Garcia Marquez Me alquilo para soñar 1997 (1)(Found.via.clan-sudamerica.net ).pdf

December 20, 2017 | Author: lonrot82 | Category: Dream, Birthdays, Mexico, Gabriel García Márquez, Soul
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“Taller de Cine” Colección dirigida por Gabriel García Márquez f

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Taller de guión de GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

ME ALQUILO PARA SOÑAR

E.I.C.T.V. OLLERO & RAMOS, EDITORES

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1997

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© Gabriel García Márquez, 1995. Ü.K.ft-**© De esta edición, 1997: NingunaInternacional parte de esta de publicación puede ser reproducida o Escuela Cine y Televisión. registrada -por medio algunosin el San Antonio de los Baños (Cuba) permiso previo, y por escrito, de los titulares del copyright. Ollero & Ramos, Editores, S.L. Cuesta de Santo Domingo, 3 -28013 MadridIlustración de cubierta: © Eugenio Granell. Cacique tribal. (1969; 21,5 cm) I.S.B.N. 84-7895-065-6 D.L. M-2929-1997 Impreso en España por Grafur, S.A. Distribuye Plaza y Janes Editores

Presentación 9 Dieciséis sesiones creativas 13 Argumento final 115 Escaleta 131 Guión del capitulo final 159 Participantes en el Taller 217

PRESENTACIÓN Mi recorrido por el universo de Alma, la mujer que se alquilaba pa­ ra soñar, fue inverso al proceso que condujo al guión cinematográfico de Me alquilo para soñar, depurando la información hasta llegar a la fuente de la obra audiovisual. Por azar vi primero la serie en capítulos, destinada para la televisión. Luego leí las sesiones completas del taller de dramaturgia que dictó Gabriel García Márquez en la Escuela Inter­ nacional de Cine y Televisión de La Habana, y pasé un buen rato edi­ tándolas y adaptándolas al formato en que ahora se presentan en este libro. Al concluir, tomé los Doce cuentos peregrinos, leí el cuento Me al­ quilo para soñar, y finalmente, en un compendio de notas de prensa, la crónica homónima. El procedimiento mediante el cual cobró vida la teleserie, fue con­ trario a mi visionamiento y lecturas: los guionistas elaboraron un mun­ do, complejizaron relaciones y sumaron personajes a partir de una idea. García Márquez ni siquiera propuso a los talleristas la lectura del •cuento o de la nota de prensa. Simplemente les expuso su idea, con unas reglas muy específicas: convertir en guión la historia de una mujer que llega a una casa, ofrece sus servicios de soñadora y elimi­ na a los miembros de la familia —guión en cinco o seis capítulos que sería vendido a la televisión y que, entre todos, debían redactar 9

en un mes. A partir de allí, reinaría el flujo creativo bajo su guía y la del guionista brasileño Doc Comparato. En el transcurso de las sesiones, se puede apreciar la manera como se van conjugando los distintos elementos del relato, a la vez que se re­ velan “secretos” de la creación. Por ejemplo, en la segunda sesión, cuan­ do Comparato pide que le relaten la trama, lo que le narran es la tradicional “sinopsis”, que reduce a un par de frases el qué, el porqué y el cómo; mientras que las respuestas a las agudas preguntas de los dos asesores, van armando el “argumento”, esa fase de la creación en la que aún no hay límites y en la que el redactor puede aportar todo lo que su imaginación le sugiera. Una enseñanza más directa es cuando García Márquez expone la importancia de la escaleta, verdadera espina dorsal de la creación: en unas cuantas líneas, en una o muy pocas páginas, el creador puede ob­ servar las relaciones, las actitudes, las frecuencias, los ritmos, el tono. Una y otra vez, se hace referencia a la escaleta como guía del desarro­ llo del guión, y para devolver a los talleristas a la cordura cuando caen en el fascinante delirio creativo. También se habla de la importancia de los nombres, de las ciudades y de los límites que impone cualquier ti­ po de producción. Además del humor que encontramos en varios momentos de la lectura de las sesiones, uno de los “puntos serios” más emocionantes es cuando Gabriel enfrenta a Doc, defendiendo, reivindicando y dan­ do libre curso a la fantasía. Asimismo, hay momentos de gran inspi­ ración, como aquél en que Eliseo Alberto Diego logra enlazar todos los cabos de la historia, y la conduce al final lógicamente mágico. Creo que hay tres aspectos que sobresalen en la lectura de este li­ bro: primero, el valor del trabajo colectivo —al menos, en la fase pre­ via a la redacción del guión. El beneficio de la clásica “descarga de ideas” (brainstorm) queda demostrado a plenitud en los intercambios y discusiones que mantienen todos los participantes del taller. El debate en torno a la entrada de Alma en casa de los Morán, es uno de los pa­ 10

sajes de mayor interés, al igual que el proceso en que los personajes van ganando volumen, rasgos y hasta nombres, con el aporte de todos. Un buen ejemplo es el de Angel, quien, de gris figura, pasa a ser —en el guión final de Ruy Guerra y Claudio McDowell— el principal anta­ gonista de Alma, más aún que la prevista, la tía Amparo. Segundo, al tratarse de la adaptación de textos pre-existentes, y a pesar de que los talleristas nunca manejaron directamente los origina­ les, las sesiones reviven la vieja polémica de las versiones fílmicas de obras literarias. Por un lado, el rigor y el respeto del mismo García Márquez hacia su relato —el cual preserva o amolda, según la riqueza de las propuestas—, confirma la responsabilidad que tiene el guionis­ ta hacia sus fuentes. El autor debe tener la misma actitud frente a una idea original, un texto literario, un chisme callejero o una noticia: to­ dos tienen el mismo peso. Por otro lado, la libertad con que el autor permite que el original (ambientado en Europa) sea alterado, reafirma la tendencia a asumir las versiones fílmicas como ámbitos completa­ mente libres y autónomos, con reglas propias y al margen del original. La suma de estos dos aspectos nos lleva al tercero: la lectura del li­ bro abre otras perspectivas a la redacción de guiones, contribuyendo a romper, de alguna manera, la acepción férrea del libro cinematográfi­ co, del temido “guión de hierro”, hacia una noción más abierta a la dramaturgia cinematográfica alternativa. Edgar Soberón Torchia 15 de septiembre de 1994

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DIECISÉIS SESIONES CREATIVAS

SESIÓN UNO: Miércoles 4.XI.1987

GABO.— Empecemos por establecer las bases: vamos a hacer un tra­

bajo comercial, que se va a vender y en el que todos tendremos crédi­ to. Los derechos serán para la escuela. LUIS Alberto.— Y ¿qué haremos? ¿Una serie? GABO.— Tenemos que decidir entre seis y doce capítulos. Todo de­ pende de cómo se resuelva y de cómo se cuente. Pero no quiero empe­ zar hasta que estén todos y sobre todo Doc Comparato, aunque le tengo miedo, pues nos resuelve toda la trama en una mañana. Prefiero que no lean el cuento, Me alquilo para soñar. Esto podría su­ ceder en cualquier ciudad de América Latina. Puedo adelantar esto: una mujer llega a una casa, no sé todavía con qué pretexto, y tiene que dor­ mir allí. La casa pertenece a una familia que nosotros tenemos que construir. Todo ocurre alrededor de este encuentro. El hecho es que ella, a la mañana siguiente en el desayuno, le dice a la niñita que no debe ir a la escuela ese día porque tuvo un sueño, que ella se alquila para soñar y que, como durmió en esa casa, soñó cosas referentes a ella. Y resulta que el autobús en que va la niñita a la es­ cuela, se incendia ese día. Luis ALBERTO.— Si la niñita muere, todo arranca en un tono trágico... Gabo.— Es cierto. Pero con ese principio, los espectadores se quedan atornillados en la silla. Además, gracias a esto la familia no deja ir a la mujer sino que la incorpora, y cada mañana ella regla­ menta el día de todos. Se me ocurre que sea una familia de seis y que 15

en cada episodio destruya a uno, quedándose al final con todo. Qui­ zá viene de muchas partes, de muchas ciudades donde ya hizo eso. Pero tiene que ser todo muy sutil. Es decir, que no quede claro si sue­ ña o no sueña. Tenemos un mes completo a partir de hoy. Tenemos que establecer el método de trabajo. En las mañanas definimos los capítulos y des­ pués vemos cómo los escriben. Lo importante es saber a qué persona­ je le toca en cada episodio, de manera independiente. ELISEO.— Como en Los diez negritos de Agatha Cristhie. Gabo.— Lo primero es definir la escaleta: la escaleta es el gran des­ cubrimiento de la creación. Con ella toda historia tiene el número de episodios que uno quiera. ELISEO.—Si nos hace falta, inventamos otro miembro de la familia. Gabo.— Eso es lo que yo quiero: usar deliberadamente todos los elementos convencionales de la telenovela. Luis Alberto.—Un personaje tiene que estar fuera de la familia, un curioso tiene que ver que en esa casa algo ocurre... Gabo.— Sí, tiene que haber un adversario, alguien que diga: “Pe­ ro están locos. ¿Qué hace esta señora aquí?” Yo aún no veo cómo la mujer entra a la casa. LUIS ALBERTO.—Me la imagino como una mujer muy normal, co­ mo uno de esos vendedores que son rechazados, pero que inexplica­ blemente entran y se sientan. Tal vez no llegue vendiendo sueños pero sí cualquier otra cosa. Gabo.— Nunca se debe saber si realmente sueña o no. No pueden darse demasiados datos, sino mantener la ambigüedad. También tuve la idea de que viniera con un maletín vendiendo un producto, pero no quie­ re decir que sea lo mejor. La idea tiene que ser lo más natural posible.

LUIS ALBERTO.—¿Cómo empezamos? Gabo.— Tenemos dos días para cada

episodio. Lo planeamos un día y lo confeccionamos al otro. Tienen en qué pensar hasta mañana. SUSANA.— Será mejor ponernos a soñar.

MANOLO.— Y ¿todo tiene que ser un sueño? Ella puede ver tam­ bién, ¿no? Gabo.—

No, no, no, ella no es una adivina. Los sueños tienen la ventaja de que nunca sabemos si son verdad o son mentira. 16

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SESIÓN DOS: Jueves 5.XI.1987

pOC.— A ver, Andrés, cuéntame la historia, por favor. ANDRÉS.— Se llama Me alquilo para soñar. Es sobre una mujer que

entra a donde vive una familia de seis y, usando sus sueños, se queda con toda la casa. Gabo.— Nunca se sabe si sueña realmente. No se sabe nada de su realidad, pero en cada capítulo elimina a un miembro de la familia. DOC.— ¿Cuántos episodios? Gabo.— ¿Cuántos te parecen? DoC.— Seis. Gabo.— Ella va usurpando los derechos de cada uno... DoC.— ¿Quién es esta mujer que sueña? Gabo.— No sabemos de dónde viene. ¿Es extranjera? ¿Habrá hecho lo mismo varias veces en la ciudad? Doc.— ¿Quién se le opone? Gabo.— Precisamente ayer hablábamos de eso. Hay que introducir a alguien, una tía, no sé, alguien que diga: “¿Pero qué está pasando en esta casa?”

Luis

Alberto.— Además la gente de la casa tiene que tratar de re­ sistírsele en un momento.

Doc.— ¿Dónde sería? Saber la ciudad facilita todo. Uno traba­ ja en base a la situación específica de una ciudad, con sus clases so­ ciales fundamentales, con lo que tiene de diferente. Una ciudad grande, no puede ser chica porque entonces se sabe cualquier cosa. 19

Gabo.— México es una ciudad a la cual está entrando un millón de

personas al año. Tiene 20 millones de habitantes y este año va a llegar otro millón a buscar empleo. ¡Imagínense cuántos sueños es capaz de inventar cualquiera en una ciudad así! DOC.— ¿Vamos a trabajar con exteriores o con interiores? Debemos ver si vamos a tener, por ejemplo, un 40 por ciento de exteriores y un 60 por ciento de interiores... Gabo.— Eso lo veremos después, porque si no sabemos qué pasa todavía, menos sabemos qué pasa dentro y qué pasa fuera. DOC.— Es que tenemos que establecer los límites de la producción. Gabo.— Tratemos de no autolimitarnos más de lo que nos limita­ ría un productor. DOC.— ¿Con cuántos actores vamos a trabajar? Gabo.— Piensa en una familia. Yo no creo que al final haya más de quince por muchos que pasen por aquí... SUSANA.— Pero en los sueños puede haber más personajes. Gabo.— No, nunca vemos los sueños. DOC.— Ésa es la estructura dramática, la forma dramática que vas a presentar. Entonces, no hay sueños. Gabo.— Es que casi siempre los sueños en las películas parecen muy elementales y es porque los sueños no se pueden filmar. En la li­ teratura son difíciles. Tienen que ser simples, pero cuando los meten en las películas, la tendencia es a complicarlos más que en la realidad. En cambio, hablar de ellos, contarlos, es más misterioso que verlos. Eso sí que es una maravilla: hablar de sueños. En todas las casas, cuan­ do existían familias, la conversación del desayuno era siempre los sue­ ños. Ahí tienes otra limitación: el momento clave de cada episodio es siempre el desayuno, pues es la hora de contar los sueños y de saber qué se hace en el día y qué no se hace. Todas las decisiones cotidianas se toman en base a los sueños de esta mujer.

GABO.— ¿Por qué no comenzar con un documental de México? ARTURO.— De ese millón de personas que llega...

Doc.— Y este documental estaría dentro de la historia; sería la pri­

LUIS Alberto.—Estaba pensando que, si es en México, es muy bue­ no porque México es una ciudad que, vista desde arriba, no tiene final.

mera escena. Se puede presentar a la familia ante la televisión. Gabo.— ¿Presentar a la familia primero? DOC.— Tenemos tres cosas para presentar: México, la familia y la mujer. Gabo.— Sí, una ciudad que ya sabemos cómo es; y una mujer y una familia de las cuales no sabemos nada. DOC.— Yo propongo trabajar un poco a la mujer. Gabo.— Siempre hay una cosa que ayuda mucho: pensar en quién sería el intérprete del papel. Cada persona se imagina de un modo dife­ rente al personaje. ¿Quién podría ser? En el mundo entero... Doc.— Irene Papas. Gabo.— Irene es demasiado fuerte. Irene entraría y no diría que se al­ quila para soñar, sino: “Tú para allá, tú para acá, tú te vas para el carajo...” LUIS Alberto.—Yo la veo como Meryl Streep, frágil pero sin ima­ ginarte que puede terminar controlando la casa. Arturo.— Por esa fragilidad puede parecer soñadora, pero es muy anglosajona. Doc:.— Estamos confundiendo fragilidad personal con fragilidad psicológica. Entonces... tiene cuarenta años, es blanca. SUSANA.— Yo me la imagino gorda. Las mujeres gordas son muy esotéricas. Gabo.— Digamos que no es flaca. La metemos en todos los pro­ medios: medio vieja, medio gorda, medio vulnerable, clase media. A fuerza tiene que hablar mucho, porque si no, nos quedamos sin acción, ya que aquí las acciones son las palabras. Yo no creo que ella se distin­ ga por ser muy habladora, pero nos permite hacer diálogos donde se hable de sueños, de misterios, de presagios. Lo que ella llega a ganar, no lo gana por bondad ni por capacidad de seducción, sino por el te­ rror, prácticamente.

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Luis Alberto.— Pero tiene que haber un momento en que esa fa­ milia sienta que tenerla a ella es casi una bendición, un bien. GABO.— Claro, si le salva la vida a la niñita. Pero ella es un mal ne­ cesario, es un mal bendito, si se quiere. Es decir, no debe ser maternal sino cruda. Luis ALBERTO.—Como para decir sueños terribles. GABO.— El principio es que la profecía siempre está cifrada, para que no se derrote a sí misma. La profecía se descifra después, se cla­ rifica por completo. Yo no creo que ella cuente los sueños, sino que dice: “Soñé que había una nube negra en el cielo. Hoy no debes ha­ cer tal cosa o tal otra.” Además tenemos que preguntarnos por qué escoge a esta familia y no a otra, para poder saber cómo la movemos. Además, ella no llega directamente a soñar, sino a otra cosa. ELISEO.— Ella soñó con esa casa. GABO.— Fíjense en lo que dice Lichi. Ella puede decir: “Vengo aquí

porque soñé que debía venir aquí.” Inventa que soñó que debía venir a esa casa, porque es un ángel protector mandado por la divina provi­ dencia, y cuando tiene que irse no la dejan ir, pues la familia conside­ ra que le cayó la lotería. Y ella advierte: “Yo me quedo, pero puedo salir cara.” Y le dicen: “No importa.” DOC.— El no dejarla ir debe ser la última escena del primer epi­ sodio. Gabo.— Pero ya tienen que haber sucedido muchas cosas. Para eso tenemos que escoger una familia real. ELISEO.— ¿Los personajes serían los típicos de la familia?

Doc.— Señor, señora... GABO.— Es muy simétrico eso. Elíseo.— Un viudo. GABO.— ¿Qué oficio tiene? Doc.— Director de una empresa. Gabo.— No sé... Algo más visual. Luis Alberto.—Y riesgoso.

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GABO.— Lo que no quiero es que esté en una oficina sino que ha­

ga cosas.

Andrés.— La Bolsa. Gabo.— En México la Bolsa es un desastre. Ese es un drama para

varias telenovelas. ANDRÉS.— Además, hay que recordar que él no es un empleado, si­ no que tiene una fortuna. SUSANA.— Puede ser político y de repente ella sueña cosas relacio­ nadas con la política, que es tan cifrada como los sueños. GABO.— Eso es muy complicado. Necesitamos una profesión origi­ nal, visual y arriesgada. Que no sea piloto, porque los que le tenemos miedo al avión pensamos que la profesión de piloto es arriesgada y los pilotos se mueren de risa. Con Ruy Guerra escribíamos el guión de Fá­ bula de la bella palomera y el problema era buscar el oficio del marido de ella. Ya a punto de renunciar se nos ocurrió que fuera el clarinetis­ ta de la banda del pueblo. Eso lo resolvió todo, porque ella y su aman­ te se acuestan mientras están oyendo la música en la plaza y, cuando ésta se acaba, ella sale corriendo para su casa porque sabe que viene el marido. Eso es lo que estoy buscando. Es decir, algo que esté realmen­ te integrado a la historia y que se oiga, que se vea, que se pueda foto­ grafiar. El tipo tiene un negocio grande que parece legítimo pero no lo es. Es por eso que la mujer lo escoge, lo descubre y lo atrapa. MANOLO.— ¿No puede ser policía? Gabo.— No, porque la pone presa. MANOLO.— Narcotraficante. GABO.— Bueno, ya veremos, no podemos resolverlo todo en un día. Pero la idea es que el tipo tenga su punto vulnerable para que ella lo maneje. Doc.— ¿Y si es una familia española en México? Gabo.— En México hay muchos refugiados españoles. Es lo más natural. Tendría que ser una familia de refugiados más mexicanos que españoles. 23

Doc.— ¿Y quién es la señora que está fuera de la casa? ELISEO.— La hermana del señor.

meten en todo y que son cómplices de los señores con las amantes; el que se las lleva y se las trae. Es un grave error que él comete, porque no

sabe lo que eso cuesta. Debe haber dos criadas además, muy familiares. SUSANA.— Una cocinera y un ama de llaves. GABO.— Puede haber un ama de llaves desde los tiempos de la que se murió. Que sea también protagonista, que sienta que la que llega es­ tá reemplazando a la que no ha venido. DOC.— Está enferma y por eso está la otra sirvienta. GABO.— Pero entonces ella le pide a esta mujer que sueñe algo pa­ ra curarla. Todos tienen que depender de esta mujer. ANDRÉS.— Y ¿si el chofer y la cocinera son un matrimonio, y espe­ ran un niño? DOC.— Y ella es hija del ama de llaves... GABO.— Puede ser... Ahora, ¿cómo es el escenario de la casa? La ca­ sa es muy importante. Hubo un momento en que yo veía la historia enteramente dentro de la casa, pero no es necesario. Yo creo que es me­ jor darle su aire. Luis ALBERTO.— Esa casa tiene que tener una personalidad, porque ése es el imperio que ella va a ganar. Gabo.— Vamos a hacer una síntesis. Tenemos la ciudad, la familia y la señora. Entonces, ya podemos pensar en estructurar el principio. Doc.— Yo creo que la niña no debe morir en ese accidente de óm­ nibus. Con las quemaduras queda con el rostro cubierto hasta el fin del episodio. Gabo.— A mí me gustaría que ese accidente fuera un hecho que, por razones extrañas, resulte afortunado... Bueno, para la próxima oca­ sión vamos a pensar en todas las profesiones posibles para el viudo. Yo quiero una profesión que suene o que se vea. Doc.— Son diez personajes. Vean cómo es cada uno. A los mexi­ canos les pediría que escribieran algo sobre la ciudad de México. Gabo.— El gran reportaje que se puede escribir. México tiene una gran ventaja para esta historia y es la movilidad social. Puede ser cual­ quiera el origen, el más poderoso de México puede haber nacido en donde sea. Cualquiera puede ser cualquier cosa.

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Gabo.— Necesitamos un hijo que trabaje con él o que no trabaje.

Doc.— Que tenga quince años. Gabo.— Entonces, ¿cuántos tiene él? ¿Cuarenta? ¿Cuándo murió la madre? LUIS Alberto.— Murió en el parto de la niñita. Eso siempre pasa en las telenovelas. Doc.— Tiene también otra hija... Susana.— De dieciocho años. Luis ALBERTO.— Sí, una adolescente. Gabo.— Sí, típica, que le meta música a esto. LUIS Alberto.— Yo siento que nos faltan un par de personajes adultos en esa casa. Arturo.— Gente de servicio. Gabo.— Sí, porque hace falta ver también cómo ella mantiene con­

trolada a la gente de servicio. Doc.— ¿No hay ningún adulto varón en la familia, además del señor? Gabo.— Un hijo de tipo ejecutivo, de corbata, de saco.

Doc.— Podría ser un cuñado, pero me parece muy complicado. Gabo.— Entonces, que sea el mismo hijo. El viudo ya le entregó el negocio y está dedicado ahora a su vida de amantes. ANDRÉS.— ¿Es mayor entonces? Gabo.— El hijo puede tener de veintisiete a treinta y dos años. Pe­ ro entonces, ¿cuántos años tiene el papá? De cuarenta y ocho a... ¿cin­ cuenta y dos? Es gordo y tiene un anillo de diamantes y un cinturpn con hebilla de oro. Doc.— Y el hijo, ¿puede ser casado? ANDRÉS.— No necesariamente. Gabo.— Lo que sí hay es un chofer, de esos choferes antiguos que se

SESIÓN TRES: Viernes 6.X1.1987

SUSANA.—

“Estamos en la ciudad más grande del mundo. Sus 20 millones de habitantes tienen una coexistencia más o menos pacífica. Aquí no hay guerra civil, pero hay violencia esperando detrás de cada puerta. La ciudad de México tiene el estigma de la ciudad del conquis­ tador; la provincia es la tierra de los conquistados. I.a ciudad es un ac­ to de poder, objeto de las expectativas de todos. En ella está el gobierno, las cárceles, un gran porcentaje de las fábricas, la cuarta parte de la po­ blación del país. El terremoto resquebrajó su poder, disminuyó los em­ pleos, los servicios, la vivienda; familias enteras de damnificados viven en un cuarto después de perder sus casas en unos segundos. Pero la ciu­ dad sigue creciendo. Cada año llegan a ella un millón de personas en busca de trabajo. Hay que imaginar la capacidad de invención que tie­ nen los desempleados para buscarse un medio para sobrevivir. Hay pa­ yasos y tragaíuegos, hay mujeres que se alquilan para dormir y hay mujeres que se alquilan para soñar. Doc.— ¿Escribiste más? Susana.— Pensé un poco en la casa y en algunos nombres.

Doc.— El grave problema de los nombres es que a veces son luga­

res comunes o nombres diferentes. Por ejemplo: la sirvienta se llama Esperanza o Digna, pero Vanessa... Debemos ser creativos y pensar los nombres según las personalidades. Susana.— El señor podría llamarse Diego Morán; el hijo, Julio Diego. La cocinera, Adelita. El hijo piensa que la embarazó, pero en 27

realidad fue el chofer. Le cambié el sexo a la niñita: Rodrigo Morán tie­ ne siete años y le escribe cartitas a la maestra diciéndole que se la quie­ re coger... ANDRÉS.— Yo, para la mujer que sueña, pensé en tres nombres: Au­ ra, Aurora o Alma. Tiene algunos rasgos indígenas no muy marcados, cuarenta años, obesa y con un poder de convicción muy fuerte. Es co­ mo una santa inocente que toma las oportunidades al vuelo. El ama de llaves es Gertrudis. Tiene sesenta años, puede morir de un infarto en un momento en que sueña. Nunca había soñado en su vida, sueña con la mujer y muere. Es virgen. GABO.— Eso está por demostrar. Andrés.— Félix es ganadero, tiene cincuenta y dos años, de piel quemada por su trabajo en la hacienda. se da cuenta de que su propio hijo lo engaña en los negocios. Es muy supersticioso. Su hijo Angel es muy parecido físicamente a la tía; es un diablo escondido, hábil y sumamente realista. Pura es la cocinera, una indígena muy pura, que mezcla brujería y religión. Alfredo es el cho­ fer y es un estoico total que vive muerto de la risa. DOC.— ¿Qué traes tú, Arturo? ARTURO.— Traigo algunas proposiciones de nombres... Para mí el se­ ñor se llama Fabián Resendis; la hermana soltera, Cristina o Ernestina; Gerardo, el hijo mayor; Yolanda, la hija; Sergio, el hijo pequeño; la co­ cinera, doña Petra; la sirvienta, Clarita, y el chofer, don Jorge. Doc.— ¿Y tú, Manolo? MANOLO.— La mujer es Laura, astuta y oportunista. Parece bonda­ dosa aunque no la abandona una vieja frustración. El viudo Vicente es inteligente para la trampa, celoso guardián de la familia y recuerda constantemente a su difunta esposa. Amparo es la hermana de cin­ cuenta años, divorciada, algo liberal. Mujer de agallas, respetada por rodos los miembros de la servidumbre, no tiene hijos, es estéril. María

del Carmen es su sobrina preferida. El hijo es alegre y mujeriego. Lle­ ga a observar a Laura cuando está desnuda, y trata de poseerla pero ella no acepta. Ama de llaves, Mercedes, veintitrés años, hija de la cocine­ ra, está embarazada pero no sabe si del hijo del señor o del chofer. LUIS Alberto.— Yo creo que la hermana no puede ser solterona, virgen ni estéril. Esta mujer tiene que ser una oponente del mismo ta­ maño que la soñadora. La hermana se fue de viaje porque le dio la ga­ na, tiene los amantes que le da la gana y es una mujer de una fuerza tal que cuando regresa uno siente que llegó la oponente y que se va a lle­ var por delante a la de los sueños. DOC.— Vamos en orden. Primero, revisemos los nombres... MANOLO.— El que más me gusta para el señor es Diego Morán. ¿En México Diego es común? SUSANA.— No, no es común. DOC.— Entonces, Diego. GABO.— Si es gordo, vanidoso, con diamante al dedo y cría toros, me parece que se llama más bien Plutarco que Diego: Plutarco Morán. Y si es Diego tiene que ser don Diego Morán. Doc.— ¿Y la mujer? Alma... Gabo.— Alma es muy bueno. Yo la veo muy alta, corpulenta y ves­ tida toda de blanco alegrón, de encajes, un poco como china poblana. Doc.— ¿Que piensan del nombre? Elíseo.— Alma, sí. Doc.— ¿Y la tía? Gabo.— A mí me gusta Amparo porque es como una venganza. Doc.— ¿Y el hijo mayor? SUSANA.— Me gustó mucho Angel. Arturo.— Sí, Ángel. Doc.— ¿La hija? MANOLO.— María del Carmen. Susana.— Maricarmen. Doc.— ¿Cómo se llama el niño? ¿Rodrigo, Rodriguito?

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Gabo.— ¿Cuál hacienda? ANDRÉS.— Donde cría toros. Es algo obeso, poco inteligente y no

Gabo.— No, Manolete. Luis Alberto.— Sí, Manolete.

Alberto.— Se salva porque fue el único que le creyó el sueño y, aunque toda la familia crea que el niño se montó en el autobús, no se montó. Así provocamos el suspenso de que murió. GABO.— Alma sale con la maleta mientras sucede todo. Los otros se

vuelven y ven a Alma. Entonces le dicen que se quede y ella responde que va a salir cara y don Diego responde: “No importa. Yo pago.” És­ te es el capítulo más difícil... DOC.— Cuando vayamos por el cuarto o el quinto tenemos que re­ gresar a éste porque para entonces tendremos un mayor dominio de cómo son y hablan los personajes, y cambiaremos muchas cosas. GABO.— Ya tenemos los elementos dramáticos del primero. Es un día largo. DOC.— Tenemos que hacer una escaleta, una macroestructura. Es decir, saber más o menos los pasos grandes de los seis capítulos; saber los puntos que vamos a tratar acá, para saber si nuestra curva es ascen­ dente o descendente. Tenemos que saber hacia dónde vamos, qué que­ remos alcanzar. LUIS Alberto.— Si nosotros sabemos que el primer capítulo acaba cuando ella se instala en la casa, podemos armarlo y éste nos puede ir dando el aire del resto de los personajes, para ver hasta dónde podemos llegar sin la tía y dónde va a hacer falta que entre. Me parece que si tra­ bajamos demasiado en abstracto, perdemos la posibilidad de tener más material y de otro modo nosotros podríamos ir ordenando ese caos. Doc.— Yo creo que debemos comenzar con organización. Es decir, con una estructura... Gabo.— El primer capítulo es pura anécdota. No hay precedentes, no hay futuro. Todo es mostrar personajes y relaciones, ver lo que sucede sin saber si es con intención o sin ella, hasta que Alma se queda. El proble­ ma es el segundo capítulo. Todo guión tiene un hueco en la mitad, uno se lo tapa y sale en otro lado y, al final, uno termina poniéndole un poco de pintura encima, pero siempre está ese hueco. Si la tía entra en el ter­ cero vamos a tener otro hueco en el cuarto y es todo lo mismo. A lo me­ jor en el tercero metemos a otro personaje que aún desconocemos. ELISEO.— Como generalidad, yo veía el segundo capítulo así: Co­ mienza a dominar la casa y se gana prestigio como soñadora. Gabo.— Pero al final de ese capítulo tiene que eliminar a uno.

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Doc.— ¿Y la cocinera? Luis Alberto.— Yo me imagino que en México se usan

nombres indígenas... SUSANA.— No. Podría ser Chabclita, Lupe, Petra... GABO.— Los españoles seguramente le llaman doña Petra. MANOLO.— Doña Petra. Gabo.— Doña Petra es bueno. Ahora tiene que ser gorda. Arturo.— Sí, y vieja. Doc.— Y enferma... ¿Y la otra? Están Esperanza, Pura, Garita... IvÁN.— Podría llamarse Rosa.

muchos

SUSANA.— Un nombre compuesto, muy de telenovela... Gabo.— Rosafina, inventado así, Rosafina.

Doc.— ¿Cómo se llama el chofer?

Gabo.— El chofer debe ser indio y llamarse Bismarck o Washington. SUSANA.— Salvador.

Doc.— Bueno, puede que después nos demos cuenta de que Toño para el chofer es mejor... Rosafina me gustó mucho, Ángel me gustó mucho, doña Petra me gustó mucho, Maricarmen también... Gabo.— ¿Cuándo empieza el drama? Para dar un salto... DOC.— Si es un día especial, algo fuera de lo común está ocurrien­ do y para empezar un guión esto es importante, pues así presentamos a los personajes en una situación dramáticamente viva. Gabo.— Ahora necesitamos los pasos dramáticos. Alma llega, co­

noce a la familia, sueña que el niño no debe ir a la escuela. Su gran éxi­ to es que el niño no va y se salva del accidente del autobús en que mueren todos sus compañeros.

Luis

ELISEO.— ¿Por qué no vemos qué personajes va liquidando en cada

capítulo? Doc.— Sí, no podemos liquidarlos a todos en un solo episodio. GABO.— Y no se les olvide que ella sueña; de los sueños se pueden sacar muchas cosas. Luis Alberto.— Hay un punto que es clave en la estructura: cuan­ do ella deja de ser una santa y se vuelve opresiva para la familia. Creo que debe ser en el segundo capítulo, y que termine cuando se dan cuenta de que hay que sacarla y no pueden. Doc.— Ese es un punto dramático importante, un cambio de acti­ tud de la familia, un rechazo. Gabo.— En el tercero, puede que llamen a un tipo para que los ayude a sacarla y al final el primero que sale es él.

Doc.— La conspiración contra Alma es un fracaso. El cuarto capí­

tulo lo cerramos con la llegada de Amparo. GABO.— Cuando Amparo entra, ya es otra película. Lo que hay es desolación y desesperanza porque saben que no la pueden sacar. En su momento, sabremos qué haremos... ANDRÉS.— Pero si se mete la llegada de Amparo en el cuarto episo­ dio, se pierde la lucha contra Alma. Es decir, confabulan, aparece la muerte, se desbandan y entonces llega Amparo al final como salvación. Yo creo que el cuarto debe ser como una premonición para la llegada de Amparo, aún cuando ellos no sepan que viene. LUIS Alberto.— Sí, y su habitación se puede convertir en objeti­ vo de Alma. Gabo.— Si Alma no sabe quién es Amparo, en el capítulo cuatro se

recibe un telegrama. Alma lo recoge y lee que Amparo llega al otro día. Alma no tiene la más puta idea de qué es aquello y entonces, se guar­ da el telegrama y en la mesa dice que soñó que alguien va a llegar. Aquí se insinúa que los sueños pueden ser mentira. Entonces, alguien dice que no puede ser porque la única que podría llegar es Amparo y que ella siempre avisa con un telegrama. 32

DOC.—

Yo creo que Alma ya ha entrado al cuarto de Amparo cuan­ do ésta llegue. GABO.— ¿Tú crees que entra? DOC.— Sí, creo que sí. GABO.— Yo creo que no... Eso desacredita mucho a Amparo, le ro­ ba fuerza. Es un cuarto precioso, completamente distinto al resto de la casa. Amparo no quiere saber nada de toros, ni de Alma. Amparo ga­ na la guerra, pero las dos primeras batallas las pierde. Y esta batalla es a muerte. Ahí sí se pone sangrienta. Tiene que estar establecido un cuarto donde no se pueda entrar. ELISEO.— Es que ese cuarto se va a convertir en un símbolo que nos va a hacer falta en el último capítulo. ANDRÉS.— ¿Por qué Amparo lo mantiene cerrado? GABO.—

Ahí está el pozo secreto. Doña Petra le es fiel a Amparo, y es la que defiende su cuarto. En ese cuarto está la verdadera personali­ dad de la tía. Elíseo.— Y la última imagen del capítulo quinto debe ser ella en el cuarto, es decir, la imagen de su dominio. Doc.— Yo prefiero finalizar el capítulo con las dos mujeres mirán­ dose. Es que son dos protagonistas que hay que mostrar en un gran momento. Amparo debe llegar y mirar a la otra de una manera muy especial... " Gabo.— Y cortamos ahí hasta el día siguiente. Elíseo.— ¿Pero y quién gana al final? Doc.— Francamente, yo no sé. Gabo.— Dentro de la lógica que traemos tendrá que ser Alma, por­ que si Amparo gana, a nadie le importa. Yo creo que la gente se pon­ drá de parte de Alma.

