Estrangulados

December 17, 2017 | Author: Alejandro Macri | Category: Monopoly, Externality, Market (Economics), Economies, Prices
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estrangulados CÓMO EL ESTADO ASFIXIA TU ECONOMÍA

I VÁ N C A R R I N O Prólogo de Agustín Etchebarne

Carrino, Iván Carlos Estrangulados : cómo el estado asfixia tu economía / Iván Carlos Carrino ; prólogo de Agustín Etchebarne. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Carrino, Iván Carlos, 2016. 212 p. ; 22 x 15 cm. ISBN 978-987-42-0428-8 1. Economía. 2. Economía Abierta. 3. Economía Capitalista. I. Etchebarne, Agustín, prolog. II. Título. CDD 330.82

Impreso en Argentina Editado por Inversor Global para Argentina,Chile y España Publicado por Inversor Global S.A, Buenos Aires, Argentina Abril 2016

Dibujo: Juan Gándara - La mano del Estado asfixia a los trabajadores Diseño y edición digital: Facundo Britez

Índice Prólogo, por Agustín Etchebarne

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Introducción

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La Obsesión por Regular

021

La Gran Regulación

065

Huyendo del Monstruo

089

Economía VIP

107

Vivir con lo Nuestro

125

Estrangulados

147

Nadar Contra la Corriente

189

Menos estado, más Libertad

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Prólogo La vida sobre la tierra siempre implica un cambio permanente, pero hay épocas en las que la historia parece acelerarse. El libro de Iván Carrino llega en un momento donde Latinoamérica observa el estrepitoso e inevitable derrumbe del populismo. Un momento que puede ser clave para revisar las ideas que nos llevaron a reiteradas crisis desde hace más de 80 años. Luego de la caída del muro de Berlín muchos creyeron que las ideas del socialismo habían sido enterradas para siempre. A la impugnación académica se había sumado la irrefutable contrastación con la realidad. La Unión Soviética había colapsado bajo el peso de su propia ineficiencia, dejando a la vista que aún los productivos, creativos, inteligentes y disciplinados alemanes estaban retrasados. Éstos tenían apenas un tercio de la riqueza per cápita de sus compatriotas que habían tenido la suerte de quedar del lado del muro occidentalcapitalista. Pero las ideas no mueren. Bastaron las crisis financieras de 2000-1 y 2008-9 para que el socialismo latinoamericano recuperara sus banderas y creara una nueva agenda, a la que llamó “Socialismo del siglo XXI” y que se instaló desde el Foro de San Paulo. Si esas crisis fueron la excusa, lo que en realidad permitió el regreso del populismo socialista es que los gobiernos democráticos que supuestamente iban a implementar el consenso de Washington con políticas de libre mercado, por una mezcla de corrupción e ignorancia, en realidad hicieron la 7

mitad de la tarea. Privatizaron las empresas del Estado, pero no liberaron los mercados, sino que muchas veces entregaron monopolios; no hicieron las reformas laborales y educativas necesarias, continuaron aumentando el gasto público, se endeudaron para seguir gastando y se retrasó el tipo de cambio, aumentando en consecuencia el déficit fiscal y el comercial, lo que a la postre resultó en una nueva crisis. Lógicamente, la izquierda culpó al “neoliberalismo” y logró organizarse para alcanzar el poder en muchos países latinoamericanos. En su nueva versión populista, las ideas socialistas no podían sino terminar por destruir las economías de los países donde se fueron afirmando. El año 2016 encuentra a Cuba abriendo sus puertas al presidente de los EE.UU., aplaudiendo el fin del bloqueo y con una imperiosa necesidad de cambio. Venezuela está en una crisis terminal con una dura caída de la economía, escasez de productos esenciales y la inflación más alta del mundo. En las últimas elecciones dos tercios de la población votó en contra del gobierno, aunque lamentablemente no eran presidenciales. En Brasil, el PBI se contrajo un 3,8% el año pasado y, la caída continúa al mismo ritmo en el año actual, mientras la inflación no cede y la presidente Dilma Rousseff está al borde del impeachment. Argentina también se encuentra en estanflación, también tiene crisis energética y un nivel de corrupción galopante. El flamante presidente, sin embargo, genera expectativas de un cambio de rumbo de 180°. En quince años, el populismo logró que el país con más reservas de petróleo del mundo tenga una dura crisis

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energética, y que el país que fuera el “granero del mundo” tenga una crisis en la lechería, el trigo y la ganadería. América Latina estaba dividida en dos. De un lado, la Alianza del Pacífico, abierta hacia el libre comercio, con EE.UU. y Canadá, y ahora avanzando hacia un Acuerdo Transpacífico (TPP) con 12 países asiáticos, que terminará siendo la mayor área de libre comercio del mundo. Del otro lado, el Mercosur y las repúblicas bolivarianas, que se cierran sobre sí mismas con el viejo discurso anti-imperialista. Pero ese segundo sistema está colapsando, abriendo una oportunidad para que la región empiece una nueva etapa. Esta vez, parece que Argentina ha tomado la delantera con el cambio de gobierno. En este contexto, es clave el papel de los intelectuales como Iván Carrino que, sin estridencias, explican los principales problemas que aquejan a las economías de nuestros países, con la esperanza de evitar reiterar los viejos errores. Este joven autor lo hace con una sencillez y una frescura envidiable que combina sentido del humor y, al mismo tiempo, no pierde el análisis riguroso y la contrastación con datos de la realidad y la sapiencia de numerosos autores que va citando a lo largo de las páginas. El libro es ágil, estructurado a la manera de las novelas modernas con pasajes que intercalan eventos de la vida de un diputado con análisis de cada tema y ejemplos históricos, ilustrados con detalles que pueden incluir la leyenda de Robin Hood y el Sheriff de Notingham, alguna anécdota de los Simpsons o de Rocky (el personaje protagonizado por Silvester Stallone), o bien con un ejemplo sencillo construido

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para refutar categóricamente alguna idea falsa hondamente arraigada en nuestros legisladores y en sus votantes. En la primera parte el autor encara el problema de las regulaciones analizando los motivos por los cuales son necesarias y descartando tanto los extremos como las frases hechas que, a fuerza de ser repetidas, la gente adopta sin pensarlas demasiado. Carrino utiliza la lógica y la razón para ir separando lo correcto de lo incorrecto mediante ejemplos simples. A partir de la historia de “Yo, el lápiz”, de Leonard Read, narra con sencillez la extrema complejidad de un mercado libre. Como dice Sheldon Richman: un “mercado libre” no significa libre de la regulación sino libre de la interferencia del gobierno. Acaba exponiendo los enormes costos de los excesos de decenas de miles de leyes y normas, la hiperinflación de regulaciones, que asfixian a los emprendedores, y para ello exhibe cálculos de estudios recientes como el de los profesores John Dawson y John Seater, o Sachs y Larraín, o los índices del Banco Mundial y de Think Tanks como Heritage Foundation, el Foro Económico Mundial o el Fraser Institute. El autor pasa del exceso de regulaciones a la abrumadora carga impositiva. Al igual que los autores clásicos, Carrino se detiene a analizar el origen moral y ético del sistema impositivo, repasando filósofos y economistas como Ayn Rand o Murray Rothbard. Pero de inmediato vuelve a lo concreto y sostiene con Robert Murphy que existe una relación inversa entre crecimiento económico y la carga impositiva. Lo demuestra con cálculos de estudios más recientes como los de

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Padovano y Galli, Engen y Skinner o Young Lee y Roger Gordon. Carrino sostiene que a mayores grados de libertad hay mayor crecimiento y menos pobreza. Analiza en particular el caso de los países nórdicos que suelen ser los ejemplos contrarios. Pero concluye, junto con Nima Sanandaji, que los países escandinavos no son una excepción. También allí, cuando el Estado y los impuestos eran menores, el crecimiento era mucho más rápido. Para que lectores argentinos tomen conciencia de lo patético de nuestro caso, Carrino trae aquí a Antonio Margariti, quien calcula en 96 el total de impuestos que afligen a los argentinos. Luego agrega diversos estudios que muestran cómo impactan sobre los diferentes ciudadanos extrayendo entre el 42% y el 62% de sus ingresos, para devolverles mala calidad en los servicios de seguridad, justicia, educación, salud e infraestructura. Con una maestría digna de un novelista, el autor conmueve contando la historia de Mohamed Bouazizi, que se prendió fuego en las calles de Túnez dando comienzo a la Primavera Árabe. Y también la indignación con las acciones del gobierno de EE.UU. que a través de la Reserva Federal cuida las ganancias de los banqueros, dando inicio al movimiento Ocuppy Wall Street. Pasa del análisis de la desigualdad, a las soluciones de Hernando de Soto y Enrique Ghersi. De Matt Groening, creador de los Simpsons, o el premio Nobel Mario Vargas Llosa, a analizar el estatismo de empresarios amigos o crony 11

capitalism. También logra imaginar un debate sobre el libre comercio entre Alejandro Dolina y Adam Smith. Las páginas vuelan mientras recorremos temas como los paraísos fiscales, la corrupción, la economía en negro, la inflación, los controles de precios, el control de cambios, los salarios mínimos, los subsidios, las energías renovables, y los controles a las tasas de interés. Mientras tanto, el lector va conociendo a numerosos pensadores, economistas, sociólogos y filósofos. Desde clásicos como Adam Smith, David Ricardo, Herbert Spencer, Ludwig Von Mises, F. A. Von Hayek, Ayn Rand, Milton Friedman y Henry Hazlitt; a autores más modernos como Israel Kirzner, Murray Rothbard, Robert Murphy, Luigi Zingales, Steven Hanke, Nicholas Krus, Sheldom Richman, Randal Holcombe, Jorge Sorabilla, Susan E. Dudley, Jerry Brito, George Stiglitz, Michael Spence, Thomas Piketty, Gabriel Zucman, Dan Mitchel, Robert Shiller, Rajeev Goel y Michael Nelson. Carrino también nos permite meternos en su conflictiva relación con Argentina, la larga decadencia en que nos metimos por inventarnos problemas en un país que no tiene conflictos raciales, ni de religión y que tiene inmensos recursos naturales. Su desilusión llegó al punto de creer que no había salida. Hasta que en algún momento empezó a reconciliarse con nuestra gente cuando se preguntó: “¿cómo es posible que, en un país cuya única salida viable es Ezeiza, todavía haya gente con ganas de emprender?” 12

Así, abre un capítulo donde nos cuenta su admiración y pasión por los emprendedores, y nos presenta a Federico Tessore, de Inversor Global, a Santiago Bilinkis, que con Andy Freire fundó la empresa OfficeNet y a Gustavo Lázzari, que le pidió que “a mí no me pongas como caso de éxito. Yo soy un sobreviviente”. Muy cerca de ellos encontraremos a Mark Zuckerberg, Eduardo Saverin, Dustin Moskovitz y Sean Parker, de Facebook, al fundador de Whatsapp, Jan Koum, el fundador de Twitter, Jack Dorsey, los creadores de Uber, Garret Camp y Travis Kalanick y los fundadores de Airbnb, Brian Chesky y Joe Gebbia. Todos ocupan puestos de privilegio en la lista de Forbes, junto a los más viejos, como Amancio Ortega de Zara, Bill Gates de Microsoft, Warren Buffet de Berkshire Capital, Larry Elison de Oracle, y Larry Page de Google. Carrino nos propondrá finalmente que es preferible Menos estado, más Libertad. Con sus escasos 30 años, y siendo éste su segundo libro, Iván Carrino ya ha encontrado un lugar entre los intelectuales ineludibles que elevan el nivel de debate en Argentina, cuestionando mitos e ideas falsas y manteniendo en alto la defensa de las ideas de la libertad. Agustín Etchebarne Economista Director General de Libertad y Progreso Buenos Aires, 29 de marzo de 2016 13

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Introducción Todas las mañanas me despierto gracias a la alarma de mi teléfono celular. La telefonía móvil está controlada por la AFTIC, la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, que es el organismo encargado de regular no solo la comunicación móvil sino todas las comunicaciones así como las tecnologías de la información. En general, si no pongo a cargar mi celular por la noche, lo más probable es que a la otra mañana no suene bajo ningún concepto, ya que se habrá quedado sin batería. La energía eléctrica que utilizo para cargar mi teléfono está regulada por el ENRE, el Ente Regulador de la Electricidad, un organismo autárquico que opera bajo la órbita de la Secretaría de Energía y el Ministerio de Planificación. Respecto de su costo, gracias a la Ley de Emergencia Económica, por 10 años lo que yo pagué de luz se mantuvo casi sin cambios, ya que la misma establecía que las tarifas de servicios públicos quedaran congeladas. Al pasar al baño, también aparece la función controladora del Estado. El agua con la que nos bañamos y nos lavamos los dientes está provista por una empresa pública, estatizada hace años y cuyos precios tampoco reconocen el costo de producción, por lo que los quebrantos los tienen que pagar todos los contribuyentes. Una vez en la cocina, prendo la hornalla con el objetivo de calentar algo de agua. El gas que sale de la llama está provisto 15

por una empresa privada fuertemente subsidiada. La distribución y envasado de ese gas, en sus diversas formas, está bajo el control del Ente Nacional Regulador del Gas (ENARGAS). Si quiero comer algo, la ANMAT, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica, seguramente haya registrado, controlado, fiscalizado la calidad y la sanidad y autorizado la producción y venta del alimento en cuestión antes de que éste llegue a mi mesa. Termino de desayunar y me preparo para salir de casa con destino al trabajo. Antes de partir, me pongo los auriculares y prendo la radio. Desde 1980 los medios de comunicación en Argentina están regulados por la Ley de Radiodifusión. Sin embargo, desde 2009 esa ley fue reemplazada y, ahora, es la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual la que regula todo lo relacionado con los canales tanto de radio como de televisión. Ya en la calle, hago unas cuadras a pie. La publicidad en vía pública está regulada en la Ciudad de Buenos Aires por la Ley de Publicidad exterior, que especifica hasta el más mínimo centímetro cómo deben ser los carteles que los negocios usan para hacerse visibles desde la calle. Si me tomo el colectivo, o bien el subte, pago un valor por debajo del natural ya que estos medios de transporte están subsidiados por el gobierno. A su vez, la CNRT, la Comisión Nacional Reguladora del Transporte, es la encargada de proteger los derechos de los usuarios del sistema de transporte tanto automotor como ferroviario. Si un día estoy apurado y me tomo un taxi, sé que antes de comenzar a operar, el mismo 16

obtuvo su licencia de manos del gobierno municipal, organismo que también regula sus tarifas, aunque no las subsidia (¡y eso se nota!). Finalmente, llego a la oficina. Allí mi relación con el empleador está regulada por la Ley de Contrato de Trabajo, que contiene nada menos que 277 artículos y más de 25 mil palabras. Pero esto no es todo, ya que dependiendo de la actividad en que cada uno se desempeñe, también se verá regido por el Convenio Colectivo. El Convenio Colectivo de Trabajo es un acuerdo con fuerza de ley que se firma entre los representantes de un sector determinado y los sindicatos, que regula las condiciones de trabajo (salarios, jornada, descansos, vacaciones, licencias, capacitación profesional, etc.) y establece reglas sobre la relación entre los sindicatos y la parte empleadora. Luego de llegar, me pongo a trabajar. ¿Agotador, no? Así es, pero es la realidad de todos los argentinos, día tras día. Desde el primer minuto de la mañana hasta el último de la noche, nuestra vida se ve atravesada por leyes, decretos, resoluciones, comisiones, entes y organismos estatales que intervienen en cada acto de nuestra vida cotidiana. Como puede verse, las regulaciones estatales están en todo y en todas partes. Desde las cuestiones más elementales, hasta los detalles más insignificantes, lo que refleja el elevado poder que tiene el gobierno sobre nuestra vida y nuestra libertad.

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A veces se considera que las intervenciones son necesarias e incluso no se duda de las buenas intenciones que están detrás de muchas de estas reglas. Sin embargo, en muchos casos las mismas logran los objetivos contrarios a los buscados inicialmente, convirtiéndose en verdaderas máquinas de impedir. En este libro explicamos el rol que tienen las regulaciones estatales sobre las personas, las empresas y la actividad económica a nivel global. A partir de su lectura, el lector entenderá por qué los gobiernos se obsesionan con regular la economía, pero también podrá apreciar las negativas consecuencias que esto tiene para el crecimiento y la prosperidad. En el primer capítulo, nos metemos en la mente de los políticos y los académicos para comprender los verdaderos motivos de la regulación estatal. Además, mostramos algunas de sus consecuencias y cómo está parado nuestro país a nivel internacional en este aspecto. Se sorprenderá al ver lo bajo que hemos caído en los últimos años. En el segundo capítulo investigamos una de las más pesadas regulaciones que el estado le impone a sus ciudadanos: los impuestos. A partir de su lectura el lector descubrirá la inmensa cantidad de impuestos que pagamos, los elevados porcentajes de carga impositiva y cómo eso genera un efecto negativo para el crecimiento y la reducción de la pobreza. El tercero y el cuarto apartado explican las maneras en que individuos, familias y empresas han intentado e intentan aún hoy escapar del monstruo estatal. Pero también se entenderá por qué a muchos les conviene que el estado sea cada vez más 18

grande y esté cada vez más presente en nuestras vidas. Es lo que yo llamo “La Economía VIP”. En el quinto capítulo aparece un análisis pormenorizado de una de las herramientas de intervención preferidas por los gobiernos y que goza de mejor fama entre la población: el control del comercio internacional y las trabas a las importaciones. El objetivo allí es explicar cómo, lejos de beneficiar a los argentinos, cerrarnos al comercio nos empobrece y nos condena a vivir en un sistema injusto. En el sexto apartado ahondamos en las intervenciones y regulaciones específicas más utilizadas por el gobierno con sus nefastas consecuencias. Vas a comprender el lado oscuro de los controles de precios, los subsidios, los salarios mínimos, la llamada “economía verde”, las regulaciones laborales y los controles de cambio. Por último, un poco de aire fresco. El capítulo anterior a las palabras finales es un homenaje a quienes, a pesar de las trabas, las regulaciones y los demás obstáculos que impone el estado, todavía siguen apostando y teniendo éxito en el mundo empresarial de la Argentina de hoy. En este capítulo conocerás las historias de tres empresarios argentinos para aprender cómo hicieron para triunfar en un mundo hostil. Finalmente, una conclusión y un pedido humilde pero contundente: más libertad para todos.

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La obsesión por regular Mandó a planchar dos camisas el día anterior. El traje ya estaba separado y había seleccionado la corbata precisa para la ocasión. El diputado nacional estaba listo para el gran día: la asunción de su segundo período como legislador electo del Pueblo de la Nación. Estaba contento. Sabía que sus cuatro años de duro trabajo en la cámara habían dado sus frutos. La presentación de nada menos que 450 proyectos de ley casi le valen el premio al mejor legislador del año, pero su colega del partido opositor se lo sacó de las manos, ya que había presentado mayor cantidad de proyectos y sus pares lo consideraban una persona más abierta a las negociaciones; menos intransigente. Los proyectos en cuestión abarcaban todo tipo de aspectos de la vida de los ciudadanos. Iban desde el tamaño ideal que debería tener un alfajor, hasta un ambicioso plan de refundación de la educación pública nacional, para imitar en el país los estándares utilizados en lugares tan diversos como Finlandia, Ecuador y Corea del Sur. “Hay que tomar lo mejor de cada modelo”, repetía cuando sus interlocutores le objetaban algunos de los ejemplos considerados. Se destacaba por haber presentado el proyecto, luego aprobado, de remoción de los carteles publicitarios en la vía pública. Según su visión, las ciudades del país eran demasiado lindas para que su vista sea obstruida por la cara más visible del capitalismo nacional. En la misma línea, todos sabían que contaban con su apoyo cuando se tratara de proyectos de ley 21

que buscaran regular los abusos de los comerciantes y empresarios. Como presidente de la comisión de Economía y Desarrollo Regional, había votado a favor del control del precio de los alquileres, así como también de los controles impuestos a los combustibles, los medicamentos y las tasas de interés. Su lema era que, si bien reconocía la necesidad de que existan empresas, no podía dejarse todo librado a “la ley de la selva”. Esa mañana despertó con entusiasmo. No era para menos, el pueblo lo había premiado con cuatro años más ocupando su banca. Antes de salir de su casa para la ceremonia, atendió su teléfono celular. Lo llamaban de la Asociación de Administradores de Consorcios. “No te olvides de aprobar la regulación sobre las puertas contra incendio como acordamos”, se escuchó del otro lado. Dicha regulación obligaría a todos los edificios del país a modificar su puerta de entrada, cambiándola por una especialmente diseñada para la eventualidad de un siniestro. Claro que, bajo el noble motivo de cuidar a la población, también aparecía un negocio formidable para los vendedores de puertas y los intermediarios. Es decir, para los administradores que lo estaban llamando por teléfono. En el camino antes de tomarse un taxi paró a tomar un café en la esquina de la vivienda de su acomodado barrio. Se encontró allí con una elegante señorita, representante de la Industria de Energías Renovables. 20 minutos de charla sirvieron para que nuestro legislador tuviera claro que este año tenía que aprobar, sí o sí, el nuevo corte del etanol, que exigía que las naftas tradicionales se mezclaran hasta un 20% con combustibles 22

vegetales. Presentado como una medida para el cuidado del medio ambiente, esto generaría pingües beneficios para la industria, parte de los cuales irían a premiar a nuestro amigo el diputado. Finalmente pudo tomarse el taxi. Llegó al congreso a las 8:30 como tenía pensado. Sobre su escritorio tenía escrito en una hoja arrancada de un cuaderno: “No te olvides de llamar a Pablo”. Se trataba del hijo de un amigo, que hace mucho estaba sin trabajo, pero que el diputado había prometido conseguirle algún cargo como asistente. Si bien no se caracterizaba por ser un riguroso investigador, ni tenía conocimientos específicos de absolutamente nada, nadie iba a percatarse de que Pablo fuera el nuevo asistente. Además, el presupuesto le permitía incurrir en ese gasto. Pero lo cierto es que ni siquiera era tan necesario que Pablo realmente trabajara. Con que fuera algunos días al despacho y apareciera los 29 para llevarse el cheque, era suficiente. Un favor para un amigo, ¿a quién puede perjudicar? Arrancó la ceremonia y al poco tiempo fue su turno. “¿Sr. Diputado Electo, juras por Dios y La Patria, desempeñar fielmente el cargo de diputado y obrar en todo de conformidad con lo que prescribe la Constitución Nacional?” “Sí, juro”1. ................................................................................. La historia del diputado recientemente narrada es una historia de ficción pero, como dicen en las películas, “basada en 1

Agradezco los comentarios que a este capítulo hizo Federico Ferrelli Mazza.

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hechos reales”. El rol de los congresos y las legislaturas es, precisamente, legislar y de ahí que exista la idea errónea de que hay una relación directa entre la calidad e idoneidad del legislador y su producción de leyes y reglamentos. Esta idea parte de la falsa concepción que los legisladores tienen acerca de su propio trabajo pero que, a su vez, es compartida por un amplio componente de la sociedad. Que frente a cada problema existente, la solución es sancionar una ley. La idea puede ilustrarse con una serie de dibujos animados. En un capítulo de la famosa tira norteamericana “South Park”, se presentan unos gnomos que le roban los calzoncillos a uno de los habitantes de South Park, llamado TweakTweak. En la serie, se muestra que el motivo de este extraño robo es el de generar beneficios económicos. Sin embargo, el proceso por el que se generan estas ganancias es bastante misterioso. El plan económico de los gnomos consistía de tres pasos claramente descriptos a continuación: 1) Robar calzoncillos 2) ¿? 3) Beneficio económico2 2 El origen de este inconducente plan de los gnomos me fue aclarado por el economista Javier Cao en una conversación informal. Es que según el famoso ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, se podía detectar cuando había crisis económica por la caída de las ventas de ropa interior masculina. Según el análisis, en épocas de crisis, lo primero que cae son las ventas de este producto puesto que, dado que la prenda no está a la vista, no hay problema en seguir usándola incluso cuando esté un poco deteriorada. Así, los gnomos de South Park elucubran el plan en cuestión a raíz de su mala comprensión de lo que decía Greenspan. En su razonamiento, si la caída en la venta de calzoncillos es algo malo, necesariamente su acumulación debía ser algo bueno.

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Este tipo de razonamiento parece completamente alejado de la realidad. Sin embargo, es más frecuente de lo que uno se imagina, especialmente en el ámbito de la política regulatoria y la política económica en general. De hecho, existen un sinnúmero de proyectos de ley, regulaciones y disposiciones gubernamentales que, frente a la existencia de un problema determinado, parecen inspirarse en South Park: 1) Sanción de una ley. 2) ¿? 3) Solución al problema. Si la solución a cualquier problema que aparezca en la sociedad fuera tan sencilla como que 250 personas, reunidas en un edificio, se pongan de acuerdo y firmen un documento, claramente tendríamos todo resuelto. A pesar de que la cosa no es tan sencilla, así es como piensa la gran mayoría de los hacedores de leyes. No extraña, entonces, que se vea con buenos ojos a los legisladores que presentan muchos proyectos. Después de todo, en esta lógica, cuantas más leyes existan, menos problemas tendremos. Tal vez sea por esto que en los Estados Unidos, en los últimos 20 años se aprobaron 81.883 nuevas regulaciones, lo que equivale a una nueva norma cada dos horas y nueve minutos. La hiperinflación regulatoria es un tema a nivel mundial. Ahora si todo fuera tan sencillo, bastaría con sancionar una Ley de Bienestar y Felicidad Popular y Argentina (o el país que tuviera dicha ley) se transformaría, automáticamente, en una tierra de alegría imparable.

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Lamentablemente, no es así como suceden las cosas en el mundo real. De hecho, pasa lo contrario. Toda nueva regulación implica un costo para la economía. Según un estudio publicado en Estados Unidos, el costo de toda la carga regulatoria se estima allí en 1,8 billones de dólares al año, “casi la mitad del presupuesto federal” y un monto superior a toda a economía canadiense3. ¿Por qué se regula? Si bien, como veníamos comentando, los gobiernos del mundo emiten leyes, reglamentos, resoluciones y regulaciones de todo tipo casi por cualquier motivo, desde la ciencia económica se destacan 4 motivos principales por los cuales el gobierno debería regular los mercados o, siendo más amplio, la vida de las personas en situación de intercambio libre. Entre los motivos más extendidamente citados están las externalidades, los bienes públicos, las asimetrías de la información y la existencia de monopolios. Como explican Susan E. Dudley y Jerry Brito en su obra Regulation4, las externalidades ocurren “cuando la acción de una parte impone costos o beneficios que no son compensados a otra parte”. Así, existen externalidades positivas (que generan beneficios sobre terceras personas) y negativas (que generan costos o daños a terceros). 3

Ryan Young y Wayne Crews, “Twenty years of non-stop regulation”. The Spectator, 6 de mayo de 2013. Disponible en http://spectator.org/articles/55475/twenty-years-non-stop-regulation 4 Susan E. Dudley y Jerry Brito: “Regulation: A Primer”, Mercatus Center, George Mason University, Washington, DC.

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Un ejemplo de una externalidad positiva puede ser la educación. En los manuales básicos se explica que una escuela no solo genera un beneficio para quienes allí asisten para recibir educación, sino que también redunda en un beneficio para la comunidad, ya que ésta ahora cuenta con un capital humano más capacitado. En este contexto, se considera que el estado debe intervenir subsidiando la existencia de escuelas, de manera de generar beneficios para todas las comunidades donde éstas se instalen. El argumento, sin embargo, presenta algunos problemas, ya que también existen externalidades positivas cuando al lado del nuestro construyen un edificio valorado por todos, o cuando pasa por la calle un auto clásico en impecable estado, o cuando una persona ingresa al subte o el colectivo con una buena dosis de perfume, alegrando las narices de aquéllos que circunstancialmente la rodean en el camino a su trabajo. Sin embargo, no se sigue de esto que el estado deba subsidiar la construcción de lindos edificios, la reparación de autos clásicos, o la venta de perfumes. Las externalidades negativas, por su parte, ocurren cuando la acción de una persona afecta negativamente a otra que no está involucrada directamente en el intercambio. Es decir, son consecuencias no intencionadas de una acción pero que generan un daño potencial (o real) para terceros. Así, una fábrica que contamina un río, o un boliche que pone la música a un volumen insoportable, constituyen distintos tipos de externalidades negativas. Frente a estas situaciones, que podrían resolverse con la mediación de terceros dentro del poder judicial, el poder legislativo suele intervenir, decretando 27

impuestos específicos, delimitando zonas residenciales y zonas comerciales, horarios de ruido, tasas o compensaciones. Los bienes públicos se definen como aquellos para los que el costo de producir una unidad adicional es despreciable pero excluir consumidores implica un costo representativo. Un ejemplo clásico es el de la defensa nacional. En el caso de las fuerzas armadas que se dedican a proteger al país frente a un ataque exterior, es indistinto si se tiene que proteger a los 40.000.000 de argentinos o si se tiene que proteger a 40.000.001. Sin embargo, al ejército, dado que su misión es defender “la patria”, le resultaría imposible darle protección a algunos argentinos, pero dejar desprotegido a otro grupo de ellos. Es decir, independientemente de que uno pague, o no, por el servicio denominado “seguridad nacional”, terminará recibiéndolo. Otro caso de bienes públicos es una carretera. Una vez construida la carretera, es lo mismo si la ocupan 5 autos o 250. No desde el punto de vista del conductor, por supuesto, pero sí desde el punto de vista de quien sea dueño del camino. El costo de ofrecer una unidad más del servicio es casi despreciable. Por otro lado, una vez construida la carretera, no parece una tarea sencilla evitar que la gente la use. Así, muchos utilizarán el bien pero sin pagar por él, por lo que aparecerán los famosos “free riders” y caerán los incentivos para producir rutas. Frente al problema del “free rider” (alguien que utiliza el bien público pero no paga su parte de consumo de ese bien) es que se suele pedir la intervención del estado. Así, tanto la seguridad nacional como la construcción de caminos tiene que 28

quedar en manos del gobierno, ya que, como no se puede evitar que la gente utilice el bien sin pagar por él, el estado debe ofrecerlo y cobrar impuestos por ello. El problema del argumento es que en la mayoría de los casos, los “bienes públicos” pueden convertirse fácilmente en “bienes privados”. En las carreteras el caso se ve fácilmente, ya que abundan los peajes y trabas al ingreso de autopistas. Esto permite distinguir al consumidor que paga del que no paga. Por otra parte, el premio nobel de economía, Ronald Coase, demostró en un famoso trabajo que los faros que utilizan los barcos en la noche, que por mucho tiempo se consideraron como el caso típico de un “bien público”, fueron provistos históricamente por el sector privado5. La asimetría de información aparece cuando “un vendedor tiene información acerca de una falla de su producto que no revela al comprador”6, haciendo que el comprador pague más de lo que pagaría en condiciones de conocimiento perfecto. Un ejemplo de esto puede ser una entrevista de trabajo en donde el postulante oculta algunas falencias en su disposición a trabajar, el vendedor de un producto financiero que ofrece retornos de dudosa confiabilidad, o bien el vendedor de un auto usado, que oculta el verdadero estado del motor del vehículo. Este último ejemplo fue el que utilizó George Akerlof para ilustrar el problema de la asimetría de la información y por el

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Coase, Ronald: “The Lighthouse in Economics”, Journal of Law and Economics, Vol. 17, No. 2 (Oct., 1974), 357-376. 6 Ídem 3.

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cual, en parte, recibió el premio nobel de economía junto con George Stiglitz y Michael Spence. En su famoso trabajo titulado “El mercado de limones”7, Akerlof explica los problemas derivados de la información asimétrica. En el caso del mercado de autos usados, el vendedor tiene más conocimiento acerca del coche que ofrece que los potenciales compradores. Si uno dividiera el mercado tendría, por un lado, autos en buen estado (llamados “cerezas”) y, por el otro, autos en mal estado (los llamados “limones”). Según el enfoque expresado por el economista premio nobel, como el comprador no está en capacidad de distinguir las cerezas de los limones, entonces los precios que los compradores estarían dispuestos a pagar nunca compensarían a los vendedores de cerezas. Es decir, si la información fuera perfecta, todos sabrían cuáles son los autos buenos y cuáles son los autos malos. En ese contexto, los usados que estén en buen estado tendrían un precio superior a aquéllos cuyo estado de conservación sea inferior. Sin embargo, en ausencia de este conocimiento perfecto, el precio sería un intermedio entre el de las cerezas y de los limones, por lo que las cerezas desaparecerían del mercado. La solución propuesta es la intervención del estado, bien para que obligue a los vendedores a proveer información, o bien mediante la aparición de oficinas de defensa del consumidor, etc.

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Akerlof, George: “The Market for Lemmons”, The Quarterly Journal of Economics, Vol. 84, No. 3. (Aug., 1970), pp. 488-500.

