Estrategias-psicoterapeuticas-de-Milton-Erickson.pdf

January 14, 2018 | Author: Margarita05 | Category: Psychotherapy, Translations, Psychological Resilience, Psychological Trauma, Suffering
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estrategias p sico te ra p é u tica s de Milton H. Erickson

Dan Short

Título original del inglés: Hope & Resiliency Primera edición en español, México, 2006 © Dan Short, 2006 edición: Dan Short, bajo los auspicios de la Fundación Milton H. Erickson traducción: Isabel Cancino y Malú de Dios traducción directa del italiano: Malú de Dios (para la «Parte I. Esperanza y resiliencia» de Consuelo Casula se tomó el texto del original en italiano Speranza e Resilienza) supervisión de la traducción: Teresa Robles foto de la portada: Cortesía de la Familia Erickson fotógrafo: Rene Bergermaier diseño de la colección y portada: Carmen Ramírez Hernández corrección de estilo: Malú de Dios [email protected] Alom Editores, S.A. de C.V. Tels.: 8500-6161, 8500-6262, 8500-6363 y 5593-5875 [email protected] www.hipnosis.com.mx ISBN 968-9122-03-7 Te agradecemos que compres y distribuyas nuestros materiales para continuar produciendo nuevos, pero si conoces a alguien que necesite éste y no puede comprarlo, por favor cópiaselo. Gracias por ayudamos a construir un mundo mejor. Impreso y hecho en México

El logotipo del Centro Ericksoniano de México es un glifo del Calendario Sagrado Maya o Tzolkin. Se llama CIMI, el Enlazador de Mundos y representa un puente. Es también el glifo del cambio. Queremos enlazar la Ciencia y la Espiritualidad, la Investigación y el Trabajo Clínico, los distintos tipos de Medicinas y técnicas de Sanación, el Conocimiento y el Servicio, La Razón, el Cuerpo y la Emoción, el Afuera y el Adentro, sirviendo de puente entre el pasado, el presente y el futuro de las personas que nos consultan, sirviendo de enlace entre las personas, familias y grupos que llegan a nosotros. Al adoptar com o logo este sím bolo sagrado, form alm ente nos ofrecemos como canales para realizar, desde nuestro lugar y en la medida que nos corresponda, este enlace, trabajando como un equipo que colabora, participay crece en conjunto.

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ÍNDICE

Prólogo a la edición en español. Teresa Robles

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Presentación. Dan Short

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l’arte I. Esperanza y resiliencia. Consuelo Casida

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1. Pasiones y virtudes afortunadas utilizadas por Erickson y porlosericksonianos

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2. Esperanza

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3. Resiliencia

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4. El terapeuta resiliente

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Parte II. Las bases de la curación y la salud

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1. La condición humana

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El hombre que maldecía a la vida 2. Salud mental y curación

33 37

Rebeca.......................................................................................... 37 3. El papel del terapeuta El niño al que lefrotaron la cara con eso 4. El enfoque meta-teleológico de la psicoterapia La mujer con enfermedad deReynaud

40 40 43 44

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Parte III. Estrategias clínicas y técnicas

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E strategia 1: fragm entación

53

El granjero histérico 1. Definición del síntoma

53 54

2. Diagnóstico form al....................................................................... 56 La mujer con una enfermedad mental 3. División del pronóstico El dolor p o r cáncer de Cathy 4. Disociación consciente/inconsciente El recuerdo traumático del estudiante

56 58 58 61 61

5. Disección

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6. Fragmentación de tiempo y espacio

66

El hombre que no podía manejarfuera del pueblo

66

7. Aplicaciones de la fragmentación en general

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8. Ejercicio de auto-desarrollo usando la fragmentación

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Estrategia 2: progresión

71

El hombre que maldecía a la vida 1. Progresión geométrica

71 75

Un caso de neurodermatitis para el que no había tratamiento................................................................................... 75 2. Desensibilización progresiva La niña quefue abofeteada por su dentista 3. Interrupción del patrón El hombre que tenía que orinar a través de un tubo 4. Progresión cognitiva Maw ............................................................................................ 5. Progresión al futuro La mujer que estaba considerando tener una aventura

10

77 77 80 80 84 84 89 89

(i Aplicaciones de la progresión en general

91

/ Ejercicio de auto-desarrollo usando la progresión

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l sii ¡itegia3: distracción

95

El anciano que tenía miedo de los elevadores

95

I I I señuelo....................................................................................... 98 Lajoven que no podía soportar ser observada Preguntas y presuposiciones El paciente homicida en el elevador < linfasis en los detalles La pierna cortada de Alian 4 . Amnesia La mujer que miraba a dónde sentarse 5. Aplicaciones de la distracción en general El muchacho con un severo acné

98 100 100 103 103 105 105 107 107

(>. Ejercicio de auto-desarrollo usando la distracción

109

Estrategia 4: reorientación

110

La joven que escondía su belleza 1. “ Insight” o darse cuenta La mujer que fum aba cuatro cajetillas al día

110 113 113

2. Reencuadre.....................................................................................116 Abrumado p o r la belleza 3. Extemalización

116 119

Luisota.......................................................................................... 119 El caso de Harvey

122

4. Distorsión del tiempo

126

La mujer a la que le rompieron su muñeca

126

5. Aplicaciones de la distracción en general

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6. Ejercicio de auto-desarrollo usando la reorientación

132

133

Estrategia 5: utilización

J e s ú s ............................................................................................. 133 1. Simple vínculo

139

Lam ujer que quería perder el tiempo 2. Doble vínculo.............................

139 ..................................

143

El gran pecho de Joe

143

Un caso de insomnio

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3.U tilizacióndeunproblem am enor La niña que no sabía hacer nada

151 152

4. Prescripción del síntoma

154

La erección inoportuna

154

La pareja enurética

156

5. Aplicaciones de la utilización en general

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6. Ejercicio de auto-desarrollo usando la utilización

159

Parte IV. C onclusiones

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A péndice

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Milton H. Erickson (1901-1980): una demostración de esperanza y resiliencia

169

Bibliografía ........................................................................................

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PR Ó L O G O A LA ED ICIÓ N EN ESPAÑOL

Me da mucho gusto tener por fin en las manos esta obra de Dan Sliort. Como director asociado de la Fundación Milton H. Erickson, I )an tuvo la oportunidad de revisar prácticamente todos los archi­ vos, videos, audios, escritos, sobre el trabajo del Dr. Erickson. Esta obra es un homenaje a nuestro Maestro, uno de los padres de la IIipnosis moderna y definitivamente padre de las Terapias Breves. Además, este libro es sumamente importante para mí. Su título es Estrategias psicoterapéuticas de Milton H. Erickson y, como señala I )an a lo largo del texto, está escrito para terapeutas. Sin embargo, a mí me parece que las estrategias que aquí se presentan son estrategias para la vida y que pueden enseñarse y aplicarse fuera del ámbito de la terapia; por ejemplo, en el salón de clase, en la consulta médica, en el desarrollo de comunidades y grupos, para realizar un trabajo pre­ ventivo. Cada uno de los lectores puede aplicarlas también a su vida d iaria para simplemente vivir mej or. Parte de las razones por las que tardó tanto en salir este libro es que yo quería ocuparme personalmente de la traducción o al menos de supervisarla y revisar con detalle el texto final y por el camino se me atravesaron muchas actividades que no podían esperar. Cuando Dan me entregó su manuscrito, comentó que él esperaba que los traductores a los distintos idiomas adaptaran su obra a la cultura de su país y que incluso lo editaran agregando textos cuando creyeran necesario o quitando los que no consideraban convenientes, y que aparecieran como coautores junto a él. Así fue como salieron la edición en inglés con Betty Alice y Roxanna Erickson como co­ autoras y la edición italiana en donde Consuelo Casula agregó un

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capítulo suyo sobre Esperanza y Resiliencia, que incluimos aquí. De hecho, la reestructuración del material que hizo Consuelo nos sirvió de base para la edición en español. Y hablo en plural, porque a lo largo de estos dos años hemos trabajado de la mano, comentando, reacomodando, volviendo a traducir, Malú de Dios y yo. Parte de la primera traducción la hizo Isabel Cancino y después seguimos nosotras, incluso volviendo a traducir lo que ella había hecho. En realidad mi trabajo de edición consistió en reacomodar, su­ prim ir unas cuantas frases que me parecían repetitivas y sobre todo asegurarme que el texto quedara en un español fluido como a mí me gusta escribir. No considero que este trabajo amerite aparecer como coautor. Espero, lector, lectora, que disfrutes este texto, te haga aprender tanto como a mí y, sobre todo, te lleve a sentir de cerca o tal vez imaginar al Dr. Erickson haciendo su trabajo.

Teresa Robles, Centro Ericksoniano de México, México, D.F.

