Fabulas Naira

August 11, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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El ciervo, el manantial y el león Había una vez un bello ciervo que se acercó a un manantial a calmar su sed. El animal bebió de esa agua cristalina hasta que se sintió satisfecho y luego, al ver su reflejo en el límpido manantial, quedó maravillado de su cornamenta, la cual lo convertía en un animal admirado por todos debido a su belleza. Sin embargo, el ciervo siguió contemplándose y al ver sus delgadas patas pensó que sería aún más majestuoso si la naturaleza le hubiese dado unas patas más gruesas y vistosas, que fueran igual de imponentes que su cornamenta. Pensando en todo esto el ciervo se percató que desde un arbusto lo acechaba un león, que estaba listo para ir a atacarlo y convertirlo en su presa. Sin dudarlouna undistancia segundoconsiderable el ciervo se al lanzó a la carrera y logró sacar, gracias a su velocidad, captor. A medida que corría el ciervo se daba cuenta que su fuerza radicaba en sus ligeras piernas y mientras el terreno fue llano, mantuvo una distancia considerable con respecto al león. Sin embargo, la fuerza de este radica en el corazón y nunca se dio por vencido a pesar de la distancia, razón por la que cuando se adentraron en los matorrales del bosque se vio premiado. En ese escenario la cornamenta le hacía perder velocidad al ciervo, pues se enredaba con cuanta rama y arbusto aparecía en el camino. De esa forma la distancia que separaba a ambas animales se fue haciendo cada vez más corta hasta que al final el ciervo quedó atrapado. Su cornamenta se había quedado enredada con unas lienzas. Ya a punto de morir bajo las garras del león el ciervo comprendió cuán equivocado había estado en el manantial. Su principal atributo eran sus delgadas piernas y no la bella cornamenta, que al final le costaría la vida. Para el ciervo fue muy tarde, pero comprender que lo esencial y más valioso no es precisamente lo más bello a lo largo de nuestras vidas.es algo que nos puede ser de mucha utilidad a nosotros

 

El Doctor y el enfermo Había un enfermo internado en un hospital, que cada día se sentía más mal y no veía mejoría alguna en su estado. Una tarde el médico pasó en sus habituales rondas y le preguntó qué lo aquejaba, qué síntomas lo hacían sentirse mal. El enfermo le confesó que sentía que sudaba más de lo común, a lo que el médico respondió, sin detenerse a chequearlo: – Eso está bien.

Un día después el doctor volvió a visitar v isitar a su enfermo y le preguntó nuevamente qué q ué lo aquejaba. – Siento que tiemblo y tengo más escalofríos que en cualquier otro momento de mi

vida –dijo el paciente. – No te desconsueles, eso está bien –agregó el doctor. Otra vez al día siguiente pasó lo mismo y el doctor preguntó al hombre que qué síntomas presentaba como para sentirse enfermo. Preocupado, el enfermo le dijo: -Doctor, he tenido diarrea y no se van los restantes síntomas. -Eso está bien –ripostó el doctor, que ya se iba del lugar cuando escuchó que el enfermo le decía a un familiar que lo visitaba: – Creo que de tanto estar bien me estoy muriendo. Cada día estoy peor.

El doctor se sonrojó por la vergüenza y desde ese momento comenzó a tomarse verdaderamente en serio la salud de sus pacientes. Comprendió que hay profesiones que imponen constancia, seriedad y preocupación, y que uno no puede andar  jugando con la vida y bienestar de los demás.

 

El rico y el zapatero  Había una vez un zapatero muy laborioso, cuyo único entretenimiento era reparar los zapatos que sus clientes le llevaban. Sin embargo, tanto disfrutaba el hombre de su trabajo que, amén de que sólo le alcanzaba para lo justo, cantaba de felicidad cada vez que terminaba un encargo y con la satisfacción del deber cumplido, dormía plácidamente todos las noches. El zapatero tenía un vecino que por el contrario era un hombre abundantemente rico, al que además le molestaba un poco los cánticos diarios del laborioso hombre. Un día el rico no pudo más y se decidió a abordar al zapatero. No entendía la causa de su felicidad y al ser recibido en la puerta de la humilde morado preguntó a su dueño: -Venga acá buen hombre, dígame usted ¿cuánto gana al día? ¿Acaso es la riqueza la causa de su desbordada felicidad? -Pues mire vecino –contestó el zapatero, -por mucho que trabajo solo obtengo unas monedas diarias para vivir con lo justo. Soy más bien pobre, por lo que la riqueza no es motivo de nada en mi vida. -Eso pensé y vengo a contribuir a su felicidad –dijo el rico, mientras extendía al zapatero una bolsa llena de monedas de oro. El zapatero no se lo podía creer. Había pasado de la pobreza a la riqueza en solo segundos y, luego de agradecer al rico, guardó con celo su fortuna bajo su cama. Sin embargo, las monedas hicieron que nada volviese a ser igual en la vida del trabajador hombre. Como ahora tenía algo muy valioso que cuidar, ya no dormía tan plácidamente, ante el temor constante de que alguien irrumpiese para robarle. Asimismo, por dormir mal ya no tenía las mismas energías para afrontar con ganas el trabajo diario y mucho menos para cantar de felicidad. Tan tediosa se volvió su vida de repente, que a los pocos días de haber recibido dicha fortuna de su vecino acudió a devolverla. Los ojos del hombre rico no daban crédito a lo que sucedía. -¿Cómo que rechaza tal fortuna? –interrogó al zapatero. -¿Acaso no disfruta el ser rico?