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Si bien el análisis es atractivo e innovador, lo cierto es que tiene unas fallas muy evidentes. Como explica William Anderson, doctor en Economía por la Universidad de Auburn, en Alabama8: “De acuerdo con Akerlof y otros, los agentes del mercado, enfrentados con el problema de la información asimétrica, tienen escasos o nulos incentivos para obtener mayor información. Están ‘atrapados’ en una trampa de desequilibrio sin otra salida que acudir al Tío Sam. Sin embargo, sabemos por simple observación que Akerlof se equivoca. Primero, porque los mercados de autos usados no han colapsado. Cada ciudad está repleta de espacios de venta de automóviles de segunda mano, y los potenciales compradores que no están seguros acerca de la calidad del automóvil que desean comprar cuentan con un buen número de opciones para elegir. Tenía un amigo que era experto en automóviles y solía acompañar a sus amigos cuando estos estaban queriendo comprar un coche usado. Buddy tenía una serie de tácticas que implementaba para probar la seriedad del vendedor, incluyendo la de frotar un imán a lo largo de la carrocería del vehículo para ver si podía encontrar si el cuerpo había sido dañado y el vendedor había utilizado fibra de vidrio para cubrir las abolladuras.” Lo que cuenta Anderson puede comprobarlo cualquier persona que haya comprado un auto de segunda mano. No creo que 8

William L. Anderson: “Lemons and the Nobel Prize”, Mises Institute, 11 de octubre de 2001. Disponible en: https://mises.org/library/lemons-and-nobel-prize

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sean muchos los que se animen a llevarse un auto sin que previamente lo haya revisado un amigo mecánico o alguien que entienda un poco más que uno sobre la materia. El último gran tema por el cual los economistas en general aprueban la intervención del estado en los asuntos privados es la existencia de monopolios. Según resumen Dudley y Brito, “la presencia de poder de monopolio permite a las firmas controlar los precios, violando la condición del mercado perfecto que establece que las empresas son tomadoras de precios”. La idea del monopolio como algo negativo y atípico en la realidad se deriva de una concepción demasiado idealizada de cómo funcionan y deberían funcionar los mercados. Según el análisis tradicional, los mercados funcionan o deben funcionar en “competencia perfecta”, un estado de cosas en donde todos los productos que se ofrecen son homogéneos, donde no hay barreras a la entrada o a la salida del mismo, donde todos los compradores poseen información perfecta en cuanto a las condiciones de oferta y demanda de todo el mercado, y donde ninguna empresa en particular puede influir sobre el precio (ya que si lo pone por debajo del precio de equilibrio, incurre en pérdidas y, si lo pone por encima, se queda sin ninguna venta). Los problemas con esta concepción demasiada idealizada del mercado son múltiples. Para empezar, porque los monopolios son una parte esencial de todo proceso de mercado. Piénsese en el primer hombre que descubrió la rueda. Naturalmente, se trataba del monopolista de la rueda. Viniendo más acá en el tiempo, cuando Mark Zuckerberg creó Facebook, la red social que cuenta con más de 1.200 millones de usuarios a nivel 32

mundial, también fue el monopolista no solo de la marca, sino del concepto de servicio que Facebook provee. Así, y como suele recordar el economista Alberto Benegas Lynch (h), sin monopolistas, no habría progreso posible, ya que siempre alguien tiene que ser el pionero y arriesgarse a innovar9. Otro punto a destacar es que, en ocasiones, los monopolios son sencillamente el resultado de que la gente los elige por encima de los competidores. Si una empresa es tan buena para satisfacer las necesidades de los clientes que éstos no están interesados en buscar alternativas en otras empresas ¿por qué habría de constituir un problema esta situación? En definitiva, mientras no existan barreras de entrada en el mercado, de manera que cualquiera tenga la libertad de competirle a una empresa existente, no hay problema aparente. Esto me lo explicó el profesor Israel Kirzner, en un seminario en el que tuve la suerte de participar hace unos años. Para Kirzner10: “¿Qué significa realmente la competencia? ¿Qué quieren decir tus padres cuando te dicen que, allí afuera, hay un mundo competitivo? Lo que te dicen es que hay algo llamado libertad de entrada. Eso significa que si vos estás generando un lindo beneficio, un confortable beneficio económico, no hay nada que pueda evitar que otros ingresen a tu mercado y reduzcan tus beneficios al vender productos similares a precios más bajos. Es la libertad de entrada. 9

Benegas Lynch (h), Alberto: “Fundamentos de Análisis Económico”. Instituto de Estudios para una Sociedad Abierta. Panamá, 2014. 10 La charla a cargo de Israel Kirzner se tituló: “Entrepreneurship and the Market Process” y fue grabada y subida a Internet por la Foundation for Economic Education, por lo que puede verse completa en este link: https://www.youtube.com/watch?v=oMm-anSv-tU

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Si estás produciendo un bien de una calidad determinada y por ello estás generando beneficios, entonces no hay nada que impida al resto de ingresar a competir haciendo un producto mejor, al mismo precio, y que venda más que tu producto. En otras palabras, cuando sea que estés generando un beneficio: ¿qué son esos beneficios? Son una invitación a que alguien más entre al mercado. El beneficio es una invitación a entrar en el mercado, sin barreras de entrada. Sin frenos institucionales al ingreso, hay competencia. Y eso es todo lo que una economía dinámica de mercado necesita, nada más.” En la misma lección, el Doctor Kirzner también reflexionó sobre la imposibilidad de que exista un monopolio total tal como uno imaginaría. Es que, incluso cuando una empresa fuera dueña de todas las naranjas del mundo, eso no quiere decir que pueda vender el kilo de naranja a miles de millones de pesos. Siempre, en cualquier producto y servicio, aparecerá la competencia, ya sea porque los clientes eligen productos similares (manzanas, en este caso), o bien porque aparece la innovación tecnológica (como cuando el petróleo reemplazó al carbón o cuando el e-mail reemplazó al correo tradicional). Lo último que cabe destacar respecto de este punto es que, por lo general, quienes imponen estas barreras institucionales a la entrada de la competencia, no son los empresarios o los agentes del mercado, sino el mismo estado, otorgando privilegios, prebendas y permisos que impiden que se desarrolle una verdadera actividad competitiva. Ignorando esta situación, todavía son muchos los que acusan al capitalismo de

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crear monopolios. Pero como intenté aclarar en otra oportunidad11: “El problema con esta afirmación es que, de ser cierta, lo contrario también debería verificarse. Es decir, una economía hiperregulada, debería carecer de monopolios. Sin embargo, este no es el caso. En la Unión Soviética, donde la propiedad de los medios de producción era estatal, todas las fábricas eran monopolio del estado. Su extinción, de hecho, hizo que esos monopolios desaparecieran, o bien comenzaran a competir con otros oferentes del mundo, lo que mejoró la calidad de vida de las millones de personas que vivían del otro lado de la cortina de hierro.” Como podemos apreciar, estas son las motivaciones más mencionadas o, al menos, reconocidas dentro de la literatura económica para justificar las regulaciones estatales. Sin embargo, no son las únicas, ya que el gobierno también regula e interviene en los mercados con el pretexto de prevenir las crisis económicas (una vez que estas ya ocurrieron, claro), cuidar la salud física y emocional de la población, redistribuir la riqueza, cuidar el llamado “patrimonio arquitectónico” y el “patrimonio cultural” de determinadas ciudades, e incluso para garantizarle a todos el “derecho” a ver fútbol, en casos extremos como el de nuestro país en los últimos años. Ahora bien, aun cuando hemos visto que ninguno de los argumentos descriptos resulta del todo convincente, nos enfocaremos ahora en los problemas que las regulaciones han

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Carrino, Iván: “Cleptocracia: Así nos robaron nuestro dinero y nuestra libertad”. Septiembre 2015, Inversor Global, Buenos Aires.

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tenido y tienen sobre la actividad económica y nuestra vida de todos los días. Los costos de las regulaciones Existe una parábola conocida como la parábola del hombre con las manos atadas. Según esta historia, había una vez un hombre que, en esencia, era igual que todos los demás. Como diría Hayek, un hombre en toda su variedad y complejidad, “a veces bueno, a veces malo, a veces inteligente y más a menudo, un tonto”12. Nada diferente a cada uno de nosotros. Lo cierto, sin embargo, es que un día un grupo de amigos se reunió en su casa, y luego de una larga charla sobre distintos aspectos de la vida, decidieron atarle las manos y los pies para evitar que pudiera hacer algo malo. Acto seguido, se retiraron dejando un guardia en la puerta para que evite cualquier intento de un tercero por librarlo de las ataduras. Según cuenta la historia, en un principio el protagonista hizo intentos desesperados por desatarse, pero la tarea le resultó imposible, por lo que terminó acostumbrándose a su situación y sobreviviendo a pesar de ella. En el mientras tanto, su guardián le recordaba todo lo malo que pasaba fuera de la casa, donde la gente tenía las manos desatadas. Habiéndose acostumbrado a su situación y luego de varios años, sus amigos volvieron a visitarlo y lo liberaron de las ataduras que alguna vez habían impuesto sobre él. Contentos, le dijeron que ahora era libre de hacer lo que quisiera. Sin embargo, ya era tarde, puesto que todas sus extremidades se encontraban atrofiadas e inutilizables. 12

Hayek, F. A. (1948). Individualism and Economic Order. Chicago: University of Chicago Press.

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La historia en cuestión ilustra muy bien lo que pasa con las regulaciones. En primer lugar, el estado ingresa en la economía para solucionar los problemas que supuestamente genera el mercado libre. Sin embargo, lo que siempre termina pasando es que, no solo no se resuelve ese problema, sino que también se inhibe el surgimiento de todo lo bueno que el mercado libre tiene para ofrecer. Es evidente que en el caso de la parábola, si había algo que no era deseable que el personaje hiciera, había muchas otras maneras de decírselo que hubieran sido mucho menos drásticas. Imaginando que nuestro amigo de la historia fuera de tomar mucho, es cierto que un grupo de personas puede atarle las manos para que deje de hacerlo, pero también es cierto que otros mecanismos pueden ser mucho menos invasivos y, a la vez, más efectivos. Un ejemplo puede ser una larga conversación con un familiar querido, mientras que otro puede ser el rechazo que pueden ocasionar en sus conocidos, sus excesos alcohólicos. En este sentido, existe una autorregulación en cada grupo social que puede imponer conductas valoradas por cada grupo, sin necesidad de intervención externa. En los mercados pasa lo mismo. Como explica el escritor norteamericano Sheldon Richman, no existe tal cosa como un mercado desregulado13: “Lo que se pasa por alto, intencionalmente o no, es que la alternativa a una economía regulada por el gobierno no es una sin regulaciones. De hecho, la economía “desregulada”, 13

Richman, Sheldon: “Regulation Red Herring”, The Freeman, 3 de Agosto de 2012. Disponible en : http://fee.org/freeman/regulation-red-herring/

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como un círculo cuadrado, es una contradicción en términos. Si es verdad que no está regulada, no es una economía, y si se trata de una economía, no está desregulada. El término “mercado libre” no significa libre de la regulación. Significa libre de la interferencia del gobierno (...) Todos los mercados están regulados. En un mercado libre todos sabemos lo que pasaría si una persona quisiera cobrar, digamos, 100 dólares por una manzana. Vendería menos manzanas porque (bajo las actuales circunstancias), alguien más ofrecerá venderlas por un precio menor o, considerando la situación, los consumidores consumirían productos alternativos. ‘El mercado’ no permitiría que el vendedor cobrar exitosamente 100 dólares por manzana.” Una conclusión similar puede extraerse de la magnífica historia narrada por el empresario y fundador de la Foundation for Economic Education de los Estados Unidos, Leonard Read, titulada “Yo, el lápiz”14. En la breve obra, Read narra todas las instancias de producción y las miles y miles de personas involucradas en la producción de un aparentemente sencillo lápiz de madera. En el proceso, no solo se involucran miles de personas de diferentes y distantes lugares del mundo, sino también un sinnúmero de conocimientos específicos (como el del leñador, el trabajador del acero, o el que conduce los camiones que transportan los troncos de madera de un lugar a otro), que se combinan para dar lugar al producto final. Lo más interesante de todo es que este proceso tan complejo no está liderado por ninguna regulación o dictamen

14

Read, Leonard: “Yo, el lápiz”, originalmente publicado en The Freeman, en diciembre de 1958. Disponible en: http://www.hacer.org/pdf/Lapiz.pdf

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gubernamental, sino por la propia voluntad individual de cada uno de los involucrados. El lápiz, en primera persona, afirma: “He aquí un hecho pasmoso: ni el minero que extrae el grafito; ni quienes conducen o fabrican los barcos o trenes o camiones; ni quien pone en funcionamiento la máquina que talla mis partes metálicas; realizan su tarea porque me quieren. Ellos me quieren tal vez aún menos de lo que puede llegar a hacerlo un alumno de primer grado. En realidad, entre esta vasta multitud existe algo en común, que nada tiene que ver con la circunstancia de que alguna vez hayan visto un lápiz o aún de que sepan o no como utilizarlo. Su motivación es algo que está más allá de mi propia existencia. Quizás sea algo como esto: cada uno de estos millones de individuos observa que pueden intercambiar su pequeña parte de conocimiento respecto de cómo se produce un lápiz, por aquellos bienes y servicios que necesitan o desean, pudiendo Yo encontrarme o no entre esos bienes” Así, el interés personal de cada uno de los involucrados, termina regulando y coordinando sus acciones para tender a un objetivo común, que en este caso es un lápiz, pero que llevado al plano más grande, es el mejoramiento de las condiciones de vida de la humanidad entera. Sin embargo, donde todos podemos ver coordinación y progreso, los legisladores y los abogados del estado omnipresente, ven la anarquía y el caos, y de ahí que tengan la 39

obsesión por regularlo todo. Tarifas aduaneras, controles de precios, salarios mínimos, entes reguladores, oficinas de defensa del consumidor, impuestos de todo tipo, habilitaciones y permisos.... son solo algunas de las formas que la hiperregulación estatal puede tomar. El problema es que estas intromisiones no son gratuitas. En primer lugar, porque todos pagamos un costo en términos de pérdida de nuestra libertad. Es decir, una cosa es que el estado intervenga para proteger los derechos básicos de las personas, como el derecho a su vida y a su propiedad. Nadie dice que, por lo menos en este estado del desarrollo de la civilización, la policía no tenga que existir para evitar los robos y los abusos físicos de cualquier naturaleza, y que no deba haber una justicia para castigarlos. Sin embargo, cuando la regulación aparece sobre todo el espectro de intercambios libres que se dan espontáneamente en la sociedad, entonces eso sí constituye un problema que exige nuestra atención. En el mercado, cualquier transacción voluntaria implica un beneficio para ambas partes. Si una persona desea tomar un café y a cambio del mismo debe entregar dinero, el resultado de la operación no deja ganadores de un lado y perdedores del otro, sino ganadores por todos lados. Gana el que consume el café, porque valora más el producto que el dinero que entregó a cambio; pero también gana quien produjo el café, ya que valora más el dinero que el producto entregado. El principio aplica igual para cualquier transacción voluntaria, por lo que se derrumba el mito de los empresarios que se abusan de los consumidores o el de los capitalistas que explotan a los trabajadores. En un mercado libre, no hay 40

conflicto entre las partes, sino una maravillosa armonía de intereses. Así, el problema surge cuando una tercera parte, con impuestos y regulaciones, se entromete en esta relación con el objetivo de modificar burocráticamente los resultados de la misma. Un ejemplo muy claro que abordaremos más adelante es el de las trabas comerciales. Una barrera proteccionista es un claro ejemplo de cómo el estado puede intervenir para evitar los acuerdos voluntarios y mutuamente beneficiosos entre las personas. Si Amalia, de Argentina, desea comprarle un producto a James, de Australia, ¿quién es el estado para decir que los productos de James no pueden llegar a Amalia? Cuando el gobierno intercede con este tipo de medidas, la libertad de ambas partes se ve dañada y reducida. Ahora bien, además de la reducción de nuestra libertad, las regulaciones tienen un efecto adverso sobre el crecimiento económico y las posibilidades de desarrollo sostenible de una sociedad. Un ejemplo sencillo bastará para comprender la relación entre ambas cosas. Imaginemos a un emprendedor dispuesto a iniciar un proyecto productivo en un país determinado. El emprendimiento en cuestión podría ser un taller mecánico, por lo que será necesario adquirir las herramientas y también algunas máquinas para revisar a los automóviles en mal estado que lleguen al establecimiento. El emprendedor también deberá alquilar un lugar y contratar personal.

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Ahora bien, si nuestro protagonista, a la hora de iniciar su proyecto, se encuentra con que tiene que pasar por un proceso de varios días hasta que el local que alquiló sea habilitado, si los costos para contratar personal los encuentra excesivamente elevados, y si cuando fue a adquirir las máquinas descubrió que lo que él necesitaba no existía en el país en cuestión porque éste aplicaba una política proteccionista que impedía el ingreso de esos productos... ¿cuál es el resultado más posible de esta situación? Evidentemente, el proyecto ni siquiera comenzará. Nuestro emprendedor, en ese caso, tendrá dos caminos a tomar: o bien abandona el proyecto sin más; o bien lo lleva a otro país. A nivel general, la consecuencia para la economía es un menor nivel de inversión y, por tanto, un menor nivel de producción. Es decir, menos productos y menos servicios para satisfacer las necesidades de la población. En concreto, menos crecimiento y mayor pobreza. Los efectos de las regulaciones sobre el crecimiento económico son un tema de estudio en la literatura económica. En 2013, un estudio de los profesores John Dawson y John Seater, de las universidades estatales de los Apalaches y de Carolina del Norte, en Estados Unidos, encontró que el efecto de las regulaciones había sido tremendamente negativo para la economía norteamericana desde 194915: “Encontramos que la regulación añadida desde 1949 ha reducido la tasa de crecimiento agregado en promedio en 15

Dawson, John W. y Seater, John J.: “Federal Regulation and Aggregate Economic Growth”, Journal of Economic Growth, volume 18, número 2, junio de 203, páginas 137-177.

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cerca de 2% durante el período bajo análisis. Como suele suceder con el efecto compuesto de las tasas de crecimiento, el efecto acumulado de un cambio moderado en esa tasa lleva a efectos pronunciados a lo largo del tiempo. En particular, nuestras estimaciones indican que el producto anual de 2005 es casi 28% de lo que podría haber sido si la regulación no crecía desde 1949.” El análisis empírico de los dos investigadores toma como referencia la cantidad de páginas del Código de Regulaciones Federales y elabora un modelo de crecimiento contrafáctico. El resultado es más asombroso si se mide en dólares. De haber permanecido invariable desde 1949 el mencionado código, el PBI estadounidense del año 2011 habría estado cerca de los 53,9 billones de dólares, en lugar de los 15,1 billones que alcanzó ese año. En concreto las regulaciones hicieron que los Estados Unidos pierdan riqueza por un valor de 38,8 billones de dólares, lo que equivale a 129.300 dólares por cada ciudadano. Otra manera de ver el efecto de las regulaciones es comparar la economía norteamericana con el conjunto de la Unión Europea. Aún con las particularidades mencionadas en el párrafo anterior, Estados Unidos siempre fue un país con un intervencionismo menor que el continente europeo, y el impacto en el crecimiento acumulado de la economía no ha sido menor.

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Cuadro 1.1 - Crecimiento acumulado, Estados Unidos y Europa. (1960=100) 600

529,0

500

400

418,6

300 200 Estados Unidos

100

2014

2011

2008

2005

1999

1996

1993

1990

1987

1984

1981

1978

1975

1972

1969

1966

1963

1960

2002

Unión Europea

0

Elaboración propia en base a Banco Mundial

Lo que se observa en el gráfico es la evolución del PBI de Estados Unidos y Europa desde 1960 suponiendo que su PBI en ese año era de 100. Así, en el transcurso de los últimos 54 años la economía norteamericana se multiplicó por 5,3, mientras que la del continente europeo solo se multiplicó por 4,2. Esto quiere decir que el crecimiento americano fue un 26,3% superior al europeo, con una tasa promedio anual de 3,1% contra una de 2,6%. Estados Unidos no solo ha crecido más que Europa en estos últimos años, sino que los habitantes del país norteamericano son mucho más ricos que los europeos. Si se considera el PBI per cápita (una medida que resulta de dividir la producción anual de cada país a precios de mercado en dólares corrientes por la cantidad de habitantes del mismo), la diferencia 44

asombra. Mientras que el norteamericano promedio ingresó 54.600 dólares por año en 2014, el europeo solo ingresó 36.400 dólares, una diferencia de 50% a favor de los estadounidenses. Otro punto en los que difieren estas dos grandes potencias económicas es en las regulaciones del mercado laboral, lo que hace que Europa tenga un nivel de desempleo siempre mayor. En su manual de macroeconomía, los profesores Sachs y Larraín explican16: “Estados Unidos se caracteriza por un mercado laboral altamente dinámico y competitivo. La cobertura sindical es baja y la diferencia entre los trabajadores ‘internos’ y ‘externos’ es relativamente pequeña. Además, las compensaciones por desempleo son modestas y de corta duración. La tasa del impuesto sobre la renta laboral es relativamente baja y prácticamente no existen sistemas de protección del empleo. Europa difiere de los Estados Unidos en todos los aspectos mencionados. En Europa existen fuertes diferencias entre los trabajadores ‘internos’ y ‘externos’, lo que impide a los salarios ajustarse para equilibrar la oferta y la demanda laborales. El resultado es un desempleo alto y crónico”. Parece una paradoja, pero allí donde existen menos “protecciones del empleo”, hay más desempleo. Es un tema que abordaremos más adelante.

16

Sachs, Jeffrey y Larraín, Felipe: “Macroeconomía en la economía global”. Prentice Hall, segunda edición, Buenos Aires, 2002.

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Otra cuestión a destacar es que el mundo humano en el que vivimos no está exento de imperfecciones. En este sentido, es absurdo cuando se postula que las regulaciones son necesarias “dada la normal debilidad del ser humano”17. Esta afirmación ignora que las normales debilidades de los seres humanos también alcanzan a los funcionarios públicos. Herbert Spencer lo dejaba claro18: “Es cierto que el comercio tiene sus deshonestidades, la especulación sus desatinos. Estos son males inevitablemente ocasionados por las imperfecciones existentes de la humanidad. Es igualmente cierto, sin embargo, que estas imperfecciones humanas son compartidas por los funcionarios del Estado y que no siendo frenadas en ellos por la misma severa disciplina, crecen hasta causar resultados mucho peores” Siendo los reguladores tan humanos y tan frágiles como el resto de la población, no extraña que cuanto mayor sea el rol interventor del estado en la economía, mayor sea el espacio para la aparición de escándalos de corrupción. En la misma línea, también se da que los reguladores se ven sometidos a la voluntad de intereses especiales, legislando no en favor del “bien común”, sino en favor de sus propios objetivos

17

Este punto está expresado textualmente por Robert Shiller, también premio nobel, en un artículo publicado en el New York Times, el 9 de octubre de 2015, titulado: “Faith in an Unregulated Free Market? Don’t Fall for It”. Se encuentra disponible en http://www.nytimes.com/2015/10/11/upshot/faith-in-an-unregulated-freemarket-dont-fall-for-it.html?_r=1. 18 Spencer, Herbert: “Over-Legislation”, citado por Thomsen, Esteban, en “Selección de escritos de Herbert Spencer”, Estudios Públicos 36, Centro de Estudios Públicos, Chile, 1989. Disponible en: http://www.cepchile.cl/1_934/doc/seleccion_de_escritos_de_herbert_spencer.html

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electorales y pecuniarios, que muchas veces entran en conflicto con el proclamado bienestar general. Midiendo el peso de las regulaciones en el mundo Como se observa, incluso cuando detrás de la regulación estén las mejores intenciones, el resultado generalmente se da en la forma de corrupción, estancamiento económico, menor libertad individual y pobreza generalizada. Es por esto que organizaciones de prestigio a nivel mundial se preocuparon en los últimos años por armar índices y tablas de posiciones que sirvan como referencia para que cada país pueda saber cómo está, para bien o para mal, en términos de regulación y peso del estado en la actividad económica. Tal vez el más ambicioso proyecto de este tipo sea el Doing Business del Banco Mundial, que presenta indicadores cuantitativos acerca de la regulación que recae sobre las pequeñas y medianas empresas en 189 países a nivel global. Basándose en once grupos de indicadores diferentes, el informe de la entidad mencionada elabora un ranking que sitúa en los primeros lugares a los países más amigables para hacer negocios, mientras que en las últimas posiciones se encuentran las economías más reguladas, en donde el empresario encuentra mayor cantidad de trabas para llevar adelante su proyecto productivo. Los once indicadores que sigue el Banco Mundial son:  La apertura de una empresa: el Doing Business considera los costos administrativos, el tiempo en días y la cantidad de procedimientos y trámites burocráticos, así como 47

los requisitos de capital mínimo (como porcentaje del PBI per cápita de cada país), que son necesarios para abrir una empresa legalmente en el país bajo estudio. En este marco, cuanto menores sean esos requisitos, más fácil será montar un emprendimiento.  Registro de propiedades: con los mismos índices cuantitativos del ítem anterior, el reporte busca medir la facilidad para registrar propiedades comerciales y obtener su habilitación.  Obtención de crédito: Doing Business considera un índice que mide la fuerza de los derechos legales (el llamado “rule of law”), así como la profundidad de la información crediticia disponible para juzgar la facilidad que tienen las empresas para acceder al crédito. Si se percibe que un país tiene inseguridad jurídica, el crédito será escaso respecto del promedio.  Protección de inversores minoristas: se enfocan en el grado de protección que tiene el inversor minorista en una sociedad de propietarios determinada. Cuando mayor sea la protección, mejores perspectivas para desarrollar negocios.  Cumplimiento de contratos: aquí se incluye una gran cantidad de indicadores para dar una idea de lo fácil o difícil que es, en cada país analizado, hacer cumplir los contratos privados. Se toma en cuenta el tiempo que lleva presentar un conflicto en la justicia, y el costo que trae aparejado la contratación de abogados y el pago de tasas judiciales. Además, se considera el grado de automatización de los tribunales.  Manejo de permisos de construcción: lograr el permiso oficial para construir un local comercial también es un paso clave a la hora de emprender. El Doing Business analiza los 48

costos y los tiempos que son necesarios en cada país para obtener estos permisos.  Obtención de electricidad: una vez hecha la construcción, se necesita realizar un trámite para obtener servicios básicos como la electricidad. Es importante que estos trámites no sean onerosos y que se puedan realizar de manera sencilla, por lo que el Banco Mundial también analiza los costos y los tiempos asociados a esto, así como la “transparencia de las tarifas”, lo que contribuye a que el suministro eléctrico sea de calidad o bien sea defectuoso.  Pago de impuestos: los impuestos por sí mismos son una enorme traba para el emprendimiento y la producción. El reporte no solamente considera la cantidad de impuestos que deben pagarse en un año, sino el tiempo que se requiere para preparar, presentar y pagar (o retener) el impuesto sobre los ingresos de sociedades, el impuesto sobre el valor agregado y las contribuciones a la seguridad social (en horas al año). Por último, también incluye en la evaluación del gravamen en términos porcentuales sobre las ganancias y los impuestos laborales.  Comercio transfronterizo: en este ítem se analiza el tiempo necesario para exportar e importar, en términos de horas y dólares que se deben consumir en el proceso. Cuanto menor sea el tiempo y el costo de comerciar con el mundo para las empresas, mejor será la posición en el ránking.  Empleo de trabajadores: otra cuestión clave para los emprendimientos es la facilidad que tienen para relacionarse con los trabajadores. En este punto se miden las facilidades que tienen las empresas tanto para contratar como para despedir empleados en términos de costos monetarios y leyes que impiden o regulan en exceso esos procedimientos. 49

 Resolución de la insolvencia: el Banco Mundial busca medir cuánto tiempo lleva resolver una quiebra empresaria. Así como es deseable que las empresas puedan crearse rápidamente, también es beneficioso que puedan cerrar con facilidad, de manera de adaptar la producción a los cambios constantes en la preferencia de los consumidores. Se consideran el tiempo en años de los procesos de quiebra, el monto que recuperan los acreedores tras una insolvencia y también un índice de fortaleza del marco regulatorio de la insolvencia. Con todos estos elementos, el informe busca dar una idea de cuáles son los países donde es más adecuado iniciar negocios. Como mencionábamos anteriormente, la clave pasa por tener la menor cantidad de barreras de entrada posibles, por lo que dar un marco de flexibilidad y sencillez a las empresas se vuelve un objetivo de crucial importancia. Si observamos el índice para el año 2016, publicado en octubre de 2015, encontramos que Singapur, Nueva Zelanda y Dinamarca ocupan los primeros tres lugares, siendo las economías más amigables para hacer negocios en el mundo. En el cuadro de más abajo se observan a los primeros diez países ordenados por el ranking. Llama la atención ver en la lista a Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia, 4 países que suelen considerarse “socialistas” pero que, a la hora de facilitarle la vida al sector privado, están en la cumbre a nivel internacional. Otra cosa que llama la atención es que todos estos países se caracterizan por tener un nivel de vida extraordinariamente elevado. 50

Cuadro 1.2 – Primeros 10 puestos del Índice Doing Business del Banco Mundial DOING BUSINESS - BANCO MUNDIAL Índice de facilidad para hacer negocios País Posición Singapur 1 Nueva Zelanda 2 Dinamarca 3 Corea del Sur 4 Hong Kong 5 Reino Unido 6 Estados Unidos 7 Suecia 8 Noruega 9 Finlandia 10 Elaboración propia en base a Banco Mundial

Por el contrario si observamos la lista de los últimos diez países rankeados, el panorama es diferente. Se trata de países pobres en los que, en general, nadie piensa que sea un lugar apropiado para vivir o incluso visitar. Según el último informe, Argentina se encuentra en la posición 121, detrás de la mitad de la tabla. Entre los puntos más flojos que el Banco Mundial encuentra en nuestro país están la apertura de una empresa, el pago de impuestos, el comercio transfronterizo y el manejo de permisos de construcción. En todos esos rubros, el país está muy cerca de los últimos 10 puestos. 51

Cuadro 1.3 – Últimos 10 puestos del Índice Doing Business del Banco Mundial DOING BUSINESS - BANCO MUNDIAL Índice de facilidad para hacer negocios País Posición Guinea Ecuatorial 180 Angola 181 Haití 182 Chad 183 República Democrática del Congo 184 República Centroafricana 185 Venezuela 186 Sudán del Sur 187 Libia 188 Eritrea 189 Elaboración propia en base a Banco Mundial

Los puntos en donde mejores posiciones tenemos en términos relativos son en el cumplimiento de contratos y en protección de los inversionistas minoritarios, aunque siempre lejos de los primeros puestos, apareciendo en el puesto 38 en el primer caso y en el 49 en el segundo. Pero más allá de la foto, en el caso de Argentina lo que preocupa también es la película. En el año 2006, primer período en el que hay registros, el país ocupaba el puesto 93 sobre un total de 175 países. Esto quiere decir que si siempre se hubieran evaluado solamente 100 países, el nuestro habría pasado de ocupar el 52

puesto 53 a ocupar el 64, una caída de 11 posiciones en 10 años, cuando el objetivo debería ser precisamente avanzar en la dirección contraria. Otro índice internacional que contiene el tema de las regulaciones en relación con la competitividad de las economías es el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial. El WEF (por sus siglas en inglés) es una fundación sin fines de lucro que reúne a los principales líderes empresariales, políticos, periodistas e intelectuales con el objetivo de analizar los problemas más apremiantes en el mundo. Como parte de su misión, el Foro elabora el Índice de Competitividad Global, un ranking que ubica a los distintos países según una combinación de diferentes “pilares” considerados clave para ser competitivos. Los 12 pilares que analizan en el foro son: las instituciones; la infraestructura; el ambiente macroeconómico; la salud y la educación primaria; la educación superior y el entrenamiento; la eficiencia del mercado de bienes; la eficiencia del mercado laboral; el desarrollo del mercado financiero; la predisposición tecnológica; el tamaño del mercado; la sofisticación de las empresas; y, por último, la innovación19. En un país como el nuestro en que incluso muchos economistas y expertos analistas se refieren a la competitividad basada solamente en el tipo de cambio, es necesario comprender que la competitividad a nivel sistémico o global es mucho más amplia. 19

World Economic Forum: “The 12 pillars of competitiveness”. Disponible en: http://reports.weforum.org/global-competitiveness-report-2014-2015/methodology/

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A los efectos de nuestra investigación, algunos de los pilares son particularmente relevantes. Para el WEF, las instituciones están determinadas por el “marco legal y administrativo en que los individuos, las empresas y el gobierno interactúan para generar riqueza”. En este marco, resaltan la importancia de los derechos de propiedad como piedra fundamental para atraer inversiones. Otra cuestión para destacar es la eficiencia del mercado de bienes. En este punto destacan que la “la competencia sana del mercado, tanto doméstica como internacional, es importante a la hora de generar eficiencia y mejorar la productividad de las empresas, al asegurar que las empresas más eficientes, que produzcan los bienes que se demanden, sean las que triunfen. El mejor ecosistema para el intercambio de bienes exige una intervención mínima del gobierno”. Respecto de los mercados de trabajo, afirman que “deben tener la flexibilidad para que los trabajadores puedan migrar desde una actividad económica a la otra rápidamente y a bajo costo”. Impedir el movimiento de los trabajadores con leyes de supuesta protección laboral solo empeora las cosas. El informe del WEF recuerda que en los países árabes, así como en los europeos, la rigidez de los mercados laborales genera altos niveles de desocupación entre la población más joven. En el Índice de Competitividad Global, los primeros tres lugares son ocupados por Suiza, Singapur y los Estados Unidos. Sobre un total de 140 países analizados, Argentina se ubica en el puesto 106. Es decir, en el último 25% del ranking total. 54

Cuadro 1.4 - Argentina según el Índice de Competitividad Global

Innovación Sofisticación de los negocios Tamaño del mercado

Instituciones 6 5 4 3 2 1 0

Nuevas Tecnologías

Infraestructura Ambiente Macroeconómico Salud y Educación Primaria Educación Superior

Desarrollo del mercado financiero

Eficiencia del mercado de bienes Eficiencia del mercado de trabajo

Elaboración propia en base a WEF

Como se observa en el gráfico, los 4 pilares más flojos que tiene el país según el último reporte son las instituciones y el desarrollo del mercado financiero, junto con los mercados de bienes, de trabajo y la innovación, estos últimos tres con el mismo bajo puntaje de 3,1 sobre 6. Otro indicador de relevancia es el Índice de Libertad Económica, elaborado por la Fundación Heritage y el periódico Wall Street Journal de los Estados Unidos. El índice en cuestión intenta dar una medida del grado de libertad que las personas y las empresas tienen en los diferentes países, teniendo en cuenta cuatro ejes principales para el análisis: 

La vigencia del imperio de la ley o “rule of law”. 55

  

Los límites que tiene el gobierno. La eficiencia regulatoria. La apertura de los mercados.