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PRESENTACIÓN

I n 1991 descubrí a Milton H. Erickson. El viaje comenzó cuando un amigo me regaló un libro diciéndome que iba a cambiar mi vida. Aunque su entusiasmo me pareció un poco exagerado, tuvo razón. A partir de ahí, he pasado mi tiempo disponible en librerías, le­ yendo todo lo que puedo encontrar sobre Milton H. Erickson. He comenzado a verme a mí mismo y a los demás con diferentes ojos. En esc momento no comprendía exactamente qué había cambiado en mí. Ahora, mirando hacia atrás, veo que se ha abierto una ventana de esperanza resiliente, no una esperanza normal. No conocía exacta­ mente lo que iba a lograr. Sólo sabía que en mí y en los otros había una fuente de oportunidad mucho más profunda que lo que había imaginado antes. Erickson murió once años antes de que yo lo descubriera. Yo era lodavía muy joven y en ese entonces, lo que me interesaba en la vida eran: mi m atrim onio-m e acababa de casar-, terminar mi doctorado, empezar mi trabajo profesional y, más adelante, el nacimiento de mis hijos. Deseaba hacer a Erickson tantas preguntas, que inicié mi recorrido hacia la búsqueda de su voz. Pensé que la mejor manera de comenzar era conocer a sus dos hijas, Betty Alice Erickson y Roxanna Erickson Klein. Su empatia, su sabiduría clínica y la amistad que me han brindado, eran exacta­ mente lo que esperaba de las herederas de Erickson. Con su ánimo he comenzado a escribir artículos para el periódico de la Fundación Milton H. Erickson. Después de tres años, Betty Alice y Roxanna me invitaron a ser parte del staff editorial, a su lado. Trabajé cinco años para el pe­

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riódico, participé en los numerosos congresos ericksonianos, termi­ né el doctorado en la Universidad de Massachussets, me mudé a Phoenix y empecé a trabajar para la Fundación Milton H. Erickson como director asociado. Mi papel en la fundación me hizo res­ ponsable de la trascripción digital de las 1,500 horas de seminarios y conversaciones de Erickson conservadas en cintas actualmente desgastadas. Durante dos años consecutivos trabajé cerca de ocho horas al día escuchando a Erickson exponiendo sus ideas, sus casos clínicos, y sus experiencias de vida que más lo habían marcado. De nuevo, las cosas empezaron a cambiar para mí, casi auto­ máticamente. Sentía una sensación de valor y fuerza que no había conocido antes. Por fin había encontrado la voz de Erickson apren­ diendo a escuchar mejor la mía. En este escrito he tratado de poner en negro y blanco lo que he aprendido. La voz del libro es la de Milton H. Erickson. En múlti­ ples ocasiones Erickson invitó a sus alumnos a no tratar de imitar el estilo de otros terapeutas, sino que aprendieran a reconocer sus pro­ pias habilidades, así como la unicidad y los recursos de las personas que encontraban. Por eso te invito lector, lectora a tomar las estrategias descritas en este libro como indicaciones de un camino que no tiene un destino final predeterminado. El camino de la esperanza resiliente. El enfo­ que ericksoniano es tan amplio que no impone un modelo rígido de psicoterapia, que sea necesario seguir paso a paso, ni obliga a usar un grupo limitado de técnicas. Es en cambio una meta-teleología que introduce esperanza y resiliencia alrededor de cualquier obje­ tivo social o intelectual traído por el paciente. Es muy importante ser fiel a uno mismo y a la propia cultura, por eso sentí la necesidad de que este libro fuera traducido a diferentes idio­ mas por terapeutas estudiosos de Erickson nativos de cada cultura, que traduzcan y adapten las enseñanzas de nuestro Maestro. Así la heren­ cia de Milton H. Erickson continúa expandiéndose, “cortada a la medi­ da”1 de cada lengua y cada cultura. Tengo la esperanza de que quien lea este volumen pueda tomar las ideas contenidas en él, las haga suyas y con ellas cree un mundo nuevo lleno de potencialidades. 1 Término acuñado por el Dr. Jeffrey K. Zeig, quien tiene un libro publicado con ese título. Ver Robles (2006) y Zeig (1980).

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Ahora les presentaré algunas definiciones.

I rugmentación

( 'uando el todo no está bien, podemos modificar una partecita. Progresión

No podemos curar todas las enfermedades, pero siempre Ixulemos hacer algo por los que sufren. Distracción

Cuando el cambio se da en forma inadvertida, puede ser más poderoso que el auto-sabotaje. Kcorientación

Mientras mayor sea la complejidad del problema psicológico de una persona, tendremos más oportunidades de descubrir soluciones sencillas. Utilización

Siempre que pretendemos hacer cambiar a alguien, se desprende energía, aparecen emociones encontradas, pero si le ofrecemos una opción, la persona, canaliza hacia allá esa energía.

Estas definiciones reflejan algo de las más importantes lecciones que he aprendido de Milton H. Erickson e ilustran brevemente el contenido de este texto. Su enfoque psicoterapéutico es considerado por muchos como el trabajo de un genio. Su metodología es en ocasiones difícil de entender. Sus casos clínicos más famosos tienen en común que presentan un problema aparentemente infranqueable que es elegantemente resuelto mediante una solución sorprendenIemente simple y elaborada. Me admira cómo sus técnicas son a la ve/ simples, sutiles y complejas. Aunque él afirmaba que sus inter­ venciones se basaban en comportamientos naturales, y utilizaban el sentido común, yo me pregunto cómo podemos enseñar este tipo de intuición clínica. Gran parte de la literatura ericksoniana proporciona análisis mi­ croscópicos tanto de las palabras de Erickson como de sus acciones,

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de tal manera que hasta ahora, muchos de los esfuerzos para apren­ der la psicoterapia de Erickson se han reducido a repetir sus técnicas hipnóticas. Es muy importante estudiar sus técnicas y practicarlas, para desarrollar habilidades terapéuticas. Erickson propone que es muy importante que cada persona sepa qué tipo de técnicas puede utilizar, con cuáles se siente cómodo y cuáles conviene aplicar en cada paciente. Aunque el estudio de técnicas es un buen punto de partida, limi­ tar la enseñanza terapéutica al aprendizaje de procedimientos paso a paso corre el riesgo de desarrollar la percepción equivocada de que la terapia es algo que se le debe hacer al paciente. Es muy importante reconocer y hacer nuestra la visión del mundo sobre la salud, la enfermedad y la curación de donde derivan estas técnicas2. Sin esto, aún las mejores técnicas fallarán. La terapia no es algo que se deba “hacer” al paciente. La repetición ciega y la ortodoxia han caracterizado el pensa­ miento humano a lo largo de la historia. Si bien es verdad que es necesario aprender las aportaciones de nuestros predecesores en for­ ma estructurada, también es cierto que cuando los especialistas de cualquier área se limitan a repetir procedimientos paso a paso no hay innovaciones. Lo mismo se aplica para los psicoterapeutas. Estamos parados sobre los hombros de aquellos que vinieron antes, pero no repitiendo su molde sino reconociendo la función de su diseño. Con este espíritu de descubrimiento, te propongo, lector, lectora, estudiar las estrategias psicoterapéuticas del Dr. Milton H. Erickson. Como Erickson diría a propósito de la hipnosis, la mejor manera de apren­ derla, es experimentarla directamente. Para usar de manera compe­ tente estas cinco estrategias, te recomiendo, lector, lectora que trabajes mucho, analizando tus experiencias de vida importantes y las de otros, observando cómo otras personas resuelven desafíos importantes de su vida. Quisiera también, lector, lectora, animarte a aplicar estrategias para solucionar tus problemas cotidianos. Te aseguro que tendrás resultados excelentes y aprenderás mucho más. Estas técnicas se aprenden y cobran sentido cuando las vives y aplicas en ti; de otro 2 Tal vez lo que podríamos considerar como ericksoniano son: las estrategias que aquí se presentan, el trabajo con estados de trance naturales, el uso de lenguaje para desarrollar una conversación hipnótica, técnicas de sugestión como es el entre­ mezclado y, sobre todo, su propuesta epistemológica, su m anera de ver el mundo. Ver Robles (2004, pp. 19-24).

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modo, lo que encontrarás en las páginas si-guientes serán solamente ili’Ni i ipciones interesantes de patrones de pensamiento creativos y ni lámales. Mucha Suerte.

