Escritos Esenciales de Etty Hillesum - ETTY HILLESUM

January 10, 2017 | Author: Libros Catolicos | Category: N/A
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Etty Hillesum

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Introducción y edición: Annemarie S.Kidder

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Introducción 1. EL YO El conocimiento del alma Experimentarlo todo La oración como camino hacia el alma Soledad, silencio y distanciamiento 2. EL MUNDO La vida indivisa La disciplina del trabajo Sencillez de discurso y de estilo de vida Humildad para reconocer los propios fallos 3. EL YO Y EL MUNDO COMO UN TODO Tristeza, sufrimiento y paciencia La ética del amor Claudicar y aceptar la muerte Hallar a Dios en todas las cosas

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EN los últimos años, una joven judía holandesa ha conseguido el reconocimiento mundial por sus escritos. Considerada como una «heroína singular» de la época nazi - de la que fue víctima-, ha emergido mediante sus escritos como una mística que, en medio de los horrores de la guerra, supo afirmar la bondad y la belleza de la vida y, como una verdadera maestra de espiritualidad, se enseñó a sí misma y enseñó a otros a explorar el paisaje del alma y hacer que esta buscara la verdad y a Dios. Sus diarios, que abarcan un período de dos años (1941-1942) y que se publicaron inicialmente en holandés, y en 1983 en inglés, relatan cronológicamente de forma minuciosa y con brillante estilo la progresiva transformación espiritual que experimentó, habiendo sido objeto de atención para psicólogos, críticos literarios, historiadores del holocausto, especialistas en estudios sobre la mujer, directores espirituales y teólogos. Con la publicación de sus diarios y cartas en más de doce idiomas y con la aparición en 2002 de una edición completa y anotada en inglés, son numerosas las cuestiones que siguen en pie: ¿Quién fue esa mujer cuya alma, una vez agitada e intranquila, llegó a desprender una paz interior y una ale gría de vivir que fue y sigue siendo aún contagiosa? ¿Qué fue lo que propició el cambio de actitud y percepción en ella y cuáles fueron las fuerzas intelectuales, espirituales y sociales que sirvieron para incubarlo y catalizarlo? ¿Qué puede enseñar a quienes actualmente buscan la sabiduría de la vida del espíritu, el misterioso encuentro con Dios, el logro de una sincera convicción de que la vida es bella y buena, incluso en las circunstancias más deprimentes y desalentadoras? Ella experimentó, ciertamente, estas circunstancias. Durante muchos meses, a petición suya, aceptó vivir en un atestado campo de tránsito, pues deseaba estar con sus compatriotas judíos holandeses para dispensar medicamentos, ofrecer palabras de aliento y realizar obras de misericordia, al tiempo que cada semana más de un millar de ellos, niños y adultos aterrorizados, eran transportados a un campo de concentración polaco. El 7 de septiembre de 1943, también fueron metidas en el tren ella misma y su familia. Cerca de las vías, alguien encontró una postal que había arrojado desde la ventana y en la que estaba escrito lo siguiente: «Dejamos el campo cantando... por ahora, se despiden cuatro de nosotros». Moriría en Auschwitz el 30 de noviembre de 1943, a la edad de veintinueve años. Una breve existencia Actualmente, los diarios y las cartas de esta joven, escritos entre 1941 y 1943, constituyen un valioso testimonio histórico del sufrimiento que experimentaron los judíos y los no judíos durante la época del holocausto y la ocupación nazi. En cuanto tal, se han convertido en una pieza esencial de la historia nacional y cultural judía y de su herencia en Holanda. Su supervivencia se debe en gran parte a la misma autora, que en su 13

momento había pensado deshacerse de sus diarios por las «tonterías pueriles» que contenían, pero que después se decidió a conservarlos, no tanto por su potencial valor histórico para las futuras generaciones cuanto por la crónica que contenían de su transformación espiritual. El nombre de su autora es Esther «Etty» Hillesum (19141943), a quien a partir de ahora denominaremos «Etty», que es el nombre con que se dirigía a sí misma en las anotaciones que hacía en su diario y con el que firmaba sus cartas. ¿Qué sabemos de ella? Aparte de la información recogida a través de la ventana de sus dos años de diarios y cartas, es muy poco lo que sabemos acerca de su origen y de su vida anterior. Nacida el 15 de enero de 1914 en Middelburg en el seno de una familia judía holandesa, Etty era la mayor de tres hermanos: Jaap y Mischa, dos y seis años menores que ella, respectivamente. Su padre, Louis, fue profesor de lenguas clásicas en varios institutos, primero en Middelburg y posteriormente en Hilversum y en Tiel. En 1918, la familia se trasladó a Winschoten para que el padre ocupara el puesto de director y profesor de lenguas clásicas en un instituto. En 1924 fue destinado a ocupar un cargo similar en el instituto de de Deventer, del que llegó a ser director en 1928, y se convirtió en un importante miembro de la comunidad. Su madre, Riva, nacida y criada en Rusia, había llegado a Holanda como consecuencia de un pogrom. Ejerció de profesora de ruso y en 1912 se casó con Louis. Aunque conscientes de su identidad judía, es probable que la familia Hillesum no practicara, por lo general, su religión, y si bien Etty se consideraba religiosa, reconoce que el hecho de arrodi llarse para la oración, como solía hacer, no era algo «transmitido de generación en generación entre nosotros, los judíos». Sabemos que su padre trabajaba los sábados, pero no estamos seguros de si la familia asistía a la sinagoga y celebraba las fiestas judías. Los intereses y las actividades culturales invadían la casa de los Hillesum, incluyendo la lectura de literatura clásica, la interpretación musical y el estudio de las lenguas hebrea, griega, francesa, rusa y alemana. Los tres hijos se graduaron en el instituto. Etty continuó sus estudios en la Universidad de Amsterdam, donde estudió derecho y lenguas y literatura eslavas, licenciándose en derecho en 1939. Jaap estudió medicina en la Universidad de Amsterdam, y posteriormente en Leiden, donde se licenció en medicina. Y Mischa, cuyo sorprendente talento musical desde niño le había proporcionado una innegable celebridad en su país, estudió piano. Sin embargo, el ambiente familiar estaba también plagado de desórdenes internos, de inestabilidad temperamental y de conflictos. Para Etty, su familia era «una sorprendente mezcla de barbarie y de cultura». La mayor parte de sus miembros tuvieron que hacer frente a algún tipo de problema nervioso, de enfermedad psicológica y de episodios depresivos. Su madre había padecido numerosas crisis nerviosas, Jaap fue internado en el psiquiátrico en varias ocasiones, y Mischa tuvo 14

que ser tratado de esquizofrenia. Solo el padre parece haber estado exento de la enfermedad familiar. También Etty conoció épocas de quiebra interior, de depresión e inmovilidad, durmiendo sin parar durante largas horas, experimentando con la automedicación y sufriendo momentos de fatiga física y psíquica y extremados cambios de estado de ánimo. Debido a tales síntomas y modos de comportamiento, aceptó gustosa que le fuera presentado un prestigioso psicoanalista y quirólogo alemán que había trasladado su consulta de Berlín a Amsterdam y que la aceptó como paciente. El encuentro con Julius Spier (1887-1842) fue un acontecimiento decisivo para que cambiara la vida de Etty y se desencadenara en ella un anhelo espiritual por conseguir una transformación y una tranquilidad interiores. Después de reunirse con Spier el 3 de febrero de 1941 - el día en que, según cuenta ella misma, nació su alma y «nací yo al mundo»-, se desarrolló una profunda amistad entre ambos. En poco tiempo, Etty se había convertido en asistente y confidente de Spier. Para ella, él era «el mediador entre Dios y yo», un experto discernidor de lo divino en los seres humanos, un buscador de Dios, a quien encontraba en todo corazón humano que se le abriera. Spier había nacido de padres judíos en Frankfurt am Main y era el sexto de siete hermanos. Con catorce años, entró de aprendiz en la compañía Beer Sontheimer, donde progresó hasta conseguir un puesto directivo. Aunque su primer sueño había sido el de ser cantante - un sueño fallido por culpa de una discapacidad auditiva-, siguió moviéndose en círculos artísticos. Además de crear su propia editorial, se interesó por la quiromancia, el estudio de la lectura e interpretación de la palma de la mano. Tras veinticinco años dedicados a la empresa, la dejó en 1926 para estudiar psicoanálisis con Carl Gustav Jung en Zurich. Después de dos años de estudio, y por sugerencia de Jung, abrió una consulta de psicoquiromancia en Berlín. La consulta tuvo un enorme éxito, y la fama de Spier se extendió rápidamente. Daba conferencias y cursos prácticos en Suiza, Alemania y Holanda, conjunta mente con las exposiciones que realizaba en instituciones clínicas y psiquiátricas. Tras divorciarse de su esposa, que tenía tan solo diecisiete años, se prometió con su discípula Hertha Levi. Dada la situación de incertidumbre en que vivían los judíos en la Alemania nazi, Levi emigró a Londres en 1937 o 1938, mientras que Spier lo hizo a Amsterdam en 1939. Al principio, vivió con su hermana, pero a partir de finales de 1940 alquiló a una familia dos habitaciones, donde estableció una consulta e impartía cursos. Los alumnos de estos cursos tenían que invitar a «modelos», cuyas manos Spier analizaría posteriormente como demostración práctica. Etty había sido invitada por una de sus compañeras de piso para que sirviera de «modelo» para Spier. Probablemente, Etty comenzó a escribir un diario o un «cuaderno de actividades» por recomendación de Spier y como parte de su terapia. Apuntar sus pensamientos le permitía controlar el dinámico paisaje de su alma y practicar una escucha interior - un 15

hineinhorchen- en el alma, una actividad para la que no podía encontrar la adecuada palabra en holandés. La atenta escucha del alma le revelaba ambigüedades interiores y sentimientos conflictivos, al tiempo que le permitía practicar una categórica sinceridad consigo misma, así como una exquisita solicitud por el bienestar de su alma. «Etty, cielo, no estoy nada contenta contigo», diría con desaprobación. A continuación, seguiría una charla seria consigo misma sobre las razones por las que estaba disgustada, un análisis de su pensamiento erróneo o de sus imaginaciones, y una intensa y contumaz búsqueda para clarificar mejor las cosas de su interior - una búsqueda que a menudo la llevaba a copiar extensos pasajes de libros de psicoanáli sis, filosofía y poesía, junto con máximas sapienciales y citas bíblicas. Muchas de sus anotaciones concluyen con un alegre saludo de despedida, un «¡que pases ahora una buena noche!», como para indicar una tierna paciencia consigo misma, un espíritu voluntarioso para reconciliar las facciones en contienda dentro de ella, y la confianza en que las cosas saldrían bien después de todo, y tal vez las vería con mayor claridad al día siguiente. Además de los efectos terapéuticos que la escritura del diario producía en ella, Etty esperaba que le proporcionara material para una futura novela. Entre los diversos temas, le daba vueltas a la idea de escribir una novela sobre «la chica que no podía arrodillarse» - una referencia a su combate personal con la oración diaria, una práctica que sabía que Spier realizaba y que deseaba fervientemente emular. Resulta difícil no sobreestimar la influencia que Spier tuvo en el desarrollo espiritual de Etty. No solo la enseñó a reconciliarse con sus tendencias depresivas, su egocentrismo y su egoísmo, sino que además la ayudó a practicar la higiene mental y espiritual. Con este objetivo, la introdujo en la Biblia y en los escritos de San Agustín, probablemente las Confesiones, así como en los de su antiguo mentor, C.G.Jung, y en los diversos escritores y místicos cristianos. Desde los doce años, Etty había leído bastante, incluyendo las obras del escritor ruso Fiódor Dostoievski y las de otros poetas y novelistas rusos. También estaba familiarizada con el poeta de lengua alemana Rainer Maria Rilke, que había deseado servir de puente entre Oriente y Occidente, entre Rusia y la Europa continental, y con cuyos escritos y su rol de artista como constructor de puentes ella pudo fácilmente identificarse. Sin embargo, bajo la tutela de Spier, las obras de estos escri tores asumieron un significado más profundo, un significado que transformaría su visión de la vida, de Dios y de los demás seres humanos. El enfoque terapéutico de Spier incluía medidas nada comunes. Invitaba a sus pacientes a practicar la lucha libre con él, con el fin de lograr el equilibrio entre el cuerpo y el espíritu. También fomentaba el contacto físico, con ciertos límites, como tocar y acariciar, lo que indefectiblemente suscitaba reacciones eróticas e ideas románticas entre su clientela, mayoritariamente femenina. Supuestamente, esta estimulación física 16

provocaría que la gente intentara restablecer el equilibrio implicando sus capacidades mentales y espirituales y tendiera a buscar la ayuda desde dentro, desde su centro o núcleo interior. A pesar de su carácter no convencional, las medidas terapéuticas parecen haber tenido notables resultados, haciendo que sus clientes fueran capaces de sintonizar con su cuerpo y proporcionándoles una mayor consciencia de la gran autonomía que poseían para conectar con su alma. En sus diarios, Etty habla reiterada y pormenorizadamente de la necesidad que tenía de reagrupar, separar y fundamentarse espiritualmente a sí misma tras el contacto diario y las conversaciones telefónicas con Spier. También habla del esfuerzo que le suponía el liberarse de sus ambiciones eróticas y del ardiente deseo de poseer a Spier como «mi único hombre», así como de la agonía que suponía para ella practicar la separación y centrarse en sí misma. A esto le ayudó, en cierto modo, la determinación de Spier de seguir «su plan de castidad» y mantenerse emocional y sexualmente fiel y comprometido con su novia, Hertha, que estaba en Londres, y el hecho de que la misma Etty tuviera ya relaciones íntimas con el contable viudo Hendrik «Han» Wegerif, que le doblaba la edad y la había contratado como su ama de llaves. A pesar de su recíproco y tierno afecto y afinidad espiritual, una cierta distancia predominaba entre la estudiante y el maestro, en la relación discípulo-maestro que existía entre Etty y Spier. Separados por barrios entre los que había «tres calles, un canal y un pequeño puente», encontraron conveniente hasta el final de su amistad usar el afectuoso «usted» (Sie) alemán al dirigirse el uno al otro, más que el familiar «tú» (Du). Los escritos En su escritorio de Amsterdam, Etty siguió escribiendo sus diarios, o «cuadernos de actividades», hasta tres meses después de haber comenzado a trabajar en el campo de tránsito creado para los judíos holandeses en Westerbork (Holanda). Si pudo hacerlo, fue porque durante esos tres meses regresaba habitualmente a Amsterdam. Se ha conservado un total de diez cuadernos, desapareciendo el séptimo, y posiblemente también el primero, junto con el que conservó en Westerbork y se llevó consigo en el tren que la condujo a Auschwitz. Los diarios que han llegado hasta nosotros comienzan el día 8 de marzo de 1941, un mes después de su encuentro con Spier, y terminan el 13 de octubre de 1942, solapándose con el trabajo en Westerbork, que había comenzado el 30 de julio de 1942. Debido a una infección de vesícula que exigió su hospitalización, pero no la intervención quirúrgica, Etty se vio obligada a permanecer en Amsterdam entre el 5 de diciembre de 1942 y el 5 de junio de 1943, para recuperarse. Estaba consternada por la lentitud de la recuperación y anhelaba reanudar su trabajo en Westerbork tan pronto como le fuera posible. En algún momento del mes de mayo o a comienzos de junio de 1943, pero 17

ciertamente antes de su partida para Westerbork el día 6 de junio, dio los diarios de Amsterdam, que ella llamaba «un escrito ridículo», a Maria Tuinzing, que entonces estaba viviendo en la misma casa que Etty. Por entonces, Etty podría haberse dado cuenta de que remitirían sus constantes retornos a Amsterdam o que incluso terminarían totalmente. Pidió a Tuinzing que diera los diarios, escritos en cuadernos de anillas, al escritor Klaas Smelik y que se publicaran en el caso de que no regresase. En 1946 o 1947, Tuinzing traspasó los cuadernos y un fajo de cartas a Klaas Smelik y a su hija Johanna. «Jopie» Smelik mecanografió algunos fragmentos. Sin embargo, los intentos de Smelik para que se publicaran los diarios durante las décadas de los cincuenta y los sesenta no obtuvieron ningún éxito. Tan solo dos de las cartas de Etty, enviadas desde Westerbork, vieron la luz en la edición ilegal de una obra de 1943 que supuestamente contenía las cartas de un pintor holandés, Johannes Baptiste van der Pluym (1843-1912), para camuflar así el verdadero contenido del libro. En 1979, Klaas A.D.Smelik se acercó al editor Jan G. Gaarlandt para pedirle que publicara los diarios de Etty que su padre le había dejado. Esto dio como resultado la publicación en holandés de sus diarios en 1981, con el título Una vida interrumpida, así como la publicación, también en holandés, de sus cartas en 1982 con el título El corazón pensante de los barracones, y la edición holandesa miscelánea en 1986 de todos sus escritos conocidos por entonces, tanto los diarios como las cartas. En in glés se publicaron por primera vez en 1996, y en 2002 apareció una edición más extensa y anotada. La edición inglesa de 2002, de la que extraemos los fragmentos que presentamos en esta obra, contiene muchas más cartas: un total de setenta y una cartas fechadas, treinta y tres de las cuales se escribieron desde Amsterdam durante sus períodos de permiso, otras desde Westerbock, junto con otras que ella recibió o que hablaban de ella, más otras tres que se encontraron recientemente y algunas otras que no tienen fecha. Las cartas de Etty datan del periodo comprendido entre el 5 de agosto de 1941 y el 7 de septiembre de 1943, siendo la última la postal garabateada que había arrojado desde el tren de mercancías en el que ella, sus padres y su hermano Mischa fueron deportados a Auschwitz. Ninguno de ellos sobrevivió. Un nuevo comienzo Al leer el corpus de la obra de Etty Hillesum, tanto los diarios como las cartas, podemos detectar un inconfundible momento decisivo, un hito en su vida interior, una ruptura con su yo anterior. Esta ruptura se produce en el cuaderno número 10, en algún momento de mediados de julio de 1942, y marca su toma de conciencia de las crecientes medidas antijudías del régimen nazi. Aun cuando Etty está decidida a proseguir con su propio desarrollo espiritual y fortalecer su fundamento y su centro interiores, no podía ignorar 18

por más tiempo las noticias sobre la crueldad con que se trataba a los judíos, los rumores sobre sus ejecuciones en masa y las condiciones cada vez más difíciles en que vivían, caracterizadas por la escasez de alimentos, los toques de queda, la confiscación de los bienes y su exclusión de lugares y establecimientos públicos. Es en este momento cuando sus intuiciones espirituales, cultivadas en la aislada celda de su vida interior, sus ideas y experiencias con respecto al estado de su alma, las disciplinas espirituales de la oración y la lectura de la Biblia, y la sabiduría de los escritores espirituales que había absorbido y acumulado hasta entonces, iban a poner a prueba su valor práctico. En su creciente autonomía e independencia de la influencia de Spier, y con su dependencia cada vez mayor de su íntima relación con Dios, Etty se ve abruptamente confrontada con la realidad de la guerra y su responsabilidad de hacerse socialmente activa e implicarse. Esta llamada a la acción llegó cuando su nombre fue recomendado «para algún tipo de trabajo fácil con el Consejo Judío». El Consejo Judío era una organización formada por miembros seleccionados por el régimen nazi alemán para ayudar a deportar a los judíos del país. Etty estaba indecisa sobre la posibilidad de trabajar para el Consejo, pues era consciente de que era un «semillero de intrigas» y de que aumentaba «por horas» el «rencor contra esta extraña organización», pues mediante ella «una sección de la población judía está ayudando a deportar a la mayoría del país». No obstante, presentó su currículum, y cuando, el 15 de julio, se le ofreció el puesto de mecanógrafa en la oficina del Consejo en Amsterdam, aceptó con la esperanza de que su presencia en aquel lugar pudiera hacer algún bien. Cuando, unas semanas después, el Consejo tuvo necesidad de personal para el campo de tránsito de Westerbork, Etty se presentó como voluntaria para ser enviada allí, aun cuando ello significara vivir en un campamento y en un entorno de habitaciones atesta das y ruidosas, barracones como hospital y cárcel, penurias y escasez de alimentos, enfermedades y falta de higiene, y en compañía diaria con la muerte. Con su solicitud para el departamento de «Bienestar Social para la gente en tránsito» en Westerbork, fue trasladada allí el 30 de julio de 1942. Fue en el campo donde sus prácticas de oración y de escucha de la presencia de Dios en ella y los demás harían de Etty «el corazón pensante de los barracones». Su capacidad de conectar con lo mejor de ella, con Dios, le permitió sentirse conectada con todo y con todos los que allí estaban. Su actitud interior y su disponibilidad para experimentar el sufrimiento en el campamento hicieron que en ella se encarnara realmente la compasión, dispensando unas sencillas palabras y gestos de consuelo y amor aquí, una sonrisa alentadora y un oído atento allá, y le permitieron ser lo que ella misma dice en la última anotación de su diario: «la voluntad de actuar como bálsamo para toda clase de heridas». Los largos períodos de intensa y concentrada escucha de la «voz interior», con el 19

telón de fondo de silencio y soledad, habían producido en Etty una considerable autonomía. Esta autonomía también halló su expresión en el modo en que pudo hacer frente a la muerte de la persona más importante de su vida, Julius Spier. Cuando, después de una larguísima enfermedad pulmonar, Spier murió el 15 de septiembre de 1942, Etty había conseguido la suficiente madurez espiritual para afrontar su muerte con cierta naturalidad, al tiempo que reconocía que era preferible la muerte al destino que le habría esperado como judío. Personas, lugares y temas en los Diarios y las Cartas Los temas de las anotaciones de su diario y de las cartas se entretejen con sus actividades diarias y con las personas con quienes llegó a tener un contacto íntimo. Estas actividades giran, en gran parte, en torno a dos círculos y lugares, el grupo de Spier, formado por cinco adeptas y compañeras, y la «familia» de cinco miembros con la que vivió en la misma casa del número 5 de Gabriel Metsustraat. El propietario de la casa era Han Wegerif, que había contratado a Etty como ama de llaves y a quien se refiere como Padre Han o Pa Han; su hijo Hans; una cocinera alemana llamada K the Fransen; y dos huéspedes: un estudiante de química llamado Bernard Meijlink y la enfermera Maria Tuinzing. Desde la habitación de Etty en el tercer piso podía verse la plaza mayor de Amsterdam, el Museumplein, con el Concertgebouw en un extremo y el Rijkmuseum en el otro, y una pista de patinaje entre ambos. Con frecuencia menciona el árbol que hay muy cerca de su ventana y el cielo y las estrellas que brillan entre sus ramas como símbolos de la presencia firmemente gozosa de la vida y de la unidad de dicha vida en el seno de un vasto espacio cósmico. El segundo círculo es el grupo de mujeres que frecuentaban a Spier, a quien Etty había conocido el 3 de febrero de 1941, el día que ella denominó «el día de su nacimiento». El círculo estaba formado por Adri Holm, Henny «Tide» Tideman, Dicky de Jonge, Liesl Levie y la propia Etty, que se reunían a menudo en el lugar donde residía de Spier, la casa de la familia Nethe, en el número 27 de Courbestraat, donde Spier había alquilado dos habitaciones. Además de hablar de psicología y de quiromancia, Spier también hacía las funciones de terapeuta para todas ellas, que también se reunían con otras personas para asistir a conciertos u otras actividades sociales, como las veladas que solían pasar en las casas de algunos amigos, donde Mischa, el hermano de Etty, tocaba el piano y Spier cantaba. Con cierta frecuencia, Etty sentía que no le agradaba precisamente realizar las tareas de ama de llaves de Wegerif y asistenta de Spier. En general, la «familia» coincidía en que Etty tenía demasiado talento como para emplearlo casi exclusivamente en labores 20

domésticas, y ella estaba plenamente de acuerdo a este respecto. Se consideraba mucho más idónea para ayudar a Spier contestando su correspondencia, mecanografiando las sesiones de entrevistas, resumiendo las anotaciones diarias sobre los pacientes y copiando y corrigiendo los apuntes o notas que Spier tomaba para sus conferencias. Pero incluso en este terreno se sentía a veces incompetente, lo cual la bloqueaba y la abrumaba. La única actividad que le hacía sentirse bien era dar lecciones de gramática y literatura rusa. Su propia profesora de ruso la había recomendado y le enviaba a sus estudiantes, a los que daba clases particulares en su casa que le aportaban unos ingresos adicionales. Siempre que tenía tiempo, se deleitaba haciendo traducciones del ruso al alemán, buscando la palabra justa en su diccionario Langenscheidt, examinando meticulosamente su libro de gramática rusa y leyendo las obras de los autores y los poetas rusos para comparar el original con su traducción. De hecho, el imponerse a sí misma la tarea de realizar traducciones con asiduidad llegó a formar parte de lo que ella consideraba su deber y vocación, y no abandonó esta actividad ni siquiera en el campo de Westerbork. Era una forma de olvidarse de ella misma a base de prestar meticulosa aten ción al detalle, lo cual, paradójicamente, también le permitía encontrarse a sí misma en cierta medida y conseguir un sentido de armonía entre su mundos interior y el exterior. Con su instintiva búsqueda de lo que verdaderamente constituía su auténtica pasión y vocación, Etty acabó descubriendo también lo más profundo y mejor dentro de ella misma, que denominaba «Dios». Poco a poco, esta búsqueda la condujo primero a desear ser escritora y novelista, más tarde a querer practicar la quiromancia en Rusia (para proseguir así la obra de Spier en el país de su madre) o ser profesora de estudios rusos, para finalmente desear convertirse en una mediadora cultural ente Oriente y Occidente, una artista capaz de unir a la gente proporcionándole la experiencia de la belleza de la vida, une poetisa de pocas palabras y que hablara tan solo lo necesario en una atmósfera de silencio, para ayudar a los demás a configurar su «destino desde dentro», una dispensadora de amor y una maestra de Dios. En el poeta Rainer Maria Rilke encontró Etty afirmados, reflejados y moldeados sus propios deseos. Es la obra de Rilke, especialmente sus Cartas a un joven poeta y El libro de las horas, la que cita Etty a lo largo de sus diarios y le sugiere a menudo temas para su desarrollo espiritual. Si para Etty el «libro» más importante que tenía que «leer» había sido Spier, cuyas virtudes anhelaba apropiárselas para su propia vida, ahora eran los escritos y la sabiduría de Rilke los que asumían cada vez más ese papel. Lo cual no es de extrañar, pues para ella ambos hombres eran semejantes: ambos «poseen una gran dosis de femineidad» sin dejar de ser «verdaderos hombres» y «son postes indicadores para el alma». Además, ambos compartían la misma lengua, el alemán. Como Spier no hablaba holandés, él y Etty conversaban en alemán, una lengua que se enseñaba (y sigue enseñándose hoy) en 21

