Estudio 100 Casos ASI

November 11, 2018 | Author: DianaGonzález | Category: Child Sexual Abuse, Child Abuse, Sexual Abuse, Psychological Trauma, Adults
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abuso sexual...

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Centro Reina Sofía Centro Sofía pa ra el Es Estu dio de la Violenci olenciaa

A buso sex exu ual ali infantil Eva val lu ació n d e la cr cre ed ib ilid ad d eltestim o n io

Estudio de 100 casos

Serie D O C U M EN TO TO S

Blanca Vázquez (co (coo o rd .)

6

Edita:  D ISEÑ A RTE - G o ap rin t,s.l. Diseñ Di señ o e im p re resión sión:  :  D ISEÑ A RTE S erran o Revisión esti lística y d e dat da t os:  A lejan d ra B lu n d ell y Á n g ela Serr

I.S.B.N.:  84-932539-6-0 Depósito Legal:  V-1076-2004

Edita:  D ISEÑ A RTE - G o ap rin t,s.l. Diseñ Di señ o e im p re resión sión:  :  D ISEÑ A RTE S erran o Revisión esti lística y d e dat da t os:  A lejan d ra B lu n d ell y Á n g ela Serr

I.S.B.N.:  84-932539-6-0 Depósito Legal:  V-1076-2004

Índice

A g ra rad d ecim ien to tos s ...........................................................................................

5

p o r Jo sé San m artín ................................................................ Introducción, po

7

C ap ítu lo 1 Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual po r M aría Jo José sé C ata tal lán Frías ......................................... infantil, po

9

C ap apí ítu lo 2 Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la

personalidad y la memoria, po r Blanca Vázqu ez M ezquita .....

35

C ap apí ítu lo 3 Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos Paú ú lV elasco ........... de abuso sexual a menores, p o r Pilar de Pa

45

C ap ítu lo 4 Análisis estadístico de una muestra de 100 casos de abuso por r A lm a M ª C as asado ado del Pozo, Ro Ros sa M ª Ro Rom m er era a sexual infantil, po San z, B lan anca ca V ázq ázqu u ez M ezq ezqu u ita, M ar ari isa V ecin a Jim én énez ez y Pi P ilar de Paú lV elasc sco o ...............................................................................

73

C ap ítu lo 5 La dificultad de inventar la mentira: estudio comparativo arí ía Paz R u íz Tejed edo or 107 de un caso creíble y otro increíble, p o r M ar Ín d ice d e ta tab b las y g rá ráfi fico s ............................................................................. 1 4 5

“Pro roto toc co lo fo fore ren n se M ad rid 2 0 0 2 ” ................................................................ 1 4 7

B ib lio g ra rafía fía ................................................................................................... 1 4 9

D ire rec ccio n es d e In te tern rne et ................................................................................. 1 5 5

Agradecimientos Las autoras de este inform e quieren destacar la labor de tod o el equipo de p rofesionales del C entro Reina Sofía p ara el Estudio de la V iolen cia en la revisión y m aq uetación de este texto, bajo la siem pre atenta dirección de d oña H elen Blundell. A todos/as los qu e h an intervenido, con su esfuerzo, paciencia y sugerencias, gracias. A lprofesor San m artín, al que adm iram os,y quien desde el principio se interesó por nuestro trabajo, querem os trasm itirle nuestro afecto. El doctor Fran cisco Javier Pera Bajo, director de la C línica M éd ico-Foren se de M ad rid, puso a nuestra dispo sición, ad em ás de su autorización, un despach o, ficheros, m aterial y apoyo del personal de la Secretaría de la C línica M éd ico-Foren se. Sin la ayuda desinteresada y la com pren sión d e todas estas person as, au xiliares y agen tes, este trab ajo no se hubiera realizado. Finalm ente d ebem os reconocer la d isposición favorable de los Jueces D ecanos de los Juzgados de M adrid, do n Fernand o Fernánd ez M artín y don José Luis G on zález A rm engo lqu e tam bién aportaron su aprobación a la investigación y a la realización de ésta en la Sede d e los Juzgados de M adrid m ientras se recogió la m uestra, entre los año s 20 00-2002.

En M adrid, septiem bre de 2 00 3

Introducción H ace unos año s m e presentaron a Blanca Vázquez. Q uedé m uy im presion ado por la sensatez de sus opiniones y por la firm e decisión con que las susten tab a. M e hab ló de Javier Rosado (el asesino del rol), a quien había diagnosticado co m o p sicópata. C reo que su diagnóstico, defendido co n valentía frente a otros foren ses de larga trad ición, era correcto. H oy es para m í un honor y un placer prologar este Inform e sob re A buso sexual Infantil: Evaluación de la cred ibilidad del testim onio, coordinad o por Blan ca. C ontien e, entre otros trab ajos, un estudio pion ero en su género en España: un a investigación de cam po con un a m uestra am plia (10 0 casos) qu e tien de a contrastar un a h ipótesis de gran relevancia, a sab er es m uy difícilinven tar un a m en tira q ue p ase com o verdad y, sobre tod o, lo es cuando se trata del abuso sexual infantil. A este respecto conviene señalar qu e, en los relatos, suelen ap arecer ciertos rasgos qu e p erm iten iden tificar cuándo se trata de u na invención y cuándo, en cam bio, se están con tando hechos reales. Pues bien, en esta investigación se han utilizado, de form a n ovedosa, algunos de los instrum entos m ás contrastad os a escala internacional para evaluar la cred ibilidad de testim onios de abuso sexual infan til. Se han ap licad o a 100 casos, para cada uno de los cuales se ha realizad o, finalm en te, una evaluación interjueces. Y se h a p odido m ostrar que, aunque se tiende a pensar que los niños m ienten cuando d icen haber sufrido abuso sexual, casi ocho de cad a diez testim onios pueden considerarse creíbles. Estos resultados hacen que elC entro Reina Sofía se enorgullezca d e h aber colaborado con la C línica Forense d e M adrid y con sus tres psicólogas (Blanca V ázquez, M aría Paz R uiz Tejedor y C oncepción de la Peña) en la realización de este estudio sistem ático y riguroso, cuyas investigad oras de cam po (A lm a M aría C asado y Rosa M aría R om era) fueron becadas po r nuestra institución. A dem ás de esta investigación de cam po, el presente Inform e incluye unos m agníficos análisis del concepto de abuso sexual y de sus repercusiones psicológicas a corto y largo plazo. C reo que, por eso m ism o, está llam ado a convertirse en una herram ienta im prescindible para los profesionales de la psicología, eltrab ajo social o el derech o, que ten gan la responsabilidad de evaluar, tratar o decidir sobre el futuro de un m enor que puede haber sufrido este tipo de m altrato.

José Sanm artín

C A PÍTULO 1

Concepto y repercusiones psicológicas del abuso sexual infantil por M aría José C atalán Frías*

1. Introducción El abuso sexual infantil es un problem a que cad a día está m ás presente en nuestra sociedad. A sí, tanto en el ám bito general com o en el profesional, se dem anda una preparación m ás específica y se plan tea la necesidad de una co lab oración m ultidisciplinar que perm ita m ejorar la calidad de la intervención co n los m enores. En esta línea de especialización se enm arca este inform e. El presen te capítulo pretende ser una recopilación de las n ociones b ásicas relativas al ab uso sexu al infan til. En él se abordará la definición, algunos datos estad ísticos sobre su inciden cia y prevalen cia, las falsas creencias existen tes sobre eltem a, los indicadores qu e suelen acom pañar a este tipo de m altrato y qu e ayu dan a su d etección, las rep ercusiones psicopatológicas, los m odelos exp licativos, los trastornos a co rto y largo plazo, etc. En definitiva,el presente capítulo servirá para analizar este tipo de m altrato a través d e la recopilación de los datos pu blicados po r otros autores en España relacionados con el abuso sexual infantil (V ázquez, 19 95 ; López y D elC am po , 19 97 ; C antón y C ortés, 19 97 y 2000 ; Echeb urúa y G uerricaecheverría, 20 00 ; H orno, San tos y M olino, 2001; Lam eiras Fernández, 2002; C entro Reina So fía, 2002).

2. Concepto de abuso sexual infantil 2.1 Encuadre En ocasiones el abuso sexual infantil se produce en com binación con otros tipos de m altrato. El inform e M altrato Inf antil en la Familia  , editado en 2002 por el C entro Reina Sofía p ara el Estudio de la V iolencia, m ostró que casitodos los tipos de m altrato aparecen com binados entre sí. El m altrato infan tilse define co m o toda acción, omisión o trat o negligent e, no accidental, qu e priva 

al niñ o de sus derecho s y su bienestar, que am enaza y/o interf iere su ordenad o desarrollo físico, psí qu ico  . o social, y cuyos autores pueden ser personas, instit uciones o la p ropia sociedad  En cuan to a la tipología, se establece la siguien te:

Maltrato físico: C ualquier acción, no acciden tal, realizad a por parte d e los cuidad ores o pad res, que provoq ue daño físico o enferm edad en el niño o le coloque en grave riesgo de padecerlo.

Negligencia y abandono físico: Situación en la q ue las necesidad es físicas básicas del m en or (alim en tación, vestido, higien e, protección y vigilan cia, ed ucación y/o cuidad os de salud) no son atendidas, tem po ral o p erm anentem ente, po r ning ún m iem bro d el grup o q ue convive con el niño (A rrau barren a y D e Paú l, 1999). Esta definición pone el én fasis en las necesidad es del niño no cub iertas y no tanto en el com portam iento de los pad res. *

Psicóloga de la A udiencia provincial de M urcia. m jcatalan@ cop .es

C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til9

Maltrato emocional: H ostilidad verbalcrónica en form a d e insulto, desprecio, crítica o am en aza de ab an dono, y constan te b loqueo de las iniciativas de interacción infan tiles por parte de cu alquier m iem bro adulto d e la fam ilia.

Abandono emocional: Falta persistente de respuesta a las señales (llanto, sonrisa, etc.),expresiones em ocionales y con ductas procurad oras de proxim idad e interacción iniciad as por el niño; y falta de iniciativa de interacción y co ntacto por parte de una figura ad ulta estab le.

Síndrome de Munchausen por poderes: C uadro p atológico en el que el padre o la m adre (m ayoritariam ente las m adres) generan voluntariam ente lesiones al niño, para hacerle pasar con stantem ente p or enferm o. Pueden llegar hasta elextrem o de o casionarles la m uerte.

Maltrato institucional: C ualquier legislación, program a o procedim iento, ya sea p or acción o por om isión, proced en te de los poderes públicos o p rivad os, y de la actuación d e los profesionales al am paro de la institución, que vulnere los derechos básicos delm enor, con o sin contacto directo con él. Se incluye la falta de agilidad en la adopción de m ed idas de protección o recu rsos. U na cu estión trascen den te en la definición de abuso sexu al infan til es que sus distintas concep tualizaciones d ificultan el estudio y la estim ación de la inciden cia del problem a. Entre todas estas aproxim aciones teóricas, sin em bargo, se p roduce consenso a la h ora d e co nsiderar que elabuso sexual supone una grave interferencia en el desarrollo evolutivo del niño, aunque se producen divergencias respecto a la d elim itación de la edad de la víctim a y el ag resor, al tipo de co nductas que se incluyen en el com portam iento abusivo, etc. Según indican Echeburúa y G uerricaech evarría (2000), en lo que se refiere a la edad , algunos especialistas exigen para considerar la existencia de abuso sexual que el agresor sea m ayor que el m enor, con una diferencia de cinco añ os cuando éste tenga m enos de doce, y de diez años sisupera dicha edad. O tros, sin em bargo, no tienen en cuenta esta variable ya que ello puede servir para enm ascarar, en algunos casos, los abu sos sexuales entre m enores (el20% del abuso sexualen la infancia está provocado por otros m en ores). D esde esta perspectiva, se hace hincap ié en la existen cia de una relación d e 

desigualdad entre una persona con m ayores hab ilidades para m anipular y otra que no las posee al m ism o nivel. Existen tam bién divergencias en cuanto a las estrategias em pleadas para llevar a cabo la relación de abuso. Para algunos la m era conducta sexual entre u n niño y un adulto es siem pre inapropiada. En cam bio,según otros autores,se req uiere elcriterio de co acción (m ed ian te fuerza física, presión o en gañ o) o de sorpresa –adem ás de la asim etría d e edad–para calificar una co nducta d e abuso sexual. En la m ayo ría d e los casos la form a d e p resión utilizad a es un sutilpacto d e secreto. H orno y otros (2001) señalan que las estrateg ias utilizadas por el ag resor para conseguir el silen cio del m en or, suelen ser de tres tipos:

Agresiva: Está asociad a a la violen cia física o verbal, y produce ansied ad y reacciones de tem or en el m enor.

Atención privilegiada: El ag resor hace sentir al m en or que es un ser especial para él, y le g en era profundos sentim ientos de culpa.

Hipercontrol: El agresor con trola cualquier m ovim iento y com entario del m enor, lo que dificulta el proceso de socialización del niño o ad olescen te.

10 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til

Por últim o, las conductas qu e deben considerarse com o abu sivas tam bién han sido ob jeto de controversia. A lgunos au tores incluyen desde el contacto an al, gen ital y o ral hasta el exh ibicionism o, el voyeu rism o o la u tilización del niño para la producción de pornografía. O tros, por el contrario, excluyen de la categoría d e abuso sexual aquellas con ductas que n o im pliquen un contacto físico directo.

2.2 Concepto A pesar de las divergencias m en cionad as, síque existe co nsenso en los do s criterios necesarios para que se dé abuso sexual infantil: una relación de d esigualdad – ya sea en cuanto a ed ad, m adurez o poder1 –en tre agresor y víctim a, y la u tilización del m en or com o objeto sexu al. Este ú ltim o punto incluye aq uellos con tactos e interacciones con un niño en los qu e se le u tiliza p ara la estim ulación sexual del agresor o d e otras personas (Echeburúa y G uerricaech evarría, 2000). Se p arte d elsup uesto de qu e u n niño depend iente e inm aduro desde un pu nto de vista evolutivo n o debe im plicarse en actividades sexuales que no com prende plenam ente o para las que n o está capacitado para dar su consentim ien to. Esta p erspectiva ética tien e la ventaja d e n o hacer necesaria la d em ostración del daño resultante del abuso (C antón y C ortés, 2000). Estos dos criterios ya aparecían específicam en te recogidos en la definición propuesta p or el National 

Cent er on Child Abu se and Neglect (N C C A N ) en 19 78 . Según esta ag encia federalno rteam ericana se da ab uso sexu al: “En los con tactos e interacciones en tre u n niño y un ad ulto, cuan do el ad ulto (ag resor) usa al niño para estim ularse sexualm ente él m ism o, al niño o a otra persona. El abuso sexualtam bién puede ser com etido p or una persona m enor de 18 años cuando ésta es significativam ente m ayor que el niño (la víctim a) o cuando (el agresor) está en una p osición de p oder o controlsobre o tro m enor”. D en tro de esta concep ción del ab uso sexual, suelen distinguirse las siguien tes categ orías:

Abuso sexual: C ualquier form a d e co ntacto físico, con o sin acceso carnal, realizado sin violen cia o intim idación y sin consentim ien to, y que p ued e incluir la p en etración vaginal, oral y an al, digital, caricias o proposiciones verbales exp lícitas.

Agresión sexual: C ualquier form a d e co ntacto físico, con o sin acceso carnal, con violen cia o intim idación y sin consentim ien to.

Exhibicionismo: C ategoría d e abuso sexual en la q ue n o se p roduce contacto físico. Explotación sexual infantil: C ategoría d e abuso sexual infantil en la q ue el abusado r persigue u n ben eficio eco nóm ico y que engloba la p rostitución y la p ornografía infan til.

2.3 Falsas creencias A lrededor del abuso sexual infantil se han construido y m antenido una serie d e ideas erróneas relativas a la frecuen cia de los actos y las características de las p ersonas im plicadas en los hechos (víctim a, abusado r y fam ilia).D e este m odo,elabuso sexualinfantilsigue siendo un tem a tabú sobre elque existen falsas creencias que co ntribuyen a o cultar el problem a y tam bién a tranquilizar a quienes no desean

U na persona tiene poder sobre o tra cuando le obliga a realizar algo qu e ésta no desea, sea cu al sea el m edio qu e utilice para ello: la am enaza, la fuerza física, el chantaje, etc.La persona con po der está en un a situación de sup erioridad sobre la víctim a que im pide a ésta el uso y disfrute de su libertad. El pod er no siem pre viene dado p or la diferencia de ed ad, sino p or otro tipo de factores,por lo q ue no d ebem os obviar la existen cia de abuso sexu al en tre iguales. 1

C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til11

afrontarlo.Todas estas creencias erróneas deben ser superadas sise pretende ab ordar de form a ad ecuada este tem a. Tabla 1. Errores y verdades sobre el abuso sexual(Lóp ez, 199 7; en Echeburúa y G uerricaech evarría, 20 00 , am pliada por apo rtacion es recog idas en A lon so y Val, 19 99 )

Falso

Verdadero

Los abu sos sexuales son po co frecuentes

En España, el23 % de las m ujeres y el15 % de los hom bres han sido víctim as de algún tipo d e ab uso sexu al en la infan cia

Só lo los sufren las niñas

El 40 % de las víctim as de ab uso sexualson n iño s

Q uienes los com eten están loco s;son person as co nflictivas y extrañ as; o han sufrido abuso en su infancia

Los ab usad ores son personas con apariencia n orm al, de estilo conven cional, de inteligen cia m ed ia y n o psicóticos,sien do im po sible d etectar un a tendencia desviada a sim ple vista

Sólo se dan en determ inadas clases sociales

El abuso sexualpuede darse en cualquier nivel socioeconó m ico o cultural, aunq ue se detecta con m ás frecuencia en am bientes socio-culturales bajos

Los niño s no dicen la verdad

Los niño s no suelen m entir cuan do realizan u na denu ncia de abuso sexu al. Seg ún señalan diferentes estud ios sólo el7% de las d eclaraciones resultan ser falsas. Este caso se produce en ocasion es com o u na form a de apartar un a figu ra no deseada del en torno del m en or, o co m o justificación d el fracaso escolar o delabsentism o académ ico

Los m enores son respo nsables de los abusos

La respon sabilidad ún ica d e los abu sos es delagresor

Los m enores pu eden evitarlo

Los niño s pu eden aprender a evitarlo, pero g eneralm ente cuand o les sucede les coge por sorpresa, les engañan o les am enazan y no saben reaccionar adecuadam ente

Si ocurriera a u n niño cercano, nos enteraríam os

Sólo u n 2 % de los casos de abuso sexual fam iliar se cono cen al tiem po en q ue o curren

Los ag resores frecuentem ente son personas ajenas alentorno delm enor

Los ag resores pueden ser tanto fam iliares o con ocidos de la víctim a (65 -85 % ) com o p erson as descono cidas (15 -35 % ), aun qu e predom ina el prim er grupo

Los abusos van acom pañad os de violencia física

Sólo en u n 1 0% de los casos los abu sos vienen asociados a violencia física

Los efectos son casisiem pre m uy graves

U n 70 % de las víctim as presentan un cuad ro clínico a corto plazo y u n 3 0% a largo plazo. N o o bstante, la gravedad de los efectos depende de m uch os factores y, en ocasion es,algu no s actúan com o am ortigu ado res delim pacto

En la actualidad se produ cen co n m ayor frecuen cia

A ho ra se con ocen m ejor, antes no se estud iaban ni se denu nciaban. H an existido en todas las ép ocas.H oy síexiste una m ayo r concien cia y sen sibilización al respecto

U n com po rtam iento hipersexuad o es siem pre indicio de la existen cia de abuso

En o casion es este com po rtam iento se da p orqu e el m eno r presencia escenas sexuales protagonizadas por sus adultos de referencia (padres y herm anos m ayores, principalm ente). Tam bién se presenta com o form a de d em anda d e atención o com o com pensación de carencias afectivas

2.4 Prevalencia Las tasas de p revalen cia señ alad as en relación con el ab uso sexu al en la infan cia, en los estudios retrospectivos de la p oblación adulta llevad os a cab o en España y Estados U nidos,oscilan entre el15% y el 30% de la m uestra estudiada. Estas cifras se refieren a un co ncepto m uy am plio d e abuso (cualquier conducta no co nsentida con u na finalidad explícitam ente sexual: desde un roce intencionado h asta una pen etración an al o vag inal). Sin em bargo , desde una p erspectiva clínica, lo que interesa especialm en te es el abuso sexual percibido, es decir, el tipo de conductas sexuales im puestas qu e generan un grado de

12 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til

m alestar significativo en el niño y que interfieren neg ativam en te en su desarrollo psicológico. C on este en foque m ás restrictivo, pero d e m ayor significación clínica, la tasa de prevalen cia se p ued e situar entre el 4% y el 8% de la población infantil(Sanm artín, 1999). Según u n inform e elaborado p or Finkelhor y otros (1990) – prim era en cuesta nacional de Estados U nidos,llevad a a cabo con adultos,sobre su h istoria d e abuso sexual– , el 27% de las m ujeres y el 16% de los ho m bres reconocían retrospectivam ente haber sido víctim as de agresiones sexuales en la infancia. En 1998 se celebró en Valencia el sem inario europeo Rom piendo silencios  , dedicado a debatir sobre la p reven ción de los abusos sexuales a m enores.En sus conclusiones finales se recordó que el 23% de las niñas y el 15% de los niños de España sufren abusos sexuales antes de los 17 años (el 19% de la población). Félix Lóp ez (1994) ya había apuntado estos datos. D e los m enores víctim as de abuso sexual, el60 % no recibe ayud a (Save the Children , H orno y otros, 2001), y el 46% son víctim as qu e h an sufrido abu so sexual m ás de u na vez. Las víctim as de ab uso sexual suelen ser m ás frecuen tem ente m ujeres (59 ,9% ) qu e hom bres (40 ,1% ) y se sitúan en un franja de edad entre los 6 y 12 años. H ay, asim ism o, un m ayor núm ero d e niñas en el ab uso intrafam iliar (incesto), con una edad de inicio inferior a la m en cionad a (7-8 añ os) y un m ayo r núm ero de n iños en el extrafam iliar (ped ofilia), con una edad de inicio posterior (11-12 añ os)(Ech eb urúa y G uerricaechevarría, 2000). La m ayoría d e las investigaciones coinciden en señalar qu e el agresor suele ser un conocido de la víctim a. Se co nstata q ue un 20% de los casos denunciados de incesto son contactos padre-hija (este tipo de abuso es el m ás traum ático porque supone la d isolución de los vínculos fam iliares m ás básicos). El incesto entre padrastro e hija tiene lugar entre el 15% -20% de los casos. El 65% restante im plica a herm anos, tíos, herm anastros, abuelos y novios que viven en el m ism o hogar. La inm ensa m ayoría d e los agresores son varones, oscilando los porcentajes entre un 80 y un 92% . López y otros (1995) llegaron a la conclusión de que los agresores son varones en el 86,1% de los casos, situando la tasa de m ujeres autoras de abuso sexualinfantilen el13,9% (casos relacionados en generalcon situaciones de relaciones sexuales en tre adolescen tes y m ujeres ad ultas).

Tabla 2. Paren tesco en tre víctim a y ag resor (porcen tajes) (G arrido y otros, 1996)

Niñas víctimas Padre Tío Padrastro A buelo H erm anastro O tros. Sin parentesco

Niños víctimas 36% 9% 9% 4,5% 4,5% 37%

Tío Padre A m igo M adre H erm anastro O tros

13,6% 9% 4,5% 4,5% 4,5% 63,9%

D ebem os destacar igualm ente la p revalencia m ayor del abuso sexual infantil entre los niños con discapacidad física o psíquica. U n niño con este tipo de características tien e tres veces m ás p robab ilidad es de sufrir un ab uso sexual que cualquier otro niño. El estudio llevado a cabo por el C en tro Reina Sofía (2002) m ostró que las víctim as con m inusvalías psíquicas tien en porcen tajes sup eriores a los de la población global en todos los tipos de m altratos. Tam bién se pu so de m anifiesto una asociación significativa en el caso del ab uso sexu al.