Estos 4 ejes, a su vez, presentan subdivisiones. En el área del imperio de la ley se analiza cuán bien respetados están los derechos de propiedad y cuál es el grado de corrupción del país estudiado. El derecho de propiedad es particularmente importante. Un ejemplo paradigmático es lo que sucede en un asentamiento en el cual el ocupante no es el dueño de la vivienda, o bien no tiene herramientas legales para demostrar ser el propietario. Lo que normalmente sucede en estos casos, es que no aparecen los incentivos para mejorar la vivienda, ya que el ocupante sabe que, en cualquier momento, puede ser corrido del lugar. Por el contrario, cuando los derechos de propiedad están bien asegurados, los incentivos para hacerle mejoras al establecimiento surgen naturalmente, obteniendo consecuentemente una vivienda de mejor calidad. El ejemplo puede hacerse extensivo a toda la economía. La lección es sencilla, cuanto mejor delineado y protegido esté el derecho de propiedad, mayor será la inversión. Los límites al gobierno están analizados por la Fundación Heritage desde el plano fiscal, con lo que se tiene en cuenta el peso de los impuestos sobre los individuos y las empresas, y también el nivel del gasto público como porcentaje del PBI. En términos de la eficiencia regulatoria, se toma una medida general basada en cuatro pilares: la libertad empresarial (facilidades para abrir y cerrar una empresa, por ejemplo), la libertad laboral (cuán rígido o flexible es el mercado de 56

trabajo), y la libertad monetaria (que incluye la inflación y la capacidad de los ciudadanos para convertir libremente su moneda en otras monedas o bienes). Por último, la apertura de los mercados mide la libertad que tienen los ciudadanos de un país determinado para comerciar con otros ciudadanos allende las fronteras, la libertad para la inversión extranjera, y la libertad financiera, que atañe específicamente al sector de las finanzas. La libertad económica como un todo es importante porque, como define Heritage, se trata del “derecho fundamental de todo ser humano de controlar su propio trabajo y propiedad. En una sociedad económicamente libre, los individuos son libres de trabajar, producir, consumir e invertir en todo lo que quieran”. Cuanto mayor sea la intervención del estado en la forma de gasto público excesivo, impuestos impagables y regulaciones omnipresentes, menor será la libertad económica y menores incentivos habrá para ahorrar, invertir y producir, actividades básicas que permiten a la sociedad consumir y satisfacer sus crecientes y cambiantes necesidades. Así, existe una relación positiva entre libertad económica y riqueza per cápita a nivel mundial. Tomando el PBI per cápita de todos los países analizados en dólares internacionales (PPP, por sus siglas en inglés, una medida que logra homogeneizar el poder de compra del dólar en todos los países analizados) y comparándolo con el puntaje que éstos obtuvieron en el Índice, se arriba a la conclusión de que a mayor libertad económica, mayor es la riqueza de la nación. 57

Cuadro 1.5 - Libertad económica y riqueza per cápita. $120.000

PBI per cápita (PPP)

$100.000

Qatar

$80.000

Luxemburgo Singapur

$60.000

Hong Kong Suiza Australia

$40.000 Grecia Argentina

$20.000 Zimbabwe

$0 10,0

30,0 50,0 70,0 90,0 Puntaje en el Índice de Libertad Económica

Elaboración propia en base a Fundación Heritage

Un reciente artículo publicado en el diario español Libre Mercado aplicó este concepto a España y descubrió que las Comunidades Autónomas con mayor libertad económica tenían mayores tasas de empleo (Madrid siendo la primera, Extremadura la última), mayores ingresos promedio y mayor cantidad de empresas creadas en 201420. Recuerdo haber vivido en carne propia la liberalización del comercio en Madrid. Cuando estudiaba en aquella ciudad europea en el año 2011 tuve que salir un domingo a comprar 20 “La libertad económica marca la diferencia entre la España rica y la España pobre”, Libre Mercado, 8 de enero de 2016, disponible en: http://www.libremercado.com/2016-01-08/la-libertad-economica-marca-ladiferencia-entre-la-espana-rica-y-la-espana-pobre-1276565030/

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una pasta de dientes. Para mi sorpresa, ningún supermercado estaba abierto, aún cuando serían aproximadamente las 11 de la mañana. Por supuesto, lo que sucedía era que el gobierno regulaba estrictamente los horarios de dichos establecimientos y quedaba terminantemente prohibido para ellos abrir los domingos. Unos años más tarde, más concretamente en 2014, volví a Madrid, a dónde di una conferencia sobre el ciclo económico argentino desde 2001 hasta la fecha21. En ese entonces, la alcaldía había cambiado de manos y se había puesto en marcha un plan de liberalización de los horarios comerciales, por lo que los supermercados volvieron a abrir los domingos. Según el último índice publicado por Heritage y el WSJ, que toma datos del año 2014, Argentina se ubicó en el puesto 169 sobre un total de 178 economías analizadas, ocupando un cómodo lugar en el rezagado grupo de las denominadas “economías reprimidas”. Para los analistas de Heritage: “Argentina sigue sumida en un clima de depresión económica. Fuertemente obstaculizada por la interferencia gubernamental, la economía formal crece cada vez con mayor dificultad, mientras la actividad económica informal se expande. Destacan la inestabilidad monetaria y los controles de precios en casi todos los bienes y servicios. Además, la intervención del gobierno en el sector financiero distorsiona aún más los precios.

21 Mi charla, “El pinchazo de la burbuja argentina”, está disponible en YouTube y puede verse en este link: https://www.youtube.com/watch?v=dmZljJ3Vzbs

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En los últimos cinco años, la puntuación de libertad económica de Argentina se ha reducido en más de 7 puntos, sumiendo a la economía en la categoría de "reprimida". Pérdidas considerables han ocurrido en ocho de las diez libertades económicas, sobre todo en el gasto gubernamental, la libertad de inversión, la libertad comercial, y los derechos de propiedad” Los puntos obtenidos en cada subcategoría pueden observarse en el cuadro de abajo: Cuadro 1.6 – Libertades en Argentina Libertades en Argentina según el Índice de Libertad Económica Puntaje sobre 100 Criterio Puntos Imperio de la Ley Libertad de la Corrupción 34,0 Derechos de Propiedad 15,0 Gobierno Limitado Libertad Fiscal 66,8 Gasto Público 41,2 Eficiencia Regulatoria Libertad Monetaria 59,6 Libertad Empresarial 52,8 Libertad Laboral 43,3 Mercados Abiertos Libertad Comercial 68,8 Libertad de Inversión 30,0 Libertad Financiera 30,0

Elaboración propia en base a Heritage Foundation

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La posición tan rezagada de nuestro país en el índice ha despertado algunas sospechas. Incluso aceptando que Argentina es un caso de economía reprimida e hiperregulada, algunos se preguntan si realmente está en el mismo nivel que el Congo, Irán, Bolivia o Ucrania, quienes tienen una puntuación similar. El problema surge de considerar que, porque uno está en una situación institucional delicada comparable a la de estos países, su nivel de vida y capital acumulado van a transformarse automáticamente en los del Congo o Irán. Sin embargo, todo depende de cuál sea el punto de partida y cuál el tiempo transcurrido desde la llegada de la economía reprimida. Como explica Nicolás Cachanosky en un lúcido artículo al respecto22: “Imaginemos que de la noche a la mañana Cuba o Corea del Norte se vuelven los dos países más libres y con gobierno limitado del planeta. De la noche a la mañana estos países han ganado libertades civiles e individuales, pero aún tienen que acumular riqueza y desarrollo. El cambio de instituciones cambia el rumbo del país, pero el país aún debe transitar el nuevo camino (…) Lo mismo sucede si uno de los países más ricos y desarrollados del mundo adopta las instituciones de Cuba o Corea del Norte de la noche a la mañana. La riqueza y capital 22

Cachanosky, Nicolás: “Instituciones y corto plazo en el debate político”. 7 de octubre de 2013, Economía Para Todos. Disponible en: http://economiaparatodos.net/instituciones-y-corto-plazo-en-el-debate-politico/

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acumulado no desaparecen en un lapso de 24hs. El país entra en un proceso de consumo de capital que puede llevar varios años, o incluso décadas. Mientras tanto, el gobierno de turno se puede dar el gusto de ser Bolivariano pero mantener un nivel de riqueza y desarrollo que es fruto de las instituciones pasadas, no de las actuales. Los ciudadanos pueden seguir usando las mismas carreteras, el tendido eléctrico, de comunicaciones, etc. Eventualmente las carreteras comienzan deteriorarse dada la falta de mantenimiento (o los trenes chocan), el sector energético comienza a flaquear debiendo importar energía y la infraestructura de comunicaciones queda obsoleta.” La obsesión por regular Los políticos, así como el resto de nosotros, tienen sus intereses, sus principios y sus motivaciones particulares. Está claro que, como enseña la escuela de la elección pública23, los intereses de un político en funciones están ligados a la permanencia en su cargo, y por tanto al triunfo en las elecciones, y también al incremento de los presupuestos que puede manejar. Sin embargo, tampoco podemos descartar que a menudo busque lo que él considera que es el “bien común”. Ahora bien, cual sea que sea su origen, lo cierto es que la tendencia natural de los poderes legislativos es a hiperregular la economía, decretando todo tipo de controles y directivas particulares sobre las relaciones libres y voluntarias entre productores y consumidores.

23

Shughart II, William F.: “Public Choice”. The Concise Encyclopedia of Economics. Disponible en http://www.econlib.org/library/Enc/PublicChoice.html

62

Y como hemos visto hasta acá, incluso cuando están motivadas por buenas intenciones o bien avaladas por un considerable cuerpo de teoría económica, dichas regulaciones imponen costos sobre la economía, dando lugar a una relación inversa entre su cantidad y cuestiones de vital importancia como el crecimiento económico y el nivel de empleo, y a una relación directa entre regulaciones y pobreza. Dejar en claro esta problemática y reconocerla es el primer paso que se necesita para resolverla. En el siguiente capítulo analizaremos una de las trabas más importantes que pueden imponer los gobiernos no solo sobre la producción, sino sobre todas las actividades económicas del ser humano, con un énfasis especial en el caso argentino. Así que pasemos al próximo capítulo, para ver qué son los impuestos y cómo pueden terminar destruyendo la economía y tu bolsillo.

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La Gran Regulación: los Impuestos Transcurrían los primeros días de marzo. El calor no daba tregua, a pesar de estar en la etapa final del verano. La sesión ya llevaba más de 4 horas y no parecía ver fácilmente un acuerdo en el horizonte. Además, el aire acondicionado estaba sin funcionar, merced a la política de ahorro energético impuesta a todas las oficinas y dependencias estatales, entre las cuales también se incluía al Congreso de la Nación. El debate sobre el nuevo impuesto era agotador. La crisis fiscal había llegado a niveles insostenibles y la actividad económica estaba completamente paralizada. Las provincias no podían pagar los sueldos, la deuda había llegado a su límite y una nueva oleada inflacionaria no estaba dentro del análisis, dado que los precios ya subían demasiado rápido. Desde su banca, el diputado fue muy claro cuando le tocó intervenir: “Estimados compañeros representantes del Pueblo de la Nación. Tenemos que entender que éste no se trata de un impuesto más, como los muchos que se han creado a lo largo de nuestra historia. No se trata de un ‘manotazo de ahogado’ para equilibrar las cuentas públicas, como sugirió el referente de la oposición hace unos instantes. Se trata de un acto de justicia, de un acto de equidad, ya que no podemos seguir permitiendo que los sectores más favorecidos de la sociedad sigan teniendo una actitud tan profundamente egoísta. Es hora 65

de que los más ricos también le pongan el hombro a la crisis, que también devuelvan algo de lo que la sociedad les da. Es hora de que, de una vez por todas, la crisis la paguen los capitalistas” Las bondades del nuevo impuesto eran varias y habían sido cuidadosamente estudiadas por el equipo de asesores técnicos del diputado. Pablo, el hijo de su amigo, había oficiado de coordinador y compaginado toda la documentación. Según el estudio, el nuevo gravamen serviría para recaudar la suma de $ 120.000 millones en el año, contribuyendo a reducir el déficit en un 85%, tal como lo exigían los organismos de crédito multilateral. Sin embargo, esto no era todo, ya que la medida también reduciría la desigualdad, puesto que al ser un impuesto orientado específicamente a los sectores más ricos de la sociedad, reduciría su ingreso disponible, achicando la brecha entre los que más tienen y los que tienen menos. Por último, los mayores ingresos estatales permitirían continuar con los gastos en salud, educación, infraestructura, jubilaciones y también en el Plan de Estímulo para el Crecimiento Económico, que buscaba reanimar la economía impulsando el consumo. Un diputado opositor preguntó si no pensaban que, a pesar de los incuestionables beneficios económicos y sociales que el impuesto traería, no emergería un problema ético, ya que los niveles del gravamen rozaban lo confiscatorio. Lo que siguió fue una lluvia de cuestionamientos y hasta algunos insultos.

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Otro escéptico congresista levantó la mano para mostrar los hallazgos de su propio equipo técnico. Según él, las cifras de las que se hablaban estaban totalmente sobreestimadas, ya que consideraban que las víctimas del nuevo gravamen pagarían sin chistar cuando, según su visión, era obvio que encontrarían la manera de eludir esos pagos. Si bien su intervención generó cierta preocupación, el sector mayoritario se inclinó por la posición del diputado oficialista, quien afirmó que el que no quisiera pagar, tendría que soportar todo el peso de la ley y que al gobierno no le temblaría el pulso para enviar tras las rejas a los evasores. Se hicieron las 2 de la mañana cuando llegó la hora de votar. A pesar del largo debate, la suerte estaba echada. Fue 157 a 101 a favor del nuevo “Impuesto a las Rentas Excesivamente Elevadas”. A pesar del cansancio, hubo aplausos y abrazos. La crisis fiscal comenzaba a superarse y la mayor equidad social quedaba garantizada. ................................................................................. Al igual que en la historia anterior, sobran los políticos y legisladores que, más allá del rol que tienen los impuestos estrictamente como fuente de financiamiento del gasto público, consideran que éstos son la herramienta indispensable para tender a reducir la desigualdad social, quitándole a los ricos para darle a los pobres.

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De hecho, no son pocos los dirigentes que se sienten profundamente identificados con el famoso héroe inglés, Robin Hood. Tiempo atrás, el mandamás de la llamada República Bolivariana de Venezuela se autoproclamó el “Robin Hood Bolivariano”, luego de utilizar sus poderes especiales para lanzar un nuevo impuesto destinado a gravar solamente a 3000 contribuyentes de “gran capital”. Según sus dichos, la tasa les quitaría a los ricos para darles a los más pobres, emulando a quien Disney caracterizara como un zorro maestro en el arte del arco y la flecha24. Ahora lo cierto es que la identificación con Robin Hood no es exclusiva de los delirios del cuestionado presidente venezolano, sino que llega a los países supuestamente más evolucionados del mundo. En Europa, existe un creciente clamor a favor de la introducción de la denominada “tasa Robin Hood” que, inspirada en la propuesta del economista estadounidense James Tobin, busca gravar las transacciones financieras, para destinar lo recaudado a “paliar los efectos de la crisis y luchar contra la pobreza”25. Ahora lo que evidentemente sucede con estos políticos y militantes del estado grande es que no han sido cuidadosos en la lectura de la historia del revolucionario inglés.

24 “Maduro tras nueva reforma de impuestos: ´Soy el Robin Hood bolivariano´”, 31 de diciembre de 2015, diario Emol. Disponible en: http://www.emol.com/noticias/Internacional/2015/12/31/766238/Maduro-reformapor-decreto-impuesto-a-grandes-operaciones-financieras.html 25 La Tasa Robin Hood: el impuesto que sí queremos. 17 de mayo de 2015, eldiario.es: http://www.eldiario.es/desigualdadblog/Tasa-Robin-Hood-impuestoqueremos_6_388871123.html

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Como explica el ingeniero y economista español Ignacio Moncada26: “Recomiendo un saludable ejercicio a todo aquel que utiliza el argumento de Robin Hood para defender todo tipo de impuestos: acérquense, aunque sea superficialmente, a la leyenda del forajido inglés. ¿Quiénes eran sus enemigos? ¿Eran los empresarios y los prestamistas? Para nada. Era el Príncipe Juan Sin Tierra. Su brazo ejecutor, el Sheriff de Nottingham, no era un banquero, sino el recaudador de impuestos. En una palabra, el enemigo era el Estado. Según la leyenda, el problema era que el nivel de impuestos era tan elevado que la gente vivía en la miseria. Robin Hood no robaba a los ricos, sino que se dedicaba a devolver a sus legítimos dueños el dinero previamente usurpado por los prohibitivos impuestos” Como se observa, la realidad es muy contraria a la que imaginan los políticos y los legisladores. En primer lugar, porque el objetivo de Robin Hood no era sacarle a los ricos para darle a los pobres, sino restablecer la justicia en la distribución de la riqueza. Y mientras que en la época del Rey Juan Sin Tierra la riqueza se distribuía de manera arbitraria gracias al poder de coacción del rey, en los países con mercados que funcionan, la riqueza se distribuye de manera voluntaria, en las operaciones mercantiles de todos los días.

26

Moncada, Ignacio: “Robin Hood era libertario”. 18 de marzo de 2003, Instituto Juan de Mariana. Disponible en: https://www.juandemariana.org/ijmactualidad/analisis-diario/robin-hood-era-libertario

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En segundo lugar, porque incluso cuando el cobro de impuestos pueda llevar a una distribución más igual del ingreso, debe considerarse, primero, si esto es un objetivo deseable en sí mismo. Segundo, si buscar obtenerlo no generará consecuencias negativas sobre el conjunto de la sociedad en general. Ahora bien, es evidente que el objetivo del gobierno al cobrar impuestos no es solamente redistribuir el ingreso, como está de moda repetir en la actualidad. ¿Para qué existen los impuestos? El rol de los impuestos es, en primer lugar, generar entradas para el gobierno y así permitirle a éste llevar a cabo sus diversas y crecientes tareas. Además, los impuestos también sirven para regular los mercados, especialmente cuando se destinan a desincentivar ciertos consumos, como el cigarrillo o el alcohol. Por oro lado, también pueden buscar controlar los precios de algunos productos, como cuando se establecen retenciones a las exportaciones. Por último, también pueden buscan blindar a los empresarios nacionales de la competencia extranjera, cuando se imponen tarifas a las importaciones. Estos objetivos están muy alejados de su función original. Si nos guiamos por lo que escribiera la filósofa rusonorteamericana Ayn Rand, el único rol del gobierno debería ser proteger los derechos individuales del hombre, con lo que sólo sería necesario recaudar fondos para pagar por la policía y la justicia27.

27

Rand, Aynd: La naturaleza del gobierno, en “La Virtud del Egoísmo” p. 153. Editorial Grito Sagrado, Buenos Aires.

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Frente a esta afirmación generalmente aceptada por el liberalismo clásico, Murray Rothbard objetó que, incluso cuando el gobierno efectivamente se limitara a defender los derechos individuales, al cobrar impuestos para conseguir ese objetivo ya estaría violando esos derechos, ya que para cobrar impuestos debe imponérselo a quien los paga. Así, a diferencia de lo que sucede en el mercado, donde el que recibe ingresos lo hace a cambio de entregar un producto o un servicio valorado por su cliente, el estado obtiene sus ingresos a través de la coacción, lo que atenta contra la libertad y la propiedad de las personas28. Como se ve, el tema tiene una particular complejidad desde el punto de vista ético y filosófico. Sin embargo, ahí no se agotan los problemas. Es que los impuestos tienen, además, enormes efectos sobre la economía y la riqueza, presente y futura, de las personas que la componemos. La mochila fiscal El caso es simple de entender si se piensa en ejemplos extremos. La Unión Soviética o la China de Mao Tse Tung se caracterizaron por ser economías donde los impuestos eran del 100%. En la práctica, no había ningún tipo de impuesto. Sin embargo, dado que la propiedad era casi 100% estatal, todo lo producido por los ciudadanos de esos países no les pertenecía a ellos, sino que le pertenecía al gobierno, lo que es

28

Rothbard, Murray: “Hacia una nueva libertad” p. 38. Editorial Grito Sagrado, Buenos Aires, 2006.

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equivalente a establecer una impuesto del 100% de los ingresos y la riqueza de la gente. La existencia de semejantes tasas impositivas tiene un efecto directo sobre los incentivos. ¿Cuál es el objeto de esforzarse más, si todo lo que una persona pueda generar deberá entregárselo obligatoriamente al gobierno? Comprender este punto nos ayuda a comprender los motivos del fracaso de los experimentos socialistas extremos como los que vivieron China, Rusia, sus países satélites e incluso Cuba. En comparación con los países capitalistas, el retraso en términos de crecimiento, calidad de vida e innovación tecnológica ha quedado más que expuesto una vez que todas estas sociedades comenzaron progresivamente a abrirse derribando muros. Ahora sin necesidad de llegar a casos extremos es evidente que una mayor carga tributaria afecta los incentivos a acumular capital, producir y, por tanto, reduce nuestras posibilidades de conseguir empleo y consumir más y mejor en el tiempo. Los impuestos, en este sentido, son como una gran mochila que pesa sobre el sector productivo de la economía. Si esa mochila es relativamente liviana (impuestos bajos), la economía podrá moverse con mayor facilidad, pero si la mochila es pesada (impuestos altos), entonces veremos mayor estancamiento y menores niveles de riqueza. Numerosos estudios empíricos demuestran este punto. Según la compilación realizada por el economista norteamericano

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Robert Murphy, es claro que existe una relación inversa entre crecimiento económico y carga impositiva29: “Padovano y Galli (2001), por ejemplo, utilizaron datos de 23 países de la OCDE desde 1951 a 1990 y encontraron que las elevadas tasas marginales y la progresividad fiscal se asociaban negativamente al crecimiento económico de largo plazo. En un estudio del 2002, los mismos investigadores estimaron que un incremento de 10 puntos porcentuales de las tasas impositivas marginales, reducían la tasa anual de crecimiento económico en 0,23 puntos porcentuales. Engen y Skinner (1996) encontraron una relación doblemente fuerte. Analizaron más de 20 estudios sobre tasas impositivas y crecimiento económico tanto en los Estados Unidos como en el exterior. Concluyeron que ‘una reforma impositiva de magnitud, que reduzca todas las tasas marginales en cinco puntos... incrementaría el crecimiento de largo plazo entre 0,2 y 0,3 puntos porcentuales’. Young Lee y Roger Gordon (2005), llegaron a una conclusión similar concentrándose en los impuestos corporativos. Utilizando datos de 70 países para el período 1970-1997, encontraron que una reducción de diez puntos en los impuestos corporativos elevaba el crecimiento económico de 1 a 2 puntos porcentuales por año. Este hallazgo es sorprendente. Un incremento de 1 a 2 puntos no se suma a lo largo del tiempo, sino que es exponencial. A lo largo de 20

29

Murphy, Robert P.: “What Economic Research Says About Fiscal Austerity and Higher Tax Rates”. The Library of Economics and Liberty, 7 de enero de 2013. Disponible en: http://www.econlib.org/library/Columns/y2013/Murphytaxrates.html

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años, un punto adicional de crecimiento incrementa el PBI real del país en un 22%.”

económico

En Suecia también pasa Frente a los argumentos teóricos y empíricos que muestran el impacto negativo de los impuestos sobre la actividad económica, muchos suelen argumentar que en los países nórdicos, como Suecia, Dinamarca, Noruega y Finlandia, las altas tasas impositivas no han hecho nada para impedir el crecimiento o evitar que esos países se ubiquen en las primeras posiciones de los índices que miden la riqueza y la calidad de vida a nivel mundial. Sin embargo, esta lectura es una interpretación sesgada de la realidad. En primer lugar, porque la correlación no implica causalidad. Es decir, que un buen nivel de vida conviva con una elevada carga tributaria no quiere decir que los impuestos sean la fuente de la prosperidad. En segundo lugar, porque la historia de los países nórdicos no es tan excepcional como suele afirmarse. En su obra “Scandinavian Unexeptionalism”, el investigador sueco Nima Sanandaji explica que el crecimiento de los países nórdicos, especialmente Suecia y Dinamarca, se explica principalmente por el desarrollo de un marco favorable al libre mercado que prevaleció desde 1870 hasta bien entrado el siglo XX. Como resultado de este ecosistema económico, Suecia ostentó la tasa de crecimiento anual más elevada de todos los países europeos industrializados de la época (Austria, Bélgica, Dinamarca, Alemania, Austria, Reino Unido, Francia) para el 74

período comprendido entre 1870 y 1936. Sin embargo, con la llegada de políticas intervencionistas que incrementaron el gasto público y los impuestos, la tasa de crecimiento cayó. Desde 1936 a 2008, Suecia ocupó el puesto 13 entre los 28 países más desarrollados. Lo mismo le sucedió a Dinamarca, que hasta 1924 exhibió la sexta tasa de crecimiento más elevada entre los países desarrollados, para pasar a ocupar la decimosexta posición luego del cambio hacia un modelo de altos impuestos y estado grande. En el caso de Suecia, si bien el cambio de modelo hacia un intervencionismo mayor comenzó en 1936, lo cierto es que se radicalizó en la década del ‘70, cuando la carga tributaria pasó a ser una de las más altas del mundo. El efecto de esta radicalización sobre la innovación y la creación de empresas fue marcado. Como explica Sanandaji30: “En el año 2004, 38 de las 100 empresas de mayor facturación en Suecia eran fruto de la función empresarial del país, habiendo comenzado como negocios privados dentro de las fronteras. De estas empresas, 21 habían sido fundadas antes de 1913. Además, 15 se habían fundado entre 1914 y 1970. Solo dos habían iniciado sus actividades después de 1970. Si las 100 compañías más grandes se clasificaran de acuerdo a la cantidad de personal contratado, entonces ninguna de ellas habría sido fundada en el período posterior a 1970.”

30

Sanandaji, Nima: “Scandinavian Unexeptionalism”, p. 23, Institute of Economic Affairs. Londres, 2015.

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Otra cuestión a destacar cuando se utiliza el ejemplo nórdico para defender los impuestos elevados es que no es lo mismo sacarle a una persona 45% de su ingreso en impuestos si esa persona ingresa $ 10.000 o si ingresa $ 100.000. En el primer caso, el estado solamente estaría dejándole $ 5.500 al individuo para sus gastos de consumo luego de pagar impuestos, mientras que en el segundo caso, el dinero que se le deja es sustancialmente mayor. Así, resulta al menos curioso que los mismos que sostienen que a los más ricos deben cobrárseles más impuestos que a los más pobres, defiendan al mismo tiempo que los países ricos (Suecia, Noruega, Dinamarca) tengan la misma presión tributaria que los países más pobres como Argentina, cuyo ingreso anual per cápita es un 25% del de Suecia o Dinamarca. Dimensionando el peso de los impuestos Una medida tradicionalmente utilizada para medir el peso de los impuestos sobre la sociedad es la recaudación tributaria sobre el PBI. El indicador muestra cuánto, en porcentaje, se lleva el estado en concepto de impuestos por cada peso producido por la economía. Si el Producto Bruto Interno de un país es de $ 5 billones y la presión tributaria es del 35%, esto quiere decir que los ingresos totales del estado fueron $ 1,75 billones, o que, por cada peso producido, hubo que entregarle al estado 35 centavos. En el mundo existe una gran dispersión entre las cargas tributarias de los diferentes países. Como mencionábamos 76

anteriormente, los países escandinavos son famosos por tener altos niveles de recaudación sobre el producto, mientras que los países anglosajones o latinoamericanos tienen una carga menor.

26,8%

34,8% Australia

30%

28,9%

35,5% Argentina

32,2%

36,0%

40%

Reino Unido

38,1%

46,7%

51,7% Dinamarca

50%

48,7%

53,9%

60%

Noruega

Cuadro 2.1 - Presión fiscal (2015)

20% 10%

Colombia

Uruguay

Estados Unidos

Canada

Argentina OJF

Suecia

0%

Elaboración propia en base a FMI y Centro de Estudios Económicos de Orlando Ferreres y Asociados

En el gráfico anterior puede observarse que la excepción es el caso argentino. Si tomamos los números que divulga el FMI, el país posee una carga tributaria del 35,5% del PBI, por debajo de los países nórdicos, pero al mismo nivel que 77

Australia, Estados Unidos o el Reino Unidos, todas naciones largamente más ricas que la nuestra. La magnitud del peso de la recaudación sobre el PBI crece considerablemente si tomamos las estimaciones del Centro de Estudios Económicos de Orlando Ferreres, que nos sitúa solo unos puntos por debajo de Suecia. Ahora si bien la “foto” es preocupante, más delicada aún es la “película”. Es que si se presta atención a la evolución de la presión tributaria en Argentina, se encuentra que ésta no ha parado de subir durante los últimos años. En el año 2000, la recaudación de impuestos equivalía al 20,5% del PBI. Al año siguiente y en el 2002, la recaudación cayó producto de la crisis. Sin embargo, desde el año 2003 la carga tributaria total pasó de 21,7% al 35,5%, elevándose nada menos que en 14 puntos porcentuales. Para el Centro de Estudios OJF, el incremento ha sido de 16,6 puntos, ya que toman como punto de partida una recaudación del 30,1% del PBI en 2003. Este considerable incremento se debió a la imposición de retenciones a la exportación luego del estallido de 2001, a la estatización de los fondos privados de pensión, y también al incremento en la recaudación del impuesto a las ganancias, pero no producto de un crecimiento real de las ganancias de las empresas y los ciudadanos, sino por el efecto de la monumental inflación combinada con unas escalas y un mínimo no imponible que ha ignorando la suba del costo de vida. Para que se comprenda este último punto podemos utilizar un ejemplo. Supongamos que el gobierno cobra el 15% a los

78

ingresos superiores a $ 1.000, 20% a lo ingresos superiores a $2.000 y 25% a los ingresos superiores a $ 3.000. En épocas de alta inflación, es evidente que si un ciudadano cobraba $ 1.000 en un año determinado, al cabo de dos o tres años comenzará a cobrar $ 2.000, más allá de que ese nuevo monto le sirva para comprar la misma canasta de bienes que adquiría cuando ingresaba solo $ 1.000. El gobierno, al no modificar las escalas del impuesto, sin embargo, está cobrando una tasa impositiva mayor sobre una “ganancia” que, en realidad, no es tal, ya que los ingresos siguen siendo los mismos en términos reales. Así, este manejo del estado ha funcionado como un fuerte incremento de la presión que ejerce el impuesto a las ganancias sobre todos los sujetos al mismo. Para dimensionar aún más el peso que tienen los impuestos sobre la gente, podemos dividir la recaudación tributaria total por la cantidad de habitantes que tiene el país. Si tomamos datos del año 2015, encontramos que la recaudación totalizó $ 1,77 billones, lo que dividido por los aproximadamente 42 millones de habitantes, resulta en un costo total de $ 41.800 anuales. Medido en dólares, el monto asciende a USD 3.110 al año por habitante31. Ahora bien, lo cierto es que del total de habitantes, solo un número menor se encuentra con capacidad legal y física para trabajar. En este sentido, si reducimos la cantidad total de personas a aquéllas que poseen entre 16 y 65 años, obtenemos 31

El tipo de cambio se calculó en base al dólar oficial de los últimos días de diciembre y luego al dólar paralelo del resto del año corregido por la diferencia entre el oficial y el paralelo luego de la eliminación de las restricciones cambiarias. Así, se tomó el promedio del dólar paralelo en 2015 y se lo multiplicó por 0,955, resultado de dividir el dólar oficial post liberación cambiaria, por el dólar paralelo en el mismo período.

79

que el peso del estado ascendió en 2015 a $ 69.960 anuales, lo que equivale a USD 5.205 por año. De acuerdo a las estimaciones de Ferreres, este monto se elevaría a USD 5.900 dólares anuales per cápita y a USD 9.800 por ciudadanos en edad de trabajar. Por supuesto, todo esto deja de lado el exceso de gasto que hoy se financia con deuda e inflación, lo que también termina pagando la gente. Impuestos, impuestos y más impuestos Otra cuestión a tener en cuenta respecto de los impuestos es la cantidad existente y la complejidad del sistema. El Reporte Doing Business del Banco Mundial no solo mide los montos que las empresas deben entregar en la forma de impuestos, sino también el tiempo en horas al año y la facilidad, o no, que tiene un sistema para que se efectúe el pago de las obligaciones tributarias. En este sentido, es evidente que un sistema sencillo de pocos tributos será más amigable que uno de muchos tributos y exceso de “papeleo”. En nuestro país la cantidad de impuestos a pagar es abrumadora. Según un estudio del economista rosarino Antonio Margariti, el número total de impuestos en Argentina es de nada menos que 96, que están compuestos por 45 impuestos nacionales, 28 impuestos provinciales y 23 impuestos que recaudan los municipios32. Los 45 impuestos nacionales que encontró Margariti los detallamos a continuación:

32

Margariti, Antonio I.: “Los límites del estado populista: tratado crítico de hacienda pública”. Bolsa de Comercio de Rosario, 2012.

80

1. 2. 3. 4. 5. 6.

Impuesto a las ganancias de personas físicas Impuesto a las ganancias de sociedades Impuesto a la ganancia mínima presunta Impuesto a los bienes personales Monotributo Impuesto a ganancias no-realizadas, al prohibir el “ajuste de balances por inflación” 7. Impuesto por ajustes en los precios de transferencias 8. Retenciones por exportaciones agrícolas 9. Otros Derechos de exportación 10. Derechos de importación 11. Tasas de aduana 12. Tasa de estadística 13. Impuesto sobre fletes marítimos 14. Impuesto a la transferencia de inmuebles de personas físicas 15. Impuesto sobre débitos y créditos bancarios 16. Percepción aduanera de IVA importación y Ganancias importación 17. IVA sobre servicios al 27 % 18. IVA sobre compras al 21 % 19. IVA sobre compras al 10,5 % 20. Impuesto para el Fondo de Educación y Promoción Cooperativas 21. Impuestos internos 22. Impuesto adicional de emergencia cigarrillos 23. Impuesto p/ fomento de la actividad cinematográfica (INCAA) 24. Impuesto a los videogramas grabados. 25. Impuesto a premios de sorteos y concursos deportivos.

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26. Impuesto del CONFER a transmisiones de radio y televisión 27. Tasa de kerosene, gas-oil y diesel-oil 28. Impuesto a los combustibles líquidos y gas natural (ex ITC) 29. Impuesto específico al gas-oil (IESP) 30. Tasa de infraestructura hídrica a la nafta y al GNC 31. Recargo impositivo al GNC (D. 786/02) 32. Cargo por sobre-consumo de gas y electricidad (PURE Plan Uso Racional Energía) 33. Impuesto sobre tarifas de peajes en autopistas. 34. Impuesto a telefonía celular (Ente Alto Rendimiento Deportivo). 35. Impuesto a la tecnología electrónica producida extrazona (Tierra del Fuego). 36. Retenciones sobre salarios para ANSES, Obras Sociales y Sindicatos 37. Retenciones sobre salarios para PAMI 38. Cuotas del ahorro jubilatorio expropiado (ex AFJP) 39. Contribuciones patronales para ANSES, Obras Sociales y Sindicatos 40. Contribuciones patronales para PAMI 41. Contribuciones para asignaciones familiares 42. Previsión de indemnizaciones por despidos 43. Cargo en previsión de doble indemnización 44. Contribuciones a ART y previsión por demandas civiles en casos de accidentes de trabajo. 45. Aportes para Fondos gremiales de desempleo. Semejante cantidad de impuestos diferentes (y recuérdese que solamente citamos los impuestos nacionales), exige una enorme cantidad de leyes en las cuales estén basados. Según 82

Margariti, “el régimen tributario argentino consta de 64.390 artículos sancionados en los últimos 6 años por leyes, decretos, decretos reglamentarios, decretos rectificativos, decretos interpretativos, resoluciones de la AFIP, resoluciones de la DGI, resoluciones del Ministerio de Economía, aplicativos informáticos, instructivos fiscales, regímenes de información obligatoria, sistemas de retención y percepción, normas de Aduana y disposiciones de las Direcciones de Rentas provinciales y municipales” Así, el sistema impositivo argentino se transforma en una verdadera maraña legal imposible de comprender por el ciudadano de a pie. En este contexto, no extraña que el Banco Mundial considere que en nuestro país se necesiten 405 horas por año para lidiar con las obligaciones tributarias, cuando el promedio de la OCDE es de 177. Lo que estado le saca a los trabajadores Hasta aquí hemos analizado algunos indicadores tradicionales para estimar la carga de los impuestos sobre la economía argentina y la sociedad. Queda claro por el análisis que la presión tributaria tiene niveles elevados en términos internacionales y también que el sistema es un verdadero caos administrativo. Sin embargo, todavía falta analizar cuánto afecta la presión tributaria para el que verdaderamente cumple con sus obligaciones. Es que, si bien es un indicador ampliamente utilizado, la recaudación tributaria sobre el PBI no muestra realmente el peso que tienen los impuestos sobre el sector formal de la economía. 83

Para explicarlo de manera sencilla, no todos los miembros de una sociedad pagan sus impuestos. De esta forma, la carga del sector público es llevada adelante solamente por la economía formal, por lo que se vuelve relevante analizar cuánto paga mensualmente un empleado en relación de dependencia en concepto de impuestos y cargas que obliga el estado a realizar. Si tomamos como ejemplo a un ciudadano que en enero de 2016 tenía un salario bruto de $ 10.000, debemos considerar todo aquello que el estado obliga a retener de ese haber en concepto de Jubilación, Obra Social, y aportes al Instituto Nacional de Servicios para Jubilados y Pensionados. Por otro lado, también hay un monto que se le exige a las empresas, compuesto por aportes a la jubilación, al Fondo Nacional de Empleo, a la Administración Nacional del Seguro de Salud, obra social y asignaciones familiares. Lo que se le descuenta al empleado también debe considerase como un impuesto que paga el trabajador. Es que, para el empresario, todo lo erogado constituye el costo laboral, por lo que le da lo mismo si tiene que dárselo íntegramente al trabajador o al estado. En este sentido, es válido pensar que, sin imposiciones de ningún tipo, el trabajador podría recibir el “Ingreso Total” que figura en el cuadro de la página siguiente, en lugar de recibir, en mano, el salario neto. Una vez hechos los descuentos pertinentes, debe considerarse el Impuesto a las Ganancias que recae sobre las personas

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físicas que se encuentran en relación de dependencia y, finalmente, el IVA sobre sus consumos33. Como se observa en el cuadro de la página siguiente, un empleado que cobra $ 10.000 brutos mensuales, enfrenta una carga tributaria total equivalente al 42,8% de sus ingresos totales. Es decir, por cada $ 100 que podría cobrar en ausencia de intervención, debe conformarse con solo $ 57,2. El caso se agrava para ingresos más elevados. Si un empleado tiene un salario bruto de $ 20.000, entonces la mordida estatal asciende al 46,3% de su Ingreso Total, mientras que si su salario bruto trepa a $ 30.000, entonces el estado se llevará más de la mitad, el 54%. Si bien estas cifras son estimaciones del peso del estado sobre los salarios de los argentinos, debe mencionarse que solo consideramos los impuestos nacionales más relevantes, dejando otros de lado.