Luis ALBERTO.— Es que la gente prefiere ‘a los villanos.

Gabo.—

Nos falta como un mes para hablar de esto. Ahora estaba pensando que el final lógico es que Alma se vaya porque ya tiene otra casa vista. 33

Doc.— Es mejor. Yo pensaba que Alma salía de casa.

MANOLO.— Pero después de haber sacado a Amparo. Gabo.— Después de haberse apoderado de todo, sale de

SESIÓN CUATRO: Lunes 9.XI.1987 lacasa,cie­

rra la puerta y vuelve a repetirse la primera escena. Luis Alberto.— Ése es el epílogo. En el clímax saca a Amparo y después se da el lujo de ir a tocar a otra puerta. Gabo.— También podría empezar con una persona distinta... Doc.— ¿La misma escena pero con otra mujer? ELISEO.— Sí, Amparo, que aprendió el truco de Alma.

DOC.—

La mejor manera para armar la estructura global es que ca­ da uno lea sus notas y vamos sacando los puntos más importantes de todos. Empieza, Susana. SUSANA.— Yo traje dos escaletas porque no me termina de gustar lo de los toros... Gabo.— ¡Y yo que había pensado que al muerto del tercer capítu­ lo lo matara un toro! SUSANA.— Bueno, hice una sin toros y otra con toros. El princi­ pio es el establecido. Día, ciudad y comedor de la familia. Mientras Alma camina, lá familia desayuna y ve televisión. Manolete cumple años y por lo tanto es el aniversario de la muerte de su mamá, que murió en el parto. Gabo.— Hay que tener cuidado con las casualidades. SUSANA.— ¿Son demasiadas? Gabo.— En cualquier momento se puede decir que la familia no sabe si dar una fiesta o ir al cementerio, porque a Manolo le afectan sus cumpleaños ya que coinciden con el aniversario de la muerte de su madre. Doc.— Susana, describe cada escena en su locación. SUSANA.— La primera es Alma caminando con su maleta por la ciu­ dad; la segunda, en el comedor, con la familia desayunando, dándole el regalo al niño, que son unos cuernos de toro, y viendo la televisión; la tercera, en la calle, Alma mirando varias casas; la cuarta, la familia que 34

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escucha el timbre y Rosafina que va a abrir, seguida por el niño con cuernos, que embiste a Alma; y la quinta, afuera, cuando don Diego pi­ de disculpas a Alma, invitándola a reponerse dentro de la casa. Doc.— ¿Quién sigue? Luis Alberto.— Yo tengo una entrada a la casa en la que no tiene que decir a qué viene. Una grúa industrial enorme carga en las paletas un regalo inmenso, envuelto en papel rosado brillante, con un lazo azul gigantesco. Pone el regalo junto a la fuente del jardín. Maricarmen se asoma a la ventana para ver su regalo y, cuando caen los lazos y el pa­ pel, es un Mercedes Benz rosado. Lo revisan y cuando lo abren Alma está dormida adentro. Pero no solamente está dormida sino que no la pueden despertar. Cuando ya se rinden, se levanta Alma y dice: “Bue­ nos días.” Es algo muy loco y me gusta esa imagen de que ella entre a esa casa envuelta en papel regalo.

GABO.— Pero entonces hay que tener una empresa que le regala a sus

tación, una identidad de Alma. Después no tendremos contraste con la realidad. Yo la veo más como la repostera que viene a hacer el pastel para el niño. Y hablando con Rosafina es que sale lo de los sueños.

clientes un pastel en el día de su cumpleaños. Pero no se lo llevan, sino que una persona llega a la casa con todos los ingredientes para preparar­ lo. De esta forma, ella toca y explica a qué viene. Así habrá mucha gen­ te en la cocina ayudándola y ella habla de los sueños de una manera casual, mientras uno le bate los huevos, otro le hace otra cosa, y así se pa­ sa el día allí. Mientras ella prepara el pastel transcurre el primer episodio. Por la noche cuando el pastel está y se hace la fiesta ya ella no se va, por­ que de ahí podemos subir. Como entrada, a mí me parece bien, porque es casual pero perfectamente preparada... Esta mujer es más simpática de lo que habíamos previsto... ¡Sabe de relaciones públicas! Doc.— ¿Y tú, Manolo? MANOLO.— Yo puse que en el desayuno don Diego comenta un telegrama recibido de su hermana Amparo desde los Estados Unidos. Informa que, a causa de la baja del dólar, los negocios no marchan del todo bien. GABO.— Estás bajando el impacto del telegrama que anuncia la lle­ gada de Amparo, que es definitivo en la obra. MANOLO.— De ahí paso a la puerta de la casa. Petra abre y entra Alma que explica que viene por la nota en el periódico donde se soli­ cita a una sirvienta, porque doña Petra esconde el embarazo de Rosafina. Doña Petra entra a hablar con don Diego. En el televisor, Alma se ve dentro de la multitud. Gabo.— Alma por fuera y por dentro... Mira, al principio todos los planteamientos tienen que ser muy sencillos. Es como si se empezara a crear el mundo. Después, a partir de ese mundo, se va haciendo todo. No puede suponerse que una señora con la hija encinta, la haga pasar por enferma para disimular el embarazo. Primero hay que establecer quién es sirvienta y quién no, cuál es la mamá y cuál es la hija. Si no, se arma mucho enredo. Lo primero que quiere saber el espectador es qué película le están contando. Entonces, uno tiene que ir directa­ mente a la película que va a contar porque si se mete en otro tema,

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DOC.— Explica cómo sería... LUIS Alberto.— Créditos y presentación documental: cae la noche

sobre México, ciudad enorme, gente anónima, Alma camina por la ca­ lle con su maleta, seguida por gatos, se sienta en un banco frente a una lujosa venta de automóviles y terminan los créditos. La siguiente esce­ na es al día siguiente, como la describí. Cuando Alma despierta, don Diego le dice que debe irse. GABO.— El problema de esa entrada es que modifica por completo el estilo previsto, incluso la naturaleza misma de la serie. A partir de ahí, hay que empezar a subir porque arrancaste muy alto. Ése es el pro­ blema en esas películas que tienen prólogo antes de los créditos. Ge­ neralmente te acuerdas que la mejor escena fue la primera y luego ya no tienes nada que hacer con los personajes. Lo que sí me queda cla­ ro, es que ella viene con motivo del cumpleaños. DOC.— Yo creo que así está muy rápido y no tenemos una presen­

inmediatamente éste se apodera de la atención y da la impresión de que ésa es la película que se va a contar, y se arman unos líos... Eso pue­ de suceder más adelante cuando ya se sabe quién es quién, cuáles son las relaciones de la gente. Pero ahora es muy sencillo; prendes el tele­ visor y, si se ve en el televisor a Alma, cosa con la que estoy de acuerdo, y después se la ve afuera, el espectador la identifica y, si es una actriz co­ nocida, sabe que es la protagonista. En todo lo que yo escribo hay un momento en que paro la acción y hay un tipo que cuenta la película y dice: “Miren, aquí lo que estamos diciendo es esto y esto.” Así nadie se pierde. Por eso, hace falta un momento en que Alma llegue y explique: “Mire, yo vengo porque soy de la fábrica La Rosa y tenemos una pro­ moción en la que hacemos el pastel de cumpleaños de nuestros clien­ tes, con nuestros ingredientes porque los ingredientes son muy importantes. ¿Usted ve este huevo? Pues no crea que es un huevo cual­ quiera. Éste es un huevo de gallinas que nosotros criamos para esto.” SUSANA.— Que el lema de la compañía sea: “Pasteles hechos en casa.” Gabo.— Sí, y que diga: “¿La harina? No crea que es cualquier hari­ na...” Así, primero tienen la presentación de un personaje que es como un prestidigitador, que está sacando cosas de la manga... A propósito, ¿no se han puesto a pensar que más adelante don Diego puede casarse con Alma? Es viudo, necesita mujer, es posible que se case. Puede que trate de casarse y no se sepa nunca si es para neutralizarla o si es una maniobra de ella para quedarse legítimamente con todo. DOC.— Tú, Iván. IvÁN.— Bueno, yo no comienzo con un documental, sino con uno de esos programas imbéciles que hay por la mañana, donde feli­ citan a los que cumplen años ese día. Doc.— Sí, sí, con un lenguaje eufórico, como para levantar el áni­ mo a esa hora del día. ¡Así debe ser el programa! IvÁN.— Bueno, en el jardín de los Morán, Salvador está sacando la correspondencia del buzón y entra en la casa. Gabo.— En el jardín tienen que estar haciendo algo.

MANOLO.— Están decorándolo para el cumpleaños. GABO.— ¡Están enterrando o desenterrando algo! Hay que ir dan­ do golpes. Un muerto o algo. jylANOLO.— Las cenizas de la madre. ¿No puede ser? GABO.— A no ser que la madre esté enterrada en el patio. MANOLO.— Hay familias que meten las cenizas en la casa. GABO.— Eso es normal. IVÁN.— Alma llega en el momento en que Manolete sale con Rosafina. Alma se aproxima al niño y quiere tocarle el rostro, pero Mano­ lete se aparta. Alma le dice que no se asuste, que ella vino para ayudarlo, y le pregunta: “¿No quieres ir a la escuela, verdad? Tienes ra­ zón, no vayas. Yo tampoco quiero que vayas.” El niño sale corriendo, aparentemente entra en el bus, y Rosafina se vuelve hacia la mujer pre­ guntándole: “¿En qué puedo servirle?” Alma le responde que ella sólo ha venido a prevenirlos de algo muy malo. Rosafina le pregunta que cómo lo supo y Alma responde que lo soñó. Rosafina le dice entonces que, si eso era todo, ya están enterados; cierra la puerta y Alma se queda en el jardín esperando el regreso de Manolete. En la casa, con el infor­ me de Rosafina, todo se trastorna: Petra se pone nerviosa, Maricarmen quiere consultarle un sueño. Doc.— Me gusta mucho que la casa cambie a partir de la llegada. Gabo.— Eso cambia todo, pero es bueno. Eso permite que, si don Diego tiene que volar ese día, no lo haga por miedo a que se caiga el avión. Así funciona. Yo creo que esta estructura es mejor que la del pas­ tel. La del pastel es más divertida, si se quiere, pero ésta es más directa, es más la historia que estamos haciendo. También puede ser que no la dejen entrar. En la historia original, ella toca a la puerta y dice: “Yo me alquilo para soñar”, y le contestan: “No, no, no, gracias.” Iván.— Luego se traslada la acción al cuarto de Maricarmen. Ro­ safina arregla la cama, doña Petra entra con un refresco, Maricarmen comenta que hacía tiempo que en la casa no se hablaba de sueños. Mientras tanto Alma da vueltas por el jardín. 39

Gabo.— ¿Seguimos en que Alma no entra?

pC)C.— Ésta es la última escena.

DOC.— No la dejan entrar. Es una loca. Don Diego dice: “Rosafi­ na, dale algo de comer a esta mujer.” GABO.— Sí, muy magnate... ¿Cómo es el jardín? ¿Tiene una reja afuera? IvÁN.— Sí. Gabo.— Entonces don Diego la hace sacar fuera del portón. Pero an­ tes de que la saquen, le ha contado el sueño a Rosafina, y Rosafina se lo cuenta a su mamá. Cuando están hablando en el cuarto de Maricarmen, Rosafina les dice que a ella le dijo que había soñado con agujas y que su hijo sería varón. Yo creo que es doña Petra quien la hace entrar para que le cuente a ella de sus sueños. Cuando regresa don Diego, se escandaliza porque Alma está allí a pesar de que él había ordenado sacarla. Cuando la va a hacer salir a la patada, viene lo del autobús. IvÁN.— El niño montó en el autobús. Gabo.— ¡El niño monta en el autobús o no monta! Eso de que el espectador piense que sí y después resulta que no, es de película efec­ tista. Rosafina deja que el niño se embarque. Mientras el niño está en la escuela, hay incredulidad hacia Alma, hasta que llega la noticia del autobús... Yo creo que el niño se debe morir y quedar hecho peda­ zos, decapitado. Luis Alberto.— Pero es que después se nos va a hacer muy difícil meter subtramas con un toque más ligero. Gabo.— Bueno, queda levemente herido, pero algún niño del au­ tobús se mata. ¿Y Maricarmen? Doc.— Maricarmen tiene que ir al cementerio. Gabo.— Y el niño no quiere ir al colegio. Sería terrible si el niño dijera: “Yo no quiero ir a la escuela sino al cementerio.” Él sabe que la madre murió del parto. Cuando Alma le dice que no vaya a la es­ cuela, queda en el aire que el niño va a morir. Por eso es bueno que no muera, porque todo el mundo cree que se va a morir. Y don Die­ go no coge el avión.

Yo creo que debíamos terminar esta parte, porque, ya con ella, el resto [0 podemos hacer entre todos. Entonces: don Diego tiene que viajar, pero con un maletín de negocios, porque regresa el mismo día. Tiene que ir a Monterrey. Pero no llega a coger el avión. Alma tiene que de­ cir algo para que él diga que está loca, pero que lo deje pensativo mien­ tras va en el carro. Cuando llega al avión, se arrepiente y se regresa. Llega a la casa y se encuentra a Alma... Sí, sí, ¡él va a terminar casándo­ se con ella sin remedio! El desistir del avión entra con mucha fuerza. DOC.— ¿Cómo vamos a hacer? ¿Unos hacen unas escenas y otros hacen otras? Gabo.— ¡No, eso es una carnicería! Doc.— Yo pensaba que debíamos dividirnos: la mitad hace las quince escenas y la otra mitad, la escaleta de los próximos quince mi­ nutos. Gabo.— ¿Cuántos días nos faltan? Susana.— Como trece días. Gabo.— Son cinco días a la semana. Digamos doce. Si son doce, estamos bien. Hay que hacer un capítulo cada dos días. Luis Alberto.— Hay algo que perdimos en la estructura y es el he­ cho de que ella debe soñar las cosas de la familia en la casa. Tiene que ir hasta allí para soñarlo. Gabo.— Ella se instala con un solo sueño. Ese sueño le funciona para el avión, para el autobús y para todo. Lo importante es establecer cómo ella se queda en la casa. Elíseo.— Cuando don Diego sale del aeropuerto podría pasar por la escuela a buscar a Manolete y así salvarlo. Todo el mundo tiene la sensación de que esta mujer los salvó, pero en realidad no pasó nunca °ada ni en el ómnibus, ni en el avión. Gabo.— Él lo recoge si quieren, pero el autobús sí estalla y se mue­ ren todos menos él porque don Diego lo recogió.

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GABO.— La última de la primera parte: espacio para la publicidad.

Doc.— Sí, el autobús trae a todos los niños para la fiesta. Yo no sé cómo es en México, pero en Brasil yo sé que si mi hija me dice: “Pa­ pá, mañana es la fiesta de Mariquita”, el autobús no la trae a casa sino que la lleva al cumpleaños de Mariquita y después, a las ocho y pico, yo tengo que recogerla en casa de Mariquita. Gabo.— Eso está bien. Y entonces se mueren todos. SUSANA.— ¿Pero eso no deja al niño con una culpa inconsciente, ya que venían a su cumpleaños? Gabo.— Bueno, pues ¡que se joda! Queda traumatizado. Doc.— ¿Cómo vamos a hacer? GABO.— Hagamos una cosa: todos los días el que da el proyecto que se acepta, a ése le toca escribir. ANDRÉS.— Pero, ¿trabajamos juntos o separados? Gabo.— Como quieran, hagan equipos como quieran.

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SESIÓN CINCO: Martes 10.XI.1987

SUSANA.—

Siete de la mañana. Imágenes de vehículos que esperan el cambio de semáforo, de aglomeraciones de personas, carros que se mueven frenéticamente, una feria callejera en la que varias gentes se ga­ nan el pan vomitando fuego, tirándose sobre alfombras de vidrios quebrados, bailando viejas danzas aztecas. Con Las mañanitas como tema del programa, dice el locutor: “Nada mejor que unas mañanitas para los cumpleañeros que nos sintonizan. ¿Te has puesto a pensar, Loly, cuántos cumpleañeros habrá en una ciudad de 20 millones de ha­ bitantes? Para todos ellos van ya nuestras felicitaciones. Bueno, amigos, es hora de despertarse y para aquellos que salen a correr les recordamos que es mejor no hacerlo por la contaminación ambiental.” Otra locutora dice: “Esta mañana estamos también de fiesta porque hace unos minutos nació la niña del millón, o sea, que ya no somos 20 sino 21 millones de habitantes en esta gran metrópoli.” GABO.— Va bien. SUSANA.— Exterior de la casa de los Morán. Amplio jardín de­ lantero cercado por rejas de hierro forjado. Empotrado hay un bu­ zón de correspondencia que dice: Familia Morán. Salvador, chofer de cuarenta y cinco años, retira la correspondencia, la revisa y se dirige al interior de la casa, mientras se escucha el noticiero: “Pero no sólo por nacimientos sino por migración. ¿Se imaginan el tiempo y trabajo que nos cuesta cumplir con los televidentes, para llegar a la hora para este programa? Los embotellamientos son cada vez peores, 43

las manifestaciones los empeoran y los desempleados además ataca^ al pobre automovilista.” Interior de la casa de los Morán. Imágenes de multitudes en la te­ levisión, donde se destaca una mujer que se acerca a cámara y pasa de­ jando al fondo a un hombre que escupe una llamarada: es Alma. locutor dice: “Hablamos de desempleados, no de desocupados, por­ que todos se ocupan de algún modo, como lo muestran las imágenes. Y aquí tenemos una sorpresa para hoy. Amigos televidentes, gánense un millón de pesos escribiendo a nuestro apartado postal y diciéndonos cuál es el empleo más original para la niña del millón.” En el comedor don Diego lee los periódicos. Maricarmen entra, se coloca un arete en la oreja y lo saluda. Don Diego deja los periódicos y dice en tono enérgico que no sabe lo que pasa en esa casa, que nadie se levanta temprano. Doña Petra sirve el desayuno y don Diego le dice que deje eso y se vaya a acostar que está enferma. Pero Petra le dice que no puede quedarse en cama porque es el cumpleaños de Manolo. Entra Ángel apresurado, da los buenos días y se sienta. Rosafina entra con Manolo, que viste uniforme escolar. La familia reunida aplaude la en­ trada del niño y cantan Las mañanitas. Rosafina le informa a don Die­ go que Manolo no quiere ir a la escuela sino al cementerio. Don Diego se exaspera y dice a Rosafina que apague el televisor, que no se puede hablar con ese ruido. Rosafina lo apaga. Don Diego se dirige a Mano­ lo: “Nada de eso, Manolete. Ya lo hemos hablado. Al cementerio van los mayores y tú a la escuela.” Doña Petra se retira a un rincón y se en­ juga una lágrima: “Pobre niño —dice—, perdió su madre al nacer.” DOC.— ¿Qué opinan? LUIS Alberto.— Yo me lo sigo imaginando con un arranque mu­ cho más extraño. Siento que el inicio debe ser tan insólito como el personaje que vamos a presentar, que es capaz de llegar y decir: “Me alquilo para soñar.” Andrés.— A mí me parece que Alma llega muy pronto y se pierde un poco el misterio. Es decir, todo parece ya muy planeado.

Yo creo que es importante plantear rasgos cotidianos que definan más a los personajes. Siento que hacen falta. pOC.— Para mí, esta parte está bien hecha, pero la información es muy didáctica. Debe plantearse con situaciones dramáticas. GABO.— Sí, yo creo lo mismo. Don Diego parece un locutor. Él mismo le está diciendo las cosas al espectador. Por ejemplo, le dice a doña Petra que está enferma. Tendría que asombrarse y decirle: “¿Y ese milagro? ¿Por qué no está acostada?” Que sea casual. Es lo mismo que lo del cementerio, que además no se aclara. Si no se aclara la historia, la gente se pierde porque se queda pensando por qué el niño quiere ir al cementerio. El espectador se distrae y después no sabe quién fue el que disparó el tiro. Los diálogos deben ser informativos, pero al mis­ mo tiempo dar el carácter de los personajes, una actitud, un estado de ánimo. Yo ando contra ese desayuno hace rato, porque después vamos a necesitar muchos desayunos cuando Alma se instale y hable de los sueños. Inclusive hay una superstición que dice que los sueños, para que resulten, hay que contarlos antes del desayuno. Doc.— Yo también creo que la escena está corta. Gabo.— Lo que pasa es que no hay escena. Los personajes no están haciendo nada. Yo creo que ella llega cuando van a salir. ARTURO.— Todo tiene que ser muy cotidiano, para que cuando en­ tre Alma se sienta como elemento perturbador. Muy vivo todo, como modo de conocer a los personajes por gestos, más que por diálogos. Gabo.— Y ¿por qué conocemos a los personajes a través de Alma? Rosafina sale con el niñito y lo embarca. Se queda afuera y sale el señor. Que todos vayan saliendo, y que conozcamos la casa por dentro cuan­ do Alma entre. Es una forma de moverla más. Es que, decididamente, desayuno es un desastre. ¿Cómo sigue después? IvÁN.—Exterior, casa de los Morán. Frente a la casa un autobús es­ colar suena la bocina. Un jardinero anciano sale cargando una bolsa y la deposita en la acera. Alma se acerca a la casa y se detiene frente a la puerta y entra al jardín. De la puerta principal salen Rosafina y Manolete.

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ARTURO.—

Alma se acerca al niño extendiendo la mano para tocarle el rostro cq,, familiaridad. El niño retrocede. Alma le dice: “¿No quieres ir a la es, cuela, verdad?” Rosafina toma a Manolo por los hombros y continúa el camino. Alma prosigue: “Tienes razón, hoy es tu cumpleaños. Y0 tampoco quiero que vayas.” Rosafina mira a la mujer, asustada. Ma. nolo se suelta, corre hacia la calle y sube al autobús. Alma le grita“Manolo, no vayas.” Rosafina recobra el aplomo y le dice: “¿Se puede saber qué busca la señora?” Alma le dice: “Sólo venía a prevenirlo.” Ro­ safina pregunta de qué y Alma contesta: “De algo muy malo. No sé qué, pero sé que es malo.” Rosafina le dice entonces: “¿Y cómo lo su­ po la señora?” Alma: “Lo soñé.” Decidida, Rosafina se dirige a la puer­ ta principal y toma la puerta para cerrarla, diciéndole: “Si era solamente eso, ya estamos enterados.” Alma detiene la puerta con su mano, se pone misteriosa y le dice: “Soñé con agujas flotando sobre el agua. Será varón.” Rosafina cierra la puerta con temor. Maricarmen observa desde la ventana de su cuarto a Alma en el jar­ dín. Alma reacciona como si buscara la mirada que la observa y dirige la vista a la habitación de Maricarmen, quien se esconde un poco detrás de la cortina. En el jardín aparecen don Diego, Ángel y Salvador. Sal­ vador abre la puerta del auto para que entre don Diego pero es inte­ rrumpido por Alma que le pregunta a don Diego: “¿Va de viaje? Hoy un pájaro lleno de sangre volará hacia abajo. Cuídese.” MANOLO.— Yo tengo la continuación... Los tres hombres se miran entre sí extrañados. Don Diego, con un ligero gesto, ordena a Salvador que saque a la mujer fuera de la residencia. Este la toma por el brazo y le dice: “Por favor, señora, tenga la bondad.” Alma se deja conducir pe­ ro no quita la mirada de encima de don Diego. Éste le huye. Ángel se monta en el asiento delantero del auto, don Diego cierra la puerta trasera y espera. Salvador regresa y pone el auto en marcha. El jardinero que se encuentra cerca de la puerta de entrada, la cierra. Gabo.— Como principio está mejor que lo del desayuno. Sobra lo del embarazo, porque decir tres presagios de entrada es mucho. Los 46

diálogos vamos a revisarlos después; lo del niño es muy casual. Sin em­

bargo, lo de don Diego es más enfático. Doc.— Yo creo que el diálogo con don Diego debe ser más efecti­ vo. Debe decir: “Es una loca.” GABO.— “¿Qué hace aquí adentro? ¿Cómo la dejaron entrar?” DOC.— Y ella entonces dice: “No, señor, yo tengo trabajo. Yo me alquilo para soñar.” Gabo.— Espera... Ella no le dice nada a Rosafina, pero Rosafina oye los dos diálogos. Entonces va al dormitorio de doña Petra y le cuenta lo que está pasando afuera. Petra, como todo enfermo, está esperando que le llegue la divina providencia, se interesa por la mujer que podría traer el remedio para sus males y es la que quiere hacerla entrar. MANOLO.— Nosotros veíamos que quien la hacía entrar era Ma­ ricarmen, porque Petra podría ser como la primera contrafigura de la casa... LUIS Alberto.— Yo no veo que haya una contradicción en eso. Do­ ña Petra la puede hacer entrar y una vez adentro, cuando ella vea que Al­ ma es un peligro para su posición, entonces se convierte en su oponente. GABO.— Pero después. Además, la mete por la cocina. Luis Alberto.— Sí. Gabo.— Ahora Alma es la bruja providencial que llega a curarla de una enfermedad sin remedio, lo que pasa es que no sabemos qué en­ fermedad es ésa. Luis ALBERTO.— Yo creo que le falta una actividad a Alma, algo que tenía cuando era la mujer del pastel. Entonces hablaba de cualquier otra cosa y de pronto soltaba las premoniciones. Gabo.— Tenemos que ir paso a paso. El personaje se va revelando, se va abriendo. Lo que pasa es que no están resueltos los diálogos ni las situaciones, pero yo creo que el mecanismo es bueno, hasta que termi­ na dentro de la casa. No se te olvide que el hombre no se va a subir al avión, que al niño se le va a reventar el autobús por allá. Esos princi­ pios escalonados son mejores que si empezamos con algo espectacular. 47

Si hace el pastel, después no tenemos nada que hacer con ella. El de. sayuno podría verse desde afuera, ella lo ve por la ventana. Lo que r*0 es soportable es verlos planteando la situación alrededor de la mesa. televisión está o no está, o la trajeron para oír el horóscopo de los que cumplen ese día; eso no importa. En ese momento ya sabes que el ño cumple años y no quiere ir a la escuela, que el señor se va. Es una buena presentación. DOC.— Si, es muy buena. GABO.— Es espontánea. Y ya afuera, lo que me parece importante es que Rosafina oiga el diálogo con el niño y con el señor, para que su­ ba diciéndolo, porque ella sí se impresiona. DOC.— ¿Y qué hace afuera todavía Rosafina? Gabo.— Se ha quedado afuera. Esto es muy rápido. Ella todavía no ha entrado cuando ya sale don Diego. Después entra y lleva la presen­ cia de la mujer al interior de la casa. A mí lo que me parece muy im­ portante es que le hable a la enferma. Falta ver qué hacemos con Maricarmen. ¿Cómo va para el cementerio? DOC.— Tiene una amiga que pasa por ella. Gabo.— No, porque es igualito al autobús que llega y ya nada más nos falta que también venga el lechero. ¿Qué edad tiene? Susana.— Quince. Gabo.— Ya en México va en su carro. Esa niñita me sobra, siempre me ha sobrado. Lo que pasa es que la vamos a necesitar después para matarla. Manoi.O.— ¿No podríamos hacerle, por ejemplo, a Maricarmen una subtrama individual, fuera de la casa? Gabo.— Vamos a averiguar quién es Maricarmen. to, se reúne con gente de su generación... MANOLO.— Del ambiente. Y puede estar preparando la posibilidad de abandonar la casa porque quiere independizarse.

Pero a ella le pasa algo que la hace pensar en Alma. Cuan­ do vuelve del cementerio, pensando que Alma no está, la encuentra en Ja casa. Entonces, ese elemento la pone a ella también del lado de Al­ ma. Pero, ¿por qué? DOC.— Maricarmen le puede preguntar a Ángel si ya habló con don Diego. GaBO.— Ella sale en moto y, antes del ir al cementerio, pasa por la oficina de Ángel. Va a pedirle plata al hermano. Inclusive puede que no sea algo grave, pero hay que tratar de ligarlo de todas maneras con Al­ ma. Maricarmen debe tener un problema distinto al de todo el mundo. DOC.— ¿Y para qué necesita ese dinero? ARTURO.— Es que quiere compartir un-departamento con algún hombre. Gabo.— La cuestión es encontrar algún problema que le permita ver con simpatía a Alma cuando regrese a la casa. De manera que to­ dos se le vayan sumando y cuando llega el papá, también. Me parece que el drama de Alma va a ser con Ángel... IvÁN.— Podría ser una situación de complicidad entre ella y Ángel aprovechando que don Diego está de viaje. Doc.— Fue a una fiesta con las joyas de la madre y las perdió. Gabo.— ¡Sí, se puso una de las joyas históricas de la madre! LUIS Alberto.— La que tiene en el cuadro, por supuesto. Gabo.— De lo que se trata es de encontrarla a cualquier precio an­ tes que el padre se dé cuenta y el que la está ayudando en eso es Ángel. Angel está tratando de recuperar la joya o de hacer una réplica. Y cuan­ do Maricarmen llega a la casa y sabe que Alma sueña, le pide que la ayude con lo de la joya y se mete en la trampa más tonta. Doc.— Puede ser que Maricarmen haya ido a una fiesta de perso­ nas muy ricas y se haya emborrachado completamente. Susana.— Sería mejor que ella le haya mentido al hermano diciéndole que estaba en la fiesta y en realidad estuvo con su novio en un ho­ tel cuando perdió la joya. Por eso Ángel contrata a un detective.

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MANOLO.— Maricarmen va al cementerio en moto. Gabo.— Ella puede ser como el muchacho de la familia. Va en mo­

GABO.—

Gabo.— A ella se le perdió en un hotel, claro. Pero en la historja paralela, fue a la fiesta con el novio, la joya y el permiso del papá. I 0 que está ocultando es que, de allí, se fue para el hotel y perdió la joya IVÁN.— Pero, ¿eso lo sabe Angel? ¿Sabe que la perdió en un hotel? Susana.— No, él cree que la perdió en la fiesta. Gabo.— Además, cuando ella se lo cuenta a Alma, ésta le dice: “No fue en una fiesta. Fue en un hotel.” Pero Maricarmen sólo se decide a contarle su problema a la desconocida cuando ocurre lo del autobús. Manolo.— Bueno, volviendo atrás: Rosafina puede entrar al cuarto de Maricarmen con tono misterioso y decirle que, con sólo mirarla, la mujer le dijo que tendría un varón. Maricarmen le pregunta: “¿Y saldrá al padre?” Rosafina le contesta: “Ojalá, así salgo de la duda.” Ambas se divierten. Gabo.— Yo creo que, antes de irse al cementerio, Maricarmen pue­ de conversar con Alma, pero no de premoniciones sino sobre la madre muerta, sobre el cementerio. Nada relacionado con los sueños. A quien Rosafina debe comentarle lo que le dijo la mujer, es a su madre, pero el espectador no oye cuando se lo vaticinó. Rosafina lo dice con ale­ gría. Y ya están presentados todos los personajes. Doc.— Cuando Petra ve a Alma, le cuenta de su enfermedad. Gabo.— Y Alma le dice que no se preocupe, que ella para mañana le sueña lo suyo. MANOLO.— Bueno, de ahí brincamos al ómnibus escolar atravesan­ do la avenida principal de la ciudad. En el interior, los niños ríen y jue­ gan de mano, menos Manolete que mira triste al exterior. De pronto ve un gato negro que corre hacia la avenida. El ómnibus realiza una maniobra para evitar pasarle por encima, pero es inútil y el gato negro es aplastado por la goma delantera. Los escolares lo observan a través de la ventanilla. El pajarito de juguete que cuelga en el retrovisor del chofer, se mueve de un lado a otro. Doc.— Ese gato negro no tiene consecuencia dramática ninguna. Gabo.— Por una parte, y por otra, recarga demasiado una cosa que no necesitamos recargar. El autobús sólo es noticia cuando regresa. ^

MANOLO.— Bueno... Auto de don Diego que corre por la carretera ¿¡rigiéndose al aereopuerto. En el interior del auto, Salvador y Ángel conversan amenamente. Detalle del rostro de don Diego preocupado. Doc.— No hay diálogo. GABO.— Lo único que hay que decir ahí es que don Diego está tan preocupado que no habla. MANOLO.— Y sacamos a Ángel del auto, ¿no? GABO.— Sí, Ángel sale. No puede quedarse en el carro porque va a tener que discutir con el papá, que al final no se va de viaje por miedo a lo que le dijo la mujer. Ángel se puede ir con don Diego, pero no puede llegar al aeropuerto. El chofer lo deja en la oficina y allí lo visi­ ta Maricarmen. Del aeropuerto el padre reflexiona sobre lo injusto que ha sido con el niño y lo va a buscar a la escuela. Doc.— Y van al cementerio. Gabo.— Sí, compran un ramo de flores y van al cementerio. Luis Alberto.— Ya los regalos de los niños han llegado a casa. MANOLO.— Es muy buena la imagen de todos en la casa esperando a los niños que no llegan. Luis Alberto.— A mí me gustaría que se viera el accidente, por­ que, si no, me recuerda la televisión de los años cincuenta en que la gente se asombra por las ventanas. Doc.— Se puede ver el accidente. Gabo.— Mientras, todos esperan en la casa. Cuando llega la notiC1a no hay que hacer nada más. El propio don Diego le dice a Alma: Usted se queda aquí”, y le mete las maletas al cuarto. Luis ALBERTO.— Yo creo que en el cementerio debía pasar algo más. Doc.— En el cementerio hay un hombre que saca una cámara fo­ tográfica y les tira una foto: primero a don Diego y Manolete, y des­ pués a Maricarmen.

