Gaulejac Historias de Vida Psicoana Lisis y Sociologi a Cli Nica

July 11, 2017 | Author: Guillermo A Peimbert | Category: Psychoanalysis, Sociology, Society, Subjectivity, Unconscious Mind
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Universidad Autónoma de Querétaro

Historia de Vida. Psicoanálisis y Sociología Clínica

VINCENT DE GAULEJAC SUSANA RODRÍGUEZ MÁRQUEZ

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO M. en A. Raúl Iturralde Olvera Rector Dr. Guillermo Cabrera López Secretario Académico Dra. Aurora Zamora Mendoza Secretaria de Extensión Universitaria Rest. Roberto González García Director de Difusión Cultural Lic. Sergio Rivera Guerrero Coordinador de Publicaciones

Imagen de portada: En la esquina del espacio tiempo. Jonatán Olvera Diseño de portada: José Ramón Montijo González Formación digital: Ramón López Velarde Fonseca

© Universidad Autónoma de Querétaro Centro Universitario, Cerro de las Campanas s/n Código Postal 76010, Querétaro, Qro., México ISBN-968-845-313-7 Primera edición digital en formato PDF, noviembre 2006 Hecho en México Made in Mexico

ÍNDICE Presentación Prefacio

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Primera parte I. Historia de vida: Entre sociología clínica y psicoanálisis Vincent de Gaulejac La aproximación biográfica en sociología Los relatos de vida: entre psicoanálisis y sociología Objetividad y subjetividad El estatus del relato La interpretación Convergencias y límites de la aproximación psicoanalítica La historia de claude Novela familiar y trayectoria social Bibliografía

II. Opciones metodológicas Vincent de Gaulejac Objetivos Animación Investigación / implicación La trampa de lo vivido sin concepto y del concepto sin vida Objetividad-subjetividad Expresion verbal y no verbal Pluridisciplinariedad y co-animación Determinismo y libertad Terapia – formación

III. Historia e historicidad Vincent de Gaulejac El ejemplo de Zahoua Un ejemplo de neurosis de clase El individuo producido por la historia De la historia a la historicidad La historicidad individual La historicidad colectiva

IV. El proyecto parental Vincent de Gaulejac Génesis socio-psicológica del proyecto parental Contradicciones del proyecto parental Proyecto paternal-proyecto maternal

V. El edipo como complejo socio-sexual Vincent de Gaulejac El ejemplo de Colette Duval

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49 49 50 51 52 53 53 55 57 59

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El ejemplo de August Strindberg Novela familiar y neurosis de clase

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VI. Envidia íntima, envidia social. La envidia un sentimiento social Vincent de Gaulejac 147 El veneno de la envidia Envidia y celos «La venganza del orgullo herido» Una carencia del ser Una comparacion que lastima ¿Una amenaza o un estimulante? La prohibición de provocar la envidia Neutralizar los perjuicios de la envidia La canalización de la envidia Bibliografía

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Segunda parte VII. Notas sobre la historia de la sociología clínica francesa avatares de una relación: entre lo psíquico y lo social Susana Rodríguez Márquez 167 Ciencias humanas y contextos. Itinerario de las ideas y la sociología clínica francesa 1930-1980 Años de crisis, depresión y exterminio 1930-1940 La gran transformación. Soledad y pesimismo 1940-1950 La psicología en Francia Cultura de masas. Persuasión clandestina 1950-1960 Protesta y represión social 1960-1970 Movimientos contestatarios en la ciencia 1970-1980 Privatización e individualismo 1980-1990 Oposiciones frecuentes en el pensamiento social. La herencia de la filosofía El sujeto y el objeto Lo colectivo y lo individual Las sociologías contemporáneas en Francia 1970-1990 La sociología clínica francesa sobre los inicios de la sociología clínica Sobre las técnicas y métodos de intervención Método biográfico Institucionalización de la psicosociología y la sociología clínica Principales autores A manera de conclusión Bibliografía

VIII. Impacto epistemológico y social de la sociología clinica Elvia Taracena Ruiz Algunos datos históricos de la sociología clínica El trabajo con minorías sociales Los jóvenes de la calle El análisis de las organizaciones Conclusiones

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PRESENTACIÓN Hace tres años, después de haber terminado una parte de mi formación académica en la Universidad de Paris VII y de emprender la conclusión de mi estancia en la «Ville Lumière», conversando con Vincent de Gaulejac y Elvia Taracena sobre la Sociología Clínica, me pareció interesante poder recuperar una parte de las experiencias que durante esos años había venido elaborando en el extranjero y específicamente en el Laboratorio de Cambio Social. En ese momento mi interés radicaba en hacer eco de las ideas que había escuchado de mis maestros cuando hablaban, con una frescura y familiaridad de sus « compañeros de ruta », de personajes como Foucault, Lourau, Castoriadis, Lapassade, Lacan y que durante los seminarios que impartían, transitaban indistintamente entre la subjetividad, lo político y lo intersubjetivo; entre el Psicoanálisis, la Sociología, el Análisis Institucional, la Historia y la Psicología Social. Ahora comprendo, que tuve la posibilidad de conocer otras formas de sociedades, de contrastar diferentes lógicas de relación, de conocer lenguajes ajenos, de descubrir interpretaciones lejanas a nuestra significación de la realidad, de conocer otros discursos o de coincidir en algunas ideas, lo que me posibilitó enriquecer el ejercicio de la interpretación y redimensionar mi lugar como intelectual. M. Foucault (1975) mencionaba que hoy, lo que constituía a los intelectuales, era la inquietud por la actualidad, de tal forma que el intelectual era más un periodista que un profeta, pero un periodista de sí mismo. La vigencia de esas ideas, me conducen a reflexionar sobre mi experiencia de formación en otro país. En 7

París, metrópoli contradictoria en donde lo antiguo se conserva bajo el contraste de la modernidad, me he permitido caer en el asombro ante la vívida e intensa presencia del saber «científico », esparcido mundanamente en las calles, en los medios masivos, en los buzones de correo, en las escuelas. Pareciera que este ejercicio de transmisión y aporte del conocimiento en la cultura está más diversificado y extendido que en nuestro país. Situación que lamento profundamente en nuestro caso, pues considero que este ejercicio de fomentar la información y el saber en la reflexión, propicia la crítica de los acontecimientos, reactualiza la memoria social y amplía, que no garantiza, las opciones para incidir en la realidad. El conocimiento debe hacerse cada vez más colectivo y menos elitizado, la riqueza de las ideas propicia aumentar los referentes que el sujeto tendrá para diversificar su participación en los acontecimientos de la realidad que le rebasa, a su pesar, pero que puede transformar. Por ello, a través del aventurado proyecto de hacer un libro y de colectivizar las ideas, empezamos a construir en el pensamiento lo que ahora el lector, tendrá en sus manos. Un texto que habla de la Sociología Clínica. Disciplina que está en construcción y que no obstante su presencia en el campo intelectual francés desde fines de los 70’s, no es muy conocida en nuestro país. Actualmente, la Sociología clínica es una propuesta que ha ganado un lugar interesante en varios países como Canadá, Estados Unidos, Brasil, Bélgica, Uruguay, Grecia, Italia y Suiza. En México desde 1986 su difusión ha estado presente, a través de diversos eventos. Es por ello que este libro persigue un doble propósito: hacer, por primera vez en español, una presentación sistematizada de la Sociología Clínica, a través de la compilación de trabajos de Vincent de Gaulejac, quien es uno de sus autores más representativos y realizar un balance del impacto que esta disciplina ha tenido en Francia y en nuestro país. 8

Esta labor significó la selección de los materiales que integrarían el texto, actividad que Vincent de Gaulejac realizó con minuciosidad eligiendo, entre sus numerosos trabajos en francés, aquellos que pudieran brindar un esbozo general de lo que es la Sociología Clínica y al mismo tiempo, que resaltaran la particularidad y profundidad de las temáticas que estudia dicha disciplina. Este autor ha creado nuevas nociones para la explicación de la génesis psíquica y de la génesis social de los conflictos. El aporte que ha realizado al conjunto de lo « psicosocial » es importante debido a que insiste en una condición de integración de las ciencias humanas, a partir de aprehender los fenómenos sociales integrando las formas en que los individuos los viven y se los representan. La primera parte de este libro contiene seis capítulos dedicados a la obra de Vincent de Gaulejac: La historia de vida; entre Psicoanálisis y Sociologia; Historia e historicidad; El proyecto parental; El Edipo como complejo socio-sexual; Envidia intima – envidia social y Opciones metodológicas. Consideramos importante que la segunda parte integrara una contextualización de la Sociología Clínica en el conjunto de las ciencias sociales en Francia a través del apartado Notas sobre la Historia de la Sociología Clínica Francesa, de mi autoría. Y finalizar con el texto de Elvia Taracena sobre el Impacto epistemológico y social de la Sociología Clínica en México. Elvia es una especialista en la materia, a partir de su compromiso y dedicación se han realizado distintos coloquios y seminarios en diferentes estados de nuestro país. A través de las siguientes páginas pretendemos contribuir al debate que se encuentra en el centro de las preocupaciones de este enfoque, es decir, a la dialéctica entre la singularidad de la experiencia vivida y la subjetividad del análisis histórico. La realización de este trabajo fue posible gracias al financiamiento de la Universidad Autónoma de Querétaro, de la 9

Universidad de Paris VII Denis Diderot y de la Asociación Metáfora A.C. Mi especial reconocimiento a la generosidad de la Mtra. Dolores Cabrera, Rectora de la UAQ, quien siempre confió en la edición de este libro, así como a la Facultad de Psicología de la UAQ.

Susana Rodríguez Marquez. Septiembre 2003.

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PREFACIO La producción intelectual es frecuentemente el resultado de intercambios, de caminos cruzados y de encuentros que raramente son evocados al momento de la escritura. Como si el mundo de las ideas estuviera desconectado de su infraestructura social. Ahora bien, la presente obra es la consecuencia de una doble aventura, intelectual y humana, de la cual quisiera confiar a los lectores algunas etapas. Encontré a Elvia Taracena en París, hace unos diez años. En esa época yo no conocía México. La gran mayoría de los franceses tiene una imagen construida con base en una visión creada por el cine y producida por su poderoso vecino del Norte. Dentro de nuestros cursos de Historia, en Francia, prácticamente no se hace mención de las civilizaciones Maya o Azteca. Se enseña que México fue conquistado por un tal Cortés, sin imaginar que este país tiene una historia tan prestigiada como la del Antiguo Egipto o bien, como la historia de la Grecia Clásica. También el encuentro con Elvia Taracena y con el Proyecto Subjetividad y Sociedad fué decisivo. Se estableció entre nosotros una colaboración intensa que condujo a Elvia, a continuar su contacto con Francia, su descubrimiento de la Sociología Clínica e invitarme a México para contribuir a su difusión. A través de los grupos de implicación y de investigación en torno a la temática novela familiar y trayectoria social que presentamos en esta obra, tuve la suerte de descubrir otra historia de México. La historia de los hombres y mujeres que encarnan la sustancia misma. Los relatos de vida no expresan solamente historias singulares. Ellos son igualmente historias de familia, historias de clases sociales, historias de pueblos y de ciudades, historias 11

multiculturales, así como de miradas sobre la sociedad que conducen a la relación con el dinero, con el amor, con los ideales, con el trabajo, etc. Hemos coordinado sobre estos diferentes temas algunos seminarios en México, reuniendo a unas cien personas. Y a través de este medio, hemos podido probar la hipótesis central de nuestra propuesta: el individuo es el producto de una historia en la cual busca devenir el sujeto. Al mismo tiempo, tuvimos la oportunidad de presentar las orientaciones de la Sociología Clínica y de discutir sus fundamentos en los diferentes coloquios y jornadas de estudio organizados por una red de investigadores dinámicos y abiertos, convocados en torno al Proyecto de Subjetividad y Sociedad. Esta historia no es en un solo sentido. Con Elvia, coordinamos otros grupos de implicación e investigación en otras ciudades y en otros continentes (París, Génova, Atenas, Montreal...). Tuve la oportunidad de recibir en el Laboratorio de Cambio Social (LCS), a muchos investigadores mexicanos. Las relaciones con el LCS y el Instituto Internacional de Sociología Clínica fueron intensas. Diversas publicaciones lo testimonian en Francia y en México. Es en este contexto que encontré a Susana Rodríguez, quien tuvo la idea de este libro. Cuando ella llegó a Paris no conocía la Sociología Clínica. En algunos años pudo terminar su DEA en Sociología del Poder sobre La subjetividad de las Mujeres y una tesis sobre La historia del Psicoanálisis en México, que está por concluir. Es un honor para mí, haber podido trabajar con dos investigadoras de calidad, capaces de tomar riesgos, de confrontarse con otras culturas y otras disciplinas, estableciendo, además, relaciones de amistad. En el medio de la investigación esto no es muy frecuente, por ello lo subrayo aquí sin complacencia alguna. Lo anterior sólo cobra sentido cuando las relaciones desembocan en producciones científicas elaboradas en común. 12

Este libro tiene por objeto presentar en español algunas orientaciones principales de la Sociología clínica. El término sigue siendo un enigma: ¡una sociedad, no se cura! ¿Por qué en estas condiciones reunir el término clínica de sociología? Etimológicamente, clínica viene de klinicos en griego, significa « cerca de la cama del enfermo » Se trataba de romper con una concepción organicista y funcionalista de la medicina que no se interesaba más que en los órganos enfermos. Ir « cerca de la cama del enfermo », era aproximarse a la persona que sufre, escucharla, aprehenderla en su totalidad considerando su sufrimiento e interpretando su enfermedad como un síntoma. Síntoma de un conflicto, de un malestar, de un sufrimiento que implica el conjunto de la existencia de la persona. Síntoma cuyo sentido no podía estar más que co-producido con el paciente en relación con lo vivido. En Sociología, el proceso es similar. Se trata de aproximarse a los actores, de tomar en cuenta lo que viven, de producir las significaciones sobre sus prácticas y sus representaciones sociales que hagan eco en su propia capacidad de interpretar su conducta. En otros términos, la Sociología Clínica tiene por objeto la dimensión existencial de las relaciones sociales. En particular, se interesa en las relaciones que existen entre el ser del hombre y el ser de la sociedad. Es por ello que las relaciones con el Psicoanálisis son estrechas. No con un Psicoanálisis apuntalado en los dogmas teóricos de las querellas de capilla o encerrado en el sentimiento de sustentar la verdad. Sino más bien, con un Psicoanálisis abierto al diálogo con otras disciplinas, atentas al mundo, como lo era Freud, capaz de cuestionarse, utilizando la clínica como un espacio de investigación y no como un lugar cerrado sobre sí mismo. No es posible comprender a profundidad la dimensión existencial de los comportamientos humanos, ni de los hechos sociales, sin integrar las dimensiones afectivas, sexuales, oníricas, fantasmáticas, pasionales, en tanto registros que fueron consi13

derados durante mucho tiempo, por los enfoques científicos objetivistas, como irracionales y sin interés. Para un clínico, la objetividad no consiste en neutralizar la subjetividad, tanto la de los actores sociales como la de los investigadores, sino en comprender de qué manera éstas intervienen permanentemente dentro de la vida social y en la producción de conocimiento. También la obra de Freud y la de sus sucesores permanece como una referencia mayor, a nivel teórico y metodológico, para comprender las razones oscuras de lo social, las fuentes de la violencia y del poder, explicar la naturaleza profunda de las relaciones y las rupturas sociales, trabajar seriamente sobre los efectos de la transferencia y de la contratransferencia en la investigación. De donde aparece igualmente la importancia de la aproximación biográfica de los relatos de vida como método de investigación que permite capturar la multidimensionalidad de lo vivido, su inscripción dentro de las determinaciones múltiples ya sean, familiares, culturales, económicas o sociales. Las diferentes partes de esta obra ilustran algunos puntos generales de la propuesta clínica en sociología. En el plano metodológico, una parte importante es ocupada por la aproximación biográfica y los relatos de vida en sociología, mostrando las complementariedades y las oposiciones con la aproximación psicoanalítica. También se expone un proceso de investigación a través de la coordinación de grupos de implicación y de investigación, centrados en la exploración basada en la historia familiar y social de los participantes. Se trata de comprender la dinámica y las contradicciones de los destinos humanos a partir de lecturas en el entrecruce del Psicoanálisis, la Sociología y la Fenomenología. De donde surge una doble interrogación sobre la cuestión del sujeto frente a su deseo y frente a su historia y la cuestión de la historicidad. ¿En qué medida los individuos contribuyen a producir su historia? y ¿en qué medida contribuyen a producir la historia de las sociedades en las que se encuentran 14

inscritos? Esta problemática conduce al análisis de la génesis social de los conflictos psíquicos y de los conflictos de identidad. La Neurosis de Clase designa los conflictos vividos por las personas que cambian de universos sociales y culturales; que viven al interior las contradicciones existentes entre estos universos, en particular, cuando se expresan con relación a la dominación, o a procesos de invalidación o de estigmatización. Las relaciones sociales no se resumen a relaciones de fuerza entre las clases sociales, a las apuestas políticas, económicas o sociales. Las contradicciones sociales producen sus efectos en el corazón mismo de la psique. A través de algunos ejemplos concretos, mostraremos cómo las personas que están en fuerte promoción social se encuentran habitadas al interior, por conflictos de lealtad que no pueden interpretarse exclusivamente como consecuencia de una culpabilidad intra-psíquica. Proponemos construir una teoría permitiendo los procesos sociales-psíquicos, es decir, las influencias recíprocas entre el mundo de los fenómenos sociales y el mundo de los procesos psíquicos. Abordaremos también, el sentimiento de envidia. Este sentimiento es profundamente psicosocial puesto que tiene sus raíces en las zonas más arcaicas del aparato psíquico y es extraordinariamente activo en las lógicas de la distinción que se encuentran en el corazón de las relaciones humanas. Esta propuesta genera muchos cuestionamientos teóricos y metodológicos. Esperamos que con su aparición en México, suscite debates que permitan a los investigadores, en particular a quienes padecen dogmatismos disciplinarios, autorizarse a franquear las múltiples fronteras que perjudican la libre circulación de ideas. Vincent de Gaulejac. París, Junio del 2003 15

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PRIMERA PARTE

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CAPÍTULO I

HISTORIA DE VIDA: ENTRE SOCIOLOGÍA CLÍNICA Y PSICOANÁLISIS Vincent de Gaulejac. 1 El análisis de una vida nos lleva a cuestionar las divisiones entre las diferentes disciplinas que buscan comprender los mecanismos que determinan los destinos individuales y colectivos. En particular, se trata de comprender la articulación entre el funcionamiento social y « la otra escena » la cual organiza el funcionamiento psíquico inconsciente. Actualmente, se produce una convergencia entre algunos sociólogos y psicoanalistas que trabajan con las historias de vida para descubrir los factores estructurantes, comprendiendo así, a la dinámica interna. Sin embargo si bien existen convergencias en el tema, en las herramientas y en las problemáticas conceptuales, los métodos aún permanecen divergentes o bien, paralelos (es decir, no se encuentran). Esta situación es todavía más lamentable en tanto los aportes de unos y otros son complementarios, a condición de que sean comprendidos en una circularidad dialéctica que vaya de lo social a lo psíquico. Es por ello que, en este artículo proponemos:

1 Vincent de Gaulejac es Director del Laboratorio de Cambio Social en la Universidad de Paris 7- Denis Diderot. Presidente del Comité de Investigación de Sociología Clínica de la Asociación Internacional de Sociologia. Ha publicado mas de quince libros entre los que destacan: Les Sources de la honte, Desclée de Brouwer, 1996; La lutte des places, Desclée de Brouwer, 1994, 1997; La nevrose de classe, Hommes et groupes Editeurs, 1987, 1999. Entre sus trabajos mas recientes encontramos: Lhistoire en heritage, Desclée de Bouwer, 2000. Ha sido traducido en español, griego, portugués e inglés.

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1.- Analizar los aportes de la Sociología de las historias de vida. 2.- Analizar la complejidad de la relación entre Sociología y Psicoanálisis. 3.- Mostrar las convergencias y los límites de la aproximación psicoanalítica dentro de este dominio. 4.- Exponer, a partir del análisis de un caso, las características de la Sociología Clínica. 5.- Mostrar cómo es posible analizar las relaciones entre lo psíquico y lo social en la aproximación «novela familiar y trayectoria social» LAAPROXIMACIÓN BIOGRÁFICA EN SOCIOLOGÍA La historia de vida fue utilizada en Sociología de manera episódica. Se pueden recordar los trabajos de la escuela de Chicago y de la escuela polaca en los años 20 y años 30 (W.I.Thomas, F. Znanieck) y el trabajo de Oscar Lewis con una familia mexicana2, a fines de los años cincuentas. Desde hace algunos años, esta aproximación parece volver a estar de moda, hecho que G. Balandier explica por « la crisis de los métodos cuantitativos » (mucha técnica pero muy poca influencia sobre la sociedad en movimiento) y a las grandes elaboraciones teóricas (mucha ambición explicativa rápidamente cuestionada por la historia inmediata) »3. En confluencia con la Historia, la Antropología y la Psicología Social, el objetivo de este método es « acceder (por el interior) a una realidad que rebasa al narrador y lo produce. Se trata de comprender lo vivido social, al sujeto dentro de sus practicas, la forma en que éste negocia las condiciones que le son particulares »4. El sociólogo es así conducido « a ubicarse en el punto de articulación de los seres hu2

Oscar Lewis, Les enfants de Sanchez, N.R.F., coll. du Monde Entier, Gallimard, Paris, 1963. Georges Balandier, Prefacio del libro de Franco Ferrarotti, Histoires et histoires de vie, Librairie des Méridiens, Sociologies au quotidien, Paris, 1983. 4 Georges Balandier, op.cit. p. 8. 3

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manos y de los lugares sociales, de la cultura y de la praxis, de las relaciones socio-culturales y de la dinámica histórica»5. Este resurgimiento del interés por la historia de vida atañe igualmente a la sociología de Bourdieu, que había iniciado con el método de la ilusión biográfica, ya que no se conforma con analizar las trayectorias sociales solamente a partir de documentos o de testimonios objetivantes, sino que incluye además, las historias de vida6. En un estudio comparativo sobre la profesión del maestro durante los años 1900 y la profesión de educador en los años 1970, Francine Muel-Dreyfus utiliza abundantemente las historias de vida: «No es posible analizar histórica o sociologicamente a las instituciones sin analizar los agentes reales de la historia institucional. Por ello es necesario tomar en cuenta, a la vez, las trayectorias sociales efectivas de los individuos y las representaciones individuales de la historia social familiar, es decir, las reconstrucciones singulares de «la novela social familiar. La sociología se hace entonces sociología psicológica y analiza de manera clínica las autobiografías. Para tener un panorama más completo de las diferentes corrientes sociológicas que utilizan las historias de vida, nos podemos remitir al artículo de Daniel Bertaux sobre la aproximación biográfica. El interés que este método suscita se debe, según nosotros, a que permite a la sociología rebasar un cierto número de callejones sin salida. a) El método biográfico permite salir de la oposición entre individuo y sociedad, entre la subjetividad del hombre y las regularidades objetivas de lo social. Su objetivo es comprender la dialéctica de lo social, es decir la relación entre las condiciones 5 Daniel Bertaux, ‘L’approche biographique: sa validité méthodologique, ses potentialités’, Cahiers internationaux de sociologie, vol. LXIX, 1980. 6 Consultar en particular A.Sayad ‘Les enfants ellégitimes’ 1y2, Actes de la recherche en Sciences Sociales, No. 25 y 26-27,1979; Luc Boltansky, Les cadres, Editions de Minuit, Paris, 1982; Francine Muel-Dreyfus, Le Métier d’éducateur, Editions de Minuit, 1983; Pierre Bourdieu, La misère du Monde, Seuil, 1993.

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concretas de existencia y lo vivido. Se trata de aprehender al individuo como el producto de sus condiciones de existencia, como una condensación de las relaciones sociales en el seno de las cuales está inscrito: « Toda practica humana individual es una actividad sintética, una totalización activa de todo el contexto social. Una vida es una practica que se apropia de las relaciones sociales (las estructuras sociales), las interioriza y las transforma en estructuras psicológicas por su actividad de desestructuración-reestructuración»7. Ciertamente en el relato, permanece una historia singular de un destino único, pero esta historia individualiza la historia social colectiva y es a la vez, el producto y la expresión. « Lejos de ser el elemento más simple de lo social –su átomo irreducible- el individuo es igualmente una síntesis compleja de los elementos sociales. Este no funda lo social, es el producto sofisticado »8. A través de los relatos aparecen las tensiones entre la identidad heredada y la identidad adquirida, entre el individuo producto (« Eso que se hizo del hombre » diría Sartre) y el individuo sujeto (« Eso que él hace de eso que se hizo de él ») entre la historia como permanencia del pasado en sí y la historia como tentativa de actuar en el presente. b) El método biográfico permite captar « eso » que escapa a la norma estadística, a las regularidades objetivas dominantes, a los determinismos macro sociológicos. Este método hace posible lo particular, lo marginal, las rupturas, los intersticios y los equívocos que son los elementos claves de la realidad social y sobre todo, que explican por qué no existe solo la reproducción. Ciertas corrientes dominantes de la sociología contemporánea, sean marxistas estructuralistas (Althusser), o praxeológicas (Bourdieu), están preocupadas en poner en evidencia los mecanismos de reproducción social. Aunque éstas son criticas con 7

Franco Ferraroti, Histoire et histoires de vie, la méthode biographique dans les sciences sociales, Librairie des Méridiens, Paris, 1983, p.50. 8 F. Ferrarotti, op. cit., p.65.

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relación a las ideologías dominantes y a las representaciones que la sociedad produjo sobre sí misma, permanecen globalmente impotentes para captar los micro-cambios, las fallas y los movimientos periféricos. Esta incapacidad para captar el espesor de lo social en su diversidad y sus contradicciones múltiples se traduce en el carácter cosifidicador, ilustración de lo que H. Lefebvre llamaba « el concepto sin vida ». Estas corrientes se acercan así, a los positivistas cuantitativos en su proyecto de modelar a la sociología sobre las ciencias exactas, proyecto « cientificista » que consiste en « vaciar al hombre ordinario de toda capacidad de iniciativa imprevisible y de toda capacidad de conciencia critica y de voluntad de acción sobre lo socio-estructural... a vaciar el orden social de toda contradicción profunda, pensarlo como un organismo, un sistema, una estructura. Razón por la cual el pensamiento unidimensional del funcionalismo y del estructuralismo, invisten toda su libido en una investigación extraviada de coherencia y de cientificidad »9. c) El método biográfico permite comprender las circularidades dialécticas entre lo universal y lo singular, entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo general y lo particular. Entre la « cuantofrenia » positivista y el subjetivismo « psicologizante », la historia de vida produce un material que expresa a la vez el peso de las determinaciones sociales dentro de las trayectorias individuales y la relación de los actores en estas determinaciones. En otra parte, ya habíamos mostrado la indisociabilidad de lo subjetivo y lo objetivo dentro del discurso; « El discurso informa a la vez sobre una realidad « objetiva », exterior y trascendente a los individuos y sobre el universo mental de los individuos »10. Un obrero que narra su historia, proporciona, a la vez, una serie de informaciones objetivas sobre las condiciones de vida, los habitus de su grupo, de su clase, así como sobre su relación 9

Daniel Bertaux, op.cit. p.218. M. Pagès, M.Bonetti, V. de Gaulejac, L’Emprise de l’organisation,P.U.F.,Paris, 1979, p.218.

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singular con estas condiciones, estos valores y estos habitus. Evidentemente, las características propiamente sociológicas de la narración no aparecen al inicio. No llegan a ser «objetivas» hasta el momento en que coinciden con otros discursos o con otro tipo de datos (estadísticos comparados, testimonios, encuestas y cuestionarios...). Lo que el relato permite comprender, es la relación dialéctica entre el condicionamiento y la praxis, entre el individuo producto de la historia y el individuo agente de la historicidad: « El hombre no es el objeto pasivo que pretende el determinismo mecanicista, cada acto o comportamiento humano contiene dentro de su campo la presencia simultanea y activa de condicionamientos externos y de la praxis humana que los filtra y los interioriza totalizándolos »11. d) El método biográfico permite comprender las mediaciones entre el funcionamiento individual y el funcionamiento social, ayuda a constituir una microsociología en el espacio, todavía sin cultivar, entre la macrosociología y la psicología social. J. P. Sartre ya había planteado este problema dentro de su critica al Marxismo: « Valéry* es un intelectual pequeño-burgués, de esto no hay duda. Pero todo intelectual pequeño-burgués no es Valéry. La insuficiencia heurística del marxismo contemporáneo mantiene estas dos frases. Para comprender los procesos que produce la persona y su producto en el interior de una clase y de una sociedad dada, en un momento histórico dado, al marxismo le falta una jerarquía de mediaciones ...que permita engendrar lo concreto singular, la vida, la lucha, real y fechada, la persona a partir de las contradicciones generales de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción »12. El individuo no es la condensación del conjunto de las relaciones sociales. Él totaliza a la sociedad a través de una serie de mediaciones operadas por los grupos y las organizaciones a las 11

F. Ferrarotti, op.cit. p.56. * Valéry es un gran poeta francés. J.P. Sartre, Critique de la raison dialectique. Questions de méthode, Paris, 1960.

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cuales pertenece. Hemos recuperado aquí las nociones de espacio transicional (D.W. Winnicot), de campo (K. Lewin), de sistema socio-mental (M. Pagès), así como la de habitus (P. Bourdieu), debido a que intentan aprehender los mecanismos transaccionales e intermediarios de la relación entre lo individual y lo social. « Cuando la biografía se convierte en un instrumento sociológico pareciera prometer esta mediación del acto en la estructura, de una historia individual en la historia social. Pareciera implicar la construcción de un sistema de relaciones y la posibilidad de una teoría no formal, histórica y concreta de la acción social. Una teoría que por consecuencia, puede corresponder a las necesidades más urgentes de otras ciencias humanas en la búsqueda de una causa critica: la psicología, la psiquiatría y el psicoanálisis »13. e) El método biográfico permite reconocer en el saber individual un valor sociológico. La prueba de que lo social es, también, mental: se demuestra en que sólo puede comprenderse el sentido y la función de un hecho social a través de una experiencia vivida, de su incidencia sobre una conciencia individual y en último lugar, a través de la palabra que permite dar cuenta. En este sentido ubicamos las posiciones defendidas por Marcel Mauss y Claude Levi-Strauss, quienes insistieron sobre el hecho de que: « Toda interpretación debe hacer coincidir la objetividad del análisis histórico o comparativo, con la subjetividad de la experiencia vivida »14. Esta posición conduce a transformar la relación entre el investigador y su objeto. El hecho de que el actor hable no es más « la maldición del sociólogo » (P. Bourdieu), sino que se convierte en una ventaja para analizar los fenómenos sociales. Entonces se pretende « no tratar al hombre ordinario como un objeto para observar o medir, sino como un 13

F. Ferrarotti, op.cit. p.81. Claude Levi-Strauss, ‘Introduccion à l’oevre de M.Mauss’, in Sociologie et anthropologie, P.U.F, París, 1968, p. XXVI.

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informador y por definición, como un informador mejor informado que el sociólogo que lo interroga »15. Si de acuerdo a la expresión del sociólogo francés A. Touraine « el sentido del acto no es reductible a la conciencia del actor », no resta menos que esperar a que el actor esté bien ubicado para informar sobre sus actos y el sentido que les da. Esta información es un dato bruto a interpretar y confiere a quien la produjo, un estatus de participante en la investigación y no solamente el estatus de un objeto de la investigación. Se puede pensar, sin embargo, que D. Bertaux no idealiza la relación entre el sociólogo en búsqueda de historias y de sus informadores. La sociología de las historias de vida permanece como una sociología « clásica »: su objetivo es principalmente cognitivo y confiere « al que habla » un estatus de objeto de investigación. Si el informador « participa » en este trabajo, es en una relación de producción en donde las condiciones y el marco están fijadas por el sociólogo. Es decir, se trata de una relación de poder cuyo beneficiario es principalmente el investigador: es por él que el trabajo se hace. En todo caso, el sujeto de la historia de vida permanece como el objeto de la investigación. LOS RELATOS DE VIDA: ENTRE PSICOANÁLISIS Y SOCIOLOGÍA Las relaciones entre la sociología y el psicoanálisis son complejas. No es nuestro propósito reducir el campo sociológico al Psicoanálisis, sin embargo este último es imprescindible para comprender las determinaciones psíquicas inconscientes que estructuran los destinos humanos y los relatos que hacen los hombres. La sociología de las historias de vida no puede eludir una confrontación con el Psicoanálisis, sabiendo que estas dos aproxi15

D. Bertaux, op.cit. p.219.

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maciones son a la vez complementarias y contradictorias. Lo mismo podemos constatar en lo concerniente a los problemas de construcción del objeto, el estatus del relato de vida, la interpretación así como al lugar acordado a los diferentes determinismos. Objetividad y Subjetividad ¿Cómo definir el objeto de la sociología de los relatos de vida?. De hecho se trata, siempre de acuerdo a M. Mauss (1930), de comprender a la « personalidad total » a través del relato que un sujeto elabora sobre su propia vida; de comprender la dialéctica entre lo singular y lo universal en el estudio concreto de una vida humana; de comprender en qué el individuo es el producto de una historia de la cual busca devenir sujeto; de estudiar la relación entre la historia y la historicidad cruzando: a) El análisis de los diferentes determinismos que contribuyen a producir al individuo. b) El análisis de la relación del individuo con estas determinaciones y el trabajo que éste realiza para contribuir a producir su propia existencia (M. Bonetti, V. de Gaulejac, 1988). Por tanto se nos presenta así, un « objeto complejo », es decir un objeto con múltiples facetas, interdisciplinario, polimorfo, multidimensional, cuya construcción no puede efectuarse más que en el cruce de muchos campos teóricos. D. Bertaux (1980) opone las investigaciones que tienen por objeto las estructuras y los procesos « objetivos » (estructura de producción, formación de clases sociales, modos de vida según los medios sociales), lo que él refiere como los objetos tipo socio-estructurantes, a las investigaciones que eligen como tema las estructuras y los procesos « subjetivos » (sistemas de valores, representaciones colectivas) que él define como objetos socio-simbólicos. 27

Bertaux demuestra que los dos niveles no son « más que dos caras de un mismo real, lo social » y que la sociología debería esforzarse en « reunificar » el pensamiento de lo estructural y de lo simbólico. Compartimos este proyecto, aunque conviene definir mejor el nivel socio-simbólico, que nos remite no solamente al estudio de los valores, de las ideologías y de las representaciones colectivas sino también a la cuestión del sujeto y de la subjetividad. El imaginario y el ideal tienen, evidentemente, una dimensión socio-simbólica pero conviene estudiar igualmente el aspecto socio-psíquico, es decir, la forma en que son co-producidos, influenciados, alimentados por el deseo, la angustia, los afectos conscientes e inconscientes. Es el registro socio-psíquico lo que permite comprender, más allá de las subjetividades individuales, eso que es del orden de las pasiones (amorosas, políticas, ideológicas), de las creencias, de los odios, de los miedos, de la violencia, de las angustias en la vida social. El análisis de las contradicciones sociales no puede ahorrarse un análisis de los procesos de identificación y de idealización El vínculo social es profundamente un vínculo afectivo y religioso. El análisis de la reproducción y del cambio social nos confronta permanentemente, a la irrupción del amor, del odio, de la angustia y del deseo como elementos estructurantes de las relaciones sociales. Eso es lo que constantemente emerge cuando se trabaja a partir de los relatos de vida y de las historias de vida. Por lo tanto, si el método biográfico debe permitir la construcción de una « nueva » propuesta sociológica (Bertaux, 1980) que reconcilie la observación y la reflexión, objetividad y subjetividad, este proyecto sólo puede dar resultado a partir del momento en que los sociólogos consideraran que el funcionamiento de las estructuras psíquicas y de las estructuras mentales es parte integrante de lo social y, en consecuencia, del objeto de la sociología. 28

Conviene reflexionar en torno a una recomposición del campo de la sociología, en particular, en una comprensión de las articulaciones entre el funcionamiento social y el funcionamiento psíquico. No para volver a caer en los callejones sin salida de la psico-sociología, del freudomarxismo o del estructuralismo, sino porque los registros socio-estructurales, socio-simbólicos y socio-psíquicos están continuamente implicados. Conviene, por tanto, adoptar una posición pluridisciplinaria para aprehender las diferentes facetas de un relato de vida. Tres corrientes teóricas dominan actualmente el conocimiento en esta materia: el Psicoanálisis, la Sociología y el Existencialismo sartreano. Cada uno define su « objeto » de forma diferente. - Para la teoría psicoanalítica, el objeto privilegiado es el inconsciente. El relato es utilizado como medio de acceso al análisis de las apuestas inconscientes que determinan la vida del individuo poniendo el acento sobre el rol del deseo y de la angustia. - Para la sociología, el objeto es la fabricación de la identidad social. El relato es utilizado para comprender al individuo como la expresión (la encarnación) de un grupo, de una clase, de una cultura, de una historia social. - Para J.P. Sartre, el objeto es la elección que hace el individuo mismo: « Mostrar los límites de la interpretación psicoanalítica y de la explicación marxista y que sólo la libertad puede dar cuenta de una persona en su totalidad, hacer ver esta libertad en la lucha con el destino, de inicio aplastado por sus fatalidades, después regresando sobre ellas para dirigirlas poco a poco » (J.P.Sartre, 1988,p.645) ». El relato es analizado para comprender al sujeto a través del (os) momento(s) donde el individuo « se hace ». De hecho, la identidad se construye en el cruce de estos tres puntos de vista: en las relaciones del individuo con su incons29

ciente, con su medio socio-cultural y con él mismo, en el trabajo que efectúa para producir su individualidad. EL ESTATUS DEL RELATO El relato de vida es la expresión de estas tres dimensiones esenciales de la identidad: es a la vez la expresión de los deseos y de las angustias inconscientes, de la sociedad a la cual pertenece su autor y de la dinámica existencial que le caracteriza. En todo relato opera una reconstrucción y sobre este punto, los psicoanalistas y los sociólogos están de acuerdo con los literatos. La historia de vida es « tiempo recompuesto » por la memoria (V. de Gaulejac, 1988). Y sabemos que la memoria no es confiable. Obedece a otras lógicas diferentes a la verdad o a la ciencia. Olvida, transforma, deforma, reconstruye el pasado en función de las exigencias del inconsciente, de las presiones del medio ambiente, de las condiciones de producción del relato, de las estrategias del poder del locutor y del entrevistador, etc. Entonces el relato tiene múltiples facetas, por la misma razón que una novela, ya sea autobiográfica o no. Es a la vez un testimonio y un fantasma. Las palabras dicen lo que pasó (‘Es la realidad’) y transforman esta realidad (‘Eso que no son mas que palabras’). Hablando de ‘su’ historia, el individuo la (re) descubre. Es decir que hace un trabajo sobre él mismo que modifica su relación con esa historia. La historia de vida consta de dos aspectos: - Designa eso que « realmente » pasó en el curso de la existencia de un individuo (o de un grupo), es decir el conjunto de acontecimientos, de elementos concretos que caracterizaron e influenciaron la vida de este individuo, de su familia y de su medio. - Designa la historia que se narra sobre la vida de un individuo (o de un grupo), es decir el conjunto de los relatos producidos por él mismo y /o por otros sobre su biografía. 30

El primer aspecto es del dominio del análisis histórico y de la sociología: tentativa de reconstrucción « objetiva » y de búsqueda de los determinismos, es decir, de los diferentes materiales a partir de los cuales una vida se construye. El segundo aspecto es del dominio del análisis clínico: a partir de lo « vivido », se busca comprender la manera en que el individuo « habita » esa historia en el plano afectivo, emocional, cultural, familiar y social dentro de sus dimensiones conscientes e inconscientes. Los dos aspectos están continuamente implicados. Esto se aprecia cuando se obtienen historias de familias que describen, a la vez, los escenarios sobre el pasado familiar y las anécdotas sobre la saga familiar que funcionan como el modelo de la « novela familiar » tal y como la define S. Freud (1909). La novela familiar es un fantasma que permite llenar una falta, soportar una injusticia, una frustración, mediante una representación de la realidad que permite corregirla y satisfacer así, sus deseos inconscientes. El relato de vida se construye dentro de un espacio entre el fantasma y la realidad, sabiendo que el uno y la otra, ambos, son verdaderos. Esto lo demuestra Serge Doubrovsky (1989) cuando subraya la paradoja del relato autobiográfico que consiste en narrar, en sentido inverso, acontecimientos que se produjeron según un sentido cronológico: « Mi existencia, Yo no puedo pensarla. Ella es la que piensa a través de mí, es ella quien me piensa » (p.110). Es por eso que tanto la sociología como el psicoanálisis son imprescindibles para la comprensión del estatus del relato. Lo que aún no se comprende, es saber lo que determina la forma en cómo se narra. Aquí se ubica la desconfianza de P. Bourdieu a propósito de la ilusión biográfica (1986) y de los « objetos que hablan ». El sujeto difícilmente acepta que sea su existencia la que piensa a través de él, pues realmente a él le gustaría ser el creador.

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¿Pero es posible oponer lo que seria del orden de los hechos « objetivos » a lo que seria del orden de los fantasmas y de la subjetividad? « Puedo narrar dos vidas que son las mías y son diferentes, y por lo tanto completamente verdaderas la una y la otra: la que me construye (o que me construí en análisis, sobre el diván, articulada en torno al Edipo), y esa que resulta de mi ser de clase y de raza... Estoy, de alguna manera, en la intersección de esquemas que no se pueden superponer. Yazgo bajo un Edipo grande como una montaña. Gimo en torno a las contradicciones de clase y de raza. (Serge Doubrovsky, 1989, p.276). Una verdadera ciencia de los relatos de vida permite tomar en cuenta esta « intersección » situándose en tres niveles: el de los hechos, el de sus significaciones inconscientes y el de su expresión subjetiva. LA INTERPRETACIÓN La explicación sociológica supone, según Moscovici, dos condiciones previas: - Que se disponga de teorías concebidas a partir de causas puramente sociales. - Que se pueda hacer abstracción del lado subjetivo, de las emociones y de las capacidades mentales de los individuos (S. Moscovici, 1988). Es necesario recordar una de las reglas formuladas por E. Durkheim: « toda explicación psicológica de los hechos sociales es falsa ». Sin retomar la polémica contra todas las formas de sociologismo a las que puede conducir tal postura, se debe mantener el proyecto de comprender lo que determina las conductas humanas exteriormente y las representaciones que el individuo se hace de ellas. Esto supone que se acepta la existencia de una « realidad », la sociedad, que pre-existe al sujeto, condiciona su existencia e influencia el sentido de sus actos. El relato 32

permite acceder a esta « realidad » en tanto que revela « la encarnación social » del individuo. Para el Psicoanálisis el sentido del relato no puede estar referido más que al sujeto mismo, en el que se revela su funcionamiento inconsciente. Lo importante no es saber si el relato corresponde a lo que realmente ha pasado. El relato es interpretado como un fantasma y es « verdadero » en la medida en que es producido por un sujeto que habla. Pero esta « verdad » tiene por referente el trabajo que efectúa el sujeto en su relación con el inconsciente. En la cura (psicoanalítica) « seremos testigos de una transformación decisiva cada vez que, fundando su propia verdad, el paciente habrá podido establecer que está en el origen de los actos que ha debido sufrir », recuerda Conrad Stein (1984). Se comprende que no puede haber « transformación decisiva », para el Psicoanálisis, si no está basada en este postulado (¿esta ilusión?) según el cual el paciente es el sujeto de su historia: que sea atacado por un cáncer, que se rompa una pierna, que sea despedido del trabajo, que fracase en un examen... todos los acontecimientos de su existencia son interpretados a través del prisma de su voluntad consciente y /o inconsciente. Esta postura, cuyo interés se comprende, es inaceptable si conduce a negar el peso de las determinaciones sociales y a considerar que cada individuo es amo de su destino: «Eso que te sucede, tú lo quisiste entonces eres el responsable y tienes que asumirlo». Cada uno es devuelto hacia sí mismo y a su inconsciente como ultima explicación de su conducta. Existe en esto, un efecto de cierre del Psicoanálisis que, de alguna manera, instituye la culpabilidad como « motor de la historia » (Cf. el mito de la horda primitiva y de la muerte del padre). Algunos autores mostraron cómo la interpretación freudiana del destino de Edipo conducía a sexualizar los compromisos políticos y a reducir el destino humano a su dimensión familiar. 33

Como lo subraya Jacqueline Barus-Michel (1990), Edipo es primero, un drama de la fatalidad antes de ser el de la culpabilidad. No es el deseo lo que guía a Edipo en un primer tiempo, son los Dioses y la maldición de la que es objeto. « No se trata en el mito de Edipo, o en la tragedia de Sofocles, ni de revelar los deseos profundos de Edipo, ni de imputarlos proyectivamente a las fuerzas ocultas, mas bien se trata de mostrar cómo el héroe, un ser humano, es o no es amo de su destino. No es el deseo lo que interesa a Sofocles, sino mucho más la tragedia de un destino que supera al hombre cuando éste cree estar transformándolo. (J. Barus Michel, p.172.) S. Freud sustituye la tragedia humana, el estar sometido a fuerzas y acontecimientos trágicos (la muerte, la degradación, la injusticia, la desigualdad, la miseria)... por otra tragedia: somos inconscientemente responsables de lo que nos sucede porque estamos actuados por deseos irreprimibles. El inconsciente reemplaza así al « destino », los compromisos políticos del mito edípico se convierten en compromisos esencialmente psicológicos. Este reduccionismo psicologizante ha sido continuamente denunciado por los sociólogos, en particular R. Castel (1973) y también, por los mismos psicoanalistas. Gérard Mendel (1988) se refiere al respecto como « enfermedad profesional » del psicoanalista por su contacto cotidiano intenso con el inconsciente, que produce una disminución del sentido de realidad, una « desrealizacion relativa » (p.85). Lo importante para el psicoanalista es el fantasma. La realidad objetiva, es decir, los acontecimientos concretos que marcaron la vida del paciente no son escuchados más que a través del filtro de los fantasmas que estos acontecimientos engendraron y como tales, son retomados en el relato que él produce. En consecuencia, el principio de realidad tiende a reducirse a esta realidad subjetiva.

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Hemos acordado que la realidad subjetiva es transformadora debido a que produce efectos sobre la conducta: el individuo es continuamente actor de su propia vida y es esencial para él comprender de qué modo ha intervenido en los acontecimientos que componen su existencia, aún y cuando estas acciones sean inconscientes. La subjetividad y la interioridad son los registros de «la realidad» que interfieren en la vida de un hombre al mismo nivel que los acontecimientos objetivos y exteriores. Las oposiciones entre subjetividad y objetividad, entre realidad interior y realidad exterior son fundamentalmente relativas. Una historia de vida se construye en la interacción constante entre la influencia de las estructuras sociales tal como el individuo las reencuentra y las estructuras psíquicas, que absorben estas influencias. La noción misma de inconsciente debe ser revisada. No es nuestro propósito negar la importancia de la sexualidad en la estructuración del aparato psíquico. Nos parece, sin embargo, que al lado de la propuesta de lo psico-sexual que el Psicoanálisis ha develado, convendría comprender mejor la apuesta psicosocial. Como lo subraya S. Doubrovsky (1989) «el inconsciente no está solamente estructurado como un lenguaje, está estructurado por una historia». (p.271). Esta historia no se puede reducir a las primeras relaciones infantiles. La historia es como la personalidad, debe ser aprehendida en su totalidad, es decir, a nivel individual pero igualmente a nivel familiar y social. El inconsciente concierne igualmente al conjunto de elementos que contribuyen a la producción social de un individuo. No se trata, por lo tanto, de considerar que el individuo social sea una calca de otro o un producto interiorizado de formas históricas del individuo, o que sea una encarnación repetida de un «habitus de clase» (Michel Legrand, 1993). Se trata mas bien de construir una sociología clínica dentro de sus diversos componentes. 35

CONVERGENCIAS Y LÍMITES DE LA APROXIMACIÓN PSICOANALÍTICA Contrariamente a la aproximación biográfica, el Psicoanálisis no tiene solamente un objetivo cognitivo. Su proyecto se inscribe dentro de una perspectiva clínica. Si el relato de vida es el material de base de su investigación, no se trata solamente de un método de conocimiento sino de un medio terapéutico: que le permita en esta historia referida, comprehender el sentido, por sí mismo, con el fin de posicionarse en sujeto. No discutiremos aquí la pertinencia de este proyecto clínico pero sí abordaremos la oposición entre el psicoanálisis y la sociología en la utilización de la historia de vida. Para el Psicoanálisis, la historia es un relato construido para organizar un sentido, una re-escritura de los acontecimientos del pasado que el sujeto construye en un dispositivo que consiste en regresarle esta « verdad » con relación a él mismo. Así la historia es tratada como una novela; lo importante será el desciframiento de la actividad fantasmática del sujeto y la comprensión de las apuestas inconscientes de esta historia. El psicoanálisis no busca objetivar el relato a partir de «eso que realmente pasó» sino interpretarlo como un discurso que el mismo sujeto tiene sobre su pasado. La objetividad histórica tiende a desaparecer detrás de la subjetividad del sujeto en la medida en que no se busca distinguir: a) La historia como una serie de acontecimientos que modifican o reproducen las relaciones sociales en tanto que atraviesan y condicionan los destinos individuales; b) La historia tal como está escrita o contada en las novelas o en los relatos que significan la relación de un individuo (o de un grupo) con los acontecimientos del pasado.

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Esquematizando por una oposición fuerte, el psicoanálisis busca comprender la relación que el YO establece con la historia independientemente de la relación que la historia establece con el sujeto. Esta opción epistemológica que se justifica, quizá, con relación a los objetivos terapéuticos, condujo a diferentes formas de psicologismo (o de psicoanalismo16) ya que tiende a establecer la ilusión de omnipotencia del sujeto, el etnocentrismo de la lógica del deseo y una visión narcisistica de las relaciones sociales. El mismo Freud había medido este riesgo cuando escribía que no hay psicología que no sea social: « La oposición entre la psicología individual y la psicología social o colectiva, que a primera vista puede parecer muy profunda, pierde mucho de su agudeza cuando se le examina más de cerca. Sin duda, la primera tiene por objeto al individuo y busca los medios que le sirvan y las vías que siga para obtener la satisfacción de sus deseos y necesidades, pero dentro de esta búsqueda, se logra raramente y en casos verdaderamente excepcionales, hacer abstracción de las relaciones que existen entre el individuo y sus semejantes. El otro siempre juega en la vida del individuo el rol de un modelo, un objeto, de un socio o de un adversario, y la psicología individual se presenta desde el principio, al mismo tiempo, de cierta manera, en una psicología social, en el sentido amplio, pero plenamente justificado, de la palabra »17. Freud desarrollaba este punto de vista mostrando que toda relación con el otro es de inicio y simultáneamente una relación social. « Así el psicoanálisis colectivo vislumbra al individuo en tanto que miembro de una tribu, de un pueblo, de una casta, de una clase social, de una institución, o en tanto que elemento de una masa humana » (op.cit., p.84). 16 17

Según la expresión de Robert Castel, en Le Psychanalysme, Maspero, Paris, 1973. S. Freud, Psychologie collective et analyse du Moi, essais de psychanalyse, Payot, 1975, p. 83.