Dan Short Phoenix, Arizona

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PARTE I

ESPER A N ZA Y R ESILIE N C IA C onsuelo Casula

I. Pasiones y virtudes afortunadas utilizadas por Erickson y por los cricksonianos

I¡I título de este libro en italiano es Esperanza y resiliencia: cinco es­ trategias terapéuticas de Milton Erickson. Este título nos hace entrar de lleno al clim a terapéutico con que Milton H. Erickson acogía a sus pacientes. Esperanza, virtud antigua bien conocida de los griegos; y resiliencia, término moderno para otra virtud antigua, la fortaleza, han sido las principales pasiones de Erickson y son las protagonistas de osle libro de Dan Short. Ambas son instrumentos terapéuticos indis­ pensables para cada terapeuta que entra en resonancia con el sufri­ miento del paciente para restituirle energía protectora y estimularlo a continuar viviendo una vida plena. Cuando, en la versión de Hesíodo, Pandora abre el vaso y esparce entre los m ortales Fatiga, Enferm edad, Locura, Vicio, Pasión y Ve­ jez, deja hasta el fondo la Esperanza para im pedir a los hom bres que cometan suicidio. Quien escoge la esperanza no se siente seducido por los dones de Pandora que otorgan m aldad y contradicción, y se presta a dar crédito a la voz de la razón. Por su fuerza vital la espe­ ranza es una em oción im portante y es útil que nosotros, com o perso­ nas y com o terapeutas, aprendam os a cultivarla para nosotros y para nuestros pacientes. ¿Qué es la esperanza y de dónde trae el individuo su capacidad de esperar?

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2. Esperanza

La esperanza es en primer lugar el deseo de vivir que brota del placer de también existir en presencia de la ambigüedad e incertidumbre, incluso cuando en el presente falte el bienestar y cuando la vida haga experimentar dolor, enfermedad, pérdida. La esperanza es potencia reactiva y activa a pesar de la aflicción, sufrimiento y consciencia del propio límite. Y de la muerte. Esperanza -d e elpis, elpizo, suponer, que contiene la raíz vel, voluptas, deseo, placer- es una disposición del espíritu que lleva a creer en la realización de cuanto se desea; es una expresión del placer de vivir por el simple hecho de existir. Es un profundo amor por la vida, que se aprende a cultivar más y más con la edad, aun si sabemos que estamos cerca de la muerte. Es una virtud necesaria para reconocer y dominar el sufrimiento del estado presente y para vislumbrar una vía para salir del túnel. No consiste en la aceptación pasiva del estado de las cosas sino en la confianza de la posibilidad del cambio. Es una fuerza vivi­ ficante que aleja el oscuro pesimismo, que invita a guiar la fortuna y a dirigir las acciones según el consejo de la razón. La esperanza es tanto una pasión como una virtud, ambas afortu­ nadas. Es una pasión en cuanto corresponde a una actitud confiada en lo que respecta a la realidad, a una condición sugestiva que incita a liberarse del sufrimiento sufrido y a aspirar a bienes deseados aun­ que no sean disfrutados en el presente. La esperanza es también una virtud, inducida no sólo por la necesidad del dolor, sino también del deseo de un futuro mejor acompañado de la consciencia de la in­ certidumbre del mañana. Elpizo, quiere de hecho decir ser de la opinión, considerar probable, suponer. La esperanza no es convicción engañosa, no es ilusión falaz: es una alegría inconstante nacida de la representación de una cosa futura cuyo éxito se considera probable. Cuando el individuo espera eso que no es presente imagina cual­ quier cosa en el futuro, y lo espera con perseverancia. La esperanza presupone la confianza en sí mismo y otros recursos y se decide por el optimismo. Como una elección, no como trato característico.

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La esperanza es mesurada, privilegia el respeto del hombre, de las rosas y del tiempo de la oportunidad. El corazón de quien espera late

oii sintonía con el largo tiempo de la historia, conoce el secreto, la ley, l.i mezquindad y la grandeza. Quien espera escoge la voluntad, arranca ol futuro del azar y lo rehace con sus propias manos concibiéndose, con consciente modestia, como principal constructor de su mañana. La esperanza tiene la función de proteger el futuro del hombre, tic ejercitar la inalienable libertad positiva de escoger su propio ca­

mino. La vida de cada uno, en efecto, no es sino un proyecto que leñemos que llevar a término, cada cual siguiendo su camino de ex­ periencia plagado de dificultades, sin detenerse demasiado a contar Lis pruebas que tiene que superar ni a rumiar sus dolores sufridos. ( 'uando hay esperanza la fatiga pesa menos; cuando falta, la meta se vuelve, inalcanzable. La esperanza nos hace conscientes de que el pasado no nos perte­ nece más, que el presente manifiesta su ambigüedad y que el futuro se va inventando. Ofrece así el terreno de nacimiento de la experien­ cia innovativa, permite al individuo expresarse proyectando el pro­ pio destino, exalta la libertad de idear el futuro que desea vivir, de diseñar el perfil de quien quiere llegar a ser. La esperanza, que pennanece en el fondo del vaso de Pandora Iuego de que todo el mal se esparció en la Tierra, no es sin embargo el último y el único recurso disponible para exterminar el mal. La espe­ ranza por sí sola no es suficiente. Es necesario otro recurso para su­ perar el trauma, para vencer el dolor del pasado, para recuperarse después de cada caída, para cicatrizar las heridas, para evitar las trampas de la depresión y para no caer en la tentación de la ilusión Iiberadora del suicidio. Y este segundo recurso es la resiliencia.

3. Resiliencia

En física, la resiliencia es la capacidad de un material de resistir un choque inesperado sin destrozarse, es la resistencia que un material ofrece a la acción dinámica y mide la elasticidad. Del latín resiliens, resilire, rebotar, re-salire, saltar atrás.

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En sociología y en psicología, la resiliencia se refiere a la fuerza humana, más bien a la fortaleza, de reaccionar al evento traumático. Digo fortaleza, un término ya anticuado, porque no es anticuada aquella virtud cardinal que hace encontrar la fuerza de voluntad y la capacidad de aceptar con sabiduría protectora y preactiva, que no podemos modificar: fortaleza es la voluntad determinada de remo­ ver los obstáculos y de superar las dificultades contingentes para seguir adelante con optimismo consciente. Resiliente es quien sabe soportar el dolor sin lamentarse, quien sabe soportar las dificultades sin desesperarse, quien tiene el valor de tomar un camino que sabe que es tortuoso. Y por eso consigue com­ pletar todo lo que emprende. Resiliente es quien ama la vida y cultiva una virtud que disminuye los temores de muerte. La resiliencia se defiende de la auto-compasión y permite arriesgarse, recuerda que es­ tamos expuestos al peligro en cuanto mortales y al mismo tiempo nos hace enfrentar lo que nos impide vencer con audacia sabia. La resi­ liencia hace comprender el significado del dicho aristotélico “quien no conoce su propio limite, teme el destino”. La resiliencia es tanto hacer cuentas con la propia impotencia co­ mo vencer los temores del mañana. Sólo quien es capaz de soportar es más fuerte que la cadena que lo ata. Los sobrevivientes de los cam­ pos de concentración o los prófugos de largos años de prisión in­ justa, como Nelson Mandela, han demostrado que la libertad es algo interno que ningún alambre de púas puede encarcelar. Estos han dado prueba de coraje, han desenfundado, cuando ha sido necesario, la agresividad y han mostrado la capacidad de resistir, sin violencia o deseo de poder, en las condiciones de máxima impotencia: ésta es la manifestación de máxima fortaleza. Como también demuestran los pacientes que salen del túnel de la leucemia o los seropositivos que luchan no sólo con la enfermedad sino también con la hostilidad y los prejuicios sociales. Como demuestran tantas personas que han superado las dramáti­ cas pruebas de la vida porque han tejido con paciencia, esperanza y resiliencia el hilo del tiempo. La resiliencia pone en orden las perlas de las experiencias de ale­ gría y de dolor con un hilo de correlación de significados que hace

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plausibles las interpretaciones positivas y reestructura las experien­ cias negativas. Sólo quien ha aprendido a soportar no fracasa nunca, como la pintora Frida Kahlo, el violinista Itzhak Perlman, el ciclista Lance Armstrong, el corredor Alex Zanardi, por nombrar algunos. Perso­ nas que han reconocido la imposibilidad inmediata de cambiar el curso de los acontecimientos, pero que no han sufrido con resig­ nación. Han en cambio creído en su capacidad de generar nuevas

potencialidades. Lina ejemplar demostración de resiliencia la ofrece frida Kahlo quien, después de la amputación del pie, escribe en su diario: “Pies, ¿para qué los quiero, si tengo alas para volar?” . La resiliencia es también determinación, perseverancia y paciencia que, como habíamos visto, son también componentes de la espeian/.a. Quien es resiliente soporta porque orienta en el ámbito de la propia iniciativa eso que está obligado a sufrir: malformaciones ge­ néticas, salud inestable, amores perdidos, blancos fallidos, la muerte de la persona querida. Para aceptar el propio límite se necesita una tuerza generadora de recursos, de un sentido de justicia que defienda

la realización del bien y despeje el camino hacia algo perseguible. Se necesita una virtud que lleva a perseverar, a persistir en las dificulta­ des, a tener paciencia, a manifestar valor en la vida de todos los días.

