Fe, Razon y La Historia de La Tierra - Leonard Brand

April 27, 2017 | Author: José María Arrieta | Category: N/A
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Descripción: Ciencia y Religión - Creacionismo...

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FE, RAZÓN Y LA HISTORIA DE LA TIERRA

Fe, razón y la historia de la Tierra UN PARADIGMA DE LOS ORÍGENES DE LA TIERRA Y DE LA VIDA MEDIANTE UN DISEÑO INTELIGENTE

Leonard Brand

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Libros de Adventus publicados y en preparación Historia de la educación adventista: Una visión global Floyd Greenleaf Gramática básica del griego del Nuevo Testamento Nancy Weber de Vyhmeister y Lilian Schmied Padilla Principios de la educación adventista: Filosofía, objetivos, métodos y misión Edward M. Cadwallader Fe, razón y la historia de la Tierra: Un paradigma de los orígenes de la Tierra y de la vida mediante un diseño inteligente Leonard Brand Enseñando Historia: Una perspectiva adventista Gary Land Enseñando Literatura: Una perspectiva adventista Delmer Davis Enseñando Sociología: Una perspectiva adventista Lionel Matthews Cristo, fin de la ley Roberto Badenas

ÍNDICE Presentación de los editores ...........................................................................................................................................iii Prefacio ..............................................................................................................................................................................v Capítulo 1. La investigación científica ...........................................................................................................................2 Capítulo 2. Las limitaciones de la ciencia ....................................................................................................................12 Capítulo 3. Puntos culminantes de la historia de la ciencia ......................................................................................28 Capítulo 4. Cómo entender la ciencia ..........................................................................................................................40 Capítulo 5. El naturalismo y una alternativa ...............................................................................................................48 Capítulo 6. La relación entre la fe y la ciencia ............................................................................................................70 Capítulo 7. El origen de la vida.....................................................................................................................................90 Capítulo 8. Microevolución y especiación ................................................................................................................104 Capítulo 9. La teoría del intervencionismo y los cambios biológicos ..................................................................116 Capítulo 10. La sociobiología y el comportamiento altruista ................................................................................130 Capítulo 11. Los argumentos a favor de la megaevolución ...................................................................................138 Capítulo 12. Los argumentos a favor de la intervención informada ....................................................................156 Capítulo 13. La megaevolución ¿es posible? ............................................................................................................178 Capítulo 14. El registro geológico ..............................................................................................................................192 Capítulo 15. El tiempo geológico ..............................................................................................................................222 Capítulo 16. La teoría geológica de corta edad ........................................................................................................246 Capítulo 17. Dos versiones de la geología de corta edad .......................................................................................260 Capítulo 18. Fe, razón y la historia de la Tierra........................................................................................................292 Glosario ..........................................................................................................................................................................296

PRESENTACIÓN DE LOS EDITORES Esta traducción del libro Faith, Reason and Earth History (Fe, razón y la historia de la Tierra) de Leonard Brand que presentamos, viene a completar un espacio que permanecía atenuado en el ámbito de las discusiones y consideraciones sobre la Ciencia en su encuentro con la Fe. En cierto momento, Hans Georg Gadamer, propuso una pregunta que nos impele a editar esta obra: …la pretensión de la ciencia es superar lo aleatorio de la experiencia subjetiva mediante un conocimiento objetivo, y el lenguaje del simbolismo equívoco mediante la univocidad del concepto. Pero cabe preguntar: ¿hay dentro de la ciencia como tal un límite de lo objetivable basado en la esencia del juicio y de la verdad enunciativa? (Gadamer, 1998, p. 55)

La relación entre las teorías de la Ciencia, que explican la realidad y el mundo natural, con las explicaciones de la Fe, no siempre ha sido afable ni sincera. De los textos de Darwin a la Síntesis Evolutiva Moderna, el Evolucionismo ha desarrollado una progresiva sacralización de sus hipótesis. Se considera como horizonte natural de toda interpretación científica y cada vez se aleja más del principio de falsabilidad. Toda propuesta que discrepe de tal plataforma se etiqueta de pseudocientífica y es vejada en aras de la pureza metodológica. Hemos, sin embargo, de recordar que el Evolucionismo no superaría algunos de los pasos del SM-14 (experimentación, testeo, desafío de hipótesis y, cómo no, repetición del experimento). Es por ello que, ante tal presunción sobre la verdad, nos atrevemos a ofertar otras posibilidades de interpretación acerca los orígenes de este mundo. El autor de esta obra nos muestra de manera magistral cómo esa relación no ha de ser necesariamente áspera, sino que las oportunidades para una interacción fructífera de la verdad sobre esta temática

pueden ser numerosas. Como dirá el mismo Brand: The difference between a creationist and an evolutionist isn't a difference in the scientific data, but a difference in philosophy—a difference in the presuppositions that are accepted as a basis for explaining the data. A creationist accepts the concept of a divine Creator who created life and then told us about it. Most scientists will accept natural law as the only ‘creator’. Either of these philosophies is a faith. They are based on evidence, but neither one can be proved or disproved by science. (Brand, 1977)

Como el experimentado investigador que es, Brand nos muestra cómo, al analizar los datos científicos disponibles en diversas áreas (Biología, Bioquímica, Embriología, Ciencias del Comportamiento o Ciencias de la Tierra), se puede desarrollar un pensamiento constructivo sobre los orígenes y la historia de la Tierra en el contexto de las Escrituras, incluso cuando se difiera en cuestiones fundamentales o al abordar problemas no resueltos. Esta traducción al español, revisada por científicos especializados en la disciplina, presenta, con relación a la edición original en lengua inglesa, nuevas y actualizadas ilustraciones. Además, con el objetivo de facilitar al lector su relación y afinidad con la obra, se han incorporado nuevos índices analíticos (títulos, autores y lugares, figuras y tablas, ampliación del índice temático). La bibliografía ha sido acrecentada, incluyendo referencias a las publicaciones disponibles en español. Entendemos que tales incorporaciones incrementarán el valor de este recurso de estudio. Nos hallamos ante un material muy bien recibido en su versión original que, seguramente, será de gran aprecio para

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los lectores en lengua española. Tenemos la certeza de que esta publicación beneficiará a todo interesado y estudioso de las ciencias y de todas aquellas cuestiones ontológicas que nos embargan: el origen de la existencia, la historia de la vida y de la tierra. En sus páginas, los estudiosos de Filosofía de la Ciencia, Creación y Evolución, Ciencia y Fe, hallarán nuevos horizontes de análisis y reflexión.

Los editores nos sentimos sumamente complacidos de realizar esta entrega que, indudablemente, contribuye al conocimiento científico, presentando un paradigma sobre los orígenes de la Tierra y de la vida mediante un diseño inteligente. Equipo Editorial Editorial Universidad Adventista del Plata

PREFACIO Las siguientes páginas presentan una visión general de cómo opera el método científico. Esa comprensión luego se aplica a un análisis de los datos en las ciencias biológicas y de la Tierra para ilustrar cómo piensa un científico creacionista. Finalmente, este libro bosqueja una interpretación alternativa de la historia de la Tierra. Muchos científicos alegan que es imposible que una persona que cree en la creación sea un buen científico y que el creacionismo es incompatible con el método científico. Una tesis central de este libro es que un creacionista realmente puede ser un científico eficaz. Esa tesis está apoyada por la experiencia personal y por la observación de individuos que son creacionistas y, a la vez, científicos productivos. El planteamiento que se hace está basado en la apreciación de que es inapropiado e incorrecto caracterizar a los científicos no creacionistas como personas poco inteligentes o desinformadas que creen una teoría ridícula. Por cierto, podemos diferir sobre algunas cuestiones filosóficas importantes, pero los científicos no creacionistas que conozco son individuos bien capacitados y entendidos para aportar pruebas convincentes que apoyen su comprensión de la historia de la Tierra. En una visión alternativa de la historia de la Tierra, un enfoque constructivo debe concentrarse en: un análisis cuidadoso de los datos y un desarrollo creíble de las interpretaciones de los mismos. Durante los años transcurridos desde la publicación de la primera edición de este libro, han sucedido muchas cosas en la ciencia en general y en el estudio de los orígenes en particular. La biología molecular ha avanzado en varios frentes, incluyendo la secuencia de los genomas de los seres humanos y de muchos otros animales. Nuevos descubrimientos fósiles se han sumado a una comprensión de las formas de vida previas, con animales excepcionales como dinosaurios con plu-

mas fosilizadas. Hay un amplio conocimiento del público en relación con el movimiento del Diseño Inteligente. Éste se ha convertido en el centro de las críticas por parte de aquellos que se oponen a conceptos que requieran cualquier tipo de diseño en los orígenes. Mi propia carrera ha consistido en una expansión de mi investigación en las ciencias de la tierra durante los últimos doce años. Esta experiencia ha cambiado algo mi forma de pensar acerca de detalles que tienen que ver con la relación entre el registro geológico y la catástrofe geológica descripta en el Génesis, pero mantengo aun un período corto para la vida sobre la Tierra. Esto se verá en los capítulos sobre la geología. Esta segunda edición sigue el mismo planteamiento básico de la primera edición, pero se actualizan y reorganizan algunas secciones críticas. No obstante, no es posible presentar una cobertura completa y detallada de toda la literatura sobre un tema tan amplio. En forma similar a la primera, esta segunda edición, corresponde leerse como una introducción a una manera de pensar acerca de los orígenes. Se alienta al lector a ahondar en la lectura de las referencias que se dan y en la literatura sobre los temas tratados que va en continuo aumento. Esto es para continuar creciendo en la comprensión de este esfuerzo fascinante por integrar la fe y la ciencia. En este libro y en otras publicaciones frecuentemente se usaron términos como “intervencionismo” e “intervención informada”. Las reacciones de los lectores indican la necesidad de explicar mejor estos términos. En algunas frases se podría usar la palabra “creacionismo”, pero utilizo el término “intervencionismo” por un par de razones. En el sentido estricto, la creación bíblica es lo que sucedió en el principio: el origen de las formas de vida y de aspectos físicos de nuestra tierra para poder sostener la vida. Pero muchas

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cuestiones tratadas por los creacionistas involucran la historia de la Tierra y de la vida como continuó después de la creación inicial. La intervención informada es más amplia y abarca una visión de la historia que reconoce: (1) el papel importante de la intervención inteligente en la historia, incluyendo la creación original; (2) la intervención en la historia geológica; y (3) la comunicación de Dios con los seres humanos mediante de las Escrituras. Esta visión de la historia trata también con los cambios biológicos y geológicos que, a lo largo de los siglos, han sido el resultado de la operación de procesos físicos y biológicos “normales” y/o inusuales (inusuales desde la perspectiva de la ciencia naturalista) para lograr un cuadro unificado de la historia de la tierra desde la creación. Tratar de incluir todo esto en el término “creación” es como incluir toda la teoría evolucionista y geológica en el término “abiogénesis”. Una comunicación clara requiere palabras que no sean ambiguas. Por esa razón, me refiero al enfoque filosófico que se presenta aquí como intervencionismo. Este término, por sí mismo, no define la naturaleza de la intervención. Algunas personas pueden usar la palabra para incluir una variedad de interpretaciones, incluyendo el concepto de un Dios que pone en marcha el universo y lo deja librado a su desarrollo, o la evolución teísta, o interpretaciones más literales de la Biblia. Sólo utilizo el término “intervencionismo” con referencia a una versión del concepto que refleja mi confianza en el relato literal de la Escritura sobre los orígenes y la historia (Génesis 1 a 11). El intervencionismo, como yo lo entiendo, incluye además la participación continua de Dios en el sostén del universo. ¿Cómo lo hace? Mi hipótesis favorita es que Dios sostiene continuamente la constancia de sus leyes de la naturaleza para que el universo siga operando como fue planeado. Si él detuviera esta actividad de sostén, sencillamente, el universo entero dejaría de existir. ¿Podría Dios

cansarse algún día de esta actividad de sostenimiento y detenerla por un tiempo antes de iniciar nuevamente desde donde se dejó? Este pensamiento podría considerarse intrigante. Si ocurriera, nunca conoceríamos la diferencia, y nuestra investigación científica ni siquiera podría detectarla. Normalmente no me centro en esta parte de sostén de la obra de Dios, sencillamente, porque no sabemos nada al respecto. Sin embargo, un factor importante del intervencionismo es el reconocimiento del hecho de que Dios sostiene continuamente el universo y la vida. Este punto puede ser objetado por la corriente de la filosofía científica que no acepta la existencia de ninguna intervención sobrenatural. Esta supone que Dios no puede interferir en la operación de ninguna parte del universo porque eso violaría las leyes de la naturaleza. Pero esa objeción se basa en una visión muy superficial de Dios y sus “leyes de la naturaleza”, las cuales considero que no existen por sí mismas, sino que son leyes que Dios inventó para que su universo opere. Muchos científicos insisten en el uso del naturalismo metodológico (la filosofía que no permite ninguna explicación sobrenatural) en la ciencia. ¿Pero sigue Dios en realidad esa regla? Además, ¿qué es un milagro? Tal vez Dios sea tan sabio que inventa “leyes de la naturaleza” que son lo suficientemente abarcantes para mantener el funcionamiento del universo y, a la vez, permiten a Dios inventar y hacer cosas complejas como los organismos vivos. Tal vez esas leyes le permiten a Dios, como un Ser racional y versátil, tomar decisiones y actuar, así como los seres humanos lo hacen todo el tiempo. Si estás sentado en mi casa bajo un techo sólido, tu cabeza se mantendrá seca. Pero esa situación cambiará si levanto un balde de agua y lo echo sobre tu cabeza. No se ha violado ninguna ley de la naturaleza, pero cambió el curso de los acontecimientos. Tal vez muchos, o incluso todos los acontecimientos que llamamos milagros sobrenaturales entran en esta categoría.

Prefacio

Dios actuó y formó seres vivos de las materias primas que funcionan de acuerdo a sus leyes de la naturaleza, y, posteriormente, insertó una fuerza excepcional en la estructura geológica equilibrada de la tierra para producir un diluvio gigantesco. No se violaron leyes. Fue sólo una decisión inteligente y una acción tomada por un Ser que conoce todas sus leyes y sabe cómo interponer las fuerzas adecuadas para cambiar el curso de los acontecimientos. ¿Es lógico que los seres humanos finitos decidan si le permitiremos a él hacer eso? ¿Afectan nuestras especulaciones la manera como Dios obra? Según mi comprensión de la historia de la salvación que presenta la Biblia, una razón importante para que Dios actúe de esa manera es para tratar con situaciones de emergencia que surgieron porque los seres humanos rebeldes abusaron del libre albedrío que Dios les dio. En otras palabras, Dios tiene que actuar en forma especial para encargarse del problema del pecado y el mal. Cuando el pecado y la violencia dominaron las vidas de los seres humanos en un mundo perfecto, Dios modificó el curso de los acontecimientos con un diluvio que cambió el mundo. Luego cuando llegó el momento de una acción concluyente para decidir el resultado del gran conflicto entre Cristo y el rebelde Satanás, Jesús vivió sobre la tierra y diariamente cambió el curso de los eventos al sanar a los enfermos y levantar a los muertos, incluso a sí mismo. Otro de los milagros de Dios ha sido su comunicación con los profetas y otros mensajeros que produjeron las Escrituras. No hay nada misterioso o contrario a las leyes de la naturaleza acerca de ese proceso. En esta era electrónica hemos aprendido muchas maneras de comunicarnos con alguien sin estar allí en persona. Tal vez Dios o un ángel, en un estado de materia invisible para nosotros, susurró en el oído de alguien. No hay necesidad de quebrantar ninguna ley natural para que esto sea posible. Dios sencillamente intervino en la historia. Los seres humanos

también intervienen en la historia como seres inteligentes que pueden actuar y cambiar el desarrollo de los acontecimientos. Hitler hizo eso con resultados desastrosos. Martín Lutero lo hizo y reforzó la influencia de la Escritura. Para entender a Dios, debemos comprender el concepto que él es un ser personal que nos ama, que puede decidir lo que es mejor para nosotros, y luego actúa usando el amplio espectro de sus leyes de la naturaleza para cumplir su voluntad. Existe una última razón para usar el término “intervencionismo”. Los términos como “creación”, “creacionista” y “creacionismo” han adquirido una connotación muy negativa dentro de la comunidad científica, y no es sólo por desacuerdo sobre el concepto de la creación. Para muchos, estas palabras evocan una imagen de batallas legales sobre lo que debería enseñarse en las clases de ciencia de la escuela secundaria, debates, ciencia realizada con poco esmero y comentarios sarcásticos y burlones acerca de “esos evolucionistas”. El término “intervención informada” (también “intervencionista” e “intervencionismo”) no incluye una agenda tan politizada. Mi objetivo es discutir estos temas de una manera que no divida a las personas que tienen visiones diferentes sino que use un enfoque que auxilie en la comprensión mutua. En resumen, el intervencionismo es el entendimiento de que Dios intervino a través de la historia y todavía interviene. Creó un detallado conjunto de leyes a las cuales nos referimos como “leyes de la naturaleza”. Sostiene constantemente la operación inmutable de esas leyes para que el universo y la vida continúen en su curso diario a lo largo del tiempo. El intervencionismo incluye la creación divina de la vida y del universo, y la participación sustentadora de Dios en la historia geológica y biológica desde la creación inicial. Los acontecimientos de la historia ocurren normalmente mediante la operación de las leyes divinas de la naturaleza. Pero de cuando en cuando, Dios, como ser racional que puede tomar decisiones y

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actuar, hace cosas que llamamos milagros. Los milagros parecen misteriosos porque no entendemos todo el alcance de sus leyes, y no podemos captar la grandeza de Dios y las opciones que están abiertas para él. Él no viola sus leyes, sino que las usa para cumplir sus propósitos. Muchos milagros están asociados a las acciones de Dios al tratar con el problema del pecado. Podemos trabajar como científicos porque el obrar diario de la naturaleza sigue las leyes divinas de la naturaleza y podemos depender de ellas. Sin embargo, arribaremos a conclusiones equivocadas si no estamos dispuestos a aceptar que Dios interviene en los momentos apropiados usando su poder para hacer cosas que llamamos milagros. Aceptar una creación bíblica literal no es negar la ciencia. En cambio, practicar la ciencia bajo esta cosmovisión de un intervencionismo bíblico explica y lleva al descubrimiento de muchas cosas que otros pasan por alto. Finalmente esta visión explicará todo una vez que se descubran nuevas evidencias (relacionadas especialmente con el tiempo geológico y la evolución a gran escala) que forzarán una reinterpretación de cosas que ahora parecen contradecirla. Es en cierta medida peligroso publicar información como la que aparece en este libro porque algunos pueden darle más autoridad de la que merece. Hace varias décadas, George McCready Price publicó libros sobre creacionismo y geología y hay personas hoy que reaccionan a los desafíos a sus escritos como si fuera un ataque directo a la autoridad de la Biblia misma. Un libro, éste en particular, no debe usarse para encontrar “las respuestas”. Debe leerse como el pensamiento de una persona sobre el tema en este momento histórico. Cuando dispongamos de nuevas informaciones y, al progresar la ciencia, algunas informaciones de este libro deberán modificarse con los datos que se produzcan. Se da por sentado que el lector está familiarizado con los conceptos bioló-

gicos básicos, pero no se supone que haya un conocimiento previo de la geología. El enfoque no es presentar un análisis completo de las obras de los filósofos de la ciencia, ni tampoco es presentar nuevos datos sobre geología o biología evolutiva. Es más bien presentar información adecuada como base para la discusión de los temas. El énfasis está en la cuestión de cómo integrar estos temas en un planteamiento coherente de un paradigma intervencionista de la historia de la Tierra. La parte biológica de mi entrenamiento y experiencia en la investigación ha puesto énfasis en pequeños mamíferos y, por lo tanto, muchos de mis ejemplos los incluyen. Alguien que estudia insectos o plantas sin duda usaría ejemplos muy diferentes, y hasta puede tener una perspectiva diferente sobre ciertos aspectos de la teoría evolucionista. En este libro, los mamíferos juegan un papel importante al presentar una manera especial de pensar acerca de los orígenes. Muchos individuos contribuyeron al desarrollo de las ideas que contiene este libro. Sería imposible agradecerles a todos o, en muchos casos, incluso recordar quiénes participaron en diversas discusiones estimulantes en pasillos o en reuniones. Las preguntas de los alumnos en mis clases han sido retos para buscar mejores explicaciones, las discusiones con otros amigos, especialmente con aquellos que no están de acuerdo conmigo, a menudo aclararon las cuestiones. Los siguientes individuos leyeron e hicieron la crítica de todo o parte de alguna versión del manuscrito: Earl Aagaard, John Baldwin, Gerry Bryant, Brian Bull, David Cowles, Raoul Dederen, Matthias Dorn, Joseph Galusha, Jim Gibson, Thomas Goodwin, Lester Harris, James Hayward, George Javor, Phillip Johnson, Elaine Kennedy, Del Ratzsch, Arthur Shapiro, William Shea, Bernard Taylor, Lewis Walton, Clyde Webster, Kurt Wise y otros revisores anónimos. No siempre estuvieron de acuerdo con mi planteamiento, pero todos contribuyeron a que éste fuera un mejor libro.

Prefacio

Los siguientes son algunos de mis objetivos al escribir y actualizar este libro: Presentar una introducción detallada a un paradigma que combina la fe en la Escritura con un respeto realista por el proceso científico.Animar a los lectores a reconocer que aun cuando la ciencia tiene mucha fuerza, no necesitamos pedir disculpas por seguir creyendo en el libro de Génesis. Ayudar a los lectores a entender la ciencia, incluyendo sus puntos fuertes y sus debilidades humanas. Animar a los creacionistas a respetar a los científicos y

a ver el valor de los datos científicos, aun cuando estemos en desacuerdo con muchas partes de la interpretación que hace la ciencia de la historia de la Tierra. Reducir el sarcasmo y los ataques verbales destructivos de los cristianos hacia los científicos evolucionistas, animando a los cristianos a recordar que Dios ama y atrae a todos, incluyendo a los científicos evolucionistas. Por último, animar a los lectores a creer en la Palabra de Dios, aun cuando no tenemos todas las respuestas a nuestras preguntas. Leonard Brand

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Capítulo 1

La investigación científica

Muchos creen que la teoría de Charles Darwin es la única versión válida de los orígenes. ¿Se han pasado por alto algunos factores?

Durante cerca de 1.900 años, la mayor parte del mundo cristiano aceptó sin cuestionar el relato de la creación del libro de Génesis. Entonces, en unas pocas décadas, Charles Darwin y sus colegas cambiaron todo eso. Hoy en día, para muchas personas la evolución es la única versión válida del origen de todos los seres vivos. ¿Por qué tuvo tal impacto la teoría de Darwin? ¿Ha vuelto insostenible la creencia cristiana en un Maestro Diseñador o se han pasado por alto algunos factores? Las siguientes páginas bosquejan un planteamiento de éstas y otras cuestiones similares que afirman la integridad del proceso científico y a la vez mantienen un contexto de fe. El impacto del Darwinismo La teoría de la evolución de Darwin ha tenido mucho éxito como una buena teoría científica. Hace algunas décadas, se publicó un artículo titulado “Nada en la biología tiene sentido excepto a la luz de la evolución” (Dobzhansky, 1973). Ese artículo ilustra la confianza de la comunidad científica en la teoría de la evolución y, hasta qué punto, ha tenido éxito en organizar y explicar la amplia gama de datos biológicos. Las ardillas listadas (chipmunks) son un ejemplo de este éxito (Fig. 1.1). Sólo una especie, Tamias striatus, vive en la mitad oriental de los Estados Unidos, pero los estados del oeste tienen veintiún especies de ardillas listadas (Hall, 1981). ¿Por qué

hay tantas especies en el oeste pero sólo una en el este? La teoría de la evolución ofrece una respuesta. El oeste tiene una gran variedad de hábitats adecuados para las ardillas listadas, que incluyen matorrales densos, bosques semidesérticos de pinos Pinyon, bosques de pinos amarillos y bosques a gran altura de pinos Lodgepole. Muchos hábitats inadecuados, tales como desiertos o llanuras de pastizales, separaron a pequeñas poblaciones de ardillas listadas en bolsones geográficos aislados. Cuando cada población se adaptó a su hábitat, algunas poblaciones se transformaron en especies diferentes a través de la selección natural. Sin embargo, en la región este de los Estados Unidos, el ambiente forestal original era relativamente uniforme y había pocas barreras naturales que aislaban a las pequeñas poblaciones de ardillas listadas para que produjeran nuevas especies. La evolución no sólo presenta explicaciones como éstas sino que también sugiere experimentos para probar estas explicaciones. En muchos casos, la teoría consigue predecir el resultado de los experimentos y da a los científicos una gran confianza en la evolución. La historia de la ciencia muestra que aún las teorías de mucho éxito, a veces, necesitan ser mejoradas o reemplazadas. Por lo tanto, es apropiado continuar examinando los fundamentos de la evolución y formular preguntas difíciles. ¿Todas las partes de la teoría tienen buen respaldo científico? ¿Hemos pasado

La investigación científica

por alto o subestimado alguna evidencia importante? ¿Necesitamos corregir algunos aspectos de nuestra lógica? Si se conduce en forma apropiada, esa indagatoria beneficia tanto a la ciencia como a la religión. Debemos ser honestos con las incertidumbres en los datos y tener cuidado en distinguir entre los datos y la interpretación. Debemos encarar la tarea con humildad y una mente abierta, aún si los datos señalan dimensiones de la realidad que están más allá de nuestra comprensión actual. Sobre todo, es esencial que nos tratemos con respeto mutuo, aún cuando no estemos de acuerdo sobre temas fundamentales. El éxito de la ciencia ha fomentado una tendencia a creer lo que sea que la ciencia afirme. Un entendimiento tanto de los puntos fuertes como de los límites de la ciencia nos permitirá abordarla en forma más realista. Por lo tanto, comenzamos esta exploración examinando el proceso científico (capítulos 1 al 4) y comparando los enfoques convencionales e intervencionistas de la ciencia (capítulos 5 y 6). Entonces aplicamos nuestra

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comprensión del proceso científico a una comparación de diferentes teorías de los orígenes (capítulos 7 al 17). Definición de ciencia Se puede definir a la ciencia como la búsqueda de la verdad mediante la experimentación y observación reiteradas. Otro modo de encararla, reconoce dos partes de la ciencia. En primer lugar está el contenido de la ciencia: las cosas que la ciencia ha aprendido y el sistema para organizar ese conocimiento. Sin duda ésta es una parte importante de la ciencia. Pero si nos detenemos aquí, perdemos la parte más apasionante y valiosa de la ciencia: el proceso de buscar y descubrir algo nuevo. En los próximos capítulos, procuramos entender mejor este proceso de descubrimiento. El proceso científico En el proceso del descubrimiento, los científicos formulan hipótesis o teorías, reúnen datos, realizan experimentos

Figura 1.1 Diagrama de la distribución de las especies de ardillas listadas (chipmunks) en los Estados Unidos. Cada símbolo está en el medio de la extensión geográfica específica de una especie. Mapa de Robert Knabenbauer.

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La ciencia es una búsqueda de la verdad mediante la experimentación y la observación reiteradas.

Figura 1.2 Trozos de vidrio “descubiertos” por arqueólogos.

Fe, razón y la historia de la Tierra

para probar las teorías y desarrollan generalizaciones llamadas leyes científicas. Se entiende que el proceso científico tiene dos partes: (1) la recopilación de datos; y (2) la interpretación de los datos. Todas las actividades del científico pueden concentrarse en estas dos categorías. La recopilación de datos es un paso absolutamente esencial para la ciencia. Puede ser emocionante o también puede ser bastante rutinario. Determinar lo que significan los datos es el aspecto más gratificante y creativo de la investigación. Es el que abarca el ámbito de las ideas y la aplicación de esas ideas para que los datos tengan sentido y para formular un plan para la posterior recolección de datos. Algunas personas piensan que los eruditos en humanidades son creativos mientras que los científicos no lo son. Pero es probable que sólo el científico realmente creativo contribuya al progreso científico genuino. La ciencia se plantea sin convencionalismos o restricciones, y diferentes personas operan de maneras distintas dentro del marco básico de la recopilación de datos y su interpretación en forma reiterada. Al trabajar en laboratorios y en sitios de investigación de campo, las personas aprenden a hacer ciencia observando a científicos experimentados. (Un buen resumen de estos conceptos se encuentra en la National

Academy of Sciences [Academia Nacional de las Ciencias] 1989, 1995). Cuando el científico tiene una idea, la expresa como una pregunta que puede ser abordada con el método científico. Por ejemplo, al observar las ardillas, las oímos producir sonidos, ¿están comunicándose las ardillas? y si es así, ¿qué les comunican a otras ardillas? Si estamos en el desierto y vemos varios tipos de formaciones rocosas que contienen fósiles, podemos preguntar cómo se originaron esas rocas y esos fósiles, ¿cuál es el proceso por medio del cual llegaron allí? Después de plantear las preguntas, tratamos de establecer qué clase de datos se necesitan para responderlas. A menudo es necesario desglosar una pregunta en otras preguntas más específicas. ¿Qué tipo de datos podría responder la pregunta acerca de los chillidos de las ardillas? Ayudaría si por lo menos supiéramos bajo qué circunstancias se producen esos chillidos. Por ejemplo, ¿se dan esos chillidos de alerta cuando se acerca un depredador o cuando una ardilla vecina se acerca al lugar donde está escondida la reserva de comida de la ardilla que chilla? Al observar las ardillas, anotamos todo lo relacionado a las circunstancias. Estos datos podrían comenzar a contestar nuestras preguntas. Las rocas y fósiles son un poco más difíciles. No podemos observarlos al formarse, pero podemos observar lo que sucede cuando las corrientes de ríos, arroyos y océanos depositan arena, barro y otros sedimentos. Podemos comparar estos procesos modernos (analogías modernas) con las características de las rocas para ver qué depósito es más similar a las rocas. Imaginemos que somos arqueólogos que hemos descubierto varios trozos de vidrio rotos en una ruina antigua (Fig. 1.2). Si somos honestos, no podemos argumentar con datos descriptivos como estos, la forma y composición de los objetos. Estos datos son datos objetivos, elementos que pueden ser pesados, medidos y definidos por cualquiera con los mismos resultados. Pero no importa con cuánta fidelidad pesemos y

La investigación científica

midamos, los datos siguen siendo pedazos de vidrio rotos. La investigación está incompleta hasta que podamos darle sentido a los datos mediante la interpretación. La interpretación implica determinar relaciones entre las partes de los datos. En este caso, las relaciones deben expresarse en términos de qué era el objeto y cómo se usaba. Probablemente no podríamos contestar estas preguntas directamente de los datos ya que sólo nos dicen cómo son los trozos de vidrio roto. Debemos relacionarlos con lo que ya sabemos acerca de objetos similares y teorías arqueológicas. Entonces podemos elaborar una hipótesis acerca de cómo era el objeto de vidrio (Fig. 1.3A). En este proceso debemos hacer uso de la creatividad y la imaginación, pero no podemos permitir que se descontrolen. Los datos crean límites para nuestras hipótesis: los patrones de color deben tener sentido y las curvaturas de la reconstrucción deben estar de acuerdo con la forma de los trozos de vidrio. En la ciencia, los datos no siempre son tan objetivos como la forma de trozos de vidrio. A menudo, nuestras teorías están influenciadas por cómo describimos los datos e incluso qué datos recolectamos. ¿Es correcta nuestra hipótesis? ¿Cómo lo sabríamos? Faltan muchos datos, así que no podemos estar seguros. Como sucede a menudo en la ciencia, otro científico puede mirar nuestra interpretación de los datos y decidir que no fue hecha correctamente, así que él o ella elabora otra hipótesis (Fig. 1.3B). Como los rompecabezas, los jarrones quebrados posiblemente se armen de una sola manera. Sin embargo, si falta la mayoría de las partes, probablemente podemos ordenar las que quedan en varias formas diferentes que parecen lógicas. Por esta razón, puede haber diferen-

cias de opinión acerca de nuestro objeto de vidrio. En la ciencia, especialmente en campos que se desarrollan rápidamente, es común que se escuchen diálogos interesantes entre personas que tienen interpretaciones diferentes. Pero lo que queremos saber en última instancia es cuál hipótesis es la más correcta. ¿Cómo determinamos esto? La única manera es buscando más datos. Tal vez tengamos éxito en nuestra búsqueda y encontremos otros dos pedazos de vidrio. Uno tiene un reborde en cada extremo. Esto hace que parezca que la segunda hipótesis está en la pista correcta. Pero el otro trozo con la parte superior acampanada no calza en ninguna de las dos hipótesis. Así que después de más estudio de los datos, desarrollamos una nueva hipótesis que concuerda con todos los datos actuales (Fig. 1.3C). Ahora, ¿está correcta? Eso todavía no es seguro ya que ni siquiera sabemos cuántos datos faltan. En este caso, haremos trampa y miraremos el original (Fig. 1.3D). Parte de nuestra hipótesis era más o menos correcta, pero otros aspectos todavía eran incorrectos. El jarrón de vidrio ilustra el aspecto de autocorrección de la ciencia: al reunir más datos, ampliamos las posibilidades de eliminar las ideas incorrectas. Los datos que se acumulan muestran dónde yacen todavía los problemas en nuestras hipótesis o teorías, y nos ayudan a pensar en otras mejores. Por supuesto, pueden surgir complicaciones en el camino. ¿Qué

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Figura 1.3 Hipótesis de la forma del jarrón (A, B y C) y el jarrón original (D).

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pasa si los trozos de vidrio son en realidad parte de algo que no está para nada relacionado con un jarrón, pero nosotros consideramos sólo hipótesis acerca de jarrones? Eso puede atrasar el proceso científico. Nuestras teorías influyen en nuestra interpretación de los datos y una mejor comprensión de la naturaleza puede provenir de nuevas y creativas interpretaciones Para ser útil a la de los datos existentes.

ciencia, una teoría debería poder probarse. Pero las teorías acerca de la historia de la tierra a menudo no pueden.

Los factores que hacen que una teoría sea útil para la ciencia Una buena teoría o hipótesis científica tiene varias características específicas. Primero, organiza y explica factores que estaban previamente aislados. Cuando recién comienza un nuevo campo de investigación, pueden existir muchos factores, pero es difícil ver cómo se relacionan unos con otros. Las personas pueden tener ideas diferentes acerca de cómo hacerlos concordar. Una teoría exitosa hace que estos factores, que previamente no se relacionaban, tengan sentido. Ilustramos este concepto con datos de estudios sobre los murciélagos. En la década de 1790, un sacerdote llamado Spallanzani hizo algunos experimentos fascinantes con murciélagos (Hill y Smith, 1984). Tapó los ojos de algunos murciélagos y los oídos de otros. A partir de los resultados, llegó a la conclusión que los murciélagos deben usar sus oídos, no sus ojos, para navegar con éxito. Spallanzani no podía oír los sonidos ultrasónicos que usaban los murciélagos. En consecuencia, sus conclusiones no tenían mucho sentido para el conocimiento que se disponía en aquella época. Pero los datos apoyaban su conclusión. El destacado científico Cuvier respondió proponiendo una teoría de que los murciélagos usan un sentido del tacto altamente especializado para encontrar su camino en la oscuridad. No tenía evidencia para su teoría, pero era más prestigioso en los círculos científicos y más estudiosos aceptaron su explicación (Hill y Smith, 1984). Más de cien años después Spallanzani fue reivindicado

cuando la teoría de la ecolocación dio sentido a sus observaciones. Ahora se ha demostrado que los murciélagos lanzan gritos ultrasónicos, escuchan los ecos y los usan para desplazarse. Una buena teoría sugiere también nuevos experimentos y estimula el progreso científico. Los experimentos no se seleccionan al azar. Generalmente se los elige porque alguna teoría sugiere que producirán nuevas revelaciones. También se pueden hacer experimentos para probar una teoría. Esto presenta otra característica de una buena teoría científica, debería poder ponerse a prueba. Deberíamos poder pensar en datos que potencialmente podrían refutar la teoría. Si no es posible hacer eso, entonces la teoría puede no ser muy útil. En realidad, a menos que una teoría sea bastante estrecha y limitada, puede no ser factible probar la teoría directamente. Una teoría amplia puede sugerir hipótesis más específicas que pueden ser probadas. Si estas hipótesis soportan los esfuerzos por refutarlas, aumenta la confianza en la teoría. Para ilustrar lo que queremos decir con una hipótesis que se puede poner a prueba, comparemos estas tres hipótesis: 1. Las hormigas se comportan de la misma manera tanto en túneles subterráneos sin ser molestadas como en cámaras de observación de vidrio. 2. Los peces de colores necesitan oxígeno para vivir. 3. La percepción extrasensorial existe. ¿Cuál de estas tres puede ser puesta a prueba? ¿Cómo podría probar o refutar la primera hipótesis? Probablemente no hay manera de descubrir lo que hacen las hormigas a metros de profundidad sin perturbarlas seriamente. Si las perturbamos, de ninguna manera podemos determinar lo que hacen en túneles sin ser molestadas. Si realmente queremos entender el comportamiento de las hormigas, debemos saber la respuesta a esta pregunta, sin embargo, es imposible de contestar. La ciencia a menudo debe vivir con tales incertidumbres. ¿Se puede probar la segunda hipótesis? Un experimento adecuado sería sellar una pecera y ver lo que sucede o proporcionar a

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los peces una atmósfera artificial que no contenga oxígeno. Si los peces sobreviven al experimento, entonces se ha refutado la hipótesis. ¿Puede probarse la tercera hipótesis? Uno puede diseñar un experimento en el cual a un hombre que afirme tener percepción extrasensorial se le hagan preguntas acerca de pensamientos o eventos en otro lugar. Si puede contestar las preguntas correctamente, indicaría que está sucediendo algo inusual, pero todavía tendríamos que determinar exactamente lo que es. Sin embargo, si no puede contestar las preguntas, él podría afirmar que generalmente puede hacerlo pero no pudo porque el científico lo estaba observando. Si sucede eso, ¿qué vamos a decir? El experimento no podría refutar el concepto. Algunas refutaciones de teorías parecen ser bastante concluyentes, pero es prudente no ser demasiado rápido en afirmar haberlas refutado. En algunos casos, la aparente refutación puede haber pasado por alto algo y no ser una refutación en absoluto. Eso no debilita el principio de que una teoría científica debería poder ponerse a prueba. Significa que debemos mantener una mente abierta a nuevos datos que puedan cambiar el panorama. Además, la discusión previa describe la situación ideal, pero la ciencia, a menudo, va más allá del fenómeno ideal, que se puede probar. Teorías acerca del universo distante o acerca de la historia de la Tierra pueden no ser puestas a prueba en forma genuina, pero todavía pueden constituir ciencia legítima. La ciencia no siempre es tan objetiva y clara como nos gustaría. En las ciencias experimentales, como química, física o fisiología, deberían repetirse los experimentos hechos para probar una teoría o hipótesis. Un experimento debería definirse en términos precisos y cuantitativos de modo que otra persona en otro laboratorio pudiera hacer el mismo experimento y obtener los mismos resultados. Las hipótesis acerca de conceptos subjetivos como las opiniones o actitudes humanas son muy difíciles de probar con experimentos repetidos.

La última característica de una teoría útil es que predice el resultado de experimentos que no han sido puestos a prueba. Hay una razón por la cual esto es necesario. Si se hacen los experimentos para probar una teoría, no es muy convincente si luego debe tratar de explicar cómo encajan en esa teoría. Sin embargo, si primero predecimos que al probar la teoría se producirá un resultado específico, tendremos mayor confianza en la teoría si el experimento produce el resultado previsto. Por ejemplo, en 1790, Spallanzani propuso que si pudiéramos escuchar todo lo que oye un murciélago, escucharíamos los sonidos que un murciélago utiliza para guiarse. Más de un siglo más tarde esa predicción implícita se puso a prueba y Spallanzani tenía razón. Esto dio mayor credibilidad a la teoría de la ecolocación (Hill y Smith, 1984). Estas características de una teoría útil no sugieren que no tiene que ser verdadera. Esperamos que lo sea, pero ¿cómo podríamos saberlo? Eso es lo que buscamos descubrir con nuestros experimentos. No sabemos de antemano si una teoría es verdadera. Debemos esperar para ver los resultados y, a menudo, eso puede llevar mucho tiempo. De hecho, muchas teorías que ya no se aceptan tenían todas las características de una teoría útil incluso durante cientos de años. Una teoría puede estar equivocada y todavía llevar a importantes avances científicos antes de que se descubra que es errónea. Discutimos esto más ampliamente en un capítulo posterior. El valor científico de una idea no se determina por su origen ¿De dónde conseguimos las ideas que formulamos como hipótesis? A veces observaciones casuales conducen a un concepto. El científico Arquímedes tuvo una experiencia interesante como resultado de una tarea que le encomendó el rey. Algunos de sus súbditos le dieron al rey una corona. Le dijeron que era de oro puro y el rey le pidió a Arquímedes que determinara si eso era verdad. Esta era

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Jesús ¿realmente curó enfermos? La ciencia no puede contestar esta pregunta.

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una tarea delicada, porque podría correr peligro la cabeza de alguno. La historia cuenta que Arquímedes pensaba en esto cuando concurrió a los baños públicos. Su mente lúcida notó que cuando entró a la bañera, el agua subió. Se le ocurrió una idea: tal vez cuando se coloca un objeto en el agua desplaza un volumen de agua igual al volumen del objeto. Se entusiasmó tanto que olvidándose de su ropa corrió por la calle gritando: “¡Eureka [lo encontré]!” Parte de la historia puede ser apócrifa, pero aparentemente Arquímedes consiguió información de las observaciones hechas al bañarse que le ayudaron a realizar su tarea. Al poner la corona en agua, podía determinar su volumen. Entonces podía pesarla y calcular su densidad, que no era la densidad del oro. Alguien probablemente perdió su cabeza por eso, pero no fue Arquímedes. Otro ejemplo proviene de las investigaciones que hice con ratones de patas blancas (género Peromyscus, Brand y Ryckman, 1968). Debían atraparse ratones en las islas secas y áridas del Golfo de California. Se colocaron trampas en los valles, en el hábitat típico de los Peromyscus, y cazamos sólo dos o tres ratones por cada cien trampas, tal como se había esperado. Caminando por la playa buscando serpientes de cascabel y murciélagos, vimos algo que se escabullía sobre una roca. Por curiosidad, comenzamos a dar vuelta las piedras y encontramos un Peromyscus. Sabíamos que los Peromyscus no viven en las playas, pero cuando colocamos las trampas a lo largo de la playa, atrapamos treinta ratones en lugar de los tres que se esperaban. Los ratones de estas islas se habían mudado a un hábitat exclusivo, aparentemente haciendo uso de la provisión de alimento que provenía del océano. Una observación casual de un ratón que saltaba sobre una roca llevó a un descubrimiento que nunca hubiéramos hecho de otro modo. Al mirar hacia atrás a nuestro progreso científico, reconocemos que hubieron más observaciones casuales im-

plicadas, de las que nos gustaría admitir. De hecho, un científico alerta toma nota cuidadosa de cualquier resultado u observación inusual que pudiera conducir a un nuevo descubrimiento. Por supuesto, se debe hacer un seguimiento de las observaciones casuales si van a ser de beneficio para la ciencia. También la experiencia previa y las teorías conocidas son importantes para sugerir ideas. Se sabe, por ejemplo, que si dos pájaros están en conflicto sobre un territorio, el pájaro que defiende su propio territorio tiene una ventaja psicológica y casi siempre derrota al intruso. Cuando hacía estudios de posgrado, con otro estudiante investigábamos las ardillas listadas (chipmunks) y nos preguntábamos si podría ocurrir un proceso similar de conflicto territorial en su comportamiento. Uno de nosotros experimentó con ardillas listadas del este y el otro con las del oeste. Encontramos que, hasta cierto punto, la territorialidad afecta la dominancia en las ardillas listadas (Brand, 1970; Dunford, 1970). Las ardillas listadas son menos territoriales que los pájaros, pero se vuelven más dominantes o, por lo menos, más agresivas, cuando están cerca de sus nidos. Conceptos conocidos acerca de los pájaros nos ayudaron a elaborar hipótesis probables sobre el comportamiento de las ardillas listadas. Los científicos a veces sugieren que tuvieron alguna idea por medio de un sueño o simplemente se les ocurrió. Esto parece muy impredecible, ¿cómo puede funcionar de esa manera la ciencia? Las ideas pueden proceder de toda clase de lugares y de todas las maneras posibles. La procedencia de una idea no puede definirse en términos objetivos (Popper, 1959, p. 31, 32; Cromer, 1993, p. 148), así que ¿qué le hace eso a la ciencia? Aquí son útiles las características de una teoría científicamente útil. ¿Puede probarse la teoría? De dónde procede una idea es irrelevante. Si podemos hacer experimentos para verificarla, cualquier idea puede ser científicamente útil.

La investigación científica

Imagine a una científica que visita una cultura primitiva y observa a un curandero que trata a pacientes con hierbas mágicas. Ella espera encontrar algunas plantas con valor medicinal, ¿es esa una fuente aceptable de ideas científicas o esos conceptos deben surgir a través de procesos científicos normales? Ya que ella puede hacer pruebas con las plantas para ver si realmente son medicinales, no importa de dónde surgió la idea. Los datos no conducen a los científicos automáticamente a la verdad Algunas personas influyentes, como Francis Bacon, promovieron la idea de que los datos nos llevan fielmente a la verdad (Popper, 1963). Sin embargo, Bacon era demasiado optimista. Los datos casi nunca sugieren directamente la interpretación y los datos no garantizan que nuestra interpretación será correcta. El científico debe relacionar los datos con teorías y “hechos conocidos”, trabajando en forma creativa para interpretarlos. En nuestro estudio de los trozos de vidrio rotos, tuvimos que relacionar esos datos a la información que ya teníamos para poder desarrollar una interpretación. Por supuesto, algunas de las teorías y “hechos conocidos”, y, por ende, la interpretación, pueden ser erróneos. Las explicaciones científicas se desarrollan a lo largo del tiempo a medida que interpretamos y probamos los datos y aprendemos de nuestros errores. Cuando los datos no parecen señalar todos a la misma conclusión, los científicos generalmente eligen la conclusión que piensan que está apoyada por el mayor peso de la evidencia. Ya que tenemos sólo una parte de los datos potenciales y como nuestra propia teoría preferida puede influir sobre nuestra comprensión de los datos, el peso aparente de la evidencia en un momento dado puede en realidad señalar en

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una dirección equivocada. Lo mejor que podemos hacer es confiar en que, al continuar investigando tales errores, salgan a la luz con el tiempo. Por supuesto, al evaluar el peso de la evidencia, algunas fuentes de información pueden considerarse mucho más confiables que otras. Esto tiene consecuencias para los intervencionistas informados quienes cuestionan algunas teorías científicas importantes. Volvere- Ya que sólo mos a este punto más adelante. tenemos una ¿Existe algo de verdad fuera de la ciencia? Deben existir respuestas verdaderas a nuestras preguntas acerca de la naturaleza, nuestras teorías y modelos científicos son herramientas que nos ayudan en la búsqueda de esas verdades últimas. Pero una idea que es verdadera en el sentido definitivo puede no ser científicamente útil (Fig. 1.4). Decir que algo es “no científico” puede significar dos cosas muy diferentes. Puede significar que la idea es falsa o que la ciencia no puede determinar si es verdad porque no puede ser probada. Si pudiéramos ver desde la perspectiva de Dios, podríamos definir parte de las ideas humanas como verdaderas y reconocer otras como falsas. Encontraríamos que la ciencia puede verificar algunas de estas ideas verdaderas y convencernos de su verdad. La ciencia también puede poner a prueba algunas de las ideas falsas y mostrar que lo son. Otros conceptos no pueden comprobarse científicamente. Esto incluye ideas tanto en la categoría de “verdaderas” como en la de “falsas”.

parte de los datos potenciales, el peso aparente de la evidencia puede señalar en una dirección equivocada.

Figura 1.4 Relación de la ciencia con las teorías verdaderas y falsas. Algunas teorías en cada categoría pueden verificarse y otras no. No se conoce el porcentaje en cada categoría.

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Por ejemplo, consideremos nuestra pregunta acerca de la realidad de la percepción extrasensorial. Cualquiera sea la categoría a la que pertenezca, la ciencia no puede decir con seguridad si es verdadera o falsa. Veamos un ejemplo extremo: la hipótesis que todos fuimos inventados hace cinco minutos con memoria de una historia humana pasada que en realidad nunca existió y que todos los artefactos físicos humanos que acompañan a esa historia imaginaria también fueron creados hace cinco minutos. Aunque podamos creer que esta hipótesis es falsa, ¿cómo podría elaborarse una prueba científica para refutarla?

Comprender estos límites del método científico nos puede ayudar a decidir qué preguntas podemos esperar que la ciencia responda en forma confiable. Hay cosas en la religión que no responden a la investigación científica. La ciencia no puede probarlas. Esto no significa que sean falsas. Sólo pueden estar fuera del alcance de la ciencia. ¿Jesús realmente curó enfermos? Cada uno tiene sus propias opiniones, pero la ciencia no puede contestar esta pregunta. Del mismo modo, muchas otras preguntas no pueden responderse. Una actitud honesta hacia la filosofía de la ciencia o la religión debe admitir estas limitaciones humanas.

Capítulo 2

Las limitaciones de la ciencia

¿Es prudente arriesgar cada creencia y doctrina al ponerlas a prueba según las ciencias físicas?

En cierta ocasión un teólogo declaró que pondría en juego toda creencia y doctrina para que fuera aceptada o rechazada de acuerdo con las conclusiones de las ciencias físicas. ¿Es eso realista o necesario? ¿Es apropiado depositar tanta confianza en el proceso científico? Para formular una respuesta inteligente e informada a esta pregunta se requiere una compresión de los límites de la ciencia (véase Fig. 1.4). Este análisis ayudará a proveer un fundamento para discutir la relación entre la ciencia y la fe. Los límites en el tamaño de la muestra

Figura 2.1 Pasos sucesivos para definir la muestra a usarse en el estudio de abundancia de virus.

Puede sorprendernos saber que la ciencia no ofrece respuestas absolutas. Una razón para ello es que nunca tenemos todos los datos. Un proyecto de investigación hipotético ilustra cómo afecta esto al proceso científico. Esta investigación tiene el objetivo de determinar la abundancia de cierta clase de virus en la

boca del ser humano. Algunos virus están presentes en todos. Puede ser que no tengan un efecto evidente sobre un individuo sano, pero pueden causar problemas si las defensas están bajas. Es imposible revisar a todas las personas del mundo para comprobar la abundancia de virus, así que nuestra única opción práctica es un cuidadoso muestreo selectivo. El cuadrado sombreado en la Figura 2.1A representa una muestra de individuos elegidos de la población total, representados por el cuadrado abierto. (En realidad, el tamaño de nuestra muestra comparada con el total de la población sería mucho más reducido que esto.) Aún si la muestra es pequeña, es poco realista pensar que podemos recolectar y contar cada virus, así que debemos reducir aún más nuestro conjunto de datos. Elaboramos una técnica estándar de muestreo, tomando sólo un mililitro de saliva de cada boca como muestra (Fig. 2.1B). Incluso en esa muestra pueden existir miles de virus, así que probablemente no podamos

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contarlos a todos. Para resolver este problema, diluimos la muestra y tomamos un pequeño porcentaje de ella, contamos los virus y estimamos cuántos había en la muestra total. Como resultado, debemos basar nuestras conclusiones en una porción muy pequeña de datos comparado con lo que queremos saber (Fig. 2.1C). Cuando conseguimos ese número de virus, todavía no será lo mismo para cada persona. Algunas personas tienen pocos virus mientras que otros tienen muchos, pero la mayor parte de las personas está en el término medio (Fig. 2.2). Este es un tipo muy común de distribución estadística de los datos llamado una distribución normal de probabilidades. Nuestro resultado no es una respuesta absoluta sino una distribución estadística en base a esta pequeña muestra. Toda investigación es así. Nunca tenemos todos los datos. Sólo estudiamos una muestra. En una oportunidad, hacía investigaciones sobre ardillas listadas (chipmunks) en el norte de California (Brand, 1976). También eran comunes las ardillas terrestres de manto dorado y se comportaban de modo diferente que las ardillas listadas. Las ardillas listadas generalmente trepaban a los árboles, pero las ardillas terrestres de manto dorado no lo hacían. Después de hacer esta observación muchas veces en varios lugares, se podría haber llegado a la conclusión que las ardillas terrestres no trepan a los árboles. Esa hubiera sido una conclusión con mucho respaldo basada en una cantidad considerable de observaciones. Pero luego fui a la parte oriental de las montañas de la Sierra Nevada en el bosque seco de pinos piñón (Pinyon). Las ardillas terrestres de manto dorado se comportaban en forma diferente allí y se las veía trepándose por todas partes a los árboles. Si hubiera sacado una conclusión y la hubiera publicado basado en la muestra anterior, hubiera estado equivocado porque mi muestra era muy reducida en ese momento. La conclusión hubiera sido válida para algunas pobla-

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ciones de ardillas, pero no hubiera sido una generalización correcta para todas las ardillas terrestres de manto dorado. Como científicos analizamos los ejemplares que podemos reunir, pero nunca sabemos si al agrandar la muestra cambiará el cuadro completamente. Las realidades prácticas nos dictan que debemos vivir con esta incertidumbre, pero eso no reduce el valor de la ciencia. Sólo nos recuerda que la ciencia es una búsqueda continua y que nunca se agotan las preguntas interesantes para estimular nuestra curiosidad. El diseño experimental Un buen diseño experimental es importante ya que nos dirige al recopilar el tipo de datos más útiles. Algunas veces los experimentos no nos dicen lo que pensamos porque no usamos el diseño apropiado. Un viejo chiste ilustra este punto con la ayuda de una pulga imaginaria entrenada llamada Germán. Queremos descubrir dónde están los oídos de Germán. No todas las criaturas tienen oídos donde esperamos que estén. Algunos insectos tienen oídos en sus patas, sobre su abdomen o hasta en sus antenas. Primero, vemos si Germán quiere actuar. “Salta, Germán”, decimos y salta. Evidentemente nos escuchó. Así que a ver si podemos encontrar sus oídos. Tal vez los tenga en sus antenas, así que le quitamos las dos antenas. “¡Ahora, Germán, salta!”. La pulga salta nuevamente, indicando que

Figura 2.2 Distribución estadística normal de abundancia de virus.

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sus oídos no están en sus antenas. ¿Dónde más pueden estar? Tal vez en sus patas delanteras. Así que le quitamos sus patas delanteras y gritamos “¡Germán, salta!”. Ningún problema, todavía salta. Aparentemente sus oídos no están en sus patas delanteras. A menudo los insectos tienen oídos en sus patas traseras, así que las quitamos. “¡Ahora, Germán, salta!”. Germán no salta, así que sus oídos deben estar en sus patas traseras. ¿Por qué se ríen? ¿Cuál es el problema? Por supuesto: necesita sus patas traseras para saltar. El ejemplo es obviamente absurdo, pero ilustra un problema muy real de la lógica, el cual, en muchas otras situaciones, no sería tan obvio. Podemos cometer este mismo error y reunir datos que, en realidad, responden a una pregunta diferente de la que pensábamos que contestaba. No siempre es tan claro que esto ha sucedido. Consideremos otro ejemplo breve: –Si se me acabó el combustible mi auto no arrancará. –Mi auto no arranca. –Por lo tanto, no tengo combustible. ¿Estás de acuerdo con esta declaración? El problema con la conclusión es que podría haber otra razón por la cual el auto no arranca. Esto parece obvio; pero si estamos estudiando procesos muy complicados y sofisticados, puede ser más difícil ver si hemos cometido este mismo error en nuestra lógica. Ahora veamos la siguiente afirmación: –Si no tengo combustible mi auto no arrancará. –Mi auto arranca. –Por lo tanto no me falta combustible. La diferencia entre estas dos declaraciones es muy importante para el método científico. La primera dice que podemos probar algo, que el auto no tiene combustible, porque no arranca. No es posible probar cosas en la ciencia, porque siempre puede haber otros factores que compliquen las cosas, los cuales no hemos considerado. La segunda declaración usa un enfoque diferente: “refutación” o falsificación. Probar que algo está equivo-

cado y de ese modo eliminar una teoría o hipótesis mala es más fácil que probar que algo es correcto. Así que el segundo ejemplo es más realista (Popper, 1963). Si una teoría soporta los esfuerzos por refutarla y no se puede refutar, entonces tenemos más confianza en ella. Esto es más parecido a la manera en que funciona la ciencia. Aún este método tiene sus límites, ya que podemos pensar que refutamos una hipótesis, cuando en realidad no teníamos suficientes datos para refutarla o malinterpretamos los datos. La refutación es todavía una herramienta importante para la ciencia, siempre que recordemos que no nos da la verdad absoluta sino que es meramente una manera práctica de decidir cuál es el peso de la evidencia en el momento presente. Una parte importante del diseño experimental es el uso de controles experimentales. La palabra “control” tiene un significado específico en la ciencia. “Control científico” no se refiere a mantener las condiciones experimentales constantes, aunque eso también es importante. Un control es un estándar conocido y previamente probado para comparar los datos de nuestro experimento. El control es igual que la situación experimental en todos los aspectos, excepto el punto específico que se está probando. El siguiente ejemplo parcialmente hipotético pone a prueba la conclusión de Spallanzani de que los murciélagos usan su oído para navegar en la oscuridad. Observamos los murciélagos volando en una habitación oscurecida con cables extendidos desde el piso al techo para ver cuán bien pueden orientarse. Los murciélagos normales son muy buenos en evitar obstáculos, y tocan los cables sólo 1,3 veces en 15 minutos. Para ver si Spallanzani tenía razón, ponemos tapones en los oídos de los murciélagos. Ahora tocan los cables un promedio de 26,7 veces en 15 minutos y pronto dejan de volar, de modo que deben necesitar sus oídos para navegar. Este es un gran experimento, pero ¿significa lo que pensamos? ¿Con qué lo

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podemos comparar? Para ver lo que realmente les hemos hecho a los animales, debemos tener un control como estándar con que comparar el experimento. Este es un experimento real que hizo Spallanzani en 1798 (Hill y Smith, 1984). Descubrió que los murciélagos con tapones en los oídos no podían navegar muy bien. Pero, tal vez, un murciélago con un tapón pegado en su oído sencillamente está demasiado incómodo para usar su habilidad de navegación. Para probar esto, se realizó un control en el cual tanto los murciélagos de control, como los del experimento, tenían pequeños tubitos de bronce pegados en sus oídos. Los tubos en los murciélagos de control se mantuvieron abiertos para que pudiesen oír, mientras que en los murciélagos experimentales los tubitos en sus oídos estaban cerrados. Ambos grupos tenían la misma cantidad de incomodidad y de peso adicional, pero los del grupo de control todavía podían oír porque los tubitos estaban abiertos. Los murciélagos de control tuvieron casi el mismo éxito que los murciélagos normales, así que esto verifica la conclusión original. Este ejemplo ilustra cuán esencial es el control para clarificar si estamos probando lo que pensábamos que estábamos probando. A veces hasta los buenos científicos no usan controles adecuados, y, a veces, sabemos muy poco acerca del fenómeno para entender qué controles se necesitan. ¿Significa esto que no podemos hacer la investigación? No. Al hacer más experimentos, descubrimos qué controles tendríamos que haber usado, así que repetimos los experimentos con los controles adecuados. La naturaleza de nuestro diseño experimental es extremadamente importante, pero no siempre es fácil reconocer cuando usamos una lógica incorrecta. Al hacer más experimentos, descubrimos qué errores cometimos antes, así que volvemos atrás y repetimos los experimentos con un mejor diseño. Esto nos muestra que la ciencia es un proceso dinámico que cambia y mejora al transcurrir el tiempo. También indica que

no podemos aceptar las conclusiones científicas como si fueran la verdad absoluta. Son declaraciones que deberán ser revisadas con el paso del tiempo. Los datos cuantitativos En cierta ocasión, al estudiar huellas fósiles, observé el comportamiento animal moderno a modo de comparación (Brand, 1979). Un estudio de otro científico afirmaba que las salamandras no caminan en el fondo cuando están en agua, sino que nadan de un lugar a otro. Al tratar de determinar si esto era correcto, pasé un par de horas atrapando algunas de las abundantes salamandras en una laguna de montaña y observando su comportamiento. Entonces hice una anotación en mi cuaderno de que la declaración era mayormente correcta que, aunque las salamandras a veces caminan por el fondo, generalmente nadan. Cuando terminé de atrapar los animales, comencé a reunir datos cuantitativos. Con un reloj en mano, cronometré las actividades de muchas salamandras para determinar cuánto tiempo pasaban caminando por el fondo. Observar las salamandras de movimientos lentos puede ser una actividad aburrida. Pero con una paciente acumulación de datos, se hizo evidente que cerca de un 75 por ciento de su locomoción es caminar por el fondo. ¿Por qué mi conclusión primera sin datos cuantitativos fue tan completamente errónea? Para un observador humano, una salamandra que lentamente se desplaza por el fondo del estanque no llama mucho la atención. La salamandra que llama la atención es la que nada hacia la superficie para buscar aire. Nuestras mentes no son como las computadoras; no evalúan los datos entrantes de igual modo. Si lo hicieran, nos volveríamos locos tratando de mantener el rastro de tantos detalles. Las mentes están diseñadas para identificar las cosas obvias, importantes. En consecuencia, no son buenas al comparar una acción muy obvia con algo mucho más sutil. Contando o midiendo

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los fenómenos que se estudian nos ayuda a evitar las impresiones parciales y a veces engañosas que a menudo son el resultado de observaciones no cuantitativas. ¿Puede un científico tener prejuicios?

Figura 2.3 Arenisca de estratos entrecruzados que muestra una sección transversal de las superficies inclinadas de los estratos cruzados y (A) la superficie plana horizontal del conjunto de estratos cruzados inferiores. Esta superficie quedó expuesta por la erosión de los estratos cruzados que estaban por encima de ella. Ilustración de Carole Stanton.

Los científicos son humanos, así que tenemos que considerar la posibilidad de que puedan existir prejuicios (véase Sigma Xi, 1991). Lamentablemente, de hecho ocurren más fraudes abiertamente de lo que los científicos quisieran admitir. Un geólogo publicó más de 350 estudios científicos sobre la geología de los montes Himalayas en Asia durante un período de 25 años y se lo reconoció como un experto mundial sobre el tema. Entonces se descubrió que había estado comprando fósiles que ni siquiera eran de los Himalayas. Había publicado trabajos que describían dónde se habían encontrado estos fósiles en los Himalayas, sacando conclusiones sobre la estratigrafía y edades de las rocas de los fósiles. Ni siquiera había estado en algunos de los lugares donde afirmaba que había juntado los fósiles y estudiado la geología (Oliwenstein, 1990). Probablemente el hombre quería tener renombre, ¡y ciertamente lo tuvo!

Un editorial del journal American Scientist declaró: Creo que hay muy pocos científicos que deliberadamente falsifican sus trabajos, engañan a sus colegas o roban de sus alumnos. Por otro lado, temo que muchos científicos se engañan a sí mismos de vez en cuando en su tratamiento de los datos, pasan muy por arriba los problemas que involucran errores sistemáticos o minimizan las contribuciones de otros. Estas son las “sinceras equivocaciones” de la ciencia. Son el equivalente de la “pequeña mentira blanca” del discurso social. La comunidad científica no tiene manera de protegerse de la literatura engañosa o chapucera excepto descubrir el trabajo de quién se sospecha que sea poco fiable (Branscomb, 1985, p. 421).

El artículo procede a discutir las intensas presiones sobre los jóvenes miembros del cuerpo docente de ciencias. Muchos deben ser exitosos en sus investigaciones y en la publicación de sus resultados a fin de ser promovidos (en las categorías docentes) o incluso para poder mantener sus puestos. Si la investigación no va bien, como lo señala el editorial, las presiones para usar las pequeñas mentiras blancas llegan a ser muy intensas, a fin de

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que las cosas se vean mejor. Es tentador interpretar los datos en forma optimista. Los prejuicios inconscientes son el resultado de cosas que afectan nuestro pensamiento de las cuales no nos damos cuenta. Por ejemplo, estudiaba las huellas de pisadas de vertebrados fósiles en la Coconino Sandstone (Arenisca Coconino), un depósito de arena de estratificación entrecruzada como los depósitos formados por dunas de arena. Estaba en una cantera comercial abandonada buscando huellas fósiles en las superficies inclinadas de los estratos cruzados (Fig. 2.3). Un estudiante de biología ayudante en la investigación, sin entrenamiento en geología, buscaba huellas sobre la superficie expuesta de una serie de estratos cruzados que había sido erosionada hasta quedar plana (Fig. 2.3A). Estaba por decirle que no habría huellas allí cuando me llamó para que fuera a mirar todas las huellas que había encontrado. Yo creía, por lo que parecían buenas razones, que las huellas estarían sólo sobre los estratos cruzados inclinados. Sin la ayuda de este “ingenuo” estudiante de biología, probablemente nunca hubiera encontrado las huellas sobre la superficie plana. Tenía un prejuicio inconsciente que me impedía ver lo que estaba justo frente a mí. Además debemos ser conscientes de que, a veces, existe la posibilidad de prejuicios inherentes a la naturaleza misma de algunos datos. Un ejemplo proviene de un estudio sobre un bosque petrificado en la zona del Parque de Yellowstone. Allí los cerros están compuestos de muchas capas de material volcánico que contienen árboles fósiles. Es de interés saber si los árboles petrificados horizontales están orientados principalmente en una dirección. La Figura 2.4 muestra una sección de una ladera en la cual se quitó parte del terreno para exponer los árboles fósiles. Si la roca que lo recubre estuviera todavía en su lugar, veríamos cuatro árboles orientados en dirección hacia la superficie a la derecha y ninguno orientado en ángulo recto hacia ellos (o sea pa-

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ralelo a la ladera derecha). Parece haber una orientación preferida, pero cuando se levanta la roca, vemos que esta conclusión no es correcta. La confusión surge porque un árbol largo que yace perpendicular a la ladera del acantilado es visible por mucho tiempo. Sin embargo, un tronco que yace paralelo a la ladera del acantilado estaría expuesto por sólo un poco de tiempo antes de que se cayera hacia el fondo de la ladera. Esta inclinación natural puede ser neutralizada al encontrar un segundo acantilado con una ladera aproximadamente en ángulo recto a la primera (el de la izquierda en la ilustración). Los dos acantilados tendrían cada uno un sesgo en la orientación de los árboles, pero esos sesgos deberían cancelarse el uno al otro y dar un cuadro real. Muchas situaciones similares ocu-

rren en las cuales un sesgo físico inherente a los datos lleve a un investigador descuidado a una trampa. La lógica: una herramienta importante para la búsqueda científica Siempre se utiliza la lógica al interpretar los datos. Debemos considerar cuidadosamente la naturaleza de la lógica que usamos, como también los límites de esa lógica. Tanto el razonamiento deductivo como el inductivo son importantes en la ciencia. La lógica deductiva comienza con

Figura 2.4 Diagrama de bloque de una porción de los bosques petrificados de Yellowstone. se ha levantado una sección del sedimento para exponer los troncos y tocones petrificados en un horizonte. ilustración de Mark Ford.

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La lógica organiza nuestro pensamiento, pero no nos asegura la verdad absoluta. Las limitaciones en nuestros datos pueden llevarnos en una dirección equivocada.

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una generalización y la utiliza para interpretar los datos en un caso específico. Este tipo de lógica tiene una limitación crítica: la conclusión es sólo tan válida como la suposición. Al comienzo de mi experiencia como investigador, podría haber visto algunas ardillas pequeñas en un árbol y llegado a la conclusión de que eran ardillas listadas (chipmunks) ya que las ardillas terrestres no trepan a los árboles. Ese es un uso correcto de la lógica deductiva, pero la conclusión no es fiable porque está basada en una suposición falsa acerca de las ardillas terrestres. Si la suposición resulta ser errónea, la conclusión puede estar equivocada. ¿Significa esto que la lógica deductiva no es útil? No, pero debemos ser conscientes de sus limitaciones. La ciencia avanza y debemos comprender que las conclusiones científicas son tentativas. Puede ser que se mantenga o puede ser que no; debemos esperar y ver. El otro método es el razonamiento

inductivo. La inducción es un tipo importante de pensamiento que se utiliza en la ciencia, tal vez la parte central de la ciencia. La inducción comienza con observaciones individuales y usa estas observaciones para desarrollar generalizaciones. La investigación sobre los virus de la cual hablamos es un ejemplo del razonamiento inductivo. Comenzamos con muchos datos específicos y luego realizamos una generalización acerca de cuán abundantes son los virus en las bocas, suponiendo que serían así de abundantes para la población total.