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Hubo el abandono, de una gran parte, por las consecuencias teóricas y practicas de esta concepción. Se asistió de alguna manera a una «desocializacion» o más aún, «desociologizacion» de los procesos psicológicos, a un reduccionismo psicologizante en el desarrollo del psicoanálisis. Como lo dijeron Carl Schorske y P. Bourdieu, se olvidó « que Edipo era Rey » (Cf. Actes de la Recherche en Sciences Sociales, No. 26/27). Es decir, se olvidó que el «YO» no se construye solamente en el juego del deseo y de la prohibición del triangulo Madre, Padre, Hijo, sino que se apuntala igualmente sobre los lugares sociales que ocupan los unos y los otros. Ahora bien, la aproximación psicoanalítica tiende a reducir el peso del pasado a las primeras relaciones infantiles: «Se estableció un consenso para hacer del niño en cada hombre, la llave de su destino personal y el principio explicativo esencial de su historia»18. Se excluye así del análisis, el hecho de que toda relación afectiva se apuntala sobre una serie de relaciones socialmente determinadas. Las primeras relaciones son portadoras de las apuestas no solamente afectivas sino igualmente ideológicas, culturales, sociales y económicas, cada uno de estos niveles no puede estar disociado de los otros en la medida en que su implicación produce la estructura de programación, el sistema de habitus, el marco referencial sobre los cuales el niño va a apuntalar su propia historia.19 Si el psicoanálisis permite comprender los vínculos entre las intenciones conscientes y las intenciones inconscientes, nos brinda solamente una explicación parcial, porque la dimensión socialhistórica de estos vínculos se le escapa.

18 19

Robert Castel, La gestion des risques, Ed. De Minuit, coll. Les sens commun, Paris, 1981, p. 158. V. de Gaulejac, ‘L’heritage’, en Connexions, No.41.

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Esto es lo que demuestra C. Castoriadis20 cuando escribe «el campo social como omnipresencia densa de un colectivo anónimo, el campo histórico como irrupción siempre posible de algo nuevo que nadie deseó como tal, presupone al individuo del que habla el psicoanálisis, pero al mismo tiempo son presupuestos por éste». En el mismo sentido se inscribe W. Reich cuando decía que el psicoanálisis permite comprender por qué las pulsiones sádicas de un individuo lo llevan a convertirse en carnicero, cirujano o detective, pero que es la trayectoria socioeconómica la que permite saber por qué algunos subliman su sadismo como carniceros, otros como cirujanos y otros, aún, como detectives. Aquí vemos que toda pulsión es socializada de cierta manera y que los destinos personales son el resultado de una combinación entre el trabajo psíquico y el trabajo social. Se trata entonces, de intentar re-establecer «los eslabones perdidos» entre las aproximaciones sociológicas (que establecen las regularidades objetivas, las probabilidades que organizan los destinos humanos) y la aproximación psicoanalítica. Se trata de analizar las circularidades dialécticas que van del deseo al mundo de los objetos, del narcisismo al estatus social, de las representaciones a las ideologías, etc. En otra parte21 habíamos señalado, la necesidad de implementar estas articulaciones en la medida que: - No existe deseo que no se traduzca en deseos de maneras de ser, es decir, en habitus característicos de tal o cual medio social y cultural (Cf., P. Bourdieu et J. P. Sartre). - No existe sujeto sin objeto: la génesis del sujeto y del objeto es el efecto de un apoyo reciproco que precipitó la inscripción del individuo, a través del narcisismo, en el mundo exterior y dentro de las lógicas del sistema de producción y de distribu20

C. Castoriadis, Les carrefours du labyrinthr, Paris, Seuil, 1978. V. de GAULEJAC, ‘Irréductible social, irréductible psychique’, Bulletin de Psychologie, Tome XXXVI, No. 360. 1983.

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ción de los objetos (lógica de la diferenciación social de J. Baudrillard; análisis de S. Viderman sobre la dialéctica sujetoobjeto). - El deseo no se puede concebir fuera del deseo del otro, al cual está originalmente sometido (sujetado) si quiere satisfacerse, confrontándose así el sujeto mismo, con un sistema relacional determinado por la organización de las relaciones sociales (Cf. Lacan y S. Leclaire). LA HISTORIA DE CLAUDE La historia de una vida es una mezcla compleja de elementos heteróclitos. ¿Cómo saber lo que organiza esta complejidad? A través de la historia tal como se le puede observar y del relato que hizo el individuo, se resaltan los desplazamientos y condensaciones entre los elementos culturales, sociales, económicos (ligados al contexto social y familiar) y los elementos emocionales, afectivos, relaciónales (ligados al funcionamiento psíquico consciente e inconsciente). No es valido « separar » el análisis sociológico y el análisis psicológico de una historia que da cuenta de un fenómeno « total », de la personalidad en todas sus dimensiones. Es más conveniente analizar los vínculos, los desplazamientos, las condensaciones, las rupturas, las influencias reciprocas entre los diferentes elementos de una historia de vida. En esta perspectiva, presentamos un caso que muestra cómo, en tres generaciones, un comportamiento « social » ligado a la cultura de la pobreza, se transforma en funcionamiento psicológico. La historia de Claude fue reconstruida durante el trabajo de un grupo en el cual los participantes eran invitados a comentar su árbol genealógico. Claude tiene 45 años. Es un hombre alto, guapo y fuerte, que habla con detenimiento y precisión de la 40

historia de su familia, la cual resumimos sucintamente recuperando los términos que él mismo utilizó. Del lado materno, la abuela murió senil con problemas estomacales porque trabajaba mucho. Con el abuelo tenia un caférestaurante en un pueblo. A pesar de ser los propietarios de la granja, la pareja vivió modestamente trabajando mucho. La madre de Claude era buena alumna, un profesor le consiguió una beca para que continuara sus estudios y cursara la Escuela Normal. Es así, como ella logrará ser profesora. Del lado paterno, los abuelos eran obreros agrícolas muy pobres que no tenían otros recursos más que sus brazos. Claude describe el «trabajo encarnizado» de la pareja, que logro ahorrar a pesar de la pobreza, para «salir del surco» y comprar, para empezar, una granja y después una ladrillera. Esta será retomada por su padre quien trabajará igualmente como un enajenado. Claude se convierte en técnico, después en ejecutivo, asistiendo a cursos por la noche. Él describe su vida y la de su padre como dedicada totalmente al trabajo. No se tolera ninguna distracción, ni un minuto de reposo. Por otro lado, Claude describe el silencio, «no se hablaba», y la ausencia de ternura, « no se tocaba». La única palabra de amor que escucho en su juventud fue dicha por su abuela paterna el día en que la ayudo a meter a su abuelo dentro del féretro, a los 84 años «Adrian, querido, te alcanzare muy pronto». Fue también la única vez que vió a su abuela llorar. En este universo de trabajo encarnizado, las palabras y los gestos de ternura no tenían lugar. No se tenía tiempo para expresarlos y poco a poco, se perdía la capacidad de hacerlo. Esta sacralización del trabajo, Claude quiere, en un primer tiempo, transmitirla a sus hijos. Muy pronto comienza a «castigar» a su hija cuando trabajaba mal en la escuela, hasta que un día, a los 6 años, llorando, ella pone la cabeza en las rodillas de 41

su padre, y le dice «Papá, hoy no me has pegado». Al momento en que Claude evoca esta escena, rompe en lágrimas. Después de un gran silencio, agrega: «esto provocó que durante 16 años yo no la tocara». Después de la evocación de esta escena, Claude continua: «En mi familia no se mostraban los sentimientos, se debía ser duro. Yo estaba enamorado locamente de mi esposa, pero jamás se lo dije porque nunca había aprendido... jamás escuché que mi padre le dijera a mi madre te amo». Este relato ilustra cómo, eso que en la historia familiar es producido por la cultura de la pobreza, se encuentra en Claude bajo la forma de conflictos psicológicos interiorizados. Así, para los abuelos, el «trabajo forzado» es una necesidad socio-económica. No hay otra elección para salir de la miseria. Hace falta consagrar la totalidad de sus energías en el trabajo, ahorrar centavo por centavo, comer lo estrictamente mínimo, para poder convertirse en independientes (comprar una granja para ellos) después, instalar a sus hijos para que no regresen «al surco». Hicieron falta dos generaciones para permitirle a Claude tener los estudios mínimos y acceder a las clases medias. Entonces esas condiciones de vida le permitieron trabajar menos. Claude reproduce este encarnizamiento al trabajo: lo que al inicio era una necesidad social se ha convertido, para él, en una necesidad psicológica. Como si el amor por su padre y sus abuelos no pudiera expresarse de otra manera, mas que repitiendo su comportamiento. Hacia falta que fuera como ellos, incluso, aunque la necesidad objetiva desapareció, la coerción externa deviene una obligación interna: no puede hacerse de otra manera. Se encuentra el mismo mecanismo en lo que concierne a la violencia y las palabras. La violencia de sus condiciones de existencia conduce a los abuelos a luchar en silencio para salir. Toda su energía está investida en el trabajo. No hay tiempo para el 42

amor, la ternura, para hablar de sus sentimientos. Hablar de eso es ser débil, es caer en el campo de «los perezosos». Hace falta ser duro para hacer frente a la dureza de la vida. Hace falta «apretar los dientes» y «trabajar, trabajar y todavía trabajar». Claude nunca fue golpeado por su padre. Simplemente le tenía miedo. Tenía miedo de esta violencia contenida. Ser un hombre, era ser eso. Trabajar y callarse, «sofocar los sentimientos». Todavía ahí, los comportamientos, que en la historia de familia estaban ligados a la situación social, a la violencia en las relaciones sociales, se perpetúan a pesar de que la situación social ya no los justifica y al mismo tiempo están inadaptados a la situación nueva. Es peor aún, cuando el mismo Claude ejerce sobre sus propios hijos una violencia que de ninguna manera está «obligado» a ejercer. Toma conciencia de su propia violencia, cuando su hija pone la cabeza sobre sus rodillas. Pero como no sabía comunicarse de otra manera, corta toda relación con ella y se encierra un poco mas todavía en el trabajo enajenado. Nunca aprendió a expresar sus sentimientos. Al contrario, aprendió a «sofocarlos». Aprendió que ser un hombre, era ser duro y ser duro, es no expresar sus emociones, su debilidad. El caso de Claude es una muestra de la riqueza del método biográfico. A través de una historia de vida, se perciben los lazos y las articulaciones que forman la trama de una vida humana y que los cortes disciplinarios nos impiden percibir. Resta entonces, hablar sobre las consecuencias a nivel teóricometodológico. No es suficiente con obtener un relato de vida para develar el sentido. Nos hace falta construir los útiles que permitan comprender las articulaciones entre los diferentes registros de identidad personal y social.

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NOVELA FAMILIAR Y TRAYECTORIA SOCIAL Se trata de reconstruir la cadena que va de los conflictos psíquicos a los conflictos relaciónales, de los conflictos relaciónales a los conflictos intra-familiares y de los conflictos familiares a los conflictos sociales. Esto es el proyecto de una investigación que dirigimos sobre el tema Novela familiar y trayectoria social. Este trabajo se apoya metodológicamente en los seminarios de implicación y de investigación, en los cuales a los participantes se les invita a trabajar sobre su historia a partir de tres elementos: - Los relatos de vida. - Los medios de objetivación de su historia (árboles genealógicos, fotos, correspondencia, diario intimo, agenda...). - Los medios de proyección y de expresión (dibujo, juego de roles, dramatización). Se trata de explorar en qué la historia individual está socialmente determinada, es decir: - De analizar en qué medida los destinos individuales, cualquiera que sea su irreducible singularidad, están condicionados por el campo social en el cual se inscriben. - De evidenciar cómo las relaciones sociales tal como existen en un momento dado (en la sincronía) y tal como han evolucionado (en la diacona) van a influenciar la historia y la vida psíquica de un individuo, es decir, su manera de ser, de pensar, sus elecciones afectivas, ideológicas, profesionales, económicas, etc. - De comprender la dialéctica existencial entre el individuo producto de la historia y el individuo productor de la historia, entre el individuo objeto de sus condiciones concretas de existencia y el individuo en devenir que busca posicionarse en sujeto en esta historia. Como lo escribió uno de los participantes en este trabajo: « Comencé a comprender que mi situación psicológica personal no estaba separada de la situación socio-económica de mi familia, que los mecanismos de identificación se juegan también en 44

un modelo social, y que no es simplemente una cuestión que «se encierre» en el complejo de Edipo. Esta aproximación me permitió comprender plenamente que, por supuesto, yo era hijo de mis padres, pero que era también el hijo de un campesino que devino peón y de una trabajadora domestica que se convirtió en lavandera y madre de familia... y que esto vivido socialmente estaba intrínsecamente ligado a la historia de mis relaciones infantiles ».22 La experiencia biográfica de un individuo es la que marca su desarrollo y lo constituye como un ser psico-social-histórico. En este sentido, el inconsciente es inscrito como el conjunto de las condiciones sociales de producción de un individuo quien busca negar, olvidar, ocultar: «El inconsciente es siempre, en efecto, el olvido de la historia, historia que el mismo produjo realizando las estructuras objetivas que engendra y desarrolla dentro de estas cuasi-naturalezas que son los habitus. Historia incorporada, hecha natural, y olvidada en tanto tal. El habitus es la presencia movilizadora de todo el pasado donde esto se produjo»23 Esta dimensión social del inconsciente se ubica particularmente en todos aquellos que ya sea en el abandono, o bien en la ruptura, están confrontados a un desplazamiento / desclasamiento. Que esto sea con el « rechazo » que se ubica en otra parte que de donde se viene, o con el ‘desclasado’ que interiorizó los habitus no conformes a la posición objetiva que ocupa, se puede ver cómo las situaciones sociales pueden producir eso que, a falta de otro mejor, designaremos por el término «neurosis de clase». Estos problemas plantean una disciplina que falta construir: la sociología clínica. Sociología, porque se trata de comprender cómo la dinámica de las contradicciones sociales y la gravedad de las regularida22

B. JONDEAU, «Faire craquer l’impérialisme des théories psychologiques», in Le Groupe Famililial, No. 96, juillet 1982. 23 P. BOURDIEU, Le Sens pratique, Editions de Minuit, Paris, 1980.

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des objetivas de lo social intervienen sobre los destinos individuales canalizando el sentido. Clínica, porque el análisis de los procesos socio-psicológicos no está completamente «validado» (es decir, a la vez verificado y valorizado) sólo si a la verificación estadística corresponde una experiencia vivida, a la cual la hipótesis da un sentido y una coherencia. El sentido aquí, es la posibilidad para Claude, de comprender la cadena que va de la historia de su grupo de pertenencia a la historia de su familia y de esta historia a la constitución de su propia identidad. Comprendiendo que es el producto de esta historia, podrá desarrollar su función de historicidad, es decir, su capacidad de analizar y comprender los elementos que lo constituyen como sujeto histórico. En este sentido, el trabajo sobre « la historia de vida » es un método sociológico que trata de ubicar la evolución de las relaciones sociales a través de las historias individuales y de un método clínico, ya que los participantes son conducidos a utilizar este conocimiento para comprender mejor su propio destino. Traducción: Susana Rodríguez Marquez

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BIBLIOGRAFÍA Bertaux, (D.), Destins personnels et structure de classe, P.U.F., 1977. Bertaux (D.), «L’approche biographique: sa validité méthodologique, ses potentialités», Cahiers internationaux de sociologie, Vol. LXIX, 1980. Bourdieu (P.), La distinction, critique sociale du jugement, Ed. De Minuit, 1979. Castoriadis (C.), Les carrefours du labyrinthe, Seuil, 1978. Ferrarotti (F.), Histoires et histoires de vie, la méthode biographique dans les sciences sociales. Gaulejac V. de, La Névrose de classe. Hommes et groupes, Paris, 1987. Gaulejac V. de, Les sources de la honte, Desclée de Brouwer, Paris, 1997. Gaulejac V. de, L’histoire et héritage, Desclée de Brouwer, Paris, 1997. Librairie des Méridiens, Paris, 1983, (Préface de Georges Balandier). Mauss (M.), Sociologie et anthropologie, P.U.F., 1968, (Préface de Claude Lévi-Strauss). Mijolla (A. de), Les visiteurs du Moi, Les belles Lettres, Paris, 1981. Pagès (M.), «Systèmes socio-mentaux», Bulletin de psychologie, Tome XXXIV, N°.350, 1982. Thelot (C.), Tel père, tel fils? Positions sociales et origine familiale, Dunod, 1982.

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CAPÍTULO II

OPCIONES METODOLÓGICAS Vincent de Gaulejac Nuestro trabajo sobre Novela familiar y Trayectoria social, se apoya metodológicamente en los seminarios que coordinamos sobre este tema desde 1975 bajo diferentes formas: en sesiones con inscripciones individuales de los participantes, ya sea de iniciación (de 2 a 4 días), o bien, para profundizar (3 horas por semana o 5 fines de semana durante 6 meses). Estas sesiones se ubican en el marco de programas de formación destinados a los psicólogos, psico-sociólogos, consejeros conyugales o trabajadores sociales. Aproximadamente doscientas personas colaboraron en este trabajo y contribuyeron a llevar a cabo los instrumentos metodológicos que les propusimos24. OBJETIVOS Se trata de explorar en qué forma la historia individual está socialmente determinada. Estos seminarios de implicación y de investigación posibilitan que los participantes se comprendan como el producto de una historia, en la cual buscan devenir el sujeto, explorando los diferentes elementos que contribuyeron a formar la personalidad.

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Sobre la animación de los seminarios de implicación y la utilización de formas de expresión activa en la investigación, se puede remitir al capítulo « Techniques non verbales d’analyse du pouvoir: le séminaire, Moi et l’organisation» in «l’emprise de l’organisation», Max Pagès, Michel Bonetti, Vincent de Gauléjac, Daniel Descendre, P.U.F.., 1979.

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La historia personal es el producto de factores psicológicos, sociales, ideológicos y culturales cuya interacción nos esforzamos por comprender. Esta exploración se basa particularmente en: - El análisis de la «genealogía familiar» - La formación del «proyecto parental» - La «novela familiar» - Las «elecciones y las rupturas» en la existencia. Tal exploración debe permitir a cada uno comprender mejor su historia para incidir mejor en su devenir. Para los terapeutas, los psicólogos, los trabajadores sociales, los formadores y todos aquellos que estén comprometidos en un trabajo sobre la relación, estos seminarios pueden brindar un cierto número de herramientas teóricas y metodológicas con el fin de explicar mejor lo que determina la historia y los mecanismos cronológicos de las personas para las cuales trabajan. ANIMACIÓN Diferentes técnicas de expresión verbal y no verbal serán utilizadas para permitir producir material sobre su propia historia (dibujos, árboles genealógicos, entrevistas, etc.), que servirán de soporte en el análisis común de la novela familiar y de la trayectoria social de cada participante. Los animadores proponen una problemática común, los métodos de trabajo y los aportes teóricos serán articulados por el análisis colectivo del material producido. Nuestro propósito es elaborar un método de investigación, que permita articular el análisis de fenómenos históricos, sociológicos y psicológicos, intención que se traduce por un cierto número de opciones.

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INVESTIGACIÓN / IMPLICACIÓN Se trata, a la vez, de un trabajo cognitivo de comprensión de procesos, de producción de hipótesis explicativas, del análisis de mecanismos de implicación donde está en juego la historia personal, familiar y social de cada uno de los participantes. Entonces, el material producido colectivamente depende de la implicación de cada participante, es decir, de su capacidad y de su deseo de sumergirse en su pasado para actualizar los factores estructurantes de su historia. El dispositivo pedagógico está organizado de tal forma que se favorece esta implicación personal: - Por la utilización de soportes que facilitan la exploración, la re-escritura y la emergencia de la historia de los participantes. - Por la fluidez de la palabra, en la medida en que cada uno está invitado a autorizarse a decir o no decir y en aceptar que también sea así para los otros. - Por la transversalidad del trabajo que permite una profundización colectiva de las trayectorias individuales, entrando cada historia en resonancia con los otros. Paralelamente a esta «búsqueda del tiempo pasado», se ubican los elementos teóricos que permiten, más allá de las experiencias individuales, dar cuenta de los mecanismos implementados: el objetivo es producir colectivamente las hipótesis explicativas, proponer una problemática que brinde el sentido y guie cómo descifrar los materiales presentados. De inicio, las hipótesis sirven como llaves explicativas para comprender tal fenómeno de tal persona en particular. No adquieren el estatus de hipótesis teóricas sino a partir del momento en que su pertinencia sobre una historia singular, se ve producida en las otras. Poco a poco, « lo personal » se decanta para dejar aparecer en la construcción teórica, una problemática que cobra sentido para cada uno. 51

LA TRAMPA DE LO VIVIDO SIN CONCEPTO Y DEL CONCEPTO SIN VIDA Nuestra metodología tiende a dialectizar la relación entre el análisis y la experiencia evitando dos trampas: — Una que consiste en sumergirse en lo vivido, en lo sentido, en la experiencia personal, como si ésta pudiera encontrar su sentido en sí misma. Una conducta, una actitud, no tienen autonomía con relación a las condiciones que las producen, es decir, con los sistemas de relaciones en las que se inscriben. Pensar que el saber del hombre pudiera estar impregnado, surgido de su interior, de lo vivido, es caer en la ilusión empirista que busca el sentido de los actos en la conciencia del actor y que asimila lo real a la percepción subjetiva de éste. La inmersión en « lo vivido » permite producir las representaciones, es decir, la relación imaginaria que mantiene a cada individuo en sus condiciones concretas de existencia. Entonces, el análisis de estas condiciones es indispensable para comprender « lo vivido » y es por ello que, para guiar este análisis, la teoría es necesaria. — A la inversa, la trampa del concepto sin vida consiste en sumergirse en lo teórico, dentro del saber «puro», en las construcciones intelectuales. Esto es, caer en la ilusión positivista que reduce lo real al estudio de las determinaciones estadísticas, de las probabilidades y de las regularidades objetivas a las cuales obedecen las conductas humanas. Si la sociología consiste en estudiar los fenómenos sociales como cosas, no debe por lo tanto olvidar, que la aprehensión subjetiva forma parte de las cosas estudiadas como tales. Que no se puede tener acceso a la realidad fuera de la experiencia concreta -aunque subjetiva- de un individuo concreto. No se puede tomar el sentido y la función de un hecho humano sino a través de una experiencia vivida, de su incidencia sobre una conciencia individual y de la palabra que permita tomarla en cuenta: «Toda interpretación válida debe hacer coincidir la objetividad 52

del análisis histórico o comparativo con la subjetividad de la experiencia vivida».25 OBJETIVIDAD-SUBJETIVIDAD Nuestro objetivo metodológico consiste en crear las condiciones de un doble movimiento de distanciamiento y de implicación en cada etapa del trabajo. Distanciamiento que permite objetivar la propia historia situándola en relación con la evolución de las relaciones sociales; relativizando su singularidad para señalar en qué medida, su historia, es el producto de evoluciones que atraviesan al conjunto de los miembros de una clase social, de una cultura, de una época; analizando mas allá de los sufrimientos, de las rupturas, de las emociones y de los conflictos, a las contradicciones y los procesos que están en marcha. Pero el trabajo no sería completo, si esta objetivación no se basara en la experiencia subjetiva de cada uno. La implicación individual conduce a cada participante a discutir las hipótesis, a proponer otras, a enriquecerlas o a contradecirlas, permitiendo una interacción constante y dialéctica entre objetividad y subjetividad, entre los fenómenos colectivos e individuales, entre lo social y lo psíquico. A la reconstrucción de una historia, que se presenta en un momento dado, corresponde una reconstrucción a partir de la ubicación de las diferentes determinaciones socio-históricas que la han producido. EXPRESIÓN VERBAL Y NO VERBAL Este movimiento de reconstrucción-reconstrucción está facilitado por la alternancia entre las fases de expresión verbal y la utilización de técnicas de exploración no verbales. Se trata de encontrar los soportes que permiten a la vez, elucidar los proce25

C. Levi-Strauss, in introduction à l’oevre de Marcel Mauss, préface de Sociologie et anthropologie, Marcel Mauss, P.U.F., Paris, 1968, p. 25

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sos por el análisis verbal y de expresarlos a partir de la manera en que cada uno los sienta. La utilización de soportes no verbales (dibujos, dramatización, juego de roles, imagen teatral, disfraces, mascaras) permiten formas de expresión que no están sometidas a las mismas reglas que el lenguaje hablado. El análisis verbal es un acto a posteriori, que necesita la construcción y la definición de un objeto; tiende a racionalizar, es decir, a reconocer y a ordenar los fenómenos. Pero ordenándolos, tiende a ocultar los que no han sido descifrados. La nacionalización es entonces simultáneamente un instrumento de elucidación y un mecanismo de defensa. La expresión no verbal facilita la emergencia del imaginario, de lo no explicado a priori, de las contradicciones vividas, de lo imprevisible. Su análisis permite producir el material a partir de códigos diferentes al lenguaje hablado, frecuentemente menos utilizado. Favorece el acceso directo a la representación de situaciones vividas que son reactualizadas en el aquí y ahora del grupo. La producción de material no verbal permite, igualmente, registrar las pistas que servirán de soporte al análisis verbal. Este método permite, a la vez, favorecer la implicación poniendo en juego las técnicas de expresión libre y el distanciamiento. No se trabaja directamente sobre el sujeto, sino sobre el material que se analiza. Por ejemplo, trabajar a partir de un dibujo que representa el proyecto parental permite conocer su naturaleza, independientemente del discurso que el actor producirá manifiestamente. En el juego de las formas, de los símbolos utilizados, de los colores, aparece un ensamble de significaciones que el grupo puede captar directamente, en independencia de las racionalizaciones y las explicaciones propuestas por quien las dibujó. Este último se encuentra entonces distanciado de su proyecto parental en una situación donde busca, por la misma razón que los otros, comprender la problemática.

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PLURIDISCIPLINARIEDAD Y CO-ANIMACIÓN La hipótesis de base de nuestro trabajo consiste en analizar al individuo como producto de una historia donde él busca devenir el sujeto. Esta visión dialéctica no puede ser aprehendida más que por una concepción metodológica que facilita un trabajo constante de interacción entre la experiencia y el análisis, entre la exploración de las representaciones y el análisis objetivo, entre la singularidad característica de la aproximación psicológica y la puesta en evidencia de regularidades objetivas de la sociología. La aproximación dialéctica es posible sólo mediante una concepción metodológica que facilite un trabajo constante de tensión entre la experiencia y el análisis, entre la exploración de las representaciones y el análisis objetivo, entre la toma en cuenta de la singularidad característica de la aproximación psicológica y la evidencia de las regularidades objetivas de la sociología. La aproximación dialéctica sólo es posible si estos diferentes aspectos están presentes en el trabajo provocando un movimiento en tensión: el avance sobre un aspecto es inmediatamente relativizado, criticado, cuestionado a partir de otras perspectivas. La irreductibilidad de las aproximaciones psicológicas y sociológicas, que no es más que la expresión de la imposibilidad de reducir lo psíquico a lo social o lo social a lo psíquico, debe estar presente en el trabajo, como un motor en dos tiempos que sólo funciona gracias a su interacción dinámica. Para que este movimiento sea posible, ciertas condiciones metodológicas son necesarias. La animación debe ser pluridisciplinaria. Cada animador debe estar profundamente implicado en movimiento dialéctico, este es el caso cuando sus trayectorias personal y teórica han sido atravesadas por rupturas, por cuestionamientos, por reorganizaciones y transformaciones que lo lleven a una reflexión epistemológica. Pero esta animación es insuficiente si no es puesta 55

en acto, « en tensión », en la medida en que el animador en situación pedagógica está más tentado por apoyarse sobre sus certezas, que por profundizar en las tensiones. Frente a un grupo, el animador es regresado a la posición del « supuesto saber »; se le demanda aportar un conocimiento elaborado, las hipótesis bien construidas, las explicaciones bien hechas, situación que puede producir una clausura de los procesos de exploración, un cierre sobre las síntesis cuya coherencia corre el riego de ocultar la fragilidad o el carácter parcial. La co-animación es uno de los medios para utilizar esta tensión en la medida que se cumpla con dos condiciones: CUALES? SOLO HAY UN PUNTO SEÑALADO. - Los animadores deben estar de acuerdo sobre una problemática para que un trabajo en común sea posible. Pero este acuerdo no debe ser más que parcial para que una dinámica reflexiva y pedagógica se instaure: cada hipótesis debe ponerse a discusión para probar su validez. En particular cuando se trata de comprender las determinaciones que estructuraron una trayectoria individual, es importante discutir la intervención y el peso respectivo de diferentes factores (económicos, históricos, sociológicos, ideológicos, psicológicos) que pudieron intervenir. Si es en la interacción de estos diferentes factores que puede comprenderse la dinámica de una trayectoria individual, conviene entonces que la confrontación de hipótesis explicativas sea igualmente activa dentro del trabajo de grupo. En este momento es cuando la formación de base de los animadores es importante. Ninguno puede pretender al mismo tiempo situarse como economista, como sociólogo, como historiador y como psicólogo, aunque, se tuviera una formación en estos diferentes dominios. Un trabajo transdiciplinario es considerado solamente dentro de una confrontación activa entre las disciplinas para cada animador y entre cada animador. Este primer punto establece una complementariedad-oposi56

ción entre los animadores, que les facilita a los participantes situarse igualmente en tensión reflexiva frente a los animadores y entre ellos. Dicha complementariedad-oposición produce una zona de incertidumbre, de cuestionamiento, en donde ellos ya no son más el principal objeto del trabajo de grupo ni el consumidor del saber de los animadores. Ellos están situados como sujeto de una investigación que concierne a cada uno personalmente —cuando se trata de explorar cada historia singular- pero, de igual manera, corresponde a cada uno colectivamente; cada historia no es más que la expresión individualizada de una historia común, de la Historia. El espacio del seminario crea una estructura de participación donde cada integrante está invitado para comenzar desde su experiencia individual, para comprender los mecanismos colectivos. Es una búsqueda a la vez personal y teórica que es llevada en común. El rol de los animadores es crear las condiciones para que este proceso sea posible. Cuando está engranado y cada uno participa. Las herramientas de análisis y los soportes de investigación serán construidos paulatinamente (en función de las direcciones de investigación que se despejen). DETERMINISMO Y LIBERTAD La dinámica del grupo tiene otro efecto importante dentro del trabajo que se realiza sobre la historia. Este permite escapar un obstáculo frecuentemente encontrado: la ilusión de omnipotencia cuya otra cara puede ser la ilusión del determinismo absoluto. Uno de los reproches que se pueden hacer al psicologismo es buscar el motor de la historia de un individuo en su personalidad, postulando una «naturaleza humana» cuya libertad encontraría su desarrollo en su capacidad de realizarse independientemente de toda contingencia biológica, histórica o social. Esta visión se arraiga profundamente en el fantasma de omnipotencia que marca por siempre, nuestra exis57

tencia determinada por una visión narcisista del mundo. El hecho de ver esta aproximación en construcción con los otros permite entonces relativizarla por sí mismo. La introducción de una lectura más sociológica de los destinos individuales provoca la reducción de la causa de esta ilusión y desemboca sobre una fase depresiva: «Me doy cuenta hasta qué punto soy prisionero de mi historia, cuánto estoy inscrito dentro de la reproducción. Hasta el presente creía, tener un dominio sobre mi destino, ser actor, entonces tomo conciencia que no soy mas que un «actuado»». Aquí la toma de conciencia de la existencia de determinismos desemboca sobre el sentimiento de que todo no es más que reproducción, que el individuo no es más que el producto de su historia y de sus condiciones concretas de existencia, que su deseo de ser el sujeto no puede tener mas que una satisfacción fantasmática, sin relación con una realidad en la cual todo se produciría excluyendo la problemática del sujeto. El trabajo consiste entonces en aceptar la contradicción como un nudo de su practica existencial, de salir de la ilusión del sujeto libre que pretende, con un trabajo personal, encontrar el medio de arreglar todos sus problemas, pero de salir igualmente de la ilusión que la salvación podría venir de un cambio socio-económico cuya transformación produciría inevitablemente una destinación menos problemática. El hecho de analizar de qué manera el individuo está programado por su historia no cambia esta historia. Por el contrario, eso cambia su relación a la historia. Considerando las dimensiones sociológicas e históricas de los destinos personales, del suyo pero además igualmente de los otros, cada uno puede comprender cómo los diferentes factores han sido aplicados por él, cómo contribuyeron a posicionarle en el mito familiar y a situarle en las relaciones sociales, lo que modifica profundamente su relación con esta « situación » y le permite comprender concretamente que lo realizado, no es más que una de las formas de lo realizable. 58

TERAPIA - FORMACIÓN La mayor parte de los ejercicios que proponemos se basan en un trabajo de ubicación: ¿en dónde estoy en el deseo de mis padres?, ¿en donde me encuentro en el mito familiar? ¿En dónde me ubico en las diferentes corrientes ideológicas?, ¿En donde estoy en la estructura social?, ¿En donde estoy en la historia?.... Esta búsqueda de precisión concreta, de las posiciones de cada uno, permite poner en evidencia a la vez, la identidad y la diversidad de las situaciones estableciendo las fijaciones y las generalidades representativas abstractas en las cuales el individuo tiene tendencia a encerrarse y a protegerse. Percibiendo así, que él está ahí y allá, y que en cada una de estas posiciones el individuo está a la vez en esto y aquello. En este sentido, se trata de un trabajo sobre las contradicciones. Aquí es en donde se presenta uno de los límites de este trabajo: para emprenderlo es necesario que el individuo mismo se enfrente a una posición contradictoria, lo cual no siempre es el caso. Muchas de las personas emprenden un trabajo terapéutico porque no pueden soportar la contradicción. Se encuentran tensadas dentro del deseo de comprender eso que pasa «en Mí» a partir de sus emociones, de su sufrimiento actual, del aquí y ahora de sus vidas cotidianas. La necesidad inmediata es descargarse de ese peso del cual se sienten prisioneras, de ese pasado que les envenena. La idea de que el Yo es el producto de una historia no es entonces aceptable porque el rechazo de la historia no puede acarrear un rechazo del Yo en un momento donde este Yo es el solo punto de fijación en la realidad, el solo medio de acción para comprender eso que se es. Es entonces una cuestión de sobrevivencia para el individuo de situarse «en Sí» antes de posicionarse en la historia y en las relaciones sociales. Es necesario que el individuo tenga el sentimiento de un mínimo de autonomía del Yo para que acepte ver en qué es el 59

producto de factores socio-históricos y que pueda instaurarse una dialéctica entre la individualidad y la realidad exterior. Si bien nuestro trabajo provoca reorganizaciones importantes con los participantes en su forma de situarse, no tiene intención terapéutica en el sentido de que no pretende aportar solución para quienes su malestar es insoportable. Se trata más de un trabajo de formación personal que incrementa la función de la historicidad de los individuos, es decir su capacidad de intervenir lúcidamente sobre su propia historia. Traducción: Susana Rodríguez M.

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CAPÍTULO III

HISTORIA E HISTORICIDAD Vincent de Gaulejac «El hombre no tiene naturaleza, lo que tiene es... historia» Ortega y Gasset «Lo importante no es lo que se ha hecho del hombre, sino lo que él ha hecho de lo que se ha hecho de él». J. P. Sartre La neurosis de clase especifica un conflicto que emerge de la articulación entre la historia personal, la historia familiar y la historia social de un individuo. Son las correspondencias entre estos tres registros las que permiten comprender la génesis y el desarrollo de esta configuración neurótica, los fenómenos de poder entre las clases sociales atraviesan las familias, las relaciones de pareja, las relaciones padres-hijos contribuyendo así a formar la identidad de éstos últimos. Para analizar los procesos que funcionan en esta transmisión, es necesario que comprendamos en qué medida la historia actúa en la producción de un individuo, cuáles son las mediaciones por las que se pasa de la historia social a la historia personal, cómo las contradicciones sociales pueden producir conflictos psicológicos. Considerar al individuo como producto de la historia cuestiona el egocentrismo innato del hombre. Cada uno inicialmente tiende a considerar que la historia comienza a partir del momento en que se toma conciencia de su propia existencia. Aceptar 61

considerarse como un simple elemento que tiene sus raíces en el pasado y continúa más allá de sí mismo, sacude la percepción de la conciencia y más aún de los deseos de omnipotencia del inconsciente. Salir del etnocentrismo requiere de «un trabajo» de renuncia a la omnipotencia y de aceptar el carácter contingente y pasajero de la existencia. «Mi familia, mis orígenes familiares por los cuáles yo no me preocupaba gran cosa hasta entonces, ahora me interesan cada vez más. Había ciertamente un fondo de hostilidad en la convicción orgullosa de que yo era entre los míos un fenómeno único, inexplicable, imprevisible. Ese medio social dónde había sido totalmente incomprendido se alejaba mi, sus miembros cayendo unos después de los otros, mi aversión cede, y estoy cada vez más dispuesto a reconocerme como su producto»26. La sucesión de generaciones inscribe sus efectos en cada uno de los miembros de una familia, así cada uno está ligado a los otros por una serie de lazos económicos, ideológicos, afectivos que operan en gran medida de manera inconsciente. Es ahí que es necesario comprender «el apego» a la vez como un fenómeno afectivo y limitante. El individuo está limitado por esos lazos que coartan su libertad de movimiento, pero esos lazos también son relaciones que insertan al individuo en una red relacional que implica el tejido familiar y social. La configuración de un árbol genealógico evidencia cómo el individuo es el producto de alianzas sucesivas que se amplían a medida que se profundiza en la historia familiar, en una progresión geométrica que se pierde al fin de 3 ó 4 generaciones en una alargada red. Como una matruska, la historia individual está insertada en una historia familiar y está en una historia social. Cada uno se inserta en ésta red que sitúa su lugar, su identidad. En ese sentido el hombre es historia. 26

M. Tournier. «Les Meteores», Paris Gallimard, 1975

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Esta fórmula debe ser comprendida en varios planos: - El individuo es producido por la historia. Su identidad se construye por una parte a través de eventos personales que ha vivido y forman la trama de su biografía, historia singular y única y por otra parte por elementos comunes a su familia, su medio, su clase de pertenencia que lo posicionan como ser socio-histórico. - El individuo es un actor de la historia. Si el individuo puede ser considerado como un producto de la historia, es igualmente productor. Es portador de historicidad, es decir de la capacidad de intervenir sobre su propia historia, función que lo sitúa en tanto sujeto en un movimiento dialéctico entre lo que es y en lo que se convierte: el individuo es el producto de una historia en donde busca convertirse en sujeto. - El individuo es productor de historias: a través de su actividad fantasmática, su memoria, su palabra y sus escritos, el hombre opera una reconstrucción de su pasado, como si quisiera a falta de poder controlar su curso, al menos comprender el sentido. Estas diferentes dimensiones de la historia son particularmente visibles en los individuos cuya trayectoria está marcada por rupturas tanto culturales como sociales. Es el caso de Zahoua cuya identidad está atravesada por los conflictos entre la cultura argelina y la cultura francesa. Es igualmente el caso de François, quién procedente del mundo obrero, se casa con una mujer de la gran burguesía. EL EJEMPLO DE ZAHOUA Este ejemplo ha sido tomado de un artículo de Abdelmalek Sayad27 sobre la situación de los inmigrantes en Francia.

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A. Sayad «Les enfants illégitimes». Actes de la recherche en Sciences Sociales. 1ère partie n° 25, 2 ème Partie n°26.

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A partir de una entrevista con una joven estudiante argelina llamado Zahoua, en la que ella traza la historia de la emigración de su familia y, más allá de ésta experiencia inmediata, la historia de las relaciones entre las sociedades francesa y argelina, A. Sayad muestra los lazos entre el conjunto de contradicciones de que la emigración es portadora y los conflictos psicológicos que suscita: «Esos conflictos, habitualmente descritos en términos psicológicos, son considerados aquí, en su verdadera dimensión sociológica: al mismo tiempo que son enunciados, son enunciadas las condiciones sociales de su génesis». Es así como Zahoua describe la «fractura que divide a su familia entre los que nacieron en Argelia y los que nacieron en Francia», así como el drama de su padre quién interroga a sus hijos en los cuáles él no se reconoce: «¡No sabemos lo que ustedes son!... ¿de dónde vienen, de dónde nos vienen? (en árabe en la entrevista). ¿De dónde son ustedes... de aquí (de Francia) o de allá (de Argelia)? Él expresa así que hay un problema de «reconocimiento» entre padres e hijos, una contradicción entre un proyecto parental apoyado en la cultura argelina y las nuevas condiciones de existencia que llevan a los hijos a realizar otros proyectos. «No hay, en nuestros proyectos, designios que se lleven a cabo», constata el padre de Zahoua. Es así como él educa a su hija mayor bajo la perspectiva de que llegue a ser buena esposa y buena madre y entonces descubre que su matrimonio no funcionó y que ella va a tener que trabajar sin ninguna calificación; es entonces como decide casar a sus dos hijos relativamente jóvenes con mujeres que hace venir de Argelia, a fin de mantener la tradición y la autoridad sobre ellos y se da cuenta de que en cuánto se casan, los hijos, hijo y nuera se liberan uno del otro. Queriendo transmitir a sus hijos el modelo argelino en el cuál él se reconoce, se da cuenta de que ha engendrado «extranjeros» que no comprende, hijos que se refieren a un modelo francés, hijos que quiere y rechaza a la vez. 64

Los emigrantes están escindidos entre dos culturas, dos tradiciones, dos lenguas, dos países diferentes. Los padres han interiorizado las costumbres de un país pero viven en otro, los hijos han interiorizado las costumbres de ese otro país y los padres les piden que se conformen al modelo del país de origen. Todo joven magrebí nacido en Francia o traído desde pequeño está sometido a una serie de conminaciones paradójicas que podemos resumir así:28 - Llega a ser un hombre o una mujer responsable en la sociedad dónde vives... - Debes permanecer fiel a las tradiciones de tus ancestros, de tu país... «Aprisionado entre una modernidad compleja y una tradición lejana e inaccesible, todo joven inmigrante se encuentra confrontado a un problema...» Él es una especie de heredero de la ruptura que han vivido profundamente sus padres». La confrontación a un doble sistema de referencia, en dónde los elementos son opuestos, ocasiona en el emigrante una especie de confusión ideológica, una culpabilidad latente (los temas de la traición y de la negación regresan frecuentemente), un malestar consigo mismo, con el país que lo acoge y con su país de origen. «Si los emigrantes... dan la impresión de que no saben a qué asirse, ni dónde poner la cabeza, es seguramente porque de la misma manera que los colonizadores, ellos llevan en sí mismos el producto de su historia, un sistema de referencia doble y contradictorio. Habiendo interiorizado antes de su emigración dos morales contradictorias, cotidianamente indiscutibles por su experiencia de emigración, ellos no tienen más remedio que entrechocar con relación a todas las cosas desde puntos de vista contradictorios».29 28 Magrébi: Dicese de las personas nacidas en el Magreb, región cultural del Noroeste de Africa Sahariana, que comprende Marruecos, Argelia y Túnez. (Nota de Susana Rodríguez M.). 29 Hanifi, M. 1982. Tesis de maestría en Ciencias Humanas Clínicas, París. (M. Hanafi es como Zahoua una inmigrada argelina de segunda generación.

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Podemos hacer un paralelo entre ese doble movimiento contradictorio, diacrónico y sincrónico, que atraviesa la colonización-emigración, y la situación de los hijos de los campesinos o de los proletarios, que son confrontados a un ascenso social importante: como la colonización, las contradicciones sociales producen en ellos conflictos de idealidad y de aculturación. Así una situación social producida por la historia, compartida colectivamente por un grupo de individuos, va a estructurar su vivencia psicológica, provocando en ellos algunas de las neurosis individuales. En la medida en que uno lleva en si mismo la historia de su grupo de pertenencia, uno está atravesado por las contradicciones que caracterizan la historia de ese grupo. La génesis social de ciertos conflictos psicológicos requiere de una comprensión de los mecanismos sociales que estructuran la existencia individual no solamente del interior o «en sí», sino también del exterior. No se puede comprender su situación propia más que haciendo referencia a la situación de aquellos con los cuáles se comparte la condición. A. Sayad muestra que Zahoua no puede comprender su propia condición sin comprender la situación de los otros: el análisis de lo que ella vive, de lo que vive su padre, su madre y cada miembro de la familia es indisociable del análisis de las condiciones sociales de eso vivido. Más allá de las «miserias» que sobrellevan su padre y su madre, es comprendiendo el origen social de esas miserias que Zahoua llega a comprenderlos y luego a comprenderse: B. «El auto-análisis se convierte en un verdadero socio-análisis». Es a través de éste último que Zahoua debe, entre otras cosas, de haber llegado a la comprensión de su situación y de su propia experiencia... a restaurar la integridad de una identidad que el conflicto de la emigración ha dislocado: ella llega a liberar (al menos parcialmente) contradicciones múltiples impuestas por ese doble sistema de referencia del cuál no puede salir». 66

Frente a ese «Doble-bind» social que sitúa a Zahoua en una situación paradójica, el análisis de la génesis social de sus conflictos personales e interpersonales le permite acceder a un nivel de meta-comunicación, único medio para salir de esa doble presión. Nombrar las cosas como son, desarmar los mecanismos que producen esos dobles lazos, comprender la cadena que va de la historia de la colonización a la emigración, de la emigración a la historia de su familia y de ésta historia a la construcción de su identidad», es el medio para Zahoua de desarrollar su función de historicidad, es decir, su capacidad para analizar y comprender los elementos que la constituyen como sujeto histórico. UN EJEMPLO DE NEUROSIS DE CLASE Otro ejemplo permite ilustrar de qué manera las contradicciones sociales (en este ejemplo los antagonismos de clase) vienen a reflejarse en un conflicto psicológico para provocar una neurosis de clase. François es un ingeniero que encontramos durante un momento de su vida en que se encontraba preparando un Doctorado del 3º ciclo de economía. Estudiante brillante pero reservado, o casi inhibido, parece ser un joven ejecutivo de 28 años con buenas relaciones interpersonales. Sin embargo su manera de ser y sus intervenciones expresan una violencia contenida y una rebeldía profunda. Él cuenta su historia a partir de un dibujo sobre el tema «la historia de mi vida». François es el hijo de un obrero, militante activo en el Partido Comunista y en la C.G.T. durante 40 años. Por una parte su padre le ha inculcado «el odio hacia los financieros y los burgueses incapaces», y por otra «la admiración por las personas inteligentes que llegan al poder», en particular los que han estudiado en el Politécnico. El padre desea que su hijo concluya exitosamente sus estudios para mostrar su inteligencia y que lle67

gue al poder, sin embargo, al mismo tiempo combate a los burgueses que ocupan ese poder. François vive ese doble mensaje como una contradicción irreducible, que se traducirá en una escolaridad a la vez brillante y difícil: es bueno en matemáticas pero no es nunca el primero. Sin embargo detesta esta materia que lo obliga a entrar en un marco lógico cerrado, rígido, en un «orden establecido». Por el contrario, le gusta el francés, materia en la que su desempeño es regular. Incapaz de concentrarse en un tema, comienza una frase que asocia a otra dejando fluir su pensamiento, lo que vuelve su conversación desordenada e incomprensible, traduciéndose todo esto en las evaluaciones en una nota del profesor «fuera de tema». Eso no le impide sin embargo pasar sus exámenes y preparar su entrada al Politécnico dónde fracasa.30 Simultáneamente entra al Partido Comunista. Como él mismo lo dice, va a «entrar al Politécnico a través de su suegro». En efecto, desposa a Isabelle, una muchacha de la clase burguesa (departamento de 16 habitaciones en un barrio burgués de Paris, casa de campo cerca de París, casa en la Costa Azul, casa de los abuelos en Deauville, puesto importante de su suegro que es egresado del Politécnico, etc.). No sólo los padres de François están satisfechos con este matrimonio, sino que desean que su nieto, hijo de Isabelle y de François sea educado por la familia política a fin de que le den «una buena educación». François resiente muy dolorosamente ésta posición de sus padres. Al no poder proponerle a su mujer «vivir en un condominio de interés social» acepta y sufre sin decir nada, pero sintiéndose mal, «el encadenamiento del departamento en París, los fines de semana en el campo, las vacaciones con la familia de 30 N. de T. El Politécnico en Francia es una escuela Superior que forma a las élites intelectuales y económicas. El ingreso a esta escuela es particularmente difícil y las personas que entran y son formados en esa escuela gozan de un gran prestigio.