Todo esto es resiliencia. Antídoto a cualquier tentación de resig­ nado abandono al destino, a la tragedia o a la fatalidad de la superioi idad de los acontecimientos. Es la capacidad de aceptar las heridas en la lucha por la realización de llegar a ser sí mismo que requiere discernimiento y sabiduría para no ser confundido con impulso cie­ go, irresponsabilidad e inconsciencia. Es la capacidad que nos hace comprender el sentido de cuanto dice Hemingway en Adiós a las armas: “Cómo nos divide el mundo a todos, pero sólo algunos se volverán más fuertes, donde han estado divididos”. Y el deber de nosotros, terapeutas, es precisamente ayudar a los pacientes que sufren y se conciben débiles y desesperados a cultivar estas dos pasiones afortunadas, esperanza y resiliencia, para llegar a ser proactivos y cambiar su destino. Veamos ahora quiénes son los terapeutas resilientes y cómo operan.

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4. El terapeuta resiliente

El campo de la psicoterapia nos ha hecho conocer varias personas resilientes: Milton H. Erickson, Víctor Frankl, Oliver Saks, Mara Palazzoli Selvini, sólo por citar algunos. Personas que han experi­ mentado en carne propia, dolorida, que la máxima energía vital no es sólo el amor: también enfermedades, pérdidas, enojo, odio, des­ afíos, provocaciones, que proporcionan un estímulo para volverse más fuertes, más sanos y más felices. A partir de las experiencias dramáticas de su vida, han aprendido a conocer las potencialidades del cuerpo y de la mente humana. El mal que han sufrido les ha dado la capacidad de comprender mejor el sufrimiento de los pacientes. Les ha hecho conscientes de que el trabajar no sólo con comprensión empática sino también con el desafío o el enojo, estimula la mo­ tivación para la cura. Como tienen mucho sufrimiento entran en discordancia con la resignación, para hacer resonar la cuerda vigorosa del enojo y del desafío, y en lugar del canto oscuro y melancólico de la deses­ peración, entonan esa alegría de la esperanza resiliente. El dolor les ha hecho crecer y ha estimulado en ellos una profunda confianza en sí mismos, un prioritario creer en sus propias ideas, una curiosidad insaciable respecto a un mundo rico de posibilidades inex­ ploradas, una actitud jocosa acompañada de no tomarse demasiado en serio, ningún vasallaje respecto a la autoridad constituida o de ortodoxos dogmáticos, el recurso de la intuición y de la creatividad. La confianza en sus propias posibilidades, la capacidad de controlar y de activar energía positiva y el gusto por el desafío, han impulsado a estos terapeutas a creer que el estado natural está representado por el cambio, no por la estabilidad. “La única cosa que no cambiará nunca es el cambio” , recuerda Heráclito. Tienen también la convicción de que cada individuo puede estar motivado por la libertad de escoger los aspectos positivos del cambio y de emplear la energía residual para su propia inevitable evolución. El sufrimiento que personalmente han sufrido les ha enseñado for­ mas para cambiar el destino y para escoger otro, demostrando que puede hacerse, convirtiéndose en ejemplos concretos, modelos a ser emulados. Están así comprometidos en poner a disposición de los

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| hii hules su propia experiencia personal para enseñarles cómo vol' • i m resilientes. I l iekson, Frankl, Saks, Palazzoli Selvini y todas las personas re11 miiles en general, no están replegadas en sí mismas, en sus heridas, 'iiim están impulsadas por la esperanza resiliente a mirar adelante y mus allá, con una mirada abierta, flexible y creativa, orientada al mis111« >t lempo hacia tareas perseguibles y desafíos. ¿Será por este motivo que sus enseñanzas son ahora todavía actuales?

¿Será por este motivo que Erickson, modelo concreto y bien visi11Ir de esperanza y de resiliencia, ha sido el inspirador de tantas apro-

' minciones terapéuticas? En particular ha sido la inspiración de una tu lilud rigurosamente respetuosa respecto al paciente, sin verlo co­ mo un sujeto pasivo al que se dan sugestiones hipnóticas, sino como tinelo activo y capaz al que la fuerza reanimada debilita momen-

i,tucamente. El deber del terapeuta con una concepción ericksoniana i", ayudar al paciente a hacer reaparecer la fuerza y a despertar nue\ ¡miente los recursos para retomar en sus manos las riendas de su I(lluro. Esto es lo que vas a encontrar en las páginas siguientes.

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LAS B A SES DE LA C U R A C IÓ N Y LA SA LU D

I I inicio clínico depende algunas veces de la m anera en que el teM|>euta com prende los fundamentos de la salud mental. Aunque es

Iii i >ihlc utilizar técnicas psicoterapéuticas sin conocim ientos teóricos i|iie sostengan la psicoterapia, el éxito bajo estas circunstancias deI u-i iderá más del azar que de la acción del terapeuta. Para com prender lus estrategias utilizadas en psicoterapia, prim ero es im portante enleiuler cóm o ocurre la curación m ental y cóm o influye la filosofía del Ifi apeuta respecto a la curación en las opciones terapéuticas que pueda reconocer. Por ejem plo, si un terapeuta cree firm em ente que para cada caso ilc neurosis se requieren entre dos y cuatro años de psicoterapia, entonces es difícil que pueda identificar oportunidades para resolver exitosamente una neurosis en menos tiempo. N o tiene sentido, ni es posible tratar de construir un edificio sin ver las especificaciones en los planos. Por eso a continuación propongo algunos puntos que constituyen los postulados filosóficos para utilizar bien estas técni­ cas, siguiendo las especificaciones.

I. La condición hum ana

l.l hombre que maldecía a la vida

Trajeron ante Erickson un hombre en silla de ruedas. Sus brazos y sus rodillas estaban fijos a la silla. El hombre estaba enojado y mal-

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decía el haber pasado los últimos once años paralizado p o r una dolorosa artritis. Solamente podía mover la cabeza y tenía un movi­ miento leve en un dedo pulgar. Dependía por completo de su esposa quien lo vestía, lo colocaba en la silla de ruedas cada mañana, lo alimentaba y lo ponía en la cama por la noche. Todo el tiempo él continuaba maldiciendo por su infeliz vida. Las palabras de Erickson fueron simples y al punto. Reprochó al hombre p o r su fa lta de movimiento: “¡Tienes un pulgar que puedes mover y más te vale que lo muevas! Y más te vale que ejercites tu $#% pulgar todos los días para pasar el $#% tiempo El hombre respondió a la recomendación médica de Erickson con una actitud desafiante para probarle que podría “mover el maldito pulgar todo el día y toda la noche y toda la semana y todo el mes ”y eso resultaría en “¡ninguna maldita mejoría! ”. El hombre se fu e a su casa con la absoluta determinación de probar que tenía la razón. Pero como continuó ejercitando su pulgar, de repente notó movimiento en el dedo siguiente al pulgar. Mientras avanzaba en el ejercicio pudo mover más dedos. Se sintió fascinado por ello. Cada nuevo signo de avance lo mantenía absorto en darse cuenta cuántos más pequeños movimientos podía obtener de sus dedos. Luegofue capaz de mover su muñeca yfinalm ente sus brazos. Estos ejercicios se convirtieron en el modo de pasar el tiempo de este hombre. Un año después de su primera cita Erickson le dio la tarea de pintar una pequeña cabaña. El hombre respondió maldi­ ciendo mientras le informaba que si tuviera un dedo de sentido co­ mún no mandaría a un hombre con tan limitado movimiento a pintar una cabaña. Erickson insistió. Esta tarea le tomó alrededor de tres semanas. Para el fin a l del verano aumentó su velocidad y fue capaz de pintar un dúplex de madera en una semana. Después de estos logros, consiguió un trabajo como chofer de camión. Luego decidió que debería unirse a una orden religiosa y pronto fu e elegido presidente de la orden. Durante su siguiente sesión con Erickson, el hombre decidió que necesitaba educación y entró a la universidad'.

