Estudio sobre imágenes del texto de Johann Daniel Mylius

April 19, 2020 | Author: Anonymous | Category: Alchemy, Fires, Soul, Death, Creation Myths
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Johann Daniel Mylius

LOS SELLOS DE LOS FILÓSOFOS Compendio de Iconografía Alquímica

Grupo de investigación Opus medico-chymicum

Emblema 29 Mitigo, Filósofo: Aunque los hombres y los animales desprecian la Piedra, los Sabios la aprecian. Un sembrador es señalado por dos flechas que llevan dos pájaros, en su cabeza un círculo con un punto en el centro, de manera homóloga otro en la tierra donde el sembrador esparce la semilla. Pernety nos habla del sembrar como un proceso de continuación dentro del régimen de fuego, «sembrad vuestro oro en una tierra blanca foliada y bien preparada, es decir, haced pasar vuestra materia del color blanco al rojo».1 Este emblema está relacionado con el de Michael Maier que se reproduce en El juego Aureo con el lema: Seminate aurum vestrum in terram albam foliatam (Sembrad vuestro oro en la tierra blanca foliada)”. La Alquimia (llamada a menudo «Agricultura Celeste») posee numerosas analogias agrícolas. Debajo de la imagen que nos ocupa, el epigrama (extraído del Rosarium philosophorum, Francfort, 1550) recalca la necesidad de observar “como en un espejo” la lección del grano de trigo, que enseña que el oro de los Sabios se siembra en la Tierra blanca foliada. Así como hace falta una semilla para obtener trigo, para multiplicar el metal es necesario obtener la Semilla metálica . Esta que contiene todos los productos naturales, se consigue mediante la descomposición total de la sustancia. Pero toda semilla precisa de un suelo adecuado, por lo que el artista habrá de preparar la tierra necesaria, trabajo que (en comparación con el mero hecho de sembrar) requiere mucho más tiempo.2

Alexander Roob hace referencias al tema principal del emblema que es la siembra del grano extraido de los escritos de Michael Maier de Atalanta Fugiens y de Daniel Stolcius de Viridarium chymicum: Nuestra ciencia química se parece, en el conjunto de sus operaciones, a un campesino que prepara el terreno y siembra el grano. Tanto el alquimista como el agricultor deben observar exactamente las estaciones, si quieren obtener buenas cosechas3

En este emblema encontramos a la semilla tanto en el cielo como en la tierra, haciendo referencia al axioma alquímico “como es arriba es abajo”. La alquimia es la «agricultura celeste». Se añaden a la materia, como fermento, el oro (Sol) y la plata (Luna), para su propagación. Si siembras estas dos cosas tan conocidas en nuestra tierra, verás esta llama viva dar sus frutos.4

La fermentación de los metales es la semilla que se pudre y da paso a la planta, un versículo en la Biblia se relaciona de manera evidente. «Lo que tu siembras , insensato , no sirve si no muere.[…].Se siembra en vileza y se levanta en gloria.[…].Se siembra cuerpo animal y se levanta cuerpo espiritual.»5

1 Dom Antoine-Joseph Pernety, Diccionario Mito-Hermético, ed. Índigo, Barcelona, 1993, p. 470. 2 Michael Maier en Stanislas Klossowski de Rola, El Juego Aúreo, ed. Siruela, Madrid, 1988, p. 101. 3 Alexander Roob, Alquimia & Mística, ed. Taschen, Bonn,1996 , p.224. 4 Alexander Roob, op. cit., p. 224. 5 La Biblia, Corintios I, 15,36-44. 6 Michael Maier, Viatorum, en Alexander Roob, op.cit., p. 468. -4-

Johann Daniel Mylius, Opus medico-chymicum, emblema 29 de los Sellos de los Filósofos.

Michael Maier, Viatorum, 1618. «El centro del mundo es el grano en el campo.»6

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Emblema 70 Johannes de Mechung, filósofo: Desear y abarcar Todo en Todo no corresponde sólo a la actividad del Hombre, sino que está en manos de Dios. Dos ángeles sujetan una escalera que va de la Tierra al Cielo, y dos hombres suben por ella: el primero en subir cae antes de llegar a las alturas, en cambio el siguiente comienza su ascenso guiado por los ángeles. Uno de los ángeles señala al cielo, final de la escalera, indicándole el camino. La escalera aparece como símbolo de camino ascendente a la sabiduría, y los peldaños, de las fases a seguir para el conocimiento del mundo aparente o divino.1 «Según el Zóhar, la escala que viera Jacob en sueños tenía setenta y dos escalones y su cima se perdía en las mansiones del cielo.»2 En el símbolo de la escalera hay implícitos dos opuestos: ascenso o descenso. Como todos los símbolos de este tipo, la escalera reviste un aspecto negativo: es el descenso, la caída, el retorno a la tierra e incluso al mundo subterráneo. Pues la escalera enlaza los tres mundos cósmicos y se presta tanto a la regresión como a la ascensión; ella resume el drama entero de la verticalidad.3