 

-Vea vecino –contestó el zapatero, -antes de tener esas monedas en mi casa era un hombre realmente feliz que cada mañana se levantaba luego de dormir plácidamente para enfrentar con entusiasmo y energía su trabajo diario. Tan feliz era que incluso cantaba cada vez que podía. Desde que recibí esas monedas ya nada es igual, pues solo vivo preocupado por proteger la fortuna y ni tan siquiera tengo tranquilidad para disfrutarla. Por tanto, gracias, pero prefiero vivir como hasta ahora. La reacción del zapatero sorprendió enormemente al hombre rico. No obstante, ambos comprendieron lo que tal desarrollo de los acontecimientos quería decir, y es que la riqueza material no es garantía de la felicidad. Esta pasa más por pequeños detalles de la vida diaria, que a veces suelen pasar desapercibidos.

El Niño y los Dulces  Pedro no sabía de la avaricia o la ambición, ni de todo el daño que esto podía hacer a las personas. Era un niño sano y juguetón como otro cualquiera, pero su glotonería y su afición por los dulces eran los atributos por los que más se le conocía. Un día descubrió un recipiente repleto de dulces y sin pensarlo ni averiguar de quién eran, introdujo su mano y agarró tantas golosinas como pudo. Cuando trató de retirar su mano se dio cuenta que no podía y como no quería dejar escapar ningún dulce de los que había cogido, lo cual le permitiría sacar la mano, empezó a llorar desconsoladamente. Su amigo Juan lo vio y le dijo: -Pedro, si te conformas con la mitad o un poco menos de lo que qu e has tomado podrás sacar tu mano de ahí y disfrutar algunos dulces. La avaricia no te permitirá hacer ni lo uno ni lo otro. Así, Pedro siguió el consejo y disfrutó de sabrosos dulces. Desde ese día dí a comprendió que la ambición y la avaricia pueden puede n ser verdaderamente dañinas y prohibitivas para el desarrollo y crecimiento de un ser humano.

 

El Sol y las Ranas  Las ranas de una apacible y pequeña laguna estaban muy alarmadas y casi muertas de susto. El día antes el astro rey, el Sol, las había alertado que ya todo no seguiría siendo igual que antes, pues él había decidido variar su rumbo. En breve comenzaría a iluminar la Tierra solo durante seis meses, por lo que el resto del año sería una etapa de oscuridad y frialdad. Las ranas comprendieron de inmediato lo que esto significaría para la vida, tal cual la conocían. Los charcos se secarían, los ríos irían perdiendo su cauce hasta desaparecer, ellas no podrían calentarse como antes y los insectos de los que se alimentaban dejarían de existir. Desesperadas comenzaron a quejarse y a pedir a las fuerzas divinas por su conservación, no sin protestar y demandar por lo que les parecía justo a ellas. Desde lo alto una voz atendió su llamado y les preguntó: -¿Piden clemencia sólo para ustedes o para todos los seres vivientes del planeta? – Pues para nosotros. ¿Por qué habríamos de preocuparnos por otras especies? Cada

cual que cuide y pida por lo suyo. -Así les irá –replicó la voz, que desde entonces se desentendió de los pedidos de las ranas por su egoísmo. Ciertamente el sol no dejó de brillar, pero desde entonces las ranas son animales con muy pocos amigos, y todo por el egoísmo de aquellas de una pequeña laguna, capaces solo de preocuparse por su bienestar y desentendidas de todo lo que les rodeaba.

 

Fábula china  Hace mucho, pero mucho tiempo, un príncipe del norte de China, llamado a ser Emperador, lanzó un concurso entre las jóvenes solteras de la corte. El motivo de la lid era hallar la candidata perfecta para desposarla, pues permanecía soltero y así no podía ser monarca. Acudieron decenas de jóvenes ricas y bellas, y una de muy singular belleza también, pero que era muy pobre y solo había ido para ver de cerca al príncipe. La muchacha se sabía en desventaja, pero como siempre había estado enamorada del príncipe, le bastaba estar cerca de él aunque fuera por unos minutos. Así, el príncipe entregó una semilla a cada joven y les dijo que la que llegase al cabo de seis meses con la flor más bonita brotada de esa semilla, sería su esposa. Todas las jóvenes se dieron a ello de inmediato, y la de pocas riquezas, por no decir nulas, le puso permanente empeño. A pesar que sabía poco de técnicas de cultivo investigó e intentó todo. Mas cada esfuerzo fue en balde, pues a los seis meses nada había brotado de la semilla. Llegado el día de presentar las flores entonces, decidió acudir con su vaso vacío. Aunque estaba segura de que no ganaría, porque todas las demás candidatas tenían bellísimas flores de variados colores, pensó que volver a ver al príncipe y futuro emperador de cerca bien valía cualquier vergüenza. Sin embargo, cual en nolasería su sorpresa al solo ser ella El príncipe dijo que la prueba se basaba honestidad y que ellalalaescogida. había pasado. Todas las semillas entregadas por él eran estériles, de forma que el resto de las candidatas eran viles mentirosas y solo ella era la indicada para amar y reinar a su lado. Así, el Emperador y su honesta Emperatriz fueron felices para toda la vida.

