Extasis - Historia Del MDMA - Buce Eisner

September 8, 2017 | Author: cirivon | Category: Mdma, Lysergic Acid Diethylamide, Psychedelic Drugs, Substance Dependence, Wellness
Share Embed Donate


Short Description

Descripción: historia del MDMA...

Description

El Extasis (MDMA) es la primera de una generación de substancias psicoactivas que desarrollan la autoestima y mejoran las relaciones personales. Pero a diferencia de sus predecesores (LSD, Mescalina, etc.) este fármaco tiene una personalidad precisa y predecible: es ^n estimulador específico de la conciencia empática. Utilizado

por

psicoterapeutas

con

éxito,

existen

notables paralelismos entre el consumo abusivo del

Extasis y los síndromes asociados con la cocaína y las anfetaminas. Alabado por unos, criticado por otros, el Extasis está actualmente prohibido en los Estados Unidos y en España. Sin embargo, en este polémico libro veremos que no es Extasis todo lo que se vende como tal y que esta prohibición puede deberse más a intereses creados que a una investigación científica y rigurosa. "Actualmente tomar Extasis es como jugar a la ruleta rusa con la propia vida". (Claire Henderson) "El MDMA representa el principio de una revolución en nuestra comprensión de la bioquímica y de la mente" (Alexander Shulgin)

E ste libro fue escan n ead o sin an im o com ercial alguno con la p reten cio n de acercar la in fo rm ació n que contiene a quienes les interese sin te n er que, prim ero encontarlo, ya que es u n libro descatalogado, y segundo si lo en cu en tran , p ag ar u n a cifra d escabellada de dinero. . C o m p a rtir in fo rm ació n p o r el p lacer de com partir.

EL ESCANNEADOR MARIHUANO

Algunos com entarios destacados sobre...

ÉXTASIS (La historia del MDMA) «Un libro notablemente completo, valeroso y bien investigado.» American B ook R eview «Es posible que el libro de Bruce Eisner juegue un papel importante en disipar los conceptos erróneos que se han formado sobre el M DM A. El libro es una espléndida síntesis de la historia de esta droga, su uso y sus efectos.» Stanley Krippner, doctor en Filosofía autor de H ealing States, D ream Working, P erson al M ythology «Bruce Eisner ha dedicado su tiempo tanto al mundo de la psicología académica com o al mundo del periodismo, entregado al estudio del ambiente psicodélico. Ha escrito una obra maestra sobre la importancia de un nuevo producto que cambia la mente, que es erudita y legible. Recomiendo su lectura con entusiasmo.» T im o t h y L e a r y , doctor en Filosofía destacado filósofo «El primer compendio de datos pertinentes sobre el M DM A. El libro de Bruce es útil, sabio y está bien equilibrado.» P e te r S ta ffo rd

autor de P sychedelics Encyclopedia «Bruce Eisner ha creado un estudio excelente acerca de cómo burócratas histéricos e ignorantes crean problemas de drogas al mismo tiempo que intentan solucionar los problemas con las drogas. Antes de que nos lancemos de lleno hacia un Estado totalitario, desearía que todo ciudadano estadounidense leyera este libro.» R obert A ntón W

il s o n

«Este libro presenta los más importantes descubrimientos relativos al M DM A o “éxtasis” ... El gran número de personas que experimentan ahora con esta droga debería beneficiar gracias a la gran riqueza de información, incluido el hecho de que todavía se desconocen los efectos a largo plazo sobre el cerebro... »Es absolutamente cierto que amanece un nuevo mundo en el que se aceptarán y serán de un gran valor las alteraciones de la función cerebral y los estados de conciencia... Una sustancia com o el M DM A, que recuerda el nepente de Homero, desvanecerá muchos de los “infortunios normales” de la vida cotidiana.» R. E. L. M a s t e r s , doctor en Filosofía coautor de The Varieties o f P sych edelic Experience, y de M ind Games

BRUCE EISNER

EXTASIS (La h is to ria d e l mdma) V

Prólogo de Stanley Krippner, doctor en Filosofía Introducción de Peter Stafford Síntesis Química de Alexander Shulin, doctor en Farmacia

EDICIONES OBELISCO

Si este libro le ha interesado y desea que le mantengamos informados de nuestras publicaciones, escríbanos indicándonos qué temas son de su in­ terés (Astrología, Autoayuda, Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Naturis­ mo, Espiritualidad, Tradición) y gustosamente le complaceremos.

Éxtasis, la historia del MDMA Bruce Eisner 1.a edición: abril de 1995 Portada de Dolors Blanch Título original: Ecstasy: The MDMA Story Traducción de José M. Pomares O 1989, 1994 Bruce Eisner © by Ediciones Obelisco, S.A. 1995 (reservados todos los derechos para la lengua española) Edita: Ediciones Obelisco Consejo de Ciento, 591, 4.° 08013 Barcelona - Tel. 232 44 30 - Fax 2327553 Castillo, 540 - Tel. y Fax 7714382 1414 Buenos Aires (Argentina) ISBN: 84-7720-425-X Depósito legal: B. 13.994 - 1995 Printed in Spain Impreso en los talleres de Romanyá/Valls, S.A de Capellades (Barcelona)

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de graba­ ción o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.

A D a v id B anton

Agradecimientos

A Peter Stafford, que mecanografió este libro tres veces y lo leyó por lo menos 17 veces; Alexander Shulgin, que ofreció su generosa ayuda y guía; Kim y Christopher Workdelay, por sus dibujos y comenta­ rios químicos. Sebastian Orfali, que me guió pacientemente a través de los pasos necesarios para llegar desde el manuscrito hasta la publi­ cación; Claudio Naranjo, frente a cuyo Gurdjieff yo intento repre­ sentar a Ouspensky; Irene Ehrlich, por su apoyo y ánimo; Will Penna, por la edición y sugerencias de esta segunda edición; y a los numerosos terapeutas, autores de panfletos anónimos y otros valerosos exploradores que se aventuraron por primera vez por territorios que yo he cartografiado. El autor ha hecho todo el esfuerzo posible por encontrar la propiedad de todo el material con copyright y citado que aquí se presenta. En el caso de que surja alguna cuestión en relación con el uso de una selección, ofrece por anticipado sus disculpas por cualquier error u omisión, y hará las correcciones necesa­ rias en ediciones futuras. Debo expresar mi agradecimiento a los siguientes: Ralph Metzner, Through the Gateway o f the Heart, © 1985, Four Trees Press.

Timothy Leary, doctor en Filosofia, «Ecstatic Electricity», New York Talk, 1985. Claudio Naranjo, mèdico, The Healing Journey, © 1973 Joe Klien, «The New Drug They Call Ecstasy: Is It Too Much to Swallow?», © 1988, New America Publishing, Inc., reimpreso con el permiso de la revista New York. Alexander T. Shulgin, doctor en Farmacia, «Twenty Years on My Ever-Changing Quest», Psychedelic Reflections, © 1983. George Greer, mèdico, y Requa Tolbert, enfermera diplomada, «MDMA: A New Psychotropic Compound and Its Effects in Humans», © 1986. George Greer, mèdico, «Using MDMA in Psychotherapy», Big Sur, California, 10-15 de marzo de 1985, © 1986. «Getting High on Ecstasy», © Newsweek, 15 de abril de 1985. Peter Stafford, Psychedelics Encyclopedia, © 1983, 1992, Ronin Publishing, Inc. Cynthia Robins, «The Ecstatic Cybernetic Amino Acid Test», San Francisco Examiner Image, 16 de febrero de 1992.

9

Jóvenes bailando en la Nochevieja, en una fiesta organizada por Toon Town, en San Francisco.

Prólogo: Nuevo estudio del éxtasis

La primera edición de este libro, publicada en febrero de 1989, anunció la introducción de una poderosa entidad psicoactiva en el mundo. Apodada «Adán», por el ser primigenio, pero conocida por su nomenclatura química como MDMA, esta sustancia (el metilenedioxi-N-metilanfetamina) es el miem­ bro más destacado de una nueva generación de compuestos que alteran la mente, con raíces familiares en los psicodélicos. Pero, a diferencia de sus predecesores, como el LSD, la mescalina y la psilocibina, este químico tiene una personalidad preci­ sa y predecible, y es casi universalmente agradable. En el mo­ mento en que se publicó este libro, esas cualidades ya habían convertido a «Adán» o «Éxtasis», como se le llama ahora habi­ tualmente, en un producto favorito entre los buscadores espi­ rituales, los «yuppies» y los psicoterapeutas por igual. La publicación de la primera edición se produjo durante la que quizá fuera la más turbulenta semana en la historia de la guerra contra las drogas. Los titulares se centraron en el nombramiento de un nuevo «zar» contra la droga, y se publica­ ron historias sobre comerciantes de marihuana que, supuesta­ mente, se habían comido a sus bebés. Se extendió así el temor sobre el Éxtasis y sus posibles efectos sobre el cerebro. Apro­ ximadamente por esta misma época empezó a disminuir drásti­ camente el uso recreativo del MDMA, que había aumentado con rapidez, y abundaron los rumores sobre su peligrosidad. 11

Mis primeras apariciones en charlas y conferencias públicas reflejaron estas preocupaciones. Con frecuencia, dos o tres miembros de entre el público me planteaban las mismas pre­ guntas durante una sola aparición: «¿Agota el Éxtasis el fluido espinal?», «¿Es cierto que el MDMA causa la enfermedad de Parkinson?». Apenas si había tiempo para hablar sobre los usos y beneficios positivos del Éxtasis. Cuatro años más tarde, el ambiente empezó a cambiar. Ha caído el telón sobre el primer acto del drama del Éxtasis, y se han levantado sobre el siguiente acto, con nuevas escenas, per­ sonajes nuevos y giros inesperados de la trama. Desde la publicación de la primera edición se han producido varios desarrollos excitantes. El Instituto Nacional sobre el Abuso de las Drogas (NIDA) efectuó un estudio sobre el em­ pleo recreativo del MDMA, surgió la «juerga» internacional o movimiento juvenil «Casa del Ácido», y la pureza del Éxtasis vendido en las calles, empezó a disminuir, todo lo cual se abor­ da aquí. También se incluyen visiones generales sobre la nueva información relativa a la supuesta toxicidad del MDMA, y los esfuerzos de investigación iniciados recientemente en Suiza y en Estados Unidos, dos temas a los que se dedica una atención más detallada en el Apéndice de Rick Doblin. Este prólogo también incluye una explicación de la síntesis del MDMA, efectuada por el psicofarmacólogo Alexander Shulgin, una ac­ tualización de la «Guía para consumidores», de la edición ori­ ginal, y se cierra con nuevos pensamientos sobre el futuro de este compuesto que abre nuevos caminos.

El estudio NIDA El seminario más notable sobre el tema del MDMA en el que haya participado tras el lanzamiento inicial de este libro tuvo lugar en el centro de seminarios de Visiones Compartidas, de Will Nofke, en Berkeley, en 1989. El acontecimiento fue codirigido por Jerome Beck, autor fundamental del Instituto Na­ 12

cional sobre el Abuso de las Drogas, que sirvió como base para su tesis doctoral en la Universidad de California, Berkeley (pron­ to se editará el libro de Beck, titulado In Pursuit o f Ecstasy). Casi cada vez que yo sintetizaba una observación de mi li­ bro, Beck intervenía con una confirmación de su propio estu­ dio. No recuerdo que se produjera entre nosotros un solo punto de desacuerdo, a pesar de que la investigación de Beck ni si­ quiera se había iniciado cuando mi libro estuvo escrito, y aún estaba en marcha cuando fue publicado. Me sentí gratificado al descubrir que un estudio empírico independiente había confir­ mado muchas de las ideas planteadas en la edición de 1989, que se habrían visto considerablemente aumentadas en el caso de que hubiera podido incluir en el libro los resultados obteni­ dos por Beck. Por ejemplo, la topografía que presentó Beck so­ bre las fases del viaje del MDMA era congruente con la que yo presenté, pero en su estudio estaba documentada con informes de una amplia sección representativa para consumidores que abarcaba a diversas categorías sociales. Titulado «Exploración del Éxtasis, una descripción de con­ sumidores del MDMA», el estudio de 253 págs. incluye a Beck como director del proyecto; a Marsha Rosenbaum, doctora, y a Patricia A. Morgan, doctora, como investigadoras principales, y a Deborah Harlow, Douglas McDonnell y Lynne Watson como coautores. Al emplear una metodología fundamentalmente so­ ciológica, el informe NIDA basa sus conclusiones en entrevis­ tas intensivas con 100 consumidores de MDMA, y en entre­ vistas complementarias con distribuidores de MDMA. El estudio NIDA ofrece una lectura fascinante en su mayor parte, porque el autor utiliza extractos de las transcripciones de sus entrevistas para ilustrar cada uno de los puntos que expone. Se centra en los informes de los propios consumidores para de­ mostrar que el MDMA es, verdaderamente, un fenómeno único entre las drogas «recreativas», debido a la insólita amplitud de estratos sociales en los que se produce su consumo y a la extra­ ordinariamente baja frecuencia de comportamiento adictivo que lleva asociado. 13

A pesar de los numerosos puntos en que encajan este libro y el estudio NIDA, hay tres temas significativos explorados por el informe que apenas si se abordan en estas páginas: el abuso extremo del MDMA, el terreno sociológico abarcado por el uso del MDMA, y la historia de su diseminación. Los autores del estudio NIDA dividen el abuso del MDMA en dos tipos: «borrachera de uso» y «uso frecuente». Señalan los notables paralelismos existentes entre el consumo abusivo del MDMA y los síndromes más habitualmente asociados con la cocaína y las anfetaminas. A modo de ejemplo, me sorpren­ dió recibir una carta, después de la publicación de este libro, en la que un «borracho de uso» me informaba de su uso «adictivo» al MDMA. Una vez que empezó, se vio impulsado a con­ tinuar usando la droga por sus propiedades estimulantes. Aun­ que se vio asediado por crecientes efectos secundarios, no pudo dejar de tomarla durante días interminables. Beck y yo coinci­ dimos en que tales pautas de abuso sólo se producen muy ra­ ramente, debido a las consecuencias desagradables, que no tar­ dan en dejarse sentir. El estudio NIDA también observó que los consumidores de MDMA podían ser agrupados según seis categorías sociales: estudiantes universitarios, buscadores espirituales de la «nueva era», gays, Deadheads, participantes en el ambiente de la «Casa de Acido», y el contingente de mediados de los años ochenta en Dallas, donde el consumo de Extasis explotó cuando apare­ cieron en el mercado grandes cantidades del compuesto. El in­ forme documenta aspectos similares y diferentes en las pautas de consumo entre estos diversos ambientes sociales, y llega a la conclusión de que el uso estaba disminuyendo en todos estos ámbitos en el momento en que se llevaba a cabo la investiga­ ción. El examen que llevaron a cabo los investigadores sobre los canales de distribución añade profundidad a nuestra propia comprensión de la diseminación del fenómeno Éxtasis. Confir­ ma la narración de este libro sobre el salto masivo en cuanto a volumen que se produjo hacia 1984, cuando los canales princi­ 14

pales de distribución pasaron desde el «grupo de Texas» hasta el pequeño y tranquilo cuadro de consumidores que había mo­ nopolizado la droga a finales de los años setenta y principios de los ochenta. Esta transición jugó un papel crucial en la penalización del MDMA. El estudio NIDA también ofrece un análisis de las motivaciones y experiencias personales de distri­ buidores, extraídas del abundante material obtenido en las en­ trevistas. El informe concluye afirmando: «Dado lo mucho que sabe­ mos ahora sobre el MDMA y sus consumidores, la recomenda­ ción más evidente que cabe extraer de este estudio exploratorio es que se investigue y se exploren más todas las facetas de esta sustancia». Tal investigación se está llevando a cabo precisa­ mente ahora. Aun siendo una rica exploración del primer uso recreativo del MDMA, el estudio NIDA, publicado el 15 de septiembre de 1989, fue algo prematuro en su conclusión de que no había llegado a cuajar el fenómeno de la «Casa del Ácido». En los cuatro años transcurridos desde entonces, la «juerga» clandesti­ na ha florecido rápidamente hasta convertirse en una subcultura juvenil plenamente florecida, cuyo desarrollo ha ido acompa­ ñado por un nuevo resurgimiento en el consumo del MDMA.

El ambiente delirante en Inglaterra Según algunas narraciones, el ambiente delirante se inició en 1987, cuando la juventud obrera de Inglaterra empezó a ce­ lebrar fiestas en la isla española de Ibiza. En estas fiestas se bailaba durante toda la noche a un ritmo impulsivo, electrónico fuerte, inductor de trance, que constituía una nueva forma de música. El nuevo sonido fue bautizado con el nombre de «Casa del Ácido», por la música «Casa» de Chicago, de la que tomó prestada la práctica de «quemaduras de ácido», en las que se utilizaban «muestras» de música previamente grabada para crear un palpitante collage sónico. Aunque el «ácido» de la «Casa del

Ácido» no indicaba originalmente referencia alguna al LSD, a menudo se utilizaron psicodélicos para estimular una noche de baile hasta el amanecer. Más tarde, el MDMA se convirtió en la droga de moda, y las fiestas se extendieron a la propia Inglaterra, donde las «juergas», como se conocieron las fiestas de la Casa del Ácido, se convirtieron en un fenómeno ampliamente extendido. Quizá lo más notable de las primeras fiestas inglesas fue la camarade­ ría evidente entre los miembros de diversos grupos étnicos, sociales y económicos, sin duda estimulada, al menos parcial­ mente, por la presencia de empatógenos. La verdadera importa­ ción de este elemento de ruptura de las barreras culturales sólo puede comprenderse en el contexto de estratificación de la so­ ciedad británica tradicional, relativamente rígido. Con un número tan grande de gente joven que tomaba dro­ gas, el Parlamento no tardó mucho en aprobar una serie de le­ yes cada vez más duras contra el MDMA y contra las propias juergas. Así, para evitar el acoso de la policía, las juergas se trasladaron desde los clubes nocturnos habituales hasta lugares menos predecibles, como almacenes vacíos y campos abiertos a lo largo de la red «Orbital» de autopistas que rodea Londres. Christian Barthodsson informa en X Magazine: Ardientes bailarines acuden en masa desde las ciudades de los alrededores, llegando a ser en ocasiones hasta 30.000 juer­ guistas. Para dificultad un poco más las incursiones de la poli­ cía, el lugar donde se celebrará la fiesta se mantiene en secreto hasta el último momento. Luego, el juerguista tiene que descu­ brir el lugar, y la forma habitual consiste en comunicarse con un determinado número de teléfono, o «líneas calientes», que ofre­ cen la necesaria información. No obstante, cuanto más grandes son las juergas, tanto más fácil resulta detectarlas. Según la le­ yenda, James Hamilton condujo en cierta ocasión por los alrede­ dores de Londres, a últimas horas de la noche, para dirigirse al aeropuerto de Heathrow cuando vio unos focos que giraban y es­ cuchó un retumbar distante. Convencido de que aquello tenía 16

que ser el aeropuerto, condujo por la carretera para encontrarse de repente en medio de una juerga en pleno desarrollo... Desde que se mente el uso del guido un camino tor me remitió la

iniciaron las juergas ha aumentado continua­ Éxtasis en el Reino Unido, aunque eso ha se­ bastante retorcido. En enero de 1992, mi edi­ siguiente carta recibida de Inglaterra:

No soy doctora ni nada, sino sólo una joven curiosa de 20 años, que empecé a relacionarme con el MDMA en julio del año pasado. Decidí descubrir más cosas sobre la droga y lo que me estaba haciendo, después de haber leído un libro titulado La bi­ blia de las vitaminas, de Earl Mindell, en el que básicamente se demostraba que si se tomaban drogas había que tomar también complementos de vitaminas y minerales (algo que usted indicó correctamente en su propio libro). Le digo todo esto, básicamente, porque necesito su ayuda. En este país se ha extendido ampliamente el consumo de Éxtasis en­ tre los jóvenes (algunos de ellos apenas tienen 14 años). Y el abuso de la droga no hace sino aumentar. Aunque no espero que ninguno de ellos se detenga (no soy de los que lanzan sermo­ nes), estoy convencida de que deberían saber lo que están ha­ ciendo. Como debe saber, existen ahora multitud de tipos dife­ rentes de pastillas de Éxtasis con nombres como Palomas Blancas (en su mayor parte MDMA) y Triple X (para decirlo francamente, lleno de porquería). Algunas de ellas ni siquiera tienen nada de MDMA, y muchas tienen cocaína, smack y cafeí­ na concentrada (esto último es una suposición), por lo que ac­ tualmente tomar Éxtasis es como jugar a la ruleta rusa con la propia vida. Ya han muerto varios jóvenes (evidentemente, a causa de algo que han puesto en la droga o de alguna sinergia negativa). Honestamente, no creo que nada de eso habría ocurri­ do si se hubiera permitido la legalización del MDMA, y creo que su argumentación al respecto es completamente correcta. Atentamente, Claire Henderson 17

Después de recibir esa carta, mantuve correspondencia con Claire, que me envió artículos publicados en la prensa del Rei­ no Unido. Gradualmente, empecé a tener una visión de lo que estaba ocurriendo en Inglaterra. Los recortes que ella me en­ viaba me recordaban mucho las historias surgidas en Estados Unidos sobre el LSD en los años sesenta. Aunque se dice que hasta un millón y medio de personas toman su «pastilla» en cualquier fin de semana, se han producido unas pocas muertes en juergas organizadas en Inglaterra. La prensa ha utilizado esos incidentes para condenar tanto las juergas como el consu­ mo de MDMA. Cuando Claire me escribió por primera vez, aún no se cono­ cían las razones de esas muertes. Las autoridades médicas han determinado ahora que esas muertes se hallan relacionadas con ataques al corazón causados por una combinación de altas tem­ peraturas en los clubes donde se celebraban las juergas, el baile continuo y la deshidratación. Parece ser que los promotores de las juergas en Inglaterra cortaron el agua en los lavabos y las fuentes con la intención de vender más bebidas. Los juerguistas jóvenes, con sus recursos financieros muy disminuidos por los crecientes precios de las entradas de admisión y, por tanto, in­ capaces de permitirse la compra de bebidas igualmente caras, han sufrido la consecuencia de la explotación por parte de un pequeño grupo de personas ávidas pertenecientes a una subcultura que, según ha comentado Brian Eno, productor británico de música, se caracterizó en un principio por una refrescante falta de cinismo. Para colocar la Situación inglesa en su debida perspectiva, se ha calculado que el individuo medio tiene, en Inglaterra, diez veces más probabilidades de morir en un accidente de co­ che, y los que juegan al fútbol tienen 33 veces más probabili­ dades de morir en el campo de fútbol que las que corre un con­ sumidor de Extasis de morir por haber tomado la droga. Aunque se han producido algunas muertes que pueden ser atri­ buidas directamente a este compuesto, las víctimas que supues­ tamente tomaron MDMA pudieron haber ingerido sustitutos o 18

combinaciones de drogas. Cuando hay miles de personas que mueren cada año debido a causas relacionadas con el tabaco y el alcohol, el Éxtasis resulta ser comparativamente seguro.

Juergas en Estados Unidos Con el aumento de las presiones por parte de las autoridades inglesas, algunos de los promotores más idealistas de juergas y disc-jockeys viajaron a California. A principios de 1991, un grupo llamado Toontown celebró en San Francisco una de las primeras grandes juergas en Estados Unidos. Toontown aumen­ tó espectacularmente de tamaño hasta contar con más de 7.000 personas y organizó docenas de otros acontecimientos. En cualquier noche de fin de semana podían estar produciéndose hasta una docena de juergas al mismo tiempo en San Francisco y Los Ángeles. Cynthia Robins ofrece la siguiente narración de uno de tales acontecimientos celebrado el 16 de febrero de 1992, en el número de la revista San Francisco Examiner Image: Cinco minutos después de la medianoche de Nochevieja, la música llevaba sonando desde hacía más de tres horas. Pero la fiesta no había hecho más que empezar. A las dos de la ma­ drugada, seis mil cuerpos se hallaban metidos con calzador en un cavernoso espacio, por debajo del Centro de la Moda de San Francisco, empujados, abrazados y absorbidos por el sonido y las luces que surgían de las paredes de cemento, los suelos y los techos. Como el aprendiz de brujo de Fantasía, el disc-jockey dirige el flujo de energía que controla las ondas de sonido. Haciendo cabriolas, como un sumo sacerdote, situado delante de mesas duales de mezcla y paneles de control cuyos niveles de decibelios superan constantemente la línea roja, hace ondular una piel sin costuras, una sólida manta de sonido. Es como un chamán elec­ trónico. Nadie escapa a su hechizo. Implacablemente, la música es todo de bajo, un buum da buum da buum da buum, elevado a 19

niveles capaces de hacer hervir la médula, con una cadencia de latido del corazón fetal. Unos incesantes golpes, a un ritmo de 118 a 126 por minuto, intercalados ocasionalmente con vocales sin rasgos, y con fragmentos de melodía simplificada. Los golpe­ teos le empapan a una hasta los zapatos, penetran por los pies como una marejada repentina y luego entran en el cuerpo para atácar las ingles. Si a una le queda un solo gramo de ritmo, se ve obligada a bailar. En caso contrario, tiene una que marcharse de allí. Las luces se sincronizan con el sonido, pulsantes, restallan­ tes, giratorias. Las pantallas de vídeo televisan a multitudes en directo, recorridas por pautas fractales psicodélicas. Los rayos láser de luz verde explotan sobre el suelo como serpientes he­ chas añicos. Las máquinas de humo diseminan niebla artificial hacia la que los puntos Intellebeam dirigen haces de color y luz blanca que fragmenta los cuerpos, las paredes y los techos como una cortina de fuego sobre Bagdad. Todo el ambiente sensorial envuelve a los que bailan en una especie de capullo técnico. Es un infierno discotequero, un apo­ calipsis psicodélico. Alrededor de todo esto hay cuerpos en movimiento. Hermo­ sas jóvenes cubiertas de cuero y encajes. Jóvenes atractivos de movimientos nerviosos y exagerados. Hombres con portaligas. Mujeres que sólo llevan los vaqueros y el sostén. Reinas que se arrastran. Confusión de géneros. Los rectos, los gays, los viejos, los jóvenes. Sobre todo los jóvenes. Una fantasmagoría que pa­ rece sacada de la escena del bar en La guerra de las galaxias. Sus brazos se extienden hacia lo alto. Los ojos ruedan en sus órbitas, mirando no hacia el bombardeo de imágenes, sino hacia el interior. Bailan como lobos solitarios, entrando ocasionalmen­ te en el espacio íntimo de otro, frotando los cuerpos, estable­ ciendo conexiones, tropezando con nuevas personas, aunque sólo de una forma incidental. Este no es el ambiente brillante y de­ predador del club de moda. Aquí, nadie intercambia números. El ambiente está cargado de energía sexual, pero nadie piensa en hacer el amor. Un baile de trance que -sigue pautas al azar, extre20

midades que se mueven con rapidez y rostros bañados en sudor y arrobamiento, en blanco, con la mirada vidriada, abiertos, ino­ centes. ¿Es el rapto? ¿O son las drogas?

Ciertamente, debe de ser un poco de ambas cosas. Lo mis­ mo que en el ambiente de la Casa del Ácido antes que aquí, la cultura de la juerga en Estados Unidos se caracteriza por el consumo de psicodélicos y de Extasis como un elemento inte­ gral. Esta es una de las muchas similitudes entre las juergas de los años noventa y los moteles y los experimentos con ácido de los años sesenta. Pero los juerguistas tratan de hacer las co­ sas de modo diferente, sobre todo a través de la forma en que se ven rodeados por la tecnología. Mark Heley, organizador de Toontown, describe esta nueva relación entre los psicodélicos y la alta tecnología con la pala­ bra «tecnochamanismo». En «Un mundo, una fiesta», de Evelyn McDonnell, publicado el 29 de enero de 1992 en S. F Weekly, dice: Hay algo hacia lo que nos estamos moviendo, más allá del tiempo... Conectamos a la sociedad contemporánea con las raí­ ces míticas de la humanidad. El chamanismo es algo que está más allá del tiempo. Es un espíritu primigenio. Y la tecnología es el elemento de conexión entre lo que existe ahora y lo que está empezando a existir.

Sabemos que las culturas tribales que dieron lugar al cha­ manismo celebraban ritos de transición para los jóvenes. Estoy convencido de que estas juergas pueden considerarse como mutaciones contemporáneas de aquellas iniciaciones tradicio­ nales que jugaron un papel vital en la transición psíquica desde la juventud hasta la edad adulta. Para los jóvenes es importante reunirse, bailar sus bailes, cantar sus cánticos, permanecer des­ piertos durante toda la noche, tomar sus drogas y tener sus vi­ siones, actividades que fueron componentes importantes de los ritos antiguos. Y, hasta el momento, la sociedad estadounidense 21

no ha ofrecido contexto adecuado para la celebración de esa clase de ceremonias. No obstante, consumir el Extasis sólo en las fiestas, aunque sea una experiencia indudablemente fascinante y útil, significa renunciar a oportunidades únicas que sólo pueden presentarse en ambientes más íntimos. Las profundas comprensiones y co­ nexiones interpersonales descritas en este libro tienden a ocu­ rrir en pequeños grupos o en condiciones de soledad, y son difí­ ciles de alcanzar en un ambiente abarrotado de gente. Quienes sólo lo han consumido en las juergas, quizá no puedan imagi­ nar el verdadero potencial del MDMA. Tanto en Estados Unidos como en Inglaterra, los juerguistas empiezan a quejarse de un declive en el ambiente de la juerga. Como sucede inevitablemente con todo fenómeno juvenil, em­ pieza a introducirse la comercialización; ahora aparecen modas de juerga en M acy’s. Y, con el tiempo, algunas juergas empie­ zan a parecerse menos a happenings de vanguardia y más a fiestas de escuela superior. Esta pauta encuentra su paralelismo en la evolución de la contracultura de los años sesenta. Pero a medida que la subcultura de la juerga crece para convertirse en un gran movimiento juvenil, ejercerá sin lugar a dudas un impacto sobre los medios de comunicación, sobre los valores y las visiones de la juven­ tud de Estados Unidos. Son muchos los que ven esta nueva cul­ tura como algo que proporciona un puente hacia el siguiente milenio. Dan Mapes, fundador de Digital Media (una empresa productora multimedia de Santa Cruz, California, que produce programas visuales para juergas, así como videocintas psicodélicas), le dijo a Cynthia Robins: Hay muchachos evolucionados, y es importante sintonizar con eso. Aquí es donde se unen el arte, la tecnología y la evolu­ ción. Evolucionamos a través de nuestro arte y de nuestra tecno­ logía. Estamos poniendo los fundamentos para la sociedad del siglo veintiuno, y cosas como las juergas no son sino una expresión de 22

eso. Piense, por ejemplo, en la Nochevieja organizada por Toontown [descrita antes por Robins], donde se reunieron 7.200 per­ sonas y no se produjo ninguna pelea o alboroto. Eso es algo in­ creíble. Hay mucha gente que se relacionó armoniosamente con los demás. Y, para ellos, esto es una expresión de vivir en el mundo en el que desean vivir, como el microcosmos de un posi­ ble mundo futuro. Durante un momento, en el tiempo, se está junto a una gran cantidad de otra gente y se sintoniza con ellos. Eso es muy evolutivo, y también muy curativo.

Disminución de la pureza Los comentarios de Claire Henderson sobre las falsas con­ cepciones y la cuestionable pureza del MDMA clandestino son muy exactos. Cuando una droga es declarada ilegal, el material disponible por parte de aquellos que desean consumirla experi­ menta inevitablemente una disminución de su calidad. La fabri­ cación de la droga está siendo realizada, al menos hasta cierto punto, por personas más preocupadas por los beneficios que los primeros distribuidores, mucho más idealistas; que se ven alejados de su misión por leyes draconianas. Esta tendencia ya se predijo en la primera edición de mi libro y empezó a produ­ cirse en cuanto el MDMA fue declarado ilegal. Si a ello se añade la creciente demanda de la droga, resultante del ambien­ te de juergas, el resultado es que la disponibilidad y la pureza del MDMA ha experimentado un cambio a peor. Con la distribución de ciertos productos químicos precurso­ res, controlados ahora por la DEA, la agencia o Departamento Estadounidense Antidroga, producir el verdadero MDMA su­ pone riesgos mucho mayores para los químicos que utilizan las vías estándar de síntesis. Buena parte de lo que se ha visto en las calles de Estados Unidos son anfetaminas, o combinados de anfetaminas con otras drogas. En Inglaterra, la situación es mu­ cho peor, con informes según los cuales buena parte de lo que se presenta como Éxtasis es en realidad ketamina (un anestési­ 23

co con propiedades alucinógenas), o a veces hasta un simple medicamento que puede obtenerse en las farmacias. Ahora que el análisis de la droga callejera no está disponible en este país, se ha puesto a la orden del día la idea de que sea el comprador «el que lleve cuidado». Cuando sólo se tiene delante un polvo blanco, una pastilla o una cápsula, nunca se puede estar seguro de lo que se tiene entre manos. Antes de comprar, hay que ha­ cerse dos preguntas: «¿Han probado este producto las fuentes a las que compro?», y «¿Han tomado mis fuentes verdadero MDMA, para que puedan valorar con exactitud lo que me es­ tán entregando?».

Esto no afecta al fluido espinal; cuestiones sobre la neurotoxicidad del MDMA Para muchas personas bastante más preocupante que la cuestión de la pureza es la posible neurotoxicidad del MDMA. Veamos algunos de los rumores y luego consideremos la cues­ tión directamente. Tal como he mencionado antes, una de las preguntas que se me plantean en repetidas ocasiones es: «¿Afecta el Éxtasis al fluido espinal?». Este extraño rumor ha circulado desde princi­ pios de los años ochenta, probablemente como resultado de que­ jas sobre dolores de espalda y dolores de cuello después de una larga noche con el Éxtasis y de la confusión generada por el he­ cho de que los investigadores han obtenido fluido espinal con la intención de valorar los efectos del MDMA sobre los niveles de serotonina, una sustancia química que transmite los impulsos nerviosos entre las células cerebrales. La cuestión sobre la neurotoxicidad del MDMA se planteó por primera vez en 1985, cuando George Ricaurte y Charles Schuster, de la Universidad de Chicago, llevaron a cabo un ex­ perimento en el que se administró a ratas, por vía intravenosa, el equivalente do- diez veces la dosis humana de MDA, un com­ puesto estructuralmente similar al MDMA, a intervalos de cua­ 24

tro horas, durante dos días. Se observaron cambios en los ter­ minales donde la serotonina entra en contacto con las células cerebrales. Rápidamente, los investigadores pusieron este dato en conocimiento del Departamento Estadounidense Antidroga (DEA), que lo utilizó como pretexto para incluir el MDMA en la lista del Inventario I de productos prohibidos. Después de la prohibición, se repitió el experimento con el MDMA, y se ob­ tuvieron resultados similares. Más tarde, Ricaurte, en un estudio separado, realizado junto con el doctor Stephen Peroutka, de la Universidad de Stanford, administraron inyecciones espinales para determinar si el uso del MDMA provoca una disminución de los niveles de seroto­ nina en los seres humanos. El estudio de Peroutka demostró que no había diferencia entre los consumidores de MDMA y los grupos de control. El experimento de Ricaurte mostró nive­ les de serotonina más bajos en el grupo consumidor de MDMA, pero el estudio fue criticado porque el grupo de control estaba compuesto por personas que sufrían de dolor de espalda, un factor que podría haber tenido una cierta influencia sobre los niveles de serotonina. Este estudio se está repitiendo ahora con una metodología muy mejorada. Pero, por el momento, no se han podido extraer conclusiones sólidas de estos estudios. Los investigadores publicaron anuncios llenos de humor en diversas publicaciones alternativas, en un esfuerzo por encon­ trar a sujetos para sus estudios espinales. Esos anuncios lleva­ ban el encabezamiento «Esto es una prueba espinal». Una de las consecuencias desafortunadas de esta acción fue la difusión de rumores que ya habían empezado a circular, según los cua­ les el MDMA «tenía efectos sobre el fluido espinal, disminu­ yéndolo», o «agota tu fluido espinal». En realidad, no hace nin­ guna de las dos cosas. Otra cuestión que se plantea con frecuencia es: «¿Causa el MDMA la enfermedad de Parkinson?». Nuevamente, la respuesta es una clara negativa. Este rumor se originó como consecuencia de una concatenación de malas interpretaciones. En primer lugar, el Éxtasis ha sido etiquetado 25

a menudo como una «droga de diseño». Las drogas de diseño son, por definición, nuevos compuestos diseñados por quími­ cos, con la intención de soslayar las leyes contra las drogas. No había esa clase de intención tras la síntesis original del MDMA, que se produjo en Alemania en 1914. A finales de los años setenta, se desarrolló una droga de di­ seño llamada Fentanil, o «Blanco de China», como un sustituto legal de la heroína. Una sustancia conocida como MPTP, pro­ ducto secundario del procesos de síntesis, encontró la forma de llegar a algunas partidas de Blanco de China. Hubo al menos un caso en el que el MPTP se vinculó con un síndrome similar al de la enfermedad de Parkinson. Se estableció entonces una falsa conexión con el MDMA, que no es una verdadera droga de diseño, y el MPTP, una sustancia química completamente diferente. ¿Cuál es entonces la verdad sobre la supuesta neurotoxicidad del MDMA? No hay respuestas definitivas, pero en el momento de escribir parece cada vez más probable que el tema de la neu­ rotoxicidad represente un intento por parte del gobierno de Es­ tados Unidos para justificar su política hacia el MDMA, de una manera muy similar a como se hizo con el «susto del cromoso­ ma», algo completamente infundado, que rodeó el consumo de LSD en los años sesenta. En primer lugar, debe notarse que el mismo experimento que hicieron Schuster y Ricaurte con MDMA y MDA (admi­ nistrar enormes y frecuentes dosis a las ratas), también fue rea­ lizado con fenfluramina, utilizada en el tratamiento de desórde­ nes de apetencia en el comer. La fenfluramina demostró ser tres veces más «neurotóxica» en estas pruebas. La fenflurami­ na se administra diariamente a los pacientes, y lleva siendo re­ cetada por los médicos desde hace más de 25 años. No se han observado efectos adversos a causa de su consumo, y las perso­ nas que la tomaron con frecuencia hace muchos años no mues­ tra ningún daño cerebral o cualquier otro tipo de problemas. La fenfluramina se sigue recetando, a pesar de que el MDMA fue rápidamente prohibido, y la Administración para los Alimentos 26

y las Drogas está efectuando actualmente un proceso de apro­ bación sin considerar ninguna supuesta «neurotoxicidad». Otra cuestión importante es que los disminuidos niveles de serotonina no produjeron cambios de comportamiento conoci­ dos en seres humanos. Un estudio demostró un muy ligero cambio en el rendimiento de las ratas, durante el transcurso de una de las numerosas pruebas a las que se las sometió tras la administración de dosis enormes y repetidas de MDMA, que produjo cambios espectaculares en los niveles de serotonina. Más importante es un estudio recientemente publicado por George Ricaurte, en el que dosis humanas normales se adminis­ traron a primates a intervalos de dos semanas, durante cuatro meses, sin que de ello se derivara la detección de ninguna prueba de neurotoxicidad. Con millones de personas que han tomado MDMA a lo largo de un período de 20 años, algunas de ellas más de varios cien­ tos de veces, nunca se ha confirmado ningún caso de daño cere­ bral causado por el MDMA. Al menos hasta el momento de es­ cribir esto.

Actualización de la guía del MDMA Hay unas pocas guías que suelen seguir los consumidores avisados cuando planifican una experiencia con el MDMA. Al­ gunas de ellas se mencionan en «Guía para consumidores», pero se repiten aquí para darles mayor énfasis. Los consumidores inteligentes beben gran cantidad de líqui­ dos y vigilan su nivel de agotamiento. Si bailan, toman fre­ cuentes descansos y se aseguran de que los fluidos que beban sean fríos. Evitan los cambios extremos de temperatura; quizá no sea aconsejable tomar la sauna o las cabinas para sudar en días fríos. Se aseguran de dormir mucho tanto antes como des­ pués del viaje. (Los tranquilizantes recetados como el Valium o el Xanax se utilizan para ayudar a inducir el sueño, aliviando la tensión muscular y la estimulación post-MDMA, pero esos me­ dicamentos pueden llegar a ser muy adictivos.) Al despertar, 27

toman una comida sana. Muchos casos de «agotamiento» pue­ den ser, simplemente, el resultado de un prolongado ayuno. La investigación sobre neurotoxicidad no ha aportado una garantía de seguridad. Muchos consumidores toman una cápsu­ la del antidepresivo Prozac cuatro horas después de haber inge­ rido el Éxtasis. Según se informa, el Prozac bloquea el proceso que se sospecha es el responsable de los efectos «neurotóxicos» del MDMA. Leonard Enos, investigador de San Diego, informa que el uso de antioxidantes durante varios días antes y después de la ingestión del MDMA puede ayudar a aliviar la fatiga y la baja del estado de ánimo que se producen tras el consumo del MDMA. Recomienda la superoxidasa Demutase, de Kal u OxiQuenchers, un producto de Twinlabs. Las nuevas pruebas anecdóticas indican que el uso de com­ plementos de calcio-magnesio, tal como se sugiere en la «Guía para consumidores», puede no ser particularmente efectivo. La experiencia del MDMA es un proceso de dos días. Los consumidores inteligentes planifican tomarse el segundo día para descansar, reflexionar e integrar la experiencia, Lo que no hacen es «Conectarse, desconectarse y acudir a trabajar tarde el lunes», en palabras de P. J. O ’Rourke. Para quienes sientan curiosidad por «la vida del yo» con el MDMA, he aquí un informe enviado a través del Grupo de Red de Consumidores, por Howard Berkey: El Safrole (de estructura muy similar al MDMA), se descom­ pone bajo una prolongada exposición a la radiación ultravioleta (como, por ejemplo, la luz solar). Lo mismo cabe decir de mu­ chas sustancias químicas orgánicas, aunque el MDMA debería ser más estable que el Safrole en este sentido (con el grupo metilamina sustituyendo al enlace doble del grupo alil). A menos que lo haya conservado en la oscuridad y en lugar frío (como en la nevera), se descompondrá un poco y absorberá otras cosas del aire (como agua). Mi consejo sería tirar a la basura el MDMA que tenga dos años de antigüedad. 28

No obstante, los informes de personas que han almacenado el material durante largos períodos de tiempo indican que pue­ de mantenerse notablemente fresco. Muchas personas informan de disminución de los efectos con el uso repetido del Éxtasis. Indudablemente, es mucho me­ jor menos, no más, en términos tanto de dosis como de fre­ cuencia de uso.

Reanimación de la investigación terapéutica Con la conclusión del último acto de nuestro drama el telón se cerró bruscamente sobre la investigación relativa al poten­ cial del MDMA como agente terapéutico, así como sobre otras vías de investigación que implicaran la administración del MDMA a seres humanos. Con la prohibición del MDMA en 1985 pareció que trans­ curriría mucho tiempo antes de que nadie volviera a tomar la droga legalmente en Estados Unidos. Los investigadores habían agotado sus esfuerzos por sacar al MDMA del Inventario I, don­ de lo había situado la DEA, en el mismo lugar que la heroína. A pesar de todo, recientemente han empezado a a brillar de nuevo los primeros rayos de luz. En Suiza se está llevando a cabo actualmente la investigación sobre el uso terapéutico del MDMA, mientras que la Administración para los Alimentos y las Drogas, en Estados Unidos, ha aprobado la realización de un proyecto en el que se usará a sujetos humanos. Albert Hofmann, antiguo químico investigador de la compa­ ñía farmacéutica Sandoz, en Basilea, Suiza, y descubridor de numerosos compuestos importantes, incluido el LSD, reveló al­ gunas noticias excitantes para la comunidad psicodélica duran­ te una visita que efectuó en 1988 a Los Angeles. Durante una conferencia pronunciada en el Club St. James de Los Angeles, Hofmann anunció que las leyes suizas sobre narcóticos se ha­ bían modificado para incluir una exención especial por la que se permitía a médicos especialmente formados para recetar 29

LSD, MDMA y otros compuestos psicoactivos. Se había levan­ tado así la prohibición que existió sobre la investigación psicodélica durante más de dos décadas. Desde entonces, cinco médicos suizos han conseguido per­ misos para recetar psicodélicos y otros muchos han recibido formación especializada y se espera que reciban los correspon­ dientes permisos en un futuro cercano. El MDMA y otras sus­ tancias capaces de cambiar la mente se están administrando a pacientes en el curso de su terapia, habitualmente en sesiones de grupo. En MAPS Newsletter, vol. III, núm. 3, el médico ad­ ministrador del proyecto informa: En el transcurso de nuestro trabajo con el MDMA, hasta el momento en psicoterapia, no hemos observado ningún tipo de efectos negativos, ya fuera de tipo psicológico o físico. La tre­ menda utilidad de curar perturbaciones psicológicas graves supe­ ra la ocasional tensión que supone la administración de estas sustancias para el organismo. Lo más importante de todo es que tras el consumo de MDMA no se han observado adicciones al mismo. Antes al contrario, hemos podido confirmar lo que ya ha sido documentado por otros: que otro tipo de adicciones (como el alcohol, los medicamentos, la heroína, etc.) se vieron muy re­ ducidas gracias a una terapia apoyada por el MDMA, que con­ dujo incluso a una reducción significativa de esas adicciones en pacientes... La sospecha de una posible toxicidad para el sistema nervio­ so, que había sido considerada como un posible efecto secunda­ rio del MDMA, no se ha visto corroborada por nuestra dosifica­ ción terapéutica de esta sustancia. Este descubrimiento queda confirmado por la reciente investigación científica, todavía no publicada, de George Ricaurte, Estados Unidos: tras el trata­ miento de primates con dosis terapéuticas, no se han observado efectos nocivos para el sistema nervioso. En nuestra opinión, las drogas psicoactivas como el MDMA, el LSD y otras que han demostrado su aplicación terapéutica, han sido erróneamente colocadas en la lista del Inventario I. Es­ 30

tamos trabajando actualmente para corregir este error que se ha producido a nivel internacional y aun cuando, según la ley vi­ gente en Suiza, es posible obtener permisos de exención, estos procedimientos podrían ser enormemente simplificados. En nues­ tra opinión, las sustancias psicoactivas como el MDMA no per­ tenecen a la categoría de los narcóticos, puesto que no se ha de­ mostrado que causen ningún efecto narcótico, sino que, antes al contrario, facilitan la desnudez de las estructuras emocionales. Así, pueden ayudar a aportar claridad y comprensión en los me­ canismos inconscientes, un ámbito que apenas ha sido investiga­ do por los métodos convencionales. Han sido de tan gran ayuda en nuestro trabajo psicoterapèutico que consideramos como una pérdida tremenda el hecho de que estas sustancias no estén dis­ ponibles a una escala mucho más amplia. Así pues, ha empezado a abrirse el ambiente investigador para el MDMA y otras sustancias psicodélicas. Según informó el 27 de julio de 1992 Sarah Pekkanen, del States News Service: Enfrentado a la evidencia de que algunas drogas alucinógenas ilícitas pueden beneficiar a ciertos pacientes, el gobierno federal está a punto de levantar la casi prohibición que pesa sobre el LSD y el Éxtasis para propósitos terapéuticos. La presión para volver a evaluar la política gubernamental ha procedido de investigadores que han llegado a la conclusión de que, bajo condiciones cuidadosamente controladas, los alucinógenos han demostrado beneficiar a los enfermos terminales, los alcohólicos y algunos pacientes psiquiátricos. Este cambio de mentalidad terminó por llegar hasta las reu­ niones de dos instituciones gubernamentales coordinadas en Washington. Eso representa un triunfo para los continuos es­ fuerzos de Rick Doblin, fundador de la Asociación M ultidisci­ plinar para Estudios Psicodélicos (MAPS), que lleva años tra­ bajando para facilitar y subvencionar la investigación con psi­ codélicos (para más detalles sobre estos acontecimientos, así 31

como sobre otros progresos recientes relativos a la investiga­ ción con el MDMA, véase el nuevo apéndice de Doblin para esta edición). En primer lugar, NIDA convocó una revisión técnica sobre «alucinógenos», la primera que se producía en catorce años. El 13 y 14 de julio de 1992, veinte científicos se reunieron y dis­ cutieron sobre el estado de la investigación psicodélica. El gru­ po llegó a la conclusión de que la reanudación de la investiga­ ción humana con psicodélicos podía producir beneficios científicos. Luego, el 15 de julio, se reunió el Comité Asesor sobre el Abuso de Drogas de la FDA para discutir sobre las políticas generales a seguir en relación con la investigación «alucinógena», y para considerar un protocolo de investigación para el uso del MDMA con sujetos humanos. El comité decidió que la investigación sobre los usos médicos del MDMA y otros aluci­ nógenos merecía la pena correr los riesgos para los sujetos y para la sociedad representados por la realización de tal investi­ gación. También decidió que la investigación se llevara a cabo de acuerdo con los mismos y rigurosos niveles de seguridad y eficacia que se aplican a todos los medicamentos revisados por la FDA para la investigación médica. En otras palabras, se aprobó la investigación en principio, pero ésta no será fácil de llevar a cabo. En una decisión aparte, el Comité Asesor ofreció guías para el primer estudio aprobado en el que se utilizará MDMA con seres humanos. El investigador principal sería Charles Grob, médico de la Universidad de California, en Irvine. Grob recibió recientemente la aprobación de la FDA para el proyecto dividi­ do en dos partes en el que participarían voluntarios humanos «normales» procedentes de la profesión médica, y pacientes terminales de cáncer. Sólo otras dos instituciones gubernamen­ tales tienen que aprobar la realización del proyecto para que éste empiece a llevarse a cabo. La primera parte del estudio servirá para formar a terapeu­ tas, así como para valorar por primera vez el riesgo de neuroto32

xicidad en los seres humanos. La segunda parte del estudio examinará el impacto de la experiencia del MDMA sobre las perspectivas mentales de los individuos que se encuentran a las puertas de la muerte. Estudios anteriores llevados a cabo con pacientes terminales que utilizaron «terapia psicodélica» con LSD han demostrado efectos muy positivos sobre las actitudes hacia la muerte y el proceso que conduce a ésta.

El futuro En la Conferencia Transpersonal Internacional celebrada en 1992 en Praga, Checoslovaquia, Alexander Shulgin, psicofarinacólogo y autor de PIHKAL (una narración de ficción acerca de su descubrimiento de multitud de nuevos compuestos capa­ ces de cambiar la mente), sugirió que el MDMA representa el principio de una revolución en nuestra comprensión de la bio­ química y de la mente. Tal como se ha mencionado al principio de este prólogo, el MDMA significa un salto cuántico en la es­ pecificidad de los compuestos capaces de cambiar la mente. Mientras que drogas como el LSD y la mescalina amplían y al­ teran casi todos los aspectos del funcionamiento mental, los efectos del MDMA tienden a enfocarse sobre la empatia y la autoestima. Shulgin sugirió que en el futuro se inventarán inevitable­ mente nuevos compuestos, «extraídos de otras drogas como el MDMA», que serán capaces de ejercer un grado más elevado de especificidad para poner en marcha emociones humanas como el temor a la muerte, la conciencia y la supresión de la cólera y los sentimientos de culpabilidad. Si en el futuro llegan a desarrollarse esa clase de materiales, los seres humanos po­ drán utilizarlos para alterar y mejorar su propia conciencia e inteligencia, de formas precisas y beneficiosas que ni siquiera podemos empezar a imaginar.

33

Una selección de anuncios distribuidos a mano a principios de los años noventa.

34

Prólogo

En 1984, el Departamento Estadounidense Antidroga inició un proceso que culminó con la clasificación del MDMA como una droga incluida en la lista del Inventario I, equivalente a narcóticos y considerado como sustancia sin valor médico. Desde entonces, una serie de médicos, investigadores y psicolerapeutas han luchado por medios legales contra esta clasifica­ ción, insistiendo en que el MDMA puede aportar contribucio­ nes psicoterapéuticas únicas y valiosas. Aunque todavía no se sabe el resultado de esta lucha, es evidente que los defensores del MDMA luchan en una batalla en la que todos los elemen­ tos están en contra suya. A pesar de que la sociedad estadounidense se halla impreg­ nada por el uso psicoterapèutico de medicamentos con receta capaces de cambiar el estado de ánimo y modificar el compor­ tamiento, y aunque la venta de esos medicamentos es un nego­ cio de muchos millones de dólares, no ha habido prácticamente ningún apoyo para el MDMA, ni por parte de las organizacio­ nes psiquiátricas ni por parte de las compañías farmacéuticas. I’ropondría varias razones que explican esta situación. En primer lugar, el MDMA no sólo es capaz de cambiar el propio estado de ánimo y modificar el comportamiento, sino que también puede alterar la forma de pensar. La psiquiatría estadounidense ha descubierto que resulta mucho más fácil usar medicamentos que cambien el estado de ánimo y modifi­ 35

quen el comportamiento, antes que emplear sustancias capaces de modificar la mente. Habitualmente, el estado de ánimo de un cliente se calma o se estimula por medio de la medicación, y su comportamiento puede ser modificado de forma bastante directa. Los psiquiatras se sienten complacidos cuando pueden estabilizar las oscilaciones en el estado de ánimo de sus pa­ cientes, y cuando consiguen controlar el comportamiento errá­ tico de los mismos. Admiten que algunos individuos mostrarán reacciones paradójicas ante la medicación, pero insisten en la predicibilidad de los resultados generales de la administración de los medicamentos que recetan. Por otro lado, a la mayoría de psiquiatras les resulta difícil justificar el uso de sustancias capaces de producir nuevas for­ mas de concebir la realidad y formas insólitas de ser en el mundo. Utilizarán drogas capaces de inhibir las alucinaciones, bloquear pautas desordenadas de pensamiento o detener las verbalizaciones repetitivas. Pero la clase de drogas alteradoras de la mente, como el MDMA, el LSD y la psilocibina tienen fama de evocar un pensamiento nada convencional; como con­ secuencia de ello, se cree que está justificado despreciarlas, al considerar que crean más problemas que los beneficios que re­ portan. En segundo término, el MDMA puede intensificar los pen­ samientos y sentimientos de los clientes en relación con su tera­ peuta. Los fenómenos de transferencia pueden aumentar duran­ te una sesión con el MDMA, e intensificarse profundamente la relación del cliente con su terapeuta. Los problemas habituales de transferencia, contratransferencia y proyección producen tantas complicaciones en psicoterapia, que son muy pocos los terapeutas que desearían correr el riesgo de aumentar esa deli­ cada situación. En tercer lugar, el MDMA viola la estructura de la psicote­ rapia orientada psicoanalíticamente, caracterizada por una se­ sión de una hora de 50 minutos, y no por la sesión de tres o cuatro horas que exige el uso correcto del MDMA. Estas sesio­ nes más prolongadas se justifican a menudo con la afirmación 36

de que la psicoterapia se ve acelerada como consecuencia del empleo del MDMA. Pero los psiquiatras suelen mostrarse rece­ losos ante cualquier modalidad que afirme acelerar la propia psicoterapia en ausencia de un prolongado desmantelamiento de las defensas del cliente. Diversas aproximaciones humanis­ tas y transpersonales a la psicoterapia dejarían lugar para las exigencias planteadas por el uso del MDMA, pero ninguna orientación en tal sentido ha impregnado los niveles más altos del estamento psiquiátrico, y su influencia en los círculos lega­ les y gubernamentales es prácticamente inexistente. La oposición al MDMA en la psicoterapia no queda limita­ da a los psiquiatras. La mayoría de los psicólogos que practican la modificación del comportamiento se muestran igualmente recelosos ante el MDMA no sólo debido al factor tiempo, sino también porque admite la posibilidad de rápidas «comprensio­ nes» y «avances espectaculares», en lugar del lento proceso de aprendizaje y reaprendizaje paso a paso que caracteriza la ma­ yoría de los métodos de modificación del comportamiento. Además, cuando un psicoterapeuta recibe formación para el uso del MDMA, una parte del aprendizaje implica tomar él mismo la droga. Esta experiencia de primera mano no se necesita ante un psicólogo que utiliza técnicas de modificación del compor­ tamiento, o ante un psiquiatra que emplea medicamentos esti­ mulantes o depresivos, o cualquier otro de los medicamentos que con tanta frecuencia se utilizan en psiquiatría. De hecho, los efectos extáticos del MDMA son considerados como «pato­ lógicos» o «disfuncionales» por parte de muchos psicoterapeulas. Si alguien les sugiere que prueben ellos mismos el MDMA, lo más probable es que repliquen que eso sería tanto como in­ gerir veneno para aprender algo sobre las psicosis tóxicas. f inalmente, los psicoterapeutas que utilizan el MDMA han abandonado a menudo el modelo médico que impregna la ma­ yor parte de la psiquiatría contemporánea. El objetivo de esos terapeutas divergentes es descrito en ocasiones como algo que facilita el desarrollo de «seres humanos capaces de funcionar plenamente», y de ir «más allá del simple ajuste» en la estimu­ 37

lación de las «capacidades humanas» y del «potencial huma­ no». Esos términos resultan sospechosos para un psiquiatra for­ mado para considerar a su cliente desde el modelo de la enfer­ medad, o para un psicólogo cuya educación no ha dejado de resaltar el aprendizaje erróneo como la causa del comporta­ miento inadaptado del cliente. Como resultado de todos estos factores, son pocos los psicoterapeutas que se han mostrado interesados por el uso tera­ péutico del MDMA. En consecuencia, las empresas farmacéu­ ticas no han visto ningún beneficio marginal en su desarrollo y, por lo tanto, les ha faltado motivación para financiar las inves­ tigaciones relacionadas con la efectividad de la droga. Es posi­ ble que el libro de Bruce Eisner juegue un papel importante en disipar las ideas erróneas predominantes sobre el MDMA. El libro es una síntesis espléndida de la historia de la droga, su uso y sus efectos. Es muy poco probable que el MDMA se convierta en una gran herramienta psicoterapèutica en un futu­ ro cercano. No obstante, los lectores de este libro pueden llegar a la conclusión de que merece una oportunidad para demostrar su valor, en manos de aquellos terapeutas cuya sensibilidad, formación y experiencia les ha permitido usarla para aliviar las angustias de aquellos clientes que han acudido a ellos en busca de un alivio para sus sufrimientos. S t a n l e y K r ip p n e r ,

doctor en Filosofía

38

Introducción

Tiene entre las manos el primer libro que aborda los temas suscitados por el MDMA (igual a «Adán», «Éxtasis», «XTC») de una forma integrada. El MDMA es, naturalmente, el primer compuesto capaz de aumentar la empatia que recibió una in­ mensa atención por parte del público en la década de los años ochenta y que luego ascendió hasta las alturas llevado por una quinta gran oleada que derramó las sustancias psicodélicas so­ bre una parte pequeña pero significativa de la humanidad. Cada molécula capaz de afectar a la mente tiene efectos úni­ cos en sí misma. Las propiedades del MDMA fueron adecua­ das en esas circunstancias porque introdujeron el consumo ma­ sivo, el acceso y un mecanismo generador de empatia y sin amenazas. La narración de Bruce Eisner sitúa una fermenta­ ción intelectual asociada dentro de un contexto mucho más am­ plio, basado en un estudio diligente y experimentado de prime­ ra mano. La primera de esas cinco oleadas de entusiasmo psicodélico antes mencionadas se extiende desde los tiempos históricos hasta finales del siglo xix y, durante la misma, los miembros de todas las sociedades (excepto los esquimales, la mayoría de los cuales no tenían accesos a las plantas, y también, posible­ mente, algunos polinesios) tropezaron con el uso de materia vegetal selectiva y lo ritualizaron; una materia que aumentaba

las percepciones de la mente de formas que parecían ser curati­ vas e inspiradoras. La segunda gran oleada psicodélica se produjo a principios del siglo xx, una vez que los farmacólogos alemanes aislaron y luego reprodujeron la mescalina, la primera sustancia sintética de las muchas que se descubrirían con capacidad para cambiar la mente. Una tercera oleada psicodélica se puso en marcha tras el des­ cubrimiento de la psicoactividad del LSD por parte de Albert Hofmann, en 1943, un acontecimiento catalizador de tal magni­ tud que casi todo el mundo percibió la inmersión en los psicodélicos que se produjo a finales de la década de los años sesenta. Tras aquella inmensa inundación, los años setenta experi­ mentaron un reflujo que sólo desapareció al descubrirse que los hongos (que contienen psilocibina y psilocina) estimularon otra oleada de entusiasmo por las sustancias psicodélicas. Esta cuarta incursión se extendió gracias a la suavidad y «naturali­ dad» de estos hongos, a su amplia distribución y a un salto cuantitativo en la producción en el hogar (de forma que ya no había que viajar a México, como había supuesto tanta gente, sino que se podía cultivar una gran sustancia psicodélica en el sótano de casa). Esta rápida revisión del pasado psicodélico nos trae al tema que nos ocupa en la actualidad: el papel del MDMA en el sur­ gimiento de una quinta oleada de fascinación por estas sustan­ cias capaces de cambiar la mente. Incluida junto con varios cientos de moléculas que podrían catalogarse como situadas dentro de la categoría de «psicodélicas», esta destaca por ser insólitamente benigna, por ofrecer a los consumidores la posi­ bilidad de una «apertura calculada del corazón», algo que, se­ gún describe un terapeuta, hace que los clientes se muestren «increíblemente honestos». Como sucede con tantas otras innovaciones fundamentales, la aparición de una masa crítica de personas interesadas y con acceso al MDMA terminó por plantear muchas antiguas pre­ 40

guntas en un contexto nuevo. También planteó cuestiones que hasta entonces ni siquiera habían surgido en un primer plano. Aquí intentaré agrupar apenas una docena de tales cuestiones centrales, e indicaré las páginas de este libro en las que Eisner presenta importantes pruebas histórico-anecdóticas, bien docu­ mentadas, a finales de la década de los años ochenta. Para los principiantes, abordemos primero cuatro preocupaciones fun­ damentales: 1. ¿Cuáles son las principales características de la experien­ cia con el MDMA? 2. ¿Hasta qué punto es «natural» el MDMA? 3. ¿Es un «psicodélico»? 4. ¿Qué ocurre con la «consistencia» de la experiencia, y con su «fiabilidad» general? 1. Principales características del MDMA. El MDMA «for­ talece» el ego, al margen de cómo se defina eso, como hacen las anfetaminas, pero no de una forma fría y fuertemente arma­ da. Suaviza la actitud defensiva y elimina con suavidad los obs­ táculos a la comunicación, de tal modo que uno habla directa­ mente desde el corazón. A menudo, y ante su sorpresa, los consumidores se encuentran diciendo lo que sienten realmente, sin temor a ser heridos a causa de su honestidad. El MDMA también elimina los muros de aislamiento entre los individuos, de modo que hasta los extraños hablan entre sí de una forma familiar e íntima. Las cualidades de comprensión y de aumento de la afinidad, evocadas momentáneamente, se pueden aplicar ya sea a las relaciones y/o a otras cuestiones de preocupación personal. Estos cambios son sutiles, pero han sido reconocidos como significativos por parte de una gran mayoría de consumidores. El aspecto destensador se experimenta mentalmente, así como a nivel físico; en ciertos casos, eso puede llegar a ser es­ pectacular. Para la mayoría de la gente, el MDMA produce la sensación de relajación que se experimenta después de haberse 41

tomado varios días de vacaciones. Aunque la experiencia en sí misma dura entre cuatro y seis horas, puede permanecer un «brillo posterior» durante unos pocos días, una semana, un mes o posiblemente toda una vida (véanse págs. 71-74, 78, 84, 115120, 124-125, 128, 133-134, 139, 148, 163-165, 171). 2. Las sustancias naturales indican el camino. El MDMA es una molécula «semisintética», similar a las encontradas en la nuez moscada, el macis, el azafrán, el eneldo, así como el remedio frío Sudafed, de venta en farmacias. Hasta el momento no sabemos que esta molécula exista en los ámbitos de la fauna y la flora, pero es evidente que la mayoría de cerebros contie­ nen regiones muy sensibles a ella. La nuez moscada y algunas de las otras tienen historias como sustancias alteradoras de la mente, pero las experiencias que han provocado estuvieron acompañadas por efectos físicos bastante desagradables. La nuez moscada, por ejemplo, se ha descrito a veces como un psicodélico de «último recurso», puesto que ha sido utiliza­ da por prisioneros y marineros cuando no había a mano ningu­ na otra sustancia para cambiar la mente. La manipulación quí­ mica (en este caso el añadido de N-metilación de un amino), incrementa los aspectos deseables buscados en las sustancias naturales, al mismo tiempo que reduce los efectos secundarios físicos, como sequedad de la boca y articulaciones dolorosas. Naturalmente, y en un sentido más amplio, todo lo que exis­ te, incluso aquello que se produce en el laboratorio, es «natu­ ral», discutiblemente «no artificial» (véanse págs. 261-262, 264-265). 3. ¿Es el MDMA un psicodélico? Esta categoría especial de sustancias psicoactivas, que nos ha sido introducida por la mescalina, el LSD y los hongos que contienen psilocibina, afecta al pensamiento y al sentimiento en por lo menos media docena de formas menores. Una de ellas, la visual, ha sido muy destacada en la literatura clásica, y resaltada por los medios de comunica­ ción, aunque la mayoría de los consumidores ni siquiera pien­ san en ella como la esencia de la experiencia. En el caso del MDMA los efectos manifestados en la esfera visual son míni­ 42

mos, excepto cuando se toman grandes cantidades. Así, la ex­ periencia con el MDMA se cree que difiere a menudo de la que se obtiene habitualmente por medio de los «psicodélicos». No obstante, las formas de interactuar con el ambiente y con otras personas son notablemente similares a las de muchas experimentadas tras la mediación de psicodélicos tomados con anterioridad. En el caso del MDMA se halla representado otro polo del ámbito psicodélico, donde la afinidad y el centro de la atención se ven incrementados de una forma mucho más suave pero todavía poderosa. Con los psicodélicos clásicos, las transformaciones son, con frecuencia, extremas e interiorizadas en su mayor parte, algo así como una noche terrible y maravillosa en la que uno se ve visitado, como Ebenezer Scrooge, por los fantasmas del pasa­ do, el presente y el futuro, para despertarse agradecido de estar con vida y verse transformado más tarde en un individuo dis­ tinto. El MDMA parece ofrecer una vía benigna para expe­ rimentar muchas de las consecuencias similares producidas por los más conocidos catalizadores psicodélicos (véanse pági­ nas 73-74). 4. Una elevada «fiabilidad». Sin necesidad de abordar de lleno los efectos, al menos el 90% de los que prueba el MDMA experimentan consecuencias: una «apertura del corazón» y una disminución de la tensión y de las actitudes defensivas, lo que hace que este compuesta ejerza una gran fascinación sobre mu­ chos. Esta notable globalización puede verse incrementada, como demuestran múltiples experiencias, por una ligera mani­ pulación ambiental fácil de conseguir. Un pequeño grupo de quienes consumen MDMA por pri­ mera vez (cuyo número es considerablemente menor al que se da con otros psicodélicos) todavía se sienten incómodos cuan­ do se les da esta «droga» (sacramento, medicina o como se le quiera llamar), y sólo perciben las desventajas asociadas a me­ nudo con las anfetaminas o la cocaína, como escalofríos, rigi­ dez de las mandíbulas o un malestar físico general y amorfo (véanse págs. 172, 201).

