Garcia De La Fuente Olegario - Latin Biblico Y Latin Cristiano.pdf

February 20, 2017 | Author: r.figueroa. | Category: N/A
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n estas páginas, su autor, 0 . García de la Fuente, catedrático de Filología Latina de la U niversidad de M álaga y uno de los más destacados especialistas del mundo

en latín bíblico y cristiano, nos expone con argumentos decisivos la distinción entre ambos, destacando la im portancia de este hecho para dar a cada uno de estos tipos de latín lo que le corresponde de novedad en el conjunto del latín tardío. Lo verdaderam ente novedoso es el latin bíblico. E l latín cristiano en sentido estricto, es decir, excluyendo de su contenido el latín bíblico, es menos novedoso de lo que hasta ahora ha pretendido y defendido la Escuela de Nimega". El libro demuestra por qué se debe establecer este pla ntea m iento y por qué las novedades provienen del latín bíblico. La segunda edición de esta obra, agotada en un tiem po relativam ente corto, supone una reelaboración de ta l calibre, sobre todo en la segunda parte: L atín bíblico, con más de 2 0 0 páginas nuevas, que resulta una edición nueva dejando anticuada a la prim era. La prim era parte: L atín cristiano, ha sufrido tam bién numerosos retoques. La que ha quedado intacta es la tercera parte: Autores cristianos. Preocupado por los problem as de la enseñanza el autor ofrece, a modo de epilogo, un ensayo sobre el latín bíblico y la enseñanza del latín, que term ina con estas palabras: "A los universitarios, que estudian la especialidad de Lenguas Clásicas, les diríam os y así se lo decimos, que siempre llevarán una laguna im perdonable en su form ación latin a si no han leído y traducido algo de la Vulgata, probablem ente el texto latino más im portante jam ás escrito, la obra latina más leída, la que más ha influido en la cultura occidental en todos los

Olegario García de la Fuente

Catedrático de la Universidad de Málaga Director de Investigación y Profesorado del CEES (Madrid)

LATIN BIBLICO Y LATIN CRISTIANO

MADRID 1994

Segunda edición, corregida y aumentada, de la obra Introducción a l latín bíblico y cristiano,

Ediciones Edinford, Málaga 1990

© Editorial CEES ISBN: 88881-00-2 D epósito Legal: M -24643/94 R ealización y Producción: Pantagram a, S. L. Im prim e: G ráficas M uriel.

Para José María y Javier, que me dejaron libre, y para Marisa, que me acompañó.

PRO LO G O A LA SEGUNDA EDICION

Agotada la primera edición de esta obra en un tiempo razonablemente corto, presentamos la segunda edición, revisada y aumentada. Como la revisión afecta tan profundamente a las dos primeras partes: I,- El latín cristiano; II,- El latín bíblico, sobre todo a la IIa, aumentada en más de 150 pp. nuevas -aunque la III,- Los autores cristianos permanece invariable-, nos ha parecido oportu­ no cambiar hasta el título de la obra, que no se llamará ya Introducción al latín bíblico y cristiano, sino Latín bíblico y Latín cristiano, para destacar ya desde el título la tesis que defendemos. Hemos tomado esta decisión después de haber estado en la Universidad de París-Sorbona el 25 de noviembre de 1993 para pronunciar una conferencia titulada: Latin chrétien et latin biblique: coïnciden­ ces et différences. La conclusion que sacaron los colegas de aquella Universidad fue que lo único cierto por el momento es que existe el latín bíblico como lengua especial, una lengua especial de traducción de unos libros escritos en hebreo (y algo en arameo) y en griego, redactados éstos últimos por judíos con su propia mentali­ dad semítica. En cambio, ya no es tan cierto ni tan evidente que exista un latín cristiano como lengua especial, distinta de la lengua popular de la época tardía, tal como la ha entendido y entiende la Escuela de Nimega. La Profesora de la Sorbona Michèle Fruyt, aludiendo a mi conferencia, se expresa en estos térmi­ nos en una carta reciente: Votre conférence a été vivement appréciée ici... Serait-il possible d ’insister, au début, sur les circonstances de cette conférence, et, notamment, la recherche du séminaire sur les traits pouvant caractériser le latin chrétien, puisque nous nous demandons, finalement, s'il est légitime de parler de “latin chrétien" , si cela existe et ce que cela peut représenter.

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Latín bíblico y L atín cristiano

Y la razón es evidente. Porque si las mayores novedades del latín cristiano le vienen precisamente de haber incorporado elementos propios del latín bíblico, ya no son novedades del latín cristiano en cuanto tal, sino novedades del latín bíblico. Y si esas novedades del latín bíblico constituyen, por ejemplo, un ochenta o noventa por ciento de las novedades del latín cristiano, y se las atribuimos al latín bíblico, como es de rigor, al latín cristiano le queda, en realidad, bastante poco de novedad y peculiaridad. Todo el problema radica en que la Escuela ele Nimega y lo mismo todos los tratadistas y estudiosos del latín cristiano engloban el latín bíblico dentro del concepto de latín cristiano, y entonces este “latín cristiano” sí presenta muchas novedades con respecto al “latín profano” de la época tardía. Pero, si hacemos una distinción entre latín bíblico y latín cristiano, como hay que hacerla por razones metodológicas y científicas, y damos a cada lengua lo que le correspon­ de, el problema del latín cristiano cambia radicalmente de perspectiva, y es menos novedoso de cuanto se ha intentado demostrar hasta ahora. Mis trabajos de estos últimos 25 años, y mis dos manuales más amplios, titulados: Introducción cd latín bíblico y cristiano, Madrid 1990, 482 pp., cuya segunda edición presentamos aquí, y Antología del latín bíblico y cristiano, Ediciones Edinford, Málaga 1990, 448 pp., demuestran que es preciso hacer un nuevo planteamiento del problema del latín cristiano, o empezar a hablar de latín bíblico-cristiano, o de latín bíblico y cristiano, y no, simplemente, de latín cristiano. A la Bibliografía, citada en la primera edición, sólo se añaden dos nuevas tesis doctorales, dirigidas por mí, y que corroboran cuanto aquí se dice, y son: C. Macías Villalobos, Léxico de los libros de Samuel de la Vulgcita, Málaga 1993, 1428 pp.; Ma.C. Olivera Reyna, Léxico del evangelio de Juan de la Vul­ gata, Málaga 1993, 829 pp., y mis trabajos de estos últimos años sobre el tema que desarrolla este libro. CEES Centro Europeo de Estudios Superiores Madrid, 1-XII-1993

INDICE GENERAL

Eag, PRÓLOGO A LA SEGUNDA E D IC IÓ N ...............................................

9

PRESENTACIÓN ......................................................................................

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IN T R O D U C C IO N ...................................................................................... El latín bíblico y cristiano en el marco del latín tard ío .......................

21 21

PRIM ERA PARTE EL LATIN CRISTIANO .............................................................................

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I. Importancia del latín cristiano en la evolución del latín ......................

29

II. Latín común y latín de los cristianos...................................................... II. 1. Algunos datos sobre la existencia del latín cristiano................... II.2. Rasgos característicos del latín cristiano...................................... II.2.1. Neologismos............................................................................... 11.2.1.1. Neologismos c¡ue son “cristianismos lexicológicos directos”................................................................................ 11.2.1.2. Neologismos c¡ue son “cristianismos lexicológicos indirectos”........................................................................... 11.2.1.3. Neologismos que son “cristianismos semánticos" ( - semasiológicos)...............................................................

35 35 40 41 41 42 44

Π.2.1.4. Formación de los neologismos cristianos........................ II.2.1.5. Cristianismos sintácticos.................................................. 11.2.2. Grecismos................................................................................... 11.2.3. Semitismos.................................................................................. 11.2.4. Vulgarismos............................................................................... 11.2.4.1. Vulgarismos léxicos............................................................ 11.2.4.2. Vulgarismos sintácticos..................................................... 11.2.4.3. Conclusiones sobre los vulgarismos................................. II.3. Solución definitiva al problema de la lengua cristiana................

49 49 51 58 65 67 74 75 77

SEGUNDA PARTE EL LATIN BIBLICO ...................................................................................

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I. Importancia del latín bíblico en la evolución del la tín ........................... 1.1. Introducción....................................................................................... 1.2. El texto de la biblia........................................................................... 1.2.1. El texto hebreo y arameo de la biblia....................................... 1.2.2. El texto griego del N.T............................................................... 1.3. Las versiones de la biblia.................................................................. 1.3.1. Versiones griegas del A.T.......................................................... 1.3.2. Versiones arameas de la biblia.................................................. 1.3.3. Versiones latinas de la biblia..................................................... 1.3.3.1. La venus latina..................................................................... 1.3.3.2. La vulgata............................................................................

85 85 89 89 94 101 101 120 126 129 150

II. Coincidencias y discrepancias entre el “latín bíblico” y el “latín cris­ tiano” ....................................................................................................... II. 1. Estado de la cuestión........................................................................ II.2. Peculiaridades del latín bíblico ............................................. II.2.1. Influjo semítico........................................................................ 11.2.1.1. Campo sintáctico................................................................ 11.2.1.2. Campo léxico...................................................................... 11.2.1.3. Campo semántico............................................................... 11.2.1.4. Campo estilístico................................................................ II.2.2 - Influjo griego.......................................................................... 11.2.2.1. Campo sintáctico................................................................ 11.2.2.2. Campo léxico...................................................................... 11.2.3. Influjo de la lengua popular..................................................... II.2.3.1. Morfología..........................................................................

163 166 170 170 170 241 247 258 269 269 277 289 289

11.2.3.2. Sintaxis............................................................................... 11.2.3.3. Campo léxico......................................................................

297 310

TERCERA PARTE LOS AUTORES CRISTIANOS..................................................................

317

I. Introducción .............................................................................................. II. Orígenes de la literatura latina cristiana....................................... 1........ III. Las versiones de la Biblia y la literatura latina cristiana antigua ...... III. 1. Géneros literarios dependientes de la Biblia latin a.......... III. 1.1. Géneros literarios nuevos...................................................... III. 1.2. Géneros literarios antiguos con nuevo contenido...............

319 323 326 326 327 332

IV. Carta de Clemente a losCorintios........................................................ 1. Fecha de la(traducción latina.............................................................. 2. La carta y las citas de la Biblia ......................................................... 3. Lengua y estilo de la carta ................................................................. 4. Uso del vocabulario técnico de los cristianos .................................. 5. Conclusiones finales ..........................................................................

338 338 339 340 342 344

V. El “Pastor” de Hermas ............................................................................ 1. Contenido de la o b ra .......................................................................... 2. Autor de la obra .................................................................................. 3. Fecha de composición........................................................................ 4. Lengua y estilo de la obra ..................................................................

345 345 345 345 346

VI. La “Passio Perpetuae et Felicitatis” ...................................................... 1. Contenido de la o b ra .......................................................................... 2. Fecha de composición de la o b ra ...................................................... 3. Lengua y estilo de la o b ra ..................................................................

348 348 348 349

VII. Minucio F élix ............................................................................... ........ 1. Vida y obras ........................................................................................ 2. El Octavius.......................................................................................... 2.1. Estructura y contenido del “Octavius” ..................................... 2.2. Valor literario y doctrinal del “Octavius" ................................ 2.3. Lengua y estilo del “Octavius” ..................................................

351 351 352 352 354 354

VIII. Tertuliano.............................................................................................

357

1. V id a ...................................................................................................... 2. O b ras.................................................................................................... 3. Lengua y estilo .................................................................................... 3.1. Lengua de Tertuliano .................................................................. 3.2. Estilo de Tertuliano ..................................................................... 4. El “Apologeticum” ............................................................................ 4.1. Estructura de la o b ra ................................................................... 4.2. Contenido de la obra ................................................................... 5. Importancia de Tertuliano..................................................................

357 357 359 359 363 367 367 368 369

IX. C ipriano................................................................................................... 1. V id a...................................................................................................... 2. O b ras.................................................................................................... 3. Lengua y estilo ....................................................................................

371 371 371 375

X. N ovaciano................................................................................................ 1. Vida y obras ........................................................................................ 2. Lengua y e stilo .................................................................................... 2.1. Vocabulario .................................................................................. 2.2. Sintaxis .........................................................................................

379 379 381 281 383

XI. Lengua y estilo de la poesía latina cristiana........................................

385

XII. Comodiano............................................................................................ 1. Vida y obras ........................................................................................ 2. Cultura y formaciónxaracterísticas de sus ob ras............................ 3. Lengua y e stilo ....................................................................................

397 397 397 398

XIII.Arnobi o ............................................................................................. 1. V id a ...................................................................................................... 2. Obra ......................................................... ........................................... 3. Lengua y e stilo ....................................................................................

399 399 399 401

XIV.Lactancio .............................................................................................. 1. V id a...................................................................................................... 2. Obras .................................................................................................... 3. Lengua y e stilo .................................................................................... XIV.3.1. L en gua .................................................................................. XIV.3.2. E stilo .....................................................................................

402 402 402 405 405 408

XV. Juvenco

409

XVI. Hilario de Poitiers............................................................................... 1. V id a...................................................................................................... 2. Obras .................................................................................................... 3. Lengua y estilo .................................................................................... 3.1. Estilo exegético............................................................................ 3.2. Estilo teológico............................................................................ 3.3. Estilo polémico ............................................................................ 3.4. El problema del estilo cristiano .................................................

411 411 411 415 415 416 416 416

XVII. A m brosio............................................................................................ 1. V id a ...................................................................................................... 2. O b ras.................................................................................................... 2.1. Ambrosio predicador................................................................... 2.2. Ambrosio teólogo......................................................................... 2.3. Ambrosio exégeta ........................................................................ 2.4. Ambrosio autor de tratados morales y ascéticos ..................... 2.5. Ambrosio poeta: los himnos ....................................................... 3. Lengua y estilo ....................................................................................

418 418 419 419 420 421 421 422 423

XVIII. Jerónim o............................................................................................ 1. V id a ...................................................................................................... 2. Obras .................................................................................................... 2.1. Obras históricas .......................................................................... 2.2. Obras de ascética monástica .'biografías ................................... 2.3. Obras polém icas.......................................................................... 2.4. Obras bíblicas ............................................................................. 2.5. Correspondencia ......................................................................... 3. Lengua y e stilo ....................................................................................

424 424 426 426 427 427 428 429 429

XIX. Prudencio........................................................................................... 1. V id a ...................................................................................................... 2. O b ras.................................................................................................... 2.1. Psychomachia.............................................................................. 2.2. Apotheosis..................................................................................... 2.3. Hamartigenia............................................................................... 2.4. Contra Symmachum..................................................................... 2.5. Cathemerinon .............................................................................. 2.6. Peristephanon............................................................................... 2.7. Dittochaeon .................................................................................. 3. Lengua y e stilo ...................................................................................

432 432 433 434 434 434 435 435 436 436 437

XX. Paulino de N o la ..................................................................................... 1. V id a ...................................................................................................... 2. O b ras.................................................................................................... 3. Lengua y e stilo ....................................................................................

439 439 440 441

XXI. Agustín ................................................................................................. 1. V id a........................ ............................................................................. 2. O b ras.................................................................................................... 2.1. Diálogos de Casiciaco................................................................ 2.2. Obras polém icas.......................................................................... 2.3. Tratados de teología dogmática................................................. 2.4. Tratados de teología moral ........................................................ 2.5. Obras pedagógicas...................................................................... 2.6. Obras exegéticas ......................................................................... 2-7. Otras o b ra s................................................................................... 3. Agustín escritor................................................................................... 4. La “Ciudad de Dios” .......................................................................... 4.1. Contenido y estructura de la o b ra ............................................. 4.2. Lengua y estilo.............................................................................. 5. Las “Confesiones” ............................................................................. 5.1. Contenido y estructura de la obra ......................................... 5.2. Lengua y estilo ...................................................... ................... 6. Los “Sermones” .................................................................................. 6.1 .La claridad...................................................................... 6.2. La expresividad ......................................................................... 6.3. La gravedad y la unción.......................................................... 7. Las “Cartas” ........................................................................................ * 8. El “De Trinitate” ................................................................................. 9. El “De doctrina Christiana” ................................................................ 10. Conclusión general sobre Agustín escritor ....................................

443 443 444 444 444 445 446 446 446 446 447 451 451 452 457 457 458 462 463 464 466 466 468 469 469

XXII. El período de los “Fundadores” de la Edad Media ........................ 1. Introducción ........................................................................................ 2. Boecio .................................................................................................. l A .V i d a ....................................:.......................................................... 2.2. Obras ............................................................................................ 3. Casiodoro ............................................................................................ 3.1. V ida................................................................................................ 3.2. Obras ............................................................................................ 4. Gregorio M agno..................................................................................

471 471 473 473 474 476 476 476 478

4.1 .V id a ............................................................................................... 4.2. Obras ............................................................................................ 4.2.1. Obras destinadas a los m onjes............................................. 4.2.2. Obras destinadas al público en general............................... 4.2.3. Las ca rta s.............................................................................. 5. Isidoro de Sevilla ............................................................................... 5.1 .V id a ............................................................................................... 5.2. Obras ............................................................................................

478 478 478 479 479 480 480 480

APENDICE ................................................................................................... El latín bíblico y la didáctica del latín ........................................................ Bibliografía.................................................................................................... I. Información bibliográfica................................................................... II. Latín cristiano..................................................................................... III. Latín bíb lico ...................................................................................... IV. Autores cristianos ............................................................................

485 487 496 496 496 509 521

ÍNDICE DE PALABRAS LATINAS.........................................................

527

ÍNDICE DE GRECISMOS..........................................................................

553

ÍNDICE DE SEMITISMOS.........................................................................

561

ÍNDICE ESPECÍFICO DE MATERIAS....................................................

567

PRESENTACION

Los primeros materiales de esta Introducción al latín bíblico y cristiano se remontan al año 1972, cuando en la Universidad Complutense de Madrid reci­ bimos el encargo de explicar la materia optativa Patrística latina, que cursaban los alumnos de 5- curso de Filología latina. Al año siguiente volvimos a dar esa misma materia en la citada Universidad. Posteriormente hemos tratado siempre temas relacionados con el latín bíblico y cristiano en los cursos de Doctorado que hemos tenido año tras año en la Universidad de Málaga. En el I Congreso Andaluz de Estudios Clásicos, celebrado en Jaén del 9 al 12 de diciembre de 1981, expusimos una Ponencia titulada “Aspectos del latín tardío” (cf. Actas del I Congreso Andaluz de Estudios Clásicos, Jaén 1982, pp.28-46), en la que tratamos fundamentalmente del latín bíblico y de su impor­ tancia en la evolución del latín cristiano. Algunos años más tarde, en el VII Congreso Español de Estudios Clásicos, celebrado en Madrid del 20 al 24 de abril de 1987 volvimos sobre el tema del latín tardío con otra Ponencia titulada “Consideraciones sobre el latín tardío” (cf. Actas del VII Congreso Español de Estudios Clásicos, I, Madrid 1989, pp.367-382), en la que analizábamos el tema del latín cristiano, destacando su importancia en la historia del latín, y en la que hacíamos muy severas críticas a los manuales de historia de la literatura latina que suelen estudiar nuestros alumnos de lenguas clásicas, poniendo de relieve las inexplicables lagunas que presentan cuando tratan de los autores cristianos. Muchos colegas y amigos que oyeron aquella Ponencia nos sugirieron la

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L atín bíblico y L atín cristiano

idea de que debíamos preparar un Manual que colmara aquellas lagunas que, a juicio de todos, había que subsanar. Este es, pues, el origen inmediato de la obra que hoy ofrecemos a nuestros colegas de la Universidad o de los Centros de Enseñanzas Medias, a los alumnos de lenguas clásicas de nuestras Universida­ des, a los seminaristas que estudian teología y que, entre otras cosas, deben saber latín (sobre todo, latín bíblico y cristiano) para poder entender a fondo a los Santos Padres, como ha vuelto a recomendar recientemente la Santa Sede, y a todos los estudiosos de las lenguas románicas, que quieran conocer adecuada­ mente los orígenes inmediatos de estas lenguas, que no se derivaron del latín clásico, ni del latín tardío profano* sino del latín cristianizado de los siglos ante­ riores a la Edad Media. Esta obra remite cohstantemente a otra, Antología del latín bíblico y cristia­ no, que surgió al mismo tiempo que ella, y que han publicado recientemente las Ediciones Edinford de Málaga, y que es el complemento obligado de ésta, pues recoge los textos que prueban la teoría que aquí se expone. Esperamos que una y otra llenen con decoro la laguna que han venido a colmar y cumplan el objetivo que nos hemos prefijado. Málaga, 6 de enero, día de la Epifanía del Señor, de 1990.

INTRODUCCION EL LATIN BIBLICO Y CRISTIANO EN EL MARCO DEL LATIN TARDIO

Como intentaremos demostrar en esta obra, la aparición del latín bíblico y del latín cristiano son los dos fenómenos lingüísticos más importantes del perío­ do comúnmente denominado del latín tardío. La amplitud, variedad y compleji­ dad del tema del latín tardío las describe espléndidamente E. Lofstedt en su conocida y ya clásica obra postuma -pues el autor murió el 1955, y su obra, tra­ ducida del sueco, apareció por primera vez el 1959 en versión inglesa- titulada justamente Late Latín, “Latín tardío”. Lofstedt comienza así su descripción del latín tardío: “No es empresa fácil dar en los límites de un breve capítulo una imagen lo más viva y adecuada posi­ ble de lo que se llama comúnmente “Latín tardío”. Una dificultad considerable proviene ya de la extraordinaria diferencia cualitativa de la literatura romana tardía, que abarca obras inmortales y también compilaciones bastante ordina­ rias: Las Confesiones de San Agustín y la Mulomedicina Chironis; el Corpus luris Civilis y las Crónicas de Jordanes; los himnos más bellos de Prudencio y los versos ingenuos, frecuentemente conmovedores, a veces apenas inteligibles, en los que los artesanos, soldados y libertos de las distintas zonas del Imperio intentaban expresar los propios sentimientos. Reunir bajo una denominación común la lengua de todas estas producciones literarias o semiliterarias es casi imposible”1. En términos parecidos se expresa mucho más recientemente (año 1982) Paul Klopsch en su trabajo: Latein ais Literatursprache, “El latín como lengua 1 E. L ofstedt, L ate Latín (o.c.), p .l.

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L atín bíblico y L atín cristiano

literaria”. Dice así: “Es evidente que la lengua literaria latina de época tardía presenta dos planos absolutamente diferenciados. Para citar un solo ejemplo de comienzos del siglo VI, nadie puede poner en duda que hay un abismo entre el latín que empleaba Casiodoro a las órdenes del rey ostrogodo Teodorico y el latín del médico Antimo, que escribió para el rey de los francos Teodorico un libro sobre la sana alimentación: De observatione ciborum. Y Klopsch1 conti­ núa diciendo: “El latín tardío se distingue verticalmente en lengua literaria, len­ gua familiar y lengua vulgar de una manera mucho más clara aún que el latín de los períodos primitivos de la lengua”. Y termina: “Por lo que respecta a la prosa, por ejemplo, si la envergadura lingüística del período de Augusto com­ prende desde Livio a Vitrubio, en el siglo Vi esta envergadura comprende desde Boecio a Antimo”2. Queda, pues, suficientemente señalada la amplitud, variedad y complejidad del tema del “Latín tardío” desde el punto de vista lingüístico. Y en esto todos los investigadores están de acuerdo. En lo que no están de acuerdo es en señalar los límites cronológicos del latín tardío. ¿Cuándo empieza y cuándo termina el latín tardío? Sobre la fecha del comienzo puede decirse que no hay diferencias sustanciales entre los inves­ tigadores, fuera de la opinión de F. L o t3, que retrasa el comienzo del latín tar­ dío hasta finales del siglo II y comienzos del III. El año 200 podría ser una fecha para retener en la memoria. Lôfstedt, auto­ ridad en la materia, habla de los últimos decenios del siglo II, a partir de las más antiguas redacciones de las Actas de los mártires y de Tertuliano. Por nuestra parte, pensamos que proponer fechas muy exactas para temas como éste carece de verdadero interés, entre otras razones porque la evolución de las lenguas, como la evolución natural, nonfacit sciltus, es siempre un proce­ so lento, que no hace saltos en el vacío. No obstante, creemos que puede y debe introducirse un dato en la discusión del tema, que no hemos encontrado en nin­ gún autor, y que consistiría en establecer una distinción entre literatura latina pagana, cuya época tardía podría comenzar en torno al año 200, dejando fuera del período a Apuleyo (d.170), Aulo Gelio (a. 161-180) y Frontón (a. 161-180), y la literatura cristiana, cuyo comienzo podría ponerse algo antes, entre el 160 y 180, como diremos más adelante con más precisión. La lengua latina cristiana pertenecería, pues, toda ella al período del latín tardío.

; P. K lopsch, i.e ., p. 310; en la edición española traducida por nosotros: A kal: H isto ­ ria de la literatura. E l m ando m edieval, Vol. II, M adrid 1989, p. 297. 3 Ibid. 1F. Lot, I .c., p. 130..

Introducción

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La fecha de terminación del período del latín tardío es más discutida. Gene­ ralmente se pone el cierre del período en torno al 600. El T h e s a u r u s lin g u a e l a tin a e termina su documentación en torno al 600, aunque incluye a Gregorio Magno (+ 604) y a Isidoro de Sevilla (+ 636) y algunas obras y autores, poco conocidos, un poco posteriores a Isidoro. La discusión estriba en gran medida en una cuestión de terminología, es decir, en saber si debe llamarse latín o romance a la lengua popular de la época merovingia. Como principio general podría valer lo que dice Norberg 1 con respecto al latín de la Galia en la época merovingia: antes del 600 la lengua hablada por el pueblo puede llamarse latín; después del 800 debe llamarse romance. En estos dos siglos intermedios la cuestión no está clara. Para lo que aquí nos proponemos, bastan estas consideraciones generales para centrar el tema. Aquí llamamos latín tardío a todo lo que existe en el campo de la lengua y de la literatura latinas desde en torno al 160-180 después de Cristo hasta en torno al 650. Después de esta fecha puede hablarse ya de “Latín medieval”. Pero conviene advertir que existe una relación evidente y muy estrecha entre la última fase del “Latín tardío”, en el sentido en que aquí se le considera, y la primera fase del “Latín medieval”. Una vez fijados los límites cronológicos del latín tardío, surgen inmediata­ mente unas preguntas: ¿Cómo se define este período? ¿Qué importancia tiene el estudio de la lengua de esta época? ¿Tiene, de hecho, alguna importancia en el conjunto de la historia de la lengua latina? Aunque hay que reconocer que se han dado pasos importantes hacia un mayor reconocimiento y atención a los estudios sobre la lengua latina de este período, sigue vigente la opinión de Reichenkron 2, quien dice que los latinistas suelen tratar este período “como una madrastra” (s tie fm ü tte r lic h ), es decir, con descuido y negligencia, y nosotros añadiríamos que con un cierto desprecio, que supone a todas luces, como intentaremos demostrar, una visión absoluta­ mente desenfocada y parcial de la historia de la lengua latina y de la historia de la literatura latina. J. Fontaine 1 plantea claramente el problema con estas palabras: “Durante mucho tiempo se han contrapuesto, en el estudio filológico, ideas como clasi­ cismo y decadencia”. La “decadencia” corresponde, naturalmente, al período del latín tardío. 1D. N orberg, Syntaktische F orschungen (o.c.), p. 21. 2 G. R eichenkron, o.c., p. 82. ’ J. Fontaine, A spects et p roblèm es (o.c.), p. 21.

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Hace ya más de un siglo (a. 1867) D. Nisard hablaba de “decadencia unifor­ me e irremediable del latín de esta época”, en una obra de título ya soiprendente El propio E. Norden, en su famosa obra, Die antike Kunstprosa, 2 vols., Leipzig 1898, omite casi del todo la aportación del cristianismo y de la cultura bíblica al estilo de los autores paganos convertidos al cristianismo. A Minucio Félix, Tertuliano y Cipriano apenas les dedica unas páginas, para pasar rápida­ mente a Agustín de Hipona. El cristianismo de estos autores no le interesa. Parece más bien que le molesta. El estudio rápido y somero que hace de los autores tardíos -paganos y cristianos- lo había concebido como una especie de apéndice al estudio del clasicismo griego y romano. Su obra deja prácticamente de lado el campo de la antigüedad tardía. Algunos años más tarde (a. 1914) F. Sommer, en su Handbuch der lateinis­ chen Laut-und Formenlehre, Heidelberg 1914, p. 17, describe con tintes som­ bríos este período denominado de “decadencia”: “Entrada cada vez mayor de provincialismos y vulgarismos, influencia cada vez más intensa de la literatura cristiana (Tertuliano, Cipriano, Agustín, etc.) (nótese bien que la aportación del cristianismo, para Sommer, es un mal que contribuye a la decadencia); hundi­ miento progresivo de la lengua literaria clásica, dislocación de la frase, utiliza­ ción errónea de las formas flexivas, etc.”. El panorama que describe Sommer, evidentemente, no puede ser más desolador. Para él todo esto es “decadencia”. En esta misma línea se puede situar también la importante obra de D.Leh­ man: Orationis ratio 2, llamada a veces el “nuevo Norden”. Esta obra califica al siglo II d. Cr. como la “edad de bronce” (p. 364) y al siglo III “la edad de hierro de los emperadores militares” (p. 372). No hace falta seguir. Así opinan muchos latinistas, y los que no lo dicen con palabras, lo practican en sus obras, como luego veremos, omitiendo autores que no se deben omitir en un tratado de literatura latina o en una obra de lin­ güística latina. El panorama empezó a cambiar algo desde que la Escuela sueca, con E. Lófstedt a la cabeza, comenzó a dedicar su atención de manera sistemática al estudio del latín tardío, empezando ya por su propia tesis doctoral, titulada: Beitrage zur Kenntnis der spateren Latinitat, Estocolmo 1907, y terminando por su obra ya citada Late Latin , en donde dice tajantemente: “Sólo si intenta­

1 D. N isard, É tudes de m oeurs et de la critique su r les p o è te s rom ains de la déca d en ­ ce, 2 vols., Paris 1867. D. L ehm an, O rationis ratio. The stylistic theories a n d p ra ctice o f the R om an O ra­ tors, H istorians a n d P hilosophers, 2 vols., A m sterdam 1963.

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mos comprender la historia del latín como un todo, en el que las etapas finales del poderoso proceso son tan importantes como las del comienzo, podremos entender plenamente la profundidad de las palabras de Meillet “Hasta el umbral de la edad moderna todo pensador no ha pensado más que en latín” 2. Los trabajos de la escuela sueca extendieron al campo del latín tardío los esfuerzos que otros habían realizado en el campo de la historia, y así se comen­ zó a hablar de “latín tardío” (Spatlatein; Late Latín; latino tardo; latin tardif), en vez de “bajo latín”, y de “antigüedad tardía”, en vez de “Bajo Imperio”. Pero la escuela sueca no se interesó por los autores cristianos en cuanto tales, es decir, no centró sus preocupaciones en estos autores. Esta innovación, y el éxito que alcanzó, se debe a la Escuela de Nimega, fundada por Joseph Schrijnen (1932) y continuada por Christine Mohrmann, como todos saben. En uno de sus trabajos, ya bastante antiguo (a. 1951), se lamentaba Mohrmann3 del escaso inte­ rés de los filólogos por el estudio del latín de los cristianos. Decía así: “Durante muchos años los filólogos modernos, inspirados por un clasicismo riguroso (habría que decir más bien “desenfocado” y “trasnochado”, según nuestra opi­ nión), se han interesado muy poco por lo que se llama latín de la Iglesia. Este latín compartía con la baja latinidad, de la que salió, la tara de la decadencia”. La escuela de Nimega, sin embargo, tuvo sus predecesores. En 1873 F. Ozanam publicó un interesante artículo sobre la influencia del cristianismo sobre la lengua latina4. En 1879 M. G. Koffmane en su obra: Entstehung und Entwicklung des Kirchenlateins (Origen y desarrollo del latín eclesiástico), se preguntaba si existía un “latín eclesiástico” y respondía afirmativamente. En 1884 H.Golzer publicó una obra sobre el latín de San Jerónimo \ En 1890 hizo lo propio Max Bonnet sobre el latín de Gregorio de Tours Y en 1909 H.Golzer estudió la lengua de San A vito7. 1A. M eillet, E squisse d ’une histoire de la langue latine, Paris 1950 p. 283. 2 E. L ôfstedt, o.c., p. 67. 3 Chr. M ohrm ann, "L ’étude de la latinité chrétienne" (o.c.), p. 83 (es del año 1951). 4 F. O zanam , "C om m ent la langue latine devint chrétienne", en O euvres com plètes, II, Paris 1893, pp. 133 ss. O zanam decía que la traducción de la B iblia al latín había sido "una de las obras m ás prodigiosas del espíritu hum ano"; ibid., II, p. 129. 5 H. G olzer, E tude lexicographique (o.c.). '' M. B onnet, Le latin de G régoire de Tours, París 1890. 7 H. G olzer, Le latin de saint A vite, évêque de Vienne, París 1909.

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Pero, a pesar de estos buenos antecedentes, la gloria del éxito indudable de los estudios sobre el latín cristiano se debe a la Escuela de Nimega. Los objeti­ vos de la Escuela eran y son poner de relieve la novedad radical que supuso el cristianismo, no sólo ideológicamente -cosa, por lo demás, evidente-, sino tam­ bién lingüísticamente -cosa que había que demostrar y que hoy ya está total­ mente demostrado. Esta Escuela defiende la existencia de un “latín cristiano”, producto e instrumento de expresión del grupo social de los cristianos. En 1965 Reichenkron dedicaba un amplio estudio al “latín tardío” en su Historische latein-altromanische Grammatik, dividiendo el período en tres par­ tes, que comprenden: 1,- El latín cristiano. 2,- El latín merovingio. 3,- El latín de los documentos oficiales. El autor afirma que estas dos últimas partes coinciden parcialmente en el tiempo. Y reconoce expresamente que dentro de estos tres subperíodos del “latín tardío”, el correspondiente al “latín cristiano” ocupa el lugar más destaca­ do, no sólo por su duración en el tiempo, sino, sobre todo, por su importancia. Establece para el estudio del “latín cristiano” tres grupos de cuestiones, a saber: 1,- El latín de los cristianos como lengua especial. 2,- La lengua de la Biblia latina. 3,- La lengua de los escritores eclesiásticos. Estos son los tres puntos fundamentales sobre los que vamos a reflexionar a continuación.

P r im e r a P a r t e

EL LATIN CRISTIANO

I.- IMPORTANCIA DEL LATIN CRISTIANO EN LA EVOLU­ CION DEL LATIN

Reichenkron en la obra citada dice que hasta entonces (a. 1965) no se había prestado la atención que se debía a los temas mencionados, y que autores como C. Battisti ', H. Schmeck 2, C.Tagliavini \ K.Vossler4 ignoran prácticamente la aportación del cristianismo. L.R.Palmer, en cambio, le dedica ya 23 pp., en la traducción de J.L.Moralejo 5. E.Lofstedt le dedica también 20 pp. 6 y Reichen­ kron llega ya a las 30 pp. \ sin contar otras 20 más -hasta la p. 134-, que dedica simultáneamente a autores cristianos y paganos de los siglos V y VI. La situación que describe Reichenkron, referida al 1965, ha cambiado por fortuna en estos 28 años, pero sólo en parte, como luego veremos. Hoy ya no hay historia de la lengua latina que no hable del “latín cristiano”. Ya es más raro que las historias de la lengua latina, las historias de la literatura latina y los proyectos docentes de filología latina, presentados a concursos por nuestros profesores, incluyan algún tema o capítulo sobre el “latín bíblico” o “latín de las 1 C. B attisti, A vviam ento alio studio d el latino vo lg a re , Barí 1949 (sólo dedica al tem a la p. 37). H. Schm eck, A ufgaben und M ethoden der m odernen vulgcirlateinischen F orschung, H eidelberg 1955 (sólo dedica al tem a la p. 33). 1 C. T agliavini, L e origiui delle lingue neolatine, B olonia 1965 5 (sólo le dedica la nota 10). 4 K. V ossler, E inführung ins V ulgarlateins (ed. de H. Schm eck), M unich 1954 (dedi­ ca al tem a las pp. 58-60). 5 L. R. Palm er, Introducción a l latín (trad, esp.), B arcelona 1984, pp. 184-207. E. L ofstedt, L ate Latin (o.c.), pp. 68-87. 1 7 G. R eichenkron, o.c., pp. 89-116, y luego explica conjuntam ente a autores cristia­ nos y paganos hasta la p. 134.

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versiones de la Biblia”, a pesar de que los estudios de la escuela de Nimega hayan puesto de relieve, en buena parte, la importancia de este tipo de latín para entender el latín cristiano. Y a pesar también de que desde H. Ronsch 1 hayan transcurrido ya más de 125 años durante los cuales han aparecido muchos e importantes estudios sobre el “latín bíblico”, en los que aparece sobradamente demostrado que el “latín cristiano” carece de base y es inexplicable sin el “latín bíblico”. A pesar de todo esto, los latinistas, en general, siguen tratando al latín tar­ dío como una madrastra, para seguir usando la expresión tan gráfica de Reichenkron. Hace muy pocos años (el 1982), Salvatore D ’Elia 2 se lamentaba de que los “estudiosos de la literatura latina, tan acostumbrados desde hace siglos a discu­ tir en profundidad los cambios introducidos en Roma por la irrupción de la cul­ tura griega y helenística, apenas han analizado y valorado, durante mucho tiem­ po, la revolución que supuso el impacto con el mundo latino de la cultura hebraico-judaico-cristiana, estructuralmente tan distinta de aquella”. Y J. Fontaine 3, comparando nuestra actitud frente a los autores cristianos con la de los hombres del Renacimiento, dice así: “En su frecuente desdén hacia los escritores cristianos antiguos y sobre todo hacia su estilo, los filólogos de los últimos siglos, valorando excesivamente un clasicismo, cuyo concepto nos parece hoy muy abstracto, han dado prueba de un juicio menos seguro que el de nuestros Humanistas del siglo XVI. Erasmo, por ejemplo, tenía una idea más exacta que nosotros de la continuidad entre escritores paganos y cristianos”. Habría que recordar aquí, de paso, que Erasmo publicó entre el 1516 y 1520 una edición crítica de San Jerónimo en nueve tomos. Y nuestros estudian­ tes, hoy, casi no saben quién fue Jerónimo. Ahora bien, para ser serios y objetivos en nuestras enseñanzas secundarias y universitarias tendríamos que prestar mucha más atención al latín tardío y a la lite­ ratura latina de la edad tardía, porque, por mucho que nos empeñemos en olvidarlo y por mal que nos pese, si prescindimos de viejos prejuicios clasicistas, laicistas o de otra índole, tenemos que admitir que la edad tardía produjo las dos obras latinas que más han influido en la cultura occidental durante siglos, la Vulgata de Jeróni­ mo y La Ciudad de Dios de San Agustín. Y obsérvese bien que hablamos de obras latinas, porque la Vulgata de Jerónimo se considera aquí en cuanto Biblia latina, no en cuanto Biblia a secas, porque es evidente que la Biblia en cuanto tal -en su 1 H. R onsch, Itala und V ulgata, M arburg 1868. 2 S. D 'E lia, L etteratura latina cristiana, R om a 1982, p. 18. ' J. Fontaine, A spects et p ro b lèm es (o.c.), p. 21.

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texto original y en cualquiera de sus versiones- es la obra que más ha influido en la cultura occidental y en la cultura universal de todos los tiempos. Pues bien, ¿cómo se puede llamar “época de decadencia” a la época en que escribieron los grandes escritores cristianos Hilario, Ambrosio, Jerónimo, Pru­ dencio y Agustín? Es un puro contrasentido -o para decirlo con una expresión más popular-, es una broma pesada afirmar que es una época de decadencia el período en que llegó a su apogeo la cultura cristiana, la última gran creación del mundo antiguo, de la que surgió la civilización europea, pues esta civilización no surgió directamente de la cultura clásica, sino de la cultura clásica cristiani­ zada, es decir, pasada por el crisol y el tamiz del cristianismo. Es verdad que mucha producción cristiana es repetitiva, banal, pesada, formalmente descuida­ da y de un contenido sin especial relieve. Pero también es verdad que hay muchos escritores que tienen una importancia excepcional en la historia del cristianismo y que, encuadrándolos en un horizonte más amplio, que abarque todo el mundo antiguo, algunos de estos escritores son de primerísima fila, no sólo por su pensamiento, sino desde el punto de vista estrictamente literario. Ya citamos antes a cinco grandes escritores latinos cristianos. En el espacio de unos 70 años, entre el 360 y el 430, el cristianismo occidental creó casi todas las estructuras constitutivas de la Christianitas Latina. Creó el texto sagrado de la Biblia en la versión definitiva de Jerónimo, la Vulgata , “monumento supremo de la nueva religión”, “monumento poético” y “obra maestra de la lengua latina”, “asimilación gigantesca de una de las más grandes y estructuralmente más diversas tradiciones literarias antiguas a las estructuras lingüísticas y culturales latinas. La lengua de esta obra inmensa sigue siendo todavía hoy una mina que hay que explotar en su variedad ilimita­ da de registros, en la utilización que hizo de una enorme parte del patrimonio latino precedente en los estilos y en los géneros más diversos. No hay que olvi­ dar, entre otras cosas, que hasta el 1800 el texto de la Vulgata de Jerónimo fue el libro más leído del mundo y el único camino entre la cultura occidental y la cultura del Medio Oriente antiguo” '. Creó también la organización eclesiástica en torno al papado, realizada de manera eficaz por el español Dámaso (a. 366-384), quien el año 378 obtuvo de parte de Graciano el reconocimiento oficial del primado de Roma sobre la Iglesia occidental, entre la resistencia de los africanos, los insultos y maledicencias de Amiano Marcelino, y la feroz oposición del Prefecto de Roma Pretextato, persona culturalmente influyente, de quien es la frase, llena de sarcasmo: “Hacedme obispo de la iglesia de Roma y yo me convierto al instante en Cristo” (Jerón., PL, 23,377). 1S. D'Elia, o.c., p. 112.

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Creó también la liturgia, y creó el monacato, en la forma específica del cenobitismo, cuyas líneas fundamentales y pluriseculares las definió Agustín de Hipona y poco después Casiano, Cesáreo de Arlés, Benito de Nursia, Isidoro de Sevilla, y otros varios. Creó una filosofía con Agustín de Hipona, continuada luego con honor por Boecio. Para Bertrand Russell, Agustín tiene “un puesto de primer orden en la filo­ sofía”. Windelband lo define como “la fuente primera del pensamiento moderno”. Cicerón y Séneca pasan a un segundo lugar ante Agustín de Hipona. Baste recordar la enorme influencia de la filosofía agustiniana en la filosofía medieval (Escoto Eriúgena, San Anselmo, San Buenaventura), en autores posteriores, como Descartes, Leibniz, Bergson, en el esplritualismo cristiano y en el existencialismo religioso. Creó también una teología. Baste citar aquí las dos obras maestras de la teología antigua, el De Trinitate de Hilario de Poitiers y el De Trinitate de San Agustín, ambas obras literarias importantísimas. La de Hilario emplea “una prosa lenta y poderosa, un poco marmórea, de una densidad elegante y formida­ ble” '. La de Agustín es “la obra más meditada, más compacta y más profunda que haya escrito el Obispo de Hipona, de una armonía inusitada en él: es la obra \ maestra filosófica y teológica de la cristiandad latina. Los libros IX-XV de la obra constituyen la síntesis filosófica más profunda de Agustín y una de las más geniales de todo el mundo antiguo, en donde la filosofía está en función de la teología y la teología en función de la mística” 2. Creó asimismo una ética. Aquí baste recordar el De officiis ministrorum de Ambrosio, manual de ética cristiana, que se inspira directamente en el De offi­ ciis de Cicerón, pero cuyo objetivo era sustituirlo, salvando para el cristianismo todo lo que el mundo clásico había producido de más noble, perennne y adecua­ do en el plano de la moral. Habría que recordar también las Collationes de Casiano, que son una obra de respuestas a preguntas teóricas sobre cuestiones morales o religiosas, “obra que no faltó en ninguna biblioteca de ningún monas­ terio de la Edad Media”, y los Moralia in lob de Gregorio Magno, “exposición de la fe cristiana en sus aspectos teológicos, morales y escriturísticos de altísi­ mo valor, absolutamente excepcional incluso para su tiempo”. Creó también una ascética, cuyos reflejos más evidentes aparecen en la famosísima Vita Antonii, escrita en griego por Atanasio y traducida al latín por Evagrio de Antioquía, amigo de Jerónimo. Y se ve también en las tres joyas literarias del propio Jerónimo, las Vidas de Pablo, Hilarión y Maleo, y en la no menos famosa Vita Martini (a. 397) de Sulpicio Severo. 1J. Fontaine, o.c., p. 61 2 S. D 'E lia, o.c., p. 146

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Creó también una homilética, cuyo máximo representante fue Agustín de Hipona, “sin duda el más grande orador cristiano latino y, con Juan Crisóstomo, el más grande de toda la cristiandad antigua” Sin olvidar tampoco a Ambrosio y posteriormente a León Magno, “cuyas homilías revelan una profunda relación con la tradición y conservan una antigua elegancia musical, con un estilo incisi­ vo y majestuoso” 2. Y sin olvidar tampoco al ya citado Gregorio Magno, cuyas homilías sobre los Evangelios y Ezequiel, predicadas por él mismo en Roma, siendo papa, cuando ya un ejército bárbaro asediaba la ciudad, han quedado hasta hoy como modelos de trabajos oratorios. Además de estos hechos incontrovertibles, hay otros que conviene señalar. Se contrapone de manera absurda el “latín tardío” al “latín clásico”, sobrevalorando el clásico y minusvalorando el tardío, cuando, en realidad, el latín tardío, en generally el “latín cristiano”, en particular, es mucho más rico y variado que el “latín clásico”; porque el latín tardío permite que se mezclen de nuevo en la lengua los elementos que habían sido eliminados por los defensores de la latinidad clásica, “de tal modo que puede decirse que el latín clásico de César y de Cicerón, es una lengua especial, selecta y empobrecida” 3. Por tanto, si se mira bien, no es el latín cristiano el que es una “lengua espe­ cial”, sino precisamente lo contrario: es el latín clásico el que es una “lengua especial”. E. Norden dice algo parecido. El período clásico es el “período en el que la lengua literaria alcanzó la mayor perfección en su forma estilística..., pero fue el período más pobre en vocabulario”. Paul Klopsch remacha sus afirmaciones con las siguientes precisiones: “El latín clásico es una lengua especial, limitada a muy pocos autores y a muy pocos géneros literarios. Esta lengua literaria, formada en la época de César y de Cicerón, representa una selección entre las distintas posibilidades lingüísti­ cas. Por tanto, hay que conocer la lengua latina en todas sus manifestaciones, y no sólo en la manifestación clásica, que es la lengua que presentan los gramáti­ cos de las escuelas. Entre estas manifestaciones hay dos, que son especialmente importantes para conocer el latín medieval: el latín vulgar y la lengua especial de los cristianos, que adquirió, además, una importancia cada vez mayor en el campo de la literatura”. Y termina diciendo: “La extraordinaria importancia del latín cristiano como lengua especial, diferenciada sobre todo semasiológica­ 1 S. D 'E lia, o.c., p. 141. 2 S. D 'E lia, o.c., p. 162. 1 P. K lopsch, I.e ., p. 312.

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mente, reside en el hecho de que fue la lengua especial de un movimiento reli­ gioso triunfante, que conquistó el mundo” G.Devoto afirma algo parecido. Y E. Lofstedt empieza así su capítulo (el V), dedicado al latín cristiano: “La penetración del cristianismo y su victoria final dentro del mundo romano fue un hecho de una importancia fundamental desde un punto de vista no sólo religioso, sino social y cultural. La nueva con­ cepción del mundo exigía, y con este fin creó, si no una lengua totalmente nueva, sí unos medios expresivos completamente nuevos... Cae de su peso que una revolución tan profunda ha debido dejar huellas importantes también en la vida de la lengua. El latín cristiano constituye efectivamente una de las fases más importantes de evolución en la larga historia de la lengua romana y se dis­ tingue bajo muchos aspectos, tanto del latín clásico, como del latín tardío en su conjunto. En particular, su impronta característica se manifiesta, como es natu­ ral, en el ámbito del léxico y de la semántica” 2. Todo lo que aquí dice Lofstedt hoy ya nadie lo pone en duda, después de más de 60 años de estudios de la Escuela de Nimega. Y, por tanto, no hay razón para insistir más en ello. v

1P. K lopsch, I.e ., p. 315. 2 E. L ofstedt, L a te L atin (o.c.), p. 68.

II.- LATIN COMUN Y LATIN DE LOS CRISTIANOS

Para denominar el latín que de una u otra forma tiene relación con la reli­ gión cristiana se vienen utilizando distintos términos, como “latín eclesiástico”, “latín de la Iglesia”, “lengua latina cristiana”, “latín cristiano”, etc. Los térmi­ nos, de todas formas, no importan mucho. Latín cristiano o Latín de los cristia­ nos podrían ser denominaciones correctas y son las comúnmente aceptadas. Pero conviene hacer ya desde el principio una clara distinción entre latín cristiano, latín bíblico y latín litúrgico, ya que se trata de realidades lingüísticas bastante distintas, como intentaremos demostrar a continuación, y la distinción propuesta, por lo que respecta al latín bíblico y al latín cristiano es bastante novedosa, ya que la Escuela de Nimega y en general todos los que estudian el latín cristiano suelen considerar estas dos realidades per modum unius, como si fueran una misma cosa. En las páginas siguientes intentaremos demostrar con razones de peso la realidad de la distinción que hay que establecer entre latín bíblico y latín cristiano.

II.l.- ALGUNOS DATOS SOBRE LA EXISTENCIA DEL LATIN CRIS­ TIANO El latín no fue siempre la lengua oficial de la Iglesia occidental, pues en los dos primeros siglos la Iglesia cristiana de Occidente era bilingüe. El primitivo mensaje cristiano se formuló en la koiné griega, que era una lengua internacio­ nal, hablada no sólo en la parte oriental del Imperio Romano, sino también en el Occidente, en donde utilizaban esta lengua los prisioneros de guerra, los escla­

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vos, los libertos y los pequeños comerciantes establecidos en las grandes ciuda­ des. La koiné era también la lengua empleada por los judíos de la diáspora. Esta lengua se hablaba incluso en Palestina, región que en el siglo I d. Cr. era una comarca trilingüe, en la que se hablaba el hebreo, el arameo y el griego. Los textos cristianos más antiguos, escritos en Roma o en la Galia, se redactaron en griego. Lo mismo debió suceder en Africa. Aunque los primeros documentos cristianos de esta región, conocidos hasta la fecha, que son las Acta martyrum Scillitanorum y la Passio Perpetuae et Felicitatis, están escritos en latín, su len­ gua, no obstante, está repleta de elementos griegos. Por otra parte, la lengua oficial de la liturgia de Roma durante los primeros siglos del cristianismo fue también el griego, y sólo hacia la segunda mitad del siglo IV se dio entrada definitiva al latín. Todo esto demuestra que al principio y durante bastante tiempo las comunidades cristianas de Occidente eran bilin­ gües y el latín se fue introduciendo poco a poco, de manera lenta y progresiva, hasta que al final triunfó definitivamente, reemplazando al griego. Para entender el proceso de implantación y triunfo definitivo del latín cris­ tiano hay que tener en cuenta las siguientes etapas: a) Etapa de la lengua hablada. b) Etapa de la lengua escrita. c) Etapa de la lengua literaria. Pero un estudio de esta naturaleza tiene sentido si se admite la existencia de una “lengua especial” de los cristianos, sin precisar por el momento qué es una “lengua especial” o en qué consiste una “lengua especial”. Después de las prime­ ras polémicas, recogidas por J. de Ghellinck ', hoy se admite casi sin discusión la existencia de una lengua especial de los cristianos, que justificaría plenamente la denominación de latín cristiano. Pero, en realidad, todo el problema reside en establecer los elementos que determinan la existencia de una “lengua especial”. Unos dicen que para que se pueda hablar de lengua especial tienen que existir unas diferencias en morfología, en sintaxis, en estilística y en lexicolo­ gía. No se requeriría la presencia de una fonética propia. Otros piensan que basta que haya unas diferencias notables en lexicología y en estilística, conser­ vando sustancialmente la misma morfología y la misma sintaxis. El problema, pues, desde el punto de vista teórico es insoluble, pues nadie tiene ni la autori­ dad ni las razones definitivas para determinar qué elementos constituyen la esencia de una lengua especial. 1 J. de G hellinck, "L atin chrétien ou langue latine des chrétiens", en L e s É tudes cla s­ siques 8 (1939) 449 ss.

L atín com ún y latín de los cristianos

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De todas formas, como se verá a continuación, en el latín cristiano existen unas características morfológicas y sintácticas, y, por supuesto, estilísticas, lexi­ cológicas y semánticas distintas de las del latín clásico y de las del latín profano tardío, unas más acusadas y otras menos, pero todas ellas presentes de una u otra manera en el “latín cristiano”. Cuando se considera la intensidad de algunas de estas diferencias, o de todas ellas en conjunto, puede uno preguntarse con razón si los cristianos habrí­ an sido conscientes de esta evolución lingüística que ellos mismos estaban pro­ tagonizando. Los testimonios directos son bastantes raros, porque la mayor parte de los cambios lingüísticos se realizan a través de una evolución tan lenta que escapa a la consciencia de los hablantes y, además, los hechos de lengua casi nunca se discuten por sí mismos. Pero hay algunos testimonios indirectos, como los que vamos a citar a continuación. Agustín de Hipona en sus Enarrationes in psalmos (93,3) exhorta a los fieles cristianos a designar los días de la semana con nombres cristianos, evi­ tando los términos paganos. Dice así: Una sabbati dies dominicus est; secun­ da sabbati, secunda feria, quem saeculares diem Lunae vocant; tertia sabbati, tertia feria, quem diem illi Martis vocant (“el día primero después del sábado es el día del Señor; el día segundo después del sábado es la feria segunda, çlia que los mundanos llaman día de la luna (lunes); el día tercero después del sábado es la feria tercera, día que ellos llaman de Marte (martes)”), y así con­ tinúa enumerando los demás días. Y como muchos cristianos usaban esos nombres paganos, Agustín continúa: Sed nollemus, atque utinam corrigant et non dicant sic. Habent enim linguam suam, qua utantur... Melius ergo de ore christicino ritus loquendi ecclesiasticus procedit (“pero no nos gusta y ojalá se corrijan y no le llamen así; pues tienen su propia lengua para usarla...De la boca, pues, de los cristianos se espera con razón que provenga el modo de hablar de la Iglesia”). En los Sermones (299,6) Agustín habla de los neologismos salvare y salva­ tor, formados por los cristianos a partir de salus de la lengua común, y dice lo siguiente: Christus Iesus, id est, Christus salvator. Hoc est enim latine íesus. Nec quaerant grammatici quam sit latinum, sed Christiani quam verum. Salus enim latinum nomen est. Salvare et salvator non fuerunt haec latina antequam veniret Salvator: quando ad latinos venit, et haec latina fecit (“Cristo Jesús, es decir, Cristo Salvador. Pues esto es lo que significa Jesús en latín. Y no pregun­ ten los gramáticos en qué medida se trata de un término latino, sino los cristia­ nos hasta qué punto es verdad. Efectivamente, salus (salud, salvación) es una palabra latina, pero salvare y salvator salvar y salvador) no fueron palabras lati­ nas antes de la venida del Salvador; cuando él vino a los latinos, hizo latinas también esas palabras”).

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Por aquí se ve cómo Agustín con el transcurso del tiempo pierde todo escrúpulo en usar palabras inventadas por los cristianos, aunque no fueran pala­ bras muy latinas o no existieran en la lengua latina comente. En el De civ. Dei (10,21) Agustín dice que los cristianos podrían llamar héroes a sus mártires, si lo permitiera la lengua de la Iglesia: Sed a contrario martyres nostri heroes nuncuparentur si, ut dixi, usus ecclesiasticus sermonis admitteret (“por el contrario, nuestros mártires sí deberían llamarse héroes si, como dije, lo permitiera la lengua de la Iglesia”). De esta “lengua de la Iglesia” habla un poco antes, en el texto citado: Hos multo elegantius, si ecclesiastica loquendi consuetudo pateretur, nostros heroas vocaremus (“con mucha más propiedad podríamos llamar nuestros héroes a éstos, si lo permitiese así la len­ gua de la Iglesia”). Según estos textos, Agustín tiene conciencia de la existencia de una termi­ nología cristiana y reconoce, además, el carácter obligatorio de la tradición lin­ güística de los cristianos. Así pues, en la época de Agustín, por lo menos, los cristianos tenían conciencia de hablar una lengua especial, y esta lengua espe­ cial consistía, al menos, en el uso de términos especiales. La solidaridad lin­ güística de los cristianos la expresa Agustín con las siguientes palabras, al hablar del término sapientia: Nam quemadmodum loquantur auctores mundi quid ad nos? (“pero a nosotros ¿ qué nos importa el modo de hablar de los auto­ res de este mundo?”). Veamos ahora qué opinaban los paganos acerca de la lengua de los cristia­ nos. ¿Tenían también los paganos conciencia de esta diferenciación lingüística? ¿Había interferencias entre la lengua de los cristianos y la lengua profana de sus contemporáneos? Para responder a estas preguntas tenemos un texto de Lactan­ cio, Divinae Institutiones, V ,l, en donde discute las cualidades literarias de los textos cristianos. Dice, primero, que los paganos rechazan la Biblia por el carácter vulgar de su lengua: Quod prophetae communi ac simplici sermone, ut ad populum, sunt locuti. Contemnuntur itaque ab iis qui nihil audire vel legere nisi expolitum ac disertum volunt (rechazan la lectura de la Biblia, “porque los profetas se han expresado en una lengua común y sencilla, como cuando se habla al pueblo. Y por eso son despreciados por aquellos que no quieren oír nada que no sea lenguaje pulido y elegante”). Y los paganos no sólo despreciaban la Escritura por su lengua vulgar, sino que despreciaban también a los traductores cristianos de la Biblia, quia sunt aut omnino rudes aut certe parum docti (“o porque son totalmente ignorantes o por lo menos poco doctos”). Un hombre docto, elocuente y fácil de entender, dice Lactancio, fue sin

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duda San Cipriano, pero sus escritos sólo los entienden los cristianos. Los paga­ nos no pueden apreciarlos: quoniam mystica sunt quae locutus est et ad id prae­ parata ut a solis fidelibus audiantur; denique a doctis huius saeculi, quibus forte scripta eius innotuerunt, derideri solet (“pues lo que ha dicho son cosas misteriosas y preparadas para ser entendidas solamente por los fieles. Además, suele ser despreciado por los doctos de este mundo si acaso han llegado a cono­ cer sus escritos”). Así pues, según Lactancio, muchas expresiones y giros usados por los cris­ tianos resultaban incomprensibles para los paganos. Si el estilo sencillo y claro de Cipriano les era incomprensible, es que su lengua debía tener demasiadas particularidades de origen cristiano, que impedía a los paganos su recta y fácil comprensión. Es probable que la diferencia entre el latín común y el latín cristiano haya sido -sobre todo en los primeros siglos- un obstáculo para la difusión de los autores cristianos entre los paganos. Y desde luego, la lengua de la Biblia latina fue ciertamente un obstáculo para su difusión entre los paganos, pues hasta el propio Agustín, en su juventud, rechazó la lectura de la Biblia por tener un len­ guaje vulgar y desmañado, como él mismo dice en las Confesiones (3,5,9). El testimonio del propio Tertuliano confirma cuanto estamos diciendo: Tanto abest, ut nostris litteris annuant homines, ad quas nemo venit nisi Christianus (De testim. animae, 1) (“es muy difícil que los hombres acepten nuestras Escri­ turas, a las cuales nadie viene si no es cristiano”). A pesar de estas evidentes diferencias hubo interferencias entre el latín común y la lengua especial de los cristianos. Agustín dice que los paganos adoptaron de los cristianos la palabra martyr y la expresión clies natalis (día del nacimiento) en el sentido de “día de la muerte (cf. Sermones, 310,1,2). Hubo, sin duda, otros términos adoptados por los paganos, aunque proba­ blemente no habrán sido muchos. Las investigaciones llevadas a cabo sobre autores concretos han confirmado estas interferencias y mutuas influencias. Así B. Pighi ', estudiando la lengua de Amiano Marcelino, llega a las siguientes conclusiones: Amiano se sirve de muchas palabras tomadas de la len­ gua de los cristianos, pero muy pocas de esas palabras pueden considerarse como “términos normales” de su vocabulario. Entre estos “términos normales” podrían recordarse los siguientes: episcopus; ordinare episcopum; ecclesia en el sentido de domus ecclesiae (construir, levantar el edificio de una iglesia); martyr; gloriosam mortem. La frase completa dice: ad usque gloriosam mortem 1 B. Pighi, "L atinitá cristiana negli scrittori pagani del IV secolo", en Studi dedicati a P. U baldi, M ilán, p. 41 ss.

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intemerata fide progressi, et nunc martyres appellantur (“llegaron hasta la muer­ te gloriosa con fe pura, y ahora se les llama mártires”). La idea de que la muerte de los mártires es una victoria gloriosa es una idea típicamente cristiana, que apa­ rece ya en la Passio Perp. etFel. 18, y en Cipriano, De bono patient., 10, Hilario, etc. Amiano Marcelino utiliza muchos de estos términos cristianos en sentido irónico y burlesco, pero es un hecho innegable que los conoce, y esto es lo que ahora importa señalar. Amiano Marcelino en otras ocasiones se sirve de térmi­ nos cristianos, utilizando frases parecidas a las siguientes: ut christiani appe­ llant; ut christiani dictitant, etc., dando a entender que esas palabras no pertene­ cían a la lengua común de su tiempo. Véase un ejemplo: feriarum clie, quem celebrantes mense Ianuario christiani Epiphania dictitant (“en el día de las fiestas, que los cristianos llaman Epifanía, celebrando ese día en el mes de enero”). En conclusión, puede decirse con suficientes argumentos que tanto los cris­ tianos como los propios paganos eran conscientes de la existencia de una lengua especial de los cristianos. Esta diferencia lingüística alimentaba el sentimiento de solidaridad entre los cristianos, pero no favorecía un acercamiento entre unos y otros, entre los cristianos y los paganos. Estas diferencias lingüísticas podían no ser muy profundas; pero eran diferencias y se sentían como tales.

II. 2.- RASGOS CARACTERISTICOS DEL LATIN CRISTIANO Como acabamos de ver, la lengua latina cristiana se sentía como algo nuevo. La evolución de esta lengua se llevó a cabo bastante pronto en las distin­ tas comunidades cristianas. La opinión sostenida con frecuencia de que Tertu­ liano fue el creador de esta lengua sólo es aceptable, y, por tanto, sólo tiene sen­ tido si con esa afirmación se quiere señalar que de hecho en Tertuliano se encuentra una lengua cristiana ya hecha y establecida y que él la usa sin restric­ ción alguna. La afirmación sería inexacta e inaceptable si se quisiera decir que Tertuliano fue el inventor y creador de esa lengua. Tertuliano es sólo uno de los primeros testimonios de esa lengua, lengua que se fue formando poco a poco en el seno de las comunidades cristianas y que lógicamente comenzó mucho antes de Tertuliano. Los rasgos característicos del latín cristiano son muchos y variados y proce­ den de distintas fuentes. Para mayor claridad en la exposición nosotros los dis­ tribuiremos en cuatro apartados, que se ocuparán respectivamente de los neolo­ gismos, los grecismos, los hebraísmos y los vulgarismos. Las fuentes de donde proceden estos rasgos o elementos característicos son fundamentalmente tres: la

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lengua vulgar; la lengua griega y la lengua hebrea-aramea. A estas fuentes obe­ decen tres de nuestros apartados. El apartado sobre los neologismos recoge en cierto modo datos de las tres fuentes señaladas. Pasemos, pues, ya a la exposi­ ción de cada uno de estos puntos. 11.2.1.- N e o l o g i s m o s La diferenciación social que dio origen a la lengua de los cristianos estimu­ ló las facultades creadoras de cada comunidad. Resultaba así una diferencia lin­ güística, visible sobre todo en la creación de neologismos de orden lexicológico, semántico (semasiológico) y sintáctico, que dieron a la lengua de los cristianos ese rasgo tan característico y peculiar. En la exposición siguiente sobre los neologismos vamos a utilizar la termi­ nología de la escuela de Nimega, aunque no nos satisfaga del todo a causa de su farragosidad y no demasiada claridad; pero que de momento es la extendida y usada. 11.2.1.1.- Neologismos que son “cristianismos lexicológicos directos” Durante los primeros siglos de nuestra era los cristianos formaron muchas palabras nuevas, que se utilizaban para designar ideas específicamente cristia­ nas. Es lo que la Escuela de Nimega designa con el nombre de cristianismos lexicológicos directos. Entre estas palabras hay muchos grecismos y algunos hebraísmos. II.2.1.1.1.- Grecismos Los nombres para designar las instituciones eclesiásticas, la jerarquía cris­ tiana y, en general, las cosas, más o menos concretas que llegaron al latín con el cristianismo, son ordinariamente términos de origen griego, y nunca fueron reemplazados por palabras latinas. A esta categoría de “cristianismos directos” pertenecen palabras como apostolus, apostata, baptisma, baptismum, cathechumenus, charisma, diaconus, ecclesia, eucharistia, episcopus, evangelium, martyr, presbyter, propheta, etc., entradas en la lengua cristiana desde los pri­ meros tiempos, sobre todo a través de las antiguas versiones latinas de la Biblia. Y nótese bien, para hacer la distinción oportuna, que la mayoría de estos térmi­ nos entraron a través de las versiones latinas de la Biblia Pero hay otras, introducidas a partir del siglo IV, como Epiphania, monachus, monasterium, orthodoxus, etc., que no aparecen en las versiones de la Biblia, ni siquiera en la Vulgata de Jerónimo, y son, por tanto, de origen cristiano, no bíblico. En todos estos casos se trata de un proceso completamente natural, pues el

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pueblo no hace distinción entre la cosa y el nombre que la designa. Por tanto, si se adopta la cosa, se adopta también el nombre. Y cuando la cosa pasa a ser del dominio común, no se siente la necesidad de reemplazarla por una expresión de la propia lengua. Se trata del mismo fenómeno que, por ejemplo, para la palabra fút­ bol, en español, tomada del inglés, en vez de balompié, que podría haberse usado, o la expresión corrida de toros, que ha pasado a muchas lenguas europeas. II.2.1.1.2,- Hebraísmos El origen de estos hebraísmos, que deberían llamarse más propiamente semitismos, porque no todos los términos introducidos por este camino son de origen hebreo, sino que hay algunos de origen arameo, son nombres y expresio­ nes que los Setenta y la Vulgata de Jerónimo tomaron directamente del hebreo o del arameo, y a través de las antiguas versiones latinas de la Biblia, hechas sobre los Setenta, y la propia Vulgata de Jerónimo, pasaron al acervo común de la lengua de los cristianos. Estos semitismos no son, pues, cristianismos en sen­ tido propio, sino biblismos. Y esto es algo que hay que tener en cuenta para qui­ tar al latín cristiano algo de la novedad que se le quiere adjudicar. Estos neologismos no son muchos, si contamos solamente los sustantivos; pero son muchísimos, si contamos también los adjetivos y patronímicos. Algu­ nos de estos neologismos son bien conocidos, como, por ejemplo, seraphim, cherubim, manna, Messias, hosanna, amen, etc. Los adjetivos serían del tipo de pharisaeus, chananaeus, israelita, hierosolymitanus, etc. Hay que advertir que estos adjetivos pasaron generalmente al latín a través del griego, es decir, a través de la versión griega de los Setenta-, pero no siem­ pre, porque pueden remontarse a la Vulgata de Jerónimo. Su origen último, naturalmente, y en todo caso, es el hebreo o el arameo. El camino para la introducción de estos neologismos fue el mismo que el seguido para la introducción de los grecismos, es decir, con la cosa, el concepto o la realidad nueva entró la palabra hebrea o aramea que la designaba, y en la mayoría de los casos tampoco aquí se buscó un término de la lengua propia que la sustituyera. II.2.1.2. Neologismos que son “cristianismos lexicológicos indirectos” Este grupo de neologismos es muy importante, porque entran en él gran número de términos cristianos. En su mayoría son palabras que indican concep­ tos abstractos relacionados con las verdades de la fe, la salvación y la reden­ ción. El grupo está constituido casi en exclusiva por vocablos de origen latino. Y esto es un dato muy interesante. Una palabra extranjera podía bastar para

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designar cosas más o menos concretas, pero cuando se trataba de las verdades de la fe, de la doctrina cristiana y de las cosas que afectan al corazón y al senti­ miento, la lengua extranjera no bastaba y se recurría a la lengua materna, a) Así, por ejemplo, junto a la palabra salus, “salud del alma”, “salvación”, se creaba una palabra específicamente cristiana, salutare, “lo relacionado con la salvación”, “lo que da la salvación”. Se creaba, además, salvator, “salvador”, “quien da la salvación”, término equivalente al griego sôtêr, evitando así el tér­ mino profano, más neutro, servator, aplicado por la lengua profana a Júpiter, dato que contribuyó a su eliminación del lenguaje cristiano, aunque aparezca esporádicamente en algunos documentos cristianos. b) En el camino de la salvación espiritual se entra a través del bautismo. El bautismo era una institución que se había adoptado por el cristianismo con su nombre griego -baptisma, baptismus, baptismum- , a pesar de que las palabras autóctonas latinas lavacrum y tinctio hicieron concurrencia durante algún tiem­ po a baptisma, pero sin poder suplantarla nunca. A pesar de todo, el conjunto de ideas y sentimientos relacionados con el bautismo siguió expresándose con términos de origen latino, como el verbo regenerare, que indicaba el renacimiento espiritual en Cristo, y los términos regeneratio y regeneratus se asociaron en torno al verbo para designar la “regeneración espiritual” y al “renacido espiritualmente”. Y esto sucedió de la misma manera que en torno a salus, “salvación del alma”, se crearon salvus, salvatio, salvare. De todas formas, regenerare sufrió siempre la concurrencia de baptizare, tomado igualmente del griego, como baptisma, y terminó por imponerse. c) Ocurre lo mismo con sanctificare, sanctificatio, sanctificator, sanctificatrix, términos que se encuentran entre los “cristianismos indirectos” más anti­ guos, formados a partir de sanctus de la lengua latina ordinaria. d) También pertenece a este tipo de cristianismos el grupo formado por las palabras mediator, mediatrix, mediatio, que designa la obra mediadora de Cris­ to. La lengua cristiana formó primero el sustantivo mediator, a imitación del griego mesités, palabra que el latín cristiano no adoptó. e) La lucha entre el espíritu y la carne -cuestión muy debatida siempre entre los cristianos- dio origen a toda una terminología típicamente cristiana. El punto de partida fue el binomio griego sarks - pneíima, que recogía, a su vez, el binomio hebreo basar, “carne” y nephes - rúah, “alma” - “espíritu”. De aquí se originaron las nuevas acepciones de caro, “parte corruptible, terrena, temporal del hombre”, es decir, el “cuerpo humano” y, en sentido figurado, “la naturaleza

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humana sometida al pecado y a las tendencias desordenadas”, y spiritus, “la parte espiritual del hombre vivificada por la gracia”, “el hombre en cuanto ser unido a Dios por la fe y la gracia”. A partir de caro - spiritus se crearon los binomios carnalis - spiritualis / spiritalis; carnaliter - spiritualiter. A veces se usa el adjetivo carneus con el mismo significado que carnalis, “carnal”, “sensual”, “quien vive según las ten­ dencias de la carne que se oponen al espíritu”. Desde Tertuliano aparece camalia ,”las obras de la carne”. Y en el siglo IV se crea carnalitas, “lo carnal como opuesto a lo espiritual”. f) A partir de figura, en el sentido de “imagen, alegoría”, los cristianos cre­ aron praefigurare, “representar de antemano”, “preanunciar con figuras o ale­ gorías” (Cipriano, Lactancio), y praefiguratio, “acción de predecir por medio de alegorías”, “acción de designar por una figura” (Agustín), y praefigurator, “que predice o anuncia por medio de figuras o alegorías” (Agustín). Estos pocos ejemplos bastan para caracterizar suficientemente este grupo de neologismos, que tanta importancia ha tenido en la creación de la lengua lati­ na cristiana. II.2.1.3.- Neologismos que son “cristianismos semánticos” (= semasiológicos) Muchas veces la lengua latina común ofrecía un punto de partida, es decir, tenía un término que daba lugar en la lengua de los cristianos a un desplaza­ miento o a una evolución del significado. Durante los primeros siglos del cris­ tianismo el número de desplazamientos o evoluciones de significado fue mucho mayor que el número de neologismos léxicos. Era un modo normal de crear, renovar o transformar la lengua cristiana. Con relación a estos “cristianismos semánticos” (o “semasiológicos”, como otros prefieren) hay que señalar que tienen un cierto paralelismo con los “cristianismos lexicológicos indirectos”, es decir, se refieren, como aquellos, a ideas abstractas, relacionadas con la ideolo­ gía cristiana y cargadas de valor afectivo. Algunos ejemplos pondrán de mani­ fiesto el campo de estos neologismos y su importancia en la formación de la lengua latina cristiana. a) Para explicar la idea de pagano podemos distinguir tres grupos de térmi­ nos: 1) Préstamos griegos. 2) Palabras latinas que han sufrido la influencia del griego. 3) Formaciones puramente latinas. La Biblia griega (la Septuaginta y el N.T.) puso a disposición de los cristia­ nos de habla latina el sustantivo étimos (en pl. ta éthnê), “los paganos”, y el

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Nuevo Testamento griego 1y el adjetivo ethnikós, “pagano”. Los cristianos lati­ nos tomaron el adjetivo griego bajo la forma de ethnicus, “pagano”, que aparece ya en los textos más antiguos, pero que no se mantuvo en la lengua comente de los cristianos. En el siglo IV el pueblo ya no entendía esa palabra, a pesar de haber pasado a la Vulgata de Jerónimo, como se deduce claramente de la expli­ cación que da Agustín en uno de sus sermones: ethnicus gentilis est (“étnico es (o equivale a) gentil”) (Sermones, 17,6,6). Y en otro lugar vuelve sobre lo mismo: nam et ipsos ethnicos, id est, gentiles et paganos (“pues a los propios étnicos, es decir, a los gentiles y paganos”) (Sermones, 82, 4,7). Tampoco se mantuvo el término nationes, “las naciones”, formado a imita­ ción del griego éthnê. Pero sí se mantuvieron gentes y gentiles, que servían para traducir términos griegos de la Biblia. ¿Y por qué se mantuvieron? Probable­ mente porque la evolución semántica que llevó a gentes, de la lengua clásica y profana, a designar a los “paganos” en la lengua cristiana, estaba apoyada por un uso tradicional; ya que populus Romanus y gentes se oponían con frecuencia para designar al “pueblo romano” y a los “extranjeros”, los “pueblos bárbaros”. La palabra gentes adquirió así un sentido peyorativo, y para los cristianos las gentes eran los paganos. No hay que olvidar, por otra parte, el papel que le correspondió a la versión griega de los Setenta en la evolución hacia este significado, pues esta versión traduce casi sistemáticamente el término hebreo goyim, “los pueblos”, “las gen­ tes”, en contraposición al pueblo hebreo, “el pueblo elegido” por Dios, por éthnê, “las gentes”, “las naciones”. Y también desempeñaron un papel muy importante en esta evolución las versiones latinas de la Biblia, en especial la Vulgata de Jerónimo, pues emplean también casi sistemáticamente el término gentes para traducir o a éthnê (La Vetus Latina) o a goyim (la Vulgata). La transformación semántica de paganus para designar al “pagano”, “no cristiano”, se realizó en las comunidades latinas cristianas del siglo IV y esta palabra suplantó a todas las demás para significar el “no cristiano”. Pero no se trata, como algunos han sostenido, de que los “no creyentes” se encontraran en su mayor parte en las “aldeas” -pagus-, y los “creyentes” se hallaran en las “ciudades”, porque históricamente la realidad no fue así; sino que el punto de partida para el nuevo significado hay que buscarlo en la “lengua militar”. En esta lengua especial, paganus, “el aldeano”, se oponía a miles, “el soldado”, “el 1 A parece 4 veces en el N .T. (M t 5, 47; 6,7; 18,17; 3Jn 7), y nin g u n a en la S eptuagin­ ta. El N .T . traduce los tres textos de M t p o r etnicus y el de 3Jn p o r gentes. E l advervio griego ethnikós, que aparece en G al 2, 14, la V ulgata lo traduce p o r gentiliter, "según las c onstum bres paganas".

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militar”. Ahora bien, miles era el “soldado” y paganus el “civil”. Los cristianos se consideraban, pues, como los “soldados de Cristo” (milites Christi). Los “no cristianos” eran los pagani, “las gentes civiles”, “los que no eran soldados”, y, por eso, “no creyentes”, “no cristianos”, “paganos”. En este caso, también el significado peyorativo de paganus en la lengua común fue el punto de partida para el nuevo significado cristiano.

b) En la evolución semántica de la idea de pax han intervenido motivos de orden lógico, no afectivo. Las etapas de esta evolución han sido las siguientes: 1,- En los textos cristianos más antiguos pax significa la “paz” entre la Iglesia y el Estado, lo opuesto a la persecutio , “persecución”: tiempo de persecución. Este significado resulta directamente de la lengua común, en la que pax es lo opuesto a bellum, “guerra”. 2,- Pero pax entra en la esfera de lo espiritual y sobrenatural para indicar “la paz entre Dios y los hombres”. Esta acepción nueva la recoge la expresión bíbli­ ca evangelium pacis , “el evangelio de la paz”. 3,- Esta última acepción está relacionada con el sentido escatológico, que apare­ ce en las inscripciones cristianas, bajo la fórmula: dormiré in pace, “descan­ sar en paz”. 4,- Pero pax significa, además, la concordia entre los cristianos, y de aquí surge la expresión y el rito de darse el osculum pacis, “el beso de la paz”: de este modo queda simbolizada la unidad en el culto. 5,- Por último, pax solamente, o bien, osculum pacis , significaba el beso que se daban los cristianos en señal de unión fraterna (rito conservado incluso en la misa actual). Al darse el osculum sanctum, “el beso santo”, los cristianos se decían mutuamente: pax vobiscum, “la paz sea con vosotros”. Todos estos significados son propios del latín cristiano. Pero el latín bíbli­ co ha desarrollado también otra serie muy larga de acepciones, a partir del tér­ mino hebreo shalom y, por tanto, de la idea bíblica de “paz”. Así, paz (shalóm) en el Antiguo Testamento significa originalmente “ser o estar completo o sano”. La “paz” es un estado de completa armonía que incluye seguridad, bienestar, prosperidad, salud, alegría y ausencia de guerra. Incluye también la armonía con Dios. En el Nuevo Testamento, la eirênê (pax) adquiere una nueva dimen­ sión mucho más profunda. Indica el equilibrio interior y la tranquilidad espiri­ tual del creyente que se sabe salvado por la gracia de Dios y la redención de Cristo. Este nuevo concepto de pax, mucho más profundo que el clásico, y de orden espiritual y religioso, se resume en el hecho de que el cristiano sabe que ha sido salvado por Cristo. Por tanto, el latín bíblico tiene sus propias acepcio­ nes del término pax, que difieren de las específicamente cristianas. Esta breve digresión sobre los significados cristianos y bíblicos de pax pone

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de relieve la riqueza semántica que han adquirido muchos términos latinos al pasar por el tamiz cristiano y por el más novedoso aún tamiz bíblico.

c) Confiteri y sus derivados. En la lengua común, el verbo confiteri -en latín vulgar confessare, de donde viene el español “confesar”- tenía un signifi­ cado bastante amplio: era “reconocer públicamente”, “confesar”, “afirmar que”, “decir que”, etc. 1,- En el latin cristiano y en el ambiente ideológico de la penitencia, confiteri significaba la “confesión de los pecados”. Este sentido es bastante cercano al de la lengua común y, por eso, este verbo al principio no figuraba entre los términos técnicos del cristianismo. Sólo puede considerarse como un “cristianismo semántico” cuando equivale a “confesar los pecados (confiteri peccata). La evolución hacia este significado ya estaba plenamente realiza­ da en el siglo IV. Para San Agustín, confiteri, a secas, equivale a “confesar los pecados”. Lo mismo ha de decirse del sustantivo confessio, “confesión de los pecados”. En tiempo de Tertuliano, y hasta de Cipriano, el término usual para la “confesión de los pecados” era el término griego exomologesis. 2,- Pero en el latin cristiano, el verbo confiteri significó también muy pronto “confesar la fe” (confiteri fidem). Y como la confesión de la fe estaba muchas veces unida al sufrimiento y a la muerte por defender esa misma fe, confessio pasó a significar, como martyrium , el lugar donde uno confesaba su fe, el lugar donde había muerto, el sitio donde fue enterrado. Aún hoy se llama la Confesión de San Pedro al lugar de la Basílica Vaticana en donde se halla la tumba de San Pedro. Confessio, además de “confesión de la fe”, significa “la tumba de un confesor”, “la tumba de un mártir”. 3,- En el latín bíblico, el verbo confiten, por influjo del verbo hebreo hodah, significa, además de las cosas señaladas antes, “alabar a Dios”, “dar gracias a Dios”, y confessio es la “alabanza de Dios”, la “acción de gracias a Dios”. Estos significados bíblicos de confiten / confessio nunca fueron populares en la lengua latina cristiana. La prueba más evidente de ello es que los Santos Padres sintieron la necesidad de explicar a los fieles estos significados. San Agustín, por ejemplo, dice así (In ps. 29,19): “La confesión es de dos clases, la confesión del pecado y la confesión de la alabanza”. En otro lugar añade: “Hay una confesión del hombre que alaba, y una confesión del hombre que llora” (In ps. 94,4). Y en un sermón recalca la idea: “Hay algunos poco instruidos que, cuando oyen en la Escritura la palabra confesión, en seguida se dan golpes de pecho como si la confesión no pudiera referirse más que a los pecados” (Serm. 39,2). Los textos de Agustín que podríamos citar son muchos. Vamos a terminar con uno, un poco más largo, especialmente claro, en el que trata de los signifi­

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cados de las dos palabras que nos ocupan. Para explicar la frase de Mt 11,25: Confíteor tibi, Pater, Agustín dice lo siguiente: “Cuando se nos leyó el evange­ lio, oímos que el Señor Jesús se alegró en el espíritu y dijo: Confíteor tibí, Pater. Si estas palabras del Señor las consideramos con respeto y diligencia y sobre todo con devoción, encontramos en primer lugar que no siempre que lee­ mos en las Escrituras la palabra confesión debemos entender que se trata de la confesión del pecador. Me ha parecido conveniente deciros esto..., porque ape­ nas salió esta palabra de la boca del lector, se oyó también el sonido de vuestros golpes de pecho. Tan pronto como se oyó la palabra confíteor, golpeasteis vues­ tros pechos. ¿Y qué es golpear el pecho sino acusar exteriormente lo que está oculto dentro de él y castigar con ese golpe visible los pecados ocultos? ¿Por qué lo habéis hecho sino porque habéis oído las palabras confíteor tibí, Pater? Habéis oído la palabra confíteor, pero no habéis prestado atención a quien la dice. Atended ahora. Si Cristo, que no tiene pecado alguno, dice confíteor, es que hay una confesión no sólo del pecador, sino del que alaba a Dios. Por consi­ guiente, hacemos nuestra confesión alabando a Dios o acusándonos a nosotros mismos. Ambos modos de confesión son buenos, ya se acuse uno a sí mismo por no estar sin pecado, ya alabe a quien no puede tener pecado” (Serm. 67,1,1). No puede haber una explicación más clara. Estas acepciones bíblicas, como hemos dicho, no eran populares en tiempo de San Agustín, como no lo fueron nunca en la lengua latina cristiana, fuera de la Biblia y fuera de las Confesiones del propio San Agustín, y de algún texto aislado, dependiente directamente de la Biblia latina. Agustín mismo define así sus Confesiones·. “Mis Confesiones alaban a Dios justo y bueno, tanto por mis males como por mis bienes” (Retract. 11,6). Estos pocos ejemplos bastan para ofrecer una idea bastante ajustada de la complejidad de la evolución semántica de muchos términos propios de la len­ gua de los cristianos. Y vale la pena recalcar una vez más que hay significados bíblicos que nunca han llegado a ser propiamente significados cristianos en sentido estricto. Como resumen de todo lo dicho, podemos afirmar que si se tienen en cuen­ ta los cristianismos directos, y sobre todo los cristianismos indirectos, los semánticos y los sintácticos, es lícito hablar con todo derecho de la lengua lati­ na cristiana como de una realidad peculiar. Los cristianismos indirectos, duran­ te los cuatro primeros siglos, fueron el doble de frecuentes que los directos. En contraposición a éstos, los cristianismos indirectos eran formaciones latinas. Por eso, está totalmente justificado hablar de una renovación parcial del léxico latino en los ambientes cristianos de los primeros siglos.

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H.2.I.4.- Formación de los neologismos cristianos La mayor parte de los neologismos cristianos son términos derivados, y puede señalarse una preferencia de la lengua cristiana por ciertos tipos de for­ mación y derivación. Abundan extraordinariamente las siguientes formaciones: I,-

Los sustantivos en -tor: cooperator, fornicator, resuscitator, exterminator, insultator, operator, miserator, etc. 2,- Los nombres de acción en -tio: exspoliatio, fornicatio, incorruptio, supplan­ tatio, tribulatio, etc. 3,- Los adjetivos en -bilis: corruptibilis, incorruptibilis, investigabilis, passibi­ lis, agnoscibilis, etc. 4,- Hay preferencia por los verbos de la primera conjugación, en general, y pol­ los verbos terminados en -ficare, en particular. Estos verbos causativos se derivan de adjetivos y sustantivos; así, de clarus, clarificare, de mors, mor­ tificare, de honor, honorificare, de gloria, glorificare, etc. Este procedi­ miento de derivación es específicamente cristiano, y parece que ha sufrido la influencia del número considerable de verbos causativos griegos, que no tenían equivalente en latín. En el transcurso del siglo IV hubo un incremento continuo de cristianismos indirectos. Esto dependió, en gran medida, del edicto de Milán (a. 312), que modificó radicalmente la posición de los cristianos en el mundo antiguo. De ser gente perseguida, los cristianos pasaron a ser gente dominadora. El cris­ tianismo se convirtió, hasta lingüísticamente, en una religión victoriosa. 5,- En muchos casos, los neologismos no son más que el complemento normal de grupos de palabras formadas por los primeros cristianos. Así, por ejem­ plo, glorificare es uno de los cristianismos más antiguos, pero sólo en el siglo IV se formó el sustantivo glorificator. El adjetivo incommutabilis exis­ tía ya en la lengua común; pero en el siglo IV se formó el sustantivo incommutabilitas y el adverbio incommutabiliter, entrando a formar parte desde entonces del acervo léxico cristiano. Manducare era un verbo usual en la lengua común; pero en el siglo IV los cristianos formaron el sustantivo man­ ducatio . 6,- Nacen así, en el siglo IV, muchos adverbios terminados en biliter: incompa­ rabiliter, infatigabiliter, inejfabiliter , etc. II.2.1.5.- Cristianismos sintácticos Los datos lingüísticos que vamos a exponer a continuación no están asocia­ dos de por sí al cristianismo y por eso tienen, si cabe, mayor valor probativo acer­ ca de la peculiaridad de una lengua, en este caso de la lengua latina cristiana. El latín cristiano no hizo más que desarrollar tendencias que se hallaban latentes en la lengua común. Los datos más relevantes en este sentido serían los siguientes:

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1,- Uso de adjetivos de pertenencia en lugar del genitivo adnominal: apostólica traditio; divina praecepta; divina gratia; dominica fides; dies dominica; ecclesiastica disciplina; evangélica traditio, etc. El uso de estos adjetivos se remonta al indoeuropeo; pero el latín desarrolló en su sustitución el genitivo adnominal o posesivo. La lengua de los cristianos, curiosamente, volvió al uso antiguo. 2,- Uso frecuente del singular colectivo, sobre todo con términos de sentido específicamente cristiano; así opus, “obras de misericordia”; gentilis, “los paganos”; haereticus, “los h erejes”; M anichaeus, “los m aniqueos”; Arrianus, “los arríanos”, etc. Este singular se usa sobre todo para indicar las “sectas heréticas”. Es un singular del mismo tipo que el antiguo, reflejado en la frase: Romanus sedendo vincit, “los romanos vencen estando senta­ dos”. 3,- Indiferencia y hasta abandono de las reglas tradicionales de la lengua; pot ejemplo, uso abundante del nominativus penclens. Esta construcción, en con­ creto, ofrecía la posibilidad de citar textos bíblicos sin cambiar una sola palabra (cf. Agustín, Serm. 192,3,3). 4,- Uso especial del genitivo adnominal; por ejemplo: dies iudicii, “el día del juicio”, es decir, cuando tendrá lugar el juicio; panis laetitiae, “el pan de la alegría”: el pan que se comerá con alegría. La relación específica del geniti­ vo es muy amplia, como se ve. Hay que señalar que la mayor parte de estos giros proceden de las traducciones latinas de la Biblia, pues el hebreo, len­ gua pobre en adjetivos, suple esta carencia con el empleo de sustantivos en forma constructa, cuya traducción normal al latín es el genitivo. Esta cons­ trucción, por tanto, muy frecuente en el latín cristiano es en el fondo un rasgo propio del latín bíblico. 5,- Uso de elipsis y braquilogías atrevidas. Este fenómeno sólo es concebible y explicable cuando los hablantes conocen perfectamente de qué se trata. Hay muchos ejemplos de ello en las inscripciones cristianas. Así, por ejemplo, consequi significa “ser bautizado”: hic posita est Fortunia...consecuta est octavo kalendas augusti, “aquí está enterrada Fortunia..., que fue bautizada el día octavo antes de las calendas de agosto”. Accipere significa también “recibir el bautismo”: percipere , “recibir la gracia del bautismo”; suscipere, “recibir la gracia del bautismo”; ex die consecutionis , “desde el día del bau­ tismo”. Estas expresiones obedecerían a la llamada “disciplina del arcano”, es decir, a la reserva impuesta a los fieles para que no hablaran claramente y explícitamente de los misterios sagrados con quienes no tuvieran interés en la religión cristiana. Esta reserva continuó, al menos, hasta el siglo IV. A partir de entonces se pasa de las palabras generales y oscuras a términos menos oscuros, que indican el acceso a la vida sobrenatural, a la luz, etc.; así natus, renatus, luce renovatus, sacratis ablutus lymphis, hasta llegar a las formas tardías y más explícitas, como albas suas deposuit (dejó sus ves­ tidos blancos), o al uso del verbo baptizare y de otros términos indicadores

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del estado de los fieles en relación al bautismo, como candidatus, catechu­ menus, neofita, etc. En cuanto al matrimonio, la santidad del sacramento se indicaba o por los términos virginius, “el hombre que era virgen antes de casarse”, univira, “la mujer que se había casado una sola vez”, o por los elogios que un cónyuge hace del otro, en las lápidas sepulcrales, alabando su virtud y su fidelidad. El sacramento de la penitencia tenía también sus fórmulas estereotipadas, como accipere poenitentiam, “recibir la penitencia”, consequi poenitentiam, “conseguir la penitencia”. 6.- Uso del genitivo aislado como forma especial de elipsis; por ejemplo: ergo “de Dei" das Deo, “luego de (los dones) de Dios das a Dios”, etc. La abun­ dancia de elipsis de este género en las obras de San Agustín es una buena prueba de que los fieles las entendían, pues Agustín intenta ante todo que sus oyentes o lectores le entiendan. 7.- Construcciones de los verba dicencli con cid; por ejemplo: dicere ad; loqui ad , etc. Esta construcción existe en textos latinos antiguos, pero es poco frecuente. Los cristianos, en cambio, la desarrollaron muchísimo. Ello se debe en gran parte a que muchos nombres bíblicos son indeclinables y por eso la claridad del texto exigía estos giros con preposición; por ejemplo: dixit ad Noe (dijo a Noé); locutus est ad Ioseph (habló a José), etc. Este giro, por tanto, es típico del latín bíblico, y no del latín cristiano en cuanto tal; pero pasó a la lengua latina cristiana por la razón apuntada. De la lengua cristiana pasó luego al latín tardío en general, dando origen a expresiones como dixit ad eum en vez de dixit ei (dijo a él o le dijo), dixit ad discipulos (dijo a los discípulos), etc., y del latín tardío pasó a las lenguas romances: “dijo a un hombre”; “ habló a una mujer”, etc. Queremos advertir, como observación final de este capítulo, que una buena parte de los fenómenos lingüísticos, que acabamos de señalar como propios del latín cristiano, se basan, dependen y proceden de las antiguas versiones latinas de la Biblia, incluida naturalmente la Vulgata de Jerónimo. En muchos de estos puntos el latín cristiano coincide con el latín bíblico, o, si se quiere, el latín bíblico se convierte en latín cristiano. Pero tendremos ocasión más adelante de demostrar con suficientes argu­ mentos que se pueden y se deben estudiar por separado estos dos tipos de latín. En las páginas que preceden ya se ha dado cuenta de algunas de estas diferencias con respecto a significados distintos de las mismas palabras. Π.2.2.-

G r e c is m o s

A través de su historia el latín ha experimentado dos veces una fuerte influencia griega. La primera fue en tiempo de Escipión el Africano (a. 235-183 a. Cr.). Las clases dirigentes de Roma, conscientes de la pobreza de su propia civilización, aceptaron a manos llenas la cultura griega. Roma se enriquecerá

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con una facilidad pasmosa de los fondos inagotables de Grecia durante los siglos siguientes. Junto a la cultura y la civilización, entran en Roma cientos de palabras nuevas, tomadas unas directamente de la lengua griega -son los présta­ mos griegos-, o tomadas del acervo latino, pero calcadas sobre modelos griegos en cuanto a alguno de sus significados. La segunda gran penetración, y podríamos decir invasión, de grecismos se verifica en el siglo I de nuestra era, cuando llega a Occidente el cristianismo, predicado por misioneros que hablan el griego. El influjo de la lengua griega en este período puede parangonarse al de la época de Escipión. Pero ahora, en el cristianismo, no hay impedimentos ni recelos, como los hubo en tiempo de Escipión. Los cristianos toman del griego sin escrúpulos puristas ni lingüísticos palabras y giros que les parecen apropiados para expresar su fe y sus ritos y sijs creencias, que era lo fundamental, y no la pureza de su lengua latina. La influencia del griego sobre el latín se realiza a través de dos caminos: Π.2.2.Ι.- Penetración por vía popular Debido a la presencia de numerosos esclavos y mercaderes griegos en Roma, la convivencia con los nativos de habla latina hizo que pasaran al latín muchos términos y expresiones de la lengua griega, sobre todo del vocabulario técnico del comercio. La influencia se deja sentir sobre todo en el léxico y afec­ ta principalmente a los géneros más populares, como la comedia. Π.2.2.2.- Penetración por vía culta Las clases sociales altas de Roma se dejan seducir por la refinada y ya clá­ sica cultura griega. El influjo de la lengua griega por esta vía afecta más al campo sintáctico que al campo léxico. Con respecto al léxico, Cicerón en parti­ cular, realiza una intensa labor de invención de términos latinos que sustituyan a los términos técnicos griegos, sobre todos términos relacionados con la filoso­ fía. Por esta vía entran en Roma especialmente los calcos semánticos griegos. Esta doble vía de penetración de la cultura y de la lengua griegas existe también en el latín cristiano. Hay, pues, un influjo popular, sobre todo en el léxico, y un influjo culto o literario, sobre todo en la sintaxis. De las dos vías de penetración de los grecismos en el latín cristiano tuvo más importancia la vía popular, porque los primeros cristianos procedían fundamentalmente de las cla­ ses sociales más bajas, entre ellas la de los esclavos y libertos, de origen orien­ tal y de lengua griega o de dialectos muy influidos por el griego. Al convertirse al cristianismo y seguir viviendo en Roma, aprendieron también el latín, y al fin también ellos hablaron el latín, pero con muchos préstamos griegos.