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todavía no sabemos qué es lo que creo que tenemos que ser salvajes.

va a pasar con el autobús, aunque

LUIS ALBERTO.— Ayer lo estrellamos casi llegando a la casa.

LUIS Alberto.— ¿La están investigando?

DOC.— No sabemos. LUIS Alberto.— O el tipo siguió a don Diego desde que salió (je la casa y vio que no se fue para Monterrey. MANOLO.— Ángel contrató un detective para investigar lo de la joya Doc.— Debemos mostrar los secretos de Ángel, que también estj envuelto en algo misterioso. LUIS Alberto.— El problema es que escribir sobre una estructura todavía cambiante me parece un poco trabajo perdido. Es preferible quedarse con lo que ocurre a nivel de la escaleta, porque mira, ayer tra­ bajamos hasta las tres de la mañana, porque escribir en grupo es muv difícil...

DOC.— Yo creo que no deben estar trabajando hasta tan tarde... LUIS ALBERTO.— Pero es que escribir las veinte escenas entre varios se lleva mucho tiempo porque uno da opiniones, escucha, se queda pa­ rado... Yo creo que lo que sería bueno ahora es tratar de buscar propo­ siciones para esas seis cosas y mañana las discutimos. Doc.— Bueno, háganlo así.

SESIÓN SEIS: Miércoles 11.XI.1987

IvÁN.— Salvador lleva los periódicos hacia el interior. Desde afue­

ra Alma observa la situación dentro de la casa. Felicitan a Manolo, le dan regalos. Rosafina sale con niño, Alma dialoga con él y éste se va en autobús. Después Alma, don Diego, Salvador, Ángel y Rosafina hacen la escena en que sacan a Alma. Petra observa desde ventana. Sa­ le Maricarmen en moto. En el cuarto de Petra, Rosafina le habla de Alma y Petra la hace entrar. En el interior de la casa Alma se acerca al retrato de la madre. Sabe que murió de parto. Don Diego en el carro hace una parada para dejar a Ángel en su oficina. GABO.— Hace falta un diálogo en el carro, en que se establezca que Ángel es su hijo, que uno se queda y otro se va pero regresa en la tarde. IvÁN.— Petra le cuenta a Alma lo de su enfermedad y Alma le dice que soñará para ella esa noche. En la oficina, Ángel recibe a Maricar­ men y hablan de la joya perdida. En la casa todos arreglan el jardín. Llega Maricarmen. Habla con Rosafina acerca de Alma. En aeropuer­ to, don Diego decide no viajar y termina la primera parte. Doc.— Ahora, la estructura de la segunda parte... ANDRÉS.— Exterior, escuela. Don Diego entra a recoger a Manole­ te- Se pone de acuerdo con la maestra para que mande a los niños a la fiesta. Los alumnos le dan al niño algunos regalos y le cantan. Gabo.— ¿Y qué hace el niño? ¿Secundaria? SUSANA.— Primaria. Doc.— La maestra también va a la fiesta. 53

Gabo.— ¡Ya van a matar a la pobre maestra! Andrés.— ¡Sí, sí! Gabo.— Resolvamos que es bonita y dura un segundo. Luis Alberto.—Un plano. Gabo.— Entonces es una maestra preciosa, que el espectador no ]?

olvide. Y que don Diego le diga: “Usted está invitada, por supuesto Todos somos niños algún día...” ANDRÉS.— Doña Petra va a la cocina. Se encuentra con Alma que prepara el pastel de cumpleaños de Manolete y hay un conflicto entre ellas. En el cementerio, llegan Manolo y don Diego. Un hombre es­ condido les toma una foto. Ángel almuerza con el detective encargado de la búsqueda de la joya. Le dice que Maricarmen salió de la fiesta con el collar. Gabo.— El detective debe estar con Ángel en la oficina y por eso es que Maricarmen llega, porque hay cita con el detective. Hay una es­ pecie de careo ahí. El detective oye su versión, pero le dice después que hay una contradicción. Andrés.— En la casa, Petra le dice a Rosafina que esa mujer va a traer problemas. Ángel llega a la casa. Trata de encontrar el collar porque ese día don Diego abrirá el joyero como en todos los aniversarios. Maricarmen llega al cementerio a reunirse con su padre y con Manolo; su padre le reprocha la tardanza. Salen y el hombre sigue tomándoles fotos. Gabo.— Vamos a ver qué hacemos con esas fotos. DOC.— Opiniones. SUSANA.— Yo creo que, camino al panteón, Maricarmen se en­ cuentra con su novio y le dice que está muy preocupada por la joya, que su hermano, su padre o el detective la pueden descubrir. Se besan, se arrumacan, se le va el tiempo y de pronto ella dice: “¡Ay, qué tarde es! Ya no me da tiempo de ir al panteón.” Gabo.— Y cuando se encuentra con el papá, éste le pregunta que dónde estaba y ella le contesta que en el cementerio. Don Diego se queda callado porque sabe que ella no estuvo allí.

— Don Diego y su hijo comen helados. Alma entra al cuar­ teo de Petra muy amable y le lleva un té para que se mejore. Maricaren regresa en su moto a toda velocidad. GABO.— Como Maricarmen no fue al cementerio, tira las flores anteS de llegar. No, mejor se las regala a una novia que está saliendo en ese momento de la iglesia, ella le entrega el ramo y se va. La oportuni­ dad de dar una imagen nueva no se puede perder. MANOLO.— Yo veo al novio como un mecánico. De una condición social más baja que ella... DOC.— Sí, ese conflicto es bueno. ARTURO.— Puede ser una persona ya adulta pero que sigue usando el pelo largo, chamarras... Porque muchas muchachas ricas andan con hombres así. GABO.— ¡No vamos a tener nada que hablar ni nada que hacer si le ponemos el novio que le corresponde! Lo que tenemos que tratar es de que haya la menor cantidad posible de lugares comunes, o que sean lu­ gares comunes violados. Arturo.— A mí me parece que un mecánico es un lugar común. Gabo.— ¡Desde Pedro Infante están haciendo películas de mecánicos! MANOLO.— ;No puede ser un músico de rock? Gabo.-— A esa hora estaría durmiendo. Doc.— Es un amante casado. Gabo.— Lo del novio es importante porque está relacionado con lo de la joya. Seguramente está de acuerdo con ella. Que se vea que no le robaron la joya sino que tratan de ocultar otra cosa. Aunque sea por pu­ ra imagen, el novio debe ser raro y no alguien que sale de abajo de un automóvil lleno de aceite. Tiene que ser un novio que serrucha señoras por la mitad o cualquier cosa que valga la pena. Si no, terminan co­ ciendo tacos en la esquina como siempre. ANDRÉS.— ¿Y si el novio es torero? Gabo.— Tiene más relación con el papá que con ella. El novio de­ be estar vinculado con algo que tendrá consecuencias o ya las tuvo.

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SUSANA.

DOC.— El novio habla con alguien que puede hacer una réplica.

Gabo.— O fue él quien la robó. La historia de la joya debe quedar

limpia. No la pueden resolver toda en este episodio. Olviden las joy^ después de la conversación con el detective y las vemos en el segundo capítulo. Basta establecer que una joya se perdió para que Alma tenga argumento para enredar a la niña, pero el primer episodio ya no aguan­ ta más información, porque el espectador no tiene una computadora para almacenarla toda. Doc.— Volvamos al accidente... Gabo.— A mí me gustaría que en la casa se enteraran del acciden­ te por la televisión y con la misma voz de la mañana. Es decir, cortar del accidente a la casa y la gente compungida viendo por la televisión las imágenes de los incinerados y cómo los van sacando. Ya se arruinó la fiesta y están todos frente a la televisión. Esto nos da tiempo para re­ solver la cosa de Alma. Doc.— Ya está todo. Podemos empezar la tercera parte con todos en la casa cruzados de brazos. Gabo.— Sí, viendo el noticiero de la noche.

SUSANA.— Y dos payasos también, viendo la televisión.

Gabo.— ¡Los payasos llorando!

Doc.— Eso es muy bueno. Don Diego ve por la ventana que Alma le está contando cuentos a Manolete y a dos o tres niños invitados. Prende la televisión y escucha lo sucedido. Y Rosafina dice: “¡Ay, Manolete!” Gabo.— “Volviste a nacer, fíjate que Alma dijo que hoy no debías ir al colegio.” Don Diego pregunta dónde está y le dicen que se fue porque él la mandó sacar y él dice: “¿Y por qué carajo me hacen caso a mí?” Elíseo.—

IvÁN.— Por fin, ¿ella se va entonces?

DOC.— La echan. Gabo.— El que sigue flotando es Ángel, y debe ser un protagonista importante después. Los personajes como Ángel en la vida real pa­

recen muy tranquilos y en el momento en que el papá se muere resulta que lo tienen todo y los herederos están en la calle. ELISEO.— Ángel va a tener que ser el rival intermedio, ése que nos hacía falta antes que la tía. Gabo.— El adversario fuerte de Alma va a ser Angel. Ángel, que es un Leo perfecto. EUSEO.— Un ángel sin alma.

SESIÓN SIETE: Jueves 12.XI.1987

GABO.— Vamos a trabajar diálogos. No pongan respuestas dudosas, ambiguas o puntos suspensivos. Cuando los guionistas no saben qué decir siempre ponen tres puntos. Tampoco hagan diálogos por rellenar. Por ejemplo, el diálogo entre doña Petra y Rosafina sobre la enferme­ dad no debe ser largo porque es probable que lo tengan a diario desde hace un año. Simplemente Rosafina le dice: “¿Qué hace levantada?” Y Petra le responde: “No, ya me siento mejor.” Y añade: “¿Quién es esa mujer?” Rosafina: “No sé, dice que sueña. Le dijo a Manolo y a don Diego...” Y como están solas, Petra le ordena: “Dile que entre, anda.” Doc.— A ver, Manolo. Manolo.— Escena cinco. Interior. Día. Residencia Morán. Rosafina guía a Alma por la casa. Alma mira todo con interés. Rosafina es­ tá algo nerviosa y trata de apurarla. Al pasar por la sala Alma se detiene frente al retrato de la difunta señora Morán, lo contempla con curio­ sidad y pregunta: “¿La señora?” Rosafina asiente y Alma pregunta: ¿Murió en el parto?” Rosafina vuelve a afirmar con la cabeza sorpren­ dida y agrega: “Era un alma de Dios.” La señora del retrato luce un co­ llar en el cuello. Arturo.— Sigue la escena en el cuarto de doña Petra. Rosafina entra con Alma y el rostro de Petra se ilumina. Le dice: “Cuenta mi hija •íue usted tiene el don de ver a través de los sueños, ¿o es sólo charla­ tanería?” Con una leve sonrisa dice Alma: “Es un don divino.” Señ­ ándose en la cama, Petra le pregunta: “¿Cuál es su nombre?” Cuando

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responde “Alma” a Petra le satisface oír un nombre tan significativo y le ordena a su hija que las deje a solas. Rosafina pide que la deje que­ darse pero doña Petra le insiste en que salga. Rosafina sale y el rostro de doña Petra se contrae por el dolor. Alma le pregunta: “¿Puedo ha­ cer algo por usted? ¿De qué está enferma?” Petra le dice: “Le llaman vértigo.” Alma hace un gesto de no entender y Petra le explica: “Son unos mareos horribles que me llegan de pronto, como si estuviera al­ coholizada. La verdad es que los doctores no aciertan con lo que ten­ go. Ya me cansé de buscar doctores. ¡Hasta curanderos he visto!” Gabo.— Al revés: hasta doctores ha visto. Ya se cansó de ver curan­ deros. Arturo.— Alma le da unas palmadas a la mano de doña Petra que sujeta su brazo y le dice: “Yo sólo soy la cocinera. Por esa razón la hice pasar a escondidas. ¿Cree que pueda ayudarme?” Segura de sí misma, Alma asiente y le dice: “Esta noche voy a soñar su problema.” Satisfe­ cha, Petra se recuesta en su cama. Gabo.— Es larga la escena. Los diálogos malos son los que sobran. Es decir, los diálogos sobrantes son malos. En cambio, los esenciales son buenos. Tienen que distinguir entre los esenciales y los sobrantes. Ya conocemos el carácter de los personajes, ya tenemos un estilo, un tono, un ritmo. Eso puede mantenerse exactamente hasta el final por­ que son unidades. Doc.— Y todo va creciendo hasta el final con el accidente. Próxi­ ma escena. ANDRÉS.— Oficina de Angel en la Empresa Morán. Se abre la puer­ ta y entra Maricarmen mortificada y apurada. Ángel pregunta: “¿Lo encontraste?” Ella responde: “Lo busqué por todas partes pero no aparece.” Ángel: “¿Pero dónde coño lo pudiste perder?” Maricarmen: “Ya te he dicho que tuvo que ser en la fiesta. Se me caería bailando.” Molesto, Ángel dice: “Maricarmen, a una joya tan fina le hacen

que no se abren bailando. Si no, las fiestas serían como pi­ ñatas- Tendrías que haber bailado patas arriba para que se te cayera, jvlamá lo usó en la noche de bodas y no se le cayó ni en la cama.” Maricarmen: “No sé qué pudo haber pasado. Lo busqué en el carro, entre los asientos, en el jardín, en mi cuarto y no lo encontré. Estoy se­ cura que cuando salí de la fiesta no lo tenía.” Ángel: “No sé cómo, pero tiene que aparecer. Hoy cumple años Ma­ nolo y seguramente papá se toma unos tragos, le da la nostalgia y abre el joyero.” Maricarmen: “No te preocupes, no lo va a abrir. Lo cambié de sitio. Lo escondí tan bien que ya no me acuerdo del lugar en que lo puse.’ Angel “Pero eso no puede ser, tienes que ponerlo en su sitio.” Suena el teléfono y Ángel atiende. Maricarmen aprovecha para salir de la oficina sin dar más explicaciones. Ángel grita: “¡Maricarmen, ven aquí!” LUIS Alberto.— Jardín de la casa. Maricarmen trata de alcanzar el conejo que se le escapa al mago y que corre directamente hacia los pies de Alma, quien lo recoge y acurruca entre sus brazos. Maricarmen se le acerca y Alma le dice: “Hay cosas que no se persiguen. Uno espera que caigan sólitas en su lugar.” Maricarmen: “¿Y si no caen?” Alma: “Una espera.” Maricarmen: “¿Es verdad lo de los sueños?” Alma: “Depende”, poniendo el conejo en una caja de cartón de don­ de saca una tira de papel y sigue recortando hombrecitos decorativos. Maricarmen: “¿Y qué sueña usted?” Alma: “Todo.” Maricarmen: “Yo quiero encontrar algo que se me perdió. ¿Usted Podría ayudarme?” Alma: “Si está en este mundo, no puede perderse.” Maricarmen: “Un collar. Lo perdí el sábado en una fiesta.” Alma la mira a los ojos y le dice: “¿Estás segura de que fue en la fiesta> Maricarmen?”

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broches

La muchacha esquiva la mirada y dice titubeante: “Pienso que tal vez al salir...” Alma la interrumpe: “Cuando el agua está clara, se ve el fondo, pe_ ro si viene alguien y la revuelve, ¡Ave María Purísima!” Maricarmen: “Quizás pudo ser en otro lugar.” Alma: “En mis sueños todo tiene que ser claro como en el agua mansa.” Maricarmen: “Está bien, entendido. Fue en un hotel pero nadie en la casa puede saberlo. Regresé y dije no tenerlo. ¿Cuánto quiere por en­ contrarlo?” Alma: “Los hoteles son como la comunión. Mucha gente pasa por ahí. Pero no te preocupes: aquí todo vuelve al lugar de donde salió.” Alma le da una palmada y con su mejor sonrisa dice: “Tranquila ni­ ña, tranquila.” Sin dejar de preocuparse, Maricarmen también sonríe esperanzada. En el aeropuerto don Diego no toma el avión. Doc.— Comentarios... GABO.— En la conversación entre Maricarmen y Angel hay que de­ jar establecido todo lo que haga falta. Yo creo que la identidad del de­ tective no se debe revelar hasta el segundo episodio, en que llega y desbarata toda la versión de Maricarmen. Y Alma le debe llevar a do­ ña Petra un bocado del postre que prepara. Ya pelearon y el gesto es la reconciliación. Doc.— Yo veo a Ángel poco consistente... Gabo.— A ése hay que matarlo. En el tercer capítulo Alma le dice que se va a morir. Pasemos ya al segundo capítulo. DOC.— Bueno, ya tenemos la macroestructura y terminamos el primer episodio con ella en la casa. Gabo.— No, no, termina en que la van a buscar. El segundo episodio es de Maricarmen. Al final se fuga de la casa y se va. Salimos del personaje. Ei.ISEO.— Además, es lógico que sea Maricarmen en el segundo porque es de la que más elementos hemos dado en el primero.

Tenemos que empezar con la gente buscando a Alma. Luego ella aparece sola. En el primer capítulo, supo a qué hora no hay nadie en la casa. Entonces llega, toca y al abrir Rosafina, le dice: “Apro­ vechando que no hay nadie, vengo a traerle el sueño a su mamá.” In­ mediatamente entra y le arma un sueño a doña Petra. Ésta ya no la deja salir y le dice: “No, no, si la estamos buscando.” Y cuando llegan los otros la encuentran allí. Doc.— ¿Qué sueña Alma para Petra? Gabo.— Alma le dirá: “Tú estarás bien cuando llueva tres días se­ guidos.” Y ella empieza a contar las lluvias. Luis Alberto.— Y a mirar al cielo por las ventanas, esperando que caiga la lluvia. Gabo.— Pero tres lluvias, porque doña Petra debe estar toda la película diciendo: “Mira, ayer llovió, pero hoy ya no llovió.” Luis Alberto.— Y cada vez más enferma. ELISEO.— De toda la familia, Ángel debe ser el que le opone mayor resistencia, el que sigue manteniendo que Alma es una vieja loca. Que le diga a don Diego: “Pero, papá, tú estás loco. ¿Qué hace esa mujer aquí?” Gabo.— Si Maricarmen va a desaparecer en el segundo capítulo, empecemos con ella, a una hora cualquiera de la mañana, por la calle en su moto a toda velocidad. Lleva la foto del collar y va a encontrar­ se con el novio para falsificar la joya. Nos damos cuenta de que el de­ tective está siguiendo todos sus movimientos y se entera de la falsificación de la joya.

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GABO.— Maricarmen se escapa con el novio y se lleva las única esperanza que hay en esa casa es que Alma sueñe dónde ricarmen. SUSANA.— Más por las joyas que por Maricarmen...

joyas. La está Ma­

LUIS Alberto.— Pero, ¿qué gana Alma sacando a Maricarmen?

GABO.—

la casa.

Recuerda que su interés central es ir sacando a la gente de

DOC.— ¿Cómo empieza el segundo capítulo?

GABO.—

DOC.— Yo creo, Gabo, que si Alma se fue, tenemos que empezar el capítulo con eso, preguntando dónde está Alma. Después entra Maricarmen. ELISEO.— Podríamos empezar con el entierro de los niños. Gabo.— La maestra está en el hospital como una momia egipcia y el niño está solo en la clase. El único que quedó vivo de la clase fue él, Manolo tiene que seguir siendo personaje; porque si lo creamos para el autobús y no lo matamos, necesita un sentido. Así que llega a la es­ cuela, se sienta y no hay maestra. SUSANA.— ¿Pero cómo va a haber clases ese día? Andrés.— ¡Claro! Doc.— ¿Y el novio de Maricarmen estaría también en el entierro? Elíseo.— No, el novio no. Gabo.— Maricarmen y el novio van a ver al joyero. Pero el detecti­

ve sabe. Cementerio, joya y llegada de Alma son tres puntos. Ya ahí te­ nemos la primera parte. DOC.— Tenemos que tener algo más, una cosita más. GABO.— ¿Como qué?

Doc.— Como Ángel. Gabo.— ¡Es que a mí se me olvida! No lo veo... Doc.— ¿Dónde está don Diego? Elíseo.— Puede ser en una junta donde el hijo está informando so­ bre los ganaderos, sobre la próxima temporada, que sé yo, y don Die­ go está ido. Gabo.— Don Diego dice: “Mira, a mí nada de esto me importa. Yo lo que quiero saber es dónde está esa mujer.” Luis Alberto.— Y Ángel le dice que, con las características de sus negocios sucios, no es bueno que una extraña entre en la casa. Doc.— Pero don Diego no hace caso, llega y habla con Alma. Gabo.— La abraza y la besa como si regresara de un largo viaje. Doc.— Y le dice que se quede. Gabo.— Alma dice: “Pero le voy a costar caro.” Y él responde: “Lo 64

que sea no importa. Usted es una mujer que no hay con qué pagarla.” DOC.— Alma llama a Rosafina y le dice que no le gusta ese cuarto para dormir, que ese cuarto es un corredor, o que ese cuarto no tiene agua ni baño propio. GABO.— Y debe saberse que existe un cuarto cerrado que nadie abre: el de Amparo. ELISEO.— Tenemos que saber lo que pasó con la joya para definir qué le puede decir el novio a Maricarmen y qué papel va a jugar éste... GABO.— Yo pienso que el problema es que ustedes lo complican de­ masiado y que no es tan complicado. DOC.— Debe ser muy simple. GABO.— Ahí sobra el novio. ¿Para qué sirve el novio? DOC.— Si fuera negro, podría ser una historia de prejuicios... GABO.— ¿Por qué vamos a crear toda una historia de prejuicios na­ da más que para meter un novio? DOC.— Es verdad. Pero si lo tuviera, ¿por qué don Diego no lo quiere? GABO.— Porque es un ladrón que utiliza a Maricarmen para llevar­ se las joyas de la casa. El tipo sabe quién es ella, la sedujo, la obligó a sacar la joya y quiere más. Le plantea la fuga y le dice que se lleve to­ das las joyas. Elíseo.— Y el novio le ha dicho que se robe todo el joyero y que lo haga esa misma noche, que no hay tiempo que perder. Doc.— ¿Alma le dice que va a soñar o que es mejor huir? Elíseo.— No, no, le dice que ella va a hacer un viaje. Gabo.— Ese diálogo es importante. Pero lo más importante es que tenemos todo el ritmo, la palpitación.

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SESIÓN OCHO: Viernes 13.XI.1987

Gabo.— Empieza, Iván. IVÁN.— Cementerio. Familiares de los niños muertos, veintiocho ataúdes. Don Diego frente a la tumba de su esposa, junto a Manolo. Descubre sobre ella un ramo de flores e indaga sobre su procedencia. El cuidador describe a una persona igual a Alma. En casa de los Morán, Maricarmen toma la fotografía del collar que luce su madre en cuadro. Luego va en moto por la calle. Recoge al novio en barbería. Interior de joyería. Maricarmen y su novio observan al joyero que examina foto. Maricarmen se adelanta y enciende moto. Los hombres discuten por­ centaje de la venta de la joya. Echan fotografía a la basura. Gabo.— ¿No dijimos que el falsificador alegaba que no se podía copiar? Luis Alberto.— No, el novio y el falsificador son socios y le arman este teatro a Maricarmen para tranquilizarla. Cuando Maricarmen ha­ bla con Alma y le cuenta que está tranquila porque conseguirá una jo­ ya igual, Alma le advierte que lo peor vendrá después. Gabo.— Ustedes lo complican todo... Iván.— Salón de reuniones de la compañía Morán. Don Diego dis­ ido, Ángel y directivos exponen problemas. Inesperadamente don ^*ego se metc cn su oficina. Ángel suspende reunión. Su padre le dice ^e sólo le interesa Alma, que puede traer suerte y riqueza. Casa Morán. Manolo juega en jardín. Desde afuera Alma lo llama. Le regala una flor como las del cementerio y le cuenta historia de una flor má8ica. Rosal! na descubre a Alma y la lleva a cuarto de Petra. Alma le

dice a Perra que se curará cuando llueva por tres días seguidos. Don Die. , go llega y le pide que se quede; Alma dice que costará caro y él resp0n_ de que pagará lo que sea. Otro día. Desayuno. Alma organiza el día de don Diego. Ángel molesta. Alma lo nota. Manolo quiere ir a la escuela. Alma dice qUe puede ir porque está protegido. Manolo y Ángel suben al auto. En e| comedor Alma y Maricarmen hablan. Alma le cuenta sueño donde in- 1 sinúa lo de la joya. Maricarmen revela que el asunto está controlado. Alma dice que lo peor vendrá después. Cuarto de Alma. Alma entra y encuentra a Rosafina arreglándolo. Alma dice que no podrá dormir en ese cuarto tan luminoso y sin agua. Rosafina dice que no hay más y Alma le muestra otro que sí le gusta. Rosafina dice que ése es el cuarto de Amparo. Alma pregunta por el si­ guiente, el de Maricarmen. Corredor de escuela. La nueva maestra, totalmente distinta a la anterior, avanza por pasillo. Entra al aula donde sólo hay tres niños: dos con huellas de accidente, y Manolo, que llora al verla, pidiendo por su otra maestra. Hospital. La otra maestra está en cama con el rostro vendado. Don Diego le dice unas palabras afectuosas. Sale al pasillo y le dice a médi­ co que él asume gastos de cirugía de la maestra. Salón de reuniones. Ángel está solo. Llega don Diego. Ángel le in­ forma que los accionistas se retiraron. Comienza a llover. Don Diego dice: “Está lloviendo, hace un año que no llovía.” Cuarto de Petra. Petra mira la lluvia y una lágrima se le resbala por la mejilla. Entra Alma, Petra le besa la mano, le dice que ha llegado co­ mo una bendición. Gabo.— Creo que hay detalles que parecen no tener importancia pero sí la tienen para armar un guión. Hay varios. Por ejemplo, en Ia conversación entre Maricarmen y Alma: si la joya la van a falsificar» entonces Maricarmen no habla del asunto. Tampoco se dice quie11 ) llevó al niño a la escuela. Lo de la lluvia es buen final para el capítu' lo. ¿Qué sigue? 68 k

LUIS ALBERTO.— Robo y huida de Maricarmen.

Manolo.— Alma puede haber visto a Maricarmen, durante la no­ che, robándose las joyas, y después inventar un sueño. GABO.— Hay que ver a Maricarmen robando las joyas de la caja fuerte y a Alma viéndola. También Rosafina puede ver a Maricarmen sacando las joyas. El novio la espera por la puerta de atrás. DOC.— Alma debe empujar a Maricarmen a fugarse. GABO.— Sí... Alma no sabe que Maricarmen se va a robar las joyas ni se lo aconseja, pero sabe que está nerviosa. La espía, y cuando se ro­ ba las joyas, le dice: “¿A dónde vas con eso?” Y Maricarmen le confie­ sa que se va con su novio. Entonces Alma le dice que acaba de tener un sueño y que lo que debe hacer es esto y lo otro. Eso lo aclaramos mañana. La ayuda a huir y se acuesta en el cuarto de Maricarmen. En el desayuno, dice que Maricarmen se fue. LUIS Alberto.— Yo creo que ella no debe dar esa mala noticia. Gabo.— Cierto... Las sospechas caerían sobre ella. Pero Ángel le echaría la culpa a Alma aunque supiera que no fue ella, porque es su adversario. Doc.— Es simple: el cofre está abierto... Manolo.— Y Ángel le dice a Alma: “Si tú sueñas... ¿por qué no so­ ñaste esto?” Gabo.— Y ella responde que porque la pusieron en un cuarto don­ de no se puede dormir. Susana.— Y la pasan al cuarto de Maricarmen. Gabo.— Y en seguida se viene la lluvia abajo, suelta, pero sin re­ lámpagos. Doc.— Entonces Petra levanta la mano con dos dedos diciendo: “Dos.” Gabo.— Es como un epílogo. Manolo.— Petra podría hacer las marquitas de cuándo llueve. Luis Alberto.— Y nunca aparece la tercera. Gabo.— Le pregunta a Alma, desesperada: “¿Eso que me dijo de las 69

rres lluvias tiene que ser en la ciudad donde uno vive o en cualquier ]ll gar?” Y Alma le dice: “No, donde tú vives.” Y Petra le dice: “¿Por qU(; no me cambia el sueño y me lo rebaja a dos lluvias?” DOC.— ¿Pasó mucho tiempo? GABO.— Un mes. Lo importante es que ella esté instalada en e| cuarto de Maricarmen, pero ya sueña con el de Amparo. Así se esta, blece su ambición de apoderarse de la casa. SUSANA.— El tiempo se puede precisar por la panza de Rosafina, in crescendo. GABO.— ¡Ése es el calendario, claro! El siguiente capítulo es de Ángel. El próximo cuarto desocupado será el suyo.

Doc.— ¿Y si don Diego tiene que firmar un contrato muy impor­ tante para Ángel, y llama a Alma para preguntarle si lo soñó o no, la mira, y ella niega con la cabeza? Gabo.— ¡Aquí Ángel se subleva definitivamente! IvÁN.— Yo creo que no debemos matarlo todavía. El tercer capí­ tulo debe acabar con la declaración de guerra entre Ángel y Alma. Doc.— O la familia con Ángel y en contra de Alma. GaBO.— ¡Y de don Diego! Doc.— La familia unida contra Alma es interesante... Gabo.— ¿Cómo puede Ángel vencer a Alma? LUIS Alberto.— Alma tiene que sugerirle a don Diego que Ángel está metido en negocios sucios que le perjudican; y Ángel intenta con­ vencer a Alma de que acepte plata y se largue de allí. Gabo.— Eso es muy bueno. ) Elíseo.— Yo me imagino el inicio del tercer capítulo con una esce­ na en que don Diego manda callar a Manolo para que no despierte 3

Alma que está soñando. Así todo el mundo se va incomodando ya que Ja vida normal se ha vuelto insoportable. Tiene que haber silencio ab­ soluto cuando esa mujer está soñando. Un día Ángel quiere aprovechar que Alma duerme para que don Diego firme unos documentos pero éste se niega a hacerlo hasta que Alma despierte. Pueden haber pasado tres meses... GABO.— Sí, y cuando Ángel pelea con Alma, ella le dice: “Tú no jodas más, que estás muerto. Lo soñé anoche”, y cortamos a una mu­ jer que le dispara. Después podemos contar lo que sea sobre Ángel y su amante. Que lo mate por la tontería más grande. También es muy bueno que el espectador se acuerde de que existen los crímenes pasio­ nales, porque ya nadie mata por amor. Y así salimos de él. Ésta es una historia en que hay que solucionar a todos los personajes en su relación con Alma. Yo noto, por ejemplo, que a partir de cierto momento todo el mundo está en contra de Alma y el viejo ya está loco: lo mandamos para un manicomio y ya. Petra es de solución difícil. Está enferma y no se va a curar, pero tampoco se va a morir porque esto no aguanta un muerto más. Ya tuvimos treinta y tantos en el primer capítulo. ¿Qué hacer con Manolete? Técnicamente debió morir en el autobús... Luís Alberto.— Si Alma mete a don Diego en el manicomio, ya la casa tiene que estar sin heredero. Gabo.— Amparo es quien lo manda al manicomio. Lo encuentra lo­ co, con el testamento hecho a favor de Alma. Hace un escándalo, lla­ ma a un juez, declaran la interdicción judicial y se queda con la tutoría de Manolito. Al viejo no lo mandan al manicomio en una jau­ la -—que sería lindo— sino a un sanatorio de ricos. Entonces sólo quedan en la casa Amparo y Alma, frente a frente, y eso ya es el final: &uelo al sol. Doc.— ¿Y Manolo? ELISEO.— Siempre está loco por ir a la escuela, porque allá sí pue­ de gritar. Ah, y a Alma hay que hacerle comida especial para soñar. Luis Alberto.— Mucha lechuga.

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LUIS ALBERTO.— Antes de su muerte, Ángel decide sacar a esta mu­ jer de la casa. Gabo.— Al principio del capítulo. Al final, muere. Luis ALBERTO.— Alma es casi la dueña de casa, ordena, recoge la ' correspondencia.

Doc.— Falta la amante. Gabo.— No, ella solamente entra cuando Alma la inventa con Sll imaginación. Ella la invoca y empieza a existir en ese momento. Si la enseñas antes, se debilita, porque ella sólo aparece para una cosa: para matar a Angel.

SESIÓN NUEVE: Lunes 16.XI.1987

DOC.— Andrés, lee lo que le soñó Alma a Maricarmen. ANDRÉS.— Bueno... Alma la sorprende robando las joyas

y aprove­ cha para contarle un sueño sobre una princesa enjoyada que huyó con su príncipe y vivieron felices. Alma ofrece su complicidad, Maricar­ men lo agradece. Alma la lleva al vestíbulo, la despide y cierra la puer­ ta por dentro. Maricarmen se sube al carro de su novio. Parten. Alma se acuesta en la cama de Maricarmen... Gabo.— Eso hay que aclararlo. Cuando uno escribe un guión, de­ be suponer que se va a morir cuando termine, y que quien se lo en­ cuentre, lo va a filmar tal como lo dejamos. Los detallitos que uno olvidó, jamás se conocerán, porque uno se lo llevó a la tumba. El sue­ ño de la princesa no es sólo ingenuo y muy directo, sino que sirve pa­ ra demostrar que los sueños no pueden ser tan claros y dirigidos. Alma debe soñar algo extraño, distinto, pero al interpretarlo parece cuadrar con la realidad. Y cuando Maricarmen sale, Alma debe cerrar la puer­ ta y abrir una ventana, para que no se sospeche de la complicidad. Doc.— Bien. Seguimos con la primera parte del tercer episodio, cuando ya han pasado unos meses. Arturo.— Petra hace ruido en la cocina y don Diego llega a ca­ erla. Ella aprovecha para decirle que no cree en Alma. Iván.— Don Diego le dice a Rosafina que le suba el desayuno a Al1113 y ella se molesta y dice que está embarazada y no puede andar su­ biendo y bajando escaleras. 73

Salvador toca el claxon llamando a Manolo y don Dje. go lo calla. Don Diego entra a su despacho, donde Ángel lo espera, y discuten. IVÁN.— Ángel se molesta tanto que va a despertar a Alma. Alma le dice a don Diego que no firme y él lo acata. En la junta se pide inter­ dicción judicial y Ángel pide un voto de confianza. Don Diego y Al­ ma platican, mientras Rosafina y doña Petra comentan que todo es para soñar, para la tipa que trabaja durmiendo. Alma le exige a Rosafina las llaves del cuarto de Amparo. Después Ángel viene y le ofrece dinero a Alma para irse de la casa. Gabo.— Y Alma le dice: “Tú estás muerto.” Cortamos y una mu­ jer ya le está disparando, una rubia espectacular, llena de joyas. Des­ pués de muerto es cuando contamos la historia secreta de Ángel con esta mujer, que nadie sabía. Se destapa el crimen pasional del año en prensa, radio, televisión. ARTURO.—

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GABO.—

Lo que hay que inventar es cómo ella enreda al detective con los sueños. LUIS Alberto.— Alma le va dando la vuelta a la conversación y terjnina averiguándole la vida al detective.

