le pusiera de pie. Se aferró a ella, escondiendo su rostro en su hombro. Sentía como se le rompía el corazón, pero no vinieron las lágrimas. La escena era surrealista. Fiona en un charco de su propia sangre, por su propia mano. Ester Hogan a seis metros de distancia, con una bala en su corazón que puso fin a su vida sin una ceremonia. Surrealista. “¿Belden?” “Hice la cosa del calcetín amarillo. Entró en trance, justo como ellos dijeron que ocurriría”. Paige frunció el ceño. “¿Calcetín amarillo?” “Calcetín, roca, reloj. Lo que sea”, CJ la sostuvo a un brazo de distancia. “¿Estás bien?”, la volteó hacia la antorcha, inspeccionando su cuello. “Estás herida”. Paige tocó su cuello adolorido. “Nunca me puso una mano encima. Me lanzó contra la pared. Y me estaba ahogando. Pero nunca me tocó”. “Supongo que Fiona tenía razón con respecto a sus poderes”. Paige miró hacia Fiona, sacudiendo lentamente su cabeza. “¿Por qué? ¿Por qué hizo eso? Podríamos haberla ayudado”.
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“¿Podríamos?”, CJ se encogió de hombros. “Quizás. Pero eso hubiese sido demasiado para ella. Incluso si sobrevivía al dar a luz, ¿entonces qué? ¿Se convertiría en un espectáculo de circo?” “No lo sé. Pero esto sólo parece…” Sus palabras fueron interrumpidas por un rugido espantoso proveniente de la cueva. Ella y CJ se miraron, con sus ojos muy abiertos. “Oh, mierda”, murmuró CJ, tirando de Paige con ella. “Tenemos que salir de aquí. ¡Ahora!” El rugido fue seguido por un grito agudo, similar a los que habían escuchado por la noche. Cuando estaba cazando. Ella corrió tras CJ, ambas metiéndose en el primer túnel por donde habían venido. Se detuvieron en seco, escondiéndose en las sombras. Se aferró a los brazos de CJ, mirando a su alrededor, su visión de la cámara ligeramente obstruida. Lo primero que vio fue su silueta, la luz de la antorcha seguramente distorsionaba su forma. Pero no. La criatura se puso de pie sobre sus patas traseras, medía fácilmente tres metros de altura. “Dios mío, ¿qué es eso?”, susurró mientras se encogió contra la pared. “No tengo ni la menor idea”. Su cabeza era escamosa como la de un lagarto y giró su mirada alrededor de la cámara, aterrizando primero en Ester Hogan, luego en Fiona. Dejó escapar un tremendo rugido, un sonido lastimero lleno de angustia… se atrevía a decir… lleno de dolor y luto. Su mano se metió en el brazo de CJ mientras la criatura se agachaba levantando a Fiona, con sus brazos balanceándose sin vida por sus costados. Paige quería alejar su mirada de esa vista, pero no lo hizo. Con otro gemido atormentado, se arrastró, nuevamente hacia la cueva, llevando a Fiona… y a su bebé… con él. “No puedo creer que acabo de ver eso”, dijo CJ en voz baja. “¿Qué debemos hacer?” “De seguro no vamos a ir detrás de él”.
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“Pero…” “De ninguna manera”, CJ buscó a tientas su linterna, profundizándose en el túnel. “Vamos” “¿Sabemos dónde estamos?” “Mira esto”, dijo CJ alumbrando a lo largo de las paredes. Mientras que el otro túnel por donde habían llegado había sido construido sin orden, este túnel había sido reforzado con madera brillante y barnizada. Tallada con extraños símbolos que nunca había visto. “¿A dónde crees que nos lleve esto?”, preguntó Paige. “Supongo que a la casa de Ester”. Paige la siguió, mirando detrás de ellas para asegurarse de que no eran seguidas. Se preguntaba cómo iban a explicar todo lo que había sucedido. Nadie iba a creerles. Al igual que CJ, no podía entender lo que había visto. Se detuvieron en la parte inferior de una pequeña escalera. Estas escaleras también eran mucho mejor que las que estaban en los establos. Los pasamanos a ambos lados eran de madera barnizada. Los pasos crujieron bajo su peso mientras subían a la cima. CJ giró el pomo de la puerta lentamente. Estaba abierta. Paige también sacó su linterna. La habitación parecía haber sido alguna vez un estudio o una sala de estar, sin embargo estaba escasamente amueblada. CJ alumbró por la habitación, aterrizando en una puerta abierta. Paige la siguió quedándose de pie en el marco de la puerta cuando CJ entró. Se trataba de un viejo estudio. Incluso bajo la luz limitada, Paige podía ver lo gastado del inmobiliario. Movió la linterna hacia la ventana, las cortinas tan delgadas que no podía distinguir su color original. La ventana estaba abierta, dejando entrar la poca brisa que había. Fue entonces cuando Paige dio cuenta de lo caliente y cargado que estaba. Se limpió el sudor de la frente. “Trata encender la luz”, dijo CJ señalando hacia el interruptor en la pared. Paige lo hizo, pero la habitación se quedó a oscuras. “Fuera de servicio”, murmuró CJ. “Tal vez sólo utilizaba un generador cuando lo necesita”. “Probablemente”. 280
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La linterna de CJ cruzó la habitación, aterrizando en una puerta en la esquina trasera. La abrió, revelando otro tramo de escaleras. Ésta iba hacia arriba, no hacia abajo. CJ le devolvió la mirada con las cejas levantadas. Paige asintió. Era una escalera estrecha y subieron en una sola fila. Se preguntaba si se trataba de un acceso directo a la habitación de Ester. CJ abrió la puerta con cautela, haciendo una pausa para escuchar, pero todo estaba en silencio. La puerta se abría a un pasillo y la escalera parecía ser sólo una ruta más corta hacia el segundo piso. Había cuatro puertas, dos a cada lado, pero era la quinta puerta al otro extremo la que parecía inusual. El marco de la puerta tenía por lo menos un pie de ancho, talado con los mismos símbolos que habían visto en el túnel. “Verifiquemos primero estas habitaciones”, dijo CJ. La primera estaba completamente vacía, incluyendo la ausencia de cortinas. Una enorme tela de araña cruzaba la ventana, evidenciando la falta de uso de la habitación. CJ fue a la siguiente y Paige cruzó el pasillo, abriendo una puerta de ese lado. Esperaba otra habitación vacía y casi se quedó sin aliento ante lo que vio cuando su linterna iluminó adentro. Era la habitación de un niño, con un mobiliario pequeño y anodino. En la cama yacían los restos óseos de un niño pequeño, vestido sólo con una camisa blanca y pantalones cortos. “CJ”, dijo ella. “Aquí”. CJ miró por encima de su hombro y luego suavemente la movió hacia un lado mientras entraba en la habitación. Paige vaciló, iluminando por el pasillo. No podía evitar la sensación de que no estaban solas. “Diría que quizás seis u ocho años”, dijo CJ. “¿Crees que era hijo de Ester?” “No lo sé. No la puedo imaginar como madre. ¿Tu puedes?” Paige ladeó la cabeza escuchando un sonido bienvenido en la distancia. Helicópteros “Escucha”, dijo ella. 281
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CJ la miró, sonriendo. “Refuerzos. Ya era hora”. “Vamos a ver las otras habitaciones”, dijo Paige “Estoy lista para salir pitando de aquí”. Las otras dos habitaciones en el pasillo estaban vacías, al igual que la primera. No había ni rastro de la habitación de Ester, lo que les llevaba a pensar que la puerta decorada al final de la sala lo sería. Paige dio un paso atrás, asintiendo con la cabeza cuando CJ giró el pomo. La puerta se abrió y un olor desagradable les golpeó de inmediato. Ambas entraron, sus linternas se proyectaban en las sombras en la habitación. Era grande, mucho más grande que una habitación. Alineadas en una fila ordenada, estaban ocho camas idénticas dominando la habitación. “Jesús”, murmuró CJ mientras se adentraba en la habitación. Paige alumbró cada cama, sin poder creer lo que veía. Las ocho camas parecían estar talladas a mano. El trabajo de la madera era exquisito. Sin embargo, una sola cama estaba vacía. “¿Qué demonios es esto?” CJ fue al final, alumbrando los nombres tallados en cada cama. “Estaline, Naomi, Opal, Velma, Eustice, Estele, Rosaline... y Ester”. “Fiona dice que las cosas aquí siempre han sido de esta manera”, dijo Paige “¿Crees que estas son las Hogan reinantes?” “¿Y cuando mueren, las traen aquí? Dios, ¿te imaginas viviendo en esta casa con estas... estas mujeres aquí?” “Están vestidas con una especie de vestido ceremonial”, señaló Paige mientras su mirada viajaba por cada esqueleto. “Si no tuviese la información, creería que son vestidos de novia”. CJ miró hacia el techo; los helicópteros ahora parecían estar sobre ellas. “Bueno, vamos a largarnos de aquí”. “¿Dónde crees que esta la habitación de Ester?” 282
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“Me imagino que en algún lugar de la planta baja. Vamos”, justo en ese momento sonó el teléfono de CJ, el tono familiar de Ice llenó la habitación tranquila. “Hey, calvo. Ya era hora”.
