ESTÉTICA DE LA RECEPCIÓN
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ESTÉTICA DE LA RECEPCIÓN Después de que el estructuralismo centrara la atención en el texto, las corrientes posteriores focalizaron su interés en el receptor o lector. La ESTÉTICA DE LA RECEPCiÓN o Rezeptionsaesthetik se fundamenta en el lector como figura central de la comprensión del fenómeno literario. Previamente, desde la catarsis aristotélica hasta críticos como Riffaterre, ya se había percibido la importancia del receptor: "El lector", Imán Maleki -Los formalistas incluyeron la percepción estética al definir la obra de arte como la suma de sus artificios y al atender al proceso de interpretación. -El estructuralismo del CLP concebía el arte como un significante dinámico , y teóricos como Mukarovsky incorporaron la sociología al sistema semiológico, y . También Felix Vodicka influye en la teoría de la recepción. -La fenomenología de Roman Ingarden considera toda obra de arte como un objeto intencional que es completado, estructuralmente, por el lector. -La hermenéutica de Hans Georg Gadamer insistió en la naturaleza histórica de la interpretación (Gadamer fue profesor de Jauss y de Iser). La experiencia estética modifica a quien la tiene, con lo que se llega al problema de la mediación entre el mundo de la obra y el mundo del lector, el problema de la integración en el mundo del lector de obras escritas en otros mundos. Gadamer parte de Hegel y de Heidegger al determinar que, en toda aproximación a una obra literaria del pasado, el lector lleva consigo determinados preconceptos o prejuicios. Estos prejuicios del individuo son constitutivos de su realidad histórica y se convierten en una condición de la comprensión de la obra. -La Sociología de la Literatura ya refleja la importancia del lector con la sociología del gusto de Levin Schücking Con la Estética de Jauss, la literatura se considera como un fenómeno pensado para el lector, pese a que la recepción ha estado presente en casi toda la teoría literaria del siglo XX. No se trata de un cambio de paradigma, sino más bien de una traslación del énfasis hacia un aspecto concreto, un rescate de la presencia del lector, del cual depende la existencia misma de la obra literaria. En Alemania, en la Universidad de Constanza, se forma un grupo de teóricos representados por Hans Robert Jauss y Wolfgang Iser, que en la generación posterior son seguidos por Karlheinz Stierle, Rainer Warning, Wolf-Dieter Stempel y Hans Ulrich Gumbrecht. Son críticos que conocen perfectamente la tradición de la crítica literaria europea. Paralelamente, en la tradición angloamericana se desarrolla el Reader-Response Criticism, con autores como Gerald Prince, Stanley E.Fish, Jonathan Culler, David Bleich y otros. HANS-ROBERT JAUSS (1921-1997)
En 1967 Jauss pronuncia “La historia literaria como desafío a la ciencia literaria”, discurso que, publicado en 1970, constituye el manifiesto de su escuela. Parte de la crisis que padece la enseñanza de la historia literaria en su momento en la Universidad alemana porque carece de un método riguroso (si se compara con otras ciencias), analiza las escuelas marxistas y el formalismo ruso, que falla al intentar conectar la historia literaria y la historia general. Critica el enfoque marxista y el formalista porque prescinden del aspecto de la recepción y sus efectos, y Jauss intenta solventar esta carencia dando al público el estatuto de “fuerza histórica creativa”:
“En el triángulo formado por autor, obra y público, este último no constituye solo la parte pasiva, un mero conjunto de reacciones, sino una fuerza histórica, creadora a su vez. La vida histórica de la obra literaria es inconcebible sin el papel activo que desempeña su destinatario”. El marxismo y el formalismo prescinden del hecho imprescindible de la recepción: se escribe para el lector. Hay una implicación estética del lector que compara la obra con otras leídas antes. Es preciso que la ciencia literaria retome el problema de la historia literaria desde el punto de vista de la recepción, y para construir una nueva Historia de la Literatura que se base en la estética de la recepción, Jauss plantea siete tesis: 1. La historicidad de la literatura no se puede reducir a un repertorio objetivo de los hechos literarios, a cierto objetivismo histórico, sino que se basa en la experiencia de las lecturas previas; la estética tradicional de la producción debe verse apoyada por la estética de la recepción, puesto que cada lectura implica una actualización de la obra. Por tanto, el diálogo que se establece entre los distintos contextos en que las obras son leídas es lo que otorga unidad a la Historia de la Literatura. 