Francisco Bulnes - Los Grandes Problemas de México

September 29, 2021 | Author: Anonymous | Category: N/A
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FRANCISCO

BULNES

LOS GRANDES PROBLEMAS DE MEXICO

EDICIONES DE "EL UNIVERSAL" M~)('CO

1927

LOS GRANDES PROBLEMAS DE MEXlCO

FRANCISCO

BULNES

LOS GRANDES PROBLEMAS DE MEXICO

EDICIONES DE "EL UNIVERSAL" MEXICO

1926

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J LM

Es propiedad. Registrado conforme a la ley.

"Imp. E:Jcallada" - Motolinía 36 - México.

ADVERTENCIA

I

I F UE "El Universal" la tribuna de D. Francisco Bulnes

L-1 en los postreros años de la vida 'vida noble

y

fecunda--

:lel eminente pensador mexicano. A poco de volver del destierro, el señor Bulnes, que (ya ~nfatigable, y que en el orden intelectual tenía el magnífico, d juvenil don de la perenne inquietud, aceptó de buen grado la invitación que aquel diario le hizo para que, desde sus co-[umnas, abordara el estudio de los ingentes problemas que la nación tenía delante. La época era de extrema agitación social; el escritor a luien tal se pedía, uno de los más vigorosos, profundos y bien ~nformados de que podamos envanecernos. Bulnes cogió la pluma para escribir semana a semana, vió, analizó, comentó, abriendo ante cada caso que se le pre-¡entaba, el arca inagotable de su erudición, y dejando en él ~a huella de su pensamiento batallador y ágil. 'Y aquella plu-1ta, que fué oriflama en tantos combates de ideas, y que se 1tantuvo siempre vibrante y deslumbradora, no cayó de sus 1tanos hasta que se la arrebató la muerte. De los trabajos perindíst1' .; en gcn¿ral, cc,critos los más :rj','v apremio y al calor de la iml:JyesióH lJYimcnJ, unos hay, de :lctttalidad transitoria, que sólo mCVCCCH vivir la vida de un día; en tanto que otros, por el celHelal de doctrina que encie-rran, por sus originales puntos de vista, por la hondura e ¡nte1'és permanente de las cuestiones que tratan, son acreedo--

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a que se les arranque de la hoja i'mpresa "'necesariamente, pm' actual, perecedera'" para ser acogidos en la eternidad del libro, LoS' artículos de Bulnes en "El Universal" fueron, en buena parte, de esta últi'ma especie. Sobre tener el valor ge'" nuino que les i'mprimía la enérgica personalidad de su autor, aba rcan materias de interés perdurable para nuestra historia econÓ'mica y social. De ahí que se resolviera seleccionar los qU2 m:lyor sen'" sación causaron al aparecer, agrupándolos cyonológicamznte en secciones por separado, para formar un volumen cuyo tí", turo desde luego se itnponía: "Los Grandes Problemas,~ México. " y es lo extraordinario que nosotros mismos, una vez '}'ealizado esto con el profundo respeto, con la admiración yendida que nos merece el gran escritor muerto, pudimos darnos cuenta de que no es la presente una mera colección de artículos sin trabazón íntima, sin unidad fundamental, CO'lltO podría suponerse; sino que dichos artículos, presenta'" dos en conjunto, vienen a constituir un libyo oygánico, vi'" 'tiente, palpitante: an libro que representa la síntesis del pen'" samiento de Bulnes con respecto a México, y que viene a ser, en cierto 11todo, el testa'mento del ilustre pensador y sociólogo. Sobre 1-endir, con esta obra, un homenaje a la mem:Jria de BuInes, "El Universal" cumple con un deber de cultura al reintegrar las páginas que la forman a la publicidad. ,."::;5

A GUISA DE PROLOGO

Señor Director de "El Universal" (1) Presente. Mi estimado amigo:

_, · P ORQ U E harto se me alcanza que 1C! mara por donde quema el que sin

sobraría quien toprevia explicación me permitiera yo, y desde casa ajena por añadidura, hacer la presentación ante el público de intelectualidad tan merecidamente connotada y aplaudida como la del señor ingeniero don Francisco Bulnes, consienta usted que el artículo que se sirvió pedirme con aquel objeto, se convierta en carta, y que ésta vaya precedida de un tan trivial introito. Alejado mi escrúpulo y puestos los puntos sobre las íes, vale decir, aclarado que la presentación la intento cediendo a una benévola solicitud de usted,-sabedor sin duda de antemano,. de lo vetusta que es la amistad que me liga al señor Bulnes, y lo honda que es mt admiración a su talento privilegiado,-he de comenzar, no presentando a quien de sobra es conocido con ventaja, sino felicitando a "El Universal" por haber.~·e asegurado la colaboro cúj n excl usÍl'o de u n a !JIu If/a de tal suprte cortada que, Sfglll/ sea el osunto de que trate, más que plumo ()ro ((nf()j((.'ie e.'iculpel()inteiigenfe y sin

(1 La presente carta se publicó el 4 de octubre de ]920, días antes de iniciar en aquel diario el Sr. Bulnes su brillante colaboración.

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entrañas que no descansa hasta encontrar la úlcera y extirparla, así el paciente se retuerza y gri~e n:i.entras dura la despiadada búsqueda; ora hacha Jushc~era y vengadora que sin misericordia decapita y derriba falsos ídolos; ora látigo que arroja del templo a mercaderes sin conciencia, después de dejarles señaladas las mejillas ignorantes de pudores; ora alambique de ironi a finísima, que mucho evoca la de Anatole France, por lo que al igual de ésta pone en la picota hasta no atomizarlas y untarlas por los suelos, a Zas reputaciones "incautadas", a las personaliflades de similor en que abundamos tanto,-¡varios centenares de ellas a cada nuevo movimiento político triunfante de los mil y pico que llevamos padecidos, sin visos de que nos hayan fatigado, según volvemos a las andadas todos los días laborables, y aun festivos/-a las glorias de oropel, a los héroes y genios de guardarropía, a las mentiras oficialmente declaradas verdades, que tanto han desviado, y desviándolos siguen, nuestra mentalidad y nuestros pasos; en una palabra, encarándose a cuanto él diputa por error, usurpación moral o maten:al, superchería y desatino. ¡Calcule usted, pues, lo que las columnas de "El Universal" aumentarán en amenidad e interés, y si hay o no hay molÍllo para que yo lo felicite! y supuesto que usted me pidió una presentación del . señor Bulnes, y que yo me comprometí a hacerla, tolere que aqui reproduzca un largo fragmento del extenso estudio que acerca de personalidad mexicana de tamaño relieve, publiqué en el primer periódico de la Habana, cuando Bulnes acababa de dar a la estampa, en ~Vueva y ork, el único de sus libros que en México, "et pour cause", fuera poco leído; "The Whole Truth About M exico, President H~ilson's Responsability."

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N o obstante su diploma de Ingeniero Civil y de M i'nas, ganado triunfalmente hasta con dos medallas de oro en nuestro de veras famoso Colegio de Minería (que inauguró a primero de enero de 1792 el 52° virrey de Nueva España, cuya creación fue decretada en Aranjuez desde 1783 por la majestad de don Carlos 111, y que ha sido almácigo de poróón de 'mexicanos notables, entre otros Vicente Valencia, descubridor del medio para evitar la pérdida del mercurio que el beneficio llamado "de patio" origina; Manuel Herrera, que descubrió la Fotografía al propio tiempo que Daguerre en Francia; Lucas Alamán, Manuel Orozco y Berra, Francisco Javier Gamboa, Francisco Díaz Covarrubias, Velázquez de Lean, Mier y Terán, M"anuel Antonio Castro, etc.), Francisco Bulnes ha sido y es, por encima de todo, uno de nuestros más altos pensadores y uno de nuestros mejores sociólogos, sin que ello menoscabe su saber en Química, Bacteriología, y asuntos 'monetarios y de Hacienda, del que lleva dados muy sazonados frutos. Pero cuando en México nos pongamos a hacer, justiciera y serenamente, la revisión de nuestros valores morales e individuales, de seguro que Bulnes será catalogado entre los pensadores y sociólogos. Su culto por las Matemáticas, que ha de haberlo traído en su idiosincrasia y que en el Colegio halló ancho campo para desenvolverse, lo llevó a ser una potencia en ellas, y así desde mozo, aprendió a raciocinar con claridad y exactitud. Luego, afilióse en el positivismo, sistema ahora ya desacreditado y fuera de uso; pero que entre sus escasas excelencias posee la de haber preconizado el M étodo, ese conjunto de procedimientos racionales indispensables y sin substituto, para buscar la verdad en Filosofía, en Historia Natural para la clasificación de los seres, y en el sentido y enseñanza de

