exégesis a Romanos
November 23, 2018 | Author: Iglesiabautista Estrella Resplandeciente | Category: N/A
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carta a los Romanos...
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PASO NUMERO UNO CARTA A LOS ROMANOS INTRODUCCION A LA CARTA: Con pocas excepciones, los eruditos concuerdan en que ciertamente fue el apóstol Pablo quien escribió Romanos, la evidencia a favor de esta conclusión puede ser considerada, sin exageración, abrumadora. Los argumentos que se han presentado en su contra—por ejemplo: ―Lucas, en el libro de Hechos, nunca menciona el establecimiento de una iglesia en Roma; de modo que Pablo no podría haber escrito la carta a los romanos‖—son tan absurdos que no merecen ningún comentario adicional.
I.
ARGUMENTOS A FAVOR DE LA PATERNIDAD LITERAIA 1.
EVIDENCIA INTERNA
El apóstol Pablo es el autor humano de esta carta (1:1–7), que como el resto de los 66 libros que componen el canon de la Sagrada Escritura, goza de la inspiración plenaria del Espíritu Santo. Se denomina a sí mismo apóstol a los gentiles por la voluntad de Dios, sin que eso implique excluir del alcance de su escrito a los judíos, su pueblo por nacimiento y por educación religiosa y cultural, al que dedica tres capítulos centrales (9–11), aparte de varias otras menciones específicas (caps. 1, 2, etc.). Es Saulo, el perseguidor de Cristo y de su iglesia (Hch. 8:3; 9:1–2; 22:4; 1 Co. 15:9; Gá. 1:13; 1 Ti. 1:13), transformado en el apóstol Pablo (Hch. 13:9), según su conversión narrada nada menos que cuatro veces en el libro de los Hechos (9:3–18, 27; 22:6–13; 26:12–18). Su celo por perseguir a los cristianos le ha sido cambiado en el camino a Damasco por un celo evangelizador imposible de valorar en todo su alcance. Es el celo que lo llevó a realizar sus tres viajes misioneros sin mayores recursos que la fe y la santa ambición de predicar el evangelio. Primero en cada sinagoga, y luego en cuanto lugar le fue posible. Y no concluyó así su tarea, sino que volvió una y otra vez para confirmar a los que creyeron, además de escribir sus notables cartas a distintas iglesias fundadas por él mismo. Pablo escribe la carta antes de su viaje a Roma (Ro. 15:22–24, 28), ese viaje por el que mucho oró y que parece haber anhelado tanto, aunque al menos en lo aparente resultó ser un viaje no tan próspero como él parecía anticiparlo, sino muy accidentado y hecho en calidad de prisionero remitido al César debido a su propia apelación (Hch. 25:11–12; Hch. 27–28).
2.
EVIDENCIA EXTERNA:
Con la intención de llevarla a un efecto culminante, la evidencia a favor de la paternidad literaria paulina será trazada en un orden cronológico inverso (de lo más reciente a lo más antiguo). Eusebio, el gran historiador eclesiástico, al escribir a principios del cuarto siglo, se refiere a: ―las catorce cartas de Pablo‖, y en el mismo contexto hace mención de que Romanos era una de ellas. Orígenes (floreció entre 210 y 250), Tertuliano (floreció entre 193 y 216), y Clemente de Alejandría (floreció entre 190 y 200) están en pleno acuerdo. El Fragmento de Muratori (cerca 180–200), así llamado por haber sido publicado por el Cardenal Ludovico A. Muratori (1672–1750), que lo había descubierto en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, contiene la más antigua lista existente de escritos neo testamentarios. La misma está incompleta, escrita en un latín malo e incluye títulos de libros que eran leídos en la iglesia de Roma en la antigüedad. En relación a Romanos, este Fragmento dice: ―Ahora bien, las epístolas de Pablo, qué son, de dónde y por qué razón fueron enviadas, lo clarifican ellas mismas a quien esté dispuesto a entender. En primer lugar, él escribió extensamente a los corintios… luego a los gálatas… y a los romanos respecto al orden de las Escrituras, intimando también que Cristo es el tema central de ellas‖. Ireneo (que floreció entre 182 y 188) afirma: ―Pablo, al hablar a los romanos, declara: ―Mucho más, aquellos que reciben abundancia de gracia y justicia reinarán en la vida por este, Cristo Jesús’ ‖ (Contra herejías, 3.16), citando libremente Ro. 5:17. En esta y en varias otras afirmaciones Ireneo claramente adjudica la paternidad literaria de Romanos a Pablo. Retrocediendo aún más llegamos a los días de Marción, que vino a Roma poco antes del año 144. Su canon de escritos sagrados consiste en diez epístolas paulinas, más Lucas, todas editadas para cuadrar con la teología personal del hereje. El reconoce a Romanos como una de las obras principales de Pablo. Los primitivos padres apostólicos no tenían el hábito de mencionar el nombre de los santos hombres de Dios a quienes citaban. Sin embargo, el hecho de que están citando, ya sea literalmente o (con la misma frecuencia) libremente, con frecuencia es muy claro, como lo es también la identidad de aquel a quien citan. Esto es cierto, por ejemplo, de Policarpo, obispo de Esmirna. Este valiente héroe cristiano, ―discípulo de Juan‖, sufrió martirio en el año 155. En su epístola A los filipenses 6.2, él demuestra estar bien versado en las epístolas de Pablo, inclusive Romanos. En
una frase que refleja a la vez a Ro. 14:10, [p 16] 12 y a 2 Co. 5:10 él escribe: ―Entonces, si rogamos al Señor que nos perdone, nosotros mismos debiéramos también perdonar, porque estamos ante los ojos del Señor Dios, y todos debemos comparecer ante el trono de Cristo, y cada cual debe dar cuenta de sí mismo‖. La siguiente cita de esta misma carta muestra que la mente y el corazón de este devoto mártir antiguo estaban inmersos en los escritos de Pablo: ―Estas cosas, hermanos, os las escribo respecto a la justicia. No lo hago de mi propia iniciativa, sino en primer lugar porque vosotros me invitasteis. Porque yo no soy, ni lo es ningún otro como yo, capaz de igualar a la sabiduría del bendito y glorioso Pablo, quien, cuando vivía entre vosotros, en presencia de sus contemporáneos enseñó precisa y resueltamente la palabra de la verdad, y quien también, cuando estuvo ausente, os escribió cartas. Por medio del estudio de estas cartas vosotros seréis capaces de edificaros en la fe que os ha sido dada …‖ 3.1, 2. Ignacio, obispo de Antioquía, mientras iba camino a Roma y al martirio, a comienzos del segundo siglo después de Cristo, escribió varias cartas, mayormente cartas nuevamente muestran con claridad que él conocía y tenía en muy alta estima las epístolas de Pablo, incluyendo Romanos.
3. AFINIDADES LITERARIAS: La estructura de la carta a los Romanos escrita por el Apóstol Pablo, conserva en gran manera las mismas características de sus demás escritos o el resto de las cartas Paulinas. El bosquejo es similar y es como sigue: Saludos 1:1-15; presentación del tema 1:16-17; desarrollo de la carta 1:18; 15:13; saludos finales 15:14, 16:24; bendición 16:2527. Esta descripción refleja la similitud de las cartas del tiempo del Apóstol.
4. CONSISTENCIA TEOLÓGICA: El argumento más sólido para en la aceptación de esta como carta como de la autoría del apóstol Pablo es precisamente la expresión literaria que él maneja y de la más pura teología Paulina. Esta carta refleja el pensamiento del Apóstol Pablo siendo usado por el Espíritu Santo para revelar a la iglesia de Roma la enseñanza Divina. Además que los temas Paulinos son evidentes en todas sus cartas los cuales son: la Justificación, la Salvación, la Predestinación. El escritor que en Ro. 3:20–24; 4:3 proclama la profundamente satisfactoria doctrina de ―justificación no por méritos humanos sino por la fe‖ lo hace también en Gá. 2:16; 3:6, 11; Tit. 3:5–7. El inspirado artista que en Ro. 12:5
describe a la iglesia como el cuerpo de Cristo con sus muchos miembros no ha cambiado su identidad en 1 Co. 10:17; 12:12–14, 27; Ef. 1:22, 23; Col. 2:19. El exhortador que en Ro. 12:6–8 insiste en que estos miembros usasen sus respectivos talentos para beneficio de todo el cuerpo enfatiza el mismo deber en 1 Co. 12:15–26, 12:28, 12:31; Ef. 4:11–16. Y el generoso y entusiasta filántropo de Ro. 15:15–28 es también el recolector de donaciones y benefactor de 2 Co. 8 y 9.
II.
ARGUMENTOS EN CONTRA DE LA PATERNIDAD LITERARIA
Con pocas excepciones, los eruditos concuerdan en que ciertamente fue el apóstol Pablo quien escribió Romanos. La evidencia a favor de esta conclusión puede ser considerada, sin exageración, abrumadora. Los argumentos que se han presentado en su contra—por ejemplo: ―Lucas, en el libro de Hechos, nunca menciona el establecimiento de una iglesia en Roma; de modo que Pablo no podría haber escrito la carta a los romanos‖—son tan absurdos que no merecen ningún comentario adicional. En conclusión, quienquiera rechace la paternidad literaria paulina de Romanos debe también rechazar la paternidad paulina de 1 y 2 Corintios, de Gálatas, de Efesios, de Colosenses, etc.
1.
VOCABULARIO Y ESTILO.