5. ¿Es peligroso el MDMA? 6. ¿Se produce algún daño cerebral? 7. ¿Qué riesgos se corren de adicción y/o abuso? 5. Peligros. La diferencia entre una dosis efectiva y una sobredosis es mucho más pequeña en relación con el MDMA que con la mayoría de los demás psicodélicos. Así pues, el llevar cuidado con la medición de la dosis es una consideración im­ portante. Eisner resalta correctamente que nadie debería tomar nunca más de un cuarto de gramo (250 mg) a la vez. (También debe señalarse que aunque se han utilizado cantidades más grandes por razones diversas, hasta el momento no se ha docu­ mentado con verosimilitud ninguna muerte atribuible a la in­ gestión del MDMA, al menos hasta el momento de la primera edición de este libro.) Los efectos físicos son generalmente suaves. El principal que se ha observado es que el MDMA causa un ligero aumento de la presión arterial (durante aproximadamente una hora y media). Eso no tiene ninguna consecuencia grave para nadie que se mantenga en un estado de salud razonable. A pesar de todo, y en interés de la seguridad, nadie debería tomar esta sustancia en el caso de que sufra una enfermedad del corazón, presión sanguínea elevada o epilepsia, o en el caso de que tome inhibidores MAO o que esté embarazada (véanse págs. 71, 83-84, 95-106, 226-227, 233-234, 242, 282-285). 6. Estudios sobre el cerebro. Informes publicados en la re­ vista Science y en The Journal o f the American Medical Association han planteado el espectral temor a que el MDMA cause neurotoxicidad. Tal como cabría esperar, la prensa se ha encar­ gado de airear esta posibilidad, por muy evasiva y remotamente que fuera sugerida en las comunicaciones originales. Los estudios, sin embargo, se han basado en enormes canti­ dades de MDMA administrada repetidamente a animales de la­ boratorio, acompañados por la calificación de que es posible que los resultados obtenidos no sean de aplicación para el uso humano ordinario. Los estudios más cuidadosos llevados a 44

cabo durante los dos últimos años indican, preliminarmente, que no parece existir tal riesgo al nivel de la dosis humana, y que aún no se han asociado con el MDMA ningún tipo de efec­ tos de comportamiento o funcionales negativos. Actualmente se llevan a cabo amplias pruebas en animales, así como el examen del fluido espinal humano de los consumi­ dores de MDMA (véanse págs. 95-98 y Apéndice II). 7. ¿Qué riesgos de adicción existen u otros elementos p o ­ tenciales para el abuso? Resulta difícil consumir el MDMA en exceso, porque los efectos disminuyen rápidamente si se toma repetidamente durante cualquier espacio de tiempo corto. Bajo tales circunstancias, la experiencia resultante también tiende a aumentar las cualidades indeseables que acompañan a menudo el abuso de las anfetaminas o de la cocaína. En consecuencia, el uso excesivo del MDMA atrae a muy pocos. Las experiencias deseables con el MDMA no se pueden al­ canzar repetidamente sin espaciar su uso. Para conseguirlo es necesario dejar transcurrir un espacio mínimo de cuatro días, lo que, aparentemente, implica la integración de la experiencia o experiencias anteriores. Para aquellos que tienen una personali­ dad abusiva, el MDMA no puede llegar a ser «la droga preferi­ da», ya que, utilizada de ese modo, sus características no son nada gratificantes (véanse págs. 90, 94-95, 100, 105, 237). 8. ¿Qué es un buen «conjunto» y «escenario» para el MDMA? 9. ¿Es el MDMA sinergético con otras sustancias y prácti­ cas? 10. ¿Hasta qué punto se incrementan las cualidades desea­ bles y se estimula el consumo? 8. Condiciones óptimas. El MDMA se toma mejor en un ambiente cómodo y familiar, libre de distracciones e interrup­ ciones, en presencia de un amigo o amigos en quienes se pueda confiar o, como sucede con frecuencia, en una situación tera­ péutica relajada. Puesto que este compuesto estimula una extraordinaria ho­ 45

nestidad, y la eliminación de las actitudes defensivas, una se­ sión no debería ser casual, y quienes estén cerca no deberían incluir a personas capaces de aprovecharse más tarde de las vulnerabilidades que hayan quedado al descubierto. Antes debe prestarse especial atención a cómo pueden afectar las intencio­ n es'y las sensibilidades incrementadas a una pareja o a cual­ quier otra persona querida. La música que debiera ponerse durante este intervalo «con­ trolado», si es que se pone, debería ser instrumental, «estimu­ lante», coral o aquella que sea la favorita de los propios gustos personales. En general, es mejor evitar la música «heavy me­ tal», «heavy rock» y «heavy», ya que son disonantes con el es­ tado de ánimo que típicamente evoca el MDMA. El MDMA se toma mejor con el estómago vacío, puesto que los alimentos tienden a reducir sus efectos. Por la misma razón, también puede reducirse a un mínimo la ingestión de alimentos durante la experiencia, así como porque algunos han sugerido que un posible «efecto de anestesia» podría provocar un atragantamiento y sofoco. De todos modos, la mayoría de consumidores no se sentirán inclinados a comer, aunque quizá deseen tomar zumos de frutas y una pequeña cantidad de ali­ mentos sencillos. Debe disponerse de gran cantidad de agua para contrarrestar una posible deshidratación. En cuanto al recuerdo de pensamientos e interacciones que puedan ser valiosos más tarde, puede disponerse por adelanta­ do de una grabadora o de diversos instrumentos de escritura, y comprobar que son operativos (véanse págs. 96-99, 102, 104108, 110-112). 9. Sinergias. El MDMA es sinergético con la mayoría de sustancias psicodélicas. Los efectos, sin embargo, se ven dis^ minuidos por la ingestión de considerables cantidades de alco­ hol o marihuana. Puede ser peligroso si se toma junto con coca­ ína. Una copa de vino y unas pocas chupadas de hierba pueden ayudar en el «proceso de bajada», para librarse de la «resaca», especialmente en el caso de aquellos que sean sensibles a com­ puestos como las anfetaminas. 46

Al ser consumido con otros psicodélicos, el MDMA se toma frecuentemente en primer lugar, y en una dosis disminui­ da, para optimizar así una buena disposición mental. Como quiera que la suma es considerablemente mayor que las partes individuales cuando las cosas interactúan de una forma sinergética, las dosis de cada compuesto deben ser menores de las que se usan normalmente. La mayor parte de la experiencia demuestra que el MDMA también intensifica casi cualquier exploración de las discipli­ nas o técnicas espirituales, como la meditación y el yoga. Una vez más, cuando se utilice con otra persona, se tiene que esta­ blecer previamente una confianza dado que el MDMA señala con frecuencia desacuerdos fundamentales que quizá estuvieron encubiertos antes a nivel superficial (véanse págs. 238-242). 10. Efectos fortalecedores. Para obtener el mejor provecho posible de esta experiencia, hay que retrasar las rutinas norma­ les en la medida en que sea razonablemente posible; lo mejor es dejar que el día siguiente esté lo bastante libre como para permitir una reflexión sobre las nuevas consideraciones que puedan surgir. Aquí se encuentra una posibilidad de poner en orden la propia vida, algo que se hace mejor de modo suave, delicado y reflexivo. A menudo, después de una sesión se recomienda tomar complementos de potasio, magnesio y zinc, además de tirosina (un aminoácido), una comida con alto contenido en proteínas y una buena noche de sueño (véanse págs. 190, 207-208). 11. ¿Qué cuestiones plantea el MDMA para la sociedad? 12. ¿Qué nos dice acerca de la «tensión» y la «gracia»? 13. Finalmente, ¿que preocupaciones quedan sin contestar? 11. Preocupaciones sociales. Las «minivacaciones» que su­ pone el consumo de MDMA iluminan las presiones que quizá hayamos aprendido a ignorar con objeto de seguir adelante y abrirnos paso a través de nuestras vidas cotidianas. También muestran que estamos funcionando en situaciones de privación 47

que no son tan evidentes para nosotros cuando nos encontra­ mos en un estado mental «ordinario», como por ejemplo la fal­ ta de compasión y empatia por los demás. La integración en nuestras vidas cotidianas de las compren­ siones impulsadas por el consumo del MDMA, tiene que pro­ ducirse paso a paso, y no es probable que ese proceso resulte tan fácil como podría serlo en el caso de haberlo visto duran­ te la propia experiencia. Según expresó el psiquiatra Rick Ingrasci, del que se hablará más adelante: «El MDMA es como echar un vistazo al cuadro general en el rompecabezas de la vida. Pero luego aún se tienen que poner las piezas juntas». (Véanse págs. 105, 149, 160, 243-254). 12. Aceptación de esta «gracia gratuita». Frecuentemente resulta abrumadora la sensación de dejarse llevar, a través del MDMA, por el «misticismo subyacente» en el propio sentido de lo maravilloso, y por los sentimientos de amor hacia otro ser humano y/o hacia el propio «destino», hasta el punto de que al­ gunos consumidores llegan a tragar de negar la validez de la experiencia evocada cuando se encuentran más tarde en su es­ tado mental habitual y en sus rutinas cotidianas. Puede parecer «injusto», por ejemplo, que se haya podido alcanzar tal nivel de exultación por medio de las moléculas mentales sin necesi­ dad de haber pasado por los esfuerzos y las privaciones que suelen acompañar los métodos tradicionales de «iluminación». Esta actitud puede surgir especialmente entre aquellos que se hallan imbuidos por la «ética protestante» y/o por varias nocio­ nes religiosas relativas al estado pecaminoso esencial predesti­ nado para los seres humanos. Así, los puntos de vista alternativos abiertos por el consumo del MDMA pueden llegar a ser problemáticos para el indivi­ duo, así como para la sociedad. Parece ser que la integración final sólo se producirá tras una cantidad considerable de con­ flicto. Para expresar brevemente un factor relacionado con lo anterior, cabría decir que no se acepta tan fácilmente la idea de «almorzar gratuitamente», incluso cuando eso sea una expe­ riencia de primera mano (véanse págs. 149, 159-160, 193, 196). 48

13. Cuestiones no contestadas. En estos momentos no se sabe por qué el MDMA es «un código de acceso» a aspectos no utilizados o subdesarrollados de la personalidad que muchas personas quisieran experimentar con una mayor regularidad. ¿Cómo reduce la tensión mental, emocional y física? ¿Qué es lo que hace que se abra el corazón del que lo consume? (Véan­ se págs. 256, 269.) Todo lo expuesto con anterioridad, así como lo que se ex­ pondrá a continuación, indica, si es que tiene alguna validez, que la inclusión del MDMA en la categoría de las drogas más prohibidas puede haber sido uno de los actos más criminales del más reciente gobierno de Estados Unidos. Se gastó una im­ portante cantidad de dinero, aunque no llegó a los miles de m i­ llones, en tomar declaraciones a testigos con altas credenciales, en lo que resultó ser una pantomima en la que se ignoraron por completo las pruebas presentadas. Con una simple firma, el ad­ ministrador de la DEA recibió la facultad para eliminar de un plumazo lo que fueron diez volúmenes de testimonios, para de­ jar paso a una decisión expuesta en 90 páginas, emitida a partir de su propio juicio y basada en cientos de «descubrimientos» sólidos. Es algo verdaderamente lamentable dada la abundancia de pruebas que se incluyen sólo en este libro acerca de lo muy be­ neficioso que puede ser el MDMA tanto para el consumidor como para el conjunto de la sociedad. Aunque es cierto que ta­ les evidencias son «simplemente» de primera mano y en buena medida no fueron presentadas con «rigor científico», debe ob­ servarse al menos que cabe sustanciar mucho más sobre las cualidades transformadoras del MDMA que de las del psicoa­ nálisis. Las razones de que esto sea así han sido sintetizadas por Debby Harlow, un investigador del MDMA de San Francis­ co de este modo: «Es virtualmente imposible demostrar la eficacia de cual­ quier forma de psicoterapia o de método de crecimiento perso­ nal (con o sin ayudas químicas), puesto que los beneficios deri­ 49

vados de ello son en buena medida la felicidad, el crecimiento personal y la realización interpersonal». Los ejemplos obtenidos de la investigación del MDMA ya han ilustrado aspectos en los que cabría ayudar a amplios seg­ mentos de población de una humanidad que sufre. El uso del MDMA para aliviar las tensiones producidas por casos de vio­ lación, o las experimentadas por los veteranos de guerra, me recuerda una de las frases de mayor significación pronunciadas por Freud: «Para el psicoanálisis no es un acontecimiento pequeño el poder cambiar el sufrimiento neurótico para transformarlo en miseria humana ordinaria». El progreso claramente disponible a partir del uso del MDMA está siendo contenido ahora por el gobierno, y ni siquiera se puede investigar. Sólo habría que pensar en ello. Lo mismo podría decirse en cuanto a la ayuda que el MDMA tiene que ofrecer a la psicoterapia. Hasta la fecha, nin­ guna otra herramienta ofrece un aumento tal de la relación y un acceso a datos personales relevantes y, sin embargo, por razo­ nes que Krippner describe en su prólogo a este libro, se ha re­ nunciado a este valioso progreso. El testimonio aportado por Eisner no hace sino mostrar lo mucho que se ha perdido. Por otra parte, el hecho de haber forzado a esta herramienta maravillosa a entrar en un circuito de uso clandestino, garanti­ za un aspecto cada vez más perverso de las delicadas pero ro­ bustas potenciales que tuvo en el pasado. La adulteración, la contaminación, el uso subrepticio y la dosificación, el someter a los consumidores a situaciones más peligrosas..., en el futuro millones de viajes tendrán que soportar un peso añadido tras la penalización de esta experiencia profundamente humana. A pe­ sar de todo, las exploraciones continuarán su camino, gracias al valor inherente del MDMA. Como punto final cabe decir que los efectos hasta el mo­ mento han sido tales que lo que hace el MDMA y su propia fama se extienden por sí solas. Este extraordinario compuesto 50

ha planteado tales cuestiones y posibilidades que es capaz, por i solo, de producir un cambio significativo en el pensamiento i ontemporáneo. Eso continuará, aunque el MDMA sea elimi­ nado mañana mismo de la faz de la tierra. P eter S tafford

51

Síntesis Química del MDMA por Alexander Shulgin Extracto de PIHKAL: Una historia química del amor Núm. 109 MDMA, MDM, ADÁN, ÉXTASIS, 3.4-METILENEDIÓXIDO-N-METIL ANFETAMINA

Síntesis (A partir de MDA) Una solución de 6,55 g de 3,4-metilenedioxi-anfetamina (MDA) como base libre y 2,8 mi de ácido fórmico en 150 mi de benceno, mantenido en reflujo bajo un colector Dean Stark hasta que ya no se genere más H20 (apro­ ximadamente 20 horas fueron suficientes, y se recogieron 1,4 mi de H20 ). La eliminación del disolvente dio 8,8 g de un acei­ te ámbar que fue di suelto en 100 mi de CH2C12 lavado antes con HC1 diluido, luego con NaOH diluido y finalmente, una vez más, con ácido diluido. El solvente fue eliminado en vacío dando 7,7 g de un aceite ámbar que, levantado, formó cristales de N-formil-3,4-metilenedioxianfetamina. Un proceso alterna­ tivo para la síntesis de esta amida supuso mantener un reflujo durante 16 horas de una solución de 10 g de MDA como la base libre en 20 mi de etil formato fresco. La eliminación de los volátiles produjo un aceite que formó cristales blancos, con un peso de 7,8 g. Se añadió gota a gota una solución de 7,7 g de N-formil3.4-metilenedioxianfetamina en 25 mi de THF anhidro, a una solución bien agitada en reflujo de 7,4 g de LAH en 600 mi de THF anhidro, bajo una atmósfera inerte. La mezcla de reacción se mantuvo como reflujo durante cuatro días. Tras haber sido llevada a temperatura ambiente, el hídrido de exceso se destru-

53

yó con 7,4 mi de H20 en un volumen igual de THF, seguido por 7,4 mi de NaOH al 15%, y luego por otros 22 mi de H20 . Los sólidos fueron eliminados por filtración y el casquete de filtro se lavó con THF adicional. El filtrado combinado y los lavados fueron privados de solvente en vacío, y el residuo se disolvió en 200 mi de CH2C12. Esta solución se extrajo con 3 x 100 mi de HC1 disuelto, y estos extractos se agruparon y se hi­ cieron básicos con NaOH al 25%. La extracción con 3 x 75 mi de CH2C12 eliminó el producto y los extractos recogidos fueron privados de disolvente en vacío. Se obtuvieron 6,5 g de un resi­ duo casi blanco, que fue destilado a 100-110 °C a 0,4 mm/Hg para dar 5,0 g de un aceite incoloro. Eso se disolvió en 25 mi de IPA, neutralizado con HC1 concentrado, seguido por la adi­ ción de suficiente anhidro E t2 0 como para producir una turbidez duradera. Bajo una agitación continua se produjo la deposi­ ción de cristales blancos de 3,4-metilenedioxi-N-metilanfetamina hidroclorhídrica (MDMA), que fue extraída por filtración, la­ vada con E t2 0 y secada al aire para dar un peso final de 4,8 g (de 3,4-metilenedioxifenilacetona). Esta clave intermedia de toda la serie MD puede obtenerse a partir de isosafrole, o de piperonal vía l-(3,4-metilenedioxifenil)-2-nitropropeno. A una solución bien agitada de 34 g de peróxido de hidrógeno al 30% en 150 g de ácido fórmico al 80%, se añadió, gota a gota, una solución de 32,4 g de isosafrole en 120 mi de acetona, a un rit­ mo que impida que la mezcla de reacción supere los 40 °C. Eso exige algo más de una hora y se utilizó enfriamiento externo cuando fue necesario. La agitación se continuó durante 16 ho­ ras y se llevó cuidado para que la lenta reacción exotérmica no causara un exceso de calentamiento. Funcionó bien un bajo ex­ terno con agua corriente. Durante este tiempo la solución pro­ gresó desde un color naranja a un rojo profundo. Se eliminaron todos los componentes volátiles en vacío, lo que dio unos 60 g de un residuo de un rojo muy profundo. Esto fue disuelto en 60 mi de MeOH, tratado con 360 mi de H2S 0 4.al 15% y calentado durante tres horas en un baño al vapor. Después del enfria­ miento, se extrajo la mezcla de reacción con 3 x 75 mi de

Et20, los extractos obtenidos se lavaron primero con H20 y luego se diluyeron con NaOH y el disolvente se eliminó bajo vacío. El residuo fue destilado (a 2,0 m m /108-112 °C, o a unos 160 °C en la bomba de agua) para proporcionar 20,6 g de 3,4metilenedioxifenilacetona, en forma de un aceite de color ama­ rillo pálido. La oxima (de la hidroxilamina) tuvo un mp de 8588 °C. La semicarbazona tuvo un mp de 162-163 °C. Una síntesis alternativa de la 3,4-metilenedioxifenilacetona empieza originalmente con el piperonal. Se calentó gradual­ mente al baño de vapor una suspensión de 32 g de hierro elec­ trolítico en 140 mi de ácido acético glacial. Cuando estuvo bas­ tante caliente, pero sin haber dado aún apariencia de sales blancas, se le añadió poco a poco una solución de 10,0 g de l-(3,4-metilenedioxidofenil)-2-nitropropeno en 75 mi de ácido acético (véase la síntesis del MDA para la preparación de este intermediario nitrostireno a partir de piperonal y nitroetano). Este añadido se llevó a cabo a una velocidad que permitió una reacción vigorosa, libre de espumación excesiva. El color na­ ranja de la mezcla de reacción se hizo muy rojizo, con la for­ mación de sales blancas y de una costra oscura. Una vez term i­ nada la adición, se continuó el calentamiento durante otra hora y media, período de tiempo en el que el cuerpo de la mezcla de reacción se hizo bastante blanco, y el producto apareció como un aceite negro que se adhería a los lados del vaso de filtración en caliente. A esta mezcla se le añadieron 2 1 de H20 extraí­ da con 3 x 100 mi de CH2C12, y los extractos obtenidos se la­ varon con varias porciones de NaOH diluido. Tras la eliminación del disolvente en vacío, el residuo fue destilado a presión reducida (véase más arriba) para dar 8,0 g de 3,4-metilenedioxifenilacetona como un aceite de color ama­ rillo pálido. A 40 g de delgado papel de aluminio, cortado en cuadrados de 2,5 cm (en un frasco Erlenmeyer de boca ancha, de 2 1) se le añadieron 1.400 mi de H20 que contenía 1 g de cloruro mercú­ rico. Se permitió que la amalgamación continuara hasta que se produjo la evolución de finas burbujas, la formación de un li­ 55

gero precipitado gris, y la aparición de ocasionales manchas plateadas sobre la superficie del aluminio. Eso tarda en produ­ cirse entre 15 y 30 minutos, dependiendo de la frescura de las superficies, la temperatura del H20 y el espesor del papel de aluminio. (El espesor del papel de aluminio varía de un país a otro.) Se eliminó el H20 por decantación y se lavó el aluminio con 2 x 1.400 mi de H 20 fresca. El H20 residual del lavado fi­ nal se eliminó con la mayor meticulosidad posible mediante sa­ cudimiento, y luego se añadió sucesivamente y con turbulencia, 60 g de hidrocloruro de metilamina disuelto en 60 mi de H20 caliente, 180 mi de IPA, 145 mi de NaOH al 25%, 53 g de 3,4metilenedioxifenilacetona y, finalmente, 350 mi de IPA. Si la forma disponible de metilamina es la solución acuosa de la base libre, la secuencia siguiente puede ser sustituida: añadir, en su­ cesión, 76 mi de metilamina acuosa al 40%, 180 mi de IPA, una suspensión de 50 g de NaCl en 140 mi de H20 que conten­ ga 25 mi de NaOH al 25%, 53 g de 3,4-metilenedioxifenilacetona y, finalmente, 350 mi de IPA. La reacción exotérmica se mantuvo por debajo de los 60 °C, con una inmersión ocasional en agua fría y, una vez que estuvo termalmente estable, se le permitió mantenerse hasta que recuperó la temperatura ambien­ te con todos los insolubles depositados en el fondo, en forma de un sedimento grisáceo. Se decantó el material amarillo si­ tuado por encima y se eliminó el sedimento por filtración y la­ vado con MeOH. Se eliminó el disolvente en vacío de la de­ cantación combinada, licores madres y lavados, y el residuo se suspendió en 2.400 mi de H20 y se añadió suficiente HC1 para que la fase fuera claramente ácida. Eso se lavó luego con 3 x 75 mi de CH2C12, hecho básico con NaOH al 25% y extraído con 3 x 100 mi de CH2C12. Tras haber eliminado el disolvente de los extractos combinados, quedaron 55 g de un aceite de co­ lor ámbar que fue destilado a 100-110 °C a 0,4 mm/Hg, produ­ ciendo 41 g de un líquido blanco algo oscuro. Eso se disolvió en 200 mi de IPA, neutralizado con unos 17 mi de HC1 concen­ trado, y luego se trató con 400 mi de E t2 0 anhidro. Tras filtrar los cristales blancos, lavar con una mezcla de IPA/Et20 (2:1), 56

con E t2 0 y secado final al aire, se obtuvieron 42,0 g de 3,4metilenedioxi-N-metilanfetamina (MDMA) en forma de un fino cristal blanco. La verdadera forma que adopta la sal final depende de la temperatura y de la concentración en el momen­ to de la cristalización inicial. Puede ser anhidro, o puede ser de varias formas hidratadas. Sólo la forma anhidro tiene un mp agudo; los informes publicados describen todos los posibles va­ lores de puntos de fusión de un grado desde los 148 a los 153 °C. Los polimorfos, diversamente hidratados, tienen un espec­ tro infrarrojo característico, pero poseen amplios mp que de­ penden del índice de calentamiento. DOSIFICACIÓN: 80-150 mg. DURACIÓN: 4-6 horas.

Comentarios cualitativos (Con 100 mg): «El MDMA me intrigó porque todo aquel que lo había usado y a quien le pregunté “¿Cómo es?”, me con­ testó de la misma forma: “No lo sé”. “¿Qué ocurrió?” “Nada”, fue la respuesta. Y ahora comprendo esas respuestas. Yo tam­ bién pensé que no ocurría nada. Pero algo pareció cambiar. An­ tes de que la “ventana” se abriera por completo, experimenté algunos efectos somáticos, una sensación de hormigueo en los dedos y en las sienes que fue una agradable; nada que me dis­ trajera. No obstante, inmediatamente después de eso experi­ menté una ligera náusea y un mareo similares al que se notan después de haber tomado un poco de alcohol en exceso. Todos estos detalles desaparecieron al salir fuera. Mi estado de ánimo era ligero, feliz, pero con la convicción subyacente de que esta­ ba a punto de suceder algo importante. Hubo un cambio de perspectiva, tanto en el campo visual cercano como en el dis­ tante. Se agudizó mi visión, habitualmente deficiente. Observé detalles en la distancia que normalmente no podía ver. Una vez 57

pasada la experiencia cumbre, mi principal estado fue de una profunda relajación. Tenía la sensación de poder hablar sobre temas profundos o personales con una claridad especial, y ex­ perimenté algunos de los sentimientos que suelen tenerse des­ pués de haberse tomado un par de martinis, de que podía pro­ nunciar discursos con brillantez y con capacidades analíticas particularmente agudas.» (Con 100 mg): «Antes, era consciente de un apagado can­ sancio, por el que no me preocupaba, y que podría haber refle­ jado el hecho de haber dormido poco; tomé un nivel modesto de MDMA para ver si eso podía servirme como estimulante. Dormité durante media hora y al despertarme no me sentí me­ jor. La sensación de energía insuficiente y falta de chispa que había experimentado antes se había convertido ahora en algo bastante fuerte y que podría caracterizarse como una firme sensación de negatividad acerca de todo lo que había que hacer y de todo aquello que había estado esperando. Así pues, me dispuse a realizar mis diversas tareas sin el placer o disfrute, y durante esas actividades canturreé una canción, con palabras que decían: “No debería haber hecho eso, oh, sí, no debería ha­ ber hecho eso, oh, no, no debería haber hecho eso; fue un error” . Luego, volvía a empezar de nuevo, desde el principio. Me sentí como estancado en un espacio gris durante un rato, y no había nada que hacer excepto seguir haciendo lo que tenía que hacer. Aproximadamente después de seis horas me di cuen­ ta de que todo el estado mental empezaba a desintegrarse y de que volvía a recuperar mis sensaciones agradables. Pero tam­ bién volvió el cansancio sencillo que había tenido antes. El MDMA no funciona como la Dexedrina.» (Con 120 mg): «Me siento absolutamente limpio en mi inte­ rior y no hay nada excepto la más pura euforia. Nunca me he sentido tan grande o creído que esto fuera posible. La limpieza, la claridad y la maravillosa sensación de sólida fuerza interior continuaron durante todo el resto del día y de la noche, así como del día siguiente. Me siento abrumado por la profundi­ dad de la experiencia y por lo mucho más poderosa que fue 58

con respecto a otras experiencias anteriores por ninguna otra razón aparente que una mejora continua del estado de mi ser. Durante todo el día siguiente me sentí como “un ciudadano del universo”, en lugar de un ciudadano del planeta, completamen­ te desconectado del tiempo y fluyendo con facilidad de una ac­ tividad a la siguiente.» (Con 120 mg): «Cuando empezó a afectarme el material, me sentí como si estuviera envuelto y mi atención tuvo que dirigir­ se hacia esa sensación. Me sentí bastante temeroso y noté el rostro frío y ceniciento. Tuve la impresión de que hubiera que­ rido retroceder, pero sabía que no había forma de hacerlo. Lue­ go, el temor empezó a desaparecer y pude tratar de dar peque­ ños pasos, como un bebé, como si se dieran los primeros después de haber renacido. El montón de leña es tan hermoso, es casi toda la alegría y la belleza que puedo soportar. Temo darme la vuelta y mirar hacia las montañas, por miedo a que me abrumen. Pero miré y me sentí asombrado. Todo el mundo tendría que experimentar un estado tan profundo como éste. Me siento totalmente pacífico. He vivido toda mi vida para lle­ gar hasta aquí, y tengo la sensación de haber llegado a casa. Me siento completo.» (Con 100 mg del isómero «R»)\ «Noté el más ligero de los efectos al cabo de aproximadamente una hora (con un par de punzadas parestésicas) y luego nada en absoluto.» (Con 160 mg del isómero «R»)\ «Una perturbación básica al cabo de unos cuarenta minutos que dura aproximadamente du­ rante otra hora. Todo queda claro a la tercera hora.» (Con 200 mg del isómero «R»)\ «Una progresión desde un estado de alerta a los treinta minutos hasta una intoxicación suave y ligera que no persistió. Fue un viaje modesto y volví a sentirme yo mismo al cabo de una hora.» (Con 60 mg del isómero «S»): «Los efectos empezaron a de­ sarrollarse de una forma suave y afable aproximadamente a la media hora. Mi escritura a mano funciona bien, pero con ma­ yor rapidez de lo habitual. Al cabo de una hora estoy convenci­ do de que no podría conducir un coche, el tiempo parece hacer­ 59

se un poco más lento, pero me siento mentalmente muy activo. Mis pupilas están considerablemente dilatadas. La caída es evi­ dente al cabo de dos horas y completa al término de la tercera hora. Me siento pacífico y relajado durante toda la tarde, pero claro y alerta, sin ninguna huella de residuos físicos. Un viaje de mucho éxito.» (Con 100 mg del isómero «S»): «Siento que el comienzo es más lento que con el caballo. Físicamente, me siento excitado y se elevan bastante el pulso y la presión sanguínea. Esto no tiene el “fuego” del caballo, ni la precipitación del desarrollo al llegar al nivel estable.» (Con 120 mg del isómero «S»)\ «Un desarrollo rápido y an­ tes del final de la primera hora me resulta imposible escribir a mano o a máquina. Tumbarse con los ojos cerrados elimina to­ dos los efectos; se necesita del proceso visual para cualquier toma de conciencia de los efectos de la droga. Me rechinan al­ gunos dientes, pero no hay nistagmo. Sueño excelente por la noche.»

Extensiones y comentario En el uso clínico, principalmente en sesiones psicoterapéuticas de las que hubo muchas en los primeros años del estudio del MDMA, uno de los procedimientos habituales fue propor­ cionar una dosis complementaria de la droga aproximadamente a la hora y media de la sesión. Este complemento, compuesto característicamente por 40 miligramos después de los 120 mili­ gramos iniciales, ampliaba los efectos esperados durante por lo menos una hora adicional, con sólo una modesta exacerbación de los habituales efectos físicos secundarios, es decir, rechinar de dientes y contracciones nerviosas de los ojos. Raras veces se creyó justificado administrar un segundo complemento (como, por ejemplo, una segunda dosis de 40 miligramos a las dos horas y media). Hay con frecuencia informes de cansancio y letargo al día siguiente de haber usado el MDMA y se debe­ 60

ría considerar este factor en la planificación de las sesiones clí­ nicas. Con el MDMA se invierten, con respecto a todas las drogas psicodélicas conocidas, las asignaciones habituales de actividad de los isómeros ópticos. El isómero más potente es el «S», que es la forma más potente de anfetamina y metanfetamina. Esa fue una de las distinciones más claras que se pusieron de mani­ fiesto entre el MDMA y los psicodélicos estructuralmente rela­ cionados (donde los isómeros «R» son los más activos). Los estudios de tolerancia también apoyan la aparición de diferen­ cias en los mecanismos de acción. En un estudio, se consumió el MDMA a las 9.00 de cada día durante casi una semana (120 miligramos el primer día y 160 miligramos en cada día poste­ rior), y al quinto día no se percibieron efectos de la droga, a excepción de una ligera midriasis, que incluso pareció haberse perdido al sexto día. En este punto de tolerancia total se consu­ mieron 120 miligramos de MDMA (en el séptimo día, a las 9.00), y la respuesta fue sustancialmente normal con cronolo­ gía adecuada, rechinar de dientes y, como máximo, una ligera disminución del cambio mental. Una completa ausencia de in­ gestión de cualquier otra droga durante otros seis días condujo a la inversión de esta tolerancia, en el sentido de que el consu­ mo de 120 miligramos de MDMA produjo sustancialmente to­ dos los efectos esperados. El hecho de que el MDMA y el MDA no tengan tolerancia cruzada fortalece el argumento de que actúan de formas diferentes y en lugares diferentes del ce­ rebro. Una amplia popularización del uso social del MDMA se produjo en 1984-1985 con la observación informada de cam­ bios de niveles de serotonina en modelos animales, resultantes de la administración de la droga MDA, estructuralmente simi­ lar, que puso en marcha un movimiento administrativo para si­ tuarla bajo control legal. El hecho de haber colocado el MDMA en la categoría más restrictiva de la Ley Federal de Sustancias Controladas, la eliminó efectivamente del ámbito de la experi­ mentación clínica y la investigación humana. Probablemente, 61

habrá que desarrollar en el extranjero el potencial médico de este material. Aquí es necesario incluir una nota de advertencia referente al intermediario 3,4-metilene-dioxifenilacetona, que también ha sido llamado piperonilacetona. En el mercado comercial apare­ ció una endiablada ambigüedad para este compuesto, centrada alrededor de su nombre. La controversia se centró sobre el sig­ nificado del prefijo, piperonil, que tiene dos definiciones quí­ micas separadas. Quisiera explicar este fascinante caos en tér­ minos no químicos. Piperonil es un término que se ha utilizado para un sistema de dos anillos (el grupo del metilenedioxifenil), ya sea sin o con un átomo extra de carbono adherido al lado. Así, la piperonilacetona puede ser piperonil (la sustancia de dos anillos pero con el átomo extra de carbono no adheri­ do), más acetona (una sustancia con cadena de tres carbonos); el número total de carbonos es de tres. O bien, la piperonilace­ tona puede ser piperonil (la sustancia de dos anillos con el áto­ mo extra de carbono adherido), más acetona (una sustancia con cadena de tres carbonos); el número total de carbonos es de cuatro. ¿Tiene esto sentido? La adherencia de los tres carbonos da lugar al MDA y al MDMA, así como a una serie de homólogos que son materiales interesantes analizados ampliamente en los comentarios de este libro. Este es el producto habitual que aparece en el circuito comercial, disponible a partir de suministradores tanto domés­ ticos como extranjeros. Pero la adherencia de cuatro carbonos produce un material totalmente extraño, sin ninguna relación aparente con los psicodélicos, los psicoactivos, los psicotrópicos o lo que sea similar. Conozco una empresa química que su­ ministró este extraño compuesto y que nunca reconoció su in­ sólito uso del término piperonil. Hay una simple diferencia de propiedades que podrían ser de cierto valor. La quetona de tres carbonos (correcta) es un aceite con olor de azafrán que mues­ tra siempre un color amarillento. La quetona de cuatro carbo­ nos (incorrecta) tiene un débil olor a terpeno, y es blanca y 62

cristalina. No debería haber dificultades para distinguir estos dos compuestos. Pero los charlatanes sin principios siempre pueden añadir aceite mineral y mantequilla amarilla a sólidos blancos para hacerlos aparecer como aceites amarillos. Caveat emptor.

63

«Éxtasis», por Maxfield Parish.

64

;

Prefacio: la Pascua de Resurrección del Éxtasis

Gretchen me invitó por carta a reunirme con ella en La JoIla, una comunidad junto al mar, que estaba de moda, situada al norte de San Diego, California. Ella visitaría allí a su hijo a principios de abril de 1978, para lo que volaría desde Woodstock, Nueva York, donde dirigía una boutique. Había conocido a Gretchen el año anterior, en Santa Cruz. A los 66 años de edad, su historia personal habría permitido es­ cribir una biografía fascinante, en la que se incluiría cómo esta judía austríaca de cabello gris había escapado de la Alemania nazi, su matrimonio con un rico hombre de negocios, sus años de amplias relaciones sociales y su interés por la filosofía orien­ tal, que la condujo a intentar conocer a Alan Watts. A partir de allí, el camino de su vida la llevó a preparar conferencias para Timothy Leary durante los buenos tiempos de los psicodélicos, a mediados de los años sesenta. Pasé la noche en la pequeña casa que su hijo había alquilado para esta visita. Nos pasamos la tarde hablando de una serie de entrevistas que ella estaba haciendo. Ella también me habló de una nueva droga que había tomado su hijo, llamada MDMA, similar a otra droga que yo ya había probado, el MDA. De hecho, en los diez años anteriores a mi visita a La Jolla, había tomado una variedad de sustancias psicodélicas. Mis raí­ ces estaban en la contracultura de los años sesenta. En aquella 65

época estaba matriculado en la Universidad de California, en Santa Cruz, donde más tarde terminé una licenciatura en Psico­ logía. — ¿Cómo es la droga? — le pregunté a Gretchen— . ¿Es como el MDA? -•—N o estoy muy segura de saber cómo es, pero mi hijo me dijo que es algo diferente al MDA. Dura menos tiempo, es le­ gal, y se supone que ayuda a la gente a comunicarse de una forma singular. — Me gustaría probarla — declaré con entusiasmo. — Bueno, mi hijo traerá algo por la mañana. Le pediré que te traiga también algo para ti. Nos despertamos hacia las ocho de la mañana del domingo de Resurrección. Gretchen conectó un programa de radio de Gabriel Wisdom, una de las personas a quienes había entrevis­ tado recientemente. La «Alegre Hora Wisdom» era un progra­ ma local de la zona de San Diego, compuesto por una combi­ nación de noticias futuristas y chismes relacionados con la Nueva Era, por el anfitrión, Wisdom, así como música y entre­ vistas. Mi introducción a este nuevo ambiente, la renovación de mi amistad con Gretchen, y el tono optimista del programa aportaron la disposición mental abierta para la experiencia por la que estaba a punto de pasar. Al apartamento de Gretchen lle­ gó el hijo de ésta, un joven atractivo de poco más de treinta años, que acababa de doctorarse en Psicología Cognitiva por la Universidad de California, San Diego, y que en aquellos mo­ mentos trabajaba en temas relacionados con la inteligencia arti­ ficial y la investigación de computadoras. Me informó un poco más sobre los efectos del MDMA. Nos dijo que él no la toma­ ría, pero que sería un guía para nosotros durante la experiencia. Tomamos las pequeñas cápsulas blancas y emprendimos el via­ je en coche hacia el Pico Park, en San Diego. Era un día solea­ do de primavera, de cielo muy azul. La Jolla es una ciudad turística, llena de tiendas especializa­ das, restaurantes y gente de vacaciones. Llegamos al parque y nos metimos en la zona boscosa, caminando. Después de unos 66

cinco minutos de marcha, empecé a sentir los efectos del MDMA. La primera sensación fue de un asombro inaudito. Fue como si fuera el mundo por primera vez, vigoroso, claro y nuevo. Esta sensación me recordó mi experiencia inicial con el LSD, pero en esta ocasión se no produjeron cambios visuales. Todo aparecía tal como era antes pero, de algún modo, diferen­ te, como más intenso, fresco y novedoso. Gretchen también empezó a mostrar los efectos del MDMA. Empezamos a hablar excitadamente mientras su hijo, radiante, nos conducía hacia los jardines botánicos. Mientras contemplá­ bamos la flora exótica, marcada con carteles con nombres lati­ nos, mantuvimos una viva conversación que abarcó una amplia gama de temas y de personas. El tono fue consistentemente op­ timista. Nuestra siguiente parada en la gira por el parque fúe en el Museo del Espacio. Pasamos ante exposiciones de cápsulas es­ paciales del pasado y del presente (eso fue antes de la Lanza­ dera Espacial de 1978). En la tienda de regalos nos llamaron la atención las joyas espaciales. Fueron especialmente atractivos los collares y pendientes con hologramas (era la primera vez que veíamos esta clase de adornos de alta tecnología). Desde el museo, caminamos hasta el extremo más alejado del parque, desplegando ambos una insólita cantidad de ener­ gía, según admitimos. Luego, nos sentamos sobre la hierba de una colina desde la que se dominaba un terreno de juego. Familias de marines de Estados Unidos estaban sentadas en bancos de picnic alrededor de la zona de juego, mientras sus hijos retozaban alegremente al sol. Gretchen, a quien le gustan los niños pequeños, estaba sen­ tada, sonriente, contemplando la escena que se desarrollaba bajo donde nos encontrábamos. Normalmente, yo detesto a los militares, especialmente a los marines, debido a mi participa­ ción en el movimiento contra la guerra de Vietnam. Pero los marines de cabello corto, vestidos de caqui, acompañados por sus familias, parecieron transformados en este estado, inspira­ do por el MDMA. Ya no me parecían estereotipos, sino seres 67

humanos, hombres y mujeres que compartían un tranquilo do­ mingo de Resurrección en el parque. Suspendida mi perspecti­ va normalmente cargada de prejuicios, no sentí nada sino amor y compasión por todas las personas a las que veía, incluidos los marines. Clon esta nueva comprensión llegó también una gran paz, una calma meditativa. La experiencia del momento no se vio perturbada por ninguna anticipación de acontecimientos futu­ ros, por ninguna lamentación sobre el pasado. Mientras caminábamos de regreso al coche continué experi­ mentando aquella sensación de paz, como me sucedería duran­ te el resto del día. Hablamos animadamente sobre nuestra aven­ tura y las maravillas de esta nueva sustancia capaz de alterar la mente. Durante los diez años siguientes a la experiencia de aquel domingo en el parque, he seguido consumiendo periódicamente el MDMA. Ninguna de las experiencias posteriores duplicó las maravillas de la primera. No obstante, la naturaleza y la direc­ ción de las experiencias empezó a cambiar para seguir nuevas vías de comprensión. Estas se referían a poderosas nuevas conexiones y comuni­ cación con amigos y amantes. Como consecuencia de mis ex­ periencias, el centro de mi vida pareció alejarse de la preocupa­ ción por la espiritualidad trascendental, para dirigirse hacia las relaciones interpersonales y las maravillas de la vida cotidiana. Conservé la capacidad para comunicarme de una forma directa con las personas a las que encontraba durante mis sesiones. Durante esta década también he sido testigo de numerosas personas que, en grupos o por parejas, toman su primera dosis de MDMA y se abren. Las experiencias que he observado me han permitido adquirir un nuevo aprecio por el lado bueno de la naturaleza humana. La gente me ha enviado artículos breves, panfletos, informes de sesiones o guías para el uso de Adán, Éxtasis o cualquier otro alias lleno de colorido que pueda utili­ zarse para designar el MDMA. He integrado todo ese material en el libro que ahora te dispones a leer. 68

He intentado entretejer aquí toda esa información, junto con la exploración personal y la participación con otros, en la pri­ mera revisión general e integrada del MDMA. Aquí encontra­ rás la historia, la psicología, la química, la biología, los méto­ dos de uso y el posible futuro de esta interesante y nueva sustancia y sus descendientes.

69



.

I. La presentación de Adán

Descubres en tu casa una puerta secreta que conduce a una habitación cuya existencia te era desconocida. Se trata de una habitación en la que parecen quedar transformadas mágicamen­ te tu propia experiencia interior y tus relaciones con los demás. Te sientes realmente bien contigo mismo y con tu vida. Al mis­ mo tiempo, todo aquel que entra en esta habitación parece más digno de amor. Descubres que tus pensamientos fluyen, trans­ formados en palabras que previamente habían sido bloqueadas por el temor y la inhibición. Después de varias horas, regresas a tu vivienda familiar, te sientes cansado, pero diferente, más abierto. Y tu recuerdo del paso místico puede ayudarte en los días y semanas siguientes a lograr que todas las demás habitaciones de tu casa parezcan más agradables. Esta puerta metafórica existe en forma de un nuevo compuesto experimental capaz de cambiar la mente. Re­ cibe numerosos nombres: «Éxtasis (XTC)», «Adán», «Presen­ cia», «Claridad», «Zen» y «M», pero las iniciales de su nom­ bre químico son MDMA (o el también correcto MDM).

Historia inicial Aunque sólo recientemente ha llamado la atención del pú­ blico, el MDMA no es un compuesto sintetizado recientemen­ 71

te. Fue desarrollado originalmente en Alemania en 1914, el primer año de la Primera Guerra Mundial. Fue patentado por Merck Pharmaceutical Company y luego quedó prácticamente olvidado durante los cuarenta años siguientes. En 1954, el Centro Químico del Ejército (que apoya la inves­ tigación en Michigan) administró el MDMA a cobayas, ratas, ratones, monos y perros, con el propósito de descubrir hasta qué punto podía ser tóxico. Se descubrió que era mucho menos tóxi­ co que su primo químico, el MDA, con el que se le compara a menudo. (La historia del MDA está mucho más llena de aconte­ cimientos que la del MDMA, y será revisada en el capítulo 5.) Hasta 1976 no se publicó el primer informe que indicaba la psicoactividad del MDMA en seres humanos. El artículo perio­ dístico era de Alexander Shulgin y su colaborador D. E. Nichols. A lo largo de este libro encontraremos en diversas oca­ siones el nombre de Shulgin, especialmente cuando hablemos del futuro de las drogas capaces de cambiar la mente. Es un in­ vestigador bioquímico, cuya experiencia reveladora con el sul­ fato de mescalina, a mediados de los años sesenta, le indujo a seguir una «búsqueda siempre cambiante de curiosidad», en la que desarrolló y exploró personalmente una amplia gama de sustancias psicoactivas. Nichols, que ahora trabaja en el Depar­ tamento de Química Médica de la Universidad de Purdue, tam­ bién ha contribuido mucho a este campo y también encontrare­ mos su nombre a lo largo de este libro. Shulgin y Nichols concluyen: Dentro de la gama de dosificación efectiva, entre 75 y 150 mg tomados oralmente, los efectos se notan muy rápidamente, casi siempre media hora después de su administración. El nivel medio de efectos se hace sentir en la mayoría de los sujetos entre media hora y una hora. Los síntomas de intoxicación se ven am­ pliamente disipados al cabo de otras dos horas, a excepción de una suave estimulación residual simpaticmimética que puede persis­ tir durante varias horas más. Hay pocos indicadores físicos de intoxicación y las secuelas psicológicas son prácticamente ine­ 72

xistentes. Cualitativamente, la droga parece evocar un estado de conciencia alterado, fácilmente controlable, con sugerencias emocionales y sensuales. Antes incluso de la publicación del informe Shulgin/Nichols, se había iniciado ya la difusión del MDMA en la socie­ dad. Algunos informes sobre primeros lotes clandestinos de MDMA se iniciaron ya en 1970. Entre quienes se dieron cuen­ ta de las promesas del nuevo compuesto existía el temor de que el MDMA pudiera convertirse en una «droga callejera», como había sucedido con el LSD, y fuera rápidamente prohibida. El LSD había sido principalmente una herramienta de investiga­ ción de psicoterapeutas durante los primeros veinte años poste­ riores al descubrimiento de sus efectos psicoactivos. Cuando el grupo de Investigación Psicodélica de Harvard le hizo publici­ dad, se convirtió en el «sacramento» de los hippies y en la dro­ ga recreativa de la cultura joven. El uso de este poderoso agen­ te capaz de cambiar la mente por parte de varios millones de consumidores inadecuadamente preparados, que a menudo to­ maron LSD hecho de forma impropia, condujo a varios «malos viajes» sobre los que se informó ampliamente. Por esa razón, así como por otras que veremos más adelante en este mismo capítulo, se convirtió en delito la posesión del LSD. Al haber aprendido de estos primeros errores, quienes expe­ rimentaron con el MDMA, muchos de ellos psicoterapeutas, intentaron controlar la difusión de la información sobre la dro­ ga, así como la preparación de la propia sustancia. Confiaban en poder efectuar suficiente investigación informal antes de que se hiciera pública, con el propósito de impedir que corriera un destino similar al LSD y la mescalina.

Diferencias entre el MDMA y los grandes psicodélicos Aparte de este intento por mantener el secreto, las diferen­ cias entre el MDMA y sus predecesores constituyeron otro fac73

tor que ayudó a tratar de mantener las cosas tranquilas. El MDMA es un miembro de una nueva generación de sustancias psicoactivas que son diferentes en muchos sentidos de los gran­ des psicodélicos. De hecho, algunos se niegan a considerarlo como una droga psicodélica. Prefieren utilizar nombres des­ criptivos como «estimulante de los sentimientos» o «empatógeno». Este último término, acuñado por Ralph Metzner, se ex­ plora más plenamente en el capítulo 2. ¿Cómo difiere el MDMA del LSD o de su cercano pariente químico, el MDA? Quizá la distinción más importante entre el MDMA y otros, es que el MDMA es más específico en cuanto a sus efectos. Stanislav Grof, médico, antiguo investigador del LSD en el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) y autor de tres li­ bros en los que se informa sobre los resultados de sus experi­ mentos, ha clasificado el LSD como «amplificador no especí­ fico de las funciones cerebrales». Con esto quiere decir que el LSD tiende a intensificar casi todos los aspectos de la expe­ riencia mental, desde la amplificación y distorsión de cualquie­ ra o de todos los sentidos hasta la revelación de los contenidos de la mente inconsciente. El que toma LSD se ve bombardeado con más de casi todo, tanto positivo como negativo. Eso tam­ bién puede decirse, en su mayor parte, de otras grandes drogas psicodélicas. El MDMA, en cambio, no produce muchos de los efectos atribuidos a estas grandes drogas psicodélicas. No es alucinógeno en dosis normales, y no perturba la «integridad del ego», un término empleado por los psicólogos para describir nuestra capacidad para funcionar en el mundo. Durante la experiencia con el MDMA no se pierde la coordinación, y no se producen efectos desorganizativos sobre los procesos del pensamiento. En lugar de eso, el MDMA se centra selectivamente sobre unas pocas de las numerosas funciones mentales que el LSD puede afectar, incluido el éxtasis emocional, la capacidad para la empatia, la serenidad, la autorrealización y los sentimientos «noéticos». Estos últimos, los sentimientos noéticos, son la ex­ 74

periencia de ver el mundo de una forma fresca, como si se con­ templara por primera vez, tal como lo vería un niño. En ocasiones, al hablar de la experiencia del LSD, los psicó­ logos afirm an que supone una «despersonalización». Es decir, el LSD interrumpe la experiencia de existir como una persona­ lidad separada o «ego». El MDMA no produce normalmente ninguna despersonalización. En lugar de eso, los efectos son fortalecedores del ego. El MDA está más cerca, en cuanto a sus efectos, de los que producen los grandes psicodélicos (LSD, psilocibina, mescalina). Tiene ciertas cualidades despersonalizadoras, así como sua­ ves efectos alucinógenos. Estos últimos son mucho menos pro­ nunciados que con el LSD. Al mismo tiempo, promueve la co­ municación empática y la exploración interpersonal de la misma manera que el MDMA, aunque no en el mismo grado. El MDA parece ser un representante menos selectivo, más globalmente activo de la familia de las fenetilaminas, de las que es miembro, mientras que el MDMA es un estimulador más específico de la conciencia empática. De hecho, podría considerarse el MDMA como el prototipo de una nueva clase de compuestos psicoactivos, los «empatógenos», como veremos en el capítulo siguiente. Como resultado de estas diferencias entre el MDMA y sus predecesores, las experiencias catalizadas por el MDMA son casi siempre positivas. El decorado (las expectativas del consu­ midor) y el escenario (el ambiente en el que se toma la droga) tienen mucha menos influencia sobre el resultado de la expe­ riencia inducida por el MDMA de lo que cabe decir con res­ pecto al LSD. La experiencia despersonalizante y alucinatoria del LSD exige mucha más preparación y estructuración que el MDMA para producir un resultado favorable. Y los espectacu­ lares cambios de conciencia que se producen con el LSD pue­ den asustar e incluso conmocionar a algunas personas, incluso con la más cuidadosa planificación y ambiente. Cuando, durante los años sesenta, aparecieron en los servi­ cios de urgencia de los hospitales un creciente número de per­ sonas que habían hecho malos viajes con el LSD, el fenómeno 75

atrajo la atención del gobierno y de los medios de comunica­ ción. Pero, según la Red de Advertencia sobre el Abuso de Drogas (DAWN), una institución gubernamental, en todo el país sólo ocho personas buscaron tratamiento en los servicios de urgencia de los hospitales después de haber tomado MDMA durante los cuatro años transcurridos desde 1977 (cuando la droga apareció por primera vez en la calle) hasta 1981. En ape­ nas dos horas de cualquier día son más los ingresados por pro­ blemas relacionados con el alcohol que los que tuvieron pro­ blemas con el MDMA durante esos cuatro años. Entre 1981 y 1985 no se informó de ningún ingreso en servicios hospitala­ rios de urgencia controlados por la DAWN como consecuencia de haber tomado MDMA.

Difusión del MDMA en la sociedad La naturaleza benigna de la experiencia con el MDMA, ju n ­ to con los esfuerzos conscientes de quienes lo utilizaban para mantener las cosas tranquilas, contribuyeron a que el MDMA fuera poco conocido desde su introducción, en 1977, hasta 1984. Durante ese tiempo, el MDMA se extendió a través de cana­ les clandestinos en los que había psicoterapeutas, psiquiatras, exploradores de drogas psicodélicas desde hacía mucho tiem­ po, yuppies, y una notable variedad de individualistas de todo tipo. Los usos principales del MDMA fueron como sustancia que facilitaba la exploración interpersonal y la comunicación entre amantes y amigos y, entre los profesionales, como una herramienta para la psicoterapia. El MDMA resultó ser bastan­ te fiable para esos propósitos. Muchos de los que lo utilizaron en esta época lo llamaron «Adán» o «Éxtasis». Ralph Metzner, doctor en Filosofía, que llamó «empatógenos» a esta clase de compuestos, ha comentado en un trabajo no publicado, titulado «La naturaleza de la experiencia con el MDMA, su papel en la curación, la psicoterapia y la práctica espiritual»: 76

Alexander T. Shulgin, doctor en Farmacia, fue el primero en informar sobre los efectos del MDMA.

77

Quizá el nombre en código más interesante para designar al MDMA, que parece tuvo su origen en un grupo de terapeutas de la Costa Oeste, es el término «Adán», por lo que se refiere no a Adán, el hombre, sino más bien a Adán y Eva, como antepasado andrógino. Adán es una importante figura simbólica en los escritos gnósticos y herméticos, y C. G. Jung escribió extensamente so­ bre ello. Presenta al «hombre primordial», al «ser original», al «hombre de la Tierra», la condición de inocencia primigenia y de unidad con toda la vida, tal como se describe en la narración bíbjica sobre el Jardín del Edén. En estos éxtasis adámicos son comunes los sentimientos de haber regresado al estado natural de inocencia, antes de que aparecieran la culpabilidad la ver­ güenza y la sensación de ser indigno; lo mismo sucede con los sentimientos de conexión y enlace con nuestros seres huma­ nos semejantes, animales y todas las formas y energías del mundo natural. El otro nombre popular para designar al MDMA, «Éxtasis», fue elegido por razones evidentes. El hombre que lo llamó «Éxtasis» por primera vez me dijo que había elegido ese nom­ bre «porque se vendería mejor que llamarlo “empatia”». El nombre de «Empatia» sería más apropiado, pero ¿cuántos son los que saben qué significa eso? A mediados de 1984, en las tranquilas aguas del uso del MDMA empezaron a aparecer al­ gunas ondulaciones, predecesoras de las olas tormentosas que iban a seguir. Apenas se había escrito una sola palabra sobre Adán cuando, el 10 de julio de 1984 se publicó el superficial artículo de Bill Mandel en la edición del San Francisco Chronicle, titulado «El psicodélico de los yuppies»: ¡Las sombras de Timothy Leary! Hace pocos meses, en el circuito de la intelligentsia del condado de Marín, apareció un profesor de Harvard sin levita predicando maravillas sobre una nueva droga psicodélica. Llamado «Adán», ha aparecido recientemente en círculos im­ 78

probables. Adán se extiende con mucha mayor rapidez que un consejo sobre un restaurante secreto entre profesionales educa­ dos de treinta y cuarenta años, que experimentaron con psicodélicos hace quince años y que luego los dejaron a cambio de su carrera profesional y su familia. ¿Podría ser esto el último grito de los años sesenta, un re­ cuerdo nostálgico final de una era dorada, cuando la calvicie ya empieza a extenderse sobre las cabezas? En aquel entonces, Leary y Richard Alpert (que más tarde se convirtió en Ram Dass), abandonaron sus cátedras de psicología en Harvard para convertirse en los guías de la excursión mágica y misteriosa del LSD. No. Adán es definitivamente algo propio de los años ochenta. Según asegura la gente que lo ha tomado, este nuevo psicodélico no debe enseñarle nada a uno, ni llevarlo a ninguna parte. Fue diseñado, simplemente, para estimular los centros de placer del córtex cerebral... Muchos de los que usaban Adán se sintieron aliviados al sa­ ber que se le había dado un nombre químico incorrecto en la mezcla de hechos ciertos y de falacias publicadas en este artí­ culo, una combinación que caracterizaría buena parte de todo lo que se publicó en los medios de comunicación a continua­ ción. Mandel escribió: «El nombre “Adán” se derivó probable­ mente del nombre químico, la metiloxi-metilene-dioxi-anfetamina (MMDA)». La MMDA es una de las primas hermanas químicas de Adán, y había sido incluida en la Ley de Sustan­ cias Controladas de 1970, que contiene una lista de drogas prohibidas por el gobierno federal, junto con el MDA. Al espe­ cificar el nombre incorrecto en el artículo, se desvió la aten­ ción del MDMA. Pero este respiro duraría poco tiempo. Al mes siguiente, la Organización Mundial de la Salud solicitó información a los gobiernos sobre el uso de más de veinte sustancias psicoactivas conocidas, pertenecientes a la clase química llamada fenetilaminas. El MDMA estaba en esa lista. Al comprobar los datos 79

de que disponía sobre apresamiento de drogas, la OMS identi­ ficó el MDMA como la única droga de la lista que se había descubierto un número significativo de veces. Después de un año de reunir información y de planificar, en colaboración con la Administración para la Alimentación y las Drogas, la Administración Estadounidense Antidroga (DEA), publicó una nota en el Registro Federal, con fecha 27 de julio de 1984, en la que anunciaba su intención de incluir el MDMA en la Ley de Sustancias Controladas, como una droga del In­ ventario I, equivalente a un narcótico y condenada, por tanto, como una sustancia sin uso médico. La DEA no pudo haber previsto lo que sucedió a continua­ ción. Se estableció un grupo de personas, que se autodescribieron como «médicos, investigadores, terapeutas y abogados», bajo el nombre de una corporación no lucrativa con base en Florida, formada anteriormente por defensores de Buckminster Fuller, Earth Metabolic Design Laboratory. Al mismo tiempo, cuatro individuos, el profesor Thomas B. Roberts, el doctor George Greer, el profesor Lester Grinspoon y el profesor James Bakalar, contrataron a Richard Cotton, un abogado de Was­ hington, D. C. El 10 de septiembre de 1984 Cotton envió una carta a Francis Mullen, administrador de la DEA, en la que se le solicitaba formalmente que se creara una comisión de inves­ tigación para determinar si el MDMA debía ser prohibido y, en tal caso, en qué lista debía ser incluido. La sesión inicial de la comisión de investigación se celebró el 1 de febrero de 1985, en una sala del piso doce de las ofici­ nas de la DEA en Washington, D. C. Presidió la reunión el juez administrativo Francis Young. También estuvieron presentes dos abogados de la DEA, Richard Cotton, y el abogado de una compañía farmacéutica no interesada por el MDMA, pero sí por una cuestión de procedimiento discutida en el Registro Fe­ deral en relación con sesiones anteriores sobre si una droga po­ día ser incluida en una categoría distinta al Inventario I de la Ley de Sustancias Controladas en el caso de que no fuera acep­ tada para su uso médico. 80

Durante la sesión se decidió que se celebrarían otras tres se­ siones en el futuro, una en Washington, D. C., otra en Kansas City, Missouri, y la tercera en Los Angeles. En esas sesiones se intentaría abordar cinco cuestiones decididas de común acuer­ do entre las partes litigantes: 1) ¿Existe un uso médico acepta­ do del MDMA? 2) ¿Hay una falta de seguridad aceptada para el MDMA cuando se utiliza bajo supervisión médica? 3) ¿Cuál es el potencial de abuso relativo del MDMA? 4) Si no hay un uso médico aceptado del MDMA, ¿puede ser incluido en una categoría distinta al Inventario I? 5) Si el MDMA puede ser in­ cluido en cualquier otra categoría distinta al Inventario I, ¿dón­ de debería ser incluido? El juez Young comentó que el proceso de decisión podría llegar a durar un año. Quienes estaban interesados en utilizar la droga terapéuticamente confiaban en que durante ese período pudiera llevarse a cabo mucha más investigación con seres hu­ manos para demostrar la eficacia del MDMA para la psicotera­ pia. Pero los acontecimientos que ocurrieron durante los meses siguientes hicieron aparecer una nube negra sobre esas expec­ tativas.

La conferencia de California El Instituto Esalen, encaramado sobre unos acantilados, por encima del océano Pacífico, se encuentra a 17 km al sur de la pequeña ciudad de Big Sur, en California. Este lugar, donde hay fuentes minerales termales, fue en otro tiempo residencia de los indios Esselen, para quienes sus aguas tenían notables propiedades curativas. Desde su fundación, a mediados de la década de los años sesenta, Esalen ha sido un vórtice para las nuevas ideas y métodos que impliquen psicoterapias humanis­ tas y ciencias de la conciencia. Esalen también ha sido la base operativa del médico Stanis­ lav Grof, que llevó a cabo investigaciones sobre el LSD duran­ te casi treinta años, tanto en su Checoslovaquia natal, como 81

mediante subvenciones del Instituto Nacional de Salud Mental en Bethesda, Maryland. G rof y Dick Price, cofimdador de Esa­ len, ambos interesados en la promesa que parecía ofrecer el MDMA, abrieron Esalen como lugar donde celebrar una confe­ rencia de investigadores en este campo. Copatrocinada por la Earth Metabolic Design Foundation, la conferencia se celebró desde el 10 al 15 de marzo de 1985. Fue informada por George Greer, médico, en el número de prima­ vera de 1985 de Advances: Journal fo r the Institute fo r the Advancement o f Health. A continuación se ofrece un extracto de parte de ese informe: Entre los 35 participantes en la reunión había cinco investiga­ dores veteranos en drogas psicoactivas (Francesco DiLeo, médi­ co; Stanislav Grof, médico; Robert Lynch, médico; Claudio Na­ ranjo, médico, y Richard Yensen, doctor en Filosofía), y cuatro psiquiatras que utilizaban el MDMA en su práctica clínica. Al cuarto día de la reunión, George Greer, uno de los psiquiatras, dirigió una sesión en la que 13 participantes tomaron MDMA; cada persona fue controlada separadamente por un médico o psi­ quiatra. Entre los profesionales presentes, la experiencia clínica combinada en el uso del MDMA durante los años anteriores to­ talizaba más de mil sesiones... Los psiquiatras Joseph Downing, médico, y Philip Wolfson, médico, presentaron los resultados de un estudio de toxicidad no publicado y recientemente terminado sobre 21 sujetos humanos, todos los cuales habían tomado MDMA en el pasado. Aparte de un breve y moderado aumento del pulso y de la presión sanguí­ nea, los investigadores no descubrieron ninguna anormalidad significativa antes de la ingestión o hasta 24 horas después... Los informes sobre los beneficios del MDMA, aunque anec­ dóticos, fueron unánimemente positivos. En la discusión sobre los efectos del MDMA, los clínicos que lo utilizaron tuvieron la sensación de que poseía una acción singular que incrementaba la comunicación, especialmente en las parejas sometidas a terapia. La droga reducía las actitudes defensivas y el temor a sufrir da82

ños emocionales, lo que facilitaba la expresión más directa de los sentimientos... También fueron favorables los informes sobre la administra­ ción de MDMA en psicoterapia individual. Muchos sujetos ex­ perimentaron la clásica eliminación de pérdida de recuerdos traumáticos, seguida por el alivio de los síntomas emocionales. Las víctimas del maltrato infantil y del ataque sexual experimen­ taron los beneficios más espectaculares. Wolfson también infor­ mó de haber celebrado sesiones múltiples de MDMA con indivi­ duos psicóticos y sus familias natales, lo que condujo a mejoras en el funcionamiento del paciente y en la integración del ego... Ninguno de los que tomó MDMA experimentó complicación alguna; a algunos, la sesión les pareció emocionalmente intensa. Los dos días que quedaban para que terminara la conferencia permitieron efectuar una discusión y análisis de seguimiento. Las personas que tomaron MDMA consideraron la experiencia como positiva y tuvieron la sensación de que la droga estimulaba la autocomprensión... El grupo favoreció la asignación del MDMA a un Inventario de categoría inferior, reservado para drogas con un potencial de abuso de moderado a bajo, lo que permitiría la persecución por tráfico ilícito al mismo tiempo que la continuación de los estu­ dios que ya estaban en marcha sobre el potencial terapéutico del MDMA. En apoyo de esta postura se señaló que la Red de Ad­ vertencia sobre el Abuso de Drogas, una institución federal de información a nivel nacional, sólo había encontrado ocho casos de visitas a servicios hospitalarios de urgencia como resultado de la ingestión del MDMA, así como el hecho de que no se había establecido ninguna muerte en relación con el consumo del MDMA desde que la droga hiciera su aparición en los años se­ tenta. Los participantes acordaron que aunque el MDMA no era un agente terapéutico suficientemente comprobado, su uso expe­ rimental y supervisado, con pleno consentimiento informado por parte de los sujetos, sería una práctica médicamente aceptable y segura.

83

El MDMA se hace público El 15 de abril de 1985, Newsweek publicó en su sección Vida/Estilo, un artículo titulado «Viajar con el “Éxtasis”», que empezaba diciendo: Esta es la droga que se suponía debía ser el LSD, y que apa­ rece 20 años demasiado tarde para cambiar el mundo. Se llama MDMA, o «Éxtasis», y quienes la usan aseguran que tiene un increíble poder para hacer que la gente confíe en los demás, para desterrar los celos y desmoronar las barreras que separan a los amantes, al padre del hijo, al terapeuta del paciente. Sin embar­ go, y a diferencia del LSD, tampoco desmorona la propia capaci­ dad para distinguir entre realidad y fantasía, por lo que parece estar libre de muchos de los desgraciados efectos secundarios de aquella otra droga. Un escritor de Nueva York que la probó la compara con «un año de terapia en dos horas». Un monje bene­ dictino de Big Sur, el hermano Steindl-Rast, dice que «un monje se pasa toda su vida cultivando la misma actitud de conciencia que eso le proporciona a uno». Naturalmente, no todos la toman por las comprensiones que facilita. En los dos últimos años se ha popularizado en los campus de las universidades, donde se la considera como un afrodisíaco. Las clínicas para el tratamiento de abuso de drogas han empezado a ver a muchachos que toman una docena de dosis o más al día para lograr un viaje similar al de las anfetaminas. Aparentemente, el país se encuentra al borde de un tremendo progreso o de un montón de muchachos más de­ masiado atontados como para alejarse de la lluvia. La siguiente gran atención que prestaron los medios de co­ municación a la droga, repentinamente expuesta al público, se produjo en el programa de Phil Donahue, en la televisión, que resultó ser un disparate grabado ante un público de Nueva York. El espectáculo comenzó con Donahue lanzando puyas con­ tra el MDMA al sugerir que los iraníes podían echarlo en los depósitos de agua. Luego, cuando el ayatolah Jomeini llenara a 84

Washington, todos lo recibiríamos con los brazos abiertos, des­ pués de que la droga nos hubiera convertido en personas abier­ tas y afables. Mientras Donahue recogía las opiniones del público asisten­ te, la reacción inmediata fue que no les gustaba la idea de una nueva droga. Luego, Donahue dio paso a la información, pues­ to que buena parte de la información falsa ofrecida cuando se extendió el temor a la droga a finales de los años sesenta tuvo como consecuencia que a los jóvenes se les dijera que la heroí­ na era lo mismo que la marihuana. Aparecieron entonces Rick Ingrasci, médico, que había uti­ lizado el MDMA en su consulta médica de Massachusetts; Mel Riddle, de Straight, Inc., un centro contra el abuso de las dro­ gas; Gene Haslip, vicedirector de la DEA, y Charles Schuster, del Centro de Investigación contra el Abuso de las Drogas, de la Universidad de Chicago. Ingrasci dijo que no consideraba la droga como una pana­ cea, y que no defendía que la gente la tomara continuamente. Simplemente, sugería que podía utilizarse en circunstancias te­ rapéuticas, para ayudar a la gente a superar problemas emocio­ nales difíciles y a mejorar su calidad de vida. A continuación habló Mel Riddle, que adoptó una actitud muy contraria a la droga, sugirió que muchos jóvenes que la to­ maban habían acudido a él, y que muchos de ellos estaban com­ pletamente aturdidos después de haber tomado una sola dosis. Donahue presentó a Gene Haslip con una especie de confe­ rencia sobre los problemas creados por la política de línea dura contra las drogas emprendida por la Administración Reagan. Haslip hizo una declaración en el sentido de que deseaba elimi­ nar el MDMA de las calles y situarlo en la lista del Inventario I. Charles Schuster, del Centro de Investigación contra el Abu­ so de las Drogas, de la Universidad de Chicago, adoptó lo que en principio pareció una posición moderada y sugirió que la dro­ ga no se incluyera en el Inventario I hasta que se hubiera investi­ gado lo suficiente, como se hizo con otras drogas que fueron sometidas a pruebas para determinar su posible uso médico. 85

No obstante, a eso siguió una declaración bastante sensacio­ nal. Schuster anunció que él y otros dos investigadores del cen­ tro habían descubierto que el MDA, «el compuesto padre» del MDMA, causaba daños cerebrales en ratas y, en consecuencia, también podía producirlos en seres humanos. Extrañamente, la comunicación investigadora que publicaron en Science, afirm a­ ba su posición con un lenguaje mucho más conservador, como veremos más adelante en este capítulo. El tono del programa, sin embargo, cambió cuando se pre­ sentó el testimonio articulado de varios pacientes de Rick Ingrasci que hablaron desde el público asistente. El primer caso fue el de una mujer cuyos problemas matrimoniales recibieron ayuda en una sesión con MDMA, dentro del contexto de la psi­ coterapia (caso que se detalla en el capítulo 3). La segunda en hablar fue Diane Watson, una paciente de cáncer, que habló emocionalmente sobre cómo el MDMA la había ayudado a afrontar el diagnóstico de cáncer terminal y la noticia de que sólo le quedaban seis meses de vida. Según dijo, el MDMA fue un catalizador que la ayudó a superar la cólera y el dolor de su enfermedad terminal. Afirmó: «El MDMA no es una droga de éxtasis. Le permite a una ver el mundo con mayor claridad y contribuye a la curación. Una se da cuenta de que no hay nece­ sidad de abrigar emociones negativas o antiguas, y que puede una desprenderse de ellas». Hubo muchos testimonios entre las personas asistentes, tan­ to a favor como en contra. A los defensores y a los que estaban en contra se les ofreció tiempo para que expusieran brevemente sus opiniones. Sin duda, las declaraciones de aquellas personas que habían sido ayudadas por el MDMA causaron una más profunda impresión entre el público asistente, pero seguía ha­ biendo muchos que se mostraron escépticos ante la llegada de una nueva droga. Ahora ya se habían abierto las compuertas y se inició la inundación de copias de los medios de comunicación y de vi­ deocintas. En el número de mayo de Psychology Today se pu­ blicó un artículo de Jack Shafer, un periodista que escribía un 86

libro sobre el aumento de las drogas sintéticas que habían apa­ recido en el mundo clandestino de la droga. Un artículo ante­ rior, publicado en el número de marzo de 1985 en Science 85, titulado «Drogas de diseño», describía los peligros de los susti­ tutos sintéticos de la heroína, como el alfa-metil fentanil, cono­ cido también como Blanco de China. En su nuevo artículo, titu­ lado «El MDMA, droga psicodélica que afronta su regulación», Shafer intentó presentar ambos aspectos de la controversia de otra droga de diseño, el mucho más seguro MDMA. Ron Siegel, farmacólogo que investiga las drogas psicoactivas en la facultad de Medicina de la Universidad de California, Los Ángeles, con becas del Instituto Nacional sobre el Abuso de las Drogas (NIDA), surgió como el principal representante del ataque de la DEA contra la seguridad y la utilidad de Adán. Publicó artículos en Psychology Today, así como, posterior­ mente, en Time, Life y New York. Rick Doblin, de 31 años, cofundador de Earth Metabolic Design Laboratories, se convirtió en el principal defensor del MDMA en los medios de comunicación, aunque se vio someti­ do a fuertes críticas por sus colegas más conservadores de la organización, debido a diferencias de opinión sobre las estrate­ gias de la acción. Doblin probó el MDMA por primera vez en 1985 y se con­ virtió rápidamente en un activista en favor de la sustancia. Joe Klien, de la revista New York, escribió: Antes incluso de que entrara en escena el gobierno federal, Rick Doblin percibió que el MDMA se convertiría en un tema político. «La compasión tiene implicaciones políticas. La empa­ tia también tiene implicaciones políticas», afirma. Doblin deci­ dió ponerse en contacto con diversas instituciones gubernamen­ tales, y demostrar su buena fe contándoles todo lo que sabía sobre el MDMA y pidiendo su guía. También se puso en contac­ to con el grupo antidroga de Nancy Reagan, la Federación Na­ cional de Padres por una Juventud Libre de Drogas, la Adminis­ 87

tración para los Alimentos y las Drogas, el Instituto Nacional so­ bre el Abuso de las Drogas, y las Naciones Unidas. Propuso co­ operación, investigación conjunta sobre el MDMA. Propuso a las Naciones Unidas que se utilizara el MDMA en un proyecto llamado «Configuración de una espiritualidad global en la era nuclear». En el lado más ligero, el Tío Duke, personaje de Doonesbury, organizó una conferencia titulada: «El Éxtasis indica el futuro», en la Universidad Baby Doc. El comic fue realizado por Gary Trudeau:

u 3 -fi en 4) S O o O

88

En la actualidad, Doblin inicia su tesis de graduación en Harvard y trabaja en una propuesta para crear una compañía farmacéutica, la Orphan Pharmaceuticals, Inc., que llevaría a cabo pruebas con animales, con seres humanos, y ensayos clí­ nicos, en un esfuerzo por establecer la eficacia terapéutica del MDMA. A principios de 1985 también ocurrió otro acontecimiento que afectaría al destino del MDMA. Un laboratorio de Texas, que había iniciado sus actividades en 1983, empezó a producir cantidades muy elevadas y sin precedentes de MDMA. Ron Siegel, en un artículo publicado en Psychology Today, calculó

z> < LU Q 3 cr i> CE cc <

o cr o CL

>> S3 -Q O) S3 O O O

Doonesbury aborda el tema del MDMA, Doonesbury © 1985, G. B. Trudeau, reimpreso con permiso de Universal Press Syndicate; todos los derechos reservados.

