Francisco Rodriguez Adrados - Sofocles Edipo Rey

March 17, 2019 | Author: Yayo | Category: N/A
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Francisco Rodriguez Adrados - Sofocles Edipo Rey...

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 Ed  Edipo ipo Rey

 V e r s i ó n d e Francisco R. Adrados

E d ic io n e s C l á s i c a s

f~ f~

'

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Sófocles

 Ed  Edipo Rey Versión de Francisco R. Adrados

Ed i c i o n e s Cl á s i c a s Ma d r i d

Prime Primera ra edición edició n 1992 Reimpresión Reimpresión 2000 200 0

© Francisco Francisco R. Adrados © EDICIO EDICIONE NES S CLÁSICAS, S.A. S. A. San Máximo 31,4o 8 Edificio 2000 28041 Madrid I.S.B.N. 84-7882-083-3 Depósito Legal: M-17452-1992 Impreso en España Imprime: EDICLÁS San Máximo 31, 4o 8 Edificio 2000 28041 Madrid

PRESENTACIÓN  Edip o Rey Re y   es, quizá, la tragedia que más nos El  Edipo dice sobre la entraña íntima del drama humano, la más moderna, de otra parte, en cuanto a su estructura tea tral. Llega directamente a nosostros: es arcaica y con temporánea, poética y sugeridora de mil cosas. Trata, además, un mito bien conocido y que ha influido mu cho en el pensamiento contemporáneo. Para mí es verdaderamente querida porque está uni da a muchos recuerdos de mi dedicación al teatro grie go. La traducción que hoy se pone en escena es -con ciertos retoques hechos de acuerdo con Pedro AlvarezOsorio para aproximarla más al público- una ya anti gua traducción mía que hace años fue puesta en escena por un grupo de universitarios: en diversas Universida des y teatros al aire libre, incluidos los romanos de Mérida y Sagunto. Es, pues, una versión que está ya bien rodada. Aprendí mucho al ver la reacción directa de espec tadores de ciudades y pueblos de diversos lugares de España. Entraban directamente, con toda naturalidad, en el mito griego y en su dramatización por Sófocles.

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Francisco R. Adrados

Me gustaría que esto continuara siendo cierto ahora que la obra es puesta en escena por un distinguido elenco de profesionales, director y actores, con un planteamien planteamiento to nuevo. Hubiera yo preferido, quizá, poner en escena algu na nueva traducción mía de los trágicos griegos: pero reponer ésta, con los retoques indicados y con una puesta en escena totalmente nueva, es un desafío im portante.  Edipo s,  en España y fuera de Ha habido muchos  Edipos, España; incluso en Mérida. Este es una apuesta por una versión fiel original, versión que trata de captar y transmitir, además, su aliento poético. Que mantiene los coros antiguos, sin los cuales una tragedia no es tragedia, e incluso, en lo posible, el canto de los mis mos: sus intervenciones las presentamos en cursiva.  Edipo  Edip o rey re y es una tragedia que ofrece una investiga ción diríamos que policíaca y, al tiempo, una investi gación sobre el ser mismo del hombre. Aunque sujeta a interpretaciones múltiples. Porque Edipo, juguete del azar y de tantas coerciones que le cercan, con las que choca sin saberlo ni quererlo, luchando con valor e in teligencia por escapar de la red que en tomo se estre cha, cha, es la imagen imagen misma del hombre hombre que busca busca libertad libertad y busca saber y que choca con toda esa zona oscura que le rodea y ante la que naufragan su saber y su inte ligencia. Es trágico el destino de Edipo y hay grandeza en él. La condena que ha lanzado contra el asesino de Layo cae sobre él mismo, este es el terrible descubrimiento: 6

 Pre  P rese sent ntac ació ión n

es él el asesino, el esposo de su madre. Ha de exiliarse, ciego. Al menos, la ciudad queda así liberada de la peste y él encuentra el consuelo de la compañía de sus hijas. Y se convierte en una especie de santo patrón de Tebas, objeto de veneración. Aunque esto es ya en la Colono. otra tragedia, el Edipo en Colono. Es bien sabido, una representación arqueológica de una tragedia es no sólo imposible, también indeseable. Lo que pretendemos es despertar en nuestro público las sensaciones que experimentaba el antiguo. Para ello hay que ser fieles al texto del poeta antiguo, humilde mente fieles, sin alharacas de supuestas modernidades y genialidades. Pero los límites son estrechos, las solu ciones siempre difíciles. El público dirá en qué medida hemos acertado todos al intentar hacer vivir al público de hoy el drama de Edipo, hacerlo humano en general. Meditar y sentir sobre él, como si fuera nuestro. * * *

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 Ed  E d i p o R e y de Sófocles

PERSONAJES E d i p o , rey de Tebas. Teba s.

su esposa y madre, viuda de Layo. C r e o n t e , hermano de Yocasta. T i r e s i a s , adivino, ciego, anciano. Corinto. rinto. M e n s a j e r o de Co

 Y  o c a s t a ,

Mensajero segundo. Si e r v o ,

antiguo pastor de Layo. Corifeo.

de ciudadanos de Tebas. Suplicantes Suplicantes co con n un S a c e r d o t e a la cabeza. Las dos hijas de Edipo, Antigona e Ismene, aún niñas, criados y doncellas del palacio. (No hablan) Co r o

La escena es en Tebas. Ante el palacio.

 Ed  E d ipo ip o R e y

(Ante (Ante elpalaci palacio o de Edi Edipo se encuent ncuentra ran n el Sacerdote acerdotey un coro mu mudo de de ciudad ciudadanos suplica suplicant ntes) es) Hijos, generación nacida d e aquel antiguo Cadmo, fundador de Tebas, ¿por qué en mi presencia estáis ante los altares con ramos de suplicantes? La ciudad está al tiempo inundada de perfumes, de cantos d e peanes, de lamentos; no quiero oír de otros mensajeros que vosotros qué significa esto; por eso estoy aquí, yo, a quien todos llaman el glo rioso Edipo. ¡Ea!, pues, anciano, explícate, pues por tu edad debes hablar antes que éstos: ¿por qué estáis aquí? ¿Por miedo, o a implorar? ¡Habla sa biendo que yo quiero ayudaros en todo, porque se ría insensible si no me apiadara ante una súplica como ésta! S a c e r d o t e - Pues bien, Edipo, rey de mi patria, ves de qué edades tan dispares somos los que estamos sen tados ante tus altares: unos aún no tienen fuerza para un largo vuelo; otros somos sacerdotes ya tor pes por la edad -yo, lo soy de Zeus-; estos otros son los mejores de los jóvenes, y la multitud restan te está sentada en las plazas con sus ramos de supli cantes, tanto junto a los dos templos de la diosa Pa las como al de Apolo a orilla del Ismeno, altar de cenizas augurales. Pues la ciudad, como tú mismo ves, sufre el em bate de un fuerte temporal, y no puede levantar su

Ed i p o -

Sófocles

cabeza del fondo de sus olas de sangre. Perece en los frutos abortados de la tierra, perece en los reba ños de vacas y en los partos sin hijos de las muje res; y, además, el dios que lleva el fuego, la peste odiosa, azota impetuoso a la ciudad y el negro Ha des atesora lamentos y gemidos. No es por creerte igual a los dioses por lo que yo y estos jóvenes es tamos sentados junto a tus altares; pero sí porque eres el primero de los hombres en los azares de la vida y en la conciliación de los seres celestiales, pues que viniste a la ciudad de Tebas y nos libraste del tributo que pagábamos a la dura cantora; y ello sin habernos oído nada más que los otros ni haber sido instruido en el secreto, sino con la ayuda de un dios, según se dice y cree, que ha enderezado nues tra vida. Pues bien, también ahora, ¡oh, Edipo, glorioso más que nadie a los ojos de todos!, todos los supli cantes te imploramos que nos encuentres una ayu da, ya sea porque hayas oído la voz enviada por al guno de los dioses, ya que algo sepas por boca de los hombres. Yo sé que los consejos de las personas de experiencia obtienen mejor el éxito. Ea, ¡oh, el mejor de los mortales!, haz erguirse de nuevo a esta ciudad; cuídate de tu fama: ya que esta tierra te lla ma ahora su libertador por tu celo de antaño; y haz que jamás nos acordemos de tu reinado como de un tiempo en que nos pusimos en pie y luego caímos: ¡levanta a esta ciudad dejándola segura! En aquella ocasión nos diste la salud con un agüero favorable: 12

 Ed  E d ipo ip o Re R ey

¡se igual ahora con nosotros! Que si has de reinar sobre esta tierra de la que ahora eres señor, más be llo será hacerlo estando poblada que desierta, pues nada es ni una ciudad fuerte ni una nave sin los hombres que la ocupan. E d i p o - ¡Oh, hijos dolo dolorid ridos! os! Me Me es conocido,  y no ig norado, aquello que buscáis; porque bien sé que su frís todos y, sufriendo, no hay ninguno que padezca igual que yo. Vuestro dolor afecta a cada uno de por sí y a nadie más; pero mi alma llora por la ciu dad; por mí y por ti a la vez. Por ello, no me habéis despertado de mi sueño; estad seguros de que he vertido muchas lágrimas y he recorrido muchos ca minos en mi mente. Y el único remedio que he en contrado, después de mirar mucho, ése lo he pues to: he enviado a Creonte, mi cuñado, al templo de Apolo Pítico, a que inquiera qué he de hacer o decir para salvar a esta ciudad. Al calcular el tiempo transcurrido, estoy inquieto por lo que pueda haberle ocurrido; pues tarda más del tiempo necesario, fue ra de toda previsión. Pero cuando llegue, seré yo un homb hombre re vil vil si no hago todo todo cuanto cuanto revele revele el Dios. Dios. S a c e r d o t e - En momento momento opor oportu tuno no lo dijiste, dijiste, pues és és tos me indican que Creonte llega. E d i p o - ¡Apolo Sobe Soberan rano, o, que traiga traiga una una noticia salv salva a dora comparable al resplandor de sus ojos! S a c e r d o t e - A lo que se ve, trae buenas nuevas; en otro caso no ve adría así, con una corona de laurel.

(Se (Se aproxim aproxima Creonte) reonte) 13

Sófocles

hemos de saber pronto; está a distancia para poder oír. Cuñado, hijo de Meneceo, ¿qué res puesta del dios nos traes?

Edipo - Lo

C r e o n t e . -   Buena; pues hasta las desdichas, si tienen venturas. se trocan en venturas. ¿Mas, as, cuál es la respuesta? respuesta? Pues por por lo que E d i p o - ¿M hasta ahora has dicho, no estoy ni confiado ni te meroso. deseas oírla oírla estan estando do ellos dela delant nte, e, es e s C r e o n t e - Si deseas toy dispuesto a hablar; e igual si quieres estar dentro. E d i p o - Habla Habla ante ante todos: todos: pues es por por éstos más que por por mí mismo mismo por quienes tengo el duelo duelo.. C r e o n t e . - Voy a decir lo que escuché del dios. Febo nos ha ordenado claramente expulsar del país a la impureza que, según dice, ha arraigado en él y a no dejar dejarla la que prospere prospere incurab incurable. le. E d i p o - ¿Mediante qué rito? ¿Nuestra desgracia, en qué consiste? C r e o n t e  Desterrando al culpable o vengando la muerte con la muerte, por que esta sangre es la que trae el temporal a la ciudad. E d i p o .-* ¿Y a la muerte de qué hombre se refiere? C r e o n t e . - En tiempos, señor, era Layo el rey de esta tierra, antes de gobernar tú esta ciudad.  s é de oídas; Edipo.- Lo  sé  oídas; porque jam porque jamás ás lo vi. C r e o n t e . - Ahora nos manda castigar a los culpables de su muerte. E d j p o , - ¿Y dónde están? ¿Dónde se encontrará la os cura huella de esta ai.igu ai.i guaa culpa culpa?? un buen fin, fin,