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cualquier ciencia, el orden que ha de observarse para que enseñanza y estudio resulten fructuosos. Por sus 'medallas de oro y por el sufragio de los condiscípulos siempre, Bulnes ha de haber salido del Colegio de Minería con el doble título de ingeniero y de inteligente, mas sin entusiasmar a nadie, todavía; porque en México, dicho sea sin jactancia, ha sido cosa común en las unidades de profesionales nuevos que de tiempo en tiempo avientan nuestras escuelas facultativas al terreno de la lucha, no escaseen los inteligentes. El mal está en que a muchos de ellos, las ambiciones prematuras les quiebran las alas y paran en los lodos. Bulnes era de los llamados a volar hasta lvs cumbres, y ahí quedarse a perpetuidad como en su natural y legítimo domicilio. Su primer acto sonado fue un viaje al Japón en 1871,., a observar el paso de Venus por el disco del Sol, en calidad de secretario-cronista de la comisión enviada por M éxico bajo la presidencia del sabio astrónomo Francisco Díaz Covarrubias. A ntes de esto, parece que Bulnes corrió serios peligros de radicarse en el malsano país de Bohemia, en el que todos cuando jóvenes y algunos cuando viejos, hemos pasado alegres temporadas con mengua más o menos duradera de nuestra salud y nuestra fama. De entonces a hoy, sus actividades y talentos no se han dado punto de reposo: ha sido catedrático en el propio Colegio de M1:neria en que abrevó su cerebro, y en la Escuela .LYacional Preparatoria; periodista, d'istintas épocas; diputado o senador durante cerca de treinta años y pre.')idente de una u .otra Cámara diversas veces; re~ dactor de leyes bancanas y corredactor del Código de J.Yinerío, presidente o miembro de innúmeras comisiones legislatiNls y técnicas; consultor permanente o acciden-

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tal de varias Secretarías de Despacho; autor de tratados sobre Derecho Constitucional, J,I etalurgia, Agricultura, etc. Pero su creciente notoriedad arranca de la tribuna de la Cámara de Diputados, en la qV.e desde sus pr'imeros d1:scursos hizo gala de una dialéctica poderosa y de una elocuenclCl tan convincent?" que, cuando en la época del Presidente González, por ejelnplo, subió a defender el arreglo de la deuda inglesa-repugnada por el país íntegro hasta con su alarmante inicio de vías de hecho, que pudo transformarse en cosa de mayor enjundia,-a pesar de que comenzó su discurso entre interrupciones, siseos y silbos de una Cámara ad¿:ersa y unas galerías enemigas, logró imponerse a la una y el las otras, 11 ambas, además de escucharle cuanto a él plugo decirles, todavía aplaudiéronlo a rabiar a la conclusión de su defensa. Como éste, a porrillo podrían citarse los casos en que ha vencido su oratoria. Sin embargo, Bulnes no es castizo ni es purista; antes su estilo, igual en lo que habla que en lo que escribe, resiéntese de irreducible independencia casi rnontaraz, de alejam.iento del buen decir, intencionado y preconcebido. Preocupado, dentro de su temperatnento de pensador, de que la idea predomine y convenza, la expresión, que es pintoresca y bravía, connotativa y persuasiva, preñada de ciencia y erizada de ironías que, a las vegadas, resultan sarcasmos crueles, la expresión es indómita e iconoclasta. Si nada se le opone en el camino, suele andar tersa y sumisa con las leyes del idioma, mas a la menor oposición o resistencia, salva barreras, abofetea pragmáticas, derriba guardianes y escarnece ejemplos y precedentes. De ahí, prinn'polm,ente, que sus discursos, escoltados por el merecido prestigio del indún'duo, el calor de la l'OZ la seducóón conl'z'ncente del ademán, Zas modalidades de la o