89

que cada mes se fabricaban 30.000 dosis de MDMA. Se llegó a decir que este laboratorio producía un kilo al día, equivalente a 8.000 dosis, o 240.000 mensuales. Se fabricaban en pastillas y se vendían en pequeños frascos marrones etiquetados como «Sassyfras». Según la DEA, el MDMA, con marca de «Sassyfras» se ven­ día en fiestas en las que se organizaban «ventas piramidales». Los participantes pagaban 20 dólares por una pastilla muestra y eran reclutados para encontrar a otros vendedores. Eso indujo al senador Lloyd Bentsen, un demócrata por Texas, a escribir a John C. Lawn, «administrador ejecutivo de la DEA» para pe­ dirle una prohibición de emergencia sobre el MDMA. De hecho, el Congreso había otorgado a la DEA el poder para colocar cualquier droga en el Inventario I durante un año, debido a las muertes y a la enfermedad paralizante atribuida a la heroína sintética, apodada Blanco de China. El 31 de mayo de 1985 la DEA celebró una conferencia de prensa en Washington. John C. Lawn, en un despacho de la As­ sociated Press publicado en el New York Times del 1 de junio, afirma: «Todas las pruebas que ha recibido la DEA demuestran que el abuso del MDMA se ha convertido en un problema a ni­ vel nacional que supone una grave amenaza para la salud. Esta acción de emergencia es una medida destinada a impedir el abuso del MDMA hasta que se haya completado el proceso ad­ ministrativo». El artículo seguía afirmando con toda claridad: «Funcionarios de la agencia antidroga anunciaron su intención de sustituir la prohibición de emergencia sobre el M DM A por una prohibición permanente en el término de un año».

El problema con la forma de manejar la cuestión de la droga por parte de la DEA Las acciones que emprendió la DEA en esta cuestión son tí­ picas de sus pasadas pautas de acción en relación con otras drogas que se hicieron populares. Este método «duro» de lucha 90

§ contra las drogas, caracterizado por una publicidad calumniosa, condenas fuertes, imposición de la patada en la puerta, no ha­ bía erradicado los problemas de las drogas en Estados Unidos. De hecho, sólo había creado confusión pública sobre las drogas y la aparición de un ingente mercado negro. No cabe la menor duda de que en Estados Unidos existe un grave problema con las drogas. Las que se consumen más am­ pliamente ni siquiera son consideradas como drogas. La droga adictiva conocida como nicotina, vendida legalmente en forma de cigarrillos, es claramente la que más se consume y de la que más se abusa. La que sigue en popularidad es una de las más peligrosas y, ciertamente, de las más letales de todas: el alco­ hol, que se encuentra en licores, cervezas y vinos. Y, sin em­ bargo, es legal y se vende hasta en las tiendas de comestibles. Si no le gusta cualquiera de los productos alteradores de la mente aprobados por el gobierno, puede elegir otra de las alter­ nativas prohibidas. Pero entonces se arriesga a despertar las iras del Departamento Estadounidense Antidroga (DEA), la úl­ tima de una serie de instituciones que empezaron a surgir tras la creación de la Oficina Federal de Narcóticos, y que han in­ tentado imponer el cumplimiento de las leyes nacionales sobre el uso de drogas. Esas leyes abarcan una larga y creciente lista de drogas, y las penas impuestas se hacen implacablemente más graves. Naturalmente, la razón por la que el alcohol es ahora legal se debe a que no funcionó la Enmienda 18 a la Constitución, por la que se instituyó la Prohibición en Estados Unidos. En re­ alidad, la historia demuestra que las leyes contra las drogas sólo han funcionado en muy pocas ocasiones. Edward M. Brecher y los editores de Consumer Reports, publicaron en 1972 Drogas lícitas e ilícitas, una excelente narración en la que se daba cuenta de las consecuencias de instituir esa clase de legis­ lación represiva. Resulta particularmente fascinante la parte en la que se trata la heroína y los opiáceos. La narración empieza por describir la situación que existía en el siglo xix con respecto a la morfina y 91

los opiáceos. En aquella época, estos narcóticos incluidos aho­ ra en el Inventario I se podían adquirir sin receta. Como quiera que los opiáceos son altamente adictivos, muchas de las perso­ nas que los probaron quedaron enganchadas a los preparados que había entonces. Aunque los opiáceos y la heroína son adictivos, no son físi­ camente nocivos. En modo alguno son físicamente tan destruc­ tivos como el alcohol, por ejemplo, del que se ha demostrado que causa daños cerebrales y hepáticos. No obstante, son psi­ cológicamente peligrosos en la medida en que inducen un em­ botado estupor en quienes los consumen. La heroína y los opiáceos causaron problemas más graves tras la aprobación, en 1914, de la Ley Harrison sobre Narcóti­ cos, que pronto entró en vigor. Esa acción creó en seguida un mercado negro de la heroína. Debido a las sanciones impuestas por el gobierno, los precios de la heroína en ese mercado negro son mil veces superiores a lo que cuesta la droga en una farma­ cia. El coste elevado obliga a los adictos a la heroína a robar o a prostituirse para poderse pagar las drogas que consumen. El precio de la heroína también produce enormes beneficios que van a parar a manos de sindicatos criminales. Además, buena parte de la heroína que se vende en el mer­ cado negro es cortada (diluida) con otros materiales, algunos de los cuales son tóxicos. Ocasionalmente, la heroína es susti­ tuida por peligrosas drogas sintéticas, capaces de causar graves daños físicos, e incluso de ser letales. Sin embargo, los consu­ midores de heroína, una vez que se han hecho adictos a ella, tienen una pobre prognosis de recuperación. El caso de la heroína demuestra las consecuencias que cabe esperar cuando se declara una droga como ilegal. En primer lugar, el precio de la droga se dispara, y su distri­ bución deja de ser controlada por los expertos y cae en manos de los criminales. En segundo término, penaliza a un grupo de personas que utilizan una sustancia en particular. En el caso de la heroína, las penas impuestas pueden suponer cadena perpetua. 92

En tercer lugar, convertir una droga en ilegal suele llevar a la adulteración de la sustancia, o a su sustitución por otro com­ puesto. Otra narración publicada en Drogas lícitas e ilícitas ilustra el uso y abuso del tema de las drogas en Estados Unidos: el caso del LSD. Antes de 1963 el LSD era una herramienta muy poco conocida pero prometedora para la psicoterapia. En 1963 se produjo un bombardeo de los medios de comu­ nicación aireando la expulsión de Timothy Leary y de Richard Alpert de la Universidad de Harvard, debido a su experimenta­ ción con sustancias psicodélicas. El LSD se convirtió, casi de la noche a la mañana, en una palabra familiar, y surgió toda una subcultura de sus consumidores. Debido al aumento en el consumo y a que iba asociado con la contracultura que incluía a hippies y activistas contra la gue­ rra del Vietnam, se desarrolló en el país una polarización sobre la cuestión del consumo de LSD. En 1966, esta división se vio acentuada cuando los medios de comunicación publicaron historias sensacionalistas. Una de ellas se refería a una niña de cinco años de Brooklyn que se tragó accidentalmente un cubo de azúcar LSD. Tuvieron que hacerle un lavado de estómago y se recuperó con rapidez, sin que sufriera daños psicológicos duraderos. El otro caso fue el de un asesino que afirmó haber matado mientras estaba bajo los efectos del LSD. Posteriormente, se reveló que el hombre era un esquizofrénico paranoide. Pero en el recuerdo del públi­ co sólo quedaron los titulares iniciales «Asesinato LSD» y «Niña hospitalizada por ingerir LSD», y estas dos historias sensacionalistas fueron catalizadores para la institución de gra­ ves penas por la posesión, venta y fabricación de LSD. Posteriormente, los medios de comunicación se mostraron cada vez más hostiles al uso del LSD. En 1967, en artículos de prensa y programas de televisión se difundieron informes se|-ún los cuales el LSD rompía los cromosomas. Se especuló con la idea de que el uso del LSD produciría deformidades en niños, similares a las ocasionadas por el escándalo de la Tali-

domida en 1962. Muchos de los que durante un tiempo habían evitado tomar LSD volvieron a usarlo al mantener una actitud escéptica con respecto a cualquier historia negativa que difun­ dieran los medios de comunicación sobre las drogas. Algunos investigadores creyeron y todavía creen que no se había permitido explorar de modo suficiente las promesas del LSD y de otras drogas psicodélicas prohibidas, como la mescalina y la psilocibina. Nuevo estudio de los psicodélicos, de Lester Grinspoon y James Bakalar, defiende la reapertura de la in­ vestigación con estas sustancias potencialmente útiles. Toda esta atención de los medios de comunicación hacia el LSD y sus peligros tuvo dos efectos. Primero, aumentó espec­ tacularmente su consumo. A partir de un pequeño grupo de consumidores relativamente sofisticados y comprometidos, el consumo del LSD se extendió hasta convertirse en una droga recreativa en las escuelas superiores y universidades, e incluso entre los soldados de Vietnam. Se ha demostrado repetidamente que casi toda publicidad sobre una droga psicoactiva, ya sea negativa o positiva, estimu­ la el uso de esa misma sustancia. Las expectativas sobre la ex­ periencia con el LSD no hicieron sino influir con fuerza sobre la naturaleza de la misma experiencia. La droga hace que una persona sea sugestionable, y las creencias anteriores sobre sus efectos gobiernan el curso de la experiencia. Antes de 1962 hubo muy pocas experiencias negativas entre aquellos que ex­ perimentaron con el LSD. Pero con la polarización de las actitudes respecto de la dro­ ga, quienes tenían interés en prohibir el LSD resaltaron todas las experiencias negativas. Al cabo de poco tiempo había au­ mentado mucho el número de malos viajes, e incluso los suici­ dios inducidos por el LSD. Tal como sucedió con la heroína, el haber convertido el LSD en una droga del mercado negro produjo la aparición de LSD fa­ bricado con impurezas y adulterado. Eso produjo a su vez más reacciones negativas entre los consumidores clandestinos. Así pues, el resultado de la increíble publicidad recibida por 94

el LSD fue: 1) aumentar su consumo, 2) provocar la aparición del proverbial «holgazán del LSD», 3) penalizar a una juventud idealista de clase media, y 4) desanimar la investigación sobre las promesas de nuevos modos de psicoterapia. Se creó entonces la DEA para que vigilara el consumo de drogas en Estados Unidos. Esta institución recibe sus fondos en relación con la gravedad y la amplitud del problema de la dro­ ga. Al estar implicada en la imposición del cumplimiento de las leyes antidroga, los miembros de la DEA tienden a conside­ rar de una forma negativa el consumo de cualquier droga (apar­ te del alcohol, el tabaco y el café). La DEA también tiene un fuerte interés económico en conseguir la ¡legalización de dro­ gas usadas ampliamente. Cuantos más delincuentes haya que perseguir y detener, tantos más fondos recibe esta institución y tanto más grande se hace su organización. Dar a la DEA el po­ der para decidir qué drogas deben penalizarse podría conducir a una expansión constante de la organización policial que siem­ pre exigirá más dinero de los contribuyentes.

La DEA bloquea el MDMA Muchos de los problemas surgidos como consecuencia de la penalización de las drogas se ponen de manifiesto en el trata­ miento del caso del MDMA. Muchos de esos prejuicios de la DEA han quedado al descubierto en la forma como procedió a colocar la droga en el Inventario I. Durante las sesiones para decidir si el MDMA debía decla­ rarse como una droga a incluir en el Inventario I, la DEA tuvo que haberse dado cuenta de que sus propósitos corrían el peli­ gro de desmoronarse. Era difícil demostrar que el MDMA tu­ viera un alto potencial para el abuso. Sin embargo, era posible demostrar que la droga se consumía, exhibiendo para ello de­ claraciones de hechos, algunos de los cuales cito en este libro. Muchos de esos panfletos son testimonios de la eficacia del MDMA. 95

Pero quienes declararon para la Earth Metabolic Design Foundation afirmaron universalmente que no había ninguna persona cuya vida se hubiera visto afectada negativamente por el MDMA. Debido al rápido aumento de la tolerancia causada por el uso repetido, y al aumento de efectos secundarios desa­ gradables, la mayoría de la gente aprendía con rapidez que el MDMA sólo podía consumirse ocasionalmente. Tomar dema­ siado no era nada gratificante. Por esas mismas razones puede afirm arse que el MDMA no es una droga adictiva. Es cierto que a algunas personas les gus­ ta repetir la experiencia. Pero, en general, se descubre que cuanta menor sea la frecuencia con que se toma el MDMA, tanto más significativa es la experiencia. La tendencia es a to­ marla con menos frecuencia después de las dos o tres primeras exposiciones. También había pocas pruebas de que el MDMA fuera psicológicamente peligroso. La información de los servi­ cios hospitalarios de urgencia, obtenida por DAWN y citada antes, demuestra que con el MDMA hay muy pocos «malos viajes». Richard Seymour, de la Haight-Ashbury Free Clinic, informa que la mayoría de los que dicen haber tenido un mal viaje y acuden a su clínica, reciben un ambiente de apoyo y se reorientan a sí mismos en cuanto han metabolizado la droga. Al no ser adictivo y al estar relativamente libre de fenómenos psicológicos negativos, incluso en situaciones no supervisadas, el MDMA parece una droga notablemente segura, incluso mu­ cho más que la mayoría de las drogas recreativas que se utili­ zan habitualmente, como la ilegal marihuana y el legal alcohol. Cuando el MDMA se hizo popular y recibió publicidad, quedó claro que la DEA se dedicaba a prohibir la sustancia. Eso quedó claro en un artículo titulado «Las autoridades fede­ rales desean prohibir el Éxtasis», publicado el 19 de mayo de 1985 en el San Francisco Examiner por el periodista John Flinn, en el que Gene Haslip, viceadministrador de la DEA de­ claraba: «Vamos a prohibir el Éxtasis dentro de los próximos meses. Al otoño que viene el Éxtasis estará tan rígidamente controlado como la heroína. Es extremadamente peligroso». 96

Luego, el 31 de mayo, cuando se anunció la prohibición de la DEA, la razón principal que se ofreció para utilizar los pode­ res de emergencia de la agencia fue el estudio efectuado en la Universidad de Chicago y sometido a publicación en Science. Ese estudio revelaba que la droga MDA había demostrado ser la causante de daños cerebrales en las ratas. Sin embargo, al examinar más atentamente ese informe que­ dó claro que muchos de los aspectos que contenía hacían alta­ mente cuestionable su aplicación al uso del MDMA por parte de los seres humanos. La droga utilizada en el estudio en cuestión fue el MDA, que es químicamente distinto al MDMA. Aunque ambos son empatógenos, con efectos mentales relativamente similares, son diferentes a nivel molecular y probablemente afectan al cerebro de formas diferentes. Como testigos de dos de las sesiones, el químico médico David Nichols y la farmacéutica June Riedlinger presentaron pruebas de la distinción química entre las dos sustancias. Se­ gún Nichols, no existe tolerancia cruzada entre el MDMA y el MDA. Si se toma MDMA hasta que ya no ejerce ningún efec­ to, se puede tomar entonces el MDA y éste causará un efecto, y viceversa. Eso indica que ambas sustancias ejercen su acción en lugares separados del cerebro. Tanto Riedlinger como Nichols señalaron que el MDA y el MDMA tienen una actividad isómera opuesta en su efecto so­ bre el cerebro. Según Nichols, el MDA puede concebirse de hecho como dos drogas psicoactivas separadas, cada una de las cuales tiene estereoisómeros de efectos psicológicos completa­ mente diferentes. El MDMA sólo tiene un isómero activo(s), el opuesto del más activo isómero del MDA. El propio informe de la DEA señala que hay pruebas de que el MDA y el MDMA tienen vías de acción diferentes dentro del sistema nervioso. (Estos aspectos químicos serán explicados más ampliamente en el Apéndice.) Alexander Shulgin, colega de Nichols, comentó que el MDA se parece al MDMA, pero que también se parece al Su97

dafed (hidrocloruro de pseudoefedrina), un medicamento con­ tra la alergia que se consigue sin receta. ¿Deberíamos colocar esta medicina patentada y utilizada habitualmente junto al MDMA en el Inventario I? En el siguiente extracto del propio informe de investigación se encuentran algunas otras objeciones claras al estudio de Chi­ cago: Nuestro estudio plantea la cuestión de si el MDA produce neurotoxicidad 5HT en seres humanos. Dadas las diferencias en especies, dosis, frecuencia y ruta de administración, así como las diferencias en la forma en que las ratas y los humanos metabolizan la anfetamina, sería prematuro extrapolar nuestros descubri­ mientos a los seres humanos. También debe señalarse que las dosis de MDA necesarias para producir neurotoxicidad 5HT en las ratas (5-10 mg/kg) son aproximadamente de tres a cinco ve­ ces superiores a las que se necesitan para producir efectos alucinógenos (aproximadamente 1,5 a 3 mg/kg). En consecuencia, las dosis de MDA generalmente ingeridas por los humanos posi­ blemente no sean lo bastante altas como para inducir neurotoxi­ cidad 5HT, a menos que los humanos demuestren ser más sensi­ bles que las ratas a los efectos tóxicos del MDA. Las «diferencias en especies, dosis, frecuencia y ruta de ad­ ministración» se refieren a los procedimientos seguidos en el experimento, en el que la droga: 1) se administró a ratas, antes que a humanos, 2) se administró en dosis mucho más grandes, como se puede observar en la frase siguiente, 3) se administra­ ron cada doce horas durante dos días, y 4) se administraron por vía intravenosa (inyectada en la vena), en lugar de tomarse oralmente, que es la ruta habitual de ingestión en los humanos. Tomar una droga por vía oral tiene como consecuencia que al cerebro llegan cantidades más pequeñas de esa droga que si se administrara mediante una inyección. En agosto de 1985 Intox Laboratories llevó a cabo un nuevo estudio en el que a un grupo de ratas se les administró una se98

ríe ascendente de dosis bastante rígidas de MDMA. Se inicia­ ron con 25 miligramos por kilo de peso corporal y, a continua­ ción, la cantidad se aumentó en 25 mg/kg cada día. La dosis psicoactiva media tomada por los humanos es de unos dos mi­ ligramos por kilo de peso. Finalmente, todos los animales murieron cuando las dosis alcanzaron entre 150 mg/kg y 300 mg/kg, lo que representa aproximadamente 150 veces más que la dosis humana normal. Cuando se examinaron las ratas no se encontraron pruebas de daños cerebrales histológicos. Aunque este segundo estudio no utilizó las mismas técnicas que el primero, tiene que plantear dudas acerca de las pruebas aportadas por el estudio anterior. En el Apéndice II se presentan estudios animales y humanos posteriores, destinados a examinar la cuestión de la toxicidad.

La cruzada anti-MDMA de Ron Siegel Además del tema cuestionable del daño cerebral, buena par­ te del resto de las pruebas negativas presentadas por la DEA se basan en el estudio de los consumidores recreativos, llevado a cabo por Ronald Siegel, de la facultad de Medicina de la Uni­ versidad de California, Los Ángeles. Siegel ha aparecido con frecuencia en los informes de los medios de comunicación re­ lativos al MDMA. En un artículo de Joe Klien, titulado «La nueva droga llamada Éxtasis, ¿es demasiado?», publicado en el New York, algunos extractos de las afirmaciones de Siegel su­ gieren la naturaleza de su ataque contra el MDMA.

I

«Mi reacción es: “Allá vamos de nuevo”, dice el doctor Ro­ nald Siegel, de la facultad de Medicina de la Universidad de Ca­ lifornia, Los Ángeles. A cada pocos años se descubre una de esas drogas milagrosas que va a salvar al mundo y hacer que todo el mundo se sienta bien. Mi favorita era el PCR ¿Recuerda como solían llamarla? La píldora de la paz. Tomada en dosis ba­ jas, se decía que la gente tenía experiencias serenas, tranquilas y 99

pacíficas. Entonces llegó a la calle y se le cambió el nombre, para convertirse en polvo de ángel; aumentaron las dosis y fue cortada con sólo Dios sabe qué otras cosas, hasta que empezaron a llegar informes sobre toda clase de comportamientos extraños y violentos. Ahora tenemos el Éxtasis. Si se toma, se puede con­ vertir uno en una persona afable y empática, o en una persona con náuseas, o se puede experimentar una grave reacción psicò­ tica. Estamos viendo que sucede todo eso entre los consumido­ res de la calle...» Según Siegel, los efectos de la droga parecen muy similares a los de la mescalina. «Pertenecen a la misma familia farmacoló­ gica. Ya sabe, las vueltas y revueltas moleculares con las que juegan los químicos, el MDA, el MMDA, el MDMA, plantean cuestiones académicas muy interesantes, pero ahí fuera, en la ca­ lle, la experiencia es la misma: alucinaciones, desorientación, episodios psicóticos.» Es posible que, debido a los efectos más suaves y sutiles del MDMA, los consumidores inexpertos estén duplicando y hasta triplicando la dosis. También es probable que, después de la re­ ciente atención recibida por parte de los medios de comunica­ ción, los traficantes emprendedores se dediquen a llamar Éxtasis a todo, desde lo que acelera hasta el azúcar energizante. «Nos hemos encontrado con gente que afirma haber tomado esta dro­ ga y que se siente desorientada durante días interminables. He­ mos tenido a gente acurrucada en posiciones fetales durante 72 horas. Se dio el caso de un psicoterapeuta que la tomó, desapare­ ció y reapareció una semana más tarde dirigiendo el tráfico», dice Siegel. En sus afirmaciones, Siegel compara el MDMA con dos drogas alucinógenas. El PCP, que tiene una merecida mala re­ putación, no es nada parecido al MDMA, ni en su estructura química ni en sus efectos psicológicos. Al vincular esas dos sustancias, la justa fama negativa del PCP se traspasa al MDMA, y se induce al lector a pensar: «Otro PCP, ¿no? Sa­ quemos esa bazofia de la calle». 100

Siegel también alega que el MDMA y la mescalina son casi idénticas en cuanto a sus efectos, y que las diferencias quími­ cas son superfluas. Y, sin embargo, no es ese el caso. Tal como hemos visto antes, el MDMA no es un alucinógeno, como la mescalina, ni siquiera tomado en dosis dobles o triples, en cuyo caso sólo produce una agradable sobrestimulación; normal­ mente, los consumidores evitan tomar dosis tan altas.

Ronald Siegel, doctor en Filosofia, testigo para la DEA.

101

Luego están las repetidas alegaciones de Siegel, según las cuales el MDMA puede conducir a reacciones psicóticas y que, a veces, esos síntomas psicóticos no desaparecen. Según hemos visto antes, en este mismo capítulo, el récord del MDMA es de una notable seguridad. El porcentaje de graves reacciones ne­ gativas es muy bajo. Los casos mencionados por Siegel sobre reacciones prolongadas, tienen que ser todavía más raros. Pro­ bablemente, Siegel menciona cada historia de horror que ha oído contar sobre la droga. Cuando cientos de miles de personas toman una droga psicoactiva, es inevitable que haya unos pocos psicóticos o presicóticos que la tomen, y en algunos de ellos se producirá una psicosis como consecuencia de ello. Con el MDMA, a diferen­ cia del LSD o de la mescalina, se ha demostrado que el número real de esas reacciones es bastante bajo. Ronald Siegel emplea aquí un truco retórico. Al mencionar cada caso extremo que se pueda haber producido, induce al lector casual a creer que el MDMA produce psicóticos a montones, y que todos pueden terminar locos si experimentan con el compuesto. Cuando Siegel comenta que se va a distribuir el MDMA «cortado» y adulterado, en dosis demasiado grandes, debería reconocer que ese es el efecto habitual causado por el hecho de incluir cualquier droga en una legislación rígida que induzca la aparición del mercado negro. Eso fue lo que sucedió con la he­ roína y el LSD y, desde el 1 de julio de 1985, la penalización del MDMA ha hecho que también se cuenten las mismas histo­ rias de adulteración, sustitución y «corte» de la droga. Hasta ese momento, casi todo lo que se presentaba como MDMA era la sustancia real. El resultado de incluir el MDMA en el Inventario I ha sido detener efectivamente la experimentación con la droga, y el he­ cho de que las personas interesadas en tomarla se hayan visto obligadas a dirigirse a delincuentes potenciales. Si en lugar de eso se la hubiera colocado en el Inventario III, podría haberse continuado con la experimentación médica y sólo se habría pe­ nalizado su uso callejero, aunque no en la misma medida que 102

incluyéndola en el Inventario I, donde se encuentran drogas que exigen protocolos de investigación prohibitivos para inves­ tigadores que no dispongan de enormes subvenciones. Un último ejemplo de las distorsiones de Siegel procede de un artículo titulado «Éxtasis químicos», publicado en Omni: Un traficante ofrece «instrucciones de vuelo» por escrito, prometiendo que el XTC [Éxtasis, o MDMA] es como «un beso en las venas» durante el viaje que suele durar una hora, en el que se experimentará felicidad, seguridad, paz y libertad. Eso debería terminar con todas las guerras, pero las pruebas secretas llevadas a cabo por el ejército de Estados Unidos en los años cincuenta descubrieron que también acababa con las vidas de los animales experimentales. Las dosis bajas reducen la toxicidad, pero dejan a los sujetos con las mandíbulas apretadas, los ojos moviéndose rápidamente y elevada presión sanguínea... Tom Riedlinger, en un artículo publicado en el Journal o f Psychoactive Drugs, comenta lo siguiente sobre lo anterior: En lo precedente son evidentes la trivialización y las distor­ siones deliberadas. Siegel es un especialista en psicofarmacología. En consecuencia, sabe perfectamente bien que todas las sus­ tancias son tóxicas para los seres humanos si se alcanza un cierto nivel de dosificación. Típicamente, los experimentos con drogas realizados con animales incluyen una prueba en la que las dosis se aumentan paulatinamente hasta que ocurre la muer­ te, con objeto de establecer dónde se encuentra el umbral de to­ xicidad. Siegel prefiere no indicarlo así y, en lugar de eso, da la impresión de que el MDMA es tóxico administrado a dosis ba­ jas, algo que, sencillamente, no es cierto, al menos para los hu­ manos. No obstante, reconoce implícitamente su duplicidad al escribir que «las dosis bajas [léase: terapéuticas] reducen [léase: evitan los peligros de] la toxicidad». Se admite que los efectos secundarios que menciona se presentan en muchos pacientes y en diferentes combinaciones, pero virtualmente en casi todos los casos no son más que contrariedades, es decir, riesgos aceptables. 103

Más publicidad La clase de atención que recibió el MDMA por parte de los medios de comunicación continuó durante varios meses des­ pués de la penalización de la droga, lo que hace recordar un poco la clase de histeria y de hipérboles de la cruzada antiLSD entre 1966 y 1969. Quizá un ejemplo extremo de ello sea el artículo de Shari Roan, titulado «Peligros de la droga de diseño», publicado el 2 de julio de 1985 en el Sun Sentinel de Dallas, del que se inclu­ ye una síntesis: Ayer mismo fue declarada ilegal una droga elogiada por un pequeño grupo de psicólogos como una ayuda para aumentar la conciencia. Pero los funcionarios del Departamento Estadouni­ dense Antidroga, y los asesores sobre el abuso de las drogas te­ men que no hayan visto con ello el final de la controversia que rodea el «Extasis». Después de años de uso terapéutico entre un pequeño grupo de psicólogos, el Éxtasis (MDMA) se ha popularizado reciente­ mente entre algunos estudiantes universitarios y gays. La droga alucinógena tiene efectos menos graves que el LSD, y algunos terapeutas dicen que reduce la ansiedad y promueve la empatia en los pacientes. Los funcionarios de la DEA, sin embargo, afirman que la droga es peligrosa y que se trata de una sustancia que no ha sido comprobada científicamente. La DEA emitió una prohibición de emergencia sobre el Éxtasis después de que los investigadores de la Universidad de Chicago descubrieran que actúa destruyen­ do un gran número de vitales células cerebrales, y que puede acelerar el proceso de envejecimiento de una forma similar a la degeneración muscular producida por la enfermedad de Parkinson. La DEA también informó sobre 31 muertes causadas por la droga, la mayoría de ellas en la zona de la bahía de San Fran­ cisco, 26 de las cuales se produjeron después del 1 de agosto de 1984. 104

Cuando leí este recorte, que me envió un amigo, llamé inme­ diatamente a Alexander y Ann Shulgin para preguntarles por qué no había leído nada sobre esto con anterioridad. Ann Shul­ gin contestó al teléfono. Al oír el informe, replicó: «Esa gente lo mezcla absolutamente todo. Todas esas estadísticas, así como la parte en la que se habla de la enfermedad de Parkinson se re­ fieren al MPTP, un inesperado producto secundario del MPPP». Se me ocurrió pensar en seguida que esa periodista, en su fervor por conseguir una noticia antidroga, había tomado infor­ mación procedente de dos fuentes y la había entremezclado de una forma ciertamente curiosa. Un retorcimiento bastante ex­ traño, porque la ley que se utilizó para prohibir el MDMA fue el resultado del escándalo que rodeó a la heroína sintética. En plena campaña de los medios de comunicación una re­ vista nacional, la revista Life, publicó un artículo en su número de agosto de 1985. En general, se trataba de una visión equili­ brada de la controversia. Sin embargo, no era eso lo que se des­ prendía de los titulares que aparecían en la primera página del artículo, que decían: «El problema con Éxtasis». Bajo este títu­ lo, en letras mayúsculas y negritas, se decía: «La droga es se­ ductora, controvertida, peligrosa... y ahora ilegal». Está claro cuál podría haber sido el mensaje que recibiera el lector casual a partir de este tratamiento sensacionalista del MDMA.

Conclusión de las sesiones Las tres sesiones que se celebraron sobre el MDMA, en Los Ángeles, Kansas City y Washington, D. C., produjeron diez vo­ lúmenes de testimonios de testigos presentados por la DEA y de profesionales que deseaban que la droga fuera colocada en una lista más baja y menos restrictiva, para que no se obstacu­ lizara la continuación de las investigaciones. Dos actuaciones destacadas de esos testimonios fueron las de dos miembros de la Haight-Ashbury Free Medical Clinic que se enfrentaron desde dos lados opuestos de aproximación 105

al tema, y admitieron que habían visto muy pocos abusos del MDMA en su práctica clínica. Las declaraciones incluían las afirmaciones hechas por Alexander Shulgin y David Nichols que distinguían el MDMA del MDA. Ron Siegel, que no había aparecido en las sesiones celebra­ das en Los Ángeles, testificó más tarde en nombre de la DEA en Washington, D. C. Basó sus afirmaciones en un estudio de «consumidores callejeros». Con una actitud positiva, Siegel afirm ó que no había descubierto pautas de uso compulsivo en el consumo de MDMA y que, en su opinión, la droga no tenía un elevado potencial para el abuso. Algunos otros aspectos de la declaración de Siegel no ha­ cían sino repetir las afirmaciones cuestionables publicadas en los medios de comunicación. Declaró que el MDMA era un «alucinógeno» no muy diferente a la mescalina. También contó su horrorosa historia favorita sobre el psicólogo de Chicago que tomó MDMA una sola vez y que terminó dirigiendo el trá­ fico en una calle concurrida. En esa misma sesión, uno de los principales testigos guber­ namentales, John Docherty, antiguo jefe de la Rama de Trata­ miento Psicosocial del NIMH, declaró ante el tribunal que apo­ ya la continuación de las investigaciones con el MDMA y que «el MDMA se encuentra en la confluencia de dos grandes ten­ dencias en psiquiatría: la psicoterapia y la farmacología», ya que se había demostrado que aumentaba la relación entre los terapeutas y sus clientes. Los estudios habían demostrado que la relación es uno de los pocos factores fiablemente significati­ vos que existen en psiquiatría. El 22 de mayo de 1986, el juez administrativo de la DEA, Francis Young, en una decisión de 90 páginas divididas en dos partes, recomendaba que el compuesto fuera incluido en el In­ ventario III. Escribió: «El juez administrativo encuentra y con­ cluye que antes de que fuera efectivamente proscrito, el 1 de julio de 1985, el MDMA tuvo un uso médico actualmente aceptado en el tratamiento en Estados Unidos. En la actualidad no se utiliza en tratamiento debido a que ha sido proscrito». El 106

B juez incluía cien «descubrimientos» extraídos de los testimo­ nios que había escuchado. Sobre la cuestión del abuso, declara­ ba que: «La evidencia de los registros no permite establecer que el MDMA tenga un “elevado potencial” para el abuso, en el contexto del párrafo 812». La DEA presentó varias objeciones a la decisión del juez, incluida la acusación de que había sido «parcial». Richard Cotton presentó una fuerte réplica. «El personal de la DEA ha re­ accionado con una gran hostilidad a lo que son temas médicos graves y reales. Además, resulta francamente prepotente su postura de que las pruebas presentadas en estas sesiones garan­ tizan el descubrimiento de que el MDMA tiene un “elevado potencial” para el abuso... Esas pruebas no existen... A pesar de todo, el personal de la DEA está decidido a incluir el MDMA en el Inventario I pase lo que pase, y a no permitir que en su camino se interpongan los hechos, la ley o incluso la más común de las cortesías ante el juez administrativo...» Uno de los litigantes, Lester Grinspoon, decidió apelar la decisión del administrador de la DEA ante el tribunal de apela­ ciones del primer distrito. Richard Cotton consintió en conti­ nuar como abogado en el caso.

Acontecimientos recientes Así, a mediados de 1986, el MDMA fue incluido como dro­ ga en el Inventario I y dejó de ser un tema de actualidad para los medios de comunicación. Aunque su consumo continuó clandestinamente y proliferaron las batallas legales, se publica­ ron los primeros libros sobre el tema y se celebró una gran conferencia. Aproximadamente por esta época se publicó A través de la puerta del corazón, de Sophia Adamson, una colección de ex­ periencias de primera mano sobre 44 individuos y diez expe­ riencias de grupo. De entre esas experiencias, algunas de mis favoritas se incluyen sintetizadas en el capítulo 4. 107

Compilado y editado por S o p h ia A d a m s o n

Through the Gateway of the Heart, es un libro excelente sobre vividas experiencias de primera mano con el MDMA.

108

June Riedlinger, doctora en Farmacia, que declaró la investigación de la DEA sobre el MDMA.

«Proceedings», de la Conferencia del MDMA celebrada en mayo de 1986, que fue publicado en el vol. 18, núm. 4 del Journal of Psychoactive Drugs

110

La Haight-Ashbury Free Clinic patrocinó la primera gran conferencia abierta al público, centrada en este recientemente popular intensificador de los sentimientos: «El MDMA: una conferencia multidisciplinar», que presentó a la mayoría de las figuras más importantes en el escenario del MDMA. Celebrada los días 18 y 19 de mayo de 1986 en Oakland, California, a la conferencia asistió bastante público, especialmente personas re­ lacionadas con las profesiones de ayuda a los demás. El momento cumbre de la conferencia quizá fue la apasio­ nada apelación del doctor Rick Ingrasci a continuar con su tra­ bajo terapéutico con el MDMA. También estuvieron allí los químicos Shulgin y Nichols para presentar aspectos químicos y farmacológicos. James Bakalar, George Greer y Joseph Downing, tres litigantes en el desafío de inclusión del MDMA en el Inventario, explicaron su trabajo. Ron Siegel intentó demostrar que no era un mal tipo destacando los aspectos favorables de su investigación. Desde ese mismo lado de la cuestión, Frank Sapienza, un portavoz de la DEA, presentó el punto de vista de esa institución. Al final, un jurado sexual, sorprendentemente apagado a pesar de lo animado del tema, llegó a la conclusión de que el MDMA era una droga de «abrazos», antes que un afrodisíaco. A todos los asistentes se les entregó una monografía titulada MDMA, de Richard Seymour, de la clínica Haight-Ashbury, donde se ofrecía la primera visión general sobre el tema en for­ ma de libro (puede obtenerse en Haight-Ashbury Publications, 409 Clayton St., San Francisco, CA 94117, a un precio de 17 dólares). Las comunicaciones presentadas en la conferencia se recogieron en una edición especial del Journal o f Psychoactive Drugs (número de octubre-diciembre de 1986). Hubo artículos de muchos de los presentes en la conferencia que contribuye­ ron mucho al volumen de información académica publicado sobre el MDMA. Ahora, y a excepción de algún que otro artículo publicado en un periódico local o en una pequeña revista, parecía como si el MDMA nunca hubiera existido. No había prueba alguna de

mar de fondo de su uso o abuso. Pocas personas fueron deteni­ das por ello, o aparecieron en los hospitales sufriendo a causa de sus efectos. La DEA prometió a los investigadores que facilitaría la in­ vestigación para aquellos que estuvieran cualificados, pero, en lugar de eso, los investigadores se encontraron con que era vir­ tualmente imposible conseguir un protocolo de investigación debidamente aprobado; así, los estudios científicos se convir­ tieron en una verdadera imposibilidad. Entonces, en septiembre de 1987, el tribunal de apelaciones del primer distrito tomó una decisión. En ella se ordenaba a la DEA que sacara de forma permanente el MDMA del Inventa­ rio I. El tribunal del primer distrito dictaminó que la DEA no ha­ bía seguido fielmente los criterios correctos para tomar la deci­ sión sobre si el MDMA cumplía o no con el estándar para «el uso médico actualmente aceptado en el tratamiento en Estados Unidos» y para «la seguridad aceptada de su uso... bajo super­ visión médica». Con la pelota de nuevo en su tejado, a la DEA sólo se le exigía que reconsiderada la cuestión administrativamente. La DEA decidió rápidamente que había tenido siempre razón y volvió a colocar el MDMA en el Inventario I, con efectividad a partir del 23 de marzo de 1988. Ahora, todo parece indicar que esa decisión se mantendrá así durante mucho tiempo. Quienes han luchado tanto contra el poder desproporcionado y los recursos financieros de una DEA aparentemente inexorable en su deseo de mantener el MDMA como una droga prohibida, es posible que abandonen su lucha. Todavía quedan recursos legales a los que acudir, pero cada victoria legal que han logrado los investigadores ha sido nega­ da por la autorización del administrador de la DEA. Y justo cuando me dispongo a completar esta saga me ente­ ro con sorpresa de la existencia de un artículo titulado: «Éxta­ sis: la encuesta dice que el 40% de los estudiantes de Stanford lo han probado», que aparece en la primera página del periódi­

112

co matinal, el San José Mercury News. También, hoy mismo, un artículo publicado sobre el mismo tema en el San Francisco Chronicle, por el editor científico David Perlman, informa: Según una encuesta estudiantil sobre la que se informó ayer, más de una tercera parte de todos los estudiantes de Stanford pueden haber consumido la droga ilegal llamada Éxtasis. En una carta publicada en el número actual del New England Journal of Medicine, el doctor Stephen Peroutka, un neurólogo de Stanford informó que el 39 por ciento de 369 estudiantes en­ trevistados en una muestra tomada al azar, habían consumido la droga al menos una vez. Algunos dijeron haberla tomado 25 o más veces, aunque, se­ gún demostró la encuesta, el número de veces que la consumie­ ron fue, por término medio, de cuatro a cinco veces. La encuesta se realizó de forma anónima, bajo la supervisión directa de Peroutka, por dos estudiantes que se situaron en la «Plaza Blanca» de Stanford para llevar a cabo sus entrevistas. Un último ejemplo de la atención reciente de los medios de comunicación: «Conecte, desconecte y llegue tarde a la oficina el lunes», se publicó primero en la revista Rolling Stone y fue reimpreso hace poco en la colección humorística de P. J. O ’Rourke, Republican Party Reptile. O ’Rourke intenta descri­ bir los efectos mentales del MDMA: Si piensas en tu mente como un acto animal (una metáfora tan buena como cualquier otra, dado lo que sabemos sobre cómo actúan las drogas psicoactivas en el cerebro), el Éxtasis entra di­ rectamente en la jaula y golpea al oso de la ansiedad con una ca­ chiporra de plomo. Hace que los grandes felinos sentados en los taburetes parezcan como trofeos de carnaval disecados. Y hace aparecer a los adorables fox terriers con sombreros de fiesta, ca­ minando sobre las patas traseras, montados en ponies y saltando a través de los aros durante horas.

113

Así termina mi historia, espero que con una sonrisa, sobre el descubrimiento y la historia de la llave de la puerta que condu­ ce a esa otra habitación a la que me referí al principio de este capítulo. En los capítulos siguientes exploraremos las dimen­ siones de nuestro «estado alternativo de conciencia», así como el uso y el posible futuro de esta nueva llave que conduce al éxtasis.

114

2. ¿Qué es un empatógeno?

«Establecer empatia es ver con los ojos de otro, escuchar con los oídos de otro y sentir con el corazón de otro.» Un autor inglés anónimo, citado por Alfred Adler La intensificación de la comunicación y la exploración de las relaciones interpersonales son dos de los efectos de los que más se habla cuando surge el tema del MDMA en la conversa­ ción entre sus consumidores. De hecho, es precisamente esa cua­ lidad la que más distingue el MDMA y sus parientes químicos de cualquier otra clase de drogas. Cierto que las anfetaminas y la cocaína empujan a la gente a hablar mucho, pero con fre­ cuencia se pierde el significado de las palabras entre tanta cháchara. Además, estos estimulantes orientan al individuo hacia la autoabsorción. La conversación se convierte en un medio de aulogratificación, antes que en un medio de comunicación. La cualidad singular que posee la familia del MDMA se puede sintetizar en una sola palabra: empatia. De hecho, Ralph Metzner, médico, decano del Instituto de California de Estu­ dios Integrales, propuso este nuevo nombre para designar un j’.rupo de sustancias, durante el transcurso de una comunicación pronunciada en una conferencia de 1983 en la Universidad de ( alifomia, Santa Barbara, sobre «Psicodélicos y espirituali­ dad».

115

Otro grupo de drogas son las fenetilaminas, de las que el MDA es un ejemplo. En lugar de llamarlas «drogas psicodélicas», quisiera sugerir el nombre de «empatógenas» para desig­ narlas. Empatógeno significa «generador de empatia». A todos aquellos a los que he mencionado este nombre les ha parecido bueno. Estas drogas no producen visiones, como ocurre con el LSD. No producen pensamiento multinivel u objetividad hacia la propia mente, como sucede con el LSD y los psicodélicos. Ge­ neran más bien un profundo estado de empatia por uno mismo y por los demás, en los términos más generales y profundos. Un estado de empatia en el que predomina la sensación de que uno mismo, el otro y el mundo son básicamente buenos y correctos. A ese estado podemos referirnos como el fundamento del ser, el núcleo de nuestro ser, un punto de nuestro ser que permanece in­ móvil. Luego, desde el punto de vista de la inmovilidad y la empa­ tia, los individuos que utilizan estas sustancias en terapia pueden considerar sus propios problemas. Son capaces entonces de efec­ tuar sobre sí mismos un trabajo que conduce al cambio muy rá­ pidamente, en comparación con la terapia ordinaria. En este capítulo exploraremos la naturaleza interpersonal de la experiencia con el MDMA. Esta dimensión puede caracteri­ zarse como «empática», pero también abordará otros aspectos del encuentro interpersonal, incluidos los de naturaleza sensual o sexual. En el capítulo siguiente analizaremos la faceta intrapersonal de las sesiones con MDMA, quizá mejor representa­ das por el término «entactógeno», acuñado por el químico Da­ vid Nichols.

¿Qué es la empatia? El uso moderno de la palabra «empatia» se inició en 1897, cuando el psicólogo alemán Theodore Lipps publicó una des­ cripción de un proceso de apreciación estética. Lipps utilizó el 116

término «Einfíihlung» para designar una autorrealización flexi­ ble por parte de un observador cuando ese individuo observa un cuadro o una obra escultórica. Además, denota la tendencia del sujeto a fusionarse con el objeto que absorbe su atención. A continuación, Edward B. Tichner, un psicólogo de la Universi­ dad Cornell, introdujo el término «empatia» como equivalente inglés del término alemán original. Según Katz, que escribió un libro sobre el tema, «cuando experimentamos empatia sentimos como si experimentásemos como propios los sentimientos de otra persona. Vemos, senti­ mos, respondemos y comprendemos como si fuéramos, de he­ cho, la otra persona». Empatia significa proyectar nuestra imaginación fuera de nosotros mismos y hacia el interior de otro ser humano. Expe­ rimentar el espacio vital de otra persona puede ser algo físico, imaginario, o quizá ambas cosas a la vez. En esta tesitura, cabe preguntarse, «empatia, ¿y qué? ¿Cuál puede ser el valor de tomar una sustancia que puede ayudarle a uno a ir más allá de sí mismo y comprender cómo piensan y sienten los demás?». Para las personas sanas, la empatia es algo de lo que se dis­ fruta y que es una experiencia útil. En cuanto a aquellos que tienen problemas emocionales, puede ser algo muy valioso como terapia. En la dirección del crecimiento y de la concien­ cia de sí mismo, la experiencia del contacto empático ofrece el fortalecimiento, la profundización o revitalización de las rela­ ciones ya existentes, al mismo tiempo que ayuda a la forma­ ción de otras nuevas. En términos terapéuticos, la empatia pro­ mete enseñar a la gente a ser afable con los demás, a amarse los unos a los otros, en lugar de hacerse daño. Cuando las personas con problemas emocionales pueden alejarse por un momento de su forma egoísta de ver y estar en el mundo, de ponerse en el lugar de otro, empiezan a darse cuenta de que los demás tienen sentimientos y sentidos y que experimentan dolor, lo mismo que ellas. Eso puede contribuir mucho a disuadirlas de cometer actos de violencia. En un mun­ 117

do donde hay demasiado poco amor y excesiva violencia, vale la pena examinar cualquier herramienta capaz de acentuar la primera y reducir la segunda. La empatia también ayuda a curar las relaciones íntimas. El MDMA se ha utilizado en terapia familiar y en asesoramiento matrimonial para lograr un diálogo significativo dentro de es­ tos sistemas de relaciones. Las sesiones con MDMA incremen­ tan la intimidad y permiten una comunicación verbal directa, cariñosa y honesta de todo aquello que es real y significativo entre los participantes.

Uso de la empatia en la terapia de pareja Lo siguiente es una narración extraída de la obra de Rick Ingrasci, un médico de Massachusetts, a partir de un artículo de Joe Klien publicado en la revista New York. La primera vez que Bob Littlehale tomó MDMA bajo la su­ pervisión del doctor Rick Ingrasci, experimentó una epifanía. «Me di cuenta de que amaba a mi esposa. Fue un sentimiento enorme que, simplemente, llenó mi pecho», dice Littlehale, un destacado médico de Massachusetts. «Tuve que tomar el teléfo­ no y llamarla. Ella estaba trabajando. Pero no importó. Esa sen­ sación permaneció conmigo. Esta sustancia no permite que uno se olvide de eso.» Marie Littlehale recuerda: «Su tono de voz sonó totalmente alegre. No parecía como si estuviera en otro mundo, como apa­ gado o bebido. Fue todo bastante desconcertante». Aunque desde la epifanía de Bob ambos han tomado la droga juntos, los Littlehale se apresuran a indicar que el MDMA no ha salvado su matrimonio; después de 24 años de guerras esporádi­ cas, quizá no pudiera salvarse nada. Pero, según afirma Marie, «nos ha hecho mucho más conscientes de los temas que están en juego. Nos ha ayudado realmente en el proceso de averiguar lo que deseamos hacer». 118

Ingrasci dice: «No se trata de una panacea. No puede salvar un matrimonio desgraciado. Pero he descubierto que es increí­ blemente útil». Antes de enterarse de la existencia del MDMA, a través de unos amigos, Ingrasci había creado una práctica con éxito basa­ da en principios holísticos en la que resaltaba la conexión entre la salud mental y la física. Era especialmente bien conocido por su trabajo con personas que sufrían enfermedades graves. De he­ cho, Marie Littlehale visitó por primera vez al doctor Ingrasci porque estaba convencida de hallarse en las primeras fases de la

Rick Ingrasci, médico, un tarapeuta de Boston que utilizó el MDMA en terapia de parejas.

119

esclerosis múltiple. Los Littlehale pasaron aproximadamente un año en tratamiento terapéutico, a nivel individual y como pareja, antes de que Ingrasci sugiriera el MDMA como una posibilidad. Ingrasci comenta: «Yo mismo tomé la droga antes de dársela a ningún paciente, y experimenté una enorme sensación de bie­ nestar. No la recomiendo a todos. Habitualmente, me limito a sugerir que las drogas capaces de alterar la mente constituyen una entre varias estratégicas terapéuticas posibles. Si el paciente decide que eso es lo que desea hacer, le organizo una cita de dos horas y le pido que venga una hora antes para tomar la droga». Ingrasci obtiene el MDMA de un químico local. La adminis­ tra en cápsulas o en forma de un polvo mezclado en zumo de frutas. «Aproximadamente la mitad de las personas experimentan una suave reacción física, como una mandíbula apretada, náuse­ as, un poco de ansiedad, que desaparece con bastante rapidez. Habitualmente, la gente se limita a empezar a hablar, pero en ocasiones tengo que adoptar un papel más activo. Con las pare­ jas, especialmente, ocurre que lo único que desean es permane­ cer allí sentados, abrazados, o balancearse adelante y atrás, hasta que yo tengo que decirles: “Bien, ocupémonos de lo que nos in­ teresa aquí”».

¿Empatia inducida por la droga? Una cuestión que puede plantearse aquí es: ¿Cómo puede producir una droga, una sustancia química que ingerimos, una experiencia humana como la empatia? Las drogas no producen experiencias, sino que son las expe­ riencias las que ocurren en la gente. El MDMA cambia el equi­ librio electroquímico del cerebro en formas que todavía no comprendemos. Al cambiar la naturaleza química del cerebro, es como si se accionara un interruptor neurológico, proporcio­ nando al consumidor del MDMA acceso a un estado alternati­ vo de conciencia. Al «abrirse» el individuo a ese nuevo estado, 120

quedan suspendidas temporalmente las pautas normales de de­ fensa. En esta postura mental cambiada, es más probable que se den la empatia y algunas otras experiencias características. Todo este ámbito de la «droga que afecta a la experiencia» toca un complejo tema filosófico y psicológico: la relación en­ tre el cerebro y la mente. Sin intentar contestar este enigma clásico, vemos que los compuestos empatógenos ponen en marcha la experiencia de la empatia dentro del cuerpo/mente (donde el cuerpo y la mente son la misma cosa o están interrelacionados).

Empatia experimental La empatia y sus efectos fueron el tema principal del infor­ me sobre el primer estudio formal acerca del MDMA en los se­ res humanos, llevado a cabo por George Greer, médico, y Requa Tolbert, enfermera diplomada. George Greer es psiquiatra y Requa Tolbert enfermera psiquiátrica. Están casados, viven en Nuevo México y utilizaron MDMA en su práctica psicoterapéutica hasta que fue penalizada. Nuevo México y California son dos estados que permiten a un médico utilizar drogas en su tratamiento de los pacientes, así como fabricarse ellos mismos las drogas, siempre que estén bajo la revisión de otros compa­ ñeros y se obtenga el consentimiento informado de los pacien­ tes. Con objeto de investigar los efectos y la utilidad del MDMA, Greer y Tolbert iniciaron un estudio piloto sobre el MDMA. No emplearon a ninguno de los pacientes de su consulta privada, sino que reclutaron a un grupo de 29 sujetos a los que accedie­ ron por información privada. El grupo fue revisado para excluir la existencia de problemas psiquiátricos graves, o problemas médicos que estuvieran contraindicados, como enfermedad car­ diaca o hipertensión. Informaron sobre esta investigación piloto en el Journal o f Psychoactive Drugs, en el número de octubrediciembre de 1986: 121

Cada sujeto experimentó algún beneficio durante su sesión con el MDMA. Veintisiete se sintieron más cerca y más íntimos con todos los que estaban presentes. (Los otros dos tuvieron se­ siones en solitario.) De los veintiún sujetos que tuvieron sesio­ nes por parejas o en grupos, todos experimentaron más cercanía y/o intensificación de la comunicación. A dos de ellos les resul­ tó más fácil recibir cumplidos y críticas... Nuestra conclusión general es que el mejor uso singular del MDMA consiste en facilitar una comunicación más directa entre las personas que ya participan en una relación emocional signifi­ cativa. La comunicación no sólo se ve intensificada durante la se­ sión, sino también con posterioridad a ésta. Una vez que una persona motivada terapéuticamente ha experimentado la ausen­ cia de verdadero riesgo implicado en la comunicación directa y abierta, ésta se puede practicar sin la ayuda del MDMA. Esta ca­ pacidad no puede sino ayudar a resolver los conflictos existen­ tes, pero también a prevenir que se produzcan conflictos futuros debido a temores no expresados o a malas interpretaciones. Independientemente del mecanismo, la mayoría de sujetos expresaron una mayor facilidad para relacionarse con sus pare­ jas, amigos y colaboradores... Norman Zinberg, asociado con la Escuela de Medicina de Harvard, efectuó un estudio del MDMA como parte de una in­ vestigación sobre «la fenomenología del cambio de concien­ cia». Sus resultados se publicaron en el número de enero-mar­ zo de 1976 del Journal o f Psychedelic Drugs. En su estudio, Zinberg llevó a cabo varias sesiones con el MDA, y comentó: «Lo que me fascinó fue la repetida insisten­ cia sobre la conciencia empática de lo que estaban pensando los demás». Zinberg intentó descubrir más sobre la naturaleza de estas sensaciones empáticas, para lo que habló por separado con los individuos que habían tenido tales experiencias, e informó al respecto: 122

í Un sujeto así no sólo fue capaz de describir lo que sentían los demás, como por ejemplo: «A piensa en tener relaciones se­ xuales con B», o «Creo que C se siente perdido en recuerdos de la niñez o en fantasías de relación con D», sino que también pu­ dieron decir algo sobre las pistas que les condujeron a esas con­ clusiones, como por ejemplo la forma en que alguien deslizaba la arena entre las manos, el aspecto de las líneas que se forma­ ban alrededor de la boca de otra persona, o la forma en que una persona miraba hacia un lado y luego apartaba la mirada. Yo mismo no me había dado cuenta de esas pistas hasta que ellos me las señalaron. No obstante, los sujetos no pudieron articular los pasos intermedios acerca de cómo esas pistas les condujeron a esa conciencia empática final. A continuación, me dirigía a la persona sobre la que habíamos estado hablando, y le preguntaba en qué había estado pensando. En el 80% de los casos mi sujeto original tenía razón hasta en los detalles más pequeños. Era algo muy notable y me permitió captar por qué algunos consumidores de psicodélicos a los que yo conozco, habían ter­ minado por interesarse por la percepción extrasensorial. Pregun­ té, en particular, si esta empatia se basaba en alguna intimidad insólita con un individuo en particular, a lo que habitualmente se me contestaba que no. De hecho, parecía funcionar de un modo igualmente efectivo con personas que no eran consideradas ami­ gas íntimas. Aunque el estudio de Zinberg se llevó a cabo con el MDA, es relevante para nuestra discusión. Ya señalé antes que el MDMA es un empatógeno más puro que el MDA; si el MDA muestra efectos empáticos, no cabe duda de que el MDMA también. Así pues, a lo largo de este libro utilizaré información obtenida a partir de los estudios hechos con el MDA. Debe comprenderse que las dos sustancias no tienen efectos idénti­ cos, pero pertenecen a la misma familia. La información reuni­ da de cualquiera de los miembros de esta familia también es cierta, hasta cierto punto, con respecto a todos ellos.

123

Abrirse La fase inicial de la experiencia con el MDMA se produce aproximadamente al cabo de media hora de la ingestión. Este período dura de 15 a 25 minutos. Es en este momento cuando se experimenta con mayor intensidad la sensación de «abrirse». Claudio Naranjo, médico, autor de El viaje curativo y uno de los primeros colaboradores en la investigación de Shulgin, lla­ mó a este período de la sesión «un breve y fluctuante momento de cordura». Durante este momento «álgido», los sentimientos o emociones no expresados fluyen libremente entre los partici­ pantes en la sesión. En «Algunas observaciones personales so­ bre la experiencia con Adán», B. van Alstyne afirma: El principal efecto que hemos observado es definitivamente de naturaleza RELACIONAL [mayúsculas del autor]. Es decir, el XTC tiende a disolver las barreras que normalmente interpo­ nen las personas entre sí mismas y los demás, permitiendo así la manifestación de los verdaderos sentimientos existentes a nivel del corazón. Eso es algo que se siente inmediatamente la prime­ ra vez que se toma la droga. Después de mirar a los ojos del otro, no se abriga la menor duda de estar viéndolo de una forma como jamás se había experimentado con anterioridad o que qui­ zá sólo se había experimentado rara o parcialmente. Hay una sensación de increíble belleza y perfección en la propia percep­ ción de la otra persona, y un sentimiento de amor absolutamente incondicional. Se sienten bajo una luz complemente diferente los factores sociales, que podrían haber condicionado el propio amor por la otra persona, como las opiniones de ésta, sus objeti­ vos, hábitos y, sobre todo, sus TEMORES sobre el estado de la relación y sus eventualidades. La comunicación se hace sin es­ fuerzo, aunque se expresen preocupaciones o sentimientos dis­ tintos. Existe la certidumbre de que el otro individuo es perfecto e infinitamente hermoso, lo mismo que es uno, aunque las dife­ rencias expresadas hayan sido tema de conflicto en la relación sostenida hasta el presente. Durante la experiencia con el XTC 124

* . • . sólo parece posible estar en un espacio verdadero [es decir, rela­ cionarse honestamente], y la verdad experimentada es la que sur­ ge a partir del amor incondicional. El amor incondicional se refiere a la clase de amor que no plantea expectativas sobre la persona amada. Procede de una total aceptación del individuo, tal como es. Puede verse como una reflexión interpersonal del sentimiento de «lo correcto del universo», experimentada intrapersonalmente con el MDMA, viendo simplemente el hecho básico de estar vivo como sufi­ ciente para sentir felicidad, a pesar de todos los problemas y preocupaciones de la vida. Esta experiencia de amor incondi­ cional es similar a la consideración positiva incondicional que Cari Rogers recomienda que deberían tener los terapeutas hacia sus clientes. De hecho, el MDMA ha sido consistentemente anunciado por los terapeutas como una sustancia que facilita la relación abierta entre terapeuta y cliente, de modo que puede encontrar expresión aquel material que normalmente se retendría. Eso hace que sea útil, por ejemplo, en una entrevista de diagnósti­ co, al principio de la terapia. A esta clase de método, los tera­ peutas lo denominan «derribar los muros» entre el terapeuta y el cliente, o establecer una «buena transferencia». Un posible uso para la buena transferencia sería en la hipnoterapia. Para lograr un trance hipnótico profundo es esencial haber establecido confianza entre el hipnotizador y el sujeto. El MDMA puede facilitar las condiciones de la confianza. Eso ha sido corroborado por información anecdótica procedente de otros hipnoterapeutas que conozco, y que han intentado inducir el trance mediante el uso del MDMA. Han descubierto que el MDMA facilita la inducción del trance y que tiene como resul­ tados trances más profundos. Otro concepto importante para la clase especial de relación de la que estamos hablando es lo que el teólogo Martin Buber denominó la relación del «Yo-Tú». Buber contrastó la relación «Yo-Tú» con la del «Yo-Ello». La primera es un auténtico con­ 125

tacto entre dos personas, en el que cada una respeta la humani­ dad básica de l a otra. Las relaciones «Yo-Ello», en cambio, son interacciones que reducen a cada una de la s personas a objetos sin vida. En l a expresión vernácula de los tiempos que corren sería la diferencia entre «follar» (Yo-Ello) y «hacer el amor» (Yo-Tú). A menudo, la experiencia con el MDMA tiene esta misma cualidad de autenticidad intensificada. La interacción entre las personas se aleja de los temas superficiales y se dirige hacia una más profunda conexión del «alma», se aleja del «Yo-Ello» y se dirige hacia el «Yo-Tú». David Robinette, hipnoterapeuta de Santa Cruz, California, comenta sobre los efectos del MDMA en la formación de la relación: El valor terapéutico del «Éxtasis» (MDMA) puede hallarse en su capacidad para actuar sobre el centro del corazón, expan­ diendo el cuerpo sentimiento/sensorial/emocional hacía ámbitos más elevados y sutiles. También actúa sobre el centro perceptivo situado en la parte delantera del cerebro, llamado metafórica­ mente el «tercer ojo», amplificando las percepciones de las más exquisitas permutaciones de las interacciones humanas. Esto puede permitir que tenga lugar un más profundo proceso de vinculación en las relaciones en las que, por alguna razón, se ha impedido que se produzca el proceso de vinculación natural. La vinculación es la capacidad para conectarse significativamen­ te, a un nivel más profundo de sentimiento, con uno mismo o con otro, en una relación de confianza. Habitualmente, la capa­ cidad de vinculación se desarrolla en el nacimiento. Es la rela­ ción segura y confiada con la madre lo que permite que, más tarde, en la vida, se establezcan vinculaciones maduras de pare­ ja. Allí donde esa capacidad ha sido cooptada por un sistema que no considere al niño como un ser humano plenamente de­ sarrollado, ni se ve la necesidad de establecer una vinculación en la primera infancia y en la niñez, el MDMA ofrece la prome­ sa de curación en esos niveles fundamentales del ámbito senti­ mental. 126

Un modelo útil de lo que sucede durante la experiencia con el MDMA puede encontrarse en la psicología de Wilhelm Reich. Reich, que fue alumno de Sigmund Freud, desarrolló una teoría centrada en el cuerpo y en los movimientos de la energía biológica dentro del cuerpo. En un individuo normal y sano (una rara avis en nuestra sociedad), la energía se mueve a través del cuerpo por medio de pulsaciones. En este estado de energía que fluye libremente, y que Reich denominó «potencia orgástica», una persona es capaz de expresar emociones y de alcanzar un pleno orgasmo sexual. No obstante, los traumas experimentados por la mayoría de nosotros en el proceso de crecimiento en nuestra sociedad, con su restricción sobre la expresión sexual, produjeron bloqueos en la bioenergía del cuerpo, que Reich denominó «armadura del carácter». Esta armadura muscular se produce en ciertas partes del cuerpo. Entre esas regiones acorazadas se encuentran la pelvis, el pecho y el rostro. El orgasmo se restringe a la re­ gión genital y no se extiende por todo el cuerpo, como sucede en una persona sana. Reich se apartó de la terapia verbal del diván de Freud al intentar manipular realmente el cuerpo con objeto de desmontar la armadura. Parece ser que el MDMA también conseguiría el mismo objetivo. Alfred Scopp, un psi­ cólogo clínico, observó que «el MDMA es analgésico. El efec­ to del MDMA es el de relajar la armadura muscular. Eso tiene como resultado el permitir que suija a la superficie el trauma psicológico, la defensa o el dolor mental asociados, que luego es eliminado con suma facilidad». Para especular un poco, quizá el fenómeno de explosión de burbuja que se ha observado sea el proceso mediante el que se pueden llevar hasta la superficie las experiencias emocionales negativas y reprimidas del pasado. A un nivel interpersonal, eso tendría como resultado las expresiones directas de senti­ mientos previamente reprimidos, y representaría una forma de comportamiento que se vería libre de las pautas que son habi­ tuales.