los institutos de Holanda. Etty leía los escritos de Rilke en su alemán original y anotaba también en esta lengua todos los fragmentos de su prosa y poesía en sus diarios y cartas. Sin embargo, lejos de limitarse a copiar o asumir estos temas, ella los interpretaba actualizándolos, siendo honesta y en ocasiones divertida, demostrando así su notable capacidad intelectual, su agudo sentido de observación de sus coetáneos y de las condiciones sociales y políticas de su entorno, así como un apasionado deseo de ser «sincera conmigo misma», de lograr la sensación de una armonía y una paz interiores en medio del angustioso desorden del mundo exterior. Muy pronto se dio cuenta del valor de estas ideas, tomando buena nota de su importancia y de su potencial pertinencia para su vida; pero también advirtió el hecho de que aún necesitaba vivir en su verdad, «como vestidos que son demasiado grandes y para los que aún tengo que crecer». Aunque los temas filosóficos y espirituales de los escritos de Etty son los de Rilke, ella se los apropia de un modo profundamente personal e íntima y propiamente suyo. Somete meticulosamente a prueba cada tema, lo escudriña y lo valora reiteradamente, teniendo siempre en cuenta su propia experiencia vital. Finalmente, estas ideas comienzan a viajar desde su cabeza hasta su corazón o se convierten en una especie de vestidos dentro de los cuales comienza a crecer, señalando un proceso mediante el que ella misma empieza a encarnarlos o a vivirlos, de modo que ella misma «se convierte» en su propia verdad. Entre los temas que desarrolla, encontramos la búsqueda del conocimiento de la propia alma; la experiencia plena del momento presente; la oración como práctica que despeja e ilumina para el alma el camino en que se encuentra Dios, con el cual puede entonces el alma comunicarse; el cultivo de la soledad y el silencio como formas de distanciarse de los estímulos exteriores y de la dependencia de los demás, para encontrar la fuente de la felicidad dentro de uno mismo; la vida célibe como oportunidad para compartir el propio amor con muchos, en lugar de ofrecerlo casi exclusivamente a otra persona y a unos hijos; la disciplina en el trabajo y la concentración en lo que uno está haciendo; la sencillez en el discurso y en el estilo de vida; la humildad para reconocer y admitir la propia debilidad y confesar el limitado conocimiento de uno mismo y de los demás; el valor de la infelicidad y del sufrimiento como escuela de paciencia en el proceso de hacerse consciente; la ética del amor que rige la relación de uno consigo mismo y con los demás, basada en el autoconocimiento; el sometimiento a las propias circunstancias y la aceptación de la propia muerte y la muerte del ego, o falso yo, como modo de ensanchar y enriquecer la vida; y la unidad cósmica de todas las cosas en la naturaleza, donde cosas y criaturas merecen ser atendidas y amadas por igual. En torno a estos temas hemos realizado la selección de los escritos que figuran en esta obra. En su mayor parte citados por orden cronológico, pretenden poner de relieve 22

el pensamiento de Etty sobre cada tema y su paulatina evolución. Los temas se agrupan bajo tres títulos: «El yo», que incluye la exploración que realiza Etty de su alma, de su paisaje interior, mediante la oración y la práctica de la soledad y el silencio; «El mundo» que observa en torno a ella y al que responde; y «El yo y el mundo como un todo», puesto que Etty se mueve entre el mundo interior y el exterior y consigue verlos como dos realidades íntimamente conectadas entre sí y formando, de hecho, una unidad. La mística de Etty Hillesum Para valorar la naturaleza mística de los escritos de Etty conviene definir en primer lugar el término «mística» en un sentido amplio. En general, la mística describe un modo distinto de ver y acercarse a la realidad y al mundo que nos rodea. En la visión mística, la vida ordinaria y los acontecimientos cotidianos se interpretan desde la perspectiva de lo extraordinario, lo natural desde lo sobrenatural, lo concreto desde la posición de lo trascendente, lo humano desde la visión de lo divino. Esta perspectiva resulta posible para quienes se rinden ante el misterio silente de un Dios incomprensible, renunciando a sus propios poderes, dando cabida al encuentro con la muerte y a la posibilidad de nacer de nuevo y sumiéndose en el llamado abismo de lo desconocido. Los místicos son personas que no comienzan su búsqueda de sabiduría o de Dios en el mundo de las cosas exteriores, sino en el microcosmos de su propia alma, donde se permiten experimentar plenamente una alegría o una tristeza profundamente sentidas, así como la belleza o el sufrimiento, la ganancia o la pérdida, de modo que estos polos opuestos puedan finalmente reconciliarse y crecer y madurar en un todo armónico. Una vez que esta armonía interior ha crecido desde dentro y se manifiesta como una paz que desafía toda explicación racional, los místicos pueden in troducirla en el mundo, convirtiéndose así en catalizadores que ayudan a la transformación del mundo. Una característica específica de los místicos es que para ellos la vida del espíritu es más real que la del cuerpo, lo interior más real que lo exterior, lo trascendente más verdadero que lo fáctico. Desde este punto de vista privilegiado, muy similar a la visión de las aves, perciben el mundo, sus criaturas y todo cuanto contiene como una realidad impregnada de una presencia unificadora divina que otorga a cada criatura y a cada cosa el derecho a ser valiosamente apreciadas y amadas. Por eso los místicos pueden detectar la grandeza cósmica en las realidades aparentemente más insignificantes de la naturaleza, como una piedrecita, una flor o un árbol. También pueden discernir el mundo natural como una realidad impregnada del espíritu, de tal modo que se mueven entre el mundo exterior y el interior apenas sin esfuerzo. Las prácticas místicas implican la contemplación y la escucha atenta de las voces 23

interiores discordantes o armónicas; la exploración del paisaje interior del alma y de sus elementos ajenos o intrusos; la oración como forma de dirigirse al Otro, a Dios, mediante la cual el alma y Dios pueden encontrarse y reflejarse recíprocamente y unirse; y la reflexión sobre las intuiciones y perspectivas recientemente adquiridas de la propia vida interior, con objeto de aplicarlas en la configuración de las propias actitudes y percepciones. La mística presupone que las personas tienen la capacidad de experimentar a Dios de forma directa, inmediata. Esta capacidad puede reprimirse, pero no destruirse; puede pasarse por alto, pero no eliminarse. Cada cual puede cultivar su capacidad de experimentar a Dios mediante las prácticas y disciplinas espirituales de la oración, la contemplación y la reflexión. Además, podemos inspirarnos en los escritos de quienes han sido considerados, por lo general, como místicos: aquellos que han dado testimonio de la profundidad y la concreción de su experiencia de Dios; aquellos que han conseguido ser maestros en el arte de percibir la realidad cada vez más desde la perspectiva de lo trascendente o de lo divino. En los escritos de Etty, las características místicas se perciben prácticamente en cada página. Podríamos decir, incluso, que su andadura por el camino místico de la vida es «de libro». Dicha andadura comienza con su rendición a lo desconocido y con el «nuevo nacimiento» que experimenta al conocer a Spier y convertirse en su paciente. Tenía que someterse a sus órdenes y orientaciones, renunciar a su independencia y a los esfuerzos por controlarse, y aceptar ser guiada al territorio inexplorado de su alma. Para Etty, el mundo exterior representa la guerra, la ocupación nazi, la escasez, y su propia familia biológica apenas le ofrecía nada que le sirviera de ayuda para conseguir la estabilidad y la paz. Dado que no podía cambiar el mundo exterior, decidió comenzar a trabajar en su mundo interior. Una vez que se hubo embarcado en la aventura de prestar atención a su alma y a sus actividades interiores, consignándolas en un diario y escuchando la voz interior, llegó a ser consciente de cuán intensa era la confusión que había en su interior. No obstante, se empeñó en permitirse experimentarlo todo con una conciencia recién descubierta y con una curiosidad infantil, soportando la lucha que se libraba en el «pequeño campo de batalla» de su alma, las sensaciones extremas de alegría y de tristeza, los altibajos, los éxtasis y las derrotas. Durante este período, también comenzó a caer en la cuenta de sus puntos flacos: su egocentrismo, su egoísmo y su carácter posesivo; su deseo de recibir y forzar a los demás a amarla, así como su falta de humildad y una cierta rebeldía. Una vez reconocidos, estos elementos inmiscuidos en el paisaje de su alma parecen alejarse hacia el trasfondo, y se produce una progresiva evolución hacia la armonía y la paz interiores. En tal proceso se siente orientada por las prácticas místicas que el propio Spier parece haber observado: oración y postura genuflexa, contemplación y una audaz e inquebrantable escucha de su voz interior, y la reflexión y meditación sobre las intuiciones conseguidas para ajustar sus actitudes hacia 24

los demás y sus percepciones del mundo. Etty había decidido cultivar las experiencias de la presencia de Dios dentro de sí, emulando de ese modo a su maestro, tomando nota de sus consejos y profundizando en la literatura y los libros que le sugería. Mediante el ejemplo de místicos como los salmistas, el apóstol Pablo, los apóstoles del Nuevo Testamento, san Juan evangelista, san Mateo, san Agustín, san Francisco de Asís, Meister Eckhart, Tomás de Kempis, y escritores como Fiódor Dostoievski, C.G.Jung, Rainer Maria Rilke y Oswald Chambers, prosiguió orientándose en el modo de abordar la visión de la realidad desde la perspectiva de lo divino. Con este acompañamiento tutorial, pudo concebir todo lo creado como un todo único, cuyas partes individuales tenían todo el derecho a ser respetadas y amadas. Etty hace frecuentes referencias en sus diarios a las flores de un jarrón y a las piñas de su escritorio, al rojo geranio del estudio de Spier, a las ramas cortadas que decoran el rincón de una habitación, al jazmín florecido al lado de su casa, a los altramuces del campo de Westerbork y al árbol que había cerca de su ventana. En la belleza de las piedrecitas, los pétalos de una flor o las ramas ensortijadas de un árbol podía detectar el cosmos entero, y este descubrimiento le hacía de pronto proclamar estentóreamente que la vida era bella y que Dios era bueno. Dado que todas las cosas del mundo natural y sus criaturas eran para ella reflejo del esplendor de Dios, pensaba que incluso los enemigos y aquellos cuyos corazones estaban llenos de violencia y de ira merecían compasión y amor. Cuando Etty decidió presentarse voluntariamente para trabajar en un campo de tránsito nazi e insistió en seguir en él, en contra de la recomendación que le hacían sus amigos para que lo dejara, lo hizo por su convencimiento de que con ello introduciría su paz y amor en el mundo para transformarlo, aunque solo fuera un poco. Al final, logró casi sin esfuerzo realizar sus idas y venidas entre los dos mundos de pavoroso sufrimiento y de alegría desbordante, entre las penurias físicas y la abundancia de su vida interior. Y fue entonces cuando sus anteriores presentimientos se confirmaron, a saber, que una idea o un verso de un poema de Rilke era «más real... que mudarse de casa», y que la vida espiritual era más real que la vida corporal. Aunque nunca se ha encontrado el cuerpo de Etty, su espíritu vive en sus escritos. Es este espíritu el que sigue enseñándonos y nos guía hoy en la búsqueda del sentido de la vida, del alma de todas las cosas, del espíritu eterno que habita en nosotros, para que, cediendo a sus intuiciones sapienciales y místicas, podamos encontrar al mismo Dios al que una vez encontró Etty y al que tan gozosa y alegremente respondió dándose a sí misma amorosa y apasionadamente a sus semejantes y «como bálsamo para todas las heridas».

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El conocimiento del alma EL alma de una persona constituye el centro de estabilidad y la fuente de la fuerza interior. Llegar a conocer la propia alma y vislumbrar su paisaje puede ser doloroso. Etty recibe una primera «mirada» en su alma en el transcurso de una sesión terapéutica con Spier, o «S.», como se refiere a él en sus diarios. Encuentra que su alma es un caos y se aterra hasta el punto de desearse la muerte. Tenía por delante una enorme cantidad de duro trabajo para desenterrar este centro y hacerlo perfectamente visible, pero se siente capacitada para ello. Conseguir indicios de la propia alma implica observar cómo las propias percepciones y comportamientos han cambiado a lo largo del tiempo. Preguntarse cómo no se solía actuar, cómo se actúa ahora y en qué momento se tuvo la experiencia de un fundamento, una fuerza, una salud, un bienestar y una paz interiores. Etty hace precisamente esto. Reconoce que el llegar a familiarizarse con el propio paisaje de su alma le produce una sensación de paz y de compasión hacia los demás. Mediante la meditación y la relajación, experimenta un olvido de sí que, a su vez, per mite que «Dios» y el «amor» entren en su espacio interior. A esta práctica le denomina «higiene espiritual». Para Etty, el alma es el lugar en que se encuentran el mundo exterior y el interior, dos mundos de igual importancia. Al descubrir su centro, esa terra incognita, siente el deseo de ayudar a los demás a descubrir el suyo. Pero reconoce el peligro de ser excesivamente indulgente en la exploración del paisaje interior y olvidar la finalidad de esta búsqueda: liberarse del ego, de la pretenciosidad, del falso yo, para abordar el trabajo efectivamente y beneficiar a los demás. Luchar a brazo partido con la vida y resolver sus complejidades requiere previamente conocer el propio centro, reconociendo su presencia, dándole forma y expresión. Así, las disonancias interiores comienzan poco a poco a armonizarse, y encontramos la sintonía esencial o el ritmo por el que vivir. Estimado Herr. S.': Acabo de escribir para usted un extenso relato, pero pienso que voy a ahorrarle su lectura. Incluso ahora, al releerlo, no puedo dejar de sonreír. ¡Es tan melodramático y pomposo...! Sentada aquí plácidamente, en mi escritorio habitual, con la sangre corriendo tranquilamente por mis venas gracias a sus maravillosos ejercicios, siento como si me diera unas palmaditas en la cabeza de modo maternal y diciéndome: «Ahora, cielo, ahora todo irá bien; basta con que no te tomes tan en serio a ti misma, tus sentimientos y

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pensamientos. Deberías más bien avergonzarte realmente de ti misma». ¿Sabe? Ayer, cuando no pude hacer otra cosa sino mirarle tontamente, experimenté tal choque de pensamientos y sentimientos conflictivos que me sentía completamente destrozada y me habría puesto a gritar, de no haber tenido un cierto autocontrol. Experimenté hacia usted un fuerte sentimiento erótico que creía tener superado, a la vez que una fuerte aversión hacia usted; y también se produjo un repentino sentimiento de total soledad, una sospecha de que la vida es terriblemente difícil, que una tiene que afrontarlo todo sola, que la ayuda del exterior es imposible; y también la incertidumbre, el miedo, todo eso... De repente, un pequeño trozo de caos me estaba mirando fijamente desde lo más hondo de mi alma. Y cuando le dejé e iba de regreso a mi casa, deseé que un coche me atropellara... y pensé: «Debo de estar loca, como el resto de mi familia», que es algo que pienso siempre que me siento mínimamente desesperada. Pero ahora sé de nuevo que no estoy loca; simplemente, necesito trabajar mucho conmigo misma antes de desarrollarme como un ser humano adulto y completo. Y usted me ayudará, ¿verdad? Bien, le he escrito unas cuantas líneas ahora; me han costado mucho trabajo. Escribo con la mayor reticencia, y siempre me siento inhibida e insegura cuando lo hago. Sin embargo, quiero llegar a ser escritora algún día, ¿puede creerlo? Estimado Sr. S., hasta la próxima vez, pues, y gracias por toda su amabilidad y por cuanto ya ha hecho por mí. Etty Hillesum -8 de marzo de 1941, sábado Justamente ahora, cuando estaba sentada al sol sobre el cubo de la basura, en nuestra terracita empedrada, con la cabeza apoyada contra la pila de lavar, mientras el sol se colaba entre las fuertes, oscuras y aún desnudas ramas del castaño, tuve una sensación muy clara de la diferencia entre entonces y ahora. Y aquellas cosas para las que esta mañana necesitaba una gran cantidad de palabras fluyen ahora de mí fácilmente. El sol sobre las oscuras ramas, los pájaros piando, y yo sobre el cubo de basura al sol. Antes me sentaba así con bastante frecuencia también, pero, salvo en una sola ocasión, nunca me había sentido como esta tarde. Antes, me fijaba en el árbol y en el sol con mi intelecto. Quería apuntar tantas palabras sobre por qué lo encontraba tan bello, quería entender cómo encajaba todo, quería comprender aquel sentimiento profundo y primitivo con mi mente, o al menos creía hacerlo. Con otras palabras, quería someter la naturaleza, todo, a mí; me sentía obligada a interpretarla. Y el hecho es que ahora dejo que simplemente me suceda. Ahora vago de un lugar para otro, llena de profunda 28

emoción, pero ya no me fatiga, sino que, más bien, me da fuerzas; la salud corre por mis venas. Cuando me senté allí así, al sol, incliné mi cabeza inconscientemente, como si entendiera mucho más aquel nuevo sentimiento que tenía de la vida. De repente, me di cuenta en el fondo de cómo alguien puede arrodillarse impetuosamente y encontrar la paz allí, con el rostro oculto entre sus manos cruzadas. -16 de marzo de 1941, sábado, 16,30 h. Un ser humano no es sino una criatura débil y frágil. Pero, entonces, no podemos esperar que se sienta siempre feliz. Y una leve depresión tampoco es algo insano. Co mo S. dijo en cierta ocasión: al final de cada día, debes concentrarte durante diez minutos en ver cómo ha sido el día, qué cosas buenas y malas te ha aportado, qué esfuerzos innecesarios has hecho, etc. «Debemos reconocer el lado negativo de las personas con quienes vivimos y protegernos de él; pero ello no es razón para rechazarlas o menospreciarlas, sino, más bien, para tratarlas con compasión»2. Parece muy simple y casi tópico; pero si uno viviese realmente según esta norma, dejando que estas pocas palabras penetraran en su carne y en su sangre, se convertiría en un ser humano diferente. Oh, S., ¡cuánto deseo regresar a sus habitaciones mañana y cuánto pienso en lo que la tarde me deparará! Dicho así, parece algo altisonante y, de hecho, nunca pienso realmente qué me deparará el día de mañana. Antes, solía dejarme enredar en las fantasías y ensoñaciones más alocadas, que luego llegaban a chocar contra una realidad en la que todo, simplemente, desaparecía, y brotaban las lágrimas. Todo cuanto sé ahora es que mañana lo visitaré, y lo acepto todo por adelantado: si usted está muy serio, no hay problema; si está encantador, entonces será una gratificación inesperada que dará mayor fuerza a mi alma. ¡Oh, querido, sería tan hermoso...! En cualquier caso, ya he dejado de imaginarme cosas por anticipado, y esto constituye una diferencia fundamental con respecto a lo que solía ocurrir. «Uno no puede enseñar aquello que no domina». ¡Deberías convencerte de ello, querida! «Si alguien puede ver más lejos que otros, gracias a una mayor evolución interior, su madurez no debe expresarse en una superioridad sobre quienes no han conseguido evolucionar del mismo modo, sino en la tolerancia, la paciencia y la comprensión».

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Todas estas citas, que podrían, por así decirlo, haber sido tomadas directamente de mi corazón, me atraen tanto porque es como si S. las hubiera escrito personalmente para mí. Su expresivo cabello gris, esos ojos que se iluminan de vez en cuando, están detrás de estas palabras, y es como si me estuvieran dictando estas verdades. Antes, al leerlas, habría asentido con comprensión, diciendo: «¡oh, cuánta verdad!»; pero ahora llenan todo mi ser, descienden a lo más profundo de mí y llegan a formar parte de mí misma. -17 de marzo de 1941, lunes 22,30 h. F. «Una vez que una persona posee un centro, todas las impresiones exteriores pueden anclarse en él (deben ir a parar a él). Quien carece de un centro y está inseguro se ve desequilibrado por la menor impresión, aumentando su inseguridad, mientras que el centro del primero se hace más consistente con cada impresión». Mi «centro» se hace más firme cada día. Antes, a pesar de todas mis sofisticadas y fundadas teorías, no era más que un pajarillo que aleteaba inseguro. Pero ahora hay en lo más hondo de mí un centro de fuerza que irradia además esa misma fuerza al exterior, por lo que puedo deducir de las reacciones de mis semejantes. Y todo ello nada tiene que ver con el hecho de ser una persona introvertida. La fuerza viene de dentro, de un pequeño y cerrado centro al que me retiro a veces, aislándome por completo, cuando el mundo exterior, por un instante, me resulta excesivamente ruidoso; pero, por lo demás, todos mis sentidos están centrados en la realidad exterior, y lo que allí observan se lo comunican al centro, que puedo afirmar que se ve reforzado por cada nueva impresión. Antes, sin embargo, todas las impresiones exteriores solían provocarme ansiedad e inseguridad. Entonces, siempre tenía que elegir entre dos estados rabiosamente contrapuestos: un estado de absoluto distanciamiento del mundo exterior, de una armonía interior casi demasiado bella para ser cierta, tan frágil y sensible y, por ello, tan fácilmente perturbada por la más ligera sacudida del exterior; y otro estado en el que me siento alterada, consumida, desequilibrada e insegura por cualquier cosa, aunque se trate leer solamente de leer una revista o de observar las bonitas piernas de una chica que camina delante de mí. El que yo no tuviera unas piernas como esas - aunque las mías son bastante aceptables - me hacía pensar de pronto que todos mis estudios eran una pérdida de tiempo; el no tener unas piernas perfectas me hacía sentirme tan deprimida que todo el placer que experimentaba en mi trabajo se esfumaba, hasta el punto de que me costaba un enorme esfuerzo volver a él. Pero ahora debo tratar de dormir bastante, pues también eso forma parte de una vida saludable. Mañana más. ¡Buenas noches!