Así, la figura que cae es como el alquimista impaciente, que busca el oro sin trabajo previo, y siempre y sin remedio se precipita al vacío. Para no caer, en esta subida hacia el cielo, el adepto necesita de un guía que le indique el buen camino y los pasos a seguir. Esta ayuda es manifestada en el emblema por los ángeles mensajeros de Dios . De forma similar, en el Canto Segundo de la Divina Comedia, Beatrize envía una sombra en auxilio del extraviado: Mi amigo, que no es de la ventura, se ve tan embarazado en la playa desierta que el miedo le ha hecho retroceder; y temo (por lo que he oído sobre él en el cielo) que se haya extraviado ya y que sea tarde para que yo acuda en su socorro. Ve, pues, y con tus elocuentes palabras y con todo lo que se necesite para sacarlo de su apuro, auxílialo tan bien que yo quede consolada.4

En la mitología griega, Atenea y Hermes son los guías de los poetas en su camino hacia la divinidad: Cuando los antiguos poetas invocaban a Atenea, no lo hacían para embellecer su canto y obtener la gloria de sus coetáneos, sino porque creían que gracias a la presencia de la hija de Zeus los hombres podían alcanzar la inmortalidad, pues la santa poesía inspirada por Atenea, la protectora de las artes, daba las alas a los hombres para remontar al cielo de donde cayeron. Pero en este viaje de regreso se debía imprescindiblemente cruzar el sombrío reino del Hades y nadie lo podía conseguir sin la guía de Hermes, por lo que a este dios se le denominaba con el epíteto de psicopompos (ψυχο−ποµπος) es decir: “conductor o acompañante de almas”.5

En la alquimia este simbolismo de progresión en fases ascendentes se identifica con las etapas del proceso de transformación de los metales6. En el emblema de la serie Die Cabala, Spiegel der Kunst und Natur, podemos ver los nombres de estas etapas escritos en los peldaños de esta escalera química.

1.Véase Jean Chevalier, Diccionario de los Símbolos, ed. Herder, Barcelona, 1991, voz “Escalera”. 2. Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de Símbolos, ed. Siruela, Barcelona, 1997, voz “Escalera”. 3. Jean Chevalier, op. cit., voz “Escalera”. 4. Dante Alighieri, Divina Comedia, ed. Unidad, Madrid, 1999, p.17. 5. Raimon Arola, Mitología Oculta, ed. Arola, Barcelona, 2000, p. 111. 6. Véase Jean Chevalier, op. cit., voz “Escalera”. 7. Stanislas Klossowski de Rola, El Juego Aúreo, ed. Siruela, Madrid, 1988, p.117. 8. Alexander Roob, op. cit., p. 299. -6-

Johann Daniel Mylius, Opus medico-chymicum, emblema 70 de los Sellos de los Filósofos.

Michael Maier, Symbola aureae mensae, 1617. «Morieno compara las dificultades del buscador carente de preparación con un hombre que se queda pegado a su propio montón de excrementos o bien con uno que intenta subir sin escala a una torre y cae inevitablemente de cabeza.»7

Steffan Michelspascher, Die Cabala, Spiegel der Kunst und Natur, 1616, detalle. El guía aparece aquí en forma de liebre; « El alquimista anda a locas hasta que la liebre volátil y mercurial le muestra la verdadera materia inicial».8

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Emblema Nº89 Juan Lacinius, Filósofo: En comparación con la Química, las demás artes son subordinadas. Dos mujeres lavando ropa en unas tablas. En su Diccionario Mito-Hermético Pernety nos habla del lavadero como el nombre que le han dado los Químicos herméticos a Júpiter, es decir a la materia sublimada de los filósofos cuando su reino está en vigor durante las operaciones de la piedra. Es la circulación de la materia en el vaso. Se eleva como un vapor hasta lo alto del huevo, recayendo como un rocío sobre la materia que permanece en el fondo; esta lluvia la blanquea, de negra que era en el reino de Saturno; esto es el lavamiento de los filósofos y aquello que llaman Blanquear el latón o Letón.1

Este emblema se encuentra ligado de manera muy clara con el de Michel Maier el emblema II de Atalanta Fugiens, al que acompaña el lema «Vade ad mulierem lavantem pannos, tu fac similite (Ve donde la mujer que lava paños, y haz tu otro tanto).2 Este mandato significa que el Tema de los Sabios debe ser -lavado- (purificado) con fuego. De hecho, los Filósofos hacen hincapié en que su Fuego es un agua (que no moja las manos) y en que su Agua es un fuego (que arde sin llama). Este Fuego Secreto resulta esencial para penetrar y lavar la oscuridad del Cuerpo Filosófico.»3

La acción de las mujeres lavando hace referencia según Roob a una fase avanzada del opus. «El blanqueo de la materia negra después de la fase de nigredo, es considerado aquí [labor doméstica a cargo de las mujeres]».4 Dentro de la progresión del color negro al blanco en el trabajo con la materia, Cirlot nos habla del lavado como símbolo de la purificación de los males subjetivos, de tal manera nos dice: El lavado, pues, simboliza menos la purificación del mal objetivo y exterior que la de los males subjetivos que pudiéramos llamar [particulares]. Resulta obvio agregar que ésta purificación es mucho más difícil y dolorosa.5

1 Dom Antoine-Joseph Pernety, op. cit., p.269. 2 Stanislas Klossowski de Rola, El Juego…, op. cit., p. 101. 3 Stanislas Klossowski de Rola, El Juego..., op. cit., p.103 4 Alexander Roob, op. cit., p.393. 5 Juan Eduardo Cirlot, op. cit., voz “Lavado”.

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Johann Daniel Mylius, Opus medico-chymicum, emblema 89 de los Sellos de los Filósofos.

S.Trismosin, Splendor Solis, circa 1532.

Michael Maier, Atalanta Fugiens, 1618.