127

Sexualidad Lo siguiente procede de un artículo titulado «Psiquiatras de­ fienden nueva droga callejera para terapia», de Miles Corwin, publicado en Los Angeles Times, el lunes 27 de mayo de 1985. [El MDMA] es conocido como «la droga del amor» en los campus universitarios, donde se le considera como un afrodisía­ co, pero los consumidores que fueron entrevistados dijeron que precipitaba sensaciones emocionales, no sexuales. «No se descuida uno como un pordiosero —dijo el estudiante Jeff Manning, que ha tomado la droga varias veces por pasar la “experiencia”— . Surgen las verdaderas emociones y nadie va a hacer nada que no quiera hacer.» La cuestión sobre si el MDMA es o no un afrodisíaco cons­ tituye quizá uno de los aspectos más fascinantes y complejos de sus efectos interpersonales. Ello se debe a que intensifica y cambia la naturaleza del acto amoroso. La contestación a la pregunta del afrodisíaco depende de qué definición se utilice para el término «afrodisíaco». James Gawin, en el Journal o f Psychedelic Drugs, en su número de julio-octubre de 1978, indica la existencia de una disparidad entre la definición clásica de afrodisíaco, empleada en los estu­ dios científicos, que resalta el incremento del impulso sexual o libido, y otra noción más amplia de afrodisíaco que incluye el efecto de la sustancia sobre el placer subjetivo experimenta­ do en la actividad sexual, sin considerar sus efectos sobre la li­ bido. Cuando se emplea la definición clásica de afrodisíaco, cabe afirm ar que todavía no se ha desarrollado o descubierto ningu­ na sustancia de ese tipo. Gawin sugiere «ampliar la definición de los afrodisíacos para incluir el efecto de una sustancia far­ macológica sobre el placer subjetivo de la experiencia sexual, independiente de cualquier efecto sobre lo que habitualmente se considera como la libido o impulso sexual». 128

Una vez aceptado este nuevo significado para afrodisíaco, se pueden examinar numerosas sustancias psicoactivas como afrodisíacos. Gawin pasa a describir el MDA, pariente químico del MDMA: Quizá el potencial más importante para el beneficio sexual a través del uso de sustancias farmacológicas se encuentre en el MDA (3,4-metilenedioxianfetamina). El MDA ha alcanzado una cierta notoriedad en ambientes marginales como estimulante se­ xual, y también ha sido propuesto como accesorio de la psicote­ rapia... Parece unir algo de la intensificación sexual y el incre­ mento del placer derivados de estimulantes con capacidad para aumentar el afecto, facilitar la autocomprensión y aumentar la empatia interpersonal, de una manera común a los alucinógenos, pero sin las alteraciones perceptivas de estos, las despersonaliza­ ciones o perturbaciones del pensamiento que a menudo impiden que los alucinógenos sean terapéuticamente útiles o puedan ser considerados como afrodisíacos consistentes... Varios autores... han observado que el MDA produce sensaciones de profundas necesidades interpersonales y efectos descritos como «amor» a nivel superficial. En conjunto, parece que el «estimulante intensificador» y los «componentes emocionales» de las acciones de la droga pueden combinarse en las situaciones sexuales para pro­ ducir un afrodisíaco «afectivo». Varias personas han examinado la relación entre el MDA o el MDMA y la sexualidad. Zinberg, en otra observación para su estudio del MDA, antes mencionado, comenta: Las relaciones sexuales fueron posibles, especialmente al desvanecerse los efectos de la droga, pero durante el momento cumbre del viaje, la gente describió, en general, un sensualismo difuso que le pareció de mayor interés que la sexualidad especí­ fica, como la relación sexual o la masturbación. (Aunque dos sujetos me dijeron que habían tomado la droga a solas y que sólo entonces se sentían sexualmente preocupados 129

y se masturbaban con frecuencia.) Este sensualismo se demostró en un deseo de tocar a los demás o de sentir la arena, la hierba, el agua, las flores y cosas similares. Una vez más, el deseo por tocar o el placer de tocar era específicamente pansexual, y a me­ nudo no estaba relacionado con la intimidad cotidiana. Otro de los primeros exploradores de los efectos de este grupo de sustancias capaces de cambiar la mente es Andrew Weil, que informa sobre los efectos del MDA en el Journal o f Psychedelic Drugs: Los participantes pueden sentirse muy afables los unos con los otros, pero los sentimientos no son explícitamente sexuales porque el MDA tiende a disminuir el deseo de alcanzar el orgas­ mo. Para muchas personas es única y bien recibida la experien­ cia de disfrutar de contacto físico y de sentimientos de amor por los demás, en ausencia de un apetito específico por el sexo. Un tercer punto de vista sobre la experiencia sexual, esta vez específico sobre el MDMA, es el ofrecido por B. van Alstyne, en su trabajo no publicado «Algunas observaciones personales sobre la experiencia con “Adán”»: Probablemente, la experiencia más asombrosa y hermosa para nosotros, así como para muchos otros que han utilizado Adán como una herramienta de relación, fue la forma en que nuestra sexualidad se integró en este conciencia del corazón. Adán no es un «afrodisíaco» en el sentido de que no tiene un efecto estimulante directo sobre los canales sexuales. De hecho, observé que se veia notablemente inhibida mi capacidad y, más significativamente, mi deseo de crear una carga de energía O R G Á s m i c a [mayúsculas del autor] a la manera habitual. Lo que sí ocurre, sin embargo, es una completa disolución de todas las barreras artificiales que se oponen a las expresiones de a m o r , de modo que cuando uno s i e n t e apropiado expresar el amor sexualmente, no hay b a r r e r a s q u e s e i n t e r p o n g a n . (Durante y 130

después de nuestro primer viaje, apenas abandonamos la cama durante dos días.) Pero la c a l i d a d de la experiencia del acto amoroso es com­ pletamente transformadora. Se experimenta la sensación de ser CONSCIENTE del hecho de estar aquí, ahora, haciendo el amor con el cuerpo. Descubrimos una maravillosa y mágica naturali­ dad en el uso de nuestros cuerpos de este modo, y especialmente

Andrew Weil, médico autor de The Natural Mind. 131

en usar nuestros sentidos para apreciar nuestros cuerpos y lo que estábamos haciendo con ellos. Descubrí una fascinación comple­ tamente desinhibida al tocar el cuerpo d e mi compañera de una forma intencionada, lenta, consciente, con el uso d e todos mis sentidos completamente abiertos, observando intensamente nues­ tros cuerpos con una arrebatada fascinación y maravilla. Una v e z más, la calidad o r d i n a r i a de todo me resultó extraña... Ambos tuvimos la impresión de que los únicos factores que afectan el que la gente se muestre interactiva durante la expe­ riencia con Adán son: 1) su propio nivel de orientación sexual con las personas, en general, y 2) la percepción de lo apropiado de la situación A n i v e l d e l c o r a z ó n (más que a nivel sociocultural) de ser sexual con otro o con otros. En otras palabras más sencillas, no vemos que vaya a producirse mucha tensión o lucha interiorizada como parte de esta experiencia; si dos o más perso­ nas que han tomado Adán sienten un deseo de mostrarse sexua­ les con el otro o los otros, como parte de una expresión de sus sentimientos inmediatos de amor y conexión, probablemente lo harán de una forma espontánea y natural. La cuestión es que la experiencia con Adán elimina tanto la c o m p u l s i ó n como la i n ­ h i b i c i ó n , según esté presente la una o la otra, en relación con la sexualidad. En un artículo publicado en el número de octubre de 1985 de Journal o f Psychoactive Drugs, la primera encuesta acerca de los efectos del MDMA sobre la sexualidad humana, titulado «el MDMA y la función sexual humana», John Buffum, farma­ cólogo, y Charles Moser, doctor, sintetizaron sus descubrimien­ tos: Parece ser que el MDMA no aumenta la excitación o el deseo sexual en una mayoría de individuos. Tanto en los hombres como en las mujeres, el MDMA intensifica los aspectos sensua­ les del sexo. Puede que eso se deba al aumenta de las sensacio­ nes de intimidad emocional. Casi la mitad de los hombres y una tercera parte de las muje­ 132

res indicaron que se sentían más receptivos a mostrarse sexuales mientras se hallaban bajo la influencia del MDMA, pero ese efecto no encontró su paralelismo en un aumento del interés por iniciar la actividad sexual, ni en los hombres ni en las mujeres. Aunque una mayoría indicaron que utilizarían el MDMA como estimulador sexual, la mayoría de sujetos que lo habían consu­ mido durante la práctica del sexo informaron de un aumento de la intimidad emocional. Resulta curioso que una droga capaz de aumentar la intimidad emocional, que intensifica la receptividad a ser sexual y que es elegida precisamente como estimulante se­ xual, no aumente el deseo de iniciar el sexo. Los sujetos investigados descubrieron que el MDMA dificul­ ta alcanzar el orgasmo, especialmente en el caso de los hombres. La capacidad eréctil disminuyó en casi la mitad de los hombres. No se observó ningún otro efecto sexual en la gran mayoría de sujetos. Las observaciones anteriores nos permiten plantear de la forma siguiente algunas generalizaciones sobre el MDMA, su pariente cercano, el MDA y la relación de ambos con la sexua­ lidad: Ambas sustancias pueden clasificarse como afrodisíacos, según la definición del término planteada por Gawin. Estos empatógenos parecen estimular el contacto físico, pero hacen que ese contacto sea específicamente menos sexual. Disminuye la necesidad de alcanzar el orgasmo, pero aumentan las sensa­ ciones placenteras asociadas con el contacto del cuerpo. Esa disminución del impulso hacia el orgasmo tiene algunas corre­ laciones interesantes. Una de ellas es el ejemplo de Reich del individuo que ha alcanzado potencia orgástica. Durante la se­ xualidad, las personas orgásticamente potentes no se hallan en­ cerradas en una fijación mecánica sobre sus genitales. Así pues, es posible que las experiencias con empatógenos ofrez­ can un modelo para la potencia orgástica. Un paralelismo oriental a esto lo encontramos en el yoga tántrico de los hindúes y budistas. En el yoga tántrico, los com­ 133

pañeros sexuales intentan permanecer quietos en la unión se­ xual, sin movimiento, durante largos períodos de tiempo. Se les aconseja evitar el orgasmo y, en lugar de eso, centrarse en la energía que se intercambia entre ellos. Hay un intento por con­ vertir el acto sexual en un ritual sagrado. Aquí, una vez más, las sustancias que examinamos ofrecen un modelo experimen­ tal. Otro tema común que se encuentra en las narraciones que consideran el MDMA y la sexualidad, resalta que exige auten­ ticidad en el acto amoroso, a diferencia de la cocaína, el alco­ hol y Quaaludes, que tienen fama de ser drogas de seducción. Algunos gays promiscuos del ambiente de los bares de Nueva York que utilizan cocaína en sus ligues sexuales de una noche, han descubierto que el MDMA es un sustituto insatisfactorio. Bajo su influencia, se ponen de manifiesto, de una forma trans­ parente, las influencias desaseadas y egoístas. Puesto que el MDMA estimula la expresión de sensaciones profundas, resul­ ta difícil presentar una imagen falsa durante la experiencia.

¿Es «real» la experiencia? Tomar el MDMA afecta de una forma tan espectacular al comportamiento interpersonal que surge una pregunta que se plantea constantemente sobre la experiencia: «¿Fueron reales las expresiones de amor, de cariño y de sexo, o sólo se debie­ ron a los efectos de la droga?». Eso se parece a la pregunta planteada en la vieja parábola por el sabio chino Chuang Tzu, que tuvo un sueño en el que se convertía en una mariposa y aleteaba sobre prados cubiertos de flores. Se despertó del sueño y se preguntó: «¿Soy un hombre que soñó ser una mariposa, o una mariposa que ahora sueña con ser un hombre?». Es esta clase de pregunta la que me induce a usar el término «estado alternativo de conciencia», en lugar de «estado altera­ do de conciencia». Nuestra realidad ordinaria, o la realidad que 134

acordamos por consenso, es vista como una simple posibilidad entre una amplia gama de alternativas. En este contexto, la experiencia con el MDMA es un estado alternativo de conciencia en el que las pautas normales de de­ fensa aparecen cambiadas o se han desvanecido por completo. Las defensas han evolucionado por una razón, pero pueden lle­ gar a convertirse en algo rígido y disfuncional. Claro que ser abierto y afable no siempre es apropiado para cada situación en la que nos encontramos. Pero el hecho de que las defensas existan en nuestra con­ ciencia ordinaria no las convierte en parte de ninguna realidad «real», lo que convertiría en una realidad «falsa» cualquier otro estado de conciencia en el que no existieran. Podemos evaluar lo estados de conciencia de acuerdo con algún otro estándar, como por ejemplo: «¿Qué estado es funcional para el indivi­ duo?», o bien: «¿Qué estado es estéticamente agradable?». No cabe la menor duda de que un estado no defensivo y cariñoso sería juzgado como útil o hermoso por muchas de las personas que se encontraran en ese contexto. Naturalmente, la compatibilidad de las personas que han consumido MDMA no siempre significa que continuarán rela­ cionándose bien en la vida cotidiana. Timothy Leary, profesor de Harvard convertido en guru del LSD y reconvertido en autor de software de computadoras, cuenta la siguiente historia sobre sus propias relaciones amorosas y hace una advertencia: Barbara y yo nos dirigimos a un restaurante francés donde to­ mamos una deliciosa cena y una botella de Maison Pierre Grolau. Recuerdo la velada como algo suave y tranquilo. Entonces, Barbara, cuyo objetivo en la vida es sentirse animada e íntima, me miró con aquella expresión característica en sus ojos que in­ dicaba: «Vamos, hagámoslo, cariño». ¿Qué podía hacer yo? Los mayores éxitos de mi vida los he alcanzado siempre diciendo que sí a las invitaciones de Barbara. Cada uno nos tomamos una pastilla. Le hice señas al camarero indicándole que trajera la cuenta. La droga me afectó antes de que el camarero regresara. 135

¡Zap! Barbara me miró y se echó a reír. «Eres tan afortunado. Siempre te afecta a ti primero», me dijo. Me quedé allí sentado, sintiéndome mejor de lo que me había sentido en mi vida (y he pasado algunos buenos ratos). «Mira —le dije—, vas a tener que pagar la cuenta, tomar una cuchara y depositarme en el taxi.» Barbara me dirigió una mirada de envi­ dia. Nos miramos a los ojos y sonreímos. Es esto. Ambos lo comprendemos todo. Quedan suspendidas todas las defensas,

T im othy L eary, doctor en Filosofía, que no quiso esperar seis

semanas a casarse

136

protecciones y hábitos emocionales. Nos damos cuenta, alegre­ mente, de que hemos sido diseñados para ser perfectos. Apa­ rentemente, lo único que podemos hacer es acariciamos mutua­ mente. Bien, la experiencia continuó. Empezamos a descender al cabo de tres horas y tomamos otra pastilla. Ocurrieron multitud de cosas divertidas. Charlamos como Budas recién nacidos que acabaran de descender del cielo.

Barbara Leary.

137

Al día siguiente volamos de regreso a Hollywood. Tres días más tarde nos habíamos casado. Debería decir aquí que algunos han llamado al XTC el «Síndrome del Matrimonio Instantáneo». Multitud de personas que no se conocían bien las unas a las otras han compartido esa misma experiencia, han activado los circuitos del amor y la empatia, y al día siguiente se han precipi­ tado para casarse. En algunos casos, una vez desvanecido el humo de color de rosa, la pareja se da cuenta de que aun cuando compartieron por un tiempo la más elevada región del amor, los aspectos prácticos de su vida no estaban precisamente sincroni­ zados. Cabría llamar a eso un romance cósmico de verano. De hecho, las cosas llegaron a estar tan mal en Boulder, Colorado, que se imprimieron pegatinas y camisetas con la leyenda: «No te cases por seis semanas tras haber tomado XTC». Aunque Leary aconseja precaución, su matrimonio con Bar­ bara ha durado diez años, y todavía se mantiene fuerte.

138

3. Los usos de un entactógeno

Cuando los iniciados en el MDMA empiezan a describir su experiencia, los temas más comunes mencionados son interper­ sonales. Las frases y palabras que más probablemente salpica­ rán cualquier narración de un primer viaje por el mundo del MDMA incluyen «comunicación», «amor», «abrirse», «contac­ to», «conexión profunda», «empatia», y otros términos que in­ diquen que el individuo fue capaz de relacionarse mejor con los demás. Hay, sin embargo, otra dimensión de la experiencia del MDMA: el mundo que hay dentro, lo intrapersonal. De hecho, David Nichols, del departamento de Química Médica de la Uni­ versidad Purdue, acuñó otro término para designar el MDMA, al que denomina «entactógeno», que es una palabra compuesta de raíces latinas que significan «permitir un contacto interior», lista faceta del MDMA como entactógeno, que produce una transformación de la psique interior, tiene sus usos en terapia y en la solución de problemas, en la meditación, la autorrealización y la creatividad, y constituirá el centro de atención de este capítulo. Una vez hecha la distinción entre los modos de experiencia interpersonal e intrapersonal, deberíamos observar que los dos aspectos se hallan vinculados íntimamente. Cuando una perso­ na se siente mejor con respecto a los demás, también se siente mejor, por supuesto, con respecto a sí misma. Sentirnos mejor 139

con nosotros mismos es la parte interior, y sentimos mejor con respecto a los demás es la parte exterior de la misma experien­ cia. Observé esta relación en el último capítulo, al hablar de lo que cabría denominar como un sentimiento de «lo correcto del universo». Hubo en ello una experiencia concomitante en el te­ rreno interpersonal, el «amor incondicional». Aqui, «lo correc­ to del universo» y el «amor incondicional» son como imágenes de una misma cosa reflejadas en el espejo. Cada una de las imágenes refleja a la otra en su propio mundo. ¿Qué es exactamente esa sensación llamada «lo correc­ to del universo»? Bien, normalmente, la gente experimenta una cierta cantidad de ansiedad durante la existencia cotidiana. Las preocupaciones relativas a diversos ámbitos de la vida, como el dinero, el sexo, la enfermedad, la muerte, etc., nublan nuestra conciencia ordinaria. Nos vemos impedidos para disfrutar del momento presente por la nostalgia y la lamentación por el pa­ sado, así como por la incertidumbre y el temor por el futuro. Ahora imaginemos que las nubes se dispersan y aparece el cielo azul, extendiéndose hasta que llena todo el semihemisferio que nos rodea. El cielo azul es como la mente no agobiada por problemas. El simple hecho de estar vivo ahora parece todo lo que se necesita para ser feliz. Desaparecen todas esas otras condiciones que antes se situaron como condición para experi­ mentar la felicidad, como un coche nuevo, una nariz más boni­ ta, un ascenso en el trabajo, mantener relaciones sexuales con todas esas mujeres hermosas y hombres atractivos. Sería mara­ villoso, pero como dijo Alan Watts una vez: «¡De eso se tra­ ta!». En El viaje curativo, de Claudio Naranjo, obra de la que más adelante hablaremos con amplitud en este capítulo, apare­ ce otro miembro de la familia de las drogas de la que forma parte el MDMA. Se trata del MMDA, que también transmite la sensación de «lo correcto del universo». Naranjo afirma:

140

1 Habitualmente, la percepción de las cosas y de las personas no se ve alterada o incluso intensificada, pero las reacciones ne­ gativas que impregnan nuestras vidas cotidianas, más allá de nuestro conocimiento consciente, se mantienen en suspenso y son sustituidas por la aceptación incondicional. Esto es muy parecido al amour fati de Nietzsche, el amor del destino, el amor por las propias circunstancias particulares. En tales estados inducidos por el MMDA parece darse la bienvenida a la realidad inmediata, sin dolor ni apego; la alegría no parece depender de la situación dada, sino de la existencia misma y, en tal estado mental, todo es igualmente digno de amor... Buena parte del afecto que Naranjo atribuye al MMDA, también puede decirse de su cercano pariente, el MDMA.

Efectos paradójicos En su comunicación ante la conferencia celebrada en Santa Barbara, mencionada en el capítulo anterior, Ralph Metzner compara esta experiencia intrapersonal que produce el MDMA con «el terreno del ser, el núcleo de nuestro ser, un punto sere­ no y quieto del ser». Durante muchas sesiones con el Extasis, llega un momento de calma, de completa quietud, que algunos meditadores han comparado con el espacio mental alcanzado durante la práctica de la meditación. Como quiera que el MDMA es una m odifi­ cación de anfetamina, es esta quietud la que señalaron los in­ vestigadores de la droga cuando sugirieron que la clase de dro­ gas representadas por el MDMA y el MDA tenían «un efecto paradójico». Cuando alguien toma una anfetamina corriente, como dexedrina o metedrina, habitualmente se siente agitado, inquieto e impulsado. Y, sin embargo, extraña y paradójica­ mente, esta clase de derivados de las anfetaminas, sobre la mente y el cuerpo un estado pacífico, relajado y calmado.

141

Efectos sobre el individuo En el capítulo anterior se revisaron algunos de los resulta­ dos del estudio piloto de George Greer y Requa Tolbert, impor­ tantes para los efectos interpersonales del MDMA. Lo que si­ gue a continuación son algunos extractos del estudio que analiza los principales efectos intrapersonales observados. Lo primero son «algunos beneficios» de los que se informa:

David Nichols, doctor en Filosofía, quien definió una nueva clase de compuestos psicoactivos, los «entactógenos».

142

Los 29 sujetos informaron de cambios positivos en sus actitu­ des o sentimientos. Dieciséis se sintieron más cálidos, frescos, más vivos, eufóricos o con sentimientos amorosos. Diez mencio­ naron una mayor confianza o aceptación en sí mismos, y otros diez sintieron que disminuían sus defensas. Dos de ellos, y cinco de los otros, informaron de haber pasado por un proceso tera­ péutico emocional. Cinco participantes dijeron que habían tenido una experiencia trascendente. Cinco observaron haber tenido me­ nos pensamientos o sentimientos negativos. Tres se sintieron más conscientes de sí mismos, o autofundamentados, y dos informa­ ron de haber experimentado sensaciones de bendición o de paz. Veintidós sujetos informaron de haber experimentado algún beneficio cognitivo: una perspectiva mental ampliada, compren­ sión de las pautas o problemas personales, mejora en la capaci­ dad para el autoexamen o «comunicación intrapsíquica», o «re­ solución de cuestiones». Cinco sujetos utilizaron una dosis baja (50 mg) para facilitar sus capacidades de escritura creativa, cua­ tro de ellos en una sesión de grupo y otro a solas. A todos les pareció bastante útil. Cinco sujetos informaron de una clara cog­ nición o presencia intensificada de la mente. («Informes subjetivos de los efectos del MDMA en un escenario clínico», Greer, Tolbert, Journal o f Psychoactive Drugs, octubre-diciembre de 1986.)

George Greer, médico, y Requa Tolbert, enfermera diplomada, equipo terapéutico del MDMA que llevó a cabo el primer estudio clínico.

143

En el estudio de Greer, todos los sujetos, excepto uno, tenían algún propósito u objetivo, aparte de la curiosidad, y la mayoría tenían múltiples razones para tomar la droga. Greer informa: Dieciséis de estos [participantes con objetivos] sintieron que su propósito se había realizado por completo. Cuatro informaron de haber efectuado un progreso significativo hacia la consecu­ ción de sus objetivos, y siete sintieron que algunos de sus objeti­ vos se habían realizado y otros no... Dieciocho sujetos describieron cambios positivos en su esta­ do de ánimo o emocional, lo que duró desde varias horas hasta varias semanas, con un promedio aproximado de una semana. Catorce informaron de haber experimentado más sentimientos buenos. Cinco de ellos mencionaron específicamente la sensa­ ción de euforia o un estado de ánimo mejorado, y cuatro men­ cionaron un aumento de energía. Once informaron de haberse sentido más relajados, calmados, desprendidos, serenos y/o me­ nos angustiados o agitados... Veintitrés sujetos informaron de cambios positivos en sus ac­ titudes, que duraron desde una semana hasta un período de se­ guimiento de dos años. Una vez más la duración media fue de aproximadamente una semana... Dieciséis de los sujetos informaron de haber experimentado cambios en las creencias, que persistieron después de las sesio­ nes, pero raramente sólo dos informaron del mismo cambio es­ pecífico. Todos los cambios tuvieron como resultado una creen­ cia más positiva sobre sí mismos, tanto individualmente como en su relación con otras personas o con el mundo en general.

Implicaciones de las primeras investigaciones con compuestos relacionados Tal como sugieren estos beneficios y cambios positivos, el MDMA tiene usos importantes en psicoterapia. Antes de pasar a examinar los resultados del estudio de Greer con respecto a 144

sus implicaciones terapéuticas y descripciones de casos especí­ ficos, consideremos por qué la experiencia con el MDMA es terapéuticamente útil. No se han publicado muchas cosas dedi­ cadas a examinar esta cuestión. Hasta la fecha, sólo un libro ha abordado los usos terapéuticos del Éxtasis, publicado en 1974 por el doctor Claudio Naranjo y titulado El viaje curativo. Me siento muy afortunado por haber tenido a Claudio Na­ ranjo como profesor en una clase a la que asistía sobre Psicolo­ gía humanista, cuando era estudiante en la Universidad de Ca­ lifornia, Santa Cruz, donde Naranjo fue profesor invitado en la primavera de 1978. Naranjo es un psiquiatra chileno con un doctorado en mate­ máticas y un historial como pianista de concierto. El viaje cu­ rativo trata sobre el uso de cuatro drogas por parte de su autor en su práctica clínica: MDA, MMDA, harmalina e ibogaína. A las dos primeras las denomina «intensificadores de los senti­ mientos», y a las dos últimas «intensificadores de la fantasía». Aunque el libro se terminó en 1970, el trabajo al que se re­ fiere se llevó a cabo entre 1965 y 1966 en Santiago de Chile, que fue también la ciudad donde se escribió el capítulo sobre el MDA, y se concibió el libro sobre las cuatro drogas. En aquella época, Naranjo era psiquiatra investigador en el Centro de Es­ tudios de Antropología Médica, en la facultad de Medicina de la Universidad de Chile. El MDA, el MMDA y el MDMA son miembros de la mis­ ma familia química. Quizá una de las facetas más fascinantes de lo que hemos aprendido en el estudio de estas sustancias es que aun cuando existe una fuerte semejanza familiar su su efecto principal, cada una de ellas difiere de la otra de una for­ ma que se distingue con claridad; así, un individuo que ha teni­ do varias experiencias puede distinguir cada una de ellas por separado. En el Apéndice de este libro, «Árbol familiar del MDMA», veremos que a esta variación se le ha denominado «relación estructura-actividad», descrita en un artículo de Alexander Shulgin publicado en Nature, en el que muestra cómo se pueden predecir las diferencias en los efectos mentales m e­ 145

diante la variación de la verdadera estructura química de la molécula. Cuando exploremos el futuro de estos compuestos, esa relación también tendrá implicaciones para comprender y controlar el sistema nervioso humano. Naranjo escribió que la familia de «las fenilisopropolaminas [es decir], MDA y MMDA, se caracteriza principalmente por sus efectos sobre la intensificación de los sentimientos, la agu­ dización de la atención, el aumento en la fluidez de las asocia­ ciones y la comunicación». A partir de aquí, Naranjo pasa a distinguir entre las dos dro­ gas emparentadas. Según el psiquiatra chileno, el MDA es una «droga de análi­ sis». Con esto quiere decir que su efecto terapéutico es produ­ cido por la exploración de acontecimientos del pasado, similar al del psicoanálisis, que resalta el efecto de los acontecimientos de la primera infancia sobre el individuo. Naranjo dice del MDA que «la regresión ocurre de un modo tan frecuente y es­ pontáneo que se la puede considerar como un efecto típico de la sustancia, y como una fuente fundamental de su valor tera­ péutico». En contraste, «el MMDA y el ahora eterno» es el título del capítulo dedicado al otro intensificador del sentimiento. De la ex­ periencia cumbre desencadenada a veces por esta sustancia, dice: Es posible hablar tanto de individualidad como de disolución, pero éstas se mezclan en una nueva totalidad característica. La disolución se expresa aquí en una apertura para experimentar, en una voluntad por no abrigar preferencia alguna; la individuali­ dad por otro lado, está implicada en la ausencia de fenómenos de despersonalización y en le hecho de que el sujeto se siente preocupado por el mundo cotidiano de las personas, los objetos y las relaciones. Típicamente, la experiencia cumbre del MMDA es aquella en la que el momento que se vive se convierte en algo muy gratifi­ cante en toda su realidad circunstancial; sin embargo, el senti­ miento dominante no es de euforia, sino de calma y serenidad. 146

La terapia de Naranjo con el MMDA parece utilizar dos principios. Primero, aprovecha el estado de ánimo de serenidad y ausencia de apego producido por la droga, para explorar los problemas de su paciente. Afirma: «Por muy diferentes que puedan ser el desapego espiritual y el saludable funcionamiento psicológico, creo que este último puede desarrollarse gradual­ mente en presencia del anterior, convirtiendo la implicación te­ rapéutica de tal experiencia cumbre en una indirecta. Una de las formas en que puede un estado de ánimo sereno puede te­ ner como consecuencia otros cambios es en el aumento de la posibilidad de comprensión interior, de un modo muy parecido a como un analgésico permite la exploración quirúrgica de una herida». Un segundo principio utilizado en la terapia con MMDA es la esperanza de que los nuevos modos de experiencia alcanza­ dos con el MMDA se mantengan en la vida del paciente duran­ te los días posteriores al final de la sesión. En este sentido, Na­ ranjo sugiere: El estado mental alcanzado por medio del MMDA no es algo que simplemente dure durante un período de tiempo determina­ do y luego se pierda, sino algo que puede ser aprendido. Una vez que una persona ha utilizado su mente de este modo, tiene un acceso más fácil a la misma forma de funcionamiento. Y creo que una de las justificaciones para la edificación de una expe­ riencia cumbre artificial radica precisamente en este aprendizaje mediante el que, tras haber sido adoptada una vez, la actitud de­ seable puede ser «recordada», no sólo intelectual, sino también funcionalmente (del mismo modo que recordamos los movi­ mientos del escribir y del andar tras haberlos aprendido). Esto podría compararse con la mano guía que sostiene la del niño, para mostrarle cómo trazar una letra, o con los practicantes del sistema de M. Alexander, que muestran a una persona cómo per­ manecer erguida, o sentada, de modo que pueda percibir el «gus­ to» de lo correcto, o, como sucede en la concepción de los cha­ manes mexicanos que utilizan el peyotl, como la mano guía de 147

Dios. Una vez en posesión de tal discriminación o conocimiento, depende del individuo el recordarla y ponerla en práctica. En cada uno de los dos capítulos de Naranjo, se analiza la presentación de historiales e informes de sesiones de pacientes para demostrar las relaciones entre la acción de la droga y el efecto terapéutico. En el uso del MDA, Naranjo emplea un mé­ todo psicoanalítico a la terapia, con su énfasis sobre el recuer­ do y la elaboración de los traumas de la niñez. Con el MMDA, en cambio, utiliza la más existencial terapia Gestalt, que desta­ ca el centro de la atención sobre el momento presente. En am­ bos capítulos se describen algunos avances notables en los es­ tados neuróticos. ¿Cómo se compara el MDMA con estos otros miembros de la familia? En primer lugar, Adán tiene una actuación más cor­ ta que los otros dos. El MDA dura de 8 a 12 horas, y el MMDA algo menos, mientras que el MDMA sólo dura de 3 a 4 horas. Lo mismo que el MMDA, el MDMA es una droga que conduce al que la consume al «aquí y ahora». Pero también puede actuar como el MDA, para hacer salir a la luz experien­ cias reprimidas de la infancia. El MDMA se parece al MDA en cuanto a su estimulación del habla. De hecho, es más estimu­ lante que el MDA y aumenta mucho más la fluidez verbal. Además, la experiencia cumbre que ocurre con el MDMA es a veces eufórica, lo que difiere de la «serenidad y calma» del MMDA. Cuando Alexander Shulgin llevó a cabo su investigación de 1976 sobre los efectos del MDMA en los seres humanos, Clau­ dio Naranjo fue psicólogo investigador en el equipo de Shul­ gin. Lo siguiente quedó descrito en la revista New York: «El efecto (del MDMA) fue muy diferente al del MDA», re­ cuerda el doctor Claudio Naranjo, que trabajó estrechamente con Shulgin. «El MDMA no era alucinógeno. También parecía me­ nos tóxico que el MDA. Administrado en pequeñas dosis, se ob­ servaban pocos efectos secundarios, si es que se producía algu­ 148

no; un ligero tensionamiento de la mandíbula, algo de náuseas, y todo eso desaparecía en la primera media hora. En cuanto al efecto psicológico, era completamente diferente al producido por cualquier otra droga. Era como un breve y fugaz momento de cordura.» Otro aspecto único del MDMA es su dimensión emocional. A menudo se lo describe como «apertura del corazón». Como ya he mencionado antes, el MDMA es la más puramente empatógena de esta familia de sustancias. El MDMA puede inducir una experiencia del «eterno aquí y ahora», como el MMDA, y también puede ayudar a descubrir experiencias reprimidas del pasado. Así pues, la terapia asistida con el MDMA puede combinar elementos de ambas técnicas. Por ejemplo, una mujer que ha sido violada se encuentra bajo la compulsión constante del recuerdo del acto. Se le admi­ nistra MDMA y, de repente, se siente maravillosamente bien, liberada del estado negativo en que se había encontrado. Eso es algo que el terapeuta puede utilizar de dos formas. Primero, puede hablar con la mujer sobre las circunstancias que rodea­ ron la violación, mientras ella se encuentra en un marco mental libre de problemas. Eso le permitiría a ella superar los recuer­ dos dolorosos, sin necesidad de reprimirlos. Además, durante su visión fugaz de un estado alternativo de conciencia, la mujer ve una posibilidad de considerar cómo es la vida sin temores. Luego, en la vida posterior a la sesión, la mujer puede recordar esa experiencia de existencia libre de do­ lor, y emplearla para liberarse del trauma.

Usos en psicoterapia Lo siguientes es una narración de la vida real acerca del trauma de una víctima sometida a psicoterapia, que se publicó en el Los Angeles Times, en un artículo de Miles Corwin, pe­ riodista del equipo de Times: 149

San Francisco, Kathv Tamm se dirigía hacia su coche, des­ pués de una clase de meditación en Menlo Park, cuando fue asaltada, llevada a la fuerza hacia una zona boscosa, atada, gol­ peada y torturada durante varias horas. Durante los seis meses siguientes al incidente fue sometida a terapia intensiva, pero sólo demostró pocos progresos. Tenía pesadillas terribles. Le aterrorizaba la idea de salir de casa. Cualquier ruido inesperado, cualquier sombra asaltaba sus sentidos y en su mente reaparecían visiones del ataque de que había sido objeto. Tamm, de 39 años de edad asesora matrimonial y familiar de San Francisco, dijo sentirse «suicida y en el extremo de la cuer­ da». Como último recurso, Tamm y su psiquiatra (el doctor Joseph Downing) decidieron tratarla con MDMA, una droga expe­ rimental que algunos psiquiatras habían encontrado efectiva en el tratamiento de pacientes traumatizados. «La he tomado varias veces —dijo Tamm—, y cada vez me sentí menos temerosa. La droga me ayudó a recuperar una cierta medida de serenidad y paz mental, y me permitió empezar a lle­ var de nuevo una vida normal. »Por primera vez, fui capaz de afrontar la experiencia, regre­ sar y volver a conjuntar lo que había ocurrido. Al afrontarlo, en lugar de enterrarlo cada vez más profundamente, pude superar y eliminar lentamente una gran cantidad de horror.» Además de situaciones traumáticas, como una violación, el MDMA se ha empleado por su valor psicoterapéutico en una serie de otras aplicaciones, entre las que se incluyen el abuso de sustancias (adicción a la cocaína, el alcohol, etc.), fobias, desórdenes psicosomáticos, desórdenes neuróticos como depre­ sión menor y ansiedad, y enfermedades en fase terminal. El uso del MDMA con la enfermedad terminal queda perfecta­ mente ilustrado en un caso presentado por Requa Tolbert y George Greer, en un artículo no publicado escrito en 1985 y titu­ lado «El uso clínico del MDMA»:

150

n John era un hombre casado de poco más de setenta años, con un hijo y una hija adultos. Geofísico jubilado y campesino por afición, siempre había sido un hombre de éxito que se había ocupado de su propia vida. En el momento de sus sesiones, se le había dicho que se encontraba entre las personas que habían so­ brevivido más tiempo con un mieloma múltiple: un estado can­ ceroso metastásico de la médula espinal, que le fue diagnostica­ do en 1975. Se sometió a terapia de grupo durante dos años (con anterioridad a su diagnóstico de cáncer) para ayudarle a superar la depresión causada por problemas familiares. Cuando se le diagnosticó el cáncer, inició la terapia en un formato de grupo, donde aprendió a practicar la relajación profunda, la meditación y la visualización para combatir su cáncer y cómo ayudar para controlar el dolor. De hecho, aprendió a alcanzar estados en los que su dolor quedaba tan reducido como cuando tomaba narcóti­ cos, aunque todavía tenía que soportar mucho dolor. En el momento de nuestro primer encuentro su principal que­ ja era el «dolor del movimiento» causado por cuatro vértebras en proceso de colapsarse, como consecuencia del cáncer. El dolor había aumentado durante los últimos meses, disminuyendo su actividad física y sexual, su capacidad para salir a pescar o para volar en su avión. También se sentía agobiado por la depresión que habitualmente seguía a las numerosas fracturas de su espina y que exigían confinarlo en la cama. El objetivo de su sesión con el MDMA, que deseaba tomar con su esposa, era el de afrontar el dolor de una manera mejor, y recibir ayuda para ajus­ tarse a los cambios que se estaban produciendo en su vida. Durante la primera sesión, él y su esposa permanecieron du­ rante cinco horas en habitaciones separadas, con los ojos tapados y auriculares en las orejas. John tarareaba la música clásica que se interpretaba. Poco después de haber tomado su dosis de 50 mg de MDMA anunció con éxtasis que se veía libre del dolor y empezó a cantar en voz alta al ritmo de la música y a proclamar repetidas veces el amor que sentía por su esposa y su familia. Pasó varias horas en este estado de embeleso. Después dijo que era la primera vez que se había visto realmente libre de dolor en 151

los cuatro últimos años desde que se iniciara la actual recaída del mieloma. Describió la hermosa experiencia de encontrarse dentro de sus vértebras, de enderezar los nervios, y de «pegar» las astillas de hueso fracturado. Dos semanas después de esta sesión, afirmó en una carta que había vuelto el dolor, pero que su capacidad para «volver a an­ clar» hipnóticamente su experiencia libre de dolor le ayudaba mucho a reducirlo por sí mismo. John asistió a cuatro sesiones con el MDMA, espaciadas durante el transcurso de nueve meses; cada vez que lograba un alivio de su dolor físico tenía un mayor éxito para controlar los episodios de dolor que aparecían en el ín­ terin, regresando a un aproximación al estado inducido por el MDMA. Observó, en particular, que los sentimientos de amor cósmico, y especialmente de perdón hacia sí mismo y los demás, solían preceder al alivio de su dolor físico. Describió un episodio de su segunda sesión: «Cuando terminaba la meditación, el tiempo dejó de exis­ tir, mi ego se alejó y yo me convertí en uno con el cosmos. Empecé entonces la visualización del sistema inmunológico de mi cuerpo luchando contra mi cáncer, de la quimioterapia actuando en conjunción con el sistema inmunológico para matar a las células cancerosas en mis vértebras, y de las fuer­ zas positivas procedentes del cosmos, que acudían para lu­ char contra el cáncer. Gradualmente, me introduje más pro­ fundamente allí donde los sentimientos de amor, paz y alegría eran abrumadores. Aunque ya he escuchado con ante­ rioridad la música de la nueva era, muchos detalles de esa música se me hicieron ahora más claros y hermosos.» Los resultados del estudio piloto «Informes subjetivos de los efectos del MDMA en un escenario clínico», de George Greer y Requa Tolbert, que he mencionado previamente, tuvie­ ron algunas implicaciones interesantes para el uso terapéutico del MDMA. Hubo nueve participantes en el estudio que tuvieron desór­ 152

denes incluidos en el Manual diagnóstico y estadístico (DSM III) de la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos. Ese libro contiene una lista de los problemas psicológicos clasificados por categorías etiquetadas con grupos de síntomas para cada uno de los desórdenes designados. Greer y Tolbert informan: Los nueve sujetos con diagnósticos [DSM III] informaron de haber experimentado un alivio significativo de sus problemas. Dos sujetos informaron de remisiones completas y duraderas: el sujeto número 17, con un desorden distímico (seguido después durante nueve meses), y el sujeto número 23, con una fobia sim­ ple a la sexualidad después de un aborto y a un posible embara­ zo. También dijeron sentirse mejorados los tres participantes con desórdenes de personalidad atípica o ambigua (números 5, 9 y 13), y los otros cuatro sujetos con desórdenes depresivos (desór­ denes de ajuste con estado de ánimo depresivo en los números 6 y 22, desorden distímico [depresivo] en el número 17, y una de­ presión atípica en el número 16). También hubo algunos otros beneficios informados en el es­ tudio de Greer y Tolbert y relativos a la terapia. Uno de ellos fue la aparición de una tendencia entre los participantes a expe­ rimentar alivio de una baja sensación de autoestima, para diri­ girse hacia una mayor autoaceptación. Otro uso indicado en el estudio de Greer y Tolbert se encuentra en el ámbito del abuso de sustancias. La mitad de los participantes en el estudio infor­ maron haber disminuido, después de su sesión, el consumo de sustancias alteradoras de la mente o del estado de ánimo. Un aspecto notable en la caída de este abuso de otras sustancias es que tuvo lugar sin ninguna intervención específica por parte de los investigadores. Hasta el momento, hemos visto el tratamiento de desórde­ nes mentales menos graves. Pero ¿qué sucede con los grandes problemas psicóticos como la esquizofrenia o un gran episodio depresivo? No se ha llevado a cabo ningún estudio científico 153

formal, pero las experiencias de dos psiquiatras con este tipo de pacientes, ofrecidas como testimonio durante las sesiones de inclusión del MDMA en el Inventario I, permiten confiar en que esta nueva herramienta psiquiátrica también pueda tener utilidad en el tratamiento de estos desórdenes. El primer caso fue informado por Joseph Downing, psiquia­ tra de San Francisco. F. R., de cuarenta años de edad y empresario de mucho éxito, me fue recomendado por su asesora empresarial, una distinguida dama entrada en años que trabajaba en una destacada firma ase' sora. F. R. tenía varios síntomas depresivos, un síndrome de es­ trés moderadamente severo y el pensamiento recurrente y obse­ sivo de que se quitaría la vida a los 43 años, como había hecho su padre, también un depresivo. A causa de estos síntomas, ha­ bía visto a tres psiquiatras durante un período de seis años, pero la medicación antidepresiva que se le había recetado le pareció inefectiva y ofensiva en cuanto a sus efectos secundarios. La psi­ coterapia no ejercía ningún efecto. «Jugué a ser el niño bueno y me las arreglé para salir adelante con ellos, como hago con todo lo demás.» Se calificó a sí mismo como moderadamente angustiado, va­ cío, resentido por la opinión generalizada de que lo había «con­ seguido en la vida». El examen integrado mostró un moderado síndrome de tensión con agotamiento hormonal pero, en general, con un excelente estado físico. Había tomado MDMA previa­ mente. Aunque esas experiencias no habían descubierto nada de su pasado, especificó que deseaba tomar el MDMA como parte de su terapia. Yo estuve de acuerdo, consciente de su utilidad ge­ neral en estados depresivos. Dispusimos una sesión de un día de duración, que produjo un enorme flujo de material reprimido, que emergió a la conciencia; él y su hermana habían sido gravemente golpeados y traumatiza­ dos durante muchos años por su padre, que estuvo encarcelado repetidas veces, ingresado en hospitales psiquiátricos, para luego regresar a casa hasta que se repetía el comportamiento psicótico. 154

Ese trágico ciclo sólo terminó cuando el padre puso fin a su vida con monóxido de carbono, cuando el niño tenía siete años de edad. Raras veces he escuchado detalles más crueles por parte de personas que han sido capaces de sobrevivir físicamente in­ tactas y sanas. El hombre continúa en tratamiento, y efectúa buenos progre­ sos, con la perspectiva de tener una vida emocional normal den­ tro de unos pocos años. Puedo decir, y estoy firmemente conven-

Joseph Downing, médico, que empleó el MDMA en su consulta terapéutica.

155

cido de ello, que este material histórico absolutamente central, jamás habría salido a la luz sin el uso del MDMA en un escena­ rio adecuado, con un terapeuta en el que confiaba, y con el efec­ to del MDMA, gracias a todo lo cual pudo reconocer su historial de maltratos previamente reprimido. Philip E. Wolfson es otro psiquiatra que declaró en las se­ siones de inclusión del MDMA en el Inventario I. Actualmen­ te, forma parte del personal del Hospital Sequoia, en Redwood City, a la espera de un nombramiento de la facultad para la Es­ cuela de Medicina de la Universidad de California, San Fran­ cisco, donde enseña en las clases de Aspectos psiquiátricos, en el Programa de Medicina. Ha trabajado durante años con indi­ viduos y familias que experimentaron crisis psicóticas. Lo que sigue son observaciones sobre un hombre diagnosticado como «esquizofrénico» por sus psiquiatras anteriores: Desearía presentar el caso de un hombre de 27 años, al que describiría como un individuo marginal «flagrante», con prolon­ gados accesos psicóticos que se iniciaron después de haber cum­ plido los 25 años. Estaba hospitalizado en ese momento con sín­ tomas de francas ilusiones, alucinaciones, paranoia extrema, negativismo, homofobia, y un conjunto persecutorio de ilusiones fijas centradas en una entidad llamada la «fuerza». Procedente de una familia acomodada, este individuo fue enviado a algunas de las mejores instituciones del país, dentro del proceso de bús­ queda de ayuda emprendido por la familia. El hombre se mantu­ vo bastante refractario (no respondió) al tratamiento con litio, que se le administró para controlar los elementos maníacos, así como a los neurolépticos (grandes tranquilizantes). Lo vi por primera vez un año antes de este informe, bajo cir­ cunstancias familiares intensivas y de tratamiento individual, en San Francisco, y como paciente externo. La familia fijó su resi­ dencia en la ciudad con objeto de trabajar conmigo. El hombre se mostró extremadamente elusivo, negativo, con falta de com­ prensión, extremadamente suspicaz y en guardia. Se negó a to­ 156

mar medicación inmediatamente, tras haber sido dado de baja en el hospital de Texas donde había estado confinado, después de haber demostrado su psicosis a la policía local. Los padres lo ha­ bían traído de vuelta a San Francisco, por vía aérea, y fue enton­ ces cuando empezamos nuestro trabajo. El trabajo tuvo éxito en la medida en que le permitió conti­ nuar sus viajes, con un creciente grado de seguridad y una re­ ducción de su paranoia. Se negó a exponer los temas íntimos, lo que impedía que se produjera una transferencia positiva durante

Philip E. Wolfson, médico, que empleó el MDMA para tratar a psicóticos.

157

un tiempo, o una interacción positiva que permitiera una reduc­ ción de los síntomas basada en el aumento de confianza. Un pe­ ríodo de nueva toma de contacto con los padres, con la coopera­ ción de la madre, tuvo un éxito parcial al permitir el restablecimiento de una conexión que había que estimular. No obstante, no podía pasar de un estado de regresión a otro de ego más integrado. Seguí sus actividades a cierta distancia, en consulta con los padres, mientras él utilizaba su dinero y sus opciones. Durante ese período se produjeron nuevas hospitalizaciones. Las llama­ das de los médicos se producían poco después de que él abando­ nara su paraguas protector. Finalmente, terminó con su hermano en Denver, agotó rápidamente su dinero mediante actividades derrochadoras y acabó por ingresar voluntariamente en un hospi­ tal del estado, tras haber cometido algunos actos estrafalarios, después de su negativa inicial a que lo ingresaran. Después de varias semanas de hospitalización, con su consentimiento y el de sus padres, todos regresaron a California y se reanudó la terapia, esta vez con la ayuda del MDMA. La primera sesión fue profunda en cuanto al cambio que ex­ perimentó el sentido de sí mismo de este individuo. Se hicieron conexiones de naturaleza afectiva con sus padres y conmigo mis­ mo, y se inició el establecimiento de la confianza. Por primera vez en dos años experimentó una visión de una autoimagen posi­ tiva y los sentimientos de amor no le hicieron sentir pánico. Los efectos de esta sesión duraron varios días con intensidad pero el reconocimiento de aquella autoimagen positiva se mantuvieron permanentemente. Días después, durante una segunda sesión, se consolidó su sentido de la diferencia, se aumentó su capacidad para afrontar las ilusiones que seguía experimentando, y pudo verse a sí mismo como potencialmente redimible de la imagen «mono» que tenía de sí mismo. Ahora nos encontramos en la tercera fase de la psicoterapia, tras haberse producido un hiatus de seis semanas entre la última experiencia y el inicio de este nuevo trabajo. Aún se tiene que recorrer una distancia considerable, en la que se interponen te158

mas caracterológicos de largo alcance. Permanecen aparentes la energía maníaca y un núcleo depresivo. A pesar de todo, hay un mayor sentido de la independencia, y una capacidad para tolerar un cierto grado de soledad al mismo tiempo que se han produci­ do cambios perceptivo-cognitivos que permiten obtener una nue­ va experiencia del mundo. Aún queda mucho por hacer, y el MDMA es un aliado vital en este trabajo. Este hombre sigue to­ mando otros medicamentos, que le son suspendidos durante bre­ ves períodos de tiempo cuando trabajamos con el MDMA. El doctor Robert Masters, un psicoterapeuta que también es investigador de vanguardia con drogas capaces de alterar la mente, señala la efectividad del MDMA en el tratamiento de la depresión grave. Según ha observado, la tendencia del MDMA a eliminar ideaciones y emociones negativas se extien­ de incluso a pacientes deprimidos hasta casi el suicidio. La aparición de pautas emocionales e ideacionales, e incluso mus­ culares, ofrece la «griega en el iceberg» que luego permite la disipación del síndrome, lo que a veces se consigue después de una sola sesión, e incluso de una forma permanente. Cuando el alivio sólo es temporal, puede estar justificada una segunda o incluso una tercera sesión con la droga. Como sucede con la mayoría de aplicaciones clínicas, se ne­ cesitan muchas más pruebas para poder afirm ar que este méto­ do se puede aplicar siempre sin peligro alguno. No obstante, la experiencia limitada de que disponemos sugiere, según Masters, que quizá no exista ninguna otra terapia mejor disponible cuan­ do la depresión es extrema, hasta el punto de causar un gran su­ frimiento o incluso de poner en peligro la vida del paciente. Un último y posible uso que se ha sugerido para el MDMA pero que, por lo que yo sé, todavía no se ha intentado, es el de administrarlo a niños autistas. Dos autoridades diferentes lo han sugerido así de forma independiente: June Reidlinger, en el artículo previamente mencionado, publicado en el Journal o f Psychoactive Drugs, y Morris A. Lipton, profesor de Bioquí­ mica y director del Centro de Investigación de Ciencias Bioló159

gicas de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill. Este último declaró en las sesiones de inclusión del MDMA en el Inventario I: El autismo infantil es, esencialmente, un estado intratable, en el que el niño es incapaz de relacionarse con personas significa­ tivas de su ambiente. Cabría probar el MDMA con estos niños, debido en parte a que esta enfermedad angustiante no se puede tratar de otro modo, y en parte a los efectos que, según se infor­ ma, produce sobre un aumento de la comunicación entre los adultos, lo que puede ser muy útil en el tratamiento del autismo.

La búsqueda de la autorrealización Aunque el tratamiento de los problemas mentales es uno de los usos más importantes del MDMA, Maslow y otros psicólo­ gos humanistas afirman que la ausencia de problemas mentales acuciantes no es todo lo que se necesita para estar sano. La sa­ lud mental también tiene otra dimensión, que va en dirección de un aumento del bienestar y de la autorrealización. Eso indi­ ca el uso del MDMA para el resto de nosotros. El empleo del MDMA para este propósito no es simplemen­ te recreativo. La búsqueda del autodescubrimiento, o de un ca­ mino espiritual, es una opción válida para muchos que intentan ir más allá del consumismo superficial y las apariencias vacías de la vida moderna. Estos individuos son, en general, personas mentalmente sanas interesadas por ser más creativas, más cari­ ñosas y más eficaces. Estas personas emprenden una búsqueda de respuestas a las preguntas básicas de la vida, de dónde veni­ mos, por qué estamos aquí, adonde vamos. Desde el comienzo de nuestra especie, muchas culturas hu­ manas de todo el mundo han utilizado plantas sagradas para curar y obtener comprensión espiritual. Los chamanes fueron los especialistas de sus tribus, y cumplían el papel de usar y administrar estas sustancias psicoactivas indígenas. Al utilizar

160

estas plantas, el objetivo consiste en permitir la transformación de la conciencia, una trascendencia de las formas ordinarias de ver la realidad. Cuando nos alejamos de la conciencia ordinaria, descubri­ mos que cada uno de nosotros lleva consigo su propio infierno y su propio cielo. Los estados alternativos de conciencia pue­ den ser lugares difíciles, temerosos y dolorosos, así como re­ giones agradables, hermosas y extáticas de experimentar. En el prefacio a El viaje curativo, Claudio Naranjo afirm a que esos dos ámbitos de conciencia pueden ser útiles: «El poder curativo de la agonía y del éxtasis». Naranjo defiende un método equili­ brado que vea ambos tipos de experiencias como «materiales», que se pueden utilizar para beneficiar al individuo si se tratan de una forma adecuada y se ven dentro del contexto apropiado. Con el MDMA, la mayoría de experiencias son agradables, especialmente para personas mentalmente sanas que utilicen la sustancia para la autorrealización. Abraham Maslow, que planteó el concepto de autorrealiza­ ción de las personas, también sugirió que esas personas evolu­ cionan a través del logro de lo que él denominó «experiencias cumbre». Esos episodios de la vida proporcionan visiones fu­ gaces de lo que podemos llegar a ser y de aquello hacia lo que podemos crecer. El modelo de experiencia del que procede el término «experiencia cumbre» es el del que asciende la monta­ ña y se esfuerza por llegar hasta su cumbre. Cuando el monta­ ñero llega hasta lo alto, después de días de sudor, frío y avance precario, mira a su alrededor, respira profundamente y tiene una «experiencia cumbre». Otras clases de experiencias como ésta incluyen el estado alternativo de conciencia logrado por el corredor de larga dis­ tancia que se encuentra en plena forma, el orgasmo sexual tras­ cendente que hace añicos las barreras existentes entre la pareja, la sensación de descubrimiento que experimentamos a veces cuando todo parece estar en armonía y funcionar a la perfec­ ción, y muchas otras ocasiones en la vida, cuando llegamos a un lugar óptimo de conciencia y buen funcionamiento. 161

Estas experiencias cumbre son vistas por aquellos que las tienen como autoconfirmadoras y autojustificadoras. Llevan consigo su propio valor intrínseco y son un fin apropiado en sí mismas. Pero, además, tienen efectos posteriores que pueden ser terapéuticos para el enfermo (como vimos antes), así como ayudar a la persona mentalmente sana a alcanzar la autorrealización. Maslow, en su obra Hacia una psicología del ser, pu­ blicada en 1962, dice acerca de estos efectos posteriores de las experiencias cumbre: 1. Las experiencias cumbre pueden y tienen algunos efectos terapéuticos en el sentido estricto de eliminar los síntomas. Dis­ pongo al menos de dos informes, uno de ellos de un psicólogo, y otro de un antropólogo, relativos a experiencias místicas u oceá­ nicas tan profundas que, después de ocurridas, han eliminado para siempre ciertos síntomas neuróticos... 2. Pueden cambiar la visión que tiene la persona sobre sí mis­ ma en una dirección saludable. 3. Pueden cambiar de muchas formas diferentes su visión de otras personas y sus relaciones con ellas. 4. Pueden cambiar de forma más o menos permanente su vi­ sión del mundo, o de aspectos o partes del mismo. 5. Pueden liberarlo para una mayor creatividad espontanei­ dad expresividad e idiosincrasia. 6. La persona recuerda la experiencia como un acontecimien­ to muy importante y deseable y buscar repetirlo. 7. La persona tiende más a sentir que la vida, en general, es algo que vale la pena, aunque sea habitualmente monótona, pe­ destre, dolorosa o no gratificante, puesto que se ha demostrado que existen la belleza, la excitación, la honestidad el juego, la bondad la verdad y el significado. Según Maslow, el objetivo último de estas experiencias cumbre consiste en convertirse en una persona autorrealizada. La autorrealización, según explica Maslow en su último libro, Los ámbitos más lejanos de la naturaleza humana, «significa experimentar plena, vivida, desprendidamente y con plena con­ 162

centración y total absorción... En ese momento, la persona es total y plenamente humana». Maslow pasa a explicar que la autorrealización es un proceso continuo y que exige el uso de la propia inteligencia. Significa trabajar para hacer bien aquello que se desea hacer, esforzándose siempre por alcanzar la exce­ lencia. Según estas teorías, las personas autorrealizadas tienen más experiencias cumbre que las demás. Y cada experiencia cum­ bre que se tiene es una visión transitoria de lo que significa ser autorrealizado. Como hemos visto con anterioridad en este mismo capítulo, diferentes clases de experiencias cumbre son comunes a clases específicas de empatógenos. El MDA tiene la suya característi­ ca, y el MDMA tiene otra. Los empatógenos, como clase, tie­ nen una experiencia cumbre característica que es única de los empatógenos. Claudio Naranjo, en una correspondencia perso­ nal, caracterizó esta cumbre como un «paraíso terrenal en com­ paración con el paraíso celestial del LSD y de los alucinógenos de esa categoría». Cada una de las experiencias cumbre es una comprensión singular del sí mismo y de la realidad. Quizá cuando hayamos determinado de una forma metódica las experiencias cumbre de sustancias diferentes, descubramos la utilidad particular de cada una de las tareas terapéuticas o autorrealizaciones. Dentro del contexto de una búsqueda de la autorrealización cabe pensar en estas sustancias como parte de un camino parti­ cular que conduce hacia el crecimiento. Ciertamente, la droga, por sí misma, no constituye todo el camino. Cualquier sustan­ cia química no podrá hacer más que incrementar lo que noso­ tros aportemos a la situación, la estructura que usemos desde dentro. En el capítulo 5, «Una guía para consumidores del MDMA», veremos cómo el curso de una sesión con el MDMA se ve configurado con ayuda de nuestra historia vital, nuestra orientación, expectativas, objetivos de la sesión, personalidad, las personas con las que nos asociamos y el ambiente que nos rodea. Para resaltar este punto, cabe añadir que la experiencia 163

ocurre dentro de los seres humanos y la sustancia psicoactiva no es más que el catalizador de esa experiencia. ¿Cómo actúa el MDMA como tal catalizador para la autorrealización? Al ofrecernos un sabor de lo que es una experien­ cia cumbre, un pequeño modelo de lo que es la autorrealización, nos da algo hacia lo que poder trabajar. Del mismo modo que un artista puede ver un cuadro en un vistazo visionario y luego dedicarse a expresarlo en sus óleos, aquellos que experi­ mentan una experiencia cumbre inducida por el MDMA pue­ den trabajar hacia la autorrealización en su vida. Un ejemplo particularmente bueno de ello es la meditación. Al principio de este capítulo mencioné que en muchas sesiones con el MDMA aparece un período de profunda calma que se extiende sobre el cuerpo y la mente, y que es percibido como una viva quietud. Muchos meditadores se pasan años antes de alcanzar este nivel de experiencia. En un artículo de Mark Corwin, autor del equipo Times, publicado el 27 de mayo de 1985 en Los Angeles Times, se afirma: «El hermano David Steindl-Rast, un monje benedictino del monasterio del Corazón Inmaculado, en Big Sur, probó la droga en una conferencia sobre los usos médicos del MDMA. SteindlRast, que era psicólogo antes de ingresar en el monasterio, dijo que la droga facilita la búsqueda de la “actitud despierta” que tratan de alcanzar todos los monjes.» «Es como ascender durante todo el día en medio de la niebla y, de repente, ver por primera vez y por un breve instante la cumbre de la montaña», dijo. «No hay atajos para llegar a la ac­ titud despierta, y se necesita trabajo y esfuerzo diarios. Pero la droga proporciona una visión, un vistazo de lo que se anda bus­ cando.» Ralph Metzner y Sophia Adamson, en su ensayo no inédito, titulado «La naturaleza y el papel de la experiencia con el MDMA», comentan: 164

Un maestro de meditación ha sugerido que la experiencia con Adán facilita la disolución de las barreras entre cuerpo, mente y espíritu, la misma separación que existe dentro del individuo y que puede observarse en la sociedad... La mente y el cuerpo se pueden coordinar: la mente, al in­ cluir los sentimientos, tiene una actitud empática positiva hacia el cuerpo, que se siente a su vez aceptado y protegido. Así, la conciencia instintiva, así como mental, la conciencia emocional y sensorial pueden funcionar juntas, en lugar de ser una el centro a expensas de las otras. De modo similar, el Espíritu o el sí mis­ mo dejan de sentirse como un concepto remoto y abstracto situa­ do «arriba», en alguna parte, y se percibe la presencia del espíri­ tu que impregna las estructuras del cuerpo y las imágenes y actitudes de la mente. La conciencia se expande para incluir todas las partes del cuerpo, todos los aspectos de la mente y los ámbitos más eleva­ dos del Espíritu. Eso permite una especie de reconexión, de nue­ vo recuerdo de la totalidad de nuestra experiencia, de un acceso a las verdades olvidadas. Un grupo compuesto por dos parejas casadas que viven ju n ­ tas ha escrito una narración de una serie de experiencias con el MDMA que compartieron colectivamente y como parejas sepa­ radas entre julio de 1984 y enero de 1985. Lo siguiente es la evaluación que hacen del valor de esas sesiones en términos de trabajo a través de los temas psicológicos encontrados en su ca­ mino hacia la autorrealización. Cuando empezamos a convivir, mantuvimos aproximadamen­ te cinco sesiones de grupo de dos horas, además de numerosas sesiones individuales con una terapeuta a la que consideramos extremadamente competente, miembro colegiado de California. Disponemos de esta línea base para comparar la terapia sin MDMA con nuestra experiencia del MDMA. Nuestra distinción fundamental es que el MDMA siempre nos ha movido inmediatamente hacia una claridad y profundidad 165

psicológicas sin precedentes en nuestra vida cotidiana. Sabemos inmediatamente, con una total claridad y exactitud, qué es lo que deseamos, qué necesitamos, y qué estamos dispuestos y prepara­ dos a dejar. Sólo desearíamos que la terapia sin el MDMA tuvie­ ra tanto poder. Otra diferencia fundamental es que hemos inte­ grado cambios radicales después de cada viaje con el MDMA. En la terapia, sentimos los cambios positivos, pero el progreso era incomparablemente más lento, menos espectacular y a menu­ do más superficial, o bien se hallaba sujeto a retrocesos. Con el MDMA, cada acontecimiento ocurre a un nivel profundo que va mucho más allá del nivel en el que previamente habíamos perci­ bido el «tema», y así, los temas se disuelven y desaparecen cuando estamos preparados para eso. Sin el MDMA, eso ocurre sólo lentamente y depende de que el diálogo, la bioenergética u otras formas de terapia, sean «adecuadas» en términos de pro­ fundidad... El MDMA parece operar sin necesidad de que un terapeuta valore los temas y de que los otros tengan una mayor necesidad de trabajar con un terapeuta, o que tengan planteados temas a los que el MDMA no puede llegar... Hemos resaltado nuestra inten­ cionalidad y preparación. Las personas con las que hemos habla­ do y que han utilizado el MDMA (doce personas, incluidos no­ sotros mismos) han evidenciado intencionalidad y una cierta preparación; ninguno de nosotros considera el MDMA como una droga «recreativa». Tres de esas personas trabajan como terapeu­ tas y otras nueve no. No abordamos tratamiento de estados psicóticos o equivalen­ tes. Hemos descubierto que el MDMA es una ayuda muy valiosa para pasar de una buena salud mental a nuestro pleno potencial emocional, mental y espiritual. El MDMA es la herramienta más apropiada y poderosa que hemos encontrado para el propósito de ser plenamente humanos y espirituales, tal como busca la psico­ logía transpersonal y humanista.

166

Aumento de la creatividad Cuando los escritores, artistas o inventores hablan de la fuente creativa de su invención, a menudo describen una inspi­ ración o visión repentina, o un sueño; ese proceso creativo, sin embargo, resulta tan difícil de explicar para el artista como lo es una experiencia espiritual para el místico. Hay multitud de ejemplos de esto. Algunos informan de ha­ ber reflexionado sobre un problema durante meses para, de repente, encontrar la solución mientras dormían, durante un sueño, o en un fugaz relámpago creativo mientras hacían algo completamente aparte de intentar solucionar el problema en cuestión. La colocación de los elementos en la tabla periódica de elementos, por ejemplo, se le ocurrió a Dimitri Mendeliev durante un sueño. Lo que hay en común en muchas de estas historias de inspi­ ración creativa es que, cuando se solucionó el problema, la conciencia del individuo se vio alterada de algún modo con respecto a su estado de vigilia ordinario. Willis Harman, James Fadiman, Robert Mogar, Myron Stolaroff y otros miembros del Instituto para la Investigación Psicodélica, en la Universidad Estatal de San Francisco, administraron dosis bajas de mescalina o LSD a 22 voluntarios. Se trataba de profesionales enfren­ tados con problemas técnicos que eran incapaces de resolver. En el momento en que se redactó el informe, en noviembre de 1965, seis de esos individuos habían descubierto beneficios concretos de sus experiencias, que pudieron aplicar a su traba­ jo. El informe ofrece narraciones interesantes de inspiración químicamente inducida. Extrañamente, este fúe el último pro­ yecto de investigación que se completó antes de que el LSD fuera penalizado en 1966. Una vez más, como sucede con los informes de experiencia creativa au naturel hubo un estado alterado de conciencia en el que tuvo lugar el acto creativo. Es posible que esos estados den al individuo un mayor acceso al inconsciente, que presumible­ mente se ocupa de solucionar los problemas que le planteamos 167

sin que tengamos que prestarle ninguna atención consciente. Luego, repentinamente, desvela la solución a la conciencia. Las personas que toman psicodélicos potentes y el MDMA han mencionado con frecuencia que las experiencias con el MDMA son mucho más fáciles de recordar, probablemente porque el estado de conciencia al que accedemos con Adán no es tan diferente de nuestra conciencia ordinaria como el estado en el que entramos a través del LSD y sus parientes. Así, las experiencias creativas que se tienen con el MDMA serían más fáciles de recordar y, quizá, de usar en nuestro mundo ordinario de vigilia. Una posible desventaja del MDMA en relación con la creatividad sería que no produce habitualmente alucinacio­ nes visuales. Los artistas visionarios que utilizan excursiones vividas y llenas de colorido por el ámbito de los psicodélicos no encontrarán, probablemente, beneficios similares con el MDMA. No obstante, la experiencia del escritor creativo debería ser diferente. Como se recordará, el MDMA suele estimular la fluidez verbal. Si ese aumento en la fluidez de producción de palabras pudiera aplicarse a la tarea de la escritura, el MDMA podría ser una herramienta útil para el incremento de la creati­ vidad. Este autor ha utilizado el MDMA para ese propósito (cuan­ do aún era legal), obteniendo buenos resultados, y también ha oído informes favorables de otros escritores. Greer y Tolbert fueron los primeros en probar un tanto formalmente el efecto del MDMA sobre la creatividad en la escritura. Cinco de los sujetos del estudio piloto de los Greer utiliza­ ron dosis bajas, de unos 50 mg, para facilitar sus capacidades creativas de escritura. Cuatro tomaron MDMA en un ambiente de grupo, y uno lo tomó a solas. Greer y Tolbert informan: «Como ya se ha dicho previa­ mente, cinco sujetos tuvieron sesiones con dosis bajas (50 mg) con el propósito específico de facilitar su escritura creativa. To­ dos ellos informaron sentirse satisfechos con los resultados». Naturalmente, ese informe nos plantea la pregunta de cuáles 168

fueron realmente esos resultados. No obstante, es una indica­ ción de que el aumento de la creatividad puede constituir otro de los usos para el MDMA. Sin lugar a dudas, cabe esperar que estudios futuros (si es que son permitidos) examinarán esta cuestión de una manera mucho más estructurada. Sería especialmente útil un estudio que utilizara alguna cla­ se de producto, un ensayo o un tema asignado, por ejemplo, que pudiera emplearse para evaluar los resultados.

El viaje interior Como puede verse, el gregario, extravertido y empatógeno Adán tiene un lado interior. Del mismo modo que puede em­ plearse la tendencia del MDMA para aumentar el contacto in­ terpersonal, también se puede hacer lo mismo con la dimensión introspectiva de la experiencia. Aunque es conveniente dividir la experiencia, debe resaltarse aquí que la experiencia con el MDMA es un acontecimiento holístico. Los efectos terapéuti­ cos informados se basan tanto en el cambio interno como ex­ terno.