 

 Los dos pichones  Habían dos hermanos pichones que se querían mucho y pasaban todo su tiempo  juntos, en armonía y realizando con seguridad todas las actividades típicas de los pichones. Un día, uno de los dos, el más aventurero, decidió que quería emprender empren der un viaje en solitario y experimentar nuevas sensaciones. Quería conocer mundo, más allá de la tranquilidad que el habitual árbol en el que vivían les daba. Su hermano no compartió su ambición y le pidió que reconsiderase su decisión. Si marchaba lo tendría a él muy preocupado, pues en el mundo lejano había muchos peligros para ellos los pichones. Él, el que quedaba, estaría desesperado por la ventura de su hermano atrevido. Se venía la estación más peligrosa, razón por la que incluso le pidió esperar la llegada de una época más tranquila. A pesar de todos los pedidos, el aventurero quiso marchar. Le dijo a su hermano que no se preocupara, que con solo unos días de viaje sería feliz y regresaría a la comodidad del hogar. Así, decidió partir, dejando sumido en extrema preocupación a su hermano. Apenas partió el gorrión comenzó a vivir nuevas sensaciones, pero no de la manera que imaginaba. A pocos kilómetros de su apacible árbol estalló un terrible aguacero, que lo obligó a guarecerse en un inhóspito árbol, en el que habitaban otras criaturas que él, pequeño gorrión, no conocía. Estaba mojado, calado por el frío, y temeroso ante las amenazas que el resto de las criaturas representaban para él. Escampó tras horas de lluvia y el gorrión volvió a volar. Divisó a lo lejos un trigal con granos en el suelo, que podría degustar para compensar su apetito, pero inexperto como era no imaginó que se trataba de una trampa. Fue tocar el suelo y picotear el primer grano, cuando una pesada red de caza lo atrapó.

 

A pesar que no conocía nada de esto, el gorrión sabía que se trataba de un inminente peligro. Aleteó con fuerza y picoteó la red, que por suerte era vieja, hasta que pudo liberarse, no sin dejar varias plumas atrás. El aventurero se sentía débil y dañado, y ya comenzaba a aflorar en él el arrepentimiento por haber dejado atrás la comodidad de su morada y a su hermano. Esta sensación se incrementó cuando divisó un buitre que rapazmente se venía desde lo alto para devorarlo. Afortunadamente para él, un águila se lanzó contra el buitre, desatándose una brutal pelea que terminó dañándolo de forma colateral e indirecta. Esta fue la gota que colmó el vaso e hizo comprender al gorrión lo mal que había hecho en su primer viaje. Sin pensarlo dos veces regresó a su árbol, maltrecho y herido, donde lo aguardaba con temor y preocupación su hermano. Con los cuidados de este último el gorrión aventurero mejoró, pero nunca más quiso emprender un viaje de riesgos y desafíos solo. Tenía a su hermano para acompañarlo, y si no podría prepararse con más racionalidad. Entendió que la vida es maravillosa, un milagro en sí misma, pero que hay que saber vivirla con raciocinio para vivirla a plenitud.

 

Una fábula de amor  Dios estaba inmerso en una gran faena en su taller y un grupo de ángeles, curiosos por lo que estaría haciendo el Señor, se acercó a él a interrogarle al respecto. – ¿Qué estás haciendo padre?

-Mi mayor creación –respondió Dios. -Sí. ¿Qué es exactamente? –preguntaron a coro los ángeles. -Bueno –dijo Dios-, es un ser que dispondrá de cuatro pares de ojos y seis brazos. Los ángeles no dieron crédito a esto y con extrema sorpresa preguntaron: -¿Pero para que querrá ese ser ocho ojos? ¿Acaso no son muchos? Con su paciencia característica, sin molestarse por tantas preguntas, el Señor explicó: -Con un par de ojos será más capaz que cualquier otro ser de apreciar lo bello del mundo que le rodea. Otro le permitirá entender todo lo que suceda a su alrededor, es decir, las acciones de todo lo creado por mí. Mediante el tercero será capaz de leer los pensamientos, eso que no se dice con palabras y sale de lo hondo del corazón, y con el cuarto par podrá descubrir mi presencia en los grandes detalles de la vida, como la paz que desbordan los niños mientras duermen. -Está bien, suena maravilloso –dijeron los ángeles. Pero con su curiosidad aún en alza volvieron a preguntar: -¿Y los seis brazos para qué? Imperturbable igualmente, Dios volvió a explicar: -Dos brazos serán para servir en todas las tareas hermosas de la vida, las simples y las complejas. Otro par le permitirá acunar a todos mis hijos, acariciarlos en todo momento que estos lo requieran y dar amor, cariño y ternura. Los restantes dos son los que le servirán para levantar a los hijos cada vez que caigan, así como para combatir frente a lo injusto. Cada vez que Dios explicaba los ángeles se mostraban más asombrados. Ciertamente, parecía que esta sería la mejor obra del creador supremo. -¿Será inteligente este ser padre? –preguntaron de conjunto. -Sí –respondió Dios. Será capaz de entender todos los temas complicados y apreciar la belleza de la poesía, así como de hallar siempre la luz aunque parezca que la oscuridad reinará irremediablemente.