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Π.2.2.3.- Préstamos léxicos griegos 1,- Ya hemos dicho que, tratándose de cosas o de instituciones más o menos concretas, entran en la lengua latina cristiana de Roma o de Cartago -por citar sólo las dos capitales del cristianismo antiguo- las cosas o las institu­ ciones con sus nombres griegos. Tales son los casos de las siguientes pala­ bras: apostolus, ecclesia, evangelium, baptisma, diaconus, episcopus, presbyter, etc. Entran también los verbos correspondientes, como baptizare, blasphemare, anathematizare, prophetare, scandalizare, etc. Ya hemos dicho antes que la terminación verbal en -izare era una formación típica­ mente cristiana. Y ahora es preciso añadir que está calcada del griego izeín. Estas palabras griegas se toman sin más y no se intenta buscar un término en la propia lengua para sustituirlas. Además, el exclusivismo de los primeros cristianos no facilitaba el contacto lingüístico con las instituciones paganas. Las instituciones cristianas, la fe cristiana y la ideología del cristianismo se consideraban fenómenos absolutamente nuevos, necesitados de una termi­ nología nueva, aunque fuera necesario utilizar una terminología extranjera. Por ejemplo, para designar al profeta en el sentido que tiene en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, es decir, “al que habla en nombre de Dios”, se dejaron de lado las palabras latinas existentes, como vates y fatidicus , por un lado, porque evocaban ideas religiosas paganas, y, por otro, porque sus significados no eran totalmente coincidentes con el de nabí en hebreo, y, por eso, tomaron del griego propheta - prophetes, palabra religiosamente neutra y que sólo significaba “el que habla en vez de”, “el que habla delante de”. Propheta para los cristianos es, pues, “el que habla en nombre de Dios”. La mayor parte de los préstamos griegos datan de los primeros siglos del cristianismo, aunque naturalmente hay también términos posteriores. Y hay que decir otra vez que la mayor parte de estos grecismos pasaron primero a las versiones latinas de la Biblia y de ellas a la lengua común de los cristia­ nos. Estamos de nuevo ante biblismos y no propiamente ante cristianismos en sentido estricto. Otros préstamos griegos datan de siglos posteriores. Cuando en el siglo IV se importó de Oriente la fiesta de la epifanía, se introdujo la fiesta con su palabra griega correspondiente epiphania, “manifestación”. Sabemos que en tiempo de San Agustín los cristianos ordinarios todavía no entendían ese tér­ mino y por eso Agustín tiene que explicárselo: epiphania quippe graece, latine manifestatio dici potest (“pues epifanía en griego puede decirse en latín manifestación”) (Serm. 202,1,1). Cuando también en el siglo IV se importó igualmente del Oriente el mona­ cato, entraron junto con la institución los términos monachus, “monje” y monasterium, “monasterio”. En este mismo siglo, durante el período de las grandes herejías, entró también la palabra orthodoxus, “ortodoxo”.

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2,- Los préstamos léxicos griegos son productivos. Estas palabras importadas por los cristianos no constituyen un cuerpo extraño en la lengua latina cris­ tiana. Al contrario, con la ayuda de sufijos latinos se forman neologismos, que encajan perfectamente en el sistema tradicional de la lengua latina. Así, por ejemplo, de apostolus, con un sufijo latino tradicional, se formó cipostolatus, a imitación de magistratus, consulatus, etc. El término apostolatus pasa a designar una función oficial, la función del “apóstol”, y luego se ensancha el significado para designar el “apostolado” que puede hacer cual­ quier fiel cristiano que oye y acepta la llamada de Cristo para difundir la religión cristiana. Obsérvese que los cristianos no tomaron el término griego apostolé, porque los temas latinos en -a no se utilizaban habitualmente en latín para designar nombres de funciones. De la misma manera de episcopus se formó episcopatus, dejando de lado el griego episkopé. Más adelante se formó también episcopalis, desdeñando igualmente el griego episkopikós. A imitación de episcopatus, “obispado”, se formó en el siglo IV clericatus, “clericado”, “el clero”, partiendo del grie­ go kléros, “suerte”, término que dio en latín cristiano clerus, desde Tertulia­ no, y de clerus nació también clericus , “clérigo”, desde Jerónimo, y cleri­ calis, “clerical”, desde Sidonio Apolinar (mitad del siglo V). Hay que hacer constar que apostolus, “apóstol, enviado” y apostolatus, “función del apóstol”, según la primera acepción señalada, son términos bíblicos, lo mismo que episcopus, “inspector, vigilante”, “obispo” y episco­ patus, con el significado de “oficio, puesto, cargo”. En cambio, son térmi­ nos cristianos todos los demás citados antes. Con el sufijo -tor, tan usado por los cristianos, como se ha dicho, de blasp­ hemare se formó blasphemator; de baptizare o de baptisma se formó una pequeña constelación de términos cristianos, como baptista, baptizator, baptizatio, baptisterium; ésta última palabra con la acepción de “lugar donde se bautiza”, “fuente bautismal”, “bautisterio”, desde Sidonio Apolinar (mitad del siglo V), porque baptisterium con el significado de “piscina para bañarse” aparece ya en Plinio ( Ep. 5.6.25 ). Hay que señalar aquí también que blasphemare, baptizare, baptista son tér­ minos bíblicos. Los demás son términos cristianos. 3.- A veces no se toma prestada la palabra griega, sino que se incorpora a la len­ gua materna, al latín cristiano, el valor o la equivalencia de la palabra grie­ ga. Este procedimiento tiene aplicación universal en lingüística; existe hoy como existía en la antigüedad. Ahora bien, como las nociones cristianas han sido incorporadas al mundo latino por medio del griego, muchas veces es difícil saber si se trata de un cristianismo semántico normal o de una traduc­ ción del griego. Así, por ejemplo, cuando caro, en sentido cristiano, se convierte en el equi­ valente del griego sarks, no hay nada de extraño ni artificial en ello. Para la

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ideología cristiana caro equivale a sarks y sarks equivale a uno de los signifi­ cados -el significado religioso- del basar hebreo. Se trata, pues, de un neolo­ gismo, que es un “cristianismo semántico”, como se dijo en otro lugar, o, para hablar con más propiedad, es un biblismo procedente de un semitismo. Otra cosa son los términos derivados carnalis, carnaliter, carnalitas, que son “cristianismos léxicos indirectos”. Lo mismo puede decirse de conditio, en el sentido de “creación”, que equi­ vale al griego ktisis, y en la Vulgata (Ez 28,15) es la traducción del hebreo bara’, “crear”, con cuyo verbo la Biblia describe la creación de Dios al prin­ cipio del mundo . Es igualmente un cristianismo semántico. La lengua latina cristiana prefirió catechumenus a auditor, porque éste últi­ mo término evocaba la imagen de las escuelas paganas de filosofía. Templum era un término técnico del culto pagano, y por eso no se aceptaba como vocablo para designar la iglesia cristiana en cuanto edificio de culto. Se aceptó, en cambio, basilica, nombre de un edificio pagano, y también ecclesia, “iglesia”, como edificio de culto, desde San Agustín. Pero templum en la Biblia latina -en la Vulgata de Jerónimo aparece algu­ nos centenares de veces- pasó a designar, con significado nuevo y específi­ co, “el templo de Salomón”, “el templo de Zorobabel”, “el templo de los judíos del tiempo de Cristo”. Mysterium evocaba en la mente de los cristianos los misterios paganos, y por eso lo cambiaron por sacramentum con esa misma acepción. En cambio, el latín bíblico no hace distinción alguna entre mysterium (29 veces en la Vg) y sacramentum (16 veces emn la Vg), usando ambos térmi­ nos con el mismo significado. 4,- Algunos autores cristianos, escritores literarios de categoría, intentaron, sin conseguirlo, eliminar lo más posible los préstamos griegos, sustituyéndolos por palabras de cuño latino. Así, por ejemplo, Tertuliano emplea a veces ordo por clerus; intingere y tingere por baptizare; intinctio y lavacrum por baptisma; apostata por refuga o transfuga o trcmsgresor o negator. Estos intentos no tuvieron éxito. Las palabras cristianas vencieron, y probable­ mente vencieron, porque todas ellas estaban presentes en las versiones lati­ nas de la Biblia. 5.- Tampoco tuvieron éxito los esfuerzos de los poetas cristianos, a partir del siglo IV, que reemplazaron muchos préstamos griegos antiguos por palabras latinas. Estos autores sustituían martyr por testis; angelus por nuntius o minister; apostolus por missus; episcopus por antistes; propheta por vates o praeco Dei; baptisma por lavacrum; baptizare por tingere, etc. La lengua hablada por los cristianos no aceptó estos cambios. Y no los aceptó proba­ blemente, porque eran términos habituales del latín bíblico. Por otra parte, los poetas preferían, además, palabras bíblicas, pertenecientes

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al lenguaje solemne de la liturgia de la Iglesia, como gehenna por inferus o abysus, en vez de términos de uso más corriente. Y éstas sí se conservaron. Π.2.2.4.- Préstamos sintácticos griegos Los préstamos sintácticos son más difíciles de detectar. Es evidente que resulta más fácil tomar una palabra extranjera que tomar una construcción sin­ táctica. Pero si la lengua materna ofrece un punto de partida, la influencia extranjera puede verse activada en el campo de la sintaxis. La influencia griega -y la hebrea, como luego verem os- se opera de la siguiente manera: Desde el período arcaico existían en latín ciertas construccio­ nes que nunca se habían desarrollado del todo. Pues bien, la evolución de estas construcciones se ha visto estimulada y favorecida por la lengua extranjera. Sin esta influencia, las construcciones habrían quedado paralizadas, convertidas en meras posibilidades. Con esta influencia se han convertido en material de uso comente. La vía más frecuente de esta influencia sintáctica ha sido la de las traduc­ ciones latinas de la Biblia -y de nuevo vuelven a coincidir el latín cristiano y el latín bíblico, o mejor dicho, vuelve a tomar la delantera y la mayor impor­ tancia el latín bíblico frente al latín cristiano- y eventualmente de otras obras griegas primitivas, como la Carta de Clemente a los Corintios, el Pastor de Hermas, la Carta de Bernabé, las obras de heneo o de Orígenes, etc., pero siempre en un lugar absolutamente secundario frente a las traducciones lati­ nas de la Biblia, Veamos ahora algunos ejemplos claros de influjo griego en la sintaxis del latín cristiano: 1,- En el latín tardío existían varias perífrasis de futuro, las cuales durante siglos se habían usado de manera muy fluctuante. Algunas de estas cons­ trucciones eran las siguientes: habituri sumus = habebimus (= tendremos) (Petr. 45,4); qui baptizandi sunt = qui baptizabuntur (que serán bautizados). Otras se forman con los verbos: habeo, debeo, volo, como, por ejemplo: tollere habet (tomará); debet ordinari (deberá ordenar = ordenará); servire volunt (quieren servir = servirán), etc. Una perífrasis muy frecuente era la formada por los verbos coepi e incipio, originada sin duda por imitación de la formada por el verbo griego melló. Esta construcción se usó primero en las traducciones latinas de la Biblia y luego en la lengua hablada de los cristianos; pero nunca fue popular, y ter­ minó por desaparecer.

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2,- El verbo credicli se emplea con matiz incoativo y en un sentido específicamente cristiano: “hacerse creyente”, “recibir la fe”, por influjo del aoristo incoativo griego epísteusa. El uso frecuente de la interrogación indirecta con si, rigiendo casi siempre indicativo, se remonta a orígenes muy antiguos -seguramente al itálico común-, como consta por las Tablas Iguvinas 5,24. Plauto conoce y usa esta construcción. Pero la realidad es que sólo se hace de uso corriente con el cristianismo. El uso abundante que hace de ella el latín cristiano depende sin duda del griego ei, que rige indicativo. En su difusión tuvieron sin duda mucho que ver las versiones latinas de la Biblia, incluida la Vulgata, en la que también es muy frecuente -una vez más el latín bíblico es la base o el detonante del uso cristiano-. Esta conjun­ ción pasa incluso a introducir una interrogación directa. 4,- El infinitivo final era una construcción antigua, pues Plauto la conoce y utili­ za. El latín clásico la evita sistemáticamente, fuera de los verbos de movi­ miento y duración, como abiit visere aedem Minervae (fue a visitar el tem­ plo de Minerva); ciare bibere (dar de beber), etc. El latín cristiano, en cambio, la desarrolla sin limitación alguna por influjo del griego. Tenemos, pues, giros como: sedit manducare (se sentó a comer); dedit acl manducare (dio de beber), etc. 5.- El giro nescio quia, en vez de infinitivo, es también un giro cristiano. Quia en estos casos es la traducción del griego hóti. Pero esta construcción, más que procedente del griego, viene sin duda al latín cristiano de las versiones latinas de la Biblia, incluida la Vulgata, que no hacen más que recoger la construcción hebrea o aramea de la Biblia, pasada a la Septuaginta. El latín bíblico emplea indiferentemente nescio quia y nescio quod (ésta última fórmula es más frecuente). Π.2.2.5.- Conclusiones sobre la influencia griega La influencia griega sobre el latín cristiano hay que destacarla debidamente. Las relaciones entre la literatura griega cristiana primitiva y la literatura latina cristiana antigua son tan estrechas y tan intensas en los primeros siglos del cris­ tianismo, y abarcan tantos campos comunes que no parece descabellada la idea de quienes prefieren hablar de una sola literatura bilingüe, que podría llamarse literatura cristiana griega y latina. El centro de esta literatura evidentemente es Cristo, que es quien le confiere la unidad de contenido. Por lo demás, ambas literaturas tienen unas mismas exi­ gencias, unos mismos objetivos, unos mismos adversarios, y ambas emplean las mismas armas y los mismos argumentos. Las dos tienen el mismo espíritu ecu-

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ménico y universal. Las dos son el mismo instrumento de una misma lucha: la propagación y defensa del cristianismo. Por eso hubo siempre un gran intercam­ bio de mensajes traducidos de una lengua a otra, sobre todo de la griega a la lati­ na, comenzando ya por la versión del Nuevo Testamento griego y la versión del Antiguo Testamento de los Setenta, pasados ambos Testamentos a la Vetus Latina. Así, pues, no se subrayará lo bastante la importancia del griego bíblico para explicar el latín cristiano. La influencia de la versión griega de los Setenta y del griego del Nuevo Testamento es incalculable, no sólo para el latín cristiano, sino para otras muchas lenguas, a las que se tradujo la Biblia griega, por ejem­ plo, para la lengua gótica, por citar sólo una lengua antigua importante. Pero esta importancia del griego bíblico no quedaría situada en su verdade­ ra dimensión, si no se hiciera hincapié en el hecho de que el griego bíblico es deudor, en una medida mayor de lo que suele creerse, del hebreo bíblico y del arameo, por lo que respecta a la Septuaginta, y de la mentalidad semítica de los autores del N.T., por lo que se refiere al griego del N.T. La raíz última de casi todas las novedades del griego bíblico como del latín bíblico está en las lenguas originales de la Biblia: el hebreo, el arameo, y en la mentalidad hebrea de los autores del N.T. Π.2.3.-

S e m it is m o s

En el latín cristiano existe también una influencia semítica hebrea y aramea-, que ha actuado sobre todo a través de las versiones de la Biblia, unas veces directamente, como en la Vulgata de Jerónimo, y otras indirectamente, a través del griego, como en las antiguas versiones de la Biblia, denominadas comúnmente Vetus Latina o Veteres Latinae. Este influjo que, según nuestra opinión, es más importante de lo que comúnmente se cree, está aún en gran parte sin estudiar debidamente. El influjo viene ciertamente a través de las versiones, sobre todo las de la Biblia, pero no exclusivamente, porque puede venir también de traducciones de obras semíticas al griego y del griego al latín o a través de obras compuestas directamente en griego, pero por autores semitas, y luego traducidas al latín, como sería el caso de Filón de Alejandría (hacia el 30-20 a. Cr. 45 d. Cr.), cuya vastísima produc­ ción literaria tiene una importancia fundamental para conocer la cultura judía en un momento especialmente interesante, puesto que Filón vivió precisamente en tiempo de Cristo. Desde el punto de vista literario e histórico la vastísima erudición de Filón en ambas culturas, la hebrea y la griega, es de sumo interés, y curiosamente la

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influencia de Filón fue mayor entre los autores cristianos que entre los propios judíos, pues dejó huellas indiscutibles en los Padres Apostólicos y Apologistas, y luego en Clemente de Alejandría y en Orígenes, sobre todo a través de su exé­ gesis bíblica alegórica y espiritual. También Flavio Josefo (37/38 d. Cr. -ca. 100) merece especial mención por sus obras De bello ludaico, escrita primero en arameo, entre el 75 y el 79, y tra­ ducida por él mismo al griego con ayuda de colaboradores griegos, que trata de la historia de la guerra entre romanos y judíos (años 66-70), precedida de una larga introducción sobre la historia hebrea desde la sublevación de los macabeos. La obra, traducida al latín en el siglo IV, tuvo una gran difusión en Occidente. También la tuvo la otra gran obra histórica de Josefo, las Antiquitates Iudaicae, escrita directamente en griego y terminada hacia el 93-94, en donde expone la historia del pueblo judío desde Moisés a Nerón (libros I-XI) y luego desarrolla una historia universal (libros XII-XX). Al hablar de semitismos en el latín cristiano es imposible no mencionar, aunque sólo sea de paso, la versión griega de los Setenta, obra de muchos tra­ ductores, que trabajaron independientemente, en tiempos distintos y con crite­ rios distintos, por lo que se refiere a la fidelidad al texto original. La traducción, comenzada en torno al 250 a. Cr. con el Pentateuco y conti­ nuada con los Profetas y los Hagiógrafos, duró al menos un siglo. Algunos libros incluso, como el Eclesiástico, fueron traducidos hacia finales del siglo I a Cr. (a. 132), y otros, como la Sabiduría y I-II Macabeos fueron escritos directa­ mente en griego. Los hallazgos de inscripciones, papiros y otros documentos permiten hoy establecer con certeza que el griego de los Setenta es la lengua griega usual, la koiné helenística, de la que esta versión constituye precisamente el documento más amplio y más importante desde todos los puntos de vista. Esta koiné está evidentemente influenciada por el hebreo, del que conserva algunas palabras intraducibies en griego, construcciones y expresiones peculiares, traducidas sólo de manera aproximada y consideradas poco griegas; pero, al fin, una koiné muy apropiada para hacerse entender, y para transmitir el mensaje bíblico a los judíos de la diáspora y a todo el mundo griego, que es de lo que se trataba. La importancia de los Setenta fue enorme no sólo desde el punto de vista de la fusión de las culturas judía y griega, sino por las consecuencias que tuvo esta fusión, convertida en una tradición, en la predicación y difusión del cristianis­ mo. El conocimiento de los libros sagrados de los judíos -la Biblia, la Sagrada Escritura- en el mundo antiguo y en el mundo medieval, y hasta en el mundo

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moderno, se deriva en gran parte de los Setenta, que fueron traducidos al latín -la Vetus Latina-, al copto, al armeno, al etiópico, al siriaco, al árabe, al geoi'giano, al eslavo, al gótico, y luego a todas las lenguas modernas. Los Setenta adquirieron pronto gran difusión entre los judíos, como lo demuestra Filón de Alejandría; entre los escritores del Nuevo Testamento; entre los Padres Apostólicos; en la Iglesia griega, y hasta entre los paganos, como lo prueba el autor anónimo Del sublime, de la época de Tiberio. Pues, bien, ¿hasta qué punto el hebreo influyó en el griego de los Setenta? ¿En qué medida influyó el hebreo directamente en el latín a través de la Vulgata de San Jerónimo? He aquí dos preguntas que aún esperan una respuesta definitiva. Por lo que respesta a la influencia hebrea sobre los Setenta hay que tener en cuenta que, además de ser una traducción del hebreo (y del arameo), fueron judíos los que hicieron esa traducción, y entonces pudieron trasladar, y sin duda trasladaron, su propia mentalidad semítica a la versión literal que realizaron. Doble influencia semítica, pues, la del texto original que se traducía, y la de los autores, judíos, que la hicieron. Pero veamos ahora la influencia semítica en el latín de los cristianos, par­ tiendo fundamentalmente de las versiones de la Biblia. En este caso, el latín cristiano se convierte en latín bíblico o es él mismo, sobre todo, latín bíblico.

II.2.3.1.- Préstamos léxicos hebreos o arameos a) Antes de comenzar este punto, conviene advertir que ciertas palabra griegas, tomadas en préstamo por el latín de los cristianos, no son más que pala­ bras hebreas o arameas vestidas con ropaje griego. Estas palabras son, pues, semitismos indirectos, porque han pasado al latín del hebreo o arameo a través del griego. Este sería el caso, por ejemplo, del sustantivo angelus, “ángel”, que es la traducción y transposición del hebreo mal'ak, “enviado”, “mensajero”. Lo mismo habría que decir de lex -término latino — ’’ley de Dios”, “ley de Moisés"-, con sus múltiples significados, que sería a su vez la traducción y transposición del griego nomos, y esta palabra sería a su vez la traducción del hebreo thorah, término hebreo casi intraducibie a causa de sus innumerables acepciones. Este tipo de préstamos hebreos y arameos es bastante abundante y requiere un estudio minucioso del léxico cristiano para descubrir sus acepciones semíti­ cas ocultas bajo la letra latina.

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Pero viene de nuevo la observación, hecha tantas veces, de que este influjo semítico, hebreo o arameo, le vino al latín cristiano a través de las versiones latinas de la Biblia.

b) Los semitismos directos, en cambio, no son muy numerosos, si exclui­ mos de la cuenta los nombres propios -de persona o de lugar-, porque si los incluyéramos, los semitismos serían numerosísimos, por ejemplo: Adam, Noe, Abraham, Libanus, Palaestina, Sion, Hierusalem, etc. etc. Entre los hebraísmos más conocidos pueden citarse: alleluia, amen, gehen­ na, levita, cherubim, seraphim, manna, pascha, sabbatum, satan, satanas, messias, etc. Todos ellos, claro está, entraron en el latín cristiano a través de las versio­ nes latinas de la Biblia. Algunos de estos semitismos tuvieron que sufrir la concurrencia de térmi­ nos latinos, que terminaron por prevalecer. Así gehenna fue sustituido con for­ tuna por infernus, “infierno”; satanas convivió con diabolus, tomado del grie­ go; levita fue sustituido en parte por diaconus, tomado del griego. Levita ha sobrevivido como apelativo de la tribu de Leví. De algunos de estos semitismos, una vez aceptados en la lengua de los cris­ tianos, se derivaron otros términos latinos. Así de pascha se formó paschalis, “pascual”; de Sodoma (ciudad de Sodoma) se formó sodomita ' y sodomiticus\ de levita se formó leviticus. En épocas posteriores, y ya fuera del latín cristiano, se formaron otros tér­ minos derivados de palabras hebreas, como faraónico de Pharao; satánico de satan; sabático de sabbatum; rabino, rabínico, rabinismo, rabinista de rabbi, “mi maestro”, expresión que usaban los discípulos con sus maestros, y luego pasó a ser un tratamiento de respeto. Π.2.3.2.- Influencias sintácticas hebreas y arameas En el campo de la sintaxis la influencia hebrea y aramea estimuló tenden­ cias y construcciones ya existentes en latín. Algunos ejemplos serán suficientes para demostrarlo.

1 Sodom ita, con el significado de "habitante de Sodom a", es un térm ino bíblico. Pos­ teriorm ente, y ya fuera del latín bíblico y cristiano, recibió el significado de "persona que com ete sodom ía", es decir, tiene relaciones sexuales con persona del m ism o sexo. Sodom iticus es térm ino cristiano, pero tardío.

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a) Genitivo adnominal o especificativo o de cualidad, del tipo ocior suavita­ tis, olor suave” -no “olor de suavidad”, que es un hebraísmo-; homo peccati, “hombre pecador”; poculum mortis, “bebida mortífera”; calix suavitatis, “cáliz (bebida) suave”. El origen de esta construcción está en la escasez de adjetivos de la lengua hebrea, escasez que se suple con el uso de sustantivos en el llamado estado constructo, que equivale a un genitivo en latín. Esta construcción no era desco­ nocida del latín profano, como consta, por ejemplo, por Petronio, Sat. 93,4 : moderationis verecimdiaeque verba (“palabras moderadas y respetuosas”). Pero las traducciones latinas de la Biblia, por influjo del hebreo, le dieron una pro­ pagación insospechada. Este giro es, pues, típico del latín bíblico de donde pasó al latín cristiano. b) Genitivo de intensidad, equivalente a un superlativo, del tipo vanitas vanitatum, “vanidad suprema”; canticum canticorum, “cantar por excelencia”. También ésta es una construcción latina, incluso indoeuropea. En Plauto (Capt. 825) encontramos esta frase: rex regum regalior, “(yo soy) un rey de los reyes más regio aún”, es decir, soy más rey que el rey de los reyes. Pero fueron las traducciones latinas de la Biblia, por influjo del hebreo, las que dieron a esta construcción un desarrollo inusitado, y de las versiones pasó a la lengua corriente de los cristianos, conservándose sobre todo en la liturgia. Véase, por ejemplo: per saecula saeculorum, “por los siglos de los siglos” (por siempre). c) Comparativo con ab, prae; por ejemplo: maior ab angelis, “mayor que los ángeles”; dulcior prae melle, “más dulce que la miel, en lugar del compara­ tivo con quam o el ablativo. Este uso es bíblico y de la Biblia latina pasó al latín cristiano d) Uso de in instrumental del tipo: percutere in virga, “golpear con la vara”; occidere in maxilla, “matar con una quijada”. El origen de esta construcción es muy discutido. Leumann - Hofmann Szantyr 1 opinan que se trata de una construcción puramente latina, aunque en las versiones bíblicas el uso abundante de ella depende en última instancia del influjo hebreo. E. Lofstedt 2 admite una influencia griega muy considerable, estimulada por el hebreo.

1L eum ann - H ofm ann - Szantyr, L a teinische G ram m atik, II, M unich 19722, p. 126. 2 E. L ofstedt, Syntactica, II, L und 1933, p. 452.

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Para tratar un poco más a fondo la cuestión hay que distinguir dos usos diferentes de in instrumental: 1.- Se trataría de un desplazamiento del sentido instrumental hacia una concep­ ción local. Este desplazamiento obedece a una tendencia puramente latina y no procede de una influencia extranjera. Ha dado en latín origen a giros del tipo de in vino diluere (diluir en vino) (Mulomed. Chir. 480), y a las expre­ siones ciceronianas como delectari in, laetari in (deleitarse en, alegrarse en). 2,- Estas expresiones latinas serían el punto de arranque del in puramente ins­ trumental, desligado ya de toda concepción local. Este uso habría sido esti­ mulado por el en griego y el be hebreo. Por motivo de este influjo extranje­ ro, el empleo de in instrumental ha experimentado un desarrollo bastante amplio, pasando incluso a todas las lenguas románicas y germánicas el giro in nomine Domini o in nomine Patris, “con el poder del Señor” o “con el poder del Padre”, habiendo aquí un doble hebraísmo, el de in instrumental y el significado hebreo de nomen (nombre), “esencia de la cosa o persona, persona, poder”, “potestad”. Este uso instrumental de in se encuentra principalmente en la Biblia latina y parece que no fue totalmente aceptado por la lengua cristiana ordinaria, ya que Agustín se cree obligado a explicarlo, sustituyéndolo por de y ablativo. Dice así para explicar el texto de Ex 17,5 (Vetus Latina): Et virgam, in qua percussisti flumen, accipe in manu tua. In qua percussisti dixit pro eo quod dicimus “de qua percussisti”, et est ista locutio creberrima in scripturis (Locut. in Hept. 2,89) (“y la vara, con la que golpeaste el río, tómala en tu mano. El texto dice (en) con la que golpeaste en lugar de lo que nosotros decimos “con” la que golpeaste, y esta expresión es frecuentísima en las Escrituras”). El uso de in instrumental-local no ofrece, pues, dificultades. Se trata efecti­ vamente de un uso latino. El empleo de in puramente instrumental se debe sin duda a influjo hebreo a través del griego en con valor instrumental. Como es sabido, en griego en con valor instrumental aparece ya en Homero, pero su uso es relativamente raro antes de los Setenta, en cuya versión apa­ rece muchísimas veces, por influencia del hebreo; más veces proporcional­ mente incluso que en el Nuevo Testamento. Tampoco es muy frecuente en la koiné, fuera de los textos bíblicos, pues bastantes textos con en pueden entenderse perfectamente en sentido estrictamente locativo. Todo esto demuestra que incluso en el griego de los Setenta y en el Nuevo Testamento griego, el empleo abundante de en instrumental se debe induda­ blemente a influjo semítico. La conclusión final es que in instrumental es un giro propio de las versiones latinas de la Biblia, y no típico del latín cristiano.

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e) En el latín cristiano credere in se hace cada vez más frecuente por influjo del hebreo en vez del régimen normal en dativo: crede in me en vez de crede mihi. Al tratarse de influjo hebreo, estamos ante un biblismo y no ante un cristia­ nismo en sentido estricto. f) Sustitución de la oración de infinitivo por las oraciones subordinadas con quod, quia, quoniam con los “verbos de lengua y entendimiento” del tipo dico quod, credo quod. Aunque este tipo de construcciones existe en latín ya desde el Bellum hispaniense, y aparece varias veces en Petronio y en Apuleyo, el uso abundantísi­ mo de estas construcciones en las versiones latinas de la Biblia ha hecho que se difundiera en el latín de los cristianos. El influjo griego, a través del hóti, es evi­ dente. Pero hay que advertir que la construcción griega ha sufrido también el influjo hebreo, en donde no existe la oración de infinitivo, sino la completiva con kí. “Dijo que” se dice en hebreo ‘amar ki. Por tanto, este giro no es típico del latín cristiano, sino del latín bíblico, por influjo del modelo hebreo. El latín cristiano participó, en este caso, de la evolu­ ción normal del giro en el latín tardío, y sufrió el influjo de las versiones latinas de la Biblia. Π.2.3.3.- Conclusiones sobre los semitismos De lo expuesto hasta ahora se deduce que los préstamos griegos en el latín de los cristianos son muy numerosos. Y que los términos introducidos del grie­ go se han adaptado completamente al sistema de la lengua latina, cosa no dema­ siado difícil, por lo demás, dado el parentesco genealógico y cultural entre ambos idiomas. Por lo que respecta a los préstamos hebreos y arameos hay que decir que su número es bastante reducido. Además, estos préstamos han quedado siempre como algo extraño a la lengua latina. El número de estos préstamos fue dismi­ nuyendo con el tiempo. La fuente principal y casi exclusiva de los mismos fueron las traducciones latinas de la Biblia. De todas formas, la influencia del hebreo y arameo sobre el vocabulario cristiano latino es mayor de lo que aparece a primera vista, porque hay muchos hebraísmos -y algunos aramaísmos- camuflados, sobre todo en el campo semántico. El latín cristiano bebió aquí a manos llenas de las fuentes hebreas y arameas: el Antiguo Testamento hebreo y el Nuevo Testamento grie­ go compuesto por autores que hablaban el arameo y sabían el hebreo.

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La influencia extranjera, griega o semítica, en relación a la sintaxis se limi­ ta generalmente a estimular y desarrollar tendencias ya existentes en la propia lengua latina de la época cristiana. Π.2.4.-

V u l g a r is m o s

El latín de los cristianos posee muchas construcciones y muchos fenómenos lingüísticos del habla popular. Estos vulgarismos han sido favorecidos por varias causas de orden psicológico e histórico. 1.- En primer lugar, el cristianismo primitivo rechazaba decididamente la acti­ tud de exclusivismo y normativismo del latín culto, que exageraba la impor­ tancia de la forma literaria. Como es sabido, esta excesiva estima de los valores literarios fue uno de los rasgos característicos de la cultura profana de los primeros siglos de la era cristiana. Los escritores paganos se atenían al principio del arte por el arte, y por eso practicaban un conservadurismo lingüístico a ultranza. Este exclusivismo y normativismo de los ambientes culturales paganos, que pretendían proteger la lengua contra toda innovación, no fue aceptado pol­ los escritores cristianos, que consideraban la lengua como un instrumento que debía servir primordialmente para la evangelización y no para la expre­ sión artística. El conservadurismo lingüístico pagano fue sustituido entre los cristianos por un utilitarismo práctico bastante amplio. San Agustín se hace el intérprete de las ideas de los cristianos de las genera­ ciones anteriores, cuando afirma que para el cristiano, que se preocupa de su salvación, tiene poca importancia saber pronunciar o leer correctamente una palabra: utrum enim ignoscere producta an correpta tertia syllaba dicitur, non multum curat qui peccatis suis Deum ut ignoscat petit, quolibet modo illud verbum sonare potuerit (De doctr. chr. 2,13,19) (“El que pide a Dios que le “perdone” sus pecados no se preocupa mucho de saber cómo ha podi­ do pronunciarse la palabra “ignoscere” (perdonar), si es larga o breve la ter­ cera sílaba”). Y un poco más adelante en el mismo tratado (2,13,10) dice así: “Sin embargo, los hombres se sienten tanto más molestos por estos defectos cuanto más pedantes son, y son tanto más pedantes cuanto más ins­ truidos quieren aparecer, no en la ciencia de las cosas que nos edifican, sino en el conocimiento de las palabras que difícilmente no contribuirá a fomen­ tar su orgullo”. 2,- La diferenciación lingüística de los ambientes cristianos se manifestaba sobre todo en la formación de innumerables neologismos -tema ya tratado antes-; no sólo de neologismos indispensables para la expresión de la nueva ideología que profesaban, sino en la creación de muchas palabras, que cons­ tituían un verdadero lujo de la lengua.

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3,- La lengua popular de la época se aproximaba también a la idea que tenían de la lengua los cristianos, es decir, también esa lengua popular pagana rompió con el normativismo y exclusivismo de la lengua culta, y aceptó también un cierto utilitarismo parecido al de los cristianos. Por eso, la lengua de los cristianos está mucho más cerca de la lengua de las clases populares que de la de las gentes cultas o de la de los escritores literarios. 4,- Una razón de orden histórico para probar que la lengua de los cristianos estaba más cerca de la lengua popular de la época que de la lengua de las clases cultas es que el cristianismo reclutó al principio sus adeptos entre las clases más bajas de la población de las grandes ciudades. Por consiguiente, razones de orden psicológico y motivos de orden histórico demuestran que existió una estrecha relación entre la lengua cristiana y la lengua popular pagana. 5,- El carácter popular de la lengua cristiana se prueba, en primer lugar, por la difusión y el influjo de las primeras traducciones de la Biblia, que eran ver­ siones eminentemente populares, es decir, hechas por gentes no demasiado cultas -pero no ignorantes-, y sin pretensiones literarias, y estaban destina­ das al pueblo. El pueblo estaba af errado a estos textos, que oía y recitaba en la liturgia, y no permitía fácilmente que se hicieran cambios. Recuérdese lo que hemos dicho en otro lugar sobre el episodio ocurrido en la iglesia de ' Oea, narrado por Agustín (Ep. 71,5). El influjo de estas versiones bíblicas sobre la lengua cristiana fue enorme. Agustín nos dice que el pueblo de Africa prefería el futuro floriet, de la Vetus Latina, a la forma correcta florebit'. “Lo mismo digo de aquello que ya no podemos quitar de la boca del pueblo que canta super ipsum autem “floriet” sanctificatio mea (“sobre él florecerá mi santificación”). Es cierto que nada empaña el sentido, pero el oyente culto desearía corregir esa pala­ bra, de modo que no se dijera floriet, sino florebit, y nada impide corregirla, fuera de la costumbre de los que cantan. Estos defectos, que no impiden el verdadero sentido, pueden fácilmente ser pasados por alto, si alguno se empeña en dejarlos” ( De doctr. chr. 2,13,20). Cuando Jerónimo revisó la Biblia -y en concreto los evangelios-, y cuando realizó su versión directa del hebreo, la Vulgata, procuró darle una forma lingüística y literaria menos vulgar que la que tenían las antiguas versiones latinas, pero conservó un cierto número de antiguos términos de origen vul­ gar, como, por ejemplo: angustiare, anxiari, appretiare, appropriare, con­ tribulare, eructare, fornicari, fornicarius, fructificare, improperare, indisci­ plinatus, insensatus, subsanare, subsannatio, supplantatio, sussurro, sussurratio, etc. 6,- Es un hecho suficientemente constatado que existe una relación entre el latín

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arcaico y el latín tardío. Y también se sabe que la lengua popular se aferra a ciertas palabras y expresiones, conservándolas durante siglos, mientras que la lengua culta suele eliminarlas pronto, para sustituirlas por otros términos más acordes con las tendencias propias de toda lengua culta. El latín cristiano demuestra la verdad de estos hechos. En efecto, pueden señalarse muchas palabras que se encuentran en los primeros textos litera­ rios de Roma, palabras que luego desaparecen del uso comente durante la época clásica, y que vuelven a aparecer en los textos cristianos. Sería un error pensar que se trata de falsos arcaísmos o de una reviviscencia artificial de antiguas palabras. Estos arcaísmos no son más que vulgarismos, rechazados por la literatura oficial, pero que han vivido durante siglos en la lengua hablada por el pue­ blo. Si no existen testimonios escritos de ellos, es porque generalmente sólo se conservan textos literarios, y mientras más pulcros y hermosos mejor se conservan. Los textos vulgares o no se escribían o no se conservaban. La lengua cristiana ha introducido de nuevo estos vulgarismos en los textos. Primero, en los textos vulgares y luego en los textos de carácter más culto y literario. Después de haber expuesto estas líneas generales sobre los vulgarismos en el latín cristiano, conviene descender a detalles concretos, tanto por lo que se refiere al campo léxico, como a la sintaxis, o a la formación y derivación de palabras, y hasta llegar al campo semántico. 11.2.4.1.- Vulgarismos léxicos 11.2.4.1.1,- Materiales antiguos 1.- El verbo constabilire, “establecer sólidamente”, aparece en Plauto (Capt. 453) y en Terencio (Adelf 771 ). Luego desaparece de la literatura para rea­ parecer en la Vetus Latina, Vulgata, Ireneo, Juvenco (2,766: ’’fortificar”, en sentido figurado), y Agustín. 2.- El sustantivo deliramentum, usado solamente en plural, con la acepción de “extravagancias”, “divagaciones”, aparece en Plauto (Amph.696; Capt. 598), en Plinio y en Apuleyo. Luego entra en el latín cristiano a través de la Vetus Latina (Lc 24,11: Veron., Brix., Amiat.) y experimenta una gran difu­ sión, pues lo usan Lactancio, Jerónimo, Paulino de Ñola y Agustín. 3.- El adjetivo incontaminatus, “incontaminado, no manchado”, es un término arcaico, usado por Varrón (R.r. 3,9,16) y Livio (4,2,5). En el latín cristiano pasa a ser una palabra usual, que aún perdura en español, y ya aparece en la Vulgata (IPe 1,19), en Jerónimo y Agustín.

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4,- El antiguo vulgarismo muscipula / muscipulum, “ratonera”, “trampa”, usado por Lucilio (Sat. 30,110) y Varrón (R.r. 1,8,5), hizo fortuna en el latín cris­ tiano, empezando por la Vetus Latina (Sal 1010: Salt.Veron.), y continuan­ do por la Vulgata (Sab 14,11) y terminando por varios escritores eclesiásti­ cos ', hasta que fue sustituido por laqueus , “lazo”. 5,- El sustantivo palpatio , “tocamiento”, “caricia”, aparece en Plauto (Men. 607) y luego lo usan Jerónimo, la Vulgata (Is 32,14) y Agustín. 6,- El adjetivo rixosus, “reñidor”, “regañador”, “luchador”, lo usa Columela (8,5; 8,14), y luego Tertuliano, Jerónimo, la Vulgata (Prov 21,19: cum mulie­ re rixosa et iracunda: “con una mujer pendenciera e iracunda”) y Agustín. 7,- El sustantivo seminatio lo usa Varrón (R.r. 2,6,3) en el sentido de “acción de sembrar, reproducción, procreación” y luego lo emplean la Vulgata (Mc 4,26 si homo iaciat seminationem: “si uno echa la semilla” (cod. Pal.); cf. Mc 4,27 et seminatio germinet: “y la semilla germina” (cod. Pal.), Cipriano, Ambrosio, Agustín, con los sentidos apuntados y con el de “simiente, semi­ lla”, en sentido propio y figurado. 8,- El sustantivo collecta aparece aisladamente en Cicerón (De orat. 2,233), en el sentido de “escote, la parte que corresponde a cada uno”, y luego aparece en la Vulgata (Lv 23,16; Dt 16,8, etc.), en Jerónimo, Agustín, León Magno, con las acepciones de “colecta, recogida de limosnas”, “reunión de fieles”. Podríamos citar más ejemplos, pero los aducidos bastan para probar que el latín cristiano extrajo muchos de sus términos característicos de los tesoros más antiguos de la lengua popular. Pero conviene advertir que todas estas palabras aparecen por primera vez en las versiones latinas de la Biblia, y que, por tanto, no son típicamente cristia­ nas, sino bíblico-cristianas. Y por tanto, el influjo vulgar se da más bien en el latín bíblico que en el latín cristiano, por lo que se refiere a estos términos. II.2.4.1.2,- Fondo popular Además de los términos mencionados de origen antiguo, sacados de nuevo a flote por la lengua bíblico-cristiana, hay otros muchos que tienen también ori­ gen popular. Entre otros muchos, vamos a mencionar los siguientes: Maleficus, “maléfico, mágico, malhechor”. Exterminare, y sus derivados exterminatio / exterminator, que ya no significan simplemente “echar a uno fuera de los términos o límites, sino “destruir totalmente". 1H . R ônsch, Itala und Vulgata (o.c.), p. 218.

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Adnihilare y su derivado adnihilatio, “aniquilar, aniquilación”. Nullificare y su derivado nullificatio, “anular, destruir” y “anulación, des­ trucción”. Adnullare y su derivado adnullatio, “anular” y “anulación”. Amaricare y su derivado amaricatio, “amargar” y “amargura”. Exorbitare y sus derivados exorbitatio / exorbitator, “salirse del buen cami­ no, desviarse” y “exorbitancia” y “exorbitante”. Deorbitare, “salirse del recto camino”, “desorbitar”. Tribulare y su derivado tribulatio, “tribular, atribular, afligir” y “tribula­ ción, pena, disgusto”. Contribulare y su derivado contribulatio, “afligir, llenar de penas y tribula­ ciones” y “aflicción, pena interior”. Supplantare y sus derivados supplantatio / supplantator, “suplantar, enga­ ñar” y “suplantación” y “suplantador”. Lavacrum, “baño, acción de bañarse”, y lavatio, “baño ritual”, términos usados para designar el “bautismo” cristiano. Clamare “clamar, gritar”, con la acepción de “profetizar”. Los siguientes términos para designar al “diablo”: adulter (adúltero); latro (ladrón); malus (malo); iniquus (inicuo); inimicus (enemigo). Inflatio, con el significado de “orgullo”, “conducta orgullosa”; en latín clásico ese término sólo se usaba en la lengua de la medicina para significar “hinchazón”. lubilum y los derivados iubilare / iubilatio, “júbilo, clamor, alegría” y “can­ tar cánticos de júbilo” y “gritos y cantos de alegría”. Exuviae (martyrum) para indicar “las reliquias de los mártires”. La lengua culta empleaba en su lugar, con este significado, ossa /reliquiae. Saginare, “engrosar, engordar”, “fortificar espiritualmente”, y los derivados saginatus, “engordado, gordo”, y saginatio, “animales engordados”, y sagina­ tor, “el que engorda”.

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Involare, “robar”, como término sustitutivo de furari, “hurtar, robar”. Subsannare y sus derivados subsannatio / subsannator, “mofarse, burlarse de”, y “burla, mofa”, y “burlador, despreciador”. En español medieval era fre­ cuente y normal el uso del verbo sosañar" y del sustantivo sosaño, con las acepciones señaladas (cf. Cid, 1020: “a todos sosañava”; Berceo, San Millón 225: “Sant millán sosañolo, ca violo errado”. El verbo y el sustantivo siguen aún usándose en la lengua popular de Castilla y León. Estos ejemplos bastan para demostrar el fondo popular de muchos términos cristianos. Pero de nuevo hay que advertir que todas las palabras citadas en este apartado aparecen por primera vez en el latín bíblico, y son usadas por el latín bíblico, menos las siguientes: saginare, saginatio, saginator, adnihilatio, adnullatio, exor­ bitatio, exorbitator, iubilare. No son, por tanto, específicas del latín cristiano. 11.2.4.1,3,- Formaciones y derivaciones populares La propia forma y derivación de los vulgarismos ofrece algunas cosas dig­ nas de atención. Derivaciones propias con sufijos y prefijos especiales hay pocas; pero llama la atención el uso de las mismas, muchas veces contrario al uso clásico o en todo caso distinto de él. a) Así, por ejemplo, la terminación en -ium, en la lengua clásica y literaria, designa cosas concretas. En la lengua cristiana hay una serie de vocablos con esta terminación que designan más bien algo abstracto. Así virginium equivale a virginitas, “virginidad”, término frecuente en las inscripciones cristianas, lo mismo que virginius, “el que era virgen antes de casarse”; sussurrium, “murmu­ llo ligero” (Gregorio Magno, Moral, in Iob 5,51), “murmuración, maledicencia” (San Agustín, Conf. 9.9.20 ), que equivale a sussurratio, “habladuría, murmura­ ción”, palabra mucho más frecuente que la otra, y ésta de uso bíblico. Otros ejemplos serían: exterminium, “exterminio, ruina”, palabra muy frecuente en la Biblia latina, tanto en la Vetus Latina como en la Vulgata (en ésta aparece once veces), que equivale a exterminatio, “acción de exterminar”, palabra mucho menos frecuente que la otra, pero también usada por el latín bíblico. Improperium, “improperio, reproche”, palabra igualmente muy frecuente en la Biblia, tanto Vetus Latina como Vulgata (en ésta aparece 24 veces) y en los autores cristianos, y que no sólo significa “hacer un reproche” o “recibir un reproche”, sino el “reproche” mismo. Refrigerium, “refrigerio, alivio”, “descan­ so eterno”, palabra casi exclusivamente bíblico-cristiana, que sustituye a la clá­ sica refrigeratio, “refrigeración, refresco, alivio”.

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b) Sustantivos en -tor, como acceptor, aclnuntiator, adorator, adpetitor, augurator, belligerator, comestor, communicator, conspector, etc Todas estas palabras aparecen también en el latín bíblico. c) Sustantivos en -tio, como abominatio, acquisitio, adinventio, animatio, conculcatio, confractio, contribulatio, decantatio, delibatio, etc 2. Todas estas palabras aparecen también en el latín bíblico. No puede decirse que estas terminaciones en cuanto tales sean vulgares. Pero la facilidad y la libertad con que se derivan de cualquier verbo sustantivos en -tor y en -tio corresponden a las tendencias de la lengua popular d) Una terminación muy difundida entre los autores cristianos es la forma­ ción de sustantivos en -mentum, como abominamentum, cooperimentum, coro­ namentum, deliramentum, devotamentum, exsecramentum, iuramentum, etc 4. Todas estas palabras aparecen también en el latín bíblico. Algunos de estos términos concurren con otros de significado equivalente, como figmentum, “representación, imagen, creación, ficción” y plasma, “criatu­ ra, hombre formado del barro de la tierra” (Prudencio, Cathem. 7,184); “ficción poética (Ausonio, Epist. ad Symm. 101 ); solidamentum, “fundamento” y firma­ mentum (caeli), “firmamento” (del cielo). Todas estas palabras aparecen tam­ bién en el latín bíblico. e) También es una formación popular la de los sustantivos terminados en culum, como habitaculum, offendiculum, “tropiezo, escándalo”, término que sus­ tituye a veces al grecismo scandalum, “escándalo”, signaculum, “señal, signo”, que sustituye a veces al grecismo baptisma /baptismum, “bautismo”, pinnaculum, “pináculo”, spiraculum, que reemplaza a veces a spiritus, “espíritu, hálito, respi­ ración”, etc5. Todas estas palabras aparecen también en el latín bíblico. f) También es una formación popular la de los sustantivos terminados en monium, como alimonium, aegrimonium, sanctimonium, regimonium, etc \ Todas estas palabras aparecen también en el latín bíblico. g) También era popular la terminación de sustantivos en ela, como corrup1H. R onsch, Ita la und V ulgata (o.c.), p. 55 ss. 2 H. R onsch, o.c., p. 69 ss. 1 F. T. Cooper, W ord form ation in the R om an Sermo plebeius, N ueva York 1895, p. 59. 4 H. R onsch, o.c., p. 22 ss. 5 H. R onsch, o.c., p. 37 ss. '■A parece en F ilastrio, D iversarum haereseon Uber, 150 (finales del siglo IV ), com o palabra m ás solem ne y sonora que regim en; cf. H . R onsch, o.c., p. 45 s.

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tela, incorruptela, loquela, medela, suadela, peccatela, etc Todas estas pala­ bras aparecen también en el latín bíblico, menos corruptela, peccatela. h) Entre los adjetivos terminados en -alis hay muchos de origen popular entre los escritores cristianos, como aeternalis, magnalis, originalis, visceralis, subiugalis, adipalis, bestialis, etc 2. Todas estas palabras aparecen también en el latín bíblico, menos adipalis, bestialis. Que magnalis perteneciera al lenguaje popular lo dicen las Glossae Pla­ cidi: magnalia in nullo auctore leguntur, quia est verbum nimis vilissimum, nisi fo rte in aliquibus antiquis (la palabra magnalia no se lee en ningún autor, porque es una palabra absolutamente vulgar, fuera quizá de algunos autores antiguos)3. Agustín, por su parte, añade: miraculorum, quae magna­ lia nominantur (“de los milagros, que reciben el nombre de hechos maravi­ llosos”) (De Gen. ad litt. 8,1), dando a entender que magnalia era más popu­ lar que miraculum. i) También era popular la terminación de los adjetivos en bilis, con la que se indicaba una posibilidad pasiva, como acceptabilis, appetibilis, contemptibi­ lis, corruptibilis, delectabilis, docibilis, inaccessibilis, incorruptibilis, inextinguibilis, investigabilis, etc 4. Todas estas palabras aparecen igualmente en el latín bíblico. Rationabilis, por ejemplo, tiene carácter más popular que rationalis. Lo mismo se ha de decir de irrationabilis frente a irrationalis, palabra que usan Celso, Séneca y Quintiliano. j) Especialmente popular era el sufijo de los adjetivos terminados en -osus, que indica abundancia de una cosa o de una característica, como inaquosus, “sin agua”, meticulosus, “miedoso”, linguosus, “charlatán”, querulosus, “que se lamenta sin cesar”, copiosus, “copioso, abundante”, curiosus, “curioso, atento”, etc 5. Todas estas palabras aparecen también en el latín bíblico. k) La derivación verbal lleva también una marca popular. Todos los neolo­ gismos verbales, que no son compuestos de verbos ya existentes, son formacio­ nes de la primera conjugación, tanto si se trata de préstamos griegos como de formaciones puramente latinas. 1H. R onsch, o.c., p. 45 ss. 2 H. R onsch, o.c., p. 118 ss. 1 Cf. C orpus glossariorum , vol. V, p. 104, s. v. 4 H. R onsch, o.c., p. 109 ss. 5 H. R onsch, o.c., p. 125 ss., y adem ás V. E rnout, L e s adjetifs latins en -osus et en — olentus, Paris 1949.

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Préstamos griegos son los terminados en -izare, como baptizare, anathema­ tizare, cathechizare, colaphizare, exorcizare, scandalizare, etc Todas estos verbos aparecen también en el latín bíblico. Formaciones latinas de cuño popular son, por ejemplo, las terminadas en icare, como claudicare, communicare, follicare, “hincharse, holgar”, vellicare, “estirar, pellizcar, picar”, carricare, “cargar, nutricare, “nutrir, alimentar”, tenebricare, “entenebrecer”, amaricare, “amargar”, viridicare, “reverdecer, ponerse verde”, etc 2. Todas estos verbos aparecen también en el latín bíblico, menos follicare, carricare. De cuño popular y especialmente propia de la lengua cristiana es la termi­ nación en -ficare, como beatificare, castificare, clarificare, damnificare, fructi­ ficare, glorificare, honorificare, iustificare, magnificare, mortificare, sanctifi­ care, vivificare, etc 3. Todos estos verbos aparecen también en el latín bíblico. Los ejemplos anteriores, que de ningún modo han intentado agotar los materiales populares de la lengua de los cristianos, bastan para probar lo que aquí se pretendía. Y, sobre todo, ponen de relieve que la mayor parte de las palabras de origen popular aparecen también, y muchas veces en primer lugar, en las versiones latinas de la Biblia, con lo que la novedad del latín cristiano hay que atribuirla en gran medida al latín bíblico. II.2.4.1.4,- Cristianismos semánticos de origen popular Muchos cristianismos semánticos, es decir, palabras ya existentes en la len­ gua, pero que adoptan significados nuevos, pertenecen también al vocabulario vulgar. Estos vulgarismos se convierten en elementos estables de la lengua cris­ tiana, una vez que han adoptado el sentido específicamente cristiano. Así, por ejemplo, lavacrum, “baño, acción de lavarse”, de origen vulgar, como se ha dicho antes, adoptó el significado de bautismo y suplantó a tinctio, “acción de bañar o empapar en agua” (bautismo), palabra culta (Tertuliano, Cipriano, Agustín, etc.) y se mantuvo al lado de baptisma, “bautismo”. Lava­ crum con este sentido es un término bíblico (Ef 5,26; Tit 3,5). Lo mismo puede decirse de ambulare, “caminar, andar”, que pasa a signifi­ car “vivir según los mandamientos de Dios”, “comportarse (bien o mal)”. Es ante todo un término bíblico. 1 H. R onsch, o.c., p. 247 ss. 3 H. R onsch, o.c., p. 154 ss. Cf. adem ás G. T ilander, "V erbes en un radical term iné en -c", en Romania 52 (1926) 481-494. 1 H. R onsch, o.c., p. 175 ss.

-icare,

form és par

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Adversarius, “adversario, enemigo”, en general, termina significando en la lengua cristiana el enemigo por excelencia, el diablo. Es ante todo un término bíblico. Los cambios semánticos de este tipo son muy frecuentes y, como puede comprenderse, queda aún mucho por investigar para descubrir esta fuente de cristianismos semánticos. La fuente principal de estos cambios semánticos es el latín bíblico. Π.2.4.2.- Vulgarismos sintácticos Por lo que respecta al campo sintáctico se advierte una evolución parecida a la del léxico. Por un lado, los puntos de contacto con la lengua antigua son numerosos, a pesar de que, como es sabido, el sistema sintáctico de una lengua es más conservador que el vocabulario. Por otro lado, hay que señalar la evolu­ ción sintáctica debida a influencias extranjeras, que estimulaban y hacían aflo­ rar a la superficie tendencias ya existentes en la lengua. Este segundo aspecto ya se estudió en otro capítulo. Aquí es menester señalar la evolución debida a la lengua vulgar. 1,- Un ejemplo típico de cuño popular es el uso de la tercera persona del singu­ lar de los verbos para indicar un valor indefinido. La construcción en cues­ tión aparece ya en la “Ley de las XII Tablas”: Si in ius vocat, ito; ni it, antestamino, (“Si uno te lleva a juicio, vete; si no va, tomad testigos”). Sigue usándose después, pero con ciertas restricciones. En el latín cristiano, en cambio, se usa ya sin restricción alguna, como en la lengua antigua. La construcción aparece muchas veces en la correspondencia de Cipriano y en los Sermones de San Agustín. Este rasgo sintáctico, de todas formas, es común a todo el latín tardío. 2,- Construcción defungi y de utor. Se discute si el verbo fungi se construía ori­ ginalmente con ablativo (así opinan Havers y Hofmann) o con ablativo y acusativo (así Wackernagel). La construcción en acusativo era normal en la época arcaica. Después del autor de De ratione dicendi ad C. Herennium (entre el 86 y el 82 a. Cr.) aparece sistemáticamente el ablativo. En el latín tardío, en cambio, y sobre todo en el latín de los cristianos, vuel­ ve a usarse en acusativo y de modo muy frecuente. Algo semejante sucede con el régimen de utor. el uso del acusativo en la época arcaica reaparece en el latín cristiano, lo mismo en textos literarios que en textos vulgares. 3,- Uso de los tiempos en las oraciones condicionales. En el latín cristiano apa­ rece con frecuencia el imperfecto en donde la lengua clásica solía emplear el

L atín com ún y latín de los cristianos

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pluscuamperfecto, es decir, cuando la condición se refiere al pasado y cuan­ do se presenta como irrealizable. Este uso tardío y cristiano es la continuación del uso arcaico: Si invitare nos paulisper pergeret (si hubiese continuado invitándonos), ibidem obdormissemus (hubiéramos dormido allí) (Plauto); igitur olim si advenissem, magis tu istuc diceres (así pues, si yo hubiera venido antes, tú esto lo hubieras dicho aún más) (Plauto). Además, el imperfecto y el pluscuamperfecto de indicativo van ganando importancia en el latín cristiano. Su empleo en la apódosis gana terreno en el latín tardío: si fas fuisset, angelum de caelo evocaveram ( “si hubiera sido lícito, yo habría llamado a un ángel del cielo”) (Gregorio de Tours, Hist. Franc. 5,18); si audire dignaretur rex, loquebantur (“si el rey se dignara escuchar, ellos hablarían”) (Ib., 5,20). Aparece también la perífrasis compuesta de habebam más infinitivo, de donde ha salido el condicional: sanare te habebat Deus per indulgentiam, si fatereris (“Dios te curaría por medio de su perdón, si confesaras”) (San Agustín, Serm. 253,4). Pero hay que señalar que todos estos cambios son habituales en el latín tar­ dío en general. 4,- Empleo del infinitivo de presente en lugar del infinitivo de futuro en la pro­ posición infinitiva: minatur mihi oculos exurere (Plauto); ait tibi uxorem dare (= “daturum esse”). En la lengua clásica sólo se usa el presente por el futuro cuando se trata de verbos de volición, por ejemplo: volo eum legere y no volo eum lecturum esse. Plauto usa mucho el presente por el futuro. Terencio evita esta construcción. La época clásica también la evita. Pero reaparece en el latín cristiano. 5.- Uso de las conjunciones quod, quia, quoniam con verbos de lengua y entendi­ miento en vez de la oración de infinitivo. Esta sustitución paulatina de las ora­ ciones completivas de infinitivo por oraciones con las mencionadas conjuncio­ nes es un rasgo de origen popular, favorecido y acrecentado en el latín cristiano por influencia de las versiones latinas de la Biblia, las cuales en este punto dependen del griego hóti y del hebreo kí, con cuyas partículas se introducen las oraciones del tipo “digo que”, “creo que”, como ya se dijo en otro lugar. En definitiva, este uso, sin duda de origen popular, se ve acrecentado en el latín cristiano por influencia de las versiones latinas de la Biblia, las cuales, a su vez, dependen del uso griego, y éste, a su vez, del influjo hebreo, como se dijo antes. Π.2.4.3.- Conclusiones sobre los vulgarismos Estos pocos datos de sintaxis y lexicología son suficientes para demostrar el

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carácter vulgar de la lengua de los cristianos. Los elementos vulgares fueron adoptados en su momento por la lengua culta y se convirtieron en elementos verdaderamente constructivos de la lengua ordinaria de los cristianos. Esta len­ gua proporcionó los materiales con los que se levantó el nuevo edificio del esti­ lo literario cristiano. Estilo que permaneció sustancialmente fiel a la tradición de la literatura romana, incorporando naturalmente las ideas y las palabras de la nueva religión. Esto dicho así tan brevemente requiere una explicación un poco más amplia para que quede claro el problema planteado a la Iglesia durante los primeros siglos con respecto a la lengua y con respecto a la solución que se le dio a ese problema. Pasemos, pues, a exponer detenidamente este problema.

Π.3.- SOLUCION DEFINITIVA AL PROBLEMA DE LA LENGUA

CRISTIANA

El latín cristiano primitivo, el más antiguo, el de los primeros tiempos fue creado por los hablantes ordinarios, que en su inmensa mayoría eran gentes sen­ cillas y frecuentemente analfabetas, que no habían frecuentado las escuelas de retórica y que no se preocupaban lo más mínimo de la elegancia en el hablar. Fue creado también por los traductores de textos griegos, tanto bíblicos como homiléticos y catequéticos, que se interesaban más por reproducir bien el contenido de los textos que de la forma literaria de expresarlos. Pero a partir de la segunda mitad del siglo II los autores cristianos comenza­ ron a escribir sus propias obras, no contentos ya con traducciones de textos aje­ nos. Surgió así la primera literatura latina cristiana y con ella surgió también el problema de la lengua que debían emplear para plasmarla. ¿Debía ser la lengua popular cristiana, la lengua de las primeras traducciones de la Biblia? ¿Debía ser una lengua que imitara lo más posible la lengua literaria clásica, que tuviera en cuenta todas las reglas de la retórica? ¿Debía ser una lengua que estuviera a medio camino entre la lengua popular cristiana y la lengua literaria pagana? He aquí esbozados brevemente los problemas que se plantearon los prime­ ros escritores cristianos. Las posturas que adoptaron fueron las que a continua­ ción reseñamos. Minucio Félix, con su Octavius, representa la corriente de los escritores cristianos que rechazaron sistemáticamente el latín vulgar cristiano y usaron el latín de la más pura tradición retórica y literaria.

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Tertuliano, con su vastísima producción literaria, representa la comente de aceptación sin reservas de la lengua creada por los primeros cristianos. Tanto fue así que durante bastante tiempo se creyó que Tertuliano había sido el crea­ dor del latín cristiano. Hoy ya se ha abandonado del todo esta tesis, porque de todo aquel abundante material de nueva formación que se había atribuido a Ter­ tuliano se le ha restado mucho, aunque todavía le queda bastante vocabulario propio (Véase más adelante, al hablar de Tertuliano). Cipriano, obispo y mártir, autor de importantes obras teológicas y catequéticas, representa la postura intermedia, que tomó del primitivo latín cristiano lo imprescindible, evitando lo excesivamente popular o incorrecto. La lucha entre estas tres tendencias se resolvió definitivamente en el siglo IV en favor de la postura intermedia, la defendida por Cipriano. La victoria definitiva del latín literario, con las necesarias matizaciones, sobre el latín vul­ gar a ultranza se debió, en parte, al hecho de que, terminado el período de las persecuciones, entraron a formar parte de las filas de los cristianos personas cultas, a veces muy cultas, que habían aprendido y hasta enseñado en las escue­ las la retórica pagana, como, por ejemplo, Lactancio, Hilario de Poitiers, Ambrosio, Jerónimo, Agustín, Prudencio, etc., por citar sólo algunos nombres bien conocidos. El consejo o sugerencia del papa Dámaso a Jerónimo para que revisara la anti­ gua versión latina de la Biblia e hiciera una nueva va en esta misma línea. La Vul­ gata de Jerónimo puede y debe considerarse como el monumento literario típico y representativo del latín cristiano que triunfó definitivamente en el siglo IV. Pero aquí se plantea el problema que impregna todo este libro, es decir, si se debe hablar de latín cristiano, a secas, o más bien de latín bíblico-cristino o de latín bíblico y de latín cristiano. Lactancio e Hilario de Poitiers fueron en aquella época los dos representan­ tes más destacados de un purismo lingüístico moderado, pero que se acercaba bastante a la posición radical de Minucio Félix. El intento de ambos por conser­ var un cierto purismo que se asemejase a la lengua de Cicerón, por parte de Lactancio - ”el Cicerón cristiano”-,, o a la lengua y al estilo de Salustio y de Cicerón, por parte de Hilario, fracasó en gran medida. Los creadores de la gran prosa literaria cristiana durante el siglo IV fueron Ambrosio, Jerónimo y Agustín, quienes abandonaron toda postura excesiva­ mente conservadora, tanto en relación al viejo latín pagano como al nuevo latín cristiano, y siguieron la vía intermedia, incorporando los mejores elementos de la antigua tradición lingüística y literaria pagana y de la nueva tradición lingüís­

Solución d efinitiva al problem a de la lengua cristiana

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tica cristiana. La solución práctica de estos tres grandes autores fue aceptada por todos. Y pronto se convirtieron en los autores clásicos cristianos. De entre los tres a Agustín le cupo el mérito de haber solucionado el pro­ blema de la lengua en el plano teórico, después de haberlo resuelto con Ambro­ sio y Jerónimo en el plano práctico. Agustín, además de ser un extraordinario escritor, fue un afamadísimo predicador, que llenaba la iglesia de Hipona y las iglesias de toda el Africa septentrional, y que al hablar continuamente al pueblo, se adaptaba al lenguaje del pueblo. Utilizando a fondo sus vastos conocimientos de retórica y su larga experiencia de predicador al pueblo, expuso en el libro IV del De doctrina christiana, escrito hacia el final de su vida (el a. 426), los pro­ blemas de la lengua y de la exposición de la Escritura, cuyos puntos sustancia­ les vamos a recoger a continuación. 1,- Hay que respetar el latín hablado por el pueblo. Una norma elemental de retórica es que uno hable pava que le entiendan, y para que a uno le entien­ dan las gentes más sencillas debe hablar con claridad. El latín docto, eleva­ do, literario puede emplearse cuando uno se dirige a gentes cultas. El latín popular y sencillo debe emplearse cuando uno se dirige a la gente sencilla; sólo de este modo se obtendrá la claridad necesaria. Agustín aplicó este principio, por poner un ejemplo evidente, en sus Sermones, dirigidos al pue­ blo, y en el De civitate Dei, dirigido a los doctos. La lengua en una y en otra obra es distinta. La postura de Agustín es absolutamente clara con respecto al latín popular cristiano. He aquí sus palabras: “El deseo sincero de dar claridad al discurso descuida a veces las palabras más cultas, y no se preocupa de si suenan bien, sino de si aclaran y explican bien lo que se pretende manifestar... Los buenos maestros tienen tanto cuidado en enseñar, o al menos deben tenerlo, que si alguna palabra, por conservar su pureza latina, resulta oscura o ambigua, y en la lengua del pueblo se dice de modo que se evita la ambigüedad y la oscuri­ dad, ellos prefieren la forma con que la usan las gentes del pueblo al modo con que la expresan los doctos. Y así nuestros traductores no tuvieron reparo en traducir: non congregabo conventicula eorum de sanguinibus (“no frecuen­ taré sus reuniones de “sangres””), porque pensaron que venía bien que se dije­ se en aquel pasaje en plural el sustantivo sanguis (sangre), el cual en latín sólo se usa en singular. ¿Por qué ha de sentir reparo un maestro de piedad en decir ossum (hueso) en vez de os (hueso), cuando habla a la gente del pueblo, para evitar que se entienda que esa sílaba os es el singular de ora (bocas), cuando en realidad es el singular de ossa (huesos)? Y esto, sobre todo, teniendo en cuenta que los oídos africanos no distinguen entre vocales breves y largas. Porque, ¿de qué sirve una expresión correcta que no entiende el auditorio, cuando no hay razón alguna para hablar, si no entienden lo que decimos aque­ llos a quienes hablamos para que nos entiendan? Por tanto, el que enseña debe

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evitar todas aquellas palabras que no sirven para instruir. Y si en lugar de estas palabras puede servirse de otras correctas, que se entienden, debe preci­ samente elegir éstas. Pero si no puede hacerlo, o porque no existen, o porque no las recuerda en aquel momento, debe emplear palabras menos correctas, con tal de que el tema se entienda y se aprenda correctamente. Este empeño de que se nos entienda bien hay que procurarlo, no sólo en las conversaciones, ya sean con una sola persona o con varias, sino también y con más razón cuando se dirige la palabra al pueblo” (De doctr. chr. IV,10,24,25). La cita ha sido larga, pero valía la pena conocer el pensamiento completo de Agustín con respecto al problema de la lengua vulgar de los cristianos. 2 - Es útil, aunque no indispensable, conocer la retórica, ya sea cuando se habla a los doctos, ya cuando se habla al pueblo. Pero los instrumentos retóricos que se han de utilizar en un caso y en otro deben ser distintos. Basándose en esta norma, Agustín emplea todos los recursos retóricos de su época, que él conocía bien por su profesión anterior de profesor de Retórica. Y los emplea en la prosa literaria y rimada del De civitate Dei, mientras que en los Sermo­ nes utiliza solamente aquellos recursos retóricos que hacen más inteligible el argumento a sus oyentes, acudiendo a las antítesis, juegos de palabras, agudezas de ingenio y comparaciones que impresionan al auditorio para que comprenda el argumento y lo retenga más fácilmente en la memoria. Vamos a recordar aquí brevemente un texto de Agustín, que recoge bien sus ideas sobre lo que hay que decir al pueblo y cómo se le debe decir. Partien­ do del hecho de que el orador debe hablar para enseñar, deleitar y mover, Agustín dice: “De estas tres cosas, la primera, es decir, la necesidad de ense­ ñar, pertenece a las cosas que decimos; las otras dos, al modo de decirlas... Si quiere deleitar o mover a los que enseña, no es indiferente el modo de decir las cosas... Pues así como se ha de deleitar al auditorio para que preste atención a lo que oye, de la misma manera hay que convencerle para que se mueva a ejecutar lo que ha oído. Y como a uno se le deleita si se le habla con amenidad, de la misma manera se le mueve si ama lo que se le promete, si teme aquello con que se le amenaza, si odia aquello con que se le repren­ de, si abraza lo que se le recomienda, si se duele de lo que se le dice que es digno de dolor, si se alegra de lo que se le propone como objeto de alegría, si le causan pena aquellos que se le presentan como dignos de compasión ante sus ojos, si huye de quienes se le han propuesto con terror para que se aparte de ellos, y, por fin, si se presta atención a cuantos medios puede emplear una elocuencia para conmover los ánimos de los oyentes, no para enseñarles lo que deben hacer, sino para que realicen lo que ya saben que debe hacerse”( De doctr. chr. IV, 12,27). 3,- Además del uso de lenguajes distintos según los oyentes o lectores y de recursos retóricos distintos según los oyentes o lectores, Agustín recomien-

Solución definitiva al problem a de la lengua cristiana

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da al orador cristiano y al escritor cristiano el estudio de la Sagrada Escritu­ ra y la lectura de los escritores cristianos, en especial de Cipriano y Ambro­ sio, modelos para él de la prosa literaria cristiana. El problema teórico del latín cristiano quedó definitivamente resuelto con estos principios de Agustín. Las líneas divisorias entre el latín de los cristia­ nos y el latín del entorno pagano fueron desapareciendo poco a poco hacia el final de la antigüedad tardía. La literatura latina cristiana alcanzó su máxi­ mo esplendor y perfección a comienzos del siglo V, y los grandes escritores Jerónimo y Agustín realizaron una perfecta conjunción con la lengua litera­ ria romana. Desde comienzos del siglo V existió ya latín cristiano en todos los niveles y en todas las categorías de la lengua, desde los vulgarismos de algunas ins­ cripciones sepulcrales cristianas hasta la perfección poética de los himnos de Prudencio. Pero hay que subrayar, como se debe, que en el proceso de adaptación y de conversión del latín cristiano en lengua literaria hubo siem­ pre un elemento permanente y decisivo: la lengua de la Biblia latina, a cuyo estudio está dedicada la segunda parte de esta obra, y que merece, en todo caso, una consideración específica, mucho mayor de la que se le ha dedica­ do hasta ahora por los estudiosos del latín cristiano.

S eg unda P arte

EL LATIN BIBLICO

I.- IMPORTANCIA DEL LATIN BIBLICO EN LA EVOLUCION DEL LATIN

I.I.- INTRODUCCION En un trabajo reciente sobre la “Influencia de la Biblia en la lengua latina” R. Braun 1 se pregunta si la Biblia latina influyó realmente en la evolución del latín y contesta afirmativamente, aduciendo multiples argumentos. Sobre la tan traída y llevada cuestión de si el latín cristiano fue una “lengua especial”, que hasta cierto punto no entenderían los contemporáneos paganos, Braun aduce un texto y un argumento que por su contundencia, claridad y valor probativo no nos resistimos a citar en su totalidad. Es la primera vez que encon­ tramos algo tan evidente. Para “poner un ejemplo entre mil” -dice el autor- de la peculiaridad de la lengua latina cristiana -nosotros diríamos más bien la lengua bíblica y cristiana o bíblico-cristiana- , Braun cita el siguiente texto de una carta de Jerónimo al papa Dámaso: Quoniam vetusto oriens inter se populorum furore conlisus indiscissam Domini tunicam et desuper textam minutatim per frusta discerpit et Christi vineam exterminant vulpes, ut inter lacus contritos, qui aquam non habent, difficile ubi fons signatus et hortus conclusus sit, possit intelligi, 1 R. B raun, "L 'influence de la B ible sur la langue latine", en B ib le de tous les temps, II, Paris 1985, pp. 129-142, en p. 130.

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ideo mi hi cathedram Petri et fidem apostoiico ore laudatam censui consulendam, inde nunc meae animae postulans cibum uncle olim Christi vestimenta suscepi. Version española: “Puesto que el Oriente, cuyos pueblos chocan entre sí con un antiguo furor, rasga en mil pedazos la túnica del Señor, que es de una sola pieza y tejida de arriba abajo, y las zorras devastan la viña del Señor, de modo que es difícil poder saber, entre las cisternas estropeadas, que no tienen agua, dónde se halla aquella fuente sellada y el huerto cerrado, por eso me he decidido a consultar la cátedra de Pedro y la fe alabada por una boca apostólica, pidiendo ahora para mi alma un alimento procedente de donde yo recibí en otro tiempo las vestiduras de Cristo”. R. Braun se pregunta: “¿Es realmente seguro que Cicerón o Salustio habrían entendido este pasaje, entretejido todo él de reminiscencias bíblicas, de imágenes y expresiones ligadas al cristianismo y a la interpretación “mística” del Antiguo Testamento?”. Y continúa: “En cualquier caso (es decir, aunque Cicerón y Salustio lo hubieran entendido), esta frase que, sin embargo, no contiene ningún hebraísmo propiamente dicho, que presenta al máximo dos préstamos léxicos (Christus, apostolicus) y tres neologismos semánticos (Dominus, catheclra, fides) (debemos señalar que a la lista de Braun hay que añadir necesariamente lacus con el significado de “cisterna”, que es una acepción exclusivamente bíbli­ ca, y por supuesto el nombre del apóstol Pedro, Petrus), produce sobre un hom­ bre moderno, formado en la literatura clásica, una impresión de extrañeza des­ concertante en virtud de las imágenes bíblicas contenidas en ella y orientadas hacia una misma interpretación eclesial (“túnica de una sola pieza”(Jn 19,23), “viña del Señor” (Is 5; Jn 15), en contraposición a las “zorras”, que quemaron las “viñas” de los filisteos (Jue 15,4 ss.) (aquí, según nuestra opinión, la alusión no es a las zorras del libro de los Jueces, sino a las “zorras que devastan las viñas”, de que habla el Cant. 2,15), el “huerto cerrado” y la “fuente sellada” del Cantar 4,12, en contraposición a las “cisternas estropeadas”, que no pueden contener agua, mientras que Yahvéh es la “fuente de agua viva” (Jr 2,13), y, por último, la mención del bautismo como un “revestirse de Cristo”. Hasta aquí la explicación de R. Braun, con las precisiones que hemos aña­ dido por nuestra parte.Tiene razón Braun al poner en duda que Cicerón o Salustio hubieran enten­ dido este texto sin haber recibido previamente algunas explicaciones, a pesar de estar redactado en un latín sintácticamente correcto. Es, pues, evidente que el latín cristiano, entendido en el sentido amplio de la Escuela de Nimega, o del latín bíblico-cristiano, que nosotros proponemos como denominación más exacta, y, con mayor razón aún, del latín bíblico, que es el verdaderamente

El latín bíblico

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novedoso, son algo especial dentro del latín y que este latín bíblico contribuyó, como vamos a ver a continuación, a la renovación y evolución de la lengua lati­ na de la edad tardía. Nótese ya desde aquí que la novedad del texto de Jerónimo, que acabamos de citar, consiste toda ella en las alusiones bíblicas que contiene y en los térmi­ nos bíblicos que incorpora. La sintaxis de Jerónimo, en su carta, es la sintaxis normal de su época y el estilo, el estilo de un gran escritor, como cualquier otro gran escritor pagano de su época. Pero, ¿existe un latín bíblico distinto del latín cristiano? Si existe, ¿tiene alguna importancia en la historia de la evolución de la lengua latina? Y ¿qué es el latín bíblico? He aquí unas preguntas a las que hay que responder. Hasta hace bien poco el tema de la importancia del latín bíblico era casi una cuestión sin relevancia alguna. B. Fischer 1autoridad máxima en el tema del texto latino de la Biblia decía: (Para conocer más a fondo las diferencias entre los dis­ tintos textos latinos de la Biblia transmitidos por la tradición: los textos africanos y los europeos) “habría que profundizar más en la lengua de las antiguas traduc­ ciones de la Biblia. Pero nosotros renunciamos a ello, porque este difícil terreno ha sido cultivado hasta ahora de manera absolutamente insuficiente. Incluso la propia Cristina Mohrmann no ha tratado hasta ahora de manera tan detallada esta parte específica de la latinidad cristiana como otros aspectos del propio latín cris­ tiano. Por lo demás, sería necesaria una obra en varios volúmenes para actualizar al viejo H. Ronsch y acomodarlo a la moderna ciencia lingüística”. Para situar correctamente el problema, habría que añadir a estas palabras de B. Fischer que Chr. Mohrmann y su Escuela de Nimega no sólo no ha dedicado tanta atención a esta parte específica de la latinidad cristiana, es decir, al latín de la Biblia, sino que no le ha dedicado casi ninguna atención, fuera del libro de Meershoek 2, y desde luego, no se ha planteado el problema de una posible dis­ tinción entre un tipo de latín y otro. Y realmente, el problema de la existencia del latín bíblico se planteó y se resolvió antes de que se planteara y se resolviera el problema de la existencia del latín cristiano. El tema se remonta, en efecto, a los primeros tiempos del cristianismo, porque las acusaciones que los paganos dirigían a los cristianos en cuestiones de lengua se referían precisamente a la lengua de las Escrituras. 1 B. Fischer, "D as N eue T estam ent in lateinischer Sprache", en K. A land (éd.), D ie alte U bersetzungen des N eueii Testam ents, die K irchenvâterzitate u n d Lektionctre. D er gegenw ârtige S tand ihrer E rforschung und ihre B edeutung für die griechische Textgeschichte (A rbeiten zur neutestam entlichen T extforschung, 5), B erlin 1972, p. 1752. Fis­ ch er es una de las m ás grandes autoridades en el tem a del texto de la B iblia latina. 2 V éase la B ibliografía, en el apartado L atín B íblico.

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Lactancio lo dice expresamente en un famoso texto (Divinae Inst. V,l): Haec in primis causa est cur apud sapientes et doctos et principes huius saeculi Scriptura sancta fide careat, quod prophetae communi ac simplici sermone, ut ad populum, sunt locuti (“La causa principal de que para los sabios y doctos y principales de este mundo la Sagrada Escritura carezca de aceptación es que los profetas han hablado con una lengua común y sencilla, como se hace para hablar al pueblo”). Jerónimo y Agustín, por no citar más que a los dos autores principales, reco­ nocen expresamente la existencia de una lengua especial de la Sagrada Escritura. Es lo que ellos llaman, con distintos nombres, consuetudo scripturarum, mos scripturarum, idioma scripturarum (“la costumbre de las Escrituras, el uso de las Escrituras, el lenguaje peculiar de las Escrituras”), es decir, la lengua de la Biblia latina, que se distingue de la lengua clásica y también de la lengua habla­ da ordinaria, tanto la hablada por los paganos como por los cristianos. Como la lengua de la Biblia latina se conserva en las varias traducciones que se hicieron de ella en la antigüedad, será preciso hablar de estas versiones en particular, para destacar sus características e importancia, y del texto original del que se tradujeron. Esto nos lleva a tener que hacer una breve introducción al texto hebreo de la Biblia, al texto griego del N.T., a las versiones griegas y arameas del A.T., para terminar con las versiones latinas, que son las que constituyen el centro de nuestra exposición.

E l latín bíblico

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I.2.- EL TEXTO DE LA BIBLIA

1.2.1.- EL TEXTO HEBREO Y ARAMEO DE LA BIBLIA 1.2.1.1.- La lengua hebrea El A.T. está redactado casi todo en hebreo, la lengua hablada en Canaán antes de la llegada de los hebreos, pero desarrollada y perfeccionada. Los fenicios propa­ garon el alfabeto hebreo, que por eso se llama fenicio, y en este alfabeto se redac­ taron muchos de los autógrafos del A.T. En tiempo de Cristo se usaba ya corriente­ mente la “escritura hebrea cuadrada”, que ya habían comenzado a utilizar los israelitas después del destierro babilónico (que duró desde el 587 al 539 a. Cr.), aunque de manera imperfecta. Pero al principio de la historia del texto hebreo de la Biblia se usaba el alfabeto fenicio, distinto de la escritura cuadrada que acabamos de mencionar, y en ese alfabeto ya se podían confundir algunas letras y de ahí podían provenir errores. La lengua hebrea bíblica -y la aramea- presenta algunas peculiaridades, que vamos a reseñar brevemente, que han influido de manera importante en el latín bíblico. 1.- Sólo tiene dos tiempos verbales, el perfectum -perfecto- y el infectum -futuro-, con los cuales expresa todos los matices que la lengua latina expresa con sus numerosos tiempos. De ahí se sigue que en el latín bíblico puede haber perfec­ tos con significado de presente o de pasado o de otros tiempos y futuros con significado de futuro y de presente o incluso de imperativo u otros tiempos. Sólo el contexto nos indicará qué significado hay que darles en cada caso. 2.- El orden normal de palabras en la lengua hebrea es: sujeto-verbo-predicado, como en las lenguas romances. Por razones de énfasis y otros motivos, este

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orden puede cambiarse. El orden latino clásico era: sujeto-complemento-verbo. Ante est,a divergencia, ya se comprende que el orden de palabras en el latín bíblico tiene que ser diferente habitualmente del orden de palabras en latín, lo que supone un cambio radical en la lengua latina bíblica. 3,- La lengua hebrea no tiene oración de infinitivo. En su lugar, hay oración completiva con ki, “que”: “digo que, creo que”. Esto supone automática­ mente un aumento considerable -casi completo- de oraciones completivas con quod, quia, quoniam, y la desaparición, casi completa, de la oración de infinitivo en el latín bíblico. 4,- La lengua hebrea es rica en sustantivos y pobre en adjetivos. Esto supone un aumento considerable de genitivos de cualidad en el latín bíblico en sustitu­ ción de adjetivos calificativos o adnominales. 5,- En hebreo la oración de relativo va al principio de la frase que depende de la principal acompañada de la partícula indeclinable ‘asher, lo que provoca en una versión literal al latín el siguiente giro semítico: beatus cuius Deus lacob adiutor eius (Sal 145,5), “feliz cuyo Dios de Jacob es su ayuda”. I.2.I.2.- Historia del texto hebreo La historia del texto hebreo se puede dividir en cuatro períodos: 1.2.1.2.1.- Desde los orígenes de la literatura bíblica hasta el s. I después de Cristo. Este período se caracterica por las fluctuaciones y variaciones del texto, porque en él no sólo se escribieron todos los libros del A.T., sino que se produ­ jeron variantes, ediciones o redacciones distintas de un mismo texto (cf. Jr 36, 2-4, 28 ,32), a medida que el texto se copiaba para su multiplicación y conser­ vación. Estas fluctuaciones se detectan: a) Si se compara el texto masorético (en adelante TM) con lugares paralelos del mismo texto (cf. Sal 18,11 y 2Sm 22,11). b) Si se compara el TM con el Pentateuco Samaritano, texto bíblico que existía desde el s. IV a.Cr., cuando se produjo el cisma samaritano, y que utili­ zaban los propios samaritanos. Las variantes con respecto al TM son más de 6.000, pero casi todas son variantes ortográficas, de poca importancia para el contenido del texto bíblico. c) Si se compara el TM con los manuscritos del mar Muerto. Estos docu­ mentos, descubiertos desde el 1946 hasta el 1967 en Qumrán, Masada, Murab-

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baat y Nahar Heber, todavía no publicados en su totalidad, datan aproximada­ mente de finales del s. Ill a. Cr. hasta el s. I d. Cr. Este hallazgo arqueológico de los más importantes y significativos del siglo XX, sobre todo para la historia del texto hebreo de la Biblia, confirma, entre otras cosas, que el TM, dotado de vocales y de otros signos diacríticos, y fijado en torno al siglo VIII de nuestra era, es sustancialmente un texto correcto y fiable, y que los rabinos lo fijaron por razones prácticas y de acuerdo con razonables principios críticos. Hay, no obstante, notables diferencias en algunos libros bíblicos, como los de Samuel, que siguen en una proporción de 10 contra 4 la tradición de los Setenta en contra de la del TM. Y otros libros históricos, como Josué, Jueces, Reyes siguen también la tradición de los Setenta. Estos manuscritos conservan fragmentos o textos enteros de todos los libros protocanónicos. Además, hay también fragmentos hebreos del Eclesiástico (lla­ mado también Ben Sira), libro deuterocanónico, no admitido por los judíos, pero sí por la Iglesia Católica, cuyo texto original canónico está en griego, y también fragmentos griegos de Baruc, otro libro deuterocanónico, rechazado por los judíos y admitido por los católicos. 1.2.1.2.2,- Desde el s.I al s.VI cl.Cr. En este período se fijan las consontantes del texto hebreo. Y-lo fijan las academias judías, en especial la de Yabne, que comenzó su trabajo en torno al a.90 de la era cristiana, y cuya unificación atestiguan: a) las versiones griegas de Aquila, Símaco y Teodoción, que coinciden con el TM en contra de los Setenta; b) las citas bíblicas de los comentarios rabínicos (midrasim) y de los escritores esclesiásticos, sobre todo las Hexaplas de Orígenes, y la Vg de Jeró­ nimo. En definitiva, al finales del s.I de nuestra era existía un texto hebreo consonántico uniforme. 1.2.1.2.3,- Desde el's. VI al s. X En este período se fija el texto vocalizado, inventando los signos para reproducir las vocales. El texto hebreo, como el de otras lenguas semíticas, se transmitió durante mucho tiempo sólo con las consonates. Las vocales sólo se ponían cuando se leía en voz alta y el modo de lectura se conservaba por tradi­ ción oral. Pero hacía ya muchos siglos que el hebreo había dejado de ser lengua viva, y comenzaba a dudarse de la buena y correcta lectura del texto sagrado. Al mismo tiempo, en estos siglos, los masoretas habían multiplicado los estudios y las observaciones críticas para proteger el texto y la lectura del texto.

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Todo este inmenso material había que ordenarlo y sistematizarlo, para que no se perdiera. Y esto lo hicieron los naqdanim o puntuadores. Inventaron vocales, que eran puntos y rayas, que se colocaban o encima o debajo de las consonan­ tes. Todos estos sabios judíos recibieron el nombre de masoretas, “transmisores de la tradición”. Había dos escuelas de masoretas: la tiberiense y la babilónica. La tiberiense, fundada en la ciudad de Tiberiades, ponía las vocales debajo de las consonantes y sobresalieron en ella los miembros de la familia ben Aser: Moisés ben Aser (s. IX) y su hijo Aarón ben Aser, y la familia ben Neftalí: Moisés ben David ben Neftalí. La babilónica, originaria de Babilonia, ponía las vocales encima de las con­ sonantes y sobresalió en ella Jacob ben Neftalí. Con el tiempo prevaleció la escuela tiberiense, y la labor comenzada en el s.VI se completó en el s. X con un texto bíblico, consonántico y vocálico casi uniforme, que es el que hoy conocemos con el nombre de texto masorético. 1.2.1.2.4.- Desde el s. X hasta nuestros días El texto hebreo nos ha llegado a través de una amplia tradición manuscrita (más de 700 mss.), que se remonta al siglo VIII de nuestra era. Estos manuscri­ tos se llaman masoréticos, porque conservan la masora, es decir, las observa­ ciones críticas de los rabinos en torno al texto sagrado, transmitidas en forma oral y después escrita, hasta por lo menos el siglo X de nuestra era. Los principales manuscritos hebreos masoréticos son el de la sinagoga de El Cairo (a. 895), el Petropolitano B3 (a. 916), de los profetas; el de Leningrado B19A (a. 1008) y el de Leningrado (a. 1009), que contienen todo el A.T. y el de Alepo. Después de la invención de la imprenta, la Biblia hebrea fue editada por Jacob ben Chayim el año 1525. Esta edición quedó como textus receptus, texto autorizado, en el que se apoyaron las ediciones modernas, hasta la de R.Kittel. La edición crítica más conocida, y usada por todos, judíos, católicos y pro­ testantes, es la Biblia Hebraica, editada primero por R. Kittel-P. Kahle, de donde recibe el nombre y la sigla de BHK '. La nueva edición, completamente revisada, renovada y ampliada, recibe el nombre de Biblia Hebraica Stuttgartensia (en 1E l p rim er fascículo de la 3a edición de la B H K data del 1929, fecha del fallecim ien­ to de K ittel. L a 3" edición se com pletó el 1937. L a 7a edición, del 1951, fue editada por A. A lt-0. E issfeldt. Salió com o 16a edición, corregida, el 1971.

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sigla BHS, para distinguirla de la anterior), Stuttgart 1967/1977, y ha sido prepa­ rada por varios autores. Es el texto imprescindible para quien tenga que consultar la Biblia hebrea. Las novedades más importantes de la nueva edición, muy resumidas, son: 1.- Nuevos tipos de letras hebreas, porque las antiguas matrices, empleadas en la BHK, se quemaron cuando Leipzig fue bombardeada en la última guerra mundial. 2.- El texto básico sigue siendo el del ms. de Leningrado B19A (= L), pero con algunas omisiones de acentos, y de la “corrección de los errores patentes de los copistas”. Siguen conservándose, evidentemente, las aportaciones de los manuscritos del mar Muerto, ya presentes en la BHK. 3,- Se ofrece la masora completa del ms.L. La masora pequeña (masora parva), va im presa al margen, como antes, pero com pletam ente rehecha por G.E.Weil, responsable único de esta parte de la edición. La masora grande (masora magna) se ha publicado en dos volúmenes aparte. 4,- El aparato crítico se ha rehecho por completo, restringiendo al máximo las conjeturas y las retraducciones derivadas de las versiones antiguas, y, ade­ más, se ha desechado la distinción anterior entre “las simples variantes y menos importantes informaciones” y “los verdaderos cambios textuales y otras indicaciones más importantes”. 1.2.1.3.- La lengua aramea La lengua aramea -lengua semítica como el hebreo y emparentada con él-, fue la lengua hablada por los arameos, asentados en las ciudades de Siria y del norte de Mesopotamia, que nunca tuvieron importancia política, y cuyo último baluarte, Damasco, sucumbió a manos de los asirios el 732 a.Cr. Paradójicamente a la pequeña importancia política de los arameos, su len­ gua tuvo una amplia difusión y aceptación, de tal manera que en el siglo VII a.Cr. fue adoptada como lengua diplomática por los reyes de Asiría, Babilonia y Persia. Después del destierro babilónico, el arameo empezó primero a convivir con el hebreo en Palestina, y ya en tiempo de Esdras y Nehemías (a.458-398 a.Cr.) comenzó a reemplazarlo poco a poco, de tal manera que hacia el final del perío­ do de Esdras las gentes del pueblo ya no entendían el hebreo, que quedó como privilegio de las personas cultas, y en tiempo de Cristo el arameo era la lengua

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materna de todos los judíos, no sólo de los de Palestina, sino también de los de otras regiones del Imperio Romano, como Egipto. Estas circuntancias hicieron necesaria la versión al arameo del texto hebreo, para que las gentes pudieran entender el texto sagrado y seguirlo en la liturgia de la sinagoga. La versión se hizo primero en forma oral, luego en forma oral y escrita y finalmente sólo escrita. La costumbre era que el lector del hebreo leyera un versículo y el traductor al arameo (o meturgeman, de donde viene la palabra española dragomán, “intérprete”) lo tradujera al arameo. La versión no debía ser ni demasiado literal ni excesivamente libre. Pero como la versión iba destinada al pueblo, casi siempre terminaba siendo una paráfrasis, y así, los targumim (targumes en adelante) arameos de la Biblia, son versiones parafraseadas. 1.2.3.1,- Textos arameos de la Biblia La Biblia hebrea conserva en arameo los siguientes fragmentos: un versícu­ lo del Génesis (Gn 31,47); un versículo de Jeremías (Jr 10,11); unos capítulos de Daniel (Dn 2,4b-7,28) y unos capítulos de Esdras (Esd 4,8-6,18; 7,12-26). En arameo se redactó el evangelio de San Mateo, aunque sólo nos ha llega­ do la versión griega, que es el texto canónico de ese evangelio.

I.2.2.- TEXTO GRIEGO DEL N.T. 1.2.2.1,- La lengua griega del N.T. Los 27 libros del N.T. están escritos en griego, no el griego clásico, sino la lengua corriente, común, usada en Oriente en la vida diaria y en las relaciones comerciales desde el tiempo de Alejandro Magno (+ 333) hasta el fin de la anti­ güedad (h.500 d.Cr.). En esta misma lengua se hizo la versión de los Setenta. Es la lengua que corrientemente se designa koiné.' “El griego del N.T. tiene características diversas. Se va desde el “griego hebraizante” del Apocalipsis hasta la lengua con finuras literarias del evangelio de Lucas y hasta el griego relativamente perfecto de la Carta a los Hebreos. 1 K. A land, B. A land, II testo d el N u o vo T estam ento (trad. ital. de S. T im panaro, de la o b ra alem ana: D e r T e x t des N e u en T esta m en ts, S tu ttg a rt 1982), M a rietti, G én o v a 1987, X II-372, en p. 58. Sobre la situación actual de la investigación sobre el griego del N .T. puede verse A . P iñero Sáenz, "G riego bíblico neotestam entario. P anoram a actual", en C uadernos de F ilología C lásica 10 (1976) 123-197. E l autor trata con gran acierto: 1) estudio de la situación actual del griego neotestam entario en relación al griego en g ene­ ral; 2) estudios fundam entales sobre la gram ática del griego del N .T.; 3) trasfondo sem í­ tico del N.T. y sus problem as; 4) tem as de sem ántica y lexicografía; 5) crítica textual del N .T.; 6) gram áticas elem entales del griego del N .T, y aportaciones españolas al tema.