***
“¿Dónde diablos estás?,” preguntó Ice. CJ siguió a Paige quien bajaba las escaleras. “Estamos en la casa de Ester Hogan. La única de dos pisos”. “Sí. La veo. Está jodidamente oscuro aquí”, dijo él. “Están fuera de servicio ¿recuerdas? ¿Cuántos agentes?” “Seis de nosotros. Incluyendo a Howley”. “Está bien. Pensamos que hay cerca de cuarenta habitantes. Ester Hogan ha sido eliminada. Tenía un guardaespaldas. Un sujeto enorme. Belden. Tengan cuidado con él. El resto no creo que vayan a ocasionar problemas”. “Estamos revisando las casas ahora”. “Estaremos fuera en un segundo”, dijo ella desconectando. Detuvo a Paige antes de salir al estudio nuevamente. “Hey”. Paige se dio la vuelta, mirándola interrogante. Pareció entender la vacilación de CJ y apagó su linterna. Se abrazaron con fuerza y CJ cerró los ojos, sintiendo como sus inseguridades surgían nuevamente. Habían enfrentado el túnel, a Belden, a Ester Hogan e incluso a la criatura que vivía en la cueva. Pero ahora tenían que enfrentarse a Ice, Billy y Howley. Habían cambiado. Ambas habían cambiado. Ice y Bily se darían cuenta inmediatamente. “Podemos hacer esto”, dijo Paige. “Hemos jugado a este juego desde hace mucho tiempo”. 283
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“Ellos van a saber”. “Ellos pueden creer que saben. Pero realmente no lo sabrán”, Paige tomó su rostro con ternura, acariciando su barbilla con su pulgar. “Tenemos mucho de qué hablar CJ, pero ahora no es el momento”. CJ asintió. Dios, va a romperme el corazón, pensó. Pero sonrió afablemente. “Está bien. Salgamos de aquí”. Atravesaron el estudio y salieron hacia la sala principal, encontrando la puerta principal. Las bisagras protestaron cuando la abrieron y asumió que Ester rara vez… o nunca… utilizaba la puerta. Una de las cosas que encontraba extraño era que nada estaba cerrado. Se podría pensar que tanto como les gustaba mantenerse aislados, tendrían todo fuertemente cerrado. El aire en el exterior estaba un poco más frío que el interior de la casa inactiva, pero sólo ligeramente. Se quitó la gorra, pasando las manos por su cabello húmedo antes de colocársela nuevamente. “Las luces están por allá”, dijo Paige señalando la casa de al lado. Fueron interceptadas por Howley antes de que pudieran entrar. “¿Qué demonios ha pasado aquí?”, exigió. CJ se lo quedó mirando. “Sí, estamos bien. Un poco golpeadas y magulladas, pero estamos bien”, dijo con sarcasmo “Gracias por preguntar”. Él la ignoró, dirigiéndose hacia Paige en su lugar. “Están muertos”. “¿Quiénes?” “Quienes diablos viven aquí. Muertos. Específicamente dije…” “…que no les disparáramos a nadie”, concluyó CJ. “Ester Hogan fue la única baja. No se pudo evitar. En cuanto a los otros, no sé de lo que estás hablando”. 284
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“No nos encontramos con nadie además de Ester y Belden”, dijo Paige. “¿Quién es Belden?” “Él es como su guardaespaldas”, dijo CJ. “Dos cadáveres más en esta casa”, gritó Ice. “Jesús. Esto es como Jim Jones de nuevo”, murmuró Howley mientras se dirigía en dirección a Ice. CJ y Paige lo siguieron. Era un hombre y una mujer mayor, ambos desplomados contra la pared. CJ se quedó mirando la tela amarilla agarrada con fuerza en la mano del hombre. Se volvió en círculo, escaneando la habitación con su linterna, aterrizando en un reloj de pared antiguo, el péndulo estaba detenido. “Mierda”, susurró ella. “¿Qué pasa?” “El reloj”, se volvió hacia Howley. “Muéstrame otra casa”. En la de al lado era lo mismo. Dos hombres. Uno en el suelo, el otro desplomado en el sofá. Una vez más, un reloj de péndulo, éste seguía marcando el tiempo. CJ se volteó hacia Paige. “La frase que Fiona nos dijo que usáramos. La que puso en trance a Belden. Roca amarilla en el reloj”. “Fue un desencadenante del suicidio”, dijo Paige. “Pero Belden fue el único que la escuchó”. “Él la estaba diciendo una y otra vez a medida que se iba. Eso debió ser parte de todo. Para alertar a los demás. La pasaron entre ellos”. “Está bien, ¿de qué demonios están hablando?”, preguntó Ice. “Fue esta frase…” “Oh, Dios mío, CJ. Nos olvidamos de Don”, dijo Paige. “Y Avery”. 285
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“Sí, ¿dónde está Avery?”, preguntó Howley. “No pude contactarlo”. “Nosotras tampoco. Él y el jefe Aims iban a detener a Richard Barr, el guardia identificado a partir de los registros de la puerta”, dijo ella. “Lo dejamos en la escuela. Don se quedó en nuestra casa”. “Tenemos que ir”, dijo Paige tirando del brazo de CJ. “No tenemos un coche. Y no voy a volver por el bosque”. “Tomaremos el coche de Fiona”, dijo Paige mirando a su alrededor. “Es decir, si lo encontramos”. Howley levantó sus manos. “Ustedes dos, esperen. Necesito saber qué demonios está pasando aquí”. “Hay túneles bajo las casas que conducen a una cámara subterránea”, dijo CJ. “Una cueva”, agregó Paige “Allí fue donde estuvimos. Allí es donde encontrará el cuerpo de Ester Hogan. Le disparé”. “A menos que él haya regresado y se la haya llevado”, dijo CJ en voz baja. “Oh. Sí. Esa es una posibilidad”. “¿Él quien?”, preguntó Howley. Paige y CJ se miraron entre sí. “¿Quiere que le contemos esto?”, preguntó Paige. “No ahora, no. Tenemos que llegar a la escuela”, se volvió hacia Howley. “Con su permiso, por supuesto. Tenemos que encontrar a Avery y a Don”. “Sabía que no debía dejarlas entrar por su cuenta”, dijo él. “Sabía que algo así iba a suceder”, dejó escapar un suspiro de frustración. “Está bien. Lleven a Ice y a Billy. Y no hagan nada estúpido”. CJ se detuvo. “Hablando de eso... no vayan a los túneles. Es un laberinto. Y hagan lo que hagan, no entren en la cueva”.
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***
CAPÍTULO 49
La estación de guardia estaba iluminada pero sin ocupar. El coche de Avery seguía estacionado al lado del coche de Richard. “Deben haber tomado el coche del jefe”, dijo CJ mientras conducía despacio por un lado. “Tengo un mal presentimiento”, dijo Paige. Miró hacia el asiento trasero donde Ice y Billy estaban sentados en silencio. “¿Cómo estuvo el vuelo?” “Rápido”, dijo Billy. “Entonces ¿qué es lo que no le están contando a Howley?”, preguntó Ice. Echó un vistazo hacia CJ, luego de vuelta a Ice. “Algo vive en la cueva. Lo hemos escuchado en las noches un par de veces. Un grito desgarrador. Realmente no puedo describirlo. Lo vimos esta noche”. Billy se acercó más “¿Qué es?” “No lo sabemos”, dijo CJ. “Algún tipo de… criatura”. “¿Estás inventando esta mierda?”, preguntó Ice. Paige sonrió. “Desearía. Entonces, ¿nos extrañaste?” “Sí, las extrañamos. ¿Ustedes nos extrañaron?” “Por supuesto. Ésta…”, dijo ella señalando hacia CJ. “…no es nada fácil vivir con ella”. “Como tú”, intervino CJ. “No vas a creer todas las reglas que tiene”, dijo mirando por el espejo retrovisor a Ice. “Pero es muy buena cocinera”.
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Paige la miró cariñosamente, entonces se contuvo, rodando dramáticamente sus ojos para darle efecto. “¿Entonces por qué constantemente te quejabas de mi cocina?” “Debido a que estabas tratando de convertirme en una vegetariana”. “¿Tú?”, Ice se rió. “Ella come carne dos veces a la semana”, dijo él. Paige miró a Ice. “Ella ahora está metida en la soja”. “En mi culo”, murmuró CJ. “¿A dónde? ¿A la casa de Avery o a la nuestra?” “La nuestra. Si ellos estaban buscando a Don, es el lugar lógico” “¿Quiénes son ellos?”, preguntó Billy. “Tenemos que asumir que el jefe Aims y Richard”. “No olvides las dos túnicas que vimos en el bosque con Belden”, le recordó Paige. “Eso es correcto. Así que, posiblemente, cuatro hombres”, dijo CJ. “¿Qué dos túnicas?”, preguntó Ice. “Dos hombres vestidos de negro”, explicó CJ. “Los vimos en el sendero dirigiéndose hacia la escuela. Cosas espeluznantes”. “¿Qué estaban haciendo en el bosque?”, preguntó Billy. “Tratando de llegar a los túneles”, dijo Paige. “Es demasiado por explicar ahora”, se volvió hacia CJ. “Creo que deberíamos apagar las luces. Probablemente necesitemos acercarnos a pie”. “Sí. Estoy de acuerdo”. CJ llevó el coche a un lado de la carretera y se detuvo. Paige se volvió en su asiento, dirigiéndose a los chicos. “Las casas están bastante cercanas, pero escalonadas. Somos la primera casa en la carretera. Fiona estaba frente a nosotras”.