Estas generalizaciones son esenciales en la ciencia. La generalización se transforma en la suposición que nos ayuda a interpretar los datos de otro experimento. El proceso lógico sigue un camino circular: inducción, luego deducción, luego la recolección de más datos para usar en la inducción. El problema con la inducción es que realmente no podemos predecir lo desconocido. El nivel de virus puede ser muy diferente en algún otro lado. La inducción sólo es útil si podemos generalizar o predecir lo que aparecerá en la siguiente serie de observaciones. Sin embargo, esa observación puede no ajustarse a lo que esperábamos. Es muy importante encontrar una solución a este problema a fin de entender la ciencia. Los científicos y los filósofos de la ciencia han hecho algunas declaraciones interesantes y perturbadoras en cuanto a este asunto. Esto puede sonar como si estuviéramos menospreciando la lógica científica, pero hay respuestas para el dilema. La capacidad de la inducción para tratar un caso futuro se desploma y ya que este es el único aspecto útil de la inducción, nos enfrentamos al colapso total. De modo que debo informarles que de la ciudadela de la lógica se han filtrado noticias desalentadoras. Las paredes externas parecen tan formidables como siempre, pero en el corazón mismo de la fortaleza supuestamente sólida del pensamiento lógico todo es confusión (Goodman, citado por Weaver, 1961).

Estos problemas de la ciencia pueden parecer preocupantes. ¿Quieren decir que la ciencia no es útil? No, obviamente no. Como herramientas prácticas, nadie duda del valor continuado de los armamentos. Pero en términos de máxima fuerza interior, las revelaciones son ciertamente asombrosas. La base última para ambos tipos de pensamiento lógico está infectada, en el centro mismo, con la imperfección (Goodman, citado por Weaver, 1961).

Las limitaciones de la ciencia

La frase “herramientas prácticas” puede ser la respuesta al dilema. Si esperamos que la ciencia haga una predicción certera de lo que encontraremos en nuestra próxima observación, entonces a menudo terminaremos chasqueados. Estos dos tipos de lógica son herramientas muy importantes que debemos usar, pero no nos aseguran la verdad absoluta. Podemos reconocer que tienen un papel extremadamente útil y valioso, pero también podemos ser realistas y ser conscientes de que la lógica es sólo una herramienta que nos ayuda a organizar nuestro pensamiento. En nuestra investigación, hacemos la generalización que sugiere la lógica. Nos ayuda a ver qué experimento deberíamos hacer a continuación. Nos ayuda a pensar en forma organizada, pero no nos da la verdad absoluta. Para ilustrar más ampliamente este concepto, consideremos un ejemplo proveniente de un proyecto de investigación real (Brand, 1974): Datos de las observaciones de campo: Todos los nidos de ardillas listadas (chipmunks) que se encontraron en este estudio estaban en lo alto de los árboles. Conclusión: Las ardillas listadas anidan en los árboles. Esto suena lógico. El investigador recogió los datos, usó la inducción y llegó a la conclusión que las ardillas listadas anidan en los árboles, por lo menos durante el verano. En un sentido, eso es predecir que los nidos de otras ardillas listadas estarán en los árboles también. ¿Cuál es la interpretación correcta de esa conclusión? Aquí hay una manera de verlo: “Las ardillas listadas anidan en los árboles”. Es una conclusión absoluta; es de esa manera. Otra forma de ver esta conclusión se puede ilustrar al replantearla de la siguiente manera: Bajo las condiciones de esta investigación, en los lugares donde se realizó, los nidos que se encontraron estaban en los árboles. “Las ardillas listadas anidan en los árboles” es una hipótesis que debe ser analizada aún más.

Ahora tenemos una comprensión realista de lo que hemos encontrado. Esta es una hipótesis basada en lo que conocemos hasta ahora. Puede no sostenerse en el futuro luego de más investigación, pero aún así es un resumen útil de dónde estamos parados en este punto de nuestro estudio de las ardillas listadas. Otra analogía que nos puede servir de ayuda es comparar el razonamiento inductivo y deductivo con la información o “herramientas” necesarias para leer un mapa de rutas. Si usamos correctamente estas herramientas y hacemos la elección correcta en un cruce de caminos, eso no quiere decir que hemos arribado a nuestro destino. La carretera nos llevará a otros puntos de decisión donde deberemos usar las mismas herramientas nuevamente. Si persistimos en usar sabiamente estas herramientas lógicas, continuaremos progresando positivamente en nuestro viaje. La ciencia siempre es un informe de progreso sobre dónde estamos en esta búsqueda dinámica de entendimiento. Existe otro nivel en el razonamiento científico que va más allá de la inducción o la deducción o la lectura de mapas de ruta y éste es la formación o explicación de las teorías. El saber que los próximos nidos de ardillas listadas que veamos probablemente estén en los árboles no explica por qué están allí. Desarrollar hipótesis o teorías acerca de por qué algo funciona de la manera que lo hace requiere un proceso creativo que va más allá de los datos de observación. La navaja de Ockham Algunas veces la ciencia utiliza otra herramienta lógica que es el concepto de la navaja de Ockham. Al elegir entre hipótesis opuestas, preferimos la hipótesis más simple. Por ejemplo, se puede interpretar la habilidad de un pájaro para encontrar su camino de regreso a casa después de una migración de 8.000 kilómetros como: (1) la acción de una capacidad de razonamiento superior; o (2) el

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20 Fe, Razón y la Historia de la Tierra

instinto. La navaja de Ockham indica la preferencia por el mecanismo más simple, el instinto, en vez de suponer un mecanismo más complicado. Sin embargo, el problema con este concepto en muchos casos es cómo definir lo “más simple” en términos objetivos. Si dispones de suficiente evidencia que indica que una hipótesis es correcta y la otra errónea, ¿usaremos la navaja de Ockham? Por supuesto que no, porque la evidencia convincente es superior a las suposiciones basadas en la navaja de Ockham. La navaja de Ockham no es una manera de determinar qué hipótesis es correcta. Sencillamente es otra herramienta práctica para ayudarnos a decidir qué hipótesis usar para dirigir nuestra investigación hasta que haya suficiente evidencia que nos ayude a tomar una decisión sobre una base más sólida. La perspectiva científica en el espacio y en el tiempo

Figura 2.5 Al pasar el tiempo después de un evento remoto, se reduce la cantidad de evidencia disponible para estudiar dicho evento. Ilustración de Robert Knabenbauer.

Lograr una comprensión realista de muchas cosas se ve afectado por la perspectiva desde la cual las miramos. Las montañas se ven muy altas desde un valle, pero la vista desde una nave espacial

presenta una perspectiva más precisa. En realidad, las montañas son pequeñas arrugas en la superficie de la tierra, pero no se ven de esa manera desde nuestra perspectiva normalmente limitada. La humanidad es pequeña comparada con el universo, así que nos llevó miles de años descubrir que la tierra gira en torno al sol. También vemos a nuestro mundo desde una perspectiva limitada en el tiempo y esto hace que sea más difícil estudiar los eventos históricos. Con anterioridad discutimos la reconstrucción de un jarrón de vidrio. Cuando tratamos de responder preguntas históricas acerca de jarrones de vidrio, nuestro problema principal es que no podemos retroceder en el tiempo y observar lo que sucedió. En algún momento del pasado, las personas hacían esos jarrones y los usaban (Fig. 2.5). Un científico que vivía entonces podía observar cómo se hacían, para qué los usaban y podía disponer de todos los datos para alcanzar conclusiones fiables. El tiempo pasó, las personas murieron y todo lo que nos queda son vidrios rotos. La mayor parte de los datos han desaparecido; en consecuencia, las conclusiones a las que se puede arribar por medio de un estudio de esta evidencia tienen límites muy definidos.

Las limitaciones de la ciencia

Al estudiar la historia de la Tierra, tenemos el mismo problema que con los jarrones. Un científico que viviera durante toda la historia de la Tierra y observara la formación de rocas y fósiles y los cambios en los seres vivientes tendría todos los datos para arribar a conclusiones sólidas. Hoy en día, los científicos deben fiarse de los fósiles y las rocas para estudiar la historia de la Tierra y la historia de la vida. Estos proveen evidencia circunstancial limitada, pero buena parte de los datos cruciales han desaparecido para siempre. Puede parecer que los datos que disponemos señalan en forma convincente hacia una conclusión, pero podrían haber existido factores adicionales que afectaron los procesos geológicos en el pasado de los cuales no sabemos nada. Esto podría guiarnos confiadamente en la dirección equivocada. La ciencia se destaca en el estudio de las cosas que suceden ahora. La fisiología del flujo sanguíneo puede estudiarse en conejos que tienen sangre que corre por sus venas ahora mismo. Se pueden hacer experimentos en el laboratorio en forma repetida hasta que entendemos lo que sucede dentro de los conejos. Esto es verdad en buena parte de la física, biología, química y otras disciplinas. Es también así, por lo menos parcialmente, en el estudio de los procesos genéticos que controlan los cambios microevolutivos en poblaciones de organismos hoy en día. Sin embargo, en el estudio del pasado, la ciencia tiene un problema. Nadie jamás ha visto surgir una montaña u observado la formación de rocas en la columna geológica. No obstante, aún es fascinante estudiar estos fenómenos y es de gran ayuda poner las cosas en una perspectiva histórica. Por ejemplo, las guerras y tensiones entre naciones se entienden más fácilmente si consideramos la historia de conflictos pasados antes que considerar sólo la situación actual. Una diferencia en el estudio de la historia de la Tierra es que la ciencia no tiene un registro

histórico escrito. Tratamos de reconstruir esa historia y podemos hacer progresos, pero debemos ser conscientes de las serias limitaciones en el estudio de eventos del pasado remoto. En las discusiones de la historia de la vida, a veces aparecen declaraciones como la de que la evolución es un hecho tan probado como la ley de la gravedad. Parece que se refieren no sólo al proceso genético de cambio, sino también al origen de todas las formas de vida por medio de la evolución. ¿Podemos honestamente hacer este tipo de declaración? El estudio de la historia de la vida es el estudio de una serie de eventos que ocurrieron en algún tiempo en el pasado. No podemos hacer que esos eventos ocurran nuevamente. Por lo tanto, es poco realista decir que la dimensión histórica de la evolución (o de cualquier otra teoría acerca del pasado) es un hecho tan probado como la ley de la gravedad. Existe una enorme diferencia entre estos dos fenómenos. ¿Cómo hace frente la geología a este problema de la historia? Consideremos, por ejemplo, el estudio de las areniscas de estratificación cruzada (Fig. 2.6). Los geólogos estudian el origen de estos estratos entrecruzados inclinados comparando las características de la arenisca

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Figura 2.6 Arenisca de estratificación cruzada en la Navajo Sandstone (Arenisca Navajo), Zion National Park.

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Fe, Razón y la Historia de la Tierra

con ambientes donde se deposita arena hoy en día. Cavan zanjas en las dunas del desierto y comparan los detalles de las capas de arena dentro de las dunas con las capas de arenisca para ver si las dunas son un análogo razonable para esa formación rocosa. ¿Podría haberse depositado la arena en esta arenisca de la misma manera que la arena en una duna de un desierto moderno? Además deben examinarse y compararse otros análogos con las dunas del desierto para determinar cuáles tienen elementos más parecidos a los de la formación rocosa. Es como hacer un examen de selección múltiple: ¿Cuál es el análogo moderno correcto para la arenisca? a. duna de desierto b. banco de arena de río c. delta de río d. depósito de playa oceánica e. duna subacuática La dificultad más importante en este proceso surge si la respuesta correcta es en realidad “ninguna de las anteriores”. Probablemente no tendríamos manera de saberlo y elegiríamos uno de los análogos observados. En este caso, la ciencia se transforma en, como dijera alguien, “una manera organizada de equivocarse con confianza”. ¿Qué si la roca se formó en una inundación a gran escala (diluvio, megainundación), mayor que cualquier cosa que se observa hoy? No hay duda de que un evento tal involucraría procesos muy similares a algunas de las opciones mencionadas anteriormente. La diferencia radicaría en la magnitud, tanto de la extensión como de la velocidad de la sedimentación. En muchos aspectos el proceso podría imitar uno o más de los procesos modernos. Así que aunque la roca fuera el resultado de una megainundación no lo sabríamos. Probablemente elegiríamos por respuesta un análogo moderno de menor magnitud. Por supuesto, un evento a gran escala debería dejar algunos elementos característicos en los sedimentos; pero ya que nunca observamos un evento tal, podríamos de-

morar en reconocer esos elementos. De hecho, podríamos tener sólo una vaga idea acerca de qué buscar. En el estudio de la historia, no podemos estar seguros de tener el análogo correcto. Aún así debemos tenerlo para alcanzar la conclusión correcta. Por consiguiente, se impone mucha humildad y precaución cuando estudiamos lo sucedido en el pasado. Eso es cierto tanto para no intervencionistas como para intervencionistas. ¿Significa eso que la geología y la paleontología no son ciencias efectivas? De ninguna manera. Sólo quiere decir que los científicos en esas áreas tienen que ser por lo menos tan cautelosos como otros científicos y a menudo más cautos de modo que no hagan la afirmación injustificable de que saben con seguridad lo que sucedió en algún momento distante del pasado. Ojalá que esto nos ayude a comprender que cuando discutimos la evolución y la intervención informada, ninguno de nosotros, no importa cuál sea la filosofía de la cual partamos, está en condiciones de hacer declaraciones científicas dogmáticas acerca del punto de vista de algún otro sobre el tema. Nunca es constructivo ridiculizar a alguien que también busca entendimiento honestamente. La ciencia y la objetividad Comprender la naturaleza y los límites de la objetividad en la ciencia nos coloca en la mejor posición para compensar los problemas que estos límites pueden producir. Una teoría que está bien arraigada no es fácil de cambiar. Puede ser difícil para un científico ser objetivo al evaluar una teoría favorita. Tampoco es fácil resistir la marea y estar en contra de una teoría popular. Lo que aprendemos en clase puede restringir nuestra visión. Vamos a la escuela secundaria, a la universidad y, tal vez, hacemos estudios de posgrado. Salimos al final de esa educación creyendo que ciertas cosas que nos enseñaron son verdad.

Las limitaciones de la ciencia

Cuando estamos en la escuela, aprendemos: (1) los hechos y teorías que los científicos aceptan en ese momento; y (2) cómo pensar en forma crítica. Especialmente en la universidad, el foco está en aprender a pensar en forma crítica cómo analizar y cómo leer estudios científicos y decidir por nosotros mismos si se sostienen. Para cuando dominamos el pensamiento crítico, ya hemos aprendido muchas cosas que aceptamos como verdaderas. Antes de estar en una posición para analizar en forma crítica, ya tenemos una visión restringida. ¿Pero cuál es la alternativa? Debemos comenzar en alguna parte. Si nos damos cuenta de que existe este problema, estamos en una mejor posición para superarlo. Ese es el beneficio de comprender que la ciencia tiene sus límites. En el estudio de la evolución y el intervencionismo informado, podríamos considerar cómo hacer concordar los datos con nuestra teoría favorita y no estar dispuestos a dejar que la ciencia nos diga si partes de nuestra teoría de la historia de la Tierra están equivocadas. En realidad, es científicamente válido que una persona esté convencida de que la vida fue creada o que la vida evolucionó. Ese no es el problema (esa proposición se defenderá más adelante). Todos los científicos trabajan dentro del marco de una cosmovisión. Pero si nos informamos acerca del trabajo y las ideas de otras personas, eso nos puede ayudar a evitar algunos errores graves al utilizar nuestra cosmovisión para sugerir hipótesis probables. En el capítulo 5 consideraremos este problema. Las consecuencias para el proceso científico El proceso científico tiene límites, pero éstos no son todos malos. La tendencia a aferrarse a teorías conocidas hace que la ciencia sea un tanto conservadora, pero también la refrena de correr tras cada idea extravagante que se sugiera. Hay ventajas en que la ciencia sea con-

servadora y resista el cambio siempre que haya un mecanismo para producir cambio cuando sea necesario. Existe un proceso tal y llegaremos al mismo más adelante. ¿Son los científicos objetivos, impersonales e imparciales? Sir Francis Bacon pensaba que sí. Propuso una metodología científica para describir cómo opera la ciencia. Según Bacon, los científicos deben vaciar sus mentes de toda idea preconcebida y sólo dejar que los datos los guíen a la verdad. Bacon pensaba que tendríamos mayor éxito al seguir esa propuesta, pero la filosofía de la ciencia de Bacon nunca fue realista. En realidad, todos somos imperfectos con las limitaciones universales de la raza humana. Así que ¿cuál es la respuesta? La formación y la experiencia de Bacon no lo prepararon para encontrar la respuesta. Estudió leyes y llegó a ser ministro bajo James I, pero fue destituido por aceptar sobornos. Nunca fue un científico y ni siquiera se asoció con científicos. Aprendió acerca de la ciencia por lo que leía, no literatura científica sino obras literarias (Goodstein y Goodstein, 1980). Reveló cuán ingenua era su comprensión de la ciencia al declarar que si le dieran dos años libres de toda responsabilidad, prácticamente podría finiquitar lo que aún faltaba por hacer en la ciencia. Lamentablemente, nunca consiguió la subvención para su investigación, así que todavía nos queda la tarea (Popper, 1963). Según el método de Bacon, los científicos que vacían sus mentes de toda idea y teoría preconcebida y luego recogen datos, son objetivos y no pueden ser engañados. Pero otros tienen problemas con esa filosofía. Karl Popper, destacado filósofo del siglo veinte, escribió: Science: Problems, Aims, and Responsibilities, (1963) [versión castellana: Ciencia: Problemas, Objetivos, Responsabilidades (2005)], en el cual expuso a grandes rasgos su modo de ver el método científico. Se refiere a la teoría de Bacon como “El dogma ingenuo de Bacon”. Popper explicó el proceso científico de la siguiente manera:

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Nunca es constructivo ridiculizar a alguien que busca honestamente entendimiento.

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La ciencia logra cierto grado de objetividad de la interacción del grupo y de las críticas mutuas, porque los individuos no son objetivos.

1. Tropezamos con algún problema. 2. Tratamos de resolverlo proponiendo alguna teoría. Justo aquí, Popper y Bacon estaban divididos. Bacon dijo que deberíamos eliminar toda idea y teoría preconcebida de nuestras mentes. Popper dijo lo opuesto: comenzamos nuestra solución proponiendo alguna teoría para resolverlo. Pensemos en la idea de Bacon por un momento. ¿Cómo haríamos para purgar nuestras mentes de toda idea preconcebida? ¿Cómo sabríamos de qué ideas deshacernos? Aún si tuviéramos éxito, una mente librada de todas esas teorías sería una mente vacía, no meramente imparcial. Popper dijo que Bacon estaba equivocado y que deberíamos comenzar nuestra solución proponiendo alguna teoría. Entonces, Popper sugirió un tercer punto: 3. Aprendemos de nuestros errores, especialmente aquellos que salen a la luz por la discusión y críticas que otros científicos hacen de nuestros experimentos. Popper resume brevemente su visión del método científico como problemas, teorías y críticas. El origen de la objetividad científica Miremos más de cerca lo que Popper quiso decir con críticas y cómo se relaciona esto con la objetividad. Si los científicos no son tan objetivos, ¿cómo avanza la ciencia? Popper (1963) sostuvo que “el crecimiento del conocimiento y especialmente del conocimiento científico consiste en aprender de nuestros errores” (p. 965). Sin embargo, aprendemos de nuestros errores en forma sistemática, no al azar. Realizamos experimentos cuidadosos y examinamos los resultados para descubrir los errores en nuestras teorías. Popper declaró que “sería un error pensar que los científicos son más 'objetivos' que otras personas. No es la objetividad o la imparcialidad del científico individual, sino de la ciencia misma”

(Popper, 1963, p. 965). La objetividad científica “consiste únicamente en el planteamiento crítico; en el hecho de que si eres parcial a favor de tu teoría favorita, algunos de tus amigos y colegas... estarán ansiosos de criticarte, es decir, si pueden, refutar tus teorías favoritas” (p. 965). Sostuvo que es esta “amigable cooperación hostil de los científicos, es decir su disposición a criticarse mutuamente” (p. 965) la que hace a la objetividad. Para decirlo en palabras más simples: desarrollas una teoría, tratas de probarla y si puedes defiendes tus conclusiones. Alguien que no está de acuerdo criticará tus resultados y tu lógica. Es esta crítica la que produce la objetividad en la ciencia. Este proceso se pone de manifiesto a veces en las reuniones científicas o en las revistas científicas, especialmente cuando dos científicos presentan teorías diferentes para explicar la misma línea de evidencia. A veces hasta se insultan mutuamente. Esa parte no es beneficiosa. El proceso opera mejor si cada uno trata de ser objetivo y corregir los errores en el pensamiento al aprender unos de otros. Aunque no siempre sean objetivos, muchos otros científicos están observando y evaluando los argumentos que se presentan. Si los científicos son descuidados en sus investigaciones, podemos estar seguros de que con el tiempo alguien descubrirá su negligencia y lo publicará para que todo el mundo se entere. En la ciencia, la objetividad proviene de la interacción del grupo. Popper hace una declaración que parecería muy rara si no fuera por este contexto: “Hasta hay algo como una justificación metodológica para que los científicos individuales sean dogmáticos y parciales” (p. 965). Eso puede sonar raro, pero escuchémoslo. Ya que el método de la ciencia es el de la discusión crítica, es de suma importancia que las teorías criticadas sean defendidas con tenacidad. Porque sólo de esta manera podemos descubrir su verdadero poder; y sólo si la crítica encuentra resistencia podemos

Las limitaciones de la ciencia descubrir toda la fuerza de un argumento crítico (p. 965).

Aún una buena teoría puede no tener una buena oportunidad de ser explicada si alguien no la toma y se esfuerza por desarrollarla. La objetividad proviene de la interacción del grupo, no del individuo. Los científicos que piensan que lo tienen todo bajo control y no necesitan escuchar a ninguna otra persona probablemente no contribuirán en forma efectiva a la ciencia. La relación de la ciencia con la experiencia total La ciencia hace algunas cosas muy bien. A pesar de sus limitaciones, aún así la ciencia es una actividad muy productiva, una manera poderosa de mejorar nuestro mundo o de acercarnos a la verdad. La ciencia se luce cuando estudia las características de objetos y procesos que pueden ser observados y cuantificados. Cuando los análisis de estos datos se combinan con la crítica mutua entre científicos que mejora nuestro nivel de objetividad, la ciencia se convierte en una excelente herramienta para descubrir la verdad. Pero en algunas áreas la contribución de la ciencia es más limitada. Algunas cosas son demasiado complejas para estudiarlas adecuadamente. Un ejemplo proviene del estudio del canto de las aves. Los poetas escriben hermosos poemas acerca de cómo los pájaros cantan de alegría en la primavera. Entonces aparece un científico joven y engreído que estudia las aves y dice que el poeta está completamente equivocado. El canto del macho es una actividad agresiva para anunciar su territorio y ahuyentar posibles intrusos. ¿Quién tiene razón? El pájaro ¿canta de alegría o no? El científico tiene datos y el poeta tiene emociones, así que la contienda es desigual. Tal vez el científico debería ser un poco más humilde. Cuando estudiamos el comportamiento humano, podemos evaluar lo que pasa

por la cabeza de alguien porque tenemos los mismos sentimientos y maneras de pensar. ¿Cómo vamos a descubrir qué emoción siente el ave dentro de su cabeza que lo estimula a cantar? Podemos observar que cuando el pájaro canta, los otros machos actúan como si lo reconocieran como reclamo de territorio, pero eso sólo describe el resultado del canto. ¿Cuál es la emoción dentro de la cabeza del pájaro que lo hace cantar? ¿Se siente agresivo o siente algo que llamaríamos alegría? A veces los científicos debemos ser realistas y decir que no sabemos la respuesta. Después de todo, tal vez el poeta tenga razón. Otro desafío es el estudio de valores morales. No nos ha ido muy bien en descubrir, por medio de nuestros esfuerzos científicos o pensamiento académico, cuáles valores morales verdaderos producen felicidad en las personas. Tal vez los resultados de un estudio de diferentes comportamientos a corto plazo son escasos para medir las consecuencias a largo plazo de estos comportamientos. No deberíamos esperar que la ciencia nos diga nada acerca de valores morales. Por eso es que Dios nos dijo algunas de las cosas básicas que debemos saber acerca del comportamiento moral que producirá felicidad y no dolor. ¿Cómo podemos estudiar científicamente la belleza, la música y la poesía? Podemos estudiar el aspecto físico de los efectos de las ondas sonoras de la música sobre nuestros oídos, pero no podemos estudiar la verdadera esencia de esos fenómenos y la reacción humana a ellos por medio de la ciencia. La ciencia tiene poco o nada que decir acerca de la belleza, la poesía, la música o la moralidad (p. ej., Brand y Schwab, 2005). Hace años, un astronauta ruso comentó que cuando estuvo en el espacio no vio a Dios en ninguna parte. Obviamente insinuaba que ya que no había visto a Dios, no debe haber ningún Dios. ¿Pero cuán lejos fue? ¿Cuánto del universo vio? En realidad, ni siquiera se alejó mucho de

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No hay una buena manera de eludir la necesidad de pensar, evaluar y analizar en forma crítica las conclusiones individuales de la ciencia.

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la Tierra, así que su comentario no tiene importancia y ciertamente no fue una declaración científica trascendente. Estamos restringidos en el espacio y en el tiempo. Observamos sólo un pequeño segmento de la historia humana y no podemos salir y ver a Dios en el cielo. En consecuencia, la ciencia tiene poco que contribuir a nuestro entendimiento de la teología. Nuestro conocimiento científico, entonces, siempre es meramente un informe del progreso en el camino hacia el entendimiento. Si lo vemos en ese contexto, seremos más realistas y comprenderemos mejor el significado y el papel de la ciencia. Un filósofo dijo: El antiguo ideal científico de episteme —el conocimiento absolutamente cierto y demostrable— ha resultado ser un ídolo. La exigencia de objetividad científica hace que sea inevitable que cada declaración científica deba permanecer tentativa para siempre. (Popper, 1959).

Si una idea no es tentativa, se ha convertido en dogma y la ciencia no puede funcionar con dogmas. El conocimiento científico cambia y las teorías tienen un período de vigencia. En la ciencia, las teorías a menudo son reemplazadas por teorías mejores. Como

ahora la ciencia progresa más rápidamente de lo que lo hacía antes, la vida útil promedio de las teorías probablemente se esté acortando. Por eso es recomendable no apegarnos demasiado a nuestras teorías favoritas. Debemos estar listos para avanzar a medida que la ciencia progresa con nuevos datos y teorías. Imaginemos a las ideas científicas ordenadas en un continuo: desde un extremo los campos muy bien estudiados (p. ej., los efectos de la gravedad) hasta campos en el otro extremo (p. ej., partes de la biología molecular) en los que la ciencia desafía los límites de nuestro conocimiento. Los campos de la biología molecular y de la genética molecular son disciplinas muy activas, pero porciones importantes de estos campos todavía son muy recientes. Se producirán muchos cambios en nuestra comprensión en esas áreas. No es realista poner a la ciencia en un casillero y ya sea creer todo o dudar de todo. Cualquiera de estos enfoques sería la salida fácil ya que no requieren pensar. No hay una buena manera de eludir la necesidad de pensar y evaluar, de analizar en forma crítica lo que leemos y mantener a la ciencia en la perspectiva correcta en relación a los valores humanos y los valores religiosos que dan significado a nuestras vidas.

Capítulo 3 Puntos culminantes de la historia de la ciencia

Figura 3.1 Un breve resumen de la historia de la ciencia en su contexto cultural, político y religioso. El entrelazamiento de las ramas representa la circulación de información científica entre las culturas. Línea de tiempo por Robert Knabenbauer.

Este capítulo presenta una visión general de la historia de la ciencia (Fig. 3.1). Se pueden entender mejor los orígenes de la teoría de la evolución y la filosofía del naturalismo si se colocan en su contexto histórico. Alrededor de 4.000 años atrás, la ciencia en Me-

sopotamia, Egipto y Asia Menor no se asemejaba mucho a la ciencia moderna, pero ciertos individuos comenzaban a pensar acerca de la estructura del universo. Tales (639-544 a.C.) pensaba que la Tierra era plana y flotaba sobre agua, pero uno de

Puntos culminantes de la historia de la ciencia

sus alumnos, Anaximandro (611-547 a.C.), describió a la Tierra como una esfera. La ciencia griega A partir del siglo V a.C., la ciencia más desarrollada fue la de Grecia. Tres representantes famosos de esta época fueron Sócrates (470-399 a.C.), su discípulo Platón (429-347 a.C.) y el discípulo de Platón, Aristóteles (384-322 a.C.). Se interesaron tanto por la conducta humana como por el mundo físico. Aristóteles, el alumno más destacado de Platón, escribió sobre muchas disciplinas tales como ética, política, biología, cosmología y lógica. Desarrolló un sistema de pensamiento bastante coherente, aunque muchas de sus ideas eran erróneas. Su obra fue de inspiración para la ciencia griega avanzada del período helenístico. Lamentablemente, muchos eruditos posteriores no continuaron su esmerada investigación; buscaron la verdad en los maestros antiguos. En el área de cosmología, Platón creía que los planetas se movían en círculos perfectos (la órbita perfecta) y los científicos pensaban entonces que la Tierra debía ser el centro del universo. Eudoxo (409-356 a.C.) hizo el primer modelo matemático del movimiento planetario. En él, los planetas eran transportados en esferas teóricas llevadas a su vez por otras esferas. Este modelo podía explicar el fenómeno observado del movimiento planetario. Era geocéntrico; es decir, la Tierra está en el centro del universo. Aristóteles desarrolló aún más el modelo geocéntrico de cosmología. Algunos científicos pensaron que las esferas planetarias no eran sólo esferas matemáticas teóricas, sino esferas transparentes, duras, hechas de “cristalino” y conectadas físicamente. En la Edad Media, esta idea se convirtió en dogma. No todos los cosmólogos antiguos estaban en completo acuerdo con la teoría geocéntrica. Heráclito, contemporáneo de Aristóteles, sugirió que la Tierra rotaba sobre su eje. En un clásico caso de anticiparse a un desarrollo futuro, Aristarco (310-230 a.C.) sugirió que el

sol y las estrellas fijas son inmóviles, que la Tierra y los planetas rotan alrededor del sol y que la Tierra gira alrededor del sol una vez al año. También sugirió que la Tierra rota sobre su eje. Sus ideas no fueron aceptadas. En cambio, se desarrolló aún más la teoría geocéntrica y se la refinó para dar cuenta de nuevos datos. Ptolomeo (85-165 d.C.), el último de los grandes astrónomos griegos, escribió El Almagesto, un tratado detallado sobre cosmología (véase traducción inglesa en Enciclopedia Británica, 1990). Creía en una cosmología geocéntrica y aducía que la Tierra es inmóvil. Estas conclusiones eran razonables dada la información disponible en ese tiempo. Un concepto fundamental de este trabajo fue la reducción de las irregularidades aparentes del movimiento planetario a las leyes matemáticas. Por ejemplo, Marte, Júpiter y Saturno rotan más lentamente que la Tierra y la Tierra las rebasa. En consecuencia, parecen ir hacia atrás (Fig. 3.2). Además, algunos planetas (como Marte) varían en luminosidad a

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Figura 3.2 Diagrama de los mecanismos usados en la astronomía ptolemaica para explicar los movimientos de los planetas, incluyendo el movimiento retrógrado de algunos planetas.

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Fe, Razón y la Historia de la Tierra

causa de la variación en la distancia desde la Tierra a través del año. Ptolomeo explicó estas observaciones con dos modelos. Uno es un excéntrico, una esfera cuyo centro no es la Tierra. El otro es un epiciclo, una pequeña esfera que gira alrededor de un punto en el perímetro de una esfera mayor, el deferente. Estos mecanismos podían explicar en forma maHay cierto temática los datos con sorprendente prepeligro en basar cisión.

la teología en el La decadencia de la ciencia pensamiento griega científico La ciencia griega floreció hasta la docontemporáneo. minación de Roma y luego comenzó a declinar. Estaba casi muerta para el año 200 de nuestra era. Finalmente, Roma decayó, los bárbaros germanos invadieron Europa y, en gran medida, la cultura griega desapareció. Durante la Edad Media, los musulmanes ocuparon grandes áreas en el Medio Oriente, norte de África y partes de Europa. Durante este tiempo, los centros del conocimiento se hallaban en los países árabes. Estos eruditos aprendieron de los griegos y de la ciencia altamente desarrollada de China (Kneller, 1978, p. 4-7) y luego añadieron sus propias contribuciones y se transformaron en guardianes de la ciencia europea. Europa redescubre su pasado A partir del siglo XII, la Europa cristiana comenzó a redescubrir su herencia científica, junto con las contribuciones de los musulmanes y los chinos. Durante la época del Renacimiento (1300-1650), se tradujeron muchos manuscritos griegos originales. pocos experimentos. El comienzo de la tecnología europea, con inventos tales como la imprenta (1454), los métodos de fundición y la brújula magnética (de China), empezó a transformar la sociedad y a contribuir a la ciencia. De esta forma, la Europa de la Edad Media recuperó el pensamiento griego, lo dominó y desarrolló nuevas destrezas y

una nueva orientación intelectual. Para mediados del siglo dieciséis, Europa se hallaba en plena posesión de su historia intelectual y los científicos comenzaron a pensar que el siglo de oro de la ciencia estaba en el futuro. El camino estaba abierto para la ciencia moderna. La relación de la iglesia con la ciencia El concepto cristiano de un Dios coherente, legislador y confiable proporcionó el fundamento para la ciencia europea (Polkinghorne, 1994; Ratzsch, 2000). La creación del universo por un Dios inteligente y racional explica por qué el universo es tan inteligible y abierto a nuestra investigación científica, y por qué la naturaleza exhibe procesos y patrones uniformes. Un científico secular no tiene ese fundamento para entender el universo y generalmente debe aceptar esos conceptos como meras suposiciones. Sin embargo, la iglesia cometió errores a lo largo del camino. No siempre les fue bien a los científicos que proponían nuevas ideas. Oresme (1323-1382) discutió la idea de que la Tierra giraba, pero luego la negó porque pensó que la teoría contradecía la Biblia. Su creencia en una Tierra inmóvil procedía en realidad de la ciencia griega, no de la Biblia. Este es un ejemplo del peligro de basar la teología en el pensamiento científico contemporáneo, la ciencia puede avanzar y dejar esa teología sin fundamento. Durante este período, los eruditos se inclinaban a creer que cualquier fenómeno que no podían explicar era evidencia de una acción directa, vitalista de Dios en la naturaleza. En otras palabras, se invocaba la participación directa de Dios para explicar las lagunas en las explicaciones humanas, creando así a un dios-de-losvacíos (también denominado “dios-delas-brechas”). Al encontrar mecanismos naturales que explicaban estos fenómenos, ya no se necesitaba a Dios para explicarlos y el dios-de-los-vacíos se iba

Puntos culminantes de la historia de la ciencia

haciendo a un lado hasta que la ciencia pensó que había prescindido por completo de Él. Por ejemplo, se creía que la circulación sanguínea era el resultado de la acción vitalista, mística de Dios en los cuerpos humanos hasta que William Harvey (1578-1657) demostró que el corazón es una bomba que la mueve. A menudo se cita este ejemplo como uno de los eventos más importantes en liberar a la ciencia de las cadenas de la teología; también parece ser un serio revés para el concepto de la creación. Pero en realidad sólo era evidencia contra el pensamiento místico de la época. Los progresos adicionales en la cosmología Copérnico (1473-1543) escribió un libro titulado On the Revolutions of the Celestial Orbs (Sobre las rotaciones de los orbes celestes; véase traducción inglesa en la Enciclopedia Británica 1990) presentando su teoría heliocéntrica. En cierto sentido todavía era similar a la teoría geocéntrica, con esferas que transportaban a los planetas y con una esfera exterior que llevaba a las estrellas fijas (Fig. 3.3). Lo importante en esta teoría es que el foco cambió de la Tierra al Sol. El sol estaba en o cerca del centro del universo y los planetas giraban a su alrededor.

La mayoría de los científicos rechazó su libro. La ciencia no acepta fácilmente ideas radicalmente nuevas y la teoría de Copérnico era contraria a las enseñanzas de la iglesia. Además, parte de los datos no favorecía el sistema copernicano. El científico italiano Galileo Galilei (15641642) apoyó la teoría copernicana y por esto fue juzgado, la iglesia lo puso bajo arresto domiciliario. De hecho, se ha culpado a la iglesia por lo que comenzó como una disputa entre los seguidores de dos teorías incompatibles de la estructura del universo. Hubo otros factores que complicaron las cosas, incluso la personalidad mordaz de Galileo que exageró sus problemas con los líderes de la iglesia (Milan, 1999; Dorn, 2000). En el tiempo cuando Galileo tuvo sus problemas, otros astrónomos, incluyendo a Kepler, enseñaban y escribían abiertamente sobre el heliocentrismo sin reprensión. El papa Urbano VIII, amigo de Galileo, dio su bendición sobre el futuro libro de Galileo acerca de los movimientos del sistema solar. Urbano le pidió que hiciera una presentación equilibrada tanto del geocentrismo como del heliocentrismo, ya que creía que los cuerpos en los cielos tal vez se movían de maneras que no eran entendidas en la tierra. Galileo estuvo de acuerdo, pero no guardó su promesa; en el libro insultó al papa abiertamente. Esto fue demasiado y

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Figura 3.3 Comparación de la teoría geocéntrica y la teoría heliocéntrica como la entendía Copérnico.

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se lo llamó a Galileo a Roma para que diera cuenta por su arrogancia. La generación espontánea Durante la Edad Media, la gente creía que los organismos surgían espontáneamente. Cualquiera podía observar que aparecían ratones si se dejaba una pila de trapos en un rincón y que los gusanos se materializaban en la carne sin haber venido de ningún lado. Además, aparecían microbios espontáneamente en un caldo de nutrientes. Hasta los científicos creían que estos organismos se desarrollaban espontáneamente. Por supuesto, algunos dudaban de esta teoría y sus intentos por refutarla constituyen un capítulo largo e interesante en la ciencia. Entre los siglos XVII y XIX, una serie de experimentos hechos por Francesco Redi (1626-1697), Lazzaro Spallanzani (1729-1799) y Louis Pasteur (1822-1895) desgastaron gradualmente la confianza en la generación espontánea. Primero se refutó el origen espontáneo de los gusanos en la carne; llevó más tiempo demostrar en forma convincente que los microbios no aparecen espontáneamente en un caldo de nutrientes. Una serie elegante de experimentos hechos por Pasteur finalmente hicieron perder la confianza en la creencia de la generación espontánea (Asimov, 1964, p. 92). Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que el terreno estuviera preparado para la reaparición de una teoría, en una forma más moderna, del origen espontáneo de la vida. El desarrollo de la teoría de la evolución John Ray vivió en un tiempo cuando había muchos grandes científicos: Anthony van Leeuwenhoek, Marcello Malpighi, Robert Boyle, Robert Hooke, Sir Christopher Wren e Isaac Newton. En 1690, Ray escribió un libro titulado The Wisdom of God Manifested in the Works of the Creation [La sabiduría de Dios manifes-

tada en las obras de la creación]. La filosofía del libro de Ray, que nos da un atisbo del pensamiento de su época, decididamente no contenía ningún concepto de evolución. Expresaba la creencia general de que el universo y los seres vivientes son estables e inmutables. Describió a la naturaleza como “Las obras creadas por Dios al principio, y por él conservadas hasta el presente en el mismo estado y condición en que fueron hechos” (Ray, 1977, prefacio). Se consideraba que la tierra había sido hecha para el beneficio de la humanidad y que su estructura fue adaptada a las necesidades humanas. Halley y Ray decían que las montañas fueron hechas para destilar el agua para los hombres y las bestias y fueron colocadas para que todos los continentes fueran habitables (Greene, 1959, p. 1-7). Ray, Newton y Boyle se opusieron a las interpretaciones sobrenaturales corrientes hasta de eventos y procesos normales y trataron de unificar en una sola filosofía dos conceptos principales: (1) la naturaleza es un “sistema de materia y movimiento sujeto a leyes”; y (2) “la naturaleza es una habitación creada para el uso y la edificación de seres inteligentes por un Dios omnipotente, omnisciente y benevolente” (Greene, 1959, p. 12). En esta filosofía, Dios hizo el universo para el beneficio de la humanidad, pero lo creó para funcionar de acuerdo a un conjunto definido de leyes (Greene, 1959, p. 1-13). No todos estaban tan ansiosos como Ray y sus pares de mantener juntas las dos partes de su filosofía. Algunos creían que si la naturaleza es un sistema de materia y movimiento sujeto a leyes, se excluye la posibilidad de la creación. Desarrollaron teorías completamente mecanicistas que no incluían de ninguna manera la participación de Dios en la historia del universo. La ciencia se desplazó hacia un método de interpretación basado en el “actualismo” o sea contestar preguntas acerca de lo desconocido sólo usando datos sobre lo que realmente se puede observar en experimentos y observaciones

Puntos culminantes de la historia de la ciencia

de campo. Eso significó que las hipótesis acerca de la historia biológica y geológica serían probadas por comparación con procesos que ocurren ahora. El péndulo se movió hacia una filosofía completamente naturalista, que aceptaría sólo teorías y explicaciones que no requirieran ninguna actividad sobrenatural en ningún momento del pasado o del presente. Las primeras teorías coherentes en temas como los cambios producidos en geología, paleontología y biología se desarrollaron durante esta rebelión contra la religión y contra el autoritarismo en general. Lamentablemente, era necesario que se rechazara el concepto de un universo inmutable antes de que esas disciplinas pudieran prosperar. La atmósfera intelectual de esos tiempos también influyó sobre la naturaleza de las teorías específicas que se desarrollaron. El pensamiento naturalista comenzaba a dominar el mundo intelectual y eruditos influyentes en geología y biología fueron fuertemente influenciados por el mismo. Muchos científicos sí creían en un Dios creador, pero sus ideas no prevalecieron como el punto de vista de la mayoría. El desarrollo de las teorías naturalistas En un tiempo se creyó que las estrellas eran perfectas e inmutables. Pero en los siglos XVI y XVII, los astrónomos descubrieron manchas en el sol y cráteres sobre la luna y se dieron cuenta de que los cielos en realidad son cambiantes. El filósofo Immanuel Kant (1724-1804) y otros concibieron una teoría de la evolución del universo a través de la vigencia de las leyes del movimiento, comenzando con la materia uniformemente dispersada (Greene, 1959). Una revolución similar ocurría en la geología. Un mayor reconocimiento de la importancia de los terremotos, las erupciones volcánicas, las inundaciones y los desprendimientos de tierra suscitaron mayor interés en la geología, pero hasta el 1700 no existía una teoría coherente en

geología. Algunos geólogos creían que el diluvio bíblico fue real y que había sido la causa de los depósitos geológicos. Otra interpretación proponía que habían ocurrido múltiples creaciones y catástrofes y que el Génesis sólo registraba el último de tales ciclos. Otros aducían que no se debería usar la Biblia en absoluto para interpretar la geología. El primero en publicar una teoría detallada de la geología fue James Hutton (1726-1797). Su libro, Theory of the Earth (1795) [Versión castellana: Teoría de la Tierra, traductor C. M. García Cruz, 2004], era una explicación completamente uniformista de la geología (la historia geológica explicada por los mismos procesos geológicos y leyes naturales que se observan hoy) con millones de años en la historia de la Tierra. Sin embargo, reconoció que el origen de los sistemas geológicos no podía estudiarse por falta de datos. Aparentemente creía que Dios había hecho esos sistemas. Después Charles Lyell (1797-1875) escribió Principles of Geology [Principios de Geología], publicado en 18301833, un desarrollo más amplio de las ideas de Hutton. El libro de Lyell era más ameno que el de Hutton y tuvo gran influencia. Este libro fue muy importante para el surgimiento del pensamiento evolucionista, porque sin la geología uniformista y sus largos períodos, la teoría general de la evolución no podría haber sido viable. La evolución biológica Durante siglos, las personas pensaron que las especies eran inmutables desde que fueron creadas por Dios. Este dogma comenzó a debilitarse tan temprano como a mediados del 1700. Cierto número de individuos desarrollaron conceptos que más tarde contribuyeron a la teoría de la evolución de Charles Darwin. Compte de Buffon (1707-1788) reconoció la evidencia de la variabilidad en las formas orgánicas. Sugirió que los organismos han cambiado a través de la operación

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El péndulo osciló desde la creencia en un Dios creador benevolente hacia una filosofía naturalista.

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El mensaje de Darwin “ayudó a derrocar la cosmovisión tradicional cristiana” al ofrecer un sustituto para la creencia en un Creador.

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de un sistema de leyes, sin la acción divina, para producir la gran variedad que vemos en la naturaleza. Dijo que las especies más débiles se extinguen y anticipó, por lo menos parcialmente, los conceptos de la selección natural y la lucha por la supervivencia. Wells (1757-1817) sugirió que se originan nuevas especies por variaciones fortuitas. Aplicó la selección natural a los humanos. Lamarck (17441829) tenía una visión de la naturaleza estrictamente materialista. Descubrió que ocurren cambios en la estructura geológica de la tierra, así que pensó probable que los animales también cambiaran ya que dependen de su medio ambiente. Postuló una teoría evolucionista (la llamó su hipótesis del desarrollo) con evolución de nuevas especies y progresión evolutiva desde las formas más simples de vida hasta los seres humanos. Discutió explícitamente la evolución de la humanidad. Su mecanismo para este proceso era bastante diferente al pensamiento evolucionista moderno. Dijo que al interactuar los animales y las plantas con su medio ambiente, los cambios son causados por: (1) necesidades sentidas; (2) uso y desuso; y (3) la herencia de caracteres adquiridos. En otras palabras, una antigua protojirafa al sentir la necesidad de alcanzar más alto para conseguir más alimento, alargó su cuello al estirarse. Esta característica adquirida la heredaría la siguiente generación. Erasmus Darwin (1731-1802), el abuelo de Charles Darwin, también propuso una teoría de evolución. Él fue el primero en apoyar una teoría tal con hechos de la anatomía comparada, geología, botánica y zoología. Thomas Robert Malthus (17661834) fue un economista que escribió Essay on the Principle of Population (1798) [versión castellana: Ensayo sobre el principio de población, 1846], un estudio sobre la naturaleza del crecimiento demográfico humano. Las ideas adquiridas, al leer su libro, sentaron las bases para el entendimiento de Charles Darwin sobre el gran

porcentaje de animales que no sobreviven para llegar a reproducirse. Para 1818, estas ideas estaban presentes en el mundo científico, pero no habían sido elaboradas como una teoría coherente. Edward Blyth, un hombre de más o menos la misma edad de Charles Darwin, probablemente hizo una importante contribución a la comprensión de Darwin de la selección natural, aunque Darwin nunca le dio ningún crédito (Eiseley, 1979). Blyth escribió artículos sobre la selección natural en The Magazine of Natural History [La Revista de Historia Natural] en 1835 y 1837. “En el artículo de Blyth de 1835, están plenamente desarrollados los principios fundamentales del trabajo de Darwin: la lucha por la supervivencia, la variación, la selección natural, y la selección sexual” (Eiseley, 1979, p. 55). Sin embargo, Blyth no era un evolucionista. Consideraba la selección natural como una fuerza conservadora en lugar de una fuerza creativa, que mantenía los diversos tipos de animales al ir eliminando los individuos débiles. El proceso que llevó al desarrollo y aceptación de la teoría de la evolución de Charles Darwin fue una saga fascinante. Cuando joven, Darwin (1809-1882) se convenció que los animales y las plantas cambian a lo largo del tiempo y comenzó a trabajar en una teoría para explicar ese cambio. No fue el primero en elaborar una teoría de la evolución, pero logró un avance realmente creativo con percepciones que fueron más allá de las ideas de otros. La idea no se concretó fácilmente en la mente de Darwin (Bowler, 1990). Como lo dice Bowler, Aunque las hipótesis científicas deben ser puestas a prueba por la observación y la experimentación, es obvio que todas las grandes teorías científicas surgieron de grandes saltos de la imaginación, a partir de nuevas ideas acerca de cómo podría operar la naturaleza, las cuales sólo posteriormente mostraron tener alguna validez real (p. 7).

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Esto se evidencia por el hecho de que la teoría de Darwin es más ampliamente aceptada por los científicos hoy, después de 150 años de investigaciones, de lo que lo fue durante su vida (Mayr, 1996). Charles Darwin probó estudiar medicina y teología antes de su famoso viaje alrededor del mundo (1831-1836) en el Beagle, como caballero invitado del capitán. Leyó el libro de Lyell durante el viaje e hizo muchas observaciones y colecciones. Volvió a Inglaterra y estudió lo que había recolectado y también estudió las variaciones en animales domésticos. De éstas y otras fuentes, obtuvo la idea de que la selección era la causa de la variación. Al leer el libro de Malthus sobre crecimiento de las poblaciones y reconocer el papel del exceso de números de individuos, vio cómo la selección natural se aplicaba a las poblaciones naturales. Durante su viaje en el Beagle, Darwin dedicó su tiempo a estudiar biología y geología. Al regresar a Inglaterra comenzó a publicar sus hallazgos. Inicialmente desarrolló su credibilidad científica con sus trabajos sobre geología (Bowler, 1990; Ruse, 1999) involucrándose mucho con la Sociedad Geológica de Londres. Las descripciones que publicó de sus descubrimientos biológicos en lugares tales como las islas Galápagos, aumentaron aún más su reputación en las ciencias. Estos contactos con los líderes científicos de su tiempo aseguraron que sus teorías posteriores llegaran a ser atendidas por el mundo científico. Darwin era plenamente consciente de la reacción fuertemente antagonista que habían suscitado las teorías evolucionistas anteriores propuestas por Lamarck, Chambers y Erasmus Darwin, y planeó su estrategia cuidadosamente para superar este problema. Se mudó hacia las afueras de Londres para que su trabajo no atrajera la atención pública. Mientras trabajaba en su teoría de la evolución, mantuvo correspondencia con muchos otros científicos y asistió a reuniones científicas en Londres. Cuando tenía una

buena relación con alguien a quien consideraba digno de confianza, invitaba a esa persona a su hogar y le presentaba su teoría. Su plan era reunir a un selecto grupo de científicos influyentes, que gozaban de su confianza, cuyo apoyo ayudaría a presentar su teoría a un público hostil. Este plan fue bastante efectivo y probablemente fue muy importante para el éxito de su teoría. Según Bowler (1990), “no cabe duda de que la iniciativa de Darwin tuvo éxito (donde fácilmente podría haber fallado) porque él ya había plantado las semillas de una revolución política dentro de la comunidad científica” (p. 149). La teoría de Darwin de la selección natural no fue aceptada por la mayoría de los biólogos sino hasta recién alrededor de 1940 (Numbers, 1992, p. 5; Mayr, 1996). Muchos de los biólogos del tiempo de Darwin eran escépticos en cuanto a la selección natural como un mecanismo de evolución, pero apoyaban a Darwin por razones filosóficas. La evidencia de Darwin para el cambio biológico a lo largo del tiempo, los convenció de que era posible encontrar una explicación naturalista para la biología, y les ofrecía un sustituto para la creencia en un Creador (Moreland, 1989, p. 215-218; Numbers, 1992, p. 5). En última instancia, el éxito de Darwin estriba en “la explotación del evolucionismo hecha por quienes estaban decididos a establecer a la ciencia como una nueva fuente de autoridad en la civilización occidental, en lugar de la teología” (Bowler, 1990, p. 140). Bowler resume todo esto: “Prácticamente no importa si usted ama el mensaje de Darwin o lo odia; no puede escaparse del hecho que ayudó a derrocar la cosmovisión tradicional cristiana” (p. 11). Esta época de transición filosófica ocurrió cuando todavía estaban a décadas de comenzar los estudios en campos como la genética y la biología molecular. Los biólogos eran ignorantes acerca de la complejidad de la vida y pensaban que el protoplasma vivo era bastante simple. Era fácil para ellos imaginar que la vida

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surgía y evolucionaba por sí misma. Si una teoría naturalista de la evolución se hubiera presentado por primera vez al final del siglo veinte, cuando el conocimiento de los detalles complejos de la biología molecular crecía rápidamente, no es probable que hubiera sido aceptada tan fácilmente. Darwin escribió un ensayo de su teoría en 1844, pero fue demasiado cauteloso como para publicarlo entonces. Su cautela recibió un sobresalto cuando otro biólogo, Alfred Russel Wallace (18231913), desarrolló la misma teoría. En 1858, se presentaron ensayos tanto de Darwin como de Wallace a la Linnaean Society y en 1859, Darwin publicó su libro The Origin of Species [versión castellana: El Origen de las Especies, 2005]. Una cantidad de biólogos en la época de Darwin, incluyendo a Linnaeus, propusieron que muchos cambios habían ocurrido dentro de los grupos de organismos creados. Este concepto podría haber conservado la creencia en un Creador, a la vez que reconocer la evidencia de cambios biológicos. Darwin no estaba al tanto de este movimiento y estas ideas no estaban en armonía con la tendencia intelectual predominante hacia el pensamiento naturalista (Landgren, 1993). Un episodio interesante con respecto a la relación entre Darwin y Wallace fue su diferencia de opinión sobre el origen del cerebro humano (Eiseley, 1955; Gould, 1980, cap. 4). Darwin creía que la humanidad surgió por el mismo proceso gradual de cambio que produjo todas las otras formas de vida. Darwin y sus colegas fácilmente imaginaron una progresión natural desde los simios hacia algunas de las “culturas primitivas” las cuales creían que eran apenas superiores a los simios y finalmente a las razas superiores de la humanidad occidental. En contraste con Darwin y la mayoría de los demás biólogos de ese tiempo, Wallace tenía años de experiencia entre los nativos de las regiones tropicales y había visto evidencias de que estas culturas “primitivas” no eran mentalmente inferiores. Wallace

no veía evidencias de una progresión evolutiva en las razas humanas y cuestionó el porqué personas en esas culturas simples habrían evolucionado con un cerebro que era tantas veces más avanzado de lo que hubieran necesitado para sobrevivir. También insistió que “las habilidades artísticas, matemáticas y musicales no podían explicarse sobre la base de la selección natural y la lucha por la existencia” (Eiseley, 1955, p. 67). Wallace sostuvo que debió ocurrir una influencia divina para el origen del cerebro humano, y Wallace y Darwin discreparon rotundamente sobre esta cuestión. El trabajo de Darwin fue la culminación de 200 años de desarrollo de ideas. Fue importante para la progresión de sus razonamientos que al momento de comenzar a sospechar que las especies podrían cambiar, tenía a su disposición los escritos de hombres como Lyell, Lamarck y Erasmus Darwin. La fuerte tendencia hacia el naturalismo en la ciencia también influyó sobre Darwin (Greene, 1959). Las primeras teorías coherentes en geología y mucho de la biología se desarrollaron en una época cuando la actitud general entre los estudiosos era rechazar la religión formal y restrictiva. De ese modo también terminó desgastándose finalmente la creencia en la creación. La verdad no se debilita por una indagación honesta. Hasta un cristiano debe reconocer que no estaba mal que Darwin y otros hicieran preguntas difíciles. La Biblia no dice que las especies animales nunca cambiaron o que la tierra es el centro del universo. De todos modos la iglesia insistió en mantener estas ideas, y muchos científicos respondieron eliminando completamente a Dios de sus interpretaciones sobre los orígenes. De Darwin a la escena contemporánea Después de que las teorías naturalistas de la evolución y del uniformismo geológico llegaron a ser el paradigma

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predominante, muchas personas, incluyendo algunos científicos, siguieron creyendo en la creación, pero no respondieron usando su comprensión de la creación para desarrollar un paradigma competente. La Biblia predice que cerca del fin de los tiempos, la gente ya no creería que “por la palabra de Dios existía el cielo y la tierra” (2 Pedro 3:5, NIV), ni en un diluvio universal. Ciertamente esta predicción se tornó realidad en el siglo XX, debido a que la comunidad intelectual en particular abandonó estas creencias. Al comienzo del siglo XX, la población en general era creacionista, pero la comunidad científica no lo era. Los que creían en la creación hicieron muy poco por responder activamente a esta situación. Un líder que buscaba entender mejor cómo relacionar la geología con la Biblia fue un profesor, George McCready Price. No había estudiado geología ni tenía experiencia de campo en la materia, pero comenzó a leer la literatura existente y a analizar en forma crítica las teorías científicas del uniformismo en geología y la evolución. Escribió varios libros incluyendo Illogical Geology (1906) [Geología ilógica] y The New Geology (1923) [La nueva geología]. Creía en una creación literal de siete días y en un diluvio universal, y rechazaba varios conceptos geológicos básicos incluyendo la glaciación y la idea de que hay un orden en el registro fósil. Estos fueron los elementos claves en la teoría que desarrolló. La teoría geológica nos dice que el perfil de los estratos de rocas (la columna geológica) que contiene los fósiles fue depositado capa tras capa a través de millones de años (542 millones de años para las rocas Fanerozoicas que contienen la mayoría de los fósiles). Estos fósiles se encuentran en una secuencia particular. Por ejemplo, los estratos inferiores del registro fósil (Cámbrico) contienen mayormente invertebrados; los dinosaurios y muchos otros tipos de reptiles aparecen sólo en el tercio medio de las rocas Fanerozoicas (el Mesozoico) y los fósiles hu-

manos se encuentran sólo en la parte superior, en el Pleistoceno. Esto se explica como una secuencia evolutiva; es decir, no hay mamíferos en los estratos inferiores porque todavía no habían evolucionado. Price dijo que esta teoría no era correcta, que realmente no hay un orden confiable de los fósiles y que la ciencia inventó el orden de modo que la teoría evolucionista pudiese encajar correctamente. En realidad, los fósiles sí están fuera del orden esperado en una cantidad de lugares en diferentes partes del mundo y todos reconocen eso. El verdadero asunto en disputa era la explicación dada para este hecho. La teoría geológica dice que los fósiles aparecen fuera de orden a causa de sobrecorrimiento (cabalgamiento de los estratos) o la actividad en la formación de montañas (tectónica) que empujó las capas de rocas más antiguas por encima de las rocas más jóvenes. Price creía que los sobrecorrimientos eran sólo una invención para explicar los fósiles fuera de orden. Más tarde, Price enseñó biología en el Pacific Union College (PUC) en el norte de California. Un alumno de Price, Harold Clark, enseñó biología en PUC después que Price se había ido. Clark había aprendido los conceptos geológicos de Price y continuó enseñándolos. Pero Clark dedicó tiempo a hacer estudios de campo sobre las rocas. De su estudio de la evidencia, se convenció que la glaciación fue más generalizada en algún momento del pasado y que el orden en el registro fósil era real. Desarrolló una teoría de zonación ecológica para explicar esto en el contexto de un diluvio universal. Según esta teoría, en las rocas aparece un registro fósil predecible. Pero en lugar de ser un registro de la evolución, es un registro de las zonas ecológicas anteriores al diluvio que se enterraron y preservaron una tras otra durante el diluvio universal. George McCready Price no estuvo de acuerdo con la teoría de Clark (Clark, 1966) y esto lo llevó a hacer algunas acusaciones desafortunadas. Clark era creyente en la Biblia, pero elaboró una

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teoría con los conceptos bíblicos y los datos geológicos que era diferente a lo que creía Price, quien no lo pudo aceptar. Los seres humanos suelen tener teorías favoritas acerca de los detalles más allá de lo que dice la Biblia. Cuando se cuestionan esas teorías, suponen que otros están atacando la Biblia. Como es obvio, la Biblia no dice nada acerca de rocas Paleozoicas o reptiles Mesozoicos. No podemos equiparar nuestras teorías específicas acerca de tales cosas con la verdad bíblica. Muchos individuos han estado y ahora están involucrados en desarrollar ideas intervencionistas, pero la obra de Price y Clark resalta algunos temas importantes en el pensamiento bíblico creacionista. Mientras tanto, un libro escrito por John C. Whitcomb y Henry Morris (1961), The Genesis Flood [versión castellana: El Diluvio del Génesis, 1988], aparentemente fue un factor decisivo para convencer a muchas personas para que aceptaran la geología del diluvio (catastrófica o de “corta edad” [short age o cronología corta]) (Numbers, 2006). La era de las investigaciones por los intervencionistas Sólo en las tres últimas décadas, aproximadamente, los intervencionistas han llevado adelante investigaciones serias usando paradigmas intervencionistas de geología de “corta edad” (short age o cronología corta). Este enfoque surge de la convicción de que si realmente creemos que el Génesis contiene verdades, no debemos temer a los datos. No debemos temer salir al campo y estudiar las rocas y los fósiles y desarrollar investigaciones fehacientes. Este concepto se amplía en el capítulo 5 (véase también Brand, 2006a). Los primeros geólogos bíblicos en el siglo XVIII hasta comienzos del siglo XIX explicaron, por lo menos, parte del registro geológico como el resultado del diluvio bíblico, pero sus explicaciones no se sostuvieron frente a los nuevos descu-

brimientos, lo cual no es sorprendente en estos primeros intentos. No parece que se hubieran hecho esfuerzos serios para encontrar teorías más precisas para reconciliar la teoría geológica con la Biblia, y, en esencia, el concepto se abandonó. Sin embargo, en los siglos XX y comienzos del XXI, los geólogos creyentes en la Biblia buscan aprender y crecer con las investigaciones geológicas de avanzada y desarrollan mejores teorías para entender la historia geológica desde una perspectiva bíblica. Esto se refleja en el cambio de ideas de Price a Clark como también en los conceptos más recientes que se discutirán en los últimos capítulos de este libro. El movimiento del Diseño Inteligente Un libro titulado Evolution: A Theory in Crisis (Denton, 1985) [versión castellana: La Evolución: Una teoría en crisis, 1996] lanzó un desafío en cuanto a la idoneidad de la evolución para explicar el surgimiento del mundo biológico. Phillip Johnson, profesor de leyes en la University of California, estudió la teoría de la evolución y se convenció de que la filosofía del naturalismo y la teoría de un origen naturalista de las formas de vida no puede sostenerse frente al escrutinio crítico. Llegó a la conclusión de que el naturalismo es esencialmente una religión y, que si esta filosofía naturalista pudiera ser desafiada y se discutiera abiertamente, se harían evidentes sus puntos débiles. Sus libros (Johnson, 1991, 1995, 1997, 2000, 2002) y sus demás escritos han inspirado a otros. Un grupo de individuos muy capaces con títulos avanzados en biología y filosofía formaron lo que se llama el movimiento del Diseño Inteligente. No se preocupan normalmente acerca de los aspectos geológicos de los orígenes y no necesariamente aceptan una interpretación literal del Génesis 1-11, pero sus investigaciones se centran en evidencias que señalan el diseño en la naturaleza que no puede ser el resultado únicamente de

Puntos culminantes de la historia de la ciencia

las leyes naturales. Este movimiento produjo una cantidad de libros que desarrollan el tema de que realmente hay evidencia científica para el diseño inteligente en la naturaleza (Moreland, 1994; Behe, 1996, 2007; Dembski, 1998, 1999, 2002, 2006; Denton, 1998; Moreland y Reynolds, 1999; Dembski y Kushiner, 2001; O´Leary, 2004; Meyer et al., 2007; Dembski y McDowell, 2008; Dembski y Wells, 2008). Las actitudes cambiantes Se podría llamar al siglo XX la era del materialismo, dominada por la ciencia naturalista. Al comienzo del siglo XXI hubo perspectivas de una discusión más abierta entre la fe y la razón. Una sesión de todo un día sobre creación y evolución en las reuniones anuales de la Geological Society of America (Sociedad Geológica de América), en octubre de 1999, ilustra algunas de estas actitudes cambiantes. El propósito de esa sesión no era para animar a los creacionistas. Por el contrario, el propósito era oponerse al éxito de los creacionistas, pero de todas maneras

hubo un grado de apertura y receptividad que nunca hubiera ocurrido en tales reuniones unos diez años antes. La presentación hecha por un destacado paleontólogo de vertebrados se titulaba “La fe de un paleontólogo” (“The Faith of a Paleontologist”, Dodson, 1999). El Dr. Dodson dejó en claro que es un católico devoto, que está cansado de ser un “cristiano encubierto” y que no encuentra ningún conflicto entre su fe religiosa y su ciencia. Varios otros científicos que son cristianos expresaron puntos de vista similares durante un período de discusión. La mayoría o todos estos individuos probablemente creen en alguna forma de evolución teísta y no necesariamente en el creacionismo bíblico conservador. Pero, tal vez, el monolítico control absoluto del naturalismo sobre la ciencia está empezando a debilitarse y observamos una expresión más abierta de una forma de teísmo. Sin embargo, es un teísmo que acepta la ciencia y no la Biblia, como la norma para determinar las creencias religiosas. La creencia en una creación bíblia literal y un diluvio universal todavía son puntos de vista minoritarios. Más adelante discutiremos los alcances de estos diferentes puntos de vista.

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Capítulo 4

Cómo entender la ciencia

Se consideraba a la ciencia como el camino al conocimiento genuino. A menos que fueran verificadas por la ciencia, las ideas religiosas o éticas no eran conocimiento.

Hasta aquí hemos discutido la naturaleza y los límites de la ciencia y algunos de los aspectos destacados en la historia de la ciencia. En la segunda mitad del siglo XX, los filósofos de la ciencia contribuyeron con ideas adicionales al proceso científico. La filosofía de la ciencia, llamada positivismo, siguió a las ideas de Francis Bacon. La filosofía positivista se interesó especialmente en dos cuestiones relativas a las teorías. La primera cuestión fue la demarcación: identificar la línea divisoria entre la ciencia y lo que no lo es, y determinar de qué lado de esa línea se ubica una teoría. La segunda cuestión tenía que ver con la confirmación de las teorías: cómo determinar si se ha demostrado que una teoría es correcta o verificada. Según el positivismo, el objetivo de la ciencia es usar los datos empíricos para verificar o confirmar la verdad de la teoría. Una teoría es válida para la ciencia (está del lado correcto de la línea divisoria entre ciencia y no ciencia) si se puede verificar o demostrar que es verdad por medio de la observación científica. Todo lo que no podía ser verificado de esta manera era un disparate. De ese modo, la ciencia se consideraba el único camino para llegar al entendimiento; todo otro supuesto conocimiento no lo era en absoluto. Este punto de vista materialista consideraba que el universo material y físico era real, pero no podía existir conocimiento religioso o ético a menos que tal conocimiento fuera verificado inde-

pendientemente por la ciencia (Murphy, 1990; Ratzsch, 2000). La filosofía del positivismo declinó al hacerse evidente que sus conceptos de la ciencia no eran realistas. Karl Popper enfatizó que sólo porque una serie de observaciones apoye una declaración, no la establece finalmente como verdadera. Nunca sabemos cuándo nuevas observaciones pueden demostrar que la declaración, o por lo menos parte de ella, sea falsa (Popper, 1959, 1963; Ratzsch, 2000). Podemos plantear como hipótesis que todos los cuervos son negros y respaldar la afirmación por la observación de mil cuervos negros, pero el hecho de encontrar un cuervo blanco puede probar que la declaración es falsa. Por supuesto, la mayoría de las teorías científicas son más complejas que el color de los cuervos; pero no importa cuán simples o complejas sean, nunca podremos demostrar que una teoría es verdadera porque siempre es posible que nuevos datos en el futuro puedan refutar la teoría. La ciencia siempre es una búsqueda continua que nunca llega a la verdad absoluta (Brand, 2006b). La filosofía de la ciencia de Popper abandonó el criterio rígidamente racional de la visión positivista tradicional y reconoció el elemento humano en la ciencia. Reconoció que siempre existe la necesidad, en la investigación, de la elección o criterio humanos (Ratzsch, 2000). Ya no se consideró que la ciencia descansaba sobre un fundamento sólido, sino que

Cómo entender la ciencia

Popper (1959) la compara a un edificio construido no sobre un basamento rocoso sólido, sino sobre pilotes clavados en un pantano. Los pilotes no se afirman sobre una base sólida natural, más bien se entierran en la tierra blanda hasta “que estamos satisfechos de que los pilotes son lo suficientemente firmes para soportar la estructura, por lo menos al momento” (p. 55). En esta nueva visión de la ciencia ya no es razonable decir que los temas fuera del campo de la ciencia son irrelevantes. El elemento humano en la ciencia se hizo aún más evidente en la filosofía de Thomas Kuhn (1970), que “colocó a los seres humanos y la subjetividad humana (en la forma de valores de la comunidad de científicos) en el centro de la ciencia” (Ratzsch, 2000, p. 50). El libro de Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions (1970) [versión castellana: La estructura de las revoluciones científicas, 2006], ha cambiado nuestra comprensión del progreso científico (Frodeman, 1995). Basado en su estudio de la historia de las teorías científicas, Kuhn describió dos visiones muy diferentes sobre la naturaleza del progreso científico. La primera es la manera tradicional en que los historiadores y filósofos de la ciencia han contemplado la historia de la ciencia. En la segunda, describe lo que considera una mejor manera de entender la historia de la ciencia. El punto de vista tradicional de entender la historia de la ciencia Se consideraba a la ciencia como el camino al conocimiento genuino. Las ideas religiosas o éticas no eran conocimiento a menos que fueran verificadas por la ciencia. En el punto de vista tradicional, la ciencia es sólo una acumulación gradual de hechos, uno tras otro. Esto se repite en una cadena continua de progreso hacia nuestras perspectivas científicas modernas. El historiador de la ciencia que sigue este método trata de determi-

nar dónde, cuándo y por quién fue descubierto cada hecho específico que reconocemos hoy. El historiador también trata de determinar cómo nos libramos de los mitos, supersticiones y errores que impidieron que este hecho fuera descubierto antes (Kuhn, 1970, p. 1-2). En este punto de vista está implícita la suposición de que quienquiera descubrió este hecho hace mucho tiempo, pensaba de la misma manera que la gente hoy en día. Al considerar la historia de la química, uno podría fácilmente suponer que el químico que descubrió el oxígeno pensaba en la tabla periódica como la conocemos. Al descubrir un nuevo gas, él o ella decidió que encajaba en un lugar determinado de la tabla. ¿Realmente fue así como se avanzó? El descubrimiento del oxígeno sirve como un ejemplo al tratar de responder esta pregunta. Los libros de texto de ciencias a menudo tienen un poquito de la historia de los descubrimientos científicos, pero, como lo señalara Kuhn, un relato histórico demasiado breve puede oscurecer los hechos. Un libro de texto (Brescia et al., 1974) decía que “el oxígeno fue preparado por primera vez por Joseph Priestley” e incluía el método que utilizó. Luego decía: “Le quedó a Antoine LaVoisier (1775 a 1777) demostrar el papel importante que tiene el oxígeno en la combustión y la respiración” (p. 499). Esa descripción nos cuenta quién y cuándo, pero no nos dice mucho acerca del proceso del descubrimiento. Tal vez podemos perdonar al autor cuyo objetivo era enseñarnos acerca de la química, no acerca del proceso histórico. Un texto de química por Linus Pauling (1964) hizo notar que LaVoisier propuso una nueva teoría de la combustión, insinuando que ocurrieron algunos cambios reales en el pensamiento de esa época. Eso es, más o menos, toda la historia que sacamos de los libros de texto de ciencias. Suponen, generalmente, que los científicos de otras épocas pensaban como lo hacemos nosotros y que, las ideas antiguas que algunos de estos científicos

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La elección, el criterio y la subjetividad humanos siempre son necesarios en el “centro de la ciencia”.