4. Algunas experiencias

Tragué saliva, rezándole a Dios para que la fuente fuera fia­ ble, para que esto fuera realmente lo que buscaba y no alguna nueva amalgama de PCP o incluso de LSD... Algún tiempo más tarde miré mi reloj. Habían transcurrido cuarenta minutos. Miré a mi amiga. ¿Era ella alguien diferen­ te? ¿Podía ver dentro de su alma como se me había prometido? ¿Sentía una gran empatia y amor? No, en realidad estábamos discutiendo. Cansada del parque, deseaba que regresáramos a casa, mientras que yo prefería que­ darme en lo alto de la colina desde donde se contemplaba Lon­ dres. El corazón me latía con un poco de mayor rapidez, pero lo achaqué a la ansiedad. Transcurrieron otros veinte minutos. Seguía sin suceder nada. Quizá la droga fuera demasiado sutil para mí. Desilusio­ nado, accedí a su deseo de regresar a casa. Empezamos a bajar la colina. Pero cuando llegamos abajo ya se me había olvidado el enfado. Ahora manteníamos una nueva conversación, exami­ nábamos nuestros objetivos en la vida. ¿Qué habíamos hecho hasta el momento? ¿Habíamos seguido realmente lo que pro­ metimos hacer en nuestra adolescencia? ¿Sabía cualquiera de nosotros lo que significaba estar muy cerca de otro ser huma­ no? Por primera vez en muchos años confesé mis anhelos in­ fantiles de haberme convertido en marine; ella me dijo que hu­ biera querido casarse con Woody Alien. Nuestras defensas se 170

desmoronaban a una velocidad que la gente tarda normalmente varios meses en alcanzar. De repente, supe que podía confiarle a ella mis secretos más íntimos..., algo extraño porque apenas media hora antes no me habría importado no volver a verla en mi vida. Se lo dije así, y ambos nos echamos a reír... Peter Nasmyth, El rostro (1986)

Pregunta: ¿cuáles son tus impresiones sobre el MDM? Bueno, en primer lugar, me sentí extrañado. La primera vez que lo tomé fue, en realidad, la primera vez que pude experi­ mentar una verdadera sensación de esperanza con respecto a todas las malas situaciones que sucedían por todas partes. Siempre había pensado: «Necesitamos paz...», etc., pero nunca había imaginado que eso fuera realmente una posibilidad. La primera vez que lo tomé pensé: «Oh, Dios, esto puede ser pre­ cisamente la pequeña herramienta que necesitamos». Creo que es tan bueno que probablemente habrá mucha gente que lo to­ mará, y probablemente también causará un gran efecto sobre las cosas durante los próximos cinco años o así. Lo deja a uno como suspendido, aleja todas las estupideces que nos hacemos a nosotros mismos, y nos permite actuar li­ bremente y amarnos a nosotros mismos. Y, al hacerlo así, ama­ mos a todos los demás y todo lo que existe. Otra cosa interesante es que durante mucho tiempo pensé que debía tomarlo de forma inteligente, tener una gran infor­ mación antes y pensar con verdadera intensidad sobre eso, ¿sa­ bes'/ Luego me puse en contacto con un montón de gente que acababa de tomarlo sin ningún conocimiento previo de las co­ sas filosóficas. Les pregunté por lo que habían sentido y me di­ jeron las mismas cosas intelectuales sobre esa sustancia que yo mismo habría podido decirles. Las descubrieron por sí mismos, algo que a mí me pareció bastante interesante. Hablaban sobre comunicación más fácil. 171

No sé, es algo bastante maravilloso. Es algo que permite a la gente ser lo mejor que puede ser. Lo que más me ayudó fue a encontrar mi autoestima. Por­ que mientras estaba bajo sus efectos me daba cuenta de cosas que hacía habitualmente y que ahora no hacía. Luego, más tar­ de, me limité a pensar: «¿Por qué seguir haciendo eso?». La verdad es que me mejoró bastante. Creo que me hizo ser más extravertido. Creo que, en general, va a hacer que la gente sea un poco más afable con los demás. Hace que la gente desee ser más afable con los demás. Otra cosa fascinante: lo mejor es que eso es algo a lo que se puede acceder perfectamente más tarde. Quiero decir que se puede recordar todo y, en ese sentido, constituye una muy bue­ na herramienta para aprender. Se toma lo que se ha aprendido, se mejora la forma de utilizarlo y se convierte uno en una m e­ jo r persona. En cuanto a todos aquellos a los que he visto utilizarlo, he sido testigo de algunas cosas extraordinarias. Hace dos años conocí a un tipo llamado Bill que siempre estaba decaído. Era alguien extremadamente divertido, con un gran sentido del hu­ mor, aunque bastante cínico y siempre decaído. No disfrutaba de nada. Luego lo volví a ver dos años más tarde, unos tres meses después de que hubiera tomado MDM por primera vez, y había cambiado por completo. Era todo sonrisas y alegrías; resultó realmente extraño. Fue por esta época cuando regresé a la universidad y todo el mundo decía: «¿Has visto a Bill? ¿Has visto a Bill? Pues ve a verlo y te quedarás atónito». De todos aquellos con quienes he hablado al respecto he re­ cibido una información positiva. La gente no deja de contar historias asombrosas sobre su uso. En cuanto a los padres, conozco a unos pocos que lo han to­ mado con sus padres y que se han sentido increíblemente bien por ello. Mi amiga Andrea, por ejemplo. La situación con sus padres..., supongo que son como una especie de gentes de la alta sociedad de Nueva York. Su padre es conservador de m u­ 172

seo y Andrea siempre ha sido sometida a muchas presiones. A ella nunca le gustaron sus padres. Quiero decir que, básicamen­ te, no existía comunicación alguna entre ellos. Pero les conven­ ció para que lo tomaran con ella. Yo estuve presente, y todo fue bastante extraordinario. Al principio, empezaron a hablar de cosas que se habían he­ cho los unos a los otros y que no eran buenas. Entonces, muy pronto, no sé, creo que fue su padre el que lo dijo. Simplemen­ te, dijo: «Bueno, espera un momento. Todos sabemos que esas cosas sucedieron, pero ahora somos completamente conscien­ tes de ellas, así que podemos avanzar a partir de aquí». Y des­ de ese momento todos se sintieron mucho mejor. Ella se ha he­ cho buena amiga de sus padres; eso es lo que me ha dicho. La razón por la que ellos lo tomaron fue porque había un buen grupo de nosotros, amigos de Andrea, y porque la toma­ mos allí, en su casa. Ellos estaban en casa, pero no lo sabían. Entonces, al día siguiente, le preguntaron: «¿Cómo es que todo el mundo se comportó de una forma tan agradable? ¿Y por qué se abrazaban tanto? ¿Por qué estaba sucediendo todo eso?». Y ella se lo contó todo. Supongo que sus padres se sintieron lo bastante impresionados, después de habernos observado la no­ che anterior, como para decidir tomarlo. Eso fue algo realmen­ te grandioso porque resulta verdaderamente difícil convencer a los propios padres para que lo tomen. En cuanto a dificultades, lo único contra lo que yo adverti­ ría es tomar un montón de decisiones con respecto a uno mis­ mo mientras se está bajo los efectos. Creo que hay que tomar­ lo, y experimentar por uno mismo para ver lo que sucede, y luego pensar sobre lo que ha sucedido. Porque conozco a una persona que lo tomó y luego planteó toda una serie de ultimá­ tums basándose en lo que sentía en esos momentos, y luego, cuando desaparecieron los efectos se sintió realmente mal por­ que no llevó a cabo ninguno de sus propósitos. Así que creo que lo mejor que se puede hacer es dejar que pasen los efectos e integrar más tarde todo lo sucedido. El primer día ella estaba realmente triste porque no podía 173

ser tan grande como creía que podía llegar a ser, o algo así. Pero entonces, al segundo o tercer día después de eso, las cosas empezaron a recuperarse y ella acabó siendo mucho más feliz de lo que se había sentido antes. Estuvo bastante triste durante un tiempo. Nunca he visto realmente una historia de fracaso, ni a nadie que se sintiera desilusionado. Bueno, en realidad, conozco a dos tipos que lo tomaron pensando que se trataba de un alucinógeno, así que se sintieron desilusionados al principio, pero luego, al cabo de unos pocos minutos, decidieron que de todos modos les gustaba más de lo que habían imaginado. No, nunca he visto nada realmente negativo. Con el LSD se consigue un decorado realmente bueno para empezar un viaje. Aleja la paranoia y toda esa clase de cosas. Las veces que lo he tomado, lo primero que pienso es: «Uau, eso ha sido muy importante. Voy a pensar en eso durante un largo tiempo». Creo que a mucha gente le pasa lo mismo, lo cual es bueno, porque lo mantiene allí donde hay realmente un potencial de abuso muy bajo. Porque la primera reacción no consiste en tomar más y volverlo a tomar, sino que se trata más bien de esperar, y de pensar. Parece como si cuanto más tiempo se esperara entre una toma y otra, tanto más increíble fuera y tanto más pudiera aprenderse. Eso forma parte de mi actitud al respecto. Generalmente, utilizo unos 150 miligramos, sólo una dosis. No sé, tomar demasiado, simplemente, no me atrae. Aquella primera experiencia fue una enorme liberación. Aquella esperanza era realmente posible. La guerra ha termina­ do y me siento verdaderamente como una parte diminuta de lo que sería si hubiera terminado. Fue una sensación increíble. En realidad, cuando lo tomé por primera vez, pensé: «Oh, Dios mío, esta droga es tan increíble». Pero desde entonces, tras haberla tomado unas pocas veces más, he visto que lo ver­ daderamente increíble es la gente con la que se está. Quiero de­ cir que casi siempre me lo he pasado bien, pero que la profun­ didad de la experiencia depende de con quién se esté. 174

Puedo ser realmente estrafalario con una o dos personas, o con varios grupos pequeños, compuestos por buenos amigos. Pero la primera vez que lo tomé fue en una fiesta bastante grande, donde estaba rodeado por mucha gente a la que no co­ nocía. Y supongo que esa fue la razón por la que me centré tanto en la autoestima, porque me pasé toda la noche deambu­ lando de un lado a otro y hablando con la gente, conociéndola a un nivel realmente profundo, sin que nadie fuera superficial. Me mostré realmente como soy. Y eso me produjo una sensa­ ción increíble, sentirme lo bastante liberado como para hacerlo así, sin participar en ninguna clase de juegos. Y, hasta este día, ni siquiera sé gran cosa de toda esa gente, ni quiénes son, dón­ de trabajan o qué hacen, pero tengo la sensación de saber qué se llevan entre manos. Cosas del corazón, o de lo que sea. Si se consigue un gran grupo de gente que están dispuestos a pasar por una experiencia de grupo y sentarse formando un círculo o algo así, y contar historias o sostenerse de las manos, bueno, elaboramos esa especie de extraña teoría de que formá­ bamos un remanso de amor, de que los humanos somos con­ ductores y de que nuestro trabajo consiste en traerlo aquí abajo, al mundo físico. Así que tuvimos una sesión con esa clase de idea en la mente. La idea consistía en traer aquí abajo todo el amor desde allá fuera que pudiéramos traer al mundo físico. Fuimos aproxima­ damente unas veinte personas, y todas centradas alrededor de la misma idea. Y todos se animaron mucho más de lo que les habría sucedido normalmente gracias al grupo y al hecho de que todos pensábamos en lo mismo. No cambia realmente a la persona, sino que permite que la gente sea realmente como es y que actúe de la misma forma que vive. Otra cosa buena del MDM es que no es nada salvaje, o que permite a la gente acceder a ámbitos místicos que hay dentro de ella misma, porque no asusta tanto como los grandes psicodélicos, como el LSD. Creo que esa es la razón por la que cada vez habrá más gente que la tome, porque es mucho más accesi­ ble de lo normal y porque ayuda a la gente a superar sus temo­ 175

res, a explorar el misticismo que hay dentro de cada uno de no­ sotros. Peter, de la Universidad Wesleyana, citado en Potencialidades del MDM, de Peter Stafford Todas las narraciones que siguen aparecen en A través de la puerta del corazón, compilado por Sophia Adamson y disponi­ ble a través de Four Trees Publications, Box 31220, San Fran­ cisco, CA 94131, con un precio de 14,50 dólares más un dólar por gastos de envío.

Afirmar quién soy, adonde voy Mujer de 37 años, licenciada, diseñadora de sistemas. Decorado: autoexplorador, meditativo. Escenario: en el hogar, con guía del terapeuta. Catalizador: 150 mg más 50 mg de MDMA. Lo que puedo decir ahora sólo refleja débilmente mi en­ cuentro conmigo misma, bajo la influencia de Adán. Las frases e ideas de la transcripción me recuerdan algunos de los mo­ mentos culminantes: Hay una apertura que antes no estaba ahí... Está claro que todo aquello en lo que ando metida y todo el mundo al que conozco no es más que amar a Dios y en descubrir cómo hacer eso... Guía: ¿Te recuerda algo a tus experiencias psicodélicas pre­ vias? Respuesta: Esto es totalmente diferente. Mucho más impor­ tante. Mucho más personal y relevante. Mucho más fácil de lle­ var conmigo y de aplicarlo. Tengo mucho amor y compasión que 176

se adhiere a cualquier cosa que esté cerca de mí y trata de hacer que parezca apropiado. Eso fue cuando olvidé que todo lo que trato de hacer es amar a Dios; luego, intento poner demasiado en cualquier relación. Todavía hay niveles de integración que hacer alrededor de la sexualidad... Hay una verdadera confusión de algún tipo..., una verdadera división... Ahora escucho a mi verdadera voz inte­ rior..., habitualmente, tiendo a evitarla... El sexo puede ser una forma de acercarse más a Dios, pero no he elegido hacerlo de tal forma que pueda llegar a ser... Ha sido muy útil permanecer sol­ tera porque puedo ver mucho más clara y fácilmente hacia dón­ de se dirige mi energía sexual, dónde están mis atracciones. ¿Cuál es la fuente de mi artritis? Energías bloqueadas. Nece­ sito ponerme en contacto con lo que deseo, y dejar que ese co­ nocimiento lubrique mis articulaciones; no debo permitir que la cólera o el amor se detengan. ¡Que todo fluya a través de mí! Guía: ¡Así que el amor lubrica tus articulaciones! El material sobre un incidente de abuso sexual, informado por primera vez durante una sesión de hipnosis celebrada hace varias semanas, tiene mucho más significado para mí desde que escuché la cinta de la sesión con Adán. En ella sonaba mi voz como si yo tuviera siete años. El impacto procede del pro­ fundo reconocimiento de las muchas formas en que el aconteci­ miento moldeó mis respuestas ante el mundo que me rodeaba, debido en parte a la desconfianza de mis padres, intensificada como consecuencia del incidente. El volver a vivir ese inciden­ te me ayudó a liberar mi energía y mis emociones en una serie de modos; tengo la sensación de que ese proceso continuará durante algún tiempo. La comprensión y la resolución de este incidente no sólo me ha ayudado personalmente, sino que pue­ de ser un vehículo para extenderme hacia los demás con expe­ riencias similares. En general, mi viaje con Adán afirmó quién soy yo, qué es­ toy haciendo, hacia dónde voy. La afirmación fue experimenta­

da a través de una apertura de mi corazón, antes que mediante una profundización de comprensión intelectual, aunque tam­ bién ha ocurrido algo de eso. Adán, el decorado, el escenario y la valiosa intervención y apoyo del terapeuta/guía crearon un sentido de receptividad, de maravilla, de amor y alegría. En este decorado y escenario, con empatia por todos los aspectos de la vida, tuvo lugar un apren­ dizaje cuyo contenido fue recibido fácil y profundamente. Mi deseo de acceder a tal aprendizaje es grande, debido en parte a que recordar esas lecciones estimula un estado de conciencia altamente deseable en el que se produjo el aprendizaje mismo. El contenido también parece adoptar una cierta deseabilidad, lo que hace que esté mucho más fácilmente disponible que buena parte de lo que he aprendido bajo circunstancias más tradicio­ nales. El simple hecho de escribir ahora sobre ese estado, casi una semana después de ocurrido, todavía me permite percibir una sensación de la maravilla, del amor, y de la alegría que ex­ perimenté entonces. Mi mente tiende a divagar, tratando de dar forma a algunos de los temas surgidos durante el viaje, pero que todavía pare­ cen incompletos. Entre ellos se incluye una comprensión más profunda de mi confusión sobre, o de mi insatisfacción con las relaciones del pasado, las cuestiones sexuales, el consumo de alcohol y los planes futuros para mi internado, mi tesis y mi profesión. A pesar de la atención que obtienen todos esos te­ mas, veo que los considero a la ligera en su mayor parte; tengo una clara sensación de que mi viaje con Adán está lejos de ha­ ber terminado; hay muchas cosas que están siendo considera­ das y reflexionadas por debajo de la superficie de mi concien­ cia. En la medida en que he abordado esas preocupaciones, me siento bastante satisfecha con las comprensiones que he alcan­ zado. Mis acciones, así como mis actitudes, han empezado a cam­ biar en ciertos aspectos. Soy capaz de percibir, de recibir, y de responder al amor de una forma mucho más abierta que hace apenas unas pocas semanas. Hay un mayor sentido de respeto 178

en mis tratos con mi energía sexual y en mi respuesta a ella. Parece que me resulta mucho más fácil conectar con mis senti­ mientos y expresarlos de la manera apropiada. Quizá el efecto posterior más importante haya sido la expe­ riencia interior de afirmación acerca de lo que estoy haciendo. Hay una sensación de que es lo correcto; aunque el sentimiento aparece apagado y turbio acerca de lo que está sucediendo, en un nivel muy profundo sé que me muevo en la dirección co­ rrecta. Por muy oscuro que pueda parecer el camino, por mu­ chas sombras que puedan aparecer en él, hay en mí una luz que me proporciona calor, iluminación y nutrición. Mi conciencia sobre la existencia de esta luz interior, y el aumento de la clari­ dad que experimento en mi sentido del propósito se han visto muy intensificadas gracias a mi experiencia con Adán.

Mi primera sensación de no ser paranoide Hombre de 33 años, estudiante universitario. Decorado: autoexplorador, terapéutico. Escenario: casa de un amigo, con otro participante y dos guías. ( ’atalizador: 150 mg más 50 mg de MDMA. Entré en la experiencia buscando una mayor empatia con el niño que fui y que todavía soy, así como para conocer mis pro­ pias necesidades emocionales lo bastante bien como para em­ pezar a distinguir con claridad mis necesidades de las de los demás. Intenté explorar los sentimientos que había experimen(ado en la primera infancia, sobre todo en relación con el he­ cho de haber sido abandonado por mi madre a la edad de cinco m os, con objeto de empezar a desembarazarme finalmente de la carga de esta depresión. También deseaba explorar el tema del trabajo y de la super­ vivencia financiera, de cómo puedo encontrar un trabajo, ganar 179

dinero, sin caer presa de esa especie de depresión que surge del hecho de no haber cubierto mis necesidades mientras servía a las necesidades de los demás. Eso siempre me ha conducido al agotamiento que me ha parecido paralizante y profundamente descorazonador. ¿Cómo voy a poder ganar dinero al mismo tiempo que encuentro satisfacción para mis necesidades emo­ cionales más profundas? Los temas de la diferenciación emocional con respecto a mi madre y el grado de solvencia/independencia financiera se en­ cuentran muy estrechamente relacionados. La conexión fue y es para mí un gran tema que tengo que explorar. Durante aproximadamente los veinte primeros minutos de la experiencia siento un temor considerable. Me siento como si descendiera hacia un lugar mucho más blando y vulnerable. Puedo percibir las capas de temor que se van despojando de mi torso y que se alejan en el espacio. Me siento inmerso en el te­ mor durante un tiempo. Poco después de ingerir la segunda cápsula, caí por debajo del temor y entré en contacto con una sensación de haber llegado a una línea base de apoyo muy cáli­ da, un lugar de apoyo desprovisto por completo de temor. Eso me ofreció la primera sensación de lo que significa no ser un paranoide, de ser como otras personas. No regresé a los recuerdos de la niñez, como había pensado que haría. En lugar de eso, permanecí en el presente y experi­ menté mis temas de una forma condensada, dentro del contexto de mi relación actual. Mis temas relacionados con el temor, la supervivencia financiera y la dependencia emocional cayeron dentro de la relación. Sentí con toda claridad que no deseaba regresar a la niñez, que no había necesidad alguna de hacerlo. No tuve la sensación de estar resistiéndome o de evitar nada; en lugar de eso, necesitaba y deseaba entrar en contacto con el corazón y establecer una conexión permanente con él. Y eso fue lo que sucedió. Al escuchar la grabación de mi experiencia, descubrí que, de hecho, he llevado a cabo las intenciones que había tenido duran­ te la experiencia con Adán. Mientras permanezca en contacto 180

con el corazón y sea abierto y honesto con mi compañera, sé que el dolor de mi infancia continuará saliendo a la superficie para resolverse dentro del contexto de una saludable nostalgia, y al ritmo que el cuerpo-mente decida como más apropiado para mi capacidad. Mi compañera lo comprende y lo acepta así.

Ahora siento el dolor como un aliado, no como un enemigo Hombre de 45 años, escritor, enfermo de artritis. Decorado: terapéutico, para curar la artritis. Escenario: en casa y en el exterior, con su pareja. Catalizador: 100 mg, más 50 mg, más 50 mg de MDMA; serie de sesiones. Durante los tres últimos años me he visto afligido por un caso muy doloroso de artritis espinal. Hasta hace bien poco, apenas transcurría un solo día sin que sintiera dolor en la m a­ yoría de las partes de mi cuerpo. En ocasiones ha sido tan de­ bilitador que apenas podía moverme durante varios días segui­ dos. He probado una serie de medicamentos recetados, incluido Motrin, pero ninguno de ellos ha tenido el efecto apreciable y a largo plazo de aliviar el dolor, la preocupación que lo acompa­ ña e incluso la depresión. Eso fue hasta hace poco. En febrero de 1984 empecé a to­ mar el MDMA, con la idea de aliviar el dolor artrítico que me contraía. Apenas un minuto después de haber ingerido la sus­ tancia ya noté una notable disminución del dolor. A medida c|ue transcurrió el día, sentí que mi cuerpo quedaba cada vez menos contraído. Durante unos meses apenas había sido capaz de caminar unos pocos pasos seguidos. Ahora, mi cuerpo em­ pezó a moverse con libertad, y se disiparon las dudas y los te­ mores relacionados con la enfermedad. Experimenté una nueva 181

sensación de esperanza en la medida en que los «cristales artrí­ ticos» parecían estar descomponiéndose, liberando la muy apretada limitación sobre mi cuerpo. Durante varios días sentí muy aliviado el dolor, aunque éste no desapareció por comple­ to. Tuve, por primera vez en mucho tiempo, verdadera esperan­ za de invertir, con ayuda del MDMA, la pauta de vivir sumido en un dolor constante. Siguieron otras sesiones con resultados similares. En oca­ siones, sentía mi cuerpo tan libre y ligero que empecé a bailar y a moverme con mayor rapidez, y con una flexibilidad que no había experimentado desde hacía años. El 19 de junio ingerí la sustancia y, nuevamente, al cabo de un minuto empecé a sentir­ me alegre y vi aliviado el dolor de la artritis espinal, que antes había sido grande. El 23 de junio hubo otra sesión. Siete minutos después de haber tomado la dosis inicial empezó a desaparecer el dolor en la espalda. Luego empecé a centrar la atención sobre el lugar para curar la artritis, un punto situado en la parte baja de la es­ palda que, al ser apretado, aliviaba la presión. Disminuyeron más y más las contracciones musculares y tuve la impresión de estar empezando a entrar en contacto con mi cuerpo, que se ha­ llaba en un estado de movimiento fluido. Sentí como si un efecto curativo rodeara mi cuerpo. Luego, me entregué a una serie de movimientos frenéticos y sentí que la pesadez y las contracciones abandonaban mi cuerpo, que se aflojaba la dura rigidez de la parte inferior de la espalda y de las rodillas. Durante esta experiencia, el tiempo pareció quedar detenido mientras contemplaba la montaña Taos con una sensación de uni­ cidad, de quietud y calma. La quietud de las montañas y de la meseta se hicieron absolutas, como si fuera la única realidad, mientras empezaba a sentir un ardiente calor interior. Centré nuevamente la atención sobre el punto curativo de mi artritis, un punto de acupuntura en la parte inferior de la espalda, en el chakra inferior. Después de aplicar allí la presión del dedo pul­ gar, empecé a expandirme y a sentir que la energía del amor de la montaña entraba en el chakra de mi corazón. 182

Sentí una fuerte conexión con el espacio y los planetas como si formara parte de ellos. Mis orígenes estaban allí. Es­ cuché la obra de Gustav Holst, Los planetas, y la música co­ rrespondiente a Marte pareció atravesar mi cuerpo. Volvía a es­ tar en el espacio, en el vacío. Me encontraba en casa, libre. Marte, el dios de la guerra. Vi conflagración, la historia del mundo en plena batalla, pero todo eso estaba limpiándose. A partir de la conflagración surgió un período de comprensión, de sabiduría y amor. Aparecieron bolsas de profunda compren­ sión en medio del fuego y la conflagración. Experimenté una tremenda intimidad con mi pareja, y un gran calor. El espacio me rodeaba. Tanto mi pareja como yo permanecimos allí, muy quietos. Formábamos parte del espacio sin tiempo. Sentimos miles de millones de años en el pasado y miles de millones de años en el futuro. Formábamos parte del universo. Un gran amor me impregnó. Mi pareja formaba parte de ese amor, pero también el mundo, el universo y hasta más allá. Centré la atención sobre mí mismo y me sentí como una persona diferente: consumido por el calor, con una maravillosa sensación. Mi cuerpo se encontraba en un estado de movimien­ to fluido; disminuyeron las contracciones musculares y me en­ contré en contacto con mi propio cuerpo. Tocar la tierra y extenderme hacia el cielo tuvo un efecto curativo sobre mi artritis. Calor, libertad, hermosura. Baile, cuerpo que se movía libremente, un frenesí de movimiento y luego la quietud. Sentí que el cuerpo se liberaba. Estaba literal­ mente expulsando pesadez y contracción de mi cuerpo. La energía parecía haber quedado atrapada en mi garganta. El cuerpo era realmente libre, y eso me producía una sensación muy sensual. La dura rigidez de mi espalda empezó a aflojarse. La energía corría por mi espina dorsal, aflojaba la rigidez de la columna vertebral. Yo saltaba literalmente al sonido de la mú­ sica. Sentí la presencia de seres espaciales que me rodeaban. In­ tentaban compartir conmigo algún mensaje, pero yo no estaba 183

todavía lo bastante abierto como para recibirlo. Tuve la sensa­ ción de que todos nosotros tenemos a un gran grupo de seres extraterrestres benevolentes que nos rodean y nos protegen. Desean que experimentemos crecimiento y expansión. Sentí que mi cuerpo se abría a algo, como un canal de clari­ dad. La energía me atacó la mandíbula. Sentí que los seres tra­ taban de pasar a través de mi cuerpo. Sin embargo, todavía no captaba ningún mensaje. Percibí el cielo nocturno, cubierto de estrellas, y una verdadera intimidad con la viveza del espacio. El dolor artrítico volvió, y tuve un ligero dolor de cabeza al descender. Una semana más tarde tuve una sesión adicional. Diez m i­ nutos después de haber ingerido la droga se produjo un consi­ derable aflojamiento del dolor de la espalda. Más tarde, volví a experimentar un frenesí de movimiento a medida que empeza­ ba a aparecer la comprensión acerca de cómo empezar a con­ trolar el flujo de energía dentro de mi cuerpo. Se produjo un movimiento muy rápido de mis manos, y se aflojaron conside­ rablemente las contracciones artríticas de las manos, las rodi­ llas y la espalda. Mi cuerpo se movió con mucha libertad y me sentí mucho mejor. Pensé, por primera vez, que podía curarme realmente. De algún modo, sentí que empezaba a integrar un nuevo yo, ahora libre de dolor. La artritis de las rodillas y las piernas desapareció por completo y el dolor de la espalda dis­ minuyó con rapidez. Durante esta experiencia me moví con conciencia hacia el interior de mi cuerpo. Sentí que mi cuerpo era un templo que yo mismo había profanado. Deseaba dejar marchar el cuerpo, pero me di cuenta de que no podía hacer eso. El cuerpo me de­ cía que continuaría rebelándose. Tuve la sensación de que el cuerpo estaba a punto de explotar en todas direcciones. Lo sen­ tí pesado. Me encontraba en un estado de ánimo en el que el cuerpo no parecía ser mío. Experimenté poderosas erupciones procedentes del interior, sentí la necesidad de pasar por una ex­ periencia mortal, que confiaba sólo fuera simbólica, pero había allí un gran temor. 184

Entonces sentí comodidad, el alegre conocimiento de que no había muerte. El cuerpo se hizo mucho más libre, aunque el dolor de la artritis continuaba presente. Inicié un frenesí de ver­ dadera autoflagelación física, un movimiento muy rápido de las manos, un aflojamiento de la artritis en mis manos, mis rodillas y espalda. Perdí la conciencia mientras pasaba por esta fase de movimientos rápidos. Me temblaban las manos y no podía es­ cribir. Todo mi cuerpo se sacudía con violencia y empecé a res­ pirar con rapidez; estaba cercano a la hiperventilación. Mi cuerpo se movía con extraordinaria libertad, sobre todo mis piernas. Era como si tuviese el cuerpo encendido, y me di cuenta de que todavía existía allí algo de artritis. Experimenté una cólera feroz y mis manos empezaron a temblar de nuevo. Mis piernas se sacudieron frenéticamente una vez más, sobre todo mis rodillas, donde se centraba el do­ lor de la artritis. Respiré pesadamente y me sentí muy, muy ca­ liente, como si estuviera ardiendo por dentro. Una sensación de muerte me rodeó, pero una cierta incomodidad y temor me im­ pidieron experimentarla. A pesar de todo, de algún modo, sabía que no tenía nada que temer. Supongo que lo que más me asustó fue la sensación de que ya no deseaba o necesitaba mi cuerpo por más tiempo. Y, sin embargo, estaba atrapado en él. A pesar de todo, yo no era mi cuerpo. Experimenté una confusión insospechada, pero el te­ mor remitió y empecé a sentir la eternidad de las cosas, cosas no vistas, las cosas reales. Un rugido descendía por mi cuerpo, como un tren de carga lanzado a toda velocidad. Tuve la sensa­ ción de que deseaba hacer algo espectacular, pero no estaba se­ guro de saber de qué se trataba. El fuego me consumía y ardía dentro de mí y tenía la impresión de que mi cuerpo podía con­ sumirse. Pensé en los fenómenos de combustión espontánea. Allí había presente algo que yo tenía que atravesar. Tuve la clara impresión de que eso podía ser la clave para aflojar por completo los «cristales» artríticos. Casi perdí la conciencia en otro frenesí de movimiento y autoflagelación. Me golpeé el tó­ rax. La energía se había aflojado considerablemente y me sentí 185

físicamente mucho mejor. Todavía notaba algunos restos de la artritis, pero me daba igual. Estaba decidido a derrotar a la hija de puta aunque tuviera que flagelarme hasta la muerte. Golpe­ arme pareció ayudar y ahora me golpeaba con una escoba nor­ mal. La energía había abandonado la zona del pecho-corazón y viajaba hacia la espalda. Mi pareja me golpeó la espalda y los hombros con la escoba. Eso me produjo una gran mejoría y mi energía se liberó. Por primera vez, tuve la certeza de que podía curarme. Me sentí encolerizado conmigo mismo y con mi cuerpo y me gol­ peé con una escobilla. Me sentí como si me encontrara atrapa­ do en medio de una batalla, que estaba decidido a ganar. Lu­ chaba contra el bastardo, y eso hacía que me sintiera bien. El fuego ardía en mi interior, me consumía. Me sentí agotado. Es­ taba descendiendo. Se había producido una gran mejoría en mi cuerpo, pero cada pequeño dolor que notara hacía que me sin­ tiera más colérico por no haber sido capaz de desprenderme por completo de él. Entonces, mi cuerpo se sacudió con ferocidad y las exhala­ ciones se hicieron muy pesadas. Me quedé tumbado en el sue­ lo, moviendo frenéticamente las manos. Me agarré la carne al­ rededor del diafragma y tiré de ella con dureza. Golpeé las nalgas contra el suelo, con dureza, gritando al tiempo que gol­ peaba. La energía viajó por el cuerpo, en dirección a la gargan­ ta. Me agarré la garganta y los hombros, como si quisiera arrancarme la carne del cuerpo. Volví a sentirme muy caliente, con una gran cólera contra mí mismo. ¡Maldita sea! Deseaba azotar el cuerpo, golpearlo si fuera necesario hasta lograr su más completa sumisión. Luego, hubo quietud. Empecé a sentir amor hacia mí mismo, por mí mismo, un amor que me recorría todo el cuerpo. Era algo muy liberador. Todavía quedaba algo de dolor, pero estaba decidido a librarme por completo de él. El dolor regresó a mi espalda y me senté sobre él y, simplemente, lo sentí. Aparecieron lágri­ mas en mis ojos. Experimentaba una sensación de tristeza, y quizá de pérdida. De algún modo, tenía que afrontarlo y descu­ 186

brir de qué se trataba. Me sentía temeroso porque, quizá por primera vez, me daba cuenta de que estaba destruyendo mi cuerpo. Tenía que superar eso de algún modo ya que en caso contrario corría verdadero peligro. Quizá fuera eso lo que trata­ ba de indicarme mi anterior sensación de cercanía con la muerte. Las nubes estaban quietas y tranquilas. Sentí una poderosa unicidad con el espacio, y sólo deseaba abandonar mi cuerpo y unirme con aquella unicidad. Sentí la muerte más y más cerca y como resignado ante ella, pero retrocedí. Tenía que descubrir qué era aquello que había en mí y que deseaba morir. Sólo sa­ bía que mi cuerpo no era importante, pero que todavía no po­ día desprenderme de él. ¿Qué era esa sensación de muerte que había dentro de mí? ¿Dónde estaba la vida? Quizá ambas cosas eran lo mismo. Sentí que había una conexión, un parentesco entre ambas. Sentí que debía experimentar la muerte, simbóli­ camente, pero temía que eso pudiera transformarse en una muerte «real». Empecé a tratar de sentir la experiencia de la muerte. Al principio, noté una gran tristeza, y luego el movimiento del cuerpo. Sorprendentemente, el temor desapareció y, en apenas un instante, pasé más allá de los umbrales de la vida. Una her­ mosa luz radiante y blanca que lo abarcaba todo me rodeó y, por primera vez, supe que no había nada que temer de la muer­ te. No era el final de todo, sino un hermoso y nuevo empezar, un renacer. Mi pareja me dio un suave masaje en la espalda, empujando la energía hacia lo alto de la columna vertebral. El dolor no ha desaparecido del todo pero ahora sé, por pri­ mera vez, que terminará por desaparecer. Experimento una sen­ sación renovada de vida y propósito. Me doy cuenta ahora de que tuve que llegar hasta ese punto donde iba a permitir que la negatividad y el dolor me mataran o iba a desembarazarme por fin de ellos. Experimenté la fuerte sensación de que había ele­ gido hacer lo segundo, aunque todavía tenía que trabajar más para conseguirlo. Oh, Dios mío, la gloria de sentir, de amar. Por primera vez sentí el dolor como un aliado, y no como un enemigo. Puedo 187

utilizarlo para captar y comprender, y no para la autodestrucción. Ya no siento el resplandor, el aura de la muerte a mi alre­ dedor. El dolor me dice que sólo desaparecerá por completo después de que haya apretado el invisible botón de la «integra­ ción». ¿Por qué? La respuesta surge en forma de un flujo de lá­ grimas y el corazón, al expandirse, parece saberla. Utilizar el dolor con amor y comprensión, en lugar de luchar constante­ mente con una profunda animosidad es lo único que permitirá acabar con él. Un «rollo» de mi corazón acaricia mi dolor y, extrañamente, siento ahora un profundo amor por el dolor. Es mi maestro. Al aceptarlo, en lugar de rechazarlo, me siento lle­ no de una maravillosa y suavizante claridad. El 18 de julio tuve una experiencia muy similar a la produ­ cida por el MDMA, sin necesidad de tomar la sustancia. A pe­ sar de ello, mis sentimientos y acciones fueron muy parecidos. La energía empezó a moverse a través de mi cuerpo y empecé a moverme, a desperezarme, a tirar, a empujar, a guiar de algún modo la energía. No explotó a través de los bloqueos artríticos, sino que pareció moverse con rapidez a mi alrededor, por enci­ ma y por debajo de ellos. Experimenté un gran alivio. Más tar­ de, ese mismo día, empecé a respirar en un viento frío, húmedo y balsámico, que ejerció un efecto reconfortante e incluso cura­ tivo sobre la artritis. Expuse al viento tanto la parte delantera de mi cuerpo como la espalda, y el efecto sobre el dolor y la contracción fue notablemente bueno y curativo. Durante cinco días completos estuve casi completamente libre del dolor de la artritis, el período más prolongado de tiempo sin dolor que ha­ bía pasado en tres años. El 23 de julio todavía tuve otra experiencia similar al MDMA sin ingerir la sustancia. Una vez más, mi cuerpo se movió a un ritmo rápido y la contracción se aflojó. Pareció como si yo mis­ mo empujara la contracción hacia abajo y fuera de mi cuerpo, a través de la zona del vientre, que se puso floja y libre. Luego', empecé a tirar físicamente del dolor artrítico para sacarlo de la parte inferior de la espalda. Funcionó. La energía se redistribu­ yó por otras zonas del cuerpo. 188

Meditación y recuerdo del estado inducido por el MDMA Hombre de 32 años. Decorado: terapéutico. Escenario: en casa, con terapeuta/guía y dos amigos/participantes. Catalizador: 100 mg, más 50 mg de MDMA. He esperado una semana antes de decidirme a exponer por escrito mis pensamientos y sentimientos. Apenas estoy saliendo ahora de la euforia de la experiencia. Durante esta semana pasa­ da he sido feliz, me he sentido contento, cariñoso, despreocupa­ do, de trato fácil y en paz conmigo mismo. He llevado a cabo un esfuerzo concertado para conservar el sí mismo con el que me puse en contacto (algo que no ha sido tan difícil de hacer). En cuanto a la experiencia misma, no tuve conciencia del transcurso del tiempo. Durante toda ella me sentí personalmen­ te cómodo y en una completa paz con todos los presentes. La sensación física fue una combinación de cálida pesadez y de claridad mental. Estaba totalmente implicado en la conversa­ ción y en la interacción con mis amigos. Desaparecieron todas las inhibiciones y defensas, de modo que me encontraba en contacto directo con mis propios sentimientos y con mi capaci­ dad para expresarlos. Mis pensamientos fluían con razón y pro­ pósito. Sentí un calor genuino y afecto por mis amigos y el Inerte deseo de expresar mi amor y mi preocupación por ellos, l ira capaz de decir las palabras que había contenido durante lanto tiempo, lleno de temor ante la posibilidad de entrometer­ me en sus vidas y hacerles daño. La mayor recompensa fue la información positiva que recilii, el respeto por quien soy y lo que he hecho, y eso me ha pro­ porcionado una mayor sensación del valor propio. El verme a mí mismo a través de los ojos de los demás me ha permitido ver con mayor claridad el bien que tengo que ofrecer, y ahora 189

me resulta más fácil desprenderme del cinismo tras el que me había ocultado. Deseo construir un nuevo fundamento de con­ fianza y apertura, y acentuar las fuerzas positivas que hay en mí. Detestaría que esto sonara como las efusiones de una Polyanna, o de un reciente convertido al último culto de moda. Sien­ to, honestamente, que se me ha ofrecido una rara oportunidad de mirar dentro de mí mismo y obtener una profunda compren­ sión de quién soy en realidad. Tengo la sensación de que a través de la autorrevelación y de los comentarios de mis amigos, obtuve una mayor concien­ cia de mis fortalezas como individuo. La sesión me aportó mis aspectos positivos que se superpusieron a la autoimagen negati­ va que tenía de mí mismo. Fue una experiencia profunda y de­ liciosa de la que sigo beneficiándome. La experiencia ha estimulado mi interés por el autodescubrimiento. Ahora siento que poseo un gran potencial que no ha sido explotado todavía. He empezado a leer libros de naturale­ za espiritual y filosófica que pueden ayudarme a desarrollar ese potencial. He reanudado la meditación, después de un in­ tervalo de unos seis años; ahora tiene un efecto calmante que me ayuda a centrarme y a recordar el estado alcanzado con el MDMA. Espero continuar la meditación cada día y progresar con ella mucho más de lo que hice en el pasado. El MDMA me ha ayudado a encontrar mi centro mientras medito. He dado los pasos necesarios para aumentar mi conciencia de mí mismo, y he vuelto a valorar mis necesidades de amor. Creo que ha aumentado la seguridad en mí mismo, gracias a la mejora de mi autoestima.

Las experiencias con el MDMA han salvado mi relación Hombre de 37 años, hombre de negocios. Decorado: intensificar la comunicación y la relación. 190

Decorado: en casa, con la pareja. Catalizador: 150 mg de MDMA. ¿Cómo es la experiencia? Abordo este tema describiendo lo que hicimos yo y mi compañera. Nos pasamos la mayor parte del tiempo sentados en el suelo, uno frente a otro, y mirándo­ nos a los ojos; el MDMA es la droga del contacto visual. Tam­ bién mantuvimos contacto físico; así pues, nos miramos a los ojos, nos tomamos de la mano y nos acariciamos con suavidad el rostro y el cabello. Las superficies de la piel se notan increí­ blemente suaves (una sensación que persiste hasta bastante des­ pués de las cuatro horas). Uno queda impresionado por la be­ lleza preternatural del otro. Nadie ha sido nunca tan hermosa, delicada, exquisita o plena; la sensación es que ella lo es todo. «Te he estado buscando durante toda mi vida.» Estoy convencido de que la experiencia amorosa con el MDMA es el amor divino del que hablan los santos. Se experi­ menta repentinamente una apertura hacia el dar y recibir cuida­ do y adoración incondicional, se siente uno privilegiado y ben­ decido, y los miedos y defensas habituales no aparecen para aplastar estas poderosas sensaciones positivas. No cabe la m e­ nor duda de que la experiencia es poderosamente intensa; po­ derosa, pero muy diferente a las abrumadoras experiencias que se tienen con el LSD o la mescalina. El amor intenso por el otro conduce de modo natural y casi inmediato a las zonas sexuales. Deseo desnudarme y que mi compañera haga lo mismo. Disfruto tocándome mis propios genitales y cuando ella me los toca, y también disfruto tocán­ doselos a ella. Pero todo esto parece ser únicamente un aspecto de un amor mayor, y el contacto genital tiene una carga algo distinta en cuanto a carácter y grado, con respecto al intercam­ bio de miradas o a las caricias del rostro. El mundo también se observa como algo clara y profundamente presente, aquí y aho­ ra, con una actitud propia de la Gestalt. Una diapositiva de una pared cuya pintura está descascarillada aparece asombrosamen­ te hermosa, como si se la viera por primera vez. 191

Una noche, mi compañera y yo permanecimos la una en brazos del otro, contemplando la luna llena que se levantaba sobre el océano y cuya luz se reflejaba sobre las olas. Experi­ mentamos intim idad al mismo tiempo que la maravilla del mundo. Según mi experiencia, es imposible la consumación se­ xual, es decir, el orgasmo, hasta el final o ligeramente después de la experiencia con el MDMA. Si puede establecerse una dis­ tinción entre el amor y el sexo, diría que el MDMA es una dro­ ga del amor, y no del sexo. Este hecho, aceptado en todo su po­ der desnudo, sugiere que uno no querría tener esta experiencia con cualquier persona y tampoco cada día. Las experiencias de esta importancia exigen tiempo para digerirlas, así que parece apropiado dejar transcurrir intervalos de dos semanas o más entre una experiencia y otra, sin resistirse a la naturaleza positi­ va de la misma. Como quiera que esta droga se siente como algo sagrado, no se desea profanarlo con un uso mundano. También hay que hacer comentarios sobre las cualidades in­ teractivas del MDMA, particularmente a nivel verbal. La con­ versación surge con espontaneidad y comodidad a partir del contacto y la intimidad. Mi compañera y yo pudimos expresar un amor total del uno por el otro, y el nivel de articulación re­ cuerda la clásica poesía amorosa: «Una hogaza de pan, una ja ­ rra de vino y tú...». Los agravios acumulados durante una tor­ mentosa relación de cinco años parecieron palidecer y perder importancia. No los olvidamos, pero hablamos libremente acer­ ca de ellos: Y, sin embargo, no había acusación en los recuer­ dos desagradables, en la sucia lista de heridas; era, simplemen­ te, demasiada información, como si se tratara del tiempo atmosférico correspondiente a tiempos pasados. Y lo más en­ teroecedor de todo son las expresiones de gratitud por el regalo de esta vida tan hermosa y por la presencia del otro. Es esa re­ ceptividad y aprecio que los místicos católicos suelen llamar gracia. Una serie de experiencias con el MDMA han salvado mi re­ lación. En realidad, mi compañera y yo habíamos roto, tanto de cara al otro como ante el resto del mundo (ya se había hecho 192

un anuncio en este sentido). Habíamos empezado ya a desmo­ ronarnos, a pesar del amor que nos profesábamos, de una rica vida familiar y de un hijo adorado. Bajo los efectos del MDMA volvimos a conectar con nuestro cuidado y amor mutuos, con lo que era realmente importante para nosotros, y con el lugar que ocupa nuestro amor en la más amplia naturaleza religiosa y espiritual de las cosas. Las lecciones que aprendimos se mantu­ vieron hasta mucho más allá de la sesión con la droga. Nos di­ rigimos miradas que nos permitieron regresar instantáneamente al lugar ocupado antes, cuando nos cuidábamos el uno al otro. Las experiencias con el MDMA son aspectos fundamentales de nuestra mitología común. Son experiencias cumbre comparti­ das. Ahora, el sexo es mucho mejor que antes.

Paz con gran energía, tangible, expansiva Hombre de 53 años, ministro religioso. Decorado: exploración espiritual. Escenario: en el exterior, desierto/montaña, con dos amigos. Catalizador: 120 mg de MDMA. En la mañana del 18 de agosto y en presencia de dos ami­ gos que también tomaron MDMA, tomé 120 mg de la droga. Antes de ingerir la sustancia se me entregó una rosa recién cor­ tada, y se me hizo sentir amado, a salvo y seguro. A pesar de ello me sentía un poco ansioso porque, a excepción de un sólo encuentro con un hongo de psilocibina, nunca había ingerido psicodélicos. Al cabo de unos pocos minutos empecé a sentirme entume­ cido, desde la cabeza a los pies. Me asusté y miré la rosa para tranquilizarme. El entumecimiento dio paso a una sensación de gran energía. Me sentía como si cada molécula y átomo de mi cuerpo tuvieran un motor poderoso y como si, por primera vez, 193

todos esos motores estuvieran encendidos al mismo tiempo. Esa gran oleada de poder y energía fue abrumadora y empecé a lamentar haber tomado la droga, pero sabía que ahora ya era demasiado tarde. Me encontraba ya en el punto más alto de la montaña rusa, a punto de descender con la velocidad de una gran roca que se desprende. Una gran excitación y temor se apoderaron de mí y, una vez más, contemplé la rosa y me tran­ quilicé. Todo esto me producía la sensación de que yo estuviera en contra de la experiencia, pero ésta estaba ganando y controlaba la situación. Luego, en algún momento, la lucha y el temor se desvanecieron como por encanto y una gran sensación de paz se apoderó de mí. No se trataba de la clase de paz que procede del hecho de no tener problemas o tensión, sino de una paz lle­ na de una gran energía, de una superpaz, tangible, expansiva, algo verdadero y muy apreciado. Permanecí sentado hasta que pude estar seguro de que ese estado no se disolvería. Me sentía como si estuviera respirando por primera vez en mi vida. Mientras tanto, había estado contemplando la arena del de­ sierto, a mis pies. Ocasionalmente, levantaba los ojos y miraba hacia el montón de leña apilado al lado del garaje. Si aquella leña me parecía tan fascinante y maravillosa, ¿cómo serían las montañas que tenía a mi espalda? Pensé que si me volvía a m i­ rarlas me sentiría seguramente abrumado por su gran belleza. Así pues, me volví con mucha lentitud, de modo que cada mi­ rada abarcara un poco más a medida que giraba la cabeza, has­ ta que me sentí lo bastante seguro como para levantarme y con­ templar una vista panorámica de toda la cadena montañosa. Era algo espectacular que me dejó literalmente pasmado. Me sentía lleno de alegría. Me acerqué a donde estaban mis compañeros, lleno de exci­ tación, y exclamé: «Sabía que tenían que existir lugares como éste, lo sabía, lo sabía». Una parte de esa toma de conciencia procedía del hecho de haber leído algo sobre esos estados, pero la mayor parte se debía a que verdaderamente me sentía como si hubiera llegado a mi hogar, como el ave o el pez que emigra 194

miles de kilómetros porque sabe de algún modo y se ve impul­ sado hacia un lugar donde nunca ha estado, que nunca ha visto pero que finalmente encuentra. Luego me inundó una oleada de conexiones. Me sentí co­ nectado con algún plan maestro. Todo parecía tener un propósi­ to y un plan, una razón del por qué, algo en lo que me vi atra­ pado y que m e produjo entusiasmo. La vida parecía haber conspirado para llevarme hasta allí en aquel preciso momento, hasta este lugar de amor, belleza, bondad y verdad. No había ninguna incertidumbre en todo esto. «Sólo el estúpido, aferra­ do a su estupidez, piensa que hace girar la rueda sobre la que él gira.» La mayor libertad consiste en no tener libertad, pero dirigirse hacia donde anhelamos estar. Yo había emigrado du­ rante cincuenta y tres años con objeto de llegar finalmente a mi hogar. Sabía que había hecho algo tan grandioso como las aves y los peces. Del mismo modo que el corazón acelera su ritmo a medida que uno se aproxima a su destino, comprendí la conexión que había entre el hecho de que mi cuerpo se hubiera estremecido cuando se me entrevistó como un posible candidato para esta experiencia, y la grandeza de la experiencia hacia la que me sentía llamado y que ahora formaba parte de mí mismo. Me sentía como si todo aquello que trataba de conseguir en la vida se viera confirmado de algún modo por la experiencia por la que estaba pasando. Era como una premonición y una confir­ mación al mismo tiempo. Estaba siendo atrapado en el misterio y en la providencia, y era capaz de experimentar el sentimiento y la certidumbre de todo. Miré a mi amigo y supe que tenía que ser un emisario de una nueva forma de vivir. La sensación que experimentaba era de destino. Disfrutaba de mi destino por primera vez. Era algo real, y yo me daba cuenta de ello. Deseaba explorar, caminar por el desierto, permanecer a so­ las en aquel vasto panorama de belleza. A pocos cientos de metros de la casa encontré una enorme piedra, de metro y me­ dio de altura, en la que el viento había erosionado un asiento. 195

Subí a la roca («tu es petros», tú eres roca), y me senté allí, bajo el ardiente sol de la mañana, envuelto por el aire caliente, rodeado por las sobrecogedoras montañas, las grandes forma­ ciones rocosas y los antiguos cantos rodados que, según me ha­ bían dicho, tenían 25 millones de años de antigüedad. Supe lo que era tener conciencia. Pensé en el destino de la humanidad, íbamos hacia las estrellas. Regresé hacia la casa, lleno de un sentimiento de respeto y maravilla. Pregunté si podíamos nadar en el estanque lleno por la fuente, situado al fondo de una suave pendiente, a poca dis­ tancia de la casa. Nos acurrucamos allí, en medio de rocas de tres o cuatro pisos de altura y cantos rodados de una gran be­ lleza. Aquí, en este escenario tan idílico de monolitos y altos cirros, de desierto y vegetación exuberante, decidí que deseaba ser bautizado sin ceremonia, ritual o palabras. Al salir de las frías aguas de la fuente me sentí refrescado, limpio por dentro y por fuera, totalmente vivo y especialmente privilegiado. Pasamos el resto del día de excursión, subiendo por las montañas; comimos en abundancia, con una rica sopa caliente y nos sentimos plenamente en el aquí y el ahora. La intensidad de la mañana se había transformado en una agradable transi­ ción de diversión, cercanía entre nosotros y con respecto a los acontecimientos, a medida que estos se desplegaban. Por la noche, sentado bajo las estrellas, con el distante ful­ gor de los relámpagos, supe que había llegado a una toma de conciencia tan única como la vida misma, así como a la prome­ sa de las escrituras: «He venido para que podáis tener vida, y la podáis tener con mayor abundancia».

Ver la belleza del propio ser Mujer de 35 años, mujer de negocios. Decorado: terapéutico, autoexplorador. 196

Escenario: en casa, con terapeuta/guía. Catalizador: 200 mg de MDMA. Domingo por la mañana. Todavía no han transcurrido 24 horas desde mi primer encuentro con Adán. Se inicia un nuevo día. Me siento suave, presente, y llena con mi propia espiritua­ lidad. Lo de ayer fue una experiencia espiritual en muchos senti­ dos. Me siento conmovida por mi amor y mis conexiones con Dios. Creo que he estado desconectada de todo eso durante bastante tiempo. Recuerdo una mañana, no hace mucho en que me estaba poniendo las medias, los zapatos de tacón y el traje de seda, mi «armadura», como denomino mi vestimenta de tra­ bajo. En esa ocasión me dije a mí misma: «Siento como si me estuviera perdiendo». Adán fue una oportunidad de regresar a mí misma. En cierto modo, también fue una conclusión del pasado. Me conmovió la claridad con la que vi la muerte de mi madre, y lo pacífica que me siento con eso. Soy muy consciente de la co­ nexión de mi madre con Dios y de su don de amor y aprecio. Estoy comprometida a llevar eso adelante y a expresarlo en el mundo. Y siento compasión y perdón por mi padre. Empiezo a apreciar realmente quién soy yo en todo esto, mi experiencia del amor y lo bien que está todo en mi interior. Recuerdo el momento en que la potencia de Adán alcanzó su cumbre. Tuve la sensación de que se me llevaba, de que po­ día quedar inconsciente. El guía me dijo que me tumbara y yo no quise hacerlo. ¿Quizá porque no quería rendirme? Tengo la impresión de que intentaba aferrarme a lo anterior. Me agarré a la almohada y al sofá. ¿Qué sucedería si me dejaba ir? En el momento cumbre experimenté intensas sensaciones físicas, como si mi cerebro estuviera a punto de explotarme en lo alto de la cabeza. Me temblaron las mandíbulas y la quijada se me puso como agarrotada, y me mordí el interior de la boca y los lados de la lengua, con los dientes apretados. Tuve la seguridad de 197

estar a punto de vomitar. Recuerdo que sudaba. Tenía el rostro y las manos húmedas. La parte más intensa pareció ser bastante breve. Desde el principio, se produjo una ascensión rápida y abrupta hacia el clímax, y luego un desenlace bastante suave y prolongado que terminó alrededor de las diez de la noche, cuando me acos­ té a dormir. Tomé el triptofán, pero no dormí bien. Soy más consciente que nunca de que tengo un modelo par­ ticular del mundo. Sufrir es algo a lo que me aferró. Ayer me di cuenta de que mi visión del mundo no es más que eso, una visión. Ayer creé una apertura para mí, una oportunidad para cambiar mi propio mapa del mundo. Ayer fue también la reali­ zación de mi experiencia de ser una mujer. Eso del hombre/ mujer ha sido siempre un tema planteado en mi vida. Vi algo que me permitió apreciar el hecho de ser mujer de una forma como no me había sucedido nunca antes. Una vez más, hay una apertura, y eso es algo que tiene que ver con el hecho de ser to­ talmente poderosa, y de ser una mujer. También experimenté compasión por los hombres. Recuerdo haber dicho: «Dios tam­ bién hizo a los hombres, así que eso debe de estar bien». Mañana vuelvo al trabajo, después de unas vacaciones de dos semanas. Me siento recelosa. Esta apertura del corazón es encantadora. Como ya dije antes, me siento suave. Se me ocu­ rre pensar que esa es una posición demasiado vulnerable como para permanecer demasiado tiempo instalada en ella, que pa­ rezco estar necesitada de endurecimiento, de volver a ponerme la armadura con objeto de salir y funcionar en el mundo de los negocios. Deseo decir «abierta», llena de amor y de corazón. Ahí es donde está la alegría y la posibilidad de vivir la vida como una celebración. Como dice E. E., Cummings, «Puesto que el senti­ miento es lo primero, aquel que preste cualquier atención a la sintaxis de las cosas nunca te besará del todo...». Lunes por la noche: he pasado el lunes. Me sentí muy emo­ cional durante la mayor parte del día. Sospecho que eso tiene algo que ver con el hecho de haber pasado por una experiencia 198

del Corazón, de haber estado en contacto con lo que somos re­ almente, algo hecho de esencia, de espíritu, de fuente, de nues­ tras profundas sensibilidades, de humanidad, en agudo contras­ te con esa otra forma que tenemos de interactuar la mayoría de nosotros de forma cotidiana: preocupaciones por ganar dinero, tratar superficialmente a los demás, ocuparse de gran cantidad de detalles aparentemente nada importantes, seguir juegos polí­ ticos, conducir en la hora punta, no «estar conectada». Lo que necesito hacer es encontrarme en cualquier ambiente, en cual­ quier circunstancia siempre llena de corazón, de amor y de es­ piritualidad. Aportar paz y alegría a cualquier situación que se presente. Tener un corazón ligero y abierto. Martes por la noche. He pasado un gran día. En términos de circunstancias no ha ocurrido nada particularmente especial. Me doy cuenta de que cuando tengo un «mal» día, o cuando las cosas no salen bien, me pregunto a mí misma: «¿Qué me sucede?». En cambio, cuando tengo un buen día lo acepto como algo garantizado, como si las cosas tuvieran que ser siempre así. Hoy he decidido reconocer aquellas ocasiones en que tenga un «buen» día. Hoy, tres días después de haber toma­ do Adán, diría que lo que más puedo destacar es el potencial que tiene Adán como ayuda para descomponer la propia reali­ dad y observar la belleza del propio ser. Quisiera destacar la importancia del contexto creado por la experiencia. No sería la misma experiencia sin haber contado con un guía sabio y ca­ riñoso. Jueves por la noche: he pasado unos días fantásticos. Real­ mente, me encanta este nuevo aprecio por el hecho de ser una mujer. Verdaderamente, algo me ha ocurrido: ya he dejado de intentar demostrar nada. En ese aspecto todavía quedan cosas que tengo que resolver, pero creo que he logrado cambiar las cosas. Ahora sé algo sobre el hecho de ser mujer que antes no sabía. Y eso tiene un impacto sobre uno de mis objetivos: apre­ ciarme a mí misma y expresarme más plenamente.

199

Fuentes encantadas Mujer de 26 años, estudiante. Decorado: comunicación y vinculación con la relación. Escenario: exterior, en la naturaleza, con el compañero. Catalizador: 100 mg, más 50 mg de MDMA. Descubrí a Adán cuando inicié una relación amorosa con este psicólogo que lo utilizaba en la terapia. Rompí con mi no­ vio anterior, de quien me sentía distante, a pesar de que él se sintió muy dolido y convencido de que estábamos destinados el uno para el otro. Después de un largo dormitar volvieron a des­ pertarse mis sensaciones sexuales. Pocas semanas más tarde me instalé en un retiro holístico de salud, en el campo, donde obtuve un trabajo y empecé a estu­ diar hipnosis. Mi antiguo novio también estaba allí. Al princi­ pio, no quise tener nada que ver con él, a pesar de que él estaba muy necesitado. Luego, al cabo de un tiempo, pensé que quizá se­ ría bueno que ambos tomáramos el Adán; quizá eso pudiera ayu­ darle y sería más fácil para los dos aceptar nuestra separación. Durante la sesión volvimos a sentirnos muy unidos, y me di cuenta entonces de la mucha razón que tenía él: realmente, se suponía que debíamos estar juntos y aprender a trabajar juntos. Así pues, volvimos a enamorarnos. Llamé al psicólogo amigo, que esperaba volver a verme, y le dije lo que había sucedido. Ahora, es él quien se siente herido y rechazado. Dijo que la experiencia con Adán le había recordado las fuentes encantadas de los bosques mágicos de la leyenda artúrica. Según esa leyenda, había una fuente de la que si se bebía, se quedaba una dormida y, al despertar, se enamoraría de la primera persona a la que se viera. Cerca había también otra fuente, pero que producía el efecto contrario: si se bebía de ella, se quedaba una dormida y, al despertar, se desenamoraba una de la persona con la que hubiera estado encaprichada en ese momento. 200

5. Una guía para consumidores

Cuando Heisenberg desarrolló el «principio de incertidumbre» en la física, podría muy bien haber estado hablando de los efectos de las sustancias psicoactivas. No hay forma de prede­ cir con certidumbre el curso que seguirá una sesión con MDMA. La planificación cuidadosa puede contribuir a empujar las cosas hacia la dirección deseada, pero lo que ocurra puede va­ riar mucho. En consecuencia, el diseño de una sesión con MDMA es un arte, antes que una ciencia. Cabe imaginar como hilos cada uno de los grandes factores que se entremezclan para configurar el conjunto de la tela que es la experiencia con el MDMA. En este capítulo intentaré organizar esos hilos de procedimiento, de tal modo que los tejedores del futuro puedan crear tapices de experiencia cada vez más elegantes. Aunque no sea del todo predecible, el MDMA es un catali­ zador de la experiencia mental que posee un notable grado de fiabilidad, sobre todo si se lo compara con los efectos de los grandes psicodélicos. La duración de la acción y la dosis exigi­ da varían muy poco entre los consumidores. El estado alternati­ vo de conciencia producido por el MDMA es bastante consis­ tente y no difiere mucho de nuestra conciencia ordinaria de consenso. Hay diferentes objetivos para usar el MDMA. Esos objetivos definen los tipos de sesiones con el MDMA. Cada una de esas 201

sesiones tiene su propio régimen y sus principios guía. Esos ti­ pos de sesiones incluyen: 1) las orientadas hacia la terapia, 2) las orientadas hacia la autorrealización, 3) las orientadas hacia el aumento de la creatividad, y 4) las sesiones recreativas. Ana­ lizaré brevemente cada una de ellas.

Sesiones orientadas hacia la terapia Las sesiones diseñadas por propósitos terapéuticos deben someterse a la más cuidadosa planificación, disponer de guías experimentados y realizarse en un ambiente más controlado que cualesquiera otros tipos de sesiones que abordamos aquí. Evidentemente, las personas con problemas mentales necesitan estructuras y salvaguardas más seguras cuando se les adminis­ tra una droga psicoactiva. Además, debe llevarse a cabo una selección adecuada, para eliminar todos aquellos estados mentales y/o físicos en los que esté contraindicado el uso del MDMA. Los psicoterapeutas, como ya se ha indicado en los capítu­ los anteriores, han empezado a trabajar con el MDMA. De los individuos que perseguían terapia experimental con el MDMA, los únicos especialistas que han escrito ampliamente sobre el trabajo realizado específicamente con el MDMA son George Greer y Requa Tolbert, cuyo estudio piloto ya he citado en va­ rias ocasiones. Sus ensayos sobre la conducción de las sesiones terapéuticas con el MDMA permanecen sin publicar en el mo­ mento en que escribo este libro. Además de Greer, Rick Ingrasci comentó brevemente los procedimientos terapéuticos, al declarar ante las sesiones para incluir la droga en el Inventario I. Antes de exponer el procedi­ miento de Greer y Tolbert, veamos cuál es la metodología bos­ quejada por Ingrasci en sus declaraciones: 1) El paciente o la pareja ayuna de 4 a 6 horas antes de inge­ rir el MDMA. 202

2) El paciente recibe entre 100 y 120 mg de MDMA en unos 110 gramos de zumo de naranja. 3) Tras el inicio de la acción de la droga (lo que habitualmen­ te se produce de 45 a 60 minutos después de la ingestión), ani­ mo al paciente o a la pareja a hablar de lo que piensan y sienten en el momento presente. Este proceso suave y no directivo conti­ núa durante las dos horas siguientes. 4) Tras una sesión terapéutica formal conmigo, hago que el paciente pase las dos horas siguientes con su pareja y/o miem­ bros de la familia, o con un amigo íntimo, alguien con quien el paciente se sienta a gusto hablando de una forma abierta e ínti­ ma. Con las parejas, o bien las dejo a solas para que estén juntos durante las dos horas siguientes, o hago que se les unan sus hijos y/o otros miembros de la familia para una discusión de corazón a corazón. 5) A todos los pacientes se les pide que expresen por escrito lo que han sentido durante su experiencia con el MDMA, dentro de las 24 horas siguientes a la sesión. 6) La mayoría de pacientes sólo necesitan una sesión con el MDMA, aunque algunos se benefician de una segunda sesión de 4 a 6 semanas después de la sesión inicial. George Greer ha escrito dos ensayos sobre el procedimien­ to terapéutico con el MDMA: «El uso legal, seguro y efectivo del MDMA», en 1984, y, con Requa Tolbert, «El uso clínico del MDMA», en 1985. Ambos bosquejan metodologías similares, basadas en el trabajo llevado a cabo por Greer y Tolbert que in­ tentaré presentar de forma abreviada. Greer y Tolbert utilizaron un riguroso procedimiento de se­ lección para encontrar clientes a los que aplicar la terapia. En primer lugar envían un cuestionario al cliente potencial, infor­ mación de «consentimiento informado» y un artículo en el que exponen su filosofía sobre los medicamentos psicoactivos. El cuestionario solicita información sobre la historia personal, médica y psiquiátrica, así como sobre las pautas de uso de dro­ gas y medicamentos del cliente potencial. Ese material también 203

está diseñado para orientar a la persona hacia la posibilidad de someterse a una sesión. Las preguntas de este tipo incluyen: «¿Cuál es su propósito para tener una sesión con el MDMA?», y «¿Cuáles son sus expectativas/temores sobre lo que suce­ derá?». Tras revisar el cuestionario y no encontrar contraindicacio­ nes fuertes con respecto a la sesión, Greer y Tolbert llevaron a cabo una entrevista de selección en su propia casa, donde tam­ bién celebraron la mayoría de sesiones con el MDMA. Esta en­ trevista estaba compuesta por un proceso final de selección y por una preparación para la sesión. Hay problemas, tanto físicos como psicológicos, que desa­ consejan el uso del MDMA en la terapia (o para cualquier otro propósito). En su ensayo «Uso legal, seguro y efectivo del MDMA», Greer enumera esos problemas que indicarían la ex­ clusión de la persona: No deberían tomar MDMA las personas que padecieran las siguientes afecciones físicas: hipertensión, enfermedad cardíaca, ataques, hipertiroidismo, diabetes mellitus, hipoglicemia, glaucoma y disminución de la función hepática, o que se encontraran en los siguientes estados: embarazo actual o posible, alimenta­ ción natural de un bebé... Las personas pueden experimentar una recurrencia de cual­ quier problema psicológico que hayan podido tener en el pasado. Quienes tienen un historial de ataques de pánico han experimen­ tado recurrencias, tanto durante como después de las sesiones. Por esa razón no se recomienda administrar MDMA a personas que en alguna ocasión no hayan sido capaces de funcionar social o profesionalmente debido a problemas psicológicos, a menos que se disponga de cuidados durante 24 horas por parte de per­ sonal entrenado. La persona también debe estar plenamente dis­ puesta a experimentar lo que pueda suceder durante o después de las sesiones. Este es el factor más importante al seleccionar a los clientes. Las personas que no estén preparadas para lo que pueda suceder, no deberían tomar el MDMA porque esa actitud 204

mental la predispone a pasar por momentos difíciles, sin benefi­ ciarse por ello de la experiencia. Cabe resaltar aquí que la exclusión de personas con graves problemas psicológicos, como hizo Greer, no significa que el MDMA no pueda ser beneficioso para las personas con psico­ sis u otros desórdenes importantes del estado de ánimo. Ya he­ mos visto antes que Wolfson utilizó el MDMA con éxito en esta clase de pacientes. Lo que Greer destaca es la necesidad de una supervisión constante. Durante la entrevista en profundidad, los investigadores ex­ plican sus historias y experiencias personales, y exponen las ra­ zones por las que están llevando a cabo un trabajo con el MDMA. Luego, se establecen una serie de acuerdos explícitos para crear un escenario en el que «los clientes deben sentirse libres para desprenderse por completo del control emocional o del comportamiento, con limitaciones éticas y de seguridad». El conjunto de acuerdos recomendados por Greer incluye: 1) Todos permanecerán dentro del recinto donde se lleve a cabo la sesión hasta que estén de acuerdo en que ésta ha termi­ nado y que es seguro marcharse (incluida la seguridad en la con­ ducción). 2) Los clientes no intervendrán en ninguna actividad que pueda ser destructiva para sí mismos, para otros, o para la pro­ piedad. 3) No habrá ningún tipo de contacto sexual entre los investi­ gadores y los clientes, o entre clientes que no estén ya relaciona­ dos sexualmente. 4) Los clientes acuerdan seguir cualquier instrucción explíci­ ta dada por el investigador. La dosis para las sesiones individuales depende de varios factores, especialmente del historial del cliente con respecto a la sensibilidad a otros compuestos psicoactivos. Para primeras sesiones individuales, la gama especificada oscila entre los 75 205

y los 125 mg. Los clientes pueden elegir una dosis «baja, m e­ dia o alta, según su deseo, y se les administrarán entonces 75, 100 o 125 mg respectivamente. Se recomiendan dosis mayores para personas solas «que deseen explorar el espacio interior», y menores para las parejas que quieran pasar tiempo juntos. Se ofrece un suplemento de 50 mg cuando remiten los efectos, en­ tre la hora y media y las tres horas después de la primera in­ gestión. Greer también comenta: «A veces se puede administrar, cada cuatro horas, una dosis de 40 mg de Inderal (propranolol), hasta una dosis total de 120 mg, para aliviar parcialmente algu­ nos de los efectos secundarios, como tensión muscular. El Inderal impide que el corazón lata con mayor rapidez durante el ejercicio físico, por lo que los clientes pueden sentirse faltos de respiración si hacen ejercicio». En este tipo de sesión terapéutica, el investigador no toma la droga con el cliente, y mantiene una actitud no directiva, sin in­ tentar trabajar con el cliente, pero permaneciendo disponible en el caso de que se presenten dificultades. Tras ingerir el compuesto, se le pide al cliente que se tumbe y se cubra los ojos y se ponga unos auriculares. Se pone músi­ ca. Greer y Tolbert siempre recomiendan que sea música ins­ trumental, excepto para obras vocales en lenguas extranjeras (en algunas sesiones de este tipo se permite a los clientes elegir sus propias selecciones musicales favoritas). El estilo de la mú­ sica puede ser clásica, étnica o moderna, y se basa en las intui­ ciones del terapeuta. El cliente puede rechazar una pieza en particular, o elegir que se continúe la sesión en silencio. A las parejas o grupos se les anima a iniciar su experiencia en habitaciones diferentes, permitiéndoles atender temas indi­ viduales mientras se encuentran bajo los efectos del MDMA. Más tarde, a lo largo de la sesión, al cabo de una a dos horas, las parejas o miembros del grupo se reúnen para compartir ex­ periencias y comprensiones. Si los clientes intentan entablar un «monólogo divagante» con el investigador se le puede pedir que deje de hablar, o que 206

hable para grabar lo que dice en un magnetofón. Se recomien­ da que el cliente no asuma compromisos mientras se encuentre en estado alterado, y que no participe en ninguna clase de acti­ vidades con personas ajenas (como hacer llamadas telefónicas o acudir a lugares públicos). Los clientes no deben tener ninguna obligación social o la­ boral programada para el día siguiente. Eso se hace así para permitir la recuperación de la fatiga que pueda resultar de la sesión, así como para facilitar la integración de las divagacio­ nes psicológicas del día anterior. Greer dio a sus sujetos un «perfil de experiencia cumbre», del que son autores Walter Pahnke, Stanislav G rof y Francesco DiLeo, así como un cuestionario de seguimiento que debía cumplimentarse dentro de los tres días siguientes. Uno de los investigadores estaba disponible durante las 24 horas en los tres días siguientes. El grupo Centro de Educación Psicodélica de Santa Cruz, California, ha hecho circular anónimamente una hoja titulada simplemente «Información general: MDMA». Este breve pero sensato escrito se ofrecía como una guía para la realización de la terapia legal con el MDMA, en el período anterior a su in­ clusión en el Inventario I. Esta hoja informativa, de la que extraigo pasajes que inclu­ yo en este capítulo, esboza procedimientos muy similares a los empleados por George Greer y Requa Tolbert, incluido el uso de antifaces para taparse los ojos y de auriculares, así como la presencia de un terapeuta que no tome el MDMA. Esta hoja también recomienda un procedimiento alternativo: El segundo método es como sigue: la persona que dirige el experimento participa en la toma del MDMA junto con sus clientes. Nadie permanece ajeno al experimento. La cantidad dada inicialmente es de 120 mg, y el suplemento que se ofrece de una hora y media a una hora y tres cuartos después de la in­ gestión inicial es de 40 mg. Debe resaltarse aquí que, del mismo modo que el terapeuta o 207

líder inteligente e informado debe entender que ninguna persona debe ser convencida o presionada bajo ninguna circunstancia para que tome el MDMA, tampoco se la debe animar o persuadir para que tome un suplemento. Hay que considerar como correc­ tos los instintos y las intuiciones del cliente en relación con el es­ tado de su propio cuerpo y mente, y éstos deben ser respetados. En este segundo método, que preferimos personalmente, no hay aislamiento con auriculares y música, aunque queda entendi­ do que todo aquel que participe en el experimento puede hacer cualquier cosa que desee para que el experimento sea cómodo y se pueda disfrutar del mismo, con las evidentes limitaciones re­ presentadas por el ambiente y las circunstancias. En general, hablar y compartir las comprensiones y los senti­ mientos puede continuar durante todo el tiempo que se desee.