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su mujer.». Él reprocha a su padre el haber aceptado y favorecido esa situación, no sólo porque no se opuso, sino por haberlo felicitado: «Bravo hijo, lo has logrado», sin ver la contradicción en la que éste se encontraba atrapado. A partir de éstos elementos, se desprende un escenario socio-psicológico que produce una situación de tipo neurótico. Al inicio, una familia de clase obrera investida del deseo de cambiar el orden social a través de la lucha de clases, deseando para sus hijos otro lugar en ese orden. Para realizar las aspiraciones paternas, François debe ingresar al Politécnico para demostrar que los obreros son tan inteligentes como los burgueses, pero al hacerlo, él mismo se convierte en un burgués y se pasa al lado de éstos, quiénes son responsables de la «vida de perro» que han llevado sus padres. Para satisfacer el deseo paterno, para ser amado, él debe convertirse en lo que sus padres le enseñaron a detestar. Encontramos aquí una explicación de la trayectoria escolar de François; es bueno en matemáticas a pesar de que no le gustan, pues considera que éstas están del lado del orden. Sin embargo, no es nunca el primero en ésta materia. Es malo en francés a pesar de que le gusta la materia, pues se ubica siempre «fuera de tema», es decir fuera de ese «orden». Podemos pensar que esto se traduce en su conflicto con la autoridad y el orden establecido que determina lo que está «dentro de tema» o «fuera de tema»: estar fuera de tema, es una forma de estar desplazado de su lugar. François intenta así demostrar su capacidad de ser inteligente y de tener éxito, conservando una libertad de pensamiento y de expresión que no se deja reducir al marco fijado por el orden establecido. Tiene éxito en lo que no le gusta, mientras que no lo tiene en lo que le gusta, único medio de responder a un proyecto paternal también contradictorio. Es el mismo camino que lo llevará, después de haber fracasado en el examen de ingreso al 69

Politécnico, a casarse con la hija de un egresado del Politécnico que pertenece a la gran burguesía y a ingresar al Partido Comunista. El punto esencial que «encierra (bloquea)» de alguna manera la red de contradicciones en las que François va a encontrarse encerrado y luego el discurso paterno: «Bravo hijo, lo has logrado». Felicitaciones que no se dirigen al militante comunista, sino al hijo que ha cambiado de clase social. Para el padre, se trata del orgullo de ver a su hijo ascender en la escala social. Para François se trata de un doble fracaso: fracaso por no haber podido tener éxito por sí mismo en ese pasaje sino solamente a través de su matrimonio, lo que lo vuelve dependiente de su familia política; fracaso por haberse pasado del lado de un orden que él desearía cambiar radicalmente, revocar. Las felicitaciones vienen a reforzar su culpabilidad ligada a la renuncia de sus orígenes, puesto que el cambio de clase, que parece satisfacer a sus padres, fue vivido por François como una traición. Lo insoportable para François es ver a sus padres aceptar y regocijarse por el hecho de que su hijo se haya casado por la iglesia y que su nieto está siendo educado «burguesmente», al grado de retirarse para no estropear el ascenso de su hijo. Él es incitado así a reprochar a su padre por aprobar e incluso por reproducir el orden social, mientras que le enseñó a vivir la lucha de clases. Reproche que François no puede expresar puesto que ahora se ha convertido en un burgués y su padre sigue siendo un obrero. Él necesita reprimir esta cólera contra su padre quien no sólo lo abandona, sino que renuncia a la lucha aceptando la invalidación de su clase social. La inscripción al Partido Comunista será un intento de reparación pasajero, puesto que François lo dejará rápidamente para sumergirse en un silencio hostil alimentado por la lectura de Nietzsche. A partir de ese momento, François se siente impotente, desposeído de una parte de sí mismo, incapaz de reaccionar, él no 70

puede pedirle a su mujer que vivan en una en un condominio de interés social, entonces acepta vivir en el departamento regalado por su familia política. Se deja llevar por los compromisos de la vida burguesa que sin embargo detesta. Admite la renuncia de sus padres a participar en la educación de su hijo y acepta que éste sea «ayudado» y beneficiado por las «facilidades burguesas» que él no tuvo. Lo único que François puede hacer es expresar su cólera el día que sus suegros traen a su hijo de la peluquería, presentándole la imagen de un niño «bien peinado», es decir la imagen de eso en lo que él se está convirtiendo: un hijo de la buena burguesía quién, al menos, tendrá éxito para hacer una carrera politécnica. François no pudo encontrar el equilibrio entre lo que él es como hijo de obrero y lo que ha llegado a ser como padre de un «pequeño burgués» destinado a ser un heredero de la gran burguesía. François está (dividido, lastimado, desgarrado) en su interior por este conflicto que es la traducción a nivel psicológico de las relaciones de dominación entre dos clases. La culpabilidad que deriva de esto no se reduce a su dimensión edípica. Si la relación con su padre es uno de los elementos esenciales del escenario que presenta François, esta relación está sustentada por el antagonismo entre la clase obrera y la burguesa. Dicho antagonismo lleva a los padres obreros a desear para su clase un vuelco del orden establecido y para sus hijos un ascenso, a fin de que ellos pasen «del otro lado». Sus hijos son atraídos entre ésta aspiración colectiva de su clase de pertenencia y la aspiración individual del éxito social: el éxito individual los confronta a una ruptura de solidaridad con relación a sus orígenes sociales. Ruptura tanto más importante que se traduce en diferentes niveles: el pasaje de la clase obrera a la clase burguesa necesita de la adquisición de hábitos nuevos, de un nuevo lenguaje, de prácticas que introduzcan una distancia entre las maneras de hacer y de ser de los padres y de los hijos. 71

Esta distancia social genera una distancia afectiva. Los padres tienen el sentimiento de estar frente a un extraño que no comprenden más; los hijos se sienten a la vez endeudados por el esfuerzo que sus padres han hecho para asegurar su éxito y al mismo tiempo no saben cómo compartir los frutos. Situación propicia a los malos entendidos, a la humillación y a la culpabilidad, que vuelve difícil la comunicación y favorece el distanciamiento afectivo. Para François, el hecho de que su padre acepte y favorezca este distanciamiento es a la vez una prueba de amor, puesto que es la condición para permitir su éxito, y una traición de los ideales y de los valores de los cuáles es portador. El amor encubriendo la traición, François no puede reprochar una sin reconocer el otro. Él no puede sino sentirse culpable de responder colérico al amor así prodigado. Se refugia en el silencio, admite la distancia con su familia de origen. EL INDIVIDUO PRODUCIDO POR LA HISTORIA Los ejemplos de Zahoua y de François ilustran la hipótesis según la cual el individuo es «producido» por la historia. Nos ayudan a comprender cómo la historia personal está marcada por los conflictos de la historia familiar que a su vez está atravesada por las contradicciones de la historia social: la historia de la colonización y de la inmigración argelina para Zahoua, la historia de las relaciones entre la burguesía y la clase obrera para François. Las contradicciones a las cuáles se confrontan cada uno de ellos no tienen que ver con una estructura psicótica de sus respectivos padres. Los conflictos a los que deben hacer frente no son solamente psicológicos, puesto que están ligados a las contradicciones que caracterizan la historia de sus grupos de pertenencia y del campo social en el que se apoya su identidad. Su «psicología» es por una parte el resultado de un proceso histórico, que ha producido la situación social a la que han sido con72

frontados. En ese sentido la historia es «actuante, activa» en la medida que condiciona los comportamientos, las maneras de ser, las actitudes y la personalidad de los diferentes miembros de una familia. Comprender de qué manera esta historia es «actuante, activa» vuelve necesario el análisis de la génesis social de los conflictos psicológicos, es decir de los mecanismos sociales que estructuran la existencia individual, no sólo del interior o «en sí», sino también del exterior, ya que las situaciones de Zahoua o de François no pueden ser comprendidas sino en referencia a su modo de inserción social. El psicoanálisis aborda el problema mostrando la permanencia del pasado en el inconsciente. Para el inconsciente, la historia se actualiza constantemente. Es el sentido de la expresión «el inconsciente no tiene historia», el que sitúa el funcionamiento psíquico en el registro de la condensación y del desplazamiento: en el orden psíquico la reversibilidad es posible. Los eventos lejanos «resurgen» del inconsciente bajo la forma de emociones, afectos, sentimientos, deseos. Freud nos muestra que el pasado se perpetúa en la vida psíquica: «Nada en la vida psíquica puede perderse, nada desaparece de lo que se ha formado, todo se ha conservado de alguna manera y puede reaparecer en ciertas circunstancias favorables...»31 Freud compara la construcción de la identidad con la construcción de una ciudad que se hace en etapas sucesivas, cada una de ellas prefigura la siguiente que viene sin embargo a recubrirla, y en la construcción de la identidad, el aparato psíquico mantiene «la supervivencia del estado primitivo junto al estado transformado que ha derivado del anterior». La identidad se forma a partir de identificaciones sucesivas, el individuo conserva en sí mismo sus relaciones anteriores y en primer lugar los lazos afectivos que estableció con sus padres, quiénes a través de la imitación y la repetición, lo llevaron a 31

S. Freud, «Malaise dans la civilisation», PUF, 1971, p.11

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constituirse para acceder al mundo del deseo. Sin embargo la mayor parte de los trabajos de inspiración psicoanalítica sólo toman en cuenta las cualidades psicológicas, aunque la identificación concierne también a los aspectos, a las propiedades y a los atributos sociales de las personas que son objeto de la identificación. Al tratar éste problema independientemente del análisis de las relaciones sociales y de la posición social que ocupan los individuos, se limita la influencia de la historia en la constitución del aparato psíquico a la esfera de las relaciones intra-familiares en una o dos generaciones. Se excluye entonces el analizar en qué medida la historia de las relaciones sociales y de la genealogía atraviesan al individuo, lo marcan, lo forman, lo actúan... Considerar estos fenómenos exclusivamente en cuanto a sus efectos psíquicos conduce a tratar el aparato psíquico como ligado solamente a la «personalidad» y entonces a hacer aparecer al Hombre como el motor de la historia cuando es solamente uno de los engranajes. Se tiende así a reducir la incidencia del pasado a las primeras relaciones infantiles y a autonomizar radicalmente la vida psíquica del campo social. «Se ha establecido un consenso para hacer del niño con relación al hombre (adulto) y del niño en cada hombre, la clave de su destino personal y el principio explicativo esencial de su historia»32. Este postulado enunciado por Castel sigue dominando en la mayoría de las teorías psicológicas que se expresan en la clínica, la pedagogía, la criminología, etc.... que consideran que las relaciones anudadas en la infancia determinan el destino de un individuo y más aún cuando no han sido «satisfactorias». Si consideramos que el destino de un individuo está determinado por la historia, ésta no puede reducirse a la historia de las relaciones afectivas entre el niño y los adultos que lo han rodeado en sus 32

R. Castel, «La gestion des risques», Gallimard, Ed. de Minuit, Paris, 1981.

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primeros aprendizajes. Estas relaciones están sostenidas en una serie de relaciones que las determinan. Son portadoras no solamente de aspectos afectivos, sino también ideológicos, culturales, sociales y económicos, cada uno de éstos niveles no puede disociarse de los otros, en la medida en que es su interacción la que produce la estructura de programación, el sistema de habitus, el marco referencias sobre el cual el niño va a apoyar su propia historia. Inclusive las aproximaciones psicológicas, que no niegan el impacto de la historia social sobre los destinos personales consideran que dicha historia es sólo un elemento externo que no concierne directamente a la formación y al funcionamiento de la psique, el yo «estando» de alguna manera posicionado en mediación entre el interior, que interesa a la psicología, y el exterior, que interesa a la sociología. La oposición de las aproximaciones psicológicas y sociológicas, en particular del psicoanálisis y del marxismo, las discusiones sobre las relaciones entre individuo y sociedad, entre lo mental y lo social conducen a imponer una concepción del hombre que se debatiría entre dos escenas independientes: una escena «interior» en dónde se juegan los afectos, los fantasmas, las representaciones, las emociones, los sentimientos, escena dónde el individuo tiende a constituirse en sujeto; una escena «exterior» en dónde se juega la lucha de clases, las relaciones económicas, culturales y sociales de las que el individuo es el objeto: objeto de la historia de las formaciones sociales, objeto de los sistemas sociales, objeto moldeado por las condiciones concretas de existencia que producen las relaciones sociales. De hecho, la vida es una obra que se juega en una sola escena. Si hay «otra escena», metafórica y simbólica, las «representaciones» que ahí se juegan y la maquinaria que sirve de soporte concreto a la puesta en escena son la expresión de la escena existencial dónde se juegan las relaciones sociales. La «otra escena» no es una escena aparte, que funciona independientemente del campo social donde está apoyado. Comprender el peso de 75

la historia en sí mismo es comprender la articulación entre su historia personal y la historia social en la que se inscribe. Los testimonios de Zahoua y François, ponen el acento en la dimensión socio-psicológica del peso de la historia. Es toda la experiencia biográfica de un individuo la que marca su desarrollo, constituyéndolo como un ser psico-social-histórico. W. Reich había retomado el problema cuando escribía que el psicoanálisis permitía comprender de qué manera las pulsiones sádicas de un individuo lo llevaban a convertirse en carnicero, cirujano o detective, pero que era sobre todo «la posición económica de un individuo la que lo haría sublimar su sadismo como carnicero, como cirujano o como detective»33. Indicaba así que toda pulsión «está» socializada de «cierta manera» y que los destinos personales son el resultado de una combinación entre los procesos psíquicos y los procesos sociales. El individuo es al inicio un heredero. El empleo que ocupa, los estudios que «elige», el cónyuge que desposa, el alquiler que habita, el modo de vida que lo caracteriza, las ideologías que defiende, etc. son el producto de su experiencia biográfica que se inscribe en la «sucesión». Es en este sentido que la historia permite comprender cómo cada uno de nosotros es llamado a ocupar tal o cual posición social. Lo que llamamos el «destino» no es sino la expresión de lo que nos ha sido destinado por aquellos que nos precedieron. Cuando D. Bertaux34 muestra que las familias de los funcionarios producen funcionarios, que las familias de capitalistas producen capitalistas, las familias obreras producen obreros, las familias de ejecutivos producen ejecutivos... o cuando C. Thelot35 muestra que las elecciones profesionales, conyugales, familiares e ideológicas están determinadas por la descendencia, ellos ilus33 W. Reich «Matérialisme dialectique, matérialisme historique et psychanalyse» (1929) Editions La Pensée Molle, 1970. 34 D. Bertaux, «Destins personnels et structure de classe», PUF., Paris 1979. 35 Thelot, «Tel père tel fils?», Dunod , Paris, 1982.

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tran estadísticamente el impacto objetivo de la historia familiar en las trayectorias de sus miembros. Pierre Bourdieu permite comprender un aspecto esencial del peso de la historia en la construcción de la identidad a partir de la noción de incorporación de habitus: para explicar el comportamiento del individuo conviene entender que «la acción no es una respuesta en dónde la clave estaría sólo en el estímulo que la produce, sino que tiene por principio un sistema de disposición, lo que yo llamo el habitus, que es el producto de toda la experiencia biográfica».36 El habitus es el resultado de un conjunto de prácticas que se han constituido a lo largo del tiempo, que han estado capitalizadas en función de su pertinencia, es decir de su capacidad de aportar respuestas a las condiciones concretas de la existencia en un momento dado, y que se transmiten de generación en generación. Son «una especie de programas históricamente constituidos» que le indican al individuo las maneras de ser y de comportarse en situaciones sociales. «La historia al ser incorporada se expresa en habitus, producto de una adquisición histórica que permite la apropiación de la adquisición histórica». Cuando Bourdieu habla de incorporación de la historia, significa el trabajo de inculcación y de interiorización que hace que el habitus forme parte integrante del individuo. Este proceso es en gran parte inconsciente, en la medida en que las condiciones sociales de producción de habitus son ocultadas, negadas, olvidadas: los habitus incorporados son percibidos como naturales, como algo innato, como una especie de «don del cielo» que se despega de su origen concreto. Este sistema de disposiciones se inscribe en el cuerpo, en el psiquismo, en las maneras de hablar, de moverse, de caminar, de investir el cuerpo... y caracteriza el conjunto de actitudes y conductas del individuo. 36

P. Bourdieu, «Question de sociologie» , Ed. de Minuit, paris, 1980, p75.

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Si el habitus es un programa auto-corregible, que puede generar nuevas prácticas adaptadas a la vez al sistema de disposiciones anteriores y a las nuevas condiciones de existencia, su adaptabilidad está inscrita en sus condiciones de producción: algunos medios generan habitus rígidos (medios conservadores o «decadentes» que tienen dificultad de reproducir las condiciones de su reproducción), en tanto que otros por el contrario tienen una gran capacidad para producir habitus que van en «el sentido de la historia». «Es una especie de máquina transformadora que hace que nosotros «reproduzcamos» las conductas sociales de nuestra propia producción»37 Esta aproximación permite trabajar otra dimensión de los procesos inconscientes que no es tocada por el psicoanálisis: el conjunto de las condiciones sociales de producción de un individuo. En otras palabras, el inconsciente «no es mas que el olvido de la historia que la historia misma produce realizando las estructuras objetivas que engendra en sus quasi naturalezas que son los habitus. Historia incorporada, hecha naturaleza, y por eso olvidada en tanto que tal, el habitus es la presencia actuante de todo el pasado del cual él es el producto»38. Esta tesis es la continuación de lo que señalaba Durkheim cuando escribía: «En cada uno de nosotros, siguiendo proporciones variables, hay algo del hombre de ayer; es incluso el hombre de ayer quien, por la fuerza de los hechos, está predominantemente en nosotros, puesto que el presente no es mucho comparado con el largo pasado en el curso del cual hemos sido formados y del cual somos resultado. Solamente que a éste hombre del pasado no lo sentimos, porque está arraigado en nosotros; forma parte inconsciente de nosotros mismos»39. 37

p. Bourdieu, op.cit. p. 134. P. Bordieu, « Le sens pratique» Ed. de Minuit, Paris, 1980, p.94. 39 E. Durkheim, «L’évolution pédagogique en France» Alcan, Paris 1938 p. 16. 38

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Podemos objetar a la tesis de Bourdieu el hecho de que presenta un «hommo sociologicus» que aparece como un productor activo de clasificación y de maneras de ser adaptadas a la posición ocupada en un orden: «los agentes sociales que el sociólogo clasifica son productores no sólo de actos clasificables sino también de actos de clasificación que son a sí mismos clasificados»40. Estamos en un universo en dónde cada clase reproduce sus esquemas de distinción y de oposición que se repiten y eternizan, lo que conduce a desdialectizar, por una parte las relaciones entre clases y, por otra, las relaciones entre los individuos y su historia. Si la noción de habitus permite identificar de qué manera el peso de la historia incorporada es un factor de reproducción social produciendo costumbres y «personalidades» conformadas y adaptadas a los modelos culturales transmitidos por cada grupo social, no se ven actuando los diferentes procesos de mediación que, del individuo al grupo, de los grupos a las clases y de las clases a la sociedad, construyen la dinámica social y permiten comprender la historia como un movimiento41. P. Bourdieu propone una visión del individuo que es actuado inconscientemente por maneras de ser y de pensar, reflejos de su posición social. Los procesos psicológicos para él no serían más que las correas de transmisión de los habitus. El trabajo de las pulsiones y del deseo está determinado por el exterior a través de un sistema de aspiraciones. Las cuestiones del sujeto, de la conciencia y de la palabra son dejadas a los idealistas y fenomenólogos. Las contradicciones intra-psíquicas son epi-fenómenos que vienen a perturbar el trabajo de los sociólogos, ocultando lo que determina las actitudes y la personalidad.

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P. Bourdieu, «La distinction», Ed. de minuit, Paris 1979, p.544. Para una critica en profundidad a la aproximación de P. Bourdieu, consultar el trabajo de B Lacascade: La divine théorie ou critique de la sociologie de l’habitus en Marxisme et mode de vie: contributions a une sociologie des pratiques. Tesis de Doctorado EPHESS., 1982.

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Definiendo los habitus como estructura estructurante Bourdieu reifica el trabajo de la historia. Si él muestra de qué manera el pasado inscribe a cada individuo en la lógica de la reproducción social, no permite dar cuenta del trabajo de reescritura que el sujeto efectúa a fin de cambiar la manera en que la historia actúa en él. Esos límites de «la Bourdivina teoría» tal como dice humorísticamente B. Lascade, no deben por eso encubrir el interés de la noción de habitus que permite identificar el trabajo de incorporación de la historia. El peso de la historia «tiende a reducir lo posible a lo probable» (P. Bourdieu). Dicho trabajo permite dar cuenta de un proceso sociológico que contribuye a que los individuos formen sus comportamientos y actitudes sobre el porvenir probable, tal como se inscribe objetivamente en el orden establecido, contribuyendo a su reproducción. Esos procesos sociales son «actuantes» en el mismo sentido en el que Freud hablaba de la transferencia: dominan todas las relaciones de una persona con su entorno humano y actúan con mucha más fuerza en la medida en que uno no se da cuenta de su existencia. Que uno rechace o acepte su pasado, se nos pega a la piel, es nuestra piel. Cuanto más el individuo tiende a ignorar que es producto de una historia, más es prisionero de ella. Esta discusión crítica de las tesis de S. Freud y de P. Bourdieu permite poner en evidencia una diferencia radical del status de la historia en el funcionamiento social y en el funcionamiento psíquico. Para el sociólogo que analiza la permanencia de la historia en el presente, la cronología es una referencia de base incuestionable. La anterioridad de un evento le confiere un status particular en la medida en que el presente es el producto de la historia. Lo contrario no es nunca cierto, salvo si se considera que el observador pueda analizar la historia en función del presente. En ese sentido la historia es irreversible y lo que ha pasado es la forma definitiva de lo real. 80

En el orden psíquico, esta ley de irreversibilidad está lejos de ser simple: «el psiquismo humano es el único sistema que puede desplazarse sobre el eje del tiempo en los dos sentidos; esta total reversibilidad está en el corazón mismo de su existencia»42. Es decir que desde un punto de vista psíquico, nada está totalmente adquirido, porque en el desarrollo de la persona, los elementos de una estructura pueden ser modificados y reorganizados en un estadio ulterior. A cada nivel de la evolución del aparato psíquico, los elementos asociados en una estructura «son reinterpretados, encontrando un nuevo sentido y sobre todo una nueva función en la estructura siguiente». Esta singularidad del funcionamiento psíquico es el fundamento de la capacidad del hombre para cambiar, no la historia pasada, sino su relación con ésta historia; es decir, la manera en la que ésta actúa en él y por ese medio de desarrollar su función de historicidad. DE LA HISTORIA A LA HISTORICIDAD Si la historia inclina nuestros destinos, no los decide. Cuando decimos que es actuante, no significa por ello que el individuo no puede actuar más que de cierta manera. Identificar los determinismos permite comprender «lo que es», la manera en que las «elecciones» de un individuo están condicionadas por la historia. Pero no se trata de encerrarse en una concepción mecanicista, en el sentido que el devenir probable no es sino un aspecto del devenir posible, lo «realizado» no es sino una de las formas de lo «realizable». Señalar en qué medida la identidad está determinada por la posición del individuo en la estructura de clase o por la cadena de ADN que lo caracteriza no perturba en nada su singularidad. Decir que el individuo es producido por su historia, es también tomar en cuanta la singularidad en tanto que cada historia es diferente, aunque se inscribe en una historia común. Si la historia hace del hombre un individuo programado, 42

R.Perron, «Genèse de la personne», PUF. , Le Psychologue, Paris 1985, p.95.

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éste conserva la capacidad de modificar dicha programación, de operar una reescritura. Tomar conciencia de la manera en que sus «elecciones» están condicionadas por la historia puede llevar al individuo a modificarlas, comprendiendo en qué medida él ha sido de alguna manera «obligado» a conducirse de tal forma. LA HISTORICIDAD INDIVIDUAL Una de las especificidades de la especie humana, es la posibilidad que cada individuo tiene de actuar sobre sí mismo, de operar un trabajo sobre lo que él es, de auto constituirse en persona, en sujeto. Ésta capacidad del individuo de tomar distancia con relación a su historia, el trabajo que efectúa para modificar el sentido, para intentar convertirse en sujeto, la posibilidad de abandonar habitus no adecuados y adquirir otros constituye la función de historicidad. La historicidad es un concepto fenomenológico desarrollado por Heidegger y Husserl. En «Sein und Zeit» Martin Heidegger escribe: «Entonces la historia no quiere decir «el pasado», en el sentido de lo que ha ocurrido, sino de lo que «adviene». Lo que «tiene una historia» está en relación con un devenir... lo que así «tiene una historia» puede al mismo tiempo «hacerse» una historia»43 Esta concepción dinámica de la historia pone el acento en la relación entre lo que ha pasado y lo que puede ocurrir. Es el hecho «de tener» una historia lo que permite «hacer» una historia. Por el contrario, se puede constatar que de «lo que no tiene historia» no puede hacerse una historia. Cuando se despoja total o parcialmente a un individuo de su historia, se le mutila de una parte de sí mismo: no puede saber de dónde viene, no se le permite saber «quien» es él. Existe un lazo estrecho entre la ca43 Citado por S. Lebovici, en Névrose infantile et névrose de transfert, 39ème Congrès de Psychanalystes de Langue Française. PUF., Paris Juin 1979.

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pacidad del individuo para integrar su historia y sus posibilidades de investir en el porvenir. La experiencia clínica muestra que la historia debe ser completamente dada al niño para que él pueda constituirse como sujeto. Se sabe que los niños de la asistencia pública, que han sido abandonados y que no tiene el conocimiento de su historia, es decir de la historia de la cual son el producto, tienen grandes dificultades para posicionarse en un devenir44. Esta incertidumbre respecto a sus orígenes se traduce en una actividad fantasmática intensa que le permite construirse una historia: es el sentido de la «novela familiar». Nos encontramos frecuentemente entre personas que rechazaron su historia o que tienen dudas de sus orígenes reales, que tienen dificultad de vivir su propia historia de una manera que les satisfaga. Podemos comprender que el hecho de no conocer lo que ha pasado impide al individuo responder a la pregunta «¿QUIÉN SOY YO?», y en consecuencia puede desarrollar su función de historicidad. «Algunos pacientes sufren de no tener historia. Pueden sin duda alguna, en su biografía, distinguir la sucesión de eventos y describir la manera en que se agrupan entre ellos, pero les falta la experiencia y la representación de un proceso interiormente coherente de su ser y de su devenir que sea función de un continuo personal... «Tener una historia», o «vivir una historia» presupone lo vivido y la realización de la coherencia del devenir. Así mismo tomar conciencia de su propio bienestar en el tiempo puede permitir al sujeto percibir la historicidad de su existencia e incitarlo a un esfuerzo siempre renovado para dar cuenta de su propia historia e interpretarla.»45. La historicidad designa la capacidad de un individuo de integrar su historia pero también de integrar la Historia con el fin de: 44

M. Bonnetti, J.Fraisse, V. de Gaulejac, «De l’assistance publique aux assistantes maternelles» Les cahiers de Germinal, Paris 1980. L. Schacht, «Découverte de l’historicité» en Nouvelle Revue de Psychanalyse n°15 Primavera 77 p. 68 El subrayado es nuestro.

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- Por una parte de comprenderla e identificarla, lo que puede conducirlo a nocer y a modificar la manera en que ésta historia es actuante en él; - Por otra parte, de tener estrategias sociales pertinentes con relación a la evolución de la sociedad, al trabajo de adaptación a los cambios culturales y socioeconómicos. La aproximación del psicoanálisis existencial de J. P. Sartre no está muy alejada de nuestras declaraciones, cuándo él habla del sujeto que se «historializa», es decir que opera un cambio en su relación en el mundo para «constituirse como un sí mismo»46. Él retoma igualmente la aproximación fenomenológica (Husserl, Heidegger), que considera al individuo como una intencionalidad abierta o una temporalidad que se temporaliza como porvenir. Es esta característica «abierta» la que explica la dialéctica de la historicidad entre «Nos convertimos en lo que somos» y «somos eso en lo que nos convertimos». En consecuencia, «no tenemos una significación asignable de una vez por siempre, sino significaciones en curso, y es porque nuestro porvenir es relativamente indeterminado, porque nuestro comportamiento es relativamente imprevisible por el psicólogo, por lo que somos libres»47. El hombre no está solamente en la historia, él mismo es portador de la historia de la cual busca la significación. «Hay historia porque los hombres están juntos, no como subjetividades moleculares y «cerradas» que se suman, sino por el contrario como seres proyectados hacia el prójimo como hacia el instrumento de su propia verdad. Hay pues un sentido de la historia que es el sentido que los hombres viviendo dan a su historia».48 Es ese movimiento de la historicidad el que permite explicar por qué bajo las mismas condiciones objetivas de existencia vie46 J. P. Sartre, «L’être et le néant» Essai d’ontologie phénoménologique, Gallimard, collection TEL, Paris 1979, p.623 47 J.F. Lyotard, «La phénomenologie», Que sais-je? PUF., Paris, 1961, p.100 48 J.F. Lyotard, op.cit. pp 118/119

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nen a incorporarse tomas de conciencia variables, lo que J. P. Sartre nombraba la posibilidad de un «desprendimiento». La historia no tiene un sentido sino varios sentidos. El sentido de una historia es a la vez objetivo y subjetivo, es decir necesario y contingente. LA HISTORICIDAD COLECTIVA La comprensión de la relación que cada individuo mantiene con su propia historia necesita de un análisis del sistema social en el cual se encuentra y del lugar que ahí ocupa. El individuo se encuentra siempre dentro de un campo de determinaciones sociales que condicionan sus conductas y representaciones y que lo constituyen como sujeto histórico-social. Hay pues una correspondencia estrecha entre la historicidad individual, por lo cual el individuo tiende a constituirse como sujeto de su historia personal, y la historicidad colectiva, es decir los procesos por los cuáles una sociedad efectúa un trabajo sobre ella misma a fin de dominar sus propias trasformaciones. A. Touraine nombra historicidad a la acción que «la sociedad ejerce sobre sí misma por la inversión, el conocimiento y la representación que ésta se forma de la creatividad»49. Es ésta acción continua la que permite explicar que las sociedades tengan una historia, en la medida que los modelos culturales que ésta produce comparten una interpretación del devenir: «la distancia entre la producción de la sociedad y su reproducción «rompe» la pura sincronía, da un sentido en el tiempo, obliga a distinguir hoy y mañana».50La transformación de la sociedad por sí misma es una acción, un trabajo que se desarrolla en un «juego» entre la reproducción y la producción, entre el orden y el movimiento, entre los límites que la sociedad asigna a través de su modelo cultural, su tipo de acumulación, sus modelos de conocimiento, 49 50

A. Touraine, «Pour la sociologie», Seuil Collection Points, Paris, 1974, p.37. A. Touraine, «Pour la sociologie. Op. Cit. p. 37.

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y las rupturas que ésta produce por sus desequilibrios internos: «toda sociedad está dominada por la unión y la tensión de su ser... El sistema de acción histórico... (es) el drama que ella juega consigo misma a partir del hecho que la capacidad simbólica del hombre le permite actuar sobre sí, trabajar sobre su trabajo y sobre su ser».51 B. Vemos aquí aparecer el lazo entre la historicidad como concepto sociológico que designa el conjunto de procesos por los cuáles una sociedad produce su historia y como concepto psicológico que da cuenta de la capacidad del hombre de producir mediaciones simbólicas en su relación con él mismo y con el mundo. El pasaje de un nivel individual a un nivel colectivo permite introducir un elemento esencial de la dinámica social que condiciona la historicidad individual: « Esta distancia de sí a sí y ésta influencia de sí sobre sí no pueden estar separadas de una visión de la sociedad en clases. La sociedad como comunidad no puede manejar este desgarramiento, y ésta influencia no es del todo sobre sí misma. De dónde la oposición entre una clase dirigente que maneja la historicidad, pero también que se la apropia, y una clase popular que se defiende contra esta dominación y que hace un llamado también a la historicidad contra los intereses privados que la confiscan».52 La historicidad es lo que se juega de manera esencial en los antagonismos de clase: la clase dirigente se vuelve una clase dominante en la medida en que impone su modelo cultural y sus orientaciones al conjunto de la sociedad. Es decir, dicha clase maneja la historicidad en función de sus propios intereses. Las otras clases se encuentran dominadas, lo que se traduce, sea por posiciones defensivas (en términos de defensa de intereses particulares frente a los efectos de la dominación), sea por posiciones ofensivas contra los intereses de la clase dominante. 51 52

A. Touraine, «Pour la sociologie. Ibidem. P. 114. A. Touraine, «Pour la sociologie. Ibid. P. 37.

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Las relaciones de clase son en consecuencia relaciones abiertas: éstas no pueden ser consideradas como simples relaciones de interacción al interior de un sistema, en la medida que sería necesario postular la existencia de un Todo que regularía las relaciones entre las partes; esas son las relaciones de fuerza, las relaciones de poder en las cuáles ningún equilibrio «normal» es concebible. Esta concepción dinámica, abierta y conflictiva de la historicidad, aclara el posicionamiento de base de cada individuo según su clase de pertenencia. Los individuos que «pertenecen» a la clase dirigente, o en proximidad con ésta, viven una fuerte congruencia entre los que son como herederos, la función social de clase que les ha sido asignada y la posición que ocupan en el sistema de distribución antroponómica. Su identidad social no es a priori conflictiva: ellos participan de la historicidad identificándose en el devenir de la sociedad. No hay ninguna razón de disociar lo que tiene que ver con la producción y la reproducción del orden social y lo que tiene que ver con la defensa de su posición dentro de este orden. No sucede lo mismo para aquellos que pertenecen a otras clases, para las que hay antagonismos entre sus interese individuales y sus intereses de clase: a nivel individual, la historicidad puede conducirlos a cambiar de posición en el sistema de clase, mientras que a nivel colectivo, la historicidad los conduce a transformar las relaciones entre las clases sociales. Esto es esencial para comprender la historicidad de las trayectorias sociales, para comprender los mecanismos de producción social de los individuos, la manera en la que lo histórico-social está presente en la historia individual. Nos referiremos aquí a la tesis de C. Castoriadis quién escribe: «una interpretación psicoanalítica debería dar cuenta de lo que vuelve capaz a un individuo de asumir más o menos su situación afectiva, que es desde luego siempre una situación social. No puede haber una 87

sociedad capitalista al menos que los capitalistas y los proletarios no sean producidos cotidianamente en millones de ejemplares por el funcionamiento social, ahí mismo dónde este funcionamiento producía, hace sólo un siglo, solo semi-feudales y campesinos. Los procesos psicogenéticos que vuelven a los individuos capaces de asumir las situaciones de los capitalistas y de los proletarios tienen una importancia decisiva, pues son unas de las condiciones de existencia del sistema capitalista» y Castoriadis prosigue «... Dichos procesos son irreductibles a procesos puramente sociales; pero además presuponen lógica y realmente éstos últimos, puesto que se trata en este caso de formar al individuo como capitalista o como proletario, y no como señor, escribano o sacerdote de Amon-Rá. Nada en la psique puede producir esas significaciones... el modo de ser de esas significaciones como instituidas. Ningún componente constitucional, aberración de formación, vicarianza del objeto de la pulsión o perversidad de los padres podía preformar en Atenas o en Roma, a un niño que llegará a ser presidente de la General Motors; nadie puede hoy, en París o en Nueva York, preformarlo a ser sacerdote o Chamán salvo si se es un psicótico y que el contenido de su delirio psicótico pueda utilizar las significaciones históricamente disponibles».53 Hemos retomado esta larga cita que permite relativizar la parte individual de la historicidad, mostrando claramente que el individuo es al inicio un producto de la historia social, inscrito en un orden ya constituido, y que ésta historia determina la manera en la que él va a posicionarse en tanto que agente de historicidad. La mayoría de las perspectivas psico-sociológicas son criticables desde un punto de vista sociológico, porque ellas no integran el análisis de los procesos sociales que contribuyen a producir la identidad individual. Inversamente las aproximaciones sociológicas, que analizan la estructura de escenarios y las regu53

C. Castoriadis «L’institution Imaginaire de la Societé», Seuil, Paris, 1975.

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laridades objetivas que condicionan las trayectorias sociales, no dan cuanta de la manera en que esos elementos hacen eco en la organización psíquica, de los conflictos que provocan y de las derivaciones individuales de esos procesos colectivos. Las tentativas de construcción de una metateoría que englobe el conjunto de esas diferentes aproximaciones nos parecen vanas, porque se trata de fenómenos que obedecen a leyes de funcionamiento de naturalezas diferentes. Tienen cada uno de ellos una lógica propia que conviene estudiar como tal, con métodos y conceptos apropiados, incluso si sus articulaciones son igualmente un elemento a estudiar como tal. Esto implica no buscar someter la comprensión de los procesos psíquicos a los mecanismos que rigen los procesos sociales y viceversa. Entre S. Freud y P. Bourdieu, hay una ruptura epistemológica una incompatibilidad radical. El primero concibe la sociología como un apéndice de la psicología, porque estudia lo social a través de su incorporación en la psique: «la sociología no podría ser otra cosa sino la psicología aplicada» escribió en un texto al fin de su existencia54. El segundo ve la psicología a través del análisis del campo en el que ésta se desarrolla, es decir como una moral característica de la nueva pequeña burguesía que «la ve como» un medio de «alejarse por la fuerza de atracción del campo social de gravitación»55. Hay en ambos una actitud imperialista que reduce artificialmente la comprensión de la complejidad de los procesos psico-sociológicos. Eso no invalida sin embargo la pertinencia de sus respectivos análisis. El problema que se plantea es entonces construir una problemática que tome en cuenta las experiencias de uno sobre el análisis de los procesos psíquicos y del otro sobre los procesos sociales para comprender su modo de articulación. Para hacerlo conviene proceder en un doble movimiento. Por una 54

S. Freud «Nouvelles conferences sur la psychanalyse», texto de 1932, NRF, Coll. Idéés, Paris, 1979, p.429. P. Bourdieu, «La distinction», Ed. de minuit, Paris 1979, p.429.

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parte, a través de un análisis del campo social y de sus evoluciones, a fin de situar los problemas encontrados por los individuos confrontados al desplazamiento y de comprender en qué medida el contexto social determina los conflictos que viven. Por otra parte, a través del análisis de los conflictos psíquicos vividos por los individuos desplazados, de tal manera que puedan dar cuenta de su propia historia. El análisis del proyecto parental, elemento central del proceso de construcción de la identidad, va a permitirnos ilustrar este doble movimiento. Traducción: Claudia Arce

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CAPÍTULO IV

EL PROYECTO PARENTAL Vincent de Gaulejac «Yo debía ser Profesor en la Sorbona. Era el proyecto de mi padre que no había podido realizar. Yo debía realizarlo en su lugar. Tenía una especie de deuda consigo mismo». R. Aron «No seas un fracasado como tu abuelo». Michel M. La familia es el lugar privilegiado del trabajo de incorporación de la historia y de la fabricación de los «herederos». La herencia opera como estructura de transmisión que sitúa el marco en el cual cada niño es inscrito56. Sobre esta base se apoya el proyecto parental, es decir el conjunto de representaciones que los padres se hacen del futuro de sus hijos. Los padres tienen proyectos respecto al devenir de sus hijos; desean que éste se conforme a la imagen que proyectan en él; le proponen metas a alcanzar, objetivos de vida. La noción de «proyecto parental» da cuenta de esos dos aspectos: de un lado un objetivo a alcanzar, del otro una proyección, es decir el hecho de atribuir al otro lo que viene de sí mismo. Como elemento que «proyecta» el niño, el proyecto parental da un impulso que condicionará su trayectoria posterior. Como 56

V. de Gaulejac, «L’heritage» en Connexions n°41, oct. 1983.

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elemento de proyección en el hijo, lo destina a perpetuar la relación de los padres en su propio porvenir. El proyecto parental funciona de alguna manera como una «Correa de transmisión»57 de la historia. GÉNESIS SOCIO-PSICOLÓGICA DEL PROYECTO PARENTAL El proyecto parental es la expresión del deseo de los padres por el hijo: «Si consideramos la actitud de los padres con sus hijos, estamos obligados a reconocer el renacimiento y la reproducción de su propio narcisismo» (S. Freud). El niño es así investido del amor que los padres dirigen al niño imaginario que ellos tienen en lo más profundo de sí mismos. Ellos identifican ese niño ideal con el niño de carne y hueso que han producido, proyectando en él todas las cualidades que ellos desearían para su propio yo. Ellos lo invisten con la misión de realizar los deseos que ellos mismos no pudieron satisfacer. El proyecto parental es una especie de «modelo registrado, depositado» en cada hijo. Las relaciones padres-hijos están estructuradas por un doble proceso de identificación: identificación de los padres con el niño imaginario que llevan consigo mismos y que presentan como el modelo al que conviene parecerse; identificación del niño con sus padres como modelo adulto, que él busca imitar. Ese doble movimiento sitúa al niño en la trama generacional de la historia familiar ya que dicho movimiento se perpetúa en cada nueva etapa: en las relaciones con sus hijos, los padres reactualizan lo que han vivido con sus propios padres, que se convierten entonces en los abuelos. En el proyecto parental se encuentra también la relación del padre y de la madre con el deseo que sus propios padres tuvieron hacia ellos. En el trabajo clínico aparecen frecuentemente situaciones dónde el niño retoma a su cuen57

M. Pagès «Les systèmes socio-mentaux» en Bulletin de Psychologie, TomeXXXIV n°350 p.599.

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ta el deseo de uno de sus abuelos no satisfecho por su madre o su padre58. Estos encadenamientos del deseo no describen solamente un proceso psico-dinámico. El proyecto parental es a la vez la expresión de los deseos conscientes e inconscientes de los genitores sobre su progenie, pero igualmente un proyecto social portador de las aspiraciones del medio familiar y cultural, aspiraciones condicionadas por el contexto social que favorece o impide su realización. Es por lo que el proyecto corresponde a un conjunto socio-psicológico que recubre varios niveles: - Un nivel muy arcaico e inconsciente que se remite a la constitución primera de la idealidad En el cruce del narcisismo primario y de la búsqueda de la omnipotencia, el ideal del Yo canaliza las pulsiones hacia la búsqueda de un absoluto; - Un nivel afectivo que conduce al individuo a desarrollarse a través de identificaciones y diferenciaciones sucesivas, imitando a las personas amadas y amando a aquellas que corresponden al modelo ideal interiorizado; - Un nivel ideológico que conduce al niño a retomar los valores, las normas, el ethos de los personajes que le son presentados como modelos de identificación, y a rechazar aquellos que le son presentados como «antimodelos»; - Un nivel sociológico en la medida que se trata de «ideologías» colectivas, de modelos de logro social, de un sistema ético, que se traduce religiosa, política y socialmente en las prácticas a las que el niño es conducido a participar y a adherirse. La génesis del proyecto parental se encuentra pues en la genealogía. Ésta es la expresión de los proyectos de las generaciones precedentes, de un grupo familiar que los produce. Pero es también una expresión constantemente actualizada, en la medida en que las aspiraciones que transmite deben modificarse en 58

Sobre esta cuestión es interesante referirse a los casos presentados por Alain de Mijolla en «Les visiteurs du moi», «Les belles lettres», Paris 1981, p.171.

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función de sus condiciones objetivas de realización. Ahora bien, dichas aspiraciones dependen a la vez de la posición social que los padres ocupan y de la relación que ellos mantienen frente a esa posición: sabemos que el nivel de aspiración escolar y profesional de los niños está determinada por el nivel al que los padres llegaron. Los padres agricultores pueden desear que sus hijos sean maestros, mientras que si son maestros desearían que sus hijos lleguen a ser profesores. Ese esquema clásico debe estar matizado en función de la evolución del contexto social que produce modificaciones entre el status profesional y el status social en el lapso de una generación: el status de maestro muy valorizado socialmente hasta la 2ª Guerra Mundial no tiene la misma connotación ahora. El punto esencial es comprender que el proyecto parental se ajusta a las condiciones sociales de existencia a las cuáles son confrontados los padres en su propia trayectoria. Retoma en particular sus estrategias de ascenso social o sus temores de descenso. Conviene pues referir el proyecto parental no sólo a la situación social de los padres en la medida en que el proyecto transmite los habitus, los valores y las normas de su clase de pertenencia, sino también a su historia, que a su vez es producto de la historia familiar, con el fin de comprender la dinámica interna y en particular las contradicciones que van a influenciar el devenir del niño. Es porque los padres de Zahoua y el padre de François viven una contradicción entre la solidaridad con sus orígenes y sus aspiraciones de integración por una parte y de logro social por la otra que transmiten mensajes contradictorios. CONTRADICCIONES DEL PROYECTO PARENTAL El proyecto parental no es nunca monolítico ni unívoco, está atravesado por una serie de contradicciones, más o menos antagonistas, a las que el niño se encuentra confrontado. 94

Del lado de los padres funcionan dos lógicas, de las cuáles una incita a la reproducción y la otra a la diferenciación. Su proyecto es la expresión de miedos y deseos contradictorios: miedo de que el hijo llegue a ser como ellos, miedo de que sea alguien diferente - deseo que el hijo llegue a ser como ellos, deseo que sea alguien diferente. Por un lado deseo que el hijo sea la continuación de su vida, que se reencuentre en ellos, que llegue a ser lo que ellos son, que haga lo que ellos han hecho. Lógica de reproducción que conduce a la imitación, a la repetición, al conformismo, Por otro lado, deseo que el hijo realice todos los deseos que ellos no pudieron satisfacer, que haga todo lo que ellos no pudieron realizar, que sea «alguien», es decir otro. Lógica de diferenciación que estimula la singularidad, la autonomía y la oposición. Ésta contradicción se encuentra en el niño dividido entre, por una parte, el deseo de realizar los deseos del ideal del Yo de sus padres y, por otra parte, el deseo de escapar a la ilusión, a la tiranía de ese niño imaginario. En el proyecto parental se expresa la manera en que los padres buscan negociar ésta dialéctica, asegurándose de que los hijos a la vez perpetúen su historia y afirmen su individualidad. Conviene entonces considerar el proyecto parental no como un conjunto de deseos, de ideologías, de modelos a los cuáles el hijo debe conformarse, sino más bien como un conjunto contradictorio que propone a la vez metas a alcanzar y a evitar, de deseos ambivalentes, de modelos y de antimodelos. Esta dinámica interna del proyecto está influenciada por sus modalidades de realización, que son la expresión de la posición social que ocupan los padres y de la relación que establecen con dicha posición. El proyecto parental se inscribe en un contexto que determina las identificaciones posibles e imposibles, las contradicciones concretas de logro social, las posibilidades de acceso a ciertos modelos, las ideologías que estructuran los 95

ideales personales... la realidad social impone lógicas, rupturas, oportunidades y contradicciones que determinan la naturaleza del escenario que el proyecto propone. Citemos algunos arquetipos que prefiguran los escenarios que están presentes en la neurosis de clase: En un medio sub-proletario o proletario, los niños frecuentemente son confrontados a un doble mensaje tal como lo hemos señalado en el caso de François. Los padres desean que sus hijos tengan una mejor vida para acceder a una posición social, que les evite conocer la miseria y la explotación y, al mismo tiempo, desean que permanezcan solidarios con su medio y luchen con los explotados contra los burgueses, los ricos y todos aquellos que se aprovechan de esa miseria. Mensaje contradictorio puesto que se trata para el niño de llegar a ser burgués y de destruir a todos los burgueses, ya que se le demanda a la vez cambiar de clase social y continuar siendo solidario con su clase de origen. Ante ésta situación el hijo se siente culpable: culpable si no «tiene éxito» de no satisfacer el proyecto parental; culpable si «tiene éxito» por la distancia social así creada entre él y sus padres. Ésta culpabilidad es la contraparte del resentimiento de los padres. Resentimiento si el hijo no tiene éxito y constata la reproducción de su propia miseria; resentimiento si logra alejarse y adquirir los habitus y las maneras de ser de aquellos a quiénes los padres evitan y detestan; resentimiento de tener que relacionarse con un extraño al que no comprenden y que tampoco los comprende. El ejemplo de Michel muestra las contradicciones a las que pueden ser confrontados los hijos provenientes de un medio obrero.. De todos modos la imagen del abuelo era negativa y el discurso puede resumirse así: «Tu serás como tu abuelo, pero no es necesario que lo seas». Ese discurso contradictorio apunta a conjurar un devenir que es percibido como ineludible, a preparar al niño a lo que probablemente va a ser disuadiéndolo de ese futuro, a expresar el peso de los determinismos sociales y el deseo de escapar de éstos. Dicho discurso expresa, por una parte, una actitud preventiva frente al temor de la repetición y, por otra, una actitud de resignación frente a la reproducción social que se impone de generación en generación. Otra forma de contradicción, particularmente difundida en los medios conservadores o en regresión, puede existir entre el proyecto de los padres y las condiciones concretas de su realización. Hay un fenómeno de fuerza de atracción ideológica que produce un retardo entre la evolución de los sistemas de valores, de las ideas, de los habitus y la evolución de las condiciones concretas de existencia. Cuando la moral y los valores propuestos retoman los referentes de los abuelos, con adaptaciones que los padres hacen en función de las condiciones socioeconómicas que existían hace 30 ó 40 años, tanto esa moral como los valores pueden vivirse como no pertinentes e inadaptados por los hijos confrontados a la realidad social actual. Esas contradicciones están particularmente acentuadas en las familias que pasan del mundo rural al mundo urbano y por aquellas que están inmersas en los sectores en crisis. Es el caso de las familias de los mineros instalados en el Este y el Norte desde hace varias generaciones, quiénes han vuelto a retomar sus tradiciones a causa del cierre de fábricas; de familias magrebíes cuyos padres han interiorizado el sistema de valores de su cultura original y dónde los hijos son confrontados a la cultura urbana en los suburbios obreros; de las familias burguesas tradicionalistas, dón97

de la posición social y la fortuna, no están más a la altura de sus aspiraciones. F. Muel Dreyfus ha analizado con detalle «las crisis de sucesión» entre los padres que proceden de las clases medias, que les proponen a sus hijos un proyecto concebido en el momento en que ellos mismos eran adolescentes y los hijos viven ese proyecto como inadaptado a la evolución del mercado de ofertas.59 En cada una de esas situaciones, el niño es confrontado al desfase, no asumido por los padres, entre un sistema de aspiraciones y las posibilidades objetivas de realización, frente a las cuáles ese sistema está inadaptado, como si se le demandara que llegara a ser lo que no puede ser. Es decir que el proyecto parental se sitúa en la articulación de los juegos del deseo entre padres e hijos y de las estrategias sociales de adaptación de los individuos a las plazas sociales disponibles en el mercado de la distribución antroponómica. 60 PROYECTO PATERNAL-PROYECTO MATERNAL Hasta ahora hemos hablado del proyecto parental como si existiera un proyecto único y bien definido investido a la vez por el padre y la madre. Ahora bien el conjunto de contradicciones que acabamos de describir se reflejan igualmente en las relaciones entre los padres, quiénes pueden tener trayectorias y posiciones diferentes, determinando así proyectos diferentes y a veces conflictivos. La neurosis de clase puede ser el resultado de la confrontación entre dos proyectos, uno maternal y otro paternal, de los que la síntesis resulta un problema. Del lado de la problemática edípica, que estructura el juego de las identificaciones sucesivas, se juegan las relaciones entre las familias paternas y maternas que, a cada generación, intentan asegurar su reproducción a través de alianzas que pueden 59 60

F.Muel Dreyfus « Le metier d’educateur», éd. De Minuit, Paris, 1983. D. Bertaux, «Destins personnels et structure de classe», PUF., Paris 1979.