IVÁN.— Ángel pudo contratarlo para saber quién es Alma. DOC.— Para entrar a la casa, el detective le dice a don Diego que viene a hacer un inventario de seguros. Y Alma le sueña algo. Gabo.— Ella lo recibe y le cuenta toda una serie de cosas que no se han dicho y que nos interesan: desde qué año sueña, cómo se dio cuen­ ta de esa facultad, cómo empezó. Con gran naturalidad cuenta la muer­ te de su hermano. Ella soñó que se ahogaba, y al niño le habían ' prohibido bañarse en el río. Es un diálogo de veinte minutos. IvÁN.— Alguien, que puede ser Petra, advierte al detective de los poderes de Alma. Luis Alberto.— Pero el detective va a la casa a tratar de tomar 1# huellas dactilares de Alma. Ella se da cuenta y finalmente lo atrapa. Doc.— ¿Y por qué Ángel no es quien toma las huellas? SUSANA.— El detective jamás le va a decir que es así de sencillo. Él i quiere conseguir el trabajo, y simulará que es muy complicado encon' trar la identidad.

Y le sueña que él tiene un hijo del que debe ocuparse. Nadie escapa a esa verdad. Terminando de hablar con ella, él toma la taza, corte a la huella digital y van saliendo los papeles con la infor­ mación en distintas oficinas. Y descubre que Alma es alguien que murió en el terremoto de 1957. ¿Qué hacemos con eso ahora? Todo coincide: las huellas, las fotos, todo. Pero murió en el 57, en un edi­ ficio donde había un baile, y el arquitecto se suicidó porque había echado tierra en lugar de cemento y los pisos se cayeron y sólo que­ daron vivos los que vivían en el último piso. Y hay que creer de ver­ dad que se murió en ese terremoto. ¡Mira dónde vino a aparecer el detective! Con eso agarramos una vena fantástica que nos permite hacer lo que nos dé la gana. ELISEO.— Los analistas le dicen al detective que ella debería tener cuarenta años. Y él dice: “¿Cómo que debería?” Y le responden: “Sí. Murió en el terremoto de 1957.” Gabo.— Y cortamos a Ángel que le dice al detective: “Usted está completamente loco.” IVÁN.— Y lo saca a patadas. Gabo.— Por supuesto. Le dice al detective que es un ratero, peor que ella. ¿Te imaginas tú la cara del detective al descubrir todo esto? Termina más “almista” que don Diego, en el espíritu de la historia. Y el detective le dice: “Lo más raro es que los sueños son reales, porque a mí me dijo esto y esta mañana me sucedió.” Y Ángel dice: “¡Al caraJ°) ya esto se jodió!” ELISEO.— Y el detective le dice que hable sin groserías porque a los huertos hay que respetarlos. Gabo.— Es bueno que el detective quede también enredado en la historia de los sueños y le pregunte: “¿Cómo va mi sueñito? Es que

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ANDRÉS.— ¿Y el detective?

GABO.—

¡

estoy esperando para ver si mando de viaje al niño o no.” El ep¡So dio del detective debe ser como un caso aparte: “El día que el detec tive fue a la casa...” Ya tiene lógica, ¿verdad? Susana.— Ilógica.

i

SESIÓN DIEZ: Martes, 17.XI.1987

DOC.— Yo tengo dudas sobre la identidad de Alma. Ella puede ser muy parecida a la que murió en el terremoto. Puede ser, pero no es. GABO.— ¡Si no nos atrevemos a decir eso, no nos atrevemos a decir nada en la vida! Imagínate lo que es hacer que un sacerdote levite al tomar chocolate. Un físico nos dirá que no puede ser por­ que, si el sacerdote pesa tanto y la fuerza de gravedad es tanto, no hay chocolate que lo suba: tiene que tomar helio. Pero si hacemos que tome helio, se jode todo. Para mí es una realidad absoluta. Lo que me resulta muy difícil es transmitírtelo. Alma pudo morir en el terremoto del 57 y seguir jodiendo. No tienes idea de cuánta gen­ te desaparece en los terremotos de México. A veces la familia da por muerto a uno, le hacen un certificado de defunción y hasta entierran el cajón vacío. Doc.— Entonces, hay que oírla decir que vivió un trágico terre­ moto en el 57, pero ésa no es su identidad. Gabo.— Para mí lo es. Si tú quieres, en el cuarto o en el quinto ca­ pítulo ella puede decir que tuvo un accidente mortal o grave. O el de­ tective descubre que hay diecisiete con la misma identidad y que murieron en el terremoto del 57. Doc.— Así me gusta. Gabo.— A mí me asombra una cosa: tú no aceptas un milagro, pe­ to sí aceptas diecisiete. Doc.— ¡Es que si es una muerta viva...!

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Gabo.— ¡No es una muerta viva! Eso lo has inventado tú. Es sitll

plemente ella. Doc.— Sí, pero si murió y se llama Alma, puede levitar, andar en tre las paredes, y su pelea con Amparo no será verdadera. Gabo.— Todavía no sabemos cómo será la pelea con Amparo. $¡ es con un ser sobrenatural, entonces será con un ser sobrenatural, pe_ ro insisto en que no lo es. Es una persona que se murió en el terre. moto del 57 y sigue jodiendo. Solamente a ti se te ha ocurrido qUe es un ser sobrenatural. No lo es. La gente sólo muere para siempre en la vida real. En la literatura uno puede hacer lo que le dé la gana. Si para eso se inventó, para uno poder desahogar todos sus deseos. Doc.— Es verdad... Pero, Gabo, es un guión... Gabo.— Esos son límites racionalistas que me aterrorizan, porque entonces no podemos hacer nada. ¡Ni siquiera lo de los sueños! DOC.— Pero los sueños son reales. Gabo.— Tú los aceptas porque es algo cultural entre nosotros. Pe­ ro si te decimos que Alma realmente soñó que se iba a reventar el ca­ mión de Manolo, nos desbaratas la serie. Tú eres un incrédulo. Vamos a tratar de ser lo menos tradicionales posible, porque si no aportamos nada a la televisión, terminamos en los mismos vicios. Doc.— Yo no sé lo que tú dices... Gabo.— Ni yo, pero me entiendo. Es que siempre son los mismos pasos, las mismas respiraciones, no estamos innovando nada. Doc:.— ¿A ustedes cómo les parece el episodio así? ARTURO.— A mí me gusta mucho la ambigüedad acerca de su identidad. MANOLO.— Que unos piensen una cosa y otros, otra. LUIS Alberto.— Sí, en general no nos gustaba el que hubiera una explicación racional al problema de Alma. Gabo.— El detective está convencido de su descubrimiento. Pero lo

que debe atraer al público al comienzo del capítulo cuarto es toda la his­ toria secreta de Ángel. Ese primer día después del asesinato, los perio 78

distas dicen todo lo que les da la gana. Después se va aclarando la cosa. poC___Y dicen que estaba en negocios sucios. GabO.— La rubia asesina tiene el papel más corto de la serie. Tiene que ser una belleza, con un traje de lentejuelas plateadas, nacaradas y ull poco a la antigua. No tiene que ser actriz. pOC.— En el aeropuerto, Maricarmen llega para el entierro y mira |a noticia por los televisores. GABO.— Llega como una actriz de cine, con espejuelos oscuros y turbante. Va a la casa, pero Ángel ya está enterrado. Ya ha pasado to­ do. La televisión empieza con nuevas revelaciones, porque el primer día la noticia era que lo habían matado. Don Diego está encabrona­ do. No lamenta la muerte, lo considera un traidor. LUIS ALBERTO.— Don Diego está medio loco ya... Gabo.— Sí, y con la llegada de Maricarmen, se pone a llorar. Doc.— Cuando Alma se lleva a Maricarmen para que descanse, és­ ta ve que Alma tiene el cuarto de Ángel; y conversa con Petra, que le dice que esa mujer es la destrucción. Gabo.— Para Alma la vida volvió al capítulo anterior: cuando ha eliminado a Ángel, resulta que vuelve Maricarmen. Este es el momen­ to que Alma utiliza fríamente para el testamento. Habla con don Die­ go, le dice que su familia es un desastre y... Luis ALBERTO.— ...que le deje todo a Manolete. Gabo.— Con ella como tutora. Luis Alberto.— Pero para eso don Diego tendría que estar cerca de la muerte... Gabo.— No, no, lo que tiene es una rabia del carajo. Echa el clá­ sico discurso de la familia que.tantos trabajos ha pasado, que llegó en un barco de refugiados y le cuenta a Alma toda la historia, tum­ bado en la cama. Susana.— Maricarmen se sorprende cuando se entera de que su pare ^ nunca recibió sus cartas. Iván.— Alma siempre ocultó la correspondencia. BIBLIOTECA CENTRAL 79

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U.N.A.M.

Gabo.— Don Diego llega a la junta abrumado con las cosas de ma y proponiendo maniobras financieras fundadas en los sueños, ta con que diga que tienen que hacer algo porque Alma lo soñó, pafa que los otros lo tachen de loco. Luis Alberto.— Nos hace falta una escena en que Alma tenga ya listo a don Diego para que haga el testamento a favor de Manolo con ella de tutora, y en ese momento llega Maricarmen. Don Diego man­ da parar la lectura y Alma, que está de espaldas, no sabe qué es lo qUe ocurre. Cuando se voltea, ve que es Maricarmen. Gabo.— Esa escena se refleja en el rostro de Alma. Cuando ellos se reconcilian, Alma se da cuenta de que hay que empezar otra vez, por­ que don Diego le dice al notario que hay que rehacer ese documento, que hay que cambiarlo. Y aquí acaba la primera parte. La segunda co­ mienza con un diálogo muy tranquilo entre Petra y Maricarmen. Ve­ mos la llegada del telegrama. Doc.— Maricarmen indaga qué hace Alma en el cuarto de su her­ mano, por qué se mudó para allá. ¿A qué hora habla con Petra? Gabo.— Al amanecer, tomándose un café en la cocina. Doc.— Alma coge el telegrama y dice que soñó que va a llegar al­ guien. Luis ALBERTO.— Pero tiene que haber un cambio de Maricarmen respecto a Alma a partir de algo... Gabo.— Maricarmen va al cuarto de Angel y le lleva a Alma algo

suyo, un radio o cualquier cosa...

LUIS ALBERTO.— Y Alma le puede regalar algo que le perfume el cuarto, para que esté protegida.

Gabo.— Sí, y le dice que esté tranquila, que no habrá problemas* que estará feliz en la casa, que la quieren mucho. Entonces le cuen' ta que tuvo un sueño que no mencionó en la mesa porque su padre ya sabe interpretarlos: que don Diego va a hacer el testamento a fe' vor de Maricarmen y que le dará poder para que lo represente en Ia empresa.

IVÁN.— Pero cuando llega Amparo reclama que ella es la mayor ac­

cionista.

GABO.—

SÍ, y encuentra a Maricarmen totalmente aliada a Alma. y\| final de la serie, tienen que quedar Alma y Amparo solas. IVÁN.— Toda esta película es un duelo entre mujeres y los hombres son víctimas... GaBO.— Tiene que verse que el mejor cuarto de la casa es el de Am­ paro. Maricarmen no quiere a Amparo. IVÁN.— Cuando llega Maricarmen están desalojando su cuarto y es­ tán preparando el de Ángel. Alma le puede decir que soñó que ella ve­ nía y por eso están preparando el otro cuarto. GABO.— Sí, hay que empezar a mover los sueños. LUIS Alberto.— ¿Y qué vamos a hacer con Manolete? ¡Ah, y si Ma­ nolete está sobrando, no hay ni qué decir de la niñita de Rosafina! Gabo.— De aquí a que crezca, se acaba la serie. SUSANA.— En el testamento después van a tener que incluir a la hijita de Rosafina, porque es de Ángel. DOC.— El parto es en el cuarto de Rosafina y Petra pidiendo agua caliente. Gabo.— Don Diego dice: “Hay que tomar en cuenta a esta niña que nace exactamente en este momento.” De ahí vamos a la luna de miel entre don Diego, Alma y Maricarmen. Doc.— ¿Y la revelación de Rosafina de que le parió una hija a Ángel? Gabo.— Ese problema que se quede así y después vemos quién es el papá.

Arturo.— Que Alma ayude a Petra en el parto... Gabo.— No, Alma está con don Diego en el despacho, metida en

lo del testamento. Susana.— Lo que se oye es el llanto. Gabo.— Ahí ya nació. Doc.— No, Gabo. Antes es el parto.

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Gabo.— Pero no sé para que van a hacer el parto si para eso baxta

con el llanto. ¡Van a llenar eso de trapos y de jodedera y es el mismo parto de toda la vida! Luis Alberto.— Se supone que ese trabajo de parto ella empezó hacerlo hace tres horas por lo menos. Gabo.— ¡Ahora hay que esperar tres horas a que Rosafina para! Doc.— No, es un parto inmediato. } Luis Alberto.— Un parto de televisión. Gabo.— ¿Para qué quieren ver el parto? Doc.— ¿Cómo van a estar haciendo un testamento abajo y un par­ to arriba y no se va a ver? El contraste es interesante... Gabo.— Sí, pero si yo fuera el director no haría el parto, salvo que fuera un documental, es decir, que se viera salir al niño de cabeza. La descripción de un parto ya no tiene interés dramático. A menos que la niña tenga dos cabezas: una de Salvador y otra de Ángel. MANOLO.— ¿Y por qué Rosafina no pare en el cementerio cuando le llevan flores a Ángel? Allí ella dice que es hija de él y que vino a... Gabo.— ¡Ya te volviste loco tú también y te mandamos para el ma­ nicomio! DOC.— Tenemos que ir pensando en que Alma sabe que Amparo viene... IVÁN.— Yo creo que Alma tiene que preparar las condiciones. Tie­ ne que volver a ganarse a toda la gente que está en su contra. Gabo.— Ya los tiene a todos de su lado. Ya está fuerte. Tiene de su lado a Maricarmen, a Petra... IvÁN.— Pero no a Manolete. Gabo.— Bueno, para mañana piensen en Manolo porque nos está sobrando.

SESIÓN ONCE: Miércoles, 18.XI.1987

5

IVÁN.— Jardín. Salvador retira periódicos y correspondencia. Come­

dor. Manolo mira televisión. Don Diego la apaga y dice que no puede haber ruido porque Alma duerme. Manolo se retira fastidiado. Cocina. Petra hace quehaceres con ruido. Don Diego pide silencio para que Alma sueñe algo importante para él. Le dice a Rosafina que le prepare desayuno a Alma cuando despierte. Rosafina se queja de la falta de consideración que le tienen en su estado. Exterior. Salvador toca claxon llamando a Manolo. Se da cuenta de error al provocar ruido. Manolo sale y comenta que en la escuela sí puede hacer ruido. Despacho de don Diego: Ángel prepara carpeta, mira reloj, se levanta molesto, abre puerta y descubre a su padre de­ ambulando en medio de la sala. Ángel le dice que lleva una hora espe­ tando. Don Diego advierte que no hará nada hasta que Alma indique el camino a seguir. Pasillo. Ángel toca a la puerta de Alma. Ella abre con gesto enigmático. Despacho. Frente a papeles, don Diego mira a Alma y ella indica que no firme. Ángel se retira diciendo que ya eso es e! colmo. Sala de juntas de Compañía/Piscina casa Morán/Cocina. Ángel y eJecutivos revisan documentos atrasados por falta de firma de su padre. Junto a piscina, Alma le narra un sueño a don Diego e insinúa que » i^ngel lo traicionará. Don Diego queda pensativo. Ejecutivos piden interdicción judicial. Ángel los convence y le otorgan voto de confianza. etra y Rosafina observan a Alma y don Diego. Rosafina está molesta 83

porque todo gira en torno a Alma y hasta la comida que se prepara para soñar. Cuarto de Amparo. Alma observa impresionada la comodidad y |? decoración, y el enorme retrato en que Amparo luce un hermoso ves tido y joyas. Ángel llega retador y le pregunta cuánto dinero quiere pa, ra irse. Alma le ignora. Oficina de Ángel. Ángel contrata detective para indagar sobre pro. cedencia de Alma. Casa Morán. El detective llega como inventarista de seguros. Rosafina lo hace pasar. Alma atiende al detective que le muestra la carta. Al­ ma lee, lo autoriza a realizar inventario, y manda a Rosafina a que lo conduz.ca al despacho de don Diego. Despacho de don Diego. El detective interroga a Rosafina sobre las circunstancias en que Alma entró a la casa y ésta le refiere las cualida­ des de Alma. Alma entra con una taza de café para el detective, con­ versa animadamente sobre su historia y su don de soñar, y le narra un sueño que se refiere a él y a su familia, impresionándolo. Alma se le­ vanta y él aprovecha para coger y guardar rápidamente el vaso que Al­ ma utilizó. Oficinas de la policía. Huella digital de Alma en una pantalla. El de­ tective y un investigador la observan. El investigador informa que los datos de Alma coinciden con una mujer que murió en el terremoto de 1957, junto a toda su familia. Oficina de Ángel. Ángel acusa al detective de loco e inepto. El de­ tective insiste en que Alma tiene facultad de mirar a través de los sue­ ños y que le sucedió lo que ella le anunció. Despacho de don Diego. Don Diego se enfurece al descubrir que se ha realizado una reunión de la junta directiva presidida por Ángel en la que se habló de proceder contra él. Alma le dice que ella lo había prevenidoCasa Morán. Al llegar Ángel se tropieza con don Diego y Alma- ^ ella le recrimina tener a su padre bajo sus órdenes. Don Diego lo ad1' sa de traidor y le exige que salga de la casa. Ángel dice que Alma es uf>a 84

* ¡rnpoStora ^uc ut*l‘za nombre de una persona muerta. Alma le con­ testa: “El muerto eres tú.” Elegante club nocturno. Una rubia vestida con un traje de lentejue­ las, saca pistola y dispara sobre Ángel siete balazos. GABO.— ¿Qué hay en la correspondencia que retira Salvador? ¿O es simplemente el registro de un hecho cotidiano? ¿Por qué no sueñan al1 go con Salvador y que se vaya? No hace nada. Se ha ganado la plata gratis. Bueno, ¿qué sigue? SUSANA.— El capítulo cuarto. Diálogo de don Diego con Alma, cuando hace heredero a Manolito y la nombra tutora, pero llega Ma­ ricarmen; la segunda junta... GaBO.— Eso está todo desorganizado... La junta debe ser después de un desayuno en que se ve a Alma instruyendo a don Diego sobre lo ( que debe decir a los ejecutivos. En esa junta se va a definir todo.

LUIS Alberto.— Yo creo que la única posibilidad real que Alma tie­ ne para heredar, ahora que no puede ser tutora del niño, es casarse con el viejo. Gabo.— Lo que pasa es que yo la veo tan fea que no me la imagi­

no casada. Pero a lo mejor estoy equivocado.

LUIS Alberto.— Alma lo llena de detalles: por ejemplo, en el desa­ yuno, ella le sirve algo que a él le gusta mucho y que hacía años que nadie le preparaba. Gabo.— Hay que dar la impresión de que esto evoluciona hacia el

amor, pero llega algo que lo interrumpe. Doc.— ¿Por qué ahora no llega Amparo? Gabo.— Amparo tiene que llegar poco a poco. Primero llega algo de equipaje no acompañado; después, una casa prefabricada para ar^ar, y al final llega ella. Se demora una semana en llegar. Luis Alberto.— Llega un guerrero africano con una correa. I Gabo.— Objetos chinos; toda clase de objetos chinos. Manolo.— Llega un chino. Gabo.— Llegan ánforas y jarrones. Todos los días llegan cosas. 85

IVÁN.— Las aves orientales llegan en unas jaulas grandes, pero

la lluvia.

Gabo.— Las traen en un camión que dice afuera: “Aves del ParaíSo

S. A.” Los tipos preguntan si allí vive Amparo Morán y Alma lo recj be todo y firma. Desde que empiezan a recibir las cosas se sabe qüe Amparo está llegando. Maricarmen tiene que contarle a Alma que una vez Amparo llegó con una partida de monos de la India que tenían fie. ) bre amarilla y hubo un escándalo del carajo. Doc.— Ahora tiene que llegar. Gabo.— ¿Cómo llega Amparo? Vamos a pensar todos cómo llega Amparo. Es que después de llegar tigres y leones... Aunque podría lle­ gar un tigre de Malasia también o una pantera negra. DOC.— Bueno, está lloviendo... Gabo.— la lluvia es buena porque es mejor paso del tiempo que el reloj, y al final entra Amparo. Doc.— ¿Cómo es Amparo? GABO.— Alegrona, medio putanga, dura. Luis Alberto.— Muy mandona. DOC.— Están comiendo y tocan el timbre. Alma abre y es ella. Gabo.— Podría venir de la manera más sencilla, pero de tal forma que lo descojona todo... Como Alma escondió el telegrama, Amparo llega encabronada porque nadie la fue a recoger al aeropuerto. Susana.— Dentro de la casa se oye el timbre y Alma dice con fas­ tidio: “Más tristes tigres.” Abre medio enojada y se encuentra con esta tía apabullante. Y las dos se sostienen una mirada de duelo. Gabo.— ¿Se imaginan el gran desprecio cuando Amparo diga: “Y tú, ¿quién eres?”

LUIS Alberto.— Yo diría que ni siquiera le habla, es decir, le pasa por el lado a Alma y entra en la casa como una tromba, peleando. Aga' rra un objeto y lo cambia por una de las cosas que trajo.

Doc.— Y desde que el carro entra, los perros, las aves y todos los

animales gritan.

GABO.— Amparo llega hasta la mitad de la sala y grita. Y en el mo­

mento se callan perros, se callan pájaros, se callan rodos. LUIS ALBERTO.— El desastre lo crea ella, pero llega y grita: “Esta ca­ sa es un desastre.” GABO.— La niña de Rosafina lloraba y no había manera de callar­ la, Pero cuando Amparo grita, la niña se calla también. DOC.— Y Amparo se vuelve hacia Alma y le dice: “Y tú, ¿quién eres? GABO.— Pero es el final, ahí se acaba. “Y tú, ¿quién eres?” Es un pa­ pel para una mujer muy elegante. Aquí el espectador se dice: “Ahora sí que se jodió Alma.” ARTURO.— Sí, eso es lo que van a pensar. Gabo.— Y no va a ser así. Amparo es la que termina en la calle pi­ diendo limosna. MANOLO.— Este capítulo es mucho mejor que el anterior. Gabo.— Todos son mejores que el anterior. Lo que pasa es que la entrada de ella no puede ser de otra manera. Desde el principio esta­ mos esperando a ver quién viene a ponerle la tapa al pomo. A Alma te­ nemos que machucarla si después se va a crecer. Además, quien se le enfrenta a Amparo primero es Maricarmen. MANOLO.— Alma no puede hacerlo porque la mete presa. Gabo.— Alma induce a Maricarmen. Y a don Diego le mete un cuento absolutamente disparatado para que él hable en esos términos con Amparo, y Amparo, por supuesto... Susana.— Lo cree loco. Gabo.— Con esos cuatro puntos que llevamos se hace el capítulo quinto. En la junta se liquida a Maricarmen y al final don Diego se va para el manicomio. Doc.— Tenemos que colocar esto bien para mañana. Tenemos só­ lo cuatro capítulos, Gabo. Gabo.— Podemos alargar el quinto, pero ya no tenemos suficientes Personajes. Y Amparo no aguanta dos más... Vamos a tener que hacer 87

uno entre el tercero y el cuarto, o entre el cuarto y el quinto. Poderrt0 hacer un capítulo de circunstancias. Luis Alberto.— ¿Y Manolo? Gabo.— Alma se queda feliz con el niñito que va a criar porque il0 tiene hijos. Mañana hacemos el capítulo final y después reajustamos Todo lo que queda pendiente se hace con los capítulos intermedios.

SESIÓN DOCE: Jueves, 19.XI.1987

£)OC.—

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Podemos empezar hoy con el desayuno después de la llega­ da de Amparo, con Alma hablando de sus sueños. GaBO.— Sí, tenemos que alzarla, porque la dejamos hecha una mierda. ARTURO.— ¿Cómo le respondería Alma a Amparo cuando ésta lle­ ga y le pregunta quién es? Como espectador, yo esperaría ver la res­ puesta en el siguiente capítulo. IVÁN.— Pero este capítulo es de Amparo. GABO.— Ella llegó anoche y el desayuno es hoy. De ayer a hoy se ha enterado de todo lo que ha ocurrido. Doc.— Amparo está en la piscina haciendo ejercicios matinales con música clásica... Iván.— Y alrededor de la piscina están todas las jaulas. Ya el am­ biente está cambiando. Doc.— Después llega y pide unos huevos crudos. No hay más te­ levisión en el desayuno. Gabo.— En este capítulo ella lo vuelve todo al revés. Doc.— Salvador llama a Manolo para salir y ella pregunta por qué es eso. Salvador le dice que Manolo no puede ir en el autobús, pero ella °nlena que vaya en el autobús. Salvador le entrega la correspondencia a Alma y Amparo lo cuestiona. Elíseo.— Entonces, Amparo pide que sirvan el desayuno de una vez y le dicen que hay que esperar por Alma para que hable de los sueños. 89

Susana.— Sería bueno que lloviera por tercera vez y Petra dijCr^ que se curó y a pesar de eso, Amparo la llevara por la fuerza al doctor a rastras. ELISEO.— llene que haber una escena en algún momento en que tanto Alma como Amparo llaman a los perros y los perros se van con Alma. SUSANA.— Traición. Doc.— Debe ser la preparación para el combate porque si empezó mos con el combate... Gabo.— Amparo está de espectadora porque ella no tiene idea de cómo era el desayuno. Pero cuando se dice que Manolo irá en autobús, Alma protesta y ahí Amparo arremete contra ella. Don Diego le con­ testa y le dice que Alma es una santa, que le salvó la vida a Manolito, que gracias a ella está vivo. Y que por eso los demás la rodean pregun­ tándole qué deben hacer. Esta escena no la hemos visto en toda la pe­ lícula. DOC.— Todos quieren preguntarle a Alma con qué soñó esa noche y Amparo dice que son tonterías.

LUIS Alberto.— Maricarmen debe tener una actitud un tanto mística. ELISEO.—Ella está pagando sus culpas, tiene que cambiar.

Doc.— ¿Cómo?

Gabo.— Se va de monja. ELISEO.—O de misionera al Congo.

Doc.— Suena bien. Gabo.— Ese es el destino de Maricarmen. Y al que no le guste que lo diga ahora y lo peleamos aquí. No le vamos a dar una evolución al personaje que puede ser muy larga y puede resultar artificial. Ella tie­ ne un proceso espiritual que no se le nota y en un momento dice qué se va de misionera al Congo y ya. LUIS Alberto.—Puede preguntarle a un sacerdote cuál país esta más jodido, dónde hay paludismo, para irse para allá. Gabo.— Sí, eso es bueno. Y más adelante se le puede ver con el ha' bito de San Francisco. 90

poC.— Seguimos en el despacho de don Diego... GABO.— No, que se vayan para la junta. Allí Amparo tiene serias dudas hasta que don Diego plantea lo de los pájaros negros. Los ac­ cionistas la convencen para declarar la interdicción judicial. IVÁN.— Ella puede adoptar la misma actitud de Ángel: pedir que le den un voto de confianza, que ella lo va a resolver. GABO.— Yo creo que cuando van para la junta se han soltado los lo­ cos del sanatorio y don Diego le dice a Amparo: “Mira, ésos son los ga­ vilanes blancos que decía Alma.” Eso le puede dar la idea a ella... También podemos decir algo del carácter de don Diego. Que se baje diciendo “Mis gavilanes blancos”, y agarre a los loquitos y trate de su­ birlos a un camión... Bueno, eso lo veremos después. Ahora la cosa tie­ ne que quedar en que declaran la interdicción judicial y lo mandan para el manicomio. En todo ese episodio él tiene que estar ya dema­ siado alterado con lo de los sueños. Hay que salir de todos. Al final del episodio sólo se quedan don Diego, Alma y Amparo. MANOLO.— ¿Cómo sale Amparo de la casa? Hay que matarla. Gabo.— Sale sola. Doc.— ¿Y qué hace don Diego? LUIS Alberto.— Apresura el testamento para proteger a Alma de Amparo. Arturo.— Y cuando Amparo se da cuenta lo denuncia por inca­ pacidad mental.

Doc.— Yo creo que don Diego se casa con Alma. Gabo.— El asunto está en eso: en que don Diego se case. Pero es una boda con fines puramente legales. Luis Alberto.— Se casa para proteger a Alma. Gabo.— Para darle toda su fortuna. ELISEO.— A mí me gustaría que esos objetos extraños que llegaron ar>tes que Amparo sirvan como símbolos de los sueños que ha tenido Alma... Doc.— Eso es muy bueno. 91

Elíseo.— Yo creo lo de los sueños. Alma se ha preparado en sueñ0s \

sin saberlo ella misma, para el enfrentamiento definitivo con Aniparo Todos los pájaros, el perro chino y lo demás, están dentro de sus sue. ños. Entonces, Amparo se empieza a aterrorizar porque ella es la qUe ha materializado los sueños de Alma. Gabo.— La salida de Amparo debe depender de la realización de un sueño, no de un truco. Alma le dice: “Tú, tal y tal cosa.” Y eso le suce- * de y se acaba la película. Le dice: “Yo he estado soñando con los biom­ bos y con los pájaros y con todo eso, y usted ha estado realizándome los sueños y usted es mi súbdita desde que yo llegué. Y sus viajes los he so­ ñado yo y le puedo decir qué le ha sucedido; en Tahití le sucedió esto y esto, en tal lugar le sucedió esta otra cosa”, y así... ELISEO.— Amparo le ha realizado el sueño y al final Alma le dice: “¿Usted quiere saber cómo termina mi sueño? Usted se va mañana de esta casa.” Y Amparo se derrota a sí misma, porque ella no sabe bien ni para qué compró todos esos pájaros si ella no los quiere, ni sabe quién la mandó a comprar los perros. Se lo mandó Alma, que fue so­ ñando todo esto. Por lo tanto, todas estas cosas extrañas son la clave de todo: es el sueño de Alma. Doc.— Y ése es el discurso que Alma va a soñar al final, un dis­ curso aterrador. Amparo sólo ha sido una ejecutora. Gabo.— ¡Ahora todo amarra! La parte de la pensadera se acabó. Aho­ ra lo que viene es trabajo técnico. Así podemos organizar mejor los ani­ males.

bien, ya lo sabe. Yo soy quien la soñó a usted.” ELISEO.— “Y ahora, o te vas o despierto.” LUIS ALBERTO.— Y es la gran burla. GABO.— “Aquí no ha pasado nada, todo era un sueño mío, ustedes s0n criaturas de mi imaginación, no son más que la fábula.” ElJSEO.— “Y usted solamente vivirá si se va ahora mismo de aquí.” GABO.— Eso es robado a Borges, pero bien robado. L)OC.— Es muy buen final. GABO.— Bueno, sigue en pie el misterio de la creación. Yo hago este taller para ver cuál es el misterio de la creación y siempre me sor­ prende. A uno siempre le queda la sensación después de que se lo dictaron. Claro, lo cierto es que la creación no se realiza si no se ati­ za. Para eso se trabaja todos los días, para descubrir verdades en un minuto. Oye, ¡fue como una explosión! ELISEO.— Todo se explica, hasta la rubia aquella que era un perso­ naje de locos. Gabo.— Además, tiene algo de cuento antiguo en que explicaban todo al final. Y la boda es lo más rápido para resolverlo todo. ¿La va­ mos a vestir de novia? Luís Alberto.— Es un sueño. GABO.— “Un largo sueño que no fue interrumpido siquiera por mi muerte en el terremoto del 57.” ELISEO.— Es que está en el sueño eterno. Ése podría ser el otro tí­ tulo Me alquilo para soñar o El sueño eterno.

ELISEO.— Los animales y todo lo que necesitamos en los sueños. Gabo.— Y ella le dice: “Y ¿por qué cree usted que se encontró con

fulano de tal en tal parte? Porque eso estaba en mi sueño. Y en Hong Kong usted estaba en el Hotel Península.” ELISEO.— Y eso se puede llevar hasta el infinito... Gabo.— Además, ya no hay lógica posible. Alma se da cuenta cte que todo aquello es verdad, que Amparo fue de compras para ella por todo el mundo. Y le dice: “Usted llegó preguntando quién era yo. Pues 92

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SESIÓN TRECE: 20.X1.1987

DOC.— Empecemos por aclarar algunos puntos de la segunda par­ te cuando don Diego se casa con Alma. GABO.— En un matrimonio convencional, de tipo legal. Una vez que se casan, firman el testamento donde se establece que el heredero único es Manolito y ella la tutora. DOC.— ¿Y Petra...? ELISEO.— A mí me gustaría que Petra esperara al tercer día de llu­ via y que, cuando van a cumplirse los tres días, escampe. Gabo.— Sería formidable que escampara a las doce campanadas. Elíseo.— Claro, con el último campanazo escampa y 110 cae ni una gótica más.

Doc.— Petra se va para otra ciudad.