1 Erickson (1957).

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I mi I a*n pensaba que la vida no es perfecta y las personas no siempre Imii »'it lo que es mejor para ellas. Por eso evitaba manejos de poder y

iIm co ntro l que no correspondían, por ejemplo para presionar a las |«**i u»mas a seguir un estándar de perfección que no existe. En polainas de Erickson, “la perfección no es un atributo humano”2. Y pni eso con frecuencia advertía a sus pacientes sobre las consecuenDIhm do querer lograr una curación total. En lugar de buscar la pt i lección, Erickson se dedicaba a tratar de mejorar la salud del ■Relente, aunque fuera imperfecta. El sentía que lo importante era Imi-ii ai algo bueno, por pequeño que fuera, que la persona pudiera Inflar en relación con su situación actual. Como ocurre con frecuen■iii, un pequeño cambio puede llevar a otros inesperados y provocar una cascada de cambios positivos y beneficios que nunca hubiéraimi is imaginado. En el caso del hombre con artritis, Erickson comentó i|iie al inicio no tenía idea de que el paciente tendría un progreso tan ciliaordinario. Si el paciente desea hacer el esfuerzo, a veces las i li cunstancias aparentemente imposibles pueden resolverse. Aquí hay otro punto importante: la vida requiere esfuerzo. Ade­ mas de ser imperfecta, la gente necesita trabajar duro para estar bien. I n la mayor parte de su trabajo clínico Erickson evitaba usar palala as que implicaran un papel pasivo del paciente, pues quería que los pacientes estuvieran activamente comprometidos con sus pro­ pios procesos de curación. Erickson, que creció en una granja, enlendía perfectamente el significado de la frase: “Tienes que hacer tu paite del trabajo”. También conocía la sensación de satisfacción después de un día de trabajo duro. Erickson puso al hombre con artritis a ejercitar el pulgar y a pintar casas. Esto fue más útil que dejarlo sentado en su casa dejando que su cuerpo de desgastara. Sin importar la discapacidad, el resultado de la falta de esfuerzo es no avnnzar. Quizá por eso, sabiamente, muchos clínicos deciden “no II abajar más que el paciente”.

Erickson a menudo repetía: “Un hombre es sus pensamientos”3, Irase que proviene de una filosofía ancestral. En el caso anterior el hombre no se curó de artritis. Erickson explica: “Aunque aún cojea un poco, tiene una actitud agradable y ' H rickson(l 973/2002, p. 14). Krickson y Rossi (1979, p. 262).

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sana”. En otras palabras, el hombre aprendió a ver en forma más positiva su situación de vida. Erickson utilizó este caso para ilustrar la importancia de aceptar y utilizar las imperfecciones del paciente. Esto es, en esencia, la capacidad de adaptación y la resiliencia. Po­ demos decir que donde la capacidad de adaptarse y la resiliencia terminan, comienza la muerte. Para no permanecer inmovilizada, una persona debe tener la capacidad de aceptar circunstancias inde­ seables. Esta idea fue expresada hace poco por un competidor en el Tour de France, Tyler Hamilton. Durante la primera etapa de la ca­ rrera, chocó y se fracturó la clavícula. A pesar del dolor intenso fue capaz de completar la carrera y ocupar el cuarto lugar. Cuando se le preguntó cómo pudo lograr tal cosa, Hamilton dijo que aprendió a aceptar el dolor. Una vez que dejó de pelearse con él pudo hacer los ajustes necesarios en postura, equilibrio y pensamiento. Esto es qui­ zás lo que Erickson quería decir cuando hablaba de que el problema más común era la falta de flexibilidad, la rigidez en la psicoterapia4. La capacidad de adaptación es esencial para la resiliencia así como la aceptación lo es para el aprendizaje. Si una persona continúa pe­ leándose y rechazando cambios propios del ambiente o del cuerpo, está desperdiciando energía y retardando la recuperación. Si el pensamiento humano está relacionado con las realidades emergentes, “un hombre es sus pensamientos”, lo más importante en la terapia es transmitir la idea de que el cambio es posible. Erickson no prometía curaciones que parecieran imposibles y en ocasiones aseguraba de manera paradójica lo inevitable del fracaso. Como él explica: “ Le sugieres a un paciente desesperado que lamentas mu­ chísimo que, más allá del éxito que tengas con él, vas a fallar diez por ciento del tiempo. Y le expresas una pena terrible de que él también va a fallar diez por ciento del tiempo y le dices que lo lamentas. Lo que en realidad le estás diciendo es que va a tener éxito el noventa por ciento del tiempo. Y así empiezas a construir en él una filosofía que le permita aceptar ese diez por ciento de fracaso”5. Erickson usaba frecuentemente este enfoque con los pacientes que estaban absoluta­ mente convencidos de que iban a fracasar. Construía sus frases de tal manera que el cambio parecía de repente posible. Y esto lo lograba creando un espacio para aceptar la imperfección. 4 Zeig(1980). 5 Erickson (1962a).

I rickson terminaba a veces un trance diciendo: “Todas las cosas •....ñas terminan”. Éste es uno de los más profundos dilemas para las i naturas vivientes. Nuestra realidad está ligada a un cueipo frágil i|iie eventualmente morirá. Como Erickson había sido discapacitado por la polio, entendía esto muy bien, sin embargo, su repuesta a esta i ondición humana recuerda la máxima bíblica de “Tu cuerpo es un templo”. Como se verá a lo largo de este texto, la terapia de Erickson .K inpre apuntaba al bienestar y a la importancia del cuerpo. De hecho, él decía que un resultado clínico positivo tenía que ver con poder utilizar toda la intensidad de la personalidad para hacer uso del cuerpo. Esto sirve para ayudar a obtener resultados terapéuticos6. I’or ejemplo, en el caso del hombre con artritis Erickson explica: I spera la estación de lluvia cada año y los tres a siete días durante los cuales estará confinado a la cama por el dolor de la artritis”. El hombre era capaz de esperar con entusiasmo que llegara el momento de estar incapacitado porque le daba la oportunidad para ponerse al corriente de los libros que quería leer. Con la ayuda de Erickson lomó toda la energía que estaba desperdiciando en maldecir y la puso a ejercitar su dedo pulgar, dedos, brazos y el resto de su cuerpo. I se hombre pudo también apreciar el momento en que aparecía la artritis residual como unas vacaciones. En resumen, Erickson ponía sus curaciones a disposición de todas las personas, sin importar cuáles fueran sus circunstancias de vida.

2. Salud m ental y curación

/(checa

Una niña de siete años llamada Rebeca fue llevada a la oficina de I 'rickson completamente envuelta en un cobertor. No había podido salir de su casa desde hacía varias semanas. El pensar en salir le resultaba en extremo doloroso y le causaba violentos síntomas como vómito, diarrea, incontinencia, taquicardia y desmayos. Erickson i omenzó la terapia discutiendo de manera lenta y sistemática sobre

"

Erickson (1957).

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cómo pensaba ella que debería descubrirse y qué tanto del cobertor debería permanecer en su lugar. Igual de cuidadosamente revisó con ella qué tanto sentía que podría decirle. Su historia era la siguiente: A l dirigirse a su casa después de salir de la escuela, un enorme perro pastor alemán la mordió. Esto la asustó terriblemente. Entonces los dueños del perro salieron y la regañaron por molestar a su perro. Luego expresaron que estaban molestos por haber tenido que pagar para que su perro fuera llevado a observación. Tras haberse recuperado de la mordida del perro, Re­ beca regresaba a su casa y nuevamente fu e atacada por el perro. Los dueños habían decidido no encerrarlo porque pensaban que necesi­ taba el ejercicio. De nuevo los dueños regañaron a la niña y le dije­ ron que iban a demandar a sus padres. Rebeca estuvo todo el fin de semana en su casa recuperándose de la segunda mordida del perro. El siguiente lunes salió hacia la escuela pero llegó hasta la banqueta y se regresó sintiéndose mal. A l día siguiente solamente llegó hasta la puerta antes de sentirse mal. A l tercer día no salió de su casa. La primera respuesta de Erickson fu e justificar su miedo y sus síntomas asociados. Con una mirada de asombro le dijo: “¡Estoy sorprendido de que seas una niña tan fuerte y sana! ”, refiriéndose a los hechos traumáticos, Erickson añadió: “Estoy sorprendido de que no estés mucho peor. Estoy sorprendido de que tu corazón no lata mucho más rápido. ¡Estoy sorprendido de que seas tan fuerte y sana y que tus desmayos no duren más y de que no tengas más diarrea! ”. Después Erickson explicó lo que hizo diciendo: “Tenía que darle a esa niña una buena opinión sobre su cuerpo y su comporta­ miento Después de haber estado sentada escuchando a Erickson alabarla, Rebeca comenzó a tener una opinión diferente sobre sí misma. Comenzó a reír y a bromear y quiso ver al perro de Erickson, quien se lo había descrito como un inofensivo labrador. Seis visitas después la niña no requirió más terapia7.

¿Cómo ocurre la curación? ¿Qué hace que una persona regrese a un estado de salud? Los tratamientos y las intervenciones vienen de fuera. La curación es algo que ocurre desde dentro e involucra a todos los sistemas del cuerpo. Un médico del siglo IX dice: “Yo traté 7 Erickson (1961).