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ponerlas en peligro. Las relaciones conyugales están atravesadas por una guerra entre dos linajes, dónde cada uno trata de asegurar la perpetuación de la herencia familiar. Es directamente en los niños que dicha guerra produce plenamente sus efectos, entre el proyecto paternal y el proyecto maternal, se trata de saber cual de ellos va a imponerse61. Entre el compromiso y la oposición, la interiorización por el niño de esos dos proyectos es lo que se juega en ésta lucha, sea abierta, latente o más o menos viva según el caso, pero siempre presente. Ésta lucha es otro tanto más problemática pues las diferencias son fuertes entre los dos proyectos: diferencias sociales cuando los padres no pertenecen a la misma clase de origen, diferencias ideológicas cuando los valores, las opiniones, las opiniones políticas, la religión, la moral son diferentes, diferencias culturales cuando el nivel escolar, los gustos y los hábitos no son los mismos, diferencias económicas cuando hay un desfase entre la fortuna de uno y de otro, etc... Esas son de hecho las relaciones de dominación que están en juego y tienden a perpetuarse en la pareja, el hijo se encuentra confrontado a través de los conflictos entre el proyecto maternal y el proyecto paternal. 62 Éste análisis del proyecto parental permite poner en evidencia tres niveles de contradicciones: - Las contradicciones internas al proyecto que son la expresión de las contradicciones vividas por cada uno de los padres y/o de los padres entre ellos mismos. Cuando los padres no han sabido o no han podido resolver los conflictos encontrados en su relación referidos a su propio proyecto parental, e 61

André de Mijolla interpreta la trayectoria de Rimbaud en este sentido: primero poeta para realizar el proyecto, materno, después aventurero que busca enriquecerse para conformarse al proyecto paterno. La imposibilidad de sintetizar estos dos proyectos lo conducen primero a la amputación y luego a la muerte. «Les visiteurs du moi», op.cit. Página 35 y las que siguen. 62 A menudo las diferencias entre los dos proyectos no son muy importantes, la elección de la pareja se basa en la comunidad de habitus y de aspiraciones de los dos padres en su relación con los hijos M. Bonetti «Trajectoires sociales et strategies matrimoniales, Le groupe familial, n°96 Juillet –Aout 1982.

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imponen este peso a sus hijos. Aquellos son entonces investidos de una misión de tener éxito ahí donde los padres han fracasado, de reparar sus errores, de resolver sus fallas, de realizar lo que ellos habrían deseado realizar. - Las contradicciones con relación al proyecto que son la expresión de las relaciones entre los padres y los hijos y en particular de los conflictos edípicos. El padre y la madre son a la vez objetos de amor y de rivalidad. El sueño proyectado sobre el hijo está marcado por el deseo incestuoso y la prohibición que lo impide. Realizar el proyecto es tomar el riesgo de responder al deseo de uno de los padres, deshaciéndose del otro. Pero no realizarlo, es encerrarse en una incapacidad radical, una impotencia que prohíbe la realización de cualquier otro proyecto. - Las contradicciones en la realización del proyecto que son la expresión de desfase o del antagonismo entre el ideal propuesto y los medios dados al niño para alcanzarlo o bien entre el contenido del proyecto y sus condiciones objetivas de realización. Se trata, en particular, de situaciones en las que los padres proponen a sus hijos modelos de conducta que no están adaptados a la sociedad en la cual éstos niños deben insertarse. El juego entre éstos tres niveles de contradicciones debe ser comprendido dentro de una perspectiva sistémica y dinámica. Las contradicciones se apoyan las unas en las otras en la medida en que los diferentes aspectos de cada nivel están influenciados (en el sentido de un fortalecimiento o de una atenuación) por los otros niveles. En este sentido se trata de un sistema en el que los diferentes elementos están en interacción los unos con los otros. En la neurosis de clase el sistema tiende a cerrarse en sí mismo, cada aspecto viene a reforzar a los otros operando un cierre de circuito; el hijo es confrontado a un sistema contradictorio, frente al cual no llega a encontrar salidas ni a abandonar los diferentes aspectos que lo constituyen. Él tiende entonces a encerrarse y reproducirlo. 100

Dentro de una perspectiva dinámica, conviene comprender el proyecto parental en el movimiento que conduce a cada individuo a ser a la vez hijo y padre. La prolongación de la esperanza de vida conduce a un número cada vez más elevado de personas a ocupar simultáneamente, durante una parte importante de su vida, ésta doble posición. El proyecto evoluciona a la vez por el hecho de la dinámica contradictoria que lo constituye e igualmente por la confrontación entre los proyectos en el eje de generaciones sucesivas. Dentro de esas influencias cruzadas un elemento permanece: el hijo que deviene padre tiende a transmitir a sus propios hijos, más allá del contenido manifiesto de su proyecto, la manera en la cual él mismo ha tenido éxito o ha fracasado en su búsqueda por inventar mediaciones a las contradicciones que lo atraviesan. Es pues un elemento central de la identidad heredada. Traducción: Claudia Arce.

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CAPÍTULO V

EL EDIPO COMO COMPLEJO SOCIO-SEXUAL Vincent de Gaulejac «El Edipo sostiene su importancia vital para la constitución del sujeto en su inscripción milenaria dentro las estructuras mismas de la sociedad. Sostiene la organización simbólica de la Familia y se podría decir al respecto que si el niño lo vive es precisamente porque debe socializarse» A. Rifflet- Lemaire «¿Sería bien posible, se decía a él mismo, que yo fuera el hijo natural de algún gran Señor exiliado en nuestras montañas por el terrible Napoleón? A cada instante la idea le parecía menos improbable... Mi odio hacia mi padre sería una prueba... no sería mas un monstruo!» Julien Sorel «Le rouge et le noir», Stendhal Freud consideraba el complejo de Edipo como el verdadero núcleo de la neurosis63. Sabemos que Carl Schorske le reprocha a Freud haber olvidado que «Edipo era Rey», olvido que 63

Cf.S. Freud, «Un enfant est battu», In Névrose, psychose et perversion, P.U.F., Paris, 1973, p.233. Texto de 1919 («Ein Kind wird geschlagen») traducido por D. Guerineau.

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puede ser interpretado como una represión analítica sobre la manera en la que las condiciones socio-históricas interfieren en los destinos humanos. Analizando el contexto cultural y político de Viena al final del siglo XIX, C. Schorske muestra en qué medida habría podido influenciar el pensamiento de Freud: «habiendo así integrado el conflicto con su padre a su propia hostilidad en lo que concierne a la autoridad pública, Freud podía a partir de ese momento adaptarse a ésta estableciendo la preeminencia de aquel. Siendo así, él elevaba la historia personal, determinada en el seno de la familia, por encima de la historia general, determinada en el seno de la cultura en su conjunto. Portador de todas las dimensiones de relaciones y de la identidad familiar, Edipo perdió sus atributos de REX. En otros términos, Freud suprime la significación pública del mito en provecho de su único sentido psicológico»64. El destino de Edipo es un destino de realeza. Si él simboliza los deseos humanos más inconscientes, el mito que permite representarlos pone en relación a personajes «fuera de lo común» en lo que se refiere a su estatus social. Si cada cual puede fantasmáticamente reflejarse en los diferentes protagonistas de la tragedia, las condiciones objetivas de realización del deseo son de importancia para comprender lo que es este complejo en la historia de cada individuo. De manera más precisa,, se trata de analizar la dinámica edípica, y los procesos de identificación que instaura, como un complejo socio-sexual que traduce una interacción entre elementos sociales. El Edipo como momento donde el sujeto se constituye en una relación triangular tiene un doble efecto: lleva al niño a salir de la relación dual, de la indiferenciación; lo confronta a la socialización del deseo, es decir a encontrar objetos en que investir fuera de la relación paterna / materna. En el Edipo, el niño sale de la 64 Cf. Carl Schorske, «Conflits de générations et changement culturel, réflexions sur le cas de Vienne», in Actes de la recherche en Sciences Sociales, nº 26, 27. Mars-Avril 1979, p.115.

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ilusión de omnipotencia donde el otro es imaginariamente manipulable a voluntad. La introducción de un tercero en la relación con el otro (la madre) conduce al niño a reconocer que el otro es a la vez sujeto y objeto del deseo de otro mas, el padre, por tanto, de otros, eventualmente de todos los otros. El Edipo introduce las relaciones afectivas en la dinámica de las relaciones sociales: «El encuentro edípico edifica frente al niño, de manera indefinible, a la institución como fundamento de la significación (...), y lo obliga a reconocer al otro y los otros humanos como sujetos de deseos autónomos, que pueden conectarse unos con otros independientemente de él hasta excluirlo de su circuito»65. Más allá del rol del padre quien bloquea el acceso del niño hacia su madre, es lo social lo que viene de ese modo a canalizar la actividad fantasmática de la psique de su locura monádica original (...). Ello implica la fabricación «hereditaria» de individuos como individuos sociales – lo que quiere decir también: individuos que pueden y desean continuar la fabricación de individuos sociales. Es en ello donde yace, más allá de toda relatividad socio-cultural, la significación profunda del complejo de Edipo»66. La importancia de la fase edípica en el desarrollo psíquico del individuo está en que lo confronta al aprendizaje de la diferenciación y de la identificación: ¿Dónde puedo situarme entre mi padre y mi madre? ¿Entre las niñas y los niños? ¿Entre los buenos y los malos? Etc... Es el momento en el que el niño va a buscarse una identidad, que es el producto de un movimiento dialéctico entre un proceso de identificación y un proceso de diferenciación. La reproducción social necesita la puesta en marcha de dos lógicas contradictorias. Por una parte, que cada uno se quede en su lugar respetando el mantenimiento del orden; para que una 65 66

Cf. Castoriadis, «L’institution imaginaire de la société», Seuil, Paris, 1975, p.418. Cf. Castoriadis, op. Cit., p.417.

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sociedad se reproduzca, conviene que las reglas de transmisión de herencia y ajuste de individuos a los lugares sociales se hagan de tal manera que eviten la puesta en duda del orden que la funda. Por otra parte, que este orden pueda evolucionar para adaptarse, con el fin de producir las mediaciones necesarias para la gestión de contradicciones que la atraviesan. Por un lado la lógica de la distribución antroponómica, del otro la lógica de la historicidad. En el desarrollo psíquico de los individuos encontramos este doble movimiento entre la reproducción y el cambio, entre la identificación y la diferenciación, entre el deseo mimético y la búsqueda de ser extraño, entre el deseo de trasgresión y la interiorización de la ley. Si la tragedia edípica rinde bien cuenta de la puesta en juego fantasmal que marca las relaciones del niño con sus padres, es rara vez interpretada como la expresión de lo que se pone en juego socialmente. Tomando el lugar de su padre en el amor (y la cama) de Jocasta, Edipo retoma igualmente el lugar social que le correspondía por derecho. Él es el heredero legítimo de un trono del cual Laïos, para protegerse, ha tratado de desposeerlo. Hemos visto que las elecciones amorosas están sobredeterminadas por lógicas sociales que conducen a los individuos a elegir compañeros congruentes con sus propias trayectorias sociales: «El amor no es ciego y por más que el corazón tenga sus razones, ignora pocas veces la razón social de aquel o aquella por quien late»67. Es decir que el escenario edípico que abre al niño la posibilidad de operar elecciones en cuanto a los objetos de sus deseos y de sus identificaciones contiene una dimensión social esencial. Hasta la fase edípica el proceso de distribución antroponómica y los procesos de desarrollo psíquico interfieren. El Edipo es el 67 Cf. M. Bonetti, «Trajectoire sociale et stratégies matrimoniales», in Le groupe familial, nº 96. Juillet 1982. Voir également V. de Gaulegac. «Trois hypothèses sur les rapports entre l’amour et la sociologie», in Dialogue, le jeu de l’amour et du travail, nº 83, 1984.

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momento donde estas dos lógicas van a combinarse, o alternar, en un complejo, es decir agrupamiento de elementos relacionados los unos con los otros en un sistema de relaciones organizadas y relativamente estables. El proceso de identificación que juega un papel central en el momento del Edipo debe ser concebido como un proceso psicosocial. Designa a la vez el fenómeno de asimilación de todo o parte de las cualidades o de los atributos ligados al objeto y significa igualmente el trabajo de posicionamiento en una red de lugares organizados, jerarquizados, subordinados los unos a los otros. A través de la identificación, el niño es confrontado al aprendizaje de la diferenciación sexual y social. Es así conducido a interiorizar los límites ligados a las diferencias de sexo, de generación y de clases. El Edipo es el momento donde él aprende a situarse, porque de un cierto modo «se le pone en su lugar», a reconocer ahí donde está posicionado en el orden familiar y social, a aceptar ocupar el lugar que le es asignado, en tanto que niño o niña, en tanto que hijo de ciertos padres. En ese sentido el Edipo es el primer momento del trabajo de ajuste entre el individuo y su lugar. Hemos subrayado que la identidad era una construcción, un agrupamiento de elementos heterogéneos, multidimensionales, una reparación «bricolaje», según la expresión de Lévi-Strauss. Es decir que la identificación no lleva solamente sobre objetos parciales, sino igualmente sobre «objetos totales» en el sentido en que la personalidad es un conglomerado de elementos corporales, psíquicos, culturales, ideológicos y sociales que forman un conjunto. Es frente a estos «conjuntos» que el niño va a situarse en el momento del Edipo en un movimiento que lo conduce a elegir, a separar, a probar diferentes modos de reunir, a tratar de relacionar diferentes elementos heterogéneos, a buscar mediaciones originales frente a diferentes figuras de identificación que le son propuestas. 107

En esta amalgama de elementos dispersos, el sujeto va a desencadenar la experiencia de su auto- constitución: primera tentativa de conexión que encuentra con más o menos éxito su coherencia. Los procesos psíquicos comenzados – en particular la identificación y la idealización – son esencialmente procesos que tienden a ligar y relacionar instancias, objetos, entidades. Los conflictos surgen entonces a partir del momento donde ciertos elementos no pueden adherirse a los otros en la medida en que contienen aspectos contradictorios. Estos conflictos pueden tomar formas variadas. Los casos aquí presentados intentan mostrar de qué manera, en el momento de la fase edípica, van a encontrarse muy cercanos a elementos afectivos, fantasmales y sociales entrelazados de manera recíproca. Estructura de apoderamiento que conducirá al sujeto a la neurosis. Ilustran en particular como las diferencias sociales interfieren en el posicionamiento del niño frente a los deseos paternales y maternales. EL EJEMPLO DE COLETTE DUVAL Colette proviene de una familia de campesinos de un pueblo del Oeste de Francia. En ese pueblo de 600 habitantes, con «una calle, una iglesia, una escuela y comerciantes», Collete describe la existencia de tres clases «los pequeños. Los medianos y los grandes». Los pequeños son los campesinos que alquilan su granja o que son propietarios de una pequeña granja de menos de tres hectáreas. Los medianos, de los que sus padres forman parte, son los propietarios o alquilan una granja que permite a la familia vivir correctamente (alrededor de 16 hectáreas). Los grandes son los propietarios de un castillo, presidentes municipales de padre a hijo, que ella nombra como los Señores (dueños) de los castillos: «Ellos eran bien vistos en el pueblo…No eran gente que marcara su distancia, ellos trataban de establecer contacto, decían hola, preguntaban noticias de los niños…En la misa 108

tenían bancas reservadas…Eran gente culta…De cualquier forma no era nuestro mundo…». En oposición a ese mundo, los «pequeños» son campesinos pobres que mal viven, de donde proviene una empleada doméstica que sus padres contratan y que será despedida en el momento en que se sabe que espera un hijo del padre de Colette. «Yo tenía cuatro años cuando mi padre y mi madre están a punto de separarse por culpa de esta historia de la sirvienta embarazada que fue despedida de la casa…nunca se habló después, es algo que fue ocultado…De lo único que me acuerdo, es de pasar por el pueblo con mi madre y encontrar a esta sirvienta y sus hijos y escuchar a mi madre hacer una reflexión del tipo: «Ella se parece a los Duval», yo creo que hubo una gran perturbación en mi a propósito de ésta historia en mi vida…Es que eso me bloqueó afectiva y sexualmente…Viví entre paréntesis hasta los 25 años cuando tuve una depresión». A partir de esa escena, ella describe a su padre como retirado, culpabilizado, rechazado por la familia. Esa vida «entre paréntesis» Colette la pasa trabajando. A la salida de la escuela primaria, es la única que va a la secundaria, en un colegio a 35 kms de su pueblo. Se encuentra entonces con niñas de la ciudad, en otro mundo en el que elle se siente extraña y acomplejada a causa de su acento al hablar. «Es un periodo de mi vida donde tengo la impresión que las cosas se hacían así. Trabajaba mucho, aprendía, pasaba todo mi tiempo haciendo la tarea, aprendiéndome las lecciones, los fines de semana también, cuando regresaba a la granja…No me daba cuenta de que trabajaba mas allá de lo que era necesario…Creo que necesitaba ser la primera para tener la impresión de que funcionaba…Como había sido primera en la primaria, tenía que seguirle así, hubiera sido difícil ubicarse en otro rango, ya que esto me habría sacudido». Colette vive ese período como «anestesiada», la inversión en el trabajo escolar es un medio para «desmoronarse». «Tenía 109

que ser así, esta especie de aprehensión por la escuela, de necesidad de ser la primera…La necesidad de acumular diplomas. Pasé años de mi vida yendo a la universidad además de mi chamba, porque era necesario para mantener mi equilibrio…No había nunca un sólo diploma que fuera suficiente para darme confianza en lo que era…Lo que produjo eso fue la historia de mis padres…un desfase…Ya no pertenezco al medio de mis orígenes, pero no soy del medio en donde estoy ahora». Cuando habla de su historia, Colette asocia las etapas de la escolaridad y su trayectoria afectiva, ligando en su discurso sus relaciones en la escuela y sus relaciones con los varones. Sus relaciones afectivas son tanto más problemáticas con su madre que le repite que los hombres son peligrosos, que hay que cuidarse, que la vergüenza suprema es estar embarazada antes del matrimonio y que Colette no recibe ninguna educación sexual: «Estuve marcada por eso. Tenía que coquetear muy poco, lejos porque siempre existía el riesgo…Mi madre, era la prohibición en todo…». Su madre la vigila cuando va a bailar a las reuniones y revisa las cartas que ella recibe. Cortejada por institutores que no le gustan, se siente atraída físicamente por los muchachos del pueblo vecino del cual guarda distancia. «Durante un campamento de vacaciones, me aventé como quiera, me puse a coquetear…El muchacho era institutor, por lo tanto perfectamente lo que debía…Fue recibido en casa de mis padres…Estaba considerada como comprometida…Duró un año y medio, el tipo se fue al servicio militar. Durante ese tiempo, salí con jóvenes del pueblo, descubrí que tenía ganas de divertirme, que no tenía ganas de casarme con ese chavo…No sabía cómo zafarme porque la lógica indicaba que tendría que haberme casado con ese chavo que estaba bien dentro de la norma…Que yo sea institutriz, que él también, era una vida bien planeada…pero ya me había encontrado en una cama con él y 110

francamente no tenía ganas de hacer el amor, cuando me besaba no sentía nada, no estaba enamorada eso es seguro». Frente a ese sentimiento de ser arrastrada a un camino que ella rechaza, Colette no sabe como salirse de esta relación que la compromete. Ella quisiera romper pero no sabe cómo hacerlo. Decide hablarlo con su madre con el fin de encontrar una salida. «Pero mamá me dijo, va a ser tal vez lo mismo con otros hombres. Y ahí si puedo decir que me hundió, me ahogó…». Sigue para Colette un período de culpabilidad intensa frente a su novio a quien anunció su deseo de ruptura, culpabilidad que se apagará en el momento en que desposa 6 meses después a una de sus amigas. «Entonces después, salí con los muchachos del pueblo, coquetee con los muchachos del pueblo, pero jamás me acosté con los muchachos del pueblo, me era imposible, había un nudo en mí que nunca pude traspasar». Simultáneamente, Colette encuentra otros institutores, profesores, gente «que tenía otro nivel». «Comenzaba a sentir que me habían burlado, institutriz no era una cima…Era lo más bajo de la escala…Para mi familia la cima era ser institutriz y yo creí que tenía una gran ascensión siendo institutriz». Colette conoce entonces un español, ingeniero civil con el que sale durante más de un año: «Un día me dijo que si me casaba con él, no quería que yo trabajara y que nos iríamos a España…No trabajar, era negar todo mi pasado, no podía hacer ese corte…No sé lo que se jugó ahí, ese muchacho nunca me empujó a hacer el amor con él, esperaba, era el tipo con todo lo necesario…Finalmente rompimos porque se dio cuenta de que no era viable…Yo tenía un desprecio por esos burgueses españoles que él no podía admitir. Y entonces en ese momento, cuando él dijo: «bueno nunca habrá nada entre nosotros finalmente»… entonces si, caí en una depresión nerviosa…Antes tenía la impresión de que me iba a asfixiar, ahora creo que me hubiera gustado que se realizara pero que no se podía, existía el 111

desfase social que me bloqueó…y entonces ahí tuve la impresión de que hubo una ruptura, pero una ruptura interior y que no podría volver a tener una relación con los hombres». Colette, que en esa época tiene 28 años, va durante tres meses a una casa de reposo y comienza un psicoanálisis que durará diez años. Durante ese período, trabaja como profesora, y después como consejera de orientación. Simultáneamente sigue cursos en la universidad y colecciona diplomas. Obsesionada por los problemas de sexualidad y de virginidad, conoce a un ginecólogo que le prescribe pastillas anticonceptivas. Llega a tener relaciones con hombres que tienen como característica venir de un medio similar a su medio de origen, de estar en fuerte ascensión social sin diplomas (comerciantes, periodistas…) y con respecto a los cuales ella tiene un estatus de amante más que de mujer legítima. «En mi vida, mi aspiración suprema, siempre fue casarme y sin duda no me casaré nunca. Forma parte del deseo de ser como los otros. Existe una aspiración a estar dentro de la norma, en la masa, que me es imposible de realizar, impresión de asfixiarme en la norma y sin embargo de aspirar a ella…». La historia de Colette y la manera en que reconstruye cada una de las etapas nos aclaran la intrincación permanente de lo que ponemos en juego en cuanto a lo sexual y a lo social en los conflictos que la atraviesan y van a conducirla a la depresión. Se trata ahora de despejar los diversos componentes con el fin de comprender esos nudos de los que ella habla a propósito de su vida. Esos nudos pueden ser interpretados como complejos, es decir un conjunto de representaciones que se refieren a la vez a eventos pasados, a los recuerdos que el sujeto guarda al respecto, a los fantasmas que lo ligan, que los adhiere los unos a los otros, que los fija en un conjunto organizado relativamente estable. El trabajo de análisis consiste en ubicar los elementos de ese collage y a desmontar la constitución de una neurosis que se 112

constituye, como lo subraya Freud, por «hundimientos sucesivos». Los procesos neuróticos que se dan aquí son característicos del enlazamiento, en el sentido sistemático del término, entre los aspectos sexuales, afectivos y sociales de los conflictos sobre los que Colette describe el génesis y el desarrollo. Ella misma liga sus relaciones a la cultura, al cuerpo y a la sexualidad. «Me siento sin cultura...Siempre tengo esa aspiración de saberlo todo y de medir a cada instante mis vacíos de saber, mis vacíos, mis faltantes; me confronto con ello todos los días, cuando escucho hablar a las gentes que tienen un lenguaje fácil...todos los días, todos los días. Yo pensaba que en la Educación Nacional se podía completar la cultura en horas complementarias. En realidad, me doy cuenta de que no, siempre existe como quiera una diferencia. Ahora vivo con esa diferencia, pero sé que jamás la completaré». A esa diferencia social vivida como irreducible, Colette opone la sexualidad por la que ella estima poder alcanzar una cima, que le pueda permitir estar a la altura: «Mi problema, era estar en mi cuerpo y en la vida a la altura». Y en el momento en que Colette se pregunta en dónde se origina esta aspiración de alcanzar la cima, estas ganas de siempre ascender socialmente que la confronta al riesgo de la depresión, a sus vacíos, a sus faltantes, surge la invalidación originaria: «Cuando yo nací, hubieran querido un niño... Mi validación, se depositó en la integridad de mi persona». En estas asociaciones alrededor del tema de la diferencia y de la falta aparece una condensación entre un sentimiento de inferioridad social, el miedo de no poder estar a la altura y un complejo de castración. El «vacío», sentimiento de no saber y que los demás saben, remite a tres factores que van a sobreponerse en su historia y condicionar su sentido. 113

El «vacío», es aquel que esta cerca de la tierra, del hijo de campesinos que no tiene «La» cultura legítima, aquella que confiere «la prestancia» y la soltura de los nobles o Señores de los castillos, de la «gente bien», de los burgueses, de aquellos citadinos con dinero, que «tienen el modo», que pueden hablar de todo o de nada. El «vacío», es también el secreto que recubre la historia de la sirvienta, la falta y el placer del padre, el rechazo de su amante, el odio de su madre. Silencio que genera una amenaza sobre las relaciones entre hombres y mujeres, una prohibición sobre el placer y una culpabilidad frente a la trasgresión sexual y social que representa la falta del padre. Silencio que es generalizado a todo lo que concierne a la sexualidad: Colette no tendrá ninguna educación sexual, ningún «saber» sobre la sexualidad femenina y masculina, sobre la anticoncepción, sobre las relaciones amorosas. El «vacío», es por fin la ausencia de pene de la pequeña niña que no puede satisfacer el deseo paternal (y sobre todo materno) de tener un varón. Es el fundamento del sentimiento de inferioridad de Colette, herida narcisista originaria que va a marcar su existencia: para estar a la altura del hijo ideal, tendría que llenar ese vacío, poseer un pene, ser lo que no es y que no será nunca: un niño. Cronológicamente es esta ausencia inicial la que es determinante. Sabemos que para S. Freud68 el complejo de castración conduce a la niña pequeña a desear el pene paterno. Mientras que en los niños la angustia de castración marca la crisis terminal del Edipo precipitando la formación del Superyo. Para la niña, que vive la castración no como una amenaza sino más bien como una ausencia, ello marca el momento de entrada en el Edipo. En ella «...la renuncia al pene no se realiza mas que después de una 68 Cf. S. Freud, «Le déclin du complexe d’Oedipe», (Der Untergang des Oedipus Komplexes, 1924), in Revue française de psychanalyse, 1934, 7, nº 3, pages 394-399.

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tentativa para obtener una compensación. La niña resbala – a lo largo de una equivalencia simbólica se podría decir – del pene al niño hijo, y su complejo de Edipo culmina en un deseo por mucho tiempo mantenido de obtener como regalo un hijo del padre, de traerle al mundo un hijo»69. Colette, en ese momento esencial de la organización de su aparato psíquico, descubre que su padre ofreció un hijo a otra mujer que no es su madre. Este descubrimiento la confronta a dos figuras femeninas opuestas, a dos modelos contradictorios en el orden de las identificaciones sexuales y en el orden de las identificaciones sociales: su madre que es «la primera» en el orden de la norma social no es un objeto de satisfacción sexual para su padre. En cambio la amante de su padre, de la cual puede suponer que es la primera en el orden de la satisfacción sexual, está en el último nivel del orden social. Vemos dibujarse aquí un escenario edípico de tipo socio-sexual que va a inscribir su deseo en un juego contradictorio entre el placer y la norma, entre el bien y el mal. Si los procesos de identificación llevan al niño a situarse simultáneamente en una identidad sexual y en las relaciones de filiación, le permiten igualmente situarse en las relaciones sociales. El lugar asignado al hijo en el orden simbólico, le confiere un lugar social en función de la posición social de la pareja de los padres. Ese «orden» es tanto más imponente porque Colette nació de la unión de dos familias campesinas instaladas desde varias generaciones atrás en la Sarthe, región conservadora y tradicional. Su madre lleva el nombre de su abuela y de su bisabuela. El tío materno lleva el mismo nombre que su abuelo. Del lado paterno encontramos ese mismo peso de las tradiciones campesinas que se simboliza en la transmisión del nombre y de la tierra. Su pa69

S. Freud es muy criticado por su interpretación «masculina» del Edipo. Sin entrar en ese debate desarrollado en particular por C. Ollivier en «Les enfants de Jocaste» (Denoel et Gonthier, 1974) la mayor parte de los actores tienden a pensar que el Edipo envia al niño a la amenaza, al miedo, mientras que envia a la niña al vacío y a la envidia.

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dre lleva el nombre del abuelo quien logró instalar a sus tres hijos como granjeros, cada uno de los cuales se casó con hijas de campesinos. Sólo la hermana del padre de Colette, Magdalena, escapa a ese destino volviéndose institutriz, y después desposando un institutor. En ese medio, las filiaciones y las alianzas son organizadas en función de la reproducción y de la transmisión del instrumento de trabajo, lo esencial es ser propietario de sus tierras para escapar a la dependencia de los dueños de los castillos quienes contratan granjeros. El orden está así dividido en tres clases: los pequeños que no pueden vivir sin trabajar para otros; los medianos que conservan su independencia porque su granja le permite vivir y mantener la familia; los dueños de los castillos, presidentes municipales desde hace varias generaciones que personifican la cultura, la prestancia y el poder. Según ese orden, Colette está destinada a casarse con un granjero, como su mamá y sus dos abuelas, o a volverse institutriz como su tía Magdalena. Es de hecho lo que aparentemente hubiera sucedido si un acontecimiento no hubiera puesto en duda ese orden desequilibrando la coherencia entre el juego del deseo y la ley de la distribución antroponómica. Colette se encuentra con una media hermana, que lleva el mismo apellido que ella, hija de su padre y de la sirvienta. No es hasta mucho más tarde que ella podrá, a pesar de lo opaco del silencio alrededor de ese escándalo, reconstruir lo que pasó. «En mi vida, me siento en el lugar de la sirvienta que jugó en el plano sexual para mi padre y me encuentro siempre en este lugar». Esta situación opera como un corto circuito del Edipo para satisfacer el deseo del padre, no es el lugar de la madre el que conviene ocupar, sino el de la amante. Es ella quien es el objeto del deseo. Pero ese lugar es doblemente ilegítimo porque transgrede la ley del matrimonio y del orden social. La mujer que da placer es una trabajadora doméstica de una clase inferior. Y es la madre quien personifica la prohibición, quien res116

guarda la ley. La que sanciona la falta del padre. Es ella quien significa para el infante la frontera entre el bien y el mal. Colette se encuentra entonces confrontada a dos modelos antagonistas de mujeres: por un lado su madre, conformista, superyoica, insatisfecha sexualmente, pero legítima. Por el otro la sirvienta, marginal, seductora, satisfecha sexualmente, pero ilegítima. Una es una mujer de bien, «como se debe». La otra es rechazada y desvalorizada socialmente. El proyecto materno es que su hija esté bien en su lugar, en su nivel, es decir que se case, que se vuelva institutriz y trabaje en un lugar estable en una función pública. Pero siendo así, necesita renunciar al placer sexual, aceptar no sentir nada con los hombres que son seres peligrosos que mas vale evitar. En un primer tiempo, Colette va a inscribirse en ese proyecto. Buena alumna, es animada por los profesores a seguir con sus estudios. Es la única alumna de su pueblo que va a la secundaria, a la ciudad vecina: «Ese fue un gran corte, cambiaba de mundo, me encontraba con gentes de la ciudad, en lo desconocido...». Ese cambio la confronta al sentimiento de ser menos culta, a la lógica de la diferenciación social que conduce a las otras niñas a burlarse de su acento. En reacción, ella sobre inviste en el trabajo con el fin de ser la primera para tener la impresión de que funcionaba... Hubiera sido duro encontrarse en otro nivel, me hubiera sacudido». Pero esos buenos resultados no son investidos narcisistamente. Colette no extrae de ello ninguna revalorización, como si se tratara de una exigencia interna que esta obligada de completar: tiene que ser la primera. Se puede sentir detrás de esa obligación una reacción del Yo frente a las exigencias del Superyo un deseo de reparación, un mecanismo de defensa contra la culpabilidad inconsciente y un medio de mantener la represión de esta. La sublimación en el trabajo no logra canalizar la angustia.

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Es que la persistencia se sitúa en otro lado. Siendo «la primera», Colette busca sobrepasar el resentimiento originario, consecuencia del no-deseo de su madre por ella. Desde el principio ella era insatisfactoria, porque su cuerpo, su sexo no provocó el deseo de su madre y que en el momento en el que hubiera podido ser objeto del deseo paternal, éste se proyectó sobre otra, aún cuando esa otra fue rechazada, exiliada, derrotada y condenada. El temor de «encontrarse en otro nivel» envía entonces a una serie de parejas opuestas (niño/niña, madre/amante, patrón/doméstica) situando diferentes posiciones contradictorias. Ser la primera como objeto del deseo para el padre, es arriesgar un doble desclasamiento: desclasada en el amor de la madre y desclasada en lo social. («Ser puesta al margen de la sociedad»). Ser la primera en el amor de la madre, es arriesgarse a ser la última en el deseo del padre, etc. Para Colette «la primera cosa que no convino estaba en el cuerpo ya que se trataba del sexo que no provocó deseo de parte de la madre»70 y Christiane Olivier muestra bien que este «vacío» inicial es el patrimonio de la gran mayoría de las niñas. Pero ese conflicto se vuelve crucial para Colette en la medida en que el sentimiento de no estar a la altura del deseo del otro juega sobre varios registros que se entrelazan los unos sobre los otros en una base recíproca, lo que no quiere decir que uno determine los otros, sino que se refuerzan mutuamente en relaciones de correspondencia. La obstinación en el trabajo, lejos de atenuar las diferencias favoreciendo su asimilación al mundo urbano y burgués, contribuye a aislarla un poco más. Colette no hace amigas y pasa todo su tiempo libre en los libros de la escuela; ella se margina, vive entre paréntesis como «anestesiada». Su ansiedad de no estar a la altura la lleva a trabajar mucho más de lo que le sería necesario para tener éxito. El miedo de no saber, el temor de no 70

Cf. Olivier, «Les enfants de Jocaste», Denoel/Gonthier, Paris, 1974, p. 65.

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ser la primera, lejos de atenuarse, se amplifica. Frente a la angustia que aumenta, ella se sostiene aferrándose a los encuadres institucionales de la escuela, después de la escuela normal, y luego de la función pública, «era necesario para mi equilibrio». Esas diferentes instituciones le confieren un lugar, un nivel, un soporte, pero no le permiten de la misma manera escapar a su sentimiento de inferioridad. Mientras que percibe a los otros como poseedores de un aplomo natural, como capaces de hablar de cosas que no conocen, ella no logra encontrar en los diplomas y en sus éxitos escolares la confianza que le falta. Al escenario edípico que introduce una contradicción en su posicionamiento afectivo y sexual, viene a sobreponerse una separación entre dos mundos en los cuales ella no logra encontrar su lugar: «ya no soy del medio de mis orígenes, pero no soy del medio en donde estoy ahora». Esta separación envía a una doble oposición: oposición entre el mundo rural campesino de sus padres y el mundo urbano burgués de la escuela; oposición entre el mundo de los hombres y el de las mujeres. Afrontar la diferencia social, la lucha por reaccionar contra el «sacudimiento» que ella representa, el gasto de energía necesario para ser y permanecer como la primera se realizan en un universo femenino. El equilibrio encontrado por Colette se mantiene a partir del momento en el que ella está en un marco que la protege de los hombres. Pero ese marco que la protege es el mismo que la anestesia porque excluye el placer, porque asfixia la parte de ella misma que es atraída por los hombres, porque reprime su sexualidad: «Siempre eliminé a los hombres en ese momento». Los contactos que ella puede tener con los muchachos se dan en situaciones oficiales, ritualizadas, «en las asambleas», bajo la mirada del pueblo y de sus padres, o en la Escuela Normal en los encuentros organizados con las promociones de los muchachos. «Para mi madre, había peligro en los hombres; había peligro, eso seguro, de quedar embarazada solo por besar a un muchacho». 119

Ese temor de los hombres comunicado por su madre es doble: los hombres son amenazantes porque son violentos, «son bestias», la necesidad de los hombres es una necesidad bestial; por otro lado, la falta más grave para una mujer es quedar embarazada fuera del matrimonio, lo que representa el fracaso supremo. Para evitar ese riesgo y canalizar la violencia de los hombres, hay que comprometerse lo más rápido posible con un hombre «bien». Colette está entonces frente a una contradicción en su relación con los hombres. Por un lado sale con un institutor serio, recibido por su familia, con el cual está prácticamente comprometida: él se ajusta perfectamente al proyecto materno, dentro de la norma, en «una vida bien trazada». Pero con él, ella no siente nada, ni deseo, ni amor. Por el otro ella se siente atraída físicamente por los jóvenes del pueblo, pero le es imposible tener relaciones sexuales con ellos debido a la prohibición de la madre que ella ha interiorizado, reforzada por la diferencia del nivel cultural que los excluye como pretendientes al matrimonio. Ese «nudo», esa contradicción desencadena un primer episodio depresivo. Sin saber como salirse de esa situación, ella va a buscar ayuda cerca de su madre. Pero mientras espera de ella el aliento para romper con un hombre al lado de quien no siente nada, ésta le transmite su incapacidad de vivir: «Tal vez será lo mismo con otros hombres». En esta respuesta, la madre expresa que no puede aceptar que su hija no sea como ella; diciéndole eso, ella le dice de igual forma: «Es igual para mí», «Tú eres como yo», «Sé como yo», y al contrario: «Si sientes, te pones en el lugar de la sirvienta, me traicionas, eres una mala hija». Colette se siente entonces «hundida», «ahogada», regresada a su ser incompleto, incapaz de reaccionar. Esa situación ilustra la hipótesis de F. Pasche sobre la depresión de inferioridad: «En la depresión, el Yo (je) y el Superyo hacen causa común contra

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el Yo (moi)71 para pronunciar un veredicto sin fin de incapacidad»72. Ese episodio depresivo durará 6 meses, hasta que encuentra a una mujer «aparentemente enamorada de su marido» que le significa que la alternativa en la que se encuentra no tiene nada de inevitable: «hay que detener esto, la vida no es así, no hay que seguir en esta historia si es el efecto que tiene». Colette se siente entonces con la energía y el derecho de romper, de afrontar a su familia y a su institutor- novio. Ese escenario va a repetirse en un segundo tiempo de manera un poco diferente: por un lado Colette se autoriza a coquetear con un «chavo del pueblo». Por el otro ella comienza a conocer hombres de otro nivel social que le hacen darse cuenta de que ser institutriz, «no era una cima, era lo más bajo de la escala». Ella sale entonces con un estudiante ingeniero que la inicia en la vida parisina, a la cultura burguesa, pero con quien no tiene relaciones sexuales. Se siente atraída por lo que vive como «un cuento de hadas», por esa nueva «cima» a alcanzar: modelo de la mujer burguesa, mantenida por un marido, que la respeta y no le propone tener relaciones sexuales antes del matrimonio. Pero esta propuesta le da la impresión de asfixiarse: renunciar a trabajar es negar todo su pasado, es invalidar todo lo que ella ha hecho para volverse institutriz, es separarse de sus orígenes sociales y culturales, es volverse una burguesa, es estar irremediablemente confrontada al desfase social y admitir la separación entre esos dos mundos. Aceptando el hecho de deber su promoción a un hombre ella se condena a aceptar su dominación, a estar en deuda con él por lo que ella pudiera volverse, a volverse alguien que ella menosprecia en el fondo de sí misma. Ese miedo al desfase social recubre otro miedo de la que esa relación la protege: sin proponerle hacer el amor, él le permite 71

N: de T. Dado que en español hay una sola palabra para traducir Je et moi, se pondrá entre paréntesis la palabra en francés para aclarar cuando el yo se refiere a la instancia del aparato psíquico. 72 Cf. F. Pasche, «A partir de Freud», Payot, Paris, 1969, p. 185.

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evitar la amenaza de quedar embarazada; pero él admite por lo mismo la asfixia de su sexualidad, lo prohibido del placer. Proponiéndole volverse una mujer legítima y respetada, como su madre, asfixia a otra mujer, cierto ilegítima, pero que supo dar y recibir placer. Desmembrada entre esas dos partes de ella misma, Colette empuja a su novio a dejarla y se sumerge de nueva cuenta en la depresión: «Tuve la impresión de que hubo una ruptura interior y que no podría nunca más tener relaciones con los hombres». Aún después de un psicoanálisis, sus relaciones con los hombres continuarán marcadas por esa contradicción entre le deseo sexual y la aspiración social. Hay hombres con los que ella podría tener relaciones y casarse, pero con ellos no siente nada, no siente placer (los institutores, los ingenieros, los diplomados). Están en la norma del proyecto materno, podrían aportarle seguridad, estabilidad y consolidar su promoción social, permitirle alcanzar «una cima» social. Pero son otros hombres los que pueden permitirle alcanzar «una cima» sexual, con los que ella siente placer en su cuerpo: los cuates del pueblo, hombres ya casados pero que tienen como característica el ser marginados con relación a la burguesía, ser autodidactas sin diplomas. Todo pasa como si hubiera que disociar la posibilidad de tener relaciones sexuales satisfactorias y relaciones afectivas durables. Si su «aspiración suprema» sigue siendo casarse, su obsesión es «poder todas las noches hacer el amor legalmente». La satisfacción de su deseo no puede realizarse en la obligación de la legalidad instituida y en la forma burguesa. Lo que aquí se pone en juego sigue estando fundamentalmente inscrito en la relación del deseo del padre, dividido entre dos modelos de mujer irreconciliables que pertenecen a dos mundos sociales diferentes.

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EL EJEMPLO DE AUGUST STRINDBERG La discusión sobre la parte que se refiere a lo que se pone en juego sexual y socialmente en el complejo de Edipo puede igualmente ser ilustrado por el caso de A. Strindberg quien, a través de su obra dramática y sus novelas auto-biográficas, nos proporciona un material extremadamente rico y conmovedor sobre su historia73. No discutiremos aquí el estatus del material empleado: ¿se trata de un testimonio auto-biográfico o de una novela «inventada»? Como lo subraya Marthe Robert74, «La novela nunca es ni verdadera ni falsa». Como todo discurso de un sujeto sobre él mismo, «no es otra cosa que una magnificación de su poder de ilusión» un medio para «contar historias» para engañarse y engañar a otros, pero que interviene en la vida «revelando sus interiores mejor escondidos» en la medida en que «puede detallar el mal sin dejar él mismo de ser puro y benefactor». Escribiendo en tercera persona, A. Strindberg puede liberarse guardando la distancia ilusoria necesaria del escritor de novelas, ya sea con respecto a él mismo o con respecto a la sociedad rígida y conservadora de Suecia en el siglo XIX. El subtítulo que le da a su novela, «Historia de un alma» indica bien el propósito del autor que consiste en describir la constitución y la formación de su personalidad entre 1849 y 1867, es decir durante los 18 primeros años de su vida. La extraordinaria calidad de este material auto-biográfico completado con una obra dramática igualmente interesante en el plano teatral que desde un punto de vista clínico hace de

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A. Strindberg ha escrito más de cincuenta obras de teatro, varias novelas, una auto-biografía en 5 volúmenes, así como una correspondencia voluminosa. Cf. la bibliografía establecida por G. Vogelweith, in «Le psycho-théatre de Strindberg», Ed. Klincksieck, París, 1972. 74 Cf. Marthe Robert, «Roman des origines et origines du Roman», Tel, Gallimard, París, 1976, p. 33, 1ére édition, B. Grasset, 1972.

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Strindberg el objeto de numerosos estudios psicopatológicos entre los que están los de Guy Vogelweith y de J. Chasseguet Smirgel75. Nacido en 1849 en Estocolmo, Strindbreg es el cuarto de once hijos. Su padre, agente marítimo, y proveniente de una familia aristocrática que lo rechaza después de su matrimonio con una antigua sirvienta. Su madre muere en 1862 cuando August tiene 13 años. Siendo el único de su familia que estudia, entrará a la universidad, se volverá bibliotecario en la Biblioteca Real de Estocolmo, y autor dramático. En 1875 se llena de pasión por Siri von Essen, casada con un barón, con la que contraerá matrimonio en 1877. Comienzan entonces crisis de delirio que él describirá en particular en «El alegato de un loco» (1887)76. Se divorcia en 1862 y entra en un período de conflictos, de miseria, de delirios que lo conducen a interesarse en la alquimia. Sus crisis de paranoia alcanzan su culminación en París en 1896. Las describirá en «Inferno» y «Légendes». De regreso en Suecia se vuelve a casar, retoma su actividad literaria, se vuelve a divorciar para volverse a casar y divorciar una tercera vez en 1904. Muere en 1912 de cáncer en el estómago. August Strindberg en «El hijo de la sirvienta»(«Le fils de la servante»)77 relata su novela familiar bajo los pasos de Jean: «El padre era aristócrata de nacimiento y de educación. Había un viejo árbol genealógico según el cual su familia noble se remontaba hasta el siglo XVII... La madre de Jean era hija de un pobre sastre, su suegro la había empujado a la vida de sirvienta y después de «muchacha de hostería» (p.12). Por el hecho de su mala alianza, el padre rompe con el resto de su familia pero 75 Cf. Guy Vogelweith, «Le psychothéatre de Strindberg», op. Cit., et J. Chasseguet Smirgel in «Pour une psychanalyse de l’art et de la créativité», Payot, Paris, 1971. 76 «Le plaiyoder d’un fou», Mercure de France, Paris, 1964. 77 Su auto-biografía titulada «Histoire’une áme», escrita en 1866, se compone de 4 volúmenes «Le fils de la servente» «Fermentation» «Dans la chambre rouge» et «L’écrivain». Las citas siguientes son extraidas de «Le fils de la servente» : Traducido por Camille Polack, PUF., coll. Folio, Paris, 1973.