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Emblema 98 El autor de la Rosaleda Abreviada: Cuatro son los Principios, cuatro los Colores y cuatro los Fuegos, pero los medios son tres. En tierra yaciente un hombre desnudo tiene entre sus piernas un cuervo y en su cabecera y en sus pies ángeles que lo observan mientras en el cielo se miran los signos de: Sol, Luna, Venus, Marte, Mercurio, Júpiter y Saturno. En el libro de Apuleyo El Asno de Oro podemos encontrar una referencia mitológica la cual nos relaciona al significado principal del emblema que es la Fermentación. Llegué a las afueras de la muerte, pisé el umbral de Proserpina y a mi regreso crucé todos los elementos; en plena noche, vi el sol que brillaba en todo su esplendor; me acerqué a los dioses del infierno y del cielo; los contemplé cara a cara y los adoré de cerca.1

También en el emblema 6 del Azoth de Basilio Valentin se encuentra la relación de este emblema el cual es explicado por Daniel Stolcius alquímicamente. Dentro de un espacio circular sobre un anciano barbado, reposa un cuervo negro. Desde su boca emana dos espíritus alados, los siete planetas están organizados en un arco sobre el espacio circular- Mercurio en el centro, con el Sol, Marte y Venus sobre la izquierda, y la luna, Júpiter y Saturno sobre la derecha. Sobre la izquierda un fuego ardiendo, mientras desde la derecha un viento sopla aire desde las nubes.2

Pernety en su diccionario explica cómo para los Filósofos Herméticos el Espíritu, que en éste caso está representado por los dos ángeles, No entienden por estos términos una sustancia inmaterial, sino una sustancia extremadamente tenue, sutil, penetrante, difundida en todos los mixtos, y especificada en cada uno de ellos según su naturaleza, sus cualidades y el reino de la naturaleza al que pertenezca. También reconocen un espíritu universal físico, ígneo, difundido en todo el universo al que vivifica por su acción continua, sin interrupción, al que dan el nombre de Arqueo de la Naturaleza, viéndolo como el principio indeterminado de todos los individuos.3

Cabe destacar la figura del cuervo y su enorme significado en la Alquimia, pues nos reitera la fase a la que pertenece el emblema, es decir a la putrefactio . En la Alquimia, recobra algunos de los aspectos de su significación primitiva, simbolizando el nigredo o estado inicial, como cualidad inherente a la primera materia o provocada por la división de los elementos. 4

1 Apuleyo, El Asno de Oro, ed. Planeta D`Agostini, Barcelona, 1999, p.319. 2 Daniel Stolcius en Adam McLean, www.levity.com/alchemy 3 Dom Antoine-Joseph Pernety, op. cit., voz “Espíritu”. 4 Juan Eduardo Cirlot, op. cit., voz “Cuervo”. 5 Alexander Roob, op. cit., p. 197 6 Daniel Stolcius en Alexander Roob, op. cit., p. 197.

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Johann Daniel Mylius, Opus medico-chymicum, emblema 98 de los Sellos de los Filósofos.

Johann Daniel Mylius, Philosophia Reformata, 1622. El espíritu y alma abandonan el cuerpo envejecido que, representado por el cuervo, penetra en el estadio de negritud (nigredo), y en el de putrefacción. “Cuando llegan de nuevo, esplendorosos, consuman con él la unión perfecta: de esa triada nacerá Apolo, nuestro elegido.”5

Daniel Stolcius, Viridiarium Chymicum, 1624, detalle. “Mi espiritu quiere (me comprende bien) elevarse con el alma a las alturas. Para que ningún otro pueda volar, se cierra la tumba como es debido[…]. Al cabo de catorce días, me parezco al cuervo”.6

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Emblema 101 Hugo Apostólico, Filósofo. La cúspide de este Magisterio consiste en separar la sombra mortal del resplandor. Entre la tierra y el cielo irradiando tres figuras en la parte de arriba un sol negro, abajo de éste un cuervo sobre una calavera e inmediatamente dos aves picoteando a otra que yace como muerta. De manera general el Sol que desde el cielo ilumina nos puede evocar lo que Ripa en su libro Iconología a la virtud: Que anidando en el seno de nuestro corazón, regula sus potencias y otorga el movimiento y el vigor a todo nuestro cuerpo, que es un pequeño mundo, como decían los Griegos; éste después, por efecto y acción de la Virtud, se enciende y vigoriza de manera que buena parte de los Filósofos antiguos la estimaron bastante como para suplir y equivaler por sí sola a todos los placeres y satisfacciones que en la humana vida podrían anhelarse. Además, como Cristo Nuestro Señor se da a sí mismo, en las Sagradas Escrituras, aquel nombre de Sol de la Justicia, entendiéndose por ella su forma universal y más completa, que abarca en sí misma la totalidad de las virtudes, por lo mismo decimos que llevando éste Sol en el corazón poseeremos al tiempo el principal ornamento de una virtud perfecta y verdadera1.