 

-¿Pero para qué en específico lo concibes? ¿Qué funciones le darás? –volvieron a la carga los ángeles y una vez más fueron respondidos. -Esta creación estará bendecida por mí para calmar el llanto de los niños, alentar a los emprendedores, perdonar a los que se equivocan, y acompañar en todo momento incluso cuando no esté ya físicamente o en vida. Los ángeles no comprendieron lo que quería decir con exactitud el Señor en todas las descripciones que había hecho. Su obra se veía magnífica, pero parecía muy débil y poco contundente para todos los atributos y funciones mencionados. En tal sentido manifestaron sus inquitudes a Dios, quien les dijo: -Mi creación luce frágil, pero tiene una fortaleza envidiable para cualquier otra de las que he hecho antes. Puede aguantar la mayor parte de las calamidades de la vida y nunca permitirá que sus hijos y seres queridos que le rodeen se vean envueltos en abrumadoras vicisitudes. Aún intrigados, y seguros de que aquello que presenciaban era la mayor obra de su padre, los ángeles finalmente preguntaron: -Padre, ¿qué es exactamente? ¿Cómo la llamarás? A lo que Dios rápidamente y henchido de orgullo por su creción respondió: -Su nombre prevalecerá por siempre en la historia de los hombre. Por ello tendrá el mejor nombre posible. Se llamará Madre y será lo más grande en la humanidad.

 

El águila y la flecha Un águila reposaba tranquila en lo alto de una colina cuando de d e repente, un cazador que merodeaba los alrededores decidió herirla con una de sus flechas. Retorciéndose en su dolor, la un desdichada ave pudo ver que la flecha habíaMorir sido con hecha de águila, y en último suspiro exclamó: “¡Vaya tormento! un con armaplumas hecha con plumas de mi propia especie”.   Moraleja: No

hay nada tan doloroso como que nos derroten con nuestras propias

armas.

La Gallina de los huevos de oro ¡Una huevo dehuevo oro!, exclamó granjero admirando su gallina. Al día siguiente, otro de oro, yeldurante toda la semana,layproeza durantedetodo el mes. Como es de esperar, el granjero se hizo muy rico en poco tiempo, pero la avaricia se apoderó de su pensamiento, y quiso el muy necio abrir a su gallina mágica para hacerse con todo el oro. Sin embargo, y como sucede con toda empresa miserable, el granjero acabó perdiendo no sólo a su maravillosa gallina, sino también toda la riqueza que había conseguido. Moraleja: La avaricia solo nos lleva por caminos tortuosos

El Cazador y el pescador Un cazador regresaba a casa cargado con sus productos, cuando de repente se topó con un pescador que igualmente, llevaba sus cestas llenas de pescado. Entonces, el cazador quiso tener los peces del pescador, y éste quiso también tener las carnes del cazador. Sin mucha dilación, los dos hombres intercambiaron el fruto de su trabajo y tan satisfechos quedaron con el trato que lo repitieron una y otra vez durante varias semanas. Sin embargo, un anciano que los observaba desde el primer día se les acercó una tarde y les dijo: “Tal intercambio, int ercambio, pronto dejará de serlo, y no tardará el mome nto en que ustedes dos deseen quedarse con lo que obtuvieron”.   Moraleja: Alterna tus gozos y los vivirás mejor.

 

El castor En la antigüedad el castor era muy codiciado por los hombres, pues según cuentan, sus partes eran utilizadas para la cura de enfermedades. Sin embargo, cuando los cazadores se internan en los pantanos en busca de estos animalitos, ellos corren cony toda la velocidad de sus patas para ponerse a salvo, y cuando no logran escapar los hombres los rodean, son capaces de cortarse sus partes valiosas y desprenderse de ellas con tal de permanecer con vida. Moraleja: En algunas ocasiones, un mal menor puede llevarnos a un bien mayor.

El camello, el elefante y el mono Cuando león murió, los animales decidieron un hacerse nuevo rey. y el elefante,elenseguida comenzaron a discutir entrebuscar el los por ellos conElelcamello trono, pero el mono les dijo: “Tú, camello, bien poco sirves porque no ayudas a los indefensos, y en cuanto a ti, elefante, tampoco podrías ser rey porque le temes al marrano”.   Moraleja: La fortaleza se mide con nuestras debilidades.