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 Ed  E d ipo ip o Rey R ey

Dijo que aquí. Lo que se busca es posible encontrarlo: en cambio, aquello de lo que nadie se preocupa nos pasa inadvertido. E d i p o . - ¿Fue en el palacio o fue en el templo en donde Layo halló la muerte? ¿O fue en tierra extranjera? C r e o n t e - Marchó a visitar el santuario de Delfos, se gún dijo, dijo, y ya no volv volvió ió a casa una vez que pa partió rtió.. E d i p o - ¿Y no lo vio algún caminante, algún acom pañante que, al damos noticia, nos pudiera ayu dar? C r e o n t e . - Han muerto, salvo uno que huyó atemori zado, y, fuera de una cosa, nada puedo decir a cien cia cierta de lo que vio. E d i p o - ¿Qué ¿Qué cosa? Pues Pues una una sóla sóla podr podría ía ser el camino camino para enteramos de otras muchas, si halláramos un pequeño principio de esperanza. C r e o n t e - Dijo que unos bandidos, saliéndole al en cuentro, lo mataron. No un hombre solo, sino una multitud. bandido idos, s, si no se tra tramó todo E d i p o - ¿Y cómo esos band desde aquí con ayuda de dinero, habrían llegado a tanta audacia? pero después después que murió urió C r e o n t e - En eso se pensó; pero Layo, no hubo, en nuestro infortunio, nadie que sa liera en su defensa. E d i p o - ¿Ycuál fue ese infortunio que impidió, cuando el trono cayó de esta manera, que ello se descubriera? C r e o n t e - La esfinge, la cantora de enigmas, nos for zaba a cuidamos de lo más inmediato, dejando lo dudoso. C r e o n t e .-

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Sófocles

Voy a aclararlo todo desde,el comienzo mis mo. Febo, tiene toda la razón, y tú mismo, al preo cuparos del muerto; y, como es justo, me hallaréis como aliado, defendiendo a esta tierra y al dios al mismo tiempo. No es en defensa de amigos aleja dos, sino en la de mí mismo, como esta mancha he de limpiar. Quienquiera que fuese el que a Layo dio muerte, podría quererme dar la muerte con su mano culpable. Ayudándole a él, a mí mismo me ayudo. ¡Ea, deprisa, hijos, levantaos recogiendo esos ramos suplicantes! Que alguien reúna aquí al pue blo de Tebas, porque ningún recurso he de dejar: o seremos dichosos con ayuda del dios, o pereceremos. S a c e r d o t e - Hijos míos, levantémonos, pues vinimos aquí en busca de las cosas que Edipo nos promete. Y Febo, que ha enviado esta respuesta de su orácu lo, venga venga cual salvador salvador y acabe acabe con con la peste. peste. Edipo -

Cor o  De Zeus dulce voz, ¿cual has llegado desde el áureo Est. 1  De

Ant.

 Delfos a Ißgloriosa Teb Te bas?Me to torturo rturo,, tiembl embla a de miedo edo el angusti angustiado ado corazón,  Ap  Apolo Delio, salvador. Temo a cau causa de ti: ¿qué cosa nuev nueva a enví envías, o repeti repetida con con los los años? años?  Dilo, hijadel áureaEsperanza, Famainmortal. 1 Te invoco nvoco la laprim primera, hij hija de Zeus, Atenea Atenea inm inmo orta rtal; luego uego a nuestra nuestrapat patrona, aArtem rtemiis, sent sentada ada en en su trono rono glorioso glorioso de la laplaza; plaza;  y a Febo elflechador. 16

 Ed  E d ipo ip o Rey R ey

Vertid tid, debeladores debeladores de la la muerte. uerte. Si amenazando amenazando antaño antaño la la desgracia, desgracia, desterrast desterrastei eiss la lla llama del do dolor, veni venidtambién aho ahora ra.. Est. 2 ¡Ayme! Sufro Sufro dol dolores ores incontab ncontablles. Todo mi pueblo pueblo se hall halla enf enfeermo rmo, ni hay hay lam lama a del ingenio con la cual cual defende nderse. rse. Ni losfrut rutos maduran uran de la ti tierra erra,, ni lospart partos com compens pensan an el dolor dolor de las las mujeres: ujeres: a uno tra tras otro otropuedes puedes ver la lanzarse, como como a un un  pá  pájaro alado, más ráp rápido que que elfuego inco incont ntenib eniblle hacia hacia la oril orilla del sombrío sombrío dios. Ant. 2 La  La ciudad muere en número infinito;  pr  propagando lapeste, yacen sus hijos en el suelo sin sinpiedad; piedad; y las viu viudady las madres res con con sus ca canas, nas, lloran en en lo los altares  po  por doquier, suplicando en su dolores: bril brilla elpea pean, bril brilla la la voz voz que que gime en en unió unión n de laflauta; túpor ello ello, dorad dorada a hij hija de Zeus, envíanos tu tu ayuda ayuda sonri sonriente. ente. Est. 3 Yque Ares, res, el violento, que ahorasin sin el bronce ronce de las las armas armas me hace ard ardeer, atacándom atacándomee ent entre grit gritos, se alej alejee a la la ca carrera de de mi mipatri patria a  y que el viento le lleve al Océano, vasta vasta mora morad da del Anf Anfiitrit trita, o alpuerto puerto host hostil il al extra xtranjero njero,, a las las olas olas de Tracia; Tracia;  pu  pues si la noche algo no acaba viene viene el dí día detrá detráss a term terminarlo; a este este dios, ¡oh, señ señor  or  17

Sófocles

del rel reláámpago pago íg ígneo, neo,  pa  padre Zeus, aniquílale a fin  fi l n bajo tu rayo! Ant 3  Re  ReyLicio, Apolo, quisieraque tusflechas indomables vol volaran aran desde el oro de tu arco cualprotect protectoras oras nuestra nuestras, s, y con ella ellas deArtem Artemiis las antorcha antorchas, s, con con las cuales va a la la carr carrera erapor los montes ntes.. Y llamo amo al dios dios de la la aúr aúrea ea banda banda que da nombre nombre al alpaís, país, aBaco Baco llamo defaz roja: roja: ¡que con la las ménade ménadess vini viniendo se ace acerque rque co con el  fue  fuego de un unpin pino envuel envueltto en en ll llamas, aliado ado cont contra ra el dios dios que que está está mal maldito dito de los dioses! dioses! - Pides; Pides; y lo que pides, si es que que quier quieres, es, oyendo mis palabras, escucharlas y remediar la peste, reci birás: ayuda y alivio en tus desgracias. Son palabras de un hombre que es ajeno a lo que se dijo o suce dió; no podría llegar lejos rastreando si no tuviera algún indicio. Ahora, como soy ciudadano entre los ciudadanos desde una fecha más reciente, proclamo ante todos los tebanos lo siguiente: el que de entre vosotros sepa a manos de quién murió Layo, el hijo de Lábdaco, a ése, le ordeno darme cuenta de todo; si tiene miedo, que se anticipe en acusarse a sí mis mo: ningún otro castigo sufrirá fuera de irse, sin ser tocado, de esta tierra. Y si hoy sabe que el criminal es un extraño de otra ciudad, que no se calle: yo le daré la recompensa y además tendrá mi gratitud. E n cambio, si calláis y alguno, por temor, no cumple

Edipo

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 Edi  E dip p o Rey R ey

mi orden denunciando a su amigo, o a sí mismo, lo que he de hacer entonces, oíd de mí: Prohíbo que a este hombre, sea quienquiera, na die en este país, cuyo gobierno y trono rijo, le dé acogida ni le hable ni haga en su compañía ofren das o plegarias a los dioses o le dé agua lustral; échenle fuera todos de sus casas, pues es para noso tros una mancha: el oráculo pítico de Apolo acaba de decírmelo. Tal aliado soy para el rey muerto y para el dios de Delfos; y maldigo al culpable, sea uno o alguien en compañía de varios: ¡que ¡que ese infa infame me pierda pierda,, en forma infame, su vida miserable! ¡Pido para mí mismo, si llega a entrar en mi pa lacio con mi conocimiento, que sufra yo la maldición que a éstos éstos he lanzado lanzado!! ¡Yo ¡Yo os ordeno que cumpl cumplái áiss todo esto en interés mío, del dios, y de esta tierra arruinada así, sin frutos, sin ayuda de los dioses! Porque aunque el crimen no hubiera sido recor dado por el dios, no era normal que lo dejáseis sin limpiar, habiendo muerto un hombre noble, un rey, sino al contrario, que lo investigáseis hasta el fin. Y ahora, pues que tengo el poder que él tuvo un tiem po, tengo su lecho y la mujer que ambos hicimos nuestra, e hijos comunes nos habrían nacido si no se hubiese malogrado su progenie -ya que la fortu na se abatió sobre su cabeza-; por todo ello, yo le presto mi alianza, tratando de encontrar al asesino para vengar al hijo de Lábdaco, de Polidoro, del viej viejoo Cadmo Cadmo y del más viejo viejo Agenor, ¡a La Layo yo!! 19

Sófocles

¡Pido a los dioses que para aquellos que no cumplan mis palabras, no hagan crecer las mieses de la tierra, ni nacer los hijos de sus mujeres, sino que mueran con la muerte que ahora sufren y aun una peor peor!! A los los otros tebanos a quienes quienes place place todo todo esto, ¡ojalá la Justicia aliada y todos los demás dio ses os escuchen de por siempre! C o r i f e o - Obligad Obligadoo por por tus tus imprecaciones, imprecaciones, voy, señ señor or,, a contestarte. Ni he matado ni puedo mostrarte al matador. En cuanto a esa búsqueda, correspondía a Febo, que la ha dirigido, decir quien fue el culpable. E d i p o . - E s justo lo que has dicho; dicho; pero ningún ningún homb re podría obligar a los los dioses a aquello qu e no quiere quieren. n.

- Voy a decir lo que, que, en segudo lug lugar, me pa rece mejor. E d i p o - Aunque Aunque sea lo mejor mejor en tercer tercer térm término, ino, no de  jes  je s de decir ecirlo lo.. que Tiresias es quien, quien, antes antes que que nadie, nadie, ve C o r i f e o - Sé que lo mismo que el rey Apolo; si investigáramos el caso con su ayuda, sería la mejor forma de aclararlo. Tampoco he dejad dejadoo esto sin ha hacer. er. A instancias instancias E d i p o - Tampoco de Creonte le he enviado dos mensajeros: debían haber haber llegado ya hace hace tiempo. tiempo. C o r i f e o - Fuera uera de este este remedio, en ve verd rdad ad,, lo lo demás demás son palabras ya apagadas y lejanas. E d i p o - ¿C ¿Cuáles? uáles? Yo Yo quiero investi investigar gar toda toda palab labra ra.. murió rió a manos manos de unos cami cami C o r i f e o - Se dice que mu nantes. E d i p o - También yo lo he oído; mas nadie sabe de quién esto vio. Corifeo

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 Edi  E dip p o Rey R ey

- Si sabe sabe lo qu que es miedo, no seguirá seguirá callado callado después de oír tus maldiciones. que no no tiene miedo al ob obrar, una pala palabr braa no no E d i p o - A l que le atemoriza. C o r i f e o - Hay quien puede ponerlo al descubierto. Aquí nos traen ya al divino profeta; sólo a él entre los hombres le es innata la verdad. Corifeo

(Lleg (Llega a Tiresia Tiresias) ¡Oh, Tiresias, Tiresias, tú tú que todo todo lo sabes, sabes, lo lo que que pue pue  E d i p o - ¡Oh de decirse y lo secreto, lo que pasa en el cielo y en la tierra! Esta ciudad, aunque no ves, tú sabes, sin embargo, qué enfermedad padece; eres el único protector, el único salvador que le encontramos. Pues Febo, si no lo oíste ya a mis mensajeros, esta respuesta dio a nuestra nuestra pregu pregunta nta:: solament solamentee vendrá el fin de este mal si, descubriendo a los ase sinos de Layo, los matamos o fuera de esta tierra los expulsamos desterrados. Tú, pues, no calles la respuesta de las aves ni otro camino alguno de la adivinación; y sálvate a ti mismo, y a la ciudad, y sálvame y aleja toda la im pureza nacida de la víctima. En tus manos estamos: ¡que un hombre ayude a otros en lo que puede y es capaz, es la más noble de todas las acciones! T i r e s i a s - ¡Ay ¡Ay, ay ay,, cuán terrible es sab saber, er, cuando cuando no paga los gastos al que sabe! Yo sé esto muy bien, mas lo había olvidado; en otro caso, no hubiera venido aquí. ¿Qué sucede sucede?? ¡Con ¡Con qué qué desánimo desánimo has llegado! E d i p o - ¿Qué 21

Sófocles T i r e s i a s  D éjam éj am e ir a mi c asa; asa; m ucho uc ho mejor mejo r t ú y yo soportaremos de esta manera nuestra vida, si me haces caso.

has dicho cosa justa ni que pruebe tu amor a esta ciudad, que te ha criado, al denegarle la res puesta. T i r e s i a s - E s que veo que no pronuncias tus palabras con oportunidad para ti mismo; no quiero que me pase a mí lo propio. E d i p o - Por los dioses, si lo sabes, sabes, no te niegu niegues; es; te lo pedimos todos éstos suplicantes.