2. La experiencia del lector no pertenece a los estudios de tipo psicológico sino que puede ser analizada objetivamente a partir de un sistema de expectativas históricas, lo que permite evitar el psicologismo. El “horizonte de expectativas” (teoría, en parte, deudora de la del diálogo propuesta por Gadamer) es el marco de lecturas dado por el lector y que está constituído por sus conocimientos literarios de manera que varía con el tiempo. Este sistema de expectativas cambia según el momento de publicación, y se determina por las características de su género, la forma y la temática de las obras anteriores más conocidas y por la oposición entre los lenguajes poético y práctico. 3. La investigación trata de reconstruir el horizonte de expectativas (es decir, qué es lo que el lector de una época determinada espera de una obra literaria), el cual se corresponde con la recepción de un momento histórico determinado. El horizonte de expectativas de una obra permite analizar su influencia en una audiencia determinada y se establece una diferencia, que Jauss llama “distancia estética”, entre las expectativas del público que rodea la aparición de una obra, y la capacidad de modificación de horizonte que implica, la forma concreta de una obra nueva. A partir de las nuevas obras cambia el horizonte de expectativas. Un autor adelantado a su tiempo será incomprendido por los lectores de su época, que crearán unas lecturas erróneas, distanciadas de la posible modificación de horizontes que introduce este autor. 4. La reconstrucción del horizonte de expectativas de la obra permite analizar de manera objetiva cómo se recibía una obra en el pasado; señalar los cambios en la recepción permite diferenciar una interpretación actual de una interpretación histórica: esto permite afirmar que la interpretación es un fenómeno histórico. 5. La estética de la recepción llega al valor virtual (el del pasado) y al valor actual del texto cuando se ubica la obra en la historia de la recepción. La variedad histórica de las interpretaciones conforma un proceso diacrónico que facilita la comprensión del sentido de la obra y que ha de ser conocido por el historiador. Habría que recoger el horizonte de expectativas de cada uno de los periodos y las diferentes lecturas de los clásicos en cada época para poder conciliar las distintas interpretaciones, lo que supone, sin duda, muchísimas dificultades. 6. La historia literaria no ha de ser exclusivamente diacrónica, sino que debe acompañarse de análisis sincrónicos que posibiliten la clasificación de la obra en un sistema. 7. La séptima tesis supone que la descripción diacrónica y sincrónica debe relacionarse con la historia general, de la que la historia de la literatura es una historia especial. Esto pone de relieve la función social de la literatura, y difumina la distancia entre conocimiento estético e histórico.
En 1972, dos años después de la publicación de la Teoría estética de Adorno, Jauss publica Pequeña Apología de la experiencia estética, defendiendo la función placentera del arte, el goce estético que se produce en el contacto entre el lector (en el caso de la literatura) y el texto. En 1975 (“Des Leser als Instanz einer neuen Geschichte der Literatur”), Robert Jauss comenta su trabajo anterior y propone una tesis sobre la continuación del debate sobre el lector. “La literatura y el arte sólo se convierten en proceso histórico concreto cuando interviene la experiencia de los que reciben, disfrutan y juzgan las obras. Ellos, de esta manera, las aceptan o rechazan, las eligen y las olvidan, llegando a formar tradiciones que pueden incluso, en no pequeña medida, asumir la función activa de contestar a una tradición, ya que ellos mismos producen nuevas obras” *citado por Ascensión Rivas, De la poética a la teoría de la literatura: (una introducción)] Jauss señala que su primer planteamiento de la Estética de la recepción necesitaba un planteamiento sociológico y una profundización hermenéutica. Tanto en este trabajo como en el de 1977 (Poetik und Hermeneutik), Jauss reflexiona sobre cuestiones como -la formación del canon, -el horizonte de expectativas, o conjunto de criterios utilizados por los lectores para juzgar textos literarios en cualquier momento histórico, y que ha sido identificado con el horizonte de preguntas de Gadamer. -los antecedentes literarios del receptor -la diferencia entre el lector como categoría intratextual, es decir, el lector implícito, y el lector como categoría extratextual, o el lector explícito. -la experiencia estética, con sus tres aspectos productivo, receptivo y comunicativo. ------------------------------Definida por primera vez por Hans Robert Jauss en la conferencia inaugural de la Universidad de Constanza el 13 de abril de 1967, la teoría o estética de la recepción pretendía una revolución en la concepción de la relación autor-receptor de la obra literaria, que sería trasladada, posteriormente, al resto de manifestaciones artísticas. En esta línea, y relacionada con la teoría de los efectos de la comunicación de masas y, en concreto, de la comunicación persuasiva, el presente trabajo propone un análisis de la publicidad desde los presupuestos básicos de dicha Teoría de la Recepción, entendiendo que es el público de los anuncios el que realmente configura su sentido