Sesiones orientadas hacia la autorrealización El ascender la montaña de la autorrealización se diferencia en muchos aspectos de la salida del valle de la desesperación psicológica. En lugar de una relación entre cliente y terapeuta, los que participan en la experiencia pueden ser un guía en quien se deposite la confianza (para los que pasen por ella por primera vez), un amigo, un amante o, en ocasiones, nadie ex­ cepto uno mismo. Los objetivos no se miden en términos de li­ beración de los síntomas, sino en grados de crecimiento. La selección de los individuos para las sesiones orientadas hacia la autorrealización debería seguir las mismas reglas para excluir las afecciones físicas que se indican en la categoría de orientación terapéutica. Presumiblemente, las personas que bus­ can autorrealizarse se hallan libres de desórdenes mentales, por lo que no debería haber preocupación alguna en este sentido. Los ambientes para las experiencias que persigan este pro­ pósito también pueden ser menos restringidos, sobre todo des­ pués de las primeras pocas sesiones. Un escenario en plena na­ turaleza, por ejemplo, no se utilizaría normalmente en la sesión 208

terapéutica, pero podría ser adecuado para experiencias orienta­ das hacia la autorrealización. Tal como se ha comentado en el Prefacio de este libro, mi propia experiencia con el MDMA progresó a través de lo que percibí como fases de crecimiento. Quizá cartógrafos futuros puedan desarrollar mapas precisos de estas fases para aquellos cuyo objetivo sea el de la autorrealización. También puede ser de ayuda el uso de descripciones establecidas de crecimiento psicológico, tomadas de las escuelas orientales, como el budis­ mo zen, o las vías occidentales, como el modelo de las fases de autorrealización de Jung.

Sesiones orientadas hacia el aumento de la creatividad La creatividad y las experiencias cumbre no están muy lejos una de otras. Como he indicado en el capítulo 4, la creatividad se produce a menudo en un estado alternativo de conciencia y bebe en la fuente de la mente inconsciente. Así, también pue­ den aplicarse aquí buena parte de las mismas guías que hemos visto en relación con las sesiones orientadas hacia la autorreali­ zación. Hay dos métodos de uso del MDMA que pueden ayudar a obtener creatividad. En el primero, se intenta abordar la tarea creativa durante la misma sesión con el MDMA. En el segun­ do, la sesión con el MDMA se utiliza para generar ideas que puedan ser aplicadas más tarde a una tarea creativa. En el primer método, empleado en el estudio piloto de George Greer y Requa Tolbert, uno o más individuos toman un pequeña dosis de MDMA, de 50 a 75 mg. Esta dosis reducida permite al individuo mantenerse más cerca del estado de con­ ciencia ordinario. Después de tomar la sustancia, la persona o personas que pasan por la experiencia pueden pasar un tiempo «centrándose» en la droga, procesando cualquier tema psicoló­ gico que pueda salir a la superficie. 209

Luego, el experimento se dirige hacia una tarea previamente elegida, que puede consistir en pintar, escribir, esculpir, com­ poner música o cualquier otra actividad a la que se pueda apli­ car la mano o la mente creativa. No habrá ninguna clase de problemas con distorsiones vi­ suales, como sucede con los grandes psicodélicos, y mucho menos con dosis tan bajas. Tampoco se ve afectada en modo alguno la coordinación, incluida la del ojo y la mano, por lo que se pueden realizar toda clase de tareas que exijan esa clase de destreza. En el segundo método se toma una dosis completa de MDMA (de 125 a 175 mg), y el participante o participantes se contie­ ne ante cualquier participación activa con el medio expresivo seleccionado. Si en la sesión participa una sola persona, esta puede elegir escuchar música a través de auriculares, o quizá examinar creaciones del pasado, u obras maestras en el ámbito de actividad creativa que se haya elegido. Cuando se trata de una pareja o de un grupo, puede estimularse una especie de dis­ cusión generadora de ideas que prepararán el terreno de la ima­ ginación fértil. Luego, una vez que hayan remitido los efectos del MDMA se aplican las ideas o imágenes creativas al producto final. Este tipo de sesión es particularmente valioso para tratar las situa­ ciones de estancamiento creativo, como el típico «bloqueo del escritor». Debo mencionar aquí mi propio experimento en crea­ tividad, en relación con la redacción de este libro, en un perío­ do durante el que me sentí un tanto bloqueado. Tomé una pe­ queña dosis de MDMA (75 mg), con la idea de trabajar en el capítulo 3 durante parte de la experiencia. Era la primera vez que tomaba la sustancia a solas. Primero efectué una carrera a lo largo de un camino que sigue la costa, frente al océano, y que está cerca de mi casa. Un amigo aficionado a las carreras me había dicho que le gusta correr o ir en bicicleta tras haber tomado dosis bajas de MDMA, porque eso aumento su expe­ riencia del propio cuerpo y de su rendimiento. Previamente, había decidido que iniciaría mi experimento con mi carrera ha­ 210

bitual de las tardes hasta el faro de Santa Cruz, ida y vuelta (unos 6 km). La carrera fue muy estimulante. Recorrí la distancia en me­ nos tiempo del normal, regresé a casa y me metí en una bañera caliente de sales de cedro. Cuando ya llevaba inmerso algo más de una hora y media en la experiencia, me senté ante la máquina de escribir y traté de escribir algo correspondiente al capítulo 3. No obstante, a menudo se tienen que revisar hasta los planes mejor intencio­ nados relativos a las experiencias con las drogas. Empecé a sentirme emocional y decidí, en lugar de eso, escribirle una carta a una amiga íntima de Connecticut, como forma de ex­ presar los sentimientos que estaba experimentando, ya que me encontraba a solas y había decidido no recibir llamadas telefó­ nicas. La carta ocupó unas cuatro páginas (con líneas a un solo es­ pacio). Luego, regresé al capítulo, como había planeado, y escribí unos pocos párrafos... y experimenté de nuevo el blo­ queo. Sin embargo, empecé a revisar el borrador de todo lo que había escrito hasta entonces con una sensación de precisión y claridad. Luego, escribí unos pocos párrafos más y perdí por comple­ to el interés por la escritura en aquellos momentos. Decidí po­ nerme a leer algo y pronto me quedé dormido. A la mañana si­ guiente me desperté y me puse a trabajar en la redacción del capítulo con una energía renovada. Lo que el día anterior me habían parecido como enormes bloques de granito que se inter­ ponían en mi camino, quedaron reducidos ahora a simples gui­ jarros. Mi experimento, claro está, no fue nada científico y, desde luego, no es una forma pura de ninguno de los dos métodos que he esbozado con anterioridad. Fue como su propia clase de creación, como sucede en cada sesión. Espero poder llevar a cabo estudios futuros más rigurosos para ver si sucede real­ mente lo que parece ser subjetivamente cierto.

211

Sesiones recreativas Escenario I. Los tres amigos estaban sentados, cogidos de las manos, en una cala arenosa. Una luna casi llena iluminaba el paisaje mientras los tres conversaban animadamente. De re­ pente, dejaron de hablar y permanecieron allí sentados. Las olas rompían sobre las olas. El aire parecía lleno de una serena electricidad. Sus miradas de encontraron, maravillados. Com­ partieron una nueva profundidad en su amistad, como no se ha­ bían dado cuenta hasta entonces de que pudiera existir. Escenario II. El estéreo llenaba de música el gran salón de estar y un grupo de personas que participaban en la fiesta se reunieron para una ronda espontánea de improvisaciones. Va­ rias de esas personas se habían licenciado en arte escénico en el colegio local, y enseñaban al resto del grupo a hacer cortas escenas satíricas espontáneas. Fue un momento especial, diver­ tido y creativo para todos los que estaban presentes, y las risas se alternaron con los aplausos. Escenario III. Los dos amantes estaban sentados, abrazados el uno al otro. Al contemplar el cuerpo desnudo del otro les pa­ reció que casi podían ver las vetas de energía que fluían sobre la superficie de su piel. El tacto era muy sensible y estaba to­ talmente desprovisto de anhelo lujurioso. Cada uno de ellos te­ nía la sensación de estar fundiéndose con el otro y, sin embar­ go, que era plena y simultáneamente él mismo. ¿Qué tienen en común estos tres escenarios? En todos ellos, las mentes de cada uno de los participantes se hallaban conec­ tadas con un nuevo nivel de conciencia y la relación entre ellos se vio intensificada por el uso recreativo del MDMA. En 1988, el uso recreativo de la droga casi se había conver­ tido en un acto sucio en Estados Unidos. La campaña de Nancy Reagan contra el abuso de las drogas fue realmente una campa­ ña a nivel nacional contra el uso de cualquier droga recreativa, sin diferenciar para nada entre marihuana, heroína y MDMA. El uso inteligente no se distinguió del abuso alocado. Sin embargo, si tuviéramos que comparar los escenarios antes des­ 212

critos, ahora ilegales, con situaciones similares en que los par­ ticipantes estuvieron fuertemente intoxicados por el alcohol, percibiríamos un contraste muy notable. El comportamiento tras haber tomado el MDMA aparecería como mucho más se­ reno, pacífico y sensible. Si los tres amigos del primer escenario hubieran estado into­ xicados por el alcohol, habrían caminando haciendo eses sobre la playa, hablando más para sí mismos, en lugar de escuchar. La fiesta con alcohol habría podido caracterizarse por una pe­ lea entre borrachos, en lugar de por una representación teatral espontánea y creativa. Y los amantes se habrían apoderado del cuerpo anestesiado del otro, en una lujuria de beodos, en lugar de sumergirse en la estética danza de amor del tercer escenario. Como quiera que el MDMA es ilegal ahora, no puedo pro­ poner que se use esta sustancia. No obstante, y por lo que sabe­ mos sobre el uso de la droga en la clandestinidad, es casi segu­ ro que serán muchos los que la usarán. En la sección que sigue se ofrecen guías muy amplias para el uso del MDMA. Se pueden aplicar a cualquiera de los usos del MDMA, incluido el recreativo. Luego, en el capítulo 6, cuando aborde las «potencialidades futuras», propondré una forma más inteligente para que la sociedad maneje el uso de las drogas recreativas, a través de la educación y la despenalización.

¿Qué determina el resultado de una sesión con el MDMA? Volviendo a nuestra metáfora anterior, en la que concebía­ mos una sesión con el MDMA como un trozo de tela, el deco­ rado y el escenario serían la urdimbre y la trama de esa tela. El decorado se refiere a lo que aporta a la situación la persona que toma la droga, es decir, a su personalidad duradera, así como a sus primeras impresiones y aprendizajes, su historia in­ dividual, sus tendencias emocionales e intelectuales, sus moti­ 213

vaciones e intenciones, el procedimiento (preparación y progra­ mación para la sesión), la filosofía y las técnicas del terapeuta o del guía, y las expectativas inmediatas en cuanto a la expe­ riencia. El escenario se refiere al ambiente real de la experien­ cia, tanto físico como interpersonal (social y emocional), así como a las circunstancias concretas bajo las que se administra la droga. La importancia del decorado y del escenario fue señalada en primer lugar por dos psicólogos sociales, Schacter y Singer, quienes demostraron que una misma droga podía producir dos efectos diferentes, dependiendo del decorado y del escenario. La droga que utilizaron fue anfetamina, un sencillo estimulan­ te. Cuando se dispuso que la situación social fuera tensa y dura, la droga produjo cólera en los sujetos que la tomaron; cuando se dispuso que fuera agradable, esa misma droga pro­ dujo euforia. Cada uno de los diversos tipos de sesiones con el MDMA debería tener su propio y particular decorado y escenario. Evi­ dentemente, parte del decorado depende del propósito para el que se toma la sustancia. Los objetivos elegidos ejercen una in­ fluencia importante sobre el camino que se sigue y dónde se acaba. Afortunadamente, las experiencias con el MDMA tien­ den a ser positivas y, a menudo, la sustancia puede iluminar una perspectiva anteriormente lóbrega. Como ya he mencionado antes, los escenarios para las se­ siones de orientación terapéutica tienen que ser más seguros y protegidos que cuando se persiguen otros propósitos. Lo mis­ mo cabe decir de las primeras experiencias. La preparación también forma parte de las exigencias del decorado, como ve­ remos más adelante, en este mismo capítulo. Los escenarios deben ser cómodos y estéticamente agrada­ bles para la persona que toma el MDMA, y deben transmitir una sensación de intimidad y calor. Hay que elegir los objetos que formen parte del ambiente por la influencia que estos pue­ dan ejercer sobre la persona. Para quien utilice el MDMA por primera vez, un buen escenario sería el de su propio hogar, 214

donde se encuentre rodeado por cosas y sonidos que le resulten familiares. Incluidos en el escenario están también los otros individuos presentes durante la sesión. La cuestión clave en relación con esas otras personas es la confianza. Cuando se toma cualquier sustancia psicoactiva se tiene que confiar en las personas que estén presentes con uno para que la experiencia sea positiva. A menudo, las reacciones a la droga pueden ampliar cualquier sospecha o desconfianza que existe en los diversos participan­ tes en la sesión. Quizá el individuo más importante sea la persona que ocupa la posición de líder de la sesión (llamada a veces guía o tera­ peuta). Como sucede con todos aquellos que estén presentes en cualquier sesión, debe confiarse en esa persona. El líder de la sesión influye sobre el transcurso de ésta mediante su modelo filosófico particular acerca de las sesiones con el MDMA, las técnicas que se utilicen para guiar la sesión, y cómo se com­ portan ellos mismos durante el transcurso de la experiencia. Finalmente, el número de personas que estén presentes pue­ de influir mucho sobre el resultado de la sesión. Para una pri­ mera experiencia, las diversas guías publicadas anónimamente recomiendan tomar la sustancia con una sola persona o, como máximo, el compañero sentimental y un guía (o terapeuta). Los consumidores más experimentados quizá prefieran tomar el MDMA a solas o, en ocasiones, en grupo. En la sección si­ guiente se explorará un método para la experiencia de grupo.

Experiencias de grupo Cuando son grupos de personas las que toman juntas el MDMA, la magia interpersonal de este empatógeno se ve mul­ tiplicada con frecuencia, en proporción con el número de quie­ nes toman la sustancia. Usado para la terapia, las sesiones de MDMA en grupo intensifican el proceso de terapia de grupo. Una fiesta con MDMA puede generar formas sociales únicas y 215

facilitar la vinculación de personas, ya sea para el estableci­ miento de amistad o de relaciones sentimentales. Una de las mejores guías para el uso del MDMA en grupos fue preparada por el Centro de Educación Psicodélica de Santa Cruz, California. Se basa en observaciones de numerosas expe­ riencias de grupo. El XTC [MDMA] tiene un enorme potencial como herra­ mienta para conectar y unificar grupos de personas. Aunque existen infinitas posibilidades de aplicación de esta herramienta dentro de un escenario de grupo, las siguientes guías han demos­ trado ser muy valiosas en términos de sesiones productivas. Las personas parecen elevarse más si las sesiones son dirigidas y or­ ganizadas. Consideramos estas guías como un posible punto de partida, abierto al cambio y a la interpretación, pero de suficien­ te importancia como para que merezca la pena difundir esta in­ formación... Una sesión se organiza como resultado de la decisión de una persona de ser la anfitriona de uno de estos acontecimientos. La persona en cuestión invita a los amigos y prepara un espacio para la sesión, que sea limpio, atractivo, cálido y seguro. Los participantes empiezan por expresar sus esperanzas, re­ servas y expectativas para la sesión. A medida que se despliegan los efectos, se anima a todos los participantes a compartir sus propias experiencias y comprensio­ nes con el grupo, como una entidad. Las conversaciones privadas tienden a desconectar al grupo y deben quedar reducidas a un mínimo. El silencio compartido es exquisito. Disponer de papel y bolígrafos en todo momento' permite a la gente anotar información para su uso en un momento posterior. Reunirse al día siguiente para efectuar un análisis, una vez que se ha disipado la experiencia, es una forma útil de revisar las cosas aprendidas durante la sesión y vincularlas con el funciona­ miento normal de la conciencia... Si la sesión tiene éxito y el grupo desea volver a reunirse, un 216

nuevo anfitrión se ofrece voluntario para ofrecer el. espacio para la siguiente, y establece una fecha. Este procedimiento parece funcionar mejor si la mayoría de los participantes ya están familiarizados con la experiencia con el XTC y se procura que los principiantes sólo sean unos pocos. La provisión de XTC funciona mejor si todos los participan­ tes traen a la sesión su propio suministro, en la medida de lo po­ sible. Eso alivia al anfitrión o a cualquier otra persona de la car­ ga de conseguir la sustancia para todos, y tiende a hacer la experiencia más colectiva, al tiempo que facilita nuevas reunio­ nes para repeticiones. Como se ha mencionado en «Reflexiones sobre la naturaleza del XTC y guías para su uso» [un conjunto de guías que abarcan principios más generales], es posible que haya personas que ha­ gan viajes muy difíciles con el XTC, aunque eso sólo sucede ra­ ras veces. Los individuos que tengan una mayor probabilidad de reaccionar de esta forma suelen ser personas con emociones ne­ gativas fuertemente reprimidas, que actúan como si no se les hi­ ciera daño cuando se les está haciendo daño. Los individuos con personalidades y sistemas de creencias rígidos también pueden tener dificultades cuando se derrumben sus fundamentos opera­ tivos. En el caso de que se produjera una reacción negativa en un escenario de grupo, los participantes podrán manejar mejor la si­ tuación extendiendo amor y compasión hacia la persona que se encuentre con problemas. ¿Qué significa esto? Significa apoyar a esa persona en cuanto a sentir lo que ella está sintiendo, aun­ que sea negativo. En el otro extremo de todas las emociones ne­ gativas siempre está el amor. La experiencia ha demostrado que esas personas aspiran a sa­ car el mayor provecho posible de estas experiencias. El acto de liberarse les permite renacer como personas más sensibles y comprensivas, imbuidas de un nuevo vigor por la vida. Si fuera posible, hay que tratar de iniciar a estas personas en el seno de una pequeña sesión privada, en lugar de hacerlo en una sesión de grupo, siempre y cuando se pueda reconocer previamente el po­ tencial para que surja alguna dificultad. Eso ocurre raras veces, 217

pero sucede y debe ser considerado, ya que puede llegar a ser muy intenso. El XTC es una herramienta para extenderse hacia los demás y tocarlos con el alma y con el espíritu. Si se utiliza responsable­ mente se pueden forjar fuertes lazos de unidad y amor que forta­ lecerán a todas las personas implicadas. Claudio Naranjo, en una comunicación privada, describe su tarea con el MDMA en grupos, una década después de los ex­ perimentos narrados en El viaje curativo. En la mayoría de las ocasiones, mi esquema de trabajo ha su­ puesto los siguientes pasos: 1. Entrevistas individuales con aquellos miembros del grupo a quienes no conocía de antes. 2. Sesiones preparatorias de grupo dedicadas a la informa­ ción personal, para compartir la expresión de emociones inter­ personales, y para la clarificación de expectativas individuales sobre la ocasión de la sesión. 3. Reglas de grupo e indicaciones generales, las más impor­ tantes de las cuales son: 3.1. Buscar un equilibrio entre espontaneidad y no interferen­ cia. 3.2. No debe producirse ninguna relación sexual durante la sesión psicodélica y la noche posterior. 3.3. Esperar a que se produzcan los efectos del MDMA con una actitud de autoobservación y descanso sin esfuerzo ni objetivos. 3.4. Tratar de no establecer contacto con otros miembros del grupo hasta que no se haya dedicado un tiempo suficien­ te a la «autoinmersión» (extasiada o dolorosa). 4. Distribución del MDMA, seguida por la ingestión; mante­ nimiento de una actitud meditativa mientras se espera a que se produzcan los efectos, y se inicie la verdadera sesión psicodélica de grupo, de seis a ocho horas de duración. 5. Celebración al día siguiente de una sesión «integradora» 218

Claudio Naranjo, médico autor de The Healing Journey.

219

para compartir retrospectivamente las experiencias, obtener in­ formación de grupo y ofrecer mis comentarios o intervención te­ rapéutica complementaria. Habitualmente trabajo con 12 a 16 personas y permanecemos reunidos durante aproximadamente ocho horas después de haber ingerido el MDMA, y durante unas cuatro horas al día siguien­ te... Sólo describiré brevemente mi forma de intervención durante la sesión terapéutica con el MDMA para decir que: 1. Deambulo parte del tiempo entre los miembros del grupo, escucho, comparto comprensiones y utilizo ocasionalmente téc­ nicas de terapia gestalt, ofreciendo consejos o sugerencias para los experimentos de grupo (como aproximarse a otro de tal y tal modo y con tal y tal actitud). Con el transcurso de los años he observado que cada vez soy menos directivo y menos confronta­ dor. 2. En la mayoría de las ocasiones me acerco a las personas que acuden a mí o me llaman, y raras veces me acerco a las que parecen evitarme. 3. Soy más un «padre» que una «madre»; ofrezco mi aten­ ción y mis percepciones, pero intento mediar de tal modo que la sed habitual de los participantes por el contacto físico, durante el curso de la regresión, quede satisfecha mediante la proximidad a aquellos miembros del grupo que en ese momento pasan por el típico calor y anhelo de contacto típicos de la experiencia cum­ bre con el MDMA. Algunas de las cosas que he observado durante mi experien­ cia con grupos que toman MDMA está compuesta por cosas que se pueden observar también en la terapia individual con el MDMA: 1. Experiencias cumbre «sencillas». 2. Experiencias cumbre conjuntadas con comprensión psico­ lógica. 3. Experimentar dolor psicológico que había sido reprimido hasta el momento. 4. Experiencias de regresión de edad. 220

Aunque después de sesiones con grupos «ocasionales» he te­ nido a veces la sensación de que algunos individuos podrían ha­ ber recibido más ayuda en una terapia individual con el MDMA, puedo decir que, en conjunto, esas sesiones demostraron ser muy útiles para muchos, sobre todo cuando fueron precedidas por ci­ tas individuales y por sesiones de preparación e integración sufi­ cientemente prolongadas. No obstante, me ha parecido que el trabajo más fructífero se lleva a cabo con grupos más coherentes y con familias. Es preci­ samente en estos casos cuando cabe decir que aquello que se pierde en atención individual por parte del terapeuta (en compa­ ración con la terapia individual), queda compensado por los fac­ tores dinámicos de grupo. En la estructura de entrenamiento también he observado una alternativa satisfactoria a la terapia in­ dividual con el MDMA. En ocasiones he reunido a múltiples grupos de pareja: dos fa­ milias (dos hermanos y sus esposas, y un hermano y una herma­ na con sus cónyuges), una reunión conjunta de estas dos familias en un grupo de equipo múltiple, constituido por las parejas y sus asociados. Esto, junto con la experiencia de dos equipos en fun­ cionamiento (de psicoterapeutas) ha constituido la parte más sa­ tisfactoria de mi experiencia psicoterapéutica con el MDMA. La experiencia de los equipos tiene una calidad similar a la que se obtiene con las parejas y familias, pues el equipo se convierte rápidamente en una especie de familia y, de hecho, mis dos gru­ pos llegaron a considerarse espontáneamente como tales. En to­ dos estos casos, las personas involucradas en relaciones obtienen ayuda gracias al potencial que tiene el MDMA para las parejas, a través de un aumento de su capacidad para expresarse de una forma no manipuladora, y de escuchar de una forma no defensi­ va lo que tenía que decir el otro. Habiendo practicado la terapia de grupo con el LSD en los años sesenta, y tras haber experimentado con múltiples grupos de sustancias (en los que se dio LSD, harmalina o MDA a dife­ rentes miembros del grupo), hace tiempo que aprecio el valor de la terapia psicodélica de grupo, aunque puedo decir que la tera221

pia de grupo con el MDMA es la que tiene más valor por sus re­ sultados específicamente psicoterapéuticos. Aunque cuestionaría la celebración de sesiones con MDMA sin la existencia de un contexto terapéutico, creo que la sesión de grupo adecuadamente preparada y elaborada es mucho mejor que cualquier experiencia terapéutica de grupo a la que haya po­ dido asistir. No dispongo hasta el momento de ningún estudio de seguimiento, ni antes ni después de las pruebas, como tampoco tengo estadísticas. Estoy bastante bien familiarizado con las difi­ cultades y los límites de la evaluación en psicoterapia y nunca he recibido subvención alguna para emprender esa clase de investi­ gación, ni me he sentido motivado para emprenderla sin contar con un sustancial apoyo institucional. Me consuelo un poco, sin embargo, al pensar que la mayoría de las formas de práctica psicoterapéutica han sido comunicadas a través de la propia activi­ dad y del hecho de compartir las impresiones clínicas.

Preparación de la sesión Al margen de cuál sea el objetivo de una sesión con MDMA, son importantes una planificación cuidadosa y una buena preparación tanto física como mental. Los experimenta­ dores que se toman el tiempo suficiente para preparar una se­ sión verán incrementadas las posibilidades de tener una expe­ riencia positiva, y alcanzarán mucho más de casi todos los beneficios que pueden derivarse de tal experiencia. Habitualmente, habrá que planificar: tener la experiencia cuando los participantes estén libres de toda clase de obligacio­ nes en cuanto al empleo de su tiempo, o de cualquier otra limi­ tación, tanto durante el período de la sesión como también du­ rante el día siguiente, de modo que, mientras se encuentren bajo los efectos de la droga, deben dedicar toda su atención a la experiencia, y no a ninguna tarea que pueda competir con esto. Después, necesitarán tiempo para integrar lo que se haya aprendido. 222

La experiencia es algo así como un retiro espiritual. La ex­ periencia con el MDMA no es ni trivial ni casual. Puede ser algo capaz de transformar la vida. George Greer dice de este período: «Nunca se podrá resaltar lo suficiente la necesidad de una meticulosa preparación psico­ lógica antes de la sesión. La primera y más importante pregun­ ta que hay que contestar es: “¿Por qué deseo tom ar el MDMA en este momento de mi vida?”. Ese es el paso preparatorio más importante. Este propósito consciente, junto con la abierta vo­ luntad antes mencionada, constituye el fundamento del decora­ do mental de un cliente para la sesión». Ralph Metzner y Sophia Adamson, en su ensayo «La natu­ raleza y el papel de la experiencia del MDMA», perteneciente a su antología aún no publicada titulada Fruto prohibido, nos aconsejan: El único fundamento más importante para una experiencia beneficiosa es la intención o el propósito. Debe uno preguntarse a sí mismo, y discutirlo con el terapeuta o el guía: «¿Qué propó­ sito persigo al entrar en este estado alterado de conciencia?». Tí­ picamente, las personas se acercan a la experiencia con pregun­ tas existenciales y espirituales fundamentales... Además, puede haber cuestiones más personales y terapéuticas... Algunas perso­ nas prefieren declarar una intención de explorar ciertos aspectos o tópicos, antes que plantearse preguntas. En cualquier caso, es una buena práctica plantear las preguntas o declarar las intencio­ nes ante el propio yo superior o guía interior, justo antes de to­ mar la sustancia. De este modo, uno no se muestra demasiado ansioso por solucionar problemas, algo que, en ocasiones, tiende a limitar la propia experiencia.

Además, estos autores hacen algunas otras recomendaciones importantes. Sugieren o bien la meditación o alguna clase de relajación básica antes de la sesión. Los que tengan inclinacio­ nes chamánicas pueden traer consigo «objetos» como plumas, cristales, etc. Las fotografías de padres u otros miembros de la 223

familia pueden ser útiles para despertar recuerdos de la primera infancia. En cuanto a las consideraciones físicas antes de tomar el MDMA, se aconseja haber dormido bien la noche anterior, así como encontrarse en un buen estado de salud general. No sería una buena idea tomar MDMA para intentar «curar» la gripe o un resfriado, ya que, probablemente, la tensión a que se vea so­ metido el cuerpo no hará sino empeorar ese estado. Las excep­ ciones a esta regla son las enfermedades terminales, como el cáncer, donde los beneficios psicológicos positivos superan los posibles efectos negativos. Sería aconsejable disponer para la sesión de muchos líqui­ dos, como zumo de frutas, bebidas refrescantes, agua pura, etc. El MDMA aumenta la necesidad de fluidos. Los participantes necesitarán intentar beber más de lo habitual durante la expe­ riencia. También se les aconseja no comer demasiado durante las seis a ocho horas previas a la sesión. La presencia de ali­ mentos en el estómago inhibirá la absorción de la droga, o hará que sus efectos se manifiesten de forma irregular.

Ingerir la droga. Consideraciones farmacológicas Antes de tomar el MDMA, debe uno estar seguro de que se trata realmente de MDMA. En este sentido no tendrán por qué preocuparse algunos que participan en experimentaciones o te­ rapias aprobadas por la FDA. Pero tendrá mayor necesidad de preocuparse aquella persona que haya obtenido la droga a par­ tir de fuentes del mercado negro. Sería prudente conocer y confiar en el individuo que suministra cualquier MDMA. Com­ prarle la droga a alguien en la calle significa invitar a que haya problemas. Ha habido casos de sustitución del MDMA con MDA o, incluso peor, con LSD, PCP o incluso «Blanco de China». En 1985, Análisis Anónimos informó que el 58% de las muestras recibidas contenían sólo MDMA. No obstante, es 224

muy probable que haya aumentado mucho el porcentaje de cor­ tes, de adulteración o de engaño con otros compuestos psicoactivos, ahora que el MDMA es ilegal. Habitualmente, el MDMA es un polvo blanco y cristalino. En ocasiones se observa un matiz rojizo o amarronado, lo que indica la presencia de productos secundarios de la fabricación. El olor del polvo también da una pista sobre estos productos secundarios. El fuerte olor a disolvente indica que el material todavía está amortiguado por el éter de la fabricación, y el olor a azafrán indica que el isosafarole no se ha convertido en MDMA. No obstante, la experiencia ha demostrado que estas dos impurezas tienen poco impacto sobre la potencia de la dro­ ga. Diferentes formas de fabricar el MDMA tienen como resul­ tado la presencia de cristales de tamaños diversos, que pueden llegar a tener el tamaño de un terrón de sal rocosa. Normal­ mente, antes de su comercialización se aplastan los cristales para que adquieran una consistencia de polvo fino. Además de la forma cristalina, el MDMA es tamponado y presionado ocasionalmente para formar pastillas. Normalmen­ te, una pastilla es una dosis individual. A menudo, la dosifica­ ción especificada no es la dosis real, pero no hay forma de me­ dirlo debido al material utilizado para el tamponamiento. En una de estas pastillas puede haber cristales de MDMA tosca­ mente fabricado. Cualquier droga desconocida puede ser enviada a una com­ pañía de análisis de medicamentos. La mejor que conocemos es S. P. Lab. 5426 N. W., 79th Avenue, Miami, Florida 33166. Piden el envío de una muestra envuelta en papel de aluminio o plástico, cerrado en un sobre, con una nota indicando el conte­ nido supuesto, el coste y cualquier efecto secundario y desa­ gradable que se haya podido observar. El coste es de 25 dólares por muestra, y se debe incluir un número de cinco dígitos para identificar la muestra. Al cabo de 14 días se puede llamar al (305) 757-2566 para conocer el resultado. Si la droga es realmente MDMA, y no ha sido mezclada con nada, el experimentador necesitará decidir cuál es la dosifica­ 225

ción en términos del propósito específico por el que se vaya a tomar, y en relación con el peso del cuerpo del individuo que vaya a consumirla. La dosis media de MDMA se encuentra entre los 125 mg y los 180 mg, dependiendo del peso del cuerpo. Cuanto mayor sea el peso, tanto más cantidad debe tomarse para lograr el mismo efecto. Un factor que complica las cosas es que cada in­ dividuo responde de una forma idiosincrática a una dosis deter­ minada de MDMA. Algunos son muy sensibles, mientras que otros pueden ser resistentes a notar algún efecto, incluso con dosis altas. Eso puede ser debido a variaciones en el metabolis­ mo, o a factores psicológicos. El propósito de la sesión también interviene en la determi­ nación de la dosis. Una persona que tome MDMA por razones de trabajo creativo puede ingerir de 50 a 75 mg, una dosis de umbral (la cantidad más pequeña que tiene un efecto psicológi­ co). Una persona que tome la droga para comunicarse con otros puede encontrar como apropiada una dosis moderada, en­ tre 125 y 160 mg. Para la autoexploración de los espacios inte­ riores es mejor tomar una dosis alta, entre 180 y 200 mg. El MDMA es una droga peculiar en el sentido de que existe una proporción pequeña entre la dosis de umbral y aquella que puede ser excesiva. Una dosis superior a los 200 mg producirá una experiencia MDMA, pero bastante más similar a la de una anfetamina, con un viaje espasmódico, estimulante y productor de ansiedad. Los efectos paradójicos de la droga se pierden con estas do­ sis elevadas. Además, una dosis muy alta puede ser físicamente nociva o incluso letal. Por ello, nadie debe tomar, en ningún caso, más de 250 mg. Después de la dosis inicial, se puede tomar una «dosis de seguimiento» para prolongar la experiencia. Esta última puede variar desde los 40 mg hasta alcanzar el mismo tamaño que la dosis inicial. Se ha utilizado también una dosis de entre 75 y 100 mg. Habitualmente, la dosis de seguimiento se toma apro­ ximadamente una hora después de que se hayan empezado a 226

notar los efectos de la primera dosis. En ocasiones, al cabo de otra hora se toma otra dosis de seguimiento. Pero, habitualmente, esta segunda dosis de seguimiento no tiene el efecto deseado de aumentar la experiencia. En lugar de eso, quien la ingiere suele sentirse ansioso, espasmódico y, en ocasiones, confuso por esta tercera dosis, que aporta muy po­ cos de los efectos agradables de las dos primeras. Esta caracte­ rística es una de las mejores razones por las que nadie abusa del MDMA. George Greer dice con respecto al tamaño de la dosis: «Mu­ chas personas sienten que aprenden mucho más con dosis bajas que con altas». Eso puede deberse a que su estado sólo se ve li­ geramente alterado, de tal modo que las comprensiones obteni­ das son mucho más realistas y aplicables a su estado habitual de conciencia. Lo más habitual es tomar el MDMA por vía oral, y proba­ blemente también sea la mejor forma de ingerirlo. Una forma más eficiente de tomarlo es ponerlo en una cuchara y colocár­ selo bajo la lengua, la ruta de administración sublingual. Eso permite una absorción más rápida y completa en la sangre. No obstante, el sabor del MDMA es terrible y esta práctica no es factible para todos. Un buen compromiso es verterlo en un zumo o en una bebida carbonatada y bebería. Una ruta alternativa de tom ar el MDMA es por vía nasal. A eso se le llama popularmente «esnifar» la droga, un término coloquial tomado de la subcultura de la cocaína. A diferencia de la cocaína, sin embargo, el MDMA no entumece las vías nasales. En lugar de eso, es bastante irritante. Algunas perso­ nas no pueden tolerar la ardiente sensación que se produce tras haber esnifado la droga. Los efectos de la inhalación nasal son una entrada en acción más rápida, con un efecto casi inmedia­ to. La duración, sin embargo, también parece acortarse, y el impacto psicológico de la experiencia parece menor al que pro­ duce la misma cantidad tomada por vía oral. Para poder tomar el MDMA por vía nasal, el cristal tiene que estar machacado y convertido en un polvo muy fino. Eso 227

permite una absorción adecuada en la mucosa. Otro método de ingerir el MDMA consiste en inyectárselo en la vena (vía intra­ venosa) o en un músculo (vía intramuscular), con una jeringui­ lla hipodérmica. Este método se utiliza muy raras veces, sobre todo porque tiene muy pocas ventajas con respecto a la vía oral. La razón principal por la que se inyectan drogas como la cocaína, la anfetamina y la heroína es porque sus efectos psi-

Un cristal de MDMA aumentado 410 veces con un microscopio electrónico.

228

cológicos parecen depender de la velocidad a la que aumenta la concentración en la sangre. A eso se le llama la «acometida» de la cocaína, o el «resplandor» en relación con la heroína. No obstante, el MDMA no produce nada de eso basado en su índi­ ce de aumento en la sangre. La «acometida» forma parte de su curso de acción habitual. La única diferencia entre tomarla por vía oral o inyectársela en una vena es el tiempo que se necesita para sentir los efectos iniciales, y el nivel de dosificación re­ querido para ello. Al inyectársela se acorta el tiempo de inicio de los efectos y disminuye el nivel de dosificación necesario, debido sobre todo a que no se pierde ninguna cantidad de MDMA en el tracto di­ gestivo.

Fases de una sesión típica Se ha dicho que no hay dos personas iguales. Esa misma in­ dividualidad puede adscribirse a las sesiones con el MDMA. No obstante, y en comparación con las drogas psicodélicas, la duración del efecto del MDMA, la dosis requerida y los efectos psicológicos, son notablemente consistentes de una sesión a otra, y de un consumidor a otro. Teniendo esto en cuenta, pue­ do ofrecer un retrato de la típica experiencia con el MDMA.

Los primeros efectos (primera media hora) Como ya he mencionado en el Prefacio y en el capítulo 2, la parte inicial de la experiencia con el MDMA es la más profun­ da. A este período se le conoce coloquialmente como la «aco­ metida» o la «instalación». A diferencia de las grandes sustancias psicodélicas en las que los efectos aparecen suave y gradualmente para irse ha­ ciendo cada vez más intensos, la transición a la experiencia cumbre con el MDMA se produce con mucha rapidez, unos 30 229

a 45 minutos después de haber tomado la sustancia. Su dura­ ción oscila entre 15 y 30 minutos, seguida por un descenso gradual de regreso a la conciencia normal. Al principio de una típica sesión positiva, surge una repenti­ na claridad e intensificación de la experiencia. Exteriormente, todo parece más brillante y animado. Interiormente, se nota una sensación de éxtasis y de una gran felicidad. Todo es per­ fecto tal como es; todo el mundo es cariñoso por el simple he­ cho de estar ahí. A menos que se encuentre uno en una sesión terapéutica, con los ojos vendados y aislado, hay una tendencia a verbalizar lo que se experimenta. Los psicólogos utilizan el extraño térm i­ no «presión de discurso» para describir este fenómeno. Este aumento de la capacidad para hablar puede ser una ver­ dadera delicia. Con él aparece una caída de las defensas nor­ males que aplicamos en todo aquello que decimos. Es en este momento cuando surgen muchas ideas o sentimientos que no se expresarían normalmente. Puede aparecer una sensación de compartir con los demás el verdadero yo, o de establecer un profundo contacto empático. Este período, utilizado para la introspección, con los ojos vendados o simplemente siendo uno mismo, puede ser una cla­ se de experiencia diferente. Es posible que se produzca un flujo rápido de ideas o emociones. Junto con ello, se puede sentir la misma conciencia de éxtasis que en la sesión más extravertida. Se puede tener una percepción noética del mundo, visto ahora de una forma completamente fresca, como si estuviera bajo una luz nueva. En raras ocasiones se produce un incremento de la tensión psíquica, en lugar de la habitual «acometida» inicial antes des­ crita. Sin embargo, al cabo de 10 a 15 minutos se reconocen las razones de esta experiencia negativa y los efectos del MDMA se hacen aparentes. A veces, eso se llama metafóricamente una «explosión burbuja». No suele experimentarse durante ninguna de las sesiones posteriores. 230

La razón de la resistencia que interviene en una experiencia negativa suele ser la aparición en la superficie de alguna clase de recuerdos traumáticos. En las sesiones terapéuticas, cuando la razón para administrar el MDMA es la de permitir que el in­ dividuo afronte los problemas psicológicos que tenga en ese momento, es bastante más corriente encontrarse con la negatividad en la sesión inicial, en comparación con otros tipos de se­ sión. A muchas víctimas de la violencia o la violación, así como a individuos que se encuentran con una enfermedad terminal, les resulta difícil comprender por qué se llamó Extasis al MDMA. En una sesión terapéutica, el terapeuta puede estimular la actitud de afrontar y revivir los episodios traumáticos. Pero en otro tipo de sesiones, cuando alguien se resiste a los efectos positivos de la sustancia, es mejor decirle que se relaje, se deje llevar y se rinda a la experiencia.

Meseta (una hora y media a tres después del efecto inicial) Como si se tratara de una extensión de terreno llano en lo alto de una meseta cubierta de pradera, la experiencia alcanza una nivelación después de la acometida inicial. Eso puede ma­ nifestarse en forma de una pacífica y serena conciencia, y una afinidad con otras personas. Continúan las mismas cualidades que se sintieron con intensidad al principio. Esas sensaciones pueden profundizarse hasta alcanzar una profunda quietud que algunos han comparado al hecho de alcanzar los objetivos de la meditación. Durante este período no se ve obstaculizada la coordinación ni los movimientos. Las manifestaciones más espectaculares de la experiencia con la droga son las transiciones entre los esta­ dos de conciencia. Aquí, se logra un nuevo estado de concien­ cia constante. Liberado del «ruido» inicial de la acometida, el consumidor de MDMA empieza a explorar ahora los paráme­ tros de este estado. 231

Una sugerencia para el uso de la experiencia con el MDMA con el propósito de obtener beneficios posteriores, se denomi­ na «marcar el ritmo futuro». Aquí, mientras se está en el estado alternativo, se conjuga una imagen mental de personas o situa­ ciones que le gustaría experimentar de una forma abierta y empática. Luego, se construye una imagen, visual, auditiva y/o cinestésica, de la experiencia de encontrarse en el estado del MDMA mientras se está con esas personas o en esa situación de la vida. En los días posteriores, su experiencia de esa perso­ na o situación se centra en ese cambio como resultado de este ejercicio.

Descenso (de tres a seis horas tras el efecto inicial) Los efectos psicológicos del MDMA empiezan a disminuir después de unas dos horas y media a tres, con posterioridad al inicio de la acción. Las cualidades estimulantes de la sustancia pueden permanecer a veces durante otras dos o tres horas. Por esta razón, es mejor que la sesión se haya planificado para todo el día, o lo bastante pronto en la tarde como para que puedan transcurrir entre seis y siete horas entre la ingestión de la droga y el momento de acostarse a dormir. Puede haber una cierta desilusión o experimentarse otras emociones negativas en este momento. Probablemente, eso se explica mejor a nivel psicológico como el contraste existente entre el estado inducido por el MDMA y los estados base (or­ dinarios). Fisiológicamente, eso se explique quizá por la fatiga (el resultado de cualquier estimulante) y del agotamiento de los neurotransmisores después de la experiencia cumbre. Para reducir al mínimo este componente fisiológico de postnegatividad, sería útil tomar algún complemento nutritivo. Tras haber descendido de una experiencia con el MDMA, se pueden tomar 1.000 mg de triptofán antes de irse a dormir. Luego, al levantarse, se pueden tomar 1.000 mg de tirosina. Estos dos aminoácidos se encuentran a la venta en la mayoría de tiendas 232

de dietética y vitaminas. Los aminoácidos reaprovisionarán a los neurotransmisores, de los que se sospecha que pueden estar agotados tras la acción del MDMA. Psicológicamente, sería una buena táctica recordar los mo­ mentos más positivos de la experiencia. Al contemplar retros­ pectivamente los momentos y comprensiones más destacados, se podrá reafirmar el estado positivo y disipar la oscuridad psí­ quica.

Resplandor posterior (al día siguiente de la sesión) Es el período en el que se sentirá relajado, cansado y abierto a los demás. Persiste una claridad mental residual y un estado emocional positivo de la aventura empática y entactógena del día anterior. A eso se le llama a veces «resplandor» y puede persistir durante días o incluso semanas después de una sesión particularmente beneficiosa. Quizá se sienta algo fatigado o lleno de energía tras la expe­ riencia del día anterior. Como se ha dicho antes, es mejor no tener ninguna clase de obligaciones durante este día, lo que permitirá la reintegración en la conciencia normal del material generado por la sesión, así como la continuación de la explora­ ción de la apertura que haya podido sentir. Mi propia preferen­ cia consistía en pasar todo el día siguiente en casa, y dedicar algún tiempo a intervalos de sueño. Además, me gustaba acu­ dir a algún lugar público para caminar un rato e interactuar con la gente. Me parecía fascinante observar cómo cambiaban mis percepciones de la gente después de una sesión con el MDMA.

Efectos secundarios y reacciones adversas El MDMA produce una serie de efectos secundarios comu­ nes. Entre ellos se incluyen (según la lista de George Greer), tensionamiento de la mandíbula, movimiento rápido de los ojos 233

(nistagmo), tensión muscular, náuseas, disminución del apetito. Otros efectos secundarios ocasionales que aparecen con menor frecuencia son: dificultad para caminar, escalofríos, sudoración, morderse el interior de la mejilla, dolor de cabeza, mareo, incapacidad para alcanzar el orgasmo y vómitos. También es posible que aparezcan síntomas psicosomáticos que pueden ad­ quirir numerosas formas. La lista de posibles efectos secundarios puede parecer horri­ ble. Sin embargo, a la mayoría de gente le parecen tolerables, sobre todo teniendo en cuenta los gratificantes efectos princi­ pales del MDMA. Probablemente, la mayoría de los efectos secundarios no son productos de la mente, sino un resultado directo de los efectos fisiológicos del MDMA. Sin embargo, se pueden reducir al mí­ nimo mediante el empleo de técnicas psicológicas. Como ejemplo de ello, tomemos los efectos secundarios ob­ servados con mayor frecuencia: tensionamiento de las mandí­ bulas y tensión muscular. Un buen método para aliviar estos síntomas negativos es el siguiente: primero, tome un paño de

Cristales de MDMA.

234

cocina húmedo y colóquelo entre los dientes de la persona; dí­ gale al individuo que cierre los ojos, que cuente hasta diez y que tense progresivamente cada músculo de su cuerpo, al mis­ mo tiempo que muerde el paño húmedo con toda la fuerza de la que sea capaz. Luego, volver a contar lentamente hasta diez, mientras tensa más y más los músculos y aprieta más y más las mandíbulas. Puede hablar de la tensión en cada grupo muscular específico mientras se cuenta hasta diez. Luego, al llegar a diez, el individuo se relaja por completo. Este ejercicio puede ser doblemente efectivo si se hace den­ tro de una bañera de agua caliente. Las fuentes termales y las saunas son muy útiles para las se­ siones con el MDMA porque ayudan a relajar los músculos tensos. George Greer está en desacuerdo conmigo en este pun­ to, ya que teme que el agua caliente pueda producir mareo o incluso problemas cardiacos. Otra técnica para aliviar la tensión de las mandíbulas con­ siste en mascar chicle durante la sesión. También es útil la administración del medicamento Inderal (químicamente conocido como propranolol), con una dosis de 40 mg cada cuatro horas, incluida la toma de una dosis poco antes de tomar la dosis inicial del MDMA. Probablemente, to­ mar tres dosis es una buena medida. El Inderal alivia algunos de los efectos secundarios, incluidos el temblor y la tensión muscular. No obstante, el Inderal es un medicamento para tra­ tar la presión arterial que impide que el corazón se ponga a la­ tir con rapidez, por lo que durante la práctica de cualquier acti­ vidad que exija esfuerzo se puede sentir que le falta a uno la respiración. Como ya se ha dicho, puede aparecer el dolor de pesares que no han sido elaborados, o de antiguos episodios traumáti­ cos, en forma de burbujas psicológicas negativas que explotan, transformándose en una extasiada liberación de tensión. En ocasiones, una reacción adversa dura toda la sesión, sin que se produzca liberación alguna. En «El uso legal, seguro y eficaz del MDMA», Greer comenta: 235

El síntoma emocional común más indeseable es la ansiedad. Tanto durante como después de la sesión también pueden surgir depresión, inestabilidad emocional, pensamientos atropellados, confusión y pensamientos pomposos. Estos otros síntomas no son comunes. Cabe asumir que pueda producirse cualquier clase de perturbación psicológica. El terapeuta que guíe la sesión debería ser muy experimenta­ do en el control de esta clase de reacciones, y ayudar a los clien­ tes a utilizarlas para el crecimiento terapéutico. Cualquier reac­ ción física o psicológica puede ser utilizada beneficiosamente si todas las partes se comprometen en la tarea. Debe recordarse siempre que es mejor no considerar las se­ siones como «buenas» o «malas», sino más bien como «difíci­ les» y «fáciles». A menudo, una experiencia llena de material difícil puede resultar muy útil para un individuo al mostrarle los ámbitos de su psique que han sido reprimidos y evitados hasta entonces. Al abrir estas partes oscuras de uno mismo, se fomenta el crecimiento psicológico. Como quiera que estas sesiones difíciles ocurren casi siem­ pre durante las primeras exposiciones al MDMA, es importante disponer de un guía o «kanguro» que esté presente para ofrecer apoyo y ayuda al principiante si es que se produjeran posibles manifestaciones negativas. Claudio Naranjo, en el Prefacio de El viaje curativo, analiza lo que él denomina «el poder curativo de la agonía y el éxta­ sis». Naranjo compara las experiencias con sustancias psicoactivas a la situación que se da en la Divina comedia, de Dante, en la que se lleva a cabo una visita guiada por el cielo y el in­ fierno. Tanto el viaje celestial como el infernal pueden ser úti­ les para el crecimiento psicológico. El primero ofrece una vi­ sión fugaz de los propios potenciales de crecimiento, y el segundo indica lo que ha sido reprimido de la conciencia. Na­ ranjo describe el papel del guía de la sesión en términos de la Divina Comedia:

236

Sin embargo, y para los propósitos prácticos, parece claro que lo mejor que puede hacer el terapeuta es permanecer junto al viajero en el infierno, como hizo Virgilio con Dante, recor­ dándole su objetivo, ofreciéndole ánimos para seguir adelante y ver, llegando incluso a empujarle cuando desea retroceder por temor. Estoy convencido de que el darse cuenta de que el infier­ no no es tal infierno debe proceder de una toma de conciencia interior, y no de palabras bienintencionadas de ánimo y lavado de cerebro, así que me encuentro diciéndoles a los pacientes una y otra vez: «Continúe». Continuar es, en efecto, la mejor forma de pasarlo, se trate de lo que se trate.

La naturaleza cambiante de la experiencia con el MDMA De entre aquellos que prueban el MDMA hay quienes se atienen a las palabras de un tipo que comentó: «Cuando recibas el mensaje, cuelga el teléfono». Estos individuos sienten que han aprendido lo que necesitaban aprender en su sesión inicial y no tienen necesidad de repetirla. Algunos comentan que aho­ ra confían en volver a percibir los sentimientos que experimen­ taron sin necesidad de tomar la droga de nuevo. Otros iniciados en el mundo empático y entactógeno, sin embargo, se sienten ávidos por repetir la experiencia en cuanto pueden. Esto, naturalmente, conduce a plantearnos la pregunta: «¿Con qué frecuencia puede usar el MDMA con seguridad?». Tal como se ha comentado antes, el MDMA no se puede tomar re­ petidas veces, ya que entonces pierde su efecto principal y se convierte en un montón de efectos secundarios cada vez más molestos. Ello se debe al fenómeno conocido como tolerancia. La tolerancia es la tendencia de una persona a crear una resis­ tencia a los efectos de una sustancia psicoactiva cuando se toma repetidas veces. El MDMA muestra un tipo de tolerancia llamado taquifilaxis, que significa que la tolerancia aumenta con rapidez después de administraciones sucesivas. 237

La tolerancia a una sustancia disminuye con el transcurso del tiempo. Físicamente, el MDMA se puede tom ar de nuevo al cabo de dos o tres días. No obstante, los efectos parecen dismi­ nuir cuando se toma con esta frecuencia. Parece producirse una necesidad de digerir mentalmente la experiencia a todos los niveles de la psique. Una vez a la sema­ na es la mayor frecuencia con que se puede tom ar el MDMA sin disminuir sus efectos. Los más sensatos lo utilizarán quizá una vez al mes. Eso dará tiempo suficiente para integrar todo el material descubierto por la experiencia. Un comentario que he oído muchass veces es: «Nunca he vuelto a tener experiencias con el MDMA como la primera» (o como las diez primeras sesiones). A partir de mi propia serie de sesiones, a lo largo de ocho años, he descubierto que aunque ninguna de ellas tuvo el impacto abrumador de las primeras, hubo ocasiones en que el MDMA pareció llevarme de nuevo a través de un nuevo nivel de comunicación, de autocomprensión que no había alcanzado con anterioridad. Esta pérdida de calidad como consecuencia del uso repetido tiene causas fisiológicas o psicológicas. Una explicación fisio­ lógica, por ejemplo, sería que la tolerancia a largo plazo es el resultado de algún cambio permanente en la forma en que reac­ cionan los receptores, en las sinapsis de las neuronas cerebra­ les, después de exposiciones repetidas al MDMA. Es más pro­ bable, sin embargo, que haya explicaciones psicológicas. Es posible que la experiencia se convierta en algo más fami­ liar y, así, no nos impresione tanto. O puede ser que a medida que integramos en nuestro estado de conciencia ordinario el es­ tado de conciencia alcanzado con el MDMA, disminuya la di­ ferencia existente entre ambos estados. Puesto que los cambios espectaculares en la conciencia son los que más se notan, estas experiencias repetidas se perciben como más corrientes. Si las sesiones se espacian el tiempo suficiente, se producirá una progresión ascendente en espiral de una experiencia a otra. Dejo en manos de futuros exploradores el determinar y deli­ near las pautas que puedan seguir esta evolución psicológica. 238

Sinergia con otras drogas El destacado arquitecto Buckminster Fuller desarrolló el concepto de sinergismo, «la acción separada de agentes separa­ dos que, juntos, ejercen un efecto total mayor que la suma de sus efectos individuales». Serán muchos los que conocerán ti­ pos de sinergias comunes, tanto positivas como negativas, den­ tro del ámbito de las drogas recreativas. Un famoso ejemplo de sinergia negativa es la mezcla de barbitúricos con alcohol. Hasta las cantidades más pequeñas, que por separado no son suficientemente altas como para cons­ tituir un peligro, pueden combinarse para causar incluso la muerte si son tomadas juntas, En la mayoría de los casos, las combinaciones de MDMA con otras drogas demuestran los efectos positivos del sinergis­ mo de las drogas. Uno de los descubrimientos más importantes de este tipo fue el de los beneficios que se derivan de tomar MDMA antes de ingerir un gran psicodélico. Tomado por sí solo, el LSD es bastante no específico en sus efectos. El decorado y el escenario son variables críticas para determinar qué dirección seguirá la experiencia con el LSD. Pero como el MDMA es más específico y de efectos funda­ mentalmente positivos, el uso del MDMA ya sea poco antes o simultáneamente con la toma de LSD puede asegurar, en gene­ ral, un decorado psicológico positivo a corto plazo para la experiencia con el LSD. Para aquellos que experimentan nor­ malmente alguna ansiedad antes de tomar LSD, el efecto destensador y antiansiedad, propio del MDMA, puede ser de una enorme utilidad para asegurar la dirección positiva inicial de la experiencia con el LSD. Este efecto sinergético del MDMA y el LSD es bastante útil en la terapia asistida con LSD. Esta clase de terapia, que ha de­ mostrado tener beneficios en el tratamiento de neurosis, abuso de alcohol y de sustancias, y en pacientes terminales de cáncer, se puede practicar ahora con una mayor probabilidad de obte­ ner una reacción psicodélica positiva. 239

El MDMA se ha combinado experimentalmente con otra nueva sustancia psicodélica, el 2-CB (2,5-dimetoxi-4-bromofenetilamina). Alexander Shulgin describió el 2-CB en una conferencia celebrada en 1983, «Psicodélicos y espiritualidad», en la Universidad de California, Santa Barbara: El 2-CB... es una herramienta... que ata el proceso mental directa y constructivamente en el soma físico. Los efectos analgésicos experimentados con muchas, si no la mayoría de drogas psicodélicas, no aparecen con el 2-CB. Antes al contrario, se produce un aumento de la conciencia fí­ sica de todo tipo, incluida la sensibilidad de la piel, una más elevada sensibilidad a los olores, sabores y estimulación se­ xual. Se experimenta un aumento de la conciencia de la salud y la energía físicas, o, por otro lado, una conciencia más aguda de cualquier desequilibrio o molestia física que pueda existir. El 2-CB permite una rica imaginería visual y una intensa fantasía con los ojos cerrados, sin el atascamiento del campo mental debido a una excesiva elaboración... Es una herramienta extraordinaria para el aprendizaje y el crecimiento. En el momento de escribir este libro, el 2-CB todavía es un compuesto legal (aparte de la «ley de análogos», constitucio­ nalmente cuestionable) y ha sido utilizado tanto por los psicoterapeutas como por los autoexperimentadores. En dosis eleva­ das (por encima de los 30 mg), el 2-CB es intensamente alucinógeno y, como sucede con todo gran psicodélico, puede ser horrible para ciertas personas. En pequeñas dosis se con­ vierte en un suave intensificador sensorial que no tiene las fuertes cualidades empatógenas del MDMA. Quizá el mejor uso que se ha descubierto para el 2-CB es como sinèrgico del MDMA. Al tomarlos juntos, el MDMA di­ rige la reacción no específica del 2-CB hacia una dirección más cálida y empática. Como quiera que el 2-CB es una droga psicodélica y, en consecuencia, no totalmente predecible, su ac­ 240

ción puede llevar al consumidor hacia direcciones muy diferen­ tes. Pero si el decorado y el escenario son los correctos, el 2CB puede aumentar el deseo de alcanzar el orgasmo sexual du­ rante una experiencia con el MDMA. La sinergia de las dos sustancias puede ser, en ocasiones, un verdadero afrodisiaco. ¿Qué ocurre con el MDMA en combinación con drogas re­ creativas más comunes, como el alcohol, la marihuana y la co­ caína? Mientras se está bajo los efectos del MDMA, la persona puede tomar mucho alcohol y no verse afectada como lo sería normalmente. Eso se debe, probablemente, a la cualidad esti­ mulante del MDMA. A veces, al observar las sesiones recreati­ vas, he notado un copioso consumo de alcohol. Eso no es reco­ mendable, por dos razones. En primer lugar, el alcohol actúa como un depresivo, impide la acción del MDMA y produce un estado de estupor que interfiere con la clarificación de los pro­ cesos de pensamiento que estimula el MDMA. En segundo lugar, es bastante duro el día siguiente de tomar el MDMA y haber bebido mucho. Lo que le afecta a uno como si le cayera encima una tonelada de ladrillos es la combinación de la fatiga de Adán con la resaca propia de haber bebido de­ masiado, algo que no se notó con anterioridad. La forma más inteligente de usar el alcohol con el MDMA es tomar un combinado o una copa de vino después de haber efectuado el descenso de los efectos de la droga, como una for­ ma de calmar cualquier ansiedad residual que pueda quedar. Lo que se acaba de decir sobre el alcohol podría aplicarse casi al pie de la letra con respecto a la marihuana. En ocasio­ nes, sin embargo, una pequeña cantidad de marihuana puede ser un complemento útil durante la sesión, como un método para amortiguar las cualidades estimulantes del MDMA. Hay que recordar que fumar marihuana en exceso puede apagar la experiencia, así como provocar fatiga después de la sesión. Puesto que ambos son estimulantes, el MDMA se compara a veces con la cocaína. Pero hay numerosas distinciones impor­ tantes entre ambos. La duración de los efectos de la cocaína es 241

mucho más corta, y esos efectos difieren mucho de los que produce el MDMA. La cocaína no es realmente empatógena; conduce a la verborrea, pero no al verdadero contacto entre la gente. La cocaína es eufórica, pero habitualmente no lleva a una auténtica comprensión interior. A muchos cocainómanos les parece que el uso relativamente infrecuente del MDMA les permite escapar de su adicción. Informan que la experiencia con el MDMA era lo que andaban buscando con la cocaína y que nunca llegaron a encontrar. La cocaína es verdaderamente adictiva. Puede ser inyectada o fumada (como una base libre), y eso producirá una acometida eufórica debida al rápido aumento de la concentración en la sangre. La tolerancia aumenta pero, posteriormente, dosis ma­ yores seguirán produciendo la acometida. Es posible tomar una larga serie de dosis sucesivas. Nunca se deben usar juntos el MDMA y la cocaína. En la li­ teratura de que se dispone sobre el MDMA hay indicaciones que sugieren que la cocaína tiene un efecto sinèrgico negativo con el MDMA. Hasta que no se investigue en este aspecto, debe evitarse por completo la combinación de estas dos drogas.

242

6. Potencialidades futuras

«Llegará el día en que separaremos todos nuestros senti­ dos y capacidades, lo visual de lo auditivo, lo táctil del sen­ tido del gusto, así como el ingenio, la capacidad intelectual, la creatividad, y podremos intensificarlos con la ingestión de drogas.» Alexander Shulgin, en «Drogas del futuro», revista Omni La controversia y la promesa del MDMA forma parte de uno de los grandes temas a los que se enfrenta nuestra socie­ dad: la posibilidad de acceder a nuevos estados de la mente mediante el uso inteligente de drogas y métodos potenciales sin el uso de drogas, así como nuestra libertad personal para hacer­ lo de ese modo. Continuará el desarrollo de drogas «a la car­ ta», con efectos más específicos, tal como sugiere la anterior cita de Shulgin. A medida que entremos en el siglo que viene aumentarán nuestra comprensión del cerebro, tanto de su quí­ mica como de su estructura, así como su relación con el pensa­ miento y las sensaciones. Sólo la ciencia ficción, con sus amplios poderes para espe­ cular y extrapolar las tendencias actuales, puede abordar lo que quizá algún día se convierta en nuestra realidad. Ahora llevaré a cabo un intento por explorar esas posible direcciones, así como para señalar las próximas alternativas que pueden condu­ 243

cir a caminos muy diferentes. Finalmente, se propondrá un po­ sible modelo para utilizar el MDMA de una forma más racio­ nal y menos histérica, así como para hacer el mejor uso posible de su potencial.

Raíces en el pasado No obstante, el futuro tiene que basarse en el presente, y el presente en el pasado. La introducción del MDMA en nuestra sociedad como un intoxicante popular forma parte del proceso histórico en el que la cultura estadounidense abraza cada diez o veinte años una nueva droga que refleja la vanguardia ética de su tiempo, incluido su arte y su música, su estilo literario y el lenguaje de la calle. Cuando alguien menciona «los alegres años veinte», por ejemplo, pensamos en las petacas de alcohol y en el baile del charleston. Las tabernas clandestinas estaban llenas de gente dedicada a trasegar una droga muy ilegal llamada alcohol. Luego se produjo el estallido de las anfetaminas, durante la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes desarrollaron las anfe­ taminas en la década de los años treinta, y las utilizaron para proseguir la «Blitzkrieg», o «guerra relámpago». La expresión coloquial alemana para «velocidad» era «blitz». Sus pilotos de bombardeo podían estar «conectados» para sus vuelos a larga distancia sobre Inglaterra. Pero el mando militar estadounidense, que no se dejó supe­ rar por los alemanes, empezó a incluir el «crank» (la expresión coloquial para designar las anfetaminas) en las raciones de los soldados de infantería. El consumo total durante la Segunda Guerra Mundial ascendió a una píldora diaria por soldado. En la década de los años cincuenta aparecieron los Beatniks, con la «mierda» Beats, el jazz, los pantalones vaqueros y las camisetas, recitando poesía inspirada por la marihuana en cafe­ terías y buhardillas urbanas. Y aprendieron cánticos indios con amargo sabor a peyote. Los líderes de ese nuevo movimiento 244

desafiaron la cultura del valium, propia de la época de Eisenhower, con su conformista traje de franela gris. Su droga prefe­ rida fue la marihuana. Aunque muerto en 1963, el joven John Kennedy, con sus planes para la Nueva Frontera, su fácil hedonismo y sus visio­ nes de paz, estableció los fundamentos para la explosiva déca­ da de los años sesenta. El espíritu Kennedy encontró su legado en el poder de la flor de la rebelión hippie, y el sentimiento an­ tiguerra que creció a medida que se desarrolló la década. Las drogas preferidas de los jóvenes y los atrevidos de la época fueron las psicodélicas, como hongos, mescalina y LSD. Luego, la atmósfera represiva de Nixon, el guerrero de Vietnam y el campeón de la ley y el orden, condujo a los años se­ tenta y vimos cómo el cartel árabe del petróleo ponía en m ar­ cha una recesión a nivel mundial. «En busca del número uno», la ética autoafirmativa de la década, sustituyó a las formas de expansión de la mente y de retroceso de los diez años anterio­ res. Así, no fue nada sorprendente que la cocaína fuera elegida como la droga de la década. Durante esa misma década nació nuestro amigo Adán (MDMA) como fenómeno social, como parte de una nueva ge­ neración de compuestos psicoactivos. Después de una infancia relativamente tranquila, Adán alcanzó la adolescencia como el antídoto más adecuado contra la paranoia de los años ochenta. Pero el paso de Adán a la madurez se ha encontrado con problemas. En el clima político antidroga de la época, Adán fue considerado como un renegado. Cuando Ronald Reagan asumió el cargo en la Casa Blanca, declaró la «guerra contra las drogas». Su esposa Nancy eligió transformar esa guerra en su propia santa cruzada. En ese ambiente, matizado por la polí­ tica fundamentalista en la que se consideraba como pecamino­ sa cualquier droga, excepto el alcohol, resulta difícil demostrar que cualquier nueva sustancia pueda ser benevolente y útil. Es difícil predecir el futuro de Adán. ¿Crecerá hasta conver­ tirse en un terapeuta, o en un criminal? ¿Y qué sucederá con Eva, o con la siguiente generación? 245

Perspectivas para el futuro inmediato La DEA parece decidida a mantener ilegal el MDMA, al mismo tiempo que congela toda investigación sobre esta sus­ tancia. Todo parece indicar que la DEA tiene la intención de mantener el MDMA en el Inventario I, ya que ha rechazado to­ das las recomendaciones efectuadas por instituciones judiciales independientes para colocar el MDMA en un inventario de ca­ tegoría inferior. La Ley Antidroga de 1986, incluía la «Ley de obligado cumplimiento de Control de Sustancias Análogas», llamada po­ pularmente «Ley de Análogas». En ella se indican las penas que se imponen por la distribución y fabricación de sustancias que tengan una estructura química sustancialmente similar a la de una sustancia controlada en los Inventarios I y II, o que ten­ gan efectos alucinógenos, estimulantes o depresivos que sean sustancialmente similares o mayores que las de una sustancia controlada. Con la aprobación de esa ley se ha dado un nuevo rumbo de timón con respecto a la política antidroga. El gobierno se ha lanzado a navegar a toda vela por aguas peligrosas donde las leyes prohíben estados de conciencia, antes que drogas especí­ ficas. Así, en el cercano futuro aparecen negras las perspectivas para Adán y sus amigos. A menos que se escuchen las voces de terapeutas e investigadores, que constituyen una minoría muy pequeña pero que se deja oír, la histeria antidroga que se ha apoderado del país puede conseguir que el bebé desaparezca por el sumidero, junto con el agua de la bañera. La DEA tam­ bién utilizará leyes designadas para controlar peligrosas drogas de diseño, como un sustituto sintético de la heroína que ha pro­ ducido síntomas de la enfermedad de Parkinson, con objeto de reprimir la clase de drogas radicalmente diferentes que se han desarrollado para expandir el funcionamiento humano.