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Pero ninguno de los escritos del N.T. resiste una comparación con las obras lite­ rarias no cristianas de la misma época por lo que respecta a la elegancia estilís­ tica, aunque sea de justicia reconocer que la fuerza expresiva de Pablo ha crea­ do un tipo de literatura totalmente nuevo. El N.T. está escrito en el griego coloquial de la koiné”. Todos los autores del N.T. son judíos, menos Lucas. Todos utilizan fuentes hebreas y arameas, e incluso hablan arameo como su lengua materna. Todo esto, evidentemente, está reflejado en el griego del N.T. y lo conocemos con el nombre genérico de semitismos -hebraísmos y aramaísmos-. Los semitismos del N.T. pueden ser semitismos directos, es decir, violacio­ nes conscientes del espíritu de la lengua griega, y se concretan en transliteracio­ nes y traducciones literales del hebreo y arameo al griego. Pueden ser semitis­ mos indirectos o secundarios, a través de la versión de los Setenta, cuando se trata de palabras y construcciones existentes en el griego extrabíblico, pero empleadas en el griego del N.T. en una medida notablemente mayor. Pueden llamarse también semitismos cuantitativos, como decimos en otro lugar. Hay autores del N.T. que imitan voluntariamente el estilo de los Setenta, y entonces han podido recibir influencias semíticas a través de esta versión, hecha directamenete del hebreo. Uno de estos autores es, curiosamente, Lucas, el único escritor del N.T. de habla materna no aramea, sino griega. De este modo Lucas pretende dar a su prosa un tono hiératico, religioso y solemne. Y lo mismo han hecho otros autores del N.T. Es de sobra sabido que los hagiógrafos neotestamentarios citan casi siempre la Biblia por la versión de los Setenta Uno de los libros del N.T. en que es más visible la influencia semítica es el Apocalipsis, como ya hemos dicho. El griego especial de este libro no se expli­ ca porque el autor no supiera griego, sino por su mentalidad hebrea. Los barba­ rismos de la obra encuentran su adecuada explicación en el trasfondo semítico que la impregna, un trasfondo hebreo, no aram eo2. Podemos señalar algunos casos concretos: 1 ) Fraseología: a) El N.T. usa la expresión hebraizante epí stómatos, “en (sobre) la boca de”, para significar “según”, expresión calcada del hebreo 'al-ρΐ, y que la Vg traduce por in ore (Mt 18,16): “para que según (= de acuerdo con) dos o 1 Sobre el tem a de los sem itism os en el N .T. rem itim os al excelente m anual de M. G uerra G óm ez, E l idiom a d el N u e vo Testam ento, B urgos 1 9 8 1 \ pp. 325-330, y a la b ibliografía que él cita. 2 Cf. A. L ancelloti, Sintassi ebraica ne! g reco delTApocalissi. I, U so delle fo rm e ver­ bali, A sís 1964.

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tres testigos quede zanjado todo asunto” 2. La expresión está tomada literal­ mente de Dt 19,15 y Mateo reproduce palabra por palabra el texto de los LXX. b) “Entregar una persona (para ser castigada)” se expresa en el N.T. por “entre­ gar en manos de alguien” (eís cheirás) y corresponde al hebreo ntn be yad, “entregar en manos de” (cf. ISm 23,4,14 y passim); la Vg traduce la frase por tradere in manus (cf. ISm 12,9; 14,10,12,37, y passim); y los LXX coin­ ciden con el N.T. Mt 17,22 dice: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres” (Vg: tradendus est in manus hominum), giro que recuerda el texto de 2Sm 24,14: melius est ut incidam... quam in manus hominum (“caeré mejor... que en manos de los hombres”). c) El empleo de prôsôpon, “rostro, cara” en las preposiciones compuestas del tipo de “ante el rostro de” (Vg in facie, in faciem) corresponde al hebreo lipney, “ante”, o 'al-peney, “sobre”, etc. y aparece habitualmente en los LXX. En el N.T. estas expresiones son citas o reminiscencias del A.T. d) El uso de psyché, “alma”, como pronombre reflexivo se debe al empleo de nephes con este mismo sentido en hebreo bíblico. El N.T. usa esta expresión sobre todo en las citas del A.T. o en lugares llenos de reminiscencias del A.T. e) La formula neotestamentaria kaí idoii, “y he aquí” (= et ecce, en el latín bíbli­ co), es un biblismo, que Mateo, Lucas -Hechos, y el autor del Apocalipsis enplean con abundancia. Es una utilización consciente del estilo bíblico para poner en guardia al lector sobre la importancia del hecho o dicho que se anuncia2. 2) Datos gramaticales 1) La construcción de oraciones temporales del tipo de “y sucedió un día y ” (con kaí o sin la conjunción) se remonta al hebreo y la aceptan habi­ tualmente los LXX (cf. Ex 2,11), como diremos más adelante. La Vg la conserva en muchos lugares, por ej., Lc 5,17: et factum est in una die­ rum et ipse sedebat docens, “y sucedió un día y él estaba sentado ense­ ñando” \ 1 L a V g dice: lit in ore duorom vel trium testium ste t om ne verbum . Y hay aquí dos sem itism os: a) in ore, "según "; b) verbum , "asunto", "cosa". 2 Cf. P. F ie d le r, D ie F o rm e l 'unci s ie h e ' Un N T (S tu d ien zu m A . und N .T ., 20), M unich 1969. ' A quí puede verse un doble sem itism o (hebraísm o): 1) et fa c tu m e st... et; 2) sedebat docens, descripción de la acción anterior a la del verbo principal, según el uso hebreo: "estaba sentado"; en latín bastaría decir: docebat, "enseñaba".

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2) El empleo paronomástico del infinitivo del tipo de “oír oiréis” o del partici­ pio del tipo “viendo veréis” se remonta al hebreo y lo aceptan con frecuencia los LXX, como diremos más adelante. El texto de Mt 13,14 (cf. Act 28,26) (Vg auditu audietis, et non intelligetis; et videntes videbitis, et non videbitis, “oiréis con el oído y no entenderéis y viendo veréis y no veréis”) es la cita literal de Is 6,9. Hay muchos casos de estas construcciones en el N.T. griego. 3) La construcción hebrea que introduce el estilo directo le’ mor, “diciendo”, es traducida por los LXX por el participio del verbo “decir”, dando la frase eleghe legón, “decía diciendo”, y esta frase es muy frecuente en el N.T., tanto como cita de textos del A.T., como biblismos estilísticos. 4) El empleo de las construcciones verbales perifrásticas del tipo en didáskón, “estaba enseñando”, es decir, “enseñaba” (en latín bíblico erat docens: Mt 7,29; Me 1,22; 14,49; Lc 13,10; 19,47; 21,37; etc.), es un aramaísmo evidente en el texto griego del N.T., porque sólo el arameo y el hebreo rabínico aramaizado, no el bíblico, tienen la forma perifrástica, sobre todo con el participio activo, incorporada al sistema temporal del verbo 1 y aunque existen ejemplos en el griego de la koiné, los frecuentes casos del N.T. remiten a un modelo arameo. Es evidente que estos ejemplos y otros muchos que se podrían citar no son “semitismos” directos, en cuanto venidos directamente del hebreo, sino indirec­ tos, en cuanto tomados de los L X X 2. 1 Cf. H aiim B. R osén, L ’hébreu et ses rapports avec le m onde classique. E ssai d'évalua­ tion culturelle, Paris 1979, pp. 63-65. El autor se refiere a la form a perifrástica del griego del N .T. E n latín la form a erat docens, com o form a perifrástica, era frecuente en la época arcai­ ca y postclásica, y rara en la época clásica. En el N.T. latino erat docens es una traducción literal de la frase griega, por tanto, un biblism o griego. L a influencia sem ítica sobre esta construcción griega la defiende tam bién W. J. Aerst, P eriphrastica, A m sterdam 1965. 2 Sobre el tem a de los semitismos en el griego del N.T. remitimos a los trabajos siguientes: H.F.D. Sparks, "The Semitisms o f St. Luke's Gospel", en JT hS 44 (1943) 129ss.; Id., "The Semitisms of the Acts", en JThS 51 (1950) 16ss.; E. Pax, "Die syntaktischen Semitismen im N.T. Eine grundsatzliche Erwagung", en Studi Biblici Franciscani Liber A nm m s 13 (1962-63) 136-162 (es innegable la existencia de numerosos semitismos en el N.T. griego. El Apocalipsis es una m uestra de que tales semitismos se empleaban como recurso literario); M. Black, An A ram aic Approach to the Gospels and Acts, Oxford 1946 1967 1 (tras la lengua de los evange­ lios hay una fuente o tradición claram ente aramea, que com prende casi exclusivam ente los logia de Cristo. En M e se descubre también en ciertos diálogos y partes narrativas. Fuera de estos textos el sustrato arameo es m enos claro); D. Tabachovitz, D ie Septuaginta und das Nette Testament, L und 1956 (no sólo en Lc, sino en el resto del N.T. se da una imitación constante de los LXX; esta postura ha sido tachada de unilateral); K. Beyer, Semitische Syntax im N .T., I, 1“ parte, Gotinga 1962; 1968 2 (distingue entre semitismos en general, hebraísmos, aramaísmos y construcciones perfectamente griegas; semitismos claros sólo hay en los Sinópticos, en la carta de Santiago y en el Apocalipsis; en Lc m uchos de ellos son septuagintismos; en el evangelio de Juan y en las epístolas de Juan hay hebraísmos, no aramaísmos); M. W ilcox, The Semitisms o f Acts, Oxford 1965 (hay palabras, frases y versículos que reflejan cierta afinidad con tradiciones del A. T.; hay palabras y frases de origen semítico, pero procedentes probablem ente de los LXX; y hay otros semitismos que no se explican por el influjo de la Septuaginta).

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Para poner punto final a este tema vamos a recoger la magnífica síntesis que hace A.Pinero Sáenz1 sobre el influjo semítico en el griego del N.T., y sobre las características de esta lengua griega: “Existe un cierto consenso en valorar más el sustrato semítico a la hora de encuadrar genéricamente la lengua del N.T. Pero en este mismo consenso se diversifican las opiniones. Sigue en pie, en el fondo, la antigua controversia entre “puristas” y “hebraístas” [...] La lengua del N.T. es un producto mixto de la helenización de una tradición origi­ nariamente aramea, llevada a cabo por unos escritores de una cultura superior a la vulgar. Varios de ellos eran bilingües, y todos, sin excepción, conocían de memoria a los LXX. Así se explicaría: a) el griego correcto de muchos pasajes; b) el indudable “griego de traducción” en los lugares donde se quiso respetar al máximo un logion arameo de Jesús o de un apóstol; c) los semitismos incons­ cientes debidos a un forzamiento involuntario de la sintaxis griega por efecto residual de la lengua materna; d) los usos extraordinariamente frecuentes de tal o cual construcción griega, rara en el período clásico, porque se parecía de hecho a otra análoga de la lengua semítica materna; e) los pasajes con un color netamente septuagintístico. Lo que se ha de hacer hoy es encuadrar cada pasaje, perícopa o versículo en cada uno de estos apartados, pero no tratar de forzar un conjunto heterogéneo, como lo es indudablemente el N.T., en un casillero de tono generalizador”. La cita, larga, resume cuanto nosotros queríamos recalcar sobre la lengua del N.T. griego en vistas a una mejor intelección de las versiones latinas de las que hablaremos más adelante. 1.2.2.2 - Transmisión del texto del N.T. El texto griego del N.T. nos ha llegado a través de tres caminos: directa­ mente y de manera completa a través de los códices; indirectamente y de mane­ ra íntegra en las versiones; indirectamente y de manera incompleta en las citas de los autores eclesiásticos. 1 .2 ,2 .2 .1 Los códices Los códices son los testigos directos y completos de la transmisión del texto griego del N.T. Según datos relativamente recientes, hay más de 250 códi­ ces unciales, es decir, con caracteres mayúsculos; más de 2.646 minúsculos, o en escritura cursivcr, más de 76 papiros y más de 2.000 leccionarios. Son en total más de 4.972 códices, de los cuales unos 53 compenden todo el N.T. Los códices principales son:

1 A. Pifiero Sáenz, "G riego bíblico neotestam entario. P anorám ica actual", en C uade nos de F ilología C lásica 10 (1976) 123-197, en las pp. 193-194.

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El Vaticano B (03), de origen egipcio y del s. IV. Comienza en Gn 46,28 y termina en Hebr 9,14. Está en la Biblioteca Vaticana, de donde recibe el nom­ bre. Es el códice más antiguo y probablemente el mejor. El Sinaítico S (01), también de origen egipcio y de los siglos IV-V. Hallado en el monasterio de Santa Catalina del monte Sinaí el año 1844 por Tischendorf, de ahí recibió el nombre. Contiene los dos Testamentos, aunque el Anti­ guo con lagunas. Se encuentra en el Museo Británico. El Alejandrino A (02), de origen egipcio y del s. V. Perteneció al Patriarca de Alejandría, de donde le viene el nombre. Contiene los dos Testamentos con lagunas. Actualmente está en el Museo Británico. Merecen también una mención especial, por su importancia, el Ephremi rescriptus C (04), del s. V, el Códice de Beza o Cantabrigense D (05), del s. VI, y el Claromontano D (06), del s. VI '. 1.2.2.2.2.- Las versiones Las versiones tienen una gran importancia para la historia de la transmisión del texto, puesto que, sí son literales, reproducen bien el texto original de la época en que se hicieron. Para que sirvan de medio de reconstrucción del texto deben ser criticamente seguras. Algunas pueden ser anteriores a los códices más antiguos, y por eso mismo revisten una mayor importancia. Entre las versiones que aquí interesa destacar están las versiones latinas, la VL y la Vg, de las que se hablará ampliamente a continuación. 1.2.2.2.3,- Las citas de los autores eclesiásticos Las citas son abundantísimas. Las más importantes para la historia de la transmisión del texto son las más antiguas. Las citas sirven, entre otras cosas, para fijar la cronología del propio texto. Las citas, no obstante, presentan un problema serio, y es que los antiguos solían citar de memoria y casi nunca al pie de la letra, y, aunque su memoria fuera más tenaz que la nuestra, siempre podí­ an equivocarse. Por eso, las citas antiguas hay que tomarlas con precaución. Solamente de siete escritores eclesiásticos, a saber, Justino, Ireneo, Clemente Alejandrino, Orígenes, Tertuliano, Hipólito y Eusebio de Cesarea se han reuni­ do más de 26.487 citas del texto griego del N.T. 1 Para la historia de la transm isión del texto griego del N.T. rem itim os a la obra fun­ dam ental de K. A land, B. A land, II testo d el N uovo T estam ento (trad, i tal. de S. Tim panaro, de la obra alem ana, D e r T ext d e s N eu en T estam ents, S tu ttg a rt 1982), M arietti, G énova 1987, X II-372 pp.

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1.2.2.2.4,- Autoridad crítica y dogmática del texto de N.T. Las palabras del N.T. giego son unas 150.000. Las variantes son más de 200.000. ¿Qué autoridad nos merece el texto del N.T.? Nos merece toda. Por­ que, siete partes de ocho nos ha llegado sin variantes, con una gran uniformi­ dad. La mayoría de las variantes se refieren a una palabra o frase; son distrac­ ciones de los copistas o cambios gramaticales o cambios del orden de las palabras. Casi todo esto sin importancia. Las variantes importantes, desde el punto de vista del contenido, son unas 15. Esta situación nos permite afirmar que no hay libro alguno de la antigüedad que se haya transmitido con más garantías de fidelidad que el texto griego del N.T.

I.3.- LA S V E R S IO N E S D E L A B IB L IA

1.3.1,- VERSIONES GRIEGAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO 1.3.1.1.- La Septuaginta Por Septuaginta o versión de los Setenta se entiende hoy la primera versión de todo el A.T. hebreo al griego y el texto griego o versión griega de los siete libros deuterocanónicos y partes deuterocanónicas de algunos libros protocanónicos del A.T., llamados así por los católicos y apócrifos por los protestantes. Estos siete libros deuterocanónicos son: Sabiduría (compuesto en griego), II Macabeos (1,1-2,18 compuesto en arameo, cuyo texto se ha perdido, y traduci­ do al griego, y 2,19-fin compuesto directamente en griego), I Macabeos (com­ puesto en hebreo, pero perdido, y sólo se conserva en una traducción griega), Tobías (compuesto en un original semítico, que se ha perdido; Jerónimo lo tra­ dujo al latín de un original “caldeo”, es decir, “arameo”, igualmente perdido; probablemente Tob 1-12 y 14 fueron compuestos en arameo, y Tob 13 en hebreo); Judit (compuesto en hebreo, pero perdido, y sólo se conserva la ver­ sión griega); Baruc (1,1-3,8 compuesto en hebreo, pero cuyo texto se ha perdi­ do y sólo se conserva la versión griega; 3,9-fin, probablemente original en grie­ go; el cap. 6 de Baruc recibe el nombre de Carta de Jeremías, redactada probalemente en hebreo, pero cuyo texto se ha perdido y sólo se conserva la versión griega); Eclesástico o Siracida (compuesto originariamente en hebreo, del que se conservan aproximadamente dos tercios; pero cuyo texto canónico es el griego). Las partes deuterocanónicas son: Los siete últimos capítulos de Ester (Vg

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10,4-16,24, cuyo original y redacción son como sigue: original griego: 3,13a13g; 8,12a-12x; original arameo: 1,1 a-1s; 4,17a-17z; 5,la-lf; 5,2ab; 10,3a-31, perdido y traducido al griego); Daniel (3,24-90: cántico e historia de los tres jóvenes, original redactado en hebreo, pero cuyo texto se ha perdido, y conser­ vado sólo en versión griega, y 13-14: historias de Susana y de Bel y el dragón, redactadas en arameo, pero cuyo texto se ha perdido y sólo se conserva la ver­ sión griega). La Septuaginta consta, además, de los siguientes libros aprócrifos, según la terminología católica: III - IV Macabeos (original en griego); I Esdras (original en hebreo, pero traducido al griego; no se ha de confundir con Esdras y Nehemías, que son libros protocanónicos, por tanto traducidos del hebreo); Salmos de Salomón (original en hebreo, pero traducido al griego); el Salmo 151 (origi­ nal en hebreo, pero traducido al griego); las IX Odas de la iglesia griega; el Prólogo al Eclesiástico, escrito en griego por el traductor del propio Eclesiásti­ co y la Oración de Manasés (original en hebreo, pero traducida al griego). En sentido más restringido, la Septuaginta son sólo los cinco libros de la Ley o Pentateuco. 1,- Fecha de la versión Para determinar la fecha poseemos varios datos importantes. a) El autor del Prólogo del Eclesiástico nos da a entender que reinando Ptolomeo VII Evergetes Fiscón (170-117 a. Cr.) estaban traducidos al griego la mayor parte de los libros del A.T. b) La Carta de Aristeas se fecha entre el 200 a. Cr. y el 80 d. Cr. El único dato seguro es que Aristeas es anterior a Flavio Josefo (hacia el 90 d. Cr.) '. En ella cuenta Aristeas a su hermano Filócrates que Ptolomeo I Lagos, rey de Egipto (que abdicó al trono el 283 a. Cr.), pidió al sumo sacerdote Eleazar que le enviara hombres doctos para traducir al griego la Ley de Moisés. Eleazar le envió un ejemplar de la Ley (= Pentateuco) y a setenta y dos hombres peritos en hebreo y griego para que llevaran a cabo el deseo del rey. El rey los recibió con todos los honores y los estableció en la isla de Faro, en donde tradujeron la Ley (= Pentateuco) en setenta ;y dos días. El hecho se divulgó y comenzó la leyenda. Se decía que los setenta y dos doctos se habían alojado en setenta y clos celdas, habían trabajado setenta y dos días por separado y, cuando se reunieron para comprobar el trabajo, descubrie­

1 S. Jellicoe, The S eptuagint and M o d e m Study, O xford 1968, p. 48, n. 1; M. H arl, G D o riv a l, O. M un n ich , L a B ib le g re c q u e des Sep ta n te. D u ju d a ïsm e h e llé n istiq u e au christianism e ancien, Ed. du C erf, Paris 1988, p. 41.

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ron que sus traducciones concordaban maravillosamente entre sí incluso en las palabras. Según Filón de Alejandría, en el sitio en donde se reunieron, los judí­ os celebraban todos los años una fiesta. Durante mucho tiempo se creyó en la historicidad de este relato. Lo acepta­ ron, entre otros, Filón, Flavio Josefo, Ireneo, Clemente de Alejandría, Cirilo de Jerusalén, Epifanio y Agustín de Hipona. Aceptaron, incluso, que los autores habían traducido todo el A.T. Hoy nadie admite la historicidad de este relato, inspirado claramente en el deseo de exaltar al pueblo judío y su literatura. Es ficticio el número de traduc­ tores, la duración de la versión, la perfecta uniformidad de las traducciones, el lugar y la inspiración divina. Pero sí es histórica ¡a noticia de la traducción del Pentateuco al griego en el s.III a.Cr. Es lógico pensar que a la traducción del Pentateuco seguiría.la traducción de los demás libros del A.T. c) Aristóbulo (primera mitad del s.II a.Cr.), sin duda el consejero del rey Ptolomeo VI Philometor (181-146 a.Cr.), afirma que la traducción completa de la Ley (= Pentateuco) se realizó por iniciativa de Demetrio de Faleros en tiem­ po del rey Ptolomeo Filadelfo. Es posible que antes de esta traducción hubieran existido, al principio, tra­ ducciones orales del hebreo, parecidas a las traducciones orales arameas o tar­ gumes,, para el servicio en las sinagogas de los judíos helenistas, y que luego se pusieran por escrito. Pero de estas traduciones no quedan rastros. El motivo de la versión parece haber sido una inicitativa oficial del rey Pto­ lomeo para la aplicación de la justicia a los judíos, según sus propias leyes. Esta iniciativa parecía responder a las necesidades culturales, religiosas, apologéticas de la comunidad judía de Alejandría y la comunidad parece que esperaba la tra­ ducción, y el rey mandó hacerla. Las fechas concretas, aunque aproximadas, de la traducción o redacción de los libros bíblicos o partes canónicas de los libros bíblicos son las siguientes: las adiciones a Ester datan del momento de la traducción, un poco antes del 7877 a.Cr. y el propio libro de Ester terminó de de ser traducido por esas fechas; Baruc 3,9-fin data de los años 80 a.Cr.; la Carta de Jeremías, hacia el 100 a.Cr.; II Macabeos, en torno al 124 a.Cr. en todo caso antes del 63 a.Cr.; Sabiduría, último tercio del s.I a.Cr.; el Eclesiástico, entre el 132 y el 117 (véase el prólo­ go del traductor); la traducción del Pentateuco data de los años 285-280 a.Cr.; Josué, Jueces, /-// Samuel, /-// Reyes, 1-11 Paralipórnenos, Esdras, Nehemías, Isaías, Jeremías, Ezequiel, XII Profetas Menores, han sido traducidos antes del 130 a. Cr. (véase el prólogo al Eclesiástico); / Macabeos está atestiguado desde

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el s. II; Job data de algo antes del 50 a.Cr.; el Salterio (o entero o salmos aisla­ dos) es anterior al 150 a.C.; Proverbios, Daniel, Judit están atestiguados desde el s.I d.Cr. Los libros no atestiguados son: Rut, Tobías, Eclesiastés, Cantar, Lamentaciones y parte de Baruc. Las fechas aproxim adas, tomadas de H arl-D orival-M unnich1 son las siguientes: Pentateuco, seguramente antes del 210, probablemente antes del 260, y puede ser que antes del 182. Josué, probablemente antes del 132. Jueces, probablemente primera mitad del s.II a.Cr. Rut, primera mitad del s.I de nuestra era. 1-4 Reyes, probablemente hacia principios del s.II a.Cr. 1-2 Paralipómenos, antes del 150 a.Cr. 1-2 Esdras (= Esdras, Nehemías), antes del 100 a.Cr. Ester, antes del 78-77 a.Cr. Judit, antes del 100 a.Cr. Tobías, en el s. II a.Cr. 1 Macabeos, último tercio del s.II o principios del s.I a.Cr. Salmos, probablemente al comienzo del s.II a.Cr. Proverbios, probablemente hacia el 150 a.Cr. Eclesiastés, quizá obra de Aquila (hacia el 128 d.Cr.). Cantar, en la primera mitad del s.I d.Cr. Job, probalemente hacia el 150 a.Cr. Eclesiástico, entre el 132 y el 117. Profetas Menores, en la primera mitad del s.II a.Cr. Isaías, entre el 170 y el 132 a.Cr. Jeremías, en la primera mitad del s.II a.Cr. Baruc, 1,1-3,8, en el mismo tiempo que Jeremías; 3,9-fin, hacia el 80 d.Cr. Lamentaciones, en la primera mitad del s.I a.Cr. Ezequiel, después del Salterio, pero antes de Isaías. Daniel, un poc antes del 145 a.Cr. Daniel de Teodoción, entre el 30 y 50 d.Cr. 2.- Características y valor de la versión La versión demuestra que hubo muchas manos puestas al trabajo. No se sabe cuántos fueron los traductores. La discusión va desde 5 traductores, corres­ pondientes a los cinco libros del Pentateuco, hasta 72, según Aristeas y otros, o 70, según Flavio Josefo y otros. No es seguro que fueran judíos de Jerusalén 1 O.c·., pp. 96-97.

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que se desplazaron a Alejandría, sino más bien que eran judíos doctos de Ale­ jandría. Hay algunas características comunes, como el intento de evitar los antropo­ morfismos, las metáforas, los rasgos demasiado hebraizantes. Por lo que respecta a la perfección de la lengua griega, los mejor traduci­ dos son Job y los Proverbios; la lengua es buena en el Pentateuco, Josué, Isaías y 1 Macabeos, y es deficiente en los demás. En lo referente a la inteligencia del texto sobresale el Pentateuco. Sus tra­ ductores conocían bien el hebreo y el griego, y traducen bien los matices del texto hebreo, utilizando un buen griego de la Koiné. Su traducción no es ni demasiado literal ni demasiado libre. El traductor armonizó las discrepancias manifiestas y los versículos paralelos y explicó las frases ambiguas. Muestra cierto gusto por la variación1. Le siguen a poca distancia en cuanto a la inteligencia del texto los libros his­ tóricos. Los peor comprendidos son Isaías, cuyo traductor conocía bastante mal el hebreo, los Profetas Menores, Job y Proverbios. Todos los demás son pasables. Por lo que respecta a la,fidelidad al texto original, la versión es servil en el Can­ tar, el comienzo de Baruc, las Lamentaciones; literal en los Salmos y Profetas, menos Daniel, Jueces, Rut, Nehemías, Eclesiastés; fiel, sin ser literal en el Pentateuco y en los libros históricos, y libre en Job, Proverbios, Daniel, Esdras y parte de Ester2. Al libro de Job le falta la sexta parte. El traductor de los Salmos no era un poeta. Y la versión de Daniel no satisfizo nunca y por eso se reemplazó en el s.III o IV por la de Teodoción. De una manera general se puede decir que los traductores, fuera de los del Pentateuco, conocían bastante imperfectamente el hebreo; porque algunos pro­ ceden como si estuvcieran adivinando el sentido de las palabras hebreas por el contexto o empleando términos griegos de sentido vago o general cuando el hebreo utiliza términos concretos. 1 Cf. para la arm onización de las discrepancias y explicación de frases am biguas J. C ook, "The T ranslator o f the G reek G enesis", en N. Fernández M arcos (éd.), S eptuagin­ ia en la in ve stig a ció n c o n te m p o rá n ea (V C o n g re so de la IO S C S ), C .S .I.C ., M adrid 1985, pp. 169-182. 2 Sobre las características generales de la versión Septuaginta rem itim os al trabajo de I. S o isa lo n -S o in in e n , "B eo b ach tu n g en z u r A rb e itsw eise d e r S e p tu ag in ta-Ü b ersetzer" (1983), en A . A ejm elaeus, R. Sollam o (éd.), I. Soisalon-Soininen, Studien zu r Septuag in ta -S y n ta x, H e lsin k i 1987, pp. 28-39. E l a u to r afirm a q u e en lo s L X X h a y varias m aneras de versión, y que hay una gran diferencia entre unos libros, que presentan una traducción m uy libre y otros m uy literal.

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Como sucede hoy día con un traductor de una lengua aprendida o con un escritor en una lengua no materna, que introduce sin darse cuenta matices, giros y frases de la propia lengua, así les sucedió a estos traductores griegos. Su len­ gua puede ser correcta, guardar las leyes de la gramática en una alta medida, pero su estilo está marcado por los rasgos propios de la lengua que traducen. Los Setenta escriben en griego, el griego de su época, la ICoiné, la lengua es lengua griega, pero el estilo deja entrever los rasgos de su lengua materna, una lengua semítica, el hebreo o el arameo, tan distinta de la griega. Sobre la naturaleza y características del griego de los Setenta ha habido un gran cambio desde que A.Deissmann (1895) demostró que las inscripciones y los papiros del perído helenístico proporcionaban abundante material compara­ tivo, tanto sintáctico como léxico, que disminuían lo que hasta entonces se con­ sideraba influencia hebrea sobre la versión alejandrina. Pero aún queda mucho por hacer. Por eso, tiene razón O. Montevecchi cuando dice: “La lengua de la versión de los Setenta no se ha estudiado todavía de manera sistemática y com­ pleta en ’su relación con la lengua de los papiros. Un estudio de esta naruraleza presentaría un gran interés, tanto para evaluar de manera más precisa el carácter lingüístico griego de la versión, como para aclarar mejor las influencias incalcu­ lables, todavía demasiado poco conocidas, que ejerció en el futuro” '. 3.- La lengua de la Septuaginta 3.1.- Hebraísmos sintácticos en los Setenta Estos hebraísmos han pasado al texto griego por la literalidad de la versión. Cuanto más literal es la versión más hebraísmos se infiltran en la lengua a la que se traduce. Hay, por tanto, ya de entrada unos hebraísmos que podemos lla­ mar cuantitativos, porque su número es mucho mayor en estos libros traducidos del hebreo que en los textos de la Koiné, cuyo original es griego. Entre los varios textos bíblicos griegos sobresalen por su literalidad los del grupo kaigé. Pero los hebraísmos también se encuentran en el Pentateuco 2. I. Soisalon-Soininen 3 dice lo siguiente sobre la lengua de los LXX y su carácter hebraizante: “Cuando un conocedor del griego clásico y también del 1O. M ontevecchi, L a papirologia, T urin 1973, p. 77. 2 S o b re el te m a g e n e ra l d e lo s h e b ra ís m o s en el G é n e s is , c f. H .S . G e h m a n , "H ebraism s o f the O ld G reek V ersion o f G enesis", en V etus Testam entum 3 (1953) 141148; y sobre las características hebreas de toda la S eptuaginta, cf. H. S. G ehm an, "The H ebraich C haracter o f S eptuagint G reek", en V etus T estam entum 1 (1951) 81-90 (sus posiciones son bastante discutidas). 3 I. Soisalon-Soininen, "M ethodologische F ragen der E rforschung der S eptuagintaSyntax" (1986), en A. A ejm elaeus, R. Sollam o (éd.), I. Soisalon-Soininen, Studien zur Septuaginta-Syntax, H elsinki 1987, pp. 40-52, en p. 42.

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griego de la koiné comienza a leer los LXX, recibe la impresión de que esta len­ gua le resulta totalmente extraña, es una lengua extranjera con palabras griegas. Sobre todo la sintaxis le parece algo extraño. La lengua de los LXX es en gran medida la lengua hebrea con palabras griegas. Pero cuando uno profundiza más en el estudio de esta lengua, no le resulta fácil determinar en cada caso dónde residen los especiales signos distintivos de esta “lengua de traducción”. La mayoría de los datos sintácticos concretos podrían aparecer por lo menos en la koiné; hebraísmos totalmente claros hay pocos. Pero, al contrario, se da uno cuenta bastante pronto que ciertas expresiones, que en el griego de otros textos se repiten constantemente, faltan aquí casi del todo, y otras, en cambio, que en otros textos griegos aparecen muy esporádicamente, se encuentran aquí con tal frecuencia, que le dan fácilmente al texto un carácter especial. Un buen conoce­ dor del griego puede con bastante facilidad notar el carácter distinto de los dis­ tintos libros de los LXX”. La cita ha sido larga, pero valía la pena hacerla, por la claridad con que el autor expone el carácter hebraizante de esta versión griega. He aquí esquemáticamente los más significativos: a) Orden de palabras y de oraciones. Parataxis y subordinación. El orden de palabras (verbo, sujeto, objeto) y de oraciones (sucesión de las oraciones coordinadas) es correcto en el griego de los LXX, pero su frecuencia da la impresión de hallarnos ante un texto no griego ‘. La parataxis es algo habitual, en contra del uso clásico, que utiliza la subor­ dinación. El uso de kaí en los LXX corresponde en el 75% de los casos al waw hebreo. Naturalmente a esta partícula griega se le pueden dar los valores que tiene la partícula en hebreo, según los contextos, es decir, puede ser adversativa, consecutiva, final, concesiva. Hay, pues, un estilo kaí en los LXX. Y aunque exista en otros muchos textos griegos 2, como en el N.T., no se puede negar la influencia hebrea en la parataxis de los LXX. La subordinación conjuntiva es menos frecuente en los LXX que en el grie­ go usual. Los genitivos absolutos son muy raros. Hay frases nominales coordi­ nadas, según el modeló hebreo (cf. Gn 9,23, etc.). Estos datos coinciden sustancialmente con los del latín bíblico, y, sobre todo, con los textos de la VL. b) La construcción de los verbos. Esta construcción imita muy frecuentemente 1 E. B ickerm an, "The S eptuagint as a T ranslation", en P roceedings o f A m er. A cad, f o r Jew ish R esearch 28 (1959) 180. 2 S. T renkner, L e style k a í dans le ré c it attique oral, B ruselas 1948. Sobre la parata­ xis en la Septuaginta cf. A. A ejm elaeus, P arataxis in the Septuagint, A A S F D isertationes H um anarum L itterum 31, H elsinki 1982. Es interesante constatar cóm o estos giros se conservan tam bién en su m ayoría en el latín bíblico.

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el modelo hebreo y provoca dificultades de comprensión. Hay muchos ver­ bos construidos con la preposición en (lit.”en” en español), que reproduce la partícula hebrea be, y que tiene muchas acepciones, entre otras, quizá la más frecuente, la instrumental1. Esta construcción aparece con verbos que significan: “avergonzarse de”, “obrar con”, “obrar para”, “elegir”2, “consul­ tar”3. c) Uso de preposiciones calcadas del hebreo. La preposición apó (“lejos de”) corresponde muchas veces a la preposición hebrea min y pasa a significar “entre”: “toma entre los ancianos” (= toma algunos ancianos (Ex 17,5). La expresión (temer) apó prosópou no significa (temer) “lejos del rostro”, sino “ante el rostro”4. La preposición metá con genitivo sustituye al dativo simple del griego clá­ sico y tiene sentido “sociativo”: “en relación a”: luchar “ ‘con’ uno” puede sig­ nificar “luchar contra” o “luchar con la ayuda de” (Gn 32,26)5. En el latín bíblico tiene este mismo significado la expresión “temer ante el rostro de” (= temer ante alguien). Los LXX usan con profusión giros preposicionales calcados directamente del hebreo, en especial los formados por los nombres de las partes del cuerpo, como “la mano, la boca, las narices, el ojo, las entrañas, los oídos”, etc.; por ejemplo: “por la mano de”; “a los oídos de”; “por la boca de”, etc. Este dato coincide literalmente con el latín bíblico6. 1 Cf. I. S oisalon-S oininen, "D ie W iedergabe des instrum entalen be im griechischen Pentateuch", en G laube u n d G erechtigkeit, In m em oriam R afael G yllenberg, H elsinki 1983, pp. 31-46; Id., "D ie W iedergabe des be Instrum enti im griechischen Pentateuch", en A. A ejm elaeus, R. S ollam o (éd.), o.c., pp. 116-130. 2 Cf. lC r 28,4-6, "el S eñor h a elegido en m í (= m e h a elegido); la V g elegit m e. 3 Cf. Jue 1,1 "los hijos de Israel consultaron en (= en) el Señ o r (el cod. A lejandrino); p o r m edio d e l (= diá) Señor (el cod. V aticano); Ia V g consuluerunt D om inum , "consulta­ ron al Señor". L o m ism o en Jue 18,5; 20,18; 2R e 16,23, y m uhcos textos. P ara este tem a de la "consulta a D ios" rem itim os a nuestra obra: L a búsqueda de D io s en el A ntiguo T estam ento. E studio de sem ántica hebrea, Ed. G uadarram a, M adrid 1971, 591 pp. (está en prensa la 2- edición). 4 Sobre el influjo hebreo en esta p reposición en el P entateuco, cf. I. S oisalon-S oini­ nen, "D ie W iedergabe des partitiven m in im griechischen P entateuch", en N. Fernández M a rco s (ed.), L a S e p tu a g in ta en /a in ve stig a ció n c o n tem p o rá n ea (V C o n g reso de la IO S C S ), C .S.I.C ., M adrid 1985, pp. 83-100. S egún el trabajo, el m odo habitual de tradu­ c ir el m in h e b reo con sen tid o p a rtitiv o es apó. S obre otras sem ip rep o sicio n es e n los L X X , cf. R. S ollam o, R en d erin g s o f H ebrew sem iprepositions in the Septuagint, H elsin­ k i 1979. 5 H ay m ás casos y m ás preposiciones en M . H arl, G. D orival, O. M unnich, o.c., p. 239. 6 Cf. O. G arcía de la F uente, "C ircunlocuciones preposicionales en la B iblia latina", en A n a lecta M a la cita n a 4 ( 1981 ) 375-384.

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d) Uso pleonástico del pronombre anafórico en oraciones de relativo: “Monte Sión en el que habitaste en él” (Sal 73 (74), 2); “monte en el que se compla­ ció Dios habitar en él" (Sal 67 (68), 17; “Aarón a quien eligió a él” (Sal 104 (105), 26), etc >. e) Uso de kaí para introducir un verbo conjugado y empezar un relato : Es una fórmula frecuentísima en la Biblia, tanto en el texto hebreo como en el grie­ go del N.T.: “y sucedió... y uno hizo tal o cual cosa”, y los LXX la conser­ van muchas veces. La Vg omite este giro, y traduce el et por ut: et accidit ‘ut’ (Gn 37,5; 39,11; 40,1; Rt 2,3; ISm 25,2, y passim); o et factum est ‘ut’ (Gn 4,3; 14,1; Jos 1,1; ISm 1,12, y passim) o con factum est y el verbo prin­ cipal sin ut: factum est..., concepit (ISm 1,20; 3,2; 4,1, y passim). La VL, en cambio, conserva a veces el giro griego (y por tanto hebreo): et factum est post haec ‘et’ mortuus est (Jos 6,29: Lugd.) o sin el ‘et’ : et erint..., clamet (Jos 6,4: erint es, sin duda un error, por erit: Lugd.; etc.). f) En las fórmulas de juramento, el juramento de no hacer una cosa se introdu­ ce por ei, “si”, como calco del hebreo (Sal 88,36; 84,11; 131,3-4; etc.). El latín bíblico conserva este mismo giro 3. La explicación del giro está en que la construcción hebrea se halla incompleta, y hay que sobreentender una frase, cuyo sentido para los hebreos era evidente. Así, en el caso del juramento a David, el sentido es: “juré (habla Dios) (y mi juramento sería vano [cosa que tratándose de Dios es imposible] si yo mintiera a David”. g) La preposición eis introduce un predicado con verbos que significan “trans­ formar”, “ser”, “hacer”, “establecer”, “colocar”, etc., en cuyos casos la pre­ posición griega significa “a título de”, “hacer de”, “convertir en”, etc. Por ejemplo: “yo haré de ti una asamblea de pueblos” (Gn 48,4) (el sustantivo asamblea va precedido de eis). Este giro se conserva en latín bíblico {VL y Vg) y es frecuentísimo con los mismos verbos mencionados antes y otros muchos: elegi... in sacerdotem, “lo elegí... como sacerdote” (ISm 2,28; unxit... in principem, “te ungió... como príncipe” (ISm 10,1; sumere... in uxorem, “tomar por mujer” (ISm 25,39, y passim); esse... in ancillam, “ser como una esclava” (ISm 25,41, y passim); fir1 Cf. O. G arcía de la Fuente, "U so del pronom bre redundante en los antiguos salte­ rios latinos", en D u riu s 3 (1975) 9-26. A unque el trabajo trata de los textos latinos, los ejem plos valen tam bién para los L X X , porque dam os las correspondencias de todos los textos griegos. 2 Cf. O. G arcía de la F uente, "C onsideraciones sobre el influjo hebreo en el latín bíblico", en E m erita 49 (1981) 307-342, en p. 342; ejem plos en latín: iu ra vi... si D avid m entiar, "ju ré ... n o m entiré a D avid" (Sal 88 (89), 36; iu ra v i... si introibunt, "ju ré... no entrarán" (Sal 94 (95), 11), etc.

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masti... in populum sempiternum, “te aseguraste... como pueblo eterno” (2Sm 7.24, etc.); factus es eis in Deum, “te convertiste para ellos en su Dios” (2Sm 7.24, y passim); etc. h) Traducción del infinitivo absoluto hebreo por giros peculiares no griegos: por ejemplo: “morir de muerte” (= morir ciertamente) (Gn 2,17, y, por lo menos, otros 39 textos); “reuniendo reuniré” (= reuniré ciertamente) (Miq 2,12), otros muchos ejemplos parecidos1. El latín bíblico (VL Vg) conserva estos mismos giros y otros muchos igua­ les2. i) Uso de “hoti” en vez de “gar” para introducir una motivación o una expli­ cación. La conjunción griega hoti se usa para introducir oraciones completi­ vas (=”que”) y oraciones causales (=”porque”). En los LXX se emplea fre­ cuentemente con estas dos funciones para traducir la partícula hebrea la, que comporta los dos aspectos. Pero en muchos otros casos los LXX utilizan hóti en vez de gar para introducir una motivación o una explicación y este uso es peculiar de los LXX y es un hebraísmo y se origina a partir del kí hebreo’. 3.2.- Léxico de los Setenta Son muchos los problemas que plantea el léxico de los LXX, que no vamos a considerar aquí, porque no es tema central de nuestro manual, y nos llevaría mucho tiempo, como, por ejemplo, 1) la medida en que el vocabulario de los 1 S obre la traducción del infinitivo absoluto h ebreo en el P entateuco de los L X X p u e d e v erse R. S ollam o, "The L X X renderings o f the infinitive absolute used w ith a p aronym ous finite verb in the P entateuch", en N. Fernández M arcos (ed.), L a S eptuagin­ ta (o.c.), pp. 101-113; cf. I. S oisalon-S oininen, D ie Infinitive in der Septuaginta, A A SF, H elsinki 1965. Y y a m ucho antes había sido estudiado el tem a por H. St. J. T hackeray, "R enderings o f the infinitive absolute in the L X X ", en J T S 9 (1908) 597-601. 2 Cf. O. G arcía de la Fuente, "Sobre el uso de los adverbios en el latín bíblico", en S a lva ció n en la p a la b ra . T arg u m -D erash -B erith : H o m en aje al Prof. A . D iez M acho, M adrid 1986, 135-156, sobre todo en las pp. 148, 152, 153. P ara m ás inform ación sobre giros sintácticos hebreos rem itim os a la bibliografía, m uy am plia, de M . H arl, G. D orival, O. M unnich, o.c., p. 240. 2 Cf. A. A ejm elaeus, "O ti caúsale in Septuagintal G reek", en N. Fernández M arcos (e d .), S e p tu a g in ta en la in v e stig a c ió n c o n te m p o r á n e a (V C o n g re so de la IO S C S ), C .S.I.C ., M adrid 1985, pp. 115-132. El autor trata, adem ás, de las distintas técnicas de traducción en los distintos libros de los L X X , y el uso de hóti en vez de g a r y el uso correcto de g a r para traducir el hebreo k í puede utilizarse com o criterio para describir las distintas técnicas de traducción de los LX X . G n y E x son traducciones m ás libres que L v,N m y D t en ese punto concreto y representan de m anera m ás genuina el uso griego. M . H arl, etc., o.c., p. 247 d a un p a r de ejem plos, uno, para indicar el "vengador de san­ gre", y otro para "llenar las m anos", que equivale a "consagrar" (a un sacerdote).

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LXX pertenece a la lengua griega clásica o a la koiné alejandrina; 2) en qué proporción se relaciona el vocabulario de los papiros y el de los LXX-, 3) la ade­ cuación o no de la lengua griega para traducir la lengua hebrea, y temas pareci­ dos. Pero sí vamos a decir unas palabras sobre los neologismos y los calcos hebreos de los LXX, sobre todo por lo que puedan significar como explicación de los mismos fenómenos del latín bíblico. a) Neologismos Los neologismos de los LXX en relación al griego clásico y al griego popu­ lar profano de los papiros se han producido por una doble vía: 1) por la trans­ formación o cambio de significado de palabras antiguas que han adquirido sig­ nificados nuevos, al ser usadas en un ambiente judío y para reproducir ideas judías, y es lo que se llaman neologismos semánticos', 2) por la invención de palabras nuevas, que los traductores de la Biblia crearon para reproducir lo más exactamente posible las palabras hebreas, y es lo que se llaman propiamente neologismos léxicos. Los neologismos léxicos son bastante escasos. El procedimiento más fre­ cuente para la creación de palabras es el viejo procedimiento de la sufijación o la prefijación. Por tanto, el texto de los LXX apenas tiene palabras que no pudieran ser comprendidas por los lectores griegos que no supieran hebreo, fuera de las palabras hebreas transliteradas, de las que hablaremos en seguida. La aportación de los papiros ha disminuido notablemente el número de neolo­ gismos léxicos que se atribuyeron en otro tiempo a los LXX. b) Calcos léxicos hebreos Se producen generalmente por dos caminos. 1) Cuando el traductor encuentra una palabra griega, que le parece una buena traducción de la palabra hebrea, crea una pequeña familia de palabras griegas correspondientes a las palabras hebreas. M. Harl 1 cita estos ejmplos: el adjetivo hekoúsios, traducción del hebreo ndb, con el sentido de “voluntario”, “ofrecido voluntariamente”, arrastra la uti­ lización del verbo hekousiázesthai, “ser voluntario para”, “ofrecerse voluntaria­ mente”, y en Neh 7,16 se encuentra la palabra hekousiasmós (hapax utilizado también por Aquila). El término hágios, utilizado en el sentido de “santo”, como traducción del hebreo qds, arrastra al traductor a emplear el verbo hagiázein (distinto del clási­ co gahízein) como calco de frases hebreas en el sentido de “proclamar santo” (= prescribir) un ayuno, una guerra (J1 2,16; 3,9). 1M. Harl, etc., o.c., pp. 248-249

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El vocablo agathós, correspondiente al hebreo tob, “bueno”, conduce a la creación del verbo agathúnein, “alegrarse” (Rt 3,7; Jue 16,25; 18,20). La palabra eirênê, equivalente del hebreo salóm, “paz”, pasa a significar “noticia” en contextos en que en hebreo se trata de “preguntar por, buscar noti­ cias acerca de” (cf. 2Sm 11,7: David pregunta a Urías “por la paz de Joab, por la paz del pueblo y por la paz de la guerra”; la Vg traduce bien el sentido de salóm, al decir quam recte ageret Joab..., “cómo estaba Joab (cómo se encon­ traba)...”). 2) Los calcos aparecen también cuando el traductor hace su versión de una manera estereotipada, traduciendo la misma palabra siempre de la misma forma, aunque tenga significados distintos en los distintos contextos. Por ejem­ plo, psyché es el equivalente estereotipado del hebreo néphes en todos o casi todos los significados de esta palabra, es decir, persona, alma, vida, pronombre personal, etc., y por eso puede aparecer también con la acepción de “cadáver”, “persona muerta” (cf. Nm 5,2). 3) Puede incluso haber calcos de ideas o imágenes hebreas desconocidas del griego. En hebreo para indicar la edad de una persona se dice que es “hijo de” tan­ tos o cuantos años. En griego, en cambio, se dice, como en latín o en español, que “es de tal edad” o “tiene tal edad”. Así, en 2Re 24,18, el traductor griego afirma: “Sederías era hijo de veintiún años”'; en Gn 11,10 se dice: “Sem era hijo de cien años”2. La Vg conserva esta expresión en ISm 13,1: filius unius anni erat Saul cum regnaret coepisset, “Saúl era hijo de un año (= tenía un año) cuando comenzó a reinar”3. “Comportarse bien”, “observar buena conducta” se dice frecuentemente en hebreo “caminar” en presencia de Dios. Los traductores griegos emplean a veces el verbo poreúesthai, “caminar” o incluso peripatein, “andar”, con el mismo significado hebreo de “comportarse bien”. Nótese que este calco se da también en el latín bíblico con el verbo ambulare (cf. ISm 8,3,5; 15,20 y pas­ sim). Hacer una cosa “de nuevo”, “una segunda vez”, etc., se dice en hebreo a través del verbo síib, “volverse, volver”, seguido del infinitivo del verbo cuya 1L a g traduce: vigesim um e t p rim u m annum a etatis ha b eb a t Sedecias. 2 L a V g traduce: Sem era t centum annorum . 1 N o es el caso de e ntrar aquí a discutir el dato de que Saúl tuviera "un año" cuando com enzó a reinar, cosa d escartada p o r la historia. Sólo nos interesa destacar la expresión hebrea: "hijo de", para indicar la edad. E l texto griego om ite este versículo. L a VL tiene tam bién la frase: filiu s unius anni.

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acción se relata. Los LXX reproducen literalmente esta expresión a través del verbo epistréphein, desconocido en griego con esta acepción (cf. Neh 9,14; Dt 30,9, etc.), o a través del adverbio palin, “de nuevo”, que sería la expresión griega correcta (cf. Gn 26,18, etc.). Otro modo de expresar esta misma idea en hebreo es a través de un verbo que significa “añadir” y el infinitivo del verbo cuya acción se describe. El traductor griego reproduce este giro hebreo por medio del verbo prostithénai, “añadir”, acompañado muchas veces del adverbio éti (cf. Gn 4,2, etc.). Advertimos que estos giros hebreos se conservan literalmente en el latín bíblico (VL y Vg), como diremos ampliamente más adelante, al hablar del empleo de varios verbos latinos con valor de adverbios. c) Transliteraciones de palabras hebreas Los traductores de los LXX han reproducido a veces palabras hebreas, haciendo una simple “transliteración” -es decir, la escritura de palabras hebreas en caracteres griegos- de esas palabras. Estas transliteraciones pueden deberse: 1) a pura y simple ignorancia del significado de la palabra hebrea correspon­ diente, sobre todo si se trata de un hapax; 2) al respeto al carácter técnico de ciertos términos (de pesas y medidas, de monedas, plantas y animales, etc.), sobre todo de términos de carácter religioso o cultual (objetos de culto, funcio­ nes de los sacerdotes, etc.); 3) al simple propósito de no traducir esos términos, porque les parecería que expresaban mejor en hebreo que en griego el significa­ do que podrían tener. Según datos de Thackeray1, las transliteraciones son raras en el Pentateuco, Isaías, primera mitad de Jeremías y Profetas Menores. No hay ninguna en los Salmos, Proverbios, Job y en la segunda mitad de Ezequiel. Pero son frecuentes en Jueces, Samuel, Reyes, Paralipómenos, Esdras y Nehemías. He aquí algunas transliteraciones: bewth (Dt 10,6), tomado por los LXX como nombre propio de lugar, cuando hoy los exegetas lo consideran nombre común, “pozos”; theraphim (Jue 17,5; ISm 15,23), idolillos domésticos utiliza­ dos para la adivinación, pero prohibidos por la ley judía (conservado también en el latín bíblico); en Gn 31,19-35 se traduce por eidolon; pascha y sabbata, transliterados a partir del arameo, términos conservados por los LXX probable­ mente para no modificar el calendario, transmitido por tradición oral (conserva­ dos también en el latín bíblico); man, el “maná”, transliterado de varias maneras (Ex 16,31 y otros lugares) (conservado también en el latín bíblico); nazir (Jue 13,5: ms.Vaticano), el “separado”, el “nazareo” (conservado bajo la forma de 1 H. St. J. T hackeray, G ram m ar o f the O ld T estam ent in G reek according to the Septuagint, C am bridge 1909 (reim p r.1 9 7 8 ), pp. 31-34.

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nazaraeus en el latín bíblico, derivado del griego naziraíos: Jue 13,5: ms.Ale­ jandrino)1. el) Neologismos semánticos Es evidente que el sentido de las palabras de cualquier* idioma no depende de cada palabra en sí misma, separada del contexto, porque el sentido de la palabra, considerada en sí misma, no existe, sino que depende esencial y nece­ sariamente de las palabras encuadradas en un contexto. Ahora bien, si esto es así, para estudiar y comprender el léxico de los LXX es preciso atender al con­ texto inmediato, al contexto mediato e incluso al contexto remoto, que tiene todo un libro o todo un conjunto de libros. El estudio semántico de los LXX -y de cualquier texto antiguo o m oderno-, por tanto, plantea problemas realmente difíciles, que los autores intentan resol­ ver de distintas maneras. 1) Unos estudian este léxico comparándolo con los significados habituales de la koiné y, por tanto, lo estudian como harían con cualquier obra profana, sin tener para nada en cuenta el contexto judío. 2) Otros lo relacionan con el vocabulario hebreo, cuya traducción pretende ser la versión de los LXX, y lo consideran como un puro calco, según el conocimiento que tuvieran del hebreo los autores que hicieron esas traducciones. 3) Otros lo ponen en relación con la comprensión del texto que tendrían los lectores poste­ riores, que ya no sabían hebreo, y, por tanto, se fijan en los “receptores” del mensaje de los textos bíblicos. De estas tres posiciones la más acertada nos parece la que tiene en cuenta el significado de las palabras en la época de la realización de la versión de los LXX, atendiendo a los datos de los papiros y de las inscripciones, y natural­ mente también al ambiente judío en el que se originó la versión, y al ambiente de los primeros receptores de la misma. 3.3.- Importancia de la Septuaginta a) La importancia de la versión de los LXX fue excepcional desde todos los puntos de vista. Era la primera vez en la historia que se traducía toda una literatura de un idioma a otro. Y esa literatura era nada menos que la hebrea, tan variada, tan rica, tan importante para la humanidad. Esta traducción puso al mundo occidental en contacto con ideas orientales, nuevas, originales, provocando un sinnúmero de reacciones.

1 Para m ás datos sobre las transliteraciones, cf. E. T ov, "T ransliterations o f H ebrew W ords in the G reek V ersions o f the O ld T estam ent", en Textus 8 (1973) 78-92 (da una lista de unas cien palabras transliteradas o consideradas com o nom bres propios).

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b) Los manuscritos de Qumrán han demostrado que la versión de los LXX está hecha sobre un texto hebreo diferente y más antiguo que el texto masorético, aunque menos puro. Por su venerable antigüedad hay que acudir a ella en primer lugar para cualquier edición crítica del texto hebreo. c) La información que nos da la versión sobre ideas religiosas judías en la época de transición del A. al N.T. es preciosa. Ya se sabe que todo traductor impri­ me su sello y hasta sus ideas en la versión de una obra. Y cuando esta obra es libre y parafrástica, como lo es a veces, la versión de los LXX, es aún mayor la cantidad de información nueva que aporta. d) Como ha conservado la pronunciación de los nombres propios hebreos, su influencia mundial es bien visible, pues las versiones latinas y las demás versiones antiguas han conservado también esta pronunciación. e) Esta versión fue usada en el culto sinagogal por los judíos helenistas, con­ temporáneos de Cristo, por Filón y por Flavio Josefo1. La usaron los autores sagrados del N.T., quienes de 350 citas del A.T., 300 las toman de los LXX2. El conocimiento de los LXX es necesario para com­ prender mejor el N.T., para ver cómo recogen y transmiten las creencias y la fe judías, y cómo dan una interpretación “renovada” o “nueva” del A.T. y el N.T. es un filtro en el que se refleja la intrepretación del A.T. La influencia lingüísti­ ca de los LXX sobre el N.T. es un tema interesantísimo. No hay duda alguna que el N.T. tiene semitismos. Pero la cuestión está en saber si esos semitismos vienen de un sustrato arameo o hebreo, de un recurso inmediato y directo al texto hebreo del A.T. o de una influencia directa de los LXX, que sería indirec­ ta con respecto al texto hebreo. Si se trata de la última hipótesis se podría hablar de septuagintismos. También la usó la Iglesia primitiva para proclamar que Jesús era el Mesías esperado por los judíos. La usaron los escritores eclesiásticos de lengua griega. 1 Cf. M . H arl, etc., o.c., pp. 269-273, en donde se da un resum en de la influencia de los L X X en los autores jud ío s m encionados y otros. 2 N o entram os aquí en el problem a, m uy difícil y m uy debatido, del origen y natura­ leza de las citas del A.T. en el N., ya que una m ism a cita puede aparecer bajo form as lig eram en te distintas, pru eb a inequívoca de las v ariantes de la pro p ia versión de los L X X . U n resum en del tem a puede verse en M. H arl, etc., o.c., pp. 274-280, en donde se tratan los asuntos siguientes: 1) Las citas conform es al texto de los L X X transm iten a veces una form a "divergente" en relación al T M ; 2) hay citas que concuerdan con una u otra de las revisiones de los L X X (y sobre todo de T eodoción), que están m ás próxim as al T M que a los L X X ; 3) hay citas que no concuerdan con ninguna de las form as textua­ les griegas conocidas h asta ahora; 4) hay variantes textuales que se explican p o r razones teológicas; 5) hay variantes textuales que dan lugar a distintas explicaciones a la vez; 6) una m ism a cita puede ser p resentada bajo form as diferentes.

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Algunos Santos Padres creyeron que estaba inspirada, y modernamente se ha suscitado de nuevo esta cuestión1. f) En ella se basan versiones tan importantes como la VL, la siríaca, las coptas, la etiópica, la armena, la gótica, la eslava antigua, la georgiana, las árabes. Teniendo en cuenta que la Vg, por lo que se refiere al N.T., no es más que la revisión de versiones latinas anteriores basada en el texto griego, se entende­ rá fácilmente la importancia del continuo recurso al griego para explicar y comprender el latín bíblico.

1.3.1.2,- Revisiones judías de los Setenta Además de los Setenta, los judíos helenistas tradujeron la Biblia hebrea al griego en los siglos I y II varias veces o revisaron la versión de los Setenta. Tenemos así las versiones o revisiones de Aquila, Teodoción y Símaco y otras varias más. 1,- Versión de Aquila Aquila era un prosélito judío nacido en el Ponto, que vivió bajo el reinado de Adriano (117-138). Algunos lo identifican con Onqelos, el autor de un targum del Pentateuco. Su versión o revisión de los Setenta, data, según Epifanio, de los años 128-129. Pero quizá la terminación haya que ponerla un poco más tarde. Se aleja bastante de los LXX, y por eso algunos hablan de versión nueva. Su obra no fue ni original ni completa. Y queda muy poco de ella, sólo frag­ mentos aislados. Según algunos, Aquila habría traducido, no revisado, el Eclesiastés, que ha pasado a la Septuaginta. Es una revisión servil a base del hebreo, pues tradujo palabra por palabra. Toda palabra hebrea es traducida por una palabra griega, y toda palabra griega traduce una sola palabra hebrea. Tiene una gran preocupación etimológica: las palabras hebreas emparentadas, o que él piensa que están emparentadas, las tra­ duce por palabras originarias de una misma raíz griega. Parece ser que la ver­ sión de Aquila debía servir a la exégesis rabínica de su tiempo. De aquí se deri­ varía, entre otras, la exageración bien conocida de haber traducido la partícula hebrea ‘eth que introduce el complemento directo en acusativo (por ejemplo, en 1 Cf. M . H arl, etc., o.c., pp. 289-320, en donde se da un excelente resum en de todos los tem as relacionados con los escritores eclesiásticos de lengua griega y la influencia de los L X X en la transm isión de la fe de la iglesia prim itiva: 1) recurso de los padres grie­ gos al texto de los L X X ; 2) teorías de los padres griegos sobre el texto de los L X X (entre otros tem as sobre la inspiración de los LX X ); 3) trabajo filológico de los padres griegos sobre los L X X ; 4) función d ecisiva de los L X X en la expresión d e la fe cristiana, con algunos ejem plos concretos; 5) los L X X en la vida espiritual de los cristianos antiguos; 6) influencia de los L X X en la lengua y literatura griegas cristianas.

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espalol, “amar a alguien”) por la preposición griega syn seguida del acusativo, en vez del dativo1. Los ambientes rabínicos recibieron muy bien la versión de Aquila. Los judíos vieron en ella una versión “autorizada”; pues reflejaba el canon judío fijado hacía poco tiempo en Yamnia. Y puede decirse que en los ambientes judíos suplantó a los Setenta, que era la versión que usaban los cristianos en su polémica contra los judíos. 2,- Versión de Teodoción Teodoción fue también, probablemente, un prosélito judío de Efeso, que, según una antigua tradición, habría vivido hacia finales del s.II, hacia el 180. Muchos autores modernos, sin embargo, basados en argumentos de crítica tex­ tual, y análisis de los fragmentos que quedan de su obra, sitúan su actividad de traductor entre los años 30-50 de nuestra era. Teodoción sigue cuanto puede a los Setenta, haciendo muy ligeras correc­ ciones, y, cuando los corrige, se apoya en Aquila. Su revisión es hebraizante, pues sigue de cerca el texto hebreo. Teodoción translitéra muchas veces (unos 110 textos, según algunos, o 64, según otros) pasajes del texto hebreo en griego, sin ofrecer una traducción. Esto, calificado por algunos como un defecto, puede no serlo, y puede obedecer a preocupaciones de exactitud, sobre todo con rela­ ción a palabras e instituciones especiales de la religión judía. La Iglesia primitiva, desde finales del s.III, prefirió la versión de Teodoción a la de los Setenta para el libro de Daniel. 3,- Versión de Símaco Símaco era un samaritano convertido al judaismo y luego se hizo ebionita, es decir, pasó a una secta cristiana. Los datos sobre su vida son contradictorios. Los antiguos dicen que vivió en tiempo de Severo (193-211). Pero no es seguro. Su revisión suele situarse entre el 160-180, datación más antigua; o hacia el 200, datación más tardía. Su trabajo ha desaparecido casi del todo. Pero parece ser que en el s.XVI se conservaba una texto completo del Salterio y algunos fragmentos de otros libros. Se distingue por la claridad y la elegencia de la lengua griega. Procura 1 Sobre el m o d o de traducir de A guila, cf. I. Soisalon-Soininen, "E inige M erkm ale der Ü bersetzungsw eise von A quila" (año 1972), en A. A ejm elaeus, R. Sollam o (éd.), I. Soisalon-Soininen, Studien zur S e p tu a m ita -sy n ta x. Z u seinem 70. G eburtstag, H elsinki 1987, pp. 19-27.

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buscar el sentido antes que la literalidad. Los antiguos contraponían la literali­ dad servil de Aquila a la calidad y elegancia de Símaco. El autor desecha algu­ nas expresiones y calcos del hebreo, aceptados por los Setenta, y los corrige por expresiones más elegantes. Se desconoce el uso que hicieron los judíos de esta revisión. Entre los cris­ tianos, Jerónimo la utilizó para su redacción de la Vulgata.

1.3.1.3.- Otras revisiones griegas 1,- Revisiones parciales: los papiros judíos Se han descubierto papiros, probablemente de origen judío, que contienen revisiones de los Setenta con una tendencia hacia la hebraización del texto griego. Unas veces se trata de simples copias de los Setenta, en las que los copistas introducen pequeñas variantes, o por descuido, o intencionadamente, para acomodar más el texto al original hebreo. Hay otras correcciones más profundas, que responden siempre al deseo de hacer el texto griego más con­ forme con el hebreo proto-masorético. Se trata, pues, de un movimiento judío, comenzado muy pronto, incluso antes de la era cristiana, y que, en su lucha posterior contra los cristianos, ha intentado salvar la Septuaginta por su cuen­ ta. 2.- La revisión del grupo “kaigé” En 1952 D. Barthélémy identificó, en un pergamino del desierto de Judá, una revisión muy antigua de los Setenta, que él denominó kaigé, porque tradu­ cía la partícula hebrea gam, “también”, por kaigé, en vez de por kaí, como solí­ an hacer los Setenta. Esta revisión es anterior a Aquila y Símaco, y está estre­ chamente ligada a Teodoción. Tiene como característica señalada la búsqueda de la claridad. El pergamino puede datarse en torno al 50 de nuestra era; o entre 50 a.Cr. y 50 d.Cr., según otros autores. La revisión afecta a muchos libros: un tercio de los Reinos (Samuel-Reyes), la revisión de Teodoción de Daniel, las adiciones de Teodoción a Job y a Jere­ mías, la sexta columna de las Hexaplas, cuando corresponde realmente a Teo­ doción, la quinta columna del Salterio. Además, este grupo habría traducido, no revisado, las Lamentaciones, posiblemente el Cantar y Rut, y revisado una parte del Salterio, de Ezequiel y del / / Paralipómenos. Las características de esta revisión son: tendencia a la hebraización, que rectifica el viejo texto griego de acuerdo con un texto hebreo proto-masorético; búsqueda de regularidad en la elección de palabras equivalentes entre el hebreo

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y el griego. La importancia y difusión de este revisión llevó a Orígenes a utili­ zarla en la quinta columna de las Hexaplas 3.- Quinta, Sexta, Séptima La historia nos transmite la noticia de la existencia de otras revisiones grie­ gas, que reciben los nombres de quinta, sexta y séptima por el orden en que aparecen en las Hexaplas de Orígenes, obra gigantesca, realizada por el mayor genio de la Iglesia griega, hacia el año 240-245, y que ocupaban los lugares séptimo, octavo y noveno, en la obra de Orígenes, pero cuyo lugar correspondía al quinto, sexto y séptimo, contando las “versiones griegas” que él estudiaba. . 1.3.1.4.- Recensiones cristianas de los Setenta De las recensiones cristianas de la Septuaginta sólo vamos a mencionar las Hexaplas de Orígenes, sinopsis de la Biblia en seis columnas, obra ingente, lle­ vada a cabo por Orígenes durante cerca de 30 años (215-245), que constaba de seis columnas. El sólo no pudo hacerla. Porque una sola persona no hubiera podido redactar una obra equivalente a un volumen de más de 6.500 páginas del formato de las páginas del ms. Vaticanus. Orígenes estuvo ayudado por un auténtico equipo de taquígrafos y copistas. La disposición de la obra era la siguiente: en la Ia columna iba el texto hebreo en caracteres hebreos; en la 2a, el texto hebreo en caracteres griegos; en la 3a, Aquila; en la 4a, Símaco; en la 5a, los Setenta revisados por Orígenes; en la 6a, Teodoción. En algunos libros añadió las versiones quinta, sexta y séptima, resultando entonces héctaplas, óctaplas, enéaplas. La obra se perdió en el s.VII y los fragmentos que quedan demuestran la gran difusión de la Biblia en lengua griega. Orígenes utilizó los mejores ejemplares. Indicaba las diferencias entre el griego y el hebreo por medio de signos críticos tomados de los filólogos alejan­ drinos. Orígenes contribuyó, sin pretenderlo, a hacer el texto de los Setenta más ecléctico, y menos fiable y desde el punto de vista de la crítica textual fue una obra casi nefasta, porque fue contaminando muchos manuscritos y muchos tex­ tos de autores eclesiásticos que la consultaban.

1 P ara to d a e sta cuestió n rem itim os a la o b ra fundam ental de D . B arthélém y, Les devanciers d'A quila (V TSuppI. 10), L eyden 1963.

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1.3.2.- VERSIONES ARAMEAS DE LA BIBLIA Las versiones arameas de la Biblia o targumes ( targum sing, y targumim pl. “traducción”, “traducciones”, en general, y “traducciones arameas de la Biblia hebrea”, en particular) tuvieron una gran importancia. Se conservan targumes de todos los libros del A.T., a excepción de Daniel, Esdras y Nehemías. Los más importantes son: El de Onqelos, el de Pseudojonatán o Jerosolimitano I, el Frag­ mentario o Jerosolimitano II, el Palestinense o Neófiti I, todos ellos traducciones del Pentateuco; el de Jonatán ben Uzziel, traducción de los Profetas anteriores y posteriores y el Targum de los Hagiógrafos, menos Daniel, Esdras y Nehemías El de Onqelos, del s. III d. Cr., es una traducción muy servil del Pentateuco. El texto consonántico es de origen palestinense; el texto vocálico pertenece a las academias judías de Babilonia. 1. El Targum Palestinense: Neofiti I 1.2.- Descubrimiento El Palestinense completo o Neófiti I (escribiremos Neófiti, con acento, por razones prácticas, cuando debe ser Neofiti, sin acento, por ser palabra italiana). Este targum, conocido sólo por fragmentos, estaba perdido desde el s. XVI hasta que fue descubierto por el Prof. A. Diez Macho el año 1956 en la Biblioteca Vaticana. La obra había sido catalogada erróneamente y había pasado desaperci­ 1 Para toda esta cuestión rem itim os a la obra "m agistral" de nuestro m aestro y profesor de hebreo y aram eo en la U niversidad de B arcelona Prof. A. D iez M acho, N eophiti I. Tar­ gum palestinense. M s de la B iblioteca V aticana, vol. 1, G énesis, edición príncipe, intro­ ducción general y versión castellana, CSIC, M adrid 1968, 643 pp. L a Introducción (pp. 1137), am plísim a y com pletísim a, trata todos los problem as relacionados con los targum im y explica cuándo y cóm o descubrió ese tragum palestinense, que, a juicio de m uchos, tiene m ás im portancia que los propios m ss. de Q um rán, porque los m ss. de Q um rán pertenecen a los esenios, y, por eso, no alcanzaron gran im portancia en el m undo de la Torá, en cam bio el N eófiti es un m s. de origen ju d ío y es quizá uno de los prim eros targum im com puestos en tiem po de Esdras, que son el origen de la ley oral y las tradiciones judías.

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bida para todos hasta que el Dr. Diez Macho comenzó a estudiarlo y vio que no era el Targum Yerusalmí (= Targum Jerosolimitano), como decía la ficha del catálogo, sino el desaparecido targum palestinense. El descubrimiento cobró muy pronto una importancia excepcional, y hoy está ya editado en su totalidad, en seis gruesos volúmenes, con traducciones al español, inglés y francés '. 1.3.- Fecha de la redacción y de la copia La fecha de composición puede ponerse entre el s. I y II de nuestra era (Diez Macho y Albright), en el s. I y II (Le Deaut); al comienzo de la edad del segundo templo, y por tanto es anterior a los midrashim halákicos, a las discu­ siones de los tanaim y a la Misná (M. Kasher). La copia actual data del 1504 de nuestra e ra 2. 1.4,- Importancia del Neófiti I 1,- La importancia general del Neófiti I ha sido subrayada por todos. El descubridor, Prof. Diez Macho, afirma: “Por la datación premísnica, por su uti­ lización oficial en las sinagogas de Palestina, por reflejar la interpretación judía del Antiguo Testamento y muchas ideas de la época, por la interpretación e ideas utilizadas por los hagiógrafos del Nuevo Testamento, el Targum palestino se convierte en un instrumento excelente de exégesis del Nuevo Testamento”. Y más adelante continúa: “El Neófiti I sirve para trazar la historia del nacimiento y crecimiento del midrás y exégesis en el judaíamo antiguo: el targumista no se contenta con traducir; comenta, no deja paso difícil sin darle un sentido; a veces se separa del texto hebreo; a veces, para armonizarle con otros textos de la Escritura o con la tradición, le da un sentido contrario al literal; otras veces, con el fin de incorporar ideas de tradición oral, da a un mismo texto sentidos distin­ tos; con mucha frecuencia explica un texto bíblico por otro cronológicamente disparatado, porque “todo en la Biblia es explicativo de la Biblia”; como es comentario popular, el meturgeman (= traductor o intéiprete) busca concretar los relatos, dando a personas y lugares nombres propios que faltan en el texto hebreo” ·’. Las citas han sido largas, pero valía la pena hacerlas, porque nos han excu­ sado de hacer nuestro propio resumen, cuando tan excelente resumen hace el Dr. Diez Macho, el mayor especialista en la materia. 2,- La importancia lingüística del Neófiti I es grande, porque sustancial­ 1 V éase A. D iez M acho, o.c., pp. 29*-34*, en donde recoge la bibliografía publicada hasta aquella fech a (a. 1968). 2 A. D iez M acho, o.c., p. 49* y ss. ’ A. D iez M ach o , "T argum ", en E n ciclo p e d ia de la B ib lia , d irig id a p o r A. D iez M acho, V I, B arcelona 1965, cois. 875-879, en cois. 876 y 878.

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mente refleja la lengua de Palestina del s.I, que es la lengua latente en el Nuevo Testamento. Pero veamos cómo la define el propio descubridor: “La lengua del Neófiti I es el arameo dialectal usado por los judíos en la época de composición del texto que por diversos argumentos parece ser, como hemos visto, por lo menos para el conjunto del texto, el siglo I o II de la era cristiana. Es arameo popular hablado en Galilea -arameo “galilaico”-, aunque Kahle prefería llamar­ lo arameo hablado “palestino”, porque para él era seguro que no existía en Pales­ tina nada más que un tipo de arameo hablado, que sería el de Neófiti. Siguiendo nomenclatura de Kutscher preferimos denominar esta lengua arameo “galilaico”, dada la probabilidad cada vez más plausible de que coexistiera en el Sur de Palestina, en Judea, un dialecto aramaico también hablado (arameo “judaico”) más cercano al arameo imperial o literario (al arameo de Onqelos) que al arameo de Galilea. Véase en mi trabajo sobre “La lengua hablada por Jesucristo” (pp. 106-115) un status quaestionis acerca del arameo de Judea, y a continuación mis puntos de vista sobre el arameo galilaico (pp. 115-120), que es el arameo de Neófiti, el arameo hablado por Jesucristo en su predicación galilaica, el arameo del Talmud Yerusalmí, el arameo del ms. Vaticano heb. 30 del Beresit Rabbá y de algunas fuentes menores que en dicho trabajo especifico” '. 2.- Los targumes y el Nuevo Testamento La influencia de los targumes, y sobre todo del Neófiti I, sobre el N.T. es cuestión sabida y admitida. McNamara2 sostiene que en tiempos de Cristo se hacían paráfrasis arameas a textos del Pentateuco y de los Profetas, que se leían en la sinagoga, y dice que probablemente algunas partes de los targumes se recitaban en la liturgia sinagogal, con lo que estaríamos ante la religión viva y actual de los judíos de la época de Cristo. Hay textos del N.T. relacionados con el Targum palestinense. Así 2Tm 3,8 aduce una tradición sobre Jannés y Jambrés, que se enfrentaron a Moisés. En Ex 7,11-13,22 no se da el nombre de los magos de Egipto. La leyenda suple estos nombres. En los escritos judíos, Jannés y Jambrés (o “Mambrés”), supuestos dis­ cípulos o hijos de Balaam (Nm 22,2), son los jefes del grupo. Esta tradición en la forma usada por 2Tm 3,8 sólo se encuentra en el Targum palestinense. Las conclusiones de McNamara, en la obra citada, son claras: 1A. D iez M acho, o.c., p. 133*. 2 M. M cN am ara, The N e w T estam ent a n d the P alestinian Targum to the P entateuch (A n a lec ta B íb lic a, 27), R o m a 1966, 285 pp. (tesis d o c to ra l d e fen d id a en el In stitu to B íblico de R om a, b asada en el Pseudojonatán y N eófiti I; estudio im portante sobre el influjo del T argum palestino sobre el N .T.).

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H a y m u c h a s r e la c io n e s e n tr e e l T a r g u m p a le s tin e n s e y e l N .T .

1.- San Pablo y el Targum palestinense: Los textos del corpus paulino exa­ minados, a saber, Rom 10,6-8 (o.c., pp. 70-78) y 2Cor 3,17-4,5 (pp. 168-18, sobre todo pp. 173-188) presentan un argumento muy fuerte en favor de que Pablo haya conocido el Targum palestino a Dt 30,12-14 y Pseudojonatán Ex 33,11 ss, Nm 7,89 en la paráfrasis targúmica conservada en los textos targúmicos y que estos mismos textos hayan influido en el modo de parafrasear Pablo el texto de Dt 30,12-14. El estudio de los términos paulinos parresía y epifáneia demuestran también el trasfondo targúmico (p. 255). 2.- Apocalipsis y Targum palestinense: El Apocalipsis es el libro del N.T. que más contactos presenta con el Targum Pseudojonatán, y hay también muchos paralelismos con el Neofiti I. Por ejemplo: Apc 1,12; 6,20 y Pseudojo­ natán Ex 39,37; 40,4. El Targum palestino a Ex 15 explica distintos aspectos de la liturgia del Apocalipsis (cf. pp. 199-217). El Targum palestino al Protoevangelio explica Apc 12,7s (pp. 217-22); el Targum palestino a Ex 19,6 explica Apc 1,6; 5,10 (los cristianos son un reino y sacerdotes para Dios) (pp. 227-230). El Targum palestino a Gn 49,1 ls explica el Mesías de Apc 19,11-16 (pp. 230233). El Targum palestino explica el sentido de Gog (pp. 233-237). 3.- Evangelios y Targum palestinense: El Targum palestinense e incluso el de Onqelos (pp. 126-149) se pueden utilizar para el estudio de las citas de la Biblia y para el lenguaje de los evangelios. El lenguaje de Lc 11,27 y Mt 7,2 (y par) se parece mucho al Targum palestinense a Gn 49,25 y Gn 38,26, respecti­ vamente (pp. 131-133 y 138-142). 4.- Hay secciones en el Pseudojonatán muy antiguas y su ausencia en otros textos del Targum palestinense parece un expurgue posterior. J. Ramón Díaz1encuentra afinidades entre el Targum palestinense y el N.T. en los casos siguientes: Jn 4,15 y T.p. a Gn 28,1=; IPe 1,12 y T.p. a Gn 28,11; Rom 8,6 y T.p. a Gn 6,3; Jn 7,39-45 y T.p. a Gn 5,3. A.Diez Macho (o.c., pp.90*-91*) cita los siguientes paralelismos: 1.- La interpretación mesiánica de la “Estrella de Jacob” de Nm 24,17, que se encuentra en Neófiti I y en los demás targumes es la misma que subyace en la narración del episodio de los Reyes Magos de Mt 2.

1 J. R am ón D íaz, "P alestinian T argum and N ew T estam ent", en VetTest 6 (1963) 7580; cf. el m ism o art. publicado en español: "T argum palestinense y N uevo T estam ento", en E studios B íb lico s 21 (1962) 337-342.

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2,- La tradición de la roca que seguía al pueblo de Israel por el desierto para darle de beber y que recoge Pablo en ICor 10,4 tiene su origen en una tradición targúmica de los nombres propios Beerah y Mattanah (Nm 21,16,18), interpre­ tados como nombres comunes (cf. Neófiti I. Nm 21,16,18,19,20). 3,- El empleo de la palabra “mundo” en sentido peyorativo de “humanidad corrompida” (et mundus eum non cognovit. Jn 1,10) es típica del lenguaje de Juan, quien también la emplea en sentido local, “el mundo”, la tierra” (venien­ tem in hunc mundum: Jn 1, 9), que la emplea 33 veces. Ese término es frecuente en Neófiti I (cf. Gn 4,8; 5,27,31). 4,- La alta categoría que la Ep. a los Hebreos (5-7) da a Melkisedeq, hasta hacer dérivai- el sumo sacerdocio de Cristo del sacerdocio de Melkisedeq, coincide con la dignidad que le atribuye el Neófiti I. 5,- La presentación de Juan Bautista en el evangelio de la infancia de Lucas tiene paralelos con la historia bíblica y haggádica de Sansón, presentada en el Liber antiquitatum biblicarum del Pseudofilón. Y esta historia, a su vez, está influenciada por la razón teológica que apunta el Neófiti I en Gn 49,18, en donde dice: “Dijo nuestro padre Jacob1: Mi alma no espera la redención de Gedeón, hijo de Joás, que es redención de momento; ni espera mi alma la redención de Sansón, hijo de Manoah, pues es redención pasajera, sino mi alma espera su redención que dijiste ha de venir a tu pueblo, la casa de Israel; a ti, a tu redención espera, oh Yahweh. Según esto, el autor del evangelio de la infancia presenta a Juan como Sansón, porque aporta una redención temporal, transitoria, en contraposición a Jesús, que trae la redención definitia de Dios. 3,- Los targumes y otros escritos bíblicos y no bíblicos 1,- Se puede comparar el Targum palestinense con las obras de Flavio Josefa, escritas en el s. I de nuestra era, sobre todo con las Antiquitates, en donde el autor recoge muchas tradiciones haggádicas, ya tomándolas directamente del Targum palestinense, ya a través de una tradición griega relacionada con una versión aramea. Recuérdese que Josefo dominaba mejor el arameo -su lengua materna- que el griego. Y en arameo compuso su obra De bello Iudaico. 2 - Los targumes se deben utilizar también en la comparación con las glosas que se han introducido en el propio texto de la Biblia. Así Is 29,22 designa a Dios 1 En nota (glosa) se dice: " ... cuando vio a G edeón, hijo de Joás, y a Sansón, hijo de M a n o a h ... Y o no espero, pues su redención de m om ento, ni yo anhelo ansiosam ente, pues la redención es redención de un instante. Tu redención espero y ansiosam ente anhe­ lo, S eñ o r de todos los siglos, pues tu redención es redención eterna" (T argum N eofiti I, G n 49,18).

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como “Salvador de Abraham”, calificativo que recuerda la haggadá judía, que habla de la liberación de Abraham del “fuego de los caldeos”, haggadá que se encuentra en Neófiti I y que no es más que el hecho de traducir el nombre propio Ur como nombre común Esta haggadá, en cambio, no se encuentra en los Setenta. 3.- La comparación entre los targumes y las versiones griegas, sobre todo la Septuaginta, es obligada, porque estas versiones suelen ser intrepretativas, recogen ideas de los traductores, siguen la técnica del midrás, actualizan el texto e introducen ideas teológicas contemporáneas a la fecha de la traduc­ ción. 4,- Hay que comparar también los targumes con la literatura cristiana anti­ gua, en primer lugar con las obras de Jerónimo, y en concreto, la Vg, porque a veces se inspira en tradiciones judías. Por ejemplo, en Nm 24,3 la Vg, hablando de Balaam, traduce: cuius obturatus est oculus (“cuyo ojo está cegado”), reba­ jando el don de profecía de Balaam, de acuerdo con la tendendia judía; mientras que el texto hebreo y los Setenta dicen lo contrario: qui habet oculum apertum (“que tiene el ojo abierto”). Y dígase lo mismo de las obras de Clemente de Alejandría, Eusebio de Cesarea, Orígenes, Justino, Afraates y Efrén.

1 Cf. N eófiti I G n 15,7: "Y o soy Y ahw éh que te saqué d el horno de fuego de los cal­ deos para darte esta tierra para que la heredes".

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I.3.3.- VERSIONES LATINAS DE LA BIBLIA Cuando hablamos aquí de lengua de la Biblia latina o de latín bíblico nos referimos expresa y concretamente a la lengua de la Vetus Latina (en adelante VL), es decir, la versión o versiones de la Biblia que corrían antes de que Jeró­ nimo hiciera su versión, y a la propia versión de Jerónimo, la famosa Vulgata (en adelante Vg). Pero conviene tener a este respecto las ideas claras y poseer y utilizar tam­ bién una terminología apropiada. El término más usado hoy -y el más apropia­ do, o, por lo menos, el menos impreciso- es el de VL, es decir, “la antigua ver­ sión latina de la B iblia”, o “la antigua Biblia latina”, para quien prefiera emplear terminología en lengua vernácula. En plural se diría Veteres Latinae, “las antiguas versiones latinas de la Biblia”. El uso en singular, la VL, no quiere decir que se trate originalmente de una sola versión. Es sólo un modo de distin­ guir esta versión de la de Jerónimo, llamada Vg. Los nombres que a veces se le dan a la VL, llamándola Prevulgata o Biblia prejeronimiana, son sinónimos de VL, pero son menos usados, y deberían eli­ minarse, porque, a causa de su posible confusión, inducen fácilmente en el error de hacer creer que todos estos textos son anteriores a la Vg de Jerónimo, cosa que no es verdad; porque lo único que se sabe con certeza es que estos textos hay que situarlos o datarlos antes del triunfo definitivo de la Vg, es decir, algu­ nos siglos después del 400, es decir, en torno al siglo VII. El nombre de Itala, que se remonta a San Agustín, y que utilizaban con fre­ cuencia alemanes e ingleses, y hoy día utilizan cada vez menos, y que por razo­ nes obvias ha utilizado hasta hace poco1el Thesaurus Linguae Latinae -porque así comenzaron hace casi 90 años a citar la antigua versión latina-, este nom­ 1 El Th. L . L. ha cam biado el año 1990 el térm ino Ita la por el de V etus L a tin a para desig n ar de m anera general a las.antiguas versiones latinas de la B iblia; cf. In d e x libro­ rum scriptorum inscriptionum e x quibus exem pla afferuntur, L eipzig 1990, pp. 220-221.

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bre, digo, habría que evitarlo también por su posible confusión, ya que aún no se sabe con certeza a qué texto bíblico se refería San Agustín cuando dijo que se prefiriera la Itala a todas las demás versiones, porque era verborum tenacior cum perspicuitate sententiae (De doctr. chr., II, 15,22), “más fiel en las pala­ bras y más clara en las sentencias”. No se sabe si era la VL en general, o el texto europeo de esta versión frente al texto africano o un grupo determinado de tex­ tos bíblicos dentro del propio texto europeo. Volviendo al tema de la existencia del latín bíblico, los argumentos que esgrimen Jerónimo y Agustín son fundamentalmente de orden léxico y semánti­ co, que son los que utilizamos también nosotros en el siglo XX para defender la existencia del latín bíblico; aunque hay también otros argumentos de orden esti­ lístico y sintáctico no desdeñables, como veremos. Para decirlo en pocas palabras, es un hecho que hacia finales del siglo IV (entre el 390 y el 400), es decir, cuando Jerónimo estaba trabajando en su ver­ sión de la Biblia, se reconocía universalmente la existencia de una lengua espe­ cial de la Biblia latina, que esta lengua se la sentía como algo extraño y pecu­ liar, y que se la consideraba como lengua sagrada. W. Süss resume así su estudio sobre el “el problema del latín bíblico”: “¿Podemos arrojar alguna luz sobre la oscuridad que se cierne sobre los cre­ adores anónimos e inaccesibles de esta maravillosa lengua especial? Deben ser personas sin preparación alguna hum anístico-retórica -caso absoluta­ mente único en toda la literatura antigua-. Sólo este hecho les permite emplear de manera abundantísima, que casi prodríamos denominar ingenua, expresiones de las que en otros lugares sólo ocasionalmente podemos obte­ ner algún vago destello. Pero no son miembros anafalbetos de la comunidad religiosa. Para el servicio de intérpretes los capacita una experiencia vital políglota que actuaba fundamentalmente por transmisión oral. Vale para dar una imagen más precisa de ellos en cada caso el principio, que aquí solo podemos enunciar, de loquela tua manifestum te fa cit [“tu misma habla te delata”]” “La lengua de la Biblia es sólo una manifestación, evidentemente muy importante e interesante, de la posibilidad latente en la lengua latina, como seguramente no hay en ninguna otra, de desarrollar a partir de sí misma formas siempre nuevas en circuntancias nuevas. Junto al prodigio de la expansión de una lengua hablada al principio apenas en el ámbito de una ciudad hasta con­ vertirse en lengua universal está el no menor prodigio de esta capacidad trans­ 1 Son las palabras que dijeron a P edro los que estaban en el patio, cuando él dijo que no conocía a Jesús de N azaret (cf. M t 26,73). El habla de Pedro era el dialecto galileo.

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formadora demostrada de un modo constantemente nuevo en la edad media y en la época moderna” 1

1 W . Sliss, "Studien zur lateinischen Bibel. A ugustins locutiones und das Problem der lateinischen B ibelsprache", en H istorische V ierteljahresschrift 27 (1932) 1-39, en p. 39.

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I.3.3.I.- LA VETUS LATINA 1,- Origen de la VL Sobre el origen de la VL no nos dice nada ninguna leyenda como la de Esdras sobre el origen de la Sagrada Escritura o la carta de Aristeas sobre el ori­ gen de la versión griega de los Setenta. Tenemos que contentamos con lo que se deduce de los restos que se conservan de ella. Jerónimo y Agustín hablan del gran número de traductores y correctores de los primeros tiempos. Pero esto es sólo una conclusión derivada de la gran cantidad de textos, no necesariamente una prueba de que existieran distintas traducciones y distintos traductores Sobre el origen de estas versiones antiguas sólo tenemos algunos puntos de referencia que nos sirven de orientación. Los datos son los siguientes: El año 178 parece ser que se tradujeron al griego del latín las citas bíblicas de una carta de las comunidades de Lyon y de Vienne. El año 180 los mártires de Scili, en Africa, llevaban consigo ante el juicio, que se celebró en latín, las Epístolas de San Pablo. Como estos cristianos eran gente del pueblo, es de suponer que sólo supieran latín, y por tanto, que las car­ tas de San Pablo estuvieran traducidas al latín. En la segunda mitad del siglo II, hacia el 160, hay también rastros de un texto latino de la Biblia, en Roma, conservado en la traducción latina de la Carta de Clemente a los Corintios.

' Sobre el tem a del origen de la V L rem itim os de una m anera general a B. M , M etz­ ger, The E a rly V ersions o f the N e w Testam ent, O xford U niv. Press, O xford 1977, pp. 285-293; B. Fischer, "D as N eue T estam ent in lateinischer Sprache", en K. A land (ed.), D ie alte U bersetzungen des N euen T estam ents, die K irchenvaterzitate und L ektionare, B erlin 1972, pp. 1-92 (trabajo básico para el tem a enunciado en el título).

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Los textos del N.T. latino más antiguos se encuentran con certeza en las numerosas citas de Tertuliano. Pero no sabemos con certeza cuándo comenzó a escribir. Fue probablemente en torno al 195. Pero, por desgracia, estas citas no nos ayudan a reconstruir la historia de la versiones latinas de la Biblia, porque Tertuliano, sin duda, traducía directamente del griego los pasajes que cita en sus obras, pues conocía peifectamente el griego, h a sta d punto de haber compuesto obras en esa lengua. Y hace lo mismo cuando cita a Marción, es decir, lo tradu­ ce del griego. No usaba, pues, manuscritos latinos del N.T., aunque los hubiera tenido en sus manos, pues él hacía sus propias versiones. Por eso, sus textos bíblicos suelen agruparse formando una familia a parte, distinta de todas las demás. Hacia el 250, con Cipriano de Cartago, puede establecerse y seguirse ya la historia del Nuevo Testamento en latín. Por eso, los escritos de Cipriano son fundam entales para el seguim iento de las antiguas versiones de la Biblia. Los manuscritos más antiguos del N.T. latino, llegados hasta nosotros, se remontan al s. IV. Pero el ms.k (s. IV-V) (codex Bobiensis) ' es un apógrafo de un modelo de la época de Cipriano. Algunos piensan incluso que el texto griego de donde se hizo la versión latina del ms.k puede remontarse al s. II. Para todas las demás regiones latinas, fuera del Africa, sólo un siglo más tarde, en torno al 350, hay datos claros sobre la Biblia latina. Los manuscritos más antiguos datan del siglo IV, y a partir de entonces se van haciendo cada vez más numerosos. Con los datos, pues, que hoy poseemos se puede afirmar con cierta proba­ bilidad que la primera Biblia latina apareció en Africa, junto con la primera literatura cristiana en lengua latina. Del valor del testimonio de Tertuliano acabamos de hablar. También hemos mencionado a Cipriano de Cartago. Con él, efectivamente, se empieza la historia segura de la más antigua versión lati­ na conocida y conservada. En sus libros Aci Quirinum (el I y el II de hacia el a. 248, y el III del año siguiente) y en el libro Ad Fortunatum hay citas bíbli­ cas seguidas, abundantes, largas, transmitidas con seguridad y editadas ya correctamente. Los libros Ad Quirinum han recibido el título de Testimonia, porque se trata de una especie de antología sacada de una Biblia latina prácticamente 1 E ste códice, im portantísim o bajo todos los aspectos (pues es el único en toda la tra­ dición m anuscrita del N .T. que tiene la llam ada "term inación breve" en el evangelio de M arcos), pertenece, con el códice e (codex Palatinus del s. V), al tipo textual africano, a la denom inada versión Afra.

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completa. Esta Biblia se la denomina habitualmente Biblia africana, no porque sus características lingüísticas delaten un dialecto particular, ni porque haya seguridad de que su traductor (o traductores) haya trabajado y la haya realiza­ do en el norte de Africa, sino simplemente para indicar que aparece en Cartago antes del año 250 y que no poseemos datos parecidos a éstos en el resto de la cristiandad latina. Esta Biblia africana, conservada además en numerosos manuscritos, no es obra de un solo traductor, que habría comenzado por el primer libro de la Biblia y habría terminado por el último. Sería imprudente elaborar un léxico riguroso que perm itiera reconstruir esta Biblia africana primitiva para los libros que carecen de versión. Es verosímil que se hayan comenza­ do a traducir al latín fragmentos aislados, transmitidos al principio oral­ mente, puestos después por escrito, y se haya pasado luego a traducir libros enteros. El nivel, tanto de los primeros lectores, como de los traductores, no ha debido ser muy exigente en la observancia de las normas del latín clásico. Por lo que se refiere a la Biblia europea o, si se prefiere, a los textos euro­ peos de la Biblia latina hay que decir que los primeros rastros aparecen en algu­ nas citas bíblicas de la versión latina de la Carta de Clemente a los Corintios, de hacia el 160, y luego ya hay citas claras en los escritos de Novaciano, de hacia el 250. A partir del siglo IV las citas bíblicas con texto europeo se hacen cada vez más abundantes. El primer autor que contiene textos largos, abundan­ tes y seguros es Lucifer de Cagliari (+371). La filología bíblica latina actual opina que, en general, las distintas recensiones europeas salieron de la misma versión primitiva, representada por la Biblia africana. De modo que el texto africano, puesto por escrito, pasó a las iglesias que estaban acostumbradas a una traducción oral bas­ tante diferente, no puesta aún por escrito. Y esta versión oral habría actua­ do sobre todo en el vocabulario, dando origen a la primera recensión euro­ pea. Generalmente, como decimos, se contrapone el texto “africano” al texto “europeo”, y en esta contraposición hay ciertamente algo de innegable. Pero la filología actual da al término de Afra una extensión mayor de la que se le dio no hace mucho, y pone el origen de este texto básicamente en Africa, pero no exclusivamente '. De todas formas, la pluralidad de versiones, o las diferencias notables de traducción de unos libros a otros, hacen difícil la solución del problema del ori­ 1Cf. B. Fischer, "D as N eue T esta m en t..." (o.c.), pp. 171-178.