final. La estética de la recepción. Origen y presupuestos básicos Aunque ya Aristóteles o Kant, y más recientemente Arnold Hauser, Arthur Nisin o Jean-Paul Sartre, vieron la necesidad de prestar atención al receptor (y no solo al autor de una obra), será en la conferencia dictada por Hans Robert Jauss el 13 de abril de 1967 en la Universidad de Constanza cuando se hable por primera vez de la estética o teoría de la recepción, que consideraba que era el lector el que daba verdadero sentido a los textos cuando los lee 1, de modo que es a partir de la interacción receptor-texto (o texto-receptor), cuando se configura realmente la obra de arte 2. Por supuesto, el texto cumple un rol importante en esta construcción de significado, pero no como un todo único, completo y cerrado, sino que se presenta ante el espectador lleno de vacíos (o lugares de indeterminación según Roman Ingarden) que este debe completar (determinar, concretar) a partir de las propias pistas aportadas por el texto, pero también de la propia experiencia personal y contextual del lector . Como señala Jauss:
El análisis de la experiencia literaria del lector se escapa entonces del psicologismo amenazante cuando describe la recepción y el efecto de una obra en el sistema referencial, objetivable, de las expectativas, que surge para cada obra en el momento histórico de su aparición, del conocimiento previo del género, de la forma y de la temática de obras conocidas con anterioridad y del contraste entre lenguaje poético y lenguaje práctico . Así se configura el horizonte de expectativas, que engloba “los presupuestos bajo los cuales un lector recibe una obra” , y que enlaza con el horizonte del preguntar de Gadamer, para quien Un texto sólo es comprendido en su sentido cuando se ha ganado el horizonte del preguntar, que como tal contiene necesariamente también otras respuestas posibles. En esta medida el sentido de una frase es relativo a la pregunta para la que es respuesta, y esto significa que va necesariamente más allá de lo que se dice en ella. En definitiva, el horizonte de expectativas, dependiente del contexto espacio-temporal concreto del acto de recepción, toma la experiencia previa del sujeto para crear una base que le permita enfrentarse a los textos (ya sean literarios, pictóricos o audiovisuales) con la seguridad de que ciertos acontecimientos o estructuras permanecerán estables, a la vez que le preparan para una serie de actos pseudo-imprevisibles, más extremos conforme mayor sea la inestabilidad del contexto social, consecuencia, por ejemplo, de una guerra o una crisis económica. Asimismo, en el desarrollo de su teoría de la recepción, Jauss diferenció entre un horizonte de expectativas literario (o intraliterario) y un horizonte social (o extraliterario)8. Este último vendría dado por el contexto en el que situaría el lector, mientras que el primero haría referencia al conjunto de textos, pertenecientes al mismo género literario o no, que actúan como guías de comprensión, marcando las pautas a partir de las cuales el lector se debe enfrentar al nuevo relato. Esta distinción entre horizonte intra- y extraliterario, permitirá a Jauss diferenciar entre lector implícito, que viene dado por el texto y orienta su lectura, y lector explícito, susceptible de modificación en función del contexto. En definitiva, la estética de la recepción propone un papel activo del receptor –una “rehabilitación del lector” – otorgándole el papel de coautor de la obra final, pues completa, a partir de su horizonte de expectativas, los vacíos o indeterminaciones que presenta el texto. Al respecto, se puede establecer una clara conexión entre dichos horizontes y los esquemas de Bartlett, así como con los guiones (scripts) de Schank y Abelson o los marcos (frames) de Marvin Minsky, recursos cognitivos de los que disponen los individuos y que les permiten no solo comprenden relatos y otras formas simbólicas, sino también enfrentarse a situaciones de la vida cotidiana, como ir al cine o coger el autobús. Del mismo modo, y en tanto que cabe insertar la teoría de la recepción dentro de los estudios culturales, pueden encontrarse relación entre esta y la teoría del encoding/decoding de Stuart Hall, propuesto originariamente para el estudio de la televisión, pero que resulta extrapolable al resto de medios, y que propone una decodificación creativa por parte del receptor, que debería completar el mensaje emitido por el emisor, codificado dentro de unas estructuras ideológicas determinadas . --------------------------------Fundamentos de la estética de la recepción La Estética de la Recepción (fines de los sesentas) fue planteada principalmente por Wolfgang Iser y Hans Robert Jauss, ambos pertenecientes a la Escuela de Konstanz (Alemania). Ella surge como alternativa a las visiones de la literatura que se habían dado hasta entonces: la estética de la producción (representada principalmente por el marxismo, concentrada en el autor y su contexto social), y la estética de la presentación (con el formalismo y el estructuralismo a la cabeza, en los que se analiza básicamente el texto, sus elementos y relaciones internas). Como siempre, teoría literaria y lingüística han ido de la mano. La recepción está ligada a la sicología, que a través de la sicolingüística estudia la forma en que percibimos los procesos que se operan para conocer. En el caso de la literatura, la