Gabo.— Oyó decir por el radio de un lugar donde llueve siempre * y para allá va. Elíseo.— Falta Rosafina también. v

Luis Alberto.— Yo creo que alguno de esos personajes debe mo­

rirse de miedo... Gabo.— o irse de esa casa maldita porque ahí nunca se sabe cuán0 Alma va a soñar con la muerte de alguien y se muera. Elíseo.— Puede ser Salvador. • Gabo.— per0 no se va de cualquier manera. Los Morán se quedan 1,1 Peinera y sin nada. Salvador es el marido de Rosafina y cuando se >se lleva a toda la servidumbre y a su niño. Se va por miedo, porque 95

él dice que uno se acuesta soñando ser feliz, y hay una loca al lado So GabO.-— Es una locura más y se va. Sin que lo amarren. ¿No es mefiando que a uno le cae un rayo. ot que Maricarmen se vaya después de la boda y de la reclusión de don ELISEO.— Que Salvador le diga a Petra durante la noche de la Se piego en el manicomio? Así ella puede pensar que todo lo que ha ocu­ gunda lluvia, mientras ella espera la tercera: “¿Usted ha pensado bien rrid o en esa casa es culpa suya. lo que está haciendo? Esta mujer le dijo que cuando llueva tres días se­ SUSANA.— Y para que renuncie al testamento. guidos su vida va a cambiar.” Y entonces Salvador le mete el susto de LUIS ALBERTO.— ¿Y por qué no vuelve a robar? que su vida va a cambiar de verdad, pero para mal. Al amanecer Am­ > ELISEO.— Es una farsante y todo eso del misticismo es mentira. Se paro baja y no hay nadie. Mira en los cuartos y no encuentra a nadie pasa toda la película robando. Es cleptómana. Se va de la casa cuando Doc.— Tenemos que resolver a Maricarmen. se entera que Manolo es el único heredero y que Alma es la tutora. Luis Alberto.— Maricarmen se va para un convento a pagar sus GABO.— Eso de que reincida me gusta. Pero... ¿ustedes creen que culpas por el robo. don Diego, por muy loco que esté, va a desamparar a Maricarmen de IvÁN.— Yo no la pondría en un convento. Yo haría que se rapara la esa forma? cabeza, que se echara cenizas en un rito... DOC.— Está loquísimo. Gabo.— ¡Eso hace más imagen! Vamos a inventar una secta en la Gabo.— No, déjalo entre paréntesis y después le buscamos otra soque tengan que cubrirla con ceniza, bañarla en oro batido, raparle la ca­ 1 lución mejor. La arbitrariedad tiene su propia lógica. ¿Cómo se va a fu­ beza, llevarla en hombros, entre flores. gar con más joyas sin motivo para que la deshereden? ELISEO.— Cuando Amparo baja y no encuentra a nadie, descubre a Doc.— Otra cosa es Manolo... Maricarmen que se está cortando el pelo y ahí mismo llega una pan­ Gabo.— Sí... Sería estupendo que Manolo hablara como adulto. dilla que se la lleva cantando para iniciarla. Ahí es cuando el notario le Manolo es un personaje que tenemos hasta ahora bastante borrado. dice a don Diego: “Si usted quiere defender a esa mujer, tiene que ca­ Eso sería muy bueno. Manolo sería como un don Diego en pequeño, sarse con ella.” como un magnate chiquito. Le dice a Salvador: “Salvador, parece men­ tira que, a pesar de las advertencias, usted siga tocando el claxon.” Y Doc.— Entonces, don Diego abre la puerta y en la sala está Alma. 1 Salvador le responde: “Ay, señorito, pero es que...” Y Manolito le dice: Gabo.— Pero al abrir la puerta, tenemos que mostrarla totalmente Lo vamos a sancionar porque no es posible que usted siga así. La pró­ distinta. Ahí pasó algo. Si se vestía de negro, ahora está de blanco; si te­ xima vez que toque el claxon, se va.” Ahí tenemos un Manolo grande. nía el pelo largo, ahora lo tiene corto; si era rubia, hay que hacerla mo­ Cada personaje debe definirse por su forma de hablar: Rosafina es rena. La mujer que está sentada allí es otra. Incluso puede ser otra actriz. quien dice que Alma es la única mujer que trabaja durmiendo. Sus diá­ DOC.— Y Alma saca una corona de flores de la valija. logos tienen que ser como latigazos. Gabo.— Ella la lleva porque lo soñó. Doc.— Pero esa frase es muy importante para dársela a un persoDOC.— Entonces llega Amparo y dice: “No hay nada más que de­ n cir. ¡Este hombre está loco!” Pero ya está hecha la boda. Don Diego di­ ^ aje secundario. Gabo.— A menos que siempre que abra la boca, Rosafina diga coce: “Ahora que todo está resuelto, me voy a vivir con mis amigos, lo* Sas de sabiduría popular, que hable con puros refranes. gavilanes blancos.” 96

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Doc.— Además, hay que ver cuáles son los sueños. Gabo.— Ella inventa cualquier sueño sin estructurarlos mucho 1 tiene un margen amplísimo de interpretación. IVÁN.— Este capítulo cinco debía ser el sexto; y el cuarto, el quintQ desde que Alma recibe el telegrama hasta que Amparo llega...

SESIÓN CATORCE: 25.XI.1987

p>OC.— Veamos qué secta se inventaron... Yo he pensado que Maricarmen lleva a Rosafina y a Pe­ tra a su templo, el templo de Poseidón. Un miembro de la secta lim­ pia el cuerpo de una bella muchacha con un amuleto. Rosafina se queja y Petra dice que es mejor que se vayan. Maricarmen le dice: * “Aguanta un poquito. Cuando entre el Gran Maestro, todo cambiará.” En el momento se levanta una cortina y entra el Gran Maestro, segui­ do por dos poseidones que traen velas... Gabo.— Yo encuentro que está muy occidental, con velas. Esos ri­ tuales generalmente son más simples, más volcados hacia la naturale­ za. El novio de Maricarmen era poseidón y se vestía con uniforme naranja. Maricarmen regresa con la cabeza rapada y con la túnica de la secta poseidona. ) Elíseo.— El novio está en la ceremonia. Gabo.— No, el novio se lo robó todo y se quedó en Miami... Des­ de la primera vez que presentamos al novio hay que ver cómo está vestido, de qué color es la túnica, cómo tiene el pelo, qué clase de secta es- Hay que describirlo porque producción necesita saber todo eso, có1110 es, qué edad tiene, porque es un personaje que después va a resultar definitivo en la vida de ella. Doc:.— Mira, cuando Maricarmen llega en la moto a donde está él, tlenen que venir varios poseidones. Eso es en el primer capítulo... Gabo.— Yo soy partidario de que hablen en inglés, que el novio MANOLO.—

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mastique chicle y que ella hable un inglés perfecto. La cosa de la seCta viene de Miami, y por eso él se queda allá. Es una escena nada más Después que hablen en español, pero ella regresa de allá y de allá vie ne todo el asunto de los poseidones.

pera hallar elementos comunes con la misa y pregunta si hay comunión y le dicen que no. El objetivo de la secta debe ser: “Nunca más será la noche” y al final Maricarmen se sacrifica por la secta, entrando al mar, para que nunca más sea la noche. DOC.— Está muy bueno eso. Gabo.— Y tiene que haber un himno a Poseidón para cuando ella se hunda en el mar en un suicidio que no será suicidio sino consagra­ ción. Así salimos de Maricarmen de manera espectacular, con la túni­ ca flotando en el mar... ANDRÉS.— ¿Y Rosafina no puede estar ahí? Gabo.— Sí, y quieren declarar a su niño el Mesías. Pero nace niña y por eso es que Maricarmen se sacrifica. IvÁN.— Toda la secta espera un varón... Gabo.— Maricarmen cree que es varón por lo que ha dicho Alma y cuando nace una niña, Maricarmen culpa a Alma. DOC.— ¿Quién trabajó el final? ANDRÉS.— Yo tengo las notas... Doc.— Lee, Andrés. ANDRÉS.— Amparo sale de la casa con maletas en las manos. Alma en la piscina escucha música clásica y llama a los perros que entren en el agua a jugar con ella. Alma es la dueña de la casa. Amparo camin2 por las calles como una desconocida. En ¿yfempieza el noticiero de Ia mañana y el mismo locutor habla sobre los desconocidos que llegan to-

Jos l°s días a México. Amparo se detiene frente a una casa en un bario residencial elegante. A través de sus ventanas, se ve una familia que elT1pieza su día de trabajo mirando el televisor mientras desayuna. Am­ paro se acerca a la entrada principal y hace sonar el timbre. Una mu­ jer le abre la puerta. Amparo le dice que tuvo un sueño y que hoy nadie jebe salir de la casa, que era muy extraño, con nubes negras de las que llovían claveles rojos. Explica que se alquila para soñar. Sobre la ima­ gen congelada vienen, como epígrafe, los primeros versos de La vida es sueño de Calderón de la Barca. GABO.— Yo creo que ella no explica el sueño, sino que dice: “Bue­ nos días, me alquilo para soñar.” Lo dice como si fuera el título y ya sabemos todo lo que viene. Que Alma se quede en la piscina está bien, pero me parece que es más corto. Una cosa que tenemos que aclarar es el desenlace de todo esto, porque todavía no nos hemos entendido. Al­ ma le dice a Amparo que ella no se pertenece, que hizo todo ese viaje y trajo todas esas cosas para hacer concreto el sueño que Alma tuvo y que ella sabe cuál es el final del sueño: que Amparo tiene que irse de esa casa o se muere. ANDRÉS.— Es que todo lo que está ocurriendo es un sueño que ya ella tuvo. Gabo.— Es decir,' Amparo no podía hacer otra cosa distinta de lo que ha hecho, porque todo lo que ha ocurrido en esa casa estaba pro­ nosticado por los sueños de Alma. Por lo menos, ése es el cuentazo de Alma. Y es una maravilla que a Alma se le haya ocurrido al final y le haya hecho creer a Amparo que hasta ella misma era un instrumento ^ su sueño. Lo que le sucedió en Hong Kong debe ser una de esas cosas que le ocurren a todo el mundo y que son fáciles de adivinar. Andrés.— Yo tengo escritas algunas escenas de Amparo. Petra se Presenta ante Amparo y ésta le pregunta: ¿Está enferma? ¿Qué tiene?” Petra: “Una larga enfermedad, señora, pero gracias a Dios se me paSará cuando llueva hoy por tercera vez.”

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ELISEO.— Ella viene rapada. Manolo.— Tatuada. En la cabeza... SUSANA.— Con un símbolo del mar, un pez o un tridente... Gabo.— Bueno, lo más importante de esto es que no hay que per­ der la oportunidad de introducir un dato... Y Petra, que es misera, es­

Amparo: “No me venga ahora con tonterías, Petra. Tiene que jr ^ médico hoy. ¿Quién le ha dicho esa tontería de la lluvia?” Amparo le dice a Rosafina que va a llevar a Petra al médico, qUe |e tenga el desayuno, y añade: “El problema de la niña lo vamos a resolver hoy también: o se tra baja o se es madre, pero no se pueden hacer las dos cosas a la vez, a$,' que vamos a conseguir una guardería para la niña.” Rosafina: “Si así lo desea la señora.” Amparo: “Su hija llora demasiado, Rosafina. Será mejor para ella y para nosotros también. Ahora tráigame el desayuno. ¿No escuchó, R0_ safina?” Rosafina: “Perdóneme señora, pero tenemos órdenes de don Diego de que no se puede servir el desayuno antes de que la señora Alma des­ pierte. Sólo Manolo puede desayunar para salir al colegio.” Amparo: “Eso que me estás diciendo es completamente absurdo.” Rosafina: “Es que ella tiene que contar los sueños cuando todos es­ tamos en ayunas, de lo contrario no se cumplen.” Amparo: “No puedo creer lo que me estás diciendo.” Salvador sin darse cuenta toca el claxon y hace un gesto de terror y dice: “Ese claxon me va a matar.” Gabo.— Eso es muy bueno. ANDRÉS.— Manolito reacciona inmediatamente y cuando se va a le­ vantar Amparo lo detiene y pregunta: “Ahora, ¿qué es lo que está pa­ sando?” Manolito: “Que Salvador me está avisando para llevarme a la escuela.” Amparo: “¿Para qué? ¿Tú vas a la escuela en coche? ¿Con chofer?” Rosafina: “Es que desde que todos sus amigos murieron en el auto­ bús...” Amparo: “¿Qué es esa educación que Diego te está dando? Cuando crezcas tienes que ser un hombre... Rosafina, dígale a Salvador que avise en la escuela que desde mañana Manolo va en el autobús a la escuela-

poC.— Está bien. y\isDRÉS.— Manolito sale con expresión de alivio y Amparo le dice a petra: “Y tú Petra, tráeme el desayuno.” Don Diego que llega dice: “Petra, todavía no puede traer ningún de­ sayuno. Amparo va a replicar en el mismo momento en que entra Alma y dice; “Petra, ya puede servir el desayuno.” Amparo: “Tengo que hablar inmediatamente contigo, sin los emplea­ dos ni personas extrañas. Todos en esta casa perdieron el sentido de la re­ alidad.” Alma: “¿Usted no me cree, verdad? Pero yo anoche soñé con gavila­ nes blancos que revoloteaban como locos en un cielo gris...” Don Diego: “¿Y qué quiere decir eso, Alma? ¿Que no debo ir a la junta? ¿Será que no debo salir?” Alma: “Tal vez es una mala señal. Algo muy malo va a ocurrir en es­ ta familia.” Amparo: “Diego, no te dejes influir por esa bruja.” Alma: “Yo no soy una bruja, señora. Apenas soy una soñadora.” En el baño, Amparo le dice a Maricarmen: “¿Por qué has cambiado tanto?” Maricarmen: “Yo no cambié, es el mundo el que cambió; nuestra re­ ligión va a devolverle la felicidad al mundo.” Amparo: “Maricarmen, por favor, háblame con sentido. En esta ca­ sa todo el mundo ha perdido el juicio.” Maricarmen: “Hay un profundo sentido en mis palabras pero sólo l°s iluminados son capaces de entenderlas.” Amparo: “Tonterías, son puras tonterías.” Maricarmen: “Tú siempre pensaste que yo era una tonta. Siempre Preferiste a Ángel y después le dedicaste todo tu tiempo a Manolo.” Amparo sonriendo: “No, mi querida niña, es que siempre has sido ^Uy celosa.” Maricarmen: “¿Por qué me llamaste?”

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ffí

Amparo: “Necesito tu ayuda. Creo que tu padre está siendo man¡ I

pulado por esa mujer.

Maricarmen: “Alma posee las llamas del fuego eterno.” Amparo: “Yo creo que tiene puesto el ojo en nuestro dinero.” Doc.— En el dinero de Diego...

ANDRÉS.— Amparo sigue: “Maricarmen, ya tú no eres una niña, de­ bes comprender que nuestra familia tiene muchos intereses. Tú eres U • heredera de una gran fortuna, esa mujer va a quitarnos hasta el último centavo y no voy a dejar que eso suceda.”

Maricarmen: “No me interesan las cosas materiales, tía.” Amparo: “Esos monjes con los que estás metida también están inte­ resados en tu dinero. El mundo es más corrupto de lo que tú imagiñas. n Maricarmen: “Lo sé, por eso mismo me voy a sacrificar por él, para cambiarlo.” Amparo da un grito de desesperación. Maricarmen la ayuda a abro­ charse un vestido rojo y le dice: “No debías ponerte ese vestido, sino usar colores plácidos como el celeste, el verde mar o el blanco arena. Sólo así tendrás paz.” Amparo: “Me dan unas ganas irreprimibles de ahorcarte. No sabes el esfuerzo que tengo que hacer para no estrangularte ahora mismo.” Gabo.— ¡Y a todo el mundo en esa casa! A esa hora están todos lo­ cos. No se salva nadie.

qüiero ver cara’ señora. P°r favor saque sus cosas y lárguese por don­ de vino.” poC.— ¿Pero delante de Diego? ANDRÉS.— Sí, y Diego reacciona: “¿Con qué autoridad hablas de eSe modo con Alma? Yo soy el dueño de esta casa y aquí se queda y se va quien yo quiera. Tú no estás en condiciones de dar esas órdenes.” Amparo: “Eso lo discutiremos más tarde, Diego. Vámonos ya, que es tarde.” DOC.— Está muy bien el diálogo. GABO.— Se me ocurre otra cosa... ¿Por qué la maestra de Manolito no está en el manicomio desde el accidente? Es mejor que quede loca que desfigurada. Don Diego la va a visitar y hace contacto con ese medio, se hace amigo de los locos y se vuelve benefactor del manicomio. ELISEO.— Perfecto.

ANDRÉS.— Amparo: “Cállate ya, Maricarmen.”

Maricarmen: “Yo te lo dije, tía. Te dije que no te pusieras el vestido rojo”. Amparo: “Sal de aquí ahora, vete de aquí, vete al carajo.” Maricarmen dice al salir: “No me daña tu violencia. Yo ya estoy lis­ ta para el viaje a la eternidad.” Doc.— Está bien. ANDRÉS.— Cuando don Diego y Amparo están a punto de salir pa­ ra la junta, Amparo le dice a Alma: “Cuando yo regrese aquí, no le 104

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SESIÓN QUINCE: 26.XI.1987

GABO.— Vamos a revisar algunas cosas anteriores. Ángel, por ejem­ plo. Lo único interesante de ese personaje es su muerte y eso porque le

hicimos el favor. Por lo demás es un bobo sin color, ni sabor, ni tem­ peratura. Aunque miren todo lo que era. DOC.— Pero esto nos obliga a darle un cierto perfil al personaje. Debe ser muy guapo. SUSANA.— En la escena de su muerte yo me imagino a la rubia de espaldas y a él de frente. Ella con un vestido muy escotado en la es­ palda. GABO.— Pero eso es cosa del director. Es decir, si la rubia está de frente o de espaldas. Lo que sí hay que ver es que están matando a Ángel. Doc.— Y Rosafina debe hablar más. Si no, lo único que hará es su­ bir y bajar. Gabo.— Hay que ponerle algo en la mano cada vez que baje las es­ caleras, algo insólito... Es cierto, todos lo personajes hablan igual, con el mismo tono. Todos hablan para informar, lo cual está bien, pero ca­ da uno debe tener su propia voz. Doc.— Sí, que cada uno hable de una forma muy particular, con un vocabulario propio. * ÍVÁN.— ¿Y qué tiempo de embarazo tiene Rosafina para esa fecha? ¿Seis meses? SUSANA.— No, ya tiene los nueve.

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Gabo.— Suficiente tiempo para volverse loco.

Susana.— A mí me gustaría que cuando Maricarmen llegue y d

safina salga al encuentro, Maricarmen le diga con una sonrisa: “Te Vgs bien, hermana. Toda mi ropa es tuya.” Doc.— Eso me gusta. SUSANA.— Rosafina se toca la panza y dice: “¡Ay, mi niño, aquí has ta el más tullido es alambrista! Nacerás en un manicomio, corazón.” Gabo.— ¡Eso es puro mexicano! Y yo creo que don Diego, al ver a Maricarmen, reacciona llamándola loca. Figúrense el estado en que ella llega: la cabeza rapada completamente, túnica amarilla y descalza. ¿Ha dicho en alguna parte Maricarmen que el novio se llevó las joyas y trai­ cionó a la secta? Manolo.— No. Gabo.— Ella se lo dice al padre o no sé, pero en alguna parte ella tiene que decir que el novio, cuando se vio con las joyas, traicionó a Poseidón, se dejó crecer el pelo y se fue. Pero ella se ha quedado en la secta para purificarse. Por eso quiere aportar el pequeño Mesías, pero al no poder hacerlo se inmola al final. Como es una secta inventada por nosotros, podemos hacer primero los episodios y después le crea­ mos el catecismo. Doc.— Yo creo que hay que hacer una nueva escaleta porque todo el mundo ha cambiado poniendo de su cabeza... Gabo.— Uno puede hacer lo que quiera, pero dentro de la escaleta porque ése es un compromiso que tenemos todos. Mira, Susana metió todo lo que le dio la gana pero no se salió de la escaleta. En lo que ella hizo, los problemas son de temperatura, pero la estructura es rígida. Entonces es cuestión de que tenga más fiebre o menos fiebre... ¿P°r qué no vemos qué tiene Andrés? Andrés.— En la casa, mientras Petra suplica por la tercera lluvia. Rosafina cubre a Rosafinita que duerme en la cama con su mamonci­ to amarillo de Poseidón y le dice a Petra que se dé los baños vaginales con agua de mar que le mandó el Gran Maestro. Le dice que mire 1° 108

ijuda est^ n**^a y ^ue s* no hubiera sido por el bautismo con ma de mar hubiera salido igualita al papá. Se oyen los ronquidos de \|rna y Salvador fuma como una locomotora. La niña empieza a llorar oii l°s ronquidos y Rosafina corre a ponerle algodones en los oídos a Salvador. Petra llora arrodillada frente al altar. Rosafina dice que tienen clue Salvador se está volviendo impotente con esos ron­ que irse quidos y que a Petra se le va a reventar la paciencia de tanto esperar, gmpieza a empacar y dice que es mejor hacerle caso al Gran Maestro y buscar una ciudad donde sí llueva tres veces y pueda instalar el tem­ plo Poseidón. Salen y un rayo ilumina el cuarto. Gabo.— A mí me parece que se están olvidado de la escaleta. DOC.— Yo pensaba que Petra, Rosafina, Salvador y la niña se iban, según la escaleta... GABO.— Sí, pero por pánico. Habíamos decidido que Salvador es la única persona lúcida en esa casa y que se da cuenta que la muerte ha entrado de alguna manera. Podía quedarse Rosafina con la niña en la secta y a ella no la va a reclamar nadie. Nosotros tuvimos que darle un destino a Maricarmen porque es heredera, pero a Rosafina nadie la va a reclamar. ANDRÉS.— ¿Pero la dejaría Salvador? Gabo.— Está tan asustado que yo creo que se va a la medianoche escondido. Doc, y tú, ¿por qué estás tan descorazonado del trabajo de tus hijos? Doc.— No, es que estoy cansado. Gabo.— No hay nada más cansado que un brasilero cansado. Bue­ no, entonces mañana nos vemos a las nueve de la mañana aquí.

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SESIÓN DIECISÉIS: 27.XI.1987

GABO.— ¿Qué tal si empezamos con Maricarmen contándole su cuento al público y después tratando de convencer al público para

su secta?

ELISEO.— Y ahí podemos decir lo del novio y todo. GABO.— Y podríamos seguir la narración de Maricarmen hasta la

ceremonia oriental. Es decir, que la voz de Maricarmen sea narradora del ritual para no tener que dar más explicaciones. Doc.— Ésta es la última sesión, señores. No se salgan de la escaleta. Vamos a Alma, Petra y Salvador, que están en la casa. Petra no quería que Rosafina fuera a la ceremonia y Salvador está aterrado. MANOLO.— Yo pienso que Maricarmen se lleva a Rosafina a escon­ didas, sin doña Petra. ELISEO.— Sí, y Salvador va a rescatar a su hija, llega como una bes­ tia. ¡Es Pancho Villa quien llega allí! Cómo los nombres influyen en las c°sas... A Alma la hemos convertido en un alma de Dios, a Angel en Un ángel caído y ahora a Salvador lo hemos convertido verdaderamente en el salvador de su niña. Gabo.— Entonces Petra se va con Salvador, Rosafina y la niña y sa­ linos de todo ese petate. Y Petra está feliz porque se van para un país d°nde Hueva más. Doc.— Yo creo que si Alma se queda sola en la casa es bueno. Per° también es malo porque... Elíseo.— ¿No habíamos dicho que el sueño de su vida era tener una

casa como ésa y un niño como Manolo, imaginándose como su ma^ 1 que parece y seguramente también aprendieron más de lo que paJ y diciéndole cosas? Le dice: “Verás los pájaros que llegarán” y así... ? ]vJo hay cosa que me divierta más a mí que esto: cuando estoy Gabo.— La lógica de esto es que en realidad ella se queda sola en [ trotado y entro al taller, inmediatamente descanso. casa con Manolito y se ocupa de él. poC.— ¿Terminamos? DOC.— Sí, la primera persona con que habla cuando llega a la Ca GABO.— Ya esto se acabó. sa, es Manolete. Gabo.— Además, Manolete es un elemento de discordia entre AmpaI ro y Alma. Le da vida a todo, porque él empieza a abrir las cajas. DOC.— Bien. Manolo, tú que sabes destruir escaletas, ¿qué piensas del taller? MANOLO.— ¡Imagínate! Yo no soy un producto de la televisión, y nunca en mi vida había escrito una escaleta. Yo me sentaba con una idea, muchas veces mandado por encargo, y hacía una escena y la otra y en la tercera tenía que volver atrás. Pienso que el taller me ha ayuda­ do mucho en el oficio, en la disciplina y, sobre todo, a mirar la televi- * sión con otro sentido. GABO.— Es una tontería no tomarse la televisión en serio. La tele­ visión no es buena porque no se la han tomado en serio. Manolo.— Claro. SUSANA.— Para mí es terrible. Además de pensar, una tiene que pe­

learse todos los días con su inseguridad y consolar el ego cada vez que le rechazan una idea. Gabo.— La creación colectiva es muy buena tanto en cine como en televisión. Yo no me lo puedo imaginar en una novela. En la novela uno suelta las tripas solo. SUSANA.— Para mí fue difícil pero creo que es muy bueno: salir de la soledad al camino colectivo. GABO.— Yo creo que exageramos con un taller de nueve perso­ nas, pero lo importante es el proceso. Yo creo que ustedes han he­ cho mucho más de lo que se imaginan. Nosotros no hubiéramos pensado la misma historia si no hubiera sido, inclusive, por los erro­ res de todos. Por eso les digo que hay mucha más participación de 112

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ARGUMENTO FINAL Gabo

La señora Alma Kretschmer llegó a esa casa y no a otra por una ra­ zón tan simple que mete miedo: la había soñado ladrillo a ladrillo, varias veces, v en muy distintas circunstancias. Aún antes de que se construye­ ra la mansión al gusto cordobés de su propietario, el señor Diego Mo­ ran, ya Alma había soñado con ella la tarde terrible del terremoto de | . .1957, . y ni siquiera el edificio que se le vino encima como un mosquite­ ro pudo despertarla de la siesta. Al cabo de treinta años de sobrevida, exactamente una mañana de marro de 1987, Alma decidió que ya era hora de disfrutar sus anhelos. La noche anterior había vuelto a soñar con la casa ideal, pero la so­ brevolaban pájaros del paraíso que volaban al revés, y ella leyó el sím­ bolo como un claro aviso de tragedia. Echó en un maletín de mano las cosas que supuso necesarias y se dejó llevar por sus pies y sin apuro has­ ta el frente mismo de la morada. La reconoció a primera vista. Era tal cual la había edificado en delirios sucesivos y tenaces. Durante tres dé­ cadas de trabajar durmiendo sin descanso, Alma había invertido sopo­ res suficientes como mandarse a construir en su imaginación un jardín exacto al que estaba viendo ahora florecido, una alberca idéntica a la acababa de descubrir en el patio interior, un invernadero con las ^sitias fragancias que estaba oliendo esa mañana irremediable en la 1 ^Ue había decidido realizar por fin el sueño más caro de su vida. Sólo que los pájaros del paraíso habían tenido razón: la casa estaba ^abitada. Y nada más y nada menos que por la conservadora familia 117

Morán, célebre y envidiada en toda la ciudad. Don Diego, el jefe de fa_ milia, había emigrado de España a América en 1939, sordo todavía p0r los últimos cañonazos de la Guerra Civil. A puro sudor, logró levantar una sólida fortuna y fundar una familia a la imagen y semejanza de sus convicciones. Doña Carmen, su adorada esposa, le había dado tres hi­ jos sanos al precio impagable de su vida: murió de parto en 1978, con tiempo apenas como para escuchar el llanto del inocente verdugo: Ma­ nolito. Ángel, el hijo mayor, era el brazo derecho en los prósperos ne­ gocios de don Diego —pero no el favorito. Sólo Maricarmen con sus dieciocho años de travesuras consentidas lograba realizar sus antojos sin obstáculos. Quiso una moto y don Diego le compró la más cara que se ofrecía en el mercado de Tokio; quiso dejar los estudios y don Diego le regaló una hamaca de Madagascar para que durmiera la sies­ ta a pierna suelta; quiso un colchón de masa líquida y don Diego or­ denó que se lo rellenaran con agua del Danubio —todo a cambio de que él aprobara con su regla de español caprichoso al hombre que pre­ tendiera a la muchacha en matrimonio. El poder de don Diego hubiera sido total de no existir la tía Am­ paro. Moderna, pragmática, emprendedora y educada según cánones romanos, Amparo era de una severidad singular: a lo largo de muchos años de esfuerzos continuados, la temible Amparo Morán había aprendido que todo, absolutamente todo, poseía un valor adicional a su costo, porque todo se paga no sólo con dinero sino además con la vida. Así, y con igual vehemencia, Amparo reprochaba a su único her­ mano la educación sin educación que había dado a la cabeza loca de Maricarmen y el régimen de cordura que había impuesto al eficiente Ángel. Por si fuese poco, Amparo dominaba el 31 por ciento de las acciones de la compañía Morán y si había dejado que su hermano pre­ sidiera la firma apenas con el 20 por ciento era porque en el fondo lo quería tanto, pero tanto, que por él estaba dispuesta a todo en este mundo donde todo puede pasar —incluso— que alguien toque a Ia puerta de una casa y diga a quemarropa que se alquila para soñar-

("liando Alma llegó al jardín de los Morán y dijo que nadie debía saUr ¿Je viaje esa mañana porque había soñado con pájaros del paraíso, \rnparo esta^a viaje alrededor del mundo, gracias a Dios, pues si no este serial apenas si hubiera durado un round de combate. Alma estaba decidida a pelear muy duro, a soñar día y noche si fuese necesario, para vivir durmiendo en esa casa soñada palmo a pal­ mo. Estaba dispuesta a compartir su sueño, siempre y cuando se cumplieran los presagios que había aprendido a descifrar en treinta años de vigilia. Alma no era un alma solitaria, a pesar de que tenía excelentes razones para ello: desde siempre había deseado vivir en compañía, digamos, de un niño. Un niño como todos los niños del mundo, igual al niño que nunca había podido tener por obra y gra­ cia de aquella pesadilla de terremoto que le había aplastado a todos sus seres queridos. Y en la casa, en efecto, había un niño: Manolito. Lo vio a través de la ventana, abriendo sus regalos de cumpleaños y se le antojó perfecto como principito azul de sus desvelos. Fue en­ tonces que la llegada del autobús escolar esclareció el símbolo tene­ broso de los pájaros del paraíso: en un rapto de clarividencia, Alma sintió que el niño estaba en peligro de muerte y que por nada en el mundo debía subir a aquel vehículo. Todos la tomaron por loca. Ángel la mandó a poner de paticas en la calle cuando, con una ame­ naza de dedo, Alma le advirtió a don Diego —que ya partía hacia el ae­ ropuerto para efectuar un rápido viaje de negocios— que no debía desafiar la cólera de los pájaros del paraíso volando en uno de acero. Salvador, el chofer de pocas palabras de don Diego, sintió un vuelco en el estómago cuando la desconocida le dijo, camino a la puerta de sali­ da, que se cuidara de los semáforos porque había soñado con pájaros del paraíso, lo que en su caso pudiera significar que otro chofer se lleVaría la luz roja cuando él estuviera pasando confiadamente con la ver­ de- Rosafina, la joven mucama, no le hizo el menor caso —hasta el Preciso momento en que, al cerrar el portón de la calle, Alma predijo c°n una sonrisa complaciente que la muchacha iba a ser madre de un

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varón porque había soñado con pájaros del paraíso. Sólo Petra, la v¡eja y enferma sirvienta de los Morán, tuvo curiosidad de hablar con la des conocida al saber, por boca de su hija Rosafina, que la señora decía al quilarse para soñar. En pago de tal gesto de confianza, Alma le asegure' do, casi feliz, y desapareció bajo las aguas en perfecto sincronismo

I j0| poniente. Nunca apareció el cadáver porque lo buscaron en el , v n o en la noche. Había vuelto al útero de la Madre Naturaleza. f l 1 j uego, Amparo se propuso tomar las riendas de la Compañía, pecomprendió que tal vez ya era demasiado tarde para enmendar el vll acumulado. Cierta mañana en que obligó a su hermano a ir a las /icinas, tuvo pruebas concretas de que el pobre de don Diego había perdido el juicio. La noche anterior —la segunda de lluvias consecutivaS._Alma había soñado con gavilanes blancos, y camino a las ofici­ nas. l°s dos hermanos presenciaron una escena insólita: un accidente tránsito había derribado los muros del manicomio local y los locos habían escapado a la calle. “¡Los gavilanes blancos!”, exclamó don Diego. La policía los perseguía como a mariposas. Para asombro de todos, don Diego bajó de coche y se acercó a los locos uno por uno, y para ca­ da uno encontró la frase tranquilizadora, la explicación exacta, el conse­ jo preciso. “Los gavilanes blancos vuelven a sus jaulas”, dijo don Diego a Amparo: “Es preferible vivir preso de una idea que libre sin ilusión.” De regreso a la casa, abatida por el episodio, Amparo buscó refu­ gio en su dormitorio, y cuál no sería su sorpresa al descubrir que los perros chinos habían tomado la cama por asalto. “¡Para qué habré comprado estos perros si yo odio a los animales!”, exclamó molesta consigo misma. Entretanto, don Diego y Alma habían pactado una boda sin tes­ tigos, con la esperanza de garantizar el futuro de Manolito. El testa­ mento, como descubriría luego Amparo, otorgaba a la desconocida todos los derechos de tutoría sobre el niño, a quien se nombraba úni­ co herededo de la fortuna Morán. Ni siquiera Amparo pudo impedir 1J boda, planeada acorde a los convenios de un sueño esclarecedor. Lo más que logró fue que ingresaran a su hermano del alma junto a los °tros “gavilanes blancos”: don Diego entró al manicomio vestido con Una camisa de fuerza y cantando coplas aprendidas de niño en las tr‘ncheras republicanas.

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c0Íl

Antes del anochecer, Amparo se vio obligada por la Junta Direc tiva a vender a muy bajo precio todas sus acciones de la Compaq que a partir de entonces cambió de jefe y, por tanto, de nombre. Esa segunda jornada de tormenta sincronizada, justo una hora an, tes de que la medianoche diera paso al trío de lluvias consecutivas qUe había anunciado Alma, Salvador, víctima de un miedo doloroso e irre­ sistible, convenció a Petra de que más valía malo conocido que bueno por conocer: “Para qué cambiar la vida, doña Petra, si con ésta no nos ha ido tan mal: ahí tiene a su hija, que la adora; a su nieta, que es un encanto; y me tiene a mí”, argumentó el angustiado chofer. Esa mis­ ma noche, Salvador, Rosafina, Petra y la niña huyeron de la casa mal­ dita y buscaron refugio en una zona de la ciudad donde no estuviera lloviendo a la llegada del siguiente día. Ai amanecer, Alma y Amparo se encontraron cara a cara, en la casa desierta, y las dos comprendieron que de nada valía posponer el duelo. “¿No comprendes todavía?”, dijo Alma con ejemplar sangre fría: “No has hecho más que realizar el sueño más caro de mi vida... Siempre quise vivir en esta casa y no en otra y por eso la fui edifi­ cando sueño a sueño, para vivir con un niño como Manolito a quien dedicarle todas mis energías, para vivir durmiendo en un cuarto exacto al tuyo, rodeada de objetos extravagantes, como los perso­ najes de las telenovelas, con perros chinos y papagayos y pájaros del paraíso que tú compraste contra tu voluntad porque yo había so­ ñado que tú ibas a comprarlos para mí.” Amparo experimentó un frío muy intenso, y por un momento pensó que el mundo se había detenido. A un gesto de Alma, los perros chinos y los pájaros del paraíso se alinearon a su bando, como soldados en fila. “¿Recuerdas a aquel mercader de Sumatra que pretendía venderte el cofre de maderas preciosas en doscientos dólares? Pues bien, yo soñé que lo sacarías en cincuenta, y así fue, porque no te atreverás a negar' lo... Y cuando perdiste el avión en Hong Kong... ¡Yo hice que se ade' lantara porque aún no me habías comprado el biombo!...”, dijo Alma-

y\mparo sintió un miedo insoportable al escuchar aquellas verdaj ,s qUe a nadie había contado. “¿Quién es usted, por amor de Dios?”, preguntó. Alma respondió, serena: “La dueña de mis sueños.” Ese mismo día, Amparo abandonó la casa para siempre. Desde la veI1tana del que había sido su cuarto, Alma y Manolito la vieron par­ tir, con sólo una maleta para el viaje. La siguieron con la vista, hasta que desapareció, arrastrando los pies, en la esquina distante.