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Id herida pero fue Dios quien la curó”. En otras palabras, sanar es la m11vación de recursos internos durante el proceso de recuperación. Por consiguiente, la psicoterapia de Erickson consistía en una i onstelación de procedimientos utilizados con el propósito de co­ municar la idea de que “tú tienes la capacidad para curarte y estar »(dudable”. En el caso de Rebeca, Erickson comunicó de manera diireta y convincente la idea de que ella era una niña fuerte y sana. Le reafirmó lo bueno sobre su cuerpo, la ayudó a sentirse valiente. Hahíendo aceptado estas ideas, Rebeca fue capaz de regresar a un estado de salud mental. lín general se puede decir que la salud es un proceso activo que ilebc originarse desde dentro. Todos estamos familiarizados con los consejos médicos de comer bien y hacer ejercicio. Pero la salud es mucho más que la decisión de alimentarse y moverse de manera vigorosa. Se requiere un deseo de mantenerse bien a uno mismo en lodos sentidos, tanto físicos como mentales. La salud implica una nclitud vigilante para evitar ser dañado y para crear un hogar feliz. I a salud también incluye innumerables acciones diarias como platicar con un buen amigo, cuidar un jardín o escoger un momento para estar a solas. Todo esto proviene de un deseo de involucrar las habilidades de la mente y del cuerpo.

Más que considerar la salud como un objeto u objetivo clínico, debe ser vista como un proceso a lo largo de la vida. De la misma manera que la salud es un proceso continuo, lo es la curación. Cuan­ tío la curación se detiene, entonces la salud se desvanece lentamen­ te. Por lo tanto, puede afirmarse que la salud duradera requiere más que un tratamiento exitoso. Una importante observación de Erickson a menudo citada, era que alguien que es psicótico y cree que no tiene estómago o alguien más que está hospitalizado con anorexia aun cuando puede ser ali­ mentado por sonda con cientos de calorías por día, puede morir por desnutrición. Éste sería un tratamiento que no activa la sanación. Una observación similar fue hecha por Víctor Frankl8quien refiere el caso de un paciente curado de gangrena al serle amputada una pierna que, al sentirse incapaz de soportar la pérdida de un miembro, se suicida. El punto esencial aquí es que ya sean biológicas o psi* Frankl (1955).

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cológicas, son las capacidades y los recursos del paciente los que producen la curación. Quizás la más significativa distinción entre sanar y dar un trata­ miento es que este último no puede darse independientemente del primero. Sanar es un producto del cuerpo y la mente, en contraste, el tratamiento es una intervención realizada por un individuo. El terapeuta se debe preguntar respecto a cada paciente: “¿Qué es lo que esta persona necesita para vivenciar su capacidad innata de curación?” . Para promover efectivamente este proceso se debe: “Dejar que los pacientes sepan que ellos se van a curar y que esto sucederá dentro de ellos” ’.

3. El papel del terapeuta

El niño al que le frotaron la cara con eso

Unos padres llevaron con Erickson a su hijo de doce años. Le di­ jeron: “¡Este niño ha mojado su cama todas las noches todas las semanas desde que era bebé! Le hemosfrotado la cara en la cama, lo hemos golpeado, lo hemos hecho lavar las sábanas. Lo hemos dejado sin comida y sin agua. Le hemos puesto castigos inimaginables y sigue mojando su cama Erickson les respondió con un tono fuerte y autoritario: “Ahora es mi paciente y no quiero que interfieran con la terapia que voy a hacer con su hijo Luego sopesó la situación: “Ustedes quieren una cama seca. Yo haré la terapia y nos dejan a mí y a su hijo en paz. Ustedes me dejan hacer todo lo que necesito con su hijo y se callan la boca y son amables con mi paciente ”. En su deses­ peración, los padres aceptaron sus términos. En una reunión en privado con Joe, de doce años, Erickson le contó las instrucciones que había dado a sus padres. Joe se puso feliz con las condiciones. Luego Erickson le dijo: “Sabes, tu padre mide 1.90 metros, es un hombre enorme, robusto y poderoso. Tú solamente tienes doce años, ¿cuánto mides? Joe respondió que medía 1.80. ’ Erickson (1965b).

I uego Erickson le preguntó: “¿Cuánto pesa tu padre?” “Pesa 110 kilos Erickson notó que en sus 110 kilos no había nada de grasa. Luego le preguntó a Joe cuánto pesaba. Erickson actuó sorpren­ dido ante la respuesta: “Tú pesas 85 kilos y eres un niño de doce uños, ¿no? ¿Te imaginas cuánta energía y fuerza ha necesitado tu i uerpo para form ar ese enorme y hermoso chasis en un niño de doce liños?”. Observándolo, Erickson añadió: “Piensa en todos esos músculos que tienes y en la fuerza que tienes. Has estado poniendo mucha energía en form ar todo eso en doce cortos años. ¿Cómo crees que serás cuando tengas la edad de tu padre? ¿Medirás solamente unos insignificantes 1.90 metros, pesando solamente 110 kilos? ¿O crees que serás más alto y más pesado que tu padre? Sólo tienes doce años y ya pesas 85 kilos. Tu enorme padre solamente pesa 25 kilos más que tú y ¡es mucho mayor que tú! ” Joe consideró estas cuestiones, obviamente complacido con esta nueva y diferente perspectiva. Nunca antes había considerado su i recimientofísico como un logro personal.. Erickson continuó: “Tus padres me han pedido que te cure de mojar la cama, y me han dicho todo lo que han hecho mal en su intento p o r conseguirlo, así que aclarémoslo ahora. Joe, yo no voy a i ararte de mojar la cama, en lugar de eso te voy a decir unas cuantas cosas. Tú has dedicado mucha energía y fuerza en construir este hermoso y enorme chasis en un niño de doce años. Tú vas a ser una estrella del fútbol en la universidad. Vas a ser un atleta en la universidad, pero ¡no te falta mucho! ¡Solamente te faltan 25 kilos />ara alcanzar a tu padre! Y aún tienes nueve años para que seas un adulto, ¡nueve años para subir 25 kilos! Tú puedes hacer eso, tú lo sabes y yo lo s é ”"1.

I 'n psicoterapia, la mente y el cuerpo del paciente representan su fuerza primaria para resolver lo que necesita resolver. El papel prin­ cipal del terapeuta es actuar como catalizador. En este papel el tera­ peuta es responsable de ayudar al paciente a reconocer nuevas posi­ bilidades. Por ejemplo, un niño que no ve alternativa a una vida de mojar la cama se ve estimulado con algunas ideas novedosas que le Erickson ( 1964a).

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otorgan nuevas, futuras, posibilidades. Como Erickson explicó so­ bre el caso anterior: “Podías ver la mente de Joe despertando en todas direcciones, estaba obteniendo una nueva imagen corporal de sí mismo como un hombre”" . Es necesario que el terapeuta reconozca la importancia de obte­ ner la cooperación y la participación del paciente. Erickson define esta dinámica diciendo que “en la relación terapeuta-paciente tienes un objetivo en común: el paciente quiere un tipo de atención y tú estás preparado para dar esa atención. Son dos personas unidas, trabajando por un objetivo en común: el bienestar del paciente”. Erickson se preguntaba en esta relación recíproca: “¿Qué puedo hacer yo y qué puedes hacer tú? Primero yo hago esto y después tú haces lo otro”. De acuerdo con Erickson: “Muy pocas veces das órdenes porque no quieres que la otra persona sea un esclavo inde­ fenso. Se obtiene menos trabajo de un esclavo que de un trabajador libre porque la relación no está determinada por el control o el domi­ nio, habrá ocasiones en que el paciente complazca al terapeuta y ocasiones en que el terapeuta complace al paciente” 1". Hacia el final de su carrera, preguntaron a Erickson qué era lo que le había enseñado a ser un mejor terapeuta. Erickson respondió que él luchaba continuamente por controlar menos13. Paradójicamente, uno de los problemas cuando se busca manipular o controlar al paciente es que al final se debilita la posición del terapeuta. Cuando el paciente no responde a lo que el terapeuta anticipa, la situación se vuelve más difícil. Si se desarrolla una sutil batalla por el control, se distrae ener-gía del proceso de curación y se pierde la oportunidad para que el paciente descubra sus recursos internos y sus habilidades encubiertas. Como decía Erickson en numerosas conferencias durante los años 1950 y 1960: “Recuerden que uno no es el importante (en la curación), sino el paciente” . Al buscar la manera de dar apoyo a los que sufrían, Erickson cla­ ramente comprendió que cuando ofrecía ayuda él no estaba del todo seguro de lo que el paciente haría con ella. Más bien, esperaba una colaboración que resultara en acciones útiles. Erickson nos recuerda que el terapeuta debe “siempre dejar que el paciente siga su propia "ídem . ’’Erickson (1966). 13Erickson y Rossi (1981).

muñera espontánea de hacer las cosas”14. De esta manera se facilita que descubra sus habilidades y sus recursos internos. No importa lo que el paciente haga en respuesta al estímulo teraico, siempre se le presentará otra oportunidad. Cuando se necesita

I H -u t

un cambio de dirección, el terapeuta debe apelar a fuerzas motivacioini les preexistentes dentro del paciente. Podemos hacer una analogía con el tenis. Cuando la raqueta recibe una pelota no tiene control sobre la dirección ni la velocidad del objeto proveniente. Sin embar­ co, la raqueta puede moverse en algún ángulo hacia arriba o hacia nbajo y la pelota va a reaccionar de manera muy distinta. Para dirigir .ulecuadamente la pelota, el foco del control está en la superficie de la mqueta y no en las propiedades de la pelota. En el caso de la cama húmeda de Joe, Erickson no intentó que el niño detuviera su com­ portamiento. En lugar de eso, giró el foco de atención hacia los logros de .loe, el extraordinario desarrollo de su cuerpo. Esto giró la situación de tal manera que el desarrollo normal y natural de Joe le permitió crecer hacia fuera del problema. Al describir este caso Erickson explicó: “Le dije que NOSOTROS tendríamos que esperar y ver cuándo tendría su primera cama seca”. Ésta es la manera en que I rickson definía de manera situacional el papel de cada participante en el proceso de curación.