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mantiene sus hábitos aristócratas: «Porta barba, la piel fina, se peinaba al estilo Louis-Philippe. Además, usaba lentes, estaba siempre bien vestido y le gustaba la ropa limpia. El trabajador doméstico que boleaba sus botas debía portar guantes durante la operación, ya que sus manos eran consideradas demasiado sucias para poder penetrar en las botas del amo» (p.12). Lo describe como triste, cansado, severo, serio, encerrado en sí mismo «no aceptaba ninguna invitación de sus amigos, porque él no podía invitarlos después... existía una herida sentimental que él quería esconder y cicatrizar» (p.14). Herida de la regresión «ya que había descendido, él había dañado su situación». La madre es descrita como sencilla, limpia, compasiva, justa, «relativamente contenta de su suerte, ya que se había elevado en la escala social». Aún cuando tienen empleados domésticos, la familia vive bastante pobremente: alimentos racionados, carne sólo los domingos, ropa conservada el mayor tiempo posible, alojamiento insuficiente para una familia numerosa: «tres recamaras estaban habitadas por el padre, la madre, siete hijos y dos sirvientes». Jean es descrito como huidizo y solitario. Su hermano mayor era el favorito de su madre, el segundo el favorito de su padre, «Jean no era el favorito de nadie... él quería ganarse a su madre. Se volvió cariñoso, llegando a ser pesado; fue lastimado y rechazado». El sentimiento de ser malquerido engendra una culpabilidad profunda: «Jean tenía constantemente miedo de que descubrieran alguna falta de la cual culparle» – lo que lo conduce a ser castigado por faltas que él no cometió. Una escena se quedará particularmente gravada en la memoria del narrador. Strindberg regresará a ella varias veces en su auto-biografía. Un día a medio día su padre examinaba una botella de vino. - ¿Quién se acabó la botella? Pregunta paseando su mirada alrededor de la mesa. Nadie responde, pero Jean se sonroja. 125

- Ah! Eres tú, dice el padre. - Jean, que nunca había notado el escondite de la botella de vino, se pone a llorar y a sollozar. - No fui yo quien se tomó el vino. - Ah! Además de todo lo niegas! - Además de todo lo niegas! - Vas a ver cuando nos levantemos de la mesa. El pensamiento de lo que iba a pasar cuando hubieran dejado la mesa, Así como las observaciones que el padre continuaba haciendo sobre el carácter poco comunicativo de Jean provocarían un nuevo diluvio de lágrimas. Se levantan de la mesa. - Entra, dice el padre, y se va a la recamara donde duermen. La madre lo sigue. - Pide perdón a papá, dice ella. - Yo no lo hice, grita él ahora. - Pídele perdón a papá, dice su madre jalándole el cabello. El padre ha tomado el fuete que estaba detrás del espejo. - Papá querido, perdóname, grita el inocente. Pero ahora es demasiado tarde. La confesión esta hecha. La madre asiste a la ejecución. El niño grita de despecho, de rabia, de dolor, pero sobre todo de vergüenza, de humillación. - Ahora pídele perdón a papá, dice su mamá. El niño la mira y la menosprecia. Se siente sólo, abandonado por aquella con quien siempre se había refugiado para recibir ternura y consuelo, pero rara vez justicia. - Papá querido, perdón, dice mordiendo cruelmente sus labios mentirosos. Y entonces se escurre a la cocina cerca de Louise, la nana quien de costumbre lo peina y lo lava, y es en su delantal que él llora su pena. 126

- ¿Qué hiciste? pregunta ella compasiva. - Nada, responde él. Yo no lo hice. La madre llega. - ¿Qué dice Jean? Le pregunta a Louise. - Dice que él no lo hizo. - Lo sigue negando! Y finalmente Jean es llevado para ser torturado hasta que confiese lo que nunca hizo». Desde ese día Jean vive en una inquietud permanente y comienza a entrever «malvados espíritus como salvajes y bestias feroces... Él era como un condenado. Condenado por mentira y robo... Había perdido su consideración social, se había convertido en sospechoso y era la burla de sus hermanos y hermanas porque lo habían agarrado» (p. 21) Todo aquello a causa de una falta que él no había cometido. Una interpretación psicoanalítica simple permite comprender cómo Jean se halla castigado por su padre, frente a su madre, lo que le permite menospreciar aquella a quien desea inconscientemente y odiar por causa de la injusticia aquel de quien querría inconscientemente deshacerse. El castigo viene aquí a responder a la culpabilidad inconsciente sustituyendo al deseo prohibido por una falta imaginaria que le es atribuida. Esta escena ilustra perfectamente los juegos del deseo sexual que van a influenciar a Strindberg en sus relaciones ulteriores, ilustra igualmente los juegos sociales que van a marcarlo todo tan radicalmente. La dinámica inconsciente del deseo sexual es indisociable, si se quiere comprender la naturaleza profunda de la neurosis del autor, de la posición social de los actores presentes. El padre que representa la clase superior de la cual ya no forma parte, trata en vano de encarnar el orden, la justicia, el poder, la autoridad, pero ejerce sus prerrogativas de manera desplazada. La humillación resentida por Jean esta ligada al sentimiento de que el padre está desclasado con respecto a la po127

sición que él busca ocupar cuando ya no es la suya. Más que la injusticia del padre que lo castiga por una falta que él no cometió, es la decadencia de la imagen paterna la que es aquí puesta en escena. La vergüenza viene de la necesidad de someterse a una autoridad que quisiera ser superior pero que ya no lo es, a una potencia en donde lo arbitrario no hace mas que expresar la debilidad, a un poder que ya no es legítimo por la consideración social. El padre es desvalorizado porque es incapaz de aportar protección y seguridad al hijo, ya sea frente a los deseos culpables que lo atraen hacia su madre, o a un orden social separado en «dominantes» y «esclavos», en el cual los hijos están irremediablemente del lado de los esclavos. El padre no permite al niño encontrar una salida a sus conflictos porque él mismo no ha podido encontrar salida a su falta, es decir a su mala alianza. Se conduce como si fuera todavía un amo cuando ya no lo es, como si todavía fuera superior, cuando vive recluido, disimulando al interior del espacio doméstico la decadencia familiar y social de la que es objeto. En la identificación al padre, lo que resalta entonces es la humillación, la desconsideración social, la burla de otros, como si Jean retomará a su turno la imagen reprimida de su padre. La identificación con el agresor, lejos de proponer al niño un modelo de potencia, de firmeza, de fuerza, de dominación, lo lleva a introyectar una imagen negativa y desvalorizada de él mismo. Es sin duda en ese proceso que conviene inscribir el génesis del sentimiento de persecución que perseguirá a Strindberg todo lo largo de su existencia. En tanto el niño se desarma frente al castigo paternal no puede apoyarse en el sostén materno ni sobre la solidaridad de los dominados. Su madre es doblemente sumisa: como mujer al deseo del padre, como esclava al deseo del amo. Ella asiste a la ejecución y participa en ella. Frente a la injusticia y a lo arbitrario de que el niño es objeto, ella lo acusa y lo mortifica. Lejos de consolarlo, 128

es ella quien lo lleva a su «torturador» en el momento en que él va a buscar al lado de otra sirvienta el consuelo que ella le negó. No solamente lo abandonó sino además se hizo la cómplice activa de su persecutor: es ella quien le pide humillarse, someterse: «Pídele perdón a papá», le dice ella, hasta jalarle el pelo. Ella, la madre que se halla del lado del padre – aquello no sería entonces más que un simple episodio edípico – pero sobretodo Ella, la esclava, la sirvienta, que se halla del lado del amo y aquello se vuelve una tragedia social. Jean es «el hijo de la sirvienta». En el deseo que él siente por su madre, no puede disociar a la mujer de su estatus social. La pareja paterna de padres es a la vez el soporte de juegos del deseo sexual y de relaciones sociales de dominación. El problema para Jean será entonces situarse en unos y en otros. El deseo de estar del lado de su madre con tal de volverse «su favorito» lo lleva a afirmar una solidaridad activa con el mundo del que ella proviene, pero se da cuenta de que ella ya no pertenece a ese mundo, que ella hace alianza con el amo en contra de él. Esta alianza de dos personas desclasadas, que podría significar el triunfo del amor frente a las lógicas de la dominación, se transforma en arbitraria, en encierro en sí misma, en conformismo, en negación de toda expresión de sí mismo ( «Más te vale no querer» p.17), en auto-desvalorización. Es la imagen social desvalorizada, interiorizada por sus padres lo que constituye su falta, negando a los niños la capacidad de afirmarse: ¿«Qué dirá la gente?... Y por ahí su personalidad fue minada; el niño no podía nunca ser él mismo; dependía siempre de la opinión flotante de otros y nunca tenía confianza en él mismo para lo que fuese» (p. 17). La escena del castigo y de la culpabilidad que ella engendra trae sin duda un empuje de energía sexual reprimida. Pero la violencia de sentimientos no sería tan grande si no estuviera reforzada por los conflictos de clase que atraviesan el triángulo 129

edípico: humillación por el cambio de posición social para el padre que vive una contradicción entre la autoridad paterna de la cual sigue investido y la autoridad social que le es negada; culpabilidad para la madre cuya promoción produjo el desclasamiento del padre que ella compensa con sumisión y dependencia a su autoridad. La renuncia de Jean a sus deseos edípicos se traducen entonces en una mezcla entre los juegos afectivos y los juegos sociales. El conflicto con su padre, si pensamos que inconscientemente es Jean quien al sonrojarse lo pone en posición de castigarlo injustamente, no sería tan violento si no compartiera su humillación social. Al deseo de deshacerse de un rival, que viene a bloquear el acceso hacia la madre, viene a adicionarse el menosprecio por un padre que reproduce las injusticias de una dominación que él mismo ha sufrido. Es un hombre rebajado y castigado. El castigo lejos de aliviar la culpabilidad resentida por el niño, contribuye a poner en escena la incompetencia del padre para situarse en un orden que, aún cuando es arbitrario, permite a cada uno encontrar su «justo» lugar. «Lo más despreciable es enviar la falta sobre otros... ese castigo es una venganza pura» escribe Strindberg como para significar cuánto el padre, pidiendo al niño confesar una falta que no había cometido, trata de arreglar su propia culpabilidad, de vengarse de su propio estado. Cierto es que el niño, a los 5 ó 6 años, no percibe más que confusamente las reglas del juego social que presiden a los comportamientos de su padre y de su madre. No es sino más tarde que él organiza su novela familiar introduciendo directamente la dinámica de las relaciones sociales, la conciencia de la jerarquía social. Pero de la misma manera que el niño no puede simbolizar en palabras los juegos del deseo sexual que resiente, los juegos sociales son resentidos sin por ello poder ser expresados. Es en ese nudo edípico en el que va a enraizarse el conjunto de conflictos en los cuales Strindberg se debatirá toda su vida y, 130

en particular, su incapacidad para posicionarse socialmente. «El niño ha visto el esplendor de la clase superior en lo lejano... Aspira a ello como si fuera su región natal. Pero la sangre de esclavo de su madre se revela en contra. Venera por instinto la clase superior, la venera demasiado por osar esperar acceder a ella. Y siente que no lo es. Pero no es tampoco de la clase de los esclavos. Ese será una de las fracturas de su vida» (p. 36). Después de haber terminado sus estudios secundarios, su padre le propone entrar a la escuela militar. «Él no sabía que responder. Era demasiado. Volverse un señor elegante con una espada al lado! Volverse Oficial, eso significa tener poder; las jóvenes muchachas le sonreirían, y (...) nadie lo reprimiría más (...) Pero era demasiado para él (....) él no quería ésta elevación, ni mandar, quería simplemente escapar a la obediencia ciega, a la vigilancia, a la sumisión. El esclavo que no se atreve a exigir nada de la vida que se despertaba en él, lo rechazó» (p. 118). Así él aspira a volverse dominante pero no se lo permite, no se atreve a pretenderlo porque una parte de él mismo se opone. Seguir siendo esclavo, es mantener el lazo con los orígenes sociales de su madre, es seguir siendo «el hijo de la sirvienta», es mantener la identificación original a través de lo que representa socialmente. El deseo de elevarse se enfrenta por otro lado a la culpabilidad de frente a ese padre derrotado a quien tendría entonces que sobrepasar, por lo tanto humillar. El niño es atrapado por una red de contradicciones en cuanto al lugar que le toca entre los dominantes y los dominados, los amos y los esclavos, los verdugos y las víctimas. Tenemos aquí los componentes de un sistema que proponemos esquematizar con el fin de poner en evidencia: - Los lazos entre la posición social de los padres y las contradicciones de su proyecto; - Los lazos entre esas contradicciones y las tensiones psíquicas entre el Superyo y el Ideal del Yo. 131

- Las reacciones del Yo (moi) frente a esos conflictos. La puesta en evidencia de los compuestos sociales del complejo de Edipo nos parece susceptible de hacer más comprensible la génesis de los disturbios paranoicos de A. Strindberg, y de completar la interpretación que de ello hace J. Chasseguet Smirgel78. J. Chasseguet Smirgel ve el origen de la paranoia en el carácter terrorífico de la imagen materna y en la debilidad de la identificación paterna: «Podemos decir que el futuro paranoico, de quien la imagen materna fálica es siempre mala, no ha encontrado en su padre... el soporte para una nueva triangulación. El sujeto no ha podido pasar la fase de idealización del padre que... es necesaria en las identificaciones edípicas. El pene paterno es para él un objeto erótico y agresivo pero no es portador de su Ideal de Yo. Sigue siendo para él un pene y no un falo»79. A partir de esta falla, el sujeto será llevado a idealizar su propio Yo o a proyectar el Ideal del Yo sobre una figura divina. El muestimento del Yo es interpretado como una defensa mayor contra la homosexualidad: «El sujeto elaborará entonces fantasmas y actos que apuntan a demostrar que él ya posee un pene de una potencia absoluta y perfecta, superior a todos los otros, y evidentemente, al de su padre del que no tiene, por consecuencia, ninguna necesidad».80

78 Cf. Chasseguet Smirgel, «Pour una psychanalyse de l’art et de la créativité», Paris, Pavot, 1971, pages 107 à 167: voir également son «Essai sur l’idéal du Moi», P.U.F., Paris, 1973, pages 124 à 131. 79 Cf. Chasseguet Smirgel, «Essai sur l’idéal du Moi» Op. Cit. p.124. 80 Chasseguet Smirgel, «Essai sur l’idéal du Moi», Op. Cit. p.124.

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A propósito de A. Strindberg: los componentes sociales del complejo de Edipo

Dominación

Posición de origen Aristocracia, clase “superior”

Posición de origen Sirvienta clase “inferior”

Sumisión

Trayectoria: regresión

Trayectoria: promoción

Valorizado por su origen pero invalidado por su matrimonio que confirma su ruina

Matrimonio desacertado dominación

Padre

Madre

Invalidada por su origen pero valorizada por su matrimonio que confirma una promoción que la deja en deuda con su marido

sumisión

PADRES

IDEAL DEL YO

Sé simple, sumiso. Respetuoso del patrón

Ser un patrón

ea ec ed Ob

los

pa

s ne tro

Sé u

n

pa

tr o n

de los dominados

Ha co z mo yo

Odio a los dominantes

Quédate del lado

Sumisión y rebeldía

SUPER YO

Ser aristócrata, respetado; desprecio hacia los sirvientes

No hagas

Veneración y desprecio

IDEAL DEL YO

Sé justo/ quédate en tu lugar. No hay peor falta que la ruina

como yo

HIJO

SUPER YO

SUPER YO

IDEAL DEL YO

Sumisión al orden social y parental

Veneración de las clases superiores-desprecio de los dominados y los desposeídos

Inversión de la rebeldía contra el YO: delirio de persecusión/ Convertirse uno mismo en víctima

rgo ca e En rat pé Su

Apego a la condición de los dominados/desprecio a los dominantes

Rechazo del orden social y parental

Culpabilidad

Veneración y desprecio

Pero la madre “sumisa es de hecho la causa de la ruina paterna (verdugo) El padre “patrón” es de hecho la víctima de la sirvienta que se convierte en su mujer

YO

Hunillación

Complejo de inferioridad Megalomanía: ser superior en todo, como Dios

La existencia de ese pene, según J. Chasseguet Smirgel, estando basada en un hueco, la introyección del pene paterno no efectuada explicaría un cierto número de características de la paranoia y en particular de la invención megalomaníaca que co133

rresponde «a la creación de un falo autónomo que se sitúa fuera de la realidad». La autora interpreta la obra de A. Strindberg como una defensa contra la angustia que trae consigo la debilidad de la identificación paterna y las pulsiones homosexuales que esa debilidad refuerza. Las decoraciones, las situaciones falsas, las funciones usurpadas, los dobles juegos, las humillaciones puestas en escena, los fracasos, los engaños, las mentiras que pueblan el universo dramático y autobiográfico de Strindberg son analizados «como escape del sentimiento profundo de la propia inautenticidad de su identificación paterna». Para J. Chassaguet, la vida conyugal es «una muralla de defensa contra la homosexualidad gracias a las satisfacciones homosexuales indirectas que ella provoca por identificación con la pareja».81 Sus invenciones literarias, así como sus delirios de persecución, son el hecho de la pulsión homosexual: «Si su falo ha perdido sus características narcisistas mágicas, el sujeto es acorralado a reconocer su deseo erótico por el padre y su pene, es decir su necesidad de identificación al portador del pene genital por introyección de sus atributos».82 La tentativa infructuosa de depositar sobre el padre la potencia fálica impide la sublimación de la pulsión homosexual, mientras que el Yo del sujeto sigue siendo objeto de un fuerte investimento narcisista, lo que lleva a una regresión: «La regresión llevará a la megalomanía, el investimento narcisista del Yo siendo la única salida para quien no ha podido proyectar su narcisismo sobre un objeto erigido como Ideal del Yo»83. Así, la debilidad de la imagen paterna es el producto de una derrota social no asumida por el padre quien propone a su hijo una figura de identificación contradictoria. Lo confronta a una exhortación paradójica pidiéndole por un lado volverse como él, un amo y un aristócrata, cuando él mismo ya no lo es, y, del 81

Chasseguet Smirgel, «Essai sur l’idéal... Ibidem p. 127. Chasseguet Smirgel, «Essai sur l’idéal... Ibidem p 147. 83 «pour un psychanalyse de l’art et de la créativité», op. cit., p.114. 82

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otro lado, de escapar al fracaso rebajándolo, sometiéndolo, tratándolo como un empleado doméstico, pidiéndole hacerse cargo de tareas «serviles» (Cf. «Le fils de la servante», páginas 115 y siguientes). De igual forma el sadomasoquismo de Strindberg es la consecuencia de las relaciones de dominación / sumisión que atraviesa la pareja de sus padres por lo que se refiere a sus respectivas posiciones de clase: la madre sirvienta, dominada, y amenazante porque ella es la causa del desplome del padre, de la invalidación del Amo, sin dejar de ser una mujer sumisa; el padre, quien representa la autoridad, el poder social y familiar, es de hecho una víctima sin dejar de ser el guardián de la ley, aquel que juzga, fija lo prohibido y distribuye los castigos. La megalomanía y el complejo de superioridad son las consecuencias de situaciones de humillación que lo llevan a desarrollar un complejo de inferioridad. En su autobiografía, Strindberg muestra bien la importancia de situaciones de humillación en el génesis de su delirio de persecución. Él narra en particular como, en el gimnasio (el equivalente a la secundaria), él es expuesto a sarcasmos y burlas de los alumnos por su pobreza, y, en su familia, su éxito escolar lleva a su padre y a sus hermanos a rebajarlo: «Él creció y debió llevar ropa que no era de su talla. Los compañeros se pusieron a bromear sobre sus pantalones demasiado cortos. Sus camisas ya no le llegaban hasta el codo... es por eso que en deportes se quedaba con el saco puesto» lo que le vale los reproches de sus profesores y su rechazo; «Ahora conocía las humillaciones. La pobreza, impuesta por maldad como humillación, y no por necesidad. Él se quejaba de sus hermanos, pero le decían que no había que ser orgulloso. La depresión era tan grande, que había creado entre ellos una cultura diferente».84

84

Chasseguet Smirgel, «Essai sur l’idéal du Moi», Op. Cit. p. 114.

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Vemos aquí como la humillación social conduce al encierro sobre sí mismo y al sentimiento de ser expuesto a la maldad. La revalorización narcisista que el niño busca en un éxito escolar viene a enfrentarse contra la invalidación de su padre y de sus hermanos que lo perciben como una voluntad de su parte de rebajarlos. Tanto en la escuela como en su familia, su búsqueda de reconocimiento y de amor es rechazada. El sentimiento de ser perseguido se desarrolla entonces como reacción al rechazo del que es objeto: es mas desgastante ser constantemente desvalorizado que ser perseguido. La humillación de no ser objeto de amor se transforma en resentimiento contra aquellos que lo rechazan y de los que se vuelve víctima: «Ahora él odia a sus perseguidores y ellos lo odian». La humillación e invalidación son en este caso el producto de rivalidades afectivas y sociales. En ese juego de rivalidades, Strindberg es constantemente confrontado a identificaciones contradictorias que reactualizan permanentemente las contradicciones del proyecto de los padres. Incapaz de situarse entre la clase superior y la clase inferior, los amos y los esclavos, los dominantes y los dominados, los alumnos del gimnasio y sus hermanos, los verdugos y las víctimas, va a entrar en un proceso de división y de desdoblamiento del cual su producción teatral será una de sus expresiones. Hallaremos aquí la tesis de Guy Volgelweith quien ve en el trabajo de escritura el medio para Strindberg de proyectarse en una escena imaginaria: «Es ahí en el espacio mental, que en retrospectiva, él verá surgir su doble... El doble del autor no es necesariamente una copia conformada de su yo... sino un proyecto de comportamiento destinado a resolver sus dificultades de orden psíquico... gracias a la proyección de ese otro en sí mismo que es el doble, el autor puede confrontar su yo con una imagen que fracciona en diversas zonas».85 85

Cf. G. Vogelweith, «Psychothêatre de Strindberg», Klincksieck, Paris, 1972, p. 8.

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Strindberg pondrá en escena esas diferentes partes de él mismo que están en conflicto las unas con las otras, respondiendo así al análisis de Freud cuando escribe de la paranoia que «fracciona el yo en varias personas extrañas entre ellas»86. A través de todos esos personajes aparecen los componentes múltiples de la neurosis de Strindberg entre los cuales los aspectos sociales están constantemente presentes87. NOVELA FAMILIAR Y NEUROSIS DE CLASE Freud menciona la trama de la Novela familiar en una carta para Fliess desde 1897. Pero es en 1909 cuando publica su artículo «Der Familien roman der Neurotiker» en un libro de Otto Rank.88 La novela familiar designa para Freud los fantasmas por los cuales el sujeto modifica imaginariamente sus lazos con sus padres, imaginando por ejemplo que es un niño encontrado: «Para el pequeño niño, los padres son al principio la única autoridad y la fuente de toda creencia... el niño aprende poco a poco a conocer las categorías a las cuales pertenecen sus padres» (vemos aquí que Freud hace él mismo el lazo entre la novela familiar y la confrontación del niño con la existencia de las clases sociales). «Conoce a otros padres, compara con los suyos y adquiere así el derecho de dudar del carácter incomparable y único que les había atribuido. Pequeños eventos en la vida del niño provocan en él un sentimiento de insatisfacción, dándole la ocasión de comenzar a criticar a sus padres y de utilizar, para esta toma de postura contra ellos, el conocimiento que adquirió de que otros padres son, desde varios puntos de vista, preferibles. La sensación de no ver sus propios sentimientos plenamente devueltos aparece en la idea... según la cual se es niño de otra familia o se es un niño adoptado».89 86

Cf. S. Freud, «La naissance de la psychanalyse», traduction A. Bermann, Paris, P.U.F., 1969, p. 270. Cf. en particular «Mademoiselle Julie», l’Arche, Paris, 1957; Traduction de Boris Vian. 88 Cf. Otto Rank, Le mythe de la naissance de héros, Payot, Paris, 1983. 89 S. Freud, «Le roman familial des névrosés», en «Névrose, psycose et perversion», P.U.F., Paris, 1973. 87

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Entonces comienza la elaboración de narraciones más o menos extraordinarias y fabulosas, maravillosas o terroríficas, que el niño va a crear. Aún cuando el título del artículo de Freud parece reducir este fantasma solamente a los neuróticos (sin precisar de hecho quien no lo es), su contenido permite afirmar que lo considera como una experiencia normal y universal de la vida infantil. «Contarse historias» no es exclusivo de la pequeña infancia. Entre otros los novelistas quienes socializan la expresión, cada individuo puede «hacer una novela» a propósito de lo que le sucede. Todas las historias que hemos utilizado, novelas, historias de vida, autobiografías, son de igual manera medios para ilustrar la trayectoria psico-social de un individuo y la forma en que se le representa. Realidad y/o fantasma llegan a condensarse como en el teatro. Estas reconstrucciones de historias individuales ilustran cada una a su manera, las combinaciones de amor y de poder, los juegos sexuales y sociales, de deseo y de ambición, que están en juego en todo destino humano.90 La actividad que consiste en «hacer una novela» está definida por el Littré en estos términos « de ganar el corazón de una persona de condición superior, como se ve en las novelas «y» de contar las cosas de diferente manera de como ocurrieron». Estos dos aspectos de la novela son analizados por Marthe Robert quien subraya su función de historicidad. La novela no busca reproducir la realidad sino «resumir la vida para recrear constantemente nuevas condiciones y redistribuir los elementos»91. 90 S. Freud, «Les désirs qui donnent son impulsion au fantasme... sont soit des désirs ambitieux qui servent à exalter la personnalité, soit des désirs érotique», in «La création littéraire et le rêve éveillé», texte de 1907, in Essais de psychanalyse appliquée, Gallimard, Paris, 1971, p. 73. 91 Cf. Marthe Robert, «Romans des origines et origines du roman», Gallimard, Paris coll. Tel., 1977, p.37.

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La novela es un medio privilegiado para escapar de la reproducción, abrir un campo de posibilidades, rescribir su historia. Es un trabajo de retoque que el autor opera, con el fin de soportar «lo que es» y de cambiar «lo que él es». La novela familiar permite al niño soportar sus insatisfacciones y sus decepciones en particular en la crisis edípica. En la realidad no faltan las ocasiones de ser decepcionado, humillado, rechazado, olvidado, a veces hasta abandonado. El niño debe compartir el amor de sus padres con sus hermanos y hermanas, confrontarse a las prohibiciones y a los castigos, soportar las ausencias y las separaciones que le son impuestas, aceptar la imperfección, la mediocridad, la cotidianidad. Se da cuenta de que sus padres tienen problemas, dificultades que no saben resolver, que no son mejores, ni peores que los vecinos. Herida narcisista profunda aquella de renunciar a la imagen ideal de los padres todo-poderosos, que aman totalmente a sus hijos. De entre todas las insatisfacciones y las decepciones que el niño debe soportar, conviene darle un lugar particular al descubrimiento de la diferenciación social y a la humillación que va a resentir descubriendo que sus padres son seres más bien medianos, tal vez inferiores y, que en todo caso, existen otros mucho más favorecidos, más ricos, más poderosos y más hábiles. Humillación inexplicable e inevitable a éste descubrimiento: sus padres no son los mejores; existen muchos otros de entre los cuales algunos son «superiores». El imposible pero necesario reconocimiento de la diferenciación social va a llevar al niño a rescribir su historia para «explicar la inexplicable vergüenza de ser mal nacido, desfavorecido, mal querido». 92 De ese modo el niño encuentra la manera de quejarse de lo que no está bien, de consolarse con el conjunto de sus insatisfacciones y de vengarse de humillaciones, preservando sus

92

Marthe Robert, op. cit. p. 45.

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relaciones con sus «verdaderos» padres. La ficción de la novela familiar permite conservar la ternura original del niño por sus padres. «No hay infidelidad e ingratitud más que en apariencia; ya que en el momento en que se examina a detalle frecuentemente en esos fantasmas romanescos, la sustitución de los dos padres por personas más eminentes, descubrimos que esos nuevos padres, más distinguidos, están dotados de rasgos que provienen todos de recuerdos reales de los padres verdaderos, esas pequeñas gentes, de tal suerte que el niño no elimina propiamente el hablar de su padre sino al contrario lo eleva»93. La novela permite al niño evitar la crítica de sus verdaderos padres, el enfrentamiento con ellos es, al contrario, aceptarlos con gratitud por la atención con la que ellos se ocupan de éste niño que no es el suyo, del trabajo que se toman cuando precisamente no son ricos ni poderosos. Es por fin tomar en cuenta la cotidianidad en la relación, lo que le da valor y permite «elevar» a este padre y esta madre imperfectos. La actividad fantasmática ayuda al niño a soportar la cotidianidad, es decir las condiciones concretas de existencia a las cuales está obligado a adaptarse. A medida que el niño se encuentra confrontado al tiempo presente, la novela familiar le permite revivir un tiempo feliz y pasado «donde su padre aparecía como el hombre más distinguido y más fuerte, su madre como la mujer más querida y más bella. Se aleja del padre tal como lo conoce ahora para volverse hacia el que creyó, en los primeros años de su infancia, y ese fantasma no está propiamente hablando más que de la expresión del lamento de ver desaparecido ese tiempo feliz»94. La novela familiar es muchas veces construida sobre el escenario del bastardo en el que la madre ha tenido una relación 93 94

Cf. S. Freud, «Le roman familial du névrosé», op. cit., p.160. Cf. S. Freud, «Le roman familial du névrosé», op cit. p. 160.

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ilegitima con un padre prestigiado, un señor, un rey o un alto ejecutivo el esposo de la madre no es entonces más que un «Joseph», por retomar una expresión utilizada por A. Strindberg95. Siendo así el niño novelista se concede un padre ideal de quien espera apropiarse de todas sus cualidades. Se ahorra el asesinato paterno suprimiéndolo del triángulo edípico, vuelve disponible a su madre volviéndose el objeto principal de su atención. El se las ingenia así con sus deseos edípicos permitiéndose una satisfacción fantasmal sin tener que temer a los castigos que lo sancionarían si los llevara a cabo en la realidad. Otto Rank muestra que todos los héroes legendarios tienen un nacimiento oscuro, milagroso o anormal. Nunca son el fruto de una pareja paterna legítima e instalada. La interpretación que propone es que un nacimiento por fuera de las leyes «naturales y sociales» de la procreación permite compensar inconscientemente la inferioridad que imponen al niño su nacimiento prematuro y su larga dependencia de la que es causa. Imaginándose venido de otra parte el niño puede aliviar el peso de su contingencia histórica y entonces imaginarse ser otro de lo que verdaderamente es. Al lado de los juegos edípicos que un nacimiento mítico permite circunscribir, ese fantasma permite igualmente soportar la contingencia social. La mayor parte de las interpretaciones psicoanalíticas olvidan que esas historias de hombres y mujeres, de madres e hijos, de padres e hijas son igualmente historias de reyes y pastoras, de princesas y mayordomos, de príncipes y sirvientes. Más allá de la gestión de los deseos de incesto y de parricidio, la novela familiar permite sobrepasar las barreras sociales, corregir la realidad cotidiana con la introducción de un padre ideal, rico, poderoso, prestigioso, que le permite al niño elevarse. 95

Cf. en particular en la obra «Mademoiselle Julie», op cit.

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«La actividad fantasmática toma como tarea deshacerse de los padres, en adelante menospreciados, y de sustituirlos por otros, en general de un rango social más elevado. En ese proceso se aprovecha la aparición fortuita de experiencias realmente vividas (en el campo, el encuentro del dueño del castillo o del propietario de las tierras; en la ciudad aquella con el personaje principesco). Tales experiencias fortuitas despiertan los deseos del niño que se expresan entonces como fantasma en el que ambos padres se ven remplazados por otros más distinguidos»96. Corregir la realidad consiste en deshacerse de sus padres, del estatus social que define su identidad, para cambiar de vida. En este caso, cambiar de vida, es volverse príncipe, dueño del castillo, noble o burgués, lo que tiene una significación psicológica, bien puesta en evidencia por Freud pero igualmente social. El fantasma de la novela familiar no sirve únicamente para administrar las relaciones afectivas entre el niño y sus padres. Si está en el centro de esa relación, es porque se trata igualmente de una relación social. Es la razón por la que la novela va a escribirse de diferente manera según la posición de clase del padre y de la madre, y el tipo de conflicto que atraviesa a la familia en sus relaciones con la sociedad. El deseo de corregir la realidad no será el mismo si los padres ocupan una posición privilegiada o si son oprimidos. Cuando la posición social es baja, se puede pensar que el niño imaginará mas fácilmente el día en el que tomará conciencia de la existencia de las diferencias de clase, que sus padres son «nobles», como dice igualmente Freud, que un niño del que el padre ya es noble. Si la novela familiar sirve para «corregir la realidad», conviene considerar la realidad en la cual está el niño para comprender lo que desea corregir. Si las posiciones de clase determinan estructuralmente los intereses que los individuos defienden, po-

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Cf. S. Freud, op cit. p. 159.

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demos constatar que algunos tienen más interés en corregir la realidad y que otras tienen más interés a mantenerla como tal. ¿Se puede considerar que el fantasma del niño pastor según el cual él es hijo del rey es homólogo al fantasma del niño rey que sueña que es que es hijo del pastor? Existe ahí una diferencia de fondo cuyas consecuencias psicológicas deben ser estudiadas. La novela familiar no puede entonces ser únicamente analizada como la actividad fantasmática de un sujeto como respuesta a conflictos intra-psíquicos. La integralidad de su sentido debe ser aprehendida en referencia con la historia del individuo y de la familia que lo ha producido. La novela permite al niño luchar de manera simultánea contra los sentimientos de culpabilidad con los que sus deseos lo confrontan y soportar la humillación de ser un niño banal con padres dominados socialmente. Es una respuesta al triple sentimiento de inferioridad (biológico, psicológico y social) que lo invade. Para el niño se trata de vivirse como niño encontrado al cual un día se le revelará su verdadera familia para reubicarlo en su verdadero sitio y escapar así de su condición social. «El sueño de ser otra niña... La tienda de abarrotes-café de mis padres no era definitivamente verdadera, me iba una noche a dormir y a despertar a la orilla de un camino, entraría en un castillo, una campana sonaría y yo diría «¡Hola papá!» a un elegante señor servido por un mayordomo estilizado. No era posible que mi vida, en la calle de Clopart, no fuera el reverso de alguna otra»97. La función de la novela familiar que permite al niño corregir los efectos de la dominación social imaginándose proveniente de padres mucho más prestigiados. La cita de Stendhal como epígrafe de este capítulo sitúa al fantasma como un medio para aliviar la tensión entre la ambición 97

Cf. Annie Ernaux, «Les armoires vides», Gallimard, Coll. Folio, Paris, 1984, p. 80.

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de Julian Sorel, hijo de pequeño artesano, y la culpabilidad que resiente en particular frente a su padre. La novela familiar es un mecanismo de defensa de los niños para soportar su condición de clase dominada y rehabilitar a los padres de su miseria. Aparece como contrapartida de la culpabilidad resentida por el niño conducido a odiar la miseria y por lo tanto a sus padres que son responsables, y de la inferioridad que él resiente frente a los demás, los dotados. La actividad fantasmática le permite, por un lado, revalorizarse narcisistamente construyendo una imagen ideal de sus padres y, por el otro, absolver a los padres de su falta ligada a las humillaciones de las que son objeto por parte de los dominantes. Hemos encontrado la presencia de este fantasma en todos los sujetos confrontados a un cambio de posición social y particularmente en las personas originarias de un medio popular que están en fuerte promoción social. Estas situaciones están caracterizadas por un conflicto entre: - Por un lado el deseo de ser hijo de un noble o de un rey que encuentra eco en el deseo de los padres que quieren que sus hijos realicen el éxito social que ellos mismos no pudieron llevar al cabo; - Por el otro, el niño retoma el deseo de luchar contra los reyes y los nobles que explotan a sus verdaderos padres. El niño debe entonces al mismo tiempo convertirse en noble y destruir a todos los nobles, convertirse en burgués y luchar contra la burguesía. Contradicción difícil de resolver: se siente culpable de ese deseo de promoción social cuya realización es asimilada como una traición a sus orígenes, como una ruptura de solidaridad frente a su clase. Se siente presionado para realizar ese deseo que sigue siendo un medio privilegiado de llevar al cabo una revancha para sus padres y su grupo de origen, una manera de rembolsar la deuda contraída frente a ellos.

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La sociología, el psicoanálisis y en general los intelectuales de izquierda son tierras de asilo para estos desraizados. Se trata de lograr una promoción social conservando un menosprecio profundo por el dinero, el odio a la burguesía y al poder dominante, mientras consolida su capital cultural e ideológico. Escribir es un medio para resolver esta contradicción. Otros encuentran una salida confrontando su éxito social mientras militan en el Partido comunista: «Encontramos que en los ritos del Partido comunista, el aspecto familiar está fuertemente marcado. Es cierto, no en el estatus o el decir oficial, sino en los hábitos de vida y las costumbres, y la causa: los militantes encuentran en ello la realización de una novela familiar inconsciente»98. Dos casos ilustran los propósitos de Catherine Clément, aquel de Gerard Bellouin, autor de «Nuestros sueños camaradas», y Régine Robin, autor de «Caballo blanco de Lenin». Comencemos por Régine Robin: «Su historia es aquella de la integración de una pequeña judía polonesa al grupo intelectual francés. Integración perfectamente lograda: una plaza en la enseñanza superior, libros sabios, y hasta psicoanálisis. Pero integración culpable, como siempre, cuando el éxito viene a coronar una negación de los orígenes (somos nosotros los que subrayamos) ya que así es como lo vive el inconsciente familiar. Cuando a través de la memoria reencontrada, manejada con maestría, revive la leyenda de ese padre que había percibido el caballo mítico en el que Lenin hacía piruetas, el éxito aparece como una traición. La adhesión (al Partido comunista) compensa la traición y confiere una pertinencia de cierto tipo particular: entre excluidos de la sociedad nos parecemos, nos unimos». Se encuentra el mismo tipo de síndrome en el libro de Gérard Bellouin «Inscrito a muy temprana edad al Partido comunista, a los 14 años, Bellouin se vuelve permanente, adquiere al interior 98

Cfr. C. Clément, «Les effets politiques du divan», en la revista Pouvoirs, 1979, nº11, p.85.

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del Partido una cultura propia de todos los permanentes y acaba, él también por escribir libros... La culpabilidad es la misma, hecha de admiración y de vergüenza inconsciente. La adhesión que le constituye una segunda familia, reforzó y anuló la exclusión original». Y Catherine Clément concluye, sobre ese tema que ella conoce bien debido a su propia trayectoria: «Todos aquellos que adhieren recelos, enfundados en lo más profundo de su novela familiar, dejan huella de la exclusión y las promesas de ese acercamiento imaginario en donde, en derecho teórico, todas las diferencias de clase se anulan desde el instante en que es admitida la supremacía política de la clase mas desheredada. Conscientemente, esto se formula seguido por palabras simples: el rechazo de la injusticia. Inconscientemente esta injusticia está en algún lado profundamente inscrita en la historia familiar, y en el desbordamiento que haya podido emprender el individuo para remontar esta inscripción». Podríamos multiplicar los ejemplos en los que la novela viene a tratar de colmar los conflictos ligados a un cambio de clase. Tanto la actividad fantasmática de la novela familiar, como la actividad socializada de la novela autobiográfica, que operan cada una a su manera, una reescritura de la historia del sujeto, son el medio de reafirmar una fidelidad con sus orígenes, de conjurar la culpabilidad, rindiendo testimonio de las humillaciones, de la invalidación, de la dominación y, al contrario, del coraje, del valor y de la grandeza de quienes son objeto de ello. Traducción: Mónica Rueda T.

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CAPÍTULO VI

ENVIDIA ÍNTIMA, ENVIDIA SOCIAL La envidia un sentimiento social Vincent de Gaulejac

«¿La envidia seria así tan monstruosa? Y bien, mientras que muchos sentenciados autores de crímenes horribles defienden su culpabilidad con la esperanza de un veredicto de clemencia, ¿nadie ha sido jamás seriamente acusado de envidia?» Herman Melville, Billy Budd, Marin. La envidia es un sentimiento considerado como detestable. Es objeto de una condenación unánime, hasta el mismo envidioso esta avergonzado de lo que siente. Esta bella unanimidad es desconcertante en tanto que la envidia no se deja cercar fácilmente. Lo que impresiona es que persiste una discordancia entre la importancia del fenómeno en la vida social y los pocos trabajos que se le consagran, en particular en ciencias humanas. Hace falta decir que la envidia no se expresa un gran día. Funciona en el secreto de las conciencias. Avanza enmascarada. El envidioso es aparentemente amable, discreto, respetuoso mientras que sus intenciones son atroces, malévolas y destructivas. Al respecto, Nietzche habla de « alegría mala ». 147

Conviene preguntarse sobre un sentimiento frecuentemente identificado con el mal, por una parte, para considerar los diferentes aspectos y por otro lado, para analizar el impacto en las relaciones sociales. Entonces, la envidia es un veneno o un elemento constitutivo del vínculo social? EL VENENO DE LA ENVIDIA «Mariana tiene dos hijas. Una, Corina, es vivaz, inquieta, adorable. La otra se llama Celos. Un día un hada aparece… y se voltea hacia Celos: «Tengo una buena noticia para ti, le dice. Vine para realizar todos tus deseos, me puedes pedir todo lo que tu quieras». Celos está feliz. Corina interviene: «¿Y yo, buena hada? – A ti, mi querida pequeña Corina, te daré el doble de lo que le daré a tu hermana». Celos grita y exclama: «Pero, finalmente, ¿por qué?, ¿cómo?, es inadmisible, ¡es injusto!» Y el hada replica. «Pero Celos, finalmente, eso qué puede hacerte, de cualquier forma, ¡realizaré todos tus deseos!. «No puedo aceptar que mi hermana tenga el doble de lo que yo puedo tener». El hada insiste: «Escucha, Celos, tendrás todo lo que tú quieras, ¿escuchas?, todo lo que tú quieras». Celos reflexiona, un largo silencio, y todavía pregunta: «Entonces, ¿en verdad, mi hermana tendrá el doble de todo lo que yo tenga?. Y bien, en ese caso, ¡reviéntame un ojo!». Este cuento es el extracto de una obra que Bernard Tapie publicó en 1986 con el titulo de «Ganar». Era el tiempo de su esplendor y quería enseñar a las generaciones futuras los secretos de su éxito. Él encarnaba, entonces, la imagen del ganador, del empresario dinámico, del director resplandeciente, del individualista exitoso capaz de imponerse en todos los dominios, tanto de los negocios, del deporte, de la televisión como de la política. A través de este cuento, Tapie quiere explicar cómo transformar la envidia en deseo de logro. 148

Hijo de familia modesta, en rivalidad con su hermano, hubiera podido devenir un envidioso, o en su lenguaje, un perdedor. Él escogió el lado de los ganadores, el lado de los envidiados. ENVIDIA Y CELOS Esta historia permite ubicar el deslizamiento entre los celos, comunes y necesarios en las relaciones fraternales y la envidia. Los celos están presentes entre las dos hermanas. Una, manifiesta un « sentimiento malo viendo a la otra gozar de una ventaja que no posee o que desearía » (Diccionario Le petit Robert). Pero su odio va más allá de la rivalidad fraternal « ordinaria ». De hecho, « Celos » debería nombrarse, mas bien, « Envidia ». Las diferencias entre estos dos sentimientos son numerosas, aunque exista una continuidad en el sufrimiento que provocan. El niño presenta celos cuando tiene el sentimiento de que su hermano o hermana obtuvo una ventaja, un bien o un favor que él mismo no posee. En la relación de pareja, el celoso tiene el sentimiento de ser despojado. Necesita un objeto, que sea un bien o un rival, objeto que busca poseer o que tiene miedo de perder. Los celos excitan el deseo del otro, como lo señala S. Viderman « Si es verdad que eso que hace a un deseo humano, es desear el deseo del otro y porque lo deseara, entonces se confirmaría la intuición y la sabiduría de las naciones que esperan que seamos menos celosos por efecto del amor que enamorados por efecto de los celos. Es menos celoso quien tiene razones de serlo (éste lleva otro nombre y es tema de comedia) que quien se inventa razones para serlo y es un personaje de tragedia ». (S. Viderman, 1968, p.751). Desde esta perspectiva, al parecer, los celos están del lado de Eros y la envidia del lado de Thanatos. La envidia no se inscribe en una relación triangular, excluye al tercero. El envidioso es quien toma todo el lugar, como si su existencia misma fuera la causa de su desgracia. La envidia no 149

viene a suscitar el deseo, más bien lo destruye. La palabra « envidia » designa un sentimiento que corroe el alma y lo llena de odio, haciéndole sentir un malestar frente a la prosperidad y a las cualidades del otro; inspirándole, con frecuencia, lamentar que el otro las posea y entonces desea reducirlas a nada ». (Shoeck, 1966, p.25). La hija celosa de la fábula, corresponde bien a esta definición: tiene el alma corroída de hiel; está menos preocupada por su propia felicidad que por la de su hermana; desea más destruirla que adquirir lo que ella desea; está preparada para sufrir, ella misma, con tal de que su hermana se hunda en la desgracia. Francesco Alberoni (1955) habla de la «mordedura de envidia» para señalar la violencia del sufrimiento que siente el envidioso: como una rasgadura psíquica que trastorna la existencia entera. El envidioso está como «poseído» por la envidia, que puede convertirse en el motor de su existencia. El envidioso vive por apropiación. Es un frustrado de reconocimiento social. Tiene tanta necesidad de ser reconocido y tanto miedo de no serlo, que proyecta sobre un modelo su deseo y su temor. De donde surge una ambivalencia radical, que consiste en valorizar al otro para mejor despreciarlo, a llevarlo al desnudo para mejor hacerlo caer, amarlo hasta la locura para mejor odiarlo, a no vivir más que para él para destruirlo mejor. Los celos son un sentimiento que exalta el amor. Si causan odio es contra todos los obstáculos que impiden poseer al otro totalmente. La envidia es mas una pulsión de odio. El otro, que representa lo que se quisiera ser, se hace insoportable. Es necesario entonces, hacer todo para despreciarlo, aniquilarlo e incluso hasta destruirlo.

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«LA VENGANZA DEL ORGULLO HERIDO» La envidia regresa al sujeto a su impotencia, a su mediocridad.99 Para recuperar su auto-estima, necesita denigrar a la persona envidiada, probar a los otros, es decir, a sí mismo, que ésta no vale nada. La envidia es una ambición negativa. Al no poder superarse, el envidioso va a buscar rebasar a otros. Esta venganza del orgullo herido se alimenta del sentimiento de inferioridad frente a la persona envidiada, quien le provoca aversión y cólera al envidioso, como si ella fuera la responsable de su incapacidad. El envidioso logra muy bien devolver a los otros, en negativo, la decepción de su propia incompletud. Se trata entonces de una manifestación « grandiosa de sí mismo»? Hay relaciones estrechas entre la envidia y la vergüenza (Gaulejac, 1996). Se es vergonzoso de lo que se es, se es envidioso de lo que no se es. En los dos casos la identidad profunda es la que está invalidada, el auto-estima está reducida, el amor propio está lastimado por el odio de sí. El envidioso tiene vergüenza de sí mismo, sobre todo cuando ha sido descubierto, porque su envidia traiciona su sentimiento de inferioridad. Reacciona no en un intento de acaparar lo que desea, sino en un movimiento por destruir el objeto de su codicia. La envidia combina la frustración de no ser lo que se desea y el sentimiento de desvalorización que se manifiesta frente a quien encarna lo que se quisiera ser. UNA CARENCIA DEL SER Es necesaria una cierta proximidad para que la envidia se instale. Frente a las personas que viven en universos sociales diferentes, la diferencia del nivel de vida y de comportamiento pueden suscitar la admiración, la curiosidad, la indiferencia, pero no la envidia. Ella nace frente a los parientes, vecinos, colegas que 99

El subtitulo pertenece a Dryden, cité par H. Shoeck, 1966, p. 36.

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forman parte del mismo mundo. Aristóteles, en la Retórica, decía: «Envidiamos de preferencia a las personas que nos son próximas en el tiempo, en el espacio, por la edad, por la reputación y por el nacimiento.» La envidia se instala frente a un semejante con el cual la comparación es posible e incluso inevitable; comparación que señala una carencia evidente, una falta que le es desfavorable. Las cualidades del otro, sus logros, su dicha, son vividos por el envidioso como los signos evidentes de sus defectos, de sus fracasos y de su desdicha. La existencia del envidiado se hace intolerable porque es invalidante. De donde surge la idea de que su desaparición permitirá al envidioso obtener lo que le hace falta, mínimo, suprimir el signo tangible de su invalidez, de su incompletud. «Es una impresión repentina de disminución del ser.. estoy disminuido, reducido, incompleto. La completud del otro creó en mí un vació. Este vació es la envidia». (Alberoni, 1995, p.69). Mejor dicho, es para colmar ese vacío que la envidia se instala como tentativa para impedir la caída de su propio valor. La envidia sería entonces un mecanismo de defensa contra la depresión. Al no poder alcanzar al ideal y para evitar el derrumbe del yo, el individuo proyecta este ideal y la agresividad debida a su impotencia, sobre un objeto exterior que se convierte a la vez, en objeto de amor y objeto de odio. Esto es lo que evoca Mélanie Klein, cuando escribe « La envidia implica la existencia de un objeto que es y tiene todo lo que el sujeto no es y no tiene, y al que es necesario destruir en su fuente » (M. Gibeault, J. Schaeffer). La envidia, es en definitiva, un medio de existir por apropiación. Al no estar satisfecho con su propia existencia, el envidioso se inventa otra, interponiendo a una persona. Pero como no puede tomar el lugar del otro, busca destruirlo.