C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til13

Los abusos sexuales se com eten en todas las clases sociales, am bien tes culturales o razas. Los estudios epidem iológicos no han encontrado diferencias en las tasas de prevalencia en función de la clase social, del nivel cultural o de la etnia a la que perten ece la fam ilia de la víctim a. N o obstan te, sí se h a detectado u n m ayor nú m ero d e casos de ab uso sexual en fam ilias con un estatus socioeconóm ico bajo, pero esto pued e explicarse p or el m ayo r contacto q ue tien en estas fam ilias con los servicios sociales (C antón y C ortés,1997). A pesar de las cifras ofrecidas existe p oca u nificación en los criterios de investigación. M uchos de los estudios utilizan para su m uestra sólo casos den unciados, que sup onen un porcentaje m ínim o de los casos de abuso sexual. En otras no se especifica si los datos se refieren a casos detectados aunque no denunciados o a casos conocidos aunque no evaluados, etc. Esto h ace que m uchas veces se trabaje con estim aciones de las cifras de inciden cia. Los estudios desarrollad os sobre abuso sexual infan til han seguido fundam en talm ente tres m etod olog ías: – Estudios retrospectivos en los que se preg unta a los adultos sisufrieron ab uso sexu alen la infan cia. – Estudios sobre casos detectad os po r servicios sociales, y las den uncias presen tad as. – Estudios sobre casos detectados en program as de tratam iento. Estas m etod ologías conllevan una lim itación de acceso a los datos reales, pero constituyen , por ahora, el único m odo válido d e acceso a los m ism os. C ab e d estacar, en la línea de los estudios realizados entre los casos detectad os po r Servicios Sociales, el trab ajo realizad o por el C en tro Reina So fía para el Estudio de la V iolen cia. Este trab ajo se enm arca dentro de u n am bicioso Program a N acional de Epidem iología d el M altrato en el Á m bito Fam iliar. En la investigación se an alizaron 32.741 expedientes ab iertos en los servicios de protección de m enores de toda Españ a en los años 1997 y 1 998. D e los expedientes analizados se en con traron 10.777 con m altrato con firm ado, con un total de 11.148 víctim as, resultando una p revalencia de 7 ,16 por 10.000 m enores. Los datos sobre abuso sexual infan tilseñalan que la inciden cia es de 396 casos (el 3,6% de las víctim as, con una p revalencia d e 0 ,25 por 10.000 m enores). En la m uestra an alizada d el núm ero total de víctim as qu e ha padecido abuso sexualel 18 ,69 % son chicos y el 81 ,06 % chicas. D entro del análisis de los agresores se en cuentran 385 agresores que han causado abuso sexual (el 3,9% del totalde ag resores). D e ellos,el86% son hom bres y el13,8 % m ujeres.En cuanto alanálisis de parentesco, el núm ero m ás alto de agresores se encuentra entre los pad res biológicos,siendo dignos de m ención los casos encon trados de padre n o biológico, herm anastro y sobre todo tío. En el estudio de las características del ag resor ap arece u na asociación significativa co n el ab uso d e alcohol, sien do inferior el porcen taje de ag resores q ue sufren trastorno psiquiátricos den tro del ab uso sexual con respecto alresto de los abusos. En un estudio de sim ilares características (W an g y D aro, 1998), elab orad o por el National Comm itee 

to Prevent Child Abu se detectó, en 1997 en Estados U nidos,un total de 3.195.000 denuncias relativas a m altrato infan til. D e ellas se con firm aron 1.054.000 casos,lo que rep resen ta una tasa de prevalen cia de 15 m enores po r cada 1 .000 (esta p revalencia resulta 2 0 veces m ayor a la o btenida en Españ a). En este estudio los casos de abuso sexual representaban el 8% del total de los m altratos confirm ados.

14 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til

2.5 Tipología H ay q ue insistir en que n itodos los abusos son iguales ni afectan de la m ism a m anera a la integridad psicológica d e la víctim a (V ázquez y C alle, 1997). En cuanto al agresor, en unos casos el abuso sexual infan tilpued e ser com etido por fam iliares (es el incesto propiam en te dicho) o por personas relacionad as con la víctim a (profesores, en tren ad ores, m onitores, etc.). En uno y otro caso, que abarcan del 65 al 85% del total y que son las situaciones m ás durad eras,no suelen darse conductas violen tas asociad as. En otros casos los ag resores son desconocidos.Este tipo de ab uso se lim ita a o casiones aislad as que, sin em bargo, pueden estar ligadas a co nductas violentas y am enazas. A lm argen de ciertas características psicopatológicas de los agresores, lo que suele g enerar violencia es la resistencia física de la víctim a y la posible iden tificación del ag resor. Se pone de m an ifiesto que los niños no ofrecen resisten cia hab itualm en te y tien en dificultad es p ara iden tificar a los ag resores (Ech eb urúa y G uerricaechevarría, 20 00 ). Po r lo que se refiere alacto ab usivo en sí,pued e ser sin contacto físico (exh ibicionism o,m asturbación delan te del niño, observación del niño desnudo, relato de historias sexu ales, proyección d e im ág en es o películas p ornográficas, etc.) o con contacto físico (tocam ien tos, m asturbación, contactos bucogen itales o penetración analo vaginal).Elcoito es m ucho m enos frecuente que elresto de actos abu sivos (Saldaña, Jim énez y O liva, 1995). La penetración, cuando tiene lugar en niños m uy pequeños, suele resultar trau m ática p or la desproporción an atóm ica d e los genitales, y producir lesiones.

Tabla 3. D iferentes tipo s de abuso sufrido s por las víctim as. Sólo se con tem pla la condu cta m ás grave (Lóp ez y otros,199 4).

Tip o s d e ab u so

Po rcen t ajes

C aricias por debajo de la cintura C aricias por encim a de la cintura Exhibicionism o M asturbación Sexo oral C oito vaginal C oito anal

 

39,75% 11,87% 15,73% 9,79% 6,23% 4,93% 1,78%

2.6 Situaciones de riesgo Factores de riesgo son aquellas circunstancias que favorecen que el m enor sea víctim a d e abuso sexual. N o pued e estab lecerse una relación directa cau sa-efecto, pero síuna asociación indicativa d e u n m ayor riesgo o probabilidad de sufrir abusos sexuales. Siguiendo a Echeburúa y G uerricaech evarría (2000), nos encontram os los siguientes elem entos: En cuanto al sexo , los diferen tes estudios coinciden en señalar la m ayo r inciden cia de agresiones sexuales en niñas (2-3 niñas por cad a n iño),especialm en te en los casos de abuso sexu alintrafam iliar. Esta asociación puede d eberse p rincipalm ente al hecho de q ue la m ayoría de los agresores son varones, predom inantem ente heterosexuales. Las edades de m ayor riesgo son las com prendidas entre los 6 y 7 añ os y los 10. Parece que m ás del doble de casos de ab usos sexuales a m enores se dan en la prepubertad. Esta es una etapa en la que com ienzan a ap arecer las m uestras del desarrollo sexual, pero los m enores siguen siendo aún niños y pu eden ser fácilm ente dom inado s.

C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til15

En cuanto a las características del pro pio men or , los niños con m ayo r riesgo de victim ización son aquellos qu e cu entan con una capacidad reducida p ara resistirse o revelarlo, com o son los qu e todavía no hab lan y los que m uestran retrasos deldesarrollo y m inusvalías físicas y psíquicas.Según otros autores, son tam bién sujetos de alto riesgo los niños qu e se encuentran carentes de afecto en la fam ilia, que pueden inicialm ente sentirse halagados por la atención d e la que son objeto, al m argen de que este placer con el tiem po acabe p roduciendo en ellos un profundo sentim iento de culpa. Por lo que se refiere a determ inadas situ aciones familiares  , los niños víctim as d e m alos tratos – en cualquiera de sus form as–son m ás fácilm ente susceptibles de co nvertirse tam bién en objeto d e ab usos sexuales. D esde la p erspectiva d e los adultos,cuan do éstos han roto sus inhibiciones para m altratar a u n niño y m uestran un incum plim iento de sus funciones parentales, se hace m ás fácil hacer extensivo este m altrato al ám bito sexual. D esde la p erspectiva d e los niños, el abandono y rechazo físico y em ocional por parte d e sus cuidadores les hacen vulnerables a la m anipulación de los m ayores, con ofrecim ientos interesado s de afecto, atención y recom pensas a cam bio de sexo y secreto. La ausencia d e los padres biológicos, la incapacidad o enferm edad de la m adre, el trabajo de ésta fuera del hogar y los problem as de la pareja, constituyen tam bién factores de riesgo que aum entan las posibilidad es de victim ización. A sim ism o, son fam ilias de alto riesgo las constituidas por pad res dom inantes y violentos,y las form adas po r m adres m altratadas. Tabla 4 . C aracterísticas delabusad or y de la fam ilia en que se produce el abuso sexual(Echeburúa y G uerricaech evarría, 20 00 )

Características del abusador

Características de la familia

Extrem adam ente protector o celoso delniño Víctim a de abuso sexualen la infancia Con dificultades en la relación de pareja A islado socialm ente Consum idor excesivo de drogas o alcohol Frecuentem ente ausente delhogar C on baja autoestim a o con prob lem as psicopatológ icos

Fam ilias m onoparentales o reconstituidas Fam ilias caóticas y desestructuradas M adre frecuentem ente enferm a o ausente M adre em ocionalm ente poco accesible M adre con un historialde abuso sexualinfantil Problem as de hacinam iento H ijas m ayores que asum en las respo nsabilidad es de la fam ilia

2.7 Detección e indicadores C om o veíam os en la tabla 1 , sólo un 2% de los casos de ab uso sexual fam iliar se con ocen alm ism o tiem po en que ocurren. Según nos explican Echeburúa y G uerricaech evarría (2000), existen diferentes factores que pued en explicar los m otivos de esta ocultación por parte de la víctim a, por ejem plo,elhech o de obten er ciertas ven tajas ad icionales; el tem or a no ser creída o a ser acu sada de sed ucción; el m ied o a q ue la fam ilia se d esintegre o a q ue el agresor cum pla sus am enazas; etc. Por parte d el abusado r las razo nes del ocultam ien to son obvias, y en tre ellas en contram os la p érdida d e actividad sexual, la p osible ruptura del m atrim onio y de la fam ilia, el rech azo social, y las consecuen cias leg ales del ab uso. A veces la m adre conoce lo sucedido y tam poco lo denuncia. En ocasiones calla p or tem or al m arido o el m ied o a p erderlo; porque se sien te incap az d e sacar ad elan te; o por la d esestructuración fam iliar a la q ue se en fren ta. El descub rim iento d el abuso suele tener lugar bastante tiem po d espu és (m eses o años) de los prim eros incidentes (V ázquez y C alle, 1997).H abitualm ente, elproceso d e revelación por parte delm enor suele seguir cuatro m om en tos progresivos: a) fase d e neg ación; b) fase d e revelación, al principio m ed ian te u n reco nocim ien to vag o o parcial; al final m ed ian te la adm isión exp lícita d e la actividad sexual

16 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til

ab usiva; c) fase de retractación en la que el niño pued e desdecirse por la presión fam iliar o por la percepción del alcan ce d e la revelación; y d) fase d e reafirm ación en la q ue, tras una d istan cia tem poral, el m enor vuelve a sostener la afirm ación anterior acerca del abuso exp erim entado. Este proceso, aunque relativam ente frecuente, es m eram ente o rientativo y no está p resente en todos los casos. En general se h a encon trado que los varones tienen m ás dificultades para reconocer que h an sido agredidos sexualm ente. A ello contribuye principalm ente las du das y m iedos que les surgen en torno a su identidad sexualen elcaso d e que elagresor sea tam bién varón y la creencia socialm ente aceptada d e que sólo las niñas son víctim as de abuso sexual. A sim ism o, son m uy pocos los casos qu e se denun cian form alm ente. Según datos recog ido s en el Teléfono del M enor (Fundación A N A R, 1999), sólo en el 11%

de los casos registrados se habían

presentado denuncias. Este p orcentaje es significativam ente m enor que el detectado en otros tipos de m altrato, donde se denuncia un 2 4% de los casos. El ocultam iento y secretism o q ue caracterizan las historias de ab uso sexual, junto con la dificultad de probar leg alm en te lo ocurrido y la falta de confian za en el sistem a judicial, constituyen las principales razones de este bajo índice d e den uncias. En relación con esta d ificultad de p robar lo ocurrido nos encontram os que, en general, no se dan m an ifestaciones físicas ineq uívocas de la existen cia de ab uso sexual. D e ah íque el interés en la detección de signos e indicios de la existencia de abuso sexual vaya en aum ento. Sin em bargo , tenem os qu e tener claro qu e no hay sí , nt om as vinculado s exclusivament e al ab uso  aunque sí ciertos síntom as asociados a su existencia, y qu e por ello deberem os valorar de una m anera global y con junta cad a caso, ya que no se pu ede establecer un a relación directa en tre un solo síntom a y el ab uso. A la hora de interpretar estos indicad ores, deb em os descartar cualquier otra causa antes de pensar en el abuso sexual(Lóp ez y D el C am po, 1997).

Indicadores en los menores víctimas de abuso (Echeburúa y G uerricaech evarría, 2000): IN D IC A D O RES FÍSIC O S • D olor, golpes,quem aduras o h eridas en la zona genital o anal • C erviz o vu lva hinchadas o rojas • Sem en en la boca, en los gen itales o en la ropa • Ro pa interior rasgada, m anchad a y en sangrentada • Enferm edades de transm isión sexual en genitales,ano, boca u ojos • D ificultad para an dar y sentarse • Enuresis o en copresis • Prob lem as de sueño o alim entación • Em barazo en adolescentes IN D IC A D O RES C O M PO RTA M EN TA LES • Pérdida de apetito • Llan tos frecu en tes sobre todo en referen cia a situaciones afectivas o eróticas

C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til17

• M iedo a estar sola, a los ho m bres o a un determ inado m iem bro de la fam ilia • Rechazo alpadre o a la m adre de form a repentina • C am bios bruscos de cond ucta • Resistencia a desnu darse y bañarse • A islam ien to y rech azo de las relaciones sociales • Problem as escolares o rechazo a la escuela • Fan tasías o co nductas reg resivas (chuparse elded o, orinarse en la cam a, etc.) • Tend encia alsecretism o • A gresividad , fugas o acciones d elictivas • A utolesiones o inten tos de suicidio IN D IC A D O RES EN LA ESFERA SEXU A L • Rechazo de las caricias, los besos y el contacto físico • C on du cta sedu ctora • C on du ctas precoces o cono cim ientos sexuales inadecuad os para su edad • Interés exagerado p or los com portam ientos sexuales de los adultos • A gresión sexual de u n m eno r a otros m eno res

3. Valoración psicopatológica del abuso 3.1 Encuadre La ag resión sexuales un acontecim iento traum ático p ara el m enor, ante el que puede reaccionar con una serie de efectos psicológicos neg ativos a co rto plazo (si su ap arición es anterior a los dos años siguien tes del ab uso) y a largo plazo (sise producen con posterioridad ). Los niños y ad olescen tes víctim as de abuso sexual tienen, asim ism o, un m ayor riesgo de d esarrollar problem as interpersonales y psicológicos. C om o apuntábam os anteriorm ente, se calcula que la tasa de prevalencia de ab usos sexuales con im plicaciones clínicas para los m enores afectados se encuentra entre el4% y el 8% de la población. Tam bién se ha señalado que no todos los m enores presentan alteraciones psicológicas com o consecuencia del abuso, ya que en la respu esta del m enor intervienen una serie de factores qu e am ortigu an o agravan elim pacto em ocion al. En tre los m odelos explicativos desarrollad os en torno a la sintom atología asociad a a los abusos sexuales en la infancia d estacan el m odelo traum atogénico y el m odelo del trastorno de estrés postraum ático.

18 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til

a) Modelo del trastorno de estrés postraumático A lgunos autores (W olfe, G entile y W olfe, 1989) consideran las consecuencias delabuso sexualcom o una form a d e estrés postraum ático. El abuso sexual en la infancia cu m ple los requisitos de traum a exigidos por el D SM -IV-TR para el diagnóstico d e este cuadro clínico y g enera, al m enos en una m ayoría de las víctim as, los síntom as característicos de d icho trastorno: pen sam ien tos intrusivos, evitación de estím ulos relacionad os con la ag resión,alteraciones d el sueñ o,irritab ilidad ,dificultad es d e concentración, etc. Puede ir acom pañado tam bién de un com po rtam iento desestructurado o agitado y presentarse con síntom as físicos (dolores d e estóm ag o, jaq uecas,etc.), o en form a de sueños terroríficos. En tre las ven tajas de ese m odelo hay q ue señ alar qu e facilita una descripción operativa d e los síntom as derivados delabuso, y perm ite por ello un diagnóstico conocido por todos los profesionales. Para otros estudiosos del tem a este m odelo presenta algunas lim itaciones en el ám bito del abuso sexual infan til (Finkelhor, 1997; V ázq uez y C alle, 1996), ya q ue sólo pued e ser ap licad o a algunas víctim as, no reco ge las diferentes etap as del desarrollo evo lutivo y no incluye algunos de los síntom as, com o por ejem plo el m ied o, la dep resión o la culpa, los problem as sexu ales derivad os,la d istorsión en las creen cias sobre uno m ism o y los dem ás,etc.

b) Modelo traumatogénico El m odelo traum atogénico es m ás específico, ya que su sintom atología está asociada a cuatro variab les: sexualización trau m ática, pérdida d e co nfian za, indefen sión y estigm atización. Estas variab les constituyen la cau sa principal del trau m a al distorsionar el au toconcep to, la visión sob re el m undo y las capacidad es afectivas de la víctim a. Estos factores se relacionan con el desarrollo de u n estilo de afrontam iento inadecuado y con la aparición de p roblem as de con ducta en el niño (Finkelhor, 1997; C antón y C ortés, 1997). Lam eiras (2002) y Echeburúa y G uerricaech evarría (2000) explican estas cuatro variables: • La sexu alización trau m ática h ace referen cia a la interferencia q ue la experien cia abusiva tien e en el adecuado p roceso m adurativo/sexual del m enor, que va a condicionar la presencia de sintom atología sexualtanto a corto com o a largo plazo.Elm enor aprende a utilizar determ inadas con ductas sexuales com o estrategia p ara o btener ben eficios o m anipular a los dem ás y adquiere aprendizajes deform ados de la im portancia y significado de d eterm inadas con ductas sexuales,así com o concepciones erróneas sobre la sexualidad y la m oral sexual. A sim ism o, la víctim a tiene dificultad es para estab lecer relaciones de intim idad y para integ rar las dim en siones afectivas y eróticas. • Los sentim ientos de traición hacia el agresor que desencadena el abuso, y la generalización que se hace a o tros adultos, pued en interferir en el ad ecu ad o desarrollo de las relaciones interperson ales. • Los sentim ientos de estigm atización derivan del sentim iento de culpa y vergüenza vinculados a la exp eriencia ab usiva y pu eden tener una gran influencia en la au toim agen del m enor y, por tanto, en su au toestim a. Estas variables son fundam entales para un adecuado desarrollo de la personalidad del m enor. El m antenim iento en secreto del abuso sexualpuede reforzar la idea de ser diferente y, con ello aum entar el sentim iento de estigm atización (C ortés y C antón, 1997).

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• Los sentim ientos de indefensión provocan en el m enor la pérdida de control e im posibilidad de frenar el abuso, y generan una actitud de retraim iento y pasividad, increm entando con ello su vulnerabilidad a las experien cias abusivas. A dem ás, estos sentim ien tos provocan que el niño n o sepa cóm o reaccionar ante las diversas situaciones que se p lantean en la vida y tenga escaso con trolsobre sím ism o y sobre lo que le suced e. Todo ello le crea una sensación de d esam paro y un tem or hacia elfuturo, provocan do actitudes pasivas, poco asertivas y de retraim ien to.

3.2 Consecuencias psicológicas Seg ún señala Blanca V ázquez: “U na de las cosas que han de quedar claras es que no todas las personas que sufren ab uso sexual en su infan cia q ued an ‘ m arcadas’o ‘ trau m atizad as’ . La elab oración de una vivencia com o ésta es individual, y com o tal, el curso puede variar enorm em ente de u na persona a otra. H ay factores qu e juegan un papelesencialen la asunción delabuso p or parte d e quien lo vive: tener o no una red de ap oyo psicosocial; la actitud de esta red psicosocial an te la revelación del ab uso; recibir o no un apoyo psicológico; la identidad del abusado r; el verse ob ligado o no a seguir conviviendo con el ab usador; la p rontitud y efectividad de las m ed idas sociales y judiciales tom ad as por el en torno del m en or; la revictim ización secundaria q ue p ued e vivir duran te elproced im ien to pen al, etc.”. A lgunos estudios indican que sólo el 8% de las víctim as y sus fam ilias reciben tratam ien to. Exp ertos com o Félix López se m uestran totalm ente co ntrarios a la idea de q ue tod as las víctim as reciban tratam ien to terapéu tico, ya que la postura intervencionista pued e sobred im en sionar los efectos de los abusos. Lo que sí precisan todas las víctim as es de ayuda, una ayud a q ue el 60% no recibe. En este sentido resulta fundam ental la actitud que ad opte la persona o personas a las qu e la víctim a com unique la experiencia (H orno, Santos y M olino, 2001). C entrándonos en las secuelas negativas de la víctim a, no existe un cuadro diferencialdelabuso sexual infantil. D e hecho, del abuso se derivan consecuencias que perm anecen e, incluso se agu dizan con el paso del tiem po, que p ued en lleg ar a configurar patologías definidas. Po r ello la aten ción que se le dispensa a un niño víctim a d e abuso sexualno debe cen trarse ú nicam ente en el cuidado de sus lesiones, sino que d eb e estar coo rdinad a p or los distintos profesionales im plicad os – prestan do atención psicológica, m anteniendo un seguim iento a corto y m edio plazo, y proporcionando atención y apoyo al m enor y a la fam ilia–(H orno, Santos y M olino, 2001).

a) A corto plazo Entre un 20 y un 30 % de las víctim as perm anecen em ocion alm ente estables despu és de la ag resión (Echeburúa y G uerricaech evarría, 2000). C antón y C ortés (2000), por su parte, indican que el 40% de los niños abusados no p arecen presentar problem as em ocionales. A sim ism o, entre el 17 y el 40% sufren cuad ros clínicos con cretos y el resto exp erim en ta síntom as variad os. Todos los autores coinciden en apuntar que las con secuencias m ás graves están vinculadas alnivelde contacto físico; la frecu en cia y duración del ab uso; a que este sea co m etido por algún fam iliar o persona próxim a afectivam ente alm enor; y al em pleo de la fuerza o violencia. El peor pronóstico de recuperación es aqu el en el que nos encontram os con un m enor apoyo y m ayor con flicto intrafam iliar. U n resum en de los principales síntom as a corto y largo plazo viene recogido en la tabla 5, donde se pueden com probar las no tables diferencias qu e se producen en las reacciones de los m enores,

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dependiendo de la etapa evolutiva en la q ue se en cuen tren y del sexo. Por ejem plo, los niños m uy peq ueñ os (Ed ucación Infan til), al contar con un rep ertorio lim itad o de recursos psicológicos, pued en m ostrar estrategias de negación y disociación.En los niños un poco m ayores (Educación Prim aria) son m ás frecuentes los sentim ientos de culpa y d e vergüenza ante elsuceso. Elabuso sexualadquiere u na especial graved ad en la adolescencia p orque se puede intentar el coito, existe u n riesgo real de em barazo y el adolescente tom a co nciencia d el alcance de la relación. Por ello podem os encontrar en este p eríodo con ductas graves com o huidas de casa, con sum o abusivo d e alcoh ol y drogas, e incluso intentos de suicidio.En gen eral, las niñas tien den a p resentar reacciones ansioso-dep resivas;los niños,fracaso esco lar y dificultad es no específicas de socialización (V ázq uez, 1995). Los niños tien en m ayo r probab ilidad de exteriorizar problem as de com portam iento, com o p or ejem plo, agresiones sexuales y conductas violentas en general. Entre las con secuencias a corto plazo, H orno, Santos y M olino (2001) destacan el Síndrom e de A com odación al abuso sexual infantil, que tiene m ucho s paralelism os con el Síndrom e d e Estocolm o, y que incluye cinco fases:

Impotencia. Los niños víctim as de ab uso sexual generan un fenóm eno d e indefensión aprendida, puesto que sus intentos po r evitar el abuso resultan vanos. Poco a poco dejarán de intentarlo siquiera.