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Las teorías pasadas de moda no eran necesariamente poco científicas, sino que han sido reemplazadas por otras teorías científicas.

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ayudaron a reemplazar, eran sólo supersticiones, no verdadera ciencia. Sin embargo, ese punto de vista no parece funcionar. Las antiguas formas de pensar no pueden considerarse siempre como supersticiones y mitos. Un estudio más cuidadoso revela que esos científicos de la antigüedad a menudo usaban métodos de investigación como los que se usan actualmente. Las personas que estudiaban la teoría geocéntrica creían que la Tierra era el centro del universo, pero reunían e interpretaban datos de la misma manera que lo hacemos hoy. El mismo proceso científico en el pasado llevó a paradigmas completamente diferentes, incompatibles con lo que los científicos creen hoy. Las teorías pasadas de moda no eran necesariamente poco científicas. Sencillamente han sido reemplazadas por otras teorías científicas. Un nuevo punto de vista para entender la historia de la ciencia Esto nos lleva a la nueva manera de Kuhn de considerar la historia científica. Él propone que se realizan importantes progresos a través de las revoluciones científicas en las cuales se reemplaza todo un paradigma por otro. El punto principal, que lleva a una correcta comprensión de la historia de la ciencia, es que debemos evaluar los puntos de vista y descubrimientos de los científicos, no en comparación con nuestros puntos de vista, sino a la luz de sus propios entornos y la ciencia de su tiempo (Kuhn, 1970, p. 3). Debemos evaluar la obra de Priestley a la luz de los hechos y conceptos conocidos en su tiempo, no en comparación con nuestra ciencia actual. Priestly y LaVoisier a finales del 1700 trabajaban dentro de la teoría flogística. Según esta teoría, todas las cosas tienen ya sea calórico o flogisto, uno de los cuales se pierde cuando se quema la sustancia. Si es un metal el que se quema, pier-

de flogisto (que tiene una masa negativa) y, por lo tanto, peso. Algunas cosas, como el papel o la madera, cuando se queman pierden calórico en lugar de flogisto. Otro concepto antiguo era que las sustancias ácidas contenían algo llamado el principio de acidez. Los primeros científicos también pensaban que los ácidos eran moléculas que tenían pequeños ganchos; las bases tenían pequeños agujeros. Por lo tanto, decían, ambos tenían mal gusto porque los ganchos pinchaban las papilas gustativas y los agujeros tenían bordes ásperos que raspaban las mismas. Cuando se juntaban los ácidos y las bases, los ganchos encajaban en los agujeros y se neutralizaban el uno al otro. Esto era parte de la teoría química con la cual trabajaron Priestley y LaVoisier. No sabían nada de nuestra tabla periódica de los elementos o de las reacciones de oxidación. Cuando Priestley obtuvo esa nueva clase de gas, lo llamó aire sin su cantidad habitual de flogisto. LaVoisier hizo los mismos experimentos. Dijo que la nueva sustancia era un principio atómico de acidez y formaba un gas sólo cuando ese principio se unía con calórico. Eso no suena como nada de lo que aprendemos en una clase de química hoy; es una manera de pensar completamente diferente. Priestley nunca comprendió lo que había descubierto. No sabía que había descubierto un nuevo gas llamado oxígeno y nunca aceptó la teoría de la combustión de oxígeno. LaVoisier abordó estos experimentos desde un contexto diferente. Ya había hecho experimentos que lo convencieron de que algo estaba mal con la teoría flogística. Estaba preparado para cuestionar la base misma de la teoría química. Estaba convencido de que los objetos que se queman absorben algo de la atmósfera. En consecuencia, estaba dispuesto a reconocer lo que el descubrimiento del oxígeno suponía para la teoría química. No descubrió sencillamente un nuevo hecho y lo encajó dentro de una teoría existente. Más bien, su descubrimiento lo llevó a desarrollar la teoría de la combustión

Cómo entender la ciencia

del oxígeno, una nueva teoría que llevó a la reformulación de la química y derrocó la teoría flogística. El progreso no se dio al agregar un hecho a otro. Más bien, ocurrió cuando todo un paradigma fue reemplazado por otro, una revolución científica. Este es un ejemplo de la visión de Kuhn del progreso científico. Cuando evaluamos los descubrimientos científicos a la luz del pensamiento de su época, descubrimos que los científicos entonces practicaban esencialmente la misma clase de ciencia que hacemos ahora, aunque el pensamiento era muy diferente. En el proceso de la investigación, el trabajo de los científicos lleva a veces al derrocamiento de los viejos paradigmas. Kuhn dice que ésta es la forma principal de avance científico. Reconoce que los hechos, a menudo, sí se suman unos a otros. Sin embargo, según Kuhn, los cambios realmente grandes en el pensamiento científico ocurren cuando una teoría es completamente reemplazada por otra en una revolución científica y, entonces, la ciencia sigue operando dentro de ese nuevo paradigma. La vieja teoría no era sólo superstición. En su tiempo, la teoría cumplía con todos los criterios para ser una teoría científica útil. De hecho, los químicos que trabajaban bajo la teoría flogística no tenían la información necesaria para llevarlos a la nueva teoría. Fue cuando los químicos hicieron los descubrimientos adecuados, incluyendo el descubrimiento del oxígeno, que pudieron desarrollar la nueva teoría que ahora damos por sentada. Notemos también, que los datos no dictaron la teoría. Dentro de un espacio de tiempo muy corto, se usaron dos maneras muy diferentes de interpretar los datos de la química. Es verdad que los datos trazan límites para nuestras teorías. Pero con los datos disponibles en cualquier tiempo dado, probablemente hay lugar para una variedad de teorías científicas, como la del flogisto y la teoría química alternativa. Qué teoría se acepta, en un momento dado, tiene mucho que

ver con la sociología, con la experiencia de los investigadores y con accidentes históricos en cuanto a qué experimentos se hicieron y en qué orden. Resumen de los puntos de vista cambiantes de Kuhn de la historia de la ciencia Antiguo punto de vista sobre cómo estudiar la historia de la ciencia: 1. Determinar cuándo y por quién fue descubierto cada uno de los hechos que reconocemos. 2. Evaluar estos descubrimientos antiguos a la luz del conocimiento moderno. 3. Determinar cómo nos libramos de los errores y supersticiones que impedían el progreso. Nuevo punto de vista de cómo estudiar la historia de la ciencia: 1. Evaluar las ideas y descubrimientos antiguos a la luz de la ciencia de ese tiempo, no en comparación con la ciencia moderna. 2. Reconocer que los científicos antiguos pudieron haber usado los mismos métodos científicos que usamos nosotros. Las teorías pasadas de moda no necesariamente son poco científicas simplemente porque han sido descartadas. Kuhn llegó a la conclusión de que los científicos generalmente no tratan de refutar sus teorías. Más bien, cada uno normalmente acepta un paradigma científico particular (una teoría explicativa amplia, como la teoría de la evolución) y trabaja dentro de ese paradigma. No tratan de probar ese paradigma, sino que dan por sentado que es verdad y lo usan para guiar su trabajo científico dentro del dominio del paradigma. A este proceso, Kuhn lo llamó ciencia normal, porque eso es lo que los científicos hacen normalmente. La puesta a prueba de un paradigma ocurre a largo plazo, no a cada paso del camino. Dentro de la ciencia normal, un factor importante que mantiene a los científicos concentrados en el paradigma corriente es el proceso

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Los científicos normalmente no ponen a prueba su paradigma sino que dan por sentado que es verdad.

educativo. Los científicos escriben libros de texto y les dicen a los alumnos qué paradigma es correcto. Esto ayuda a mantener una unidad constructiva en la ciencia, pero también hace difícil que un paradigma competidor tenga la oportunidad de que se lo escuche con imparcialidad. Al progresar la ciencia normal, pueden descubrirse anomalías, fenómenos que no parecen ajustarse a las expectativas del paradigma. Si estas anomalías rehuyen repetidamente los esfuerzos por resolverlos, esto puede llevar a lo que Kuhn llama un estado de crisis para el paradigma. La ciencia nunca abandona una teoría o paradigma sin reemplazarlo por otro, pero una crisis puede servir de estímulo a algunos científicos para desarrollar un paradigma alternativo. En este momento, cuando se están desarrollando nuevos paradigmas, no es claro cuál paradigma es correcto. La elección entre el viejo paradigma (que sólo ha fracasado en sus esfuerzos por resolver unos pocos problemas significativos) y el nuevo (que todavía no ha establecido un historial de investigaciones), a menudo, se realiza por razones menos que objetivas. Tales elecciones hasta pueden describirse como un proceso de “conversión” que lleva a los científicos a ver las cosas de una manera

completamente nueva y diferente de lo que lo hacían antes (Kuhn, 1970). Si el nuevo paradigma reemplaza al viejo, ha ocurrido una revolución científica y la ciencia normal ahora prosigue bajo el nuevo paradigma. El proceso de cambio radical no puede definirse por un criterio lógico riguroso, pero las revoluciones ocurren como resultado de un cambio consensuado de opinión entre los científicos que trabajan en ese campo (véase la Tabla 4.1). Otros filósofos modernos de la ciencia No todos los demás filósofos de la ciencia están de acuerdo con la teoría de las revoluciones científicas de Kuhn (p. ej., Laudan 1977), pero todavía se reconoce que los elementos humanos subjetivos influyen sobre la ciencia. Kuhn respondió a sus críticos (Kuhn, 2000) y hubo otros importantes filósofos de la ciencia en el siglo XX (p. ej., Reichenbach, 1968; Feyerabend, 1978, 1987). Feyerabend (1978) llegó al punto de argumentar que no deberíamos tratar de definir un método científico, porque los límites racionales definidos por un método científico inhibirán el progreso por encontrar algún nuevo conocimiento legítimo. Consideraremos brevemente los

Resumen de los puntos de vista cambiantes de Kuhn de la historia a de la ciencia #$$#%"#"!."#$! "#!

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6#!!."!""!!!" '"$!"#" $+!!"6 Tabla 4.1 Resumen de los puntos dee vista de Kuhn de la historia de la ciencia

Cómo entender la ciencia

trabajos de Laudan (1977) y Lakatos (1978), que han suministrado sofisticadas filosofías contemporáneas de la ciencia. Moreland (1989) y Ratzsch (2000) han escrito valiosos análisis de la filosofía de la ciencia desde una perspectiva cristiana. Lakatos creía que una mejor descripción de la historia de la ciencia es una competencia a lo largo del tiempo entre programas rivales de investigación. Un programa de investigación consiste en una teoría central y una serie de hipótesis auxiliares. La teoría central es primordial para el programa de investigación. La protege de la refutación un “cinturón protector” de hipótesis auxiliares a fin de darle al centro suficiente oportunidad para desarrollarse plenamente. Cuando aparecen datos que pudieran refutarla, son las hipótesis auxiliares las que se modifican o reemplazan. La teoría de que toda vida surgió por evolución es un ejemplo de una teoría central, con su cinturón protector de hipótesis auxiliares variables de mecanismos evolucionistas específicos. Se considera que un programa de investigación es progresivo o degenerativo de acuerdo a varios criterios, siendo el más importante si tiene éxito en predecir descubrimientos novedosos, inesperados hasta el momento, y que, por lo menos, algunos puedan ser corroborados con éxito. De ese modo, la elección entre programas de investigación rivales no se basa en nuestra habilidad de determinar cuál es más verdadero, sino en la capacidad relativa del programa de aumentar el conocimiento científico. Tanto la demarcación como la confirmación se basan en este éxito relativo en aumentar el conocimiento científico. Todavía se percibe a la ciencia como una actividad racional, pero se reconoce ahora que la sociología, la economía y otros factores muy humanos influyen en la ciencia (Lakatos, 1978; Murphy, 1990). El paleontólogo David Raup analizó algunos episodios de la ciencia y comparó conceptos comunes a la ciencia y la religión. Llegó a la conclusión de que si es correcto lo que se interpreta corrientemente, “se deduce que la investigación científica es objetiva porque

el científico no se deja influir por expectativas previas y está dispuesto a actuar sin importarle las consecuencias. Creo que estas declaraciones tienen bastante palabrería” (Raup, 1986, p. 18). La historia de la ciencia muestra que una teoría puede lograr estimular el progreso científico y, en consecuencia, ser ampliamente aceptada por la comunidad científica y sin embargo más adelante ser rechazada porque la evidencia acumulada ya no la respalda. Por consiguiente, si en un momento dado existe un fuerte consenso entre los científicos en cuanto a si es verdadera una teoría en particular, este consenso puede ser el resultado de factores filosóficos o sociológicos en lugar de evidencias que demuestren la verdad de la teoría (Kuhn, 1970; Lakatos, 1978). Por ejemplo, ¿podría ser que el consenso científico de que todas las formas vivas son el producto de la evolución resulte de un compromiso filosófico anti sobrenatural común más bien que de evidencia adecuada? La filosofía de la ciencia de Laudan (1977) tiene similitudes con la de Lakatos, pero una de las diferencias es el uso que hace Laudan del término “tradiciones de investigación” en lugar de programas de investigación. Se evalúa una tradición de investigación comparándola con otras tradiciones de investigación sobre la base de su capacidad para incrementar el conocimiento científico al predecir descubrimientos novedosos, que eran inesperados y que aguardaban ser descubiertos por investigadores diligentes. Las decisiones sobre quiénes produjeron los mejores conceptos filosóficos (p. ej., Bacon, Popper, Kuhn) se han hecho principalmente en base a un estudio de la historia de las ideas científicas, cómo evaluaban esas ideas los participantes en la ciencia y cómo hicieron sus elecciones entre las teorías. La creatividad y la conformidad en la ciencia En un libro titulado The Essential Tension [versión castellana: La tensión

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El consenso científico que la vida es el resultado de la evolución ¿se basa en evidencias adecuadas o en un compromiso filosófico común?

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esencial, 1982], Kuhn (1977) discute la tensión entre la creatividad y la conformidad en la ciencia. La ciencia normal la manejan los conformistas, quienes aceptan la teoría y determinan los detalles. Por otro lado, la creatividad surge con inconformistas [mavericks = intrépidos innovadores] como Einstein y Copérnico que tenían sus dudas acerca de las teorías aceptadas y aparecieron con nuevas ideas. Kuhn creyó que la ciencia necesitaba ambos tipos. Sin los conformistas, no acumularíamos los datos adecuados para descubrir que se necesita un nuevo paradigma. Pero, de vez en cuando, la ciencia necesita inconformistas, personas creativas que tienen pensamientos nuevos. Un artículo en The Scientist [El Científico] (De Sousa, 1989) dijo que los científicos se estaban volviendo muy parecidos a los

chefs —para investigar tienden a seguir una receta en lugar de pensar en forma creativa. Otro artículo de esa publicación (Raup, 1986) decía: “Las nuevas ideas son culpables hasta que se las demuestre inocentes” (p. 18). Este artículo anima a los científicos a explorar y probar nuevas ideas. “Tal vez lo único que salva a la ciencia es que en cada generación hay inconformistas [mavericks]” (p. 18). La ciencia es una iniciativa fascinante y necesita de toda clase de personas. Cuando los Estados Unidos estaban en proceso de desarrollo, necesitaban inconformistas que estuvieran dispuestos a encarar el desierto desconocido, pero también necesitaban a personas cabales, equilibradas, que siguieran detrás de ellos y levantaran la estructura de la nación. La ciencia también es así.

Capítulo 5

El naturalismo y una alternativa

La teoría de la evolución, como la entiende la ciencia hoy, está basada en la filosofía del naturalismo, que no considera ninguna hipótesis que implique la intervención divina en la historia del universo. ¿Podría también una filosofía alternativa, no naturalista, tener éxito en conducir una investigación científica? Una filosofía científica para el estudio de los orígenes Hoy en día, muchas áreas distintas de la ciencia construyen sobre el paradigma subyacente común del naturalismo (o materialismo). En la Edad Media, la gente era bastante mística en su manera de pensar y, generalmente, apelaba a lo sobrenatural para explicar las cosas que no comprendía. Entonces comenzó un desplazamiento hacia la posición filosófica del naturalismo y se hizo un intento de explicar todo en la naturaleza por medio de las leyes naturales conocidas. Esta filosofía es un elemento central para entender la relación entre la intervención informada y la ciencia. En una discusión en cuanto a la cuestión de enseñar la creación en las escuelas públicas, un científico renombrado declaró que aún si la creación fuera verdad, tendría que negarla para seguir siendo científico. Para comprender por qué un científico destacado haría semejante declaración, uno debe entender el papel del naturalismo en la ciencia. El naturalismo se ha convertido en parte de la definición de cien-

cia. “Si existe una regla, un criterio que hace que una idea sea científica, es que debe invocar explicaciones naturalistas para los fenómenos y esas explicaciones deben poder probarse únicamente por el criterio de nuestros cinco sentidos” (Eldredge, 1982, p. 82). La ciencia no puede hacer experimentos para poner a prueba lo sobrenatural. Este concepto es bien claro y también es aceptado por los intervencionistas, pero la ciencia ha ido un paso más adelante y ha decidido aceptar sólo las teorías que no implican o requieren ninguna actividad sobrenatural en ningún momento de la historia (Johnson, 1991). ¿Qué base hay para este concepto? Cuando observamos el mundo a nuestro alrededor, vemos que la ley natural predecible está en vigor. La ciencia moderna ha convencido a la mayoría de que Dios normalmente no interviene en el universo, haciendo que sucedan cosas inesperadas. Los datos son coherentes con la propuesta de que Él estableció una serie de leyes y que el universo opera de acuerdo con ellas. Por consiguiente, un científico, incluyendo el que cree en Dios como creador, puede funcionar día a día como un científico naturalista. La ciencia ha tenido mucho éxito al seguir este método. Sin embargo, algunos científicos capaces reconocen que Dios pudo haber actuado en ciertos momentos de la historia de maneras que llamaríamos milagros, como ser al crear los primeros organismos vivos. La ciencia no puede poner a

El naturalismo y una alternativa

prueba el concepto del intervencionismo informado en la historia, pero no debería rechazar una teoría sólo porque supone que un evento pudo haber sucedido fuera de nuestras hipótesis demostrables (Moreland, 1994). Desde el punto de vista naturalista, alguien que cree en la intervención informada no puede ser científico. ¿Cómo puede ser científico el intervencionismo informado, que por definición involucra los fenómenos sobrenaturales? ¿Puede ser resuelta esta aparente contradicción? Hemos discutido las características de una buena teoría y notamos que la teoría de la evolución tiene estas características. ¿Puede haber algún tipo de teoría del intervencionismo informado que también tenga estas mismas características? A menudo se insinúa que porque el intervencionismo se origina en la religión, no es científico. ¿Afecta la validez de una teoría la fuente de donde surgió? No. En realidad una teoría no es o deja de ser científica debido a su origen; es valedera científicamente si se puede verificar. Si no se la puede verificar, general-

Hipótesis no verificables

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mente se considera que está fuera del ámbito de la ciencia. Las hipótesis verificables y las no verificables Algunos lectores pueden llegar a la conclusión de que la explicación anterior elimina al intervencionismo del ámbito de la ciencia ya que la hipótesis de la intervención informada no puede ser verificada. Pero no es así de simple. Hay aspectos verificables y no verificables tanto en el intervencionismo como en la evolución naturalista. Los científicos generalmente estarían de acuerdo en que la hipótesis “Dios creó la vida” (Tabla 5.1) no puede ser puesta a prueba por la ciencia. No podemos definir un experimento o una serie de observaciones que potencialmente pudieran evaluar la verdad de esa hipótesis. Esto nos deja con la hipótesis alternativa —“La vida no fue creada por ningún Dios”— la cual muchos científicos aceptarían como ciencia válida ¿Cuál es nuestra definición de una teoría científica provechosa? Una que pueda ser

Hipótesis verificables

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Es igualmente imposible que la ciencia pueda verificar los conceptos “Dios creó la vida” y “Dios no creó la vida”.

Fe, razón y la historia de la Tierra

verificada, que sea susceptible de ser probada, la hace científica. Ahora consideremos nuevamente esa última hipótesis. Desafío a cualquiera a que defina un experimento o serie de observaciones que potencialmente pudiesen poner a prueba la hipótesis alternativa “La vida no fue creada por ningún Dios”. Tenga cuidado con su lógica al elaborar una prueba. Por ejemplo, describir cómo diseñaría los organismos un creador y luego mostrar que los organismos no son diseñados de esa manera no es válido. ¿Cómo sabríamos cómo diseñaría la vida un creador? La prueba debe ser más objetiva e independiente de nuestras propias opiniones. Los conceptos “Dios creó la vida” y “Dios no creó la vida” son igualmente imposibles de verificar. La ciencia debería: (1) elaborar una prueba experimental válida para una o ambas hipótesis; o (2) no decir que una es científica y la otra no lo es. Aunque ambos paradigmas, el teísta y el naturalista incluyen algunos conceptos que no pueden ser verificados por la ciencia, a menudo, es posible definir pruebas indirectas —poniendo a prueba hipótesis que describen resultados que podrían descubrirse en la naturaleza si una de estas hipótesis no verificables fuera verdad. El primer requisito para elaborar hipótesis verificables es dejar de lado cualquier consideración de si estuvo involucrado un ser o diseñador divino. Lo que queda son preguntas acerca de cosas objetivas que pueden encontrarse en las rocas o en los organismos vivos. Por ejemplo, si, por lo menos, los grupos básicos de formas de vida fueron creados, es improbable que se encuentren series de intermediarios evolutivos (formas transicionales) entre estos grupos. Pero si todos estos grupos fueron el resultado de la evolución, parece que deberían encontrarse un número razonable de series intermedias. No podemos verificar el concepto “Dios creó las formas de vida”, pero podemos examinar el concepto indirecto de los intermediarios. Alguien

que busca una refutación fácil para cualquiera de las dos hipótesis básicas se verá decepcionado. La evidencia es compleja y nuestra comprensión muy incompleta; pero, en principio, en última instancia la ciencia debería poder poner a prueba estas dos hipótesis descriptivas. De los conceptos religiosos pueden originarse teorías científicamente válidas (que se pueden probar) como algunas de las que se encuentran en la Tabla 5.1. No podemos probar directamente si Dios se involucró a sí mismo en la historia de la Tierra. Pero si realmente se involucró a sí mismo en maneras como lo describe la Biblia (la creación y una catástrofe geológica mundial), estos eventos deberían haber dejado alguna evidencia en el mundo natural (p. ej., evidencia limitada de intermediarios evolutivos y evidencia poderosa de acciones geológicas muy rápidas). La posible existencia de tales pruebas puede ser investigada científicamente. Lo sobrenatural y las leyes de la naturaleza Existe una diferencia importante entre decir que tal vez hayan ocurrido milagros aunque la ciencia no puede decirnos si es así o no, y decir que la ciencia niega que hayan ocurrido milagros alguna vez y que no aceptará hipótesis que suponen que hayan ocurrido milagros. Consideremos, por ejemplo, la hipótesis de que muchos tipos de organismos aparecieron de repente sobre la tierra, en forma independiente unos de otros. La respuesta de que esto puede haber sucedido pero la ciencia no puede probarlo es muy diferente a sugerir que la ciencia no puede considerar esta hipótesis porque implica un origen milagroso para las formas de vida. En la práctica, la ciencia generalmente toma el segundo punto de vista y no da lugar para los milagros aunque lo requiera la lógica rigurosa. Esto ayuda a explicar la declaración de nuestro amigo de que aún si la creación fuera verdad, tendría que negarla para ser un científico. Esto no

El naturalismo y una alternativa

quiere decir necesariamente que fuera un intolerante. Evidentemente creía sinceramente que es necesario aceptar la definición naturalista de la ciencia a fin de ser un buen científico. ¿Es así como debiera ser o el péndulo osciló demasiado? ¿Se ha ido de un extremo (generalizado sobrenaturalismo medieval) a otro (naturalismo estricto)? Podemos respetar el derecho de otros a creer que es necesario aceptar el naturalismo para ser un científico mientras aún tratamos de persuadirlos de que el naturalismo estricto no es el único paradigma que puede conducir a una ciencia eficaz. ¿Los milagros son realmente magia caprichosa o hay otra manera de entender lo sobrenatural? Imaginemos que Dios escribiera en un DVD todas las leyes que gobiernan el universo. Por ejemplo, en el año 1500 d.C., los científicos conocían un pequeño porcentaje de estas leyes (Fig. 5.1). Con el tiempo, las personas descubrieron muchas más. Para el año 2000, los científicos conocían una proporción mayor de las leyes, pero muchas todavía permanecían sin ser descubiertas. Imaginemos que alguien hubiera inventado una máquina del tiempo que nos permitiera traer a nuestros días a una persona que vivió en el 1500 d.C. Lo llevamos a un supermercado y la puerta se abre sola al acercarnos. Nos subimos a un auto y accionamos un dispositivo (una llave en el arranque) y el extraño carruaje ruge y avanza por el camino. Vamos a casa y movemos una pequeña palanca en la pared y se encienden las luces. Para entonces, el pobre hombre podría huir aterrorizado ante estas manifestaciones sobrenaturales. ¿Por qué pensaría así? Es sencillamente la diferencia entre su pensamiento y el nuestro. No está familiarizado con las leyes que gobiernan el funcionamiento de los automóviles o la electricidad. Piensa que estas cosas son sobrenaturales, pero en realidad simplemente no las entiende. Otro ejemplo puede explicar otro aspecto de este mismo asunto. Si sostenemos en alto un libro y lo dejamos caer, la

ley de la gravedad dicta que caerá al suelo. Podemos probarlo un millón de veces y siempre ocurrirá lo mismo. Sin embargo, como somos seres racionales y movibles, podemos elegir extender una mano y tomar el libro en el aire antes de que caiga al suelo. Interpusimos al sistema una fuerza exterior y cambiamos el curso de los eventos, pero no quebrantamos ninguna ley. Un Dios inteligente podría elegir interponer una fuerza exterior a los sistemas geológicos equilibrados de la Tierra y cambiar el curso de los eventos para provocar una catástrofe sin quebrantar ninguna ley del universo. La porción de las leyes universales que comprendemos se llaman leyes naturales. Las cosas que Dios hace, las cuales no entendemos se llaman sobrenaturales. Para Dios, todas las leyes del universo son un tono unificado. No lo limitan a él porque él las diseñó para controlar el funcionamiento de todo el universo de acuerdo con su plan. Si esto es verdad, algún día podría explicarnos cómo se usaron algunas leyes que actualmente están más allá de nuestra comprensión para realizar lo que llamamos milagros, como por ejemplo crear la vida en forma instantánea o convertir el agua en vino. Todavía no tendremos el poder de hacer muchas cosas que Dios puede hacer, pero veremos que no son actos mágicos o caprichosos; son parte del todo sujeto a las leyes que Dios entiende y usa para lograr sus propósitos. Dios puede usar

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Figura 5.1 Relación entre la ley natural y la “sobrenatural”, en 1500 d.C. y ahora.

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algunas de esas leyes sólo durante el proceso de la creación. Puede hacer uso de todas esas leyes, pero nunca tendremos el poder de utilizar algunas de ellas aunque eventualmente las entendiéramos. Esta es la diferencia principal entre la ley natural y lo que llamamos sobrenatural. Este concepto es fundamentalmente diferente del “dios-de-los-vacíos” que fue superado por la ciencia moderna. El viejo “dios-de-los-vacíos” existía por nuestra tendencia a explicar cosas que no parecían posibles a través de la operación de las leyes naturales (los “vacíos” o “lagunas” en nuestras explicaciones) como que debían ser el resultado directo del poder de Dios. Cuando la ciencia encontró la explicación para una de esas “lagunas”, ya no se necesitaba a Dios para resolver ese problema. En consecuencia, cuanto más aprendíamos, menos necesitábamos a Dios o así parecía. Cuando William Harvey descubrió que el corazón era una bomba (una “máquina” que funcionaba de manera que podía entenderse) y que la sangre no se movía por la intervención directa de Dios, algunos individuos no apreciaron esta revelación porque parecía empujar a Dios un poco más lejos. La lógica equivocada del viejo concepto del “dios-de-los-vacíos” supone que si podemos entender cómo funciona algo, Dios no tiene parte en eso. Una consecuencia adicional es que si Dios está involucrado en algún proceso, ese proceso no opera mediante las leyes naturales. Eso no es más defendible que sostener que ya que entendemos cómo funciona una computadora, no debe haber existido un ser inteligente involucrado en su origen. Dios opera mediante las leyes que ha establecido. Cuando comprendemos cómo funciona el corazón, no hemos disminuido a Dios, sólo aprendimos más acerca de sus leyes y sus magníficos inventos. Hay muchas cosas acerca del universo que no conocemos. Así que es irrazonable afirmar que Dios no puede operar por fuera de las leyes naturales que conocemos, porque ellas

son sólo una pequeña parte de las leyes del universo. Si este concepto es válido, no somos poco científicos por admitir la posibilidad de los milagros. Todo lo que se requiere es nuestra disposición a admitir que podría haber un Ser en el universo suficientemente poderoso y entendido para conocer y usar todas esas leyes. Pero aunque admitamos esto, todavía es verdad que los relatos históricos sobre milagros son algo que la ciencia no puede probar. Pero considerar la posibilidad de que tales cosas sucedan no es negar la realidad de las leyes de la naturaleza. ¿Qué si un Dios inteligente, supercientífico creó las primeras formas de vida? ¿Qué si no se rige por el naturalismo? ¿Queremos saber si eso es verdad? La ciencia ¿es una búsqueda de la verdad sin restricciones? O ¿está limitada por un dominio arbitrario (el naturalismo)? Si la ciencia no puede darnos una serie de experimentos para probar cualquiera de las primeras hipótesis en la Tabla 5.1, entonces el naturalismo es filosofía, no ciencia: es una regla estrictamente arbitraria. Los prejuicios de varias fuentes ¿Podría ser que la perspectiva religiosa de una persona produjera un sesgo en su interpretación de los datos científicos? ¿Puede una filosofía naturalista influir en un científico al interpretar los datos? Nuevamente, la evidencia parece indicar que puede ser así. Nuestra investigación sólo responderá las preguntas que estemos dispuestos a hacer; el naturalismo permite formular sólo ciertas preguntas. Consideremos la diferencia entre las dos preguntas en cada uno de los pares en la Tabla 5.2. El naturalismo acepta sólo la pregunta número 1; la pregunta 2 queda excluida de la investigación científica por consideraciones estrictamente a priori, debido a la respuesta 2C. El naturalismo tiene una poderosa influencia partidaria en la ciencia, en dirigir el pensamiento científico y, en muchos casos, en decidir a

El naturalismo y una alternativa

qué conclusiones se arribará. Generalmente eso no se reconoce. Cuando estaba tomando forma la disciplina de la geología en los siglos XVIII y XIX, los geólogos Hutton (1795) y Lyell (1830-1833) escribieron libros en los cuales desarrollaron un paradigma de la geología que rechazaba la teoría del catastrofismo del momento y la reemplazaba con una teoría basada en el uniformismo (siempre han operado las mismas leyes naturales) y el gradualismo (a un ritmo siempre lento) y esos procesos se extendieron a lo largo de miles de millones de años. El libro de Lyell fue el más influyente de los dos y restringió la geología a un paradigma muy gradualista, uniformista, hasta mediados del siglo XX. Un análisis histórico reciente de la obra de Lyell llegó a la conclusión de que los catastrofistas de la época de Lyell eran los científicos menos prejuiciados. Lyell tomó una teoría derivada culturalmente y la impuso sobre los datos (Gould, 1984). Los colegas de Lyell eran observadores más cuidadosos que Lyell y no permitie-

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ron que sus puntos de vista catastrofistas alteraran su interpretación de los datos. Diversos autores han declarado que no se necesita la versión estrictamente gradualista del uniformismo de Lyell; que ha sido malo para la geología porque impidió que los geólogos consideraran cualquier hipótesis que tomaba en cuenta interpretaciones catastróficas de los datos (Krynine, 1956; Gould, 1965; Valentine, 1966). Estos autores no recomendaron un catastrofismo basado en la Biblia; simplemente reconocieron la evidencia de que muchos depósitos sedimentarios eran de naturaleza catastrófica. Esto llevó a que la disciplina de la geología aceptara el neo-catastrofismo, un paradigma naturalista que explica el registro geológico desarrollándose a lo largo de millones de años con muchos eventos catastróficos que dejaron su huella en las rocas. Por mucho tiempo, el paradigma de Lyell impidió que los geólogos reconocieran la evidencia de estos procesos catastróficos. Ahora que se ha reconocido el prejuicio de Lyell y se ha abandonado parcialmente, la filosofía del naturalismo no impide reconocer los procesos catastróficos.

Comparación en la formulación de hipótesis "+ #$!"#

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#"#!0"$$'#%#"#$%$!!.$ !."0#%!"#!!(6 Tabla 5.6a Hipótesis generales derivadas del intervencionismo Cristiano

Hipótesis derivadas del naturalismo evolutivo <

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referato donde se reciben críticas de los pares. Esto ilustra que creer en la creación de ninguna manera impide la investigación productiva de una calidad tal que pueda ser publicada en literatura de investigación científica evaluada y criticada por los pares. Los bosques petrificados de Yellowstone Los depósitos volcánicos en el Parque Nacional de Yellowstone como también colindantes al parque, contienen una serie de bosques petrificados, uno sobre otro, con troncos en posición vertical que parecen estar en su posición original de crecimiento. Si estos bosques que contienen algunos árboles muy grandes crecieron en su posición actual, un bosque después de otro, este proceso requeriría un tiempo muy largo. Los intervencionistas comenzaron a estudiar estos bosques para determinar si habría una interpretación alternativa igualmente válida. Sus investigaciones condujeron al desarrollo de la hipótesis de que los árboles fósiles no crecieron donde están ahora, sino que fueron transportados a ese lugar junto con los sedimentos. Varias líneas de investigación, publicadas en revistas profesionales prestan apoyo a

esta hipótesis (Coffin, 1976, 1983a, 1983b, 1987; Chadwick y Yamamoto, 1984). La geología del Grand Canyon (del Río Colorado) Arthur Chadwick ha estudiado la Tapeats Sandstone [Arenisca Tapeats] cerca del fondo del Grand Canyon. Él y sus colaboradores encontraron características geológicas que claramente cambian la interpretación de la Tapeats Sandstone (Kennedy et al., 1997). Otros interpretaron la Tapeats Sandstone como una acumulación de arena en aguas playas (someras) a la orilla de un océano. El nivel del agua y la parte superior del depósito de arena fueron aumentando a lo largo de la ladera de un acantilado durante millones de años. La arena finalmente cubrió la ladera del acantilado y pasó por arriba de la cima del acantilado. Los hallazgos de Chadwick y Kennedy requieren acumulación de arena en aguas profundas por procesos muy diferentes de los que ocurrirían en aguas playas (también podría ocurrir más rápidamente, pero su investigación no abordó ese aspecto). Presentaron sus datos y conclusiones en una reunión de geólogos profesionales y se llegó a la conclusión de que basados en los nuevos datos,

La cosmovisión intervencionista nos impulsa a formular preguntas que otros no hacen.

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Chadwick y Kennedy tenían razón. Un geólogo luego le preguntó al Dr. Chadwick cómo había visto estas cosas que otros geólogos pasaron por alto. La respuesta es que nuestra cosmovisión nos impulsa a hacer preguntas que otros no hacen, a cuestionar conclusiones que otros dan por sentado y abre nuestros ojos para ver cosas que probablemente serían pasadas por alto por un geólogo que trabaja dentro de la teoría científica naturalista convencional. Un científico cuidadoso que permite que la historia bíblica impregne su ciencia no usará un método científico diferente al usado por otros científicos. Cuando estamos en un afloramiento de rocas, todos usamos el mismo método científico. Tenemos los mismos tipos de datos potencialmente disponibles y usamos los mismos instrumentos científicos y procesos lógicos para analizar los datos. Las diferencias están en: (1) las preguntas que solemos hacer; (2) los tipos de hipótesis que es probable que consideremos (el ámbito se desplaza hacia procesos geológicos más rápidos, pero es todavía bastante amplio); y (3) cuáles de los posibles tipos de datos es más probable que llamen nuestra atención. Los fósiles de vertebrados en la Bridger Fomation del Eoceno en el sudoeste de Wyoming Mi propia investigación incluyó el estudio de los fósiles y procesos sedimentarios en la Bridger Formation [Formación Bridger], un clásico depósito rico en fósiles de vertebrados. A partir de la década de 1860, muchos otros paleontólogos de vertebrados han estudiado la Bridger Formation, pero todavía se siguen encontrando muchos fósiles de tortugas. Mis colaboradores y yo comenzamos el estudio de la Bridger y algunos de nosotros nos hicimos preguntas tales como éstas: “La evidencia ¿respalda la supuesta escala de tiempo de millones de años para la Bridger?” “¿Qué procesos

depositaron los fósiles y el sedimento, y cuánto tardó?”. Es probable que otros científicos piensen que la respuesta ya está dada por la escala radiométrica de tiempo y, por eso, algunas de nuestras preguntas eran diferentes de las que otros científicos se plantean. Las abundantes tortugas resultaron ser una línea importante de evidencia, combinadas con el estudio de los sedimentos que las enterraron. Varios años de investigación señalaron claramente la conclusión de que la mayoría de las tortugas fósiles fueron el resultado de mortandad en masa de miles de tortugas en una superficie de varios cientos de kilómetros cuadrados. Luego las tortugas muertas fueron enterradas por sedimento en el lapso de unos pocos meses, antes de que los procesos normales de descomposición pudieran desarticular sus caparazones en huesos individuales (Brand, 2007). En el laboratorio se estudiaron estos procesos de descomposición y su plazo de tiempo (Brand et al., 2003b). Esta evidencia indicó que el sedimento asociado con las tortugas se acumuló en forma relativamente rápida. La datación radiométrica de algunas tobas volcánicas (capas de cenizas volcánicas) indica un período de varios millones de años para la Bridger Formation. Nuestros datos (Brand, 2007) indican que, por lo menos, parte del sedimento fue depositado rápidamente y, similitudes a lo largo de buena parte de la formación, hacen surgir dudas acerca de largos períodos de tiempo en la Bridger. Hay una cantidad de capas de caliza esparcidas a través de la Formación Bridger y que se formaron en lagos. Se ha afirmado en la literatura geológica que casi toda esta caliza es local y que sólo una de éstas atraviesa toda la cuenca. También se ha dicho que las tortugas murieron en lagunas o pantanos locales que se secaron. A causa de mis interrogantes acerca de cuán generalizados y catastróficos fueron los procesos, comencé a mapear las calizas para determinar cuan extensas realmente eran. Se

El naturalismo y una alternativa

hizo claro que la mayoría de las calizas cubren toda la cuenca de varios cientos de kilómetros cuadrados y que la mortandad en masa de las tortugas que habían estudiado en detalle era un proceso que abarcaba toda la cuenca, no concentraciones locales de tortugas. Los interrogantes que nos formulamos abrieron nuestros ojos para notar cosas que otros no habían reconocido. Esta investigación acumuló datos que hacen surgir dudas en cuanto a la aplicación de datación radiométrica a la Bridger Formation, pero nuestros hallazgos también indican que la sedimentación de la Bridger Formation aparentemente no podría haber sucedido en unas pocas semanas o meses. Volveremos a este punto más adelante. La tafonomía experimental Si entendemos los procesos de descomposición y desarticulación de los esqueletos de animales recién muertos en la actualidad, como también cuánto tardan dichos procesos, es más probable que sean correctas nuestras interpretaciones de estos procesos en los depósitos fósiles. Por eso hicimos, en el laboratorio, un estudio comparativo de la descomposición y desarticulación en animales muertos, como pequeños anfibios, reptiles, mamíferos y pájaros (Brand et al., 2003a, 2003b). En esta investigación, la teoría intervencionista no sugiere hipótesis únicas, sino que simplemente reconoce el beneficio de una investigación minuciosa que puede ayudarnos a entender cómo se formaron los depósitos fósiles. Las ballenas fósiles de la Formación Pisco del Mioceno/Plioceno, en Perú La Formación Pisco [Mioceno/Plioceno] en Perú contiene un gran número de ballenas fósiles en un sedimento rico

en diatomeas. Las microscópicas diatomeas son organismos que flotan cerca de la superficie de los lagos y océanos. Al morir, sus esqueletos de sílice se hunden y, en los océanos modernos, en unos mil años, generalmente forman acumulaciones de diatomita de unos pocos centímetros de espesor. Generalmente se presume que los depósitos de diatomita antiguos (fósiles) se formaron muy lentamente: unos pocos centímetros por cada mil años. Los geólogos han publicado estudios sobre la geología general de la Formación Pisco y los paleontólogos han estudiado las ballenas y dónde se encuadran en los escenarios evolucionistas, pero aparentemente ninguno se preguntó anteriormente cómo un sedimento que se acumuló lentamente unos pocos centímetros por cada mil años puede contener ballenas completas, bien conservadas, que parecieran requerir un enterramiento rápido para su conservación. Este fue otro caso en el cual nuestra cosmovisión nos abrió los ojos para ver cosas que otros no habían notado o tomado en serio: la incongruencia de las ballenas bien conservadas en oposición al ritmo, supuestamente lento, de acumulación de las diatomeas. Nuestra investigación allí, hecha por geólogos y paleontólogos, señala un enterramiento rápido, probablemente cuestión de pocas semanas o meses para cada ballena y sugiere algunos procesos que ayudan a explicar cómo antiguas diatomitas pudieron haberse formado mucho más rápidamente de lo que generalmente se presume (Esperante-Caamaño et al., 2002; Brand et al., 2004). Al publicar nuestros hallazgos, los mejores científicos en la especialidad tienen la oportunidad de evaluar nuestro trabajo y estarán ansiosos de señalar nuestros errores. Esto es un poderoso incentivo para ayudarnos a no ser descuidados. Por supuesto, en nuestras publicaciones sólo discutiremos el trabajo científico, no nuestra filosofía personal y si los datos respaldan nuestras conclusiones, nuestro trabajo se sostendrá en pie

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ante las críticas de los científicos. En nuestra investigación es muy importante tomar en cuenta los datos e ideas de científicos que se aproximan al tema desde un punto de vista diferente y, en algunos casos, aún colaborar con ellos. A veces, puedo ver cosas que otros dejan de notar y ellos pueden ver cosas que, probablemente, yo pase por alto. Esto funciona como un control de calidad mutuo. Esta investigación no prueba que las dataciones radiométricas estén erradas, pero muestra cómo un modo de enfocar una investigación basada en la fe puede producir nuevas percepciones que no encontraron aquellos que no se hacían las mismas preguntas. Los rastros de vertebrados fósiles en la Coconino Sandstone del Pérmico, en el norte de Arizona Los científicos han interpretado generalmente a la Coconino Sandstone [Arenisca Coconino] como un depósito de arena de desierto barrida por el viento y han considerado a sus únicos fósiles, huellas de pisadas de vertebrados, como evidencia que apoya esta interpretación. Debido a que me preguntaba cómo esta interpretación de ambiente desértico podía encajar en un modelo bíblico de la historia de la Tierra, he estado investigando estas huellas durante algunos años (Brand, 1979, 1983, 1992, 1996; Brand y Tang, 1991). Al presente, no es claro a qué conclusión arribará esta investigación. Las huellas tienen rasgos que parecen prácticamente imposibles de explicar a menos que hayan sido hechas mientras los animales estaban completamente sumergidos en el agua; sin embargo, los sedimentólogos dicen que la evidencia sedimentaria indica arena barrida por el viento. Esta aparente contradicción sugiere que todavía faltan algunas piezas del rompecabezas. Cuando se encuentren esas piezas, puede ser que provean nuevas percepciones sobre los procesos de deposición de arena o nuevas percepcio-

nes acerca de cómo se producen huellas bajo condiciones singulares. Cualquiera sea el resultado, nuestra comprensión de la Coconino Sandstone y sus huellas fósiles será mucho más sólida por causa de mi cuestionamiento a la interpretación aceptada de estas huellas. Es importante no ir más allá de la evidencia al llegar a las conclusiones. Esta investigación no muestra que las huellas se realizaron o no en el diluvio bíblico. Sencillamente señala un origen subacuático para esas huellas. La especiación en los ratones de patas blancas Se realizó un estudio de una posible especiación de ratones de patas blancas (género Peromyscus) en varias islas del Golfo de California. Comenzó con dos hipótesis alternativas sobre la categoría taxonómica de estos ratones: (1) los ratones de las islas eran una especie separada que había surgido de ratones emparentados sobre tierra firme, Peromyscus eremicus [ratón de cactus]; o (2) los ratones de las islas eran todavía la misma especie que los ratones de tierra firme. En este caso, la teoría intervencionista no favorece automáticamente una hipótesis por sobre la otra. La evidencia apoya la conclusión de que los ratones de las islas se convirtieron en una nueva especie, a causa del aislamiento sobre las islas (Brand y Ryckman, 1969). Este estudio y una cantidad de otros similares demuestran que una filosofía intervencionista puede ser un estímulo efectivo para la investigación sobre procesos evolutivos como la microevolución y especiación, aún cuando no creamos que los grupos mayores de organismos surgieron por el proceso de evolución. La evaluación de algunas evidencias que se usan a favor del creacionismo Polen Precámbrico en el Grand Canyon. Algunos de los investigadores

El naturalismo y una alternativa

creacionistas sostenían que las rocas del Precámbrico en el Grand Canyon (Gran Cañón del Río Colorado) contienen polen fosilizado de Angiospermas (plantas con flores) y que ésta es una evidencia contra la evolución (presumiblemente las plantas Angiospermas no evolucionaron hasta mucho después de la era precámbrica). Una afirmación tan significativa como ésta debía ser verificada en forma independiente para estar seguros de su autenticidad. Otro científico intervencionista repitió la investigación. Sus datos indicaron que esas rocas no contienen polen fósil de Angiospermas. La afirmación original aparentemente resultó de una contaminación de las muestras con polen actual (Chadwick, 1981). Huellas humanas en rocas del Cretácico. Algunos intervencionistas afirmaron que la caliza cretácica del Río Paluxy, en Texas, contiene huellas humanas fósiles asociadas con huellas de dinosaurios. Así como con el polen Precámbrico, no deberíamos aceptar una afirmación de tal magnitud sin un estudio extensivo y esmerado. Cuanto más significativas sean las implicancias de la supuesta evidencia, tanto más rigurosamente deberían ser examinadas antes de proclamarla como evidencia, ya sea a favor o en contra de la intervención o de la evolución. Un nuevo estudio de las huellas del Río Paluxy convenció a un número de intervencionistas de que no son pisadas humanas fósiles (Neufeld, 1975). Otros campos En las ciencias médicas y en áreas de la biología, la química y la física que no tratan directamente con la evolución o la historia, una cantidad de intervencionistas están realizando investigaciones científicas de alta calidad. Su filosofía intervencionista no les impide de ninguna manera utilizar los procesos científicos efectivamente en su estudio del funcionamiento del mundo natural. La suposición común de que la creencia en la creación impide que una persona sea un

científico efectivo simplemente no es verdadera. Una advertencia Un peligro, que debemos evitar a toda costa, es la tendencia muy humana a pensar que porque creemos que la Biblia contiene algunas revelaciones especiales, cualquier idea que desarrollemos basada en este libro automáticamente será correcta. George McCready Price (1906, 1923) provee un ejemplo de este problema. Aún cuando la Biblia no dice nada acerca de la era glacial o de “fósiles fuera de orden”, Price no podía aceptar la posibilidad de que su manera de explicar la evidencia en cuanto a estas cosas estuviera equivocada. Las investigaciones realizadas bajo el paradigma del intervencionismo (como cualquier otra investigación) no conducen automáticamente a conclusiones correctas, sino que simplemente son el inicio de una búsqueda en una dirección particular. Después que comienza la búsqueda, pueden ser necesarios varios cambios de dirección diferentes antes de que la teoría explique satisfactoriamente la evidencia y que tenga la capacidad de hacer predicciones. A la larga, los errores en la teoría inicial no tienen por qué impedir que la verdad emerja, aunque comenzar con las presuposiciones correctas hace que el proceso avance más rápidamente. Si los geólogos que adherían al catastrofismo, en épocas posteriores a Lyell hubieran continuado usando su paradigma en sus investigaciones, su trabajo hubiera proporcionado una influencia para contrarrestar el rígido gradualismo de Lyell. Si hubiera sido así, el retorno a las interpretaciones catastróficas podría haber ocurrido antes, para beneficio de la geología. A esta altura, debemos considerar también otro aspecto del asunto. Aún si los geólogos catastrofistas usan su teoría en forma efectiva y hacen descubrimientos que otros pasaron por alto, la aplicación de estos hallazgos tiene sus

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límites. La ciencia no puede demostrar si Dios estuvo involucrado o no influyó en la historia geológica. Aún cuando las investigaciones demuestren con el tiempo que la mejor explicación para la columna geológica es la sedimentación rápida de una buena parte de la columna en un abrupto despliegue de actividad geológica, sólo sería razonable creer en la historia del diluvio si la confianza en la Escritura conduce a alguien a hacerlo. No probaría, científicamente, que Dios causó un diluvio. ¿Por qué preocuparse? Tal vez el intervencionismo puede ser una base para hacer investigaciones científicas, ¿pero realmente se necesita ese paradigma? La geología corrigió el error de Lyell sin ayuda más allá del naturalismo, ¿así que por qué se necesita el intervencionismo informado? Muchos científicos brillantes y exitosos están convencidos de que la teoría de la evolución de las formas de vida explica adecuadamente la evidencia. Las razones de su actitud son comprensibles y tienen derecho a su opinión. Sin embargo, a menudo, se pasan por alto algunas dimensiones de estos asuntos. Existen buenas razones para tomar seriamente la posibilidad del intervencionismo informado, no porque haya pruebas para él o porque conteste todas nuestras preguntas, sino por una convicción de que tiene algo importante que ofrecerle a la ciencia como así también a la religión. Así que “¿por qué preocuparse?”. Los intervencionistas no piden a la gente que prueben este planteamiento si no vieran alguna razón para hacerlo. Pero algunos de nosotros creemos que, en última instancia, la ciencia intervencionista tendrá más éxito que el naturalismo porque creemos que sus postulados básicos están más cerca de la realidad. Esta creencia está basada ahora en una elección filosófica y puede ser criticada por ser una elección religiosa. Pero la única religión que vale la pena tener es la que está ba-

sada en la verdad. Si las personas creen que su religión es verdadera y que ofrece revelaciones acerca de la historia de la Tierra, estarían perdiendo algo importante si no la usaran para generar hipótesis científicas verificables. Thomas Kuhn (1970) señaló que cuando se sugiere por primera vez un nuevo paradigma, sólo unas pocas personas pensarán que vale la pena. La posibilidad de éxito de ese paradigma depende de que esas pocas personas demuestren que pueden hacer investigaciones efectivas bajo ese paradigma. El concepto general de Kuhn de las revoluciones científicas tiene muchas similitudes con el debate naturalismo/intervencionismo. El paradigma naturalista ha guiado a la ciencia con éxito durante mucho tiempo. El paradigma mucho más reciente basado en el intervencionismo informado y una geología de corta edad [short age o cronología corta] (la geología de corta edad es la teoría de que la formación de, por lo menos, el registro geológico desde el Cámbrico hasta el Reciente ocurrió en unos miles de años) se está aplicando con éxito como una guía en casos selectos de investigaciones de campo y de laboratorio. La geología de corta edad recién comienza a desarrollarse como un paradigma rival. Alguien puede pensar que la revolución ocurrió en los días de Darwin cuando se rechazó el creacionismo. Sin embargo, las teorías de la evolución y la geología uniformista se desarrollaron en campos que, hasta ese momento, estaban en un estado de pre-paradigma. Los primeros paradigmas cohesivos en estos campos se desarrollaron en una atmósfera intelectual que favorecía fuertemente al naturalismo. En consecuencia, eran puramente naturalistas. Ahora podemos observar cuidadosamente los datos acumulados, ver las fortalezas y debilidades en los paradigmas establecidos y proponer paradigmas competidores. La investigación, bajo este nuevo paradigma intervencionista, está comenzando a ejercer influencia sobre la evidencia científica

El naturalismo y una alternativa

disponible en ciertas áreas donde se ha concentrado la investigación. Esta discusión no insinúa que la comunidad científica esté al borde de un cambio de paradigma hacia el intervencionismo. La competencia entre los dos paradigmas sobre los orígenes tiene algunas similitudes interesantes, pero también algunas diferencias importantes con otros paradigmas en pugna. Por ejemplo, el cambio a la tectónica de placas (la teoría que explica la deriva de los continentes), no obligó a nadie a revaluar el método científico. Ambas, la tectónica de placas y el paradigma anterior eran compatibles con una explicación evolucionista, naturalista de la historia de la Tierra. Por contraste, el intervencionismo redefine los límites del emprendimiento científico y plantea interrogantes fundamentales acerca del significado de la vida humana y su relación con un poder superior. Además, como la evidencia que se necesita para resolver el debate entre el intervencionismo y el evolucionismo naturalista es de una magnitud mucho más compleja que en otros antagonismos entre paradigmas recientes, no es realista pensar que unos pocos descubrimientos claves convencerán a la comunidad científica. Una coexistencia pacífica entre las dos filosofías es un objetivo más práctico. ¿Qué deberían hacer los intervencionistas? Un punto clave que a menudo se saca a colación es que los creacionistas, no importa lo que digan, no son científicos.

No hacen investigaciones. Eldredge (1982, p. 83) declaró que ningún creacionista contribuyó ni siquiera con un sólo artículo a alguna revista científica acreditada. Pero Eldredge estaba equivocado. Una cantidad de intervencionistas están activos en la investigación y la publicación científica. Pero en una atmósfera de debate poco amistoso entre dos puntos de vista, los intervencionistas a menudo no hacen públicos sus puntos de vista filosóficos. A la larga, la propuesta más beneficiosa es que los intervencionistas se conduzcan como científicos genuinos y que participen activamente en investigaciones. Es mejor desarrollar un paradigma alternativo que meramente hacer agujeros en la teoría de otros. Si los esfuerzos de los intervencionistas sólo se centran en refutar el paradigma evolucionista dominante, surgirá esta pregunta: ¿Qué tienen ustedes que sea mejor? No debería importar la filosofía de una persona siempre que él o ella hagan buena ciencia. Ese es el ideal. Tanto los naturalistas como los intervencionistas pierden demasiado tiempo acusándose unos a otros. ¿Por qué hacemos esto? No necesitamos estar de acuerdo en todo a fin de valorar el trabajo de cada uno. La prueba final de cualquier científico es la honestidad al tratar con los datos y la calidad de la investigación, no su filosofía personal. Debería ser suficiente que la ciencia simplemente juzgara a una persona por su honestidad y eficacia en sus investigaciones. Esto eliminaría muchas batallas innecesarias sobre cuestiones filosóficas.

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Capítulo 6

La relación entre la fe y la ciencia

La fe nos lleva más allá de la evidencia parcial que tenemos.

Este capítulo analiza la relación entre la fe y la ciencia. A menudo se dice que la ciencia se basa en la demostración y la religión en la fe. ¿Qué es la fe? ¿En qué se diferencia de la evidencia científica? Una definición de fe es confianza o creencia que no está basada en pruebas/evidencias (Diccionario completo de Webster). ¿Pero no debería tener la fe alguna evidencia que la apoye? ¿Querríamos edificar nuestra filosofía de vida sobre algo para lo cual no tuviéramos certezas que la respaldaran? Algunos ven la fe como un salto al vacío y, tal vez, esa sea una manera válida de definir el tipo de fe que no se basa en ninguna evidencia. Cuánto mejor parece tener alguna justificación para darnos confianza en una idea antes de poner nuestra fe en ella. Fe es aquello que nos lleva más allá de la evidencia parcial que tenemos. Varias posibles líneas de evidencia nos pueden ayudar a evaluar si debiéramos tener fe en la confiabilidad de la Biblia. La confiabilidad de la Biblia Un tipo de evidencia es la profecía. Hace mucho tiempo, la Biblia predijo que sucederían ciertas cosas. Cuando suceden, nuestra confianza en la fiabilidad de la Biblia se ve corroborada. Como alumno de posgrado, recuerdo haber sentido la necesidad de evaluar algunas de mis creencias por mí mismo. Tomé el libro de Daniel, un libro de historia mundial, y algunas otras referencias e

hice un seguimiento de las predicciones de Daniel. La profecía de los cuatro imperios mundiales principales en el mundo occidental de la época antigua tenía información detallada, incluyendo la posterior división de Europa en una cantidad de naciones que nunca más se volverían a unir. Fue fascinante ver cómo estas predicciones se desarrollaron en la historia mundial. Entonces, la profecía es una línea de convicción válida, porque podemos verificar si los eventos ocurrieron como lo declaraba la profecía. También podemos observar la coherencia interna en todos los libros de la Biblia escritos a lo largo de un período de más de mil años. Seguramente que el mensaje consecuente que presentan da testimonio de la confiabilidad de todo el libro. La exactitud histórica es otra línea de evidencia que podemos analizar. En los escritos antiguos, los reyes seculares escribieron acerca de la historia de sus naciones. Su objetivo no era dar información precisa acerca de los gobernantes anteriores; querían destacarse ellos mismos. Podemos comparar la Biblia con otros escritos antiguos y con los hechos conocidos de la historia para ver si la Biblia es más fiable (es decir, si presenta una historia exacta). Los arqueólogos del siglo XIX creían que la Biblia ofrecía una historia muy inexacta. Por ejemplo, la Biblia habla del imperio hitita como un imperio poderoso, de mucha influencia en la región mediterránea. Un programa

La relación entre la fe y la ciencia

activo de investigación arqueológica no encontró ninguna ciudad hitita. En muchos casos semejantes, pensaban que las historias bíblicas eran sólo fábulas o leyendas no históricas. Sin embargo, cuando se hicieron más excavaciones, se descubrió la capital del imperio hitita. A la larga, la Biblia resultó reivindicada. Otro supuesto error tenía que ver con Nínive, una ciudad importante en la historia bíblica. Nuevamente, los arqueólogos no creían que existía hasta que, por fin, se encontraron las ruinas. Caso tras caso, los críticos estaban equivocados y la Biblia tenía razón. No se han resuelto todas las preguntas arqueológicas que surgen de la Biblia. Pero cuando nuevas investigaciones resuelven enigmas adicionales, teníamos más razones para confiar en el registro bíblico. También son importantes otras líneas de evidencia más allá del pensamiento científico. Una de éstas es el efecto del cristianismo sobre las personas. Al considerar cualquier religión, debemos preguntarnos cómo es vivir bajo ese sistema. Aquí no podemos producir pruebas y, por supuesto, que los testimonios personales pueden sonar convincentes, aún cuando no estén basados en nada. Pero si somos honestos y cuidadosos, podemos evaluar si el cristianismo ha hecho una diferencia positiva en nuestras vidas. En esta discusión, incluimos varias áreas de evidencia que respaldan el paradigma bíblico. Pero debemos recordar que invocar pruebas externas tiene sus límites. Muchos conceptos de la Biblia no pueden ser verificados —consideremos las historias acerca de Jesús y los milagros que realizó. Sin embargo, podemos comparar otras partes de la Biblia con la evidencia y, si la evidencia concuerda, aumenta nuestra confianza en todas las Escrituras. La ciencia y la religión: sus fuentes Una diferencia importante entre la ciencia y la Biblia es la fuente de su in-

formación. La Biblia afirma que Dios conoce toda la historia de la Tierra, ha tomado la responsabilidad de comunicarse con nosotros mediante la Biblia y apoya la confiabilidad de esa comunicación. Si la evidencia nos lleva a tener confianza en esta afirmación, tenemos una buena razón para tomar el paradigma cristiano como una unidad; aceptarlo como un todo. Cuanto más confianza (fe) llegamos a tener en la Persona —no sólo el libro, sino el Ser detrás del libro— que se comunica con nosotros, tanto más esa fe nos lleva más allá de lo que pueda ser probado y nos da confianza en las partes del paradigma que no podemos demostrar. Debemos continuar estudiando las Escrituras comprendiendo que no siempre entendemos correctamente los documentos sagrados, pero sabiendo que Dios ha tomado la iniciativa de comunicarse con nosotros. Por contraste, la formulación de teorías científicas es un proceso muy humano. No hay ningún dios que desarrolló la teoría científica y tomó la iniciativa de comunicarla a nosotros. La ciencia no querría sostener que los aspectos significativos de una teoría o paradigma deben ser o todos verdaderos o todos erróneos. Reconoce que pueden ser en parte verdad y en parte error. La contribución de la Biblia a los orígenes y la historia primitiva Como la fe se edifica sobre la evidencia, apliquemos ese concepto en forma más específica. ¿Hay pruebas que nos lleven a tomar en serio los primeros libros de la Biblia, incluyendo la historia de la creación? Si no tuviéramos los primeros once capítulos del Génesis, la ciencia y la Biblia se llevarían bien. Pero existe evidencia tangible en los primeros libros de la Biblia de una comunicación inteligente, bien informada, de una fuente fuera de la raza humana.

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Mitos sobre la creación/diluvio y el relato del Génesis Además del libro del Génesis, en el mundo antiguo se encuentran otros relatos acerca de la creación y el diluvio. Estos incluyen Enuma Elish, la epopeya Atrahasis y la epopeya Gilgamesh. Cuando estos mitos se comparan con el relato del Génesis, aparecen muchas ideas similares. Una que se destaca es que un héroe sobrevive al diluvio. Estos relatos paralelos llevaron a algunos eruditos a la conclusión de que el relato bíblico tiene su origen en otras fuentes. ¿Será que la evidencia realmente señala a esa conclusión? Si usamos los mismos métodos para comparar a dos políticos, Edward Kennedy y George Bush, podemos encontrar muchos conceptos similares en su filosofía política. Ambos creen en la democracia y tienen otras ideas en común. Si seguimos la misma lógica que se ha usado en el estudio de los relatos de la creación/diluvio, llegaríamos a la conclusión de que estos dos políticos siguen el mismo modelo político. Pero hay una falla fundamental en esa lógica: sólo considera datos que muestran rasgos comunes entre dos personas o historias. Eso introduce en el estudio un sesgo muy pronunciado. Si queremos hacer una comparación válida, también debemos observar las diferencias y compararlas con las similitudes. Hasel (1974), Wheeler (1974) y Shea (1984) han examinado los relatos de la creación/diluvio observando las diferencias tanto como las similitudes y encontraron algunas cosas interesantes. Génesis es monoteísta, en contraste inequívoco con los otros relatos. En Génesis, la raza humana fue creada a imagen de Dios y la Tierra fue hecha para beneficio de la humanidad. En el mito babilónico de la creación (Enuma Elish), se libra una batalla entre los dioses. Finalmente el dios Marduk mata a la diosa Tiamat y divide su cuerpo en partes. Una mitad la usó para formar la tierra y la otra para formar el firmamento del cielo. El dios Ea entonces formó a los hom-

bres de la sangre que fluía del monstruo primitivo Kingu. En este relato, la creación de la vida ocurre luego de una lucha entre los dioses de modo que la humanidad pudiera servir a las necesidades de los dioses. En la epopeya Atra-hasis, el dios Enlil forzó a los dioses más jóvenes a cavar ríos y canales. Cuando finalmente se rebelaron, se solucionó el problema creando a los seres humanos para hacer el trabajo. Los humanos fueron hechos de arcilla y la sangre de un dios sacrificado, We-ila (Shea, 1984). En estas narraciones de la creación originadas en el cercano oriente, la fuente de la vida es la materia y hasta los dioses surgen de la materia física. La actividad principal se desarrolla en el ámbito de los dioses y los eventos terrestres son meros reflejos de los eventos que acontecen en el dominio de los dioses. En el relato bíblico, los humanos son seres con dignidad, creados a imagen de Dios y a quienes se dio dominio sobre la Tierra. Dios controla la materia y es independiente de ella. En el registro bíblico, la actividad se centra en la Tierra, no en el ámbito de los dioses. Génesis no sigue los temas religiosos de las otras historias. En cambio, habla abierta y deliberadamente en contra de las religiones paganas del tiempo de Moisés (Hasel, 1974). Por ejemplo, la descripción del Génesis no le da nombres al sol y la luna (se las llama la lumbrera mayor y menor). Esto puede ser para evitar darles cualquier medida de respeto, ya que otras culturas los adoraban. La historia de la creación de la Biblia es excepcional y no sigue las ideas presentes en los otros relatos de la creación de esa época. “El Génesis presenta revelaciones que van en contra de la cultura y los patrones de pensamiento de los antiguos... Un documento que desentona tanto con la cultura circundante no podría haber sido creado por esas culturas” (Wheeler, 1974). Shea describe importantes paralelismos entre estos diversos relatos (1984, 1991). Los rasgos comunes apoyan la

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conclusión de que los diferentes relatos se remontan a una serie de eventos reales. Debería considerarse la posibilidad de que el relato bíblico sea el más exacto. En las discusiones sobre creacionismo a menudo se afirma que Génesis 1 y Génesis 2 presentan dos relatos diferentes y contradictorios de la creación. Comúnmente se cita esto como un argumento en contra de su interpretación como parte de la historia. En Génesis 1 se crean las plantas, luego los animales y entonces los humanos. Génesis 2 parece mostrar que se crean los humanos, luego las plantas y entonces los animales. Al leer los relatos puede parecer que se apoya esa afirmación, pero un estudio cuidadoso muestra que los dos capítulos en realidad son un relato coordinado, donde Génesis 2 da detalles sobre un aspecto de Génesis 1 (Younker, 1999, 2000). Un estudio del uso de las palabras hebreas originales indica que la descripción del origen de las plantas en el capítulo 2 está hablando de plantas de cultivo y agricultura, no de la creación general de las plantas. Shea (1978, 1989) y Hasel (1980c, p. 48) han analizado la estructura literaria de estos capítulos y encontraron pruebas muy firmes que señalan a la unidad en su estructura, que es un argumento a favor de un solo autor. Génesis 2 enfoca la discusión sobre la creación del hombre y la mujer y amplía el breve relato del capítulo 1. Se puede interpretar a Génesis 2 como un complemento de Génesis 1, en lugar de una contradicción. La lista concisa de los eventos de la semana de la creación en Génesis 1 proporciona el contexto para Génesis 2, que incorpora al relato de la creación el tema de las relaciones: la relación personal entre Adán y Eva, y entre ellos y Dios. Estas relaciones son el fundamento para el resto de la Biblia. En muchas culturas se encuentran abundantes leyendas sobre el diluvio (Roth, 1990). Las diferencias entre ellas nos dicen que cada una atravesó una historia diferente. Las similitudes giran en torno a la idea de un diluvio catastrófico,

a menudo centrándose en un héroe que lo sobrevive. ¿Es realista pensar que inundaciones locales en muchos países diferentes podrían haber impactado tanto las diferentes culturas para dar cuenta de todas estas leyendas de diluvios? Algunas de estas leyendas provienen de países que no experimentan inundaciones importantes, pero enfrentan otros desastres naturales. Sin embargo, estas culturas tienen leyendas de diluvios. Los rasgos comunes de todas estas leyendas sugieren que remontan su origen a un evento importante, real, en el pasado lejano que llegó a las leyendas de todas estas culturas y que está registrado en la Biblia. Los relatos bíblicos de la creación y el diluvio, tan singulares y elegantes, se destacan sobre los otros relatos y merecen que se considere la posibilidad de que estos registros no experimentaron ninguna pérdida de exactitud, algo evidente en las otras leyendas. Moisés y las leyes de salud Aproximadamente 3.500 años atrás, Moisés escribió en los primeros libros de la Biblia, muchas cosas fascinantes acerca de la salud y sus ideas parecen ir más allá del conocimiento de su época. La ciencia no llegó a entender los gérmenes y la biología molecular sino recién hasta el siglo XIX de nuestra era. Se le atribuye a Louis Pasteur (1822-1895) el mérito de haber descubierto las bacterias que transmiten las enfermedades. En la década de 1840, el Dr. Ignaz Semmelweis, un médico de Viena, se preguntaba si era posible que se estuviera llevando algún elemento peligroso de los pacientes muertos a pacientes vivos. Enfrentó una fuerte resistencia a su nuevo requisito que los médicos y los internistas se lavaran las manos después de realizar las autopsias sobre pacientes muertos y antes de ir a examinar a los pacientes vivos. Pero fue persistente y descubrió que la tasa de mortalidad en su pabellón de maternidad descendió dramáticamente (McMillen, 1984). Su experiencia ilustra

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Si tenemos fe en la Persona detrás de la Biblia, podemos tener confianza en todas las partes de la Biblia.