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fisonomía, la fuerza de la mirada y ese magnetislno lnisterioso que se desprende de las palabras de los hom,bres de talento-si son ellos m,ismos quienes las profieren,de ahí que sus dz:scursos convenzan y se ganen aplausos tantísimos. Pero de altí, también que sus libros y artículos sean discutidos y vulnerables; se presentan huérfanos de todos aquellos factores, sin quien los realce ni los valga ante el criterio del lector; criterio, por lo com ún, hostil al autor de todo impreso, que significa, para el lector perteneciente al mismo oficio, un riz'nl o enem'z"go, que, cuando m,enos, puede restar compradores y elogios; y para el que sólo es consumidor, la huml"llación de tener que reconocerse una inferioridad que lo lastima !J previene "a priori" en contra del autor y en contra del hbro: S11 inferioridad disminul:rá en razón directa de las máculas que a entrambos les descubra o les invente. Bulnes, además, como todos los fuertes gusta de alardear de su fuerza, y en discursos y libros no desdeña el esgrimir la paradoja, la cual, aunque no sea la mentira en todas ocasiones, como en todas ellas sí contraría y ataca las opiniones generales, esto le aumen ta e intensljica la desconfianza e incredulidad de lectores y auditorios. De entre las otras varias cualidades que reune Bulnes en su dualidad de orador y publicista, descuellan tres que mucho lo recomiendan: en la tribuna, en el periódico y en el libro ha demostrado que posee independencla de criterio, lo que lo singulariza; un valor civil a toda prueba, y amor a la verdad en un medio donde decirla es pecado; cosa esta última que lo enaltece, pero que le ha acarreado ya, amén de cataratas de denuestos, agreslOnes de hecho y de peligro. Dada la mentalidad de Bulnes, dados sus estudios y orientaciones, natural era que figurara en el grupo po-

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lítico,-que nunca llegó a partido en forma,-llamado de los "Científicos", en los últimos tiempos tan conocido como abominado. Allá a sus principios, por mayo del 1893, compúsose de cinco individuos, Bulnes en cuenta, que con motivo del nombramiento de don José 1ves Limantour para Secretario de Hacienda, intentaron la independencia del Poder Judicial por medio de la inamovilidad de sus miembros, y una inmediata reforma a la Constitución, que aumentara a los periodistas la muy restringida libertad de que por entonces gozaban. Sustentaba el grupo la cuerda doctrina de que existe una ciencia de gobierno, y que el que la ignora y gobierna empíricamente, va al fracaso.y hunde a su país (doctrina, sea dicha de paso, que no da trazas de aclimatarse en la América latina ni para el gobierno ni para el periodismo, a juzgar por lo que abundan en uno y en otro ramo con perjuicio grave para gobernados y lectores, los ignorantes e improvisados) La fisonomía moral de Bulnes no es vitanda. Firme en sus credos filosófico y científico, es tolerante para los que no comulgan con él. Conservador chispeante y sabrosísimo, su charla es solicitada y festejada, aunque a poco que se la busque tórnase en polémica contundente. Dotado de feliz memoria, lector sistemático hace lustros de lustros; observador sagaz, resulta enciclopedia de segura consulta en porción de materias, y en asuntos mcxicanos,casi siempre una autoridad de alteza y pesadumbre. M atemático profundo, es consiguientemente un maestro en lógica; su pensamiento y su raciocinio tienen claridad meridiana y precisión de péndulo. N o obstante lo disciplinado y amplio de su erudición, supérala su talento, cuya dominante es una comprensividad instantánea y clara; y aunque sus discursos sean~ como tenían que