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UNA COMPARACIÓN QUE LASTIMA La fuente de la envidia es una comparación que lastima. Comparación consigo mismo que encuentra eco en el otro. La envidia tiene dos caras: por una parte la frustración de no poseer lo que se desea mientras que uno de sus semejantes lo posee; por otra parte el sentimiento de desvalorización que siente cuando se compara con otro quien es lo que se quisiera ser. Las relaciones humanas se alimentan de la necesidad de comparar, de compararse. Motor del desarrollo personal y de los procesos de identificación, la comparación ubica a cada individuo en una búsqueda por ser mejor o superior, admirado o poderoso. No existe límite en la ambición por mejorarse, ambición que Freud pensaba que era un aspecto esencial en la actividad deseante: « Los deseos que dan su impulso al fantasma son, sean los deseos ambiciosos que sirven para exaltar la personalidad, sean los deseos eróticos » (Freud, 1907). La envidia emerge cuando la ambición cambia bruscamente. Los movimientos de la ambición y la envidia proceden de acuerdo a lógicas inversas. El deseo ambicioso exalta la personalidad, el deseo envidioso tiene un efecto disolvente. El ambicioso busca rebasar a quien le es superior. No busca tomar lo que el otro posee, mas bien superarlo. El envidioso no busca sobresalir sino rebajar al otro. Desea despojarlo, no para acaparar sus bienes, sino para rebajarlo y humillarlo, no importando si para eso, él mismo debe sufrir. La envidia es una reacción frente a una comparación que humilla. Al no poder ser como el objeto idealizado, se le desprecia. Esta desvalorización del otro provoca una exaltación negativa: se goza al ver al otro disminuido. La comparación, más que exaltar el deseo de ser como el objeto idealizado, exalta el deseo de rebajar al objeto para disminuirlo, desvalorizarlo y degradarlo. La oscilación en la envidia se realiza por etapas. Frente a la frustración de una evaluación que le es desfavorable, se vienen a 153

ensamblar la rabia impotente y además la vergüenza por tener tantos sentimientos malos frente a este otro «admirable». Entonces aparece un sentimiento ligado a la injusticia: «¿Por qué él y no yo?)». En tanto que la rabia es más grande, el envidiado no está para nada en el fracaso de los envidiosos. Las cualidades del envidiado, su belleza, su inteligencia, su facilidad, su éxito destacan tanto los defectos del envidioso, su fealdad, sus carencias, sus fracasos, que se siente incapaz de reaccionar y se condena a ser la sombra del envidiado, a resignarse a su estado eventual y mediocre. Frente a una comparación que le es desfavorable, el envidioso va a buscar cambiar los términos de la invalidación y reducir las desigualdades. Esta es la razón por la cual se puede disimular fácilmente detrás del moralista. El, que reivindica alto y fuerte el igualitarismo más radical, demuestra que no soporta la diferencia de la cual teme que no esté constantemente en detrimento. La demanda de igualdad es el remedio contra la envidia, o mas bien, la expresión de su existencia? « El envidioso tiene conciencia de todo lo que lleva al otro por arriba de la medida común y quiere llevarlo a su nivel », escribió Nietzche quien opone al envidioso, característico del común de los mortales habitado por el resentimiento, a los seres nobles que « sufren al constatar en los acontecimientos independientes de la voluntad humana la ausencia de justicia y de equidad, y se indignan al ver que los iguales no tienen una suerte igual ». Entonces, cómo diferenciar las desigualdades naturales y las diferencias « normales » de aquéllas que suscitan la envidia. Sí la envidia es un veneno que es objeto de una condena universal, ¿cómo escapar a sus perjuicios? ¿UNA AMENAZA O UN ESTIMULANTE? La condena de la envidia parece universal. Se inscribe dentro de los diez mandamientos: « No codiciarás la casa de tu próji154

mo. No codiciaras la mujer de tu prójimo, ni su sirviente, ni su sirvienta, ni su buey, ni su asno; nada de lo que le pertenece » La envidia es un pecado capital. A menudo se le compara con el mal, con el diablo. En la iconografía de la Edad Media, está simbolizada por la serpiente. En todas partes, el envidioso es estigmatizado. Es un sentimiento considerado como vergonzoso, lo que conduce a disimularlo tanto a la mirada de los otros como frente a los propios ojos. Pero si la envidia es un sentimiento negativo que invalida a quien lo exprese, prohibiendo por lo mismo, confesarlo a los otros y también a sí mismo, la envidia es también una amenaza para el envidiado: amenaza su poder, su prestigio, su dominación. LA PROHIBICIÓN DE PROVOCAR LA ENVIDIA La envidia está considerada como socialmente peligrosa. Con la estigmatización del envidioso se responde al miedo de provocar la envidia: «para vivir felices vivamos ocultos» dice el proverbio, evocando así, los peligros de la felicidad pública. Provocar la envidia expone a los «bienaventurados» a sin sabores. En el Génesis las rivalidades fraternales son un elemento constante de la historia de los hombres. El que busca distinguirse y pretende superar a los otros se expone a ser castigado. Como José, hijo preferido de Jacob, que se pavonea frente a sus hermanos vestido con una túnica que su padre le regaló. Así, José rompe con la ley de la igualdad fraterna. Y quiere mostrarse por encima de sus hermanos, evidenciando así, que el preferido es él. «Escuchen el sueño que tuve, dice a sus hermanos, aparecía que estábamos ligados a manojos de trigo en los campos, y he aquí, que mi manojo se endereza y se pone en pie, sus manojos de trigo lo rodearon y se postraron frente a mi trigo». Sus hermanos le responderán: «Entonces, quisieras reinar sobre nosotros como un rey o si no dominarnos como un amo?» y le 155

odiarán todavía más, a causa de sus sueños y de sus intenciones. (Génesis, cap.4, 37-2). Todavía tuvo otro sueño que narra a sus hermanos. Dice: Tuve un sueño otra vez: «Aparecía el sol, la luna y once estrellas se postraban ante mí» (Génesis, cap.4, 37-2). Frente a tanta pretensión, los hermanos de José intentarán, inicialmente, matarlo, después lo vendieron como esclavo. La pretensión de querer estar por encima de los semejantes se condena porque lleva el riesgo de destruir los lazos transversales que cimentan a la comunidad social. El deseo de distinguirse no debe conducir a humillar a los otros. Cuando el éxito es insolente, cuando el logro es provocador, el reconocimiento y la admiración esperados ceden su lugar al resentimiento y al odio. José provocará la cólera y la indignación. Sus hermanos lo acusan de ser un mentiroso, un intrigante. La historia de José hace pensar en Bernard Tapie. Como José, Tapie se pavoneó como un gallo joven, orgulloso de su talento, de sus éxitos, de su carisma devastador. Nada parecía oponerse a su éxito. Ganar era su santo y seña. El símbolo del éxito de los años 80 va a devenir en la encarnación de los males de la envidia. El que provoca mucha envidia por un éxito ostentoso puede ser castigado. Tapie es puesto fuera de la ley. Ciertamente, porque cometió delitos, pero sobre todo porque transgredió una regla implícita de la vida social. No se causa impunemente la envidia. Quien se quiere superior a los otros, aplasta con su soberbia, algunas veces puede llegar a ser una persona carismática, pero puede también caer de su pedestal. Entonces, la admiración se transforma en indignación, la fascinación en rechazo, la consideración en desprecio, las alabanzas en críticas. En definitiva, Corinna la del cuento, no tendrá mejor suerte que Celos. Las dos están condenadas, una porque su envidia la conduce a destruirse ella misma para destruir el objeto de su codicia, la otra porque no supo neutralizar el odio, el rencor y la humilla156

ción, que sus cualidades le provocaron a su hermana. Cada una, a su manera, no pudo escapar a la problemática de la envidia. Entonces es necesario que el éxito sea legítimo para desactivar a la envidia. Conviene que las desigualdades que entraña sean construidas sobre los méritos, las situaciones y los procedimientos socialmente admisibles. Quien se distingue no tiene que devolver al común de los mortales, una imagen humillante, un sentimiento muy marcado de mediocridad, de impotencia o de incapacidad. No humillar a sus hermanos, es una de las reglas esenciales del bienestar familiar y social. La humillación interiorizada es uno de los motores de la violencia social. Por ello surge la extrema sensibilidad a todo lo que pueda provocarla. Quien busca ubicarse por encima de sus semejantes cuestiona la solidaridad de la especie humana, la relación que está en el fundamento de la vida social. Esta envidia inmediata, banal, cotidiana, impulsiva a la mirada del que se distingue tiene una función social: que todos los hombres estén animados por un principio de igualdad, incluso si, como lo decía magníficamente Colouche, retomando una palabra de G. Orwell, algunos son más iguales que otros. NEUTRALIZAR LOS PERJUICIOS DE LA ENVIDIA La mayor parte de los antropólogos observaron la importancia de la envidia en las sociedades: «Todas las culturas instalaron los dispositivos para protegerse de la envidia por una parte, condenando a los envidiosos, por otra parte evitando provocar la envidia» (H. Schoeck, 1996). El temor a la envidia, conduce a las sociedades, ya sean primitivas o desarrolladas, a instalar diferentes dispositivos para intentar neutralizar sus efectos destructivos. En algunas comunidades rurales de América Latina, el miedo a la envidia tiene por consecuencia prohibir a los campesinos cualquier mejora de su nivel de vida y todo contacto con el mundo 157

exterior. Es necesario evitar que cualquiera pueda hacer creer que su situación es mejor que la des los otros. Oscar Lewis, en su estudio de un pueblo mexicano, demuestra que el miedo a la envidia de los otros, determina en gran parte la organización de la vida cotidiana y de las relaciones sociales. El miedo al «mal de ojo» que puede lastimar al que se distingue de los otros, conduce a replegarse en la vida privada con la finalidad de no exponerse a la envidia. «Por regla general, nunca se discute con los otros sobre sus proyectos de compra, venta o de viaje. Una mujer nunca confiará a un vecino, incluso ni a un pariente, que espera un hijo, que está cosiéndose un vestido nuevo o que prepara una buena comida para cenar».100 Por el contrario, los campesinos hablan fácilmente de sus desgracias y hacen conocer a su alrededor las malas noticias. Se encuentran actitudes similares en numerosas tribus indias o africanas. También los indios Hopi consideran a la envidia como un movimiento estéril del alma, que debe ser expulsado de su espíritu: «Tu corazón está torturado porque otra persona posee mas que tú. Incluso tu mismo te dices: en realidad soy yo quien debería tener todo eso. Pero tales pensamientos son vanos.».101 «La envidia y los celos matan al mas fuerte de los hombres», dice un proverbio de los Azande del Africa.102 Desde la infancia los chinos deben aprender a reaccionar de tal manera que sus actos y gestos le susciten la menor envidia posible al otro. Cada uno debe, con una atención extrema, evitar hacer perder la cabeza a los otros. Los procedimientos para tener a la envidia a distancia están normalizados. El que sobrevalora sus capacidades o su valor comete un verdadero pecado social. La sociedad condena todo acto susceptible de producir la envidia. «Una per-

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O. Lewis, Los Hijos de... 1951. Op Cit. p.297. R.B. Brandt, Hopi Etics, cité par Shoeck, p.58. 102 E. Evans-Pritchard, 1937 Op Cit. 101

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sona que guste de elogiarse no podrá contar con la simpatía de su grupo si una de sus intenciones termina en fracaso: se burlaran de ella con una alegría maligna».103 En las sociedades occidentales, se encuentra el mismo fenómeno. De lado de los pobres se trata de matar la envidia en sí mismo. Es lo que muestra Richard Hoggart a propósito de la cultura del pobre (1957) o Annie Ernaux cuando describe el universo social de su infancia: « no es necesario ser más pretencioso de lo que se tiene », le dice su madre. (A. Ernaux, 1984). Hay que permanecer en su lugar, tener su rango, no querer subir más alto... Estas formas de sabiduría conservadora pretenden conjurar los efectos destructivos de la envidia. Cuando no sea posible realizar sus aspiraciones, mas vale aprender a reducirlas porque, como bien lo dice Jean-Paul Sartre, « más vale la resignación que una esperanza continuamente frustrada ». Del lado de los ricos, conviene no provocar la envidia. Este es el sentido profundo de la ética protestante que exige el ascetismo y condena todo gasto ostentoso. El empresario capitalista debe demostrar que es capaz de triunfar invirtiendo su tiempo, su dinero, sus competencias con la finalidad de hacer fructificar su capital, como dentro de una parábola de los talentos. Pero no lo hace para su provecho. Lo hace por su salud. Su honestidad, su integridad, la sobriedad de su existencia son un tanto cualidades necesarias para esperar ser parte de los elegidos. Todos los elementos de esta ética permiten construir un proyecto de enriquecimiento que no suscita la envidia (M. Weber, 1966). La burguesía tradicional comprendió que la perennidad de su poder era inversamente proporcional a la ostentación de su riqueza. « Más vale tener piedad que envidia », dicen en Lyon, invirtiendo los términos habituales del proverbio popular. Se encuentra esta preocupación de no provocar la envidia en la ideología liberal, que estimula el mérito personal y la compe103

Hsien Chien Hu, citado por Schoeck, p.87.

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tencia. En los Estados Unidos, el término «envy» es utilizado comúnmente en lugar de la palabra «competencia», que se ha hecho anticuada. La competencia es positiva, no lleva la maldad, ni la difamación, ni la cólera, ni la impotencia. Por el contrario, es estimulante, enriquecedora y motivante. Por este deslizamiento del sentido la envidia pierde su especto negativo y destructivo para convertirse en un valor cardinal de la sociedad americana. Puede decirse, por tanto, que ¿la envidia ha sido erradicada de esta civilización? Sería necesario continuar con un debate interesante sobre el tema de la «victoria» del capitalismo sobre el comunismo. El intento de rebasar la envidia haciéndola fuerza motriz del sistema, impulsándola, intentando transformarla en motivación para favorecer las inversiones sociales y económicas. Las que se dicen «racionalidades» de los productores y los consumidores no son más que la descripción de comportamientos envidiosos canalizados sobre los objetivos útiles y rentables. El comunismo, por el contrario, ha intentado erradicar la envidia ofreciendo un ideal de la sociedad igualitaria, una utopía en la que cada uno podría vivir según sus necesidades, suprimiendo toda posibilidad de comparación irritante. La experiencia demostró que la igualdad, si permanece como un ideal deseable, no suprime por tanto a la envidia. Por el contrario, las lógicas de distinción son más poderosas y necesarias que las situaciones que son similares. Ya lo dijimos, la envidia nace en la proximidad. El sentimiento de injusticia que la acompaña no está en función de las desigualdades «objetivas». Se enraíza en un sentimiento profundamente subjetivo de ser perjudicado por lo que es el otro. La neutralización de la envidia es tan necesaria, que permanece como un dato fundamental de la existencia humana.

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LA CANALIZACIÓN DE LA ENVIDIA La fuerza de la ideología liberal radica en su capacidad de transformar a la envidia en competencia, por una naturalización de la rivalidad. El mundo es un mercado « libre » en el cual cada uno puede triunfar o fracasar. «You must be a winner», tal es el objetivo buscado. En las empresas, la cultura empresarial y el « sistema gerencial » canalizan la envidia para transformarla en fuerza de trabajo al servicio de la empresa (Aubert, de Gaulejac, 1999). El culto al rendimiento y la búsqueda de la excelencia proponen a los empleados a movilizarse para hacer carrera, para ganar nuevos mercados, rebasar los objetivos que les son asignados. En este universo todo está concebido para « motivar » al personal con el fin de « positivar » la envidia transformándola en sana competencia: « Viendo que alguien obtuvo mejores resultados sentimos un profundo deseo de superarnos al mismo nivel y, más que ceder al desaliento y a la tentación de denigrar, nos dedicamos al trabajo ».104 En la empresa gerencial, el que fracasa se lo debe a sí mismo: ya sea porque no trabajó bastante o porque los otros son mejores que él. El mundo de los ganadores glorifica la competencia y rechaza el fracaso. El que no triunfa es puesto en cuarentena. Se le hace comprender que ya no tiene un lugar y que más vale, para conservar una buena imagen de él mismo, que se retire. La envidia debe ser entonces desterrada. El perdedor es responsable de su fracaso. Tuvo su oportunidad, la empresa le ofreció la oportunidad de triunfar. A la envidia competitiva le sucede entonces, la envidia depresiva: el Yo que no supo estar a la altura del ideal que le era propuesto se derrumba. Aceptar un premio a su medida, encontrar en la competencia la emulación que permite canalizar sus energías sobre los proyectos de carrera, dándose la impresión de progresar indivi104

Alberoni, 1995. Ver bibliografía p.34.

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dualmente participando en una obra colectiva, hace aparecer un ideal que propone rebasar el egocentrismo y el resentimiento de la envidia. Todos los empresarios están convencidos de que la competencia es la vía del progreso sobre los planos económicos, científicos o sociales. «Se está condenado al triunfo» nos decía un empresario en una investigación sobre el poder en las multinacionales (Pagés et al., 1979). Así expresaba, la exigencia imperiosa de hacer siempre más, de canalizar sus deseos de promoción sobre objetivos de producción, y de adherirse al ideal de crecimiento y expansión de su empresa. Sin embargo, se puede preguntar si esta socialización del deseo sobre los objetivos productivos permite un desprendimiento de la envidia o absolutamente por el contrario, utilizándola como elemento motor del sistema social, contribuye a construir una sociedad que se destruye a sí misma. De hecho, la necesidad permanente de producir nuevos objetos, el curso desenfrenado siempre hacia más productividad, más flexibilidad, más adaptabilidad, conducen a un proceso obsoleto generalizado, que concierne tanto a los productos, a las técnicas como a los mismos trabajadores. Quizá esto es una de las mayores causas de la crisis actual (Bron, Gaulejac, 1995). Si la competencia es necesaria para canalizar la envidia, no es suficiente con ubicarla en el corazón del sistema social para erradicar los efectos negativos. Las manifestaciones de la envidia son a la vez condenadas y estimuladas. Su condenación fomenta la nivelación social y la regulación para limitar las desigualdades. Su estimulación conduce a canalizar los deseos de distinción sobre los objetivos económicamente productivos y socialmente útiles. Por ende, surge una contradicción radical cuando la envidia es a la vez, una actitud mental destructiva, odiosa, asocial que es estigmatizada en todas las culturas y a la vez, un elemento necesario para la existencia de la sociedad, en su desarrollo, en el establecimiento de 162

relaciones sociales dinámicas. La atención particular que cada sociedad establece a los procesos de canalización de la envidia, indica que es necesario domesticarla para atenuar sus efectos destructores y utilizar sus potencialidades dinámicas. Esta cuestión se encuentra en el corazón de los procesos de socialización. Lo que posiblemente explica que esté en el corazón del desarrollo psíquico. Traducción: Susana Rodríguez Marquez

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BIBLIOGRAFÍA Alberoni F., Les envieux, Plon, Paris, 1995. Aubert M., Gaulejac V. de. Le coút de l’excellence, Seuil, Paris, 1991. Bron A., Gaulejac V. de. La gourmandise du tapir, Desclée de Brouwer,Paris,1995. Ernaux A ;, Les armoires vides, Gallimard, Paris, 1984. Evans-Pritchard E., Witchcraft oracles and Magic Amond the Azande, Oxford, 1937. Freud S., (1907), La création littéraire et le rêve éveillé, in Essais de psychanalyse appliqué, Gallimard, Paris, 1971. Gaulejac V. de (1987), La névrose de classe, Hommes et groupes, Paris, 1992. Gaulejac V. de. Les sources de la honte, Desclée de Brouwer, 1996. Hoggart R. (1957), La culture du pauvre, Editions de Minuit, Paris, 1970. Lewis O., Life in a Mexican village, Urbana, 1951. Melville H.(1924), Billy Bud, Marin, Gallimard, Paris, 1987. Pagès M., Bonetti M., Gaulejac V. de (1979), L’emprise de l’organisation, PUF, Paris, 1992. Shoeck H.(1996), L’envie, une histoire du mal , Les Belles Lettres, Paris, 1995. Tapie B., Gagner, Editions Robert Laffont, Paris, 1986. Viderman S., Le rapport sujet-objet et la problématique du dèsir, Revue française de psychanalyse, t. XXXII, 1968, p 751. Weber M. L’éthique protestante et l’esprit du capitalisme, Plon, Paris, 1969.

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SEGUNDA PARTE

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CAPÍTULO VII

NOTAS SOBRE LA HISTORIA DE LA SOCIOLOGÍA CLÍNICA FRANCESA AVATARES DE UNA RELACIÓN: ENTRE LO PSÍQUICO Y LO SOCIAL Susana Rodríguez Márquez105 Este Capítulo pretende aportar elementos para la comprensión de la Sociología Clínica en el espacio de las Ciencias Humanas dentro del contexto francés contemporáneo. La intención es reflexionar en torno a la historia de esta disciplina que se cuestiona constantemente a sí misma, sobre su estatus y sobre su legitimidad. Esta disciplina en ciernes y dentro de la crisis de la sociología, aborda como problemática fundamental la construcción del sujeto, a partir de los entrecruzamientos de lo psíquico y lo social. Existen discursos como el de la psicología social, el freudomarxismo, la escuela de Frankfurt o bien el de la psicosociología, que también otorgan un lugar central a la inherencia de lo subjetivo – objetivo, de lo singular y lo social; ya que tratan de explicar al sujeto como producto y productor de la realidad social. Sin embargo, cada uno de estos enfoques guarda particularidades en los distintos órdenes de la generación del conocimiento (teórico-conceptual, metodológico,

105 Susana Rodríguez Marquez es Profesora-investigadora en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Querétaro. Doctorante en l’Université de Paris-7 Denis Diderot. [email protected]

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institucional) que marcan, a la vez de sus similitudes, sus propias diferencias. Esta precisión nos lleva a tratar de establecer la especificidad de la sociología clínica francesa. La sociología clínica no es una propuesta que haya surgido en los últimos años. Se ha construido paulatinamente y ha tenido que enfrentar algunas dificultades para establecer su definición. Partimos de que la sociología clínica es una disciplina en construcción y que no obstante su presencia en el campo intelectual francés desde fines de los 70’s, no es muy conocida en nuestro país. El estudio e intervención sobre las problemáticas de los sujetos en situaciones sociales, llega a México a través de la Psicosociología y causa un impacto importante en las formaciones universitarias y a nivel hospitalario, a mediados de los años 70’s y principios de los 80’s. De hecho, la sociología clínica francesa se ha derivado de la Psicosociología y comparte el interés por el análisis de las problemáticas a cerca de lo psíquico y lo social. Sin embargo, actualmente, los vínculos entre estas dos disciplinas son paradójicos y ambivalentes, lo cual interfiere para lograr establecer una delimitación clara entre cada una de ellas. En este trabajo describiremos las principales influencias teórico-metodológicas, sus postulados fundamentales, así como los autores que, con su experiencia, formación y diferencias de concepción han construido esta perspectiva limítrofe entre distintas disciplinas de las ciencias sociales. Establecemos seis grandes periodos socio-históricos para comprender la gestación de las ideas científicas que han configurado el corpus teórico, metodológico e institucional de la Sociología clínica. Recurriremos a la temporalidad para dimensionar el surgimiento, transformación e impacto que esta propuesta ha significado en diversos países. Señalaremos algunas de las falsas oposiciones que la sociología ha encontrado como parte de su herencia de la filosofía y 168

mencionaremos la propuesta metodológica que la sociología clínica ha utilizado para resolver esas antinomias. CIENCIAS HUMANAS Y CONTEXTOS ITINERARIO DE LAS IDEAS Y LA SOCIOLOGÍA CLÍNICA FRANCESA 1930-1980 La Sociología clínica francesa está construida por una dimensión interdisciplinaria, es decir, de la diversidad de disciplinas como la psicología, psicoanálisis, psicología social, la filosofía, marxismo, la antropología, la historia, la sociología, las ciencias del lenguaje y la etnografía, retoma algunos de sus conceptos y métodos, otorgándoles en ocasiones diferentes significaciones, a partir de los contextos de intervención. Debido a esta condición de la diversidad, consideramos importante realizar un itinerario por las ciencias sociales para bosquejar las ideas que han dado lugar a la sociología clínica. Iniciamos el recorrido en los años 30’s, por ser esta época en la que una serie de convergencias histórico, políticas y científicas producen el interés por el estudio de los fenómenos de masas y los procesos intersubjetivos, será en este escenario en donde se inauguren tanto la psicología social con metodología experimental, la preocupación por el estudio de los grupos y el interés por la relación marxismo- psicoanálisis. No es casual, que sea también en este período cuando se acuñe, por vez primera, el término sociología clínica en los Estados Unidos. Analizaremos los años 50’s, marcados por el período posterior a la Segunda guerra mundial y la irrupción de la sociedad de consumo. Señalaremos la importancia que tuvo esta época para la gestación de las ideas psicosociales. Continuaremos con los años 60’s, caracterizados por las revueltas y protestas sociales en el mundo, por el cuestionamiento de las formas clásicas de autoridad, por la irrupción del 169

estructuralismo como método general para abordar los fenómenos y por la consolidación del movimiento anti-psiquiátrico. Terminaremos esta travesía en los años 80’s y 90’s debido a que se producen eventos contemporáneos que tienen significación social y política (como la irrupción del liberalismo y la mundialización) pero que al mismo tiempo, producen impacto en el campo de las ciencias humanas, impulsando grandes debates en los ámbitos de la sociología y de la historia (‘el regreso del actor’, ‘el cambio de escala’). Por supuesto que la influencia de algunas disciplinas resultará más evidente que la presencia de otras dentro del marco de referencia de la sociología clínica, sin embargo consideramos importante señalarlas de igual manera, para mostrar el contexto general en el que se han ido gestando los diferentes modelos de explicación de lo psíquico y lo social. Con este ejercicio será posible, dimensionar los alcances y límites de esta disciplina. AÑOS DE CRISIS, DEPRESIÓN Y EXTERMINIO 1930-1940 La crisis económica mundial irrumpe bruscamente dentro de un mundo optimista. Esta inicia debido a un crack de la bolsa en Wall Street en octubre de 1929, se extiende por todos los Estados Unidos y después se propaga hacia el resto del mundo. Pero la crisis financiera no es más que el indicio de una depresión general de la economía mundial: la producción y los precios industriales se derrumban; el marasmo agrícola y latente desde el fin de la guerra, se acentúa. El comercio internacional esta desorganizado. El desempleo, la miseria, los antagonismos sociales se recrudecen. El crecimiento de la población urbana se acelera (en Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Francia) debido a que los campesinos en pobreza y los obreros que vivían en pequeñas ciudades se precipitan a los grandes centros en donde el trabajo 170

parece ser mas seguro. Este aumento espectacular de las grandes ciudades y el desarrollo de la producción industrial y del consumo de masas, el radio, el cine, los grandes tirajes de los periódicos tienden a uniformizar los gustos, es decir, los comportamientos sociales. Incluso las diversiones se convierten en espectáculos colectivos. También los intelectuales y los moralistas se inquietan por la aparición del « hombre robot » tragado dentro de la masa y, por tanto, fácil de manipular. El español José Ortega y Gasset, evocando « La revuelta de las masas » (1930), muestra al individuo aplastado por el grupo y « Un mundo feliz » de Aldous Huxley propone un futuro en donde las masas del mundo entero serán uniformizadas. El francés René Clair presenta en « A nous la liberté » (1931), al hombre mas libre en su miseria, incluso dentro de una prisión que dentro de una organización perfecta de la sociedad moderna. En Alemania Hitler accede al poder en 1933 como canciller del Reich. En España la República cae frente al levantamiento nacionalista del General Franco, a pesar de la ayuda de las brigadas internacionales. En la Rusia staliniana los arrestos y ejecuciones suceden en el proceso de Zinoviev y Kamenev (19371938). En Francia, la experiencia del gobierno del Frente popular (1936-1937) permite contener la agitación de los vínculos con la extrema derecha. Es frecuente situar a fines del siglo XIX los orígenes de la psicología social. Ciertamente se encuentran en esos años sus fundamentos filosóficos con Gabriel Tarde (1843-1904), con sus Leyes de la imitación, que examina los mecanismos por los cuales los individuos se influencian o con Gustave Le Bon (18411931) con su Psicología de las masas. Pero los años 30’s aparecen como el período fundador de la psicología social científica: es durante este decenio que serán establecidos tanto la metodología experimental como los grandes campos de la discipli171

na. En los años 30’s muchos investigadores en Psicología social que son judíos se ven obligados a huir por el crecimiento del nazismo en Alemania y en Austria. Muchos investigadores están particularmente interesados por los temas de la manipulación de las opiniones, de la propaganda, de la influencia del grupo, etc. Por otra parte, la sociedad norteamericana es multicultural. El problema del racismo, ligado al juicio de los otros, a los estereotipos, a las relaciones entre grupos genera un interés sobresaliente. En 1924 Floyd Allport publica Psicología Social, que aborda como tema principal a las actitudes; Kurt Lewin que se interesa en el estudio de los líderes dentro de la organización de los grupos. Y en otro dominio, Jakob Levy Moreno (1874-1974) inventa la sociometría, una forma de medir las relaciones de afinidad entre los miembros de un grupo. La importancia otorgada a la experimentación y el descrédito de las encuestas, sondeos y observaciones en el medio natural perdurarán durante toda de la historia de la psicología social. Derivado de esto en 1970, Serge Moscovici señala un verdadero conflicto entre escuelas. Según él, los seguidores de las encuestas les reprochan a los experimentalistas el carácter artificial de las situaciones que estudian. Y los experimentalistas acusan a los encuestadores de que les falta rigor en su levantamiento de los datos. Pero veamos como se llega a ello, durante 1933, en la Universidad de Berlín una vasta operación de purga étnica se lleva a cabo en contra de los judíos. Todos los dominios de la vida intelectual son incluidos. Físicos (Albert Einstein, Erwing Schrödinger, Max Born), matemáticos Johannes von Neumann, Kurt Gödel...), escritores (Thomas Mann, Vladimir Nabokov, Bertlt Brecht,...), muchos se van al otro lado del Atlántico. Es también el caso de filósofos, psicoanalistas, sociólogos, economistas, historiadores, Desde el punto de vista de la historia de las ideas, el impacto de este exilio será enorme: Viena y Berlín 172

pierden definitivamente su estatus de capitales intelectuales. Por el contrario, los Estados Unidos y la Gran Bretaña se beneficiarán del aporte de esta élite de nuevos viajeros. Los tres fundadores de la Psicología de la forma (Gestalt), Kurt Koffka, Max Wertheimer y Wolfgang Kölher, emigran a los Estados Unidos pero se dispersan y no pueden volver a ubicarse en puestos importantes en la Universidad. En esta época la Psicología norteamericana está dominada por el conductismo, cuya aproximación está totalmente opuesta a la visión globalista y mentalista de la psicología alemana. Sólo algunos psicólogos lograrán relanzar su carrera. Es el caso de Kurt Lewin, quien será una de la figuras dominantes de la psicología social en los Estados Unidos. La salida de los psicoanalistas es diferente. Cuando Sigmund Freud y su hija Anna se refugian en Inglaterra en donde los esperaban E. Jones y Mélanie Klein, son reconocidos con el prestigio otorgado a los fundadores. De su lado, Bruno Bettelheim, Erik Erikson, Erich Fromm, Karen Horney, Wilhelm Reich, Helen Deutsch van a marcar, cada uno a su manera, al psicoanálisis americano. De lado de las ciencias sociales, la recepción de los investigadores y de sus ideas dependerá del medio académico. En Alemania, una gran parte de los profesores de sociología eran judíos y la disciplina fue decapitada por el exilio: de 55 profesores presentes en Alemania en 1933, solamente 16 conservaban su plaza en 1938. En revancha, la orientación histórica, teórica y crítica de la teoría social alemana, es decir la Escuela de Frankfurt, no se podrá adaptar verdaderamente al espíritu anglo-sajón. El grupo dirigido por Théodor Adorno y Max Horkheimer, se quedará relativamente encerrado en sí mismo y sus representantes regresarán a Alemania después de la guerra. El destino de Herbert Marcuse, uno de los miembros de la Escuela, es más sorpren173

dente. Marcuse se convertirá en uno de los ‘gourous’ del pensamiento crítico después de la guerra en los Estados Unidos. En filosofía el injerto tendrá también efectos diferenciados. Los miembros del círculo de Viena, casi todos judíos, se verán forzados a exiliarse en Estados Unidos. Rudolph Carnap se constituirá en una figura de vanguardia en la filosofía analítica. Ludwig Wittgenstein y Karl Popper, quienes entre ellos se encontraban a la periferia del grupo, eligieron instalarse en Gran Bretaña, en donde sus ideas tendrán gran resonancia. Incluso Hannah Arendt, cuya influencia fué realmente excepcional, permanecerá solitaria en el universo intelectual americano. Franz Boas (1858-1942) dominó la antropología norteamericana al inicio del siglo XX. Durante casi cuarenta años enseñó en la Universidad neoyorquina de Columbia en donde formó a muchas generaciones de antropólogos. A partir de 1920 algunos de sus alumnos se reagruparon y dieron lugar a una escuela de pensamiento: el culturalismo. Dos mujeres jugarán un rol mayor en la formación de esta corriente: Ruth Benedict (18871948) y Margaret Mead (1901-1978). El nacimiento de la etología será otro de los acontecimientos científicos durante estas décadas. Desde los años 30’s hasta 1960, Konrad Lorenz continuará sus investigaciones y su enseñanza en la Universidad de Königsberg. En 1961, se instala en Suiza en el centro de estudios de la fisiología y el comportamiento. Será en esta época en la que intentará aplicar los principios de la etología al comportamiento humano. Es en 1930 que en la Universidad de Yale, Milton C. Winternitz un físico de la Escuela de medicina, escribió una propuesta para un departamento de sociología clínica. Esta fué la primera vez que las palabras clínica y sociología fueron ligadas e impresas por vez primera.106 106 Fritz, Jean Marie, The contributions of the Clinical Sociology in adressing social problems, in Sociological prectice review, July, 1992.

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Louis Wirth, autor del famoso libro ‘Le ghetto’, miembro de la Escuela de Chicago propuso el término de ‘Clinical Sociology’ en un artículo con ese nombre que apareció en el American Journal of Sociology (vol. 37, n° 1, 1931),107 en donde identifica a la sociología clínica como una de las más importantes divisiones de la sociología. LA GRAN TRANSFORMACIÓN. SOLEDAD Y PESIMISMO 1940-1950 En cuatro años el mundo cambia bruscamente: guerra, genocidio, bombas atómicas (Hiroshima, Nagasaki). Este período será también el de las resistencias reprimidas por la milicia de la Gestapo, el de la colaboración y el de los exterminios. Después de la guerra se instauran las cooperaciones en el dominio de lo comercial (GATT), lo sanitario (OMS) y lo cultural (UNESCO). El mundo se divide en dos bloques ideológicos rivales (Este, Oeste) por los acuerdos de Yalta. Los años de reconstrucción son la oportunidad de implementar nuevas organizaciones internacionales. Europa acepta en 1947 las ayudas norteamericanas como parte del Plan Marshall, mientras que las aseguradoras sociales establecen garantías a los trabajadores. Las obras intelectuales están marcadas por dos grandes corrientes: el marxismo y el existencialismo. Unos, los filósofos, artistas o intelectuales se comprometen, es decir, se incorporan al PC. Los otros expresan su toma de consciencia de la soledad del sujeto en una sociedad trágica (Giacometti y El hombre que camina cubierto de la soledad del espacio seduce a Jean Paul Sartre, autor de la Náusea y el Muro). El fin de la década está todavía más marcado por el pesismismo (La peste de Albert Camus) y una actitud vigilante frente al totalitarismo. 107 Enriquez, Eugène, Une Sociologie Clinique à mi-chemin, in Les cahiers du laboratoire de changement social, Numéro 3, Université Paris7, 1998, Paris.

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En la vida cotidiana los massmedias ganan terreno la fotonovela se expande, la historieta americana impone los personajes de Walt Disney; mientras tanto, las tiras cómicas belgas resisten con Tintin, Lucky Lucke y los Pitufos. Cuando la Segunda Guerra mundial no ha terminado, dos obras regresan sobre las revoluciones económicas, sociales y políticas acontecidas entre las dos guerras: «Capitalismo, Socialismo y Democracia», aparecido en 1942 y «La gran transformación», por otra parte, aparecido en 1944 en Nueva York. Sus autores son originarios del Imperio austro-húngaro: entre ellos Schumpeter el economista austríaco. Ellos terminaron por huir del nazismo hacia los Estados Unidos y fueron testigos de las consecuencias de la gran crisis del 29, comenzando por el reforzamiento del rol del Estado, el desarrollo de las grandes organizaciones burocráticas y el aumento del proteccionismo. Entonces numerosos contemporáneos dudan de las oportunidades de éxito para el socialismo y, uno y otro, anuncian el declive del capitalismo. El existencialismo es una filosofía ardua, nacida entre las dos guerras, a partir de debates técnicos con la fenomenología alemana, Edmund Husserl inicialmente y después Martin Heidegger. En 1936 Sartre publica un primer texto en respuesta a Husserl, «La trascendencia del Yo». Posteriormente se producen dos acontecimientos editoriales que permiten a Sartre establecer los primeros hitos del existencialismo. El ser y la nada (1943) y La crítica de la razón dialéctica (1960). Este se distingue de todas las demás corrientes filosóficas por la hazaña de hacer descender la filosofía a las calles, hacerla subir a los escenarios de teatro y lograr algunos éxitos en las librerías. Es entonces cuando el existencialismo sale del cuadro estricto de la filosofía y deviene un movimiento cultural.

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LA PSICOLOGÍA EN FRANCIA En este ambiente en mayo de 1947 se crea la licenciatura en Psicología en las facultades de Letras de la Sorbonne. Daniel Lagache pronuncia la lección inaugural de su curso de Psicología con el título La unidad de la Psicología. En ese momento reconoce la existencia de dos escuelas: la naturalista que corresponde a la experimental y que pretende establecer leyes generales del comportamiento humano. Y «la otra psicología» refiriéndose a la psicología humanista, cuyo objetivo no es la explicación sino la búsqueda de la comprehensión. Los trabajos conductistas sobre el aprendizaje están en plena expansión. Se estudia la percepción, la motivación, el lenguaje, la atención. Lejos de haber agotado sus fuerzas el conductismo permanecerá como el enfoque principal de la Psicología. En los años 50’s, Burrhus F. Skinner (1904-1990) desarrollará el neo-conductismo y lo aplicará a la enseñanza. Al término de la guerra el Psicoanálisis entra en un nuevo período de desarrollo. Después del período de las grandes disidencias (Jung, Adler...) se asiste a la difusión del Psicoanálisis y de su apertura a otras disciplinas. En los años 30’s cuando el Psicoanálisis llega a los Estados Unidos con los inmigrantes judíos que huían del nazismo, empieza a tocar a las clases medias. El Psicoanálisis americano es mucho más pragmático y menos teórico que en Europa. Se centrará en el estudio de la infancia con Spitz, Bettelheim, etc. Y por otra parte, centrándose en el Yo y la psicología del Self con Anna Freud, Heinz Hartmann...). Esta difusión va a conducir al psicoanálisis a vincularse con otras disciplinas o movimientos. Algunos como George Devereux (1908-1985) va a fundar la Etnopsiquiatría o Harry S. Sullivan (1892-1949) que integra al psicoanálisis una aproximación antropológica y cultural. Otros van a provocar la confrontación del Psicoanálisis con una teoría o con un cuadro filosófico exterior: W . Reich (1897-1957) intenta efectuar una fusión entre el 177

marxismo y el freudismo o Ludwig Binswanger (1881-1966) entre psicoanálisis y fenomenología heideggeriana. La primera cátedra de Antropología social es realizada por Bronislav Malinowski en 1922, en la cual afirma que las costumbres de las sociedades, por más extrañas que sean, deben explicarse por su presente y no por su pasado. En 1944, Malinowski dejará atrás él un testamento teórico (Una teoría científica de la cultura), estableciendo que el último objetivo de la cultura es el de satisfacer las necesidades humanas universales. Sus dos fuentes de inspiración son los sociólogos: Herbert Spencer por la noción de función y Emile Durkheim por su aproximación totalizante de los hechos sociales. Fueron necesarios inicialmente, veinte años y después, veinte años más todavía para que la antropología social se identificara con una doctrina: el funcionalismo. Esta se impone en Inglaterra contra dos maneras más antiguas, de hacer y de pensar la etnología: el evolucionismo y el difusionismo. Después de la Segunda guerra mundial y con el « impasse » obligado a las ciencias humanas, diferentes profesionales franceses como psiquiatras, pedagogos, enfermeros, educadores y psicoanalistas comparten la intención de restituirle la dignidad a los excluidos (al loco, al desviante, ...), dando inicio al movimiento psicosocial, en donde convergen la psiquiatría, el psicoanálisis, el marxismo y la pedagogía activa. CULTURA DE MASAS PERSUASIÓN CLANDESTINA 1950-1960 Las dos nuevas super potencias surgidas de la Segunda Guerra Mundial entablan una guerra de un nuevo género: un enfrentamiento ideológico oponiendo dos modelos de sociedad (la sociedad capitalista y el socialismo real). La desestalinización de la URSS, emprendida por Khrouchtchev, favorece la coexistencia pacífica sin alejar los riesgos de crisis internacionales (represión 178

del levantamiento de Budapest en 1956, la edificación del muro de Berlín en 1960,...). Se crea la Comunidad Económica del Carbón y del Acero. Algunos años apenas, después de la Segunda guerra mundial, Francia, Alemania, Italia y otros cuatro países, deciden construir una Europa de paz, promoviendo la cooperación y el libre intercambio. Las olas de descolonización destapan la emergencia de un nuevo actor sobre la escena internacional: el tercer mundo. Rechazando a las dos super potencias, sus principales representantes (China, India,...) optan por el movimiento de los no alineados (Conferencia de Bandoeng de 1955), intentando despegar con su propio modelo de desarrollo. Mientras tanto, la televisión y el transistor penetran en los hogares, las estrellas de Hollywood se lucen en las tiendas de moda. Es el inicio del «star system» y de la difusión de una cultura de masas encarnada, sobre el plano de la música y del baile, por el Rock and Roll y por los movimientos de Elvis Presley. En 1957, el abogado y periodista americano Vance Packerd describe en «La persuasión clandestina», la forma en que las ciencias humanas, del psicoanálisis a la psicología social, son utilizadas por los publicistas108. Una verdadera cultura del consumo se desarrolla entonces, con sus referencias, sus códigos, su simbolismo, incluso con su ‘mitología’. Este «sistema de objetos» atrae rápidamente la curiosidad analítica de numerosos teóricos: Roland Barthes, Edgard Morin, Georges Péninou y más tardíamente Jean Baudrillard. Los años 50’s marcan el apogeo de la pre-eminencia del marxismo entre los intelectuales. Cierto, todos los intelectuales no son marxistas, ni comunistas, lejos se está de ello. Sin embargo, la mayor parte de los debates públicos, ya sea sobre geopolítica o sobre epistemología, se llevan a cabo en referencia al sistema de explicación marxista. La magnitud del compro108

Lardellier, Pascal, Culture de masse. 2000.

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miso de la intelectualidad frente al comunismo, amerita ser relativizada. Al lado de los compañeros de ruta (Sartre, Maurice Merleau-Ponty...) y de sus adversarios declarados (Raymond Aron, Albert Camus,...), muchos universitarios de renombre (Claude Lévi-Strauss, Fernand Braudel, Gaston Bachelard,...) permanecen en el retiro. La edad de oro de los « compañeros de ruta » llega a su fin en la medida de las revelaciones sobre el sistema soviético. El reporte Krouchtchev del XX Congreso del PCUS en 1956, reconociendo el despotismo staliniano, viene a dar sentido a los acontecimientos anteriores (Golpe de Praga en 1948) en otras ocasiones eludidos en nombre de la lucha contra el fascismo y el imperialismo109. Sartre anuncia en 1956, el fin de su filiación al Partido Comunista Francés. Edgar Morin, excluido del Partido desde 1951, publica su «Autocrítique» en 1959. La hemorragia se concluye con la primavera de Praga, después viene el efecto Soljenitsyn. Una vez los puntos rotos con el PC, una parte notable de los intelectuales tratarán de liberar al marxismo de sus resabios stalinianos. Los pioneros son Cornelius Castoriadis y Claude Lefort que habían creado desde 1949 la revista Socialismo y Barbarie. En 1960, Louis Althusser va a desarrollar un marxismo teórico. En el curso del mismo período emergen los avatares del marxismo: trotskismo, maoismo. Más allá de estos proyectos críticos, el pensamiento de Marx va a constituír el paradigma dominante en las ciencias sociales durante los años 60-70. En 1955, Jean Piaget (1896-1980), psicólogo suizo, funda en Génova el Centro Internacional de Epistemología Genética. Ninguna referencia al niño en este nombre institucional. Piaget permanece siempre fiel a este proyecto inicial: para él, la psicología del niño es el terreno experimental de una epistemología científica histórico-crítica. 109

T. Judt, Le Marxisme et la gauche française, Hachette, 1987.

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Paralelamente a los trabajos de Piaget, comenzados desde los años 20’s, otro campo de la psicología contribuirá, antes de la segunda Guerra Mundial, a las teorías del desarrollo: el Psicoanálisis que se interesa por el desarrollo afectivo del niño. Las primeras psicoanalistas de niños son Anna Freud (18951980) y Mélanie Klein (1882-1960). Anna Freud permanece fiel a la obra paterna intentando adaptar al psicoanálisis, convirtiéndola en una cura más pedagógica. M. Klein, por su parte, va a utilizar las técnicas de juego con la finalidad de hacer aparecer los fantasmas infantiles. Esto será fuente de controversia entre estas dos psicoanalistas. Después de la segunda Guerra, otros psicoanalistas como René Spitz (1887-1974), y posteriormente, Donald Winnicott (1896-1971) contribuirán a desarrollar al Psicoanálisis del niño en tanto disciplina. En Francia en los años 40’s, Henri Wallon (1879-1962) describirá el desarrollo de la afectividad y de la inteligencia del niño, inscribiéndolo en su medio ambiente social. Al mismo tiempo, Jenny Aubry (1903-1987) será la primer neuropsiquiatra y psicoanalista en interesarse en el destino de los niños separados de sus familias y creará el primer servicio de atención psicoanalítica en un hospital de pediatría en Francia110. En 1957 con la publicación de su libro «Syntactic Structures», Noam Chomsky establece las bases de lo que, diez años más tarde, se constituirá como una escuela generativista en Estados Unidos y en el mundo entero. En este texto Chomsky desarrolla una manera absolutamente novedosa de considerar el lenguaje. Para él, la lingüística estructural no viene a explicar la gramática de las lenguas, ni a compararla entre ellas. Sino a considerar que el lenguaje es una máquina para generar frases y es a ese nivel que se plantea el problema del sentido. El sentido es inseparable de la sintaxis y se trataría de comprender cómo, a partir de pro-

110

Aubry, Jenny. Psychanalyse des enfants séparés, Denoêl, Paris, 2003.

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posiciones bien formadas, se pueden generar las frases correctas dentro del lenguaje. Detrás de esto, está la idea de que el lenguaje es una facultad mental abstracta y creativa, capaz de producir una infinidad de enunciados. Un poco antes en 1956 se llevará a cabo en el Colegio Dartmouth de Hanover, una serie de conferencias, en las cuales participarán algunos jóvenes matemáticos, entre otros, John Mc Carthy, Herbert Simon y Allen Newell, en donde se habla por primera vez de una nueva ciencia llamada «inteligencia artificial». Chomsky, cuyas convicciones libertarias son tan radicales como sus ideas lingüísticas, no cesará de mantener sus críticas científicas y políticas hasta nuestros días, afortunadamente. Como señala Robert Barsky, incluso sus propios adversarios, ya no pueden vivir sin él111. PROTESTA Y REPRESIÓN SOCIAL 1960-1970 El desenlace de la crisis de Cuba en 1962 marca el punto de partida de un período de tensión entre las dos super-potencias. Sin renunciar a sus ambiciones hegemónicas, Estados Unidos y Rusia establecen las reglas del juego sobre el principio adversario-compañero. La rivalidad se desplaza hacia el espacio (lanzamiento de misiles y de satélites) o sobre el teatro de conflictos localizados (en Vietnam, en Medio Oriente,...). El Estado se impone como el principal ordenador de la vida económica, a través de sus políticas de fomento del consumo, sus grandes trabajos y sus medidas proteccionistas. El american «way of life», el refrigerador, la lavadora, los robots de cocina entran a los hogares franceses. Con el fondo de la revolución cultural (en China), de la defensa de los derechos civiles (Martin Luther King), de movilizaciones contra la guerra de Vietnam o de protestas estudiantiles (en 111

Noam Chomsky, Une voix discordante, Odile Jacob, 1998, p. 115.

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Berkeley en 1964, en la Sorbonne en mayo de 1968...) pero también de conciertos de los Beatles, Bob Dylan, Johnny Hallyday, las formas clásicas de autoridad son cuestionadas. Mientras la Iglesia católica procede a su aggiornamiento (Vaticano II, 1965-1965), la difusión de la píldora anticonceptiva contribuye a la liberación sexual y por ello mismo a la de las mujeres. Movimiento al que contribuye también la aparición de las panti-medias, el jean y la mini falda. Ocho años después del primer vuelo tripulado realizado por los soviéticos (Gagarin en 1961), el americano Neil Armstrong pisa el suelo lunar. Por primera vez, el hombre puede percibir la tierra en su redondez y tomar conciencia de su fragilidad. El año 1966, puede ser el año sagrado del estructuralismo. En Paris, al menos. Ese año, en efecto, cinco revistas de primer orden consagran un número al análisis estructural. Jacques Lacan publica sus Escritos (5000 ejemplares vendidos en dos semanas), Michel Foucault Las palabras y las Cosas (800 vendidos en cinco días), Roland Barthes Critica y Verdad, George Dumézil La Religión romana arcaica, Tsvetan Todorov su Teoría de la literatura y Algirdas Greimas su Semántica estructural. En esta época, todas las disciplinas y las artes están convencidas de la revelación según la cual, toda producción humana está determinada por las estructuras. De esta idea, se conocía el origen y sus relevos. En su libro La Phonologie structurale de Roman Jakobson y Nicolas Troubetskoy se establecen las bases del estructuralismo contemporáneo, mostrándose que el juego de las unidades sonoras propias de cada lengua estaba construido sobre un pequeño número de oposiciones distintas y reglas de permuta. El conjunto forma un sistema, donde todo cambio acarrea otros, sin que la consciencia humana esté para algo. Claude Lévi-Strauss, quien enseña con Jakobson durante la guerra, traspone la idea a los sistemas de parentesco: su trabajo Estructuras elementales del parentesco (1949) produce una 183

revolución en el dominio, Lévi-Strauss no tarda en generalizar su método: Antropología Estructural y categorías de pensamiento (La Pensée Sauvage, 1962). Mientras tanto, el lingüista Algirdas Greimas desarrolla una teoría estructural del relato, y hace descubrir la lingüística de Hjemlslev a un tal Roland Barthes. En 1960, el estructuralismo ya no pertenece a una disciplina, aparece como un método general de tratamiento de los fenómenos y de los textos para develar las formas subyacentes. Roland Barthes se concentra en una semiología general (moda, literatura, publicidad,), Jacques Lacan declara que « el inconsciente está estructurado como un lenguaje », Louis Althusser hace una lectura estructuralista del Capital, Jean Pierre Vernant hace el análisis del sacrificio griego y Michel Foucault inicia una historia general de las ideas. Atrás de esta fachada, el estructuralismo es un edificio frágil. Algunos de sus fundadores – Claude Lévi-Strauss es el primero- desaprueban la recuperación de sus ideas por el trío LacanFoucault-Althusser. Al final de la década, el estructuralismo no es más un paradigma innovador: es sólo un momento, respetado o rechazado, del desarrollo de las ideas en las ciencias humanas en Francia. Unos años antes en Palo Alto, una pequeña ciudad de las afueras de San Francisco California, el antropólogo Gregory Bateson instala, a principios de los 50’s, su equipo de investigación. Influenciado por la orientación sistémica, Bateson subraya los aspectos paradójicos e implícitos de la comunicación interpersonal. El reclutamiento de Don Jackson (1954), la llegada de Paul Watzlawick en 1960, orientan la escuela de Palo Alto hacia una aproximación psiquiátrica. En Una Lógica de la Comunicación, publicado en 1967 por Watzlawick, Janet Beavin y D. Jackson, la comunicación está descrita como un proceso social permanente que se manifiesta sobre múltiples registros. Hacia 1959, el Psiquiatra Don Jackson funda the Mental 184

Research Institute, centro de investigación y de terapia sobre la familia. En 1963, el pianista y sociólogo Howard Becker publica Outsiders, una encuesta sobre los músicos de jazz en Chicago. Los dos hechos, sin relación aparente, inauguran una forma nueva de analizar la sociedad. De acuerdo a esta visión, es en la dinámica de los intercambios entre las personas que se puede comprender lo social. El interaccionismo reúne dos corrientes que se han desarrollado separadamente en los Estados Unidos: el análisis de la comunicación interpersonal (la escuela de Palo Alto), y la corriente sociológica del interaccionismo simbólico y sus derivados (consecuencia de la Escuela de Chicago). Un autor original como Erving Goffman representara el « eslabón perdido » entre la aproximación comunicacional de Palo Alto y la aproximación sociológica de Chicago. Para él serán los intercambios cara a cara los que constituyen la trama y la esencia de lo social. Considera que los procesos de interacción entre dos personas son frágiles estando regulados por « rituales de interacción » (reglas de cortesía, formas de intervenir verbalmente,...), que permiten a los individuos causar una buena impresión. Según Goffman, la vida social es una especie de teatro, en donde se es llevado a adoptar roles y en donde es necesario tomar en serio los roles de los otros. Para la redacción de su libro « Asilos » (1961), vivió durante un año entre los enfermos del Hospital Psiquiátrico Santa Elisabeth de Washington, preocupado por la obtención de los datos de primera mano, hace de él un representante de la escuela de Chicago. La segunda corriente de la « ofensiva interaccionista » se produce en el terreno de la sociología y tiene sus raíces más antiguas. Se inscribe en una tradición del pensamiento, el de la Escuela de Chicago, y es conocida como el « interaccionismo simbólico). La expresión inventada en 1937 por Herbert Blumer, no se propaga sino hasta 1960, con los trabajos de E. Goffman, 185

H. Becker, Anselm Strauss. Para esta vertiente, los individuos producen los hechos sociales y no solamente los experimentan, como lo suponen las aproximaciones estructuralistas y funcionalistas. Será a través de las interacciones y del sentido que dan los individuos a su acción que se puede comprender este proceso. Esta aproximación será radicalizada por Harold Garfinkel quien con sus Studies en Ethnomethodology (1967), establece las bases de una nueva corriente: la etnometodología. Siempre interesado en los razonamientos prácticos que movilizan a las gentes en lo cotidiano. Durante el año 1963 en Londres se lleva a cabo un Congreso sobre Filosofía de la Ciencia, que marcará el desarrollo de esta disciplina. Estuvieron presentes los más grandes especialistas anglosajones de la época. Rudolf Carnap, Willard van Orman Quine y Karl Popper, las tres figuras más importantes de la filosofía de la ciencia de la época. También asistieron Thomas S. Kuhn e Imre Lakatos, dos personajes de la nueva generación. Durante el Congreso Carnap, Popper y Quine debatieron sobre los criterios de verdad dentro del quehacer científico. Pero sus concepciones se encontraban ya desfasadas de los conceptos de los jóvenes investigadores también presentes en Londres. Es el caso de Thomas S. Kuhn (1922-1996), un historiador de las ciencias americano, que publicó el año precedente, en 1962, La structure des révolutions scientifiques, una obra que transformará la disciplina. Kuhn sostiene que la ciencia no evoluciona de acuerdo a una marcha progresiva y continua de ensayos y errores. Para él, la ciencia progresa con la ayuda de modelos dominantes o paradigmas. Imre Lakatos (1922-1974), húngaro refugiado en Gran Bretaña después del fracaso de la revuelta de Budapest de 1956, es el secretario de coloquio. Él refuta las tesis de sus maestros, al igual que Kuhn. Lakatos está elaborando su teoría de los programas de investigaciones científicas (o PRS). El PRS es un 186

conjunto de hipótesis que dirige a la ciencia en un momento determinado; está compuesto de un «nudo duro» de tesis inviolables, que forma el corazón del programa. Este nudo esta rodeado de «un cinturón protector» formado de hipótesis auxiliares, que pueden ser eventualmente modificadas sin poner en riesgo el corazón de la teoría. Ningún francés estuvo invitado al coloquio en Londres. Es necesario señalar que en ese momento, existía una incomprensión entre los filósofos anglosajones de los pensadores de occidente. Solamente Kuhn, que había vivido en Francia, conocía bien la obra de Alexandre Koyré o de Gaston Bachelard, las grandes figuras de la filosofía de la ciencia francesa de la época. Koyré (1892-1964) había salido de Rusia después de la Revolución para instalarse en parís. Su propósito pretendía mostrar que el pensamiento científico evoluciona en el seno de estructuras mentales que permiten, en cada época, ciertos fenómenos «pensables» y otros «impensables». Gaston Bachelard (1884-1962) afirmaba en 1938, en La formation de l’esprit scientifique, que la ciencia conlleva siempre las representaciones vinculadas con la imaginación, «imágenes falseadas» de la realidad que sólo un psicoanálisis del pensamiento científico puede develar. Sucesor de Bachelard en la formacion de historia de las ciencias de la Sorbonne, Georges Canguilhelm (1904-1995) había aplicado esta aproximación a la historia de la medicina y la biología con la intención de develar los fundamentos conceptuales. La obra de Canguilhelm inspirará la teoría de «la epistème» de su alumno Michel Foucault. MOVIMIENTOS CONTESTATARIOS EN LA CIENCIA 1970-1980 En Francia y en toda Europa, como una prolongación de mayo del 68, nuevas formas de movilizaciones colectivas se refuerzan: en nombre del feminismo, de la ecología, del regionalismo, de 187

los homosexuales, de los derechos del hombre, del pacifismo. La época deja libre curso a una verdadera efervescencia, a una sed de experiencias individuales y colectivas. Mayo del 68 fue un sismo cultural que rompe con las formas clásicas de autoridad. La dominación patriarcal declina. La democracia marca puntos decisivos en Europa del Sur. En Portugal, el golpe de Estado del 25 de abril de 1974 pone fin a la dictadura y restablece las libertades, mientras tanto en Grecia en el mismo año, se termina con el régimen de los coroneles. Por su parte la democracia española se impondrá casi naturalmente, con la muerte de Franco en 1975 y la entronización de Juan Carlos, proclamado rey de España. En 1973 se anuncia un movimiento regresivo dentro de la economía. La devaluación y el fin del reinado del dólar, marcan el fin de los años de la postguerra. Los tiempos del crecimiento regular serán olvidados. Al fin de la década, dos acontecimientos político-religiosos mayores simbolizan una renovación de la espiritualidad y del militantismo religioso. De inicio, la elección en 1978 del Papa polaco, Juan Pablo II. Posteriormente en el mundo musulmán donde la revolución Iraní de 1979, orquestada por el ayatollah Khomeyni, asegura una nueva era para el islam. A inicios de los años 70’s, Michel Foucault (1926-1984) imparte sus cursos en el Colegio de Francia. Este antiguo alumno de Louis Althusser (fundador del marxismo estructuralistas) y de Georges Canguilhelm (filósofo de las ciencias), encarna el espíritu de la época: desde los años 60’s una forma de pensamiento rebelde y crítico de todas las formas de poder, cuestionando los tabúes sexuales y criticando con impertinencia el humanismo y el universalismo heredado de las Luces. La tesis de Foucault, Folie et Déraison. Histoire de la folie à l’áge classique, produce un fuerte impacto en el momento en que se desarrolla

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la corriente de la Antipsiquiatría.112 La obra de Foucault suscitará numerosas críticas. Hoy, algunos lo consideran como un maestro del pensamiento (iniciador, entre otros, de la filosofía postmoderna). Otros le critican, la relación que establece entre el racionalismo y el poder. Paralelamente a su obra intelectual, Michel Foucault funda en 1971 el Grupo de información sobre las prisiones con Jean Domenach y Pierre Vidal-Naquet. En tanto que intelectual, participará en la defensa de los inmigrantes, de los disidentes soviéticos, de los antifranquistas y de los homosexuales. Un viento «anti» y «contra», se establece entre las diferentes corrientes de ideas, enarboladas en el movimiento del 68 en Francia y en otros países de Europa, así como en América. Con la nueva izquierda americana, las protestas contra la guerra de Vietnam y la cultura «underground» de las comunidades californianas. Una era de protestas se desarrolla especialmente en la década de 1965-1975, aunque los protagonistas de esta contra-cultura subversiva maduraron sus ideas desde hace mucho tiempo. Por ello, Wilhelm Reich, psiquiatra y psicoanalista, conocerá una notoriedad después de su muerte, porque fallecerá en una prisión norteamericana en 1957. En cuanto a Herbert Marcuse (1898-1979), filósofo alemán que deja su país a causa de la llegada del nazismo, él ya estará en el retiro de la Universidad de Boston, cuando se convierte en uno de los «gourous» de los 60’s. Cada quien a su manera, Reich y Marcuse serán los representantes de lo que se ha llamado freudo-marxismo. Es en la clínica psicoanalítica de Viena, en 1920, que Reich miembro del Partido Comunista Alemán y de la Asociación Psicoanalítica Internacional, descubre que la miseria social puede ser el origen 112

Los más célebres representantes del movimiento Anti-psiquiátrico, nacido en los años 50’s entre un grupo de psiquiatras británicos, fueron Ronald Laing y David Cooper. Aparecido en 1967, el libro de D. Cooper, Psiquiatría y Antipsiquiatría, se convierte en la Biblia de este movimiento.