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-17 de marzo de 1941, lunes, 22,30 h. Creo que lo haré de todos modos: voy a «ensimismarme» durante media hora todas las mañanas antes de trabajar y a escuchar mi voz interior, a perderme. Puede también llamarse «meditación», aunque estoy un poco harta de esta expresión. Pero, en cualquier caso, ¿por qué no? Se trata de media hora en silencio con una misma. No basta con mover los brazos, las piernas y los demás músculos en el cuarto de baño cada mañana. El ser humano es cuerpo y espíritu. Y media hora de ejercicios combinada con media hora de meditación pueden marcar el tono para todo el día. Pero no es tan sencilla esa «media hora en silencio». Necesita un aprendizaje. Primero hay que eliminar un montón de elementos residuales interiores carentes de importancia. Incluso un pequeño cerebro puede estar repleto de distracciones inapropiadas. Es verdad que puede haber también emociones y pensamientos edificantes, pero el desorden y la confusión están siempre presentes. Dejemos, pues, que sea este el objetivo de la meditación: convertir lo más íntimo del propio ser en una vasta llanura vacía en la que ni el más leve rastro de maleza impida la visión, para pueda entrar en ti algo de «Dios» y algo también de «amor». Pero no esa clase de amor exclusi vista que durante media hora te produce un deleite indecible y te hace enorgullecerte de lo sublime que te sientes, sino el amor que puedes dedicar a las pequeñas cosas de cada día. Por supuesto que debería leer la Biblia cada mañana, pero no creo estar preparada para ello. Aún me preocupa más dar con el verdadero significado del libro que abandonarme a él. Creo que, en su lugar, leeré cada mañana algún pasaje de In den Hof der Wijsbegeerte («La mansión de la filosofía»). Naturalmente, podría limitarme a escribir unas cuantas palabras en estas páginas de rayas azules, a examinar pacientemente un solo pensamiento, aun cuando ninguno de mis pensamientos sea realmente importante. Antes, la ambición me impedía escribir tales trivialidades. Todo tenía que ser maravilloso, perfecto; simplemente, no podía permitirme poner por escrito cualquier cosa pasada, aun cuando a veces ardía en deseos de hacer eso, precisamente. Y, por el amor de Dios, no seas mentecata, Etty, y deja de mirarte en el espejo. Debe de ser horrible ser muy guapa, porque entonces no se molestaría una en mirar en su interior, deslumbrada por la cegadora apariencia externa. Aparte de que también los demás únicamente reaccionarían ante dicha apariencia externa, con lo que una podría realmente marchitarse por completo en su interior. El tiempo que paso delante del espejo, porque de pronto me veo sorprendida por una 31

divertida, fascinante o interesante expresión que creo vislumbrar en mi rostro, que no es precisamente un prodigio de belleza, podría ciertamente emplearlo en cosas mejores. Me disgusta terriblemente ese empeño que tengo en escrutar mi rostro... Tengo que aprender a sentirme auténticamente indiferente con respecto a mi apariencia, no preocuparme lo más mínimo por mi imagen. Tengo que llevar una vida mucho más interior. Por otra parte, también con respecto a los demás le presto mucha atención a su apariencia, fijándome excesivamente en su imagen. Sin embargo, lo que realmente importa es el alma del ser humano, o su esencia, o como quiera llamarse lo que sale a la luz desde su interior. Si realmente deseas, querida, que tu vida sea un todo grande, inmaculado y responsable, vas a tener que aprender a olvidar un montón de cosas y a afrontar otras muchas con más seriedad. Vas a tener también que organizar mejor tu tiempo y no desperdiciarlo en tantas nimiedades, hacer honradamente balance de la cantidad de incertidumbres que aún anidan libremente e tu espíritu y evaluarte a ti misma. No vas a ser capaz de vivir una existencia libre de constante revisión. Si deseas enseñar a otros a vivir, primero tienes que vigilarte a ti misma. Y, sobre todo, tienes que practicar algún tipo de «higiene» espiritual. Creo que Jung la denomina «domesticación» psicológica. No eres más que una principiante, pero al menos has comenzado, y eso ya es mucho como para que ahora te eches atrás. -8 de junio de 1941, domingo, 9,30 h. El paisaje que el hombre lleva en su interior lo busca también fuera. Tal vez sea esta la razón por la que siempre he sentido esa extraña añoranza por las inmensas estepas rusas. Mi paisaje interior está formado de enormes llanuras, infinitamente extensas, en las que apenas puede adivinarse el horizonte, pues una llanura se integra en la siguiente. Cuando me acurruco en esta silla, con la cabeza inclinada sobre el pecho, deambulo a lo largo de esas llanuras desnudas, y al cabo de un rato en esa postura, me invade una sensación de bienestar, de infinitud y de paz. El mundo interior es tan real como el exterior. Deberíamos ser conscientes de ello. También tiene su paisaje, sus contornos, sus posibilidades, sus regiones ilimitadas. Y el propio hombre debe ser un pequeño centro en el que se encuentren ambos mundos, el interior y el exterior, los cuales se nutren mutuamente, por lo que no hay que desatender a uno a expensas del otro, ni considerar que uno es más importante que el otro. Si lo hicieras, empobrecerías tu propia personalidad. Me sorprende la cantidad de personas que se hallan escindidas en dos y que, por tanto, se encuentran más o menos 32

incapacitadas. Probablemente, es por eso por lo que no consiguen reconocer conscientemente su mundo interior como tal. De vez en cuando, las fuerzas del mundo interior se hacen sentir y pueden, hasta cierto punto, ampliar los horizontes de la gente y ofrecerles un barrunto de algo de mucha mayor importancia, aunque todo resulta demasiado desorganizado, demasiado caótico, demasiado inconsciente. Su mundo interior es una tierra en barbecho que parece no merecer la pena ser cultivada. Es una terra incognita. Y a veces yo siento la necesidad apremiante de empezar a roturarla, ponerla en orden y elevarla al nivel consciente. ¿Quién sabe si, a la larga, no será esa la obra de mi vida? -11 de junio de 1941, miércoles, 9,30 h. Mira, querida, sin duda todo eso es terriblemente importante: esa interesantísima vida espiritual tuya y ese caba llero no menos interesante; pero, en definitiva, no es eso lo que realmente importa. Lo importante es que dejes de lado ese tu pequeño ego en relación con tu trabajo y con otras personas. Una vez más, estoy muy insatisfecha contigo. Estás siendo de nuevo demasiado indulgente con tu espíritu. Una vez más, te has perdido. Tu depresión ha desaparecido, y le has dedicado suficiente tiempo; has puesto un cierto orden en el caos, pero has olvidado todo lo demás. Creo que de nuevo has estado pensando que eres demasiado importante. Debes pasar de lo personal a lo suprapersonal, y en este punto tienes todavía mucho que aprender de él. No te atasques en detalles nimios. No permitas que los árboles te impidan ver el bosque... No hay parte alguna que sea lo más importante en tu vida. Lo más importante es el todo. No le des a nada demasiada importancia; si lo haces, tu armonía interior se descompondrá. Has de permanecer distanciada de todo aquello que atrae tu te interés. No debes aliar tus fuerzas interiores con ninguna otra cosa, no debes invertirlas en ella, sino reservarlas para ti misma. Por el momento, esta ya es suficiente sabiduría. Una vez más, no has de desear poseer al otro; no le exijas nada. Esto es algo que debo aprender una y otra vez en mis relaciones con S. -19 de junio de 1941, jueves, 9,30 h. No hay más remedio: tendré que resolver yo mis propios problemas. Siempre tengo la sensación de que, si los resuelvo para mí misma, también los resolveré para otras mil mujeres. Por eso tengo que enfrentarme a mí misma. Pero la vida es, ciertamente, muy difícil, sobre todo cuando no das con las palabras apropiadas. La forma en que he devorado libros desde que era muy joven no ha sido más que 33

pereza por mi parte: dejo que sean otros quienes expresen lo que debería expresar yo misma. Sigo buscando fuera la confirmación de lo que se oculta en mi interior, aunque sé que solo puedo obtener la claridad empleando mis propias palabras. Tengo que acabar con esa pereza, y en particular con mis inhibiciones y mi inseguridades, si quiero encontrarme a mí misma y, de ese modo, encontrar a los demás. Debo obtener claridad y aprender a aceptarme. Y ahora tengo que ir al mercado a comprar un melón. Todo en mi interior me resulta muy pesado, ¡y desearía tanto sentirme ligera...! Durante años lo he reprimido todo, encerrándolo en una especie de enorme represa; pero todo tendrá que salir de nuevo al exterior, pues, de lo contrario, comprenderé que he vivido en vano, que lo he recibido todo de la humanidad sin dar nada a cambio. A veces, tengo la sensación de ser un parásito, lo cual me deprime y hace que me pregunte si mi vida es útil de alguna manera. Tal vez, mi objetivo en la vida sea enfrentarme como es debido a mí misma y a todo cuanto me molesta y me tortura y está pidiendo a gritos una solución y una formulación interiores. Porque estos problemas no son exclusivamente míos. Y si al final de una larga vida soy capaz de darle alguna forma a mi caos interior, puede que haya realizado mi propio y pequeño objetivo. Incluso mientras escribo esto, mi inconsciente se rebela contra expresiones como «objetivo», «humanidad» o «solución de problemas», que me resultan pretenciosas. Pero luego descubro que soy una chica ingenua y tope y carezco aún del suficiente coraje. No, amiga mía, no será así por mucho tiempo; en realidad, deberías olvidarte de todos los grandes filósofos hasta que hayas aprendido a tomarte un poco más en serio a ti misma. Creo que lo mejor sería comprar primero el melón y llevárselo a los Nethe4 esta noche. También esto forma parte de la vida, ¿no es así? A veces, me siento simplemente como un cubo de basura, con toda la lobreguez, el engreimiento, la falta de entusiasmo y la mediocridad que llevo en mi interior. Pero hay también una auténtica honradez y una pasión por casi elemental por imponer una cierta limpieza y descubrir la armonía entre el exterior y el interior. A veces desearía vivir en una celda conventual, con la sublime sabiduría de siglos colocada en los estantes llenos de libros a lo largo de la pared y la visión de los grandes campos de maíz - debe de haber allí maizales agitados por la brisa-, y sumergirme en la sabiduría de siglos y en mí misma. Tal vez entonces podría encontrar la paz y la claridad. Pero ello no sería ninguna proeza. Es precisamente aquí, en este mismo lugar, en el aquí y ahora, donde debo encontrarlas. Debo comprometerme a fondo con la realidad una y otra vez, debo reconciliarme con todo cuanto encuentro en mi camino, alimentar el mundo exterior con mi mundo interior, y viceversa. ¡Pero es todo tan terriblemente 34

difícil, y me siento tan apesadumbrada...! Probablemente se hayan vendido ya todos los melones. Siento como si estuviera desmoronándome por dentro, como si me encontrara bloqueada, y me duele el cuerpo. Pero no te engañes, Etty, en realidad no es tu cuerpo, sino tu pequeña y desolada alma, lo que te aflige. Dentro de un rato, estaré escribiendo sin duda sobre lo hermosa que es en realidad la vida y lo feliz que soy; pero, por el momento, no puedo siquiera imaginar lo que es sentirse así. Todavía carezco de una sintonía esencial, de un fondo estable; la fuente interior que me alimenta sigue estando seca y, lo que es aún peor, pienso mucho, demasiado. Mis ideas cuelgan de mí como vestidos de una talla desmedida que no podré ponerme mientras no haya crecido lo suficiente. Mi mente va a la zaga de mi intuición. Lo cual no es del todo malo, pero significa que mi mente, o mi razón, o como quiera llamarse, debe a veces trabajar horas extra para a duras penas captar los diversos presentimientos. Una multitud de ideas difusas están pidiendo a gritos una formulación concreta. Tengo que parar y escucharme a mí mismo, sondear mis profundidades, comer bien y dormir adecuadamente si deseo que conservar mi equilibrio, o todo se convertirá en algo absolutamente dostoievskiano. Lamentablemente, hoy se insiste en la rapidez, no en el sosiego. -4 de agosto de 1941, lunes, 14,30 Aún no puedo escribir, aunque deseo hacerlo acerca de la realidad que subyace a las cosas, lo cual excede todavía mis conocimientos. Lo único que realmente me preocupa es la atmósfera o, si se prefiere, el «alma», por lo que la sustancia sigue eludiéndome. Como consecuencia, carezco de un punto de apoyo firme. Tienes que describir lo concreto, la realidad práctica, e iluminarla con tus palabras, con tu espíritu, para que salga a la luz el alma subyacente. Si aludes directamente a lo que suele denomi narre «alma», entonces todo resulta demasiado vago, demasiado impreciso. Si de veras consigo convencerme cada vez más de que deseo escribir, y no hacer otra cosa que escribir, entonces debo también ser consciente de que estoy labrándome una cruz para mis espaldas - de hecho, ya siento su peso sobre mí de vez en cuando, lo cual hace que me estremezca no poco. La cuestión es si tengo talento para ello. No obstante, debo empezar poco a poco a trabajar en ese enorme bloque de granito sin tallar que llevo dentro de mí, si es que quiero moldear mis pequeñas imágenes; de lo contrario, estoy destinada a verme aplastada algún día por tan enorme peso. Si no busco 35

y descubro mi propia forma, acabaré en la noche y en el caos, cosa que no dejo de presentir incluso ahora. -5 de agosto de 1941, martes, 12,00 h. Experimentarlo todo Conseguir familiarizarse con la propia alma es algo que compete a la mente y al corazón. La mente y el intelecto formulan y procesan ideas, mientras que el corazón permite sentirlas y ser vulnerable a ellas. El conocimiento del paisaje del alma y su dinámica posee una dimensión personal, a saber, la observación de los sentimientos que acompañan a lo que uno ve dentro y fuera de sí, y el valor de ser uno mismo. Etty desea apasionadamente armonizar en su interior los instrumentos del intelecto y del sentimiento. Pero primero necesitará disciplinarse para vivir en el aquí y ahora, en lugar de deleitarse en un fu turo ilusorio o sentir miedo de él. Necesitará experimentar el momento presente y, hacerse pasiva a la hora de acoger dicho presente sin huir de él. Para conseguirlo se aferra a la frase «vivir con las propias pausas». Etty se lo había oído decir a Spier: vivir en el aquí y ahora y centrarse en el momento presente, permitiéndose momentos más o menos prolongados de reposo interior. La última oración del cuaderno número 11 está escrita con mayúsculas y dice así: «¡Hay que reconocer las propias pausas!». Y es que es durante dichas pausas cuando el espíritu y la mente, el sentimiento y el pensamiento, el mundo interior y el exterior... pueden ser recibidos, percibidos y disponer del tiempo necesario para reconciliarse en el alma en una armonía dinámica y pacífica. Este vago temor es algo más que debo vencer en mí misma. Es verdad que la vida es difícil, una lucha minuto a minuto (¡tampoco exageres ahora, Etty!), pero la lucha misma es emocionante. En el pasado, suponía que mi futuro sería caótico, porque me negaba a vivir en el aquí y ahora. Deseaba que me lo pusieran todo en bandeja, como una niña malcriada. A veces tenía la sensación cierta, aunque un tanto difusa, de que un día «lo haría», es decir, que tendría la capacidad de hacer algo «extraordinario»; otras veces me asaltaba el terrible miedo de que, al final, «me vendría abajo». Ahora comprendo por qué. Simplemente, me negaba a hacer lo que había que hacer y que lo justo delante de mis narices. Me negaba a ir hacia el futuro paso a paso. Y ahora, en que cada minuto está tan lleno, tan rebosante de vida y de experiencia y de lucha, de victorias y de derrotas y de más luchas, y a veces de paz, ahora ya no pienso más en el futuro, es decir, ya no me preocupa si «lo haré» o no, porque ahora tengo la seguridad interior de que todo será objeto de los debidos cuidados. Anteriormente, siempre vivía con anticipación, tenía la sensación de que nada de lo que hacía era «real», que todo era una 36

preparación para algo más, algo «más grande», más «auténtico». Pero esa sensación se ha esfumado por completo. Vivo aquí y ahora, en este minuto exacto de este día concreto, al máximo, y la vida merece ser vivida. Y si supiera que iba a morir mañana, entonces diría: ¡lástima...!, pero ha sido bueno mientras ha durado. Ya lo había comentado anteriormente, en teoría, una tarde de verano - aun lo recuerdo perfectamente- con Frans, en la terracita de Reijnders. Pero lo que entonces sentía era resignación, no aceptación; sentía algo así como: bien, si mañana va a acabarse todo, no voy a romperme la cabeza demasiado. Eso es la vida para ti. Y todos conocemos la vida, ¿no es así? Lo hemos experimentado todo, aunque solo sea mentalmente, y ya no tenemos necesidad de aferrarnos a nada como si en ello nos fuera la vida. Algo así era lo que sentía, creo yo. Y es que entonces éramos muy viejos, muy sabios y muy aburridos. Pero ahora es del todo diferente. De modo que... a trabajar. -21 de marzo de 1941, viernes, 8,30 h. Aún no estoy en suficientemente armonía con la vida; no estoy firmemente arraigada en ella. Lo cual se debe, sin duda, a que tanto mi dimensión física como mi dimensión espiritual no se han fusionado aún en un único todo orgánico. De vez en cuando, se me escapa de pronto el sentido de todo. Probablemente se deba a falta de autoconfianza, a falta de fe en mí misma, a que no creo que lo que hago sea algo bueno y tenga sentido. Y si uno no ve que tenga sentido su propia vida, entonces la vida en general, de pronto, queda también falta de sentido. Lo tuyo, Etty, es un caso verdaderamente raro. Probablemente, nunca me vuelva loca, o al menos ya no lo pienso; pero sí puedo entender perfectamente por qué la gente enloquece. Todavía deseo perderme en todos y en todas las cosas, con la sensación de desear vivir en armonía con todo cuanto existe. Aún no he aprendido a aceptar muchas cosas de la mi vida que se hallan en contradicción con el núcleo mismo de mi ser, más que con mi intelecto. Lo que deseo es la armonía total, la unidad y la paz. Me gustaría desaparecer, disolverme, olvidar y liberarme de mí misma. No huir de mí misma, sino mezclarme de un modo absolutamente natural y armónico con la tierra y con el cielo. En realidad, aún no sé qué es o deja de ser importante, dónde debería estar el centro de gravedad de mi vida, o si lo que hago es útil o no lo es. No me comprometo con nada. No vivo de acuerdo con las normas habituales de la gente, no tengo un trabajo fijo, no me he casado y no tengo aún el valor de decir: «me gusta la forma en que vivo, no necesito normas ajenas para vivir, mis normas he de buscarlas en mi ser más profundo». Siempre que reflexiono sobre la forma en que actualmente actúo, puedo sentir cómo me aumenta el dolor de cabeza y cómo me invade la náusea. -Deventers, 7 de agosto de 1941, jueves 37

Con referencia a una carta escrita a Spier mientras se encontraba en la casa de su familia en Deventer: Aquí, en esta extraña familia, hay una mezcla tan indescriptible de barbarie y cultura que una se ve privada de toda su energía. Mi hermano mayor siempre está diciendo: «Lo que tenemos aquí es un desorden organizado». ¡Hay tanto «capital» disperso, tantísimos valores espirituales y humanos...! Pero todo ello anda por ahí tirado, pésimamente gestionado y carente de toda finalidad. A veces se siente una tan triste y apesadumbrada por ello... En el pasado, podía estar llorando desesperadamente toda la noche por causa de mi pintoresca familia. Todavía hoy no puedo explicar el origen de esas lágrimas; procedían de algún lugar del oscuro inconsciente colectivo. Actualmente, no malgasto de ese modo tan precioso fluido, pero, en cualquier caso, no es fácil vivir aquí. Aunque, en realidad, no me proponía escribir acerca de esta complicada familia. Sobre lo que quería era escribir era sobre la carta que me envió usted, que me aportó un cierto orden en medio de este caos y que tan importante fue para mí. Cuando aquel amable, fidedigno y ansiado escrito me miró desde el buzón, me sentí llena de alegría. Después leí su carta, pero al principio sentí que no sintonizaba en absoluto con ella ni con usted. Me quedé allí de pie, totalmente desconcertada y alienada, como me había ocurrido tantísimas veces en mi vida, experimentando una enorme falta de continuidad, que es mi mayor peligro interior. Más tarde, me tumbé en la cama, descifré una vez más sus jeroglíficos, y de pronto todo volvió a su lugar. Volví a conectar conmigo misma, con lo más profundo y lo mejor de mí, que yo llamo «Dios», y también con usted. Llegó un momento en que sentí que había dado el pa so a una nueva fase, un paso en el que hicieron su aparición nuevas formas de percibirme a mí misma, así como mi vinculación con usted y con mis semejantes. Desde entonces han pasado unos cuantos días, y aquel momento, tan importante para mí, lo conservo en mi interior como un todo redondo y completo, pero aún soy incapaz de dar con las palabras para ponerlo todo por escrito. ¿Sabe que, cuando se trata de «ser fieles a sí mismas», la mayoría de las personas son en realidad unas simples aficionadas? Yo también. Y si uno carece del coraje necesario para ser uno mismo, entonces tampoco carece de coraje para con los demás. No tener contacto con los semejantes, sentirse solo y elaborar en torno a esa soledad todo tipo de interesantes teorías, como la del «alma incomprendida», por ejemplo, no es más que falso romanticismo y simple huida. Y si eres alguien que tiene el coraje de vivir la vida al máximo, lo cual simplemente significa vivir de las propias fuentes originales, obligas a cualquiera que se confronte en serio contigo a regresar a sus fuentes, a sí 38

mismo y, desde ahí, a los demás. Le estoy muy agradecida por haberme permitido acercarme tanto a usted, lo cual - y esto es algo que siento cada vez con mayor intensidad - será de fundamental importancia para mi evolución ulterior. De hecho, es usted la primera persona con la que me he relacionado íntimamente y a la que he tratado de emular. Tal vez sea la primera amistad no superficial que he tenido en toda mi vida. Si, gracias a usted, me tomo en serio los problemas con que me encuentro en mi camino, y si trato de afrontarlos..., se habrán clarificado muchas cosas en mi vida. -10 de agosto de 1941, domingo por la mañana, en la cama, el único lugar de esta casa donde puedo estar sola La verdad es que me va de maravilla. Me estoy recuperando. Si las cosas siguen así, tendré un tarro lleno de piedrecitas blancas'. Pero justamente ahora estoy muerta de cansancio. Una especie de robusta columna está creciendo en mi corazón. Casi puedo sentir cómo crece, y en torno a ella gira todo lo demás: mi yo, el mundo, todo. Y la columna es una señal de mi seguridad interior. ¡Qué terriblemente importante es esto: estar en contacto con mi yo interior...! No voy a seguir perdiendo mi equilibrio o dando tumbos de un mundo al siguiente; ya he dejado de ver el mundo físico con el asombro que me producía la perspectiva del mundo intelectual, y viceversa. Algo se está consolidando dentro de mí, y me parece que está echando raíces, en lugar de ir continuamente a la deriva; pero aún no es más que el frágil comienzo de una fase nueva y más madura. Debes estar pendiente de tu paso, pequeña, pero, de todas maneras, estoy muy contenta contigo; estás saliendo adelante, de verdad, estás saliendo adelante. Y ahora me voy a desplomar en la cama; mañana es otro día para vivirlo al máximo. -10 de agosto de 1941, domingo, medianoche La vida está formada por pequeñas historias que aguardan a ser referidas por mí. ¡Qué tontería!: en realidad no sé nada. De nuevo soy infeliz. Puedo entender perfectamente por qué la gente se emborracha o se va a la cama con alguien absolutamente desconocido. Pero no es ese realmente mi camino. Debo mantenerme sobria, con la mente despejada. Y hacerlo sola. Menos mal que aquel villano no estaba esta noche, porque, de lo contrario, habría ido corriendo hacia él de nuevo diciéndole: «ayúdeme, por favor; ¡soy tan desdichada...!; me estoy viniendo abajo...». ¡Y espero que los demás resuelvan las cosas por sí mismos! «Escucha tu voz interior». Sí, efectivamente. Así que me retiré al rincón más lejano de mi pequeña habitación, me senté en el suelo, me hice un hueco entre las dos paredes e incliné mi cabeza. Sí. Me senté allí. Absolutamente quieta, mirándome el ombligo, por así decirlo, con la piadosa esperanza de que bulleran dentro de mí nuevas fuentes de inspiración. Otra vez se me había helado el corazón, y 39

no se derretiría; toda salida estaba bloqueada, y mi cerebro exprimido por un gran vicio. Y lo que esperaba siempre que me sentaba acurrucada de ese modo era que se produjera algo, que algo comenzara a brotar dentro de mí. En realidad, asumí una carga demasiado pesada cuando leí aquellas cartas de su novia. Siempre la había rechazado, escondiendo la cabeza como el avestruz; y ahora, así y todo, se ponía a mi nivel. Aquellas cartas suscitan todo un conjunto de problemas, pero sigo avanzando con dificultad. ¡Ojalá no fuera tan complicada, como ese hombre esta noche, o como un campo de hierba! Aún me tomo demasiado en serio. En días así, estoy segura de que nadie sufre tanto como yo. Imagina que a alguien le duele todo el cuerpo y no puede soportar que nadie le toque ni siquiera con la punta de un dedo - así se siente mi alma, o como quiera llamarla. La más mínima presión causa dolor. El alma sin piel, como Annie Romein' escri bió una vez a propósito de Carry van Bruggen. Me gustaría viajar a lugares lejanos y ver a otras personas que no necesitan tener nombre. A veces siento como si las personas con quienes realmente tengo un contacto íntimo robaran mi visión. Pero, ¿qué visión? La verdad, Etty, es que estás siendo un tanto retorcida y no demasiado consciente. Deberías ser capaz de localizar la verdadera razón de tu melancolía y de tu espantoso dolor de cabeza. Pero, desafortunadamente, no te interesa hacerlo. Eres vaga. Señor, concédeme un poco de humildad. ¿Estoy demasiado ocupada? Quiero conocer este siglo nuestro por dentro y por fuera. Siento que cada día es nuevo. Recorro con las puntas de mis dedos los contornos de estos tiempos. ¿O es mera ficción? Pero siempre me vuelvo a proyectar en la realidad. Me confronto con todo cuanto se cruza en mi camino y me hace a veces sentirme maltratada. Es como si me dejara estrellarme contra mí misma, dejándome maltrecha y llena de arañazos. Pero imagino que tiene que ser así. A veces siento que estoy en un abrasador purgatorio y que estoy siendo forjada en otra cosa. Pero ¿en qué? Solamente puedo ser pasiva, dejar que me suceda. Pero entonces también siento que todos los problemas de nuestra época y de la humanidad en general tienen que ser combatidos dentro de mi pequeña cabeza. Y esto significa ser activa. Bien, lo peor ya ha pasado. Me hacía trizas en torno al club de patinaje como una tonta borracha y di rigía unos cuantos estúpidos comentarios a la luna. La luna tampoco nació ayer. Sin duda, él ha despreciado a tantos personajes como yo, al ver de qué van. Bueno, bueno... Una vida dura me está reservada. A veces no siento ganas de continuar. En los momentos en que siento que sé exactamente lo que me va a suceder, a qué se parece la vida, me canso muchísimo y no siento la necesidad de experimentar las cosas tal como vienen. Pero la vida siempre lleva ventaja, y entonces encuentro de nuevo todo «interesante» y emocionante y me lleno de valentía y de ideas. 40