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Para estimar el consumo consideramos que el individuo del Caso 1, destinaba a consumir el 90% de su ingreso, mientras que el Caso 2 destinaba 80% y el tercer caso, solo el 70%. Además, se consideró un IVA promedio de 17%, lo que resulta de hacer un promedio ponderado entre el IVA de 21% y el IVA de 10,5% con el que se gravan algunos productos específicos. Cabe destacar en esta nota que no es generalmente aceptado el hecho de que sea el consumidor quien pague el Impuesto al Valor Agregado. En su obra “Man, Economy and State”, el economista norteamericano Murray Rothbard considera que, dado que los precios no están determinados por el costo de producción, entonces no puede afirmarse que un impuesto a las ventas (que afecta el costo de un producto), pueda generar el aumento de los precios, de manera que sea totalmente pagado por el consumidor. Sin embargo, admitido este punto, sí acepta Rothbard que, a través de la reducción de la rentabilidad empresaria, haya menos productos ofrecidos en el mercado, lo que efectivamente incremente sus precios. Véase Rothbard, Murray: “Man, Economy and State: Scholar’s Edition” p. 1156 y ss., Ludwng von Mises Institute, segunda edición, 2009.

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Total Impuestos Impuestos / Ingreso Total Impuestos / Salario Neto

Gastos de Consumo

Aportes Patronales + Personales Ingreso Total (1 + 2) Salario Neto (1-3)

Aportes Personales (3)

Salario Bruto (1) Aportes Patronales (2)

IVA Promedio (17%)

Ganancias

Jubilación (11,0%) Ley 19032 (3,0%) Obra Social (3%)

Jubilación (10,2%) Ley 19032 (1,5%) Asignaciones Familiares Salud (ANSSAL) FNE Obra Social

Caso 1 10.000 2.296 1.017 150 440 400 89 200 1.700 1.100 300 300 3.996 12.296 8.300 0 7.470 1.270 5.266 42,8% 63,4%

Caso 2 20.000 4.592 2.034 300 880 800 178 400 3.400 2.200 600 600 7.992 24.592 16.600 1.134 13.280 2.258 11.384 46,3% 68,6%

Caso 3 30.000 6.888 3.051 450 1.320 1.200 267 600 5.100 3.300 900 900 11.988 36.888 24.900 4.959 17.430 2.963 19.910 54,0% 80,0%

Según las estimaciones del Instituto Argentino de Análisis Fiscal34, la carga tributaria sobre el sector formal es aún mayor si se consideran otros impuestos nacionales, provinciales y municipales. De acuerdo con sus cálculos, la mordida fiscal es del 47,3% si el individuo tiene un salario bruto de $ 14.907; 54,7% si el individuo ingresa en términos brutos $ 32.307; y 61,6% si el individuo tiene un salario bruto de $ 67.810. La Gran Regulación Los políticos saben perfectamente que a la ciudadanía no le gusta pagar impuestos. Sin embargo, también saben que toda la estructura burocrática depende, en última instancia, de lo que los miembros de la comunidad paguen de manera coactiva al gobierno en cumplimiento de sus obligaciones tributarias. Es por esto que, últimamente, los impuestos se imponen con la excusa de generar mayor igualdad, apelando al sentimiento de solidaridad y, por qué no, culpa, de gran parte de la ciudadanía. Los que defienden los impuestos altos y el estado grande, a menudo lo hacen exhibiendo todo lo que el estado “da” a cambio de esos pagos. Es decir, la construcción de rutas, la provisión de seguridad, o los “gratuitos” servicios de salud, educación, jubilaciones, pensiones y subsidios de todo tipo. Lo que ignoran, sin embargo, es que los impuestos constituyen un enorme peso para la economía y una gran traba para que el 34

Instituto Argentino de Análisis Fiscal: “La carga tributaria argentina representa entre un 47% y un 62% del ingreso total de una familia asalariada – Informe Económico N°320”, 12 de julio de 2015. Disponible en: http://www.iaraf.org/index.php/informes-economicos/carga-tributaria-provincial-ymunicipal/82-informe-economico-n-320

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sector privado crezca de manera dinámica, generando nuevos productos y servicios, de mejor calidad, a mejores precios, y dando lugar a la creación de nuevas fuentes de trabajo genuino. El caso argentino tiene la particularidad de que, encima que la carga tributaria es excesivamente elevada, los mencionados servicios públicos muestran una calidad asombrosamente mala en relación a países con cargas tributarias similares. En este marco, el pensamiento del legislador debería ser totalmente contrario al vigente: la maraña legal debe simplificarse, eliminando por completo una gran cantidad de impuestos en todos los niveles. Además, las tasas impositivas deben reducirse, ya que como muestran los estudios mencionados, es la mejor forma de, atrayendo a las empresas, la economía crezca a ritmos superiores y vayamos acercándonos a los países del primer mundo en nuestro grado de desarrollo.

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Huyendo del Monstruo Habían pasado unos cuantos meses desde la sanción del “Impuesto a las Rentas Excesivamente Elevadas”. Sin embargo, la tensión continuaba y crecía a medida que pasaban los días. La Administración Federal de Ingresos Públicos anunciaba mes tras mes la recaudación fiscal. Subía gracias a la inflación, pero en términos reales la dirección era exactamente la opuesta. El gravamen propuesto por el diputado no recaudaba lo que se había proyectado. De los $ 120.00 millones que se esperaban en el año, solo habían ingresado $ 2,5 millones luego de cinco meses de vigencia. Era claro que la meta estaba lejos de ser alcanzada. Los legisladores se volcaron a escuchar al parlamentario opositor, quien había pronosticado este desenlace, aunque incluso él sostenía que los números lo habían sorprendido sobremanera. Cuando explicó su punto de vista respecto de este tema, hizo referencia a un viejo economista norteamericano, quien había enunciado una vez que, pasado cierto punto, una mayor carga tributaria o una nueva suba de impuestos no generaría mayor recaudación, sino, paradójicamente, una menor. Entre los motivos de este paradójico fenómeno se encontraba, claro, la evasión fiscal. Nuestro amigo diputado pidió la palabra.

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“¡Ése es nuestro problema! Bata de repetir que tenemos un gobierno que gasta demasiado, que el problema es la voracidad fiscal, que todo se arregla quitando al estado del medio y regresando a la época de las cavernas. El problema aquí es esa gente que en lo único que piensa es en su bolsillo, en sus casa de veraneo, en sus compras en Miami, en su ropa barata traída de afuera, en su auto cero kilómetro importado, en su, su, su, y solo en lo suyo, pero nunca en lo nuestro, en lo de todos, ¡en el pueblo!” Su propuesta fue concreta y, para fundamentarla, también citó a un economista. Esta vez a uno más joven, más aggiornado con los tiempos que corren y de origen francés. La solución a la crisis fiscal pasaba por librar la batalla frontal contra los paraísos fiscales, esas cuevas donde se esconden los grandes evasores de todo el mundo. Para el bloque oficialista, eran los paraísos fiscales los que estaban conspirando contra las finanzas de la nación, no otra cosa. Pero no todo acababa ahí, porque así como había que arremangarse para luchar contra los enemigos de afuera, quienes se ubicaban en las Islas Caimán, Seychelles, Mónaco, Bahamas, Andorra y otros exóticos destinos, también habría que librar la lucha contra los evasores de adentro. “Con el mismo ímpetu con el que nos uniremos a los organismos internacionales en la lucha contra los paraísos fiscales, también iremos tras los evasores locales, los que venden sin entregar ticket, los que no declaran sus ingresos, y los empresarios inescrupulosos que no blanquean a sus empleados. ¡La economía en negro se termina hoy mismo!” 90

Concluyó. ................................................................................. Matt Groening nació en 1954, hijo de Margaret Wiggum y Homer Philip Groening en la ciudad de Portland, en Estados Unidos. Desde muy temprana edad dibujó caricaturas, pero su camino a la fama se inició cuando en 1985, James L. Brooks le propuso transformar sus caricaturas en una serie de dibujos animados. Por miedo a perder los derechos de autor que tenía sobe sus creaciones previas, Groening decidió inventar una nueva familia, a la que llamó “Los Simpsons”, cuyo personaje principal llevaría el nombre de su padre, Homero. Desde su debut oficial en 1989, se emitieron más de 550 capítulos de la tira y la misma cumplió en el 2015 su temporada número 25. Traducida a una multiplicidad de idiomas y seguida por millones de fanáticos a nivel mundial, Los Simpsons son una serie animada que ironiza sobre casi todos los temas habidos y por haber. Si bien su foco es la sociedad norteamericana, no hay quien no se sienta identificado con los episodios difundidos por la cadena Fox. Probablemente sea este el caso del capítulo en que Bart y Lisa (dos de los hijos de Homero y Marge) comienzan un emprendimiento de venta de limonada en la puerta de su casa de la Avenida Siempreviva, en la ciudad de Springfield. En un stand de madera prolijamente armado y con un gran cartel que decía “Limonada”, Bart y Lisa invitan a sus vecinos a comprar el producto que están ofreciendo. Después de probar algunas estrategias de venta poco ortodoxas (como cuando Bart afirma que si no le compran limonada golpeará a su 91

hermana), surge la idea de poner un dólar en un jarro, como prueba (aunque falsa), de que alguna venta ya se había realizado. Este truco es suficiente para que el barrio se enloquezca por comprar la limonada ofrecida por los hermanos Simpsons. Sin embargo, el éxito comercial dura poco. En un momento dado, irrumpe en escena un empleado de la Secretaría de Comercio de Springfield, quien ordena terminar todas las transacciones y exige a los hermanos la licencia que autorizaba a vender limonada. Rápidamente, luego de admitir que ninguno de los dos contaba con la licencia exigida, Bart intenta sobornar al funcionario, aunque éste se rehúsa a aceptar la coima y ordena cerrar el establecimiento hasta tanto no se obtuviera del gobierno el permiso para vender. Acto seguido, el stand es destruido por los agentes especiales de la Secretaría. En la escena siguiente, Bart y Lisa acuden a la dependencia oficial, donde una larga fila se forma detrás de un empleado que prefiere hacer crucigramas antes que atender a la gente. Con su característica ironía, este capítulo de Los Simpsons ilustra a la perfección lo que sucede con las regulaciones estatales que buscan controlar y supervisar todas las actividades comerciales, pero terminan convirtiéndose en un verdadero muro a sortear cuando se desea emprender. Ahora lo que sucede con las regulaciones y los impuestos es que, cuando son excesivamente onerosos, tanto en dinero, como en tiempo, surgen incentivos naturales a evitarlos.

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Entre las estrategias más comunes para evitar estos sistemas encontramos tres que destacan sobre el resto: la corrupción, la economía informal y los paraísos fiscales. En este capítulo nos dedicaremos a explicar cada una de ellas. La corrupción Cuando el inspector de la Secretaría de Comercio de Springfield se aproxima al puesto de limonadas de Bart y Lisa exigiendo su licencia para vender, la primera actitud que toma Bart es la de ofrecer, de manera disimulada, una coima al inspector. Si bien en el caso retratado, el inspector rechaza la coima, lo cierto es que en la realidad esto puede no suceder. En general, pasa que frente a las crecientes exigencias de los funcionarios, aparece un creciente nivel de corrupción. De hecho, existe una relación inversa entre el grado de percepción de corrupción en los países y su grado de libertad económica. Un estudio de los profesores Rajeev Goel y Michael Nelson busca dilucidar si una mayor libertad económica y política tiene el efecto de reducir la corrupción en un país determinado35. De acuerdo a su análisis: “… mientras que tanto la mayor libertad económica como política contribuyen a la reducción de la corrupción, los beneficios son mayores cuando los controles a la economía se relajan.”

35

Goel, Rajeev K. y Nelson, Michael A.: “Economic Freedom versus Political Freedom: Cross-Country Influences on Corruption”, Australian Economic Papers, Junio de 2005. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/4988308.

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Para Goel y Nelson, existen factores dentro de la libertad económica que contribuyen más que otros, como por ejemplo la política monetaria y la reducción de la inflación, así como las menores regulaciones en el sector financiero y la inexistencia de mercados negros. Los hallazgos de estos autores no deberían sorprender al observador argentino. Luego de años de híperintervencionismo y regulaciones por doquier, tenemos una sociedad que convive con la corrupción como algo natural. Además, en las últimas décadas han sido numerosos los escándalos de este tipo, todos los cuales involucran, de una u otra forma, a un funcionario público. Entre los más resonantes, y por orden cronológico, podemos mencionar el caso de Siemens y los documentos de identidad, el caso IBM-Banco nación, las coimas en el senado y “la Banelco”, los sobreprecios en el caso Skanska, la compra de tierras fiscales en El Calafate, las coimas de Ricardo Jaime, las licitaciones ganadas por Lázaro Báez y las habitaciones vacías que alquilaba su empresa en los hoteles de Cristina Fernández de Kirchner, el caso Ciccone, el “Plan Qunita” y un sinfín de investigaciones por enriquecimiento ilícito de una gigantesca cantidad de funcionarios públicos de todos los gobiernos. Ahora bien, frente a este escenario uno podría pensar que los argentinos tenemos un “gen” de la corrupción; o que nuestra herencia cultural nos convierte en lo que somos; o bien que el clima templado tiene algún efecto sobre nuestra ética y nuestro comportamiento diario. Sin embargo, nada de eso es relevante a la hora de analizar la problemática de la corrupción.

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Lo que todas las personas, en cualquier parte del mundo hacen antes de tomar una acción determinada, es un análisis de costo y beneficio. Esto no quiere decir que cada acción exija de un largo proceso de meditación, con una calculadora, una planilla de Excel o un lápiz y un papel. En ocasiones, este proceso de análisis puede tomar solamente unos segundos, pero lo cierto es que cuando alguien tiene que optar por tomar el camino A o el camino B, generalmente elegirá aquella vía que le reporte más beneficios. O sea, donde las satisfacciones de haber elegido esa alternativa superen por mayor diferencia a los padecimientos. En este contexto, si para ganar una licitación pública, armar un proyecto competitivo, con bajos precios y buena calidad de servicio, resulta más oneroso que simplemente ofrecerle un “buen trato” a quien está encargado de adjudicarla, claramente que se terminará optando por esta reprochable segunda alternativa. Lo mismo sucede cuando las regulaciones, la burocracia y el papeleo hacen demasiado tortuoso el camino para establecer un emprendimiento de manera legal o los impuestos se vuelven impagables. En estos contextos adversos, no debería sorprender que los emprendedores acudan a la coima para “aceitar los trámites”, o bien para que los supervisores y controladores no hagan su trabajo como deberían. Este tema fue estudiado por el catedrático español Jesús Huerta de Soto, que en su libro “Socialismo, Cálculo

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Económico y Función Empresarial” se refiere al efecto corruptor del intervencionismo económico36. Para Huerta de Soto, cuando los favores especiales que se les ofrecen a los funcionarios tienen el objetivo de agilizar los trámites, la actividad corrupta es de tipo “defensivo”: “Esta actividad corruptora es de tipo defensivo, pues actúa como una verdadera ‘válvula de escape’ y permite una cierta minoración del daño social que genera el socialismo, pudiendo tener el positivo efecto de hacer posible el mantenimiento de unos vínculos sociales mínimamente coordinadores, incluso en los supuestos de agresión socialista más agudos” La idea detrás de este esquema puede ilustrarse volviendo al ejemplo del puesto de limonada en Springfield. Si clientes y vendedores estaban contentos con el “vínculo social” que habían establecido, la prohibición de parte del órgano de control no hace más que destruir ese vínculo, por lo que la corrupción de carácter defensivo serviría para evitar esa destrucción, algo beneficioso para los miembros de la comunidad. Obviamente, una mejor solución sería no tener que vivir con la amenaza permanente de dicha destrucción. Es decir, con un mayor grado de libertad.

36

Huerta de Soto, Jesús: “Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial” p. 118 y ss. Unión Editorial, Madrid, 1992.

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La economía sumergida Mohamed Bouazizi era un joven de 26 años que se dedicaba a la venta minorista de frutas y vegetales en las calles de Sidi Bouzid, en Túnez. Todos los días, Mohamed pasaba por el mercado a comprar frutas y verduras que luego vendía en un espacio específicamente seleccionado frente a la oficina municipal. A temprana edad, este joven tunecino tenía que alimentar a su familia, compuesta por su madre, su tío y sus hermanos. Como muchos otros pequeños empresarios de la región, Bouazizi era parte de lo que llamamos la economía informal, ya que no estaba legalmente registrado, ni pagaba impuestos por sus ventas ni aportaba a algún régimen jubilatorio estatal. En este mundo, el joven comerciante sobrevivía con 73 dólares mensuales, pero además tenía que cargar con el acoso permanente de las autoridades locales, quienes aprovechándose de su situación de “ilegal”, solían confiscarle sus bienes o bien tomarlos sin permiso como si fueran suyos sin entregarle nada a cambio. Obviamente, también le exigían coimas que detestaba pagar. El 17 de diciembre de 2010, Bouazizi fue acusado de cometer una infracción, motivo por el cual entró en una disputa con los inspectores locales, quienes decidieron confiscarle toda su propiedad: unas bananas, unas manzanas y una balanza electrónica, todo valuado en 225 dólares. Para colmo de males, una policía le propinó un golpe en el rostro. Finalmente, y luego de reclamar por una hora la devolución de su propiedad,

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la desesperación de Mohamed lo llevó a rociarse con Thinner y prenderse fuego. Durante los siguientes sesenta días, al menos 63 hombres y mujeres en condiciones similares a las de Bouazizi procedieron de la misma forma en Algeria, Egipto, Marruecos, Arabia Saudita y Siria. Solamente 26 lograron sobrevivir. Mohamed Bouazizi no fue uno de ellos. Los hechos que siguieron a estas acciones desesperadas se conocieron como La Primavera Árabe, un movimiento masivo a favor de una mayor democracia y libertad en los países ubicados, principalmente, en el norte de África y en la península arábiga. La historia del origen de la Primavera Árabe es contada por el investigador peruano Hernando de Soto37, quien considera que lo que sucedió en Túnez es el resultado de un sistema legal que, sobrecargado de regulaciones y trabas, margina y humilla a los pobres que tienen voluntad de emprender. Así, las barreras de entrada a la economía formal terminan generando que la única alternativa para amplios sectores de la población sea la economía sumergida, donde darle la espalda al sistema legal vigente tiene beneficios, pero también costos, como la falta de protección efectiva a los derechos de propiedad, algo de lo que fue víctima el joven comerciante tunecino. Respecto de la economía sumergida, a menudo se mencionan como problemas que ésta no paga impuestos y que eso reduce 37

Véase al respecto: De Soto, Hernando: “The Real Mohamed Bouazizi”. Foreign Policy, 16 de diciembre de 2011 y De Soto, Hernando: “The Secret to Reviving the Arab Spring’s Promise: Property Rights”. Wall Street Journal, 26 de febrero de 2013.

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la recaudación tributaria. Además, también se argumenta que, dado que algunos comerciantes operan en ese marco de ilegalidad, representan una competencia desleal frente a quienes pagan todos sus impuestos en tiempo y forma y cumplen con todas las reglamentaciones. Sin embargo, aquí no radica la problemática de la economía en negro. De hecho, la informalidad es un punto de llegada, y no uno de partida. Hernando de Soto afirma en sus dos libros al respecto que la informalidad es la consecuencia de un sistema legal que se vuelve demasiado oneroso para que los sectores menos favorecidos de la población puedan integrarse. En “El Otro Sendero”, una investigación sobre “los informales” de Perú, publicado en el año 1986, muestra que para registrar un taller textil se necesitaban 289 días y un gasto total de USD 1.231, lo que representaba, en su momento, 32 veces el sueldo mínimo de ese país38. En “El Misterio del Capital”, del año 2001, muestra que los pobres son altamente capaces de generar riqueza, pero que una mala asignación de derechos de propiedad hace que no puedan transformar sus bienes (como viviendas o pequeños negocios), en un capital formal que les permita crecer tomando créditos y mejorando su capacidad de inversión, tal como sucede en el mundo desarrollado39.

38

De Soto, Hernando: “El Otro Sendero”. Editorial El Barranco, Perú, 1986. De Soto, Hernando: “El Misterio del Capital”. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2002. 39

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En nuestro país, y según las estadísticas oficiales del Ministerio de Trabajo, un 33,1% del empleo no está legalmente registrado. Por otro lado, la Cámara Argentina de la Mediana Empresa afirma que el comercio en negro generó más de $ 50.000 millones de facturación en 2015, representando el 10,2% de las ventas registradas en el sector formal. Al respecto de este tema, hace un tiempo se presentó una extraña propuesta para reducir la informalidad. Federico Sturzenneger, ahora presidente del Banco Central, propuso que, frente al elevado contexto inflacionario que vivimos, no solo no deberían emitirse billetes de mayor denominación que el de $ 100, sino que incluso estos deberían ser eliminados. El argumento era el siguiente: “...el efectivo facilita enormemente las transacciones de la economía informal. Obviamente, muchas operaciones formales se hacen con efectivo, pero las informales sólo pueden hacerse con efectivo. Entonces, ¿cual sería el motivo por el cual querríamos mejorarle la eficiencia a la informalidad? Es claro que los billetes de mayor denominación harían justamente eso.” Lo primero que uno piensa cuando lee esto es en la historia de Mohamed Bouazizi. Es decir, no estamos hablando de complicarles la vida a delincuentes peligrosos, secuestradores o terroristas cuando hablamos de no “mejorar la eficiencia de la informalidad”, sino de complicarles la vida a quienes no tienen otra mejor alternativa que acudir a la economía informal para conseguir aunque sea una forma digna de vivir. 100

Como explica Mario Vargas Llosa: “La informalidad es una réplica de las mayorías contra ese sistema que las ha hecho tradicionalmente víctimas de una suerte de apartheid económico y legal. En ese sistema, las leyes parecían pensadas para cerrarles el acceso a cosas tan elementales como tener un trabajo y disponer de un techo. ¿Iban a renunciar a estas aspiraciones básicas de supervivencia en nombre de una legalidad en muchos sentidos irreal e injusta? Renunciaron, más bien, a la legalidad” En Argentina se pagan 96 impuestos diferentes, la presión tributaria es asfixiante, y constituir una empresa legalmente toma 25 días, 14 procedimientos burocráticos y cuesta el 9,7% del PBI per cápita. En Nueva Zelandia, la presión tributaria es menor, abrir una empresa toma medio día, un procedimiento burocrático y cuesta el 0,3% del PBI per cápita40. Es evidente que si se busca una mayor formalización de la economía, la receta no es dificultarle la vida a los informales, sino facilitárselas, reduciendo las barreras de entrada a la formalidad como lo hace Nueva Zelanda. Los paraísos fiscales A principios de 2015, Thomas Piketty, economista francés mundialmente conocido por la publicación de su libro “El Capital en el Siglo XXI”, pasó por Buenos Aires. Además de presentar su obra, se tomó un tiempo para reunirse con la entonces presidente, Cristina Fernández de Kirchner, y 40

Si se ordena el Índice Doing Business de acuerdo a la facilidad para crear una empresa, Nueza Zelanda se ubica en el primer puesto, mientras que Argentina recién figura en el 157.

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también para compartir un almuerzo con los entonces Ministro de Economía y Presidente del Banco Central, Axel Kicillof y Alejandro Vanoli. Consultado sobre el estado de la desigualdad en el mundo, Piketty cargó contra el enemigo de moda de nuestra época: los paraísos fiscales, esos “países que roban las bases tributarias de sus vecinos”41. Según un cercano colaborador suyo, Gabriel Zucman, la riqueza escondida en los paraísos fiscales asciende nada menos que a USD 7,6 billones, el 10% del PBI mundial y 15 veces el PBI de Argentina. Según su punto de vista, esto constituye un problema mayúsculo ya que todo ese dinero deja de pagar impuestos. Con esos impuestos, los gobiernos podrían llevar a cabo cantidades de obras consideradas deseables por estos analistas42. Para los defensores del ahora llamado “estado presente”, que éste se quede sin fondos, o no recaude todo lo que podría, es grave. A su entender, el gobierno es el que está en mejor posición para administrar los recursos de la gente. De ahí surge el lamento por el “robo de las bases tributarias”, que no es otra cosa que lamentarse porque el gobierno no se queda con todo lo que le gustaría del dinero de sus ciudadanos.

41

“Piketty atacó a los fondos buitre y a los paraísos fiscales”. Diario Tiempo Argentino, 17 de enero de 2015. Disponible en: http://tiempo.infonews.com/nota/142842/piketty-ataco-a-los-fondos-buitre-y-a-losparaisos-fiscales 42 “Zucman: ‘El dinero escondido en paraísos fiscales equivale al 10% del PBI mundial”. Diario iEco, Clarín, 8 de diciembre de 2014. Disponible en: http://www.ieco.clarin.com/economia/billones-dolares-sumideros-paraisosfiscales_0_1262873876.html

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Sin embargo, esta no es toda la verdad acerca de los paraísos fiscales. Lo primero que debe decirse es que la denominación “paraísos” surge de una mala traducción del inglés al español, ya que tax haven no quiere decir paraíso fiscal (eso sería tax heaven) sino “refugio fiscal”. Esta mejor traducción dota de mayor realismo a lo que verdaderamente es un refugio fiscal. A saber, un país a donde se acude para huir de la voracidad fiscal de los gobiernos. El atractivo de llevar el dinero a un refugio fiscal aparece porque éstos, en general, tienen un trato impositivo muy favorable para los extranjeros que abren cuentas bancarias o constituyen sociedades en esas jurisdicciones (aunque este trato no sea extensivo a los residentes). A veces, radicar una empresa en un refugio fiscal puede representar la diferencia entre pagar un 30% de impuestos a las ganancias o pagar 0%. Sin embargo, el beneficio no se lo lleva solamente esa empresa, sino que se contagia a toda la economía. Como señala Dan Mitchell, todos somos beneficiarios de los paraísos fiscales43: “Antes que nada, si uno vive en un país desarrollado, los impuestos son probablemente mucho menores de lo que eran hace 30 años, gracias en parte a los paraísos fiscales. En 1980 las tasas más altas del impuesto personal en los países miembros de la OCDE promediaba más del 67% y las tasas corporativas en ese año promediaban casi un 50% (...) 43

Mitchel, Dan: “Los paraísos fiscales son una bendición”. El Cato, 2 de abril de 2008. Disponible en: http://www.elcato.org/los-paraisos-fiscales-son-una-bendicion

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Sin embargo, empezando por Reagan y Thatcher, los gobiernos se han esforzado por disminuir las tasas fiscales y reformar sus regímenes. Las tasas personales ahora promedian solamente cerca de un 40% y las corporativas se han reducido a un 27%. Es en gran medida la globalización— no la ideología—lo que ha conducido esta virtuosa ‘carrera hacia abajo’. Los gobiernos están disminuyendo impuestos porque temen que los empleos y las inversiones se vayan de su país. Al proveer un refugio seguro para las personas que buscan evadir tasas confiscatorias, los paraísos fiscales han jugado un rol imprescindible. Los legisladores han concluido que es mejor recibir algún ingreso con tasas fiscales modestas, que imponer altos impuestos y perder dinero.” A menudo se acusa a los paraísos fiscales de ser refugio no solo de las víctimas del estado híper-recaudador, sino de terroristas, narcotraficantes y políticos corruptos. Esta acusación puede ser cierta, como es cierto que el dinero en efectivo es utilizado por quienes violan la ley y los derechos de terceras personas en su vida diaria como forma de vida. Sin embargo, si se quiere perseguir a quienes quiebran leyes, los que deben actuar son la policía y el poder judicial, no los recaudadores de impuestos. El enojo que generan los paraísos fiscales, en realidad, debería estar orientado hacia otro lugar: las elevadas tasas impositivas que cobran los gobiernos y que nos quitan, no solo nuestro dinero, sino también nuestra libertad. Los mal llamados paraísos fiscales no son más que una reacción frente a este orden de cosas.

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Huyendo del Monstruo Los paraísos fiscales, la corrupción y la economía en negro son, a menudo, blancos principales de las críticas de los políticos de todos los partidos. Si nos guiáramos por lo que los dirigentes dicen, parecería que con eliminar estas tres cosas, los países saldrían adelante sin problemas. Sin embargo, como intentamos explicar aquí, todos estos fenómenos no son la causa de nuestros males, sino su consecuencia. Una economía con menos regulaciones, menos trabas y menores impuestos, tendría como resultado menor corrupción, mayor formalidad y menos incentivos para huir a refugiarnos de la voracidad impositiva.

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Economía VIP La reunión tripartita se realizó en un bar del centro. Se trataba de uno de esos cafés a los que no va mucha gente, especialmente en el horario elegido, 11:30 de la mañana. Allí tendrían privacidad tanto el diputado, como su amigo y el asistente personal del Ministro de Infraestructura. La operación era sencilla. El amigo del diputado tenía que pasar un presupuesto al asistente. En realidad, más que un presupuesto, se trataba de redactar por completo el pliego de una licitación. ¿La exigencia? Que la redacción fuera tan específica que no hubiera ninguna otra empresa en el mundo con capacidad de cumplir los requisitos más que la del amigo del diputado. Se trataba, además, de una operación donde todos ganarían. El Ministro, porque destinaría su presupuesto a realizar obras y así mostrarle a la gente que está “haciendo”. Qué está haciendo suele ser un detalle menor en la función pública. Lo importante es hacer, aunque sea algo. El amigo del diputado también se beneficiaría, porque de la noche a la mañana habría ganado una licitación pública que le garantizaría un flujo de caja de millones de pesos anuales. Finalmente, también se beneficiaba el diputado quien, por supuesto, no hizo estas gestiones de manera gratuita. Para el ex banquero, devenido ahora en empresario de la construcción, no fue nada fácil en un principio. No poseía ningún tipo de experiencia ni contaba con un equipo que 107

supiera realizar los trabajos requeridos. Sin embargo, la recompensa era tan grande que no iba a dejar pasar la oportunidad. En la primera ocasión, las cosas no salieron del todo bien. Pero la experiencia sirvió. De las siguientes licitaciones públicas, el 80% fueron adjudicadas a su empresa de construcción. Viviendas sociales, calles, rutas, autopistas e incluso monumentos. Todo podía hacer este joven y exitoso empresario. Consultado acerca de la dudosa trasparencia de las licitaciones y las sospechas de sobreprecios en los contratos, fue el diputado el que le puso el pecho a las balas. “Ojalá hubiera 100 empresarios como el Sr. López Tegui. Es un empresario en ascenso. Un gran ejemplo de cómo nuestro sistema económico premia al que se esfuerzo y permite a la gente moverse de manera ascendente en la escala social”. ................................................................................. Durante muchos años, Estados Unidos fue considerado una verdadera “tierra de oportunidades”. La característica distintiva de este país era que cualquiera que llegara al mismo, tuviera buenas ideas y voluntad de progresar, podría hacerlo creando negocios o consiguiendo un trabajo que prometiera una carrera exitosa. La ausencia de barreras y un estado avocado a la protección de los derechos de propiedad ayudaron a construir el “sueño americano”, aquél en el que cualquier persona, en base a su ingenio y esfuerzo personal podría llegar a escalar en la 108

pirámide social, pasando de no tener nada a ser uno de los ciudadanos más ricos del mundo. El sueño americano, o la figura del hombre que se hizo a sí mismo (el “self made man”, en inglés), son características distintivas del sistema capitalista. En una economía capitalista, el éxito personal depende principalmente de la capacidad, el ingenio y el esfuerzo que cada persona dedica a sus emprendimientos profesionales. Otra característica de este sistema es que en la búsqueda del beneficio personal, se produce una mejora del bienestar social, ya que para tener éxito, inevitablemente se debe encontrar una forma de satisfacer las necesidades de terceros. Esto aplica tanto a una empresa, como a un pequeño negocio, como a un empleado en relación de dependencia. Cada uno en su rol deberá ofrecer algo de valor a las personas con las que trate. Si no, no tendrá posibilidades de crecer y triunfar. Es por esto que, si bien algunos se vuelven inmensamente ricos mientras que otros no tanto, nadie cuestiona las bases del sistema. En definitiva, todos son consientes de que este arreglo meritocrático es beneficioso para todos. Esta meritocracia dura hasta nuestros días. Si observamos la lista de las fortunas más grandes en personas menores de 40 años alrededor del mundo, elaborada por la revista Forbes, encontramos que muchas de ellas responden a la creatividad y la capacidad personal de cada uno de sus integrantes. Entre los jóvenes más ricos del mundo se encuentran los innovadores que le están cambiando la vida a la gente. Mark Zuckerberg, creador de Facebook, está al tope de esa lista, con 109

una fortuna estimada en USD 33.000 millones. Junto a él se ubican sus ex socios, Eduardo Saverin, Dustin Moskovitz y Sean Parker, cuya fortuna conjunta supera los USD 15.000 millones. Otros innovadores tecnológicos que están cambiando la vida de las personas son el fundador de Whatsapp, Jan Koum, el fundador de Twitter, Jack Dorsey, los creadores de Uber, Garret Camp y Travis Kalanick y los fundadores de Airbnb, Brian Chesky y Joe Gebbia. Todos ocupan puestos de privilegio en la lista de Forbes. Si observamos el listado general, que incluye a quienes superan los 40 años, también encontramos algo parecido. Entre los más ricos a nivel mundial figuran Amancio Ortega de Zara, Bill Gates de Microsoft, Warren Buffet de Berkshire Capital, Larry Elison de Oracle, y Larry Page de Google. Todos estos individuos crearon productos y servicios que la gente demandaba y satisficieron las necesidades de millones de personas a nivel mundial. Es decir, su riqueza no es otra cosa que la retribución que la sociedad les da por haber contribuido a su mayor bienestar. Meritocracia amenazada Ahora si bien este esquema todavía prevalece en muchos lugares en el mundo, o en muchos sectores específicos de la economía como, por ejemplo, el tecnológico, lo cierto es que en muchos otros la cosa no está tan clara y la meritocracia ha ido dejando lugar a sistemas menos transparentes.