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gen, número y variedad de estas antiguas y primeras versiones latinas de la Biblia Haciendo nuestras las palabras de A. Moreno Hernández 2 decimos que “la relación de las antiguas versiones con la lengua de los cristianos de los ss. II-IV se verifica en dos sentidos: de una parte, VL recoge y, aunque sea parcialmente, (representa) la lengua de la esfera sociocultural de las comunidades en que se gesta; al mismo tiempo, la lectura habitual de estos textos en la iglesia propicia la penetración de este lenguaje entre los miembros de la comunidad, hasta el punto de que los padres latinos hacen uso contantemente de la citas de la VL incluso después del s. IV”. 2,- Características de la lengua de la VL Las características más relevantes del idioma scripturarum, según Jerónimo son la rusticitas, la simplicitas, la vilitas verborum, la incultura sermonis, y el estilo de la Biblia latina, según San Agustín, es el sermo humilis. Como dice E. Auerbach \ “el motivo del sermo humilis de la Biblia adqui­ rió pronto una importancia grande en la apologética. La mayor parte de los paganos cultos consideraban ridicula, confusa y extraña la producción cristiana primitiva en sus formas griegas y sobre todo en sus primeras formas latinas. No sólo el contenido les parecía una superstición pueril y absurda, sino hasta la propia forma literaria era una ofensa a su gusto. El léxico y la sintaxis eran des­ mañados y populares de un bajo nivel, y, además, estaban repletos de hebraís­ mos; muchos elementos parecían incluso cómicos y grotescos... Ellos, pues, (los paganos) reaccionaban con decisión, desprecio y rechazo asqueado. Les parecía inconcebible e intolerable que en escritos de esta naturaleza se trataran los problemas más profundos”. Hasta aquí E. Auerbach. . 1C onviene d ecir unas palabras sobre la hipótesis de la denom inada Vetus L atina H is­ p a n a , expresión acuñada p o r T eófilo A yuso M arazuela, y defendida p o r él sobre todo en su obra L a V etus L a tin a H ispana, 1, P rolegóm enos, C .S .I.C ., M adrid 1953, en la que sostiene que las glosas m arginales de los m ss. españoles transm iten un texto "hispano" contrapuesto y distinto del texto "africano" y "europeo". E sta hipótesis es válida p o r lo que respecta a la traducción m anuscrita de las glosas, que es hispana y no ha dejado hue­ llas fuera de la P enínsula Ibérica; pero no es válida para d esignar a la versión que trans­ m iten estas glosas, porque en su origen coincide con los textos europeos m ás antiguos. P o r tanto, no existe una V etus L a tin a H isp a n a c o m o versión latina antigua autónom a y distinta de las conocidas hasta ahora. Sobre este tem a, cf. A. M oreno H ernández, L as g losas m a rg in a le s de "V etus L a tin a " en las B ib lia s V u lg a ta s e sp a ñ o la s, 1-2 R eyes, C .S.I.C ., M adrid 1992, pp. 287-288. 2 A. M oreno H ernández, "En torno al léxico latino del cristianism o prim itivo: Las traducciones de ham artía en la V etus L atina", en C uadernos de F ilología C lásica.·E stu­ dios latinos 2 (1992) 111-127, e n l a p . 114. . 1 E. A uerbach, L ingua letteraria (o.c.), p. 48.

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Esta es una descripción bastante exacta de lo que sintió el joven Agustín cuando cayó por primera vez en sus manos la Biblia latina y la tiró a un rincón, sin volver a verla, hasta su conversión, porque su lengua no podía compararse con la de Cicerón; era vulgar y pedestre y no merecía la pena su lectura. Lo dice así en sus Confesiones, III, 5,9: “Así decidí prestar atención a las Sagradas Escrituras y ver cómo eran. Y he aquí que me encuentro con una cosa no hecha para los soberbios ni clara para los simples, humilde en el estilo, sublime en la doctrina y llena de misterios, y yo no era uno de los que pudieran entrar en ella o inclinar mi cabeza a su estilo. Sin embargo, al prestarles atención, no pensé entonces lo que digo ahora, sino que me parecieron indignas de ser comparadas con la dignidad de los escritos de Tulio. Efectivamente, mi orgullo rechazaba su estilo y mi mente no penetraba en su interior”. Agustín tenía entonces 19 años. ¿Quién le iba a decir a él que unos 25 o 26 años más tarde iba a componer las Confesiones, imitando el estilo y la lengua de esa vieja Biblia que él entonces tiraba de las manos, y que en sus obras iba a citarla más de 50.000 veces? Pero sobre esto volveremos más adelante. E. Auerbach tiene aún otras apreciaciones muy interesantes sobre la lengua y el estilo de estas viejas versiones. Dice así: “El estilo especialísimo, creado por los primeros traductores latinos de la Biblia, no fue nunca sustituido por un texto bíblico de gusto clásico. Los textos de la VL adquirieron muy pronto tal autori­ dad ante las comunidades, correspondían evidentemente tan bien a la condición social e intelectual de los primeros cristianos de lengua latina que se convirtieron inmediatamente en una tradición fuertemente enraizada y formativa, de tal modo que una versión literaria culta no habría tenido posibilidades de imponerse” En términos parecidos se expresa P. Klopsch: “La lengua de las Sagradas Escrituras debió ser una atrocidad bárbara para cualquier pagano, aunque sólo fuera medianamente culto, y cuanto más penetraba el joven cristianismo en las capas altas de la sociedad tanto mayor era la preocupación que sentían sus representantes por quitar la mancha de vulgaridad lingüística o por lo menos de mitigarla con explicaciones” 2. En definitiva, la lengua de la VL es una lengua especial, que no es exclusi­ vamente la lengua popular romana de la época, sino una lengua experimental y provisional de traducción, saturada de hebraísmos, de grecismos, de vulgaris­ mos y de arcaísmos. El “latín bíblico, en resumen, -comprendiendo VL y Vges una lengua especial de traducción, constituida a base de tres grandes grupos de elementos, unos procedentes del hebreo-arameo, otros del griego y otros de la lengua vulgar de la época. 1E. A uerbach, o.c., p. 49. 2 P. K lopsch, I.e ., p. 315.

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3 .- T éc n ic a ele tra d u cció n de la VL

Sobre la técnica de los traductores de la VL baste señalar como característi­ ca más señalada la literalidad, a veces extrema, de la que se derivan algunas consecuencias importantes para la lengua de estas versiones, como son el orden de palabras en la frase, los préstamos o calcos léxicos y semánticos, directa­ mente griegos, indirectamente hebreos o arameos, de los que proceden numero­ sos neologismos léxicos y sobre todo semánticos. Partiendo del principio, recordado más tarde por Jerónimo (Ep. 57,5), de que en las Escrituras “hasta el orden de palabras es un misterio” (et verborum ordo mysterium est), estos primeros traductores tenían tal respeto al texto sagra­ do que por temor a perder algo de la palabra divina estaban dispuestos a sacrifi­ car la claridad a la literalidad. La técnica de traducción de los autores de estas versiones es a todas luces diferente de la que adoptaron los escritores clásicos latinos, como, por ejemplo, Cicerón, que prefería la traducción libre a la traducción literal '. Las características más destacadas de los traductores latinos clásicos las resume en los siguientes puntos A. Traína 2: “Aumento del carácter sentencioso de las frases, de los valores fónicos y de colorido, del pathos (a veces con dis­ minución del ethos), romanización de fondo (en dirección de los valores éticos y sociales y religiosos), contaminación interna, presencia simultánea de distin­ tas tradiciones estilísticas (la indígena y la alejandrina)”, todo lo cual contribuye a la exaltación de la propia lengua, sacrificando la fidelidad al original griego. Jerónimo se plantea expresamente el problema del traductor de textos bíbli­ cos, distinguiéndolo claramente del de los traductores de textos profanos y lo hace con estas palabras en la Carta 57 Ad Pammmachium de optimo genere interpretandi (“sobre el mejor modo de traducir”): Ego enim non solum fateor, seel libera voce profiteor me in interpretatione Graecorum absejue scripturis sanctis, ubi et verborum ordo mysterium est, non verbum e verbo sed sensum exprimere de sensu, habeoque huius rei magistrum Tullium (“pues yo no sólo confieso, sino que proclamo públicamente que, en la traducción de los autores 1 F. B latt, "R em arques sur l'histoire des traductions latines", en C lassica et M edievalia 1 (1938) 217-242, en pp. 217-220. B latt titula el p rim er apartado de su trabajo: "El liberalism o precristiano", y cita la opinión de C icerón, que prefería la traducción libre a la literal: "Non verba adnum erare lectori p u ta v i opo rtere, se d tam quam adpendere (De opt. gen. dicendi 14); nec tam en exprim i verbum e verbo necesse est, u t interpretes indi­ serti so le n t (D e fin ib u s 3,15). L o m ism o opina H oracio: nec verbo verbum curabis red­ dere ficlus interpres (Ars p o et. 133). 2 A. T raina, V ortit barbare. L e traduzioni p oetiche da L ivio A ndronico a C icerone, R om a 1970, pp. 202-203.

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griegos, fuera de la Sagrada Escritura, en la que hasta el orden de palabras es un misterio, no he traducido palabra por palabra, sino sentido por sentido” (= no atendiendo a la literalidad de las palabras, sino a al sentido de las frases) En otro lugar lo dice aún más claramente: Sed quia ita habetur in Graeco et singuli sermones, syllabae, apices, puncta in divinis scripturis plena sunt sensi­ bus, propterea magis volumus in coinpositione structuraque verborum quam intelligentia periclitari2 (“pero porque así está en griego y todas las palabras, sílabas, signos de las letras y puntuación en la Sagrada Escritura están llenos de sentidos, por eso he preferido arriesgar algo en la composición y estructura de las palabras que en el sentido (o comprensión) del texto”). Jerónimo, no obstan­ te, como diremos mas adelante, guardó en su versión de la Biblia un justo medio y un gran equilibro entre la literalidad y la claridad y comprensión del sentido. La actitud de los traductores de la VL se parece mucho a la de los traducto­ res de la Septuaginta, judíos de lengua griega, quienes, en general, hicieron una traducción literal, según los cánones de gran literalidad exigida por la versión de textos bíblicos, pero sin caer nunca en la traducción servil de Aquila ’. No obstante, los traductores de la VL se han permitido ciertas libertades. No siempre traducen la misma palabra griega por la misma palabra latina. Y esto no tiene nada de especial. Al contrario, sería verdaderamente excepcional que lo hubieran hecho siempre de la misma manera. ¿Cómo puede esperarse que un traductor antiguo haya traducido siempre una palabra de la misma manera, cuando para saber cómo la había traducido en un determinado texto tendría que perder horas enteras para buscarla en su manuscrito y encontrarla, y luego corregirla? Hoy, nosotros, podemos hacerlo en un momento con nues­ tros ordenadores, en donde hay un comando llamado “buscar” y otro “buscar y -sustituir” y podemos unificar en cuestión de segundos las traducciones de una palabra. En líneas generales puede afirmarse que las antiguas versiones latinas de la Biblia comenzaron siendo traducciones más libres y terminaron siendo traduc­ ciones más literales del texto griego. Por ejemplo, el orden de palabras del grie­ go se abandona muchas veces sin razones suficientes4. Unos ejemplos muestran este primer aspecto de la VL. En los libros de 1Jerónim o, E pist. 57,5,2. . 2 Jerón., C om entario a E f 3,6, libro II, P L 26, 481 A. 1 So bre la len g u a y la técn ica de la trad u c ció n de la antigua versión latin a de la B iblia, cf. F. S tum m er, E in fü h n m g in die lateinische B ibel, Paderbovn 1928, pp. 57-74. 4 O tras m uchas libertades de los traductores latinos de la B iblia pueden verse en B. Fischer, I.e ., pp. 268-269.

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Reyes (3-4 Reyes) el traductor recurre a formaciones nuevas, que no son más que transcripciones o calcos del griego y del hebreo, para expresar términos de la arquitectura del templo, mientras que Jerónimo utiliza términos latinos: así dabir es oraculum; elam es porticum; mechanoth es bases; emanoth es lammi­ nas; asarates septum templi; prothyra (griego) es ostia Conviene tener en cuenta que “el texto de la VL de Reyes [concretamente 2Re 10,25-28], basado sobre el griego preluciánico y en definitiva sobre la Sep­ tuaginta antigua, fue recensionado, al menos parcialmente, con el fin de introdu­ cir en el mismo variantes tomadas del texto griego prototeodociónico o kaigé” 2. Citaremos algunos otros ejemplos como testimonio de la literalidad de la VL. 1.- Aliteraciones debidas a escrúpulos de literalidad: pabulum seminale seminans semen (Gn 1,30) (“alimento sembrado que produce simiente”: = les doy por alimento toda hierba verde), que reproduce la frase hebrea : Icol ‘eseb zoreah serah; venari venationem (Gn 27,3 (“cazar caza”: = cobrar alguna pieza), que corresponde al griego: zeréusa zéran, y al hebreo: sudah sayidah; expavit Isaac pavore (Gn 27,33) (“Isaac se espantó de temor”: = a Isaac le entró un gran pavor), que corresponde al griego: exeste Isak ékstasin, y al hebreo: yeherad Yishak haradah , etc. etc. Los ejemplos podrían multiplicarse. 2.- Otras veces eligen palabras homófonas, por ejemplo: Beniamin lupus rapax (“Benjamín lobo rapaz”), que corresponde al griego: Benyamin liikos hárpax, etc. 3.- Otras veces adoptan palabras compuestas -o dos palabras- para repro­ ducir palabras compuestas de la Septuaginta, la cual, a su vez, traduce palabras compuestas del hebreo !: Así Ecclo 30,18 circumpositae (parakeimai, es un hapax); Ecclo 37,5 condolet (symponeô, en un hapax); Ecclo 50,24 magna fecit (megalopoieô es un hapax y un neologismo); Ecclo 6,5 bono homine (euprosêgoros, en un hapax); Ecclo 6,1 bilinguis (diglôssos); Ecclo 14,3 cupido et tenaci 0mikrologos, en un hapax); Ecclo 4,9 acide feras in anima tua (oligopsicheô); y más ejemplos en el lugar citado. 1 Cf. A. M oreno H ernández, "A finidades léxicas entre V etus L atina y V ulgata en los libros de R eyes", en P h ilo lo g ia sacra. B iblische und p atristische Studien für H. I. Frede und W . T hiele zu ihrem siebzigsten G eburtstag, F reiburg 1993, pp. 74-89, en p. 78. 2 J. T rebolle, "T extos "kaigé" en la V etus L atin a de R ey es (2R e 10,25-28)", en R B ib 89 (1982) 198-209, en p. 203. E n la p. 209 añade: "A sí pues, en conclusion, lecturas d obles de la V L pueden conservar en ocasiones el "texto m ejor" y m ás prim itivo. En todo caso estas lecturas conservan huellas preciosas de la histo ria de la recensio del texto bíblico, y en concreto de u n a recesió n de la V L , predecesora de la obra de Jerónim o". 1 Cf. E. T ov, "C om pound W ords in the L X X R epresen tin g T w o o r M ore H ebrew W ords", en B íb lica 58 (1977) 189-212. L os ejem plos están tom ados de este trabajo, y sobre todo de "neologism os" griegos.

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4.- La frase de Mt 10,11 interrogati quis in ea civitate dignus est, (“preguntados quién es digno en esa ciudad”) con interrogativa indirecta en indicativo, es un intento de reproducir el original, que está en indicativo, mientras que la Vg traduce más de acuerdo con el latín clásico quis dignus sit. 5,- O se inventan palabras para reproducir exactamente los términos griegos correspondientes: así, por ejemplo, los hapax (h)eremiare (2Re 19,24) ', “dese­ car”, “convertir en un desierto”, traducción de erêmoô: “(h)eremiavi in manu mea omnia flumina”, “sequé con mi mano todos los ríos”; Vg: siccavi vestigiis pedum meorum omnes aquas clausas, “sequé con las huellas de mis pies todas las aguas encerradas” 2; lo mismo con el hapax, eunuchiare, “hacer a uno eunu­ co”, “castrar”: sunt eunuchi qui se ipsos eunuchiaverunt propter regnum caelo7'iim (Mt 19,12 VL), “hay eunucos que se castraron a sí mismos por el reino de los cielos”. La Vg utiliza el verbo normal castrare. Unas consideraciones sobre la VL de Reyes aportan estas conclusiones: La VL presenta un gran número de transcripciones y calcos del griego, e indirecta­ mente del hebreo. Algunas de estas innovaciones son tentativas de traducción, que han entrado en el latín tardío con distinta suerte. Muchos de estos términos no han tenido éxito alguno fuera de los propios textos de la V L 3. Estos pocos ejemplos bastan para demostrar el estilo de los traductores de la VL y su preocupación extrema por la exactitud y literalidad. Un problema aún no resuelto, y, a nuestro juicio, aún no estudiado suficien­ temente, es el de las transcripciones de palabras hebreas en la VL, cuando el texto griego correspondiente no sólo no conserva estas palabras, sino que tiene 1 S egún A . M oreno H ernández, "E rem ito (Th. L. L. V, 2 747). C orrección de un h ápax", e n C uadernos de F ilología C lásica. E studios latinos, 3 (1992) 117-123, hay q u e corregir el texto de 2R e 19,24 y leer erem io en lugar de erem ito. 2 N otése la "literalidad" de la VL, en la que hay el hapax, erem iare y el in instrum en­ tal, "con m i m an o ", cosas que Jerónim o evita en su versión; y e n vez de "ríos" pone "aguas encerradas", o "charcos de agua". El texto original dice: "secaré bajo la planta de m is pies todos los N ilos de E gipto": El p rim er rey que invadió E gipto fue A sarhaddón, sucesor de Senaquerib. 1 A. M oreno H ernández, "A finidades léxicas (I.e .), p. 89. C. M orano, G losas m argi­ nales de "V etus L a tin a " en las B ib lia s V ulgatas españolas. 1-2 Sam uel, C .S .I.C ., M adrid 1989, pp L X X X III-61, en p. L X X X resum e bien el carácter de estas versiones antiguas: "Este afán de literalidad tiene unas repercusiones especialm ente im portantes en el ám bi­ to de la sintaxis y del léxico, y p o r él se explica en general el orden de palabras del texto de las glosas a sí com o la m ayor parte de las construcciones sintácticas que pueden resul­ tar atípicas desde el punto de vista del latín clásico ... M uy en concreto la literalidad d a razón de la introducción de num erosos préstam os griegos o hebreos transm itidos a través del griego, de num erosos cálculos y de desplazam ientos o am pliaciones de sentido de térm inos latinos p o r influencia de sus correspondientes griegos".

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términos griegos que traducen o intentan traducir las palabras hebreas del texto original 3.1.- Léxico de la Afra y de la Europea y Vulgata en el N.T. E. Valgiglio 2 hace una interesante comparación entre el léxico de la Afra (en adelante A) y el de la Europea (en adelante E; él la llama Itala) y la Vulgata (en adelante Vg) en el N.T. Como nos parece un tema importante, vamos a dar aquí sus resultados, recogidos muy esquemáticamente, dando la versión de las palabras cuyo significado no sea conocido por nuestros posibles lectores; pero omitiendo la referencia a los textos concretos en que aparecen estos vocablos, para no alargar demasiado este capítulo. Cuando las tres versiones coinciden en una palabra, repetimos la comparación, queriendo indicar con ello que las tres versiones usan esa palabra, pero que no es la forma habitual de traducir de la A con relación a las otras versiones; cuando sólo se contrapone la A a la E y Vg, es que la A no usa las palabras de las otras versiones. 3.2,- Tendencias y particularidades de la Afra A: Advocatus = E y Vg: paracletus. A: Claritas ~ E y Vg: honor, gloria, maiestas, claritas. A: Discentes = E y Vg: discipuli. A,E y Vg: Discipuli. A: Frumentum, triticum, “grano”, “trigo” = E y Vg: triticum. A: Populus = E y Vg: plebs, turba. A,E y Vg: Turba, populus, plebs. A: Pressura, “angustia” = E y Vg : tribulatio. A,E y Vg: Pressura; E y Vg: pressura = A: necessitas. A: Profetatio = E y Vg: prophetia. A: Propinqui, “parientes” = E y Vg: cognati, “parientes”. A: Saeculum = E y Vg: mundus. A,E y Vg: mundus', A,E y Vg: saeculum. A: Sermo = E y Vg: verbum. A,E y Vg: Sermo; A,E y Vg: verbum A: Similitudo, “semejanza” = E y Vg: parabola. 1El problem a lo plantea correctam ente C. M orano, G losas m arginales de "Vetus L a ti­ na" en las B ib lia s V ulgastas españolas", 1-2 Sam uel, C .S .I.C ., M adrid 1989, p. LIV , cuando dice: "El problem a de los hebraísm os deberá ser estudiado m ás detenidam ente ya que es difícil discernir si éstos se deben a la p rocedencia ju d aic a de los traductores latinos, a la existencia de estos hebraísm os en el texto subyacente o al em pleo de un texto hebreo p ara una posterior revisión del texto latino". Y en la nota 21 (p. LV I) cita la bibliografía m oderna pertinente sobre las tres hipótesis contem pladas en su exposición anterior. 2 E. V algiglio, L e antiche versioni latine del N uovo Testam ento. F edeltà e aspetti gram ­ m aticali, M . D 'A uria Editore, N ápoles 1985, 337 pp. Los datos están en las pp. 299-318.

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E,E y Vg: Similitudo·, A,Ey Vg: parabola. A: Egenus, “necesitado, pobre” = E y Vg: pauper. A,E y Vg: Pauper, A,E y Vg: egenus. A: Mendicus = E y Vg: pauper. A: Magnus = E y Vg: multus (copiosus). A,E y Vg: Magnus, multus. A: Volatilis = E y Vg: volucris. A: Volatilia = E y Vg: corvi, “cuervos”. A: Volatilia = E: aves. A,E y Vg: Volucres. A: Iste = E y Vg: hic. A: Adsumo, “asumir” = E y Vg: accipio, “aceptar, recibir”. A,E y Vg: Adsumo. A: Adoro = E y Vg: oro. A: Adoratio - E y Vg: oratio. A: Ambulo, “andar” = E y Vg: eo, “ir”. A: Baiulo, “llevar” = E y Vg:fero, porto, “llevar”. A,E y Vg: Baiulo. A: Benenuntio, adnuntio, “dar una buena noticia, anunciar” = E y Vg: evangelizo, “evangelizar”. A: Clarifico = E y Vg: magnifico, glorifico, honorífico. A,E y Vg: Clarifico. A: Cognosco = E y Vg: scio, “saber”. A: Colligo, “recoger” = E y Vg: congrego, “reunir, congregar”; conve­ nio, “reunir(se). A,E y Vg: Colligo. A: Corripio, “corregir, reprender”” = E y Vg: increpo, “increpar, corregir”. A,E y Vg: Increpo. A: Dixit (dicit) = E y Vg: ait. A,E y Vg: Dixit (dicit); A,E y Vg: ait. A: Emundo, “limpiar” = E y Vg: mundo, limpiar”; purifico, “limpiar, purificar”. A, y Vg: emundo. A y Vg: Emundatio, “limpieza” = E: mundatio, “limpieza”. A: Expello, “expulsar, echar fuera” = E y Vg: eicio, “echar”. A,E y Vg: Eicio. A: Impleo, “llenar” = E y Vg: adimpleo, repleo, impleo. A: Perficio, “realizar, llevar a cabo” = E y Vg: impleo. A: Ire y sus compuestos, que no aparecen en E y Vg (muchos textos) A,E y Vg: Ire y sus compuestos que aparecen en las tres versiones (bastantes textos). A: Lanío, “matar (animales)” = E y Vg: occido, “matar”. A: Mandatum, mandare = E y Vg: praeceptum, praecipere.

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A: Metuo, “temer” = E y Vg: timeo, terreo, “temer, aterrar”. A: Profeto = E y Vg: prophetizo. A: Recumbo, “tumbarse, acostarse” = E y Vg: discumbo, “acostarse, tumbarse”. A,E y Vg: Discumbo. A,E y Vg: Recumbo. A: Remitto, “perdonar” = E y Vg: dimitto, “perdonar”. A: Salvo (salvor), “salvar” = E y Vg: salvum fació, “salvar”. A: Super, “sobre” = E y Vg: in. A: Tingo, “bautizar” = E y Vg: baptizo, “bautizar”. A: Quoniam, “porque” = E y Vg: quod, quia, “porque”. A: recurre a construcciones con infinitivo; E y Vg: introducen oracio­ nes dependientes con verbo finito A: tendencia a in con acusativo = E y Vg: tendencia a in con ablativo. 3.3,- Términos de la Afra en las otras versiones Adflictator, “afligidor, que aflige” (2Tes 1,6) y Tert. Adimpletio, “cumplimiento” (Gal 4,4) y Tert.,Lact.,Ag. Adinventor, “inventor” (del mal) (Rom 1,30) y Cipr. Apostatare, “apostatar” (2Pe 2,21) y Cipr., Ag. Apparientia, “apariencia” (2Te 2,8) y Tert., Ag. Baptizator por (baptista), “bautizador, bautista” (Me 3,28) y Tert.,Ag. A veces la A escribe baptiziator; y tiene tam bién baptiziatio, baptiziare. Capillatura, “peinado” (IPe 3,3) y Tert., Cipr., Celio Aureliano. Castificare, “purificarse” (lJn 3,3) y Tert., Ag. Comestura, “polilla” (Mt 6,19s) y Cipr., Ag. Commagnificare, “exaltar con otro, glorificar” (Rom 8,17) y Cipr. Commercator, “asociado en el comercio” (Jn 2,16). Confabulatio, “conducta” (ICor 15,33) y Tert., Cipr., Ag. Conformalis, “semejante, de la misma forma” (Fil 3,21) y Tert. Conditus, “creado” (Ef 2,10). Congaudere, “alegrarse con” (Fil 2,17) y Tert., Ag. Conlaetari, “alegrarse con” (ICor 12,26) y Tert., Cipr., Ag. Constitutus, “creado” (Ef 4,24). Convivificare, “vivificar juntamente” (Col 2,13; cf. Ef 2,5: E y Vg)) y Ag. Correcumbere, “sentarse en la mesa con otros” (Mt 14,9; cf. Lc 14,15 Afra e) y Tert., Ag. Corripere, “corregir, vituperar” (Mt 8,26; Lc 8,24) y Tert., Cipr., Ag. Cultura, “servicio en el culto” (Rom 9,4) y Tert., Apul. Daemonizari, “estar poseído por el demonio” (Mt 15,22). Delinquentia, “delincuencia, pecado” (2Te 2,3) y Tert.

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Destringere, “destruir” (Jn 2,19). Domus, como acusativo de plural. Ducator, “feje, príncipe” (Mt 2,6). Duricordes, “duros de corazón” (IPe 5,2). Exceptio personarum, y acceptio personarum “acepción de personas” (Ef 6,9) y Tert., y Gipr. Expalmare, “golpear con la mano” (Mt 5,39) y Ag., Ps.-Ag, Exporrigere, “despertarse, levantarse” (Mt 8,26). Exterminare, “exterminar, destruir” (Mt 6,19s) y Cipr., Lact., Ag. Famulatus, “devoción, servicio a Dios” (Rom 9,4) y Tert., Ag. Fornicaria, “fornicadora” (ICor 6,15) y Tert., Cipr., Ps.-Ag, Fulgencio. Inanire, “vaciar” (en sentido fig.) (Fil 2,7) y Tert., Cipr., Ps.-Ag., Optato. Inaquosus, “seco, sin agua” (Lc 11,24; Mt 12,43) y Tert., Cipr., Ps.Cipr., Ag. Incorruptela e incorruptio, “incorrupción” (ICor 15,42) y Tert., Ag. Incriminatio, “ausencia de acusación” (Fil 3,14) y Tert. Incrispatio, “rizado, peinado” (IPe 3,3) y Ag. Indeliciari, “estar, vivir en delicias” (lTm 5,11) (Cipriano). Innullare, “ser despreciado, considerado como nada” (Me 3,12). Inoperari, “obrar, efectuar” (Ef 1,20). lucundare, “alegrar, encantar” (Lc 15,32). Mammare, “dar de mamar, amamantar” (Lc 21,23) y Ag. Mendaciloquus, “mentiroso” (lTm 4,2) y Tert., Ag., Ps.-Ag. Molendinum, “molino” (Mt 24,41) y Ps.-Cipr., Ag. Mortificare, “dar la muerte” (Lc 21,16) y Tert., Ag. y en el latín cristia­ no en general. Municipatus, “derecho de ciudadanía” (Fil 3,20) y Tert. Nationes, “paganos” (ITes 4,13) y Tert. Oída (gr.), “he visto” (Mt 12,25). Potare, “dar de beber” (ICor 3,2). Praedicare, “predicar” (Fil 1,17) y Tert. y en el latín cristiano. Praeputiatio, “estado de los incircuncisos” (Ef 2,11) y Tert. Praesperare, “esperar de antemano” (Ef 1,12) y Tert. Praesumptio, “presunción, prejuicio” (Mt 12,25) y Tert. Pressura, “angustia, tribulación, desgracia” (Rom 5,3) y Tert., Lact. Promptuarium, “habitación” (Mt 24,26) y Apul. Promticordes, “prontos de corazón, espontáneos” (IPe 5,2). Prospicere, “mirar desde arriba, vigilar” (Lc 1,68). Recapitulare, “reconsiderar completamente” (Ef 1,10) y Tert. Salutificator, “salvador” (Fil 3,20) y Tert. Schisma, “disensión” (Jn 7,43) Y Tert., Prudencio. Similare, “comparar” (Me 4,30).

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Subintrare, subintroire, “entrar subrepticiamente” (Jud 4) y Tert. Subpedaneum, “escabel, tarima” (Mt 5,35). Subsannare, “burlarse” (Mc 15,32) y Tert. Supercadere, “caer sobre” (Act 11,15). Supercaelestis, “elevado por encima de los cielos” (Ef 3,10). Supervincere, “vencer, triunfar” (Rom 8,37). Symphoniacus, “flautistas, tocadores de orquesta” (Mt 9,23). Tenebrare, “oscurecer” (Apc 8,12; 9,2) y Tert., Lact. Tenebrescere, “entenebrecer, oscurecer” (Apc 8,12; 9,2) y Tert., Ag. Tenebricare, “oscurecer, entenebrecer” (Apc 8,12; 9,2) y Tert. Tenebrositas, “tinieblas, oscuridad” (Apc 8,12; 9,2) y Celio Aurelia­ no. Transvorare, “beber” (IPe 5,8); con el significado de “devorar” se encuentra en Am., Apul., Celio Aureliano. Voluptas con el valor de voluntas, “voluntad” (Ef 2,3). 3.4.- Algunas diferencias léxicas entre la Afra y la Europea Un estudio aún válido sobre el léxico de estas versiones es el de H. von Soden ‘, del que tomamos los datos siguientes, donde una versión tiene un tér­ mino la obra tiene otro: Afra agape ambo excusare firmitas tinguere exsecratio epulum, prandium donum natio excludere prodire exire causa+ gen. in conspectu eremus, solitudo aemulatio cata

Europea caritas, dilectio uterque respondere diligentia, veritas, securitas baptizare abominatio convivium munus gens eicere procedere egredi propter+ acus. ante, coram desertum zelum secundum

1 H. von Soden, D a s lateinische N eues T estam ent in A frika zu r Z e it C yprians, L eip ­ zig 1909, pp. 325 ss.

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ploratio felix inbecillitas sacramentum proximus tibi liberare velocius supervincere manducare cubile parturitio

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fletus beatus infirmitas mysterium proximus tuus salvare citius superare edere fovea dolor

No es fácil saber las razones por las que las versiones usan este vocabulario y no otro, y uno distinto del otro; las dos usan grecismos; la Afra, por ejemplo, agape, eremus, cata; la Europea, baptizare, zelum, mysterium', las dos recurren a tendencias arcaizantes, la Afra con exsecratio, liberare, cubile, o tendencias renovadoras, como felix, manducare·, la Europea, con las tendencias arcaizan­ tes, en las palabras beatus, edere, y las tendencias innovadoras con abominatio, salvare, fovea. La realidad es que en la actualidad es muy difícil hacer un estudio completo y sistemático de las particularidades lingüísticas de la VL, porque falta aún mucho material por editar. Y aún disponiendo de todo el material, sería igual­ mente muy difícil hacer un estudio general, pues cada libro plantea problemas especiales, ya que cada uno tiene su propia historia textual 3.5.- Vocabulario griego del Eclesiástico Este libro, como es sabido, pertenece a la VL no revisada por Jerónimo. Fue escrito en hebreo, y traducido al griego hacia el año 132 a. Cr. por el nieto del autor, Ben Sirá, que lo redactó en hebreo hacia el 190 a. Cr. La versión lati­ na data probablemente de la primera mitad del s. III d. Cr. En todo caso, es anterior al 250, época de Cipriano. Es una curiosidad anotar aquí los elementos léxicos griegos incorporados al latín por el traductor latino de este libro. Toma­ mos los datos de Thielmann 2, siguiendo sus propias divisiones y clasificacio­ nes. Son en total 100 palabras tomadas del griego, de las que sólo daremos la traducción en casos muy concretos. 3.5.1,- Nombres propios: Assyrii, Aegyptus, Christus (46,22) y algunos más. 1 Cf. C. M orano, G losas m arginales de "Vetus L a tin a " en las B ib lia s V ulgatas espa­ ñolas. 1-2 Sam uel, C .S.I.C ., M adrid 1989, pp. L X X X III-61, en p. LX1V. 2 Ph. T hielm ann, "D ie lateinische Ü bersetzung des B uches S irach", en A rc h iv f ü r lateinische L exikographie 8 (1893). 501-561, en las pp. 518-520.

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3.5.2.-. Sustantivos·. 1) Palabras de la lengua eclesiástica'. angelus (48,24); cataclysmus, “diluvio” (39,28); diabolus (21,30); ecclesias­ ticus (en la traducción); hypocrita (1,37); paradisus (24,21); presbyter (4,7); propheta (36,17); abyssus (1,2); ecclesia (3,1; 15,5); eleemosyna (3,5); prop­ hetia (24,46); synagoga (1,39); idolum (30,19); mysterium (22,27); psalte­ rium (40,21); scandalum (7,6). 2) Palabras de historia natural·. draco (25,23); leo (8 veces); onager, “onagro, asno” (13,23); pardus, “leo­ pardo” (28,27); scorpius (39,36); scorpio (26,10); perdix (11,32); aspalathum I aspaltum / asphaltum, “aspálato” (especie de retama) (24,20); botrus, “zumo de uva.” (39,31); cedrus (24,17); cinnamomum (24,20); cypressus (24,17); hyacinthus (40,4); platanus (24,19); terebinthus (24,22); petra (26,24); auricalchum, “cobre, latón” (47,20); smaragdus (32,8); balsamum (24,20); galbanus (24,21); myrrha (24,20); storax, “arbusto oloroso” (24,21); coccum, “color escarlata” (45,13); purpura (45,12); crystallus, “hielo” (43,22); notus , “viento del sur”(43,17). 3) Palabras varias: a) Nombres de personas: architectus (38,28); gigas (16,8); spado, “eunuco” (20,2); tyrannus (11,5); psaltrix, “cantadora” (9,4). b) Nombres de cosas: brachium (5 veces); rhomphaea, “espada de dos filos” (21,4); pharetra, “aljaba” (26,15); cithara (39,20); melodía (40,21); basis, “cordón” (6,30); dioryx, “canal de agua” (24,41); cathe­ dra (7,4); thronus (1,8); caminus, “horno” (2,5); statera, “balanza” (21,28); sceptrum, “cetro” (35,23); stola (6,30); diadema (11,5), mitra (45,14); zona, “ceñidor, cinturón” (45,9); eremus, “yermo, desierto” (6.3); gyrus, “redondez” (24,8); platea, “plaza” (9,7); thesaurus (1,21); xenia, “regalo” (20,31); aenigma (47,17); parabola (20,22); prologus (en el prólogo del libro). c) Afectos, actividades: cataplectatio, “reprensión” (21,5); acedía, “disgus­ to, indiferencia” (29,6); aplestia, “hartazgo, cansancio” (37.33); aporia, “indecisión, dificultad” (27,5); cholera (31,23); phantasia (34,6); zelus (30.3). 3.5.3.- Adjetivos y adverbios: 3.5.3.1.- Adjetivos: acharis, “sin gracia” (20,21); eucharis, “gracioso, lleno de gracia” (6,5); musicus (44,5); poderes, “vestido sacerdotal hasta los talones” (adj. sust.) (27,9); zelotypus, “celoso” (26,8,9).

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3.5.3.2,- Adverbios: achariter, “villanamente, tontamente” (18,18); sophistice, “sofísticamente” (37, 23). 3.5.4,- Verbos'. psallo, “cantar salmos” (50,20); aromatizo (24,20); baptizo, “lavar” (34,30); thesaurizo (3,5); agonizor, “combatir, luchar por el premio” (4,33); scandali­ zor (1,37); acedior, “soportar con pena, estar triste” (6,26); aporior (18,6); apostato (10,14); gyro, “girar, dar vueltas” (29,25); implano, “engañar, sor­ prender en un error” (15,12); plasmo, “formar, plasmar” (33,13); propheto (48,14); zelo (9,1); zelor (51,24). 4,- Importancia de la VL La importancia de la VL en todos los aspectos y en todos los campos de la lengua y de la literatura latina cristiana antigua fue inconmensurable y quedará de manifiesto por las breves consideraciones que haremos a continuación. En primer lugar, la VL sobrevivió más de lo que a primera vista pudiera parecer y más de lo que muchos piensan. Bastantes siglos después de haberse impuesto por todas partes la Biblia de Jerónimo, llamada Vulgata a partir de los siglos VII-VIII ', seguían transmitiéndose textos y manuscritos de esta vieja versión. De época tan tardía como los siglos XII y XIII se conservan tres manuscritos que contienen uno o varios libros de la VL. Son el Codex Colbertinus (c), escrito en Languedoc, del s. XII-XIII (atribuido primero a la recensión africana y ahora a la europea); el Codex Perpignianensis (p), escrito en el sur de Francia, y el Codex Gigas (g), escrito en Bohemia. Entre los manuscritos europeos los más importantes son: el Codex Verce­ llensis (a), del s.IV (que contiene los cuatro evangelios en el orden habitual en Occidente: Mt,Jn,Lc,Mc); el Codex Veronensis (b), del s.V (que contiene los cuatro evangelios en el mismo orden de (a)); el Codex Corbeiensis (ïfl), del s. 1 El significado de "V ulgata" es "divulgada", es decir, versión "conocida" en todas partes, y, p o r tanto, "divulgada". E ste es el significado 2Q del adjetivo latino "vulgatus". E l significado I s es "habitual", "ordinario". E sta aclaración viene a cuento de una expli­ cación realm ente curiosa, pero totalm ente equivocada, que acabam os de v e r en la obra siguiente: J. B. G abel-C h. B. W heeler, The B ib le as L iterature. A n introduction, O xford 1986, en cuya p. 227 se lee esto: "T he translation associated w ith his nam e (referred to in later centuries as the "V ulgate" because it w as in the language o f the "vulgus", the com ­ m on people o f R om e) c o n ta in s..." . A los autores de esta afirm ación habría que recordar­ les que cuando a la version de Jerónim o se la llam ó "V ulgata" - e n tr e los siglos VII y V II I - la lengua del "vulgo" no e ra precisam ente el "latín" - n i el de la B iblia de Jerónim o ni o tro -, sino el francés antiguo, el español antiguo, el catalán antiguo, el provenzal anti­ guo, el italiano antiguo, es decir, las lenguas rom ances que em pezaban a form arse. Pol­ lo dem ás, la lengua latina de la traducción de Jerónim o, de finales del siglo IV y com ien­ zos del V, no era precisam ente la lengua del "com m on people o f R om e". Sería, en todo caso, la lengua de "todo el pueblo de R om a" - a l m enos, del pueblo cristian o -.

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V; el Codex Vindobonensis (i), del s. V (que contiene sólo fragmentos de Me y Lc) Durante toda la Edad Media la VL y la Vg caminaron juntas, y la tradición manuscrita de una y otra está tan entremezclada a través de contaminaciones de tal envergadura que se convierte en una tarea verdaderamente difícil para la investigación actual conseguir el texto de Jerónimo sin contaminaciones de la VL. La difusión de la VL fue fulgurante. Su éxito extraordinario lo testifica Agustín cuando dice: “Se pueden citar los que han traducido las Escrituras de la lengua hebrea al griego, pero de ningún modo los traductores latinos. En efecto, en los primeros tiempos de la fe, cuando caía en manos de alguno un códice griego y creía que tenía algún conocimiento de ambas lengus, se atrevía a tradu­ cir” (De doctr. chr., II, 11,16). Esta enorme difusión se debió en primer lugar al uso litúrgico de la Biblia, que se convirtió desde el principio en texto oficial de las lecturas de la misa y de libro de oración para cualquier reunión de los cristianos. Pero es que, ade­ más, a través de la historia de la difusión de la Biblia latina -V L y V g- se puede descubrir y trazar la historia de la Iglesia: “Bajo las huellas de la historia del texto se oculta siempre la historia de la Iglesia, aunque no siempre se pueda tocar con la mano en puntos concretos: las antiguas regiones cristianas de Afri­ ca, Italia, Galia y España; el reino de los francos y la entrada de los visigodos en la Iglesia católica; la obra misionera en Irlanda y desde allí en dos direccio­ nes hacia Inglaterra y finalmente hacia Alemania y los países nórdicos; escuelas y escritorios junto a las iglesias episcopales y monasterios; y la supervivencia siempre renovada del mundo antiguo y de su cultura, sobre todo de Italia y de Roma, aunque no solamente de ellas” 2 Algunos datos estadísticos confirmarán el papel excepcional que desempe­ ño la VL en la producción patrística. Paul de Lagarde (+1897) reunió unas 30.000 citas del Nuevo Testamento, sacadas de los escritos de San Agustín, y que se conservan actualmente en la biblioteca de Gottingen. Hace poco decíamos que en las obras de San Agustín, escritas después de su nombramiento como obispo de Hipona (a. 396), se encuentran más de 50.000 citas bíblicas, casi todas ellas de la VL, pues el Santo Doctor prestó poca 1P ara el tem a de los m ss. de la VL rem itim os a B. M . M etzger, The E arly V ersions o f the N ew Testam ent, O xford U niv. Press, O xford 1977; pp. 293-319 (breve descripción de los principales m ss. de la V L), y a B. Fischer, "Das N eue T e sta m e n t..." (o.c.), pp. 188-217. 2 B. Fischer, o.c., p. 221.

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atención a la versión de su amigo Jerónimo. La lengua y el pensamiento de Agustín están totalmente impregnados de Biblia, de manera que su lenguaje y su estilo son en este sentido algo único en su tiempo. Cuando hace poco prepa­ ramos la traducción de las Confesiones para la Editorial Akal (Clásicos Latinos, I, Madrid 1986), descubrimos con enorme sorpresa que el núcleo central de las Confesiones es una imitación voluntaria del estilo, de las ideas y de la lengua de la VL, sobre todo de los Salmos, evitando, naturalmente, las incorrecciones de la lengua de esa versión, pero conservando el estilo y la unción. Es decir, Agus­ tín, al escribir su autobiografía, imita la lengua y el estilo de aquella versión bíblica que a los 19 años tiró de sus manos, porque su lengua no se parecía a la de Cicerón. Hemos tenido la curiosidad de contar las citas y reminiscencias bíblicas y las citas de autores paganos que hay en las Confesiones y los datos no pueden ser más reveladores. Las citas y alusiones a autores paganos son 42. Las citas y reminiscencias bíblicas son, por lo menos, 1781, de las cuales sólo 136 son citas literales. (Las cifras que damos son aproximadas). Las diferencias evi­ dentemente son abismales. El docto profesor de Retórica, a los 12 años de su conversión, al hacer balance de su vida, no encuentra mejor estilo para ser imitado que el de los Salmos penitenciales y el de los Salmos de alabanza de la vieja Biblia latina para expresar casi con sus mismas palabras los senti­ mientos de su corazón y sus pensamientos más profundos. El propio título de Confesiones, “confesión de los pecados”, “alabanza de Dios”, nos pone ya en la pista sobre el origen bíblico y la inspiración bíblica de esta obra cumbre de la literatura latina. Las Confesiones no son tanto una “confesión de los peca­ dos” cuanto una “alabanza a Dios” y una “acción de gracias a Dios” porque se los perdonó. Esta es, a mi juicio, la clave de la interpretación de las “Confe­ siones” de San Agustín. Más datos confirman la importancia de la VL. El escritor alemán Joseph Denk (1849-1927) reunió durante su vida, para ser utilizadas en el Thesaurus, más de 700.000 citas de la VL, sacadas de autores cristianos desde el siglo I al siglo IX. Estas fichas desde el 1920 se hallan en la abadía alemana de Beuron, situada en las fuentes del Danubio, con destino a la edición crítica de la VL, que lleva a cabo, con constancia y competencia germánicas, el VL Institut. Desde el 1983 se ha creado un centro de investigaciones sobre la Biblia latina en el seno de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Lovaina, que prepara, en colaboración con el VL. Institut, la edición de los libros de Judit y de Isaías. De algunos de los volúmenes editados sabemos lo siguiente: Los volúme­ nes que recogen las epístolas a Efesios, Filipenses y Colosenses tienen más de

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30.000 citas de obras patrísticas. El volumen dedicado a las siete Epístolas Católicas tiene más de 17.000 citas patrísticas. No hace falta seguir. El influjo de la VL fue enorme en toda la literatura latina cristiana, desde la Passio Perpetuae -véase lo que dicen al respecto los más recientes comentaristas de esta obra, J. Fontaine (1968) y Renzo Petraglio (1976)- hasta los últimos escritos del período del latín tardío. Y no hay que pasar por alto la importancia de la VL para la reconstrucción del texto de la propia Septuaginta, dada la literalidad de la versión y su antigüe­ dad. Para muchos libros, la VL se basa en un texto luciánico, muy antiguo. Para el libro de Job, esta versión atestigua la forma breve original. Para el Eclesiásti­ co, conserva la disposición original del texto en contra de toda la tradición directa o indirecta. Para Ester, ella sugiere un texto griego perdido. Para algu­ nos libros, presenta adiciones que pueden remontarse a un estadio del texto griego hoy desaparecido '. Para el A.T., en general, como la VL es la única versión hecha del griego antes de la Hexaplas, ocupa una posición única y debe considerarse como la principal autoridad para restaurar la versión prehexaplar de los LXX. La VL presenta frecuentes coincidencias con los manuscritos hebreos o griegos de Qumrán, hecho que prueba la antigüedad del texto griego que tradu­ ce. Para terminar, vamos a citar las opiniones de dos autores, E. Lôfstedt y R. Petraglio, poco sospechosos de partidismo, pues ninguno de ellos es especialista en estudios bíblicos. E. Lófstedt dice: “Que la lengua de la Itala haya influido mucho sobre el latín cristiano bajo otros aspectos lo ha hecho observar con toda razón Chr. Mohrmann” 2. 1 P ara este tem a rem itim os a E. U lrich, "C haracteristics and L im itations o f the O ld L atin T ranslation o f the Septuagint", en N. Fernández M arcos (ed.), La Septuaginta en Ια investigación contemporánea (V C ongreso de la IO SC S), C .S.I.C ., M adrid 1985, pp. 6780, en donde dice que las características de la V L varían de un libro a otro; que hay que usarla con prudencia para reconstruir el texto de los L X X ; que tiene una com pleja historia en su transm isión; que tiende hacia el latín lierario, pero está sujeta a m últiples form as del latín vulgar que variaban según el tiem po y el lugar. A naliza brevem ente los sistem as ver­ bales y nom inales del griego y del latín para deducir las posibilidades y lim itaciones de la lengua de la V L para reproducir el m odelo griego. L a conclusión del autor, que suscribi­ m os plenam ente, es que quedan aún m uchos tem as pendientes en el estudio de la VL. Y tam bién, sobre el m ism o tem a, J. R. B usto Saiz, "A lgunas aportaciones de la V etus L atina para una nueva edición crítica del libro de T obit", en Sefarad 40 (1980) 41-56, y m uy especialm ente B. Fischer, "D as N eue T esta m en t..." (o.c.), pp. 259-273. 3 E. L ôfstedt, Late Latin (o.c.), p. 92.

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Y Renzo Petraglio dice así como resumen de su estudio sobre la Passio Perpetuae4. “He llegado a la convicción de que el latín bíblico ejerce una influencia decisiva en los escritores cristianos. Efectivamente, una gran parte de neologismos y de nuevas construcciones sintácticas, y también un nuevo tipo de retórica en contraposición a la clásica y a la que dominaba en las escuelas en la época imperial tiene como origen o al menos como modelo ideal el latín de las primeras traducciones de la Biblia”

1R. Petraglio, Lingua latina (o.c.)_, p. 15.

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I.3.3.2.- LA VULGATA Pasemos ya al estudio de la Vg, de esa obra latina, la más leída y comentada durante siglos, la obra que más ha influido en la cultura occidental durante más de catorce siglos, hasta por lo menos el siglo XVIII. 1.- Elementos constitutivos de la Vg La Vg en su sentido actual es una traducción latina de toda la Biblia usada comúnmente en la iglesia latina desde el siglo VII. No es una obra de un solo autor. Es una colección de traducciones de origen y valor muy distintos. Por lo que respecta al Antiguo Testamento, la Vg comprende los libros tra­ ducidos por Jerónimo directamente del hebreo, que son todos los protocanónicos del Antiguo Testamento, a excepción del Salterio, que conserva el texto de una antigua versión latina revisado por Jerónimo a base de un texto griego de las Hexaplas de Orígenes, y, exceptuados también los libros de la Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y I y II de Macabeos, que conservan el texto, más o menos corrompido, de las antiguas versiones latinas, no revisadas por Jerónimo. Por lo que respecta al Nuevo Testamento, el fondo de todos los libros es el de una antigua versión latina, “revisada” a base del texto griego. Jerónimo revi­ só ciertamente los evangelios. El resto del Nuevo Testamento lo revisó proba­ blemente Rufino el sirio en torno al año 400 '. 1 Cf. B. Fischer, "Das Neue T estam ent..." (o.c.), p. 189: H ablando de las Epístolas de San Pablo dice: "Un texto m ixto de D e I bildete die lateinische G nm dlage, die ein Autor, vieileicht Rufim is der Syrer, in Rom um 400 nach dem Griechischen durchkorrigierte; cf. p. 220 en donde vuelve a repetir el mismo dato; cf. B. M . M etzger o.c., p. 359, dice que el texto de ia Vulgata de las Epístolas de San Pablo apareció en los últimos años del s. IV, como muy tarde. Su autor es desco­ nocido -co m o decimos antes, se atribuye a Rufino el sirio, amigo de Jerónim o-, pero hay que iden­ tificarlo con el hombre que revisó las Epístolas Católicas y probablemente el resto del N.T., menos los evangelios. Una posible razón para explicar por qué Jerónim o no continuó con la revisión del resto del N.T., después de haber hecho la de los evangelios, puede hallarse en que em prendió el tra­ bajo de traducción del A.T., y le ocupó todo el tiem po (cf. ibid.). Cf. J., G ribom ont, "Les plus anciennes traductions latines", en F. Fontaine, Ch. Pietri (éd.), Le monde latin antique et la Bible (Bible de tous les temps, 2), Beauchesne, Paris 1985, pp. 43-65, en p. 61; On attribute aujourd'hui cette révision (el resto del N.T.) à un moine du groupe hiéronymien, Rufin le Syrien: il l'aurait ter­ minée à Rom e auprès de Pelage, dont il était devenu l'ami et le conseiller exégétique.

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Jerónimo recibió del papa Dámaso el año 382 el encargo o sugerencia de “revisar” la vieja Biblia latina. Comenzó su tarea por los evangelios el 383. Luego “revisó” el Salterio sobre el texto hexaplar de Orígenes el 386. Luego “tradujo” los protocanónicos del Antiguo Testamento entre el 390 y el 405. Hacia el final del período probablemente tradujo Tobías y Judit, en un día, el pri­ mero, y en una noche, el segundo, si hemos de creer en sus propias palabras '. 2,- Características de la Vg y su difusión Con respecto a las características de la versión de Jerónimo hay que señalar dos cosas: Primera: su fidelidad al texto original. Pero fidelidad no significa literalidad, sobre todo literalidad excesiva, como la de las antiguas versiones de la Biblia. Segunda: su relativa libertad, pero no tan excesiva como sostenía la tradición latina, defendida principalmente por Cicerón2. Para decirlo con palabras muy expresivas de Meershoek ’: “Jerónimo inten­ ta continuamente navegar entre Caribdis y Escila, entre Cicerón y la consuetudo scripturarum, entre los lingüistas y el pueblo, y trata de conciliarios, inclinán­ dose unas veces a un lado y otras a otro”. De hecho Jerónimo dice lo siguiente, después de haber afirmado que “en las Escrituras hasta el orden de palabras es un misterio”: Ex quibus universis perspicuum est apostolos et evangelistas in interpretatione veterum scriptura­ rum sensum quaesisse, non verba, nec magnopere de ordinatione sermonibusque curasse cum intellectui res pateret4 (“de todo lo cual resulta evidente que los apóstoles y evangelistas en la traducción de las Escrituras del A.T. buscaron el sentido y no las palabras y no se preocuparon mucho del orden y de las pala­ bras (= del orden de las palabras), cuando las cosas estaban claras y se entendí­ an”). Y, además, critica el método servil de traducción de Aquila: Et tamen iure Septuaginta editio obtinuit in ecclesiis, vel quia prima est et ante Christi fertur adventum vel quia ab apostolis, in quibus tamen ab Hebraico non discrepat, usurpata. Aquila autem, proselytus et contentiosus interpres, qui non solum verba sed etymologias verborum transferre conatus est, iure proicitur a nobis 5 (“y, sin embargo, la version de los Setenta se impuso con todo derecho en las iglesias, o porque es la primera y se dice que es anterior a la venida de Cristo o 1 Cf. B. M. M etzger, The E a rly V ersions o f the N ew Testam ent, O xford Univ. Press, O xford 1977, pp. 333-334. 2 V éase lo que dijim os antes a propósito de las características de la V etus Latina. 1 G. Q. A. M eershoek, Le latin biblique (o. c.), p. 63. 4 Jerón. E pist. 57,9,8. Es la m ism a C arta a Pam m aquio, citada antes; cf. T écnica de traducción de la V etus Latina. 5 Jerón. E pist. 57,11,2. Es la m ism a epist. a Pam m aquio.

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porque la usaron los apóstoles, en cuyos textos, sin embargo, no difiere del texto hebreo. Pero a Aquila, prosélito y traductor conflictivo, que intentó tradu­ cir no sólo las palabras sino hasta las etimologías de las palabras, lo rechazamos nosotros con toda razón”). Jerónimo, de todas formas, no fue totalmente consecuente con estos princi­ pios teóricos, tan bien expuestos, sobre el modo de traducir la Escritura. Así, por ejemplo, afirma que su traducción del libro de Ester es “totalmente fiel” (fideli testimonio) al texto hebreo ', cuando en realidad es una traducción bas­ tante más libre que la de la VL. De un modo general, se puede decir que en las partes narrativas del A.T. su traducción es bastante libre; en cambio, en los textos que reproducen palabras de Dios o los mandamientos o simplemente textos que le han parecido impor­ tantes su traducción es mucho más literal. Y en este caso, su versión y su actidud frente a las características que debe tener una versión bíblica se parece mucho más a la que tenían los autores de la VL. Un par de ejemplos de literalidad nos mostrarán las incongruencias de Jerónimo, y la dificultad de acertar en la elección del justo medio. La frase de Job 7,19: nec dimittis me, ut glutiam salivan meam, “¿ni me dejas para que tra­ gue mi saliva?”, es bastante incomprensible si no se sabe que eso quiere decir en hebreo: “no me dejas tranquilo un solo momento”. Para entender la maldi­ ción de Dios a la serpiente: terram comedes cunctis diebus vitae tuae (Gn 3,14), “comerás tierra todos los días de tu vida”, hay que saber que la frase “comer tie­ rra” signfica, en sentido metafico “ser despreciado”. La traducción de Ez 37,2 circumduxit me per ea in gyro, “me llevó alrededor de ella (= la vega) en derre­ dor”, correponde a la geminación del hebreo sabib sabib, que se podría traducir “por todo alrededor”. Pero Jerónimo evita muchos vulgarismos de la VL y otras transliteraciones o calcos hebreos y griegos. Así, por ejemplo, evita: adinventor, alligamentum, chabratha (2Re 5,19), dabir, erusibe, focacium, iucundor, capriola, mechonoth (IRe 7,27,38), obligamentum, odoramen, phelmunim (2Re 6,8), pusillitas, raphem (IRe 19,4), regnifico, syromata2. 1 Cf. Prólogo a la traducción del libro de E ster: (dice a P aula y E ustoquio) vo s... ten entes H ester H ebraicum librum , p e r singula verba nostram translationem aspicite, ut po ssitis agnoscere m e nihil etiam augm entase addendo, se d fid e li testim onio sim pliciter, sic u t in H e b ra eo habetur, h istoriam H eb ra ica m L a tin a e linguae tradidisse ("vosotras, teniendo en vuestras m anos el libro hebreo de E ster, m irad cad a palabra de mi traduc­ ción, para que podáis com probar que yo no he añadido ni aum entado nada, sino que con total fidelidad de una m anera sencilla he traducido a la lengua latina una historia hebrea tal com o se encuentra en hebreo". 2 A. M oreno H ernández, "A finidades léxicas entre V etus L atin a y V ulgata en los libros de R eyes", en P h ilologia sacra, F reiburg 1993, pp. 74-89, en p. 80.

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Otros términos vulgares, usados por la VL, hacia los que Jerónimo se muestra reticente son: adnihilcire, adnullare, nullificare, amaricare, extermi­ nare, etc También E. Auerbach expone muy bien el problema de las características lingüísticas de la Vg. Dice así: “Jerónimo estaba muy penetrado por este estilo bíblico y en general por la actitud espiritual cristiana primitiva para que quisiera o pudiera destruir la peculiar atmósfera del latín bíblico. Aunque su actividad de traductor fuera muy importante, Jerónimo permanece dentro del ámbito del estilo general creado ya antes de él” 2. La traducción de Jerónimo no se impuso sin dificultades. Para ser más exactos, se impuso con grandes dificultades. Cuando su texto se alejaba, aunque sólo fuera en una palabra, de la antigua versión latina, provocaba rechazo por parte de los fieles. San Agustín cuenta en una de sus cartas a Jerónimo (Ep. 71,5) el conflicto que se originó en la iglesia de Oea, en el norte de Africa, por la lectura de un pasaje del profeta Jonás, en donde la versión de Jerónimo decía que Jonás se había sentado a la sombra de una “hiedra” (hedera), mientras que la antigua versión decía que lo había hecho bajo una “calabaza” (cucurbita). Fue tal el tumulto que se organizó, que el obispo del lugar se vio obligado a corregir el texto, volviendo a la forma antigua, si quería que los fieles no se le marcharan de la iglesia. Agustín, entrando más a fondo en el tema, dice a su amigo Jerónimo: “Mira, yo preferiría que tradujeras solamente las Escrituras canónicas grie­ gas, que corren bajo el nombre de los Setenta. Si tu traducción del hebreo comienza a leerse con frecuencia en muchas iglesias, va a ser doloroso que las iglesias latinas no vayan de acuerdo con las iglesias griegas”. Y para ter­ minar, Agustín le insiste: “Por todo lo dicho, nos harías un gran favor si tra­ dujeras al latín la Escritura griega que tradujeron los Setenta, porque la ver­ sión latina es tan distinta en los distintos códices que resulta intolerable” (Ep. 71,6). Es curioso que dos hombres de la talla intelectual de Jerónimo y Agustín no estuvieran de acuerdo sobre el texto latino que debía leerse en las iglesias. Agustín partía de la versión griega de los Setenta y sobre ella debían hacerse las traducciones latinas, para conservar la unidad de la tradición y de la liturgia de la iglesia latina. Jerónimo partía del texto hebreo, y sobre él debía hacerse la traducción latina, para conservar la hebraica veritas, la exactitud en la transmi1Cf. G. Q. A. M eershoek, o.c., pp. 45-63. : E. A uerbach, o.c., p. 49.

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sión de la palabra de Dios. La historia y la ciencia exegéticas dieron la razón a Jerónimo. Baste, pues, el testimonio de Agustín, del año 403 -cuando Jerónimo estaba trabajando en su famosa versión- para confirmar las dificultades que tuvo que sortear la versión de Jerónimo para imponerse. Las razones, por lo demás, son evidentes. Es siempre difícil eliminar de un plumazo un texto usado durante siglos en la liturgia. Y esto es lo que sucedía con el texto de la VL, sobre todo con el texto del Nuevo Testamento y los Salmos, que eran las partes más leídas y usadas en la liturgia. E. Auerbach expresa muy bien el problema planteado por la versión de Jerónimo: “Cuando Jerónimo se distanciada sensiblemente de la versión corriente, entonces sus interpretaciones conseguían con dificultad afirmarse en las comunidades. Pero, sobre todo, el estilo bíblico latino había sido creado hacía mucho tiempo, cuando él se puso a trabajar” '. Y por eso encontró tantas dificultades para imponer su versión”. Pero la defendió con uñas y dientes, y con la dureza habitual de su vivo carácter, llamando a su adversarios “burros de dos patas” y “perros ladradores”, personas que “piensan que la ignorancia equivale a santidad”. La lucha de Jeró­ nimo acabó en victoria, siendo un caso claro de supervivencia del mejor. Pero tuvieron que pasar al menos tres siglos para que su versión se impusiera defini­ tivamente, arrinconando del todo a las antiguas versiones latinas de la Biblia. Fue un papa, escritor destacado del siglo IV -e l español Dámaso-, quien dio el encargo o sugerencia a Jerónimo de emprender esa obra hercúlea, y fue otro papa, escritor destacado de finales del siglo VI y principios del VII -G re­ gorio Magno-, quien hizo de la Biblia de Jerónimo el vademécum de Occi­ dente, es decir, quien convirtió esa Biblia en la Biblia Vulgata. Nuestro com­ patriota Isidoro de Sevilla dice en su obra De ecclesiasticis officiis (1,12,8): Cuius (Hier.) editione generaliter omnes ecclesiae usquequaque utuntur (“cuya traducción usan generalmente por todas partes todas las iglesias”) (PL 83,748). 3,- Relación de la Vg con las demás versiones bíblicas latinas y griegas 3.1.- Vg y VL Además de lo que hemos dicho antes sobre las coincidencias y discrepan­ cias entre la Kg y la VL conviene añadir otras breves consideraciones sobre las relaciones de la versión de Jerónimo con las demás versiones anteriores a él, 1Ibidem .

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que son la VL, entre las latinas, y la Septuaginta, Aquila, Símaco y Teodoción, entre las griegas. Reuschenbach 1 resume así la relación de la Vg con la VL. Las coinciden­ cias verbales más fuertes entre la Vg y la Vetus latina se dan en: 1- La mayoría de los textos que reproducen las palabras de Dios o de los ángeles. 2.- En la mayoría de los textos en que se trata de la actuación de Dios o de los ángeles. 3.- En los textos que contienen oraciones u otras palabras parecidas dirigidas por los hombres a Dios. 4.- En los textos que tratan de la realización de votos o del cumplimiento de juramentos. 5.- En los textos que tratan de sacrificios, de la edificación del altar o de la oración. 6.- En los textos que contienen bendiciones de los hombres. 7.- En los textos que contienen palabras de los hombres dirigidas a otros hom­ bres, a las que se les atribuye mucha importancia, que fueron pronunciadas en momentos importantes o solemnes. 8.- En la mayoría de los textos en que se da una explicación de la elección de los nombres de las personas. 9.- En algunos textos que aún siguen siendo importantes para la historia de la salvación. 10.- En algunos textos que hablan de la muerte. 11.- En la mayoría de los textos que se citan o mencionan en el N.T. Jerónimo, evidentemente, al hacer su versión de la Biblia, tuvo delante de los ojos alguna edición de la VL, sin duda de características parecidas a la ver­ sión europea, y se dejó influenciar por ella en una medida que aún hay que pre­ cisar. Cuando habla con desprecio de ciertos vulgarismos y de portenta verbo1 F. R euschenbach, H ieronym us ais Ü bersetzer der G en esis, L im burg 1948, en Ia II parte de su tesis, titulada esta parte: D e r E influss ¿Uterer Ü bersetzungen und exegetischer T raditionem a u f die Vulgata, estudia los puntos que señalam os arriba. A dvertim os que esta segunda p arte de su obra no h a sido publicada, y sólo tenem os los títulos de los apartados.

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rum de las antiguas versiones de la Biblia, se refiere exclusivamente a textos latinos que caían casualmente en sus manos, y casi siempre alude a textos afri­ canos, mientras que acepta a manos llenas expresiones y palabras que aparecían en los textos europeos de la VL, que él conocía desde la juventud. Por lo que respecta a los libros de los Reyes, en concreto, A. Moreno Her­ nández1 dice textualmente: “Las antiguas versiones latinas no ejercen ninguna influencia directa sobre la traducción de Jerónimo desde el punto de vista de la selección del vocabulario”. Los argumentos que aduce son: Las afinidades entre VL y Vg se circunscriben al vocabulario básico latino procedente de la época clásica. Jeronimo se aleja significativamente del vocabulario distintivo y carac­ terístico de VL en los libros de los Reyes. 3.2,- Vg y Septuaginta Reuschenbach 2 resume así las relaciones entre la Vg y la versión griega de los Setenta: 1,- La Vg depende con seguridad o con probabilidad de los Setenta (VL) en algunos pasajes que tienen en el texto original un hapax. 2,- La Vg depende de los Setenta (VL) o muestra una llamativa coincidencia con esta versión en los pasajes en que aparecen palabras raras en el texto hebreo de la Biblia. 3,- Algunas palabras o textos del Génesis, sobre cuya traducción o interpreta­ ción no hay unanimidad ni siquiera hoy día, reciben en la Vg y en los Seten­ ta una traducción o interpretación muy parecidas. 4,- El texto hebreo sobre el que se hizo la versión de los Setenta y la Vg de Jerónimo no estaba vocalizado. Por eso, algunas palabras o expresiones podían leerse de distintas maneras. Pues, bien, la Vg y los Setenta coinciden en la interpretación de algunos pasajes en los que podía darse esta posibili­ dad. 5,- La Vg y los Setenta traducen muchas veces los mismos nombres propios acudiendo a la etimología. 6,- La Vg ha tomado muchas veces el mismo texto y la misma interpretación del texto que adoptaron y expresaron los Setenta en su versión. 1A . M oreno H ernández, "A finidades léxicas" (I.e ., p. 88). 2 E n la o bra y lugar citados. L os datos los tom am os del índice, puesto que esta parte de la obra no está publicada.

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7,- Jerónimo ha tomado en muchos textos las mismas expresiones de los Seten­ ta (VL), o la lengua de su versión muestra al menos resonancias de la VL. 8,- La Vg tiene algunas adiciones iguales y comunes con los Setenta (VL) fren­ te al texto hebreo que nos ha sido transmitido. 9,- La Vg y los Setenta coinciden entre sí en omisiones de textos frente al origi­ nal hebreo que nos ha sido transmitido. 3.3.- Vg y versiones griegas de Aquila, Símaco y Teodoción Reuschenbach, en la obra citada, demuestra también que la Vg ha recibido influencias de las versiones griegas de Aquila, Símaco y Teodoción, que Jeróni­ mo conoció y utilizó. Y esto lo sabemos por boca del propio Jerónimo, cuando dice, con respecto a su traducción del Eclesiastés: Interdum Aquilae quoque, et Symmachi, et Theodotionis recordatus sum, ut nec novitate nimia lectoris stu­ dium deterrerem, nec rursum contra conscientiam meam, fonte veritatis omisso, opinionum rivulos consectarer 1(“a veces he recurrido también a Aquila, Síma­ co y Teodoción, para no impedir el estudio del lector con una excesiva novedad ni perseguir otra vez, en contra de mi conciencia, omitiendo la fuente de la ver­ dad, los arroyuelos de las opiniones”). Utilizó también ampliamente estas tres versiones en su obra Quaestiones in Genesim y la de Aquila la comparó con el texto hebreo en el año 3842. Esta influencia se concreta en los siguientes puntos. 1,- La Vg depende de Aquila, Símaco y Teodoción en la interpretación o tra­ ducción de hapax. 2 - La Vg depende de las versiones de Aquila, Símaco y Teodoción o por lo menos tiene resonancias de sus versiones en los pasajes en los que el texto hebreo presenta palabras poco usadas o raras. 3,- La Vg depende de las versiones de Aquila, Símaco y Teodoción o por lo menos tiene resonancias de estas versiones en la traducción etimológica de nombres propios. 1 C om entario de Jerónim o al E clesiastés, P L 23, p. 1062. 3 Cf. E pist. 32 (ad M arcellam ): iam p ridem cum volum inibus H ebraeorum editionem A q u ila e confero, ne q u id fo rsita n p ro p te r odium C hristi synagoga m utaverit, et, ut am ica m enti fa te a r, quae a d nostram fid e m p e rtin e a n t roborandam , p lu ra repperio ("ya hace algún tiem po que com paro la traducción de A quila con el texto hebreo (de la B iblia), no sea que la sinagoga (= los judíos) haya cam biado quizá algo por odio a Cristo, y, para confesárselo a una persona am iga, encuentro m uchas cosas que sirven para fortalecer nuestra fe").

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4.- La Vg tiene coincidencias llamativas con Aquila, y sobre todo con Teodoción, en la traducción no etimológica de nombres propios, en pasajes en los que los Setenta (VL) traducen etimológicamente los nombres propios correspondientes. 5.- Hay una coincidencia general entre la Vg y Aquila, Símaco y Teodoción en la traducción de los demás nombres propios. 6.- Aquila y Símaco han influido probablemente en la Vg en la traducción del texto difícil de Gn 4,7 sobre el castigo de Caín. 7.- La Vg tiene otras reminiscencias y relaciones con las tres versiones citadas. 3.4,- Vg y exégesis judía Reuschenbach tiene también un capítulo en la obra citada dedicado a este tema, y lo desarrolla en los tres puntos siguientes: 1.- La Vg incorpora ideas de la tradición judía o muestra coincidencias con tes­ timonios textuales de la tradición judía y los targumes en algunos textos que presentan dificultades textuales. 2.- Jerónimo depende de la tradición judía en la traducción del nombre de lugar 'enayim de Gn 38,14. 3.- La Vg tiene otras coincidencias con los targumes o incluso sólo reminiscen­ cias de textos de los targumes. A.-Importancia de la Vg Autores de distinta procedencia y distintas especialidades subrayan la importancia excepcional de la Vg, y, en general, del latín bíblico. E. Lôfstedt, que no es biblista, habla de la “extraordinaria importancia de la Vg, que supuso una aportación de gran trascendencia histórica a la historia del latín” '.

B. M. Metzger, que sí es biblista, dice lo siguiente: “Si se considera la Vg desde un punto de vista puramente profano, con su extraordinaria influencia sobre el desarrollo del latín hasta desembocar en las lenguas románicas, o si se atiende sólo a la influencia específicamente religiosa, la amplitud de su influen­ cia en todas las áreas de la cultura occidental es casi incalculable” 2. Y cita 1E. L ôfstedt, L a te L a tin (o.c.), p. 92. 2 B. M . M etzger, E arly versions (o.c.), p. 285.

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como ejemplo de esta influencia en las lenguas románicas la desaparición de la palabra verbum y su sustitución por la palabra bíblica parabola, mucho menos común que verbum, y su paso a todas las lenguas románicas bajo la forma de palabra / parola / parole. Walter Ullmann, medievalista, dice que “ciertamente no es una exageración decir que la Biblia no fue sólo el libro más estudiado y el libro más traducido, sino también y quizá más todavía el libro más intensamente aplicado El autor se refiere naturalmente a la Vg latina al hablar de la Biblia en general, pues éste era el texto que se leía y meditaba en la Edad Media. Beryl Smalley, conocida autora de un libro sobre el “Estudio de la Biblia en la Edad Media” (en inglés), comienza así su obra: “La Biblia fue el libro más estudiado en la Edad Media. El estudio de la Biblia representó la rama más alta de la ciencia. La lengua y el contenido de la Biblia invadían todo el pensamien­ to medieval” 2. También ella se refiere fundamentalmente a la Vg, aunque pudiera leerse la Biblia en versiones vernáculas, hechas sobre la Vg. Paul Klopsch, que tampoco es biblista, dice lo siguiente en su trabajo sobre “El latín como lengua literaria” (en alemán): “El latín cristiano es en especial la lengua del latín de la Biblia, es decir, la lengua de la obra más leída y más copiada, frente a la cual todo lo demás pasa a un segundo término... La Biblia actúa ininterrumpidamente a través de los siglos como arquetipo lingüístico. Es un depósito de imágenes y expresiones plásticas, de piezas y de construcciones lingüísticas. Todo esto existe como una continuidad básica incluso allí donde un determinado autor antiguo sea el modelo inmediato” \ También él se refiere fundamentalmente a la Vg, al hablar del latín de la Biblia. P.- M. Bogaert, que sí es biblista, afirma lo siguiente, hablando del trabajo que ha supuesto hasta ahora la edición de la VL por parte de los benedictinos de Beuron: “Quien conoce el lugar que ha ocupado la Biblia latina (antiguas ver­ siones y Vg) en la formación de las lenguas, de la cultura, de la filosofía y de la teología occidentales, debe considerar como una toma de conciencia necesaria de sus fuentes el largo trabajo consistente en desatar, para comprenderlos, los numerosos lazos entre el texto bíblico y sus comentarios” 4. R. Gryson, que también es biblista, dice lo siguiente con respecto a la biblia latina, en general, comprendiendo la VL y la Vg: “Entre las traducciones de la 1 W . U llm ann, "The B ible and the principles o f governm ent in the M iddle A ges", en V arios, L a B ibbia nell'alto M edioevo, Ê spoleto 1963, p. 181. 2 B eryl Sm alley, The study o f the B ible (o.c.), p. XI. 1 P. K lopsch, I.e ., p. 315. 4 P. -M . B ogaert, "É loge académ ique du professeur H . J. Frede", en R. G ryson - P. M. B ogaert, R echerches su r l'histoire de la B ib le latine, L ovaina 1987, p. 12.

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Biblia hay una que para los occidentales tiene una importancia sin igual. Se trata de la traducción latina, a través de la cual, durante siglos, nuestros padres cono­ cieron el texto sagrado. Bestseller mundial de todos los tiempos, la Biblia no ha ocupado jamás tanto espacio en las bibliotecas como durante los mil años de la edad media. En esa época, se puede conjeturar que un libro de cada diez era una Biblia o se refería directamente a la interpretación de la Biblia, y todo el saber se ordenaba en torno a su autoridad suprema. La Biblia latina ha ejercido, por tanto, una influencia considerable sobre la formación de la mentalidad occidental; ha sido verdaderamente la matriz de la cultura medieval. La historia de la Biblia latina arroja, por consiguiente, una viva luz sobre los orígenes de nuestra civili­ zación. A través de ella se pueden seguir las huellas de la aculturación progresi­ va del cristianismo en el Imperio Romano y en la nueva sociedad que se constru­ yó sobre sus ruinas después del desencadenam iento de las invasiones germánicas. Cada generación, cada nación, esforzándose en perfeccionar el tra­ bajo de sus antecesores o de sus vecinos, ha impreso en ella su propio sello. Así, en cada libro de la Biblia latina se ve aparecer, como en un corte geológico, la herencia de todas las épocas y de todos los ambientes que han hecho la Europa cristiana” ‘. La cita ha sido larga, pero valía la pena hacerla por la profundidad y clari­ dad de pensamientos que expone. A.Ceresa-Gastaldo 2, recogiendo una larga cita de L. Spitzer \ dice lo siguiente: “El latín de las antiguas versiones de la Biblia (se refiere a las anti­ guas y a la Vg) presenta justamente, mejor que ningún otro documento, las hue­ llas evidentes de las formas de civilización hebrea, griega y romana, fundidas con la cristiana, y es en esta variada y compleja convergencia y confluencia de múltiples factores, en un proceso secular de conservación y renovación lingüís­ tica, donde reside la extrema dificultad de su investigación” (p. 22). 1 R. G ryson, "Introduction", en R. G ryson. P. -M . B ogaert, R echerches sur l'histoire de la B ib le latine, L ovaina 1987, p. 6. 2 A. C eresa-G astaldo, II latino delle antiche versioni hibliche, R om a 1975, p. 22. 3 L. Spitzer, C ritica stilistica e sem ántico storica (trad. ital. de A. Schiafini), B arí 1966. R ecogem os la cita de la obra de C eresa-G astaldo, traduciéndola al español: "La que p odré llam ar sem ántica europea es el denom inador com ún de cuatro estilos históri­ cos - o expresiones sem ánticas de form as de c iv iliz a c ió n - que en el curso de los siglos se han sobrepueso unos a otros, p a ra construir el edificio de la koiné sem ántica, que hace que u n a p e rso n a q u e h a b le u n a c u a lq u ie ra d e la s len g u a s e u ro p e a s p u e d a d o m in a r sem ánticam ente o tra cualquiera. E stas cuatro form as de civilización son la hebrea, la griega, la rom ana y la cristiana, las tres p rim eras de las cuales han sido absorbidas y al m ism o tiem p o con se rv a d a s p o r la ú ltim a ... N u estro m aterial léxico c o n c e p tu a l... se rem o n ta principalm ente al período de form ación del cristianism o, en los prim eros siglos de nu estra era, que podem os lla m ar cristiandad antigua, y que h a absorbido las enseñan­ zas de la antigüedad pag an a y del hebraísm o" (p. 22; corresponde a las pp. 223-224 de la obra de L. Spitzer, en versión italiana).

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B. Fischer, el gran especialista en la historia de la transmisión del texto de la Vg y la Vetus latina dice: “Para calibrar la importancia de la Vg, baste seña­ lar solamente que esta versión fue la base de las primeras traducciones de la Biblia a todas las lenguas europeas” No vamos a continuar aduciendo testimonios de autores 2. Algunos datos estadísticos confirmarán la importancia excepcional de la Vg. La Vg de Jeróni­ mo sola cuenta con más de 10.000 manuscritos. El más antiguo, el Codex Sangallensis 1395, escrito en Verona en el siglo V, es probablemente contemporá­ neo del propio Jerónimo. El Codex Fuldensis data del año 546. Es evidente que ningún otro libro de la antigüedad goza de esta situación de privilegio3. En España, por ejemplo, según el reciente Catálogo de los manuscritos clá­ sicos latinos existentes en España, de L. Rubio, Madrid 1984, hay 735 manus­ critos clásicos, incluyendo, según el autor del catálogo, “algún Isidoro, algún Boecio, algún Alano o algún humanista” (p. 14), es decir, todos los autores clá­ sicos latinos juntos existentes en España no alcanzan ni una mínima parte de los manuscritos de la Vg. Según el libro sobre los Codices Latini antiquiores, de E.A.Lowe (Parts IX, Oxford 1934-1966; Supplement 1971; Part II, 2. ed. 1972), han llegado hasta nosotros 280 manuscritos de la Biblia latina -V L y V g- anteriores al siglo IX. De los 9.000 códices latinos del siglo IX, examinados por Bischoff hasta el año 1B. Fischer, o.c., p. 220. 2 P uede verse nuestro artículo en donde se recogen otras m uchas opiniones de em inentes investigadores: O. G arcía de la Fuente, "El latín bíblico y el latín cristiano en el m arco del latín tardío", en A nalecta M alacitana 10 (1987) 3-64, en p. 39. Por ejem plo, la de E. Franceschini: "H ablar de la B iblia en la alta E dad M edia, es decir, en los siglos que van desde el siglo V II al siglo X , significa rehacer la historia de toda la vida religiosa, cultural y artística de aquel período". "Esencialm ente es al texto latino de la B iblia a quien se confió la tarea de constituir el centro de la civilización europea m edieval". S. B erger dice: "La V ulgata es, en efecto, casi la única form a bajo la cual se ha difundido la B iblia durante m il años en todo el Occidente. D e la lengua de la Vulgata, en donde el latín rústico de los prim eros siglos cris­ tianos se m ezcla con la latinidad hebraizante de Jerónim o han salido en gran parte las len­ guas rom ánicas. L a V ulgata ha sido el libro p o r excelencia de la E dad M edia". S. D'Elia añade: "Jerónim o realiza, entre el 384 y el 406, una de las m ás grandes conquistas de la civi­ lización literaria latina". W . Siiss dice también: "H ay en la V ulgata un sello de unidad que consigue colocar a la obra en el prim er puesto entre todas las traducciones de la literatura universal". J. G ribom ont añade: "El interés prim ordial de la B ibia latina - s e refiere sobre todo a la V u lg a ta - no reside sin em bargo en el m odelo que traduce, sino en la im portancia histórica que h a desem peñado. Fue por m edio de ella com o el Occidente conoció las Escri­ turas durante quince o veinte siglos; fue por m edio de ella com o se expresó la experiencia religiosa de ese m undo; en la m edida en que ella creó las fórm ulas y los conceptos que reno­ varon la noción de D ios, del hom bre, de la historia, contribuyó de m anera decisiva a la cul­ tura m undial y sobre todo a las m odulaciones propias del latín patrístico y m edieval". Véan­ se éstas y otras opiniones en nuestro trabajo citado. 1 U na breve descripción de los principales mss. del N.T. de la V ulgata puede verse en B. M. M etzger, o.c., pp. 334-352, y en B. Fischer, "Das N eue T estam ent..." (o.c.), pp. 220-259.

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1962, el 15% lo constituyen textos bíblicos; otro 15%, comentarios bíblicos, y este material conservado apenas representa el 5% del material total que ha exis­ tido realmente 1. La Vg fue sancionada por la Iglesia católica como texto oficial con las edi­ ciones promovidas por el papa Sixto V (Roma 1590) y por el papa Clemente VIII (Roma 1592), hasta que por iniciativa del papa Pablo VI se llevó a cabo la Neovulgata, promulgada el 25 de abril de 1979 con la Constitución apostólica del papa Juan Pablo II. El texto hasta entonces vigente, y editado una y otra vez sin correcciones, fue revisado a fondo y corregido en muchísimos casos, no sólo desde el punto de vista de la forma lingüística, sino que fue comparado una vez más con el texto original. La Neovulgata (Nova Vulgata Bibliorum sacrorum editio, Roma 1979) intenta reproducir lo más exactamente posible el texto original de Jerónimo y también la traducción exacta del original. Y lo ha conseguido en una medida realmente admirable. Es una obra maestra de estudio y análisis, difícilmente superable.

1 V éanse los datos en E. Franceschini, "L a B ib b ia nell'alto M edioevo", en V arios, L a B ib b ia nell'alto M edioeveo (o.c.), p. 18. P ara m ás datos sobre m s. bíblicos, cf. P. Petitm engin, "Les plus anciens m anuscrits de la B ible latine", en B ible de tous les tem ps, II, (o.c.), pp. 89-128; B. M . M etzger, o.c., pp. 293-319 y 334-348, y S. B erger, H istoire de la Vulgate, Paris 1893.

COINCIDENCIAS Y DISCREPANCIAS ENTRE EL "LATIN BIBLICO" Y EL "LATIN CRISTIANO"

El tema que se va a tratar aquí se refiere a las relaciones entre el “latin bíblico” y el “latín cristiano”, para discutir si existe un latín bíblico como fenó­ meno lingüístico especial dentro del marco más amplio del “latín cristiano”. Si existe, hay que estudiar cuál es de hecho su entidad propia y cuál la influencia que ha ejercido en el propio latín cristiano, si es que ha ejercido alguna, y cuá­ les son, en definitiva, sus características específicas. El tema tiene evidentemente algunos aspectos más que discutibles. La Escuela de Nimega, por ejemplo, pionera y representante más destacada de los estudios sobre el “latín cristiano” desde hace más de 60 años, no hace distinción alguna entre el “latín bíblico” y el “latín cristiano. Aún más. Ni siquiera se plan­ tea el problema de una posible diferenciación. Para esta escuela, el latín de las versiones bíblicas constituye un ingrediente más del latín cristiano. Esta misma postura adoptan otros tratadistas del latín cristiano, fuera ya de la escuela de Nimega.

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II.l.- ESTADO DE LA CUESTION Como intentaremos demostrar a continuación, esta actitud va en contra de la antigua tradición cristiana sobre el latín bíblico, representada fundamentalmente por Jerónimo y Agustín, como hemos dicho en el capítulo precedente, y va en con­ tra también de los propios datos lingüísticos. El latín bíblico constituye, de hecho, una entidad lingüística propia, que puede y debe estudiarse aparte. Sus diferencias con respecto al latín cristiano van desde el campo sintáctico hasta el campo léxico y semántico, sin olvidar naturalmente el campo estilístico, que refleja la mentali­ dad semítica de los autores de la Biblia, tan distinta de la mentalidad latina. Las principales novedades, tanto con respecto al latín profano contemporá­ neo del cristianismo, como con relación al latín clásico, ya quedaron suficiente­ mente expuestas en la primera parte de este estudio y no hay por qué volver aquí sobre ellas. Sólo es preciso llamar la atención -y a como introducción con­ creta al tema de este capítulo- que todos los estudios mencionados allí hablan de latín cristiano o de latín patristico o de latín de la Iglesia, englobando den­ tro de este concepto el latín de las versiones de la Biblia. Este modo de proceder no tiene en sí nada de extraño, si se tiene en cuenta que las versiones latinas de la Biblia son escritos cristianos, como lo es la versión latina de la Carta de Clemente a los Corintios o la traducción latina del Pastor de Hermas, por no citar más que dos traducciones latinas cristianas muy antiguas. Sobre este hecho y sobre esta base están construidos los manuales del latín cristiano, comenzando por el viejo manual de G. Koffmane ', que comienza con un capítulo sobre el “latín de la Biblia” (Antiguo Testamento; Nuevo Testamen­ to; expresiones bíblicas (pp. 7-19), hasta los manuales más modernos, como el de G.Calió 2, que también dedica un capítulo a las antiguas versiones de la Biblia, titulando curiosamente: “El latín cristiano preliterario” (pp. 57-61), capí­ 1G. K offm ane, G eschichte des K irchenlateins, B reslau 1879. 2 G. C alió, II latino cristiano, B olonia 1965.

C oincidencias y discrepancias entre el "Latín bíblico" y el "Latín cristiano"

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tulo que subdivide en tres apartados: a) Las antiguas traducciones de la Biblia; b) Las antiguas traducciones de las obras de los Padres Apostólicos; c) Carácter preliterario y valor lingüístico de estas traducciones. En este tercer apartado se consideran en el mismo plano y como una sola cosa las traducciones de la Biblia y las traducciones de las obras patrísticas, cosa a nuestro juicio desacer­ tada, porque las traducciones de la Biblia son una cosa, y tienen unas caracterís­ ticas específicas y concretas y, otra cosa son las traducciones de las obras patrísticas, aunque eventualmente puedan coincidir en algún aspecto, como la literalidad de unas y de otras. También hay que mencionar el manual de G. Reichenkron ', que dedica un apartado específico al “latín bíblico”, dentro del capítulo más general consagra­ do al “latín de los escritores cristianos de los siglos III y IV” (pp. 96-101). Y por último, es obligada la inclusión del conocido manual de A. Blaise \ obra que ya ni siquiera menciona en ningún sitio, como tema aparte, el latín bíblico, sino que lo funde y engloba del todo en el concepto más amplio del latín cristia­ no, y ése es el nombre que recibe su Manual. Blaise hace lo mismo en su útilísimo y conocido Dictionnaire latinfrançais des auteurs chrétiens, Turnhout 1954, en donde considera como una sola realidad los textos bíblicos y los textos patrísticos; los examina en la misma línea y da las acepciones de los términos sin destacar las diferencias y peculiaridades de esas acepciones, muchísimas de las cuales son propias de la Biblia y que no han pasado a los autores cristianos. Es evidente que se echa de menos en la investigación latina actual de la edad tardía un Diccionario de la Vulgata, que complete las lagunas del Thesau­ rus linguae latinae y distinga adecuadamente los términos y significados espe­ cíficos de las versiones de la Biblia, y, en concreto, de la Vg, de los significados y términos de la literatura cristiana \ Volviendo sobre el Manual de Blaise, hay que señalar que dedica la prime­ ra parte al “estilo cristiano” (pp. 11-66), desarrollando en ella los siguientes temas: 1) El vocabulario: a) formación de palabras; b) estilística; c) reacción etimológica. 2) La retórica tradicional. 3) El simbolismo. 4) El lenguaje figura­ do. 5) El lenguaje afectivo: a) el amor místico; b) el amor de los hombres, la caridad humana.

1G. R eichenkron, H istorische latein-altrom anische G ram m atik, I, W iesbaden 1965. 3 A. B laise, M a n u el du latin chrétien, E strasburgo 1955. 3 P odem os com u n icar a nuestros lectores que esta obra, es decir, un D iccionario de la V ulgata, se está preparando en la U niversidad de M álaga por nosotros m ism os y un equipo de profesores bajo nuestra dirección, y que aparecerá pronto el prim er fascículo.

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Como cualquiera puede ver, de esta primera parte de la obra, tres capítulos al menos, -e l 3, el 4 y el 5 - se basan casi exclusivamente en datos bíblicos, de tal manera que, repasando estos temas, se saca la impresión de que el latín cris­ tiano casi no es otra cosa que latín bíblico, a pesar de que el autor lo llama latín cristiano y su Manual recibe ese nombre. Pero esto es a todas luces una exageración y una inexactitud para caracteri­ zar al latín cristiano, porque en realidad “el latín cristiano” es algo más y algo distinto del “latín bíblico”, tomado en sentido estricto. Minucio Félix, Tertuliano y Cipriano son ciertamente tres representantes destacados del latín cristiano, y, no obstante, no tienen ni remotamente el mismo estilo simbólico, afectivo y figurado que tiene la Biblia latina ni puede compararse bajo estos puntos de vista el estilo de cada uno. Minucio Félix, por ejemplo, considera demasiado vulgar y bárbaro el latín de las primeras traducciones de la Biblia y lo rechaza, utilizando en su Octavius un latín literario elegante y bien construido, que puede competir con el de sus contemporáneos paganos. Tertuliano, en cambio, no sólo no rechaza esta lengua popular especial de la Biblia latina, sino que descubre sus inmensas riquezas y posibilidades de expresión y las utiliza de manera consciente y abundante. Cipriano, por su parte, se mantiene en un punto medio: no rechaza de plano el latín bíblico ni lo incorpora sin escrúpulos. Acoge lo indispensable, lo que ya había tomado carta de naturaleza en el latín cristiano, pero pasa por alto muchos elementos típicos de la lengua de la Biblia. Estas tres posturas tuvieron sus continuadores en épocas posteriores. Lac­ tancio, por ejemplo, está más cerca de Minucio Félix que de Tertuliano. Y lo mismo se puede decir, con alguna limitación, de Hilario de Poitiers. Otros auto­ res, en cambio, como Ambrosio, Jerónimo y Agustín buscaron y consiguieron hacer la síntesis entre las tres posturas iniciales más radicales, acercándose más a la postura de Cipriano. Todos estos son datos que ya hemos expuesto en la primera parte; pero con­ venía recordarlos aquí, para centrar bien el tema de la existencia del latín bíblico. Porque, en definitiva, el concepto de latín cristiano es bastante más amplio que el de latín bíblico. El latín cristiano abarca, en efecto, desde la lengua popu­ lar de las inscripciones cristianas hasta la lengua, con aspiraciones clásicas, de Minucio Félix y Lactancio, pasando por la lengua elegante y cuidada de Hilario,

C oincidencias y discrepancias entre el "Latín bíblico" y el "Latín cristiano"

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Ambrosio, Jerónimo, Agustín, sin olvidar la de Prudencio, Paulino de Ñola o Sedulio. El latín bíblico, en cambio, es exclusivamente el latín popular especial de las antiguas versiones de la Biblia y el latín algo más cuidado y correcto de la Vg de Jerónimo. Este latín fue sin duda la base del latín cristiano. En primer lugar, del latín cristiano primitivo de los siglos 11,111 y hasta finales del IV, en la forma conocida y denominada de la VL. Y en segundo lugar, del latín cristiano literario desde finales del siglo IV hasta el final de la época tardía, en las formas de la VL y la Vg. Nunca se insistirá, pues, lo bastante en la importancia del latín bíblico para explicar el latín cristiano. Pero esto no obsta para que se pueda y se deba distinguir entre latín bíblico y latín cristiano, puesto que hay muchos elemen­ tos del latín bíblico que no han pasado al latín cristiano y que, por tanto, nunca formaron parte habitual y normal de la lengua hablada y escrita por los cristianos. Esto que acabamos de decir, y que podría parecer una novedad, es la ense­ ñanza tradicional de los dos más grandes eruditos y escritores cristianos de la antigüedad, Jerónimo y Agustín, que la expresaron bajo las denominaciones de consuetudo scripturarum, mos scripturarum, idioma scripturarum , con las que aludían a la lengua de la Biblia latina como a una lengua distinta del latín clásico, por una parte, y de la lengua hablada, pagana o cristiana, por otra. Como recalcan bien estos dos grandes escritores, las innovaciones que supone la lengua de la Biblia no se limitan al campo léxico o semántico, sino que se extienden también al campo sintáctico y estilístico, como vamos a ver a conti­ nuación.

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Π.2.- PECULIARIDADES DEL LATIN BIBLICO Las innovaciones o novedades que vamos a señalar a continuación se refie­ ren evidentemente al latín bíblico comparándolo con el latín cristiano. No se refieren directamente al latín bíblico comparándolo con el latín clásico o profa­ no, en general, porque no es éste el tema que se discute aquí, y porque, además, es evidente que si el latín bíblico se distingue del latín cristiano, con mayor razón se distinguirá del latín clásico y profano en general. No obstante, todas las novedades que se expondrán aquí son también novedades con respecto al latín clásico o tardío. Aunque algunas o varias de las características que vamos a señalar aquí puedan no ser exclusivas del latín bíblico, sino que hayan podido ser preparadas por usos del latín arcaico o del latín popular o puedan ser incluso innovaciones aisladas del latín clásico, algunas de las cuales hayan podido pasar esporádica­ mente al latín bíblico, tomadas todas estas características en su conjunto, favo­ recidas sin duda por el influjo semítico a través del griego de los Setenta, dan al latín bíblico un colorido especial, sumamente original y llamativo. Los puntos que vamos a considerar aquí se refieren a los campos sintáctico, léxico, semántico y estilístico. Y toda la materia la distribuimos en tres aparta­ dos, relativos a las tres grandes fuentes que caracterizan básicamente al latín bíblico, es decir, el influjo semítico (hebreo y arameo), el influjo griego y el influjo de la lengua popular.