Pablo posee diversas formas literarias como: Género Hínmidico, homilético, testimonios, exhortaciones morales y explicaciones parenéticas especialmente en 12-15. Es diatriba: Argumento basado en preguntas y respuestas Varios pasajes de las epístolas de Pablo revelan una consumada habilidad literaria y el enorme parecido en su estructura, característica particular del Apóstol Pablo. En relación con esto generalmente se hace referencia a Ro. 8, 1 Co. 13, y 1 Co. 15. Y son el mismo lenguaje y el estilo de los siguientes pasajes igualmente soberbios: Ro. 2:17–29; 5:1–11; cap. 12; 1 Co. 4:11–13; 2 Co. 5:1–10; 11:22–33; Gá. 2:19–21; Ef. 2:8–10; 2:14–21; 6:10– 20; Fil. 3:7–21; 4:4–9; 1 Ti. 3:16. Las cartas antiguas podían variar de notas breves e íntimas a integrantes de la familia, a tratados detallados destinados a una audiencia más amplia. Entre las cartas de Pablo, Rom. es con toda claridad la que está más cerca del segundo tipo mencionado. Así, en tanto que Rom. tiene la introducción (1:1–15) y cierre (15:14–16:27) típicos de una carta, su rasgo más destacado es su prolongado argumento teológico/pastoral en 1:16–11:36.
En ningún lugar de esta extensa sección llega Pablo a hablar directamente a los cristianos romanos, como tales, ni a sugerir que ellos son la causa de los te mas que está desarrollando. Y esto resulta cierto aun en el pasaje de 12:1–15:13, de orientación más ―práctica‖ (aunque es probable que las apelaciones a los ―fuertes‖ y a los ―débiles‖ en 14:1–15:13, reflejen un problema concreto en Roma). El movimiento de la carta está dictado más bien por la lógica interna del evangelio que por temas locales. Esto no significa que Pablo haya escrito la carta como quien vive aislado: Rom. no es un tratado teológico sin relación al tiempo, sino una carta, escrita a una iglesia concreta en una situación concreta. Rom., al igual que todas las cartas de Pablo, es un documento ocasional. No debemos olvidar la audiencia que él tenía en mente al escribir. El carácter de la carta destaca con claridad, a la misma vez, que la ocasión para su escritura debe haber descansado en la necesidad de tocar determinados temas teológicos que eran relevantes a los primeros cristianos en forma general, y a cada creyente en Cristo desde entonces.
2. DEPENDENCIA, La carta a los Romanos es única, ya que el destino es completamente distinto como lo son las demás cartas escritas por el Apóstol, la teología contenida en las palabras es dirigida a cierto tipo de personas propiamente dicho de un contexto diferentes a las otras regiones. Y no existe ninguna duda de la paternidad del escrito en estudio.
3. IDEAS POSTPAULINAS. La verdad central en esto, es que el lenguaje usado por Pablo es concreto y da evidencia que sus o las ideas que el maneja o usa nada tienen que ver con el uso de un lenguaje tardío y que por lo tanto no fuese de su autoría, es básico, Pablo jamás había visitado Roma y toda la estructura de la carta está elaborado en un completo no en desconocimiento del lugar sino más bien de la vida de la iglesia naciente en ese país. Él deseaba conocer a la iglesia, a los hermanos, y dar su opinión de una manera personal del desarrollo de esta congregación, y fue por eso de su necesidad de que le antecediera esta carta, antes del poner un pie en esa región.
III.
LECTORES:
Pablo parece enviar señales mezcladas con respecto a los destinatarios específicos que él tenía en mente mientras escribía a la iglesia en Roma. Por un lado, hay varios elementos en la carta que señalan a una audiencia principal, si no exclusivamente, judía: saluda a los cristianos judíos en 16:3, 7, 11; se dirige al ―judío‖ en 2:17 e implica que sus lectores están muy relacionados con la ley mosaica (cf. 6:14; 7:1, 4); él llama a Abraham ―nuestro progenitor‖ (4:1); y dedica una considerable atención a temas ―judíos‖, p. ej. El pecado y el fracaso de los judíos (2:17–3:8), el lugar de la ley en la historia de la salvación (cap. 7) y el pasado y futuro de Israel (caps. 9–11). Los indicios de la existencia de lectores gentiles son, sin embargo, igualmente claros: la introducción de la carta asocia a los romanos con los gentiles entre los cuales Pablo había sido llamado en especial a ministrar (1:5, 6; cf. 1:13 y 15:14–21); Pablo les habla en forma directa (11:11–24) y su alegato por la unidad y la tolerancia parece estar especialmente dirigido a ellos (15:7–9). Se resume en forma sucinta la ambigüedad de esta evidencia: ―Romanos manifiesta un doble carácter: es en esencia un debate entre el evangelio paulino y el judaísmo, de modo que parece obvio que los lectores eran cristianos judíos. No obstante, la carta contiene declaraciones que indican de manera específica que la comunidad era cristiana gentil‖ Frente a esta evidencia conflictiva, algunos estudiosos han llegado a la conclusión de que Pablo tenía en mente una audiencia definidamente judía, otros opinan que él estaba escribiendo a una audiencia en su totalidad gentil, y aun otros, que él se estaba dirigiendo en algunos momentos a judíos y en otros a gentiles. La evidencia se explica mejor, no obstante, a través de la suposición de que la audiencia a la que Pablo se dirigía estaba compuesta por cristianos tanto judíos como gentiles. No obstante, la manera en que Pablo relaciona a la iglesia con su ministerio a los gentiles en 1:5, 6, sugiere que los gentiles constituían una mayoría tal que la iglesia había adquirido tanto una identidad como características gentiles.
IV.
LA CARTA SUPREMA:
Romanos incluye la presentación más sistemática de la teología de todas las Escrituras. Explica el significado de la cruz para la vida del creyente. Mientras expone por qué Jesús murió por toda la humanidad, Pablo aclara los conceptos medulares de la fe cristiana: el pecado y la justicia, la fe y las obras, la justificación y la elección. La epístola contiene: (1) Una detallada descripción de la pecaminosidad del hombre (1.18-3.20); (2) una completa exposición de la justificación por la fe (3.21-5.11), que incluye una clara interpretación de la muerte de Cristo (3.24-26); (3) una elaborada explicación de la santificación (5.12-8.39); (4) una enérgica sección sobre la doctrina de la elección (9.1-29); (5) una desarrollada exposición de lo que ocurrió a la nación de Israel y del destino del pueblo de Dios (9.111.36); (6) una extensa sección dedicada a los dones espirituales (12.1-8); y (7) instrucciones sobre la relación del creyente con el estado (13.1-14). Indudablemente, Romanos es el libro más doctrinal de la Biblia.
V.
LA CIUDAD DE ROMA:
La ciudad de roma fue fundada en el año ―753 a.C.‖1 Con una más de de un millón de habitantes. ―Muchas historias acerca de su origen; Mitología, la historia de Romulo y Romelo criados por una loba en el origen de la ciudad. Situada al borde del río Tíbet; Augusto Cesar fue el primer Cesar.‖2 ―Roma atrajo a su seno hombres e ideas de todas partes del mediterráneo, hasta que casi 1000 años después de su comienzo había incorporado todas las restantes comunidades civilizadas desde Gran Bretaña hasta Arabia. Roma era cosmopolita y el resto del era Romano‖3 ―Roma estaba ubicada en la costa occidental de Italia unos 16 km al no de la desembocadura del rio Tiber‖ Factor político ―Roma dominaba políticamente el mundo mediterráneo durante la época inicial del cristianismo. Cuando Jesús nació en Belén, Roma dominaba el territorio comprendido entre el atlántico y el Eúfrates y desde Bretaña5 ―Roma tenía la política monárquica, pero en 509 la monarquía fue derrocada; tomó su lugar la república y la nación.‖6 Por lo tanto Roma era un lugar cosmopolita, monárquica, republicana, e imperial.