Alexander Roob en el libro Alquimia y mística nos muestra una imagen en la que aparece un sol negro sostenido por dos pequeños ángeles y hace una pequeña referencia de Ph.O.Runge sobre el sol negro. «El sol negro el cual representa la aniquilación ilimitada de la existencia en los orígenes del universo»2. Esta vez sobre Trismosin y Splendor Solis y en las páginas dedicadas a la Aurora, Roob continúa explicando que: El sol negro como el más exterior, cuyo “fuego oscuro y devorador” lleva todo lo material a la putrefacción. En el libro de la Santísima Trinidad, se dice que Adán, culpable del pecado original está hecho “del fuego del sol negro”. En la alquimia árabe, “el sol negro o la sombra del sol” simboliza las impurezas del oro vulgar, que hay que purificar”.3

Este sol negro irradia sobre el cuervo que se encuentra sobre una calavera de lo que en la colección La Puerta nos comenta de Bruno del Mármol como autor de unas letras iniciales recreadas de manera graciosa e interesante aparecidas en 1982 en la revista belga Le Fil d’Ariadne, nos habla del cuervo en la calavera: El cuervo en la calavera el emblema alquímico de la negrura: pues, según los alquimistas es de ella que nacerán todas las cosas. Sin pasar por la muerte y por la putrefacción no puede haber verdadera creación química y el fuego celeste nunca se podrá fijar en la materia.4

Las aves que bajan picoteado a otra nos representan un proceso de fijación no sin que antes exista una previa muerte, alegoría al axioma alquímico de «matar lo vivo para revivir lo muerto». Alexander Roob nos hace una nueva referencia a los pájaros, ésta vez con una imagen que viene a relacionarse con este emblema en sus páginas referentes al Génesis en la retorta: Después de la privación saturnina, viene la abundancia y el optimismo de Júpiter. Sus hijos ocupan un alto rango en la jerarquía social. Bajo sus auspicios se produce la fase del crecimiento (multiplicatio) en el opus. La lucha de los pájaros, que portan los tres colores del opus, indica que la masa en ebullición contenida en el matraz pasa por un estado transitorio.5

Del Diccionario Mito-Hermético podemos relacionar al sol negro con la definición de noche: La Noche, hija de la tierra y del Caos. Orfeo dice que era madre de los dioses. […]. Los filósofos también toman a la noche como un símbolo de su materia llevada al negro, o a la putrefacción; entonces, ella es, en efecto, la madre de los dioses químicos, porque no dan el nombre de Saturno a su materia hasta que está al negro más negro que el mismo negro, siendo Saturno el primero de esos dioses.6

Pernety nos habla también de la cabeza de cuervo, de lo cual dice: En términos de Ciencia Hermética cuervo significa la materia al negro durante la putrefacción; entonces también la llaman Cabeza de Cuervo, que está leprosa y que es preciso blanquear lavándola siete veces en las aguas del Jordán, como Nahaman.7

1 Cesare Ripa, Iconología, Vol. I, ed. Akal, Torrejón de Ardoz, 1991, p.121. 2 Alexander Roob, op. cit., p.241. 3 Alexander Roob, op. cit., p.234. 4 Bruno del Mármol en Raimon Arola, Imágenes Cabalísticas..., op. cit., p.103. 5 Alexander Roob, op. cit., p.148. 6 Dom Antoine-Joseph Pernety, op. cit., p.367. 7 Dom Antoine-Joseph Pernety, op. cit., p.128. -12-

Johann Daniel Mylius, Opus medico-chymicum, emblema 101 de los Sellos de los Filósofos.

Emblema de Salomon Trismosin, Splendor Solis, circa 1532. -13-

Emblema 119 Melchior Cibinensis, Filosofo húngaro: La Piedra Filosófica de los filósofos debe ser alimentada con leche Virginal como un niño. Mujer de largos cabellos desnuda en la tierra contiene en su vientre un embrión. La imagen nos representa claramente a una madre, la cual podemos relacionar con la madre naturaleza que nutre y sustenta, como un principio activo donde la materia, la semilla de la gran obra es contenida y donde puede lograr, según los filósofos espagíricos su germinación. Al respecto Cesare Ripa nos describe a una mujer desnuda que aparece con los pechos hinchados por la leche , la cual lleva un buitre; continúa explicándonos la descripción con respecto a la Naturaleza haciendo una referencia a la definición que hace Aristóteles en el libro segundo de la Física. La Naturaleza viene a ser origen y principio de la totalidad de las cosas en las que se producen cambios y mutaciones, engendrándose por su medio la totalidad de los seres y elementos corruptibles. Por todo ello se pinta desnuda y en figura de mujer. Pues dividiéndose dicho principio en lo activo y lo pasivo, llamamos a lo activo con el nombre de forma, y en cambio a lo pasivo con el nombre de materia. Lo activo se representa con los pechos que dije, rebosantes de leche, por ser la forma la que nutre y sustenta todas las cosas creadas, así como con la leche de sus pechos alimentan y crían las mujeres a sus niños.1

Igualmente la mujer desnuda nos puede evocar una Ninfa la cual tiene relación directa con la Naturaleza por lo que nos habla Ripa: Se expresan y subrayan las obras de Natura, simbolizándose por su medio la Virtud Vegetativa que reside en los humores, mediante los cuales se produce la generación, nutrición y acrecentamientito de todas las cosas. Las Ninfas de los bosques, ríos, mares, valles y prados son la fuerza y virtud de los humores repartida entre todas las cosas.2