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ESCALETAS

CAPÍTULO 1 j ext. casa. día. y^Jnia llega a la casa. 2 ¡jqT. CASA. DÍA. Sólo Rosafina y don Diego celebran cumpleaños de Manolito. 3. ext. patio casa. día. Alma mira por la ventana que Manolito no quiere ir a la escuela. 4. ikt/ext. casa. día. petra mira a Alma desde su ventana. Llega el autobús escolar. Salen Ro­ safina y Manolito. Alma se les acerca sugiriéndoles que no salga nadie: “Los que viven en esta casa no deben someterse a ningún peligro.” Ro­ safina la ignora y Manolito sube al autobús. 5. EXT. CASA MORÁN. DÍA. Salvador prepara el auto para don Diego y Ángel. Alma se les acerca y les repite el vaticinio. Don Diego la escucha sin querer, Ángel la echa y Salvador la ignora. Salen. 6. INT. COCINA MORÁN. DÍA. Rosafina prepara pasteles para el cumpleaños. Petra, intrigada por Al­ ma, le ordena que la haga pasar. 7. EXT. CASA. DÍA. Rosafina invita a Alma a pasar. 8. INT. CASA. DÍA. Alma interroga a Rosafina sobre el óleo de Carmen. De paso, le adiviel oculto embarazo y le pronostica que su hijo será varón. 9. INT. AUTO. DÍA. Jflgel habla de negocios. Diego está distraído. Ángel dice que no se Puede firmar nada hasta la vuelta de Amparo. Ángel se baja al llegar a P empresa. 133

10. INT. COCINA MORÁN. DÍA. Petra le suplica a Alma que le sueñe una cura a su enfermedad. iV[arcarmen sale de prisa para llevar flores a la tumba de su madre. Rosafj na le avisa que Ángel quiere hablar con ella, urgentemente. 11. EXT. PATIO. DÍA. Mientras Maricarmen sube a su moto, Alma y Petra la observan desje la ventana. Petra cuenta todo lo que su padre le Ha dado a Maricarmen hasta un colchón con aguas del Danubio. 12. INT. COCINA. DÍA. Siguen hablando de Maricarmen. Alma dice que ojalá llegue con bien al cementerio. 13. EXT. CALLE. DÍA. Maricarmen compra un ramo de flores. 14. EXT/INT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA. Maricarmen llega, encarga las flores, y entra corriendo a la oficina de su hermano. 15. INT. AUTO/AEROPUERTO. DÍA. Salvador y Diego hablan sobre los sueños. 16. EXT. PISTA AEROPUERTO. DÍA. El avión y el piloto están listos para llevar a don Diego. Éste mira el cielo nublado y, por un extraño presentimiento, decide no viajar. 17. INT. COCHE. DÍA. Salvador le cuenta a don Diego la historia de la Muerte en Samarra. 18. INT. DESPACHO DE ÁNGEL. TARDE. Ángel le reprocha a Maricarmen haber desaparecido una antigua joya de familia que pertenecía a su madre. Amenaza con denunciarla y haS' ta apresarla si no la recupera pronto. 134

EXT. CASA MORAN. DIA. ¡ lega11 l°s payasos. Alma los recibe como si fuese la dueña de la casa. j9

2o. EXT/INT. COLEGIO DE MANOLITO. DÍA.

piego busca a su hijo en el patio. Después llega al salón de clases y se [o lleva- Invita a la maestra y a los demás niños a la fiesta.

2i EXT. CEMENTERIO. DÍA.

pon Diego y Manolito visitan la tumba de Carmen. Nadie le ha lle­ vado flores, según le confirma a Diego el propio enterrador. 22. EXT. MERCADO. DÍA. Maricarmen se abre paso entre el mercado y entra en un viejo edificio. 23. INT. CUARTO DE ENRIQUE. DÍA. Maricarmen le repite a su amante Enrique las amenazas de Ángel. Lo urge a recuperar el collar, pero él dice que lo ha vendido en Nueva York. Le pide a ella que le traiga una fotografía para falsificarlo. 24. INT. TIENDA DE DISFRACES. DÍA. Manolito se prueba infinidad de disfraces. Don Diego mira su reloj, ansioso. 25. EXT. CALLE. DÍA. Maricarmen mira el reloj. Le da las flores a un mendigo y aumenta la velocidad. 26. EXT. PATIO MORÁN. DÍA. 1-os payasos se maquillan. Maricarmen entra de prisa en la casa. 27. INT. CUARTO DE PETRA. TARDE. Petra, muy enferma, en la cama. Hablan de la facultad de soñar de Al^a. Escuchan la voz de Manolito en el patio. Alma sonríe. 28. INT. CASA MORÁN. TARDE. Maricarmen y Diego se encuentran en la sala. Él la regaña furioso 135

porque no llevó las flores al cementerio. Maricarmen mira el retrat0 de su madre con la joya perdida. 29. EXT. PATIO MORÁN. TARDE. Alma, vestida de lobo, cuenta La Caperucita Roja. 30. INT. DESPACHO DE DON DIEGO. TARDE. Don Diego mira al lobo desde la ventana. Ángel entra furioso porque Diego no viajó. El lobo se descubre la cara y don Diego reacciona fu­ rioso al ver que es Alma.

g inT. CASA MORÁN. NOCHE.

y, familia entera, con los payasos e invitados, miran desconcertados la r¿levisión, donde se transmite la noticia del accidente: veintocho niños ^rieron calcinados, solamente se salvaron tres y la maestra. Don Diea0 parece recordar la premonición de Alma. En un arranque, ordena que la busquen, que la encuentren, aunque sea debajo de la tierra. CAPÍTULO 2 1.

Noticiero.

31. INT. CASA MORÁN. TARDE. Don Diego y Ángel regañan a Rosafina por haber dejado entrar a Al­ ma.

EXT. CAMPOSANTO. DÍA. Don Diego y Ángel asisten al entierro de los veintiocho niños acci­ dentados. Hay reporteros, funcionarios y familiares.

32. INT. COLEGIO DE MANOLITO. TARDE. La maestra y los niños salen de la escuela y suben al bus. Se oye en off la voz de Alma contando I.a Bella Durmiente.

3. EXT. CAMPOSANTO. DÍA. Ángel descubre un ramo de crisantemos en la tumba de su madre. El enterrador, interrogado por don Diego, dice que aparecieron sorpresi­ vamente esta mañana. Un fotógrafo persigue a Diego y Ángel con su cámara, oculto entre las tumbas.

33. EXT. PATIO. TARDE. Alma sigue su cuento. Hasta los payasos la escuchan. Rosafina le dice al oído que tiene que irse. Sigue el cuento. 34. INT. BUS ESCOLAR. TARDE. Los niños en el camión. La voz de Alma en off. 35. INT. CUARTO MARICARMEN. TARDE. Maricarmen llora en la cama. La voz de Alma en off. 36. EXT. PATIO MORÁN. TARDE. Alma sigue su cuento. 37. INT. BUS ESCOLAR. TARDE. Los niños en silencio. En off, el cuento en la voz de Alma. El bus ch° ca, se incendia y estalla. 136

2.

4. INT. CASA MORÁN. DÍA. Maricarmen fotografía el retrato al óleo de su madre. En especial, el collar de piedras preciosas. 5. INT. COCINA. DÍA. ^tra y Rosafina dicen que don Diego no ha podido encontrar a Alma. Ellas también quieren verla. De hecho, ya tejen ropita azul para el var°n que va a nacer. 6- ext. casa morán. día.

Maricarmen va a salir en su motocicleta. Se encuentra a Manolito solo, ^Urrido en el jardín. Le promete llevarlo a tomar helado en la tarde, y se Va a toda prisa. No se da cuenta de que Alma está bajo un árbol cercano.

7. INT. SALA DE JUNTAS DE LA COMPAÑÍA MORÁN. DÍA Ángel rinde un informe a los socios. Don Diego está muy distraído 5 sale sin decir palabra. Ángel se disculpa y lo sigue. 8. INT. OFICINA DE DON DIEGO. DÍA. Ángel y don Diego discuten. Don Diego mira la ciudad ansioso. L0 único que le interesa es encontrar a Alma. 9. INT. EDIFICIO FRENTE A LA OFICINA DE DIEGO. DÍA. El misterioso fotógrafo toma una instantánea de padre e hijo con tele­ objetivo. 10. INT. OFICINA DE DON DIEGO. DÍA. Sigue la discusión por culpa de Alma. Don Diego dice que hasta po­ dría ayudar en los negocios. Ángel contesta que todo el poder lo tiene la tía Amparo, la socia mayoritaria. 11. EXT. CASA MORÁN. DÍA. Manolito juega solo, cavando tumbitas. Alma se acerca, le ofrece un crisantemo y le promete que jamás volverá a estar solo. 12. INT. CUARTO DE PETRA. DÍA. Alma pasa a ver a Petra, que está muy enferma. Petra se alegra al verla, y más cuando Alma dice que ya soñó el remedio de su mal: basta con que llueva tres días seguidos. Con eso se gana a Petra por completo. 13. INT. CUARTO DE ENRIQUE. DÍA. Maricarmen y su amante discuten otra vez a causa del collar. Salen a buscar al falsificador. 14. EXT. CALLE CIUDAD. DÍA. / Maricarmen maneja la moto. Enrique, en el asiento de atrás, comenta que Carmen tenía buen gusto. 15. INT. TRASTIENDA FALSIFICADOR. DÍA. El falsificador explica a Maricarmen y Enrique que es imposible rePe tir esa joya. Les insinúa que sería más fácil huir. 138

6 ¡jsjT. CASA MORÁN. DÍA.

p0n Diego está en la sala con Alma. Le pide perdón por haber dudade ella y le suplica que se quede a vivir allí. l7. EXT. PARQUE. ATARDECER. gnrique suplica a Maricarmen que se fugue con él por amor.

,g. EXT. CASA MORÁN. NOCHE. Angel llega en su auto deportivo. Las luces de la casa se apagan. Sólo queda la figura de Salvador en una ventana encendida. 19.

INT. CUARTO ROSAFINA. NOCHE. Petra oye el parte metereológico en la radio, mientras Rosafina y Sal­ vador discuten por causa de Alma, ya que a él le da muy mala espina esa vieja loca y entrometida. 20. EXT. CASA. DÍA. Amanece. Salvador recoge los periódicos. Se escucha en ojfla. radio en el parte meteorológico que no avisa lluvia. 21. INT. COCINA. DÍA. Petra se queja de que no llueve. Salvador se burla de ella. 22. INT. COMEDOR. DÍA. Alma comienza a cambiar el desayuno: sólo manzanas y mazapanes, que son mejores para entender los sueños. Diego la apoya en todo. Alma cuenta un sueño de alfombras voladoras. Maricarmen se pone Nerviosa. Diego se interesa mucho en el sueño. Ángel se va furioso. 23. INT. COLEGIO. DÍA. ^na maestra gorda se presenta en el salón de Manolito, donde sólo puedan cuatro niños, algunos con muletas y vendajes. 4. INT. CUARTO SERVICIO. DÍA. P-osafina arregla el cuarto de Alma. Alma se queja porque en ese cuarto sin ventilación y sin baño no se puede soñar. Dice que le encantaría

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dormir en el cuarto de Amparo, pero Rosafina dice que a ese cuarto ^ se puede entrar. 25. INT. ESCALERA/CUARTOS. TARDE. Alma interroga a Rosafina sobre Amparo y sobre su cuarto. De Rosafina le dice que Amparo es la verdadera dueña de esa casa, y qUg Ángel casi no usa su cuarto, porque quién sabe en qué anda metido 26. INT. COMPAÑÍA MORÁN. TARDE. Ángel telefonea a casa para preguntar si ya salió su padre. Desde el edi­ ficio de enfrente, el fotógrafo lo retrata. 27. EXT. JARDÍN MANICOMIO. TARDE. Don Diego y el médico director caminan entre locos, y encuentran a la bella maestra de Manolito dándole clases a veintiocho pollitos. El médico agradece a Diego sus donaciones al hospital. 28. INT. OFICINA MANICOMIO. TARDE. El médico agradece la donación, don Diego dice que no es nada. 29. EXT. JARDÍN MANICOMIO. TARDE. Don Diego y el médico se acercan a la maestra. Don Diego la saluda, habla con ella amablemente. 30. INT. CUARTO MARICARMEN. TARDE. Maricarmen llora en su cama. Alma entra y se ofrece a ayudarla, com­ prensiva. Ambiguamente le aconseja que haga lo que quiera. 31. INT. COMPAÑÍA MORÁN. TARDE. Ángel dice que los socios se cansaron de esperar a Diego y se fueroPLa conversación lleva a la discusión sobre Alma y a que Diego quiere ahora invertir en el manicomio. 32. INT. CUARTO SERVICIO. NOCHE. Petra está feliz porque llueve, pero Alma se queja de que allí no puede dormir. Petra dice que hay que arreglar eso. 140

jMT. CUARTO ROSAFINA. NOCHE.

[- rmenta' Salvador reza para que se vaya Alma. flsfT. PATIO MORÁN. NOCHE tormenta. Ángel llega a la casa. 4

INT. CORREDOR. NOCHE, tormenta. Rosafina apaga luces. Saluda a Ángel, que entra mojado, pCr0 él no responde. 36.

INT. CUARTO DIEGO. NOCHE. Tormenta. Don Diego solo en su cama. No puede dormir. Se compa­ dece de alguien y dice: Pobre mujer. 37.

INT. CUARTO PETRA. NOCHE. Tormenta. Petra dibuja una cruz en la pared, mientras oye el parte me­ teorológico. 38. INT. DESPACHO DE DON DIEGO. NOCHE. Tormenta. Maricarmen entra a hurtadillas y saca las joyas de la caja fuerte. Alma la descubre, pero se convierte en cómplice, jurándole si­ lencio. 39. EXT. PATIO MORÁN. NOCHE. Alma ayuda a Maricarmen a huir. 40. INT. CUARTO MARICARMEN. NOCHE. Alma se arropa en la mullida cama de Maricarmen. CAPÍTULO 3 Noticiero. 2-

INT. ESTUDIO TELEVISIÓN. DÍA. Los locutores ocupan sus lugares. Inician transmisión del noticiero. 141

3. INT. SALA MORÁN. DÍA. Manolito ve el noticiero de televisión a todo volumen. Trata sobre Cr¡ menes pasionales. 4. INT. COCINA MORÁN. DÍA. Petra y Rosafina ven el noticiero mientras preparan manzanas y maza­ panes para el desayuno. 5. EXT. PATIO MORÁN. DÍA. Salvador recoge el periódico con noticias sobre crímenes pasionales y entra en la casa. 6. INT. SALA MORÁN. DÍA.

jNT. despacho, día. cuenta su sueño. Don Diego decide no firmar. Ángel, furioso, la ^gnaza con que esto no se acaba aquí.

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¡NT. COMPAÑIA MORÁN. TARDE. ^ngCl explica a los socios que don Diego no firmó por culpa de Alma. I oS socios se preocupan porque las acciones están bajando, y porque parece que don Diego se está volviendo loco. ]4

!5. EXT. PISCINA MORÁN. DÍA. Alma, en la hamaca, habla de la soledad con don Diego. Él se desvive por ella.

Don Diego apaga bruscamente el televisor porque hay que respetar el sueño de Alma. Hay ruido en la cocina.

16. INT. COCINA MORÁN. DÍA. Salvador trae las compras especiales para soñar.

7. INT. COCINA. DÍA. Don Diego, furioso, impone silencio. Suena un claxon.

17. EXT. CASA MORÁN. DÍA. Don Diego pide consejo a Alma sobre su inversión en el manicomio. Ella aprovecha para decirle que ha tenido un mal sueño con Ángel.

8.

EXT. PATIO. DÍA. Salvador llama con el claxon a Manolito, pero se arrepiente de hacer ruido.

18. INT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA. Sigue la reunión. Ángel promete extirpar el mal de raíz, tal vez con ac­ ción judicial.

9. INT. COMEDOR. DÍA. Don Diego enfurece al oír los cláxones. Manolito sale feliz para la es­ cuela, casi huyendo.

19. EXT. CALLE. TARDE. Angel Morán a toda velocidad en su automóvil.

10. EXT. PATIO. DÍA. Manolito sube feliz al auto y grita.

20. INT. CUARTO DE PETRA. NOCHE. ^ma le pide a Petra la llave del cuarto de Amparo. Petra le dice dón­ de está.

11. INT. DESPACHO/SALA MORÁN. DÍA. Don Diego dice a Ángel que no tomará una decisión hasta que de*' pierte Alma. Ángel, furioso, sube a buscarla. 12. INT. CUARTO MARICARMEN. DÍA. Ángel va a tocar la puerta, pero Alma la abre, dispuesta a bajar. 142

2L INT. DESPACHO DIEGO. NOCHE.

Alma roba la llave del cuarto de Amparo. 2

2.

INT. CUARTO MANOLITO. NOCHE.

Al ^ma besa a Manolito, que duerme.

23. INT. CUARTO DE AMPARO. NOCHE. Alma entra al cuarto maravilloso, y observa todos los detalles con cinación. Después sale y cierra con cuidado. 24. INT. DESPACHO DIEGO. NOCHE. Don Diego duerme en el despacho. Angel lo despierta. Don D¡eg0 discute con él porque tiene la idea de que Angel lo está traicionan­ do, así que anuncia que invertirá de lleno en el manicomio. Ánge| enfurece. 25. INT. CUARTO MARICARMEN. NOCHE. Ángel le pregunta a Alma cuánto quiere por irse de esta casa. Alma res­ ponde: acostarme en su cama. 26. EXT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA. Se escucha en offe. 1 noticiero de televisión, y sigue un comercial de cá­ maras fotográficas. 27. INT. EDIFICIO VECINO COMPAÑÍA. DÍA. Sigue el noticiero en off. El extraño fotógrafo sigue con su cámara a Ángel. 28. INT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA. Ángel contrata a un detective para que investigue a Alma. 29. EXT. MANICOMIO. DÍA. Diego y el director pasean por el jardín. El director lo ha nombrado Patrono del Hospital en agradecimiento a sus donativos. 30. INT. PISCINA. DÍA. Alma le relata un cuento a Manolito. Rosafina le avisa que ha llegado un inspector de seguros. 31. INT. DESPACHO DON DIEGO. DÍA. Rosafina avisa al detective que la señora ya viene. Él trata de averiguó cosas sobre Alma, pero ella lo evade. Al fin, Alma aparece. 144

INT. CASA MORÁN. TARDE. 0 detective finge valorar los objetos de arte mientras habla con Alma ¿e cualquier cosa. 2

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INT. CUARTO MARICARMEN. DÍA. mismo.

34.

INT. CUARTO ÁNGEL. DÍA. lo mismo.

35.

INT. CUARTO AMPARO. DÍA. Lo mismo. Por fin, Alma dice su apellido. 36.

INT. ESCALERAS. TARDE. Alma, seguida por el inspector, se comporta como la dueña de la casa. 37. INT. DESPACHO DON DIEGO. TARDE. Alma y el inspector hablan de sueños. 38. EXT. JARDÍN MORÁN. ATARDECER. Alma dice al detective que soñó con una lámpara y una muñeca que llo­ raba, y le recomienda reconocer a su hija ilegítima. El detective queda muy sorprendido de que Alma haya adivinado todo y le muestra la fo­ to de su hijita. El detective guarda la foto con cuidado. CAPÍTULO 4 E Noticiero. 2- INT. OFICINA DE DETECTIVE. DÍA.

El detective analiza las huellas digitales de Alma, impresas en la foto­ grafía de la niñita. 3- INT. RECIBIDOR OFICINA DETECTIVE. DÍA.

El detective coquetea con la joven recepcionista. 145

4. INT. DESPACHO DON DIEGO. DÍA. Don Diego le cuenta a Alma que está muy decepcionado de sus hij0s Ya se tutean. Ella lo consuela diciéndole que soñó con abanicos de ná car y lo invita a pasear por el jardín. 5. EXT. CASA MORÁN. DÍA. Diego le cuenta a Alma sobre Amparo: que la quiere mucho, que tie­ ne mal genio, que es su hermana menor. Alma coquetea. 6.INT. CANTINA. TARDE.

El detective le da a Ángel algunos datos imprecisos sobre Alma. El fo­ tógrafo misterioso los capta. 7. INT. OFICINA. TARDE. El detective y su ayudante descubren la extraña biografía de Alma Kretschmer, una mujer que se alquila para soñar y que murió en el te­ rremoto de 1957. 8.

INT/EXT. CARRO. TARDE. Ángel recibe el informe del detective. No le cree nada. 9. INT. CUARTO ROSAFINA. TARDE. Salvador y Rosafina discuten otra vez porque a él no le gusta Alma. 10. EXT. PATIO MORÁN. DÍA. Ángel entra en su auto deportivo. 11. INT. SALA MORÁN. TARDE.

r Ángel llega de mal humor y pregunta por Alma y don Diego. R°sa 1 na le dice que se fueron al manicomio. 12. EXT. COLEGIO. TARDE. Alma recoge a Manolito como si fuera su propia madre. 13. EXT. JARDÍN MANICOMIO. TARDE. Don Diego, Alma y Manolito pasean con el director entre los \°c° 146

Allí se construye ya una fábrica de mazapanes de don Diego. Allí está t ,inbién la maestra de Manolito. l4.EXT. MANICOMIO. ATARDECER. ljn loco trata de escapar, asustando a Manolito. j5. EXT. CASA MORÁN. ANOCHECER. pesde la ventana iluminada del cuarto de Petra, se escucha en off el parte meteorológico. No habrá lluvia. 16. INT. CORREDOR MORÁN. NOCHE. Ángel busca a Alma en el cuarto de Maricarmen y en el de Manolito. Finalmente, la encuentra en el de su padre. 17. INT. CUARTO DON DIEGO. NOCHE. Ángel amenaza a Alma con llamar a la policía por impostora. Alma le responde que ya es hombre muerto. 18. INT. CABARET S’CANDALO. NOCHE. Una rubia platinada dispara cinco tiros sobre Ángel. El fotógrafo cap­ ta el crimen. 19. INT. CUARTO ÁNGEL. DÍA. La foto del cadáver de Ángel llena la pantalla de televisión en el noti­ ciero. Se revela que el crimen fue pasional y que el fotógrafo fue con­ tratado por la amante de Ángel, la rubia platinada. 20. INT. COCINA. DÍA. Rosafina llora viendo el noticiero. Salvador dice que quiere huir de esa casa maldita. 2L INT. SALA MORÁN. DÍA. Manolito desayuna con Petra. El noticiero da detalles sobre la muerte Ángel. 22- EXT. COCHE. PATIO.

^Ivador vuelve a cometer el error de tocar el claxon. 147

23. INT. ESCALERAS MORÁN. DÍA. Rosafina pasa todos los cuartos con una bandeja de desayuno y HCga ^ de Ángel, donde ahora duerme Alma. 24. INT. CUARTO ÁNGEL. DÍA. Rosafina abre las cortinas y le da el desayuno a Alma en la cama, p0r órdenes de Diego. Alma ordena que se lo lleve al despacho. 25. INT. SALA/COMEDOR. DÍA. Alma esconde en su bata un telegrama que llegó con la correspondencia 26. INT. DESPACHO DIEGO. DÍA. Don Diego llora en el hombro de Alma. Ella dice que soñó que alguien llegaba. 27. INT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA. Don Diego avisa a los socios que va a invertir en el manicomio. To­ dos lo tachan de loco y abandonan la oficina, menos su amigo, Fe­ derico. Diego le pide que le consiga un abogado, para cambiar su testamento. 28. EXT/INT. AEROPUERTO. TARDE. Maricarmen, rapada y con ropas extravagantes, sale del aeropuerto y trata de tomar un taxi, pero los choferes no se atreven a subirla.

INT. despacho don diego, noche. pon Diego está a punto de firmar cuando llega Maricarmen y abraza a su padrc- Diego, emocionado, dice que Alma soñó con que ella llegaría. Alma se siente frustrada porque no era a ella a quien esperaba. CAPÍTULO 5 j Noticiero. 2 INT. CUARTO MARICARMEN. DÍA. Maricarmen le regala a Rosafina sus vestidos y pertenencias. Alma en­ tra, y cuenta que soñó que se perdía en las ruedas dentadas de un re­ loj. Lo que quiere decir que uno está a tiempo de ser feliz. .

3.

EXT. PATIO. AMANECER. Alma le dice a Salvador que de ahora en adelante ella recogerá la co­ rrespondencia. Él la rehuye, con frío, con miedo. Alma encuentra otro telegrama, que la pone muy nerviosa. 4. INT. COCINA MORÁN. DÍA. Salvador está aterrado. Un viento frío abre la ventana, la cafetera co­ mienza a chillar. La puerta se abre y Salvador toma un largo cuchillo, pero alcanza a detener el brazo: el que entra es Manolito.

31. INT. SALA MORÁN. NOCHE. Maricarmen camina sin hacer ruido. Se escucha en offal abogado que nombra a Alma tutora de Manolito.

5. INT. COMEDOR MORÁN. DÍA. Petra le informa a Alma que Rosafina y Maricarmen fueron a la playa. Como Rosafina está a punto de parir, Alma le dice a Petra que deben conseguir un cuarto en el hospital con número impar, para que nazca varón y de ojos azules. 6. INT. DESPACHO DE DON DIEGO. DÍA. Alma relee el telegrama y lo esconde. Don Diego entra feliz porque el Manicomio ya produjo los primeros mazapanes. Pero Alma le cuenta Sü sueño y le dice que esté pendiente, porque alguien va a llegar y será una pesadilla.

148

149

29. EXT. PATIO MORÁN. NOCHE. Maricarmen desciende de un taxi. En off se escucha la voz de don Die­ go cambiando el testamento a favor de Manolito. 30. INT. DESPACHO DIEGO. NOCHE. Alma, Diego, el abogado y Manolito en la lectura del testamento.

7. EXT/INT. AUTO/CIUDAD. DÍA. Rosafina se arrepiente de haber aceptado ir a la playa con Mancarme^ 8.

EXT. PLAYA. DÍA. Maricarmen trata de convencer a Rosafina de que bautice a su hijo q0 mo Heredero de las Aguas, pero ella se niega. Truena sin llover. 9. INT. CUARTO DE PETRA. DÍA. Petra reza para que llueva. Salvador entra buscando a Rosafina y Petra le dice que se fue a la playa, a pesar de los malos sueños de Alma. 10. EXT. PLAYA. DÍA. Rosafina quiere regresar. Maricarmen no la deja. 11. INT. AUTOMÓVIL. DÍA Salvador maneja a toda velocidad, desesperado, rumbo a la playa, acompañado por Petra. 12. EXT. PLAYA. DÍA. Rosafina tiene ya dolores de parto. Maricarmen trata de ayudarla. 13. EXT. CALLE JUNTO A LA PLAYA. DÍA. Salvador toca el claxon y se detiene a la orilla de la playa. Rosafina rompe aguas. Salvador y Petra corren hacia ella. 14. EXT. PLAYA. DÍA. Salvador carga a Rosafina y se la lleva en brazos, indignado. Petra lo si­ gue. Maricarmen se queda sola en la playa. 15. INT. VESTÍBULO MORÁN. TARDE. Federico, el amigo de don Diego, llega por él. Mientras baja, platica con Alma, que se porta encantadora. 16. EXT. PATIO. TARDE. Alma despide a los amigos que se van el auto de Federico. 150

INT. RESTAURANTE ESPAÑOL. TARDE. perico está contento, pero Diego está pensativo, obsesionado con el süeño de Alma. Federico le dice que necesita casarse. l7

l8.

EXT. PISCINA MORÁN. TARDE. Alma duerme en la hamaca. Manolito nada en la piscina. Maricarmen re­ gresa de la playa, como derrotada.

V

!9. INT. HOSPITAL. DÍA. Rosafina está en una camilla. Petra persigue a los enfermeros exigien­ do una habitación impar para su hija. Salvador está harto. 20. INT. CUARTO ÁNGEL. TARDE. Alma y Manolito ven una telenovela sobre un recién nacido. 21. INT. ESCALERA MORÁN. TARDE. Maricarmen le pide consejos a Alma. Alma es ambigua. 22. INT. HOSPITAL MATERNIDAD. TARDE. Salvador entra a una habitación con número par, donde Rosafina des­ cansa y Petra consuela al bebé que llora. Es niña. 23. INT. CUARTO DE AMPARO. TARDE. Alma curiosea las pertenencias de Amparo. En ese momento llega un camión de carga, lleno de cajas. 24. EXT. PATIO MORÁN. TARDE. Los trabajadores entregan cajas, muebles y adornos exóticos que provienen de Hong Kong, a nombre de Amparo Morán. Alma fir­ ma el recibo. 25. INT. SALA MORÁN. NOCHE. Alma observa uno por uno los maravillosos y exóticos objetos: desde biombos chinos hasta sarcófagos orientales, lo que da una idea del larSo viaje de Amparo. 151

26. EXT. CASA. AMANECER. Alma mira a la calle brumosa, desde la ventana de Ángel.

. INT. CUARTO ÁNGEL. DÍA. ^Jtna le dice a Maricarmen que no le tenga miedo a la felicidad.

27. INT. CUARTO ÁNGEL. AMANECER. Maricarmen pide nuevamente consejo a Alma. Sigue con su crisis exis­ tencia!.

37.

28. INT. COCINA. DÍA. Petra pide perdón a la ofendida Alma, por no haberle hecho caso en 10 de la habitación impar. 29. INT. DESPACHO DIEGO. DÍA. Diego le propone matrimonio a Alma. 30. INT. CASA MORÁN. DÍA. Alma sigue recibiendo las cosas extravagantes de Amparo. Manolito observa fascinado. 31. INT. CUARTO ÁNGEL. DÍA. Otro diálogo abstracto de Alma y Maricarmen. 32. INT. CASA MORÁN. DÍA. Alma se pone perfume de las cajas de Amparo. Manolito encuentra una llave de cristal. 33. INT. DESPACHO DIEGO. DÍA. Don Diego insiste en su propuesta de matrimonio. Alma no dice na­ da claro. Los perros comienzan a ladrar muy fuerte. 34. INT. COCINA MORÁN. DÍA. Los perros están muy asustados. Rosafina no permite que Alma cargue a su niña. 35. INT. DESPACHO DIEGO. DÍA. Don Diego abraza a Alma. Ella le promete soñar con gavilanes blan eos, para que todo se arregle. 152

36

EXT. CASA MORÁN. ATARDECER. 0 cielo nublado. Relámpagos. Las aves y los perros están nerviosos.

. INT. SALA/COMEDOR. ANOCHECER. Manolito recorre la casa feliz por los nuevos objetos. Alma dice: ya es [j0ra. Los relojes dan campanadas. 38

39.

EXT/INT. AEROPUERTO. NOCHE. Amparo llega de Nueva Delhi. Toma un taxi. 40. INT. CUARTO ROSAFINA. NOCHE. La niña grita y llora, los perros aúllan. Salvador está aterrado. 41. INT. COMEDOR MORÁN. NOCHE. Don Diego, Manolito y Alma se disponen a cenar. Los pájaros enlo­ quecen. 42. EXT. CALLES CIUDAD. NOCHE. El taxi de Amparo avanza. 43. INT. CUARTO PETRA. NOCHE. Petra mira el cielo esperando la lluvia. Ve entrar al taxi. 44. EXT. PATIO MORÁN. NOCHE. Baja Amparo del taxi. Ladran los perros enloquecidos, suenan relám­ pagos. 45. INT. CASA MORÁN. NOCHE. La casa enloquece: los perros, las aves, la bebita y los relojes suenan de­ ntados. 46. INT. COMEDOR. NOCHE. Amparo toca el timbre. Todos despiertan. Alma va a abrir la puerta. 153

47. INT. COMEDOR. NOCHE. Alma abre. Amparo hace un gesto imponente y logra el silencio como por arte de magia. Despectivamente pregunta a Alma: “¿Y tú quién eres?” Comienza a llover. CAPÍTULO 6 1. Noticiero. 2. EXT. PISCINA MORÁN. DÍA. La lluvia se calma. Amparo se asoma en bata a la terraza de su cuarto. 3. EXT. CUARTO AMPARO. DÍA. Los perros entran y Amparo los echa, preguntándose quién los habrá comprado, si saben que ella odia a los animales. 4. INT. COCINA. DÍA. Hablando con Petra y Rosafina, Amparo se da cuenta de los cambios que ha producido Alma en la vida de esa casa. 5. EXT. PATIO. DÍA. Salvador se arrepiente de haber hecho sonar el claxon. 6. INT. SALA MORÁN. DÍA. Manolito ve la televisión. Amparo habla con él y confirma otra vez la influencia de Alma. 7. INT. COMEDOR MORÁN. DÍA. Maricarmen medita en posición de loto. Amparo enfurece y la manda a su cuarto. Pelea con Manolito porque no toma el bus para la escuela —por órdenes de Alma—, y con don Diego, por los cambios en la ca■> sa. Entra Alma y cuenta su sueño. Amparo se sorprende al ver que la tratan como si fuera un oráculo. 8. INT. CUARTO AMPARO. DÍA. Amparo manda a Maricarmen al carajo. Maricarmen dice que está lis­ ta para la eternidad. 154

7

. jjsJX DESPACHO DON DIEGO. DÍA.

pon Diego pide a Alma que no haga caso de Amparo. Amparo entra uy agresiva y corre a Alma de la casa. En cuanto sale, Alma le dice a jon Diego que sí se casará con él.