11.2.1.- INFLUJO SEMITICO 11.2.1.1.- Campo sintáctico Sin pretender ser exhaustivos, y sin seguir un orden especial, vamos a seña­ lar las siguientes características del latín bíblico, derivadas de las lenguas semí­ ticas originales de la Biblia, el hebreo y el arameo, características que sólo en

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forma de citas bíblicas o en contextos muy singulares podrán encontrarse tam­ bién en el latín cristiano. Son, pues, características del latín de la Biblia. Pero conviene hacer ya desde el principio una clara distinción entre semitis­ mos cualitativos, es decir, los semitismos que son ajenos y extraños al latín clá­ sico o profano, en general, y que no tienen antecedentes en él y, por tanto, son propios del latín bíblico, y semitismos cuantitativos, que sí tienen antecedentes en la lengua latina anterior, pero que aumentan cuantitativamente en el latín bíblico por influencia semítica. Un par de ejemplos de cada uno de estos semitismos pondrá luz en lo que queremos decir. Que filii dispersorum meorum (Sof 3,10) signifique “mis hijos dispersos” -los israelitas son los hijos de Dios y están dispersos por el mundo a causa de la cautividad babilónica en tiempo de Nabucodonosor- es un semitis­ mo cualitativo, porque no existe tal construcción fuera del latín bíblico para sig­ nificar lo que significa. La frase del salmo 73,2 mons Sion in quo habitasti in eo, “el monte Sión en el que has habitado en él”, es evidentemente un semitismo cualitativo, porque el latín no admite este tipo de construcción. Que el latín bíblico utilice casi siempre el giro dico quod, credo quod en lugar de la oración de infinitivo es un semitismo cuantitativo, porque ese giro existe en el latín anterior a las versiones bíblicas y es una construcción de origen popular, pero en la Biblia aumenta de una manera extraordinaria y llamativa por influencia del hebreo, cuya lengua carece de oración de infinitivo. Hechas estas claraciones previas, damos aquí recogidas esquemáticamente las principales características del latín bíblico derivadas de sus fuentes semíticas. 1.- Elementos fundamentales de la frase 1,- Sujeto indeterminado1: A veces en el latín bíblico falta el sujeto indeterminado de tercera persona, aunque el verbo esté en voz activa y en singular, cuando en el latín normal la omisión sólo se da en el plural de la voz activa de ciertos verbos o en el singular de la voz pasiva. El calco hebreo en estos casos es evidente y la frase resultante en latín es oscura, y expuesta a confusión, por ejemplo: numquid Sion dicet (Sal 87,5), “¿acaso se dirá (= dicetur) de Sión?”; per ascensum... Luith flens ascen­ det (Is 15,5), “por la subida... de Luit se subirá (= ascendetur) llorando”, etc. Se da también el caso contrario, es decir, el sujeto se repite sin necesidad o se expresa pleonásticamente: venit Nabuchodonosor...”ipse” et omnis exercitus ' Para toda esta cuestión, ef. O. G arcía de la Fuente, "C onsideraciones sobre el influ­ jo hebreo en el latín bíblico", en E rem ita 49 (1981) 307-342, en pp. 323-324.

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eius (Jr 52,4), “vino Nabucodonosor... “él” y todo su ejército”; qui tribulant me...”ipsi” infirmati sunt (Sal 26,2), “los que me atribulan... “ellos” son debili­ tados”; Dominus virtutum “ipse” est rex gloriae (Sal 24,10), “el Señor de los ejércitos “él” es el rey de la gloria”, etc.1. En todos estos casos se trata de tra­ ducciones literales del hebreo, que tiene un pronombre redundante, para recal­ car el sujeto. El giro ha pasado a los LXX y de allí a la VL. 2.- Ausencia de verbo copulativo2: 2.1.- El verbo copulativo falta a veces en oraciones de contenido general, como sentencias y proverbios del tipo: abominabile Domino cor pravum (Prv 11,20), “es abominable para el Señor el corazón depravado”; fructus iusti lig­ num vitae (Prv 11,30), “el fruto de justicia es árbol de vida”; via stulti recta in oculis eius (Prv 12,15), “la conducta del necio es recta a sus ojos”. Hay innume­ rables ejemplos en la Biblia latina. Esta construcción no tiene nada de especial en el latín de todas las épocas, y, por tanto, no es algo peculiar del latín bíblico. Pero su presencia tan generalizada en la Biblia es debe a influencia hebrea, y, por eso, se puede hablar de semitismo cuantitativo. 2.2 - Pero el giro se da también en oraciones en primera persona, construc­ ción ya más inhabitual en el latín no bíblico; por ejemplo: ego flos campi et lilium convallium (Cant 2,1), “yo soy la flor del campo y el lirio de los valles”; dilectus meus mihi et ego illi (Cant 2,16), “mi amado es para mí y yo para él”; ego dilecto meo et ad me conversio eius (Cant 7,11), “yo soy para mi amado y hacia mí tiende su deseo”, etc.3. Este giro es también un calco hebreo, pues en el texto original falta el verbo copulativo. La estructura de la frase evidentemente es latina, pero su frecuencia en el latín bíblico es cuando menos un semitismo cuantitativo. 2.3.- Uso de pronombres demostrativos en función de verbo copulativo. La omisión del verbo copulativo en determinados casos del latín bíblico llega a extremos verdaderamente llamativos, ya del todo inusitados en el latín no bíbli­ co, sea pagano o cristiano. En efecto, los demostrativos hic, iste, Ule pueden funcionar como verbo copulativo. El giro es evitado generalmente por la Vg; pero es frecuente en la VL; por ejemplo: ista lex (holocausti, sacrificii, etc.), hic ritus (leprosi), hoc sacrificium (leprosi) (Lv 6,8,14; 7,11; 13,59; 14,2,32, etc. VL), “esta es la ley del holocausto, del sacrificio”; “este es el rito del leproso”; “este es el sacrificio del leproso”, etc. La Vg traduce correctamente estos giros 1M ás ejem plos en F. K aulen, Sprachlisches H andbuch (o.c.), pp. 286-287. 2 P ara toda esta cuestión, cf. O. G arcía de la Fuente, "C onsideraciones sobre el in flu ­ jo hebreo", ibid., p. 324. 1 O tros ejem plos en F. K aulen, SpracM iches H andbuch (o.c.), p. 284.

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por el correspondiente giro latino: ista est ¡ex; hic est ritus; hoc est sacrificum, etc. Esto demuestra que el giro mencionado no es una simple omisión del verbo copulativo, sino el empleo de pronombres en función de verbo copulativo, construcción ya inusitada en latín. También en este caso el giro es un hebraísmo puro1. 3.- Expresión del predicado2: 3.1.- En el latín bíblico la función de predicado la desempeñan a veces par­ ticipios con el verbo esse en sustitución del verbo finito correspondiente, como stantes erant pedes nostri (Sal 122,2), “nuestros pies estaban” (= se posaban, apoyaban); vita nostra appropinquans erat (Eclo 51,9), “nuestra vida estaba cerca” (= se acercaba), etc. Este giro no es extraño a las estructuras de la lengua clásica (cf. Cic. Sest. 128). Pero hay que decir que en las versiones latinas de la Biblia el giro depende casi siempre del modelo hebreo. Se trata, pues, de un semitismo cuantitativo o de origen. 3.2,- Pero también la desempeñan sustantivos abstractos, que sustitu­ yen a los adjetivos correspondientes, según el uso norm al en hebreo, o están en lugar del predicado verbal correspondiente. En ambos casos, el uso bíblico depende del modelo hebreo, y se puede hablar de semitismos cuantitativos o de origen. Algunos ejemplos de los innumerables que exis­ ten: omnia mandata tua aequitas (Sal 119,172), “todos tus mandatos son equidad” ( = justos); mandata tua meditatio mea est (Sal 119,143), “tus mandatos son mi meditación” (= dignos de ser meditados); omnia mandata tua veritas (Sal 119, 86), “todos tus mandatos son verdad” ( o verdaderos), etc.3. 4,- Complementos del predicado4: 4.1.- El nominativus pendens. Los complementos del predicado se anticipan a veces en el latín bíblico, dando origen al llamado nominativus pendens. En la lengua hebrea este gird es casi una construcción normal. Y entonces, para indi­ car la relación de la oración, se recurre a un pronombre pleonástico, colocado en el caso que requiere el nombre o el verbo regente. He aquí algunos ejemplos, de los muchos que existen: Deus meus impolluta via “eius" (Sal 18,31), “mi ' Cf. F. K aulen, Sprachliches H andbuch (o.c.), p. 284; J. B arr, Sem ántico d el linguaggio bíblico (trad, ital.), B olonia 1968, pp. 86-87. 2 P ara toda esta cuestión, cf. O. G arcía de la Fuente, "C onsideraciones sobre el influ­ jo hebreo", ibid., pp. 324-325. 3 O tro s m u c h o s e je m p lo s, q u e c o n firm a n c u a n to d e cim o s a rrib a , e n F . K aulen, Sprachliches H andbuch (o.c.), p. 60. 4 P ara toda esta cuestión, cf. O. G arcía de la Fuente, "C onsideraciones sobre el influ­ jo hebreo", ibid., p. 325.

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Dios es perfecta su conducta” (o sus caminos = la conducta de mi Dios es per­ fecta); Dominus in caelo sedes “eius” (Sal 11,5), “el Señor, su trono está en el cielo” (= el trono del Señor está en el cielo); quicumque audierit tinnient ambae aures “eius" (ISm 3,11), “quienquiera que lo escuche retumbarán sus dos oídos” (= a quienquiera que lo escuche le retumbarán los dos oídos); qui vicerit faciam “illum” (Apc 12), “quien venza, le haré” (= a quien venza le haré); qui vicerit dabo “ei" (Apc 5,21), “quien venza le daré” (= a quien venza le daré), etc. Esta construcción existe en el latín de todas las épocas, y tiene, como es sabido, origen popular, por la tendencia a subrayar o enfatizar lo que se quiere destacar, en este caso, el sujeto1. Pero la presencia de estos nominativos en el latín bíblico se debe siempre al modelo hebreo -o griego, en su caso, que es también una derivación del modelo hebreo-, y, por tanto, se puede hablar de semitismo cuantitativo o de origen. 4.2,- El latín bíblico anticipa también de manera enfática cualquier otro caso de la oración, y no sólo el nominativo, recurriendo de nuevo al pronombre pleonástico, que remite al nombre anticipado en el caso que le corresponde. Hay también muchos ejemplos: detrahentem secreto... “hunc” persequebar (Sal 101,5), “al que difama en secreto... a éste le perseguía”; aestatem et ver tu plasmasti “ea” (Sal 74,17), “el verano y la primavera tú los formaste”; superbo oculo... “cum hoc” no edebam (Sal 101,5), “con el (de) ojo altanero...con éste no comía”; timentis Dominum beata est anima “eius” (Eclo 34,17), “del que teme al Señor es feliz el alma “de él”, etc.2. Este tipo de construcción, al parecer, no existe en el latín de ninguna época3. Por lo que respecta al latín bíblico es claro que la construcción se remonta al texto hebreo, que tiene siempre el pronombre redundante para recoger al sustantivo que le precede; por tanto, o es un semitimo cualitativo, si no hay casos en el latín no bíblico, o es, al menos, un semitismo cuantita­ tivo. 2,- El sustantivo 1,- Uso de términos abstractos en singular por concretos: Hay muchos ejemplos: captivitas, “los cautivos” (lM c 9,70); dispersio, “los judíos disper­ 1 Cf. L eum ann - H o f m a n n - S zantyr, L a tein isch e G ram m atik (o.c.), pp. 29-30 y p. 731, con ejem plos de todas las épocas. 2 M ás ejem plos y su dependencia del hebreo, en F. K aulen, S prachliches H andbuch (o.c.), pp. 277 y 286. 3 A sí lo afirm an L eum ann -H o f m a n n - Szantyr, Lateinische G ram m atik (o.c.), p. 29, en donde exam inan algunos casos parecidos y dicen que se pueden explicar p o r atrac­ ción, y n o son verdaderos acusativos enfáticos.

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sos” (2Mc 1,27; Jn 7,35; IPe 1,1); electio, “los elegidos” (Rom 11,7); habitatio, “los habitantes” (Is 12,6); hereditas, “los herederos” (Dt 9,26); iniquitas, “los inicuos” (Sal 26,12); sanctificatio, “el santuario” (Nm 6,12; Sal 113,2; 131,18; lMc 1,23,39); transmigratio, “los desterrados” (Ez 11,25), etc.1. El latín de todos los tiempos ha utilizado el singular con sentido colectivo como equivalente del plural: Romanus sedendo vincit (Varr.Rust. 1,2.2), “los romanos vencen sentados”, como decía un antiguo proverbio2. Pero en los casos que citamos de la Biblia latina y en otros muchos que se omiten, no se trata de singulares concretos, como sucede con los textos latinos profanos, sino de sin­ gulares abstractos, que tienen sentido de concretos, y esto se debe al original hebreo, en el caso de la Vg, y al original griego, en el caso de la VL y del NT. Es, por tanto, una novedad dentro del latín. 2,- Uso de abstractos en plural por concretos: La mayoría de estos abstrac­ tos plurales son del latín corriente de todas las épocas, como aequitates, amari­ tudines, aversiones, benedictiones, collectiones, congregationes, contradictio­ nes, divisiones, fra u d u lentiae, generationes, ignorantiae, interitiones, iustifi cati ones, iustitiae, magiae, miserationes, misericordiae, perditiones, pra­ estationes, progenies, salutes, sanctificationes, superbiae, tornaturae, veritates etc. La lista evidentemente es muy amplia3. Pero el uso en plural se debe a que son traducciones literales del hebreo, y, por tanto, su empleo está provocado por la lengua de traducción de origen. Los hay, sin embargo que son propios del latín bíblico, como carnes (Lv 4,11; lMc 1,50, etc.), sanguines (2Sm 16,7; Ez 9,9, etc.); vitae, “vida” (Sal 62,4), progenies (Act 15,21 VL), sanitates (Is 58,8 VL). 3,- Uso de pluralia tantum del latín no bíblico que se usan en singular en el latín bíblico: Hay términos que la lengua latina ordinaria usaba sólo en plural4, y que en la Biblia latina se usan en singular. Algunos de estos términos son: altare (Ex 40,5, etc.); inferus, “infierno” (Apc 6,8 VL; 20,13,14 VL); inimicitia (Eclo 6,9, etc.); insidia (Os 5,1 VL; Sab 14,24 Vg); minada, “amenaza” (Hab 3,12 VL); primitia (Nm 18,12 : Ag. Locut. 59 in Nm); scala, “escalera” (Gn 28,12,13); sertum, “corona, guirnalda” (Is 28,5); tenebra (Mt 6,23 VL; Jn 6,17 VL, etc.); virgultum, “retoño” (Gn 2,5; Is 53,2), etc.

1 O tros ejem plos en F. K aulen, Sprachliches H andbuch (o.c.), pp. 34-35. P a ra la lite­ ratura profana, cf. L eum ann -H o f m a n n - S zantyr, L a teinische G ram m atik (o.c.), p. 747. 2 Cf. L eum ann -H o f m a n n - Szantyr, L a tein isch e G ram m atik (o.c.), pp. 13-14, con ejem plos de todas las épocas, y pp. 749-750. 3 V éase una lista en F. K aulen, Sprachliches H andbuch (o.c.), pp. 126-127 para la Vg; H. R onsch, Itala und V ulgata (o.c.), pp. 273-274, para la VL. 4 S o b re estos plurales, cf. L eu m an n - H o f m a n n - S zantyr, L a te in isc h e G ra m m a tik (o.c.), pp. 15-16, con m ención de m uchos térm inos usados sólo en plural.

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4 .- U s o d e l g e n itiv o : 4 .1 .- E l g e n itiv o de c u a lid a d e n s u s titu c ió n d e u n a d je t iv o 1.

Sobre el origen y explicación del giro no están de acuerdo los autores. Hofmann-Szantyr2, por ejemplo, piensan que el adjetivo atributo, del tipo homo magni ingenii, “hombre de gran ingenio”, tipo corriente en latín clásico, es innecesario, dada la significación del sustantivo en genitivo. Ernout-Thomas3 dicen que el giro tiene origen hebreo y que sólo se extendió tardíamente por influjo de la lengua de la Iglesia. Otros autores hablan de una manera más gene­ ral de influjo oriental, sin precisar más4. Todos estos datos apuntan ya hacia algo especial y novedoso dentro del campo de la sintaxis latina, y realmente lo es. La difusión de la expresión en el latín tardío, en especial en los autores cristianos, se debe con total seguridad al influjo de las versiones latinas de la Biblia, que lo emplean de modo habitual con todo tipo de sustantivo y no sólo con res, vir y homo, como suele suceder en los autores tardíos no cristianos5. El origen de la construcción en el latín bíblico se remonta al texto hebreo de la Biblia, en la Vg, y a la versión griega de los Setenta -que, a su vez, depen­ de del hebreo-, en la VL. En cualquier caso, es un hebraísmo sintáctico, calcado sobre la construcción hebrea y aramea habitual, consistente en usar un sustanti­ vo dependiendo de otro sustantivo, a través de cuya construcción la lengua hebrea y aramea bíblicas suplen la notoria escasez de adjetivos. Este genitivo expresa, pues, una cualidad del sustantivo y equivale a un adjetivo calificativo6. El giro pasó, en primer lugar, de una manera habitual a la versión griega de los Setenta, que suele traducirlo de un modo literal. Pero pasó también a la lite­ ratura bíblica, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, escrita directa­ mente en griego, y a las obras patrísticas primitivas escritas en griego, como la Epístola de Bernabé, la Segunda Epístola de Clemente a los Corintios, el Pas­ tor de Hermas, etc. En todos estos casos el genitivo subraya la cualidad y suple, por tanto, al adjetivo calificativo correspondiente. 1 P ara toda esta cuestión rem itim os a nuestro trabajo: "C onsideraciones sobre el lla­ m ado "genitivo de cualidad" en el latín bíblico", en A nalecta M a lacitana (= A nM al) 6 (1983) 279-299, en donde dam os una gran can tid ad de ejem plos, sin p reten sio n es de hab er agotado la m ateria. 2 L eum ann - H o fm a n n - S zantyr, L atein isch e G ram m atik (o.c.), p. 70. 3 E rnout-T hom as, Syntaxe latine, París 1964 2, p, 44, dicen: "Ce d ern ier tour, d'origi­ ne é trangère (hébraïque), ne s'est rép en d u que tardivem ent par la langue de l'É glise". 4 Así, por ejemplo, G. Kittel, Theologisches Wôrterbuch zum N. T., I, Stuttgart 1933, p. 365. s Cf. L eum ann - H o f m a n n - Szantyr, (o.c.), p. 70. 6 Cf. m i trabajo: "C onsideraciones sobre el llam ado "genitivo de cualidad" en el latín bíblico", I.e ., p. 280 (con bibliografía).

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Por lo que se refiere a las versiones latinas de la Biblia, hay que señalar que conservan el giro habitualmente en donde lo encontraban en el texto original hebreo o griego, y que incluso a veces lo introducen por propia cuenta, tradu­ ciendo una sola palabra hebrea o griega por el giro con el genitivo de cualidad. has fórmulas, tipos y modos de empleo son los siguientes: Α Λ Α -El nominativo es un sustantivo concreto y el genitivo un sustantivo abstracto. Los ejemplos del latín bíblico son incontables y todos corresponden a modelos hebreos -o griegos, en su caso, pero influidos por el hebreo- Por ejem­ plo: odor suavitatis , “olor suave” y no “olor de suavidad”; virga impietatis, “vara impía”; opera impietatis, “obras malas”; electio gratiae, “elección gratui­ ta”; donum gratiae, “don gratuito”; verba gratiae, “palabras alegres”; interitus carnis, “muerte corporal”; corona gloriae, “coiona gloriosa”; Dominus gloriae, Señor glorioso”; adventum gloriae, “venida gloriosa”; sedes gloriae, “trono glorioso”; zona gloriae, “vestido espléndido”; splendor gloriae, “resplandor m agnífico, extraordinario”; sedes iniquitatis, “tribunal inicuo”; verbum veritatis, “palabra verdadera”; via veritatis, “camino verdadero”; civitas verita­ tis, “ciudad fiel”; corona iustitiae, “corona justa”; viae iustitiae, “caminos rec­ tos”; victimae iustitiae, “víctimas reglamentarias”; verba mendacii, “palabras mentirosas”; spes mendacii, “esperanza engañosa”; vox exultationis, “voz exul­ tante”; viscera misericordiae, “entrañas compasivas”; vox virtutis, “voz podero­ sa”; virga aequitatis, “cetro justo”; civitas sanguinum, “ciudad sanguinaria” (aquí hay un doble hebraísmo, porque se usa sanguines, “sangre”, en plural); sedes magnitudinis, “trono majestuoso”; divinatio erroris, “adivinación erró­ nea”; sanctuarium fortitudinis, “santuario fortificado”; aqua refectionis, “agua restauradora”; vas electionis, “instrumento elegido”; galea salutis, “casco salva­ dor”; vestimenta ultionis, “vestidos vengadores, para la venganza”; montes sae­ culi, “montes antiguos” (Hab 3,6: este ejemplo podría entrar también en el del caso anterior, es decir, ser un superlativo: “montes antiquísimos”); colles muncli, “collados antiguos” (Hab 3,6: este ejemplo podría entrar también en el de superlativo: “collados antiquísimos”). Estos son algunos de los incontables ejemplos que hay en el latín bíblico del llamado “genitivo de cualidad” o “genitivo hebraico”, y que dependen siem­ pre del texto hebreo o arameo de la Biblia, o al menos de la mentalidad semítica de los autores sagrados, cuando se trata de autores que escribieron en griego, tanto del Antiguo, como del Nuevo Testamento, y, desde luego, dependen siem­ pre del hebreo o arameo en la versión de los Setenta, de donde han pasado a la VL, y que Jerónimo conservó en medida absolutamente llamativa en su Vg'. 1 Leum ann -H o fm an n - Szantyr, Lateinische Grammatik (o.c.), p. 64 reconocen también, al m enos en parte, el origen hebreo de estos genitivos: zum Teil auch d w c h hehraischen Einfluss.

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4.1.2.- Genitivo acompañado de un pronombre. Más extraño aún que el anterior a la idiosincrasia de la lengua latina es el giro en el que el genitivo va acompañado de un pronombre, que en latín normal debería compañar al sustantivo regente. Los ejemplos siguientes confirman cuanto estamos diciendo: virga virtutis tuae, “tu cetro poderoso”, y no “el cetro de tu poder”; corpus carnis eius, “su cuerpo carnal”; corpus humilitatis nostrae, “nuestro cuerpo humilde”; corpus mortis huius, “este cuerpo mortífero”; vasa decoris tui, “tus objetos preciosos”; brachium fortitudinis suae, “su brazo fuer­ te”; urbs fortitudinis nostrae, “nuestra ciudad fuerte”; gladius gloriae tuae, “tu espada gloriosa”; divitiae gloriae hereditatis eius, “sus espléndidas riquezas hereditarias”, o “las espléndidas riquezas de su herencia”, en cuyo caso no se trataría de este tipo de construcción; revelatio gloriae eius, “su revelación glo­ riosa”; ira indignationis eius , “su ira indignada”; spiritus furoris eius, “su soplo furioso”; virga irae suae, “su látigo airado”; cornu salutis meae, “mi fuerza sal­ vadora” (aquí hay un doble semitismo, porque cornu significa “fuerza, poder”); verbum virtutis suae, “su palabra poderosa”; angeli virtutis eius, “sus ángeles poderosos”; idola argenti sui, sus ídolos plateados”; arca sanctificationis tuae, “tu arca santa”; vestimenta ornatus sui, “sus vestidos suntuosos”; caro turpitu­ dinis suae, “su carne indecorosa” (= “su desnudez”); verbum abominationis huiuscemodi, “esta cosa abominable” (aquí hay un doble semitismo, porque verbum significa “cosa”); doctrina vanitatis eorum, “su religión vana”; verbum patientiae meae, “mi recomendación constante”; equum gloriae suae, “su caba­ llo majestuoso”. 4.1.3.- Los genitivos inversos. La lengua latina empleaba más que nosotros sustantivos abstractos con un genitivo para suplir expresiones adjetivales. Este giro, llamado por algunos “genitivo inverso”, porque el término en genitivo es el verdadero sustantivo y el nominativo suple al adjetivo. Este tipo de genitivo existía en latín clásico, pero era poco frecuente (cf. Cic. Att 8,12,5: tristitia illorum temporum, “aquellos tristes tiempos). El latín bíblico no sólo conoce este giro, sino que lo emplea profusamente. Pero hay que advertir que el origen de la expresión bíblica no hay que buscarlo en el latín profano de la época, ni en el latín clásico, sino en el giro hebreo correspondiente, cuya exactitud literal han querido conservar los traductores de la Biblia. Además, en el giro bíblico hay que distinguir dos tipos de “genitivos inver­ sos”; uno, que coincide sustancialmente con el del latín profano clásico y postclásico, aunque el origen y finalidad son distintos de estos tipos de latín; y otro,

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totalmente nuevo, propio del latín de la Biblia, que consiste en añadir el pro­ nombre -en las frases que llevan pronombre- al genitivo, en vez de al sustanti­ vo abstracto, como lo exige el sentido. He aquí ejemplos de ambos giros: 4.1.3.1.- Sustantivo abstracto con “genitivo inverso” normal: Hay muchos ejemplos: abundantia gratiae, “gracia abundante”; abundantia aquarum, “aguas abundantes”; multitudo equitum, “mucha caballería”; multitu­ do dierum, “muchos días”; multitudo maris sonantis, “mar muy embravecido”; magnitudo praedae, “gran botín”; magnitudo divitiarum, “grandes riquezas”; sublimitas hominum, “hombres altivos”; sublimitas sermonis, “palabra subli­ me”; longitudo dierum, “largos días”; altitudo terrae, “tierra profunda”; suavi­ tas odoris, “olor suave” (cf. odor suavitatis, “olor suave”, del apartado ante­ rior); altitudo virorum, “varones altivos” (si se considera como un genitivo de cualidad normal, la traducción sería “altivez humana”). 4.1.3.2.- Sustantivo abstracto con genitivo y pronombre·. Los ejemplos son muy numerosos: multitudo iniquitatis tuae, “tus muchas iniquidades”; multitudo fructus sui, “su mucho fruto”; multitudo negotiationis tuae, “tus muchos negocios”; longitudo dierum tuorum, “tus largos dias”; mag­ nitudo brachii tui, “tu gran poder” (nótese el hebraísmo de brachium (= brazo) con el significado de “poder, fuerza”); altitudo cordis eius, “su corazón altane­ ro”; gloria vocis suae, “su voz majestuosa”; gloria saltus eius, “su bosque esplendoroso”; altitudo oculorum tuorum, “tus ojos altivos”; virtus operum suo­ rum, “sus obras poderosas”. Y otros muchos ejemplos. Ya dijimos antes que este giro es bíblico y no del latín profano, ni siquiera del latín cristiano. 4.1.4,- La metáfora genealógica. Entre los genitivos de cualidad en el latín bíblico destaca por su novedad, y sobre todo por su frecuencia el giro formado por el sustantivo filius, seguido de un genitivo abstracto, a través del cual se expresa la íntima relación entre dos cosas o entre dos personas o entre una persona y una cosa, como si se tratara de una relación entre un padre y un hijo. El giro existe en griego y en latín (fortu­ nae filius, “hombre de suerte, mimado por la suerte”: Cic. Att. 1,13,4). Por tanto, el giro no es una novedad en el latín bíblico. Pero en el latín de la Biblia se usa mucho más que en griego y en latín, y se aplica a casos y cosas que el latín profano, clásico o tardío, expresa a través de los adjetivos corres­ pondientes. El hebreo y el arameo suplen así, una vez más, la escasez de adjeti­ vos. El giro ha pasado sistemáticamente a la versión giega de los Setenta, al griego del N.T., por influencia de los Setenta, además de que estaba favorecido

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por la mentalidad semítica de los autores del N.T. Hay dos tipos de filius con genitivo: 4.1.4.1,- Filius en sentido real o metafórico con un genitivo abstracto. Este tipo es más acorde con la idiosincrasia de la lengua latina; pero los ejemplos que se citan son todos propios de la Biblia latina:///// abominationum, “hijos (hombres) abominables”; filii Belial, “hijos (hombres) malvados”; filius confusionis, “hombre indigno”; filii captivitatis, “hombres cautivos” (nótese el hebraísmo del uso del abstracto captivitas, cautividad, por el concreto captivus, cautivo)', filii diffidentiae, “hombres rebeldes”; filii fortitudinis, “hombres vale­ rosos”; filii iniquitatis, “hombres malvados”; filii institorum , “seres orgullo­ sos”; filii irae, “hombres exasperantes; filii mortificatorum, “reos de muerte”; filii maledictionis; “seres malditos”; filii olei, “personas ungidas”; filius perdi­ tionis, “hombre perdido”; filii stultorum, “hombres necios”; filii terrae, “los terrenos: los hombres”; filii transmigrationis, “los desterrados”; filii tonitrui, “hombres impetuosos”, y otros muchos ejemplos. 4.1.4.2,- Filius en sentido real o metafórico con genitivo y pronombre. Este tipo es propio del latín bíblico: filii deliciarum tuarum, “tus hijos deli­ ciosos”; filius dilectionis suae, “su Hijo amado”; filii dispersorum meorum, “mis hijos dispersos”; filii sterilitatis tuae, “tus hijos no tenidos, inexistentes”, y otros ejemplos. 4.1.4.3.- Filius en sentido real o metafórico con genitivo concreto. Este tipo es igualmente propio del latín bíblico, y sobre todo de la VL: filius centum annorum (Jue 2,8 VL), “hijo de cien años” (= tenía cien años); filius unius anni erat Saul (ISm 13,1 Vg), “hijo de un año (= tenía un año) Saúl”1. Este uso es frecuente en la VL; en cambio, la Vg suele evitarlo. Es un hebraís­ mo evidente2. 4.1.5,- Homo con genitivo. En el latín bíblico existen otros giros, formados por homo y un genitivo abstracto, que equivalen a un genitivo de cualidad, y en las versiones latinas de la Biblia suplen a adjetivos. Estos giros aparecen también en la versión griega de los Setenta y en el N.T. griego. Son evidentemente giros heredados del 1 N o entram os aq u í en la cuestión histórica del dato, que no interesa en este m om en­ to; véanse los com entarios exegéticos al texto. 2 Cf. W . Süss, Studien zu r lateinischen B ibel, T artu 1932, p. 51; ya San A gustín afir­ m aba que era una expresión hebrea.

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hebreo y del arameo. Su presencia, esporádica, en textos tardíos, independiente­ mente de textos bíblicos, indica que se debe a una tendencia de la lengua vul­ gar. Hay dos tipos: 4.1.5.1.- Homo con genitivo abstracto. Este tipo se amolda más a las estructuras de la lengua latina: homo iniquita­ tis, “hombre inicuo”; homo sanguinis, “hombre sanguinario”; homines miseri­ cordiae, “hombres compasivos”. 4.1.5.2,- Homo con genitivo abstracto y pronombre. Este tipo es propio del latín bíblico: homo pacis meae, “mi amigo”. 4.1.6.- Vir con genitivo. Este empleo de vir con un genitivo, para expresar una cualidad, no es des­ conocido del latín tardío; pero es menos frecuente que en latín bíblico, y, ade­ más, el origen del giro es distinto. En el latín tardío profano tiene origen popu­ lar. En el latín bíblico -y lo mismo en la versión griega de los Setenta- tiene su origen en la lengua hebrea, cuya traducción literal intentan reproducir los tra­ ductores de los textos bíblicos. Hay dos tipos: 4.1.6.1,- Vir con genitivo abstracto. Este tipo es común al latín bíblico y al latín tardío profano, aunque el ori­ gen, como se ha dicho, es distinto: vir belli, “hombre guerrero, el guerrero”; vir Belial, “hombre malvado, el malvado”; vir consilii, “hombre sensato”; vir dolo­ rum, “hombre dolorido”; vir mortis, “hombre digno de muerte”; vir sanguinum, “hombre sanguinario” (nótese el hebraísmo de sanguines, “sangres”, en plural, cuando en latín clásico sólo se usa en singular); vir desideriorum, “hombre grato (a Dios)”, y otros ejemplos. 4.1.6.2,- Vir con genitivo abstracto y pronombre. Este tipo es propio del latín bíblico: vir dexterae tuae, “tu hombre preferi­ do”; viri foederis tui, “tus aliados”; viri pacis tuae, “tus amigos”; vir voluntatis meae, “mi hombre preferido”. El latín cristiano toma alguno de estos genitivos del latín bíblico, sobre todo, el primer tipo. Todos ellos son, de todas formas, típicamente bíblicos, o por su origen semítico o, al menos, por su uso abundante y empleo en giros nuevos e inusitados.

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5 - E l v o c a tiv o D e u s

Como es sabido, la forma Deus para indicar el vocativo empieza de manera sistemática en la Biblia latina (Vetus Latina y Vulgata)1y la continúan los auto­ res cristianos, y de ellos pasa al lenguaje latino ordinario. Es muy probable que esta transformación se deba a influjo de la Septuaginta, que adopta el nom. theós en sustitución del vocativo theé, y la Septuaginta lo haya hecho por influ­ jo del hebreo2. Estaríamos, pues, ante un semitismo indirecto en las versiones latinas de la Biblia, tomado de los LXX. 6 - Geminación distributiva de sustantivos, numerales y adverbios. El latín bíblico dispone de procedimientos nuevos e inusitados en latín clá­ sico, vulgar o tardío para expresar la reduplicación distributiva, consistente en geminar sustantivos, numerales o adverbios, generalmente en singular. Este procedimiento no es el de la geminación intensiva del latín, del tipo iam iam, magis magis, magis magisque, longe longeque, modo modo, multo multoque, etc.3. No es tampoco el de la geminación enfática, por ejemplo o stulte stulte (Pl. Bacch. 814); aperite aperite (PI. Pseud. 1284); dicam dicam aliquando·, dic dic quaeso, etc.4. Se trata de un procedimiento sintáctico para expresar la idea de distribución, procedimiento normal en las lenguas semíticas, y muy especialmente en hebreo y arameo, de donde ha pasado en buena medida a la versión griega de los LXX5, al griego del NT y a los autores patrísticos griegos primitivos, como, por ejem­ plo, el Pastor de Hermas. Por lo que respecta al latín bíblico, hay que señalar que quedan algunos restos de este uso, derivado del hebreo (y arameo), en la Vg de Jerónimo, y del griego (influido naturalmente por el hebreo), en la VL. 6.1.- Geminación distributiva de sustantivos: Existen en la Biblia latina varios ejemplos de este uso:

1 Los casos anteriores: P riap. 42,2, (de la época de A ugusto) y Scrib. L arg 84 (del 47/48 d. C r.) son esporádicos y sin trascendencia; cf. L eum ann - H ofm ann - Szantyr, L a teinische G ram m atik (o.c.), p. 24. 2 Cf. L eum ann -H o f m a n n - Szantyr, L ateinische G ram m atik (o.c.), p. 24. ·’ L eu m an n - H o f m a n n - S zan ty r, L a te in isc h e G ra m m a tik (o.c.), p. 808, con otros m uchos ejem plos parecidos. 4 L eu m an n - H o f m a n n - S zan ty r, L a te in isc h e G ra m m a tik (o.c.), pp. 8 0 9-810, con otros m uchos ejem plos. 5 L os datos de los L X X se encuentran en A. H ilhorst, Sém itism es et latinism es dans le P a steu r d'H erm as, N im eg a 1976, p. 115 n. 2; se trata de: a) red uplicación de sustanti­ vos; b) reduplicación de num erales; c) reduplicación de sustantivos con preposición; d) reduplicación de num eralñes con preposición, y los textos correspondientes de los LX X .

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a) Gens: gens et gens, “cada gente, cada nación” (2Re 17,29)'. b) Familia: familae et familiae, “cada familia” (Zac 12,12,14). c) Generatio: la expresión más frecuente en la Biblia es generatio et generatio, “cada generación, cada edad” (Ex 3,15)2, que puede aparecer bajo la forma de a generatione in generationem, “en cada generación” (Ex 17,16; Sal 10,6; 76,9; 84,6; 89,1; Eclo 39,13; 44,14; Is 34,10), de donde se deriva la locución española “de generación en generación”. d) Progenies: en vez de generatio los traductores de la Biblia utilizan a veces progenies, como en Sal 48,12: progenies et progenies, “cada generación”, o en Lc 1,50: progenie in progenies, “en cada generación”. e) Dies: este sustantivo ha dado origen a varias fórmulas de sentido distributivo, traducidas todas ellas literalmente del hebreo, o tomadas del griego, pero procedentes del hebreo. La más frecuente es de die in diem, “cada día” -de donde se deriva la expresión española “de día en día”- (Is 58,2; Sal 61,9; 96,2; 2Cor 4,16); o también ex die in diem, “cada día” (lCro 16,23), o a die­ bus in dies, “cada día” (Ex 13,10), o diei in die suo, “de cada día” (Esd 3,4). Sin repetición del sustantivo, pero con el mismo significado distributivo hay otras dos fórmulas: Ia) die quotidie, “cada día” (Sal 68,20); 2-) unusquisque dies, “cada día” (2Cro 8,14), que sería la fórmula normal en latín. Jerónimo evita muchas veces la expresión hebrea que comentamos y la traduce por el adverbio clásico correpondiente quotidie (así en Prv 8,34; Est 2,11; Ex 5,13, etc.). f) Annus: paralela a la anterior existe también en la Biblia latina, tomada del hebreo, la expresión: ab anno in annum, “cada año” -la frase española “de año en año” es su correspondencia exacta- (Zac 14,16; Neh 10,35). Jeróni­ mo suele evitar esta fórmula, demasiado calcada del hebreo, y la sustituye por la normal y clásica per singulos annos (Así en 2Cro 8,13, etc.)3. De las expresiones anteriores hay que distinguir otras que por su forma externa son iguales, pero que no tienen sentido distributivo, sino que expresan otros conceptos, como la diversidad, las diferentes especies de una cosa, etc., por ejemplo: pondus et pondus (Prv 20,10,23), que significa “emplear pesos 1 E n este m ism o verso Jerónim o traduce idéntica expresión h eb rea por su exacta y clásica correpondencia latina: unaquaeque gens, "cada nación". 2 El resto de los ejem plos, que son m uchos, puede verse en O. G arcía de la Fuente, "L a r e d u p lic a c ió n d is tr ib u tiv a e n el la tín b íb lic o " , e n H o m e n a je a P e d r o S á in z R odríguez, II, M adrid 1986, pp. 279-283, en p. 280. ’ Para m ás textos de esta sustitución rem itim os a O. G arcía de la Fuente, "L a redupli­ cación", ibid., p. 281.

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distintos para aplicarlos injustamente en procecho propio”. Jerónimo en otro pasaje da el sentido real de la frase anterior, al traducir las mismas palabras por diversa pondera, “distintos pesos”. Mensura et mensura (Prv 20,10), significa emplear medidas distintas. La frase in corde et corde locuti sunt (Sal 12,3) significa “hablaron con corazones distintos (= corazones dobles, es decir, falsos). Este significado está corroborado por la versión que da Jerónimo de un texto paralelo: non in duplici corde , “no con corazón doble” (lCro 12,33). Tampoco tiene sentido distributivo, sino indefinido, la repetición del sus­ tantivo homo o vir en los casos siguientes: homo homo qui = “cualquiera que, quienquiera que” (Ez 14,7); homo homo quicumque - “cualquiera que, quien­ quiera que” (Lv 20,10 VL); homo homo filiorum Israel (Lv 17,3 VL), “cualquien hombre de los hijos de Israel”; homo homo si maledixerit Deum suum (Lv 24,15 VL), “cualquier hombre que maldiga a su Dios”. En estos casos el sustan­ tivo homo repetido, en cuanto traducción literal del hebreo, equivale a un inde­ finido, como quisque o quicumque (Véase antes cuando hablamos de los indefi­ nidos). Y lo mismo se ha de decir de la repetición de vir: viro viro cuicumque fuerit fluor (Lv 15,2 VL), “cualquier hombre que padece flujo (seminal)”; viri viri si praevaricata fuerit uxor eius (Nm 5,12 VL), “si la mujer de cualquier hombre ha prevaricado” (aquí existe además el hebraísmo de la repetición del pronombre eius). La frase servabis pacem pacem (Is 26,3) significa “guardarás la laz, sí la paz” o “la paz verdadera”, con sentido enfático. El texto de Jr 24,3 presenta un caso curioso de superlativos expresados por positivos, por tanto, no es un texto de geminación distributiva. El texto dice así: Quid tu vides, Ieremia? Et dixi: ficus ficus bonas bonas valde, et malas malas valde. Hemos omitido con toda intención la puntuación para que aparezca más claramente la dificultad de interpretación, si no se tiene en cuenta el origen hebreo de la frase. La traducción y el sentido es el siguiente: “¿Qué ves, Jeremías? Y yo dije: ‘(Veo) higos, higos muy buenos, buenísimos, y muy malos, malísimos”. Se trata sencillamente de dos superlativos expresados por dos positivos, cosa frecuente, por lo demás, en el latín bí­ blico1. 6.2.- Geminación distributiva de numerales El tipo sintáctico hebreo, consistente en la repetición de un numeral para 1 Para la explicación m ás am plia de este texto, cf. O. G arcía de la F uente, "El super­ lativo", ibid., p. 367.

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expresar un número distributivo, sólo se conserva en estado puro una vez en la Vetus Latina: de animantibus...duo duo intraverant (Gn 7,9: Ag.Quaest. in Gn 1,8); “de los animales... habían entrado de dos en dos”; la Vg traduce duo et duo; pero el giro es frecuente en los LXX1. La Vg transforma el giro hebreo en una expresión más acorde con la lengua latina: así duo et duo (Gn 7,2,9; Eclo 33,15); unus et unus, “de uno en uno” (Is 27,12). O emplea numerales distribu­ tivos, como septena et septena, “siete pares de cada uno” (Gn 7,2,3), bina et bina, “dos parejas de cada uno” (Gn 7,15); bini et bini, “dos parejas de cada uno” (lCro 26,17). 6.3.- Geminación distributiva de adverbios El latín bíblico conserva algunos ejemplos de geminación de adverbios con sentido distributivo, correspondientes todos ellos al término hebreo boqer, “mañana”, el cual, unido a la preposición be, “en”, forma la expresión adverbial babboqer, “de mañana”, y repetido el término constituye el giro distributivo “mañana por mañana”, es decir, “cada mañana”. He aquí los ejemplos: mane mane erigit mihi aurem (Is 50,4), “cada mañana despierta mi oído”; mane mane iudicium suum dabit (Sof 3,5), “cada mañana pronunciará su juicio”; college­ runt illud mane mane (Ex 16,21 VL), “lo recogieron cada mañana” (el maná). Esta fórmula aparece reforzada por la partícula cata, de sentido distributivo: cata mane mane (Ez 46,14,15), “cada mañana”2. Jerónimo traduce de otras maneras menos extrañas el giro hebreo: quotidie mane (Ex 36,3), “cada día por la mañana = cada mañana”; mane diluculo (Is 28,19), “por la mañana temprano”, es decir, “cada mañana”; semper mane (Ez 46,13), “siempre de mañana” = “cada mañana”; per singulos dies mane (2Cro 13,11), “cada día por la mañana” = “cada mañana”; mane per singulos dies (Lv 6,12), “por la mañana cada día” = “cada mañana”. La VL conserva en este texto la fórmula geminada mane mane, “cada mañana”. El adverbio válele repetido tiene valor enfático de superlativo: et invalesce­ bant valde valde (Ex 1,12 VL), “y crecían (los hebreos en Egipto) muchísimo” (o cada vez más)3; grando autem multa valde valde (Ex 9,18 y 24 VL), “pero la granizada era grandísima en gran medida4”. Es evidente que en estos casos mencionados la fórmula latina se remonta al griego de los LXX. Pero sí corres­ ponde al hebreo, y al griego, el texto: terram quam exploravimus eam bona est valde valde (Nm 14,7 VL), “la tierra que hemos explorado es muy buena” (hay 1 V éase O. G arcía de la Fuente, "L a reduplicación", ibid., p. 280, n. 9. 2 Q ue sea un hebraísm o lo dicen tam bién L eum ann - H ofm ann - Szantyr, L ateinische G ram m atik (o.c.), pp. 254-255. 3 L a traducción no corresponde literalm ente al TM , p ero sí a los LX X . 4 El T M sólo tiene una vez el adverbio m e'od, "m ucho" en am bos textos; los L X X , en el V. 18 tienen una sola vez sfodra, "m ucho"; en cam bio en el v. 24 lo repiten dos veces.

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otro hebraísmo en el uso del pronombre eam, como hemos dicho antes). La Vg traduce por valde bono est'. De acuerdo con cuanto hemos expuesto: 1) El latín profano clásico y postclásico desconoce la geminación distributiva de sustantivos, numerales y adverbios. 2) Esta geminación tiene probablemente origen bíblico, es decir, se origina en las versiones latinas de la Biblia por influjo del griego, el cual, a su vez, está influido por el hebreo y el arameo, y de aquí pasó probablemente a los escri­ tos cristianos, como la Peregr. Aeg. 6,2: signa sibi locis et locis ponent, en donde el sustantivo repetido tiene sentido distributivo2. 3) Si la reduplicación distributiva tiene origen popular, como afirman algunos3, los casos de la Biblia latina se remontan al texto original hebreo, del que pretenden ser una traducción fiel. Se trataría, al menos, de semitismos cuan­ titativos o de semitismos de origen. 3.- El adjetivo 1,- Grados del adjetivo: 1.1 - El uso del comparativo: Los dos tipos clásicos de comparativo, doctior Petro y doctior quam Petrus, se convierten en el latín bíblico en una variedad ver­ daderamente sorprendente de construcciones4 para traducir la única forma hebrea de traducirlo, que es por medio de la partícula min, “de, desde, por, a partir de”, puesta detrás del adjetivo siempre en grado positivo. Estas construcciones son, además de las clásicas, las siguientes: quam detrás de un positivo: candidi dentes eius quam lac (Gn 49,12 VL), “sus dientes son más blancos que la leche”, es un hebraísmo (Véase depués en influjo griego); plus / magis quam detrás de un posi­ tivo; genitivo; dativo; ab detrás de un positivo o un comparativo; super detrás de 1 Q ue se trate de un hebraísm o lo reconocen tam bién L eum ann - H ofm ann - Szantyr, Lateinische G ram m atik (o.c.), p. 809: in der B ibel ist z.B. "valde valde" w ohl ein Hebraismus. Sobre otras com binaciones de adverbios, de igual sentido, com o nim is valde I valde nimis, etc., rem itim os a O. G arcía de la Fuente, "Sobre la colocación de los adverbios de cantidad en el latín vulgar y en el latín bíblico", en Latin vulgaire - Latín ta rd if III. A ctes du Illèm e Colloque intern, sur le latin vulgaire et tardif, T ubinga 1992, pp. 143-157. 2 Cf. E. L ôfstedt, P h ilo lo g isch e r K o m m en ta r zu r P ereg rin a d o A etheriae, U ppsala 1911 (reim pr. 1936), pp. 84-85. 3 A sí L eum ann -H o f m a n n - S zantyr, L a teinische G ram m atik (o.c.), p. 197, con refe­ rencia a otros autores. 4 H em os encontrado 12 en los antiguos salterios latinos y 13 y 6 en el G énesis de la V L y de la V g respectivam ente, cf. O. G arcía de la Fuente, "El com parativo en las antiguas ver­ siones latinas del Génesis", en E m erita 4 4 (1976) 321-340; Id., "El com parativo en las anti­ guas versiones latinas del Salterio", en L a C iudad de D ios 190 (1977) 299-316.

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un positivo o un comparativo; prae detrás de un positivo o un comparativo; supra detrás de un positivo; ex detrás de un positivo; inter detrás de un positivo. De todas estas construcciones, cuatro por lo menos, es decir, dos con segu­ ridad: ab con un comparativo1y más aún con un positivo2, y otras dos con gran probabilidad: super en sus dos formas, con positivo y con comparativo, son en último análisis calcos sintácticos hebreos, aunque haya podido influir en su pro­ pagación la versión de los LXX. Otras de las construcciones mencionadas dependen de los LXX o son construcciones vulgares. 1.2.- Uso del superlativo3: La Biblia latina ofrece el testimonio más elocuente de todos los cambios, desplazamientos y desviaciones que sufrieron los grados de comparación del adjetivo en el latín tardío. 1.2.1,- Construcciones superlativas varias: La lengua hebrea posee, como la latina, dos tipos de superlativo, el absolu­ to, altissimus, “altísimo”, y el relativo, altissimus omnium, “el más alto de todos”. Pero, como carece de superlativos orgánicos, para expresar la idea superlativa recurre a un adjetivo siempre en grado positivo, determinado, o por el artículo, “el pequeño”, o por un nombre determinado, “el pequeño de los her­ manos”, o por un sufijo, “el pequeño de ellos”. Estas construcciones hebreas dan en el latín bíblico los siguientes resulta­ dos: 1) superlativo propiamente dicho; 2) comparativo por superlativo; 3) posi­ tivo por superlativo; 4) comparativo por positivo; 5) superlativo por positivo; 6) superlativo por comparativo. Es decir, la confusión de los grados de compara­ ción es total. 1.2.1.1,- La sustitución de un positivo por un superlativo en la construcción preposicional del tipo magnus e fratribus (Lv 21,10 VL), “el grande de los her­ manos”, es un giro de origen hebreo en el latín bíblico4. 1.2.1.2,- El tipo sintáctico fortes illius (Jr 50,36), “los (más) fuertes de 1 El influjo hebreo para este tipo de com parativo lo adm iten tam ién L eum ann -H o fm a n n - Szantyr, L a teinische G ram m atik (o.c.), p. 11. 2 Cf. L eum ann -H o f m a n n - Szantyr, (o.c.), p. 112: "reiner H ebraistm ts ist "ab" nach einem P ositiv. 3 Para toda esta cuestión rem itim os a O. G arcía de la Fuente, "E l superlativo en la B iblia latina", en E m erita 46 (1978) 347-367. 4 Cf. O. G a rcía de la F uente, "El su p e rlativ o en la B ib lia latin a", en E m e rita 46 (1978), p. 365.

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ellos”, representado por un positivo -en vez de un superlativo- seguido de un genitivo partitivo es un calco hebreo, al menos en base a la frecuencia de su uso en la Biblia latina, es decir, es, al menos, un semitismo cuantitativo y de origen1. De todos estos tipos de construcciones la más alejada de las estructuras lati­ nas clásicas es la del positivo con preposición: magnus e fratribus (Lv 21,10 VL), “el grande (= el mayor) de los hermanos”; fortes de filiis (Is 21,17 Vg), “los fuertes (= más fuertes) de los hijos”. Esta construcción es un calco sintácti­ co hebreo en la Vg y un calco sintáctico hebreo a través del griego en la VL. 1.2.2,- El genitivo superlativo2: El tipo de superlativo hebreo, representado por la repetición del mismo nombre, generalmente en plural, del tipo vanitas vanitatum (Ecle 1,2), “vanidad suprema”, está ampliamente atestiguado en el latín bíblico. Los ejemplos son los siguientes: canticum canticorum (Cant 1,1), “el cantar por excelencia, el cantar supremo”; saecula saeculorum (Tob 8,9), “siglos (venideros) más remo­ tos”, “siempre”; sanctum sanctorum (Lv 2,3), “el lugar santísimo”; sancta sanc­ torum (Lv 6,17), “las partes o las cosas más sagradas”; servus servorum (Gn 9,25), “el último siervo”; princepsprincipum (Nm 3,32), “el príncipe supremo”; principes principum (Ez 23,33), “los príncipes supremos”; Deus deorum (Dt 10,17), “el Dios supremo, único”; Dominus dominorum (Sal 136,3), “el Señor supremo, único”; Dominus dominantium (Dt 10,17); caeli caelorum (IRe 8,27), “los cielos más altos”; caelum caeli (Sal 68,34), “el cielo más alto”; caelum caelorum (Neh 9,6), “el cielo más alto”; rex regum (Dn 2,37: arameo), “el rey supremo”; generationes generationum (Is 51,8), “las generaciones (venideras) más alejadas”; saeculum saeculi (Is 45,17), “el siglo (venidero) más remoto”; generationes saeculi saeculorum (Ef 3,21), “las generaciones de los siglos (venideros) más remotos”; dies generationis et generationis (Sal 61,7), “la fecha de la genenación (venidera) más remota”3. 1.2.3.- Otras equivalencias del superlativo·. Y más novedosas aún resultan otras expresiones de carácter superlativo del tipo de cedri Dei, “los cedros altísimos” (Sal 80,11); montes (mons) Dei, “los 1 Cf. O. G arcía de la Fuente, "El superlativo" (I.e .), p. 365. 2 P a ra toda esta cuestión rem itim os a O. G arcía de la Fuente, "El superlativo en la B iblia latina", en E m erita 46 (1978) 347-367, en pp. 362-364, e n donde se trata am p lia­ m ente este tem a y se h ab la de su origen hebreo en el latín bíblico, a pesar de que hay algunos ejem plos en el latín profano. L as citas com pletas se dan en este trabajo. A quí sólo darem os un ejem plo de cada uno. 1 El o rigen sem ítico (hebreo) de estos giros e n la B iblia nadie lo pone en duda, cf. L eum ann - H o fm a n n - Szantyr, L a teinische G ram m atik (o.c.), p. 55: "sind die F orm eln der B ib e l... lezten E n d es S em itism en ".

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montes (el monte) más altos” (Sal 36,7; 68,16); llamas de Yahvéh (= “llamas divinas, intensísimas”, según el texto hebreo de Cant 8,6, traducido por la VL por flammae eius, y por la Vg por ignis atque flammarum, y otras parecidas 1. El latín cristiano toma estas expresiones de la Biblia, cuando las usa, y todo latinista descubre fácilmentej}ue se trata de expresiones exóticas, ajenas al pro­ pio latín, y cualquier persona medianamente culta siente que son locuciones aje­ nas a nuestras lenguas occidentales, cuando las oye o las lee. 1.2.4,- El superlativo expresado por los adverbios “nimis, valde, vehementer, satis”2: Estos adverbios sustituyen muchas veces en el latín bíblico al superlativo absoluto latino clásico. Nimis y valde son, en la Biblia latina, perfectamente intercambiables y se usan indistintamente, y casi el mismo número de veces en la Vg (nimis 144 veces; valde 159 veces). Algo parecido sucede con vehemen­ ter, aunque su uso es algo más restringido. Satis se emplea poco como traduc­ ción del hebreo me’od, “mucho, muy”. Por lo que respecta al orden de estas palabras existe una gran innovación con relación al orden normal clásico: determinante-determinado, es decir, adverbio -adjetivo. En el latín bíblico el orden es el contrario: adjetivo- adver­ bio: fortis nimis; bona valde; sicca vehementer; boni satis. Este orden en el latín bíblico depende casi siempre del orden hebreo, y en los textos traducidos del griego del griego, el cual, a su vez, depende del hebreo. 4.- El pronombre: 1.- Los demostrativos: Los demostrativos presentan algunos fenómenos sin­ tácticos nuevos. 1.1.- Pronombre redundante: Existe un uso pleonástico en oraciones de relativo. El origen de la cons­ trucción está en el hecho de que la partícula hebrea ‘aser, usada como pro­ ' N uestro trabajo citado antes, term ina así, hablando de estas construcciones: "Por lo que respecta al latín bíblico, podem os afirm ar sin género de duda que las fórm ulas que nos ocupan son siem pre una traducción literal del hebreo (o aram eo) y que p o r tanto se explican p o r influjo sem ítico, al m enos en cuanto a su frecuencia y uniform idad" (cf. Ibid., p. 364). 2 Sobre e ste tem a rem itim os a O. G arcía de la F uente, "Sobre la colocación de los adverbios de cantidad en el latín v ulgar y en el latín bíblico", en L a tin vulgaire - Latin ta rd if III, A ctes du Illè m e C olloque international sur le latin vulgaire e t tardif, M ax Niem eyer V erlag, T ubinga 1992, pp. 143-157.

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nombre relativo, y el demostrativo zeh, permanecen invariables y pueden expresar todo tipo de relaciones, y por eso no son suficientemente claras esas relaciones. Para evitar esta dificultad, la lengua hebrea recurre a un pronom­ bre pleonástico, que señala la relación exacta en que se encuentra el relativo dentro de su propia oración, cosa que en latín es totalmente innecesaria, por­ que el relativo tiene género, número y caso. En el latín bíblico pueden presen­ tarse dos casos: 1.1.1,- El pronombre redundante aparece en la misma oración de relativo: civitates in quibus ipsi inhabitant in ipsis (Nm 13,20 VL), “ciudades en las que ellos habitan en ellas”; quorum non audiantur voces eorum (Sal 18,4 Vg), “de las que no se oigan las voces de ellas (las palabras)”; beata gens cuius est Dominus Deus eius (Sal 32,12 Vg), “feliz la nación de quien el Señor es el Dios de ella”; beatus vir cuius est nomen Domini spes eius (Sal 39,5 Vg), “feliz el hombre de quien el nombre del Señor es la esperanza de él”; cuius ventilabrum in manu eius (Lc 3,17 VL y Vg), “cuyo bieldo en la mano de él”; terram in qua inhabitaverunt in eam (Ex 6,4 VL), “a la tierra en la que habitaron “en ella”; in quibus libabis in eis (Ex 26,29 VL), “(objetos) con los que libarás “con ellos”; et stolas in quibus sacrificabunt in eis (Ex 35,12 VL), “(hacer) las estolas con las que sacrificarán “con ellas”; et fa ce­ rent omnia opera quae praecepit Dominus fieri ea (Ex 35,22 VL), “e hicie­ ran todas las obras que mandó el Señor que se hicieran “ellas”; et fu erit delictum in quo deliquit in eo (Lv 23 VL), “y fuera un delito con el que delinquió “con él” (Y passim en el Pentateuco del Códice Lugdunense de la VL) , etc.1. 1.1.2.- El pronombre redundante aparece en otra oración y la oración de relativo forma una especie de anacoluto; el pronombre redundante sirve para coordinar las dos oraciones: Beatus vir “qui” non abiit..., sed in lege Domini voluntas “eius” (Sal 1,1), “bienaventurado el hombre que no va..., sino que en la ley de Dios (está) la voluntad de él” (= el hombre); sanctis, “qui” sunt in terra eius... omnes voluntates meas in “eis” (Sal 16,3), “a los santos, que están en su tie­ rra..., todas mis voluntades en ellos”; benedictus vir “qui” confidit in Domino, 1 Cf. O. G arcía de la F uente, "U so del pronom bre redundante en los antiguos salte­ rios latinos", en D u riu s 3 (1975) 9-26. A quí se d a la ju stificació n de este giro de origen hebreo, con el análisis com pleto de los textos del Salterio. L as explicaciones, no obstan­ te, valen para el resto de los textos del AT. H. R onsch, Itala u n d V ulgata (o.c.), pp. 444445 ex am in a este giro, pero erróneam ente lo atribuye a "influencia griega". L a influencia griega se da, sin duda, en los textos traducidos del griego; pero el griego de los L X X recibe, a su vez, el influjo hebreo. H e aquí com o decim os en nuestro trabajo: "En d efini­ tiva, la construcción griega c o n el pronom bre redundante resulta una construcción calca­ d a sobre el hebreo, al m enos e n cuanto a la frecuencia de su uso en los L X X ". Cf. L eu ­ m ann -H o fm a n n - Szantyr, L ateinische G ram m atik (o.c.), p. 557 dicen lo siguiente sobre este giro: in den B ibeliibersetzungen ais p ed a n tisch e W iedergabe der hebraischen A usdrucksw eise. E l giro se debe, sin duda, a la literalidad de las versiones bíblicas.

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et erit Dominus fiducia “eius” (Jr 17,7), “bienaventurado el hombre que confía en el Señor, y el Señor será la confianza de él”, etc. Unos pocos ejemplos, traducidos directamente del hebreo, darán una idea exacta de este tipo de oraciones hebreas: 1) Oración verbal sindctica: “El profe­ ta que Yahvéh lo ha enviado” (Jr 28,9). 2) Oración nominal sindética: “El ani­ mal que él no es puro” (Gn 7,2). 3) Oración verbal asindética: “El monte (en el que) agradó a Dios habitar en él (Sal 67,17). 4) Oración nominal asindética: “Hubo un hombre en el país de Us (cuyo), su nombre era Job (Job 1,1). Esta construcción tiene probablemente origen popular, pero su enorme propagación en el latín bíblico se debe sin duda alguna a influencia hebrea, transmitida a través de la versión de los LXX. El latín cristiano recogió esta construcción del latín bíblico. Dado su origen popular y su gran difusión en el latín bíblico y en el latín cristiano, el giro se ha perpetuado en las lenguas romances. 1.2.- Empleo de los demostrativos en función parecida a la del artículo determinado de las lenguas romances. Este fenómeno lingüístico se da en la Vetus Latina'. Esta versión, en sus distintas modalidades, sólo conoce un sistema deíctico de dos grados: 1) hic e iste sirven para señalar la proximidad; iste es el más usado; b) Ule sirve para señalar la distancia. La VL no presenta huellas de la formación de los sistemas deícticos de tres grados, propios de algunas lenguas romances. El empleo de Ule no se distingue cualitativamente -aunque sí cuantitativamente- del uso del artí­ culo determinado en el primer período literario de las lenguas romances. lile suele ser la traducción del artículo determinado griego. Aunque Abel, en su investigación, sólo llega hasta el texto griego, podemos asegurar, por nuestra parte, que el origen de este uso hunde sus raíces en la len­ gua hebrea, que tiene artículo determinado, como el que existe en las lenguas romances. Algunos ejemplos de este uso: sit nomen Domini benedictum, ex hoc nunc et usque in saeculum (Sal 112,2), “que el nombre del Señor sea bendito, desde “el” ahora” hasta siempre”. El adverbio nunc está sustantivado, y el hoc hace el oficio de artículo, hoc nunc os ex ossibus meis (Gn 2,23), “esta vez es hueso de mis huesos” (palabras de Adam al ver a la mujer), etc. 1 Para esta cuestión remitimos a F. Abel, L 'a d je c tif d é m o n stra tif dans la langue de ta B ib le latine. E tude su r la fo rm a tio n des systèm es d éictiques et de l'article défini des lan­ gu es rom anes, Tubinga 1971.

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1.3.- Uso de los demostrativos en función de verbo copulativo (Véase antes: Elementos fundamentales de la frase: Ausencia de verbo copulativo). 1.4.- Uso del femenino de los demostrativos por el neutro correspondiente. Hay ejemplos en el latín bíblico del uso del femenino en vez del neutro del demostrativo correspondiente. Por ejemplo: “unam” petii a Domino “hanc” requiram (Sal 27,4), “’’una cosa” he pedido al Señor, “ésta” estoy esperando”; pro “hac” orabit ad te omnis sanctus (Sal 32,6), “por esto te suplica todo santo” ; “haec” me consolata est (Sal 119,50), “esto me ha consolado”; “haec” facta est mihi (Sal 119,56), “esto se me ha hecho” (= esta es mi tarea); congregabo claudi­ cantem et “eam quam” eieceram colligari (Miq 4,6) “recogeré a lo que cojeaba y a lo que había arrojado lo recogeré” (se refiere a las ovejas del rebaño), etc.1 Este uso en el latín bíblico se explica por influjo hebreo, poque no es más que una transcripción del giro hebreo correspondiente. 2,- Los pronombres personales: El latín bíblico, por una parte, suprime indebidamente el pronombre de 3a persona con verbos activos (véase antes, al principio de esta sección), y por otra, aumenta los términos y giros que sustituyen a los pronombres personales. Uno de estos términos, quizá el más frecuente es anima, traducción literal del hebreo nefes, utilizado con frecuencia en hebreo en función de pronombre per­ sonal, pero hay otros. Basten algunos ejemplos para justificar y explicar este uso, reflejo del modelo hebreo: 2.1.- Anima, “alma”: anima mea desiveravit te in nocte (Is 26,9), “mi alma (= yo) te he deseado en la noche”; ut benedicat mihi anima tua (Gn 27,19), “para que me bendiga tu alma ( = tú); pro eo quod laboravit ania eius (Is 53,11), “por que sufrió su alma (= él)”; torrentem pertransivit amina nostra (Sal 124,5), “nuestra alma (= nosotros) hemos pasado un torrente”; sanctuarium super quo pavet anima vestra (Ez 24,21), “el santuario por el cual se atemoriza vuestra alma (= vosotros)”; anima eorum delectata est (Is 66,3), “su alma ( = ellos) se han deleitado”, etc.2. 2.2,- Facies, “rostro, cara”: facies mea pracedet te (Ex 33,14), “mi rostro (= yo) te precederé”; ne accipias faciem adversus faciem tuam (Eclo 4,26), “no tengas miramientos contra tu rostro (= contigo mismo)”; etc. 1 O tros ejem plos en F. K aulen, Sprachliches H a n dbuch (o.c.), p. 171; H . R onsch, Itala und V ulgata (o.c.), p. 452. 2 Cf. O. G arcía de la F uente, "A nim a en la B iblia latina", en H elm a n tica 29 (1978) 523, en las pp. 10-14, con m uchos ejem plos.

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2.3,- Oculus, “ojo”: super inimicos meos despexit oculus meus (Sal 54,9), “mi ojo (= yo) miré con desprecio a mis enemigos; oculi tui videant aequitates (Sal 17,2), “tus ojos (= tú) ven lo recto”; sicut placuerat in oculis eius (Jr 18,4; cf. 27,5), “como le había parecido bien a sus ojos (= a él)”; etc. 2.4,- Vultus, “rostro, cara”: de vultu tuo indicium tuum prodeat (Sal 17,2), “de tu rostro (= de ti) salga mi juicio”; vultusque illius non sunt amplius in diversa mutati (ISm 1,18), “y su rostro (= ella) no se demudó más en adelante”, etc. 3,- Los pronombres reflexivos: En este tema se encuentra un calco hebreo frecuente, que consiste en emplear el austantivo anima para suplir el pronombre reflexivo. En hebreo, el sustantivo nefes, “alma”, hace muchas veces la función de pronombre reflexi­ vo, y sobre todo cuando tiene que suplir la función teórica de acusativo. Algu­ nos ejemplos pondrán de manifiesto esta novedad del latín bíblico: qui autem possessor est mentis diligit animam suam (Prv 19,8), “el que posee su mente (= es cuerdo) ama su alma” (= se ama a sí mismo); sapientia laudabit animam suam (Eclo 24,1), “la sabiduría alaba a su alma” (= se alaba a sí misma); est sapiens animae suae sapiens (Eclo 37,25), “hay sabio que es sabio para su alma” (= para sí mismo), etc.1. 4.- Los pronombres indefinidos y recíprocos: El latín bíblico presenta en este campo verdaderas novedades en relación con el latín no bíblico, en general, sea latín profano o cristiano. Dando por conocidos los giros normales del latín para expresar esta clase de pronombres, veamos brevemente las novedades del latín bíblico, procedentes todas ellas del hebreo o arameo-, o del griego, pero estas mismas originarias del hebreo. 4.1.- Uso de “non onmis (universus, cunctus)” y “omnis (universus, cunctus) non” con significado de “nada, nadie, ninguno” : El latín bíblico usa los giros mencionados en vez de los indefinidos negati­ vos nihil (“nada”), nemo, nullus (“nadie, ninguno”). Hay muchos ejemplos, tanto en el AT como en el NT: non erit impossibile apud Deum omne verbum (Lc 1,37 Vg), “no hay nada imposible para Dios” (aquí existe además el hebra­ ísmo de verbum significando “cosa”); non miserearis omnibus qui operantur iniquitatem (Sal 58,6 VG), “no te compadezcas de ninguno que comete iniqui­ dad”; non dominetur mei omnis iniustitia (Sal 118,133 Vg), “no me domine nin1 Cf. O. G arcía de la Fuente, "A nim a en la B iblia latina", en H elm antica 29 (1978) 523, en pp. 13-14, con otros m uchos ejem plos y la ju stificació n com o giro traducido del hebreo.

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gima injusticia”; omne fermentatum non comedetis (Ex 12,20), “no comeréis nada fermentado”; non facies omne opus (Ex 20,10), “no harâs ningún trabajo”; sanguinem universae carnis non comedetis (Lv 17,14), “no comeréis la sangre de ninguna carne”; non est pax universae carni (Jr 12,12), “no hay paz para nadie”; cunctis diebus terrae... nox et dies non requiescent (Gn 8,22), “en nin­ gún día (de la existencia) de la tierra... cesarán la noche y el día”; et ne excidant de corde tuo cunctis diebus vitae tuae (Dt 4,9), “y no se aparten de tu corazón en ningún día de tu vida”, etc.1. La originalidad de este giro, sin precedentes en la lengua latina2, obedece al deseo de literalidad de los traductores de la Biblia, que han preferido forzar las estructuras semánticas de la lengua latina antes que perder la exactitud de la construcción original. 4.2,- Uso de “omnis” como indefinido positivo: El adjetivo omnis como traducción del hebreo kol, “todo”, tiene a veces en el latín bíblico la acepción de pronombre indefinido positivo: 1) Omnis = “cualquiera, quienquiera”, y entonces suple a quisquis, quicumque: loquere ad Aaron... ne omni tempore ingrediatur sanctuarium (Lv 16,2), “habla a Aarón (y dile) que no entre en el santuario en cualquier tiempo”: podía entrar, pero no cuando quisiera, sino en el tiempo establecido3. 2) Omnis = “cada uno”, y entonces equivale a “unusquisque: quia omnis hypo­ crita est et nequam (Is 9,17), “porque “cada uno” (todos ellos) es hipócrita y malo”4. 1 Cf. O. G arcía de la Fuente, "U so de non om nis y om nis non por nihil, nem o, nullus en los salterios lainos", en H elm antica 27 (1976) 261-171. E n este trabajo estudiam os de m anera exhaustiva los ejem plos del Salterio; p ero las conclusiones que sacam os valen para el resto de los textos de la B iblia, incluidos los del N T , en donde la construcción depende directam ente del griego, pero indirectam ente del hebreo (o aram eo), a través de la versión de los L X X , que conserva esa construcción; O. G arcía de la Fuente, "Los inde­ finidos en la B iblia latina", en E m erita 52 (1984) 227-270, en las pp. 245-248, en donde am pliam os el núm ero de casos, extendiendo el análisis a otros libros de la B iblia. Y , ade­ m ás, hablam os tam bién de universus y cunctus, que plantean los m ism os problem as. A ña­ dim os, adem ás, que este giro se conserva tal cual en español m edieval: "sin todo" com o equivalente de "sin nada, sin ninguno"; "non todo om ne" = nadie; cf. ibid., pp. 247-248. 2 N o es un precedente el conocido texto de H oracio (O d. III, 30), non om nis m oriar, porque el sentido es "no todo, no del todo, no totalm ente m oriré", etc. y no precisam ente "no en absoluto", n ad a de m í", pues esto últim o, adem ás de no ser históricam ente verda­ dero, h ubiera sido u n a p retensión ex agerada p o r parte de H oracio, que sin duda no la h ubiera sostenido nunca, y, adem ás, la continuación del texto lo aclara todo: m ultaque p a rs m ei vitabit L ibitinam , "una gran p arte de m í evitará a L ibitina" (= la diosa de los m uertos, p o r tanto, la m uerte). El giro latino que estudiam os, de origen hebreo, n o tiene na d a que v e r con este sentido d el latín clásico. 1 O tros ejem plos en ibid., p. 245-246. 4 O tros ejem plos en ibid., p. 246.

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4.3,- Empleo de “homo, vir, anima, frater, proximus, amicus, collega, vici­ nus, socius, dux, sermo, verbum” en función de (o con valor de) pronombres indefinidos y recíprocos. 4.3.1,- Homo : El sustantivo homo, como traducción del hebreo ‘adam, “hombre” y de ‘is, “hombre, varón”, presenta en el latín bíblico varios empleos indefinidos, unos positivos y otros negativos. A) Usos positivos: 1) Homo = “alguien, alguno”: suple muchas veces a aliquis, quisquís, quisquam, ullus: si clederit homo omnem substantiam domus suae (Cant 8,7), “si diera alguien todos los bienes de su casa”; si peccaverit homo in proximum suum (IRe 8,31), “si peca alguien contra su prójimo”, etc.1. 2) Homo qui = “quien, el que, quienquiera que”; en este caso, homo es pleonástico, porque no añade nada al sentido indefinido de qui en frases condicio­ nales: homo...qui fuerit leprosus (Lv 22,4), “quien (el que, quienquiera que = si alguno) estuviera leproso”; homo qui obtulerit oblationem (Lv 22,18), “quien­ quiera que (= si alguno) ofreciera una oblación”, etc.2. 3) Homo = “uno, cierto”, y quizá “uno” con valor aproximado al artículo indefinido: assimilatum est regnum caelorum homini regi (Mt 18,23), “el reino de los cielos se parece a un rey”; simile est regnum caelorum homini patrifamilias (Mt 20,1), “el reino de los cielos es semejante a un propietario”; quod acci­ piens homo... seminavit in agro suo (Mt 13,31), “[un granoj que uno toma y siembra en su campo”, etc.3. 4) Homo = “cada uno”; equivale a unusquisque / quisque·, revertetur homo ad possessionem suam (Lv 25,10), “volverá cada uno a su posesión”; ut mandu­ caret homo carnes filii sui (Bar 2,3), “de manera que comiera cada uno la carne de su propio hijo”4. 5) Homo homo qui = “cualquiera que, quienquiera que”: es una fórmula redundante, imitada literalmente del hebreo, en la que homo homo es pleonásti1O. G arcía de la Fuente, "Los indefinidos" (o.c.), p. 229, con otros ejem plos. 2 O. G arcía de la Fuente, "Los indefinidos" (o.c.), pp. 229-230, con otros m uchos ejem plos. 1 O. G arcía de la Fuente, "Los indefinidos" (o.c.), p. 230. E sta acepción se conserva en el español m edieval "om ne/om bre", sobre todo cuando la palabra se usa sin artículo: m uchos ejem plos de este uso en español, ibidem . 4 Cf. ibid., p. 231, con m ás ejem plos.

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co y equivale a quisque / quicumque: homo homo de domo Israel qui posuerit (Ez 14,4), “cualquiera de la casa de Israel que ponga”1. 6) Homo homo quicumque = “cualquiera que, quienquiera que”: la fórmula es sinónima de la anterior y la repetición de homo homo es una imitación literal del hebreo y un pleonasmo: homo homo quicumque moechatus fu erit (Lv 20,10), “quienquiera que cometa adulterio”2. 7) Omnis homo qui = “cualquiera que, quienquiera que” (todo hombre que): se trata de una fórmula pleonástica, traducida directamente del hebreo, en la que bastaría decir omnis qui o bien homo qui (véase antes esta fórmula): omnis homo qui comederit uvam acerbam (Jr 31,30), “quienquiera que coma uvas agraces”3. 8) Omnis homo quicumque = “cualquiera que, quienquiera que”: esta fór­ mula, usada sólo por la VL, equivale a la anterior y tiene la misma explica­ ción: omnis homo quicumque accesserit (Lv 23,3 VL), “quienquiera que se acerque”4. 9) Homo quicumque = “cualquiera, quienquiera”: en esta fórmula el sus­ tantivo homo es pleonástico; en otros pasajes el autor dice solamente quicum­ que-. homo quicumque de filiis Israel (Lv 17,13), “cualquiera de los hijos de Israel”5. 10) Homo quilibet = “cualquiera, quienquiera”: la fórmula, traducida lite­ ralmente del hebreo, supone el uso pleonástico de homo o de c/uilibet, ya que ninguno de los dos términos añade nada al otro: homo quilibet de domo Israel (Lv 17,3), “cualquiera de la casa de Israel”6. 11) Homo quisquam = “cualquiera, quienquiera”, y, en frases negativas, “nadie, ninguno”: también aquí homo es un pleonasmo. Hay un solo texto en la Biblia y curiosamente no tiene correspondencia ni con el griego ni con el hebreo del Eclesiástico: ante mortem ne laudes hominem quemquam (Eclo 11,30), “antes de la muerte no alabes a nadie”. 12) Homo quidam / quidam homo - “cierto hombre, un hombre, uno”. Esta fórmula sólo aparece en el NT como traducción de ánthropos o ánthropos tis. Atendiendo al texto griego quidcim es redundante y a veces no corresponde con 1Ibid., p. 231, con m ás ejem plos. 2 Ibid., p. 231, con otros ejem plos. 3 Ibid., pp. 231-232, con otros ejem plos. 4 Ibid., p. 232, con otro ejem plo. 5 Ibid., p. 232, con otros ejem plos. 6 Cf. ibid., p. 237, con otros ejem plos.

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el original: Mt 21,28: homo quidam = ánthropos\ Lc 10,30: homo quidam = ánthropos tis'. 13) Quis hominum = “quien, alguien” en frases condicionales; hominum es un pleonasmo que no añade nada al indefinido quis. Hay un ejemplo: si quis hominum tetigerit lectum eius (Lv 15,5), “si alquien (o quien) tocare su lecho”. B) Usos negativos: En el latín bíblico, homo en combinación con una partícula de negación (non, nec, ne o con un verbo de sentido negativo (nolo), precediendo o siguien­ do al sustantivo, adquiere el significado nuevo de indefinido negativo, equiva­ liendo entonces a nemo / nullus, “nadie, ninguno”. 1) Homo... non - “nadie, ninguno”: homo non erat qui operaretur terram (Gn 2,5), “no había nadie que trabajara la tierra”; hominem non contristaverit (Ez 18,7), “no hubiera oprimido a nadie”. La construcción continúa en el griego del NT, traducida al latín de acuerdo con el modelo hebreo, que está en su ori­ gen: quod Deus coniunxit homo non separet (Mt 19,6 y par.), “lo que Dios unió que “nadie” lo separe”, etc.2. 2) Non... homo = “nadie, ninguno”: non erat homo (Jr 4,25), “no había nadie”; non habitat in eis homo (Jr 2,6), “no habita en ellas nadie”, etc.3. 3) Non... filius hominis. Este giro tiene aún más resonancias hebreas que los dos anteriores, pues aquí se introduce el vocablo filius como término redundan­ te de homo\ es sabido que en hebreo homo significa hombre, y filius hominis significa igualmente “hombre”. Ejemplos: non incolet eam filius hominis (Jr 49,18), “que no la habite nadie”; nec transeat per eam filius honinis (Jr 51.43), “ni pase por ella nadie”, etc.4. 4) Omnis homo... non = “nadie, ninguno”: en esta fórmula el adjetivo omnis parece redundante, pues no añade nada al sentido indefinido de homo: omnis homo... non accedet (Lv 18,6), “nadie se acercará”5.

1Ibid., p. 233, con otros ejem plos. 2 Ibid., pp. 233-234, con otros ejem plos, y los resultados que d a en el español m edie­ val: "nunca onm e non vio niño tan acabado", etc. 1 O tros ejem plos en el latín bíblico y la conservación del giro en el español m edieval véanse en ibid., pp. 234-235. 4 O tros ejem plos en el latín bíblico y la conservación del giro en el español m edieval, cf, ibid., pp. 235-236. 5 O tros ejem plos en el latín bíblico y la conservación del giro en el español m edieval pueden verse en ibid., p. 236.

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C) Usos recíprocos: Este sustantivo tiene también en el latín bíblico valores recíprocos unido a otros términos. Las fórmulas, el uso y el significado son evidentemente hebraís­ mos, sin antecedentes en el latín no bíblico:

1) Homo proximo suo (Rut 4,7), “uno a otro”; 2) homo in proximum suum (IRe 8,31), “uno contra otro”; 3) homo contra proximum suum (Prv 25,18), “uno contra otro”; 4) homo ad amicum suum (Ex 33,11), “uno a otro”. Estos giros, propios del latín bíblico, como acabamos de decir, equivalen, -y suplen en buena medida- a la expresión clásica de la reciprocidad alius alium (desde Livio) o unus alterum (desde Vitrubio). 4.3.2,- Vir: El sustantivo vir, como traducción del hebreo ‘adam, “hombre” o ‘is, “varón, hombre”, presenta en el latín bíblico varios usos indefinidos, unos posi­ tivos y otros negativos, que no existen en el latín normal, sea pagano o cristia­ no, y que son puros hebraísmos. A) Usos positivos: 1) Vir = “alguien, alguno”; viri, “algunos”: la fórmula bíblica suple a quis, aliquis, quispiam, quisquam, ullus del latín no bíblico: quomodo si fugiat vir a facie leonis (Am 5,19), “como si huyera uno ante un león” (nótese, además, el hebraísmo ante faciem por ante)', surrexerunt ergo viri de senioribus (Jr 26,17), “se levantaron pues algunos de los ancianos”, etc.1. 2) Vir = “cada uno”; viri = “cada uno de ellos”: equivale a unusquisque o quisque del latín no bíblico: revertatur vir in domum suam (IR e 12,24), “vuelva cada uno a su casa”; convertatur vir a via sua mala(Jon 3,8), “con­ viértase cada uno de su mal camino” (= conducta, significado nuevo por in­ flujo hebreo)2. 3) Vir = “uno, alguien”: equivale a quidam o unus del latín no bíblico: sicut parcit vir filio suo (Mal 3,17), “como perdona uno a su hijo”3. 4) Vir quidam I quidam vir = “cierto hombre, un hombre, uno”. Teniendo presente el texto original, en esta fórmula el indefinido quidam es redundante, o lo es el sustantivo vir, porque cada uno de ellos solos basta para reproducir el 1 Cf. ibid., p. 237, con otros ejem plos de este giro. 2 Cf. ibid., p. 237, con otros ejem plos. 3 Cf. ibid., p. 238.

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sentido indefinido de la frase hebrea: fuit... vir quidam (Jue 17,1), “hubo un hombre” (= uno)”;fuit quidam vir levites (Jue 19,1), “hubo un levita”1. 5) Unus vir quidam = “cierto hombre, un hombre, uno”: la fórmula sólo aparece una vez en la Vg como variante, pues el texto habitual omite unus: unus vir quidam tetendit arcum (IRe 22,34), “un hombre tendió el arco”. 6) Vir quispiam = “un nombre”: el indefinido quispiam es añadido por Jeró­ nimo, pues el hebreo sólo tiene el equivalente a vir : erat autem vir quispiam in solitudine (ISm 25,2), “había un hombre en el desierto”. 7) Quis virorum = “quien, alguien” en frases condicionales: virorum es una variante de las fórmulas anteriores: si quis virorum votum Domino voverit (Nm 30,3), “si uno hombre hiciere un voto al Señor”. Se trata, efectivamente de un “hombre”, porque a continuación vienen en el texto los mandatos referentes a la “mujer” que haga un voto. B) Usos negativos: 1) Vir... non = “nadie, ninguno”: et vir non eruet eam de manu mea (Os 2,10), “y nadie la sacará de mi mano”; et vir non transibit per eam (Ez 44,2), “y nadie pasará por ella”2. 2) Non... vir = “nadie, ninguno”: quia veni et non erat vir (Is 50,2), “porque vine y no había nadie”; et de gentibus non est vir mecum (Is 63,3), “y de entre las gentes no había nadie conmigo”3. C) Usos recíprocos: Las fórmulas en las que aparece vir con valor de pronombre recíproco son todas de origen hebreo y no hay nada parecido en el latín no bíblico, incluido el latín cristiano. Las fórmulas son las siguientes: 1) Vir con frater = “uno a otro”4. 2) Vir con proximus = “uno a otro”5. 1 Cf. otros ejem plos en ibid., p. 238. 2 O tros ejem plos en ibid., p. 239. 1 O tros ejem plos en ibid., p. 239, y tam bién se discute la conservación del giro en el español m edieval. 4 L os ejem plos y los casos en ibid., p. 240; el sustantivo fr a te r puede ir en genitivo, dativo, acusativo y ablativo: vir fra tre m suum ; vir contra fra tre m suum ; vir fr a tr i suo; vir in g ladio fr a tr is su i; vir a fr a tr e suo; siem pre es "uno a otro". 5 Los ejem plos y los textos en ibid., p. 240: las com binaciones son: v ir proxim um suum ; vir p ro x im o suo; vir m anum p ro x im i sui; inter virum et pro xim u m eius; vir ad pro xim u m suum ; vir de pro xim o suo; siem pre significa "uno a otro".

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3) Vir con amicus = “uno a otro”1. 4) Vir con collega = “uno a otro”: vir ad collegam suum (Jon 1,7), “(se dijeron) unos a otros”. Es el único ejemplo en Vg. 5) Vir con vir = “uno a otro”2. La variedad de fórmulas depende únicamente de Jerónimo, quien quiso tra­ ducir así las dos palabras hebreas que encontraba en el texto: ‘ah, “hermano” y re 'a, “prójimo, amigo, colega”. 4.3.3.- Anima\ Anima como traducción del hebreo néfes o del griego psyché presenta en el latín bíblico, y sólo en él, varios usos indefinidos, unos positivos y otros negati­ vos, que dan origen a las siguientes fórmulas: A) Usos positivos: 1) Anima = “alguien, alguno”; equivale a quis, aliquis, quisquam, quispiam, ullus del latín no bíblico, sea pagano o cristiano: si peccaverit anima per igno­ rantiam (Lv 4,27), “si peca uno por ignorancia”3. 2) Anima una = “alguien, alguno”: si anima una nesciens peccaverit (Nm 15,27), “si alguien pecara sin darse cuenta”. Es el único ejemplo de la Vg, y no es más que una variante del anterior. 3) Anima quae = “cualquiera que, quienquiera que”: anima quae comederit morticicum (Lv 17,15), “quienquiera que comiere un animal muerto”4. 4) Omnis anima quae = “cualquiera que, quienquiera que”: omnis anima quae ederit sanguinem (Lv 7,27), “cualquiera que comiere sangre”5. El signifi­ cado es el mismo que el de la fórmula anterior; omnis es pleonástico, pues no añade nada al anterior sintagma indefinido. 5) Quaecumque anima = “cualquiera que, quienquiera que”: quaecumque anima tali se edulio contaminaverit (Lv 7,18), “quienquiera que se contaminara con tal comida”. Es el único ejemplo de la Vg, y no es más que una variante de la anterior. 1 L os ejem plos y los textos en ibid., p. 240: las fórm ulas son: vir am icum su u m ; vir ab am ico sao; vir contra am icum suum ; siem pre es "uno a otro". 2 L os ejem plos y los casos en ibid., p. 240. 3 O tros ejem plos en ibid., p. 241. 4 M ás ejem plos en ibid., p. 241. 5 O tros ejem plos, ibid., p. 241.

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6) Omnis anima quaecumque = “cualquiera que, quienquiera que”: esta fór­ mula sólo aparece una vez en el NT como variante de omnis anima quae (Act 3,32: FSo). 7) Omnis anima = “todos”: fiebat autem omni animae timor (Act 2,43), “el temor se apoderaba de todos”; non igitur percutiam omnem animam viventem sicut feci (Gn 8,21), “no volveré a castigar a todos los vivientes como lo hice”1. B) Usos negativos: Anima en combinación con una partícula negativa (non) adquiere el signifi­ cado nuevo de indefinido negativo, “nadie, ninguno”: Omnis anima... non = “nadie, ninguno”: omnis anima ex vobis non comedet sanguinem (Lv 17,12), “nadie de vosotros comerá sangre”. No hay más ejemplos. 4.3.4,- Verbum: El sustantivo verbum, como traducción del hebreo dabar, “palabra” y “cosa”, adquiere en el latín bíblico, y sólo en él, el significado nuevo de indefi­ nido, positivo o negativo. A) Usos positivos: 1) Verbum =”algo”; equivale a aliquid, quidquam del latín no bíblico: numquid imposibile est a Deo verbum (Gn 18,14 VL), “¿hay algo imposible para Dios?”; la Vg da la traducción normal: numquid Deo quidquam est difficile?. 2) Omne verbum = “algo”; el adjetivo omnis sería en este caso pleonástico, porque no añade nada al sentido de verbum: numquid mi hi difficile erit omne verbum? (Jr 32,27), “habrá algo difícil para mí?”2. B) Usos negativos: En el latín bíblico, y sólo en él, la combinación de verbum con partículas de negación (non, nec, ne) o con verbos de significado negativo, como nolo, da al término verbum el significado de indefinido negativo: 1) Non... verbum = “nada”: numquid non est verbum (ISm 17,29), “¿acaso 1 A dvierto que la interpretación que di en m i trabajo, tantas veces citado, de este texto, hoy la corregiría: no se trata de "ningún viviente", com o dije allí, sino de "todos los vivientes" = todo viviente; cf. ibid., p. 242. 2 Cf. ibid., p. 243 otros textos, y otra p osible interpretación del texto citado.

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no hay nada?”; et non respondit ei populus verbum (IRe 18,21), “y el pueblo no le respondió nada”1. 2) Non... omne verbum = “nada”: non erit impossibile apud Deum omne verbum (Lc 1,37), “no hay “nada” imposible para Dios”. Aunque el texto está en el NT, la construcción es de origen hebreo2. 3) Non...ad ulllum verbum —“a nada”: et non respondit ei ad ullum verbum (Mt 27,14), “y no le respondió a nada”. 4.3.5.- Sermo: El sustantivo sermo, como traducción del hebreo dabar, “palabra” y “cosa”, adquiere a veces en el latín bíblico, y sólo en él, la acepción nueva de indefini­ do, positivo y negativo. A) Usos positivos: Sermo = “algo”; corresponde a aliquid: interrogo ergo te sermonem; ne abscondas a me aliquid (Jr 38,14), “voy a preguntarte “algo”; no me ocultes nada”3. B) Usos negativos: Non... sermo = “nada”: non fuit sermo qui regen posset latere (IRe 10,3), “no hubo “nada” que pudiera ocultársele al rey”4. 4.3.6,- Unus: Entre los usos propios del latín bíblico del indefinido unus cabe señalar los siguientes: A) Usos positivos:

1) Unus, como numeral ordinal = “primero”; hay textos en los que esta sig­ nificado es evidente: dies unus (Gn 1,4), “día primero”, luego viene dies secun­ dus (v.8), dies tertius (ν.13), etc.; una die mensis (Lv 23,24 VL), “día primero 1 O tros ejem plos, ibid., p. 243, con alusión a las expresiones españolas "no saber ni palabra" = nada, etc. 2 Cf. ibid., p. 244 con otro ejem plo: non e rit tibi difficile om ne verbum (Jr 32,17), "no h abrá n ada difícil para ti". 3 O tros ejem plos e n ibid., p. 244, uno de ellos del N T, en donde se continúa la e xpre­ sión hebrea. 4 M ás ejem plos ibid., p. 245.

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del mes”, la Vg dice correctamente prima die mensis; nomen uni Anna, et nomen secundae Phenenna (ISm 1,2), “el nombre de la primera, Ana, el de la segunda, Fenena”. El uso continua en el NT: una sabbati (Lc 24,1), “el primer día de la semana”1. 2) Unus como demostrativo = “el mismo”, como equivalente de idem: in mensura pari et opus unum erat in duobus (IRe 6,25), “en la misma medida y la misma obra había en los dos”; erat autem terra labii unius et sermonum eorumdem (Gn 11,1), “la tierra tenía una misma lengua y las mismas palabras”. Este uso existe en autores tardíos, desde Petronio2, pero no con la frecuencia con que aparece en el latín bíblico. Además, el uso de la Biblia depende el ori­ ginal hebreo3. 3) Unus como pronombre indefinido:

a) Unus = “uno cualquiera”, como equivalente de quisquis, quicumque: ad unam partem sacerdotalem (ISm 2,36), “a una division sacerdotal cualquiera”; b) unus = “tal”, como equivalente de talis: ex una tribu Israel ego sum (2Sm 15,2), “yo soy de tal tribu de Israel”; unus = “cada uno”, como equivalente de quisque, unusquisque: quatuor facies uni (Ez 1,6), “cada uno tenía cuatro caras”; unus = “algo, alguna cosa”, como equivalente de aliquid, quidquam: et fecerit unum e pluribus Lv 4,22 VL), “e hiciere alguna de estas cosas”4. 4) Unus en formulas de reciprocidad: La formula de reciprocidad unus unum aparece ya en Cicerón, pero se usa sobre todo en el latín tardío5. El latin bíblico presenta algunas variantes: una uni; unum contra unum; unus et unus: una uni coniimgitur (Job 41,7), “están unidos uno a otro”; et vos congregabimi­ ni unus et unus (Is 27,12), “y vosotros seréis reunidos uno tras otro”; duo et duo unum contra unum (Eclo 33,15), “de dos en dos, una frente a otra”. En los dos primeros casos se trata de traducciones literales del hebreo; en el tercero, de tra­ ducción literal del griego6. 5) Unus como artículo indeterminado: “uno”: El uso de unus como “artículo indeterminado” entra por primera vez en latín de manera inéquivoca a través de la VL, pero hay también muchas huellas en la Vg: et ecce una mulier (Jue 9,53), “y he aquí que una mujer”; unam iuniperum (ISm 27,1), “bajo un junípero”, etc.7. 1 O tros ejem plos, ibid., p. 250. 2 L eum ann - H ofm ann - Szantyr, L atein isch e G ram m atik , II, M unich 1972, p. 188. 3 O tros ejem plos en O. G arcía de la Fuente, "Los indefinidos" (o.c.), p. 251. 4 V éanse m ás ejem plos y su explicación en O. G arcía de la F uente, "Los indefinidos" (o.c.), pp. 251-252. 5 L eum ann - H o fm a n n - Szantyr, o.c., p. 178. 6 Cf. O. G arcía de la Fuente. "Los indefinidos" (o.c.), p. 252. 7 O tros ejem plos en O. G arcía de la Fuente, "Los indefinidos" (o.c.), pp. 252-253.

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6) Una, femenino, sobreentendiendo res, con valor de neutro sustantivado: unam petii a Domino, hanc requiram (Sal 27,4), “una cosa he pedido al Señor, ésta reclamaré”, etc. (Véase antes). B) Usos negativos: Están formados por unus en combinación con una partícula negativa (non, ñeque, ne). El latín bíblico presenta tres tipos de fórmulas negativas: 1) Nec unus = “nadie, ninguno”; ne unus = “nadie, ninguno, ni uno”, y equivalen a nemo, nullus·, nec unus quidem superfuit (Ex 14,28), “y no sobrevi­ vió ni uno siquiera”'. Esta formación es de cuño popular2, pero su frecuencia en la Biblia se debe a influencia hebrea; estamos, pues, ante un “hebraísmo cuanti­ tativo”. 2) Unus... non / non... unus = “nadie, ninguno”, como fórmulas equivalen­ tes de nemo,nullus: de verbis... unum non praeterierit incassum (Jos 23,14), “de sus palabras...ninguna fallaría”; non remansit ex eis saltem unus (2Sm 13,30), “no quedó de ellos ni uno”3. Estos giros son propios de la Biblia y son hebraís­ mos semánticos. 4.3.7.- Unusquisque: Este pronombre indefinido de distribución, que significa “cada uno”, tiene a veces en el latín bíblico el sentido de “nadie, ninguno”, cuando va unido a la negación non, que le precede o le sigue. Este nuevo giro, propio del latín bíbli­ co, es la traducción literal del giro hebreo, formado por el sustantivo 'is, “hom­ bre”, y la partícula negativa, generalmente lo’ , “no” o 'al, “no”. Como puede verse, en estos casos las fórmulas unusquisque... non / non... unusquisque son rigurosamente paralelas y correspondientes a homo... non / non... homo y vir... non / non... vir, analizadas antes, porque los traductores de la Biblia tradujeron de esas tres maneras: homo, vir, unusquique, la misma palabra hebrea ‘is. Ejem­ plos: unusquisque non iudicet (Os 4,4), “que nadie juzgue”; ut non convertere­ tur unusquisque a malitia sua (Jr 23,14), “de modo que nadie se convirtiera de su maldad”. El giro continua en el NT: non docebit unusquisque proximum suum (Hebr 8,11), “no enseñará nadie a su prójimo”4.