Esta imagen tiene relación con otras de entre las cuales cabe destacar la de Michael Maier, donde podemos observar el emblema de una mujer, tiene como cuerpo un globo terráqueo y con sus senos amamanta a un bebé, en el cual se indica «La tierra es su nodriza».3 En el diccionario de Pernety4 encontramos una definición de la naturaleza que como servidora fiel a su creador es motor o principio de generación y alteración y receptáculo fecundante. En la revista La Puerta encontramos una referencia hacia la religión de los antigüos druidas a la Madre Natura, denominada por ellos Isis, madre propiciadora de vida y principio donde se puede alcanzar la eternidad. Según sus explicaciones este principio vital es denominado húmedo radical y lo definen como espiritual y producido por la infusión amorosa del Espíritu Universal de vida, éste era captado por lo más puro de la naturaleza sublunar. […]. Isis era este húmedo radical universal, influido por la Luna al que miraban como madre original de toda la generación y conservación. […]. Era bajo esta alegoría (imagen de Isis) que habían descrito y adecuado a la Naturaleza misma, o la materia primera que la contiene como madre de todo lo que existe y que da vida a todo.5

En el libro Alquimia y mística de Alexander Roob encontramos una imagen la cual se relaciona con el emblema que tratamos y nos aclara de manera esquemática el proceso de materialización de la Sabiduría divina. La sabiduría es la emanación femenina de Dios, por la que su simiente espiritual se hace realidad primeramente en la palabra articulada de la Sophia celestial y después en la materia, pasando por la matriz de la naturaleza…esta es la Sophia caída, inferior, y se asimila al mercurio, raíz de todos los metales.6

1 Cesare Ripa, op. cit., Vol. 2 p. 121. 2 Cesare Ripa, op. cit., Vol. 2 p. 121. 3 Michael Maier, en Stanislas Klossowski de Rola, El Juego… op. cit., p. 101. 4 Véase Dom Antoine-Joseph Pernety, op. cit., voz “Naturaleza”. 5 Citado por Raimon Arola, Mitología..., op. cit., p. 84. 6 Alexander Roob, op. cit., p. 502. 7 Alexander Roob, op. cit., p. 502. 8 Michael Maier, en Stanislas Klossowski de Rola, El Juego… op. cit., p. 101. -14-

Johann Daniel Mylius, Opus Medico-Chymicum, emblema 119 de los Sellos de los Filósofos.

Las figuras secretas de los Rosa Cruz, 1785. «De sus pechos fluye el “sudor solar” rojo y sulfuroso y la “leche virginal” blanca y mercurial, que forman, ambos juntos, el fruto de sus entrañas, es decir, la tintura. Quien quiera contemplarla desnuda y sin afeites deberá “buscar la amistad de Archeo, su guardián de confianza”.»7

Michael Maier, Atalanta Fugiens, 1618. «La Tierra Filosófica es la Materia (mater, madre) de la Obra, cuyo Lac Virginis (leche de la Virgen), alimenta al niño Azufre»8.

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Emblema 133 Arano, filósofo de los medos: Si no se sabe producir, fertilizar y generar los componentes, nada puede hacerse ni lograrse. El Rey y la Reina se encuentran en un baño cuyo líquido se vierte por una ranura a sus pies. Junto al Rey, que con una mano sostiene su cetro y con la otra señala a la Reina, aparece el Sol. Junto a la Reina, que tiene sus brazos cruzados, aparece la Luna. En medio de ambos brota un árbol, sobre el que brillan seis estrellas. El baño que presenciamos es, sin duda, un baño alquímico, con connotaciones que no se refieren al simple lavado con agua. «Dijeron los alquimistas que el baño simboliza la disolución del oro y de la plata y la purificación de esos dos metales.»1 El oro y la plata, o Sol y Luna, o Rey y Reina, que por sus gestos también se nos muestran como Principio Activo (el Rey) y Principio Pasivo (la Reina), son pues sometidos a una disolución. Y el propósito de esta disolución, según el Diccionario Mito-Hermético, es: Disolver: Reducir un cuerpo sólido en materia líquida. Se llama a esta operación Descomposición, y en los términos propios de la Ciencia Hermética, reducción de los cuerpos en su primera materia, es decir, el oro y la Plata de los Filósofos en su Mercurio, del que estaban formados.2

Así pues, el líquido que vierte el baño contendría esta reducción en el Mercurio. Su Mercurio, que ambos contenían, queda así reunido. Operación que recuerda sin duda a la idea de reunir lo que está separado, presente en toda la alquimia; esta reunión de los opuestos se encarnará en la figura del hermafrodita. Existe una imagen similar en la Alchymia de Andreas Lybavius, que data de 1606 y por tanto es anterior al Opus Medico-Chymicum. La descripción que la acompaña se diría escrita para nuestro emblema: Del Baño alquímico en el que están reclinados el Rey y la Reina emerge la Unidad Sencilla del Árbol de la Vida, que produce las manzanas de oro de las Hespérides, símbolo de la piedra filosofal. [...]. Las seis Estrellas son la Multiplicación.3

Una vez más recurrimos a Pernety para ilustrarnos: [Multiplicación] Consiste en recomenzar la operación ya hecha, pero con materias ya exaltadas y perfeccionadas no con las materias crudas como anteriormente. “Todo el Secreto –dice un Filósofo-, es una disolución física en mercurio y una reducción a su materia primera”.4

Existe otro emblema relacionado en el tratado Rosarium Philosophorum, que nos muestra igualmente el baño del Rey y la Reina. Mylius realizó posteriormente un emblema a partir de él en su serie Philosophia Reformata, que a su vez fue recogido por Daniel Stolcius en su Viridarium Chymicum, acompañado del lema «El baño filosófico», y el siguiente poema: «Procúrate nuestra onda que no moja ningún miembro. Haz que en ella Cintia y el sol se laven; Cuando lo hayas hecho sus espíritus se unirán, Y pronto verás con tus ojos las dos lises Uno y otro árbol dará entonces sus frutos propios Y tú podrás, por fin, recoger sus manzanas.»5

A menudo encontramos una imagen similar en diversos tratados alquímicos; de hecho, unos tratados recogen e incorporan las imágenes de otros anteriores. En este caso, la más antigua parece ser la del Rosarium Philosophorum, serie de la que la primera edición conocida data de 1550, a continuación de la cual aparecería la de Lybavius. Mylius se acerca más en el Opus Medico-Chymicum a la versión del segundo, mientras que en su posterior obra Philosophia Reformata, de 1622, se inspiró directamente en el Rosarium.