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gráficamente la ignorancia de la raza humana en cuanto a los gérmenes antes de la edad moderna. Moisés fue educado en Egipto siglos atrás. Egipto tenía un libro de texto de medicina que incluía medicamentos tales como aceite de serpiente, estiércol de vaca y moscas molidas (McMillen, 1984). Si Moisés, que fue educado por los egipcios, hubiera escrito el Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia) basado en los conocimientos de su época, podríamos suponer que encontraríamos muchos de estos mismos remedios en la Biblia. ¿Pero qué es lo que encontramos? Moisés le dijo al pueblo de Israel que si seguían las reglas que se les decía, Dios no les enviaría las enfermedades que puso sobre los egipcios. (Eso puede sonar como que Dios hizo enfermar a los egipcios. Pero probablemente Dios eligió no explicar la teoría de los microbios a los israelitas. Él aceptó la responsabilidad sin más explicaciones y sólo dijo: “Si hacen lo que les digo, no tendrán estas enfermedades”). Un médico que estudió las leyes relativas a la salud dadas a los israelitas las comparó con lo que sabemos hoy en día (McMillen, 1984). Se les dijo a los israelitas que cualquiera que tocara una persona enferma o muerta debía permanecer fuera del campamento por un período y debía seguir ciertas rutinas de lavado con agua corriente. Esa regla no tiene sentido a menos que entendamos la cuarentena, la práctica de mantener a las personas enfermas separadas para no transmitir los gérmenes al resto del grupo. A los israelitas se les dieron muchas otras reglas que todavía serían consideradas correctas hoy en una situación donde no hay un hospital disponible. ¿Podría ser que Moisés inventó estas leyes de salud que resultaron ser correctas? Es muy improbable que haya sucedido de esa manera por casualidad. En nuestro universo, generalmente, existe una relación de causa a efecto. Las instrucciones dadas en los primeros libros de la Biblia no están basadas en remedios

egipcios; sin embargo, sí incluyen cosas que sugieren cierta comprensión de la teoría de los microbios que las personas en los días de Moisés ciertamente no conocían. Esto sugiere que Moisés tuvo ayuda externa. Alguien sabía lo que sucedía aun cuando en ese tiempo no se definiera y describiera en los términos médicos y científicos modernos. Algunos argumentan que los “libros de Moisés” no fueron escritos por Moisés, sino que fueron escritos más tarde. Aunque ese argumento fuera correcto, no cambiaría el cuadro ya que las personas que vivieron dos mil años después de Moisés todavía no tenían ni idea en cuanto a la verdadera causa de la enfermedad. Las ovejas de Jacob Una historia interesante del Génesis (capítulos 30-32) trata acerca de Jacob y el problema con las intrigas de su suegro. Jacob cuidaba las ovejas y estuvo de acuerdo en que su suegro recibiera todas las ovejas blancas puras mientras que Jacob recibiría todas las de colores que eran manchadas y listadas. Jacob pensaba que era muy ingenioso y que podía hacer que las ovejas tuvieran crías listadas o manchadas. En los siglos antes de la investigación genética moderna, la gente creía que si un animal hembra veía un objeto listado mientras procreaba, esto afectaría a su cría y sería listada. Jacob cortó varas de madera con un modelo listado y puso estos objetos en frente de las ovejas en sus abrevaderos donde bebían durante la época en que procreaban. Jacob pensaba que esto haría que las hembras tuvieran crías listadas. Esta historia se cita a veces como evidencia de que la Biblia enseña ideas erróneas. Cualquiera que hace esta afirmación no leyó suficiente: la parte más intrigante de la historia se encuentra en Génesis 31. Después de que Jacob había tenido bastante éxito con sus ovejas, tuvo un sueño. Antes de hablar del sueño, consideremos algunos puntos básicos de la genética de coloración de las ovejas. El

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conocimiento moderno de la genética indica que las características inusuales de las ovejas de Jacob son caracteres recesivos. Si una oveja recibe un gen (recesivo) de manchas de uno de los progenitores y un gen (dominante) de lana blanca del otro progenitor, la oveja será blanca pura porque el gen dominante “predomina” sobre el recesivo. Aunque el suegro de Jacob sacó todas las ovejas de color del rebaño inicial de Jacob, algunos individuos que permanecían con Jacob tendrían un gen recesivo de lana no blanca, aunque no hubiera evidencia visible de ello sobre la oveja. Como los genes para las ovejas blancas eran genéticamente dominantes, Jacob debería haber recibido muchas menos ovejas que su suegro. Jacob pensaba que las ovejas estaban teniendo tantas crías de color por causa de sus varas listadas. Sin embargo, en su sueño, Dios básicamente le dijo que no era tan ingenioso como pensaba. Se le mostró que los machos que se apareaban con las hembras eran listados y manchados. Recordemos, sin embargo, que el suegro de Jacob había separado todos los machos que tenían alguna evidencia visible de rayas u otros caracteres recesivos. Hasta donde Jacob (o cualquier otro que viviera antes del siglo XIX de nuestra era) supiera, ninguna de las ovejas en el rebaño de Jacob tenía esas características. ¿Cómo podía alguien en ese tiempo saber que los genes recesivos para la coloración listada estaban latentes dentro de los machos durante la procreación? La Biblia dice que Dios le mostró que los que procreaban eran listados y manchados. Alguien puede argumentar que no podemos demostrar que Dios en realidad le habló a Jacob o le dio un sueño, pero realmente no importa. El punto es que alguien que escribió la historia del sueño sabía que algo invisible estaba dentro de esas ovejas aparentemente blancas puras que hacía que no fueran completamente blancas. Alguien sabía eso tres mil años antes de que Mendel hiciera alguno de los primeros experimentos genéticos clásicos a fines del 1800. Esas son pruebas innegables sobre las que pode-

mos basar nuestra fe. Si Dios le comunicó a Moisés sobre leyes de salud y ovejas manchadas, tal vez sea razonable creer que Él pudo comunicar también los otros conceptos encontrados en Génesis. Y, por cierto, el éxito de Jacob fue el resultado de la bendición directa de Dios, no de las ridículas varas rayadas de Jacob. ¿Cómo deberíamos interpretar la Biblia? El concepto de intervención informada, en su forma más elemental, no depende de la Biblia ni de ninguna otra fuente religiosa específica. Sin embargo, la versión del intervencionismo informado que presentamos aquí está elaborada en base al relato bíblico. Por consiguiente, nuestro estudio de la relación entre fe y ciencia debe considerar la metodología teológica. ¿Cómo deberíamos interpretar la Biblia y determinar su significado? (Hyde, 1974; Hasel, 1980c, 1985; Davidson, 2000.) ¿Se justifica que pongamos nuestra confianza en las Escrituras como una comunicación fiable que proviene de Dios? ¿Creemos que la Biblia da información fidedigna aun cuando trate temas fuera de la teología, como la ciencia y la historia? (Hasel, 1980b, p. 62, 68; Davidson, 2000.) Estas son preguntas cruciales. Ya hemos notado algunas líneas de evidencia que señalan en esa dirección, pero muchos teólogos modernos no estarían de acuerdo por razones que tienen que ver con la historia de las ideas. El movimiento intelectual que produjo la filosofía del naturalismo en la ciencia tuvo una influencia paralela en la teología (Hasel, 1980c, p. 18-30). Los diversos puntos de vista sobre la naturaleza de la Biblia se agrupan alrededor de dos posiciones distintas: el punto de vista judeocristiano tradicional (usa el método gramático-histórico) y el punto de vista naturalista (la teología científica o teología del encuentro, que usa el método histórico-crítico). En la perspectiva judeocristiana tradicional, Dios transmite información al profeta. Luego, con la guía del Espíritu Santo,

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Dos caminos pueden no parecer muy distintos y llevar a lugares muy diferentes.

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el profeta comunica esta información en sus propias palabras. Las palabras son del profeta, pero los conceptos provienen de Dios. Por lo tanto, podemos confiar en que son la verdadera comunicación de Dios a nosotros. Otras partes de la Biblia son registros históricos y otros documentos no proféticos, pero Dios, mediante el Espíritu Santo, de algún modo ha ejercido control de calidad sobre todo este material. La otra posición principal tuvo su origen último durante el Iluminismo, cuando la teología como también la ciencia llegó a depender menos de la autoridad, se volvió más inductiva y comenzó a negar lo sobrenatural (Hasel, 1980c, p. 18-30; Davidson, 2000). Bajo esta perspectiva, disminuyó la parte que juega Dios. La humanidad se convirtió en el centro para determinar el contenido de la Biblia (Barth, 1936-1969; Schleiermacher, 18211822). Es una teología centrada en lo humano comparable al naturalismo en la ciencia. Según esta teología, el profeta es impresionado de algún modo a escribir sus pensamientos, pero Dios no le habla o comunica ideas al profeta. El profeta puede tener un encuentro impresionante con Dios o puede ser inspirado por pensamientos acerca de Dios y luego comunicar esos sentimientos en la forma de las historias de la Biblia, pero las ideas en esas historias son propias. Este método interpreta la Biblia como sólo una serie de confesiones de fe de sus escritores. La negación a priori de la intervención sobrenatural en la historia (incluyendo el origen de la Biblia) lo ejemplifica el teólogo Bultmann (1960, p. 292) que dijo: “El continuo de acontecimientos históricos no puede ser rasgado por la interferencia de poderes sobrenaturales, trascendentes y por lo tanto no existe un ‘milagro’ en este sentido de la palabra”. Si aceptamos esta posición, probablemente veríamos a la ciencia, no la Biblia, como nuestra mejor fuente de verdad, aún por sobre la religión, ya que la Biblia sólo nos dice que los escritores tenían gran fe en un “dios”. No contiene comunicación de información de ese dios (otro punto de vista duda de la existencia misma de Dios).

Consideremos un ejemplo que compara estos dos métodos teológicos. Según la Biblia, Moisés se encontró con Dios sobre la montaña y recibió los Diez Mandamientos. El punto de vista tradicional es que son las palabras reales de Dios; en consecuencia, son tan importantes para nosotros como lo fueron para Moisés. Por contraste, la teología naturalista dice que Moisés se encontró con Dios, se abrió a él y quedó profundamente impresionado por esta experiencia. Él entonces siguió su camino y escribió algo que expresaba lo que sintió en esa experiencia. El resultado fue los Diez Mandamientos, pero no fueron dados por Dios. Bajo esta interpretación, no hay nada que sea vinculante para nosotros, a menos, que tengamos la misma experiencia de los escritores bíblicos. Existe una gran diferencia entre estos dos puntos de vista y a dónde nos llevan. Aún en las denominaciones más conservadoras, las personas luchan sobre cuál de estos enfoques debería gobernar las creencias y prácticas de la iglesia. Es importante que reflexionemos sobre estas cosas y entendamos lo que creemos. Cuando encontramos una encrucijada en el camino, debemos decidir hacia dónde doblar. Puede ser que los dos caminos no parezcan muy distintos al comienzo, pero pueden llevar a lugares muy diferentes. En la lógica y en la teología, también encontramos encrucijadas en el camino; los dos caminos teológicos pueden llevar a conclusiones muy diferentes. El punto de vista judeocristiano tradicional es una visión centrada en Dios. Dios es la norma y la Biblia es un documento autorizado (Hasel, 1980b; Davidson, 2000, p. 6065). En el enfoque naturalista, Dios no es la norma y la Biblia no es autorizada. Es sólo otro libro humano que contiene mitos, leyendas y otra literatura (Hasel, 1980c, p. 28; Davidson, 2000, p. 90). Una vez, un amigo mío observó que la diferencia principal entre los conservadores y los liberales religiosos es un asunto de autoridad. El liberal dice que la

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Biblia no tiene autoridad, mientras que el conservador dice que sí la tiene. Respondí que si la Biblia no tiene autoridad, entonces la norma de toda verdad religiosa para un cristiano es la propia mente de una persona. Su respuesta fue: “Eso es cierto, pero es todo lo que tenemos”. Esto ilustra muy bien el planteamiento naturalista de la teología. Desde esta perspectiva, la ciencia, no la Biblia, nos muestra la verdad (aún en la religión) y la Biblia no tiene autoridad para la creencia y práctica religiosa. Unos pocos años atrás, un teólogo relató su experiencia con sus profesores en Europa. A un destacado teólogo alemán, sus alumnos le preguntaron qué pensaba acerca de la resurrección de Jesucristo. Eludió esta pregunta, pero, cuando finalmente se vio obligado a contestar, dijo: La verdad es que los discípulos de Jesús eran lo suficientemente inteligentes para saber que no hay tal cosa como una resurrección física. Sus relatos de la resurrección como están registrados en la Biblia fueron incluidos para transmitir el pensamiento de que siempre está con nosotros.

Esa respuesta implica que la religión es sólo una experiencia emocional que no tiene ninguna información confiable o verdad inherente. La Escritura contiene algunas alegorías y simbolismos, pero si fuera correcto el enfoque naturalista de la teología, entonces la historia cristiana básica desde la creación a la redención y hasta la restauración consiste en relatos que en realidad son sólo cuentos de hadas para animarnos a tener la misma fe en Dios que tuvieron los escritores. Pero los cuentos de hadas ¿nos ayudan a tener fe en Dios? ¿En qué se espera que tengamos confianza? Si los escritores bíblicos escribieron una colección de historias que son falsas, ¿se supone que debemos estar impresionados? Los escritores bíblicos repetidamente declararon que Dios les habló. Según sus

propias afirmaciones, no fueron inspirados sólo en un sentido emocional; se les habló (Hasel, 1980c, p. 30-37; Davidson, 2000, p. 63-64). Si esas afirmaciones son falsas, entonces estos escritores no fueron sino fraudes. Por otro lado, si su afirmación de que la Biblia tiene autoridad es verdadera, seremos sabios si la tomamos en serio. Ya que Dios es infinitamente más entendido que los seres humanos, la revelación de Dios en la Biblia es una fuente superior de información. La Biblia no es un libro de texto científico en el sentido de dar información científica exhaustiva, pero cuando la Biblia da información científica, esa información es exacta (Schaeffer, 1972, p. 35-36, 166; Davidson, 2000, p. 70). “Cada vez que la información bíblica incide sobre asuntos de historia, edad de la Tierra, orígenes, etc.” como también teología, nos da información fidedigna (Hasel, 1980b, p. 68). Las elecciones que hacemos al interpretar la Biblia son de gran importancia. Los puntos de anclaje bíblicos Estoy convencido de que existen abundantes razones para aceptar la Biblia como un libro inspirado, autorizado y para creer que los eventos del Génesis fueron literales. Tal vez, ustedes también encuentren que este es un concepto valioso. El resto del libro mostrará cómo esta visión puede aplicarse al estudio de la historia de la vida sobre la Tierra. Aquí está mi lista de puntos de anclaje bíblicos subrayando la comprensión de los orígenes que se presenta aquí: Una semana de la creación literal de siete días consecutivos, cada uno de veinticuatro horas. Durante este tiempo se preparó la superficie terrestre y se crearon las cosas vivas (Hasel, 1994; Doukhan, 2004). Al final de la semana de la creación la Tierra contenía una variedad de plantas y animales, incluyendo invertebrados, peces, reptiles, mamíferos, pájaros y árboles, incluyendo por lo menos algunos tipos que se consideran

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Jesús demostró por medio de sus milagros que Dios es capaz de crear instantáneamente tejido animal.

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Figura 6.1 Un diagrama de la relación entre las teorías y los datos. En este diagrama y en las Figuras 6.3, 6.6 y 6.7, la altura de la zona sombreada en cualquier fecha dada representa la cantidad de datos disponibles en ese momento. Las líneas horizontales representan el período de vigencia de diversas teorías. El período de vigencia de una teoría termina por “colisión” con la evidencia acumulada que contradice la teoría o por una alteración radical (una revolución científica, representada por una línea vertical) que la transforma en una nueva teoría la cual no contradice la evidencia disponible.

Fe, razón y la historia de la Tierra

más “altamente evolucionados” como los humanos y los árboles frutales (angiospermas) (Génesis 1). La Tierra creada originalmente no contenía nada malo. Después de que los seres humanos pecaron, el mundo biológico comenzó a cambiar (Génesis 3,1419). La Escritura como un todo indica que el mal, guerras, destrucción, mentiras y las enfermedades fueron el resultado de la influencia de un diablo literal (Satanás) que se rebeló contra Dios. Comenzaron a aparecer espinas y cardos, y el homicidio y la violencia entraron al mundo. Dios le está dando a Satanás sólo suficiente tiempo para demostrar los resultados de su sistema de gobierno, de modo que cuando este conflicto cósmico acabe, aquellos que aceptaron el ofrecimiento divino de la vida eterna nunca más sean engañados para rebelarse. La semana de la creación ocurrió sólo unos pocos miles de años atrás. Hay dudas acerca de cuán completas son las listas genealógicas y las diferencias entre los manuscritos bíblicos antiguos (Hasel, 1980a, 1980b). Pero aunque no sabemos exactamente el período que abarca, la Escritura retrata claramente una corta historia de la vida sobre esta Tierra. Muchos escritores bíblicos y Jesús mismo aceptaron como exactas la creación, el diluvio y los primeros registros bíblicos de la historia humana. En algún momento después de la creación sobrevino una catástrofe literal, un diluvio global (Hasel, 1975, 1978; Da-

vidson, 1995). Noé y su familia, y representantes de los vertebrados terrestres sobrevivieron en un arca, mientras que los otros vertebrados terrestres murieron en el diluvio. Los milagros de Jesús demuestran que Dios puede crear instantáneamente tejido animal y vegetal, y Él puede iniciar procesos bioquímicos en tejido que no está vivo. Esto lo demostró Jesús cuando transformó el agua en vino (Juan 2,1-10), creó alimentos para dar de comer a miles de personas a partir de unos pocos peces y panes (Marcos 6,30-44; 8,1-10), levantó a la vida a una persona que había estado muerta por varios días, lo cual significa que Dios lo creó, su cuerpo estaba demasiado descompuesto como para simplemente volver a poner en marcha la máquina (Juan 11,38-44), hizo que ojos ciegos funcionaran nuevamente (Juan 9,1-11), restauró tejidos destruidos por la lepra (Lucas 17,11-17) y restauró una mano seca (Marcos 3,1-6). Esto demuestra la capacidad de Dios de crear en la forma que se describe en Génesis 1. La relación entre la Biblia y la ciencia Ahora analicemos la cuestión de la ciencia y la fe desde una perspectiva diferente. Si creemos que la Biblia realmente proporciona información confiable en teología, historia y ciencia, la cual deberíamos sopesar cuidadosamente, ¿cómo se relacionan la una a la otra, la ciencia y

La relación entre la fe y la ciencia

la Biblia? Si comparamos las dos y vemos cosas que no parecen encajar, ¿debemos aceptar la ciencia y rechazar la Biblia o viceversa? O ¿hay una manera mejor? Esta sección explora esta última pregunta, sugiere algunas respuestas (mayormente según Brand, 1985) y termina con estudios de casos ilustrativos mostrando la relación apropiada entre la ciencia y la religión. La información bíblica y científica se origina mediante procesos diferentes que debemos tener en mente al considerar la relación entre ambas. La Biblia afirma ser un conjunto de informaciones comunicadas a nosotros por el Dios que ha participado en la historia y en el funcionamiento de nuestro planeta y de la vida. Esta comunicación está en un libro que se completó hace casi dos mil años, escrito en hebreo y griego. Nuestra tarea de exégesis es ver más allá de las diferencias del lenguaje y la cultura expresadas en la Biblia y entender su mensaje. Entonces debemos decidir si estamos dispuestos a confiar en el mensaje bíblico. Un estudio cuidadoso de la cultura y el uso de las palabras y expresiones en los tiempos bíblicos nos ayuda a entender correctamente la Biblia (Hasel, 1980c, p. 42-65). Como la Biblia reclama una inspiración completa por el mismo Dios para todas las porciones de la Escritura, el mensaje que contiene es una unidad. Así, una porción de la Escritura puede ser mejor comprendida al compararla con otras porciones que tratan los mismos temas; el principio de la Reforma Protestante de la Escritura como su propio intérprete. Esta postura es la que adoptamos aquí. Por contraste, la ciencia es una búsqueda humana continuada y sin restricciones por entender el universo físico. Utiliza la observación, la experimentación y el análisis para probar la validez de las ideas humanas y para ayudarnos a pensar en nuevas hipótesis. La ciencia no afirma sino que, de hecho, rechaza vigorosamente la noción que cualquiera de sus conclusiones tenga autoridad divina. La Biblia afirma su autoridad; la ciencia inspira confianza por sus éxitos, pero no

reclama “autoridad”, sus afirmaciones están siempre sujetas a ser revisadas cuando lo requieran los nuevos datos. La ciencia es un proceso lento. Tiene muchas limitaciones humanas, pero todavía es una manera muy efectiva de descubrir la verdad. A menudo no tenemos suficientes datos para estar seguros de la explicación o teoría científica correcta, pero aún entonces los datos ayudan a eliminar algunas de las teorías incorrectas. La acumulación de nuevos datos les permite a los científicos desarrollar nuevas teorías en las que no habían pensado antes. Estas nuevas teorías pueden ser un trampolín hacia teorías aún mejores o pueden soportar la prueba del tiempo y resultar correctas (Fig. 6.1). Por ejemplo, antes de 1950, se creía que las rocas sedimentarias compuestas de estratos gradados de grano grueso (Fig. 6.2) habían sido depositadas lentamente en aguas someras (poca profundidad). Por ejemplo, algunas rocas del Plioceno (un período geológico relativamente reciente) en la Cuenca Ventura, cerca de Ventura, California, consisten de cientos de estratos gradados. La evidencia indicaba que llevó varios años depositar cada capa en agua poco profunda (Eaton, 1929). Entonces, en 1950, un estudio publicado informó el descubrimiento de un fenómeno desconocido hasta el momento: las corrientes de turbidez (Kuenen y Migliorini, 1950). Las corrientes de turbidez son corrientes de barro (flujos de lodo) rápidas, submarinas, que pueden depositar una capa de sedimento sobre una extensa superficie.

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Figura 6.2 Un corte transversal a través de tres estratos sedimentarios gradados. En cada estrato, las partículas más grandes están abajo y las partículas más pequeñas, hacia arriba. Diagrama de Mark Ford.

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Figura 6.3 Un diagrama del cambio de la teoría de sedimentación en estratos gradados en aguas poco profundas a la teoría de las turbiditas. Este cambio ocurrió a través de una revolución científica estimulada por la acumulación de nuevos datos.

Fe, razón y la historia de la Tierra

Las capas producidas por corrientes de turbidez se llaman turbiditas y son estratos gradados. Las corrientes de turbidez proporcionaron una explicación aún más satisfactoria para los estratos gradados en la Cuenca Ventura y toda la secuencia de capas se interpretó como una serie de turbiditas (Natland y Kuenen, 1951). Ahora se entendió que cada estrato gradado había sido depositado en minutos en lugar de años y en aguas más profundas. Este cambio en la teoría (Fig. 6.3) se produjo por la acumulación de nuevos datos y el descubrimiento de procesos previamente desconocidos. Muchos de esos cambios han ocurrido en la historia de la ciencia y sin duda, muchos más ocurrirán al realizarse nuevos descubrimientos, algunos de los cuales estarán relacionados con fenómenos de los cuales ni siquiera hemos soñado. La ciencia siempre es el registro del progreso en el camino hacia la verdad; no es la verdad final, absoluta. Por contraste, la Biblia afirma tratar con la verdad proposicional que tiene su origen en Dios que ha visto todo y entiende toda la historia de la Tierra y todas las leyes naturales. Cada científico debe decidir cuánta confianza pone en la Biblia y hasta qué punto la ciencia puede “corregir” la Biblia. La Tabla 6.1 muestra una lista parcial que ilustra algunos de los muchos modos posibles de enfocar la relación entre la ciencia y la religión orientada por la Biblia. Los modelos 1 y 5 representan las maneras más fáciles de tomar una

decisión. Son enfoques esencialmente de todo o nada y no requieren mucha reflexión cuidadosa sobre preguntas de la relación entre la ciencia y la fe. Ninguna de las dos posturas asume el problema en forma realista. El modelo 2, mantener separadas la ciencia y la fe religiosa, es un modelo popular y, superficialmente, parece atractivo (p. ej., Gould, 1999a). Hasta podría funcionar para un científico cuyo campo de no requiere mucha reflexión acerca de la historia de la vida sobre la Tierra. Sin embargo, ¿qué hacen los defensores de este modelo que creen en la Biblia cuando se encuentran con una declaración bíblica que contradice las conclusiones de la ciencia? Cuando se enfrentan con una contradicción así, los científicos cristianos ya no pueden mantener las dos fuentes en compartimentos separados. Entonces, aunque no se den cuenta, o tal vez hasta lo nieguen, se desplazan del modelo 2 a uno de los otros modelos. Por consiguiente, el modelo 2 ha fallado en el punto mismo donde necesitamos un modelo que ayude a dirigir nuestra búsqueda de la verdad. Una cantidad de modelos diferentes pueden funcionar igualmente bien en áreas donde la ciencia y la Biblia no entran en conflicto. Es cuando surgen los conflictos que la relación entre las dos fuentes de información se vuelve significativa. El modelo 2 meramente evita el asunto o pretende que no existe, lo cual hace que este modelo no merezca más discusión. Muchos autores están totalmente en desacuerdo con esta conclusión. Sostienen

La relación entre la fe y la ciencia

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Relaciones entre la ciencia y la Biblia ,

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       ) 0 "  $ )        *      (  !   ) Tab bla 6.1 Varias de las posibles relaciones entre la ciencia y la Biblia. Adaptado libremente de Watts (1976)

que la ciencia y la religión deben mantenerse separadas y/o que no entran en conflicto aún en teorías de los orígenes: sencillamente tratan aspectos diferentes de estas cuestiones. Un análisis cuidadoso de su enfoque me convence de que en realidad trabajan dentro del modelo 1, no el 2 y que su planteamiento da por sentado que la ciencia provee hechos y que la Biblia sólo provee material de inspiración o algún vago significado espiritual. Las cosmovisiones

visiones subjetivas, prejuiciadas, mientras que un enfoque secular provee teorías y explicaciones que son equilibradas y neutrales, que no están afectadas por suposiciones religiosas. En otras palabras, la ciencia secular tiene hechos mientras que la religión tiene suposiciones. Esto condujo a entender la “verdad” en dos niveles.

Religión – valores subjetivos, personales, emociones (corazón) Ciencia – hechos fiables, objetivos, públicos (mente)

Debemos hacer una comparación entre las cosmovisiones para entender adecuadamente la dicotomía entre los hechos científicos y el significado espiritual bíblico que se describió anteriormente (Pearcey, 2005). Con demasiada frecuencia, el cristianismo ha consistido en interponer unos pocos conceptos “religiosos” en una visión secular de nuestro universo o en la mezcla de un poquito de cristianismo en lo que de otro modo era una cosmovisión secular. A menudo se da por sentado que la religión produce

Por supuesto que no existe tal cosa como una búsqueda neutral de la verdad. Tanto la ciencia secular como las perspectivas religiosas se basan en una cosmovisión, una serie de suposiciones, que influye sobre todo. El modelo 2, más arriba, es irreal en su mismo núcleo. Una cosmovisión cristiana reconoce que la Biblia es una base confiable para tener una visión integral del mundo, una “perspectiva sobre toda la realidad

Una cosmovisión cristiana basada en la verdad conducirá a la comprensión científica y bíblica más exacta de los orígenes.

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fundada en la Biblia” (Pearcey, 2005, p. 23) que no separa la religión del resto de la experiencia y el conocimiento. Una cosmovisión secular introduce sus propias tendencias a la búsqueda de entendimiento y no es más neutral que la religión. Cualquiera de las dos cosmovisiones puede formar una base para la búsqueda de la verdad, pero conducirán en direcciones muy diferentes. La cosmovisión cristiana se basa en la verdad de los eventos centrales de la historia bíblica: Creación, Caída, Redención y Restauración (el Gran conflicto entre Cristo y Satanás). Un compromiso con esta serie de verdades establece el fundamento para una integración de todo el conocimiento, no sólo conocimiento religioso. El libro que ahora está leyendo es justamente la aplicación de esa cosmovisión cristiana de entender los orígenes. Por supuesto que cualquier cosmovisión puede usar suposiciones de una manera tal que entorpece una sincera búsqueda de la verdad. Una cosmovisión naturalista, por su misma naturaleza, rechaza un estudio objetivo de los orígenes. El objetivo aquí es mostrar cómo una cosmovisión cristiana puede funcionar en forma efectiva y objetiva. No debemos temer los datos y una investigación honesta. Me atrevo a predecir que, ya que la cosmovisión cristiana se basa en la verdad, su aplicación cuidadosa en última instancia conducirá a la comprensión científica y bíblica más exacta de los orígenes. El enfoque más fructífero del estudio de los orígenes y de la historia de la Tierra se encuentra entre los modelos 3 y 4 en la Tabla 6.1, que toma en serio tanto la Biblia como la ciencia. Uno de los aspectos más cruciales en ambos modelos es su definición de los pasos que deben tomarse en la resolución de conflictos que surgen entre nuestra interpretación de la revelación y nuestra interpretación de los datos científicos, dentro de una cosmovisión enteramente cristiana. El resto de este capítulo propone un enfoque para resolver tales conflictos.

La ciencia y la revelación: una relación de trabajo Dentro del cristianismo existen muchas actitudes diferentes hacia la autoridad de las Escrituras. Este estudio se elaboró sobre la convicción de que muchas líneas de evidencia indican que los escritores bíblicos hablan de parte de un Dios amante y omnisapiente, digno de confianza y en cuyos mensajes proféticos e históricos podemos confiar. Si esto es verdad, en última instancia no habrá conflicto entre la ciencia y la revelación cuando entendamos correctamente a ambos. Dentro de ese marco, se puede dar una eficaz relación de trabajo entre la ciencia y la revelación si utilizamos el siguiente proceso: 1. Los datos acumulados durante la investigación científica continúan sugiriendo nuevas ideas o hipótesis que tal vez no hubiéramos pensado si no se hubiera hecho la investigación. En este proceso, a veces, la ciencia nos desafía a examinar más de cerca nuestras creencias. 2. Cuando una idea involucra un tema acerca del cual habla la Biblia, debemos examinar todos los pasajes bíblicos que tienen que ver con ello, comparando Escritura con Escritura, usando la Biblia como su propio intérprete. Al hacerlo, es importante hacer uso de toda la información más reciente que nos ayuda a entender correctamente el significado original de las palabras usadas en los manuscritos bíblicos. De esta manera, tratamos de entender exactamente lo que la Biblia dice o no dice acerca de nuestra nueva idea. La idea ¿es compatible con la Biblia? Las declaraciones bíblicas pertinentes ¿dicen lo que creemos que dicen o estamos leyendo entre líneas algo en forma incorrecta? 3. Luego, podemos tomar una de las siguientes decisiones o una variación apropiada de una de ellas:

La relación entre la fe y la ciencia

a. Es evidente que la revelación no tiene nada que decir en cuanto a este tema y no nos ayuda en nuestra investigación. b. La revelación habla de este tema pero no condena la nueva idea. Ninguna razón bíblica nos indica que no deberíamos aceptarla como una posibilidad válida. Podemos entonces proceder con la investigación científica para verificarla en forma rigurosa. Esta investigación puede darnos más confianza en la idea o puede conducirnos a mejores hipótesis las cuales también deberán ser comparadas con las Escrituras. c. Nuestro estudio indica que la revelación contradice claramente la nueva idea científica, desafiando de esa manera nuestras conclusiones científicas y mostrándonos que debemos volver atrás e investigar con más profundidad porque algo no anda bien con la interpretación de los datos. Si seguimos este procedimiento, se mantiene la Biblia como la norma para las doctrinas religiosas y las áreas en la historia natural para las cuales la Biblia hace afirmaciones. Todavía la ciencia y la Biblia continúan arrojando luz la una so-

bre la otra. La ciencia sugiere ideas que pueden ayudarnos a reconocer que hemos leído la Biblia según algunas ideas preconcebidas. En otros casos, la Biblia puede ayudarnos a reconocer teorías científicas incorrectas de modo que podamos dirigir nuestros esfuerzos a desarrollar interpretaciones de los datos que sean más exactos. Este puede ser un proceso de retroalimentación continuo en la interacción entre la ciencia y la religión que nos desafíe a profundizar en ambas áreas (Fig. 6.4). En este punto debemos recordarnos a nosotros mismos que no debemos permitir que nuestros puntos de vista religiosos tuerzan nuestra interpretación de los datos científicos (véase capítulo 5). Un cristiano no necesita temer los datos correctos. Podemos, efectivamente, luchar con aparentes conflictos por causa de límites en los datos que disponemos y en nuestras interpretaciones, pero en última instancia, la verdad genuina no podrá contradecirse. Aun así debemos preguntar cómo puede la ciencia ser una búsqueda de la verdad sin restricciones y de mentalidad abierta si adoptamos el punto de vista

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Figura 6.4 Un planteamiento de la relación entre la ciencia y la religión que provee una interacción constructiva entre ambas, sin una interferencia inapropiada de una con la otra.

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que “cuandoquiera que la información bíblica incide en materia de historia, edad de la Tierra, orígenes, etc., los datos observados deben interpretarse y reconstruirse en vista a esta revelación superior, divina, que se encarna en forma suprema en la Biblia” (Hasel, 1980b, p. 68; véase también Davidson, 2000). ¿Rechazaríamos una idea científica sólo sobre bases bíblicas? La respuesta requiere una comprensión correcta de los ámbitos en la figura 6.4. Los procesos que ocurren en los ámbitos científicos y religiosos son diferentes y no pueden intercambiarse. Los experimentos científicos no son una base para probar declaraciones bíblicas divinamente inspiradas. La ciencia no prueba sus conclusiones por análisis lingüísticos y “comparando escritura con escritura”. La interacción entre ambos ocurre en el proceso del pensamiento llamado aquí “la interfase”, donde permitimos que la Biblia y la ciencia se desafíen mutuamente en forma continua y nos desafíen a nosotros a examinar más minuciosamente nuestra comprensión de cada una de ellas. Podemos ilustrar esto con un estudio de una (hipotética) formación rocosa, la Formación Cerro Colorado, con sus abundantes fósiles. Un estudio científico minucioso de la Formación Cerro Colorado podría llegar a la conclusión de que los datos científicos indicaron un plazo de tiempo de por lo menos diez millones de años para la acumulación de esta formación, pero este período no es correcto porque la Biblia contradice esa conclusión. Esta declaración no es científica y tal vez, ni siquiera es una buena declaración religiosa. ¡Es una declaración confusa! Otro planteamiento es llegar a la conclusión de que los datos científicos de los que se dispone hoy están más de acuerdo con un período de diez millones de años de sedimentación para la Formación Cerro Colorado (dominio científico), pero un estudio de las Escrituras Sagradas (dominio religioso) nos conduce a predecir (interfase) que nos esperan descubrimientos geológicos adicionales que indicarán un origen catastrófico, rá-

pido, para la Cerro Colorado. Ésta es una declaración honesta, enteramente válida. No se la puede criticar por mezclar en forma incorrecta la ciencia y la religión. La actitud honesta y profunda indicada por esta declaración, si se combina con el proceso científico de control de calidad (capítulo 5), podría ser un estímulo para volver a hacer un estudio geológico más minucioso de la Formación Cerro Colorado como también un estudio más cuidadoso de la Biblia que de otra manera no se hubieran hecho. Mientras tanto, si realmente confiamos en la comunicación divina, nos sentiremos cómodos al vivir con preguntas que no tienen respuestas. Hemos llegado a la conclusión de que mantener separadas a la ciencia y a la religión no es un enfoque válido. Esa conclusión puede ser refinada ahora para incluir los conceptos en la Figura 6.4. Hay un sentido de procedimiento en el cual la ciencia y la religión están separadas. Las dos usan métodos diferentes. La segunda de las dos declaraciones acerca de la Formación Cerro Colorado ilustra el sentido en el cual la ciencia y la religión deben mantenerse “separadas” o por lo menos no ser confundidas. El proceso de pensamiento llamado aquí la interfase (Fig. 6.4) permite una interacción entre la ciencia y la religión sin confusión. Al evaluar tal desafío entre la ciencia y la religión, mantenemos bien en claro en nuestra mente de dónde viene cada idea, cómo puede estimular un estudio más minucioso y si una idea es una conclusión basada en evidencia que se apoya mutuamente o si es una hipótesis o una predicción que todavía debe verificarse. La Figura 6.5 ilustra dos maneras inapropiadas en las cuales algunos individuos tratan de mantener separadas la ciencia y la religión. El método A sufre los problemas discutidos anteriormente: no se pueden tratar las cuestiones de los orígenes sin ser esquizofrénico. El método B es lo mismo que el modelo 1 en la Tabla 6.1. En realidad no mantiene separadas a la ciencia y la religión, sino que pone a prueba las declaraciones bíblicas por los criterios científicos externos.

La relación entre la fe y la ciencia

La interacción en la Figura 6.4 es la clave de una interacción honesta y productiva entre la ciencia y la religión. Es el secreto para otorgarle a la ciencia un grado de autonomía constructivo mientras tanto la ciencia como la religión nos desafían a estudiar la otra más cuidadosamente. Las ideas religiosas hasta pueden conducirnos a hipótesis que pueden ser verificadas por la investigación científica. Pero ni la religión ni la ciencia controlan a la otra. Este planteamiento de la relación entre la ciencia y la fe no es sólo una idea teórica. Algunos de nosotros lo hemos estado usando por años y encontramos que es tanto efectivo como práctico en conducirnos a investigaciones científicas productivas (véase la lista de algunos proyectos de investigación en el capítulo 5). Ejemplos Los siguientes ejemplos ilustran la aplicación de este enfoque a los actuales conflictos entre la ciencia y la religión y a algunos conflictos pasados los cuales probablemente podrían haberse evitado si los individuos involucrados hubieran seguido el mismo método.

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La revolución copernicana en la astronomía Antes de la Edad Media, los científicos desarrollaron la teoría geocéntrica y la respaldaron con volúmenes de datos observados (véase la traducción al inglés de Ptolomeo en la Enciclopedia Británica 1990; Kuhn, 1957). Al desarrollarse la iglesia cristiana, la teoría geocéntrica se incorporó al dogma de la iglesia al punto que algunas personas consideraban que un desafío a la teoría geocéntrica era un desafío a las Escrituras Sagradas y a la iglesia misma. Copérnico introdujo una idea completamente radical, la teoría heliocéntrica. Si los eruditos cristianos de ese tiempo, en vez de oponerse a la teoría heliocéntrica, hubieran estudiado cuidadosamente la Biblia para ver lo que dice realmente acerca de la teoría, se podría haber evitado un error. La Biblia no trata el tema de si la Tierra gira alrededor del sol o viceversa. Un intento de apoyar la teoría geocéntrica con la Biblia sólo puede realizarse si uno recurre a argumentos parecidos a decir que los científicos del siglo XXI deben creer en la teoría geocéntrica porque hablan del sol que sale y se pone. Un estudio minucioso de la Biblia podría haber indicado que la teoría heliocéntrica no es antibíblica. Por consiguiente, la ciencia podía explorar este tema sin antagonismo con la iglesia. Por supuesto, en retrospección es más fácil

Figura 6.5 Dos maneras ineficaces de tratar de mantener separadas la ciencia y la religión. (A) Mantener a las dos en “compartimentos” separados y no tratar de analizar cómo interactúan. (B) La ciencia determina los hechos y la religión provee significado espiritual. En este enfoque, la ciencia en realidad se transforma en la norma para evaluar los conceptos religiosos.

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ver claramente estos asuntos, pero este ejemplo ilustra el objetivo del método esbozado más arriba. La teoría de la evolución Antes del siglo XIX, la gente creía que las especies animales y vegetales no cambiaban. Esta idea proveniente de la filosofía griega también llegó a ser parte del dogma cristiano. Se suponía que el relato de la creación del Génesis respaldaba este concepto muy estático de la naturaleza, al cual se hacía referencia como el “fijismo de las especies”. Charles Darwin y sus contemporáneos vieron evidencias de que los animales y las plantas cambian y comenzó otro conflicto entre la ciencia y la fe cristiana. A causa de la complejidad del tema de la evolución, el conflicto puede dividirse en dos partes: (a) los organismos sí cambian, dando como resultado variaciones en los grupos creados; y (b) los grupos principales de animales se originaron por evolución y no por creación. 1. Microevolución y especiación. Si Darwin hubiera estudiado la Biblia cuidadosamente mientras desarrollaba su teoría de la microevolución, podría haber llegado a la conclusión, junto con algunos otros científicos de su época (Landgren, 1993), de que la Biblia no dice nada contra la posibilidad de que hayan ocurrido cambios dentro de los grupos creados de plantas y animales, incluyendo la producción de nuevos tipos de organismos hasta por lo menos el nivel de especies y géneros. De hecho, un intervencionista debe creer ya sea que han ocurrido algunos cambios o que Dios diseñó e hizo incluso las cosas destructivas en la naturaleza. Sin embargo, Darwin no reexaminó su Biblia. Llegó a la conclusión de que ya que la evidencia invalidaba lo que él creía que era el relato bíblico de la creación, debía explicar el origen de todos los seres vivos por un mecanismo fuera de la creación. Esto nos lleva a la segunda parte de la teoría de la evolución.

2. Evolución de los grupos principales de organismos. La teoría de Darwin propone que hasta los grupos principales de seres vivientes surgieron por evolución de un antepasado común. Si Charles Darwin hubiera estudiado su Biblia y la hubiera comparado con su teoría, hubiera descubierto que aunque la Biblia no dice nada en contra de la microevolución y la especiación, sí indica claramente que los grupos principales tanto de plantas como de animales (incluyendo peces, aves, reptiles, mamíferos, seres humanos y plantas con flores [árboles frutales]) fueron creados antes del final de la semana de la creación. Esto sin duda, no es compatible con parte de su teoría de la evolución. Si Darwin hubiera estado dispuesto y hubiera seguido el planteamiento delineado aquí, podría haber desarrollado una teoría que incluyera la creación de los grupos de seres vivos con cambios evolutivos limitados que ocurrieron dentro de los grupos creados (véase Landgren, 1993). Una teoría tal sería consistente con las Escrituras Sagradas y con la mayor parte de los datos científicos. Podría haber sido un excelente ejemplo de cómo la Biblia y la ciencia se iluminan la una a la otra. La geología Parte de la iglesia cristiana ha estado en conflicto con los geólogos por más de un siglo, pero consideraremos este asunto desde la perspectiva del siglo XXI. Al comparar el relato bíblico de los orígenes con las teorías científicas que requieren muchos millones de años para la evolución de la vida sobre la Tierra, ¿cómo podemos aproximarnos mejor a la verdad? Deberíamos seguir el mismo proceso delineado más arriba. La ciencia ha propuesto una teoría que los depósitos geológicos que contienen fósiles se acumularon durante cientos de millones de años. Entonces examinamos lo que los escritos inspirados dicen de este asunto. Encontramos que, en contraste con la ausencia de información significativa revelada sobre

La relación entre la fe y la ciencia

astronomía o microevolución, la Biblia declara que la vida fue creada en seis días (Génesis 1; Hasel, 1994) y las genealogías cronológicas en Génesis 5 y 11 insinúan que la creación ocurrió hace relativamente poco tiempo (Hasel, 1980a, 1980b). Estas declaraciones sólo son compatibles con la conclusión de que la vida sobre la Tierra (y por tanto también las rocas que contienen fósiles) sólo ha estado en existencia por un corto tiempo. También descubrimos la historia de un diluvio global de suficiente importancia como para cubrir las montañas más elevadas (Génesis 15). La Biblia indica que la teoría geológica actual, en ciertos aspectos, es una interpretación incorrecta de los datos. Nuestra tarea es regresar al laboratorio de investigaciones y desarrollar una teoría más correcta, permitiendo que la información revelada abra nuestras mentes a nuevas posibilidades que puedan ser puestas a prueba frente a los datos. ¿Cómo trata uno con datos tales como la datación radiométrica que no parece armonizar con la visión bíblica de la historia de la Tierra? Podemos predecir que todavía están por descubrirse algunos nuevos principios científicos fundamentales que explicarán estos datos. Consideremos las siguientes dos propuestas: (a) No hay ningún principio importante a ser descubierto en este campo; los datos se interpretan mayormente en forma correcta (Fig. 6.6). (b) Hay principios a ser descubiertos que conducirán a importantes reinterpretaciones de los datos (Fig. 6.7), así como ocurrió con las turbiditas. Ahora debemos preguntar si tenemos datos que nos permitan hacer pruebas entre las propuestas (a) y (b) para determinar si la teoría de la datación radiométrica se compara con teorías de sedimenta-

ción en estratos gradados después o antes del descubrimiento de las turbiditas. Si la ciencia pudiera hacer eso, tendríamos la clave para contestar muchas preguntas difíciles, pero la ciencia no puede hacer verificaciones entre (a) y (b). Tendríamos que retroceder al pasado y observar lo que sucedió realmente o ir hacia el futuro y ver qué datos habrá disponibles o hablar con alguien que realmente ha hecho lo uno o lo otro. Los escritores bíblicos afirman tener ese tipo de información, pero la ciencia no. En consecuencia, la ciencia no puede verificar entre (a) y (b). Ya que no podemos probar cuál es correcta, ¿deberíamos suponer que (a) es correcta si no hay evidencia definida para (b)? La ciencia normalmente seguiría esta orientación, pero debemos recordar que éste es solo un enfoque práctico de trabajo, no un método para determinar la verdad. Un científico debe avanzar con la teoría más exitosa disponible, confiando en que los datos finalmente indicarán si la teoría es errónea. Pero un cristiano querrá mantener una mente abierta a la posibilidad de que las interpretaciones científicas del momento no sean correctas. Lo ideal sería que los científicos eligieran la interpretación que es respaldada por el peso de la evidencia disponible. Los intervencionistas hacen lo mismo,

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Figura 6.6 Historia hipotética de la teoría de datación radiométrica si no ocurren cambios importantes en el futuro de esta teoría.

Figura 6.7 Historia hipotética de la teoría de datación radiométrica si la acumulación futura de datos hace necesario un cambio importante en la teoría.

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excepto que sobre algunos temas, su confianza en la Sagrada Escritura los convence de que en el futuro se harán importantes descubrimientos que tendrán más peso de lo que permite la evidencia disponible en este momento. La historia de la ciencia no apoya la idea de que una teoría bien desarrollada es verdadera si en un tiempo dado existe poca o ninguna evidencia convincente en su contra. Antes del descubrimiento de las turbiditas, la buena evidencia indicaba que la teoría corriente en ese entonces era correcta. Aun cuando comenzaron a aparecer algunos problemas, los científicos no tenían una mejor explicación hasta que se descubrieron las turbiditas. Un cristiano que está convencido de que las revelaciones divinas son dignas de confianza cree que, en cuanto a la datación radiométrica de las rocas que contienen fósiles, todavía están en el futuro importantes descubrimientos de igual o mayor importancia que el descu-

brimiento de las turbiditas. Una decisióna favor de la interpretación científica actual de la datación radiométrica de rocas fosilíferas o una decisión en contra de esa interpretación, ambas están basadas en la fe. Una persona que tiene más confianza en las teorías científicas actuales que en la revelación probablemente llegue a la conclusión de que las dataciones radiométricas, como se las interpreta actualmente, son exactas. Sin embargo, una persona cuya fe en la revelación divina es más fuerte que su fe en las teorías científicas actuales estará convencida de que las dataciones radiométricas de los depósitos fosilíferos no se están interpretando correctamente. Si uno da un paso más adelante y usa el método científico para desarrollar y verificar nuevas teorías que expliquen el fenómeno radiométrico y otros datos, nuestra búsqueda de armonía entre la ciencia y la revelación puede dar como resultado un progreso en las ciencias.

Capítulo 7

El origen de la vida

La evolución naturalista propone que la vida se originó de material novivo sobre la tierra primitiva.

Prácticamente todas las formas de vida hoy comparten un vasto complejo de características bioquímicas fundamentales, y cualquier teoría de los orígenes debe explicar este carácter común de la vida además de cómo y por qué comenzó la vida. Para que un ente biológico sobreviva y produzca más de su propia clase, deben estar presentes, por lo menos, los siguientes componentes de la vida: proteínas, ADN y/o ARN (ácidos nucleicos), membranas, enzimas (para catalizar las reacciones bioquímicas), ribosomas (o su equivalente, para producir proteínas), fuente de energía y un mecanismo para procesar la energía, y un método de reproducción. La evolución naturalista propone que la vida se originó por la abiogénesis (evolución bioquímica), por medio de la producción de moléculas orgánicas y, en última instancia, de material no-vivo sobre la Tierra primitiva. La evidencia a favor de la abiogénesis y los problemas que enfrenta se han descrito muy bien por Thaxton et al. (1984) y Bradley y Thaxton (1994). La siguiente descripción hace buen uso de sus análisis. La teoría de la abiogénesis se ocupa de la atmósfera y otras condiciones sobre la Tierra primitiva y de cuatro pasos en el origen de la vida. Estos pasos son: (1) la producción de moléculas orgánicas simples como los aminoácidos y nucleótidos

y su acumulación en una “sopa primitiva”; (2) la polimerización (enlaces, conexiones) a gran escala de estas moléculas para formar macromoléculas biológicas (proteínas, ADN o ARN); (3) la formación de protocélulas para mantener unidas las macromoléculas en una unidad funcional; y (4) el desarrollo de células verdaderas. Las condiciones necesarias para la abiogénesis: la atmósfera primitiva La abiogénesis sólo podía ocurrir en un medioambiente anóxico, que no contuviese oxígeno atmosférico (molecular) libre. Las moléculas orgánicas expuestas al oxígeno libre rápidamente se degradan por oxidación. Nuestra atmósfera actual tiene abundante dióxido de carbono, oxígeno molecular, agua y nitrógeno. Está claro que la abiogénesis no podría ocurrir en esta atmósfera y no ocurre actualmente. La abiogénesis necesitaría una atmósfera reductora, compuesta de monóxido de carbono, dióxido de carbono, amoníaco, nitrógeno, metano y vapor de agua o algún otro medioambiente sin oxígeno libre. Se necesitaría una fuente de energía para generar las reacciones químicas, produciendo moléculas biológicas como un primer paso hacia el origen de la vida.

El origen de la vida

Fuentes posibles de esta energía incluyen rayos ultravioletas, ondas de choque de los truenos, energía eléctrica de los relámpagos y calor geotérmico. Los experimentos sobre el origen de la vida: síntesis de las moléculas orgánicas simples La teoría de la abiogénesis propone que los ácidos grasos, los aminoácidos (unidades básicas de las proteínas), los azúcares y las bases (adenina, guanina, etc.) que se encuentran en el ácido nucleico (los ácidos nucleicos son ADN y ARN) se formaron, dando como resultado una sopa diluida en el océano. En los últimos cincuenta años, numerosos experimentos basados en la teoría de la abiogénesis han tratado de reproducir las moléculas orgánicas más simples bajo condiciones que simulaban la atmósfera reductora de la Tierra primitiva. Se supone que la evolución de la primera célula viva llevó muchos millones de años, pero estos experimentos se basan en la conjetura de que es válido separar las reacciones químicas individuales en el laborato-

rio a fin de acortar el tiempo necesario para lograr los resultados. Los primeros experimentos liderados por Miller y Urey (p. ej., Miller, 1953; Miller y Urey, 1959) usaron recipientes cerrados de vidrio que contenían una atmósfera reductora artificial. Se agregaron los elementos necesarios para producir las moléculas biológicas y las chispas eléctricas proveyeron una fuente de energía para producir las reacciones químicas (Fig. 7.1). Otros investigadores usaron el mismo sistema o modificaciones del mismo con diversas fuentes de energía. Como estaba previsto según la teoría de la abiogénesis, estos experimentos dieron como resultado una variedad de moléculas orgánicas, incluyendo diecinueve de los veinte aminoácidos que se encuentran en las proteínas; azúcares incluyendo glucosa, ribosa y desoxirribosa; las cinco bases heterocíclicas que se encuentran en los ácidos nucleicos y muchas moléculas no biológicas. Los investigadores creyeron que habían reproducido los primeros pasos en el origen de la vida. Sin embargo, desde entonces se ha hecho evidente que su optimismo era prematuro.

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Figura 7.1 Aparato para experimentos clásicos del origen de la vida (según Keeton y Gould, 1986). Esquema de Robert Knabenbauer..

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Fe, razón y la historia de la Tierra

Los experimentos producen no sólo moléculas que son importantes biológicamente, pero muchas otras también, incluyendo aminoácidos que no ocurren en las proteínas biológicas. Por consiguiente, muchas de las complejas moléculas que se formarían naturalmente de ellas no serían proteínas biológicamente útiles, en realidad serían destructivas. Cualquier aminoácido, proteína o ácido nucleico que sí se formara muy probablemente reaccionaría con formaldehído u otras sustancias químicas para producir compuestos no adecuados para ser incorporados en un sistema biológico. Esto haría que muchas moléculas no pudieran participar en síntesis biológicas posteriores. Las fuentes que proveen energía para la síntesis de los aminoácidos y otras moléculas también descomponen esas mismas moléculas y las moléculas biológicas se degradan más fácilmente de lo que se forman. En otras palabras, los rayos ultravioletas y otros tipos de energía serían predominantemente destructivos. Este es un problema importante para la abiogénesis. Aún las moléculas que caen al océano no estarían a salvo ya que los rayos ultravioletas penetran decenas de metros debajo de la superficie y las corrientes oceánicas bastarían para traer a la superficie ocasionalmente las moléculas donde estarían sujetas a la destrucción. El resultado es que las moléculas biológicas sólo sobrevivirían en la “sopa primitiva” por un corto tiempo y el caldo estaría muy diluido. Se estima que la concentración de moléculas biológicas debe haber sido entre 10-7 a 10-12 molar, que es tan diluido como su concentración en el agua oceánica moderna en el Atlántico Norte (10-7 M). En los experimentos, este problema se supera usando una trampa que atrape y retenga las moléculas. Esto hace que las condiciones del experimento sean poco realistas porque, bajo condiciones naturales, no parece admisible una trampa para acumular los productos. Bajo condiciones

naturales, cualquier sopa primitiva que se pudiera imaginar en forma realista hubiera sido demasiado diluida para que ocurra la polimerización de macromoléculas. Además, para que el sistema funcione, se necesitaría un mecanismo para separar las moléculas biológicamente útiles de todas las demás. Hasta el momento, no se conoce tal mecanismo. Los graves problemas discutidos más arriba se oponen a la existencia de una sopa primitiva adecuada. Pero ya que sería necesario tener esa sopa primitiva o algún equivalente, para que ocurra el siguiente paso en la abiogénesis, analizamos el siguiente paso, la polimerización, como si hubiera suficiente evidencia de que la sopa primitiva o su equivalente realmente existieron. Las primeras versiones de la teoría de la abiogénesis daban por sentado que las primeras moléculas biológicas precursoras eran proteínas. Uno de los problemas principales de esta teoría es que cada uno de los aminoácidos puede ocurrir en dos formas, una forma D y una forma L, que son imágenes invertidas la una de la otra. Sin embargo, los sistemas vivos usan casi exclusivamente aminoácidos L. En las situaciones hipotéticas del origen de la vida no se conoce ningún mecanismo para seleccionar sólo aminoácidos L. Más recientemente se propone que la vida comenzó primero como sistemas basados en ARN que se autoreproducen formando un tipo intermedio de “vida pre-celular”, al que se refiere como un Mundo ARN. El ADN y las proteínas se incorporaron más tarde al sistema y el Mundo ARN finalmente fue reemplazado por la bioquímica que forma ahora a los seres vivos (Doudna y Cech, 2002; Joyce, 2002; Gesteland et al., 2006). Esta teoría se ve favorecida por la capacidad del ARN de actuar tanto como genes o como enzimas. Cuando en un protozoo se encontraron moléculas de ARN catalíticas que se autoempalman, eso estimuló el interés en el ARN como la base inicial de la vida. Además el sistema reproductor del ARN no requiere tantos componentes

El origen de la vida

como el sistema reproductor del ADN. Una vez que el sistema ARN hubiera evolucionado, el ARN podía transcribirse al ADN, permitiendo la transición a un sistema genético basado en ADN. Sin embargo, existen muchos problemas con la teoría del Mundo ARN (Gibson, 1993). El ARN es frágil y el desarrollo no asistido de las moléculas que se necesitan para que el sistema funcione, es muy remoto. El problema más serio es que la teoría del Mundo ARN trata de explicar cómo las moléculas de ARN se podrían formar en condiciones primitivas de la Tierra, pero no hace nada para explicar el origen de la información biológica, que discutiremos más abajo. La formación de macromoléculas por polimerización El siguiente paso en el proceso es la combinación de moléculas orgánicas simples para formar moléculas más grandes o macromoléculas, por polimerización. Los primeros experimentos daban por sentado que la vida comenzó con proteínas. Los aminoácidos se unirían en cadenas para formar las proteínas; los ácidos grasos formarían lípidos y, eventualmente membranas celulares; y las bases apropiadas y los azúcares se combinarían con fosfatos para producir ARN y ADN. Sydney Fox, de la Universidad de Miami, supuso que parte de la sopa orgánica salpicaría sobre roca volcánica caliente, el volcán secaría el agua y las reacciones en la sopa concentrada generada producirían moléculas complejas. Simuló este proceso en el laboratorio calentando una mezcla de aminoácidos puros y eliminándose el agua en forma de vapor. Este proceso produjo polímeros que contenían hasta 200 aminoácidos. Estos experimentos son muy poco naturales ya que las condiciones geológicas requeridas son improbables y el proceso no funciona a menos que comience con una mezcla de aminoácidos puros. No se conoce ningún proceso natural que genere

una mezcla de aminoácidos puros sin la ayuda de un químico. Un problema igualmente serio es que el experimento produjo secuencias aleatorias de aminoácidos que se mantenían unidos predominantemente con enlaces peptídicos β, γ y ε, que contienen aproximadamente un número igual de aminoácidos D y L. Un polímero tal se parece poco a las proteínas biológicas, que usan sólo enlaces peptídicos α y sólo aminoácidos L. Otros experimentos que utilizaron fuentes de energía diferentes y condiciones más probables, produjeron pequeños polímeros. Algunos usan arcillas laminadas para catalizar las reacciones de polimerización. Los reactivos se adsorben sobre la arcilla que las concentra y protege de reaccionar con el agua. Este tipo de reacción produce polímeros de hasta 50 unidades, pero sólo si comienza con aminoaciladenilatos ricos en energía en lugar de aminoácidos. La evidencia no indica que sea probable que ocurra una acumulación de estas moléculas en un ambiente natural. En los experimentos de abiogénesis, parece que aún más difícil que hacer las proteínas es formar ADN o ARN. Los nucleótidos se enlazan bajo condiciones experimentales, pero no forman un ADN helicoidal o una molécula de ARN. La formación de una estructura helicoidal requiere que los azúcares que forman parte del ADN/ARN estén unidos por eslabones específicos 3'-5' en lugar de eslabones 2'-5' predominantes en los experimentos de abiogénesis. A pesar de esto, estudios más recientes del origen de la vida proponen que la vida comenzó con ARN antes que con proteína. En resumen, los experimentos de abiogénesis han tenido bastante éxito en sintetizar aminoácidos pero constantemente fracasan en sintetizar proteína, ADN o ARN. Esto no sorprende cuando consideramos cuán simples son los aminoácidos en comparación con las proteínas o ADN/ARN.

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Mientras que los experimentos han sintetizado aminoácidos, constantemente fracasan en su intento de sintetizar proteína, ADN o ARN.

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Fe, razón y la historia de la Tierra

Las protocélulas y las primeras células vivas

Cualquier teoría de los orígenes debe explicar el origen de la información biológica.

Si se pudiera encontrar una forma de hacer la sopa primitiva, si hubiera reacciones que pudieran producir proteínas y ADN y si se formara una estructura protocelular conveniente para mantenerlas unidas, entonces tendrían que combinarse las macromoléculas correctas en la estructura precisamente correcta para producir un sistema vivo, de un metabolismo activo. Cualquier protocélula, que se formara bajo condiciones naturales, tendría que escapar de la destrucción al aumentar su complejidad bioquímica en exactamente la forma correcta para producir una célula primitiva capaz de sustentarse a sí misma al transformar y utilizar la energía, creciendo y reproduciéndose. El proceso de selección natural no contribuiría a la producción de esta primera célula. La selección natural no puede operar hasta que esté presente una célula que se reproduzca de modo que el proceso de retroalimentación de la selección natural pueda eliminar a los individuos menos aptos y de ese modo determinar las características que estarán presentes en los genes de la siguiente generación. En consecuencia, si la primera célula se formó por abiogénesis, tendría que suceder esencialmente por casualidad antes que por cualquier forma de selección natural. El origen de la información en la célula El rasgo que distingue a los sistemas vivos de los que no lo son no es el orden sino la complejidad de un tipo llamado “complejidad especificada”, que se definirá más abajo. Muchas estructuras inanimadas, tales como los cristales, tienen un orden preciso. Los cristales están compuestos de átomos en disposiciones espaciales ordenadas: secuencias repetitivas o periódicas de los componentes. Por contraste, la secuencia de unidades en las

proteínas y ácidos nucleicos no es para nada repetitiva o periódica, sino que las unidades ocurren en disposiciones complejas, no repetitivas. Así como una oración tiene sentido sólo si las palabras están en un orden específico, así también muchos de los aminoácidos deben estar en un orden específico para que una proteína sea funcional. Este es un ejemplo de “complejidad especificada”. Los componentes de las proteínas y los ácidos nucleicos no sólo son no-repetitivos; además están dispuestos en una secuencia que contiene la información necesaria para la construcción y funcionamiento de todo el sistema vivo. Estos conceptos son resumidos por Thaxton et al. (1984) (ilustración usada con permiso). 1. Una disposición ordenada (periódica) y por lo tanto especificada: FIN FIN FIN FIN Ejemplo: nylon o un cristal. 2. Una disposición compleja (aperiódica) no especificada: AGDCBFE GBAFED ACEDFGB Ejemplo: Polímeros aleatorios (polipéptidos). 3. Una disposición compleja (aperiódica) especificada: ¡ESTA SECUENCIA DE LETRAS CONTIENE UN MENSAJE! Ejemplo: ADN, proteína. Cualquier teoría del origen de la vida debe resolver la pregunta crítica del origen de la información biológica. El ADN en una célula es como un libro detallado de instrucciones con todas las instrucciones para la reproducción y el funcionamiento de un organismo, incluyendo las instrucciones para la correcta secuencia de los aminoácidos en cada proteína. Las células biológicas tienen la maquinaria para leer y llevar a cabo esas instrucciones. ¿Cómo llegó allí la información codificada en la secuencia de nucleótidos en el ADN? Pensemos en una biblioteca que contiene dos tipos fundamentalmente diferentes de entidades. La primera incluye las leyes naturales comunes a todo el

El origen de la vida

universo y los materiales sintetizados a través de la operación de esas leyes. La ley de la gravedad impide que los libros salgan flotando de sus estantes y los enlaces químicos específicos sujetan las moléculas de hierro en los estantes de libros y las moléculas de papel en las páginas de los libros. Estas leyes pueden describirse en términos cuantitativos y sus efectos son enteramente predecibles. Si tomamos un libro y lo soltamos, no tenemos que adivinar si caerá hacia arriba o hacia abajo. La segunda entidad en la biblioteca es la información. La secuencia de letras en las páginas representa ideas que fueron generadas por la inteligencia para transmitir mensajes específicos. No existen leyes naturales que especifiquen si la “n” vendrá antes de la “e” o si a la “t” seguirá la “h”. La secuencia de letras en una página no está controlada por ninguna ley natural, sino que es solamente el resultado del pensamiento y la planificación inteligentes. La información requiere una mente que la invente. Del mismo modo, nuestros automóviles funcionan por la acción de leyes naturales, pero las leyes naturales nunca diseñarán un automóvil. No hay nada en una ley natural que especifique la forma de un guardabarros o decida el tamaño de un pistón. Los automóviles deben ser inventados: diseñados por una inteligencia que tiene un plan en mente y que entiende cómo hacer funcionar las leyes de la naturaleza para encender el combustible y hacer que el automóvil funcione después que se diseñan y se arman sus partes. La vida también es el resultado de la interacción de las mismas dos entidades. Mucho de lo que sucede en el universo está gobernado por las leyes de la química y de la física. Aún en la biología y, hasta cierto punto, las leyes de la química son fuerzas controladoras importantes. Las características del oxígeno, carbono e hidrógeno controlan las formas posibles en las que se pueden conectar para hacer moléculas, tales como los aminoácidos. Podemos predecir que si ciertos elemen-

tos se unen bajo condiciones específicas, se producirán aminoácidos. Pero no importa cuántos aminoácidos se mezclen entre sí, no están vivos. La vida existe sólo si está presente, además, una entidad fundamentalmente diferente: la información. Esta información la llevan dos grupos de moléculas: los ácidos nucleicos (ADN y ARN) y las proteínas. Una proteína es una molécula lineal, larga, que consiste normalmente de cientos o miles de aminoácidos conectados como eslabones en una cadena (Fig. 7.2). Hay como veinte aminoácidos análogos a letras en el alfabeto que se conectan en diferentes secuencias para formar diversas proteínas, que deben doblarse en la forma tridimensional específica necesaria para la tarea bioquímica característica de cada proteína. Su secuencia de aminoácidos determinará si una proteína catalizará la liberación de energía en una célula, formará parte de la estructura ATP sintetasa o será completamente inútil, así como la secuencia de letras determina el significado de esta oración. Los veinte aminoácidos pueden unirse en cualquier secuencia: no hay leyes naturales que controlan si el aminoácido lisina se unirá más probablemente a la tirosina o a la alanina. Si hubiera tales leyes, limitarían las variedad de proteínas que pudieran existir; tal y como son las cosas, la variedad posible parece ilimitada de la misma forma que se pueden producir una ilimitada variedad de oraciones escritas. ¿De dónde proviene la información (secuencia de aminoácidos) en las proteínas? En un organismo vivo, la secuencia u orden de los aminoácidos está determinada por la secuencia de bases en el ADN y ARN. Estos ácidos nucleicos también son largas moléculas compuestas de secuencias de subunidades llamadas bases. Hay cuatro bases y las combinaciones de estas cuatro bases forman un código que especifican los veinte aminoácidos y también son como letras de un alfabeto (Fig. 7.3). Así como con las proteínas, no existen leyes naturales que especifiquen en qué orden ocurrirán las

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Figura 7.2 Una proteína representativa, compuesta de una cadena de aminoácidos. Reimpreso con permiso de Brand (2007).