El pastor mentiroso “¡Viene el lobo! ¡Viene el lobo!”, gritaba el pastorcillo bajando la colina a toda

velocidad. Enseguida, los habitantes del pueblo se armaron con hachas y mazos para enfrentar al animal, pero pronto quedaron indignados al ver que el pastor se deshacía entre risas y burlas. Al día siguiente, el joven decidió repetir la broma. Nuevamente, los habitantes del pueblo se armaron hasta los dientes, y nuevamente quedaron en ridículo al ver al pastor ahogado en risas. Sin embargo, un buen día, el lobo sí apareció, y aunque el pastorcillo gritaba espantado con la bestia a sus espaldas, nadie se inmutó ni salió a defenderlo. Moraleja: Después de muchas mentiras, la verdad ya no es válida.

 

El camello bailarín Un camello bailaba y bailaba obligado por su dueño, mientras pensaba entristecido: “¡Vaya suerte del destino! Además de que camino despojado de toda gracia, también tengo que bailar con igual desacierto”.   Moraleja: Es mejor hacer aquello que realmente se nos da bien.

La tortuga y la liebre Todos los animales se congregaron para la gran carrera. En la línea de partida, se colocaron la tortuga y la liebre, pero esta última apenas se movió cuando dieron la señal. La tortuga sin embargo, avanzaba todo lo rápido que le permitían sus piernas, y la liebre continuaba deshaciéndose en risas sin prestar atención a la carrera. Al cabo de las horas, la tortuga casi arribaba a la l a meta, y cuando la liebre li ebre se dio cuenta, ya era demasiado tarde. Aunque corrió como un torbellino, poco pudo hacer la engreída. Moraleja: A los vanidosos, no los salva ni su propio talento.

La cabra y el cabrero Todas las cabras menos una acudieron al llamado del cabrero. La más rezagada del conjunto quedó disfrutando de un rico pasto cuando de pronto, el joven le lanzó una piedra para escarmentarla. Tan dichosa fue la puntería del cabrero, que la cabra perdió un cuerno en el impacto, y desesperado el chico, le suplicó al animal que no lo contara a su amo, pero esta respondió: “A unque me quedase callada, mi cuerno roto habla por sí solo”.   Moraleja: Considera las consecuencias de tus actos en todo momento.

 

  El caballo y el soldado El soldado había alimentado a su caballo durante la guerra con abundante cebada, pero acabada la contienda, el animal fue reservado a las labores del campo. Durante todo este tiempo, el caballo solo fue alimentado con paja, mientras tenía que transportar enormes bultos de un lugar a otro cada día. Al cabo de los años, una nueva guerra fue iniciada, y el joven soldado salió en busca de su caballo para partir hacia el combate. Sin embargo, el desdichado animal no era el mismo de antes, y con gran desánimo le dijo: “Bien poco te serviré ahora convertido en asno. ¿Y cómo podrías hacer de un asno el caballo que una vez fui?”.  Moraleja: Conserva y guarda tus tesoros con el paso del tiempo.

El buen león rey Existió una vez un león rey que era justo, amable y atento con todas las criaturas de la selva.y la Durante su reinado, el león convocó a una reunión de animales para lograr la paz convivencia entre todos. De esta manera, el lobo se disculpó con el cervatillo, el tigre con la cebra, la pantera con la liebre, y todos los animales quedaron reconciliados de una vez. Al finalizar, la liebre dijo: “Pensé que jamás llegaría este día, pero me alegra que por fin los más débiles de la selva podamos contar con el respeto de todos”, y dicho

aquello se alejó del lugar con toda la fuerza de sus patas. Moraleja:  En

un gobierno justo los más necesitados hallan satisfacción, pero no deben bajar la guardia.

 

La bruja Una bruja se hizo famosa por vender fórmulas y remedios mágicos que lograban aliviar la cólera de los dioses. Cientos de personas acudían para comprar sus remedios, un buen día laenbruja fue“¿Cómo acusadaeres y llevada a juicio. Condenada muerte, laspero personas gritaban la calle: capaz de dominar la furia dea los dioses y no eres capaz de aplacar la de los hombres?”.  Moraleja: Son dudosos quienes presumen de cosas maravillosas y no pueden lograr

las más elementales.

La lechera Andaba la lechera con paso alegre, mientras pensaba y pensaba camino al pueblo: “Cuando venda esta leche, me compraré tres docenas de huevo. Los huevos me

darán hermosos pollos, los venderé y me haré con un cerdo. ¡Ah! Pero mi cerdo crecerá sano y fuerte, y así podré venderlo para comprar una vaca, con la vaca tendré leche para vender y comprarme más vacas, luego toros, y…”. Tras un brinquito

descuidado, la desdichada mujer dejó caer el cántaro de leche en el suelo, y allí quedó, viendo desvanecerse sus ilusiones como la misma leche que se perdía en la tierra. Moraleja: Sueña con la cabeza en el cielo, pero los pies en la tierra.