1O tros ejem plos en O. G arcía de la Fuente, ibid., p. 253. 2 L eum ann -H o f m a n n - S zantyr, o.c., p. 188. 3 O tros ejem plos en O. G arcía de la Fuente, ibid., pp. 253-254. 4 O tros ejem plos en O. G arcía de la Fuente, ibid., p. 254. E l texto de H e b r es la cita literal de Jr 31,34, en donde se ve la equivalencia entre unusquisque y vir: non docebit ultra vir p ro xim u m suum .

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4.3.8.- Participio paronomástico: En la lengua hebrea el participio usado paronomásticamente puede repre­ sentar a veces a un sujeto indeterminado, equivaliendo entonces a un pronom­ bre indefinido “alguien, alguno”, o, en frases negativas, “nadie, ninguno”. Esta construcción realmente novedosa para la lengua latina ha sido evitada sistemáti­ camente por los traductores latinos. Por eso eso difícil descubrirla en su forma pura. Pero hay algunos ejemplos: quod, cum aspexerit videns... devorabit illud (Is 28,4), “que, cuando alguien la ve (= la breva)... se la come”. Aquí la parono­ masia no es literal, porque el autor usa el verbo aspicio y el participio videns·, pero sí es un caso de paronomasia. Otro más claro: quia nolo mortem morientis (Ez 18,32), “porque no quiero la muerte de nadie”'. En cambio, no son casos de paronomasia frases como las siguientes, aunque por la forma externa sí lo pare­ cen: audite audientes, et nolite intelligere (Is 6,9), “oíd bien y no entendáis”. Y decimos que no se trata de giros paronomásticos, porque la construcción hebrea es distinta en unos casos y en otros. En el último ejemplo se trata de “infinitivos absolutos” con valor de afirmación; en los otros casos, se trata de participios usados con sentido paronomástico2. 4.3.9.- Frater. El sustantivo frater como traducción del hebreo ‘ah, “hermano” (de sangre, de raza, de pueblo) y del griego adelphós, “hermano” (de sangre, de raza, de religión, cualquier hombre), posee en latín bíblico una gran variedad de acep­ ciones indefinidas; pero se usa sobre todo como suplente de expresiones de reciprocidad. En ambas funciones se trata de algo peculiar del latín bíblico, no existente en ningún otro tipo de latín. 1) Frater en función de pronombre indefinido: a) Frater = “cualquiera, quienquiera”: de manu viri et fratris eius requiram animam hominis (Gn 9,5), “de la mano de cualquiera (viri) y de quienquiera (fratris) reclamaré la vida del hombre”. b) Frater = “alguien, alguno”: sicut latro consurgit contra fratrem suum (Dt 22,28), “como un ladrón se lanza con uno / alguien”; omnis qui irascitur fratri suo (Mt 5,22), “quienquiera que se encolerice contra otro / alguien)’”. 1 Sobre esta construcción y su explicación más amplia, cf. O. García de la Fuente, ibid., p. 255. 2 Sobre estos casos y la distinción que proponemos, cf. O. García de la Fuente, "Los indefinidos", ibid., pp. 255-256. 3Más ejemplos y la explicación de los textos del NT en O. García de la Fuente, "Los indefinidos", ibid., pp. 256-257.

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c) Frater... non / non... frater = “nadie, ninguno”: et domum fratris tui ne ingrediaris (Prv 27,10), “y no entres en la casa de “nadie” (el contexto indica claramente que no se trata de la casa de un “hermano”; non oderis fratrem tuum (Lv 19,17), “no odies a nadie”1. 2) Frater en función de pronombre recíproco: En hebreo la combinación de 'is, “hombre, varón” con ‘ah, “hermano” es el modo normal de expresar la reciprocidad. Los traductores latinos de la Biblia han conservado el giro hebreo en varias fórmulas, que no existen fuera del latín bíblico:vir fratrem suum deridet (Jr 9,3,4), “se engañan unos a otros”; unusquis­ que fratrem suum (Joel 2,8), “cada uno a otro, unos a otros”; singuli super fra ­ tres suos (Lv 26,37), “cada uno de ellos sobre los otros”; alterutrum a fratre suo (Gn 13,11), “(se apartaron) el uno del otro”; nemo fratrem suum (Ex 10,23), “nadie (veía) a otro” (= no se veían unos a otros”2. 4.3.10.- Proximus / proxima·. El sustantivo proximus, como traducción del hebreo re 'a, “compañero, pró­ jimo, amigo, colega, vecino” o del griego plesíon, “prójimo, compañero, veci­ no, camarada”, y proxima, como traducción del hebreo re 'ah / re'uth, “compa­ ñera, amiga, vecina”, presentan en el latín bíblico una gran variedad de acepciones indefinidas y se usan sobre todo como segundo término en la expre­ sión de la reciprocidad. 1) Proximus en función de pronombre indefinido: a) Proximus = “alguien, uno”: qui percusserit proximum suum (Dt 19,4), “quien mata a otro (= a alguien, a uno)”.3. b) Proximus = “otro”: uxor proximi / uxor proximi tui (Lv 18,20), “la mujer de “otro”4. 2) Proximus / proxima en función de pronombre recíproco: Los traductores latinos de la Biblia han conservado el modo normal de la lengua hebrea de expresar la reciprocidad a través de la combinación de ‘is, “hombre, varón” o de ‘adam, “hombre” con re 'a, “compañero, prójimo, amigo, 1 O tros ejem plos e n O. G arcía de la Fuente, "Los indefinidos", ibid., p. 257. 2 O tros ejem plos de cada una de las fórm ulas pueden verse en O. G arcía de la F u e n ­ te, ibid., pp. 257-258, y O. G arcía de la Fuente, "E xpresión de la reciprocidad en el latín bíblico", en A n a lecta M alacitana 5 (1982), 163-172, en pp. 167-168. 3 O tros ejem plos en O. G arcía de la Fuente, "Los indefinidos", ibid., p. 259. 4 O tros m uchos ejem plos en O. G arcía de la F uente, "Los indefinidos", ibid., p. 259.

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colega, vecino” o re'ah / re'uth, “compañera, amiga, vecina”, dando origen así a unos giros propios del latín bíblico, que no se encuentran en ningún otro tipo de latín. Las fórmulas son las siguientes: a) unusquisque proximum suum (Lv 19,11), “cada uno a otro, unos a otros”; b) unaquaequae proximam suam (Jr 9,20), “cada una a la otra”; c) vir proximum suum (Jr 31,34), “uno a otro, unos a otros”; d) homo proximo suo (Rut 4,7), “unos a otros”; e) nullus cum proximo suo (Jdt 15,2), “nadie con otro, nadie con los demás”; f) singuli proximos suos (Jue 10,18), “los unos a los otros”; g) alter ad proximum suum (Gn 11,3), “el uno al otro, los unos a los otros”; h) quispiam in proximum suum (2Cro 6,22), “alguien contra otro”; i) singuli a proximo suo non recedat (Joel 2,8 VL), “nin­ guno de ellos se separa del otro”; j) aliquis proximo suo (Jue 7,13), “alguien a otro”'. La variedad de formulas se debe únicamente al deseo de Jerónimo de variar la version de unas mismas palabras hebreas, siempre las mismas. 4.3.11,- Amicus: Amicus como traducción del hebreo re'a, “compañero, prójimo, amigo, colega, vecino”, presenta en latín bíblico varios usos indefinidos, y se emplea también para expresar la reciprocidad, como los términos ya analizados antes. 1) Amicus en función de pronombre indefinido: a) Amicus = “alguien, uno”: si spoponderis pro amico tuo (Prv 6,1), “si te has hecho fiador de alguien”; si introieris in segetem amici tui (Dt 23,35), “si entras en la mies de alguien (= o de otro)”2. b) Amicus = “otro, los demás”: qui despicit amicum suum (Prv 11,12), “quien desprecia a otro”; et tradidi illam amico tuo (Jue 15,2), “y se la di a otro”3. c) Amicus = “persona indeterminada, fulano”: amice, non facio tibi iniuriam (Mt 20,13), “amigo (fulano), no te hago injuria”4. d) Non, nec, ne... amicus = “nadie, ningno”: nec habebit amicum in quo requiescat (Eclo 28,20), “ni tendrá a nadie en quien descansar”; ne dicas amico tuo (Prv 3,28), “no digas a nadie”5.

1 O tros ejem plos de cada fórm ula pueden verse en O. G arcía de la Fuente, "Los inde­ finidos", ibid., p. 260; O. G arcía de la Fuente, "E xpresión de la reciprocidad", ibid., pp. 166-167. 2 O tros ejem plos en O. G arcía de la Fuente, "Los indefinidos", ibid., p. 261. ’ O tros ejem plos en O. G arcía de la F uente, "Los indefinidos", ibid., pp. 261-262. 4 O tros ejem plos y su justificación en el N T en O. G arcía de la Fuente, "Los indefini dos", ibid., p. 262. 5 O tros ejem plos en O. G arcía de la Fuente, "Los indefinidos", ibid., p. 262.

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2 ) A m ic u s e n f u n c ió n d e p r o n o m b r e r e c íp r o c o :

La formación del giro es idéntica a la de proximus, frater, por tanto, pres­ cindimos aquí de la justificación. Se trata siempre de traducciones literales del hebreo, que han forzado estos significados y usos de amicus. Las fórmulas son varias1: a) homo ad amicum suum (Ex 33,11), “uno a otro”; b) unusquique ami­ cum suum (Ex 32,27), “cada uno al otro, unos a otros”; c) vir amicum suum (Zac 3,10), “uno a otro, unos a otros”2. 4.3.12,- Otros términos menos usados: Recogemos aquí brevemente otros términos, bastante menos usados que los anteriores, algunos empleados incluso esporádicamente, que también tienen sentido indefinido o se utilizan en expresiones de reciprocidad. Son los siguien­ tes: 1) Mulier. El sustantivo hebreo ‘issah, “mujer”, empleado en combinación con ‘ahoth, “hermana” o con re'ah / re'uth, “compañera, amiga, vecina”, tiene a veces el valor de un verdadero pronombre recíproco. Como este uso tenía que resultar muy chocante para los hablantes latinos, las versiones latinas de la Biblia lo rehuyen, y emplean giros latinos de uso corriente. a) No obstante, la Vg conserva algún ejemplo de mulier con este valor de reciprocidad: ut postulet... mulier a vicina sua (Ex 11,2; y 3,22), “de modo que una mujer pida a otra”; mulieres... unaquaeque proximam suam (Jr 9,20), “(enseñad), mujeres, unas a otras”. b) Además, la expresión bíblica, bastante frecuente, vir sive mulier, con que empiezan numerosas prescripciones legales o rituales, admite también una interpretación indefinida, equivalente a “cualquiera (hombre o mujer)” que haga tal y tal cosa (Lv 13,29,38, etc). c) Y a su vez, la expresión negativa, nec vir nec mulier, equivale a “nadie (hombre o mujer)” (Ex 36,6, etc.)3. 2) Collega. Este sustantivo, como traducción del hebreo re'a, “compañero, prójimo, amigo, colega” se emplea un par de veces en el latín bíblico en combi­ nación con vir o filius hominis para expresar la ida de reciprocidad. Evidente­ 1V éanse en O. G arcía de la F uente, "La expresión de la reciprocidad", ibid., pp. 170171, con los ejem plos correspondientes. 2 O tros ejem plos en O. G arcía de la Fuente, "Los indefinidos", ibid., p. 263. 1 P ara estos significados y valores de m ulier, cf. O. G arcía de la Fuente, "Los indefi­ nidos", ibid., p. 264.

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mente este uso no existe fuera del latín bíblico. Ejemplos: et dixit vir ad colle­ gam suum (Jon 1,7), “y se dijeron unos a otros”; quomodo iudicatur filius homi­ nis cum collega suo (Job 16,22), “como es juzgada la causa de un hombre con otro”. 3) Vicina. Este sustantivo, como traducción del hebreo re' uth, “compañera, amiga, vecina”, tiene en el latín bíblico, y sólo en él, la acepción de “otra” en expresiones recíprocas, cuando va en combinación con mulier·, ut postulet... mulier a vicina sua (Ex 11,2), “que pida una mujer a otra” (cf. Ex 3,22, aunque aquí vicina corresponde a otra palabra hebrea distinta de la mencionada). 4) Socius. Este sustantivo, como traducción del hebreo re 'a, y en combina­ ción con vir adquiere el significado de “otro” en expresiones de reciprocidad. Esta acepción es propia del latín bíblico: tunc vir quidam de filiis prophetarum dixit ad socium suum (IRe 20,35), “entonces uno de los hijos de los profetas dijo a otro”. 5) Dux. Que el sustantivo dux, “jefe”, equivalga a un indefinido es una rare­ za del lenguaje bíblico digna de tenerse en cuenta. Y no cabe duda de que éste es su significado en la frase siguiente: nolite credere amico, et nolite confidere in duce (Miq 7,5), “no creáis en nadie y no confiéis en nadie”. La mención de dux en el texto que comentamos no tiene sentido alguno, puesto que no se trata de confiar o no confiar en los “jefes” de la nación, sino en no confiar en nadie del pueblo. Un error de Jerónimo al traducir ‘alúf por “jefe” en vez de por “amigo” ha dado origen a esta rareza. El sentido es claro: “no creáis en nadie ni confiéis en nadie”; ni el hijo en el padre ni el padre en el hijo; ni la hija en la madre ni la madre en la hija; ni la nuera en la suegra ni la suegra en la nuera, porque inimici hominis domestici eius (Miq 7,5,6,), “los enemigos de cada uno (= hominis) son las gentes de su propia casa”. De todo lo expuesto hasta aquí sobre los indefinidos se deducen algunas conclusiones: 1) La variedad verdaderamente sorprendente de fórmulas de reciprocidad en el latín bíblico depende de la libertad que se tomaron los traductores de la Biblia al pasar al latín las dos palabras hebreas que sirven de base a las fórmu­ las: así ‘is y ‘adam se convierten en homo, vir, unusquisque, singuli, nemo, alte­ rutrum, alter, quispiam, aliquis. Por su parte, la traducción de re'a da lugar a los siguientes términos latinos: proximus, amicus, collega, socius. Y la combi­ nación de estos dos términos da lugar a más de 20 fórmulas nuevas de recipro­ cidad en el latín bíblico, y que sólo se dan en él. 2) Con respecto al empleo indefinido de homo hay que señalar: a) que en

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griego ánthmpos y anér con valor del indefinido tis aparece ya en Homero y en el griego clásico; pero su presencia constante en los LXX como traducción de esas palabras con valor de indefinidos se debe a influjo hebreo; por tanto, esta­ mos ante un semitismo cuantitativo, por lo menos, b) El uso como indefinidos de esos dos términos en el NT griego está influenciado por los LXX, además del original hebreo o arameo. 3) El uso de homo y vir como indefinidos en el latín bíblico es un semitismo cualitativo, puesto que no hay ejemplos de este uso antes de la VL y Vg. En la VL la fuente inmediata es la versión de los LXX. En la Vg es un semitismo directo1. 4) El cambio de anima a pronombre indefinido se verificó por primera vez en los LXX y en el latín bíblico2. 5) El modelo sintáctico homo homo del latín bíblico, conservado también en los LXX, es evidentemente un calco sintáctico hebreo. La expresión hebrea ‘is ‘is, de la que se derivan la griega y la latina, tiene sentido indefinido, “cual­ quiera que, quienquiera que” - quisque, quicumque- (Véase más adelante al hablar de la geminación distributiva). 6) Las fórmulas latinas non... omnis / omnis... non, como las correspondien­ tes hebreas, son ambiguas, porque pueden significar “no todo” o “nada”. En el primer caso, no hay novedad alguna en ellas, porque existen también en el latín de todas las épocas, comenzando por el conocido texto de Horacio (Carm 111,30): non omnis moriar, “no moriré todo” (= del todo, totalmente), y lo mismo en Gn 3,1 la frase: ut non comederetis de omni ligno paradisi, no signi­ fica que Adán y Eva “no pueden comer de “ningún” árbol del paraíso”, sino que “no pueden comer de “todos” los árboles del paraíso”, ya que Dios sólo les prohibió comer de uno (Gn 3,2-2)3. Aunque en latín exista alguna fórmula pare­ cida, el uso de esos giros como sustitutos de nihil, meno, nullus es debido a tra­ ducciones literales del modelo hebreo. 7) Relacionado con el esquema fraseológico non...omnis, “nada, nadie, nin­ guno”, existe en hebreo otro giro que ha pasado igualmente a las versiones lati­ nas de la Biblia, y se trata de la frase “no ordenar / no mandar” como equivalen­ te de “prohibiir”, ya que en hebreo no existe el verbo “prohibir”4. Los ejemplos 1 Es sabido que la frase hom o dicit, "alguien dice", "uno dice", "se dice", desem boca en la expresión francesa on d it y en la alem ana m an sagt. E n el español m edieval era norm al el uso de "hom bre", p o r "uno"; cf. ejem plos y su justificació n en O. G arcía de la Fuente, "Los indefinidos", ibid., p. 268. 2 Cf. O . G arcía de la F uente, "A nim a en la B ib lia latina", en H elm antica 29 (1978) 523, e n pp. 14-15. 1 Cf. O. G arcía de la F uente, "U so de non om nis y om nis non p o r nihil, nem o, nullus en los salterio latinos", en H elm a n tica 27 (1976) 261-271, e n pp. 264-265. 4 Cf. P. Joüon, G ram m aire de l'hébreu biblique, R om a 1947 2, p. 492.

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son mumerosos, y no es fácil caer en la cuenta del “semitismo” que encierran estas frases bíblicas: nisi quod ex ligno de quo praeceperam tibi ne comederes comedisti (Gn 3,11; cf. 3,3,17), “a no ser que hayas comido del árbol del que “te prohibí” comer”; quae praecepit ut non fierent (Lv 4,2), “las cosas que “prohibió” que se hicieran”; quod eis praeceptum non erat (Lv lo ,l), “que les había prohibido”, etc.1. 5. El verbo Con respecto al verbo, el latín bíblico ofrece también muchas novedades en relación al latín profano o cristiano, procedentes del hebreo (o arameo). Algu­ nas de ellas son de tal categoría y trascendencia, que si no se atienden debida­ mente, hacen que los textos bíblicos resulten casi ininteligibles, o, por lo menos, que no se entiedan correctamente. Tratadas de una manera esquemática, las principales son las siguientes. 5.1,- Tiempos del verbo Los traductores latinos de la Biblia, sin excluir a Jerónimo, partiendo de un concepto erróneo de que el perfectum hebreo expresa un tiempo pasado y el imperfectum un tiempo futuro, llegan en muchísimos casos a oscurecer de tal modo el sentido del texto original, que conducen al lector moderno a verdade­ ros errores en la intelección del pensamiento de los autores de la Biblia. Este mismo hecho se ha dado en la versión griega de los LXX, que ha inflluido en la VL. 1.- Valor del perfecto y del imperfecto latinos: En el latín bíblico por influencia hebrea, estos dos tiempos: a) Tienen valor de pasado generalmente en los relatos de carácter histórico o narrativo; por ejemplo: in principio creavit Deus caelum et terram (Gn 1,1), “al principio “creó” Dios el cielo y la tierra”; vir erat in terra Hus (Job 1,1), “había” un hombre en la tierra de Hus”, etc. No hacen faltan más ejemplos, por­ que el principio es claro. Este uso es idéntico al clásico. b) Tienen valor de presente generalmente en los textos sapienciales y en las plegarias, como los salmos e himnos; por ejemplo: dixit insipiens in corde suo (Sal 14,1), “dice” el necio en su interior”; el texto habla en pasado, pero el sen­ tido es presente, porque el “necio”, todo necio “dice” eso siempre, y no una vez en el pasado; conserva me, Domine, quoniam speravi in te (Sal 16,1), “guárda­ 1 M ás ejem plos en O. G arcía de la F uente, "Los indefinidos", ibid., p. 270, y otros giros con el verbo m anducare, e tc ..

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me, Señor, porque “espero” en ti”; el justo “espera” siempre en el Señor, no una sola vez en el pasado; ego dormivi et soporatus sum et exsurrexi (Sal 3,6), “ yo me acuesto y me duermo y me despierto” (“pues el Señor me sostiene”). No hacen falta más ejemplos, porque el principio es claro1. Este uso puede encon­ trarse también en textos clásicos, pero es menos frecuente que en el caso ante­ rior. c) El perfecto tiene muchas veces valor de futuro en los escritos proféticos, pues los profetas hablan de hechos futuros como si fueran presentes o pasados; por ejemplo: primo tempore alleviata est terra Zabulón... et novissimo aggrava­ ta est via maris (Is 8,23), “en un principio fue tenida en poco la tierra de Zabu­ lón..., pero al final será tenido en honor el camino del mar”; la segunda parte del versículo se realizó mucho después de la primera parte y se refiere proba­ blemente a la deportación en tiempo de Teglatfalasar III (el 732 a.Cr.) y la segunda, que traerá la liberación de los deportados, se realizó “plenamente” con la venida de Jesús de Nazaret. Basta este ejemplo para ver de qué se trata. 2) Valor del futuro latino: a) A la concordancia de los tiempos en la lengua hebrea, el futuro latino tiene a veces sentido de presente. Un texto muy claro de este fenómeno lingüís­ tico es la siguiente descripción de los ídolos: os habent et non loquentur = “tienen boca y no hablan”; oculos habent et non videbunt = “tienen ojos y no ven”; aures habent et non audient = “tienen oídos y no oyen”; nares habent et non odorabunt = “tienen narices y no huelen”; manus habent et non palpabunt = “tienen manos y no palpan”; pedes habent et non ambulabunt = “tienen pies y no andan”; non clamabunt un gutture suo = “no claman con su garganta”; non mortui laudabunt te Domine = “los muertos no te alaban, Señor” (Sal 115, 5-7,17). Este sólo ejemplo, de los muchísimos que se podrían aducir, basta para dar a conocer este uso del futuro por presente debido al original hebreo. b) En el latín bíblico, el futuro equivale muchas veces al imperativo, cuan­ do va detrás de un imperativo; por ejemplo: vade et dices populo huic (Is 6,9) 1 R econocen este valor, que se puede denom inar "perfecto gnóm ico" o "perfecto sen­ t e n c ia r , en los m encionados casos de la B iblia, L eum ann - H o fm a n n - Szantyr, L a te in is­ che G ram m atik (o.c.), pp. 318-319: direkt a u f griechischen, ais m echanische Ü bersetzung, u n d indirekt a u f h ebraischen E in flu ss b eru h t das gnom ische P erf. in d e r B ib e l. E ste perfecto no ha sido im itado ni seguido p o r los autores cristianos: im K irchenlatein n icht nachgeahm t zu sein scheinf, cf. ibid.

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“vete y di a este pueblo” (cf. Jr 28,13; Dn 12,13; Zac 6,10; etc.); surge et des­ cende... et... audies (Jr 18,1), “levántate y baja... y... oye”; vade et posside...et pones... e t ... non inferes (Jr 13,1), “vete y compra... y ponte... y... no metas”1. Los ejemplos son incontables. 3) Valor del presente latino: En el latín bíblico, el presente está muchas veces en lugar del futuro·, por ejemplo: cum iudicatur exeat condemnatus (Sal 109,7), “cuando sea juzgado, “saldrá” condenado”. Todos estos cambios en el valor y significado de los tiempos suponen una verdadera revolución en la semántica de los tiempos latinos. Su novedad consiste en que siempre se trata de traducciones literales del hebreo, en el AT de la Vg, o del griego, influido, a su vez, por el hebreo, en el AT de la VL, novedad continuada en el NT por imitación y propagación del modelo hebreo. 5.2,- Construcciones verbales Agrupamos bajo este epígrafe varios fenómenos sintácticos del latín bíbli­ co que sólo tienen su última explicación en que son calcos sintánticos hebreos (o arameos). Su presencia se detecta fácilmente por la sobrecarga innecesaria de palabras ajena a la buena prosa clásica y al estilo normal del latín no bíbli­ co. 5.2.1.- Traducción del infinitivo absoluto hebreo El infinitivo absoluto hebreo, que se usa en pocos casos, y se emplea de una manera absoluta, como un nombre, es en realidad un nombre verbal, que tiene siempre por misión expresar ciertos matices enfáticos, cuya modalidad concreta depende del contexto. El infinitivo latino corresponde al infinitivo constructo hebreo, que es el infinitivo ordinario, y que, como indica su nombre, se puede construir con un nombre o un pronombre2. Los resultados latinos de la tradución del infinitivo absoluto son: a) Participio de presente, que suele tener matiz intensivo, y que en español 1 L a in flu e n cia h eb rea en estos giros la reco n o cen tam bién L eu m an n - H o fm a n n Szantyr, L ateinische G ram m atik (o.c.), p. 311; la construcción se usa m ucho en el latín tardío, zum Teil ais H ebraism us d e r Ü bersetzungsliteratur. 2 P ara toda la cuestión del infinitivo absoluto h ebreo rem itim os a P. Joüon, G ram ­ m aire de l'hébreu biblique, R om a 1947, pp. 347-358.

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correspondería a un adverbio: castigans castigavit me (Sal 118,18), “me castigó ejemplarmente”; benedicens benedicam te (Sal 132,15), “te bendeciré cierta­ mente”, etc. (Véase más adelante en “Formas finitas de verbos en función de adverbios”). b) Ablativo del gerundio, con valor intensivo, y que en español corresponde­ ría a un adverbio: tradendo tradetur (Jr 38,3), “será entregada con certeza”, etc. (Véase más adelante en “Formas finitas de verbos en función de adverbios”). c) Ablativo de un nombre de la misma raíz verbal, que tiene matiz intensi­ vo, y que en español correspndería a un adverbio: morte moriatur (Ex 21,17), “morirá con certeza” (o sin remedio), etc. (Véase más adelante en “Formas fini­ tas de verbos en función de adverbios”). 5.2.2,- Traducción de las formas causativas de los verbos hebreos. Las formas causativas hebreas son, una activa (hifil) y otra pasiva (hofal)'. Los traductores latinos intentan reproducirlas por medio de los verbos dare, facere, etc. Por ejemplo: fecit... regnare (Est 2,17); fecit... cessare (Eclo 10,20); fecit... vivere (Jr 49,11); fecit pavere (Jr 49,37); dare... videre (Sal 16,10); dare... inimicos corruentes (Dt 28,7), etc.2. El resultado de estas traducciones literales del hebreo son, en general, fra­ ses latinas normales, y, por eso, sólo se pueden considerar como semitismos cuantitativos y de origen, y en muchos casos es muy difícil saber a simple vista que se trata de verdaderos semitismos. 5.2.3,- Empleo de formas finitas de verbos en sustitución de adverbios. Este tipo de construcciones, totalmente ajenas a la lengua latina, es uno de los rasgos más característicos del influjo hebreo en el latín bíblico, y es propio de él, y que no ha pasado al latín cristiano, fuera de las citas de la Biblia. Estos giros, verdaderas circunlocuciones adverbiales, resultan con frecuencia ininteli­ gibles para el lector del latín, si no se atiende a su origen y significado. Entendi­ das como lo que son, expresiones adverbiales, el significado aparece claro. He aquí los posibles modelos3.

1 Sobre el significado y v a lo r de estas form as en hebreo rem itim os a P. Joiion, G ra m ­ m aire (o .c .),γ>. 120. 2 O tros ejem plos en F. K aulen, S prachliches H andbuch (o.c.), p. 278. 3 R em itim os de una m anera general a n uestro trabajo, p rácticam ente exhaustivo en cuanto a fórm ulas, titulado: O. G arcía de la Fuente, "Sobre el uso de los adverbios en el latín bíblico", en Salvación en la palabra. T argum , derash, berith: H om enaje a A le ja n ­ dro D ie z M acho, M adrid 1986, pp. 135-156.

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5.2.3.1.- Verbo finito auxiliar con otro verbo finito en infinitivo. Esta locución sirve para expresar ideas adverbiales variadas: a) La idea adverbial de “nuevamente”, “todavía”, “además”, “aún”, “volver a”, etc., a través de los verbos addere, apponere, adicere, converti. He aquí un ejemplo de cada verbo: addiderunt facere malum (Jue 3,12; 4,1), “hicieron de nuevo el mal” o “ volvieron a hacer el mal”; apposuit parere fratrem (Gn 4,2 VL), “dio a luz todavía a su hermano”; adiecit Dominus loqui (Is 7,10), “habló de nuevo el Señor”; ñeque convertentur operire terram (Sal 103,9), “no cubri­ rán otra vez la tierra” o “no volverán a cubrir la tierra”1. b) La idea adverbial de “magníficamente” a través de magnificare·, magnificavit Dominus facere (Sal 126,2), “el Señor actuó magníficamente”, etc. c) La idea adverbial de “mucho” a través de multiplicare·, multiplicasti locupletare eam (Sal 64,10), “la has enriquecido mucho”, etc. d) La idea adverbial de “firmemente, perseverantemente” a través de perse­ verare, confirmare', si perseveraverit facere praecepta mea (lC ro 28,7), “si cumple perseverantemente mis preceptos”; confirmavit deficientes sustinere (Eclo 17,20), “sostiene firmemente a los que pierden la esperanza” (texto trad, del griego). e) La idea adverbial de “rápidamente” a través de, festinare, accelerare: fe s­ tina adducere Michaeam (IRe 22,9), “trae rápidamente a Miqueas”; acceleravit consummare universos muros (lM c 13,40), “terminó rápidamente todos los nuros” (texto trad, del griego), etc. f) La idea adverbial de “totalmente” a través de consummare: cum consummasset comedere (Am 7,2), “cuando comió totalmente” . g) La idea adverbial de “previamente” a través de praevenire: praevenit ungere corpus meum (Mc 14,8), “ungió previamente mi cuerpo” (texto traduci­ do del griego, que a su vez puede ser la traducción del arameo qdmf. 5.2.3.2,- Verbo finito auxiliar con otro verbo en infinitivo y reforzamiento de un adverbio. Esta locución sirve también para expresar ideas adverbiales variadas. Y sólo se distingue de la anterior por el reforzamiento del adverbio, hecho que ya indica por sí solo su origen no latino, porque el resultado es añadir “dos adverbios” para significar lo mismo. 1T odos los ejem plos en O. G arcía de la F uente, "Los adverbios", ibid., pp. 139-140. 2 Para otros ejem plos, cf. O. G arcía de la F uente, "Los adverbios", ibid., pp. 139-141.

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a) Idea adverbial de “nuevamente”, “otra vez”, “además”, expresada por los verbos addere, apponere, adicere y los adverbios ultra, iterum, adhuc, rursum, amplius, magis. He aquí un ejemplo de cada verbo: non addidit ultra quaerere Deum (ISm 27,4), “no le buscó nuevamente otra vez” o “no le volvió a buscar otra vez”, etc.; et apposuerunt adhuc peccare ei (Sal 77,17), “y pecaron de nuevo contra él otra vez”, etc.; adiecit Dominus rursum vocare Samuhelem (ISm 3,6), “llamó de nuevo el Señor a Samuel otra vez”; adiecerunt magis odisse eum (Gn 37,8 VL), “continuaron odiándole más”, etc. b) Idea adverbial de “constantemente” expresada por el verbo perseverare y el adverbio adhuc, magis: perseverate adhuc conservare ad nos fidem (lM c 10,27), “conservadnos aún fidelidad cons tantemente” (texto trad, del griego)1. 5.2.3.3.- Verbo finito con otro verbo finito en oración subordinada con par­ tículas. Esta construcción es una variante de las anteriores. A través de ella se expresan varias ideas adverbiales: a) Idea adverbial de “nuevamente”, “otra vez”, “además”, expresada por los verbos addere, apponere, adicere, reverti, convertí. He aquí un ejemplo de cada verbo: addidit ut appareret (ISm 3,21), “apareció nuevamente”, etc.; forsitam apponam ut respiciam (Jon 2,5 VL), “quizá miraré otra vez favorablemente”, etc.; reversi sunt ut facerent malum (Neh 9,28), “hicieron de nuevo el mal” o “volvieron a hacer el mal”, etc.; non convertar ut disperdam (Os 11,9), “no des­ truiré otra vez o “no volveré a destruir”. b) Idea adverbial de “rápidamente” a través de accelerare: accelera at eruas me (Sal 30,3), “líbrame rápidamente”. c) Idea adverbial de “magníficamente” a través de magnificare·, magnificavit Dominus ut faceret (Joel 2,21), “el Señor obró magníficamente". d) Idea adverbial de “frecuentemente, muchas veces” a través de abundare: abundavit ut averteret iram suam (Sal 77,38), “apartó muchas veces su ira”2. 5.2.3.4,- Verbo finito con otro verbo finito en oración subordinada con par­ tículas y reforzamiento de un adverbio. Esta construcción no es más que una variante de la segunda mencionada antes. Su origen no latino se pone de mani­ fiesto por la expresión pleonástica de la idea adverbial. Intentaremos traducir los textos lo más literalmente posible para que se vea su carácter no latino. 1 O tros ejem plos de cad a fó rm u la en O. G arcía de la Fuente, "Los adverbios", ibid., pp. 141-142. 2 O tros ejem plos de cada fórm ula en O. G arcía de la F uente, "Los adverbios", ibid., pp. 142-143.

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a) Idea adverbial de “nuevamente”, “otra vez”, “además”, expresada a tra­ vés de los verbos addere, adicere, apponere y los adverbios adhuc, ultra. Dare­ mos un ejemplo de cada verbo: idcirco non addam ut ultra vos liberem (Jue 10,13), “por eso nos os salvaré de nuevo otra vez” o “no os volveré a salvar más veces”, etc.; non adicies ultra ut glorieris (Is 23,12), “no te gloriarás de nuevo más veces”, etc.; nec apposuerunt ultra ut venirent (ISm 7,13), “ni vinieron de nuevo más veces”, etc.1. 5.2.3.5.- Verbo finito con gerundio en acusativo. Este giro es una variante de los anteriores, por tanto, tiene la misma fuerza adverbial que los otros. Las principales ideas adverbiales son las siguientes: a) Idea adverbial de “mucho” a través de multus esse: multüs est ad ignos­ cendum (Is 55,7), “perdona mucho”. b) Idea adverbial de “nuevamente”, “todavía”, “otra vez”, expresada por addere, adicere, converti: nunc addiderunt ad peccandum (Os 13,2), “ahora han pecado “otra vez”; adiciet Dominus... ad possidendum residuum (Is 11,11), “el Señor poseerá de nuevo al resto”; conversi sunt ad irritandum me (Ez 8,17), “me irritaron nuevamente’’1. 5.2.3.6.- Verbo finito con otro verbo finito coordinado con partículas. Este giro se emplea para expresar varias ideas adverbiales. a) Idea adverbial de “nuevamente”, “otra vez”, a través de adicere, conver­ tí, revertí. He aquí un ejemplo de cada verbo: adiecit Dominus et vocavit adhuc Samuhelem (ISm 3,8), “llamó el Señor todavía otra vez a Samuel”, etc.; con­ vertantur et erubescant (Sal 6,11), “que se avergüencen de nuevo”, etc.; reverti­ mini et emite (Gn 43,2), “comprad nuevamente”, etc. b) Idea adverbial de “rápidamente” con festinare: festinavit et tulit (ISm 25,12), “tomó rápidamente”, etc. c) Idea adverbial de “fuertemente, valientemente” con confortare: conforta­ re etfac (Esd 10,4), “obra valientemente”, etc.3. 5.2.3.7.- Verbo finito con otro verbo finito coordinado sin partículas. Esta construcción se distingue de la anterior únicamente porque no lleva partículas; el significado es el mismo. 1 O tros m uchos ejem plos de cada fórm ula en O. G arcía de la Fuente, "Los adver­ bios", ibid., p. 144. 2 O tros ejem plos en O. G arcía de la F uente, "L os adverbios", ibid., p. 145. ' O tros m uchos ejem plos de cada fórm ula en O. G arcía de la Fuente, "Los adver­ b ios", ibid., pp. 145-147.

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a) Idea adverbial de “rápidam ente”, expresada por accelerare, facere cito, festinare: accelera, tria sata similae commisce (Gn 18,6), “m ezcla r á p id a m e n te c ito fecerunt obliti sunt operum eius (Sal 106,13), “olvida­ ron rápidamente” sus obras”; festina descende (2Re 1,11), “baja rápida­ m ente” 5.2.3.8,- Verbo finito con participio de presente. El origen de esta construc­ ción con valor adverbial no es único, ya que puede provenir : a) de la traducción de un infinitivo absoluto hebreo; b) de la traducción de cualquiera de los verbos auxiliares con valor adverbial, analizados en los puntos anteriores. El significa­ do en un caso o en otro no es igual, como veremos a continuación. 5.2.3.8.1,- Participio de presente de la “misma raíz” del verbo finito. Este giro de evidente color semítico puede aparecer con el participio de presente delante o detrás del verbo finito. Los matices son varios. a) Participio “delante" del verbo: El significado de la construcción, cuando es traducción de un infinitivo absoluto hebreo, es siempre una “afirmación” o “reforzamiento” de la idea expresada por el verbo finito. La idea advervial corresponde, pues, a “ciertamente”, “seguramente”, “totalmente”, “mucho”, grandemente”, etc. He aquí algunos ejemplos: euntes ibant et flebant (Sal 126,6), “iban ciertamente llorando”; circumdantes circumdederunt me (Sal 117,11), “me rodearon totalmente”', congregans congregabo (Jr 8,13), “cierta­ mente reuniré”, etc.2. b) Participio “detrás" del verbo. El significado es también un “reforza­ miento” de la idea expresada por el verbo finito -.audite audientes me (Is 55,2), “oídme bien. 5.2.3.8.2,- Participio de presente de “distinta raíz” del verbo finito. Este giro se da con participios de presente que, aunque distintos del verbo finito, tie­ nen un significado bastante afín al del mencionado verbo. El matiz adverbial es, como en los demás casos, de “afirmación” o de “reforzamiento” de la idea del verbo, pues son también traducción del infinitivo absoluto hebreo.

a) Participio “delante” del verbo: euntes abibunt (2Sm 5,19), “seguramente marcharán”, etc. 1Otros ejem plos de cada fórm ula en O. García de la Fuente, "Los adverbios", ibid., p. 147. 2 O tros m uchísim os ejem plos en O. G arcía de la Fuente, "Los adverbios", ibid., p. 148. A d m ite n tam b ién q u e se tra ta de un h e b raísm o L eu m an n - H o f m a n n - S z a n ty r, L ateinische G ram m atik (o.c.), p. 792: "los casos de la Itala com o d ixerunt dicere (Ex 1 5 ,1 )... y otros parecidos sin d ebendo H ebraism en w ie der steigernde T ypus Vuig. Is. 6 1 ,1 0 "gaudens gaudebo", H ab. 2,3 "veniens veniet", A ct. 7,34 "videns vidi".

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b) Participio “detrás” del verbo: scito praenoscens (Gn 15,13), “debes saber absolutamente, etc. 1. 5.2.3.8.3.- Otros participios de presente con valor adverbial. Los casos que vamos a citar a continuación ya no son traducción de infinitivos absolutos hebreos, sino traducción de verbos auxiliares con valor adverbial. Hay varios tipos: a) “Delante” de un verbo finito o de otro participio de presente: festinantes rapuerunt (IRe 20,33), “rápidamente arrebataron”; adclens...haec locutus est (Job 36,1), “dijo además estas cosas”, etc.2. Un ejemplo especial, y muy frecuente, está formado por las expresiones diluculo consurgens / consurgens diluculo; diluculo surgens / surgens diluculo; de nocte consurgens ; consurgens mane / mane consurgens, que corresponden siempre a la traducción del verbo hebreo hiskîm (hifil de sakam), “madrugar”, empleado él solo, que es lo más frecuente, o acompañado del giro adverbial hebreo babboqer, “de mañana” (como en los textos siguientes: Gn 19,27; 20,8; Jos 3,1; 6,12), en cuyo caso, el giro adverbial hebreo es una redundancia. Este verbo hebreo se usa con frecuencia como verbo auxiliar de sentido adverbial. El latín bíblico lo ha conservado con valor de adverbio “temprano”, “de mañana”, “prontamente”, en los ejemplos siguientes: diluculo consurgentes extruxerunt altare (Jue 21,4), “construyeron de mañana el altar”, etc.; consurgens diluculo et mittens (Jr 7,25), “enviando repetidamente”, etc.; consurgens mane...intuitus est (Gn 19,27), “vio de mañana temprano”3. b) “Detrás” de un verbo finito o de otro participio de presente: elongavi fugiens (Sal 54,8), “lejos huiría”; convertam restituens (Ez 16,53), “nuevamente restableceré”, etc.4. 5.2.3.9,- Verbo finito con gerundio en ablativo. Sólo hay tres ejemplos en la Vg: uno (Jr 38,3) es traducción del infinitivo absoluto hebreo y tiene el matiz de “intensidad”, habitual en el infitinívo absoluto: tradendo tradetur, “será entre­ gada ciertamente (la ciudad)”. Los otros dos son traducciones del griego, pero reproducen evidentemente giros hebreos: iureiurando iurasset (Act 2,30), “jura­ se ciertamente”·, praecipiendo praecipimus (Act 5,28), “os hemos ordenado severamente”. Pero hay varios ejemplos más en la VL -.regnando regnabis super nos (Gn 37,8 VL), “reinarás ciertamente sobre nosotros”; dominando domina1Otros muchos ejemplos en O. García de la Fuente, "Los adverbios", ibid., p. 149. 2 Otros muchos ejemplos en O. García de la Fuente, "Los adverbios", ibid., pp. 149150. ’ Otros muchos ejemplos de cada una de las fórmulas anteriores en O. García de la Fuente, "Los adverbios", ibid., pp. 149-151. 4Otros ejemplos en O. García de la Fuente, "Los adverbios", ibid., p. 151.

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beris nostri (Gn 37,8 VL), “nos dominarás ciertamente, etc. En estos dos casos el gerundio es tradución de un infinitivo absoluto hebreo. 5.2.3.10.- Verbo finito con participio de pasado. Esta construcción se usa casi exclusivamente con los participios conversus y reversus, que, usados con valor adverbial, significan “nuevamente, otra vez, además”. Hay muchos ejemplos. a) Con conversus, “nuevamente, otra vez”: conversus instauravit (2Cor 33,3), “restauró nuevamente" ; conversus vivificabis me (Sal 70,20), “me darás vida otra vez”, etc.'. b) Con reversus, “nuevamente, otra vez”: reversus locutus est (Gn 42,24), “habló nuevamente”; reversi castrametentur (Ex 14,2), “acampen de nuevo”, etc.2. c) Otros participios: impulsus eversus sum ut caderem (Sal 118,13), “cier­ tamente he sido empujado para caer”3. 5.2.3.11,- Verbo finito con ablativo de un sustantivo de la misma o de dis­ tinta raíz. Este giro puede proceder de la traducción de un infinitivo absoluto hebreo y entonces, y sólo entonces, tiene las mismas acepciones y los mismos valores que hemos señalado en los apartados anteriores respecto a la traducción de los infinitivos absolutos hebreos. El valor adverbial es evidente. El sustanti­ vo que acompaña al verbo suele ser de la misma raíz, pero puede ser de distinta, aunque afín. Y puede ir delante o detrás del verbo. En ambos casos la acepción adverbial es la misma. He aquí algunos ejemplos4: a) De la misma raíz: aversione aversi fueritis (IRe 9,6), “si os apartáis totalmente”', dissipatione dissipabitur (Is 24,3), “será totalmente destruida”; vita vivere (Ez 18,9), “vivir ciertamente”', morte mori (Gn 2,17 y 38 ejemplos más en la Vg), “morir ciertamente”, etc.5. b) De distinta raíz: lugere fletu (Jr 22,10), “llorar amargamente" o inconso­ lablemente”, etc. 1O tros m uchos ejem plos en O. G arcía de la Fuente, "Los adverbios", ibid., p. 151. 2 O tros m uchos ejem plos en O. G arcía de la Fuente, "Los adverbios", ibid., p. 152. 1 E s la trad, de un infinitivo absoluto hebreo con valor intensivo, com o tantas otras veces, y a citadas. 4 P ara m ás ejem plos de cada uno de los m odelos rem itim os a O. G arcía de la Fuente, "Los adverbios", ibid., pp. 152-153, con ejem plos tam bién d el N T , que co ntinúan las expresiones hebreas. 5 L eum ann -H o f m a n n - Szantyr, L a teinische G ram m atik (o.c.), p. 125 afirm an que estos giros son grecism os oder besser indirekte H ebraism en. P ara la V g son hebraísm os directos; para la V L son hebraísm os indirectos, porque su fuente inm ediata es la versión de los LXX.

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5.2.3.12,- Verbo finito con acusativo de un sustantivo de la misma raíz. En el latín bíblico este giro no procede de un solo modelo hebreo. Puede ser, en efecto, a) traducción de un infinitivo absoluto hebreo y entonces tiene un sentido adver­ bial semejante al que hemos mencionado varias veces en los apartados anterio­ res; b) traducción de un acusativo del objeto interno -es decir, de la llamada •“figura etimológica”- y entonces tiene un valor semejante al de la misma cons­ trucción del latín clásico y profano en general, como, por ejemplo: cogitare cogi­ tationes (Jr 49,30), “tener un pensamiento”; fodere foveam (Jr 18,21), “cavar una fosa”; ieiunare ieiunium (Zac 7,5), “ayunar; hacer un ayuno”; indicare iudicium (2Cro 19,8), “juzgar, hacer un juicio”; libare libamina (Jr 44,18), “hacer libacio­ nes”; peccare peccatum (U n 5,16), “pecar, cometer un pecado”; sacrificare sacrificium (Jr 44,21), “ofrecer un sacrificio”; ulcisci ultionem (Jr 51,36), “ven­ garse, tomar venganza”; vota vovere (Jr 44,25), “hacer un voto”; zelare zelum (Jdt 9,3), “tener celo, sentir celos”, etc. Estos giros no ofrecen novedad alguna en el latín bíblico y son idénticos a los del latín preclásico, clásico y tardío. Los giros del primer tipo, en cambio, son totalmente novedosos, porque no existen con valor de adverbio en ningún tipo de latín, fuera del latín bíblico. Así, audite auditionem (Job 37,2), significa “oíd bien", y no “oíd una audición”; videte visionem (Is 6,9), significa “ved bien, y no “ved (o tened) una visión”. Este ejemplo no debe confundirse con visiones viclebunt (Joel 2,28), que signifi­ ca “verán visiones = tendrán visiones”. Llegados al final de este apartado hay que hacer algunas precisiones: 1) El significado adverbial de las palabras y giros estudiados en este aparta­ do es suficientemente claro en la mayoría de los casos. Bastaría que no se inter­ pretaran como adverbios esas palabras para que el sentido de las frases resultara confuso, oscuro y a veces ininteligible. Los traductores latinos de la Biblia, y en especial Jerónimo, sabían que se trataba de giros que en la lengua hebrea tenían valor adverbial, y no obstante, en la mayor parte de los casos los han conservado literalmente, sin acomodarlos a la realidad de la lengua latina, cosa que les hubiera costado muy poco. No sabemos por qué unas veces los conservan y otras los trasforman en giros puramente latinos. Lo que sí podemos conjeturar es por qué los conservan tantas veces: es por razones de literalidad o fidelidad al texto original, hebreo, en unos casos -Jerónimo-, o griego, en otros -Vetus Latina- '. 2) Las locuciones adverbiales más frecuentes en el latín bíblico son las for­ madas por los verbos addo, adido, appono, revertor, convertor, que expresan todos la idea adverbial de nuevamente, otra vez, además y corresponden a los 1 Sobre m uchos casos en que Jerónim o no conserva los giros hebreos, sino que los transform a en los correspondientes adverbios latinos, cf. O. G arcía de la Fuente, "Los adverbios", ibid., pp. 154-156.

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adverbios latinos rursum, iterum, adhuc, amplius, magis, y por los verbos acce­ lero, festino, que expresan la idea adverbial de rápidamente, velozmente y corresponden a los adverbios latinos cito, velociter, statim, y luego todas las construcciones formadas como consecuencia de la traducción de los infinitivos absolutos hebreos, y que pueden sintetizarse en el participio de presente de la misma raíz del verbo finito, del tipo videntes vident, “ven bien”; en el gerundio en ablativo de la misma raíz del verbo finito, del tipo tradendo tradetur, “será entregada ciertamente”; en el ablativo de un sustantivo de la misma raíz del verbo finito, del tipo auditu audietis, “oiréis bien”, y en el acusativo de un sus­ tantivo de la misma raíz del verbo finito, del tipo videte visionem, “ved bien”. En definitiva, las novedades que ofrece el empleo del adverbio en el latín bíblico son numerosas y algunas de ellas verdaderamte llamativas. 5.2.4.- Régimen especial de ciertos verbos El latín bíblico utiliza verbos que presentan un régimen extraño a la lengua latina clásica, e incluso a la tardía, y este régimen, además de posibles influencias vulgares, se debe sin duda, y en último análisis, al hecho de que las versions latinas son dema­ siado literales, y fuerzan las propias estructuras de la lengua latina normalizada. Algunas de estas construcciones, de probable origen hebreo, o griego, en su caso, pero por influencia hebrea, son: accusare adversus (Rom 8,33); accusare in (Me 15,4); adhaerere post (Sal 62,8); admirari super con abi. (Ez 26,16; Mt 7,28); con acus. (Eclo 27,26); con in y acus. (Sab 11,14); con ad (Eclo 40,7); aemulari in con abi. (Sal 36,1); aestimare de (Sab 8,8); aspirare in con acus. (Sal 119,131; Is 5,30); contra (Ex 3,6); attendere a, “cuidarse de” (Eclo 6,13; 11,35; 18,27); auxiliari con gen. (Sal 49,8); benedicere con acus. (Sal 65,8; 131,15; Eclo 39,41); blasphemare in con acus. (Dn 14,8; Mc 3,29); cantare con dat. (Ex 15,1); captare in con acus. (Sal 93,21); complacere in con abi. (Sal 43,4; Mt 3,17); confidere in con abi. (2Cro 16,12); super con acus. (Is 31,1); credere in con acus.( Jn 12,37); con abi. (Sal 77,22; Apc 9,42); deficere con dat. (Jdt 7,11); in con acus. (Sal 118,81); fidere in con acus. (Dt 32,37 Ag. Locut. 37); formidare a (Is 7,4; 31,4); super con acus. (Ez 32,10); indicare de (ICor 6,2); misereri in con abi. (Dt 32,36); super con abi. (2Sm 24,16; Am 7,3,6); pavere ad (Os 3,5); super con abi. (Ez 24,21); pertinere de (2Sm 18,3); a (Mal 2,5); reputare ad (Gn 15,16); inter con acus. (Lv 11,4); in con acus. (Nm 18,27); in con abi. (Nm 24,9); cum (Is 53,12); respicere ad (Neh 4,14); timere a (Neh4,14); velle in con abi. (Sal 111,1), etc.1. 1 U n a lista m ás am plia en F. K aulen, Sprachliches H andbuch (o.c.), pp. 161-271; cf. L eum ann -H o fm a n n - Szantyr, L a teinische G ram m atik (o.c.), p. 87, en donde citan los verbos: credo in con acu s:,fid o in con acus, y a b i; confido in con acus, y abi., y los con­ sideran cristianism os influidos por el griego y el hebreo.

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6,- El adverbio: El uso de los adverbios presenta grandes novedades en el latín bíblico, que no han pasado a ningún otro tipo de latín. Los casos más llamativos ya los hemos estudiado al tratar del verbo, y, por eso, remitimos a aquel lugar: Empleo de formas finitas de verbos en sustitución de adverbios. Pero hay otras anomalí­ as con respecto al uso clásico, que señalamos a continuación. 6.1,- Formaciones de adverbios propias del latín bíblico El latín bíblico posee un buen número de adverbios propios, que o no apa­ recen en el latín profano o, si aparecen, lo hacen de una manera totalmente esporádica. Los correspondientes a la Vetus Latina pueden verse en Rônsch1y los correspondientes a la Vulgata en Kaulen2. He aquí la lista de unos y otros: 6.1.1,- Terminados en e: absconse, “escondidamente” (Sab 18,9); acide, “amar­ gamente” (Eclo 4,9); hereditarie, “hereditariamente” (Ez 46,16); indisciplinóse, “indisciplinadamente” (Eclo 32,17: Tolet.); inquiete, “intranquilamente” (2Tes 3,11); insensate, “insensatamente” (Sab 12,23); multifarie, “diversamente” (Hebr 1,1: Cant.); pacifice, “pacíficamente” (Gn 26,31); pompatice, “pomposa­ mente” (Am 6,1); sensate, sensatamente” (Eclo 13,27); spontanee, “espontánea­ mente” (Apc 14,5); syricate, “en siriaco” (Dn 2,4 VL); vane, vanamente” (Is 30.7); voluntarie, “voluntariamente” (Sal 53,8); voluptuose, “voluptuosamente” (Lam 4,5). 6.1.2,- Terminados en ter: cognoscibiliter, “cognosciblemente” (Sab 13,5); cog­ noscenter, “conocidamente” (Ex 33,13: Tert, Prax. 14); fiducialiter, “confiada­ mente” (Act 9,27); granditer, “grandemente” (Esd 9,7: Tolet.); ignoranter, “ignorantemente” (Eclo 14,7); inadducibiliter, “sin distracción” (IC or 7,35 VL); indesinenter, “incesantemente” (Hebr 10,1); infirmiter, “débilmente” (Sab 4,4); longanimiter, “longánimemente” (Hebr 6,15); mendaciter, “mentirosa­ mente” (Zac 5,4); nolenter, “sin querer (Nm 15,28: Ag. Locut. Nm 50); praefestinanter, “rápidamente” (Est 6,14 VL); sinceriter, “sinceramente” (Tob 3,5); silenter, “silenciosamente” (ISm 24,5); spiritualité)·, “espiritualmente” (Apc 11.8); superabundanter, “sobreabundantemente” (Ef 3,20); unanimiter, “unáni­ memente” (Act 1,14); nolenter, “involuntariamente” (Nm 15,38: Ag .Locut. 50 in Nm); p ra e fe stin a n te r, “ ap resu rad a m en te” (Est 6,14: C orb.n.7); quincupliciter, “quintuplicadamente”, “doblado en cinco partes” (Gn 43,34: Ag. Locut. 178 in Gn). 6.1.3,- Otras terminaciones: commixtim, “mezcladamente” (2Cro 35,8; Esd 1H . R onsch, Ita la u n d V ulgata (o.c.), pp. 147ss y 230. 2 F. K aulen, S prachliches H a n dbuch (o.c.), pp. 232ss.

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3,13); diurno, “diariamente” (Ex 29,38: Lugd.); iterato, “una segunda vez” (Jn 3,4); alterutrum, “recíprocamente” (Sant 5,16); particulatim, “particularmente” (2Mc 15,33 Vg). 6.2.- Empleos sintácticos peculiares de los adverbios Son varios los usos peculiares de los adverbios en el latín bíblico: 6.2.1,- El adverbio se une al sustantivo en función atributiva, por ejemplo: Deus a vicino... Deus de longe (Jr 23,23); “Dios de cerca... Dios de lejos”; venientibus de terra procul (Is 13,5), “que venían de tierra lejana”; benedictus Dominus die quo­ tidie (Sal 67,20), “bendito el Señor día tras día” = “cada día”; iudices eius lupi vespere (Sof 3,3), “sus jueces lobos de la tarde”; visio vespere et mane quae dicta est (Dn 8,26), “la visión de la tarde y de la mañana de la que se habló”. Este giro se debe a la literalidad de la versión, por tanto, está forzado por el modelo hebreo. 6.2.2,- El adverbio se une al verbo habere para expresar la idea de que uno se halla en el estado indicado por el adverbio: estar bien, estar mal, etc.: omnes male habentes (Mt 4,24), “todos los que estaban mal” = “todos los enfermos” ; sed magis deterius habebat (Me 5,26), “pero estaba cada vez peor”; bene habe­ bunt (Me 16,18), “se sentirán bien”. El giro que comentamos se halla también en escritos de la época clásica de carácter familiar (Cic. F am. 9,9,1: Terentia minus belle habuit), por tanto, tiene carácter vulgar, aunque en el NT depende de la literalidad de la versión latina, que imita el modelo griego. 6.2.3,- El adverbio tiene a veces valor de sustantivo, y entonces puede ir prece­ dido de preposiciones, algunas de las cuales forman con el adverbio una sola palabra, que luego puede usarse como preposición compuesta. 6.2.3.1,- Adverbios con valor de sustantivos: hoc nunc (Gn 2,23), “esta vez”; ex hoc nunc, “desde ahora” (Sal 113,18; 120,8; 124,2; 130,3; Miq 4,7); usque nunc, “hasta ahora” (Sal 70,17); ex tune, “desde entonces” (Sal 75,8; 92,2); in peregre (Eclo 29,29); in palam (Me 4,22). En todos estos casos ha influido el modelo hebreo en la formación del giro. El texto de Me es una traducción del griego. 6.2.3.2.- Preposiciones delante de adverbios: Como ejemplos de preposiciones delante de adverbios podemos citar: a foris; ab intus; ab invicem; a longe; a modo; a nunc; a sursum; ad invicem; de deorsum; de foris; de insuper; de intus; de longe; de longinquo; de proximo; de prope; de repente; de retro; de semel; de sursum; e contra; ex tunc; in cominus; in invicem; in obviam; in palam; in peregre; in ultra; per ter; pro invicem'. 1 Pueden verse listas e n H. R onsch, Ita la u n d V ulgata (o.c.), pp. 2 3 Iss; F. K aulen, Sp rachliches H andbuch (o.c.), pp. 281ss.

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7,- Las preposiciones 7.1. Varios usos de in: 7.1.1.- In con ablativo con valor instrumental, como percutere in virga (Ex 17,5: VL), “golpear con la vara”; in virga percutient maxillam (Miq 5,1), con una vara le golpearán la mejilla”; in maxilla asini... delevi eos (Jue 15,16), “con la quijada de un asno...los aniquilé”; interfecit in ea mille viros (Jue 15,15), “mató con ella (la quijada) mil hombres”; tinguere in sanguine (Gn 37,31), “teñir con la sangre”; in quo (scypho) augurari solet, “(la copa) con la que suele hacer adivinaciones”; colent eum in hostiis (Is 19,21), “le servirán con sacrifi­ cios” (doble hebraísmo; in instrumental, “con” y servire, “dar culto”); misit... in manu gravi (Is 32,2), “envió... con un poderoso ejército” (doble hebraísmo: in instrumental, “con” y manus, “ejército”); et operatus est in brachio fortitudinis suae (Is 44,12), “y actúa (= ejecuta su obra) con su poderoso brazo” (triple hehraísmo: in instrumental, “con”; brachium, “fuerza, poder”; fortitudinis suae, genitivo de cualidad acompañado de pronombre; véase antes); reges eos in virga ferrea (Sal 2,29), “los regirás con una vara de hierro”; sentite de Domino in bonitate et in simplicitate cordis quaerite illum (Sab 1,1,), “pensad con bon­ dad (= rectamente) del Señor y buscadle con sencillez de corazón; custodiet me in sua potentia (Sab 9,11), “me guardará con su poder”; disponat orbem... in aequitate et iustitia (Sab 9,3), “disponga el orbe...con equidad y justicia”; stetit contra reges horrendos in portentis et signis (Sab 10,16), “se enfrentó a reyes temibles e mendacio (a. 394-95). 2 .4 .2 ,-De continentia (a. 394-95). 2.4.3,- De bono coniugali (a. 400). 2.4.4,- De sancta virginitate (a. 400). 2 .4 .5 - De bono viduitatis (a. 414). 2.4.6,- De patientia (a. 418). 2 .4 .7 - De nuptiis et concupiscentia (a. 420), y otros. 2.5 —Obras pedagógicas: 2.5.1 .-D e catechizandis rudibus (a. 399). 2 .5 .2 - De do ctrin a Christiana (IV libr.) (a. 391-426). Obra básica durante toda la edad media. Sustituyó a los tratados paganos de retórica. 2.5.3,- De utilitate credendi (a. 391-92), y otras. 2.6,- Obras exegéticas: 2.6.1.- D e Gen.ad litteram liber imperfectus (a. 393). 2 .6 .2 - De Gen. ad litteram libriXII (a. 401^115). 2.6.3 - Enarrationes in psalmos (a. 391-418): 4 gruesos volúmenes en la edición bilingüe de la BAC, Madrid 1964-1967. 2.6.4 —De consensu evangelistarum (a. 400). 2.6.5 - Tractatus in lohannem (a. 414-417): 2 gruesos volúmenes en la edi­ ción bilingüe de la BAC, Madrid 1957. 2.6.6,- Quaestionum in Heptateuchum libri VII (a. 419). 2.6.7 - Locutionum in Heptateuchum libri VII (a. 419). 2 .6 .8 - Adnotationum in Iob liber (a. 400), y otros. 2.7,- Otras obras: 2.7 A - D e civitate Dei (XXII libr.) (a. 413-426): obra maestra. 2 .7 .2 Confessionum libri XIII (a.397-400): obra maestra. 2 .7 .3 - Epistulae (a. 386-429): unas 297 cartas, algunas son verdaderos tra­ tados; ocupan 3 gruesos volúmenes en la edición bilingüe de la BAC, Madrid 1951 ss. 2.7.4 - Sermones (a. 393^-30): más de 560; ocupan 6 gruesos volúmenes en la edición bilingüe de la BAC, Madrid 1983-85. 2.7.5,- Regula (Ep. 211) (a. 423). 2.7.6,- Retractationum libri II (a. 427). Estas son algunas de las innumerables obras de Agustín de Hipona. La

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influencia de Agustín ha sido inmensa en todos los campos y en todas las eda­ des. Como es de todo punto imposible dar ni siquiera esquemáticamente el con­ tenido de su pensamiento, vamos a hablar aquí con un poco más de detenimien­ to de seis obras, que son todas ellas, desde distintos puntos de vista, obras maestras -L a Ciudad de Dios, las Confesiones, el De Trinitate, el De doctrina Christiana, los Sermones y las Cartas - , anteponiendo a ese estudio particulari­ zado unas consideraciones generales sobre la lengua y el estilo de Agustín en el conjunto de su producción. 3 .- AGUSTIN ESCRITOR El título de este capítulo coincide con el de un trabajo de Chr.Mohrmann sobre la lengua y el estilo de San Agustín1. Como nos parece un excelente traba­ jo, vamos a extractar aquí las ideas principales, para ofrecer a los lectores la siguiente síntesis. Agustín es un auténtico representante de la cultura del Bajo Imperio, que veía en el cultivo y en el dominio del lenguaje lo esencial de toda formación intelectual. La lengua es para Agustín un medio imprescindible de comunicación entre dos hombres, que hay que cuidar lo más posible para hacerlo verdadera­ mente eficaz. Agustín, apasionado de la palabra, es un gran dominador de la len­ gua. No podemos nunca olvidar que fue profesor de retórica durante una parte importante de su vida. Basta comparar a Agustín con sus grandes contemporáne­ os, Ambrosio y Jerónimo, para darse cuenta hasta qué punto los supera por su dominio de la palabra y con qué maestría explota la lengua para hacerla com­ prensible a todos, diciendo lo que él quiere decir y lo que la lengua puede dar. El estilo de Ambrosio, gran orador y gran predicador, todo lo elegante que se quiera, parece insulso y mediocre y monótono si se le compara con la varie­ dad y el vigor del estilo de Agustín. Jerónimo, que ciertamente superó a Agus­ tín como filólogo y escriturista, utiliza en sus cartas un estilo barroco, que Agustín ha sabido siempre evitar, y, por otra parte, Agustín no cae nunca en la aridez de un estilo demasiado técnico y pesado, como hace Jerónimo en sus comentarios y tratados. El estilo de Agustín, estrechamente relacionado con su vida espiritual, experimenta una evolución que va al unísono con su maduración espiritual. No conocemos sus primeras obras, escritas antes de su conversión. El De pulchro et apto, escrito hacia el 381, se ha perdido. También se ha perdido la poesía que compuso para un certamen literario en el que salió vencedor. Tam­ poco conservamos su panegírico en honor del emperador Valentiniano II, pro­ nunciado el 22 de noviembre del 385. Todas las obras que nos han llegado son 1Chr. M ohrm ann, "Saint A ugustin écrivain", en Études, II, (o.c.), pp. 247-275.

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de inspiración cristiana. Pero él mismo consideraba que formaban una categoría especial las obras que escribió antes del bautismo, entre el 386 y 387. Los escritos de Casiciaco constituyen una especie de preludio. Se distin­ guen, como dicen las Retractationes (Pról.), por su forma literaria, empapada aún de la tradición pagana. En aquel tiempo, como dice Agustín en las Confe­ siones (IX,4,7), Dios había tocado ya su corazón, pero aún no había tocado su lengua, y en aquellos escritos se “respira aún, como si se tratara de una pausa, el aire de vanidad propio de la escuela”. Este estilo tradicional - o estilo de la escuela-, inspirado en Cicerón, lo abandonaría Agustín pronto de una manera definitiva. Y luego practicaría una variedad de estilos verdaderamente admirable, pero buscaríamos en vano una muestra de su estilo anterior, inspirado en la literatura profana. De hecho, para Agustín, su conversión espiritual al cristianismo supuso también una conversión lingüística y literaria, hacia la lengua y el estilo de los cristianos. Hay, pues, una diferencia esencial entre las obras de Casiciaco y el resto de las obras de San Agustín, diferencia que se manifiesta en los más pequeños detalles sintácticos, como, por ejemplo, en el uso de la oración de infinitivo, en los escritos de Casiciaco, y las subordinadas con conjunción, en los restantes escritos. Como ha demostrado Th. Dokkum 1, Agustín emplea en sus obras de Casiciaco la construcción analítica con conjunción en vez de la oración de infinitivo en una proporción de 1 a 55. En cambio, en las Confesiones, Ciudad de Dios y Cartas, es decir, en las obras redactadas con todo esmero, la usa en una proporción de 1 a 11,50. En los Sermones la proporción es de 1 a 2, es decir, de cada dos oraciones de infinitivo hay una subordinada con conjun­ ción. Otro pequeño detalle revelador. En las obras de Casiciaco las oraciones subordinadas van con quod y subjuntivo. En las restantes obras van con quod con subjuntivo o indicativo. Además de quod aparecen en estas obras posterio­ res las conjunciones quia y quoniam, conjunciones que aparecen preferente­ mente en los Sermones. Estos pequeños detalles muestran mejor que otras consideraciones de orden general, o disquisiciones sobre el contenido, hasta qué punto ha cambiado la estructura de la frase en Agustín a partir de su conversión. 1 Th. D okkum , D e constructionis analyticae vice accusativi cum infinitivo fu n g e n tis usu a p u d A ugustinum , S necae 1900, p. 67.

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La realidad es que no se trata sólo de una cuestión de estilo. Lo esencial es que Agustín se ha familiarizado poco a poco con el idioma de los cristianos. Se advierte claramente cómo el antiguo profesor de retórica, conocedor de todos los entresijos de la sintaxis ciceroniana y del gran estilo latino, va venciendo los escrúpulos que le hacían difícil adoptar tal o cual término cristiano, éste o aquel giro de la lengua cristiana. Se opone, por ejemplo, durante un cierto tiem po al uso del término salvator, y duda en aceptar monasterium. Pero llega un momento en que estos escrúpulos desaparecen y a partir más o menos de la fecha de su consagración episcopal (a.396) adopta definitivamente y de manera total el lenguaje cristiano. Y ya no retrocede ni siquiera ante la creación de “neologismos”. Su estilo lleva­ rá cada vez más la marca de la Biblia latina y no dudará en adornarlo con imá­ genes bíblicas, extrañas a los gustos de los lectores latinos de una cierta cultura. Agustín discutió el problema teórico y práctico de la relación entre la forma literaria y el contenido, problema que preocupó a las primeras generaciones cristianas y que recibió distintas soluciones. Agustín nos dice que aunque la elocuencia tradicional es o puede ser útil al orador o escritor cristiano, no le es sin embargo imprescindible. La retórica puede también ser útil para alcanzar la elocuencia, pero tampoco es indispensable. Para él hay otra manera de adquirir la elocuencia, que consiste en un estudio atento de los autores cristianos, un contacto asiduo con los modelos y maestros de la elocuencia cristiana. Entre estos modelos está, en primer lugar, la Biblia, y luego los mejores autores cris­ tianos, que son para él Cipriano y Ambrosio. Estos principios, expuestos tan brillantemente en el De doctrina christiana (sobre todo en el libro IV), en esta obra que fue básica durante toda la edad media para el estudio de la retórica cristiana, son nuevos y hasta revoluciona­ rios, pues antes de Agustín nadie los había formulado con tanta claridad, inclu­ so nadie los había ni siquiera pensado ni formulado. Agustín reconoce, pues, la existencia de una literatura cristiana, que puede servir de norma para los escri­ tores cristianos y ya no será necesario para nadie, si quiere, inspirarse en auto­ res paganos. El escritor cristiano puede inspirarse en los autores cristianos y tomarlos como modelos de estilo y de lengua literaria. Esta es la teoría. Y ¿cuál fue la práctica de Agustín? A nosotros, hombres modernos, habituados a ver que tal autor tiene un estilo peculiar y personal y sólo uno, nos puede llamar la atención que Agustín utilizara estilos muy varia­ dos en su inmensa producción literaria; pero así es la realidad. Emplea varios estilos de acuerdo con el tema, los oyentes o los lectores. Hallamos en sus obras la prosa hipotáctica, con sus grandes períodos bien

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desarrollados, y también encontramos la prosa paratáctica y antitética y un esti­ lo figurado, que se remonta a la segunda sofística -Gorgias-, y que se inspira en el asianismo. Agustín puede elevarse a un lirismo inspirado, como sucede en los Sermones de los días de fiesta y en ciertos pasajes de las Confesiones. Pero sabe escribir también una prosa teológica clara y equilibrada, sin adornos, sobria y sencilla, como la que emplea en el tratado De Trinitate, esa obra maestra de la teología antigua, la “más meditada, compacta y profunda que haya escrito, de una armonía de composición inusitada en él”1. Esta prosa influirá decisivamente en el latín eclesiástico de los siglos posteriores para tratar temas teológicos. Con más frecuencia el estilo de Agustín estará repleto de elementos bíblicos y explotará todos los recursos del lenguaje de los cris­ tianos. Pero veamos ya algunos ejemplos concretos. La prosa hipotáctica y perió­ dica aparece en su forma más evolucionada en la Ciudad de Dios. Pero Agustín sólo raramente alcanza el equilibrio y la claridad del período ciceroniano, cosa que consiguió en mejor medida otro autor cristiano, Lactancio, el “Cicerón cris­ tiano”. El tipo más frecuente de período es aquel en el que Agustín comienza por la oración principal y continúa con las oraciones secundarias. Estos perío­ dos largos y complicados están bastante mal construidos y se hacen relativa­ mente pesados. El estilo favorito de Agustín está basado en la frase paratáctica, el estilo antitético y figurado. Este estilo aparece de una forma popular en los Sermones y en forma literaria y más elaborada en las Confesiones. En las “Confesiones” más que en los “Sermones”, este estilo antitético se combina con elementos bíblicos, sobre todo con frases y pensamientos tomados de los salmos peniten­ ciales y los salmos de acción de gracias. En los tratados teológicos, del tipo del De Trinitate, encontramos un estilo paratáctico en forma más mitigada y menos figurada. ¿Cómo explicar de dónde procede este estilo paratáctico, antitético y figu­ rado, lleno de rimas, aliteraciones y otras figuras retóricas, que utiliza en medi­ da tan alta Agustín, pero que también utilizaron antes de él Tertuliano y Cipria­ no? Pueden alegarse varias razones y hay sin duda distintas procedencias. En prim er lugar, el estilo antitético está enraizado en el sentimiento popular, que encontró una aplicación literaria en la escuela de Gorgias. El carácter popular de este estilo lo subraya Agustín con estas palabras: “Pues bien, una persona entendida sabe que los griegos llaman commata a aquellos 1 S. D 'E lia, Letteratura (o.c.), p. 146.

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incisos que se entreveran con hermosa variedad, y los miembros y períodos de los que he tratado antes, con los cuales se forma toda esa belleza de expresión, que es como un rostro, que conmueve y deleita hasta a los indoctos” (De doctr.chr. IV,7,13). Y lo destaca aún más claramente con estas otras palabras: “Pues lo que llamamos antítesis (antitheta) son ornatos preciosos de la elocu­ ción, que en latín reciben el nombre de opuestos (opposita), o, con más preci­ sión, contrastes (contraposita). No es frecuente el uso de esta palabra entre nosotros, aunque sí se sirve el latín, y hasta las lenguas de todas las gentes, de estos ornatos de estilo” (De civ.Dei XI,18). Esta idea la conoce también Macrobio (Saturn. V,l,18), contemporáneo de Agustín, y la utiliza para explicar el estilo de Virgilio. Popular y universal, el estilo antitético es sobre todo bíblico. Agustín repite esta idea muchas veces en el De doctrina christiana. El libro IV está basado, en gran parte, en el estudio del estilo de los escritores bíblicos. Después de citar la 2 Cor 11,16-30, para luego explicarla estilísticamente con todo detalle; dice: “Las mentes despiertas ya ven con cuánta sabiduría se han dicho estas cosas. Y hasta las mentes dormidas advierten con qué torrente de elocuencia discurren estas palabras” (IV,7,12). Y un poco más adelante añade: “No es fácil explicar la elegancia y el deleite que produce el hecho de que, después de un torrente de elocuencia, descanse, por decirlo así, y haga descansar al oyente, interponiendo una pequeña narración” (IV,7,13). La Biblia fue sin duda la fuente principal en que se inspiró Agustín para elaborar su estilo paratáctico y antitético. Por lo demás, la ideología cristiana conduce fácilmente a una expresión antitética del pensamiento, al barajar con frecuencia ideas contradictorias, como bien y mal; cielo y tierra; hombre y Dios; virtud y vicio; pecado y redención; salvación y condenación, etc. Por todas estas razones, sobre todo por la última, Agustín ha sentido una destacada predilección por el estilo paratáctico y antitético, y en esto fue prece­ dido y continuado por otros autores cristianos, entre los que cabe destacar a Tertuliano y a Cipriano, entre los predecesores, y a Ambrosio y a Jerónimo, entre los contemporáneos. 4 ,- LA "CIUDAD DE DIOS" 4.1.- Contenido y estructura de la obra El año 410 Roma fue saqueada y tomada por el visigodo Alarico. Los paga­ nos acusaban a los cristianos de haber provocado esta desgracia con su impie­ dad hacia los dioses. Agustín trata de refutar estas ideas, como ya lo habían

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hecho, en sus respectivos tiempos,Cipriano, Arnobio, Lactancio, y otros. La obra se convirtió en una poderosa síntesis, filosófica e histórica, del pensamien­ to cristiano de aquellas fechas. Comenzada el 413 y terminada el 426, la Ciudad de Dios, en 22 libros, res­ ponde a las acusaciones de los paganos, que acusaban a los cristianos de todos los males de aquel tiempo (I-V). Hace un balance de toda la civilización paga­ na, para demostrar su fracaso desde el punto de vista de la vida terrena y de la vida eterna (VI-X y XIX). Presenta una síntesis global de la historia del mundo, desde la creación hasta el juicio final, contemplada a la luz de toda la doctrina cristiana (XI— XXII). Agustín contrapone, de una parte, la labor de los buenos a la actividad de los malos y, por otra, las falsas grandezas de los reinos de la tierra a la verda­ dera grandeza del reino de Dios. La “ciudad de Dios” es el conjunto de los jus­ tos que luchan en la tierra y que se unirán a Dios en la eternidad. Sólo esta ciu­ dad cuenta. Comenzó con la creación de los ángeles y, entre los hombres, comenzó con Abel. Se le opone la “ciudad terrena”, que comenzó con la caída de los ángeles y se manifestó, en la tierra, con Caín. La “ciudad de Dios” está constituida por los que creen en Dios y lo aman hasta el desprecio de sí mismos. La “ciudad terre­ na” está constituida por los que se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios. Los ciudadanos de la primera tendrán la resurrección eterna. Los ciudadanos de la segunda tendrán la condenación eterna. La obra de Agustín es grandiosa por el deseo de construir una filosofía de la historia, por la nobleza y la poesía de la idea central. Agustín, resigna­ do a la muerte de Roma y del mundo antiguo, aspira y contempla la creación de una sociedad cristiana, que será el ideal de la edad media occidental. 4.2,- Lengua y estilo 4.2.1.-Lengua 4.2.1.1.-

Vocabulario

Sobre el vocabulario de la “Ciudad de Dios” hay dos estudios que nos ser­ virán de base para las consideraciones que haremos a continuación. Se trata de los trabajos de Mahoney y de Schieman1. Agustín utiliza en esta obra un voca­ 1 C. M ahoney, The rare a n d late L a tin nouns, adjectives and adverbs in St. A u g u sti­ ne's "De civitate D ei", W ashington 1935; M . B. Schiem an, The rare a n d late L atin verbs in St. A u g u stin e's "De civitate D ei", W ashington 1938.

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bulario técnico completamente desarrollado y es claro que el carácter especial de la obra no ha impuesto al autor ninguna restricción con respecto a los cristia­ nismos indirectos. El número de préstamos griegos o hebreos, es decir, de palabras que desig­ nan ideas o instituciones cristianas es mucho mayor en Agustín que en Lactan­ cio, por ejemplo. He aquí algunos términos más frecuentes, señalando con la abreviatura (VLat) su aparición ya desde las más antiguas versiones latinas de la Biblia: angelus (VLat), angelicus (VLat), apocalypsis (VLat), apostata (VLat), aposta­ tare (VLat), apostaticus, apostolus (VLat), apostolicus, baptisma (-mum, mus) (VLat), baptisterium, baptizare (VLat), blasphemare (VLat), blasphemia (VLat), catholicus, clerus, coapostolus, coepiscopus, decalogus, diabolus (= zabullís) (VLat), diabolicus, diaconus (VLat), ecclesia (VLat), ecclesiastes, ecclesiasticus, episcopus, evangelicus, evangelium (VLat), evangelista (VLat), evangelizare (VLat), exorcizare, gehenna (VLat), haeresiarcha, haeresis, hae­ reticus, idololatria, martyr, martyrium, paradisus (VLat), pascha (VLat), presbyter (VLat), propheta (VLat), prophetare (VLat), prophetatio, prophetia (VLat), propheticus, prophetissa (VLat), pseudopropheta (VLat), satanas (VLat). Esta lista muestra hasta qué punto han aumentado los préstamos. La mayor parte de ellos son palabras antiguas, que ya existían en tiempo de Lactancio, pero este autor sólo usó un número muy restringido de ellas. Cien años más tarde, en tiempo de Agustín, la situación había cambiado: esos términos son ya usuales, y no desentonan en una obra tan cuidada como la “Ciudad de Dios”. El número de neologismos latinos, que designan cosas o ideas cristianas, aumenta considerablemente en Agustín con respecto a Lactancio. Este es el caso, por ejemplo, de las formaciones populares en -tío, que Lactancio usa con parsimonia y Agustín con profusión, como coronatio, incarnatio, peregrinatio, praedestinatio, regeneratio, resurrectio, retributio, revelatio, sanctificatio, etc. Junto a carnalis, usado por Lactancio con incertidumbre, aparece aquí carnaliter y carnalitas al lado de spiritalis, spiritaliter y de otros cristianismos directos, como coaeternus, concupiscentialis, praefigurare, seductorius, trinitas, etc. Las restricciones de orden estilístico desaparecen y el pensamiento cristiano se expresa libremente. Lactancio admitía angelus, pero angelicus era todavía raro. Agustín lo usa sin restricciones, diciendo: angelica ministeria; angelica creatura; angeli apostatici; apostatare es ya frecuente. Baptisma era el término

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técnico para indicar el “bautismo”; pero existía el vulgarismo lavacrum. Pues bien, mientras Lactancio lo usa con diferentes complementos, Agustín emplea la fórmula estable y ya tradicional: lavacrum regenerationis (“el bautismo de la regeneración”). Regenerare / regenerado han entrado ya definitivamente en la terminología del bautismo. Junto a diabolus se usa ya sin restricciones satanas, y también el adjetivo diabolicus. Al lado de evangelium, Agustín emplea ya evangelicus, evangelista, evangelizare. Junto a propheta, Agustín emplea ya prophetare, propheticus, prophetatio, prophetia, prophetice. Agustín tampoco evita redemptio / redemp­ tor, que habían aparecido en el siglo IV. Agustín aumenta considerablemente el número de cristianismos lexicológi­ cos indirectos en relación con Lactancio, que usaba pocos. Agustín emplea los siguientes (entre paréntesis se indica si aparecen en las antiguas versiones de la Biblia): ablator, abyssus (VLat), acceptabilis (VLat), beatificare (VLat), clari­ ficare (VLat), coaptatio, congaudere (VLat), contrectabilis, cooperarius (VLat), cooperator, corruptibilis (VLat), corruptibilitas, damnator, deificare, eleemosyna, eremus (VLat), exhonoratio, expoliatio (VLat), fornicari (VLat), fornicatio (VLat), fornicator (VLat), glorificare (VLat), imputribilis (VLat), incommutabilis, incommutabiliter, incomparabiliter, incorruptio (VLat), indefi­ cienter, ineffabiliter, infatigabiliter, investigabilis (VLat), invisibiliter, justifica­ re (VLat), matrimonialis, miseratio, mortificare, perpetratio, perpetrator, pri­ mogenitus (VLat), prostitutio (VLat), pusillanimis, putribilis, retributio (VLat), sufficientia (VLat), tribulatio (VLat), visibiliter, vivificare (VLat), vivificator, zizania (VLat). Muchos de estos términos son vulgares y no obstante tienen cabida en una obra literaria de altos vuelos como es la Ciudad de Dios. Esto se debe a que eran términos usuales en las antiguas versiones de la Biblia. Precisamente su carácter bíblico los ha ennoblecido, y por eso no desentonaban en una obra lite­ raria. En una palabra, en la época de San Agustín y en la propia obra de San Agustín se emancipa literariamente la lengua de los cristianos, y se emancipa hasta el punto de incorporar como propios y ya usados por todos unos términos que antes eran sentidos como populares o exóticos y propios de una religión minoritaria. Una evolución lingüística parecida permitió a Jerónimo conservar en la Vulgata muchas palabras de origen popular que él hubiera dejado de lado como buen purista latino. Pero esos términos se hallaban ya en las antiguas versiones de la Biblia y no podían ser arrinconados fácilmente. Jerónimo en la Vulgata y

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Agustín en la Ciudad de Dios dan testimonio fidedigno de este nuevo y ya uni­ versal lenguaje cristiano. 4. 2.1. 2 —Sintaxis Si pasamos a la sintaxis, descubrimos en primer lugar que Agustín se esfuerza en escribir una lengua elegante y tradicional. Y no obstante, la lengua de los cristianos le ha influido intensamente. La sintaxis de la Ciudad de Dios es más tradicional y clásica que el vocabulario, y la aportación cristiana en la sintaxis es menor. Pero hay casos suficientes para demostrar que también en sintaxis se iba realizando la autonomía de la lengua de los cristianos. El tema que nos ocupa lo ha estudiado a fondo Colbert1. En la Ciudad de Dios Agustín prefiere la oración de infinitivo a las comple­ tivas con conjunción. La proporción es de 8 oraciones de infinitivo contra una con conjunción. En las Confesiones la proporción es de 5 contra una, y en los Sermones, de 2 contra una. Pero no se olvide que en las obras de Casiciaco la proporción era de 55 contra una. En las subordinadas con conjunción, que sustituyen a las de infinitivo, Agustín prefiere quod a las otras dos conjunciones quia y quoniam. Esta misma preferencia se manifiesta en la Vulgata de Jerónimo. Así, pues, haciendo conce­ siones al uso cristiano, Agustín permanece fiel en gran medida a la tradición clásica. En otros casos tiene menos escrúpulos y usa libremente los giros cristianos. Los casos principales son los siguientes: a) Uso del adjetivo en sustitución del genitivo adnominal, giro que evita Lactancio, y que en la Ciudad de Dios aparece sin limitaciones: apostolicus: apostolicae litterae; apostólica sententia; apostólica auctoritas·, divinus: divina gratia; divina lex; divina misericordia; divinum auxilium; divinum adiutorium; divina providentia; divina auctoritas; divina dispositio; divina iussio; divina eloquia; divina mandata; divinum indicium; divina praescientia·, dominicus: dominica passio·, evangelicus: evangelica vox; evangelica parabola, etc. Es frecuente también el adjetivo de los nombres geográficos: Paulinas Nolensis episcopus; Fabius eversor urbis Tarentinae, etc. b) Abundancia de plenonasmos con los “verbos de lengua”: adiunxit et ait (“añadió y dijo”: “añadió diciendo”); adloquitur docens et monens (“habla enseñando y amonestando”); loquitur dicens (“habla diciendo”); indicavit ver1 1923.

M . C. C olbert, The sy n ta x o f the "De civitate D e i" o f St. A g u stin e , W ashington

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bis dicens (“indicó con sus palabras diciendo”); promissit clicens (“prometió diciendo”), etc. Este es un rasgo típicamente bíblico y Agustín lo toma sin duda de la Biblia. c) La frase nominal pura, tan frecuente en la Escritura, sobre todo en los Salmos, se encuentra en la Ciudad de Dios, como en el lenguaje popular de los Sermones', por ejemplo: si adulterata, cur laudata?; si pudica, cur occisa?; inops quippe idem qui pauper, etc. d) Uso dei nominativo “pendens”: quicumque ex eius genere est homo, deficiunt oculi eius (“cualquier hombre que es de su estirpe, desfallecen sus ojos”), etc. Este giro también es abundante en la Biblia latina. e) Elipsis de palabras necesarias, explicables porque los cristianos las entendían perfectamente; por ejemplo: quod vivitis Dei est (“el hecho de que viváis es don de Dios”); utique quia superbi, de suo putatis, non de Dei, etc. f) Régimen de ciertos verbos, usual entre los cristianos, como benedicere con acusativo: benedixit filios Israel (“bendijo a los hijos de Israel”); credere in con acusativo credidit in Christum (“creyó en Cristo”), etc. g) Dativo analítico, sustituido por acusativo con ad en nombres pro­ pios hebreos indeclinables: promissiones factae ad Abraham (“promesas hechas a Abraham ”), etc. Este giro es propio de la Biblia y de ahí lo toma Agustín. h) Uso de in instrumental prophetavit in his verbis (“profetizó con estas palabras”); mensam in vino et panibus praeparavit (“preparó la mesa con vino y con pan”), etc. Uso muy frecuente en la Biblia latina. i) Infinitivo final, construcción latina antigua, reactivada por el latín cristia­ no qui venit adorare (“que vino a adorar”); qui venit quaerere quod perierat (“que vino a buscar lo que se había perdido”); multi currunt baptizari (“muchos corren para ser bautizados”), etc. En definitiva, la sintaxis de la Ciudad de Dios, a pesar de una cierta y segu­ ra tradición clásica, es fundamentalmente una sintaxis influida por la lengua cristiana. Y muy especialmente por la lengua de la Biblia latina. El paso que se ha dado hacia la liberación de la lengua de los cristianos de toda traba clásica, desde Minucio Félix, que rechazaba todo elemento de origen cristiano, hasta Agustín, que lo admite sin reservas, el camino recorrido es enorme. En el siglo V, la lengua de los cristianos, con su aportación vulgar y bíblica, pasa a ser la lengua de cultura y de tradición literaria de la nueva Roma.

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4.2.2.-Estilo Sobre el estilo de San Agustín en la Ciudad de Dios ha dicho lo esencial y con acierto Chr. Mohimann1, por eso, nos vamos a permitir la libertad de recoger aquí lo esencial de sus razonamientos, que compartimos plenamente, como también estamos de acuerdo en sus críticas a las opiniones de Balmus2, quien afirma que “Agustín no sabe construir bellos períodos, pues sus períodos son acumulacio­ nes de frases sin estrecha relación entre ellas, sin proporción, sin equilibrio”. Nada más lejos de la realidad. Agustín, antiguo profesor de retórica, sabe perfectamente construir un período equilibrado y fácil, como lo ha demostrado en numerosas ocasiones y lo demuestra sobre todo en la Ciudad de Dios. Pero Agustín prefiere romper el equilibrio de la frase clásica para poner de relieve lo que juzga más importante, cambiando, si es preciso, el orden de palabras, acu­ diendo a parataxis, para destacar ideas importantes, y utilizando citas bíblicas, que rompen el curso normal del período clásico. El análisis detallado de los dos primeros párrafos de la Ciudad de Dios demuestra al más reacio la novedad del estilo de que hace gala Agustín en esta obra que compuso con tanto esmero. Los largos períodos hipotácticos se ven entrecortados a veces bruscamente para poner de relieve una idea o un pensamiento que preocupa al autor y que le parece esencial. Las primeras frases de la obra son características del estilo de todos los libros de la Ciudad de Dios. El tipo más usual de período, usado por Agustín, es aquel cuyo comienzo es la oración principal, seguida de una serie de oraciones secundarias. Los anacolutos, los paréntesis, los nominativos “pen­ dientes”, muy frecuentes, sirven para aligerar estas frases relativamente pesa­ das. Pero todo esto hay que considerarlo más como un elemento de variación de estilo que como un síntoma de impotencia para construir bellos períodos. Agus­ tín, en la Ciudad de Dios, quiere demostrar a los lectores instruidos, cristianos o paganos, que sabe y puede escribir en un estilo clásico tradicional, salpicado de elementos nuevos de la lengua de los cristianos. 5 , - LAS "CONFESIONES" 5.1. Contenido y estructura de la obra Las “Confesiones”, obra compuesta en XIII libros, entre el 397 y el 400, es una autobiografía interior y un himno de alabanza a Cristo, que con su gracia 1 Chr. M ohrm ann, E tudes, II, (o.c.), pp. 225 ss; III, pp. 166 ss. 2 C. -I. B alm us, E tude sur le style de saint A u gustin d ans les C onfessions et la Cité de D ieu, Paris 1930, p. 130.

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salva al pecador. Los nueve primeros libros siguen el orden de los hechos, desde la infancia de Agustín hasta su regreso a Africa desde Italia (a.387). Los cuatro restantes discuten problemas metafísicos y comentan los primeros capí­ tulos del Génesis (libros XI-XIII) y tratan de fijar el pensamiento del autor en el momento en que escribía (libro X). “Las Confesiones son una obra de extrema originalidad. Con ellas el Obis­ po de Hipona ha escrito la primera autobiografía “moderna” de la literatura occidental y probablemente la más bella. Pero la novedad no consiste en la invención del “género literario”, sino en el tema. Contra todas las normas de la literatura clásica, se nos presenta, no la vida de un rey o un príncipe o un gue­ rrero, de un filósofo o de un obispo (aunque Agustín sea lo uno y lo otro), de un héroe o de un santo, sino la de un “pobre hombre” cualquiera. Y no su vida pública, la carrera, las obras literarias o filosóficas, las “empresas”, sino su “cotidianidad”, sus cambios morales y religiosos y, en relación con ellos, los intelectuales: la historia de un alma”1. 5.2.·-Lengua y estilo Con las Confesiones Agustín crea un estilo nuevo, que funde en una síntesis perfecta las dos corrientes de la literatura cristiana que llevaban adelante la polémica sobre el estilo de los escritos cristianos: la corriente que defendía un estilo tradicional, lo más parecido posible al estilo clásico, aunque fuera sirvién­ dose de los elementos de la lengua corriente de los cristianos, y la corriente representada por las antiguas versiones de la Biblia, que descuidaban la reglas de la retórica y constituían un campo aislado desde el punto de vista literario. Las Confesiones representan la síntesis de estas dos corrientes, y dentro de los escritos de Agustín son algo absolutamente nuevo. La novedad consiste en que Agustín ha querido imitar la lengua y el estilo de la vieja Biblia latina, evitando naturalmente sus errores o incorrecciones, o por lo menos se ha inspirado en ella para elaborar esta obra suya tan íntima y personal. El primer contacto de Agustín con la Biblia latina tuvo lugar a los 19 años y su experiencia del latín bíblico fue penosa (cf. Conf. 111,5,9). ¿Quién le iba a decir a Agustín que unos 12 años después de su conversión (a.386) y unos 25 después de aquella experiencia (a.373) iba a imitar la lengua y el estilo de aquella obra que entonces le parecía impresentable? Pero así es la realidad. En unos doce o trece años Agustín tuvo el tiempo de leer, meditar, profundizar y aprender casi de memoria la Biblia latina para hacerla tan suya, que su propia obra, las Confesiones, sea una confesión como las confesiones de la Biblia, como los salmos penitenciales y como los salmos 1 S. D 'E lia, Letteratura (o.c.), p. 143.

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de alabanza de la Sagrada Escritura. Naturalmente que al decir que Agustín imita la lengua y el estilo de la Biblia latina no queremos decir que cometa los mismos errores e incorrecciones que cometieron los traductores de esos textos; sino que hace suyos los términos, las expresiones, el lenguaje, la unción, el mensaje de la vieja Biblia, evitando sus vulgarismos o sus incorrecciones sin­ tácticas. El teje su obra con los hilos que le daba la Biblia. Los fundamentos en que se apoya esta tesis son los siguientes: 5.2.1 .-Citas y alusiones bíblicas Si no hemos contado mal, en las Confesiones hay unas 136 citas literales de la Biblia y más de 1781 alusiones o reminiscencias bíblicas, sin contar los duplicados, triplicados o cuadruplicados de un mismo texto. Estos datos son enormemente llamativos. Agustín no cita excesivamente la Biblia en las Confe­ siones·. 136 citas en XIII libros no es mucho. Pero 1781 alusiones o reminiscen­ cias bíblicas sí son muchísimas. Sólo este dato sirve para probar que Agustín imita conscientemente el estilo y la lengua de la Biblia, haciendo suyo el contenido y la forma de expresarlo. Las reminiscencias son de tal naturaleza que hay frases -muchísimas frases- en las Confesiones que son una amalgama, curiosísima y bellísima, de dos, tres, cuatro o más textos bíblicos distintos, que Agustín expresa como si fueran suyos, palabras suyas, pensamientos suyos, en los que sólo varía una palabra o la persona del verbo o el posesivo o cosas parecidas con relación a los textos bíblicos aludidos. 5.2.2.-” Confiteri” y “confessio" y significado de estas palabras Según datos de Verheijen1, confessio aparece en las Confesiones 22 veces y el verbo confiteri 87 veces, de las cuales 4 en textos no característicos. De los 83 textos característicos -es decir, textos en los que se habla de oración, confe­ sión, plegaria, e tc -, 63 tienen la construcción confiteor tibi , y con esa expre­ sión Agustín se dirige a Dios. En los 20 textos restantes, Agustín también se dirige a Dios, aunque no aparece el dativo tibi. Este rasgo estilístico demuestra que las Confesiones -o al menos, grandes porciones de las Confesiones- son una “oración continuada” a Dios, no en el sentido de una “petición a Dios”, sino en la acepción más general de “palabras dirigidas a Dios”. Las Confesiones efectivamente comienzan con una alusión a la Biblia: “Grande eres, Señor, y muy digno de alabanza; grande es tu poder y tu sabidu­

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ría no tiene medida”(cf. Sal 47,2; 146,5). Y terminan con otra alusión a la Biblia : “Hay que pedírtelo a ti; hay que buscarlo en ti; hay que llamarte a ti. Sólo así se recibirá; sólo así se hallará;sólo así se nos abrirá” (cf. Mt 7,7-8; Le 11,9-11). Por lo demás, confiteri en las Confesiones -fuera de los textos no caracte­ rísticos- significa alabar a Dios por su misericordia y darle gracias por su bon­ dad. Ahora bien, todo el mundo sabe -y desde luego lo saben los que hayan leído esta obra hasta aquí- que estos son los dos significados típicamente bíbli­ cos de este verbo en la Biblia latina. El sustantivo confessio, de acuerdo con los significados del verbo, significa “alabanza de Dios” y “acción de gracias a Dios”, significados que no se encuentran en ningún otro sitio, fuera de la Biblia, en las Confesiones de San Agustín y en algún texto litúrgico aislado, y que estos significados no han pasado a las lenguas románicas. Pues bien, Agustín, lector asiduo de la Biblia después de su conversión, encontró en ella, no sólo la fuente de inspiración para sus propias confesiones, sino hasta las palabras que han dado nombre a su famosa obra, las Confesiones, que son más una alabanza a Dios por haberle perdonado los pecados que una confesión a Dios de los propios pecados. 5.2.3.-Uso de la parataxis en las “Confesiones” Sólo vamos a mencionar aquí un dato curioso sobre el libro I de las Confe­ siones, que puede ampliarse al resto de la obra. En ese primer libro hay 422 proposiciones independientes. En un número aproximado de páginas de los 10 primeros libros de la Ciudad de Dios sólo hay 176 proposiciones independien­ tes. La proporción es, pues, de 7 a 3. Es evidente que en las Confesiones abunda el estilo paratáctico. Pues bien, todo el mundo sabe -y los que hayan leído esta obra hasta aquí lo sabrán con mayor razón- que la parataxis es una de las características del latín bíblico. Agustín imita, pues, conscientemente el estilo de la Escritura. 5.2.4 - Empleo abundante de “et” Otro dato curioso probará igualmente lo que venimos diciendo. En el libro V de las Confesiones hay 303 et. En el mismo número de páginas de la Ciudad de Dios sólo hay 81 et. La diferencia es de 7 contra 2. Pues bien, creo que todo el mundo sabe que el empleo masivo de et es una de las características más evi­ dentes del latín bíblico, que contribuye a realzar el estilo paratáctico de la Biblia. Y lo que se advierte en el libro V de las Confesiones se da aproximada­ mente en la misma proporción en toda la obra.