Fe, razón y la historia de la Tierra

bases: la secuencia es como información que debe ser inventada. Aún el código que determina cuáles cuatro bases del ADN especifican el aminoácido alanina no es inherente a la estructura de alanina o ADN: es un código arbitrario que debe ser inventado. Funciona porque las células contienen moléculas portadoras, llamadas ARN de transferencia (ARNt) y cada uno de los veinte aminoácidos tiene su propio tipo de molécula portadora que se une a ella (Fig. 7.3). Cada molécula portadora (ARNt) también reconoce la señal de ARN especificando dónde enganchar su aminoácido a una nueva proteína que es sintetizada en la “fábrica de proteína” de la célula. Las instrucciones para construir estas moléculas de transporte de ARN también están especificadas en el ADN. No se puede enfatizar lo suficiente la importancia de este argumento: que la información debe ser inventada. Por ejemplo, comparemos la vida con el crecimiento de un cristal: si existen las condiciones químicas adecuadas, se formará un tipo específico de cristal. Por contraste, ninguna operación de leyes

naturales puede producir vida. La vida es una condición especial y muy improbable, que resulta sólo cuando la enorme biblioteca de información necesaria está presente. La vida no aparece automáticamente por causa de leyes naturales, por la misma razón que la ley natural no puede crear las obras de Shakespeare. Esas obras existen por los esfuerzos creativos de una personalidad que las pensó y escribió esa información sobre papel. ¿Podemos razonablemente suponer que las formas de vida originales aparecieron de cualquier otra forma que a través de la obra de un Diseñador creativo quien escribió la información necesaria en el ADN? Esta pregunta se halla en el centro de la controversia entre el naturalismo y el diseño inteligente. Las máquinas biomoleculares En la época de Charles Darwin, los científicos creían que la célula era tan sólo un poco de protoplasma que contenía un núcleo y estaba rodeado de una membrana. Algo tan simple podía evolucionar fácilmente, pero las investigaciones

El origen de la vida

en biología molecular del último medio siglo han destruido por completo ese concepto simplista de la célula viva. Cada célula en toda planta y animal funciona por el trabajo combinado de miles de tipos de pequeñas máquinas biomoleculares, cada una de las cuales tiene su tarea asignada que realizar. Para tener una idea de este mundo molecular, consideraremos sólo dos tipos de máquinas biomoleculares (véase Lodish et al., 2000, p. 643-646, 812-815). Podemos pensar en la primera como un burro, programado para llevar cargas a un destino en la célula. Cuando un producto químico debe llevarse de una parte a otra de la célula, debe empaque-

tarse para el transporte. Debe tener una dirección donde debe entregarse, un camino a esa dirección y un burro que la lleve. Nuestro burro está construido para viajar por caminos llamados microtúbulos, que son tubos largos y angostos que conectan diferentes partes de la célula. Una molécula compleja llamada kinesina sirve como una máquina molecular o “burro”. La kinesina (Fig. 7.4) es una molécula larga de proteína con dos ramas en un extremo que parecen piernas. La kinesina necesita energía para hacer su trabajo y la energía la suple la molécula ATP. Cuando el ATP está presente, las patas de la kinesina alternadamente se desprenden, avanzan y vuelven a unirse a

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Figura 7.3 Código genético. Izquierda: La estructura de ADN, con sus pares de bases (las bases son adenina [A], guanina [G], citosina [C] y timina [T] entre los dos filamentos de la doble hélice. T siempre se une con A y C siempre se une con G, para formar los pares de bases. El ADN se separa para formar dos hebras del ADN y de una de ellas, que es el patrón de ADN, se forma un solo filamento de ARN mensajero (ARNm) (en ARN la timina es reemplazada por uracilo [U]). Entonces las moléculas ARN de transferencia con sus aminoácidos conectados reconocen la secuencia de bases en el ARN mensajero, encuentran su propio lugar y ponen los aminoácidos en posición para que se puedan unir y formar una proteína. Derecha: Una muestra de codones de ARN (codón= una secuencia de tres bases que codifica un aminoácido específico o indica inicio o fin para la construcción de una proteína).

Figura 7.4 La proteína kinesina “camina” por un microtúbulo llevando una vesícula llena de algún producto químico hacia su destino (según Lodish et al., 2000). Reimpreso con permiso de Brand (2007).

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Figura 7.5 Un modelo de la estructura de ATP sintetasa, la máquina biomolecular que hace ATP (según Lodish et al., 2000). Reimpreso con permiso de Brand (2007).

Figura 7.6 Corte transversal de ATP sintetasa, mostrando tres pasos en la síntesis de ATP (según Lodish et al., 2000). Cortesía de Arthur Chadwick.

Fe, razón y la historia de la Tierra

un microtúbulo. La kinesina literalmente camina por el microtúbulo. El otro extremo de la kinesina es un área especializada que puede reconocer el tipo de carga que debe transportar y unirse a ella. Un proceso molecular diferente empaquetó la carga de productos químicos en un contenedor llamado vesícula. La kinesina se une a la vesícula apropiada, de algún modo encuentra el “camino” microtubular correcto y camina por él y entrega su carga en la dirección indicada. Ésto es sólo el comienzo. Hay muchas variedades de moléculas de kinesina. Algunas viajan hacia el extremo de carga positiva del microtúbulo y otras viajan hacia el extremo de carga negativa. Y cada clase de kinesina además se une y lleva un tipo específico de vesícula de cargamento. Y éste es solo uno de los mecanismos de transporte que utilizan las células para entregar los productos donde se los necesita.

¿Dónde se originó esa molécula de ATP, con su paquete de energía? La respuesta la encontramos en nuestra segunda máquina molecular, llamada ATP sintetasa. Esta máquina, localizada en membranas de la célula, está formada por varias subunidades proteicas complejas (Fig. 7.5). Los protones fluyen a través de la parte A, haciendo girar la parte M como el eje de un motor eléctrico. Una leva de forma asimétrica está conectada a la parte M que gira. La parte B está unida a la membrana y a la parte F, la fábrica que produce ATP. La Figura 7.6 muestra un corte transversal en el medio de la parte F y la secuencia de eventos al girar la leva dentro de la parte F, cambiando la forma de las subunidades de la parte F. En la posición 1 se abre una ranura en la superficie de F, y el ADP y el fosfato inorgánico se unen a la ranura. Luego la leva gira a la posición 2 y la leva cambia la forma de la ranura, y ADP y el fosfato se unen más fuertemente a la ranura. Entonces en la posición 3 se forma ATP y al girar nuevamente a la posición 1 se libera el ATP para ir a proveer energía para la kinesina u otras máquinas en la célula. Por supuesto, todo el proceso es mucho más complejo de lo que indica esta simple descripción, pero aquí se dan una idea de la increíble complejidad y precisión de las operaciones químicas de la célula. Sin estas máquinas moleculares, no habría célula viva. La teoría de la abiogénesis tiene la obligación de convencernos de que todas estas máquinas pudieron originarse sin un inventor inteligente. Las teorías alternativas de la abiogénesis Diversas teorías intentan proporcionar un mecanismo más probable para la abiogénesis. Algunos dicen que la vida comenzó con las proteínas y otros piensan que comenzó con el ARN o sugieren que modelos de arcilla influyeron en la organización de las primeras formas de vida. Otra idea es que las primeras células

El origen de la vida

se formaron en minerales microscópicos tipo celdas de panal de abeja que contenían sulfuro de hierro (Whitfield, 2002). Otra propuesta es que la vida evolucionó bajo condiciones de temperatura muy elevada, en agujeros hidrotermales o en lo profundo de la tierra (Gold, 1999). Algunos de estos mecanismos que se han propuesto podrían incrementar el índice de reacciones bioquímicas, pero no tienen ninguna posibilidad de proporcionar un medio de especificar la información biológica: la secuencia de subunidades en las proteínas y los ácidos nucleicos. En algunos sistemas físicos que están lejos del equilibrio, puede aparecer espontáneamente el orden (Nicolis y Prigogine, 1977; Kauffman, 1993; Shanks y Karsai, 2004), como la corriente de aire organizada en un tornado o la estructura intrincada de un copo de nieve. Lo que se quiere dar a entender es que podrían existir mecanismos de ordenamiento propio inherentes a la materia que facilitan el origen de la vida. Pero los ejemplos dados, tales como los copos de nieve y los tornados, operan a un nivel físico simple y de ninguna manera se comparan al concepto propuesto de mecanismos de ordenamiento propio en los seres vivos. Estos mecanismos físicos no tienen ningún modo de separar las moléculas orgánicas útiles para la vida o de favorecer la formación efectiva de macromoléculas y hacer que las proteínas y el ADN se formen con un contenido de información biológicamente apropiado. Behe (2000) hace una crítica adicional a estos asuntos (también véase Brand, 2008). Las teorías acerca de los orígenes de la vida y consideraciones filosóficas Como la selección natural no pudo operar antes de que hubiera organismos vivos que se reproducían, la abiogénesis naturalista no puede escapar del papel importante del azar en el origen de la

vida. Cualquiera sea la versión de la teoría de abiogénesis que uno prefiera, en última instancia se debe recurrir a un argumento resumido por Richard Dawkins en El relojero ciego (1986): “¿Cuál es el mayor evento particular de simple y pura coincidencia, pura y genuina fortuna milagrosa, con el que se nos permita salir impunes en nuestras teorías y todavía poder decir que tenemos una explicación satisfactoria de la vida?” Dawkins no usa la palabra “milagro” de la manera que una persona religiosa lo haría. Simplemente cree que la cantidad de suerte necesaria para el origen de la vida, aunque parezca milagrosa, está todavía dentro de los límites de la razón. Pero expresa su fe y nada más. ¿Tolerarían los científicos esa clase de pensamiento en relación a cualquier otro asunto? Por supuesto que no. Así que ¿por qué lo aceptan aquí? ¿En qué difiere la dependencia del intervencionista en la acción divina para el comienzo de la vida? ¿Es uno menos científico que el otro? Es imposible entender plenamente cómo se ocupa la ciencia de la cuestión de los orígenes a menos que comprendamos el papel dominante que juega la hipótesis del naturalismo en el pensamiento científico actual (Johnson, 1991). La explicación del origen de la vida es decisiva para el debate filosófico. Sin duda la abiogénesis es uno de los eslabones más débiles en la teoría naturalista sobre los orígenes. Pero si se admite que el origen de la vida requiere del intervencionismo informado, el naturalismo ha recibido su golpe mortal. En consecuencia, para que el naturalismo sobreviva, se debe mantener la teoría de la abiogénesis, no importa cuál sea la evidencia. Si uno admitiera que las teorías naturalistas no pueden explicar adecuadamente el origen de la vida y que la intervención informada podría ser necesaria en este caso, entonces las únicas preguntas que quedan son: ¿Cuáles fueron la naturaleza y los límites de la intervención? o ¿Cuáles son los límites del proceso de la evolución? Esas preguntas son incompatibles con el

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La abiogénesis tiene la obligación de convencernos de que es realmente posible la complejidad bioquímica sin un inventor inteligente.

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principio mismo del naturalismo estricto como lo entiende la ciencia actualmente. Si se acepta el naturalismo, entonces uno debe creer en alguna forma de evolución bioquímica, no importa cuál sea la evidencia. Esto significa que uno debe creer en esta “pura y genuina fortuna milagrosa”. En otras áreas, donde la ciencia estudia procesos que pueden ser observados y verificados experimentalmente, ese tipo de pensamiento jamás se acepta. En el paradigma del naturalismo la “fortuna milagrosa” no se piensa que es realmente milagrosa si hubo suficiente tiempo para que ocurra un evento tan improbable. Usando la ilustración tan repetida: si les diéramos máquinas de escribir a millones de monos y les permitiéramos golpear las teclas durante un tiempo suficientemente largo, existe la probabilidad de que por casualidad reprodujeran las obras de Shakespeare. Si determinamos el número de letras y espacios en todas esas obras podríamos calcular la probabilidad de conseguir la secuencia correcta por casualidad. Esta puede parecer una comparación muy razonable a la posibilidad de que ocurra la abiogénesis por casualidad, pero hay otros factores que debemos incluir en nuestros cálculos. Estos incluyen la probabilidad de que monos sin entrenamiento recuerden poner nuevo papel en blanco en las máquinas de escribir en el momento correcto, de otros monos ordenando en forma apropiada las páginas mecanografiadas y que las obras sean completadas antes de que a las páginas se las lleve el viento, las destruyan las fuerzas de la naturaleza o las coman los insectos. Estos riesgos son análogos a la gran variedad de riesgos potenciales en cualquier sopa primitiva, capaces de descomponer las moléculas complejas antes de que pudieran acumularse y unirse en las combinaciones adecuadas para formar una parte simple de una célula viva. En realidad, se puede tener todos los monos que se quiera y se les puede dar tantos millones de años como se desee, pero a causa de esos riesgos, nunca pro-

ducirán ni siquiera una página de una obra de Shakespeare. Y sostengo que la abiogénesis nunca producirá un ser vivo, porque demasiadas fuerzas obran en contra de la prolija organización al azar, de las miríadas de moléculas orgánicas necesarias para la vida. Las discusiones sobre los cálculos de probabilidades de la abiogénesis no tienen sentido si no toman en cuenta esos riesgos. La sugerencia de que un diseñador dio inicio al universo y lo organizó para que produjera vida en forma natural, no resuelve el problema por un par de razones. En primer lugar, los riesgos y dificultades para la abiogénesis presentados más arriba son hechos que se observan en el mundo biológico, no importa cómo haya comenzado el universo. Además, todavía se requiere una explicación para la información biológica necesaria para las primeras células vivas y todos los demás tipos de organismos. Aún si un diseñador ha puesto en marcha el universo, debe haber un mecanismo que genere esa información, ya sea por azar o por las leyes de la física y la química. No parece haber un mecanismo para esto (véase capítulo 13). Por lo tanto, postular a un diseñador que solamente puso en marcha el universo no cambia en realidad la naturaleza del problema. Tampoco explica cómo llegó el mundo de los seres vivos, a ser como es. La segunda ley de la termodinámica ¿hace que sea imposible la evolución? La segunda ley de la termodinámica declara que la energía se mueve naturalmente de un estado más organizado a uno menos organizado. Un argumento creacionista común es que la segunda ley no sólo hace que la abiogénesis sea imposible sino también la evolución de mayor complejidad. Ese puede parecer un argumento atractivo, pero a menudo se lo aplica mal.

El origen de la vida

Un sistema vivo sólo podría escapar de lo que implica la segunda ley y evolucionar al aumentar la complejidad, si estas cosas estuvieran disponibles: 1. Un sistema abierto (entrada de energía al sistema —en la Tierra el aporte de energía proviene del sol). 2. Una cantidad de energía adecuada (hay suficiente energía). 3. Un sistema de transformación de la energía que permitiera la utilización dirigida de esa energía (fotosíntesis y mitocondrias en seres vivos). 4. Un sistema para controlar la transformación de energía. Aunque nuestra Tierra es un sistema abierto, que recibe energía del sol, se necesitan sistemas biológicos complejos de transformación de la energía y de control de la misma (puntos 3 y 4) antes de que la energía solar pueda ser usada en la abiogénesis. No parece que esos sistemas estuvieran disponibles en la Tierra primitiva antes de que hubiera vida. Ésta, entonces, es la razón más importante de por qué el origen de la vida es un problema para la filosofía naturalista —junto con el problema del origen de la información biológica y las máquinas biomoleculares. ¿Cómo debería ocuparse la ciencia del origen de la vida? Cuando no existe una evidencia concreta para los eventos que están en el pasado remoto, la ciencia tiene serios obstáculos, pero puede explorar maneras posibles en que los hipotéticos procesos podrían haber ocurrido y examinar su plausibilidad (Thaxton et al., 1984). Es más factible descartar posibilidades no realistas que determinar qué hipótesis es correcta, especialmente en un tema difícil como el origen de la vida. Una persona puede elegir dar por sentado que la vida se originó por procesos naturalistas y entonces usar intencionalmente el método científico para determi-

nar los procesos más probables para que ese evento sucediera. Si la persona es honesta en cuanto a la elección filosófica que hace, defenderé el derecho de cualquiera a tomar esa postura, aunque estoy convencido que el esfuerzo fracasará. Muchos individuos van un paso más allá y niegan la validez intelectual y científica de cualquier otro planteamiento que no sea el naturalismo. Pero cuando la abiogénesis se reduce a “fortuna milagrosa”, ¿qué diferencia fundamental existe entre elegir creer en el origen de la vida por medios naturalistas a pesar de la falta de evidencia que lo respalde, y elegir creer en el intervencionismo informado? ¿Es la ciencia una búsqueda de la verdad con una mente abierta o un proceso cerrado que acepta sólo ciertas respuestas sin importar la evidencia o la falta de ella? Ambas teorías están basadas en la fe en una filosofía particular. Los simpatizantes de ambos puntos de vista tienen razón en elegir su filosofía, pero ninguna de las dos puede ser verificada o refutada por la ciencia. Al considerar la microevolución, la especiación y el registro fósil, existe abundante evidencia, aunque no siempre sea conclusiva. ¿Qué evidencias pueden encontrarse en las rocas para demostrar si las formas de vida originales evolucionaron de materia inerte sin ayuda informada? ¿Podemos ser lo suficientemente honestos para decir “los científicos no tienen respuesta para esa pregunta”? Ningún científico ha observado la historia de este mundo. Cuando consideramos las cuestiones últimas acerca de los orígenes, es probable que cualquier respuesta tenga aspectos que son difíciles de aceptar o entender. Los científicos se preguntan qué salió mal cuando las encuestas de opinión pública indican que la mayoría de las personas todavía creen en un creador. Tal vez el público tomaría más en serio la ciencia si la comunidad científica no fuera dogmática en una cuestión como el origen de la vida, lo cual es realmente sólo una elección filosófica.

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Es imposible entender cómo se ocupa la ciencia de la cuestión de los orígenes a menos que comprendamos el papel que juega el naturalismo en el pensamiento científico.

102 Fe, razón y la historia de la Tierra

Cada nuevo descubrimiento en biología molecular hace más serio el desafío a la teoría de la abiogénesis.

Pronostico que cuando miremos hacia atrás al siglo veintiuno desde, digamos, el siglo veintitrés, nuestro conocimiento de la bioquímica y de la complejidad de la vida habrá avanzado al punto que la teoría de que la vida pudo originarse sin intervención informada será vista como un área de ingenuidad en el pensamiento científico corriente. El concepto básico de la abiogénesis se originó antes de que tuviéramos una comprensión avanzada de la célula. Cada nuevo descubrimiento en biología molecular hace más serio el desafío a la teoría de abiogénesis. Esto no es una repetición del fenómeno del dios-de-los-vacíos; es lo opuesto. Hace doscientos años, se invocaba la acción de Dios para explicar cosas que no se entendían de otro modo. Al acumularse la información, se hizo claro que muchos problemas podían resolverse por la acción de leyes naturales. Pero los avances en la bioquímica hoy en día no reducen los problemas para la abiogénesis. Cuanto más información se acumula sobre la naturaleza de la vida, tanto más nos indica que la ley natural no tiene la respuesta para el origen de la vida. Unos pocos científicos llegaron a la conclusión que la evolución bioquímica no pudo haber sucedido en esta Tierra y que debe haber sucedido en otra parte. Francis Crick (de fama de Watson y Crick), científico ganador del Premio Nobel,

ha propuesto la teoría de panspermia dirigida (Crick y Orgel, 1973; Crick, 1981). Esta teoría propone que las primeras formas de vida evolucionaron en alguna otra parte del universo, fueron traídas aquí, y luego procedieron a evolucionar en muchas formas de vida diferentes. ¿Es esta una opción científicamente satisfactoria? A efectos prácticos, parece ser otra hipótesis no verificable. Es una manera de salvar la filosofía del naturalismo, o sea, hacer frente a la improbabilidad de la abiogénesis sobre el planeta Tierra pero todavía trabajar dentro de las reglas del naturalismo. ¿Por qué la ciencia no puede ser lo suficientemente razonable para admitir como una posibilidad la existencia de un Diseñador? Parte de la razón es la creencia común de que una filosofía no-naturalista destruiría el método científico. Esto no necesita ser así. Podemos pensar de formas diferentes y todavía usar el mismo proceso científico para estudiar nuestro universo. La diferencia principal yace en nuestra disposición a aceptar la posibilidad de la existencia de un Ser con el conocimiento y la habilidad para crear los primeros seres vivos y nuestra disposición de admitir, si fuese necesario, que el paradigma naturalista todavía no puede resolver algunas cuestiones (y tal vez nunca pueda hacerlo).

Capítulo 8

Microevolución y especiación

Microevolución: pequeños cambios dentro de las especies. Especiación: desarrollo de nuevas especies. Megaevolución: cambios que producen nuevos grupos de organismos.

La creencia en la Edad Media de que los animales y las plantas no cambian (fijismo o constancia de las especies) fue reemplazada por la teoría de la evolución de Darwin, publicada por primera vez en 1859. La teoría de Darwin se desarrolló antes del comienzo de disciplinas como la genética y biología celular y molecular. La acumulación de nueva información desde los días de Darwin (Mayr, 1996) ha producido algunas modificaciones en su teoría original. Consideraremos la interpretación actual de la teoría de la evolución. La teoría evolutiva se puede subdividir convenientemente en microevolución, especiación y megaevolución (véanse la Tabla 8.1 y la Fig. 8.1). La microevolución se refiere a cambios evolutivos relativamente pequeños dentro de las especies de organismos. La especiación es el desarrollo de nuevas especies. La megae-

Tabla 8.1 Subdivisión de la teoría de la evolución

volución, un término definido por Simpson (1944, p. 98) pero no usado comúnmente, se refiere a cambios evolutivos importantes que producen nuevos grupos de organismos incluyendo nuevas familias y cualquier categoría taxonómica superior al de familia. Un término usado más comúnmente es macroevolución, pero variaciones en la definición de ese término limitan su utilidad en este libro. Una definición frecuente de macroevoluión, como se usa en la literatura científica, es evolución por encima del nivel de especie (Ridley, 2004). Algunos intervencionistas la definen en forma diferente, lo cual lleva a confusión. Por consiguiente, en la mayor parte de los contextos, el término megaevolución es más útil que macroevolución en nuestra discusión. Si varias nuevas especies de ratones evolucionan de una especie ancestral de ratón, los cambios son generalmente en color, tamaño, proporciones del cuerpo, comportamiento, preferencia de hábitat y otros aspectos menores. Todos estos ratones permanecen como mamíferos de sangre caliente, vivíparos que tienen pelo y glándulas mamarias. El desarrollo de nuevas especies de ratones a partir de las especies originales no requiere la evolución de ninguna nueva estructura y probablemente no incluye nuevos genes. Esto es microevolución y especiación. Por contraste, la evolución de un ratón a partir de un antepasado reptil requeriría el desarrollo de nuevas características

Microevolución y especiación

importantes tanto anatómicas como fisiológicas que no existen en el antepasado y el desarrollo de conjuntos de nuevos genes que contengan las instrucciones para la estructura y desarrollo embriológico de estas nuevas características (Fig. 8.1). Por ejemplo, las estructuras inmensamente complejas y el mecanismo de control endócrino necesario para el desarrollo y nacimiento de una cría viva, las glándulas mamarias para alimentarla, un cerebro más grande y complejo, y el mecanismo para mantener el metabolismo y la sangre caliente de un mamífero. Este nivel de cambios es megaevolución. La microevolución Tanto los evolucionistas como muchos intervencionistas reconocen que ocurren cambios microevolutivos. Muchos de los procesos involucrados en la microevolución pueden observarse o son respaldados por evidencia que es circunstancial, pero abundante. Se produce un exceso de individuos. La mayoría de los animales producen muchos más huevos o crías de lo

necesario para mantener el tamaño de su población. La hembra de los ratones de campo de una especie en particular produce un promedio de cuatro camadas por año, con cuatro crías por camada. Si todas las crías vivieran para reproducirse una vez, la descendencia de sólo una pareja original, después de veinte años, llegaría al número de 2.59 x 1018 de ratones. Si los paráramos uno al lado de otro sobre la tierra, formarían una pila de 27.810 kilómetros de altura sobre toda la superficie terrestre. Si mira por la ventana notará que no se ve tanta cantidad de ratones por allí. El tamaño de las poblaciones animales es, en término medio, bastante estable, lo que significa que la mayoría de la prole no vive mucho tiempo o, por lo menos, no logra reproducirse con éxito. El ejemplo del ratón sería insignificante comparándolo con otros animales tales como insectos o peces que producen cientos o miles de huevos por hembra por año. Los individuos no son todos iguales. Aún cuando la pila de ratones de 27.810 kilómetros incluye sólo una especie, habrá variaciones evidentes en

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Figura 8.1 La especiación dentro de los reptiles y dentro de los ratones comparada con la megaevolución: evolución de categorías superiores desde un antepasado común. Cada símbolo animal representa una especie. Los cambios microevolutivos ocurren dentro de cada especie. Esquema de Robert Knabenbauer.

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Figura 8.2 Algunas de las numerosas mutaciones en las moscas de fruta (género Drosophila) que han sido producidas en el laboratorio (según Villee, 1977). Ilustración de Robert Knabenbauer.

Fe, Razón y la Historia de la Tierra

sus características, tales como diferencia en tamaño, color, comportamiento, potencial reproductivo y estado de alerta. Nuevas variaciones surgen a través de los procesos de mutación y recombinación genética. Las mutaciones son cambios en los genes, el material que determina lo que cada individuo hereda de sus padres. Varias cosas pueden causar mutaciones: distintas clases de radiación (p. ej., rayos X, radiación cósmica, radiación de reacciones nucleares), ciertos productos químicos o factores dentro de las mismas células. Si la mutación no es letal puede pasar a las generaciones siguientes y eventualmente extenderse a través de toda una población de animales. La Figura 8.2 ilustra algunas de las numerosas mutaciones que se han producido en las moscas de la fruta en el laboratorio. Una buena cantidad de las mutaciones son perjudiciales. La recombinación aumenta la cantidad de diferentes combinaciones de características en una población de animales. La recombinación es el cambio en el material genético que ocurre durante la reproducción sexual. Es un proceso comparable a barajar un mazo de cartas. Supongamos que un ratón hembra de

cola corta, orejas cortas y pelaje claro se aparea con un macho de cola larga, orejas largas y pelaje oscuro. La cría puede mostrar toda clase de combinación de estas características. Las variaciones que observamos en animales domésticos indican la enorme variabilidad genética que puede ocurrir por medio del proceso de mutación y de recombinación (Fig. 8.3). La selección natural. La mutación y la recombinación son procesos esencialmente fortuitos, no ocurren porque el animal las necesite. También es producto del azar qué combinaciones de características aparecen como resultado de la recombinación. Sin embargo, hay otro factor importante en el desarrollo de razas de animales domésticos. Un criador de animales que nota un individuo con una combinación de características altamente deseables no permite que el azar determine la contribución de este individuo al producir la siguiente generación. El criador pone a este animal deseable como parte de su ganado de reproducción para asegurarse de que sus características pasen a tantas crías como sea posible. La cría selectiva de animales con las características que queremos ha producido caballos más veloces, perros Collie

Microevolución y especiación

con hocicos más largos, vacas que producen más leche y una raza de gallinas de exhibición con plumas de la cola de tres metros y medio. Las patas cortas de los Dachshunds (perro salchicha), hocicos chatos de los bulldogs, pelo enrulado de los caniches y vuelo en picada de algunas palomas de exhibición (en realidad un desorden nervioso) son ejemplos de las mutaciones que probablemente no sobrevivirían en la naturaleza pero que se han preservado por la cría selectiva. Darwin y otros se preguntaban si habría procesos naturales que dieran como resultado cría selectiva. En realidad, encontramos que ciertos individuos tienen una probabilidad natural mayor de sobrevivir y producir crías. Este proceso, llamado la selección natural, se define como “reproducción diferencial de organismos genéticamente distintos” (Avers, 1989, p. 13). Los individuos con características adaptadas a su medio ambiente tienen las mayores posibilidades de sobrevivir y reproducirse con éxito. En los mismos valles de Alaska viven lobos y caribúes. A los lobos les gusta

comerse al caribú, pero el lobo sólo puede cazar a los que están enfermos, son lentos o están poco alertas. Hasta un caribú muy joven con una salud y vigor normales puede correr más rápido que un lobo. Los esquimales tienen un dicho: “El lobo mantiene fuerte al caribú”. Esto es selección natural en acción. La habilidad de los lobos de cazar sólo los caribúes más débiles elimina selectivamente a estos individuos de la población reproductiva. La selección natural generalmente opera en una forma no tan dramática como la carrera entre un caribú y un lobo. Los cambios en la frecuencia genética son la expresión más precisa de los resultados de la selección natural. Los genes aparecen en diferentes formas llamadas alelos. Por ejemplo, en el caso de un gen que afecta el color de los ojos, algunos individuos pueden tener el alelo para ojos azules, algunos tienen el alelo para ojos marrones y otros tienen ambos (en este caso, ya que el marrón es dominante, sus ojos son marrones). Cada individuo en una especie tiene una combinación

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Figura 8.3 Algunas de las muchas variedades de animales domésticos. La paloma de las rocas es una especie salvaje. Todas las demás variedades de palomas, gallinas y perros que se muestran aquí se produjeron por cría selectiva (según Moore, 1964; Clark, 1979). Ilustración de Robert Knabenbauer.

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La selección natural favorece a los individuos con características adaptadas a su medio ambiente.

Fe, Razón y la Historia de la Tierra

diferente de alelos de genes en sus cromosomas que determina sus características. Si cualquier factor (presión selectiva) hace más probable que los individuos con una característica particular sobrevivan y se reproduzcan con éxito, el alelo con esta característica se vuelve más común en la población. En el oeste de los Estados Unidos, una especie de tuza o topo (pocket gopher) vive en una amplia variedad de hábitats. En áreas desérticas, donde viven en arena de color muy claro, su pelo es del color de la arena. En lugares de mayor vegetación con tierra más oscura, su pelo es más oscuro y coincide con la tonalidad del suelo. Una tuza con el color equivocado de pelo llamaría la atención y sería vista más fácilmente por un depredador. Ahora estamos listos para resumir los componentes principales del proceso de la microevolución. Cualquier especie dada de animales o plantas produce un número excesivo de crías y muchas, en realidad una buena cantidad de ellas, mueren antes de reproducirse. Ya que estas crías varían a causa de las mutaciones y recombinaciones, algunas tienen cualidades que aumentan sus posibilidades de supervivencia. Esa misma variación lleva a diferencias en la cantidad de crías que producen los que llegan a reproducirse. Por lo tanto, es más probable que los individuos mejor adaptados alcancen su edad reproductiva y de ese modo tengan mayor probabilidad de contribuir genes —los transmisores de esas características— a la siguiente generación. Esto es selección natural. Hay muchas cosas complejas en la teoría de la evolución que van más allá de lo que hemos considerado aquí. Por ejemplo, influyen en la composición genética de una especie no sólo la selección natural sino también cambios al azar en la frecuencia de los genes lo que se denomina deriva genética. Otra influencia, el efecto fundador, ocurre cuando la evolución de una nueva especie comienza con una pequeña población que consiste de individuos que no representan el

promedio de la población ancestral. Por ejemplo, si los individuos que son grandes para esta especie se mudan a un nuevo ambiente y comienzan una nueva población, sus crías conservarán esta característica de tamaño grande y será una característica de la nueva especie. Cuando una pequeña población queda aislada, las influencias como el efecto fundador y la deriva genética pueden ser factores importantes al moldear las características de la especie que se generó. Para una discusión más completa de la teoría de la evolución ver algunos de los libros recientes (Mettler et al., 1988; Maynard Smith, 1989; Grant, 1991; Coyne y Orr, 2004; Ridley, 2004; Futuyma, 2005). No todos los científicos evolucionistas están de acuerdo en que factores como la deriva genética y el efecto fundador jueguen un papel importante en la microevolución y la especiación (Coyne y Orr, 2004). La selección natural ¿es un concepto circular? A veces se ha criticado la selección natural como un razonamiento circular. Según esta crítica, la teoría de la evolución declara que sobrevivirá el más apto y define aptitud como aquellos que sobreviven. Esto lleva a la conclusión de que aquellos que sobreviven, sí sobreviven. La teoría de la evolución ¿es tan superficial? Un argumento en contra de esa conclusión (Kitcher, 1982, p. 55-60) afirma que el concepto de aptitud no es circular porque los genetistas de las poblaciones que analizan aspectos matemáticos pueden definir la aptitud en términos precisos, cuantitativos. La crítica del razonamiento circular no se sostiene, pero por una razón diferente. La aptitud, como se la define en genética de la población, es un término matemático que describe la probabilidad de que alelos de genes particulares se esparcirán en la población y favorecerán la supervivencia de individuos con esos alelos. Por consiguiente, se basa esencialmente en la supervivencia y, en un sentido estricto, es

Microevolución y especiación

circular. Su propósito simplemente es permitir análisis cuantitativos de la difusión de características en las poblaciones animales o vegetales, no demostrar que los conceptos de selección natural y aptitud sean significativos. Sin embargo, detenernos aquí tergiversa el asunto. La genética de las poblaciones se basa sobre la convicción de que existen razones objetivas por las cuales es más probable que sobrevivan algunas características. No es difícil entender que es más probable que los predadores pasen por alto las mariposas nocturnas con un mejor camuflaje, que los conejos que corren más rápido escapen de más predadores o que los insectos con un gen que les da resistencia ante un insecticida tengan más probabilidades de sobrevivir. La selección natural y las diferencias en aptitud que genera son una realidad, pero las relaciones entre los animales son complejas como también las presiones selectivas que los afectan. Es difícil que un estudio de estos factores sea cuantitativo e indicador. Un análisis preciso de los factores que determinan, en cualquier situación natural dada, qué caracteres tienen mayor aptitud es desafiante, pero no se basa en un razonamiento circular. Evidencia abundante muestra que el proceso de selección natural ocurre (Endler, 1986; Weiner, 1995). Pero ¿cuánto cambio se puede producir por los procesos de mutación, recombinación y selección natural? Esto lo consideraremos en los capítulos 9 y 13. Aquí nos concentraremos en la relación entre la microevolución y el desarrollo de nuevas especies. La especiación La teoría de la evolución propone que la evolución no sólo hace que el pelo de los topos (pocket gopher) sea más parecido al color del suelo en su hábitat, sino que bajo las circunstancias adecuadas también produce nuevas especies. Los biólogos definen una especie como una población o un grupo de poblaciones de animales que se entrecruzan entre sí pero

que no se reproducen con otras poblaciones (Mayr, 1970). Las muchas razas de perros domésticos se ven muy diferentes, sin embargo, se cruzan entre sí. Por definición, esto hace que todos los perros domésticos sean miembros de una especie. Por otro lado, muchas especies parecidas de animales salvajes viven lado a lado en la naturaleza sin ninguna evidencia de aparición de híbridos. Las diferencias entre estas especies salvajes pueden ser pequeñas, pero son consistentes e incluyen rasgos que les impiden entrecruzarse. Se cree que el desarrollo de nuevas especies se da a través de los procesos de aislamiento geográfico, adaptación a nuevos ambientes y el desarrollo de aislamiento reproductivo. El aislamiento geográfico. Existen muchas diferencias de opinión acerca de los detalles del proceso de especiación (p. ej., Gibbons, 1996; Goldschmidt, 1996; Morell, 1996; Via, 2001; Coyne y Orr, 2004; Barluenga et al., 2006; Mavárez et al., 2006; Mallett, 2007). Pero según el concepto de especiación que tiene el mejor respaldo en la evidencia, dos poblaciones de animales primero se separan geográficamente antes de que ocurra la especiación. Por ejemplo, si las ardillas listadas (chipmunks) viven en dos cadenas montañosas y también en los bosques entre ambas cadenas, permanecen como una especie. Aun cuando las ardillas listadas en una cadena montañosa pueden ser un poco diferentes de las de la otra cadena, el entrecruzamiento en toda la especie hace que haya suficiente mezcla y que se compartan los genes o sea flujo de genes, que impide que se separen en dos especies diferentes (Fig. 8.4). Sin embargo, si entre las montañas hubiera una franja desértica y las ardillas listadas no entran al desierto, estarían aisladas geográficamente. Los dos grupos no tienen oportunidad de entrecruzarse y de ese modo no existe flujo de genes entre ellos. La adaptación y el aislamiento reproductivo. Si los ambientes sobre las dos cadenas montañosas fueran diferentes, la selección natural junto con la deriva genética puede ser la causa de que dos grupos de ardillas listadas lleguen a ser diferentes también. Si sus diferencias les

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Algunos científicos cuestionan el poder de la microevolución, pero su única alternativa es otro proceso naturalista.

Figura 8.4 Ámbito geográfico de las ardillas listadas (chipmunks), (a) sin aislamiento geográfico y (b) con aislamiento geográfico.

Fe, Razón y la Historia de la Tierra

impiden entrecruzarse, se han convertido en especies diferentes. Una especie de salamandra (Ensatina eschscholtzi) en California puede ilustrar un estado incipiente en el desarrollo de una nueva especie. A Ensatina se la encuentra en las montañas alrededor del valle central de California (Fig. 8.5). Se entrecruzan a lo largo de toda la larga cadena excepto donde la cadena de la Sierra Nevada se encuentra con la cadena costera en el sur de California. Allí no se entrecruzan. Sin embargo, algunos investigadores interpretan que estas poblaciones son especies diferentes que se han puesto en contacto y se hibridizaron (Coyne y Orr, 2004). Existe una variedad de mecanismos que producen este aislamiento reproductivo. En algunos casos, las especies son tan diferentes genéticamente que aún si se aparean, sólo producen crías estériles (como la mula) o tal vez ninguna cría en absoluto. A menudo los mecanismos de aislamiento reproductivo son más sutiles. Algunas especies que en el laboratorio logran entrecruzarse y producir híbridos viables y fértiles, no se entrecruzan en la naturaleza por diferencias en el hábitat o el comportamiento. Por ejemplo, en algunos casos, dos especies de ardillas listadas viven en la misma cadena montañosa, pero una especie vive en los bosques de pino Pinyon (piñón), a baja elevación (snm) y la otra vive sólo en los bosques de pino Lodgepole, a mayor eleva-

ción. Por consiguiente, no tienen oportunidad de entrecruzarse. Dos especies de moscas de la fruta viven en las mismas áreas y se reproducen en la misma época del año, pero una especie limita su reproducción a las horas de la mañana y la otra se reproduce sólo al anochecer. En muchos animales, se mantiene el aislamiento reproductivo por sus rituales de apareamiento que son únicos para cada especie. Por ejemplo, parte del cortejo de aves canoras, ranas, sapos y algunos insectos es el canto de cortejo o grito del macho. El canto es diferente para cada especie y las hembras responden sólo al canto de su propia especie. La síntesis neo-darwiniana En la época en que vivió Charles Darwin, no se sabía prácticamente nada acerca de la genética o biología molecular. Los científicos evolucionistas saben hoy mucho más que Darwin en muchos de estos campos de la biología. En las décadas de 1930 y 1940 se desarrolló la síntesis neo-darwiniana, una versión moderna de la teoría de la evolución y una síntesis de nuevas ideas en genética, biología de las poblaciones, biología matemática y paleontología (Mayr, 1996). Algunos científicos dudan de que el proceso microevolutivo extrapolado a lo largo del tiempo sea adecuado para producir cambios más importantes. Sugieren que en una evolución a mayor

Microevolución y especiación

escala debe participar un mecanismo diferente que en la microevolución y que suceda rápidamente. Una buena cantidad de los científicos llegan a la conclusión de que no hay dudas de que ocurrió la evolución; la única cuestión es por medio de qué proceso o mecanismo naturalista ocurrió. Hay muchas preguntas y discusiones acaloradas sobre ese tema. ¿Puede un creacionista creer en el proceso evolucionista? Charles Darwin observó abundante evidencia para cambios microevolutivos y especiación en animales y plantas. Esto lo llevó a rechazar el creacionismo rígido de su tiempo. Los intervencionistas de hoy creen que el error de Darwin y de algunos de sus contemporáneos fue equiparar la creencia en la creación con una creencia en el fijismo de las especies. Varias líneas de razonamiento nos llevan a rechazar la idea de que todas las espe-

cies fueron creadas tal como existen hoy. La variación que observamos en animales domésticos nos dice que el sistema genético es capaz de cambios considerables. La cría selectiva ha producido perros que van desde el Pekinés hasta el San Bernardo, gallinas con plumas de cola de tres metros y medio y caballos que varían desde el imponente Clydesdale y otras razas de tiro hasta las miniaturas del tamaño de perros. Esta evidencia, por sí sola, no demuestra que lo mismo ocurriría en la naturaleza, pero sí muestra que está presente el potencial genético para la microevolución y la especiación. El intervencionista también debe explicar otro tipo de evidencia —el origen de parásitos y otras fuerzas destructivas en la naturaleza. La anatomía y fisiología de muchos parásitos está altamente modificada para depender del parasitismo como un modo de vida. A Darwin le molestaba mucho la idea de que un Dios benevolente hubiera creado estas cosas

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Figura 8.5 Distribución de sub-especies de salamandras (Ensatina eschscholtzi) en California (según Eaton, 1970). Ilustración de Robert Knabenbauer.

A Darwin le molestaba mucho la idea de que un Dios benevolente hubiera creado cosas destructivas y repulsivas en la naturaleza.

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Figura 8.6 Varias especies de los pinzones de Darwin y de las tortugas gigantes de las Islas Galápagos (según Stebbins, 1971). Ilustración de Robert Knabenbauer.

Figura 8.7 Las trece especies de ardillas listadas (chipmunks) de California y la ardilla listada del este, Tamiasstriatus. Ilustración de Mark Ford.

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repulsivas y destructivas en la naturaleza y con razón (Hunter, 2001, 2007). El antiguo concepto del fijismo de las especies hacía responsable a Dios por todo en la naturaleza, sea bueno o malo. Un enfoque intervencionista más coherente sugiere que Dios diseñó la naturaleza para que operara armoniosamente y que algunos rasgos del mundo biológico se han desarrollado a través de la evolución desde la creación. Ampliamos más este concepto en los capítulos 9, 12 y 13.

Cuando Darwin visitó las Islas Galápagos, descubrió que los pinzones y las tortugas gigantes son un poco diferentes en cada isla (Fig. 8.6). Esto (y numerosos casos similares) lo llevó a preguntarse si realmente Dios hizo una especie diferente en cada isla o si cada una pudo haberse desarrollado por evolución. Esa es una pregunta importante y hoy en día se ha progresado en entender los controles moleculares detrás de las variaciones en las formas de los picos de los pinzones en las Galápagos (Patel, 2006). De las veintidós especies de ardillas listadas (chipmunks) en los Estados Unidos, trece aparecen en California y muchas de éstas están restringidas a California. Las diferencias entre ellas (Fig. 8.7) son bastante pequeñas y tienen que ver con la variación en patrones de color, tamaño, comportamiento, ecología y proporciones de los huesos. Algunas tienen puntas blancas en los pelos de la cola y otras tienen puntas amarillas. Algunas tienen rayas de colores vivos y contrastantes, mientras que otras son menos contrastantes. Sus cortos chillidos son lo suficientemente diferentes como para, después de alguna práctica, poder

Microevolución y especiación

identificarlas sólo por sus llamados (Brand, 1970, 1976). Algunas viven en el bosque abierto, mientras que otras prefieren los matorrales densos o bosques con muchos matorrales y troncos. Ciertamente las diferencias entre estas especies de ardillas listadas no parecen tan grandes como las diferencias entre muchas razas de perros. Pero como las diferentes ardillas listadas no se entrecruzan, son especies diferentes. Cada especie vive en su propia extensión geográfica específica (Fig. 8.8). Eutamias sonomae aparece sólo en los matorrales de chaparral del noroeste de California. E. panamintinus se encuentra sólo en el bosque semidesértico de pinos Pinyon al este de las montañas de la Sierra Nevada y E. alpinus se limita a las praderas de las montañas rocosas por encima de los 3.000 metros de altura en la Sierra Nevada. ¿Hizo Dios estas especies de ardillas listadas y las puso donde están? Ciertamente pudo haberlo hecho, pero la evidencia parece indicar que no lo hizo de esa manera. Es más probable que él hiciera animales con el potencial para

gran variabilidad genética: la habilidad de adaptarse, por medio de la microevolución y de la especiación, a nuevos hábitats y cambios climáticos que habrían de enfrentar después de ser creados. Vemos que esto se reafirma aún más si tomamos en serio la posibilidad de una catástrofe geológica global y reconocemos que las cadenas montañosas y las condiciones climáticas, que determinan la distribución de las ardillas listadas, ni siquiera existían en su forma presente hasta después de la catástrofe. Tal vez las ardillas listadas originales se esparcieron a través de Asia (existe una especie allí) y a Norteamérica, donde grupos de ardillas listadas colonizaron muchas áreas diferentes y se adaptaron a las condiciones locales para producir veintidós especies. Cuando una especie, como la especie ancestral de ardillas listadas, da origen a varias nuevas especies, cuando las diferentes poblaciones se adaptan a nichos ecológicos distintos, ese proceso se llama radiación adaptativa. La palabra “evolución” significa cambio. Pruebas fehacientes indican que este proceso de evolución genética (o alguna

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Figura 8.8 Extensión geográfica específica de las ardillas listadas en California (según Johnson, 1943; Hall, 1981). Mapa de Carole Stanton.

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Figura 8.9 Varias especies de ratones de campo del género Microtus. Ilustración de Mark Ford.

Figura 8.10 Varios géneros de ratones de campo. Los géneros Lemmus y Dicrostonyx son lemmings de la región ártica. Ilustración de Mark Ford.

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variación de la misma) realmente ocurre y produce nuevas variedades y nuevas especies. Observemos brevemente sólo uno más de los muchos ejemplos similares que podríamos examinar: el ratón de campo o de las praderas. Estos pequeños ratones de orejas cortas están por todo el mundo y viven predominantemente en zonas de pastizales, en sistemas de túneles que cavan con sus dientes a través de la vegetación. Los ratones de campo más famosos son los lemmings en el Ártico. En la Fig. 8.9 se muestran algunas de las muchas especies de ratones de campo en el género Microtus. Son todos bastante parecidos, tan parecidos como las especies de ardillas listadas. Investigando un poco más se descubren varios géneros más de ratones de campo no muy diferentes a Microtus (Fig. 8.10). Se clasifican como

géneros diferentes porque cada uno tiene ciertas características que difieren consistentemente de Microtus y unos de otros, pero estas diferencias son todavía relativamente menores. Incluyen variaciones en el diseño de las coronas de los dientes, diferencias en las características de los dedos de las patas y de las garras, y diferencias menores en la proporción de los rasgos anatómicos. No parece inconcebible que todos estos géneros se desarrollaron de un ancestro creado. Hasta el ratón almizclero y el ratón almizclero de cola redonda están en la misma subfamilia que los ratones de campo. Difieren mayormente en el tamaño y en unas pocas adaptaciones para la vida en el agua (Fig. 8.11). ¿Podrían haberse originado del mismo ancestro creado que los ratones de campo? Tal vez sí. Pero ¿no dijo Moisés...? Alguno puede presentar la objeción de que la Biblia dice que Dios creó las especies animales tal como lo son ahora. Las únicas declaraciones bíblicas que podrían interpretarse de esa manera son las expresiones “según su especie” en algunas traducciones de la Biblia. Pero no se puede demostrar que la frase “según su especie” sea una declaración técnica genética que indica que cada especie permanecería sin alterara. Más probablemente indicaría que los vástagos serían semejantes a sus padres. Además, la frase “según su especie” se usa una sola vez en relación a la orden de multiplicarse, y se la interpreta de esa manera sólo en algunas traducciones (Génesis 1,11-12, RVA). El resto del tiempo se la usa en conexión con la declaración de que algo fue creado o en referencia a los tipos de animales que entraron en el arca (Gibson, 2007). La frase original en hebreo puede traducirse de más de una manera. Algunas traducciones inglesas modernas usan la declaración que se entiende más fácilmente “Dios hizo las diferentes clases de animales sobre la Tierra” (Génesis 1,25, La Biblia, Una traducción Americana) en lugar de “Hizo Dios los animales de la

Microevolución y especiación

Tierra según su especie” (Génesis 1,25, RVA). El hecho de que los grupos principales de organismos, incluyendo los tipos que se supone son altamente evolucionados como las plantas de flores (árboles frutales) y los seres humanos, estuvieran presentes al final de la semana de la creación, indica que la teoría de la megaevolución no es compatible con el intervencionismo bíblico. Pero Génesis no parece decir nada en contra de los procesos de microevolución y, tal vez, hasta de algunos aspectos de la macroevolución, por lo menos hasta el desarrollo de nuevos géneros. Existe una fuerte evidencia científica a favor de la microevolución y la especiación, y la Biblia no dice nada en contra de ellas. Los intervencionistas hoy no tienen razón para dudar de su validez. Están incorporadas como parte de la “teoría de la intervención informada”. La teoría de cómo ocurre la microevolución y la especiación es, en cierto modo, la misma para los intervencionistas y los evolucionistas naturalistas. Sin embargo, cuando la historia de la vida comienza con la creación de los tipos básicos de vida, hay algunas diferencias fundamentales en el proceso de la microevolución. En el capítulo 9 discutiremos estas diferencias y cómo los nuevos descubrimientos en genética influyen en ellas. Uno sólo puede preguntarse qué habría sucedido en la biología, durante el siglo pasado, si Darwin hubiera leído más cuidadosamente su Biblia y aprendido que no niega la evolución de nuevas especies. Si hubiera desarrollado una teoría de la evolución dentro de los límites de los grupos creados, ¿hubiera tenido la ciencia tanto éxito como lo ha tenido? Probablemente sí. Los intervencionistas y otros científicos pueden estar de acuerdo sobre la microevolución, especiación y algo de macroevolución. De este modo, la investigación en estas áreas no se vería afectada por las preferencias filosóficas del investigador. El intervencionista discrepa sobre la cuestión de la megaevolución y

propone límites para los cambios que puede producir la evolución. Esto sugiere que algunos tipos de investigaciones actuales no son útiles. En su lugar uno puede preguntarse: “¿Cuáles son los límites del cambio evolutivo?” “¿Cuáles eran los límites de cada uno de los grupos originales?” (Wise, 1992; Scherer, 1993; Wood, 2002, 2008; Wood y Murray, 2003). La teoría de la evolución naturalista no se hace tales preguntas. Asume que todos los grupos de plantas y animales surgieron por la evolución. Los límites de los cambios evolutivos no son fáciles de definir debido a la incertidumbre que enfrentamos en el estudio de cosas que sucedieron en el pasado remoto. De todas formas, es una pregunta que vale la pena tratar de responder. La Biblia no da mucha información específica para ayudarnos a determinar cuántos cambios evolutivos han ocurrido desde la creación. Sobre este tema, como muchos otros, la Biblia sólo da los principios importantes para guiar nuestro pensamiento y deja los detalles para desafiar nuestra curiosidad. Algunos afirman que si aceptamos la microevolución, no tenemos razón para cuestionar la megaevolución, la evolución de los grupos mayores de organismos. ¿Es verdad esto? Si aceptamos la microevolución, ¿conduce eso a aceptar la evolución de todo? No necesariamente. Discutiremos las razones en los capítulos 9 y 13.

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Figura 8:11 Parientes de los ratones de campo, el ratón almizclero de cola redonda (Neofiber alleni) y el ratón almizclero (Ondatra zibethicus). Ilustración de Mark Ford.

La evidencia científica está a favor de la microevolución y la especiación, y la Biblia no dice nada en contra de ellas.

Capítulo 9

La teoría del intervencionismo y los cambios biológicos

Las ideas intervencionistas dan una mejor comprensión de cómo funciona la microevolución y la especiación.

El capítulo 8 resumía la teoría neo-darwiniana sobre cómo ocurre la microevolución y la especiación por medio de la mutación y la selección natural. Este proceso realmente parece que ocurre, pero ¿es la explicación completa de los cambios biológicos que se ven en la naturaleza al nivel de las especies? Y ¿existe evidencia genética para respaldar la afirmación darwiniana de que la microevolución y la especiación a lo largo de mucho tiempo darán también como resultado la megaevolución? Hasta algunos científicos que aceptan la filosofía naturalista tienen dudas acerca de la capacidad de la síntesis neo-darwiniana para explicar la evolución de la vida (Carroll, 2000). En el capítulo 13 trataremos más extensamente ese tema y nos preguntaremos si los mecanismos genéticos conocidos pueden explicar la megaevolución —el origen de todas las formas de vida El origen y la dirección de los cambios evolutivos Las dos teorías difieren en cuanto a si los rasgos biológicos existentes se originaron por diseño o por mutación y selección natural. También difieren en relación a si el cambio evolutivo ha generado mayor complejidad a lo largo del tiempo o si la mayor complejidad biológica estaba presente desde el principio. El evolucionismo naturalista. Según la teoría de la evolución naturalista,

todos los nuevos genes o nueva información genética, en última instancia, surgieron por mutación y recombinación. Las mutaciones ocurren al azar y una buena parte es nociva y perjudica la aptitud o adaptación del individuo a su medio ambiente (Cain, 1989; Maynard Smith, 1989). Durante la reproducción sexual se forman nuevas combinaciones de material genético. Otros procesos transfieren el material genético de una parte del genoma a otra o aún entre organismos (transferencia genética lateral). La selección natural elimina los cambios nocivos y preserva las combinaciones disponibles que se adaptan mejor en el medio ambiente del organismo para maximizar el esfuerzo reproductivo exitoso (Endler, 1986; Weiner, 1995). Con el tiempo se desarrollaron nuevos elementos del sistema genético, para hacer funcionar o no los genes según lo requirieran diversas condiciones ambientales, como también un sistema de genes que saltan de lugar (o elementos transponibles o transportables: transferencia genética lateral), segmentos de ADN que pueden producir cambios genéticos al moverse de un lugar del genoma a otro. A lo largo del tiempo, estos procesos evolucionaron para formar nuevas estructuras anatómicas y sistemas fisiológicos que no existían antes. El intervencionismo. La complejidad en las plantas y en los animales fue el resultado de un diseño inteligente. El

La teoría del intervencionismo y los cambios biológicos

punto más alto de la complejidad de la vida sobre la Tierra ocurrió en su mismo comienzo. Los organismos fueron diseñados con un sistema genético capaz de generar variabilidad para la adaptación fisiológica a condiciones cambiantes y la intención era que produjeran nuevas especies que serían variaciones de las que existían. Al principio, este proceso no involucró el elemento principalmente destructivo de las mutaciones al azar. Utilizó el potencial de variabilidad incorporado al sistema genético, incluyendo un repertorio de genes creados que podían activarse o apagarse y el sistema de genes que saltan como parte del sistema de control genético. Las primeras poblaciones de las especies originales no eran todas iguales —había una variación considerable en sus características— y el sistema genético probablemente era capaz de generar una diversidad adicional cuando fuera necesario dentro de cada grupo creado. Al pasar el tiempo, los cambios en el medio ambiente dieron como resultado radiación cósmica y otros mecanismos que produjeron mutaciones al azar, en realidad, daños genéticos aleatorios. Las mutaciones de los mecanismos que copian el ADN y que usan la información del ADN para fabricar proteínas darían por resultado errores en la copia de ADN y, por lo tanto, mutaciones adicionales. Ya que estas mutaciones al azar son mayormente nocivas, deben controlarse los daños para impedir que se extinguiera la vida. La selección natural ha sido el agente que ha eliminado los individuos menos aptos y asegurado que, en promedio, los que se reproducen son los más sanos y mejor adaptados al ambiente en el que viven. Dentro de cada grupo de organismos, dos componentes básicos han participado en el origen de nuevas variaciones morfológicas o de comportamiento. El primero es la selección de aquellos individuos con alelos más adecuados al ambiente, dando como resultado la adaptación a las condiciones cambiantes por el

proceso de la microevolución. Un ejemplo de este tipo de adaptación al ambiente es el desarrollo del pelaje oscuro de un roedor que vive sobre suelo oscuro (Dodson y Dodson, 1985, p. 194). Otro ejemplo es la adaptación en el comportamiento de las marmotas a las diferencias en el clima (Barash, 1974). Las marmotas se adaptan a áreas alpinas con veranos cortos (por ende una temporada de crecimiento corta) siendo sociales, no-agresivas y coloniales, lo que facilita una larga relación padre-hijo. A las crías les lleva dos años alcanzar la madurez sexual. En climas más templados, a menor elevación, las jóvenes marmotas alcanzan la madurez sexual en un verano y establecen su propio territorio. Esta interacción padre-hijo aparentemente reducida ha permitido a esas marmotas ser más agresivas y territoriales. Este proceso de adaptación no necesariamente involucra aumento o disminución de complejidad, ni la evolución de nuevos genes o estructuras. Si se lo controla genéticamente, tal vez podría implicar que los genes se activen o apaguen por señales ambientales. De ese modo, se podrían generar nuevas características por genes anteriormente inactivos. La pérdida de la información genética Un segundo componente que tiene parte activa en el origen de la variación es que en los organismos, desde su mismo origen, existe una tendencia hacia la pérdida de información genética. Ejemplos son la pérdida de la habilidad de volar de algunas aves e insectos y pérdida de la visión en algunos organismos que viven en cuevas. El intervencionismo propone que la pérdida de información genética jugó un papel más amplio del que se piensa generalmente. El evolucionismo naturalista. Ya que una buena cantidad de las mutaciones es nociva, está latente la pérdida real de información genética a menos que la selección natural sea capaz de eliminar

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Figura 9.1 Una representación del genoma total de una especie, y el centro de información genética vital necesaria para la vida.

Fe, razón y la historia de la Tierra

las mutaciones perjudiciales. Una especie animal tiene una cierta cantidad de material genético, parte del cual es absolutamente vital para la supervivencia. Otra porción de la información genética es opcional, incluyendo rasgos físicos y de comportamiento que las especies pueden perder (o desactivar) y todavía ser viables (Carson, 1975) (Fig. 9.1). El medio ambiento influirá sobre qué rasgos entren en esta categoría. La pérdida de la habilidad de volar probablemente condenaría a una buena cantidad de los pájaros a la extinción. Sin embargo, sobre una isla sin depredadores, perder la habilidad de volar podría no ser un problema y hasta podría ser una ventaja en una tormenta tropical que puede arrastrar a los pájaros que vuelan hacia el mar abierto. Se conoce una cantidad de especies de aves que no vuelan y una buena cantidad habita en islas (Diamond, 1981). En esta situación, el vuelo es optativo, ilustrando cómo es posible una cierta cantidad de pérdida genética. Otros posibles ejemplos de pérdida genética son las salamandras de cuevas que son ciegas y parásitos que no tienen un sistema digestivo. ¿De dónde provienen los parásitos como las tenias? Las tenias no tienen algunos órganos que otras lombrices noparásitas tienen. Les falta el tubo digestivo y son esencialmente un sistema reproductivo altamente desarrollado que vive en el intestino de su huésped. Todo el alimento que necesita lo absorbe a

través de la piel. En esta situación, la tenia no necesita un tubo digestivo sino simplemente una manera de reproducirse y mantener su ubicación. Tal vez originalmente las tenias eran simbióticas con su huésped. O, si las tenias ancestrales vivían libres y sus tubos digestivos normales mutaron, la pérdida de esos tubos no hubiera sido una desventaja por el alimento disponible de su huésped. En tales situaciones un organismo puede perder mucho más de lo que es posible en otros ambientes y todavía ser viables. Algunos parásitos degenerados pueden ejemplificar el cambio por pérdida de información. El intervencionismo. La teoría intervencionista acepta las explicaciones dadas más arriba para las aves que no vuelan, las salamandras ciegas de las cuevas y, por lo menos, algunos parásitos. La teoría intervencionista, que se presenta aquí, también propone que una pérdida de información genética ha sido responsable no sólo en casos extremos sino que ha sido una parte sutil, pero importante, de los cambios genéticos en animales y plantas desde su creación original. El siguiente ejemplo de posible pérdida de información es probablemente más típico que el tipo de pérdida experimentada por algunos parásitos o por salamandras ciegas. William Dilger estudió el comportamiento de las cotorras rizadas (lovebirds) africanas del género Agapornis, que son miembros de la familia de los loros (Dilger, 1960, 1962). Colocó las especies de cotorras rizadas en una secuencia evolutiva. En un extremo están las especies que no tienen rasgos especializados como las otras cotorras rizadas. Tienen colores ordinarios, rituales de cortejo simples y construyen nidos toscos. Las especies en el otro extremo del árbol genealógico son aves con colores más brillantes que exhiben un cortejo más complejo y construyen nidos que son más elaborados. La interpretación original de la filogenia de las cotorras rizadas era que las cotorras ordinarias, con menos características

La teoría del intervencionismo y los cambios biológicos

únicas, estaban cerca del comienzo del árbol genealógico. Las especies más coloridas eran las que habían evolucionado más. Pero ¿cómo podemos estar seguros de que los cambios no resultaron en sentido inverso? La suposición inicial era que estas cotorras rizadas habían evolucionado de otros tipos relacionados de pájaros. Si fuera así, uno debería suponer que las especies con los caracteres menos especializados de las cotorras rizadas están más cerca de la base del árbol genealógico de las cotorras rizadas. Si no suponemos que todas las criaturas han evolucionado en forma progresiva (en esta instancia, de otra clase de pájaro), también podemos considerar la opción de que su evolución fue a la inversa, comenzando con las especies que tenían los caracteres más destacados de las cotorras rizadas. Desde el origen de estas cotorras rizadas, algunas especies han perdido distinta cantidad de información genética, según las presiones selectivas a las cuales estaban expuestas cada una de las poblaciones. Lo que se perdió fueron algunos de los rasgos que no eran vitales para la supervivencia. Otro ejemplo proviene de muchos años de investigación por parte de los microbiólogos sobre las bacterias. Existe un vasto complejo de especies bacterianas y se ha hecho evidente que los cambios genéticos, que se sabe han ocurrido en bacterias, son principalmente por la pérdida de información genética o una degradación del genoma o, en un menor grado, por transferencia horizontal de genes desde otras bacterias, más que por la introducción de nuevos genes novedosos por medio de la evolución (p. ej., Cole et al., 2001; Mira et al., 2001; Brosch et al., 2002; van Ham et al., 2003; Ochman, 2005; Brown, 2006). Aducimos que los organismos hoy en día son, en general, menos complejos y menos adaptables, y, que las interacciones entre organismos en los ecosistemas, están menos a punto que al comienzo de la vida sobre la Tierra. En una buena cantidad de los casos, la selección natural

tiende a retrasar la pérdida de información al eliminar los individuos defectuosos, a menos que el medio ambiente permita o favorezca la pérdida genética. Sin embargo, esto, a veces, puede ser sólo una pérdida aparente de genes que se desactivan o se suprimen. El resultado del proceso de pérdida genética postulado más arriba es que, aunque ha aumentado el número de especies de cotorras rizadas, la tendencia todavía es hacia la pérdida de información. Muchas especies son altamente especializadas (menos adaptables) y viven sólo en un nicho ecológico estrictamente restringido. La teoría de la evolución naturalista reconoce que grupos de organismos pueden dividirse en muchas especies, cada una adaptada a un nicho específico. Esta especialización puede estar acompañada de pérdida de rasgos o habilidades que son necesarias para especies con aptitudes más variadas. Hinegardner (1976) indica que las especies con menor cantidad de ADN tienden a ser más especializadas. Sin embargo, ocurren excepciones a esta tendencia. Tal vez esto indica que algunos genes se desactivan (en off), no se pierden. La teoría que consideramos aquí propone un concepto similar, excepto que el proceso comenzó con un abundante despliegue de formas de vida creadas. Desde la creación original de los organismos, poblaciones que eran originalmente adaptables con un alto nivel de información genética, a menudo se han vuelto altamente especializadas, posiblemente con menos información genética funcional por especie. Durante este proceso, muchos taxones también se han dividido en numerosas especies, cada una especializada. La división de los grupos originales en muchas especies especializadas de hoy en día no es sólo el último episodio menor en la historia de la vida, sino una parte importante del cambio que ha ocurrido desde que comenzó la vida sobre esta Tierra. La Figura 9.2 ilustra las diferencias básicas entre las dos teorías.

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Las interacciones entre organismos en los ecosistemas están menos a punto que al comienzo de la vida sobre la Tierra.

120 Fe, razón y la historia de la Tierra

Figura 9.2 Comparación de las implicancias de las dos teorías de los orígenes. El árbol filogenético inferior muestra un aumento de la complejidad a través del tiempo. El árbol superior (para los mismos organismos) muestra orígenes independientes para los grupos principales, seguidos por especiación y alguna reducción de complejidad a través del tiempo.

La selección natural Tanto el evolucionismo naturalista como el intervencionismo informado reconocen que la selección natural es un factor importante en el proceso de la microevolución, pero el papel específico de la selección natural difiere en las dos teorías. El evolucionismo naturalista. La teoría naturalista del cambio evolutivo comienza con las materias primas aleatorias provistas por mutación y recombinación. La selección natural es el proceso clave que se eleva por encima de la calidad fortuita de la mutación y selecciona los rasgos apropiados para mejorar la adaptabilidad de los organismos. Una buena cantidad de las mutaciones es nociva, pero la selección natural es eficaz al eliminar las mutaciones más destructivas y preservar las beneficiosas. En consecuencia, el efecto neto es hacia arriba, hacia una adaptación al medio ambiente mejorada (Fig. 9.3A) y la evolución de nuevos genes y nuevas estructuras.