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Un caso mundialmente conocido es el de la industria bancaria en los Estados Unidos. Gracias a la idea de que el sistema financiero norteamericano era “demasiado grande para caer”, el gobierno y la Reserva Federal de ese país orquestaron el mayor rescate financiero jamás visto en la historia estadounidense durante la crisis de 2008/09. En ese período, el gobierno lanzó un programa de compra de activos tóxicos, conocido como TARP (Troubles Asset Relief Program), por hasta USD 700.000 millones, estatizó parcialmente empresas como AIG, Citigroup y General Motors y elevó el déficit fiscal hasta el 10,8% del PBI (o USD 1,5 billones). La Reserva Federal, por su parte, redujo la tasa de interés del 5,25% a 2% en el plazo de un año. Sin embargo, eso no fue suficiente y a principios de 2009 la tasa fue reducida al rango de entre 0 y 0,25%. No contento con esta flexibilización monetaria, Ben Bernanke, presidente de la Fed, lanzó el programa de expansión más grande que jamás se haya visto en los Estados Unidos. La base monetaria se multiplicó por 4,8 desde julio de 2008 a agosto de 2014, pasando de USD 847.000 millones a USD 4,1 billones. A los ojos de muchos, las acciones del gobierno lograron salvar el capitalismo norteamericano y evitar la debacle económica que estaba por venir. Sin embargo, esa no es la realidad. De hecho, otra de las características del sistema capitalista es que cada uno es responsable de su porvenir. En este marco, los empresarios son completamente dueños de sus ganancias cuando hacen las 111

cosas bien, pero también deben hacerse responsables de sus pérdidas cuando hacen las cosas mal. La vigencia de este sistema es vital para alinear los objetivos particulares con los objetivos generales. Si una compañía que fabricara productos no deseados por los consumidores pudiera obtener una tasa de ganancias elevada a lo largo del tiempo, probablemente seguiría fabricando y, por tanto, consumiendo recursos productivos en una actividad no deseada por la sociedad. La ganancia, en este caso, es de unos a costa de otros, no de unos y de otros. Es por esto que las pérdidas son tan importantes en un sistema de mercado. En definitiva, el cuadro de resultados es la señal más fundamental acerca de qué y cómo se debe producir en la sociedad. Se hace evidente, entonces, que si el estado rescata empresas que, en condiciones de mercado, deberían quebrar, no está rescatando al capitalismo, sino más bien socavándolo. El profesor de finanzas de la Universidad de Chicago, Luigi Zingales, grafica bien este punto44: “Imaginemos que un largo asteroide está por chocar contra la tierra (como sucede en la película Armagedón) y que la probabilidad de impacto es de 5 por ciento, lo que crearía un daño de USD 10 billones a los Estados Unidos. Ahora digamos que usted es el presidente. ¿Debería autorizar una misión de USD 700.000 millones para destruir el asteroide y evitar el desastre? Si se razona en términos puramente 44

Zingales, Luigi (2012): “A Capitalism for the People: Recapturing the Lost Genius of American Prosperity”. Basic Books, New York.

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estadísticos, el costo esperado de no actuar (0,05*10 billones = 500.000 millones) es mucho menor que el costo de actuar. Pero si usted gasta ese dinero para frenar el asteroide, nadie se enterará si, efectivamente, el elemento hubiera golpeado la tierra en caso de que usted no actuara, por lo que pasaría a la historia como el presidente que salvó al mundo. En contraste, si no hace nada, tiene un 5 por ciento de probabilidades de pasar a la historia como el presidente que, a sabiendas, decidió no evitar una catástrofe. ¿No se ve mucho más atractiva, ahora, la operación Armagedón? Además, después de todo, a la industria aeroespacial le va a encantar recibir un nuevo contrato para formar parte de la misión. Y lo presionarán a que actúe, iniciando una campaña para asustar al público. ¿Quién realmente podrá, con algún grado de certeza, advierten los representantes de la industria, que la probabilidad de desastre es de solo 5 por ciento? Tal vez porque todos los expertos se verían, directa o indirectamente, beneficiados con la misión propuesta, empezaría a escuchar que las chances de impacto son, en realidad, del 10 o del 20 por ciento (…) Las circunstancias que hacen que los políticos sucumban a la doctrina del “demasiado grande para caer” son similares a las del escenario del Armagedón. Una diferencia importante, sin embargo, es que un banquero central que está dispuesto a rescatar bancos termina incrementando las posibilidades de desastre, ya que su promesa implícita de rescate tiene un influencia perversa en los bancos dispuestos a tomar riesgos” Como se observa, cuando una industria opera con una garantía implícita de rescate, claramente deja de moverse en un entorno 113

capitalista. Cuando los beneficios son privados, pero las pérdidas son públicas, entonces el sistema de libre empresa deja de funcionar. Y aquí entra otro factor en juego: el poder de lobby de determinadas empresas o sectores específicos. Es claro que cada empresa tiene sus intereses particulares. A los bancos les interesará poder ofrecer más créditos y recibir más depósitos, a la industria aeroespacial le interesará hacer más viajes al espacio, a los zapateros vender más zapatos y a las fabricantes de armas, vender más armas. Ahora en un sistema plenamente capitalista, estos objetivos tendrán que hacerse por la vía de la seducción al consumidor. Sin embargo, en un sistema distinto, puede acudirse a otras tácticas, como el lobby gubernamental, que consiste en acercarse a los funcionarios de turno para conseguir privilegios especiales. Así, los bancos pueden conseguir rescates, los zapateros pueden conseguir la imposición de un arancel a las importaciones, la industria aeroespacial conseguir el contrato para combatir un asteroide y los fabricantes de armas, una guerra. Cuando el éxito de una empresa depende más de las conexiones políticas que de la calidad de los productos y servicios ofrecidos, entonces tenemos que dejar de hablar de capitalismo y sustituir esa palabra por otra.

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El estatismo empresarial La literatura económica ha denominado a este sistema como capitalismo de amigos o capitalismo clientelar. Sin embargo, me parece más apropiado que se hable de estatismo empresarial, ya que se trata de un sistema en que, si bien existen nominalmente las empresas, su éxito depende de la intervención y gestión del estado. El estatismo empresarial es un tema de debate en Argentina y en el mundo. Como veníamos describiendo, la situación de la banca y los rescates estatales en el país del norte despertaron la ira de un gran número de personas, que organizaron manifestaciones de todo tipo en las calles de Nueva York. El movimiento más eminente fue el llamado “Ocuppy Wall Street”, crítico de la desigualdad y de la trasferencia de ingresos que implicaban los salvatajes. Nuestro país no está ajeno a estos temas y, de hecho, también nos indignamos cuando vemos que algún empresario o funcionario, logra escalar en la pirámide social gracias a que posee los contactos adecuados. En la actualidad los ejemplos abundan y generalmente los asociamos a la corrupción. Pero ya sea un funcionario que ingresó a la función pública gracias a su condición de “militante”, o una empresa que gana una licitación poco transparente, o una deuda privada que pasa a manos del estado, todos son ejemplos de un sistema de estatismo empresarial, donde el esfuerzo y el ingenio valen mucho menos que las aptitudes que cada uno tenga en sus “relaciones públicas”.

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Un ejemplo muy reciente pudo verse a pocos días después de la primera vuelta de las elecciones en Argentina en 2015. La empresa Caputo S.A es una constructora que se dedica a la edificación y el mantenimiento de obras públicas y privadas. Ahora dado que el director de la compañía, Nicolás Caputo, es un amigo íntimo del actual presidente y ex Jefe de Gobierno Porteño Mauricio Macri, son numerosas las denuncias que le adjudican a esta amistad la creciente participación de Caputo S.A. en las obras públicas de la Ciudad de Buenos Aires durante la gestión de Macri. Ahora si bien el tema todavía se encuentra debatido, lo cierto es que la percepción acerca de que la empresa se ha beneficiado de este contacto personal es muy elevada. Y esto es lo que se plasmó de manera completa en el último período electoral. El 23 de octubre de 2015, último día en que operó la Bolsa de Valores de Buenos Aires antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, las acciones de Caputo S.A. se negociaban a $ 6,70. El domingo 25, a pesar de haber perdido técnicamente, Mauricio Macri había quedado a una muy estrecha distancia, por lo que todos comenzaron a esperar un triunfo suyo en la segunda vuelta, a disputarse el 22 de noviembre. Las acciones de Caputo S.A. treparon al día siguiente (26 de octubre) un 20,9%, saltando hasta los $ 8,1. Esto no fue todo. Por los próximos días el precio de las acciones de la compañía constructora no paró de subir. El día 23 de noviembre, un día después del triunfo definitivo de Macri en el ballotage, las

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acciones llegaron a un máximo de $ 25,1, una espectacular suba de 275% en 20 ruedas. Hoy en día, no podemos saber si el gobierno terminará beneficiando, o no, a esta empresa. Sin embargo, a juzgar por la historia argentina, parecería evidente que sí, y la evolución del precio de la acción demuestra que no somos los únicos que pensamos esto. Otro indicador de que el sistema económico argentino está más cercano al estatismo empresarial que a otra cosa lo devela una encuesta. Según un sondeo realizado por la Universidad de Palermo, consultados acerca de cuáles creen que son las cualidades que generan el acceso a los niveles económicos más altos de la sociedad, la opción más elegida fue la corrupción o el fraude45. Si bien la lista Forbes, como comentábamos, demuestra que a nivel mundial esto no es cierto46, es comprensible que en nuestro país estos sean los resultados. Sin ir más lejos, los funcionarios públicos multiplicaron su patrimonio en los últimos años por motivos que, en muchos casos, son una incógnita47.

45

“La mayoría de los argentinos cree que para hacer dinero hay que ser corrupto”, 6 de octubre de 2015. Infobae. Disponible en: http://www.infobae.com/2015/10/06/1760234-la-mayoria-los-argentinos-cree-quehacer-dinero-hay-que-ser-corrupto 46

Véase, Carrino, Iván: “Facebook y Twitter contra las creencias argentinas”11 de octubre de 2015. Diario Infobae. Disponible en: http://opinion.infobae.com/ivancarrino/2015/10/11/facebook-y-twitter-contra-las-creencias-argentinas/ 47 Véase: “El crecimiento de la fortuna de los Kirchner: de 7 a 100 millones” 8 de diciembre de 2015. Diario La Nación. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1852228-el-crecimiento-de-la-fortuna-de-los-kirchnerde-7-a-100-millones y también “Los bienes de los funcionarios, en una news

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Cuando el acceso a la riqueza no depende del esfuerzo personal y de la creación de valor para la sociedad, entonces el sistema meritocrático se rompe y, con razón, la gente empieza a indignarse y rechazarlo. Sin embargo, dado que, en apariencia, el sistema sigue luciendo capitalista, o empresarial, el rechazo se enfoca en el capitalismo, y no en lo que verdaderamente existe. El profesor de la Universidad de Florida, Randall Holcombe explica que dichas críticas están mal dirigidas. En realidad, el estatismo empresarial o crony capitalism, como dicen en Estados Unidos, no es una consecuencia de la excesiva codicia empresaria o de la libertad absoluta de los mercados, sino un derivado directo del intervencionismo48. Según Holcombe: “Cuando los negocios pueden beneficiarse de las políticas gubernamentales, ese potencial empuja a las firmas a buscar los beneficios a través de los favores que ofrece el gobierno, en lugar de hacerlo a través de la actividad productiva. Cuanto mayor es la intervención del gobierno, más depende la rentabilidad de una empresa del apoyo público que de la producción de valor, por lo que las conexiones políticas se transforman en el elemento más importante para el éxito empresario” Zingales comparte esta visión: application de LA NACION” 13 de mayo de 2013. Diario La Nación. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1546303-los-bienes-de-los-funcionarios-en-laprimera-news-application-de-la-nacion 48 Holcombe, Randall: “Crony Capitalism, By-Product of Big Government”. The Independent Review, v. 17, n. 4, Spring 2013, pp. 541–559. Disponible en: https://www.independent.org/pdf/tir/tir_17_04_04_holcombe.pdf

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“El primero u más obvio motivo para hacer lobby con el gobierno es la elevada recompensa que esto tiene. Cuanto más grande sea el gobierno, mayor será el pastel para repartirse y así, mayores serán los incentivos de las empresas para obtener una parte de ese pastel. En 1900, el gasto federal no destinado a la defensa representaba solamente el 1,8% del PBI, mientras que el gasto en defensa ascendía al 1%. En el año 2005, incluso antes de la reciente disparada del gasto producto de la Gran Recesión, el gasto público no destinado a defensa representó el 16% del PBI y el gasto en defensa el 4%. En el período de un siglo, la tajada del gobierno sobre la producción se multiplicó por 7. El monto real que el gobierno gasta ha explotado mucho más. En 1900 solo gastaba USD 8.000 millones (en dólares de 2005) en otras cosas que no fueran defensa, mientras que en 2005 gastó USD 1,98 billones. Algo de este dinero se gastó en educación y salarios públicos, de manera que las empresas privadas no tuvieron mucho acceso a él. Pero hubo mucho por agarrar. De esos 1,98 billones, 900.000 millones fueron a crédito subsidiado, investigación, apoyo al marketing, y pagos en efectivo a empresas (actividades comúnmente conocidas como ‘bienestar empresario’)” Algo similar, aunque en un período de tiempo mucho menor, ha sucedido en la Argentina. El gasto público en el año 2003 ascendió al 20,6% del PBI pero año tras año fue creciendo gracias a la política expansiva de los gobiernos kirchneristas. Como se observa en el gráfico de la página siguiente, el gasto del gobierno llegó en 2015 a representar el 40,3% del PBI, lo que equivale a $ 2,1 billones (es decir, 2.100.000.000.000 de 119

pesos). No debe haber un país en el mundo que, en tan breve lapso de tiempo haya duplicado el tamaño de su sector público en proporción a la producción nacional. Si se mide en pesos, el incremento del gasto fue de 2182%, o un 29,78% anual en promedio. Medido en dólares, el gasto del gobierno se multiplicó por 4,2 si consideramos el dólar en el mercado paralelo y 6,4 al tipo de cambio oficial vigente en cada período considerado.

35,4%

31,7%

29,6%

26,1%

22,4%

22,0%

20,8%

25%

20,6%

30%

24,6%

35%

29,4%

40%

33,9%

40,3%

45%

38,1%

Cuadro 4.1 - Gasto público como % del PBI

20%

2015

2014

2013

2012

2011

2009

2008

2007

2006

2005

2004

2003

2010

Gasto Público en % del PBI

15%

Elaboración propia en base a FMI

La distribución de este gasto deja mucho espacio para favorecer a amigos y contactos del poder. Según estimaciones privadas, el 28,5% del gasto se destina a salarios de empleados estatales, considerando municipios, provincias y la administración central. Estos son alrededor de $ 600.900 120

millones que pueden ser distribuidos no siempre de una manera transparente y de acuerdo a la capacidad técnica de cada contratado. De hecho, con el cambio de gobierno se disparó una polémica en cuanto a la cantidad de “ñoquis” que trabajan en el estado. Un ñoqui es una persona cuya función en la administración pública no está claramente definida y cuyas capacidades suelen resultar incompatibles con las necesidades del gobierno. Sin embargo, todos los días 29 (de ahí la comparación con las pastas mencionadas) reciben su salario pagado por el contribuyente. Con semejante gasto en personal, no extraña que abunden este tipo de pseudo-empleados. Cuadro 4.2 - Distribución del Gasto Público (2015) Concepto

Millones de pesos

% del Total

Gasto Global 2015

2.111.589

100%

Gasto Corriente

1.844.386

87,3%

Remuneraciones Transferencias Corrientes (subsidios económicos y sociales)

600.913

28,5%

557.326

26,4%

Seguridad Social

455.840

21,6%

Bienes y Servicios

140.627

6,7%

89.679

4,2%

194.768

9,2%

Otros Gastos Corrientes Gasto de Capital

Intereses 72.434 3,4% Elaboración propia en base a FMI y ponderaciones de Espert Consultoría Macroeconómica

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Otro espacio donde existe una enorme “torta” para que se repartan los bien contactados es el gasto en obra pública, que representa el 9,2% del total, o $ 194.800 millones. Con que una empresa consiga quedarse con el 1% de ese total, estaríamos hablando de un ingreso de $ 1.948 millones anuales o $ 162 millones por mes. No extraña que muchos escándalos de corrupción estén ligados a la obra pública y los sobreprecios que allí se pagan. Es que no es lo mismo cuando paga el gobierno que cuando el dinero lo debe poner una empresa privada. Los gobiernos, como decía Milton Friedman, gastan el dinero de terceros en bienes y servicios para terceros. De esta forma, y a diferencia del que gasta el dinero propio en sí mismo, los incentivos para que el gasto sea eficiente es muy bajo. En línea con esto, si los costos de la obra son demasiado elevados, a nadie le importará mucho, ya que la factura deberá pagarla el contribuyente y no el político que autorice dicha obra. Por otro lado, los cuantiosos subsidios entregados por el gobierno también generan ganadores y perdedores. En primer lugar, si bien las ayudas sociales son gastos muchas veces necesarios, no puede negarse que se genere a partir de ellas una gran red clientelar, en donde algunos terminen generando un reparto de acuerdo a lealtades políticas en lugar de a necesidades concretas. En segundo lugar, los subsidios a las empresas crean industrias ineficientes que solo sobreviven gracias a la ayuda estatal, perjudicando a la sociedad toda. Además, como también menciona Holcombe, los subsidios crean barreras a la entrada de nuevos competidores en beneficio de quienes ya se 122

encuentran operando en el mercado. Finalmente, generan una dependencia total de estas transferencias ya que, de no existir, las empresas beneficiadas deberían ir a la bancarrota. Ahora bien, el incremento del tamaño del estado en términos de gasto no es la única fuente de donde emerge el estatismo empresarial o capitalismo de amigos. También de las regulaciones pueden surgir ganadores y perdedores de manera arbitraria. Cuando un gobierno establece un precio máximo para un producto, por ejemplo, beneficia a los compradores de ese producto en detrimento del productor. Si establece precios mínimos, por el contrario, privilegia al productor en detrimento del consumidor. Por otro lado, con barreras al comercio exterior los gobiernos pueden ofrecerle mercados cautivos a los fabricantes locales, quienes operarán con menor competencia. Además, gracias a legislaciones relacionadas con estándares de calidad o patentes, los gobiernos pueden impedir la competencia en mercados específicos como los medicamentos o los alimentos. Por último, con licencias o leyes específicas el gobierno puede hacer que las empresas necesariamente deban obtener su aprobación para operar, como pasa en el caso de los medios de comunicación, donde se necesitan licencias para tener frecuencias de radio o canales de televisión. Es claro que todo este tipo de intervenciones facilitan el camino para la discrecionalidad de quien ejerce el poder y, por tanto, contribuyen a fomentar el sistema de estatismo empresarial. 123

Una economía para pocos En general, en los debates acalorados en donde se discute qué rol debe tener el estado en la sociedad, suele decirse que si éste se corre del medio y deja lugar para que se desarrolle una economía de mercado, entonces surgirá inevitablemente una economía para pocos. Los precios se dispararán, se argumenta, los salarios caerán, el desempleo subirá, y el acceso a los bienes y servicios quedará disponible solo para el conjunto de los más acaudalados de la sociedad. Este mismo argumento sirve para proponer que el estado tenga una participación activa, que incremente al gasto para proveer más bienes y servicios estatales y que genere nuevas regulaciones, para mantener más a raya los “espíritus animales”. Ahora como hemos visto en este capítulo, lo cierto es que esta receta ya se ha probado, y los resultados no han sido una economía para muchos, con un sistema transparente y meritocrático, sino un sistema económico, el estatismo empresarial, que ofrece premios y castigos en función de las conexiones políticas de las corporaciones. Frente a esta situación, donde algunos se enriquecen de la noche a la mañana por utilizar las “palancas” del gobierno, muchos se indignan y piden, paradójicamente, una mayor intervención del estado aún. Esperamos haber dejado claro que, en este tema, el gobierno no es la solución, sino parte preponderante de la existencia del problema. La economía para pocos es la que resulta del intervencionismo, no del capitalismo. 124

Vivir con lo Nuestro El debate se produjo en un escenario extraño. Al menos para lo que ambos congresistas estaban acostumbrados. Luces por todos lados, cámaras y mucho maquillaje alrededor. El programa de TV solía dedicarse a las historias de amor de los famosos, las infidelidades de las celebrities y las novedades relativas a los nuevos espectáculos teatrales o cinematográficos. Sin embargo, con el tiempo se había convertido en el programa por donde pasaba la más importante discusión política. Con una dinámica descontracturada, un set poblado y posiciones apasionadas, la emisión diaria se había transformado en la nueva atracción de la pantalla local. El conductor fue el encargado de romper el hielo, cuando preguntó al diputado oficialista sobre la iniciativa para imponer nuevas trabas al ingreso de productos extranjeros. “Se trata de una política que llevan a cabo todos los países del mundo. Usted debería saber que nuestra responsabilidad como gobernantes es cuidar el trabajo de los ciudadanos del pueblo, no rifarlo y dejarlo librado a los vaivenes del mercado y a la desleal competencia extranjera” Cuando quiso seguir elaborando, el conductor lo interrumpió súbitamente y le dio la palabra al asesor en temas de comercio exterior del partido opositor. “¿Usted qué opina?”, fue su consulta.

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- Es falso lo que dice el diputado. La realidad es que detrás de esto hay un gran grupo de lobby que lo que quiere es conseguir mercados cautivos de manera que todos nosotros paguemos precios más altos por productos de menor calidad. - ¡Eso es mentira! – interrumpió el diputado – la industria nacional tiene los más altos estándares de calidad. - ¿Entonces para qué la necesita la protección de los aranceles? – cuestionó el opositor - ¿¡Cómo para qué!? Porque no podemos dejar que cualquier empresario del mundo, pagando salarios de hambre, venga a vendernos cualquier baratija. ¡Hay que cuidar los empleos! - ¡Ustedes no quieren cuidar el empleo sino sus propios bolsillos! - ¡Ustedes son los que quieren cuidar sus propios bolsillos! ¡Es evidente que están operando en favor de los grandes grupos multinacionales y que quieren generar desempleo para que los salarios caigan y así incrementar la ganancia empresaria! La discusión había tomado un tono que, al mismo tiempo que elevaba el rating del programa, dificultaba la posibilidad de comprender cualquiera de las dos posturas. Lo que era un debate civilizado se convirtió en un griterío y, finalmente, se terminó la cuestión cuando el conductor decidió cambiar de tema. .................................................................................

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Una de las grandes regulaciones que existen en nuestro tiempo es la del comercio internacional. Esta gran barrera consiste, principalmente, en distorsionar el intercambio que se da entre los individuos cuando estos pertenecen a países diferentes. En esencia, no hay ninguna diferencia entre una operación de compra si ésta se efectúa entre dos ciudadanos de la Provincia de la Pampa, que si se hace entre un sudafricano y un oriundo de Suecia. Sin embargo, en el segundo caso, como la operación se encuadrará en el marco de las “exportaciones” y las “importaciones”, es casi seguro que encontrará algún tipo de traba, regulación o impuesto gubernamental en el medio. Lo que el diputado oficialista de nuestro ejemplo ficticio argumentaba puede sonar algo extraño. Sin embargo, está bien arraigada la idea de que el comercio internacional debe cerrarse y que lo mejor es “vivir con lo nuestro”, como decía Aldo Ferrer. Al menos esto es así en nuestro país. Si miramos lo que ha sucedido a lo largo de la historia en los Estados Unidos, podemos observar que, al menos en cuanto a los aranceles cobrados a la importación de productos extranjeros, estos han sufrido una marcada reducción a través de los años. Sin embargo, en nuestro país prevalece lo que he denominado “la teoría Dolina del crecimiento económico”. Alejandro Dolina es un conocido escritor, periodista y locutor argentino, conductor de un popular programa de radio llamado “La venganza será terrible”. Invitado a un canal de televisión 127

antes de las elecciones presidenciales del año 2015, Dolina se explayó acerca de los beneficios de impedir que los productos fabricados en el extranjero lleguen al país. Cuadro 5.1 - Aranceles a la importación en Estados Unidos 50%

Tarifas de Aduanas (en % sobre el valor del producto)

45% 40% 35% 30%

25% 20%

15% 10% 5% 2000

1985

1970

1955

1948

1942

1930

1920

1916

1910

1885

1870

1863

1850

1835

1820

1805

1792

0%

Wikipedia - Tariffs in United States history

El escritor afirmó: “Yo pienso mucho en un zapatero que vive al lado de casa y que hace 15 años estaba todo el día parado en la puerta (…) Sin embargo, empezó un proceso conforme al cual la gente podría comprar zapatos. Además no venían zapatos italianos a $ 100. ¡Qué mal! Dirán algunos, a mí me gustaría tener zapatos italianos a $ 100. Pero el asunto es que a este tipo le empezaron a comprar zapatos, tuvo empleados, ahora está todo el día adentro, tiene un montón de empleados que trabajan, que compran otras cosas – helados, por ejemplo, o 128

bicicletas- entonces prosperan los fabricantes de helados y bicicletas que toman nuevos empleados, que, a su vez, ganan dinero y ¿qué compran? Zapatos...” Dolina expresa, con su elocuencia y simpatía características, el pensamiento mágico en torno al control de las importaciones. Como se ve, basta con frenar la compra de bienes extranjeros para que comiencen a prosperar todo tipo de industrias, y las fábricas produzcan, los empleados encuentren trabajo y se amplíen las posibilidades de consumo. Si las cosas fueran tan sencillas, los gobiernos deberían enfocarse en hacer una sola cosa: prohibir las importaciones. Claramente, la realidad es distinta. Smith versus Dolina Adam Smith fue el primero que, a fines del siglo XVIII, comenzó a defender las ventajas del libre comercio frente a las ideas de los mercantilistas vigentes en su era. Para el mercantilismo, la fuente de la riqueza era la acumulación nacional de oro y plata. En este marco, y dado que los metales preciosos eran la moneda corriente de la época, se buscaba estimular las exportaciones a la vez que se intentaba frenar las importaciones. De esta forma, la positiva “balanza comercial” (diferencia entre exportaciones e importaciones), generaría ingresos de metales al país. Para Smith, sin embargo, la riqueza no dependía de la cantidad de oro y plata que un país pudiera tener, sino más bien de los bienes y servicios que ese dinero pudiera comprar. En 129

definitiva, lo que beneficia a las personas es la satisfacción de sus necesidades, y éstas se satisfacen consumiendo bienes y servicios, no oro y plata. Una segunda advertencia de Smith contra los mercantilistas era los efectos que se derivaban del bloqueo de las compras externas. El mercantilismo, en su intento por mejorar la balanza comercial, ponía todo tipo de trabas a las importaciones, como cuotas, prohibiciones o altos aranceles. Dolina estaría contento con este arreglo, ya que cuando no ingresan zapatos italianos en un país, los bicicleteros y panaderos triunfan. Sin embargo, el pensador escocés afirmaba49: “La industria general de una sociedad no puede exceder aquello que el capital de la sociedad puede emplear (...) Ninguna regulación comercial puede incrementar la industria de ninguna sociedad más allá de lo que su capital puede mantener. Solo puede desviar una parte de éste hacia una dirección distinta a la que habría tomado; y no está para nada claro que esta dirección artificial sea más ventajosa para la sociedad que aquélla que habría tomado por sí mismo.” Es decir que, cuando se ve que una industria prolifera gracias a una protección, no se está viendo crecer al conjunto de la economía, sino simplemente tomar una dirección diferente a la que habría tomado sin intervención.

49

Smith, Adam: “An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations”, libro IV, capítulo 2. Library of Economics and Liberty. Disponible en: http://www.econlib.org/library/Smith/smWN13.html

130

Imaginemos una sociedad conformada por cinco personas, dos de las cuales producen sillas y tres de las cuales fabrican mesas. Si el gobierno decide imponer una barrera a la importación de sillas, los precios de las sillas (producto de la menor competencia extranjera) se elevarán. Esto hará que haya un mayor incentivo a producir sillas localmente. Finalmente, lo que sucederá es que los que antes producían mesas pasen a fabricar sillas, habiendo un crecimiento de la producción de sillas pero una caída en la fabricación de mesas. Obviamente, esto no es crecimiento económico, sino un cambio en la estructura de la producción. El crecimiento sucede cuando la producción, tanto de sillas como de mesas, aumenta de manera conjunta. Otra cuestión destacada por Smith es que las protecciones arancelarias dan lugar a monopolios que terminan operando en perjuicio de los consumidores. “Al restringir, ya sea por altos aranceles o por la absoluta prohibición, la importación de tales bienes de países extranjeros, el monopolio del mercado local queda más o menos asegurado para la industria doméstica empleada en producirlos. De aquí que la prohibición para importar ganado en pie o sal de países extranjeros le asegure a los ganaderos de Gran Bretaña el monopolio del mercado local de carnes (...) Muchos otros tipos de manufacturas han obtenido, de la misma forma en Gran Bretaña, de manera parcial o total, un monopolio en contra de sus compatriotas.” La creación de monopolios es evidente en nuestro país. Esto explica los pedidos de los industriales textiles en Argentina en favor de una aduana que preserve la “soberanía productiva” y 131

otros eufemismos como la “administración inteligente del comercio exterior”50. Es que si fuera por los empresarios, humanos como el resto de nosotros, cobrarían los precios más altos posibles incurriendo en los menores costos posibles. Si un empresario pudiera vender un producto de pésima calidad a un precio ridículamente alto, lo haría. Sin embargo, la competencia empresaria no se lo permite. Si se diera el caso comentado, la rentabilidad del empresario sería muy elevada, lo que incentivaría a otros emprendedores a fabricar dicho producto, mejorando en algo la calidad, o bien reduciendo el precio. Esto no es lo que pasa en nuestro país. La industria textil se encuentra altamente protegida por aranceles a la entrada de productos y, además, por un sistema de licencias no automáticas de importación. Así, una mayor competencia amenazaría directamente la rentabilidad de la industria y es por ello que los empresarios del sector hacen lobby para evitar un cambio en dichas protecciones. A la hora de exigir el establecimiento de barreras arancelarias o el cese de las compras externas, muchas veces se ignora (o sea desea ignorar) que la alternativa es una producción más ineficiente o menos preparada para servir al cliente que la que vendría de afuera. Adam Smith también notó esto y sugirió que las naciones se comportaran de igual forma que lo haría una familia: 50

Sorabilla, Jorge: “Preservar el mercado interno es garantizar el futuro”, 1 de febrero de 2016. Diario El Cronista Comercial. Disponible en: http://www.cronista.com/columnistas/Preservar-el-mercado-interno-es-garantizarel-futuro-20160201-0013.html. El autor es director de la Fundación Protejer, dedicada al lobby proteccionista de la industria textil.

132

“Lo prudente en la conducta de una familia no puede ser insensato en un reino. Si un país extranjero puede proveernos con un producto de forma más económica de lo que podemos hacerlo nosotros, entonces mejor que lo compremos con algo de la producción de nuestra industria empleada en una forma ventajosa.” Por último, el llamado padre de la economía recordaba que el freno a las importaciones también era un freno a las exportaciones, ya que si nuestros vecinos no podían vendernos productos como resultado de los aranceles, entonces no tendrían fondos para comprarnos, condenándonos a todos a un menor nivel de vida. Esto mismo fue formalizado por el economista de origen Moldavo, Abba Lerner, en su famosa “Simetría de Lerner”. Para Lerner, el efecto de un impuesto sobre las importaciones era análogo al de un impuesto sobre las exportaciones. La explicación puede entenderse comprendiendo lo que pasa con el tipo de cambio frente a estas medidas. Si se impone una traba para las importaciones, entonces la demanda de dólares (o cualquier moneda extranjera necesaria para el intercambio comercial) caerá, ya que no habrá tantas compras como antes de la imposición de la traba. Ahora bien, si cae la demanda de dólares, entonces el precio del dólar (el tipo de cambio) procederá a caer, lo que afecta directamente la competitividad de las exportaciones. Así, una traba a las importaciones, también es una traba para las exportaciones.