 

La mujer intratable Aunque en su juventud su juventud había sido una mujer jovial y llena l lena de vida, vida , el paso de los años habían convertido a la esposa del alcalde de la ciudad en una mujer intratable a la que el menor descuido de sus sirvientes ponía de muy mal humor. Deseando descubrir si este comportamiento se debía a algún elemento de su hogar, el alcalde la envío a casa de su suegro para que se interesara por su salud salu d y de paso se reencontrara con algunos de sus antiguos sirvientes. Una semana más tarde, cuando la mujer se encontraba en el umbral de la puerta, el marido le preguntó ansioso qué tal le había ido con los criados que trabajaban junto a su padre. Tras acicalarse un poco, la mujer le respondió: - No te lo vas a creer querido mío, pero los encargados del ganado apartaban la vista cuando pasaba por su lado. lado . - Pues, si estos que tan solo te veían una vez al día no querían cruzar su mirada con la tuya-dijo su marido midiendo muy bien sus palabras-, no puedo ni imaginar que es lo que harían los que tenían que estar contigo permanentemente. permanentemente . MORALEJA 

Permanece atento a las menores señales, ya que son las que nos revelan los secretos más ocultos.

 

El juramento En un pequeño pueblecito, el hombre fue elegido para guardar una determinada cantidad de dinero en depósito, estaba pensando en (quedarse) para sí mismo. Es por eso que en lugar de (asistir) al lugar indicado para prestar juramento, se fue a dar una vuelta por el campo. Justo cuando dejaba atrás la entrada del pueblo, se encontró con un hombre cojo al que nunca había visto. Cuando le preguntó por su identidad, este le dijo que era el juramento y que estaba allí como cada treinta años para buscar a los mentirosos. Al escuchar esto, el hombre salió corriendo a ver al magistrado, para decirle que jamás le habían confiado ningún dinero. Nada más terminar su intervención, el juramento apareció para llevárselo al borde de un precipicio. El E l ladrón le preguntó porque no le había dicho esto, a lo que el cojo contestó: - o te preocupaste por saber qué era lo que les sucedía a los que  juraban falsamente. Si lo hubieras hecho, te habría enterado que a  por esos (volver) ese mismo día. día. MORALEJA 

Quien miente en un juramento, se expone a que le sucedan cosas malas.

 

Los 2 amigos y el carnicero En una carnicería de un pequeño mercado, se encontraron dos ha bía encargado hacer h acer la compra. amigos a los que su madre había Mientras el carnicero estaba entretenido con una de sus mejores clientes, unomostrador de los jóvenes, con muchas ganas de divertirse, le arrebató del al carnicero  unos pedazos de carne y se los metió al otro en el interior de su bolsa sin que se enterara de nada. na da. Al darle la vuelta el tendero y no ver la carne que tenía preparada, dijo con voz potente: - ¡Devolvedme la carne que estaba aquí encima! La encima!  La víctima de la broma, con cierto susto, exclamó: - No sé de qué carne está hablando ¡juro por nuestros dioses que yo no he robado nada! El nada! El culpable de tanta controversia dijo a su vez: - ¡Yo tampoco soy culpable del delito del que nos acusas! ¡Juro que no miento por los dioses! Viendo dioses!  Viendo que nada iba a poder sacar en claro, el carnicero les dijo a ambos:

- /Muy /Muy bien. Ya que ninguno quiere admitir que ha robado mi carne, espero que los dioses os castiguen por utilizar sus nombres en juramentos falsos. falsos. MORALEJA 

No jures en falso, ya que aunque no lo creas, algún día serás castigado.

 

Las lagrimas del rico Cierta tarde verano un grupo de " mujeres lloronas",se les había pagado, para que llorar la muerte de una de las hijas de un acaudalado hombre. Una de las hijas muy sorprendida se acercó a su

madre

y

le

pregunto:

- Madre ¿cómo nosotras que sufrimos la desgracia en carne propia, apenas si lloramos? en cambio esas lloronas, que jamás la conocieron, se deshacen en grandes lamentos. lamentos . La madre contestó: - No te extrañes, hija mía: esas mujeres no lloran lágrimas, sino dinero. Nunca olvides que las monedas son las lágrimas del rico. rico. MORALEJA 

Con el dinero conviertes a sanos en sufrientes

 