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serlo, sintéticos esencialmente, la especialidad de Bulnes, su tendencia cerebral es marcadamente analítica; de dónde su predilecc'ión por lu critica histórica. Su 1nentalidad privileg'úJ(la permite clasijú'urlo dentro del hmitado núcleo de los i i genút hn'de,'.:,", que .')01/ el térmz'no medio entre el hombre de talento, al que dejan atrás, y el hombre de genio propiamente dicho, al que no igualan todavía. i i Toute proportion gardée", Bulnes ha sido a JI éxico, lo que raine es a Francia, y desde que produjo su primer libro de crUica histórica, "Las Grandes .J.11 entiras de l\~uestra Historia", puede decirse que, a su Inanera, ha ¡'enido escrz:biendo la historia de los orígenes del JI exico contemporáneo, aunque por rnodo jragrnentarz'o y dÚ310cado, con no escasas repeticiones de acaecurll'entos y puntos de l'ista, sin aquella unidad y arnwnía que no son la menor perfección de la rnagna obra de Taine, Débese a que Bulnes no se propuso escribir tal h1:storia, sino que en cada uno de los volúmenes que ha dado a luz, indudablemente sólo se propuso apurar el asunto concreto en que se ocupan y tocar de paso con relativa profundzdad los que les son sus correlativos y allegados. Si se leen sus tomus con el detem múnlo ([ que son acreedores, y en el orden siylúente: "La Guerra de Independencia", "JIidalgo e Iturbt"de", "T~as Grandes Mentiras de Nuestra HI',,,tU/'W" "Jwírc;¿ U la Rel'ollln'árl de Reforma," "El Verdadero Juárez" "La rrerdad completa sobre México," y a7! te.') de éste "El T'crd((dero Díaz" que aparecerá en breN', se pulpará que li/l ajirm,ación es fundado y exac!r¡, la fl'/iaCÚJn de Bullir.') historiador, áene en línea recta de Hipóldo Tuine, eminencia Iilosnfica con la que prC8enta mús de 11 JI punto de contacto. A ,nl)(),\ son posihz'útas, y por ello ostentan los defectos y l'Ú'tudes que ese sistema irnpn'me a sus odeptos; ambos poseen er/IIZ"-

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diable y copioso c(ludol de conocúnientos rigurosamente científicos y alquitarados, sobre s u raza y su medio; an~'bos profesan acendrado culto a la verdad-o a lo que por l'erdad estimccn,-y en .sus libros la exponen sz'n ambajes ni C((Tetas, (l n'esgo de parecer "poco patriotas", y de que los mediocres, los fariseos, las turbas, los ú!iurien y lapiden J' ambos son duellos de valor idéntico para no apartarse del surco q[fe ahondan, y para repetir y practicar el socorrido ('¡pega, pero escucha!" Y así como Taine a Sil muerte se trunsmutó en oráculo, y son sus páginas fuente de verdad h u manCI, o séase incompleta, a la que se pegan los labios resecos de engaños y 1nentiras así Bulnes a su muerte,-¡que yo apetezco no lo hiera hasta dentro de mucho tiempo!-acabará de afianzar el triunfo completo que hoy se le escatima, y en sus libros, podados de algunos excesos y errores, nuestros hijos beberán la verdad, de la que nosotros, para nuestra desgracia, anduvinws tan ayunos y necesl·tados. J'

De usted amigo atto. y afmo. S.S. Federico Gamboa.

EL PRI MER ARTICULO

HOMBRES DE LUCHA, MEJOR QUE HOMBRES DE TE DEUM

IliJXTRE los cargos que se me hacen como intelectual de gran actiyidad, el más graye ha sido el de señalarme como insoportable hombre de paradojas. Con agrado acepto el cargo y para probarlo prometo en la serie de artículos que me propongo escribir, paradojear sin conceder a la opinión pública ni el menor pensamiento de misericordia. Leo en un periódico serio y merecidamente prestigiado de la capital: "Dice el Presidente electo. que ~léxico ha cerrado ~u período de luchas intestinas, porque realizó SU¡; conquisia:; fundamentales y abre un período franco de reconstrucción" Estas palabras hermosas, que sin duda hace suyas el partido obregonista, son un himno al optimismo, una ráfaga de fe ciega en lo que no existe, un solemne Te Deum entonado sin canto gregoriano en el altar de la Patria. Contrastando con las declaraciones del general Obregón,. el mismo periódico dice en su editorial intitulado: ' Tiempos Ditíciles": "Atrayiesan los .. Estados ~, de la tierra un momento histórico, penoso e inquietante. Fuerzas obscura" y desordenadas agitan a los pueblos, en una crisis cuya solu< ción no es posible preyer. rn descontento general h
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