E dipo - N o

T i r e s i a s , - E s   que no lo sabéis. Mas no hay cuidado de que yo rev ele m is de sdichas...por sdichas...por no decir las las tuyas. tuyas.

- ¿Qué ¿Qué dices? ¿Sabiéndolo, no vas a hablar lar, sino que piensas traicionamos y arruinar la ciudad? T i r e s i a s - N i a mí ni ni a ti quiero quiero cau causar dolor. lor. ¿Por qué qué en vano me preguntas esto? De mí no vas a conocerlo. E d i p o - ¿ N o vas, vil entre viles -hasta a una piedra ha ría airarse-, no vas jamás a hablar? ¿Vas a mostrar te así, insensible, inútil? T i r e s i a s , - Censuras mi manera de ser; pero no ves la que hay dentro de ti y por eso me criticas. indignarse se oyendo E d i p o - ¿Y quién sería capaz de no indignar esas palabras con que tú ahora haces ultraje a la ciudad? T i r e s i a s , - Son cosas que vendrán, aunque yo las en vuelva en mi mi silencio, E d i p o - Pues bien, bien, si han de venir, venir, tú debes debes revelármelas. revelármelas. T i r e s i a s , - No quiero decir más. Ante esto, si te place, eníurecete con la cólera más fiera. Edipo

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 Ed  E d ipo ip o Rey R ey

- Ninguna cosa cosa he de de call callaar, según estoy de ai rado, de las que ya imagino. Sabe que me pareces haber tramado el crimen y haberlo ejecutado, sal vo que no has matado con tu mano; y si pudie ras ver, diría que el crimen había sido obra de ti solo. ¿Dee ver verda dad? d? Te Te requier requieroo a que cumplas cumplas la T i r e s i a s - ¿D proclama que has lanza lanzado do:: ¡desde ¡desde est estee día no nos hables ni a éstos ni a mí, pues eres tú el impío que contamina a este país! E d i p o - ¿Tan impúdicamente lanzaste estas palabras? ¿Dónde piensas huir de esto que has hecho? Edipo

T i r e s i a s , - E sto y ya a salvo: llev o en m í la la verdad, verdad, és éstta es mi fuerza.

- ¿Y de quién la la apren aprendiste? diste? Sin duda duda,, de nadie de tu oficio. ti; tú me forzast forzastee a hablar, mal de mi T i r e s i a s - D e ti grado. ¿Qué palab palabra ras? s? Dilas Dilas de nuevo nuevo,, para para enter enterar ar E d i p o - ¿Qué me así mejor. T i r e s i a s - ¿ N o me entendiste? ¿O quieres sonsacarme con tu charla? E d i p o - N o te he entendido en forma que quedara ente rado. Habla de nuevo. Digo que eres eres el asesino, ése é se a quie quien n bus T i r e s i a s - Digo cas.

Edipo

E d i p o - N o   te reirás si dices dos veces esa infamia.

- ¿Qué ¿Qué más he de dec decir, ir, para para que más más te en colerices? E d i p o - Tú di lo que desees, pues será dicho en vano.

T ir e s ia s

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Sófocles

Digo que no advertiste que tenías un trato infame con los más queridos ni ves adónde llega tu desgracia. E d i p o - ¿Crees que vas a decir siempre esto sin lágri mas? T i r e s i a s - Sí, si es que tiene fuerz fuerzaa la ve verd rdaad. E d i p o - La tiene, pero no para ti; no existe porque eres ciego cieg o de los oídos, oí dos, del pensam pensamiento iento y de los ojos. T i r e s i a s - Y tú eres eres desgraciado desgraciado por censu censurar rarm me cosas cosas que ninguno de éstos dejará de censurarte muy en breve. E d i p o - Te envuelve eterna noche; ni a mí ni a ningún otro que vea la luz puedes causamos daño. T i r e s i a s , - N o es tu destino caer víctima de mí; Apo lo es suficiente, a cuyo cargo está llevar esto ade lante. E d i p o - ¿ E s tuya o de Creonte esta maquinación? T i r e s i a s - N o es Creonte ningún mal para ti; pues lo eres tú para ti mismo. E d i p o - ¡Oh, riqueza y poder y astucia que triunfa de la astucia en las querellas de la vida, cuán grande envidia atesoráis si por esta realeza que la ciudad me dio como un regalo, que no la pedí yo, Creonte el fiel, el amigo de siempre, me ataca con insidias y desea destronarme lanzándome este brujo, este tramposo, este embustero charlatán, que tiene vista sólo para el lucro, pero es ciego en su arte! Ea, dime, vamos; ¿en qué ocasión te has revela do adivino veraz? ¿Por qué, cuando la perra cantora estaba aquí, no dijiste a estos ciudadanos ninguna T i r e s i a s .-

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 Ed  E d ipo ip o R ey

palabra salvadora? En verdad, explicar el enigma no era una empresa de cualquiera, sino que requería arte adivinatoria; y no se vio que la tuvieses, ni sa cada del vuelo de las aves, ni revelada por alguno de los dioses; fui yo, Edipo, el que nada sabía, el que hube de hacerla callar, hallando la respuesta por mí mismo, y no aprendiéndola del vuelo de las aves. ¡Yo, a quién tú intentas destronar, esperando estar cerca del trono de Creonte! Creo que tú y el que ha tramado todo esto vais a expulsar al hombre impuro con llanto propio; y si no viera que eres un anciano, aprenderías a tu costa de qué clase es tu ciencia. C o r i f e o - Edipo, según nuestra opinión, lo mismo sus palabras que las tuyas fueron dichas con ira. No son estas palabras las que resultan necesarias, sino bus car cómo mejor descifraremos el oráculo del dios. T i r e s i a s - Aunque Aunque tú tú eres eres el rey, he he de tener igual igual de recho, al menos, a darte igual respuesta; esto lo puedo yo también. Pero no vivo como esclavo tuyo, sino de Apolo; así, no voy a empadronarme con Creonte por patrono. Te digo, ya que tú como a cie go me injuriaste: teniendo vista, tú no ves a qué punto has llegado de desgracia, ni dónde moras, ni con quién vives. ¿Sabes de quienes has nacido? ¿No te das cuenta de que eres enemigo de los tuyos, de los muertos y de los vivos? La doble maldición, de implacable paso, de tu madre y tu padre ha de expulsarte un día de esta tie rra, un día en el que tú, que tienes ahora vista, sólo 25

Sófocles

verás las tinieblas. De tu clamor, ¿qué valle del Citerón no será puerto?, ¿qué valle no hará eco cuan do te enteres de la boda a la que dentro de tu casa navegaste -a un puerto que no es puerto- encon trando bonanza? Ni ves la multitud de otras infa mias que te habrán de igualar con tus hijos. ¡Después de esto, injuria a Creonte y a mi len gua; pues no hay mortal alguno que vaya a ser nun ca aplastado en una forma más infame! E d i p o - ¿Es tolerable oír de éste tales cosas? ¿No te irás a la mina rápidamente? ¿No darás media vuelta y te irás de este palacio? T i r e s i a s - N o   habría venido, si no me hubieras convocado.

- Ignora Ignoraba ba que hubiera hubierass de decir palab palabra rass inse insen n satas; jamás en ese caso te habría hecho venir a mi palacio.

Edipo

T i r e s i a s , - Y o   soy, según tú crees, un insensato; pero para los padres que te dieron el ser, un hombre sa bio  b io..

¿Cuáles? Espera. ¿Quién me ha engendrado a mí entre los mortales? T i r e s i a s - Este Este día día mostr mostrar aráá tu tu nacimiento nacimiento y ca caus usar aráá tu mina. demás enigmático enigmático y oscuro oscuro es lo que di E d i p o - Por demás ces. T i r e s i a s - ¿ N o naciste el más hábil en descifrar enig mas? E d i p o - Injúriame en las cosas en que el más grande me hallarás. Edipo -

26

 Ed  E d ipo ip o Rey R ey T i r e s i a s -  Y, sin sin embargo, es este azar e l que te ha ha pe rdido. E d i p o -   Si he salvado

con

ello a esta ciudad, nada me

importa. T ir e s ia s

- Me mar march cho, o, pue pues; s; llévame, niño. niño.

E d i p o -   Que se lo lleve; aquí presente, estorbas y molestas, mientras que, yéndote, no vas a danne más dolor.

- Me voy diciendo diciendo aquello aquello pa para lo que que vine, sin tener miedo de tu rostro; pues no puedes causar me mal alguno. Yo te digo: ese hombre al que bus cas hace tiempo, amenazando y lanzando procla mas sobre la muerte del rey Layo, está aquí: pasa por extranjero aquí asentado, pero pronto se verá que ha nacido tebano y no se alegrará de esa fortu na: ciego en vez de vidente, mendigo en vez de rico, recorrerá tierras extrañas tanteando el suelo ante sí con un bastón; verán todos que es al mismo tiempo padre y hermano de los hijos con quien vive, hijo y esposo de la mujer de que nació y here dero del lecho y asesino de su padre. Penetra en el palacio y reflexiona sobre esto; y si descubres que he mentido, entonces puedes afirmar que ignoro el arte de la profecía. (Sal (Salen Tiresias Tiresiasy el Lazari Lazarilllo)

T ir e s ia s

Cor o Est. 1

¿Quién uién es el que la rocaprofét ocaprofétiica deDelf elfos dice dice que ha hecho hecho la la inf infa amia con con sus manos sangrientas?  Ho  Hora es de que en lafug fuga tenga un unpie más veloz veloz que que lo los corcel corceles 27

Sófocles

al viento viento semejant semejantes; es;  pu  pues armado defue fuego y de relámpagos de Zeus Zeus el hi hijo cont contra ra él se se lanz lanza a. Y detrás detrás de él cam caminan nan los Had Hados os implaca placabl bles. es. Ant. 1 Ha  Ha brillado en la altura nevada del Parnaso una voz: ¡que todos todos bus busq quen al desconocido! desconocido! Caminapor por el bosque bosque sal salvaj vaje, por por las cueva cuevas y las roc rocas, a un un toro toro semej semejant ante, e, trist risteey solo solo en su su marcha rcha solay triste riste; de sí sí alej alejar arpretende pretende lo los oráculos ráculos deDelf elfos;pero pero siem siempre pre vuelan vuelan en torno. torno.  El sabio augur me causa terrible turbación. Est. 2  El  Ni  Ni apruebo ni deniego; nosé lo que decir. Vuelo uelo en enpresenti presentimientos, entos, más ignoro el  pr  presentey elfuturo. Pues qué querel querellla hab había entre entre los losLabdáci Labdácida dass  y el hijo de Pólibo ni antes ni ahora sé, querell querella en en que apoyarme apoyarmepar para alzarm alzarmee cont contra ra el nomb nombre deEdipo Edipo entre entre el elpuebl pueblo o de Te Teb bas  y vengar una muerte no aclarada. Sonsab sabiiosZeus Zeusy Apol Apoloy noig ignora noran n las cosas cosas Ant. 2 Son de lo los mort mortales; ales; pero pero que valga valga un un adi adivino vino más queyo, no es sentenci sentencia a verdade verdadera: ra: la ciencia ciencia co con su ciencia ciencia un varón varón es capaz capaz de supera superar. r.  An  Antes de tenerpruebas no escucho a los que acusan. Pues la vi virgen rgen alad alada a cont contra ra Edi Edipo lanzóse un un díay se le vio vio sabio sabioy amigo: igo:  ja  jamás le acusaré de ningún crimen. (Llega Llega Creonte) reonte) 28

 Edi  E dip p o Rey R ey

Ciudadanos, al enterarme de que el rey Edi po me hace objeto de acusaciones graves, me he presentado aquí, desesperado. Pues si en los infor tunios actuales cree haber sufrido de mi parte, en palabras o en obras, algo que le haga mal, no tengo yo deseo de una vida dilatada si ha de decirse esto de mí. Porque esta mala fama no es para mí un úni co castigo, sino uno muy grande, al ser llamado in fame en la ciudad y por ti mismo y por mis amigos. C o r i f e o - Sí; mas quizá esta injuria pudo venir bajo el imperio de la ira más que del pensamiento de la mente. C r e o n t e - ¿ L o que se dijo fue que persuadí yo al adi vino a pronunciar palabras embusteras? C o r i f e o - Esto es lo que se dijo, no sé con qué inten ción. C r e o n t e - ¿Y con ojos serenos y mente no turbada se lanzó contra mí esa acusación? C o r i f e o - N o sé; no tengo ojos para lo que hace el so berano. Mas hele aquí que sale del palacio.