Mantenimiento del secreto. La m anipulación y la am enaza a la q ue son som etidos les ob liga a m an ten er, especialm en te en los casos de abuso intrafam iliar, una d oble vida p ara preservar el secreto y evitar la revelación.

Entrampamiento y acomodación.Sielabuso se prolonga en eltiem po,elniño irá asum iendo poco a p oco el papel de p areja d el agresor.

Revelación espontánea o forzada. C uan do se lleg a a la revelación esta suele darse co n un igual, de m anera espontánea, o forzada p or un adulto al valorar los indicios.

Retracción. Si no hay una interven ción efectiva –y a veces incluso hab ién dola–, la retracción es frecuente, por culpa, vergüenza o m iedo.

b) A largo plazo Tod os los estudiosos del tem a indican que los efectos a largo plazo del ab uso sexu al en la infan cia tienden a dism inu ir con el paso del tiem po , aunq ue tam bién se ha com prob ado qu e en otros el m ero paso del tiem po no im plica la resolución del trau m a, sino el trán sito de u n tipo de sintom atología a o tra, en función del m om ento evolutivo en que se realice la evaluación. Lam eiras (2002) aporta resultados de estudios recien tes; a través del m eta-an álisis realizad o por Rind, Tom ovitch y Bau serm a (1998) se com prob ó qu e alrededor de 2 /3 de los ho m bres y 1/3 de las m ujeres que habían m antenido actividad sexual con otros ad olescen tes y/o ad ultos duran te la infan cia no m ostrab an sintom atología clínica en la edad adulta. La inform ación actualm ente disponible no perm ite señalar la existencia de un único síndrom e específico ligad o a la exp erien cia de ab usos sexu ales en la infan cia y adolescen cia. Sí se o bserva, no obstan te, qu e frecu en tem en te se d an diversas alteraciones en la esfera sexu al – inhibición erótica, disfunciones sexuales y m en or cap acidad de disfrute–; dep resión; el conjunto de síntom as característicos deltrastorno de estrés postrau m ático;y un controlinad ecu ad o de la ira (en elcaso de los varones volcad a

C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til21

hacia el exterior en form a de violencia y en el de las m ujeres canalizada en form a d e co nductas autodestructivas). En algunas ocasiones se ha d etectado a m ás largo plazo (cuando las víctim as se convierten en pad res) una actitud obsesiva e hipervigilan te co n los hijos o, por el contrario, la adopción de condu ctas de abu so o de consentim iento. Sin em bargo , ning un o d e estos elem entos pu ede generalizarse, ya que no aparecen en todos los casos. D esde el punto de vista d el traum a en sí m ism o lo que predice una peor evolución a largo plazo es la d uración prolongad a d e la exposición a los estím ulos trau m áticos, la alta inten sidad de los síntom as experim entados inm ediatam ente y la presencia de síntom as disociativos en las horas y días posteriores al suceso. C iertas condiciones y características person ales ag ravan la sintom atología. Los problem as de una víctim a en la vida adulta (depresión, ansiedad, abuso de sustancias, etc.) surgen en un co ntexto d e vulnerabilidad generado p or el abuso sexual en la infancia, pero p rovocados directam en te p or circunstan cias próxim as en eltiem po (conflictos de pareja, aislam ien to social,problem as en el trab ajo, etc.). D e no darse estas circunstan cias ad versas pu ed en no darse problem as psicopatológicos en la edad ad ulta (Finkelhor, 1997), au n hab ien do sufrido ab uso sexu al en la infan cia.

Tabla 5. Sintom atología asociada a la exp eriencia de ab usos sexuales du rante la infancia, a corto y largo plazo (adaptado de Lam eiras, 200 2)

Tipos de efectos

A corto plazo

A largo plazo

Físico s

–Prob lem as de sueñ o (pesad illas) –C am bios en los hábitos de com ida –Pérdida d el controlde esfínteres

–D olores crón icos gen erales –H ipocondría y trastornos de som atización –A lteraciones d el sueñ o (pesadillas) –Problem as gastrointestinales –Trastorno s de la alim en tación, especialm en te b ulim ia

C on du ctuales

–C on sum o de drog as o alcoho l –H uidas delho gar –C onductas autolesivas o suicidas –H iperactividad –Bajo rend im iento académ ico

–Intentos de suicidio –C on sum o de drog as y/o alcoho l –Trastorno disociativo de iden tidad (person alidad m últiple)

Em ocion ales

–M iedo generalizado –H ostilidad y agresividad –C ulpa y vergüenza –D ep resión –A nsied ad –Baja au toestim a y sentim ien tos de estigm atización –Rechazo del propio cuerpo –D esconfian za y rencor hacia los adultos –A islam ien to –Trastorno de estrés p ostrau m ático

–D ep resión –A nsied ad –Baja au toestim a –Estrés postraum ático –Trastorno s de personalidad –D esconfianza y m iedo d e los ho m bres –D ificultad para expresar o recibir sen tim ien tos de ternura y de intim idad

Sexu ales

–C ono cim iento sexual precoz o inaprop iado p ara su edad –M asturbación com pulsiva –Excesiva cu riosidad sexu al –C onductas exhibicionistas –Problem as de identidad sexual

–Fobias o aversiones sexuales –Falta d e satisfacción sexu al –A lteraciones en la m otivación sexual –Trastorno s de la activación sexual y del orgasm o –C reencia d e ser valorado po r los d em ás ún icam ente por elsexo –M ayo r predispo sición a sufrir abu sos sexuales en la ed ad ad ulta y a en trar en la p rostitución

So ciales

–D éficit en hab ilidades sociales –Retraim ien to social –C onductas an tisociales

–Prob lem as en las relaciones interperson ales –A islam ien to –D ificultades en la educación de los hijos –D ificultades d e vinculación afectiva con los hijos –M ayo r prob ab ilidad de sufrir revictim ización por parte d e la p areja

22 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til

3.3 Variables mediadoras en el abuso: factores de protección y de vulnerabilidad Los efectos psicológicos del ab uso sexu al infan til (a co rto, m ed io y largo plazo ) dep en den de las variab les que co ndicionan el im pacto sufrido por la víctim a y explican las diferentes respuestas dad as por cad a individuo. Po r ello es interesante an alizar, por un a parte, los factores que resultan am ortiguad ores del im pacto del abuso sexual en el desarrollo em ocional posterior y contribuyen a m etabolizarlo, y por otra, aq uellos qu e p ropician una m ayo r vulnerabilidad psicológica y favorecen el desarrollo de consecuen cias psicopatológicas. Ech eb urúa y G uerricaechevarría (2000) distinguen tres grupos de variab les entre los factores que m odulan el im pacto d e la agresión: el perfil individual de la víctim a, las características del acto y las consecuencias asociadas aldescub rim iento d el abuso.

a) Perfil de la víctima La presencia o no de determ inado s síntom as parece depender de la edad o estadío evolut ivo . H ay algunos efectos que pueden presentarse du rante toda la infancia y otros que son específicos de una determ inada etapa, por ejem plo, los ado lescentes son especialm ente vulnerables a problem as psicológicos relacionad os con la reg ulación del afecto y la autoevaluación (C an tón y C ortes, 2000). Existen gran des divergencias en los resultad os de los estudios en cuan to a siresultan m ás afectados los niño s m ás pequeño s o los qu e tienen m ás edad: algu no s estud ios señalan qu e cuanto m ás joven es el niño m ás vulnerable resulta fren te a la experien cia d e abusos y m ayo r es la p robab ilidad de d esarrollar síntom as disociativos; en otros se apunta que precisam ente la ingenuidad y la falta de entendim iento protegen al niño pequ eño y m inim izan el im pacto. A dem ás, a m ayor edad, m ayor prob abilidad de qu e se lleve a cabo la pen etración y de que se em plee para ello la violen cia física, ya q ue existe una m ayo r cap acidad de resisten cia en la víctim a, sien do estos factores concom itan tes de peo r pronóstico. Respecto al sexo de la víctim a, los estudios realizad os no han perm itido lleg ar a u na conclusión definitiva sobre silos niños y niñas se diferen cian en la g ravedad de la sintom atología experim en tad a. En cuanto al funcionamiento de la familia  , los estudios señalan que u n am biente fam iliar disfuncional, caracterizado por la co nflictividad y la falta d e co hesión, pued e aum en tar la vu lnerab ilidad del niño a la co ntinuidad del abuso y a las secuelas psicológicas derivadas del m ism o (C antón y C ortes, 2000). Las caract erísticas de personalid ad del niño, variab les com o su asertividad o sus hab ilidad es sociales y cognitivas m odulan a su vez los efectos de la vivencia del abuso sobre el niño. Seg ún recogen C antón y C ortés (2000) recientes form ulaciones teóricas han propuesto que los efectos delab uso sexual infan tilse encuen tran m ed iatizad os po r la form ación de valoraciones cognitivas. A l respecto, se pone el acento en la im portan cia de variab les cognitivas tales com o las evaluaciones, atribuciones o estrategias de afrontam iento,que se supone actúan com o m ediadoras entre la exp eriencia ab usiva y sus con secuen cias psicológicas o com portam en tales. En este sen tido, las estrategias de afrontam iento pueden ser un objetivo im portante a consegu ir en la intervención en terapias cognitivas de abuso sexual.

C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til23

En las revisiones de los estudios realizad os po r estos autores se ha encontrad o que: • Se p roduce un increm ento de los síntom as en elcaso de las víctim as que: –tien den a au toinculparse –perciben el abuso sexualcom o u na m ayor am enaza para su seguridad física o im agen corporal –enfatizan la evitación cognitiva co m o una form a d e afrontar los abusos • Los adolescen tes víctim as de incesto que realizab an atribuciones internas sobre el ab uso se encon traban significativam ente m ás deprim idos y tenían una m enor autoestim a q ue las otras víctim as q ue realizaban atribuciones externas. • La sensación de tener escaso poder sobre el am biente que rodea a la víctim a se relaciona con la form ación de síntom as después de producirse la revelación. • En cuanto al efecto del tratam iento, se ha encontrado que los niños que tienen m ás dificultades para recuperarse son los que presentan unos patrones de n egación y evitación.

b) Características del acto abusivo Po r lo que respecta a las características del acto ab usivo, los resultad os de las investigaciones son concluyen tes: la severidad de las secuelas está en función de la frecu en cia y duración de la experien cia, asícom o d el em pleo de la fuerza y am enazas,y de la gravedad de los actos. D e este m odo, cuanto más 

crónico e int enso es el ab uso, m ayo r es el desarrollo de un sentim ien to de indefensión y vulnerabilidad y m ás probable resulta la aparición de síntom as (Echeburúa y G uerricaech evarría, 2000; C antón y C ortés, 20 00 ). Respecto a la relación de la víctim a co n elagresor, lo que im porta n o es tanto elgrado de p arentesco en tre am bos,sino el nivel de intim idad em ocional existen te. A sí, a mayor grado de intim idad, mayor será  , que se p uede agravar sila víctim a n o recibe apoyo de la fam ilia o se ve o bligada el impacto psicológico  a ab andonar el hogar. Po r otro lad o, por lo que se refiere a la edad del ag resor, los abusos sexuales com etidos po r adolescentes resultan, en general, m enos traum áticos para las víctim as que los efectuados po r adu ltos. En principio, la d iferen cia d e edad es un ag ravante, porque acrecien ta el ab uso d e p oder y dificultan la revelación.

c) Consecuencias asociadas al descubrimiento o a la revelación En cuan to a las consecuen cias derivad as de la revelación delab uso, elap oyo parental– creer alm en or y protegerlo– , especialm ente por parte de la m adre, es un elem ento clave para q ue las víctim as m antengan o recuperen su nivelde ad aptación general.Probablem ente la sensación de ser creídos es uno de los m ejores m ecan ism os para predecir la evolución hacia la n orm alidad de los niños víctim as de abuso sexu al. Por el contrario, una inadecuada respu esta del entorno d el m enor entorpece el proceso de recu peración. La evolución psicológica n eg ativa d e la víctim a, que afecta especialm en te a la autoestim a,

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va a dep en der de las dudas suscitad as por el testim onio, la significación afectiva d e las personas incréd ulas y la falta de apoyo em ocional y social (Ech eb urúa y G uerricaechevarría, 2000). En ocasiones,los sentim ientos de vergüenza y culpa, de cólera y p ena, de m iedo y ansiedad pueden afectar a los pad res de tal m anera que se m uestran incapaces de p roteger al niño adecuadam ente. La adaptación psicológica d e las propias m adres de las víctim as es im portante. Son reacciones com unes la au toinculpación y los sen tim ien tos am bivalen tes en relación a la víctim a y el ag resor (C an tón y C ortés, 2000). A lrespecto, diversas investigaciones revelan que los padres se sentían solos y desbordad os po r los problem as qu e, en su día, debieron afrontar. La m ayoría de los pad res m anifestó que habría necesitado ayu da d uran te la fase inm ed iata a la revelación, sob re tod o en los aspectos relativos alcuidad o del niño. Eviden tem en te, la ad ap tación em ocional de los pad res y sus con siguien tes actitudes y reacciones influyen en la recuperación de las víctim as. Por otro lado, se ha en contrado qu e el apoyo de la m adre depende del tipo de abuso q ue sufra el niño, su edad y, especialm en te, de los sen tim ien tos de la m ad re h acia el ag resor. En este sen tido, las m adres de fam ilias incestuosas se sienten atrapadas en una situación conflictiva en la que su deseo de proteger al niño choca con otras necesidades, lealtades y sentim ientos. Y cuanto m ás intenso es el conflicto de lealtad es m ás difícilles resulta tom ar m ed idas para p roteg er a los hijos. Tam bién interfieren las situaciones de estrés adicionales y,en concreto,la posible ruptura de la p areja, la salida del ag resor o de la víctim a d el hogar (única vía q ue existe a veces para garantizar su seguridad , pero q ue sup one un coste em ocionaly de adaptación im portante) y la im plicación en un p roceso judicial. Respecto alproceso judicial, los juicios largos, las testificaciones reiteradas y los testim onios puestos en entredicho suponen una victim ización secun daria y o frecen un peor pronóstico para la víctim a. En este punto Lam eiras (2002) recalca q ue la experien cia m ás nociva d e la judicialización es la sobreexposición del m en or a u n rosario de evaluaciones-en trevistas. Los efectos neg ativos de este p eregrinaje evaluativo vienen dados po r dos razones principalm ente: en prim er lugar, por el efecto negativo derivado de la rep etición del relato, que fuerza al m en or a tener qu e revivir y reexperim en tar las em ociones neg ativas asociad as, y que d ificulta la resolución no trau m ática d e d icha experien cia; y, en segundo, el cuestionam iento de su credibilidad al com probar qu e ha de repetir su declaración ante distintos profesionales, en su m ayoría d esconocidos, lo que sup one d e p or sí una fuente d e estrés qu e h ace dism inuir la autoestim a delm enor.En los estudios revisado s por C antón y C ortés (2000)se ha encontrado una relación significativa y positiva en tre el núm ero de en trevistas y elnivelde trau m a. Exigirle a un niño que repita una y otra vez los incidentes abusivos supone que tenga que recordar hechos dolorosos,lo que pued e reforzar sus sen tim ien tos de culpa y vergüen za, y consolidar la estigm atización y disociación de los recu erdo s y los afectos. Po r otro lad o están los efectos neg ativos del juicio en sí, especialm en te cu an do se prolonga y el m en or ha de testificar en varias ocasiones, y sus declaraciones son reb atidas por el ab ogad o de la defensa. En general, elm enor sufre u n absoluto desconocim iento delm edio en elque d eclara y la form a en la que tiene que hacerlo. A l respecto, si se le prepara adecuadam ente para la com parecen cia experim enta m enos estrés psicológico. En sus revisiones, C antón y C ortés (2000) han encon trado que, aunque el am biente del juzgado puede despertar tem ores en el niño, sus efectos se pueden reducir en gran parte a través de una relación de confianza con un profesional y un a adecuada p reparación de su com parecen cia. D e ahíla im portan cia de que los profesionales delsistem a estab lezcan una relación cálida con la víctim a.

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En el po lo op uesto no s encontram os qu e una bu ena ad aptación escolar (en el ám bito académ ico, social o dep ortivo) y unas relaciones ad ecu ad as con el pad re en la infan cia o con los chicos en la adolescencia, asícom o elapoyo d e unas am igas íntim as y de una pareja ap ropiada (incluso de un trabajo gratifican te) tien en un efecto positivo sob re la autoestim a y co ntribuyen a am ortiguar el im pacto d e la victim ización al constituirse en factores d e protección (Ech eb urúa y G uerricaechevarría, 20 00).

d) Modelo ecológico del abuso sexual infantil En esta m ism a línea se encuentra elm odelo ecológico delabuso sexualinfantil(H orno y otros,2001). El m arco eco lógico integ ra los contextos de desarrollo del niño (m icrosistem a, m acrosistem a y exosistem as), y estructura los factores que intervien en en la etiología d el m altrato:

Desarrollo del individuo.Eldesarrollo de la person a es evolutivo,grad ual y basado en la interacción con los dem ás. D esde ahí, la experiencia p revia q ue los padres traen de su propia vida a la h ora d e ab ordar la paternidad va a condicionar el desarrollo del niño, al igual que cu alquier lesión o discapacidad que tenga.

Microsistema. Es el entorno m ás cercano al niño, en el que desenvuelve su vida diaria y con el que está en contacto p erm an en te, y del que d ep en de. El núcleo socializad or prioritario en este n ivel es la fam ilia e influyen factores co m o la com posición de ésta, elajuste m arital o las características del niño.

Exosistema. Está co m puesto por los sistem as sociales que rodean al sistem a fam iliar (escuela, trab ajo, vecindario, am istad es, etc.) cuyos valores y creencias configuran los del niño, puesto que lim itan o enriquecen sus propias vivencias y con form an su m undo relacional.

Macrosistema. So n los valores de la cultura en la q ue se desarrolla el individuo. En la crian za de los niños influyen los con ceptos sobre la paternidad y los roles de género, la co ncepción de los derechos de la infan cia, etc. Tod os estos valores configuran a su vez el en foque de la vida individual, por ejem plo, a través de los m edios de com unicación. Estos sistem as relacionales interactúan constan tem en te, creando una serie d e circunstan cias o factores que producen un riesgo o una p rotección real fren te al m altrato infan til en cualquiera de sus form as. Es im portante conservar esta p erspectiva para evaluar cada caso individualm ente y entender que las circunstan cias vitales de cad a persona definen tan to sus posibilidad es com o sus lim itaciones.

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Tabla 6. Factores de protección y d e vulnerabilidad

Niveles ecológicos D esarrollo d el individuo

Factores de riesgo Predisponentes –Introversión –D iscapacidad física/psíquica –H istoria p revia d e abuso –Baja au toestim a –Po bres h ab ilidad es d e com un icación y de resolución de problem as –Falta de asertividad y sum isión –Ser m ujer –D escon ocim iento sobre la sexualidad –Ser hijo no deseado –Trastornos co ngén itos –N acim iento prem aturo –Falta de h ab ilidad es d e autodefensa

M IC RO SISTEM A – Trastornos físicos/psíquicos

Precipitantes –Trastorno de la conducta –Enferm edades o lesiones del niño –C om plicacion es en el periodo perinatal

Factores de protección Predisponentes –H ab ilidad es interperson ales d e com un icación y resolución d e problem as –A lta au toestim a –A sertividad –D esarrollo norm alizado –Ed ucación afectivosexualadecuada –A pego m aterno/ paterno

Precipitantes –Recono cim iento de la exp erien cia de m altrato en la infancia –A dquisición d e hab ilidad es de autodefensa

–Enferm edades/ lesiones de algún m iem bro de la fam ilia –C onflictos conyug ales –V iolencia fam iliar –Falta de controlde im pu lsos –Excesiva proxim idad en el nacim iento de los hijos

–A m bien te fam iliar no violen to –Exp erien cia en los cuidados del niño –Planificación fam iliar –Satisfacción person al de los m iem bros de la fam ilia –Ed ucación afectivo sexualadecuada en la fam ilia –A pego m aterno/ paterno al hijo –A rm on ía m arital

–Satisfacción en el desarrollo del niño –Resolución de co nflictos fam iliares –C onstitución o fortalecim ien to de vínculos afectivos –Salida d el hogar del ag resor intrafam iliar –Escaso s sucesos vitales estresan tes –Interven ciones terap éu ticas fam iliares

EXO SISTEM A –D ificultades en el acceso a a) So ciolab oral recursos sociales y econó m icos –Insatisfacción lab oral

–D esem pleo –C onflicto lab oral –Fracaso en el acceso a recursos sociales

–Satisfacción lab oral –A cceso a recu rsos sociales y econó m icos

–En contrar trab ajo –Reso lución del conflicto lab oral –Éxito en el acceso a recursos sociales

b) Vecindario

–Frecuente cam bio d e –Red d e apoyo dom icilio psicosocial am plia

–Integ ración en g rupos de iguales –Participación en asociaciones y actividad es vecinales –A poyo social ante u na prob lem ática

–A lta m ovilidad –Políticas igualitarias. geo gráfica –A plicación adecuada –Fácilacceso a las de las penas a los víctim as agresores –A plicación de las –Procedim iento p enal pen as m ínim as a los protector de la víctim a agresores –A usen cia d e co ntrol pren atal y perinatal –C onflictos bélicos

–Puesta en m archa d e: program as de preven ción, de tratam iento de víctim as y agresores, de m ejora de redes de ap oyo e integración social de fam ilias con m ayor riesgo , prog ram as sanitarios y d e investigación –Reg istro unificado de casos –C onstitución de redes de trab ajo interdisciplinar

–Fracaso de los –A ctitud positiva hacia program as de la infancia, la m ujer y sen sibilización social la paternidad –Sensacionalism o en –C on cepción del niño los m edios de com o persona com un icación ind ependiente y con derechos –La fam ilia co m o un ám bito social integ rad o –C onsideración del niño com o m iem bro de la fam ilia, no com o propiedad de los padres

–Éxito d e los program as de sensibilización social –A sun ción de la protección eficaz de la infan cia p or parte d e la sociedad –Im plem entación de la C on vención sobre los D erecho s delN iño de N acion es U nidas –C am bio d e m odelos de crian za y fam iliares –A ctitud respetuo sa y protectora hacia los niño s de los m edios de com un icación

(an sied ad y dep resión incluidas) de algú n m iem bro de la fam ilia –D rog od ependencias de algú n fam iliar –Fam ilia m ono parental –M adre joven –H istoria fam iliar de abuso –Falta de afectividad en la infan cia de los padres –D esarm onía fam iliar –A usencia de vínculos afectivos –A bando no fam iliar –Elevad o tam año fam iliar

–A islam ien to social

A lta crim inalidad M AC ROSISTEM A – a) So ciales

–Baja cobertura de los Servicios So ciales –D esem pleo –M arginalidad –Inhibición social a la hora de la den un cia –Fácilacceso a la porno grafía infan til –Políticas discrim inatorias –Falta de relación afectiva en tre los ho m bres y los niños du rante la crianza –Procedim iento p enal exclusivam ente protector de los derechos del agresor

b) C ulturales

–A cep tación del castigo corporal –Valoración del niño com o propiedad de los padres –La fam ilia com o un ám bito de privacidad aislad o –C on cepción delniño com o proyecto d e person a, no com o persona –Tolerancia co n todas las form as de m altrato infan til –N eg ación de la sexu alidad infan til –M ito de la fam ilia feliz –Sexism o: fom ento d e la idea d e poder y discrim inación –Su bcultura patriarcal

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4. Agresores sexuales de menores 4.1 Características generales de los abusadores La pedofilia es una p erversión en la que un adulto siente interés sexual por un m enor prepúber. A unque en principio estas personas pu eden excitarse co n am bos sexos, suele ser m ás frecuente su atracción por las niñas. En ocasiones los pedófilos son personas con una o rien tación sexual hacia los ad ultos qu e, m ovidos po r unas circunstan cias especiales, realizan actividad es sexuales con niños en un m om ento dado. A un qu e no existe un prototipo de abusado r, sí qu e se han encontrado algu no s elem entos com un es a todos ellos: 

Son m ayoritariam ente varones (los porcentajes oscilan en torno a un 80 y un 92% , según diversas investigaciones.



