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February 19, 2018 | Author: Sebastián Calderón | Category: Social Exclusion, Michel Foucault, Society, Leprosy, Prison
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LOS ESPACIOS DE EXCLUSION Fedra Cuestas.1

RESUMEN El concepto de marginalidad es pensado desde las ciencias sociales como la permanencia al margen de una cultura, o la ubicación en la periferia de lo social. Desde el discurso de estas ciencias, una representación espacial de las relaciones sociales deja una zona limítrofe para quienes son categorizados como marginales. Pero los límites demarcan categorías que designan relaciones con las pautas sociales, las patologías o los estatutos sociales. Estas relaciones dan cuenta de la existencia de vínculos no reconocidos, entre las categorías sociales concebidas como marginales y quienes las denominan de ese modo. En este artículo, se entiende a los espacios sociales como lugares simbólicos que adquieren una significación asignada por una sociedad. A cada categoría social se le adscriben valores que imbuyen a quienes habitan los diferentes espacios simbólicos. La marginalidad entonces es entendida como un espacio simbólico creado por discursos que construyen subjetividades. PALABRAS CLAVES Exclusión, inclusión, representación espacial, categorías sociales. 1.

Fedra Cuestas. Psicóloga. Magíster en Necesidades y Derechos de la Infancia y la adolescencia. Universidad Autónoma de Madrid. Docente del programa de Magíster en Etnopsicología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. E-mail: [email protected] ESPACIOS DE DENOMINAN

EXCLUSION:

LOS

CONCEPTOS

QUE

LOS

En todo grupo humano, algunos individuos que lo componen, gozan de una posición que los hace percibirse y ser percibidos como inscriptos en su interioridad. Sin embargo, el estado de pertenencia

al grupo, no es siempre percibido con igual claridad. En algunos casos el espacio social ocupado, aparece cargado de designaciones que obnubilan la relación respecto al resto de los individuos del mismo grupo. Las ciencias sociales elaboraron algunas nociones que tratan de categorizar a distintos personajes, según como entienden su vínculo con el resto de la sociedad. De este modo, nacen conceptos como el de exclusión y marginalidad. Estas nociones dan cuenta de un espacio social que entienden como una relativa pertenencia a una sociedad o parte de ella; la cual es expresada en la descripción de un posicionamiento respecto a la sociedad (hacia afuera, en el límite). Numerosas categorías son definidas por las ciencias sociales en relación a un límite. El límite de la norma, designa las categorías de la desviación. Con el concepto “border”, se designan límites de la inteligencia o de la estructura psíquica. El límite de todas las categorías sociales es nombrado como lo marginal. La palabra marginal significa perteneciente o relativo al margen. Margen es sinónimo de orilla, borde, periferia, límite, etc. Hablar de margen, (del latín margo-ĩnis) en relación a algo o alguien hace referencia a una inclusión en un espacio secundario, escaso, externo, inferior u omiso. Si la referencia es a personas o grupos estamos hablando de categorías sociales. Las categorías sociales al utilizar ese término, se refieren a una ubicación espacial (en el límite, en el borde, en la periferia, etc.). Es decir, estas categorías, se expresan en términos de localización. Igual observación podemos hacer respecto al concepto de exclusión, que proviene del latín excludĕre y significa no dejar entrar, no admitir, no dar lugar. Volvemos a encontrar la referencia a espacios. Marginado, excluido, tienen el mismo origen etimológico en todas las lenguas latinas (marginal, exclu, marginale, esclusi, etc.), por lo tanto, los conceptos que las traducen igualmente remiten a una supuesta localización en el espacio social. En otras lenguas encontramos igualmente conceptos, que de manera similar, dan

cuenta de una referencia espacial de las categorías sociales. Por ejemplo podemos citar en alemán Auβenseiter, ausgegrenzt, ausgeschlossen; o en inglés: outsider, underclass, etc. En realidad, las referencias espaciales aparecen notoriamente en gran parte de las expresiones que se utilizan a fin de realizar clasificaciones sociales (por ejemplo: clase baja, clase alta). Las categorías sociales se expresan frecuentemente en base a oposiciones que designan lugares: arriba – abajo, afuera – adentro, adelante - al fondo, al centro – en la periferia, etc. En las representaciones de las relaciones entre los grupos sociales abunda un vocabulario referido a localizaciones. Incluso hablamos de “posición o situación social”. Esto no es algo privativo de las sociedades occidentales. Panof muestra que entre los Maenge de Nueva Bretaña, las relaciones sociales se expresan en términos de “centro”, “zona intermedia” y “periferia”. El centro esta reservado a los big man, autoridades de la comunidad y de los clanes. Se piensa que quienes habitan el centro son buenos y bellos, tienen sustancia y poseen un alma. En cambio la gente de la periferia es considerada mala, desgraciada, huecos en el interior. Quien habita en la periferia es calificado como “rubbish”. Rubbish, en inglés significa deshecho, basura, carente de valor; pero en la lengua autóctona no posee una connotación nula, se trata de una connotación negativa, es lo opuesto a lo bueno y bello. La calificación de rubbish men varía en función del locutor. La distancia respecto del centro, que hace pertenecer a la periferia es variable. Entre quienes están ubicados al centro y la gente de la periferia se sitúa la gente común. En toda sociedad, la importancia (o la carencia de importancia) dada a los lugares sociales esta dada por la significación que se le asigna (cabecera de la mesa, primer banco, etc.), la cual viene siempre cargada con valoraciones (lugares sagrados, puros, impuros, etc.). No se trata entonces de lo que estos espacios son en sus características materiales, sino más bien de lo que ellos simbolizan. Los espacios físicos, geográficos, se convierten en lugares simbólicos, adquiriendo en base a una asignación social una

significación, a la cual se le adscriben categorías de valor (barrios buenos o malos, zonas favorecidas o desfavorecidas, etc.). En la representación social de nuestra cultura, quienes son considerados marginales, aparentan estar ubicados en un espacio físico, material asociado con la periferia de la comunidad o con lo inferior. Los conceptos que caracterizan los espacios ocupados por quienes son llamados excluidos, están cargados de valoraciones que descalifican: al fondo, bajo, etc. Podemos observar una continuidad en la ubicación asignada a espacios sociales desvalorizados en el lenguaje corriente, que alcanza el discurso científico, el cual utiliza también conceptos espaciales cuyas significaciones remiten a iguales calificaciones portadoras de connotaciones negativas. No es casual que el concepto de marginalidad surja cuando la sociología se dedica a estudiar la ciudad, sus conflictos y su desorganización. Es en el estudio de la influencia del hábitat sobre las relaciones humanas que se utiliza por primera vez este concepto 1. La sociología urbana pone en evidencia la existencia de segregación en las ciudades, es decir la localización de la población en áreas separadas (barrios burgueses, obreros, de inmigrantes, etc.). Esas áreas no son fijas. Entre ellas hay zonas de desorganización familiar y social. Estas zonas se encuentran ubicadas alrededor del centro de la ciudad, seguidas por zonas residenciales y luego por los suburbios. Se observan zonas de concentración de fenómenos sociales como la delincuencia, el consumo de drogas, la enfermedad mental, con distribuciones variables. También se investiga la formación de guetos. Considerando el plano geográfico de la ciudad, la marginalidad no se observa necesariamente en la periferia de la ciudad. El concepto de marginalidad es utilizado en este contexto en referencia a inmigrantes denominados “híbridos culturales,” quienes se encontrarían en las márgenes entre dos culturas. Se trata entonces de un margen simbólico y no territorial. Pero recordemos que marginal remite a un espacio secundario, de lo cual puede desprenderse una concepción subyacente que deja crecer una

Park R.E. Human Migration and Marginal Man, The American Journal of socilogy 1928. 1

representación descalificante sobre quienes habitan el espacio simbólico de la marginalidad. El problema del espacio y las relaciones que se ponen en juego entre quienes lo habitan, también ha sido pensado desde la filosofía. En la obra de Michel Foucault podemos encontrar importantes aportes a este tema. LOS ESPACIOS DE EXCLUSION EN LA OBRA DE FOUCAULT En una entrevista con M. Watonabe, publicada bajo en nombre de La scène de la philosophie 2, Foucault considera importante ver como el espacio hace parte de la historia. Especifica que le interesa mostrar como una sociedad acomoda su espacio inscribiendo relaciones de fuerzas en él. Señala allí, que el primer espacio que manifiesta una diferenciación social es el espacio de exclusión y del encierro. Luego Foucault explica que las sociedades Grecorromanas, distinguían la ciudad de su alrededor. El espacio de la ciudad se diferenciaba de un exterior vacío e indefinido. Por lo tanto siempre era posible pasar a otro lugar, distinto de la ciudad, sin sus leyes y sus valores. En estas sociedades la exclusión se realizaba mediante el exilio. Aun durante la edad media, una representación similar del espacio, permitía que el destierro fuera la principal pena. En el siglo XVII, la creación del estado, conjuntamente a un aumento de la densidad de la población, determinan una nueva organización del espacio. En ese contexto se crean espacios de exclusión al interior de la sociedad. Ya no era posible deshacerse de seres vivos en un espacio exterior (exilio, destierro), entonces se comenzó a tomar el encierro como espacio para deshacerse de algunos individuos. Estos nuevos espacios de exclusión internos, son al mismo tiempo espacios de inclusión, que permiten desechar encerrando. El mundo es representado como completo y cerrado. En este mundo el espacio se fija y se impide la movilidad, para ello se institucionalizan espacios de tipos diversos para marcar diferencias. La scène de la philosophie, en Foucault M, Dits et écrits II. Gallimard, 2001. Texto 234 2

Para Foucault, las sociedades pueden ser clasificadas según la manera en que ellas se liberan de sus seres vivos 3. Distingue cuatro tipos: las sociedades masacrantes o de asesinatos rituales, las sociedades de exilio, las sociedades de reparación y las sociedades de encierro. Las sociedades capitalistas forman parte del último tipo, en ellas por medio de la reticulación de la ciudad se desarrollan múltiples formas de encierro, entre las cuales las más importantes son el asilo psiquiátrico y la prisión. Sin embargo, en La société punitive 4, Foucault explica que en el régimen penal de la edad clásica, se encuentran incorporadas conviviendo simultáneamente, las cuatro formas diferentes de castigo correspondientes a los cuatro tipos de sociedades antes nombradas. Estas formas remontan sus orígenes históricos a distintos periodos, en los cuales han tenido un rol exclusivo o privilegiado (sociedades de destierro, castigo principal entre los griegos; sociedades de devolución, practica habitual en las sociedades germánicas; sociedades de marcaje, lo cual sucedía al final de la edad media en la sociedad occidental y sociedades de encierro, forma principal que toma el castigo en la sociedad occidental desde el final del siglo XVIII). Exclusión y castigo, quedan equiparados en cada una de las formas en que se presentan en las diferentes sociedades. Por otra parte, en una conferencia presentada en el Circulo de estudios arquitecturales en 1969, Foucault describe lo que denomina “los espacios otros”5. Estos espacios otros, son distinguidos entre todos los demás emplazamientos por poseer la curiosa propiedad de estar relacionados con ellos, de una manera específica: suspendiendo, neutralizando o invirtiendo el conjunto de relaciones que están designadas, reflejadas o referidas a ellos. Entre los espacios otros, pueden distinguirse dos tipos: Por un lado están las utopías, que son emplazamientos sin lugar real, esencialmente irreales. Se trata de espacios que tienen una relación Réclusion et capitalisme, en Foucault M, Dits et écrits I. Gallimard, 2001. Texto 107 4 Foucault M, Dits et écrits II. Gallimard, 2001. Texto 5 Foucault M, Dits et écrits II. Gallimard, 2001. Texto 360 3

de analogía, con el espacio real de la sociedad. Esa analogía puede ser directa (sociedad perfeccionada) o inversa (es el revés de la sociedad). Por otra parte, están las heterotopías, lugares reales construidos por la sociedad, que son contra-emplazamientos, especies de utopías efectivamente realizadas (por lo tanto, son lugares opuestos a las utopías), en las cuales todos los otros espacios reales que se pueden encontrar en la sociedad, están a la vez representados, cuestionados e invertidos. Estos lugares están fuera de todos los lugares, siendo sin embargo localizables. Utopías y heterotopías comparten una experiencia mixta de espejo. El espejo deja verse donde no se está, en un espacio irreal: utopía. Pero también, el espejo existe en la realidad y refleja espacios reales: heterotopía. El espejo funciona como una heterotopía, ya que realiza una devolución del lugar que es ocupado en el momento en que alguien se mira en él. El espejo mantiene una relación real respecto al espacio que lo rodea, e irreal respecto a la imagen virtual que hace percibir. Foucault enumera los siguientes principios que describen las heterotopías: 1° La heterotopía es una constante de todo grupo humano, existe en toda cultura. Las formas que la heterotopía adquieren en cada cultura son variadas, no existe una forma universal. Sin embargo se pueden clasificar en dos tipos: 1) Heterotopías de crisis: lugares (privilegiados, sagrados, prohibidos) reservados a individuos que se encuentran en relación a su sociedad, en estado de crisis (adolescentes, mujeres durante el periodo de menstruación, etc.) Este tipo de heterotopías son características de las sociedades denominadas “primitivas” y en nuestra sociedad están desapareciendo (pero aun algunas pueden ser encontradas: servicio militar, viaje de bodas).

2) Heterotopías de desviación: lugares donde se ubica a los individuos cuyo comportamiento es desviado en relación a la media o la norma exigida (casas de reposo, clínicas psiquiatritas, prisiones). En la actualidad las heterotopías de desviación reemplazan a las heterotopías de crisis. 2° Una sociedad puede hacer variar el funcionamiento de cada heterotopía durante el transcurso de su historia (ej.: cementerio) 3° La heterotopía tiene el poder de yuxtaponer en un mismo lugar muchos espacios incompatibles. (escenas en una obra de teatro, cine, jardín) 4° Las heterotopías están generalmente vinculadas a cortes del tiempo, ellas abren heterocronías. La heterotopía funciona cuando los hombres se encuentran en un estado de ruptura absoluta con el tiempo tradicional. En nuestra sociedad, heterotopía y heterocronía se acomodan de maneras complejas. Hay heterotopías de acumulación del tiempo hasta el infinito: museos, bibliotecas (heterotopías propias de la cultura occidental del siglo XIX); y heterotopías crónicas: ferias, centros de vacaciones. Estas últimas son heterotopías vinculadas a un tiempo pasajero a modo de fiesta. Allí el tiempo queda abolido y conjuntamente es recuperada la historia hasta el tiempo de los orígenes. Las heterotopías suponen siempre un sistema de abertura y de cierre, que a la vez las aísla y las vuelve penetrables. En general, el acceso a una heterotopía es precedido por una imposición (prisión), o por ritos y purificaciones. Hay heterotopías totalmente consagradas a actividades de purificación (hammams). También hay heterotopías que parecen ser aberturas puras y simples, pero que esconden curiosas exclusiones, todo el mundo puede entrar en estos emplazamientos pero se trata de una ilusión, en realidad el hecho mismo de entrar excluye (habitación de invitado, moteles).

Las heterotopías en su relación con el espacio restante, tienen una función que se despliega entre dos polos extremos. Podemos encontrar heterotopías de ilusión, que tienen por rol crear un espacio de ilusión, que denuncia como más ilusorio aun el espacio real. Y en oposición a las heterotopías de ilusión, existen heterotopías de compensación, que tienen como función, crear un espacio ordenado, que deja el espacio real como desorganizado (colonias jesuíticas) En este texto se puede ver a las heterotopías como espacios otros de exclusión. Los principios que describen las heterotopías, muestran que las formas que ellas adquieren con la variabilidad cultural, hacen de ellas lugares de diferenciación, para quienes atraviesan crisis, o lugares de relativo aislamiento para quienes se desvían respecto a una norma. También estos principios dan cuenta de los sistemas de abertura y cierre, que ya sea por medio de obligaciones, o de ritos, dejan que determinados individuos ingresen a las heterotopías, siendo aislados de otros. En un texto de 1976, L’extension sociale de la norme, Foucault considera una ilusión ubicar la marginalidad (locura, delincuencia, etc.) en una exterioridad absoluta. Por el contrario, cree que ella esta claramente al interior de nuestra sociedad, bajo los efectos de su poder. Por ello afirma “ C’est une illusion de croire que la folie – ou la délinquance, ou le crime – nous parle à partir d’une extériorité absolue. Rient n’est plus intérieur à notre société, rient n’est plus intérieur aux efets de son pouvoir que le malheur d’un fou ou la violence d’un criminel. Autrement dit, on est toujours à l’intérieur. La marge est un mythe. La parole du dehors est un rêve qu’on ne cesse de reconduire. On place les « fous » dans le dehors de la créativité ou la monstruosité. Et, pourtant, ils sont dans le réseau, ils se forment et fonctionnent dans les dispositif du pouvoir 6» Foucault muestra que el Foucault M, Dits et écrits II. Gallimard, 2001. Texto 173 pág. 77 Es una ilusión creer que la locura – o la delincuencia, o el crimen – nos habla a partir de una exterioridad absoluta. Nada está más al interior de nuestra sociedad, nada está más al interior de los efectos de su poder que el malestar de un loco o la violencia de un criminal. Dicho de otra manera, se está siempre al interior. El margen es un mito. La palabra del afuera es un sueño que no se deja de reconducir. Se ubica a los locos en el afuera de la creatividad o la monstruosidad. Y sin embargo, ellos están en las redes, ellos se forman y funcionan dentro de los 6

poder marca los márgenes al interior de la sociedad y no fuera de ella. Entonces es al interior de la sociedad, donde Foucault ubica las instituciones encargadas de realizar una exclusión inclusiva o una inclusión exclusiva. Entre ellas describe: El leprosario: Durante la edad media por toda Europa, se destinaron espacios específicos para segregar a los leprosos respecto de los demás habitantes de su ciudad. El leprosario, lugar localizable al exterior de la ciudad; era un espacio sagrado que concedía la salvación, por el solo hecho de quedar allí abandonado. En cambio, los habitantes de la ciudad purificada por la exclusión de los leprosos, requerían de meritos para lograr su salvación. El leprosario era una heterotopía de crisis, circunscripta a individuos que adquirieron y contagian una enfermedad, espacio de pasaje a la muerte. Con el paso del tiempo y el fin de la lepra, esta heterotopía, recibirá diferentes huéspedes, pero mantendrá los rituales de exclusión y purificación que determinan el acceso y el posterior cierre de estos espacios. La nave: Foucault señala que el barco, es la heterotopía por excelencia. Lugar real pero sin lugar, relacionado y que relaciona con todos los lugares. Espacio sin tierra que representa un territorio. Espacio imbuido de ritos, que preceden su apertura y su cierre. En su interior conviven espacios, que en tierra parecen incompatibles. Su funcionamiento ha variado con la historia. La nave como figura simbólica, permanece en nuestra cultura desde la mitología clásica. Fue reflotada en el renacimiento por la literatura y la pintura, representando naves cargadas con pasajeros que personifican héroes, o tipologías sociales, embarcados en un viaje simbólico, en búsqueda de su destino o su verdad. Esas naves simbólicas fueron asociadas a la locura, porque en el siglo XV, sucedía realmente que se abandonaba a los locos en una dispositivos del poder.

navegación que los alejaba de las ciudades. Con estas naves se marcaba al mismo tiempo una separación y un pasaje. La nave se convertía en un espacio, donde la locura quedaba liberada a un destino desconocido, siendo encerrada, cercada por agua. El agua fue durante mucho tiempo vinculada a la locura en la mitología europea. Pero también el agua tiene la función de purificación. La nave de locos era una heterotopía que representaba el revés de la ciudad. El hospital General: Durante el siglo XVII se crearon gran número de casas de internamiento. En los leprosarios, progresivamente se fueron instalando diferentes ocupantes. Este espacio era una heterotopía, que con el paso del tiempo mantiene las mismas funciones, pero encierra diferentes personajes (pobres, locos, etc.). En 1656 se crea el Hospital General. Se trata de una institución que no tiene funciones médicas, por medio de ella se busca instaurar el orden burgués y segregar la miseria asociada con el vicio. Se instaura una dialéctica de orden y desorden, trabajo y ocio. El internamiento, representa el revés del gran sueño burgués de la ciudad moral. Pero el internamiento no ha jugado solamente un rol negativo de exclusión, también tenía un rol positivo de organización, en un régimen destinado a corregir. La función correctiva, normalizadora convirtió este espacio en una heterotopía de desviación. Las instituciones de educación Con la concepción de que nada es pequeño para la mirada de Dios, se crearon espacios donde ningún detalle podía quedar inadvertido. La escuela cristiana, influenciada por el ascetismo cristiano, se preocupó de prestar atención al mínimo detalle. La observación se volvió necesaria para lograr un control detallado. Los espacios se transformaron a tal fin; entonces las aberturas, los corredores, las tarimas adquirieron la función de asegurar la vigilancia. A partir de allí nació una técnica de control de lo ínfimo, que se extendió desde la escuela cristiana hasta alcanzar la escuela laica y posteriormente a otras instituciones (el cuartel, el hospital, etc.).

El modelo del convento se impuso, dando la impresión que el régimen de educación más perfecto era el internado. Este modelo implicaba también la distribución de individuos en celdas materiales o ideales, que permitían el control por medio de la reticulación. El espacio se fue cerrando en torno a la institución y en torno a los individuos separándolos entre sí. Los colegios jesuitas utilizaban el modelo de la legión romana para organizar su disposición espacial. Este modelo tenía una doble cara, representando la libertad republicana, al mismo tiempo que el orden de la disciplina. Los individuos fueron distribuidos en el orden escolar de acuerdo a un rango (rango de edad, de conducta, de merito, etc.). La repartición según rangos es implantada con un doble rol: marcar diferencias y al mismo tiempo castigar y recompensar. En la enseñanza se implementó un nuevo orden del espacio en series, que permitió simultáneamente realizar un control individual y general. El espacio escolar se organizó con el fin de enseñar jerarquizando, vigilando, recompensando. El tiempo también fue reglamentado con la implementación del horario que determina las obligaciones y los momentos destinados a cada ocupación, así como los ciclos de repetición. El tiempo disciplinario se organizó de manera evolutiva. En la practica pedagógica se impuso una organización del tiempo en la cual, se definen programas que constan de fases y estadios separados, siendo necesario pasar pruebas graduadas con dificultad creciente para cualificar a los individuos. El colegio nace como una heterotopía de crisis, que permitía pasar las transformaciones sexuales de la adolescencia en un espacio otro. El cuartel En 1719 por medio de una ordenanza, se prescribió la construcción de cuarteles. Se buscaba fijar la armada, a fin de controlar y evitar el desorden y las violencias que provocaba esta masa vagabunda. Se crea entonces, una nueva heterotopía de desviación. En los cuarteles el encierro era estricto. Al interior de él se establecieron celdas que asignaban lugares específicos para cada

individuo. El espacio organizado de este modo permitió regular y evitar la movilidad y las deserciones. Para ello se controlaron estrictamente las salidas y las entradas a cada espacio. El tiempo en este espacio controla hasta los mínimos movimientos, imponiendo un ritmo colectivo. En el cuartel se impone un ritmo, que se rige por un tiempo propio de este espacio. Talleres, manufacturas, fábricas Se trata de espacios homogéneos y bien delimitados. La fábrica explícitamente se parece al convento y a la fortaleza. En ella funciona claramente un nuevo tipo de control. Este control busca mejorar la producción e impedir los inconvenientes (robos, interrupciones de trabajo, etc.) Para lograr un control minucioso, se implementaron celdas ideales, que permiten vigilar la conducta de manera individualizada. En las fábricas, se hizo coincidir un espacio de aislamiento y un espacio de producción. La distribución en celdas se acomodó al aparato de producción, creando puestos en serie, para distribuir cada forma de actividad en espacios específicos. El tiempo también fue organizado y controlado buscando asegurar su calidad y utilidad. La fabrica se rige por los tiempos de producción, tiempo de maquina en ruptura con los tiempos humanos. Las puertas de este espacio son abiertas por un guardián cuando los obreros llegan para retomar sus labores, y al finalizar las mismas en el horario de salida. Nadie puede entrar ni salir fuera del horario establecido. El inicio y el término de la jornada son anunciados por una campana. El espacio de producción se convirtió en un espacio otro respecto al resto de los espacios, pero fuertemente vinculado a todos ellos. Este espacio se cerró, aislándose de todas formas de ocio consideradas como su opuesto. La prisión: Entendiendo a la detención como la pena por excelencia, la prisión a partir del siglo XVIII, se convirtió en el lugar de la “pena de las sociedades civilizadas”. La privación de libertad es mostrada como un castigo que comporta equidad, pero que en realidad se da en un espacio que funciona bajo procesos de dominación disimétricos,

característicos del poder disciplinario. La detención legal funciona en la prisión junto a un suplemento correctivo. La prisión entonces constituye una heterotopía de desviación. La prisión es un espacio que funciona con los mismos mecanismos que se difunden por todo el cuerpo social (escuela, cuartel, taller). Pero ella se distingue de otras instituciones por producir un aislamiento prolongado del condenado en relación al mundo exterior y un aislamiento material (variable según los casos) respecto a los otros condenados; lo cual permite una individualización coercitiva. La prisión es un espacio que crea la sociedad, un espacio que se muestra como diferente de todos los demás espacios sociales, pero que los replica de manera acentuada. La pena de privación de libertad, va acompañada de una obligación de trabajo. Al interior de la prisión el trabajo se convierte en agente de la transformación carcelaria, agente de sometimiento individual que facilita la creación de un modo de relación con el poder. La prisión no solo es el espacio donde se ejecuta la sentencia, también en parte es un instrumento de modulación de la pena. La duración de la pena se ajusta según como se produzca la transformación del detenido. Los tiempos de las penas no se corresponden con el tiempo tradicional. El ingreso y la salida de la prisión implican el sometimiento a una serie de ritos jurídicos y penitenciarios. La prisión no logra disminuir los crímenes, ya que su función es producir delincuencia. Produce un tipo de delincuencia controlada. Reduciendo la delincuencia a un grupo relativamente restringido y cerrado, ejerce una vigilancia constante. Al mismo tiempo la delincuencia es utilizada como justificación para imponer una vigilancia perpetua sobre toda la población. El panóptico El panóptico de Bentham es una figura arquitectónica, compuesta por un edificio en forma de anillo, en cuyo centro hay una torre con ventanas dispuestas de manera de permitir una visión a toda la cara interna del edificio que la rodea. En esa torre, se ubica un vigilante. El

edificio en forma de anillos esta dividido en células. Cada una de ellas ocupa todo el ancho del edificio y posee dos ventanas, una ubicada en la a cara interior del edificio y la otra en la cara exterior. La luz atraviesa la célula completamente, desde una ventana hacia la otra. De este modo, desde la torre central, por efecto de contraluz, se pueden observar constantemente, de manera individualizada, las siluetas en cada célula. Foucault señala que el Panóptico ha sido tomado como una utopía del encierro perfecto. Respecto a él dice que, es el diagrama del ideal de un mecanismo de poder. El Panóptico, es una utopía respecto al poder que se pretende instaurar en las heterotopías de crisis y de desviación de cultura occidental actual. Pero al mismo tiempo, el Panóptico es una heterotopía de compensación, que deja como desorganizados, a los espacios disciplinarios que no fueron construidos según este modelo. Esta forma arquitectural ha sido utilizada en diversos ámbitos: escuelas, prisiones, instituciones militares, etc. Es un esquema que facilita la imposición de las disciplinas. Su cierre permite la presencia constante de una vigilancia exterior. El esquema panóptico se ha difundido en toda la sociedad, haciendo que las instituciones disciplinarias (cuarteles, colegios, grandes talleres, etc.) dejen de ser lugares específicos y cerrados, para formar parte de una red extendida constantemente y por todas partes. Al interior de esta red, los espacios de crisis y desviación, son lugares de exclusión e inclusión, lugares de normalización. Los espacios de exclusión-inclusión, reconstruidos por Foucault, son siempre espacios otros: utopías o heterotopías, que asumen formas variadas en relación a la sociedad a la cual pertenecen, o transforman su funcionamiento con el paso del tiempo. En ellas se suceden y en ocasiones conviven formas de castigo, correspondientes a la sociedad en la cual están emplazadas y a épocas anteriores. Estas formas de castigo son correlativas a formas de crear una diferenciación social y por lo tanto son formas de crear exclusión, ellas nacen y se desarrollan en espacios de exclusión que son parte de una sociedad.

HETEROTOPIAS: ESPACIOS OTROS EN TODA SOCIEDAD Siguiendo a Foucault, es posible reubicar el espacio de la marginalidad comprendiendo que las márgenes de la sociedad, no están ubicadas en una exterioridad. Las definiciones que marcan estas márgenes obedecen a descartes internos. De este modo la exclusión y la inclusión, conceptos que se representan como opuestos a partir de una imagen simbólica del espacio; son en realidad efectos negativos y positivos de los mecanismos de poder. Siendo ambos efectos que caen bajo las redes del poder, no puedan plantearse en una relación de oposición entre ellos. Exclusión e inclusión hacen parte de un circuito donde se combinan y suceden. Foucault muestra al espacio de la marginalidad como un espejo que se relaciona con la realidad y la refleja, mostrando una exterioridad irreal. El espacio de la marginalidad es una exterioridad irreal que refleja el funcionamiento de la sociedad, una exterioridad virtual que deja ver la realidad, una exterioridad ilusoria que muestra una parte de la sociedad de otra manera. El aparente espacio externo de la marginalidad, es una heterotopía que en realidad esta interna y vinculada a todos los espacios sociales. El espacio de la marginalidad es el espacio virtual de toda proyección de aquello que una sociedad niega de sí misma. Las ciencias sociales incluyen a quienes califican de marginales, desde el mismo momento en el cual por denominarlos de ese modo los dejan bajo las redes de un poder. Pero la manera en que ellas incluyen a los sujetos a los cuales designan de este modo, es una manera que descalifica. Y las consecuencias de esta descalificación, es un problema que no deberíamos pasar por alto, sin dedicarle una importante reflexión. En especial, desde las ciencias sociales, deberíamos preocuparnos respecto al espacio que pretendemos destinar, a quienes permitimos que nuestro discurso descalifique. Y finalmente, sería necesario reflexionar, acerca de cómo “dar lugar” a una resignificación de los espacios dejados a quienes hoy llamamos “marginales”.

La marginalidad no habita en espacios externos, ni marginales, ni secundarios, ni inferiores; ella habita en lugares otros siempre vinculados a una sociedad.

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