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de problemas psíquicos más graves. La acción revolucionaria consiste en luchar contra la represión que inhibe al sujeto y lo incita a la pasividad frente al poder. Serán estas ideas de Reich, las que el movimiento del 68 retendrá.113 Con Marcuse, filósofo y sociólogo, la asociación de Marx y Freud se sitúa en una perspectiva diferente. El desarrollo del capitalismo y de la sociedad de consumo distancia al individuo de sus placeres auténticos. Descubre en el «hombre Unidimensional» a un esclavo dócil de la sociedad de consumo. La sola salida a esta pesadilla de las sociedades contemporáneas es el recurso a la imaginación. Los estudiantes del 68 serán el producto de un mestizaje complejo de diversas corrientes intelectuales: marxismo, psicoanálisis lacaniano asociado a la ola del estructuralismo, existencialismo sartreano y sentido de la responsabilidad, noción de transgresión salida de Georges Bataille, de goce con Reich o de liberación con Marcuse, permitirán pensar la noción del deseo o de la represión. Es en las barricadas parisinas en mayo del 68, que Félix Guattari encuentra al filósofo Gilles Deleuze. De este encuentro, en 1972, aparecerá una gran obra de estos jóvenes filósofos cuyo pensamiento iba hacia el concepto de «máquina deseante», la crítica del marxismo, del psicoanálisis así como del estructuralismo dominante y del pensamiento de Lacan: El Anti-Edipo (1972). En Norteamérica, aparecerán los volúmenes sobre la Sociología Clínica publicación periódica en la década de los 70’s (Strauss, 1979; Glassner and Freeman, 1979; Fritz, 1985; Fritz and Clark, 1989; Rebach and Bruhn, 1991 y Strauss, 1993), y la revista Sociología clínica iniciara su publicación en 1982. En estos trabajos la sociología clínica aparece definida como 113 Una nueva concepcion del hombre se construye, ocho años después del primer vuelo tripulado realizado por los soviéticos (Gagarin en 1961), el americano Neil Armstrong pisa el suelo lunar. Por primera vez, el hombre puede percibir la tierra en su redondez y tomar conciencia de su fragilidad.

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multidisciplinaria, en un campo humanístico que evalúa y resuelve los problemas a través del análisis y la intervención. El análisis clínico se basa en el control crítico de las opiniones, políticas y prácticas. PRIVATIZACIÓN E INDIVIDUALISMO 1980-1990 Margaret Thatcher y Ronald Reagan simbolizan la «revolución liberal y conservadora» durante los años 80’s. El fortalecimiento del Estado cede su lugar al neoliberalismo. Estos años serán los de la desregulación, las privatizaciones, la rehabilitación de la empresa y del individualismo como bandera de la existencia humana. En ese entonces, el mundo de la comunicación se transforma, es el principio de una nueva revolución industrial, es decir el de las tecnologías de la información. El Occidente padece el desempleo y la precariedad. Las «favelas», los ghetos norteamericanos y las «cités» francesas son las muestras urbanas de la polarización económica de las sociedades. Los regímenes comunistas que parecían inquebrantables, después de unos años, la reforma económica (Perestroïka) y la política de transparencia impulsada por Gorbatchev abren una nueva brecha. La caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS vendrán a terminar con ese mundo bipolar. A finales de los años 80’s, parece generarse una revolución en los paradigmas científicos. Desde el siglo XVII la ciencia clásica nos había dado la imagen de un universo sometido a determinismos implacables, que podrían describirse bajo la forma de leyes. Ahora bien, Ilya Prigogine e Isabelle Stengers, en su libro filosófico-científico La Nouvelle Alliance (1979) señalan que «un cambio de perspectiva característica de la segunda mitad del siglo XX se opera... Vemos en todas partes inestabilidades, fluctuaciones, bifurcaciones». En astronomía, en química, en meteorología, en economía, se descubren fenómenos caóticos y turbulencias. La era del determinismo, de las le191

yes, de la predicción está dejando lugar a una visión del mundo donde reina lo inestable, el desorden, lo incierto. El mundo es inestable e imprevisible, esto es lo que propone la teoría del caos. Edgar Morin, propone una visión del mundo social en donde el orden y el desorden se mezclan, donde las acciones individuales y los acontecimientos son a la vez producidos y productores de la dinámica social, en donde los fenómenos de emergencia, de auto-organización y de bifurcación son constitutivos del orden social. Morin participa en una obra colectiva entre los que destacan, I. Prigogine entre otros. La década de los 80’s marcan el regreso del péndulo, es decir el regreso del actor y por tanto, la decadencia de la acción colectiva. Es necesario distinguir dos dimensiones diferentes de este fenómeno: una, es el propio campo de las ciencias humanas y la otra es una significación social y política. En 1982, autores como Raymond Boudon y François Bourricaud tratan de imponer el paradigma «del individualismo metodológico» en sociología, contra el holismo dominante en el pensamiento francés. Esta aproximación coincide con otros enfoques microsociológicos que se desarrollan en ese momento, como la «etnometodología», que como vimos es la corriente norteamericana promovida por Harold Garkinkel y Aaron Cicourel, y que propone el estudio de las estrategias de los actores que crean lo social. Este regreso del actor fué perceptible también, en la Historia. Con una forma un poco diferente se producirá el regreso a la biografía, al individuo, al acontecimiento. Esta propuesta se opone a la historia de las estructuras, promovida por Fernand Braudel. Ahora la intención era comprender a la sociedad a través del individuo, como es el caso de Georges Duby. A inicio de los años 80’s, la moda era también la «micro-historia» que enarbola el italiano Carlo Ginzburg y que había ya desarrollado en 192

nuestro país Luis González desde su trabajo Pueblo en vilo y coordinando las monografías sobre Michoacán. El objetivo es siempre, hacer la historia social, pero situándose a nivel de los individuos y de su vida cotidiana. Es importante señalar, que la mirada sobre el individuo no marca una posición teórica favorable al individualismo. Se trata sobre todo, de una evolución metodológica, de una forma diferente de observar los fenómenos sociales: « un cambio de escala» como lo señala el historiador Jacques Revel. OPOSICIONES FRECUENTES EN EL PENSAMIENTO SOCIAL La herencia de la filosofía La filosofía ha estado como uno de los referentes de la sociología clínica, ello le ha permitido reflexionar a cerca de la noción de sujeto y de realidad que le subyacen. Estos intersticios epistemológicos entonces, posibilitan explicar los aspectos objetivos y subjetivos de la realidad social, así como realizar un ejercicio explicativo en cuanto a la construcción de sus objetos. Como ejemplo, podemos mencionar lo que señala J. BarusMichel al respecto « El sujeto está de alguna manera, ausente, no es mas que tensión, deseo camuflajeado, desviado, dividido: el sujeto « social » inscrito, está dividido en la problemática de lo social ».114 Si bien es cierto la sociología clínica refiere a una interdisciplinariedad, de ninguna manera se reduce a un conjunto indiferenciado de nociones, métodos y técnicas que abordan eclécticamente lo psicosocial, sino que esa presencia de lo filosófico le ha permitido tener una pertinencia en el contexto de las ciencias humanas y construirse como una aproximación coherente para el estudio sistemático y seriamente fundamentado 114

Barus-Michel, J, et. al. Crises. Approche psychosociale clinique, p. 265, Desclée de Brouwer, 1996, Paris.

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de la dialéctica entre la singularidad de la experiencia vivida y la subjetividad del análisis histórico. El siguiente apartado se aleja del análisis descriptivo que hemos resumido en líneas anteriores, intentaré ahora una aproximación reflexiva diacrónica sobre el desarrollo del pensamiento de lo social. Consideramos necesario señalar que, desde sus inicios, las ciencias humanas se debaten con una serie de antinomias de conceptos, como material /ideal, objetivo/subjetivo, o colectivo/individual. Estos antagonismos conceptuales, propician una visión dicotómica del mundo; persuadiendo a los investigadores para seleccionar su campo de estudio (lo colectivo contra lo individual o lo objetivo contra lo subjetivo), a pesar de que la insistencia en apegarse a esta forma binaria de pensamiento, produce fracasos en la comprehensión y explicación de los fenómenos. En la tradición filosófica, el idealismo «consiste en desplazar toda la existencia hacia el pensamiento »115 , mientras que el materialismo es «la doctrina desde la cual no existe otra substancia que la materia ». La oposición entre las ideas y la materia se asocia frecuentemente, a otras parejas de conceptos como espíritu /cuerpo ó ideal /real. Carlos Marx (1818-1883) retomó la distinción filosófica entre el materialismo y el idealismo, en el dominio del análisis histórico, estableciendo una cierta forma de materialismo que, en algunos de sus textos más simplificados, pero más comentados por sus sucesores ‘marxistas’, se torna mecanicista y economicista. Es el caso particular del prefacio a La Crítica de la Economía Política (1859). « En la producción social de su existencia, los hombres establecen relaciones determinadas, necesarias e independientes de su voluntad. Estas relaciones de producción corresponden a un cierto grado de desarrollo de las 115

Lalande, André, Vocabulaire technique et critique de la philosophie. Paris, PUF, coll. «Quadrige»,2. tomes, 1992.

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fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones forma la estructura económica de la sociedad, la fundación real sobre la cual se levanta el edificio jurídico y político, al cual responden las formas determinadas de la consciencia social116 ». Este tipo de aproximación desempeñó un cierto rol durante los años 1950-1970, donde el debate en torno al marxismo tuvo efectos importantes en las ciencias sociales, actualmente esto se ha detenido. Es necesario hacer notar que las ciencias humanas han desarrollado más recientemente, usos menos mecanicistas y economicistas de Marx, apoyándose sobre otros escritos más complejos, como Las tesis sobre Feuerbach (1845) donde Marx, criticando al mismo tiempo a los materialistas y a los idealistas anteriores, intenta superar la bi-polaridad. En esta vía se encuentra la propuesta del sociólogo americano David Rubinstein, quien realiza una lectura diferente de Marx, estableciendo paralelismos con la última filosofía de Ludwig Wittgenstein (1889-1951), proponiendo pistas para salir de las oposiciones clásicas. En Antropología, Maurice Godelier inicia su reflexión con una inspiración marxista, y avanza sus reflexiones sobre «la parte ideal de lo real »: « toda relación social, cualquiera que sea, incluye una parte ideal, una parte pensada, es decir, representaciones. Estas representaciones no son solamente, la forma que reviste esta relación a la consciencia, pero son parte de su contenido », entonces «el pensamiento ya no aparece como un nivel separado de otros niveles », «lo que no implica que todo sea ideal dentro de lo real », «ni que las representaciones de los actores provengan necesariamente de la consciencia »117 .

116 117

Marx, K, Œuvres, Economie I, éd. Etablie par Maximilien ubel, Paris, Gallimard, 1965. Godelier, Maurice, L’Idéel et le Matériel, Paris, Fayard, 1984.

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EL SUJETO Y EL OBJETO Otro esquema clásico en filosofía muestra un sujeto frente a un mundo de objetos. Lo más frecuente es identificar estas dos nociones por sus oposiciones. Las definiciones otorgadas a la noción de objetivo118 nos muestran un cierto número de variaciones semánticas que se han cimentado a través de los usos filosóficos como: - Opuesto a subjetivo (en el sentido de aparente, irreal), que constituye un objeto, independientemente de todo conocimiento ó idea. - Independiente de la voluntad, como lo son los fenómenos físicos. - Opuesto a subjetivo (en el sentido de consciente, mental). El método objetivo es el de la observación exterior, considerando entonces, el mundo objetivo o exterior. Los usos sociológicos se inscriben en la historia de estos sentidos filosóficos que les precedieron. Señalaremos dos grande categorías de uso que los investigadores en ciencias sociales han buscado para proponer otra vía para «dar en el blanco ». Pierre Bourdieu en su doble crítica del objetivismo y del subjetivismo, propone dos definiciones sucesivas del objetivismo en Le Sens Pratique.119 1. El objetivismo «pretende establecer regularidades objetivas (estructuras, leyes, sistemas de relaciones, etc.) independientes de la consciencia y de las voluntades individuales» (p.44). Por una lado, ahí se encuentra, las regularidades, las estructuras e implícitamente, lo colectivo y lo del exterior, y del otro, las consciencias, las voluntades, los individuos y por tanto, el interior. Desde esta perspectiva, el objetivismo afirma la primacía de lo objetivo en el análisis de los fenómenos sociales y el subjetivismo la superioridad de lo subjetivo. 118

Lalande, André, Vocabulaire technique et critique op.cit. Bourdieu, Pierre, Paris, Minuit,1980.

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2. « El objetivismo constituye el mundo social como un espectáculo ofrecido a un observador que toma «un punto de vista » sobre la acción y que, llevando en el objeto los principios de su relación al objeto, hace como si estuviera destinado sólo al conocimiento » (p.87). En esta definición están opuestos, más o menos explícitamente, observador, espectáculo y conocimiento exterior-teórico al actor, acción y conocimiento interior-práctico. El objetivismo es entonces, un modo de relación con el objeto sociológico tendiendo a darle a priori, una posición exterior desconociendo los usos prácticos que le constituyen, de una cierta fijeza y homogeneidad, como una cosa ubicada delante de sí. Inversamente, la postura subjetivista tomaría sobre la acción los puntos de vista de los sujetos actuantes. A través de estas dos definiciones críticas, objetivismo y subjetivismo, aparecen, dentro de las ciencias sociales contemporaneas, como de las aproximaciones susceptibles de asociar más o menos explícitamente dos niveles de análisis: a) De los universos conceptuales concurrentes dan cuenta los fenómenos sociales a partir de los diferentes puntos de partida b) De las diferentes posturas comprometidas por el investigador frente al objeto sociológico que intenta construir. El reto para los pensadores contemporáneos que se esfuerzan en salir de los caminos ordinarios, es entonces doble 1°) sobre el plano conceptual, dar cuenta de las relaciones entre los aspectos objetivos y subjetivos del mundo social y 2°) en cuanto a la construcción del objeto social, establecer los pasajes entre el punto de vista exterior del observador sobre lo que observa y las formas cuyos actores perciben y viven lo que hacen en el curso de sus acciones. LO COLECTIVO Y LO INDIVIDUAL Si como hemos visto, la Sociología ha heredado cierto número de conceptos pares de la filosofía, ésta ha sido marcada por la 197

oposición entre lo colectivo y lo individual, «la sociedad y el individuo ». Para ilustrar este debate siempre recurrente, nos detendremos en la sociología de Emile Durkheim (1858-1917). Para Durkheim, en Les Régles de la méthode sociologique lo colectivo (o lo social), que se distingue de lo individual referido a la psicología, se encuentra en la base de la definición misma de la sociología.120 Lo social constituye una entidad específica: « la sociedad no es una simple suma de individuos, pero el sistema formado por su asociación representa una realidad que tiene sus características propias » (p.102-103). Esta sociedad notoriamente, rebasa infinitamente al individuo en el tiempo y en el espacio y está en situación de imponerle las maneras de actuar y de pensar. Por ello se deriva la siguiente «regla» para el sociólogo: «La causa determinante de un hecho social debe ser buscada entre los hechos sociales antecedentes, y no entre los estados de consciencia individual» (p. 109). El « hecho social » estaría definido como: toda manera de hacer susceptible el ejercicio de una coerción exterior sobre el individuo, o bien, que es general en una sociedad determinada que ha tenido una existencia propia e independiente de sus manifestaciones individuales. Esta lectura tradicional y rápida debe ser relativizada. Como la mayor parte de los autores, Durkheim no nos ha legado una obra homogénea que dé lugar a una sola interpretación. Sin embargo, aunque existan nuevas lecturas no es posible borrar la tendencia de Durkheim a privilegiar lo colectivo y a la sociedad, con relación a sus componentes individuales. La sociología clínica ha compartido estas preocupaciones teóricas y a través de la utilización del Método biográfico ha tratado de salir de las oposiciones dicotómicas entre el individuo/ sociedad, entre la subjetividad del hombre y las regularidades objetivas de lo social121. La intención sería analizar las condicio120

Durkheim, Emile ,Paris, PUF, «Quadrige»,1981.(1re éd.1895). Gaulejac de V., Historia de vida y sociología clínica en Historias y relatos de vida: investigación y práctica en ciencias sociales, No. 29, Uruguay, 1999. 121

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nes concretas de existencia y «lo vivido». Es por ello que la referencia a Marcel Mauss y a C. Lévi-Strauss resulta obligada para comprender que al momento de la interpretación se debe incluir la objetividad del análisis histórico con la subjetividad de la experiencia que se ha vivido122. LAS SOCIOLOGÍAS CONTEMPORÁNEAS EN FRANCIA 1970-1990 La sociología en Francia es una disciplina científica o bien, es solamente una yuxtaposición de orientaciones y de trabajos muy contrastantes?. Es indudable la existencia de multiplicidad de paradigmas y de referencias teóricas, las rivalidades entre «escuelas», la especialización de los sub-campos disciplinarios y la falta de debates. Por ello, consideramos, que el campo de la sociología francesa contemporánea se encuentra, hoy en día, muy fragmentado y viene enfrentando una crisis desde inicios de los 80’s. En los últimos treinta años, autores como Pierre Bourdieu, Jean Pierre Passeron y Claude Grignon con su constructivismo estructuralista; Serge Moscovici con su psicología social postexperimental y las representaciones sociales; Cornélius Castoriadis con La Institución imaginaria de la sociedad; Georges Lapassade con una psicosociología de grupos y la dialéctica instituyente / instituido; René Lourau con El Análisis Institucional; Max Pagès con su Teoría sobre la afectividad en los grupos; Eugène Enriquez con el psicoanálisis sobre el vínculo social en De la Horda al Estado; Anthony Giddens con su Teoría de la estructuración. Los autores americanos como Peter Berger y Thomas Luckmann, que en los 60’s desarrollaron trabajos en Estados Unidos, son retomados en Francia en los años 80’s, por la im122

Lèvi-Strauss, Introduction à l’ouvre de M. Mauss, in Sociologie et Antropologie, PUF, Paris, 1968, p. 25.

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portancia otorgada a los enfoques más cualitativos e interaccionistas. Otros autores como Edward P. Thompson con La formación de la clase obrera inglesa123 ; Luc Boltansky quien sistematiza una aproximación constructivista de los grupos sociales; Mary Douglas con su reactualización de la obra durkhemiana; Irving Goffman con el orden de la interacción. Por otra parte, Alain Touraine con su libro Le Retour de l’acteur; François Dubet con La sociología de la experiencia; Vincent de Gaulejac con La neurosis de clase; Raymond Boudon y François Bourricaud, con el Dictionnaire critique de la sociologie. Todos ellos han ocupado, en mayor o menor medida, la escena sociológica francesa contemporánea. Durante la década de los 80’s será Pierre Bourdieu quien ocupe el lugar más sobresaliente entre los sociólogos franceses, con lo que él mismo denominó «constructivismo estructuralista» que sintetiza muy bien la originalidad de su propuesta. «Por estructuralismo o estructuralista, quiero decir que existen, en el mundo social mismo (...) estructuras objetivas independientes de la consciencia y de la voluntad de los agentes, quienes son capaces de orientar o de imponer sus prácticas o sus representaciones. Por constructivismo quiero decir, que hay una génesis social en una parte de los esquemas de percepción, de pensamiento y de acción que son constitutivos de lo que llamó «habitus» y por otra parte, de las estructuras sociales y en particular, de lo que llamó los campos124». En esta doble dimensión objetiva y construida, de la realidad social, sin embargo, una cierta primacía, es acordada a las estructuras objetivas. En ese entonces, será cuando la Sociología empiece a enfrentar una crisis en la cual distintos signos, indicarán un cambio de perspectiva. Como habíamos señalado, en 1982, Raymond Boudon y François Bourricaud publican un Dictionnaire critique 123 124

Thompson,P, Edward, Paris, EHESS-Gallimard-Seuil,1988. Bourdieu, Pierre, Espace social et pouvoir symbolique, dans Choses dites, Paris, Minuit, 1987.

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de la sociologie, que a sus contemporáneos les parece como una máquina de guerra contra el estructuralismo y el marxismo. Los autores tratan de imponer el paradigma del «individualismo metodológico» en sociología, oponiéndose al estructuralismo dominante encarnado por Pierre Bourdieu. R. Boudon afirma que el despegue de la sociología debe hacerse apoyándose sobre el principio del «individualismo metodológico». «Para explicar cualquier fenómeno social, es indispensable reconstruir las motivaciones de los individuos concernientes y de aprehender este fenómeno como el resultado de la agregación de los comportamientos individuales dictados por sus motivaciones». Dos años después de la salida del diccionario de Boudon, Alain Touraine publica Le Retour de l’acteur (1984). La perspectiva es muy diferente, aunque se sitúa en un movimiento similar de rehabilitación del actor. Alain Touraine propone una tercer vía entre dos aproximaciones contradictorias: «una que presenta a un actor fuera de todo sistema y el otro, un sistema que excluye a todo actor». Esta posición de hegemonía en los medios culturales y de investigación en Francia ha sido seriamente cuestionada con el crecimiento y profundización del cognocitivismo, tanto teóricamente como metodológicamente. La otra corriente del pensamiento que hoy en día se presenta en el medio francés es el papel que ha ganado la explicación antropológica y etnometodológica de la sociedad. LA SOCIOLOGÍA CLÍNICA FRANCESA Sobre los inicios de la sociología clínica Entre las fuentes fundadoras de la Sociología Clínica encontramos a inicios de 1940, a los diferentes profesionales de las ciencias humanas, psiquiatras, pedagogos, enfermeras, educadores y psicoanalistas que coincidieron con el compromiso de restituirle a los excluidos su condición de dignidad. Con el nombre 201

de psicoterapia institucional y de pedagogía institucional (J. y F. Oury, F. Tosquellès, Guattari...) surge un movimiento en el cual se enriquecen mutuamente la psiquiatría, el psicoanálisis (lacaniano), el marxismo y la pedagogía. Posteriormente se desarrolla una corriente insitucionalista impulsada por sociólogos, que critica el concepto de institución, autores como G. Lapassade que lanza el concepto de análisis institucional (1962) y R. Lourau (1969) se comprometen a poner en crisis lo instituido. La sociología clínica francesa surge así, en la década de los 70’s, como reacción a la rigidez de los espacios de interpretación e intervención en las problemáticas de los sujetos en situaciones sociales. Es una aproximación reciente que está en construcción y debate; que se ha desprendido de la psicosociología125. Esta ultima, ha logrado mayor difusión en distintos ámbitos académicos, debido a los trabajos sobresalientes que realizaron diversos autores sobre lo institucional y lo grupal; a quienes se les identificó con ese campo de lo psicosocial. Es por ello que la psicosociología ha tenido mayor impacto y trascendencia. Como en el caso de México, en donde a inicios de 1970 se leían autores como Georges Lapassade, Gérard Mendel, René Lourau, Cornélius Castoriadis, Robert Castel, René Kaés, entre otros, quienes por sus propuestas críticas, impactaron con la efervescencia política que existía en ese período en y fueron identificados, en general, con el estudio de lo « psicosocial » sin establecer diferencias conceptuales y mucho menos afiliaciones institucionales. La sociología clínica no se opone a la psicosociología sino que pretende continuar en el campo sociológico los diferentes elementos del proyecto psicosocial. Por tanto, ambas aproximaciones, comparten las herencias teóricas de autores que des125 Esta corriente en la que encontramos como ya vimos a J. y F. Oury, F. Tosquellès, Guattari, Lapassade y R. Lourau, que surge como un movimiento en el cual se enriquecen mutuamente la psiquiatría, el psicoanálisis (lacaniano), el marxismo y la pedagogía.

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de el siglo XIX a 1950 establecieron las bases para el estudio sobre lo psíquico y lo social. Es decir, provienen de una historia común hasta que, en los 70’s cuando las circunstancias sociohistóricas se modifican y cambian, a su vez, los juegos institucionales del poder, las trayectorias de estas disciplinas se separarán ilusoriamente. Hay que recordar que la historia de la sociología clínica y la psicosociología lejos de ser una historia lineal, implica múltiples orientaciones, cruzar muchas disciplinas vinculadas de acuerdo a afiliaciones complejas y difíciles de identificar. Significa transitar entre regresiones y paradojas institucionales. Eugène Enriquez, uno de los iniciadores de la sociología clínica, considera que este interés por el análisis de la relación social-psíquico está presente desde el siglo XIX, como una reflexión teórica fundamental. Como señalamos anteriormente, desde los trabajos de Durkheim y su discípulo Marcel Mauss existe la pretensión por demostrar y establecer una articulación entre la Sociología y la Psicología, a través de las relaciones existentes entre los psiquismos individuales reunidos y el « colectivo ». Incluso el primero, llega a afirmar la necesidad « propedéutica » de una « cultura psicológica » para la sociología126. Pero corresponderá a Mauss el deseo de atenuar el dogmatismo aparente de Durkheim. En su texto de 1924, « Rapports réels et pratiques de la psychologie et de la sociologie »127 corrige el « antipsicologismo » de su maestro, y tío materno, Durkheim. La sociología clínica y la psicosociología están influenciadas también por la sociología comprehensiva de Max Weber (18641920) y la sociología formalista de Georges Simmel (18581918). Estos autores ponen el acento en el reconocimiento de la alteridad como elemento fundador del vínculo social y en la ne126 127

Durkheim, E. Les règles de la méthode sociologique, (1895). Mauss, M. Sociologie et anthropologie, Paris, PUF, 1950.

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cesidad de considerar el sentido de las conductas humanas para comprender el funcionamiento colectivo. Son ellos los representantes de una sociología clínica que acentúa la existencia del otro como cuestiones fundamentales. Freud es otro de los referentes fundamentales para los que atribuyen a los procesos psíquicos inconscientes un papel determinante en los procesos individuales y colectivos. Las contribuciones psicoanalíticas no se limitan a las de Freud, sino que hay quienes recuperan a W. Reich, H. Marcuse y a C. G. Jung. Otros psicosociólogos han intentado hacer una interpretación basada en los textos freudianos de los fenómenos socio culturales, como es el caso de E. Fromm, E. Erickson o G. Devereux. La influencia de Marx es otra de las vertientes esenciales, especialmente los trabajos que refieren al Marx filósofo de la historia. Es decir, se retoman las concepciones de la Ideología alemana y del XVIII Brumario de Luis Bonaparte, en donde se resalta la historia individual y la historia social. La referencia a los trabajos del movimiento culturalista surgido en Estados Unidos, de M. Mead y K. Horney. Los trabajos de B.K. Malinowski y su crítica de la concepción freudiana sobre la universalidad del complejo de Edipo. Es importante mencionar las ideas sociológicas que han sido recuperadas del pensamiento de Pierre Bourdieu a cerca de la «violencia simbólica», pues propician un cuestionamiento sobre las implicaciones de lo político y lo social en el sufrimiento. En cuanto a las propuestas filosóficas de Edgard Morin sobre el pensamiento complejo, han brindado a la sociología clínica su fundamento epistemológico, ya que Morin define la complejidad como « el tejido complejo de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados128 » principio que inaugura una lógica para descubrir un orden entre los elementos constituyentes que conservan su heterogeneidad. 128

Morin, E., Introduction à la pensée complexe, ESF, Paris, 1990.

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Existe también una fuerte influencia de la escuela norteamericana de psicología social a través de los trabajos de Kurt Lewin, el psicodrama de Moreno y evidentemente, la relación con lo terapéutico vía Carl Rogers, impregnaron los métodos de intervención en los enfoques de los sujetos en situaciones sociales. SOBRE LAS TÉCNICAS Y MÉTODOS DE INTERVENCIÓN La psicosociología en tanto tal, surge en Estados Unidos por el encuentro entre la corriente de las relaciones humanas y los enfoques derivados de Kurt Lewin: investigación-acción y el ‘Training-Group’. Pero es Carl Rogers quien contribuye a hacer converger la experiencia formativa del T-Group con el aspecto psicoterapêutico. Con esto el acento se desplaza a la adquisición de un saber sobre los mecanismos del grupo a los procesos de « desarrollo personal ». Las intenciones de cambio social no se han olvidado, pero pasan a un cambio de la persona y de sus modos de comunicación con el otro129. Georges Lapassade130 coincide con Didier Anzieu (1974), en que la psicosociología francesa encuentra sus orígenes en el llamado movimiento de relaciones humanas y distingue tres tendencias: - La primera se vincula a la escuela de la dinámica de grupo (Lewin), en la cual podemos incluir a la sociometría y Moreno, su fundador, la nombra explícitamente como una microsociología. Anne Ancelin-Schutzenberger y el Grupo francés de sociometría, Jacques Ardoino y el ANDSHA (Asociación nacional para el desarrollo de las ciencias humanas aplicadas), una parte de la ARIP (Asociación para la investigación y la intervención psicosociológica) y algunos disidentes como Max 129 Lipiansky, M. Psychosociologie et psychothèrapie, en L’aventure psychosociologique, Aubert, N. et de Gaulejac,V., Desclée de Brouwer, Paris, 1997. 130 Lapassade, G., Présentation in Pratiques de formation, n° 28, Paris.

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Pagés, otros como Claude Faucheaux contribuyeron a la instalación de esta orientación en Francia. - La segunda tendencia es de inspiración psicoanalítica y se encuentra particularmente en Inglaterra (en torno al Instituto Tavistok, con W.R. Bion y E. Jacques) y en Francia (Didier Anzieu y el CEFFRAP (Centro de Estudios franceses para la formación y la investigación activa en psicología), algunos miembros de l’ARIP, se encuentran entre los representantes principales de esta corriente). - La tercera tendencia se sitúa en la tradición anarco-sindicalista, la cual encontró en mayo del 68 una reactualización, el análisis institucional es sin duda una de sus expresiones más representativas. La psicosociología americana, tal como se difunde en Francia en los años 50’s, está forzosamente marcada por la corriente terapéutica de la psicología existencial y humanista, influenciada por la propuesta de Lewin. De acuerdo a Max Pagès, tres elementos caracterizarán a la psicosociología de esta época: - La referencia en la conceptualización y en las investigaciones de Kurt Levin sobre la Dinámica de grupo. - Una invención técnica, el grupo centrado en el análisis propio de su funcionamiento, el Training Group o T-group american, llamado en Francia grupo de base, grupo de evolución o de diagnóstico. Es necesario señalar que desde el origen, el T-group sirvió de campo de experimentación en los Estados Unidos y en Europa con practicantes de orígenes diversos, aparte de sus fundadores lewinianos: rogerianos, morenianos, psicoanalistas que poseían otra tradición perteneciente a las técnicas de grupo (Bion, Ezriel), más tarde los californianos y sus métodos corporales. - Una extensión de la técnica precedente, la investigación acción, o el estudio en vivo de prácticas sociales utilizadas como 206

herramientas de cambio en el dominio pedagógico, la vida comunitaria y las organizaciones. En ese momento el «Training Group» constituía una real alternativa para el campo psicosocial, sin embargo, autores como Georges Lappassade, A. Lévy, D. Anzieu, R. Kaés y G. Palmade131, realizarán señalamientos críticos fundamentales a esta modalidad grupal que producirán una disminución en su impacto y evolución posterior en el contexto francés. Actualmente los métodos de intervención de la psicosociología y de la sociología clínica son diversos, podemos mencionar entre otros, el análisis del discurso, el método biográfico, la entrevista no directiva y los grupos de implicación e investigación. Todos ellos comparten premisas comunes como la noción de demanda, la observación participante, la implicación y la investigación- acción. Esta reunión de la investigación y de la acción es constitutiva de la psicosociología. Es una práctica de cambio que se dirige a los sujetos, respondiendo a una demanda establecida por ellos. Es una clínica del cambio. MÉTODO BIOGRÁFICO 132 Según M. Le Grand133, en las ciencias sociales, varios autores se han aproximado a buscar el sentido de la existencia humana a través de la utilización de las historias de vida. Desde Thomas et Znaniecki (1918), C. W. Mills y O. Lewis (1960) en Estados Unidos, Franco Ferraotti en Italia y en la década de los 7080’s. Daniel Bertaux o Maurizio Catanien en Francia. Paulatinamente la aproximación de las historias de vida comienza a extenderse a otras disciplinas como a las ciencias de la educación con Gaston Pineau y D.Bertaux. Vincent de Gaulejac 131

Lévy, A., Analyse critique du groupe d’évolution et ses développements récents, Connexions No. 1-2, Paris, 1972. El lector encontrará en el capítulo I escrito por V. de Gaulejac una reseña completa y a profundidad sobre el tema. 133 Legrand, M. L’approche biographique. Théorie clinique, Paris, Epi, 1993. 132

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es quien promueve la utilización de las historias de vida con una intencionalidad clínica en sociología pues considera que es el instrumento por el cual será posible abordar las tres dimensiones fundamentales de la identidad: los deseos y angustias inconscientes, la sociedad a la cual se pertenece y la dinámica existencial del sujeto. En los grupos de implicación se lleva a cabo el análisis de una vida, a través de la formación del proyecto parental, el análisis de la genealogía familiar, la novela familiar, las elecciones y las rupturas de la existencia INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA PSICOSOCIOLOGÍA Y LA SOCIOLOGÍA CLÍNICA Al mismo tiempo que se construía un marco conceptual y técnico de la psicosociología, se producían acontecimientos institucionales que evidenciaban su presencia como una nueva disciplina. En 1958 Max Pagès funda la ARIP134 (Asociación para la investigación y la intervención psicosociológica) con André Lévy, Jean Claude Rouchy y Eugène Enriquez, aliándose con André de Peretti, Guy Palmade; con Jean Maisonneuve, Jean-Claude Filloux y Jean Dubost. La ARIP y otros grupos (ANDSHA, Groupe français de sociométrie, CEFFRAP) tuvieron un papel muy activo en la consolidación, la difusión, la investigación y la aplicación de la psicosociología. Al tiempo que se gestaba una ampliación de su campo de análisis y rupturas a nivel de la institución De hecho, el primer número de la revista Conexiones (1972) –que va a ser en Francia el principal vector de la psicosociología— fué consagrado a los grupos de evolución y André Lévy escribe « El grupo de evolución es un buen punto de partida para comprometer una reflexión crítica sobre los

134 Pagès, M. «Des synthèses et articulations» dans L’aventure psychosociologique, Aubert, N. et de Gaulejac, V., Desclée de Brouwer, Paris, 1997.

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métodos y las prácticas de la psicosociología, tal como se llevan a cabo desde hace 15 años ».135 Muy pronto, la práctica de los grupos de evolución tendrá una influencia cada vez más fuerte de la experiencia de los grupos de inspiración psicoanalítica elaborada en Gran Bretaña por Bion, Foulkes, Ezriel y retomada en Francia por Anzieu, Käes, Rouchy... La evolución de este último, redactor en jefe de Connexions, revista publicada por la ARIP, es representativa de toda una tendencia de la psicosociología. En un artículo con un título muy significativo, Lévy136 (« Vers une psicosociologie psychanalytique ») muestra bien su desprendimiento progresivo de la psicología existencial americana y su compromiso con el psicoanálisis. El viraje se sitúa en la primavera de 1966 en un seminario con C. Rogers, que había sido invitado a Francia por la ARIP. Una parte de los miembros de ARIP se separan del maestro para volcarse al psicoanálisis. Este es el inicio de una crisis que estallará plenamente después del 68 e incluirá la salida de Max Pagès. En ese momento, dos preocupaciones teóricas mayores se presentarán para los disidentes: los temas del Poder y del cuerpo. Es evidente que la contestación del poder social desborda largamente el análisis de los fenómenos de grupo. Entonces las problemáticas se plantean sobre el análisis de la dominación, las jerarquías sociales, sobre la relación con el dinero, sobre las relaciones hombres-mujeres, niños-adultos... El otro gran tema cuestionado es la represión de la inhibición sexual y corporal. Se asiste a la irrupción de técnicas de expresión y de creación como medio de exploración de la vida fantasmática. Más tarde los métodos « corporales » venidos de California, bio-energética, gestalt-thérapie, llegarán a relajar o completar los métodos 135 136

Revista, Connexions, n° 1-2,1973. Lévy, A., «Vers une psicosociologie psychanalytique» in Connexions, n°.29, Paris, 1980.

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de expresión, proponiendo una cierta formalización técnica y una teorización inspirada en W. Reich. Con ese ejercicio de redimensión de lo social y el descentramiento de los « grupos pequeños », Pagès rompe con la ARIP y funda el Laboratorio de Cambio Social en la Universidad de Paris-Dauphine. Él mismo escribirá al respecto: « Al interior de la ARIP el discurso psicoanalítico se reforzaba y funcionaba cada vez más como una instancia represiva, en nombre de la cual se prohibía, toda referencia salvo la de una práctica real del psicoanálisis »137. A partir de ahí se produce una escisión durable al interior de la psicosociología entre los que continúan abiertos a las influencias de la psicología humanista americana y los que rechazan esta afiliación por reivindicar un compromiso único a la teoría psicoanalítica. En realidad, consideramos que esto es uno de los acontecimientos que precipitan la construcción y el deslizamiento hacia una sociología clínica. En 1981 Vincent de Gaulejac toma la dirección del Laboratorio de cambio social en donde colaboran Jacqueline Palmade, Annie Jacob, Jacques Salzer, entre otros. En 1988, se formaliza un grupo de investigación sobre sociología clínica en la Asociación Internacional de Sociólogos de lengua Francesa138. Las problemáticas de investigación se van ampliando y diversificando cada vez más; el análisis del poder, la exclusión, las historias de vida en grupo y la orientación clínica en sociología dibujan la particularidad de este enfoque. Durante los últimos 60 años ha existido una discusión de la sociología clínica en los Estados Unidos, pero no será sino hasta la década de los 70’s que ese campo empiece a ganar atención del público y de otros sociólogos. Su expansión se debió, en 137 Pagès, M. «L’adresse interdit ou la très véridique histoire de la ARIP» in Psychologie clinique, n°3, Paris, 1990. 138 De Gaulejac, V. «La recherche en changement», dans Les cahiers du Laboratoire du changement social, Numéro spécial, p.28, septembre 2000, Paris.

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gran parte, a los esfuerzos de la Asociación de Sociología Clínica en ese país (establecida en 1978). Mientras tanto, el proceso institucional de la psicosociología francesa continuará con la fundación, en 1993, del CIRFIP (Centro internacional de investigación, formación e intervención psicosociológicas). Entre sus miembros fundadores se pueden mencionar a Andrè Lévy, quien lo preside desde su fundación, Jacqueline Barus-Michel, Eugène Enriquez, G. Amado, T. Carreteiro y J.C. Filloux, entre otros. J. Ardoino, fundó ANDSHA (Asociación nacional para el desarrollo de las ciencias humanas aplicadas). En tanto que D. Anzieu y R. Kaês, elaboraron teóricamente el análisis de grupo, las referencias son esencialmente freudianas, pero sobre todo, basándose en Mélanie Klein para la interpretación de los fantasmas grupales. Ellos fundarán el CEFFRAP (Centro de Estudios franceses para la formación y la investigación activa en psicología). Hemos citado sólo algunos de los grupos que constituyen el campo de la psicosociología, pero existen otras organizaciones que escapan a los alcances de este trabajo. PRINCIPALES AUTORES Entre los autores más importantes de la psicosociología actual podemos mencionar a Jacqueline Barus-Michel quien es profesora emérita de psicología social en la Universidad de ParísVII, sus temas de interés están relacionados con el análisis del poder y con el sujeto social. En uno de sus trabajos más conocidos139, Barus-Michel considera que « el vínculo social» está caracterizado por el conflicto y la ambivalencia, que dividen al sujeto entre la inclusión y la exclusión. De acuerdo a sus planteamientos « lo social » se impone a través de las estructuras,

139

Barus-Michel, J., Giust-Desprairi, F., Crises.Approche psychosociale clinique, Desclée deBrouwer, Paris, 1996.

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las dinámicas y las representaciones. Cabe resaltar su pertinente comentario «la sociología está ahí para recordar que todo lo social no es imaginario»140, señalamiento que en nuestros días, cualquier profesional de la clínica de lo social debe considerar. André Lévy, es profesor emérito en la Universidad de ParisXIII y ha trabajado fundamentalmente, sobre la crisis en las organizaciones, las paradojas de la libertad en hospitales psiquiátricos y en el cambio institucional. Entre sus trabajos más destacados podemos mencionar Sociologie de l’entreprise (1959), Psychologie Sociale (1964), Sciences cliniques et organisations sociales (1997). Eugène Enriquez es sociólogo de formación y profesor emérito en la Universidad de Paris-7, es uno de los representantes más reconocidos por su obra « De la horda al Estado » (1983), en donde plantea varias interrogantes sobre la paradoja de la « sumisión voluntaria ». Se cuestiona las razones que llevan a la sociedad civil a estar cada vez más sometida al Estado en los procesos de «homogeneización mortífera » y en sus procedimientos de masificación continua. Apoyándose en los textos sociológicos de Freud, elabora un análisis de las formas de poder en las sociedades modernas. Jacques Ardoino, es profesor emérito en ciencias de la educación de la Universidad de Paris-VIII, sus reflexiones giran en torno a la distinción necesaria entre implicaciones libidinales, ligadas a las pulsiones, a los fantasmas y a la vida psíquica; así como a las implicaciones institucionales ligadas al estatus, pertenencia e ideologías. Su libro «La intervención institucional» (1980), en colaboración con Georges Lapassade, R. Lourau y F. Guattari, entre otros, es uno de las lecturas clásicas en el campo de la psicosociología institucional. Ardoino efectuó varios viajes a México en 1988, 1991, 1993 y 1994; presentó sus trabajos en la UNAM y en la Universidad Iberoamericana. 140

Barus-Michel J., Crises. Une approche pluriréférentielle, Desclée de Brouwer, Paris, 1997, p.300.