Uno «debe admitir sus propias pausas», pero yo me pongo mustia en estas «pausas», o así me lo parece. Y ahora, buenas noches. -4 de septiembre de 1941, martes, 22,30 h. El bloqueo comenzó el viernes - fue entonces cuando mis poderes de organización se esfumaron. Tuve una experiencia por la mañana y pensé en escribir algo sobre ella esta noche. Y me di una palmadita en la espalda diciéndome: «bueno, esta noche "trabajaré sobre mi"». Pero entonces la condenada Aleida8 tuvo que meter sus narices. Aún resuena su estridente voz en mis oídos cuando lo pienso. ¡Por Dios, qué persona...! Traduce a Dostoievski9 y tiene una imagen de la Virgen en su habitación que ilumina indirectamente cuando alguien la visita. Pero ella opina que los ochenta millones de alemanes deben ser exterminados. No puede quedar nadie con vida. Esto es porque dije, con toda inocencia, que no podría vivir con el tipo de odio que tantas personas de nuestro tiempo se imponen a sí mismas en contra de lo mejor de su naturaleza. Y entonces fue cuando todo estalló. ¡Qué desagradable! ¡Qué degradante! ¡Qué horrible! En fin, tal vez carezca de fervor patriótico... Pensando de nuevo en la conversación, tengo la sensación de haber tratado con alguien anormal. Pero también fue interesante. «Oh, no sabes cómo disfruto», decía, «cuando por la noche, de pie junto a la ventana, oigo el rugir de los aviones por encima de mi cabeza». Y era como si sus senos se agitaran y sus orificios nasales resoplaran, si bien no tenía unos senos dignos de mención, y su nariz era ridícula. Después, me fui a casa, pensando: «simplemente, tengo que ponerme a escribir algo», y en lugar de ello acabé con Bernard10 y Parijs. Irrumpí en su habitación preguntando: «Decidme, ¿también pensáis que habría que exterminar a todos los alemanes?». «Sí, por supuesto», fue su respuesta. Y siguió un violento y vehemente debate. Sobre aquella noche podría escribirse todo un panfleto. A las doce y media estaba en la cama. Y sin «trabajar sobre mí misma». Ahí es donde creo que las cosas empezaron a ir mal. Pero una tarde de un debate como aquel me pone hace hervir la sangre... Ahora bien, una cosa es cierta: no debo seguir estando cansada; debo estar preparada y vigilante. Lo que importa no es lo que experimentas, sino cómo lo experimentas. Cuando te sientes lerda y cansada, todo el mundo se vuelve lerdo y cansado. No creo en los valores objetivos... -29 de septiembre de 1941, lunes, 21,30 h. Esta mañana me encontraba en el cuarto de baño balanceando mis brazos, 41

completamente desnuda, como de costumbre, cuando de pronto me detuve y dije con toda decisión a mi propia imagen reflejada en el espejo: «Sí, tengo mis propias ideas». Pero no debo tener demasiadas. Cuando era una criatura inocente, escribí una vez en un trocito de papel: «Mis ideas cuelgan de mí como vestidos de una talla desmedida que no podré ponerme mientras no haya crecido lo suficiente». Y ahora los vestidos siguen siendo demasiado grandes. No puedo crecer lo suficientemente rápido como para poder ponérmelos. Aún me regodeo mucho con las ideas, pero todavía no tengo la valentía y la autoconfianza necesarias para darles forma concreta. -2 de octubre de 1941, jueves, 8,00 h. Tengo un prístino deseo de ser sencilla, de vivir el momento, de «salir melodiosamente de la mano de Dios». Pero presta atención ahora al intentar ponerlo en palabras. Es probable que la emoción y la razón, el alma y la mente, hayan estado a matar de nuevo, oscureciéndose y debilitándose recíprocamente. Mejor es vivir con tus emociones tan tranquila, armónica, feliz y ensoñadoramente como te guste, mientras la mente sigue con su trabajo en su propia esfera. El espíritu y la mente deberían nutrirse recíprocamente, no deberían permitirse debilitarse entre sí. Lo que no debes hacer es apoyarte en ninguna certeza exterior, y eso significa tener seguridad en ti misma y estar en paz contigo misma, pero también dejar que tu mente indague incansable y apasionadamente qué es lo que hace que la vida concuerde, no porque quieras lograr algo o desees tener éxito en algo que te interesa, sino por el hecho de haber sido creada con una apasionada y honesta preocupación por lo que sucede en este mundo y, sobre todo, por lo que acontece en tu mundo interior. No debes vivir basándote únicamente en tu inteligencia, sino en fuentes más profundas, más permanentes, si bien tienes que estar agradecida a tu inteligencia como un precioso instrumento para profundizar en los problemas que tu alma suscita. Dicho más sobriamente: lo que todo esto quiere decirme es que, probablemente, debería tener más confianza en mi intuición. De hecho, también esto significa creer en Dios sin debilitarte; en todo caso, te da más fuerza. EL DESARROLLO NO TIENE EN CUENTA EL TIEMPO. 42

-7 de octubre de 1941, martes, 9,00 h. Otra cosa: Hoy he aprendido algo importante, a saber, que dondequiera que te encuentres contigo misma, debes estar con todo tu corazón. Si tu corazón está en otra parte, no darás lo suficiente a la comunidad en la que casualmente te encuentras, y así se empobrecerá. Si se trata de chicas que trabajan en una oficina con el deseo de conseguir una posición más elevada, o Dios sabe qué, debes entregarte con todo el corazón, y solo debes descubrir que también hay algo para ellas. -27 de julio de 1942, lunes, 22,30 h. La oración como camino hacia el alma Dirigirse a Dios y comunicarse con Él en la oración puede adoptar la forma de adoración, de petición, de confesión, de intercesión o de alabanza. La oración puede ser hablada o silenciosa, verbalizada o interiorizada, y puede acompañarse de posturas como arrodillarse, cruzar las manos, inclinar la cabeza. Todas estas posturas aparecen en los escritos de Etty. Para empezar, debemos decir que su oración brota de un deseo de llegar a conocer su alma y poner orden en su caos interior. Tal práctica es alentada por Spier, que oraba diariamente y al que ella quería emular. Al principio menciona, por lo general, el nombre de Dios con expresiones coloquiales como, por ejemplo, «sabe Dios... »; posteriormente, lo usa dirigiéndose personalmente, alternando entre «Dios» y «Señor». Las oraciones aparecen inicialmente en sus diarios de forma breve, algunas de una sola frase o de dos. Se alargan con la muerte de Spier, su llegada a Westerbork y la disolución del Consejo Judío, y a partir del momento en que está casi segura de su deportación y la de su familia. La «chica que no podía arrodillarse» se convirtió progresivamente en aquella que lo hacía muy fácilmente y, con el tiempo, pudo orar sin cesar prácticamente en cualquier momento, sin necesidad de privacidad ni de postura alguna. Inicialmente atraída a la práctica de la oración diaria por sus efectos tranquilizadores y la sensación de serenidad que producía, posteriormente se convierte para Etty en un tipo de conversación y diálogo constante con Dios; su actitud hacia la vida y el trabajo se ve moldeada por la oración incesante. Estoy sumamente incómoda, con un extraño e infernal desasosiego que podría ser productivo si supiera qué hacer con él. Una inquietud «creativa». No del cuerpo - ni siquiera una docena de apasionadas noches de amor podría mitigarlo. Es casi una inquietud «sagrada». «Oh, Dios, tómame en tus grandes manos y conviérteme en tu instrumento, permíteme escribir...».

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En Deventer, los días se asemejaban a grandes estepas soleadas, cada uno de ellos un todo extenso, ininterrumpido; había contacto con Dios y con todos aquellos con quienes me encontraba, tal vez porque me encontré con pocos. Había trigales que nunca olvidaré, cuya belleza casi me hacía hincarme de rodillas; las orillas del Ijssel, con sus sombrillas llenas de colorido y los tejados de paja y los pacientes caballos. Y el sol, que yo absorbía por todos mis poros. Y de vuelta aquí, cada día son miles de fragmentos; ya no está la gran estepa, y Dios también se ha marchado. Si esto se prolonga por más tiempo, entonces tendré que empezar a preguntarme totalmente de nuevo por el sentido de la vida, lo cual nunca significa dilucidar las profundidades filosóficas, sino que es una prueba real de que las cosas me van mal. -4 de julio de 1941, viernes Hay un verdadero y profundo pozo dentro de mí. Y en él habita Dios. A veces, también estoy yo en él. Pero, frecuentemente, piedras y arena ciegan el pozo, y Dios queda enterrado bajo tierra. Después hay que desenterrarlo de nuevo. Imagino que hay gente que reza con los ojos vueltos hacia el cielo. Buscan a Dios fuera de sí mismos. Y también los hay que inclinan su cabeza y la hunden entre sus manos. Creo que estos son los que buscan a Dios por dentro. -26 de agosto de 1941, martes, al anochecer Me exijo grandes cosas y, en momentos inspirados, creo que soy totalmente capaz de cumplirlas; pero la inspiración no dura mucho tiempo, y en mis rachas más mundanas me siento llena de repentinos temores de no poder cumplir la promesa o esos instantes «de exaltación». Pero ¿por qué tengo que conseguir cosas? Todo cuanto necesito es «ser», vivir e intentar ser un poco más humana. No se puede controlar todo con el cerebro; debe permitirse que las emociones e intuiciones jueguen libremente también. Conocer es poder, y probablemente por eso acumulamos conocimiento, por el deseo de ser importantes. En realidad, no sé. Pero, Señor, dame sabiduría, no conocimiento. O, más bien, el conocimiento que conduce a la sabiduría y a la verdadera felicidad, no el que conduce al poder. Un poco de paz, mucha bondad y un poco de sabiduría: cuando tengo esto en mí, siento que estoy actuando bien. -5 de septiembre de 1941, viernes, 9,00 h. Hay en algún lugar dentro de mí un tipo de lamentación y de bondad, así como un tanto 44

de sabiduría, que gritan por liberarse. A veces, diversos diálogos diferentes me recorren interiormente al mismo tiempo, imágenes y figuras, rachas, un repentino destello que debe de ser mi propia verdad. El amor por los seres humanos, por lo que debe ser duro luchar. No mediante políticas o mediante un partido, sino en mí misma. Un montón de falsa vergüenza de la que hay que deshacerse. Y hay un Dios. La chica que no podía arrodillarse, pero aprendió a hacerlo en la dura esterilla de cocotero de un desordenado cuarto de baño. Estas cosas son a menudo más íntimas que el sexo. La historia de la chica que progresivamente aprendió a arrodillarse es algo que me gustaría escribir del modo más exhaustivo posible. -22 de noviembre de 1941, sábado, por la mañana La primera oración más larga de sus diarios, recogida tras una breve oración hecha a primeras horas de la noche el día anterior, que Etty había concluido diciendo: «De repente, me encuentro de un humor muy raro». Algo me ha ocurrido, y no sé si es solo un humor pasajero o algo fundamental. Es como si hubiera sido retraída abruptamente hasta mis raíces y hubiera llegado a ser un poco más autónoma e independiente. Anoche, yendo en bicicleta por la fría y oscura Lairessestraat - ¡ojalá pudiera repetir todo cuanto balbuceé entonces!-, dije algo así como: «Dios, tómame de tu mano, te seguiré diligentemente y no me opondré demasiado. No eludiré ninguna de las tormentas que la vida me depare, intentaré afrontarlas lo mejor que pueda. Pero concédeme una breve tregua de vez en cuando. Nunca supondré de nuevo, con mi inocencia, que en mi camino se cruzará una paz que sea eterna. Aceptaré todo el tumulto y la lucha. Me encantan la calidez y la seguridad, pero no me rebelaré si tengo que sufrir el frío, si tal es tu voluntad. Iré adonde tu mano me lleve e intentaré no atemorizarme. Intentaré comunicar algo de mi calor, de mi auténtico amor por los demás, dondequiera que vaya. Pero no debemos jactarnos del amor por los demás. No podemos estar seguros de que exista realmente. No quiero ser nada especial; tan solo quiero ser fiel a lo que dentro de mí busca cumplir su promesa. A veces imagino anhelar la reclusión de un convento. Pero sé que debo buscarte entre la gente, fuera, en el mundo». Y esto es lo que haré, a pesar del cansancio y la aversión que a veces se apoderan de mí. Prometo vivir así al máximo. A veces pienso que mi vida no está más que empezando. Que las verdaderas dificultades están aún por llegar, aunque en ocasiones siento que ya he luchado bastante. Estudiaré e intentaré comprender, me permitiré sentirme totalmente desconcertada por cuanto se interponga en mi camino y aparentemente me desvíe; sí, me permitiré desconcertarme una y otra vez, tal vez para llegar a la mayor certeza. Hasta que deje de desconcertarme 45

y haya logrado un estado de equilibrio, pero, aun así, con la decisión de que todos los caminos me estén abiertos. -25 de noviembre de 1941, martes, 9,30 h. Me arrodillo una vez más sobre la áspera alfombrilla de cocotero, las manos cubriéndome los ojos, y oro: «Oh, Señor, que me sienta una conmigo misma. Que realice mis mil tareas diarias con amor, pero que todas y cada una de ellas surjan de un núcleo central más grande de devoción y de amor». Entonces no me importará realmente lo que hago o dónde estoy. Pero aún tengo un largo camino que recorrer. Me tragaré veinte pastillas de quinina hoy; siento algunas molestias por debajo del estómago. -3 de diciembre de 1941, miércoles, 8,00 h, en el cuarto de baño Amado Señor, no puedo invocarte en cada ocasión trivial. Que aquella vez", cuando te invoqué con verdadera pasión, por una profunda necesidad, aún me sigue dando fuerza y ha tenido un efecto duradero. Las oscuras ramas están sacudiendo de paso mi poco iluminada ventana. Iré a ponerme mi vestido negro y me pintaré de rojo los labios; entonces el ciego húngaro y mi amigo sordo se levantarán, y mucha otra gente, y tendré que ver de nuevo qué trae la vida. Si solo tienes que decidirte a adentrarte en cualquier instante de esta vida y no te resistes o te distancias, si te das cuenta de que no importa dónde estás o lo que haces, si solo tienes a Dios en ti..., entonces levántate ya, en este instante. -11 de diciembre de 1941, jueves, 16,30 h. Anoche, poco antes de irme a la cama, caí de pronto de rodillas en medio de esta gran habitación, entre las sillas de acero y la esterilla. Casi automáticamente. Forzada a bajar al suelo por algo más fuerte que yo misma. Hace un cierto tiempo, me dije: «Soy una aprendiz de quien se arrodilla». Aún sentía vergüenza por ese acto, tan íntimo como los gestos de amor, que tampoco puede expresarlos si no es un poeta. Una vez dijo una paciente a S.: «A veces tengo la sensación de que Dios está precisamente dentro de mí, por ejemplo cuando escucho la Pasión de San Mateo»'. Y S. dijo algo así como: «En esos instantes está usted en total unión con las fuerzas creativas y cósmicas que actúan en todo ser humano». Y estas fuerzas creativas, en definitiva, forman parte de Dios, pero necesitas valentía para expresarlo. 46

Esta frase ha estado resonando en mis oídos durante varias semanas: necesitas valentía para expresarlo. La valentía para pronunciar el nombre de Dios. S. me dijo una vez que le costó mucho tiempo atreverse a decir «Dios» sin sentir que había algo de ridículo en ello, aun cuando él era creyente. Y decía que rezaba cada noche, que rezaba por los demás. Y, sin sentir vergüenza y con todo el descaro de siempre, deseando conocer todo cuanto se puede conocer, pregunté: «¿Qué dice exactamente cuando reza?». Y de pronto se vio invadido por la vergüenza, sí, este hombre que posee respuestas claras y cristalinas a todas mis inquisitivas e intimidantes preguntas, y dijo tímidamente: «Eso no puedo decírtelo. No aún. Más adelante». -13 de diciembre de 1941, domingo, 10,30 h. Después de leer durante varios días El libro de las horas, de Rainer Maria Rilke13: Una gran confianza, una auténtica y enorme confianza, ha estado madurando en mí últimamente. Sintiéndome a salvo y con seguridad en tus manos, oh Dios. Ya no me distanciaré del todo tan a menudo de ese profundo fondo que está dentro de mí. Y cuando me sienta ferviente y eufórica, entonces no será algo forzado ni caprichoso, sino que estará basado en ese fondo. Ni quiero seguir tropezando con las esquinas cortantes del día. -21 de diciembre de 1941, sábado, 9,30 h. Y ahora son casi las 20,30 horas. La última noche de un año que ha sido el más enriquecedor, el más provechoso y, sí, también el más feliz de todos. Y si tuviera que poner en una cáscara de nuez lo que ha significado este año - desde el 3 de febrero, cuando tímidamente toqué la campanilla del número 27 de Courbetstraat y un personaje de aspecto misterioso que llevaba una especie de antena en su cabeza examinó las palmas de mis manos-, entonces diría: una mayor consciencia y, por tanto, un acceso más fácil a mis fuentes interiores. Antes, también solía ser una de las que ocasionalmente decían: «Realmente, soy religiosa, ¿sabe?». O algo por el estilo. Pero ahora, a veces, verdaderamente me hinco de rodillas junto a mi cama, incluso en las frías noches de invierno. Y escucho a mi yo interior; me permito ser orientada, no por nada de fuera, sino por lo que mana desde lo más hondo de mí. Aún no es más que un comienzo. Lo sé. Pero ya no es un comienzo inestable: ha echado raíces. -31 de diciembre de 1941, miércoles, 20,30 h. Realmente, lo peor que puede suceder es que parezca que se ha apagado el interruptor de 47

tu luz interior o, dicho más claramente, que parezca que Dios te ha abandonado. Pero anoche, orientada por [un] manantial de plenitud interior, tuve que arrodillarme, repentinamente, de nuevo en medio de la habitación, y cuando me levanté, el grisáceo amanecer ya no era un trozo de papel, sino que tenía las enormes dimensiones de antaño. -4 de enero de 1942, lunes, 9,30 h. Oh Dios, te doy las gracias por haberme dando tanta fuerza: el centro interior que regula mi vida se está haciendo cada vez más fuerte y más fundamental. Mis numerosas impresiones conflictivas del exterior se están llevando ahora de maravilla entre sí. Mi espacio interior es capaz de abarcar más y más, y los numerosos conflictos ya no privan el uno al otro de la vida ni son obstáculo el uno para el otro; y después de un día como el de ayer, me siento con el derecho a decir con convicción: la paz reina en mi ámbito interior, porque hay una autoridad central que lo controla. Creo que trabajo bien contigo, oh Dios, que trabajamos bien unidos. Te he asignado un espacio incluso más grande para que mores, y también estoy empezando a serte fiel. Casi nunca tengo que negarte más. Ni en los momentos frívolos y superficiales tengo que negar ya mi propia vida interior por un sentimiento de vergüenza. El poderoso centro extiende sus rayos hasta los límites más exteriores. Ya no me siento avergonzada de mis momentos más profundos, ya no finjo de vez en cuando no reconocerlos. Ayer por la mañana, en mi escritorio, inmersa en el trasfondo, y por la tarde la teatral atmósfera en casa de los Levie14. En la casa de los Levie defendí a Tideman's contra todas sus críticas. Ya no hay más conflicto en mí. Rilke y Marlene DietrichL6 se toleraban, por así decirlo, maravillosamente en mí. No tengo que negar a ninguno en un determinado momento para apreciar totalmente al otro. Pero ¡qué comparación tan tonta! ¿Cómo se me ha ocurrido? Y la intensa conversación con Jan Polak. Gracias solamente a ella, me di cuenta de que puedo expresar lo que me conmueve, de que tengo la valentía de decir lo que siento. Casi de dar testimonio de ello. Fue mu cho lo que me ocurrió ayer; fue un día enriquecedor, lleno hasta rebosar de nuevo, excesivo para ponerlo por escrito en su totalidad. Y ahora, a trabajar. Te doy las gracias, oh Dios, porque la paz y la tranquilidad reinan en mi interior, gracias a la fuerte autoridad central que ejerces Tú. Las fronteras más lejanas sienten tu autoridad y tu amor y se dejan guiar por ti. -9 de enero de 1942, viernes, 9,30 h. 48

Gracias, oh Dios. Gracias por querer morar en mí. Gracias por todo. -15 de enero de 1942, jueves, 8,00 h. El rosáceo florecer del cerezo sobre el fondo de la gris cortina está comenzando a morir poco a poco. Los tulipanes violeta están aún hermanándose caprichosa y orgullosamente buscando el aire, pero algunos tristemente fracasan. El tubo de desagüe de Káthe" está congelado, las mujeres van y vienen vestidas con pantalones, y los hombres con pañuelos alrededor de su cabeza; tenemos guisantes y flor de patata en nuestro pan; mi pequeña ciclista tiene mucha hambre, y en Rusia hace incluso más frío. Esta noche se sentía tan cómoda y calentita al volver a mi estrecha cama... Di gracias a Dios de nuevo, no por la cama caliente y la sopa de guisantes, sino por querer morar en mí una vez más. Nunca le doy las gracias por los bienes materiales que me da, ni debo rebelarme contra él en el caso de que me privara de ellos. Va en contra de mis principios dar las gracias por algo de lo que tanta gente carece. Las cosas no son lo que deberían ser con respecto a la distribución de bienes materiales en esta imperfecta tierra nuestra. Y me parece que es por puro azar el que uno acabe entre los saciados o entre los hambrientos. Nunca podré dar gracias por el pan de cada día cuando sé que muchos otros no tienen el suyo. Pero espero ser agradecida por otras cosas. Por tener a Dios morando en mí. Y esto nada tiene que ver con el hecho de estar bien alimentada. Al menos, esto es lo que me digo ahora a mí misma, junto a mi estufa caliente y tras desayunar aceptablemente. En realidad, las cosas no son tan simples como parecen. -23 de enero de 1942, viernes, 8,00 h. Esta mañana me encontré de pronto arrodillándome junto a la fría estufa en la sala de estar, diciendo: «Querido Dios, dame un poco de paciencia y un poco de amor por las pequeñas cosas de mi vida diaria. No permitas que me moleste la interminable tos de Han» 18. A veces tengo la sospecha de que tose más fuerte de lo necesario por puro efecto dramático. Pero debo recordar que la necesidad de dramatizar forma parte de su enfermedad y que, probablemente, sufre más por su estado melodramático que por la misma enfermedad... Y más tarde: «...y te pido que me des un poco de más compasión y comprensión para con el estómago siempre hambriento de Bernard y no pensar siempre que es un glotón, y dejar sinceramente de darle de mala gana cada bocado». El chico tiene realmente hambre, y yo no siento ninguna empatía con él porque lo veo como un materialista que solo piensa en comer. Pero debo intentar recordar que el 49

chico trabaja terriblemente duro, recorre largas distancias, a pesar del frío, para llegar a su trabajo, ha perdido bastante peso y está siempre hambriento. La actitud que tengo con respecto a él no dista mucho de ser inhumana. Y así podría proseguir... -21 de febrero de 1942, sábado, 9,30 h. Anoche a las 22,30 horas, cuando volví a mi pequeña habitación, donde las cortinas de una gran ventana se quedan siempre abiertas, estaba allí erguido mi pobre, deteriorado y solitario árbol. Una dubitativa estrella trepó por su austero cuerpo, descansando por un momento en el pliegue de una de sus ramas, y luego se perdió en el vasto cielo, dejando de estar atrapada en su ramaje. El Rijksmuseum parecía como una ciudadela a lo lejos. Entre la estantería de S., ancha y profunda, y mi pequeño catre de monje hay el suficiente espacio para arrodillarme. He estado queriendo escribir algo durante días, tal vez semanas, pero una cierta timidez - ¿o posiblemente una falsa vergüenza? - me ha impedido ponerlo en palabras. A veces, un deseo de arrodillarme recorre mi cuerpo o, más bien, es como si mi cuerpo hubiera sido hecho para arrodillarse. En ocasiones, en momentos de profunda gratitud, arrodillarme se convierte en un impulso irresistible, la cabeza profundamente inclinada y las manos frente a mi rostro. Se ha convertido en un gesto tan incrustado en mi cuerpo que tiene que expresarse de vez en cuando. Y me acuerdo de «la chica que no podía arrodillarse» y de la áspera esterilla de cocotero en el cuarto de baño. Al poner esto por escrito, aún siento un poco de vergüenza, como si estuviera escribiendo sobre lo más íntimo de mi vida íntima. Mucha más vergüenza que si tuviera que escribir sobre mi vida amorosa. Pero ¿existe, en efecto, algo tan íntimo como la relación de un ser humano con Dios? Algunos lo detestan a causa del reciente encuentro celebrado en Oxford19. Tan exhibicionista. Este hacer en público el amor con Dios. Tan báquico... Y luego todos esos piadosos hombres y viejas solteronas pequeñoburgueses al acecho de un hombre. ¡No! Nunca más. Tal vez está bien por una vez solamente, como experiencia. Pero también pretenden que uno observe todo como si pudiera representar una obra de teatro. -3 de abril de 1942, Viernes Santo, 8,30 h. La amenaza se hace cada vez mayor, y el terror aumenta de día en día. Descorro la oración en torno a mí como una oscura muralla de protección, me recluyo en ella como el que se mete en una celda monacal y luego sale más tranquilo, más fuerte y más sereno. Retirarme a la cerrada celda de oración se está convirtiendo en una realidad cada vez mayor, a la par que necesaria. Esa concentración interior levanta altas murallas en torno a mí, donde puedo encontrar el camino de vuelta a mí misma, juntándome en un todo, lejos de todas las distracciones. Me imagino un futuro en el que estaré arrodillada 50

durante días, sin parar, hasta que las murallas protectoras sean lo bastante sólidas como para impedir mi descontrol, mi pérdida y mi total desolación. -18 de mayo de 1942, lunes «A veces resulta duro asimilar y comprender, oh Dios, lo que quienes han sido creados a tu imagen se están haciendo entre sí en estos enloquecidos días. Pero no voy a recluirme más en mi habitación, oh Dios; intentaré mirar a las cosas a la cara, incluso los peores delitos, y descubrir al pequeño y desnudo ser humano en medio de los monstruosos restos provocados por las absurdas acciones del hombre. No me siento aquí, en mi tranquila habitación llena de flores, alabándote mediante tus poetas y pensadores. Eso sería demasiado simple, y, en todo caso, no soy tan espiritual como mis amigos tan bondadosamente piensan. Todo ser humano tiene su propia realidad, lo sé, pero no soy una visionaria fantasiosa, oh Dios, no soy una colegiala con un «alma bella» [Werner dijo de mi novela: «de un alma bella a un alma grande»20). Intento plantar cara a tu mundo, oh Dios, no huir de la realidad hacia mis bellos sueños - aunque creo que los bellos sueños pueden coexistir con la realidad más horrible - y seguir alabando tu creación, oh Dios, a pesar de todo». -29 de mayo de 1942, viernes, 11,30 h. Esta mañana tuve repentinamente que arrodillarme en la áspera esterilla de cocotero, en el cuarto de baño, con mi cabeza tan inclinada que casi se apoyaba en mis rodillas. Podría permanecer así durante días, mi cuerpo como las murallas seguras de una pequeña celda que me guarece justo en su centro. Ahora me estoy sintiendo más tranquila. Tal vez nos lleven tan lejos que resultará un misericordioso alivio el hecho de ser encerrados y no tener más preocupaciones y responsabilidades diarias. Entonces toda la responsabilidad será de ellos. También tenemos que pasar por estas crisis; no debemos hacernos ilusiones sobre el mundo en el que vivimos. -4 de julio de 1942, sábado, 9,00 h. «Amado Dios, vivimos tiempos de inquietud. Esta noche, por primera vez, me he tumbado en la oscuridad con los ojos enrojecidos mientras pasaban ante mí una escena tras otra de sufrimiento humano. Te prometeré una cosa, oh Dios, solo una pequeña cosa: Nunca cargaré el hoy con las preocupaciones del mañana, aunque ello requiera alguna práctica. Cada día se basta a sí mismo'. Intentaré ayudarte, oh Dios, a que no me abandonen mis fuerzas, aunque no pueda responder de ello por adelantado. Pero hay una cosa que cada vez tengo más clara: que tú no puedes ayudarnos, que nosotros te 51