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5.2.5 - Colocación del verbo al comienzo de la frase En el latín clásico, como es sabido, el verbo suele ir al final de la frase; raramente va al principio, y si va, siempre será por motivos especiales. En las Confesiones, según datos de Muldowney1, la posición inicial del verbo es de 4 contra 1 comparando esa obra con la Ciudad de Dios y este fenómeno se da en todo tipo de oraciones. Pues bien, la colocación del verbo al principio de la frase es otra caracterís­ tica del latín de las versiones de la Biblia, procedente igualmente del hebreo, como era el uso de et y la parataxis. Cada uno de estos tres rasgos estilísticos pueden quizá no probar demasia­ do, tomados aisladamente, o cada uno por sí solo; pero tomados todos en con­ junto constituyen una prueba segura de lo que venimos demostrando, es decir, que Agustín imita conscientemente el estilo y la lengua de la Biblia latina. 5.2.6 - Otros rasgos característicos del estilo de las “Confesiones” Para no alargar demasiado esta exposición, vamos a enumerar brevemente otras características del estilo de las Confesiones, derivadas igualmente de la Biblia latina2. 1) Empleo del pronombre posesivo detrás del sustantivo, como sucede siempre, por ejemplo, en los Salmos. 2) Empleo del genitivo llamado “definitivo”, del tipo “el firmamento del cielo”, es decir, “el firmemento que es el cielo”, como, vinum erroris (1,16,26) (“el vino del error”); domus animae (1,5,6) (“la casa del alma”); catena mortali­ tatis (11,2,2) (“la cadena de la mortalidad”); laqueus concupiscentiae (X,31,34) (“el lazo de la concupiscencia”), etc. 3) El paralelismo de las ideas: paralelismo sinónimo, sintético y antitético, como el de la Biblia, paralelismo que Agustín emplea con frecuencia. 4) Uso de genitivos llamados “hebreos”, del tipo sensus carnis tuae (“tu sentido corporal”) (IV, 11,17); peregrinatio populi tui (“tu pueblo peregrino”) (IX,13,37); lux veritatis tuae (“tu verdad luminosa”) (XII,28,38), etc. 1M . S. M uldow ney, W o rd o rder in the w o rks o f St. A ugustine, W ashington 1937, pp. 106,116. 2 Para m ás datos cf. nuestro artículo "L engua y estilo de las "C onfesiones" de San A gustín ( l.c .) y O. G arcía de la Fuente, San A gustín. L a s C onfesiones. Introducción, tra­ ducción y notas, A kal, M adrid 1986, pp. 15 ss.

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5) Uso de genitivos llamados “inversos”, del tipo profunditas maris (“mar profundo”) (XIII,21,19); amaritudo aquarum (“aguas amargas”) (XIII,21,19), etc. Este tipo de genitivo es muy frecuente en la Biblia latina. 6) Uso de genitivos con valor superlativo, del tipo nugae nugarum (“las bagatelas más absolutas”) (VIII, 11,26); vanitas vanitatium (“las vanidades más completas”) (VIII,11,16). Es de sobra sabido que estos genitivos con valor superlativo son peculiares de la Biblia latina. 7) Empleo abundantísimo de imágenes bíblicas. En los pasajes más carga­ dos de lirismo religioso, en los momentos decisivos de la evolución espiritual de Agustín, las imágenes bíblicas completan el cuadro que el autor quiere tra­ zar. El lenguaje de la imagen es más expresivo que el propio lenguaje de la palabra. Por eso los místicos recurren con frecuencia a las imágenes. Así, Agus­ tín habla “de las manos de la lengua y de los oídos” (V ,l,l); “de los oídos del corazón”(I,5,5; IV, 11,16); “de la boca y de las manos del corazón” (VI,3,3; X,8,12). La Iglesia es un nido en donde los pájaros esperan el crecimiento de sus plumas y el desarrollo de las alas de la caridad, gracias al alimento de la fe (IV,16,31), etc. En definitiva, el estilo de las Confesiones es una de las creaciones más ori­ ginales de Agustín, pues ha sabido inventar un estilo y una lengua que fueran fieles intérpretes de la vida interior, de las experiencias místicas, de las realida­ des trascendentes. Y este estilo se inspira fundamentalmente en la Biblia latina. En mucho menor medida, en la lengua poética y en la filosofía neoplatónica. 6 , - LOS "SERMONES" Sobre la lengua y el estilo de Agustín predicador tiene un magnífico estudio Chr.Mohrmann1, que nos facilita mucho la tarea de exponer aquí este tema. Agustín predicó regularmente durante 40 años, no sólo en Hipona, su propia iglesia, sino también en otras ciudades y aldeas del norte de Africa, como Cartago, Utica, Tagaste, Cirta, Constantina, Cesarea de Mauritania, etc. Se le admi­ raba como a uno de los grandes predicadores de su tiempo. Las gentes se agol­ paban para oír al antiguo profesor de retórica, convertido ahora en el gran defensor de la ortodoxia católica. Es imposible calcular el número de sermones que predicó Agustín durante su vida. A veces predicaba varios sermones en un mismo día. De esta inmensa producción homilética nos quedan unos 562 sermones, muchos de ellos copia­ dos por taquígrafos y que nunca fueron revisados por Agustín. Excepcional­ mente algunos fueron dictados. La mayoría de los sermones ad populum fueron 1 Chr. M ohrm ann, "S aint A u gustin prédicateur", en Études, I, (o.c.), pp. 391-402.

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copiados por taquígrafos para uso privado, para la lectura y la meditación o para prestarlos a los amigos1. El corpus de los sermones de Agustín es el más extenso que nos ha llegado de la antigüedad. El dominio de las técnicas retóricas y un conjunto de cualida­ des humanas, intelectuales y espirituales de que hace gala Agustín en sus ser­ mones, hacen de este conjunto una obra “de altísimo valor cultural y literario”2. Agustín fue sin duda el mayor orador cristiano de habla latina y junto con Juan Crisóstomo el mayor de toda la antigüedad. Los rasgos característicos de los Sermones pueden resumirse en los siguien­ tes1: a) Una gran “sencillez” se une a veces a una exuberancia barroca, b) Una “viveza familiar” se asocia a una elevación que llega al patetismo, c) Una “len­ gua corriente” y sencilla va adornada a veces de artificios, como juegos de pala­ bras y de sonidos, d) Una gran “unción bíblica” se asocia a elementos vulgares y corona todo el discurso. Estos elementos debidamente conjugados constituyen un estilo muy per­ sonal y muy original. Y por eso no puede juzgarse según las reglas de la retórica antigua. Pertenece a un mundo completamente distinto del de la retórica ciceroniana o antigua en general. Y también en este caso Agustín creó un estilo absolutamente nuevo y genial, como lo creó en las “Confesio­ nes”. Este estilo homilético de Agustín responde a las necesidades de la predica­ ción popular y busca fundamentalmente tres cosas: la claridad, la expresividad y la gravedad o unción. 6.1.- La claridad La búsqueda de la “claridad” lleva a Agustín a adoptar la lengua corriente de los cristianos con un vocabulario fundamentalmente cristiano y una sintaxis muy sencilla, con una construcción de la frase claramente paratáctica. La len­ gua de la predicación de Agustín no es la lengua vulgar de su época, sino una lengua que hablaba la gente culta; pero que, dentro de su sencillez, podía com­ prenderla también la gente del pueblo sin especial preparación cultural. Esto quiere decir que sin bajar al nivel del pueblo Agustín hablaba una lengua acce­ sible al pueblo.

1 R ecientem ente se han encontrado en una b iblioteca de A lem ania algunos serm ones de A gustín, inéditos y desconocidos. 2 S. D 'E lia, L etteratura (o.c.), p. 141. 1 Chr. M ohrm ann, ibid., p. 395.

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6 . 2 - L a ex p re siv id a d

Esta peculiaridad de su estilo la conseguiría Agustín por el recurso constan­ te a un número restringido de figuras retóricas, como el paralelismo, la antítesis, el climax, los juegos de sonidos, siendo el principal, el juego de palabras, etc. El rasgo más característico de la “expresividad” es el paralelism o antitético, que aparece a cada paso en los sermones de Agustín, y que es el resultado de dos factores: a) el modo de pensar de Agustín, su concepto de la vida; b) la influencia de la Biblia, sobre todo del estilo y del ritmo de los sal­ mos. En la lengua latina, con sus desinencias y sufijos nominales, el paralelis­ mo antitético conduce fácilmente a la rima, al juego de sonidos, en general. He aquí un ejemplo de un sermón pronunciado en la fiesta de la Epifanía: Eo nascente, lux nova et in stella revelata, quo moriente, lux antiqua et in sole revelata, eo nascente, superi novo honore claruerunt, quo moriente, inferi novo timore tremuerunt, quo resurgente, discipuli novo amore exarserunt, quo ascendente, caeli novo obsequio patuerunt (Ser.199,3,3). (“Cuando él nació, apareció con la estrella una nueva luz; cuando él murió, se veló con el sol la luz antigua; cuando él nació, los habitantes del cielo brilla­ ron con un nuevo honor; cuando él murió, los habitantes del infierno tembla­ ron con un nuevo temor; cuando él resucitó, los discípulos se enardecieron con un nuevo amor; cuando él ascendió, los cielos se abrieron con nueva sumi­ sión”). Este paralelismo se extiende a miembros enteros. A veces hay paralelismo de todas las palabras, como en el caso siguiente: unitatem teneat divinitas, medietatem suscipiat humanitas (Serm.293,7). (“La divinidad conserve la unidad; la humanidad reciba la condición de mediadora”).

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Pasajes enteros, hasta sermones enteros, tienen este ritmo antitético, puesto aún más de relieve por la rima. Véase el siguiente ejemplo, tomado del sermón de la noche de Pascua: Pro captivis iustum, pro servis Dominum, pro captivis Uberum, pro aegrotis medicum, pro miseris beatum, pro egenis opulentum, pro perditis quaesitorem, pro venditis redemptorem, pro grege pastorem, et quod omnibus mirabilius, pro creatura creatorem: servantem tamen quod semper est, tradentem quod factus est, Deum latentem, hominem apparentem, virtute vivificantem, infirmitate morientem, divinitate inmutabilem, carne passibilem (Serm 220). (“EI justo por los pecadores, el Señor por los siervos; el libre por los cauti­ vos, el médico por los enfermos; el dichoso por los desgraciados, el rico por los pobres; el que los busca por los que se han perdido; el redentor por los vendi­ dos, el pastor por las ovejas, y, lo más maravilloso de todo, el criador por la criatura. Pero guardando lo que siempre es, entregando lo que en él había sido hecho; Dios oculto, hombre visible; dador de vida por su poder; sometido a la muerte por su debilidad; inmutable en su divinidad; pasible en su carne”). Esta musicalidad de la frase se inspira sin duda en el gusto popular. El esti­ lo popular de Africa del Norte, tal como aparece en ciertas inscripciones en len­ gua vulgar, parece que recurría a la rima. Esta tendencia popular la aceptaron los autores cristianos de Africa, como Tertuliano y Cipriano. Agustín, en defini­ tiva, no hace más que explotar una tradición “nacional” africana y seguir el ejemplo de sus predecesores. A la expresividad de Agustín colaboran también los juegos de palabras, que Agustín toma de la lengua popular y que tanto gustaban a sus oyentes, como lo demuestran los aplausos que prodigaban al predicador. Estos juegos de palabras se pueden contar por cientos en sus Sermones. He aquí unos pocos ejemplos: est enim severitas quasi saeva veritas (“la severidad es como una cruel verdad”) (Serm. 171,5,5 ); corripiamus verbis, et si opus est, et verberibus (“corrijamos con palabras, y si es necesario, también con látigos”) (Serm. 83,7,8); haec est fides, tene quod nondum vides (“esta es la fe, ten lo que aún no ves”) ( Serm. 119,7,7); non faciunt bonos mores, nisi boni

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amores (“no hacen las buenas costumbres más que los buenos amores”) (Serm. 311,11,11); saeculi laetitia est impunita nequitia (“la alegría del mundo es la maldad no castigada”) (Serm. 171,4,4) ; in nostro quidem vincente Vincentio, ille quidem vincebat qui possidebat (“pues en nuestro Vicente vencedor vencía aquel que poseía”) ( Serm. 275,1). Estos pocos ejemplos bastan para demostrar el desbordamiento de la imagi­ nación de Agustín y su frecuente recurso a los juegos de sonidos y de palabras. Quien desee leer más ejemplos, puede consultar a Chr. Mohrmann, quien dedi­ ca un trabajo al tema1. 6.3.—La gravedad y la unción Estas dos cualidades las consigue Agustín acudiendo a la Biblia. Junto a las citas bíblicas, que prodiga en cantidad llamativa, hay en sus Sermones un gran número de alusiones a temas de la Escritura, y la lengua de los Sermones está impregnada de términos bíblicos. Todo sermón de Agustín, ya sea exegético, antiherético, parenético o teoló­ gico, toma su punto de partida y su materia principal de la Biblia. Y Agustín sabe agrupar con maestría los textos bíblicos, aunque parezcan alejados unos de otros por su contenido. La explicación de un texto le está sugiriendo la de otro. Los temas que trata son tan variados como los del resto de sus obras. “La pala­ bra de Agustín sube, baja entreverada de frases bíblicas, que vuelven una y otra vez, como un trenzado sinuoso en una marcha sinfónica; no es ya un instrumen­ to de demostración o de persuasión, sino un hablar y caminar juntos de la comunidad hacia Dios”2. 7.-LAS "CARTAS" Agustín nos ha dejado un amplio epistolario. Contando el último lote de 27 cartas descubiertas por Divjak y publicadas en el Corpus de Vierta*, son ya 297 las cartas publicadas que se le atribuyen. Estas cartas pueden dividirse en grupos según el criterio personal de cada uno. Así, por ejemplo, Simpson4 divide las cartas de San Agustín en once gru­ pos o clases: 1) cartas anteriores a la consagración espiscopal; 2) sobre el paga­ nismo; 3) sobre la doctrina acerca de Dios; 4) sobre los cismas de la iglesia afri1 Chr. M ohrm ann, "D as W ortsp iel in den augustinischen Serm ones", en E tudes, I, (o.c.), pp. 323-349. 2 S. D 'E lia, L e ttera tu ra (o.c.), p. 142. 3 J. D ivjak, Sancti A u re lii A u g u stin i opera. E pistulae ex duobus codicibus n uper in lucem p ro la ta e (C SE L , 88), V iena 1981. 4 T. Sim pson, The letters o f St. A ugustine, L ondres 1919.

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cana; 5) sobre la doctrina de la gracia; 6) sobre temas bíblicos; 7) corresponden­ cia con Jerónimo; 8) cartas a mujeres; 9) cartas sobre la Eucaristía; 10) cartas sobre asuntos diocesanos; 11) cartas de los últimos años. Los Maurinos distinguen cuatro grupos: 1) cartas confidenciales; 2) cartas pastorales; 3) cartas doctrinales; 4) cartas oficiales. Cualquier división es nece­ sariamente arbitraria, y, por otro lado, no tiene mayor importancia. La variedad de contenidos, tonos, argumentos y niveles es extraordinariamente variada, “Es imposible leer algunas de sus cartas sin sentirse uno un mediocre”1. La variedad de estilos empleada por Agustín se advierte de modo especial en su Epistolario. Hay en él tratados teológicos redactados en una lengua clara y objetiva. Hay rasgos de la lengua popular de los “Sermones” en ciertas cartas dirigidas a los herejes (cf. E p . 66;76; 105). Hay paralelismos y asonancias, el tono y el ritmo de los “Sermones” en otras (cf.E p . 93, dirigida el 408 al obispo donatista Vicente). Las C a r ta s tienen, en general, un tono literario elevado, a medio camino entre los tratados teológicos y los sermones. Ese tono varía según los destinata­ rios. Es curioso observar cómo en la E p . 117, dirigida a Dióscoro, hacia el 410, Agustín parodia el estilo de la retórica pagana, considerándolo como algo inútil y, en cambio, en la E p . 27, dirigida a Paulino de Ñola, le felicita con un lengua­ je exuberante por las bellezas literarias de la carta que le ha enviado Paulino : le g e r u n t f r a t r e s ..., q u o tq u o t e a s le g e r u n t, r a p iu n t, q u ia r a p iu n tu r c u m le g u n t...

(“leye­ ron los hermanos tu carta..., todos cuantos la han leído, la arrebatan (de las manos), porque son arrebatados ellos mismos cuando la leen...¿Es más dulce o más ardiente, más luminosa o más fecunda?”). Y continúa así, con estas mismas extraordinarias alabanzas, toda la carta.

B la n d io r e s s u n t a n a r d e n tio r e s , lu m in o s io r e s a n f e c u n d i o r e s ? ( E p .2 7 ,2 )

Cuando escribe a paganos, procura imitar a veces las grandes obras clási­ cas. En la E p . 91, dirigida al viejo pagano Nectario, aduce una invectiva contra los dioses paganos, parecida a las invectivas de Cicerón contra los adversarios: “Quizá digas que todo esto que la antigüedad escribió acerca de la vida y las costumbres de los dioses, los sabios deban entenderlo e interpretarlo de modo muy distinto.... Pero, por favor, ¿tan ciego es el género humano y tan enemigo de la verdad, que no vea cosas tan claras y tan notorias? Fíjate en cuántos luga­ res es pintado, fundido, batido, esculpido, descrito, remedado, leído, cantado y representado Júpiter en actitud de cometer sus numerosos adulterios, que no sería demasiado que, al menos en el Capitolio, se leyera que prohíbe estas cosas” (E p . 91,5). 1 S. D 'E lia, o.c., p. 142.

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Esta variedad de estilos en la correspondencia nos muestra a un Agustín que permaneció durante toda su vida como un hombre dotado de excepcionales dotes de escritor y lingüista1. 8.-EL "DE TRINITATE" Agustín comenzó la redacción del De Trinitate, esta obra maestra de la lite­ ratura latina cristiana, en torno al 399 y la terminó hacia el 419 (o el 426, según A.-M .La Bonnardiére): iuvenis inchoavi, senex edidi (“la empecé siendo joven y la publiqué siendo viejo”) (Ep. 174). La obra se divide en dos partes. La Primera (libros I-VIII) trata de la uni­ dad de la esencia divina y de la trinidad de personas. La esencia divina subsiste en tres personas distintas por relación de origen. Es un misterio inabarcable, que sólo conocemos por revelación divina. La inteligencia humana jamás hubiera podido sospechar que la esencia de Dios es única, pero que las personas son tres y distintas. Agustín desarrolla esta elevadísima doctrina con el máximo rigor demostra­ tivo y con el dominio total de las fuentes de la revelación. Estos capítulos repre­ sentan el punto más alto alcanzado jamás por la especulación teológica antigua. Habla, pues, Agustín de la unidad y la trinidad en Dios (I); de las misiones y teofanías divinas (II—III); del Verbo hecho carne (IV); de las relaciones entre las personas divinas: generación del Verbo y aspiración del Espíritu Santo (V); Cristo, poder y sabiduría de Dios (VI-VII); igualdad absoluta de las tres perso­ nas divinas (VIII). La Segunda parte (libros IX-XV) busca en el hombre un vestigio o imagen “analógica” de la Trinidad, es decir, los rastros de lo divino en el hombre. Estos capítulos son “ la síntesis agustiniana más profunda y una de las más geniales del mundo antiguo”2. Agustín desarrolla sucesivamente los siguientes temas: primera trinidad en el hombre: la mente, la noticia, el amor (IX); segunda trinidad: la memoria, el entendimiento y la voluntad (X); otros vestigios de la Trinidad en el hombre exterior (XI); distinción entre sabiduría y ciencia (XII); sobre la fe, que es una, y la felicidad del creyente (XIII); la verdadera sabiduría del hombre está en la contemplación de lo eterno (XIV); la Trinidad contemplada a la luz de la fe (XV). “Pocas obras, en la literatura de todos los tiempos, comunican como ésta, 1 Chr. M ohrm ann, É tu d e s, II, (o.c.), p. 275. 2 S. D 'E lia, o.c ., p. 146.

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en una atmósfera ligera de inteligencia estática, el sentimiento de la presencia de Dios en el hombre y de su inmensidad inalcanzable”1. “Nadie antes de Agus­ tín había encontrado en el alma tantas huellas de Dios, nadie había traducido al lenguaje humano con tanta emoción el misterio de la vida divina”2. Obra tan excelsa no podía terminar más que con estas humildes palabras del autor: “Señor Dios uno, Dios Trinidad,cuanto he dicho en estos libros, con tu ayuda, conózcanlo también los tuyos; si hay algo de mi cosecha, perdóname­ lo tú, y que me lo perdonen los tuyos. Amén (XV,28,51). 9 ,- EL "DE DOCTRINA CHRISTIANA" Agustín comenzó a escribir esta obra hacia el 397 y realizó una primera redacción hasta el libro 111,25,35 y así se publicó, pues en los “Libros contra Fausto”, escritos hacia el 400, el propio Agustín aduce un pasaje de la obra. Cuando más tarde revisó sus obras, al encontrar ésta sin concluir, completó lo que faltaba del libro III y le añadió todo el libro IV. Esto sucedió el 427. El argumento de la obra es la invención y la enunciación, es decir, ofrecer un conjunto de reglas que ayuden a entender y explicar las Sagradas Escrituras. El contenido es, pues, el siguiente: Libro I: Sobre las “cosas”. Libro II: Sobre los “signos”. Libro III: Sobre la ambigüedad del sentido de la Escritura. Libro IV: Sobre la oratoria sagrada. La obra, en definitiva, es un manual bien meditado de hermenéutica que, tomando como base y centro de la oratoria la Sagrada Escritura, se convierte en un tratado de retórica, aún sin proponérselo. Agustín dice así: “Lo primero que advierto en este prólogo a mis lectores, que quizá piensen que voy a exponerles los preceptos de retórica que aprendí y enseñé en las escuelas paganas, es que no esperen de mí tal cosa, no porque estos preceptos no tengan utilidad alguna, sino porque, si la tienen, han de aprenderse en otro sitio” (IV, 1,2). Y este tratado de la nueva retórica, totalmente cristianizada, sustituyó a los manuales anteriores de retórica profana, de tal modo que esta obra de Agustín se convirtió en el texto básico de esta materia para toda la edad media. De aquí la razón para dedicarle al menos unas palabras en esta obra sobre los autores cristianos. 10,- CONCLUSION GENERAL SOBRE AGUSTIN ESCRITOR El camino entre la lengua y el estilo de la Ciudad de Dios y los Sermones 1 S. D 'E lia, ibid., p. 147. 2 G. B ardy, Sa in t A ugustin. L 'h o m m e e t l'oeuvre, París 1940, p. 370.

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parece bastante largo. Incluso son bastante grandes las diferencias entre la len­ gua y el estilo de las Confesiones y el de los Sermones. Estas diferencias confir­ man cuanto se ha dicho a lo largo de este capítulo, es decir, que Agustín utiliza estilos distintos según el carácter de sus obras y de sus destinatarios. En cada uno de los tres estilos que hemos analizado -e l de la Ciudad de Dios, el de las Confesiones, el de los Sermones- se han descubierto rasgos esen­ ciales de Agustín como escritor. Todas las demás obras suyas se acercan a uno o a otro de estos tres estilos o incluso tienen todas pasajes de uno o de otro esti­ lo. Los tratados teológicos se acercan unas veces al estilo más denso de la Ciu­ dad de Dios, otras, la mayoría, se acercan a la claridad y sencillez de los Sermo­ nes exegéticos. La lengua de estos tratados suele ser menos popular que la de los Sermones. Está un poco más sometida a la tradición popular, pero Agustín emplea siempre sin restricciones el vocabulario técnico de los cristianos, que él mismo ha enriquecido con algunas aportaciones nuevas. En muchos de estos tratados Agustín es más teólogo que escritor en el sen­ tido estricto del término. A pesar de todo, en las grandes obras teológicas, como el tratado De Trinitate, Agustín muestra claramente hasta qué punto sabe mane­ jar bien la lengua latina para expresar cosas tan difíciles1. Si llega el caso emplea sin problemas el sermo humilis, como el de la Escritura, como el que emplearon los autores cristianos anteriores, Tertuliano, Cipriano, Ambrosio y utilizarán después Casiodoro y Gregorio Magno2.

1 Chr. M ohrm ann, É tudes, II, (o .c .), p. 272. 2 E. A uerbach, L in g u a letteraria (o.c.), pp. 56-58. P ara com entario de textos concre­ tos, cf. O. G arcía de la Fuente, A nto lo g ía (o.c.).

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X XII.- EL PERIODO DE LOS ‘FUNDADORES’ DE LA EDAD MEDIA 1,- INTRODUCCION Antes de poner fin a este breve y selecto elenco de autores cristianos hay que recordar, al menos, cuatro nombres que reciben el honroso título de “funda­ dores de la edad media”1, y son, por orden cronológico: Boecio, Casiodoro, Gregorio Magno e Isidoro de Sevilla. Los cuatro están enmarcados cronológica­ mente entre el 480, fecha en que aproximadamente terminaron de escribir los últimos autores del período del apogeo patrístico, y el 760, cuando ya se anun­ ciaba el renacimiento carolingio, decisivo para la civilización medieval. Duran­ te estos tres siglos se extiende un largo período de transición, en el que los últi­ mos escritos patrísticos se confunden y se funden con los primeros productos de la literatura medieval. De esta primera época -e s decir, antes del 4 8 0 - son, entre otros, los siguientes: León Magno (+461), autor famoso de Cartas y Sermones. Sedulio (+ca.450), autor del Paschale Carmen, del que se habló en otro lugar. Víctor de Vita, autor de una Historia persecutionis Africanae pro­ vinciae (ca.486), que relata las persecuciones de los vándalos en Afri­ ca. Próspero de Aquitania (+460), autor de Poemas y de una Chronica. Genadio de Marsella (ca.500), continuador del De viris illustribus de Jerónimo y traductor de obras griegas. Claudiano Mamerto (+473), autor de cartas, himnos y de la obra De statu animae. ' J. de G hellinck, Littérature, I (o.c.), p. 9; J. Fontaine, La littérature (o.c.), p. 115.

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Salviano de Marsella (ca.+470), autor del Ad ecclesiam y De gubernatione Dei. Sidonio Apolinar (+489), autor de un gran epistolario (147 cartas en 9 libros), documento importantísimo para conocer la crissis del mundo antiguo; escritor, además, de panegíricos y epigramas. De época posterior al 480, y por tanto contemporáneos de los “fundadores” son, entre otros, los siguientes escritores: Fulgencio de Ruspe (ca.532), autor de obras teológicas, como el De Trinitate, De veritate praedestinationis, de fide, etc. Flavio Cresconio Corippo (ca.568), poeta épico conocido por su Iohannis seu de bellis Lybicis y el In laudem Iustini minoris. Cesáreo de Arlés (+542), autor de varias obras teológicas (sobre la Trinidad, sobre la gracia, exposición del Apocalipsis, dos “Reglas” para monjas y otra para frailes y famoso sobre todo por sus “Sermones” (unos 238). Avito (+518), poeta destacado, autor de la interesante epopeya cristiana De spiritalis historiae gestis, de quien se habló en otro lugar. Gregorio de Tours (+594), autor, entre otras, de las dos famosas obras históricas Historia Francorum y Miraculorum libri VIII. Enodio de Arlés (+521), autor de varias obras (Paraenesis didas­ calica, Confessio, Vitae), escritas en estilo excéntrico y hasta extrava­ gante. xHay que mencionar también por derecho propio a otros cuantos autores, algunos de ellos de Hispania y de otras zonas de la cristiandad occidental. Son los siguientes : Arator (ca.550), poeta muy apreciado en la Edad Media, autor de una epopeya sobre los Hechos de los apóstoles, de quien se ha hablado en otra parte. Venancio Fortunato (ca.600), autor de una Vita sancti Martini en cuatro libros, escrita en hexámetros y de otras poesías ocasionales en cuatro libros (panegíricos, elegías,epitalamios, consolaciones, himnos, etc.). Benito de Nursia (ca.547), autor de la famosísima Regula mona­ chorum, que tanto influyó en la organización del monacato occiden­ tal. Martín de Braga (+580) que escribió, entre otras, las conocidas obras: De correctione rusticorum y la Formula vitae honestae. Leandro de Sevilla (ca.599-602), autor de escritos dogmáticos y cartas, desaparecidos y del De institutione virginum, escrito importante para el monacato. Braulio de Zaragoza (+651), escritor de cartas y de una famosa

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Vita sancti Aemiliani, en la que se inspira y de la que toma materiales Gonzalo de Berceo para su Vida de San Millón de la Cogolla. Eugenio de Toledo (+657), que escribió un tratado De Trinitate, hoy perdido, y es autor de 102 poemas recopilados bajo el título de Libellus diversi carminis metro. Ildefondo de Toledo (+667), autor de un conocido tratado De vir­ ginitate sanctae Mariae, y de otras obras, como De cognitione baptis­ mi; De itinere deserti; De viris illustribus . En medio de este numero no pequeño de escritores cristianos posteriores al 480 destacan, como ya se ha dicho, cuatro nombres, pertenecientes al mundo antiguo por su origen y por su educación: Boecio y Casiodoro, en la Italia ostrogoda; Isidoro de Sevilla, en la España visigoda; y Gregorio Magno, en la época lombarda. Pero pasemos ya a tratar de cada uno de ellos en parti­ cular. 2 .- BOECIO 2 .1 - Vida Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio (ca.475-480 ca.524-526) nació en Roma de una noble familia senatorial. Su padre fue dos veces prefecto del Pretorio en Italia y prefecto de Roma. Perdió a su padre siendo aún muy joven y fue adoptado por la distinguida familia de los Símaco -entre cuyos antepasados se hallaba el famoso Símaco que un siglo antes había pedido al Emperador la restitución del altar de la Victoria- En el seno de esta familia recibió una esme­ rada formación religiosa y profana. Se casó aún joven con la hija de Símaco. Según la tradición familiar se dedicó en Roma a la carrera política. Fue cónsul hacia los 30 años (a. 510) bajo Teodorico y probablemente ocupó luego el cargo de prefecto de Roma. A partir del 522 fue magister officiorum, una especie de superintendente general de los asuntos de la Corte y del Estado. Con esto llegó a la cumbre de su poder y de su carrera política. Cuando nada hacía presagiar un final desgraciado, fue acusado de alta traición por haber defendido al senador Albino, culpable, según se decía, de haber tramado acuerdos secretos con el emperador de Oriente en contra de Teodorico. Se le acusó también de magia y sortilegio, cosas muy severamente castigadas entonces. Boecio fue desterrado primero cerca de Pavía y luego mandado decapitar por Teodorico, entre el 524 y el 526. Sus huesos reposan en la cripta de la iglesia de San Pietro in Ciel d ’oro de Pavía, junto a los de San Agustín.

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Boecio tuvo el proyecto de escribir una enciclopedia de las artes liberales, el famoso quadrivium, término creado por él, que designaba las cuatro discipli­ nas matemáticas de la enciclopedia: aritmética, música, geometría y astronomía. Pero sólo nos han llegado la Aritmética y la Música. Después amplió su proyec­ to y se puso a traducir y a comentar todas las obras “dialécticas” de Aristóteles, retomando y completando la obra iniciada por Mario Victorino. Y se propuso también traducir y comentar las obras “morales” de Aristóteles y los diálogos de Platón. /

Todos estos trabajos constituyen la parte más importante de la producción de Boecio, en la que hay que distinguir: 1) Las traducciones (de Porfirio la Isagoge·, de Aristóteles las Categorías; De interpretatione·, los Primeros analíticos', los Tópicos, los Razonamientos sofísticos). 2) Los comentarios (a la Isagoge de Porfirio; al De interpretatione y a las Categorías de Aristóteles y a los Topica de Cicerón). 3) Los tratados originales , que son: De divisione; Introductio ad syllogis­ mos categóricos o Antipraedicamenta; De syllogismo categórico; De hypotheti­ cis syllogismis; De differentiis topicis . El proyecto de Boecio era grandioso, pues pretendía traducir y comentar toda la obra de Platón y de Aristóteles, para demostrar la identidad sustancial de sus puntos de vista. La muerte prematura le impidió llevar a cabo toda la empresa. No hay en estas obras, lo mismo que en las que formaban parte del quadrivium, alusiones expresas a la doctrina cristiana. El autor se mantiene en el plano puramente filosófico. Se trata, en realidad, de un intento serio de tras­ mitir a la edad media las enseñanzas filosóficas griegas. En los Opuscula sacra, en cambio, Boecio afronta la compleja problemáti­ ca trinitaria y cristológica, basándose precisamente en su formación lógica, adquirida en el contacto con las obras de Aristóteles. Así en el De Trinitate aborda el tema de la unidad y trinidad de Dios, sirviéndose de la categoría aris­ totélica de la “relación”. En el tratado Contra Eutychen et Nestorium defiende la doctrina católica sobre las dos naturalezas y una sola persona en Cristo, utili­ zando los conceptos de “naturaleza” y de “persona”. En el De ebdomadibus afronta la relación entre esse (esencia) e id quod est (existencia), tema impor­ tantísimo para la especulación posterior. En el tratado titulado, por sus primeras palabras, Utrum Pater et Filius et Spiritus Sanctus de divinitate substantialiter

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praedicentur, vuelve a tratar brevemente el tema de la trinidad de Dios. Por último, el De fide catholica es una especie de historia de la salvación basándose en la doctrina de la Biblia; pero su autenticidad es discutida. Queda para lugar aparte el De consolatione philosophiae, en 5 libros, que es su obra maestra, compuesta por Boecio cuando estaba desterrado en Pavía con la perspectiva cierta de la muerte inminente. Es su testamento espiritual, y se presenta literariamente como una satura menippea, mezcla de prosa y verso en continua alternancia. Es una larga conversación entre el filósofo y la filoso­ fía, que se le aparece en la prisión bajo la forma de una mujer de rostro venera­ ble y expone en clave filosófica los grandes temas que preocupan al hombre, como la inestabilidad de la fortuna, la naturaleza del Sumo Bien, la providencia, el libre albedrío, el destino del hombre, la muerte, el dolor, etc. Se trata, efectivamente de una impresionante y profunda meditación, “la última obra maestra filosófica de la antigüedad”1; “obra que tuvo un éxito incre­ íble en la edad media, trasmitida por más de 400 manuscritos”2; “es, a la vez, una obra maestra filosófica y una confesión, que puede muy bien colocarse junto a las “Confesiones” de San Agustín. Como ésta, la “consolación” de Boe­ cio ha sido imitada un número incalculable de veces, pero jamás igualada, por­ que su contenido intelectual y personal la hacen única”3. Llama la atención que en esta obra, la última de Boecio, cuando esperaba la muerte, no haya alusión alguna a la fe cristiana, pues toda ella se mantiene en los límites de la doctrina neoplatónica. Boecio ha sido el inspirador de los estudios filosóficos medievales. Y ha sido realmente un maestro de la edad media. Sus tratados filosóficos y teológi­ cos preludian el “latín escolástico” con sus construcciones del tipo de dico quo­ niam y los términos nuevos o con significados nuevos, como specificus, subiectum, praedicatum, etc., y todo un vocabulario técnico especial. En él se encuen­ tra la famosa definición de “persona”, que repitió toda la filosofía medieval, lle­ gando hasta nuestros días: rationalis naturae individua substantia (Contra Eutychen 5) (“sustancia indivisible de la naturaleza racional”). Y a él se debe también la conocida definición de la eternidad de Dios: interminabilis vitae tota simul et perfecta possessio (De consol.V,6) (“posesión perfecta y toda a la vez de una vida sin fin”). Y también la definición de Dios como el “Sumo Bien” (De consol. 111,2).

1 S. D 'E lia, o.c., p. 164. 2 J. de G hellm ck, L ittérature, o.c., p. 18. 1 H. von C am penhausen, L e s P ères latins (o.c.), p. 317. P ara com entario de textos concretos cf. nuestra A n tología (o.c.).

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3.-CASIODORO 3.1 .-V ida Flavio Magno Aurelio Casiodoro Senador (ca.485/490 - ca.580), contem­ poráneo de Boecio, nació en Scyllacium (Squillace) (Calabria) entre el 485 y el 490 en el seno de una familia originaria probablemente de Siria tres generacio­ nes antes, que había adquirido fama y riqueza. Su padre ocupó cargos importan­ tes bajo Odoacre y luego, en tiempo de Teodorico, había llegado a ser prefecto del Pretorio. Casiodoro siguió, según la tradicional familiar, la carrera política. En el 514 fue nombrado cónsul. En el 523 sucedió a Boecio en el cargo de magister officiorum. En el 533 fue prefecto del Pretorio, cargo que ocupó hasta el 536. Amigo leal de Teodorico, Casiodoro se convirtió en el consejero íntimo de Teodorico. /'

A partir del 536 se retira de la vida pública. Ese mismo año intenta crear en Roma con el papa Agapito una escuela de teología con su propia biblioteca, según el modelo de las escuelas orientales, sobre todo la de Alejandría y la de Nísibe; pero el intento fracasó por la muerte del papa. A partir de entonces Casiodoro permaneció en Constantinopla, al menos una decena de años, en donde sostuvo la política eclesiástica del papa Virgilio e influyó positivamente sobre el emperador bizantino en sus relaciones con Italia. Vuelto a Italia, se retiró a sus posesiones de Calabria y en sus propiedades funda, en torno al 550, el monasterio de Vivarium, dedicándose a la oración y al estudio en compañía de unos cuantos monjes que aceptaron su llamada. El monasterio se convirtió pronto en la primera abadía que legó a la posteridad, junto con el trabajo manual, el culto por la transcripción de manuscritos, sagra­ dos o profanos, aplicándose sus monjes a los estudios organizados. De esto modo transmitieron a la posteridad una rica y valiosa biblioteca. Allí murió Casiodoro, en torno al 580, a una edad avanzadísima. El monasterio de Viva­ rium sobrevivió algunos decenios. Pero ya en el siglo VII su célebre biblioteca había desaparecido. 3.2,- Obras La figura de Casiodoro como escritor no puede parangonarse en modo alguno con la de su contemporáneo Boecio. Pero su sentido práctico, su visión clara del futuro intelectual y sus planes de estudio y formación de los monjes del monasterio fundado por él hacen de Casiodoro uno de los principales funda­ dores de la cultura medieval. Sus obras pueden agruparse, por razones de comodidad, en varios bloques.

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1.- Tenemos, en primer lugar, su rico epistolario: las 468 Variae (epis­ tolae), reunidas en 12 libros, dos de los cuales (el VI y el VII) contienen fór­ mulas jurídicas, y todos los demás cartas oficiales, escritas por Casiodoro en primera persona o en nombre de los reyes godos. Estas cartas son una fuente preciosa para la historia contemporánea. Están escritas en un estilo refinado y muy pulido, acomodado a los distintos destinatarios, como dice el propio autor. 2.—El segundo bloque lo constituyen algunas obras de carácter histórico, como el Chronicon, desde Adán hasta el año 519, cuyas fuentes son Tito Livio, Jerónimo, Aufidio Basso, Próspero de Aquitania y Eutropio. La Histo­ ria Gothorum, en 12 libros, escrita por orden de Teodorico, se ha perdido; pero poseemos un resumen, del 551, titulado Getica, realizado por el godo Jordanes. 3 .- Entre las obras de carácter religioso se encuentra un tratado De anima, bastante superficial, una Expositio Psalmorum, comentario completo al Salte­ rio, siguiendo el modelo de las Enarrationes in psalmos de San Agustín, a quien resume y de quien toma la materia. 4 .- Obras compuestas para los monjes de “Vivarium”. En este bloque entran dos. La más importante es la titulada Institutiones divinarum litterarum, especie de introducción general a las ciencias sagradas y profanas, con un catá­ logo rudimentario de libros -una bibliografía- presentes la mayor parte de ellos en la biblioteca del propio monasterio. Esta obra tuvo una gran influencia en toda la edad media. Escribió también para los monjes un tratado De orthograp­ hia, su última obra, preparada cuando el autor ya tenía cerca de 90 años. Es un compendio de las reglas de ortografía de nueve gramáticos latinos, entre otros, de Cornuto, Velio Longo, Papiriano, Curcio Valerio, etc. 5 .- Traducciones de obras griegas realizadas por los monjes de “Viva­ rium”. En este bloque hay que mencionar, en primer lugar, la Historia eccle­ siastica tripartita, en 12 libros, obra histórica que, junto con la Historia eccle­ siastica de Eusebio de Cesarea, traducida al latín por Rufino, como sabemos, fue el gran repertorio histórico en el que los autores medievales aprendieron todo lo que sabían acerca de los cuatro primeros siglos de la historia de la Igle­ sia. Hay que recordar también las Antiquitatum Iudaicarum libri XII y las Adumbrationes in Epistolas Canonicas, obras revisadas cuidadosamente por Casiodoro y que se utilizaron mucho en la edad media, sobre todo las “Antigüe­ dades” de Flavio Josefo. Otras traducciones de obras de Orígenes y de otros autores griegos se han perdido1. 1P ara el com entario de textos concretos, cf. nuestra Antología (o.c.).

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4.- GREGORIO MAGNO 4.1 .-Vida Gregorio Magno (ca.540-604) nació en el seno de una ilustre familia roma­ na, en tomo al 540, y cursó estudios jurídicos, según la tradición familiar. Reco­ rrió los distintos grados de la Administración civil de la época. Fue Prefecto de Roma entre los años 572-574. A la muerte de su padre, convirtió en monasterio la casa paterna situada en el monte Celio. El año 579/80, siendo diácono, fue nombrado nuncio papal en Constantinopla por el papa Pelagio II. Permaneció allí al servicio de la Santa Sede seis años. Luego volvió a Roma y se retiró al monasterio del monte Celio, dedicándose a la oración y al estudio. El año 590 fue consagrado obispo de Roma, después de haber sido aclama­ do para el cargo por el pueblo y el clero de la ciudad. El 596 envió misioneros a Inglaterra para evangelizar aquellas tierras. Fue amigo personal de Leandro de Sevilla y se preocupó de que la conversión al cristianismo de Recaredo, rey de los visigodos españoles, fuera verdadera. Los cinco últimos años de su vida estuvo enfermo. Murió el 604, y fue enterrado en la parte exterior de la entrada principal de la Basílica Vaticana. Fue un gran papa y un notable escritor y pronto recibió el título de “Magno”. El año 1295 fue declarado “Doctor” de la Iglesia por el papa Bonifa­ cio VIII. 4.2 .-Obras La producción literaria de Gregorio Magno es muy variada, pero puede agruparse cómodamente en varios bloques de escritos en base a los temas y a los destinatarios más inmediatos de sus obras. O bras destinadas a los monjes A este grupo pertenecen, en primer lugar, los Moralia in Iob, una de las obras más leídas dentro y fuera de los monasterios durante toda la edad media. Es un trabajo voluminoso (6 volúmenes en 35 libros), lleno de observaciones filológicas, dogmáticas y morales, en donde las reflexiones de orden moral y espiritual predominan sobre todo lo demás. Esta obra nació al calor de la “con­ ferencia” diaria que el abad tenía que dar cada día a los monjes sobre un tema. La primera redacción de esta obra fue en forma de lecturas a los monjes que acompañaron a Gregorio en su misión a Constantinopla y que buscaron refugio con él “de los ajetreos de las ocupaciones diarias” en el estudio y la discusión de la Escritura (Praef in Iob).

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La Regula Pastoralis, escrita el 591, señala a los clérigos que tienen obliga­ ciones pastorales cuáles son sus deberes, y les recuerda los preceptos de la ora­ toria, inspirándose en la retórica antigua y en las obras de San Agustín. Fue también una obra muy leída y muy apreciada durante toda la edad media.

Obras destinadas al público en general A este grupo pertenecen las 22 Homiliae in Ezechielem y las 40 Homiliae in Evangelio, predicadas sin duda durante los domingos y días festivos, y desti­ nadas al clero y al pueblo de Roma durante su pontificado. Gregorio acude aquí al sentido alegórico de la Escritura, a imitación de Agustín, pero sin olvidar tampoco el sentido literal. El tono de la predicación y de la exégesis dependía del auditorio. Gregorio predicaba en un momento en que la civilización parecía estar condenada a desaparecer. Terminó de predicar sus homilías sobre Ezequiel cuando un ejército bárbaro asediaba la ciudad de Roma. En estas circuns­ tancias interesaba bastante poco saber quién era el autor de Job o detalles sobre la autenticidad de Ezequiel. Era mucho más importante ayudar a las pobres gen­ tes a superar los problemas del momento, recurriendo al sentido alegórico de la Escritura. Pero la obra quizá más famosa de Gregorio sean sus Dialogi, obra com­ puesta entre los años 593-594, en 4 libros, dirigida a un público sencillo, en la que trata de la vida de los santos de Italia -e l libro II está dedicado íntegramen­ te a la vida de San Benito-, Con esta obra quiere demostrar Gregorio que tam­ bién entonces, en Italia, en el siglo VI, podían verse “las maravillas de Dios” -los milagros realizados por los santos-, como se vieron antaño entre los mon­ jes de Egipto. Esta obra se cuenta entre “los libros más leídos, más copiados, y más enriquecidos con notas marginales en lengua vulgar, de toda la edad media”'. Los “Diálogos” muestran un mundo fabuloso casi infantil. La obra se tradujo pronto al griego, al árabe, al anglosajón, al francés antiguo y al italiano. “Se convirtió pronto en un libro popular, uno de los primeros y más típicos”2.

Las Cartas Las “Cartas” se hallan reunidas en el Registrum de Gregorio Magno, y constituyen una colección impresionante (848 cartas, descontando las repetidas. Su contenido pertenece más a la historia político-religiosa de Europa que a la historia literaria. Pero en las “Cartas” se encuentran las mismas ideas religiosas, la misma personalidad, la misma visión de los objetivos que perseguía este gran papa de la Iglesia católica. 1J. de G hellinck, o.c., p. 24. 2 E. A uerbach, Lettera tu ra (o.c.), p. 97.

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Gregorio Magno, asociado ya por su contemporáneo Liciniano de Cartage­ na a Ambrosio, Jerónimo y Agustín para formar la famosa lista de los “cuatro grandes Padres de la Iglesia latina”, fue considerado ya unánimemente, a partir del siglo VIII, como uno de los grandes Padres de la Iglesia occidental, y en su calidad de escritor y de hombre de Iglesia fue “uno de los intermediarios esen­ ciales de la cultura, el pensamiento y el estilo de la antigüedad latina cristiana”1. 5 .- ISIDORO DE SEVILLA 5. \-V icia Isidoro de Sevilla (ca.560/62-636) nació probablemente en Sevilla en tomo al 562. Su padre, Severiano, pertenecía a una ilustre familia hispanorromana de la región de Cartagena. Isidoro fue el menor de cuatro hermanos, todos ellos venerados hoy como santos. El mayor fue Leandro, obispo de Sevilla desde el 577/78 hasta en torno al 600. El segundo fue Fulgencio, obispo de Ecija, cuya sede rigió en los primeros decenios del siglo VII. La tercera fue Florentina, que se consagró a la vida religiosa en un monasterio, y a quien Leandro dedicó su obr& Regula seu De institutione virginum. Isidoro fue el menor, nacido a bastante distancia de sus hermanos. Sus padres debieron morir pronto y Leandro se ocupó de la educación de Isidoro en la propia escuela espiscopal de Sevilla, en donde el joven Isidoro adquirió una seria y profunda formación literaria, lingüística, moral y religiosa, como pronto iba a demostrar en sus actividades pastorales y literarias. En torno al 600 murió su hermano Leandro e Isidoro fue elegido para sucederle en la sede episcopal de Sevilla, convirtiéndose al poco tiempo en el sím­ bolo del apogeo cultural y religioso de la España visigoda. Tomó parte en numerosas reuniones episcopales y en concilios (el a.619 en el II concilio de Sevilla; el a.633 en el IV concilio de Toledo). Colaboró activamente en las ini­ ciativas políticas de los reyes Sisebuto, Suintila y Sisenando. La mayor parte de su actividad pastoral como obispo de Sevilla debió dirigirse a la predicación y a la catequesis. Murió el 4 de abril del 636. A partir del siglo IX comenzaron los testimonios seguros acerca de su veneración como santo. El 1722 fue declarado “Doctor” de la Iglesia por el papa Inocencio XIII. 5.2 - Obras Isidoro es una de las personalidades más destacadas de la antigüedad tardía; uno de los “fundadores” de la edad media; el principal exponente del renaci­ 1J. Fontaine, La littérature (o.c.), p. 122. P ara com entario de textos concretos rem iti­ m os a nuestra A ntología (o.c.).

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miento cultural de comienzos del siglo VII. Su influencia en la cultura de la edad media fue enorme. “Se ha dicho que no hay autor medieval que no haya utilizado a Isidoro si ha querido decirnos algo sobre la antigüedad pagana y cristiana. Esta preocupación de los siglos siguientes no debe extrañarnos: sin Isidoro se les hubiera escapado algo de los tesoros de la ciencia romana”1. Las obras de Isidoro las conocemos por dos catálogos antiguos: la Renotatio librorum divi Isidori de su discípulo y amigo Braulio, obispo de Zaragoza desde el 631 al 651, y la lista incompleta- de sus obras que nos da Ildefonso de Toledo en el cap. 9 de su De viris illustribus. Como el catálogo de Braulio es muy completo y es tan antiguo, creemos que vale la pena reproducirlo aquí, en versión castellana, pues la síntesis que hace Braulio del contenido de las obras sigue siendo válida. Tomaremos la versión castellana de M. Díaz y Díaz2, aña­ diendo sólo -entre paréntesis- a los datos del traductor los títulos de las obras en latín y la fecha de composición, cuando sea conocida. El texto de Braulio dice así: “Publicó dos libros de Diferencias (Differen­ tiarum libri duo, ca. 600), en los que, con sutiles distingos, separó, de acuerdo con su verdadero sentido, los términos que se emplean usualmente sin la debida matización. Un libro de Proemios (Proaemia in libros Veteris et Novi Testa­ menti, no antes del 600), en el que definió con breves descripciones el conteni­ do de cada libro de la Sagrada Escritura. Un libro de la Vida y Muerte de los Padres (De ortu et obitu patrum ca.600), en que registró con brevedad esque­ mática sus hechos, su dignidad, su muerte y su sepultura. Dedicados a su her­ mano el obispo Fulgencio, dos libros de Oficios (De ecclesiasticis officiis, entre el 610 y el 615), en los que explica el origen de los oficios eclesiásticos y las funciones y razón de cada uno en la Iglesia de Dios, dicho a su estilo, aunque basándose en la autoridad de los tratados anteriores”. “Dos libros de Sinónimos (Synonymorum libri duo, ca. 610), en los que incita al consuelo del alma y a la esperanza del perdón, haciendo intervenir a la razón como exhortadora. Un libro Sobre el universo (De rerum natura, ca. 613), dedicado al rey Sisebuto, en que aclara no pocos puntos oscuros del mundo natural a partir de las explicaciones, tanto de doctores de la Iglesia, como de escritores paganos. Un Libro de los números (Liber de numeris, de fecha sin precisar), en que tocó en buena parte los conocimientos aritméticos en atención a los problemas de los números mencionados en las Escrituras que admite la Iglesia. Un libro sobre los Nombres personales del Antiguo Testamen­ to y los Evangelios (Allegoriae Sacrae Scripturae , entre 612-615), en que 1J. de G hellinck, o.c., p. 28. 2 M . D íaz y D íaz, en Isidoro de Sevilla, E tim ologías, edición b ilingüe I (libros I-X), texto latino, versión española y notas p o r J. O roz R eta y M . A. M arcos C asquero; intro­ ducción general p o r M . D íaz y D íaz, (B A C ), M adrid 1982, p. 114.

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muestra el significado místico de dichas personas. Un libro Sobre los herejes (De haeresibus líber, de fecha sin precisar), en que, siguiendo el ejemplo de otros tratadistas, reunió noticias dispersas con toda la concisión de que fue capaz”. “Tres libros de Sentencias (Sententiarum libri tres, de fecha sin precisar), que adornó con bellos pensamientos sacados de los Morales del papa san Gre­ gorio. Una Crónica en un libro (Chronicon maior, a. 615), desde el comienzo del mundo hasta su tiempo, dispuesto con concisión inimaginable. Dos libros Contra los judíos (De fide catholica contra ludaeos, de fecha sin precisar), escritos a ruegos de su hermana Florentina, virgen profesa, en que prueba fir­ memente, con testimonios del Antiguo Testamento, todo lo que cree la fe católi­ ca. Un libro de Varones ilustres (De viris illustribus, de fecha son precisar), para el que hemos elaborado este apéndice. Un libro de Regla para monjes (Regula monachorum, entre 615-618), que atemperó con mucho tino a las cos­ tumbres de su región natal y a las posibilidades de los espíritus poco fuertes”. “Un libro sobre el Origen de los godos (Historia Gothorum (Wandalorum, Sueborum, De laude Hispaniae), recensión corta, del 619; recensión larga, del 624), el reino de los suevos y la historia de los vándalos. Dos libros de Cuestio­ nes (Quaestiones in Vetus Testamentum, obra titulada también Mysticorum expo­ sitiones sacramentorum , de fecha sin precisar), en los que el lector puede descu­ brir mucho material extraído de antiguos escritores. Un códice de Etimologías (Etymologiae, entre 625-632), de enorme extensión, que él dividió, para mayor claridad, por títulos, no por libros; como lo hizo accediendo a mis ruegos, aun­ que lo dejó sin terminar, yo lo dividí en veinte libros. Esta obra que abarca todo el conocimiento, absolutamente hablando, todo aquel que la estudie a fondo y la medite largamente, se hará sin duda dueño del saber en todos los temas divinos y humanos. Brinda una selección más que abundante de las diversas artes, al reunir en apretada síntesis todo cuanto en la práctica debe saberse”. “Hay todavía otros muchos escritos suyos de menor importancia y piezas que dan mucho lustre a la Iglesia de Dios”. Hasta aquí el juicio de Braulio. Entre los escritos menores a que alude Braulio de manera general, hay que incluir sin duda como auténticos los siguientes escritos: seis cartas a Braulio; 27 poemas en dísticos elegiacos; un prólogo al libro de los Cánticos; otro prólogo al Salterio, y alguna otra obra. Se le atribuyen, además, otras varias obras, que vamos a omitir por razón de brevedad, y cuya autenticidad es generalmente rechazada. El catálogo de Braulio destaca, como era de suponer, las Etimologías. Efecti­ vamente esta obra es una auténtica biblioteca de los conocimientos antiguos,

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paganos y cristianos. “Hecha casi toda ella de compilación, escrita en un estilo sencillo y sin adornos, legible sin esfuerzo y sembrada ya de expresiones en len­ gua vulgar, la obra enciclopédica de las Etimologías ha sido utilizada por la edad media bajo todas las formas posibles, en su conjunto o en libros separados”1. Dada la importancia de la obra, vamos a terminar esta exposición, presen­ tando el contenido detallado de la misma, que es el siguiente: I. Gramática y sus partes. II.Retórica y dialéctica. III.Matemática: aritmética, música, geometría y astronomía. IV. Medicina. V.Derecho y cronología. VI. Sagradas Escrituras, bibliotecas y libros, ciclos, fiestas y oficios. VII.Dios, ángeles, Santos Padres y jerarquías eclesiásticas. VIII.Iglesia, sinagoga, herejes, filósofos, poetas y otras religiones. IX. Lenguas, nombres de los pueblos, cargos y otras relaciones. X. Origen de algunos nombres. XI. El hombre y sus elementos, monstruos y defec­ tos. XII. Los animales. XIII. Los elementos naturales, mares, ríos, tempestades. XIV. Geografía. XV. Ciudades, construcciones rústicas y urbanas, sistemas de medida y comunicación. XVI. Mineralogía y metalurgia, pesos y medidas. XVII. Agricultura. XVIII. Guerra, espectáculos públicos y juegos. XIX. Naves, pesca, oficios, edificios y vestidos. XX. Comida, bebida, instrumentos del ajuar doméstico, del campo y de la ciudad2. Vamos a terminar este estudio de los principales autores cristianos con una última alusión a Chr. Mohrmann, la gran impulsora durante los últimos 60 años de los estudios sobre el latín cristiano. Uno de sus discípulos dice lo siguiente con respecto al latín cristiano: “Más allá del latín tardío, el latín cristiano ha marcado con su sello toda la edad media. En cuanto “lengua secundaria”, desempeñó un papel esencial en la cultura de la Europa Occidental3. Por nuestra parte queremos señalar, por fin, que la parte del león en la influencia sobre la lengua y la cultura de la edad media hay que adjudicársela al latín bíblico, o, en otros términos al latín de las versiones de la Biblia, en espe­ cial a la Vulgata.

' J. de G hellinck, o.c., p. 28. 2 P ara com entario de textos concretos rem itim os a nuestra A nto lo g ía (o.c.). 3 G. J. M . B artelink, "L 'oeuvre scientifique de Chr. M ohrm ann", en In m em oriam Chr. M ohrm ann. Sacris erudiri 32,1 (1991) 28.

APENDICE

EL LATIN BIBLICO Y LA DIDACTICA DEL LATIN

(Texto, con ligeros retoques, de una Comunicación presentada en el Simpo­ sio “Didáctica de la humanidades clásicas ante la reforma de la enseñanza”, celebrado en Madrid del 14 al 16 de diciembre de 1989). Nos ha parecido oportuno incluir al final de esta “Introducción al latín bíblico y cristiano” el texto de esta Comunicación, porque también ella forma parte de la misma idea que ha inspirado la preparación de este Manual. Que nadie tome nuestras palabras y sugerencias como dogmas. Sólo pretendemos que se medite con serenidad y objetividad sobre lo que aquí decimos, por si puede servir de algo en la ardua, pero interesante tarea, de enseñar el latín a los niños y a los mayores. Los autores del conocido Manual Reading Latin (P. V. Jones y K. C. Sidwell, Reading Latin, I, Texto, vocabulario y ejercicios, versión esp., Barcelona 1987, p.VII) afirman sin matización alguna que, “puesto que el latín clásico es el funda­ mento del cual surgió el medieval y hacia el que los escritores medievales mira­ ban constantemente, es esencial empezar por el estudio del latín con el clásico”. Creemos que hay aquí dos afirmaciones que merecen un comentario. La primera es que es totalmente discutible que los autores medievales “miraran constantemente hacia el latín clásico”. Si hubieran mirado “bien” hacia el latín clásico sin duda no hubieran escrito el latín como de hecho lo han escrito. Miraban al latín de su época y escribieron el latín que se escribía en su tiempo, no el de la época clásica. La segunda afirmación: ”es esencial empezar por el estudio del latín con el

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clásico”, es aún más discutible que la primera. Es lo mismo que si se dijera: puesto que el español clásico es el fundamento del español actual, es esencial empezar el estudio del español por el español clásico. O empezar el estudio del inglés por Shakespeare, o el estudio del italiano por Dante, o el estudio del ale­ mán por Goethe, o el estudio del francés por Corneille o Voltaire o Molière o Bossuet. Nosotros pensamos que el principio general debe ser aquí, como en toda ciencia, técnica o arte, el de ir de lo más fácil a lo más difícil, y no precisamente lo contrario, de lo difícil a lo fácil. Y no cabe duda de que el latín de Cicerón o el de Virgilio o el de Horacio o el de Tito Livio es más difícil que el latín de la Peregrinación de Egeria o el de la Vulgata de Jerónimo, por citar sólo dos obras cristianas bien conocidas. Para poner un ejemplo concreto, adelantando ya alguna de nuestras conclu­ siones, ¿no sería más razonable empezar el estudio del latín por el latín de la Vulgata, “probablemente el texto latino más importante jamás escrito”, como dicen los propios autores del Reading Latin (p.VII), “de la obra latina más leída”, como dice P. Klopsch (“Latein ais Literatursprache”, en Propylaen Ges­ chichte der Literatur, Vol. II, Die mittelalterliche Welt, Berlín 1982, p.315 (hay trad. esp. en la Ed. Akal, preparada por nosotros mismos, Madrid 1989, p. 301), si al propio tiempo es una obra con una lengua latina mucho más fácil que la de los autores clásicos citados? Además, ¿no sería igualmente más razonable empezar el estudio del latín por el latín de obras más cercanas a las estructuras sintácticas, semánticas y lexicológicas de nuestras propias lenguas románicas, habladas hoy entre noso­ tros, como el castellano, el catalán, el gallego y otras? Viene de nuevo a cola­ ción el principio de ir de lo más fácil a lo más difícil. Y naturalmente, nuestras lenguas románicas no se derivaron directamente del latín clásico, sino del latín cristiano o del latín popular tardío ya totalmente cristianizado, y las estructuras sintácticas, semánticas y lexicológicas de nuestras lenguas románicas están muchísimo más cerca de las del latín cristiano que de las del latín clásico. Los autores del citado Manual Reading Latin dicen a este respecto lo siguiente, que, sin pretenderlo, confirma cuanto aquí sostenemos. Citamos lite­ ralmente, aunque la traducción del párrafo nos parece defectuosa: “El rol de la lengua latina en el desarrollo del inglés, en particular, y en el de la civilización occidental y de las lenguas romances, en general, es indeleble. Si ignorábamos esa tradición y nos centrábamos equivocadamente en el latín clásico, creimos que privaríamos al alumno de la comprensión de la verdadera importancia del latín para el mundo occidental. En consecuencia, en tanto el curso enseña latín clásico, las secciones de deliciae Latinae llevan al estudiante a los mundos del

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latín preclásico, postclásico, medieval y de la Vulgata y exploran la influencia del latín en el vocabulario inglés de hoy” (Ib., p.VI). Pues bien, estando de acuerdo con estas afirmaciones, pretendemos ser con­ secuentes y pensamos que el estudio del latín debe comenzar por el latín bíblico y cristiano y no por el latín clásico. El objetivo final es el mismo, es decir, leer y entender el latín clásico, -naturalmente sin olvidar el tardío y el medieval-, pero el camino es distinto. Nosotros rehacemos el camino, mirando hacia atrás. Ellos rehacen el camino, mirando hacia adelante. Las razones que aducimos para proponer este camino son básicamente las siguientes, tomadas, en cuanto a los casos concretos, de la Tesis doctoral de Don Cándido Santos, El léxico de Isaías de la Vulgata, Málaga 1988, tesis pro­ puesta y dirigida por nosotros mismos. 1. Morfología De una comparación de frecuencias y de su distribución según categorías gramaticales en el latín clásico y en el latín de Isaías de la Vulgata se deducen algunos datos relevantes. Los datos comparativos, relativos al latín clásico, están tomados del Dictionnaire frequentiel et index inverse de la langue latine, publicado por L.A.S.L.A., Lieja 1981. Los datos relativos a Isaías están toma­ dos de la citada Tesis doctoral, pero podemos extrapolar estos datos y extender­ los razonablemente a todo el latín bíblico, y, por eso, hablaremos sencillamente de “latín bíblico”. 1.1. El nombre Aproximadamente el 37% de los textos clásicos y el 40% de los textos bíblicos está cubierto por sustantivos de la tercera declinación. Por eso, es razo­ nable empezar el estudio de las declinaciones por la más usada, y, dentro de ella, por el acusativo, que llena casi un tercio del paradigma (31% en clásico; 26% en bíblico), y, además, presenta un plural en -es, idéntico a los nombres castellanos derivados de él. A partir del acusativo, utilizando reglas fonéticas sencillas, se deducen los nominativos correspondientes (cuyos porcentajes son: 23% en clásico y 38% en bíblico). Con estos dos casos se cubre el 54% en clá­ sico y el 64% en bíblico de los nombres masculinos y femeninos de la llamada tercera declinación. A partir de estos datos será fácil establecer el paralelismo de los nombres latinos con los castellanos correspondientes que hacen sus plurales en -os y en -as, y con los acusativos de los pronombres latinos masculinos y femeni­ nos.

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El dativo se usa mucho menos, tanto en clásico (el 5%) como en bíblico (el 4%). En latín bíblico suele ser sustituido por el giro preposicional acl con acusa­ tivo: dixit ad me (que ya usaba Plauto, Cap. 1010). Dado su escaso uso, su estu­ dio puede dejarse para cuando se estudie el dativo de los pronombres, ya que desde el punto de vista didáctico, la desinencia - i del dativo de la tercera decli­ nación es común a nombres y pronombres. 1.2. El verbo En cuanto al uso de los tiempos verbales, los diccionarios de frecuencia ofrecen unos datos muy interesantes. En latín clásico cuatro tiempos y en latín bíblico tres cubren más del 60% del campo verbal de cualquier texto ordina­ rio. Los cuatro tiempos del latín clásico son: El presente de indicativo con un 27,5% El presente de infinitivo con un 12,5% El perfecto de indicativo con un 12,1% El participio de perfecto con un 9,3%. Los tres tiempos del latín bíblico son: El perfecto de indicativo con un 29,5% El futuro simple de indicativo con un 23,5% El presente de indicativo con un 14,3% El cuarto tiempo de mayor uso en el latín bíblico es el imperativo de pre­ sente con un 9%. Esta simplificación tan drástica en el uso de los tiempos en el latín bíblico se debe a que en la lengua hebrea sólo hay dostiempos: el pasado y el futuro(el perfectum y el infectum) y con ellos el latín bíblico tieneque expre­ sar todos los matices propios de la lengua latina. Con once tiempos se cubre el 90% de todos los textos, tantos clásicos como bíblicos. Los porcentajes de uso, en orden decreciente, son los siguien­ tes: En clásico: Presente de subjuntivo: 7,4% Imperfecto de subjuntivo: 4,5,% Pretérito imperfecto de indicativo: 4,1% Futuro simple de indicativo: 3,8% Participio de presente: 3,3% Presente de imperativo: 2,4% Gerundivo: 2,1%.

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En bíblico·. Participio de presente: 7,2% Presente de subjuntivo: 5,6% Imperfecto de subjuntivo: 2,2% Presente de infinitivo: 1,1% Participio de perfecto: 1,1% Pretérito imperfecto de indicativo: 0,7% Gerundivo: 0,1%. En los datos anteriores faltan 10 tiempos más de la conjugación latina, que son: Imperativo de futuro: amato Gerundio: aci amandum Supino: amatu Pretérito pluscuamperfecto de indicativo: amaveram Pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo: amavissem Pretérito perfecto de subjuntivo: amaverim Futuro perfecto de indicativo: amavero Infinitivo perfecto: amavisse Participio de futuro: amaturus Futuro de infinitivo: amaturum esse. Ante estos datos, surge espontánea la pregunta ¿tiene algún sentido, o vale la pena, hacer aprender a los alumnos de los primeros cursos de latín unos tiem­ pos que nunca van a encontrar o van a encontrar muy poco a lo largo de sus estudios, si con cuatro tiempos en latín clásico y tres en latín bíblico tienen cubierto el 60% del campo verbal de cualquier texto latino usual y con once tiempos tienen cubierto el 90% de cualquier texto? ¿Para qué abrumarles con el aprendizaje de otros diez tiempos más? ¿No valdría la pena preparar algún Manual que tuviera en cuenta estos datos estadísticos? 1.3. El pronombre El latín clásico tiene un 12,50% de uso de pronombres, frente a un 16,30% en latín bíblico (Isaías). Los pronombres han conservado hasta las lenguas •románicas diversas formas flexionales. El estudio de la flexión pronominal es fundamental por su frecuencia y por sus derivaciones a las lenguas románicas. . Su estudio puede iniciarse al mismo tiempo que el de los acusativos de los nom­ bres, es decir, desde el principio del aprendizaje del latín. Para la valoración de este estudio ténganse en cuenta estos datos estadísti­ cos. Los porcentajes de uso en latín clásico y en latín bíblico son los siguien­ tes:

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Personales Posesivos Demostrativos Relativos Indefinidos

CL 11,53% 8,64% 30,25% 19,87% 19,50%

LB 19,71% 28,50% 33,30% 13,86% 1,83%

En los porcentajes anteriores resaltan algunas cosas: La primera es el gran uso, mayor que en el latín clásico, que hace Isaías (la Biblia, en general) de los pronombres personales y posesivos, explicable, sin duda por el género literario de la obra. La segunda es el escaso uso de los inde­ finidos, frente a lo que sucede en el latín clásico: 19,50% contra 1,83%. Pero esta enorme diferencia queda subsanada y explicada en latín bíblico por el uso abundantísimo de otras palabras usadas como indefinidos, tales, como homo, vir, anima, sermo, verbum, etc (cf. O. García de la Fuente, “Los indefinidos en la Biblia latina”, en Emerita 52 (1984) 227-270, y lo que decimos en este mismo Manual). Ahora bien, la mayoría de los indefinidos no perdura en nuestras lenguas románicas. Por tanto, su estudio dependerá de su frecuencia. El dativo de los pronombres facilita la tarea de explicar lo que es un complemento indirecto en nuestras lenguas romances y puede servir de punto de partida para explicar el dativo de los nombres, como ya se dijo antes, al hablar de los sustantivos. 2 —Sintaxis Por lo que afecta a la Sintaxis nos vamos a fijar sólo en un tema, pero que tiene grandes repercusiones en la sintaxis latina. Nos referimos a la subordina­ ción. Tomando los datos estadísticos que ofrece el L.A.S.L.A. (L ’Ordinateur et le latin. Techniques et méthodes. Morphologie, syntaxe, lexicologie, stylistique, Lieja 1986) con respecto a César, Salustio, Tito Livio, Ovidio y Virgilio, y los que ofrece C.Santos con respecto a Isaías, obtenemos las siguientes conclusio­ nes, sumamente prácticas e importantes. 2.1. El prim er lugar en la subordinación lo ocupan las oraciones de relativo, tanto en Isaías como en los autores clásicos (excluyendo a Tito Livio), con un porcentaje de uso superior al 21,7 %. 2.2. El segundo lugar, en los autores clásicos, lo ocupan las oraciones de infinitivo, con un porcentaje del 21,50%, menos en Tito Livio, que ocupan el

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primero. En cambio, en Isaías (y podemos decir, en la Biblia, en general), ape­ nas tienen relieve las oraciones de infinitivo, pues han desaparecido en gran medida, sustituidas por completivas con conjunción, sobre todo las oraciones de verbos de “lengua y entendimiento”, que se convierten en completivas con quod: dico quod, credo quod. 2.3. El tercer lugar en el índice de frecuencias de la subordinación en los mencionados autores clásicos está ocupado por el ablativo absoluto, con un 12,4% de casos. En el texto de Isaías (y en la Biblia, en general), apenas hay participios absolutos; aunque sí muchos participios concertados, sobre todo con el participio de presente. 2.4. Las cinco posiciones siguientes quedan de esta manera:

Oraciones con ut Oraciones con cum Oraciones con si Oraciones con quod Oraciones con ríe

LC

LB

7% 6% 4% 3% 2%

7% 3% 1% 1% 0,8%

El resto de la subordinación apenas tiene importancia en el latín bíblico. Para cubrir el resto de la subordinación en el latín clásico -es decir, el 21% res­ tante- harían falta más de cien subordinantes distintos. De los datos anteriores se deducen las siguientes conclusiones. Los alum­ nos de bachillerato sólo necesitan conocer ocho clases de oraciones subordina­ das para dominar casi el 80% (exactamente el 77,6%) de la subordinación lati­ na, y por tanto, para entender cualquier texto clásico convenientemente anotado o explicado. ¿Para qué hacerles estudiar otra infinidad de tipos de subordina­ ción, que apenas van a encontrar? ¿Y qué decir del latín bíblico? Aquí la dife­ rencia en grado de facilidad es enorme. Bastaría conocer bien el pronombre relativo-interrogativo para conseguir el mismo objetivo que en clásico, es decir, dominar el 80% de la subordinación. 3 - Lexicología El conocimiento del léxico es imprescindible para entender los textos que se leen. El estudio del léxico latino tiene, además, otras utilidades relacionadas ya directamente con las lenguas románicas derivadas del latín. Por lo que diremos a continuación, y, como es de sobra sabido, la compren­

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sión de los textos latinos no exige un conocimiento demasiado amplio de léxi-^ co. Las dificultades de la comprensión vienen más bien, y generalmente, de la sintaxis o de otras ramas de la cultura antigua. 3.1. Los'índices de frecuencias y las dificultades léxicas de unos cuantos auto­ res clásicos y de Isaías son los siguientes: Para comprender el 60% de un texto, se necesitan en Horacio................................................................ en Virgilio, Ovidio y Tácito................................... en César, Salustio y L ivio...................................... en Isaías....................................................................

450 palabras, 350 “ 200 104 “

Con respecto al léxico de Isaías señalamos las siguientes características,. muchas de las cuales pueden ampliarse a otras partes de la Biblia. 3.2. Se usan más en Isaías que en los autores clásicos los siguientes términos: 3.2.1. Sustantivos: populus, gens, aqua, verbum, caelum, princeps, dies, exercitus, iustitia, servus, opus, annus, manus, mons, cor, fortitudo, ignis, filius, facies, oculus, iniquitas, anima, rex, gloria, spiritus, mare, semen, domus, viá, iudiciuni, vox, furor. 3.2.2. Adjetivos: omnis, sanctus, fortis, universus, excelsus, sempiternus. 3.2.3. Pronombres y adjetivos pronominales: ■■ is, tuus, meus, ego, tu, suus, ille, vester,, vos. ipse.· 3.2.4. Verbos·. dico, voco, comedo, salvo, clamo, facio, loquor, ascendo, timeo, confundo, audio, habito, nolo, adnuntio, percutio;; venio, aufero, congrego, contero, ambulo. 3.2.5. Adverbios: non, quasi, sicut. 3.2.6. Preposiciones: in, ad, super, ab, de, propter, contra, coram. 3.2.7. Conjunciones: et y enim. Et, como es sabido, es la conjunción copulativa típica del latín bíbli­ co, que aparece en Isaías 2402 veces, frente a 18 veces -que, 3 veces atque y 2 veces ac.

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Con estos datos en la mano, parece totalmente obvio sugerir que el estudio de la lengua latina podría iniciarse por textos de la Vulgata, “probablemente el texto latino más importante jamás escrito”, “la obra latina más leída”, como decíamos al principio, ya que su facilidad léxica, mucho más cercana a nuestras lenguas romances que el latín clásico, su simplicidad sintáctica, basada funda­ mentalmente en oraciones coordinadas con et y subordinadas con el pronombre relativo, su equiparable dificultad morfológica con el latín clásico la hacen aconsejable desde todos los puntos de vista. Esto no sería más que volver a la tradición secular, que hizo de la Vulgata, sobre todo de los Salmos, el libro por excelencia, en el que aprendieron a leer generaciones y generaciones de europe­ os y, por supuesto, de hispanos, desde la época merovingia, pasando por la carolingia, hasta desembocar en las propias lenguas románicas. Los que crean que hemos dicho algo útil, pueden probar con sus alumnos de bachillerato, ofreciéndoles algún texto concreto de la Vulgata, como, por ejemplo, la conocida Parábola del hijo pródigo (Le 15,11-32), texto de una antigua versión latina revisado por Jerónimo en tomo al 383, o un fragmento del libro de la Sabiduría (1,1 ss.) de la Vetus Latina, texto no revisado por Jeró­ nimo y muy antiguo, quizá de mediados del siglo III, o la famosísima Historia de José del Génesis (37,2 ss.), libro traducido por Jerónimo directamente del hebreo antes del 404 / 405. Esto por lo que respecta a los alumnos de Enseñanza Media, que se inician en el estudio del latín. A los universitarios, que estudian la especialidad de Lenguas Clásicas, les diríamos, y así se lo decimos, que siempre llevarán una laguna imperdonable en su formación latina si no han leído y traducido algo de la Vulgata, “probable­ mente el texto latino más importante jamás escrito”, “la obra latina más leída”, “la obra latina que más ha influido en la cultura de Occidente en todos los tiem­ pos”. No son palabras nuestras. Y fíjense que se recalca siempre que se trata de la “Biblia latina”, no de la “Biblia en general", pues en este caso su influencia universal es un hecho que no admite discusión alguna.

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INDICES

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Indices

INDICE DE PALABRAS LATINAS [Se recogen aquí todas las palabras, de cualquier origen, que aparecen citadas en la Biblia latina] A 245 A ,A ,A , 278 A asation, A b, 62,228,229,274,298,304 234 A bante, 281 A baudire, 243 A bba, 311 A bbreviare, 234 A bintus, 224 A b intus, 224 A b invicem , 311 A blactare, 454 A blator, 71 A bom inam entum , 296 A bom inare, 296 A bom inari, 71,142 A bom inatio, 311 A bortare, 311 A bortire, 245,281 A bra, 297 A bscondere, 297 A bscondi, 223 A bsconse, 306 A bsque, 376 A bstinere, 363 A bstineri, 303 A bundanter, 216 A bundare, 303 A bunde, 56,144,343,454 A bysus,

145 A ccediari, 215,216,218 A ccelerare, 72,343,360,407, 454 A cceptabilis, A cceptio personarum , 141 71 A cceptor, 295 A ccersere, 295 A ccersire, 281 A ccidia, 50,139 A ccipere, A ccubitus, 291 222 A ccusare, 361 A ccusatrix, 281 A cecia, 144 A cedia, 286 A cediari, 292 A cetabula, 292 A cetabulum , 144,286 A charis, 145 A chariter, 223 A cide, 281 A cidia, 376 A colythi, 71 A cquisitio, 242,275,297,306,308 Ad, 281 A dam pliare, 311 A daperire, 311 A daquare, 311 A dcludere, 281 A dclusa,

L atín bíblico y L atín cristiano

528 A ddecim are, A ddere, A dferre, A dflictator, A dgaudere, A dgeniculari, A dhaerere, A dhuc, A dicere, A dim plere, A dim pletio, A dincrescere, A dinvenire, A dinventio, A dinventor, A d invicem , A dipalis, A diuvare, A dm initari, A dm irare, A dm irari, A dnihilare, A dnihilatio, A dnom inare, A dnullare, A dnullatio, A dnuntiare, A dnuntiator, A dolitio, A doptare, A dorare, A doratio, A dorator, A dordinare, A dpetitor, A dplicare, A dpretiare, A dpretiatio, A dpropriare, A dproxim are, A dquiescere, A dsequi, A dsilentiare, A dsum ere, A dtrans, A dulatrix, A dulitio, A dulter, A dunare, A dversarius,

248,311 215,216,217 341 140 311 311 222 216 215,216,217 139,311 140,360,407 311 311 71,312 140,152,312 224 72 272 311 296 222,296,311 69,153 69,70 311 69,153,311 69,70 139 71 278 361 139,251,272 139 71,360 361 71 248 281,311 281 311 311 248 272 281 139 234 361 278 69,362 311 74,406

A dvivere, A dvocatio, A dvocator, A dvocatus, A dytum , A edificator, A egrim onium , A em ulari, A em ulatio, A em ulus, A enigm a, A equitates, A erogare, A estim are, A estum , A estus, A eternalis, A fedrum , A filiotes, A foris, A foris, A gape, A gnoscibilis, A gonia, A gonizare, A gonizad, A it, A labastrum , A lim onium , A lio, A lis, A llegoria, A lleluia, A lleviare, A lligam entum , A llophili, A longe, A lphos, A ltare, A ltaris, A ltarium , A lterutrum , A m aricare, A m aricatio, A m aritudines, A m axa, A m bidexter, A m bitio, A m bo, A m bulare,

311 361 361 138 388 361 71 222 142 362 144 175 362 222 292 292 72 279 279 234 224 142,360 49,361 281 287 145,287 139 281 71 294 294 281 61,245 311 152,312 281 224 279 175,290,292,388 292 290 224 69,73,153 69 175 279 281 248 142 7 3,139,248,406,494

529

Indices A m en, A m icus, A m odo, A m orrhaeus, A m plius, A naboladium , A naphoros, A nastasis, A nathem a, A nathem atizare, A ngariare, A ngelicus, A ngellus, A ngelus, A ngulus, A ngustiare, A nim a, A nim atio, A nnullare, A nnuntiare, A nnuntiator, A nnus, A nte, A ntezelum , A ntichristus, A ntistes, A nunc, A nunc, A nxiari, A nxiatus, A padeo, A pellere, A plestia, A pocalypsis, A poria, A poriari, A poriatus, A portatus, A postata, A postatare, A postaticus, A postolatus, A postolicus, A postolus, A pparere, A pparientia, A ppetibilis,

42,61,245 207,208 224 245 216 279 279 406 281,359 53,73,287 286 286,405,453 400 55,60,144,281,343, 359,381,388,453 248,400 66,360 192,200,201,248,494 71 311 494 382 183,494 142,303 279 281 55,376 234 224 66 312 243 311 144 282,406,453 144,282 • 145,286,360 280 280 41,55,282,453 140,145,287,453 453 54,360 86,360,453 41,54,53,55,282, 341,343,381,393,453 341 140 . 72

A pponere, A ppretiare, A ppropiare, A pproxim are, A pud, A qua, A quatilis, Ara, A rachites, A rca, A rcessere, A rcessire, A rceuthinus, A rchangelus, A rchisynagogus, A rchitectonari, A rchitectus, A rchitriclinus, A rcus, A rgum entum , A riel, A rom atizare, A rreptitius, A rrhabo, A rrianus, A rtaba, A rtem on, A rticulus, A scendo, A scendor, A scensio, A scopera, A spalathum , A spaltum , A spernator, A sphaltum , A spirare, A sursum , A ttam inare, A ttendere, A uchm ode, A ucupare, A ucupari, A udacter, A udientes, A udire, A uditor, A uferre, A ugm en,

215,216,217 66,311 66,311,341,343 311 306 248,494 361 388 245 248 295 295 286 282 282 280 144 282 248 248 243 145,187 312 282 50 282 282 248 297,494 297 248 282 144 144 361 144 222 224 311 222 280 296 296 303 376 269,494 55 494 400

L atín bíblico y L atín cristiano

530 A ugurator, A uricalchum , A uris, A usteris, A usterus, A ustrinatio, A ustrinotio,

A uxiliari, A uxiliatus, A versabilis, A versiones, A ves, A zym us,

71 144 229,231,233 292 292 281 281

222 400 400 175 139 286

B B acterium , B ahis, B aiulare, B alsam um , B aptism a, B aptism um , B aptism us, B aptista, B aptisterium , B aptizare, B aptizatio, B aptizator, B aptiziare, B aptiziatio, B aptiziator, B asilica, B asis, B atus, B eatificare, B eatus, B ehem oth, B elial,

B elligerator, B ellum , B enedicere, B enedictiones, B enenuntiare, B eneplacere, B estialis, B ilinguis, B lasphem are,

312 282 139 144 4 1 ,4 3 ,5 3 ,5 4 , 5 5 ,7 1 , 282,359,381,453,454 41,43,71,293,453 43,282,293,405,453 54,140,182,359,381 54,453 53,54,55,73,140, 142 1 45,287,343,381,453 54 54,140 140 140 140 55 136,144 246 73,310,344,360,454 143 243 243

B lasphem ator, B lasphem ia, B lasphem us, B olis, B orith, B otrus, B otryo, B rabeum , B rabium , B rachium , B ravium , B ruchus, B ucella, B urdo,

71 46 222,393,406 175 139 311 72 136 53,54,222,287 343,381,453 54 342,381,453 286,381 279 243 144 279 282 282,343 144,248 282 282 349 246

C Cab, C abus, C adum , C adus, Caeli, C aelum , C alabotes, C alam iscus, C alam izare, C aldaria, C aldarium , C alum niare,

243 246 246 246 251 251,494 279 279 278,280 291,312 291 296

C alum niari, C am inus, C am posus, C am us, Candida, C andidatus, C antare, C apillatura, C apriola, C aptare, C aptivitas, C arbo,

296 144 278 282 361 51 222 140 152,312 222 174 248

Indices C arissim us, 299 C aritas, 142,343,382 C arm elitis, 245 Carnalia, 44,360 Carnalis, 44,55,350,359,381,406 C arnalitas, 44,55,453 C arnaliter, 44,55,453 Carnes, 175 Caro, 43 ,44,54,343,350,382,395 Carpere, 341 C arneare, 73 C artallus, 282 C artilionensis, 278 Carus, 299 C astellum , 292 Castellus, 292 C astificare, 73,140,310 C astram etari, 248 Cata, 142,286 C atacarposin, 279 C ataclysm us, 144,282 C ataplasm are, 287 C ataplectatio, 144 C atechizare, 287 C atechum enus, 360 C athechizare, 73 C athechum eni, 376 C athechum enus, 41,51,55 Cathedra, 144,376 C atholicus, 453 C atirecten, 279 Caum a, 282 C auteriare, 287 C avillari, 363 C avua, 278 C edri Dei, 188 C edrus, 144 282 C eleum a, C enotaphium , 279 Censura, 362 Cerastes, 282 Certare, 297 Certari, 297 C ervical, 346 C hanaanaeus, 42,245 C hanaanitis, 245 282 C haradius, 41,282 C harism a, Cherub, 243 C herubim , 42,61,393

531 Chidra, 279 C hodchod, 243 C hoerogryllus, 282 C holera, 144 C hrism a, 360 C hristus, 86,282 C hy tropus, 282 C ibus, 248 C idaris, 282 C ineresco, 361 C innam om um , 144 C inyra, 282 C irca, 303,306 C ircuitus, 230,233,291 C ircum aedificare, 311 C ircum am icire, 311 C ircum caesura, 400 C ircum cingere, 311 C ircum datio, 281 C ircum legere, 311 C ircum ornare, 311 C ircum positae, 136 C ircum stringere, 311 C ircum tenere, 311 Cithara, 144 C itius, 143 Clam are, 69,255,494 Clam or, 255 C larificare, 49,73,139,311,407,454 C larus, 49 C laudicare, 73,297 C laudicari, 297 C lericalis, 54 C lericatus, 54 Clericus, 54 Clerus, 54,55,282,360,376,453 Coadunare, 311 C oaeternus, 360,453 C oagitare, 311 C oam bulare, 311 C oangustare, 311 C oapostolus, 453 C oaptare, 311 C oaptatio, 454 C occum , 144 C oeligere, 311 C oenom ya, 282 C oenom yia, 282 C oepi, 56 C oepiscopus, 376,453

L atín bíblico y L atín cristiano

532 C oetus, C ogitam en, C ognati, C ognoscenter, C ognoscere, C ognoscibiliter, C ohereditare, C oinquinare, C oinquinatio, C oiucundare, C olaphizare, C ollaborare, C ollecta, C ollectiones, C ollega, C ollegae, C olligere, C ollyris, C ollyrium , C ollyrizare, C olocinthis, C om binare, C om edere, C om estor, C om estura, C om itare, C om itari, C om itatus, C om m aculatio, C om m agnificare, C om m andare, C om m anducare, C om m em orari, C om m ercator, C om m inator, C om m ixtim , C om m orare, C om m orari, C om m ori, C om m overe, C om m undare, C om m unicacre, C om m unicator, C om m unis, C om palpare, C om partiri, C om passio, C om pati, C om perdere,

406 382 138 223 139,254 223 281 281,311 360 311 73,287 311,361 68 175 208 376 139,363 282 282 278 282 311 494 71 140 296 296 361 281 140 311 311 272,363 140 361 223 296 296 ‘ 311 407 311 73,254 71 253 311 311 361 311 311

C om periri, C om placere, C om plantare, C om pluere, C om probator, C om ptus, C om pugnare, C oncatenare, C oncatenatio, C oncertare, C oncertari, C oncupiscentialis, C onfibulare, C onfibulatio, C ongaudere, C onglorificare, C onclusio, C oncolligere, C oncreare, C oncubina, C onculcatio, C ondecet, C ondelectari, C ondensus, C onditio, C onditus, C ondolere, C ondolet, C ondorm ire, C ondulcare, C ondy, C onfabulatio, C onfessare, C onfessio, C onfessores, C onfidere, C onfirm are, C onfitere, C onfiteri, C onform alis, C onfortare, C onfortatus, C onfovere, C onfractio, C onfringere, C onfundi, C onfussio, C ongaudere,

363 222,311 311 311 361 400 311 311 382 297 297 453 382 382 454 311 248 281 311 248 71 311 311 248 55,248 140 311,361 136 311 311 279 140 47 47,252,406,459 376 222 215 296 4 7,251,296,343, 363,393,406,459 140 217,311,349,360 312 311 71 311 272,393,494 248 140,311

533

Indices C ongestio, Conglorificare, C ongratulatio, C ongregare, C ongregationes, C ongyrare, C oniectari, C oniucundari, C onlaetari, C onnum erare, Conopeum , C onregnare, C onresuscitare, C onrogare, C onsecutio, C onsepelire, C onsequi, C onservus, C onsolidare, C onspector, C onspectus, C onstabilire, C onstanter, C onstitutus, C onsulatus, C onsultare, C onsultari, C onsum m are, C onsum m atio, C ontages, C ontem ptibilis, C ontem ptor, Contenebrare, C ontenebrescere, C ontenebricare, C onterere, C onternare, C ontingere, Contionari, C ontradictiones, C ontrarius, C ontrasistere, C ontribulare, C ontrectabilis, C ontribulare, C ontribulatio, C ontribulis, C ontribulo, C ontristatio, C ontutari,

248 311 361 139,494 175 311 363 311 140 311 282 311 311 281 361 311,360 272,361 362 311 71,361 229,230 67,311 303 140 54 297 297,363 215 343 400 72,383 361 311 311 311 494 311 272 363 175 343 311 311 361,407,454 66,69 69,71 248 312 361 311

C onvenire, C onversatio, C onversus, C onverti, C onvertibilis, C onvesci, C onvicinari, C onvivificare, Convivium , C ooperari, C ooperarius, Cooperator, C ooperim entum , Copiosus, C opresbyteri, Cor, C oram , Corban, Corbona, C ornu, C oronam entum , C oronatio, C orrecum bere, C orridere, C orripere, C orruptela, C orruptibilis, C orruptibilitas, C orus, C orvi, C outi, C rater, C reagra, C ream en, C redentes, C redere, Credidi, C rim en, C rim inator, C rypta, C rystallus, Cubile, C ubilis, C ubitus, C ucurbita, C ultura, C um , C uriosus, C ypressus,

139 248 220 215,217 361 311 311 140,311 142 311 454 454 71 72,139 376 184,255,494 142,274,304 343 245,282 248 71 453 140 311 139,140 72 49,72,360,407,454 454 246 139 311 282 282 438 382 64,222,272,406 57,406 382 406 282 144 143,292 292 291 153 140 304,493 72 144

L atín bíblico y L atín cristiano

534

D aem onium , D aem onizari, D am nator, D am nificare, De, D eargentare, D eaurare, D ebeo, D ebuccinare, D ecachordus, D ecalogus, D ecalvare, D ecantatio, D ecet, D ecooperim entum , D ecoperire, D ecoperim entum , D ecoriare, D edeorsum , D e deorsum , D edicare, D eficere, D eflorere, D eflorire, D eforas, D eforis, D e foris, D eglutire, D ehonestare, D ehonorificare, D eierare, D eificare, D e insuper, D einter, D eintus, D e intus, D eiungere, D electabilis, D elibatio, D elictum , D elingere, D elinquentia, D eliram entum , D elonge, D e longe, D e longinquo, D em em brare,

282 140 361,454 73 298,304 311 311,312 56 311 286 360,453 311 71 272 278,281 281 278 311 234 224 361 222 295 295 234 234,300 224 311 311 311 311,363 454 224 234 234 224 311 72 71 382 311 140 67,71 234 224 224 311

311 D em ensurare, 296 D em olire, 296 D em oliri, 311 D enigrare, 249 D enuo, 69 D eorbitare, 311 D epilare, 311 D eplanare, 234 D epost, 311 D epraedari, 224 D e prope, 311 D epropitiare, 224 De proxim o, 224 D e repente, 234 D eretro, 224 D e retro, 224 D e sem el, 142 D esertum , 311 D esponsare, 360 D esponsatio, 311 D esternere, 311 D estilescere, 141 D estringere, 361 D estructor, 234 D esub, 234 D esupra, 234 D esursum , 224 D e sursum , 234 D etrans, 311 D eturpare, 281 D eturpiare, 234 D eultra, 182 D eus, 311 D eviare, 311 D evindicare, 311 D evirginare, 71 D evotam entum , 286,454 D iabolicus, D iabolus, 61,144,283,359,406,454 291 D iacon, 376 D iaconi, D iaconus, 41,53,61,291,359,406,453 144 D iadem a, 51,494 D icere, 283 D idrachm a, 183,249,494 D ies, 39 D ies natalis,

535

Indices D ies consecutionis, D ies iudicii, D iffam are, D ifferitas, D igerere, D ignari, D ignus, D ilectio, D ilectissim us, D ilectus, D iligentia, D iluculo, D im ittere, D ioryx, D iploida, D iplois, D ipsas, D iscentes, D iscerpere, D iscipulatus, D iscipuli, D iscooperire, D iscoperire, D iscubitus, D iscum bere, D ispersio, D isseparare,

D istabescere, D ithalassus, D iurno, D ivinus, D ivisiones, D ixit, D ocibilis, D octis, D octus, D olor, D om a, D om inari, D om inus, D onum , D onus, D om us, D om us ecclesiae, D orm ire, D orm ire in pace, D raco, D ucator, D uo, D uodecium , D uricordes, D uum , D ux, D yscolus,

50 50 311 400 349 340 340 142,382 299 299 142 219 140 144,283 290 283,290 283 138 341 361 138 311 249 291 140 174 311

311 286 224 407 175 139 72 292 292 143 249,283 269 86 142 293 141,293,300,494 39 249,343 46 144 141 294 249 141 294 209 286

E 286 96 39,41,53,55,144, 283,343,381,393,405,453 283,453 E cclesiastes, 144,286,453 E cclesiasticus, 224 E contra, 279 E cstasis, 243 E den, 143 E dere, 407 E fficere, 311 E fflorere, 311 E ffugare, 311 E ffuriari, 249 E ffusiones, 139 E genus, 297 E gere, 297 E geri, - 142 E gredi,

E beninus, Ecce, E cclesia,

E icere, E laeon, . E lam , E late, E lectio, E leem osyna, E lingere, E longare, E longinquare, E lucescere, E lucidare, E m andare, E m edullare, E m igrare, E m igrari, E m issarius, E m issio, E m undare, E m undatio,

139,142 279 243 283 174 144,283,454 311 311 311 311 311 312 311 297 297 249 249 139 139

536 283 302 278 283 243 243 243 279 280 280 283 40,41,53 54 54,343 376 279 39,41,53,54,55, 279,283,343,453 283 E pistylium , 311 E potare, 142 E pulum , 137,278 E rem iare, E rem us, 142,,144,283,360,454 66 E ructare, 152,279 E rusibe, 361 E scatilis, 235,236,494 Et, 246 E theca, 45,283,360,381 E thnicus, 279 E tphycarm a, 144,286 E ucharis, 41,360 E ucharistia, 137 E unuchiare, 280 E unuchizare, 311 E vaginare, 453 E vangelicus, 283,453 E vangelista, 41,53,283,343, E vangelium , 360,381,406,453 46 E vangelium pacis, E vangelizare, 139 ,287,343,360,453 274,298 Ex, 311 E xalbare, 311 E xcastrare, 494 E xcelsus, 141 E xceptio personarum , 311 E xcerebrare, 142 E xcludere,

E ncaenia, Eo, E parystrides, E phebia, E pheta, E phi, E phod, E pim enia, E pim eniare, E pim iniare, E pinicion, E piphania, E piscopalis, E piscopatus, E piscopi, E piscopia, E piscopus,

L atín bíblico y L atín cristiano E xcolare, E xcoriare, E xcrutari, E xcusare, E xenterare, E xercere, E xercitus, E xfornicari, E xhonorare, E xhonoratio, E xhortare, E xhortari, E xinanire, E xinterare, E xerrare, E xire, E xitire, E xom ologesis, E xorbitare, E xorbitatio, E xorbitator, E xorcism us, E xorcista, E xorcistae, E xorcizare, E xossare, E xpalm are, E xpellere, E xpetere, E xpoliatio, E xporrigere, E xscrutare, E xsecram entum , E xsecratio, E xsentiare, E xsitire, E xspernere, E xspoliatio, E xsufflare, E xtasis, E xtergere, E xterm inare, E xterm inatio, E xterm inator, E xterm inium , E x tunc, E xuviae,

311 311 281 142 311 295 494 311 311 454 296 296 383 311 311 142, 278,282 47 69 69,70 69,70 360 283 376 73,360,453 311 141 139 407 360,454 141 311 71 142 311 278 311 49 311 279,283 295,311 68,141,153 68,70 49,68 70 224 69

537

Indices

Fabulari, F acere, Facies, F actum est, Faenum , Faenus, Falanga, Fam es, Fam ilia, Fam is, Fam ulatus, Fanum , Fanus, Fasciculus, F atidicus, Felix, Ferre, Festinare, Fidere, Fides, Fiducialiter, Fieret, Fieretur, Figm entum , Figura, Filia, F ilius, Firm am entum , Firm am entus, Firm itas, Fletus, Florere, Floriet,

G aesum , G albanus, G audium , G audius, G azophylacium , G ehenna, G em inaeus, G eneratio, G enerationes, G enesis,

349 363,494 192,229,230,494 96 292 292 280 294 183 294 141 292 292 249 53 143 139,341 215,217,218 222 86,382 223 297 297 71 44 249 179,180,494 71,292,400 292 142 143 295 66

279 144,245 293 293 283 56,61,245,283,453 278 183 175 381

Florire, Focacium , Fodere, Fodire, F ollicare, Foras, Foris, Form atura, Form idare, F orm idosus, Fornicari, Fornicaria, Fornicarius, Fornicatio, Fornicator, Fortis, Fortitudo, Fovea, Fovere, Frater, Fraternitas, Fratres, F raudulentiae, Fructificare, Fructus, F rum entum , Fugere, Fugire, Fum us, Fungi, Furna, Furnus, Furor,

G enitor, G ens, G entes, G entiles, Gentilis, G entiliter, G enus, G igas, G ladium , G ladius,

295 152,312 295 295 73 300,301,302 301,301,302 400 222 278 66,360,454 141,312,343 66 49,360,454 49,360,454 494 494 143 349 205,206,249,362 376 376 175 66,73,311 291 138 295 295 249 74 292 292 494

393 142,183,494 45,341 45 45,50 45 292 144 293 293

L atín bíblico y L atín cristiano

538 G loria, G lorificare, G lorificator, G lo rio sa m ors, G rabatus, G radus, G randiter,

G ratia, G ratificare, G ratificari, G ratulari, G ressus, G yrare, Gyrus,

49,138,252,494, 4 9,73,139,252 311,344,454 49 39 283 291 223

343 296,311 296 363 291 145,287 144,230,232

H H abere, H abitaculum , H abitare, H abitatio, H aceldam a, H actenus, H aeresiarcha, H aeresis, H aereticus, H ebdom ada, H ebdom adas, H ebraeus, H edera, H ellada, H ellas, H eredes, H ereditarie, H ereditas, H erem ia, H erem iare, H eres, H erm a, H erodius, H eroes, H ic,

56,224,273,275,407 71 494 174 243 303 453 283,453 50,286,360,381,406,453 290 290 245 153 290 290 294 223 174,393 279 137,278 294 279 283 38 139

lam , Ianthinus, Ibi, Idolium , Idololatra, Idololatria, Idolothytum , Idolum , Ieiunatio,

182 286 302 283 283 283,359,453 283 144 361

H orribilia, H osanna, H um erum , H um erus, H um iliare, H um ilitas, H yacinthus, H ym nissare, H ym nus, H ypocrita, H ypodiaconi, H yssopus,

172,277,300,494 42 343 283 283 249 180,181,195-198 303 49,138,253 252 4 9,73,139,253,311, 312,344,360,407 249 42,245 293 293 343 382 144 280 390 144 376 245

Ieiunium , Ignavescere, Ignis, Ignom inia, Ignoranter, Ignorantiae, Ille, Im passibilis, Im petere,

346 361 494 249 223 175 172 382 311

H ic, H ierosolym itanus, H in, H olocaustom a, H olocaustum , H om icida, H om o, H oneste, H onor, H onorare, H onorificare,

Indices Im pinguare, Im pinguis, Im planare, Im plere, Im positio, Im properare, Im properium , Im pulsare, Im putribilis, In,

311 341 145,287,311 139,269 249 66 70,312 249 454 62,63,140,225,226, 227,272,298,304,305 72 Inaccessibilis, Inaccusare, 311 Inadducibiliter, 223 Inaltare, 311 Inam aricare, 311 141 Inanire, 72,141 Inaquosus, Inaurire, 311 143 Inbecillitas, 382 Incarnare, Incarnari, 382 Incarnatio, 453 Incaseare, 311 387,388 Incensum , 56 Incipio, 224 In com inus, 49,454 Incom m utabilis, 49 Incom m utabilitas, Incom m utabiliter, 49,454 Incom parabiliter, 49,454 142 In conspectu, Incontam inatus, 67 234 Incontra, 278 Incornuare, 72,141 Incorruptela, Incorruptibilis, 49,72,360,382,407 Incorruptibilitas, 360 49,141,360,382,454 Incorruptio, 311 Incrassare, 139 Increpare, 141 Incrim inatio, Incrispatio, 141 132 Incultura serm onis, 454 Indeficienter, 311 Indeliciare, 141 Indeliciari, 223 Indesinenter, Indicium , 249 Indigere, 297

539 Indigeri, Indisciplinatus, Indisciplinóse, Indulcare, Ineffabiliter, Ineloquax, Inescrutabilis, Inextinguibilis, Infatigabiliter, Inferi, Infernus, Inferus, Infim ior, Infirm ior, Infirm is, Infirm itas, Infirm iter, Infirm us, Inflatio, Inform ator, Infrem ere, Ingeniculare, Inhonorare, Inim icitia, Inim icus, In invicem , Iniquitas, Iniquus, Initiator, Iniuriare, Iniuriari, Inm ortalitas, Innigrare, Innubilare, Innullare, In obviam , Inoperari, In palam , In peregre, Inpost, Inproperare, Inquiete, Insaevire, Insalare, Inscrutabilis, Inscrutari, Insensate, Insensatus, Inseparabiliter, Insidia,

297 66 223 311 49,454 382 343 72 49,454 293 61,387 56,175,293,387 295 270 292 143 223 292 69 361 249 311 311 175 69 224 174,494 69,363 343 296 296 361 311 311 141 224 141,311 224 224 234 311 223 311 311 360 311 223 66,360 407 175,292

L atín bíblico y L atín cristiano

540 Insidiae, Insolescere, Instruere, Insuadibilis, Insubiectibilis, Insufflare, Insultator, Intellectus, Intenebrescere, Intenebricare, Inter, Interitiones, Interstare, Intertornare, Intinctio, Intingere, Intro, Intus, Inultra, In ultra, Investigabilis, Invisibiliter, Involare, Ipsud, Ire, Iris, Irrationabilis, Irrationalis, Irrugire, Ism ahelites,

Israelita, Israelites, Israelitis, Iste, Iterato, Iterum , Iubilaeus, lubilare, Iubilatio, Iubilum , Iucundare, Iucundari, Iucundo, Iucundor, Iudaeus, Iudaism us, Iudaizare, Iudicare, Iudicium , Ium entum , Ium entus, Iuram entum , Iustificare, Iustificatio, Iustificationes, Iustifico, Iustitia, Iustitiae, Iuvencula, Ixion,

293 311 362 281 281 311 49 291 311 311 229 175 311 311 55,360 55,360 302 301 234 224 49,72,454 454 70 294 139 283 72 72 311 245

42,245 245 245 139,172 224 216,217 245 69,70,245 69,245 69,246 141,360 360 312 152 245 283 287 222 494 292 292 71 73,311,344,360,454 360 175 312 249,494 175 360 283

L L abium , L acrim ari, L acus, L aedere, L aganum , L aici, L aicus, L am entare, L am entari, L am m inae, L am pada, L am pas, L anguidus, L anire, L apsi,

257 363 86,256,291 342 283 376 2 86,342,360 296 296 136 290 290 249 139 372,376

L apsus, L aqueum , L aqueus, L aron, L atom us, L atro, L avacrum , L avatio, Lecythus, L eo, L eviatan, L evita, L eviticus, L ex, L iberare,

343 292 68,292,406 279 283 69 43,55,69,73,360,405,454 69 283 144 243 61,343 61 60 143

541

Indices L ignum , L ignus, L inere, L inguosus, Linire, Lintea, L inteam ina, L inteum , L inum , L inus, Loculi, L oculum , L oculus,

249,293 293 295 72 295 249 249 346 293 293 249 292 293

L ocus, L ogion, L ogium , L om othe, L onganim iter, L onge, L onginquare, L oquela, L oqui, L ucerna, L ugere, L uter,

249 280 280 280 223 182 363 72 51,272,349,494 249 295 283

Μ M achaera, M agiae, M agis, M agistratus, M agnalia, M agnalis, M agnificare, M agnus, M aheleth, M aiestas, M aior, M alagm a, M alasar, M aledicere, M aleficus, M alignor, M alitia, M alus, M am illa, M am m are, M am m ona, M am ona, M am zer, M an, M andare, M andatum , M andragora, M andragorica, M anducare, M anducatio, M andyam , M ane,

280 175 182, 54,291 72,359 72 73,139,215, 216,311,344 139 243 138,393 270 283 243 272 68 312 249 69,299 249 141 243 243 244 244 139 139 283 280 49,143 49 278 185

M anichaeus, M anna, M anus, M are, M argarita, M argaritum , M artyr, M artyres, M artyrium , M atrim onialis, M edela, M ediatio, M ediator, M ediatrix, M edium , M edius, M elodía, M elota, M elote, M em branum , M em branus, M endaciloquus, M endaciter, M endax, M endicus, M ensura, M entire, M entiri, M erro, M essias, M eteorus, M eticulosus, M etuere,

50 42,61,344 229,231,291,494 256,494 292 292 38,39,41,55,284,453 376,393 47,342,381,453 454 72 43 43,383,406 43 230,231,232 406 144,284 284 284 293 293 141 223 249 139 184 296 296 278 42,61,246 312 72 140

L atín bíblico y L atín cristiano

542 M etuetu, M igm a, M iles, M inacia, M inaciae, M inim us, M inister, M inistrare, M inistri, M irificare, M iseratio, M iserationes, M iserator, M isereri, M isericordia, M isericordiae, M issus, M itra, M oabitis, M odo, M oechia, M olendinum , M olire, M oliri, M onachus, M onasterium , M ons, M ons D ei,

M ors, M ortificare,

294 284 45 175,294 294 299 55,342 376 376 311 454 175 49,360 222 393 175 55 144 245 182 343 141 296 296 41,53 41,53 494 189

M ulier, M ulti, M ultifarie, M ultiplicare, M ulto, M ultus, M undare, M undatio, M undus, M unicipatus, M unus, M urm ur, M urm urare, M urm urari, M usach, M uscipula, M uscipulum , M usicus, M utuare, M utuari, M ygale, M yrrha, M yrum , M ysterium , M ysticus,

49 49,73,141,311, 312,360,454 208 299 223 215 182 139 139 139 138,395 141 142 293 297 297 244 68,406

68 144 296 296 280,284 144 284 5 5,143,144 395

N N abla, N ablum , N aphtha, N atio, N ationes, N atus, N auclerus, N aulum , N azaraeus, N e, N ecessarior, N ecessitas, N egator, N egotiator, N em o, N eofita, N eom enia, N eophitus,

284 246 284 142 45,141 50 284 284 114 273,493 295 138 55,361 361 193 51 284 360

N eophytus, N equam , N equissim us, N im is, N isan, N isi, N ocere, N olenter, N olo, N om en, N om ism a, N oscere, N otus, N ovior, N ubere, N ubes, N ubs, N ubificare,

284 299 299 189,303 244 238 272 223 494 225 284 254 144 295 272 294 294 69,153

543

Indices N ullificatio, N ullus, N um en, N um ism a,

N unc, N untius, N utricare, N ycticorax,

69 193 393 284

224 55,388 73 284

O O baem ulari, O baudire, O bdulcare, O bfirm are, O bfuscare, O bligam entum , O brizus, O bsignare, O bsorbere, O bsordescere, O bstetricare, O btenebrare, O btenebrescere, O btinere, O bviare, O bvio, O ccidere, O culi, O culus, O dor, O doram en, O ffendere, O ffendiculum , O fferre, O ffocare, O m nis, O nager,

O nocentaurus, O perare, O perari, O perator, O peratus, O phiom acus, O ppandere, O ppilare, O ptare, O pus, O raculum , O rare, O ratio, O rdinare, O rdo, O riginalis, O rphanus, O rthodoxus, O rtygom etra, Os, O sculum pacis, O sculum sanctum O ssum , O ssuum , O stiarii, O stium ,

311 269,311 311 311 311 152,312 286 362 311 311 311 311 311 269 311 312 139 249 193,229,233,494 388 152,312 340 71 362,376 311 193,194,195,494 144

284 296 349 49,361 349 284 311 311 407 50,494 136 139,343,388 139,343,382 39 55,360,375 72 284 41,53 284 291,293 46 46 291 291 376 136

P Pacifice, Paenitentes, Paenitere, Paeniteri, Paganus, Pagus, Palata, Palatha, Palm a, P alpatio, P alpebra,

223 376 297 297 45 45 249 284 249 68 293

Palpebrum , Panicoqua, Panis laetitiae, Parabola, Parabolari, Paracletus, P araclitus, Paradisus, Parasceve, P arazonium , P ardus,

293 278 50 144,138,159 280 138,284,359 381,393 144,246,284,453 284,359 249 144

544 Parere, 295,341 Pariare, 362 Pariré, 295 P aropsis, 284 Particeps, 294 Participes, 294 Particulatim , 224 Parturitio, 143 P arvipendere, 311 Parvus, 299 P ascha, 61,113,246,359,406,453 P aschalis, 61 Passibilis, 49,360 P assio, 343,382 P astophorium , 284 Patriarcha, 284 Pau lo m inus, 303 Pauper, 139,292 Paupera, 292 P avere, 222 46,343 P ax, P ax vobiscum , 46 Peccam en, 438 Peccatela, 72 P eccatum , 249,293,382 P eccatus, 293 Pene, 303 Pentacontarchus, 284 Pentapolis, 284 Pentecosta, 284 Per, 303,342 P e r ter, 224 Percipere, 50 Perconsum ptus, 281 Percutere, 494 Perdelere, 311 Perditiones, 175 P erdividere, 311 Perdix, 144 Pereffluere, 311 Peregrinatio, 453 Perexire, 281 P erficere, 139 Perfrigescere, 311 P ergredi, 311 Peribolus, 284 P erinterficere, 281 P eripsem a, 284 Periscelis, 280,284 Peristolum , 280

L atín bíblico y L atín cristiano Perizom a, Perlinire, Perm undare, Perneclegens, Perperam , Perperus, Perpetratio, Perpetrator, Perpossidere, Persecutio, P erseverare, Persona, Persuadere, Pertinere, Pertransire, Pertransm ittere, Perurgere, Pervindem iare, Pessim us, Petere, Peti, Petra, Petrobolus, Phalanga, Phantasia, Phantasm a, Pharagga, Pharao, Pharetra, Pharisaeus, Philistaus, Phase, Phigargus, Phylacterium , Picris, Pinna, Pinnaculum , Piraterium , Pisticus, Pittacium , Plasm a, Plasm are, Platanus, Platea, Plaum on, P lebeius hom o, Plebs, Ploratio, Pluere, Plurim i,

284 311 311 281 286 286 361,454 454 278,281 46 215,216 382 272 222 311 278,281 311 311 299 272,297 297 144 280 280 144,284 284 280 61,244 144 42,245 245 244,246 278,280 284 280 249 71 280 286 284 71 145,287 144 144 278 342 138,376 143 271 299

545

Indices P lurim us, P luriora, Plus, Poderes, P oenitentia, Polym itus, Pom patice, Pom peio, Pondus, P opulum , Populus, Porcina, P ortare, Porticum , Porticus, Posticium , Potare, Potator, P otentia, P otentior, Potestates, Preces, Prae, P raeceptive, P raeceptum , Praecipere, Praeco D ei, Praedare, Praedari, Praedestinatio, Praedicare, Praedicatum , Praefestinanter, Praefigurare, P raefiguratio, Praefigurator, P raeliare, Praeliari, Praeoccupare, Praeordinare, P raepignerare, P raepositus, P raeputiatio, P raesepe, P raesepium , P raesperare, P raestationes, P raesum ptio, Praetergredi, Praevalere,

299 295 299 144,284 343 286 223 280 183 293 138,293,494 407 139 136 291 312 141,362 361 249 270 393 382 62,298,304 361 139 139,407 55 296 296 383,453 141 475 223 44,383,453 44 44 296 296 249 311 311 376 141 291 291 141,311 175 141 311 312

296 296 215 312 142 41,53,144,284, 342,359,453 376 Presbyteri, 138,141 P ressura, 175,294 P rim itia, 294 P rim itiae, 279 P rim itivare, 360,382,454 Prim ogenitus, 494 Princeps, 269,360 Principiari, 249 Principium , 284 Prinus, 273 P riusquam , 304,342 Pro, 286 P robaticus, 142 Procedere, 297 Procedo, 297 P rocedor, 306 P rocul a, 281 Procursor, 142 P rodire, 140 Profetare, 138 Profetatio, 361 Profusor, 175,183,294 Progenies, 224 P ro invicem , 144 P rologus, 312 Prolongare, 280 Prom eletare, 361 P rom issive, 141 P rom ptuarium , 141 P rom ticordes, 312 Propalare, 41,53,55,144,284,292, P ropheta, 343,359,381,393,406,453 53,145,359,381,453 P rophetare, 453 Prophetatio, 53,285,292,381 Prophetes, 138,144,285,343, Prophetia, 359,381,406,453 286,381,406,453 P ropheticus, 285 Prophetis, 285,453 P rophetissa, 140,287 P rophetizare, 138 P ropinqui,

P raevaricare, Praevaricari, Praevenire, P raezelare, P randium , Presbyter,

Latín bíblico y L atín cristiano

546 P roprius, Propter, P ro p ter quod, Propurgare, Proritator, P roscultari, P roselytus, P rospicere, Prostitutio, Protelare, Protestari, P rotoplastus, P rovulgare, P roxim a, P roxim ior, P roxim us, P sallere, Psalm us, Psalterium , Psaltes,

Psaltrix, Pseudoapostolus, Pseudochristus, P seudopropheta, Publicus, Pulex, Purificare, Purpura, Pusillanim is, P usillitas, Pusillus, Puteum , Puteus, Putrefieri, Putribilis, Pyrargus, Pytho, P ythonicus, Pythonissa,

249 142,303,340 273 312 279 312 285 141 360,454 312 312 381 312 206,207 295 143,206,207 145 285 144,285 285

144 285 285 285,453 362 250 139 144 343,454 152,312 250 293 293 312 454 278,280 285 286 285

Q Q uatenus, Q uerulosus, Quia, Q uiescere, Q uincupliciter,

Q uotidie,

302 57,64,75,140,238, 239,273,309,493 64,75,140,237,238, 239,273,309 183

R eficere, R efigurare, R efocillare, Reform ator, R efrigeratio, R efrigerium , Refuga, R egenerare, R egeneratio, R egeneratus, R egim onium , R egio, R egnare, R egnificare, R egnifico, R egnum ,

349 312 312 361 70 70,362 55 43,454 4 3,342,359,453,454 43 71 250 269 152 312 293

Quo, Q uod,

310 72 57,64,75,140,237, 238,239,273,309 361 223

Q uoniam ,

R R abbi, R abboni, R aca, R adicare, R adicari, R ationalis, R eaedificare, R eatus, R ecapitulare, R ecipere, R econvertere, R ecruciare, R ecubitus, R ecum bere, R edem ptor, R eexspectare,

61,244 244 245 296 296 72 312 362 141,312 376 281 312 291 140 395 312

547

Indices R egnus, R egula fidei, R egulus, R einvitare, R em issio, R em ittere, R em unerare, R em unerari, R enatus, R enes, R epedare, Replere, R epropitiare, R eputare, R erum igare, R esalvare, R espicere, R espirare, R espondere, R estitutor, R esurrectio, R esuscitatio, R esuscitator, R ete,

R etentio, R etia, R etis, R etollere, R etractare, R etributio, R etro, R eus, R evelatio, R eversare, R eversus, Reverti, R evindem iare, Rex, R hom phaea, R ixare, R ixari, R ixosus, R ogare, R om phaea, R os, R ursum , R usticitas,

293 360 250 312 343,361 140 296 296 50 256 312 139,269 312 222 279,281 312 222 250 142,362 361 342,381,387,406,453 361 49,361 290,293

361 290 293 312 362 360,453,454 301 362 359,381,406,453 312 220 217 279,281 494 144 296 296 68 250,388 285 293 216 132

S Sabaeus, Sabaoth, Sabbata, Sabbatism us, Sabbatizare, Sabbatum , Saccinus, Saccus, Sacerdotes, Sacram entum , Sadducaeus, Saeculum , Saepes, Sagena, Saginare, S aginatio, Saginator, Saginatus, Sagm a, Sal, S alom onium , Saltem ,

245 244,393 113 285 287 37,61,246,250,285,359 286 246 376 55,143 245 138,343,393,395 293 285 69 69,70 69,70 69 285 293 407 303

Salus, Salutare, Salutaris, Salutes, S alutificator, Salvare, Salvatio, Salvator, Salvificare, Salvum facere, Salvus, Sancta scriptura, Sanctificare, Sanctificatio, S anctificator, Sanctificationes, Sanctificatrix, S anctim onium , Sanctus, S anctus serm o,

43,382 43 406 175 141 37,43,140,143, 343,381,494 43 37,43,343,381,406 311 140 43 342 43,73,311,344,359,381 43,174,250,312, 359,381,453 43 175 43 71 363,494 342

L atín bíblico y L atín cristiano

548 Sanguen, Sanguines, S anitates, S apientia, Sapientior, Sarabala, Sarm enta, Sarm entum , Satan, Satanas, Satum , Scala, Scandalizare, Scandalizari, S candalum , Scariziare, S cenopegia, Sceptrum , Schinus, Schism a, Scire, Scissura, Sciza, Scorpio, Scorpius, Scripturae, Scrutare, Scrutari, S cynopygia, Sectare, Sectari, Secundum , Securitas, Secus, Seductor, S eductorius, Sem en, S em inatio, S em piternus, Senior, Sensate, Sensualitas, Sentire, Sentiri, Separatio, Septum tem pli, Sequi, S eraphim , Serm o, S erm o hum ilis, S erpere,

294 175,250,294 175,294,382 38 270 246 292 292 61,244,246 61,246,285,453 246 175 53,73,287,381 145 71,144,285,381 280,287 285 144 285 141,285,342 139 342 280 144 144 382 296 296 285 296 296 142,303 142 301 359 453 494 68 494 342 223 361 297 297 250 136 272 42,61,244,393 138,202,203,250,395 132 295

Serpire, Sertum , Servator, Servus, Setim , Severitas, Si, Si non, Sibina, Sicera, Siclus, Signaculum , Signum , Signus, Silenter, Silonites, Sim ilare, Sim ilitudo, S im plicitas, Sinceres, Sinceris, Sinceriter, Sincerus, Sine, Siren, Sirena, S irom aste, Sitarcia, Sitis, Sm aragdus, Sm igm a, Socius, Sodom ita, S odom iticus, Soli, Solidam entum , Solitudo, Solo, Som nus, S ophistice, Spado, S palangio, Specificus, Sperare, Sperm ologus, Sphalax, Spiraculum , Spiram en, Spiricans, Spiritalis, Spiritaliter,

295 175 43 494 244 362 238,274,309,310,493 238 280 246,285 246 71 293 293 223 245 141 138 132 341 292 223 292 304 285,290 290 280 285 293 144 285 209 61 61 294 71,382 142 294 291 145 144,285 279 475 272 280 280 71 395 279 44,381,453 453

Indices Spiritualis, Spiritualiter, Spiritus, Spiritus sanctus, Spondere, Spontanee, Statera, Stantes, Stater, Statio, Stibiare, Stibinus, Stilus, Stola, Storax, Struere, Suadela, Suadere, Sub, Subaem ulari, Súbante, Subdiaconus, Subiectum , Subinferre, Subintrare, Subintroducere, Subintroire, Subiugalis, Subiunctio, S ubnavigare, Subnervare, Subornare, Subpedaneum , S ubrelinquere, S ubrubicundus, Subsannare, S ubsannatio, Subsannator, Subsellium , Substantia, Subtus, Subum brare, Sufficientia, Sufflam m are, Sulam itis, Super, S uperabundanter, Superabundare, Superaedificare, Superare, Superbiae,

549 44,359,406 44,223,343 44,71,291,494 382 362 223 144 376 285 346,361 279 286 361 144 144 362 72 272 304 312 234 376 475 312 142,312,360 312 142,312 72 281 312 312 362 142 281 281 66,70,142,312 66,70 70 346 250 301 312 454 312 245 140,228 223 312 312 143 175

Supercadere, S upercaelestis, Supercertare, Supercertari, Supercidere, Superdicere, S uperdorm ire, Superducere, Supereffluere, Supererogare, S uperexaltare, Superextendere, Superextollere, Superfusoria, S upergaudere, S uperim pendere, S uperinducere, S uperinduere, Superintrare, Superinvalere, Superlucrari, Superm ittere, S upernom inare, Supernus, S uperordinare, S uperreverti, Superscriptio, S upersem inare, Supersperare, Superungere, S upervalere, Supervestire, S upervincere, S upplantare, Supplantatio, Supplantator, Suprasedere, Surrectio, Suscipere, Suscitatio, Suscitator, Sussurratio, S ussurrium , Sussurro, S ustollere, S ycom orus, Sym phoniacus, Synagoga, Syricate, S yrom ata,

142,312 142 297 297,312 312 312 279,281 312 312 312 312 312 311 281 312 312 312 312 312 281 312 312 312 250 312 279,281 360 312 312 312 312 312 142,143 69 49,66,69 69 312 342 50 257 361 66,70,341,343 70 66,360 312 285 142 144 223 152,280

L atín bíblico y L atín cristiano

550

T T abefacere, T aedere, T aederi, T anta, T ectum , T eloneum , T elonium , T em plum , T em plus, T enebra, T enebrae, T enebrare, T enebrescere, T enebricare, T enebrositas, T erebinthus, T ergum , T errere, T estam entum , T estim onium , Testis, T hallus, T hau, T heraphim , T heristrum , T hesaurizare, T hesaurum , T hesaurus, T hibis, T him iam aterium , T him iaterium , T hronus, T hybis, T hym iam a, T hym iam are, T hym iam atizare, T ibis, T im ere, T im etu, T inctio, T ingere, T inguere,

T ollere, T olli, T ondere, T opazynus, T ornaturae, Tot, Toti, T rabis, T rabs, T ractare, T raglutire, T ransfretare, T ransfuga, T ransgressio, T ransgressor, T ransm igrare, T ransm igrari, T ransm igratio, T ransnavigare, T ransplantare, T ranspungere, T ransvadere, T ransvertere, T ransvorare, T repidare, T repidari, T ribulare, T ribulatio, T ricare, T ricari, T richaptum , Trieris, T rinitas, T ristegon, T ristegum , T riticum , T rium phare, T urba, T urbae, T urpitudo, T ym panistria, T yrannus,

312 297 297 349 257 285 285 55,250,293,387,388 293 175,294 250,294 142 142 73,142 142 144 229,231 140 382 250 55 285 244 113,244 285 145,287 293 144,293 280 285 285 144,285 280 285 281 281 280 140,222,494 294 43,73 55,140,360,405 142

297 297 295 280 175 294 294 294 294 362 312 312 55 361 55 297 297 174 312 312 312 312 312 142 297 297 69 49,69,138,454 296 296 280 285 453 285 285 138 272 138 341 250 285 144

u U bi, U ltra, U nanim iter, U nde,

302 216,217 223 308

U niversus, U nivira, U nus, U nusquisque,

494 51 202,203,204 204,205

Indices U sque ad, Ut, U t ne,

551 275 237,273,310,341,493 277

U terque, U tor,

142 74

V Vah, V alde, V alefacere, V ane, Vas, V asum , Vates, V ehem enter, V elle, V elocius, V enire, V erbum , V erbus, V eritas, V eritates, V escere, V esci, Via, V icina, V idere, V iduae, V ilitas verborum , V illicare, V inum , V inus, Vir,

245 185,189 312 223 291 291 53,55 189 222 143 494 138,159,201,202, 250,293,395,494 293 142 175 296 296 250,494 209 254 376 132 73 293 293 181,198,198

V irgines, V irginitas, V irginium , V irginius, V irgultum , V in d icare, V irtus, V irtutes, V isceralis, V isibiliter, V isitatio, V itae, V ivificare, V ivificator, V ocare, V olatilia, V olatilis, V olo, V olucris, V oluntarie, V oluntas, V oluptas, V oluptuose, V orator, V ox, V ultus,

376 70 70 51,70 175 73 250,406 382,406 72 454 250 175 73,311,344,360, 381,407,454 361,454 494 139 139 56 139 223 142,250 142 223 361 494 193

X X enia,

144

Z Z abulus, Z elabile, Z elare, Z elari, Z elatio, Z elotes, Z elotypia,

406 280 145,287 145 280 286 286

Z elotypus, Z elum , Z elus, Z izania, Z izanium , Z ona,

144,286,343 142 144,286,343 454 286 144

Indices

553

INDICE DE GRECISMOS

A A asation, Abra, A byssus, A ccidia, A cecia, A cediari, A cedia, A charis, A chariter, A cidia, A delphos, A enigm a, A fedrum , A gathós, A gathunein, A gonia, A gonizare, A gonizan, A káthartós, A labastrum , A llegoria, A llophili, A lphos, A m axa, A naboladium , A naphoros, A nathem atizare, A nathem a, A ngariare, A ngelicus, A ngelus, A ntezelum , A nthrôpos,

278 281 144 281 281 145,286 144 144,286 145 281 205 144 279 112 112 281 287 287 254,290 281 281 281 279 279 279 279 53,287 281 286 286,453 144,281,453 279 210

A ntichristus, A ná, A nêr, A plestia, A pocalypsis, A poriari, A poriatus, A poria, A portatus, A postatare, A postata, A postaticus, A postolicus, A postolus, A pó, A rceuthinus, A rchangelus, A rchisynagogus, A rchitechtonari, A rchitectus, A rchitriclinus, A rom atizare, A rrhabo, A rtaba, A rtem on, A scopera, A spalathum , A spaltum , A sphaltum , A uchm ode, A uricalchum , A zym us,

281 231 210 144 282,453 145,286 280 144,282 280 145,287,453 41,282,453 453 453 41,282,453 108 286 282 282 280 144 282 145,287 282 282 282 282 144 144 144 280 144 286

L atín bíblico y L atín cristiano

554

B B ahis, B alsam um , B aptism a, B aptism um , B aptism us, B aptista, B aptisterium , B aptizare, B asilica, B asis, B lasphem are,

C alabotes, C alam iscus, C alam izare, C am inus, C am us, C artallus, Cata, C atacarposin, C ataclysm us, C ataplasm are, C ataplectatio, C atechizare, C athechum enus, C athedra, C atholicus, C atirecten, C aum a, C auteriare, C edrus, C eleum a, C enotaphium , C erastes, C haradrius, C harism a, C hidra,

B lasphem us, B lasphenia, B olis, B otrus, B otryo, B rabeum , B rabium , B rachium , B ravium , B ruchus,

282 144 41,71,282,453 41,71,453 282,453 282 453 53,145,287,453 55 144 53,287,453

C hoerogryllus, C holera, C hristus, C hytropus, C idaris, C innam om um , C inyra, C ithara, C lerus, C occum , C oenom ya, C oenom yia, C olaphizare, C ollyris, C ollyrium , C ollyrizare, C olocinthis, C ondy, C onopeum , C orbona, C rater, C reagra, C rypta, C rystallus, C ypressus,

279 279 278,280 144 282 282 286 279 144,282 287 144 287 41,55 144 453 279 282 287 144 282 279 282 282 41,282 279

286 453 279 144 279 282 282 144 282 282

282 144 282 282 282 144 282 144 54,282,453 144 282 282

287 282 282 278 282 279 282 282 282 282 282 144 144

D D aem onium , D ecachordus, D iabolicus, D iabolus,

282 286 286,453 144,283,435

D iaconus, D iadem a, D idaskôn, D idrachm a,

41,453 144 97 283

Indices

555

D D iglôssos, D ioryx, D iplois, D ipsas,

136 144,283 283 283

D ithalassus, D om a, D raco, D yscolus,

286 283 144 286

E E beninus, E cclesiastes, E cclesiasticus, E cclesia, E chó, E cstasis, Ei, E idolon, E irênê, Eis, E kstasis, E laeon, Elatae, E late, E leem osyna, En, E ncaenia, E nothizesthai, E parystrides, E phebia, E pi, E pim eniare, E pim enia, E pim iniare, E pinicion, E pipháneia,

F alanga,

286 283,453 144,286,453 41,55,144,283,453 275 279 109,274 113 46,112 96 136,274 279 283 283 ■ 144,283 108 283 274 278 283 95 280 279 280 283 123

E piphania, E piscopia, E piscopus, E piskopikós, E piskopê, E pistréphein, E pistylium , E pisteusa, E rem us, E rusibe, E thnê, E thnicus, E thnikós, E thnos, E tphycarm a, E ucharis, E ucharistia, E unuchizare, E uprosêgoros, E vangelicus, E vangelista, E vangelium , E vangelizare, E xorcista, E xorcizare, E xtasis,

41,53 279 41.283.453 54 54 113 283 57 144.283 279 43,44 44,283 44 44 279 144,286 41 280 136 453 283.453 41.283.453 287.453 283 453 279.283

28

G G ahfzein, G albanus, G ar, G azophylacium , G ehenna,

111 144 110 283 283

G hyné, G igas, G rabatus, G yrare, G yrus,

290 144 283 145,287 144

556

L atín bíblico y L atín cristiano

H H aeresiarcha, H aeresis, H aereticus, H agiázein, H ágios, H ekousiasm ós, H ekousiázesthai, H ekoúsios, H erem ia,

(H )erem iare, H erm a, H erodius, H olocaustom a, H olocaustum , H yacinthus, H ym nissare, H ypocrita, H óti,

453 283,453 286,453 111 111 111 11 111 279

278 279 283 283 283 144 280 144 57,75,110,240

I Ianthinus, Idolium , Idololatra, Idololatria, Idolothytum , Idolum

Idoú, Im planare, Iris, Iudaism us, Iudaizare, Ixion,

286 283 283 283,453 283 144

96 145,287 283 283 287 283

K K aí, K aigé, K am pané, K erbikárion,

K léros, K oinós, K tisis,

96,107,109,118 118 346 346

54 254 55

L L aganum , L aicus, Laron, L atom us, L ecythus, L egón,

L éntion, L ogion, L ogium , L ogos, L om othe, L uter,

283 286 279 283 283 97

346 98,280 280 395 280 283

M M achaera, M agalopoieô, M alagm a, M andragora, M andragorica, M andyam ,

280 136 283 283 280 278

M artyrium , M artyr, M elló, M elodía, M elota, M elote,

, 453 41,284,453 56 144,284 284 284

557

Indices M éson, M etá, M igm a, M ikrologos, M itra, M onachus, M onasterium ,

231 108 284 136 144 41,53 41,53

M usicus, M ygale, M ygele, M yrrha, M yrum , M ysterium

144 280 284 144 284 144

N eom enia, N eophytus, N om ism a, N otus, N um ism a, N ycticorax

284 284 284 144 284 284

N N abla, N aphtha, N auclerus, N aulum , N aziraîos, N eofita,

284 284 284 284 114 51

O O brizus, O dós, O ida, O ligopsicheô, O nager,

286 346 141 136 144

O nocentaurus, O phiom acus, O rphanus, O rthodoxus, O rtygom etra,

284 284 284 41,53 284

P eriscelides, Periscelis, Peristolum , Perizom a, Perperam , Perperus, Petra, P etrobolus, Phalanga, Pham tasia, Phantasm a, Pharagga, P haretra, P hylacterium , Picris, Piraterium , P isticus, P ittacium , P lasm are, P latanus, P latea,

280 284 280 284 286 286 144 280 280 144,284 284 280 144 284 280 280 286 284 145,287 144 144

I Palatha, Palin, Parabola, P arabolari, Paracletus, Paradisus, P arakeim ai, P arasceve, Pardus, Paropsis, Parresia, Pascha, P astophorium , P atriarcha, P entacontarchus, Pentapolis, Pentecosta, Perdix, Peribolus, Peripatexn, Peripsem a,

284 113 144 280 284 144,284,453 136 284 144 284 123 453 284 284 284 284 284 144 284 112 284

L atín bíblico y L atín cristiano

558 P le sío n 206 Pneúm a, Poderes, P olym itus, Pom peio, P oreúesthai, Presbyter, P rinus, P robaticus, P rologus, P rom eletare, P rophetare, P ropheta, Prophetatio, P rophetes, Prophetia, P ropheticus, Prophetis,

Prophetissa, P rophetizare, P roselytus, Prostithénai, Prósopón, Psalli, Psalm us, Psalterium , Psaltes, Psaltrix, P seudoapostolus, P seudochristus, P seudopropheta, Psyché, P urpura, P ytho, Pythonicus, Pythonissa,

43 144,284 286 280 112 41,144,284 284 286 144 280 53,145,453 41,53,144,284,453 453 53,285 144,285,453 286,453 285

285.453 287 285 113 96 145 285 144,285 285 144 285 285 285.453 9 6,112,200 144 285 286 285

R R hom phaea,

144,285

S Sabbatism us, Sabbatizare, Sabbatum , Saccinus, Sagena, Sagm a, S arks, Satanas, Scandalizare, Scandalum , Scariziare, S cenopegia, Sceptrum , Schinus, Schism a, Sciza, Scorpio, Scorpius, Sibina, Sicera, Siren,

285 287 285 286 285 285 43,54 285,453 53,145,287 71,144,285 281,287 285 144 285 285 280 144 144 280 285 285

S irom aste, S itarcia, Sm aragdus, Sm igm a, Sophistice, Spado, Sperm ologus, S phalax, S ta te r,. Statera, Station, Stibiare, Stibinus, Stola, Storax, Sycom orus, Sym poneô, Sym psélion, Synagoga, Syrom ata,

280 285 144 285 145 144,285 280 280 285 144 346 279 286 144 144 285 136 346 144,285 280

559

Indices

T eloneum , T elonium , T erebinthus, T hallus, T heristrum , T hesaurizare, T hesaurus, T heé, T heós, T hibis, T him iam aterium , T him iaterium , Thronus,

X enia,

Z abulus, Z elabile, Z elare, Z elari, Z elatio, Z elotes, Z elotypia,

285 285 144 285 285 145,287 144 182 182 280 285 285 144,285

T hybis, T hym iam a, T h ym iam are, T hym iam atizare, T ibis, T is, T opazynus, T richaptum , T rieris, T ristegon, T ristegum , T ym panistria, T yrannus,

280 285 281 281 280 210 280 280 285 285 285 285 144

144

453 280 145,287 145 280 286 286

Z elotypus, Z elus, Z éran, Z eréusa, Z izanium , Z ona,

144.286 144.286 136 136 286 144

561

Indices

INDICE DE SEMITISMOS [Incluimos hebraísmos y aramaísmos; la letra ayin va al final; el alef al principio de palabra no se ha transcrito]

A ,A ,A , A b, A bba, A bra, A dam , Ah, A har, A harêy, A hoth,

245 243 242 245 195,198,206

A lleluia, A m ar, A m en, A m orrhaeus A padeo, A rachites, A riel, A rioth, A sher,

200, 205 231 231 207

61,245 64 42,61,245 245 243 245 243 243 90,189,239

B B a ra ’, B asar, Bat, Batus, Be, B ehem oth,

55 43,55 246 246 63,96,108,185,226 243

Cab, C abus, C adum , C adus, C arm elitis, C habratha,

243 246 246 246 245 . 243

B elial, B ên, B erôth, B oqer, B orith, B urdo,

C hanaanaeus C hanaanitis, C herub, C herubim , C hodchod, C hrem el,

181,243 231,232 113 185,291 243 246

42,245 245 243 42,61 243 243

L atín bíblico y L atín cristiano

562 C orban, C orbona,

243 245

Corus, C yrot,

246 243

D e m a ’, D ragom án,

243 94

E phphetah, E phud, E seb, E th, E theca,

243 243 136 116,227 246

G om or, G oyim , G ulgoleth, G ulgotha_

243 45 245 245

D D abar, D abir, D ebír,

201,202 243 243

E E dén E lam , E m anoth, E pha, E phi, E phod,

243 243 243 243 243 243

G G albanus, G ehenna, G e hinnôm , G olgotha,

245 61,245 245 245

H H abra, H aceldam a, H adah, H allelû yah, H am ôr, H aqel, H aradah, H ebraeus, H elbenah, H ierosolym itanus,

H ifil, H in, H ishkîm , H ishtahaw ah H odah, H ofal, H om er, H osanna, H yssopus,

245 243 252 245 243 243 136 245 245 42

214 243 219 251 47 214 243 42,245 245

[ Iebusaeus, Iobel, Ism ahelites, Ishshah, Israelita, Israelites,

245 245 235 207 42,245 245

Israelitis, Iubilaeus, Iubilare, Iubilatio, lubilum , Iudaeus,

245 245 245 245 246 245

563

Indices K K ab, K abbed, K abôd, K ad, K ebarah, K erm el, K erûb,

Kí, K odkod, Kol, K or, K orban, K yróth,

243 253 252 246 243 243 243

64,90,110,239 243 136,194 246 243 243

L Le, L e ’m or, L eviatan,

L evita, L eviticus, Lo,

227 97 243

61 61 204

M M aheleth, M alasar, M a l’ak, M am m ona, M am ón, M am ona, M am zer, M an, M an hú, M anna, M anna, M ascharath, M asiah, M asora, M e ’od,

M echonoth, M ekonah, M esech, M esellat, M esiha, M esillat, M essias, M eturgem an M idrashim , M in, M isgeróth, M oabitis, M usach, M usak,

243 243 60 243 243 243 244 113,244 244 42,61,244 244 244 246 92 189

244 244 244 244 246 244 42,61,246 94,121 91 186,232 244 245 244 244

Ν N abí, N ablum , N aqdanim , N azir, N db, N ebel,

N echota N ekót, N ekota, N ephes, N isan, N tn,

53 246 92 113 111 244,246

O O m enôth,

243

I

244 244 244 96,112,192,193,200 244 96

L atín bíblico y L atín cristiano

564

Paneh, P a r’oh, Paradisus, Paradrin, Pardes, P ascha, Penêy, P eradîm , P ered,

Q ab, Qds,

R abbi, R abboni, R aca, R eqah, R aphem ,

Sabaeus, Sabaoth, Sabbat, Sabbatum , Sabîb, Saccus, S adducaeus, Saq, Sarabala, Sarbal, Satan, Satanas, Satum , Sebaôth, Sekar,

230 244 246 244 246 61,246 96 244 246

246 111

61,244 244 245 245 244

245 244 246 61,246 233 246 245 246 246 246 61,244,246 61,246 246 244 246

P esah, Pharao, P harisaeus, Phase, P helm unim , P heloní, Pheta, P hilistaeus, P irdah,

244,246 61,244 42,245 244,246 244 244 243 245 246

Q ereb,

231,232

R eqa, R e 'a , R e 'ú th , R úah,

S eqel, Serah, Seraphim , Setîm , Shakam , Shalóm , Sham ayim , S húb, Sicera, Siclus, Silonites, S iqqalôn, Sodom ita, Sodom iticus, S ulam itis,

245 200,206,207,208,209 207,209 43

246 136 42,61,244 244,246 219 46,112 251 112 246 246 245 244 61 61 245

565

Indices

Targum, Targumes, Targumim, Thau, Tawek,

Theraphim, Thorah, Tob, Tôk,

120

103,120,122 94,120 244 231

113,244 60 112

231

U Ulam,

243

Vah,

245

I

W Wayyehi,

265

I We,

235 Y

Yad,

96,231

I Z

Zecalin, Zeh,

244 190

'Ahah, Ά1, 'Almonî,

245 204 244

Ά Ι-pî, 'Atîq, 'Ayin, 'Ezôb, 'Ozen, 'Ish,

95 246 233 245 233 195,198,204,206

Indices

567

INDICE ESPECIFICO DE MATERIAS Prólogo a la segunda edición......................................................................... Presentación....;............................................................................................... Introducción.....................................................................................................

9 19 21

El latín bíblico y cristiano en el marco del latín tardío................................

21

PRIMERA PARTE

EL LATIN CRISTIANO...... ........................................................................

27

I.- Importancia del latín cristiano en la evolución del latín..................... 1,- Estado de la cuestión............................................................................. 2,- ¿Epoca de decadencia?......................................................................... 3,- La Christianitas latina........................................................................... 3.1,- El texto de la Biblia latina.................................................................. 3.2,- La organización eclesiástica............................................................. 3.3,-La liturgia cristiana............................................................................ 3.4,-La filosofía cristiana.......................................................................... 3.5,- La teología cristiana...................................................................... 3.6,- La ética cristiana................................................................................ 3.7,- La ascética cristiana........................................................................... 3.8,-La homilética cristiana....................................................................... 3.9,- Latín clásico y latín tardío.............................................................

29 29 30 31 31 31 32 32 32 32 32 33 33

II.- Latín común y latín de los cristianos................................................... 1.- Algunos datos sobre la existencia del latín cristiano......................... 1.1,- Etapa de la lengua hablada................................................................. 1.2,- Etapa de la lengua escrita................................................................... 1.3,- Etapa de la lengua literaria................................................................ 1.4,- Textos de Agustín de Hipona............................................................

35 35 36 36 36 37

568

L atín bíblico y L atín cristiano

1.5.- Opinión de los paganos sobre la lengua de los cristianos............... 2,- Rasgos característicos del latín cristiano............................................ 1,-Neologismos.......................................................................................... 1.1.- Neologismos que son “cristianismos lexicológicos directos” ....... 1.1.1.-Grecismo s ..................................................................................... 1.1.2.-Hebraísmo s ..................................................................................... 2.1.2.-Neologismos que son “cristianismos lexicológicos indirectos” ... 1.-La salvación........................................................................................... 2.- El bautism o........................................................................................ 3.- La santificación...................................................................................... 4.- La mediación.......................................................................................... 5.- La carne y el espíritu............................................................................. 6.- La alegoría............................................................................................. 2.1.3.Neologismos que son “cristianismos semánticos” (=semasiológicos)............................................................................ 1.- La idea de pagano.................................................................................. 2.- La idea de p a z ........................................................................................ 3 .-La idea de “confesión” .......................................................................... 2.1.4.-Formación de los neologismos cristianos...................................... 1,- Sustantivos en -tor y -tío....................................................................... 2,- Adjetivos en -bilis.................................................................................. 3,- Verbos en -ficare.................................................................................... 4,- Otras formaciones.................................................................................. 2.1.5.Cristianismos sintácticos............................................... 1,-Adjetivos de pertenencia....................................................................... 2,Singular colectivo.................................................................. 3,- Nominativo “pendens” .......................................................................... 4,- Genitivo adnominal................................................................................ 5,- Elipsis y braquilogías...................................................................... ...... 6,- Construcciones de los verba dicendi.................................................... 2 ,- Grecismos.............................................................................................. 1 Penetración por vía popular.................................................................. 2,- Penetración por vía culta....................................................................... 3,- Préstamos léxicos griegos......................... ........................................... 3.1,- Instituciones con nombres griegos.................................................... 3.2,- Préstamos griegos productivos......................................................... 3.3,- Palabras latinas con equivalencias griegas...................................... 3.4,- Palabras latinas por griegas................................................................ 3.5,- Esfuerzo de los poetas latinos por eliminar palabras griegas........ 4,- Préstamos sintácticos griegos............................................................... 4.1.- Perífrasis de futuro.............................................................................. 4.2,- El verbo credidi................................................................................... 4.3.- Infinitivo final..................................................................................... 4.4,- Completivas con quod, quia, quoniam............................................. 5,- Conclusiones sobre la influencia griega.............................................

38 40 41 41 41 42 42 43 43 43 43 43 44 44 44 46 47 49 49 49 49 49 49 50 50 50 50 50 51 51 52 52 53 53 54 54 55 55 56 56 57 57 57 57

Indices

569

3 .-Semitismos............................................................................................. 1 Préstamos léxicos hebreos y arameos.................................................. 1.1.- Semitismos indirectos........................................................................ 1.2,- Semitismos directos........................................................................... 2.- Influencias sintácticas hebreas y arameas............................................ 2.1,-Genitivo adnominal............................................................................. 2.2,Genitivo de intensidad......................................................... 2.3,- Comparativo con ab y prae................................................................ 2.4,- Uso de in instrumental....................................................................... 2.5,- Completivas con quod, quia, quoniam............................................. 3.- Conclusiones sobre los semitismos...................................................... 4.Vulgarismo s ............................................................................................ 4.1 .-Introducción......................................................................................... 4.2,- Vulgarismos léxicos........................................................................... 1.- Materiales antiguos............................................................................... 2,- Fondo popular........................................................................................ 4.3,- Formaciones y derivaciones populares............................................. 1,- Terminaciones en -ium.......................................................................... 2,- Sustantivos en -tor y -tio....................................................................... 3,- Sustantivos en -mentum y -culum........................................................ 4,- Sustantivos en -monium y -ela............................................................. 5,- Adjetivos en -alis, -bilis y -osus.......................................................... 6,- Verbos de la primera conjugación....................................................... 7,- Verbos en -izare, -icare y -ficare......................................................... 4.4,- Cristianismos semánticos de origen popular.................................... 4.5,- Vulgarismos sintácticos..................................................................... 1.- Tercera persona singular con valor indefinido.................................... 2.- Construcción dt fungi y utor................................................................. 3.- Los tiempos en las oraciones condicionales....................................... 4.- Infinitivo de presente por inf.de futuro................................................ 5.- Uso de quod, quia, quoniam por infinitivo......................................... 4.6,- Conclusiones sobre los vulgarismos................................................. 5.-Solución definitiva al problema de la lengua cristiana........................

58 60 60 61 61 62 62 62 62 64 64 65 65 67 67 68 70 70 71 71 71 72 72 73 Ti 74 74 74 74 75 75 75 77

SEGUNDA PARTE EL LATIN BIBLICO.....................................................................................

83

I.-Importancia del latín bíblico en la evolución del latín ........................ 1.1,-Introducció n ....................................................................................... 1.2.El texto de la B iblia....................................................... 1.2.1.- El texto hebreo y arameo de la Biblia............................................. 1.2.1.1.- La lengua hebrea.......................................................................... 1.- Tiempos verbales: perfectum, infectum.................................... ..........

85 85 89 89 89 89

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L atín bíblico y L atín cristiano

2,- El orden de palabras en hebreo............................................................ 3,- Carencia de la oración de infinitivo..................................................... 4,- Lengua rica en sustantivos y pobre en adjetivos................................. 5,- Sobre la oración de relativo.................................................................. 1.2.1.2.- Historia del texto hebreo............................................................. 1,- Desde los orígenes hasta el s.I d.C r..................................................... 2 ,-Desde el s.I hasta el s.V I....................................................................... 3 ,-Desde el s.VI hasta el s.X ..................................................................... 4,Desde el s.X hasta nuestros d ías................................................ 1.2.1.3,-La lengua aramea.......................................................................... 1.- Textos arameos de la Biblia.................................................................. 1.2.2,- Texto griego del N .T .................................... .................................. 1.- La lengua griega del N .T ...................................................................... 1.1,-Fraseologí a ........................................................................................ 1.2,Datos gramaticales.......................................................... 2,- Transmisión del texto del N .T ............................................................. 2.1,-Los códices.......................................................................................... 2.2,-Las versiones....................................................................................... 2.3,Las citas de los autores eclesiásticos......................................... 2.4,- Autoridad crítica y dogmática del texto del N.T...... ....................... 1.3.- Las versiones de la Biblia................................................................... 1.3.1,- Versiones griegas del A .T .............................................................. 1,-La Septuaginta....................................................................................... 1.1,-Fecha de la versión............................................................................. 1.1.1, - El prólogo del Eclesiástico.................................................... 1.1.2,-La carta de Aristeas......................................................................... 1.1.3,- Testimonio de Aristóbulo.......................................................... 1.1.4,- Fechas aproximadas de la traducción........................................... 2.1,- Características y valor de la versión................................................. 2.1.1,- Perfección de la lengua griega....................................................... 2.1.2,- Inteligencia del texto....................................................................... 2.1.3,- Fidelidad al original......................................................................... 2.1.4,- Otras características........................................................................ 3 . 1 La lengua de la Septuaginta............................................................... 3.1.1.- Hebraísmos sintácticos en los Setenta.......................................... 1.-Orden de palabras y oraciones............................................................... 2 ,-La parataxis............................................................................................ 3, - La subordinación............................................................................. 4,- La construcción de los verbos.............................................................. 5,- Uso de preposiciones calcadas del hebreo.......................... *.............. 6,- Uso pleonástico del anafórico.............................................................. 7,- Uso de kaí para introducir un relato..................................................... 8,- Fórmulas de juram ento......................................................................... 9,- Uso de eís con verbos factitivos........................................................... 10,- Traducción del infinitivo hebreo........................................................

89 90 90 90 90 90 91 91 92 93 94 94 94 95 96 98 98 99 99 100 101 101 101 102 102 102 103 104 104 105 105 105 105 106 106 107 107 107 107 108 109 109 109 109 110

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11,- Uso de hóti........................................................................................... 3.2,-Léxico de los Setenta......................................................................... 1 Neologismos.......................................................................................... 2 - Calcos léxicos hebreos...................................................................... 3,- Versiones estereotipadas....................................................................... 4,- Calco de imágenes hebreas desconocidas del griego......................... 5,- Transliteraciones de palabras hebreas.................................................. 6,- Neologismos semánticos....................................................................... 3.3.Importancia de la Septuaginta............................................... 1,- Primera traducción de una literatura.................................................... 2 ,-Los manuscritos de Qumrán................................................................. 3,Información sobre la época de transición del A.T. al N.T y sobre las ideas judías contemporáneas.............................................. 4,- Información sobre la pronunciación de los nombres propios hebreos.... 5,- Versión usada por la sinagoga y el N .T ............................................... ó.- Base de muchas versiones posteriores................................................. 1.3.1.2,- Revisiones judías de los Setenta.................................................. 1.- Versión de Aquila................................................................................ 2.- Versión de Teodoción.......................................................................... 3 .-Versión de Símaco................................................................................ 1.3.1.3,- Otras revisiones griegas................................................................ 1,- Revisiones parciales: lospapiros judíos.............................................. 2,- La revisión del grupo “kaigé” .............................................................. 3,- Quinta, sexta, séptima........................................................................... 1.3.1.4,- Recensiones cristianas de los Setenta......................................... 1.- Héctaplas, óctaplas, enéaplas................................................................ 1.3.2 .- Versiones arameas de la Biblia................................................ 1.- El Targum palestinense: Neofiti 1........................................................ 1.1.- Descubrimiento................................................................................... 1.2.- Fecha de la redacción y de la copia.................................................. 1.3.-Importancia del Neofiti 1.................................................................... 1.3.1.- Importancia general del Neofiti 1................................................... 1.3.2.-Los targumes y el N.T..................................................................... 1.- San Pablo y el Tárgum palestinense.................................................... 2.- Apocalipsis y Targum palestinense..................................................... 3.- Evangelios y Targum palestinense....................................................... 4.- Antigüedad del Pseudojanatán............................................................. 5.- Tradiciones targúmicas y exégesis del N .T ........................................ 1.3.3,-Los targumes y otros escritos bíblicos y no bíblicos, ................. 1 Las obras de Flavio Josef...................................................................... 2,- Los targumes y las versiones griegas del A.T..................................... 3,- Los targumes y la literatura cristiana antigua..................................... 1.3.3,Versiones latinas de la B iblia................................................... 1.3.1.1,- La Vetus latina.............................................................................. 1.- Origen de la V L.....................................................................................

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L atín bíblico y L atín cristiano

2,- Características de la lengua de la V L................................................... 3,- Técnica de traducción de la V L ........................................................... 3.1.-Literalidad de la versión..................................................................... 3.2.Aliteraciones.................................................................... 3.3.- Palabras homófonas........................................................................... 3.4.- Palabras compuestas.......................................................................... 3.5.- Palabras nuevas................................................................................... 3.6.- Léxico de la Afra y de la Europea y Vulgata en el Nuevo Testamento... 3.7.- Tendencias y particularidades de la Afra......................................... 3.8.- Términos de la Afra en las otras versiones...................................... 3.9.- Algunas diferencias léxicas entre la Afra y la Europea ................. 3.10.- Vocabulario griego del Eclesiástico................................................ 1.- Nombres propios.................................................................................... 2 - Sustantivos......................................................................................... 2.1,- Palabras de la lengua eclesiástica..................................................... 2.2,- Palabras de historia natural................................................................ 2.3,- Palabras varias.................................................................................... 2.3.1.-Nombres de personas...................................................................... 1.3.2.-Nombres de cosas........................................................................... 1.3.3.-Afectos y actividades.................................................................... 3.- Adjetivos y adverbios........................................................................... 3.1,-Adjetivo s .......................................................................................... 3.2,-Adverbio s ........................................................................................... 4.- Verbos..................................................................................................... 3.11.- Importancia de la V L ....................................................................... 1.- Supervivencia de la VL......................................................................... 2.- Difusión y uso litúrgico........................................................................ 3.- Datos estadísticos de su difusión......................................................... 4.- La VL y las Confesiones de San Agustín........................................... 5.- Influencia en los escritos cristianos antiguos...................................... 1.3.1.2,-La Vulgata................................................................................ 1.- Elementos constitutivos de la Vulgata................................................. 2.- Características de la Vulgata................................................................. 2.1,-Literalida d ......................................................................................... 2.2,Jerónimo evita los vulgarismos...................................... 2.3,-Triunfo de la Vulgata......................................................................... 3.- Relación de la Vg con las demás versiones bíblicaslatinas y griegas... 3.1,-Vulgata y Vetus Latina...................................................................... 3.2,Vulgata y Septuaginta........................................................... 3.3,- Vulgata y versiones griegas de Aquila, Símacoy Teodoción...... 3.4,- Vulgata y exégesis ju d ía.................................................................... 4 .-Importancia de la Vulgata..................................................................... 4.1.- Opiniones de varios autores............................................................... 4.2 .-Códices de la V ulgata........................................................................ 4.3.Autenticidad de la Vg según la iglesia católica................. 4.4.-La Neovulgata.....................................................................................

132 134 134 136 136 136 137 138 138 140 142 143 143 144 144 144 144 144 144 144 144 144 144 145 145 145 146 146 147 147 150 150 151 152 152 153 154 154 156 157 158 158 158 161 162 162

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Π.- Coincidencias y discrepancias entre el “latín bíblico” y el “latín cristiano”............................................................................ 163 1 Estado de la cuestión............................................................................. 166 1.1.- Autores que no distinguen entre latín bíblico y latín cristiano...... 166 1.2.- Opinión de Jerónimo y Agustín sobre el latín bíblico.................... 168 2.- Peculiaridades del latín bíblico............................................................ 170 2.1.- Influjo semítico.................................................................................... 170 2.1.1.-Campo sintáctico............................................................................. 170 1.- Elementos fundamentales de la frase................................................... 171 1.1.Sujeto indeterminado......................................................... 171 1.2.- Ausencia de verbo copulativo............................................................ 172 1.3.- Expresión del predicado..................................................................... 173 1.3.1,- Participios en función de predicado............................................... 173 1.3.2.- Sustantivos abstractos en función de predicado............................ 173 1.4.- Complementos del predicado............................................................ 173 1.4.1.- El nominativo “pendens” ................................................................ 173 1.4.2.- Anticipación de cualquier otro caso............................................... 174 2 ,-El sustantivo........................................................................................... 174 2.1,- Uso de abstractos en singular por concretos.................................... 174 2.2,- Uso de abstractos en plural por concretos........................................ 175 2.3,- Uso de pluralia tantum ...................................................................... 175 2.4,- Uso del genitivo.................................................................................. 176 2.4.1,- El genitivo de cualidad en sustitución de un adjetivo.................. 176 2.4.1.1,- El nominativo es un sustantivo concreto 177 y el genitivo un sustantivo abstracto......................................... 2.4.1.2,- Genitivo acompañado de un pronombre.................................... 178 2.4.1.3,- Los genitivos inversos.................................................................. 178 1.- Sustantivo abstracto con genitivo inverso norm al.............................. 179 2.- Sustantivo abstracto con genitivo y pronombre.................................. 179 3.- La metáfora genealógica....................................................................... 179 3.1,- Filius en sentido real o metafórico con un genitivo abstracto...... 180 3.2,- Filius en sentido real o metafórico con genitivo y pronombre...... 180 3.3,- Filius en sentido real o metafórico con genitivo concreto.............. 1 80 4.- Homo con genitivo................................................................................. 180 4.1.- Homo con genitivo abstracto............................................................ 181 4.2.- Homo con genitivo abtracto y pronombre....................................... 181 5.- Vir con genitivo...................................................................................... 181 5.1.- Vir con genitivo abstracto.................................................................. 181 5.2,- Vir con genitivo abstracto y pronombre........................................... 181 6.- El vocativo Deus..................... .............................................................. 182 7.- Geminación distributiva de sustantivos, numerales y adverbios...... 182 7.1.- Geminación distributiva de sustantivos............................................ 182 7.1.1.-Gen s ............................................................................................ 183 7.1.2,-Famili a ........................................................................................... 183 7.1.3,-Generati o ....................................................................................... 183

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L atín bíblico y L atín cristiano

7.1.4,-Progenie s ........................................................................................ 7.1.5,-Die s ........................................................................................ 7.1.6,-Annu s .............................................................................................. 7.1.7,Otras expresiones................................................................... 7.2,- Geminación distributiva de numerales............................................. 7.3.- Geminación distributiva de adverbios............................................. 3 ,-El adjetivo.............................................................................................. 3.1,- Grados del adjetivo............................................................................ 3.1.1,-Uso del comparativo....................................................................... 3.1.2,-Uso del superlativo......................................................................... 3.1.2.1,- Construcciones superlativas varias............................................ 1,- Tipo: magnus e fratribus....................................................................... 2 ,-Tipo '.fortes illius.................................................................................... 3.1.2.2,- El genitivo superlativo................................................................. 3.1.2.3,- Otras equivalencias del superlativo........................................... 3.1.2.4,- Los adverbios nimis, valde, vehementer.................................... 4,- El pronombre..................................................................................... 4.1,- Los demostrativos.............................................................................. 4.1.1,- Pronombre redundante.................................................................... 1,- Aparece en la misma oración del relativo........................................... 2.- Aparece en distinta oración................................................................... 4.1.2,- Los demostrativos en función del artículo determinado de las lenguas romances........................................... 4.1.3,- Uso de los demostrativos en función de verbo copulativo.......... 4.1.4,- Uso del femenino de los demostrativos por el neutro correspondiente......................................................... 4.2,- Los pronombres personales................................................................ 4.2.1,- Anima en función de pr.personal................................................... 4.2.2,- Facies en función de pr.personal................................................... 4.2.3,- Oculus en función de pr.personal................................................... 4.2.4,- Vultus en función de pr.personal.................................................... 4.3,-Los pronombres reflexivos................................................................ 4.4,Los pronombres indefinidos y recíprocos......................... ........ 1,- Uso de “non omnis (universus, cunctus)” y “omnis (universus, cunctus) non” con significado de “nada, nadie, ninguno” ... 2,- Uso de “omnis” como indefinido positivo.......................................... 3,- Empleo de “homo, vir, anima, frater, proximus, amicus, collega, vicinus, socius, dux, sermo, verbum” en función de pronombres indefinidos y recíprocos........................................................................ 3.1,- “H o m o ".............................................................................................. a) Usos positivos......................................................................................... b) Usos negativos............................................;........................................... c) Usos recíprocos....................................................................................... 3.2,- V ir ........................................................................................................ a) Usos positivos.........................................................................................

183 183 183 184 184 185 186 186 186 187 187 187 187 188 188 189 189 189 189 190 190 191 192 192 192 192 192 193 193 193 193 193 194

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Indices

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b) Usos negativos........................................................................................ 199 c) Usos recíprocos....................................................................................... 199 3.3.-Anim a ............................................................................................. 200 a) Usos positivos......................................................................................... 200 b) Usos negativos........................................................................................ 201 3.4.Verbum..................................................................................... 201 a) Usos positivos......................................................................................... 201 b) Usos negativos........................................................................................ 201 3.5.- Serm o.................................................................................................. 202 a) Usos positivos......................................................................................... 202 b) Usos negativos........................................................................................ 202 3.6 .-U n u s..................................................................................................... 202 a) Usos positivos......................................................................................... 202 1) Como pronombre ordinal: “primero”.................................................... 202 2) Como pronombre demostrativo: “el mismo” ....................................... 203 3) Como pronombre indefinido.................................................................. 203 Is) “Uno cualquiera” ................................................................................... 203 22) En fórmulas de reciprocidad................................................................. 203 3B) Como artículo indeterminado: “uno”................................................... 203 b) Usos negativos........................................................................................ 204 3.7,- Unusquisque........................................................................................ 204 3.8,- Participio paronomástico................................................................... 205 3.9.- Frater................................................................................................... 205 a) Como pronombre indefinido.................................................................. 205 b) Como pronombre recíproco................................................................... 206 3.10.- Proximus / proxima......................................................... ................ 206 a) Como pronombre indefinido.................................................................. 206 b) Como pronombre recíproco................................................................... 206 3.11.-Amicu s .......................................................................................................... .'......207 a) Como pronombre indefinido.................................................................. 207 b) Como pronombre recíproco................................................................... 208 3.12,Otros términos menos usados............................................... 208 1) Mulier....................................................................................................... 208 2) Collega..................................................................................................... 208 3) Vicina...... ................................................................................................ 209 4) Socius....................................................................................................... 209 5) D ux........................................................................................................... 209 5 ,-El verbo................................................................................................... 211 5.1.-Tiempos del verbo.............................................................................. 211 5.1.1.Valor del perfecto e imperfecto latinos.............................. 211 a) Tienen valor de pasado en textos históricos......................................... 211 b) Tienen valor de presente en textos sapienciales.................................. 211 c) Perfecto por futuro en textos proféticos................................................ 212 5.1.2. - V alor del futuro latino.................................................................... 212 5.1.3.- Valor del presente latino...................................................... ....... 213

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L atín bíblico y L atín cristiano

5 .2 ,-Construcciones verbales..................................................................... 5.2.1,- Traducción del infinitivo absoluto hebreo.................................... a) Por participio de presente....................................................................... b) Por ablativo de gerundio........................................................................ c) Por nombre en ablativo.......................................................................... 5.2.2,- Traducción de las formas causativas hebreas............................... 5.2.3,- Uso de formas finitas de verbos en sustitución de adverbios..... 1,- Verbo finito auxiliar con verbo finito en infinitivo........................... a) Magnificare, “magníficamente” ............................................................ b) Multiplicare, “mucho” ........................................................................... c) Perseverare, “perseverantemente”......................................................... d) Confirmare, “firmemente” ..................................................................... e) Festinare, accelerare, “rápidamente”..................................................... f) Consummare, “totalmente” .................................................................... g) Praevenire, “previamente” ..................................................................... 2,- Verbo finito auxiliar con otro verbo finito en infinito y reforzamiento de un adverbio............................................................ a) Addere, apponere, adicere + ultra, adhuc, rursum, amplius, magis, “nuevamente, otra vez” .......................................................................... b) Perseverare + adhuc, magis, “constantemente” ................................... 3,- Verbo finito con otro verbo finito en oración subordinada con partículas.......................................................................................... a) Addere, apponere, adicere, reverti, converti, “nuevamente, otra vez” b) Accelerare, “rápidamente” ..................................................................... c) Magnificare, “magníficamente” ............................................................ d) Abundare, “frecuentemente”.................................................................. 4,- Verbo finito con otro verbo finito en oración subordinada con partículas y reforzamiento de un adverbio.......................................... a) Addere, adicere, apponere + adhuc, ultra, “nuevamente, otra vez” .... 5,- Verbo finito con gerundio en acusativo............................................... a) Multus esse, “mucho” ............................................................................ b) Addere, adicere, converti, “nuevamente, otra vez”.............................. 6,- Verbo finito con otro verbo finito coordinado con partículas............ a) Adicere, convertí, revertí, “nuevamente” ............................................. b) Festinare, “rápidamente”........................................................................ c) Confortare, “valientemente” .................................................................. 7,- Verbo finito con otro verbo finito coordinado con partículas........ . a) Accelerare, festinare, “rápidamente” .................................................... 8,- Verbo finito con participio de presente................................................ a) De la misma raíz del verbo finito.......................................................... 1) Participio delante del verbo................................................................ 2) Participio detrás del verbo................................................................ b) De distinta raíz del verbo finito............................................................ 1 ) Participio delante del verbo.................................................. 2) Participio detrás del verbo................................................................

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c)

Otros participio de presente con valor adverbial.............................. 1) Delante de un verbo finito.................................................................. 2) Detrás de un verbo finito.................................................................... 9,- Verbo finito con gerundioen ablativo.................................................. 10.- Verbo finito con participio de pasado................................................ 1) Conversus, “nuevamente” .................................................................. 2) Reversus, “nuevamente”..................................................................... 3) Otros participios.................................................................................. 11.- Verbo finito con ablativo de un sustantivo de la misma o de distinta raíz.............................................................. 1) De la misma raíz.................................................................................. 2) De distinta raíz.................................................................................... 12,- Verbo finito con acusativo de un sustantivo de la misma raíz........ 5.2.4.- Régimen especial de ciertosverbos................................................ 6 ,-El adverbio............................................................................................. 6.1.- Formaciones de adverbios propias del latín bíblico........................ a) Terminados en - e ................................................................................ b) Terminados en -ter.............................................................................. c) Otras terminaciones............................................................................ 6.2.- Empleos sintácticos peculiares de los adverbios............................. a) En función atributiva.......................................................................... b) Unidos al verbo habere....................................................................... c) Con valor de sustantivos..................................................................... d) Preposiciones delante de adverbios................................................... 7 ,-Las preposiciones................................................................................... 7.1.- Varios usos de in................................................................................ a) Con ablativo con valor instrumental.................................................. b) Con valor predicativo......................................................................... 1) Con acusativo.................................................................................. 2) Con ablativo..................................................................................... 3) Doble construcción.......................................................................... 7.2.- Varios usos de super.......................................................................... a) En sustitución del comparativo con quam........................................ b) En sustitución de un positivo por un comparativo.......................... 7.3.- Varios empleos de ab......................................................................... a) Rigiendo ablativo con valor comparativo......................................... b) Con un positivo.................................................................................... 7.4.- Varios empleos de inter..................................................................... a) Con un adjetivo con valor comparativo............................................ 7.5.- Circunlocuciones preposicionales..................................................... a) Facies.................................................................................................... b) Conspectus........................................................................................... c) Manus.................................................................................................... d) Tergum................................................................................................. e) M edium................................................................................................

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219 219 219 219 220 220 220 220 220 220 220 221 222 223 223 223 223 223 224 224 224 224 224 225 225 225 226 226 227 227 228 228 228 228 228 229 229 229 229 230 230 231 231 231

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L atín bíblico y L atín cristiano

1) Inter m edium.................................................................................... 2) Per medium...................................................................................... 3) In medio............................................................................................ A) De m edio.......................................................................................... f) Gyrus..................................................................................................... g) Circuitus.............................................................................................. h) A u ris ..................................................................................................... i) Oculus.................................................................................................... 7.6,-Preposiciones compuestas.................................................................. 8 .-Las conjunciones.................................................................................... 8.1,- Uso de e t ............................................................................................. a) Copulativa sim ple............................................................................... b) Valor explicativo................................................................................. c) Valor circunstancial temporal............................................................ d) Valor adversativo................................................................................ e) Valor causal......................................................................................... f) Valor concesivo.................................................................................... g) Valor consecutivo............................................................................... h) Valor final............................................................................................ i) Como apódosis..................................................................................... j) Sustituyendo a una oración de relativo.............................................. 8.2,- Uso innecesario de e t......................................................................... 8.3,- Uso de u t............................................................................................. 8.4,- Conjunciones en frases de juramento, afirmación o negación enfáticas........ .............................................. 1) Fórmulas de juramento, afirmación o negación enfáticas introducidas por quia, quoniam............................................................ a) Con quia............................................................................................... b) Con quoniam....................................................................................... c) Con et en oracioón coordinada.......................................................... d) Sin conjunción..................................................................................... 2) Fórmulas de juramento, afirmación o negación enfáticas introducidas por s i.................................................................................. a) Si = “no” .............................................................................................. b) Nisi = si non = “sí”.............................................................................. 8.5,- Uso de quod, quia, quoniam con verbos declarativos.................... 9 - Orden de palabras en el latín bíblico.................................................... 2.1.2. Campo léxico................................................................................ 1.- Préstamos léxicos hebreos y arameos.................................................. 1.1.- Nombres propios................................................................................. 1.2.-Nombres comunes.............................................................................. 1.2.1,- Términos hebreos en forma hebrea................................................ 1.2.2,- Interjecciones hebreas..................................................................... 1.2.3,- Términos hebreos a través del griego........................................... 1) Adjetivos y patronímicos................................................................ 2) Nombres...........................................................................................

231 231 232 232 232 232 233 233 234 234 235 235 235 235 235 235 236 236 236 236 236 236 236 237 237 237 237 237 237 238 238 238 238 240 241 242 242 242 243 244 245 245 245

Indices

1.2.4,- Incorporados en forma latinizada................................................... 2,- Calcos léxicos hebreos y arameos........................................................ 2.1.3,-Campo semántico............................................................................ 1.- Lista de algunos términos con significadosbíblicos;........................... 2,- Lista de otros términos con significadosbíblicos.............................. a) Adorare................................................................................................ b) Caelum................................................................................................. c) Caeli...................................................................................................... d) Confiteri............................................................................................... e) Confessio............................................................................................. f) Gloria..................................................................................................... g) Glorificare............................................................................................ h) Honorare.............................................................................................. i) Honor..................................................................................................... j) Honorificare.......................................................................................... k) Communis............................................................................................ I) Communicare....................................................................................... II) Cognoscere.......................................................................................... m) Noscere............................................................................................... n) V idere................................................................................................... o) Clamare................................................................................................. p) Clamor.................................................................................................. q) C o r........................................................................................................ r) Renes..................................................................................................... s) M are...................................................................................................... t) Lacus...................................................................................................... u) Tectum.................................................................................................. v) Labium.................................................................................................. x) Suscitatio............................................................................................. 2.1.4,Campo estilístico................................................................. 1,-Estilo paratáctico................................................................................... 2,Paralelismo de los miembros...................................................... a) Paralelismo sinónimo.......................................................................... b) Paralelismo antitético......................................................................... c) Paralelismo sintético........................................................................... 3) Pleonasmos con los “verba dicendi” ..................................................... 4) Descripción de la acción que precede o acompaña a la del verbo principal.......................................................................... a) Idea de “sentarse” ............................................................................... b) Idea de “levantarse” ............................................................................ c) Idea de “mirar”..................................................................................... d) Idea de “venir”..................................................................................... e) Idea de “ir”........................................................................................... f) Idea de “lamentarse” ........................................................................... 5) Comienzo de los relatos bíblicos..........................................................

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L atín bíblico y L atín cristiano

6) Otras expresiones curiosas...... .............................................................. 266 7) El simbolismo......................................................................................... 266 8) El sentido figurado.................................................................................. 267 9) El lenguaje afectivo................................................................................. 268 2.2,- Influjo griego...................................................................................... 269 1 ,-Campo sintáctico.................................................................................... 269 a) El genitivo como complemento de verbos de “dominio” ................ 269 b) El genitivo como complemento de comparativo.............................. 270 c) Un positivo con quam......................................................................... 270 d) Genitivo absoluto por ablativo absoluto........................................... 271 e) Genitivo después de adjetivos............................................................ 271 f) Acusativo por ablativo instrumental.................................................. 271 g) Doble acusativo con ciertos verbos................................................... 271 h) Empleo personal de pluere................................................................. 271 i) Uso de in con ciertos verbos............................................................... 272 j) Verbos que rigen acusativo................................................................ 272 k) Verbos que rigen dativo...................................................................... 272 I) Uso de conjunciones con infinitivo.................................................... 273 1) Ut consecutivo.................................................................................. 273 2) Ne final............................................................................................. 273 3) Propter quod causal........................................................................ 273 4) Priusquam temporal........................................................................ 273 II) Desarrollo de las construcciones con quod, quia, quoniam con verbos declarativos...................................................................... 273 m) Giros especiales debidos a la literalidad de las versiones latinas... 273 n) Uso de si en interrogativas directas................................................... 274 o) Uso de si en interrogativas indirectas................................................ 274 p) Sujetos neutros en plural con verbos en singular.............................. 274 q) Uso de algunas preposiciones............................................................ 274 1) Con genitivo..................................................................................... 274 2) Con dativo........................................................................................ 275 3) Uso de dos negaciones.................................................................... 275 r) Varios empleos del infinitivo............................................................. 275 1) Presente por supino o gerundio...................................................... 275 2) Infinitivo final.................................................................................. 275 3) Infinitivo con habeo........................................................................ 275 s) Usos especiales del participio............................................................ 276 1 ) Participio de presente por infinitivo................................. 276 2) Ablativo absoluto por participio..................................................... 276 t) Gerundio con in y ablativo.................................................................. 276 u) Concordancias ad sensum.................................................................... 277 v) Uso de ut ne en vez de n e ................................................................... 277 x) Empleo de hic como artículo.............................................................. 277 2,Campo léxico............................................................................. 277 2 . 1 Préstamos griegos: neologismos y calcos........................................ 278

Indices

a) Términos propios de la Vetus Latina................................................. 1) H apax............................................................................................... 2) Otros términos.................................................................................. Is) Sustantivos................................................................................... 2a) Adjetivos...................................................................................... 32) Verbos.......................................................................................... 42) Algunas palabras compuestas según el modelo griego........... b) Términos de la Vulgata....................................................................... 1) Sustantivos....................................................................................... 2) Adjetivos.......................................................................................... 3) Verbos.............................................................................................. 2.3.- Influjo de la lengua popular.............................................................. 1,-Morfologí a ............................................................................................ 1.1,- Flexión nominal.................................................................................. a) Cambios de declinación...................................................................... 1) Paso de la 3- a la Ia.......................................................................... 2) Paso de la 3a a la 2a.......................................................................... 3) Paso de la 4a a la 2a.......................................................................... 4) Paso de la 2a a la 4a.......................................................................... 5) Paso de la 2a a la 3a.......................................................................... 6) Paso de la 2a a la Ia.......................................................................... 7) Paso de la Ia a la 3a.......................................................................... 1.2,-Flexión adjetival.................................................... ............................. 1) Paso de la Ia a la 3a clase................................................................. 2) Paso de la 2a a la Ia clase................................................................. b) Cambios de género............................................................................. c) Cambios de número........................................................................... : d) Otros cambios...................................................................................... e) Particularidades en la declinación de los numerales........................ f) Particularidades en la formación de los comparativos..................... 1.3,Flexión verbal........................................................................ a) Cambios de conjugación..................................................................... b) Cambios de v o z ................................................................................... 1) Activa por deponente...................................................................... 2) Deponente por activa....................................................................... 2,Sintaxis................................................................................. 1 .-Sustantivos y adjetivos.......................................................................... 1.1.- Casos con preposiciones en vez de casos simples........................... 1.2.- Acusativo absoluto en vez de ablativo absoluto.............................. 1.3.- Nominativo “pendens” ....................................................................... 1.4.- Adjetivos en vez de genitivos adnominales..................................... 1.5.- Superlativos por positivos.................................................................. 1.6.- Comparativos por superlativos......................................................... 1.7.- Uso de domus, “casa” ........................................................................ 2,Uso de los pronombres............................................ ..........

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L atín bíblico y L atín cristiano

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2 . 1 El pronombre hic................................................................................ 300 3.- Uso de los adverbios............................................................................. 300 3.1.- Adverbios usados como preposiciones............................................ 300 3.2,- Confusión en el uso deforis y fo ra s ................................................. 301 3.3,- Algunos otros usos de los adverbios................................................. 302 3.4.- Significados nuevos de algunos adverbios...................................... 302 4.- Uso de las preposiciones....................................................................... 303 4.1,- Preposiciones con ablativo en vez de acusativo............................. 303 4.2,- Preposiciones con acusativo en vez de ablativo.............................. 304 4.3,- Uso de in contra las normas clásicas................................................. 305 4.4,- Significados nuevos de algunas pj-eposiciones................................ 306 4.5,- Preposiciones compuestas.................................................................. 307 5 .-El verbo.................................................................................................. 307 5 .1 .-Uso de compuestos............................................................................ 307 5.2,Usos especiales del infinitivo, gerundio y gerundivo.............. 308 6.- Sobre las oraciones................................................... ........................ 309 6.1.- Coordinación en vez de subordinación............................................ 309 6.2,- Uso de quod, quia, quoniam con verbos declarativos.................... 309 6.3.- Oraciones interrogativas con si......................................................... 309 6.4,- Oraciones finales con quatenus por u t............................................. 310 3 .-Campo léxico......................................................................................... 310 3.1.-Términos vulgares.............................................................................. 310 a) Verbos terminados en -ficare............................................................. 310 b) Verbos compuestos............................................................................. 311 c) Términos atestiguados por Ia vez en la V L ...................................... 312 d) Términos atestiguados en VL y autores cristianos, pero no en la Vg.. 312 e) Términos atestiguados en VL y V g ................................................... 312

TERCERA PARTE

LOS AUTORES CRISTIANOS............................................................... 317 I.-Introducció n ........................................................................................... 319 II.-Orígenes de la literatura latina cristiana........................................... 323 III.Las versiones de la Biblia y la literatura latina cristiana antigua......... 3 1.- Géneros literarios dependientes de la Biblia latina............................. 326 1.1.- Géneros literarios nuevos................................................................... 327 a) Las pasiones de los m ártires.............................................................. 327 b) La liturgia............................................................................................ 327 1) La secuencia..................................................................................... 328 2) Los himnos litúrgicos...................................................................... 328 c) La exégesis bíblica.............................................................................. 330 d) Las reglas monásticas......................................................................... 330 1.2 - Géneros literarios antiguos con nuevo contenido........................ 332

Indices

a) La épica................................................................................................ b) La oratoria............................................................................................ c) La historiografía................................................................................... d) La biografía.......................................................................................... IV.- Carta de Clemente a los Corintios..................................................... 1.- Fecha de la traducción latina................................................................. 2.- La carta y las citas de la B iblia............................................................ 3.- Lengua y estilo de la carta.................................................................... a) Literalidad............................................................................................ b) Carácter popular de la lengua............................................................ 1) Morfología........................................................................................ 2) Vocabulario...................................................................................... 3) Sintaxis............................................................................................. 4.- Uso del vocabulario técnico de los cristianos..................................... a) Cristianismos lexicológicos en la carta.............................................. b) Cristianismos semánticos en la carta................................................. c) Cristianismos indirectos en la carta................................................... d) Verbos terminados en -ficare............................................................ 5.- Conclusiones finales............................................................................. V.~ E l“Pastor” de H erm as......................................................................... 1 Contenido de la obra............................................................................. 2.- Autor de la obra..................................................................................... 3.- Fecha de composición........................................................................... 4.- Lengua y estilo de la obra..................................................................... VI.- La “Passio Perpetuae et Felicitatis” ................................................... 1 Contenido de la obra............................................................................. 2.- Fecha de composición de la obra......................................................... 3.- Lengua y estilo de la obra..................................................................... VII.- Minucio F élix..................................................................................... 1.- Vida y obras........................................................................................... 2 .-El Octavius............................................................................................. a) Estructura y contenido del “Octavius”............................................... 1) Estructra........................................................................................... 2) Contenido......................................................................................... b) Valor literario y doctrinal del “Octavius”......................................... 1) Valor literario................................................................................... 2) Valor doctrinal................................................................................. c) Lengua y estilo del “Octavius” .......................................................... 1) E stilo................................................................................................. 2) Lengua.............................................................................................. V III.-Tertulian o ....................................................................................... 1.- Vida......................................................................................................... 2 .-Obra s ..................................................................................................... 3.Lengua y estilo.............................................................................. a) Lengua de Tertuliano................................................................ .........

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L atín bíblico y L atín cristiano

1) Vocabulario...................................................................................... 2) Sintaxis............................................................................................. b) Estilo de Tertuliano............................................................................. 4,- El “Apologeticum”................................................................................. a) Estructura de la obra........................................................................... b) Contenido de la obra........................................................................... 5 .-Importancia de Tertuliano..................................................................... IX,- Cipriano................................................................................................ 1,- Vida......................................................................................................... 2 ,-Obra s ..................................................................................................... a) Obras apologéticas.............................................................................. b) Obras de disciplina eclesiástica......................................................... c) Cartas.................................................................................................... 3 ,-Lengua y estilo....................................................................................... a) Lengua.................................................................................................. b) Estilo........................................................................ ............................ X,- Novaciano............................................................................................. 1.-Vida y obras........................................................................................... 3 .-Lengua y estilo....................................................................................... a) Vocabulario.......................................................................................... l 2) Cristianismos lexicológicos directos......................................... 2B) Cristianismos lexicológicos indirectos........................................ 32) Cristianismos semánticos............................................................... 42) Términos y usos especiales........................................................... b) Sintaxis................................................................................................. XI,- Lengua y estilo de la poesía latina cristiana..................................... 1 Introducción........................................................................................... 2.De lona............................................................................................ 3.- Juvenco................................................................................................... 4.- Prudencio................................................................................................ 5 .-Paulino de Ñola...................................................................................... 6 .-Comodian o ............................................................................................ 7 .-Agustí n ............................................................................................ 8.Poesía hímnica............................................................................ 9.- El Te Deum............................................................................................ 10.- Hilario de Poitiers................................................................................ 11.-Ambrosi o............................................................................................ XII,- Comodiano......................................................................................... 1 ,-Vida y obras............................................................................................ 2,Cultura y formación:características de sus obras........................ 3,- Lengua y estilo....................................................................................... XIII,- Arnobio.............................................................................................. 1,- Vida......................................................................................................... 2,- Obra......................................................................................................... 3,- Lengua y estilo.......................................................................................

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Indices

XIV.- Lactancio.......................... ................................................................ 1.-Vid a ........................................................................................................ 2.Obras................................................................................................ 3.- Lengua y estilo....................................................................................... a) Lengua................................................................................................. 1) Cristianismqs lexicológicos directos.............................................. 2) Cristianismos semánticos................................................................ 3) Cristianismos lexicológicos indirectos.......................................... 4) Usos sintácticos de origen cristiano............................................... b) Estilo..................................................................................................... XV.- Juvenco............................................................................................... X V I,-Hilario de Poitiers............................................................................ 1.-Vid a ........................................................................................................ 2 .-Obra s .................................................................................................... a) Obras exegéticas.................................................................................. b) Obras teológicas.................................................................................. c) Obras polémicas................................................................................... d) Him nos................................................................................................ 3 .-Lengua y estilo....................................................................................... 12) Estilo exegético..................................................................... 2Q) Estilo teológico.............................................................................. 3e) Estilo polémico.............................................................................. 4.El problema del estilo cristiano................................................ X V II,-Ambrosi o ....................................................................................... 1.-Vid a ................................................................................................... 2 .-Obra s .................................................................................................... a) Ambrosio predicador.......................................................................... b) Ambrosio teólogo............................................................................... c) Ambrosio exégeta............................................................................... d) Ambrosio autor de tratados morales y ascéticos.............................. e) Ambrosio poeta: los himnos.............................................................. 3.Lengua y estilo.............................................................................. XVIII.-Jerónim o ....................................................................................... 1,-Vid a ......... ......................................................................................... 2,Obras............................................................................................... a) Obras históricas.................................................................................... b) Obras de ascética monástica:biografías............................................ c) Obras polémicas................................................................................... d) Obras bíblicas...................................................................................... e) Correspondencia................................................................................. 3,- Lengua y estilo....................................................................................... XIX,Prudencio......................................................................... 1.-Vid a ................................................................................................... 2.-Obra s .................................................................................................... a) Psychomachia.................................................................... ..............

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L atín bíblico y L atín cristiano

b) Apotheosis........................................................................................... c) Hamartigenia........................................................................................ d) Contra Symmachum........................................................................... e) Cathemerinon....................................................................................... f) Peristephanon....................................................................................... g) Dittochaeon.......................................................................................... 3.- Lengua y estilo....................................................................................... XX.-Paulino de Ñ ola................................................................................... 1,- Vida......................................................................................................... 2 ,-Obras.. ................................................................................................... 3,Lengua y estilo.......................................................................... XXI,Agustín.................................................................................... 1.- Vida......................................................................................................... 2.- Obras....................................................................................................... a) Diálogos de Casiciaco......................................................................... b) Obras polémicas....................................................... .......................... c) Tratados de teología dogmática......................................................... d) Tratados de teología m oral................................................................. e) Obras pedagógicas............................................................................... f) Obras exegéticas................................................................................... g) Otras obras........................................................................................... 3 .-Agustín escritor...................................................................................... 3.1,-La “Ciudad de Dios” .......................................................................... a) Contenido y estructura de la obra...................................................... b) Lengua y estilo..................................................................................... 1) Lengua.............................................................................................. Ia) Vocabulario................................................................................. 2°) Sintaxis........................................................................................ 2) E stilo................................................................................................ 3.2,- Las “Confesiones” ......................................................................... a) Contenido y estructura de la obra...................................................... b) Lengua y estilo..................................................................................... Ia) Citas y alusiones bíblicas.............................................................. 2a) “Confiteri” y “confessio” y significado de estas palabras........ 3a) Uso de la parataxis en las “Confesiones” .................................... 4e) Empleo abundante de “et”............................................................ 5a) Colocación del verbo al comienzo de la frase............................. 6a) Otros rasgos característicos del estilo de las “Confesiones” ..... 3.3,- Los “Sermones” ................................................................................. a) La claridad........................................................................................... b) La expresividad.................................................................................... c) La gravedad y la unción...................................................................... 3.4,- Las “Cartas” ........................................................................................ 3.5,- El “De Trinitate” ...... .......................................................................... 3.6,- El “De doctrina Christiana” ...............................................................

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Indices

4,- Conclusion general sobre Agustín escritor......................................... XXII.- El período de los “Fundadores” de la Edad Media...................... 1.- Introducción........................................................................................... Ie) León M agno....................................................................................... 2a) Sedulio................................................................................................ 3s) Víctor de V ita.................................................................................... 4a) Próspero de Aquitania....................................................................... 5e) Genadio de Marsella.......................................................................... 6B) Claudiano Mamerto........................................................................... 7a) Salviano de Marsella......................................................................... 8S) Sidonio Apolinar............................................................................... 9a) Fulgencio de Ruspe........................................................................... 102) Flavio Cresconio Corippo............................................................... 112) Cesáreo de Arlés.............................................................................. 12a) Avito................................................................................................. 13a) Gregorio de Tours........................................................................... 14a) Enodio de Arlés............................................................................... 15a) A rator............................................................................................... 16e) Venancio Fortunato......................................................................... 17a) Benito de Nursia.............................................................................. 18a) Martín de Braga............................................................................... 19a) Leandro de Sevilla........................................................................... 20a) Braulio de Zaragoza........................................................................ 2.- Boecio.................................................................................................... a) Vida....................................................................................................... b) Obras..................................................................................................... 3.-Casiodor o ............................................................................................. a) Vida.............................................................................................. ........ b) Obras.................................................................................................... 4 .- Gregorio Magno..................................................................................... a) Vida....................................................................................................... b) Obras.................................................................................................... 1. Obras destinadas a los monjes................................................................ 2. Obras destinadas al público en general................................................. 3. Las cartas................................................................................................. 5.Isidoro de Sevilla................................................................... a) Vida....................................................................................................... b) Obras.................................................................................................... APENDICE................................................................................................. El latín bíblico y la didáctica del latín....................................................... BIBLIOGRAFIA......................................................................................... I,- Información bibliográfica...................................................................... II.- Latín cristiano........................................................................................ III.- Latín bíblico......................................................................................... IV ,-Autores cristianos...............................................................................

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L atín bíblico y L atín cristiano

INDICES...................................................................................................... Indice de palabras latinas........................................................................... Indice de grecismos..................................................................................... Indice de semitismos................................................................................... Indice específico de materias.....................................................................

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