246

Un modelo de uso racional del MDMA Thomas Kuhn, en La estructura de las revoluciones científi­ cas, observó que se necesita aproximadamente una generación para que una teoría nueva sea aceptada por el establishment científico. Lo mismo cabe decir, en mayor o menor medida, de muchas ideas y prácticas nuevas en la sociedad. Un buen ejemplo de ello es el juego. Hace una generación, las loterías estaban en manos de «estafadores de los números». En la actualidad son muchos los estados que tienen sus loterías legales, a las que llaman «estatales». También cabe observar que el consumo de las drogas co­ múnmente aceptadas en la actualidad como el alcohol y el café, supusieron penas en las culturas del pasado, incluso más terribles de las que se aplican para la heroína o la cocaína en nuestra propia sociedad. Matthew Huxley, hijo del novelista Aldous Huxley, analizó las posibilidades de desarrollo de una «droga socialmente acep­ table», en el número de 1976 de Interdisciplinary Science Re­ views, que examinaré más adelante, en este mismo capítulo. En una entrevista reciente publicada en el número de diciembre de 1985 de Futurist Magazine, Huxley comenta sobre la situación actual en Estados Unidos con respecto al uso de la droga: Bajo esta Administración ha vuelto a aparecer la histeria sobre el uso de la droga, tanto como a finales de los años cincuenta y en los años sesenta. Eso es un reflejo de los puntos de vista de mu­ chos que apoyan a la Administración actual como cristianos renaci­ dos. No sé cuánto tiempo durará esta histeria, antes de que pueda adoptarse una actitud sensible. Recordemos que el macartismo duró demasiado tiempo y que ahora parece estar reavivándose. No veo en Estados Unidos una tendencia contra el uso de la droga, sobre todo entre las personas de edad mediana y entre los jóvenes. De hecho, el uso de la droga no ha hecho sino aumentar espectacularmente. Son los grupos pequeños, conservadores y «morales», algunos de los cuales son muy escuchados por la Ad247

ministración, los que presionan para que se adopten medidas draconianas. Si la visión de Huxley es exacta, parece inevitable que, tar­ de o temprano, asistiremos a una relajación de las restricciones sociales sobre el uso de las drogas. A medida que se empiece a comprender que las duras medidas antidroga y los miles de m i­ llones de dólares empleados en ejércitos de personal dedicado a la lucha antidroga no consiguen detener su consumo, es muy posible que asistamos a un cambio espectacular en el punto de vista del hombre de la calle con respecto a cómo afrontar el abuso de la droga. Quizá la gente empiece a comprender que la educación, an­ tes que la penalización, es la mejor forma de atemperar el uso de las drogas. Como ya he mencionado antes en este libro, el hecho de no distinguir bien entre el uso adecuado y el abuso de las drogas, así como error todavía más fundamental de no dis­ tinguir entre drogas que son seguras si se utilizan adecuada­ mente y drogas que son peligrosas, nos ha conducido a la pre­ sente y complicada situación con respecto al uso de las drogas. Para erradicar el actual e ignorante abuso de las drogas ayuda­ rían enormemente las clases en las que se enseñara a la gente joven lo que hace cada droga y cómo utilizar las más benevo­ lentes, incluido el estudio de temas tales como la influencia del decorado y del escenario sobre la experiencia con la droga, el empleo de la dosificación adecuada, y la vigilancia sobre la pureza de la droga. Nuestra cultura no ha sido, desde luego, la primera en utili­ zar poderosas sustancias capaces de alterar la mente. El uso de potentes compuestos derivados de plantas ha existido en mu­ chas culturas de todo el mundo y desde el origen de nuestra es­ pecie. Las poderosas drogas psicodélicas como los hongos que contienen psilocibina, por ejemplo, ya fueron utilizadas por los indios del sur de México como un medio para curar. Los cha­ manes, llamados curanderos, realizaron ceremonias nocturnas guiadas por los cánticos y el sonido de los tambores. Podrían 248

darse otros muchos ejemplos del uso tribal de intoxicantes po­ derosos. Sin embargo, en ninguna de esas culturas se puede se­ ñalar la existencia de problemas en el abuso de drogas de una forma tan extendida como ocurre en las sociedades industriales occidentales. Ello se debe a que, en las comunidades tribales, el uso de las drogas está institucionalizado, y ya desde un prin­ cipio se enseña a tener respeto por los poderosos sacramentos de la curación y la religión. Hay que domesticar el potencial de los compuestos reciente­ mente desarrollados con capacidad para alterar la mente, y hay que enseñar el uso adecuado de las drogas; eso sería un buen primer paso. Esa clase de educación podría darse en las institu­ ciones educativas actuales. Pero todavía más innovador sería el desarrollo de nuevas ins­ tituciones para entrenar a la gente en el uso de compuestos psicoactivos, así como el desarrollo de investigación básica en este ámbito. Eso constituiría una característica central del nuevo modelo para el uso del MDMA, así como de otras herramientas capaces de alterar la mente. Dentro de esta nueva institución, que podría denominarse Centro de Exploración Psicológica, po­ dríamos asistir a la integración de muchas de las técnicas de crecimiento desarrolladas por psicologías humanistas y trans­ personales durante los últimos veinte años, tanto con drogas como sin ellas. La necesidad de obtener permiso para el uso de drogas for­ maría parte de nuestro modelo para encontrar solución al pro­ blema de la droga. Se exigiría que la gente siguiera un curso en la escuela o en el Centro de Exploración Psicológica, que po­ dría incluir simulaciones por computadora y vídeo de experien­ cias con la droga, conferencias, disertaciones y sesiones guia­ das con droga para aprender a usar el MDMA responsablemen­ te. Luego, tras un amplio examen, la persona obtendría un cer­ tificado que le permitiría usar el MDMA por cuenta propia. Este permiso tiene un precedente en la forma en que nuestra sociedad controla actualmente el manejo de un vehículo a mo­ tor. Ciertamente, son muchas más las personas que mueren 249

cada año como consecuencia de conducir un vehículo que de usar el MDMA. Sólo se han producido cinco casos sustancia­ dos de muerte humana relacionada con el uso del MDMA (to­ dos ellos de individuos con arritmias cardiacas y, en algunos casos, complicados con uso múltiple de drogas). Los acciden­ tes de circulación son la mayor causa de mortalidad no relacio­ nada con enfermedades que se dan en Estados Unidos. Como se ha dicho en el capítulo 1, hay muy pocos individuos, si es que hay alguno, que haya sido mentalmente dañado por el uso del MDMA. A pesar de los peligros de conducir un automóvil, no existe ninguna prohibición draconiana sobre su uso. En lu­ gar de eso, utilizamos la educación y el permiso de conducir para lograr que la conducción sea lo más segura posible. Eso es así porque los automóviles son medios tremendamente útiles para el transporte. La sociedad considera las bajas como un riesgo aceptable cuando se las compara con sus beneficios. Pues bien, de una forma similar, el MDMA y otros nuevos compuestos pueden verse también como herramientas útiles para el desarrollo mental de los seres humanos. Los permisos para utilizar diversas drogas exigirían distintas cantidades de entrenamiento. El MDMA supondría un curso de estudio bastante sencillo, en comparación con las exigencias más elevadas para dominar una droga como el LSD. Para entrenar e investigar en el dominio de la alteración de la conciencia, y para hacerlo con seguridad, podría surgir una nueva especialización, la de «Guía en autoexploración», que surgiría de los campos de la psiquiatría y la psicología. Esos individuos serían expertos en el control y la dirección de las nuevas energías y comportamientos mentales catalizados du­ rante las sesiones con drogas.

Futuros posibles Cuando hablamos de Centros de Educación Psicológica y de guías en autoexploración, empezamos a abandonar el dominio 250

de la ciencia para entrar en el terreno más especulativo de la ciencia ficción. En lugar de describir el futuro del MDMA y de las drogas capaces de alterar la mente, quizá fuera mejor hablar de futuros posibles, cada uno de ellos descrito en términos de potencialidades, antes que de certidumbres. En 1973, el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, de Estados Unidos, publicó un pequeño libro bastante insólito para una institución que normalmente edita literatura en la que expone los peligros del uso de las drogas. El libro se titulaba Temas de drogas en la ciencia ficción, de Robert Silverberg, autor de ciencia ficción, y era una obra breve pero fascinante que se inicia con un animado ensayo sobre el tema del libro, para seguir con una breve historia de los temas de la droga den­ tro del género literario, analiza «las dos actitudes diferentes con respecto al uso de drogas relacionadas con las drogas» (prudente y visionario), e incluye los títulos de las narraciones relacionadas con las diversas categorías que se utilizan en la Bibliografía comentada del libro. Esas categorías incluyen: «Drogas como euforizantes», «Drogas como sustancias capaces de expandir la mente», «Drogas como panaceas», «Drogas como sustancias capaces de controlar la mente», «Drogas como sustancias capaces de aumentar la inteligencia», «Drogas para aumentar las sensaciones», «Drogas para poner a prueba la rea­ lidad», «Drogas capaces de causar daño a la mente» y «Drogas como medios de comunicación». De esas categorías, «Drogas como euforizantes» («drogas que proporcionan placer de formas simples y no estructuradas, a través de la liberación de la depresión y la tensión, de modo similar a como lo hace el alcohol en nuestra sociedad» [aun­ que, en términos estrictos, el alcohol no es un euforizantes]), y «Drogas como medios de comunicación» («drogas que tienen la propiedad específica de abrir canales de comunicación hasta ahora desconocidos entre las mentes»), empezaban a sugerir ya los efectos del MDMA, virtualmente desconocido en el mo­ mento en que se publicó ese pequeño libro. En su introducción, Silverberg afirma: 251

Una droga es una especie de varita mágica, pero es la varita mágica de un químico, un producto de laboratorio, que lleva consigo el cachet de la ciencia. Al ofrecer a sus personajes un vial de píldoras verdes, o un frasco de un misterioso fluido azul, el autor puede obrar maravillas con la misma facilidad que un brujo; y al examinar rigurosamente las consecuencias de su acto de magia, lleva a cabo la exploración de ideas especulativas, que es la esencia de la ciencia ficción. Cada uno de los escenarios alternativos incluidos en la carto­ grafía de Silverberg sobre futuros posibles, describe otro efecto que puede tener una droga sobre la mente y la civilización. Al­ gunos son bastante extraños y nos ofrecen una impresión de po­ sibles configuraciones futuras en las que nuestra humanidad po­ dría verse moldeada por medio de la influencia química. Y, sin embargo, ninguno de los compuestos que hemos examinado en este libro parece haber sido predicho con exactitud por ninguna de las obras incluidas en el libro de Silverberg. Quizá la persona que más se acercó a predecir algunas de las funciones de los empatógenos/entactógenos fue Aldous Hux­ ley, uno de los grandes novelistas del siglo veinte, que desplegó un interés profundo y permanente por las drogas capaces de al­ terar la mente, incluidos sus efectos sobre el individuo y la so­ ciedad. Según se describe en el Apéndice I de este libro, los in­ tereses académicos de Huxley se hicieron más mundanos cuando fue introducido en el paisaje alterado de la intoxicación con mescalina por Humphrey Osmond, en 1954. A partir de ese momento, Huxley realizó viajes psicodélicos infrecuentes, pero evidentemente iluminadores, hasta su muerte en 1963. Durante ese tiempo también se dedicó a pronunciar conferen­ cias, que versaron a menudo sobre el tema de la experiencia vi­ sionaria o el potencial humano, y que incluyeron amplios dis­ cursos sobre las drogas capaces de alterar la mente. En una conferencia pronunciada en 1962 el Instituto Esalen y titulada «Potencialidades humanas» (grabada por Big Sur Ta­ pes), Huxley hizo la siguiente predicción: 252

'

Llegará el día en que alguien descubrirá un euforizante real­ mente bueno. Todos sabemos que la felicidad es una de las dos condiciones que hacen que la gente funcione a su nivel más ele­ vado (la otra es la de la crisis). Las personas felices realizan bien su trabajo. Puede que se desarrolle un euforizante bueno y com­ pletamente inofensivo, capaz de causar sus efectos sin causar da­ ños al organismo físico, lo que haría que la gente se sintiera más feliz y estuviera más contenta. Esa clase de droga disminuiría las barreras entre la mente consciente y la preconsciente, el ego y el yo creativo, lo que conduciría a la producción de grandes obras de arte o de literatu­ ra. El euforizante también podría tener otro efecto, hacer que la gente fuera más moral. Bertrand Russell se alegró al señalar que las personas contentas y felices son mucho más virtuosas y afa­ bles hacia los demás que las personas desgraciadas. Y también aquí podemos encontramos con herramientas farmacológicas que contribuyan a la realización de potencialidades mayores. Siguiendo el camino trazado antes por su venerable padre, Matthew Huxley también ha escrito sobre las posibilidades de que nuestra cultura desarrolle y legitime nuevas drogas social­ mente aceptables que él denomina «Soma». El Soma o, en este caso, los Somas del futuro serían diferentes del antiguo Soma de los Vedas, o del Soma imaginado por Aldous Huxley en su novela Un mundo feliz. En su artículo «En busca de una droga socialmente acepta­ ble», publicado en Interdisciplinary Science Reviews (vol. 1, núm. 2, 1976), el joven Huxley predice el desarrollo de nuevas drogas que serían creadas para tener efectos específicos, y que serían seguras, tanto para el individuo como para la sociedad. Es posible que haya varios Somas nuevos de este tipo, cada uno de ellos con propósitos diferentes. Un Soma de tipo I «se­ ría capaz, como el alcohol, de intensificar las situaciones socia­ les al desinhibir la expresión emocional, elevar el estado de ánimo, reducir los niveles de ansiedad y otros aspectos simila­ res». Eso se parece un poco al MDMA, ¿verdad? 253

Un Soma de tipo II fomentaría «el estado de conciencia in­ trospectivo, ideativo y contemplativo en los individuos a solas, o en grupos muy pequeños», mientras que otro de tipo III ac­ tuaría como un mecanismo para las «exploraciones» del uni­ verso sensorial. Los tres tipos serían creados de tal forma que sus efectos tuvieran una duración muy precisa, serían plena­ mente comprobados y aprobados y dispondrían de una forma de eliminar los efectos cuando fuera deseable hacerlo así. Su consumo también quedaría restringido mediante reglamentacio­ nes sobre «el propósito, la persona, el lugar y el proveedor».

Comprender la conciencia y el sistema nervioso Otro autor de ciencia ficción que ha convertido las drogas psicoactivas en parte de su repertorio literario es Norman Spinrad que, en un artículo de la ahora difunta revista Head, dice: «la psicoquímica ha creado estados de conciencia que nunca habían existido con anterioridad». Su punto de vista es que los «psicoquímicos son una declaración de independencia con res­ pecto a las mentes con las que hemos nacido», y que, en conse­ cuencia, «ya no podremos contar con nuestra química cerebral de “desarrollo natural” como una característica para determinar lo que es la cordura». Spinrad aborda aquí la idea desarrollada en el capítulo 2, se­ gún la cual existen muchos estados alternativos de conciencia, y nuestro estado ordinario no es necesariamente el único en el que podemos ser considerados como personas mentalmente sa­ nas. La intervención de una droga sobre el sistema nervioso significa poner en marcha pautas diferentes de actividad cere­ bral, de tal modo que cada compuesto produce su propio modo característico de experimentación. Como continuación de este mismo tema, aparece la obra del psicólogo Timothy Leary. En su fascinante libro Exo-Psicología, Leary explora un modelo de crecimiento psicológico hu­ mano en el que cada individuo conecta con y utiliza una serie 254

de «circuitos» cerebrales durante el transcurso de su vida. Esos circuitos son estados característicos de lo que Leary denomina «conteligencia» (conciencia más inteligencia). Cada uno de los circuitos sucesivos que se activa es como un salto cuántico ha­ cia un nivel nuevo y diferente de conteligencia, pero se basa sobre los fundamentos de los circuitos precedentes. También postula la idea de que la humanidad evoluciona a través de una secuencia en la que buena parte de los miembros de nuestra especie no tardarán en funcionar a niveles más ele­ vados de funcionamiento neuronal. Leary afirma: «La persona que sea capaz de marcar y conectar con los circuitos del siste­ ma nervioso no sólo es más inteligente, sino que cabe decir que funciona a un nivel más elevado y complejo de la evolu­ ción». La última parte de este milenio puede asistir a progresos es­ pectaculares en los ámbitos de la neurofisiología, la psicofarmacología y las ciencias de la conciencia. La nueva compren­ sión y las tecnologías resultantes, configurarán el futuro crecimiento psicológico humano. En neurofisiología, el cerebro comienza a ofrecer por fin sus secretos. Durante los últimos veinte años, los psicobiólogos han empezado a describir la química de las neuronas cerebra­ les, las sinapsis que las separan y la forma en que viajan las se­ ñales entre ambas. Se han aislado y estudiado una serie de neurotransmisores, y se empieza a comprender su relación con los diversos circuitos neuronales del cerebro. También se ha empezado a comprender la función de los di­ versos tipos de neuronas, así como las formas de actuar de las estructuras más complejas del cerebro para regular la sensa­ ción, el pensamiento, los sentimientos y el comportamiento. La psicofarmacología ha surgido durante los últimos treinta años como una ciencia por derecho propio. Alexander Shulgin, en una conferencia pronunciada en la Conferencia sobre Psicodélicos en 1983, en la Universidad de California, Santa Barba­ ra, especuló sobre las implicaciones de algunos de los descu­ brimientos efectuados en este campo: 255

Veamos la historia de los otros ámbitos de la química psicotrópica. Hace unas pocas décadas, nos maravillábamos de que las drogas del pasado, como los opiáceos, incluidos la morfina, la heroína y la meperidina, pudieran tener una influencia tan impo­ sitiva sobre la integridad del cerebro. Luego, se llegó a saber que se trataba de factores naturales del cerebro los que realizaban es­ tas acciones, y que el cerebro contenía lugares específicos prediseñados para responder a ellos. Se descubrieron las encefalinas y sus partes fragmentadas, conocidas como endorfinas, derivadas del proceso cefálico y re­ lacionadas con la morfina, que servían para satisfacer la necesi­ dad de la persona para suprimir el dolor. Quizá existan también encedélicos (de psicodélicos) y enescalinas específicas (de mescalina), que aún se tienen que descu­ brir, y que estarían relacionadas con los factores de comunica­ ción, que serían naturales y que podrían estar conectadas, eventualmente, con receptores naturales para lograr una comuni­ cación trascendental. También podemos especular con la idea de que en el cere­ bro existan receptores para el MDMA, y que estos tengan algo que ver con la forma en que se expresa la empatia en las es­ tructuras del sistema nervioso. Es posible que descubramos en el futuro numerosos compuestos capaces de controlar casi to­ dos los aspectos del pensamiento, el sentimiento y el compor­ tamiento humanos. A juzgar por la forma en que funcionamos ahora, al azar, quizá se asista en el futuro a una situación en la que cada uno de nosotros sería como un músico que manipula­ ra los teclados de un sintetizador mágico. Lo que seríamos ca­ paces de obtener de nuestro instrumento de carne no sería sim­ plemente sonido, sino todas las cualidades de la experiencia humana. Además de nuestra comprensión del hardware del funciona­ miento mental, pronto aprenderemos más sobre los estados de conciencia asociados con las estructuras neurológicas. Psicólo­ 256

gos como John Lilly, Kenneth Pelletier, Ken Wilber y Timothy Leary han propuesto complejos mapas de la conciencia y la in­ teligencia humanas. Valle y Von Eckertsberg han compilado un libro en el que indican una buena cantidad de estos mapas, que ellos llaman Metáforas de conciencia. Cada uno de estos sistemas se construye sobre conceptos extraídos de la ciencia, el arte o la religión y, en ocasiones, de combinaciones de los tres. Intentan utilizar metáforas proce­ dentes de esos ámbitos para crear modelos sobre la forma en que la mente humana procesa realmente la información y, lo que es aún más misterioso, cómo se hace consciente de sí misma. Más allá de las pistas provisionales que podamos encontrar en la actualidad puede encontrarse una verdadera ciencia de la conciencia que, una vez integrada con la neurofisiología, po­ dría dar lugar al surgimiento de una verdadera psicología cien­ tífica.

Alteración de los estados de conciencia A partir del nuevo conocimiento del sistema nervioso y de la conciencia surgirán tecnologías más poderosas y exactas para cambiar el funcionamiento del sistema nervioso y para producir estados alterados de conciencia. No todas estas nuevas tecnologías quedarán limitadas a los compuestos farmacológi­ cos, sino que, muy probablemente, incluirán una amplia gama de métodos. Estas nuevas tecnologías tampoco serán utilizadas exclusivamente, sino que se combinarán para aumentar mucho su efectividad. Una de esas nuevas tecnologías será la retroalimentación. En los años sesenta, cuando se introdujo por primera vez el concepto de retroalimentación, algunos lo pregonaron como un camino hacia la meditación instantánea, o un «LSD electróni­ co». Se comercializaron pequeñas máquinas que producían re­ troalimentación sobre las ondas cerebrales alfa, y que no hací­ 257

an más que producir ruido eléctrico hecho por las personas que movían los ojos. Los instrumentos de retroalimentación recogen las ondas eléctricas de la superficie del cráneo, mediante el uso de elec­ trodos fijados sobre la cabeza. Un instrumento llamado EEG (electroencefalógrafo) mide las ondas cerebrales, que luego se presentan de nuevo a la persona mediante controles de sonido (un tono, por ejemplo) o visual (algunos instrumentos nuevos de retroalimentación disponen incluso de monitores de vídeo). La desilusión inicial con la retroalimentación como método para alterar la conciencia puede haberse producido porque las promesas de este método no se vieron correspondidas por la tecnología de la época. Sin embargo, y con la llegada de la microcomputadora, es posible que la retroalimentación recupere de nuevo la posibilidad de realizar todo su potencial original. Las computadoras pueden ayudarnos a descubrir con exacti­ tud qué cambios electrónicos se producen en respuesta a los cambios ocurridos en los estados de conciencia, y el uso de la retroalimentación puede ayudarnos a efectuar los cambios de­ seados. Algunas de las posibilidades de la vinculación entre humanos y computadoras se encuentran muy cerca, cuando po­ damos adquirir discos CD-ROM que contengan experiencias deseables previamente registradas, hacerlos pasar por una m á­ quina y tener esas mismas experiencias. Eso puede llegar in­ cluso a sustituir a las películas como una forma de entreteni­ miento. Otro uso de la retroalimentación se acerca, en cuanto a sus efectos, a lo que produce el MDMA. El psicólogo Jean Millay ha llevado a cabo experimentos con un instrumento de retroali­ mentación que dirige las ondas cerebrales de dos individuos hacia la sincronización. Algunos han informado de la aparición de un aumento de la empatia, e incluso de telepatía, mientras se efectuaban esas conexiones. Otros experimentos realizados con tecnologías capaces de alterar los estados han introducido métodos nuevos, como la estimulación electrónica del cerebro mediante el uso de elec­ 258

trodos conectados con partes de la cabeza para inducir estados alterados, así como métodos antiguos, como una hipnosis pre­ sentada en formas nuevas y más poderosas. Recientemente han aparecido «balnearios del cerebro» con máquinas capaces de alterar el cerebro de formas diferentes, según se describe en Megabrain, el libro de Michael Hutchi­ son. Aunque son muchos los que afirman haber sido ayudados por esta clase de máquinas, probablemente es mucho mejor considerarlas como prototipos iniciales de lo que pueden llegar a ser instrumentos realmente útiles dentro de diez o veinte años. Si continúan las tendencias del presente y las fuerzas con­ servadoras de nuestra sociedad permiten que se manifiesten, podremos asistir en el futuro a una mezcla de las diversas y nuevas tecnologías de estados alterados, capaces de transfor­ mar radicalmente la forma en que los humanos fúncionamos psicológicamente. Es posible que descubramos generaciones más avanzadas de drogas psicoactivas específicas, de interco­ nexiones electrónicas con computadoras y de instrumentos de retroalimentación mezclados con el uso de métodos antiguos, como la meditación y el yoga, para permitir a los individuos la libertad para cambiar sus estados de conciencia a voluntad así como para alejarse de los estados negativos de la mente. De ese modo, los individuos violentos encontrarán formas de controlar sus impulsos, los artistas creativos encontrarán formas para aumentar su arte, y la humanidad encontrará una clave que la conducirá al éxtasis.

Comprender el éxtasis El éxtasis es una experiencia emocional trascendente y un estado alterado de conciencia. El significado de la palabra pro­ cede de ex-stasis, que significa literalmente fuera de, o libera­ do de un estado fijo o inconmovible. Sin lugar a dudas, el MDMA puede conducir a alcanzar su versión única del éxtasis. El novelista Thomas Pynchon, autor 259

de Arco iris de gravedad, dice sobre la acción del MDMA: «Se desconectan temporalmente los circuitos del cerebro que m e­ dian en la alarma, el temor, la huida, la lucha, la lujuria y la pa­ ranoia territorial. Se ve todo con una claridad total, sin distor­ siones causadas por impulsos animales. Se llega a un estado que los antiguos llamaron nirvana y en el que todo se ve como una bendición». El nirvana y el éxtasis son aquí sinónimos para designar una experiencia que a menudo sólo se alcanza a través del uso pru­ dente y responsable del MDMA. Robert Masters, jefe del Ins­ tituto para la Investigación Mental y autor de Variedades de ex­ periencia psicodélica (junto con su esposa Jean Houston), compara el MDMA con la bebida mítica de los antiguos dioses griegos, el Nepente, capaz de eliminar las penas. El estado de éxtasis trascendente disipa temporalmente nuestra oscuridad psíquica, y nos llena con la luz que cura. Los efectos terapéuti­ cos de este Nepente moderno tienen su origen en la capacidad para desterrar los traumas mentales y las depresiones que nu­ blan nuestras mentes, ofreciéndonos una visión fugaz de lo que supone ser verdaderamente feliz.

260

Apéndice I

Árbol familiar del MDMA: Efectos Q uím icos y fisiológicos

El árbol familiar al que pertenece el MDMA es grande y va­ riado, y está lleno de drogas psicoactivas de toda posible des­ cripción. El tronco principal son las drogas alcaloides y, más arriba, el tronco se bifurca. Seguimos la rama de los compues­ tos llamados fenilalcilaminas y, todavía más arriba, la rama se vuelve a bifurcar hacia las fenilisopropilaminas. Las fenilisopropilaminas metoxiladas se encuentran en una pequeña rama de lo alto, con un racimo de frutos similares al MDMA, entre los que se incluye el propio MDMA, y uno o dos brotes más. El MDMA es una droga semisintética. Está relacionada con varias sustancias que se encuentran en las plantas, pero tam­ bién es un miembro de una familia más grande de compuestos psicoactivos sintetizados en los laboratorios químicos. Los antepasados vegetales del MDMA se encuentran en los aceites esenciales de más de media docena de hierbas, raíces y especias familiares, que contienen sustancias de las que se pue­ den derivar el MDMA y las sustancias emparentadas. La lista de plantas que contienen estos aceites volátiles precursores in­ cluyen nuez moscada, macis, sasafrás, azafrán, cálamo, perejil, eneldo y granos de vainilla. De ellos, la nuez moscada, el ma­ cis y el cálamo cuentan con largas historias de uso como plan­ tas psicoactivas. El cálamo (botánicamente Acorus calamus) contiene un acei­ te esencial activo llamado asarona, que es el precursor natural 261

del psicodélico TMA-2, que se analizará más adelante, en esta misma sección. Debido a su psicoactividad, el cálamo ha sido utilizado como medicina por numerosas culturas, aunque bajo otros nombres, como «raíz de rata» o «bandera dulce», inclui­ das las de la India y China, así como por los indios de América del norte para el alivio de la fatiga y para sus ritos de inicia­ ción a la pubertad. Peter StafFord, en Enciclopedia de los psicodélicos, narra algo del saber popular que rodea la nuez moscada y el macis: La nuez moscada, que en Estados Unidos se utiliza principal­ mente como aderezo en los platos de Navidad, es la semilla seca del Myristica fragrans, un árbol nativo de las islas de las Espe­ cias, cerca de Nueva Guinea. Cultivado ahora en muchos luga­ res, el árbol crece hasta alcanzar 18 m de altura y da semillas durante unos sesenta años. Su fruto se parece a un melocotón y

La nuez moscada, una especie psicoactiva, es la semilla seca que existe dentro de la fruta de un árbol de las Indias orientales (Myristica fragrans).

262

contiene una semilla de color púrpura-amarronado y brillante, recubierto de una envoltura de color rojoanaranjado o rojo. La envoltura, o aril, se utiliza para la producción del macis; la semi­ lla, secada al sol durante unos dos meses, a la que se le da la vuelta cada día, se convierte en nuez moscada. Tanto la semilla como su envoltura contienen los componentes psicoactivos den­ tro de sus aceites. La mayoría de las sustancias naturales que contienen com­ puestos similares al MDMA cuentan con una larga historia de uso, gracias a sus propiedades medicinales y a su psicoactividad. El Ayurveda de la antigua India se refiere a la nuez moscada y al macis como made shaunda, lo que se traduce generalmente como «fruto narcótico». Un Materia medica de Bombay registra en 1883 que «los hindúes de la India occidental toman Myristica como un intoxicante». La nuez moscada se ha empleado durante siglos como un polvo para esnifar en las zonas rurales del este de Indonesia; en la India aparece la misma práctica, pero la se­ milla machacada se mezcla a menudo con betel y otras clases de rapé. Las restricciones sobre el uso del hachís en Egipto produ­ jeron períodos en los que se utilizó la nuez moscada como susti­ tuto. La nuez moscada aparece en la farmacopea hindú como un tratamiento para la fiebre, el asma y las enfermedades cardiacas. A partir del siglo séptimo después de Cristo, los médicos árabes la han utilizado para combatir los desórdenes digestivos, las en­ fermedades renales y los achaques linfáticos. Se dice que los hombres del Yemen consumen nuez moscada para aumentar y mantener su vigor sexual. La nuez moscada y el macis no fueron conocidos por los griegos y los romanos. No se introdujeron en occidente hasta 1512, cuando los portugueses llegaron a las islas Banda, o de la Nuez moscada. El informe más antiguo sobre los efectos menta­ les de la nuez moscada es de 1576, y aparece en la descripción de «una dama inglesa embarazada que, tras haber comido diez o doce nueces moscadas, se mostró delirantemente embriagada» (tuvo suerte de no haber muerto). 263

En el siglo diecisiete, la nuez moscada se convirtió en un ar­ tículo importante en el comercio de las especias que monopoli­ zaron los holandeses durante mucho tiempo, mientras mantuvie­ ron su superioridad naval. El uso como embriagador de esta sustancia ampliamente dis­ ponible ha continuado hasta el presente. Según escriben Shultes y Hofmann en La botánica y la química de los alucinógenos, «son muchos y claros los informes confirmados de su uso por parte de estudiantes, prisioneros, marineros, alcohólicos, fuma­ dores de marihuana y otros privados de sus drogas preferidas. Especialmente frecuente es la ingestión de nuez moscada en las prisiones, a pesar de la habitual negativa de los funciona­ rios».

Los aceites esenciales de la nuez moscada incluyen el safrole, similar al MDMA, y la miristicina, relacionada también con el MDMA. En el laboratorio se ha demostrado la conversión de estos aceites no aminos en presencia de amoníaco en las for­ mas amino (como por ejemplo el MDA y el MMDA), lo que ha dado pie a que surja la especulación de que en el cuerpo ocurre un proceso similar para producir efectos mentales. Estos aceites esenciales pueden ser aminados en el laborato­ rio químico (convertidos en forma amino), para producir su pariente semisintético y, notablemente, la aminación de la Myristica fragrans (nuez moscada) para formar MDA. De hecho, el proceso químico más sencillo para producir MDA es combi­ nar el safrole con el gas básico amoníaco. Hay algunos otros métodos de laboratorio más complicados para producir MDA, incluida la fabricación de heliotropina, utilizada en la industria de la perfumería para fabricar el aroma de los jacintos. Estos compuestos semisintéticos forman parte de una más amplia familia de sustancias químicas conocidas como alcaloi­ des. Shulgin, en su capítulo «Drogas psicotomiméticas: relacio­ nes de estructura y actividad», en Manual de Psicofarmacología, volumen 11, afirma:

264

Se trata de químicos orgánicos básicos que contienen nitróge­ no, procedentes del reino vegetal, que presentan una asombrosa diversidad de variaciones estructurales. Un tema consistente que se encuentra en la mayoría de los alcaloides, es la separación del átomo de nitrógeno con respecto al sistema aromático por medio de dos átomos de carbono.

Myristica (nuez moscada): 1. Nuez moscada de Penang. 2. Nuez moscada redonda de la India occidental. 3. Nuez moscada Banda. 4. Vista longitudinal, transversal y una superficie rota de la semilla. 5. Parte superior de la semilla. 6. Base de la semilla. 7. Semilla agusanada.

265

Esta relación se encuentra en la mayoría de los miembros de la conocida familia de los alcaloides y ha sido el pilar principal para la fabricación de los miles de drogas sintéticas que se han basado en algún modelo alcaloide. A partir del tronco alcaloide, surgen muchas ramas que se elevan, y entre las que hay dos formadas por compuestos, las fenilalcilaminas y las indolealcilaminas, que han formado parte de la mayoría de las drogas llamadas psicodélicas.

El sasafrás es una fuente botánica utilizada en la sintetización de compuestos similares al MDMA.

266

Las fenilalcilaminas son alcaloides con un simple anillo de benceno en la posición del sistema aromático. Las indolealcilaminas son alcaloides con un anillo más complejo de Índole en la posición del sistema aromático. En la rama de las fenilalcila­ minas (también llamada a veces las feniletilaminas sustituías), hay también una serie de estimulantes, así como nuestros ami­ gos los empatógenos. Las indolealcilaminas se bifurcan en tres ramas: las triptaminas (de las que uno de sus prototipos es la psilocibina, el ingrediente activo de los hongos mágicos), los derivados del ácido lisérgico (de las que el LSD es el prototi­ po), y las betacarbolinas (de las que el prototipo es la harmalina, el ingrediente más activo de la parra sudamericana de la que se obtiene el yage, una bebida psicodélica).

Relaciones de estructura y actividad Las relaciones de estructura y actividad son las formas en que: 1) se comparan estructuralmente entre sí los miembros de una familia de compuestos, y 2) la correlación de estas diferen­ cias con las diferencias observadas en la potencia y los efectos de los compuestos. Lo extraño es que cambios muy ligeros en la posición de un átomo de carbono o de un anillo de benceno, por ejemplo, o la adición de una «cola de alfa-metil», pueden producir cambios espectaculares en la naturaleza del «viaje» o en la duración de la experiencia producida por las diversas sus­ tancias psicoactivas. Estas relaciones de estructura y actividad han sido investiga­ das sistemáticamente por los químicos y los farmacólogos. Quienes deseen encontrar descripciones técnicamente más de­ talladas (ya me imagino que todo esto les parecerá demasiado técnico a algunos lectores), sugiero consultar la obra Agentes alucinógenos, de Roger Brimblecombe y Roger Pinder, o el ar­ tículo «Especulaciones sobre las relaciones de estructura y acti­ vidad», de Alexander Shulgin. También se han investigado con cierto éxito las relaciones 267

Macis: 1. Macis Banda. 2. Macis de Siam. 3. Macis de la India occidental. 4. Tiras anchas de macis Banda.

de estructura y actividad entre las indolealcilaminas. Pero la mayor demostración de la importancia de las variaciones se ha encontrado con las penilalcilaminas, que Shulgin divide en dos subgrupos, las fenetilaminas, de las que la mescalina es el ejem­ plo prototípico, y las fenilisopropilaminas, de las que el TMA es su representante principal. 268

La mescalina y las fenetilaminas En la parte más baja de la rama de las fenilalcilaminas está la 3,4,5-trimetoxi-fenetilamina, comúnmente conocida como mescalina, que es el prototipo de las fenetilaminas. La mescali­ na es una droga psicodélica y el componente activo fundamen­ tal del cactus Lophophora williamsii, generalmente conocido como peyote. Este pequeño cactus ha sido utilizado durante quizá unos tres mil años por los indios mexicanos, en los ritos religiosos y en las ceremonias de curación. La mescalina fue aislada por primera vez del peyote en 1897 por Arthur Heffter, y sintetizada por primera vez en 1919 por Emst Spáth. Normalmente, la mescalina se toma como un sulfato de hidrocloruro (formas químicas que la hacen activa cuando se toma por vía oral). El compuesto aparece como un polvo formado por largos cristales de agujas blancas. La dosis activa es de unos 400 mg y la embriaguez que produce dura entre 12 y 15 horas. La na­ rración más influyente de una experiencia con mescalina quizá sea la que hizo el novelista Aldous Huxley en su libro Puertas de percepción, publicado en 1954. Huxley informó sobre su experiencia inicial con la mescalina y especuló sobre la natura­ leza de tales transformaciones mentales tan radicales. Un individuo que se tomó «un día libre de mi trabajo profe­ sional en la industria para explorar los efectos catalíticos de la mescalina» fue Alexander Shulgin, quien, en su capítulo «Una búsqueda siempre cambiante», en el libro Reflexiones psicodélicas, de Grinspoon y Bakalar, comenta a propósito de su expe­ riencia: Las impresiones de la experiencia se expresan mejor en el flujo de acontecimientos que siguieron a aquel día. Se inició lo que cabría denominar como una búsqueda de curiosidad. Me di cuenta de que la mente, y los sentidos que aportan información a la mente, eran facultades burdamente subutilizadas en el estudio del mundo que nos rodea, y que era irracional adscribir a una 269

pequeña cantidad de sustancia química, el poder intrínseco para producir esta intensificación sensorial. Me resultó difícil de acep­ tar que una molécula tan simple y tan poco sofisticada, que ape­ nas contenía 30 átomos, pudiera contener en su estructura tales complejidades de pautas de pensamiento, intensificación senso­ rial o magia visual. Era inevitable llegar a la conclusión de que la molécula no hacía nada por sí misma, sino que más bien permitía a la mente humana efectuar esos cambios. Sólo podía servir como cataliza­ dor, dejando en libertad y promocionando canales de procesos mentales que eran nativos, que se encontraban ya inculcados en el cerebro normal. ¿Y por qué debería contener un cactus tan modesto un catalizador tan efectivo, expresable sólo en el hom­ bre? Los psicólogos quizá puedan diseccionar la naturaleza de los cambios, y los físicos quizá puedan definir los lugares donde se ejerce la acción, pero mis conocimientos en química y bioquími­ ca me limitaban a los átomos y enlaces existentes en este catali­ zador, y a la inevitable investigación de su acción mediante la simple estrategia de cambiarlos y observar los cambios que re­ sultaran en cuanto a sus efectos. Tuve la sensación de que al em­ prender un solo proceso, tanto del cambio estructural como de la evaluación subjetiva de los resultados de ese cambio, podría sur­ gir una pauta que vinculara las definiciones del catalizador y el proceso que estaba siendo catalizado. La investigación metódica de Alexander Shulgin (cambiar diversas partes de la molécula relacionada con su catalizador inicial, la mescalina) ha permitido encontrar muchos compues­ tos psicoactivos nuevos, miembros del amplio árbol familiar del MDMA. Muchos de esos nuevos compuestos son bastante más potentes y tienen efectos muy diferentes a los de la mesca­ lina prototípica. Como veremos, Shulgin ha sido el descubridor de casi todos ellos. Shulgin desarrolló varios compuestos notables que se en­ cuentran en la misma clasificación de las fenetilaminas sustitu270

tas que la mescalina. Entre ellos se incluyen la escalina, que tiene un grupo etil sustituido, y la proscalina, que tiene un gru­ po propil sustituido, ambos en la «cuarta posición» del anillo de benceno, lo que demuestra que cambiar las cosas en este importante lugar de la molécula puede aumentar la potencia de un compuesto. Ambos tienen efectos casi idénticos a la mesca­ lina, pero la escalina es aproximadamente cinco veces más po­ tente, y la proscalina diez veces más potente que la mescalina. Las duraciones de su acción también son algo más cortas que la de la mescalina. Otras dos fenetilaminas sustituidas, con potencial para apli­ caciones clínicas y de otro tipo, son las variantes de sustitución de la mescalina, el 2-CB y el 2-CD. Se les conoce química­ mente como homólogos 2-carbono de las fenilisopropilaminas DOB y DON. En el capítulo 5 se habla del 2-CB con mayor profundidad y se describe su utilidad en combinación con el MDMA. En este grupo hay varios otros compuestos activos, algunos con potencias que superan mucho a la de la mescalina, y otros capaces de producir extraños efectos mentales.

El TMA y las fenilisopropilaminas metoxiladas En una rama algo superior de nuestro árbol psicoactivo, en­ contramos a las fenilisopropilaminas. En esta rama se encuen­ tra la bifurcación de las fenilisopropilaminas metoxiladas. El prototipo de este pequeño racimo es la droga psicodélica que evolucionó por primera vez a partir de un uso planificado y sis­ temático de los principios descubiertos en el estudio de la rela­ ción entre la estructura química y la actividad biológica: el TMA (3,4,5-trimetoxi-fenilisopropilamina). Sintetizado por pri­ mera vez en 1947 por Hey, su entusiasmado informe sobre las propiedades eufóricas de la sustancia hicieron que Pérez y un grupo de colaboradores canadienses siguieran investigando en este campo. Descubrieron que la experiencia con dosis bajas 271

CHjO

OCH»

2-CB

DOB

NH ,

2-CD

DOM NH.

2

CH30

CH3O

nh2

c h 3o

c h 3 c h 2o

och3

OCHs

MESCALINA

ESC ALINA CH3O , nh2

NH,

CH CH3O

c h 3 c h 2c h 2 o ' och3

PROSC ALINA

Estructura química de la mescalina y las fenetilaminas.

era agradable y que no se producían molestias, aparte de algu­ na náusea inicial. Experimentos posteriores con dosis más ele­ vadas de TMA demostraron que era una «droga alucinógena con algunas características indeseables». Lo importante, sin 272

embargo, fue el aumento hasta el doble en la potencia, debido a la conexión de un grupo alfa-metil con el nitrógeno de la molé­ cula de la mescalina. La adición del grupo alfa-metil al átomo de nitrógeno en la fenetilamina, da lugar a la anfetamina compuesta, un poderoso estimulante. Así, muchos de los compuestos que han experi­ mentado esta transformación en el pasado, pueden ser denomi­ nados anfetaminas psicotomiméticas o anfetaminas psicodélicas. Pero el nombre de «anfetamina» sólo pertenece apropiada­ mente a una sustancia, el 2-amino-l-fenilpropano, un conocido estimulante. En este grupo hay numerosas sustancias psicoactivas, y muchas de ellas tienen efectos muy diferentes a los que produce la anfetamina estimulante. En lugar de anfetaminas, esta clase de sustancias deberían llamarse fenilisopropilaminas. Es bastante grande el número de sustancias psicoactivas que hay en este grupo. Hay, por ejemplo, seis tipos de TMA. M en­ cionaré sólo los más destacados. En 1962, Shulgin aminizó la asarona, un aceite esencial, contenida en el cálamo, con el resultado de obtener el TMA-2 (2,4,5-trimetoxifenilisopropilamina). Ya había sido sintetizado con anterioridad pero Shulgin fue el primero en descubrir sus efectos psicoactivos. Lo que descubrió fue la redisposición de la molécula de la configuración de mescalina para formar una pauta de sustitución diferente (2,4,5 en lugar de 3,4,5), lo que aumentó la potencia en diez veces con respecto al del primer TMA. Los informes sobre la aparición de amplias sensaciones de náusea durante le experiencia deberían impedir el uso de este fuerte alucinógeno.

El D O M y las alcilfenilisopropilaminas Una segunda colección de psicoactivos que cuelga de la rama de las fenilisopropilaminas es la de las alcilfenilisopropi­ laminas, representadas por su prototipo, el DON (2,5-dimetoxi273

DMMDA

HiC

nh2

CH,

«2° — 0 NH,

CH.O H»c — O

MMDA-3b

MMDA-5

NH,

MMDA-2 H ^C -O NH,

\

/

MMDA

H jC -0

Estructura química de las series MMDA.

274

M M DA

C H 30

NH,

H2C

Estructura química del MDMA y sus variaciones.

275

4-metil-anfetamina). El DOM fue sintetizado por primera vez en 1963. En 1967 se introdujo una nueva droga en el mundo de la contracultura, bajo el nombre de STP. Aunque el hecho no estuvo claro durante algún tiempo, lo cierto es que el STP y el DOM resultaron ser la misma droga. Unas 5.000 pastillas de 10 mg de STP se distribuyeron en la primera gran fiesta hippie que se celebró en el parque Golden Gate de San Francisco. La experiencia fue intensamente alucinógena y se produje­ ron una serie de reacciones de pánico. Algunos afirmaron que la experiencia duró tres días, aunque estudios posteriores indi­ caron que sólo puede durar unas 24 horas. El STP perdió rápi­ damente popularidad después de este escabroso inicio. En realidad, tomado en las dosis que utilizaron Shulgin y sus colegas al explorar el compuesto (unos 3 mg), los principa­ les efectos del DOM son producir euforia y aumentar la autoconciencia, al mismo tiempo que se ve libre de grandes cam­ bios fisiológicos o de distorsiones de la percepción. Pero las primeras dosis callejeras de DOM contenían 20 mg, que más tarde fueron reducidas a 10 mg. En este nivel de sofisticación, el DOM se convierte en una poderosa droga alucinógena cuyos efectos duran hasta 24 horas. Uno de los parientes químicos del DOM, el DOET (2,5-dimetoxi-4-etilfenilisopropilamina) tiene efectos muy similares, pero se experimenta de una forma mu­ cho más suave hasta que alcanza dosificaciones que serían alucinógenas para el DOM. En dosis situadas alrededor de los 4 mg los efectos son similares a los producidos por las dosis bajas del DOM.

El MDA y las metilenedioxifenílisopropilaminas ¿Le parece difícil pronunciar la palabra anterior? Ahora ya sabe por qué he dejado este análisis para el final del libro. El MDA (3,4-metilenedioxifenilisopropilamina) fue sinteti­ zado por primera vez por los químicos alemanes G. Mannish y W. Jacobson en 1910. Sin embargo, los primeros estudios ani­

276

males no se llevaron a cabo hasta 1939, cuando el equipo de Gunn, Gurd y Sachs se interesó por la sustancia mientras reali­ zaban estudios sobre la adrenalina. Dos años más tarde, otro equipo compuesto por Loman, Myerson y Myerson, creyó que este compuesto podría aliviar el parkinsonismo, pero abandonó la idea en cuanto el primer paciente en el que se probó experi­ mentó rigidez muscular. Aproximadamente por esta misma época, la Smith, Klein and French Co. rechazó el MDA como posible agente reductor de peso y como antidepresivo, debido a los pronunciados efectos, aunque no alucinógenos, que interfe­ rían a los pocos días de iniciadas las rutinas ordinarias con los pacientes. Luego, a mediados de los años cincuenta, Gordon Alies, in­ vestigador de la Universidad de California, Los Angeles, des­ cubridor de la anfetamina en 1927, se sintió interesado por el MDA y por un compuesto relacionado, debido a su similitud con la efedrina, la droga habitual para comprobar la estimula­ ción del sistema nervioso central durante los años treinta y cua­ renta. Peter Stafford en su Enciclopedia de los psicodélicos, describe los detalles del examen al que Alies sometió al MDA: Decidió llevar a cabo lo que denominó una prueba «dobleconsciente» de estas sustancias, con lo que quería decir que las sintetizaría, mediría y tomaría él mismo para comparar sus efec­ tos con lo que sabía acerca de cómo le afectaba la efedrina. Más tarde, comentó: «Me sentía bastante bien calibrado con dosis de 50 mg de efedrina, y con dosis similares de anfetamina». Tras haber realizado pruebas con perros, que indicaban que estos dos compuestos eran de un tercio a la mitad de activos que la mescalina y la anfetamina en cuanto a sus efectos perifé­ ricos, Alies tomó 36 mg de MDA. Durante las dos horas si­ guientes no observó sensaciones físicas o mentales. Entonces, tomó otros 90 mg adicionales. Al cabo de pocos minutos, se «dio cuenta que el resultado era una respuesta bastante subjetiva». Los músculos de su cuello se pusieron marcadamente tensos, apretaba las mandíbulas y le re-

277

chinaban los dientes de atrás. Respiró bastante y observó una respiración más lenta. Tenía «las pupilas marcadamente dilata­ das... Jamás había observado tanta dilatación de las pupilas en los animales o en el hombre». Unos 45 minutos después de haber tomado la segunda dosis, el aire empezó a llenar de anillos de humo que se movían lenta­ mente a su alrededor. En una habitación cerrada del sexto piso de un edificio universitario «no había fuente posible que explica­ ra los anillos de humo». Sin embargo, «se observaba una abundancia de ensortija­ dos anillos de humo en el ambiente cada vez que se emplea­ ba una actitud relajada en la observación. Visualmente, esos anillos tenían una realidad completa; y parecía innecesario comprobar sus propiedades porque es de todos conocido y plenamente aceptado que la fuente de los fenómenos visuales no puede ser externa al cuerpo. Al concentrar mi atención so­ bre los detalles de las formas grises y ensortijadas, tratando de observar cómo se verían afectadas por el hecho de pasar un dedo a través de su campo aparente, las formas se desva­ necían. Luego, en cuanto volvía a relajarme, los anillos de humo aparecían de nuevo». Más tarde, al hablar de estos anillos de humo, Alies comentó: «Estaba tan seguro de que se encontraban realmente allí, como lo estoy de que mi cabeza se encuentro sobre mi cuerpo». Estos efectos visuales no fueron sino una introducción de lo que le es­ peraba. Al observar sus «ojos casi enteramente negros», experimentó un momento de temor, pero después notó «una sensación general de bienestar», acompañada por un cambio en su percepción de la localización de la conciencia. «Cuando me sentía muy relajado, mi pensamiento se hizo introspectivamente especulativo. La conciencia del cuerpo y de su funcionamiento quedó sometida a una consideración espacial objetiva, y la realidad del lugar de la observación ob-

278

jetiva pareció hallarse claramente situado durante un tiempo fuera del cuerpo, en un lugar situado por encima y a la dere­ cha, hacia atrás. Me sentí impulsado a volver la cabeza varias veces y mirar hacia la esquina superior de la habitación, pre­ guntándome qué parte de mí mismo podría estar allí arriba, y observando la situación objetiva y el comportamiento como si lo hiciera desde ese punto. Observé este fenómeno desde donde estaba sentado.» Alies expuso esta experiencia en 1957, en una conferencia pronunciada ante la Fundación Josiah Macy Jr. En 1959 se pu­ blicó su narración como parte de las actas de la conferencia, con el título de Neurofarmacología: transacciones de la 4.a Confe­ rencia (editado por Harold Abramson). El MDA empezó a aparecer en el mundo de la subcultura a mediados de los años sesenta, apodado con el nombre de «dro­ ga del amor» y «la droga melodiosa de Estados Unidos». Debi­ do a su elevado perfil, fue incluida en el Inventario I en la épo­ ca de la legislación contra las drogas de 1970.

Gordon Alles, descubridor de los efectos psicoactivos del MDMA.

279

Como ya he indicado antes, el safrole, el aceite esencial que existe en una serie de plantas, y más notablemente en la Myristica fragrans (la nuez moscada) puede aminizarse para formar MDA. De hecho, el proceso químico más sencillo para fabricar MDA es combinar safrole con el gas básico amoníaco. Tam­ bién hay otros métodos de laboratorio, algo más complicados, para fabricar MDA, incluida su fabricación a partir de la helitropina, usada en la industria de la perfumería para crear el aro­ ma de los jacintos. El MDA es, en realidad, dos drogas distintas. Cada una de ellas es como una imagen en el espejo de la otra y, así, se clasi­ fican por la dirección en la que curvan la luz. La versión dex­ tro, o de mano derecha, y la levo, o de mano izquierda exhiben efectos singulares, pero a menudo se las coloca juntas en una mezcla al 50% llamada MDA «de racimo». Los estudios clínicos realizados por Shulgin han demostrado que el isómero levo del MDA posee propiedades que ocurren con el uso de la mezcla de racimo. Por otro lado, el isómero dextro del MDA no posee tales propiedades, sino que más bien ha sido caracterizado por Shulgin como «más benigno y pacífi­ co» al ser comparado con el MDA de racimo. Las dosis farmacológicamente equivalentes para las tres pri­ meras formas son de 70 mg para el levo, 125 mg para el raci­ mo, y 225 mg para el dextro. Está claro que el isómero levo es el responsable de la mayor parte de la actividad de la mezcla de racimo. Se ha observado que, a menudo, los descubrimientos en la ciencia ocurren aproximadamente al mismo tiempo, realizados por dos o más investigadores que trabajan con independencia unos de otros. Otro caso de esta clase de descubrimiento sin­ crónico es la producción de MMDA (3-metoxi-4,5-metildioxifenilisopropilamina) por parte de Gordon Alies y de Alexander Shulgin, hecho que ocurrió más o menos al mismo tiempo. Ambos produjeron MMDA a través de la aminización de otro de los aceites esenciales de la nuez moscada, la miristicina. El MMDA es efectivo como sal hidroclorada a 120-150 mg.

280

Además del MMDA original hay otros cinco MMDA, numera­ dos de un modo similar a los seis TMA, con variaciones mole­ culares que siguen aproximadamente la misma pauta (aunque no hay MMDA que se corresponda con un MMDA 6, sino un MMDA-3a y un MMDA-3b). Cada uno de estos MMDA tiene su propio y singular conjunto de efectos, que varían de poten­ cia, con el MMDA-2, el MMDA-3a y el MMDA-5 como los que tienen las potencias más altas, casi tres veces tan podero­ sos como el MMDA. Ahora llegamos a lo alto del árbol, y tenemos que estiramos para llegar hasta dos globos de fruta que hay en el extremo de una pequeña rama en lo alto. ¿No resulta extraño que estos dos «derivados N-metil de las fenilisopropilaminas» hayan sido lla­ mados Adán (MDMA) y Eva (MDE), dos frutos del árbol de la sabiduría en nuestro jardín psicotrópico? Es estructuralmente análogo al.MDA de la misma forma que la metanfetamina es análoga a la anfetamina. Esta «metilación-N» del MDA abrevia el curso de la experiencia, aumenta la dosis mínima requerida y cambia sus efectos en las formas que ya se han descrito. El MDMA (N-metil-3,4-metilenedioxifenilisopropilamina), el centro de este libro, es uno de los dos derivados del MDA. Lo mismo que el MDA, el MDMA tiene una versión de mano derecha y otra de mano izquierda. No obstante, el isóme­ ro activo es aquí el dextro, o de mano derecha, mientras que el levo, o de mano izquierda es, sustancialmente, una versión sin actividad. David Nichols, que analizó el tema en profundidad durante las sesiones de 1986 sobre el MDMA, ha especulado que es la «metilación-N» (la adición de un grupo metil-N al MDA) lo que hace que la acción del MDMA sea tan diferente. Nichols sugiere que la metilación-N hace inactivo el isómero levo, al mismo tiempo que deja inalterado el isómero dextro en cuanto a sus efectos. Eso explicaría la falta de un componente alucinógeno en los efectos del MDMA. El MDE (N-etil-3,4-metilenedioxifenilisopropilamina) ha ad­ quirido cierta relevancia desde la prohibición del MDMA, con el

281

apodo de «Eva». El MDE, que es todavía una sustancia no in­ cluida en el Inventario en el momento de escribir este libro, es algo similar al MDMA, aunque de actuación ligeramente más rápida y corta que el MDMA. Según Shulgin, su acción queda más o menos completada al final de la segunda hora. También se ha dicho que es un 25% menos potente que el MDMA. Se­ gún algunos consumidores, a Eva le falta la capacidad del MDMA para liberar las emociones. En lugar de eso, se dice que es más estimulante que intensificador de los sentimientos. Uno de los nuevos retoños todavía no explorados de una rama situada en lo más alto de nuestro árbol es el compuesto MBDB, o N-metil-l-(l,3-benzodioxol-5-il)-2-butanam ina, del que se ha informado recientemente. David Nichols ha descrito el MBDB en una comunicación incluida en las actas de la Con­ ferencia de 1986 sobre el MDMA, celebrada en Oakland, y pu­ blicada en el Journal o f Psychoactive Drugs, con el largo pero informativo título de «Diferencias entre el mecanismo de ac­ ción del MDMA, el MBDB y los alucinógenos clásicos: identi­ ficación de una nueva clase terapéutica: el entactógeno».

100

Espectro de masa del MDMA.

282

Aunque menos potente que el MDMA, el MBDB tiene sobre los humanos efectos cualitativos muy similares a los del MDMA. Además, tiene el isómero dextro más activo, similar al MDA, y en contacto con las anfetaminas alucinógenas. En ratas entrenadas para discriminar entre LSD y salino, el MBDB no tuvo acciones como el LSD. El MBDB representa una estructura que combina dos carac­ terísticas estructurales separadas que eliminan o atenúan la acti­ vidad alucinógena: la metilación-N y la etilación-alfa. Toda la lógica de las relaciones de estructura y actividad derivada de las anfetaminas sustituidas, indica que la atenuación sinèrgica apor­ tada por estas dos características estructurales debería hacer que el MBDB fuera totalmente inerte como alucinógeno. El MBDB, sin embargo, es biológicamente activo. Tiene, en general, el mis­ mo efecto sobre la emoción y la empatia que el MDMA. Es in­ dudable que aquí ya no estamos tratando con la farmacología de los alucinógenos, sino con una categoría diferente de droga psicoactiva. En la medida en que el MBDB representó la primera estruc­ tura molecular que pudo situarse definitivamente fuera de las definiciones de estructura-actividad de la clase anfetamina alu­ cinógena, fue designado como el prototipo de una nueva clase farmacológica. Eso no quiere decir, sin embargo, que el MDMA, o incluso el MDA, no ejerzan la misma acción hasta cierto punto, pero sólo el MBDB es el más claro ejemplo, basado en un argumento de relación entre estructura y actividad que no puede clasificarse como un alucinógeno. Nichols denomina «entactógenos» a esta clase de psicoactivos. Según informan los primeros consumidores, el MBDB es más suave en su acción que el MDMA, debido a su falta de eu­ foria similar a la producida por un estimulante al principio de la experiencia. En lugar de eso, la experiencia es una versión más sutil, pero también más pura, de las cualidades empatógeno-entactógenas atribuidas al MDMA.

283

El MDMA y el cerebro Hasta el momento presente no se ha podido contestar a la pregunta de qué hace el MDMA en el cerebro. Se sabe mucho más sobre la psicofarmacología de los psicodélicos, como el LSD, y de los estimulantes, como la anfetamina. Hasta ahora sólo se ha publicado un artículo sobre el tema de la actividad cerebral del MDMA, escrito por David Nichols y otros, en el Journal o f Medicinal Chemistry. En este estudio se analizó la liberación de serotonina, un neurotransmisor cere­ bral, en «sinaptosomas completos del cerebro de la rata». Los resultados sugieren que la actividad del MDMA podría ser de­ bida a la liberación del transmisor serotonina. Para comprender lo que eso significa, debería decir algo so­ bre el cerebro y la forma en que actúan sobre él las drogas psicoactivas. Los cerebros están formados por neuronas, células que transmiten señales eléctricas a través de ellas y hacia una o más neuronas con las que están interconectadas. Estas cadenas y re­ des de neuronas configuran el circuito mediante el que el cere­ bro realiza tareas tan complejas como recibir información sen­ sorial, pensar y razonar y enviar órdenes a los músculos. La forma en que las neuronas transmiten la información es complicada, pero lo importante aquí es que su transmisión su­ pone que una carga eléctrica viaje a lo largo de la neurona e impulse, al final de la neurona, la liberación de un grupo de sustancias químicas hacia un vacío (llamado sinapsis) existente entre el extremo transmisor (dendrita) y el extremo receptor de la neurona siguiente (llamado axión). Luego, las sustancias químicas (llamadas neurotransmisores) viajan a través del vacío y encajan en pequeñas «cerradu­ ras» moleculares (cabe imaginar a los neurotransmisores como llaves), llamadas lugares receptores. Cuando en esas cerraduras encajan las llaves y estas «giran», hacen pasar una carga por la neurona estimulada, en dirección a otras dendritas. Entonces, estas neuronas estimuladas pueden impulsar a su vez a otras 284

neuronas y este proceso continúa para formar largos circuitos neuronales que constituyen redes de células cerebrales activa­ das. Muchos de esos neurotransmisores se parecen a las drogas psicoactivas. Los dos neurotransmisores principales para uno de los sistemas de neuronas (el sistema colinèrgico), la dopamina y la norepinefrina, son similares a la mescalina prototípica de las fenetilaminas sustituidas. La serotonina, el transmisor principal del sistema indólico, se parece mucho a la poderosa droga psicodélica llamada DMT y a la psilocibina, relacionada con ella. Las drogas psicoactivas pueden afectar a los sistemas de neuronas de varias formas diferentes. Pueden imitar a los pro­ pios neurotransmisores y encajar en los lugares receptores del mismo modo que lo harían los neurotransmisores nativos del cerebro. Eso podría estimular una puesta en marcha de la neu­ rona afectada o, simplemente, adherirse al receptor impidiendo que sea activado por los neurotransmisores nativos del cerebro. Las drogas psicoactivas también pueden impedir que los neurotransmisores sean reciclados una vez que han sido utiliza­ dos. A eso se le llama bloquear la «retoma». O bien pueden es­ timular a los neurotransmisores naturales del cerebro, liberán­ dolos. Es esta última posibilidad la que, según sugieren Nichols y sus colegas, se produce en relación con el MDMA. También han contrastado esta acción con la del MDA que, según espe­ culan, puede estimular a neurotransmisores que afectan directa­ mente a los lugares de recepción. El sistema neurotransmisor afectado puede diferir también entre el MDA, el MDMA y el MBDB. Tanto el MDA como el MDMA tienen efectos significativos sobre las vías de la dopamina en el cerebro, mientras que el MBDB no. No obstante, el efecto del MDMA es un orden de magnitud menor que el de la anfetamina. Así, el MDMA y el MBDB no pueden ser conside­ rados estimulantes, como lo es la anfetamina.

285

El MDMA y el cuerpo humano Uno de los temores expresados con mayor frecuencia sobre el uso del MDMA se centra sobre sus efectos en el cuerpo. De hecho, ¿qué hace el MDMA sobre nuestros frágiles cascarones humanos? Puesto que el MDMA no ha sido sometido a las pruebas ha­ bituales exigidas por la FDA para su aprobación como una nueva droga, apenas si hay información que se pueda aportar en este sentido. Ya se ha discutido con cierta amplitud la con­ troversia que rodea la posibilidad de que cause daños cerebra­ les. En el capítulo 5 también he indicado algunos de los efectos psicológicos secundarios a corto plazo que pueden producirse durante una sesión con el MDMA, donde también se indicaban en qué enfermedades médicas no debería utilizarse el MDMA. La más importante de ellas es la arritmia cardiaca, a la que se han atribuido cinco muertes. El único estudio fisiológico sobre el MDMA fue informado por Joseph Downing. Este informe aparece sintetizado en MDMA, de Rick J. Strassman: Downing describe los efectos del MDMA (de 0,8 a 1,9 mg por libra de peso), administrado oralmente, sobre 21 consumido­ res experimentados de MDMA, así como sus respuestas a un cuestionario de selección. Todos los sujetos estaban libres de perturbaciones médicas y/o psiquiátricas significativas. Las eda­ des variaron entre los 20 y los 58 años (con una media de 31 años), con una experiencia educativa media correspondiente a cuatro años de universidad. Hubo 13 hombres y 8 mujeres. Du­ rante la parte del estudio correspondiente a la administración de la droga, se controlaron diversos parámetros físicos. Las respues­ tas cardiovasculares, incluido un aumento de la presión sanguí­ nea sistòlica y diastólica, y el aumento de los latidos del cora­ zón, ocurrieron generalmente con niveles mínimos, alcanzados al cabo de 30 a 60 minutos. En este sentido, no se observaron síntomas subjetivos. La

286

presión sanguínea fue inferior a los valores anteriores a la inges­ tión de la droga en el término de seis horas y a menudo fue infe­ rior a los valores anteriores a la ingestión de la droga a las 24 horas de haberla tomado. No se observaron reacciones o quejas hipotensas. No se observaron efectos del MDMA sobre la quí­ mica de la sangre. A partir de este mismo informe, he aquí algunos extractos sobre las conclusiones del estudio: Esta situación experimental no produjo daños psicológicos o fisiológicos observados o informados, ni durante el período de estudio de veinticuatro horas, ni durante el período de segui­ miento de tres meses. Así pues, y aunque nuestros sujetos no son típicos de la población general, nuestros descubrimientos apoyan la impresión general extendida entre los profesionales experi­ mentados, según la cual el MDMA es razonablemente seguro,

Un cristal de MDMA insólitamente grande crecido en etanol.

287

produce cambios positivos de estado de ánimo en quienes lo consumen, no causa problemas negativos, se utiliza escasa y epi­ sódicamente y no presenta evidencias de abuso. Indudablemente, toda droga que cause ataxia y eleve la pre­ sión sanguínea y el pulso es potencialmente insegura. Podemos decir muy poco sobre la «seguridad» cuando estudiamos los efectos y los efectos secundarios durante veinticuatro horas y luego obtenemos citología de la sangre, después de tres meses. La «seguridad» también debe excluir la toxicidad a largo plazo. El DES y la Talidomida fueron medicamentos seguros en los es­ tudios de toxicidad aguda, pero tuvieron una grave toxicidad a largo plazo. No sabemos lo suficiente sobre los efectos del MDMA a largo plazo, a excepción de las pruebas al azar y anec­ dóticas aportadas por consumidores no seleccionados ni supervi­ sados. A partir de la información presentada aquí, sólo podemos de­ cir que el MDMA, administrado en las dosis que han sido some­ tidas a prueba, tiene efectos psicobiológicos notablemente con­ sistentes y predecibles, que son transitorios y libres de una gran toxicidad clínicamente aparente. Los sujetos experimentales es­ taban convencidos de que el MDMA era seguro y beneficioso, pero no se dispone de pruebas suficientes para juzgar con exacti­ tud si es nocivo o beneficioso...

288

Apéndice II

Informe sobre neurotoxicidad del MDMA e investigación actual R ick D o b lin

Esta segunda edición de Éxtasis, historia del MDMA será editada en 1993, ligeramente antes del inminente e histórico inicio de los estudios humanos con MDMA, aprobados por la Administración para los Alimentos y las Drogas (FDA). La tercera edición, que espero sea publicada a su debido tiempo, podrá informar sobre los descubrimientos científicos obtenidos de los estudios humanos que están planificando actualmente los psiquiatras, psicoterapeutas e investigadores en todo el mundo. Ahora informaré sobre los resultados de alguna investiga­ ción reciente sobre la neurotoxicidad del MDMA, así como de las recomendaciones históricas relativas a la investigación psicodélica en humanos, emitidas por el Comité de Asesoramiento sobre Abuso de las Drogas, perteneciente a la FDA, y al pri­ mer encuentro de Revisión Técnica sobre alucinógenos que se celebra en catorce años, y que ha sido organizado por el Insti­ tuto Nacional sobre el Abuso de las Drogas. Estas recomenda­ ciones animaron a la FDA a aprobar la realización de estudios humanos con MDMA después de siete años de prohibición. También informaré sobre cómo fueron diseñados y realizados los estudios de seguridad en humanos, dentro de la Fase 1 MDMA, aprobada por la FDA, y sobre cómo será, probable­ mente, el diseño inicial de los estudios de psicoterapia de la posterior Fase 2 MDMA. Finalmente, analizaré la investigación

289

sobre el MDMA que se lleva a cabo en Suiza (el único lugar donde se realizan actualmente estudios humanos), la investiga­ ción sobre el MDE en Alemania, las perspectivas para la inves­ tigación del MDMA en Rusia, y el papel de MAPS en la investi­ gación sobre el MDMA.