Creonte

(Edipo (Ediposale sale delpal palacio) E d i p o - ¿Cómo ¿Cómo has venido venido aquí aquí?? ¿O llega llega a tant tantoo tu impudor que has acudido a mi palacio, tú, que eres claramente mi asesino y el ladrón descarado de mi trono? Ea, di, por los dioses: ¿fue al ver en mí locu ra o cobardía por lo que te decidiste a obrar así? ¿O es que pensaste que no iba a descubrir tu plan, que me atacaba con engaños, o que, si me enteraba, no me iba a defender? ¿Y no ves que tu intento era in 29

Sófocles sensato, perseguir sin ayuda del pueblo ni de amigos la realeza, que sólo es rendida por el número y el oro?

¿Sabes lo que has de hacer? En respuesta a tus palabras, óyeme un tiempo igual; luego juzga tú mismo, una vez enterado. E d i p o - Tú eres hábil para hablar y yo muy poco para comprenderte, pues te he encontrado hostil y mal intencionado para conmigo. C r e o n t e - Escúchame Escúchame prim primer eroo mi mi explicación explicación de esto. esto. Cr e o n t e-

E d i p o - N o vayas a decirme que no eres un villamo. Creonte-

Si

piensas que el orgullo irrazonable es

 bu  b u e n o , n o j u z g a s b ien ie n . E d i p o - Si piensas piensas que insid insidia iando ndo contra contra un hom bre de tu sangre no sufrirás castigo, 110 juzgas bien.

De acuerdo con que eso que has dicho es  just  justo. o. Ahor Ahora, a, instr instrúy úyem emee del del daño que que dice dicess que que ha has sufrido. E d i p o - ¿Me persuadiste o no me persuadiste de que debía enviar a alguien a buscar a ese...sabio adivino? C r e o n t e .-

C r e o n t e - Y   continúo  continúo pensando d e igu al modo.

¿Cuánto hace que Layo... C r e o n t e - ¿Hizo qué cosa? No comprendo tu inten ción.

Edipo -

E d i p o   ...s ...sufr ufriió mu erte erte violenta? violenta?

Habría que calcular un largo tiempo; es una fecha fecha antigu antigua. a. E d i p o - ¿E ¿Ejer jercía cía entonces entonces su ar arte ese es e adivin adivino? o? C r e o n t e - Igual era era de sabio, sabio, igual le hon honra raba ban. n. ¿Hizo mención de mí en aque aquellas llas fecha fechas? s? E d i p o - ¿Hizo Cr e o n t e-

30

 Edi  E dipo po R ey

- Ja Jam más, ás, al menos ante ante mí. E d i p o  - ¿E hicisteis pesquisas sobre el crimen? C r e o n t e - Las hicimos, ¿cómo no? Mas nada averi guamos. E d i p o - ¿Y cómo es que ese sabio no dijo nada entonces? C r e o n t e - No sé; pues sobre lo que ignoro prefiero es tar callado. E d i p o - A l menos sabe sabess un una cosa y la dir diráás, pues pues que que me estimas. C r e o n t e - ¿C ¿Cu uál? Pues Pues si yo y o la sé, no he de neg egar arla. la. E d i p o - Que si no se hubiera unido a ti, jamás habría dicho que yo asesiné a Layo. C r e o n t e - Si afirmas eso, tú lo sabrás; por mi parte, quiero aprender de ti tanto como tú de mí. Aprende lo que que qu quieras ieras;; no seré hallado culpa culpa E d i p o - Aprende ble de una muerte. C r e o n t e - Dime: ¿estás casado con mi hermana? E d i p o - No puedo denegar lo que preguntas. C r e o n t e - ¿Gobiernas el país igual que ella, dándole igual igual pode poder? r? Creonte

E d i p o  Todo lo que desea desea,, lo consigue de mí.

¿Y no es cierto que, como un tercero, soy igual que vosotros? E d i p o - Por esto mismo has resultado un amigo traidor. C r e o n t e . - No, si reflexionas como lo hago yo. Mira primero esto. ¿Crees que alguien prefiere ser rey entre temores a reinar sin temblar, teniendo igual poder? No es mi naturaleza la de querer ser rey en vez de poseer poder real; ni la de nadie que sea un hombre cuerdo. Ahora de ti lo obtengo todo sin Cr e o n t e-

31

Sófocles

sentir miedo; si, en cambio, gobernara yo mismo, habría de hacer mil cosas contra mi voluntad. ¿Cómo me iba a ser más agradable la realeza que tener el poder y un mando sin pesares? No estoy tan ofuscado que desee otra cosa que lo que es a un tiempo honroso y útil. Ahora, todos me desean prosperidad y todos me saludan; ahora, todos los que te necesitan, a mí me buscan, porque de mí depende su esperanza. ¿Cómo iba yo a tomar aquello y dejar esto? Una cabeza que bien piensa no admite la traición. Ni siento esa ambición ni iría al lado de alguien que obrara así. Como prueba de esto, ve a Delfos y pregunta si he anunciado exactamente la respuesta; o, si hallas que he tramado alguna cosa en unión del adivino, no me mates con un voto solamente, sino con dos: el mío y el tuyo. Pero no me acuses con sólo una sospecha incierta; pues no es justo juzgar hombres de bien a los malvados o, al contrario, malvados a los hombres de bien. Y el apartar de sí a un fiel amigo es igual, yo lo afirmo, que quitarse la vida, lo que más ama cada uno. Con el paso del tiempo aprenderás bien esto, pues es el tiempo el único que muestra al hombre justo, mientras que al malo en un único día podrías reconocerle. ien hablado, hablado, señor señor,, para para uno que procu procure re C o r i f e o - Bien no caer; porque los hombres de decisiones rápidas no son seguros. E d i p o - Cuando el que ataca con insidias marcha rápi do, también yo debo decidir con rapidez. Si me 32

 Ed  E d ipo ip o Rey R ey

quedo inactivo, los planes de éste serán ya hechos, y los míos, fracasos. C r e o n t e - ¿Y cuál es tu deseo? ¿Desterrarme? E d i p o - En modo alguno, alguno, tu muerte muerte,, no tu destierro destierro,, es lo que quiero, a fin de que sirvas de ejemplo de qué cosa es la envidia. C r e o n t e - ¿Hablas como hombre que no cede ni me cree? E d i p o -  Tam poco cedes tú tú ante ante mí. mí. C r e o n t e - E s que veo que no razonas razonas con cor cordura. dura. Ed i p o -

Sí, en lo que me concierne.

C r e o n t e - D ebías hacerlo igual en lo que a mí me atañe. E d i p o   Es que ere e ress un u n malvad malvado. o.

- ¿Y si no entiendes entiendes na nada? - Me debes debes obedienc obediencia ia en todo ca caso. so.

Cr e o n t e Edipo

C r e o n t e  - N o ,  si gobiernas mal.

- ¡Oh ¡Oh, Tebas, Tebas, Teb Tebas! as! C r e o n t e - Ta Tam mbién a mí, no sólo sólo a ti, me imp impor orta ta Te bas. E d i p o . - Cesad, señores; porque veo aquí que, oportu na, viene Yocasta a vuestro encuentro, con cuya ayuda deberíais poner fin a esta disputa. (Sa (Sale Yoc Yocasta delpalaci palacio) o)  Y  o c a s t a - Desgraciados, ¿por qué habéis comenzado esta loca disputa? ¿No os da vergüenza, cuando así  sufre Tebas, de remover cuestiones vuestras?, ¿No entrarás en palacio, y tú, Creonte, en tu casa, evi tando agrandar una cosa pequeña? Edipo

33

Sófocles C r e o n t e -   Hermana, Edipo, tu marido, cree justo castigarme cruelmente, habiendo decidido o expulsarm e de la patria patria o darme muerte. muerte.

- Estoy Estoy de acuerd acuerdo, o, le le he sorp sorpren rendid dido, o, esposa esposa mía, atentando contra mí con malas artes. muera ra maldi C r e o n t e - Que no saque provecho, sino mue to, si he hecho contra ti algo de lo que dices.  Y  o c a s t a - Cr Cree ee esto, esto, Edipo Edipo,, por los dioses, resp respet etan ando do ante todo su imprecación y luego a mí y a éstos que se encuentran ante ti. E dipo

Est.l CORO EDIPO— CORO.— E d ip o — CORO— EDIPO—

Créelo réelodegrado, grado, refl reflexio exiona, na, seño señor, loruego ruego. ¿En qué quieras quieras que ceda? ceda?  Es  Escucha al que antes no era un necio; ahora sujuramen ramentto le hac hacee gra grande. nde. ¿Conoces lo que que quieres? quieres?  L o  conozco.

 Ex  Explícame que dices.

C o ro —

 N o expulses expulses a l amigo que ha jurado,  p o r u n a c u l p a oscu os cura ra,, d esho es honr nrad ado o.

E D IPO IP O 

Sábelo Sáb elo bien: bien: cuando esto esto pides, pides, pides pides la muerte o el destierro para mí.

Est. 2 C o ro —

 No  No, por el más alto de los dioses, el Sol Sol: muera muera sin sin diose dioses, s, sin sin amigos, si éste éste es es mi se sentir. Pero mi mipatr patria queperece, perece, angust ngustiia mi alma desgr desgraci aciada ada si se añaden ñaden info infortunio rtunios recient recientes es a los vi viejos. 34

 Ed  E d ipo ip o Rey R ey E d i p o .-

 Váy  V áyas ase, e, pues, aunque se sea a y o el que qu e haya ha ya de morir o de ser desterrado sin honor de esta tierra. Son tus palabras doloridas, no las su yas,  ya s, las que y o com co m pade pa dezc zco; o; dondequ dond equier iera a que esté, allí he de odiarle.

Cr e o n t e-

Cediendo, eres rencoroso; hiriente, cuanto te excedes en tu ira. Estas naturalezas son, con  just  ju stic icia ia,, las más m olesta ole stass de llev ll eva a r para pa ra si mismas. Déjame y vete. vete.

Ed i p o Cr e o n t e-

Me iré; te he encontrado obcecado, pero para éstos soy el mismo.

(Se alej aleja a Creont reonte) e)  Ant  Ant..

1

Creonte.·  YOCAS  YO CASTA  TA . CORO.

¿A qué espera esperas, s, señora, señora, para para hac hacerl erlee entrar  entrar  dentro?  A ver qué hasucedido. Surg Surgió una sospecha sospecha no segura; segura; y también causa causa heri herida la la injusti injusticia cia..

 ¿ L o s dos se disputaron?  YOCASTA.—  ¿L

Sí. Desentiéndete, Edipo,de Edipo,de lascos lascosas as que di ces y entérate de que no hay ciencia humana que no tenga el don de la adivinación. Te voy a dar la pruba brevemente. Una vez le llegó un oráculo a Layo -no diré del propio Febo, pero sí al menos de sus servidores- diciendo que era su destino morir a ma nos del hijo que nacería de mí y de él. Pero a él, se gún fama, unos hombres extranjeros le dieron muerte en una encrucijada de caminos, y desde el

Coro  Y  o c a s t a -

35

Sófocles

nacimiento de su hijo no pasaron tres días, cuando Layo, atándole los pies, hizo que le arrojaran a un monte inaccesible. Así Apolo no dejó que el niño fuera asesino de su padre ni tampoco que Layo, cual temiera, muriera a manos de su hijo. Estos fue ron los avisos del oráculo, de los cuales no debes cuidarte; pues aquello que un dios considera nece sario, lo saca él mismo fácilmente a la luz. E D ir o  ¡Qué inqui inquiet etud ud del alma, alma, qué turbac turbación ión m e ha ha sobrevenido, esposa mía, al escucharte ahora!