La edad m ás com ún m ente encontrada es entre los 30 y los 50 años, aunq ue la m ayoría de los agresores com etió su prim er abuso antes de los 16 años, y cada vez son m ás frecuentes las agresiones por parte d e adolescentes.



H ab itualm en te eligen víctim as delotro sexo .



Suelen ser reincidentes y actúan m ás en las ciudades que en las zonas rurales.



A parentem en te son personas no rm ales (no p sicóticos), pero presentan p roblem as de neu roticism o, introversión, inm ad urez, socialización y serias caren cias de valores sociales.



La m ayoría no b usca tratam iento ya q ue no p resentan ningún sentim iento d e culpa.



Tienen una escasa capacidad para ponerse en el lugar de otros y com partir sus sentim ientos (em patizar).



Los agresores suelen estar casados y ser, o m iem bros de la fam ilia n uclear o extensa de la víctim a o personas de su entorno (educadores o vecinos), lo que les perm ite u n fácilacceso al niño, con quien suelen ten er una relación de confian za anterior al inciden te sexual.



Sólo en un 10% de los casos em plean la violencia. H abitualm ente recurren al engaño; tratan de gan arse la co nfian za de las víctim as; se ap rovech an de la co nfian za de la fam ilia; o les am en azan o dan prem ios y privileg ios de diferentes tipos. Los agresores de m en ores tien den a recu rrir al engaño y la seducción y se valen de su p osición de sup erioridad sobre una víctim a conocida.



Las distorsiones co gnitivas en relación con el sexo suelen ser inten sas y específicas, y tien den a justificar lo ocurrido y a n egar la com isión del delito.

Las distorsiones cog nitivas se h an detectado com o elem entos desinhibidores im portantes en las agresiones sexuales a n iños.Las m ás frecuentes son: • Las caricias sexuales no son realm ente sexo y, por ello, no se hace ningún m al a nadie. • Los niños no lo dicen debido a q ue les gu sta elsexo. • El sexo m ejora la relación con un niño. • C uando los niños preguntan sobre elsexo significa q ue d esean experim entarlo.

28 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til

• La p ráctica sexual es una b uena m anera d e instruir a los niños sobre elsexo. • La falta de resisten cia física significa que el niño desea el contacto sexu al. • El m en or disfruta co n la relación sexual. • Los contactos sexuales son una m uestra de cariño. • Si no hay violen cia, el m en or no va a desarrollar trastornos.

4.2 Tipos de abusadores Existen dos tipos de agresores sexuales (Echeburúa y G uerricaech evarría 2000):

Primarios Se trata de sujetos con una o rien tación sexual dirigida p rincipalm en te a los niños, sin ap en as interés por los ad ultos, y con conductas com pulsivas no m ed iatizad as po r situaciones de estrés. G eneralm ente p oseen un cam po lim itado de intereses y actividades,lo que les lleva a m enudo a una existencia solitaria. C onsideran sus conductas sexuales ap ropiadas y las planifican con antelación. C on frecuencia poseen distorsiones cognitivas y no presentan sentim ientos reales de culpa o vergüenza p or estas actividad es sexuales.

Secundarios o situacionales Son personas qu e tienen contactos sexuales aislados con niños com o reflejo de u na situación de soledad o estrés.Elconsum o excesivo d e alcoholu otras drogas pu ede actuar de d esinhibidor de estas conductas. N orm alm ente se relacionan con adultos heterosexuales (relaciones en las que suelen darse alteraciones tales com o im poten cia ocasional,falta de deseo y algún tipo de ten sión o conflicto). A nivel cog nitivo, suelen percibir este tipo de conductas com o anóm alas y las ejecutan de form a episódica e im pulsiva m ás qu e de un m odo prem editado y persistente. Por ello, pueden aparecer posteriorm ente intensos sentim ientos de culpa y vergüenza.

4.3 Explicación de la conducta Tabla 7 . Tipos d e abu sado res y características (Echeburúa y G uerricaech evarría, 2000)

Primario o preferencial

Secundario o situacional

Etiología

O rien tación sexual dirigida preferen tem en te hacia niños

Soledad Estrés (conyugal,fam iliar, laboral, etc.)

Ejecución de la conducta

Persistente C om pu lsiva Prem editada

Ep isódica Im pulsiva

Percepción de la conducta

A prop iada sexualm ente

A nó m ala (con vergü enza y rem ordim iento posterior)

Distorsiones cognitivas

A tribución de la conducta a la “seducción”del niño M era m uestra de cariño C arácter inofen sivo d e los contactos sexuales

Ante el tratamiento

Falta de recon ocim iento delproblem a Recaídas frecuentes

Bu ena respuesta

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A unque n o se d ispone d e u na inform ación exhaustiva sobre las causas que p ueden llevar a este tipo de co m portam ien to, síque se distinguen en tre aquellas características que podrían estar en el origen de la con du cta y aqu ellas que actuarían com o d esencad enantes de la m ism a. Eche bu rúa y G uerricaechevarría (2000) an alizan estas cau sas:

Factores causales El origen de esta anom alía puede estar relacionado con el aprendizaje de actitudes negativas extrem as sob re la sexu alidad , con el ab uso sexu al sufrido en la infan cia, con sentim ien tos de inferioridad o con la incapacidad para establecer relaciones sociales de tipo heterosexual. Tam bién suelen encontrarse en estos individuos trastornos de personalidad, sobre todo referidos al controlde los im pulsos y aldesarrollo de una autoim ag en deficien te. A su vez, la repetición de m asturbaciones acom pañadas de fantasías pedofílicas ayud a a m antener eltrastorno. Los agresores sexuales presen tan un cierto grad o de vu lnerabilidad psicológica, que arran ca frecu en tem ente de la ruptura de lazo s en tre pad res e hijos.Los vínculos paternofiliales inseguros gen eran en el niño una visión neg ativa sobre sím ism o y sob re los dem ás, y facilitan la aparición de una serie de efectos neg ativos:a) falta de au toestim a; b) hab ilidad es sociales inad ecu ad as; c) dificultad es en la resolución de problem as; d) estrategias de afrontam ien to inap ropiad as; e) escaso control de la ira, y f) eg oísm o y ausencia de em patía. En últim o térm ino, el fracaso en estab lecer relaciones íntim as –m ás acu sado siel ag resor ha sido víctim a d e abuso sexu al–gen era soledad crónica, egocentrism o y ag resividad, asícom o una tend encia a abusar del alcohol.

Factores precipitantes El abuso sexual se produce cu ando coinciden una serie d e factores (Finkelhor, 1984): • G ratificación sexual. • Su peración de las inhibiciones internas para com eter el ab uso sexual. Los desinhibidores externos (alcohol) o internos (distorsiones co gnitivas) contribuyen a conseguir este objetivo. • Elim inación de las inhibiciones externas, lo cual se consigue d eb ido al alejam ien to del niño de la m adre o de o tras figuras protectoras. • Su peración de la resisten cia d el niño, lo cual se logra a través de la sed ucción o de o tras form as m ás o m enos sutiles de presión.

5. El incesto Elincesto se produce cuan do se dan relaciones sexuales entre m iem bros de la fam ilia. Estas relaciones están prohibidas de form a expresa p or las costum bres sociales, el tabú y las leyes. A continuación vam os a exponer las características de los m iem bros de las fam ilias incestuosas en las que las relaciones sexu ales se producen entre el padre y la hija (V ázquez M ezquita, 1995):

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5.1 La familia incestuosa El térm ino “fam ilia cohesionad a patológicam ente” es el que m ejor expresa el com plicado funcionam ien to de la fam ilia incestuosa. Este tipo de fam ilia, unida en torno a las necesidad es no satisfechas de sus m iem bros,y en especial de los padres, es incapaz d e em ancipar a los hijos.A sim ism o, en este tipo de fam ilias no se suelen estab lecer relaciones fuera de su seno. Se cree que esta co hesión es una n ecesidad para la pervivencia del incesto sobre elque, a su vez, se fundam enta la fam ilia. En el m om ento en el que los hijos salgan al exterior, el m antenim iento del “secreto”se hace m enos seguro. En esta fam ilia la n egación del incesto es m uy fuerte y afecta a tod os sus m iem bros. El hecho de q ue la h ija d enuncie el incesto no garantiza q ue vaya a ser asum ido. En m uchos casos se aparta a la hija del sistem a fam iliar y la fam ilia sigue neg án dolo y se m an tien e coh esionada. Se habla de que a m enudo los herm anos/as de la víctim a pueden presentar reacciones em ocion ales aún m ás graves qu e la herm ana afectada. D iversos estudios realizad os al respecto m uestran una serie d e co nclusiones en torno a la fam ilia incestuosa: 

Existen cia de roles difusos e invasivos entre unos m iem bros y otros,posibilitan do la im posición de lo que los otros deben decir o pensar.



Las hab ilidades para la n egociación aparecen m uy dism inuidas.Los m iem bros son poco claros en la com unicación y se encuentran poco dispuestos a acep tar la respo nsabilidad por sus acciones, pensam ientos y sentim ientos.



Son poco p erm eables a las dem andas e influencias delexterior.



Enm ascaran y con striñen sus sentim ientos,evitando su expresión cuando de esto se derive algún grado de sufrim iento.



El tono vital de sus m iem bros tien de a ser “cínico y desesperado”, evitan do y oscurecien do el conflicto.



A parece u na coalición destructiva en tre los pad res qu e revierte en un doble m en saje: rechazo/sobreim plicación en los hijos.



A ten ción sexual inap ropiad a en la relación pad res-hijos.

5.2 El padre El retrato robot delpadre incestuoso es un hom bre d e entre 3 0 y 40 años cuan do se inicia la relación abusiva, con una inteligencia n orm al, sin anteced entes penales y que no presenta una p sicopatología grave. El inicio del ab uso suele co incidir con la etap a p rep uberalde la n iña (8 a 1 2 añ os). N o se h a establecido un rango de n ivelsocioeconóm ico definido. Lo que síaparece en estos pad res es una h istoria de dep rivación em ocional/eco nóm ica, con pobres relaciones paren tales en la infan cia y,en algunos casos, con una h istoria p revia d e incesto, bien com o víctim a d irecta, bien com o testigo (m ás com ún ). En m uchas fam ilias incestuosas es precisam en te la figura d elpad re q uien realiza a la vez las funciones de apoyo y m aternaje eludidas por la m adre, por lo que sielim inam os alpadre d el sistem a fam iliar, éste se hun de autom áticam ente.

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En su inm ensa m ayoría los pad res incestuosos niegan o m inim izan los hechos para p roteger su autoestim a y com o m ecanism o d e defensa an te sentim ientos de vergüenza, culpa y hum illación. Esta negación es aún m ayor cuando interviene el sistem a legal.

5.3 La madre La p asividad y la d ep en den cia se consideran los do s rasgos principales de la m ad re de la fam ilia incestuosa. Esta es una p ieza clave en todo el entram ado del incesto. A lgunos autores la han descrito com o un a m adre au sente físicam ente o em ocion alm ente, y po co accesible tanto a los hijos com o al padre. En tre las hipótesis cau sales q ue se b arajan para explicar esta situación se encuen tra la de que ella m ism a h a podido sufrir ab uso en su infan cia, lo que explicaría su ap arente tolerancia ante el incesto. Tam bién se argum enta u na situación de d epresión crónica, que p rovoca la p érdida d e facultades para proteg er a sus hijos. En todo caso, se señala que la m adre tiene una fuerte dependencia em ocional del padre, con quien por otra p arte, m antiene u na relación m arital m uy defectuosa, con unas relaciones personales y sexuales nulas o m uy insatisfactorias. Por otra parte, es habitual que la m adre conozca el incesto aunque p refiera ignorarlo para m antener a la fam ilia unida y con tinuar creyen do que sus necesidades básicas de d ependencia respecto a su m arido siguen estando cubiertas. C on la hija víctim a m antiene una conducta am bivalente, pues al m ism o tiem po que está aliada con ella en la u nión de la fam ilia, tam bién la co nsidera co m petidora. M adre e hija n o hablan jam ás delincesto. C uando se descub re, la m adre se suele m ostrar incrédula y/o punitiva con la m enor. Esta reacción de la m adre tendrá una repercusión n egativa m uy im portante en la hija de cara a su recuperación em ocional tal y com o hem os ind icado anteriorm ente.

5.4 La hija C uando com ienza a p roducirse el incesto, la niña (que suele tener una ed ad de en tre 8 y 12 años) reacciona co n confusión. Esta reacción prim itiva va transform ándose a lo largo del tiem po en un sentim iento de m iedo, angustia y culpa, a m edida que crece y em pieza a entender la verdadera naturaleza d el incesto. Las consecuencias em ocionales suelen ser devastadoras ya qu e no se produce un franco rechazo del padre, sino que este sentim iento se entrem ezcla co n el afecto. O tro aspecto interesante es que la hija adquiere un poder especial den tro de la fam ilia, pues del m an ten im ien to del secreto de su incesto dep en de a su vez la subsisten cia del sistem a fam iliar. La fuerza del secreto es tan gran de, que incluso cu an do el incesto afecta a varias hijas, se m an tien e el secreto incluso entre las propias hijas. A consecuencia de esta situación, la hija tiene unas relaciones problem áticas con la m adre, que ha fallado en su p rotección frente al padre y que adem ás la rechaza pasivam ente. Estas relaciones suelen estar m arcadas por los celos,el resen tim ien to y la am bivalen cia.

32 C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til

El incesto y el secretism o que le rod ea tam bién afectan a las relaciones exteriores de la m en or, dañando seriam ente sus po sibilidades de d esarrollo en el grupo d e iguales y afectando g ravem ente sus relaciones con el otro sexo. La víctim a es forzad a a ad optar elsistem a d e creencias distorsionad o de la fam ilia y este h ech o dará origen al em pleo de u n tipo de d efensas individuales no adaptativas com o, por ejem plo, la d isociación, la n eg ación, la d isonan cia cognoscitiva o la d istorsión de la realidad y del yo.

C oncep to y rep ercusiones psicológicas del ab uso sexu al infan til33

C A PÍTULO 2

Etiopatogenia del abuso sexual infantil: efectos en la personalidad y la memoria p or Blan anca ca Vázqu V ázquez ez M ezqu ezqui ita*

1. Introducción Las cien enci cias sociales han h an exp exper eri im en ent tad ado o u n cam b io trascen ascend d en ent tal en lo q u e se ref efi ier ere e al a l estu d io d e lo s tr trastorn astorno o s de de la co con n d u ct cta a h u m an a. Si el sig lo X IX se d efin ió p o r el triu n fo d e la ci cien cia p o sitivista, y en est este e sent sen tid o , to d as las en fer erm m ed edad ades es y alter eraci acio n es psi p sico col ló g icas se se co n sid er erab aban an p ro d u ct cto o d e cau ca u sas end en d ó g en enas, as, el sig lo X X d io p aso a u n en enf fo q u e am a m b ien ent talista, en el q u e con co n d u ct cti ism o y psi p sico coan anál álisis eran eran, , só lo ap apar aren ent tem en ent te, cor corr rien ent tes ant an tag agó ó n icas qu e b u scab caban an fuera d el o rg an ani ism o el o rig en d e lo q u e socialm en ent te se con sid er erab aba a desviado . D e est e ste m o d o , sih ace u n sig lo se hu b ier era a llevad o a cab o u n a in vestig ació n sob sobr re las con secue secuen n cias d el ab u so sexual sexu al in fan til, co con n to d a p ro b ab ilid ad n o se hab h ab rían ten id o en cu cuen en ta las varia variables bles amb ientales  cri ian za za, , la rea eacci cció n fam iliar al al d escu b rim ien to d el ab u so sexu al, la que inf luyen en el el organismo (la cr in flu en cia d el g ru p o so soci cial o fac act to res tales co m o la n u trició n ) y sí, en ca cam m b io , la h eren erenci cia g en ética ca, , la vul vu ln erab ilid ad in d ivid u al y la est e stru ct ctu u ra co rp o ral. Es m ás, n isiq u iera se h ab ría teni ten id o en cu cuen en ta el e lab u so sexual sexu al p ara expl exp licar d eter eterm m in ad as psico cop p atolo g ías qu e desarr d esarro llan alg u n as per pe rson as adu ad u ltas. Pru Pr u eb eba a d e ello es qu e Freu Freud d es qu ien tien ene e en e n cue cuen n ta po p o r prim era vez  sexual al in fan til, au n q u e vez el ab u so sexu m in im iza su im p o rtan anci cia real p ar ara a cen trar arse se en el p ro b lem a de d e las imaginaciones d e sus paci p acien tes. Y, en cier ert to m od o, Freu eud d ten tení ía razón razón . C om o verem verem os m ás ad adel elan ant te, po r lo q ue sab abem em os sob sob re cóm o las viven cias tr trau m áticas in flu yen en el o rg an ism o , no son lo s hecho s en sími mismos smos sino sino la form fo rmaa en la que  , lo q ue conf co nfor orm m a lo q ue llam am os trauma  . el organismo los integra  A sí, h ast asta a h ace p o co el ab u so sexu al in fan tilse reso resol lvía n eg án d o lo . Y, aú n h o y en d ía, lo s per pe rito s no s en fren tam o s a la p reg u n ta d e lo s trib u n ales: “¿S ¿Se e trata de d e u n n iñ o fab u lad o r?; ¿d ice la ver ve rd ad ?”. A lg u n o s trib u n ales, al m en eno o s lo s españ o les, espe esper ran q u e el e l exp exper ert to certifique q u e la víct cti im a de d e un un d eter eterm m in ad o d elito – la sup su p u est esta a víct cti im a ya q u e no n o h ay víct cti im a sin d elito d eclarad arado o en u n a sent sen ten cia– a–n no for orm m a p ar art te del d el gr grup up o de fabuladores  , cu cuya ya existen cia vien e aval a valad a p o r u n a leye eyen n d a soci so cial sin b ase cien ent tífica. Po Por r o sc scu u ro s m o tivo vos s se su su ele cree creer r q u e lo s n iñ o s m ien ent ten m ás qu e lo s m ayo ayor res,au aun n q u e no n o h ay u n solo est estu u d io q u e aval avale tal sup o sició n , y síla con co n traria: lo s adu ad u lto s sab saben en y pu p u ed en m en tir m ejo r q u e lo s niñ o s. O tra cosa co sa es qu e un u n n iñ o – d ep epen end d ien end d o d e su n ivel d e desar d esarr ro llo m o ral– en ent tien end da d ef efect ectu u o sam en ent te, o n o en e n tien end d a en ab absol solu to , las po sib les co co n secue secuen n cias de u n a m en ent tira, e in clu so qu que deter det erm m inad os m eno res en edad preescolar sean fácilm en ent te in d u cid o s a cree creer r q u e sucesos suce sos su su g er eri id o s p o r tercer erceras as p ers erso o n as les h an o cu cur rrid o . Pe Per ro lo b ien cierto es q u e, en lo q u e resp especta ecta al a lab u so sexu sexual al in fan til, a lo s adu ad u lto s les resu resul lta m u ch cho o m ás fáci fácilin ven tar su su ceso cesos s qu e a lo s niñ o s. A lresp especto, ecto, y an ticip án d o n o s a lo q u e se po p o n d rá de d e m an ani ifiest esto o a lo lar arg g o d e nu n u estro est estu u d io d e cien casos extr extraíd o s de u n a po p o b lació n fo ren ens se, lo s n iñ o s p eq equ u eñ eño o s (d e 10 1 0 añ a ñ o s o m en eno o s) p o seen u n a tasa tasa de in ven venci ció n n u la. D e hech h echo o , cua cuan n d o se pr p ro d u ce un u n a in ven venci ció n , ésta vien ene e in d u cid a o im p u esta po p o r lo s adu lto s del ent en to rn o , y ti tien ene e su p ro p ia d in ám ica, d o n d e hay h ay q u e ten tener er en cu en ent ta lo s ben be n ef efi icio s co co lat ater eral ales qu e se *

Psicólog a de d e la C línica M éd édi ico-F co-Forense orense de M ad adr rid. bvazq ue uezm zm ezqu ita@ yaho o. o.es. es.

Etio p atog en ia d el ab u so sexu al in fan til: efect efecto o s en la p ers erso o n alid ad y la m em o ria 35

o b tien enen en co con n esa fal falsa acusaci acu sació n .En la valo ració n fo ren ense se si siem p re ten tenem em o s en cu cuen ent ta qu q u e es po sib le qu q ue u n a den d enu u n cia sea fal falsa, y ser será á con co n sid er erad ada a un u n a simulación o sob cual alq u ier sobresimulación  resimulación d e sín to m as. En cu caso, caso , co com m o se dem d em u est estr ra en en el ú ltim o cap ítu lo d e est este lib ro , u n a m en tira es es m u y di difícild e in ven tar.