pregunta sería ¿cómo se “lee” la obra literaria? Estos procesos de lectura se pueden rastrear a través de las mismas obras, que son relecturas-reescrituras del canon literario imperante en una época. La historia de la recepción de la literatura pretende ser un estudio completo de la literatura, entendida esta como las relaciones circulares entre los elementos que la conforman: el productor, el producto y el consumidor. La obra de arte tradicionalmente es analizada desde tres puntos de vista: 1) diacrónicamente: tomando en cuenta la situación pasada en que fue producida (objetivismo histórico); 2) sincrónicamente: tomando en cuenta la situación presente en que se está (visión modernizante); y 3) intemporalmente: tomando en cuenta el proceso general de la historia (juicio de los siglos). Si se comparan estas tres visiones, se hacen evidentes las diferentes lecturas, cae el mito del sentido único y universal de la obra, y se abre su plurisignificación, sus potenciales de sentido. Para la Teoría de la Recepción, el escritor es visto como lector en primera instancia, lector de literatura, de la sociedad, de su vida, de su época y de la cultura, heredada y en vías de trasformación. Este es su horizonte de expectativas, que él imita o modifica. El escritor (autor real) concibe su obra frente a las normas del canon literario y a una ideología colectiva, consciente o inconscientemente. Pero tanto él como el crítico y el historiador (todos vistos como lectores) no son pasivos ante lo que los rodea, sino que son creadores de historia; reconstruyen las obras del pasado, las categorías de la literatura. Por supuesto, esta posición frente a la literatura ya había sido tratada con anterioridad. Incluso los mismos formalistas rusos habían planteado una visión más abierta de la obra de arte: el receptor (individual o colectivo) es quien aporta la estética a una obra, y por lo tanto, puede modificar el concepto de estética. Esta teoría a su vez se emparenta con otras contemporáneas a ella o posteriores, como las teorías de la información y la transtextualidad de Genette. Jauss plantea siete tesis acerca de la historia de la literatura fundamentada en su recepción. La primera de ellas es contra el objetivismo histórico, que reduce la obra a una única lectura. La segunda tesis es contra el subjetivismo/sicologismo, en contra de la sobreinterpretación, puesto que existen límites (horizonte de expectativas) que pueden ser modificados, pero siempre se parte de ellos. Hay un horizonte de expectativas dado por el contexto histórico y otro por la dimensión sintagmática del texto como objeto real (artefacto), como sistema semiológico puede ser analizado en su estructura inmutable. Las demarcaciones aportadas por la historia son retrospectivamente claras; a un nivel sincrónico se hacen un poco borrosas, pero absolutamente vagas son las que impone el texto mismo. A esta segunda tesis le falta mayor justificación, pues parece contradecir en parte los argumentos anteriormente presentados para defender la tesis de la estética de la recepción. Jauss sigue explicando que cada época construye su concepto de arte, pero que es posible para los lectores del presente transgredirlo y jugar con los diferentes sentidos que puede adquirir la obra a través del tiempo. La literatura es un proceso dinámico entre el autor, el texto y el lector. Se debe analizar cada época según sus jerarquías propias y momentáneas, y no pretender generalizar sus categorías. Entre más distancia estética haya entre el horizonte de expectativas y la obra, mayor será su valor literario. La buena obra no debe repetir las anteriores recetas de creación sino que debe crear nuevas. Pero no hay cronología en la literatura, la potencialidad de una obra rompe con la sucesión histórica de hechos. La última tesis que se presenta es bastante peligrosa: la literatura no es sólo representación de la historia, sino que también la crea, ayuda a modificar su rumbo. La realidad pasa a imitar a la literatura, los estereotipos creados por ella. Esta función social se aproxima vertiginosamente a una moralización de la literatura y a tomarla únicamente con un fin didáctico. La Estética de la Recepción brinda una visión bastante completa de la literatura como proceso dinámico y complejo. Sus teorías se pueden complementar fácilmente con las propuestas de otros autores, ampliando así el análisis de las obras
literarias. Presenta también posiciones polémicas que permiten ensanchar los campos de conocimiento. Y todo esto acrecienta el disfrute de los estudios literarios.
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