- ¿Qué ¿Qué pensamiento te ha alter alterad adoo pa para ha blar así? E d i p o - Me ha parecid parecidoo oírte oírte que que el rey Layo Layo fue ase sinado en un encuentro de caminos. dijo ento entonces nces y no ha deja dejad do de de de  Y  o c a s t a - A s í se dijo cirse.  Y  o c a s t a

E d i p o   ¿ Y dónde dónde está está e l lugar en que ello ello suced su cedii ó?

- El país país se llama llama Fóci Fócide de;; allí se s e junt juntan an los caminos caminos de Delfo Del foss y de Daulis. Daulis. E d i p o - ¿C ¿Cu uánto ánto hace hace que ocu ocurr rrió? ió?  Y  o c a s t a - Poco Poco antes antes de alcanz alcanzar ar tú el trono trono de Tebas ebas fue anunciado esto a la ciudad. E d i p o - ¡Oh ¡Oh, Zeus Zeus!! ¿Qué ¿Qué has has decidido decidido hacer hacer conmigo?  Y  o c a s t a - ¿Qué ¿Qué es esto, Edipo Edipo,, que que te viene a la me moria? E d i p o  - N o me preguntes todavía. ¿Qué aspecto tenía Layo, qué edad?  Y  o c a s t a - Era alto alto y hacía poco poco le habí habían an nacido nacido ca ca nas; su aspecto no difería mucho del tuyo.

 Y  o c a s t a

36

 Edi  E dipo po Rey Re y

Desgraciado de mí; me parece que no me he dado cuenta hace un momento de que contra mí  mismo profería terribles maldiciones.  Y  o c a s t a - ¿Cómo dices? Tiemblo al mirarte, rey. E d i p o - Terrible desánimo me invade, no sea vidente el adivino. Pero mejor me lo harás ver si me dices una cosa.  Y  o c a s t a - Tengo miedo, pero responderé a lo que pre guntes. E d i p o - ¿Marchaba solo o con escolta numerosa, como un rey?  Y  o c a s t a - Cinco eran en total, entre ellos un heraldo; sólo había un coche, el que llevaba a Layo. E d i p o - ¡Ay, esto ya está claro! ¿Mas quién era, seño ra, el que hizo este relato? E d i p o  -

 Y  o c a s t a . - U n esclavo, el solo solo que se salvó salvó y volvió. E d i p o   ¿Está ahor ahora a en el e l palacio? palacio?  Y  o c a s t a - N o   en verdad; cuando llegó él de allí y vio que tú tú tení tenías as el poder y L ay o estaba estaba m uerto, uerto, m e su plicó, tomándome la mano, que le enviara al campo como pastor de los rebaños, para estar lo más lejos de la vista de Tebas. Yo le envié, pues era digno, para ser un esclavo, de obtener este favor y otro más grande. E d i p o  -

¿Cómo podría venir a toda prisa?

 Y  o c a s t a - E s   fácil, ¿mas por qué lo deseas? E d i p o  Tem o se seño ñorr a, haber hablado hablado demasi demas iado; ado; p or eso quiero verlo.  Y  o c a s t a   Bien, vend ve ndrr á; pero tam ta m bién bi én yo so y

merece

dora, rey, de saber la inquietud que hay en ti.

37

Sófocles

te he de privar de ello, una vez que he lle gado a este presentimiento. ¿Pues a quién hablaría mejor que a ti en este trance? Era mi padre, Pólibo, el corintio, y Mérope, mi madre, de la Dóride. Yo era considerado como el primero de los ciudadanos hasta que me ocurrió un suceso digno de admira ción, ción, si bien no no del calor calor que que puse en él. Un Un hom hombr bree ebrio me dijo en un banquete que yo no era hijo verdadero de mi padre. Yo, vejado, apenas me con tuve; y al otro día fui a mis padres y les hice la pre gunta; y ellos se dolieron de la ofensa del que dejó escapar aquella afirmación. Yo me alegré por ellos, pero aquello me escocía continuamente; pues me llegó a lo vivo. A escondidas de mi padre y mi ma dre, me encaminé hacia Deifos; y Febo, a lo que preguntaba, nada me respondió, mas reveló otras cosas llenas de miseria, de horror y de dolor: que yo debía unirme con mi madre y haría nacer hijos cuya vista los hombres no podrían soportar y había de ser el asesino de mi padre. Cuando esto oí, huí  de Corinto guiándome por las estrellas, a donde ja más viera cumplirse la vergüenza de mi oráculo. Andando, llegué a aquellos lugares en que dices que murió vuestro rey. Voy a decirte la verdad, se ñora. Cuando llegaba cerca de aquella encrucijada vi que hacia mí venían un heraldo y un hombre que montaba en un coche de potros cual tú dices; y el que venía delante y el anciano mismo quisieron apar aparta tarm rmee por la fuerza del camino. Vb go golp lpeé eé con con ira al que me echaba fuera, al cochero, y al verlo el

Edipo - N o

38

 Ed  E d ipo ip o R ey

viejo, aguardando a que pasara, me clavó desde el coche su aguijón de dos púas en mitad de la cabeza.  pun to l e  golpeé con No sufrió igual castigo, pues al punto mi bastón y, rodando del coche, cayó en el suelo boca arriba. Luego di muerte a los demás. Si aquel extranjero tiene que ver algo con Layo, ¿quién es más desdichado que yo? ¿Quién más odiado por los hombres? Sea extranjero o sea ciudadano, nadie puede en su casa recibirme, ni dirigirme la palabra, sino que deben expulsarme de su casa. Y nadie más que yo fue el que me lancé estas maldiciones. Y el lecho del muerto lo mancho con mis manos, por las que él murió. ¿No soy un vil y un hombre impuro? Puesto que he de huir y en mi destierro no he de ver a los míos ni pisar en mi patria o, en otro caso, he de casarme con mi madre y he de matar a Pólibo, que me engendró y crió. ¿No se podría decir que todo esto ha sido maquinado contra mí por un dios lleno de crueldad? ¡Que no vea yo, oh dioses puros, venerables, que no  vea yo ese día, sino desaparezca de la vista de los hombre antes de ver que cae sobre mí una tal mancha de infortunio! C o r i f e o - Todo odo esto, rey rey, nos causa causa miedo; pero pero en tanto te enteres bien escuchando al testigo, ten es peranza. E d i p o - Esto sólo sólo me queda de esperanza, esperanza, aguar ard dar al al pastor.  Y  o c a s t a - Y cuando se presente, ¿qué pretendes hacer? E d i p o -  Te lo v o y a deci decir; r; si dice igua l que tú habré habré escapado del desastre.

39

Sófocles

- ¿Qué ¿Qué me oíst oístee que llame tu aten atenció ción? n? E d i p o - Dijiste Dijiste que que afirm afirmó que que unos unos band bandido idoss le mata mata ron. Si dice aún igual número, no le he matado yo; pues uno solo no puede ser igual a muchos. Pero si habla de un hombre solitario, no hay duda de que el crimen es mío. Está seguro de de que su rela relato to fue en esos  Y  o c a s t a - Está términos y no le es ya posible retirarlo; la ciudad toda ha oído esto, no solo yo. Pero si se desdice de su antiguo relato, en todo caso no probará que la muerte de Layo sucediera conforme a la respuesta del oráculo, puesto que Apolo dijo que había de morir a manos de mi hijo.  Y,  Y , sin embargo, no fue aquel infortunado quien le dio muerte, sino que él mismo murió antes. Por tanto, en lo que toca a los oráculos, no me interesa si dicen una cosa o la con trarían luego. Dicess bien bien.. Sin emba embargo rgo,, mand mandaa a alguien qu que E d i p o - Dice busque al siervo y no descuides este asunto. manda daré ré ensegu enseguida; ida; mas vamos al pala  Y  o c a s t a - Lo man cio: nada quiero hacer yo contra tu gusto.  Y  o c a s t a

(Entran enpalaci palacio) o) Cor o Est. 1

Ojaláfuera mi destino lapureza piadosa piadosa en laspalabras palabras  y en las acciones todas, cuya leyes subl subliimes ha han nacido nacido en el éter éter cel celeste, cuyopadre es el Olimposolo; solo; que la la raza mortal ortal de los huma humanos 40

 Ed  E d ipo ip o Rey R ey

no las dio dio a luz; nunca el olvi olvido do las las dorm dormiirá; rá; hay en en ell ellas un di dios que no envejece envejece..  An  Ant. 1 Orgullo engendra tiranía; el orgul rgulllo se sacia con con exceso xceso de lo que que no es esprudent prudentee ni oportun rtuno; o; escal escala a las al almenas enas  y se lanza al peligro del abismo en el el que no es de ut utilidad daddepie. pie.  Mas la rivalidad  que a la la ciu ciudadda honraDios la con conserve serve siemp siempre. Sie Siemt re a Di Dios tendré endréporprot protector. Est. 2  Ma  Mas i alguien con sus manos opalabras  pn  pn cede con desprecio, sin sin n edo a laJust Justici icia a ni respe respetto a lo los di dioses, desti desti o infa nfame le sorprenda  po  por s . orgulloperverso. sSi no ga gana en enjusti sticia ciasu ga ganancia  y se c eja a sí mismo de lo impío, o si t: ca casoberbi soberbio lo lo que que es sant santo o, ¿qué ¿qué wmbre que hag haga estopodrá podrájamás amásjactars actarsee de huir lasflechas de los dioses? Pues si si esos crím crímenes recib reciben honra honra,, ¿a qué danzar danzar mi mi danz danza asacra? Ant. 2 Yano iré reverente reverente al inviolabl nviolablee ombl ombliigo de la tierra, erra,  Delfos, ni al templo de Abas, ni tampo ampoco co iré iré a Olimpia pia si esto esto no qued queda a desvelado a lo los ojos ojos mo morta rtales.  Mas, ¡oh, señor!, si así te invoco bien,  Ze  Zeus siempre rey, no escape a tu mirada ni a tu im imperi perio o inmo inmorta rtal. Puesperecen ¡os viej viejos os orácul oráculos de deLayo 41

Sófocles

 y ya los miran como vanos se acaba acaba el cult culto de lo los dioses. ses. (Sale Yoc Yocasta delpalaci palacio) o)  Y  o c a s t a - Nobles de Tebas ebas,, me ha ha venido venido el pensa pensa miento de visitar los templos de los dioses, portado ra de ramos suplicantes y de ofrendas de incienso; pues Edipo deja su corazón agitarse en exceso con toda clase de aflicciones; y no interpreta los sucesos nuevos con ayuda de los viejos, como un hombre prudente, sino que está a merced de cualquiera que hable, si habla miedo. Como con mis consejos nada logro, Apolo Licio, vengo cual suplicante-pues eres el más próximo- con estos símbolos, a fin de que nos busques una liberación de la impureza; que ahora tememos todos, al ver al rey temblando, al igual que se teme cuando se ve temblar al piloto de la nave. (Lle (Llega el mensajero ensajero)) M e n s a j e r o - ¿Podr ¿Podríais íais decirme, oh oh extra extranj njer eros, os, dónde está el palacio de Edipo? O, mejos, decidme dónde se encuentra él, si lo sabéis. extr tran anje jerro,  y él se halla dentro; ésta C o r i f e o - Este es, ex es la madre de sus hijos. M e n s a j e r o - Sea Sea feliz y felices feli ces los suyos, suyos, si en verda rdad es su legítima esposa. tú, ex extra tran njero, jero, pues eres eres digno de  Y  o c a s t a - E igual tú ello por tu cortesía. Mas di por qué has venido y qué deseas anunciar. M e n s a j e r o - Cosas buenas, buenas, señor señora, a, para para tu casa y tu marido. 42

 Ed  E d ipo ip o Rey R ey

- ¿Cu ¿Cuáles? les? ¿ Y de quién vienes? M e n s a j e r o - D e Corin rinto. to. Lo que que v oy a decir decir te alegra alegra rá -¿corno no sería así?-, pero quizás te apene.  Y  o c a s t a - ¿Qué ¿Qué es? ¿Cómo tiene esa esa doble cualid cualidad ad?? M e n s a j e r o - Los habitantes del país del Istmo van a hacerlo su rey, según se decía allí. ¿Cóm ómo? o? ¿No ¿No continúa continúa en el trono trono el viejo viejo  Y  o c a s t a - ¿C Pólibo? M e n s a j e r o - No, pues pues la muerte erte le ha llevado al sepul cro.  Y  o c a s t a - ¿Quéhas dicho? ¿MurióPólibo, anciano? M e n s a j e r o - Si no hablo la verdad, me someto a mo rir. Esclava, entr entraa al punto punto y di esto al re rey. Orá Orá  Y  o c a s t a - Esclava, culos divinos, ¿dónde estáis? ¡De miedo de matarle, se ha desterrado Edipo; y ahora ha muerto a manos del azar y no a las suyas!