2. Los efectos efectos psicopatol psicopatológicos ógicos del abuso abuso sexual infantil infantil en la form formac ació ión n de la personalidad En est este e in fo rm e co con n sid er eram am o s el ab abu u so sexual sexu al in fan ant til como un suceso suceso anómalo en la vida de un  , d ad adas as sus con secue secuen n cias ad ver versas sas a cor co rto p lazo azo, ,y como un suces menor  suceso para el que el menor no pose posee  e  . A sí, el ab abu u so sexual sexu al es un u n suceso an anó ó m alo y neg n egat ati ivo – no estrat es trat egias de afront amient o adecuadas  siem p re ig u al d e n eg ativo y perj p erju d icial– , y un u n h ech o violento  , in d ep en d ien tem en te d e sus su s caracter caracterí ísticas. Se d ef efi in e al a l ab abu u so sexual sexu al co com m o u n act acto o vio len ent to ya q u e co m p ar art te car ca ract acter erí ísticas con o tro s del de lito s vio len to s, y esta esta con co n cep tu alizació n n o s sirve para p ara ent en ten d er sus efectos efectos den d en tro d el m o d elo d e est estrés p o strau aum m át áti ico. Sin em b argo , la vio len cia en e n el ab u so sexu al in fan tilraram en te se exp resa ab a b iertam en te, ya sea física o verba verbal lm en te. Su n aturaleza vio len ta rad ica en q u e in terfier ere e en el d esarro llo p sico coevo evo lu tivo d el m en o r,

desarrollo sexual  ya q u e al a lter era a su norm al desarrollo , y al alh ac acerl erlo , p u ed e in flu ir en el d esa esar rro llo d e su p erson alid ad . El d esar esarr ro llo p sico cosexua sexual lest está á relacio n ad ado o co con n co con n cep cept to s tan tan im p o rtan ant tes com co m o la co con n stru cció n d e la p ro p ia id en tid ad , la au a u to est esti im a, el au to co con n cep to , la con co n fian za en e n lo s d em ás, la cap ca p acid ad p ara la in tim id ad y, en g en ener eral al, co con n m u ch cho o s de lo s co co n stru ct cto o s psico col ló g ico cos s que qu e con co n fo rm an lo s ci cim ien ent to s so so b re lo s qu e se con co n stru ye la p er erson sonal alid ad fu tu ra d el m en eno o r. H ast asta a la fech fecha a se ha h a con co n sid er erad ado o el ab abu u so sexual sexua l in fan ant til co com m o u n suceso t rau m át ico , sin q u e se con co n o cier era a m u y bien có cóm m o in flu ía este este tr trau aum m a en la per p erson sonal alid ad ad. . La pal p alab abr ra trauma po see conn ot otaci acion es q u e van va n m ás allá de d e lo p sico col ló g ico e in vad en el cam p o d el ju icio social. A la h o ra d e exten extend d er un u n certificad o d e n o fab u lació n ,lo s tr trib u n ales d e ju sticia a vece veces s m alin terpret erpretan an – o , sim p lem en ent te, n o en ent tien end d en en–q –q u e se pu ed eda a pr p ro d u cir u n ab abu u so sexu exual al sin q u e se den de n secu ecuel elas p sico col ló g icas pal pa lp ab abl les (en elám b ito d elD er erech echo o Pe Pen n ales m u y di d ifícilad adm m itir h ech echo o s qu e no n o est estén én b asad asado os en pruebas tangibles  ). D e est e ste m o d o , si se con sid er era a el e l ab abu u so sexual sexu al co com m o u n d elito q u e lesio n a lo s d erech erecho o s b ásico cos s d e la víct cti im a, a la fuerza se en ten end d er erá á qu q u e este este del d elito o cas casi io n a un u n d añ año o objetivo  . Pero n o sot sotr ro s sabe sabem m o s q u e esto esto n o siem p re ocu o cur rre así. En est este e pr p ro b lem a es evid en ent te qu q u e la Psico col lo g ía y el D er erech echo o d eb eber erí ían d ialo g ar p ar ara a en ten end d er ers se, y ese diálo g o se vien ene e dan d and d o , con m ayo ayor r o m en eno o r éxito , en lo s tri trib u n ales de d e ju st sti icia. El p er eri ito p sicó cól lo g o exp exper ert to en tem as de ab abu u so sexual sexu al d eb ebe e tener tene r en cu cuen ent ta, p o r tan ant to , el co con n text exto o en el q u e se m u eve, y asum ir q u e en e n u n ju icio p en enal al siem p re se le van a p ed edi ir pruebas de aq aque uel llo qu e señal señ ala en e n su d ict ctam am en y en su rati ratificació n o ral. El co con n o cim ien to actua actual lsob re el e l ab u so sexual sexu al in fan til n o se deb d eb e, n o o b stan te, a lo s est estu u d io s qu e se h an llevad o a cab o sob sobr re él é l,sin o alavan ce en la com co m p ren ensi sió n d e la conducta violenta en g en eral,es dec d eci ir, a lo s acu acusado sado s.Si q u er erem em o s co com m p ren end d er a la víct cti im a, ten end d rem o s q u e en ten end d er la vio len enci cia no n o sól só lo en e n su sentid o clásico d e fuerza fuerza o co coacci acció n , sin o en u n sentid o m ás am p lio ,es deci d ecir, co com m o aquella cond cond ucta que  , tal y com co m o in d ica C o rsi (2 0 0 0 ), no res respeta peta la in dividualidad y los derechos derechos de un a persona persona concreta  cuan cu and d o exp expl lica la g én énesi esis y el m an ant ten eni im ien ent to d el m altrat ato o en la p ar arej eja ad a d u lta.

efecto o s en la p ers erso o n alid ad y la m em o ria 36 Etio p atog en ia d el ab u so sexu al in fan til: efect

El ab u so sexual sexu al in fan til o cu cur rre en en el co con n texto gl g lo b al d e un u n a soci socied ad vio len ta, d o n d e lo s d erech erecho os in d ivid u ales se sacr sacri ifica can n en fu n ció n d e u n a teó rica p az so soci cial y lo s con co n flict cto o s ent en tre las person p erson as sig u en resolvién énd d o se m ed edi ian ant te la im p o sició n d e u n o s so so b re ot o tro s, fu n d am en ent talm en ent te de d e lo s hom ho m b res so so b re las m u jeres, d e lo s adu ad u lto s so so b re lo s niñ o s, d e lo s paí países rico cos s so so b re lo s paí países po p o b res, d e lo s gr gru p o s de de p resió n so b re u n a m ayo ayor ría d esfavo avor recid a, et etc. c. En este am a m b ien ent te n o es extr extrañ año o o b ser ervar var q u e alg u n as p er ers so n as se se con co n sid er eren en leg egi itim ad adas as par pa ra ab a b u sar sexu exual alm en ent te d e u n m en eno o r, y así lo exp expr resen m ed edi ian ant te d ive ver rsas racio n aliza zaci cio n es. En cua cuan n to a la d ef efi in ició n d e m altrat ato o , h o y en d ía sig u e vig en ent te la ap a p o rtad ada a p o r K em p e (1 (1 9 7 8 ) q u e in d ica q u e ab a b u so sexu sexu al in fan til es toda conducta sexual entre personas cuyo desigual estatus  . psicoevolut psic oevolut ivo pro voca que al m enos una de ellas no po sea la capacidad capacidad de con sentim iento neces necesaria  aria  Por Po r o tra p ar art te, elh ech echo o d e co con n cep cept tu alizar elab abu u so sexual sexu alco com m o u n a co n d u ct cta a vio len ent ta, sig n ifica q u e autom aut om át áti icam ent ente e el menor men or víctim a comp arte las secuelas, secuelas, actit actit ud udes es y prejuicios prejui cios con el pro pio abusador y 

con ot ras ví ctim as de violen cia int erpersonal. Pese a lo exp expu u esto an ant ter eri io rm en ent te, en realid ad sab abem em o s m u y po co sob re el im p act acto o d el ab abu u so sexual sexua l in fan til en las víct cti im as, ya q u e la m ay ayo o ría d e est e stu d io s rea eal liza zad d o s hast ha sta la fecha fech a sól só lo ap o rtan especu espe cul lacio n es o d at ato o s est estad adí ístico cos s p ar arci ciales qu e po p o co ayu a yud d an a la com co m p ren ensi sió n d e un u n caso con co n cret eto o . El m o tivo p rin cip al d e est e ste d escon o cim ien ent to es qu q u e el ab abu u so sexual sexu al in fan ant tilco con n tien ene e en e n su p ro p ia d in ám ica, com o tod oda a cond uct ucta a abu siva va, , un com po ponent nente e de secretismo q u e, u n id o a ot o tro s fac act to res – in tim id ad ; d ificu cul ltad p ara la in vest vesti ig ació n retro spe spect cti iva; y escaso ín d ice d e d en u n cias, sólo u n o d e cad a cin co caso casos s d e ag a g resió n con tra la lib er ert tad sexu exual al es den de n u n ciad ado o (R ed edo o n d o , 1 9 9 4 /2 0 0 0 )– , con fo rm a u n p an ano o ram a d o n d e lo m en eno o s cono con o cid o son las secu secuel elas em o cio n ales (a cor co rto y lar arg g o p lazo azo) ) ver verb b alizad zadas as po p o r las víct cti im as e in terp erpr retad as desd d esde e d iferen erent tes con co n tex ext to s clín ico cos. s. Tam bién sab abem em os m uy p oco sob re las cau caus sas que ha hacen cen d elab abuso uso sexualun a experi experien enci cia cr crí ítica , q u e de algu na for form m a puede m ed edi iat ati izar el d esar esarr ro llo p sico coaf afect ecti ivo y com co m p ro m et eter er el g rad ado o d e vulnerabilidad  d e u n a pers p erso o n a a d esarro llar sín to m as clín ico cos s en la ed ed ad ad u lta asoci asociad o s a lo s trastorno s de ansiedad ansiedad y 

sus com plicacio plicaciones, nes, como el abu so de sustancias –prin cipalm ent e alcohol– alcoho l–, o los lo s tr tras asto to rno s de  personalidad. A lresp especto ecto cab ca b e señal señ alar q u e no n o to d as las pers p erso o n as qu q u e han h an sufrid o ab u so sexual sexu al in fan tild esarro llan secuel secue las a lar arg g o p lazo azo. . Ech Echeb ebu u rú a y G u er err ricaech evarría (2 (2 0 0 0 ) ap apo o rta las cifras de u n 7 0 % d e ni n iñ o s co co n secu ecuel elas a cor co rto p lazo azo, , y un u n 3 0 % d e ad a d u lto s que qu e fu fu er ero o n víct cti im as de ab abu u so sexu exual al d u ran ant te su in fan anci cia.

secuelas cuelas emo emo cion cionales ales a corto cort o y largo plazo , Existen cu cuatr atro factor actores es asoci a sociad o s a la gravedad d e las se in d ep en d ien tes de de las vari variab les prop ias del de l m en o r (ed ad , sexo sexo, , p ers erso o n alid ad p revia, an tece eced d en tes p sico cop p ato atol ló g ico cos, s, etc.). Estos fac fact to res son so n : 1. G rav avedad edad delabus abuso o 2. D ur uraci ación y/o cron icida dad d de del lab abuso uso 3 . U tilizació n d e vio len cia física d u ran te el e lab u so 4. Re Rel lación de p ar aren ent tes esco co con el ag agr res esor or A u n q u e la im p licació n n eg egat ati iva de d e esto esto s cu cuat atr ro fact acto o res se se sabí sab ía desde d esde h ace ti tiem p o , h ast asta a ah o ra no no existían est estu u d io s en lo s qu q u e est esta a relació n cau sa– efecto efect o est estu u viese tan claram en te d efin id a (V ázq u ez y C alle, 19 97 ).

Etio p atog en ia d el ab u so sexu al in fan til: efect efecto o s en la p ers erso o n alid ad y la m em o ria 37

La investigación que nos ocup a ha tenido en cuenta dos con ceptos principalm ente desde el punto de vista d e las consecuen cias del ab uso. El prim ero hace referen cia a la vulnerabilidad emocion al ant e el 

estré s en la edad adu lt a ; y el segu ndo, m enos estudiado, tiene que ver con las secuelas m ás graves e incluye la posibilidad de que la experien cia abusiva tenga co nsecu en cias patológicas definitivas en la conform ación d e la personalidad de la víctim a. Esta segunda consecuencia es innegable, al m enos en casos extrem os de ab uso sexual(V ázquez, 2000). Partiendo de lo anteriorm ente exp uesto, se hace necesario un m arco teórico d e referencia desde el que intentar entender elacto abusivo en su conjunto, y no sólo las secuelas y trastornos m entales, m ás o m enos cuantificables.En elcaso d elabuso sexualse ha superado la etapa en la que se debían demostrar  sus repercusiones neg ativas, aunque curiosam ente éste sea uno de los argum entos que la m ayoría de ag resores em plean para racionalizar elab uso y neg ar, por tan to, el dañ o infligido al m en or. D esde este punto de vista, el presen te estudio se centra, no ya en las características externas del ab uso (au tor, cronicidad , severidad , grad o de violen cia, etc.), sino en cómo se h a p rod ucido éste,ya qu e el abuso sexual siem pre se da en el seno de una relación personal entre la víctim a y elagresor. D e este m od o, hay que afron tar la con du cta abusiva com o un a relación entre un adu lto y u n m enor fundam en tad a en creen cias culturales aceptad as po r am bos. En tre ellas, cab e destacar las siguien tes: el adulto sabe m ás que el niño incluso sobre el propio niño; el adulto qu iere el b ien del niñ o ; el ad ulto

siempre tien e razó n, etc. D e h echo, el ag resor suele jugar con todas estas creencias –en principio válidas para cualquier m enor–en su propio beneficio. A sí, cuando el adulto castiga, o se im pone a u n m enor, se da po r sentado q ue lo h ace por el bien del menor . D e lo anteriorm ente expuesto se desprende que el ser hum ano funciona a p artir de una serie de creencias que articulan su organ ización social. Estas creencias son, casi siem pre, funcionales  . N uestro sistem a educativo, por ejem plo, se cim ien ta precisam en te en esa disim etría niño/ad ulto, y el proceso de socialización y culturización consiste, precisam en te, en ap licar esa d isim etría a la o bten ción de la m áxim a

uniformidad . A ese grado de adaptación a la n orm ativa social lo llam am os adaptación social . Sin em bargo, ese proceso de socialización im plica el uso de la violencia en m ayor o m enor m edida. Supongam os, por ejem plo, que todos los niños de siete añ os tienen que saber leer, aunque no todos los niños de esa edad estén em ocional o intelectualm ente p reparados para ello (algunos lo pueden hacer m ucho antes, otros después, y otros,dejados a su libre albedrío, quizá n o lo hagan nunca), pero a todos ellos,sin distinción, se les exigirá u n ren dim ien to y una co nducta iguales según su edad cronológica. El anterior ejem plo pretende ilustrar cóm o para q ue u n m enor se adapte a su entorno social debe asum ir los m ism os valores y creencias que los adultos de su entorno sociocultural. Pero adem ás de estas obligaciones arbitrarias que le im pone el en torno cultural, el niño necesita obten er la aceptación 

incond icional afectiva por parte d e aquellos adu ltos qu e son im portantes en su vida y con los que se iden tifica activam en te. Y la cu estión de la acep tación incondicional es de vital im portan cia p ara en ten der la gén esis del trauma  . El niño construye d urante la infancia su autoim agen, es decir, intenta continuam ente responder a la pregu nta d e ¿qu ié n soy yo? A unque la respuesta a este interrogante n unca se com pleta d el todo, sus rasgos centrales se term inan de definir en la adolescen cia en el seno del grupo de iguales. D uran te esta etapa la identidad del m enor es m uy frágil y depende en gran m edida del juicio externo . A sí, su autoim agen no puede construirse a p artir de la n ada, sino que se nutre d e la interacción del niño con la

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im ag en en el espejo que las figuras de referencia o iden tificación le d evuelven. El inicio de la identidad 

personal depende de que este proceso se lleve a cabo satisfactoriam ente. C uando elm enor es som etido a una experiencia ab usiva en la que su individualidad y sus necesidades no son respetadas, aprend e en espejo a no respetarse  , e incluso a iden tificarse con su ag resor. D e ah íla extrem a dificultad a la que nos enfrentam os cuando trabajam os con adultos que de niños fueron víctim as de abuso sexu al al tratar de construir un a au toestim a ad ecuad a q ue im pida la ap arición de condu ctas au todestructivas. Elprincipalproblem a psicoterapeútico es que algunas víctim as poseen una im agen tan devaluada de sím ism as que harán todo lo necesario p ara m antener esta identidad neg ativa –pero seg ura y conocida–, au nque se les ofrezcan posibilidad es vitales m ás positivas. A l respecto, algunos m en ores tien den a entablar relaciones abusivas destructivas con los dem ás. Lo m ás sorprendente es qu e, pese a que estas personas ya adultas se den cuenta de lo anóm alo de su con ducta, no pueden evitar repetirla u na y o tra vez.D e alguna m anera se han quedado ancladas en esa fase crítica del abuso. Elabuso sexualse com pone de dos efectos psicopatológicos principalm ente. Elprim ero tiene que ver con el trauma  que supone sufrirlo y sus consecuencias em ocionales directas: vergüenza, culpa, aislam ien to social, estigm atización, au toestim a neg ativa y una sen sación vag a de ser “diferente”  , directam ente d erivada d e la d inám ica abusiva y el secreto im puesto. El segu ndo efecto está relacionado con los mantenedores de la situación an terior, en tre los qu e cabe destacar la memoria y su coh orte de signos asim ilab les alestrés postrau m ático: reexperim en tación, evitación e hiperalerta, que m an tien en los síntom as clínicos qu e refuerzan la autoestim a negativa d e la víctim a. D e hecho, siel abuso n o actuara de alguna form a sobre la m em oria, no dejaría h uella n iinfluiría en la p ersonalidad . Según el diccionario, traum a es un choque o impresión emocional que deja una huella subconsciente  duradera. Esto es lo que, de u na form a m ás intuitiva que clínica o experim ental, se ha observado en personas qu e han vivido experiencias traum áticas com o, por ejem plo, la reclusión en un cam po de concentración. Por definición, estas experiencias tienen en com ún el hecho de que la persona im plicada ha sentido en peligro su integ ridad física o m oral,y no ha ten ido n ingún controlsob re ese riesgo.A dem ás, los trau m as son experien cias anóm alas e infrecu en tes dentro d e la historia natural del ser hum an o.

La p alabra trauma expresa, asim ism o, la p osibilidad de q ue la p ersona afectada n o sea consciente d el todo, o no lo sea en absoluto, de la vivencia de ese traum a, lo que genera el interesante fen óm eno de la

disociación en la m emoria . Este m ecan ism o de d efensa, unido a la represión, pueden explicar el olvido  involuntario de ciertos hech os. La disociación consiste en la separación o desintegración delafecto negativo y elrecuerdo,de m anera que la víctim a sólo recuerda elafecto negativo, separado de todos los recuerdos,o al m enos de parte d e ellos (y en especial, de los relacionados con el suceso traum ático). C om o finalm ente el suceso que ha dad o origen al afecto neg ativo desap arece totalo parcialm en te de la co ncien cia, en la práctica, el efecto sob re la m em oria sería sim ilar a la llam ad a represión. C uando observam os las con secuencias del abuso sexual y de o tros delitos violentos crónicos, los expertos coinciden en señalar qu e la disociación es uno de los efectos inm ediatos en la víctim a. Se produce u na d isociación – y no represión–cuando en la víctim a sí  perm anece el afecto negativo que acom paña al recuerdo. M ás adelante se explicará en qué co nsiste esta d isociación, cuáles son sus bases neurobiológicas y sus efectos en la m em oria y,en consecuencia, qué influencia tiene en la co nform ación de los síntom as clínicos qu e se d an a largo plazo.

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En cuanto al efecto perverso d el abuso sexual en la p ersonalidad, cabe señalar qu e víctim a y victim ario com parten algunos elem entos que tienen que ver con elconcepto actualde disociación y otros síntom as relativos altrastorno de estrés postrau m ático (D utton, 1998). Los síntom as del traum a relacionados con la vergüenza –  la sen sación de ser diferentes, m alos, o de m erecer lo ocurrido– , son en ocasiones com unes en los agresores y sus víctim as. La p resencia d e u na figura p aterna h ostil, am bivalente y con tendencia a avergo nzar al m enor en privado y en público parece ser la causa de esta fijación infan til. A dem ás, algunos estudios sostien en que u na p arte d e los niños víctim as de abuso sexual se convierten en agresores, en la llam ada recapit ulación de la experiencia  . A lgunos estudios realizados en Inglaterra sitúan la tasa de este fenóm eno en un 13% , aunque abusiva  son cifras de difícilconstatación. En cuanto a la culpa com o factor que afecta al norm al desarrollo de la p ersonalidad, cabe d estacar que la actitud conciliad ora –m elan cólica–d e m uchas niñas víctim as de abuso sexu al interfiere en el desarrollo de su personalidad. Es cierto que p oseer rasgo s dependientes, o m elancólicos, no supone en sím ism o un defecto estructural de la personalidad, sino una form a de ser que está m ás extendida en tre la p oblación fem enina por razones culturales.Sin em bargo, no debem os pasar por alto el riesgo que esta actitud im plica a la h ora d e sufrir procesos victim izadores o revictim izadores (H irigoyen, 1998). Finalm ente, en este cap ítulo abordarem os cóm o el abuso sexual afecta n egativam ente a la

autoestima de la víctim a, entendida ésta com o la can tidad de afecto que una persona siente hacia sí m ism a. Es evidente que no todas las personas po seen un m ism o substrato b iológico, nise desarrollan en un en torno social de sim ilares características. Este hech o hace que los niveles de estrés entre unos y otros varíen. Sea com o sea, a iguales circun stancias, una p ersona co n una m ayor autoestim a será cap az d e resistir m ás an te determ inadas situaciones de estrés psicosocial.D e este m odo,la autoestim a n o depende de cu estiones objetivas externas al sujeto, sino de factores internos ligad os a la co nstrucción de la p ropia im agen que se p roduce d urante la infancia. Si un sujeto no posee autoestim a, perderá su equilibrio vital fácilm ente, ya que los problem as im plican siem pre u n grado m ayor o m enor de estrés y frustración. En relación a esto últim o, lo perverso de la relación ab usiva es que norm alm en te el ag resor se las ingenia p ara co nvencer a la víctim a d e q ue ella h a b uscado, propiciado o desead o el abuso. Y la visión neg ativa q ue ésta asum e d e sím ism a –y el au todesprecio por su im plicación–es lo que a la larga influye tan po derosam ente en su autoestim a. D e h echo , m uchos agresores sexuales pagan a la víctim a co n regalos, atenciones, o co n u n supuesto afecto. A sí, los m altratadores m enos generosos y m ás ab iertam en te hostiles son , a la larga, m en os perjudiciales. En el m om ento en qu e la víctim a acepta los reg alos, el afecto o la aten ción del ag resor, qued a , que im posibilita su recu peración a través de la concien cia. C om o enredada en el m arasm o de la culpa  no s encon tram os inm ersos en un a cultura don de la n oción de pecado y culpa es trascend ental, es m uy difícilpara la víctim a, au n com pren dien do racionalm en te q ue n o es la responsable d el suceso, librarse d e este sen tim ien to. El constructo de culpa ofrece ad em ás la ventaja de devo lver el control a las personas, haciendo com prensible u n m un do en el qu e, desde un pu nto de vista filosófico p rofun dam ente voluntarista, prem io y castigo son las consecuen cias de n uestras acciones. Si adem ás tenem os en cuen ta que el concepto de sexo siem pre ha estado ligado a lo proh ibido y pecam inoso, cualquier relación donde el m enor haya sentido la m ás m ínim a sensación de agrado físico se hará inexpugnable para cualquier abordaje terapéutico d el problem a.