10.

INT/EXT. AUTOMÓVIL/CALLE/PARQUE DE LA CIUDAD. DÍA\niparo y Diego van en auto, pero tienen que detenerse porque la po­ licía está tratando de controlar a un grupo de locos que se escaparon, pon Diego cree que son los gavilanes blancos que soñó Alma, y en un delirio corre hacia ellos, con los brazos abiertos. Los locos se calman al verlo, lo obedecen y lo siguen. Los policías, los vecinos y el director del hospital aplauden. 11.

INT. CUARTO DE MARICARMEN. DÍA. Maricarmen se rapa la cabeza. 12. INT. CASA MORÁN/ESCALERAS. DÍA. Maricarmen sale de la casa, vestida con ropajes de la secta Poseidón. 13. EXT. PATIO MORÁN. DÍA. Alma, con los perros, ve pasar a Maricarmen, como poseída, pero no la detiene. Los perros aúllan, lúgubres. 14. INT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA. En una junta con los socios y Amparo, don Diego suelta un extraño discurso sobre sueños. Amparo suspende la reunión. 15. INT. CUARTO DE ROSAFINA. TARDE. Petra está feliz porque llueve por segunda vez. Salvador refunfuña °tra vez. *6. INT. COMPAÑÍA MORÁN. TARDE. socio demuestra que la Compañía está a punto de quebrar por los ertores de don Diego. Don Diego contesta una locura. Los socios se 155

deciden a proponerle a Amparo que don Diego pierda poder judicial en la empresa. Amparo puede quedar en la Compañía, pero solamen­ te como asesora de la Junta. 17. EXT. PLAYA. ATARDECER. Maricarmen camina plácidamente hacia el fondo del mar, hasta su­ mergirse. 18. EXT. CASA MORÁN. NOCHE. Llueve. En la ventana iluminada, la silueta de Salvador. 19. INT. CUARTO DE PETRA. NOCHE. Petra está tranquila porque llueve. Salvador, aterrado, les propone huir. 20. EXT. PERÍMETRO DE LA CIUDAD. NOCHE. Llueve. El auto de Salvador en huida. 21. INT. AUTOMÓVIL. NOCHE. Llueve. Rosafina, la niña, Petra y Salvador en el auto, asustados. De pronto el motor se apaga, porque le ha entrado agua. Aterrado, Salva­ dor toma a su niñita en brazos y corre. Petra y Rosafina corren tam­ bién. Por fin, termina la lluvia y Salvador comprueba feliz, que están a salvo. 22. EXT. CASA MORÁN. AMANECER. Manolito grita llamando a su papá, a Alma y a Amparo.

r¿.ctor

del manicomio, para impedir la boda. Amparo tiene un certifi-ado de la demencia de don Diego. Pese a todo, el abogado dice que |,j boda es legal. Amparo no se da por vencida y hace que los enfermef0s se lleven a don Diego por la fuerza. 26.

EXT. JARDÍN MANICOMIO. DÍA. pon Diego, entre los locos, trasplanta un manzano. 27. EXT. JARDÍN MORÁN. DÍA.

Alma camina por los desolados jardines, abanicándose.

28. INT. CUARTO DE AMPARO. DÍA. Amparo fuma en su cuarto, nerviosa. Desde la ventana ve pasear a Al­ ma. 29. EXT. JARDÍN MORÁN. DÍA. Amparo busca a Alma. Un pavorreal vuela hacia la terraza y se posa en el brazo de Alma. Amparo va hacia allá. 30. INT. SALA MORÁN. DÍA. Amparo cruza la sala. Sube las escaleras. 31. INT. CUARTO AMPARO. DÍA. Alma aparece a las espaldas de Amparo, enigmática. Pregunta: “¿No comprendes todavía?”

23. INT. CASA MORÁN. DÍA. Manolito encuentra todas las habitaciones vacías.

32. INT. ESCALERAS/SALA MORÁN. DÍA. Alma baja, seguida por Amparo. Le dice que su sueño siempre fue vi­ vir en esa casa.

24. INT. COCINA MORÁN. DÍA. La cocina es un desastre. Manolito llama a los sirvientes. Como no contestan, toma una manzana.

33. EXT. JARDÍN MORÁN. DÍA. Alma en el centro del jardín, entre el viento. Amparo sigue escuchándola.

25. INT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA. Don Diego y Alma se casan. Interrumpen Amparo, los socios y el di'

34. INT. SALA MORÁN. DÍA. Alma le cuenta a Amparo que ella ha soñado con todo lo que ha he­ cho y comprado durante su largo viaje. Es decir, su viaje ha sido un 157

sueño de Alma, su pasado reciente fue soñado, y ahora Alma ha ñado esta escena, esta rivalidad, estas mismas palabras. Todo Un sueño y que Amparo no puede escapar de él, ni dirigirlo. Amparo derrotada, va a la puerta y huye dando un portazo, pero antes ' gunta por última vez: “¡Por Dios... ¿quién eres?” Y Alma responde “La dueña de mis sueños.” s

FIN DE LA SERIE

GUIÓN DEL CAPÍTULO FINAL Escrito por RUY GUERRA Y Cl.AUDIO McDoWEI.I.

Ahora sé cuándo vendrá la última mañana, cuándo dejará la Luz de ahuyentar a la noche y al amor, -cuándo el dormir, ya eterno, no será sino un único sueño inextinguible. Novalis

Dime con qué sueñas y te diré quién eres. Alma

¿^¡-HyrecA cfntral

161

¿yu.M.

J PRÓLOGO Hotictf.ro

Amparo desciende del taxi, entra a la casa visiblemente molesta. Ape­ gas si repara en Alma. Tira los maletines contra el suelo. Amparo se diriM a Alma, quien baja la cabeza: rompe a llover. a

Loly

(en off, por la TV) En esta escena terminó el capítulo quinto: “Y tú, ¿quién eres?”, pregunta la temible tía Amparo a la soñadora Alma. Alfredo

(en off, por la TV) Un buen final de capítulo, sin duda... Ahora, Loly, nos corres­ ponde la difícil tarea de resumir los hechos en un par de minu­ tos... nada fácil. Casi que estoy tentado a recomendarles a los - espectadores que no han seguido la serie que escriban a los estu­ dios pidiendo que vuelvan a trasmitirla, en un buen horario... B. Los agencieros descargan los camiones con las compras de la tía Amparo. Loly

(en off) ‘ Perdona que te quite la palabra, pero si te dejo no sé a dónde va­ mos a parar. Los hechos sucedieron así, de atrás hacia adelante... p. Alma busca acomodo a las compras increíbles de la tía Amparo. Los pá­ jaros del paraíso, los perros chinos, etc. Loly

(en off) I La tan mencionada tía Amparo llegó por fin de su largo viaje alI rededor del mundo, y se encontró con un nuevo huésped en su I casa: Alma, la buena mujer —así dice el libreto— que nueve 163

meses atrás había consquistado el corazón y la gratitud sin lími­ tes de don Diego Morán, el hermano de Amparo...

f Secuencia de montaje que ilustra la relación de Alma con don Diego, jesde ^ Inicio mismo de la serie.

Alfredo

Loi.y

(en off)

Con anterioridad, Amparo había ido enviando por correo certifi­ cado sus compras: un verdadero catálogo de objetos de un gusto muy particular... D. Alma guarda un telegrama en el escote de su blusa. Busca en la caja fuerte la llave del cuarto de Amparo. LOLY

(en off) Ya para esta fecha, Alma había logrado conquistar a don Diego Morán... a conquistarlo en el amplio sentido de la palabra. Des­ de que salvara la vida de su hijo Manolito, el señor Morán había confiado plenamente en la soñadora. Poco a poco, Alma se las ha­ bía agenciado para ir influyendo en su vida pública y también, ya lo creo, en la privada. Alfredo

(en off) Alma esperaba la llegada de la tía Amparo, y no porque lo hubie­ se soñado, precisamente... E. Alma conversa con Maricarmen. Alma conversa con Rosafina. Alma conversa con don Diego. Alma conversa con Federico Paredes. Alma con­ versa con Manolito. Alma revisa el cuarto de la tía Amparo.

(en off) Los otros miembros de la Compañía Morán comenzaron a des­ confiar de su histórico presidente, quien trazaba las líneas de ac­ ción a partir de las interpretaciones oníricas de Alma. Con esta extraña actitud, don Diego se ganó no pocos enemigos.

Alfredo

G. Secuencia de montaje que ilustra la historia de Ángel Morán y su rela­ ción con Alma.

(en off)

Desde que interceptó el telegrama, hasta la llegada de Amparo, Alma desató una febril actividad con el propósito de afianzar sus poderes sobre la familia Morán, y los criados de la casa. En otro caso podría decirse que no pegó los ojos hasta alcanzar su meta, sólo que en el que nos ocupa la imagen es exactamente al revés: Alma se vio obli­ gada por las circunstancias a trabajar a gran ritmo, o lo que en su ca- / so es lo mismo: dormir a toda máquina para soñar sin descanso.

Loly

(en off)

(en off) Desde su llegada a la casa, Alma tropezó con una piedra muy du­ ra: el racional Ángel Morán, el brazo derecho de don Diego en los negocios de la Compañía. Las relaciones, que nunca fueron ni si­ quiera cordiales, se agravaron irremediablemente cuando Alma empezó a incidir en la Compañía. Ángel llegó hasta el extremo de contratar los servicios de un detective privado para investigar to­ do lo relacionado con el oscuro pasado de la soñadora.

164

165

Loly

En el capítulo que estamos prologando, veremos el desenlace de estas historias.

Alfredo

(en off) La situación llegó a un punto muy tenso, casi que a la guerra fron­ tal, si se quiere. Alma soñó entonces la muerte del joven Morán, quien, en efecto, cayó fulminado por los disparos celosos de Jenny Fontana, una rubia platinada, cantante de cabaret, de la que nada se sabía en esta historia porque Ángel había aprendido a pecar a es­ condidas de su padre... La muerte de Ángel puso en crisis toda la política interna —y por ende el prestigio— de la Compañía... H. Secuencia de montaje que ilustra la historia de Maricarmen Morán y su relación con Alma. Loi.y

(en off) La relación con Maricarmen, por su parte, fue de alguna forma fa­ vorecida por la suerte. La muchacha —la niña de los ojos de don Diego— llevaba una turbia relación con un fulano de pésimos an­ tecedentes cuando Alma llegó a casa de los Morán. Sin embargo, Alma tuvo el mérito indiscutible de ganarse la confianza de la jo­ ven e influir así, con sus sueños, en las drásticas decisiones que Maricarmen se vio obligada a tomar con tal de garantizar su feli­ cidad. Dos veces se equivocó Maricarmen: la primera, cuando aceptó huir con el amante y todas las joyas de la familia; la segun­ da, cuando intentó, casi provocó que Rosafina, la joven criada de los Morán, diera a luz a la orilla del mar... Pecados de inexperien­ cia —dice este libreto. Yo no estoy tan segura, pero bueno... I. Secuencia que ilustra la relación de Alma con Salvador, Rosafina y do­ ña Petra, sirvientes de la familia Morán. Alfredo

(en off) Alma, por otra parte, había logrado conquistar, desde el inicio de 166

la serie, a la servidumbre de la casa —siempre con promesas de sueños por cumplirse. La vieja doña Petra, madre de Rosafina, es­ taba dispuesta a creer en lo que fuese con tal de curarse de su mal sin cura. Rosafina era tan ingenua que a duras penas podía dife­ renciar la verdad de la mentira. Sólo el terco y primitivo Salvador, esposo de la joven mucama, se declaró enemigo de la soñadora: le tenía tanto miedo que el miedo comenzó a parecer odio. El odio salvó a su amor. Ya veremos. J. Secuencia que ilustra la relación de Alma con Manolito. Incluye escenas de la llegada de los regalos. Loly

(en off) Lo cierto es que, cuando llega Amparo, ya Alma está a punto de realizar... digamos, el sueño de su vida. Flabía conquistado en bue­ na lid el cariño de Manolito —ella adoraba a los varoncitos—, dormía en un cuarto excelente, y estaba madura su relación con don Diego. Sólo que los planes de Alma se contraponían directa­ mente a los de Amparo... Casi nada: un choque de dos locomo­ toras en un viejo puente de madera... Alfredo

(en off) Así las cosas, el enfrentamiento entre estas dos mujeres tremendas resultaba inevitable... K. Plano de la mansión de los Morán bajo un torrencial aguacero... Los pá­ jaros del paraíso se acomodan, como pueden, en las jaulas doradas... Loly

(en off) Tal es el clímax de este sexto y último capítulo... 167

Alfredo

(en off) Y, por supuesto, el clímax de la serie. Loly

(en off) Que ya sometemos a su consideración, por cortesía de “Coffee Gum”. Que lo disfruten. Buena suerte Alfredo

Arrivederci.

Amparo

(sorprendida por el juguetón ataque) ¡Qué es esto! ¡Qué es esto! los perros siguen sus travesuras. Amparo

(molesta) ¡Cuidado! ¡Está bueno ya, caramba! ¡Van a ensuciarme la bata! Amparo neutraliza a los dos perros con un par de patadas defensivas. Amparo

L. Las gotas de lluvia alborotan el espejo de agua de la piscina... 2. CASA MORÁN. JARDÍN. EXT/DÍA. Sobre la superficie de la alberca, la lluvia va amainando poco a poco, hasta que se impone una densa calma.

(molesta consigo misma) ¡¿Quién me habrá mandado a comprar estos perros si yo odio los animales?! los dos perros huyen escaleras abajo, dejando un rastro de paticas sobre la alfombra.

Los perros chinos saltan los charcos del jardín, ladrándole a las mariposas.

4. CASA MORÁN. COCINA. INT/DÍA.

Amparo, vestida con una preciosa bata de seda, está en la terraza de su cuarto.

Mientras prepara el desayuno en la cocina, doña Petra escucha en la radio el parte meteorológico del día. Locutor

3. CASA MORÁN. CUARTO DE AMPARO. EXT/DÍA. Amparo entra a su dormitorio. Por un momento se detiene ante la foto del viejo marinero holandés —y endereza el cuadro, con suma delicadeza. La tía se ajusta la cinta de su bata, se arregla el cabello en el espejo, y la puerta de la habitación, dispuesta a ponerse al frente de su casa. Apenas se entreabre la puerta, saltan sobre ella los dos perros chinos, }u guetones. 168

(en off, por la radio) Se pronostican lluvias intensas en el centro-sur del país, con ma­ rejadas peligrosas para embarcaciones pequeñas... Y ahora una pausa musical, para dar paso a los titulares de las noticias más im­ portantes del día. d pesar de los severos ahogos del asma, la vieja criada se ve feliz. Untada a la mesa, Rosafina da el pecho a Rosa Salvadora. pronto, se abre teatralmente la puerta de la cocina y entra Amparo.

Buenos días, doña Petra...

Doña Petra

(ahogada por el asma) Buenos días, señora Amparo. Amparo

Tiene que verse esa asma, doña Petra... Amparo apaga la radio. Doña Petra

(haciendo un esfuerzo por controlar el asma) Ahorita me curo, señora... En cuanto llueva tres días consecuti­ vos, mi vida va a cambiar... Amparo

¿Para bien o para mal?

(sonríe)

Amparo se acerca a Rosafina y la niña. Doña Petra

(seria) No había pensado en eso... (Exclama.) ¡Dios quiera que para bien, señora! (Para sí.) Tengo que preguntarle a Alma. Amparo le hace guiños simpáticos a Rosa Salvadora. Amparo

(entretanto) ¿Y Alma es enfermera acaso? (A la niña, sonríe.) ¡A ver, encanto! Pobrecita: ¡eres la viva estampa de tu padre! Casi...

Amparo

Amparo

Doña Petra

170

(intrigada)

¿Cómo que casi?

Doña Petra

Alma es enfermera de almas.

(torpe)

Amparo

(más dura) No me vengan con el cuento de los sueños. Hoy mismo va al hospital, doña Petra. Y por favor, no me repita el disparate de los tres aguaceros seguidos... Para algo están los médicos... Rosa Salvadora comienza a llorar. Amparo

(a Rosafina) El problema de Rosa Salvadora también lo vamos a resolver. Hay que encontrar una guardería para la niña, cuanto antes... Busca en los periódicos. Debe de haber alguna cerca de aquí... Rosafina aprieta a su niña contra el pecho, como protegiéndola. Rosafina

(se atreve) Es que a Salvador no le gustan las guarderías, señora. Dice que su hija no va a guarderías... Amparo

(enérgica) ¡Ah!, sí... O se trabaja, o se es madre, pero no se pueden hacer las dos cosas al tiempo. Rosafina baja la vista. 171

Amparo

Y ahora, me sirven rápido el desayuno, que tengo que aprovechar la mañana. Doña Petra y Rosafina cruzan una mirada de duda. Amparo

¿Qué pasa? ¿No me han oído? ¡¿Están dormidas o qué?! ¡El de­ sayuno! Doña Petra

(se adelanta) Sí, señora... Es que... las cosas han cambiado mucho en su ausencia... Amparo

Ya me he dado cuenta.

Salvador ha hecho sonar el fotuto del Jaguar —y se arrepiente en el acto. Se quita la gorra, muy molesto. Salvador

(exclama)

¡Bruto que soy! Y de bruto que es vuelve a dar un puñetazo sobre el timón —con lo que vuelve a pitar el claxon, esta vez mucho más fuerte.

(molesta)

6. CASA MORÁN. SALA. INT/DÍA.

Rosahna

En el reservado que demarcan los biombos chinos, Manolito está viendo la televisión, al tiempo que dispone de un suculento bocadito. Ha sintoniza­ do, por supuesto, el popular noticiero ¡Qué tal!, que con tanta gracia con­ ducen Loly y Alfredo.

Don Diego ha ordenado que no se sirva el desayuno hasta que la señora Alma no haya interpretado sus sueños.

Loly

Amparo no sale de su asombro. Doña Pei ra

Y para que den resultado, debe contarlos en ayunas. Amparo

¡Pero eso es cosa de locos!

5. CASA MORÁN. PATIO. JAGUAR. EXT/DÍA.

(exclama) Doña Pei ra

(la rectifica) No, señora, es cosa de sueños. En ese momento, se escucha el claxon del Jaguar. 172

(por la TV) ¿Qué hacer este fin de semana?... Ésa es la dramática pregunta que se formulan miles de ciudadanos que han visto amanecer es­ te viernes bajo una capota de nubes grises. Alfredo

(por la TV) Si una vida puede cambiar en un segundo, ¿cuántas vidas pudie­ ran cambiar este fin de semana? Loly

Doscientas cincuenta y nueve mil doscientas vidas: a una vida por se­ gundo, cálculo bien conservador si tenemos en cuenta que... 173

Amparo entra al reservado y apaga la televisión. Manolito

(sorprendido) ¡Déjame ver la televisión, tía! Amparo

(dura) Estás muy pequeño para ver el noticiero en las mañanas. ¡Quién ha visto semejante cosa! Manolito

(se defiende) Yo siempre veo este programa Amparo

No discutas con los mayores, Manolo.

¿Quién va a ser? Papá.

ifnparo se vuelve, visiblemente contrariada, y tropieza con el biombo. Amparo

(exclama) ¡Vaya, todo está al revés en esta casa! Por poco me parto un dedo. (Irritada.) ¡En mala hora compré estos cachivaches! Y se va cojeando. 7.

CASA MORÁN. COMEDOR. INT/DÍA.

Maricarmen, con su batilongo amarillo, está sentada en posición buda sobre la alfombra de Turquía. Amparo la sorprende.

Manolito

(insiste) Pero si Alma ya se despertó, tía. Amparo se queda de una pieza. Amparo

¿Y eso qué tiene que ver?

(intrigada)

Manolito

Amparo

¿Y a ti qué bicho te picó?

(a Maricarmen)

La muchacha no responde. Amparo se le acerca, intrigada. La observa con curiosidad. Maricarmen besa el caballito de mar, poniendo asífin a sus re­ zos extraños. Maricarmen

Manolito

(inocente) Que cuando Alma trabaja durmiendo no se puede hacer ruido, pero ahora está descansando: ya se levantó... Amparo

¿Y quién puso esas leyes en esta casa? 174

| Tú nunca entenderás, tía: tienes el corazón de roca. Maricarmen se pone en pie. Amparo

(molesta) ¡Qué formas son esas de hablarle a tu tía! A ver si hoy mismo te compras una peluca y te vistes como Dios manda. 175

Amparo

Maricarmen se enfrenta a su tía. Maricarmen

¿Y cómo manda tu Dios que se vista uno? Que yo sepa, Jesús calzaba sandalias de pescador, no pantuflas francesas, y se vestía con túnicas hechas a mano, no con batas de seda importadas del Japón. Amparo

(indignada) ¡Me estás faltando el respeto! Maricarmen

Respétame y te respetaré. Amparo resbala sobre la alfombra de Turquía y está a punto de perder el equilibrio. Amparo

(ordena) ¡A ver si ahora mismo te vas a tu cuarto y te encierras hasta que yo me acuerde! (Irritadísima.) ¡Esta casa es una pesadilla! Maricarmen inicia la retirada. Maricarmen

(sentencia) Castígame: las penas sobre la tierra dan gloria bajo las aguas. Amparo le corta el paso. ¿Qué tonterías dices? Maricarmen la mira, desafiante.

Amparo

(irónica) Así que esto que queda de mi sobrina es obra de esa mujer... (su­ braya) ...también. (Sonríe, ácida.) ¿Soñó acaso que ibas a perder el pelo? la muchacha acepta el desafío de su tía implacable. Maricarmen

Yo decidí mi camino, tía: Alma sólo me dio la fuerza que necesita­ ba para que ese camino me condujera a la felicidad eterna. Amparo pierde la paciencia. Amparo

(ordena) ¡A tu cuarto: está bueno ya de oír sandeces! En ese preciso instante entra Salvador. Salvador

(en voz alta) Manolito, se nos hace tarde para ir al colegio, muchacho... Manolito surge de atrás del biombo. Amparo

(a Salvador) ¿Qué? ¡No me diga que usted está dando clases en el colegio! Se­ ría lo último que me faltara por escuchar. Salvador se sorprende con el irónico comentario de la tía Amparo.

Maricarmen

Alma es la única que me entiende. La tía mira de arriba a abajo a su sobrina.

176

Manolito

(responde por el avergonzado chofer) Salvador me está llamando para llevarme a la escuela. 177

Amparo

(sorprendida) ¿Para qué? ¿Tu vas a la escuela en carro, con chofer? Mira tía...

Manolito Maricarmen

Desde que Alma le salvó la vida, Manolito no toma el bus. Amparo

¿Qué educación es ésa? Cuando crezcas tienes que ser un hombre. (A Salvador.) Avise en la escuela que desde mañana Manolo vuel­ ve a tomar el autobús. Salvador

Como usted diga, señora.

(avergonzado) Amparo

(a Manolo)

Bueno, vete ya. Manolito sale con una expresión de alivio. Y llega don Diego. Don Diego

(a Amparo) ¿Qué pasa, Amparo? Desde mi cuarto escuchaba tus gritos. Amparo

Diego, en esta casa, todos han perdido el juicio. Don Diego se acerca a su hermana. Intenta ser cariñoso. Don Diego

Ya irás entendiendo poco a poco. Amparo hace el recuento de lo sucedido hasta ese momento. 178

Amparo Petra dice que su vida cambiará cuando llueva tres días con­ secutivos. Don Diego

(asiente) Porque los biombos, querida Amparo, flotaban sobre un río de vidrios molidos. Amparo desorbita los ojos. Llega doña Petra con una enorme bandeja manzanas verdes y rojas. Amparo

Rosafina dice que el desayuno no puede servirse antes de que esa Alma cuente sus sueños. Don Diego

(asiente) Tiene que ser en ayunas. (Sonríe) Y de desayuno: manzanas, ma­ zapanes cordobeses e higos secos. Amparo

(exclama)

¿Higos al desayuno? Don Diego asiente. Rosafina entra con una fuente de lechugas.

Amparo

(a punto de perder la paciencia) ¿Y qué es esa historia de que Alma le salvó la vida a Manolito? Don Diego pasa el brazo por sobre los hombros de su hermana. Don Diego

(asiente) Alma soñó con pájaros del paraíso que volaban hacia atrás. Ese 179

día, veintiocho alumnos perdieron la vida, menos la maestra y dos o tres niños. ¡Todos murieron en el accidente! Fue horrible.. Amparo escapa de los brazos de su hermano y echa a andar sin frenos por to­ do el comedor. Un pavo real entra al salón, como Pedro por su casa. Amparo

¡Vete, pájaro! ¡En mala hora compré todos estos pajarracos del de­ monio! Amparo se vuelve y ordena a doña Petra. Amparo

(desafiante) Mire, doña Petra: nos trae ahora mismo desayuno para todos, que Diego y yo tenemos que ir a la Compañía. Y recuerde: omelettes de jamón dulce, con tocino, tostadas a la francesa, café expreso. (Pausa.) Como siempre. Don Diego

Amparo, por favor...

(hace un intento) Amparo

(Desafiante) Lo siento, Diego. ¡Hay que poner en cintura esta casa! (A doña Petra.) Haga lo que le he dicho, doña Petra. Don Diego riposta, con energía desacostumbrada. Don Diego

Petra, no sirva el desayuno hasta que yo le ordene. Petra se detiene, aliviada. Amparo mira a su hermano con fuego en los ojos. Va a replicar, cuando cucha una voz a sus espaldas: 180

Alma

Petra, trae los mazapanes. Todos miran hacia la soñadora. Alma, sonríe, con un gesto de bondad que no se puede creer. Amparo queda desarmada ante aquella expresión angelical. Amparo

Diego, tengo que hablar inmediatamente contigo, antes de ir a la Compañía. Sin los empleados ni personas extrañas. Alma no es una extraña. Alma se sienta a la mesa.

Don Diego

Alma

(muy serena, a Amparo) Usted no me cree, ¿no es cierto, señora? Don Diego cierra filas junto a Alma. Doña Petra y Rosafina se colocan a ambos lados de la soñadora. Amparo queda en minoría. Amparo

(alcanza a decir) Yo no tengo nada que hablar con usted. Por el momento... Va­ mos, Diego. Te espero en el despacho. Alma mira a don Diego. Le toma una mano con confianza, sin malicia. Sonríe cándida. Alma

(a don Diego, orgullosa) Me dio trabajo, pero anoche soñé con gavilanes blancos que re­ voloteaban como locos en un cielo gris. Don Diego se entusiasma con la noticia. 181

Don Dif.go

¡De veras, Alma! (Ansioso.) Y qué significa, Alma. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Que voy a encontrar la paz? ¿Será que voy a ser feliz, Alma?

Maricarmen

El vestido rojo. Debes usar sólo colores plácidos, como azul ce­ leste, el verde del mar o el blanco de la arena. Amparo se pinta los labios.

Amparo se detiene en la puerta de salida.

Amparo

Amparo

¡Diego! ¡No seas muchacho!

(enérgica)

Don Diego

(a Alma) No sabes lo feliz que me haces, Alma. Es un sueño precioso: ¡ga­ vilanes blancos!

Me dan unas ganas irreprimibles de ahorcarte, de ahorcar a todo el mundo en esta casa. La tía aplasta con furia el crayón sobre la mesa. Tiene los labios y la boca manchados por la falta de pulso que le provocó la ira. Maricarmen

(comenta) Te dije que no te pusieras el vestido rojo.

Amparo se va disgustadísima.

Amparo

Alma sonríe, agradeciendo el elogio de su sueño. Alma

Dime con qué sueñas, y te diré quién eres. Y da a la manzana una mordida de triunfo. 8.

CASA MORÁN. CUARTO DE AMPARO. INT/DLA

A través del espejo de la cómoda, vemos pasar a Amparo, que se viste a la carrera, furiosa. En el óvalo del cristal, aparece la figura de Maricarmenj No deberías usarlo. ¿Usar qué?

Maricarmen

Sal de aquí. Ahora. Vete de aquí. Vete al carajo. Maricarmen inicia salida. Maricarmen

(al irse) No me importa que me echen de un sitio. Yo ya estoy lista para el via­ je a la eternidad. 9. CASA MORÁN. DESPACHO DE DON DIEGO. INT/DÍA. En su despacho, don Diego habla con Alma. Don Diego

Amparo

182

No le hagas caso a Amparo. Ella tiene su carácter, pero tu poder es más fuerte que el suyo. Ya verás como todo se arregla. 183

En ese instante, llega Amparo vestida toda de rojo. Se molesta al descubrir la presencia de la soñadora. Amparo

Diego, te dije que quería hablar a solas contigo. Don Diego

Amparo, por favor...

(diplomático) Amparo

(a Alma) Es un asunto de los Morán, así que retírese. Alma emprende una prudente retirada. Don Diego

(a Amparo, enérgico) No hay nada que Alma no pueda escuchar. (A Alma) ¡Quédate, Alma! Amparo se voltea y enfrenta a Alma. Amparo

(irónica) Pensándolo bien, quédese y escúcheme bien: yo no soy ni don Diego, ni Maricarmen, ni siquiera el pobre Ángel... Don Diego mira sorprendido a su hermana. Amparo

Yo soy Amparo Morán y cuando vuelva de la junta, no le quiero ver en esta casa, señora. ¿Está claro? Alma asiente con sospechosa humildad. Don Diego

(exclama) Amparo, no es justo que le hables así a Alma. ¡Parece mentira! 184

Amparo no hace el menor caso a su hermano. Amparo

(agresiva) Así que, por favor, saque todas sus cosas y váyase por donde entró. Dígame cuánto se le debe por sus servicios: el contrato ha cesado. Don Diego

¿Cómo le hablas de ese modo? Yo soy el dueño de esta casa y aquí se queda o se va quién yo quiera. Amparo

Eso lo discutiremos más tarde. Vámonos ya, Diego. Y se va, dejando a don Diego petrificado. A través de los cristales de la ventana se divisan las jaulas con los pájaros del paraíso. Los perros chinos corretean por el jardín. Rosafina lava al fondo una batea de ropa. Alma se acerca a don Diego. Lo mira con ternura. Alma

¿Te gustan los pájaros del paraíso? Un día te dije que vendrían bien unas pajareras junto a la alberca, ¿recuerdas? Se ven tan lin­ das... (Sonríe, orgullosa.) Las hicieron en Marruecos para que adornaran nuestro jardín. Don Diego la mira, asustado. Alma

(off) No temas... (Sentencia.) Los gavilanes blancos están de nuestra parte: yo lo he soñado. Don Diego se abraza a Alma, desesperado. 185

Don Diego

¿Y qué va a ser de nosotros?

Ai.ma

(con infinito cariño) Seremos felices, ¿te acuerdas? {Sonríe) ¡Hasta el final de los sueños! Don Diego

(renaciendo) ¿De veras? No puedo creerlo, Alma. Entonces, ¿te casarías con­ migo a pesar de todo? Alma le cruza el dedo índice sobre los labios, indicándole silencio. Ai.ma

Tonto: no pueden enterarse... ¡Será una sorpresa! Y lo besa en la boca.

¡Gavilanes blancos ni gavilanes blancos! Ella sí que es un ave de rapiña. ¡Pero cómo es posible que no te hayas dado cuenta! De bobo tú no tienes un pelo. £n ese instante, la caravana de coches se detiene en seco. Amparo

¿Y ahora qué pasó?

La calle está bloqueada por la policía. Amparo

(exclama, muy contrariada) ¡Lo que faltaba: éramos pocos y parió la abuela! Don Diego

¡Los gavilanes blancos! 10.

CALLES Y AVENIDAS DE LA CIUDAD. JAGUAR. EXT/DÍA.

Un semáforo cambia de luz roja a verde. El agente de tránsito dispone el orden de la marcha con su silbato. El Jaguar de don Diego avanza disciplinadamente en la hilera de coches que satura una céntrica avenida de la capital. Amparo conduce el auto. Diego va a su lado y no le responde. Amparo

¿Será que todos ustedes están ciegos? Ahora, que no hay peor cie­ go que el que no quiere ver, también es verdad... Esa mujer está chiflada. No me extrañaría que haya tenido que ver con la desaparición de las joyas y la muerte del pobre Angel... 186

(molesta)

(exclama, feliz)

Los policías se mueven con rapidez de un lado a otro, como cazadores de mariposas. Varios enfermos del manicomio principal de la ciudad corretean por las calles y parques aledaños al sanatorio, en increíble comparsa de li­ bertad. Decoran la escena varias gallinas de granja, que pasan volando ba­ jo, como almohadones de plumas. Entre los que corren hay varios viejos conocidos: el loco que se cuenta los dedos, la mezzosoprano, el ciclista imaginario, el pobre de Venancio. El director del manicomio se desespera en el camellón de la avenida. Don Diego sale del Jaguar, gritando: Don Diego

¡Gavilanes blancos! Amparo también baja del carro. Se dirige a un policía.

Amparo

¿Qué pasa aquí? Yo traigo mucha prisa. Tengo que pasar con ur­ gencia. Policía

Señora, ¿no ve? Los locos se han escapado del manicomio. Un ca­ mión chocó contra la tapia del fondo y todos se salieron. Hay que cazarlos. Don Diego se acerca al loco que se cuenta los dedos. Le dice algo al oído. Inmediatamente, el loco se tranquiliza y se encamina hacia el manicomio por sus propios pies, contándose los dedos —uno a uno. Amparo contempla la escena, perpleja, atónita, estupefacta. Don Diego

¡Vengan a mí, gavilanes blancos!

Se dirige a la mezzosoprano. Le sopla otra frase al oído. La pobre mujer co­ mienza a cantar una melodía de Manzanero, camino al sanatorio. Amparo no quiere dar fe a lo que ven sus ojos. Don Diego

¡Vengan a mí, gavilanes blancos! Don Diego conversa con el ciclista imaginario, quien, ni corto ni perezoso arranca a pedalear y desaparece, en spring propio de escarabajo colombia­ no, por el ancho agujero del muro. Don Diego

¡Vengan a mí, gavilanes blancos! EL director del hospital, y los policías, reparan en la sorpresiva intervención de don Diego: todos los locos se van retirando, pacificados y conformes, ha­ cia la clínica. 188

¡Don Diego!