 Y  o c a s t a

(Sal (SaleEdipo Edipo delpalacio) palacio) E d i p o - ¡Oh, Yocasta, mi querida mujer! ¿Para qué me has llamado del palacio?  Y  o c a s t a - Oye Oye a este hom hombre bre y mira, mira, tras tras oírle, oírle, adon adon de han ido los sagrados oráculos del dios. E d i p o - ¿Qui ¿Quién én es y qué qué me dice dice??  Y  o c a s t a - E s de Corinto; ha venido a anunciarte que ya no existe Pólibo, tu padre, sino que ha muerto. E d i p o -  ¿Qué dices, viejo? Explícate tú mismo.

- Si debo debo anunJ anunJ^r ^r esto lo prim primer ero, o, sabe sabe que aquél ha muerto. ¿Víctima de traición o ^fermeda ^fermedad? d? E d i p o - ¿Víctima Mensajero

43

Sófocles

- Un lev leve contrat contratiem iempo po es suficiente para que muera un viejo. parece, murió murió de enferm enfermed edad ad.. E d i p o - Según parece, M e n s a j e r o - Y de los muchos años años que ten tenía ía.. ¡Ay! ¿Có ¿Cómo mo podría uno hacer caso del alta altarr de E d i p o - ¡Ay Febo el adivino, o de las aves que cantan en el cie lo, según las cuales yo debía dar muerte a mi pa dre? Muerto, esta envuelto en la tierra; y yo aquí, én Tebas, no he tocado la espada; si es que no ha muerto de dolor por mi ausencia; así, quizá, habrá muerto por mi causa. En fin, ya yace Pólibo en la casa de Hades, llevándose consigo los antiguos orá culos, culos, que valían bien poco.  Y  o c a s t a - ¿ N o te decía yo esto hace ya tiempo? E d i p o - Sí lo decías, decías, pero pero yo me ex extr trav avia iab ba por el mie do.  Y  o c a s t a - N o te cuides ahora de nada de estas cosas. E d i p o  - ¿ Y cómo no temer al lecho de mi madre?  Y  o c a s t a - ¿Po ¿Por qué ha de esta estarr sujeto a miedo miedo el hom hom bre, que es gobernado por los casos del azar y no tiene presciencia clara de ninguna cosa? Mejor es vivir a la ventura, como cada uno pueda. Tú no te mas a la boda con tu madre; son muchos los que en sueños se han unido a su madre. El que a estas co sas no da valor, valor, viv vivee más fácilmente. fácilmente. E d i p o - Esto Esto estar estaría ía bien dich dichoo si no viviera viviera ya mi ma ma dre; pero, puesto que vive, es fuerza, aunque hables bien, temer.  Y  o c a s t a - Pero la muerte muerte de tu padre padre es un gra gran n signo signo de esperanza. Mensajero

44

 Ed  E d ipo ip o Re R ey

- Gra ran nde, lo reconozco; mas me da miedo el que ella viva. M e n s a j e r o - ¿Po ¿Por qué qué muje mujerr teméis?  Y  o c a s t a - Por Por Mérope, érope, ¡oh ¡oh, anciano!, anciano!, que er era esposa de Pólibo. M e n s a j e r o  - ¿ Y qué hay en ella que os dé miedo?  Y o c a s t a - Un cruel oráculo divino, extranjero. ¿Puede decirse? decirse? ¿O no está perm permitido itido M e n s a j e r o - ¿Puede que lo sepa otro? E d i p o - S í lo está; me dijo Apolo en otro tiempo que había de unirme con mi madre y verter con mis ma nos la sangre de mi padre. Por eso ha mucho años que vivo lejos de Corinto; con fortuna, en verdad, mas, sin embargo, es lo más dulce el contemplar los ojos de los padres. M e n s a j e r o - ¿Po ¿Por miedo miedo a esto vive vivess en el destie stierrro? E d i p o - Par araa no ser ser, ancian anciano, o, el ases asesino ino de mi pa padre. ¿Por qué? ¿No te he librad libradoo ya de de es ese M e n s a j e r o - ¿Por miedo, oh rey, pues he venido como amigo? E dipo

E d i p o  E n verdad, tendr tendríías de m í la grati gratitud tud que ello ello merece.

- Par araa eso vin v inee sobre tod todo: para para qu que al re gresar tú a casa sacara algún provecho. Jam más iré a reun reunirm irmee con con mis mis padre adre.. E d i p o - Ja

Mensajero

M e n s a j e r o - H ijo, ijo, v eo que no sabes lo qu e haces. haces...

- ¿Por qué, anciano? Dímelo, por los dioses. ...si por eso no quiere quieress ir a ca casa. sa. M e n s a j e r o - ...si E dipo

E d i p o   Es por m i edo a que Febo se sea a verídi verídico. co. Mensajero

- ¿A cometer cometer un un crime crimen n con co n tu tus pa

dres? 45

Sófocles

Esto es, anciano, esto es lo que me aterra siempre. ¿Sabes que no no tienes tienes razón para temer temer a M e n s a j e r o - ¿Sabes nada? E d i p o - ¿C ¿Cóm ómoo no he de tener tenerla, la, si he nacido nacido de estos padres? M e n s a j e r o - Pólibo no tenía ninguna relación con tu familia. E d i p o - ¿Cómo dijiste? ¿No fue Pólibo mi padre? Edipo -

M e n s a j e r o - N o m ás que yo: igual. igual.

- ¿C ¿Cóm ómoo el e l que me engendr engendróó va a serlo serlo igual igual que el que no es nada? M e n s a j e r o - N i aque aquell ni yo te hemos hemos enge engen ndra rado do.. Edipo

E d i p o  Entonces, Entonces, ¿por qué m e llam llam ó hijo? hijo?

- Te recibió, recibió, sábelo bien, bien, cual cual un un presen presente te de mis manos. E d i p o - ¿Y recibiéndome recibiéndome de mano mano extr extrañ añaa, me amó amó luego en tal grado? M e n s a j e r o - Su falt faltaa de de hijos hijos fue lo que le movió. movió. E d i p o   ¿ M e habías comprado o hallado por azar? había encon encontra trado do en los los repliegues repliegues de M e n s a j e r o - Te había los valles valles del del Cit Citer erón ón.. E d i p o - ¿Y por por qué qué recorr recorrías ías aquellos sitios? M e n s a j e r o - Apacent Apacentaba aba los reba rebaño ñoss en en los monte montes. s. ¿Eras ras pastor, pastor, un hombre hombre errante errante que trab trabaja aja E d i p o - ¿E por jornal? jornal? Pero también también tu salva salvad dor, mi hijo, hijo, en M e n s a j e r o - Pero aquel tiempo. E d i p o - ¿Y qué qué dolor sufría sufría cuand cuandoo me tomaste en bra bra zos? Mensajero

46

 Ed  E d ipo ip o R ey M e n s a j e r o - T u s   tobillos podrían atestiguarlo.  v i e j a ¡Ay de mí! ¿Por qué me hablas de esa  vi miseria? M e n s a j e r o - Te liberé: tenías atravesados los tobillos.

Edipo -

E d i p o - F u e un cruel ultraj ultrajee el que saqué saqu é de m is pañales pañales.. Mensajero

- Tanto, to, que de este caso caso recibiste tu tu nom nom

bre. ¿Quién me infirió infirió el ultr ultraj aje? e? ¿Fue ¿Fue mi padr padree o E d i p o - ¿Quién mi madre? Dímelo, por los dioses. M e n s a j e r o - N o sé; el el que entregó entregó a m í lo co no ce m e jor  jo r . E d i p o -   ¿Me recibiste de otro y no me hallaste por azar? M e n s a j e r o - N o ; otro otro pa stor te entregó a m í.

- ¿Quién ¿Quién fue? fue? ¿Sabes ¿Sabes decírmelo? decírmelo? M e n s a j e r o - Decían que era uno de los siervos de Layo. E d i p o - ¿Del que era antiguamente el rey de este país? M e n s a j e r o - El mismo; un pastor de él. E d i p o - ¿Y está está aún aún vivo para poder yo verle? verle? M e n s a j e r o - Vosotros, los de aquí, sois quienes podéis mejor saberlo. E d i p o - ¿Existe alguno de los aquí presentes que co nozca al pastor de que habla, de haberle visto en el campo o aquí? Decidlo, que es el momento de que esto se descubra. C o r i f e o - Creo que que no no es es otro tro que aquel aquel hombre hombre del campo que antes quisiste ver; pero Yocasta, aquí  presente, es quien mejor podrá decírtelo. Edipo

47

Sófocles E d i p o -   ¿Señora, te acuerdas de aquel hombre que hace poco queríamos que

viniera? ¿Habla

de él

éste?

- ¿Qué ¿Qué imp impor orta ta de quién habl habla? a? No te te cuides de ello. No te acuerdes siguiera, vanamente, de las cosas que ha dicho. E d i p o - N o puede ser que yo, conociendo estos indi cios, deje de descubrir mi origen.  Y  o c a s t a - Por los diose dioses, s, si te imp impor orta ta algo de tu vida, vida, no investigues nada de esto; bastante es mi desgracia. E d i p o - Ten va valo lor: r: aunqu aunquee resulte resulte ser esclavo escla vo tres tres ve ces, hijo de tres generaciones de esclavos, no por eso serás tú mal nacida.  Y  o c a s t a - Sin em embarg bargo, o, hazme caso, te lo ruego ruego;; no hagas eso. E d i p o - No haré haré caso en deja dejarr de averigu averiguar arlo. lo. porque ue sé lo que que más te conviene. conviene.  Y o c a s t a . - Te lo digo porq  Y  o c a s t a

E d i p o - L o   que más me conviene me es causa de dolor ha ce y a tiempo. tiempo.

¡Desgraciado! ¡Ojalá ¡Ojalá no lleg llegues ues a saber saber quién eres!

 Y  o c a s t a -

E d i p o .- Q ue v a ya uno y m e traiga traiga a ese pas pasttor. or. A é sta , de j'

ia que disfrute c o n su estirpe adinerada.

- ¡Ay ¡Ay, desgracia desgraciado! do! Pues esto solo solo puedo yo llamarte y nada más ya nunca. (Yoc (Yocasta entra entra en elpalaci palacio) o) C o r i f e o - ¿Por ¿Por qué ha marchado, archado, Edipo, la mu mujer, jer, do do minada por un dolor violento? Tengo miedo de que de este silencio nazcan males.

 Y  o c a s t a

48

 Ed  E d ipo ip o Rey R ey

- Que Que nazcan los que que qu quiera ieran n; yo quiero iero co cono no cer mi estirpe, aunque sea miserable. Esta sin duda, orgullosa cual mujer, tiene vergüenza de mi bajo nacimiento. Yo, en cambio, me considero hijo de la fortuna benévola y no recibiré ningún desdoro. Ella es mi madre; y los meses, mis hermanos, me han hecho ya pequeño, ya grande. Tal nací y no he de hacerme diferente; así que no hay motivo para no averiguar mi nacimiento.

Edipo

Cor o Est. 1

Si adivino vino soyyo y de mente mente sab sabia, no dej dejará, rá, por el el Olimpo, de darte darte honor, nor, ¡oh Ci Citerón! erón!,, Edi Edipo, po, la luna luna llena demañana ñana,, pues pues de él eres a un un ti tiempo empo  pa  patria, nodrizay madre. Te cantará mi coro, pues a mis reyes eres grato.

Ant. 1

¡Oh Febosalvador, salvador, todo esto esto de tu tu agrado agrado sea! sea! ¿Quién, uién, niño, niño, te dio a luz luz de entre la las ninfa ninfas, uni unida al dios dios de las las mo monta ntañas, ñas, al padre Pan? ¿Oacasofue una amante, nte, deApolo, que reco recorre to todos los al altospasti pastizales? zales? Quizá uizá el dios dios del Cilene o Baco que en las las cumb cumbres res mora, mora, de algun alguna a de las ninfa ninfas del Hel Helicón cón sus sus com compañeras, ñeras, te acept aceptó cual cualpresent presente. e.