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3. Definición y efectos de la disociación en la memoria El prim er investigador que señaló los efectos de la disociación en el m om ento del traum a es Janet. Para él, la d isociación actúa co m o una reacción patológica q ue co nlleva un increm ento en el riesgo de la aparición de una p sicopatología a largo plazo. En la actualidad no se considera la disociación com o un efecto p atológ ico en sí m ism o, sino com o u na estrategia de afron tam iento o com o u n m ecanism o d e defensa d e la víctim a. Solam ente en el caso de q ue esta form a d e afrontam iento se establezca de form a crónica e inflexible em pezam os a fijar la aparición de un riesgo claro d e p sicopatología a corto o largo plazo. A ntes de p roseguir con viene establecer de la form a m ás precisa posible a qué n os referim os cuan do hablam os de disociación. Para ello, adoptarem os el m odelo d e Brenm er (2000), quien tom ando p ara su estudio una serie de investigaciones, definió la disociación com o una disfunción de la memo ria normal,

consciencia o identid ad. O tros autores (K eane, K aufm an y K im ble, 20 00 ) señalan qu e el in teré s por la disociación como 

sí nt om a se int ensifica d urante los añ os 80 , cuando la com unidad cient ífica reconoce y acepta la realid ad  del abu so inf ant il y sus secuelas psicológicas  .Las dos ideas clave sobre las que g ira la investigación parten de este concep to. En prim er lugar, se entiende la d isociación com o una estrategia de afrontamiento y no un sign o psicopatológico per se (aunq ue pu eda ser un síntom a en casos extrem os); y en segund o lug ar, com o u n m ecanism o d e defensa de la víctim a y, en consecuen cia, com o un a m edida adaptativa cuyos efectos inm ed iatos influyen en la memoria  .En este p unto surge una d isyun tiva,ya que la m em oria es una función cognitiva, no un síntom a em ocional y, por tanto, tiende a ser neutra  . Para que esta función se altere tend rem os qu e aceptar qu e, en m ayor o m eno r m edida, el contenido emocional del recuerdo puede afectar de algun a m anera a la m em oria, com o en efecto se h a d em ostrado qu e o curre a lo largo de esta investigación de cam po. D e h echo, las alteraciones de la m em oria están relacionadas con daños cerebrales,dem encias y otros procesos orgán ico-cereb rales, en los que se m an ifiesta algún tipo de d éficit fisiológico estructural y/o funcional. La d iferencia entre estas alteraciones de la m em oria co n síntom as orgán icos, y los trastornos de origen disociativo se deb e a la alteración selectiva del recuerdo disociativo. En conclusión, se pu ed e señalar que las alteraciones de la m em oria de origen orgánico, indep en dien tem en te de la existen cia de una d isfunción física, se m an ifiestan a través del olvido asistem ático y g eneralizado d e determ inados recuerdos y la consecuente incapacidad de ad quisición de hábitos nuevos.Sin em bargo,elolvido es un proceso norm al,e igualm ente ad aptativo. D e alguna m anera el cerebro necesita tener presente en cada m om ento lo esencial para la subsistencia d el organism o. Si esto es así, ¿cóm o distinguir un proceso de o lvido disociativo de u n proceso de o lvido norm al? Para poder hablar de am nesia u olvido disociativo, se debe tener en cuenta que existan en el individuo lagunas en la memoria n o debid as a olvidos normales (Brem ner, 2000). Por olvidos no rm ales se entiende eldecaim iento de la h uella m ném ica p roducto deltiem po transcurrido desde elsuceso;elolvido de los detalles periféricos y sensoriales; y todos aquellos procesos cognitivos relacionad os con este olvido. Existe alrespecto una co ntroversia sobre sise pued en recu perar los sucesos olvidad os y sob re elproblem a de la falsa m em oria. Es poco defendible que sucesos olvidados puedan recuperarse m ucho tiem po despu és de sucedido s ya que no existe ning un a prueba d e qu e qu eden huellas en la m em oria a escala

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cognitiva. Si esto es así, sería im posible recu perar lo que sim plem en te no está en ninguna parte (D iges, 19 97 ). La lim itación de los estudios de la m em oria en el ám bito experim ental es qu e no son aplicables al ab uso sexu al infan tilya que tratan casos relativos al olvido normal o manipulado de la m em oria, y no al

selectivo y espont áneo , que es el que nos ocu pa. Este proceso de o lvido selectivo o disociación aparece ligado no sólo a las víctim as de abuso sexual, sino a cualquier tipo de víctim a, siem pre que se cum plan una serie d e co ndiciones: 1. Elsuceso anó m alo se ha repetido de form a crón ica. 2. La víctim a no tiene control, o no puede anticipar cuándo va a o currir el suceso estresante. 3. El suceso supone una am enaza sub jetivam ente percibida para la integridad física o m oral de la víctim a. 4. La víctim a no pu ede escapar del suceso. El que se cum plan estas cuatro co ndiciones a la vez pu ed e significar que cualquier acto violen to, cuando tiene lugar en el seno de la fam ilia o entorno inm ediato, puede g enerar procesos disociativos. Este h ech o exp licaría p or qué las víctim as de abuso intrafam iliar suelen m an ifestar m ás secuelas psicológicas a largo plazo y por qué la severidad delabuso y su frecuencia son tam bién factores de riesgo . Es difícilque u na víctim a p ued a escapar del suceso siéste ocurre en la fam ilia. El grad o de am en aza reiterada p ercibida p or el m enor es lo que subyace al posible increm ento en el proceso de d isociación. En definitiva, un proceso disociativo es algo m ás que un trastorno selectivo en la m em oria. Para Brem ner (2000), las experiencias disociativas vienen acom pañadas asim ism o de: – Experien cias extracorporales y otras d istorsiones relativas al cuerpo (desperson alización). – D istorsiones en la p ercepción visual: ver los acontecim iento com o a través d e un túnel, o en blan co y neg ro (desrrealización). – Frag m en tación del sentido del yo (distorsión de la iden tidad ). Para entender cóm o la disociación en la m em oria acarrea la aparición de síntom as clínicos de estrés postraum ático, hay que explicar asim ism o el m odo en que el estrés traum ático afecta a la quím ica y la estructura cereb ral, dad o que elestrés tien e efectos a largo plazo en las áreas cereb rales que intervien en en la m em oria y en los sistem as neu rohorm onales y neu rotransm isores que m edian en sus respuestas. Existen dos áreas cerebrales directam ente im plicadas en lo que llam am os trastorno de estrés postraum ático: el hipocam po y la co rteza m edia p refrontal. El hipocam po juega u n im portante p apel en la función de la m em oria. El daño inducido al hipocam po debido al estrés po dría jugar un papel determ inante en los síntom as de disociación que tienen que ver con la m em oria. Po r su parte, la corteza m ed ia prefrontal intervien e en la m odulación del valor atribuido a determ inados recuerdos,a través de la inhibición de la am ígdala (que m edia las respu estas de m iedo). Se han observado disfunciones cerebrales en el cortex m edio prefrontal en pacientes afectados de trastorno de estrés postraum ático, lo que explicaría la im posibilidad de acabar con determ inadas conductas de m iedo ante ciertos estím ulos en estos m ism os pacientes. C om o exp lica Yeh uda (2002), los estudios m ás recien tes iden tifican la existen cia d e alteraciones neuroanatóm icas en la am ígdala y elhipocam po en pacientes con trastorno de estrés po straum ático. La

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reactividad de la am ígdala y de la reg ión an terior del sistem a lím bico au m en tan an te ciertos estím ulos relacionad os con el trau m a, m ien tras que la actividad del cíngulo an terior y la zona o rbitofrontal se red uce. El interés de lo an teriorm en te expuesto reside en que estas áreas cereb rales se encuen tran im plicadas en las respu estas de m iedo. Esta m ism a autora ha en con trado tam bién diferencias en el funcionam iento del hipocam po, lo que sug iere la existen cia de u n sub strato anatóm ico para los recu erdo s intrusivos y otros problem as cognitivos típicos del trastorno de estrés postraum ático. A lgunos estudios aportan datos qu e parecen apoyar la hipótesis de que el trastorno de estrés postrau m ático ocurre por un fallo en la red ucción del im pacto biológico cuan do ocurre el suceso. D e ese fracaso inicial se deriva u na cascada d e alteraciones que provocan una reviviscencia intrusiva d el trau m a y síntom as de h iperalerta. En estudios prospectivos (Yehuda, 2002), se ha com probado que pacientes con trastorno de estrés postraum ático desarrollan niveles m ás bajos de co rtisol en los m om entos inm ediatam ente p osteriores al traum a. Este efecto podría exp licarse p or la p osible exposición an terior al hech o trau m ático. Las víctim as tam bién poseen tasas cardíacas m ás altas en los m om entos inm ediatos al suceso y una sem ana despu és. A dem ás de la m ayor activación d el sistem a nervioso au tónom o, los niveles m ás bajos de cortisol pued en influir positivam en te en el efecto d e la norep inefrina, tan to a nivel cereb ral com o periférico, lo que, a su vez, consolidaría el recuerdo d el inciden te t raum ático  .

La activación adrené rgica en p resencia d e niveles bajo s de cort isol f acilita el aprendizaje y, en  . En person as traum atizadas podría ocurrir consecuencia, el reflejo cond icionado ante el h echo estresant e  que el recuerdo del suceso no sólo fuera m ás fuertem ente codificado sino que estuviera m ás estrecham ente asociado a sentim ientos subjetivos de afecto negativo. En cualquier caso, es elhipocam po (o una disfunción en el hipocam po) el que tendría un efecto directo en la integración o desintegración de los diferentes aspectos de un recuerdo en el m om ento de su codificación inicial (Brenm er, 2000), es decir, cuando el suceso traum ático está ocurriendo. A sí, se considera q ue el hipocam po es el respo nsable d e la localización del recuerdo en un tiempo,

lugar, y cont exto determin ados  . D el m ism o m odo, diversos estudios indican q ue algún tipo de daño en el hipocam po podría ser el respo nsable d e la d esintegración del recuerdo y, en consecuencia, de la ap arición de los síntom as disociativos.D esde este p unto de vista, la d isociación, que d e p roducirse en el m om ento deltraum a se considera u n factor asociado a la aparición de síntom as de estrés po straum ático a largo plazo, no se entiende como un factor de riesgo , sino com o el inicio del trastorno de estrés po straum ático en sím ism o. Brenm er (2000) lanza la hipótesis de que la disociación en el m om ento d el traum a representa la sensación subjetiva de las personas,provocad a p or eldeterioro delhipocam po en elm om ento deltraum a (dado el papel que juega elhipocam po en la co dificación y en la recuperación del recuerdo). En conclusión, se podría d ecir que la co rteza m ed ia p refrontal es incap az d e co ntrolar la irrupción de recuerdos traum áticos fragm entarios en la co nsciencia. Estos recuerdos vienen m ediados po r estím ulos de la am ígdala y del tálam o, de form a retroalim en taria. La am ígdala, a su vez, revive elestad o disociativo en conexión con el tálam o, el hipotálam o y la corteza, influyen do en estas estructuras. En el hipocam po se originarían entonces los recuerdos fragm entados traum áticos que influyen en la am ígdala y el tálam o, lugar donde se o riginarían las d istorsiones d e la percep ción (desrrealización y despersonalización) que, a su vez, afectan a la co rteza, la am ígdala y el hipocam po. La ú nica estructura que recibe directamente las señales sensoriales es el tálam o.

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Elcortisoly la norep inefrina son las dos sustan cias que se en cuen tran directam en te im plicad as en una posible disfunción o atrofia del hipocam po. C om o explica Sanm artín (2002), en una situación d e alarm a,

antes qu e un estím ulo sea an alizado de form a com pleta, la am ígdala y el hipo cam po darán órdenes contrarias alhipotálam o en lo que se refiere a la inducción de secreción de corticotropina, lo que influye en la can tidad de cortisol circulan te. C uan do la can tidad de cortisol circulan te es excesiva porque el eq uilibrio se ha roto se pued en dañ ar partes del en céfalo y, en particular, del hipocam po.

4. Víctimas de abuso sexual infantil: por qué son más vulnerables en la edad adulta La investigación sobre eltem a h a experim entado con m ujeres víctim as de abuso sexual infantily con otro tipo de personas sujetas a catástrofes naturales y qu e presen tan trastorno de estrés postrau m ático. C asi todos los estudios concluyen que la cantidad de co rtisol circulan te en orina es m ayo r en estos individuos qu e en los delgrupo control. Lo an teriorm ente expuesto, unido al hecho p aradójico d e que en el m om ento d el traum a el nivelde cortisolcirculante es menor precisam ente en aquellas personas que despu és van a desarrollar eltrastorno de estrés postrau m ático (Yehuda, 2002), plan tea la existen cia de una posible reg ulación biológica anóm ala de la cap acidad de hacer frente a los estím ulos estresantes en person as previamente expuestas  a ellos. C om o la propia Yehuda (2002) sugiere, la habituación es el m otivo d e que aq uellos que van a desarrollar trastorno de estrés seg reg uen m en os cortisol en el m om en to del suceso estresan te, es decir, aquellos que m ás cantidad de estrés han sufrido tienen m enos capacidad para afrontarlo. Esto es un hecho clínicam ente constatado en pacientes psiquiátricos con anteced entes de abuso sexualinfantil. Es d ifícil saber, y no existen estud ios al respecto, el im pacto biológico que el ab uso sexu al infan til tiene en las víctim as en el m om ento del suceso: ¿existe algún tipo de daño cerebral com o se sugiere en estudios retrospectivos realizad os con ad ultos?; ¿h ay algún eq uivalen te biológico en tre estas víctim as y las qu e padecen el llam ado “síndrom e del zarandeo”?

5. Conclusiones La prim era conclusión q ue se pu ede extraer de lo anteriorm ente exp uesto es la necesidad de reducir las conductas violen tas que los adultos infligen a los niños. En tre estas conductas violen tas, el ab uso sexual es una d e las m ás negativas po r m uchas razones, entre ellas porque los agresores suelen ser individuos investidos de u n poder social im portante p ara elniño. El hecho de q ue p ersonas qu e d eberían apoyar incon dicionalm ente el desarrollo adecuado del m enor adopten una d oble p osición y lo estigm aticen, provoca u nos efectos de difícil superación en la autoestim a y la autoim agen del m enor, alterando elnorm aldesarrollo de su personalidad .En esta situación,la víctim a se ve obligad a a crecer con una rém ora im puesta desde el exterior de una form a injusta. A dem ás, el hecho d e que un n iño sea som etido a abuso sexual en la infancia aum enta su vulnerabilidad al estrés, es decir, de alguna m anera sus defensas biológicas m erm an , ya que el estrés po strau m ático im plica una alteración de las estructuras cerebrales y d el funcionam iento de los neurotransm isores.

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C A PÍTULO 3

Evaluación de la credibilidad del testimonio en supuestos de abuso sexual a menores por Pilar de PaúlVelasco*

1. El Sistema de análisis de la validez de las declaraciones (SVA) 1.1 Introducción Tradicionalm ente se ha d udado d e la veracidad del testim onio d e un n iño q ue declara haber sufrido abusos sexuales. Este cuestionam iento se debe, en gran m edida, a determ inados aspectos com o la incom petencia cognitiva d el m en or, la alta susceptibilidad de éste a la sug estión (C eci y Bruck, 1993) y la incap acidad que m an ifiesta a la h ora d e d iferenciar entre realidad y fan tasía. Sin em bargo , existen datos que p onen en duda la validez d e estos puntos de vista (Bull,1998).A lgunos autores (Poole y Lam b,1998) sub rayan que las declaraciones falsas o inexactas no son consecuen cia d e los posibles déficit cognitivos de los m enores,sino delm odo en que se realizan las en trevistas (cuyas respu estas pueden estar inducidas) o de determ inadas sug erencias realizadas por los adultos. C uando se denuncia un abuso, frecuentem ente ocurre que la única prueb a disponible es la declaración del propio m enor; en estos casos se h ace im prescindible contar con un m odo fidedigno de evaluar si dicha d eclaración se correspo nde o no con la realidad. Es m uy im portante llevar a cabo este an álisis de la form a m ás objetiva p osible, sin en juiciar de an tem an o la falsedad o au ten ticidad de la declaración. La m ayoría de los m enores prefiere revelar los abusos sufridos a algún adulto de su fam ilia antes que a un extraño. En ese m om ento, el adulto puede –intencionalm ente, o no–introducir inform ación sobre algún detalle que pued a d istorsionar los recu erdos delm en or. Siéste no recu erda elorigen de ese detalle, podría estar con vencido de haberlo experim entado realm ente (Poole y Lam b, 1998). Es evidente que los niños tienen la capacidad de m entir y de ocultar inform ación. Bussey, Lee y G rim beek (1993) ponen de m anifiesto la disposición de los m enores a m entir cuando se lo solicita un adulto, bien para que acuse falsam ente a o tro sobre un abuso sexual o bien para que oculte un abuso que ha tenido lugar.Junto a la cap acidad de los m enores para m entir,hay que señalar la escasa capacidad de los adultos para detectar esa m entira. D e hecho, se pu ede afirm ar que la cap acidad de detectar el engaño a p artir de indicadores no verbales es bastante im precisa en los adultos (M asip y G arrido, 2001). A unque en el caso d e los con tenidos verbales se supone que la precisión aum enta. Sin em bargo, un estudio de Jackson y G ranhag (1997) prueba lo contrario. En él se indica que la probabilidad de que ab ogad os y estudian tes sean cap aces de diferenciar entre las declaraciones verdaderas y las falsas realizadas por m enores no supera las m eras probabilidades delazar.En este estudio se puso d e m anifiesto que la precisión en la detección de declaraciones verdaderas y falsas no aum entó cuando las declaraciones se presentaban en vídeo en vez h acerlo por escrito. *

Profesora d e Psicolog ía de la U niversidad C om plutense d e M adrid. pp aulvel@ psi.ucm .es.

Evalua ción de la cred ibilidad del testim on io en supuestos de ab uso sexua l a m en ores45

La cuestión se com plica si tenem os en cuenta q ue la víctim a d e u n abuso sexual no m anifiesta conductas específicas que la d istingan de otro tipo de víctim as. Lam b (1994) señala que no existen síndrom es conductuales y que la presencia o ausencia de signos de estrés po straum ático n o es un factor de u tilidad para d iscrim inar a las víctim as de abuso de las que n o lo son. A sim ism o, aunque las con ductas sexualizadas suelen ser com unes entre las víctim as de abuso, tam bién pueden darse en tre m enores qu e no han sufrido tales ab usos, dep en dien do del contexto cu ltural y fam iliar. Si tenem os en cuenta lo anteriorm ente exp uesto, se hace p atente la necesidad de disponer de una técn ica que p erm ita evaluar la veracidad de la d eclaración del m en or. Este es el objetivo de la técnica conocida co n sus siglas en inglés com o C BC A : A nálisis de contenido basado en criterios,técnica central del Sistem a d e análisis de la validez d e las declaraciones (SV A ). El verdadero origen del C BC A hay que situarlo a m ediados del siglo pasado . Tras la Segunda G uerra M undial, se p rodujo en A lem ania u na reform a d el Sistem a d e A dm inistración de Justicia q ue incluyó, en tre otros aspectos,la creación de tribunales especiales para los casos en los qu e la víctim a y/o el ag resor fuese m enor de 2 1 años.En aquella ép oca se con sultó a u n psicólog o alem án, U do U nd eustch, sob re los recu rsos existen tes para evaluar la cred ibilidad de un testigo m en or de edad . U ndeu stch señaló la convenien cia de entrevistar altestigo fuera d elen torno judicial,grab ar esa en trevista y an alizarla después. Estas indicaciones abrieron las puertas de los tribunales a los psicólogos jurídicos alem an es. A partir de la experiencia acum ulada entrevistando testigos m enores de edad, se fueron elaborando una serie de

criterios de realidad que eran indicadores de la veracidad de la d eclaración en los casos de abuso sexual infan til. U ndeu stch fue el prim ero en resaltar qu e las declaraciones basad as en algo ocurrido realm en te diferían sustan cialm en te d e aquéllas fruto de la im ag inación (Hipótesis de Undeustch ). En 1957 se publicaron por prim era vez los criterios del prim ero d e los procedim ien tos: A nálisis de la realidad de las declaraciones (SRA ). Este procedim iento se basa en dos con juntos de datos:los ob tenidos a través de la en trevista en la que elm en or hace su d eclaración form aly los de las declaraciones realizad as previam en te. Sin em bargo, esta técnica no em pezó a gozar de prestigio hasta los años 80, cuando U ndeustch p ublicó sus trab ajos en inglés, y las líneas de investigación de K öhnken y Steller se u nificaron con el fin de integ rar en un único sistem a los diferentes criterios.A las aportaciones de estos investigad ores hay que añ ad ir las de psicólogos forenses alem anes com o A rntzen y Szew czyk, quienes recogieron inform ación sobre casos reales a lo largo de 30 años de investigación. D e este m odo, se creó el citado sistem a C BC A . Steller con tactó con Raskin en Estados U nidos,quien se encargó de introducir elC BC A en aquelpaís.Todas estas investigaciones confluyeron en el desarrollo del protocolo de análisis con ocido com o Sistem a d e análisis de la validez de las declaraciones (SV A ). El plan team ien to central de este protocolo es considerar que una declaración será veraz sim uestra criterios qu e indiquen que está basada en hechos experim entados directam ente p or el que d eclara, independientem ente de la m ayor o m enor precisión d e tal declaración. U na declaración no será válida si se basa en inven ciones (m en tiras); o si obed ece a la influen cia d e o tras personas, ya sea directa e inten cionalm en te (instruyen do para que realice u na declaración falsa) o indirecta y no inten cionalm en te (a través d e la sugestión). El SV A incluye: • U na entrevista que no sesgue las respu estas delniño • La ap licación de los 19 criterios delC BC A a la tran scripción de la en trevista. C uan tos m ás criterios se den, m ás veraz puede considerarse la declaración.

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• El llam ad o “Listad o de criterios de validez”que evalúa la adecuación de la entrevista, la corresponden cia entre el len guaje em pleado y el desarrollo cognitivo del niño, la ausencia d e contrad icciones, etc.

1.2 La entrevista El objetivo de la en trevista es obten er la m ayo r can tidad de inform ación posible sin sesgar las respu estas del m enor. En la m edida en que las circunstancias lo perm itan, es aconsejable q ue entre el m om ento d e la en trevista y los hechos relatados transcurra el m enor tiem po posible. A unque los elem entos centrales del incidente d e abuso se suelen recordar durante m ucho tiem po, los elem entos periféricos tien den a olvidarse. Po r otro lad o, cuan to m ayo r sea la dem ora, m ayo r será la probab ilidad de que el m en or haya sido entrevistad o co n anterioridad (por pad res, policías, ab ogad os, psicoterapeu tas, etc.) y, en consecuencia, será m ás posible q ue éstos, con sus preguntas, hayan sesgado el recuerdo infantil. A sí, el proced im ien to m ás efectivo es provocar la narración libre del m en or para po steriorm en te clarificar, a través de p reg untas lo m ás abiertas posibles, determ inad os aspectos que precisen ser aclarados. Este procedim iento es m uy efectivo p orque se puede obtener una m ayor cantidad de inform ación co n u na m en or interferencia del en trevistad or. El en trevistad or deb e abordar los tres aspectos clave d e la entrevista: • La hipótesis principal (la validez de las alegaciones) y las alternativas (por ejem plo; se ha fantasead o; la alegación se debe a la venganza; las alegaciones son válidas pero hay elem entos adicionales inventados, etc.). • C ontrastar lo que d ice el m enor con la inform ación adicional que se tiene d el caso (se con firm a; hay elem en tos contrad ictorios;om isiones, etc.). • Valorar sila inform ación obten ida es suficien tem en te d etallad a y sipresen ta co ntrad icciones. Raskin y Esplin (1991), por su parte, reco m ien dan el siguien te tipo de preg untas: 1. Preguntas qu e sup ongan una invitación a la narración libre. Se p retende que el m enor facilite toda la inform ación posible sobre el suceso. En los casos en los qu e el abuso h aya sido continuado es posible q ue la n arración sea p oco detallada. En estos casos con viene sugerirle q ue ap orte detalles de u n ep isod io concreto. El en trevistad or no deb e referirse exp lícitam en te al abuso sexual nial presun to perpetrador. 2. Preguntas focalizadas: Se centran en un episodio co ncreto. Sirven para com pletar descripciones de acon tecim ientos m encionados con anterioridad. 3. Preguntas directas. Se orientan hacia algún hecho específico de un episodio. Suelen utilizarse cuando la declaración es am bigua o inconsistente. 4. Preguntas para el contraste de hipótesis alternativas.N o deben realizarse este tipo de preguntas si la h ipótesis principal tiene su ficiente consistencia. Sí son útiles, sin em bargo, cuando la inform ación que facilita el m enor entra en con tradicción con otras inform aciones de las que ya se dispone; cuando se ha relatado algo im probable o si se sospecha que la declaración está