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“¿Qué pasó con ella?” “Ella… ella murió”. “Se suicidó”, dijo CJ. “Le puso una trampa a Ester Hogan para nosotras”. “Es una larga historia”, agregó Paige cuando abrió la puerta. “Sí. Y cuando regresemos a Houston, estoy pensando en cervezas en el bar mientras nos cuentan esta larga historia”, dijo Ice mientras salía. Caminaron en una sola fila a un lado de la carretera. La luna estaba todavía en lo alto, dándoles la luz suficiente para ver. Paige permitió que los chicos fuesen delante de ella mientras ella cubría la retaguardia. Casi saltó fuera de su piel cuando escuchó como se rompía una rama en el bosque no lejos de ellos. Sacudió su cabeza por los alrededores, escaneando a través de los árboles sin ver nada. “¿Qué pasa?”, preguntó Billy. “Me pareció escuchar algo”, susurró ella. CJ se detuvo y la miró. “¿Estás bien?” Paige asintió, aunque mantuvo un ojo vigilante sobre el bosque. CJ los guió alrededor de la parte posterior de su pequeña casa, más allá de la ventana del dormitorio. Se agachó por debajo del vidrio, los demás hicieron lo mismo. Al parecer estaba oscura y vacía. Habían dejado a Don en el interior con instrucciones de esperarlas. CJ levantó la mano, en un gesto para que se detuvieran. Giró la perilla de la puerta de la cocina, encontrándola cerrada. Miró a Paige con las cejas levantadas. No, Paige no había cerrado. Al igual que los demás, habían adquirido el hábito de no cerrar con llave sus puertas. “Supongo que no tenemos la llave”, susurró CJ. “¿Por qué no tienen la llave de su propia casa?”, preguntó Billy. “No cerramos las puertas”, dijo CJ mientras se movía hacia la ventana de la cocina, pegando su rostro al cristal y mirando hacia el interior. Agarró su linterna, iluminando a través de la ventana. 289
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“Mierda. Patea la puerta”, dijo rápidamente. Con un solo golpe del pie de Ice, la endeble cerradura cedió. Ella y CJ entraron primero, sus luces aterrizaron en la figura tendida en el suelo. “Oh, Dios”, murmuró ella. CJ le dio la vuelta. No era Don. Era Aver y. Tenía las manos esposadas a la espalda. Una sola bala en su frente había hecho estallar la parte posterior de su cabeza. “Jesús”, susurró Billy. “¿Quién es?” “Avery”. “Tienen a Don”, dijo CJ. “Al parecer ambos el jefe Aims y Richard eran leales a Belden”. “¿Pero por qué?”, preguntó Paige. “¿Qué había para ellos? No puedo ver intercambio de dinero”. “Tal vez miedo”, dijo CJ. “O amenazas”, agregó Paige. “Está bien, no sé de lo que están hablando pero ¿cuál es el plan? Tenemos que llamar a Howley. Tenemos un agente caído”. Ice les recordó. “El jefe Aims está armado. Richard era un guardia, no se le suministró un arma. Los dos sujetos de Hoganville, los dos con la túnica, tenemos que asumir que también están involucrados”, dijo CJ. “¿Qué pasa con esas túnicas?”, preguntó Billy. “¿Recuerdas la historia que descubrieron sobre el tipo de las ovejas? Los hombres estaban en túnicas”. “Entonces ¿son una secta o qué?” Paige y CJ intercambiaron miradas.
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“Creo que si vas por el suicidio en masa que acabamos de presenciar… al estilo Jim Jones… entonces sí. Pero no creo que esa haya sido la intención original”, dijo ella. “Probablemente nunca lo sabremos con certeza”, CJ se acercó a la puerta, a punto de encender la luz cuando se detuvo. “Mucha sangre. Le dispararon aquí”. “Sí. ¿Y qué?” “Que Suzette y Becca podrían haber escuchado el disparo”, dijo Paige completando el pensamiento de CJ. “Llamen a Howley. Háganle saber lo que está pasando”, dijo CJ a Ice. “Sí. Aunque sería de gran ayuda si supiera lo que estaba pasando”. “Sólo vamos a comprobar al lado”, dijo Paige. Miró a Billy. “Quédate aquí”. Ella y CJ salieron nuevamente por la puerta de la cocina. No había luces encendidas al lado, pero la siguiente casa… donde Val y Ella vivían… estaba iluminada. “Supongo que no nos importa si nuestra pantalla es descubierta”, dijo CJ. “Tomando en cuenta cómo estamos vestidas y todo eso”. “¿Crees que las fundas de pierna nos puedan delatar?”, preguntó Paige con una sonrisa. Se detuvieron en la parte de atrás de la casa, asomándose por las ventanas. No había ningún movimiento o sonido. “Un poco temprano para estar en la cama”, dijo CJ. “¿No crees?” “No conozco sus hábitos, pero sí, creo que sí. Además, de seguro todos aquí en la escuela escucharon aterrizar los helicópteros. Uno podría suponer que estarían afuera mirando lo que está pasando”. “Estoy de acuerdo. Vamos a ver al lado. Quizás Suzette y Becca fueron allí si escucharon el disparo”. “¿Crees que tal vez el jefe Aims y Richard abandonaron el complejo?” “¿Quieres decir que después que mataron a Avery se asustaron?” Paige se encogió de hombros. “Quizás. Pero, ¿se llevarían a Don?” 291
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CJ negó con la cabeza. “De cualquier manera, no creo que esto vaya a terminar bien”. “Ya es así. Fiona está muerta”, le recordó. “Sí. Lo siento. Sé que no has…” “¿Qué? ¿Procesado todo? Tienes razón. No lo he hecho”. Paige se quitó la gorra y sacudió su cabello “Esta asignación apesta ¿no es así?” “Bueno, no todo ha sido malo”, dijo CJ. “Vamos”. Siguieron hacia el borde del bosque, escondiéndose en las sombras. Las persianas estaban cerradas en todas las ventanas. Una peculiaridad, sin duda. Ella y CJ rara vez cerraban sus persianas, siguiendo el ejemplo de sus vecinos. Encontrar la casa de Valerie y Ella cerrada con llave fue una sorpresa. CJ tiró de ella más adentro del bosque “Llama a Billy. Diles a él y a Ice que vengan aquí. Voy a rodear la cocina. A ver si puedo escuchar algo. O tal vez ver el interior”. Paige asintió mientras sacaba su teléfono.
***
CJ se acercó, complacida de que la luna por fin se hubiese escondido en el cielo. Los pinos estaban bloqueando algo de su luz, por lo que las sombras se extendieron haciendo que fuese más fácil ocultarse. Escuchó, una voz masculina. Sonaba como Aims, pero no podía estar segura. Se acercó más, sus movimientos lentos y comedidos, con los ojos fijos en la ventana de la cocina. Las persianas estaban abajo más allá de la ventana, pero podía ver a lo largo de los bordes. Ahora se pegó a la pared exterior, sosteniendo su rostro contra la ventana.
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Hijo de puta. Podía ver a Suzette y a Becca sentadas en el suelo contra la pared. Ambas tenían las manos atadas, sus ojos llenos de espanto. Había un cuerpo tendido en el suelo, pero no podía identificarlo. “Belden debió haber vuelto ya”. “Cállate”, dijo Aims. “Ya has oído los helicópteros, hombre. Tenemos que salir de aquí”. “¿E ir a dónde? ¿Correr hacia el bosque como los otros dos idiotas? No, gracias. Nos quedamos aquí. Tenemos rehenes. Es nuestra mejor opción”. “Sí, bueno, no si sigues matándolos”. CJ se apartó de la ventana, volviendo sobre sus pasos hacia el bosque. Ice y Billy estaban allí, de pie junto a Paige. “Dos hombres en el interior. El jefe Aims y Richard Barr. Es una situación de rehenes. Parece haber al menos una baja”. “¿Quién?”, preguntó Paige. “No podría decirlo”, dijo ella. “Suzette y Becca son las rehenes. Sus manos estaban atadas. Estaban en el suelo”. “¿Don?” “No hay señales de él”. “¿Y los otros dos? ¿Los de la túnica?”, preguntó Ice. “Por lo que oí, volvieron a Hoganville”, miró hacia Paige. “A través de los bosques”. “Está bien. ¿Cuál es el plan?” “No hemos tenido un plan todavía. ¿Por qué empezar ahora?” “Howley dijo que esperáramos”, dijo Ice. “¿Esperar qué? ¿Va a llamar a un equipo SWAT? ¿O conseguir que un negociador de rehenes vuele hasta aquí? Estamos en medio de ningún maldito lugar”, les recordó. 293
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“¿Qué quieres hacer?”, preguntó Paige. “Sólo son dos. Podemos suponer que ahora los dos están armados. Aims está a cargo. Richard quiere irse. Aims fue quien lanzó la palabra rehén. Nosotros somos cuatro. Altamente capacitados”, dijo con una sonrisa. “Sin duda, podemos tomarlos” “¿A qué riesgo para los rehenes?”, preguntó Billy. “Una de nosotras tiene que entrar”, dijo Paige. “Fingir que no sabíamos que estaban ahí. Con el pretexto de buscar a Suzete y Becca”. “Tenemos que asumir que Aims sabe sobre nosotras”, dijo CJ. “Además, tú no estás vestida exactamente como una maestra en estos momentos”. “No, me gusta la idea”, dijo Ice. “Es mejor que la tuya”. “Ni siquiera conoces la mía”, dijo ella. “Eso es porque no tienes ninguna”. CJ miró a Paige. “¿Cómo nos va a ayudar que estés dentro?” “Usémoslo como una distracción”, dijo ella. “Iré por la puerta principal. Querrán agarrarme, cachearme. Ice acaba de patear nuestra puerta de atrás por lo que sabemos lo bien que funcionan las cerraduras. Entran por la cocina”. CJ negó con la cabeza. “Es arriesgado. Van a estar confundidos. Y empezarán a disparar”. “Bueno, como has dicho, son sólo dos”.
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CAPÍTULO 50
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Paige buscó donde la pistolera del muslo había estado, quitándole la seguridad. Habían debatido entre si debía dejarla o no. Al final, decidieron que era un arma menos que caería en manos de Aims. Respiró profundamente y luego golpeó varias veces en rápida sucesión. “¿Val? ¿Ella? ¿Están ahí?”, preguntó en voz alta. “Suzette y Becca no están en casa”, volvió a llamar antes de que la puerta fuese abierta de golpe. El jefe Aims le devolvió la mirada, con su arma apuntándole en el rostro. Esperaba lucir lo suficientemente sorprendida. “¿Jefe Aims? ¿Qué está haciendo?” “Entra”, dijo él cerrando la puerta detrás de ella. “¿Dónde está tu compañera?” “Al lado. Le han disparado a Avery”, dijo ella mirando a su alrededor, viendo los ojos asustados de Suzette y Becca. Valerie estaba en el rincón, sollozando en silencio. Ella estaba tendida en el suelo, rodeada de sangre. “Sé quién eres. Cállate”, dijo él empujándola con fuerza dentro de la habitación. Richard la agarró, sosteniéndola con fuerza. Mordió su labio, sin querer nada más que neutralizarlo con una patada en la ingle y un golpe fuerte en el cuello. En cambio, siguió el juego, esperando que la puerta de atrás fuese pateada. “Cachéala”. “Con todo placer”, dijo Richard. Se quedó inmóvil mientras las manos de Richard recorrían su cuerpo, debajo de sus pechos y entre sus piernas. Su mirada se encontró con la de Suzette, viendo la confusión en sus ojos. “Está desarmada”. “En el suelo con las demás”, dijo él haciendo un gesto con su arma. “¿Qué estás haciendo?”, preguntó ella.
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“¿Qué crees? Ahora cállate”. “¿Dónde está Don?”, preguntó ella. Aims se rió “¿El doc? Oh, demonios, lo llevaron de regreso. Madre Hogan no toma amablemente la desobediencia”. “¿No? Bueno, Ester Hogan está muerta”, dijo ella viendo la sorpresa en sus ojos. “¿Muerta? No sabes lo que estás diciendo”. “Yo le disparé. Belden también está muerto. Todos están muertos. Suicidio en masa”. “Te dije que te callaras”, gritó él. “Es cierto. Estás solo”. Finalmente, la puerta de la cocina se abrió de golpe con un gran estruendo. Una rápida y feroz pierna noqueó a Richard derribándolo. Ella rodó hacia un lado mientras los disparos sonaban. El jefe Aims cayó como una piedra en el suelo. Así de fácil, todo había terminado. Richard estaba neutralizado, sus manos entrelazadas detrás de la cabeza, murmurando incoherentemente mientras Billy lo esposaba con rudeza. CJ se arrodilló junto a Ella, comprobando su pulso. Sacudió la cabeza ante la pregunta silenciosa de Paige. Paige fue hacia Suzette y Becca, hurgando en sus cuerdas. “¿Están bien?” “¿Quién eres tú?”, preguntó Suzette. “FBI”, dijo ella desviando su mirada. Ahora no era el momento para preguntas “¿Val? ¿Estás bien?” Valerie negó con la cabeza, levantando su mirada para ver a Ella, entonces dejó caer su cabeza nuevamente, sollozando otra vez. “¿Qué pasó?” preguntó CJ. “Escuchamos un disparo”, dijo Becca mientras se frotaba las muñecas “Proveniente de tu casa. Suzette corrió encontrando al jefe Aims de pie junto al director Avery. Nos trajeron aquí”. Miró a Ella, sus lágrimas corrían por su rostro. “Él sólo le 296
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disparó. Sin ninguna razón. Sólo le disparó”, se volteó, sus lágrimas hacia Paige. “¿Qué está pasando?” “Esta era una investigación del FBI. Avery también era un agente”. “¿Investigación sobre qué?” “Hoganville” “¿Pero por qué?” “No podemos entrar en detalles”, dijo CJ. “Va a haber un montón de agentes alrededor. Hay muchos cabos por atar. ¿Puedes llevar a Val de regreso a tu casa?” “¿Es seguro?”, preguntó Suzette. “Sí. Ahora es seguro”. “Espera…”, dijo Paige, “…los otros dos hombres...los que usaban túnicas ¿A dónde se fueron?” “Se llevaron al tipo que estaba en tu casa. Solo se fueron”. “¿Estaba bien?” “No. Estaba... estaba llorando. Él estaba suplicando que le dejaran ir ¿Quiénes eran? Todos lucían espeluznantes con esas ropas”. “Sí. Eran de Hoganville”, dijo Paige. Becca levantó a Valerie, sosteniéndola mientras salían de la casa. Suzette se volteó, mirándolas. “¿Fiona? ¿Está bien?” Paige negó con la cabeza. “No. No, ella se ha ido”.
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“Aquí. Habla con él”, Ice le entregó el teléfono a CJ. “Ya ha mordido mi culo lo suficiente”, CJ frotó sus ojos. “Dios, este ha sido un largo día”, agarró el teléfono, sosteniéndolo contra su oreja con un profundo suspiro. “¿Howley?” “¿Desde cuándo no tienes que seguir órdenes?” “He tomado la decisión en el campo. Pensé que todavía podía hacerlo”, dijo ella. “¿Sabes cuántos malditos cuerpos tenemos por aquí?” “Sí, bueno, tenemos tres por aquí. Y una desaparición. Hay un sendero desde aquí hasta Hoganville. Por ahí fue donde se llevaron a Don. Si llegaron tan lejos, entonces están en los túneles”. “No hemos encontrado ningún túnel. Todavía estamos buscando casa por casa” dijo él. “¿A quién has llamado?” “A los lugareños. Los equipos de Dallas y Baton Rouge también están de camino. Y tengo tres equipos forenses que vienen. Después de todo, es sólo cuestión de tiempo antes que tengamos a los medios de comunicación”. “Sí, bueno, es por eso que te pagan tanto dinero”, miró a Paige a través del cuarto “Tomaremos el sendero por el bosque. Ver si podemos encontrar a Don. Es una rápida caminata de treinta minutos”, colgó antes de que él pudiera decir algo más lanzándole el teléfono a Ice. “¿Cuál de ustedes dos chiquillas quieren ir con nosotras?”
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“¿Apagarías tu maldita linterna, Ice?”, susurró CJ. “Demonios, es espeluznante aquí. No se puede ver una mierda”.
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Paige admitió que estaba un poco más oscuro que cuando hicieron el viaje horas antes. Pero luego de haber visto todo lo que vieron esta noche, no le parecía tan espeluznante. “¿Entiendes que no queremos llamar la atención hacia nosotros mismos?”, dijo en voz baja. “Y no son los hombres los que nos preocupa”. “Sí, es el gran monstruo en el bosque”, dijo con una risa “¿Ustedes realmente creen eso?” Las palabras apenas habían salido de su boca cuando escucharon un tremendo rugido, seguido por el grito desgarrador al que estaban acostumbradas. Ella y CJ miraron a su alrededor, en busca de movimiento. Ice se congeló en su lugar. “¿Qué… demonios… fue eso?” “Sí, sólo el gran monstruo en el bosque, calvo. No es gran cosa”. “Lo digo en serio”, dijo él. “Yo también”, dijo CJ. “Vamos”. “¿Estás loca?” Una vez más, escucharon el grito, casi sacudiendo los árboles a su alrededor. Él estaba cazando. ¿Estaría llevando a cabo una matanza? Fue entonces cuando escucharon otro grito, esta vez más apaciguado. Esta vez era humano. Ella y CJ corrieron por el sendero, escuchando como Ice las seguía de cerca. Encontraron el cuerpo rápidamente, CJ literalmente se tropezó con él, amontonado bajo un árbol. La túnica estaba desgarrada así como el estómago y el torso. CJ se puso de pie, todos moviéndose fuera del sendero. “Él no está aquí. Estamos demasiado cerca”, dijo ella. “¿De qué estás hablando?”, preguntó Ice. “El grito que acabamos de escuchar”, explicó Paige “Eso no fue todo”. Ice iluminó todo el cuerpo, su respiración jadeante ante la vista de las entrañas del hombre derramadas en el suelo. “¿Qué diablos hizo esto?” “Te lo dije…”, dijo CJ, “…el gran monstruo. Y está enojado”. 299
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“No puedo creer esto”, dijo Paige. “Le prometimos a Fiona. Le prometimos a Don. ¿Para qué? No hemos protegido a ninguno de ellos”. “Lo hemos hecho lo mejor que pudimos”, dijo CJ. “No podíamos haber sabido acerca de Aims. No podíamos saber que los de la túnica venían a buscarlo”. “Así que vamos a regresar, ¿no?”, dijo Ice mirando por encima de su hombro. “Voto porque regresemos”. “No regresaremos”, dijo CJ. “No hasta que encontremos a Don”. CJ siguió por el sendero y Paige tomó el brazo de Ice, apretándolo con fuerza. “También tengo miedo”, susurró “Y apaga tu luz”. “¿Con qué clase de mierda se metieron?” “Es sólo una gran mancha en este instante”, dijo ella. No habían caminado ni cinco minutos cuando escucharon otro grito, éste era exclusivamente humano. Fue interrumpido con firmeza, seguido de un fuerte grito desgarrador que resonó por el bosque. “Estamos muy cerca”, susurró CJ. “También nos estamos acercando a Hoganville”, dijo Paige. “Esto es una mierda de locos”, murmuró Ice. Paige agarró el brazo de CJ cuando el suelo literalmente tembló debajo de ellos, con el sonido de algo corriendo y quebrando las ramas a su alrededor. CJ los empujó fuera del sendero, refugiándose en una pendiente entre las raíces de un árbol gigante. El bosque parecía vivo con el sonido de animales nocturnos correteando mientras que los que estaban dormidos eran despertados crudamente, las aves volaban en el cielo oscuro. “Oh, Dios mío”, susurró Ice. “Mira eso”, dijo señalando hacia la base del árbol. Ni CJ ni Paige se sorprendieron.
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Paige sospechaba que esta ruta estaba llena de cráneos humanos. Contuvo el aliento, la carrera ahora estaba más cerca. Distinguió una figura a lo largo del sendero, que venía hacia ellos. CJ saltó de detrás del árbol, agarrándolo. Él trató de gritar, pero ella tapó fuertemente su boca. “Somos nosotros”, dijo CJ. Los ojos de Don se ensancharon, luego se relajó con alivio. Se apoyó contra ella, luego fue hacia Paige. Ella lo abrazó con fuerza, trayéndolo más cerca del árbol. “¿Estás bien?” “Se está acercando. Me está persiguiendo”, dijo con voz entrecortada. “Tenemos que salir de aquí”. “Yo secundo eso”, dije Ice. “No podemos dejarlo atrás”, dijo CJ. “Tenemos que ocultarnos. Todos, no se muevan”. El sonido de algo corriendo y la ruptura de las ramas alcanzaron su punto máximo y Paige tembló de miedo. Luego el sonido se desvaneció yendo más alá de ellos. “¿A dónde?”, preguntó Paige. “¿Estamos muy lejos de los establos?” Don negó con la cabeza. “Diez minutos. Pero él está demasiado cerca. No creo que lo logremos”. “Bueno, no lo lograremos regresando a la escuela”, dijo CJ “Sin luces. Vamos lentamente”, miró a Ice. “Demonios, tenemos armas. Seguramente podemos encargarnos de eso, ¿no?” “¿Quién eres tú?”, preguntó Don mirando hacia Ice. “Él está con nosotros”, dijo Paige. “¿Los helicópteros?” “Sí”. 301
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“¿Fiona?” Paige le apretó la mano y negó con la cabeza. “Lo siento. No lo logró”. “¿Entonces siguió con su plan? ¿Encontró el cuchillo?” “¿Lo sabías?” “Sí. Ella no iba a sobrevivir al parto. Debías saberlo”. “¿Podemos hablar de esto después?”, preguntó CJ. “Vamos a seguir”, Paige volvió a tomar la retaguardia. Ya no tenía miedo. Eran más en número, sin embargo, no temía ser arrebatada por detrás. Eso, por supuesto, no le impedía mirar constantemente por encima de su hombro. La luna ya no era un factor ya que se había escondido detrás de la línea de árboles. Ese hecho también le hacía preguntarse si incluso aún estaban en el camino. Don se detuvo de repente ladeando su cabeza. “Está cerca”, susurró. CJ se detuvo y se dio la vuelta lentamente. “¿Qué debemos hacer?” “No se muevan”. Paige extendió la mano, agarrando la mano de Don. Él apretó la de ella con fuerza, sus ojos escaneando el bosque. Ella hizo lo mismo. Literalmente, podía escuchar cada respiración tomada por cada uno, podía sentir el nerviosismo entre ellos. A través de los árboles lo vio, corriendo en cuatro patas. Apretó la mano de Don, sus ojos siguieron su progreso. Él se detuvo de repente, poniéndose de pie sobre sus patas traseras, con su cabeza levantada, como si olfateara el aire. Apenas se atrevió a respirar, por temor a ser escuchada. Todos ellos parecían tener el mismo pensamiento, cada uno de pie como estatuas, casi sin respirar. Sus ojos encontraron los de CJ, sosteniéndolos mientras su corazón latía nerviosamente en su pecho. La criatura se movió otra vez, pasando cerca de ellos, esquivando los árboles y corriendo otra vez por el bosque. Don fue el primero en romper el silencio. “Debemos correr ahora”, dijo en voz baja. “Él va a regresar”. 302
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“Vamos”. CJ volvió a tomar la delantera, usando su linterna para encontrar el camino. Corrieron rápidamente, saltando por encima de las raíces, sus pies golpeando el suelo, sin preocuparse en permanecer en silencio. Paige se tropezó, pero Don la atrapó poniéndola en posición vertical. “Ve delante de mí”, dijo él empujándola. Ella corrió tras Ice, casi tropezando nuevamente cuando el fuerte y estruendoso rugido se escuchó detrás de ellos. “¡Corre!”, gritó Don empujándola. “¡Corre!” Estaban lo suficientemente cerca como para ver las casas de Hoganville, sin embargo, estaban demasiado lejos. Ella corrió a ciegas, siguiendo a Ice y a CJ, esperando que Don estuviese detrás de ella. Podía escuchar a la criatura ganando terreno, podía sentir las vibraciones mientras corrían. Esperaba que en cualquier momento la agarrara por la espalda. “Por aquí”, gritó CJ saliendo del sendero y dirigiéndose hacia los establos. Otro rugido furioso se escuchó detrás de ellos y Paige imaginó que podía sentir su aliento en la nuca. Corrió más rápido, casi empujando a Ice, agradecida de ver la silueta oscura de los establos delante de ellos. CJ cayó, tropezando en la colina, casi rodando los últimos metros. Ice la agarró y la levantó en un solo movimiento. Paige volteó hacia atrás, viendo a Don correr con los ojos muy abiertos por el miedo. Detrás de él, vislumbró a la criatura, corriendo nuevamente en cuatro patas, tratando de atraparlos. Paige giró, agarrando la mano de Don. “Por aquí”, gritó CJ rodeando la esquina del establo. La puerta se abrió con facilidad y todos cayeron en el interior. Pero él estaba detrás de ellos, una enorme garra buscando en el interior. Ice y CJ empujaron la puerta cerrándola y atrapando la garra contra el costado. “Hacia los túneles”, gritó CJ. “¡Ahora!”
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Paige y Don corrieron hacia la pared del fondo, abriendo la puerta de la trampa. Paige volteó, viendo como la puerta luchaba por abrirse, Ice y CJ eran incapaces de sostenerla. “Vamos. Vamos”, les gritó. Casi empujado a Don por las escaleras, esperando mientras Ice y CJ abandonaban la puerta, corriendo frenéticamente hacia ella. Saltó a ciegas por las tambaleantes escaleras, saliendo del camino mientras Ice y CJ eran perseguidos. Un grito desesperado se escuchó detrás de ellos y la puerta hacia túnel fue arrancada de sus bisagras y arrojada a un lado con facilidad. Tropezaron en la oscuridad por el túnel hasta que se dieron cuenta que no eran perseguidos. Paige sacó su linterna. Ice y CJ hicieron lo mismo. “Él no cabe”, dijo CJ. “El túnel es demasiado pequeño”. Ice dejó escapar una risa nerviosa. “Está bien ¿Qué demonios fue eso?” Paige se apoyó contra la pared, dejando escapar un suspiro de alivio. Sintió como Don hacía lo mismo a su lado. “Él sólo tiene una entrada a la cueva”, dijo Don tranquilamente. “Al menos, eso es lo que pensamos. Sin embargo nadie sabe dónde está”. Paige sintió como CJ se sentaba a su lado y se apoyaba en ella, relajándose, sin importarle que Ice estuviese mirando. “Este ha sido el más largo maldito día de mi vida”. “El mío también, tigre”. “Está bien, no trato de interrumpir nada pero, ¿no deberíamos salir de aquí?”, preguntó Ice. “No estoy loco por los pequeños espacios”. CJ se levantó tendiéndole una mano a Paige. Ella la tomó, permitiendo que la pusiera de pie. Se acercó a Don, devolviéndole el favor. “Eso estuvo cerca”, dijo él. “No me digas”, murmuró CJ.
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Retomó la ruta que tomaron esa misma tarde y pronto se encontraron nuevamente en la cámara. Las antorchas seguían encendidas y ardiendo brillantemente. La mirada de Paige fue hacia el altar, viendo la sangre, donde Fiona había muerto. Miró más allá, esperando ver el cuerpo de Ester Hogan. “CJ”, dijo ella. “Ester se ha ido”. Todos se acercaron a la sangre que manchaba el suelo dónde había estado. No había huellas. Era como si hubiese desaparecido. “¿Están seguras que estaba muerta?”, preguntó Don. “Quiero decir…” “Sí”, dijo CJ. “Estamos seguras”. “¿Fiona?”, preguntó en voz baja. Paige alumbró hacia el altar. “Allí. Murió allí”. “Se la llevó de regreso a la cueva con él”, dijo CJ. “Está bien, me están volviendo loco”, dijo Ice. “Lo siento”, dijo Paige. “Pero lo vimos”. “Tal vez él regresó, llevándose también a Ester”, sugirió CJ encogiendo sus hombros. “No lo creo”, dijo Don. “Fiona era su novia. Ella llevaba su hijo. Madre Hogan hacía su voluntad, eso era todo. Madre Hogan era sólo una más de muchos”. “Miren ¿podemos salir de aquí?”, preguntó Ice. “Me gustaría estar sobre tierra, si vamos a estar discutiendo sobre los cuerpos que faltan”. “Nunca te había visto tan nervioso, calvo”, dijo CJ. “¿Ahora me crees cuando digo que esta asignación apesta?” “Sí. Te creo. Ahora larguémonos de aquí. Puedo enfrentar a los ladrones de bancos, terroristas, asesinos. Lo que sea. Pero no ésta mierda espeluznante”. Don hizo una seña hacia su izquierda. “El túnel principal nos llevará…”
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“Vamos a utilizar el túnel de Ester”, dijo CJ interrumpiendo a Don. “Es mucho más agradable”. Retomaron los pasos que siguieron temprano, pasando por el túnel y por las escaleras hasta la casa de Ester. Se sorprendieron al encontrar a Howley y a otros dos agentes en el interior. “¿Qué demonios? Pensé que estaban en la escuela. Tienen suerte de que no les disparáramos”, dijo él. “Nos dijo específicamente que no disparáramos a nadie”, le recordó CJ. “¿Cómo han llegado hasta aquí? Le dije a Ice que te mantuviera a raya”. “Ellas no escuchan. Vinimos por el bosque y luego por un túnel”, dijo Ice. “Y no quiero volver a hacerlo nuevamente”. “¿El bosque? Entonces deben haber oído ese sonido”, dijo él. “Era como un rugido o algo así y entonces ese espantoso grito de elefante”. “Sí, es una buena manera de describirlo”, dijo Paige. “¿Qué era eso?” “Un monstruo”, dijo Ice simplemente. CJ negó con la cabeza “Es una criatura que vive en la cueva”. “Sí, como dije. Un monstruo”, dijo Ice nuevamente. “¿Qué pasa contigo, Ice? Normalmente no te asustas con tanta facilidad”, dijo Howley con una carcajada. “Probablemente era un león de montaña o algo así”. “O algo así”, murmuró CJ. “Bueno, esta es la última casa que revisamos”, explicó Howley. “Tenemos cuarenta y cuatro cuerpos. Esto va a ser una pesadilla para las relaciones públicas”, iluminó a Don, haciendo que Don protegiera sus ojos. “¿Quién eres tú?” “Este es Don”, dijo Paige. “Oh. Encontraste al médico ¿Así que todo el mundo está completo ahora?” 306
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CJ y Paige se miraron la una a la otra y luego a Don. “Bueno, los dos hombres de aquí, los que secuestraron a Don, no están completos exactamente”, dijo ella. “¿Qué significa eso?” “Sus cuerpos están en el bosque. En algún lugar”, dijo CJ. “A menos que él se los haya comido”. “¿Comido? ¿Quién?” “Más bien qué”, dijo Ice. “Y el cuerpo de Fiona se ha ido. Él la llevó de regreso a la cueva”, dijo CJ. “Y ahora el cuerpo de Ester está faltando”, dijo Paige. “Creo que son todos”, miró a Don. “¿Cierto?” “¿Han encontrado a su hijo? Vivía aquí con ella”. “¿Ella tenía un hijo?” “Sí. Lo mantenía aquí. Tenía un ligero retraso, según decían todos. Él no hablaba. No se comunicaba. Nunca salía. Nadie lo vio”, hizo una pausa. “Antel era su padre”. “Jesús. Antel era el hermano de Ester…”, dijo Paige, “…y el padre de Fiona”. “Sí, bueno, madre Hogan estaba un poco loca”, dijo él con una sonrisa. Luego soltó una breve carcajada. “Se siente bien decir eso sin tener que preocuparme de ser sacrificado por la desobediencia”. “Espera. Encontramos restos de un niño de corta edad arriba. En una cama. ¿Podría haber sido su hijo?”, preguntó CJ. “Él nació antes que yo”, dijo Don “Pero como he dicho, nadie lo vio, así que sí, ella podría haberlo matado también. Nadie se habría enterado”. Howley los miró con una expresión en blanco. “No sé de qué diablos están hablando ¿Alguien quiere explicarme? Ahora”. 307
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“Sabes, cuando empezamos esto…”, dijo CJ, “…dijiste que Ester Hogan era la matriarca ¿verdad?” “Sí”. “Así que hubo otras antes que ella. Y cuando murieron, las pusieron en una cama. En una habitación. Arriba”. “¿Encontraron la sala de la sepultura?”, preguntó Don en voz baja. “¿Así que estás diciendo que hay... restos arriba?”, preguntó Howley. “¿Esta casa no está asegurada todavía?” “Siete en una habitación. Y el niño en otra”. “¿Siete?” “Restos esqueléticos”, aclaró CJ. “Opal, Velma”. “Estaline y… ¿Estele?”, dijo Paige. “Sí. Y Naomi y Eustice”, dijo CJ. “Y Rosaline. Siete”. “Sin embargo, habían ocho camas. Había una cama para Ester”, agregó Paige. “Rosaline era la madre de Ester”, declaró Don. “Yo era un niño cuando murió”, los miró, sus linternas entrecruzadas en la habitación, pequeñas motas de polvo flotaban a su alrededor. “La sala de la sepultura es... sagrada. Bueno, al menos lo era para madre Hogan. A nadie se le permitía entrar. Por lo que sé, Belden era la única persona que entraba. Ni siquiera Devin”. “¿Quién es Devin?” “Es el tallador de madera” “¿El hizo las camas?” Don asintió. “Por lo que he aprendido, todas ellas murieron a una edad relativamente joven. Ester era, a diferencia, la más vieja. Por supuesto, su madre fue envenenada, por lo que, obviamente, tuvo una corta vida”.
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“¿Envenenada?” “Por Ester, sin duda”, dijo Paige. “Esperen un minuto”, dijo Howley. “¿Están seguros que los restos son de las mujeres Hogan? Todavía estamos buscando los cadáveres de las chicas desaparecidas. Ese es el centro de todo esto, si lo recuerdan”, se volteó hacia Don con las cejas levantadas. “Las que Belden trajo aquí”, él negó con la cabeza. “Fueron ofrecidas como un sacrificio para él”, dijo. “En la cueva”. “En la cueva”, repitió Howley. “Donde vive el monstruo de Ice”. “Sí. Fueron llevadas a la cueva. Se las obligó a correr. Para que él pudiera cazarlas”. “¿Y?” “Y luego él las mata”, miró a Paige. “Y luego se las come”. Howley miraba entre ella y CJ. “¿Con qué clase de mierda las está alimentado?” “No entiendo”, dijo Don en voz baja. “¿Qué quiere decir?” “Está diciendo la verdad”, dijo Paige. “Lo hemos visto. Hemos estado en la cámara. Hemos visto la entrada a la cueva. Lo hemos visto a él”. “Yo también”, dijo Ice. “Él nos persiguió. Es como... un hombre, ni siquiera puedo describirlo. Un monstruo”. “Nos hemos encontrado con dos cráneos en el bosque”, agregó CJ. “No me sorprendería encontrar más. Hay un sendero que se une con los terrenos de la escuela. Esa es la ruta que tomamos. Supongo que él viaja por el mismo camino”. Howley se quedó mirándolos a todos como si les hubieran crecido dos cabezas a cada uno. “Está bien. Obviamente, vamos a necesitar un informe minucioso. Vamos a asegurar esta casa. Contar los cuerpos, luego, dejaremos que los equipos forenses actúen. Ellos deberían estar aquí pronto. También llamamos a los locales”, frotó su cabello en señal de frustración. “Como he dicho, una pesadilla para las relaciones públicas. Sólo espero que encontremos rastros de la joven Trumbley. El senador no va a descansar hasta que lo hagamos”. 309
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“Compadezco a las pobres almas que tengan que ir a esa cueva en busca de los cuerpos”, murmuró CJ. “Yo también”, añadió Ice. “¿Puedo hacer una pregunta?”, preguntó Don. “¿Cuál es?” “Dijo que había cuarenta y cuatro cuerpos. ¿Qué pasó?” “Hice la cosa de la roca amarilla con Belden”, dijo CJ. “Podrías habernos advertido que era una frase desencadenante para el suicidio”. “No estábamos realmente seguros de que funcionaría. Como hemos dicho, Fiona y yo fuimos capaces de bloquearlo. Es difícil de creer que todos se hayan ido”. “¿Tenías… familia?”, preguntó Paige. Suavemente negó con la cabeza. “No. Mi madre se fue hace varios años. Y como la mayoría, mi padre solo fue alguien con quién mi madre copuló. Él no era una parte de mi vida”. “¿Copuló?”, preguntó Ice. “Con quién tuvo relaciones sexuales, calvo”. “Vamos. Sigamos adelante con esto”, dijo Howley. “Está bien, tomaremos las escaleras a través del estudio”, dijo CJ. “Es un pasillo estrecho. No es una escalera secreta. Quiero decir, hay una puerta. Pero es angosta. No era utilizada para viajes frecuentes”. “Tomemos las escaleras principales”, dijo Howley. “Asegúrense que no se pierdan nada”. “Nunca encontramos su dormitorio”, dijo Paige. “Debe estar aquí abajo”. Howley señaló a dos de los agentes. “Ustedes dos, comprueben todas las habitaciones aquí abajo. Los closets también”.