ayudamos para que nos ayudes a nosotros mismos. Y todo cuanto podemos hacer en estos días y lo que realmente importa es proteger ese poco de ti, oh Dios, en nosotros. Y, posiblemente, también en otros. Lamentablemente, no parece que puedas hacer mucho en nuestras circunstancias, en nuestras vidas. Tampoco te responsabilizo por ello. No puedes ayudarnos, pero debemos ayudarte y defender tu morada en nuestro interior hasta el final. Es verdad que hay quienes, incluso en esta última etapa, están poniendo a salvo sus aspiradoras y sus tenedores y sus cucharas de plata, en lugar de salvarte a ti, Dios amado. Y hay quienes quieren poner a salvo sus cuerpos, que no son ya más que un refugio para miles de temores y de amargos sentimientos. Y dicen: "No dejaré que me atrapen en sus garras". Pero olvidan que nadie que esté en tus manos cae en sus garras. Estoy comenzando a sentir un poco más de paz, oh Dios, gracias a esta conversación que tengo contigo. Conversaré más veces contigo. Ten la seguridad de que pasarás conmigo momentos difíciles de vez en cuando, cuando mi fe se debilite un tanto; pero créeme: trabajaré sin descanso para ti y te seré fiel y nunca te apartaré de mi presencia. »Oh Dios, tengo la suficiente fuerza para sufrir a gran escala, pero hay más de mil preocupaciones diarias que me asaltan sin previo aviso como si fueran muchas pulgas. Así que por ahora me rasco y me digo: "Ya ha recibido suficiente atención este día por ahora, los muros protectores de un hogar acogedor aún me rodean como una prenda de vestir gastada y familiar, hay suficiente co mida para hoy, y la cama, con las sábanas blancas y las cálidas mantas, me aguarda esta noche, así que no permitas que desperdicie un átomo de mi fuerza en nimias preocupaciones materiales. Haz que use y pase cada minuto y lo convierta en un día provechoso, una piedra más en los cimientos sobre los que construir nuestro futuro tan incierto"». El jazmín que hay detrás de mi casa ha sido completamente arruinado por las lluvias y las tormentas de los últimos días; sus blancas flores flotan en las enlodadas charcas sobre el tejado del garaje de abajo. Pero en alguna parte dentro de mí el jazmín sigue floreciendo imperturbable, tan profusa y delicadamente como siempre lo ha hecho. Y difunde su fragancia en torno a la casa en la que tú, oh Dios, habitas. Ya ves que cuido de ti, que te traigo no solo mis lágrimas y aprensiones en esta tormentosa y gris mañana de domingo, sino también el fragante jazmín. Y te traeré todas las flores que encuentre en mi camino, y ciertamente son muchas. Intentaré que te sientas siempre en tu casa. Incluso en el caso de estar encerrada en una estrecha celda y una nube fuera a la deriva pasando junto a mi pequeña ventana con barrotes, te traería, oh Dios, esa nube mientras aún tenga fuerzas para hacerlo. No puedo prometerte nada para mañana, pero mis intenciones son buenas, puedes verlo. Y ahora me atreveré a salir en este día, me encontraré con mucha gente hoy, y los 52

nefastos rumores y las amenazas volverán a asaltarme como soldados enemigos que asedian una inviolable fortaleza. -12 de julio de 1942 [anotación titulada «Oración matutina del domingo»] Soledad, silencio y distanciamiento La soledad y el silencio permiten distanciarse del mundo exterior para oír mejor la voz interior. Etty llega a experimentar que en la soledad y el silencio puede discernir en ella la presencia dinámica de Dios. Protege este espacio interior contra el lógico deseo humano de depender de los demás, las circunstancias exteriores, el mundo exterior. Comparando su soledad con una «celda» monacal, anhela una estructura parecida a un convento que la protegiera del barullo y del ruido y de la interferencia del exterior. Las alusiones que hace Etty al ambiente monástico pueden deberse, en gran parte, a los libros que estaba leyendo: las obras de monjes y místicos cristianos, así como las novelas de Dostoievski. También encontramos detalladas descripciones de la vida monástica en El libro de las horas (1905), de Rainer Maria Rilke, una obra formada por tres partes de constantes oraciones íntimas dirigidas a Dios y que aparentan ser escritas por un monje ruso convertido en pintor y creador de iconos. Etty cita frecuentemente este libro y se lo había llevado consigo a Westerbork, donde, junto con la Biblia, lo guardó bajo su almohada. Los temas de la soledad y el silencio ocupan un lugar destacado en la escritura de Etty, como también la práctica mística del distanciamiento, el corte de relaciones emocionales y el desprendimiento del deseo de poseer a los demás. Mediante estas prácticas, puede discernir mejor su melodía interior, el tono central interior que sonaba en el lugar donde Dios mora. Lucha con sus relaciones con los demás, especialmente con Spier, puesto que perturban la «escucha atenta» a sí misma y el discernimiento de la presencia dinámica del alma y de Dios en su centro. Mantener un diario la obliga a su soledad y silencio y le permite dar un paso hacia atrás y echar un sincero vistazo a sí misma. Más tarde, es capaz de practicar la soledad, incluso en medio de una ruidosa muchedumbre, distanciándose interiormente; y, en consecuencia, es capaz también de percibir el flujo constante de la vida y su crecimiento en ella como un todo interconectado. Nunca debería nadie hacer de otra persona el centro de su vida. Esto es algo que debo tener siempre en la mente. Si estás atada a otra persona, esta absorberá tu fuerza, y el resultado será que tendrás menos que darle. Uno debe ser todo un mundo, con su centro en uno mismo, y a partir de este centro puede entonces irradiar energía o cualquier cosa poseas a los demás.

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Ayer estaba pegada a S. y sentí que me fallaban las fuerzas. En consecuencia, fui incapaz de estar tan intensamente implicada con él como suelo estarlo. También sentía una enorme ansia física de él. Y aunque, en el fondo, ese ansia no era en realidad erótica, poco a poco fui desarrollando hacia él tales sentimientos de cariño que sentí la necesidad de acercarme más a él. Aun así, deseo más al ser humano que al varón. Fue realmente la primera vez que no lo vi como un hombre altamente sensual y no me desprendí de sus brazos con una sensación de soledad. Pero también existe el peligro inmediato de apegarme excesivamente a él, así como la consciencia de que debo luchar por liberarme de él, de que debo vivir mi propia vida - yo estoy aún en el comienzo de la mía, mientras que él ha entrado ya en su última etapa. Tengo que cortar todos los hilos que siguen aumentando entre él y yo cada vez que nos encontramos. Me cuesta un gran dolor y requiere un enorme esfuerzo; pero si puedo mantener esta lucha hasta el final, seré más fuerte de lo que jamás he sido antes. -9 de junio de 1941, lunes, 9,30 h. Más arrestos, más terror, campos de concentración, el arbitrario sacar a rastras a padres, hermanas, hermanos... Buscamos el sentido de la vida, preguntándonos si aún queda algún resto del mismo. Pero esto es algo que cada uno debe resolver consigo mismo y con Dios. Y, tal vez, la vida tiene su propio sentido, aun cuando cueste toda una vida encontrarlo. Yo, por lo pronto, he dejado de estar aferrada a la vida y a todo; siento que todo es accidental, que hay que romper todas las ataduras interiores con la gente y apartarse de todo lo demás. Todo parece tan amenazante y siniestro... Y siempre esa sensación de absoluta impotencia. -14 de junio de 1941, sábado, 19,00 h. No somos más que vasijas huecas que la historia se encarga de relegar al olvido. Todo es azar, o nada lo es. Si creyera lo primero, sería incapaz de seguir viviendo, pero tampoco estoy totalmente convencida de lo segundo. De nuevo me siento algo más fuerte. Puedo debatir las cosas en mi interior. Tu primer impulso es siempre obtener ayuda de los demás, pensar que tú no puedes hacerlo, pero entonces, de repente, te das cuenta de que te has abierto paso luchando y de que has arrancado todo por ti misma, y eso te hace más fuerte. El último domin go (¿hace una semana solamente?) tuve el desesperado sentimiento de que estaba atada a él y de que, por eso mismo, estaba obligada a pasar una temporada de absoluta abyección. Pero me lo quité de encima, aunque no sé muy bien cómo. Ciertamente, no discutiéndolo 54

conmigo misma, sino tirando de alguna cuerda imaginaria con toda mi energía mental. Lo apoyé con toda mi fuerza y me mantuve firme, y de repente sentí volvía de nuevo a ser libre. Y después se produjeron aquellos breves encuentros (por la tarde, en el banco del Stadionkade, comprando en la ciudad), que fueron de tal intensidad que, al menos para mí, eran más importantes que todo cuanto había vivido. Todo fue gracias a la falta de apego; todo mi amor y simpatía, inquietud y felicidad se dirigían a él, pero ya no le exigía nada, no quería nada de él, lo aceptaba tal como era y disfrutaba con él. Me gustaría tan solo saber cómo lo hice, cómo conseguí liberarme. Si lo supiera, como en realidad debería, probablemente podría entonces ayudar a otros con los mismos problemas. Tal vez pueda compararse a un hombre atado a otro con una cuerda de la que tira hasta soltarse. Probablemente, tampoco él sabrá decir cómo lo hizo; todo cuanto sabes es que ha conseguido escaparse, que tenía la voluntad de hacerlo y que luchó con toda su fuerza. Esto es lo que debe haber ocurrido en mi interior. Y la lección que aprendí es la siguiente: el pensamiento no ayuda; lo que necesitas no es una explicación causal, sino voluntad y una gran cantidad de energía mental. -15 de junio de 1941, domingo, mediodía Conozco dos clases de soledad. Una me hace sentirme sumamente desdichada, perdida y desamparada, la otra me hace sentirme fuerte y feliz. La primera siempre aparece cuando siento que pierdo el contacto con mis semejantes y con todo las cosas, cuando estoy completamente aislada de los demás y de mí misma y no consigo verle finalidad alguna a la vida o una cierta conexión entre las cosas, ni tengo la menor idea de dónde encajo. Sin embargo, con el otro tipo de soledad me siento fuerte, segura, y conectada con todos, con todo y con Dios, y me doy cuenta de que puedo arreglármelas yo sola y de que no dependo de los demás. Entonces sé que formo parte de un todo significativo y que puedo transmitir a los demás una gran cantidad de energía. El primer tipo de soledad es la peligrosa. Es a la que debo hacer frente. Procede de la falta de coraje, de la que aún carezco, para ser yo misma y hacer frente al mundo. Por eso fue tan importante la carta que ayer recibí de S. Al principio, me sentí totalmente separada de ella, incluso distanciada de S.Luego me tumbé en la cama. Tendida de espaldas, me vinieron de repente varios pensamientos decisivos y productivos. Y fui de nuevo inundada de vida y calor, y me sentí muy cercana a esa querida y excelente persona. Mi enfermedad consiste, en última instancia, en que todo ser humano me resulta un extraño, que no echa realmente raíces permanentes en mi corazón. Ayer, de pronto, me resultó menos extraño. Sentí que era una cuestión seria y que tenía que 55

tratarla con la debida seriedad. Un ser humano no debe ser el fin de otro, sino el medio. El medio para alcanzar una posición más elevada de vida. El medio de liberarse de esta tierra excesivamente agobiante y de sus criaturas. Los unos con los otros, y a través de esta reciprocidad, debemos aprender a liberarnos unos de otros y a vivir conjuntamente con más libertad. Aunque bienintencionado, no está bien dicho. Cuesta toda una vida experimentar estas cosas clara y perfectamente y, luego, formularlas tan lúcidamente que alguien más pueda obtener algún beneficio de ellas. Ahí está ese tapón reprimiéndome de nuevo. Y, sin embargo, hoy he avanzado un poco más con respecto a ayer, aunque me vuelve el mismo antiguo dolor de cabeza y las mismas primeras punzadas de antaño de un dolor de estómago. Pero, aun así, algo he crecido, he cultivado un poco más de tierra, aunque vastas extensiones siguen en barbecho. Lo que más me duele es mi persistente incapacidad para decir las cosas, para expresarlas de tal modo que las palabras sean transparentes y pueda percibirse el espíritu detrás de ellas. Pero, nena, esto es recargar excesivamente las tintas. -9 de agosto de 1941, sábado, 15,00 h. Lo que hago es hineinhorchen («escucharme por dentro»; me parece que esta palabra es intraducible). Prestar atención a mí misma, a los demás, al mundo. Escucho muy atentamente, con todo mi ser, e intento descifrar el significado de las cosas. Siempre estoy muy tensa y atenta, siempre buscando algo, pero no sé qué. Bien es cierto que lo que estoy buscando es mi propia verdad, pero aún no tengo ni idea de cómo será. Voy ciegamente tras un seguro objetivo, puedo sentir que existe un objetivo, pero no sé dónde ni cómo. -23 de agosto de 1941, sábado noche, en el escritorio A veces, siento que toda palabra dicha y todo gesto realizado sirven meramente para agravar las confusiones. Entonces, lo que realmente deseo es refugiarme en un gran silencio e imponer ese silencio a todos. Sí, toda palabra puede agravar la confusión sobre este mundo tan atestado. -20 de octubre de 1941, lunes, por la mañana Antes, cuando me sentaba ante mi escritorio, me preocupaba siempre saber si no estaría desperdiciando la «vida real». En consecuencia, nunca podía centrarme en mis estudios. Cuando estaba fuera, en la «vida real», entre la gente, siempre deseaba 56

melancólicamente regresar a mi escritorio, y no era realmente feliz entre los demás. Pero ya se ha desvanecido la artificiosa división entre el estudio y la «vida real». Y ahora «vivo» realmente en mi escritorio. El estudio se ha convertido en una experiencia real «de vida» y ya no solo incumbe a mi mente. En mi escritorio me encuentro en medio de la abundancia de la vida y llevo al exterior la paz y el equilibrio interior que he adquirido en él. Antes, tenía que mantenerme apartada del mundo, porque sus muchas impresiones me confundían y me hacían desgraciada. Tenía que huir a una habitación tranquila. Ahora llevo esta «tranquila habitación» dentro de mí, por así decirlo, y puedo huir a ella en cualquier momento - tanto si estoy sentada en un tranvía abarrotado como si me encuentro en la ciudad. -9 de enero de 1942, viernes, 18,00 h. Parece que estoy consiguiendo un estado de equilibrio total. Ya no tengo que gatear sigilosamente en la esquina junto al armario para «prestarme atención a mí misma». Ahora escucho a lo largo del día lo que hay dentro de mí, e incluso, cuando estoy con otros, no tengo que retirarme, sino que puedo sacar fuerza de las fuentes más profundamente ocultas que habitan en mí misma. -19 de enero de 1942, lunes, 10,0 h. Esta mañana es toda mía. Y ahora que me he sentado tranquilamente, con este cuaderno de actividades, puedo ver lo dura que sigue siendo la situación y hasta qué punto se siente una dominada por la inquietud y la impaciencia. Siempre la misma vieja excusa: no tengo tiempo, estoy demasiado ocupada... Pero todo se reduce realmente a la propia inquietud. No permitir que la tranquilidad se desarrolle en toda su extensión, sino satisfacerse con los brevísimos momentos de paz e introspección que cada vez más se entretejen en la vida de cada día. Pero, por pura impaciencia, aún tropiezo en pequeños intervalos de tranquilidad, me siento demasiado fácilmente satisfecha, me engaño pensando que estoy «escuchándome» a mí misma. Pero ahora que, por primera vez en semanas, me estoy diciendo: «Esta mañana es toda mía», puedo ver cuánta impaciencia y deseo de «vivir al día» hay aún en mí. El tres de febrero cumplí un año más. Creo que celebraré el 3 de febrero como mi cumpleaños a partir de ahora - es más importante que el 15 de enero, el día en que me cortaron el cordón umbilical. Pero no voy a entrar ahora en ese tema. ¡Me parece ya tan lejano lo que ocurrió aquel 3 de febrero...! Durante días, no tuve necesidad de escribir nada, no necesitaba hineinzuhóren, porque me encontraba en un constante estado de «escucha de mí misma». (¿Por qué no puedo dar con el apropiado equivalente holandés a esta expresión alemana?). Dejé de decir mis oraciones entonces, porque estaba orando auténticamente en mi interior. Por la noche, cuando me 57

iba a la cama, era como si la rica cosecha del día se hallara amontonada en mis brazos, casi tan abundante como para abarcarla. Me alegro de que aquello ya no suceda. Uno tiene que ser removido de su propio centro para pasar a un estado de malestar de vez en cuando, para conseguir una mayor paz una vez más. No debe uno estar demasiado seguro de nada, pues entonces todo crecimiento se paraliza. Pero tampoco es sobre esto sobre lo que quería escribir esta mañana. No siempre es posible expresar directamente a la luz del día las palabras fruto de noches de soledad y de rica contemplación. Esto es algo de lo que también me he dado perfecta cuenta. ¡Cuánto os quiero, noches mías de soledad...! Me tiendo sobre mi espalda en mi estrecha cama, completamente abandonada a la noche - con sabañones, una botella de agua caliente, un resfriado y un chal de lana rodeando mi cabeza, aunque nada de todo eso importa. Frente a mi cama, la gran estantería de S. se mantiene aún como un templo amenazador, misterioso, la cortina abierta, la noche es una extensión gris junto a la ventana, los suelos del club de patinaje son una amplia y blanca estepa nevada. Me tiendo allí, sobre mi espalda, sintiendo cómo formo parte de un gran proceso de crecimiento. Anoche sentí de pronto que mi paisaje interior era como un trigal maduro. De noche, que suena tan simple y verdadera: en mi interior hay trigales creciendo y madurando. Pero cuando intentas pasar esas palabras por el umbral de la temprana mañana, parecen algo fuera de lugar. Anoche había muchas cosas que me habría gusta do rememorar para ponerlo por escrito sobre estas estrechas rayas azules, pero me he dado cuenta de que no es tan simple. «Todo es relación, y el dar a luz...» «y esperar la hora del nacimiento de una nueva claridad con profunda humildad y paciencia»`. Ya es mucho el simple hecho de constatar que uno forma parte de un gran proceso de crecimiento, más aún, el ser meramente consciente de este proceso. Creo que para demasiadas personas la vida sigue estando formada por momentos bastante desconectados, accidentales. -20 de febrero de 1942, viernes, 10,00 h. Esta última semana he tenido una prueba inequívoca de lo fuerte que he llegado a ser. Sigo a mi propia voz interior incluso en la casa de locos en la que trabajo, con cientos de personas charlando a la vez en una pequeña habitación, máquinas de escribir repiqueteando, y yo sentada en un rincón leyendo a Rilke. Ayer, de pronto, nos hicieron cambiar a todos a media mañana; las mesas y las sillas arrastradas por debajo de nosotros, la gente agolpada por las órdenes y las contraórdenes que se daban, incluso sobre la silla más pequeña, pero Etty estaba tranquilamente sentada en un rincón del sucio piso, entre su máquina de escribir y una bolsa de bocadillos y leyendo a Rilke. 58

Hago mis propias reglas y actúo como quiero. En medio de todo este caos y miseria, sigo mi propio ritmo, tanto que en cualquier momento, entre carta y carta, puedo sumergirme en las cosas que me importan. No es que me aísle de todo el sufrimiento que me rodea, sino que sigo mi camino. Ayer fue un día tonto. Un día en el que mi sarcástico humor se reafirmó y, de repente, me sentí como una niña exuberante. Dios, sálvame de una cosa: no permitas que me manden a un campo con la gente con quien ahora trabajo diariamente. Podría escribir cientos de sátiras sobre ellos... Hay un enorme silencio en mí que sigue creciendo. Y en torno a él se arrastran muchas palabras que le hacen a una cansarse, porque no puede expresar nada con ellas. Hay que expresar constantemente palabras sin sentido para encontrar mejor las pocas que necesita. Y en el silencio deben crecer nuevas formas de expresión. Son las 9,30 horas. Quiero sentarme aquí en este escritorio hasta mediodía; los pétalos de rosa están esparcidos entre mis libros. Una rosa amarilla se ha abierto por completo, y ahora me mira en toda su amplitud. Las dos horas y media que me restan se me antojan un año de aislamiento. Hay en mí un enorme silencio que va creciendo. Estoy muy agradecida por estas pocas horas... y por mi concentración, que va en aumento. Más tarde... Un día encontraré mis propias palabras para las cosas que tengo que decir; mientras, las sigo tomando prestadas de Rainer Maria. «...que, en realidad, no existen las decisiones. Esta es la verdad. Pues cuando una cosa se sigue tan lógica y libremente de otra dentro de ti, no hay espacio para la decisión. La cadena se desenrolla, eslabón tras eslabón, el uno unido al otro, ligera pero firmemente enganchados, moviéndose pero conectados interminablemente»23. -25 de julio de 1942, sábado 9,00 h.

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La vida indivisa PR lo general, en las tradiciones religiosas el compromiso con la vida indivisa implica un voto de celibato, la abstinencia de relaciones sexuales. Este voto se exige a los miembros de las órdenes monásticas y a algunos líderes religiosos, y se pronuncia ante una comunidad de fe durante una celebración litúrgica. Por otra parte, los laicos pueden comprometerse directamente con Dios o con otra persona a mantenerse célibes. La razón de este compromiso es garantizar una devoción leal a Dios y la suficiente libertad para mantenerse centrado y disponible para mucha gente. Puesto que Etty nunca deseó tener hijos, el matrimonio le parece una limitación que impide a las mujeres llegar a ser verdaderos seres humanos y compartir sus dones con toda la humanidad. El propio compromiso de Rilke sobre la vida indivisa' la inspira y la confirma. Se pregunta si de verdad es posible que una mujer se mantenga célibe sin violar su naturaleza esencial de mujer. Concluye que sí lo es, pero que exige un enorme esfuerzo a la mujer. Etty hace este esfuerzo. No obstante, persiste la tensión entre, por una parte, su fuerte apego emocional y erótico hacia Spier y, por otra, el hecho de que aquel hombre le resultara inalcanzable, la afinidad espiritual que siente con él y la libertad que disfruta cuando se distancia emocionalmente de él. Aunque Etty vive bajo el techo de los Wegerif y mantiene con él una íntima relación sin compromiso alguno, sus luchas interiores proceden de su apego a Spier. A la larga, los escritos de Rilke la ayudan a resistirse al deseo de la unión física con Spier y a desplazarlo y trascenderlo por una causa «más elevada». Su decisión de principios de julio de alistarse voluntariamente para trabajar en el Consejo Judío marca su determinación de llevar una vida indivisa por el bien de los demás y de Dios. Por ironías de la vida, fue entonces cuando se le presentó la oportunidad de casarse con Spier mediante un falso acuerdo legal con objeto de librarlo de ser deportado por las autoridades nazis. Spier moriría antes de que el plan se llevara a cabo. Etty, tengo algo muy serio que decirte. Piensas estar obsesionada por su boca, por sus ojos, por todo su cuerpo, y no poder librarte de ello. Pero no lo dudes: no dejas de darle vueltas en tu imaginación para recrearte. En cierto modo, quieres que se obsesione contigo y te persiga físicamente, porque a ti te gusta eso. Has llegado a acostumbrarte tanto en tu vida a conseguir hombres en tu imaginación, y de un modo tan descarado, que se ha convertido en un hábito del que te resulta difícil desprenderte tan de repente. 61