Director

El director, conmovido, no puede evitarlo: comienza a aplaudir. Se le suman algunos policías; a los policías, se añaden no pocos transeúntes; a los transe­ úntes, los vecinos del lugar; a los vecinos del lugar, los pasajeros de los auto­ buses —hasta que se orquesta una gran sinfonía de aplausos que reconocen el milagro de don Diego. Amparo regresa al coche y tira la puerta, muy molesta. Don Diego agradece la ovación con una reverencia muy cortesana. Es entonces que ve a la maestra, llorando en el parquecillo. Don Diego se le acerca. Le pasa el brazo. La tranquiliza. Las gallinas ponedoras van aterrizando en el parquecillo, hasta que prác­ ticamente tapizan todo el cesped —como su hubiese nevado en la ciudad. 11- CASA MORÁN. CUARTO DE MARICARMEN. INT/DÍA. Con calma de santa, Maricarmen se rapa al cero la cabeza, sin verse siquie­ ra en el espejo. Luego se coloca varios collares de conchas marinas, rematan­ do la decoración de su largo cuello con el talismán del caballito de mar. Por último se viste con el batilongo amarillo. Sólo entonces se mira al espejo. 12. CASA MORÁN. ESCALERAS. SALA. VESTÍBULO. INT/DÍA. Unas silenciosas sandalias de pescador descienden por la alfombrada esca­ lera de la casa. Se escucha el llanto de Rosa Salvadora. Maricarmen atra­ viesa la sala y el vestíbulo de la planta baja. En el estante, dos pelícanos tallados en madera muy roja. 189

Don Diego

13-. CASA MORÁN. PATIO Y PORTÓN. EXT/DÍA. Maricarmen cruza todo el patio, con paso de peregrina, rumbo al portón de salida. Alma, que pasea por el lugar en compañía de Rómulo y Remo, la ve par­ tir —y no hace nada por impedirlo. Maricarmen no repara en su presen­ cia, aun cuando pasa muy cerca de la soñadora y los perros aúllan anunciando la muerte. Alma aprieta el botón de un aparato de control remoto, y se abren las grue­ sas talanqueras del portón. La muchacha pasa la frontera de los Morán y desaparece al rato —sin vol­ ver ni una sola vez la vista atrás. 14- COMPAÑÍA MORÁN. SALA DE JUNTAS. INT/DÍA. En la sala de juntas, todos los miembros de la dirección escuchan a don Diego, que les habla en un tono al que ellos no se acaban de acostumbrar. Amparo lo mira y tamborilea con las uñas violetas La superficie de la mesa. Don Diego

(sereno) Escúchenme bien, amigos, les hablo con el corazón en la ma­ no: es preferible vivir presos de una idea que libres sin ilusión. Federico Paredes mira a su amigo, con admiración. Federico

(emocionado) ¡Bravo, Diego: así me gusta oírte hablar!

(sigue) ¿Qué son los sueños?, me pregunto a veces... (Pausa.) ¿Un privile­ gio? Tal vez lo sea, seguramente lo sea, pero esta respuesta no alcan­ za para respondernos la pregunta. Los sueños, amigos y enemigos míos, son la materialización de la esperanza... Gustavo escribe una nota y se la pasa a Amparo. Don Diego

(se pone en pie) Sueño y materia, he dicho, y quizás alguno de ustedes, malpen­ sados como siempre, piense que me contradigo. (Sonríe.) Saben bien que nunca he temido contradecirme, siempre y cuando la contradicción nos conduzca a la verdad. Sueño y materia, espe­ ranza y realidad, polos opuestos pero complementarios: unidad necesaria y perfecta de la vida. Amparo lee la nota. Mira a Gustavo. Asiente. Don Diego

(sigue) ¡Los sueños nos representan, porque no lo olviden: cada hombre se conoce por sus ilusiones! Don Diego se sienta. Cruza los manos. Mira a Federico. Don Diego

(mirando a Federico) Eso vine a decirles esta mañana, antes de que fuera demasia­ do tarde. Todos los accionistas se miran entre sí, sorprendidos, pero sin atreverse a in­ terrumpir al señor Presidente.

Don Diego

Porque yo tuve la suerte que ustedes no tuvieron: una triste ma­ ñana, hace apenas un año, una mujer tocó a la puerta de mi casa y yo dudé de sus poderes. Con paciencia infinita, esa mujer per­ severó en su empeño de hacerme entender los sueños. (Pausa.) Yo estoy tocando a la puerta de ustedes. Sólo que, Ies advierto, yo no tengo la misma paciencia que ella... Comentarios de preocupación entre los socios. Amparo toma la palabra.

Y rueda la manzana sobre la mesa. 15.

CASA MORÁN. CUARTO DE ROSAFINA. INT/TARDE.

Salvador tira una manzana en el cesto de la basura. ¡Odio las manzanas!

Amparo

(enérgica) Diego, creo que debemos suspender la reunión hasta después del almuerzo, cuando Gustavo rinda su informe. Don Diego

Como quieras: eso es todo lo que quería decirles. Los accionistas se disparan hacia la puerta de salida, encabezando la fuga Amparo y Gustavo. Sólo quedan, a la mesa, don Diego y su entrañable amigo Federico Paredes. Federico

(cariñoso) Diego, me has conmovido, carajo. Don Diego agradece el cumplido con una leve sonrisa. ¿No tendrás una manzana?

Ten, hermano...

Don Diego

Federico sonríe, triste, muy triste. Busca en el bolsillo de su saco, donde só­ lo un buen amigo guarda una fruta. 192

Federico

Salvador

Doña Petra, parada frente a la ventana, comprueba esperanzada que ha empezado a llover. Doña Petra

(feliz) ¡Llueve! (Lanza un beso al cielo.) Van dos. Dos veces seguidas. (Y re­ za su credo particular.) San Pedro bendito, no me vayas a fallar. No es justo tener a una persona enferma tanto tiempo. Háblese con el Patrón para que mi vida cambie de una vez. Rosafina cubre a Rosa Salvadora, que duerme en su moisés. Salvador se mece nervioso en una silla de abuelo. Prende un cigarrillo con la colilla del que se quita del labio. Salvador

¿Y para qué quiere usted que nos cambie la vida, si con ésta no nos ha ido tan mal, doña Petra? (Ansioso.) Recuerde lo que dijo Ampa­ ro: ¿Y si el cambio es para peor? Doña Petra hace la Señal de la Santa Cruz. Rosafina mira a Salvador. 193

Rosafina

(muy asustada) ¡Cállate, bruto, a ver si lo echas todo a perder otra vez! ¿Por qué iba a ser para mal, pájaro de mal agüero? Salvador

(en voz alta) Yo sólo digo lo que digo: para qué cambiar, ¿a ver? Después de to­ do somos felices, ¿no? ¿O no? Rosa Salvadora empieza a llorar. Rosafina le da el pecho. Rosafina

¿Es linda, verdad? La niña mama la teta...

(orgullosa)

una pérdida de 20 por ciento de nuestras exportaciones, ya que nuestros rivales sellaron un pacto muy favorable, a precios insóli­ tos para este tipo de operación. Federico baja la vista, apenado por la pena de don Diego. Gustavo

(implacable) La negativa de nuestro Presidente de firmar... (consulta el gráfico) ...de firmar treinta y cuatro contratos con nuestros consumidores en Europa, selló la crisis económica. Otro 20 por ciento de ganancias, en números redondos, se nos esfumó por ese concepto. Amparo está visiblemente incómoda en su puesto. Gustavo

16. COMPAÑÍA MORÁN. SALA DE JUNTAS. 1NT/TARDE. Gustavo ha desplegado una enorme sábana de papel en la pared delante­ ra de la sala de juntas y con un apuntador de madera ilustra su informe financiero. Gustavo

Como se ve en estos gráficos, el último semestre ha sido terrible para nuestra compañía. Catastrófico, diría yo... Nunca antes ha­ bía sufrido tal debacle. Todos los accionistas —en especial Amparo— prestan vivo interés al in­ forme de Gustavo. Sólo don Diego continúa como ausente. Gustavo

(sigue) El incumplimiento de los compromisos con Fragimex, significó

Todos sabemos, por otra parte, lo que significó para la Compañía el asesinato de Ángel. Una verdadera tragedia interna, de la que no quiero ni acordarme. Enterremos este capítulo, en atención a don Diego, pero no podemos dejar de tenerlo en cuenta al apreciar glo­ balmente nuestro trabajo. Gustavo hace una pausa respetuosa, muy calculada. Y sigue. Gustavo

(implacable) Bien... Sin contar operaciones fallidas menores, como la venta de la reserva aérea a un parque de diversiones y las inversiones ciegas para las adquisiciones de la famosa fábrica de mazapanes cordo­ beses y la despulpadora de manzanas, la Compañía cierra con un balance siniestro. (Pausa dramática.) En dos palabras, amigos: nuestra deuda significa el 30 por ciento de nuestras acciones. (Re­ corre con la vista el rostro grave de los accionistas, logrando un gran efecto dramático y concluye:) O lo que es lo mismo: sólo un mila­ gro puede salvarnos de la ruina. 195

Los accionistas quedan mudos ante la explicación de Gustavo. Se impone un silencio de muerte. Don Diego parece despertar con aquel silencio. Federico se hunde en el asiento. Don Diego

(añade, sonrientej

No hay milagros sin fe. Gustavo pierde los estribos, encabezando la rebelión de los miembros de la Junta Directiva. Gustavo

(enérgico) Usted ni pincha ni corta en esta junta, don Diego. ¡Y se sienta, que aún no he terminado! ¿Y qué propones, Gustavo? Gustavo duda, antes de responder:

Amparo

Gustavo

Hablo en nombre de todos, Amparo. AI grano, Gustavo.

Amparo Gustavo

(decidido) No hay más salida: hay que decretar una interdicción judicial para probar que nuestro Presidente ha perdido el juicio y ganar algún tiempo desestimando negociaciones que hemos empren­ dido, contra nuestra voluntad, acatando su mandato demente. Gustavo consulta unos papeles. 196

Gustavo

Por este concepto, tal vez, si todo nos resulta como esperamos, neutralizaríamos un 5 por ciento de pérdidas. pon Diego mira a Federico. Don Diego

(a Federico, por lo bajo)

No me dejes solo. Gustavo busca apoyo en los otros accionistas.

Gustavo

(indeciso, tartamudeando) Al mismo tiempo, y no queda más remedio, Amparo, sé que es duro... Amparo

Sigue, Gustavo, déjate de vainas ahora. Gustavo

(decidido) La Compañía se reserva como propio el 21 por ciento de accio­ nes correspondientes a don Diego, para intentar una renegocia­ ción a gran escala. Con esta justa e inapelable apropiación de bienes, podemos de alguna manera reparar los daños que a nues­ tro prestigio comercial hiciera la muerte de Angel... Amparo se pone en pie. Está abatida. Amparo

El capítulo de Ángel está enterrado, Gustavo. ¿Y entonces qué más? Gustavo

Nos vemos obligados a hipotecar al banco el 50 por ciento de tus acciones, Amparo, como garantía de las operaciones. (Cierra el ex­ pediente.) No vemos otro camino, Amparo. 197

Amparo hace un intento por defenderse, pero se derrumba en la silla. Accionista

(a Amparo) Es duro, Amparo, sabemos que es duro, pero estamos entre la es­ pada y la pared. Don Diego hace por intervenir pero Federico se lo impide con un gesto de cariño. Accionista

(sigue) En atención a tantos y tantos años de servicio ejemplar, hemos decidido conceder una generosa renta anual a don Diego, renta que le permitirá un nivel de vida decoroso a él y a los suyos. Amparo está derrotada. Gustavo

(a Amparo) Amparo, si quieres, puedes permanecer en la Compañía, como ase­ sora de la junta. Sabemos que no eres responsable de lo sucedido. Don Diego se lleva las manos a la cabeza, como si despertara de una pe­ sadilla. Don Diego

(a Federico, por lo bajo) ¿Por qué no me hacen caso, Federico? Soñar no cuesta nada. Federico

(compasivo, a don Diego) Verás que todo va a salir bien, hermano. Gustavo cierra La sábana de papel. Deja el apuntador sobre la mesa.

Amparo va hasta la pared y descuelga ceremoniosamente el retrato de los hermanos Morán, sellando su derrota. Amparo

(amenazante y para sí) ¡Esa mujer va a pagar bien caro lo que ha hecho! 17. PLAYA. EXT/ATARDECER. Dos pelícanos rojos vuelan sobre el mar. Fia escampado, al menos por un rato. En el horizonte, un sol naranja como mandarina busca una grieta entre las nubes densas. Un rastro de pasos sobre la arena conduce hasta la figura solitaria de una muchacha calva, que viste una bata anaranjada. Las olas rompen en la orilla. Maricarmen se adentra sin miedo en el océa­ no y desaparece bajo las aguas en perfecto sincronismo con el sol poniente. Sobre el mar, como única prueba de lo sucedido, queda flotando a su suer­ te un batilongo amarillo. Burbujas. Mar en calma. 18-, CASA MORAN. FACHADA. EXT/NOCHE. Noche cerrada. Llueve despacio. Una luz en la ventana. En el hueco de la ventana se distingue la silueta de Salvador. La escena dura lo que las on­ ce inquietantes campanadas de un reloj. 19-, CASA MORÁN. CUARTO DE PETRA. INT/NOCHE.

Gustavo

A través de la ventana se ve llover. En la pared-camposanto de doña Petra no cabe una cruz más. Salvador cierra la cortina y se enfrenta a su suegra:

198

199

Ahora sólo nos queda elegir un nuevo Presidente.

Salvador

Rosafina

(exclama) ¡Las once de la noche! (Aterrado.) Yo no me moriré en un acci­ dente, usted no se morirá de asma, pero todos vamos a morirnos de miedo, doña Petra. Rosafina, con Rosa Salvadora en brazos, apoya a su esposo.

(lo apoya, conmovida) Yo tampoco, mamá. (A manera de curioso elogio.) Más vale malo conocido que bueno por conocer. Relámpagos. La muchacha se abraza a su madre. Rosa Salvadora comien­ za a llorar.

Rosafina

Doña Petra

(aterrada) Salvador tiene razón, mamá... Si la lluvia pasa la medianoche, nuestras vidas cambiarán. Doña Pf.tra

(duda) En honor a la verdad, sólo cambiará mi vida. Salvador sujeta a doña Petra por los hombros. La vieja criada no ofrece mucha resistencia. Salvador

(enérgico) ¡Nuestras vidas son una sola, suegra! ¡Una sola! ¿No lo comprende?

¿Y qué podemos hacer?

(cediendo)

Salvador

(enérgico, decidido) ¡Huir de esta pesadilla, doña Petra! ¡Huir hacia algún sitio de la ciudad donde no esté lloviendo a la medianoche! Doña Petra

Está escrito.

(duda)

Salvador

¡Si está escrito qué más da: usted no sabe leer!

Doña Petra parece ceder.

Doña Petra

Salvador

De veras: con ésta no nos ha ido tan mal, suegra. Ahí tiene a su nieta, que es un encanto. ¿Quiere cambiarla? (Pausa.) ¿Y acaso quiere cambiar a Rosafina? Doña Petra baja la vista.

Sólo nos queda una hora...

(aterrorizada)

La niña llora sin consuelo. Relámpagos. Se escucha, afuera, el ladrido de los perros chinos. Salvador

Salvador

(sigue) Que quiera cambiarme a mí, lo entiendo, pero yo no quiero cam­ biarla a usted. 200

(angustiado) No hay peor gestión que la que no se hace, doña Petra. ¡Huyamos cuanto antes! (Pausa dramática.) Por lo que más quiera: huyamos. Relámpagos. 201

Salvador corre y corre, saltando charcos, desesperado. 20. CIUDAD. CALLEJUELA DEL PERÍMETRO. EXT/NOCHE. Llueve. No se ve un alma en la ciudad. Un anuncio lumínico invita a nadie a pasar un buen rato en un bar arrabalero. De tarde en tarde cruza la es­ quina algún que otro coche sombrío, como ratones, bl viejo Oldsmobile de Salvador avanza valientemente entre la noche y los diluvios. 21. OLDSMOBILE DE SALVADOR. CALLE. INT/NOCHE El desesperado chofer pega la nariz al parabrisas para orientar la fuga. En el asiento posterior van Rosa Salvadora, en brazos de su madre, y doña Pe­ tra, rezando entre dientes. De pronto, el veterano automóvil comienza a cancanear, ahogado por el agua que ha penetrado en su motor, hasta que se detiene en seco, terco co­ mo una muía de carga. De nada valen los esfuerzos de Salvador. Salvador

(desesperado)

¡Carajo! Y resuena, en el clímax de la tragedia, la primera campanada de la me­ dianoche. Rosafina y doña Petra quedan mudas, absolutamente dominadas por el pánico. Salvador, decidido, baja del viejo Oldsmobile, abre la puerta tra­ sera, y carga a su hija contra el pecho, dispuesto a vender bien caro su te­ rror. La cubre con una vieja capota, y echa a correr bajo el diluvio, por la callejuela desierta. Segunda campanada. Rosafina y doña Petra comprenden el dramatismo de la maniobra suicida, y siguen a Salvador, dando el pecho a la tormenta. Tercera, cuarta y quinta campanada. 202

Rosafina ayuda a su madre, que a cada paso está a punto de perder el equi­ librio. Sexta y séptima campanada. Milagrosamente comienza a escampar, tal y como puede comprobarse en las gotas que van debilitándose sobre la superficie de los charcos. Octava campanada. Salvador, aterrorizado, espera a Rosafina y doña Petra, en el centro de la calle. Todos se abrazan, en un conmovedor nudo familiar, esperando la ca­ tástrofe. Novena campanada. Pero sigue amainando la lluvia. Décima campanada. Ni una gota cae sobre los charcos. En el cielo, se descubren las nubes densas y la luna va bañando la escena con su luz de plateada esperanza. Undécima campanada. Ha escampado. Duodécima campanada. Salvador, desconfiado, se desen­ reda poco a poco del nudo familiar y comprueba con toda la ingenuidad del mundo, que están a salvo. Salvador

(exclama) ¡Ha escampado, carajo, ha escampado!

Doña Petra, que ahora carga a Rosa Salvadora, besa a la niña en la frente. Doña Petra

(ahogada por un asma de felicidad) ¡Nos hemos salvado, nos hemos salvado! Rosafina abre los ojos y ve a su esposo improvisando sobre los charcos un alegre carnaval. La luna. 203

El cuarto de la tía Amparo está en perfecto orden, como si nadie hubiera dormido en él. 22. CASA MORÁN. EXT/AMANECER. El sol corona la chimenea de los Morán. Por fin ha amanecido en la ciu­ dad. Un vientecillo suave bate las hojas de una ventana que alguien ha de­ jado abierta en la planta alta de la casa. Se escucha la voz de Manolito:

Manolito

(en off)

Alma... Sobre la cama de Alma, dos pavos reales picotean las almohadas.

Manolito

(en off, llamando) ¡Papá! ¡Alma! ¡Tía Amparo! Por el jardín corretean los perros, vuelan los guacamayos, trinan los pája­ ros del paraíso, en silvestre aunque anárquica libertad.

24. CASA MORÁN. PLANTA BAJA. INT/EXT/DÍA. Manolito recorre las dependencias de la planta baja. Sobre la mesa del comedor, los restos de la cena. Manolito

23. CASA MORÁN. PLANTA ALTA. INT/DÍA. Manolito, vestido con el uniforme del Colegio Madrid, recorre las habita­ ciones de la planta alta. Manolito

(llamando)

Papá... El dormitorio de don Diego está sin arreglar, la cama destendida, el pija­ ma por el piso. Manolito

(en off)

Maricarmen... El vientecillo suave bate las hojas de la ventana que Maricarmen cerrar antes de partir hacia su marina felicidad. Tía Amparo...

(en off) Doña Petra... Rosafina... Salvador...

En la cocina, Manolito descubre, en soberano caos, la nevera abierta, las cacerolas sin fregar, los jarros de leche cortada, el cesto de basura caído so­ bre el piso, donde los perros chinos rastrean algo de comer. Manolito

¿Es qué no hay nadie en esta casa?

Manolito rescata del frutero un par de manzanas apetitosas y hace un ges­ to de simpática resignación. Se escucha un claxon. Manolito sale al patio delantero, seguramente con la esperanza de encon­ trarse con Salvador, pero desencantado descubre el autobús del colegio.

olvidó

La maestra regordeta le hace señas de que se apure.

Manolito

(en off)

Manolito, resignado a su suerte, corre al autobús, dejando abierta de par en par la puerta de la casa.

204

205

25. COMPAÑÍA MORÁN. OFICINA DE DON DIEGO. INT/DÍa. Una mano de varón introduce un anillo en un dedo de mujer. Sobre la imagen clásica del pacto matrimonial se escucha la voz del mismo aboga­ do que redactara con anterioridad el nuevo testamento de don Diego. Abogado

(en off) Diego Morán y Cardellá, natural de Córdoba, capital de provin­ cia de igual nombre; y Alma Kretschmer, natural de Westfalia, los declaro unidos en matrimonio.

Federico besa a Alma y abraza a su amigo. (contento) ¡La vida empieza cada día, hermano! ¡Te felicito de todo corazón!

(muestra un documento) Este certificado asegura lo contrario, señora Amparo, y es absolu­ tamente legal. (Mira al director.) ¿Esta es su firma, doctor? El director asiente. Director

(explica) La señora Alma me pidió que certificara el estado mental de don Diego. Amparo

(molesta) ¡Y como les regalaba dinero a manos llenas usted certificó que es­ taba sano!

Don Diego

¡Soy tan feliz: me siento como un niño! Me parece un sueño. El rostro de don Diego se ensombrece de pronto. Se lleva las manos a la cabeza.

Alma se abraza a su esposo, con cariño.

(enérgica) Esta boda no tiene validez, abogado: mi hermano no es cons­ ciente de sus actos.

Amparo le dedica al director una mirada de fuego.

Federico

¿Y si despierto?

Amparo

Abogado

La boda se efectúa en total secreto, en la que fuera oficina del presidente de la Compañía Morán. Don Diego y Alma rubrican el acta notarial. Como testigos, firman el contrato de amor el fiel Federico Paredes y el viejo por­ tero de la compañía, a quien le tiembla el pulso.

Don Diego

, Se abre la puerta, violentamente. Irrumpen en el despacho, en este or­ den, Amparo Morán, el accionista Gustavo, el director del Manicomio y tres enfermeros vestidos de blanco. Amparo se dirige al abogado.

Director

/

(picado en su orgullo) Entonces, nada parecía probar lo contrario. La generosidad no es rasgo de locura, señora. Amparo

Alma

(amorosa) Tonto, niño mío. No despertarás, porque dormirás en mi sueño. 206

(enérgica) Pues ese certificado está equivocado. Mañana mismo tendrá las pruebas de la demencia de Diego. 207

Abogado

(duro) Si usted rae trae ese certificado mañana, se demostrará que don Diego ha perdido el juicio a partir de mañana. (Orgulloso de su profundo argumento, sentencia:) Por tanto, hasta que no se de­ muestre otra cosa, este matrimonio es legal. Absolutamente legal. (Cierra su maletín, dando por terminado el juicio.) Alma sonríe, complaciente. Hasta este momento de la polémica, la soñado­ ra se había mantenido a reserva, evitando que una sola palabra suya enre­ dara aún más la ya muy compleja situación. Al escuchar la sentencia del abogado, Alma decide que ya es hora de hacerse sentir, y se acerca a Diego. Amparo

(a Alma) ¡No se acerque a mi hermano: por su culpa hemos llegado hasta donde hemos llegado! Federico

(interviene) ¡Parece mentira, Amparo: nunca lo hubiera esperado de ti! ¡Es tu hermano, sangre de tu sangre! Amparo se encara a Federico.

Amparo

(al doctor) Doctor, cumpla con su deber. Yo me responsabilizo con todo. Los enfermeros se acercan a don Diego, quien hace por defenderse. Federi­ co se le une. Los enfermeros, con habilidad, se lanzan sobre el enfermo y logran neutralizarlo con una camisa de fuerza. Federico comprende que es inútil defenderle. Se lo llevan, sin piedad. Federico

(los sigue, por el pasillo) Tranquilo, Diego: tú verás cómo todo se arregla, hermano. El accionista Gustavo se aleja discutiendo acaloradamente con el insobor­ nable abogado. Esto es abuso de poder.

Abogado Gustavo

(le va diciendo) Tal vez podamos llegar a un arreglo mutuamente satisfactorio. Piense en la Compañía... Abogado

Amparo

(decidida) Tú te callas. Siempre lo has malcriado. Lo que hago, lo hago por su bien. El asustado portero aprovecha la confiisión y escapa de la oficina. Don Diego, que ha presenciado la escena sin entenderla del todo, defiende sus derechos. Don Diego

¡Nadie tiene derecho de meterse en mi vida! ¡Fuera de aquí! 208

Las leyes son las leyes, Gustavo... Alma y Amparo quedan solas en la oficina. Se miran cara a cara. Amparo

(con todo el odio del mundo) ¿Ya logró lo que quería, verdad? ¡Ya logró lo que quería! Alma

Todavía no.

(con toda la paz del mundo)

209

26. ¿MANICOMIO. JARDÍN. EXT/DÍA. Decenas de gallinas ponedoras blancas, tapizan prácticamente todo el be­ llo jardín del manicomio. De espaldas, la maestra escribe una oración en la pizarrita. Maestra

(lee, mientras escribe) Es... preferible... vivir presos de... una idea... que libres... sin ilusión. Docenas de pollitos y polluelos pían a coro ensordecedor. Al fondo, don Diego trasplanta un manzano. 27. CASA MORÁN. JARDÍN. EXT/DÍA. El viento mueve las plumas de los pájaros del paraíso. Baten las hojas de las ventanas. Los perros chinos han roto, a mordidas, la hamaca de Madagascar. Alma camina ceremoniosamente por los desolados jardines de la casa, con­ templando sus dominios. Se refresca con un abanico de nácar. Los peri­ quitos parecen cantar su nombre.

Rómulo y Remo cazan mariposas. Decidida, Amparo abandona su dormitorio. 29. CASA MORÁN. JARDÍN. EXT/DÍA. Chillan los pájaros en coro frenético. Amparo, vestida con su bata de seda japonesa, recorre todo el jardín bus­ cando a Alma. Amparo

¡Cállense, pajarracos! Desde la planta alta de la terraza, Amparo ve:

El pavo real echa a volar escandalosamente hasta posarse sobre el antebra­ zo de Alma. Decidida, Amparo regresa a la casa. 30. CASA MORÁN. SALA. ESCALERA. INT/DÍA. Amparo atraviesa toda la sala derribando búcaros y jarrones en su deses­ perante ofensiva. Los dos pelícanos de madera roja caen sobre la alfombra de Turquía.

28. CASA MORÁN. CUARTO DE AMPARO. INT/DÍA. Amparo camina de una punta a otra de su cuarto, fumando hasta la deses­ peración un cigarrillo tras otro. L. van D. es el único testigo de la escena. El viento golpea la ventana abierta. Amparo va a cerrarla y ve a Alma, ca­ minando a solas por el jardín. 210

Amparo sube a saltos la escalera. Tropieza. Se agarra al pasamanos, sin in­ terrumpir el ascenso. Una mano recoje del suelo la pareja de pelícanos y vuelve a colocar la ta­ lla sobre el estante. Es una mano de mujer. La mano de Alma.

211

31. CASA MORÁN. CUARTO DE AMPARO. TERRAZA. INT/DÍA. Amparo abre con violencia la doble puerta que conduce a la terraza de su cuarto: no hay nadie. Ansiosa, se acerca a la barandilla, recorre con la mi­ rada todo el jardín y grita: ¡Alma!

Amparo

Alma

Siempre quise vivir en esta casa, y no en otra, y por eso la fui edi­ ficando sueño a sueño. Alma se detiene en el descanso de la planta baja. Se vuelve. Mira a Am­ paro, casi con lástima. Alma

De espaldas, Amparo siente la presencia de la extraña mujer y se vuelve muy despacio, como midiendo casa paso.

(sonríe) Vivir... (pausa)... en compañía de un niño como Manolito, a quien dedicarle todas mis energías.

Alma está en el umbral de la puerta. El pavo real echa a volar escandalosamente.

33-. CASA MORÁN. JARDÍN. EXT/DÍA.

Las dos mujeres se estudian unos segundos que recuerdan la eternidad.

Alma en el centro del jardín. El viento mueve su cabello suelto. Chillan to­ dos los pájaros.

Alma

¿No comprendes todavía?

(amable)

Amparo no puede evitar sentir un frío irresistible. Alma

(sonríe enigmáticamente) No has hecho más que realizar el sueño más caro de mi vida. Y da la espalda a su rival, como un torero que desafía a su bestia en una plaza pública. 32. CASA MORÁN. ESCALERAS. PLANTA BAJA. INT/DÍA.

¿Quién es usted?

Amparo

Alma sigue su confesión, sin darle a su rival el placer de conocer contra quién lucha. Alma

Vivir durmiendo en un cuarto exacto al tuyo, rodeada de objetos extravagantes, como esos personajes de las telenovelas que tú tan­ to detestas. Alma recoge un búcaro que ha caído al suelo y lo coloca con delicadeza en su posición. Alma

Alma va bajando las escaleras como sólo las reinas saben bajar las escaleras, seguida por Amparo.

(sigue) Rodeada, sí, de perros chinos y papagayos y pájaros del paraíso y pavos reales...

212

213

A un gesto de Alma, los perros chinos y los pájaros del paraíso se alinean a su bando, como soldados de fila. Alma

(dura, casi rencorosa) Pajarracos, como tú dices... Pajarracos que tú compraste contra tu voluntad porque yo había soñado que ibas a comprarlos para mí. 34. CASA MORÁN. SALA. INT/DÍA. Alma toma de una mesa el abanico de nácar. Alma

¿Recuerdas a aquel mercader de Jaffna, en Ceilán, que pretendió venderte estos abanicos de nácar por quinientos dólares? Amparo se queda de una pieza. Alma

(sonríe) Por cierto, llevabas un sombrero verde, muy subido de tono para mi gusto. (Cierra el abanico.) Pues bien, yo soñé que lo sacarías en ciento veinte y así fue... ¿O te atreverás a negarlo, Amparo? Amparo siente una angustia dolorosa. ¡¿Cómo usted sabe eso?!

Amparo

Con extrema delicadeza, Alma deja el abanico sobre la mesita. Se acerca despacio a los biombos chinos. Alma

(de espaldas a Amparo) ¿Y cuando perdiste el avión en Hong Kong? (Exclama) ¡Y con aquel temporal! 214

Alma se recuesta a los biombos y se vuelve triunfante. Alma

(orgullosa) ¡Yo hice que se adelantara porque aún no me habías comprado es­ tos preciosos biombos que tanto odias! Amparo siente ahora un miedo insoportable. Le tiembla la quijada. ¿Quién es usted? Alma sonríe sin compasión.

Amparo

Alma

Una mujer que se alquila para soñar. Lo vengo diciendo desde el primer capítulo de esta historia, pero usted no me quiere creer. Chillan los pájaros del paraíso, ladran los perros chinos, se enciende, como por encanto, la televisión... Ai.ma

Muchos sueños me costó este sueño. Y ya ve: aquí estamos las dos, solas. Alma recorre la sala, seguida por la corte de animales. Alma

(de espaldas a Amparo) Contado parece fácil... Sólo yo conozco el precio de mis ilusiones. Alma se encamina hacia una lamparilla y la conecta a la electricidad: es su prodigiosa lámpara de sombras. Toda la habitación se oscurece de pronto. Alma

Por cierto, anoche soñé con usted... Un sueño muy real, preciso, en el que había una escena idéntica a ésta que nosotras estamos 215

protagonizando ahora. En él usted se va, sin saber a ciencia cier­ ta por qué lo hace. Lo cierto es que se va, aterrorizada. Así que... ¡Váyase! Amparo baja los brazos. AiMPARO

(desesperada) Por amor de Dios, ¿quién es usted? Alma no responde: su figura queda en penumbras, apenas dibujada por los resplandores lejanos del televisor. Amparo huye derrotada hacia la puerta, la abre y abandona la casa, dan­ do un portazo. El rostro de Alma cubre toda la pantalla, para decir: Alma

¿Quién soy? (Pausa.) La dueña de mis sueños.

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Participantes en el taller

Director

Gabriel García Márquez Asesores

Doc Comparato (Brasil). Dramaturgo y guionista de cine y televisión. Tiene una amplia experiencia pedagógica en escuelas de cine y televisión en los Estados Unidos, Francia, Perú, México y Cuba. Autor del libro Arte y técnica de escribir para cine y televisión. Escribió las series Plantao de policía, Malu-Mulher, O tempo e o vento y el film El buen burgués. Elíseo Alberto Diego (Cuba). Guionista y escritor. Autor de libros de poesía, novelas y relatos para niños. Entre sus guiones destacan los de los documentales: Kid Chocolate, y Con los pies en la tierra, y entre los largometrajes de ficción: Cartas del parque, En 3 y 2, Yo soy de donde hay un río y Guantanamera, y las series de televisión: Contigo en la distancia, María, Amor de otro mundo. 219

Talleristas

Andrés Agudelo Restrepo (Colombia). Guionista de televisión. Ha trabajado como ayudante de dirección en Los camiones de polvo y Alegoría a la libertad y como director de fotografía en El espejismo americano. Ha dirigido el largometraje Mi alma se la dejo al diablo. Iván Argüe lio Lacayo (Nicaragua). Realizador cinematográfico. Ha escrito y dirigido cortometrajes, documentales y el largometraje de ficción El espectro de la guerra.

Editor de las sesiones

Edgar Soberón Torchia (Panamá). Escritor, crítico de cine. Premio Nacional de Literatura de Panamá. Es autor de los libros Un siglo de cine, Panabulario e Hijo de Ochún. Estudió cine con Jean Rouch, Orlando Senna y Francis Coppola. Ha dirigido la Cinemateca de Panamá, y director de Cultura de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños.

Susana Cato (México). Periodista y guionista de radio y televisión. Miembro del Escritorio de guiones de Gabriel García Márquez con sede en la ciudad de México. Luis Alberto Lamata (Venezuela). Realizador y escritor de programas de televisión, cortometrajes, y cortos de ficción. Ha obtenido el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cartagena de Indias, y el Primer Premio Coral en el Festival de La Habana de 1992, por su película Jericó. Manuel Gómez Díaz (Cuba). Escritor. Guionista de series de televisión {Alejandro, Alguien me habló de los naufragios, entre otras). Arturo Villaseñor (México). Guionista y autor teatral. Dirigió el corto La felicidad de la señora Consuelo y el mediometraje Mamá salió de compras. Guionista de Encuentro inesperado (según su obra teatral), de Jaime Humberto Hermosillo. 221

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