133

Una historia de bananas y pescados Otro emblemático economista que se refirió a las ventajas del comercio internacional fue David Ricardo. Para Ricardo, incluso cuando un país fuera más productivo en todos los sectores de la economía que su país vecino, existirían ventajas derivadas del intercambio si cada país se especializara en aquello que hace mejor. El concepto se puede comprender mejor con un ejemplo sencillo51. Imaginemos a dos personas, Roberto y Ana. En una hora de tiempo, Roberto puede recolectar 10 bananas o bien obtener 10 pescados. Ana, por su parte, puede producir 10 bananas o producir 30 pescados en el mismo tiempo. Como se observa, Ana es igual o más eficiente que Roberto en todos los sectores de la economía. Es decir, produce la misma cantidad de bananas en una hora y también produce más pescados en el mismo período de tiempo que Roberto. Si ambos personajes dedicaran media hora cada uno a la obtención de bananas y pescados, entonces en conjunto estarían produciendo 10 bananas y 20 pescados (Roberto obtendría 5 bananas y 5 pescados, mientras que Ana aportaría 5 bananas y 15 pescados). Sin embargo, si ambos decidieran enfocarse en un solo producto, aparecería una mayor producción agregada. Si Ana destinara toda la hora a obtener pescado y Roberto a obtener

51

Este ejemplo está tomado del didáctico video de Don Boudreaux: “Comparative Advantage and the Tragedy of Tasmania”, disponible en: http://www.ivancarrino.com/bananas-y-pescados-explican-los-beneficios-delcomercio/

134

bananas, entonces el total ascendería a 10 bananas y 30 pescados, una notable ganancia. La clave de esta ganancia está en el “costo de oportunidad”. El costo de oportunidad de Roberto al buscar una banana es un pescado. Es decir, cada vez que va a buscar una banana, deja de ir a buscar un pescado. Cada banana le cuesta un pescado a Roberto. En el caso de Ana, el costo de oportunidad de obtener una banana son 3 pescados. Si Ana dedica toda la hora a buscar bananas, obtendrá 10 bananas, pero a costa de no obtener 30 pescados. Cada banana, entonces, le cuesta a Ana 3 pescados. Dado este escenario, Ana saldría beneficiada si pudiera conseguir una banana por menos de tres pescados y Roberto saldría beneficiado si pudiera conseguir un pescado por menos de una banana. Es decir, si Ana decidiera intercambiar un pescado por dos bananas con Roberto, entonces ambos saldrían beneficiados. Ana obtendría, por cada dos pescados, una banana. Es decir, reduciría su costo por banana. Roberto, por su parte, también se beneficiaría, ya que recibiría dos pescados por una banana, es decir que reduciría el costo de adquirir un pescado a la mitad. Lo que antes le costaba una banana, ahora le cuesta solo media. En esto consiste la magia del comercio internacional. Que ambas partes, incluso cuando una de las dos sea igual o más eficiente en todo, salen beneficiadas cuando deciden especializarse en lo que mejor saben hacer e intercambiar entre ellas. Para Roberto era lo mismo dedicarse a producir una cosa 135

o la otra, pero Ana era mucho más eficiente obteniendo pescado que bananas, por lo que tenía que especializarse en ello. Esta especialización, combinada con el intercambio termina enriqueciendo a todos. Ahora bien. A pesar de que años de teoría económica muestran las ventajas del comercio internacional, Argentina sigue dándole la espalda al mismo. Le damos la espalda al mundo Una de las formas de medir el grado de apertura de un país es sumar sus exportaciones, sus importaciones y dividirlas por el Producto Bruto Interno. Si observamos un gráfico de cómo ha evolucionado este indicador a lo largo de nuestra historia, vemos que luego de un período de crecimiento, el mismo comenzó a estancarse, luego decrecer a partir de la década del ‘50, volver a crecer y luego volver a caer a partir de 2003. Desde 2003 a 2014, el índice pasó del 34,0% al 25,2%, reduciéndose 10 puntos la apertura de la economía. Si bien el indicador no es el más fiable para medir la apertura de la economía, ya que influye mucho la volatilidad del PBI medido en dólares (como puede verse en el gráfico con los grandes picos y fuertes caídas) no está demás compararlo con otros países en el globo para tener una idea de dónde estamos ubicados. Según el Banco Mundial, en 2014, el índice de apertura medido de esta forma ubicaba a Hong Kong al tope de la tabla (con un 439%), a Luxemburgo en segundo lugar (374%) y a Singapur en el tercero (351%). En estos tres países, el volumen del comercio internacional es largamente superior a lo que 136

producen sus economías durante un año. Argentina, según esta institución, se ubicaba en el puesto 158 de la tabla, con un ratio de 29%. Cuadro 5.2 - Apertura de la economía (Comercio Internacional en % del PBI) 60%

56,3%

54,2%

50% 40%

34,0%

30%

25,2%

20% 10%

(Exportaciones + Importaciones) / PBI

-10%

1810 1820 1830 1840 1850 1860 1870 1880 1890 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010

0%

Elaboración propia en base a Orlando Ferreres e INDEC

Como decíamos, si bien esta es una manera de ver cuán abierta es una economía, depende mucho del tamaño del PBI de un país y su variación. Estados Unidos, con una apertura del 30%, no parece un país muy abierto, pero esto no es porque imponga trabas y aranceles a la exportación, sino porque cuenta con un considerable mercado interno, lo que hace que las exportaciones e importaciones, por cuantiosas que sean, no llegan a ser importantes en comparación con el Producto Bruto. 137

Es por esto que tenemos que recurrir a otros indicadores. Uno de ellos lo elabora la Fundación Heritage de los Estados Unidos. Al considerar los aranceles aduaneros promedio y las barreras no arancelarias, asignan un puntaje a cada país y, en función de él, elaboran un ranking de los países más y menos abiertos al comercio internacional52. En este índice, los primeros tres puestos están compartidos por 8 países: Hong Kong, Macao, Singapur, Suiza, Swazilandia, Georgia, la Isla de Mauricio e Israel. Luxemburgo, en este ránking, se ubica en el puesto 5, mientras que Estados Unidos está en la décima posición. Argentina, por su parte, ocupa un lejano puesto 81, lo que refleja un alto cierre al comercio internacional. Las importaciones no generan desempleo Quienes reivindican esta ubicación para nuestro país, e incluso quisieran que retrocedamos todavía más, suelen argumentar que la apertura comercial genera desempleo. Este es el caso del comentario del periodista Roberto Navarro, que en su programa de TV, Economía Política, emitido a principios de 2015, delineó el supuesto plan macabro que el gobierno de Mauricio Macri quería llevar a cabo abriendo las importaciones. Para Navarro, el nuevo presidente busca deliberadamente generar desempleo y pobreza en Argentina puesto que, en su visión eso es lo que hace “la derecha” cuando gobierna. 52

Más información acerca de la metodología que toma este indicador puede encontrarse en: Trade Freedom – Heritage Economic Freedom Index: http://www.heritage.org/index/trade-freedom

138

El maquiavélico plan del gobierno consistiría en buscar subir el nivel de desempleo en el país, de manera que las hordas de desocupados presionen a la baja los salarios y, de esta forma, los capitalistas explotadores puedan llenarse sus bolsillos. Ahora bien, la cuestión pasa por cómo hará el gobierno para generar ese desempleo, y es ahí cuando, entre otras cosas, se menciona a la “apertura indiscriminada de importaciones” como una de las estrategias. Lo curioso del asunto es que en el propio gobierno, que en la superficie parecería estar en las antípodas de lo que se dice en el programa de Navarro, también comparten esta visión. Consultado acerca de la liberalización de las importaciones en noviembre del año pasado, Macri respondió: “No podemos abrir las importaciones. Nosotros tenemos que crear trabajo, no destruir el poco que tenemos.” Paradójicamente, y como puede verse, el gobierno y Navarro coinciden en que la industria nacional debe “protegerse” y que abrir importaciones dejaría a la gente sin trabajo. La realidad, empero, es que ambos están equivocados. Aquí abajo hay un gráfico que muestra a todos los países que ocupan los primeros diez puestos en términos de apertura al comercio internacional según el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage53. Como se ve, existe una amplia variedad, aunque el promedio se ubica en el 9,4%.

53

Los primeros diez puestos están ocupados por más de diez países puesto que muchos comparten ubicación debido a obtener un puntaje igual.

139

Cuadro 5.3 - Tasa de desempleo para los 10 primeros puestos en apertura comercial 30%

Tasa de Desempleo

Promedio

25% 20% 15% 10% 0%

Hong Kong Macao Singapur Suiza Swazilandia Georgia Mauricio Israel Austria Bélgica Bulgaria Chipre República Checa Dinamarca Estonia Finlandia Alemania Hungría Irlanda Italia Letonia Lituania Luxemburgo Malta Holanda Polonia Portugal Rumania Eslovaquia Eslovenia España Suecia Reino Unido Islandia Noruega Albania Croacia Nueva Zelanda Bosnia Herzegovina Canadá Perú Estados Unidos

5%

Elaboración propia en base a Fundación Heritage y Banco Mundial

Si el promedio se compara contra países que ostentan altos niveles de desempleo, estamos hablando de una tasa baja. Piénsese que el desempleo en la Zona Euro en 2015 fue del 10,9%, pero en España y Grecia la cifra seguía superando el 20%. Durante la crisis de 2001-2002, en nuestro país el desempleo llegó a afectar a 24,5% de la población, por lo que una tasa de 9,4%, si bien no es baja, tampoco puede considerarse excesivamente elevada. Ahora lo que llama la atención es que dentro de este grupo que obtuvo el mismo elevado puntaje en términos de su apertura comercial, haya países con niveles de desocupación tan bajos. Hong Kong posee un 3,2%, Singapur un 3,0%, Suiza un 4,5%, Austria un 5,0% y Estados Unidos un 6,2% de acuerdo a datos de 2014. En este sentido, el motivo del desempleo en los 140

países no puede ser la apertura comercial, ya que abundan los ejemplos de países extremadamente abiertos que gozan de un nivel de ocupación sustancialmente elevado. Ahora lo que sí se observa con claridad meridiana es la diferencia de riqueza que existe entre un grupo y otro. Los países seleccionados anteriormente son los 43 países de mayor apertura comercial. Si bien existe una variedad entre ellos, el promedio de su PBI per cápita es de USD 41.000, ajustado por el poder de compra. Ahora si uno tomara el promedio del PBI per cápita de los últimos 43 países de la lista elaborada por Heritage, se encontraría con que éste es de solamente USD 7.700. Es decir, los países más abiertos son 5,3 veces más ricos que los países menos abiertos, confirmando las enseñanzas de Adam Smith y David Ricardo. La conclusión es sencilla, el libre comercio no genera desempleo, pero definitivamente es un enorme creador de riqueza. A pesar de ello, en Argentina seguimos creyendo en el dogma de “vivir con lo nuestro” y, a causa de ellos, el gobierno kirchnerista distorsionó con un sinnúmero de medidas el comercio internacional. Entre estas, destacan las retenciones a la exportación (aplicadas a productos como la carne, el maíz, el trigo, la soja, y también productos industriales entre otros), las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (conocidas por sus siglas, DJAI, y tristemente célebres por su uso arbitrario para frenar el ingreso de productos extranjeros), el 141

control de cambios (que al imponer un valor ficticio para la divisa extranjera, redujo el incentivo a exportar a la vez que incentivó las importaciones, y también los viajes al exterior y el consumo en el extranjero), los Registros de Operaciones de Exportación (que se utilizaron también para restringir de manera arbitraria los envíos al exterior tanto de carnes como de granos), o la manipulación de los cupos de dólares que el Banco Central decidía entregar a importadores para que cancelen sus deudas con proveedores extranjeros. En este marco, debe mencionarse que la administración que asumió en diciembre de 2015 se ha movido en la buena dirección. La eliminación de casi la totalidad de las retenciones a la exportación, el fin del manejo arbitrario de los dólares del Banco Central y la supresión del tristemente célebre “cepo cambiario” son medidas que tienden a normalizar nuestros vínculos comerciales con el mundo. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. En primer lugar, porque como se ha divulgado, el sistema que sustituirá al de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación todavía impone medidas que servirán de protección para varios sectores de nuestra economía. Como explicaba el diario El Cronista54: “... la medida no representa la liberación absoluta de las compras al exterior porque reemplazó el modelo instrumentado por el ex secretario de Comercio Interior, 54

“El Gobierno protegerá a casi 20% de la industria con el nuevo sistema de control de comercio” 24 de diciembre de 2015, diario El Cronista Comercial. Disponible en: http://www.cronista.com/economiapolitica/El-Gobierno-protegera-a-casi-20-dela-industria-con-el-nuevo-sistema-de-control-de-comercio-20151224-0085.html

142

Guillermo Moreno, por otro instrumento llamado Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI), que si bien agilizará las importaciones para aquellos sectores que compren en el exterior componentes para producir en el país, o productos que no se fabrican en la Argentina, frenará la importación de bienes de la denominada industria sensible, es decir, de los sectores menos competitivos pero que concentran una gran cantidad de empleos” El concepto de industria sensible puede entenderse como lo hace El Cronista, o bien como aquélla industria que, gracias a su buen poder de lobby, consiguió el privilegio de la protección gubernamental. Siguiendo con el análisis, el periódico informaba que gracias a las “licencias no automáticas”: “Los productos que seguirán gozando de un margen de protección contra la importación según el Gobierno, son, entre otros, tractores y motos; línea blanca (heladeras, cocinas, etc); artículos para gimnasia deportiva; cañas de pescar; calzado de vestir y deportivos; prendas de vestir y alfombras. También estarán protegidos las manufacturas de caucho y los neumáticos; los químicos inorgánicos, jabón, artículos de tocador; y los plásticos y manufactura, madera, muebles y manufacturas de madera, productos editoriales, productos cerámicos y manufacturas de vidrio y juguetes” Queda claro que existe una buena cantidad de productos por los cuales los argentinos tendremos que pagar precios mayores

143

recibiendo, a cambio, una calidad inferior a la que recibiríamos si el comercio fuera libre. El Mercosur, otra traba Otro chaleco de fuerza que tiene la Argentina en su vinculación con el mundo es el Mercosur. Este bloque regional que el país ayudó a fundar en 1991 buscó ser, en su momento, una zona de libre comercio que eliminara por completo los aranceles internos al tiempo que se establecía un Arancel Externo Común. Sin embargo, nunca terminó de concretarse, ya que el Mercosur, formado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y, recientemente, Venezuela y Bolivia, no posee una uniformidad en su Arancel Externo y no tiene un comercio totalmente liberado entre sus miembros. Por otro lado, esta unión regional no deja de compartir las premisas proteccionistas de muchos de nuestros políticos. En definitiva, el Arancel Externo va del 0% al 20% y, en circunstancias, también puede ser superior a este guarismo, mostrando que la convicción está lejos de ser la de la apertura comercial. Por último, como describe el analista Martín Simonetta, el Mercosur solo puede firmar acuerdos con terceros países en bloque. Es decir, si Argentina quisiera, al margen de la unión regional, trabar un acuerdo con un tercer país, debería convencer a todo el bloque o bien desistir de la iniciativa55. Esto es un enorme problema, ya que la capacidad para abrirse

55

Simonetta, Martín: “Mercosur: ¿Fin de un matrimonio por obligación?”, publicado en la página web del Instituto Cato. 16 de junio de 2015. Disponible en: http://www.elcato.org/mercosur-fin-de-un-matrimonio-por-obligacion

144

al mundo se ve severamente restringida y se vuelve dependiente de interminables negociaciones burocráticas. Es por eso que un buen ejemplo en materia de comercio internacional nos lo ofrece nuestro vecino Chile. A partir de mediados de los años ’70 el país transfronterizo comenzó un proceso de apertura unilateral al comercio internacional, reduciendo aranceles, cupos y prohibiciones para importar sin ningún tipo de negociación con otras naciones o pedidos de “reciprocidad”. Más adelante, desde los años ’90 y hasta el día de hoy, comenzaron a firmar Acuerdos de Libre Comercio con una enorme cantidad de países, entre los que destacan Canadá, Estados Unidos, China, Australia y, más recientemente, la Alianza del Pacífico. En paralelo con este proceso de apertura, Chile multiplicó por 5 su riqueza per cápita, llegando al primer puesto de los países de América del Sur. Además, siendo el país más abierto del continente, su tasa de crecimiento fue del 4,5% promedio en los últimos 10 años mientras que el desempleo pasó del 10,0% en 2004 al 6,3% el año pasado. Por si esto fuera poco, la inflación se ubica en el 4% anual y el promedio de los últimos 6 años no superó el 3%. Vivamos no solo con lo nuestro Las restricciones al comercio internacional, ya sean en la forma de cuotas para importar, impuestos para comprar y vender, prohibiciones o controles paraarancelarios, constituyen una de las grandes trabas para el sector privado que produce en la economía. 145

Y si bien existen algunas teorías que buscan ensalzar los beneficios del proteccionismo, lo cierto es que el mismo es totalmente contraproducente. Es que, como explica el economista Don Boudreaux56, el libre comercio mejora el acceso de la población a productos de mayor calidad a precios más bajos; ayuda a promover el crecimiento económico (especialmente cuando, como en el caso argentino, el 80% de lo que se importa son insumos para la producción); mejora la eficiencia y la innovación; fomenta la competitividad; y promueve la justicia, ya que elimina la posibilidad del surgimiento de monopolios al calor de la protección oficial. Negarse a recibir estos beneficios, no solo no redundará en una mejora en los niveles de desempleo, que son independientes del grado de apertura comercial, sino que nos condenarán a vivir de manera mediocre y por debajo de nuestras posibilidades. A la hora de pensar en el comercio internacional, la única dirección en la que hay que moverse es en la de más y mayor apertura.

56

Boudreaux, Donald J.: “The Benefits of Free Trade: Addressing Key Myths”. 20 de abril de 2015. Mercatus Center, Universidad George Mason. Disponible en: http://mercatus.org/sites/default/files/Benefits-Free-Trade-EP.pdf

146

Estrangulados El diputado estaba contento. Ese día por la mañana irían a colocar la placa que tanto había deseado tener en la entrada de su despacho. Sabía que luego de su período, si no era rereelecto, alguien procedería a quitarla, generando daños al inmueble que se repararían, nuevamente, con dinero del estado. Sin embargo, consideraba que tal costo valía la pena, ya que la frase lo identificaba cabalmente y funcionaría como tarjeta de presentación para cualquiera que deseara entablar una relación con él. Se trataba de una frase. Una que no recordaba si había escuchado de un filósofo griego, o bien de un político contemporáneo. Le daba igual. De cualquier manera, solamente le interesaba que la frase figurara en el bronce. Iría sola, sin firma ni fecha. El contenido era lo que importaba, no quién la había dicho, ni cuándo, ni en qué contexto, ni con qué tono. Llegaron los encargados de la colocación. El trabajo sobre el bronce estaba hecho hace semanas, por lo que solo faltaba que vinieran estas dos personas a adosarla a la pared. Además, tenían que coordinar con el resto de los representantes para que estuvieran presentes en el pequeño acto preparado para la inauguración. Incluso se habían dado cita algunos medios de prensa, más de los que comúnmente trabajan a diario en el congreso. El trabajo no llevó más de 40 minutos.

147

La placa estaba cubierta con un paño de tela, y los camarógrafos preparaban sus flashes para obtener la mejor imagen del momento en que la misma fuera develada. Finalmente, tras unas palabras del diputado, el momento llegó. La placa quedó descubierta y los fotógrafos hicieron sus imágenes. El nuevo despacho del legislador estaba listo, y su mensaje a la puerta lo decía todo: “Si se mueve, ponle impuestos. Si se sigue moviendo, regúlalo. Y si se para de mover, subsídialo” ................................................................................. En los últimos años, Argentina se convirtió en el ejemplo de lo que no hay que hacer. Para que la economía crezca y, por tanto, mejore de manera sostenible la calidad de vida de la gente, es importante que el sector privado pueda desarrollarse. Para esto se necesita seguridad jurídica, respeto por la propiedad privada, regulaciones razonables, previsibilidad e impuestos bajos. Claramente, si uno analiza los últimos años, el camino tomado ha sido en la dirección exactamente opuesta. Sin embargo, el amor por las regulaciones, la inestabilidad y excesivo peso del sector público no son exclusivos del gobierno de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner. En la historia económica argentina abundan los ejemplos y el intervencionismo excesivo ha sido su característica distintiva al menos desde comienzo de la década del ’30. Pero no solo nuestro país está lleno de ejemplos de distorsiones que asfixian el crecimiento económico, sino que 148

estas se repiten, en mayor o menor medida, en todas las latitudes. Las trabas a la inmigración en los Estados Unidos, los subsidios agrícolas en Europa, o los planes de megaestímulo monetario y fiscal en Japón son algunos ejemplos de que “la alegría no es solo argentina”. A continuación veremos cuáles son las más frecuentes distorsiones, trabas, regulaciones y malas intervenciones que los gobiernos imponen sobre el normal desenvolvimiento de la economía, o bien aquellas que siempre están tentados de imponer y que, más allá de las intenciones, siempre terminan afectando el crecimiento y la mejora de la calidad de vida de la población. Empecemos. La inflación Las tarifas de luz subirán un 500%. El gobierno acordó un incremento de 6% para los combustibles. Los sindicatos exigirán aumentos no inferiores al 30%. El dólar se disparó un 40%. Todos estos son titulares que pueden leerse en cualquier diario, especializado o no, de la Argentina de 2016. La idea que uno se arma luego de pasar revista por ellos es bastante concreta: ¡todo sube en Argentina! Efectivamente, así es. Desde hace muchos años que los precios suben de manera permanente. Según un relevamiento del diario Infobae57, desde 2003, el asado de novillo aumentó

57

“Doce años de inflación: algunos precios”. Diario Infobae, miércoles 9 de septiembre de 2015. Disponible en: http://www.infobae.com/2015/09/09/1753820doce-anos-inflacion-algunos-productos-subieron-mas-1000-los-super

149

1.827%, las galletitas “Bagley” treparon 1.341%, el litro de agua se disparó un 1.032% y el pan lactal voló un 1.937%. Detrás de estos incrementos no se encuentra otra cosa que la inflación, que para la mayoría de los economistas se define como el proceso de aumento generalizado de los precios. En este sentido, si mañana aumentara la carne pero todo lo demás permaneciera constante, no deberíamos hablar de inflación. Sin embargo, si junto con la carne se eleva el precio del pan, la leche, la nafta y el corte de pelo, entonces estamos viviendo un proceso inflacionario. Ahora bien, definir de esta forma a la inflación es un tanto problemático. Es que al enfocarnos en los precios, estamos poniendo el énfasis en la consecuencia más que en la causa. En definitiva, lo que nos interesa es saber por qué están subiendo esos precios. En este marco, cobra interés una segunda y mejor definición de la inflación: la pérdida sistemática del poder de compra de la moneda. Uno podría preguntarse ¿por qué pierde poder de compra nuestra moneda? Y la respuesta debe encontrarse en un simple análisis de oferta y demanda. En economía, se sabe que, si todo lo demás permanece igual, pero se incrementa la oferta de determinado producto, entonces su precio cae. Esto se puede ver en el supermercado con las frutas de estación. Cuando llega el verano, por ejemplo, la sandía abunda y su precio baja, mientras que en invierno sucede lo contrario.

150

Con el dinero pasa lo mismo. Cuando la cantidad de billetes en circulación es abundante, entonces su precio tenderá a caer, y una caída en el precio del dinero no es otra cosa que una caída del poder de compra del mismo. Por ello, como decía el premio nobel de economía Milton Friedman, la inflación es un fenómeno monetario, ya que depende de la cantidad de moneda que haya dando vueltas en la economía. Si crece mucho esa cantidad, entonces su poder de compra caerá y los precios subirán. Si la cantidad de dinero se mantiene constante, o en línea con su demanda, entonces el poder adquisitivo del dinero se mantendrá en el tiempo. Lo que pasó en Argentina en los últimos años no es más que una aplicación práctica de este sencillo concepto teórico. Si consideramos cómo fue evolucionando la base monetaria en los últimos años (es decir, los pesos que emite el Banco Central, única entidad autorizada por ley a emitir el dinero de curso legal del país), vemos que la misma pasó de $ 45.400 millones en el año 2003 a nada menos que $ 622.200 millones en 2015. El incremento total es de 1271%, es decir que la cantidad de pesos en circulación se multiplicó por casi 14 en los últimos 12 años. Así, el promedio anual de crecimiento ascendió a 24,4%. Es decir, cada año había un 24,4% más de pesos en circulación, una cifra extraordinaria si se la compara con el incremento en otros países durante el mismo período.

151

Cuadro 6.1 - Base monetaria (datos anuales, fin del período) 700.000

70%

Base Monetaria (millones de $)

600.000

60%

Variación en % (eje der.)

500.000

50%

400.000

40%

300.000

30%

200.000

20%

100.000

10% 2015

2014

2013

2012

2011

2010

2009

2008

2007

2006

2005

2004

0% 2003

0

Elaboración propia en base a BCRA

Naturalmente, semejante crecimiento de la oferta de moneda terminó generando una caída en su valor o poder de compra. La contracara de este proceso fue un sideral incremento de los precios, que durante todo el período crecieron un 972%. El gráfico que sigue nos da una idea de la magnitud de la destrucción de la moneda que tuvo lugar durante los últimos doce años. Entre diciembre de 2003 y diciembre de 2015 el poder adquisitivo del peso se desmoronó un 90,3%. Poniéndolo en perspectiva, si con un peso en diciembre de 2003 uno podía comprarse 10 caramelos, en diciembre de 2015 ese mismo dinero no le alcanzó ni siquiera para uno.

152

Cuadro 6.2 - Poder de compra del peso (diciembre 2003 = 100) 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0

Poder de compra del Peso

Dic.-15

Mar.-15

Jun.-14

Sept.-13

Dic.-12

Mar.-12

Jun.-11

Sept.-10

Dic.-09

Mar.-09

Jun.-08

Sept.-07

Dic.-06

Mar.-06

Jun.-05

Sept.-04

Dic.-03

9,71

Elaboración propia en base a IPC-CQP Blog

Teorías para explicar la inflación hay de las más disparatadas. Algunos intelectuales argentinos han llegado a decir que los precios suben porque, como la gente está feliz, incrementa el consumo y eso presiona los precios al alza. Obviamente, a la luz de los datos, la observación es errónea. Aún cuando hubiera más consumo, sin un incremento de la oferta monetaria, el dinero destinado al consumo debería salir de algún otro lado. Así, si por ejemplo, el mayor consumo se financiara con una menor inversión, subirían los precios de los bienes consumo pero caerían los precios de los bienes de capital, lo que finalmente no generaría un incremento del nivel general de precios.

153

Ahora como decíamos en el inicio del capítulo, los problemas de Argentina no son patrimonio exclusivo de los últimos gobiernos, ni tampoco patrimonio exclusivo del país. A lo largo de la historia se han verificado procesos inflacionarios en muchos y muy diversos países, desde Bolivia hasta Alemania. En una compilación de datos elaborada por los economistas Steven Hanke y Nicholas Krus58, puede apreciarse cuáles fueron los procesos de inflación más aguda en el mundo. En todos estos casos, por la magnitud del fenómeno, se deja de hablar de inflación y comienza a hablarse de hiperinflación. En el gráfico de la página siguiente recorté los 10 más representativos y, a la vez más bestiales. En Hungría, a finales de la Segunda Guerra Mundial, la inflación fue tan alta que tomaba 15 horas para que los precios se dupliquen. Algo similar, pero más acá en el tiempo, sucedió en Zimbabue, donde la inflación llegó a tocar un máximo de 98,0% por día. Una verdadera locura. La hiperinflación de 1989 en Argentina está lejos en la tabla, ya que los precios “solamente” subieron 197% por mes durante ese período.

58

Hanke, Steven y Krus, Nicholas: “World Hyperinflations”, publicado en el Routledge Handbook of Major Events in Economic History p. 367. Routledge. 2013.

154

155

Hungría Zimbabue Yugoslavia Alemania Grecia China Armenia Turkemistán Taiwán Perú

País

ago-45 mar-07 abr-92 ago-22 may-41 oct-47 oct-93 ene-92 ago-45 jul-90

Comienzo

Inflación mensual más alta

jul-46 4190000000000000000% nov-08 7960000000000% ene-94 313000000% dic-23 29500% dic-45 13800% may-49 5070% dic-94 438% nov-93 429% sep-45 399% ago-90 397%

Fin

Cuadro 6.3 - Las 10 mayores hiperinflaciones de la historia

207,0% 15 horas 98,0% 24,7 horas 64,6% 1,41 días 20,9% 3,7 días 17,9% 4,3 días 14,1% 5,3 días 5,8% 12,5 días 5,7% 12,7 días 5,5% 13,1 días 5,5% 13,1 días

Tiempo Tasa requerido equivalente para que de los precios inflación se diaria dupliquen

Ahora bien, aún cuando la inflación aparezca en diferentes lugares del planeta, lo cierto es que sus costos son siempre los mismos. A continuación, veremos al menos 4 problemas que la desvalorización de la moneda genera. 1) Reduce los ingresos: si los precios suben pero nuestros ingresos no lo hacen al mismo ritmo, todos los meses podemos ganar más pesos, pero esos pesos cada vez comprarán menos bienes. Así, la inflación nos va volviendo más pobres 2) Castiga el ahorro: supongamos que se emiten nuevos $ 100.000 para financiar algún gasto del gobierno. En primera instancia, el gobierno puede usar esos nuevos pesos para comprar en la economía con los precios vigentes. Sin embargo, esta nueva cantidad de pesos presiona al alza los precios, que comenzarán a subir. Si en el mismo momento uno tenía dinero ahorrado en una caja de ahorro, cuando quiera comprar lo hará con los precios nuevos, que ya han aumentado producto de la emisión. Así, cuando hay inflación se castiga a los que ahorran, que tienen que empezar a buscar alternativas para preservar el poder de compra de lo que pueden guardar mes a mes. 3) Distorsiona la producción: como los nuevos pesos emitidos ingresan por determinados lugares específicos en la economía, algunos sectores se ven más estimulados que otros. Así, los empresarios comienzan a volcarse a esos sectores cuando, en realidad, no hay una verdadera demanda de mayor producción de ese sector. Es por esto que se dice 156

que la inflación genera malas inversiones, porque cuando se termina, esos sectores sobreestimulados tienen que ajustarse a la verdadera situación. 4) Recesión: la inflación, especialmente cuando es alta, termina generando recesión. Esto sucede porque, llegado un punto, los incentivos a invertir desaparecen. La inflación por sí misma genera mucha incertidumbre hacia el futuro y, además, refleja la irresponsabilidad del gobierno en materia fiscal, algo que los inversores del mundo prefieren evitar. Por último, si la inflación es muy alta, llega un punto en que todos los agentes huyen de la moneda, se refugian en el dólar y dejan de consumir e invertir hasta que el sistema monetario vigente colapsa. Los controles de precios Los gobiernos, a lo largo de toda la historia, han sido los principales responsables de generar inflación. Esto es así porque, en primer lugar, son quienes están en control de los Bancos Centrales, que son las entidades legalmente autorizadas a emitir el dinero de curso legal de cada país. En segundo lugar, porque al gastar por encima de lo que les ingresa por impuestos, terminan acudiendo a estas entidades para que cubran el bache, lo que hace que los bancos centrales terminen emitiendo dinero en exceso y se desvalorice la moneda. No obstante, bajo ningún concepto el gobernante de turno asumirá que es él mismo el causante de todos los inconvenientes que la inflación le genera a la gente de a pie. Es por ello que, muy a menudo, frente a la aparición del 157

proceso inflacionario, los gobiernos aplicando controles de precios.

suelen

responder

Así, los funcionarios se lanzan a una guerra retórica (y a veces no tan retórica) contra empresarios, especuladores, financistas, distribuidores, y cualquier persona que ejerza libremente el comercio. El objetivo es doble: por un lado, mostrarle a su electorado que están “haciendo algo” para resolver el problema y, por el otro, desligarse de toda responsabilidad. Sin embargo, el problema de los controles de precios es que el remedio termina siendo mucho peor que la enfermedad. Es que cuando por cualquier motivo el gobierno impone un precio máximo para un producto determinado, lo que termina sucediendo es que dicho producto desaparece del mercado. Esto es así porque, frente al precio menor (en comparación con el del mercado libre), la cantidad demandada crece. Cuando vamos al supermercado, si vemos que un producto está a mitad de precio, probablemente compremos dos unidades en lugar de una. Otra consecuencia de la reducción del precio por la vía del mandato coactivo del gobierno es que la rentabilidad del producto cae. Asumiendo costos constantes (o crecientes durante los procesos inflacionarios), un menor precio de venta comprime la rentabilidad empresaria, por lo que muchas empresas cierran o deciden cambiar sus líneas de producción, dedicándose a fabricar bienes no controlados. El resultado inevitable es la escasez, que perjudica directamente a quienes se buscaba beneficiar con la política de precios bajos impuestos de manera coercitiva. 158

Un ejemplo extremo de este tipo de políticas fue el “Dakazo”, que tuvo lugar en Venezuela en noviembre de 2013, poco antes de las elecciones municipales. Durante la segunda semana de noviembre, el presidente Nicolás Maduro anunció que tras inspeccionar 400 comercios, solo 5 vendían a los “precios justos” que el gobierno deseaba59. El paso siguiente fue la ocupación por parte del “Servicio Desconcentrado de Bienes y Servicios de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana” de la popular tienda minorista de electrodomésticos “Daka”, a la que obligaron a reducir sus precios de venta entre un 50% y un 80%. Las colas al ingreso fueron enormes y los militares tuvieron que ordenar la venta de productos, ya que, como quería el presidente, se “vaciaron los anaqueles”. Luego de la medida, el partido oficialista triunfó en las elecciones y los compradores tuvieron una alegría extra durante fin de año. Sin embargo, un año después, las tiendas Daka permanecían vacías, “con unas planchas, unos hornos pequeños, unas ollas, unas licuadoras y una tostadora de pan (...) De línea blanca, nada”. Como dice el refrán, “el que se quema con leche, ve la vaca y llora”, y este fue el caso de lo que sucedió con la brutal política de control de precios en Venezuela. ¿Quién vuelve a invertir para reponer la mercadería cuando el gobierno, cual mafia, decide ocupar y saquear los negocios a voluntad?60

59

Los precios impuestos por el gobierno tienen muy poco de “justos”, ya que la verdadera justicia radica en respetar el contrato voluntario entre partes del cual emerge el precio de mercado. 60 “La resaca del “dakazo”, un año después”. Diario El Tiempo, 9 de noviembre de 2014. Disponible en http://eltiempo.com.ve/venezuela/situacion/la-resaca-deldakazo-un-ano-despues/161509

159

Cuando llegan a estos niveles, los controles de precios se transforman en verdaderos robos a los sectores productivos. Y, como cualquier ser racional, cuando el empresario intuye que si ingresa a tal lugar será saqueado, decide evitarlo. La caída de la inversión profundiza la escasez y empeora aún más la calidad de vida de la gente. En Venezuela esta situación abarca a casi todos los productos, desde harina y pollo hasta medicamentos y papel higiénico. Sus dirigentes, sin embargo, eligen vivir en una burbuja y seguir engañando a la gente, afirmando disparates semejantes como que falta pasta dental porque la gente se cepilla tres veces al día, o que no hay papel higiénico porque los venezolanos comen mucho61. En nuestro país tenemos ejemplos concretos de las políticas de control de precios impuestas por el gobierno. La más evidente es la de los carteles que figuran en innumerable cantidad de supermercados y que a ciertos productos los distinguen como para “Consumo Familiar”, limitando la cantidad que puede comprar cada persona. Sin embargo, otras consecuencias se han dado en sectores más amplios de la economía, como el sector del petróleo y gas, los combustibles, la producción de carne, de trigo y la infraestructura en general.