Factor económico Roma económicamente creció bastante, superó tanto hasta convertirse el centro de apogeo económico. Factor social La unión de tantas razas y pueblos bajo un imperio ayudó a derribar las barreras raciales y culturales y a unificar la raza humana. Esta le trajo a convertirse una nación cosmopolita. Factor religiosa A la ciudad de Roma ―llegaban muchos grupos étnicos cada uno con su religión y caminaban por sus calles‖7, ―En el año 27 a.C. Octavio estableció un nuevo gobierno. Se declaró príncipe y asumió el título de ―Augusto‖. Con el título de pontífice máximo‖ encabezó la religión del estado y en todas las provincias se rindió culto‖8 ―Su primera. Hay tres autores que definen que Roma a sido fundada en la fecha señalada como: Thomas D. Lea, Diccionario Certeza 2 www.indubiblia.og/romanos. 3 Diccionario Certeza, pág.,1165 4 Wilton M. Nelson, Diccionario Ilustrado dela biblia, pág.,563 5 Ibíd, pág.,561 6 Ibíd, pág,.561 7 Thomas D Lea, El nuevo testamento su trasfondo y su mensaje, pág.,410 8 Wilton M. Nelson, Diccionario Ilustrado dela biblia, pág.,561. La religión politeísta regida por un código moral bastante alto desapareció cuando por las conquistas del oriente los Romanos entraron en contacto con la filosofía escéptica de Grecia y con las religiones de misterio y sensuales de Asia. Los ricos y los intelectuales abrazan aquella y las masas, éstas. Como resultado, Roma llegó a ser una Babel Religiosa. Por tanto Roma perdió su identidad en su creencia e influenciado por la filosofía, abrasaron una nueva religión adaptando a los dioses dioses sensuales y religión de Misterio de Grecia y Asia. Y no sólo eso sino que llegó a celebrar culto al emperador en el año 69-79 se cuenta que el emperador Vespaciano en su lecho de muerte se reía de la idea de que el fuera Dios. ―En la Roma de entonces solo estaban a sus anchas los millonarios y los obscuros individuos del Oriente. Pero para el que buscaba el interior recogimiento y quietud como Pablo, Roma era un lugar terrible. Roma en tiempos del Apóstol tampoco era de aquella belleza embelesadora que celebran poetas posteriores, y que Fulgencio canta con estas palabras: ―¡Cuán hermosa debe ser la Jerusalén celestial, cuando ya la Roma terrenal brilla con tales fulgores¡‖. El vivir en los barrios comerciales era muy desagradable e insalubre a causa de la estrechez de las calles, de la falta del aire, del mal olor de las sobras de la comida, que se echaban a la calle y de los continuos peligros e incendio. El Tiber, por su carácter santificado como deidad, no podía regularse y provocaba frecuentes
epidemias a consecuencia de inundaciones. Las casas eran altas y estaban mal construidas. Marcial cuenta de un hombre que tenía que subir doscientos escalones para llegar a su aposento. El ruido de las calles era insoportable. Por la noche los carros que conducían mercancías, al pasar por los fragosos empedrados, producían un sonido estrepitoso, desde las siete de la tarde hasta la salida del sol. Durante el día iban por la calle los músicos sirios y sacerdotes mendicantes de Isis y Cibeles con el estridor de instrumentos de planchas metálicas y con estruendo de cascabeles. El inquilino pobre tenía que habitar al lado de la calle, los ricos vivían hacia el patio interior (peristilo). Así la vida en una casa de alquiler en el ardiente verano de Roma. Fue para Pablo no pequeño sacrificio.‖
VI.
EL MENSAJE:
En su tercer viaje misionero, Pablo trabajó extensamente en la ciudad de •Éfeso (Hch. 19). Después fue a Macedonia y a Acaya, con una larga estancia en •Corinto. Desde allí pensaba viajar a Jerusalén acompañando a los hermanos que llevaban una ofrenda para los pobres de esa ciudad (―Mas ahora voy a Jerusalén a ministrar a los santos‖ [Ro. 15:25]). En vez de tomar una trayectoria más directa, decidió subir a Macedonia y después a Troas, en su ruta hacia Jerusalén. La mayoría de los eruditos opinan que fue antes de emprender este viaje, estando en Corinto, cuando Pablo escribió esta epístola y la envió por mano de •Febe, ―diaconisa de la iglesia en Cencrea‖, que era un puerto de Corinto (Ro. 16:1–2). El apóstol escribe a una comunidad de creyentes compuesta de judíos convertidos pero con un gran componente, quizá la mayoría, de gentiles. Hay que recordar que en años anteriores se había producido el famoso decreto del emperador •Claudio que ordenaba la expulsión de los judíos de Roma (Hch. 18:2). El historiador Suetonio indica que el motivo había sido por unos alborotos causados entre ellos a causa de un tal ―Chrestos‖. Pero ese decreto, y otros similares, pasaban pronto al olvido y los judíos retornaban. Las matanzas que luego tendrían lugar en tiempos de •Nerón, indican que la población de cristianos era muy grande en Roma.‖15 Pablo declaró desde siempre visitar a Roma su deseo de visitar a los Romanos 1:13. Pablo escribió a los romanos con un triple propósito. Estaba buscando apoyo para su proyectada visita a España 15:24,28 Quería explicar a los romanos su teología, y aplicarla a los asuntos prácticos de la vida diaria. Quería instar a los romanos a una unidad mayor que la que tenían hasta ese momento 14:1-15_13
Es indudable que la Epístola a los Romanos constituye la declaración más científica del plan divino de la redención que plugo a Dios dar a los hombres. Dejando totalmente a un lado el asunto de su inspiración, podemos considerarlo como un tratado de inmensa trascendencia, de gran poder intelectual y que pone en fuga a las filosofías más brillantes concebidas por la mentalidad humana. La epístola fue dirigida a una vibrante iglesia en la ciudad de Roma. Aunque se desconocen las circunstancias que originaron la iglesia, pudo establecerla algún grupo de creyentes provenientes de Jerusalén después de la resurrección y del derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés. Cuando Pablo escribe la carta, no había visitado personalmente Roma, aunque desde hacía algún tiempo deseaba hacerlo.
VII.
EPISTOLAS DE LA PRISION
La carta a los Romanos no es una carta que fue escrita estando el Apóstol Pablo en prisión, él la escribe desde Corinto.
VIII.
FECHA Y LUGAR:
A consideración de estos temas está afectada por la cuestión de si los capítulos 15 y 16 formaban parte de la carta originalmente. Este asunto será tratado más adelante, pero por el momento damos por sentado que la carta incluía estos capítulos. Volvemos a señalar que todos los manuscritos de Romanos existentes los incluyen donde están en nuestro texto. Los datos acerca de la situación del autor aparecen en Romanos 1, 15 y 16 y se pueden resumir de la siguiente manera: 1. Hacía mucho que el apóstol tenía deseos de anunciar el evangelio en Roma y de compartir su ministerio de afirmación y fortalecimiento entre ellos (1:10–15). Es más, él había planeado en muchas ocasiones ir a Roma, pero su ministerio en la zona de Asia Menor y Grecia le habían impedido hacerlo hasta el momento en que escribía (1:13; 15:22). 2. Pablo había llenado la zona que abarcaba desde Jerusalén hasta Ilírico con el evangelio (15:19). Está terminando de reunir una ofrenda para los creyentes en Jerusalén (15:25–27). Va ahora a Jerusalén con la ofrenda y le preocupa su seguridad en esta ciudad y la manera en que los judíos creyentes recibirán la ofrenda (15:30–32). 3. Una vez entregada la ofrenda, su propósito es pasar por Roma camino a España (15:24, 28). Una comparación de la información en Romanos con la de Hechos indica que
al escribir la carta Pablo había finalizado su campaña en Éfeso y su situación es la reflejada en Hechos 19:21, 22 y 20:1–3. El segundo pasaje dice que llegó a Grecia donde pasó tres meses; después, emprendió el viaje hacia Jerusalén (Hech. 20:2, 3). 4. La información de Romanos indica que escribió la carta durante los tres meses que pasó en Grecia. Varios datos en la carta sugieren que el lugar preciso era Corinto. Por ejemplo, Pablo recomendó a los Romanos a Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea, el puerto al este de Corinto (16:1). Esta hermana había cruzado el istmo hasta Corinto desde donde ha de viajar hacia Roma (16:2). El apóstol mandó a los romanos los saludos de Gayo, su hospedador (16:23), quien puede ser el hombre de Corinto bautizado por Pablo (1 Cor. 1:14). Mandaron saludos Timoteo y Sosípater (16:21), compañeros de viaje de Pablo cuando salió de Grecia hacia Jerusalén (Hech. 20:4). Erasto, el tesorero de la ciudad donde Pablo estaba, también mandó saludos (16:23). Una inscripción en latín encontrada en Corinto y fechada a mediados del siglo I menciona a un Erasto quien, a cambio de ser nombrado edil o comisionado para obras públicas, había colocado a expensas propias el pavimento en una plaza cerca del teatro. Él puede ser el tesorero de la ciudad mencionado por Pablo (16:23). De modo que se puede ubicar la composición de Romanos después de la terminación de la campaña en Éfeso y antes del viaje a Jerusalén con la ofrenda. Para precisar la fecha es posible tomar como punto de referencia el ministerio de Pablo en Corinto. Una inscripción encontrada en Delfos en Grecia establece que Galión (Hech. 18:12–17) era procónsul en Acaya en el año 52 d. de J.C. y ya puede haber estado ocupando este cargo tan temprano como en el 50 d. de J.C. Pablo pasó un año y 6 meses en Corinto (Hech. 18:11) y durante ese tiempo fue llevado ante Galión (Hech. 18:12). Es probable que la estadía de Pablo en Corinto deba ubicarse en los años 50 a 52 d. de J.C. Saliendo de Corinto, Pablo regresó a Antioquía donde estuvo por un tiempo y entonces pasó por Galacia y Frigia para llegar a Éfeso (Hech. 18:18–24). Allí estuvo por dos años y unos meses (Hech. 19:8, 10; 20:31). Salió de Éfeso en el año 55 ó 56 d. de J.C. Dejando lugar para un margen de más o menos 1 ó 2 años, se puede ofrecer como fecha probable para la escritura de la carta a los Romanos el invierno (diciembre a febrero en el hemisferio norte) del año 55–56 ó 56–57 d. de J.C. Ahora es posible resumir la situación de Pablo al escribir la carta. Pasó los meses de diciembre a febrero del 55–56 ó 56–57 d. de J.C. en Corinto, en la casa de Gayo quien había sido bautizado por Pablo (1 Cor. 1:14). Había quedado atrás una larga y exitosa campaña en Éfeso que involucraba algunos peligros. Escribió Pablo: ―Batallé en Éfeso
contra las fieras‖ (1 Cor. 15:32). También se había resuelto una difícil crisis en Corinto que había puesto en duda la autoridad apostólica de Pablo y había requerido una serie de contactos (cartas y visitas) para su solución. Por delante hay dos grandes proyectos: el viaje a Jerusalén con la ofrenda y la misión en España pasando por Roma en el camino. Aun estos proyectos implicarán peligro y requerirán apoyo para su realización. Por el lapso de unos tres meses el Apóstol se encontró con un poco de tiempo para ―tomar aire‖, libre de sus exigentes tareas. Era como si él hubiera terminado un capítulo en su vida y estuviera esperando iniciar otro
ANALISIS SINTACTICO DE ROMANOS 8:28-39. VERSION REINA VALERA 1960 Rom 8:28-30 (28) Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (29) Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos. (30) Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. Rom 8:38-39 (38) Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, (39) ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
VERSION NVI Rom 8:28-30 (28) Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman,* los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. (29)
Porque a los que Dios conoció de antemano,
también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. (30) A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó Rom 8:38-39 (38)
Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida,
ni los ángeles ni los
demonios,* ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, (39) ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
VERSION BIBLIA AL DÍA Rom 8:28-30 (28) Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. (29)
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. (30) A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. Rom 8:38-39 (38)
Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los
demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, (39) ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor. VERSION DIOS HABLA HOY CON DEUTEROCANONICOS Rom 8:28-30 (28) Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito. (29) A los que de antemano Dios había conocido, los destinó desde un principio[a] a ser como su Hijo,[b] para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos. (30) Y a los que Dios destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó, los hizo justos; y a los que hizo justos, les dio parte en su gloria. Rom 8:38-39 (38) Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, (39) ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!
VERSION SEPTUAGINTA Rom 8:28-30 (28) Y sabemos que a los amantes de Dios, todo coopera en bien, a los que según propósito llamados son. (29) Pues, a los que preconoció, también predestinó conformes a la imagen de su Hijo, para ser él primogénito entre muchos hermanos; (30) y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. Rom 8:38-39 (38) Pues cierto estoy de que ni muerte, ni vida; ni ángeles, ni principados, ni potencias; ni lo presente ni lo futuro; (39) ni alteza, ni hondura, ni criatura alguna otra podrános apartar del amor de Dios, el en Cristo Jesús, Señor nuestro. FRASE PRIMERA: A los que conforme a su propósito son llamados. VERSION REINA VALERA 1960
FRASE SEGUNDA: Porque a los que Dios conoció de antemano VERSION NVI
FRASE TERCERA: Pues estoy convencido de que ni la muerte. VERSION NVI.
CONCLUSION: 1. ―Su propósito son llamados‖ 2. ―Dios conoció de antemano‖ 3. ―Pues estoy convencido‖
CONTEXTO SECCIONAL DE LA CARTA A LOS ROMANOS
I. Asuntos introductorios (1:1–17) A. Saludos (1:1–7) B. Establecimiento de una relación cordial (1:8–15) C. Tema principal (1:16–17) II. La justicia de Dios se revela a través de la condenación (1:18–3:20) A. Condenación de la humanidad pagana (1:18–32) 1. Razones de la condenación (1:18–23) 2. Resultados de la condenación (1:24–32) B. Condenación según las normas divinas (2:1–16) 1. Veracidad (2:1–4) 2. Equidad (2:5–11) 3. Jesucristo (2:12–16) C. Condenación de los judíos infieles (2:17–3:8) 1. Por su hipocresía (2:17–24) 2. Por la confianza depositada en sus ritos (2:25–29) 3. Por su incredulidad. (3:1–8) D. Condenación de la humanidad (3:9–20) 1. Todos están bajo pecado (3:9–18) 2. Todos están conscientes del pecado (3:19–20) III. La justicia de Dios se revela en la justificación (3:21–5:21) A. Explicación de la justicia provista (3:21–31) B. Ilustración de la justicia provista (cap. 4) 1. Por fe y no por obras (4:1–8) 2. Por fe y no por ritos (4:9–12) 3. Por fe y no por la ley (4:13–17) 4. Por fe en la promesa de Dios (4:18–25) C. Resultados de la justicia provista (5:1–11) D. Contrastes de la justicia provista (5:12–21) IV. La justicia de Dios se revela en la santificación (caps. 6–8) A. Base de la santificación (6:1–4) B. Actitudes en cuanto a la santificación (6:5–23) 1. Considerarse (6:5–11)
2. Rendirse (6:12–14) 3. Servir (6:15–23) C. Conflicto en la santificación (cap. 7) 1. El creyente y la ley (7:1–6) 2. La ley y el pecado (7:7–13) 3. El creyente y el pecado (7:14–25) D. Poder para la santificación (8:1–17) E. Meta de la santificación (8:18–27) F. Certeza de la santificación (8:28–39) V. La justicia de Dios se revela en la elección soberana (caps. 9–11) A. Proclamación de la elección soberana de Dios (9:1–29) 1. Privilegios de Israel (9:1–5) 2. La elección ilustrada (9:6–18) 3. La elección explicada (9:19–29) B. Aplicación de la elección soberana de Dios (9:30–10:21) 1. Tropiezo de Israel (9:30–10:4) 2. Misericordiosa oferta divina (10:5–15) 3. Rechazo de parte de Israel (10:16–21) C. Cumplimiento de la elección soberana de Dios (cap. 11) 1. En la elección por gracia (11:1–10) 2. En el alcance a los gentiles (11:11–24) 3. En la salvación de Israel (11:25–32) 4. Para gloria y alabanza de Dios (11:33–36) VI. La justicia de Dios se manifiesta en la vida transformada (12:1–15:13) A. Dedicación básica (12:1–2) B. Ministerio cristiano (12:3–8) C. Relaciones sociales (12:9–21) D. Relación con la autoridad (13:1–7) E. A la luz del futuro (13:8–14) F. Trato con otros cristianos (14:1–15:13) 1. Sin juzgar (14:1–12) 2. Sin impedimento (14:13–23) 3. Como imitadores de Cristo (15:1–13) VII. Observaciones finales (15:14–16:27)
A. Planes personales (15:14–33) B. Saludos personales (16:1–16) C. Palabras finales (16:17–27) PASO NUMERO DOS
ANALISIS SINTACTICO DE ROMANOS 8:28-39 1.
FORMA LITERARIA: Carta escrita en prosa.
2. PARRAFO: a. Proposición Temática Una de las verdades más difíciles de aceptar en la vida cristiana es que todo lo que nos ocurre está bajo el control de Dios y por lo tanto, contribuye a nuestro crecimiento y edificación espiritual. En teoría es una verdad que todos comprendemos, pero cuando estamos sufriendo en medio de las dificultades, nos cuesta aceptarla. Preferiríamos que Dios nos evitara las pruebas. La razón principal por la cual se nos dificulta entender esta verdad, es que no podemos comprender qué quiere lograr Dios en nuestra vida a través de las circunstancias difíciles. En este pasaje Pablo traza el plan general de Dios para llevarnos hacia la glorificación con Cristo. b. DIVISIONES NATURALES Y MOSTRADOR SINTACTICO Rom 8:28-39 1. El Apóstol Pablo escribe en estos versículos acerca La soberanía de Dios y de su propósito para la vida del cristiano en Roma
(28) Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
(29) Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos. (30) Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
2.
El Apóstol Pablo escribe acerca dela Soberanía de Dios y de su sustentación a la vida del cristiano en Roma
(31) ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (32) El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
3.
El Apóstol Pablo escribe acerca de la Justificación de Dios por medio de Cristo para el cristiano en Roma
(33) ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. (34) ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
4. El Apóstol Pablo acerca de la protección y de su fidelidad hasta el final de la vida del cristiano en Roma (35) ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? (36) Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.
5.
El Apóstol Pablo escribe que la victoria de Cristo en la cruz del Calvario y
de la seguridad del amor de Dios lo que hace vencedor a todo cristiano en Roma (37) Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. (38) Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, (39) ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
PASO NUMERO TRES .ANALISIS VERBAL DE:
ROMANOS 8:28-39
1. PROPOSITO:
(del
gr.ρόθεζις,
πρόζθεζις
prothesis
/proth·es·is/)
Determinación firme de hacer algo; Objetivo que se pretende alcanzar; en las sagradas escrituras se manejan tres clases de propósitos y son como siguen:
Del hombre Para el mal ♦ en la rebelión contra Dios: Ge 11:6 ♦ destructivo de los asirios: Is 10:5–7 ♦ de derramar sangre: Eze 22:6, 9 ♦ el propósito unánime del conjunto de los diez reinos de los últimos días Ap 17:13, 17: referencias generales: Sal 64:5; 140:4 para bien ♦ sin vacilar en propósito: 2 Co 1:17– 18 ♦ propósito del creyente en dar: 2 Co 9:7 ♦ unanimidad de propósito entre creyentes: Flp 2:2 ♦ propósito del ministerio de Pablo en Cristo: Col 1:28–29 ♦ disciplina del creyente para el propósito de piedad: 1 Ti 4:7 ♦ sobriedad del creyente para la oración: 1 Pe 4:7 ♦ referencias generales: Sal 17:3; Hch 19:21. De Dios ♦ su propósito invencible: Job 42:2 ♦ su creación de todo para su propósito: Pr 16:4 ♦ su propósito en contra de una nación: Is 19:12, 17; Je 49:20; 51:11 ♦ inmutabilidad de su propósito: Is 46:10–11; Je 4:28; Heb 6:17 ♦ su propósito siempre cumplido: Is 46:10–11; Je 51:12; La 2:17 (cp. Is 44:26) ♦ su propósito cumplido por su palabra: Is 55:11 (cp. Stg 4:5) ♦ los propósitos de su corazón entendidos en los postreros días: Je 23:20 ♦ su propósito para el día del SEÑOR: Am 5:18–20 ♦ los enemigos de Israel no entienden sus propósitos: Mi 4:11–12 ♦ su propósito judicial conforme a las obras del hombre: Zac 1:6 ♦ rechazo de sus propósitos: Lc 7:30 ♦ su propósito al predeterminar los sucesos: Hch 4:28 ♦ su propósito servido por David: Hch 13:36 ♦ todo su propósito declarado por Pablo: Hch 20:27 ♦
creyentes llamados conforme a su propósito: Ro 8:28 ♦ su propósito conforme a su libre voluntad y no a la del hombre: Ro 9:11 ♦ su propósito al demostrar su poder por Faraón: Ro 9:17 ♦ su propósito para que los creyentes tengan vida inmortal: 2 Co 5:4–5 ♦ su propósito en Cristo en cuanto a los creyentes: Ef 1:9 ♦ comprensibilidad de su propósito: Ef 1:11 ♦ perpetuidad de su propósito: Ef 3:11; 2 Ti 1:9 ♦ su propósito para la santificación y pureza de los creyentes: 1 Tes 4:7 ♦ su propósito eterno de salvación para creyentes: 2 Ti 1:9 ♦ su propósito para que los creyentes sufran pacientemente por la justicia: 1 Pe 2:20–21 (cp. 4:1) ♦ su propósito de que los creyentes den bendición a otros: 1 Pe 3:9 (cp. Hch 20:35). De Cristo ♦ predicar el reino: Lc 4:43 ♦ salir a Galilea: Jn 1:43 (cp. 4:1–4) ♦ ser crucificado: Jn 12:27, 32–33 ♦ designar a Pablo para su ministerio: Hch 26:16–18 ♦ para que los creyentes sean bendición a otros: 1 Pe 3:9 (cp. Hch 20:35) ♦ para destruir las obras del diablo: 1 Jo 3:8
2. ESCATIMAR: (del gr. φείδομαι pheidomai /fi·dom·ahee/) Dar o emplear la menor cantidad posible de cierta cosa: los vecinos acusan al municipio de escatimar recursos para arreglar el barrio; la crítica no escatimó elogios para el escritor. sin regatear. También podemos emplear el término Eximir que nos dará el significado más correcto de esta palabra: La frase no eximió (v. 32a) recuerda el lenguaje del ángel a Abraham después de que él no rehusó sacrificar a su hijo Isaac; la LXX usa el mismo verbo para referirse a esta disposición de Abraham (Gén. 22:12 y 16). La gran diferencia es que Abraham recibió de vuelta a su hijo, pero no hubo ningún cordero para sacrificar en lugar del Cordero de Dios. La expresión su propio Hijo destaca la diferencia entre los hijos adoptivos y el Hijo unigénito. Dios lo entregó por todos nosotros. El sentido común del término traducido por aquí es ―a favor de, en beneficio de‖. Sin embargo, en este contexto
parece difícil evitar el sentido ―en lugar de‖ (ver el comentario de Murray y la nota de Morris). La palabra todos subraya el alcance de la muerte redentora de Cristo. Murray cita las palabras de Octavius Winslow en un libro publicado a mediados del siglo pasado: ―¿Quién entregó a Jesús a morir? No era Judas por dinero; ni Pilato, por miedo; ni los judíos, por envidia; sino el Padre, por amor‖. Sin embargo, Morris señala en una nota que se debe tener en cuenta que el mismo término puede usarse de la entrega de Jesús (1) por Judas (Juan 18:5); (2) por los principales sacerdotes y ancianos (Mat. 27:2); (3) por el pueblo de Jerusalén (Hech. 3:13); (4) por Pilato (Mar. 15:15); y (5) la entrega de sí mismo por Jesús (Gál. 2:20). En última instancia somos nosotros
los
responsables
ya
que
―fue
entregado
por
nuestras
transgresiones‖ (Rom. 4:25). 3. VENCEDORES: (del gr. ὑπερνικάω hupernikao /hoop·er·nik·ah·o/) que ha vencido en una competición o una lucha: llegó muy satisfecho el vencedor del certamen.
El termino Vencedor debe entenderse también con el
sinónimo de Victoria que es la raíz de la palabra en el contexto griego y sus definiciones en las Escrituras son: Victoria convertida en duelo: 2 S 19:2 ♦ victoria de los valientes de David en la guerra: 2 S 23:9–12 ♦ victoria de Naamán, capitán del ejército del rey de Aram: 2 R 5:1 ♦ profecía de Eliseo de la victoria de Israel sobre Aram: 2 R 13:17 ♦ la victoria es del SEÑOR: 1 Cr 29:11; Sal 98:1; Pr 21:31 ♦ gozo por la victoria: Sal 20:5 ♦ falsa esperanza de victoria en hombres y caballos: Sal 33:17 ♦ victoria en abundancia de consejeros: Pr 11:14 ♦ victoria sobre Babilonia por juicio divino: Je 51:14 ♦ la victoria final por el Mesías: Mt 12:20 ♦ victoria sobre la muerte por medio de Cristo: 1 Co 15:54–57 ♦ victoria que vence al mundo por fe en Cristo: 1 Jo 5:4–5
PASO NUMERO CUATRO ANALISIS TEOLOGICO DE: ROMANOS 8:28-39 1. AMOR: del Gr. ἀγαπάω [agapao /ag·ap·ah·o/] . En el Antiguo Testamento a.
Etimología
La palabra amor es trad. Principalmente del heb. ˒āhēḇ, que en todas sus expresiones tiene un uso tan amplio como en castellano, y es fácilmente la voz más común para todas las facetas de su significado. Otras palabras heb. Son dôḏ y ra˓yâ (respectivamente para el amor ardiente y su objeto femenino, esp. En Cnt), yāḏaḏ (p. ej. Sal. 127.2), ḥāšaq (p. ej. Sal. 91.14), ḥāḇaḇ (solamente Dt. 33.3), ˓āḡaḇ (p. ej. Jer. 4.30, para los amantes ilícitos), y rāḥam (Sal. 18.1). En el AT el amor, sea humano o divino, es la expresión más profunda que puede darse de la personalidad y de la intimidad de las relaciones personales. En el sentido no religioso, ˒āhēḇ se emplea más comúnmente para el deseo o la atracción mutua de los sexos, en que no hay restricción alguna o sentido de impureza (véase Cnt. para su expresión más sublime). También se aplica a una multitud de relaciones personales (Gn. 22.2; 37.3) y subpersonales (Pr. 18.21), que no están ligadas en absoluto al impulso sexual. Fundamentalmente se trata de una fuerza interna (Dt. 6.5, ―fuerzas‖) que nos impulsa a realizar aquella acción que da placer (Pr. 20.13), obteniendo así el objeto que nos despierta el deseo (Gn. 27.4, véase rsv), o en el caso de personas, al sacrificio de uno mismo para el bien de la persona amada (Lv. 19.18, 34) y a una inquebrantable lealtad (1 S. 20.17– 42). b. Etimología en el Nuevo Testamento El término gr. Más común para todas las formas del amor en el NT es agapē, agapaō. Esta es una de las palabras menos comunes en el gr. Clásico, donde expresa, en las pocas ocasiones en que aparece, esa
forma suprema y noble del amor que ve algo infinitamente precioso en su objeto. Su uso en el NT no deriva directamente del gr. Clásico sino de la LXX, en la que aparece en el 95% de los casos en que el heb. Se trad. Por ―amor‖ en las vss.; Y en todos los casos en que está relacionado con el amor de Dios hacia el hombre, del hombre hacia Dios, y del hombre hacia su prójimo. La dignidad que pose este término en el NT se debe a su uso como vehículo de la revelación del AT. Está cargada de relaciones veterotestamentarias. Fileō es la voz que alterna con agapaō. Se usa más naturalmente para el afecto íntimo (Jn. 11.3, 36; Ap. 3.19), y para el placer de hacer cosas que resultan agradables (Mt. 6.5), aunque encontramos una considerable superposición en el uso de ambos términos. Buena parte de la exégesis de Jn. 21.15–17 ha girado en torno a la disposición de Pedro a decir filō se (―yo soy tu amigo‖, J. B. Phillips; cf. ―te aprecio‖, La Biblia al Día) y su aparente resistencia a decir agapō se (cf. °vm, con el contraste entre ―amar‖ y ―querer‖). Resulta difícil comprender por qué un escritor como Juan, cuyo griego era tan simple, habría de usar las dos palabras en este contexto a menos que deseara hacer una distinción entre sus significados. Los eruditos disputan seriamente, sin embargo, la existencia de una clara distinción, aquí o en otros pasajes, y los antiguos comentaristas no lo mencionan, excepto quizás Ambrosio (Sobre Lucas 10.176) y la Vg., que emplea en este pasaje diligo y amo para trad. Agapaō y fileō, respectivamente.
2. PREDESTINACION: Faltan palabras en el AT para expresar la idea de predestinación en forma abstracta y generalizada, pero a menudo expresa la idea de que Dios se propone, determina, u ordena ciertas cosas, en contextos que llaman la atención sobre la absoluta prioridad e independencia de sus propósitos en relación con la existencia o la realización de lo que se propone (cf. Sal. 139.16; Is. 14.24–27; 19.17; 46.10s; Jer. 49.20; Dn. 4.24s).
I. Presentación bíblica a. En el Antiguo Testamento El AT presenta a Dios, el Creador, como un ser personal, poderoso, que tiene metas concretas; y nos asegura que así como su poder es ilimitado, también sus metas o propósitos se cumplirán indefectiblemente (Sal. 33.10s; Is. 14.27; 43.13; Job 9.12; 23.13; Dn. 4.35). Él es Señor en todas las situaciones, que ordena y encamina todas las cosas hacia el fin para el cual han sido creadas (Pr. 16.4), y determina todos los acontecimientos, grandes y pequeños, desde el pensamiento de los reyes (Pr. 21.1), y las palabras y hechos premeditados de todos los hombres (Pr. 16.1, 9), hasta la aparentemente casual caída de una suerte (Pr. 16.33). Nada de lo que Dios se propone le es demasiado difícil (Gn. 18.14; Jer. 32.17); la idea de que la oposición organizada del hombre de alguna manera podría torcer sus planes es simplemente absurda (Sal. 2.1–4). La profecía de Isaías amplía más claramente que ninguno de los otros libros del AT la idea del plan de Dios como factor decisivo en la historia. Isaías hace notar que los propósitos de Dios son eternos, que Yahvéh ha planeado ―desde tiempos antiguos‖, ―desde el principio‖, los acontecimientos presentes y futuros (cf. Is. 22.11; 37.26; 44.6–8; 46.10s), y que, justamente porque es él, y no otro, el que ordena todos los acontecimientos (Is. 44.7), nada puede evitar que ocurra lo que ha predicho (Is. 14.24–27; 44.24–45.25; cf. 1 R. 22.17– 38; Sal. 33.10s; Pr. 19.21; 21.30). La capacidad de Yahvéh para predecir que van a suceder cosas aparentemente increíbles prueba su pleno control de la historia, mientras que la incapacidad de los ídolos de predecirlas demuestra
que
no
tienen
control
alguno
sobre
ella
(Is.
44.6–
8; 45.21; 48.12–14). A veces parecería que Yahvéh reacciona, ante ciertas situaciones, como si no las hubiera previsto (p. ej. cuando se arrepiente, y rectifica su acción anterior, Gn. 6.5; Jer. 18.8, 10; 26.3, 13; Jl. 2.13; Jon. 4.2). Pero por el contexto bíblico resulta claro que el propósito de dichos antropomorfismos,
y lo que los mismos quieren destacar, es simplemente que el Dios de Israel es un Dios realmente personal, y no arrojar dudas sobre si realmente preordena y rige los asuntos humanos. El que Yahvéh gobierna teleológicamente la historia humana a fin de llevar a cabo sus propios propósitos, predestinados para el bienestar de la humanidad, surge claramente de la historia bíblica ya en el protoevangelio (Gn. 3.15), y en la promesa a Abraham (Gn. 12.3). El tema se va desenvolviendo por medio de las promesas, dadas en el desierto, de prosperidad y protección en Canaán (cf. Dt. 28.1–14), y de los cuadros proféticos de la gloria mesiánica que sucedería a la obra divina de juzgamiento (Is. 9.1ss; 11.1ss; Jer. 23.5ss; Ez. 34.20ss; 37.21ss; Os. 3.4s, etc.); y llega a su punto máximo en la visión de Daniel, en la que Dios determina los momentos de grandeza y de decadencia de los imperios mundiales a fin de establecer el gobierno del Hijo del hombre (Dn. 7; cf. 2.31–45). No sería posible proponer con alguna seriedad una escatología global de este orden, salvo que se adopte como presuposición el que Dios sea Señor absoluto de la historia, que prevé y preordena todo su curso. Es en función de esta visión de la relación entre Dios y la historia de la humanidad que el AT describe la elección divina de Israel como pueblo de su pacto, y objeto e instrumento de su obra de salvación. Esta elección fue inmerecida (Dt. 7.6s; Ez. 16.1ss), y fruto, exclusivamente, de su gracia. Fue hecha con un propósito; Israel recibió un destino, el de ser bendecida, y de esa manera convertirse en bendición para las demás naciones (cf. Sal. 67; Is. 2.2–4; 11.9ss; 60; Zac. 8.20ss; 14.16ss). Sin embargo, por el momento era exclusiva; la selección de Israel significaba que las otras naciones habían sido deliberadamente dejadas de lado (Dt. 7.6; Sal. 147.19s; Am. 3.2; cf. Ro. 9.4; Ef. 2.11s). Durante más de un milenio Dios los mantuvo fuera del pacto, y solamente fueron objeto de sus juicios punitorios por sus crímenes nacionales (Am. 1.3–2.3), y por su mala disposición para con el pueblo elegido (cf. Is. 13–19, etc.).
b. En el Nuevo Testamento Los escritores neotestamentarios aceptan sin reservas el testimonio veterotestamentario
de
que
Dios
es el
soberano
Señor
de
los
acontecimientos, que dirige la historia para dar cumplimiento a sus propósitos. Su invariable insistencia en el hecho de que el ministerio de Cristo y la dispensación cristiana representaban el cumplimiento de las profecías
bíblicas,
pronunciadas
siglos
antes
(Mt.
1.22; 2.15, 23; 4.14; 8.17; 12.17ss; Jn. 12.38ss; 19.24, 28, 36; Hch. 2.17ss; 3.22ss; 4.25ss; 8.30ss; 10.43; 13.27ss; 15.15ss; Gá. 3.8; He. 5.6; 8.8ss; 1 P. 1.10ss, etc.), y que el objetivo último de Dios al inspirar las Escrituras heb. fue el de instruir a los creyentes cristianos (Ro. 15.4; 1 Co. 10.11; 2 Ti. 3.15ss), es prueba suficiente de ello. (Nótese que ambas convicciones
derivan
de
nuestro
Señor
mismo:
cf.
Luc.
18.31ss; 24.25ss, 44ss; Jn. 5.39.) Rasgo nuevo, sin embargo, es que la idea de la elección, que ahora se aplica no al Israel nacional, sino a los creyentes cristianos, se individualiza en forma consistente (cf. Sal. 65.4), y se le asigna una referencia pretemporal. El AT asimila la elección al ―llamamiento‖ histórico de Dios (cf. Neh. 9.7), pero el NT distingue netamente ambas cosas al representar la elección como el acto de Dios de predestinar a los pecadores a la salvación en Cristo ―antes de la fundación del mundo‖ (Ef. 1.4; cf. Mt. 25.34; 2 Ti. 1.9), acto correlativo con su preconocimiento de Cristo ―desde antes de la fundación del mundo‖ (1 P. 1.20). El concepto neotestamentario invariable es que toda la gracia salvadora dada a los hombres en el tiempo (conocimiento del evangelio, comprensión del mismo como también la capacidad para responder al mismo, preservación y gloria final) emana de la elección divina en la eternidad. El lenguaje de Lucas en el relato de Hechos es un extraordinario testimonio de su creencia de que la salvación es fruto de una gracia preventiva (2.47; 11.18, 21–23; 14.27; 15.7ss; 16.14; 18.27), otorgada de acuerdo con
la preordenación divina (13.48; 18.10), y no simplemente que Cristo fue predestinado a morir, resucitar, y reinar (Hch. 2.23, 30s; 3.20; 4.27s). En el Evangelio de Juan, Cristo dice que fue enviado para salvar cierto número
de
individuos
que
su
Padre
le
había
―dado‖
(Jn.
6.37ss; 17.2, 6, 9, 24; 18.9). Estas son sus ―ovejas‖, las suyas propias (10.14ss, 26ss; 13.1). Por ellas oró en forma específica (17.20). Se ocupó de
―atraerlas‖
hacia
sí
mismo
por
medio
de
su
Espíritu
(12.32; cf. 6.44; 10.16, 27; 16.8ss); de darles vida eterna, en comunión consigo y con el Padre (10.28; cf. 5.21; 6.40; 17.2; Mt. 11.27); de mantenerlas, sin perder ni una sola (6.39; 19.28s; cf. 17.11, 15; 18.9), de llevarlas a su gloria (14.2s; cf. 17.24), y de levantar sus cuerpos en el día final (6.39s; cf. 5.28s). Aquí se hace explícito el principio de que los que disfrutan de la salvación lo hacen gracias a la predestinación divina. La aclaración más completa de este principio la encontramos en los escritos de Pablo. Desde toda la eternidad, declara Pablo, Dios tiene preparado un plan (prothesis) para salvar a una iglesia, aunque en tiempos antiguos dicho plan no se dio a conocer plenamente (Ef. 3.3–11). El propósito del plan es que los hombres sean adoptados como hijos por Dios y sean renovados a la imagen de Cristo (Ro. 8.29), y que la iglesia, el grupo de los así renovados, crezca hasta alcanzar la plenitud de Cristo (Ef. 4.13). Los creyentes pueden regocijarse en la certeza de que, como parte de su plan, Dios los predestinó personalmente para compartir dicho destino (Ro. 8.28ss; Ef. 1.3ss; 2 Ts. 2.13; 2 Ti. 1.9; cf. 1 P. 1.1s). La elección fue enteramente por gracia (2 Ti. 1.9), y de ninguna manera se relaciona con nuestros méritos; en realidad se hizo contrariando el merecido castigo previsto (cf. Jn. 15.19; Ef. 2.1ss). Como Dios es soberano, su elección predestinada es garantía de salvación. De aquí surge un ―llamamiento‖ efectivo, que despierta la respuesta de fe requerida (Ro. 8.28ss; cf. 9.23s; 1 Co. 1.26ss; Ef. 1.13; 2 Ts. 2.14); la justificación (Ro. 8.30); la santificación (1 Ts. 2.13); y la glorificación (Ro. 8.30, pasaje este en el cual el tiempo pasado indica la certidumbre de su cumplimiento; 2 Ts. 2.14). Pablo imparte
esta enseñanza a los cristianos, personas que eran ―llamadas‖ ellas mismas, para confirmar su actual seguridad y su salvación final, y para hacerles comprender la magnitud de su deuda para con la misericordia de Dios. Los ―elegidos‖, a quienes y sobre quienes se habla en cada epístola paulina, son él mismo y/o los creyentes a quienes escribe (―vosotros‖, ―nosotros‖). Se ha argumentado que el conocimiento previo de Dios no significa preordenación, y que la *elección personal en el NT está fundada en la previsión de Dios de que las personas elegidas responderán al evangelio por sí mismas. Las dificultades que presenta este punto de vista parecerían ser: (1) afirma, en efecto, la elección de acuerdo con las obras y los méritos, mientras que la Escritura indica que la elección es por gracia (Ro. 9.11; 2 Ti. 1.9), y la gracia excluye toda consideración de lo que hace el hombre por sí mismo (Ro. 4.4; 11.6; Ef. 2.8s; Tit. 3.5); (2) si la elección es para la fe (2 Ts. 2.13) y las buenas obras (Ef. 2.10), no puede depender de la previsión de estas cosas; (3) según esta perspectiva, Pablo debería apuntar, no a la elección de Dios, sino a la propia fe del cristiano como fundamento de su seguridad de salvación final; (4) aparentemente la Escritura equipara el conocimiento previo con la preordenación (cf. Hch. 2.23). III. Elección y reprobación El concepto vinculado con la idea de reprobar (* Reprobado) aparece por primera vez en Jer. 6.30 (―desechar‖ en °vrv2) (cf. Is. 1.22), en una metáfora tomada de la refinación de metales. La idea es de algo que, por su condición corrupta, no pasa el examen instituido por Dios y que, por consiguiente, es rechazado. La metáfora vuelve a aparecer en el NT. Se la aplica al mundo gentil (Ro. 1.28) y a los cristianos profesantes (1 Co. 9.27, °vrv2 ―eliminar‖; 2 Co. 13.5s; cf. 2 Ti. 3.8; Tit. 1.16). Sin embargo, a partir de Agustín la teología cristiana habla de la reprobación, no como el rechazo por Dios de determinados pecadores en la historia, sino como lo que (según se sostiene) está por detrás de ella: la determinación de Dios,
desde toda la eternidad, de pasarlos por alto, y no darles su gracia salvadora (cf. 1 P. 2.8; Jud. 4). Por ello se ha hecho costumbre definir la predestinación como algo que consiste en la elección y la reprobación juntas. Se disputa si debe incluirse la reprobación en la eterna prothesis de Dios. Algunos justifican su inclusión apelando a Ro. 9.17s, 21s; 11.7s. Parecería difícil negar, sobre la base de 9.22, que el endurecimiento y la consiguiente perdición de algunos, que en los vv. 19–21 Pablo indicó como un derecho de Dios, sea realmente parte de su propósito de predestinación; aunque debemos notar que Pablo se ocupa de destacar, no la implacabilidad de Dios hacia el reprobado, sino el prolongado refrenamiento de su ira para con las personas que están listas para la destrucción (cf. 2.4). Pero no es fácil determinar el alcance exacto de estos versículos en su contexto.
3. JUSTIFICACION:
Significado de término “Justificar” (heb. ṣ ḏāq; gr. [ LXX y NTS] dikaioō) es término forense que significa ―absolver‖, ―declarar justo‖, lo opuesto de ―condenar‖ (cf. Dt. 25.1; Pr. 17.15; Ro. 8.33). Justificar es la acción del juez. Desde el punto de vista del litigante, en consecuencia, ―ser justificado‖ significa ―conseguir el veredicto‖ (Is. 43.9, 26) . De las 39 veces que el verbo ―justificar‖ aparece en el NT, 29 pertenecen a epístolas o expresiones de Pablo, como ocurre con las dos veces que aparece el sustantivo correspondiente, dikaiosis (Ro. 4.25; 5.18). Esto refleja el hecho de que de los escritores neotestamentarios solamente Pablo toma como elemento básico de su soteriología el concepto de la justificación. Para Pablo la justificación es la acción de Dios de remitir los pecados de los hombres culpables, y considerarlos justos, gratuitamente, por su gracia, mediante la fe en Cristo, sobre la base, no de sus propias obras sino de la obediencia a la ley y el derramamiento redentor de su
sangre por parte del señor Jesucristo, en representación de ellos. (Para las partes de esta definición véase Ro. 3.23–26; 4.5–8; 5.18s).
4. GLORIFICACIÓN: Del lat. glorificationem, atribuirle gloria a alguien En las Escrituras el término glorificación generalmente se usa para Jesucristo o el pueblo de Dios. La glorificación de Jesús indica las perfecciones divinas manifestadas en su persona y obras (Jn 1:14; 2:11; 17:2). La glorificación de Cristo se reveló especialmente en ―la hora‖ de su sufrimiento en la cruz (Jn 12:23) y en su resurrección con cuerpo transformado de poder, gloria e inmortalidad (1 Co 15:43; Flp 3:20–21; Heb 2:9; Ap 1:18). La naturaleza de la persona de Cristo como Dios–hombre y su realización perfecta de la redención le hace digno de ―recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza‖ (Ap 5:12; cp. vers. 13; Flp 2:9–11; 1 Pe 2:9). La glorificación del pueblo de Dios se refiere específicamente al cuerpo transformado que los creyentes ―en Cristo,‖ tanto los vivos como los muertos, reciban en su venida (Ro 8:23; 1 Co 15:51–57; Flp 3:20–21; 1 Tes 4:16–17; 1 Jo 3:1–2). La glorificación es la etapa final de la salvación personal y cumple con el propósito de Dios de conformar a cada creyente a la imagen de Cristo como humanidad perfecta (Ro 8:29) ♦ de Jesús: Lc 24:26; Jn 7:39; 8:54; 11:4; 12:16, 23; 13:31–32; 16:14; 17:1, 5, 10; Hch 3:13; Ro 8:17; Flp 3:3, 21; Col 3:4; 2 Tes 1:10, 12; 2:14; 1 Ti 3:16; Heb 2:7, 9; 1 Pe 1:11, 21 (cp. Is 4:2; Hch 7:55–56; Heb 8:1; Stg 2:1) ♦ de los redimidos: Sal 73:24; Is 55:5; 60:9; Ro 8:17, 21, 30; 9:23; 1 Co 2:7; 2 Co 4:17; Col 1:27; 3:4; 2 Tes 2:14; 2 Ti 2:10; Heb 2:10; 1 Pe 1:7–8; Jud 24 (cp. 2 Co 3:18); Ap 14:1–5; 15:2–4 ♦ de la palabra de Dios: Is 42:21; Hch 13:48; 2 Tes 3:1 ♦ de la casa de la gloria de Dios: Is 60:7 ♦ del nombre de Dios: Is 63:14 ♦ de Moisés y Elías: Lc 9:30–31 de sí mismo ♦ evitada por Jesús: Heb 5:5 ♦ practicada por Babilonia de los últimos días: Ap 18:7.
5. CRISTO:
El término Cristo (gr.
Cristos) o Mesías (heb., mashiach) significa ―El
Ungido‖ (Sal 2:2; Da 9:25–26; Jn 1:41; 4:25; cp. Sal 45:7). El término Cristo indica el nombre oficial del Hijo (cp. Lc 4:18–19), mientras que Jesús es su nombre personal y humano (Mt 1:21). Sin embargo, la iglesia primitiva poco a poco usó Cristo más y más como parte de su nombre personal (Hch 8:5; Ro 9:3, 5; 1 Co 1:6–7, 13; Ga 6:2; 2 Tés 3:5; 2 Jo 9). La profecía del A.T. presenta a Cristo en los oficios de profeta (De 18:15–19; cp. Lc 4:24; Hch 3:22–23), sacerdotal (Sal 110:4; cp. Heb 5:5–6) y Rey (2 S 7:12–13; Sal 2:2; cp. Mt 2:2; 18:37), e incluye ejemplos representativos de hombres ungidos con aceite para servir en estos mismos oficios (Ex 19:7; 1 S 16:13; 1 R 19:16). Similarmente, Cristo fue ungido por el Espíritu en preparación para su ministerio público (Is 11:2–5; Lc 4:18–19; Hch 4:27; 10:38; CP. Heb 1:9). El título Cristo enfatiza principalmente su oficio como Rey y su futuro dominio universal como descendiente de David, de parte de Dios (2 S 7:12–13; Sal 110:1; Da 7:13–14; Zac 9:9; Mt 1:1; 21:5; 26:63–64; Lc 1:31–33; Ap 5:5). Los títulos Hijo de David e Hijo del Hombre se asocian estrechamente con su papel como el Cristo (i.e., Mesías) (Mt 20:30–31; 21:9, 15; 26:63–64). Nombres principales de (véase también SEÑOR; HIJO DE DIOS; HIJO DEL HOMBRE) ♦ Cristo: Mt 1:1, 16; 16:16; 26:63; Lc 23:2, 35; 24:26, 46; Jn 4:25; 9:22; 11:27; 20:31; Hch 2:31, 36; 3:20; Ro 9:5; 10:6–7; 1 Co 1:13; Ga 2:20; Flp 1:21; Heb 6:1; 1 Pe 3:15; 1 Jo 2:22; Ap 11:15 ♦ Cristo el Señor: Lc 2:11 (cp. Col 2:6) ♦ Cristo Jesús: Hch 24:24; Ro 1:1; Ga 3:28; Ef 1:1; Tit 1:4 ♦ Cristo Jesús Señor nuestro: Ro 6:23; 1 Co 15:31; Ef 3:11; 1 Ti 1:12 ♦ Jesús: Mt 1:21; 11:1; 27:17; Mr 5:20; 10:47; 14:62; Lc 2:52; 17:13; 24:15; Jn 1:29; 14:6; 20:31; Hch 3:20; 5:42; Ro 3:26; 1 Co 12:3; Ga 6:17; Ef 4:21; Flp 2:10; 1 Tes 1:10; Heb 3:1; 12:2; 2 Pe 1:2; 1 Jo 2:22; Ap 1:9; 14:12 ♦ Jesucristo: Mt 1:18; 16:21; Mr 1:1; 12:35; 15:32; Jn 1:17; 17:3; Hch 2:38; 8:12; Ro 16:25; 1 Co 3:11; Ga 1:1; Ef 6:24; Flp 1:11; 2 Ti 2:8; Tit 3:6; Heb 13:8; 1 Pe 1:1–3; 2 Pe 3:18; 1 Jo 3:23; Jud
1; Ap 1:2 ♦ Jesús de Nazaret o Jesús el Nazareno: Mt 26:71; Mr 1:24; 10:47; Lc 18:37; 24:19; Jn 1:45; 19:19; Hch 2:22; 10:38; 22:8 (cp. Mt 2:23); Hch 3:6 ♦ nuestro Señor Jesucristo: Ro 1:4; 5:21; 7:25; 1 Ti 1:2; Jud 25 ♦ Señor Jesucristo: Hch 11:17; 15:26; 20:21; 28:31; Ro 1:7; 5:1, 11; 13:14; 15:30; 16:24; 1 Co 6:11; 15:57; 2 Co 8:9; Ga 6:14, 18; Ef 1:2–3; Flp 3:20; 1 Tes 1:3; 5:19; 2 Tes 1:2; Flm 25; Stg 1:1; 2 Pe 1:8; Jud 21 ♦ Cristo Señor: Ro 16:18; Col 3:24 ♦ Señor Jesús: Mr 16:19; Lc 24:3; Hch 16:31; 20:35; 1 Co 5:4–5; 2 Co 11:31; Ef 1:15; Flp 2:19; Col 3:17; 1 Tes 2:19; 2 Tes 1:8; Flm 5; Ap 22:20–21 ♦ Príncipe de Paz: Is 9:6; Ef 2:14–18 origen de: Sal 110:1; Mt 1:1, 17; 22:42–45; Mr 12:35; Lc 1:27; Jn 1:47; 3:31; 6:41–42; 7:41–42; 8:23; Ro 1:3; 9:5; 2 Ti 2:8
Apariciones de Cristo en el A.T. (i.e., como el ángel del Señor o como hombre): Ge 16:7–14; 22:11–18; 31:11–13; 32:24–30 (cp. Os 12:3–4); 48:15– 16; Ex 3:2–7; Nu 22:22–35; Jos 5:13–15; Jue 2:1–5; 13:3–23; 1 R 19:5–18; 2 R 19:35; Da 3:25 . Profecías del A.T. (véase también CRISTO, títulos y funciones de, tipos de) ♦ refs. Generales: Lc 24:25–26, 44–46; Jn 1:45; 5:39, 46–47; 1 Pe 1:10–12 ♦ simiente de mujer: Ge 3:15 (cp. Mt 1:18); Ga 4:4 ♦ descendiente de Abraham: Ge 12:3, 7; 17:7 (cp. Ro 9:5); Ga 3:16 ♦ tribu de Judá: Ge 49:10 (cp. Heb 7:14); Ap 5:5 ♦ ningún hueso quebrantado: Nu 9:12; Sal 34:20 (cp. Jn 19:33–34) ♦ estrella de la mañana: Nu 24:17 (cp. Ap 2:28; 22:16) ♦ profeta como Moisés: De 18:15, 18–19 (cp. Jn 6:14); Hch 3:22–23 ♦ descendiente de David: 2 S 7:12–13 (cp. Lc 1:31–33); Jn 7:42; Ro 1:3 ♦ Hijo engendrado: Sal 2:7, 12 (cp. Hch 13:33); Heb 1:5; 5:5 ♦ soberano de las naciones: Sal 2:8–9 (cp. Ap 2:26– 27) ♦ resurrección corporal sin corrupción: Sal 16:9–10 (cp. Hch 2:26–27, 31; 13:34–35) ♦ abandonado por Dios: Sal 22:1; 69:21 (cp. Mt 27:46) ♦ objeto de burla para sus enemigos: Sal 22:7–8; 109:25 (cp. Mt 27:39–40) ♦ tuvo sed cuando crucificado: Sal 22:15 (cp. Jn 19:28) ♦ las manos y los pies horadados: Sal 22:16 (cp. Mt 27:35); Jn 20:25 ♦ vestidos repartidos: Sal 22:18 (cp. Lc 23:34); Jn 19:23–24 ♦ espíritu encomendado al Padre: Sal 31:5 (cp. Lc 23:46) ♦
traicionado: Sal 41:9 (cp. Jn 13:18) ♦ ascendió a lo alto: Sal 68:18 (cp. Hch 1:9–11); Ef 4:8 ♦ despreciado por los suyos: Sal 69:8; Is 53:3 (cp. Jn 1:11; 7:5) ♦ le dieron a beber hiel y vinagre: Sal 69:21 (cp. Mt 27:34, 48) ♦ sentado a la diestra de Dios: Sal 110:1 (cp. Mt 22:44); Heb 1:13; 10:12–13 ♦ nacido de una virgen: Is 7:14 (cp. Mt 1:22–23) ♦ nació como hijo y soberano: Is 9:6–7 (cp. Lc 1:31–33) ♦ el Espíritu lo ungió para el ministerio: Is 11:2; 61:1–2 (cp. Lc 3:22; 4:18–19) ♦ bendición para los gentiles: Is 11:10 (cp. Ro 15:9–12) ♦ milagros hechos: Is 35:5–6 (cp. Mt 11:4–5) ♦ ministerio de su precursor: Is 40:3; Mal 3:1 (cp. Mt 3:1–3); Mr 1:2–3 ♦ luz para los gentiles: Is 42:1, 6 (cp. Lc 2:32); Hch 13:47 ♦ el siervo sufriente: Is 42:1–4; 52:12–15 (cp. Mt 12:18–21); Mr 10:45; Ro 15:8; Flp 2:7 ♦ objeto de esputos y bofetadas: Is 50:6 (cp. Mt 26:67; 27:26, 30) ♦ varón de dolores: Is 53:3–4 (cp. Mt 26:37–38); Lc 22:44; Jn 11:33; 12:27; Heb 5:7–8 ♦ contado con los transgresores: Is 53:12 (cp. Mr 15:27–28) ♦ sepultado con los ricos: Is 53:9 (cp. Mt 27:57–60) ♦ adorado por Gentiles: Is 60:3, 6 (cp. Mt 2:1–11, especialmente vers. 11) ♦ su reino perpetuo: Da 2:44; 4:34; 7:13, 14, 27 (cp. Lc 1:33) ♦ llamado de Egipto: Os 11:1 (cp. Mt 2:15) ♦ nacido en Belén: Mi 5:2–3 (cp. Mt 2:5–6); Jn 7:42 ♦ entra en Jerusalén montado en asno: Zac 9:9 (cp. Mt 21:4–5) ♦ abandonado por los hombres: Zac 13:7 (cp. Mt 26:31) ♦ regreso al monte de los Olivos: Zac 14:4 (cp. Hch 1:11–12)
5º PASO ANALISIS HOMILETICO Y LOS TOQUE FINALES DEL SERMON
TITULO: EL FRUTO DE AMAR A DIOS
INTRODUCCION: Por todos es sabido que al observar un árbol y sus hojas determinamos cual es el fruto que este da, si es mango, limón, coco, etc…en esta porción Bíblica el Apóstol Pablo enumera por lo menos tres resultados de amar a Dios como fruto de este amor a Él y son
1. El amar a Dios produce: v. 28, Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados. A. Definitivamente ―amor‖
B. Seguridad
C. El conocer su voluntad
TITULO: A DIOS NO LE GUSTAN LOS DADOS INTRODUCCION: Dios simplemente podía haber escogido de los millares de planetas existentes en todo el universo para desarrollar la vida en ellos, pero no fue así, escogió al planeta Tierra, Él escogió a su pueblo Israel para darse a conocer y así redimirlos de sus pecados, Él pudo escoger a otro que no fuera yo para escuchar de su palabra y que el Espíritu Santo llevara a cabo la obra convencedora para salvación; y fue así como su soberana persona siempre ha sido determinante en todo. En este pasaje el Apóstol Pablo nos muestra tres razones del porque Dios simplemente tiene el control de todo. 1. Tres razones por lo cual Dios elije al hombre para salvación v. 29 y 30, (29) Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. (30) Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó;
y a los que justificó,
a éstos también
glorificó
A. Para recuperar en ellos la imagen de Dios, perdida por consecuencia del pecado.
B. Para su gloria y honra
C. Para que viva eternamente con Él
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