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En cuanto a la sociología clínica se refiere, podemos citar la participación sobresaliente de Max Pagès, quien es uno de los fundadores del campo psicosocial y de diversas instituciones que agrupan a los profesionales que comparten el interés por el estudio sobre la clínica de lo social. Es profesor emérito de psicología social en la Universidad de Paris VII. Los trabajos que ha realizado abordan temas muy diversos: sobre los sistemas socio-mentales, la empresa y la organización, el análisis dialéctico y la aproximación compleja en psicoterapia. Entre sus obras más destacadas se encuentran La vie affective des groupes (1968), Le travail amoreux, éloge de la incertitude (1991). Trace ou sens. Le système emotionel (1986), Psychothérapie et complexité (1993). El autor que nos ocupa en esta antología es Vincent de Gaulejac, profesor de sociología y Director del laboratorio de Cambio Social en la Universidad de Paris VII. Su trabajo académico ha venido a apuntalar la construcción de la sociología clínica, a través de nuevas nociones para la explicación de la génesis social y de la génesis psíquica de los conflictos existenciales. A partir de lo metodológico propone una serie de herramientas como el análisis de las historias de vida y los grupos de intervención aplicados a la clínica social. Es importante señalar que, entre los representantes contemporáneos de la psicosociología, varios de ellos mantienen una doble filiación institucional entre la ARIP y el Laboratorio de Cambio social de la Universidad de Paris-7. Consideramos que ello refiere al interés por preservar un espacio en el contexto de las ciencias sociales para el estudio de lo social y lo psíquico, pero ¿hasta dónde será posible conservarlo a pesar de las diferencias? Si bien es cierto, las fronteras de estas dos disciplinas son lábiles y movedizas, Eugène Enríquez establece algunas precisiones interesantes para su diferenciación, y señala dos tendencias actuales de la sociología clínica. 213

«En la primer tendencia, existe un proyecto militante subyascente dentro de la perspectiva de la liberación. Se reconoce la necesidad de re-introducir al sujeto como productor de historia, la dialéctica entre el individuo producto de una historia y la búsqueda de la subjetividad que lo instala como productor ». 141 De acuerdo a Enríquez, la primera propuesta mantiene su compromiso con los maestros del pasado, es decir, pretende interpretar los grandes fenómenos sociales sin tener la esperanza o la ambición de intervenir directamente sobre ellos. Podemos situar a A. Amar, autor muy poco conocido y verdadero precursor en la Introducción del socio-análisis (1947), C. Castoriadis con la Institución imaginaria de la sociedad, A. Mitscherlich en Hacia la sociedad sin padre y en la obra realizada con su esposa El duelo imposible; E. Enriquez en De l’ horde à l’Etat y S. Moscovici en L’Age des Foules, continúan (aún cuando algunos de estos autores no aceptaran tal herencia) en el camino trazado por los primeros sociólogos clínicos. Dichos teóricos consideran imposible una intervención social global y plantean como indispensable una mirada lúcida sobre la dinámica inconsciente de la sociedad.142 La segunda orientación se basa en el proyecto de Freud y Lewin de transformación, que pretende aportar modificaciones significativas dentro del campo social, interviniendo no sobre la sociedad en su conjunto sino en segmentos importantes de ella. Según Enriquez esta orientación se encuentra integrada por Guy Palmade que escribió el primer libro concerniente a la socioterapia, Max Pagès quien inicia la intervención psicosociológica, J. y M. Van Bockstaele quienes crearán el socioanálisis , G. Lapassade y Rene Lourau quienes crearan el análisis institucional, 141

Gaulejac V. de. Sociologie de l’expérience, sociologie clinique. Les cahiers du laboratoire de changement social 3, 1998, p. 37. Enríquez, E., La aproximación clínica: Génesis y desarrollo en Francia y Europa del Oeste en Bennedetti, A., Ruiz, M., Grupo de Sociología Clínica Uruguay, Montevideo, 1998, p. 7. 142

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G. Mendel, psicoanalista, quien construye el socio-psicoanálisis institucional, J. Barus-Michel que sistematiza la noción de sujeto social y Vincent de Gaulejac quien elabora un soporte a la sociología clinica. En Inglaterra, E. Jacques y el Instituto Tavistok; en Italia, Francis Manoukian y el equipo de Studio di Análisis psychosociologica; en Bélgica V. Haussens y M. Bolle de Bal; en Suiza, M. Jeannet, que comparten las mismas preocupaciones. La sociología clínica se interesa en el individuo en situación, rechazando separar lo individual y lo colectivo, lo afectivo y lo institucional, los procesos inconscientes y los procesos sociales. El término sociología clínica implica continuar la reflexión en tres líneas: - El análisis de las articulaciones entre los determinismos sociales y los determinismos psíquicos. - La cuestión del sujeto en las ciencias humanas y sociales; - El proceso clínico como condición necesaria en el desarrollo de una sociología crítica. Considera que el individuo está multideterminado. Establece que es el producto de una historia compleja que refiere, a la vez, a su existencia singular, cuyo desarrollo psíquico está inscrito en una dinámica familiar y su existencia social como encarnación de las relaciones sociales que caracterizan una época, una cultura, una clase social. Todas estas determinaciones no son equivalentes aunque sean difícilmente disociables. A MANERA DE CONCLUSIÓN Hemos visto la construcción de esta disciplina, las escisiones y proyectos institucionales que existen y que la han forjado. Sin embargo, su impacto en la sociedad francesa y en los espacios universitarios queda aún como un esbozo de lo que significó, en ese entonces, la inmensa ola de lo psicosocial en los 60’s. Algunos opinarán que esta presencia en construcción se debe a con215

diciones del contexto, es decir, a la ausencia de la efervescencia política de esa época o, incluso, a que no se demanda lo imposible, quizá. Pero quizá justamente, vivimos momentos en que es necesario centrar la dimensión de lo político sin diluirlo ante la emergencia de lo grupal. Pensando en Pichón Reviere y el grupo operativo, su propuesta para el sujeto era lograr una adaptación activa, es decir, asumirse como crítico y artífice de la transformación de la realidad; en el caso de la sociología clínica sería importante precisar cuál es la propuesta para los participantes en los grupos de intervención e investigación y sus repercusiones en lo cotidiano, así como profundizar en los mecanismos de implicación del animador. Sería interesante además, repensar la referencia de Freud en torno al narcisismo de las pequeñas diferencias, que en este caso, lo que se juega tiene que ver con cuestiones que van más allá de lo teórico y que apuntan más, hacia la dimensión del poder, a la imposibilidad de no dejarse tragar por el otro y en una palabra a la muerte misma. Es decir, hasta dónde estas diferencias de enfoque de lo psicosocial van minando la posibilidad real de producir un impacto más intenso y un amplio espectro en el conjunto de las ciencias sociales, en momentos como los que estamos viviendo, de crisis económicas y culturales, de convulsiones en el Imaginario que trastocan las representaciones de nuestra vida cotidiana y los proyectos a futuro. Consideramos que las problemáticas teóricas que aborda la sociología clínica en términos del análisis de la dominación, las jerarquías sociales, la relación con el dinero, la exclusión, las relaciones de sujeción y el análisis de la manipulación son esenciales para dar cuenta del aumento de la intolerancia, de la violación de la condición humana y de la avanzada de la extrema derecha que estamos presenciando en el mundo entero.

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CAPÍTULO VIII

IMPACTO EPISTEMOLÓGICO Y SOCIAL DE LA SOCIOLOGÍA CLINICA Elvia Taracena Ruiz143 La situación social en México y en el mundo es cada día más compleja. Las sucesivas crisis económicas, la pérdida de poder de los estados- nación en beneficio de las grandes firmas económicas, la presión de consumo producida por la globalización producen cambios importantes en la construcción de los sujetos. García Canclini144 ha mostrado que hay una mayor similitud en los jóvenes de diferentes países que en las diferentes generaciones de un mismo país. Este se debe de acuerdo con el autor a los nuevos patrones de consumo que influyen en la producción de nuevas subjetividades. La relación entre lo local y lo global en nuestro país produce nuevas formas de organización de la sociedad civil y nuevos espacios de socialización. Por su parte Zermeño145 muestra que ha habido un debilitamiento de las identidades colectivas con la modernización y una dispersión en las formas de organización. El autor plantea que uno de los efectos de éstos cambios es el aumento de la violencia social y de la delincuencia. Este rápido recorrido de la situación social de nuestro país nos muestran la complejidad de la sociedad actual en donde somos testigos cada día de nuevos problemas sociales y por ende psicológicos. 143 144 145

Profesora-investigadora de la FES-Iztacala de la UNAM. [email protected] García Canclini N. La globalización imaginada. Paidos: Estado y Sociedad. México, 2002. Zermeño, S. La sociedad derrotada Siglo XXI. México, 1996.

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Algunos estudios realizados en la ciudad de México van en ese sentido. El realizado por Ekstein146 de 1967 a 1997 muestra la evolución de poblaciones que participan en la economía informal y en la economía de supervivencia. La autora estudió tres barrios de la ciudad de México —uno en el centro de la ciudad y dos en la periferia— donde se realizan actividades de comercio y donde se encuentra un gran número de talleres y de microempresas familiares. En el curso de los treinta años en que realizó su estudio, Ekstein observó una pauperización de las poblaciones estudiadas que las obliga a cambiarse de barrio en la búsqueda de espacios y mano de obra más baratos. Esta movilidad ha roto a menudo el espíritu comunitario, el modo de organización y los hábitos de solidaridad de estas poblaciones. La autora subraya que esta crisis ha producido un incremento en las actividades del comercio ligadas a la droga. Se trata de un mercado doméstico secundario de drogas poco caras, como marihuana e inhalantes. Los habitantes de estos barrios están entrampados en esta economía como consumidores y como distribuidores, en particular las generaciones jóvenes. Ekstein piensa que la pérdida de espíritu comunitario juega un papel importante en la dificultad para luchar contra este fenómeno. A nivel colectivo el incremento de bandas, de grupos de jóvenes de la calle, de violencia en actividades deportivas, organización de sectas, A nivel individual dificultades narcisistas ante las exigencias de excelencia de la sociedad actual, diferentes formas de disociación psicológica y un incremento en las adicciones, muestran la diversificación de problemas psico-sociológicos a los que se enfrenta la sociedad actual Por ende es necesario interrogar las formas de aproximarse a los problemas en las disciplinas sociales. Es por esto el interés creciente en las opciones cualitativas de investigación En ese

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Ekstein S. El estado y la pobreza urbana en México. Siglo XXI. México, 1999.

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sentido el libro de María Luisa Tarrés147 en mi opinión es la expresión de una corriente que responde a una búsqueda de nuevas formas de pensar la comprensión de lo humano, una opción cualitativa que no descarta lo cuantitativo pero que debe involucrar un gran conocimiento de la teoría y un gran rigor conceptual. De acuerdo con la autora la posmodernidad significa la incredulidad hacia los grandes relatos que han legitimado el saber científico como reacción a las tendencias totalizadoras. En nuestra opinión el interés por lo cualitativo va de la mano con la apertura de fronteras en las disciplinas sociales y el problema de los límites disciplinarios debe ser analizado. Desde nuestra perspectiva las fronteras disciplinarias responden bastante más a las condiciones sociales de construcción de las disciplinas que a la naturaleza del objeto de estudio. La sociología clínica y la psicosociología francesa ilustran con su trayectoria esta búsqueda de apertura de las fronteras disciplinarias y esta necesidad de adaptación de los métodos en las ciencias sociales a la complejidad de los problemas estudiados En particular nosotros hemos estado interesados en desarrollar una aproximación socio-clínica que pueda dar cuenta de la relación del individuo con la sociedad. La aproximación clínica se desarrolla en las ciencias humanas frente a un malestar de las posiciones cientificistas y positivistas que correspondían a una noción de ciencia que las ciencias duras habían desarrollado en el siglo XIX, el yo y la conciencia se vuelven los ámbitos privilegiados de las tendencias en Psicología a finales del siglo XIX en el contexto de la influencia del positivismo en la psicología. Resalta el hecho de que la racionalidad exigida por la ciencia positiva es solidaria al proceso de industrialización (Velasco y

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Tarrés M.LObservar, escuchar y comprender. Sobre la tradición cualitativa en la investigación social. Porrúa, Colegio de México-Flacso. México.2001.

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Pantoja)148. Nuestro interés por la clínica no tiene que ver solamente con la idea de cura en Psicología, sino con la aplicación del método clínico que nos permite aprehender al sujeto en su totalidad (Marcel Mauss) El registro socio-histórico nos permite interrogar las ciencias sociales en términos de las instituciones que la producen y del contexto que les da sentido. Es necesario interrogar las ciencias sociales tomando en cuenta el impacto que tienen en su producción los movimientos sociales, como el movimiento del 68, o el zapatista o la entrada al tratado de libre comercio, o bien la influencia de la globalización. Pensamos también que es pertinente hacer una caracterización de los grupos de poder que conforman las instituciones, como se han conformado históricamente. Los grupos dentro de las instituciones y cuales son los enfoques teóricos y epistemológicos que se privilegian. Esto nos llevaría a un análisis crítico de la función de las ciencias sociales Es necesario en nuestra opinión abrir nuevas áreas de ejercicio profesional que permitan dar respuesta a problemas sociales complejos. A nuestro parecer la conjunción de los enfoques clínicos y sociales permiten ampliar la mirada y la posibilidad de enfrentar éstas nuevas subjetividades. ALGUNOS DATOS HISTÓRICOS DE LA SOCIOLOGÍA CLÍNICA Eugene Enríquez ubica el origen de la aproximación clínica en sociología en la obra de Tarde que supo estudiar la exaltación de la vida social, los centros de interés de Tarde, la comunicación, la opinión pública, los procesos de influencia de las instituciones (las masas artificiales) se volvieron objetos esenciales del

148 Velasco J. y Pantoja M.T. El psicoanálisis en México. Trazos para una historiografía. En: Aguado I Fernández C. y Tavera M. L. Subjetividad, Psicoanálisis y Teoría Social UNAM México 2002.

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análisis sociológico).149 Si Tarde encontró tantas dificultades en ser reconocido como sociólogo es porque quiso estudiar las formas de sociabilidad sin dejar fuera las fuerzas psíquicas, en particular el amor y el deseo de sumisión. Además está Le Bon quien había encontrado buenos lectores en Mussolini, Hitler, Lenin y De Gaulle. Esto produjo un descrédito en Francia en el medio de los sociólogos. Sea como sea comenta Enríquez, Tarde y Le Bon intentaron analizar las zonas de sombras de la sociedad. El mismo autor considera que Durkheim siendo adversario de Tarde y muchas veces tachado de objetivismo, en su último libro, las formas elementales de la vida religiosa quiso mostrar los nexos que existen entre psiquismo individual y psiquismo colectivo. Marcel Mauss discípulo y colaborador de Durkheim menciona en el ensayo sobre el don que la sociología debe tener en cuenta el sentido que los sujetos dan a sus vidas y a la historia de la que son protagonistas. Estos elementos fueron tomados en cuenta por el Colegio de Sociología Sagrada (Bataille, Caillois, Leiris) todos discípulos de M. Mauss. En un manifiesto de este colegio, ellos afirman: los hechos sociales no son cosas. Este colegio al contrario, intentó descubrir en la vida social moderna, sus turbulencias, sus tragedias, su relación con mitos fundadores, su relación con lo sagrado y su parte de exceso, en el erotismo, en la guerra, la fiesta los juegos. El deseo de este equipo comenta el autor (cuya duración fue efímera de 1937 a 1939) fué por un lado el de establecer una articulación entre la sociología y la psicología, fiel en esto a la inspiración en Marcel Mauss, y por otro lado de elucidar tanto las manifestaciones espontáneas y erráticas de la vida social como las estructuras donde pueden cristalizarse la violencia, la efervescencia, la actividad mística o el fanatismo. 149

Enríquez E. El análisis clínico en Ciencias Humanas En: Materiales de Sociología Clínica. Grupo de Sociología Clínica. Uruguay 1998.

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Todos estos autores por más diferentes que sean han puesto en evidencia que las instituciones sociales no pueden ser aprehendidas correctamente si uno no considera la manera en que los individuos las viven, las sufren, se las apropian, las transforman. Posteriormente Enríquez (Op.cit) establece una relación entre el trabajo de Weber y de Simmel quienes ponen el acento sobre el reconocimiento de la alteridad como elemento fundador del lazo social y sobre la necesidad de aprehender el sentido de las conductas humanas para comprender el funcionamiento colectivo. Estos dos elementos sirven de base a Enríquez para afirmar que pueden considerarse partidarios de una sociología clínica. Así considera el autor que la sociología clínica no es un descubrimiento de los últimos años sino que se constituyó lentamente y tuvo dificultad en imponerse. De acuerdo con el mismo autor (op.cit.) la corriente más actual de la sociología clínica se inspira en el proyecto freudiano y lewiniano de transformación dándose objetivos limitados y un campo de acción preciso. Autores como Guy Palmade, Max Pages que le dieron sus fundamentos actuales, J. y M . Van Bocstaele que fueron de los primeros en plantear un socio-análisis , Lapasade y Loureau que plantearon el análisis institucional inspirados en Castoriadis, Mendel que planteo el socio-psicoanálisis institucional, J. Barus Michel que contribuyó con la noción de sujeto social y V. de Gaulejac que a través del Laboratorio de Cambio social ha contribuido enormemente a darle forma a este proyecto en áreas diversas como son los problemas de desafiliación social y análisis de las organizaciones, pasando por el análisis del poder en diferentes estructuras sociales. Todos estos autores por diversos que sean comparten una cierta visión del mundo y una serie de principios básicos. 1) Consideran que la sociología clínica o la psicosociología no son ciencias de la salud, del cuerpo médico sino, se trata de 226

una manera de abordar los problemas que le da importancia a la singularidad del fenómeno. 2) Ponen el acento en el análisis de las maneras en que los individuos o los grupos son capaces de salir de sus determinaciones sociales y psíquicas . 3) Están preocupados por los modos de articulación entre lo individual, lo grupal y lo social. 4) Les preocupa ponerse al servicio de un ideal democrático de reconocimiento mutuo y afirmación de libertad. 5) Se interesan en la búsqueda y el logro progresivo del sentido. 6) Se interesan en desarrollar investigaciones interdisciplinarias y poner en marcha conceptos trans-específicos. Una disciplina vecina a la sociología clínica es la Psicosociología, por eso nos parece importante incluir en esta reflexión algunas de las referencias históricas y epistemológicas de la Psicosociología. Amado y Enríquez presentan la Psicosociología como una disciplina que se ha desarrollado a partir de los trabajos de Lewin, el nacimiento de los trabajos de Training-group y la corriente de Intervención psicosociológica. 150 Para ellos actualmente la Psicosociología reivindica el campo de la articulación entre conducta, vida psíquica y campo social. Sabemos ahora que es imposible comprender a los seres humanos sin aceptar que están animados a la vez por su voluntad consciente, pero también por los procesos inconscientes, por sus posiciones sociales y por la manera en que las asumen, es en este campo que a menudo el ciudadano reflexiona. Peretti cita autores como Elton Mayo, Goldstein y MerleauPonty, pero sobre todo habla de la influencia de la Gestalt y del Psicoanálisis en relación a la temática de los problemas de gru150 Amado G. y Enríquez E. Editorial Revue Internationale de Psychosociologie Vol 1-1 Octubre 1994. Editorial Eska. Paris.

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po en Estados Unidos y la influencia de una reivindicación de lo intercultural y de una cierta idea de democracia en Francia. 151 La psicosociología comenta Peretti tiene como efecto desde su creación el destruir las certezas, el atacar las fronteras disciplinarias, el crear las articulaciones necesarias y fructíferas entre ciencias del hombre y ciencias sociales y finalmente el eliminar el clivaje entre la investigación y el trabajo de campo o la intervención. Enríquez describe una característica de la psicosociología que ha sido evocada por los anteriores autores, el hecho de que se trate de una disciplina puente o bisagra en tanto que a menudo se encuentra entre dos o entre varias, disciplinas, teorías, puntos de vista.152 El autor explícita lo que entiende por una disciplina de esa naturaleza, no debe ser totalizadora ya que se encuentra entre dos visiones, la del individuo y la de la dinámica social, debe entonces articular, reconciliar. La psicosociología no puede hacer el impasse de los mitos, las leyendas las religiones que cimientan la vida de los grupos, ni de la situación socio-histórica en la que se mueven, ni de la manera en que se instituyen o se institucionalizan, ni de la forma en que construyen sus lazos, ni de las maneras que reprimen, canalizan o subliman sus pulsiones. Se encuentra siempre entre la lógica del deseo y el principio de realidad ya que no puede desarrollarse más que cuando hay una demanda social. André Levy insiste en que la psicosociología es un modo de investigación y de acción clínicos. 153 La relación entre la investigación y la acción-intervención es uno de los puntos centrales de la psicosociología. El ignorar la necesidad de establecer esta relación tendría como consecuen151 Peretti de A. La psychosociologie et ses contextes. En: Aubert N. Gaulejac de V. y Navridis K. L’aventure Psychosociologique. Dsclée de Brouwer. Paris 1997. 152 Enríquez E. La psychosociologie au carrefour. Revue Internationale de Psychosociologie Vol 1-1 Octubre 1994. Editorial Eska. Paris. 153 Levy A. Les objets introuvables de l’analyse psychosociologique. Revue Internationale de Psychosociologie Vol 1-1 Octubre 1994. Editorial Eska. Paris.

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cia de acuerdo con Enriquez (Op.cit.) no tomar en cuenta lo latente, lo reprimido, lo oculto. El psicosociológo debe tomar en cuenta la demanda social de los problemas de los que se ocupa, pero puede acompañar el surgimiento de la demanda como lo hace un clínico. La sociología clínica retoma de la psicosociología francesa muchas de sus preocupaciones, podríamos decir que son dos formas de concebir las articulaciones de lo social y lo psíquico que se emparentan y que han seguido formas de institucionalización diferentes pero que siempre se han mantenido en relación. De hecho una buena parte de los investigadores que se reconocen en el grupo de sociología clínica alrededor del Laboratorio de Cambio Social de la Universidad de Paris VII también pertenecen a la Asociación Internacional de Psicosociología. Es importante reconocer el trabajo de Max Pages y de Vincent de Gaulejac quienes dirigieron sucesivamente el Laboratorio de Cambio Social. El Laboratorio se creó en 1970 por Max Pages en la Universidad de Paris IX Dauphine, en esa época se plantean tres principios del Laboratorio: El primero, un compromiso que se manifestaba rompiendo con la idea de neutralidad de las ciencias humanas que en su opinión se mantenían en un estado de dependencia a los poderes establecidos, el segundo, un desarrollo de la praxis y la búsqueda de relaciones dialécticas con la teoría y el tercero la interconexión de la praxis entre las diversas disciplinas. En 1981 Max Pagès es nombrado profesor en la Universidad de Paris VII Denis- Diderot y el laboratorio se cambia al UFR de Ciencias Clínicas, en ese mismo año. Vincent de Gaulejac toma la dirección del Laboratorio. En ocasión del 30 aniversario de su creación se publica un número especial de los Cuadernos del Laboratorio de Cambio social Vincent de Gaulejac hace una reflexión sobre los principios del Laboratorio y sobre la idea 229

de cambio social en esta época de globalización: el cambio social no se concibe ahora como un cambio de estructuras, sino como la resultante de evoluciones diversas, como conjunción de acciones no coordinadas, como la coexistencia de lógicas múltiples y contradictorias. Se trata entonces de elaborar teorías intermediarias para analizar los procesos, las dinámicas y las evoluciones parciales.154 Recientemente se creó el Instituto Internacional de Sociología Clínica que reúne aquellos profesionistas interesados en las aplicaciones de la Sociología Clínica en Paris con una fuerte participación de investigadores de diferentes países: Suiza, Canadá, Brasil, Uruguay y México. El proyecto de abrir las fronteras disciplinarias también incluyó siempre la posibilidad de crear redes que permitan el intercambio teórico- metodológico en la aproximación clínica en Ciencias Sociales. En México establecimos contacto con el grupo francés a través de nuestros trabajos sobre exclusión social y hemos organizado diversos eventos, entre otros un coloquio de Investigación cualitativa en Cuernavaca Morelos en el año de 1997 en el que pudimos constatar múltiples coincidencias entre las preocupaciones y los temas investigados en México en Ciencias Sociales y el trabajo de este grupo. A partir de ahí hemos mantenido un contacto continuo y colaboración de investigación en diferentes áreas y en particular en el trabajo sobre las historias de vida. Existen núcleos importantes en América Latina: Uruguay, Chile y Brasil que tienen actividades similares con el grupo francés. De esta manera la sociología clínica se ha venido difundiendo en países que como el nuestro requieren de marcos acordes a los problemas sociales que nos caracterizan. 154

Gaulejac de V. La recherche de changement Les cahiers du Laboratoire de Changement Social. Numero Spécial. Septiembre 2000. Université de Paris 7 Paris, p.18 (Op. Cit)

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La aproximación clínica en las Ciencias Sociales Las raíces de la palabra clínica son de origen griego: Klinikos que significa cerca de la cama del paciente, este método en medicina inauguró la posibilidad de tomar en cuenta al paciente para conocer su padecimiento. El término fue después retomado por el psicoanálisis y por la psicología. Aunque estas disciplinas ponen a la cura en el centro de su aproximación al paciente, el método clínico implicó incorporar la subjetividad y la palabra del sujeto en la comprensión de su padecimiento. También implicó la noción de singularidad en los estudios de caso. Por esa razón representa una ruptura epistemológica en el sentido Bachelardiano del término, representa otra la forma de aproximarse a lo humano, reconociendo la subjetividad. Cuando el término clínico se usa en las ciencias sociales y en particular en la sociología tiene que ver con el hecho de trabajar con casos singulares. (Sevigny).155 Su objetivo es comprender la dinámica y el funcionamiento socio-psíquico en su singularidad irreducible, propios a una persona una categoría de personas, un grupo. La aproximación clínica trabaja siempre con la relación y sobre la relación. En sociología clínica se privilegia la comprensión de la persona en su totalidad (en el sentido de Marcel Mauss) en situaciones de interacción ligada a la investigación o a la intervención.156 No se trata de una teoría, sino de un método, una aproximación. El rigor de la aproximación clínica frente a las aproximaciones experimentales en ciencias sociales tiene que ver con la claridad y adecuación de los conceptos. El control de los elementos metodológicos, no es en el sentido experimental, sino en el trabajo de la subjetividad, la elucidación de lo implícito y en el análisis de los efectos de los dispositivos. 155

R. Sevigny L’approche clinique dans les sciences humaines. En: Enríquez E., Houlle G, Rhéaume J.L’analyse clinique dans les Sciences Humaines Editions Saint Martín Montreal 1993 M. Mauss Sociologie et Anthropologie. Con una introducción de C. Levy-Strauss, Paris PUF 1973 (c 1950).

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El análisis de la implicación es una parte central de la aproximación clínica. Esta se refiere al análisis de los elementos emocionales y afectivos que acompañan los procesos de investigación y de intervención. El trabajo más representativo de análisis de la implicación es el Devereux.157 Nosotros hemos propuesto también agregar un análisis de la pertenencia social y cultural del investigador utilizando categorías provenientes de la sociología (Taracena).158 De acuerdo con André Levy (1997.) el trabajo clínico implica la idea de un camino, en donde el investigador en su esfuerzo de comprensión se desplaza fuera del campo de lo que domina para ir al terreno de la intervención, es decir hacia los otros, observar, interrogar o dialogar. Su método no es una herramienta que se puede manipular sin sentirse implicado, no puede quedarse exterior a los fenómenos con los que trata, se compromete enteramente como sujeto, con su problemática personal, como ciudadano, sin que pueda determinar porqué caminos esta experiencia puede conducirlo ni como va modificarle lo que pueda descubrir. Supone renunciar a la pretensión de construir un saber neutro desligado de la experiencia, no ignora que la manera de pensar lo real y sobre todo de formularlo, contribuye a darle forma, esta posición plantea el problema de la distancia del investigador con su objeto. Más allá de las implicaciones del método clínico en el plano epistemológico, esta aproximación corresponde a una posición ética, promueve como lo señala Habermas una ciencia no-neutra y por lo tanto un investigador comprometido que toma en cuenta no solo las condiciones del saber que produce, sino ade157 Deveraux G. De l’angoisse a la Méthode dans les sciences du comportement. Edition Flammarion. Paris 1980. 158 Taracena E. El relato de vida colectivo y la aproximación clínica en Ciencias Sociales. En: Perfiles Latinoamericanos Subjetividad, narración y practica social Año 10 N° 21 Diciembre 2002 FLACSO. México.

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más los efectos que puede tener la difusión de su trabajo en la sociedad. Para el sociólogo el aplicar el método clínico en su trabajo implica intentar: aprehender las situaciones a la vez en su singularidad y su complejidad, aceptar la no reproducibilidad de cada experiencia, aclarar las diferencias de posición entre él y su cliente, trabajando la naturaleza de su implicación y de la naturaleza de la transferencia y de la contra transferencia. (Enríquez 1994 Op. cit.). En ciencias sociales se ha opuesto a menudo el hecho social al individual, para el sociólogo clínico no se trata de dos puntos de vista, éste se interesa en la percepción de los actores sociales; lo que los actores dicen e imaginan es fundamental para el análisis, pero también trata de caracterizar el contexto social y colectivo de las representaciones individuales considerando la relación dialéctica entre esos dos puntos de vista. La aproximación clínico-social toma en cuenta las relaciones entre los diferentes niveles de acción social: el personal, el intermedio y el macro-social; se trabaja la relación entre los diferentes niveles de análisis y de acción.159 Lo social preexiste a lo psíquico y no son reductibles uno al otro. Los fenómenos de transmisión, de reproducción de construcción de la identidad son procesos complejos que se encuentran en la articulación de los procesos sociales y los procesos psíquicos. Es ésta articulación que requerimos estudiar y comprender. La sociología clínica no tiene como pretensión la construcción de una metateoría sino la adopción de marcos multireferenciales para la comprensión de fenómenos complejos. 159

Nosotros preferimos utilizar el término aproximación clinico-social que afiliarnos directamente a la corriente de la sociología clínica, pues nos interesa reconocer también los aportes de la psicosociolgía y de la psicolgía social clínica. Utilizar el término clinico-social permite ubicarse en varias disciplinas sociales retomando algunos de los principios que concretiza la sociología clínica.

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Para Vincent de Gaulejac la sociología clínica parte de la irreductibilidad de lo social y de lo psíquico en donde ambos registros se encuentran siempre articulados.160 Para trabajar esta irreductibilidad de los fenómenos socio-psíquicos la sociología clínica se alimenta de diferentes disciplinas. El psicoanálisis, el existencialismo y la sociología se articulan para proponer una lectura de fenómenos complejos en ciencias sociales. Algunos ejemplos del trabajo realizado en México a partir del enfoque clínico-social El contacto con la sociología clínica y la psicosociología francesa ha generado en México una serie de trabajos que se sitúan en tres áreas: 1. Las historias de vida en los grupos de implicación y de investigación y el trabajo de los relatos de vida. 2. El trabajo con minorías sociales. 3. El análisis de las organizaciones. Las historias de vida en los grupos de implicación e investigación (GII). Los GII fueron creados por Vincent de Gaulejac, Michel Bonneti et Jean Fraisse en los años 80 quienes comenzaron explorando las articulaciones entre dos conceptos: uno proveniente del psicoanálisis, el otro de la sociología: Novela familiar y trayectoria social. La noción de novela familiar tiene que ver para Freud con el hecho de que el sujeto produce un relato sobre su historia que le permite corregir la realidad inventándose una vida más estimable. En el terreno del fantasma ésta elaboración permite desdramatizar los conflictos inconscientes alrededor del conflicto de Edipo. Freud estudió sobre todo el caso de los niños abandonados o infelices. En el trabajo clínico y en los grupos sobre los relatos de vida uno constata que este fantasma no es exclusivo de los niños infelices. La novela familiar designa también las 160 V. de Gaulejac. Lo irreductible social y lo irreductible psíquico. En: Perfiles Latinoamericanos Subjetividad, narración y practica social Año 10 N° 21 Diciembre 2002 FLACSO. México.

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historias de familia que se transmiten de una generación a otra y el relato del sujeto implica siempre una construcción que se encuentra entre la historia objetiva y el relato subjetivo. Para de Gaulejac la noción de trayectoria social evoca la posibilidad de recontextualizar las historias de vida producidas por los sujetos en los GII en términos de sus posiciones sociales, económicas y culturales. 161 Con estas dos lecturas: sociológica y psicoanalítica se construye una problemática a partir de Freud, Bourdieu et Sartre de la que surge una metodología de trabajo en grupo sobre las historias de los participantes en la que en un movimiento de análisis e implicación de producción colectiva de hipótesis y análisis de sí mismo, cada quien es sujeto y objeto de la investigación. Se trata de una serie de seminarios vivenciales sobre historias de vida en donde los dos ejes principales son la implicación y la investigación. Estos talleres están estructurados a partir de una temática precisa, el título de algunos de ellos son: Novela familiar y trayectoria social, historias de dinero, novela amorosa y trayectoria social, frente a la vergüenza y al orgullo, emociones e historias de vida. y trayectoria intercultural. En estos grupos se trata de explorar como la historia individual y las elecciones afectivas ideológicas y/o teóricas están socialmente determinadas. A los participantes se les permite abordar la relación con su historia explorando los diferentes aspectos que han contribuido a determinar sus decisiones, así mismo les ayuda a aclarar como en su vida han buscado transformarse en sujetos de su propia historia. La hipótesis de base es que la historia personal es el producto de factores psicológicos, sociales, ideológicos y culturales en interacción constante.

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V. de Gaulejac. La vie, le roman, l’histoire. En: Revue Internationales de Psychossociologie. Récits de vie et histoire sociale. N°14 Vol. VI Paris 2000.

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Se trata tanto de un trabajo que tiene como objetivo la producción de hipótesis explicativas y el análisis de mecanismos, apoyado en un trabajo de implicación emocional donde se explora la historia personal, familiar y social de cada participante. El material producido colectivamente depende de la implicación de cada participante y de su deseo o no de explorar en su pasado para reconocer los factores estructurantes de su historia. Los dispositivos metodológicos están organizados de manera tal que favorece esta implicación personal: Paralelamente a esta investigación sobre las historias de vida, se proponen a los participantes elementos teóricos que permiten dar cuenta no solo de las experiencias individuales, sino de los mecanismos que están en juego. El objetivo es producir colectivamente hipótesis explicativas. De esta manera los participantes además de realizar un trabajo personal participan en una formación a la investigación. Los referentes básicos a través de los cuales se realiza el trabajo de elaboración de hipótesis son la sociología clínica y el psicoanálisis. Este tipo de trabajo grupal se realiza regularmente en México desde hace ocho años. Hemos constatado que la interrogación de las historias de vida de diferentes participantes en los grupos realizados en nuestro país pone en evidencia ciertas nudos socio-psíquicos que muestran una forma particular de vivir la relación al conocimiento, a la dominación, a los roles hombre-mujer matizados por los aspectos socio-históricos propios a la sociedad mexicana. Algunos ejemplos de ese trabajo pueden ser consultados en Taracena.162 Un grupo compuesto por investigadores de varias instituciones: UNAM, Universidad Pedagógica, Universidad Autónoma Metropolitana, Instituto Mora, FLACSO, pertenecientes a di162 Taracena E. Les aspects sociaux du transfert et le sentiment d’identité dans le travail de construction du récit. En : Revue Internationales de Psychosociologie. Récits de vie et histoire sociale. N°14 Vol. VI Paris 2000.

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ferentes disciplinas: Historiadores, sociólogos, psicólogos, psicoanalistas, antropólogos trabajamos alrededor de un seminario mensual para discutir las metodología derivada de la aproximación socio-clínica y favorecer las investigaciones que utilizan marcos multireferenciales. Un ejemplo de los trabajos producidos se encuentra en la revista dedicada a la utilización de los relatos de vida en Investigación bajo la dirección de Makowski y Taracena.163 EL TRABAJO CON MINORÍAS SOCIALES Este proyecto de investigación ha tenido como intención trabajar con grupos excluidos socialmente en un enfoque de intervención-investigación que comparte con las otras investigaciones el interés de vincular lo social con lo psíquico, el enfoque plurireferencial privilegiando la aproximación clínico-social. En la realización de nuestro trabajo encontramos tres ejes que se enriquecen recíprocamente. Un aspecto practico en donde se intenta restituir a la población el resultado de nuestras intervenciones haciéndolos partícipes de nuestras reflexiones y en ese sentido dándoles la posibilidad de situarse en tanto sujetos y no solo como objeto de nuestras investigaciones, en las que la dimensión de servicio es una parte central del proceso. Un aspecto de investigación en donde se elaboran dispositivos que enmarcan nuestra practica a nivel teórico-metodológico. Un aspecto conceptual en donde convergen los dos anteriores y en donde se busca crear tejido conceptual intermediario entre el nivel teórico y el metodológico, tal es el caso del concepto de identidad que se ha ido precisando a lo largo de nuestras investigaciones.

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Perfiles Latinoamericanos Subjetividad, narración y practica social Año 10 N° 21 Diciembre 2002 FLACSO. México.

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Resumiremos el trabajo realizado con los jóvenes de la calle, que es en el que hemos trabajado más tiempo, aunque también hemos trabajado con poblaciones indígenas y con enfermos de sida. LOS JÓVENES DE LA CALLE A lo largo de nuestros trabajos hemos intentado caracterizar el fenómeno de los jóvenes de la calle desde una perspectiva social e individual. Hemos encontrado que el discurso de la psicología puede tener el efecto de suponer que los problemas son consecuencia de las personas solamente, pues se plantea que carecen o padecen una serie de problemas que los lleva a vivir la situación en la que están. Nosotros pensamos en acorde con lo que se ha planteado anteriormente en cuanto a la aproximación teórica que manejamos que el fenómeno de los jóvenes de la calle es una manifestación en un primer momento de las formas de urbanización y desarrollo económico que ha elegido nuestra sociedad. Los jóvenes de la calle se encuentran esencialmente alrededor de zonas de desarrollo urbano y económico. En general proceden de familias que han perdido las formas de contención social y se han alejado de sus formas culturales de relación, sea por migración o por pauperización o ambas. La mayoría de las veces los efectos de estos movimientos sociales no se perciben en la primera, sino hasta la segunda o tercera generación, en donde la pérdida de referencias culturales no ha sido sustituida por otras, sino por formas de exclusión y marginación. Estos problemas de orden macro-social se manifiestan de manera más evidente en estructuras psicológicas frágiles. En este nivel podemos interrogar en un segundo momento, la historia particular del sujeto, historia familiar, historia psíquica. Nuestro equipo de trabajo, desde hace ocho años ha estado realizando diversas acciones e intervenciones con esta población. Con el fin de conocer más a fondo la problemática de los 238

jóvenes de la a calle, realizamos un estudio sobre las condiciones de vida de estos jóvenes Taracena y Tavera.164 Por otra parte sobre la representación social del problema, analizando la imagen del niño trabajador que presenta la prensa G. Pérez presenta su Tesis de Licenciatura.165 También hemos abordado el estudio de la problemática de la relación del niño trabajador del niño con su familia Taracena, Tavera y Castillo166. Recientemente hemos trabajado el problema de la violencia social y familiar en jóvenes de la calle contaminados de sida Macedo.167 A la par hemos realizado intervenciones en diferentes instituciones que se encargan de jóvenes de la calle, en ellas hemos organizado diversas actividades lúdicas y de enseñanza. De hecho nuestro equipo ha funcionado en algunos casos como un mediador entre los grupos de trabajo de campo que están más preocupados por la acción y los investigadores que se preocupan por la adquisición de conocimientos que les proporcionen una mejor comprensión del fenómeno; en realidad consideramos que nosotros mismos hemos cubierto esta doble función. Tal es el caso del trabajo realizado con un equipo de educadores de calle que utilizaban el teatro como herramienta de intervención. Nosotros hicimos un análisis del efecto que producía en los propios jóvenes el ver su producción de teatro que refleja su problemática cotidiana. Este trabajo nos permitió analizar su relación a su cuerpo y a su imagen. Taracena.168 164

Taracena E. y Tavera M.L, (1996). Le travail des enfants dans les rues de México. In: Schelemmer, B (Dir) L’enfant exploité. Oppression, mise au travail, proletarisation. Editions Karthala- Orstom. Paris. Taracena E y Tavera M. L (2001) El trabajo de los niños en México. La representación del problema de acuerdo a diferentes sectores sociales En: C. Rivera, R. Eisenberg, O. Contreras, Landesmann M. Investigación Educativa UNAM. México. 165 G. Pérez «Breve análisis de la imagen que presenta la prensa en la ciudad de México acerca de los niños de la calle». Tesis de Licenciatura. Facultad de Estudios Profesionales Iztacala México. Feb. 2003. 166 Taracena E. Tavera M.L. y Castillo G. 1993 La répresentation de famille chez les enfants qui travaillent dans les rues de Mexico. Trabajo presentado en el Coloquio: L’approche clinique dans les sciences humaines: possibilités et limites. Montreal. 167 M. Macedo. Niños de la calle con VIH Sida. Tesis de Licenciatura. Facultad de Estudios Profesionales Iztacala México. Feb. 2003. 168 Taracena E. y Tavera M.L. El teatro como una alternativa para la relación identidad-cuerpo en niños de la calle. En: Aguado I Fernández C. y Tavera M. L. Subjetividad, Psicoanálisis y Teoría Social UNAM México 2002.

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Para este trabajo utilizamos la aproximación clínico-social. que ha sido descrita anteriormente. Consideramos que esta aproximación nos permite dar cuenta de los aspectos sociales, es decir, de la forma de organización de los jóvenes de la calle y de la particularidad de cada niño en términos psíquicos. Así retomamos algunas categorías de la representación social del niño de la calle a través de las Instituciones, los medios masivos de comunicación y los investigadores sociales. Como categorías intermedias empleamos las propuestas por Lucchini en la en el estudio del Niño de la calle y en la Sociología de la Supervivencia nos apoyamos también en los trabajos producidos en nuestro equipo de investigación.169 Esto ha implicado articular a nuestro trabajo conceptos teóricos provenientes de diversas disciplinas sociales: la sociología, la antropología o la psicología social. Entre otros podemos mencionar las reflexiones hechas sobre el trabajo informal por antropólogos Bueno y Castro Nieto la utilización social del teatro Boal.170 Finalmente retomamos algunos conceptos psicoanalíticos que den cuenta de la función que tiene el grupo para los jóvenes de la calle y de la representación que ellos tienen de su grupo. Por otro lado estos datos son enriquecidos por la caracterización que han hecho otros autores del modo de funcionamiento y de relación de estos grupos. (en particular el trabajo realizado por Stépahane Tessier en el Centro Internacional de la Infancia y de la familia.171 En el terreno teórico intentamos responder a la pregunta de que y como construye su identidad el niño de la calle hemos analizado las diversas actividades que el niño realiza en la calle: 169 Lucchini R. Sociología de la supervivencia. El niño y la calle. Universidad de Fribourg y UNAM México 1998. 170 Bueno C. 1990 Una lectura antropológica del sector informal. Revista Nueva Antropología XI, 37 (abril) 9-22. México ; Castro Nieto G. Intermediarismo político y sector informal. Revista Nueva Antropología XI 37 (abril) 9-22. México 1990. Boal, A. 1989. Teatro del oprimido. Nueva imagen. México. 171 Tessier S. L’enfant des rues et son univers. Ville, socialisation et marginalité. Enfance et sociétés. Centre Internationale de l’enfance. Paris 1995. Editions Syros.

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las relaciones a su trabajo y a las personas que lo rodean, la relación a su familia, a los grupos que trabajan con él a través de actividades de expresión como es el caso del teatro. Nuestra intención es acceder a una reflexión de la construcción de la identidad en el sentido social y psicológico del término. La confrontación de nuestros datos con estos autores, nos permite enriquecer nuestro trabajo y avanzar en las interpretaciones sobre la función del grupo en el niño que vive en la calle. A través de un dispositivo que proponía a los jóvenes que viven en la calle en dos sectores de la ciudad de México: Indios Verdes y Tacuba accedimos a la representación que ellos tienen de sus grupos. Retomamos éstos datos para ponerlos en relación con nuestras observaciones a lo largo de tres años de trabajo en esos barrios y hacemos un análisis de las formas de relación en grupo, la estructura de cada grupo y la función que tiene el grupo para el joven de la calle. Taracena y Tavera.172 Dentro del marco del enfoque clínico dos aproximaciones nos han ayudado en el trabajo realizado con minorías sociales, en particular en el trabajo con los jóvenes de la calle. El análisis dialéctico propuesto por Max Pagés173 y la Sociología clínica planteada por Vincent de Gaulejac. Pagès (Op.cit) propone el término de análisis dialéctico para designar la forma de relacionar diferentes conceptos teóricos en el trabajo del psicosociólogo. El análisis dialéctico de acuerdo con el autor sirve para separar de las escuelas de pensamiento que inspiran a la psicosociología de las metateorías con vocación homogeneizante y retomar los conceptos teóricos necesarios en relación a un objeto, un proceso, un problema. Se Intenta hacer posible un trabajo de articulación entre puntos de vista, métodos, problematizaciones diferentes dirigidos a lo social, lo 172

Taracena E y Tavera M.L. 1998 La fonction du groupe chez les enfants de la rue à Mexico En: Tessier S. (Dir) A la recherche des enfants des rues. Éditions Karthala. M. pagès Des synthèses aux articulations. En: Aubert N. Gaulejac de V. y Navridis K. L’aventure Psychosociologique. Dsclée de Brouwer. Paris 1997.

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psicológico y a los fundamentos biológicos. Se trata de pasar de las contradicciones entre diferentes escuelas a la utilización dialéctica y fecunda de las oposiciones. Explorar el campo de las articulaciones entre procesos, de practicas con entradas múltiples a propósito de objetos concretos y desarrollar al mismo tiempo una reflexión epistemológica sobre las condiciones de un trabajo multireferencial. De acuerdo con V. de Gaulejac la sociología clínica nos permite pensar las articulaciones entre lo social y lo psíquico individual, inscribiendo la singularidad de una historia que le trasciende, nos posibilita pensar lo simbólico en lo psíquico y en la historia social buscar sus modos de relación y sus mediaciones.174 De acuerdo con de Gaulejac (Op. cit.), son estas articulaciones, en el tema de los subjetivo y de lo objetivo, de lo psíquico, de lo social, de lo concreto y de lo abstracto, del poder y del deseo que son objeto de la socio-clínica. Hay una complementariedad fundamental entre el psiquismo individual y las estructuras sociales que obliga a salir de encasillamientos y de oposiciones entre individual y colectivo, sujeto y objeto, campo social y campo afectivo. p. 321). El autor subraya la importancia de producir métodos que permitan a la vez aprehender el peso de los determinismos sociales en las conductas humanas, describir la evolución, describir de sistemas sociales y al mismo tiempo tomar en cuenta la singularidad del trabajo psíquico que explica porqué estas determinaciones actúan de manera diferente según los distintos individuos. Pensamos que esta búsqueda constante de la articulación de lo social y lo psíquico permite en el trabajo con las minorías sociales de salir de interpretaciones que se inscriben solo a partir de una mirada. Esta puede ser psicológica que da todo el

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V. de Gaulejac. EtS. Roy . Sociologies Ciliniques. Marseille. 1993 Hommes et Perspectives

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peso a la historia personal del sujeto y resulta en una responsabilidad del individuo de problemas que tienen como origen desordenes sociales, o al contrario que se inscriben en una perspectiva sociológica que da un peso determinante los elementos sociales y establece relaciones de causa efecto como, la pobreza en los fenómenos de la salida a la calle del niño. Este trabajo de investigación ha alimentado el trabajo de tesis de algunos estudiantes de la FES- Iztacala, se pueden consultar los trabajos de Jayme et Juarez, Martinez y Melgarejo, Marquez y Ordóñez, Macedo y Pérez.175 EL ANÁLISIS DE LAS ORGANIZACIONES El trabajo de Eugene Enríquez, Vincent de Gaulejac y Nicole Aubert ha sido muy sugerente para realizar un análisis de algunos aspectos de la gestión de las organizaciones.176 Algunos trabajos recientes son el de Hernández sobre las formas de gestión de las empresas de telemarketing y el de Taracena sobre las consecuencias en el lazo social de los sistemas de evaluación de profesores en la UNAM.177 En estos trabajos se ha intentado aclarar los vínculos de las personas que trabajan en la organización con la misma. La organización tiene formas de captar la energía psíquica de los trabajadores en donde las personas asumen la ideología de la eficacia, la calidad y la competencia sin un aparente espíritu crítico, hasta que una ruptura en su trayectoria los sitúa de manera

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Jayme A. y Juarez M. 1995. Los hábitos de alto riesgo en la infección por VIH en el menor de la calle. TESIS. UNAM. Campus Iztacala. Mexico; Martinez L. y Melgarejo J. 1996.El niño de la calle y la cultura popular . TESIS UNAM Campus Iztacala. México ; Marquez A. y Ordoñez E. Un acercamiento al niño de la calle y el grupo operativo como alternativa de intervención. TESIS UNAM Campus Iztacala. 1996. 176 Aubert N. y Gaulejac de V. El coste de la excelencia. Paidos. España 1993. 177 Hernández L. «El hombre en búsqueda del éxito profesional y su vínculo paradójico con la empresa. Un acercamiento en la vida del telemarketing. Tesis. UNAM . FES-Iztacala. México 2003. Taracena E. L’impact des nouvelles formes d’evaluation à l’Université Nationale Autonome du Mexique. En: Ducoing P. Coord. L’Education au regard de la mondialisation-globalisation. AFIRSE-CESU UNAM. México 2003.

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diferente con respecto de la organización y esto les permite tomar conciencia del lugar en el engranaje institucional. Sin embargo esto no ocurre de manera sencilla, sino que muchos de aquellos que sufren rupturas o caídas en su trayectoria por no responder a las exigencias de la organización pueden también vivir formas importantes de descompensación psíquica o cuando no son casos muy graves reconocer un sufrimiento psíquico ligado a las dificultades de ajustarse a las demandas de la organización. En el caso de la UNAM se estudian las representaciones de los profesores de su trabajo académico y de cómo su relación con el conocimiento cambia en un tiempo en donde se concibe el trabajo intelectual es concebido como un producto que debe ser sujeto a las normas de calidad tan en boga en las empresas actuales. Finalmente cabe mencionar el grupo de profesores y alumnos de la FES – Iztacala que conforman un grupo de investigación en torno a la aproximación clínico-social, estudiando temas como: violencia sexual, sida, jóvenes de la calle, trabajo con ancianos y jóvenes con capacidades y aptitudes sobresalientes.178

178 Entre los profesores que participan en este programa de investigación se encuentran Carlota García, Fernando Quintanar, Elvia Taracena, Maria Luisa Tavera e Ivonne Barrientos así como un grupo de tesistas de Doctorado y Licenciatura, entre otros además de los ya mencionados están: Griselda Albarrán, y Angel Cerero.

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CONCLUSIONES La sociología clínica es un enfoque cualitativo que se da en el marco de la posmodernidad con un reconocimiento de la necesidad de la multireferencialidad en el trabajo teórico, es decir la posibilidad de construir marcos conceptuales provenientes de diversas teorías afines epistemológicamente y que se adapten a las condiciones del objeto de estudio. Aunado a esto pone el énfasis en la pertinencia de sobrepasar el problema de las fronteras disciplinarias. Los diferentes autores que representan las fuentes de este enfoque: Enríquez, De Gaulejac, Castoriadis, Bourdieu, Freud, Sartre dan una idea de los aspectos sociales, psíquicos, existenciales involucrados en esta corriente. En esta perspectiva los conceptos de historia y de historicidad representan el eje central en el trabajo de la subjetividad, las intervenciones e investigaciones se dirigen a que el sujeto que participa en ellos tome conciencia de su lugar en la historia, retomando a Castoriadis diríamos que es gracias a su subjetividad que el ser humano puede ponerse en tela de juicio y considerarse, ciertamente, en parte, como origen de su historia pasada, pero también puede querer ser el co-autor.179 Para Castoriadis somos un fragmento ambulante de la sociedad con dos capacidades centrales en los procesos de cambio. La reflexibidad y la voluntad como ejercicio de su subjetividad. La apuesta del enfoque clínico social es crear formas de investigación e intervención que permitan al investigador y a las personas que intervienen en ellas como co-productores del conocimiento, insertarse en un proceso de cambio social y convertirse en sujetos de historicidad. Pensamos que esta corriente socio-clínica promueve un trabajo con el sujeto que evita la instrumentalización tan frecuente en los enfoques positivistas de las ciencias sociales, por este 179

Castoriadis C, 1986, Les carrefours du labyrinthe II, Domaines de l’homme, Paris Seuil.

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hecho esta corriente representa una mirada crítica frente a los enfoques dominantes y cientificistas en la psicología y la sociología. Suponemos que hay una coherencia entre la forma de concebir al sujeto y las corrientes teóricas de las que se alimenta esta aproximación, así tiene como resultado una forma de investigación que implica una relación estrecha con la praxis lo que obliga al investigador a analizar su relación con su objeto de estudio y con los actores con quienes trabaja. En particular en México donde hay todo una tradición en la UNAM de dedicar parte del conocimiento al servicio de la sociedad, lo que se expresa en la idea de servicio social que deben cumplir los estudiantes. La FES-Iztacala donde hemos desarrollado esta investigación, desde su nacimiento manifiesta un compromiso con las clases desfavorecidas y una constante relación entre las tareas de docencia, investigación y servicio. El encuentro con la sociología clínica y la psico-sociología francesa significó enriquecer las propuestas de intervención a través de la investigación para enfrentar los problemas sociales complejos que están presentes en cualquier sociedad, pero que toman una forma particular en México por sus procesos de urbanización y modernización que tienden a descuidar la calidad del lazo social para privilegiar las formas de consumo.

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