61

“Ministra de salud: ‘escasez de crema dental existe porque la gente se cepilla tres veces al día’”. Diario InfoVzla, 27 de enero de 2016. Disponible en: http://infovzla.net/nacionales/ministra-de-salud-escasez-de-crema-dental-existeporque-la-gente-se-cepilla-tres-veces-al-dia/ y “Afirman que en Venezuela falta papel higiénico porque la gente come más”. Diario Clarín, 23 de mayo de 2013. Disponible en http://www.clarin.com/mundo/Afirman-papel-higienicovenezolanos-comen_0_924507763.html

160

Analicemos uno por uno. La producción de petróleo y gas se redujo en el país 28,1% y 18,6% desde el año 2003. El gobierno buscó controlar los precios del sector, primero, cobrándole retenciones a las exportaciones de crudo del 20% en 2002 y subiéndolas al 25% en 2004. Finalmente, frente al alza del precio internacional de este commodity, se impuso un sistema de retenciones móviles que dejó el precio del petróleo fijo en USD 42 para los exportadores, quedándose el estado con la diferencia entre ese precio y el de mercado. Ese valor fue elevado a 70 USD más adelante. Por otro lado, se le fijó un precio máximo al barril de petróleo “puertas adentro” para desvincular el precio local del internacional. Esto hoy funciona como un precio mínimo, ya que el petróleo en el mundo se derrumbó más del 50%. Cuadro 6.4 - Balanza Energética (millones de USD) 8.000

Balanza Comercial (combustibles y energía)

6.000

5.823

4.000 2.000 0 -2.000 -4.000 -6.000

161

2014

2010

2008

2006

2004

2002

2000

1998

1994

1992

1996

Elaboración propia en base a INDEC

2012

-6.429

-8.000

Otra consecuencia de destruir la producción petrolera fue la pérdida de la llamada “soberanía energética”, ya que pasamos de tener un saldo neto exportador de más de USD 5.000 millones, a importar más de USD 6.000 millones. Esto no sería un problema si respondiera a un crecimiento de las importaciones superior al de las exportaciones. Pero lo es cuando lo que se refleja es la pésima performance productiva del sector. Algo que contribuyó al deterioro fue el control de los precios de los combustibles. Todavía recuerdo cuando el entonces presidente Néstor Kirchner se peleaba públicamente con Juan José Aranguren, entonces CEO de la petrolera Shell, por la política de precios de la empresa privada, que simplemente buscaba acompañar la inflación. Luego de llamar públicamente a un boicot contra la compañía, el gobierno generó decenas de “acuerdos de precios” y también controló a las distribuidoras gracias a la regulación de los precios de YPF, antes de que ésta fuera finalmente estatizada. Las consecuencias de tal política fueron, por un lado, el abaratamiento artificial del precio de la nafta, que redundó en un boom de producción y venta de autos62. Por el otro, sin embargo, repercutió en la desaparición de las estaciones de servicio. Según un estudio publicado por el diario El Cronista, desde 1999 a 2015 cerraron nada menos que 2000 de estos establecimientos63. Una economía en 62

Esto es así puesto que si el precio de un bien complementario cae, la demanda del bien en cuestión sube. 63 “En los últimos 15 años cerraron 2000 estaciones de servicio en el país”. Diario El Cronista Comercial, 1 de octubre de 2015. Disponible en: http://www.cronista.com/economiapolitica/En-los-ultimos-15-anos-cerraron-2000estaciones-de-servicio-en-el-pais-20151001-0060.html

162

crecimiento debería aspirar a crear negocios y tener cada vez más comercios. Los controles de precios, sin embargo, conspiran contra ello, como se constata con claridad en este caso. Lo mismo pasó con el trigo y con la carne. Con la excusa de “cuidar la mesa de los argentinos”, el gobierno controló los precios, prohibió exportaciones, impuso retenciones y creó registros para realizar ventas al extranjero que terminaron convirtiéndose en licencias para vender. Así, durante los 9 años previos a dichos controles, la producción de trigo promedió las 14,4 millones de toneladas, mientras que cayó a 12,2 millones en promedio a partir de 2006. La intervención en el mercado de la carne también comenzó en 2006 y el cambio en las existencias de cabezas de ganado fue notable. En el año 2007 se alcanzó un máximo de 58,7 millones de cabezas de ganado. Sin embargo, en 2011 ese número cayó a 47,9 millones, puesto que dejó de ser negocio criar vacas. Si se hace un ejercicio contrafáctico podemos llegar a una mejor apreciación de la magnitud del desastre. De haber crecido al ritmo promedio anual que tuvo la producción entre 2001 y 2007, el total de cabezas en el año 2014 habría alcanzado las 71,1 millones. La realidad, sin embargo fue diferente, ya que el ganado bovino total fue de solo 51,6 millones, una diferencia de 20 millones o casi el 40%.

163

Cuadro 6.5 - Existencias de Ganado Bovino (Millones de Cabezas) 75

2014* 71,1

Cabezas de Ganado Total Cabezas de Ganado (Potencial)

70 65 2007 58,7

60 55

2014 51,6

50 2011 47,9

45

2014

2013

2012

2011

2010

2009

2008

2007

2006

2005

2004

2003

2002

2001

2000

40

Elaboración propia en base a Ministerio de Agroindustria

Finalmente, los controles de precios no solo no frenaron la inflación (ya que tanto el pan como el asado tuvieron incrementos siderales en sus precios al consumidor64), sino que arruinaron a los productores, generando una escasez que redundó en una todavía más elevada presión sobre los precios por la menor oferta. Los controles de precios también se ven en la infraestructura consumida del país. Hablar por celular es imposible, las rutas 64

“Inflación: el precio del asado aumentó 1.400% durante el kirchnerismo”. Portal de noticias web de TN, 10 de febrero de 2016. Disponible en: http://tn.com.ar/economia/el-precio-sensible-del-asado-como-fluctuo-en-losultimos-20-anos_651861

164

están en mal estado y los cortes de luz en la zona metropolitana, junto con los cortes de gas a las industrias en invierno, son moneda corriente. Todo ello es consecuencia de los controles aplicados a las compañías que prestan todos estos servicios, conspirando contra los incentivos a invertir. Una última característica de los controles de precios la explica acabadamente el economista Javier Milei y tiene que ver con los valores sobre los que descansa la sociedad civilizada65: “...más allá de sus efectos económicos directos e indirectos sobre la economía en su conjunto, la imposición de precios máximos amenaza el consenso de valores compartidos por la comunidad, lo cual constituye la base moral de una sociedad libre. Así, cuando en nombre de la responsabilidad social se exhorta al público a someterse a estos controles, aquellos que se someten se terminan dañando a sí mismos y a la comunidad. Es más, aquella conducta moralmente cuestionable —evadir los requerimientos de las autoridades y violar los controles de precios y salarios impuestos— es beneficiosa, tanto desde el punto de vista privado como desde el punto de vista social. En este sentido, tales medidas incuban en el público la falta de respeto por la ley y hacen que los funcionarios se sientan propensos a emplear poderes extralegales y pongan en jaque los propios cimientos de la libertad. En definitiva, las políticas de controles de precios son dañinas, porque no sólo posponen en el tiempo las medidas efectivas para controlar la inflación, al tiempo que 65

Milei, Javier: “Vigilancia de precios: ¿El regreso de Axel Moreno?”. Diario Infobae, 11 de febrero de 2016. Disponible en: http://opinion.infobae.com/javiermilei/2016/02/11/vigilancia-de-precios-el-regreso-de-axel-moreno/

165

desorganizan tanto la producción como la distribución, sino que además crean una fuerte división social y fomentan la puesta en marcha de restricciones que amenazan la libertad política de los individuos” El control de cambios Otra de las herramientas que los gobiernos emplean a menudo para ocultar las consecuencias de la inflación que ellos mismos generan es la de controlar de manera arbitraria el tipo de cambio. En general, el precio de las divisas extranjeras no tiene por qué moverse al mismo ritmo que el resto de los bienes. Que suba el precio del tomate no quiere decir que también deba subir el dólar. Sin embargo, cuando estamos dentro de un proceso de aumento generalizado de los precios, producto de la desvalorización de la moneda, lo más probable es que veamos que, en mayor o menor medida, el precio de las monedas extranjeras, también aumente. Esto representa un problema para los gobiernos. Si bien se encuentra muy extendida la idea de que la devaluación es buena para mejorar la competitividad de la economía, lo cierto es que cuando sube el precio del dólar, el poder adquisitivo internacional de quienes reciben sus ingresos en pesos, cae. Podemos comprender este tema con un ejemplo. El popular teléfono móvil iPhone cuesta hoy en Estados Unidos alrededor de USD 300 (en su versión de 16GB ofrecido por la empresa AT&T). Si el tipo de cambio en Argentina es de $ 10 por dólar, un iPhone costará $ 3.000, mientras que si el mismo

166

pasa de $ 10 a $ 15, el artefacto tecnológico trepará hasta los $ 4.500. Lo mismo que ocurre con el iPhone se repite en todos los casos en que los precios estén fijados en mercados internacionales. El petróleo, la soja, el oro, son todos productos que suelen tener una cotización internacional frecuentemente denominada en dólares. En este sentido, toda depreciación de la moneda local contra el dólar hará que todos estos productos se encarezcan y, por tanto, lo haga la vida de los que utilizan la moneda devaluada. Para evitar críticas por esta situación, los gobiernos acuden a los controles de cambios, mecanismos por los cuales fijan de manera artificial el precio de la moneda extranjera, impidiendo que ésta suba más de lo que el gobernante desea. A menudo suele confundirse este sistema con el del tipo de cambio fijo. Así, muchos analistas solían criticar a Kicillof por utilizar una estrategia similar a la de Cavallo. Es decir, buscaban endilgarle a un funcionario “de izquierda” que se parecía a uno “de derecha” por intentar controlar el dólar (dado que nada puede ser peor en Argentina que hacer las cosas que hace “la derecha”). Sin embargo, las analogías entre el cepo al dólar de Kicillof y la Convertibilidad de Cavallo son totalmente incorrectas. El control de cambios es un control de precios aplicado al precio de las monedas extranjeras. En este sentido, no restringe de ninguna manera la emisión monetaria, que es la causa de la inflación que hace que el precio del dólar suba. Es por esto que cuando hay controles de cambios, la inflación no 167

baja, se restringe la venta de moneda extranjera y aparecen los mercados paralelos. A diferencia de este sistema, los tipos de cambio fijos no son controles de precios, sino un compromiso por parte del gobierno de mantener una paridad fija. De esta forma, el Banco Central tiene que restringir la emisión monetaria, ya que si emite en exceso, se arriesga a que el precio de la moneda extranjera suba, mientras que si emite de menos, se arriesga a que el precio de la moneda extranjera caiga, incumpliendo en ambos casos su compromiso. Es por esto que, cuando impera un tipo de cambio fijo, no hay inflación (o se reduce a los niveles de la moneda a la cual se decidió fijar la paridad), se permite la libre compra y venta de moneda extranjera y no aparece el mercado paralelo. Los controles de cambios, como decíamos, no son otra cosa que un control de precios aplicado al dólar. Al igual que con el precio de la leche o de la manteca, el gobierno puede decretar un precio tope para el dólar, el euro, el yen, o todas las monedas extranjeras al mismo tiempo (lo que generalmente ocurre). Ahora como sucede con todas las medidas de este tipo, las consecuencias ya vistas no se hacen esperar. En primer lugar, cuando se imponen los controles, aparece la llamada “escasez de divisas”. Fue Ludwig von Mises quien explicó lo insensato de las críticas de los políticos frente a esta situación66:

66

Mises, Ludwig von: “La Acción Humana”, citado en Carrino, Iván: “Kirchner debería haber escuchado a Mises”, Mises Hispano, 15 de noviembre de 2013. Disponible en: http://www.miseshispano.org/2013/11/kirchner-deberia-haberescuchado-a-mises/

168

“Cuando las autoridades se lamentan de la escasez de divisas, de lo que en verdad se quejan es de otra cosa, del efecto que provoca su política de fijación de precios. Al precio oficial fijado arbitrariamente, la demanda excede a la oferta” Esta escasez de divisas, que en el caso argentino se vio reflejada en una brutal caída de las reservas internacionales, termina con la imposición de restricciones a la compra y venta de dólares. Donde hay controles de precios, hay escasez y, acto seguido, racionamiento. Ahora ese faltante, dado que se trata de un producto muy líquido y fungible, genera la rápida aparición de los mercados paralelos y la consecuente “brecha cambiaria”, que marca la diferencia entre el tipo de cambio decretado por el gobierno y el que puede operar libremente la gente. En Argentina la brecha cambiaria llegó a superar el 100%, implicando que el tipo de cambio paralelo duplicaba el valor del oficial. En Venezuela, la situación es más dramática, con una brecha que en la actualidad supera el 1.000%. Sin embargo, como muestra el cuadro de abajo, este fenómeno no es exclusivo de Argentina y Venezuela, sino de todos los países que probaron con la receta de los controles. Además de la escasez y la parición del mercado paralelo, cuando hay controles de cambios se genera toda una serie de distorsiones en el comercio internacional y en los incentivos a invertir desde el extranjero. El comercio internacional se ve afectado porque los exportadores se resisten a vender a los precios oficiales, o bien deja de resultarles rentable, por lo que deben abandonar el 169

negocio. Así, las exportaciones se desploman. Por otro lado, los incentivos a importar crecen, ya que el dólar artificialmente bajo hace que comprar productos extranjeros sea más rentable. La balanza comercial se vuelve negativa, reforzando la mencionada escasez de divisas. La inversión, por su parte, sufre también porque todo aquél que desee invertir 100 dólares en el país de manera legal, verá que el regulado mercado oficial le ofrecerá la cantidad de pesos que el gobierno decida, cuando en el mercado informal la cantidad de pesos que recibiría y, por tanto, el poder de compra de sus dólares, sería mucho mayor. Cuadro 6.6 - Brecha Cambiaria en 1988 País Angola Cuba Rusia Polonia Bangladesh Brasil Argentina Israel México Corea del Sur Italia Francia

Tipo de Cambio Tipo de Cambio Oficial Paralelo 25,5 0,8 0,6 502,6 32,3 0,8 13,4 1,7 2.281,0 684,1 6,1 1.305,8

1.576,6 37,4 7,2 3.201,2 134,9 1,2 20,1 2,0 2.623,2 752,5 6,2 1.318,8

Diferencia % 6083% 4400% 1087% 537% 318% 58% 50% 18% 15% 10% 2% 1%

Elaboración propia en base a Sachs & Larraín: “Macroeconomía en la Economía Global”. Primera edición, año 2002. Prentice Hall 170

Si tomamos el caso de Angola en 1988, observamos que si uno hubiese querido invertir USD 100 en ese país, habría recibido 2.550 Kwanzas (su divisa oficial), mientras que de cambiar ese monto en el mercado paralelo habría obtenido nada menos que 157.660 Kwanzas, una diferencia astronómica. Resultado: nadie invierte 100 dólares en Angola. Por último, debe mencionarse que los controles de cambio llevan a una profundización de las diferencias sociales. En el caso argentino esto se vio con mucha claridad. Como expliqué en el primer capítulo de Cleptocracia67: “Dado que los consumos en el exterior pueden pagarse con tarjeta de crédito a precio oficial con un leve recargo, los argentinos que pueden viajar lo hacen a precio de ganga mientras, al mismo tiempo, los pobres que apenas pueden ahorrar algo a fin de mes se ven obligados a hacerlo en pesos, la moneda que el gobierno emite y a la que le confisca el 20% del poder de compra por año” Este sistema perverso se vio profundizado cuando el gobierno lanzó el “dólar ahorro”, una vía por la cual se permitía a quienes ingresaran en blanco el doble del Salario Mínimo, comprar dólares al tipo de cambio oficial, con un recargo que luego se reintegraba o bien servía como pago a cuenta de algunos impuestos. Así, desde enero de 2014 a diciembre de 2015 el Banco Central vendió USD 9.600 millones al rebajado precio oficial a 67

Carrino, Iván: “Cleptocracia: Así nos robaron nuestro dinero y nuestra libertad”. Septiembre 2015, Inversor Global, Buenos Aires.

171

aquellos sectores de mayores ingresos, ya que, según estadísticas oficiales, solamente entre el 20 y el 30% de la población cobraba el doble del salario mínimo en este período. La operación fue equivalente a otorgar un subsidio de alrededor de $ 35.000 millones a los individuos mejor acomodados de la sociedad. Mientras tanto, a los de ingresos menores se los condenó a acudir al mercado “ilegal” de la divisa, o bien a ahorrar en pesos, una moneda que, gracias al gobierno, perdió un 20% de su poder de compra cada año. Las regulaciones laborales La obsesión por regular de los gobernantes llega a todos los rubros. En el mercado laboral, la intervención por excelencia es la fijación de salarios mínimos. Un salario mínimo no es otra cosa que la inversa de un precio máximo. Así como cuando el gobierno impone un precio máximo, lo hace porque considera que los precios están demasiado elevados, cuando impone un salario mínimo, lo hace porque considera que el mercado está pagando un precio demasiado bajo por el factor trabajo. En los últimos años, en Argentina el salario mínimo se multiplicó. De permanecer fijado en $ 200 durante un largo período de la década del ‘90, el mismo comenzó a subir a mediados de 2003. Con el inicio de la presidencia de Néstor Kirchner, el Salario Mínimo Vital y Móvil trepó a $ 300. Desde ese momento, el monto se incrementó nada menos que 1752,7%, multiplicándose por 18.

172

Ahora bien, al igual que con los precios máximos, los salarios mínimos también tienen sus contraindicaciones. Es que cuando el gobierno fija un precio por encima de su valor de mercado, el producto en cuestión se vuelve “sobreabundante”. Al precio fijado, los productores producen más de lo que los consumidores pueden pagar, por lo cual los bienes fabricados quedan ociosos en las góndolas. Cuando este sistema se aplica al mercado de trabajo, entonces el volumen de trabajadores dispuestos a trabajar por la paga dictaminada por el gobierno excede lo que las empresas pueden pagar por dichos servicios, por lo que aparece el indeseable desempleo. Este desempleo puede no afectar a todos por igual. De hecho, como explica Walter Block, en Estados Unidos terminó por afectar a las minorías menos capacitadas técnicamente68. “... el salario mínimo no destruye todas las oportunidades de trabajo por igual. Los jóvenes sufren más que los adultos. Cada incremento del salario mínimo impactó de manera negativa en la tasa de desempleo joven. Así como el salario mínimo ataca más a los jóvenes que a los adultos, también ataca a los negros más que a los blancos (...) Cada suba del salario mínimo se vio seguida por un incremento de la brecha en la tasa de desempleo entre jóvenes blancos y negros (...) El problema no es el racismo, sino la falta de habilidades. Friedman explicaba que los jóvenes negros ‘son menos productivos que los jóvenes blancos. Tienden a tener niveles inferiores de educación y un menor nivel de habilidad’. Dado

68

Block, Walter & Sohr, Kevin: “The Minimum Wage: The Minimum Wage Hurts Those Whom It Is Intended to Most Help”. Foundation for Economic Education, 1 de noviembre de 1997. Disponible en: http://fee.org/articles/the-minimum-wage/

173

este caso, cualquier incremento del mínimo tenderá a afectar más a los negros que a los blancos” Como se observa, los salarios mínimos afectan especialmente a los trabajadores menos productivos. Supongamos que una empresa tiene dos empleados, Juan y Pedro. Si el primero genera ingresos para la empresa de $ 1.000 al mes, mientras que Pedro solo es capaz de generar ingresos de $850, ambos pueden seguir trabajando si el salario de los dos es $ 800. En este contexto, la empresa genera ingresos netos teniendo a ambos trabajando en sus instalaciones. Sin embargo, si el gobierno, o los sindicatos, imponen un nuevo mínimo de $ 900, entonces para la empresa comenzará a ser una pérdida neta el pagarle el sueldo a Pedro. Finalmente, por la imposición del salario mínimo, Pedro terminará siendo despedido de su empleo, pasando a ganar $0. Los salarios mínimos, a diferencia de lo que se cree, no son un piso desde el cual empezar, sino una barrea que hay que sortear para acceder a un empleo. Ahora volviendo al caso argentino, uno podría preguntarse cómo es posible que frente a un aumento de 1752,7% en el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) no solo no se hubiera disparado el desempleo a niveles jamás vistos, sino que la tasa de desempleo haya caído sostenidamente durante los años del gobierno de Néstor y Cristina. Para dar una respuesta, deben tenerse en cuenta varios factores. En primer lugar, lo que hay que incorporar al análisis es que semejante incremento queda reducido a la nada (al menos en términos comparativos) si se descuenta la inflación acumulada 174

durante el período 2003-2015. Ajustando los datos, se observa que, desde diciembre de 2003 a diciembre de 2015, el salario mínimo en términos reales subió solamente 79,8%. No estamos diciendo que esto sea despreciable. De hecho, se trata de un aumento de casi 6% por año en promedio. Sin embargo, sí se observa que el aumento fue sustancialmente menor a la suba en términos nominales. Otro factor a tener en cuenta es que se partió de una base muy baja, puesto que después de la devaluación de principios del año 2002, el salario mínimo en términos reales se había desplomado un 30,5% desde diciembre de 2001 hasta junio de 2003, cuando se dio el primer aumento de $50. Frente a semejante caída, hay espacio para que el SMVM recupere sus niveles originales sin crear desempleo. Un tercer factor que también hay que considerar es el crecimiento económico. Cuando la economía crece (y lo hizo con fuerza durante los primeros años posteriores a la salida de la convertibilidad) la demanda de mano de obra también hace lo propio y suben tanto el nivel de empleo como los salarios reales. En este marco, la suba del salario mínimo puede sencillamente ir acompañando la suba que habría tenido lugar de cualquier manera producto de un fenómeno de mercado. Por último, debe mencionarse que en los últimos 4 años el salario mínimo en términos reales no solo no subió, sino que cayó un 14%, por lo que es esperable que no tenga un efecto negativo sobre la capacidad del mercado laboral de absorber trabajadores.

175

Cuadro 6.7 - Salario Mínimo Vital y Móvil Real (dic03=100) 220

SMVM Real (dic-03=100)

210 200 190 180 170 160 Dic.-15

Sept.-15

Jun.-15

Mar.-15

Dic.-14

Sept.-14

Jun.-14

Mar.-14

Dic.-13

Sept.-13

Jun.-13

Mar.-13

Dic.-12

Sept.-12

Jun.-12

Mar.-12

Dic.-11

150

Elaboración propia en base a Consejo del Salario e IPC-CQP

Al margen de los salarios mínimos, los gobiernos también intervienen el mercado laboral con leyes que imponen indemnizaciones (simples y dobles) por despidos, seguros de desempleo, obligación de pagar vacaciones, regímenes de horas extra y el otorgamiento de un excesivo poder a los sindicatos. Esto último es un problema, ya que se termina convirtiendo a los sindicatos en verdaderos monopolios sostenidos por la fuerza legal, lo que contribuye a distorsionar el mercado laboral y, también, generar desempleo y reducir los salarios.

176

Esto último puede parecer curioso pero así lo explicaba el premio nobel de economía, Friedrich von Hayek, en una entrevista69: “La gente no se da cuenta de hasta qué punto el poder de los sindicatos actuales causa la explotación de la mayor parte de los trabajadores por parte del resto. Y una de las formas más extremas de esto es que al subir los salarios de determinados grupos muy por encima de otros, estos grupos atraen la mayoría del capital disponible porque cuanto más caro se vuelve el trabajo, más rentable es reemplazarlo por capital, con el resultado de que el capital es atraído hacia los sectores donde los salarios han sido elevado más rápido a expensas de los otros. La mayoría de los trabajadores no pueden ser mejor equipados y por lo tanto no se les puede hacer más eficientes mediante la inversión (...) Los sindicatos no solo generan desempleo sino que mantienen bajos los salarios de la mayoría de los trabajos” Es claro, como se observa, que los sindicatos defienden sus propios intereses sin considerar el impacto que puede tener en el resto de la sociedad. Un caso paradigmático de esta situación que no tiene que ver con los salarios pero que involucra de manera directa el accionar de los gremios de trabajadores es lo que sucedió a inicios del año 2016 entre el sindicato de camioneros y el Banco Central de la República Argentina. El problema comenzó cuando la autoridad monetaria intentó liberar a los bancos privados de la obligación de enviar un 69

Friedrich August von Hayek Los Sindicatos. http://www.anarcocapitalista.com/HayekSindicatos.htm

177

Disponible

en:

resumen de cuenta a sus clientes de manera impresa. Así, los bancos podrían elegir si seguir operando de esta forma o bien pasarse al formato digital, ahorrando costos y, colateralmente, reduciendo la creación de residuos contaminantes para el medio ambiente. Sin embargo, esto cayó mal en las filas del gremio de camioneros, quienes aducían que la medida tenía el potencial de reducir las fuentes de trabajo, principalmente, de los carteros. Los camioneros, liderados por Pablo Moyano se movilizaron a la puerta del Banco Central, en el microcentro porteño, en protesta por la decisión y amenazaron con realizar paros generales. Finalmente, luego de idas y vueltas, la autoridad monetaria decidió dejar en suspenso la desregulación del sector e implementarla de manera gradual a partir de 2017. Un claro ejemplo de cómo, por defender sus intereses particulares, un gremio perjudicó al resto de la sociedad (bancos y clientes principalmente) y puso un freno al avance tecnológico70. Subsidios en general No solo de controles de precios están hechas las políticas intervencionistas de los gobiernos. Muy a menudo, desde las arcas públicas egresan fondos para subsidiar actividades

70

Pablo Moyano y camioneros bloquean el Banco Central: "Estos señores buscan el ajuste echando trabajadores". Diario La Nación, 5 de febrero de 2016. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1868491-los-camioneros-de-moyano-protestanfrente-al-banco-central. Presionado por Moyano, el BCRA pasó a 2017 la supresión de los resúmenes bancarios en papel. Diario La Nación, 16 de febrero de 2016. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1871395-presionado-por-moyano-elbcra-paso-a-2017-la-supresion-de-los-resumenes-bancarios-en-papel

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determinadas consideradas administración pública.

como

deseables

por

la

En Argentina, los subsidios se llevan alrededor del 25,5% del gasto total. De acuerdo con el presupuesto del año 2015 relevado por la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera (ASAP), el gobierno nacional (excluyendo los provinciales) destinó recursos para subsidiar71:          

La energía ($ 180.124 millones) El transporte ($ 93.166 millones) La construcción de viviendas ($ 31.651,5 millones) Las comunicaciones ($ 11.672 millones) La agricultura ($ 7.723 millones) El trabajo ($ 7.762,8 millones) La industria ($ 6.647 millones) El comercio y el turismo ($ 6.647 millones) La ecología ($ 3.970 millones) La actividad de seguros y financiera ($ 691 millones)

Entre estos gastos, también se encuentra lo que se destina a pagar la televisación del torneo de fútbol local, así como los partidos de la selección argentina de fútbol y también las competencias automovilísticas y otros deportes considerados “de interés nacional”. Asimismo, no figura en este detalle lo que se gasta en concepto de subsidios a la cultura, ya que ese monto se publica junto con el gasto en educación, por lo que lo que se va en desfiles, recitales y museos es difícil de medir. 71

Datos del Observatorio Presupuestario de ASAP organizados por destino del gasto. Disponible en: http://www.asap.org.ar/observatorio/#/paraque (última vez de acceso 17 de febrero de 2016).

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Ahora bien, el problema con los subsidios es múltiple. En primer lugar, porque cada peso gastado en estimular alguna de las actividades que el gobierno considera que deben ser estimuladas, es un peso menos gastado en actividades menos deseables desde el punto de vista estatal. Si asumimos que para gastar dinero, el estado puede recurrir únicamente a los impuestos, entonces podemos ver que un subsidio a la industria deberá ser costeado con un impuesto que pagará, por ejemplo, el sector de servicios o el del comercio. Así, el gobierno estará determinando que haya más industria en lugar de más servicios. ¿Y quién es el gobierno para determinar que socialmente es más beneficioso para el país la inauguración de una fábrica que la inauguración de un banco? Otro problema de los subsidios es que disfrazan la realidad económica de los sectores a los que asisten. A menudo sucede que los sectores favorecidos por la ayuda estatal no puedan subsistir sin la misma. Cuando esto ocurre, el único rol del subsidio es mantener a flote una empresa o actividad económica que los consumidores no desean, lesionando al bienestar de todos, que debemos sostener con nuestros bolsillos una organización que, voluntariamente, no elegimos sostener. Por otro lado, en el caso de los subsidios que se destinan al transporte y la energía, se sabe que la mayor parte de estos tienen la finalidad de mantener las tarifas de estos servicios en niveles inferiores a los que harían que la actividad sea rentable. Así, en búsqueda de reducir el costo de vida de los ciudadanos, el estado fija los precios de los servicios y luego 180

transfiere recursos a las empresas proveedoras para que estas no quiebren. Los resultados de esta política han sido nefastos. Los bajos costos al consumidor incentivan un uso excesivo del recurso y consumen el capital, dando lugar a la escasez y también al deterioro de la infraestructura. A esto contribuye el nulo incentivo que tiene la empresa por invertir, ya que se trata de una compañía puramente dependiente del subsidio y no de ofrecer un servicio de calidad para sus clientes. Tal vez no sea todo responsabilidad de esta política, pero es innegable que los accidentes ferroviarios de los últimos años (con especial gravedad en el caso del trágico accidente de la estación Once en el tren Sarmiento ocurrido en febrero de 2012), tienen mucho que ver con ella. Por último, los subsidios contribuyen a incrementar el gasto público y, si el aumento no se corresponde con una suba de los ingresos, a incurrir en déficit fiscal, que debe financiarse con endeudamiento o bien con inflación. En este sentido, fue particularmente llamativo cuando el exministro Kicillof se refirió a la política de tarifas energéticas como “antiinflacionaria”. De ser así, el congelamiento tarifario vigente desde 2002 para la energía eléctrica debería haber tenido algún efecto en la inflación. Sin embargo, ésta acumuló un 972% durante los últimos períodos presidenciales, como mencionábamos más arriba. Un subsidio que está “de moda” en estos últimos tiempo es el destinado a fomentar el uso de energías renovables. A diferencia de los combustibles fósiles, las energías renovables son aquéllas cuyas fuentes no deberían agotarse por más que 181

su uso se intensifique, o bien podrían regenerarse. Ejemplos de estas son la energía eólica, la energía solar, o los biocombustibles, como el etanol y el biodiesel, que están elaborados a partir de caña de azúcar y otros aceites vegetales. En un reciente artículo del diario La Nación, el cronista sostenía que se trataba de un “tema pendiente” en la agenda política72: “La Argentina tiene un enorme potencial para su desarrollo, pero también un retraso fenomenal en cuestión de inversiones e infraestructura. Un número ilustra la situación: en el país sólo 0,7% de la potencia instalada corresponde a energías renovables, mientras que en países como Alemania o España ese índice es de 20%. Otro dato: en energía eólica hay aquí 300 megavatios de potencia instalada, mientras que en Brasil se llega a los 7000. Las metas locales, no obstante, son ambiciosas. Según las leyes 26.190 y 27.197, sancionadas en la era kirchnerista, pero que deberán ser reglamentadas por el actual gobierno, habrá que pasar de ese 0,7% actual a 8% en 2017, y llegar a 20% en 2025. No pocos dudan de que, con la tecnología actualmente disponible en el país, se pueda cumplir con ese objetivo” Por otro lado, un empresario del sector le comentaba entusiasmado al periódico El Cronista73:

72

“Energías renovables: tema pendiente en un país en emergencia”. Diario La Nación, 24 de enero de 2016. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1864621energias-renovables-tema-pendiente-en-un-pais-en-emergencia 73 "Hay un enorme interés empresario por invertir tras el cambio de política económica". Diario El Cronista, 25 de enero de 2016. Disponible en:

182

“Hay una ley, la ley Guinle de energías renovables, que fue propuesta por el kirchnerismo y aprobada. Entiendo que el Gobierno de Macri estaría por reglamentarla próximamente. Es muy positiva porque le obliga al sector privado a consumir energía eólica. Eso le va a dar estabilidad y rentabilidad a una inversión que tiene un período muy largo de maduración. La ley Guinle bien reglamentada por el Gobierno va a abrir oportunidades de inversión en energía eólica.” Como decíamos antes, si para ser rentable, una actividad económica determinada necesita, no ya de un subsidio, sino de la obligación del gobierno para que se consuma dicho producto, quiere decir que en el mercado esa actividad no prosperaría. En este caso, el subsidio no lo da el gobierno, sino que obliga a los consumidores a otorgarlo, forzándolos a comprar lo que, en realidad, no quieren. Claramente, el resultado es una estructura productiva distorsionada e insostenible en el largo plazo. Un análisis sobre los efectos del fomento público a la producción de energías renovables fue hecho por el Instituto Juan de Mariana, con sede en Madrid. En la rigurosa investigación llevada adelante por el IJM, se estimó el costo, en términos de puestos de trabajo, que generó el subsidio a la producción de renovables. Es que como explicábamos al principio, todo peso destinado a las actividades subsidiadas es un peso menos que reciben otras actividades que podrían ser más productivas. Siguiendo esta idea, el Instituto Juan de Mariana descubrió que por cada http://www.cronista.com/economiapolitica/Hay-un-enorme-interes-empresario-porinvertir-tras-el-cambio-de-politica-economica-20160125-0045.html

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empleo creado en el sector de las energías verdes, se habían perdido, en sectores más productivos, 2,2 puestos de trabajo. Es decir, por cada 4 nuevos empleos verdes, había aproximadamente 9 empleos menos en otros sectores de la economía74. Controles a la tasa de interés La última política de intervención que mencionaremos es la de las tasas de interés. Como cualquier otro precio de la economía, la tasa de interés es el precio que se paga por tomar un préstamo. Así como uno paga por tener un auto o un pantalón, también tiene que pagar si desea disfrutar de fondos en el presente, en lugar de ahorrarlos y contar con ellos recién en un futuro más lejano. La alternativa a tomar un crédito es ahorrar todos los meses hasta acumular el capital que se necesita en primer lugar. Así, lo que uno paga cuando se endeuda es un precio por el tiempo. Por tener el dinero en el presente en lugar de tenerlo en el futuro. Como con otros precios, la tasa de interés se determina en el mercado de crédito. En él se encuentran quienes ofrecen fondos para prestar (aquellos que tienen ahorros y quieren obtener una ganancia de ellos), y quienes tienen necesidades de esos fondos. La oferta y la demanda de crédito dan lugar a la tasa de interés.