Si yo, que no le he conocido nunca, puedo conjeturarlo, creo ver al pastor que hace tiempo buscamos. Su gran vejez resulta acorde con la de este mensajero; además, reconozco a los que le condu

Edi po -

49

Sófocles

cen como criados míos; mas quizá tú tengas ventaja para reconocerle, pues pues que vist vistee otras otras vec veces es al pastor. stor.

(Lleg (Llega a el Pastor) astor) C o r i f e o - Le reconozco, está seguro; era un fiel pastor de Layo, tanto como el que más. E d i p o - T e pregunto, extranjero de C orinto: ¿te refieres a éste? M e n s a j e r o - S í ;  a éste que ves.

Mírame y contesta, anciano, lo que yo te pre gunte. ¿Eras de Layo?

Edipo -

S i e r v o - S í ;  era un esclavo no comprado, sino criado en casa. E d i p o -  ¿ Y de qué te te ocupabas o cu ál era era tu vida? S i e r v o - L a m ayo r de m i vid a fui pas pas tor. or. E d i p o   ¿ Y qué lugar l ugares es frec frecuent uentabas abas más? S i e r v o - Y  a el Citerón, ya sus cercanías. E dipo

- ¿N ¿Noo conoces conoces a éste de de haber aberlo lo visto allí? allí?

S i e r v o - N o ;  al menos, no puedo asegurarlo de prisa y de m emoria. emoria.

- Nada tiene de ex extra traño ño,, señ señor or;; pero pero yo le haré acordarse claramente, aunque no me reconoz ca. Pues bien sé que se acuerda de cuando yo era su vecino en el Citerón seis meses, desde la primavera hasta el otoño; yo tenia dos rebaños y él uno; en in vierno, llevaba mis rebaños a mi aprisco y él al de Layo. ¿Hay algo de esto que no sea verdad? S i e r v o - Dices verdades, aunque del tiempo antiguo. M e n s a j e r o - Di ahora: ¿recuerdas que me diste un niño a fin de que lo criara como hijo?

Mensajero

50

 Ed  E d ipo ip o Rey Re y

¿Qué es esto? ¿Por qué me lo preguntas?

Si e r v o -

M e n s a j e r o -   Este es, amigo, el que entonces era un niño. S i e r v o - ¿ N o te

irás a la ruina? ¿ N o callarás?

E d i p o - N o   le reprendas, viejo; son tus palabras más que las suyas las que m erece n reprens reprensiión. S i e r v o - ¿ E n qué yerro, yerro, m i querido señor? señor? E dipo - N o

hablando de aquel niño por el que te pre

gunta. S i e r v o - E s   que habla sin saber; pero se esfuerza en  va  v a n o .

Veo que no hablarás por complacemos, lo ha brás de hacer llorando.

E dipo -

S i e r v o - ¡ N o m e des el tormen tormento to,, s o y un viejo!

¡De prisa! prisa! ¡Que ¡Que uno le ate las las manos! S i e r v o - ¡Miserable de mí! ¿Por qué? ¿Qué deseas sa ber? E d i p o  - ¿Le diste el niño por e l que pregun pregunta? ta? hubiera muerto yo yo aquel aquel día! día! S i e r v o - S í , se lo di; ¡ojalá hubiera Edipo -

E d i p o - Y a te llegará llegará eso, si no m e d ices la verdad verdad..

Mucho más moriré si te la digo. Este hombre nos está haciendo perder tiempo.

Si e r v o E d i p o  -

S i e r v o - N o es verdad; ya dije que lo di. E d i p o  ¿ Y de dónde dónde te vino? ¿Era hij hijo tuy t uy o o alguien alguien te lo dio? S i e r v o - N o era m ío; lo recibí de alguien.

¿De qué tebano? ¿De qué casa? S i e r v o  - Por los dioses, señor, no me preguntes más. E d i p o - Date por muerto, si me haces repetir esa pre gunta.

E d i p o  -

51

Sófocles Si e r v o

- Era un hijo.,.de hijo.,.de la casa de Layo. Layo.

E d i p o - ¿ U n esclavo? ¿O uno de su fam f am i l ia?

- ¡Ay ¡Ay! ¡Estoy ante lo más horrible horrible de dec decir! ir! E d i p o - Y yo de oír. Pero hay que oírlo, sin embargo. S i e r v o - Decían qq¡e era su hijo; pero tu mujer, que está ahí dentro, podría decir mejor si ello es así. dio ella ella?? E d i p o - ¿Te lo dio Si e r v o

S i e r v o -   Sí, rey. E d i p o - ¿ Y  para qué? qué?

- Par araa mata matarlo rlo.. E d i p o - ¿Suhijo, la desgraciada? S i e r v o - Por miedo a oráculos infaustos. E d i p o - ¿C ¿Cu uáles? les? Si e r v o

S i e r v o   Se d ijo que matarí matarí a a su padr pa dre. e.

por qué se lo diste tú a este viejo? piedad, señ señor or,, esperan esperando do que que le lleva lleva S i e r v o - Fue por piedad, ra a otro país, al suyo; pero él le ha salvado para un destino infausto. Pues si eres ése de quien habla, sabe que has nacido infortunado. Todo do está claro. claro. ¡Oh ¡Oh, luz, luz, esta E d i p o - ¡Dolor por mí! To es la última vez que quiero verte, pues que todos han visto que he nacido de los que no debía, he te nido trato con los que no debía y que he matado a los que no debía.

E d i p o  - ¿ Y

(Edi (Edipo entra entra enpalaci palacio) o) Cor o Est. 1

¡Generaci eneraciones ones de los ho hombres, cóm cómo osjuzgo vivi viviendo endo una vida vida que no es vida vida!! ¿Pues ¿Pues qui quién, én, qué hombre hombre obti obtiene ene mayor mayor  fel  felicidad  52

 Ed  E d ipo ip o Re R ey

que lasola sola apariencia riencia  y,  y, luegoya, la muerte?  Delante de tu ejemploy tu destino, el tuy tuyo o, Edipo Edipo info infortuna rtunad do, a ning ningún ún hombre hombre conside considero rofeli feliz. z. Ant. 1 El  El, más certero que ninguno, lanzó suflecha echay se hizo hizo due dueño ño de la la más más  pr  prósperafortuna, ¡oh Zeus! Zeus!,, dan dando muerte erte a la la virgen virgen con garra garras, s, la cantora cantora de enig enigmas,  y la muerte de Tebas, cual cual murall uralla, alejó. Tú desde entonces entonces eres eres rey nuestm nuestmy recibist recibiste honor honor rigiendo a Teb Te bas glori gloriosa. osa.  Ahora, en cambio, ¿quién más triste que tú? Est. 2  Ah ¿Quién uién en en más inf info ortunio rtunio, en má más dol dolores en el el reve reverso rso de tu vida vida? ?  Do  Dolorpor el glorioso Edipo, a qui quien en un vast vasto opuert puerto ha bast bastad ado o él solo solo como como hij hijoy como comopadre, padre, ¡como como espo esposo! so! ¿Cómo ómo el campo camposembrado sembradopor tupadr padree te  pu  pudo soportar  tanto nto tiemp empo en sil silencio, desgrac desgraciiado? ado? Ant. 2 Te ha descubi descubiert erto o el tiempo empo om omnivi nivid dente; ente; hajuzgado a la la boda que que no es bod boda, en que uno mi mismo smo espadre padre e hijo hijo.  Do  Dolorpor tí, hijo de Layo. ¡Ojalá, ojal ojaláá nunc nunca a te hub hubiera vist visto oyo! yo!  Es  Es cual canto de duelo el queyo lanzo de mi mi boca. Pues, ues, po por decir decir lojusto, sto, tú me me 53

Sófocles

diste ste el desca escanso, nso, a tí debí debí elpoder poder dorm dormiir mi mis ojos. jos. (Sa (Sale el el Mens Mensaj ajero ero 2° 2°) M e n s a j e r o   20 20. - ¡Oh vosotros, los que más honra reci bís en esta tierra, qué cosas vais a oir, cuáles a ver, qué duelo no tendréis si aún, como tebanos, os im porta la familia de Lábdaco! Pues yo creo que ni el Istro ni el Fasis pueden purificar este palacio de los horrores que ahora guarda ni de los que mostrará a la luz, horrores voluntarios y no involuntarios. De las desgracias, son las que duelen más las de libre elección. C o r i f e o - Lo que ya conocíamos no dejaba de mere cer lamentación. A ello, ¿qué añades? M e n s a j e r o t  - Para decirlo y que te enteres de la for ma más breve; ha muerto nuestra reina Yocasta. C o r i f e o .- ¡Infortunada! ¿Por qué causa? Mensajero - A mano manoss de sí mism misma. a. De lo que suce dió, los más penoso os falta, pues no lo contem pláis. Con todo, en lo que alcanza mi memoria, te contaré la muerte de aquella desgraciada. Cuando, fuera de sí, atravesó el vestíbulo, marchó derecha a su lecho de esposa, arrancándose el cabello con los dedos de sus manos; y cuando entró, cerrando la puerta con violencia, invocó al viejo Layo, ahora un cadáver, y recordó su antigua unión por la cual él murió y dejó a la madre procreación infausta para sus propios hijos. Lloraba por su lecho, donde, dos veces desgraciada, dio a luz de un marido otro 54

 Edi  E dip p o Rey R ey

marido, e hijos de hijos. Cómo murió tras esto, no lo sé; entonces irrumpió gritando Edipo y por su causa no me fue posible contemplar la muerte de ella, sino que dirigimos las miradas a él, que iba de un lado a otro. Iba y venía reclamando una espada y preguntando dónde estaba su madre, doble campo en que nacieron él y sus hijos. Alguno de los dioses se la mostró al rey enloquecido; ninguno de los hombres que estábamos allí. Con un grito salvaje, cual si alguien le guiara, se lanzó contra la puerta de dos hojas y, arrancando los goznes de sus qui cios, penetró en la alcoba; allí vimos ahorcada a su mujer, sujeta de una soga oscilante. Al verla, con un grito de horror soltó la soga suspendida. Y cuando la infeliz yació en el suelo, fue terrible de ver lo que vino después. Quitó del vestido de ella un broche de oro con el que lo prendía, se hirió los ojos en sus cuencas gritando de este modo: «que así no le ve rían los males que sufrió ni los que hizo, y que, en adelante, él vería en las tinieblas a los que no debía ver y no conocería a los que buscaba conocer». Con esta imprecación, alzó la mano y golpeó sus ojos; y sus globos sangrientos mancharon su mejillas. No dejaban correr gotas de sangre húmedas, sino que, a un tiempo, negra lluvia sangrienta, cual granizo, se derramó. Estos horrores han nacido de dos, no de uno solo; son comunes al marido y su esposa. Su antigua dicha era en un tiempo dicha verdadera; pero ahora en este día llanto, castigo, muerte, infa mia, todos los nombres de los males, ninguno falta. 55

Sófocles Corifeo

- ¿Y ahora ra,, el desgraciado descansa de de su

mal? Nos pide abrir las puerta, nos pide que mostremos a los tebanos todos al parricida, al de su madre... -no puedo repetir esa palabra impura-; dice que va a desterrarse y que no se quedará mal dito en el palacio, bajo su propia maldición. Mas necesita de alguien que le guíe: su mal no puede soportarse. Te lo hará ver a ti; se abren las puer tas del palacio y vas a contemplar un espectáculo tal, que aun aquel que le odiara tendría piedad por él. él.

M e n s a j e r o  2°.-

CORO.—

Edipo

(Sa (SaleEdi Edipo, cieg ciego) o) ¡Oh info nfortuni rtunio o de contem contemplar plar terrible, terrible, decuant cuanto osyo he encont ncontra rad doel más horri horrib ble! ¿Quélo locura curahahechopres presa, ohdesgra desgraci ciad ado o, de ti ti? ¿Cuál uál es el dios dios que ha dado dadounsalt salto mayor que que los los má más largo largossy ha caído en tu tu desti destino no inf info ortuna rtunad do! ¡Ay de ti, desgraciad desgraciado! o!  No  Nopuedo ni mirarte, aun deseando más cosas cosas inquiri nquirirry pre preg gunta untar, más cosas cosas ver. Tal es el miedo que que me causas. causas. ¡Ay, ay, oh, oh, desgr desgraci aciado ado de mí! ¿Adonde ¿Adonde voy el el mísero? ¿Adonde ¿Adonde vuela mi mi voz voz llevada evadapor el aire? ¡Desti estino mío, dón dónde has has ll llegado egado? ?