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Ice se aclaró la garganta. “¿Soy yo o alguien más se está volviendo loco?” Paige sonrió y frotó su brazo cariñosamente. “Simplemente tuvimos más tiempo para adaptarnos a todo”, dijo ella. “Tal vez si tuviésemos algunas luces, sabes. Quiero decir ¿cómo vive la gente de esta manera?” “En realidad, la mayoría de las casas usan la energía solar o los generadores”, dijo Don “Madre Hogan prefería vivir de la manera antigua. Ella utilizaba linternas y velas”. “Sin ofensas hombre”. “Está bien. Como he dicho, ella estaba un poco loca”. CJ se echó a reír a carcajadas por esa declaración. “¿Un poco?” “Vamos, gente”, dijo Howley. “¿Podemos terminar con esto?” CJ miró hacia atrás por encima de su hombro. “¿Paige? Quieres tomar la iniciativa. Mostrarles las habitaciones”. “No, tigre. Estás haciendo un gran trabajo”. Con todas sus linternas, estaba casi brillante en la escalera. Pero los pasos cubiertos de polvo le hicieron creer que Ester utilizaba la escalera de su estudio para viajar a la segunda planta. Por supuesto, ya que su dormitorio no estaba allí, podría no haber tenido motivos para ir allí muy a menudo. A menos que fuese a… visitar, pensó ella. “Aquí”, dijo CJ en el rellano, apuntando a la sala de la sepultura. “Ahí es donde están todos”, cambió la luz hacia el pasillo, caminando por ese camino. “Y aquí…”, dijo abriendo la puerta, “…está el niño que encontramos”. “¿Puedo?”, preguntó Don. CJ se hizo a un lado, dejando que entrara. “No toques nada”, advirtió Howley. “Ice, comprueba la otra habitación”. “Oh, hombre”, murmuró él.
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Don caminó acercándose a la cama, inclinándose para inspeccionar el esqueleto mientras ellos mantenían la luz sobre él. “No parece perturbado”, dijo él “Por supuesto, no soy un médico de verdad. Pero probablemente ya lo saben. Supongo que no tenía más de seis años”, se dio la vuelta, su mirada por toda la habitación. “Obviamente es un cuarto de niño. Su hijo fue el único niño que vivió aquí. Debe ser él”. “Hey, chicos”, llamó Ice. “Pensé que habían dicho que sólo había siete cuerpos”. Todos se apresuraron a salir de la habitación, ella y CJ se detuvieron en seco cuando miraron a Ester Hogan, vestida con un traje blanco. Estaba acostada cuidadosamente en la cama que había sido hecha para ella. La única evidencia de su trauma fue la decoloración de color rojo claro que manchaba el vestido en su pecho. “¿Qué demonios?”, Paige negó con la cabeza. “Ella estaba en la cámara”, se volvió hacia Don. “¿Quién pudo haber hecho esto?” “Belden era el único que sabía. Nadie más había estado aquí”. “¿Belden? ¿El culturista?” Howley negó con la cabeza. “No. Encontramos su cuerpo”. “Además, él fue el primero… el único… a quién le dije la frase”, dijo CJ “Él salió de la cámara, repitiendo el pequeño estúpido verso una y otra vez”. “Sí. Eso era parte de esto”, dijo Don. “Para alertar al resto del rebaño”. “Entonces, ¿quién diablos la trajo hasta aquí?”, preguntó CJ. Nadie tenía una respuesta. De repente Paige sintió como Don agarraba su mano y la apretaba con fuerza. “Siento que ella me mira”, susurró él. “Siento que alguien me mira”, él miró a su alrededor, todas las linternas se proyectaron en las sombras por el suelo y las camas. “¿Es que nadie más la siente?” “Está bien”, dijo Ice, retrocediendo lentamente hacia la puerta. “He llegado oficialmente a mi límite. Hay siete esqueletos en esas camas de allá ¿Y ahora esto? ¿Una mujer muerta, 312
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vestida para una boda? ¿Y nadie sabe cómo llegó aquí?”, apuntó con su linterna a Don. “Y ahora él se siente que alguien nos mira”, se volteó hacia Howley. “No tenemos que estar aquí de noche. Esto es una mierda espeluznante”. “Es como cuando fuimos a la tienda de comestibles ese primer día”, dijo Paige a CJ “No veíamos a nadie, pero sentíamos ojos sobre nosotras”. “Avery dijo lo mismo”. “Está bien, sólo estamos especulando ahora”, dijo Howley. “Pero sí, también estoy un poco asustado. Vamos a cerrar esto. Dejaremos que el equipo forense entre. Probablemente no tengamos que estar aquí de todos modos”. “Buena idea”, dijo Ice. “Nos vemos chicos en el fondo”. Se voltearon para seguirlo, pero Howley los detuvo. “Oh, ¿y, Don? Vamos a necesitar que vengas con nosotros a Houston”, dijo él. “Tu interrogatorio llevará varios días. Si no semanas”. “Entiendo”. Paige le tocó el hombro. “Vamos a estar allí contigo”. “Gracias. Voy a estar un poco fuera de mi zona de confort, por decir lo menos”. CJ se echó a reír. “Sí. Un poco como todo esto es para nosotros”. Antes de cerrar la puerta, Paige lanzó una última mirada al interior. Dejó escapar un jadeo. Los ojos de Ester Hogan estaban abiertos. “¿Qué pasa?” “Mira”, dijo ella, manteniendo su linterna sobre el rostro de Ester, sus ojos sin vida mirando a la nada. “Estaban cerrados anteriormente”, susurró CJ. “Lo sé”. “¿Qué están haciendo?”, preguntó Howley mientras esperaba en la parte superior de las escaleras. 313
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“Nada”, dijeron al unísono.
***
CAPÍTULO 51
Ice se reclinó en su silla, enrollando pequeñas piezas de papel entre sus dedos como bolas y luego tirándolas dentro del bote de la basura. CJ estaba tecleando, con una sonrisa en su rostro. Paige hacía girar un bolígrafo entre sus dedos, mirando entre su monitor y CJ. Ice movió sus ojos hacia Billy que estaba sentado mirándolos a ambos. “Así que, CJ, estás de buen humor esta mañana. Sonriendo y todo”, dijo él. Ella levantó la vista. “Siempre estoy de buen humor. Además, cuando terminemos estos informes, tendremos tres días libres”, levantó tres dedos. “Tres. Mientras que ustedes chicos permanecerán aquí, ordenando todo este lío”. “¿Así que eso es todo? Pensé que habías tenido sexo, o algo así”. “No hueles a tequila y estás usando ropa limpia”, dijo Billy. “No fuiste al bar anoche”. “Como si tuviese que ir al bar para echar un polvo”, dijo ella. Paige la miró. “¿Así que tuviste sexo?” Ice se sorprendió al ver el rostro sonrojado de CJ, pero ella se sacudió. “Ya sabes, soy muy encantadora”, dijo ella. “¿En serio?” “Sí. Y persuasiva también”. “¿Ah sí?” “Por supuesto. Por eso puedo tener sexo sin tener que ir al bar”.