74

Efectos del Apoyo Público a las Energías Renovables sobre el Empleo. Instituto Juan de Mariana, marzo de 2009. Disponible (en inglés) en: http://web.archive.org/web/20150129073346/http://www.juandemariana.org/pdf/09 0327-employment-public-aid-renewable.pdf

184

En este contexto, si una sociedad es muy ahorradora, la tasa de interés será más baja, ya que los fondos prestables serán más abundantes. Sin embargo, si es muy consumista, la tasa de interés será superior, ya que los fondos prestables serán escasos en comparación con la necesidad que se tiene de ellos. Ahora bien, cuando las tasas son altas, realizar proyectos productivos a base de endeudamiento es oneroso. Una empresa que tiene que pagar, digamos una tasa de interés del 10% encuentra un panorama más difícil que la que tiene que pagar una del 5%. Ahora bien, sea 5% o 10%, la tasa de interés nunca es ni “demasiado alta” ni “demasiado baja”, ya que si alguna de estas situaciones se diera, aparecerían los incentivos para prestar más (en el caso de que sea muy alta) o de prestar menos y consumir más (en el caso de que sea demasiado baja). Sin embargo, para el gobierno sí existe tal cosa como una tasa de interés “demasiado alta” y es por esto que suelen intervenir en el mercado imponiendo topes a los que los prestamistas pueden cobrar por sus créditos. Recientemente eso se hizo en Argentina, cuando a través de la comunicación A 5590, el Banco Central decidió ponerle límites a las tasas de interés para “expandir el crédito para las familias en condiciones más favorables”. Ahora como explicaba Henry Hazlitt, las consecuencias de estos controles son las mismas que las de los demás controles de precios75:

75

Hazlitt, Henry (1946): “Economics in One Lesson”, Harper & Brothers Publishers.

185

“Mantener la tasa de interés artificialmente baja produce iguales efectos que fijar cualquier otro precio por debajo de su nivel natural de mercado. Incrementa la demanda y reduce la oferta. Aumenta la demanda de capital y disminuye la oferta de auténtico capital. Crea escasez y provoca perturbaciones y distorsiones de la economía. Es indudable que la reducción artificial del tipo de interés estimula la demanda de créditos y en consecuencia fomenta aventuras económicas de carácter francamente especulativo incapaces de sobrevivir cuando desaparecen las arbitrarias condiciones que motivaron su nacimiento. En cuanto a la oferta, la reducción artificial de la tasa de interés desalienta la austeridad y el ahorro, conduciendo a una relativa escasez de capital real”. El asunto es claro. Frente a una tasa de interés irreal, sobrarán demandantes de crédito pero no habrá ningún ahorrista. Otras regulaciones Las regulaciones que mencionamos hasta aquí no son las únicas. Además, no solo los temas más estrictamente económicos son abarcados por los gobiernos, sino una grande y creciente cantidad de áreas que van desde lo que se puede comer hasta el horario en que debe cerrar un local bailable. Es decir, a la hora de regular, no hay privaciones de parte de los funcionarios. A continuación, una enumeración no exhaustiva de las regulaciones más innecesarias y absurdas de Argentina. En algunas ciudades del país se prohíbe que los restaurantes pongan saleros sobre las mesas para disminuir el consumo de sal. En la Ciudad de Buenos Aires, se prohíbe a los comercios cobrar precios distintos si las bebidas que venden están frías o 186

están a temperatura ambiente. En todo el país, a excepción de la Ciudad de Buenos Aires, las farmacias no pueden vender productos de kiosco, como bebidas o chocolates. A su vez, los kioscos no pueden vender ningún tipo de medicamento, ni siquiera los rotulados como de “venta libre”. Los kioscos, además, pueden vender pero no prestar encendedores a eventuales fumadores. En Buenos Aires, para fomentar el uso de la bicicleta, se exige a los garajes que cobren, como máximo, el 10% de lo que cobran a un auto por estacionarse allí. Los medios de comunicación también tienen estrictas regulaciones, tanto en cuanto al contenido, como a la forma de transmitir. Tal vez lo más visible es la introducción de un separador que explicita el momento exacto en que comienza y termina el espacio publicitario. Mientras los políticos sigan creyendo que frente a cualquier aparente problema, la solución es la firma de una nueva ley, resolución o decreto, la tendencia a la híper-regulación seguirá firme. Y nosotros, los ciudadanos de a pie, seguiremos cada vez más estrangulados.

187

188

Nadar contra la corriente A lo largo de las páginas anteriores vimos que las regulaciones, los impuestos, los controles y la inflación constituyen un enorme peso para el desarrollo sostenible de la economía. Con numerosos ejemplos y casos, intenté explicar que nuestro país es un exponente concreto de lo que sucede cuando los gobiernos abusan de todos estos elementos. Frente a esta situación, uno podría pensar que no tiene mucho sentido apostar por el país y que la mejor salida, como solía decirse, es Ezeiza. Exactamente eso pensé yo por mucho tiempo. La gran crisis de 2001 fue un momento de inflexión para mí al igual que para muchos compatriotas. La crisis fue tan grave que muchos de los descendientes de quienes llegaron al país a comienzos del siglo XX, no encontraron otra solución que volver a la tierra de sus orígenes para encontrar un mejor nivel de vida. En ese momento yo tenía tan solo 15 años. Sin embargo, la crisis me pegó de cerca. Mi madre, una profesional que había decidido lanzar su carrera independiente hacía unos pocos años, había sido directamente golpeada por la recesión y el quiebre de la cadena de pagos.

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La única vía que quedaba era ir a Italia, donde había posibilidades de trabajo y familiares que nos esperaban con los brazos abiertos. Por cuestiones familiares, ella sí viajó, pero mi hermana Ana y yo no pudimos instalarnos en Europa. Terminamos yendo pero simplemente a visitar. Sin embargo, una idea me había quedado fija en la cabeza: para los argentinos, la mejor solución es armar las valijas y buscar un país más razonable para vivir. Tiempo después, y aún con eso en mente viajé a los Estados Unidos a hacer una experiencia de intercambio. Fue realmente fantástico ver un país dinámico, con poca pobreza, estable y donde uno gozaba de una enorme sensación de libertad y seguridad. No hubiera tenido problemas en quedarme a vivir allí. Lo mismo me pasó cuando estuve en Madrid por 9 meses, cursando mi Maestría en Economía de la Escuela Austriaca. Una fantástica ciudad, con gente amigable y un lugar más que apto para vivir y formar una familia. Con el tiempo y con los viajes, sin embargo, fui amigándome con Argentina. Este cambio no tenía que ver con que el país estuviera mejorando en algo su ambiente institucional. En absoluto. De hecho, en términos políticos, todo fue de mal en peor, ya que si bien con el kirchnerismo se reactivó la economía, también regresó la megainflación y los controles de todo tipo sobre la vida y la libertad de las personas. En los últimos años, el “populismo cristinista” entró en su peor etapa y la inflación y los incentivos para invertir se fueron agravando día a día. 190

Sin embargo, en paralelo, veía las vidas de muchos amigos míos. Muchos de ellos son hijos de padres profesionales, con carreras en empresas o independientes. Pero otros vienen de padres que dedicaron su vida al emprendimiento. Tal vez con una pequeña mueblería, con una concesionaria de autos, o bien con una empresa dedicada a proveer al sector de la construcción. En esas charlas que uno tiene consigo mismo, me preguntaba frente a esta realidad: ¿cómo es posible que, en un país cuya única salida viable es Ezeiza, todavía haya gente con ganas de emprender? ¿Cómo es posible, no solo eso, sino que, a pesar de todo, muchos empresarios puedan tener éxito en sus emprendimientos? Ése fue mi segundo punto de inflexión. Me amigué con el país y pensé que, a pesar de todo, mucho se podía construir dentro de Argentina. Así es que este capítulo se lo voy a dedicar a aquellos empresarios que nadaron contra la corriente. Aquellos que, con un ambiente hostil, se animaron a emprender y tuvieron éxito. Sus historias son valiosas no solo para entender de primera mano cómo es esto de lidiar día a día con el Leviatán que todo lo controla, sino también para aprender de su experiencia y tomar cosas que puedan servirle al lector en su vida profesional y personal. Después de todo, sean emprendedores, profesionales, o empleados en relación de dependencia, todos tenemos que lidiar con ese “socio involuntario” que es el Estado y qué mejor que aprender de los que lo han hecho de manera exitosa, o bien están en la lucha permanente por hacerlo. 191

Adaptarse o morir Ingresé a trabajar en Inversor Global a comienzos de 2015. Conocía a su fundador, Federico Tessore, porque en varias oportunidades me había topado con columnas y análisis suyos sobre la economía nacional y el estado del país. Federico no tiene miedo de decir lo que piensa. Incluso cuando esto sea totalmente incorrecto desde el punto de vista de lo que políticamente se supone que está bien o mal decir. No tiene medias tintas, y mucho menos cuando se trata de defender valores como la libertad y la iniciativa empresarial. Inversor Global es la empresa que fundó hace más de una década, cuando abandonó su trabajo en relación de dependencia en uno de los bancos de mayor importancia a nivel local. Al principio, su idea fue hacer una revista, pero luego el modelo de negocios fue mutando. A esto se sumó la revolución tecnológica y la sociedad con una de las empresas de publicaciones financieras más importantes de los Estados Unidos, Agora, Inc. Me encontré con Federico un martes a las 15 horas. No fue difícil. Cuando él está en Buenos Aires, trabajamos en el mismo edificio, así que solo tuve que subir un piso y comenzar a charlar sobre su historia como empresario en Argentina. ¿Cómo habían hecho una pequeña empresa de análisis económico y financiero, y un fundador con ideas liberales, para crear un negocio rentable que hoy emplea a más de 50

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personas y que tiene lectores que se cuentan de a cientos de miles? No fue una tarea sencilla. “Trabajando en el banco en el que estaba me daba cuenta que había mucha gente que era muy capaz en sus profesiones, muy exitosos, pero a la hora de ver los informes económicos y financieros que yo preparaba, no los leían porque les resultaban demasiado técnicos, aburridos. Entonces siempre pensé que había que, a la vez que escribir algo que aportara valor en términos de inversiones, hacerlo de una manera fácil de entender, divertida.” Así comienza la historia de Federico Tessore como emprendedor. Ya cuando estaba en el banco había detectado la posibilidad de explotar un nicho de negocio. Sin embargo, su abandono de la relación de dependencia se vio empujada por la crisis de 2001, cuando el banco decidió cerrar el área de inversiones off-shore. En ese momento tuvo que elegir entre seguir trabajando recomendando inversiones en el mercado local, o bien acceder a un retiro voluntario y lanzarse solo. A partir del 2002 se dedicó a asesorar a quienes eran sus clientes acerca de qué alternativas de inversión eran las mejores. Esto lo hacía a través de un newsletter al que llamó Inversor Global. Sin embargo, veía difícil que éste creciera en volumen, por lo que se le ocurrió transformar el newsletter en una revista en 2003. “La revista Inversor Global surgió con la idea de hablarle a los argentinos que tenían plata afuera, y que no eran

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especialistas, para asesorarlos acerca de qué hacer con su dinero, de una manera divertida y sencilla.” El primer capital lo aportó un amigo, quien tenía un dinero ahorrado y creía en el potencial del proyecto. Federico tenía menos de 30 años y ya estaba trabajando en un proyecto propio. Siempre se había considerado emprendedor y, según cuenta, a los 14 años leía con interés el Harvard Business Review, una revista especializada en el mundo empresarial, editada por una de las universidades más prestigiosas del mundo. Cuando le pregunté por la presencia del estado en su etapa como emprendedor, no duda en contar las limitaciones que el intervencionismo le impuso. “El primer año de la empresa uno se pasa más tiempo hablando con contadores y abogados, yendo a la AFIP o al Banco Nación, que efectivamente trabajando y produciendo. Todo eso implica el proceso de armar legalmente una empresa.” Una vez constituida legalmente, Inversor Global comenzó a rodar, buscando un modelo de negocios rentable y sostenible en el tiempo. Pero el gobierno llegó nuevamente a tocar la puerta. En el tercer año del negocio, cuando una de las partes principales era la de vender cursos vía internet, la facturación comenzó a crecer. Lo curioso es que el gobierno, a partir de una facturación determinada, asume que una organización cuenta con un número dado de empleados y cobra impuestos por ello.

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“La verdad es que nosotros teníamos un alto volumen de ventas porque vendíamos por internet, pero no teníamos esa cantidad de empleados. Igualmente, tuvimos que empezar a pagar impuestos por empleados que no teníamos. De ese tipo de cosas tenés todo el tiempo.” Otro problema que implicó un cambio en el modelo de negocios fue una regulación. Al principio, Inversor Global era una revista que se vendía por suscripción y que podía encontrarse en cualquier quiosco de diarios. Sin embargo, está establecido que el kiosquero debe quedarse con el 50% del precio de tapa, por lo que el negocio se volvía difícil de llevar adelante. Es lógico, porque ese 50% o bien lo absorbe la rentabilidad del negocio, o bien se intenta “trasladar” al consumidor, con una muy posible caída en la cantidad de ventas. Esto generó que la empresa gire hacia el negocio online, donde hoy se dedica 100% a vender servicios de información económica y financiera a más de 50 mil personas en Argentina, Chile y España. Federico pensaba ampliarse a otros países de América Latina en los últimos años, pero otro escollo estatal apareció en el camino: el cepo cambiario. “Hasta hace unos meses el gran problema que tuvimos fue el cepo o corralito argentino que nos impidió expandirnos al resto del mundo. El problema fue cómo hacemos para sacar la plata del país e invertir en otros países. Ese fue el gran escollo de los últimos años.”

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A pesar de las trabas, IG y Federico lograron salir a flote y hoy el negocio es rentable y mantiene satisfechos a clientes y empleados de manera sostenible. La alianza con Agora Inc., una firma internacional dedicada a los newsletters financieros tuvo mucho que ver con esto, ya que inyectó capital y una muy particular forma de vender los productos, lo que multiplicó la escala del negocio. Cuando le pregunté a Federico a qué se debía el éxito de la compañía hoy, me contó que descansa en tres cuestiones. La primera, una enorme capacidad de flexibilidad. Inversor Global pasó de ser un newsletter a una revista impresa. La idea inicial era ganar dinero con la publicidad, pero hoy es financiada 100% con lo que se ingresa por suscripciones. Además, no solo cambió la forma de generar ingresos sino la forma de producir, ya que hoy es un negocio 100% online, muy distinto de cómo comenzó a mediados de los 2000. “Muchas veces tuve que cambiar el modelo de negocio hasta encontrar el modelo rentable. Primero intentamos con la publicidad. Luego con suscripciones. Luego con capacitaciones presenciales y luego online. Y luego fuimos cambiando a lo que somos hoy.” El segundo punto está ligado al primero: la paciencia. “No es común que muchos emprendedores tengan tanta paciencia y perseverancia para que un proyecto madure. Y creo que muchos emprendimientos necesitan tiempo para madurar. Salvo algunas excepciones, 40-50% muere y el resto necesita tiempo y perseverancia para subsistir.”

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Y respecto de cómo lidiar con los obstáculos institucionales, Federico propone acostumbrarse a vivir con ellos, pero con astucia. “Si veo emprendedores que lo primero que quieren hacer es constituir una Sociedad Anónima, les digo que no lo hagan, que es caro constituirla y caro mantenerla. Primero tienen que comprobar que el mercado les demandará el producto, y después preocuparse por la estructura legal, aunque sin violar la ley (...) Hay que acostumbrarse a lidiar con esas trabas, pero, por otro lado tener la picardía necesaria para que dentro de la ley, puedas saltear esos obstáculos.” La cultura emprendedora es la clave Me encontré con Santiago Bilinkis en un café de Pilar, a la vera de la autopista Panamericana. En esa zona de la provincia de Buenos Aires él se instala, junto a su mujer y sus hijos durante el verano, aunque sigue trabajando full-time. Santiago Bilinkis fue fundador, junto con Andy Freire, de la empresa OfficeNet, dedicada a la provisión de artículos de oficina vendida en 2004 a la cadena multinacional Staples. Con Andy Freire, hoy Ministro de Modernización, Innovación y Tecnología del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se conocen desde muy jóvenes, ya que estudiaron economía en la Universidad del San Andrés. Antes de fundar OfficeNet, Bilinkis trabajaba en un alto cargo de la conocida firma internacional Procter and Gamble y eso fue lo primero que me generó curiosidad.

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¿Por qué un empleado bien pago, con una carrera corporativa prometedora, abandonaría la comodidad del trabajo en relación de dependencia para lanzarse como emprendedor en un país tan volátil como Argentina? “Dejame empezar por corregirte la pregunta - me dijo- Yo no trabajaba cómodamente, sino al revés. Cómodo era mi sillón y me pagaban bien. Pero trabajaba incómodamente porque sentía que estaba subido a un colectivo que no iba a donde yo quería ir en la vida.” Santiago había salido de la facultad con una enorme deuda que pagar. Sus padres en su momento no podían afrontar el costo de la misma y por ello terminó recurriendo a un tío que accedió a financiarlo. Pero cuando terminó la cursada, su patrimonio neto era considerablemente negativo. Es por eso que su decisión de abandonar la relación de dependencia se hizo tan difícil, pero no porque le gustara mucho lo que hacía o sintiera que ésa fuera su vocación. En definitiva, se trataba de que, gracias a su trabajo, estaba obteniendo los ingresos necesarios para pagar sus deudas. Sin embargo, ese dilema se resolvió con un “click”. “Salí a almorzar un día y volviendo solo caminando por la calle Florida, me di cuenta que cada día que pasara, bajarme del bondi iba a ser más difícil. Que siempre iba a haber otro ascenso en el horizonte, iba a haber más gastos. Pensé que si no lo hacía en ese momento, no lo hacía nunca más. Volví de almorzar anuncié que me iba.”

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A partir de ese momento, Santiago se juntó con Andy y comenzaron a pensar ideas. Ambos sabían que querían emprender, pero no sabían hacia dónde apuntar sus energías. Luego de cinco meses de brainstorming apareció OfficeNet, que se lanzó en 1997. El crecimiento de OfficeNet no se trató de algo accidental sino que fue bien planificado. Antes de tener el primer empleado, Santiago y Andy ya habían redactado 180 páginas de manual de procedimientos. Según sus cálculos, la empresa contaría el primer año con más de 100 empleados. El problema: ninguno de los dos había tenido un empleado a cargo en su vida. Para venderle ese proyecto a los inversores se necesitaba mucha preparación. Y así lo hicieron, armaron un plan de negocios y salieron a levantar capital. “Fuimos a ver a gente que conocíamos, que estaba en una buena posición económica y que podía interesarles apoyar un proyecto así. Los principales que nos apoyaron fueron dos ex banqueros quienes hicieron un acto de arrojo enorme al convertirse en accionistas.” Hablando de esa primera época, le pregunté a Santiago por las trabas para abrir una empresa que describe muy bien el índice Doing Business del Banco Mundial. Su respuesta me sorprendió: “Sé que esto es algo que se discute mucho, pero el emprendedor que deja de emprender porque le toma 60 días abrir una S.A, que se dedique a otra cosa. 60 días no pueden ser algo que le mueva la aguja a nadie (...) 199

El problema es cultural e institucional. El aspecto cultural tiene que ver con el rol más o menos prestigioso que ser empresario tiene en la sociedad. Uno cuando es chico quiere ser algo que admire y a su vez sienta que otros van a admirar cuando sea grande. Si tenés una sociedad que glorifica mucho a los médicos, vas a tener más gente que quiera ser médico para ocupar ese lugar valorado en la sociedad. Si ser empresario en Argentina en la cabeza de los pibes es sinónimo de corrupción, de negocios con el estado, de testaferros... ¿Quién va a aspirar a ser eso? Sólo un loco.” El tema que pone sobre la mesa Santiago es vital, pero podríamos preguntarnos qué viene primero. En las páginas de este libro está expresada la visión de que la corrupción y los negocios turbios con el estado no son características inherentes de los empresarios, sino consecuencias del sistema en el que está organizada la sociedad. Por ende ¿qué determina esa imagen cultural que tiene el empresario? ¿Es el empresariado o es el sistema de hiperregulación e intervencionismo que prevalece hoy? Bilinkis también menciona que una traba para emprender viene dada por un factor institucional. Para él es de vital importancia que haya un mercado de capitales desarrollado y fondos de capital de riesgo, condimentos clave del desarrollo tan extraordinario de las start-ups en Estados Unidos. “El factor institucional tiene que ver con la existencia de mercado de capitales y capital de riesgo. Cosas muy ligadas una a otra. Argentina no tiene ninguna de las dos cosas.” 200

Otro tema interesante. En Estados Unidos, la capitalización bursátil es de 19,7 billones de dólares, mientras que en Argentina está alrededor de los 0,04 billones. Es decir, el mercado de capitales en Estados Unidos es 490 veces superior al nuestro. Pero EE.UU. es un país mucho más estable, mejor ubicado en todos los índices de calidad institucional, con baja inflación y respeto por la propiedad privada. No es casualidad que sea allí donde se desarrollen emprendimientos exitosos. Volviendo a OfficeNet, Santiago me contó cómo se vive la experiencia de comenzar en “un galpón semivacío al que le entraba agua por todos lados” y terminar con una empresa de nivel internacional: “Lo que no estaba en los planes de Officenet, porque como pibe de 25 años no me imaginaba, era lo fascinante que es construir una organización, una cultura, un equipo... OfficeNet fue una empresa muy especial. Estuvimos varias veces entre las mejores empresas para trabajar en el país. Teníamos una imagen de marca muy positiva a pesar de que nunca invertimos un peso en publicidad.” A pesar de que no invertían en publicidad, la empresa llegaba cada vez a más clientes. La clave pasó por la calidad del trabajo y también por la prensa que obtuvo el emprendimiento. “Lo novedoso de dos pibes de 25 años, que habían armado una gran empresa y les iba muy bien nos dio mucha cobertura mediática. Uno de los grandes dolores a medida que los años fueron pasando es que todas las notas sobre OfficeNet 201

empezaban con la frase ‘dos jóvenes emprendedores’ y, con el tiempo, lo de jóvenes fue desapareciendo.” Si bien Santiago no está tan convencido de que la intervención estatal sea totalmente contraproducente para el desarrollo de las empresas, sí menciona algunos temas que le llaman la atención del mercado laboral. Por ejemplo, que la diferencia entre el costo laboral y el salario neto de bolsillo sea tan elevada, le “suena a locura”. Además, Santiago vivió en carne propia como se manejan los sindicatos en el país a la hora de imponer sus normas. “(Alrededor de 2007-08) quedamos en medio de un fuego cruzado de gremios, durante el conflicto entre el sindicato de camioneros y el de comercio. Los de camioneros nos bloqueaban la salida de camionetas y no podíamos cumplir con los pedidos. Así, terminamos pasando parte de los empleados al sindicato de camioneros cuando, en realidad, pertenecían a comercio. Eso fue bravo. Lo más delicado fue el mecanismo cuasimafioso con el cual nos impusieron la regla. No negociamos libremente, teníamos tipos bloqueando la salida de nuestros vehículos.” A pesar de las trabas y los contratiempos, Santiago Bilinkis y su socio Andy Freire se convirtieron en un caso de éxito notable en esta nueva era de emprendedores argentinos. Sobre su experiencia destaca que tuvieron mucha suerte, porque no se equivocaron mucho, pero que para eso fue necesario mucha planificación y también una mirada 202

retrospectiva, de manera de no cometer dos veces el mismo error. Cuando le pregunté cuál fue la clave del éxito y qué le recomendaría a los nuevos emprendedores, me llevó a la película Rocky, protagonizada por Silvester Stallone. “No todos tienen que aspirar a ser emprendedores, pero al que le gusta esto, le digo que es una profesión muy linda. Para el que sueña con construir una compañía y modelar una cultura, tiene que tener perseverancia, y si te pegan en la nariz y te volvés a parar, como Rocky, entonces en algún momento vas a meter una mano y ganar la pelea.” Consultado acerca del rol del gobierno en la promoción de los emprendedores, destacó la importancia de que haya reglas estables de juego, y se mostró escéptico respecto de las iniciativas que proponen la intervención directa del gobierno en el mercado. “Cuando vos empezás a poner fondos públicos en la promoción de una actividad privada, es súper peligroso. Se puede generar un sistema de incentivos perverso donde el privado tiene un riesgo bajísimo y por lo tanto va a revolear guita en proyectos con una vara de calidad bajísima. Vas a tener un montón de improvisados y chantunes haciendo compañías que no sirven para nada.” Bilinkis dejó OfficeNet en el año 2010. Hoy dirige Quasar, una “constructora de empresas” dedicada fundamentalmente a potenciar emprendedores. Lo particular de la compañía es que no busca que la gente llegue con proyectos a desarrollar, sino

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que simplemente busca personalidades emprendedoras para luego ayudar a concretar emprendimientos exitosos. A pesar del contexto hostil hacia las empresas y el capitalismo, Santiago Bilinkis sigue avanzando y teniendo éxito en sus desarrollos empresariales. La bondiola que quiso cruzar General Paz Después de mi reunión en Pilar con Santiago Bilinkis, me dirigí a mi encuentro con Gustavo Lázzari en el barrio porteño de Mataderos. En el GPS que tengo en mi teléfono celular ingresé la dirección y el dispositivo me hizo tomar la ruta 8, cuando podría haber llegado mucho más rápido por la autopista. Todavía no me amigo del todo con las nuevas tecnologías. El largo paseo por dicha ruta, sin embargo, me hizo pensar en la importancia de las empresas para el desarrollo del país. En definitiva, a la vera del camino abundaban los mayoristas de productos de consumo, las casas de venta de materiales para la construcción, los talleres mecánicos, de repuestos para autos y motos, locales de venta de vehículos usados, estaciones de servicio. En fin, una infinita cantidad de emprendimientos y negocios, gracias a los cuales los ciudadanos de la provincia de Buenos Aires satisfacen sus necesidades día a día. Llegué a mataderos y fui directamente al Frigorífico Cárdenas, empresa fundada por el padre de Hugo Lázzari en 1964 y que dirige hoy su hijo Gustavo, economista recibido en la Universidad de Buenos Aires y ferviente hincha del equipo de fútbol Nueva Chicago. 204

Lo primero que me dijo fue: “A mí no me pongas como caso de éxito. Yo soy un sobreviviente.” Me hizo reír, pero la realidad es que se trata también de eso. Ser un sobreviviente de nuestro enmarañado contexto macroeconómico y regulatorio no es poca cosa. Diría que es, al contrario de lo que me dijo Gustavo, un caso de éxito rotundo. El frigorífico, que se dedica a la producción de chacinados derivados del cerdo, comenzó a funcionar en la planta baja de donde vivía el viejo Lázzari, luego de la exitosa incursión de éste en el negocio de la provisión de materiales para la construcción. Llegado de Italia antes de la década del ’30, el abuelo de Gustavo era un emprendedor nato y con un socio, también italiano, decidieron incursionar en este nuevo rubro de los derivados del cerdo. En lo que sería el garaje de la casa pusieron la fábrica y allí ofrecían algunos productos como paleta, salchicha y chorizo. Luego de la muerte del abuelo, el frigorífico, que se llama Cárdenas por la calle donde está ubicado, quedó en manos de Hugo Lázzari y un cuñado suyo. Cuando se recibió de economista, Gustavo tenía la idea de trabajar unos años fuera de la fábrica y luego eventualmente seguir el negocio familiar. Comenzó a trabajar en una consultora y también a hacer investigación académica en la Escuela Superior en Economía y Administración de Empresas (ESEADE). Sin embargo, los conflictos internos de la compañía lo obligaron a ingresar en el negocio antes de tiempo. 205

“La pelea entre los familiares empezó por un tema de personalidad. Es una familia que en lugar de llamar a un psicólogo llamó a un abogado.” Así es que Lázzari se transformó en empresario casi sin quererlo. Y, sin embargo, es un apasionado de lo que hace. Además, lo caracteriza un gran sentido del humor. De hecho es famoso por declarar que pasar una bondiola de la ciudad de Buenos Aires a la Avenida General Paz requiere más papeles que cruzar el Muro de Berlín76. “Es verdad. Se necesitan más papeles. No es más fácil que cruzar el muro de Berlín, pero se necesitaban más papeles. Para cruzar el Muro a la gente le hacían falta 4 formularios. Dificilísimos, imposibles, todo lo que vos quieras, pero eran 4. Nosotros para sacar una camioneta cargada de mercadería de la Capital Federal necesitamos 14. De esos 14, 6 son normales. Seguro del vehículo, cédula verde, registro de conducir, etc. Pero ocho no son normales. Necesitamos un certificado sanitario del SENASA, una habilitación del lugar de destino, una habilitación del lugar de origen, un registro especial de conducir otorgado por el sindicato de camioneros, el certificado de fumigación en el municipio de origen, la declaración jurada de los kilos que entregás en el municipio de destino. Y a todo esto le tenés que sumar las facturas, remitos, y el resto de los papeles comerciales” 76

Del precio de los alimentos, un 40% está compuesto por impuestos. Diario La Nación, 5 de septiembre de 2015. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1825379-del-precio-de-los-alimentos-un-40-estacompuesto-por-impuestos

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El peso y la importancia que tienen todas estas autorizaciones y exigencias es tal que, en una época en que se robaban muchas camionetas, lo único que le preocupaba a los choferes era conservar la carpeta en la que llevaban todos los papeles. El negocio de Gustavo Lázzari es la producción de chacinados, entre los que hay jamón crudo, jamón cocido, bondiola y lomito. Conocer el frigorífico fue una experiencia para mí. En mi ignorancia, pensaba que un frigorífico se trataba simplemente de una enorme heladera. Sin embargo, me encontré con una verdadera fábrica, con máquinas de todo tipo para transformar la materia prima, el cerdo, en los productos terminados. En una época, todo el sector importaba el 30% de la materia prima. Sin embargo, el gobierno de un día para el otro decidió que eso tenía que cambiar. “La industria hasta 2011 importaba el 30% de la materia prima principalmente de Brasil pero también de Chile y un poco de Dinamarca. Un día llamó Guillermo Moreno77 a la cámara y dijo ‘mañana no pueden importar nada’.” La medida fue dramática. Si se importa en promedio el 30% de la materia prima eso quiere decir que algunos importan cero, pero que otros importan casi todo, por lo que la medida de la Secretaría significaba, para algunos, frenar por completo la producción. Los siguientes dos años fueron difíciles. Y luego 77

Guillermo Moreno fue Secretario de Comercio entre 2005 y 2013 y se caracterizó por su prepotencia e intolerancia.

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lo que ocurrió fue una gran transferencia de recursos entre los frigoríficos y los productores de porcinos. Es que una vez cerrada la competencia internacional, comenzó a aparecer la sustitución por productos locales, pero estos se ofrecían a precios más altos. Así, los frigoríficos tuvieron que resignar márgenes de ganancias, en beneficio de los productores de cerdos, que los vieron aumentados al ritmo que incrementaban la producción. Pero el fin de las importaciones producto de la aplicación arbitraria de las DJAI (Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación), también afectó a la industria por otra vía. “Donde más nos afectó fue en la importación de maquinaria. En ese rubro el 95% es importado. Un colega tenía un repuesto de 3000 USD que como excedía el monto que podía ingresarlo al país vía courier, tenía que importar, cosa que no podía hacer. Finalmente, terminó diciéndole a su proveedor, que estaba en Alemania, que lo corte y le mande tres pedazos vía courier, cobrándole mil dólares por cada uno.” Otra de las trabas que menciona Lázzari es la situación del país a nivel macroeconómico y la elevada carga tributaria. Al comparar contra un frigorífico italiano, por ejemplo, observa que la carga tributaria en Argentina es enorme pero que ésta no vuelve en términos de buena infraestructura pública o seguridad. El gasto en gomas debido a las malas rutas eleva los costos de producción, y la falta de seguridad también, ya que los camiones y camionetas deben ir con custodias privadas para evitar los siniestros. Por otro lado, la elevada inflación elimina 208

el crédito de largo plazo, por lo que se hace imposible encontrar buen financiamiento a tasas bajas. A pesar de todas las trabas que el gobierno le pone al negocio, Gustavo tiene hoy una empresa con 46 empleados y hace más de 50 años que produce y vende en el mercado de manera rentable. Su secreto es la pasión. “Viste la canción pasan los años pasan los jugadores pero lo que no pasa es la pasión. Es así. Transformar la materia es alucinante. Recibir carne y ver cómo se elabora un jamón crudo y sacarlo y después salir a venderlo como si estuvieras luchando con una lanza es alucinante. Nunca me asusta ninguna crisis económica. Sé que en algún lado me la voy a rebuscar.” Los comentarios de Gustavo reflejan confianza en sí mismo, como primera cosa. Pero a ello lo ayuda un criterio particular para administrar el negocio que aprendió de su papá. Según él en el negocio hay cuatro destinos que hay que priorizar para el dinero que se obtiene de las ventas. El dinero para pagar los sueldos está en el primer lugar, luego el de los proveedores. Después recién viene el de la AFIP y en último lugar el del dueño. Si uno sigue ese criterio, entonces va a poder sobrevivir en este río revuelto que es la economía argentina. Nadar contra la corriente Sin lugar a dudas el ecosistema emprendedor en Argentina está, cuanto menos, escasamente desarrollado.

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Sin embargo, como las historias de Federico, Santiago y Gustavo existen cientos de miles. Son los emprendedores que nadan contra la corriente y que a pesar de las trabas impuestos y regulaciones subsisten y mejoran nuestra vida ofreciendo más y mejores productos y servicios.

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Menos estado, más Libertad A lo largo de este trabajo busqué mostrar con una combinación de análisis teórico y empírico cómo el gobierno puede asfixiar la economía e impedir que ésta se desarrolle plenamente. Ahora si bien cuando hablo de la economía puede sonar algo abstracto, lo cierto es que me estoy refiriendo a cada uno de nosotros. Porque la economía o la sociedad no son más que la suma de todas las personas que la componen. Incluso cuando el gobierno actúa con las mejores intenciones, la combinación de regulaciones, controles, impuestos e inflación atacan directamente nuestra libertad. Atacan nuestra libertad para comerciar, para emprender, para ahorrar e incluso para trabajar. Y yo creo que ya estamos grandes para que los que se sientan detrás de los escritorios crean que tienen el derecho de manejar nuestra vida. A lo largo de estas páginas, además, también intenté mostrar los daños económicos que este avasallamiento de la libertad genera. Las economías menos reguladas y más amigables con la actividad privada son las que más crecen, las más ricas y donde menor es la inflación y el desempleo.

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Por el contrario, el modelo intervencionista que se aplica en Argentina nos condenó a vivir con una destrucción monetaria permanente, un crecimiento mediocre y un ingreso ridículamente inferior al que podríamos haber tenido de haber perseguir otro camino. Ludwig von Mises solía decir que “el gobierno no puede hacer más rico al hombre, mas sí puede empobrecerlo”. Nuestro país es una clara muestra de la sabiduría y la vigencia de estas palabras. Sin embargo, a pesar de esta larga decadencia que acarrea el país, creo que hay un halo de esperanza. En el último capítulo de este libro vimos apenas un milímetro de nuestra capacidad para emprender y para producir. Los seres humanos en general, y los argentinos en particular, contamos con una enorme disposición para trabajar y para emprender actividades productivas. Pero solo necesitamos que el gobierno nos permita explotar ese potencial. Que nos quite el pie de encima. Que nos devuelva nuestra libertad. Mi deseo más profundo es, con esta obra, haber contribuido en algo a que esto finalmente se concrete.

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