El Egoísta : Fábula infantil  infantil  Érase una vez un hipopótamo que tomaba el autobús muy, muy temprano, para acudir a su trabajo. Pero este hipopótamo, en lugar de guardar su sitio en la cola como hacían los demás, no dudaba en imponerse a todos a fuerza de empujones y manotazos hasta verse el primero de la fila. Con frecuencia este hipopótamo egoísta causaba peleas enturbiando el buen ambiente del vecindario. No contento con situarse por la fuerza el primero, una vez se encontraba en el autobús, el hipopótamo subía a lo bruto repartiendo sin vergüenza codazos y pescozones a sus pobres compañeros de viaje hasta que conseguía hacerse también con el asiento que mejor le pareciese. El hipopótamo no reparaba en las formas a la hora de salirse con la suya. Una vez en el asiento elegido, el hipopótamo abría un periódico amarillento y lo extendía al máximo posible con el fin de tapar la cara y agobiar a su compañero de asiento. Además, y por si esto fuera poco, le daba por toser y bostezar con la boca abierta y a un buen volumen, con el único fin de molestar y fastidiar a todo el mundo.  A la hora de salir del autobús, el hipopótamo hipopótamo lo hacía del mismo mismo modo que que había entrado, arrollando con sus fuertes pisotones a los viajeros del autobús que se situaban delante para salir el primero. ¡Qué alivio sentían todos cuando pisaba la calle y parecía alejarse! Que mala consejera es la envidia, como muestra esta historia. Y es que, amiguitos, es importante recordar que para vivir en sociedad y no ser temidos ni rechazados, hemos de preocuparnos por el bienestar de los demás como si fuera el propio evitando molestar a nadie y mostrando en cada paso nuestra buena educación.

 

El anciano y la muerte | Fábula infantil Un anciano cargaba leña a su espalda tras cortarla en una dura jornada de labor. Tan dura había sido, y tan largo el camino que debía realizar para llevarla que, cansado, decidió llamar a la Muerte para poder descansar. Ésta se presentó en el lugar, y observando al anciano, le preguntó que a qué se debía su llamada. Y el anciano, repuesto tras unos minutos de reposo, y algo avergonzado, contestó: – Pues para ver si pudieras ayudarme a llevar esta carga que tanto pesa. Nada más. Las ganas de vivir, le habían hecho olvidarse del cansancio, del lamento, y del dolor, a pesar de las circunstancias. Y la Muerte, le perdonó.

Los leñadores y el pino | Fábulas infantiles Talaban unos hombres, concienzudamente, un día un pino, ayudados de la palanca que habían construido bajo el árbol, a base de unas piezas de leña de su mismo tronco.  Y el pino, dolorido dolorido y exhausto, dijo: – No duele

tanto el hacha, como las piezas de la palanca, que forman parte de mí  Aquel árbol sabía, que que el sufrimiento puede ser mayo aún, cuando nace de de uno mismo que que cuando procede del exterior.

La lechera y el cántaro de leche | Fábula Infantil   Infantil Juana la lechera caminaba muy contenta con su cántaro de leche sobre la cabeza. Imaginaba ya en qué forma gastaría todo el dinero que la venta del cántaro le iba a proporcionar: «Podré adquirir un cerdo, no me costará mucho cebarlo; con su venta ganaré dinero. Entonces me compraré una vaca, que tendrá un ternerillo; y más tarde seré dueña de un rebaño…». 

 

Comenzó a dar saltos de alegría ante su idea, cuando de pronto tropezó, y el cántaro de leche cayó al suelo haciéndose mil pedazos. ¡Adiós al ternero, a la vaca, al cerdo y al rebaño! Desolada observaba el cántaro roto la lechera, consciente de haber sufrido la pérdida de su fortuna antes de lograrla. Sin embargo, a pesar de los pesares, todos construimos castillos en el aire, porque no hay nada más humano ni esperanzador.

Las patas de un elefante | Fábula infantil  Va a comenzar la primera primera clase de la tarde. tarde. Un gorila, sentado en su pupitre, pupitre, se entretiene entretiene mirando a su alrededor. Está aburrido y, además, se le conoce por su insaciable curiosidad. Tras pasear sus ojos por los demás pupitres, repara en un nuevo alumno. Es el elefante, y la  verdad es que que le cuesta un poco poco sentarse como los demás alumnos. alumnos. ¡Tiene un cuerpo cuerpo tan grande! El gorila se fija en sus propias patas; después las compara con las del elefante, y sonríe muy divertido. « ¿Cómo se las va a apañar para escribir con esas patas tan enormes?. enormes?. Seguro que no sabe ni poner la jota», piensa para sus adentros el gorila. Tras esto, llega el profesor y lo primero que les ordena es que escriban sus propios nombres. El gorila no quita ojo al elefante; este, sin inquietarse, coge el lápiz con su trompa, y se pone a escribir tranquilamente. El gorila está asombrado. ¡Con qué destreza maneja el elefante lápiz y papel!, mientras el, por el contrario, tarda de lo lindo en comenzar a escribir su nombre. Una vez corregidos los ejercicios, el profesor se apresura a felicitar al elefante, pues ha sido él quien ha conseguido la nota más alta. El gorila, en cambio, no ha pasado del aprobado. Verde de envidia, observa de reojo al elefante, mientras da vueltas y más vueltas a su lápiz. «No  volveré a reírme reírme nunca más de las patas patas de un elefante», elefante», pensó el gorila. gorila.  Y es que en la vida vida es importante importante el siguiente dicho: «Dime de lo que que presumes presumes y te diré de lo que careces…». 