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Paige se acercó más. “¿Así que tuviste sexo, entonces?” Ice no podía apartar los ojos de ellas. Claro, estaban haciendo su cosa normal, esa la del coqueteo. Pero algo era diferente. Algo en sus ojos. Sus palabras eran juguetonas, pero la mirada que intercambiaban no lo era. Sintió que la temperatura en la habitación se elevaba y se movió incómodo en su silla. “¿Esa es tu hipótesis? ¿Que tuve relaciones sexuales?” “Bueno, ya que eres tan encantadora y todo eso”, finalmente Paige se echó hacia atrás “No sabía eso de ti. Ya sabes, encantadora y persuasiva”. CJ se echó a reír. “¿Ves? Aprendes algo nuevo todos los días”. Se abrió la puerta de la oficina de Howley y él y Don salieron. Don lucía como si hubiese sido golpeado. “Que alguien lo lleve a almorzar”, dijo Howley “Necesita un descanso”. “¿Cómo te fue?”, preguntó Paige cuando Howley se alejó. “No creo que él me crea”, dijo Don. “Si no hubiésemos pasado casi dos meses allí, tampoco te creería”, dijo CJ “Pero no te preocupes. Tenemos todo en nuestros informes. Incluyendo todo lo que Fiona nos dijo”. “¿Qué tal el hotel?”, preguntó Paige. Él sonrió. “Bonito. Parece que no puedo alejarme de la televisión. Hay tantas cosas para ver”. “Entonces ¿qué vas a hacer?”, preguntó CJ. “Sabes, cuando todo esto termine”. Él se encogió de hombros. “Supongo que tendré que conseguir un trabajo. Aunque no estoy seguro que alguien me contrate. No tengo habilidades ¿Y si hacen una verificación de antecedentes?”, sus ojos se abrieron juguetonamente. “Yikes”. Todos se rieron incluyendo Don. “Tienes formación médica. Siempre puedes volver a la universidad”, sugirió Paige. “Puede que conozca un fondo de becas”, CJ arqueó una ceja. “¿Oh?” 315
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“Bueno, a decir verdad…”, dijo Ice “…eres el único heredero Hogan. Tienes una propiedad que siempre puedes vender”. Don se rió de eso. “Sí, podría abrirla como un parque de diversiones”. “En serio ¿qué vas a hacer con esta?”, preguntó Billy. “Quiero decir, era bonita y todo. Si puedes superar la cosa en el bosque”. “El señor Howley dijo que estaban considerando cerrar la escuela”, dijo Don. “¿Es eso cierto?” “Dos maestras murieron… Fiona y Ella”, dijo CJ. “Él dijo que otras cuatro renunciaron. Estoy segura que habrá más”. “Bueno, siempre y cuando piensen que... esa cosa vive por allí, estoy seguro que todos van a renunciar”, dijo Ice. “Sé que yo lo haría”. “No han encontrado ningún rastro de eso”, añadió Billy. “¿Están seguros de que vieron algo?” “Está allí”, dijo CJ. “Ellos van a la cueva mañana”, dijo Ice “Estoy muy feliz de no estar en ese equipo”. “Tú y yo, calvo”. Paige se apartó de su escritorio y con energía rodó su silla contra él. “Me voy”, dijo ella “He presentado mi informe”. “Aún me falta un poco más”, dijo CJ. Paige entregó a Don su tarjeta de presentación. “Si necesitas algo en los próximos días, no dudes en llamarme. Voy a aprovechar la oferta de Howley de esos tres días de descanso, pero voy a estar alrededor”. “Gracias. Voy a tratar de no meterme en problemas”. “Nos encargaremos de él”, dijo Billy. Ice vio como Paige miró una vez más a CJ, quien fingía ignorarla. “Está bien, entonces. Supongo que los veré más tarde”. 316
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“Sí. Más tarde”, dijo CJ sin apartar los ojos de su monitor de la computadora. Billy le dio una mirada a Ice quien se limitó a encogerse de hombros. Sólo dos minutos después, CJ se levantó, con una sonrisa aún pegada en su rostro. “Estoy fuera, chicos”, dijo con un guiño. “No me llamen. No voy a responder mi teléfono”. Estaba realmente silbando mientras se alejaba. “¿Qué diablos está mal con ellas?”, murmuró Billy. “¿Qué quieres decir?”, preguntó Don. Ice sacó su silla de visitantes con el pie y la empujó hacia Don. “Siéntate. Falta un par de minutos antes de que podamos escaparnos para almorzar”. “Gracias”, dijo él. “Realmente me gustan. Son agradables. Paige más que CJ, pero aun así”. “Sí. Paige es un amor”, dijo Billy. “CJ crece en ti”. “Ellas juegan este juego con nosotros, ves”, explicó Ice. “Pretenden coquetear y bromear entre sí, pero no estoy seguro de que incluso se lleven bien”. Don frunció el ceño. “¿De qué estás hablando? Están juntas, ¿no es así?” “¿Juntas?” “Ya saben… como una pareja”. “Oh, eso. Bueno, esta asignación, sí. Se hicieron pasar por una pareja, claro. Pero ninguna de las dos quería hacerlo”, dijo él. “Es raro. Fiona dijo que eran… amantes”, dijo en un susurro. Ice y Billy se miraron entre sí, con las cejas levantadas. Entonces Ice negó con la cabeza “No. De ninguna manera”. “Pero han estado actuando extraño”, dijo Billy. “No. Sólo están jugando con nosotros”. Don los miró pensativo, pero no dijo nada. 317
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Unos minutos más tarde, justo cuando Ice estaba a punto de presentar su informe, el ascensor se abrió y una mujer atractiva con un hombre más joven a cuesta, se bajó. Ice frunció el ceño, preguntándose quién les había dado el visto bueno para subir. “¿Puedo ayudarlos?” “Sí, por favor. Estoy buscando a Paige Riley”, dijo ella. Negó con la cabeza. “Acaba de irse”. “Me dijeron que estaba de regreso. ¿Sabe dónde está?” “Disculpe, pero, ¿quién es usted?” La mujer le tendió una mano bien cuidada hacia él. “Elana Riley. Soy su madre”. “Oh, bueno, encantado de conocerla” dijo mientras le estrechaba la mano. Miró al hombre a su lado, esperando a que él hablara. “Él es Seth Buchanan, el prometido de Paige”, dijo ella “¿Sabe dónde podemos encontrarla?” “¿Prometido?” “Sí. Estoy segura de que les ha hablado acerca de él”. Billy se acercó, evaluándolo. “No creo que lo haya mencionado”, dijo él. “Pero creo que se fue a casa. Ella tiene los próximos días libres”. Ice lo miró mientras la mujer asentía bruscamente y giraba sobre sus talones. Seth asintió ligeramente y luego la siguió. Tan pronto como la puerta del ascensor se cerró, Ice le dio un puñetazo en el brazo. “¿Qué te pasa, hombre?” “¿Qué quieres decir?”, dijo Billy mientras frotaba su brazo. “¿Prometido? Vamos”.
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“Me encanta tu casa”, dijo CJ mientras agarraba a Paige, acercándola aún más. “En serio. Pero ahora quiero ver tu habitación”. Paige se echó a reír. “¿Cuánto tiempo esperaste antes de salir?” “Un par de minutos”. “Me sorprende que hayas tardado tanto”, murmuró mientras acortaba la distancia entre ellas y la besaba con intensidad. “A la habitación”. “Por supuesto”. Pateó la puerta del dormitorio cerrándola detrás de ellas y luego agarró la camisa de CJ tirando de ella por encima de su cabeza en un solo movimiento. “Dios, ¿cuándo perdiste tu sujetador?”, preguntó agarrando sus pechos desnudos. “En el coche”, dijo CJ, sus propias manos ocupadas con la blusa de Paige. Siguieron los pantalones y Paige se movió hacia la cama, tirando de CJ con ella. Gimió de placer cuando CJ se colocó entre sus piernas. “Extrañé esto anoche”. “Tú y yo, las dos bebe”, dijo CJ mientras su boca se cerró sobre un pezón adolorido. Paige la sostuvo cerca, enredando sus dedos a través de su cabello, sus caderas comenzaron una lenta danza. El sonido del timbre de la puerta la hizo gemir de frustración. “No, no, no”, dijo CJ mientras abandonaba su pecho. “No contestes”. “Probablemente sea mi vecina. Estaba recibiendo mi correo”. “Regresará”. El timbre sonó nuevamente. “Ella sabe que estoy aquí”. CJ rodó lejos de ella, sus ojos oscurecidos por el deseo. “Tienes un minuto”. 319
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Paige sonrió. “Treinta segundos. No te muevas”. “No voy a ninguna parte”. Paige agarró su bata y se la puso y luego trató de arreglar su cabello mientras caminaba descalza por la casa. Abrió la puerta sin pensar, esperando a su vecina. Su boca se abrió en su lugar. “Hola, cariño”. “¿Madre? ¿Qué estás haciendo aquí?”, se volteó lentamente, mirando al hombre guapo a su lado. “Y con Seth, nada menos”. “¿Qué estás haciendo en bata?”, preguntó su madre mientras entraba. “Es medio día”. “Oh, Dios”, murmuró Paige. “¿En serio?”, miró por el pasillo, hacia su dormitorio… donde una mujer desnuda la esperaba. “Luces agitada, mi amor”, dijo Seth en voz baja. “¿Interrumpimos?” Ella soltó una breve carcajada. “Oh, no tienes ni idea”. Cerró la puerta, observando en silencio mientras su madre se dirigía hacia la cocina y Seth se ponía cómodo en su sofá. Paige se quedó clavada en el suelo, la bata cubría su desnudez ¿Podría ser peor? Se volteó al oír los pies que se arrastraban por el pasillo. CJ llegó adorablemente envuelta con una sábana alrededor de su cuerpo, su cabello todavía despeinado por los dedos de Paige. “¿Paige? ¿Todo está bien?” Paige cubrió su boca ocultando su sonrisa y luego se echó a reír. “¿Bien?”, se mordió el labio. “Sí, todo está...perfecto”, le tendió la mano. “Ven a conocer a mi madre. Y a Seth”. Los ojos de CJ se ampliaron cuando su mirada se deslizó desde Paige, aterrizando en un hombre de aspecto muy divertido descansando en su sofá. “Oh… mierda”, susurró CJ. 320
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Seth se puso de pie y se acercó, con una sonrisa en su rostro. “Sí, supongo que esto fue lo que interrumpimos”, se inclinó hacia Paige. “Ella es sexy”. “¿Lo sabías?” “Por supuesto. Sólo una lesbiana podría resistirse a esto”, dijo señalándose a sí mismo en su forma arrogante de siempre. Su madre regresó sosteniendo tres copas de vino. “¿Sabes qué, cariño?”, su mirada se movió desde Paige hacia Seth, aterrizando finalmente en CJ. La miró de arriba a abajo, desde sus pies desnudos que sobresalían por debajo de la sábana hasta su cabello alborotado. “¿Quién demonios… eres tú?” Oh, esto no va a terminar bien.
Continuará en “Las paredes que lloran” (The weeping walls)
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