Pero debes ser muy consciente, querida, de que, si realmente no quieres nada de él, entonces no es necesario que ocurra. Aún eres como una niña con su juguete favorito, que lo toma constantemente para disfrutarlo y jugar con él un poco más. Y eso es lo que estás haciendo con S.Sigues deliberadamente haciéndole aparecer en tu mente, lo cual no es de sorprender, pues no se cruza una a menudo con alguien tan fascinante. Y el hecho de que también él esté a punto de involucrarse en una relación contigo le hace incluso más atractivo. Ahora está a tu alcance, y eso, más bien, halaga a tu vanidad; y, por encima de todo, hay en ello también algo muy vil, muy terrenal e «interesado»: todo esto puede ser mío, esa boca, esas manos, esos ojos; y, si soy franca - este papel guardará el secreto-, también siento que sería un pecado dejar que se fuera por la borda todo esto, que posteriormente lamentaría no haberlo aceptado cuando, probablemente, nunca vuelva a encontrarme con un hombre así. Y no olvides que tú eres un «reto» para él también, como él mismo ha dicho. Durante dos años, un hombre de su temperamento ha vivido sin una mujer, ha intentado permanecer fiel a su «solitaria novia que espera en Londres». Y yo estaría destruyendo esa fidelidad; sería mucho mejor que me uniera a su lucha por conservarla. También tengo una relación, después de todo. Amo a Han con un afecto bueno, puro y profundo; no quisiera hacer algo sin él en mi vida. Una persona no debe intentar tenerlo todo, aunque pudiera conseguirlo. Si puedo realmente ganar esta lucha, entonces me habré hecho más fuerte y, probablemente, habré logrado algo valioso por primera vez en mi vida. Ayer, su rostro era aún un paisaje amado, borroso pero omnipresente en el fondo. Ahora, ya nada es borroso, puedo ver claramente en ocasiones esos ojos vivos, con su increíble mirada pícara, y esa boca expresiva, móvil y llena de profunda emoción, sobre todo en esta tarde en la que todo el rostro vívido, restallante de ingenio, había perdido repentinamente gran parte de su habitual seriedad y brillaba con encanto - pobre Etty, ¡qué difícil lo tienes..! Pero debes usar tu voluntad, y no estoy convencida de que realmente sepas lo que quieres. Las tensiones, ciertamente, están siempre intensamente presentes en el fondo, pero puede darse una íntima relación humana a pesar de esas tensiones sin tener una aventura amorosa. Ahora bien, aunque he estado desahogándome tanto, tengo un sentimiento terriblemente tenso en mi cabeza, y me arden las mejillas. Voy a tenderme ahora en la alfombra delante de la chimenea, hacer algunos ejercicios de respiración e intentar adquirir algo de coraje. La tensión no procede de mi deseo por él, sino, pura y simplemente, de no estar al cien por cien segura de que no quiero tener una aventura amorosa con él - siempre hay un cierto porcentaje en contra. Aunque tengo construida una sólida estructura de fuerza de voluntad en mi imaginación, he dejado detrás una puertecita abierta, con el resultado de que la construcción no es tan sólida como po dría serlo, y por esta razón me siento tan tensa y alborotada. Lo mejor es tenerlo mentalmente tan claro como sea posible. ¡Qué tonta soy...!: sigo echando mano de este cuaderno de actividades para añadir 62

un poco más. Mi principal debilidad, de hecho, reside en que todo el tiempo, o muy frecuentemente al menos, me veo acosada por la gran pregunta, que en realidad es un vacío: ¿Vale la pena el esfuerzo de esta lucha? ¿Merece la pena oponer resistencia? ¿No deberíamos simplemente aceptar lo que la vida nos ofrece y dejarlo así? Probablemente, tras esta pregunta hay otra incluso más trivial: ¿quién te agradecerá que opongas resistencia o, dicho sin rodeos, a quién le importa un rábano? Sin duda, a Dios, y estas palabras, que repentinamente se vierten de la pequeña fuente de mi pluma, me llenan directamente de una humilde fuerza. Tal vez estas palabras - Dios te lo agradecerá - se conviertan en mi salvación. -19 de marzo de 1941, miércoles, 21,00 h. Él dijo que el amor a la humanidad es más grande que el amor a un solo hombre. Pues, cuando amas a una persona, estás amándote meramente a ti misma. Él es un hombre maduro de cincuenta y cinco años y ha llegado a esa edad en la que puede amar a toda la humanidad, habiendo amado a muchos individuos antes. Yo soy una chica corriente de veintisiete años y también estoy llena de amor por la humanidad, pero, por lo que sé, estaré siempre buscando a mi único hombre. Y me pregunto hasta qué punto es esta una discapacidad de la mujer: si es una antigua tradición de la que la mujer debe li berarse o si forma parte importante de su propia esencia, hasta el punto de que se haría violencia a sí misma si ofreciera su amor a toda la humanidad, en lugar de dárselo a un solo hombre. (Aún no puedo percibir cómo pueden combinarse ambas cosas). Tal vez por esta razón haya tan pocas mujeres científicas y artistas famosas: una mujer siempre busca a un hombre a quien pueda ofrecer toda su sabiduría, su cariño, su amor y su capacidad creativa. Ella suspira por un hombre, no por la humanidad... Tal vez, la verdadera y fundamental emancipación de las mujeres tenga aún que llegar. Aún no somos seres humanos completos; somos el «sexo débil». Todavía estamos atadas y enredadas en tradiciones de siglos. Aún tenemos que nacer como seres humanos: esa es la gran tarea que tenemos por delante. -4 de agosto de 1941, 14,30 h. Sí, nosotras, las mujeres, tontas, idiotas, ilógicas, nosotras, todas, buscamos el paraíso y el absoluto. Y, sin embargo, mi cerebro, mi hábil cerebro, me dice que no hay absolutos, que todo es relativo, infinitamente diverso y está en constante movimiento, y que, precisamente por esa razón, la vida es tan apasionante y fascinante, pero también muy dolorosa. Nosotras, las mujeres, queremos perpetuarnos en un hombre. 63

-25 de septiembre de 1941, jueves, 9,00 h. Ayer sentí como si un gran grito surgiera de este cuaderno: ¡Quiero un hombre, un hombre totalmente para mí! Una tiene estos momentos. En realidad, no quiero nada por el estilo. Siento que debo hacer muchas cosas en esta vida. A veces suspiro por un hombre como una definición, como una demarcación de mi propio ser, porque me aterroriza perderme en el espacio con un centro que me es desconocido. Pero mi centro debe estar en mí misma, en lo profundo de mi ser: eso es lo único que importa. Desconozco cómo sienten otras mujeres. Bueno, y ahora, por lo que respecta a mi programa diario, no es que sea excesivo - enseñar ruso una hora, y esta tarde quiromancia y, por supuesto, el dentista. El programa me agobia terriblemente hoy, pero no es bueno filosofar al respecto; debo, simplemente, ponerme a realizarlo. -3 de octubre de 1941, viernes, 9,00 h. De camino a casa de Tide, entre el club de patinaje y Euterpestraat, de pronto tuve la sensación de que Hertha2 iba a volver. Se me desgarró el corazón varias veces en aquel breve trayecto. Libraría una heroica lucha y luego me iría a la lejana Rusia, eso sí, después de haberle escrito un carta desgarradora para decirle que no era más que un frágil ser humano que no podía hacer frente a él y a Hertha unidos. Ni quería tener nada más que ver con su trabajo, y de repente me sentí muy dsconcertada al preguntarme si no habría elegido el trabajo por el hombre, en lugar del hombre por el trabajo. Y aunque sabía que nunca querría casarme con él, no podía soportar que tuviera otra mujer. Todo este asunto me hizo sentirme terriblemente mal durante un buen rato. Llegué a casa de Tide sintiéndome apesadumbrada y triste, pero, una vez allí, me lancé inmediatamente al fascinante paisaje de la palma de su mano y noté cómo volvía a dominar la disciplina y cuánto placer me procuraba. Y cuando vi que Wiep estaba tan triste y deprimida, llamó repentinamente toda mi atención, y mi propia tristeza se desvaneció totalmente. A menudo me pasa esto - cuando veo que los demás están tristes, recupero el ánimo y siento como si gritara: «Mira, en realidad no es todo tan malo; pasará...; te lo estás tomando más a pecho de lo que deberías...» Resumiendo: Estoy completamente segura de que superaré el hecho de la llegada de Hertha y de que podré hacerle frente, aunque requiera una cierta lucha, y eso es lo que estoy precisamente haciendo ahora mismo. Si veo que alguien sufre, olvido mi propia tristeza e intento comprenderle y ayudarle. 64

La vida es bella, aun cuando esté de nuevo peligrosamente al borde de la depresión y del caos. -3 de octubre de 1941, viernes, 23,00 h. Este esfuerzo por alcanzar la verdadera libertad interior es un proceso lento y doloroso. La certeza cada vez mayor de que no hay ayuda o seguridad o refugio en los demás. Que los demás, simplemente, están tan inseguros, débiles y desamparados como tú. Siempre tienes que valerte de tus propios recursos. No hay nada más. Lo demás es fingir. Pero ese hecho tiene que ser admitido una y otra vez. Especialmente, porque eres una mujer. Pues la mujer siempre desea perderse en otro. Pero eso también es una ficción, por más hermosa que parezca. No existen vidas totalmente convergentes. Al menos, no para mí. Tal vez, en algunos instantes. Pero ¿justifican esos instantes toda una vida juntos? ¿Pueden esos pocos instantes cimentar una existencia compartida? Todo cuanto pueden hacer es darte un poco de fuerza. Y, quizá, de felicidad. Bien sabe Dios lo duro que es estar sola. El mundo es inhóspito. Mi corazón se descontrola totalmente, pero nunca por una sola persona. Por toda la humanidad. Creo que este corazón mío es, en efecto, muy fértil. Antes, solía soñar con entregarlo a una persona. Pero no ha podido ser. Y cuando alcanzas estas dolorosas verdades con veintisiete años, a veces te sientes totalmente desesperada, sola y ansiosa, aunque independiente y orgullosa al mismo tiempo. Tengo confianza en mí y sabré arreglármelas. La única medida que tienes eres tú misma. Y la única responsabilidad con la que puedes cargar en la vida es la responsabilidad sobre ti misma. Pero debes hacerlo con todas tus fuerzas. Y ahora, a llamar por teléfono a S.... A S. durante una tardía llamada telefónica: «Antes me acostaría con libros que con hombres». «Eso es un paso de gigante». Y a Han: «No, no me hagas caer en la tentación; realmente, debo irme a dormir». Y Han, presto al enfado: «¡Claro, claro, una tentación! ¡Vete a acostarte con tus libros!»3 -21 de octubre de 1941, martes, después de cenar Ayer besé los cabellos de S., que están volviéndose totalmente gris en su sien derecha. Pero su cuello es aún tan joven... Le amo con un amor que intenta ser cada vez menos posesivo y que, por lo tanto, posee más y más. De vez en cuando, aún existen pequeños celos, arrebatos, descontentos y un terrible deseo. Pero todo esto es para bien. De otro modo, llegarías casi a pensar que eres una santa. 65

-20 de febrero de 1942, viernes, 10,00 h. Estoy muy enfadada con él. ¡Deseo tanto estar entre sus brazos...! Pienso que es muy mezquino de su parte dejarme tan hundida; me hace sentirme muy rebelde, pero apática al mismo tiempo. Ahora mismo, ni siquiera soy capaz de decir que lo amo. Todo me parece tan confuso... El deseo se «siente en su casa» dentro de mí, extendiéndose y apoderándose de toda mi vida interior y pesándome como el plomo. Son las ocho y media. Han se encuentra en la cama, un anciano que resuella y tose, con amables ojos azules. Todo es bastante deprimente. Mi cuerpo se siente muy joven, solo y traicionado. No hay ningún amable pensamiento en mí, estoy abatida y odio a todo el mundo. Aún no había alcanzado ese punto esta mañana, y no era en absoluto como el de ayer. Entonces disfruté de una despreocupada tarde de primavera con Alice Levie. Pero esta tarde, al ver de nuevo a S., rápidamente me ha venido. -1 de marzo de 1942, domingo, 20,30 h. Pues así es, y lo mismo me ocurrió también anoche: en tal ambiente de fiebre primaveral, una tiende a observar su deseo erótico y sexual como el verdadero centro de su ser. Pero de pronto me di cuenta una vez más de que no importa lo dominante que dicho deseo pueda parecer: es tan solo una parte, nada más. Y me quedó muy claro que escribir un pequeño texto en prosa o mantener una conversación con otro ser humano sobre las cuestiones fundamentales de la vida y la muerte me procurará siempre una mayor y más duradera satisfacción que un lecho conyugal. Y como me resultaba tan claro, a pesar del deseo que me atormentaba, prácticamente recuperé mi armonía. Deberíamos recordar siempre que estamos hechos de múltiples partes y que, si bien de vez en cuando podemos dejarnos arrastrar por una sola de ellas -lo cual tiene también su atractivo-, la mayoría de las personas se dejan dominar y arrastrar por esa única parte de tal modo que toda su vida se distorsiona y se desequilibra. -2 de marzo de 1942, lunes, 8,00 h. Convertirte en instrumento, no solamente en tu espíritu, sino también en tu cuerpo. Escribo esto, ciertamente, bajo la influencia de Rilke, de Rainer Maria, que en estas últimas semanas ha estado tan presente en mi vida como la vida misma y está convirtiéndose en un apoyo cada vez más importante para los tiernos brotes que están a punto de nacer tímidamente dentro de mí bajo la influencia de Rilke, aunque propiamente desde mi propio interior. Las extrañas tierras a las que habré de ir -y esto es algo que sé cada vez con mayor seguridad-, un desasosiego juvenil que está 66

convirtiéndose en certeza, y los numerosos rostros de personas que serán como otros tantos paisajes que habré de atravesar. Aún tengo que mejorar mucho en mi aprendizaje de idiomas, y luego debo escuchar, escuchar en todas partes, atender a la esencia misma de las cosas. Y amar, y despedirme y morir, pero para renacer...: todo tan doloroso y, sin embargo, tan lleno de vida... Tengo veintiocho años. A veces, pienso que soy una anciana, y sin embargo no estoy más que empezando. La experiencia de esta noche: las Elegías de Duino y algunas cartas de Muzot4. En principio, no había dado por perdido este día, que amaneció y acabó brindándome una vez más este pletórico y floreciente final. Noche tras noche, me voy a la cama con el corazón rebosante de agradecimiento. La intensa conexión con Rilke en estos últimos días tiene tanto peso sobre mí que mis propias palabras no pueden librarse de su influjo. Tenía que haber escrito por extenso a S.También esto ha sido un nuevo logro de la última semana: «No debes buscar cien pequeñas satisfacciones para un gran deseo; debes conservarlo entero, elevarlo a un plano superior, por así decirlo, y obtener de él fuerza e inspiración para amar a mucha gente». «Pero eso resulta tan duro a veces...». Sin embargo: «El deseo, después de todo, es siempre mayor que su satisfacción. Y probablemente es así como debe ser». De vez en cuando, saco mi cuaderno de mi cajón únicamente para añadir una sola línea. ¿Tendré alguna vez una experiencia de estas líneas tan intensa como la que tengo ahora? Unas cuantas líneas del poema de Rilke «Casi todas las cosas nos invitan realmente a unirnos»: «Todo ser habita en el único espacio: espacio interior del mundo. Las aves vuelan en silencio a través de nosotros. Ansioso de crecer, miro afuera, y dentro de mí crece el árbol»s. -8 de marzo de 1942, domingo, 22,00 h. De repente, aflora en mí de nuevo como una certeza cada vez mayor: Jamás he de casarme. Jamás dividiré el gran Deseo en una multitud de pequeñas satisfacciones. Tal vez ese Deseo encuentre, tan solo por una vez, grande inmaculado, un refugio seguro, una sola noche de amor, para después tener una que cargar con su enorme e indiviso Deseo y obtener de él la fuerza para amar a todos, y no solo sus propias y pequeñas 67

satisfacciones. «No se debe dividir el gran deseo de uno en cien pequeñas satisfacciones». Y, ahora, buenas noches. -8 de marzo de 1942, domingo, 23,00 h., en el cuarto de baño, con leche limpiadora en la cara La disciplina del trabajo Cuando no se emplea como un fin en sí mismo o como un ídolo, el trabajo puede ser una disciplina para olvidarse de uno mismo mientras encuentra su verdadero yo en ese mismo proceso. Este olvido de sí mediante el trabajo puede ser un acto de culto y adoración a Dios. Los efectos sanadores del trabajo son resaltados por la regla monástica más antigua de Occidente, la Regla de San Benito, según la cual los monjes y las monjas alternan períodos de oración y de trabajo, «ora et labora». Por eso se le daba un valor espiritual al trabajo de la gente corriente, a diferencia únicamente del trabajo de los miembros de una orden religiosa. Posteriormente, se desarrolló una aparente yuxtaposición entre el trabajo y el culto que fue reconciliada por reformadores como Ignacio de Loyola, cuya espiritualidad de encarnación vio en el trabajo y su diligente búsqueda y realización un medio de culto y de alabanza para mayor gloria de Dios. Etty descubre que el trabajo, por muy insignificante que sea, puede ser una disciplina espiritual que ayude a acercarse a Dios. Centrándose en su actividad, obtiene un sentido de olvido de sí, un sentido de armonía y de paz interiores, la sensación de ser una consigo misma y con Dios. Si bien nunca fue particularmente una buena estudiante en el instituto o en la universidad, comienza a apreciar el beneficio espiritual que supone el abordar fielmente las tareas cotidianas. Las tareas que asume son mantener un diario, hacer sus traducciones del ruso, preparar y dar las clases de dicho idioma y trabajar su yo interior. Se toma más en serio sus tareas domésticas e incluso está dispuesta a buscar un segundo trabajo como ama de llaves o como dama de compañía. El trabajo con Spier, sin embargo, está lleno de tensiones: disfruta con el contacto habitual con él y aprende a ayudar a los demás, pero también se siente agobiada por su apego romántico, que se enciende nuevamente con cada contacto. Al final, comienza a aceptar las cargas y exigencias de todo tipo de trabajo. Lo que anteriormente consideraba interrupciones e intrusiones en su tiempo de escritura, lectura y búsqueda interior, lo acoge ahora como oportunidades para su desarrollo espiritual, para el incremento de su consciencia y como nuevos modos de discernir la presencia de Dios.

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Nunca se consigue nada a cambio de nada. Fuerte tensión interior. Dificultad. Detrás de Lermontovó aparece inevitablemente el rostro arrugado y ceniciento de S., la manera en que se sentó ayer a la mesa, abstraído en sí mismo, conteniendo sus energías, con esos ojos inteligentes que se asoman a esa cálida fuerza, a ese íntimo y fascinante mundo que es él. Oh, querida, de algún modo todo esto se asemeja demasiado a una fina caligrafía, pero todo cuanto hice fue garabatearlo; me parece que lo mejor es que abandones la pluma. Y esta es la dificultad que tiene el trabajo. Siempre estoy deseando acercarme a ese rostro querido, hablarle, acariciarlo, ocuparme de él en mi imaginación; pero lo que hago es rechazarlo y halar como un carretero: sencillamente, no debe ocurrir en absoluto, pues tengo trabajo que hacer, y al final consigo realmente, a base de una gran concentración, estudiar un poema de Lermontov. Trabajar con concentración es lo más maravilloso que hay, pero, ¡cielo santo, cuánto esfuerzo exige...!. Y ahora, debo irme a clase. Mi actitud hacia ella ha cambiado. Antes, es decir, la semana pasada, medio escuchando y medio soñando, no dejaba de pensar, diciéndo me: ya repasaré más tarde lo que dice, pero primero voy a darme el gusto de solazarme en estas encantadoras fantasías. Verdaderamente vergonzoso, poco convincente y horrible, porque mientras sigas sintiéndote tan indiferente, no surgirá nada de todo ello. Pero ahora tienes que prestar atención. ¡Debes quererlo! Todo depende de eso. -11 de marzo de 1941, martes, 10,30 h. No debes estar preguntándote constantemente cómo te sientes; simplemente, debes ponerte a trabajar. Entonces, un hermoso día, el trabajo ocupará el lugar de tus sentimientos de todo tipo, que es como debe ser... Cualquiera que emprenda una tarea importante debe olvidarse de sí. Siguiendo este lema, me he confiado a S. La palabra «importante» es algo que de momento no necesito aplicarme a mí misma, aunque tengo fundadas sospechas de que, si me olvidara de mí, aún podría lograr algo importante. Pero, de hecho, es algo de lo que tampoco debería preocuparme, algo que ya irá aclarándose con el tiempo, y el carácter de mi trabajo futuro dependerá de mi actitud para con el trabajo que ahora mismo realizo. Por encima de todo, no debo fantasear sobre el futuro; ni siquiera debo pensar esta mañana cómo me irá esta tarde con S.Esta es la única forma de experimentar intensa y absolutamente la realidad, sin dejarse inquietar por ideas preconcebidas, que no tienen por qué corresponderse con la realidad y no hacen más que desilusionar, cansar y confundirle a uno. Pero ahora viene el problema del idioma eslavo eclesiástico'. De alguna manera, tengo que aprender a eliminar la barrera. Simplemente, no encuentro explicación alguna 69

para la tremenda inhibición que experimento con respecto a esta parte de mi trabajo. Durante meses, he estado sentándome allí limitándome a observar, y siempre que acabo decidiéndome a aceptar esta antigua lengua búlgara una vez más, es como si se me hiciera un nudo en la garganta y siento palpitaciones y tanta antipatía y ansiedad que inmediatamente me pongo a hacer otra cosa y me engaño a mí misma diciéndome que ya lo haré «mañana». Y así durante meses y meses... Pero ahora, querida, toda esa confusión tiene que acabar. El sermón comienza como sigue: no puedes permitirte el lujo de preguntarte si te gusta o no la materia o si le ves o no algún sentido; es algo que forma parte de tus estudios, del trabajo que has elegido, por lo que no es en absoluto bueno que te preguntes si debes hacerlo mañana, o pasado mañana, o «algún día». No, tienes que ponerte a ello hoy mismo. Por eso ahora echo mano cuidadosamente de mis apuntes de clase, y es como si tuviera que deshacerme de unas enormes y pesadas rocas de granito, pero tengo decidido que voy a comenzar de inmediato. Y si realmente consiguiera volver a interesarme en el tema y regresar junto a Van Wijk, en Leiden8, entonces sería una de las mejores cosas que S. habría hecho por mí hasta ahora. -12 de marzo de 1941, miércoles, 9,00 h. Amsterdam, 16 de marzo de 1941 Estimada Señora: En respuesta a su anuncio en el Handelsblad del 15 de marzo, me tomo la libertad de hacerle saber lo siguiente: Soy una estudiante de literatura de veintisiete años, por tanto una estudiante madura; con anterioridad, he estado trabajando en otros distintos campos. Desde hace algún tiempo, he estado buscando un trabajo a tiempo parcial, preferiblemente de carácter no intelectual. Me llamó la atención su anuncio, porque sentí que significaría un agradable cambio, con respecto a mis empeños intelectuales, obtener la compañía de alguien y ofrecerle mi propia compañía. Quisiera añadir que, desde hace años, he podido pagar mi comida y mi alojamiento prestando mi ayuda y haciendo compañía a una familia que también tiene empleada a un ama de llaves. 70

Espero tener noticias suyas lo antes posible. Sinceramente suya... Mis prioridades en la vida han cambiado de pronto. Antes, me gustaba comenzar el día con el estómago vacío leyendo a Dostoievski y a Hegel, y en momentos un tanto extraños también podía zurcir unas medias, si no tenía más remedio. Ahora comienzo el día, en el sentido más literal, con las medias, y poco a poco voy abordando las demás tareas esenciales hasta llegar a los niveles más elevados, donde puedo encontrarme de nuevo con los poetas y los filósofos. Tendré que sudar sangre para depurar mi estilo de todo ese pathos, si es que alguna vez he de conseguirlo; aunque, en realidad, todo se reduce a buscar las palabras apropiadas. -16 de marzo de 1941, sábado, 11,00 h. Comieron hasta hartarse y se aferraron cada vez con más fuerza a la tierra firme. Y ello después de un bocadillo de tomate, otro de sirope de manzana y tres tazas de té con azúcar de verdad. Tiendo a coquetear con el ascetismo, a pensar que me gustaría soportar el hambre y la sed, el frío y el calor. Pero todo ello no es más que absurdo romanticismo, porque en cuanto siento el más mínimo frío, lo que más me gusta es meterme en la cama y no salir de ella. Anoche le dije a S. que todos esos libros son realmente malos para mí, al menos algunos de ellos. Que me hacen perezosa y pasiva, y no deseo otra cosa que leer. De su respuesta tan solo recuerdo una palabra: «corrupción». A veces cuesta tanto esfuerzo soportar la rutina diaria - levantarse, lavarse, hacer ejercicio, ponerse unas medias sin agujeros, poner la mesa..., en suma, las cosas más básicas - que apenas queda tiempo para otras cosas. Sin embargo, cuando, al igual que cualquier otro ciudadano decente, me levanto a tiempo, me siento orgullosa de haber conseguido algo maravilloso. Esto es lo que necesito desesperadamente: la disciplina exterior, al menos mientras mi disciplina interior siga siendo tan imperfecta. Si me quedo una hora más en la cama por la mañana, no significa que necesite dormir más, sino, simplemente, que soy incapaz de hacer frente a la vida... Haz lo que tu mano descubra que tienes que hacer hoy y no pienses en mañana. Haz tu cama y lleva las tazas sucias a la cocina y afronta todo lo demás tal como se presente. Llévale hoy a Tide algunos girasoles, prepara Gore ut uma9, enseña a esa adolescente 71

algo de pronunciación en ruso y realiza el trabajo sobre las tendencias esquizoides que se sustraen a tus capacidades psicológicas de comprensión. Haz todo lo que tu mano y tu espíritu descubran que debes hacer, vive plenamente cada hora y deja de preocuparte por tus pensamientos y tus temores. Tendré que hacerme cargo de nuevo de tu educación, querida. -20 de octubre de 1941, lunes, por la mañana Siento una terrible antipatía por el trabajo en casa de S. Tengo la sensación de estar perdiendo el tiempo, de que no tiene sentido. En contra de este sentimiento se me ofrecen los siguientes argumentos conscientes: considera el trabajo como un hermoso y pequeño quehacer, como algo que te proporciona algún dinero, aunque no sea mucho; nunca sabes qué beneficio te puede reportar, y además es interesante. En cualquier caso, es enorme la antipatía que me inspira es enorme y la sensación de que no lo necesito. Hasta me duele el estómago y experimento un sentimiento de frustración que me impide afrontar cualquier cosa, incluida la lección de ruso que tengo que dar mañana. Anoche, en cambio, sentí todo lo contrario: euforia. Estuve leyendo Psicoanálisis y Filosofa, de Pfister. Pude entenderlo y obtener bastante información, y pensé con gratitud en S. y hasta qué punto el ensanchamiento de mi horizonte se lo debo a él, al contacto personal con él, pero también al trabajo psicológico que con él he realizado. Siento hacia él un sincero y honesto amor y agradecimiento. Ahora, en cambio, una enorme antipatía. Tendremos que afrontarlo como es debido por una vez, examinarlo atentamente cuando vuelva de nuevo el entusiasmo. -21 de noviembre de 1941, viernes Un breve instante más de luz antes de caer dormida. Es verdad, estoy plenamente segura de ello: de que trabajo muy duramente. Mis seres más cercanos y queridos sonreirían si me oyeran, pero, en mi interior, en mi cerebro, hay un enorme taller donde no cesa el trabajo, el esfuerzo, el sufrimiento y el sudor. Pero no sé cuál podrá ser el producto final. No se trata tan solo de una vaga ensoñación. Hay algo que pide a gritos que se le dé forma. Algo está actuando, y en momentos así lo acepto sin reparos. «Deja a un lado la vida como algo demasiado difícil de manejar», garabateé esta mañana en un papel, lo cual se me antoja ahora una afirmación mezquina e irresponsable. Sé que tendré que vivir mi vida al máximo, ocurra lo que ocurra. Y mi 72