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influida por terceras person as. En cualquier caso, el proced im ien to para este tipo de preg untas consiste en que elen trevistad or sim ule co nfusión y pida aclaraciones al m en or. 5. Preguntas sug eren tes. Si se introducen deb e ser al final de la entrevista, ya q ue es fácil que contam inen las respu estas. Su objetivo es averiguar hasta q ué p unto el niño es sugestionable sobre algún aspecto o situación específica. Este tipo de preguntas hacen referencia a h echos no creíbles o que se sabe q ue no han suced ido . Sin em bargo , no se puede ser m uy con cluyen te al respecto. Puede ser que se haya d ado cu enta de que el hecho n o es creíble y negarlo o p uede que indique que no acepta una sugestión. Si acepta el hecho, hay que form ular una pregunta abierta. Pero con esa aceptación se tiene sim plem ente una inform ación orientativa. Puede que un m enor acepte esa sug estión y que sus alegaciones sean válidas. 6. C ierre de la entrevista. Es im portante, en esta etapa, liberar al m enor de la carga em ocional negativa que puede experim entar y agradecerle su colaboración. Lam b, Sternb erg, Esplin, H ershko w itz y O rbach (1997) valoraron positivam ente la efectividad de los procedim ientos explicados anteriorm ente en los casos en que estaban im plicados m enores de 1 5 años, ya fuera co m o testigos,víctim as o agresores. En su estudio analizaron las grabaciones en audio de d ichas en trevistas y observaron que la co nducta d el en trevistad or podía d escribirse según cinco categorías: 1. Invitaciones: Preguntas o afirm aciones que p retenden con segu ir una respu esta abierta, habitualm ente para ob tener m ás inform ación de algú n aspecto q ue el m enor ha m encion ado anteriorm ente. 2. Facilitadores:Intervenciones no sugerentes que anim an alm enor a co ntinuar con su declaración. 3. O bservacion es directas: C entran la atención en algú n aspecto ya m encion ado po r el m enor. 4. O bservacion es directivas: C entran la atención en algú n aspecto qu e elm enor no ha m encion ado. 5. Intervenciones sugerentes: A quellas en las que el entrevistador guía la respu esta del m enor o asum e detalles qu e no se han m encion ado . D el estudio de estas entrevistas los investigad ores co ncluyeron que las p reg untas abiertas y las invitaciones producían respuestas m ás largas y con m ás inform ación que las preg untas directas,directivas o sug eren tes. A dem ás, cuan do en la entrevista se u tilizan invitaciones por parte d el en trevistad or, es m ás probab le encontrar criterios delC BC A que cu an do se utilizan facilitad ores, preg untas directas, directivas o sugerentes (H ershko w itz, Sternb erg y Esplin, 1997). D icho de otro m odo, cuanto m ás abiertas sean las entrevistas, m ayor será la p osibilidad de aplicar los criterios al contenido a fin de d iscrim inar entre declaraciones verdad eras y falsas. A hora b ien, esto puede llevar a cuestionarse,tal y com o hacen Lam b y otros (1997), que si la estrateg ia del en trevistad or de utilizar invitaciones es la que provoca respuestas ricas en los criterios, utilizar ese p rocedim ien to en una entrevista realizada a u n m en or que d escribe hech os falsos, daría lugar a respuestas cuyo conten ido sería interpretado com o válido. Los datos de algunas investigaciones que han com parado declaraciones creíbles con declaraciones no creíbles parecen indicar que ese peligro no existe. Por ejem plo, O rbach y Lam b (1999) señalaron que se cum plen m ás criterios del C BC A en las d eclaraciones creíbles y que las interven ciones abiertas, directas y directivas generaban narraciones en las qu e se cum plían m ás criterios pero sólo en el caso de los m enores cuyas declaraciones eran plau sibles. La co nclusión fundam en talrespecto a cóm o realizar la entrevista es la n ecesidad de utilizar preg untas ab iertas, pero no sólo para las cu estiones centrales d el relato, sino tam bién desde la fase inicial de la

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en trevista, ya q ue cu an do se utilizan preg untas ab iertas en la fase introductoria se está facilitan do que el m enor aporte m ás detalles en las preguntas abiertas qu e se realicen posteriorm ente. C om o señ alan G arrido y M asip (2001)parece que elm enor asum e que lo q ue se espera de éles que sea lo m ás narrativo posible. Sin em bargo las pregu ntas abiertas tienen un problem a: a veces los m enores, especialm ente los m ás pequeños, dan respuestas breves o que aportan poca inform ación. A lgunas investigaciones indican que frecuentem ente existe una escasez de d etalles sobre el contexto en el que se ha producido elabuso (D e Voe y Faller, 1999; W ood, O rsak, M urphy y C ross, 1996). En estas circunstancias, el entrevistador debe utilizar preguntas específicas.Elproblem a es que, sihacen referencia a algún dato que elm enor no ha codificado o no recuerda, aum enta la posibilidad de que sus respu estas pu edan ser inducidas (Poole y Lam b, 1998). En cualquier caso, cuando se em plean preguntas específicas es im portante q ue éstas no sean sugerentes (por ejem plo: cuéntam e algo m ás sobre la p rim era vez que p asó; ¿quién estaba?, etc.). Raskin y Esplin (1991), por su parte, señalan que el rango de edad en que los niños pueden ser en trevistad os siguien do las pau tas del SV A se sitúa entre los 2 y los 17 añ os, au nque advierten de la dificultad que rep resenta las lim itad as h ab ilidad es cognitivas,sociales, verbales y aten cionales d e los niños m enores de 4 años, así com o el am plio co nocim iento sexual de los adolescentes. En cualquier caso, el listad o de criterios de validez tam bién tien e en cuen ta las características individuales d el en trevistad o. En cuanto a la u tilización de accesorios tales com o los m uñecos anatóm icos existe b astante controversia. En gen eral, se desaco nseja su uso (Yuille, 1988), au nque sí pued en utilizarse co m o últim o recurso en casos en los qu e la co rta edad y el nivel de d esarrollo del niño no perm itan la co m unicación verbal, o tam bién con el fin de superar los problem as de tim idez y vergüenza (K atz, Schonfeld, C arter, Leventhal y C icchetti, 1995). Los rep aros existen tes a la utilización de m uñeco s an atóm icos se deb en a que se co nsidera q ue estos accesorios son sexualm ente sugestivos e, incluso, provocativos, y que p ueden alterar la m em oria del m enor. A lgunos estudios consideran que los m uñecos favorecían las declaraciones inexactas en niños m en ores de tres añ os, y sug erirían la realización de jueg os sexu alizad os que podían interpretarse erróneam ente com o p rueba de que el abuso h abía tenido lugar (Bruck, C eciy H em brooke, 1998). Po r tan to, al carecer de la fiab ilidad y validez n ecesarias, no existe m odo alguno de lleg ar a una con clusión válida a partir de cóm o juega el m enor con los m uñecos. En la C línica M édico-Forense de M adrid se ha d iseñado u n procedim iento alternativo p ara ab ordar la situación de los m en ores con un desarrollo verbalbajo, o la d e los qu e carecen del vocab ulario necesario para exp licar un a supuesta situación de abuso. Este p roced im ien to consiste en la u tilización de d iversos m uñ ecos no an atóm icos, pero con form a hu m ana, qu e representan a p erson ajes de diversas características (adultos,niños, varones y m ujeres) asícom o de una casa de m uñecos. D e este m odo, en casos extrem os en q ue existan dudas sobre el relato del niño, se pu eden utilizar estos m uñecos para rep resen tar elep isod io de abuso sufrido, evitan do la introm isión de la sugerencia sexu al que im plican los m uñ ecos anatóm icos. A sim ism o, es im prescindible q ue la en trevista se grab e y, a ser posible, en vídeo . Esto perm ite exam inar po steriorm en te sise ha realizad o correctam en te, asícom o reg istrar literalm en te su co nten ido y redactar su transcripción. A dem ás, tam bién se evita q ue el m enor sea som etido a interrogatorios posteriores, red ucien do así una victim ización secu ndaria. C ab e, no obstan te, ten er en cuen ta que la presen cia d eleq uipo de g rab ación no deb e ser intrusiva. A sí,sise cree necesario que o tros expertos sigan el desarrollo de la en trevista, deb en hacerlo m ed ian te un espejo unidireccional o a través de un circuito cerrad o de televisión.

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A ntes de co ncluir con los aspectos relativos a la entrevista, es necesario m en cionar la técnica d e la entrevista cognitiva diseñada por G eiselm an y Fisher (1989/94), elaborada con el objetivo de m ejorar cuan titativa y cualitativam en te la inform ación obten ida sobre las víctim as y/o testigos. Este tipo de en trevista co nsta d e cu atro técnicas generales (para facilitar la recuperación de recuerdos) y de varias técnicas específicas. Las técnicas gen erales son: 1. So licitar la reconstrucción de las circunstan cias (que la víctim a pien se en el en torno, la ilum inación, los olores, los objetos, asícom o lo que sentía en el m om en to del suceso). 2. So licitar todos los detalles posibles (que no elim ine nad a en su relato, incluso cosas que crea q ue no son im portantes). 3. Solicitar que recuerde los hechos en u n orden diferente (que repase los hechos en o rden inverso, o que em piece por elelem ento que m ás le im presionó delsuceso y de ahíprosiga hacia ad elante o hacia atrás). 4. Solicitar cam bios de perspectiva (que adopte la p erspectiva d e o tras personas presentes y piense qué d eben haber visto esas personas). H ab itualm en te, el punto 1 y 2 se solicitan an tes de que el sujeto n arre lo ocurrido y los do s últim os una vez el testigo ha finalizad o su relato. A dem ás de esas técn icas gen erales, se pued e solicitar posteriorm en te inform ación m ás co ncreta sobre la ap arien cia física del ag resor o las características d e su habla y algún dato relevante com o nom bres (que intente recordar un nom bre repasand o el alfabeto), o núm eros (que inten te recordar cuántos dígitos,etc.). G eiselm an y Fisher (1989/1994) han sub rayado la efectividad de la entrevista co gnitiva en testigos infantiles, aunque parezca m enos efectiva q ue con adultos,quizá p or las m enores habilidades cognitivas de los prim eros,lo que dificulta la com pren sión de algunas de las técn icas o la capacidad de contestar a los requerim ientos de un m odo efectivo. En este sentido, Poole y Lam b (1998) señalan que el uso de la entrevista cognitiva con niños m enores de siete u ocho años puede plantear problem as en lo que se refiere a la técn ica de repetir recuerdo s,recordar en distinto orden y hacerlo desde d istintas perspectivas. A sí, cuando se pide alm enor que repita lo suced ido, éste p uede interpretar qu e su anterior respu esta n o era adecuada. Es difícil que un niño de esa edad haya d esarrollado totalm ente la cap acidad de recordar en distinto orden o de narrar desde distintas perspectivas. Steller y W ellershau s (1996), por su p arte, llam an la aten ción sob re el hech o de q ue la entrevista cognitiva p ued e increm en tar artificialm en te la presen cia de algunos de los criterios delC BC A .Elproblem a del estudio llevad o a cab o por estos investigadores es qu e, com o advierten G arrido y M asip (2001), no com paran los resultados de las declaraciones obtenidas m ediante entrevista estándar con los ob tenidos con en trevista co gnitiva (com paran los resultad os de la entrevista están dar con la sum a d e los resultad os de la en trevista están dar y la cognitiva). Po r tan to, es m ás lógico en contrar m ás criterios cuan do se an alizan d os declaraciones que cuando se analiza exclusivam en te una. K öhnken , Schim ossek, A scherm annn y H öfer (1995) com pararon las declaraciones obtenidas m ediante entrevista estructurada con las obten idas a través de una entrevista co gnitiva y co ncluyeron que la entrevista co gnitiva n o afecta neg ativam en te a la precisión de las clasificaciones del C BC A . Estos investigad ores adm iten , sin em bargo , la posibilidad de q ue exista u n sesgo en las evaluaciones, dado que algunos criterios estaban m ás presen tes en las declaraciones realizadas a través de u na entrevista cognitiva: “detalles m alinterpretad os”, “ad m isión de falta de m em oria”, “dudas sobre el propio testim onio”, “detalles inusuales”y “detalles superfluos”.

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Steller y W ellershau s (1996) concluyen que cuando se cuestiona la veracidad de la d eclaración no deb e utilizarse la en trevista cognitiva, puesto q ue el objetivo de ésta es increm en tar la exactitud y la cantidad de inform ación. Sin em bargo, el proceso d e reconstrucción d e los hechos que perm ite la en trevista co gnitiva p ued e increm en tar elnúm ero d e m atices que afectan al criterio “can tidad de d etalles superfluos”.A lrespecto,otros criterios tam bién se verían afectados,com o por ejem plo el relatar el hecho en orden diferente, lo que afectaría al criterio “producción no estructurad a”, el cam bio de p erspectiva, que h aría q ue elsujeto asum iera otro rol, etc.En definitiva, la entrevista co gnitiva p ued e tener efectos no deseables en el A nálisis de conten ido basad o en criterios. En todo caso se desaco nseja su utilización en niños peq ueños, por todos los incon venientes qu e ya hem os referido.

1.3 El Análisis de contenido basado en criterios (CBCA) 1.3.1 Descripción del Análisis de contenido basado en criterios El procedim ien to consiste en ap licar a la tran scripción verbal de la grab ación de la entrevista u n conjunto de criterios que, de estar presen tes, ap oyan la veracidad del testim onio, es decir, confirm an la creencia de que la declaración se basa en algo directam ente experim entado. Sin em bargo, el psicólogo forense debe saber que la entrevista n o es un a técnica de detección de m entiras y qu e la ausencia de los criterios de veracidad en la d eclaración no im plica n ecesariam ente q ue elabuso n o haya tenido lugar. Partiendo de la H ipótesis de U ndeutsch (las declaraciones basadas en algo ocurrido realm ente diferían sustancialm ente d e aquéllas fruto de la im aginación) se puede afirm ar qu e, en general, cuando un m en or víctim a d e abusos explica los hechos, se dan las siguien tes características: la n arración se aleja de u n esquem a estereotipado (lineal, ordenad a y d esprovista d e d etalles); presenta elem entos idiosincrásicos o particulares; y tien de a ser detallad a. A dem ás, norm alm en te se espera que los recu erdo s gen erados a partir de h ech os vividos difieran cualitativamente de otros surgidos de fan tasías o d erivad os de sugerencias externas. Steller y Khönken (1989) elaboraron un sistem a d e 1 9 criterios agrupados en 5 categorías. Esta clasificación retom ab a la anterior propuesta p or A rntzen , a la q ue se añad ieron las ap ortaciones parciales de o tros autores. C ateg oría 1: C aracterísticas gen erales 1. Estructura lógica 2. Elab oración n o estructurad a 3. C antidad de detalles C ategoría 2: C ontenidos específicos 4. Incardinación en contexto 5. D escripción de interacciones 6. Reproducción de conversaciones 7. C om plicaciones inesperadas durante el incidente C ategoría 3 : Peculiaridad es del conten ido 8. D etalles inusuales 9. D etalles superfluos

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10. Incom pren sión de detalles relatados con precisión 11. A sociaciones externas relacionad as 12. A lusiones alestado m ental subjetivo d el m enor 13. A tribuciones al estado m ental del agresor C ategoría 4: C ontenido relacionado co n la m otivación 14. C orrecciones espontáneas 15 . A dm isión de falta de m em oria 16. D udas sobre elpropio testim onio 17 . A utod esaprob ación 18. Perdón alagresor C ategoría 5: Elem en tos específicos de la agresión 19. D etalles característicos

Los criterios referidos a la C ategoría 1 C aracterísticas generales, se aplican al conjunto de la declaración, y evalúan la co heren cia y la cantidad de inform ación ap ortad a. La d eclaración será considerada d e baja calidad sino se dan criterios de este g rupo.A diferen cia de lo que o curre co n elresto de las categorías, cuyos criterios se pued e analizar ten ien do en cuen ta frag m en tos del testim onio tran scrito, para calificar los tres criterios de esta categ oría d eb erem os considerar el testim onio del m en or en su totalidad :

1. Estructura lógica. Este criterio se cum ple cu an do el testim onio tien e sen tido global, es decir, lógica y co herencia interna, y sus diferen tes partes no son contrad ictorias sino que se co m binan en un todo. H ay que tener en cuenta q ue n iel criterio 7 “com plicaciones inesperadas du rante el inciden te”ni el criterio 8 “detalles inusuales”tien en por qué interferir necesariam en te en la estructura lógica. H ay que señalar que una declaración basada en un esquem a y no en lo directam ente experim entado suele p resentar tam bién una estructura lógica. Las variables que influyen en la estructura lógica son : el tiem po que transcurre entre el m om ento en que el episodio ocurre y el m om ento de la d eclaración, elnúm ero de veces qu e el m enor lo ha relatado y la co m plejidad del suceso. Steller y K öhnken (1989/1994) añaden que en el caso de testim onios especialm ente am plios, se debe exam inar con detenim iento su co nsistencia lógica y h om ogeneidad contextual. El criterio de h om ogeneidad se cum ple cuando los diferentes detalles en una d eclaración describen el m ism o curso de sucesos.

2. Elaboración no estructurada. Este criterio se cum ple cu an do la inform ación específica sobre el ab uso se encuen tra dispersa a lo largo de la declaración, desde el principio hasta el final. Po r contraste, las historias inven tad as suelen ser m ás lineales y estructurad as, ya q ue se basan en un esquem a o script . D e este m odo, cabe esperar que los testim onios inventados y las fantasías se ajusten a u n tipo de presen tación continua y rígida; no se alteren desde la prim era declaración (nisiquiera p ara m ejorarla); presenten una narración cronológica (sin digresiones); y eltestigo se esfuerce en dem ostrar las conexiones cau sales. Po r el contrario, es probab le q ue la n arración

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basad a en la experien cia d irecta sea desestructurad a y poco lineal; presen te d igresiones cronológicas y posea elem entos que n o apoyen la d eclaración, aunqu e se presenten yuxtap uestos a ella (estos son los “detalles superfluos” y los contextuales). Este criterio, com binad o con el an terior, caracteriza a las declaraciones válidas, desde el punto de vista d e la investigación actual.Es decir,para que se cum pla este criterio es necesario que, a p esar de la falta de estructura lineal, se pu edan unir los fragm entos form ando un tod o coherente y estructurado lógicam ente. U n p sicólogo forense con experiencia sabe q ue a veces pu eden aparecer elem entos im portan tes o novedosos de la declaración justo al final de la entrevista. D e ahí el interés de respetar hasta elfinal de la entrevista elprincipio de relato libre sin sugerencias

3. Cantidad de detalles.La ab undancia d e d etalles en una d eclaración se d a cuando,por ejem plo, se d escribe el lugar exacto en que el inciden te tuvo lugar, los distintos aspectos de las p ersonas, o cu ando se relata la sucesión d e aco ntecim ientos paso a p aso (Steller y Köhnken, 1989/1994); todo ello ap unta a la veracidad de la historia, ya q ue para la m ayo ría d e las personas es d ifícil elab orar un relato falso con m uchos detalles. A l respecto, sólo deb e contab ilizarse cad a detalle una vez, independientem ente d e las veces que elentrevistado lo cite.

Los criterios englobad os en la C ategoría 2 C onten idos específicos no se refieren a la d eclaración com o u n todo, sino a elem entos con cretos que pueden aparecer en algunas partes del testim onio; atien den , principalm en te, a la p resencia o fuerza de ciertos tipos de descripciones. Este grupo de criterios se centra en la evaluación de la cap acidad cognitiva de los m enores.A este respecto se con sidera q ue en las declaraciones inven tad as estos conten idos no se presen tarán, dad as las lim itaciones cognitivas de los m enores.

4. Incardinación en contexto o adecuación contextual.Los sucesos reales se en m arcan en unas coorden ad as espaciales y tem porales , asíque este criterio evalúa sielconten ido de la declaración encaja en estas coordenadas,es decir, atiende a las alusiones qu e h ace elm enor a m om entos y lugares concretos (sucesos diarios,háb itos,fam iliares,conocidos o relaciones de vecinos). En una declaración falsa n o se espera que se m en cionen detalles p eriféricos de esta índole (Steller y K öhnken , 1989/1994). Sin em bargo, no se pu ede esperar que toda declaración creíble cum pla este criterio ya q ue u n relato de u n suceso corto que n o guarda relación directa co n el abuso pued e relatarse sin especificaciones ni de espacio ni de tiem po. D en tro de este criterio hay q ue tener en cuenta q ue a los niños pequeños les resultará m ás difícil aportar un testim onio que conten ga este tipo de detalles contextuales.

5. Descripción de interacciones. Este criterio se cum ple cu an do en la declaración se hace referen cia a las acciones y reacciones del testigo y del ag resor.Raskin y Esplin (1991)señalan que, com o m ínim o, deben describirse al respecto tres elem entos:una acción, la reacción a la m ism a y otra acción en respu esta a esta ú ltim a (Steller y Köhnken, 1989/1994).

6. Reproducción de conversaciones. Este criterio difiere del an terior en que, para que se cum pla, es necesario no sólo m encionar una interacción verbal, sino tam bién reproducir alguna p arte d e esa interacción verbal (en form a de diálogo en estilo directo). En ocasiones este criterio pued e resultar m uy revelador porque elm enor reproduce ellenguaje d elagresor,incluye razonam ientos utilizado s por éste así com o expresion es o palabras de u so po co com ún en un m enor. N o es

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necesario que exista rép lica en el diálogo, pero síque se d istingan los distintos interlocutores. En este sen tido, Steller y Köhnken (1989/1994) consideran que las insinuaciones del agresor qu e el niño relata, pero que no entendió en su m om ento,son ejem plos bastante sólidos de este criterio.

7. Complicaciones inesperadas durante el incidente.Este criterio se cu m ple sien la d eclaración ap arecen detalles relativos a situaciones im previstas que surgieron en el m om en to del suceso descrito: las interrupciones rep en tinas, o los problem as o dificultad es que d etuvieron el curso hab itual o la finalización natural del ep isod io de abuso (por ejem plo, que alguien llam ara a la puerta). La lim itación de este criterio es que las com plicaciones descritas pued en no ocurrir en un episodio de abuso real, y por tanto, su ausencia en la d eclaración no aporta inform ación sobre la veracidad o no de ésta.

Los criterios incluidos en la C ategoría 3 Peculiaridad es del conten ido hacen referen cia a aspectos cualitativos de la descripción que, a juicio de Steller y Köhnken (1989/1994), están m ás acentuad os en las declaraciones que estén basad as en exp erien cias vividas. So n aq uellas características que aum en tan la concreción, viveza y calidad del conten ido verbal, y qu e pued en ap arecer en distintos puntos de la declaración.

8. Detalles inusuales. En acusaciones inventadas es poco p robable que se m encionen este tipo de detalles: aspectos con cretos m en cionad os por el m en or en relación con el ag resor, referen cia a objetos, etc., que pued an resultar sorpren den tes o extrañ os, au nque no irreales. Este criterio pu ntúa cuan do elm enor es capaz de aportar un dato sob re el abuso q ue parece po co frecuen te y qu e se considera m uy p or encim a de la capacidad de inven ción del m enor, sob re tod o en el caso de los niño s pequ eños.

9. Detalles superfluos. Este criterio se refiere a la m ención de elem entos que n o form an parte d el curso d e los acontecim ien tos abusivos,sino que son periféricos y poco relevantes para ap oyar la acusación. N orm alm ente, al m entir no se inventan detalles irrelevan tes que n o contribuyan a afirm ar el suceso.

10. Detalles descritos con precisión e inadecuadamente interpretados. Este criterio se cu m ple cuando el m enor da detalles del episodio que están m ás allá de su com prensión debido, por ejem plo, a sus escasos con ocim ientos sexuales (en su declaración p uede confundir los gem idos del agresor con dolor o el sem en con orina).

11. Asociaciones externas relacionadas. Este criterio se cum ple cu an do en la d eclaración se realizan referen cias a o tros acontecim ien tos o co nversaciones de ton o sexual fuera del ep isod io específico. Po r ejem plo, conversaciones p revias, o posteriores, entre el agresor y el testigo, o en tre éste y una tercera persona. Es uno de los criterios qu e p resen ta m ayo r dificultad en lo que se refiere a su d escripción. Steller y K öhnken (1989/1994) exp lican que, en el relato d e una relación incestuosa, este criterio puede estar presen te si el testigo (la h ija) describe u na conversación con el acu sado (el pad re) en la q ue h ab laron de las exp erien cias sexuales de la h ija con otras parejas. La asociación es externa al suceso, pero está relacionad a co n su co nten ido. O tro ejem plo puede ser cuando elagresor habla a la víctim a d e futuras experiencias sexuales qu e aún no se han llevad o a cabo entre ellos, y lo hace fuera d el contexto de la agresión, ya q ue si se diera en el contexto d e la agresión estaríam os ante co nversación y/o interacción.