Intervencionismo. Tanto el evolucionismo naturalista como el intervencionismo informado reconocen que la selección natural es un factor importante en el proceso de la microevolución, pero el papel específico de la selección natural difiere en las dos teorías. La teoría intervencionista reconoce las mismas fuerzas pero sugiere que el equilibrio de fuerzas es diferente. Edward Blyth anticipó la teoría de la selección natural de Darwin, pero Blyth no era un evolucionista. Veía la selección natural como una fuerza conservadora que mantiene las especies eliminando los individuos débiles (Eiseley, 1979). Lester y Bohlin (1989) han sugerido que Blyth estaba más en lo correcto que Darwin y que los cambios evolutivos ocurren sólo dentro de ciertos límites. El intervencionismo sugiere que la mutación y la selección natural no pueden producir un aumento en la complejidad generando nuevos genes y órganos. Los animales sólo pueden cambiar dentro de las restricciones de su potencial genético original y retardar el deslizamiento hacia la aniquilación que

La teoría del intervencionismo y los cambios biológicos

ocurriría si no se mantuviera a raya la acumulación de mutaciones perjudiciales. La selección natural casi puede contrarrestar los efectos nocivos de la mutación, pero el cambio evolutivo neto es levemente hacia abajo (Fig. 9.3B). La selección natural actúa como un freno ante la eliminación de muchos individuos debilitados por las mutaciones y, de ese modo, retrasa las fuerzas destructivas que pueden venir por las mutaciones al azar. Esta teoría de selección natural no es, en realidad, una idea nueva o radical. No parece ir en contra de los datos disponibles. Hay científicos no intervencionistas que cuestionan si en realidad la selección natural puede hacer algunas de las cosas que la síntesis neo-darwiniana dice que hace (Bakker, 1985; Lovtrup, 1987; John y Miklos, 1988; Carroll, 2000; Conway Morris, 2000; Lönnig y Saedler, 2002; Wagner y Stadler, 2003). No sugieren que los animales fueron creados, sino que el proceso tradicional de mutación puntual y selección natural no es el proceso que genera cambios evolutivos significativos. La teoría intervencionista lleva esta conclusión un poco más allá. Reconoce que la selección natural es una fuerza importante y que realmente ocurre la microevolución, pero cuestiona si la mutación y la selección natural puedan generar nuevas estructuras significativas y vida compleja (Bracht, 2002). Profundizaremos en este tema en el capítulo 13. Las tasas de evolución Ambas teorías aceptan la realidad de la microevolución y la especiación. Difieren en cuanto a cuán rápidamente entienden que ocurrió la evolución, cuánto cambio puede ocurrir y en algunos aspectos del proceso de cambio evolutivo. Evolucionismo naturalista. Toda nueva variabilidad es en última instancia el resultado de cambios genéticos fortuitos. El reajuste del material genético provee muchas nuevas combinaciones de rasgos sobre los cuales puede actuar la selección natural, pero la materia prima

sólo la provee la mutación al azar. La causa de las mutaciones no tiene en cuenta las necesidades del organismo y una buena cantidad de las mutaciones son nocivas. Parece que algunos factores, tales como genes mutantes o condiciones ambientales pueden controlar los índices de mutación, pero los índices evolutivos son generalmente muy bajos. La microevolución como también los cambios morfológicos importantes y la megaevolución requieren una gran cantidad de tiempo. El intervencionismo. Aún cuando a menudo se piensa que los intervencionistas son anti-evolucionistas, el hecho es que los intervencionistas que proponen una vida joven (reciente) creen en un proceso de cambio morfológico mucho más rápido y efectivo que los no intervencionistas. Tienen un período más corto para la evolución de una gran cantidad de especies y géneros de organismos. Proponemos que esto es realista. En primer lugar, los taxones mayores existían desde el principio. Todo lo que se necesita es un proceso de diversificación dentro de cada taxón mayor. La teoría intervencionista no depende de la evolución de nuevas estructuras y rasgos bioquímicos a través de mutación y selección natural. Más bien, el cambio se produce por una separación del potencial genético creado al comienzo, de alguna pérdida de información y por expresión genética diferencial. El cambio evolutivo neto ha sido hacia abajo o hacia la pérdida de información. De

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Figura 9.3 El equilibrio de fuerzas naturales según (A) la teoría naturalista y (B) la teoría intervencionista.

122 Fe, razón y la historia de la Tierra

Los intervencionistas que proponen una vida joven creen en un proceso de cambio morfológico mucho más rápido y efectivo.

ese modo, el proceso evolutivo no ha dependido de mutaciones benéficas poco frecuentes. Utiliza el alto nivel de información genética que fue parte del diseño original. Cuando la influencia del medio ambiente permite cambio adicional por pérdida de información (o que se desactiva), las numerosas mutaciones nocivas, cuyos efectos mantiene a raya la selección natural, también apresuran el proceso de cambio biológico. De ese modo, el índice de cambio genético sería mucho más alto de lo pronosticado por la teoría naturalista. Según la teoría presentada aquí, buena parte de la diversidad taxonómica actual ha sido el resultado de cambios evolutivos limitados luego de una catástrofe mundial. Los grupos originales de plantas y animales se diversificaron en multitudes de especies al adaptarse para llenar los nichos específicos cuando cambiaron las condiciones después de la catástrofe. Si consideramos tales condiciones y las comparamos con factores que se sabe favorecen los cambios genéticos rápidos, descubrimos que serían idealmente favorables para un camb i o r á p i d o. C o n s i d e r e m o s e s t a s condiciones. 1. Una abundancia de nichos potenciales desocupados a los cuales se podían adaptar los organismos. Los animales que han colonizado con éxito las islas, especialmente grupos de islas, a menudo han desarrollado una gran cantidad de especies. Los ejemplos incluyen las numerosas especies de moscas de la fruta y los azucareros (ave) de Hawai. Aparentemente, esta especiación se vio facilitada por los nichos abiertos y la falta de competencia que generaron (Ford, 1964, cap. 2). 2. Antes del desarrollo de ecosistemas maduros y equilibrados, la dinámica de las poblaciones sería inestable. Esta situación daría como resultado un colapso de la población: las poblaciones de animales se expanden, todos los genotipos sobreviven, hasta que acaban su provisión de alimentos o hasta que las pobla-

ciones de depredadores, que también se expanden, los alcanzan. La reducción dramática de la población, que se genera, produce un estrechamiento de la población (un tiempo con pocos individuos en la población) lo cual favorece la especiación. Aquellos individuos mejor adaptados a nichos particulares tienen las mejores oportunidades de sobrevivir al drenaje. Varias o muchas especies podrían originarse simultáneamente por unas series de estos ciclos (Carson, 1975; Mettler et al., 1988, p. 295). 3. Cambios geológicos y medioambientales rápidos favorecerían la separación de organismos en poblaciones aisladas, facilitando la especiación (Mayr, 1970). Esto puede haber sido de particular importancia para los organismos acuáticos, plantas e invertebrados terrestres, que probablemente habrían sobrevivido la catástrofe global en muchos bolsones aislados y distribuidos sobre la Tierra. Al mudarse los animales sobre un mundo vacío después de la catástrofe, se abrirían oportunidades casi ilimitadas para ocupar nuevos nichos disponibles y formar nuevas especies. En esta situación, los ecosistemas inicialmente habrían sido simples y relativamente inestables. Hasta que se desarrollaran ecosistemas maduros, probablemente habrían ocurrido muchas fluctuaciones de población. Esto, junto con cambios geológicos rápidos en el período de recuperación después de la catástrofe, dividiría a los animales en poblaciones más pequeñas. El resultado sería un mayor potencial para cambios biológicos muy rápidos después de la catástrofe global (tal vez la situación más favorable para la especiación que podríamos imaginar). El ritmo de cambios se haría más lento al estabilizarse la dinámica de las poblaciones. Los ecosistemas y los nichos se llenaron con especies cada vez más especializadas y los ecosistemas se hicieron más complejos y equilibrados. Lo que esta teoría propone en términos generales es que dadas las condiciones favorables, la evolución dentro del

La teoría del intervencionismo y los cambios biológicos

potencial del sistema genético puede ser muy rápido. Significa que una buena cantidad de las especies de animales modernos (Holoceno) pueden haber evolucionado muy rápidamente después de la catástrofe global (Wood y Murray, 2003, p. 170). Aunque generalmente se supone que la especiación lleva cientos de miles o millones de años, la introducción de monos, pájaros, copépodos y mariposas nocturnas a nuevas regiones geográficas han producido cambios equivalentes a nuevas subespecies o especies en períodos de treinta a mil años (Johnson, 1953 [copépodos]; Zimmerman, 1960 [mariposas nocturnas]; Johnston y Selander, 1964 [gorriones caseros]; Ashton et al., 1979 [monos verdes]; Baker, 1987 [mynas = estornino hablador de la India]). Estudios experimentales muestran que pueden ocurrir cambios rápidos en animales introducidos en nuevos ambientes (Morell, 1997; Reznick et al., 1997). La evidencia muestra que los estrechamientos de población (tipo cuello de botella) generalmente reducen la variabilidad genética (aunque generalmente se pierden sólo alelos raros). Este es un desafío posible para la teoría de la evolución post-catástrofe por la pérdida prevista de variabilidad genética en aquellas especies con un número reducido de individuos que sobreviven la catástrofe. Esto conduce a la sugerencia que debe existir algún mecanismo que aumente rápidamente la variabilidad genética después de un estrechamiento de población. Se ha observado mucha mayor variabilidad genética de lo esperado, después de estrechamientos naturales o experimentales, y eso provee alguna evidencia de la existencia de tales mecanismos (Mettler et al., 1988, p. 296; Terzian y Biemont, 1988; Carson y Wisotzkey, 1989; Dessauer et al., 1992). Hay pruebas de que el estrés genético o medioambiental producen inestabilidad genética con ritmos acelerados de recombinación y mutación como resultado de elementos transferibles (genes que saltan o elementos movibles que se desplazan de un lu-

gar a otro en los cromosomas) (Parsons, 1987, 1988; Fontdevila, 1992). Los elementos transponibles parecen producir una buena cantidad de las mutaciones espontáneas en Drosophila (Langridge, 1987) y en otros eucariotas (Reanna, 1985). También se supone que transfieren información genética de un tipo de organismo a otro, hasta de un reino a otro (Amabile-Cuevas y Chicurel, 1993). Lönnig y Saedler (2002) sugieren que los elementos transferibles son primordiales para los cambios genéticos “predeterminados” responsables de una evolución rápida. Otros hasta han sugerido que el estrés medioambiental puede “inducir” mutaciones que serán beneficiosas para el organismo (Cairns et al., 1988; Moffatt, 1989; Revkin, 1989; Lenski y Mittler, 1993; Lönnig y Saedler, 2002). Se ha demostrado que algunos tipos de mutaciones en las bacterias ocurren sólo cuando hay una presión selectiva para las características provistas por esas mutaciones específicas (Cairns et al., 1988). Su evidencia indica que éstas no son mutaciones fortuitas, pero las bacterias aparentemente tienen una amplia reserva de genes “crípticos” que pueden activarse para responder a condiciones inusuales (Cairns et al., 1988). Esto significa que la bacteria tiene la información para detectar lo que se necesita y activar los genes apropiados guardados para enfrentar el desafío. Una extensión de esta hipótesis sugiere que los sistemas genéticos creados originales contenían abundantes opciones pre-programadas susceptibles a la inducción medioambiental. Tal vez, esto sea parte del mecanismo genético original diseñado para aumentar la variabilidad genética y enfrentar los cambios en las condiciones. Estos mecanismos todavía funcionan, pero pueden haber sufrido daños de mutaciones fortuitas con el tiempo y ya no son tan eficaces o fiables como cuando fueron creados originalmente. Tal vez originalmente los elementos móviles hacían sólo movimientos regulados entre sitios específicos en los

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El ritmo de cambios se haría más lento al estabilizarse la dinámica de las poblaciones y los ecosistemas.

Los sistemas genéticos creados originales contenían opciones preprogramadas que podían activarse (interruptor: ON) por el control medioambiental.

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Figura 9.4 Comparación de las tasas de cambio evolutivo, expresadas en unidades llamadas darwins. Los índices de cambio que se ven en experimentos modernos y las tasas de cambio que se ven después de que animales colonizan islas nuevas son órdenes de magnitud más veloces que los índices de evolución calculados del registro fósil, basados en datación radiométrica. Datos de Gingerich, 1983; Reznick et al., 1997. Reimpreso con permiso de Brand (2007).

cromosomas. Algunos de esos movimientos todavía son bastante específicos, pero los cambios mutacionales en el sistema pueden haber reducido su especificidad. Los índices de evolución observados hoy (microevolución y especiación) son de una magnitud en el orden de 7 a 10 veces más rápidos que los índices calculados a partir del registro fósil, fechados por métodos de datación radiométrica (Fig. 9.4). Aceptar la escala de tiempo radiométrica significa concluir que los índices evolutivos modernos que se observan no reflejan la realidad (p. ej., Gould, 1997-1998). Sin embargo, aceptar la teoría geológica de corta edad (short age) sugeriría que las tasas de cambios biológicos en el pasado podrían haber sido tan rápidos, y posiblemente más rápidos en promedio, que los índices medidos hoy. Por las razones expuestas más arriba, una teoría intervencionista sugiere que las tasas de evolución en el pasado

habrían sido más rápidas que en el presente (véase también Wood, 2002). Los genes reguladores y la heterocronía en la evolución El material genético contiene genes estructurales que producen proteínas específicas y genes reguladores que controlan la activación de los genes estructurales. Estos determinan cuándo, en qué células y durante cuánto tiempo cada gen estructural produce su proteína exclusiva. Se ha reconocido que producir cambios evolutivos importantes, simplemente por una sucesión de mutaciones en los genes estructurales, sería un proceso penosamente lento e improbable. Se ha sugerido un proceso diferente que depende más de los cambios en los genes reguladores, incluyendo su papel en la alteración de los procesos de crecimiento durante el desarrollo embriológico (véase Valentine

La teoría del intervencionismo y los cambios biológicos

y Campbell, 1975; Gould, 1977; Alberch, 1985; Valentine y Erwin, 1987; Avers, 1989; McKinney y McNamara, 1991; Valentine, 1992). El papel de los genes reguladores es importante para ambas teorías, pero la diferencia está principalmente en la cantidad de cambio que se puede producir. El evolucionismo naturalista. La creciente comprensión de los genes reguladores y su papel en la evolución, se propone que contribuyeron en forma importante al origen de novedosos planes corporales (nuevos tipos). El primer paso en el proceso sería la evolución de una gran variedad de genes estructurales a través de la acción de la duplicación de genes, mutación y selección natural. Cuando los sistemas vivos desarrollaron una serie suficientemente diversa de genes estructurales, los cambios en los sistemas de genes reguladores darían como resultado novedosos planes corporales, alterando los patrones de activación de los genes estructurales. Los nuevos planes corporales serían, principalmente, sólo nuevas combinaciones de rasgos que ya estaban presentes. En consecuencia, el establecimiento de estos nuevos planes corporales (nuevos tipos) podía avanzar rápidamente en relación al tiempo geológico (pero todavía a lo largo de miles a millones de años).

Los cambios reguladores pueden ser particularmente efectivos si alteran el patrón del desarrollo embriológico. Una cantidad mínima de cambio genético, en relación a los momentos cuando se producen eventos particulares de desarrollo, (heterocronía), podría dar como resultado una evolución morfológica significativa. Acelerar o retardar el tiempo de madurez reproductiva, en relación al crecimiento físico, puede causar efectos bastante diferentes dependiendo de la dirección del cambio. Por ejemplo, acelerar la maduración relativa al crecimiento físico puede dar como resultado paidomorfosis, que es la retención de características juveniles en el adulto (juvenilización). Si el resultado son adultos con cuerpos pequeños, se llama progénesis y si el adulto es por lo menos tan grande como su forma ancestral pero retiene los rasgos juveniles en el estado adulto, es neotenia. Algunas salamandras tienen branquias en su estado larval pero pierden esas branquias antes de alcanzar la forma adulta. Otras especies neoténicas retienen las branquias como adultos (Fig. 9.5). Los seres humanos son neoténicos en relación a los simios (Fig. 9.6). Las proporciones del cráneo son similares en los seres humanos y simios juveniles, pero sólo los humanos retienen la cara corta y

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Figura 9.5 Tres ciclos de vida de salamandras: (A) una especie con branquias y aleta caudal retenidas en una vida adulta acuática; (B) una especie con una larva acuática que pierde sus branquias y aleta en la transición a una forma adulta terrestre; (C) un tipo totalmente terrestre que pierde sus branquias y aleta cuando sale del huevo. Ilustración por Carole Stanton.

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Figura 9.6 Crecimiento del cráneo de un chimpancé y de un ser humano. Los cráneos fetales son muy similares y la cara de un bebé chimpancé puede ser muy parecida a la cara de un ser humano adulto (según Gould, 1977). Ilustración por Robert Knabenbauer.

Figura 9.7 Desarrollo embrionario y patrones de rayas de las cebras Equus burchelli (arriba)y Equus grevyi (abajo) (según Futuyma, 1986). Ilustración por Carole Stanton.

el cráneo y cerebro relativamente grandes como adultos. El momento en que ocurren los eventos en el embrión aparentemente controla el patrón de rayas en algunas cebras. Las rayas en la parte baja del lomo de la cebra Equus burchelli están amplia e irregularmente espaciadas. Esto es así porque la parte del lomo en el embrión crece más rápido que el resto del embrión después que se establece el patrón de rayas. Este patrón de rayas en el Equus grevyi no se establece hasta que se completa ese crecimiento diferencial. En consecuencia, las rayas en el adulto de esta especie están espaciadas a la misma dis-

tancia (Fig. 9.7) (Mettler et al., 1988, p. 16-18). Un ejemplo más teórico, de cómo la variación anatómica podría estar controlada por los genes reguladores, lo da un estudio computarizado de la morfología del caracol (Fig. 9.8A) (Raup, 1962, 1966). Esta simulación en la computadora muestra los cambios anatómicos importantes que son el resultado de variar sólo cuatro parámetros (dos de ellos se ilustran aquí) que controlan el crecimiento del caparazón de un caracol. Probablemente se podrían generar una gran variedad de tipos de caracoles con una pequeña cantidad de genes que controlan estos parámetros de crecimiento. Si a esto agregamos algunos otros genes para la ornamentación y el color de la conchilla, podemos ver cómo por una variación en los genes reguladores que controlan los procesos de crecimiento, se puede producir una amplia variedad de caracoles. La Figura 9.8B también muestra, por medio de simulación computacional, cómo la regulación de los genes del crecimiento relativo en los diferentes parámetros del cuerpo podría generar una gran variedad de formas de cuerpos dentro de los tipos básicos de peces. Un modelo de cambio entre genes (gene switching), de Oster y Alberch (1982), también sugiere cómo podría haber ocurrido el cambio morfológico al cambiar de un “programa” embriológico a otro, y cada programa conduciendo a una morfología diferente. Los elementos transferibles pueden participar en desactivar los genes (Lönnig y Saedler, 2002). El tejido vivo contiene numerosos pequeños sensores de ARN, llamados riboswitches (como “ribo-interruptores”) (Barrick y Breaker, 2007), que detectan los cambios en el medio ambiente y controlan las acciones de los genes para que

La teoría del intervencionismo y los cambios biológicos

respondan correctamente a los cambios medioambientales (Knight, 2003). El intervencionismo. Según la teoría intervencionista, los procesos que se des-criben más arriba, las mutaciones de genes reguladores y la heterocronía, no producirían nuevos planes corporales u otros cambios importantes. Pero en niveles taxonómicos más bajos (dentro de una familia, p. ej.), tal vez ayudarían a explicar cómo ocurren rápidamente una cierta cantidad de cambios. La serie original de genes estructurales y reguladores para cada plan corporal no surgió por mutación o selección natural. Fueron inventados por diseño inteligente. Los mecanismos descriptos más arriba son parte del proceso para introducir variaciones dentro de cada plan corporal con el propósito de permitir que las especies se adapten a los cambios en su medio ambiente. La supuesta naturaleza neoténica del cráneo humano (Fig. 9.6) puede explicarse como una diferencia diseñada en los genes reguladores de seres humanos y simios, manteniendo proporciones bastante constantes en el cráneo de los humanos durante el desarrollo pero con el crecimiento de un maxilar más prominente y otras diferencias en el cráneo de los chimpancés adultos. Los riboswitches, los elementos transferibles y otros mecanismos para controlar las acciones de los genes fueron creados como parte del sistema genético original. En el laboratorio se han inducido mutaciones en insectos que hicieron que crecieran patas en la cabeza en lugar de antenas (Russel, 1996; Lodish et al., 2000, p. 563, 564) (Fig. 9.9). Esto no ocurrió por

127 Figura 9.8 Control genético hipotético de patrones de enrollamiento en los caracoles. En este sistema la forma de una especie de caracol es el resultado de tres constantes genéticamente controladas: W—cuánto más grande es cada vuelta que la anterior; T—cuánto se mueve cada vuelta hacia un lado desde el eje central de la vuelta original; D—si la vuelta del caracol es hacia la izquierda o hacia la derecha (vista desde arriba). Si la forma del caracol se controla de esta manera, hacer nuevos tipos de caracoles sería genéticamente fácil. (B) Transformación hipotética de una forma de pez a otra (ya sea por evolución o por diseño), por control regulador de índices de crecimiento de las diferentes dimensiones del cuerpo en el embrión (según Thompson, 1942; Raup, 1962, 1966).

medio de muchas mutaciones sucesivas que metódicamente cambiaron la antena, paso a paso, a una pata. Aparentemente los insectos tienen una serie de genes con instrucciones para hacer antenas, otra serie de instrucciones para hacer patas y un gen regulador “interruptor” para indicar si una estructura particular debería ser una pata o una antena. El gen regulador

Figura 9.9 Mutaciones en la mosca de la fruta. (A) Una mosca de fruta normal, Drosophila. (B) Una mosca de fruta mutante, con patas que reemplazan las antenas (según Russell, 1996). Reimpreso con permiso de Brand (2007).

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Figura 9.10 La teoría de la evolución de los caballos (según MacFadden, 1992). Ilustración por Robert Knabenbauer.

puede mutar y poner patas en la cabeza. Este ejemplo sugiere muchas posibilidades interesantes de variabilidad que podrían haber sido incorporadas al sistema genético, facilitando un cambio rápido en respuesta a un medio ambiente cambiante y facilitando la microevolución y especiación. Por ejemplo, una especie original de ardillas podría haber contenido en sus genes la información necesaria para permitir la adaptación a una variedad de ambientes, dando como resultado modificaciones que ahora se reconocen como varias especies o hasta diferentes géneros de ardillas. Otro ejemplo: ¿podrían los caballos tener un “interruptor” regulador que determine si sus patas se desarrollarán cada una con un dedo prominente con su solo casco o si tres dedos se desarrollarán aproximadamente de la misma manera? Si fuera así, y si otros genes reguladores controlan cosas tales como el tamaño y la morfología de los dientes, entonces la evolución de los caballos (Fig. 9.10) pudo haber sido un proceso genético bastante simple. El cambio en los dientes parecería ser el aspecto más desafiante de la evolución de los caballos. Sin embargo, los ratones tienen un gen que controla varios rasgos de sus dientes y cambia el número, forma y disposición de las coronas, y hasta el número de dientes (Kangas et al., 2004). Tal vez los caballos tengan genes similares.

Recientemente se capturó un delfín cerca de Japón con pequeñas aletas traseras además de las aletas delanteras normales (LePage, 2007). Esto también parece indicar que los animales tienen genes para estructuras que normalmente no se desarrollan porque los genes están desactivados (o apagados: en off). Las glándulas nasales de las lagartijas proveen un ejemplo más. Una cantidad de lagartijas tienen glándulas nasales que segregan soluciones de sal concentrada. La lagartija Uta tumidarostra vive en islas frente a la costa de Baja California, México. Su dieta se compone principalmente de isópodos intermareales y en consecuencia incluye una alta ingesta de sal. Su glándula nasal es cinco veces mayor que las de lagartijas con las que tienen parentesco, y es eficaz en secretar el exceso de sal (Hazard et al., 1998). Parecería que los genes para glándulas grandes de sal están presentes en todas o una buena cantidad de las lagartijas, pero se expresan sólo cuando se activan por factores medioambientales. Las simulaciones computarizadas de variación en caracoles y peces (Fig. 9.8) pueden sugerir algunas ideas acerca de cómo un Creador pudo diseñar diferentes familias de caracoles y peces por medio

La teoría del intervencionismo y los cambios biológicos

de diferencias sistemáticas creadas en los genes reguladores que controlan los procesos de crecimiento. Sin duda las mismas ideas podrían aplicarse a otros grupos de animales. La Figura 9.11 compara dos conceptos de cambios evolutivos. En la teoría evolucionista clásica (Fig. 9.11A), una serie compleja de mutaciones, mayormente en genes estructurales, cambia el potencial genético (la información contenida en el genoma) de las especies. La Figura 9.11B ilustra una teoría de la evolución en la cual un organismo tiene un amplio potencial genético. El cambio evolutivo ocurre por medio de cambios en los cuales las partes de ese potencial se expresan en diferentes poblaciones, controlados por los mecanismos descritos arriba. En una teoría intervencionista, este amplio potencial fue creado y provee la base para cambios subsecuentes. También da como resultado el colocar límites a los cambios potenciales para ese grupo de organismos. Esto también podría explicar por qué grupos individuales de organismos difieren tanto en su variabilidad genética.

Si a ejemplares de cada especie de felino —desde los gatos domésticos hasta los leones— se los afeitara y colocara lado a lado, una buena cantidad de ellos sería muy parecida en estructura. La diferencia sería mayormente en tamaño. Por contraste, la familia canina exhibe una variedad asombrosa de estilos de cuerpo. La familia de las ardillas ofrece otro ejemplo. Todas las especies de ardillas listadas son extremadamente similares en estructura y hasta en sus cromosomas, mientras que las especies de ardillas de tierra difieren considerablemente las unas de las otras. Estos niveles de variabilidad contrastantes en los diferentes grupos pueden haber sido diseñados desde el principio. Otro resultado de este concepto es que cuando los genetistas aprendan lo suficiente acerca del sistema genético, incluyendo los genes reguladores, tal vez sea posible alterar relativamente pocos genes reguladores en un animal y lograr hacer un tipo muy distinto de animal, que tal vez hasta se parezca a un híbrido entre dos familias o clases de animales. Esta capacidad podría crear dilemas éticos que empequeñecen nuestros problemas actuales.

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Figura 9.11 Dos tipos de cambio evolutivo. (A) Representación gráfica de cambio en el potencial genético de una especie como resultado de evolución, como lo entiende la teoría de la evolución clásica. (B) Cambio evolutivo si el genoma (todos los genes en una especie) contiene suficiente información para permitir una gran cantidad de variación. En este caso, el cambio evolutivo ocurre cuando los descendientes de una forma de vida expresan porciones diferentes de la información genética presente en el genoma. La teoría intervencionista dice que este amplio potencial genético, que provee la base para el cambio, fue creado. Reimpreso con permiso de Brand (2006).

Capítulo 10 La sociobiología y el comportamiento altruista

La teoría de la sociobiología, que es la teoría de la evolución aplicada al comportamiento, surgió cuando la ciencia buscaba una explicación evolucionista adecuada para el comportamiento social de todas las formas humanas y animales (Brand y Carter, 1992). En los capítulos 8 y 9 discutimos el proceso por medio del cual la mutación, recombinación y la selección natural pueden introducir un nuevo rasgo en una población. Por ejemplo, una variación en el color podría hacer que un animal esté mejor camuflado. Si los individuos con el nuevo color sobreviven y se reproducen mejor, la nueva variante de color se haría más común. El impacto sobre la nueva generación se determina únicamente por cuantas crías se producen que tienen el gen del nuevo color. La habilidad de los organismos para reproducirse con éxito se describe en términos de “aptitud”. Los individuos que producen las crías que tienen más éxito en reproducirse, tienen la mayor aptitud evolutiva. Se puede ver cómo funciona esto en los rasgos morfológicos tal como la selección entre variaciones de color (mejorando el camuflaje), entre individuos que difieren en tamaño o fuerza (habilidad de encontrar alimento y defenderse de los enemigos) o en velocidad (habilidad de escapar). ¿Podría el mismo proceso explicar los cambios evolutivos en el comportamiento? ¿Podría explicar por qué algunas especies tienen sistemas de apa-

reamiento monógamos y algunas son promiscuas? O ¿por qué algunas especies dependen más del sonido para comunicarse y otras de la comunicación química? Ewer (1968) resumió el desafío con su declaración de que “a menos que los mecanismos que producen el comportamiento se puedan explicar en términos de la selección natural que opera en la manera ortodoxa, nos veremos forzados a postular la creación especial o algún proceso místico-mágico desconocido” (p. x). En muchos casos, se podrían dar explicaciones microevolutivas convincentes para los orígenes de las conductas. Sin embargo, el tratar de explicar el comportamiento altruista continúa siendo un problema. Un acto altruista es cualquier comportamiento que beneficia a otro individuo a costa del que practica la conducta. Un razonamiento estrictamente darwiniano parece predecir que un animal competirá para sobrevivir antes que actuar abnegadamente hacia otros individuos, especialmente si ese acto pusiera en peligro su propia aptitud. Una ardilla de tierra que hace una llamada de alarma cuando aparece un halcón advierte a otros para que se escondan, pero también llama la atención a sí misma y puede incluso aumentar las posibilidades de que el halcón la atrape. En términos evolucionistas, una ardilla que es propensa a hacer llamadas de alarma puede reducir su propia aptitud porque reduce la probabilidad de sobrevivir para reproducirse. Una ardilla cuyos genes la

La sociobiología y el comportamiento altruista

predisponen a engañar, beneficiándose de las llamadas de alarma de otros pero no haciendo llamadas ella misma, parecería ser la que tiene mayores posibilidades de reproducirse con éxito, y así tener la mayor aptitud. Algunas especies de pájaros, como el arrendajo de los matorrales de Florida o los abejarucos africanos, tienen nidos donde los padres los cuidan con la colaboración de uno o más adultos “ayudantes en el nido”. ¿Por qué uno de estos ayudantes habría de reducir su propia aptitud para ayudar a otros pájaros a criar a sus vástagos, antes que criar los suyos que llevarán sus propios genes? ¿La teoría de la evolución puede explicar esto? Muchos que aceptan alguna forma de creación de Dios consideran que la creación de la humanidad y la moralidad son actos especiales y separados de otros actos de creación. Por lo tanto, un intervencionista está tentado simplemente a pasar por alto cualquier mecanismo evolucionista propuesto para explicar las conductas altruistas. Sin embargo, aún los intervencionistas deben explicar por qué los procesos evolutivos después del evento de la creación no han eliminado los comportamientos altruistas. Por consiguiente, la pregunta en relación al altruismo en los animales es esencialmente la misma para todos, no importa qué filosofía sea el punto de partida. La sociobiología propone una respuesta al altruismo En 1975, Edward O. Wilson, profesor de entomología de Harvard, publicó Sociobiology: the new synthesis [versión castellana: Sociobiología: la nueva síntesis, 1980] (véase también Wilson, 1980a). Desarrolló un nuevo paradigma que definió como “el estudio sistemático de la base biológica para todo comportamiento social... una rama de la biología evolucionista y, particularmente, de la moderna biología de las poblaciones” (p. 4). Este paradigma produjo mucha controversia, pero en general buena parte del mismo fue aceptado.

En su libro Sociobiología, Wilson afirma haber resuelto el problema del altruismo. Una piedra angular de la teoría sociobiológica es el concepto de la aptitud inclusiva que se refiere al ritmo con el cual se crían con éxito y se reproducen las propias crías de un animal y las crías de los parientes cercanos. Mientras que la aptitud es el índice de éxito de un animal en pasar sus genes a su propia cría, la aptitud inclusiva es su índice de éxito en pasar sus genes directamente a su propia cría e indirectamente a las crías de sus parientes cercanos, porque sus parientes pueden tener muchos de esos mismos genes. Dos hermanas comparten, en promedio, cincuenta por ciento de sus genes en común. Si una hermana ayuda a la otra a criar con éxito sus hijos hasta la edad reproductiva, ella ayuda a pasar muchos genes que ella comparte con sus sobrinos y sobrinas, aumentando de ese modo su aptitud inclusiva. La teoría sociobiológica predice que, a causa de este hecho de compartir genes entre parientes, la conducta altruista sólo debería existir en situaciones en las que el individuo “altruista” en realidad aumentara su aptitud inclusiva por medio de ese comportamiento. Se dice que el biólogo J. B. S. Haldane alguna vez dijo que daría su vida por dos hermanos u ocho primos. La razón de esto es que, en promedio, los hermanos comparten la mitad de sus genes y los primos hermanos comparten un octavo de sus genes. Si Haldane moría por un hermano (y de ese modo eliminaba su propia posibilidad de reproducirse), su hermano sólo podía pasar la mitad de los genes que J. B. S. Haldane mismo podría haber pasado. Sin embargo, si moría para salvar a dos hermanos saldría igualado, estadísticamente hablando (Fisher, 1991). Si aplicamos esto a las ardillas que hacen llamadas de alarma, la teoría sociobiológica predice que es más probable que las ardillas den llamadas de alarma cuando están rodeadas por muchos parientes cercanos. De ese modo, las ardillas que se benefician por las llamadas

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La sociobiología afirma haber encontrado la explicación evolucionista para el comportamiento altruista.

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La teoría sociobiológica dice que el foco central de la vida es el éxito reproductivo.

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comparten muchos genes con el que llama, aumentando así la aptitud inclusiva del que llama. Las investigaciones demostraron que esto es verdad. Cuando las jóvenes ardillas llegan a la madurez, los machos se dispersan a lugares distantes antes de establecerse y elegir un territorio. Las jóvenes hembras no se dispersan. Eligen territorios cerca de casa. En consecuencia, las hembras tienen muchos parientes cercanos que viven cerca, pero los machos no. Como lo predice la teoría, son las hembras las que hacen las llamadas de alarma. Cuando llama una hembra, muchas de las ardillas que reciben su ayuda son parientes que comparten sus genes. Aún si es atrapada por el depredador, sus parientes que corrieron a esconderse pasarán sus genes que le hicieron dar su llamada de alarma (Sherman, 1977; Holmes y Sherman, 1983). La selección natural en esta situación se llama selección por parentesco. Los parientes cercanos comparten los rasgos favorables y una familia que ayuda a sus miembros a sobrevivir tendrá más éxito reproductivo que otras familias. Sus rasgos de comportamiento son los que se harán más comunes. Los procesos de mutación y selección de parentesco y sus efectos sobre la aptitud inclusiva son los elementos del mecanismo, por medio del cual, la sociobiología propone explicar el origen del altruismo y de todas las demás conductas sociales. La teoría sociobiológica dice que el foco central de la vida es el éxito reproductivo. Los animales son “máquinas sexuales” (Anderson, 1982) cuya función es pasar los genes favorables que aumentarán la aptitud inclusiva de sus crías. El proceso evolutivo no tiene lugar para las acciones desinteresadas que ayudan a alguien que no es pariente a expensas del que realiza la acción. Así que, un corolario de la teoría sociobiológica es que no hay tal cosa como un comportamiento verdaderamente altruista. Algunas aparentes excepciones a esto se explican como “altruismo recíproco”—hoy por ti y mañana por mí. Por ejemplo, un babuino oliva macho pedirá ayuda de un macho no emparentado en una interac-

ción agresiva contra un tercer macho. A menudo ocurre que en otra ocasión los papeles se revierten y el que solicitaba originalmente, ayuda al mismo compañero que ahora es el que solicita (Packer, 1977; véase también Trivers, 1971). ¿La sociobiología puede explicar los ayudantes en el nido? La selección de parentesco pronosticaría que el nido de un pájaro sólo tiene ayudantes adultos, que no son los padres, cuando la aptitud inclusiva del ayudante es mayor por ayudar a sus parientes que por tratar de criar a su propia prole. La investigación ha confirmado que esto es correcto (Kres y Davies, 1987, p. 270-276; Fisher, 1991) y que los ayudantes son parientes cercanos, generalmente crías de una camada anterior. Estos ayudantes no pueden conseguir territorios propios o son demasiado inexpertos para tener éxito en criar a sus propios hijos. Hasta que están listos para hacerlo, su aptitud inclusiva será mayor si ayudan a criar a sus parientes que comparten muchos de sus genes. Las estrategias del comportamiento Al competir los animales entre sí por recursos tales como alimento, espacio para vivir o pareja, podrían emplearse varias estrategias de comportamiento. La aplicación de la teoría sociobiológica sugiere maneras de predecir qué estrategia será más eficaz en diferentes situaciones. Por ejemplo, dos competidores podrían pelear simplemente y el ganador de la pelea llevarse el recurso. Podrían emplear algún tipo de estrategia convencional (batalla simbólica), como una estereotipada pulseada, que indica qué animal es más fuerte o más agresivo sin el riesgo de que alguien se lastime. La teoría del juego y los principios de la sociobiología pueden usarse para predecir los beneficios de cada estrategia (Krebs y Davies, 1987, p. 134-160). Se espera, en general, que la selección natural favorezca las estrategias convencionales por encima de una “guerra” sin cuartel en los conflictos animales (Maynard Smith y Price, 1973). Se pueden ver muchos ejemplos de esto en la naturaleza (EiblEibesfeldt, 1975, p. 349-360). Los machos

La sociobiología y el comportamiento altruista

de la serpiente cascabel luchan uno con otro. El ganador es el que puede sujetar la cabeza del otro contra el suelo con su propio cuerpo. Las lagartijas de lava “luchan” pegándose unas a otras con sus colas y las iguanas marinas se embisten con la cabeza y se empujan una a otra hacia atrás. Los ciervos y los antílopes tienen cornamentas o cuernos potencialmente letales, pero cuando los machos luchan por las parejas no tratan de atravesarse con los mismos unos a otros. Embisten sus cabezas y luchan de maneras que, generalmente, no les causan daños serios (Wallace, 1974, pp. 221-229; Eibl-Eibesfeldt, 1975, pp. 349, 353-359). Comúnmente, los animales también comunican la naturaleza de su estado agresivo a otros individuos de sus especies, aparentemente para permitir que el otro individuo responda apropiadamente, reduciendo de ese modo la cantidad de lucha (Marler y Hamilton, 1967; Drickamer y Vessey, 1992, pp. 211, 220, 237-255). Las investigaciones hechas bajo la orientación de la teoría sociobiológica han llevado a los etólogos a reconocer el papel de algunas conductas animales que previamente se consideraban sólo anomalías extrañas. Por ejemplo, un león africano macho a veces mata a todos los bebés en su manada. Esto sucede cuando ocurre una batalla entre machos y el líder de la manada es depuesto. El nuevo macho dominante generalmente mata a todos los jóvenes, las crías de su rival depuesto. En consecuencia, puede aparearse y producir sus propias crías mucho más rápidamente que si las hembras estuvieran ocupadas con las crías de su antiguo rival (Bertram, 1975). También se sabe que ocurre tal infanticidio en una variedad de mono de la India (de Hanaman), gorilas de montaña, chimpancés, perros salvajes africanos y también en roedores (Fisher, 1991; Hrdy, 1974, 1977a, 1977b).

mucho éxito. Aparentemente, el razonamiento sociobiológico, a menudo, provee predicciones científicas útiles y verificables en estudios de comportamiento animal. ¿Qué consecuencias tiene esto para el comportamiento humano? La afirmación básica de la sociobiología es que los rasgos del comportamiento humano no son el resultado de una creación especial. Se han desarrollado a través de la evolución desde antepasados no-humanos. Se adquiere un aumento de aptitud inclusiva al aumentar la reproducción de uno mismo o de parientes cercanos. Por consiguiente, según la sociobiología, el éxito reproductivo es el factor dominante que determina las tendencias del comportamiento humano. Aunque pensemos que somos seres morales, racionales, nuestra conducta está más programada de lo que pensamos. En otras palabras, “alegan los sociobiólogos, estamos diseñados para ser máquinas reproductivas” (Anderson, 1982, p. 74). Muchos cristianos creen que se le ha dado a la humanidad un conjunto de reglas morales para la conducta sexual. Estas reglas nos dicen lo que es correcto o beneficioso y lo que está mal y debería evitarse simplemente porque es perjudicial para las relaciones humanas o dañino para nosotros mismos u otros. La sociobiología dice que no hay conductas moralmente buenas o malas. Nuestro comportamiento es el resultado de las presiones de selección que nos han creado. Anderson (1982) resumió el concepto de esta manera:

Las consecuencias para la conducta humana

El tipo de hombre que deja más descendientes es aquél que corta su costos reproductivos en todos los flancos, al observar de cerca a su pareja y asegurándose que no tiene rivales; apoyando a su pareja, si parece que todos sus hijos fueron engendrados por él; y uniéndose a otras mujeres, esposas adicionales, mujeres solteras, esposas de otros hombres, cuando quiera surja una oportunidad segura.

La sociobiología se ha convertido en la síntesis predominante en el estudio del comportamiento animal y ha tenido

Algunos investigadores sugieren que para facilitar el adulterio, la evolución ha programado a los seres humanos de modo

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que los bebés no se asemejen tanto a sus padres (Whitfield, 2001; Bressan, 2002). La sociobiología: una alternativa para la religión En la teoría sociobiológica, no existe la conducta buena o mala en el sentido moral, sólo diferentes estrategias del comportamiento con efectos sobre la aptitud inclusiva. Se podría decir que la sociobiología es la respuesta naturalista al sistema de valores cristianos. “Wilson desafía abiertamente la fe cristiana al ofrecer un sistema de creencias sustituto basado sobre el materialismo científico” (Rothrock y Rothrock, 1987, p. 87). Wilson cree que la humanidad tiene una tendencia innata hacia la creencia religiosa porque, en el pasado, confería una ventaja de adaptación. También cree que el contenido de la fe religiosa es falso y que deberíamos reemplazarlo por una mitología más correcta (Rothrock y Rothrock, 1987). Este instinto creador de mitos (es decir, la tendencia hacia una creencia religiosa) puede emplearse para el conocimiento y la búsqueda racional del progreso humano si finalmente admitimos que el materialismo científico es en sí mismo una mitología definida en el sentido noble” (Wilson, 1978, p. 208).

Nos insta a “no cometer errores acerca del poder del materialismo científico. Presenta a la mente humana una mitología alternativa que hasta ahora siempre ha derrotado a la religión tradicional, punto por punto en las zonas de conflicto” (p. 200). Wilson no niega que la religión y la moral tengan valor. Él cree que pueden fomentar el altruismo recíproco desalentando el engaño. Pero cree que la ciencia debería determinar los valores morales, porque la ciencia ofrece la Posibilidad de explicar la religión tradicional a través de los modelos

mecanicistas de la biología evolutiva.... Si la religión, incluyendo las ideologías seculares dogmáticas, se pueden analizar y explicar sistemáticamente como un producto de la evolución del cerebro, su poder como una fuente externa de moralidad desaparecerá para siempre (p. 208).

Wilson siente que nuestras ideas de moralidad sexual deberían ser más liberales. Basa esta conclusión en un estudio del comportamiento de nuestros supuestos antepasados no-humanos y en sus convicciones de que las leyes morales del cristianismo no provienen de Dios. Aparentemente estas opiniones se basan en su conclusión que con una investigación continuada veremos con mayor claridad que el dios biológico no existe y que el materialismo científico provee la percepción de la condición humana más cercana a lo correcto. (Wilson 1980b, p. 430)

La sociobiología ¿es correcta? ¿Hasta qué punto los partidarios de la sociobiología están en lo correcto? Para abordar esta cuestión, se pueden aislar y considerar varios conceptos diferentes. El propuesto origen naturalista de los grupos más elevados de organismos, incluyendo el origen de la humanidad y del cerebro humano. La teoría sociobiológica, como la propone Wilson, se construye sobre la premisa de que todos los organismos descienden por evolución naturalista de un antepasado común. Sin embargo, la sociobiología no provee evidencia para esa ascendencia evolucionista. Simplemente da por sentado el origen evolucionista naturalista de los animales y desarrolla hipótesis y explicaciones para los cambios del comportamiento basados en esa suposición. La selección de parentesco y la evolución de la conducta, al nivel de especies o géneros de animales. La ardilla de tierra hembra que hace llamadas

La sociobiología y el comportamiento altruista

de alarma, los pájaros ayudantes en el nido y una hueste de otros ejemplos, ciertamente concuerdan muy bien con la teoría (Alcock, 2001). Queda por verse si investigaciones futuras continuarán sosteniéndola. Pero con las mutaciones que causan daños fortuitos a los genes que influyen sobre el comportamiento, parece muy probable que las conductas no respaldadas por algún tipo de proceso de selección con el tiempo se debilitarían o eliminarían. La selección de parentesco y su influencia genética sobre el comportamiento humano. Aparte de la cuestión de si la humanidad es el resultado de la evolución, uno puede preguntarse si la conducta humana está controlada por los genes, como lo afirma la sociobiología o si está determinada mayormente por la cultura (es decir, aprendida más que heredada). Este debate continúa en pleno vigor desde (y antes) de que apareciera la sociobiología. Wilson (1975) en realidad reconoce que la cultura es un componente importante del comportamiento humano, pero sostiene que otros temas importantes del comportamiento de los primates también están presentes en los humanos a través de la herencia. Otros discrepan. Este grupo incluye científicos que creen que la sociobiología de Wilson va demasiado lejos al presuponer un determinismo biológico. Tal vez la persona más ampliamente conocida que desafió el determinismo biológico fue Stephen J. Gould, un colega de Wilson en Harvard. Gould elogió la mayor parte de la sociobiología de Wilson, pero rechazó lo que él vio como determinismo biológico en humanos. Él y otros argumentaron que no hay evidencia de genes específicos que determinan la conducta humana y creen que la teoría sobre la existencia de tales genes no se puede comprobar (Fisher 1991). Algunos otros llevan el concepto del control genético del comportamiento humano aún más lejos de lo que lo hace Wilson (p. ej., Barash, 1979; Anderson, 1982; Nalley et al., 1982; Bellis y Baker, 1990).

Uno debe reconocer que sí existe evidencia de control genético del comportamiento en animales no-humanos (p. ej., Bentley y Hoy, 1972; Berthold y Querner, 1981; Hirsch y McGuire, 1982; Ricker y Hirsch, 1988; Roubertoux y Carlier, 1988; Kyriacou, 1990; Plomin et al., 1990; Brandes, 1991; Provost, 1991). Por consiguiente, aunque gran parte del comportamiento humano parece ser modificable por la cultura, debemos considerar la posibilidad de que exista en los humanos un importante control genético de las tendencias de la conducta. Si tal control existe, muy posiblemente podríamos deducir, hasta con certeza, que las mutaciones podrían alterar ese comportamiento. Si ocurre daño genético fortuito en los genes, sería difícil escapar a la conclusión de que algunas conductas humanas pueden ser alteradas o eliminadas por mutaciones y estarían sujetas al proceso de selección natural, incluyendo selección de parentesco. ¿Significa eso que las explicaciones sociobiológicas del comportamiento humano son correctas? ¿Qué dice eso acerca de la moralidad? Algunos sociobiólogos recalcan que la sociobiología no trata de indicar cómo debería ser nuestro comportamiento (Alcock, 2001), pero otros escritores sí afirman que la sociobiología determina lo que deberíamos hacer. El psicólogo Plutchik (2001) dice que comprendemos mejor las emociones humanas en el contexto de la historia de nuestra evolución a partir de otros animales y que este punto de vista sobre las emociones beneficiará la práctica clínica de la psicología. Algunos libros de texto de ética explícitamente basan sus sistemas de ética sobre los principios de la sociobiología (Alexander, 1987; Wilcox, 1996). Alexander (1987, p. 19) concluye que la conciencia es La apacible y suave voz que nos dice hasta dónde podemos llegar sin incurrir en riesgos intolerables. Nos dice que no debemos evitar engañar pero cómo podemos engañar socialmente sin que nos atrapen.

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La sociobiología reemplaza los valores morales cristianos con comportamientos evolucionados que no son ni buenos ni malos.

Fe, razón y la historia de la Tierra

Para los cristianos, los conceptos de bien y mal se entienden como un código moral dado a la humanidad. Los Diez Mandamientos y las enseñanzas de Cristo proveen una norma para el comportamiento humano. Está claro que los humanos no siguen muy bien esa norma. Tal vez han caído tan lejos de su condición creada original no sólo por las tentaciones a pecar, sino también en parte a causa de las mutaciones que han afectado su comportamiento. Tal vez tanto los humanos como los animales no-humanos fueron creados con comportamientos bien equilibrados como también con morfologías que, desde entonces, han experimentado generaciones de cambios operados por las mutaciones, recombinación y selección natural. Como resultado, parte del carácter humano refleja este cambio y esto acentúa el lado egoísta de la naturaleza humana. El punto de vista presentado aquí difiere del pensamiento evolucionista actual al proponer que, el proceso básico de selección de parentesco y su efecto sobre la aptitud inclusiva, ha obrado sólo dentro de los humanos y dentro de otros grupos creados de organismos. No ha llevado las conductas de un grupo a otro, ya que estos grupos no han evolucionado de antepasados comunes (este concepto se desarrolla más en el capítulo 13). Los cristianos también aceptan por fe (y por un razonamiento que es por lo menos lógico, aunque no sea verificable científicamente) que la humanidad no está destinada biológicamente, sino que tiene una medida de libre albedrío para buscar de Dios la habilidad para actuar de maneras que son verdaderamente altruistas y no sólo el resultado de modificación de los genes y determinación biológica. ¿Existe el altruismo genuino en los humanos? Observaciones de comportamientos humanos hacen difícil creer que algunas conductas no sean realmente altruistas, porque se han documentado abundantes ejemplos de altruismo humano (Monroe, 1996).

Una visión intervencionista de la sociobiología Según la teoría intervencionista, los animales originales tenían el más alto nivel de complejidad en sus comportamientos y las interacciones interespecíficas e intraespecíficas entre los organismos estaban más a punto y eran más armoniosas al comienzo de la vida sobre la Tierra. Conflictos potenciales entre los animales sobre la división del territorio y otros recursos se resolvían originalmente por despliegues convencionales no-dañinos como los que todavía se ven en una cantidad de animales. Los ejemplos incluyen los partidos de lucha entre los machos de serpiente cascabel y las “batallas” de las lagartijas que pegan con las colas o embisten con las cabezas (EiblEibesfeldt, 1975, pp. 349-360). Podría ser que el comportamiento altruista fuera mucho más común. Tal vez, originalmente, los animales sub-adultos ayudaban comúnmente a sus padres a criar la siguiente nidada o camada. Mecanismos de control demográfico también estaban mucho más a punto que al presente. Los mecanismos conductuales, para mantener un equilibrio ecológico estable, estaban incorporados en la composición genética del animal como parte de un sistema ecológico, que se originó por diseño inteligente y no por casualidad. Los mecanismos de conducta instintivos, que originalmente impedían conflictos perjudiciales, no estaban sujetos a cambios mutacionales fortuitos. A causa de una adecuada protección del daño mutacional, los individuos con estos mecanismos de conducta no estarían sujetos a competencias desfavorables de individuos que se beneficiarían al “engañar”. Con la introducción de mutaciones fortuitas, estos mecanismos de conducta comenzaron a derrumbarse. La selección natural y, especialmente, la selección de parentesco han obrado para retrasar este desmoronamiento. Los comportamientos altruistas, que han sobrevivido a los efectos negativos de las

La sociobiología y el comportamiento altruista

mutaciones, son principalmente aquellos que se han preservado por la selección de parentesco y que aumentan la aptitud inclusiva del organismo. Cuando las mutaciones comenzaron a producir la pérdida de parte de los patrones de comportamiento originalmente creados, la selección natural determinaba si se volvía más común el tipo original o el tipo mutado. Si las mutaciones en una hembra de un ave eliminaban el patrón original de ayudar a sus padres a criar a los pequeños y ella construía su propio nido, probablemente, produciría más crías en su vida que otros que comenzaron a reproducirse más tarde (este es el mismo resultado que se esperaría por la teoría naturalista). Como consecuencia, el “genoma de no-ayudante” se volvería más común y, a la larga, reemplazaría a los “ayudantes”. Por otro lado, en algunas situaciones, los genes para comportamientos “altruistas” se ven favorecidos por la selección de parentesco. Por consiguiente, siguen siendo comunes en la población. El arrendajo de los matorrales de Florida

vive en una situación en la que no es probable que los jóvenes se reproduzcan con éxito el primer año. Por lo tanto, su aptitud inclusiva se ve aumentada si ayudan a sus padres a criar hijos (sus hermanos) que comparten muchos genes que ellos también tienen (Krebs y Davie, 1987, pp. 270-276; Fisher, 1991). De ese modo, la selección de parentesco favorece la retención de la conducta “altruista” en este ambiente. Un Diseñador inteligente y benévolo pudo elegir inventar un sistema ecológico con un equilibrio de la naturaleza basado en la armonía en lugar de la competencia. Por contraste, la mutación y la selección natural no tienen la habilidad de ver el “cuadro completo” y lo que es mejor para el equilibrio ecológico total. La selección natural es estrictamente corta de vista —favorece cualquier cambio que aumente el éxito en la reproducción. El resultado final del predominio de la selección natural es carácter competitivo y cruel de la naturaleza.

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El resultado final del predominio de la selección natural es el carácter competitivo y cruel de la naturaleza.

Capítulo 11 Los argumentos a favor de la megaevolución

La hipótesis naturalista establece que la megaevolución produjo todo el mundo vivo.

Las teorías naturalista e intervencionista difieren mayormente sobre la cuestión del origen de los grupos principales de organismos. La evolución hasta el nivel de una nueva clase o tipo (megaevolución) requeriría que evolucionaran muchos nuevos genes y estructuras. Si uno acepta la hipótesis naturalista, esa hipótesis establece que la megaevolución ocurrió y que produjo todo el mundo vivo. Por otro lado, los intervencionistas preguntan: “¿Cuáles son los límites naturales del proceso evolutivo? ¿Cuánto cambio puede producir realmente la evolución?” En este capítulo resumimos la evidencia y presentamos los argumentos más convincentes a favor de la megaevolución. En el capítulo 12, haremos una revisión de la misma evidencia y presentaremos los argumentos para una interpretación alternativa. En el capítulo 13 discutiremos algunas cuestiones críticas que tienen el potencial de discriminar entre las dos teorías. Al evaluar los datos, tratamos de determinar en cuál de las siguientes categorías encaja mejor cada tipo de evidencia: 1. Los datos compatibles con ambas teorías son de muy poca ayuda para determinar cuál de las dos es la correcta. 2. Los datos que son compatibles con una teoría pero contradicen la otra. Éstos sí son útiles al evaluar cuál de las dos sea probablemente la correcta. Debe evaluarse separadamente la fuerza de cada línea de evidencia. Si, al comparar estos dos paradigmas, llegamos

a la conclusión, por ejemplo, que ya que la evidencia A y B armonizan mejor con la megaevolución, deberíamos tratar de explicar la evidencia C por medio de la megaevolución, esto puede ser un razonamiento circular. Si la evidencia C no apoya independientemente a la megaevolución, se debería reconocer que C es contraria o no es útil para tomar una decisión. La megaevolución La teoría de la megaevolución sostiene que a lo largo de billones de años de la historia de la Tierra, los procesos evolutivos han producido todas las clases de plantas y animales existentes y extinguidos a partir de un primer antepasado unicelular. Estos cambios ocurrieron por los procesos de microevolución y especiación y procesos relacionados y, en última instancia, mediante la mutación y la selección natural. Tales cambios se acumularon a lo largo de los siglos para producir organismos lo suficientemente diferentes como para que los biólogos los llamaran diferentes familias, órdenes y tipos. Una cantidad de líneas de evidencia apoyan el concepto que la diversidad de la vida es el resultado de la megaevolución. La embriología En el siglo XIX, los científicos notaron que los embriones de los diferentes grupos de vertebrados eran mucho más

Los argumentos a favor de la megaevolución

parecidos que los adultos de estos grupos. Esto llevó a la teoría de que la ontogenia (desarrollo embriológico) recapitula la filogenia (historia evolutiva); el embrión repite su historia evolutiva (Fig. 11.1). Esta idea, como fue propuesta originalmente por Ernst Haeckel, no se sostiene ante la evidencia genética moderna (Gould, 1977, pp. 202-204; Pennisi, 1997). Sin embargo, algunas de las observaciones de Haeckel todavía son relevantes y forman parte de lo que se entiende hoy de la relación entre ontogenia y filogenia. Esta teoría moderna de la recapitulación reconoce que un embrión no necesariamente se parece a los adultos de sus antepasados; pero en sus primeras etapas, se parece a los estados embrionarios de sus antepasados a causa de la ascendencia evolutiva. Las primeras fases embrionarias de las diferentes clases de vertebrados son muy similares. Pero al crecer, pueden desarrollar rasgos adultos únicos (véase Gould,

1977 o Ridley, 2004, pp. 573-576, donde se discuten otras complejidades en la relación ontogenia/filogenia). Este mismo concepto se puede ver en el desarrollo embriológico del corazón y los riñones de los mamíferos. El corazón en el embrión de un mamífero sigue una secuencia de desarrollo similar a su progreso evolutivo, de un primitivo estado de dos cavidades en el joven embrión a un corazón de mamífero plenamente desarrollado de cuatro cavidades. El joven embrión de un mamífero tiene un riñón muy simple, parecido al riñón del hipotético antepasado vertebrado. Aumenta en complejidad hasta que se parece al simple riñón de una lamprea glutinosa. Cuando el complejo riñón adulto (metanéfrico) del mamífero completa su crecimiento y está listo para funcionar, el riñón simple (ancestral) se atrofia y desaparece. De ese modo, parece como que el riñón y el corazón repiten su historia evolutiva en su desarrollo embriológico.

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Figura 11.1 Comparación de varios tipos de embriones, como los usó Haeckel para apoyar su teoría de la recapitulación (según Coffin, 1983c). Ilustración por Robert Knabenbauer.

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Figura 11.2 Comparación entre los huesos de las extremidades inferiores de reptiles y aves. Huesos de las patas de (A) reptiles, (B) pájaros y (C) huesos de las patas de pájaros que fueron el resultado de la separación experimental de la tibia y el peroné (según Futuyma, 1983). Ilustración por Robert Knabenbauer.

Fe, razón y la historia de la Tierra

Futuyma (1983, pp. 48-49) discute evidencia embriológica adicional para la evolución. Algunas salamandras acuáticas tienen branquias y aletas para la vida bajo el agua, pero las salamandras terrestres se desarrollan por entero dentro del huevo con branquias y aletas que nunca usan y que pierden antes de que las salamandras salgan del huevo (Fig. 9.5). Esto parece más un remanente evolucionista que un diseño sabio. La parte inferior de las patas traseras de los reptiles consiste en los huesos tibia y peroné, y los huesos del tarso (tobillo) que se articulan con el metatarso en el pie (Fig. 11.2). En las patas de los pájaros, los huesos del tarso aparentemente están fusionados al extremo inferior de la tibia. Esta estructura combinada se llama tibiotarso. El peroné es vestigial y consiste sólo en un hueso corto en la parte superior del tibiotarso. Hampe (1960) elaboró un experimento ingenioso en el cual se ponía una fina lámina de mica entre la tibia y el peroné en el joven embrión de un pollo. Entonces el peroné creció hacia abajo, hasta el tobillo y los tarsos se desarrollaron como huesos separados, como en los reptiles. Esto parece indicar que los pájaros todavía tienen los genes para los huesos de “reptil”; pero en un embrión de pájaro normal, de algún modo la tibia inhibe el desarrollo del peroné. Cuando el peroné no hace contacto con el tobillo, los tarsos no se desarrollan.

Un experimento realizado por Kollar y Fisher (1980) dio un resultado similar. Colocaron tejido del embrión de un ratón sobre el tejido de la mandíbula del embrión de una gallina. La mandíbula de la gallina desarrolló dientes, con esmalte y todo. Kollar y Fisher concluyeron que cuando las aves evolucionaron de los reptiles no perdieron los genes para hacer dientes esmaltados. Los cambios en el desarrollo embriológico bloquearon la producción de dientes en las aves, pero los genes para los dientes están presentes aunque inactivos. Los órganos vestigiales Las estructuras vestigiales son remanentes de la historia evolutiva de un animal. Si los animales están cambiando y desarrollando nuevas estructuras corporales, algunas estructuras que ya no se usan desaparecerán lentamente. Durante este proceso, los animales pueden conservar un remanente o vestigio, de la antigua estructura. Varios órganos parecen ser caracteres vestigiales (Fig. 11.3). El apéndice humano es un vestigio que a menudo plantea problemas. Se enferma y debe ser extirpado. Otro vestigio es el cóccix, el remanente de una cola. Los humanos no tienen cola, pero existe una corta estructura ósea que es homóloga a la cola de otros mamíferos. A veces un bebé humano tendrá en realidad una corta cola externa (Hamilton y Mossman, 1972, p. 432). Los humanos hasta tienen un remanente de segmentación en los músculos abdominales. Muchos invertebrados son animales segmentados: especialmente los gusanos y los artrópodos cuyos cuerpos están parcialmente divididos en muchos segmentos con músculos presentes en cada segmento. Parte de esta segmentación permanece en los vertebrados y es evidente en los músculos abdominales de los seres humanos. Aún cuando los humanos no tienen pelo que les cubre el cuerpo como otros mamíferos, hay vestigios de pelo en partes del cuerpo humano. La mayoría de

Los argumentos a favor de la megaevolución

los mamíferos tienen músculos que mueven sus orejas para conseguir la mejor recepción de sonidos que oyen. Los humanos tienen los mismos músculos conectados a las orejas aunque no podemos dar vuelta nuestras orejas y no tenemos necesidad real de estos músculos. Algunos vertebrados tienen un tercer párpado que puede cubrir el ojo para protegerlo. Los humanos no tienen ese tercer párpado, pero tienen un pequeño vestigio del mismo, la membrana nictitante en el ángulo del ojo. Los terceros molares o “muelas de juicio” a menudo presentan problemas a los humanos y a veces hay que sacarlos. Los humanos tienen dientes caninos que todavía tienen algo de punta, pero no son lo suficientemente grandes para servir el propósito original de los larg os caninos en muchos otros mamíferos. Estos son todos vestigios de cosas que, aparentemente, ya no necesitamos. Las ballenas tienen aletas delanteras y aleta de cola pero no tienen extremidades

posteriores. Las ballenas evolucionaron de otros mamíferos que sí tenían extremidades posteriores. En el proceso de evolución las extremidades posteriores desaparecieron excepto dos pequeños huesos incrustados en la carne —vestigios, aparentemente, de extremidades posteriores (Ridley, 2004, pp. 59-60). Una cantidad de ejemplos al nivel de la microevolución pueden ilustrar la realidad del desarrollo de estructuras vestigiales y mostrar cómo se deben haber desarrollado los vestigios descriptos más arriba. Los ejemplos incluyen las salamandras ciegas de las cavernas con vestigios de ojos, aves incapaces de volar con alas vestigiales y escarabajos que no vuelan con alas inútiles selladas bajo las cubiertas fusionadas de sus alas (Futuyma, 1983, p. 48). Todas estas estructuras vestigiales son evidencias de evolución de otros animales que necesitaban esas estructuras.

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Figura 11.3 Varios órganos vestigiales en los humanos, y las extremidades posteriores vestigiales de una ballena (según Villee, 1977). Ilustración por Robert Knabenbauer.

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Figura 11.4 Principales tipos de animales ordenados en escala ascendente de complejidad.

Figura 11.5 Un ejemplo del orden jerárquico de la vida.

Fe, razón y la historia de la Tierra

La naturaleza jerárquica de la vida y la escala ascendente de complejidad Todos los animales comparten esencialmente las mismas funciones bioquímicas básicas. Pero cuando comparamos rasgos de la fisiología y la anatomía, podemos ordenar los grupos animales en una escala evolutiva de complejidad (Fig. 11.4). Los protozoos están compuestos de una sola célula. Las esponjas son pluricelulares pero les faltan capas germinales separadas. Los platelmintos agregaron capas germinales separadas, y las ascárides fueron los primeros en tener un tubo

digestivo completo. Los peces fueron los primeros en tener un esqueleto interno, los anfibios fueron los primeros tetrápodos o animales de cuatro patas, los reptiles agregaron un ciclo de vida completamente terrestre, los mamíferos y las aves se volvieron de sangre caliente y los mamíferos dan a luz hijos vivos. Cada grupo añadió rasgos importantes mientras la vida “ascendía” la escala evolutiva. La evolución de las plantas y animales ocurrió por una serie de eventos secuenciales de división. Por ejemplo, los mamíferos se separaron de los reptiles; entonces los mamíferos y los reptiles cada uno se dividió para producir nuevos órdenes. El orden mamífero carnívoros se dividió en familias, incluyendo félidos, cánidos y osos. Después de eso la familia de los cánidos se dividió en lobos, chacales y zorros. El resultado de este proceso es un orden jerárquico de los seres vivos en grupos insertados dentro de grupos (Fig. 11.5). Los objetos que no descendieron de antepasados comunes, como los minerales, no pueden ordenarse de esa manera (Futuyma, 1983, p. 53). Si la vida fue creada por un Diseñador inteligente, esperaríamos más bien un continuo de tipos de organismos, no un orden jerárquico. La homología La homología es una línea de evidencia clave usada para determinar las relaciones evolutivas entre los organismos

Los argumentos a favor de la megaevolución

y en el desarrollo filogenético: teorías de los caminos evolutivos por medio de los cuales surgieron estos organismos (Ridley, 2004, pp. 423-426). Consideremos dos maneras de definir la homología y términos relacionados. Las definiciones que se usan comúnmente ya son una interpretación, así que usamos una definición funcional primero y más adelante presentamos la definición que se usa actualmente (o interpretativa). La homología: partes de diferentes organismos que aunque su función pueda ser diferente, tienen la misma estructura interna y se desarrollan por el mismo camino embriológico. La analogía: partes que cumplen la misma función pero tienen estructuras internas diferentes y se desarrollan por caminos embriológicos diferentes. El principio de homología puede ilustrarse por la estructura de la extremidad anterior de cuatro clases de mamíferos (Fig. 11.6). Las manos y brazos humanos están adaptados para manipulación fina, las aletas de las focas están diseñadas para nadar, las alas de los murciélagos para volar y las patas de los perros para correr pero no para maniobras delicadas. Las extremidades anteriores se ven diferentes y tienen funciones muy diferentes; pero en su anatomía interna, tienen los mis-

mos rasgos básicos. Todas tienen la misma estructura ósea: un omóplato (o escápula); un húmero, radio y cúbito; y luego los huesos de la muñeca y de la mano. Las proporciones de los huesos son diferentes, pero las inserciones de los músculos y las articulaciones son las mismas. En el murciélago, el radio está reducido o vestigial. Hasta la “mano” tiene los mismos huesos en estas cuatro extremidades tan diferentes. El ala de un murciélago tiene la misma disposición de huesos que una mano humana, y el ala se sostiene con cuatro dedos, cuyos huesos son muy alargados. Este es el significado de la homología: las funciones pueden ser diferentes, pero la estructura interna es la misma. Los mamíferos tienen estas homologías porque los cuatro tipos de extremidades anteriores evolucionaron de un antepasado común que tenía la estructura ósea básica del miembro anterior. Heredaron la estructura ósea del antepasado común y entonces desarrollaron modificaciones para adaptar la extremidad a sus necesidades individuales. Por contraste, cuando los distintos grupos animales tienen estructuras análogas, tales como alas, estas estructuras no evolucionaron de un antepasado común. Varios grupos de animales tienen alas y cada grupo independientemente desarrolló

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Figura 11.6 Huesos homólogos de las extremidades de cuatro clases de mamíferos (según Dunbar, 1961). Ilustración por Robert Knabenbauer.

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Figura 11.7 Estructuras análogas: las alas de una mariposa, un ave, un murciélago y un pterosaurio (según Moody, 1962). Ilustración por Robert Knabenbauer.

Figura 11.8 Un diagrama que muestra la cantidad de diferencias de aminoácidos en el citocromo c obtenidos de diferentes especies de animales, plantas y microorganismos (datos de Villee, 1977).

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alas para servir al mismo propósito. Porque evolucionaron en forma independiente, tienen rasgos estructurales diferentes. Cuatro tipos distintos de alas ilustrarán este concepto de la analogía: mariposa, ave, murciélago y pterosaurio (un reptil volador) (Fig. 11.7). En las alas del pájaro, los huesos de los dedos están bastante reducidos y las plumas constituyen la superficie principal de vuelo. En el ala de un pterosaurio, el cuarto dedo solo sostiene la membrana del ala. Las alas de los insectos no

tienen ningún hueso. Externamente estas alas son parecidas superficialmente, sin embargo internamente son muy diferentes y, por lo tanto, análogas. El término convergencia está muy relacionado con analogía. Los linajes animales, que tienen antepasados diferentes, se han vuelto más parecidos por causa de necesidades similares. Sus estructuras han convergido hacia un patrón común (por lo menos superficialmente) al desarrollarse en forma independiente la una de las otras. Los mismos principios de homología y analogía también se aplican al nivel de la fisiología y la bioquímica. El citocromo c es una molécula que se encuentra prácticamente en todos los seres vivos y las secuencias de aminoácidos en el citocromo c se han estudiado en una amplia variedad de organismos desde los seres humanos y los burros, a las gallinas y las semillas de ricino (Mettler et al., 1988, pp. 37-41). Entre los humanos y los monos hay un solo aminoácido diferente. Pero entre la levadura y los humanos, se encuentran 45 diferencias en la secuencia de aminoácidos (Fig. 11.8). Si la vida evolucionó, se esperaría que aumenten las diferencias al comparar los organismos que están más apartados en la escala, y eso es lo que encontramos. Al progresar la evolución desde la levadura, las mutaciones en la molécula de citocromo c aumentarían, como en otras partes del organismo y el citocromo c cambiaría más al evolucionar la vida. En general, los datos se ajustan a esta expectativa, aunque el cambio no es muy fluido. A partir de esta información, se pueden desarrollar árboles filogenéticos basados en el citocromo c (Fig. 11.9). L a c a n t i d a d de homologías determina cuán cerca están unos de otros los diferentes grupos en

Los argumentos a favor de la megaevolución

el árbol. Notemos que los diferentes grupos de mamíferos terminan más o menos juntos como es de esperar. Las otras relaciones en este árbol también son, aproximadamente, las que se esperarían si la vida hubiera evolucionado. Este estudio de homología bioquímica puede aplicarse de una manera muy cuantitativa a diversos niveles taxonómicos. Este método se está usando mucho para investigar las relaciones evolutivas de grupos de plantas y de animales. Un estudio (Miyamoto y Goodman, 1986) usa datos bioquímicos para analizar las homologías y relaciones entre los órdenes de mamíferos (Fig. 11.10). Los números

junto a las ramas del árbol indican el número mínimo de cambios en los aminoácidos necesarios para evolucionar de un grupo a otro. Este árbol es parecido al que resultaría de usar datos morfológicos. Los árboles filogenéticos también se pueden basar en comparaciones de ADN de diferentes organismos y, últimamente, este método se está utilizando mucho. Lo que es interesante, es que los árboles filogenéticos basados en estructuras óseas, los basados en secuencias de aminoácidos y los basados en el ADN, generalmente, se asemejan unos a otros. La interpretación de estos datos es que las homologías muestran la evolución a partir de antepasados comunes. Una creciente divergencia en las caracte-rísticas indica aumento en la distancia desde el antepasado común. Las homologías son la evidencia principal usada para desarrollar árboles filogenéticos. Podemos llevar esta línea de razonamiento un paso más adelante. Todas las formas de vida se basan en el mismo sistema bioquímico. Esencialmente todas

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Figura 11.9 Filogenia de vertebrados, basada en la estructura de la molécula de citocromo C (según Mettler et al., 1988).