Neurotoxicidad del MDMA: información actualizada Desde que el Departamento Estadounidense Antidroga (DEA) declaró ilegal el MDMA, en 1985, transfiriendo con ello a la FDA la tarea de regular toda investigación humana con el MDMA, la propia FDA ha citado hasta hace poco el riesgo po­ tencial de neurotoxicidad del MDMA como su justificación ra­ cional para prohibir todos los estudios científicos con el MDMA administrado a sujetos humanos voluntarios. Cabe de­ ducir la naturaleza política del uso de la justificación de la neu­ rotoxicidad para prohibir todos los estudios humanos de la in­ vestigación con el MDMA, cuando nos damos cuenta de que no ha aparecido en la literatura ni un solo caso confirmado de alguien que sufriera consecuencias neurológicas funcionales como resultado de la neurotoxicidad del MDMA, como tampo­ co es probable que se de ningún caso. Para intentar resolver la controversia sobre la neurotoxicidad, desde el período de 1985 hasta el momento presente (mayo de 1993), la investigación con el MDMA en Estados Unidos se ha centrado casi exclusivamente en la cuestión de la neurotoxici­ dad y se ha llevado a cabo sobre animales. Las excepciones más notables han sido los dos estudios humanos subvencionados por el Instituto nacional sobre el Abuso de las Drogas, un estudio sociológico sobre los consumidores de MDMA en el que se in­ tentaba evaluar el potencial de abuso del MDMA, y un estudio fisiológico y neuropsicológico retrospectivo de consumidores de MDMA, centrado en el tema de la neurotoxicidad. En la primera edición de Éxtasis, historia del MDMA, publi­ cada en 1989, informé sobre los últimos descubrimientos de la

290

investigación en relación con la neurotoxicidad del MDMA y señalé tres cuestiones críticas que aún están por resolver. ¿Cau­ sa el MDMA neurotoxicidad a dosis normales, tanto recreati­ vas como terapéuticas? ¿Tiene la neurotoxicidad del MDMA alguna consecuencia funcional o sobre el comportamiento? ¿Es la neurotoxicidad del MDMA temporal o permanente? En el momento de la primera edición, todavía no estaban claras las respuestas a estas preguntas, pero una revisión de la literatura sugería que el MDMA causaba poca neurotoxicidad si es que causaba alguna, a dosis recreativas y terapéuticas normales, y que hasta la neurotoxicidad del MDMA ingerido masivamente tenía pocas o ninguna consecuencia funcional o sobre el com­ portamiento, así como el hecho de que la neurotoxicidad del MDMA sobre las ratas era temporal. Neurotoxicidad del MDMA: «nivel de no efecto» En el momento de la primera edición, la investigación diri­ gida por el doctor George Ricaurte, parcialmente subvenciona­ da por la Asociación Multidisciplinar de Estudios Psicodélicos (MAPS), había establecido que una sola dosis oral de 5,0 mg/kg de MDMA, administrada a monos, producía pequeñas reducciones a largo plazo (superiores a las dos semanas) en los niveles de serotonina en las regiones del tálamo y el hipotálamo del cerebro, un efecto considerado como un marcador de neurotoxicidad. Este descubrimiento produjo cierta preocupa­ ción porque la dosis terapéutica estándar en el ser humano (y también la recreativa) es aproximadamente de 1,5-2,0 mg/kg, bastante cercana a la de 5,0 mg/kg, y no se conocían (ni se co­ nocen aún) la sensibilidades relativas del cerebro de los prima­ tes con respecto al cerebro de los humanos. Ricaurte también demostró que una sola dosis oral de 2,5 mg/kg no tenía efecto alguno sobre los niveles de serotonina, aunque sólo se compro­ bó el efecto neurotóxico en dos animales, por lo que si ese efecto existía realmente, podría haber sido demasiado pequeño como para ser detectado. En un esfuerzo por evaluar mejor si los 2,5 mg/kg de MDMA

291

se encontraban en o por debajo del nivel de umbral de la neu­ rotoxicidad, el propio doctor Ricaurte ha efectuado recien­ temente un estudio más amplio y prolongado, también subven­ cionado parcialmente por MAPS. A seis primates, tres experi­ mentales y tres de control, se les administró por vía oral una dosis de 2,5 mg/kg de MDMA o un placebo una vez cada dos semanas durante cuatro meses (con un total de ocho adminis­ traciones de MDMA o de placebo). Se examinaron ocho regio­ nes del cerebro para determinar el contenido de 5-HT y de 5HIAA. No se encontraron diferencias significativas entre los animales experimentales y los de control en ninguna de las re­ giones cerebrales estudiadas. Puesto que Ricaurte había demos­ trado previamente que una sola dosis oral de 5,0 mg/kg sólo causaba neurotoxicidad en el tálamo y el hipotálamo, este estu­ dio demuestra que el nivel de no efecto en los primates se en­ cuentra en alguna parte situada entre los 2,5 y los 5,0 mg/kg, por encima del nivel de dosis terapéutica humana. Otros datos sobre la neurotoxicidad del MDMA procede de un estudio dirigido por el doctor Rick Strassman, que terminó recientemente un estudio humano aprobado por la FDA en el que se analizaron las respuestas fisiológicas y psicológicas de once sujetos a diversas dosis intravenosas de DMT. Las medi­ ciones fisiológicas incluyeron B-endorfina, ACTH, prolactina, corticol, hormona del crecimiento, aumento de la temperatura base y máxima, y respuestas de diámetro de la pupila. Las m e­ diciones psicológicas incluyeron el Perfil de Estados de Ánimo (POMS), y la Escala de Clasificación Alucinógena (HRS), de­ sarrollada específicamente para este experimento. Los sujetos fueron divididos en dos grupos, «MDMA positi­ vo» y «MDMA negativo». El grupo «MDMA positivo» incluía seis sujetos que habían tomado MDMA cinco o más veces. Sin incluir el que había tomado MDMA de 75 a 100 veces, la ex­ posición media para el grupo MDMA positivo fue aproximada­ mente de lOx. El grupo MDMA negativo incluía a los cinco sujetos restantes, que nunca habían tomado MDMA o sólo una vez, con una exposición media de menos de lx.

292

El análisis de las mediciones fisiológicas reveló que no ha­ bía diferencias significativas entre los grupos en B-endorfina, ACTH, prolactina, corticol, hormona del crecimiento, aumento de la temperatura base y máxima entre las cuatro dosis de DMT y placebo. La herramienta analítica estándar fue ANOVA, con mediciones repetidas. La única diferencia significativa entre los grupos MDMA positivo y MDMA negativo fue que el camibo máximo en el diámetro de la pupila, relativo a la medi­ ción base, fue menor en los positivos que en los negativos a través de todas las dosis de droga/placebo. El doctor Strassman observó: «Si se cree que los receptores 5-HT2 del ojo median el efecto del DMT sobre el tamaño de la pupila, entonces esto es lo contrario de lo que cabría esperar; es decir, si se produjo “hipersensibilidad de denervación” cabría esperar una dilata­ ción de la pupila más fuerte. Los datos sobre la dilatación de la pupila fueron los menos completos (la gente se mostró reacia a abrir los ojos durante el período de intoxicación DMT), por lo que ANOVA no fue precisamente una herramienta ideal, sin la existencia de mediciones repetidas». El análisis de los datos psicológicos no demostró diferencias significativas en el Perfil de Estados de Ánimo, tanto antes como después de las inyecciones de DMT. En cuanto a la Esca­ la de Clasificación Alucinógena, tampoco se observaron dife­ rencias en las respuestas para ninguno de los seis factores entre los grupos MDMA positivo y MDMA negativo a través de to­ das las dosis de DMT/placebo; tampoco hubo ningún efecto de interacción. Otro estudio reciente, dirigido por el doctor James O ’Callaghan, de la Agencia de Protección Medioambiental, reduce aún más la preocupación sobre la neurotoxicidad del MDMA como resultado de la administración de dosis terapéuticas de MDMA. La investigación del doctor O ’Callaghan demostró que los niveles de serotonina, que habían sido utilizados como marcador para determinar la neurotoxicidad del MDMA, podí­ an fluctuar sin que existiera ninguna neurotoxicidad correspon­ diente, y podían regresar a la línea base tras un período de me­

293

ses. Este descubrimiento sugiere la necesidad de volver a eva­ luar los datos anteriores que asociaban los cambios en los nive­ les de serotonina con la neurotoxicidad. El doctor O ’Callaghan observó: «Un régimen de dosificación de MDMA suficiente para producir un aumento grande y prolongado en el 5-HT no fue suficiente para inducir una reacción astrocita característica del daño neural». Es decir, para producir neurotoxicidad se ne­ cesitaban cantidades extremadamente grandes de MDMA. Estos tres estudios recientes, cada uno de ellos conducido en ratas, primates y humanos, sugieren que existe muy poco o ningún riesgo neurotóxico para sujetos experimentales con do­ sis normales de MDMA. No obstante, y como quiera que exis­ te ciertamente una variabilidad individual en la sensibilidad a la neurotoxicidad del MDMA, y puesto que algunos consumi­ dores recreativos toman niveles superiores a la dosis normal, es importante abordar la segunda cuestión crítica planteada en la primera edición de este libro. ¿Tiene la neurotoxicidad del MDMA alguna consecuencia funcional o para el comporta­ miento? Consecuencias de la neurotoxicidad del MDMA a nivel funcional o del comportamiento Los estudios recientes sobre las consecuencias funcionales y del comportamiento de la neurotoxicidad del MDMA han sido tranquilizadores. Incluso cuando se han administrado dosis ma­ sivas de MDMA a ratas y primates, y se han observado reduc­ ciones de los niveles de serotonina que alcanzan el 80-90%, se han descubierto pocas o ninguna consecuencia para el compor­ tamiento. Un estudio fascinante llevado a cabo por V E. St. Omer analizó si la administración de MDMA a ratas preñadas tendría efectos funcionales o de comportamiento sobre las ratas recién nacidas. El doctor Dennis McKenna sintetizó este experimento como sigue: «A grupos de ratas preñadas se les administraron dosis variadas de MDMA en días alternos de gestación del 16 al 18. La duración de la gestación, el tamaño de la camada, los

294

pesos de los neonatos y la apariencia física al nacer no se vie­ ron afectados por el tratamiento con el MDMA. El aumento de peso en la gestación se vio significativamente reducido por el MDMA. El crecimiento de la progenie, los parámetros de ma­ duración, los reflejos superficiales, el rendimiento natatorio, la fuerza de agarre de las extremidades anteriores, el comporta­ miento inducido por la leche, el comportamiento de evitación pasiva, la actividad en laberinto de ocho figuras, la densidad de los lugares de absorción de 5-HT, y los niveles de 5-HT y de 5-HIAA, no se vieron afectados por el tratamiento con el MDMA. La discriminación olfativa se vio aumentada en la progenie, tanto masculina como femenina, y la geotaxis negati­ va se retrasó en la camada femenina. En las hembras, el MDMA causó reducciones significativas en los niveles de 5HT y 5-HIAA en zonas cerebrales discretas. Se llegó a la con­ clusión de que la exposición prenatal al MDMA sólo causa cambios de comportamiento sutil en las ratas en desarrollo, mientras que las hembras corren un riesgo ante los espectros característicos de los cambios serotonérgicos». En la reunión celebrada en julio de 1992 por el Comité Ase­ sor sobre el Abuso de las Drogas, perteneciente a la FDA, el doctor Lewis Seiden, uno de los principales expertos sobre las consecuencias funcionales y del comportamiento de la neurotoxicidad del MDMA, abordó la cuestión de la falta de descubri­ mientos en la investigación. Advirtió al comité que evitara llegar a la conclusión de que la falta de consecuencias demos­ tradas en cuanto a la neurotoxicidad del MDMA significaba que no existieran tales consecuencias. Sugirió la necesidad de efectuar nuevos estudios que investigaran tareas cognitivas y de comportamiento más sutiles. Aunque la advertencia del doctor Seiden es apropiada, su comentario ilustra el hecho de que hay pocas razones para temer que las dosis terapéuticas (o recreati­ vas) normales de MDMA puedan tener como resultado nocivas consecuencias funcionales o de comportamiento.

295

Regeneración del sistema de serotonina Todavía no se ha emitido un juicio sobre si se pueden rege­ nerar todas las regiones cerebrales que han sufrido a causa de la neurotoxicidad del MDMA. Disponemos de pruebas claras de que en las ratas de produce la regeneración, pero todavía no tenemos información suficiente sobre los primates. Cabe espe­ rar que la incertidumbre sobre la regeneración de los sistemas de serotonina se resuelva antes de la publicación de la tercera edición de Éxtasis, historia del MDMA.

Las reuniones históricas de la FDA y del NID sobre psicodélicos Por primera vez en catorce años, los días 13 y 14 de julio de 1992, el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA) convocó una reunión de Revisión Técnica en Bethesda, Maryland, sobre alucinógenos. Mediante un despliegue impresionan­ te de sincronización entre instituciones, la Revisión Técnica del NIDA precedió a la reunión del Comité Asesor sobre el Abuso de las Drogas, perteneciente al FDA, que se celebró el 15 de julio. El comité de la FDA revisó las políticas generales relati­ vas a la investigación «alucinógena», así como temas específi­ cos relativos al protocolo de investigación sobre el MDMA del doctor Charles Grob, que el MAPS ayudó a desarrollar. Los expertos que participaron en estas dos reuniones llega­ ron a la conclusión de que se podrían obtener importantes be­ neficios científicos administrando psicodélicos a sujetos huma­ nos, con objeto de investigar los mecanismos fisiológicos básicos del cerebro y los mecanismos psicológicos correlacio­ nados. Pero más importante aún fue el hecho de que los exper­ tos pensaran que esos beneficios científicos superaban a los riesgos calculados para los sujetos y para la sociedad, como consecuencia de llevar a cabo la investigación. El comité ase­ sor de la FDA recomendó que se crearan protocolos de investi­

296

gación psicodélica que satisfacieran los rigurosos estándares científicos que aplica la FDA a los estudios que afectan a cual­ quier otra clase de medicamentos. Es importante presentar aquí una breve revisión de esas reu­ niones, como medio para comprender por qué la FDA aprobó finalmente la realización de estudios humanos con el MDMA. La reunión del NIDA Han transcurrido catorce años desde la última vez que el NIDA programó una Revisión Técnica sobre «alucinógenos». Este hiato tan prolongado se debió en buena medida a la esca­ sez de avances científicos, puesto que los estudios humanos habían sido esencialmente prohibidos por el gobierno. No obs­ tante, el NIDA tuvo varias razones importantes para convocar esta Revisión Técnica. A diferencia de los estudios humanos, los estudios con animales han estado permitidos durante todo este tiempo, lo que ha permitido descubrir claves prometedoras sobre el funcionamiento básico del cerebro y, en particular, so­ bre el sistema del neurotransmisor serotonina. Además, y a partir de la frustración en cuanto a los índices de éxito de los métodos tradicionales para el tratamiento de la drogadicción, la División de Desarrollo de Medicamentos del NIDA había em­ pezado a investigar el posible uso de psicodélicos y, específica­ mente, de la raíz africana ibogaína, para el tratamiento de la drogadicción. El NIDA también estaba preocupado por el uso de psicodélicos al margen de los contextos legales, que no ha­ bía desaparecido ni siquiera con leyes antidroga cada vez más duras y que, según se informaba, no hacía sino aumentar, se­ gún los informes de la Encuesta de Hogares del propio NIDA y de la DEA. Los días 13 y 14 de julio de 1992, el NIDA reunió a casi veinte científicos, entre los que se encontraban tres investiga­ dores familiares para numerosos miembros del MAPS: Rick Strassman, psiquiatra de la Universidad de Nuevo México, que ha realizado investigación básica con el DMT; Sasha Shulgin, un investigador independiente coautor, junto con su esposa

297

Ann, del libro PIHKAL; y David Nichols, químico médico de la Universidad Purdue, que fabricó el MDMA que se utilizó en los estudios preclínicos con animales empleados por el MAPS para iniciar su Archivo Maestro de Droga sobre el MDMA, en la FDA. Rick Strassman se centró en los descubrimientos derivados de su propio trabajo con el DMT en once voluntarios humanos. Informó que necesitó casi dos años de esfuerzos para recibir la aprobación final de la FDA para evaluar los efectos fisiológi­ cos del DMT, y desarrollar un cuestionario para medir los efec­ tos psicológicos del DMT y de otras drogas alucinógenas. Su investigación pionera demostró con claridad que los estudios humanos con psicodélicos se podían realizar con seguridad, ge­ nerando así datos científicos muy valiosos. La disertación de Sasha Shulgin revisó el trabajo que habían realizado él y su esposa para el libro PIHKAL, en el que sinte­ tizó cientos de compuestos psicoactivos nuevos, y probó su ac­ tividad en sí mismo y en un equipo de doce investigadores co­ laboradores. Resaltó la increíble sutilidad e impredecibilidad de la relación entre la estructura de un compuesto y su psicoactividad. Citó ejemplos en que los datos obtenidos de estudios animales se encontraron con contradicciones a raíz de los datos obtenidos de los informes humanos, y planteó un apasionado ruego para que se permitiera la realización de más estudios hu­ manos. Mencionó el uso de psicodélicos para producir expe­ riencias de naturaleza religiosa y mística, y pidió a los investi­ gadores y funcionarios gubernamentales allí reunidos cómo podían obtener más datos sobre esas cuestiones a partir de es­ tudios con las ratas. La respuesta, naturalmente, sólo fueron ri­ sas. No obstante, un orador posterior inició su disertación sobre los efectos de los psicodélicos en los animales reconociendo el valor de Sasha Shulgin y de Rick Strassman para reunir datos humanos que, en su opinión, ofrecían pistas esenciales para in­ terpretar los datos obtenidos con animales. En la conclusión de la reunión, la doctora Geraldine Lin, presidenta de la misma, pidió al grupo que hiciera un resumen

298

del estado actual de la investigación, según su criterio, y expu­ siera direcciones futuras para la exploración. Los científicos se mostraron seguros de que los modelos animales eran útiles para ayudar a predecir las características psicoactivas de com­ puestos nuevos, así como para comprender los aspectos estruc­ turales y funcionales del sistema del neurotransmisor serotonina del cerebro. No obstante, la mayoría de científicos creían que los estudios con animales sólo tenían una importancia limi­ tada, a menos que se vieran correspondidos con datos humanos y se mostraron, en general, favorables a la realización de más estudios en seres humanos. La reunión del Comité Asesor sobre el Abuso de las Drogas, de la FDA Desde la ley de 1972 sobre la creación del Comité Asesor Federal, la FDA ha utilizado a los comités asesores de expertos para que le ofrecieran guía y consejo sobre las cuestiones im­ portantes que se le plantearan. Entre esas cuestiones se incluye la revisión final de datos relativos a la aprobación de un medi­ camento, antes de su comercialización (llamada Aplicación de Nuevos Medicamentos) y, más raramente, sobre la aprobación de un protocolo de investigación (llamado aplicación de Inves­ tigación de un Nuevo Medicamento). La FDA ha creado unos 17 comités asesores diferentes, cada uno de ellos compuesto por once miembros que pertenecen a los comités durante varios años y que se reúnen una o dos veces al año. Las reuniones son siempre grabadas, a menudo filmadas, y se hacen transcripcio­ nes de todos los comentarios. Aunque la FDA conserva la auto­ ridad final para tomar las decisiones, casi siempre acepta las recomendaciones planteadas por el comité. El uso más reciente y ampliamente difundido de un comité asesor por parte de la FDA se refirió a la revisión de la seguridad de los implantes de mama. Después de casi dos años de preparación, el doctor Charles Grob había sometido al Equipo de Evaluación de Drogas Piloto de la FDA un protocolo diseñado para investigar el uso del

299

MDMA en el tratamiento del dolor y la angustia en pacientes terminales de cáncer. El Equipo de Evaluación de Drogas Pilo­ to sugirió varios cambios importantes en el protocolo presenta­ do, y decidió presentar la investigación sobre la nueva droga, junto con su crítica y la respuesta del doctor Grob, ante el Co­ mité Asesor sobre el Abuso de las Drogas. El equipo también transmitió al comité asesor la tarea de considerar las políticas generales a seguir en cuanto a la inves­ tigación de «alucinógenos». A lo largo del último año, el Equi­ po de Evaluación de Drogas Piloto ha aprobado varias propues­ tas de investigación psicodélica con DMT y LSD, y no tardará en presentar aplicaciones para investigar la ibogaína y la psilocibina. Puesto que existe un renovado interés científico en el campo de la investigación psicodélica, el equipo de evaluación experimentó la necesidad de encontrar guía y apoyo por parte del comité asesor. El comité se reunió formalmente en una sesión abierta para analizar las políticas generales aplicadas en relación con la in­ vestigación psicodélica. Pasó luego a una sesión cerrada para el análisis del protocolo del MDMA, a la que sólo permitió la asistencia de otros funcionarios gubernamentales del NIDA, la DEA, la Oficina de la Casa Blanca para la Política de Con­ trol de Drogas (el despacho del zar), y otros participantes espe­ cíficamente invitados por Charles Grob. Con objeto de ayudar al comité en sus deliberaciones, el equipo de evaluación dispuso que seis testigos expertos se diri­ gieran al comité en sesión abierta. Entre ellos se encontraban los expertos en neurotoxicidad del MDMA, los doctores Lewis Seiden (Universidad de Chicago) y George Ricaurte (Johns Hopkins), los notables investigadores doctor Reese Jones (Uni­ versidad de California, San Francisco), y doctor Murray Jarvik (Universidad de California, Los Ángeles), y Rick Strassman y David Nichols, que también asistieron a la reunión del NIDA. A Charles Grob se le ofreció la oportunidad de dirigirse al co­ mité durante la sesión de cierre, en relación con los detalles del diseño del protocolo sobre el MDMA.

300

Desde el primer momento de apertura de la reunión hasta las conclusiones alcanzadas al final, los participantes tuvieron el privilegio de asistir al triunfo de la ciencia sobre la ideolo­ gía. La primera persona en dirigirse al comité fue la doctora Geraldine Lin, del NIDA. Informó sobre la reunión de Revi­ sión Técnica e indicó que sus participantes habían establecido un consenso sobre la necesidad de llevar a cabo estudios huma­ nos con «alucinógenos», y ello por dos propósitos básicos: para investigar sus correlativos biológicos y su utilidad tera­ péutica. Resaltó la necesidad de efectuar estudios humanos bien controlados y objetivos que permitieran a los reguladores equilibrar los usos terapéuticos con los riesgos, ya fueran de to­ xicidad o de cualquier otro tipo. El verdadero inicio de la reunión, sin embargo, fue la inter­ vención del doctor Reese Jones. Empezó con prudencia, seña­ lando los problemas implicados en la obtención de consenti­ miento genuinamente bien informado por parte de los sujetos de la investigación. Recomendó que no fueran los terapeutas que realizaran los estudios los que llevaran a cabo la selección inicial de sujetos, puesto que podrían encontrarse bajo una in­ fluencia indebida a causa de la delicada naturaleza de cualquier relación terapéutica que pudiera haberse desarrollado con el sujeto potencial. Señaló el difícil tema de asegurar que los psi­ quiatras que realizaran la investigación psicodélica fueran ade­ cuadamente entrenados en la administración de los psicodélicos. Luego, cambió de marcha y recordó al comité que los inves­ tigadores psicodélicos son pioneros que no disponen de los grandes recursos de las compañías farmacéuticas. Animó al co­ mité a no exigir que realizaran protocolos ideales desde el pri­ mer momento, y que se les permitiera más bien llevar a cabo estudios más limitados aunque no por ello menos rigurosamen­ te científicos. Criticó con fuerza las alarmantes interpretacio­ nes de los datos sobre la neurotoxicidad del MDMA. Conjeturó que, puesto que la disminución de serotonina en animales debi­ da a la administración de MDMA no producía, aparentemente,

301

efectos nocivos para el comportamiento o de tipo fisiológico, y puesto que los consumidores humanos informaban de haber ex­ perimentado efectos beneficiosos tras la ingestión de MDMA, la disminución de serotonina, si es que ocurría, podía conside­ rarse fácilmente como algo tan ventajoso como peligroso. Aña­ dió que una compañía farmacéutica que dispusiera de un medi­ camento capaz de producir efectos beneficiosos sobre las personas, con posibles cambios permanentes en el cerebro, se ocuparía de destacar los cambios cerebrales en sus anuncios, convirtiéndolos en uno de sus principales argumentos de venta. Rick Strassman habló sobre su trabajo con el DMT, sintetizó los datos sobre los que había informado más ampliamente en la reunión del NIDA y destacó, fundamentalmente, el hecho de que los estudios humanos podían llevarse a cabo con seguridad. Cuando George Ricaurte analizó algunas de sus preocupa­ ciones sobre neurotoxicidad, fue agresivamente interrogado por Reese Jones, quien opinaba que la neurotoxicidad del MDMA le recordaba el temor de los daños cromosómicos del LSD de los años sesenta, lo que ayudó a generar temor acerca del LSD y contribuyó a que cesara la investigación sobre el LSD, a pe­ sar de que ese dato demostró ser posteriormente infundado. Esta discusión fue bastante espectacular, y una parte de la mis­ ma fue difundida al mundo por el informe que preparó la cade­ na de televisión CNN sobre la reunión. La discusión del protocolo del MDMA La reunión pasó entonces a sesión cerrada. Se inició con una presentación a cargo de Charles Grob. El comité pudo apreciar plenamente su sinceridad y su cuidadosa preparación. Había preferido rechazar con fuerza algunas de las criticas de la FDA al protocolo, una tarea delicada. Además, solicitaba in­ troducir un gran cambio en el protocolo y propuso separar el estudio en dos partes, un estudio de seguridad de la neurotoxi­ cidad en personas normales, y un estudio de eficacia en pa­ cientes de cáncer. Aunque estaba dispuesto a llevar a cabo pruebas espinales en pacientes de cáncer si la FDA insistía en

302

ello (el oncólogo que trabajaba en el estudio no puso objecio­ nes a ello), prefería no tener que hacerlo. Argumentó que los datos sobre neurotoxicidad serían mejores en cualquier caso si eliminaba la posibilidad de confusión, generada por los efectos de los pacientes de una enfermedad terminal y si, en lugar de eso, utilizaba a personas normalmente sanas para ese estudio. El doctor Curtís Wright, funcionario de la FDA que dirigía la revisión del protocolo, preguntó a George Ricaurte qué opi­ nión le merecía la amplitud del riesgo neurotóxico para los su­ jetos propuestos para el MDMA. Tras una considerada refle­ xión, George Ricaurte afirmó que las dosis que se utilizarían en el experimento no supondrían un gran riesgo para los suje­ tos, ya se tratara de pacientes de cáncer o de personas normal­ mente sanas. A continuación, el comité analizó diversos aspectos del pro­ tocolo y sugirió varios cambios. Curtís Wright sugirió que el comité no se empantanara en el estudio de los detalles, ya que éstos podrían ser tratados mejor y más tarde por el equipo de la FDA, sino que, en lugar de eso, se dedicara a considerar dos cuestiones básicas. Primero, ¿deberían llevarse a cabo estudios humanos con MDMA y otros psicodélicos? Y, en tal caso, ¿era la investigación psicodélica suficientemente singular como para que hubiera necesidad de crear un nuevo conjunto de es­ tándares y procedimientos para evaluar los estudios? El comité decidió que los beneficios de obtener información científica sobre el MDMA y otros alucinógenos, a través del uso de estudios humanos, justificaba los riesgos de llevar a cabo esa investigación para los sujetos y para la sociedad. El comité también creyó que la investigación sobre los usos médi­ cos de los alucinógenos quedaría más apropiadamente regulada de la misma manera y según los mismos y rigurosos estándares científicos de seguridad y eficacia que los empleados en la in­ vestigación médica con cualquier otro medicamento cuya revi­ sión se pidiera a la FDA. Finalmente, el comité sugirió que la FDA ayudara a Charles Grob en el diseño de dos estudios, un estudio estándar de Fase 1 para investigar la seguridad del

303

MDMA en sujetos normalmente sanos, y un estudio estándar de Fase 2 para investigar la eficacia del MDMA en el trata­ miento del dolor y la angustia en pacientes de cáncer pancreáti­ co en fase terminal. La Fase 1 del protocolo de investigación del MDMA A finales de octubre de 1992 la FDA informó al doctor Charles Grob que se había aprobado su propuesta para realizar la prueba humana básica de la Fase 1 sobre los efectos fisioló­ gicos y psicológicos del MDMA. Esta decisión de la FDA fue la primera vez en la que se aprobaba la realización de estudios humanos con el MDMA; cinco solicitudes anteriores habían sido denegadas, alegando preocupaciones sobre el riesgo neurotóxico del MDMA. La decisión histórica de la FDA de permitir que a volunta­ rios humanos se les administrara MDMA en un contexto expe­ rimental, se basó en varios factores clave. El más destacado de ellos fue la recomendación hecha en julio de 1992 por el Co­ mité Asesor sobre el Abuso de las Drogas a la FDA para que se aprobara la realización de estudios humanos con MDMA. También tuvo una importancia crítica la reciente evidencia científica que sugería que el riesgo de neurotoxicidad del MDMA, administrado a dosis terapéuticas, era menor de lo que se había temido previamente, junto con el registro de seguridad establecido por el pequeño grupo de psiquiatras suizos que ha­ bían administrado legalmente el MDMA a sus pacientes, sin observar la existencia de ningún daño para ellos relacionado con el MDMA. Finalmente, la FDA se vio influida por el inte­ rés científico sobre el MDMA, que no había disminuido desde que fue declarado ilegal, sino que más bien se había fortalecido y expresado con mayor energía. Según la recomendación del comité asesor de la FDA, la in­ vestigación con el MDMA debería ajustarse a los mismos y ri­ gurosos estándares y procedimientos científicos que se aplica­ ban a cualquier otro medicamento farmacéutico. En la práctica, eso significaba esencialmente que en la valoración de los ries­

304

gos y beneficios del MDMA sólo se tendrían en cuenta los da­ tos obtenidos de los estudios aprobados por la FDA y que, en consecuencia, se ignoraría básicamente todo el conocimiento adquirido por la comunidad terapéutica antes de la prohibición del uso del MDMA en 1985. A los investigadores se les dieron instrucciones para que diseñaran estudios capaces de obtener datos de seguridad preliminares, antes de que se pudiera iniciar cualquier estudio de orientación terapéutica, independiente­ mente del hecho de que hasta el momento ya se habían admi­ nistrado con seguridad decenas de miles de dosis o más de MDMA en contextos terapéuticos. Una vez obtenido el permiso de la FDA, al doctor Grob se le exigió que presentara tres solicitudes adicionales de aproba­ ción antes de poder iniciar el experimento. La primera solicitud adicional fue dirigida al Comité Irvine de Sujetos Humanos, por la que éste exigía revisar el protocolo experimental ya revi­ sado. Aunque había aprobado el anterior diseño de estudio del MDMA en el tratamiento de pacientes de cáncer, ahora tam­ bién necesitaba aprobar específicamente el estudio de la Fase 1, a pesar de que se trataba de un estudio menor y mucho me­ nos arriesgado que el de pacientes de cáncer. Esa aprobación se obtuvo el 11 de diciembre de 1992. Con la aprobación de la FDA y del Comité Irvine de Suje­ tos Humanos, el doctor Grob pudo presentar las otras dos soli­ citudes finales. La primera fue dirigida a la DEA, que com­ prueba para asegurarse de que se puede confiar en los propios investigadores para manejar drogas incluidas en el Inventario 1, y que el hospital dispone de instalaciones adecuadas para el almacenamiento de las drogas a experimentar. La revisión de la DEA se está llevando a cabo ahora y se espera que conceda el permiso a finales de 1993. La segunda solicitud fue dirigida al Panel Asesor de Investigación de California, que revisa toda investigación relativa al Inventario 1 llevada a cabo en Califor­ nia. La aprobación formal fue conseguida en abril del año 1993.

305

Diseño del estudio El primer protocolo de investigación del MDMA aprobado por la FDA es extraordinariamente prudente, tanto en su diseño como en su alcance. En primer lugar, el protocolo sólo se apli­ ca a seis sujetos. Evidentemente, la restricción del estudio a sólo seis sujetos limita el número de personas expuestas al MDMA, reduciéndolo a una cifra muy pequeña. Otra restricción es que todos los sujetos tienen que ser psi­ quiatras o personas con profesiones relacionadas con la salud. Esa restricción fue propuesta por el propio doctor Grob, y ello por varios motivos, fundamentalmente porque a la FDA le re­ sultaría mucho más difícil rechazar una propuesta de estudio que tuviera como sujetos a médicos y profesionales de la salud, ya que en la historia de la investigación médica se ha permitido que los médicos asuman mayores riesgos sobre sí mismos cuando se trata de ampliar los conocimientos médicos y mejo­ rar el cuidado de los pacientes. Se supone que los psiquiatras y profesionales de la salud son los más capaces de todos los suje­ tos potenciales para comprender los riesgos que asumen al par­ ticipar en el experimento y, en consecuencia, los que pueden dar un consentimiento más informado. Además, todos los sujetos tenían que haberse autoadministrado el MDMA al menos una vez. Esta restricción se incluyó para que la FDA pudiera sentirse cómoda y no tuviera la sensa­ ción de que pudiera contribuir a la expansión del número total de consumidores de MDMA, o de exponer a nuevas personas a los supuestos riesgos del MDMA. El hecho de que los sujetos se hubieran autoadministrado previamente el MDMA, significa que habían asumido voluntariamente el riesgo de tomarlo, y el hecho de que continuaran trabajando en el ámbito de la salud significaba que habían podido controlar el potencial de abuso del MDMA y que no corrían grave riesgo de desmoronarse personal o profesionalmente como consecuencia de su partici­ pación en el experimento. Otras restricciones adicionales tuvieron que ver con con-

306

traindicaciones conservadoras en cuanto al uso del MDMA. Quedarán excluidos sujetos con un historial de esquizofrenia, desorden afectivo bipolar, desorden ilusorio, desorden paranoide o desorden esquizoafectivo, así como todos aquellos que ex­ hibieran síntomas sicóticos o que tuvieran un historial de ata­ ques epilépticos. También quedarán excluidos los sujetos con un desorden actual de abuso de drogas o con graves problemas cardiovasculares. La lista de contraindicaciones no significa que a las personas con esos desórdenes no se les pueda admi­ nistrar MDMA en condiciones terapéuticas; el MDMA ha sido administrado con efectividad por ejemplo, para ayudar en el tratamiento de las drogodependencias. Las contraindicaciones indican más bien que se debe emplear una precaución extra al trabajar con personas que se encuentren en tales estados, y que la primera prueba humana con el MDMA no es el contexto apropiado en el que trabajar con personas que puedan tener emociones difíciles. Al fin y al cabo, a los sujetos se les tendrá que sacar sangre con jeringuillas, serán sometidos a cuestiona­ rios para demostrar su estado psicológico, y se les harán prue­ bas de dolor diseñadas para comprobar cuánto dolor son capa­ ces de soportar. También quedarán excluidos sujetos femeninos que estén embarazadas o que no utilicen medios efectivos de control de natalidad como se hace con todos los experimentos que utili­ zan medicamentos sobre los que no se ha determinado con toda seguridad que no ejercen efecto alguno sobre el desarrollo fe­ tal. Aunque no hay pruebas de que el MDMA pueda ser nocivo para un feto, y los datos obtenidos con las ratas sugieren que el MDMA no causa daño alguno al desarrollo fetal, ninguna de esas dos cosas ha demostrado de modo concluyente que el MDMA no pueda causar daño alguno. La restricción final se refiere a sujetos con edad superior a los 55 años. Esta restricción se impuso porque el MDMA au­ menta los latidos del corazón y la presión sanguínea y porque se sabe estadísticamente que las personas mayores de 55 años muestran una mayor tendencia a tener problemas cardiacos que

307

las menores de esa edad. Esta restricción constituye otro ejem­ plo de la actitud extremadamente conservadora de la FDA en relación con este experimento. Además de restringir el número de sujetos y sus característi­ cas, el protocolo también restringe la cantidad de MDMA que se puede administrar. A los sujetos de este estudio se les admi­ nistrarán un total de tres dosis, por orden establecido al azar, con dos semanas de distancia. Una de las dosis será un placebo y no contendrá ninguna cantidad de MDMA. Otra de las dosis contendrá una cantidad de MDMA tan pequeña que, según se predice, los sujetos no podrán distinguirla del placebo. A esta última se la denomina dosis por debajo del umbral y se ha cal­ culado en 0,15 mg/kg. Así pues, para una persona de 70 kilos será aproximadamente de 10 mg, lo que representa del 8 al 10% de una dosis estándar. La tercera dosis se ha calculado para que sea la dosis de umbral, es decir, la menor con la que el sujeto podrá experimentar sutiles indicaciones sobre los efectos clási­ cos del MDMA relativos a la aceptación emocional, actitud pa­ cífica, aumento de la atención y la comprensión interior y em­ patia emocional. Esa dosis se ha calculado en 0,75 mg/kg, lo que para una persona de 70 kilos representará aproximadamen­ te 50 mg, es decir, del 40 al 50% de una dosis estándar. Objetivos del estudio El estudio está diseñado para examinar los efectos fisiológi­ cos y psicológicos básicos del MDMA, y para ayudar a deter­ minar el nivel de umbral para sus efectos psicológicos. Se trata, pues, de un estudio preliminar que se repetirá casi exactamente a como ha sido diseñado con seis sujetos adicionales, a dosis comprendidas en el ámbito terapéutico normal y algo superior. Los objetivos específicos incluyen comprobar el efecto del MDMA sobre los sistemas de órganos e inmunológico, m e­ diante análisis de sangre, mediciones de los latidos del cora­ zón, la presión sanguínea y la temperatura. La inclusión de la medición de la temperatura constituye una respuesta directa a los informes obtenidos de Inglaterra sobre las muertes de va­

308

rías personas que bailaron durante toda la noche en fiestas y que murieron de ataque al corazón. Los estudios con animales sobre la neurotoxicidad del MDMA han demostrado que el MDMA afecta fuertemente al hipotálamo, la parte del cerebro que influye sobre la regulación de la temperatura. En conse­ cuencia, quisiéramos saber en qué medida afecta el MDMA, si es que afecta de alguna forma, a la temperatura del cuerpo en aquellos sujetos que no realizan ejercicio. El estudio también analizará la sensibilidad al dolor, para que podamos aprender cómo programar mejor las tareas de reducción del dolor una vez que se empiecen los estudios con pacientes de cáncer. Es casi seguro que los estudios de neurotoxicidad que se es­ tán considerando no revelarán nada, puesto que utilizan dosis tan pequeñas. Como quiera que las pruebas de neurotoxicidad son intrusivas y caras, fueron omitidas de esta fase de la inves­ tigación. Serán llevadas a cabo en fases posteriores del experi­ mento, cuando se administre a los sujetos repetidas dosis com­ pletas. No obstante, los sujetos serán sometidos a toda una batería de pruebas neuropsicológicas, en un intento por deter­ minar si la administración del MDMA produce alguna conse­ cuencia funcional o sobre el comportamiento. También se efectuarán pruebas farmacocinéticas, pero sólo en el momento de mayor concentración del MDMA y sus metabolitos. Puesto que en Suiza ya se han llevado a cabo estu­ dios farmacocinéticos con el MDMA, se intentará confirm ar de este modo los descubrimientos anteriores, antes que explorar nuevos terrenos. Se llevará a cabo una serie de pruebas psicológicas para de­ terminar los efectos agudos del MDMA mientras los sujetos lo experimentan. Se realizará una interesante comparación de dos pruebas diferentes, diseñadas para medir los efectos agudos del MDMA; los sujetos serán sometidos tanto a la Escala de Clasi­ ficación Alucinógena, desarrollada por el doctor Rick Strassman y utilizada en Estados Unidos, y a la escala de Estados Al­ terados de Conciencia, desarrollada por el doctor Dittrich y ampliamente utilizada en Europa. Dada la dificultad de medir

309

los efectos subjetivos de los psicodélicos, una parte particular­ mente valiosa del experimento consistirá en comparar los resul­ tados de estas dos pruebas, obteniendo así datos que se podrán utilizar para mejorar la metodología científica empleada en la investigación psicodélica. Se utilizará igualmente un conjunto estándar de pruebas psi­ cológicas para determinar si nuestro régimen experimental de pequeñas dosis de MDMA tiene algún efecto a largo plazo. Es­ tas pruebas serán practicadas dos semanas antes de la primera sesión experimental, y dos semanas después de la última sesión. Dicho de la forma más sencilla posible: el objetivo funda­ mental de este estudio no es el de matar a nadie o causar nin­ gún escándalo político, para que podamos pasar así a probar dosis más elevadas y proceder eventualmente a estudiar el ver­ dadero potencial terapéutico del MDMA en el tratamiento del dolor y de la angustia en pacientes de cáncer en fase terminal. Estudio de eficacia del MDMA en la Fase 2 El estudio de la Fase 2, que ya ha sido básicamente diseña­ do, será algo modificado, dependiendo de los descubrimientos que se hagan en el estudio de la Fase 1. Suponiendo que no haya descubrimientos sorprendentes, lo que será la situación más probable, puesto que el MDMA ya ha sido ampliamente utilizado y estudiado antes de emprender el estudio de la Fase 1, el de la Fase 2 será casi exactamente igual al que se ha dise­ ñado. Confío en que la FDA permita llevar a cabo este estudio a finales de 1993 o principios de 1994. El estudio está diseñado para llevarse a cabo en pacientes de cáncer pancreático que tienen una medida de seis meses de vida después de haber sido establecido el diagnóstico. El cán­ cer pancreático es una enfermedad tan grave que no puede ha­ cerse absolutamente nada por aproximadamente la mitad de los pacientes, excepto la administración de medicación contra el dolor. Confiamos en que la imaginería asistida por el MDMA ayude a los pacientes a controlar su propio dolor y a afrontar con mayor efectividad las devastadoras consecuencias emocio­

310

nales de su enfermedad. Además, confiamos en que el MDMA ayudará a los pacientes a explorar la capacidad de sus propias mentes para estimular sus sistemas inmunológicos en la lucha contra el cáncer. Diseño del estudio En el estudio intervendrán 24 pacientes, cada uno de ellos asignado al azar a uno de dos grupos experimentales. Los suje­ tos de un grupo recibirán dos sesiones de imaginería guiada, precedida por la ingestión de una píldora que contendrá MDMA, y los sujetos del otro grupo recibirán dos sesiones de imaginaría guiada, precedida por la ingestión de una píldora que contendrá un placebo. Antes de las sesiones experimenta­ les, así como durante varios meses después, se ofrecerá a todos los pacientes asistencia de psicoterapia y formación en imagi­ nería guiada. Si tuviera éxito, se llevarán a cabo estudios adi­ cionales para intentar separar el efecto del MDMA sin imagi­ nería guiada. Todos los pacientes tendrán que sufrir dolor aliviado de for­ ma incompleta por la medicación estándar contra el dolor. También se aplicarán buena parte de los criterios de exclusión utilizados en el experimento de la Fase 1; por ejemplo, queda­ rán excluidos los sujetos con un historial de esquizofrenia, de­ sorden afectivo bipolar, desorden de ilusión, desorden paranoide o desorden esquizoafectivo, así como todos aquellos sujetos que exhiban síntomas psicóticos o que tengan un historial de ataques epilépticos. Objetivos del estudio Este estudio está diseñado para determinar si el MDMA ofrece algún potencial terapéutico, y también para determinar cuáles pueden ser los efectos secundarios del MDMA en pa­ cientes terminales de cáncer. El objetivo principal se centra en el ámbito del alivio del dolor y será medido por diversas esca­ las de dolor, así como por la observación simple de la cantidad de medicación contra el dolor que consume cada paciente. El

311

objetivo secundario consiste en m edir los efectos psicológicos del MDMA y determinar si existe alguna correlación entre los efectos psicológicos y la reducción del dolor. En el estudio de la Fase 2 se utilizará también el mismo conjunto de pruebas psicológicas agudas y a largo plazo que se emplearán en el es­ tudio de la Fase 1. El objetivo terciario consiste en determinar si se produce alguna mejora en la calidad de vida experimenta­ da por los sujetos o por sus familias, para lo que se realizará una serie de pruebas de calidad de vida a los pacientes y, en el caso de que sea apropiado, también a sus familias. Se llevarán a cabo diversas mediciones fisiológicas, espe­ cialmente aquellas que se centren sobre el sistema inmunológico. Sin embargo, y por respeto para con los pacientes y su esta­ do debilitado, las pruebas fisiológicas se llevarán a cabo, en la medida de lo posible, con los voluntarios sanos que participen en el estudio de la Fase 1, y no con los pacientes de cáncer del estudio de la Fase 2. En aquellos pacientes que estén dispuestos a donar su tejido cerebral para análisis, se podrán llevar a cabo estudios de neurotoxicidad. Además, no se practicarán las pruebas espinales y las pruebas de desafío del triptófano, que son físicamente angustiosas.

Investigación internacional Cuando el Departamento Estadounidense Antidroga penali­ zó el consumo de MDMA, en 1985, medida que fue aceptada en 1986 por los más de cien países miembros de la Convención Internacional sobre Sustancias Psicotrópicas, de la Organiza­ ción Mundial de la Salud, casi todos creyeron que la investiga­ ción con el MDMA no se llevaría a cabo en mucho tiempo. Sin embargo, una disposición poco conocida de la Convención In­ ternacional, conocida como Artículo Siete, y los esfuerzos de un pequeño grupo de médicos e investigadores comprometidos de todo el mundo, han logrado que prevalezca su criterio y han permitido la reanudación de los estudios humanos con MDMA.

312

El Artículo Siete de la Convención Internacional ofrece un mecanismo por el que las naciones miembro pueden permitir a científicos e investigadores el acceso a una droga incluida en el Inventario 1, siempre y cuando el gobierno del país respectivo mantenga un estrecho control sobre todo su uso. Cuando el Co­ mité de Expertos sobre Drogodependencia de la OMS urgió a las naciones del mundo a penalizar el MDMA, también «urgió a los países a utilizar las disposiciones del Artículo Siete de la Convención sobre Sustancias Psicotrópicas, para facilitar la in­ vestigación en esta sustancia interesante». Como una de las personas que acudió a Ginebra en 1985 para aportar información científica sobre el MDMA ante el Comité de Expertos, consideré las referencias al Artículo Siete como una victoria vacía y simbólica sin sustancia alguna. En aquel momento consideré sus recomendaciones como una de­ rrota completa, a pesar de que el presidente del Comité de Ex­ pertos, el doctor Paul Grof, expresó un desacuerdo formal con la recomendación de su comité, e insistió en la nota de reco­ mendación final en que se oponía a la inclusión internacional de la sustancia en el Inventario hasta que se pudiera obtener una mayor información sobre la utilidad terapéutica del MDMA. Como sucedió con otros muchos, abrigaba pocas es­ peranzas de que una nota a pie de página de uno de los miem­ bros del Comité de Expertos pudiera influir sobre los regulado­ res gubernamentales en medio de una guerra internacional contra las drogas que aumentaba la hostilidad contra la investi­ gación médica con drogas incluidas en el Inventario 1. Sin embargo, apenas unos pocos años más tarde, en 1988, el gobierno de Suiza afrontó una creciente presión por parte de un grupo organizado de psiquiatras suizos interesados en admi­ nistrar el MDMA a sus pacientes. Aunque Suiza no es miem­ bro de las Naciones Unidas y, por tanto, tampoco de la Organi­ zación Mundial de la Salud ni forma parte de la Convención Internacional de Sustancias Psicotrópicas, las autoridades fede­ rales suizas en cuestiones de salud decidieron consultar el uso del MDMA con la OMS, que tiene su sede en Ginebra. Lo que

313

descubrieron, ante su sorpresa, fueron actitudes de estímulo a la aprobación de la investigación con el MDMA. Aunque las autoridades suizas se mostraron muy reacias a ser el único go­ bierno del mundo en permitir legalmente a los psiquiatras que administraran MDMA a sus pacientes, la recomendación del Comité de Expertos les proporcionó una importante legitimi­ dad y apoyo para la posición que finalmente terminaron por adoptar. Desde 1988 hasta 1990, un pequeño grupo de psiquiatras pudieron administrar MDMA a sus pacientes, sin restricciones. Los psiquiatras suizos, que no estaban dispuestos a comprome­ ter el tratamiento de sus pacientes con las restricciones e in­ terrupciones propias de la investigación científica, reunieron historiales de casos, pero no datos científicos obtenidos en pruebas controladas. El gobierno suizo se vio presionado para cambiar esa situación en 1990, después de que un paciente francés de uno de los psiquiatras suizos muriera inesperada­ mente tras habérsele administrado ibogaína, la raíz africana. Desde 1990 hasta 1992 se detuvo el uso del MDMA en Suiza, mientras se llevaban a cabo investigaciones sobre la muerte causada por la ibogaína. A principios de 1992, una vez que se hubo determinado que el MDMA no tenía nada que ver con la muerte causada por la ibogaína, a los médicos suizos se les permitió de nuevo trabajar con el MDMA, pero sólo en aque­ llos pacientes que hubieran sido tratados previamente con el MDMA y que no hubieran hecho progresos suficientes en el tiempo intermedio en que no se les administró. Las autoridades sanitarias suizas ya han permitido la reali­ zación de un estudio farmacocinético con el MDMA, aunque sólo en sujetos previamente tratados con el MDMA. El estudio fue llevado a cabo por el doctor H. J. Hemlin y el Instituto Far­ macéutico de la Universidad de Berna, y se espera dar a cono­ cer sus resultados a principios de 1993. Esos resultados se uti­ lizarán como guía para la parte farmacocinética de la prueba de la Fase 1 que realizará en doctor Charles Grob en Irvine. El grupo de psiquiatras suizos interesados por el MDMA ha

314

iniciado negociaciones sobre el tratamiento de nuevos pacien­ tes. No obstante, las autoridades suizas insisten en que los nue­ vos pacientes sólo sean tratados dentro del contexto de proto­ colos científicos. Los psiquiatras suizos han decidido trabajar con los funcionarios sanitarios suizos hacia la iniciación de pruebas clínicas. En una reunión celebrada a principios de ene­ ro de 1993, los psiquiatras suizos revisaron varias opciones para presentar protocolos científicos y analizaron los protoco­ los experimentales que someterían a las autoridades sanitarias suizas para su aprobación. Confían en que a finales de 1993 puedan llevar a cabo en Suiza pruebas experimentales para de­ terminar el potencial terapéutico del MDMA. Investigación con el MDE en Alemania Mientras que en Estados Unidos se ha aprobado una Ley de Análogos, que penaliza a las drogas con estructura o efecto si­ milar a las que ya se hallan incluidas en el Inventario 1, esa ley no ha sido adoptada a nivel internacional. En consecuencia, el MDE es ilegal en Estados Unidos, pero no en la mayoría de los demás países. Así, los psiquiatras alemanes pudieron llevar a cabo una serie de experimentos con MDE en 1990 y 1991, sin necesidad de obtener permiso de las autoridades. El MDE fue específicamente ilegalizado en Alemania en 1992 y, en conse­ cuencia, se ha detenido toda la investigación. A pesar de todo, en ese período se llevó a cabo una investigación fascinante. Los principales investigadores con el MDE son el doctor Leo Hermle, del Departamento de Psiquiatría de Christophsb ad en Goppingen, y el doctor Euphrosyne Gouzoulis, del De­ partamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina del RWTH, en Aachen. Han llevado a cabo una serie de estudios fisiológicos y psicológicos integrados sobre el MDE. Esos es­ tudios supusieron un examen de las pautas de sueño mediante EEG en personas a las que se había administrado el MDE antes de dormirse (y que se despertaron una vez que el efecto del MDE fue lo bastante fuerte), así como estudios sobre los efec­ tos neuroendocrinos, cardiovasculares y psicológicos del MDE.

315

Los sujetos de estos estudios fueron casi siempre médicos, como en el estudio de Fase 1 del doctor Grob sobre el MDMA, y se les administró placebo o una dosis completa de MDE (140 mg), a diferencia de las pequeñas dosis que se utilizarán en el estudio del doctor Grob. Un descubrimiento de gran interés es que el MDE (y, según los investigadores, probablemente también el MDMA) parece tener singulares efectos fisiológicos y psicológicos que sugie­ ren que es un miembro de una nueva clase de sustancia, distin­ ta a la de los estimulantes o alucinógenos. Los investigadores alemanes prefieren llamar «entactógenos» a esta clase de dro­ ga, una palabra acuñada por el doctor David Nichols y que sig­ nifica «estar en contacto con». Los investigadores alemanes también confían en iniciar in­ vestigación con el MDMA en 1993. Investigación con el MDMA en Rusia Durante los siete últimos años, el doctor Evgeny Krupitsky, del Hospital Regional de Narcología de San Petersburgo (un centro de tratamiento de alcohólicos dirigido por el gobierno, con 600 camas), ha utilizado quetamina para tratar a los alco­ hólicos. Está muy interesado en probar la utilidad del MDMA en el tratamiento de alcohólicos y neuróticos y, después de dos años, está muy cerca de conseguir el permiso oficial para llevar a cabo investigación con el MDMA.

El papel de la MAPS en la investigación del MDMA La Asociación Multidisciplinar para los Estudios Psicodélicos (MAPS) es una corporación investigadora y educativa, sin ánimo de lucro y financiada por sus miembros, que trabaja para desarrollar el potencial médico del MDMA, así como de otros psicodélicos. La MAPS ha gastado aproximadamente 75.000 dólares, entregados por nuestros miembros, en los estu­

316

dios preliminares de toxicidad del MDMA, de 28 días de dura­ ción, en el perro y la rata, exigidos por la FDA. Esos estudios fueron sometidos a la consideración de la FDA como parte del Archivo Maestro de la Droga MDMA llevado a cabo por la MAPS. La FDA envió a investigadores al laboratorio de inves­ tigación donde se llevó a cabo el estudio; los enviados de la FDA realizaron una investigación propia y decidieron que la información aportada era válida y fiable, y la aceptaron en el Archivo Maestro de la Droga. Cualquier investigador interesado en llevar a cabo estudios humanos con el MDMA debe someter a la FDA datos sobre es­ tudios preliminares de toxicidad o bien datos de referencia que ya hayan sido incluidos en el Archivo Maestro de la Droga. Casi todos esos archivos son propiedad de compañías farma­ céuticas comerciales, que compiten entre sí para sacar un pro­ ducto al mercado. Habitualmente, esas compañías no compar­ ten sus datos con nadie, y la FDA tampoco puede confirmar que exista un Archivo Maestro de la Droga. Como quiera que MAPS es una corporación sin ánimo de lucro, ha puesto su propio Archivo Maestro de la Droga a dis­ posición de investigadores responsables interesados en presen­ tar ante la FDA una solicitud para realizar estudios humanos con el MDMA. Cuando el doctor Grob (y los cinco investigadores anterio­ res) presentó ante la FDA su solicitud para la investigación de la Fase 1 con el MDMA, la MAPS le proporcionó permiso por escrito para efectuar una referencia cruzada con respecto a su Archivo Maestro de la Droga. Ese documento le ahorró al doc­ tor Grob la necesidad de reproducir los datos sobre toxicidad una tarea que le habría resultado prohibitivamente cara. La MAPS también facilita investigación internacional sobre MDMA poniendo su Archivo Maestro de la Droga a disposición de inves­ tigadores en Alemania, Rusia y otros países. MAPS ha invertido otros 125.000 dólares en estudios piloto sobre los efectos del MDMA en los niveles de serotonina en se­ res humanos, en estudios de neurotoxicidad del MDMA en los

317

primates, y en diseño de protocolo para los estudios humanos de Fase 1 y Fase 2 del doctor Grob. Toda esta investigación ha sido pagada por miembros de MAPS que aportan contribucio­ nes, deducibles de impuestos, y reciben un boletín informativo de la asociación. La FDA está tratando al MDMA como cualquier otro medi­ camento en el que cualquier compañía farmacéutica esté inte­ resada en convertir en un medicamento obtenible mediante re­ ceta. Eso significa que existe la necesidad de realizar estudios preclínicos de toxicidad en animales, para determinar la seguri­ dad, antes de que se puedan iniciar los estudios en humanos, y que el conjunto estándar de estudios de seguridad en humanos de la Fase 1 tiene que ser anterior al inicio de los estudios de eficacia en humanos de la Fase 2, mientras que los estudios es­ tándar de la Fase 2 se exigen antes de que se puedan iniciar las pruebas a gran escala de la Fase 3, y que se exigirá la realiza­ ción de todo un espectro de estudios animales adicionales antes de que se pueda presentar ante la FDA la solicitud de aproba­ ción del MDMA para su comercialización. La función de MAPS consiste en dirigir la investigación so­ bre el MDMA del mismo modo que haría cualquier compañía farmacéutica interesada en convertir el MDMA en un medica­ mento obtenible con receta. La diferencia crítica es que MAPS ofrece nuestra información gratuitamente a investigadores res­ ponsables, para ayudar así al progreso en el campo de la inves­ tigación del MDMA. De ese modo se elimina la duplicación de los estudios exigidos, que son caros, y los investigadores pue­ den centrarse en la verdadera investigación, antes que en la ob­ tención de fondos. La única forma de que esta estrategia fun­ cione consiste en que los individuos se hagan miembros de MAPS. Para información, puede escribirse a Rick Doblin, MAPS, 1801 Tippah Avenue, Charlotte, NC, 28205, o llamar al (704) 358 9830, o al fax (704) 358 1650.

318

Apéndice III

Bibliografía

Libros The Clinical, Pharmacological and Neurotoxicological Effects o f the drug MDMA, Klower, Nueva York, 1990, S. J. Peroutka (ed.). E for Ecstasy, Nicholas Saunders, Londres, 1993. PIHKAL [Phenethylamines I Have Known and Loved]: A Chemical Love Story, Alexander y Ann Shulgin, Transform Press, Berkeley, 1992. Psychedelics Encyclopedia, Peter Stafford, 3.a ed., Ronin Publishing, Inc., Berkeley, 1992. Through the Gateway to the Heart, Sophia Adamson, Four Trees Publi­ cations, San Francisco, 1985.

Monografías Exploring Ecstasy: A Description o f MDMA Users: Final Report to the National Institute o f Drug Abuse, Jerome Beck, Deborah Harlow, Patricia Morgan y L. Watson, 15 de septiembre de 1989, con beca del Institute for Scientific Analysis, San Francisco. MDMA, R. B. Seymour, Haight Ashbury Publications, San Francisco, 1986. The MDMA Controversy: Contexts o f Use and Social Control, tesis doc­ toral para médico de salud pública de Jerome Beck, Universidad de Berkeley, California.

Artículos «The Agony and the Ecstasy», Peter Nesmyth, The Face, octubre de 1986.

319 Jt

«The Background Chemistry o f MDMA», Alexander Shulgin, en Jour­ nal o f Psychoactive Drugs, vol. 18/4, 1986. «Can Drugs Enhance Psychotherapy?», Lester Grinspoon y James Bakalar, American Journal o f Psychotherapy, 1986. «Characterization of Three New Psychomimetics», en The Pharmaco­ logy o f Hallucinogens, R. C. Stillman y R. E. Willette (eds.), Pergamon Press, Nueva York, 1978. «Ecstasy on Trial», Richard Seymour, High Times, noviembre de 1986. «Ecstasy: Towards an Understanding o f the Biochemical Basis o f Ac­ tions o f “The Facts about Ecstasy”, A Talk with Andrew Weil», Ri­ chard Goldstein, The Village Voice, 7 de febrero de 1989. «Ecstasy: The Truth About MDMA», High Times, noviembre de 1985. «The Ecstatic Cybernetic Amino Acid Test», Cynthia Robins, San Fran­ cisco Examiner Image, 16 de febrero de 1992. «Getting High on “Ecstasy”», D. M. Abramson, Newsweek, 15 de abril de 1985. «The Looming Menace o f Designer Drugs», W. Gallagher, Discover, julio de 1986. «MDMA», Marcus Rattray, Essays in Biochemistry, vol. 26, 1991. “MDMA and Human Sexual Function», John Buffum y Charles Moser, Journal o f Psychoactive Drugs, vol. 18/4, 1986. “MDMA - Non-Medical Use and Intoxication», Ronald Siegel, Journal o f Psychoactive Drugs, vol. 18/4, 1986. «MDMA Reconsidered», Robert Leverant, Journal o f Psychoactive Drugs, vol. 18/4, 1986. «MDMA - The Dark Side o f Ecstasy», Gregory Hayner y Howard McKinny, Journal o f Psychoactive Drugs, vol. 18/4, 1986. «Meetings at the Edge with Adam: A Man for All Seasons?», Phillip Wolfson, Journal o f Psychoactive Drugs, vol. 18/4, 1986. «The New Drug Underground», J. Adlar, New Age, octubre de 1985. «The Neurochemistry and Neurotoxicity o f 3,4-Methylenedioxymet­ hamphetamine (MDMA, “Ecstasy”)», Dennis McKenna y Stephen Peroutka, Journal o f Neurochemistry, vol. 54, 1990. «Phenomenology and Sequallae of MDMA Use», doctor Mitchell Liester, doctor Charles Grob, et al., Journal o f Nervous and Mental Di­ sease, 180.6, 1992. «The Psychological and Physiological Effects of MDMA on Normal , Volunteers», Joseph Downing, Journal o f Psychoactive Drugs, vol. 18/4, 1986.

320

«Reflections on Drug Enforcement and Drug Use», Lynn Ehmstein, Psychedelic Monographs and Essays, vol. 2, 1987. «The Scheduling o f MDMA: A Pharmacist’s Perspective», June Riedlinger, Journal o f Psychoactive Drugs, vol. 17, 1985. «The “Seven Deadly Sins” of Media Hype in the Light o f the MDMA Controversy», June Riedlinger and Thomas Riedlinger, Psychedelic Monographs and Essays, vol. 4, 1989. «Subjective Reports of the Effects o f MDMA in a Clinical Setting», George Greer y Requa Tolbert, Journal o f Psychoactive Drugs, vol. 18/4, 1986. «A Trip into the Unknown», Alison Abbot y David Concar, en New Scientist, 29 de agosto de 1992. «The Trouble with Ecstasy», C. G. Bowling, Life Magazine, agosto de 1985. «Turn On, Tune In, Go to the Office Late on Monday», Peter J. O’Rour­ ke, Rolling Stone, 19 de diciembre de 1985. «Twenty Years on My Ever-Changing Quest», Alexander Shulgin, en Psychedelic Reflections, Lester Grinspoon y James Bakalar (eds.), Human Sciences Press, Nueva York, 1983. «Why MDMA Should Not Have Been Made Illegal», Marsha Rosen­ baum y Rick Doblin, en The Drug Legalization Debate, 1991, New­ bury Park, Inciardi, Ed.

321

Bruce Eisner, autor de Éxtasis, la historia del MDMA.

322

Sobre el autor

Bruce Eisner nació el 26 de febrero de 1948 en Brooklyn y se crió en Los Ángeles. Hijo del «baby boom» asistió a las Universidad Estatal de California, Northridge, en 1966, y se di­ plomó en Ciencias Políticas. Abandonó la universidad al final de su tercer año, para convertirse en un «hippie a tiempo com­ pleto». Más tarde, se convirtió en periodista, y escribió artícu­ los para publicaciones «clandestinas», el primero de los cuales fue publicado en 1971 en Los Angeles Free Press. En 1977 se convirtió en editor colaborador del High Times, y en 1987 en autor colaborador de Omni. Bruce obtuvo la licenciatura en Psicología en 1979, y especialización en Psicología de la Personalidad en la Universidad de California, Santa Barbara, en 1981, donde también trabajó como ayudante de enseñanza. Inició un doctorado centrado en estudios de la conciencia en el Instituto Saybrook, y abandonó el programa poco antes de su disertación en 1987, para lanzar el Mindware Catalog, con software de computadora «para la mente». En febrero de 1989 publicó la primera edición de Éxtasis, la historia del MDMA, y en 1990 fundó The Island Group, una organización llamada así por la novela Island, de Aldoux Huxley, y es editor de Island Views, boletín informativo trimestral del grupo. Bruce ha organizado conferencias centradas en los psicodélicos, incluida la de 1977 sobre «LSD, una generación

después», en la Universidad de California, Santa Cruz, y en 1991 la Conferencia Bridge, en la Universidad Stanford, así como «LSD, 50 años y más allá», en abril de 1993, en la Uni­ versidad de California, Santa Cruz. Actualmente, Bruce vive en Santa Cruz, California y se dispone a lanzar una nueva pu­ blicación, titulada Upgrade Magazine.

324

índice

Prólogo: Nuevo estudio del éxtasis........................................

11

Prólogo de Stanley Krippner, doctor en Filosofía..................

35

Introducción, de Peter Stafford...............................................

39

Fórmula: Síntesis química del MDMA, por Alex ander Shulgin............................................................................

53

Prefacio: La Pascua de Resurrección del éxtasis..................

65

Capítulo 1: La presentación de Adán.....................................

71

Capítulo 2: ¿Qué es un empatógeno?.....................................

115

Capítulo 3: Los usos de un entactógeno................................

139

Capítulo 4: Algunas experiencias..........................................

170

Capítulo 5: Una guía para consumidores................................

201

Capítulo 6: Potencialidades futuras........................................

243

Apéndices Apéndice I: Árbol familiar del MDMA efectos químicos y fisiológicos..............................................

261

Apéndice II: Informe sobre neurotoxicidad del MDMA e investigación actual, por Rick D oblin..............

289

Apéndice III: Bibliografía.......................................................

319

índice de ilustraciones Jóvenes bailando en la Nochevieja, en una fiesta organizada por Toon Town, en San Francisco, © 1993, por Marc Geller..

10

Una selección de anuncios distribuidos a mano a principios de los años noventa............................................................... «Éxtasis», por Maxfield P arish ................................................

34 64

Alexander T. Shulgin, doctor en Farmacia, que fue el primero en informar sobre los efectos del MDMA, © 1988, por Marc Franklin .................................................................

77

Doonesbury aborda el tema del MDMA, Doonesbury © 1985, G. B. Trudeau, reimpreso con permiso de Universal Press Syndicate; todos los derechos reservados............................ Ronald Siegel, doctor en Filosofía, testigo para la DEA, © 1988, por Marc Franklin...................................................

89 101

Through the Gateway o f the Heart, un libro excelente sobre

vividas experiencias de primera mano con el M D M A ....... June Riedlinger, doctora en Farmacia, que declaró en la investigación de la DEA sobre el MDMA, © 1988, por Marc Franklin ...............................................................

108

109

«Proceedings», de la Conferencia del MDMA celebrada en mayo de 1986, que fue publicado en el vol. 18, núm. 4 del Journal o f Psychoactive Drugs © Journal o f Psychoactive Drugs, 1986 ............................................................................

110

Rick Ingrasci, médico, un terapeuta de Boston que utilizó el MDMA en terapia de parejas, © 1988, por Marc Franklin. Andrew Weil, médico (foto cedida por Andrew W eil)........... Timothy Leary, doctor en Filosofía, que no quiso esperar seis semanas a casarse (por cortesía de Panacea Entertainment Management and Communications)..................................... Barbara Leary (foto cedida por Timothy Leary)..................... David Nichols, doctor en Filosofía, quien definió una nueva clase de compuestos psicoactivos, los «entactógenos», © 1988, por Marc Franklin...................................................

119

136 137

142

George Greer, médico, y Requa Tolbert, enfermera diplomada, equipo terapéutico del MDMA que llevó a cabo el primer estudio clínico (foto cedida por George Greer)................... Joseph Downing, médico, que empleó el MDMA en su consulta terapéutica, O 1988, por Marc Franklin................ Philip E. Wolfson, médico, que empleó el MDMA para tratar a psicóticos, O 1988, por Marc Franklin................................. Claudio Naranjo, médico, autor de The Healing Journey .......

143 144 157 219

Un cristal de MDMA aumentado 410 veces con un microscopio electrónico, O 1988, por Marc Franklin................................ 228 Cristales de MDMA................................................................... La nuez moscada, una especia psicoactiva, es la semilla seca que existe dentro de la fruta de un árbol de las Indias orientales {Myristica fragrans ), Grieve, A Modern H erb a l. . Myristica (nuez moscada), Squibb Handbook, 1896 ..............

234

262 265

El sasafrás es una fuente botánica utilizada en la sintetización de compuestos similares al MDMA, Grieve, A Modern H erb a ..................................................................... Macis, Squibb Handbook, 1896................................................

266 268

Estructura química de la mescalina y las fenetilaminas, Kim y Christopher Workdelay.......................................................

272

Estructura química del MDMA y sus variaciones, Kim y Christopher Workdelay.......................................................... Gordon Alles, descubridor de los efectos psicoactivos del MDMA, Archivos del Instituto Tecnológico de California . Espectro de masa del MDMA, Journal o f Psycoactive Drugs, O 1986........................................................................ Archivos: un cristal de MDMA insólitamente grande crecida en etanol, Jeremy Bigwood, Psychedelics Encyclopedia, O Peter Stafford, 1983............................................................ Bruce Eisner, autor de La historia del éxtasis (MDMA), foto cedida por Karen Saltzman ..........................................

à

275 279 282

287 322

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF