Etica para La Vida Cotidiana - Ruben Antonio Funez Rosales - 220622 - 194505 - Paginas 38-72

February 12, 2024 | Author: Anonymous | Category: N/A
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R. A. FÚNEZ

La confianza ¿En que se fundaba la seguridad con la que en otrora se cerraban los contratos? Dos señores se disponían a comenzar un determinado proceso, y se cerraba la discusión dándose un apretón fuerte de manos y poniendo como garantía su palabra: “te doy mi palabra”, al que el otro respondía: “confío en tu palabra”, y ambos estaban persuadidos de que así se haría; tanto porque el que daba la palabra tenía en alta estima su palabra, como el que recibía la palabra, confiaba en que si se daba la palabra, la palabra se cumplía. Ya sé que más de algún neoliberal puede sin duda argumentar que todo ello era posible por la angostura de la situación rural en la que estos tipos de contratos ocurrían, y que por la complejidad que ha ido adquiriendo la sociedad actual, es ilusorio basar el cumplimiento de un contrato en la mera palabra de los contratantes. Ello no obsta para que aquel procedimiento nos haga hacer sentir que esta supuesta sociedad compleja, ha perdido una basa fundamental en la relación que tienen que establecer los seres humanos. Lo que desvela la actitud que subyace en aquel modo de proceder, es la incuestionable confianza que había entre los sujetos contratantes, había plena confianza entre ellos; podemos, incluso, pensar que no se fundaba en que eran conocidos, sino en la confianza que aún había entre los seres humanos; hay que decir que hoy de lo que penosamente estamos careciendo es justamente de esa confianza, estamos tan urgidos por llevar adelante nuestros propios intereses personales, que no nos importa, no sólo atropellar a los otros, sino incluso utilizarlos en función de aquellos intereses; todo ello ha generado una especie de opacidad en las relaciones humanas, ya no sabemos a qué atenernos, porque no sabemos sí lo que nos dice quien lo afirma es veraz. Todo ello genera una especie de resistencia, si anteriormente éramos transparentes, frente a gente que no lo es, evitamos serlo, si anteriormente éramos serviciales, frente a gente que no es transparente, nos preguntamos, más de setenta veces siete, si no estaremos siendo utilizados por los demás, si en otrora los demás podían contar con nosotros, nos volvemos esquivos y huidizos, si teníamos una alta estima por la colaboración, ya nadie quiere 39

Ética para la vida cotidiana ser un “tonto útil”, esta situación permea todos los campos de la sociedad, desde lo económico hasta lo cultural e ideológico, estamos sumidos en una profunda y radical desconfianza. No obstante, es evidente que no podemos seguir así, una de las cuestiones que está imponiéndose cada vez con mayor contundencia, es que si queremos salir de la situación alarmante en la que nos encontramos, no sólo como sociedad sino como mundo, requerimos volver a conquistar la confianza, la confianza en las relaciones interpersonales, la confianza en el ámbito laboral y empresarial, la confianza respecto a los líderes políticos, y la confianza en nuestros intelectuales que se prestan fácilmente a ser apologetas de sus respectivas ideologías. La confianza sólo es susceptible de lograrse, en la medida en la que la verdad, en el sentido más griego del término, se desvela; aquí lo que urge preguntarse es ¿cómo ocurre dicha desvelación?, pienso que en asuntos de ética y de moral, somos los individuos, las instituciones, etc. los que tenemos que estar absolutamente convencidos que es mejor, que es incluso más conveniente ser veraz que no serlo, ¿y las leyes? Ya harán lo que les toca hacer, sin embargo, si tenemos que ser honestos, no estamos en la situación en la que estamos por falta de leyes, tenemos leyes para todos los gustos y colores y no por ello nuestra sociedad ha crecido en confianza. Por lo tanto, por no ser veraz nos sumimos en problemas y dificultades que no sólo atentan contra nuestro trabajo, sino que atentan contra la propia salud; por no ser veraz hay seres humanos que se ven forzados a tener que pasar por situaciones de indignidad, cuando rigurosamente no era necesario que se tuvieran que pasar por situaciones vergonzosas, los seres humanos tenemos que estar convencidos que es preferible actuar con la verdad, es probable que si tal situación ocurriera, nos podríamos hacer más fácilmente cargo de las consecuencias de nuestros actos que implicaría, dice A, Cortina (2013), reparar nuestros errores, cada individuo sería más responsable de sus acciones, si fuéramos veraces, creceríamos en una ética de la responsabilidad, una responsabilidad que apunta no sólo a cada cual, sino primariamente a aquellos a los que se ha infringido dolor. Hay que recordarlo, esto que es válido para las personas, también lo es para las instituciones, para las empresas; las empresas tienen que estar 40

R. A. FÚNEZ convencidas que es más rentable, a la larga, ser transparentes, porque tarde o temprano su opacidad va a ser cobrada por un consumidor cada vez más consciente de su ciudadanía; cuando la verdad se desvela, cuando reparamos nuestros errores, los demás confían en nosotros, por lo tanto, la confianza puede construirse, y todavía estamos a tiempo de hacerlo, pero para ello es inexorable que la verdad se imponga, y con ella la asunción de las propias responsabilidades.

Acerca de la felicidad Cuando Aristóteles estaba aún joven, se le ocurrió pensar que todos los hombres queremos, por naturaleza, ser felices; Zubiri en su capítulo sobre la moral, afirma que la felicidad es una posibilidad apropiada; A. Cortina sigue acentuando la máxima aristotélica. Queremos indicar con ello que todo el pensamiento occidental10, desde Aristóteles en pleno siglo IV a C, hasta A. Cortina en el primer cuarto del siglo XXI d C, ha procurado responder a la pregunta por la felicidad de los seres humanos. Es una experiencia cotidiana que la felicidad no puede ponerse en las cosas que se adquieren; pienso que a muchos nos ha pasado que estamos ansiosos por adquirir algo, y una vez que lo hemos adquirido va perdiendo, poco a poco, el encanto que nos movió a poseerlo, independiente de las motivaciones psicológicas de este comportamiento, lo importante de retener aquí es que por lo visto la felicidad no depende de las posesiones; a mí mismo se me ocurrió afirmar en el contexto de una clase, que si a una persona clínicamente depresiva se le dona un millón de dólares lo que va resultar de ello, es que ahora tenemos a una persona depresiva con un millón de dólares, un estudio reciente ha revelado que a pesar de toda la tecnología de la que gozan los países hiper industrializados, sus ciudadanos están cada vez más solos y R. Bradbury (1993), está absolutamente convencido que una sociedad altamente técnica puede proporcionar diversión, pero no felicidad y denuncia el vacío que experimentan, en esta sociedad, tanto hombres como mujeres. 10 �� Y asombrosamente es un tema que podemos considerar universal, así como los europeos han buscado afanosamente la felicidad, también lo han hecho budistas e incluso, los mayas. Es evidente que aquí nos interesa acentuar el afán por encontrar la felicidad, en ningún momento estamos abordando los contenidos concretos de aquella búsqueda.

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Ética para la vida cotidiana Algunos críticos afirman que esta insistencia en que tenemos que ser felices, en realidad lo que causan es una especie de culpabilidad, producto de que lo masivamente cierto es que los hombres no son felices, entonces al no serlo, y escuchar que tenemos que serlo, los hace sospechar o que no han puesto todo de su parte, o que son ellos los que no encajan en la sociedad. Independientemente de esta última postura, que en su momento tendrá que ser tomada seriamente en cuenta, hay que decir que nos hace más ilusión establecer que tiene sentido que los seres humanos se comprometan con su felicidad. Estableciendo, desde un inicio que rigurosamente hablando qué sea la felicidad no lo vamos a saber porque Aristóteles, Séneca, Pascal, Bentham etc., nos lo digan; en esto ocurre lo mismo que con la filosofía, qué sea filosofía sólo lo sabemos cuándo decidimos filosofar, lo mismo puede decirse de la felicidad, sólo lo descubrimos cuando honradamente nos comprometemos a vivirla, y en esto tiene razón Kant (1964, 107) cuando afirma que “no se puede, pues, para ser feliz, obrar conforme a determinados principios, sino conforme a consejos empíricos”. Sin embargo, si la felicidad no estriba en que tengamos un satisfactor para cada necesidad, entonces ¿de qué depende? Sin pretender que el asunto quede establecido de una vez para siempre y creyendo firmemente que no se trata de una receta. digamos que la felicidad estriba no tanto en lo que vamos adquiriendo, sino en la puesta en marcha de aquello mediante el cual lo adquirimos. Lo que nos hace felices no es que nos graduemos de licenciados o de ingenieros, etc., sino el talento que pusimos en funcionamiento para que esto último ocurriera; si atendemos a la última afirmación hay que decir que rigurosamente hablando la felicidad se va encontrando en el proceso, un proceso lleno de las más inverosímiles vicisitudes, en este sentido, A. Cortina (2013, 166) afirma que la felicidad “se persigue en cada acto que realizamos, en cada decisión que tomamos, en cada elección, dándole una dirección, un sentido”. Es felicitante11 saber que procedemos del modo como lo hacemos, porque así lo hemos elegido. Las cosas que hacemos manifiestan la elección que hemos tomado de actuar del modo como lo hicimos, entonces no buscamos que se nos agradezca, que se nos tenga en gran estima. En este sentido, y 11

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Es decir da felicidad

R. A. FÚNEZ con un claro sabor aristotélico A. Cortina (2013, 167) sigue afirmando que la felicidad “no sirve para ninguna otra cosa, sino que todas las demás cosas se hacen por ella”. Es decir, no soy cercano porque quiero ser feliz, no colaboro porque quiero ser feliz, no estudio porque quiero ser feliz, sino que soy cercano, colaboro y estudio, porque soy feliz. Por eso no es que estamos felices, sino que somos felices. Estar felices es coyuntural, estoy feliz cuando me encuentro con un viejo amigo, estoy feliz cuando apruebo una materia que nos ha costado, pero todo ello indica que estoy feliz, porque soy feliz, al respecto continúa observando nuestra pensadora española que “a la felicidad se le pide continuidad, es un modo de ser, no sólo un modo de estar. Se es feliz, se quiere ser feliz, no se está feliz”.

Autores de la propia vida ¿Por qué ha tenido tanto éxito la obrita de Sófocles Edipo rey12? Todos aquellos que aman la cultura griega fácilmente contestan que se debe al hecho de que la genialidad de los griegos les permitió identificar problemas humanos que son universales, trataron problemas que no sólo tenía que encarar el griego del siglo V aC, sino que, por la índole del problema, compete a todo hombre que se pregunta con cierta seriedad por los principios de su existencia, de su vida, etc. ¿En qué reside su importancia, desde nuestro interés ético? Tenemos que comenzar indicando que también en esta esfera, Sófocles aborda un tema que no está preterido, sino que aun hoy, cuando se aborda, despierta acaloradas discusiones. Sánchez Vázquez lo aborda en el capítulo dedicado a la relación entre necesidad y libertad; Sartre lo insinúa cuando afirma que estamos condenados a la libertad. Es decir, en pleno siglo XX, pensadores muy importantes siguen tratando de entender la vida humana. ¿De qué trata la obrita de Sófocles? De la negación de la libertad humana. El oráculo le había dicho a Layo que, si engendraba un hijo, este lo mataría 12 Es popular, por ejemplo, la aplicación hecha en el ámbito del psicoanálisis por S. Freud. Básicamente se refiere a la atracción que siente el niño por su madre y al enojo que despierta su padre, cuando piensa que le roba la atención de su madre.

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Ética para la vida cotidiana y se casaría con su esposa, es decir, con su propia madre. Ebrio, se une a su esposa Yocasta y engendra a Edipo, para intentar escapar del oráculo, Layo ordena que se abandone al niño atado de los pies, pero el encargado de hacerlo en lugar de abandonarlo se lo entrega a otro pastor, y este lo entrega a su rey: Pólibo, en la adolescencia un sirviente ebrio le desvela que los reyes no son sus padres, Edipo recurre al oráculo para esclarecer tal dificultad, y el oráculo en lugar de responder, le afirma que matara a su padre y se casara con su madre, para evitar al oráculo Edipo se va de su reino y en una encrucijada, discutiendo con Polifontes, heraldo del rey de Tebas, mata tanto al heraldo, como a su rey, su padre. Más adelante vence a la esfinge que atormentaba a Tebas, y los tebanos como premio lo hacen rey y se casa con la reina, su madre. Es decir, por mucho que hiciera, tanto Layo, como Edipo, fue imposible burlar al destino, el destino estaba ya trazado, y no hay manera de darle un rodeo, no está en manos de los mortales, poder burlar a su destino, lo único que queda es someterse humildemente a él. Y las supuestas decisiones, por ejemplo, la decisión de Layo de abandonar al niño, la decisión del pastor de regalar al niño, la decisión de Edipo de abandonar su reino ¿cómo pueden evaluarse? Popularmente podemos afirmar que se trata de meras ilusiones, creemos que somos nosotros los que estamos optando, sin embargo, quien lo hace es el destino que va acomodando los acontecimientos, para que el sino se cumpla. No hay libertad, el libre albedrio es mera ilusión. Por supuesto que al afirmar que carecemos de libertad implica que no tenemos control sobre nuestra vida, y por lo tanto no tenemos responsabilidad de ninguno de nuestros actos. Pero si no tenemos control sobre nuestra vida, no podemos ser otra cosa más que lo ya establecido de una vez y para siempre, con lo que perdería importancia la ética; la ética tiene sentido justamente porque decimos que somos libres, porque decimos que somos nosotros los que hemos optado por la vida que queremos forjarnos. ¿En qué medida somos de verdad libres? Es posible que en la medida en la que identificamos la angostura de la situación en la que hacemos la vida, la libertad sólo es posible en la medida en la que la situación en la que nos encontramos nos entrega unas posibilidades, pero estas posibilidades no son 44

R. A. FÚNEZ infinitas sino que están justamente limitadas por la situación en la que son entregadas. Por lo tanto, existe esta condición, pero se trata de una condición que pone en marcha la propia libertad, y ya en este escenario, nos recuerda A. Cortina, somos nosotros en buena parte los autores de nuestra novela vital. Aquel prudente “en buena parte”, indica el condicionamiento básico al que nos hemos referido. Tenemos que indicar que esta apuesta por el protagonismo de cada individuo es esperanzador en la medida en la que pone de manifiesto que los seres humanos somos perfectibles; es probable que nuestra novela, hasta ahora haya seguido el guion escrito por otro, sin embargo, siempre es posible volver sobre la marcha, enmendar lo que se tiene que enmendar y decidirse a tomar control sobre la propia vida, todo esto, es evidente, tiene que realizarse, porque de lo contrario no es más que teoría13, y en tanto tal, se corre el riesgo de que suene algo ajeno a la propia experiencia. Pensamos que en asuntos de ética, son los propios individuos los que tienen que comprometerse con lo que aquí se afirma y demostrar in actu exercito la verdad o falsedad de estas afirmaciones. Si estamos persuadidos que cada quien es el responsable de su vida, de una vida que transcurre entre realización y fracaso de los propios proyectos, tenemos que comprender que todo ello nos va capacitando, a esto se refiere A. Cortina cuando sigue afirmando que “el carácter de una persona condiciona en muy buena medida como recibe los acontecimientos vitales, cómo los aprovecha. Cómo saca el jugo a la fortuna para tratar de labrarse una vida buena”. Forjemos, afirme en alguna ocasión, a un ser humano que cuando está en la cima goza del aire fresco, de sus amigos y de su familia. Pero que cuando está en la sima responde con buen talante, tanto a la soledad como al calor abrasador. La felicidad tiene ver con todas las vicisitudes de la vida. Hemos dicho que inexorablemente somos morales, es decir, inevitablemente tenemos que apropiarnos valores y principios, pero es justamente esa apropiación las que nos torna viriles, virtuosos, es decir, fuertes, para resolver 13 Estamos entendiendo teoría como una actividad que se contrapone a la práctica. En este sentido estamos muy lejos de la comprensión que tenías los griegos, cuando afirmaban que la teoría era la expresión más acabada de la práctica

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Ética para la vida cotidiana las distintas vicisitudes que nos va presentando la vida. Supongamos que, en este afán de ser protagonista de nuestra propia novela, optamos por estar en la realidad de modo optimista, entonces el primer paso que tenemos que dar respecto a aquel optimismo es el de irnos apropiando de todas aquellas virtudes que nos hacen optimista. ¿Significa esto que ya se acabaron los días de hastío, esos días en los que queremos mandar bien lejos sueños y proyectos? evidentemente, no, sin embargo, si nos hemos esmerado en crear un carácter optimista, cuando ocurra aquellos momentos de desaliento, estamos mejor equipados para hacerle frente14 con efectividad, a esto es a lo que se refiere A. Cortina, cuando afirma que “la ética es efectiva, tiene efectividad”

El cuidado: salvaguarda de las relaciones fundamentales Aristóteles piensa que si un ser humano por decisión propia elige vivir aislado de la sociedad o es un bruto o es un dios. Para el filósofo de Estagira, los seres humanos somos naturalmente sociables. Pero esta sociabilidad tiene un poder que desde sí mismo nos lanza a establecer una serie de relaciones, sin esta fuerza centrífuga no tendríamos una clara inteligencia de aquella dimensión humana. Por lo tanto, de lo que se trata es de inquirir acerca de la manifestación de la dimensión social del ser humano. Pienso que si atinamos a dar con dicha manifestación podemos decir cosas inteligentes sobre la sociabilidad, es decir, la manifestación es de la sociabilidad, porque como lo ha dicho Zubiri (2008,15)15, la esencia de algo, no es algo escondido y misterioso, sino que nos habla, incluso en los gestos externos en los que se desvela. Por lo tanto, si atinamos con la manifestación de la sociabilidad, aprehenderemos la sociabilidad misma. 14 La ética se ejercita, y cuanto mejor ejercitados estamos mejor vamos a responder a la realidad. Descubrimos que no sabemos responder a situaciones nuevas. Entonces, para hacerlo con efectividad, tenemos que ir creando ese músculo antes de tener que encarar aquellas situaciones. 15 Zubiri afirma: “de no tener ante los ojos la esencia misma”

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R. A. FÚNEZ Pues bien, enumeremos lo que nos parece son los rayos de luz de aquella sociabilidad, y lo primero que hay que decir, es que estamos vertidos hacia los otros, es evidente que sin la presencia de otro, la vida de los seres humanos serían inviable, Platón, aunque no sólo él, nos contó un mito para que entendiéramos, no la sociabilidad de los seres humanos, sino la posesión del nous, sin embargo, a nosotros nos interesa dicho mito, porque en él acentúa la vulnerabilidad en la que nacen los hombres, y, lo que queremos manifestar es que esa vulnerabilidad, no sale por el buen uso que haga del nous, de hecho no sale, sino que lo que le permite salir, son los otros, los que van tejiendo una serie de condiciones para que este nuevo ser pueda, en algún momento, valerse por sí mismo. Por lo tanto, la relación que establecemos con los otros, es esencial para la propia sobrevivencia, y pensamos que si esta relación primaria e inexorable estuviera cuidadosamente salvaguardada, plantaríamos las bases para que este nuevo ser estuviera capacitado para establecer relaciones, no sólo con los más cercanos, sino que de repente, le podría resultar más fácil relacionarse con los lejanos. Ya sabemos que en asuntos de ética esta problemática ocupa un lugar destacado, no sólo se trata de relacionarme con los conocidos, sino que se trata de establecer vínculos humanos con el extraño. Quizá de ese modo se plenificaría aquella dimensión social de la realidad humana. También la sociabilidad tiene que ver y mucho con uno mismo. Hay un modo de pensar ético que puede inducirnos a confusión cuando pensamos que sólo es una falta ética aquella que cometemos contra los demás. Es inmoral, piensa alguno, quedarse apoltronado en la banqueta de un parque cuando alguien ha sufrido un accidente, lo inmoral reside justamente en el hecho de que su actitud a quien afecta es precisamente a otro. Frente a esto, más de alguno se pregunta, y el posible daño que puedo infringirme a mí mismo, es o no moral, a lo que tendríamos que responder, si somos coherentes con lo que venimos diciendo que en la medida en la que no sale Otro afectado no lo es. Pero si afirmamos que también el trato hacia uno mismo manifiesta aquella sociabilidad primigenia, el problema moral queda solucionado y podemos afirmar con toda seguridad que es tan inmoral afectar a los otros como afectarse así mismo. De hecho, la base para el buen trato 47

Ética para la vida cotidiana con los demás, se afinca en el buen trato que tenemos con nosotros mismos, la garantía del buen trato a los otros, está en el buen trato que nos podemos dar a nosotros mismos, por eso el proverbio popular: “nadie da lo que no tiene”, es de una enorme contundencia. Hay una tercera e importante relación, se trata de la relación que establecemos con la naturaleza, proteger la naturaleza no es que debamos o no debamos hacer, para algunos o tomamos en serio nuestra responsabilidad con la naturaleza o corremos el riesgo de perecer. Adela Cortina, cita la carta de la tierra en la que justamente se afirma lo que acabamos de decir: “o hacemos una alianza global para cuidar unos de otros y de la tierra o corremos el riesgo de autodestruirnos y de destruir la diversidad de la vida”. De esta situación se hace eco tanto S. Hawking, como el Papa Francisco16. Por lo tanto, la sociabilidad humana pasa por la protección que se le pueda dar a la Pachamama, de los Incas, hoy, Pachamama del género humano. Finalmente, hay que entender la relación con lo Otro, con Dios. Huelga decir que esta relación es de suma importancia en la realización de los seres humanos, a Jung se le atribuye aquella afirmación, en la que sostiene que el individuo que no tiene puesta su esperanza en Dios, no puede resistir por sus propios medios los ataques físicos, y morales del mundo, y esta afirmación se ha parafraseado diciendo que muchos de los problemas del hombre moderno tienen su raíz en una incorrecta relación con Dios. Es decir, la relación de los seres humanos con la ultimidad es de vital importancia para una comprensión adecuada de la realidad humana. Hemos dicho y queremos recordarlo que aquellas relaciones que brevemente hemos apuntado son fundamentales, es decir, son las proyecciones, son las manifestaciones de nuestra intima sociabilidad. Sin embargo, actualmente se encuentra, como comenzamos a esbozarlo, en serio peligro; los seres humanos nos agredimos mutuamente, vivimos en un contexto muy cercano al que describió Hobbes en su Leviathan, los hombres nos hemos convertido en lobos para el hombre, ya nadie confía en nadie, la presencia de un hombre en lugar de llenarnos de confianza, nos llena de miedo e inseguridad, porque no sabemos si va agredirnos. 16 Cf. Francisco, Laudato sí

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R. A. FÚNEZ La relación con nosotros mismos tampoco pasa por su mejor momento, parece que, cuando estamos con nosotros mismos, no nos sentimos en casa; es sintomático que la enfermedad de la que están padeciendo los jóvenes sea de gastritis, la ansiedad en la que hacen su vida lo permea todo, desde su más íntima interioridad hasta la inseguridad social en la que se encuentran. El trato con la naturaleza no se queda atrás en este recuento que venimos haciendo, nos relacionamos con la naturaleza en un trato parecido a las termitas, todo lo depredamos, y no evaluamos las consecuencias de nuestra depredación, en esto es importante que todos identifiquemos nuestra parte de responsabilidad, es verdad que las enormes corporaciones están afectando de muerte a nuestro planeta, pero también nosotros lo hacemos con nuestro comportamiento destructivo. Nuestra relación con Dios, tampoco es transparente, Jung, pensamos tiene razón, y por eso, es más grave la relación con Dios, Dios se ha convertido en discurso y propaganda, muchas veces me pregunto si las religiones actuales no se estarán encargando de alejarnos más y más de Dios. Ante esta situación, y desde la perspectiva que nos interesa en estas reflexiones, se vuelve urgente que vayamos construyendo todas aquellas condiciones que puedan predisponernos a cuidar tanto las relaciones con los otros, con nosotros, con la naturaleza y con el gran otro. Es urgente que recuperemos la virtud del cuidado, A. Cortina (2013) afirma que “Se trata de adoptar voluntariamente la disposición a cuidar, que es una relación amorosa, respetuosa y no agresiva con la realidad, y por eso mismo no destructiva”.

Estructura de la acción moral La acción ha sido una de las dimensiones humanas muy analizada por los pensadores, solamente para enumerar alguno de ellos, vale la pena recordar La acción de M. Blondel, del que Zubiri afirmara que se trataba de un libro genial, hasta llegar al inmenso libro de L. V. Mises, La acción humana. El Mismo Zubiri, al menos en la antropología editada por I. Ellacuría, en su análisis sobre el hombre, comienza con la dimensión más inmediata de la realidad humana, es decir con el análisis de la acción. La acción, desde esta perspectiva, es la que da cuenta de los seres humanos. 49

Ética para la vida cotidiana No queremos meternos en el complejo problema de sí lo que las hormigas hacen pueda denominarse acción. Sino que queremos fijarnos en el motor de la acción de los hombres. Los seres humanos, como lo que tienen entre manos es su propia vida, se ven forzados, inexorablemente, a tener que  actuar. Son múltiples las respuestas que se han dado acerca del mecanismo último de la acción. Sin embargo, son dos las que nos llaman más la atención. Una de ellas afirma que los seres humanos actuamos determinados por la ideología dominante; es verdad que actuamos, que vivimos para actuar, pero nuestra acción no nos pertenece porque lo hacemos movidos por los oscuros intereses de clases; ante ello se propone que las clases dominadas tomen conciencia de sus propios intereses y que en base a ellos, organicen su acción. Sea de una o de otra manera, parece que los individuos están condenados a actuar única y exclusivamente en función de determinados intereses de clases; en el otro extremo, se afirma que toda acción es estricta y radicalmente racional, procedemos del modo como lo hacemos, movidos por los objetivos que perseguimos, al respecto L. V. Mises (1986, 46) apunta que “El fin último de la acción siempre es la satisfacción de algún deseo del hombre actuante. Puesto que nadie puede reemplazar los juicios de valoración del sujeto en acción por los propios, vano resulta enjuiciar los anhelos y las voliciones de los demás. Nadie está calificado para decidir qué hará a otro más o menos feliz”17. La acción está dinamizada por un objetivo que permite que busquemos los medios más apropiados para conseguir aquel fin, en este sentido se trata de una acción racional. Hayek (1988), es capaz de decir que la acción es movilizada por unos objetivos económicos que suponen una moral muy precisa: el respeto a la justicia, a la libertad de comercio, y a la propiedad; piensa que la solidaridad y el altruismo, por ejemplo, son valores que difícilmente pueden responder a los desafíos de una sociedad compleja y que los que proceden de esta manera no han entendido la sociedad en la que se encuentran. Sin embargo, se trate de valores de una sociedad tradicional o de una sociedad compleja, lo que importa decir, es que si nos comportamos, solidaria 17 Pienso que la felicidad pertenece a una ética de máximos, por eso no ha sido fácil determinar qué hace feliz al ser humano. Es recomendable que respecto a lo que nos hace feliz, no nos peleemos con los demás

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R. A. FÚNEZ o como poseedores de propiedad, significa que ambas formas de proceder son posibles, que lo hagamos de una manera u otra significa que estamos valorando una manera respecto a la otra, por lo tanto lo que hay que decir de la acción es que está impulsada por esta capacidad de valorar, de hecho A. Cortina afirma que es esta valoración la que está en la base de toda nuestra vida activa, no hay nada en la acción humana que no esté fundada en aquella  valoración. Todo esto nos coloca en esa disposición de los seres humanos de ir estimando unos determinados modos de ser, no lo hacemos de manera accidental, sino que corresponde a la realidad humana el tener que estimar, que valorar. Desde esta perspectiva, hay que poner mucho cuidado con el modo cómo valoramos, porque puede ocurrir que seamos un poco como los personajes de Fahrenheit 451 que circunscriben su felicidad a la comodidad, a la satisfacción, y a la diversión que proporciona una sociedad altamente tecnificada, pero cuando se toman el tiempo de pensar más en ellos se encuentran vacíos y solos; si es irremediable valorar es necesario tener criterios claros para hacerlo, porque de nuestra valoración dependen nuestras preferencias, si preferimos algo, es justamente porque las valoramos mejor que a otras cosas, todo esto nos pone en la situación, afirma, A. Cortina, de tener que tomar decisiones. La vida activa tiene entonces una rigurosa estructura: valoramos, preferimos, elegimos y optamos.

Hacerse, con otros Ha estado popularizándose, desde hace al menos una década cierta doctrina, tanto filosófica como económica, que convoca a que salgamos de nuestra zona de confort. Para aquella forma de pensar, la pobreza tiene su origen, tiene su causa, en la inercia enfermiza en la que se encuentran los pobres; los pobres están, paradójicamente, apoltronados en su estilo de vida; al sentir que necesitan poco para vivir, no sólo se exigen poco, sino que son incapaces de arriesgar; de hecho, el riesgo es algo que los paraliza. Tenemos que decir, para ser completamente honrados, que tienen bastante razón aquellos que afirman tal teoría, hay una especie de comodidad, en la que más importa “pájaro en mano que cien volando”. ¿En qué consiste 51

Ética para la vida cotidiana la gratificación de la zona de confort? Podemos asegurar que, dentro de los límites de aquella situación, no existen sobresaltos significativos, de alguna manera la situación está bajo control, las novedades son casi nulas, y hay una especie de rutina adormecedora y las aspiraciones terminan con los límites de la situación; lo único que necesitan es, para citar a un conocido, “poesía y ron”. Prefieren dormir, a vivir bien. Los sueños, por resultar inalcanzables, son considerados como cosas vanas, más bien soñar es vista como una especie de veleidad, es algo mal visto, por eso en el caso que alguien sueñe, se cuida muy bien de no publicitarlo, porque le pueden llover recriminaciones, y todas orientadas a recordar que no se está siendo coherente con la vida real que cada quien vive. Entonces de lo que se trata es de librarse de todas esas ataduras, para salir de una situación de penuria a otra de éxito y de abundancia. La pregunta que inexorablemente hay que hacerse es ¿cómo se sale de aquella situación? Y aquí parece que de lo único que se trata es de asumir la propia responsabilidad individual, poner en paréntesis la sensación de ser y de haber sido víctima, dejar de responsabilizar a los demás por la propia situación, asumir valores como el trabajo, el ahorro, la vida austera, la asunción de riesgos, salir de la zona de confort en la que se ha estado cómodo y ver qué posibilidades ofrece la situación para una vida distinta. Pensamos que se tratan de valores muy importantes y que sin discusión se necesita de su apropiación, se esté en una situación de vulnerabilidad o que simplemente se quiera vivir con dignidad. No obstante, creemos que no se considera con el suficiente cuidado la situación en la que se encuentran los sectores más vulnerables dentro de una sociedad en la que prima el anonimato, y la soledad. Es verdad que el responsable de salir de la situación en la que se encuentra es la persona que quiere desde sí mismo hacer su propia vida, y también es verdad que la propia vida no puede hacérsela ningún otro, sino que es de exclusiva responsabilidad de cada uno de los sujetos. Pero una vez establecido lo anterior hay que también afirmar que en este asunto de hacer la propia vida no es una empresa que ocurra en solitario. Ya desde Aristóteles se pensaba que aun siendo verdad que los individuos por

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R. A. FÚNEZ naturaleza querrían ser felices, también era verdad que aquella felicidad podía alcanzarse con mayor facilidad si se encontraba a alguien que colaborara no sólo en el proyecto personal sino en el proyecto común, no es otro es el fin de la familia, de los pueblos e incluso del Estado. Por esto tiene toda la razón A, Cortina (2013, 119) cuando afirma que “ese hacerse es una tarea compartida”. Los seres humanos para salir adelante necesitan que se les apoye18, y es justamente de ese apoyo del que carecen y por eso no ven las posibilidades de salir adelante, no es que sean perezosos o que están apoltronados en su zona de seguridad, sino que de ninguna parte proviene la colaboración que necesitan para comenzar a construir una vida digna. Y cuando esto ocurre, nos sigue recordando Cortina, “no crecen bien las personas”. La colaboración de los otros no sólo ayuda a crecer, sino que es una pieza fundamental para que los seres humanos puedan alcanzar su bondad. Desde esta perspectiva, aquella forma de pensar con la que comenzamos este ensayo, es absolutamente cierto que apunta a cuestiones importantes con las que necesariamente tenemos que pensar; pero una vez hecho lo anterior, si no vemos aparecer los necesarios apoyos que se requieren fácilmente propenderíamos a pensar que no es más que un ardid para justificar que los poderosos de siempre sigan enriqueciéndose no sólo acosta de los trabajadores, sino ignorando a todos aquellos sectores que claman urgentemente por una colaboración que los empodere de “modo que fueran capaces de llevar adelante los planes de vida que tuvieran razones para valorar” (Cortina 2013, 112).

18 Se hizo viral el desalojo de un grupo de familias que habían ocupado unos terrenos que no eran suyos. Los comentarios acentuaban la falta de misericordia por parte de los dueños. A mí me pareció que había que considerar dos cosas: la primera, es que, aunque la gente dijera que tenía treinta años de estar ocupando aquellos terrenos, no la hacían propietaria de ellos. Los terrenos tienen unos dueños legítimos y, la segunda, es que hay que preguntarse de qué capacidades dotó la sociedad a aquellas familias, para que cuando ocurría un desalojo semejante, pudieran valerse desde aquella capacitación. En el caso que la sociedad no les haya posibilitado aquellas capacidades, la sociedad es culpable de la situación de inseguridad a la que se estaba confinando a todos aquellos seres humanos.

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Ética para la vida cotidiana

Integridad Castel19 es un joven que ha estado perdidamente enamorado de María, ésta, al parecer, de quien está enamorada es de otro muchacho. Aquel ha respetado en todo momento la decisión de aquella, sin embargo, no ha dejado de padecer los arrebatos de su enamoramiento. Pero a María, las cosas no le resultaron bien, su enamorado, una vez que consiguió lo que buscaba, comenzó a desinteresarse por ella, hasta que decidió terminar con ella, al verse engañada de este modo, y siendo absolutamente consciente de los sentimientos de Castel, no se le ocurrió mejor idea, que intentar seducirlo, éste, fue donde uno de sus mejores amigos a consultar cómo tenía que proceder, su amigo, conociendo los nobles sentimientos de Castel, le aseguro que el momento que siempre estuvo esperando es justamente este, es el tiempo oportuno para que hagas todo lo que se te ocurra hacer con ella, si lo único que querés es acostarte con ella, este es el momento que no debes desaprovechar. Castel solamente pudo preguntarse, ¿dónde quedan mis valores? Utilizar a un ser humano, ya lo dijo Kant, es inmoral, porque los hombres no son medios sino fines, pero utilizar a un ser humano que se ama, no sólo es inmoral, sino que es monstruoso. Castel no le hizo la pregunta a su amigo, sino que a quien realmente cuestionó fue, asimismo. ¿Qué importancia tiene este modo de proceder? Para los individuos es de vital importancia que exista esta correspondencia entre lo que decimos que somos, y lo que efectivamente hacemos. Primero, porque si decimos, y además suponemos creer en algo, y actuamos negando con nuestra práctica aquello que decimos que somos o creemos, a la larga, no vamos a estar seguro de quién realmente somos, y no saber realmente quién se es no es algo baladí, sino que en ello nos va la vida; si nos decimos una cosa y actuamos de otra terminamos perdiéndonos a nosotros mismos, pero también, afectara a todo tipo de relaciones que intentemos establecer, la gente no va a saber a qué atenerse. Y todo ello crea una situación de inestabilidad. 19 Se trata de nombres ficticios, aunque el hecho descrito es real. Como sabemos Castel y María son los personajes de la novela de E. Sábato, El túnel

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R. A. FÚNEZ Esto que afirmamos de los individuos es igual de válido, tanto para las empresas, como para las instituciones. Propendemos a pensar que cuando un empresario funda una empresa, lo mueve no sólo el afán de hacer ganancia, cuestión que, dicha entre comillas, es legítima, por ser nota constitutiva de la empresa, sin embargo, lo mueven también otros dinamismos, por ejemplo, devolver a la sociedad parte de su ganancia, ofrecer empleo a los jóvenes a los que tanto les cuesta conseguir el primer empleo, etc. Etc. Entonces lo mínimo que se puede esperar de ella, es que exista una correspondencia entre lo que dice y lo que hace. Lo mismo podemos decir de las instituciones. Pensamos que los políticos, por ejemplo, actúan desconociendo o no tomando en serio esa especie de sordina que hay en la población respecto al papel y respecto a las motivaciones que mueven a los políticos actuales; la población siente que hay una distancia escandalosa entre lo que los políticos dicen y lo que hacen, todo ello ha generado mucha resistencia, sobre todo entre los jóvenes respecto a los asuntos de política; una empleada de FUSADES, tuvo que encarar el hecho de que su conferencia no contaba con la simpatía de los oyentes, cuando preguntó, inocentemente, a quienes de los participantes no les interesaba la política y la casi totalidad del auditorio levantó la mano. Y la razón de esta crisis es la falta de correspondencia entre el decir y el hacer. Quiere entonces decir, que para la sociedad, para las instituciones y para los individuos es de vital importancia que nos esforcemos en que haya, dice A. Downs20, coherencia entre las declaraciones y las realizaciones. Que existan instituciones, sociedades e individuos íntegros. Si para reflexionar sobre la integridad recurrimos al modo como se entiende en el contexto del discurso, hay que decir, que la integridad es una propiedad de las instancias a las que nos hemos referido, y tiene como resonadores, no solamente la realidad de ellas mismas, sino que los resonadores son todos aquellos que esperan que aquellas instituciones se comporten como tal. Cuando nosotros no somos íntegros, la integridad no solo tiene que ver con la propia realidad, sino con todos aquellos que esperan de nosotros que nos comportemos con integridad. Es verdad que afirmar estas cuestiones es relativamente fácil, sin embargo, esto no significa que lo sea en la realidad. El mismo Castel era dolorosamente consciente de lo difícil que es la integridad. Al ser consciente 20 Citado por A. Cortina (2013)

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Ética para la vida cotidiana de la situación vulnerable en la que estaba María, dijo entre dientes, “y si es otro, si otro es el que se aprovecha de ella, y, yo, pudiendo hacerlo, no lo hice”. Castel es absolutamente consciente que el ambiente en el que intenta realizar su integridad es adverso, cualquier otro muchacho aprovecharía, lo que para él es la ocasión de su vida, y, sobre todo, ningún otro muchacho entenderá fácilmente su opción, la falta de integridad es una especie de miasma que lo permea todo, nos parece que es eso lo que indica ese proverbio popular “en río revuelto, ganancia de pescadores”. No obstante, están en juego cuestiones muy importantes en este asunto de la integridad, para que pasemos por ella sin ningún recato, A. Cortina lo dice con claridad: “la integridad […] es esencial para que sean eficientes las relaciones interpersonales”. Si nos comprometemos con un objetivo determinado, y somos íntegros, seguramente lo conseguiremos con menor esfuerzo, en el menor tiempo posible, lo que a la larga beneficia a la sociedad.

La conciencia moral ¿Qué hace que un determinado comportamiento sea considerado moral? Vemos a dos personas intercambiando una mercancía y en seguida captamos que se trata de un comportamiento económico; cuando vemos que una persona desde el púlpito de un determinado templo se dirige a grupo de creyentes, afirmamos que se trata de un comportamiento religioso y, lo mismo ocurre, cuando vemos que una persona le pide a otras que se intercambien sortijas, deducimos que se trata de un comportamiento jurídico, etc, etc. Por lo tanto, es necesario que indaguemos sobre la especificidad del comportamiento moral. Una de las cosas que se afirman cuando hablamos de moral, es que los individuos que se comportan de esa manera están íntimamente convencidos que es valioso comportarse del modo como lo han elegido hacer, esta convicción no ocurre, necesariamente en ninguno de los comportamientos descritos, cualquiera puede casarse, aunque evidentemente no es lo ideal, sin estar convencido del valor del matrimonio, y lo mismo podemos ir diciendo de los otros ejemplos aducidos, en cambio en el mundo de lo moral, los individuos están conscientes del valor de dicho comportamiento.

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R. A. FÚNEZ Aquí el problema que de inmediato se nos plantea es cómo se forma aquella conciencia moral21. Y aquí es importante señalar que no se trata de mera introspección, no se trata de plegarse sobre sí mismo para ver emerger desde el fondo del alma aquello que llamamos conciencia, sino que se requiere estar bien enraizados en la situación en la que nos ha tocado en suerte vivir, porque es de esa situación de la que va a provenir la información que vamos a requerir. Todo ello implica un serio compromiso para adquirir lo que A. Cortina (2013, 102) llama una buena información. Y esta exigencia es ciertamente un reto. Se habla incansablemente de las bondades de las tecnologías de la información y de la comunicación (TICs), sin embargo, intentar informarse mediante alguno de esos medios se ha tornado sumamente complejo. Da la impresión que tanto los medios en su versión escrita como televisada no están verdaderamente comprometidos en desvelar lo que ocurre en la realidad, sino que más bien al acentuar, con mala conciencia, algunos aspectos de lo real, terminan por deformar la totalidad de dicha realidad. De hecho, si alguien quiere enterarse de lo que ciertamente está ocurriendo en alguna parte del planeta, tiene que reconocer que lo invade una especie de impotencia, al caer en la cuenta de que nunca estará seguro si ha ocurrido lo que está leyendo o escuchando y no se trata únicamente de que se esté tratando al oyente como una criatura menor de edad, como afirma N. Chomsky22, sino que deliberadamente se busca deformar la realidad23. Ante tal situación, si con lo que estamos comprometidos es con la forja de la propia conciencia tenemos inexorablemente que buscar buena información, y a esto contribuye, sigue sugiriendo A. Cortina, dialogar con otros que merecen toda nuestra confianza, y para esto también la TICs pueden venir en nuestro auxilio, establezcamos vínculos con personas que consideremos dignas de 21 Existe una tradición filosófica española para la cual no es muy claro la existencia de la conciencia. De hecho afirma que rigurosamente de lo que podemos hablar es de actos conscientes. Lo que aquí nos interesa señalar es que al no estar meramente yuxtapuestos aquellos actos conscientes, constituyen algo más a los meros actos, es decir, constituyen la conciencia. La conciencia no es mera suma de actos conscientes sino que hace referencia, al exceso que necesariamente ocurre de aquellos actos. 22 Consultar las 10 estrategias de manipulación mediática en https://www.revistacomunicar. com/pdf/noam-chomsky-la-manipulacion.pdf, consultado el día 04 de marzo de 2018 23 Esta afirmación puede sonar a marxismo trasnochado, pero lo que ocurre es que los dueños de los grandes medios de comunicación proceden trasnochadamente

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Ética para la vida cotidiana confianza y dialoguemos con ellas para de esa manera ir, no sólo haciéndonos una idea de lo que sea la realidad sino, al mismo tiempo, ir forjando nuestra conciencia, todo esto va a ir equipándonos de buenos criterios para discernir entre lo verdadero y lo falso, en un mundo en el que nos inunda el discurso y la propaganda. Pero todo lo que menos diciendo se apoya en la férrea intención de acertar. Los individuos no actuamos sólo por actuar, sino que lo hacemos con la imperiosa finalidad de que nuestra actuación acierte en el blanco, y para eso, como se viene diciendo prácticamente desde Aristóteles se requiere de una práctica de todos los días, un buen arquero se entrena diariamente, y su puntería se funda en toda esta práctica anterior.

La reciprocidad, base de la cooperación Una de las cuestiones de las que poco a poco nos vamos convenciendo, es que muchos de los problemas por los que atraviesa actualmente la humanidad pueden solucionarse mediante la cooperación. Es verdad que más de alguno va a salir argumentando que en una sociedad tan compleja en la que no conocemos a nadie y en la que incluso los familiares, muchas veces son los principales obstáculos para superar los agudos problemas económicos con los que nos encontramos, hablar de cooperación es no haber entendido los dinamismos intrínsecos de la sociedad; habrá más de algún cínico que ante el sufrimiento de un ser humano simplemente pueda decirse que él no tiene ninguna responsabilidad, que cada quien elige el estado de vida que prefiere como mejor, y, de repente, pretender aliviar lo que a nosotros nos parece males, no es más que una especie de distorsión, de intromisión ilegítima en el modo de vida que cada cual ha elegido. No obstante, pese a todo ese ruido, muy común en una sociedad que concibe a los individuos como desprendidos de todo vínculo social, la cooperación es la disposición que deberíamos cultivar para hacer frente a las dificultades. Los economistas han observado que nunca antes la humanidad ha logrado apropiarse de tantos recursos, de tanta riqueza, de tanto saber, de tanta tecnología como la humanidad actual.

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R. A. FÚNEZ Es decir, la sociedad actual tiene todas las posibilidades para fomentar la cooperación. Y de hecho lo hace, la pregunta es entonces ¿por qué siguen agravándose los problemas hasta el extremo de poder en peligro a la misma humanidad? y la razón es que la cooperación se ha entendido bastante mal. Manfred Max Neef, en su momento denunció un tipo de colaboración que en lugar de aliviar los problemas por los que atravesamos, más bien consolidaron la posibilidad de que se sigan profundizando. Este economista está convencido que el hambre en el mundo, es posible erradicarla, y para que eso ocurra no es necesario que los Zaqueos de hoy entreguen la mitad de sus riquezas, sino que basta con que se priven de un mínimo porcentaje de sus ganancias y el hambre puede superarse, sin embargo, cuando la UNICEF, propuso un proyecto para erradicar el hambre, se dijo que no había dinero. Para que la verdad, saliera a flote bastó que a finales del 2007 comenzara a hacerse evidente la crisis inmobiliaria en Estados Unidos, para que los ricos de este mundo pusieran a disposición de las grandes corporaciones 18 billones de dólares; es decir, hay dinero, lo que ocurre es que la cooperación se entiende únicamente entre los poderosos del mundo. Pero también más en la base, más cerca de nosotros, existe un discurso que parece que toma muy en serio la cooperación, se trata de todos aquellos discursos populistas en los que en campaña electoral se ondea la bandera del compromiso con los más desposeídos, lo falaz, muchas veces de este discurso es que esos tipos de populismos quieren convencer a la población de que se trata de gente muy comprometida con los intereses de las mayorías, y que este interés es tan grande que es capaz de poner entre paréntesis los propios, personales, e individuales intereses, el celo por los pobres es tal, que lleva hasta a que se olvide la propia vida. ¿Dónde está lo falaz? que la historia va demostrando que todos aquellos que dicen desvivirse por los demás, incluso, ignorando su propia vida, son los que más beneficiados terminan24, es una experiencia cotidiana el ver como la 24 Veamos que afirma uno de los diarios de circulación virtual de El Salvador: “La Fiscalía General de la República ordenó el viernes la captura del expresidente Mauricio Funes Cartagena (FMLN/2009-2014), quien fue acusado formalmente por haber sustraído con una elaborada estratagema más de 351 millones de dólares del erario nacional”, bajado de http://lagace-

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Ética para la vida cotidiana opción por los más desprotegidos terminan enriqueciendo justamente a los que se supone que se sacrifican por aquellos desdichados. ¿Qué ha pasado? Hay que decir que hemos distorsionado la idea de ser humano. Hemos ignorado, como nos recuerda A. Cortina, que lo que da cuenta del ser humano es el hecho de que somos reciprocadores; ha sido esa capacidad de reciprocar, la que poco a poco hemos ido perdiendo y que, sin embargo, es necesario volver a recuperar, el hombre, afirma la pensadora española, es capaz de dar y recibir, capaz de reciprocar, capaz de cooperar, y además se mueve también por instintos y emociones, y no sólo por el cálculo de la máxima utilidad. Si nos atenemos seriamente a lo que hemos dicho, la tarea que tenemos es justamente la de reflexionar en torno a quienes son los que tienen que unirse en la cooperación. Y si estamos esperando que sean los poderosos de este mundo los que opten por cooperar, es probable que el camino sea cada vez más largo, no todos los ricos son un Bill Bates, o un Warren Buffet; pero también puede ocurrir lo mismo si estamos esperando que sean los oportunistas de turno los que se apresten a cooperar. Parece que en este asunto de la cooperación, también tiene que darse una especie de posición simétrica, es decir, que el pobre coopere con el pobre, que el desvalido coopere con el desvalido, que los iguales cooperen con sus iguales, ya los poderosos lo hacen, sólo que como dijo el inolvidable Facundo Cabral, las cantidades de los ricos son astronómicas, porque sus necesidades también lo son, en este sentido afirma A, Cortina (2013): “cooperar con aquellos en quienes podemos confiar y castigar a los que nos defraudan”. Insistamos en que estamos interesados es establecer que la cooperación es posible, porque somos hombres reciprocadores. Es decir, nos ayudamos mutuamente, y es justo en este mutuamente en el que se funda la cooperación, y se ve en seguida que es también lo que queda negado cuando la cooperación ocurre unilateralmente.

ta503.com/2018/06/mauricio-funes-se-robo-mas-de-351-millones/, el 11 de junio de 2018.

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Para una ética del nosotros “No tengo ni para mí, ya voy a tener para darle a los demás”. ¿qué hay de pernicioso en esta actitud? ¿Qué impacto tiene una actitud semejante, tanto en quien la tiene, en aquellos con quienes hace su vida, como en todos y todo los demás? Quero indicar, de entrada, que detrás de aquella actitud hay una especie de resentimiento25. Pero lo malvado de este resentimiento es que generalmente se desencadena no con los causantes de aquella situación, sino más bien con aquellos que se encuentran en la misma situación de vulnerabilidad o, peor aún, con todos aquellos que están en peores condiciones. En este sentido, el resentimiento puede cortar una apreciable vía de comunicación con todos aquellos con los que están simétricamente situados. Pienso que en lo que tiene que ver con los demás, es esta la tragedia: perder el grupo de referencia con el cual se puede dialogar, para encontrar o construir soluciones a la situación penosa en la que están inmersos. ¿Qué ocurre cuando nos enajenamos respecto a los miembros del mismo grupo? Pueden ocurrir dos escenarios, o que vea en el otro una amenaza que pueda agudizar más la situación de carestía en la que están. Un pariente pobre, siempre es un incordio tenerlo por mucho tiempo como huésped. Un mendigo que nos pide frecuentemente alimentación se vuelve una carga onerosa. El otro es una especie de carga, de la que lo mejor es no hacerse cargo26. Pero puede darse un segundo escenario, probablemente forjado en el escenario anterior: el otro es alguien con el que podemos sacar todo nuestro 25 No está en mi ánimo sostener que aquel resentimiento no está de sobra justificado, por supuesto que se trata, probablemente, de un resentimiento causado por lo mal que han tratado a este enorme sector vulnerable de la sociedad. Ya en su momento los artífices de aquella actitud tendrán que dar cuenta de su modo de proceder; muy probablemente el tribunal que se erija será justamente su propia conciencia. Nadie se va de esta vida sin pagar las deudas contraídas. 26 A. Cortina ha propuesto a la Real Academia Española el término aporofobia que describe esta aversión al pobre, no se trata meramente de un rechazo al extranjero, si este trae dinero, es recibido con bombo y platillo, pero si es pobre lo que hay que hacer es rechazarlo. Trump, al referirse a los migrantes haitianos y salvadoreños afirmo “¿Por qué tenemos a toda esta gente de países (que son un) agujero de mierda viniendo aquí?” y seguidamente sugirió que “Estados Unidos debería traer a más inmigrantes de países como Noruega”. Es decir, el problema no son los inmigrantes, sino que sean inmigrantes pobres. Por eso sigue teniendo razón A Cortina cuando continúa afirmando que “la aporofobia es una patología social que existe en todo el mundo y lo primero que hay que hacer es reconocerlo, saber que está y que nos pasa, e inmediatamente tratar de desactivar ese fenómeno […] absolutamente corrosivo”. Consultar https://www.fundeu.es/noticia/adela-cortina

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Ética para la vida cotidiana resentimiento, con el que podemos realizar “el poder” que tenemos. Con el que podemos duplicar el daño que recibimos. El patrón golpea al trabajador, el trabajador golpea a su mujer, la mujer golpea al hijo y el niño golpea al perro. De aquí proceden todos los reclamos que se hacen desde los que optan por este grupo. Gabino Palomares y Amparo Ochoa describen con amargura esta actitud cuando cantan: “Pero si llega cansado, Un indio de andar la sierra, Lo humillamos y lo vemos, Como extraño por su tierra. Tú, hipócrita que te muestras, Humilde ante el extranjero, Pero te vuelves soberbio, Con tus hermanos del pueblo”. No obstante, lo que realmente nos interesa es acentuar lo que tiene de paralizante dicha actitud en el esfuerzo por forjar un carácter bueno, un carácter felicitante. Queremos partir observando que cuando la gente dice ¨no tengo ni para mí…¨ está describiendo una situación que es real, de verdad, lo que tiene lo tiene poco, por eso decía A. V. Rechnitz que los pobres tienen que ser unos genios en economía, ya que logran sobrevivir con un presupuesto que es ilusorio. Nuestra inquietud es la siguiente ¿procediendo de esa manera, es decir, agrediendo a su igual, alivia la situación en la que se encuentra? ¿responde con mayor eficacia y eficiencia, a dicha situación? Tenemos que contestar en seguida27, que no, que en nada ayuda a los pobres ignorar a los demás pobres. Que como bien dicen popularmente, salir al encuentro del otro, con los escasos recursos con los que contamos no nos hace más pobres, y, como lo indica, el sentido común, no hacerlo tampoco nos vuelve más ricos. Entonces, ¿por qué no ensayamos, para responder a nuestra situación crítica, salir al encuentro de aquellos que también se encuentran en una situación vulnerable?28 27 Y constatar este hecho es esperanzador, en la medida en la que podemos soñar con que la situación puede superarse. 28 G. Standing en su estudio sobre el precariado apunta que ocurre una situación anómala entre lo que él llamado precarios. El precario tiende a esconder su situación. Quien, por ejemplo, pierde su trabajo, pasa una especie de vergüenza, y procura por todos los medios seguir con una rutina parecida a cuando era un empleado, se levanta temprano, sale temprano de su casa, aunque con toda probabilidad sea para ir a leer en una gasolinera la sección de empleos del periódico; de esta manera sus vecinos no saben que está desempleado. Y respecto a sus amigos, evita por todos los medios encontrarse con ellos, y justamente lo hace para que tampoco conozcan la situación en la que se encuentra. El fracaso en esta sociedad culpabiliza a los sujetos. Y de lo único que se trata es de ser responsable, no culpable.

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R. A. FÚNEZ Goya tiene una pintura en la que dos hombres se enfrentan a garrotazos, veamos que no lo hacen con sables, o con armas, sino con garrotes, y además Goya lo titula “Duelo a garrotazos” o “la riña”. Por lo tanto, dicha pintura no está describiendo la pugna entre nobles, ni está describiendo la pugna entre los poderosos, sino que parece que describe la pugna entre dos pobres que recurren a lo único que tienen a la mano, un garrote. El problema es que pelean en arena movediza. Ambos están condenados a hundirse, se trata de una pintura que describe perfectamente bien la riña entre los pobres, si se siguen peleando entre ellos, si se siguen ignorando mutuamente lo más seguro es que terminen por hundirse, desenlace que apuraran en la medida en que la ¨riña¨ sea más cruenta. Sin embargo, si en lugar de reñir, buscan ambos salir de la situación en la que se encuentran, de repente ocurre que encuentran una salida desde la que se salvan mutuamente29. Aquella afirmación con la que comenzamos este ensayo, no sólo no nos permite entender adecuadamente la situación en la que estamos inmersos, sino que también nos encubre aquellos con quienes se pueden establecer alianzas para salir de dicha situación.

Podemos salir adelante junto a los otros En la década de los ochenta cuanto se les preguntaba a los jóvenes por los tres signos que indicaban que habían sido exitosos en la vida, afirmaban que tener un empleo en el que se les pagara un buen salario, un carro deportivo, y tener como novia a la muchacha más guapa de la facultad. Hoy parece que los muchachos piensan que, teniendo dinero, tendrían solucionado todos los problemas, tener dinero abriría la puerta del éxito, de los amigos, de las novias, de las vacaciones, etc. En ambos casos se concibe el éxito como algo circunscrito a los límites de la propia individualidad, quien es exitoso es el individuo; en este sentido se puede estar inclinado a pensar que los otros, o pueden ser una carga para 29 ¿Por dónde llegamos hasta dónde estamos? Decimos, muchas veces: “no hay salida”. ¿pero hemos reparado, que tuvimos que haber llegado por algún lado? Estoy absolutamente convencido, que toda situación tiene una salida.

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Ética para la vida cotidiana que cada cual alcance su propio éxito o, por lo mismo, habría que prescindir de ellos para que el camino al éxito quede expedito. Son varias las inquietudes que nos suscitan este modo de concebir el éxito. Debemos comenzar estableciendo que es legítimo que las personas busquen ser exitosas en la vida, y, además, si nos encontráramos con alguien que no desea serlo, tendríamos que animarle a que lo sea y descubrirle sus más profundas motivaciones que lo están imposibilitando para hacerle pensar que no tiene que ser exitoso. De hecho, ser exitoso tendrá que ver con lo más propio de cada cual. Sin embargo, una vez establecido lo anterior, si es necesario preguntarse por las razones que nos han llevado a pensar que los demás son obstáculos para alcanzar el éxito. Una dificultad similar se generó en un salón de clases cuando una de las alumnas expuso que por ser el tema de la felicidad un asunto estrictamente subjetivo se corría el riesgo de que la felicidad de alguno afectara a la felicidad de algún otro, respecto a lo cual conteste que no tendría por qué ocurrir de ese modo, aunque sea el mismísimo Kelsen30 el que proponga tal dificultad; pienso que si de verdad se trata de una auténtica felicidad, no tendría por qué entorpecer la felicidad de los demás, pero como de esto hablaremos en cualquier otro momento, establezcamos que por lo que respecta al éxito, tampoco tendría que afectar a los demás. La otra inquietud que tenemos que encarar es si es correcto abandonar a los otros cuando lo que buscamos es nuestro éxito. Pensamos que para comenzar a esclarecer dichas dificultades tenemos que tener muy claro que aunque creemos que el aporte del liberalismo clásico, respecto al individuo, tiene elementos de mucha importancia en relación a la reivindicación de la esfera individual, tiene también muchas dificultades, al concebir al individuo como una mónada, como una realidad autosuficiente cerrada sobre sí mismo, y evidentemente si pensamos a los individuos separados de todos los demás perdemos, de manera definitiva, la realidad individual, y esto lo afirmamos porque en la realidad misma del individuo se encuentra como nota suya, al 30 Lo que H. Kelsen propone es lo siguiente: “Supongamos que dos varones aman a una misma mujer y que ambos, con o sin razón, creen que sin ella no serían felices. No obstante, conforme a la ley —y tal vez conforme a sus propios sentimientos— esa mujer no puede pertenecer más que a uno de los dos. La felicidad de uno acarreará irremediablemente la desdicha del otro”. Qué es la justicia, disponible en http://yumpu-download.tiny-tools.com/ single.php?id=56623514&page_num=7, consultado el 7 de marzo del 2018.

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R. A. FÚNEZ menos, todos aquellos que son significativos para la propia vida. En este sentido es importante rescatar la noción de individuo que presenta Zubiri (2006, 25), al concebirlo como di-verso, al respecto afirma que “todo hombre es de suyo diverso, esto es, la diversidad es un momento de su realidad”. Sin embargo, lo que a nosotros nos interesa es lo que el pensador vasco entiende por diversidad, y, en este sentido afirma que en esta diversidad “va envuelta en una u otra forma, expresa y reduplicativamente, la referencia a los demás hombres”. Los seres humanos no somos islotes, estamos desde nuestra realidad vertido hacia los otros. Si esto es así, el éxito de cada cual tendría que tener necesariamente presente a los demás, es a esto lo que se refiere A. Cortina (2013, 141) cuando observa que “el secreto del éxito en sociedades democráticas consiste […] en tratar de sacar día a día lo mejor de las propias capacidades, lo cual requiere esfuerzo, que es un componente ineludible de cualquier proyecto vital, y en hacerlo, no sólo en provecho propio, sino también de aquellos con los que se hace la vida, aquellos con lo que y de los que se vive”. Es verdad que somos individuos, pero también es verdad que somos individuos diversos.

Posibilidad de cambiar Un antiguo profesor de Moral y Cívica, en este momento no recuerdo si refería este hecho a la esperanza que genera que los seres humanos podamos cambiar, o al pesimismo de que los hombres siempre cometemos los mismos errores, sin embargo, contaba una y otra vez, que los hombres, aunque estemos más sucios que un cerdo, vamos a la ducha, nos enjabonamos, nos bañamos en agua abundante y salimos limpios y perfumados. Tenemos la capacidad de limpiarnos de toda la cochinada que hemos acarreado por el modo en el que hemos decidido vivir. Fuera la razón que fuera por la que aquel noble profesor de escuela normal, nos refiriera aquel símil, lo importante es que me sigue sonando y se las cuento a mis alumnos, con el único afán de que no sólo sienta esperanza con la posibilidad de poder actuar de modo diverso, al modo como lo han 65

Ética para la vida cotidiana hecho sino que, incluso, puedan liberarse de la culpabilidad, una vez que son conscientes de que se pueden restañar los errores. Se trata de una apuesta por el ser humano. Aunque la realidad humana sea una hybris de pecado y gracia, para decirlo en terminología de antropología teológica, o una mezcla de bondad y maldad, recordando tanto a Hobbes como a Rousseau, o poseedores tanto de genes altruistas como de genes egoístas, para darle su lugar a la genética, confiamos en que los hombres más tarde que nunca, decidiremos, consciente y razonablemente optar por ese chispazo de bondad, que también hay en cada uno de nosotros. Se trata de la convicción de que los hombres podemos cambiar, cuando así lo decidamos, en este sentido, el cambio moral es estricta y radicalmente una decisión personal, pero lo que queremos indicar es que esa decisión tiene la garantía de realizarse, no es una mera veleidad, sino que es una posibilidad real. Podemos haber errado en nuestro blanco, podemos habernos equivocado con la clase de hombres que decidimos ser, no obstante, el error y la falta no tienen la última palabra, siempre contamos con la posibilidad de rectificar. A. Cortina repite morosamente que es más inteligente crearse un buen carácter que un mal carácter, y tiene toda la razón del mundo, pero también tenemos razón cuando afirmamos que aun en el caso que nos hubiéramos forjado un mal carácter, podemos hacer un alto en el camino, y comenzar a construir un buen carácter. Pero también, y este aspecto es necesario tenerlo en cuenta, recurrir a aquel símil también nos recuerda que en asuntos de moral y ética es de vital importancia respetar los procesos personales, y en asuntos personales no cabe la distinción entre rápidos y lentos, si nos encontramos frente a cierta opacidad moral, tenemos que decir, que no se trata de que sea una persona lenta en comprender la importancia de la moral, lo único que significa es que se está forjando la propia biografía. Y estos procesos son lentos, pero hay que decir, que son los más seguros. Hay un texto en la Biblia cristiana que ilustra magníficamente bien esto que acabamos de decir, está recogido en el libro de Lucas31, en él cuenta la historia de un hijo que decidió pedirle la parte de herencia que le correspondía 31 Lc. 15, 11-32.

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R. A. FÚNEZ a su padre, este se la concede, el hijo la derrocha, en una vida de crápula, y se queda sin dinero, hasta el punto que envidia la comida de los cerdos, y al fin decide regresar, nadie lo forzó, sino que el mismo decidió regresar, nadie le impidió que viviera del modo como pensaba que era correcto, tuvo que vivirlo todo, tocar fondo para decidir regresar, pero lo importante es que cuando lo decidió no encontró las puertas cerradas, sino la posibilidad de rectificar, la posibilidad de comenzar. Esto me recuerda lo que les digo a mis alumnos cuando me cuentan lo doloroso que ha sido su vida, las peripecias, vicisitudes, maltratos de todo tipo por los que han tenido que pasar, en el momento en que esperan que sienta lastima de tantos vejámenes por los que han tenido que pasar, les digo, pero seguís vivo ¿verdad? Toda tu historia lo único que a mí me revela es que sos de una reciedumbre asombrosa, no te pudieron pasar peor cosas y, no obstante, seguís estudiando, con ganas de seguir, es decir, en lugar de empalagarlo con la imagen de víctima, acentúo su virilidad de protagonista, podemos continuar, podemos, precisamente por todo lo que se ha pasado, volver a comenzar, y, dicho con toda la dureza, no nos queda otra que comenzar, porque es la propia vida la que está en peligro. Ante todo esto afirma A. Cortina que “las personas sí podemos cambiar, por eso tiene sentido la ética”. Si ya no hubiera nada que hacer, la ética no serviría de nada, pero está ahí para alentarnos que podemos hacer de nuestra vida un monstrenco o un David.

La acción como fuente de moral La ética apunta, también, al ser humano que esperamos ser : cuando Sánchez Vázquez describe los problemas morales, da la impresión que la moral apunta, primariamente, a tener claro la norma a la que necesitamos recurrir para responder al problema que una situación determinada nos está planteando, parece, entonces que estamos ya en posesión de dichas normas. Pienso, que en parte, tiene razón. No obstante, el problema que la moral nos plantea es ¿qué proponer al ser humano actual? La primera inquietud 67

Ética para la vida cotidiana sobre la que hay que reflexionar, es sobre la responsabilidad que le compete a todo hombre y a toda mujer, sobre la “figura” que de sí mismo quiere construir. Existe un discurso ético que al poner el énfasis en los múltiples atropellos que han sufrido los seres humanos corre el riesgo de no tomar debidamente en cuenta la responsabilidad que le compete a cada cual. Es verdad, y la historia puede proporcionarnos una fundamentación minuciosa de dichos abusos. Sin embargo, lo que en verdad urge es qué le proponemos a las personas que se encuentran vulneradas. Acentuar que es “víctima” y sólo víctima corre el riesgo no sólo de no tener una clara inteligencia de lo que tiene qué hacer, sino que agota su práctica “disparando tiros” contra sus victimarios. Por ello mi ética propone tomar muy en cuenta la responsabilidad de cada cual, lo que arroja luces, acerca de lo que tiene que hacer. Cuando nos decidimos a ello, aquel hacer nos va capacitando a los haceres ulteriores. Pues bien, es urgente, y todos los hombres tenemos derecho a ello, crearse la imagen de hombre que se quiere ser. Que en un primer momento pueda estar equivocado acerca de lo que ello significa y que, por lo tanto, podría también estar equivocado acerca de los medios a los que recurre, es el riesgo que se tiene que asumir. Sin embargo, puesto en el camino de forjarse aquella imagen, dicho propósito va arrojando luz, tanto, sobre la ruta que hay que recorrer, como de los medios que hay que apropiarse. todo esto ocurre una vez que nos hemos puesto en marcha. La marcha tiene su impulso inherente. Podemos ser, o como dice A. Cortina, podemos forjarnos el carácter que queramos tener, problema, que además nos urge y que nadie puede solucionar por nosotros La cuestión es ¿cómo nos forjamos dicho carácter? Algunos hablan de normas, otros de virtudes. En ambos casos, no estamos previamente en posesión ni de aquellas normas ni de aquellas virtudes. No podemos pretender, ingenuamente, que las normas y virtudes se encuentran en el contexto social en el que nos encontramos y que de lo que se trata es de echar mano de ellas. Es verdad que hay seres humanos veraces, seres humanos en los que se puede confiar, pero ello no significa que la virtud y la veracidad esté ahí y quien quiera serlo únicamente extiende su mano y ya cuenta con ello; sino que el hombre que quiere ser veraz, tiene que construirla en su propia realidad a partir de un esfuerzo personal 68

R. A. FÚNEZ ¿tenemos que estar en posesión de la norma o de la virtud? Quizás no, no se trata de actuar hasta que ya nos encontramos en posesión de, sino que en el mismo impulso a actuar conforme a dicha virtud, nos vamos comportando conforme a la virtud que buscamos construir ¿Es mero voluntarismo? No, pienso que se trata de algo más radical, de ser, lo que deseamos ser.

Sólo la ternura puede hacernos ¿De qué pasta estamos hechos? Estamos hechos de muy mala pasta. Esta respuesta es producto de cierto desencanto que experimentamos cuando nos enteramos de la increíble capacidad que tenemos los seres humanos para infringirnos sufrimiento. Infringimos sufrimiento a los demás hombres, a la naturaleza, a todo aquello con lo que alguna vez entramos en contacto. Los seres humanos tenemos la enorme capacidad de desvirtuar todas nuestras relaciones fundamentales. Es escandaloso que, aun contando con todos los recursos, tanto económicos como científicos, porque como muy bien lo recuerda Zubiri, nunca antes la humanidad ha estado en posesión de tanto conocimiento, como del que dispone en la actualidad, y sin embargo, se debata con problemas que aparentemente la están poniendo en peligro de muerte. Ante estos hechos, aquella descorazonada exclamación bíblica: “Dios se arrepintió de haber creado el hombre32, adquiere el mayor patetismo. Los seres humanos también somos malos, los seres humanos, para recordar el cuento que cuenta el abuelo a sus nietos, nos hemos esmerado muy bien, en alimentar el lobo rabioso que habita en cada uno de nosotros. Pero una vez dicho esto, también es necesario recordar que también somos buenos. Lo que ocurre es que los hombres, parece que padecemos mala memoria de corto plazo, y nos hemos olvidado de algo que es también fundamental. Nos referimos a la vulnerabilidad. Vulnerabilidad de la que no podemos salir por nosotros mismos, sino que aquí son los otros seres humanos que lo van rodeando con todos aquellos recursos con los que poco a poco, en un proceso lento pero efectivo, le van permitiendo valerse por sí mismo. 32 Gn. 6,6

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Ética para la vida cotidiana Esto indica, según A. Cortina, que no somos sólo malvados, sino que estamos hechos, para poder cuidarnos entre nosotros mismos. Los hombres nacemos en una situación en la que necesitamos de ser cuidados, (entendiendo necesidad en su sentido más biológico posible, del mismo modo que necesitamos alimentación, cuando tenemos hambre), necesitamos que se nos cuide para poder ser viables, y quienes lo hacen demuestran que están hechos para cuidar. La madre llena de todos los cuidados posibles al recién nacido y este cuidado es susceptible de predisponerlo para que sea un ser humano de bien. Por eso ante el desencanto, la desesperanza, la frustración en la que estamos sumidos los seres humanos, se vuelve urgente recobrar este hecho fundamental: el cuidado, que nos desvela no solo lo que necesitamos, sino, sobre todo, del gran corazón que tenemos los seres humanos. Tenemos que desbrozar, de nuevo, el camino que nos conduzca hacia aquella disposición a cuidar. Claro, y es en lo que sueña A. Cortina, frente a un mundo en el que se maltrata al “extraño”, lo urgente, lo verdaderamente urgente es extender el cuidado al “extranjero”, al que viene de lejos, al que no es de nuestro círculo familiar pero que también es hermano. Para ello no basta contar con los recursos para hacerlo. No basta con que podamos salir al encuentro de aquellos que la pasan mal, porque de repente, salir al encuentro del desvalido, como suele decir la gente, no nos hace más pobre, sino que de lo que de verdad se trata es de querer hacerlo. Por ello el gran reto que tenemos planteado es preguntarnos ¿de qué necesitamos equiparnos para evitar dar un rodeo frente al ser humano que la pasa peor que nosotros?33 ¿qué podemos hacer para recordar, para volver a pasar por el corazón, el inconcuso hecho de que sólo hemos podido llegar a ser lo que somos, por la ternura y el cuidado del que hemos sido objetos?

33 ¿La ley? ¿El propio oficio? ¿La indiferencia? ¿La dureza de corazón? ¿una actitud de pobre? ¿realmente que nos impide encontrarnos con el que lo necesita?

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Ética y transformación humana Usualmente solemos definir moral como un conjunto de normas, y es sintomático que incluso los menos avisados establezcan esta relación casi siempre que se les pregunta por la moral. Es evidente que la moral tiene que ver con reglas, normas, etc. Sin embargo, la dimensión normativa no es ni de cerca, lo esencial de la moral. Son múltiples los ejemplos que inmediatamente se nos vienen a la cabeza con el solo hecho de plantear el problema. El primer ejemplo es el Joseph, el personaje de la novela de Julien Green, Moira ¿Quién era Joseph?, un joven intachable, que regía su vida en la más completa observancia de las reglas de su iglesia, por ello era admirado y, quizá, también por ello corria el riesgo de erigirse en modelo. Si se aspira a comportarse con integridad, Joseph era el típico modelo a seguir. Lo que ocurre es que un modelo es implacable, le falta misericordia y compasión, no admite la fragilidad de los otros, es un juez inflexible. Lo grave de asunto es que en el caso que cometa un error, es tal su ofuscamiento que es incapaz de reconocer su responsabilidad, siempre son los otros la causa de las propias inconstancias, de hecho, el puro e inmaculado Joseph termina asesinando a Moira en la que ve la causa de su perdición. El segundo ejemplo es Karatski el personaje de la novela de Tolstoi, El padre Sergio, a él recurrían todos aquellos que estaban ansiosos de su buen consejo, y, sin duda encontraban en aquel santo lo que afanosamente buscaban. No obstante, y con una crudeza sin límites, Tolstoi, narra la manera atroz con la que el santo evitaba la tentación, en una ocasión en la que sintió estar siendo tentado por una mujer, se amputo un dedo de su mano. Es probable que una conducta así, tenga mucho mérito, sin embargo, me queda la sospecha de si su moral no carece de algo fundamental. El último ejemplo al que me gustaría recurrir es a la historia que narran los evangelios, con el título del joven rico34 Los evangelistas se esmeran en presentar a un muchacho bueno, intachable, fiel observante de la ley. Sin embargo, no es esto lo que a Jesús le parezca determinante para una vida que pueda conseguir el cielo. Se puede cumplir la ley como mero rito, sin que toque el corazón. 34

Mc, 10, 17-22

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Ética para la vida cotidiana Por ello, en asuntos de moral, no bastan las normas. Quizá las normas son recursos útiles, pero sin duda, son insuficientes. Por ello A. Cortina, señala, con la máxima claridad, que en asuntos de ética está en juego, nada más y nada menos que la transformación interna de las personas. las normas, los valores y los principios, no son un mero ritual externo, sino que tienen que apuntar a aquella transformación a la que se refiere nuestra filósofa española. Los seres humanos tenemos que estar convencidos de que vale la pena actuar bien y el énfasis, ínsito en ello es aquella profunda transformación que tiene que darse para que realmente la observancia de la norma sea un comportamiento moral.

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Actividades capítulo II Actividad # 4 Elabore un listado de sus valores más significativos y formule una breve definición de cada uno de ellos

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