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Figura 11.10 Un árbol filogenético de los mamíferos euterios (incluye todos los mamíferos excepto los marsupiales y monotremas), basado en un estudio de aminoácidos. Los números son un resumen de la cantidad de reemplazos de nucleótidos necesarios para dar razón de las diferencias observadas en los aminoácidos (según Miyamoto y Goodman, 1986).

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usan el mismo sistema genético y la misma genética basada en el ADN. Esto indica que toda la vida evolucionó a partir de un antepasado común (Ayala, 2006, pp. 37, 38). Con este trasfondo, consideremos la definición interpretativa de homología y analogía. Generalmente no se usan las definiciones funcionales usadas más arriba. Las definiciones más comunes, que llamaremos definiciones interpretativas, son interpretaciones de los datos basados en la teoría evolucionista. La homología: correspondencia que tienen entre sí las partes de diferentes organismos debido a la herencia a partir de un antepasado común. La analogía: partes que son semejantes superficialmente pero que se han desarrollado en forma independiente (un tipo de homoplasia —similitud no-homóloga) (Wiley et al., 1991, pp. 9-14).

Los errores y los diseños imperfectos como evidencia de historia El estudio de la evolución es, en parte, el estudio de cómo los organismos han desarrollado adaptaciones para suplir sus necesidades en su medio ambiente. Sin embargo, las adaptaciones perfectas o “el diseño ideal es un pésimo argumento para la evolución, porque imita la acción postulada de un Creador omnipotente” (Gould, 1980, p. 20; ver también cap. 1, 2). Las adaptaciones que no parecen ser verdaderamente lógicas o que son subóptimas, son mejores indicadores de la historia evolutiva. Hace unos pocos años, compré una casa vieja y procedí a remodelarla. Al arrastrarme de aquí para allá en el altillo y en el espacio angosto debajo del piso que permite acceso a las cañerías e instalación eléctrica, descubrí muchas cosas

Los argumentos a favor de la megaevolución

interesantes. Las pesadas vigas y pilares que sostenían el piso explicaban por qué el piso de madera no crujía a pesar de la antigüedadad de la casa y las cañerías del agua todas estaban conectadas en un sistema lógico. Otras características eran más intrigantes. Éstas incluían una serie de escalones de hormigón debajo de la casa y otra serie enterrada en el suelo por fuera de la casa, y una cañería de desagüe que salía de la casa del lado opuesto a la conexión a la cloaca y que luego corría todo alrededor de la mitad de la casa hasta su destino. Tramos de cimientos sólidos debajo de la casa parecían cimientos de paredes exteriores, pero no sostenían nada excepto el medio del piso de un dormitorio (lo que calmó mi preocupación acerca del peso de nuestra cama de agua). Pronto se hizo evidente que estas características raras no podían explicarse únicamente por la lógica o por las necesidades estructurales de la casa. Sólo podían explicarse por la historia. La casa había pasado por una serie de remodelaciones y adiciones hechas por propietarios anteriores. Las características inusuales eran remanentes históricos de esos eventos y ya no eran relevantes para las actuales necesidades estructurales de la casa. Los cimientos adicionales estaban bajo paredes exteriores antes de que los dormitorios fueran agrandados con nuevos cimientos y nuevas paredes. Los viejos escalones indicaban las posiciones de puertas exteriores en las primeras fases de la historia de la casa. La explicación de la cañería que corría alrededor de la casa era la existencia de una cámara séptica abandonada en el lugar donde la cañería de desagüe salía de la casa. Comencé a sentirme como un arqueólogo al reconstruir la historia de la casa (Fig. 11.11) sobre la base de estos y otros remanentes históricos, mientras mi familia pensaba que yo estaba trabajando muy duro debajo de la casa. En el proceso de añadir a la casa, dejé algunos remanentes históricos propios. De ese modo, si el próximo dueño tuviese una tendencia a la curiosi-

dad, tendrá los materiales para muchas horas felices de investigación arqueológica, pero además tendrá nuevas dificultades porque mi trabajo destruyó parte de la evidencia. Esta historia es exactamente análoga al estudio de la historia de la evolución usando adaptaciones subóptimas o estructuras raras como evidencia de eventos evolutivos históricos. Las estructuras vestigiales no tienen una explicación funcional; son remanentes de la historia de la evolución. Ya que la vida tiene una historia, los tipos de adaptaciones que pueden desarrollarse en cualquier organismo dado dependen de las materias primas provistas por la historia. Por ejemplo, cuando evolucionaron los murciélagos, no pudieron desarrollar alas como los insectos o los pájaros porque sus antepasados inmediatos ya tenían la típica estructura de la mano de los mamíferos. Así que los murciélagos se vieron obligados a desarrollar un ala que era una modificación de esa estructura de la mano de

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Las adaptaciones perfectas son un pésimo argumento para la evolución.

Figura 11.11 Secuencia de adiciones a una casa, reconstruida de los remanentes históricos de esta serie de eventos.

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Figura 11.12 La estructura de la pata del Panda, con su pulgar excepcional (sesamoideo radial). A la derecha, un dibujo de primer plano (según Ewer, 1973; Gould, 1980). Ilustración por Robert Knabenbauer.

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un mamífero. Si un Creador inteligente había diseñado la vida, ¿por qué el ala de un murciélago no fue diseñada en forma única y óptima para su propósito en vez de ser meramente la modificación de la extremidad anterior de un mamífero terrestre? Así es como sucede siempre: la estructura de cada organismo consiste de adaptaciones de caracteres existentes en el grupo del cual evolucionó en lugar de mostrar la originalidad y creatividad que esperaríamos de un Creador (Futuyma, 1983, p. 62). En ningún lugar se ilustra mejor este principio que en el pulgar del panda (Ewer, 1973, pp. 21-23, 138; Gould, 1980). El panda gigante come sólo bambú que manipula hábilmente entre su pulgar y los otros dedos. Sin embargo, el pulgar no es un pulgar común. Es un sexto “dedo” que en realidad es un hueso sesamoideo radial alargado en su muñeca. Los músculos presentes en otros mamíferos han sido modificados para servir al pulgar novedoso del panda (Fig. 11.12). Otros miembros de la familia de los osos no tienen un pulgar oponible y, por consiguiente, el panda no tenía las materias primas para desarrollar fácilmente un pulgar hábil como tienen algunos otros mamíferos. En cambio, desarrolló, del ya un poco agrandado hueso sesamoideo que tienen los otros osos, un pulgar inusual que satisface adecuadamente sus necesidades. El panda también tiene un hueso sesamoideo agrandado en el otro lado de su pata de-

lantera. Las inserciones musculares sugieren que este hueso también puede ser móvil (Ewer, 1973, p. 21-23), aunque no ha sido estudiado tanto como el sesamoideo radial. Hace mucho que se reconoce al ojo de los vertebrados como un accidente evolutivo de pobre diseño, porque las capas celulares en la retina están ordenadas al revés. La luz debe pasar por varias capas celulares antes de llegar a los fotorreceptores, lo que da como resultado una pérdida de eficiencia en la transmisión de la luz. Otro tipo de rasgo subóptimo es la lucha, destrucción y crueldad tan evidente en la naturaleza, en lugar de la armonía que se esperaría que produjera un Creador inteligente. Algunos animales parecen estar pobremente adaptados, por ejemplo los lemmings y las langostas que no tienen una adaptación para impedir la superpoblación. Periódicamente experimentan un incremento desenfrenado de población que produce resultados devastadores para sí mismos y su hábitat (Futuyma, 1983, p. 127). La biogeografía Entre las líneas de evidencia más importantes para Darwin se encontraban los patrones de distribución geográfica de las plantas y animales, y la correspondencia entre la distribución biogeográfica y la supuesta historia evolutiva. La distribución de plantas, y, especialmente, animales se corresponde con el patrón que esperaríamos ver si cada grupo se originó en un lugar geográfico específico y de allí se dispersó, adaptándose a las condiciones ecológicas con las que se encontraba. La explicación histórica de tales rarezas como escaleras abandonadas y pulgares de pandas también se aplica a las rarezas en la distribución animal. Muy pocos tipos de animales están ampliamente distribuidos sobre la tierra en su hábitat preferido. En cambio, los grupos animales que se encuentran en cada región geográfica han desarrollado

Los argumentos a favor de la megaevolución

especies para llenar los hábitats en esa región (Fig. 11.13). Los topos de la familia Talpidae viven bajo tierra en madrigueras y se alimentan de lombrices y otros animales pequeños. Son comunes en Norteamérica, Europa y Asia. En África, el mismo nicho está ocupado por una familia de topos diferente, los topos dorados de la familia Chrysochloridae. En Australia, los topos parecen similares a los otros pero son marsupiales que no están emparentados con ellos. Se podrían aplicar muchos otros ejemplos a este principio.

En las Islas Galápagos, un grupo de pinzones (de Darwin) evolucionaron en una especie que come insectos, algunos que comen semillas y un carpintero. En otras partes del mundo, esos mismos nichos se ocupan con pájaros de familias diferentes a los pinzones de Darwin. Las islas oceánicas, como las Galápagos, sólo tienen animales que pudieron cruzar grandes extensiones de océano (Futuyma, 1983, pp. 50-51). Si la vida fue creada, ¿por qué el Creador no puso jirafas en una isla o dos?

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Figura 11.13 Equivalentes ecológicos en cuatro continentes. El mismo nicho ecológico a menudo es ocupado en diferentes continentes por animales no emparentados. Los animales en cada hilera son equivalentes ecológicos. Ilustración por Robert Knabenbauer.

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Un rasgo subóptimo notable es la crueldad tan evidente en la naturaleza.

Fe, razón y la historia de la Tierra

América del Sur tiene un complejo de como once familias de roedores (llamados a veces roedores histricomorfos o histricognatos) que tienen características óseas comunes, lo que indica que están íntimamente conectados unos con otros. Pero no comparten estas características con otras familias de roedores en otros continentes (Corbet y Hill, 1991, pp. 201207; Wilson y Reeder, 2005). Aparentemente, los roedores de América del Sur se originaron allí e irradiaron para llenar los muchos nichos ecológicos ocupados en otros continentes por otras familias de roedores. Casi todos los mamíferos de Australia son marsupiales. Estos se han irradiado para llenar los nichos ecológicos ocupados en otros continentes por no-marsupiales. “La única explicación racional —es decir, científica— para tales patrones debe ser que las especies no fueron distribuidas sobre la faz de la Tierra por el Creador sino que se originaron en diferentes lugares y se dispersaron desde allí” (Futuyma, 1983, p. 51). El registro fósil

En el registro fósil ocurre una secuencia en el orden de aparición de los diferentes grupos de animales.

Para resolver realmente una cuestión acerca del pasado, necesitamos evidencia histórica. El registro fósil es la evidencia histórica más directa que tenemos a nuestra disposición. La teoría evolucionista supone ciertas expectativas acerca del registro fósil. Por ejemplo, las criaturas simples deben aparecer primero (más abajo) en las rocas. Los grupos más evolucionados deben aparecer más arriba. Idealmente, uno espera encontrar de eslabones que conectan los diferentes grupos de organismos (p. ej., si comparamos gusanos y moluscos fósiles, en algún punto, al bajar en el registro fósil, deberían hacerse más parecidos y finalmente fusionarse en un antepasado común a través de una serie de eslabones de enlace evolutivos). El Grand Canyon (del Río Colorado) es un ejemplo elegante de las series de capas de rocas sedimentarias que cubren una porción im-

portante del continente norteamericano. Estas capas rocosas se formaron cuando la arena, barro y otros sedimentos fueron arrastrados a una depresión principalmente por agua, o llevados por el viento, y depositados una capa sobre la otra (Hamblin y Christiansen, 1995, pp. 121127). Esta pila de capas de roca es la columna geológica, y a su secuencia de depósitos fósiles se la conoce como el registro fósil (Fig. 11.14). Existen reglas básicas para interpretar este registro rocoso. Como las capas se formaron por el proceso descripto más arriba, las que están abajo deben haberse depositado primero. El resultado es una secuencia en el tiempo desde la más antigua abajo hasta la más joven arriba. Esto es verdad no importa cuánto o cuán poco tiempo pensamos que transcurrió durante la formación de la columna geológica con sus fósiles. Este registro fósil (Benton, 1993) tiene el potencial de proveer evidencia convincente de si realmente ocurrió la megaevolución. Las rocas más antiguas de la Tierra son las rocas precámbricas. En la zona del Grand Canyon, las rocas precámbricas están expuestas sólo en el mismo fondo del cañón. Los únicos fósiles que se encuentran en la mayoría de las rocas precámbricas son los de organismos unicelulares, pero cerca de la parte superior de las capas del Precámbrico hay fósiles de animales más complejos (la fauna Ediacara) (Seilacher, 1984; Gould, 1989a; Clarkson, 193, pp. 57-63; Narbonne et al., 1997). La porción de la columna geológica justo por sobre el Precámbrico se llama el Fanerozoico. Esta parte de la columna contiene abundancia de fósiles. Las rocas fanerozoicas están divididas en tres porciones: el Paleozoico (porción inferior), el Mesozoico, y el Cenozoico (la porción superior) que contiene las rocas depositadas más recientemente. La parte inferior del Paleozoico contiene sólo invertebrados fósiles (Clarkson, 1993). Más arriba en el registro fósil, aparecen en una secuencia diferentes grupos. Los primeros vertebrados que

Los argumentos a favor de la megaevolución

aparecen como fósiles son los peces, luego los anfibios y finalmente los reptiles incluyendo los dinosaurios. Han proporcionado revelaciones fascinantes de la biología de este grupo excepcional, pero los científicos todavía debaten si los dinosaurios eran de sangre fría o caliente (Barrick y Showers, 1995; Fischman, 1995). Los últimos grupos que aparecen son los mamíferos y las aves (Carroll, 1988; Prothero y Schoch, 1994). Dentro de estos grupos, los diferentes órdenes y familias también aparecen en una secuencia evolutiva. La mayoría de los grupos de mamíferos familiares que vemos hoy no aparecen como fósiles hasta el Cenozoico inferior o medio. Los seres humanos aparecen por primera vez en la parte de más arriba, en el Pleistoceno (Fig. 11.14). Claramente, en el registro fósil ocurre una secuencia en el orden de aparición de los diferentes grupos de animales. Este patrón también es válido para los niveles taxonómicos inferiores (géneros y especies). Esta parte de la expectativa evolucionista se satisface bastante bien. Primero aparecen los animales invertebrados, y los tipos más complejos en su estructura aparecen en períodos sucesivamente posteriores. Además, al retroceder en el registro fósil, hay un porcentaje creciente de grupos extintos (Fig. 11.14). Los grupos de animales y plantas que viven hoy extantes son comunes como fósiles en el Pleistoceno y el Terciario superior, pero más abajo en el registro hay grupos más antiguos que desaparecieron y fueron reemplazados por grupos modernos, mostrando el proceso de la evolución a lo largo del tiempo. ¿Qué en cuanto a la segunda expectativa de eslabones intermedios entre los grupos? Darwin reconoció que el registro fósil no mostraba mucha evidencia de eslabones intermedios. Pensó que al recolectar más fósiles a lo largo del tiempo, se encontrarían estos eslabones. En los 150 años desde la predicción de Darwin, se encontraron muchos fósiles que acrecentaron grandemente nuestra compren-

sión del registro fósil. Esta base de datos mejorada, todavía sugiere que, para la mayoría de los animales y plantas, el registro fósil no contiene eslabones que conectan los distintos tipos. En la mayoría de los casos, algunas características del proceso de fosilización aparentemente no han permitido que se preservaran las series de eslabones intermedios. Los grupos principales (tipos) de invertebrados aparecen en el Paleozoico inferior y están distribuidos a lo largo del registro fósil sin eslabones entre los grupos. Los grupos principales de vertebrados no aparecen tan temprano en el registro, y las clases de vertebrados aparecen en el registro en una secuencia evolutiva lógica (Prothero y Schoch, 1994). El registro de los vertebrados, en muchos casos, no contiene series convincentes de eslabones evolutivos entre los órdenes o clases. Hay excepciones, como el Archaeopteryx, el cual, esencialmente, tenía el esqueleto de un reptil, plumas, y podía volar (Ostrom, 1994) (Fig. 11.15). También hay algunos dinosaurios pequeños con plumas (Martin, 2001, p. 249; Norell et al., 2002; Zhang y Zhou, 2004), que proveen evidencia de la evolución de los pájaros a partir de los dinosaurios. Los primeros mamíferos y reptiles parecidos a los mamíferos son una buena secuencia evolutiva desde los reptiles a los mamíferos con muchas especies diferentes en las distintas etapas del proceso (Hopson, 1994; Luo et al., 2007) (Fig. 11.16). Además, los primeros anfibios son extraordinariamente parecidos en muchos casos a su grupo antepasado, los peces del grupo Rhipidistia (Fig. 11.17). Ambos tienen la excepcional estructura dental laberintodonte, un canal de gran tamaño para el notocordio en la base de la caja craneana (que no se encuentra en otros tetrápodos) y otros rasgos comunes. Recientemente se encontró un nuevo fósil del Devónico tardío, llamado Tiktaalik, que parece ser un intermedio entre estos peces y los primeros anfibios. Tiene el cuerpo de un pez, pero las aletas tienen

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Con pocas excepciones, no ocurren eslabones intermedios fósiles entre la mayoría de los grupos de animales.

El hecho que unos pocos conceptos básicos de la teoría de la evolución pueden explicar muchas líneas de evidencia, es un argumento firme a favor de la megaevolución.

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Fe, razón y la historia de la Tierra

Los argumentos a favor de la megaevolución

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Figura 11.14 Distribución estratigráfica de los grupos principales de animales en el registro fósil, mostrando la distribución de formas existentes y extintas, y la distribución estratigráfica de la familias de dinosaurios (figuras del autor, basadas en datos de Benton, 1993; datos de plantas que dan flores de Harland, 1967, ya que Benton, 1993, no incluyó este dato para plantas que dan flores).

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Figura 11.15 El esqueleto y la disposición de las plumas de las alas del archaeopterix y un pájaro moderno (según Carroll, 1988). Ilustración por Robert Knabenbauer.

Figura 11.16 El reptil Thrinaxodon, una parte de la línea de reptiles que llevó a los mamíferos (según Carroll, 1988). Ilustración por Robert Knabenbauer.

Figura 11.17 El pez ripidistio Eusthenopteron comparado con el anfibio primitivo Ichthyostega (según Carroll, 1988). Ilustración por Robert Knabenbauer.

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huesos más fuertes que los de los peces, tal vez para sostenerse sobre las aletas, y el cráneo es más aplanado y con la forma de cocodrilo, que el pez de aletas lobuladas del Devónico (Daeschler et al., 2006; Shubin et al., 2006). Se encuentran algunos primeros fósiles ballenas con pequeñas extremidades posteriores (Trefil, 1991; Berta, 1994;

Gingerich et al., 1994; Novacek, 1994; Thewissen et al., 1994; de Muizon, 2001; Thewissen y Bajpai, 2001; Wong, 2002) (Fig. 11.18) y la interpretación es que algunos fósiles pertenecen a animales semi-acuáticos conectando las ballenas a antepasados terrestres. Los caballos fósi-

les forman una secuencia evolutiva clásica (MacFadden, 1992) (Fig. 9.10), y los fósiles homínidos (humanos y “hombres monos”) forman una secuencia con tamaño cerebral creciente (Mettler et al., 1988, p. 305) (Fig. 11.19). A pesar de estas notables excepciones, el cuadro general es que entre la mayoría de los grupos de animales no ocurren eslabones intermedios fósiles. En las plantas, la falta de eslabones intermedios es tal vez aún más sorprendente. La ciencia reconoce esto hoy en día. ¿Cuál es la razón para esta falta de formas intermedias? Un aumento de la concientización sobre la falta de eslabones intermedios ha llevado a discusiones acaloradas dentro de la ciencia evolucionista, en la búsqueda de una respuesta a esa pregunta. Cuando los datos no se presentan como se espera en el paradigma, a veces puede estimular una investigación y pensamiento más esmerados. La teoría de la evolución como fue propuesta por Charles Darwin sostenía que los cambios evolutivos ocurren gradualmente, a un ritmo lento y bastante parejo. Los muchos pequeños cambios que ocurren en el proceso de microevolución, durante períodos muy largos, se suman y generan los cambios mayores que producen nuevas especies y familias. Hoy en día, la mayoría reconoce que el concepto gradualista de la evolución de Darwin no es adecuado para explicar la evidencia. Se admite (Eldredge y Gould, 1972) que no es probable que las nuevas especies se desarrollen en grandes y extensas poblaciones, sino en pequeñas poblaciones aisladas, en los bordes del ámbito de la especie. Sin embargo, una especiación rápida en estas pequeñas poblaciones tiene muchas menores posibilidades de ser preservadas en el registro fósil que los muchos individuos que representan el status quo en la población principal. Como resultado, las nuevas especies generalmente aparecen de pronto en el registro fósil, y ocurren muy

Los argumentos a favor de la megaevolución

pocos cambios entre los eventos de especiación (Kerr, 1995b). La evolución de nuevos grupos de animales de tierra ocurre en medioambientes de tierras altas donde no es probable que se conserven los fósiles. Este hecho también opera en contra de la preservación de eslabones intermedios como fósiles. El hecho que el registro geológico esté incompleto es otro factor que reduce la probabilidad de que se preserven intermediarios. La fosilización es un evento poco común, y cualquier población dada de animales tiene muy pocas posibilidades de ser conservada como fósiles. Si la evolución de nuevos planes corporales (nuevos tipos) y de órdenes y clases dentro de esos tipos, ocurre bastante rápidamente, es probable que la secuencia de intermediarios no se conserve, y somos afortunados de tener, aunque sea, unas pocas buenas secuencias de formas intermedias. La convergencia de las líneas de evidencia Todas las líneas de evidencia con-sideradas en este capítulo, así como la datación radiométrica (que se discutirá más adelante) que indica la gran edad de los fósiles, apuntan hacia la evolución de la vida a lo largo de cientos de millones de años. El hecho que unos pocos conceptos básicos contenidos en la teoría

de la evolución pueden explicar tantas líneas de evidencia es un argumento firme a favor de la megaevolución.

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Figura 11.18 La distribución de ballenas en el registro fósil y la teoría de la evolución de ballenas a partir de mamíferos terrestres (según Savage y Long, 1986; Thewissen et al., 1994; Gingerich et al., 2001). Reimpreso con permiso de Brand (2007).

Figura 11.19 Tamaño promedio del cerebro de varios grupos de homínidos fósiles (según Mettler et al., 1988). Tabla por Robert Knabenbauer.

Capítulo 12 Los argumentos a favor de la intervención informada

La megaevolución no es una teoría de la cual reírse. Pero podemos presentar buenos argumentos para un punto de vista alternativo.

Ya examinamos las evidencias a favor de la megaevolución: el origen evolutivo de grupos de plantas y animales que son lo suficientemente diferentes para ser colocados en familias, órdenes, clases y tipos separados. ¿Es posible que la misma evidencia se adecue a la idea de la intervención informada seguida por una evolución por debajo del nivel de la megaevolución? ¿Podría haber límites al proceso evolutivo? (Lester y Bohlin, 1989; Meyer et al., 2007). La manera como tratemos este asunto es muy importante. Los creacionistas, tal vez comenzando con George McCready Price, han desarrollado algunos malos hábitos cuando hablan sobre el tema de la evolución. Algunos tienen la tendencia a ser sarcásticos y a hablarles a los evolucionistas con aires de superioridad. A veces se presenta a los científicos como muy estúpidos por creer en la evolución. Ese enfoque no es ni correcto ni constructivo. La megaevolución no es una teoría de la cual reírse. Alguien que conoce los datos puede presentar buenos argumentos a favor de ella. También podemos presentar buenos argumentos a favor de un punto de vista alternativo, pero hablamos de cosas que son complejas y que sucedieron hace mucho tiempo. Por lo tanto, ninguno de los dos paradigmas puede esperar tener pruebas concluyentes. Una línea de evidencia puede parecer señalar firmemente en una dirección, pero otra buena explicación puede ser adecuada también. En muchas

líneas de evidencia existe un paralelo en lo que tanto el intervencionismo como la megaevolución esperarían ver en los datos. Esto hace que la búsqueda de respuestas definitivas sea más ardua de lo que podríamos pensar. En teoría, sugerimos que las personas que creen en la megaevolución pertenecen a varias categorías. Los intervencionistas a veces hablan como si todos los no intervencionistas deliberadamente quieran sacar a Dios del camino. Probablemente algunos pertenecen a esa categoría, pero muchos de ninguna manera piensan de ese modo. Algunos son cristianos y hasta cierto punto, son intervencionistas, pero no están seguros de qué hacer con la evidencia. Otros han sido educados para creer en la evolución naturalista y no conocen otra alternativa viable. Otros, incluso, han considerado ambas teorías y han decidido que la correcta es la megaevolución. Muchas personas inteligentes y reflexivas creen que la vida ha surgido por medio del proceso evolutivo. Nunca se gana nada al burlarse de otros que tienen creencias diferentes sobre estos asuntos. Cada uno debe evaluar cuidadosamente estas cuestiones filosóficas y luego tratar con respeto y cortesía a aquellos que no están de acuerdo con nosotros. ¿Puede un cristiano hacer menos que esto? Volvamos a considerar las líneas de evidencia que discutimos en el capítulo 11 y exploremos cómo puede manejar los datos la teoría de la intervención informada. El énfasis no está en

Los argumentos a favor de la intervención informada

comprobar el intervencionismo informado. Primero, debemos tratar de desarrollar una teoría intervencionista que sea internamente coherente y luego evaluar la fuerza de la evidencia a favor de la teoría. La embriología Ernst Haeckel propuso que un embrión vertebrado repite su historia evolutiva al madurar (Fig. 11.1). En realidad, las primeras etapas embrionarias no parecen tan similares como las pintó Haeckel (Pennisi, 1997). La versión moderna más realista de la teoría sugiere que un embrión en sus primeras etapas es como las primeras etapas embrionarias de su antepasado. Al desarrollarse, gradualmente se hace menos parecido a la forma ancestral y adquiere los rasgos característicos de su propia especie. Otra explicación lógica es coherente con esos mismos datos. La mayoría de los vertebrados tienen un cuerpo alargado con una cabeza en un extremo, generalmente una cola en el otro y cuatro extremidades en las cuatro “esquinas” del cuerpo. Como todos estos animales se desarrollan a partir de un huevo de una célula hasta un juvenil completamente formado, no es de sorprender que haya muchas similitudes entre ellos en sus primeras fases. El embrión desarrolla primero el plan corporal básico. Las características particulares del organismo individual aparecen más adelante en la ontogenia. De forma similar, un constructor de casas edifica primero los cimientos (casas que son muy diferentes cuando están terminadas pueden tener cimientos parecidos) y agrega las características propias de la casa más adelante. Un ingeniero que tratara de diseñar las etapas de desarrollo de todos estos organismos posiblemente encontraría que es más eficiente seguir un plan básico para todos y agregar las características especiales más adelante en el proceso, como sean necesarias para cada grupo y luego para cada especie dentro del grupo.

Otros problemas también plantean un desafío para la teoría de que la ontogenia repite la historia evolutiva (Wise, 1994). Los científicos no intervencionistas reconocen que las etapas de desarrollo del corazón y de los riñones de los mamíferos no son remanentes históricos que proveen evidencia para la evolución (Romer, 1962). El argumento más arriba está incluido porque todavía se encuentra en algunos libros de texto universitarios bastante recientes. Pónganse en el lugar de un bioingeniero cuya tarea es diseñar el sistema de distribución química para un embrión al desarrollarse desde la etapa de una célula hasta un mamífero completo. El corazón y los riñones de un mamífero maduro son estructuras complejas que requieren algún tiempo para su fabricación al crecer el embrión. Pero el embrión no puede esperar tanto tiempo para hacer circular sangre, distribuir los nutrientes a los tejidos y eliminar los desechos metabólicos. ¿Cómo resolverían ese problema? El ingeniero de la vida ha diseñado una solución compleja e intrincada. El corazón es al principio una estructura simple que se puede desarrollar y comenzar a funcionar rápidamente. Al crecer, gradualmente se transforma en el estado de cuatro cavidades y funciona plenamente durante todo el proceso. El riñón sigue un camino un poquito distinto. Un riñón simple se desarrolla rápidamente y maneja la eliminación de desechos mientras que se va desarrollando el riñón metanéfrico más complejo. Cuando el riñón más complejo está listo para comenzar a funcionar, el riñón inicial más simple, desaparece. Romer (1962) reconoció que se necesitan los riñones sucesivos en el embrión por razones funcionales; no tienen nada que ver con la evolución. Parece ser que el corazón y el riñón de los mamíferos necesitan desarrollarse aproximadamente de esta manera, ya sea que hubiéramos evolucionado o que hayamos sido creados, y de ese modo la embriología de estos órganos no nos dice nada a favor o en contra de la evolución o la intervención.

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Fe, razón y la historia de la Tierra

Parece ser que las salamandras (Fig. 9.5) tienen el programa genético para producir el equipo para una vida acuática, que pierden cuando dejan el agua, y una alteración heterocrónica del momento de este proceso determina cuándo perderán sus adaptaciones acuáticas. Una especie que no vivirá en el agua puede mantener las branquias sólo dentro del huevo. ¿Por qué no se aborta completamente el desarrollo de sus branquias? Tal vez se usen las branquias para intercambio de gas mientras está en el huevo o tal vez sea más eficiente, biológicamente, mantener la opción de tener branquias para permitir la posibilidad de adaptación a condiciones cambiantes. En resumen, las branquias que persisten sólo mientras está en el huevo puede ser un verdadero vestigio de cambios evolutivos que ocurren desde la creación por adaptación a estrés medioambiental o tal vez las branquias de corta vida tienen una función que, todavía, no se entiende bien. Otra opción es que la información genética para todos los tipos de ciclos de vida de las salamandras está siempre presentes, y la única diferencia está en la cronometría —cuando algunos genes se activan o apagan— dándoles a las salamandras la capacidad creada de adaptarse a diferentes entornos. Los experimentos que demostraron que las aves todavía tienen los genes para producir huesos de patas “reptiles” proveen revelaciones fascinantes de los procesos de desarrollo (Fig. 11.2). Parece muy improbable que un conjunto sin usar de genes para producir huesos de reptiles permanecerían intactos en las aves por más de 100 millones de años sin serios daños mutacionales a esos genes innecesarios. Es más plausible que, las aves y los reptiles, tengan una serie común de “instrucciones” para hacer patas y que los genes reguladores controlan la aplicación específica de éstos para hacer la estructura apropiada para cada animal. Los experimentos de Hampe (1960) y también la inducción de dientes en embriones de pollos por Kollar y Fisher

(1980) parecen sugerir que éste es el caso. Pero ¿por qué es de esa manera? La única razón para presentar esto como evidencia en contra de la intervención informada es sugerir que un Creador usaría un diseño más eficiente. Este es un argumento muy débil, por cierto, hasta que comprendamos el sistema genético y los procesos embriológicos lo suficiente para evaluar con exactitud la eficiencia de distintas propuestas de diseño de los organismos. Los experimentos de Hampe y de Kollar y Fisher pueden revelar que los sistemas vivos contienen más información genética de la que es evidente y que los genes reguladores se usan para controlar la operación de una serie de instrucciones básicas. Los órganos vestigiales Las estructuras vestigiales son los supuestos sobrantes de nuestro pasado evolutivo (Fig. 11.3). A principios del siglo XX, había compilada una larga lista de órganos vestigiales en los mamíferos (Wiedershiem, 1895). Se consideraba la lista como evidencia convincente a favor de la megaevolución. Había más de ochenta ítems en la lista que incluía la tiroides, el timo, las glándulas pituitarias, el lóbulo olfativo del cerebro y el oído medio. Ahora sabemos que estas estructuras son esenciales para la vida y para nuestro sentido del oído y el olfato. Cuando se compiló la lista, nadie sabía qué funciones tenían. Los investigadores creían que eran vestigios de un antepasado que los necesitaba. Con los estudios de los fisiólogos, la lista se ha reducido. La lógica usada en esta línea de evidencia debe ser analizada cuidadosamente. Si no conocemos la función de algo, se convierte en un candidato para un órgano vestigial. ¡Podríamos llamar a esto vestigialismo–de–las–brechas (o de las lagunas o hiatos)! La debilidad del planteamiento es que cuanto más sepamos, es mayor la posibilidad de que descubramos las funciones útiles de estos supuestos órganos vestigiales.

Los argumentos a favor de la intervención informada

Todavía hoy aparecen en libros de texto varias estructuras como órganos vestigiales. Al repasarlas, tengamos en mente que a menudo se considera vestigial a un órgano si se puede demostrar que no cumple ninguna función (y esa conclusión podría significar que no sabemos lo suficiente acerca de ello todavía). O, si la función o la forma de un órgano están alteradas de su forma en los supuestos antepasados, todavía se podría decir que el órgano modificado es un vestigio evolutivo. Sin embargo, antes de aceptar esto como evidencia de un origen evolutivo de la estructura alterada, debemos preguntarnos si existe alguna explicación alternativa factible. Es fácil proponer una hipótesis para explicar algo. Y otra cosa muy distinta es demostrar que esa es la hipótesis correcta y que todas las hipótesis alternativas están equivocadas. En una época, los médicos extirpaban rutinariamente el apéndice humano ya que parecía inútil y a menudo causaba problemas. Ahora se sabe que pertenece al sistema inmunológico. Tenemos un problema de enfermedad con el apéndice y cuando se infecta, debe ser removido. Sin embargo, uno está mucho mejor con el apéndice si éste se mantiene sano. ¿Es inútil el cóccix? En realidad, esta pequeña estructura tiene una función muy importante como un punto de fijación de los músculos que nos permiten pararnos derechos (y proveer relleno cuando nos sentamos). No puede considerarse vestigial. El camino embriológico que hace una cola en otros mamíferos se usa en nosotros para producir una estructura importante. ¿Sucedió esto por evolución o fue desarrollado por un Diseñador informado? ¿Qué pruebas hay para contestar esa pregunta? No la evidencia de la embriología o de estos “órganos vestigiales”, se necesita otro tipo de evidencia. La “cola” externa que, en casos raros, está presente en un recién nacido humano es una estructura pequeña, generalmente sin hueso, que no es

equivalente a las colas de otros vertebrados (O'Rahilly y Muller, 1992, p. 63). Los músculos segmentados del abdomen son importantes para doblar nuestro cuerpo y para mantener el tono de la pared abdominal. Si esta disposición muscular provino de un antepasado primitivo no es más que conjetura. Los músculos no son pruebas a favor o en contra de la evolución o la intervención. ¿Por qué los humanos tienen pelos sobre sus cuerpos? ¿Es vestigial o un ingeniero diseñador lo quiso así? Las respuestas son una cuestión de opinión que dependen de la premisa que tomamos, no evidencia que debería usarse para elegir una teoría. Los dientes caninos en los humanos son un poco más puntiagudos que los otros dientes. Algunos también pueden considerar esto como vestigio, pero dista de ser un argumento convincente a favor o en contra de nada. ¿Por qué tienen tetillas los hombres? Podrían existir por varias razones y su carácter vestigial es sólo una razón posible. Las tetillas de los hombres no tienen nada que ver con la cuestión de los orígenes. Las extremidades posteriores de una ballena son huesos aislados hundidos en el tejido, pero con una función definida. Son los puntos de inserción para los músculos del sistema reproductivo. Los intervencionistas pueden aducir que el Diseñador modificó las instrucciones genéticas para extremidades posteriores, para hacer que estas estructuras sirvan a su función específica. En estos ejemplos, el argumento de las estructuras vestigiales no es tan convincente como podría aparecer a primera vista. De hecho, uno podría cuestionarse si cualquiera de ellos puede realmente considerarse vestigial. Aunque pensemos que lo son, podríamos llamarlos de esa manera sencillamente porque no conocemos todavía su función. Esta línea de evidencia no señala claramente a ninguna de las dos teorías y no debería usarse como apoyo. La membrana nictitante del ojo en los humanos no funciona como un tercer

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160 Fe, razón y la historia de la Tierra

párpado; ocurre en conexión con los conductos lagrimales. No es muy clara su función, pero sería prematuro declararla no-funcional. ¿Por qué hay músculos sujetos a nuestras orejas? Algunos desean llamarlos vestigios genuinos o decir que dan forma a nuestra cabeza o sostienen las orejas. Se necesita más información antes de poder decidir. Los terceros molares (muelas de juicio) pueden ser un problema para los humanos cuando no hay suficiente lugar para ellos en el maxilar. Esto se puede explicar fácilmente si los humanos alguna vez fueron más grandes de lo que son ahora o tuvieron maxilares más pesados por la diferencia en la dieta. Parecen ser verdaderamente vestigiales: vestigios de dientes que los humanos necesitaban cuando fueron diseñados originalmente, pero que no se necesitan ahora. Muchos casos de estructuras realmente vestigiales han sido el resultado de cambios microevolutivos dentro de los grupos creados de organismos. Algunas poblaciones de salamandras han vivido en completa oscuridad en cavernas durante tanto tiempo que no hubo presión selectiva para favorecer la existencia de ojos. De hecho, como los ojos son inútiles en la oscuridad, si las mutaciones hacen que los ojos no funcionen hasta puede ser una ventaja, al reducir la cantidad de energía necesaria para mantener esos ojos. Algunas poblaciones de aves han perdido su habilidad de volar, aunque todavía tienen pequeñas extremidades anteriores. Estas aves no voladoras viven principalmente en islas donde no hay depredadores. Sin la necesidad de volar para escapar de los depredadores, aparentemente no habría desventaja para algunas de estas aves si las mutaciones redujeron sus poderes de vuelo. En realidad, no volar puede ser una ventaja. En algunos huracanes, la mayoría de las aves voladoras fueron arrastradas a mar abierto desde algunas de las islas del Pacífico (Cowles, comunicación personal). Algunos escarabajos han dejado de volar, no por perder sus alas, sino por

mutaciones que fusionaron las cubiertas de las alas y las volvieron no funcionales. Parece probable que mutaciones adicionales podrían con el tiempo eliminar las alas inútiles. De hecho, la energía ahorrada al no desarrollar estas alas sería una ventaja para los escarabajos. ¿Por qué no todos los escarabajos perdieron sus alas por medio de este proceso? Si el vuelo es vital para una especie (y evidentemente lo es para la mayoría de las especies de escarabajos), una mutación que reduce la capacidad de volar reduce o elimina las oportunidades para que ese individuo sobreviva y se reproduzca. En resumen, muchos supuestos vestigios en realidad sí tienen funciones y, por lo tanto, no lo son. Algunos son cuestionables y se les pueden dar diversas interpretaciones, y algunas son verdaderas estructuras vestigiales y son el resultado de la microevolución a partir de la creación. La naturaleza jerárquica de la vida y la escala ascendente de complejidad La escala ascendente de complejidad (Fig. 11.4) ¿ es evidencia para la megaevolución? Puede ser que no, ya que existe otra posible explicación para los mismos datos. En cualquier conjunto complejo de cosas que muestran gran diversidad, con diferentes combinaciones de características, ya sean máquinas o animales, uno puede ordenarlas en una secuencia de lo simple a lo complejo. ¿Implica esto una secuencia evolutiva? En realidad, la ecología de nuestro mundo es extremadamente compleja. Necesita una gran diversidad de organismos para llenar los muchos nichos ecológicos para que el intrincado sistema pueda trabajar. Todos los rasgos “avanzados” en los mamíferos determinan que no sirvan para llenar el nicho de una esponja. Se necesita una criatura con la serie de características que se encuentra en las esponjas para ocupar ese lugar. Uno puede ordenar esta gran diversidad de organismos en una secuencia con aquellos que tienen en un

Los argumentos a favor de la intervención informada

extremo de la lista una organización más simple y los organismos con estructuras más complejas en el otro. Esta “escala ascendente de complejidad” es sólo una descripción de la naturaleza. Debemos tener un tipo de evidencia diferente para que nos diga si la diversidad se produjo por evolución o por intervención informada. El orden en el cual aparecen estos organismos como fósiles es una parte del cuadro que se discute más adelante en conexión con el registro fósil. El orden jerárquico de la vida ilustrado en la Figura 11.5 ha sido usado por Futuyma (1983) y otros como evidencia de que la vida debe haber evolucionado. Creen que si la vida fue creada, las características de los diferentes organis-mos estarían colocadas en forma caótica o en un continuo, no en la jerarquía de grupos ordenados evidente en la natura-leza. Si pensamos en ese concepto como una hipótesis, ¿cómo podría ser verificado? En realidad, declarar cómo un Creador haría las cosas y luego mostrar que la naturaleza está o no diseñada de esa manera es un argumento vacío. Tal conjetura depende de la suposición improbable de que nosotros podemos decidir cómo sería el Creador y cómo actuaría. La naturaleza de la vida es evidencia empírica de que si la vida fue creada, el Creador usó un plan jerárquico con un sistema anidado (subsistemas) de diseños básicos que fueron modificados para satisfacer las necesidades de cada subgrupo. No hay razón evidente de por qué tal sistema de diseño jerárquico no sería efectivo. La naturaleza jerárquica de la vida es coherente tanto con la teoría de la megaevolución como la intervencionista. No es evidencia a favor o en contra de ninguna de las dos teorías. La homología ¿Cómo se desarrollaron los huesos de las extremidades de los cuatro mamíferos en la Figura 11.6 (humano, foca, murciélago y perro) de la manera como lo hicieron? Un ingeniero que diseña diferentes tipos de máquinas no comenzaría de cero

para cada máquina. Los datos indican que si un Creador inteligente diseñó el sistema de las extremidades para los vertebrados, desarrolló un plan general flexible que podía adaptarse al estilo de vida de cada animal. El resultado es una serie de homologías producto de la obra de un Diseñador común que creó todos estos animales de forma organizada. El mismo concepto se aplica a las analogías. El Diseñador les dio a distintas clases de organismos algunas de las mismas habilidades, de modo que las diferentes clases de alas (Fig. 11.7) son análogas. Hizo a los insectos con un plan corporal diferente a los mamíferos y las aves, pero algunos representantes de cada grupo fueron hechos para volar. A causa de su diferente organización estructural subyacente, sus mecanismos de vuelo son análogos, no homólogos. ¿Qué hacemos con las homologías en los detalles de fisiología y bioquímica? ¿Es nuestra capacidad de ordenar las moléculas de citocromo c en una secuencia filogenética lógica desde las bacterias a los seres humanos una buena evidencia para la megaevolución? Existen diferentes grados de parentesco y de similitud entre diversos animales. Los simios tienen una estructura más parecida a los humanos que a los peces. Esta realidad descriptiva de la naturaleza hace que sea posible construir árboles filogenéticos, ya que esos árboles se basan en grados de similitud o diferencia en los caracteres de animales o plantas. La pregunta importante es ¿cómo llegaron a ser de esa manera los organismos? ¿Por qué los árboles filogenéticos basados en la morfología son similares a los árboles basados en la bioquímica? La megaevolución es una teoría posible, pero debería considerarse también algún otro diseño alternativo. La anatomía no es independiente de la bioquímica. Las criaturas que son parecidas en su anatomía probablemente sean parecidas en la fisiología. Es probable que aquellos que son similares en su fisiología sean, en general, similares en la bioquímica, ya sea que evolucionaran o

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Las homologías pueden entenderse como la obra de un Creador inteligente que diseñó un plan flexible para las extremidades.

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Figura 12.1 Matriz del porcentaje de diferencias en la secuencia de citocromos (según Denton, 1985; datos de Dayhoff, 1972).

Fe, razón y la historia de la Tierra

fueran diseñados. Los datos muestran que la naturaleza no está organizada en forma caótica. En general, existe una estrecha integración entre diversos aspectos de los sistemas vivos. Sin embargo, dentro de cualquier plan morfológico, es probable que haya un cierto grado de flexibilidad bioquímica. Cuando se comparan grupos importantes de animales, el grado de congruencia entre la morfología y la bioquímica existe por razones principalmente funcionales, antes que evolutivas. En consecuencia, no es sorprendente cuando los datos anatómicos y bioquímicos producen árboles filogenéticos similares. A medida que prosiguen las investigaciones se determinará por inspección de los datos, si estos árboles siempre debieran coincidir. Una hipótesis que se hace en el análisis filogenético es que las diferencias entre los organismos en la secuencia de aminoácidos en algunas proteínas indican

distancia evolutiva entre los organismos, en lugar de ser principalmente el resultado de diferencias en los requerimientos funcionales de los mismos. ¿Es ésta una suposición correcta? ¿O son las moléculas de citocromo c (Fig. 11.8 y 11.9), por ejemplo, diferentes en diversos animales por razones funcionales? Denton (1985) presenta los datos de citocromo c de una manera que da lugar a preguntas interesantes. Comenzando con la esquina superior izquierda de la Figura 12.1 y moviéndose hacia la derecha, el número de diferencias en la secuencia de aminoácidos aumenta, como se esperaría en una secuencia evolutiva. Sin embargo, el número de diferencias entre la bacteria Rhodospirillum rubrum y todos los otros grupos es asombrosamente similar. No trataremos de analizar si el diagrama de Denton es un problema para la evolución, sino que simplemente sugeriremos que una hipótesis intervencionista

Los argumentos a favor de la intervención informada

alternativa es que las moléculas de citocromo c en diversos grupos de organismos son diferentes (y siempre han sido diferentes) por razones funcionales. No han ocurrido suficientes mutaciones en estas moléculas para empañar las claras agrupaciones evidentes en las Figuras 12.1 y 12.2. Aún si los críticos de Denton tienen razón, esta interpretación intervencionista todavía es una explicación alternativa válida de los datos. Si no basamos nuestras conclusiones en la premisa a priori de la megaevolución, todo lo que los datos nos dicen en realidad es que los organismos se presentan en grupos anidados sin ninguna indicación de intermediarios o grupos superpuestos, y sin indicar relaciones de antepasados/ descendientes. La evidencia puede explicarse por una creación separada de cada grupo de organismos representados en los datos de citocromo c. No siempre hay una estrecha correspondencia entre los árboles filogenéticos provenientes de datos morfológicos y bioquímicos. El citocromo c es el ejemplo clásico de los libros de texto y hasta éste tiene explicaciones alternativas viables, como se describió más arriba. Algunos árboles filogenéticos basados en datos bioquímicos (p. ej., Fig. 11.10) concuerdan bastante bien con los datos morfológicos, pero en otros casos los datos bioquímicos producen árboles filogenéticos que no corres-

ponden tan bien con la morfología o con árboles basados en datos bioquímicos diferentes. Christian Schwabe (1986) discutió varias incongruencias en los datos moleculares, no en una discusión de evolución versus creación, sino en una evaluación de diferentes líneas de evidencia dentro de la teoría de la evolución naturalista. Declaró: “Parece desconcertante que existan muchas excepciones a la progresión ordenada de especies como lo determinan las homologías moleculares; en realidad son tantas, que pienso que la excepción, los caprichos, pueden portar el mensaje más importante” (p. 280). Comparó varias líneas de evidencia en relación a la divergencia evolutiva entre los peces cartilaginosos (tiburones, rayas y mantas) y los mamíferos. Cada punto de ramificación en sus diagramas (Fig. 12.3) muestra la cantidad de tiempo en millones de años desde que los antepasados de los peces cartilaginosos divergieron de los antepasados de los mamíferos, según una línea particular de evidencia. Los datos fósiles dicen que los peces cartilaginosos se originaron hace 400 millones de años y los mamíferos se originaron hace cerca de 100 millones de años. La comparación de las proteínas relaxina A de estos dos grupos indica que los mamíferos y los peces se originaron al mismo tiempo, hace cerca de 100

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Figura 12.2 La distancia genética entre el citocromo bacterial y el de otros organismos es casi la misma; la misma relación para trigo y gusano de seda, con organismos por encima de ellos en la escala filogenética (según Denton, 1985).

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Figura 12.3 Tiempo de divergencia evolutiva de los mamíferos y peces cartilaginosos, basado en datos paleontológicos, relaxina A y relaxina B (según Schwabe, 1986).

Fe, razón y la historia de la Tierra

millones de años. Otra proteína, la relaxina B, indica que se originaron al mismo tiempo y que fue hace más de 400 millones de años. Estas tres líneas de datos llevan a conclusiones muy diferentes y no proveen un cuadro claro para desarrollar un árbol filogenético. Una explicación podría ser que las dos relaxinas mutaron a diferentes velocidades. ¿Es esa una hipótesis verificable o una explicación ad hoc para hacer que los datos concuerden? El intervencionismo no es la única teoría que contiene elementos tanto no verificables como verificables. Es importante no confundir las ideas verificables y las no verificables y ser sincero acerca de la diferencia entre ellas. La relaxina es una molécula que dilata el canal de parto en los organismos que paren a sus crías vivas. Una tabla del porcentaje de homologías de moléculas de relaxina en diversos animales (Tabla 12.1) revela que la relaxina de los tiburones, por ejemplo, no es más diferente de la relaxina de los cerdos de lo que ésta es de la relaxina de los humanos —aunque parezca que los mamíferos y los tiburones deberían haber desarrollado la relaxina independientemente. La relaxina de los tiburones dilata el canal de parto de los ratones y de los conejillos de indias, actuando “específicamente sobre estructuras que se desarrollaron sólo millones de años más tarde en diferentes especies” (Schwabe, 1986, p. 281). En el mismo

estudio, Schwabe hace una lista de varias proteínas con funciones específicas en vertebrados superiores que también parecen darse en algunos invertebrados o aún en plantas. La enzima que moviliza la cabeza aparece en la hidra, los intestinos de las ratas y en el hipotálamo humano, y Tiene una secuencia idéntica no importa cual fuera la fuente. En la hidra, produce la regeneración de una cabeza cortada mientras que sus funciones en los humanos es desconocida pero presumiblemente diferente (p. 282).

Schwabe no concluyó que deberíamos acudir al intervencionismo para recibir respuesta a estos problemas. Francamente enfrentaba algunas dificultades y evaluaba las opciones dentro de las explicaciones naturalistas. Algunos científicos han resumido este tipo de datos diciendo que la convergencia se encuentra en todas partes (Patterson, 1981, inédito). Los datos no señalan a una conclusión coherente. Debe haber datos que son realmente convergentes o análogos antes que homólogos y, de ese modo, los datos no siempre nos dan un cuadro claro de la filogenia. Schwabe (1985, 1986) estaba convencido de que la evidencia favorece al origen polifilético de las formas de vida (cada grupo se desarrolló en forma independiente; los grupos no provinieron de

Los argumentos a favor de la intervención informada

te del diseño original. El objetivo de un intervencionista es encontrar pruebas definidas de cuál es ese punto y cuál es el límite superior de cambio evolutivo. Tengamos presente que encontrar ese punto no será fácil porque se podría esperar que tanto el proceso evolutivo como el diseño inteligente produzcan un patrón similar. Tal vez en algunos casos, vemos evidencia de la línea divisoria. Cuando se utiliza la hibridación de ADN para hacer evaluaciones filogenéticas, es más efectivo en indicar agrupamientos de especies. En niveles taxonómicos superiores, los datos son mucho más difíciles de interpretar (Gibson, 1987). Tal vez esto es un reflejo de lo que predice el intervencionista: que la evolución aparece sólo en los niveles taxonómicos inferiores (géneros, especies, etc.) y que más arriba de esto vemos sólo un reflejo del diseño original en lugar de evolución. De la teoría intervencionista podemos obtener definiciones interpretativas de homología y analogía. Estas definiciones son interpretaciones de los datos. Se basan en la premisa de que la teoría de la intervención informada es correcta, así como la anterior serie de definiciones son interpretaciones de los datos basados en la premisa que la teoría de la megaevolución es correcta.

antepasados comunes). Sin embargo, él parte de la base del naturalismo y, en consecuencia, llega a la conclusión de que, ya que existen tantas líneas de organismos que evolucionaron en forma independiente, la vida debe poder desarrollarse muy fácilmente y debe haber evolucionado muchas veces. No tiene pruebas reales para eso. Una persona que cree que la evidencia indica origen polifilético de los grupos animales y también acepta la premisa naturalista debe llegar a la conclusión a la que arribó Schwabe. La respuesta intervencionista para esta evidencia es que los diferentes grupos animales fueron diseñados en forma independiente; no ocurrió la megaevolución. Es importante recordar que hasta un intervencionista reconoce que sí ocurre la microevolución y una cierta cantidad de macroevolución. Por consiguiente, cuando consideramos los árboles filogenéticos al nivel de por lo menos especies o géneros, parte, o la mayoría de las diferencias observadas que aparecen en estos árboles se deben a cambios evolutivos genuinos. Cualquiera, intervencionista o no-intervencionista, puede usar estas líneas de evidencia para determinar patrones de evolución de subespecies y especies y algunas categorías superiores. La teoría intervencionista declara que al ascender la escala taxonómica desde las especies a los géneros, a las familias y los órdenes, en algún punto la homología no es el resultado de la evolución: es parH1

La homología: La correspondencia de rasgos en diferentes organismos a H2

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Humano 1

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56

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6:

72

57

76

72

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59

63

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97

64

Humano 2 Cerdo

99 68

68

Rata

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68

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Tiburón tigre de arena 68

6:

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Tiburón espinoso

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Raya

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53

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6: 6:

Tabla 12.1. Porcentajje de homolog gía entre las relaxinas r de varias especiess (según Schw wabe, 1986) Abreviaturas: H1: Humano 1; H2: Humano 2; C: Cerdo; R: Rata; TTA: Tiburó rón espinoso; RA: Raya ón tigre de arena; TE: Tibur

166 Fe, razón y la historia de la Tierra

niveles taxonómicos superiores se debe al mismo plan estructural básico en ambos organismos. En categorías taxonómicas inferiores, las homologías son el resultado de la correspondencia de rasgos en organismos debido a la evolución, herencia de un antepasado común. La analogía: Correspondencia de rasgos en organismos que no están estrechamente emparentados porque estos rasgos fueron diseñados para funciones similares. En categorías taxonómicas inferiores, las analogías pueden ser rasgos que superficialmente son parecidos pero que han evolucionado independientemente. Notemos que en los niveles taxonómicos inferiores, tanto los intervencionistas como los evolucionistas naturalistas usan las mismas definiciones de homología y analogía. Para los niveles superiores, usan definiciones diferentes. Es verdad que el proceso científico sería más simple si nos quedáramos con solo un conjunto de definiciones, ya sea las definiciones del diseño o de la evolución, en todos los niveles taxonómicos. Sin embargo, esta discusión se basa en que la ciencia debe ser una búsqueda de respuestas verdaderas, sean simples o no. Otra manera de encarar la cuestión es que el intervencionista se pregunta algo que muchos otros científicos no se plantean: ¿Hay un límite para el grado de cambio evolutivo que ha ocurrido? Hay intervencionistas que buscan evidencia que les ayudará a determinar la línea divisoria entre los dos tipos de homologías, de cuál es el límite del cambio evolutivo (Scherer, 1993; Wood y Murray, 2003). El proceso de análisis filogenético Ahora observemos más de cerca el proceso usado en desarrollar árboles filogenéticos. Podemos reunir evidencias sobre las características de los organismos y construir árboles filogenéticos (p. ej., Fig. 11.10). ¿Nos dice esto que esos

árboles necesariamente demuestran la megaevolución? El proceso usado para construir árboles filogenéticos comienza con la recolección de datos sobre las características de los grupos que se estudian. Si estudiamos las relaciones entre varios órdenes de mamíferos, comparamos muchos caracteres que comparten estos órdenes, tal vez comenzando con la estructura dental y la anatomía del esqueleto para determinar cuáles órdenes caminan con los pies planos o caminan sobre sus dedos o si rumian. Se podrían agregar muchos caracteres adicionales, incluyendo datos moleculares. Entonces le decimos a la computadora que compare los caracteres singulares que se encuentran en cada grupo, determine las similitudes entre ellos y genere árboles filogenéticos. Se denomina polarización al proceso de determinar qué características son primitivas (ancestrales) y cuales son derivadas. Esto generalmente se logra incluyendo en el análisis un grupo externo (outgroup) para comparar. El grupo externo (outgroup) es un grupo que está estrechamente emparentado pero está fuera de los grupos que se estudian. Por ejemplo, un estudio de los órdenes de mamíferos podría usar a los caimanes como grupo externo. El orden de mamíferos con las menores diferencias con respecto al grupo externo es considerado el orden más primitivo, más cercano al antepasado común de los mamíferos. (Para mayor información sobre los diferentes métodos de abordar el análisis filogenético, véase Wiley et al., 1991; Skelton y Smith, 2002; Felsenstein, 2004). De un conjunto de datos dado, se pueden producir muchos árboles diferentes. Por ejemplo, comparemos los árboles en la Figura 12.4. El patrón de las ramificaciones en A indica que los organismos 1 y 2 son muy parecidos entre sí y los organismos 3 y 4 también son parecidos entre sí. Ambos grupos (1 y 2, 3 y 4) tuvieron un antepasado común en el pasado. El árbol B indica que al comparar grupos, 4 es más parecido al antepasado,

Los argumentos a favor de la intervención informada

3 es el que le sigue en parecido y los organismos 1 y 2 son más parecidos entre sí. El árbol C muestra que 1, 2 y 3 están más estrechamente emparentados, 2 y 3 están más estrechamente emparentados entre sí de lo que cualquiera lo está con 1 y comparten un antepasado lejano con 4. ¿Qué árbol es la mejor hipótesis de parentesco para estos animales? Al tomar estas decisiones, a menudo usamos el principio de parsimonia, lo que significa que aceptamos los árboles que proveen la explicación más simple y requieren el menor número de pasos evolutivos. Un árbol parsimonioso requiere que la evolución reinvente independientemente estructuras el menor número de veces. Después de que se produjeron varios árboles filogenéticos a partir de nuestros datos, surgen dos niveles de preguntas que querríamos que la computadora abordara: 1. Si estos grupos de organismos evolucionaron a partir de un antepasado común, ¿cuál de estos árboles es el camino más probable para esa evolución? 2. Alguno de estos árboles ¿es correcto? ¿O es más probable que estos grupos de animales o plantas no hayan sido resultado de la megaevolución? La pregunta 1 presupone que los organismos evolucionaron. Sólo preguntamos cuál es el árbol más probable. La número 2 pregunta si la evidencia se explica mejor por una megaevolución ilimitada o por orígenes independientes (que implica intervención informada), además de una evolución limitada dentro de los grupos polifiléticos. Es importante entender que la ciencia sólo formula la pregunta 1. La ciencia no se formula la segunda pregunta más abarcadora. La pregunta 1 es como un examen de op-

ciones múltiples que pregunta: “¿Cuál de estas opciones (qué árbol filogenético) es más probable que sea correcto?” Sin embargo la respuesta “ninguno de los mencionados” ni siquiera se considera. El proceso nos da un árbol no importa cuál sea la realidad en la historia de la vida. A la computadora que analiza los caracteres y genera los árboles no se le ha dado ninguna instrucción que le permita formular la segunda pregunta. Cuando ingresamos los datos en la computadora, ésta no tiene manera de determinar cuál de los grupos es el antepasado o el más cercano al antepasado. Sólo puede producir un árbol desarraigado, mostrando qué grupos son más parecidos (D en Fig. 12.4). Debe añadirse un grupo externo (outgroup) antes de que pueda producir un árbol arraigado (con raíz). Sin embargo, no tenemos razón para introducir un grupo externo a menos que primero demos por sentada la evolución de estos dos grupos a partir de un antepasado común. Un estudio de los mamíferos, usando a los caimanes como grupo externo, se basa en la presuposición de que ambos evolucionaron de un antepasado común. Si nos basamos en esa conjetura, entonces la computadora busca el orden de mamíferos con la mayor cantidad de caracteres en común con el grupo externo. Ahora la computadora toma al grupo de mamíferos como la raíz del árbol que puede construir. Ni siquiera puede construir un árbol a menos que el investigador primero acepte la premisa de la megaevolución agregando un grupo externo. Esta es la razón básica de por qué este proceso no es siquiera capaz de formular la segunda pregunta. Los árboles filogenéticos no surgen espontáneamente

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Figura 12.4 Comparación entre diferentes árboles filogenéticos. (A-C) Tres árboles filogenéticos alternativos para cuatro taxones de animales. (D) Un árbol desarraigado (indica parentescos, pero no indica cuáles son los grupos ancestrales y cuáles son descendientes).

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El proceso que produce árboles filogenéticos no puede evaluar si dos grupos evolucionaron o fueron creados separadamente.

Fe, razón y la historia de la Tierra

de los datos. Aparecen al manipular los datos con la teoría evolucionista. ¿Significa esto que este proceso es una pérdida de tiempo? No, de ninguna manera. Hasta el intervencionista lo usa para estudiar la microevolución y la especiación, para examinar los cambios evolutivos muy reales que pueden haber ocurrido dentro de los grupos principales de organismos. Además, si una persona elige basarse en la megaevolución, es lógicamente coherente el uso de este método para determinar el árbol filogenético más probable para los animales que él o ella está estudiando, aún para las categorías taxonómicas superiores. Lo que es importante recordar es que este proceso es capaz de contestar sólo la pregunta 1; ni siquiera puede abordar la pregunta 2. Si llevamos nuestra lógica un paso más adelante, descubrimos que la capacidad de usar el proceso que describimos arriba para producir árboles filogenéticos no es una evidencia a favor de la megaevolución ni de la microevolución. Un proceso de análisis filogenético que presupone que los animales evolucionaron a partir de un antepasado común no puede usarse para verificar si vinieron de un antepasado común. Eso sería razonamiento circular. Además, el hecho de que este proceso no puede probar la evolución no es evidencia para la intervención. Sencillamente refleja los límites en la capacidad de la humanidad para analizar el pasado remoto. Se necesita algún otro tipo de evidencia para contestar las preguntas más importantes acerca de dónde vinimos nosotros y los demás organismos sobre la Tierra. Colin Patterson, un destacado paleontólogo de vertebrados y evolucionista de Inglaterra, hizo algunas declaraciones interesantes en una disertación pública. No hay evidencias obvias que sugieran que favorece el intervencionismo, pero declaró que había “experimentado un cambio de la evolución como conocimiento a la evolución como fe” (Patterson, 1981, inédito). Tal vez esta actitud honesta es apropiada para todos al estudiar qué sucedió en el pasa-

do, ya sea que estemos a favor del intervencionismo o la megaevolución. Ahora consideremos otro aspecto de las limitaciones en el proceso de generar filogenias. Los árboles filogenéticos están basados en homologías, pero la homología por sí sola no puede demostrar la evolución o la intervención. La homología tiene dos explicaciones posibles: la evolución a partir de un antepasado común o diseño por un diseñador común. ¿Cuál es la correcta? Si las homologías fueran la única evidencia que tenemos, tendríamos que decir que no sabemos. Si reunimos datos de los fósiles y los animales vivos y nos basamos en la megaevolución, es posible construir árboles filogenéticos. Para cualquier conjunto de organismos (o aún de máquinas), es posible armar un árbol filogenético basado en homologías. ¿Son verdaderos los árboles? Observando un árbol muy general de los animales (Fig. 12.5A), notamos que los que comparten más homologías en común están más cerca entre sí en el árbol. ¿Muestra eso que evolucionaron? Si usamos el mismo proceso para analizar un grupo de vehículos con ruedas, podemos dibujar un árbol basado en principios mecánicos homólogos (Fig. 12.5B). Nadie diría que los vehículos evolucionaron. Las características homólogas pueden surgir por otra vía, el diseño inteligente. Tales analogías nunca deberían llevarse demasiado lejos. Esto ilustra sólo un punto: la homología, en sí misma, no puede demostrar la evolución. Si sólo formulamos la pregunta 1 “¿Cuál es el árbol filogenético más probable?” es esencial depender de homologías para contestar esa pregunta. Eso es perfectamente legítimo. Pero, si formulamos la pregunta 2: “¿Evolucionaron o no?” entonces las homologías no pueden responder la pregunta. No tienen el potencial de hacerlo. A pesar de todo, se afirma que si podemos identificar cuándo ocurrieron ciertas mutaciones en la historia de la vida, hemos demostrado que el cambio se debió a la evolución. Sin embargo, si el

Los argumentos a favor de la intervención informada

diseñador usó un plan lógico al diseñar una serie de animales, modificando los genes en forma sistemática para cambiar las características de un grupo a otro, probablemente no podríamos detectar si el cambio fue el resultado de la evolución o del diseño. Consideremos los genes Hox como un ejemplo. Los genes Hox controlan el desarrollo embriológico de los cuerpos animales. Son interruptores que controlan otros genes y determinan la posición y naturaleza de las partes más importantes del cuerpo y están localizados en una secuencia sobre el cromosoma en el orden en el cual son activos durante el desarrollo. El número de genes Hox es proporcional en general a la complejidad del organismo y se cree que esto es el resultado del aumento en el número de genes Hox en varias etapas en la evolución (Carroll, 2000). Las esponjas tienen un gen Hox, los invertebrados más complejos tienen de cuatro a diez y los vertebrados tienen hasta 39, ordenados en cuatro bloques. Al principio de la evolución de los cordados el número de bloques de Hox se duplicó, formando dos bloques y luego se duplicó otra vez, haciendo cuatro bloques en los peces y otros vertebrados (Carroll, 2000). Ahora consideremos otra explicación. El Creador diseñó los genes Hox y los conjuntos de otros genes que serían controlados por ellos. Cuidadosamente pla-

nificó el esquema de desarrollo de cada grupo de animales a ser creados e incluyó el número de genes Hox necesarios para mantener el nivel de complejidad de cada grupo animal. No comenzó de cero con cada grupo, sino que usó elementos comunes, los genes Hox, y sistemáticamente ajustó el número de genes Hox de acuerdo con la complejidad del desarrollo de cada grupo. Si esto es verdad, entonces estas diferencias genéticas son el resultado de un diseño intencionado y no de la duplicación evolutiva de los genes. Si un investigador está comprometido con la filosofía naturalista, él o ella no considerarán esta posibilidad. Los errores y los diseños imperfectos como evidencia de historia Si un animal está perfectamente adaptado a su medioambiente puede ser el resultado de la selección natural o de un diseño perfecto del Creador. Las imperfecciones, adaptaciones subóptimas o errores manifiestos parecen señalar en forma más categórica a una explicación evolucionista. Por consiguiente, uno debe tener un criterio imparcial para determinar si la adaptación es realmente subóptima. ¿Es el pulgar del panda subóptimo?

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Figura 12.5 “Árboles filogenéticos” para animales y vehículos con ruedas (A-B). Esquema por Robert Knabenbauer.

La destrucción en la naturaleza puede explicarse por una creación perfecta que degeneró luego de la rebelión y el pecado.