1. Juan Eduardo Cirlot, op. cit., voz “Baño”. 2. Dom Antoine-Joseph Pernety, op. cit., voz “Disolver”. 3. Stanislas Klossowski de Rola, El Juego..., op. cit., p. 55. 4. Dom Antoine-Joseph Pernety, op. cit., voz “Multiplicación”. 5. Daniel Stolcius, Viridiarum Chymicum, ed. Muñoz Moya y Montraveta, Barcelona, 1986, p. 162.

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Johann Daniel Mylius, Opus medico-chymicum, emblema 133 de los Sellos de los Filósofos.

Andreas Lybavius, Alchymia, 1606, detalle de la parte superior del emblema que muestra el baño del Rey y la Reina. En el árbol pueden apreciarse las manzanas de oro.

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Rosarium Philosophorum, circa 1550; aquí el Rey y la Reina tienen en sus manos las lises que nombra el poema de Stolcius, y sobre ellos se halla la paloma que simboliza el espíritu purificado.

Emblema 152. Alegoría filosófica de Merlín: Saturno es el planeta de la muerte, reparad en que va vestido de negro. Un anciano con un pájaro negro posado sobre su cabeza, permanece de pie en un recipiente calentado en un horno; un joven aparece reclinado con un fuelle avivando el fuego. Este emblema ilustra la primera de las operaciones del misterio filósofico. El anciano es Saturno, al que los filósofos herméticos asocian con el color negro, es la materia disuelta y putrefacta que debe ser depurada. Representa a la vez un fin y un comienzo, una parada en un ciclo y el inicio de otro1. Es preciso matar lo vivo para resucitar lo muerto. Nos encontramos en la fase del nigredo, y será necesaria la putrefacción para que la materia renazca purificada en la siguiente fase del albedo. Dicha purificación se realizará mediante el baño alquímico, por la deccoción el agua se infiltrará hasta las partes más profundas, haciendo que el cuerpo cambie de forma y pase a ser espíritu volatil, a la manera del humo, el viento o el vapor. Artefio nos explica: «El fuego del agua de nuestro Mercurio tarda muy poco tiempo en realizarla si se encuentra en una superficie abierta, mientras que en la naturaleza puede tardar miles de años, aunque la tintura [que se supone que recoge, en un matraz, el joven alquimista que aparece en el emblema] no surge lentamente, tras largo tiempo de deccoción».2

El autor Basilio Valentin, en su obra Tripus Aureus pone en boca del anciano: Soy viejo, débil y enfermo, el Fuego me atormenta demasiado y la Muerte desgarra mis carnes y rompe mis huesos. Mi alma y mi espíritu me abandonan. Cruel veneno, soy igual al Cuervo negro. En mi Cuerpo se hallan la Sal, el Azufre y el Mercurio. Que sean convenientemente sublimados, destilados, separados, putrefactos, coagulados, fijados, cocidos y lavados para que queden bien limpios de sus desechos y de su suciedad3

En este punto podría establecerse una fuerte conexión con el emblema 98 de los Sellos de los Filósofos, asociado a “el autor de La Rosaleda Abreviada”. El símbolo del cuervo negro nos remarca aún más que nos encontramos en la nigredo o estado inicial, como cualidad inherente a la prima materia o provocada por la división de los elementos, putrefactio4. A su vez, el cuervo representa la fase inicial o nigredo en su aspecto espiritual. Al asociar los pájaros al elemento aire, estadio intermedio entre el cielo y la tierra, los alquimistas observando su vuelo reconocieron en ellos una representación del alma humana siguiendo su desarrollo espiritual. El horno, el atanor (a-thanatos: horno de fuego inmortal)5, es el corazón del laboratorio en donde se efectúan todas las operaciones alquímicas mediante el efecto del fuego, elemento del calor y de la llama, artesano capital, que interviene desde el primer paso de la larga y paciente elaboración filosofal. Los alquimistas conservan el sentido dado por Heráclito al fuego, como “agente de transformación”, pues todas las cosas nacen del fuego y a él vuelven. Es también el elemento que actúa en el centro de toda cosa. En el emblema podemos observar cómo la figura del joven alquimista esta avivando el fuego mediante la acción de un fuelle, que según Chevalier representa la respiración, símbolo de la vida espiritual6. La actitud paciente y reclinada del alquimista demuestra que acepta los tiempos de la Naturaleza y de la Ley Divina como principios fundamentales de su creación. Los frutos de la alquímia pertenecen al jardín de las Hespérides: Sólo se presentan al fin de un esfuerzo constante, como la coronación de una entera existencia volcada en lo espiritual.7