 

El niño y la estrella : Cuento para niños Había una vez un niño al que le gustaban mucho las estrellas; era tanta su pasión que se pasaba todas las noches mirando el cielo desde su ventana, hasta que un día el pequeño encontró una estrella muy especial, la más hermosa de todo el cielo, convirtiéndose ésta en su favorita. Noche tras noche la encontraba siempre en el cielo, hasta que un día de repente no era capaz de  verla. El pequeño pequeño se vistió corriendo corriendo y salió de su cuarto trepando por por un pequeño pequeño árbol que tenía enfrente de su ventana. Fue caminando c aminando y caminando buscándola sin parar, recorriendo rec orriendo un largo camino hasta que la encontró, pero de repente se dio cuenta de que se había perdido. Sus padres angustiados y preocupados le empezaron a buscar, no sabían dónde podría estar su hijo. El pequeño al mismo tiempo intentaba buscarles a ellos entre la oscuridad de la noche, pero no era capaz de encontrar el camino hacia su casa. En ese momento su estrella favorita comenzó a brillar fuertemente, moviéndose en el cielo como si quisiera marcarle el camino hacia ellos. Siguió a la estrella durante todo el camino consiguiendo encontrar finalmente su casa donde estaban sus padres muy preocupados. El niño fue hacía ellos rápidamente para abrazarlos, sintiéndose muy contento al poder estar otra vez con su familia. El niño al volver a su habitación miró por la ventana y, dando gracias a la estrella por ayudarle a encontrar a sus padres, se durmió feliz al saber que tenía una nueva amiga que le ayudaría siempre cuando no pudiera encontrar el camino entre la oscuridad.

 

 

La luna y las estrellas  Cansadas de no ser vistas, tres de las estrellas más alejadas de la constelación conocida como Alonso fueron a reprocharle a la Luna. Estaba convencidas que el satélite natural del bello planeta Tierra era quien les impedía ser vistas y admiradas por los humanos. Así, se plantaron frente a ella y le dijeron: -Cuando decides estar en tu fase de llena absorbes nuestros colores y cuando te da por estar en la de nueva, impides que tu brillo llegue a nosotros. Por culpa de tu indecisión, variabilidad y prepotencia, no somos amadas por los humanos como otras hermanas muchas personas.y primas nuestras, que alegran las noches tristes y solitarias de Compadecida, la Luna les explicó que era ella la culpable de su infortunio. Eran estrellas muy pequeñas, que requerían crecer más para poder ser apreciadas por el ojo humano. No obstante, buena como era, la Luna les dio una alternativa. Les regaló un espejo grande y les dijo cómo usarlo para poderse hacer ver. -Cuando esté plena muévanlo hacia el planeta de los humanos y cuando más oscuridad haya los humanos guiarán su luz hacia su espejo, -les explicó. –Si hacen lo que les digo, serán estrellas importantes para ellos. Las estrellas agradecieron profundamente a la Luna y han seguido su consejo hasta la actualidad. Por si fuera poco, esta les regaló un nombre conocido por todos, usado para llamar la ocurrencia de esa linda luz que asoma cuando la luna titila.

 

Los 4 duendes  Cuentan que había una vez cuatro duendes que no tenían otra forma de ganarse el sustento que salir cada madrugada bien temprano a pescar. Esto se les daba muy mal, porque les era muy difícil dado su tamaño, pero aun así le ponían tanto empeño, que siempre obtenían lo indispensable para vivir. Un día les tocó la dicha y la fortuna premió el sacrificio y esfuerzo con el que habían afrontado la vida. De esta forma en la mañana uno de los cuatro duendes, el de color azul, halló una pareja de lindos pájaros a los que construyó un nido y empezó a atender con igual esmero que con el que pescaba. Los pájaros y el duende azul trabaron tal amistad, que la pequeña criatura nunca en su vida sabría lo que era la soledad y el no tener amigos, pues las aves siempre estuvieron ahí para él. Ese mismo día, otro de los duendes encontró una cuchara mágica, con la que podía cocinar cuánta comida quisiese. Toda le salía rica, y para hacerla no necesitaba de comprar comida. Gracias a este hallazgo los cuatro duendes no tuvieron que ir a pescar más, y nunca pasaron hambre. Por ello cuidaban con esmero la cuchara, sobre todo aquel que la había encontrado. Otro duende, Antenitas, que era la mujer, halló la pareja de sus botas preferidas, que había perdido hacía muchos años en el mar, mientras pescaban. Con su bello calzado de regreso Antenitas volvió a deslumbrar a todos con su belleza y buen gusto al vestir y calzar, razón por la que siempre fue admirada y complacida. Y por último el cuarto duende, el más gordito y glotón, encontró un bichito de luz con el que iluminaba la vivienda cada noche, incluso en las más oscuras. Por ello cada día lo cuidaba y sacaba a pasear con esmero, al igual que sus compañeros hacían con el resto de las pertenencias con las que la vida los había premiado por tanto esfuerzo y laboriosidad. Por todo ello, los cuatro duendes que pescaban, fueron realmente felices por el resto de sus días. Su lección de vida y lo que aprendieron de ellos los demás es que la fortuna es amiga de la perseverancia, la responsabilidad y el esfuerzo.

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