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Fe, razón y la historia de la Tierra

¿Existen evidencias de que el panda tiene dificultad al realizar las tareas que requieren el uso de su pulgar? Si no es así, ¿qué razón objetiva tenemos para llamarlo subóptimo? ¿Cómo podríamos determinar que un Creador usaría un diseño tan curioso (Wise, 1994)? El uso del pulgar del panda (Fig. 11.12) como un argumento científico en contra del intervencionismo es válido sólo si tenemos datos objetivos para respaldar la hipótesis de que un Creador no usaría semejante diseño; de otro modo, es sólo una conjetura filosófica. Los datos nos muestran que si existe un Creador, usó un diseño jerárquico para la vida. ¿Cómo podemos estar seguros de que no usaría los patrones genéticos de otros osos para modelar un pulgar para el panda, antes que interponer un rasgo de algún otro animal al ya bien organizado sistema genético del oso? ¿O podría ser que se diseñó inteligentemente el ADN con suficiente información para permitir que se originara tal estructura después que los osos fueron creados? Futuyma (1983, p. 199) concluye que es extraño que un creador omnisciente hiciera el ala de un murciélago extendiendo cuatro dedos del mismo tipo de mano que tienen los otros mamíferos. Este argumento sólo tiene sentido si él insinúa que el ala del murciélago está por debajo de lo óptimo. Ese argumento es aún menos convincente para los murciélagos que para los pandas. Los murciélagos son capaces de lograr hazañas increíbles de acrobacias de vuelo con sus alas que parecen manos. Filmaciones con cámara lenta de un murciélago usando su ala, tal como nosotros usaríamos una mano, para cazar polillas y transferirlas a su boca mientras vuela sin interferir con la eficacia del vuelo hace que sea difícil creer el argumento de que el diseño del ala de un murciélago es subóptimo. ¡Es aún más increíble porque existen testimonios documentados de murciélagos que localizan, persiguen, cazan y comen dos insectos consecutivos en vuelo, en el lapso de un segundo! (Griffin et al.,

1960.) El ala de un murciélago es ideal para su estilo de vida. La opinión de que un sistema jerárquico de diseño que usa un plan básico para cada grupo y lo modifica para las necesidades de cada miembro del grupo no es creativo u original es simplemente una opinión personal, subjetiva. Uno podría argumentar con la misma lógica que hacer un murciélago con tan increíbles y efectivas habilidades de vuelo y la pata de un perro del mismo plan estructural básico, es muy creativo realmente. El pulgar del panda y el ala del murciélago no son evidencias objetivas a favor o en contra de la evolución o la intervención. Ayala declara que un ingeniero humano podría diseñar cosas vivas con diseños más efectivos de los que vemos en la naturaleza (Ayala, 2006, p. 34, 86). Esas son afirmaciones arrogantes y poco realistas. El punto de vista sostenido por mucho tiempo de que la retina de los vertebrados es un accidente evolutivo pobremente diseñado, porque las capas celulares supuestamente están dispuestas en orden inverso, ha sufrido un revés importante. Un estudio reciente (Franze et al., 2007) informa una reexaminación de la retina. Se encontró que las células de Müller en la retina tienen propiedades únicas e inesperadas. Son realmente fibras ópticas vivas que transmiten la luz a través de las capas exteriores de la célula a los fotorreceptores con una eficiencia muy elevada. En vez de ser un accidente evolutivo ineficiente, la retina es un diseño altamente eficiente y muy avanzado. Además, los fotorreceptores deben estar detrás de las otras capas celulares para estar junto a la red capilar que trae los nutrientes necesarios. La sangre es más opaca que las otras capas celulares en la retina y por eso no puede ponerse por delante de los fotorreceptores. Otros tipos de rasgos subóptimos son fundamentalmente diferentes en su naturaleza al pulgar del panda. Consideremos, por ejemplo, la incapacidad de los lemmings y las langostas de controlar el

Los argumentos a favor de la intervención informada

tamaño de sus poblaciones (Futuyma, 1983, p. 127). Es difícil justificar este rasgo como un buen diseño. A la mayoría de nosotros nos preocupan la lucha, crueldad y destrucción en la naturaleza, no importa cuáles sean nuestros puntos de vista filosóficos. La versión del intervencionismo que se propone aquí toma a la Biblia en serio y tiene una respuesta para este problema que es coherente internamente. El Diseñador proveyó suficiente información para que no nos confundiéramos con este enigma. La vida fue creada en un estado perfecto, pero la rebelión de la raza humana introdujo fuerzas degenerativas en otras partes de la naturaleza también. La Tierra ya no es una habitación ideal. Los organismos se han adaptado por medio de la selección natural a las condiciones alteradas y muchas de estas adaptaciones distan de ser las ideales. El concepto de la creación y de la rebelión posterior no puede estudiarse por los métodos científicos, pero los procesos de cambio que ocurrieron después de esos eventos pueden ser analizados con el proceso científico. La biogeografía A partir de la creación de los animales y las plantas, ha ocurrido una serie compleja de cambios en su distribución sobre la Tierra. Durante este tiempo han ocurrido cambios evolutivos dentro de los grupos independientes originales. Las especies de pinzones y tortugas en las Islas Galápagos, y los azucareros y cientos de especies de moscas de fruta en Hawai, han evolucionado al colonizar una isla tras otra. No se encuentran jirafas en las islas porque no pueden llegar allí por medios naturales. Dios no puso necesariamente las especies donde están ahora. Una buena parte de los datos biogeográficos tienen la misma explicación en la teoría intervencionista como en la teoría de la megaevolución. Sin embargo, algunos de los patrones biogeográficos a gran escala se encuentran en una categoría diferente. ¿Por qué

casi todos los mamíferos australianos son marsupiales con equivalentes ecológicos a mamíferos tales como lobos, ratones, conejos y topos? ¿Por qué once familias de roedores estrechamente emparentados se encuentran sólo en América del Sur (Corbet y Hill, 1991; Wilson y Reeder, 2005)? ¿Por qué los continentes, (p. ej., América del Sur y Australia) que son los más alejados e inaccesibles desde el lugar donde se posó el arca bíblico, tienen el mayor número de grupos de animales y aves singulares? Estos son enigmas desafiantes para la teoría intervencionista. Que haya una solución eficaz depende de ciertas suposiciones acerca de la historia de la vida desde que ocurrió la intervención. Es mejor presentar las soluciones sugeridas después de un estudio de la evidencia geológica, así que retornaremos a esta cuestión en el capítulo 17. El registro fósil Buena parte de la evidencia que se examina aquí puede interpretarse de diferentes maneras y todavía ser lógicamente coherente. Puede armonizar con cualquiera de las dos teorías. Necesitamos un registro histórico que nos diga qué sucedió. Sólo dos tipos de fuentes siquiera afirman ser tal registro histórico. El primero consiste en relatos escritos que declaran ser un registro de la historia de la vida. Pero si queremos evaluar lo que la ciencia puede decirnos acerca de la historia, debemos observar la otra fuente: el registro fósil. Este registro es la línea de evidencia científica que, en teoría, podría resolver la cuestión entre las dos teorías. La teoría intervencionista implica las siguientes expectativas del registro fósil: Primero, las criaturas complejas podrían aparecer en las rocas tan abajo como las criaturas simples. No habría necesariamente una secuencia de complejidad ascendente. Si un grupo de organismos no apareciera en las rocas inferiores, sería por alguna razón aparte de que ese grupo todavía no había evolucionado. Segundo, no se esperan encontrar series convincentes

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Fe, razón y la historia de la Tierra

de eslabones evolutivos interconectados en el registro fósil. Los fósiles del Precámbrico no son tan abundantes como los fósiles de las rocas más jóvenes, pero sí forman una secuencia. Los primeros fósiles son procariotas unicelulares y luego aparecen los eucariotas unicelulares. Los fósiles de animales complejos se concentran cerca de la parte superior del Precámbrico (la fauna Ediacara) (Clarkson, 1993, p. 5563). Son animales pluricelulares, pero no se los considera antepasados de los animales del Cámbrico (Seilacher, 1984; Gould, 1989a). Son conjuntos únicos de animales extintos sin lazos claros con otros grupos. Un estudio hasta sugirió que podrían ser líquenes (Retallack, 1994). El registro fósil (Fig. 11.14) desde el Cámbrico hasta el Cenozoico se llama el Fanerozoico —la era de la vida abundante— por buenas razones. Al comienzo del Cámbrico, aparecen de pronto tantos grupos de animales que produce un cambio abrupto en el registro (Valentine et al., 1991; Levinton, 1992). Esta sorprendente diversidad de organismos (Gould, 1995) incluye una cantidad de grupos de animales que, desde entonces, se extinguieron (Benton, 1993). Hasta los primeros vertebrados fósiles aparecen en el Cámbrico (Shu et al., 1999, 2003). Casi todos los tipos de animales invertebrados que tienen un registro fósil aparecen al principio del Cámbrico, incluyendo las criaturas marinas conocidas como las esponjas, moluscos, trilobites y estrellas de mar. Esta repentina aparición a comienzos del Cámbrico, de tantos tipos modernos y tipos adicionales que se extinguieron, sin antepasados obvios, se llama la explosión cámbrica. Es un desafío explicar este rasgo sorprendente del registro fósil sin la intervención informada (Wise, 1994). La teoría intervencionista propone que la explosión cámbrica no es un registro de las primeras apariciones de vida, sino de los primeros enterramientos durante una catástrofe.

¿Hay evidencia de que estas formas de vida más antiguas eran más primitivas que las modernas en el sentido de tener una construcción más tosca o simple? No. Por ejemplo, los trilobites son animales únicos que se encuentran sólo en el Paleozoico, pero tienen ojos compuestos, patas complejas y otras características que muestran que eran como los artrópodos de hoy (Clarkson, 1993, pp. 342-362). Los primeros artrópodos no son subdesarrollados ni formados toscamente. Más aún, los primeros trilobites deben haber tenido también la misma complejidad bioquímica que las formas vivas modernas (Chadwick y DeHaan, 2000). Otros grupos muestran que las características básicas del tipo están presentes al comienzo del registro. La teoría de la megaevolución reconoce que los primeros fósiles en este tipo ya tenían el plan corporal básico que el mismo tipo tiene hoy. Un molusco es un molusco a lo largo de todo el registro fósil. En la teoría de la evolución, el término “primitivo” no significa simple o tosco; sencillamente significa animales o estructuras que aparecen más temprano en el registro fósil. No existe tal cosa como un animal construido tosca o crudamente. Los árboles filogenéticos en muchos textos y libros populares muestran un árbol completo que llega hasta el comienzo de la vida. Son más interesantes los árboles que muestran qué partes están respaldadas por evidencia fósil y qué partes son hipotéticas. Tales árboles muestran que las conexiones evolutivas entre prácticamente todos los tipos y casi todas las clases son sólo teóricas. Los científicos no-intervencionistas están al tanto de esto. Charles Darwin identificó esto como la mayor debilidad en su teoría. Creyó que se encontrarían los intermediarios. Sin embargo, la mayoría de los miles de fósiles que se encuentran caen dentro de los grupos existentes. Al encontrarse más fósiles, se hace más claro que las lagunas o brechas entre los grupos principales de organismos son

Los argumentos a favor de la intervención informada

reales y que no es probable que se encuentren las secuencias de intermediarios. Esta evidencia ha hecho que los teóricos evolucionistas busquen nuevas maneras de explicar la evolución de los grupos principales que sean coherentes con la realidad de la falta general de intermediarios fósiles. La explosión cámbrica es sorprendente por otra razón. Si la vida se originó por la megaevolución, parece más razonable esperar que la vida apareciera en primer lugar como unas pocas formas básicas, con mucha especiación dentro de estos pocos grupos. Esperaríamos que los nuevos planes corporales (nuevas clases y tipos) no aparecieran rápidamente, sino que gradualmente aparecieran una a una a lo largo del tiempo geológico al diversificarse la vida. El registro fósil muestra lo contrario: esencialmente todas las clases y tipos aparecen cerca del comienzo del registro fósil, incluyendo algunos que se han extinguido desde entonces. La mayor diversidad de tipos se encuentra al mismo comienzo (Fig. 12.6). Esto es más fácil de explicar por medio de la creación de los planes corporales todos de una vez y que el registro fósil se formara después del evento de la creación. El registro fósil de las plantas también sorprende por su falta de intermediarios. Esta evidencia concuerda con las expectativas del paradigma de la intervención informada. Los grupos de plantas aparecen más bien repentinamente en las rocas sin eslabones con antepasados. Varios grupos de plantas con flores que aparecen en las rocas del Cretácico son similares a las que existen hoy. No se han encontrado registros de su evolución.

Los mamíferos son los que tienen el mejor registro fósil de todos los vertebrados. Pero para la mayoría de los órdenes, ningún fósil documenta la evolución a partir de supuestos antepasados. Sin embargo, los vertebrados contienen las principales excepciones a la falta general de intermediarios. Las rocas del Mesozoico guardan una serie de organismos que pueden interpretarse como una buena secuencia evolutiva desde los reptiles a los mamíferos (Hopson, 1994). Los reptiles terápsidos (Fig. 11.16), a veces llamados reptiles mamiferoides, tienen claramente esqueletos de reptil. Los reptiles, incluyendo los terápsidos, tienen algunos huesos que no tienen los mamíferos. También tienen un sólo hueso en el oído medio en vez de los tres que tienen los mamíferos. El hueso articular en la mandíbula inferior de los reptiles se articula con el hueso cuadrado; en los mamíferos, el hueso dentario compone la mandíbula inferior y se articula con el escamoso (el escamoso en los

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Figura 12.6 Comparación de patrones por medio de árboles filogenéticos. (A) Una expectativa razonable de un patrón de evolución, con pequeños cambios graduales, que dan como resultado, con el tiempo, el origen de nuevos tipos. (B) El patrón que se observa en el registro fósil, con prácticamente todos los tipos presentes en los primeros sedimentos del Cámbrico. La diversidad de tipos es más elevada al comienzo del registro fósil. Reimpreso con permiso de Brand (2006).

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Fe, razón y la historia de la Tierra

mamíferos forma parte del arco cigomático). En otros sentidos, los terápsidos no son reptiles típicos. Sus patas tienen una posición cuadrúpeda erguida debajo de su cuerpo como los mamíferos, pero no como otros reptiles del Pérmico. Su cráneo tiene varios rasgos parecidos a los mamíferos: un paladar secundario separando la boca de la apertura nasal, dientes que se asemejan a los incisivos, caninos y dientes de la mejilla de los mamíferos y una mandíbula inferior compuesta mayormente por el dentario y los otros huesos reducidos. En los depósitos del Triásico, varios grupos simultáneamente muestran rasgos más parecidos a los mamíferos. Unos pocos tipos parecen tener remanentes de la articulación articular-cuadrado de la mandíbula de los reptiles y una articulación incipiente dentario escamoso (Lillegraven et al., 1979; Carroll, 1988, cap. 17). Algunas formas fósiles parecen mostrar huesos de la mandíbula de los reptiles evolucionando a huesos del oído medio de los mamíferos (Luo et al., 2007). Las facciones de los terápsidos parecidas a los mamíferos son rasgos morfológicos relacionados a un estilo de vida activo con un alto índice metabólico que requería una ingestión mayor de alimentos que otros reptiles. Algunos han especulado que los terápsidos eran de sangre caliente. Los primeros fósiles mamíferos se encuentran en el Triásico. Algunos parecen tener una combinación de características tal, que la elección de llamarlos reptiles o mamíferos se torna arbitraria (Lillegraven et al., 1979; Carroll, 1988). La existencia de un grupo de reptiles con características de anatomía y fisiología paralelas a las del estilo de vida activo de los mamíferos no es un problema para la teoría intervencionista, pero el grupo confuso de los fósiles del Triásico con estructuras aparentemente intermedias es un desafío. Otro famoso intermediario es el Archaeopteryx, el fósil temprano que parece un buen eslabón entre los repti-

les y las aves (Fig. 11.15). Archaeopteryx no es el equivalente del complejo grupo de terápsidos. Es sólo una especie con varias características estructurales que son diferentes de las de otras aves. Sus huesos no son livianos y huecos como los pájaros, su cola tiene un esqueleto largo y huesudo, tiene dientes y tiene garras en tres dígitos de su ala. Sin embargo, está completamente recubierto de plumas, tiene alas bien desarrolladas y aparentemente podía volar (Feduccia y Tordoff, 1979; Olson y Feduccia, 1979). La existencia de Archaeopteryx y un pájaro con pico del Jurásico con las mismas características del esqueleto (Hou et al., 1995) no ayuda a explicar el problema difícil de desarrollar la capacidad de volar. Son un tipo único de criatura, tal vez relacionado a otros pájaros de la misma manera que los monotremas (ornitorrinco con pico de pato y el equidna espinoso) están relacionados a otros mamíferos. Los monotremas son mamíferos que tienen algunos huesos que se encuentran normalmente en los reptiles pero no en los mamíferos y, además, ponen huevos. Ya que los monotremas viven todavía, podemos estudiar sus tejidos blandos y verificar que son realmente mamíferos y no son antepasados evolutivos adecuados para los demás mamíferos. Como no hay Archaeopteryx vivos, es imposible estar seguros de su verdadero parentesco con los otros pájaros. Se pueden considerar diversas alternativas para la explicación de estos fósiles importantes, aunque no hay pruebas de que son o no pájaros ancestrales. Si las supuestas plumas en algunos de los pequeños dinosaurios (Martin, 2001, p. 249; Norell et al., 2002; Zhang y Zho, 2004) son reales, esto no es necesariamente evidencia de la evolución de los pájaros a partir de los reptiles, ya que no sabemos ninguna razón de por qué algunos dinosaurios no podrían haber sido creados con plumas como aislante térmico. Una dificultad para la teoría de la evolución de aves a partir de dinosaurios es

Los argumentos a favor de la intervención informada

que Archaeopteryx, un pájaro que vuela, aparece en el Jurásico, mientras que los dinosaurios considerados ante-pasados de las aves, incluyendo los dinosaurios con plumas, no aparecen hasta el Cretácico, 25 millones de años después del Archaeopteryx. Los primeros anfibios tienen muchos rasgos craneanos en común con los peces ripidistos (crosopterigios), pero no existen las formas intermedias necesarias para ayudar a resolver el problema de llenar el enorme vacío estructural entre los peces con aletas y los anfibios como Ichthyostega con una estructura de extremidades plenamente terrestres (Fig. 11.17). La evidencia disponible no nos puede decir si las similitudes entre los primeros anfibios y los peces ripidistos fueron el resultado de la evolución o de elementos de diseño común usados en dos grupos diferentes. El nuevo pez fósil parecido a un tetrápodo, Tiktaalik, tiene algunas características que son más parecidas a los tetrápodos que a los peces ripidistos y se podría proponer que es un estado intermedio. Sin embargo, tiene una característica inusual en su pobremente osificada columna vertebral de un gran número de vértebras. Además, la estructura de su cuerpo y extremidades es todavía claramente la de un pez, y apenas comienza a llenar el enorme vacío estructural entre los peces y los anfibios. Las ballenas fósiles con pequeñas extremidades posteriores son significativamente diferentes a las ballenas vivas, especialmente en sus dientes y la estructura de su cráneo (Fig. 11.18). Las ballenas vivas tienen cráneos singulares, con varios huesos desplazados hacia atrás, desde su posición normal, para permitir que los orificios nasales formen el espiráculo en la parte superior del cráneo. Estas diferencias indican que hay dos tipos de ballenas y no indican si los dos grupos evolucionaron o fueron creados. Ciertamente, en el pasado vivió una mayor variedad de ballenas y la presencia de algunas ballenas con extremidades posterio-

res elimina un obstáculo para la teoría de la megaevolución. Tal vez, originalmente, existía una diversidad de estilos de cuerpos de ballenas creados y los que tenían extremidades posteriores se han extinguido. Todavía queda por explicarse por qué los que tenían extremidades aparecieron primero en el registro fósil. Los supuestos intermediarios fósiles entre las ballenas y sus antepasados terrestres (de Muizon, 2001; Thewissen y Bajpai, 2001; Wong, 2002) son menos convincentes y pueden tener otras interpretaciones. Aparecen en el nivel correcto del registro fósil para ser antepasados y todavía no sabemos la razón para eso. Algunos homínidos parecen intermediarios entre los simios y los humanos (Fig. 11.19). Una interpretación es que los humanos evolucionaron de los simios mediante estos intermediarios. Vale la pena investigar también otras hipótesis. Tal vez el hombre de Neandertal y hasta Homo erectus fueron formas degeneradas de humanos, mientras que Australopithecus fue otra forma de simio (véase Lubenow, 1992 para un análisis de los fósiles humanos). Una creación bíblica literal indica que los seres humanos no evolucionaron de otros primates, pero todavía no sabemos cuál es la interpretación apropiada para algunos de los fósiles hominoideos. Estos grupos que parecen como buenos intermediarios son uno de los puntos fuertes a favor de la megaevolución. Sin embargo, la mayoría de ellos tienen otras interpretaciones posibles siendo la más difícil el grupo de reptiles con forma de mamíferos. Si ocurrió la megaevolución de animales y plantas, es intrigante por qué casi todos esos grupos importantes aparecen en el registro completamente formados sin ningún eslabón evolutivo intermediario que se haya conservado; es decir, que se encuentren tan pocos aspirantes para una buena serie de intermediarios entre los grupos principales. Cuando consideramos la distribución estratigráfica general de los fósiles, muchos grupos no se encuentran

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El registro fósil plantea desafíos para la megaevolución y el intervencionismo.

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Figura 12.7 Cráneos de varios grupos vertebrados, mostrando una progresiva simplificación de los huesos del cráneo (según Moody, 1962). Ilustración por Robert Knabenbauer.

Fe, razón y la historia de la Tierra

de principio a fin del registro fósil (Fig. 11.14). Los fósiles del Precámbrico son mayormente organismos unicelulares. Luego entran en el registro los invertebrados y más tarde aparecen los peces, luego los anfibios y reptiles, y por último, las aves y los mamíferos. En ese sentido, parece plausible una secuencia de complejidad ascendente. Los mamíferos no aparecen en el registro hasta el Mesozoico, nuestros órdenes modernos conocidos no se encuentran como fósiles hasta el Eoceno y pocas especies modernas aparecen antes del Pleistoceno. Hay un orden definido en el cual aparecen en el registro los grupos principales de vertebrados. Este aspecto necesita una explicación. La teoría de la intervención informada, como la define este libro, afirma que los mamíferos existían en el tiempo en que los fósiles del Paleozoico eran enterrados. Los mamíferos no fueron enterrados en ese momento por alguna razón y no porque todavía no habían evolucionado. El registro fósil de los vertebrados es una mezcla heterogénea para la teoría intervencionista. Algunos científicos buscan un nuevo mecanismo de macroevolución para explicar la escasez de intermediarios fósiles. El desafío para el

paradigma del intervencionismo es encontrar una explicación alternativa para los aparentes intermediarios, para la secuencia de fósiles en las rocas, para el creciente porcentaje de grupos extintos más abajo en el registro fósil y para los patrones a gran escala en los datos biogeográficos. Esto, y no la evidencia biológica, es el mayor desafío para las teorías intervencionistas. Por ahora, se puede proponer simplemente que es aceptable un mecanismo alternativo para la distribución de la mayoría de los fósiles en la secuencia en la cual aparecen. La secuencia representa algo diferente que una secuencia evolutiva. Está más relacionado con los procesos de selección y enterramiento durante eventos catastróficos. Este tema ocupa los últimos capítulos de este libro. Algunos grupos de vertebrados tienen esqueletos más complejos que otros. Algunos tienen más huesos en el cráneo, por ejemplo, pero los esqueletos de vertebrados más complejos están cerca de la parte inferior y no de la superior del registro fósil (Fig. 12.7). Definidamente muestra una tendencia a la reducción en el número de huesos —una simplificación del esqueleto al ascender en el registro fósil desde los peces óseos a los mamíferos. Tanto la teoría de la megaevolución como la del intervencionismo pueden sugerir razones plausibles de por qué los mamíferos tendrían esqueletos más simples que los peces o los anfibios del Paleozoico. Pero, en primer lugar, ¿cómo es que los peces tienen esqueletos tan complejos? La teoría intervencionista puede proveer una respuesta a esta pregunta, pero se puede predecir que al aumentar nuestro conocimiento de la vida, las teorías naturalistas cada vez tendrán más problemas con preguntas como ésta.

Capítulo 13

La megaevolución ¿es posible?

Anteriormente describimos una teoría intervencionista de cambios genéticos limitados y resumimos varias líneas de evidencia que conciernen a la megaevolución. Ahora debemos volver a la cuestión de si la evidencia genética provee una teoría adecuada para mostrar que la megaevolución puede ocurrir. Si ocurre la microevolución, ¿demuestra esto que la megaevolución también ocurre? Una respuesta posible es que el registro fósil muestra una secuencia de aparición de organismos que es coherente con la teoría de la megaevolución: hay sólo invertebrados en la parte inferior del Cámbrico y luego los peces, anfibios, reptiles, mamíferos y aves aparecen en ese orden, tal como se esperaría por comparación con los patrones de homologías en anatomía, proteínas y otras evidencias, verificando de ese modo el origen megaevolutivo de las formas de vida. Pero esta respuesta no es adecuada para descartar la explicación alternativa —la creación separada de los diferentes planes corporales. La secuencia fósil podría explicarse por otros procesos además de la evolución. Los animales marinos son comunes a lo largo de todo el registro fósil. Al subir más arriba de la parte inferior del registro fósil, a los animales marinos se les unen en forma progresiva más animales terrestres. Además, al ascender por el registro fósil hacia los fósiles más recientes, hay animales con mayor inteligencia y adaptabilidad. En una catástrofe geoló-

gica, por ejemplo, estos factores podrían determinar posiblemente el orden en el cual los vertebrados murieron y fueron enterrados. Además, siempre existe la posibilidad de que el Creador interactuara con la naturaleza en alguna otra forma para producir esta secuencia. El punto es, que si estamos dispuestos a persistir en una búsqueda sincera de la verdad y estamos dispuestos a considerar que podría existir un Creador, debemos considerar que podría haber una explicación no-evolucionista para la secuencia fósil. Por consiguiente, la secuencia de fósiles, por sí misma, no puede demostrar si la mutación y selección natural darwinianas pueden y realmente desarrollaron novedades biológicas genuinas (nuevas estructuras o planes corporales). Se necesita alguna otra evidencia para contestar esta pregunta, preferentemente evidencia genética. Si existiera tal evidencia, podríamos esperar que se la describiera en un buen libro de texto evolucionista. En dos de los más respetados libros de texto evolucionistas (Ridley, 2004; Futuyma, 2005) hay abundante evidencia que respalda la realidad de la microevolución y la especiación. También discuten patrones en el registro fósil, adaptaciones biológicas y una gran cantidad de otros materiales que incorporan para explicar los procesos megaevolutivos. Sin embargo, un análisis cuidadoso de estas explicaciones revela que dependen de la presuposición que la vida es el resultado de la megaevolución.

La megaevolución ¿es posible?

Veamos un ejemplo. Ciertas clases de crustáceos tienen dos tipos de apéndices torácicos y se sugiere que la evolución morfológica que ocasionó esta diferencia entre los apéndices fue el resultado de cambios en la expresión de dos genes Hox (Futuyma, 2005, p. 478). Pero esa explicación se construye sobre la presuposición de que tales diferencias son el resultado de la megaevolución naturalista. Sin esa presuposición la evidencia podría explicarse por medio de una teoría intervencionista, como ser que a los dos tipos de crustáceos se los diseñó con expresiones diferentes de los genes Hox. La evidencia más directa que cualquiera de los dos textos da, en apoyo de un proceso genético que pudiera desarrollar nuevos genes y/o nuevas estructuras, es la variación en los genes para dos tipos de proteínas: la familia de genes de la globina y la familia de la proteasa, la proteína ovomucoide de las gallinas. Estos ejemplos en realidad proveen evidencia sólo de variaciones dentro de tipos existentes de proteínas (microevolución) y no son evidencia de que la mutación al azar y la selección natural pudieran producir alguna vez una proteína completamente diferente con sus genes reguladores, o producir toda la diversidad de formas de vida multicelulares complejas, a partir de una bacteria. A menudo se alega que el desarrollo de resistencia a los insecticidas o los antibióticos, o la adaptación de las bacterias a nuevos medios de cultivo, demuestra la evolución de nuevos rasgos biológicos. Pero cuando se examinan los detalles moleculares de estos casos, es evidente que sólo implican ajustes o adaptaciones de genes y enzimas existentes, a menudo con pérdida de información genética. No se ha desarrollado nada nuevo (Spetner, 1998). Los ojos de los vertebrados son fantásticamente complejos. Los pulpos tienen ojos que rivalizan en complejidad con el ojo de los vertebrados. Obviamente los vertebrados y los pulpos no heredaron los ojos de un antepasado común

con ojos complejos (Gould, 1994). ¿Podrían haber evolucionado en forma independiente estos dos tipos de ojos sofisticados? Uno puede encontrar animales con ojos de muchos niveles diferentes de complejidad, ordenarlos en una secuencia de complejidad creciente (Dawkins, 1986) y aducir que esta secuencia demuestra el origen de los ojos complejos a partir de simples manchas oculares (o eye spots) por evolución. Pero ya que todavía hay enormes diferencias bioquímicas y estructurales entre estos tipos de ojos, la pregunta queda en pie: ¿Tenemos realmente evidencia de que los ojos más complejos pudieron y en realidad surgieron por evolución? O ¿es esto una hipótesis no probada? Otras diferencias estructurales, mucho mayores, también necesitan una explicación. Por ejemplo, los artrópodos tienen un esqueleto exterior con articulaciones que se doblan y los humanos tienen un esqueleto interno. El conocimiento actual de la genética ¿nos da alguna razón para creer que estos diferentes planes corporales pudieron surgir por el proceso de evolución? Podemos obtener algunas pistas de la selección artificial hecha por los agricultores. Han progresado mucho en sus intentos de mejorar las cosechas de alimentos. Cultivos cuidadosos y selectivos han incrementado la producción. ¿Es este un ejemplo del proceso que produce cambio ilimitado? Trigo con pequeñas espigas ha dado lugar a trigo cultivado/mejorado con espigas mucho más grandes. Lo mismo sucede con el maíz y otros cultivos. Las pequeñas y dulces frutillas silvestres han sido alteradas para producir grandes frutillas mejoradas/cultivadas. Pero la evidencia muestra que la selección intensiva para conseguir una característica peculiar en estos cultivos de alimentos no continúa en forma indefinida. La cantidad de cambio se estabiliza y alcanza un nivel que indica el límite del potencial genético del organismo (Mettler et al., 1988, pp. 184-186). Así que los procesos genéticos conocidos no producen cambios ilimitados. ¿Tiene esto una

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La secuencia de fósiles no puede demostrar si un proceso darwiniano puede producir novedades biológicas genuinas.

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Figura 13.1 Aumento en la producción vegetal que se nivela al alcanzar los límites genéticos. La línea de puntos es el aumento hipotético que sería posible después de un período adicional para una mayor acumulación de mutaciones.

Figura 13.2 La teoría de la evolución genética por duplicación de genes.

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aplicación más amplia en la teoría de la evolución? ¿Existen límites al cambio evolutivo natural? Quizás, pero la teoría de la evolución tiene otra interpretación para esta evidencia. Tal vez las mutaciones ocurrieron en estas plantas a lo largo de las edades y, por el cultivo selectivo intensivo, hemos agotado la variabilidad genética de las especies. Puede ser que tengamos que esperar millones de años antes que ocurran más mutaciones provechosas. Las mutaciones se acumulan como nuevas variaciones en la población y, sólo entonces, podemos seleccionar nuevamente para tener un incremento en la producción (Fig. 13.1). Pero lo que necesitamos saber es si ese segundo ascenso en la

curva en la Figura 13.1 realmente sucederá. ¿Será que las mutaciones beneficiosas ocasionales realmente aumentarán el potencial genético para un incremento en la producción? O ¿es esta una esperanza falsa? ¿Será que se acumulará un número importante de potenciales mutaciones beneficiosas? O ¿a la larga la mutación realmente es un proceso destructivo que debe mantenerse a raya por medio de la selección natural? Estas son preguntas cruciales para la teoría de la megaevolución. El mecanismo propuesto para generar nuevos genes La hipótesis fundamental de la megaevolución es que la selección natural es un proceso creativo que genera nuevos genes, nuevas estructuras y finalmente, nuevos planes corporales. La selección natural debe producir genes estructurales que no existían antes o alterar sistemáticamente los genes hasta el punto donde adquieran una nueva función. Un proceso tal también debería producir genes adicionales para reconocer y regular el funcionamiento de los nuevos genes estructurales (ADN codificador) y repetir

La megaevolución ¿es posible?

el proceso para todos los nuevos genes que se necesitan para formar una nueva estructura o plan corporal que no existía antes. El proceso propuesto para la evolución naturalista de nuevos genes comienza con la duplicación mutacional de genes. Cuando esto sucede, el gen original continúa su función normal y el gen duplicado está libre para ser modificado por mutaciones adicionales. Si ocurren las mutaciones correctas, la teoría da por sentado que con el tiempo el gen duplicado puede convertirse en un nuevo gen codificador para una nueva proteína (Fig. 13.2). Pero hay otro importante paso necesario antes de que un gen duplicado y modificado, pueda ser funcional. Debe haber un conjunto de nuevos genes reguladores para controlar la actividad de los nuevos genes. Esto aumenta grandemente la complejidad del problema de desarrollar nuevos genes. Buena parte del material genético que se encuentra en los organismos consiste de ADN silencioso (silent DNA; también llamado “sin sentido”, incluyendo los pseudogenes [Gibson, 1994]) sin una función conocida. Este ADN silencioso, no-codificador, generalmente se lo interpreta como ADN basura (junk DNA), que incluye los genes duplicados, no fun-

cionales, que pueden evolucionar en nuevos genes. Pero ahora se reconoce, cada vez más, que el ADN basura, incluyendo los pseudogenes, es más funcional de lo que se creía anteriormente (Reynaud et al., 1989; Nowak, 1994; Ochert, 1999; Hirotsune et al., 2003; Pearson, 2004; Andolfatto, 2005; Pollard et al., 2006), y se está sugiriendo que mucho del ADN basura puede tener función reguladora (Sanford, 2005; Check, 2006). Otro estudio resume la profusa literatura sobre el ADN no-codificador y muestra que el porcentaje del genoma que no es codificador es directamente proporcional a la complejidad estructural del organismo, dando a entender que tiene una función en generar esa complejidad (Fig. 13.3) (Mattick, 2004). Algunos vaticinamos que esta tendencia continuará y se descubrirá que mucho más ADN está involucrado en la regulación de lo que se ha reconocido. Esto no demuestra que no haya genes duplicados. Sin embargo, es claro que se necesita un vasto complejo de genes para regular cuándo y dónde se fabricará cada proteína y en qué cantidad, el desarrollo embriológico de cada órgano diferente y su integración con otros órganos, el funcionamiento de los tremendamente complejos sistemas bioquímicos en cada

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Figura 13.3 La relación entre la cantidad de “ADN basura” (ADN nocodificador) y la complejidad estructural de los organismos (según Mattick, 2004).

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Figura 13.4 Dos series de mutaciones, usando letras para simbolizar los nucleótidos en el ADN, con una frase que tiene significado para representar una proteína funcional. Hay dos mutaciones en cada paso, excepto una mutación en cada uno de los últimos dos pasos en (A). En (A) una serie de mutaciones convierte a un gen en un nuevo gen, produciendo una proteína con una función diferente. Casi todas las mutaciones producen una alteración positiva hacia el nuevo gen. Ejemplo (B) es una serie de mutaciones verdaderamente al azar. Algunas mutaciones son cambios constructivos hacia el nuevo gen; pero a menos que el nuevo gen ya sea funcional y seleccionado, esos cambios constructivos probablemente cambien nuevamente, apartándose del “objetivo”. La evolución de un nuevo gen y proteína involucraría muchas mutaciones más, pero el principio sería el mismo: el ejemplo (B) es una serie de eventos mucho más probable.

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célula y también controlar cosas tales como cuán largos serán tus dedos. Debe haber muchos más genes reguladores que genes estructurales. Hasta que sepamos dónde están todos estos genes reguladores, es ingenuo hablar de ADN basura. Como no sabemos la ubicación de la mayoría de estos genes reguladores y ya que hay evidencia creciente que el “ADN basura” puede tener una función reguladora, surgen dudas de si la multitud de genes duplicados necesarios para la megaevolución realmente existen. Aún si realmente existieran esos genes duplicados, queda por responder la pregunta crucial de si existe un mecanismo para generar nueva información biológica. En todas las teorías naturalistas, cualquier información genética nueva para el mundo viviente puede entrar a ese mundo viviente sólo a través de mutaciones aleatorias. La respuesta acostumbrada es que aunque las mutaciones son aleatorias, la selección natural no es un proceso fortuito. Selecciona rasgos beneficiosos y rechaza los perjudiciales. Esto es verdad, pero la selección puede actuar sólo sobre materia prima que le proporciona la mutación, y la mutación es un proceso fortuito en el sentido de que no sabe las necesidades del organismo o cuáles serán esas necesidades en el futuro. Esto nos trae a la cuestión crítica en todo este debate. Si nueva información debe entrar al genoma, las necesarias mutaciones o series de mutaciones deben: (1) ocurrir al azar para el tiempo cuando se las necesita

(y si ocurren demasiado pronto, probablemente sean revertidas o dañadas por otras mutaciones); y (2) deben dar como resultado algunas ventajas selectivas para el organismo a cada paso en el camino, o serán eliminadas por selección. A menos que se cumplan estas dos condiciones cruciales, la selección natural no es capaz de hacer nada nuevo o útil. La Figura 13.4 ilustra este punto. Si se duplica un gen que produce una proteína con una función específica y el duplicado debe cambiar hasta que produzca una nueva proteína con otra función diferente para el organismo, se necesitará una serie de mutaciones para alterarla hasta convertirla en la nueva forma. La Figura 13.4B muestra una secuencia de mutaciones verdaderamente fortuitas en una proteína, gobernada por el azar. En este proceso, la posibilidad de que las mutaciones necesarias sean las que se conserven es mucho menor que la probabilidad de que las mutaciones hagan que la secuencia de nucleótidos deambule al azar a lo largo del tiempo y no produzca nada útil (Fig. 13.4B). La Figura 13.4A muestra la evolución exitosa del nuevo gen si cada paso se ve favorecido por la selección natural. En este caso la selección determinará qué forma será más común en la siguiente generación. Pero en este punto la teoría enfrenta un problema serio. La selección no sabe y no puede saber nada acerca de la futura nueva función, así que no tiene la capacidad de reconocer y conservar las mutaciones que serán necesarias para la nueva función. Esta situación persistirá a menos que, fortuitamente, un nuevo gen funcional se desarrolle por casualidad y la selección pueda entonces, tal vez, conservar unas pocas mutaciones adicionales que mejoren el nuevo gen. Estos problemas entrarán en juego a cada paso de cualquier evolución propuesta de nuevos genes, nuevas proteínas y nuevas estructuras que no existían antes (como a cada paso en la supuesta evolución de diferentes tipos de ojos). La Figura 13.4 sólo representa una proteína. El problema se agrava mucho

La megaevolución ¿es posible?

más si además consideramos el complejo de genes reguladores necesarios para controlar el papel de la proteína en la célula. Sin estos genes reguladores, es dudoso que un nuevo gen codificador pudiera llegar a ser funcional. Esta falta de un proceso demostrado para generar información genética realmente nueva y funcional, es el mayor desafío que enfrenta la teoría de la megaevolución naturalista —la cuestión crítica a la que hacemos referencia aquí. Hasta el presente, no tengo conocimiento de ninguna evidencia que respalde la teoría de que, bajo la dirección de la selección natural, los genes duplicados se convierten en nuevos genes con una nueva función. Algunos estudios moleculares exploran cómo pueden ocurrir cambios a una escala microevolutiva bastante simple dentro de sistemas moleculares complejos existentes (Poelwijk et al., 2007). Sin embargo, estudios como éste simplifican demasiado los problemas involucrados en desarrollar algo realmente nuevo. En primer lugar, discuten cambios menores al nivel de la microevolución, no la formación de proteínas enteramente nuevas. Además dependen de la presuposición improbable, como se discutió más arriba, de que las mutaciones necesarias estén disponibles cuando sea necesario. Si los complejos de nuevos genes reguladores y estructurales deben originarse a través de la mutación, recombinación y selección natural, esto requiere que el ADN duplicado, si es que existe, gradualmente acumule mutaciones beneficiosas que puedan ser seleccionadas y, que este proceso, produzca un nuevo gen y su proteína con una nueva función. ¿Es posible que esto ocurra sin una aportación inteligente, produciendo no sólo un nuevo gen estructural sino también el complejo de genes reguladores que lo reconocen y controlan? Parece que la respuesta es no. Hasta que esa predicción pueda ser refutada, la teoría de la megaevolución naturalista de las categorías superiores a partir de un antepasado co-

mún está asentada sobre un fundamento débil e inestable. Tanto el intervencionismo como la megaevolución descansan sobre un fundamento de fe —la confianza que el naturalismo sea o no una hipótesis filosófica válida. La evidencia para un mecanismo genético adecuado que produzca una mayor complejidad y nuevos planes corporales está lejos de ser convincente (véase Sanford, 2005). Sin embargo, existen otras posibles fuentes de nueva información para considerar. Watson (2006) nos lleva a recorrer extensas discusiones teóricas de la combinación de información genética proveniente de diferentes entidades y por diferentes procesos para hacer algo nuevo. Esto puede involucrar transferencia de genes de un organismo a otro, un proceso llamado transferencia lateral de genes. Esta transferencia se realiza por medio de virus que transportan porciones de información genética entre diferentes tipos de organismos. Un organismo podría sin duda adquirir nueva información por transferencia lateral de genes, pero esto no explica cómo se originó esa información genética en el organismo que contenía la información en primer lugar. Sólo explica cómo la información, ya existente, puede ser compartida con otra especie. Otra sugerencia es que dos organismos podrían combinarse en uno. Un ejemplo hipotético es la propuesta de que al comienzo de la historia de la vida dos bacterias se combinaron en una relación simbiótica. El ADN de una creció en el ADN nuclear para formar un eucariota, mientras que el ADN de la otra se redujo para formar ADN mitocondrial (Ridley, 2004). Esta es una teoría muy especulativa y no explica el mecanismo que todavía es necesario para desarrollar la nueva información genética para respaldar esta fusión. Otros mecanismos propuestos para facilitar el origen de nueva información sugieren que proteínas simples (dominios proteicos) o estructuras bioquímicas podrían evolucionar para un propósito y

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El porcentaje del genoma que es no-codificador es directamente proporcional a la complejidad estructural del organismo.

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La falta de un proceso para generar nueva información genética funcional es el desafío que enfrenta la teoría de la megaevolución.

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luego combinarse con otros componentes para hacer nuevas estructuras más complejas. Se hace referencia a esto como anexación o exaptación (Gould y Vrba, 1982; Miller, 2004; Ussery, 2004). Los problemas con esta teoría de anexar partes para nuevas funciones puede ser ilustrada por comparación con el juguete Lego de ladrillos de plástico. Pueden conectarse algunas pocas partes simples para formar una gran variedad de estructuras complejas. Esto es posible porque los ladrillos fueron cuidadosamente diseñados con este objetivo en mente. Las proteínas son órdenes de magnitud mucho más complejas que las estructuras Lego. Si los dominios proteicos (subunidades polipeptídicas) muestran la ingeniería que les permite combinarse en una amplia variedad de proteínas o máquinas biomoleculares con diferentes funciones, esta capacidad aumenta, en lugar de disminuir la complejidad del problema para la evolución. La selección natural no puede prever qué se necesitará para funciones complejas que surgirán en el curso de la evolución millones de años en el futuro. Por lo tanto, no se puede esperar que diseñe dominios proteicos con la ingeniería necesaria para producir combinaciones en muchas maneras novedosas y terminar construyendo las proteínas necesarias para esas aplicaciones futuras. Otro problema con la megaevolución es que la aptitud evolutiva, que es el resultado de la selección natural, se mide por la habilidad de un organismo para reproducirse —éxito reproductivo. Todo lo que vemos que hace la selección natural es seleccionar para un incremento en la reproducción. Pero al volverse más complejos los organismos, el costo en tiempo y recursos para hacer más copias de sí mismos, aumenta. Por eso es razonable esperar que, ya que la selección natural favorece la maximización de la reproducción, podría reducir la complejidad. La complejidad y la reproducción máxima parecen ser objetivos antitéticos. Si la selección natural está en el control, ¿por qué el mundo viviente tiene algo

más complejo que una bacteria (Bracht, 2002)? Alguno puede aducir que ya que existen organismos más complejos, debe ser posible que evolucionen. Sin embargo, esto es razonamiento circular, que depende de la presuposición de la megaevolución. La ciencia evolucionista presupone que hay un proceso genético que puede desarrollar nuevas estructuras o complejos de genes, pero no parece haber evidencia convincente para tal proceso. Este es un punto clave para toda la cuestión de si es siquiera posible que el mundo viviente resultara de una evolución noguiada, así que la resumiremos una vez más. Todo el paradigma de la megaevolución depende de la presuposición improbable de que las series de mutaciones aleatorias específicas necesarias para cualquier nueva adaptación estarán disponibles cuando se las necesite. Pero esto es sólo una conjetura y no tiene evidencia real que la apoye. Si no se puede contar con que las series de mutaciones necesarias que estén disponibles cuando se las necesite, entonces todo el edificio de la megaevolución darwiniana se desploma. Esto es el talón de Aquiles del darwinismo —un “gran cañón” (como el del Río Colorado) bioquímico que separa la microevolución de la megaevolución. Sin evidencia sustancial de una evolución que produzca regularmente estos nuevos genes con sus genes reguladores, no hay razón para decir que la aceptación de la microevolución naturalmente lleva a la megaevolución. La única evolución que ocurrirá es la evolución dentro de un sistema genético inteligentemente diseñado y la cantidad de cambio estará gobernado por el potencial evolutivo incorporado en ese sistema genético. En este punto no podemos afirmar que hemos refutado la megaevolución, pero, por otro lado, la escasez de evidencia de un mecanismo genético para la evolución de caracteres biológicos realmente nuevos deja abierta la puerta de par en par para que se mire con mentalidad abierta a una hipótesis alternativa: que la mutación,

La megaevolución ¿es posible?

como un proceso que genera cambios aleatorios en el ADN, sólo produce un caos mayor si no se lo mantiene a raya por medio de la selección y, de ese modo, la mutación y la selección natural son incapaces de cualquier papel realmente creativo. Esta hipótesis sugiere que la vida debe haber surgido por diseño inteligente. La posibilidad de hacer pruebas científicas convincentes de hipótesis como éstas puede continuar en aumento al avanzar la ciencia en su comprensión de los procesos moleculares que son el fundamento de las características biológicas que se ven en la naturaleza. Si la evidencia genética no provee un mecanismo para desarrollar organismos o estructuras verdaderamente novedosos, parece que se necesita un proceso que no sea la megaevolución para explicar la secuencia en el registro fósil y para verificar la hipótesis de que toda la vida está relacionada por antepasados comunes. Volveremos a esto en los últimos capítulos. La complejidad irreductible Michael Behe (1996) lleva esta línea de razonamiento un poco más allá, explorando para ver si existe un mecanismo que produzca novedades biológicas sin un diseñador. Charles Darwin declaró que si se encontrara una estructura biológica que no pudiera haberse desarrollado en una serie de pequeños pasos, su teoría se desmoronaría (Darwin, 1859). Behe aduce que tales estructuras o sistemas bioquímicos existen al nivel bioquímico y los llama sistemas irreduciblemente complejos. Utiliza la trampa para cazar ratones para ilustrar el concepto. Una trampa para cazar ratones está compuesta de cinco partes principales y si cualquiera de estas partes falta o no funciona, la trampa no servirá. Si falta una parte no significa que sea una trampa menos eficiente; la trampa no funcionará, y los ratones del lugar estarán muy seguros. Podríamos tratar de simular la selección natural colocando cuatro de esas trampas para ratones en el camino de los

ratones, cada una con una parte no-funcional diferente, para ver qué trampa funciona mejor. Ese sería un ejercicio inútil porque ninguna de las trampas cazará un ratón. Para que el aparato siquiera funcione en primer lugar, un número de partes debe estar presente todas al mismo tiempo. Behe buscó sistemas bioquímicos en los organismos que parecen exhibir este fenómeno de la complejidad irreductible y encontró varios. Esto parece indicar que la mutación y la selección natural no podrían desarrollar algún sistema biológico en una serie de pequeños pasos, sino que se necesita un diseñador para armar todas las partes al mismo tiempo. Los críticos de Behe arguyen que existen maneras en que la evolución puede hacer estos sistemas “irreduciblemente complejos” o máquinas moleculares. Por ejemplo, señalan que las estructuras que Behe usó como ejemplos, tales como el flagelo bacteriano, ocurren en formas más simples de las que Behe reconoció. Además proponen que, por ejemplo, las partes del flagelo ya existían en otras estructuras y fueron anexadas para ensamblarlas en un flagelo (Miller, 1999, 2004; Young y Edis, 2004). Sin embargo, aunque una máquina molecular así ya ocurra en varias formas, aún la más simple de ellas tiene un número de partes complejas y todas deben funcionar antes de que la máquina pueda operar (Behe, 2001, 2004). Y la cuestión crítica permanece sin respuesta de parte de los críticos de Behe: el complejo proceso de construcción bioquímico que se necesita para hacer hasta el más simple de tales sistemas, ¿puede ocurrir por mutación fortuita y selección natural? ¿Pueden ocurrir realmente los complejos procesos para anexar partes, adaptarlas y ensamblarlas en una nueva estructura para realizar una nueva función? En todos los argumentos y contra-argumentos, ninguno de los dos lados ha comprobado su punto y es poco realista esperar pruebas. Pero Behe y otros autores, en el movimiento del Diseño Inteligente

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La selección natural no puede ver lo que se necesitará en el futuro.

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La ciencia evolucionista presupone que un proceso genético puede desarrollar nuevas estructuras o complejos de genes.

Fe, razón y la historia de la Tierra

(DI), están formulando la pregunta importante: ¿Existe evidencia bioquímica detallada de que complejas máquinas bioquímicas pueden surgir sin un diseño inteligente? Sus críticos evitan esta pregunta y sólo abordan asuntos periféricos (Brand, 2008). Por ejemplo, los críticos presentan argumentos de que la analogía de la trampa de ratones no es una comparación adecuada a los sistemas bioquímicos. Pero aún si tuvieran razón en cuanto a la analogía de Behe, el hecho de que tengan razón no hace nada para abordar la cuestión crítica esbozada más arriba. También se aduce que las descripciones que proponen sobre cómo las partes bioquímicas pueden ser anexadas para hacer algo nuevo es una refutación adecuada del Diseño Inteligente (DI). Pero estas descripciones gráficas son simplemente una hipótesis y no hacen nada para responder la cuestión bioquímica, presentada más arriba, de si realmente ocurrirá la anexación de partes para hacer algo nuevo (Meyer et al., 2007). Para una discusión más amplia y una lista de la literatura sobre el tema, véase Brand (2008). Algunos de estos argumentos anti-DI parecen buenos a primera vista, pero al analizarlos cuidadosamente es evidente que dependen de la presuposición de que todas las mutaciones específicas necesarias ocurrirán cuando sean necesarias y serán seleccionadas para producir la hipotética evolución creativa (Fig. 13.4A). La carga de la prueba recae sobre quien afirme que todo esto puede suceder sin una dirección inteligente y hasta el momento no se ha hecho frente al reto de Behe (véase Brand, 2008). (Behe no aborda el tema creacionista de la identidad del diseñador, sino que sólo provee evidencia de que el diseño es necesario). Behe ha publicado ahora ideas adicionales que apuntan a determinar el poder de la mutación fortuita y la selección natural. Su análisis de los cambios en la resistencia a la malaria, bacterias y el virus del HIV da una idea del poder de la

selección natural. La selección es capaz de destruir o disminuir el funcionamiento de algunos genes, lo cual en una mala situación podría ser mejor que la alternativa (la anemia drepanocítica no es tan mala como la malaria). También puede producir pequeños cambios positivos, pero sólo en pequeñas criaturas, como las bacterias, con sus elevadas tasas de reproducción (Behe, 2007). Esta evidencia fortalece nuestra conclusión de más arriba, que es improbable que suceda una serie correcta de mutaciones cuando se la necesite para el proceso de evolución. Aunque ambos conceptos, diseño o naturalismo, se basan en la fe, a largo plazo, la pugna entre ellos no es una contienda pareja. Sabemos que científicos inteligentes e informados pueden manipular elementos y moléculas simples para fabricar o modificar moléculas biológicas complejas. El único paso adicional que se requiere es la disposición a aceptar que podría haber un Ser en el universo con la inteligencia superior y la capacidad para hacer esto a una escala mucho más grandiosa de lo que podemos nosotros. Pero el naturalismo nos pide que creamos que los procesos químicos y físicos no dirigidos pueden hacer lo mismo por casualidad, aún cuando la evidencia bioquímica para demostrar este proceso no existe y la sola enormidad de tal presuposición, si somos honestos, es asombrosa. El naturalismo tiene la pesada responsabilidad de convencernos de que la vida no necesita un diseñador. Una respuesta común a este razonamiento lo representa Dawkins (1986, p. 141) quien dice “invocar a un Diseñador sobrenatural es explicar precisamente nada, porque deja sin explicar el origen del Diseñador”. En otras palabras, “¿quién diseñó al diseñador?” Ya que ninguno de nosotros puede contestar esa pregunta, pareciera que los teístas o defensores del Diseño Inteligente han perdido en la discusión. Pero no es así. Si no existe un Creador inteligente, entonces ¿de dónde provino la materia y la energía? ¿De dónde surgieron el exquisito

La megaevolución ¿es posible?

conjunto de leyes naturales que hacen posible el universo y la vida? ¿Por qué hay algo en absoluto y cómo es que todas esas leyes químicas y físicas funcionan tan bien? Cuando miramos hacia atrás al comienzo más remoto, teístas, ateos, defensores del Diseño Inteligente y detractores por igual se enfrentan a preguntas que son igualmente serias y sin respuesta desde una perspectiva humana. Afirmar lo contrario es una negación a enfrentar sinceramente la realidad. Concebir una teoría de cómo pensamos que la vida pudo evolucionar sin un Diseñador puede ser intelectualmente satisfactorio para algunos, pero si esa teoría no es verdadera en última instancia no tiene sentido. Y afirmar que la materia, la energía y las leyes de la naturaleza siempre han estado aquí no explica absolutamente nada.

de la química y física o aún en algún microbio original? La ciencia no puede estudiar los procesos sobrenaturales, pero puede evaluar si la información necesaria está allí para dirigir la evolución de toda la vida sin que se necesite nueva información que surja de mutaciones aleatorias. Existe evidencia de que las criaturas han sido hechas con información genética para respaldar adaptaciones microevolutivas, pero esto es muy diferente a afirmar que la información para la evolución del mundo viviente estaba presente en alguna forma inicial. Hasta que se encuentre la fuente de esa información primordial, esta es una posición filosófica más que se basa enteramente en la fe. No parece que la evidencia la respalde.

¿Qué acerca de la evolución teísta?

La evidencia sugiere que ha ocurrido bastante especiación y adaptación morfológica dentro de los grupos creados. En este libro se propone una reinterpretación de la genética evolutiva como un paso hacia la comprensión del proceso de cambio que trajo la vida desde su estado original creado a la presente adaptación a las condiciones modernas. Proponemos que estos mecanismos genéticos creados son adecuados sólo para diversificar y adaptar la vida dentro de los grupos taxonómicos creados originalmente. Parece ser que los límites de estos cambios no están al nivel de las especies. A causa de la subjetividad que supone definir categorías superiores en los diferentes grupos de organismos, no es posible definir consecuentemente los límites de los grupos originales de animales y plantas en términos de un nivel taxonómico específico como ser familia o género. Tal vez no sea equivalente, por ejemplo, la distinción entre un género y una familia de ardillas, y entre un género y una familia de escarabajos. Los análisis preliminares sugieren que, en promedio, casi todas las especies modernas,

¿Qué si el Creador constituyó las leyes del universo para superar los problemas señalados? ¿Será que tal vez dio inicio al universo y lo estableció para que la vida, incluyendo la vida compleja, emergiera inevitablemente? La investigación genética muestra que, por lo menos en algunos casos, el sistema genético hasta controla qué mutaciones ocurrirán para satisfacer las necesidades de un organismo y los cambios de su entorno (Cairns et al., 1988). Podría proponerse que esto es evidencia del gran designio del Creador de permitir que la vida “se haga a sí misma” a través de la megaevolución. Pero si el sistema genético puede determinar qué mutaciones serán beneficiosas, esto significa que toda la información está allí para enfrentar nuevos desafíos, además de mantener sólo la vida normal. ¿De dónde provino esta información? ¿Hay alguna evidencia de que esta información para hacer todas las formas de vida —incluyendo bacterias, ratones, cucarachas, estrellas de mar y humanos— está presente en algún lugar en las leyes

¿Cuánto cambio sugiere la evidencia?

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La carga de la prueba recae sobre aquellos que afirman que la vida puede surgir sin una dirección inteligente.

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El naturalismo tiene la pesada responsabilidad de convencernos de que la vida no necesita un diseñador.

Casi todas las especies modernas son el resultado de las modificaciones de las especies creadas originalmente.

Fe, razón y la historia de la Tierra

probablemente la mayor parte de los géneros y, tal vez, algunas familias han sido el resultado de modificaciones de las especies creadas originalmente. Frank Marsh (1941, 1976) propuso que un grupo creado, que llamó un “tipo básico” o “baramin” incluiría todos los individuos o especies que se pueden hibridizar. Scherer (1993) editó un volumen resumiendo los datos disponibles de hibridización y sugiere catorce tipos básicos que parecen emerger de estos datos, si aceptamos la propuesta de Marsh. Estos tipos básicos son los niveles de tribu, subfamilia y familia. Algunos ejemplos representativos de estos tipos básicos son la familia Canidae (perros, lobos, zorros y chacales; 15 géneros y 34 especies), la familia Equidae (caballos; 6 especies), la familia Anatidae (patos, gansos, y cisnes; 148 especies), la subfamilia Estrildidae (pinzones estrildidos; 49 géneros y 131 especies) y la familia Phasianidae (codornices, pavos, faisanes; 34 géneros y 203 especies). Hay datos disponibles de hibridización de sólo una pequeña porción de las familias de animales y plantas, y se podrían hacer mayores investigaciones. Los intervencionistas también están desarrollando otras estrategias en el estudio de la evidencia bioquímica y otras evidencias sistemáticas para analizar los límites probables de los grupos originales, creados independientemente (Wood y Murray, 2003; Wood, 2006, 2008). En la década de 1950 se comenzó un estudio de los zorros en una granja experimental en Siberia que ha producido resultados fascinantes y contribuyó a una nueva teoría de la evolución de los perros domésticos a partir de los lobos (Belyaev y Trut, 1975; Coppinger y Coppinger, 2001). En las granjas de cría de zorros se crían estos animales para obtener su piel, pero el carácter agresivo de los zorros hacía difícil trabajar con ellos. El profesor Belyaev comenzó un experimento, seleccionando zorros según una sola ca-

racterística: mansedumbre. Usando un procedimiento acorde para probar su reacción a los humanos, seleccionó los individuos que eran tolerantes o curiosos en respuesta a su aproximación. Sólo se permitió que estos individuos se reprodujeran. En más o menos una década esto dio como resultado una población de zorros mansos y la mansedumbre fue heredada por cada generación. El resultado no esperado fue que aún cuando fueron seleccionados por un rasgo, mansedumbre, no sólo se volvieron mansos, sino que también cambiaron físicamente. Aparecieron nuevos colores de pelaje, incluyendo modelos moteados y en blanco y negro. Las orejas se volvieron caídas como las de muchos perros, comenzaron a ladrar como perros y cambiaron de un ciclo de reproducción anual a reproducirse dos veces al año. Parece ser que existe una vinculación entre aspectos como la adrenalina, melanina y otros. Este resultado respaldó la teoría de Raymond Coppinger sobre el origen de los perros (Coppinger y Coppinger, 2001). Basado en su carrera sobre la investigación de perros y lobos, dudó que los antiguos cazaran crías de lobos y los amansaran. Hacer esto con muchos lobos por muchas generaciones sería una tarea impresionante, si es que fuese posible, dada la persistente naturaleza salvaje, la inteligencia y el espíritu independiente de los lobos. Su teoría es que cuando los humanos se asentaron en villas esto daría como resultado basurales, una nueva fuente potencial de alimentos para los animales, incluyendo lobos. Pero el temor natural de los lobos y su tendencia a escapar cuando las personas aparecen minimizarían su capacidad de utilizar los basurales. Si algunos lobos individuales tuvieran una distancia de huida más corta y fueran más tolerantes a la presencia humana, tendrían una ventaja selectiva muy fuerte que podría, con el tiempo, resultar naturalmente en una población de lobos genéticamente mansos sin que

La megaevolución ¿es posible?

las personas hicieran nada para que esto fuera así. Coppinger sugiere que este proceso, comparable con los cambios en los zorros, podría haber dado como resultado el origen de los perros en el período de vida de un solo ser humano. Estos cambios dentro de grupos creados incluyeron mutaciones y selección natural, pérdida (o desactivación: off) de alguna información genética y adaptación a entornos cambiantes. Un factor importante en hacer que los cambios rápidos fueran posibles probablemente hayan sido los cambios en los genes reguladores, ya que pequeños cambios genéticos producen relativamente grandes efectos fenotípicos. ¿Será que hasta las series de caballos fósiles pudieran haber resultado de estos procesos? Esta teoría intervencionista tiene un número de consecuencias para el sistema genético, junto con sugerencias para futuras investigaciones. Una consecuencia obvia es que con la adecuada variabilidad genética y los entornos cambiantes, el cambio morfológico y la especiación puedan ocurrir rápidamente, aún órdenes de magnitud más rápido de lo que se cree comúnmente, pero dentro de ciertos límites. No se esperaría que cambiaran las poblaciones animales que están bien adaptadas a su medio ambiente, pero una evolución rápida dentro de límites se ve como la expectativa normal bajo ciertas condiciones medioambientales. La convergencia de distintas líneas de evidencias Darwin era demasiado optimista en su creencia de que muchas líneas de evidencia señalaban a un origen evolutivo de todas las formas de vida. Mucha de su evidencia tiene otras interpretaciones plausibles y pueden señalar a la intervención informada como un fuerte contendiente. Pero tanto la megaevolución naturalista como la intervención informada

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tienen dificultad con parte de la evidencia. Conclusión ¿Cómo se relaciona esto con lo que sucede realmente en la ciencia? Miles de científicos realizan investigaciones sobre la evolución. ¿Cómo puede tener tanto éxito toda esta ciencia si los conceptos biológicos básicos en el estudio de la megaevolución no están asentados sobre un fundamento más sólido? Es interesante reflexionar sobre esto al asistir a las reuniones anuales de organizaciones tales como la American Society of Mammalogists (Sociedad Americana de Investigadores de Mamíferos) o la Geological Society of America (Sociedad Geológica de América). La mayoría de los científicos en estas reuniones rechazarían el intervencionismo y probablemente la mayoría daría por sentado que los intervencionistas no pueden ser científicos efectivos. Sin embargo, el 80 ó 90 por ciento de las investigaciones publicadas podrían ser hechas por cualquier intervencionista entrenado en la misma área. La aceptación o no del naturalismo y el darwinismo tiene poca influencia en la mayoría de las investigaciones biológicas modernas (Skell, 2005). Aún en el campo de la evolución, la mayor parte de lo que se estudia es microevolución, especiación y los aspectos de macroevolución que los intervencionistas también creen son los verdaderos procesos evolutivos que han ocurrido. Lo mismo es verdad para buena parte de los aspectos de las ciencias de la Tierra, especialmente aquellas áreas que se prestan a estudios experimentales o comparaciones con procesos modernos. Estos temas de la ciencia se prestan para reunir buenos datos y verificar hipótesis en forma efectiva, sin importar la filosofía personal.

Darwin creía en forma optimista que la evidencia señalaba a un origen evolutivo de todas las formas de vida.

El origen de nuevos tipos de organismos no sucederá sin la intervención informada de un Diseñador inteligente.

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Fe, razón y la historia de la Tierra

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La megaevolución ¿es posible?

Es en el estudio de la megaevolución donde los intervencionistas discrepan en forma fundamental con otros científicos. La megaevolución trata sobre eventos que se presume sucedieron en el pasado remoto y por consiguiente nunca puede ser una ciencia precisa, verificable, con el mismo nivel de confianza que muchas otras áreas. La megaevolución es también el área donde la ciencia evolutiva busca mejores mecanismos. A los intervencionistas no debería interesarles impedirle a nadie tratar de desarrollar una nueva teoría

de mecanismos megaevolutivos. Sin embargo, la teoría intervencionista sugiere que ninguna teoría de megaevolución funcionará adecuadamente, porque el origen de nuevos tipos básicos de organismos no sucederá sin la intervención informada de un Diseñador inteligente. En consecuencia, los intervencionistas también sugieren que tal vez sea científicamente productivo que por lo menos algunos científicos intenten responder a la pregunta: “¿Existen límites al proceso de evolución? y ¿cuáles son?” (véase la Tabla 13.1).

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Capítulo 14

El registro geológico

La geología de corta edad (short age) es una teoría alternativa en la cual el registro geológico Fanerozoico se formó en miles de años.

La fuente más directa de evidencia de la historia de la vida antigua proviene del registro fósil y plantea dificultades tanto para el intervencionismo como para la megaevolución. Los verdaderos desafíos que enfrentan los intervencionistas que aceptan una creación bíblica literal son: (a) la secuencia estratigráfica vertical de fósiles desde organismos procariotas unicelulares (células sin núcleo) en el Precámbrico hasta los eucariotas (células con núcleo), invertebrados, peces, anfibios, reptiles, mamíferos, aves y, finalmente, humanos; y (b) las preguntas asociadas al tiempo geológico con su apoyo de parte de la datación radiométrica. Por consiguiente, ahora dirigimos nuestra atención a la geología y una indagación más exhaustiva del registro fósil. El siguiente material presenta los conceptos básicos de la geología con la interpretación de los conceptos tanto convencionales como los de una corta edad (short age). Compararemos dos teorías alternativas de la historia de la . Una es la geología convencional, también llamada neocatastrofismo (desde esta perspectiva algunos o, tal vez, la mayoría de los procesos geológicos son catastróficos, pero el registro geológico tardó muchos millones de años en formarse). A la otra la llamaremos geología de corta edad (short age), en la cual el registro geológico Fanerozoico con sus fósiles se formó en miles, no millones, de años (una cronología corta).

Para una lectura posterior sobre temas de geología, consultar los libros de texto de geología física (p. ej., Press y Siever, 1986; Monroe y Wicander, 1992, 1995; Hamblin y Christiansen, 1995; para una versión en castellano, véase Tarbuck y Lutgens, 2000), geología histórica (p. ej., Stanley, 1986, 1993; Cooper et al., 1990; Wicander y Monroe, 2006), sedimentología (p. ej., Fritz y Moore, 1988; Prothero y Schwab, 1996), estratigrafía (Prothero, 1990) o geología estructural (Hatcher, 1995). Las teorías de la historia de la Tierra Geología convencional. Los procesos geológicos, generalmente como los que se observan hoy, han operado a lo largo de un período de varios billones de años para producir los rasgos geológicos de la Tierra (Gradstein et al., 2005) (Fig. 14.1). La vida ha estado sobre la Tierra durante la mayor parte de la historia de la Tierra. Las rocas Fanerozoicas (desde el Cámbrico hasta recientemente) se formaron durante los últimos 542 millones de años, y el registro fósil es un registro de la evolución y extinción de las formas de vida antes y a lo largo de este tiempo. El campo moderno de la geología remonta sus raíces principalmente a Charles Lyell (1830-1833), quien desarrolló la teoría de la geología uniformista. La teoría geológica moderna es una modificación

El registro geológico

de las perspectivas uniformistas de Lyell y reconoce que, en parte, Lyell estaba equivocado. El término “uniformismo”, como lo usó Lyell, en realidad incluye cuatro conceptos diferentes. Estos cuatro aspectos del uniformismo están definidos en la Tabla 14.1, con comentarios sobre su aplicabilidad a la teoría geológica moderna (Gould, 1984).

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Geología de corta edad (short age). El registro Fanerozoico se formó durante unos pocos miles de años. Los grupos taxonómicos más importantes de animales y plantas surgieron al comienzo de ese tiempo por medio de orígenes independientes (por intervención informada). Buena parte del registro fósil consiste en restos de estos organismos que fueron

Figura 14.1 La columna geológica y la escala de tiempo geológica estándar. Los asteriscos grandes y pequeños indican extinciones en masa mayores y menores (respectivamente) en el registro fósil. A veces se utiliza el término Prefanerozoico en lugar de Precámbrico. Línea de tiempo por Robert Knabenbauer.

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Fe, razón y la historia de la Tierra

GEOLOGÍA CONVENCIONAL

GEOLOGÍA DE CORTA EDAD

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