1. Véase Jean Chevalier, op. cit., voz “Saturno”. 2. Ireneo Filaleteo, Comentario sobre la visión de Sir George Ripley, en http://personal 5.iddeo.es/emclmffgm/ireneo-2.htm 3. Basilio Valentin en Andrea Aromático, Alquimia, el secreto entre la ciencia y la filosofía, Ed. B, Barcelona, 1997, p.59. 4. Véase Juan Eduardo Cirlot, op. cit., voz “Cuervo”. 5. Véase Andrea Aromático, op. cit., p. 95. 6. Véase Jean Chevalier, op. cit., voz “Fuelle”. 7. Véase Andrea Aromático, op. cit., p. 95. 8. Véase Alexander Roob, op. cit., p.198. 9. B. Gutwasser, en Alexander Roob, op. cit., p.198. -18-

Johann Daniel Mylius, Opus medico-chymicum, emblema 152 de los Sellos de los Filósofos.

Salomon Trismosin, Splendor Solis, circa 1532. Mylius se inspiró en este emblema, en el que aparece la misma figura de Saturno en el baño alquímico con la diferencia de que sobre su cabeza se posa una paloma blanca que simboliza el espíritu, el destilado, que vuelve a juntarse con lo que queda del cuerpo después de la putrefacción.8 «Cuando Saturno es bautizado con sus própias aguas el cuervo negro se echa a volar.»9 Vemos por lo tanto una fuerte correspondencia entre estas dos imágenes en las que el anciano aparece en dos fases diferentes de la misma operación.

Johann Daniel Mylius, Opus medicochymicum, emblema 98 de los Sellos de los Filósofos.

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Emblema 154 Autor de los enigmas de la química: Nuestra semilla es un mercurio que se halla unido a la tierra. Un ángel coronado ayuda a salir del agua a un hombre desnudo, el hombre emerge de un lago o pantano. Casi la totalidad de su cuerpo ya esta fuera del agua, con el pie derecho pisa la orilla. El ángel que ayuda al hombre representa la fracción de mercurio sublimado de la materia, el espíritu; en cambio el hombre representa la materia en su estado menos depurado. Para los alquimistas reconocer, encontrar la Prima Materia, a la que llamaban “nuestro caos” o “terrón tenebroso”, era uno de los aspectos más importantes de la Obra.1 La creación es un proceso alquímico en el que Dios obtiene del caos tenebroso, los tres elementos divinos; luz, oscuridad y aguas espirituales. Estas aguas son, a su vez, el principio de los cuatro elementos aristotélicos, de los cuales la tierra es el más tosco y pesado, comparable al sedimento, a la caput corvi, que se deposita en el fondo del matraz durante la destilación.2 Es constante en los textos alquímicos la referencia a las aguas tenebrosas, al fango, como fuente de la materia; el caos de los elementos surgido de las aguas inferiores: «Es una materia tosca y amorfa, en cuyas entrañas los elementos se encuentran de tal forma embrollados y presos, que luchan salvajemente entre ellos»3. El barro, debido a su plasticidad y por analogía, se relaciona con lo biológico y lo naciente. Consiste en la unión del principio receptivo de la tierra con el poder de transición y de transformación de las aguas.4 El hombre surge de un pantano, según Schneider símbolo de la descomposición del espíritu, es decir, lugar en el que ella acontece, por la falta de principios activos y la fusión de los dos pasivos. A su vez, el lodo, también representa la unión de estos dos principios, por un lado receptivo y matricial (la tierra) y por otro dinamizante del cambio y de las transformaciones (el agua). Bajo el emblema leemos: “Nuestra semilla es un mercurio que se halla unido a la tierra”. En este emblema encontramos dos manifestaciones distintas del espíritu universal, el Mercurio. Por un lado, el hombre desnudo representa la prima materia antes de la separación de todo lo impuro, mientras que el ángel ya es el Mercurio purificado, el Espíritu que se ha desprendido de la Materia. Nos dice Filaleteo: He aquí que de manera clara os descubro santamente la verdad: en efecto nuestro caos es como una tierra mineral, respecto a su coagulación, y es, no obstante, un aire volátil en el interior del cual se encuentra el Cielo de los Filósofos, en su centro que es verdaderamente astral, irradiando su esplendor (iubare) hasta la superficie de la tierra.5

Dicha representación aparece en el emblema 8 de Splendor Solis, en la que se inspiró Daniel Mylius. Allí el ángel aparece con una estrella de seis puntas sobre su cabeza y en la mano izquierda sujeta una prenda de color rojo. El hombre desnudo aparece impregnado por una sustancia pegajosa e indefinida que cubre también parte de su rostro. Su brazo izquierdo que tiende para recoger la prenda que sujeta el ángel ya es de color blanco. Aunque el ángel, a su vez, también aparece como un mensajero que guía y ayuda indicando el camino. En la alquimia, simboliza la sublimación, ascensión de un princilio volátil (espiritual). Son seres intermedios entre Dios y el mundo. El ángel coronado remarca, todavía más, que procede de lo alto y marca el carácter transcendente de la situación.6 La corona del ángel esta ornada con puntas que representan rayos de luz, participando del fulgor y del simbolismo de la corona solar. Debido a su forma circular, indica la perfección y la participación en la naturaleza celeste, une en el coronado lo que esta por debajo y por encima de él.7 1. Véase Alexander Roob, op. cit., p.28. 2. Véase Robert Fludd, en Alexander Roob, op. cit., p.104. 3. Robert Fludd, en Alexander Roob, op. cit., p.106 4. Véase Juan Eduardo Cirlot, op. cit., voz “Barro”. 5. Ireneo Filaleteo, en Raimon Arola, Textos y glosas sobre el arte sagrado, Ed. Obelisco, Barcelona, 1990, p. 74. 6. Véase Jean Chevalier, op. cit., voz “Ángel”. 7. Véase Jean Chevalier, op. cit., voz “Corona”. -20-

Johann Daniel Mylius, Opus medico-chymicum, emblema 154 de los Sellos de los Filósofos.

