Fernando Artieda - Poema a Julio Jaramillo

April 2, 2019 | Author: A-Dolcino | Category: Leisure
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Literatura ecuatoriana contemporánea /...

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http://www.scribd.com/Insurgencia

PUEBLO, FANTASMA Y CLAVE DE JOTA JOTA Autor: Fernando Artieda

"Yo sé que tú lo dudas que yo te quiera tanto. Si quieres me abro el pecho y te enseño el corazón..." Y le llegó su Caimán su Julio Verne por eso de que De La Tierra la Luna, de que Viaje al Centro de la Tierra cosa tan triste. Y fue como si anduvieran ofreciendo la muerte a domicilio porque de pronto se encendieron las rocolas en el Pollo loco en el Chuzo engreído en el No te agüeves y la voz del man entró así con todo por las ventanas de las casas por las goteras del techo por las rendijas de las cañas separadas. En las esquinas la biela zumbaba y la gente no hablaba sobre él porque para qué iban a hablar si el pueblo sabe que qu e de esas cosas nunca se habla. En el café de los intelectuales la cosa se estaba poniendo kafkiana cuando pasó Carebandido y les dijo que qué Gabo ni la gaver's no ven que se ha muerto el man. Cuál man cuál man 1

preguntaron los desenchufados y carebandido con esa dignidad característica de los ladrones de barrio y los poetas p oetas Cuál man más va a ser pues pu es gil habrá algún otro más bacán que Julio Jaramillo. Las putas sacaban monedas de a Sucre de sus chaucheras trasnochadas y las metían en las ranuras de las Wurlitzer para escuchar "No puedo verte triste porque me mata tu carita de pena, mi dulce amor" Y comentaban y algunas hasta lloraban y el maricón Alfredo tenía que estarlas arriando ya pues señoras a trabajar déjense de pendejadas ni que el hombre hubiera sido su marido. Una zorra veterana bebía cerveza y recordaba que ella lo había conocido desde los tiempos en que era camote de la Blanca Garzón el mejor calzón que había en esa época por los cabareses de Guayaquil. Gu ayaquil. Los taxistas y las peroles seres por los cuales uno puede enterarse de casi todas las cosas de este mundo seguían escuchando Radio Cristal que había transmitido como un partido de fútbol la muerte de Jota Jota Con sus micrófonos instalados directamente desde la clínica Dominguez donde yace en el lecho del dolor d olor el único el incomparable el ahijado de car el ídolo del pueblo  Julio Jaramillo. La voz de Umovar sinceramente conmovida, pero rota por catorce horas seguidas de darle y darle a la lengua en forma continuada iba adquiriendo tonalidades deprimidas y a ratos hasta dejaba botado el micrófono para ir a tomarse una cerveza o a comentar con otros locutores de la radio 2

las cosas del velorio. Las cantinas estaban llenas y había un clima como de alborozo trágico como si una angustia jubilosa fuera tomándose las calles subiéndose por los postes de alumbrado reptando por los jardines de los parques y trepando los árboles más altos para desde ahí descolgarse con todo su entusiasta dramatismo sobre la ciudad acongoj acongojada ada sorprendida estupefacta porque era que no se podía creer porque aunque se sabía que estaba grave que se iba a morir de todos modos una sobrevivencia como ajena nos había dado la nota de que la muerte no existía de no pararle bola de que lo único que tenía derecho entre nosotros era la vida. Dos días con sus noches lo velamos en el estadio. De todas partes se venían con mujeres con hijos desde Lomas de Sargentillo venían desde Pechiche de Vueltalarga venían sólo para ver como cantaba de muerto. Ríos de gente salían de los manglares  bajaban de los cerros rodando por el lodo ensuciándose la ropa perdiendo los zapatos perdiéndolo todo menos la firmeza de estar junto a él en su última conquista la de aquella tarde en que Dios que se le va ajumando i el -zas- que se le va levantando a la muerte para toda la vida. Miles y miles de zambos cholos negras culonas choros putas poetas 3

asesinos deportistas periodiqueros sinvergüenzas curas sableadores contrabandistas alcahuetes pesquisas estibadores  betuneros y maricas. Gentes del pueblo arracimados en colas largas como el destino para tocar el cuerpo persignarse llorar a grito herido la huella de su ausencia. Mónica se vino desde la yoni para contarle después de muerto todo lo que lo había querido. Un borrachito con una botella de trago en la l a mano temblorosa decía ahora sólo nos queda Barcelona ahora sólo nos queda Barcelona Ahora se va. Va caminando lentamente como bandera extendida entre los brazos de la gente se va el zorzal el lírico el artista. Se va el duro el brava el superbacán el pinga de oro el cantante más pesado que ha tenido el Ecuador y el mundo más claro ya 'cha nota con mi persona. Ya resbala tiernamente el cadáver abrumado de flores y es como si los muelles se hubieran puesto a toser señales antiguas sirenas cangrejos 4

pianos y manzanas. La masa, desconcertada, ebria de malas noches y de alcohol se va raleando en grupos de a uno de a cinco de treintaidos. Van buscando la calle estrangulada que sienten medio enferma como traspapelada entre las sombras como sonámbula como si fuera otra y no esta Guayaquil Gu ayaquil la ciudad viuda y guáchara que había perdido al mismo tiempo su hijo y su machuchín.

Fernando Artieda guayaquileño; 1945-2010 Digitalizado por Jorge Luis Pérez

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