CORIFEO  A algo alg o terrible, que no se puede p uede oír o ír ni ver. ver.

56

 Ed  E d ipo ip o Rey R ey

Est. 1 Ed i po -

CORIFEO.-

¡Ay de la la oscuri oscurida dad  d  nubemíaque queestrem estremec ece, e, queme meenvuel envuelve veind indec eciible, invenci invencible, traídapor por vient viento de de do dolor! ¡Ay, ay! ¡Ay ot otra vez! vez! ¡Cuál me me atravi atraviesa esa a un mismo tiem tiempo po el dol dolorde la laherid heriday el terrible errible recuer recuerd do! Nada de extraño tiene que en estos infortunios llores dobles dolores y s' fras doUes males.

Ant. 1

¡Ay, ay, ami amigo mío! mío! Tú eres eres aún aún mi mi amigofiel, el, pues pues todavía odavía te queda quedass a mi mi lado adoy te cui cuidas das de mí. ¡Ay, ay!  No  No te me ocultas, pues que conozco claramente, aunque ahora ahorayo esté esté ciego, ciego, po por lomenos tu vo voz. CORIFEO.- Hiciste algo terrible. ¿Cómo osaste tus ojos así  apagar? ¿Cuál de los dioses te incitó?

E  d i p o -

Est. 2

Fue Apo Apolo, ami amigos gos mí míos, fu fue Apolo Apolo el que estos estos males, estos estos mis males males tra trajjo, esto estos mis sufrim sufrimiientos. ntos.  Ma  Mas nadie hirió mis ojos más queyo, el desgraciado. ¿Por ¿Por qué qué debía debía ver ver yo, yo, que nada nada dulce dulce ver verpodrí podría con con mi mirada rada? CORIFEO.- ¡Triste de ti, pues que conoces tu infortunio! ¡Cómo hubiera querido no haberte conocido!

E d i p o -

57

Sófocles  An  Ant.

2

EdíPO—

 Mu  Muriera el que quitó la cruel atadura de mispies pies en el mo monte ntey así así de aquell aquella a muerte muerte me libróy mesalvó. salvó. Favorquenoag agrad radezco ezco.. Si hub hubieramuerto erto ent ento onces, nces, no sería un tal dolor para mí y mis mis amigo amigos. s.

CORO—

 E  s  hub iese querido querido  s o  hubiese

E d ip o —

 N o  habría sid o asesino asesino de mi padre, ni esposo espo so

de la que m e dio el ser.

 Ah  Ahorasoy un maldito de los dioses, hij hijodemad madre re impuray esposo demimadre. dre. Ysi hayun uninf info ortunioque queseamay mayor orque queottv, ottv, aEdipo Edipo en en suert suertee ese ha to tocad cado. C o r i f e o  - N o puedo yo decirte que obraras cuerda mente, pues te sería mejor no ser que vivir ciego. E d i p o - N o me enseñes que no es lo mejor esto que he hecho ni me des más consejos. Porque no sé con qué ojos mirando hubiera contemplado a mi padre, cuando, muriendo, llegase a la mansión de Hades, ni tampoco a mi madre desdichada, pues con ambos he realizado crímenes que no se pagan con la horca. ¿Y acaso era deseable la vista de mis hijos, nacido cual nacieron? No con mis ojos; ni la ciudad, ni sus murallas, ni las estatuas de los dioses; de todas es tas cosas yo, el más noble de los hijos de Tebas, me he privado a mí mismo al decir yo mismo que todos se apartaran del impío, del que los dioses han de clarado impuro y de la raza de Layo. Tras dejar ver en mí esta mancha, ¿podría mirarlos de frente con mis mis ojos? ojos? Jamás; Jamás; y si pudiera pudiera mirars irarsee la fuente fuente del 58

 Ed  E d ipo ip o Rey R ey

oír, que fluye en los oídos, no hubiera yo dejado de cerrar a ella mi cuerpo a fin de convertirme en cie go y sordo; pues es dulce que el pensamiento viva aparta apartado do de lo los males males.. ¡Oh ¡Oh Citerón! Citerón! ¿Por qué qué me recibiste? ¿Por qué no me mataste al punto, a fin de no mostrar ante los hombres de quién había nacido? ¡Oh Pólibo y Corinto, y el que decían viejo palacio de mis padres, cuál me criasteis: una bella aparien cia que ocultaba, como una cicatriz cerrada en fal so, cosas infaustas! Ahora soy un impuro hijo de impuros. ¡Oh encrucijada, valle oculto, encinar, an gostura del camino que bebisteis la sangre de mi padre, la mía, de mis manos! ¿Recordáis acaso qué cosas hice ante vosotros y cuáles hice luego aquí  viniendo? ¡Oh boda, boda, me diste el ser y luego mi diste hijos a mí y diste a luz padres, hermanos, hijos, sangre de familia, desposadas, mujeres, ma dres y cuantas cosas más vergonzosas tienen lugar entre los hombres! Mas no está bien decir lo que no lo está hacer; llevadme fuera, por los dioses, y es condedme o matadme o arrojadme a la mar, allí  donde no volváis a verme. Acercaos, dignaos tocar a un hombre desgraciado; prestadme oído, no te máis, pues mis desgracias nignuno de los hombres, salvo yo, puede sufrirlas. C o r i f e o - Con op opor ortu tunid nidad ad respecto a lo que que pides, pides, aquí llega Creonte para obrar y resolver, pues él solo ha quedado cual guardián del país en tu lugar.

(Llega (Llega Creonte) reonte) 59

Sófocles

- ¡Ay ¡Ay! ¿Qué ¿Qué palabras palabras le diré? diré? ¿Qué ¿Qué podré hacer para inspirarle confianza? Porque antes he resulta do injusto en todo contra él. dipo,, no no he venido venido a mofarm mofarmee de ti, ti, n i C r e o n t e - Edipo tampoco a injuriarte por tus faltas. Pero si no tenéis respeto a los hijos de los hombres, reverenciad al menos la llama del dios Helios, que todo los ali menta; no dejéis ver así, al descubierto, a este ser impuro, pues ni la tierra, ni la lluvia sagrada, ni la luz le sufren. Metedle presto en el palacio; pues solo la familia puede, sin faltar a la piedad, ver y escuchar los males de los suyos.

E dipo

E d i p o  Po r los dioses dio ses,, puesto que m e has quit quit ado mi temor viniendo, tú el más noble, a mí, el más vil, concédeme una gracia; pues es en tu favor, no en el mío.

- ¿Qué ¿Qué quiere quieress obtener obtener de mí? mí? E d i p o - Echame Echame pronto pronto del país, donde donde no pued puedaa ha ha blarme ninguno de los hombres. C r e o n t e  - L o hubiera hecho ya, sábelo bien, si no qui siera preguntar al dios qué debe hacerse. E d i p o - Ya se nos dijo su resp respue uesta sta;; que perecie pereciese se el el parricida, yo, el hombre impuro. C r e o n t e - A  s í se dijo; sin embargo, en esta situación, es preferible preguntarle qué hay que hacer. Así, ¿vais a pedirle una una respue respuesta sta sobr sobree un un in E d i p o - Así, fortunado como yo? ahora creerás creerás al dios, seguramente. seguramente. C r e o n t e - Sí; tú ahora encomiendo y te suplico que que entie entierr rres es E d i p o - Sí; y te encomiendo en la forma que quieras a la que está en la casa; Cr e o n t e

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 Ed  E d ipo ip o Rey R ey

pues con justicia puedes disponer el entierro de los tuyos. En cuanto a mí, jamás esta ciudad, cuna de mi familia, me cuente entre sus habitantes; deja que viva en las montañas, donde está el Citerón que lla man mío, que mi madre y mi padre me destinaron en vida cual mi tumba, para que muera según la vo luntad de los que quisieron darme muerte. Mas, sin embargo, estoy seguro de esto: de que jamás pudo darme la muerte ni una enfermedad ni otra cosa al guna; pues habría muerto y no me habría salvado para una suerte tan cruel. Mas, ea, cúmplase mi destino, sea cualquiera. De mis hijos varones no te cuides, Creonte; son hombre, de forma que no care cerán, dondequiera que estén, de recursos de vida. Cuídame, en cambio, de mis pobres niñas, jamás mi mesa, en la comida, ha estado sin ellas; y cuanto yo tocaba, de ello tenían su parte. Déjame que las to que co con n mis mis manos y llore llore mi mi desdicha. ¡Ea ¡Ea, rey, rey, ea, noble de nacimiento! Si las toco con las manos, creeré tenerlas, como cuando veía. ¿Qué digo? ¿No escucho a mis niñas queridas que lloran y Creonte, por piedad, me envió a las más queridas de entre mis hijos? ¿Digo verdad? (Entra (Entran n la las niña niñas) s) La dices; yo he dispuesto esto así, cono ciendo el placer que tendrías, el que tuviste siempre. E d i p o - Que seas feliz y que en este camino te guarde un dios mejor que el que me guardó a mí. ¿Dónde Cr e o n t e-

61

Sófocles

estáis, hijas mías? Llegaos a mí, venid a estas mis manos hermanas vuestras, que os han hecho el pre senté de que veáis así estos ojos, antes brillantes, del padre que os dió el ser; del que, mis hijas, sin verlo ni saberlo, he resultado padre vuestro e hijo de vuestra madre. Mi llanto es por vosotras -no pue do veros-; pienso en el resto de vuestra vida amarga, la que los hombre os harán vivir. ¿A qué reunión con la otras mujeres, a qué fiestas iréis de donde no vol váis llenas de lágrimas en lugar en enteraros y ver ? Y cuando os llegue el tiempo de la boda, ¿quién será él? ¿Quién va a desafiar tales infamias, ruina para mis hi  jos y los vue vuestro tros? Pues, es, ¿qué desgr sgracia cia fa falta? Vues Vues tro padre dio muerte al suyo; y tuvo hijos de aquella que le dio a luz y os engendró en aquella de la que él nació. Tales infamias os echarán en cara: ¿quién será el que se case con vosotras? No existe, hijas; sino que, sin duda, os espera morir solteras y sin boda. ¡Hijo de Meneceo, puesto que eres el solo padre que les queda, pues nosotros, sus padres, hemos muerto, no dejes que marche marchen n al azar azar co como mo mendigas, mendigas, sin sin ma rido, rido, ellas ellas que son de tu familia! familia! ¡No las iguales iguales a mi miseria! iseria! ¡Compadécete ¡Compadécete de ellas ellas al verlas verlas aún aún niñas sin ayuda ayuda de nadie salvo salvo tú! tú! ¡Dime ¡Dime que sí, Creonte reonte gene gene roso, ofreciéndome tu mano! A vosotras, mis niñas, si tuvierais ya discernimiento, yo os daría muchos con sejos; pero ahora, haced conmigo esta plegaria: vivir donde el azar os lleve y encontrar mejor vida que el padre que os dio el ser. son bastantes lágrimas; lágrimas; entra entra dentro entro.. C r e o n t e - Ya son 62

 Ed  E d ipo ip o Rey R ey

- Fuerza Fuerza es obedecer, obedecer, aunq aunque ue no lo deseo. C r e o n t e - Todo es bueno en su tiempo. qué precio precio entrar traré? é? E d i p o - ¿Sabes a qué E dipo

C r e o n t e  D ilo, ilo, y entonce entoncess lo sabr sabré. é. E d i p o - Al Creonte -

del de destie stierrro. Me pides pides algo que que depend dependee del del dios dios.. E d i p o - Y o soy el más odiado por los dioses. Bien; lo conse consegu guirá irás. s. C r e o n t e - Bien; ¿Dices que que sí sí? E d i p o - ¿Dices C r e o n t e - L o que no pienso no acostumbro decirlo. Llévam amee ya ya. E d i p o - Llév C r e o n t e - Echa a an andar; suelta a las niñas. niñas. E d i p o - N o  me las quites.

- No quier quieras as tener tener poder en todo; todo; pues pues que las cosas en que lo tuviste no te ha seguido a lo lar go de la vida.

Creonte

C o r i f e o .—

Habitantes de Tebas, mirad, éste es Edipo. Descifrador de enigmas y hombre el más poderoso, todos a su fortuna miraban con envidia. ¡Ved ahora a qué ola llegado ha de infortunio! No juzquéis, pues, dichoso a otro mortal alguno que no haya aún contemplado aquel último día en tanto no termine su vida sin dolor.

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