S.Trismosin, Splendor Solis, Londres, circa 1532. -21-

Emblema 158 Autor de La piedra filosofal en 12 capítulos: Lo mismo que motivó la vida, motivo la muerte. Un hombre con una espada ha desmembrado la cabeza de un hombre desnudo que se encuentra en el suelo. El primero sostiene con su mano izquierda la cabeza. Son numerosas las referencias a la descuartización en la mitología como símbolo de resurrección, podemos remitirnos a Dionisos “el nacido dos veces”, que siendo todavía un niño es raptado por los Titanes, y a pesar de sus transformaciones es despedazado por ellos, su abuela Rea le salva, lo reconstruye y Dionisos vuelve a la vida.1 Podemos referirnos también al mito de Shiva, el cual también fue despedazado y volvió a nacer.2 Osiris también fue asesinado y descuartizado por Seth, su hermana Isis recompuso el cuerpo, excepto su miembro viril, que se pierde en el agua, lo cual significa que la materia se ha convertido en homogenea, a la cual los filósofos herméticos llaman hermafrodita.3 Según el alquimista griego Zósimo mediante el descuartizamiento ritual se consigue la transformación de los cuerpos en espíritus puros. Se habla de miembros cortados “tan blancos como la sal” (los filósofos dicen que la sal en la ceniza calcinada es la clave del éxito). Pero la cabeza es de oro. El cruel ejecutor de rostro negro tiene en la mano derecha la espada de doble filo, figurando los dos fuegos, y en la izquierda una hoja donde está escrito: «Te he matado para que reboses de vida. [...]. Esconderé tu cabeza para que no te vea el mundo.»4. Hemos de tener en cuenta que Alexander Roob hace estas anotaciones junto al décimo emblema de la série Splendor Solis asociado a Salomon Trismosin y del cual partirá Daniel Mylius en el emblema que estamos tratando. Fulcanelli nos dice en su obra, Las moradas filosofales: La muerte, es un ámbito invisible de espiritualidad pura, en el que el alma liberada de sus vínculos, se refugia al fin de su periplo terrestre; es en esa nada misteriosa que lo contiene todo, ausencia donde reina toda presencia, donde hay que encontrar las causas cuyos multiples efectos nos muestra la vida. La muerte de la que nace la vida puede revelárnoslo todo. Une el plano material con el divino. Se comprende así por qué los filósofos insisten tanto en la necesidad de la muerte material. Por ella el espíritu imperecedero y siempre actuante, revuelve, criba , separa, limpia y purifica el cuerpo. Por ella el espíritu tiene la posibilidad de reunir las partes limpias y transmitir de forma regenerada una nueva energía que no poseía. La muerte, desde el punto de vista de su acción química, esta caracterizada por la disolución íntima profunda y radical de los cuerpos. Por ella la disolución se afirma como la primera y más importante de las operaciones de la obra.5

Volviendo a las ideas del alquimista Zósimo sobre el descuartizamiento ritual de los cuerpos y su transformación en espíritus, en el caso de este emblema podría suponerse que el cuerpo del descuartizado que se encuentra tendido en el suelo y decapitado, podría ser el cuerpo del Rey , ya que la serie de la cual procede la imagen tiene como tema central el de la clásica muerte y resurrección del Rey en la alquimia. Sus partes tendidas en el suelo aparecen completamente blancas como la sal en la ceniza calcinada. Respecto al término calcinación dice Pernety: «Se trata de la purificación y pulverización de los cuerpos por medio del fuego exterior (agua de nuestro Mercurio) que desune las partes , separando o evaporando el húmedo que las ligaba. La calcinación es requerida en la preparación de la materia; es una purificación o mondación de esa misma materia, que algunos llaman rectificación, otros ablución y otros separación».6 En un texto anónimo del siglo XVII, encontramos: “No se puede transmutar una cosa en otra de diferente naturaleza si antes no ha sido reducida a ceniza, cal o tierra”.7 1. Véase Robert Graves. Los mitos griegos, Vol. I, ed. Alianza, Madrid, 1995, p.125. 2. Véase Alain Aniélou. Shiva y dionisos. La Religión de la naturaleza y del Eros, ed. Kairós. Barcelona, 1987, p. 43. 3. Alexander Roob, op. cit., p.215. 4. Alexander Roob, op. cit., p.211. 5. Fulcanelli:El reloj de sol del palacio Holyrood de Edimburgo, ed. Muñoz Moya y Montraveta, Barcelona, 1986, p.268. 6. Dom Antoíne-Joseph Pernety, op. cit., voz “Calcinación”. 7. Anónimo, Nodo Sophico Enodato, en Alexander Roob, op. cit., p. 206. -22-

Johann Daniel Mylius, Opus medico-chymicum, emblema 158 de los Sellos de los Filósofos.

Salomon Trismosin, Splendor Solis, circa 1532. -23-

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