taller interior nunca debe cerrarse; tengo que mantenerlo listo. -22 de noviembre de 1941, sábado, por la tarde Bien, sencillamente, no voy a hacerlo. Es como una crónica violación de mí misma. No voy a practicar más la quiromancia, y punto. Soy simplemente incapaz de hacer semejante cosa. Tener un cierto conocimiento de la técnica aún será de ayuda, porque podré seguir su argumentación bastante mejor. Acabo de telefonear a esa infantil doncella india10 para decirle que no tengo tiempo libre, lo cual indica que hablo en serio, ¿no? Una persona no debe permitirse, sencillamente, dejar que modifiquen su rumbo. Ni siquiera por ganar quince florines extra. Es mejor circunscribirse a un único campo. Seré feliz de ser su secretaria, y el aspecto psicológico me interesa realmente. Pero por lo que respecta a lo demás, se acabó. Y ahora a leer La Rusia contemporánea, de Karl Nótzel. De pronto me he dado cuenta con la misma claridad de que el asunto de la correspondencia comercial tampoco es para mí, al menos no más que la quiromancia. La psicología, en cambio, sí, pero de un modo puramente teórico y como un instrumento para acercarme más a la literatura. ¡Qué lástima que la voz de la señora sonara de repente tan triste al otro lado del teléfono...! Pero ya está. No me importaría tener que ganarme la vida algún día lavando platos, haciendo algo en lo que no estoy emocionalmente implicada, mientras tenga un campo de estudio que me interese. Sinceramente, es un alivio, y no pereza por mi parte; pero todo estaba volviéndose demasiado estúpido. Tengo curiosidad por saber cómo se lo diré a S. -24 de noviembre de 1941, lunes, 11,30 h. Mira, oh Dios, haré todo lo que pueda. No me desentenderé de la vida. Permaneceré aquí abajo y trataré de desarrollar los talentos que pueda tener. No seré una saboteadora. Pero dame un signo de vez en cuando y permite que la música fluya de mi interior, que se exprese lo que hay dentro de mí, pues desea hacerlo desesperadamente. -24 de noviembre de 1941, lunes, 17,30 h. Frío, dolor de vientre, la casa sigue estando en absoluto desorden. Últimamente, en esos momentos en que la sensación de frustración amenaza con 73

abrumarme, me pregunto siempre: ¿de veras es eso lo que quieres decir cuando afirmas que tienes la intención de tomarte la vida en serio? Es perfectamente posible que en los buenos momentos te sientas movida a decir: «Confío en Dios, quiero hacer algo con mi vida, acepto todo el sufrimiento que pueda presentárseme». Pero ¿piensas eso en serio cuando, de hecho, te hundes ante la más mínima depresión? Con todo, últimamente no me permito hundirme. Me estoy esforzando por vivir de un modo más estable y con menos altibajos, por movilizar todas mis energías, mantenerlas movilizadas, y, aún así, tener sueños. Debería uno ser capaz de combinar todo esto. Antes, malgastaba muchos días, precisamente a causa de la frustración, echándome a perder. Me permitía el lujo de leer tumbada en un diván, dormir muchas horas y no dejar de soñar. Hasta que llegaba el momento en que me sentía nuevamente llena de energía y dispuesta a todo. Pero si debo tomar en serio y no como meros impulsos ocasionales los momentos en que siento que algo en mi interior se esfuerza por crecer, y decido emplear mi tiempo de manera provechosa, entonces, debo seguir viviendo y trabajando aunque me sienta menos inspirada y más desanimada, con independencia de lo inútil que pueda parecer en ese momento. De lo contrario, esos momentos de inspiración serán meras islas. Un momento de verdadera inspiración tiene que ser capaz de brillar y procurarte energía para mucho tiempo. Todavía te preguntas demasiado a menudo si esperas vivir en la cumbre y si te sientes defraudada cuando la vida es un tanto gris y ordinaria o, simplemente, resulta difícil. Antes, siempre que me sentía con un aspecto horrible y deprimida por ese dolor de estómago que me aflige todos los meses, pensaba que tenía carta blanca para no hacer absolutamente nada, para abandonarme y esperar hasta sentir que podía empezar de nuevo. No me malinterpretes, no tienes siempre que vivir con tanta intensidad: de hecho, podría ser malo para ti; pero sí podías tratar de darte un ligero empujón de vez en cuando, tomar la firme decisión de seguir un determinado camino e intentar no abandonarte a las primeras de cambio. Pero la verdad es que las cosas han ido mucho mejor recientemente. -2 de diciembre de 1941, martes, 9,30 h., en el cuarto de baño Resulta inaceptable lo desorganizada que soy. Tal vez por eso tengo últimamente la sensación de que no estoy haciendo lo suficiente, y en ocasiones me parece que mi agenda está demasiado llena y que no hay espacio para más. Pero no tiene por qué ser necesariamente así, como bien sabes. Eres un absoluto fracaso, querida. Es verdad que ahora te sientes horriblemente, y físicamente bastante 74

fastidiada, pero eso no es razón para mandarlo todo al diablo. No tiene nada de especial trabajar, etc., cuando te sientes en forma. Es precisamente en esos otros días, en tus días malos, cuando tienes que mostrar de lo que eres capaz. No te compadezcas de ti misma. Si de veras quieres superar la mediocridad, entonces tienes que vivir de diferente manera. Higiene y organización interiores. No seas perezosa ni malgastes tanto tu tiempo. -4 de diciembre, jueves, 9,00 h. Han atraviesa apresuradamente la habitación, observa cómo hago garabatos junto a la estufa y me pregunta con ironía: «¿Otra vez con tus pensamientos? ¿Estás expresando de forma más sublime lo que sientes al fregar los platos?». Y yo no puedo evitar pensar que él no sabe lo que significa. Mi querido Han... La última lata de sirope de manzana se ha terminado en el desayuno. Pero aún tengo dos tazas de té, pero no adulterado, y eso que ya llevamos un año y medio de guerra. Comenzaré con un poco de gramática, revisaré de nuevo la traducción de Bordewijk y prepararé la lección de Hetty. Tú habitas en lo profundo de mí, oh Dios. Amo esta vida. Mientras tanto, Han me cuenta por enésima vez cómo se deshace correctamente una cama y, de repente, añade: «Pero no dejes que me perturben tus más sublimes pensamientos». Son las nueve y media de la mañana y ya se han descorrido las cortinas opacas, pero hay un montón de luces que siguen encendidas, pues la mañana parece todavía un tanto lúgubre al otro lado de las ventanas. Fuera de la casa se extenderán de nuevo las amplias estepas heladas. Y, ahora, a seguir con ello, ¡maldita sea! -12 de enero de 1942, lunes, 9,00 h., junto a la estufa Sencillez de discurso y de estilo de vida La moderación en las palabras y la sencillez en el estilo de vida son formas de centrarse en la vida del espíritu, en la verdad y la vida interiores. Las prácticas monásticas del silencio y la soledad son una hoja en blanco, por así decirlo, en la que se vierten las palabras y se mide la propia actividad. Desnudan a la persona de los adornos exteriores y de todo lo innecesario, para hacer que brille a partir de ese momento la pura belleza interior. Etty aprecia la sencillez en el discurso. Como aspirante a escritora, se siente atraída especialmente por los poetas, porque han desarrollado el don de expresar lo esencial de la vida o el alma de las cosas empleando pocas palabras. En alemán, poesía se dice Dichtung, que, traducido literalmente, significa «compresión». Insegura de su talento para escribir, lucha constantemente por encontrar las palabras exactas con que 75

expresar sus ideas. También es consciente de los excesos de su vida, especialmente con respecto a los libros y a su voraz hábito de leer. Cuando las dos pequeñas habitaciones alquiladas por Spier resultaron demasiado pequeñas para que en ellas tuvieran cabida su actividad terapéutica y su vivienda, Etty se ofreció a guardar la gran biblioteca en su habitación en casa de los Wegerif. Los «1.100» libros que tiene a su alrededor someten a prueba constantemente la tentación de glotonería y exceso. Etty también admite que el goce de las experiencias de placer fisico, la conversación superficial y las actividades de entretenimiento parecen diversiones innecesarias y la desvían de su intento de descansar en su centro y tener comunicación con Dios. Por lo que a las condiciones de vida se refiere, los años de la guerra (1939-1945) habían creado un entorno de penuria y escasez de bienes y alimentos para la gente que, necesariamente, les impuso un estilo de vida sencillo. Como ayudante de Spier, Etty recibía a solas a los clientes, los escuchaba y realizaba cabo entrevistas y reuniones. Una de los clientes era Liesl Levie", madre de dos chicas, Miriam y Renate, y esposa de Werner, un director de ópera. «Todo cuanto tenían - en Alemania - había sido saqueado, robado o quemado», por lo que habían huido a Holanda. ¿Qué voy a hacer esta tarde con esa indefensa mujercita de carácter infantil (a veces da esa impresión)? Parece esperar algo de mí. Creo que, simplemente, le leeré El significado de la psicología para el hombre moderno, de Jung. Y he de asegurarme de que las tardes con ella no degeneren en visitas superficiales, sino que de ellas resulte algo positivo para las dos. Antes, a menudo era tan irreflexiva y superficial en mis relaciones con el prójimo - te reunías, y a veces las cosas salían bien; pero de pronto podía saltar una chispa y hacerte perder el tiempo un poco más. Ahora ya no puedo hacer eso. Dado que ahora existe una fuente sumamente palpable, llena de vitalidad, motivadora y profunda dentro de mí, y dado que estoy constantemente consiguiendo una claridad y una precisión mayores, ya no disfruto con unas relaciones humanas confusas u ocasionales. -14 de enero de 1942, 11,30 h. Ser muy discreta e insignificante, esforzándome siempre por lograr una mayor simplicidad. Sí, llegar a ser sencilla y vivir sencillamente, no solo dentro de mí misma, sino también en mis relaciones diarias. No levantar oleadas en torno a mí, no intentar tan insistentemente ser interesante, mantenerme a distancia, ser honesta, combatir el deseo de que los demás piensen que soy fascinante. En su lugar, alcanzar la auténtica simplicidad en mi vida interior y en mi entorno. Sí, ser genuinamente modesta y sencilla, 76

esperar, estar abierta, permitir el crecimiento y también el trabajo. Sí, el trabajo. No importa en qué. Aún no he encontrado un sólido fundamento bajo mis pies, pero si se trata de ensayos en ruso o de leer a Dostoievski y a Jung, o de tener una conversación, todo eso puede ser trabajo. Y tener la confianza de que todo se unirá, y que cualquier cosa saldrá bien al final. Esta confianza es algo que he tenido desde hace tiempo. Trabajos y acciones que se engranan y encajan, sin espacios vacíos entre sí, y mucho trabajo firme y constante. Y ser bastante modesta. -1 de abril, miércoles, primeras horas de la tarde Una cosa más: a veces pienso que algún día seré capaz de escribir, de describir cosas; pero luego, de repente, me in vade el cansancio y me digo a mí misma: «¿Para qué todas estas palabras?». Deseo que toda palabra que yo escriba nazca, nazca verdaderamente, que ninguna de mis palabras sea artificial, que todas y cada una de ellas sean esenciales. Porque, de otro modo, no hay nada que lo justifique en absoluto. Por eso es por lo que nunca podré ganarme la vida escribiendo y deberé siempre tener un trabajo para ganarme mi sustento. Toda palabra debe nacer de una necesidad interior; escribir no debe jamás ser otra cosa. -22 de abril de 1942, miércoles, 23,00 h. Tendré que dejar por completo la quiromancia y emplear el tiempo libre para mis estudios de ruso. No debo escindirme entre cosas que no son esenciales para mí. Tengo que tener la valentía de decírselo así. Anoche, por ejemplo, estuve con Aleida Schot'2 al menos durante una hora que se me hizo demasiado larga, no sé por qué, probablemente porque sentí que se tomaría a mal que me marchara. Si realmente me tomase la vida en serio, no sucederían cosas de este tipo. Me divido y me dedico a cosas que no son necesarias ni para mí ni para los demás, y siempre a causa de ese sentimiento concomitante de que podría herir a la otra persona y a los demás, lo cual es, sin duda, una forma de encubrir el temor a que los demás puedan pensar mal de mí. A fin de cuentas, eso también es depender de los demás, de la opinión que tienen de mí, lo cual en realidad es su problema, no el mío. -4 de junio de 1942, martes, 22,45 h. Esta tarde he estado viendo con Glassner13 unos grabados japoneses. Así es como quiero yo escribir: con toda esa cantidad de espacio alrededor de unas pocas palabras. Odio la palabrería. Las únicas palabras que deseo escribir son las que están naturalmente entretejidas con un gran silencio, no las que sirven meramente para ahogar el silencio y 77

perturbarlo. Las palabras deberían servir, simplemente, para acentuar el silencio. Justamente como aquel grabado con una ramita florecida en la esquina inferior. Unas cuantas y delicadas pinceladas - ¡pero con qué atención al más mínimo detalle... !-, y en torno a ellas mucho espacio, pero no un espacio vacío, sino inspirado. Las cuatro cosas importantes en la vida pueden decirse con pocas palabras. Odio la acumulación de palabras. Si alguna vez escribiera - pero ¿qué?-, me gustaría dibujar unas cuantas palabras sobre un fondo de silencio. Se trata de describir e inspirar el silencio y la calma. Lo importante es la correcta relación entre las palabras y la ausencia de las mismas, una ausencia en la que acontecen muchas más cosas que en todas las palabras que pueda uno ensartar. -5 de junio de 1942, viernes, 19,30 h. Me gustaría escribir todo un libro acerca de una piedrecita y de un pensamiento, esa hermosa flor morada. Podría vivir con nada más que una piedrecita durante mucho tiempo y seguir sintiendo que vivía en el gran mundo de la naturaleza de Dios. En realidad, no descubrí esa piedrecita hasta una tarde en la terraza, al sol. Procedía directamente de los Días de la Creación, y el asombro que me produjo el repentino descubrimiento de tantas eternidades en una simple y pequeña piedrecita no ha podido esfumarse hasta este día... Más tarde, cuando la guerra termine y seamos de nuevo libres para ir adonde queramos, no creo que vaya a emplear mucho más tiempo que ahora en esta clase de entretenimientos livianos - ya no tengo la sensación de estar malgastando la vida cuando no experimento todo el entretenimiento que el mundo tiene que ofrecer. Buenas noches. -25 de junio de 1942, jueves. Si tenemos que compartir una celda con otros, ¿no es nuestro deber mantener nuestros cuerpos y almas limpios y lozanos? Me resulta extraño y cada vez entiendo menos cómo algunas personas pueden seguir sudando tinta para obtener una y otra vez el máximo placer de sus propios cuerpos y de los cuerpos de otros. Hace unos pocos días, en un momento de franqueza, le dije: «Hubo un tiempo en que solía pasarme noches enteras en la cama con un hombre, pero ahora se me ocurre a veces que es un verdadero pecado y un despilfarro emplear tanto tiempo y tantas energías en procurarse placer físico».

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-27 de junio de 1942, sábado, 8,30 h. La mayoría de las personas tienen e su mente auténticos estereotipos acerca de la vida. Tenemos que liberarnos de todos los prejuicios, de todos los eslóganes, de toda sen sación de seguridad... y hacer acopio del coraje necesario para desprendernos de todo, de todo arquetipo, de todo convencionalismo. Solo entonces la vida será infinitamente rica y rebosante, aun en medio del sufrimiento que nos separa. Me gustaría mucho leer toda la obra de Rilke antes de que llegue el momento en que tal vez no pueda volver a tener en mis manos un libro durante mucho tiempo. Me siento muy unida a un pequeño grupo de personas a las que conocí casualmente en casa de Werner y Liesl. Todas ellas serán deportadas la semana que viene para trabajar en Alemania bajo control policial. Anoche soñé que tenía que hacer la maleta. Recuerdo que no dejaba de dar vueltas tratando de ver qué zapatos debería llevarme, porque todos me hacen daño. ¿Y cómo iba a meter toda mi ropa interior, más las sábanas, más la comida para tres días, en una maleta o en una mochila? Y tenía que reservar además un espacio para la Biblia. Y, si era posible, también para el Libro de las horas y las Cartas a un joven poeta, de Rilke. Y deseaba con toda el alma llevarme también mis dos pequeños diccionarios de ruso y El idiota, de Dostoievski, para poder leer en ese idioma. -7 de julio de 1942, martes, por la tarde Únicamente tenemos que hablar sobre las cosas fundamentales y más serias de la vida cuando las palabras broten en nuestro interior de manera tan simple y natural como el agua de un manantial. Y si Dios no me ayuda a seguir, entonces tendré que ayudarle yo a Él. -11 de julio de 1942, sábado, 11,00 h. Tengo la sensación de que debo ahorrar palabras a la hora de hablar, de que únicamente debería decir las palabras más imprescindibles. Como si tuviera que almacenar en mi interior todo cuanto aquí me es querido y valioso, que es lo mejor para poder llevarme conmigo todo un mundo inalienable. Di tan solo lo que es absolutamente esencial y, por lo demás, concéntrate cada vez más en ti misma. Ahora, que estamos siendo prácticamente arrollados por las ruedas de nuestro tiempo, un tiempo que tal vez algún día pueda ser llamado «grande», lo que importa es alzar el estandarte de Dios por encima de los mil temores, opresiones y miserias de la vida de cada día. 79

-27 de julio de 1942, lunes, 22,30 h. Pero sigo padeciendo de la misma antigua dolencia. No puedo dejar de buscar la gran fórmula redentora, la única palabra que condense cuanto hay dentro de mí, el rebosante y rico sentido de la vida. «¿Por qué no me haces poeta, oh Dios? Aunque tal vez sí me has hecho poeta, y por eso esperaré pacientemente hasta que hayan crecido en mi interior las palabras que proclaman lo bueno y hermoso que es vivir en tu mundo, oh Dios, a pesar de todo lo que los seres humanos nos hacemos unos a otros». El corazón pensante de los barracones. -15 de septiembre de 1942, martes, 10,30 h. Humildad para confesar las propias faltas Practicar la humildad significa reconocer las propias faltas y admitirlas ante uno mismo y ante Dios. El objetivo es corregirlas y hacerlo mejor la vez siguiente. La humildad implica ser consciente del comportamiento y los pensamientos que le impiden a uno ser su verdadero yo, la persona que Dios creó. Tomar conciencia de esto es doloroso, aunque es algo que no puede forzarse, porque se trata de un momento de gracia. Uno de los lemas de Etty es que «la Gracia, durante sus raras apariciones, debe ser acogida con una buena, experta y pulida técnica». Y la técnica de Etty consiste en relatar sus imperfecciones y falsas ambiciones para liberarse de ellas y, de ese modo, ser más plenamente ella misma. En este sentido, sus diarios sirven de instrumento y herramienta de confesión, un confesor silente y un espejo para su alma: acoge sus observaciones resueltamente honestas sobre sus obsesiones y apegos, al tiempo que pronuncia, con la voz firme de un superior de un monasterio o de un director espiritual, las advertencias, el consejo y las afirmaciones que se dirige a sí misma. Sincera y franca a la hora de admitir su culpa, y dócil para recibir las observaciones que tratan de corregirla, Etty comienza a examinar toda una constelación de imperfecciones que, según ella, abarrotan el paisaje de su alma y le provocan angustia, ansiedad y confusión. Empieza a examinarse muy poco después de encontrarse con Spier y, probablemente por sugerencia de este, lo practica casi a diario, haciendo anotaciones o revisando mentalmente sus reacciones ante el mundo que la rodea y ante los demás. El 3 de febrero de 1942, el día de su cumpleaños espiritual, en el que celebra su «primer año» con sus amigos y con Spier, Etty presenta a Spier un informe escrito de una «confesión anual». Probablemente, en parte por los métodos terapéuticos de Spier, el informe estaba escrito a mano por Etty, «grabado con sangre y lágrimas sobre quince hojas de papel de carta»: errores e imperfecciones se encuentran ahora grabados firmemente en su conciencia. Ser consciente de las propias 80

faltas es una invitación a practicar el perdón para con su propio yo y a incrementar la compasión para con los demás y sus faltas. Mis prolongados dolores de cabeza: puro masoquismo; mi abundante compasión: pura auto-gratificación. La compasión puede ser creativa, pero también puede ser codiciosa. La objetividad es mejor que extasiarse en grandes emociones. Por ejemplo, aferrarse a los propios padres: hay que verlos como personas que tienen su propio destino. El deseo de prolongar los momentos de éxtasis es un error, aunque es ciertamente comprensible: anhelas una hora de moción espiritual o de experiencia «entrañable», aun cuando luego venga la inevitable sacudida que se produce al bajar de nuevo a tierra. Estas sacudidas solían irritarme. Me costaba superarlas y, aun así, suspiraba por tan sublimes momentos. Llamémoslo por su nombre: ambición. Lo que escribo sobre el papel debe ser perfecto al instante; no me gusta expresarlo con la rutina diaria. Y no estoy realmente segura de mi propio talento; De hecho, es como si no fuera una parte orgánica de mí misma. En los momentos casi extáticos me creo capaz de Dios sabe qué, solo para volver a hundirme de nuevo en el más profundo abismo de la incertidumbre. Esto ocurre porque no logro trabajar cada día en lo que creo que es mi verdadero talento: escribir. En teoría, lo he sabido desde hace tiempo; hace pocos años, garabateé en un trozo de papel: «la Gracia, durante sus raras apariciones, debe ser acogida con una buena, experta y pulida técnica». Pero era algo puramente intelectual y aún no ha pasado a hacerse carne y sangre. ¿Ha comenzado realmente una nueva etapa en mi vida? Pero el signo de interrogación es incorrecto. ¡Claro que comenzará una nueva etapa! La batalla ya está en marcha. Bueno, tampoco «batalla» es la palabra adecuada, porque ahora me siento tan bien, tan equilibrada, tan entera...; o, más bien, mi consciencia está creciendo rápidamente, y todo cuanto estaba encerrado en mi cabeza hasta ahora en forma de fórmulas deducidas con todo rigor, está a punto de desembocar en mi corazón. Pero mi exagerada autoconsciencia tendrá que ir por delante - aún disfruto mucho con este estado intermedio. Todo tendrá que llegar a ser más sencillo, hasta que, al final, tal vez acabe siendo adulta, capaz de ayudar a otras almas que están en apuros y de crear una especie de claridad mediante mi trabajo por los demás, pues de esto es de lo que realmente se trata. -12 de marzo de 1941, miércoles, 21,00 h. Basta por ahora de excusas endebles; apresúrate, querida. Has tomado las riendas en tus manos, de modo que no las sueltes. Nunca consigues nada a cambio de nada, ni siquiera 81

un solo minuto. Pero ahora has vuelto al camino recto. Esta cocina ordenada es un reflejo de tu mente ordenada. El pasado domingo le dije a Pa Han: «Baja las escaleras y échale un vistazo a la cocina. Está limpia. Es una imagen, una fotografía de mi estado mental». Y solo ayer, antes de que saliera para escuchar música, estaba en un desorden deplorable. Pero esta mañana, lo primero que he hecho ha sido limpiar las cacerolas y, a continuación, las encimeras, y tan pronto como se ha puesto en orden aquel caos, pude sentirme tranquila. Y, después, los ejercicios, y ahora estoy de vuelta a mi escritorio, aún no totalmente llena de paz y de espacio, aunque probablemente lo recuperaré a lo largo del día. -24 de marzo de 1941, 9,30 h. Si yo fuera una mujer de auténtica valía y grandeza, rompería todo contacto físico con él; en realidad, no sucede nada, aunque me altera profundamente. Pero no tengo valor para renunciar a todas las posibilidades que podrían quedar por el camino. Creo que también tengo miedo a herir su masculinidad. Aun así, nuestra amistad se elevaría, sin duda, a un nivel mucho más alto, y es de suponer que me estaría agradecido al final por ayudarle a mantenerse fiel a una mujer. Pero resulta que soy una persona particularmente mezquina y codiciosa. De vez en cuando, quiero volver a sus brazos; pero luego acabo entristeciéndome..., y vuelta a empezar. Probablemente, hay en ello también un poco de vanidad infantil. Algo parecido a: bien, aquí están todas estas chicas y mujeres que están locas por él, pero yo, que lo he conocido en cuestión de nada, soy la única con quien ha intimado. Si esto es lo que verdaderamente pasa en mi interior, entonces es absolutamente nauseabundo. Realmente, corro el riesgo de echar a perder nuestra amistad por el placer físico. Porque, obviamente, yo no soy capaz de darme físicamente del todo tal como soy - en realidad, no deseo hacerlo en el fondo-, y de vez en cuando recurro al artificio, a las pequeñas trampas y artimañas eróticas que, por supuesto, no se me ocurren naturalmente y, por tanto, no encuentran eco alguno en mí, y eso es lo que sigue haciendo que me sienta tan sola. Y como no estoy siendo completamente natural, me siento insegura y tengo miedo a decepcionarle o a defraudarle y, en consecuencia, dejo de ser franca con él y no me dirijo a él con el mismo placer con que solía hacerlo, porque sigo preguntándome de antemano qué ocurrirá esta vez. Probablemente, esto explica también la fatiga que siento. -8 de mayo de 1941, viernes, 20,00 h. Esa fiebre primaveral me ha tenido realmente postrada estos últimos días. Y lo que me enfurece y me vuelve tan rencorosa, dadas las circunstancias, es que él sigue siendo igual 82