4. El enfoque m eta-teleológico de la psicoterapia

Este capítulo introduce un término filosófico que actúa como pilar que sostiene los otros componentes en este modelo de curación. El lérmino teleológico es comúnmente usado para describir los esfuer­ zos de las personas para encontrar dirección en su vida. En general, es un estudio del propósito y a partir de ahí se establecen metas. El término meta es un prefijo usado a menudo para describir algo que existe más allá del punto habitual de referencia. Cuando una persona establece como su objetivo ayudar a otros a establecer objetivos significativos, diseñados por ellos mismos, esa persona tiene un enfoque meta-teleológico. Por eso, en este capítulo vamos a ver ¿cómo el paciente puede acudir a alguien externo pidiendo ayuda y conservar al mismo tiempo su voluntad personal íntegramente? 14Erickson (1962b).

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La mujer con enfermedad de Reynaud

Una mujer de cincuenta años, diagnosticada con enfermedad de Reynaud, llegó a la oficina de Erickson en un estado extremo de dolor y de fa lta de sueño. Le mostró las manos y le dijo: “Tengo ulcerados los dedos p o r la fa lta de circulación en las manos, ya me amputaron un dedo y están a punto de hacerme otra amputación Decía que p o r el dolor tan intenso no podía dormir más que una o dos horas seguidas. Erickson le respondió que él no sabía nada sobre cómo curar la enfermedad de Reynaud, y le dijo que si algo se podía hacer al respecto sería que sus propios “aprendizajes corporales ” se ocupa­ rían del asunto. Después Erickson le enseñó cómo entrar en trance, le explicó que ella tenía una enorme cantidad de aprendizajes corpo­ rales, las habilidades internas que todos acumulamos en una vida llena de experiencias. Le dijo que durante el día su mente inconscien­ te estaría completamente absorta en contactar y conectar todos sus aprendizajes corporales para usarlos en su beneficio. Le sugirió que antes de irse a dormir, se sentara en una silla y entrara en un estado de trance, y que durante el trance iba a poner todos sus aprendizajes en acción. Después de salir del trance, ella lo llamaría. La mujer siguió la rutina prescrita por Erickson. Antes de dormir se puso en trance. Llamó a Erickson a las 10:30 p.m. y con voz temblorosa le dijo: “M i esposo está sosteniendo el teléfono porque yo estoy muy débil como para sostener la bocina. ¡Estoy asustada! Apenas puedo estar sentada en la silla. Hice exactamente como me dijo, me senté y entré en trance y de repente empecé a sentirfrío. Me daba cada vez más frío, como cuando era niña en Minnesota. Estuve tiritando por más de 20 minutos, ¡hasta los dientes me chirriaban! Luego, desapareció el frío de repente y comencé a entrar en calor. ¡Sentí un gran calor por todos lados! Ahora he alcanzado una profunda sensación de relajación física y cansancio Erickson le respondió: “La felicito por enseñarme cómo manejar este tipo de problema. Ahora váyase a la cam ay me llama cuando se levante”. Erickson recibió la siguiente llamada a las 8 a.m. Era la primera noche de sueño continuo en más de diez años.

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I rickson explicó este éxito diciendo: "No hice nada más que i/n ii le que utilizara, a su manera, sus propios aprendizajes corporah \ especiales Varios meses después recibió una carta en la que le i/i’i iu que había estado libre de dolor usando este método de dilata­ ción capilar en sus brazos, muñecas y manos. Cada noche antes de Use a la cama, alteraba la circulación de su sangre de tal manera que fiadla obtener alivio en sus manos y por lo tanto, podía dormir duhOttc toda la noche15.

I ini característica fundamental que subyace a todas las enseñanzas y lii leí apia de Erickson es su profundo respeto por la individualidad de i Hila persona. Durante su trabajo clínico tenía el cuidado de crear el i'Npucio terapéutico para que los pacientes alcanzaran sus objetivos, a m i propia manera. Erickson no creía que los pacientes debieran adapi ,e ¡ i los modelos teóricos de cambio creados por otras personas, él Cíela que la füosofía de cambio debía provenir del paciente y no del Iiheo de texto. ii

lirickson se negaba a validar cualquier objetivo preestablecido ile la terapia y creía que ninguna de las escuelas de psicoterapia exis­ tí'ti les hasta entonces podía considerar de manera apropiada todo lo particular de cada individuo16. Por eso, su original enfoque ha llega­ do a ser conocido como enfoque “no directivo” . Sin embargo, este término es un poco engañoso porque puede im­ plicar una posición pasiva en lugar de activa por parte del terapeuta. ( orno puede observarse en el caso anterior, Erickson fue más pro¡k'tívo que pasivo. Trabajó de manera estratégica y no simplemente esperó a que los problemas se resolvieran17. Una gran parte de su tra­ bajo era ayudar a las personas a reconocer y lograr sus propios obje­ tivos personales. De hecho, ése era su objetivo primordial. El uso creativo que Erickson hizo de la hipnosis ha puesto en tela de juicio la noción tradicional de que el objetivo final de todas las técnicas hipnóticas es la sugestión. En el tipo de hipnosis que propo­ ne y conocemos como hipnosis ericksoniana, utiliza tanto las tenden­ cias humanas generales como las características individuales. En la lirickson (1960a). Iirickson-Elliot y Erickson-Klein (1 9 9 1). ' lla le y (1973).

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hipnosis ericksoniana, los conceptos de sugestión y de utilización están firmemente ligados al reconocimiento y promoción de la vo­ luntad del paciente. En esta meta-teleología, las sugestiones, la inspi­ ración y el apoyo sirven como mecanismos para activar los recursos internos. Cuando el paciente obtiene una nueva manera de apreciar lo que puede hacerse da una comprensión nueva y un cambio clínico profundo. En el caso de la mujer con la enfermedad de Reynaud, el catalizador fue el estímulo de un experto médico, Erickson. Esto le permitió comprender que ella tenía una enorme cantidad de aprendi­ zajes previos no reconocidos y que podía usar estos aprendizajes internos para alcanzar sus objetivos. Una ilustración similar de este enfoque clínico puede encontrarse en un trabajo de investigación sobre la resiliencia al dolor1'. Los in­ vestigadores usaron dos métodos diferentes para ocasionar dolor: uno fue la inmersión del brazo del sujeto en un tanque de agua helada; el otro fue el incremento gradual de la presión de un cuchillo contra un dedo del sujeto. Se pidió a los sujetos que soportaran el estímulo doloroso tanto como sintieran que podían aguantar. Se descubrió durante ensayos por separado con diferentes grupos que después de decirles: “Haga cualquier cosa que pueda para reducir el dolor”, los sujetos pudieron soportar mayores cantidades de estímulos dolorosos sin quejarse. Al simplemente recibir permiso explícito del investigador, los sujetos parecieron ser capaces de incrementar significativamente sus recursos para enfrentar esa si­ tuación. No fue necesaria una inducción hipnótica formal para que el efecto ocurriera. Este hallazgo fue interpretado como un indicio de que las sugestiones hipnóticas para enfrentar situaciones pueden causar efecto simplemente al permitir el uso de capacidades preexis­ tentes. Este resultado también puede verse como un incremento en la resiliencia, dado al introducir esperanza. Existe una poderosa energía curativa que se produce al combinar la esperanza y la utilidad, que dan como resultado una gran resilien­ cia. Para mantener la salud, los pacientes necesitan reconocer que hay algo significativo que puede hacerse para resolver sus proble­ mas. Sin una razón para actuar no existe la iniciativa. Como se ha mostrado en numerosos estudios sobre las expectativas positivas, la esperanza produce la mejoría del síntoma y promueve la salud fisil8Spanos et al. (1984).