54 Evalua ción de la cred ibilidad de l testim on io en supuestos de ab uso sexua l a m en ores

Este e criterio se cum cu m p le cu an d o en la 12.. Alusione 12 Alusiones s al estad estado o menta mentall subjetivo subjetivo del menor menor. Est d eclar araci ació n se descr d escrib en p en ensam sam ien ent to s y sentim ien ent to s de la víct cti im a d u ran ant te el in cid en ent te (m ied edo o, asco, asco ,p en sar có cóm m o escap ar m ien tras el suce suceso so o cu cur rre, etc.).Pa Par ra la eval e valu ació n d e est e ste criterio h ay q u e ten tener er en cu cuen ent ta el d esar esarr ro llo d e las em o cio n es y su su s cam b io s d u ran ant te el cu cur rso de d e lo s acon aco n tecim ien ent to s ab abu u sivo vos. s. ste e criterio es sim ilar al an terio r, p ero referid o a 13.. Atribuc 13 Atribuciones iones al al estado estado menta mentall del agresor agresor. Est lo s p en ensam sam ien ent to s,sentim ien ent to s y m o tivo vos s q u e el m en eno o r at atr rib u ye al sup supu u est esto o au a u to r d el ab abu u so. El estad est ad o m en tal, así co com m o las rea reacci ccio n es af afectivas y fisio ló g icas del d el ag reso esor r sue suel len ap arecer en el testim o n io co con n las sig u ien tes exp e xpr resio n es: “estab estaba a n ervio so so” ”, “le tem b lab an las m an o s”, “resp spi irab a m u y fue fuerte”, etc.

Los Lo s criter eri io s adsc ad scr rito s a la C at ateg ego o ría 4 C o n ten eni id o s relacio n ad ado o s con la m o tivació n se basan b asan en las cau sas qu e lleva evan n al m en o r a hace h acer r la decl d eclaració n . D e est este m o d o , si el test esti im o n io es fal falso se om o m itirán d et eter erm m in ad ado o s elem en ent to s que qu e lo d eb ebi iliten en. . Sin em b ar arg g o , cabe ten ener er en cuen ta (B (B eke eker rian y D en enn n et et, , 1992) q u e u n m en eno o r q u e d ice la ver ve rd ad p u ed ede e tam b ién o b viar ci cier ert to s det de talles del d el relat ato o q u e, a su ju icio , in d iq u en falta de d e segu seg u rid ad en lo q u e nar n arr ra. Lo Los s cr cri iter eri io s d e este este gr g ru p o , co com m o se m en enci cio n ar ará á m ás ad elan te, tien en u n a b aja fiab ilid ad in terju ece eces, s,q u izá d eb id o a q u e se p asen p o r alto en el tran scurs scurso o de la en trev evi ista, m ás q u e a la falta d e clarid ad d e las d efin icio n es. Se d en o m in an “cr cri iterio s de de cr cred ed ib ilid ad ” p o rq u e se eval eva lú an exclu sivam en ent te co con n el co con n ten eni id o ver verb b al d e las decl d eclar araci acio n es del d el test esti ig o . rect tifica caci cio n es o ap o stillas qu q u e el e l m en o r rea eal liza d e form a 14.. Corr 14 Correc eccion ciones es esp espontá ontánea neas s. So n las rec espo n tán ánea ea d u ran ant te la la en e n trevista. D e p ro d u cirse se p o n e en e n d u d a q u e el e l relat ato o sea com p let etam am en ent te fict cti icio o q u e esté in flu id o p o r u n a tercer cera a p er ers so n a ya q u e, n o rm alm en ent te, u n a p er erson sona a q u e m ien ent te n o var varí ía su test testim o n io , n i siq u ier era a p ar ara a m ejo rar arl lo . Est ste e criterio n o se ap lica cuan cua n d o u n a cor co rrecció n o añ añad adi id o n o es esp esp o n tán áneo eo, , sin o q u e es e s co co n secu ecuen enci cia d e la in flu en enci cia o d e las sug su g eren erenci cias del d el en trev evi istad o r. ken n, 15.. Adm 15 Admisión isión de falta de mem emoria oria. Este criterio es m u y sim ilar al an terio r (Steller y K ö h n ke 1 9 8 9 /1 9 9 4 ). Las perso perso n as qu e ap a p o rtan d elib er erad adam am en ent te test testim o n io s falsos respo n d en ín teg ram en te a las pr p reg u n tas y n o ad m iten el o lvid o d e cierto s detal detalles. Po r tan to , siu n test esti ig o con co n fiesa n o reco ecor rd ar alg ú n d at ato o es un u n a p ru eb eba a d e la cred credi ib ilid ad d el test esti im o n io . Stel eller y Kö hn ken (19 (19 89 /94 ) tom an com o 16.. Plantear dudas sobr 16 sobre e el el propio testim testimonio onio. St ref efer eren enci cia la id ea d e U n d eu eut tsc sch h d e q u e p lan ant tear du d u d as sobr sob re la exact e xacti itu d d el p ro p io test esti im o n io es un u n in d icio d e su ver veraci acid ad ad. . Es ló g ico p en ensar sar q u e u n a p er erson sona a q u e est e stá in ten ent tan and d o ser cr creí eíb le cuan cu and d o m ien ent te no n o p lan ant tea ear rá du d u d as so so b re la cred credi ib ilid ad d e su d eclar araci ació n . echo o d e m en cio n ar det de talles au to in cr cri im in atorio s y d esf esfavo avo rab les en 17.. Autod 17 Autodes esap aprob robac ación ión. El h ech u n a d eclar araci ació n tam b ién in d ica la ver ve racid ad d e la m ism a. U n d eu eut tsc sch h af afi irm a q u e la au a u to cr crí ítica sob re la p ro p ia co n d u ct cta a favor favo rece la credi cred ib ilid ad d el test esti ig o . Est Esta a co n fesió n n o se espe e sper ra en el test esti im o n io q u e pr p ret eten end d e in cr cri im in ar falsam en ent te al acu acusado sado (St Stel eller y Kö K ö h n ke ken n , 1 9 8 9 /1 9 9 4 ). d eclaració n tien d e a favor favo rece ecer r al acu sad sado o (se añad añ ad en 18.. Per 18 erdona donarr al al autor autor del del delito delito. Si u n a decl exp licacio n es o exo e xon n eracio n es de d e su co n d u ct cta) a), , o siel test esti ig o n o h ace u so de d e su p o sib ilid ad d e in cr cri im in ar arl lo en o tras accio n es, d eb ebe e co con n sid er erar arse se com co m o u n a in d icació n d e la ver veraci acid ad d e la d eclaració n .

Evalua ció n d e la cred cred ib ilid ad d el test esti im on io en sup supu u est esto o s de ab u so sexua l a m en o res55

La C ateg o ría 5 en g lo b a un u n só sól lo cr cri iterio : Elem en to s especí esp ecífico cos s de la ag a g resió n . Este cri criterio ev eval alú a la apar ap ari ició n o n o d e lo s det de talles pr p ro p io s de u n ep epi isod sodi io d e ab a b u so sexual sexu al. A q u í n o s est estam o s ref efi irien end do a d et etal alles qu e son lo s h ab abi itu ales en la di d in ám ica ab u siva y qu e de d e alg u n a fo fo rm a con co n trar arí ían el co com m ún con co n o cim ien ent to q u e ti tien enen en sob sobr re el e lab abu u so sexual sexu al in fan ant tillas per pe rson sonas as qu e n o son exp exper ert tas en est esto o s tem as. Este e criterio h ace refer eferen en cia al a l co con n ten id o d e d etalles qu q u e son so n 19.. Det 19 Detalles alles ca carac racter terístic ísticos os. Est especi espe cialm en ent te rel relevan tes d esde u n p u n to d e vista cri crim in al. Po Por r ejem p lo , u n a descr d escrip ció n d e un u na relació n in cest cestu u o sa en la qu q u e la víct cti im a no n o o p o n e resi resisten cia, q u e se descr d escri ib e com co m o larga y con tin u ad ada a y qu q u e com co m en enzó zó co n con d u ctas sexu sexual ales in o cua cuas s (elem en ent to s hab itu ales en este ti tip o d e ab u so) so), , p u ed ede e par p arecer ecer poco po co ver ve raz a las per pe rson sonas as qu e no n o est están án fam iliar ari izad zadas as con lo s d at ato os em p írico cos s existen tes sob so b re est este e tip o d e d elito sexu sexual al, p ero p ara lo s expert exp erto s con co n stitu ye u n sig n o d e credi cred ib ilid ad . O tro s det de talles car ca rac act terístico cos s so so n , p o r ejem p lo , el secret secreti ism o im p u esto al a l n iñ o ; lo s in ten to s po po r im p licarlo en la acció n a cam b io d e reg alo s,aten atenci ció n y af a fecto; la sust susti itu ció n d e las fi fig u ras pat pa ternas po p o r p ar art te d el ab abu u sado r; las arg arg u m en ent tacio n es so so b re lo in o cu cuo o y no n o rm al d el ab u so sexual sexu al, etc.

1.3.2 Aplicación El an álisis de de la ve ver rac aci id ad d el su suce ceso so d eb e real rea liza zar rse sob so b re la tran scr scri ip ció n d e la en e n trev evi ista. Se d eb en ten er en cu cuen en ta sol so lam en te lo s con ten id o s refer eferi id o s alin cid en te sexu al. Las in fo rm acio n es qu q u e se rep rep iten sólo se con tab abi ilizan u na vez. Tam bién ha hay y qu e ten tener er en cuen ta q ue un a m ism a inf nfor orm m ación pu ed ede e ap lica car rse a m ás de d e u n cr cri iterio (p o r ejem p lo , es hab h ab itu al q u e la in fo rm ac aci ió n q u e sirve p ara el el cr cri iterio “d escrip ció n d e in teraccio n es”s es”se e aju ste tam b ién al cr cri iterio “rep ro d u cció n d e co con n ve ver rsacio n es”). Stel St eller y K ö h n ke ken n (1 9 8 9 /1 9 9 4 ) seña señal lar aro o n la existen enci cia d e d o s op o p cio n es par p ara a evalu ar lo s resultad ado o s de de la en e n trevista: la p rim era con co n siste en e n to m ar deci de cisio n es di d ico cot tó m icas sob re la p resen cia o au sen senci cia d e lo s cri cr iterio s; la seg u n d a en e n valo rar el g rad o en q u e se co n sid era qu q u e cad ca d a criterio est está á p resen te. H ab itu alm en te se d ifer eren en cia la au a u sen senci cia (0 (0 p u n to s), la p resen cia (1 (1 p u n to ) o la fuer fue rte p resen cia (2 (2 p u n to s) d el cr cri iterio . O b viam en te, est este e seg u n d o p ro ced im ien to h ace m ás di d ifícilla ap licació n y m erm a la fiab ilid ad in terju ece eces. s.A h o ra b ien ,facilita la in terpret erpretaci ació n ya q u e cu an to s m ás cri criterio s y con co n m ás fu fu erza ap arezcan , m ayo ayor r ver veraci acid ad ten end d rá la d eclar araci ació n . En cu cual alq u ier caso, la eval e valu ació n d e la en e n trevista d eb en lleva evar rla a cab o d o s psicó cól lo g o s expert exp erto s qu e anal an alizar zarán án rig u ro sa e in d ep epen end d ien ent tem en ent te cad ca d a u n o d e lo s cr criter eri io s par pa ra tom ar una un a d ecisió n g lo b al d e la valid ez del d el testim o n io . Po Pos ster eri io rm en ent te am b o s p sicólo g o s d eb eben en h acer u n a pu p u esta en com ú n d e las eval eva lu acio n es y co con n clu sio n es. El in fo rm e fin al es p ro d u ct cto o d el acu erdo in terju ece eces. s. A la h o ra d e lleva evar r a cab o el an álisis glo b al, Steller y K ö h n ke ken n (1 9 8 9 /9 4 ) ad vierten q u e la cal ca lid ad d el con co n ten eni id o d e la d eclar araci ació n d ep epen end d e d e las cap acid ad ades es cog co g n itivas del d el test esti ig o y de d e la n at atu u raleza d el su ces ceso o . C u an ant to m ayo ayor res sean sean las capaci capa cid ad ades es cogn cog n itivas y m en eno o r sea la com co m p lejid ad d el su ces ceso o , m ás d ifícilserá el e lan álisis de de la d eclaració n b asad o en criterio s. U n resu sul ltad o p o sitivo d eriva vad d o d e la p resen cia d e va var rio s cri criterio s pu pu ed e ser irrelev evan an te silas cap ca p ac aci id ad es co g n itiva vas s y ver verb ales d el testig o están altam en te d esar esarr ro llad adas. as.D el m ism o m o d o , u n resul resultad ado o n eg egat ati ivo d eb ebi id o a la au sencia de d e det d eter erm m in ad ado o s cr cri iter eri io s es p o co sig n ificativo siel suce suceso so es e s m u y br b reve y po p o co co com m p lejo . Po r o tra p arte, la can ca n tid ad d e criterio s qu e se cum p len d ep epen end d e de d e la exten extensi sió n d e la decl d eclar araci ació n , lo cu al in d ica de d e nu n u evo la im p o rtan anci cia de d e qu q u e la ent en trevista se rea real lice ad adecu ecuad adam am en ent te.

cred ib ilid ad de l test esti im on io en sup supu u est esto o s de ab u so sexua l a m en o res 56 Evalua ció n d e la cred

1.3.3 Investigaciones sobre el CBCA G ar arr rid o y M asip (2 0 0 1 ) h an an anal alizad zado o las di d ifer eren ent tes in vestig acio n es qu q u e desde d esde lo s año añ o s 80 se han h an ven id o rea eal lizan d o sob re lo s criterio s del de lC B C A . Est Esto o s aut au to res han h an clasificad o lo s estu d io s dep de p en d ien d o d e sier eran an exp exper eri im en ent to s d e lab abo o rat ato o rio o est estu u d io s d e cam p o co con n casos rea eal les.En elcaso de d e lo s exp exper eri im en ent to s d e lab o ratorio , se cuen cu en ta con co n la cer ce rteza d e la au au ten ticid ad o falsed sedad ad d e la decl d eclaració n , sin em b argo , p resen esent tan el in co con n ven veni ien ent te de d e qu q u e lo s casos casos carecen carecen d e rea real lism o . En el segu n d o tip o , el p ro b lem a p rin cip al es qu q u e se car ca rec ece e de d e la cer ce rtez eza a de d e si la dec d ecl laració n es ver verd ad era o falsa. Este hec h ech h o im p lica la n ecesid ad d e in clu ir casos en lo s que qu e hay h ay ot o tras prueb as qu e con co n firm an in eq equ u ívo vocam cam en ent te la decl d eclar araci ació n (p o r ejem p lo , in fo rm es m éd ico cos, s, co con n fesio n es, d ec ecl laració n in cr cri im in ato ator ria d e ot o tro testig o , etc.). Po r o tro lad o , en m u ch cho o s casos rea real les se car ca rece d e g rab ació n d e la en e n trevista o , si existe, n o es accesi acce sib le. Po r ú ltim o , tam b ién p u ed ede e dar d arse se la circu cun n stan anci cia de d e qu q u e la en trevista no n o se haya ha ya con co n d u cid o co cor rrect ectam am en ent te; en ese ca caso so n o se po p o d rían ap lica car r lo s cri criterio s. Los Lo s aut au to res tam tam b ién d iferen erenci cian lo s estu d io s qu e h an revisad sado o en fu n ció n d e sielo b jetivo era an alizar la fiab ilid ad , la val valid ez u o tro s aspec asp ect to s. Este cap ca p ítu lo se referi referirá ú n ica cam m en te a lo s estu estu d io s qu qu e h an ap o rtad o resu esul ltad o s releva evan n tes y, d ad as las car ca rac act terística cas s de de la in ve vest stig ac aci ió n , se cen ce n trará excl e xclu siva vam m en te en lo s estu estu d io s con co n caso casos s rea real les. 1 . El est estu u d io d e Litm an y Szew czyk (1 9 8 3 ), citad ado o en St Stel eller y K ö h n ke ken n (1 9 8 9 /1 9 9 4 ), an anal aliza m ed edi ian ant te el C BC A , 17 3 de decl clar araci acion es de abuso ab uso sexua sexual l de m en enor ores es de en ent tre 5 y 18 añ años, os, con concl cluyen do q u e el e l 4 2 % p o d ía con co n sid er erar ars se sin cer ceras, as, el 3 5 % en eng g añ año o sas y el 2 3 % restan ant te par p arci cialm en ent te sin cer ceras. as. Esto Est o s in vest vesti ig ad o res desest d esesti im aron est este e ú ltim o g ru p o y an an alizar zaro o n la d istin ta frecu en cia co n la q u e se p rese esen n tab an lo s cri criterio s en lo s do do s prim ero eros s tip o s de de d ec ecl laracio n es. En tre las con co n clu sio n es pr p rin cip ales se o b ser servó vó q u e al a lg u n o s criterio s ap arecían co con n la m ism a frecu en cia en en las decl d eclaracio n es sin ceras y en las en g añ o sas. O tro p ro b lem a qu q u e en en co con n trar aro o n es la baj b aja fr frecu en cia de d e al alg u n o s cr cri iterio s (“co cor rreccio n es espo esp o n tán ea eas” s”y y “ca can n tid ad d e d etalles”). 2 . Esplin , B o ychu k y R askin (1 9 8 8 ) tam b ién an anal alizar zaro o n la val va lid ez d el C B C A en casos rea real les, q u e d ifer eren enci ciar aro o n en co con n firm ad ado o s y no n o co con n firm ad ado o s.Pa Par ra el e llo u tilizar zaro o n u n m ét éto o d o q u e les per p erm m itió evitar el p ro ced im ien to circu cul lar del d el est estu u d io an terio r (Litm an y Szew S zew czyk d iferen erenci cian las d eclaracio n es sin ceras de de las en e n g añ o sas apl ap lican d o el C B C A y po p o sterio rm en te an a n alizan la p resen cia d e lo s criterio s). Esp Espl lin y ot o tro s (1 9 8 8 ), sin em b ar arg g o , co con n sid er eran an q u e el caso est e stá con co n firm ad ado o cu cuan and d o existe al a lg ú n cr cri iter eri io co com m o la con co n fesió n d el ag reso esor r, in fo rm es m éd ico cos s o la d eclaració n in cr cri im in atoria d e o tro s test esti ig o s. Lo Los s casos qu q ue se consi con sid er erar aro o n n o co n firm ad ado o s p resen esent tab aban an car caract acter erí ísticas co co m o : au ausenci sencia de d e in fo rm es m éd édi ico cos, s, d esest esesti im ació n ju d icial, in fo rm e psi p sico col ló g ico sob re la baj b aja pr p ro b ab ilid ad d e qu q u e se hu h u b iera dad d ad o el ab u so y resultad ado o s de p o líg raf afo o in d ican cand d o la in o cen cenci cia del d el ag agr resor esor. . D e est e ste m o d o , ap apl licar caro o n el C B C A a 20 2 0 casos con sid er erad ado o s co co n firm ad ado o s y a 20 2 0 con sid er erad ado o s no con firm ad ado o s, p u n tu an and d o lo s cr criter eri io s com o au aus sen ent tes (0 p u n to s), p resen esent tes (1 p u n to ) o fu er ert tem en ent te p resen esent tes (2 p u n to s). La m ed edi ia p ar ara a lo s casos casos con co n firm ad ado os fu e d el 2 4 ,8 y par p ara a lo s n o co con n firm ad ado o s de 3 ,6 . Lo Los s cr criter eri io s que qu e ten tení ían u n m ayo ayor r p o d er d e d isc scr rim in ació n fu ero n : “d etalles in u su sua ales” y “d etalles sup su p erflu o s”, “co cor rrec ecci cio n es esp espo o n tán eas”, “elab o ració n n o estru ct ctu u rad a”, en p rim er lu g ar ar, , y “d escrip ció n d e in teraccio n es”, “rep ro d u cció n d e co con n ve ver rsacio n es”y “co com m p licacio n es in esp esperad eradas as du d u ran te el e l in cid en te”, en seg segu u n d o . Lo Los s m en o s discrim in atorio s, p o r p resen tars arse e co n b aja frecu en cia in clu so en e n las decl d eclaracio n es con co n firm ad as, fu eron la “in co com m p ren sió n d e d etalles na narrad o s con co n p recisió n ”, “aso soci ciacio n es externa extern as relacio n ad as”, “leva van n tar d u d as so so b re el e l p ro p io test esti im o n io ” y “au to d esap ro b ació n ”. W ells y Loftu s (1 9 9 1 ) señ señal alaron q u e en e n tre sus su s lim itacio n es se en co con n trab an , p o r ejem p lo , la po p o sib le in flu en cia de d e las di d iferen erenci cias de d e ed e d ad en tre lo s casos con co n firm ad o s y

Evalua ció n d e la cred cred ib ilid ad d el test esti im on io en sup supu u est esto o s de ab u so sexua l a m en o res57

los no confirm ados (las edades iban de 3 años y m edio a 17 y hab ía m ás declaracion es de m enores de 5 años en el grupo de no con firm ados) y el em pleo de un solo psicólogo evaluador, lo que no perm ite calcular la fiabilidad interjueces. 3. Boychuk (1991), por su p arte, clasificó los casos en tres grupos: “claram en te co nfirm ad os” (confesión, evidencia m édica y condena), “fuertem ente co nfirm ados”(confesión y con dena) y “m uy dudosos”(au sencia de eviden cia m éd ica, resultad o de inocen cia en el test del polígrafo, au sencia de con fesión, evaluación de expertos indicando que el abuso probablem ente n o había o currido y desestim ación del caso en los tribunales). Posteriorm ente, agrupó a los do s prim eros y descub rió que 13 de los 19 criterios del C BC A estaban m ás presentes en éstos dos que en el grupo dudoso. Estos 13 criterios fueron: los tres de características generales, los cuatro de contenidos específicos, cinco de los criterios referidos a particu laridades del co nten ido (“detalles inusuales”, “detalles superfluos”, “asociaciones externas relacionad as”, “alusiones al estado m en tal subjetivo del m en or”y “atribuciones alestado m en taldelag resor”)y los criterios “correcciones espontán eas”y “perdón alag resor”,delgrupo de contenidos referentes a la m otivación. 4. A nson, G olding y G ully (1993) exam inaron la fiabilidad interjueces m ediante un estudio de cam po de las declaraciones realizadas en 23 casos reales de abuso sexual en los qu e se co nsideraba co nfirm ada la culpabilidad del acusado . D e 2 a 4 evaluadores fam iliarizados con la aplicación del C BC A an alizaban las grabaciones de las declaraciones. C ada evaluador analizaba ap roxim adam ente la m itad de las grab aciones. U tilizaron tres proced im ien tos para m ed ir la fiab ilidad : proporción de acuerdo , índice K ap pa de C ohen y coeficiente d e acuerdo delerror aleatorio de M axw ell(RE). Este ú ltim o estadístico asum e q ue los aciertos debidos al azar pued en darse por igual en las decisiones de p resen cia y en las de ausencia. En función de este coeficien te, los autores agruparon los criterios en tres g rupos. El prim ero estab a form ado por aquellos qu e presentaban una fiabilidad adecuada (RE> .50), “perdón al agresor” , “dudas sobre el propio testim onio”, “atribuciones al estado m en tal del ag resor”, “incom pren sión de detalles relatad os co n precisión”, “au todesaprobación”, “rep roducción de conversaciones”, “cantidad de detalles”, “estructura lógica”y “com plicaciones inesperadas du rante el incidente”; el seg undo, por los criterios que presentab an una fiab ilidad m arginal (.30>RE
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