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cu. Dichos estudios han mostrado que los tratamientos con placebo, que producen esperanza, aminoran la severidad de la artritis, curan dolores de cabeza, reducen el dolor, previenen resfriados, curan úl­ ceras, inhiben síntomas de supresión de drogas, alteran el funciona­ miento gástrico, controlan los niveles de azúcar en sangre de diabéIicos, reducen la enuresis, reducen la frecuencia y la severidad de los lilaques de angina de pecho y revierten el crecimiento de tumores

malignos19. En contraste, los estados emocionales negativos aumen­ tan la vulnerabilidad ante la enfermedad física, agravan enferme­ dades presentes y retardan el proceso de curación20.

Si creemos en la bondad innata del hombre, tendremos resiliencia como respuesta. Las personas que no tienen una autoestima adecuada

pueden dirigir energías contra ellos (por ejemplo, alguien que hace pasar hambre a su cuerpo por la anorexia) o no pueden conectar sus recursos. Erickson nos mostró claramente que su objetivo era comu­ nicar la bondad y la entereza del cuerpo del paciente. Los pacientes necesitan un sentimiento de seguridad en su propio cuerpo21. Cuando se convencen de las bondades de la mente, corazón, sistema digestivo o cualquier otra parte del cuerpo que ha estado temporalmente descompuesta, se crea un nuevo sentido de auto-eficacia. Como ha sugerido la investigación contemporánea, uno de los secretos de la resiliencia es tener un sentido de control sobre lo que está ocurriendo durante un momento de prueba22. Esto permite a los pacientes usar sus capacidades internas y aprendizajes para alcanzar sus objetivos. Otro elemento importante en el caso de la mujer con enfermedad de Reynaud, es la instrucción de Erickson de que confíe en su mente inconsciente. Esto le dio esperanza, ya que le hizo creer en la bondad de sus propios recursos mentales. En contraste con las ideas de Freud acerca de la mente inconsciente, Erickson siempre enfatizaba las virtudes de la mente inconsciente de los pacientes. Con frecuencia usaba este constructo para comunicar la idea de que los pacientes tenían dentro de ellos una fuerza aún no reconocida en la que podían confiar y de la que podían depender, algo con un gran potencial aún desconocido. Éste era el tipo de incentivo que caracterizaba su enfoque meta-teleológico. " Beecher ( 1961 ), Honigfeld ( 1964), K lopfer ( 1957) y Volgyesi ( 1954). “ Frankl (1973). 71Erickson (1962c). Bandura (2003).

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Puede haber muchos objetivos durante el curso de la psicoterapia, pero siempre debe haber un objetivo clínico que actúa como brújula. De manera similar a un faro apostado en lo alto de una montaña, el objetivo totalizador permite al terapeuta navegar alrededor de di­ versos obstáculos mientras mantiene un sentido de dirección. Este objetivo es el pináculo que justifica todos los demás objetivos subor­ dinados. En el contexto de la terapia ericksoniana, el objetivo pri­ mordial detrás de todas las tareas psicoterapéuticas es hacer que se activen habilidades no reconocidas para que el paciente las utilice vo­ luntariamente para lograr sus propósitos. Esta es la meta-teleología del cambio. En fin, al estudiar la filosofía detrás del enfoque curativo de Erickson, observamos la propuesta de ver la terapia como una oportunidad para que el paciente y el terapeuta hagan algo significativo en relación con las necesidades del paciente. ¿Hacia qué dirección? Depende de la voluntad del paciente y no de alguna doctrina externa de cambio. El objetivo del terapeuta es promover estratégicamente el logro de las metas del paciente. De esta forma, la terapia no conlleva un espíritu de coerción, superioridad o adoctrinamiento, sino un espíritu de cooperación, aprendizaje mutuo y descubrimiento. De la misma manera en que un médico puede elegir entre muchos tipos de medicamento, la terapia puede darse utilizando una intermi­ nable variedad de técnicas. Las estrategias clínicas de las que deri­ van estas técnicas no deben verse como un agente curativo, sino como un medio para fortalecer el sistema inmune psicológico y esti­ mular un proceso interno de curación. Por lo tanto, el énfasis debe ponerse en las capacidades internas del paciente y no en las acciones del terapeuta. Por último, deben evitarse los objetivos perfeccionistas y las ideas egoístas; en lugar de pensar “debo encontrar una solución a este problema”, el enfoque de Erickson era pensar en términos de la resiliencia del paciente y su esperanza en el futuro.

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PARTE III

ESTRATEGIAS CLÍNICAS Y T ÉC NICAS

“El secreto de la psicoterapia reside en hacer que el paciente haga algo que él quiere hacer pero que normalmente no haría Milton H. Erickson (fecha desconocida)

I I artesano experto, capaz de realizar tareas com plejas, tiene la habi­ lidad para aplicar rápidam ente estrategias para resolver problem as en su cam po. Entre m ás practicam os una estrategia, necesitam os menos reflexión consciente para realizarla y es m ás probable que »parezca de m anera espontánea y que se increm ente la eficiencia porque cada decisión consciente representa num erosas cadenas de lazonam iento im plícito. Por esta razón, m uchas veces los grandes terapeutas tienen dificultades para explicar sus estrategias clínicas. I as han practicado tanto que si se pusieran a pensar consciente­ mente cóm o realizan cada paso, titubearían. Dentro del contexto de la psicoterapia, lo que se ha llamado “intuie ión clínica” podría considerarse con mayor precisión “razón implícita”. I a razón implícita es un proceso lógico, no es adivinar creativam ente ni tener “suerte”. Para poder adquirir las habilidades que tenía Erickson para resolver problemas, es necesario entender claramente sus estrate­ gias que hasta ahora nos parecen enigmáticas. Uno de los objetivos de este libro es discutir algunas de ellas. Cada estrategia es com o un esquema general que puede aplicarse a una gran variedad de situa­ ciones problemáticas para llegar a nuevas y únicas soluciones. Veremos a continuación que m ientras m ás am plia sea la aplicación de una estrategia, más útil será. En el contexto de este trabajo, una estrategia se define com o un principio fundam ental de la solución de problem as hum anos que permite al terapeuta experto diseñar técnicas especializadas para enfrentar diferentes retos em ocionales o psicológicos. Las técnicas psicoterapéuticas, com o el doble vínculo terapéutico, la prescrip­

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ción del síntom a, o la instrucción paradójica, pueden agruparse en categorías de acuerdo a una función com ún. Las estrategias determ i­ nan qué técnicas se deben usar, cóm o y cuándo. Cuando un terapeuta aplica una técnica terapéutica sin com prender bien su función clínica y sin tener una estrategia, su posibilidad de éxito está regida por el azar. Es m uy im portante entender que éste no es un libro sobre técnicas terapéuticas. No existen fórm ulas paso por paso que se tengan que m em orizar para aplicar en cada sesión. El objetivo de este trabajo es m ucho m ás am bicioso. Para com prender las estrategias clínicas, y com o en toda terapia, se necesita juicio clínico. Sin em bargo, muy pocos terapeutas saben cóm o enseñarlo. Erickson explica: “ En la psicoterapia debem os siem pre tom ar en cuenta la personalidad del individuo... Si es muy am istoso, hostil, desafiante, extrovertido o introvertido... el terapeuta debe hacer fluir su com portam iento porque, si es rígido, va a evocar algunos tipos de conducta rígida en el paciente” '. Las siguientes estrategias dan las bases para tener un juicio clínico y poder diseñar una técnica nueva para casi cada caso. Aunque cada capítulo contiene una serie de técnicas usadas por Erickson y por otros, no se trata de imitarlas. Con su juicio clínico, el terapeuta podrá diseñar o m odificar las técnicas que aprenda para poder enfrentar una gran cantidad de situaciones clínicas únicas. Las siguientes cinco estrategias: fragm entación, progresión, dis­ tracción, reorientación y utilización, proveen una definición funcio­ nal y am plia de las técnicas más frecuentem ente encontradas en el trabajo clínico del Dr. Milton H. Erickson. Cada estrategia es descrita prim ero en térm inos del principio fundamental que sigue y sus apli­ caciones m ás generales. En cada revisión se encuentran discusiones detalladas y ejem plos de casos que ilustran diversas técnicas que sirven a una función común. Repito, las siguientes estrategias no son de ninguna manera excluyentes, por el contrario, deben verse como colores prim arios. Cada una puede acom odarse y m ezclarse para crear respuestas de am plio rango y de gran precisión ante un pro­ blem a determinado.

' E rickson(1977/200l , p . 3).

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L ove, P. (2003). N euro-A IT cclive I'Ih*i t»|*v l l' iil '•mil ’l R obles, T. (2004). La magia cle nuestros dis/racis ( A lo m E ditores, S.A . de C. V.

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