y es tan cándido que me dice: «¡Qué hermoso es dar con una chica como tú, que vive la vida como tú la vives, y que a todo le da una dimensión espiritual...!». Muchas veces me digo a mí misma que no podré soportarlo mucho más, que voy a acabar desesperándome, que no puedo seguir así. Y luego, una vez más, ¡sé paciente...! Conserva el deseo en tu interior y déjale crecer. Y pon fin a tanto infantilismo que te hace sentirte furiosa, provocada y agraviada por alguien que no responde a tus ansias. -1 de marzo de 1942, domingo, 20,30 h. Durante el concierto de Beethoven, pedí perdón en silencio por la forma que tenía Dicky14 de escuchar, con su boca infantil y los párpados entornados. Le acaricié su pequeña nariz respingona con mi meñique, y de pronto él me sonrió con sus pequeños dientes blancos. Pedí perdón por todos los mezquinos celos y enfados que a veces me suscitaba. Ella no sabe nada de tales enfados ni de mi petición de perdón, pero lo cierto es que ese no es su problema. Sin embargo, seguro que algo va a cambiar entre nosotras. Lo único correcto y apropiado es ser capaz de trabajar el propio yo interior, con objeto de mejorar la relación humana (¡de qué forma tan nauseabunda sigo diciendo las cosas...!), y que este es el único lugar por donde uno puede empezar: por uno mismo, en uno mismo. No se me ocurre otro modo más que este, que cada vez me resulta más obvio. -16 de marzo de 1942, lunes, por la mañana Hacía mucho tiempo que no oraba con tanta concentración y tan fervientemente como lo he hecho esta mañana, durante cinco minutos, en el cuarto de baño. Me parece que estoy entrando en una nueva etapa de mayor concentración interior. Y que esto siempre ocurre como reacción al hecho de caer en la cuenta de lo cerca que he estado de perderme una vez más en abstracciones sin fin. En esa breve oración también pedí lo siguiente: «Y, por favor, no me permitas ser vanidosa». Lo que quería decir era que cada vez vienen más personas a exponerme sus pensamientos más íntimos y sus problemas, y entre esas personas hay algunas bastante interesantes y valiosas, y debo asegurarme de que mi vanidad no se sienta halagada porque se sienten atraídas por mí. De una u otra forma, debo mantener las cosas en un nivel impersonal, establecer la distancia apropiada una y otra vez, y dejar bien claro que lo que está en juego son problemas humanos, dificultades y conflictos que hay que aclarar y que por puro azar han afectado a tal o cual persona. Entonces podemos aunar nuestras mentes para abordar esos problemas con cuidado y con esmero, en lugar de crear un vínculo personal demasiado íntimo y, de ese modo, refirmar a los demás en el camino equivocado. En especial, tengo que evitar crear 83

un vínculo demasiado personal con una chica tan joven y apasionada como Hetty. Hace poco, le dije a S.: «Es un verdadero placer mirarla, con esa pequeña carita tan joven y apasionada. Una joven hermosa como ella me inspira mucho más que una del montón». A lo cual, obviamente, replicó S.: «Sí, pero eso no debe ser lo más importante, ni siquiera debe ser el punto de partida». Él mismo ha llegado al punto en que puede ayudar a las personas menos atractivas, incluso a aquellas por las que no siente ningún aprecio personal, con tanta devoción y amor como lo hace con las personas que le son más cercanas. Y así es como debe ser. No tengo que temer ser vanidosa, pues la verdad es que no lo soy, pero sí debo ser siempre honesta conmigo misma. -23 de marzo de 1942, lunes, 9,00 h. ¡Dios santo, qué carácter...! ¡No hay más que ver los saltos que pega sobre ese diván! Debe de ser rusa. En Holanda no hacemos tales cosas, ¿no es cierto? Un enfant terrible. Aún me asaltan demasiado este tipo de expresiones. Esta mañana, a primera ora, oraba diciendo: «Señor, líbrame de todas estas mezquinas vanidades, que interfieren excesivamente en mi vida interior, y sé perfectamente que hay otras cosas mucho más importantes que el ser considerada simpática y encantadora por los demás». Lo que quiero decir es que ese tipo de cosas no deben absorber en exceso tu tiempo y tu imaginación, porque, de lo contrario, te dejas arrastrar por la idea de que eres una persona encantadora, divertida y que le gusta a todo el mundo. Antes, solía hacerme la tonta, casi a mi pesar; y me sentía terriblemente mal por hacerlo. Ahora, hay ocasiones en que me siento locamente exuberante por un simple exceso de energía, sobre todo en esos días en que estoy muy seria y muy reconcentrada en mí misma. Entonces brota de mí una cierta y oculta euforia infantil, rayana en ocasiones en la estupidez. Está bien. Pero si resulta evidente que los demás aplauden este comportamiento, entonces es el momento de asegurarse de que no se te suben los humos o te hace cosquillas tu vanidad, porque, de permitirlo, tu centro volvería nuevamente a desplazarse de la vida interior a la exterior. De hecho, he estado viviendo una vida placentera en estos últimos días, y es precisamente en esos días cuando debo estar más recogida y pacificada por dentro, porque, de lo contrario, todo degenera en vanidad y simulación. Esta noche, a partir de las seis, el ensayo general de Czardas Princess's; mañana por la noche, asistiré con S. al estreno, después de cenar con él en el Geiger. El domingo, 84

fiesta de cumpleaños de Adri en casa de los Krijn16; por la tarde, un poco de música, y por la noche cena y baile, etc. El próximo sábado es el cumpleaños de S.Doce de nosotras comeremos en el Geiger e iremos luego a casa de los Levie. El domingo tendremos aquí algo de música por la mañana y tal vez cenemos en el Glassners. Todas estas son ocasiones festivas, pero no deben sacarse de quicio. No debo empezar a pensar ya en el vestido que me pondré para ir a casa de los Levie, en lo seductoramente que bailaré y en cómo le gustaré a todo el mundo. Ayer, me llamó la atención esta frase de Rilke: «...debe llegar un momento en que esté a solas con mi experiencia, perteneciéndole, remodelándola: porque incluso ahora, todo lo que no se transforma me oprime y me confunde...» 17. Sí: pertenecer a la propia experiencia. Y transformarla. Ese es también mi gran anhelo. Debemos llevar nuestra experiencia en nuestro interior, ponerla en el centro de un espacio silencioso dentro de nosotros y escucharla. Hay algo que no puedes hacer si prestas demasiada atención a los entusiasmos que asaltan a tu pobre yo desde fuera. Estar a solas. Tranquilidad. No importa el número de personas ruidosas que te rodeen. ¡Nada de vanidad! -17 de abril de 1942, viernes, 9,00 h. Recordé cómo la semana pasada, en aquella destartalada heladería atestada de estrellas amarillas, le dije a Liesl, «Ojalá no nos convirtamos en unas engreídas, debemos tener cuidado con eso, pues nosotras hemos descubierto nuestra realidad interior». Adaptarse siempre a los demás, recordar lo difícil que ha sido el camino que ha conducido a esta realidad interior y cómo hay que redescubrirlo una y otra vez. Anoche, en mitad de una conversación, cuando alguien habló de mi excesiva reticencia, y yo dije que solo podía hablar de aquellas cosas de mi interior que están «perfectamente acabadas», él, de repente, se volvió hacia mí diciendo que era una idea equivocada por mi parte. Que uno nunca termina de hacerse, y que debe tener el coraje de mostrar cómo va desarrollándose, aunque aún esté «perfectamente acabado». Yo dije entonces que a veces lo sentía como un defecto personal, cuando comparaba mi temperamento, mi espontaneidad, mi rapidez para comprender las cosas y para ver lo exterior con mi indolente proceso interior. Que dondequiera que hable de mí, tengo el sentimiento de que me estoy escindiendo, y luego me siento siempre hecha trizas y muy triste. No obstante, necesito explicarme a los demás, y probablemente suena demasiado 85

pretencioso cuando digo que me siento impulsada a explicar mi proceso interior a toda la humanidad. No a un individuo en una conversación privada, sino a toda la humanidad, sí, a todos, en forma de obra maestra o de cualquier otra manera. Ciertamente, es absurdo por mi parte sentarme ante mi escritorio y hacer el ridículo por no poder encontrar las palabras apropiadas; pero a veces siento como si todo cuanto experimento en lo más profundo de mí no es solo para mí, que no tengo derecho a guardarlo para mí sola, que debo rendir cuentas de ello (S. dijo acertadamente esta noche que mi reticencia puede perfectamente reflejar mi acusada actitud posesiva). Como si en esta diminuta rebanada de historia humana yo fuera uno de los muchos aparatos receptores que tienen que transmitir mensajes. Pero aún no sé cuáles son dichos mensajes. Si no estuviera tan cansada para hacer un balance del día de hoy, expresaría mi insatisfacción por el modo en que hablé con Hetty sobre el teatro. Probablemente, ni siquiera lo percibió, pero me molesta. Pues había algo de: «Soy una mujer que se siente totalmente a gusto en estos círculos; es como si me encontrara en mi casa». Y algunas vagas generalidades que no decían nada a nadie. [Entonces, S. hizo unas] lúcidas observaciones. Mientras, servía distraídamente historias sensacionalistas, como alguien realmente «de dentro», y al mismo tiempo hablaba de forma muy arrogante y con desagrado de este grupo de personas18, menospreciándolas. Este tipo de cosas me producen una resaca inmediata. Cuando uno no puede apoyar cada palabra que dice, sería mucho mejor que no dijera absolutamente nada. Disparatas intentando impresionar a los demás: ¡deberías avergonzarte! -4 de junio de 1942, jueves, a media noche, en el cuarto de baño Hay que vivir consigo mismo como si se viviera con una nación entera. Y entonces reconoce uno en sí mismo todas las cualidades buenas y malas de la humanidad. Y si uno desea perdonar a los demás, debe primero aprender a perdonar sus malas cualidades. Esto es, probablemente, lo que más le cuesta aprender a una persona, tal como observo a menudo en los demás (antes también en mí misma, aunque ya no): perdonarse los propios errores y fallos. Lo cual significa aceptar por encima de todo, y con espíritu magnánimo, que uno comete errores y tiene fallos. -22 de septiembre de 1942, jueves

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Tristeza, sufrimiento y paciencia LA experiencia de tristeza, melancolía y confusión afectiva forma parte intrínseca de la condición humana. A menudo, estos estados se clasifican o diagnostican como casos de depresión para los que enseguida se busca y se prescribe la medicación y la terapia necesarias. Sin embargo, experimentar y soportar períodos de dolor y sufrimiento puede tener un efecto redentor y sanador. En la primitiva tradición monástica oriental, el estado de melancolía y depresión era conocido como el «demonio meridiano», vinculando este estado con una condición más espiritual que física, algo así como una enfermedad mental. Dado que los miembros de su familia habían sido diagnosticados como enfermos mentales por los psiquiatras, a Etty le preocupa que sus propias y prolongadas fases de tristeza y melancolía fueran un indicio de que también ella estaba «loca». Con la ayuda de Spier, comienza a soportar estos períodos de sufrimiento, anotando en su diario las veces que sucedían y lo que les precedía, y buscando sus posibles causas en las actitudes y expectativas de las que previamente no era consciente. Una vez que identificaba las actitudes afectivas que podían haber desencadenado su tristeza y su desasosiego interior, se pone a trabajar para cambiarlas. Di ce que el «ego con sus deseos, que solo sirven para satisfacer a ese ego harto limitado, deben ser erradicados y eliminados». En su caso, las causas de fondo del desasosiego y la melancolía son el orgullo, la vanidad, la ambición y la actitud posesiva. Así, el dolor y el sufrimiento que experimenta se transforman en una escuela de paciencia con poder redentor, que desemboca en un reiterado nuevo «nacimiento» y la ayuda a madurar afectivamente en el proceso. Al soportar el malestar temporal y permitir que fueran reconciliándose progresivamente las fuerzas interiores en contienda, a menudo conjuntamente con la oración, aprende a ser paciente, una virtud que espera ayudar a cultivar también a los demás, para que afronten su sufrimiento y su dolor, provocados por sus propias actitudes o por un mundo que se los inflige. Ayer, por un momento, pensé que no podía seguir viviendo y que necesitaba ayuda. La vida y el sufrimiento habían perdido todo su sentido para mí; me sentía a punto de derrumbarme bajo un enorme peso. Pero, una vez más, seguí luchando, y ahora puedo afrontarlo todo con más fuerza que antes. He intentado mirar directamente ese «sufrimiento» de la humanidad con imparcialidad y cara a cara. Lo he combatido o, mejor, lo ha combatido algo en mi interior, y de repente obtuve respuesta a muchas 88

preguntas desesperadas, y el sentido de vacío se tornó en la sensación de que, después de todo, había orden y sentido, y que podía continuar con mi vida. Todo volvía a tranquilizarse después de una breve pero violenta batalla, de la que salí un poco más madura. Dije que afronté el «sufrimiento de la humanidad» (aún me hacen estremecer las grandes palabras), pero realmente no fue así. Más bien, me siento como un pequeño campo de batalla en el que se están combatiendo los problemas de nuestro tiempo, o al menos algunos de ellos. Todo cuanto una puede esperar hacer es mantenerse humildemente disponible, permitirse ser un campo de batalla. Después de todo, los problemas deben ser tenidos en cuenta, hay que tener algún lugar para luchar y detenerse, y nosotros, pobres y pequeños seres humanos, debemos poner nuestro espacio interior a su servicio y no huir. Con respecto a esto, probablemente soy muy hospitalaria; el mío es a menudo un campo de batalla excesivamente cruento, y la terrible fatiga y los espantosos dolores de cabeza son el impuesto que tengo que pagar. Aun así, soy yo misma, una vez más, Etty Hillesum, una estudiante aplicada en una habitación agradable con libros y un jarrón de margaritas silvestres. Fluyo de nuevo en mi propio y estrecho lecho, y ha descendido el caudal de mi desesperada implicación con la «Humanidad», la «Historia del Mundo» y el «Sufrimiento». Y así es como debe ser; pues, de lo contrario, una se volvería loca. Uno no debería perderse para siempre en las grandes preguntas ni puede ser siempre un campo de batalla; debe, de vez en cuando, sentir concienzuda y conscientemente los propios y pequeños límites entre los que vive su minúscula existencia, madurada y profundizada constantemente por las propias experiencias durante los momentos de contacto, casi «impersonal», con la humanidad en su totalidad. Más tarde, probablemente podré expresarlo mejor o dejar que un personaje diga estas cosas en un relato corto o en una novela. Pero eso solo ocurrirá muy posteriormente. -15 de junio de 1941, domingo, mediodía Siento como si no hubiera escrito nada en este cuaderno durante meses, como si en cierto modo hubiera sido insincera conmigo misma y hubiera permitido que se deslizaran algunas cosas. Ha sido por falta de tiempo, pero también por la sensación de que no era necesario. Durante unas pocas semanas, pensé estar viviendo una existencia absolutamente segura y normal; pero, al echar la vista atrás, parece que ha sido todo lo contrario. De pronto, tengo la sensación de que vivir una existencia equilibrada no significa otra cosa que caminar por la cuerda floja sobre el abismo. En realidad, debo trabajar con más frecuencia «sobre mí misma», mantener una atenta vigilancia sobre mí, aunque ahí es donde comienza el verdadero conflicto. Tengo la sensación de que ahora 89

soy un laboratorio psicológico en el que está produciéndose un gran número de procesos, suficientes para docenas de personas. Me llevaría todo el tiempo de que dispongo comprometerme a poner por escrito todos estos procesos. Ciertamente, siempre podría esforzarme por escribir, digamos, media hora cada mañana. Pero las cosas, en general, se oponen a cristalizar desde el estado caótico en que me encuentro, así que todo sobre lo que puedo escribir son montones de detalles triviales e irrelevantes. Aun así, estoy segura de que es importante para mí mantener un íntimo contacto conmigo misma y rendir cuentas sobre mí. Es importante, después de todo, que conozca cómo puedo vencer los diversos tipos de depresiones que padezco en cada momento, y así tal vez pueda mostrar a otros el camino en un futuro. -24 de septiembre de 1941, miércoles, por la mañana Por una parte, siento que debería estudiar y escribir ensayos sobre literatura; por otra, bullen en mí todos los recursos interiores que me hacen desear escribir y crear una obra original. Al mismo tiempo, sigo preguntándome si es verdad que hay algo dentro de mí y si no me estaré sobrevalorando. Pero ¿qué es lo que realmente importa, pequeña? ¿Por qué debo ser capaz de hacer algo? ¿Por qué tengo que probarme en el mundo exterior? Seguramente, basta con que un poco de algo existiera dentro de mí. Necesitas ser paciente y sincera y no tener ambición, no querer ser algo. -29 de septiembre de 1941, lunes, 10,00 h. Mientras estaba catalogando los libros de S., de repente tropecé con el Libro de las horas de Rilke. Aunque pueda sonar paradójico: S. cura a la gente enseñándoles a sufrir y aceptar su sufrimiento. -13 de diciembre de 1941, sábado, 14,00 h. De pronto, mi cuello se dobló sobre esta superficie oscura, bajo el peso de mis pensamientos. ¿Cómo podré poner todo por escrito? Esta tarde pensé: existe una gran diferencia entre el disfrute sensual de buscar el sufrimiento y el aceptarlo tal como viene. El primero es un masoquismo insano; el segundo es una sana aceptación de la vida. Tampoco hay necesidad que de vayamos a buscar el «sufrimiento», sino que, allí donde se nos imponga, no debemos evitarlo. Y se nos impone a cada paso. Pero la vida es bella por todo eso. Más sufrimos jugando al escondite con el sufrimiento y maldiciéndolo. Claro que esto no es del todo lo que he 90

pensado, pero permítaseme al menos tener el valor de es cribir unas cuantas palabras entrecortadas. ¿Quién sabe si se convertirán más tarde en tantos imperfectos percheros sobre los que podré colgar algunos pensamientos más maduros...? Y un poco después, a lo largo del día, di con este pasaje de Suarés: «El dolor no es el ámbito de nuestro anhelo, sino de nuestra certeza... No afirmo que tengamos que considerar el dolor como una perfección. En efecto, debemos hacer cuanto podamos para deshacernos de él. Pero debemos conocerlo. El hombre verdadero no es señor de su dolor, ni huye de él, ni es su esclavo: debe ser el redentor del dolor»'. -15 de diciembre de 1941, lunes, 9,30 h. Este es también uno de mis últimos logros: darme cuenta de que todo momento da a luz un nuevo momento, lleno de un novedoso potencial, y a veces como un presente inesperado. Y que no hay que aferrarse a los momentos de malestar y prolongarlos innecesariamente, porque al hacerlo se impide el nacimiento de un momento más enriquecedor. La vida fluye como una corriente constante de una gran serie de momentos, cada uno de los cuales tiene su propio lugar en el día. ¡Avancemos ahora! ¿No puedes hacerlo mejor? Realmente, no puedo hacerlo; aún no puedo expresarlo en palabras. Ten calma, sé paciente. Y si no puedes decirlo, entonces algún otro lo hará por ti: Rilke o Beethoven, por ejemplo. -31 de diciembre de 1941, 10,00 h. Recuerdo un paseo a lo largo de un canal de Amsterdam en una noche de verano que parecía un sueño, hace ya bastante tiempo. Tuve entonces visiones de ciudades en ruinas, vi desaparecer antiguas ciudades y surgir otras nuevas, y pensé para mí: aunque todo este mundo estalle en pedazos, construiremos un mundo nuevo, y también este desaparecerá, y la vida aún será hermosa, siempre hermosa. No era más que una visión. Ciudades que caen al abismo y nuevas ciudades que emergen, y así a través de los tiempos, y la vida, que es tan hermosa... ¿Significa esto que nunca estoy triste, que nunca me rebelo, que siempre soy condescendiente y que amo la vida sin que me importen las circunstancias? No, en absoluto. Creo conocer y compartir las muchas penas y las tristes circunstancias que un ser humano experimenta, pero no me aferro a ellas, no prolongo esos momentos de agonía. Me traspasan, como la vida misma; como una corriente extensa y constante, llegan a formar parte de esa corriente, y la vida continúa. Y, en consecuencia, toda mi fuerza se conserva, no llega a adherirse a un pesar o una rebeldía inútiles. 91

Y, finalmente, ¿no deberíamos abrirnos de vez en cuando a la tristeza cósmica? Un día, con toda seguridad, seré capaz de decirle a Ilse Blumenthah: «Sí, la vida es bella, y la aprecio de nuevo al final de cada día, aunque sé que los hijos de las madres -y tú eres una de esas madres - están siendo asesinados en los campos de concentración. Y debes ser capaz de soportar tu dolor; aun cuando parezca triturarte, serás capaz de ponerte en pie de nuevo, pues los seres humanos son realmente muy fuertes, y tu pesar debe llegar a formar parte integrante de ti misma, parte de tu cuerpo y de tu alma. No debes huir de él, sino soportarlo como adulta. No alivies tus sentimientos con odio, no busques vengarte de todas las madres alemanas, pues ellas también lloran en este mismo instante a sus hijos asesinados y matados. Concede a tu pesar todo el espacio y cobijo en ti que merece, pues si todos soportan su dolor honesta y valientemente, el dolor que ahora llena el mundo disminuirá. Pero si no creas un refugio decente para tu dolor y, en su lugar, reservas la mayor parte del espacio dentro de ti para el odio y los pensamientos de venganza - de los que nacerán nuevos dolores para otros-, entonces el dolor nunca cesará en este mundo y se multiplicará. Y si has dado al dolor el espacio que su tierno origen exige, entonces puedes decir verdaderamente: la vida es muy bella y muy fértil. Tan bella y tan fértil que te hace desear creer en Dios». -28 de marzo de 1942, sábado, 10,00 h. Mi paciencia tiene aún que crecer. No obstante, ya he adquirido la suficiente para esperar lo que está llegando, para confiar en el hecho de que algo está llegando. Aún no sé si tengo la paciencia de caminar por mí misma durante horas por un paisaje solitario, de vivir sola en una aldea de pescadores junto al mar y de estar satisfecha con mis pensamientos. Aún me falta paciencia para pasar mi tiempo con las flores, escuchar música, mirar cuadros y leer la Biblia. Aún tengo que aprender todo esto, aprender lo que requiere toda una vida. Pero creo que estoy empezando. Y, de vez en cuando, llega esa gran paciencia, el recurso definitivo en el que puedo inspirarme para cualquier obra creativa que pueda realizar. Pero estoy segura de que esa paciencia se ve siempre interrumpida por mi inquietud. Debo aprender a recoger toda la paciencia que hay en mí, reunir todos los pequeños fragmentos de paciencia en una gran paciencia. Y tal vez sea posible que, mucho más adelante, pueda escribir. Y ahora llega K the. Debo apresurarme para ayudarle con el desayuno. ¡La linda, fiel y buena anciana K the! -4 de abril de 1942, sábado, 8,00 h. Por cuarta vez, Etty copia aquí el mismo pasaje de las Cartas a un joven poeta, de Rilke; la primera vez que lo hizo fue el 16 de febrero de 1942.

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Lo copio una vez más; por enésima vez, debo aprendérmelo al dedillo, a fuerza de repetirlo una y otra vez: «Entonces no existe medida temporal, un año no importa, y diez años no son nada. Ser artista significa no calcular ni contar; llegar a la madurez como un árbol que no fuerza su savia, que sigue erguido con confianza soportando las tormentas primaverales y nunca duda de que llegará el verano. Y este llegará. Pero llegará únicamente para quienes que son pacientes, para quienes se comportan como si tuvieran por delante toda la eternidad: tan despreocupados, tranquilos y espaciosos son... Cada día sigo aprendiéndolo, y aprendiéndolo dolorosamente, por lo cual estoy agradecido: ¡la paciencia es todo!». -4 de junio de 1942, jueves, 9,30 h. Un día tendré que asimilar cuanto sé sobre la vida y sobre la gente. Desde hace poco, en cada momento hay una oración de Rilke que reclama mi atención. En este instante he dado con esta en una carta: «Cada vez más (afortunadamente) vivo la existencia del grano que da fruto, que ordena todo en sí mismo y fuera de sí en la oscuridad de su funcionamiento. Y cada vez veo más claro que vivir así es mi única salida; si no, no puedo transformar mi amargura en la dulzura que siempre le he debido al amado Señor» 3. -10 de junio de 1942, miércoles, por la noche, mientras leo una novela realmente buena De vez en cuando, debería uno llevar un estricto control de su inquietud, no sea que se encabrite y, como un caballo desbocado, descontrole todo su ser; también la propia tristeza debe controlarse, no sea que crezca como un río que se desborda y anega todos los campos cultivados con gran esfuerzo. Habría que intentar dejar de ser tan egocéntricos como para permitir que todo humor recorra todo su curso. No es necesario ocultar la propia inquietud y tristeza; deberían soportarse y contenerse, pero no entregarse totalmente a ellas como si no hubiera otra cosa en el mundo. No deberían destinarse más los mejores esfuerzos a la tristeza, sino salvarlos - en última instancia, es lo menos que podemos hacer - para la comunidad, por emplear una gran palabra. Y por «comunidad» entiendo un alumno que viene a aprender ruso de ti, un prójimo que viene a ti con sus problemas, un poema que exige tu atención para ser comprendido. Antes, consideraba que era un derecho mío sucumbir a toda punzada de tristeza; todo tenía que hacer espacio para ella, y nada tenía importancia en comparación con el enorme dolor que llenaba todo mi ser. Eso ya no sucede más, aunque las cosas pueden 93

aún aproximarse bastante a esa situación algunas veces... No, no debe permitirse que la tristeza obtenga semejante control sobre uno. Al menos, no por más tiempo, no a medida que uno va haciéndose mayor. Yo la he conocido y he pasado por ella, pero no puedo seguir tal cual, porque, a la larga, no es más que egocentrismo y dilapidación de mis mejores esfuerzos... Ayer hablé con alguien que se había encontrado con Rilke unas cuantas veces en el sanatorio de Valmont'. En su descripción, las palabras que más me impresionaron fueron «un hombre sombrío, pero muy simpático». ¿Y no es así como debería ser? ¿No descargar tu propia melancolía, tu tristeza o lo que sea sobre los demás, siendo antipático con ellos? Cuando sufrimos, ¿tenemos que hacer que los demás sufran con nosotros? ¡Si la gente empezara a darse cuenta de esto...! Es un proceso de una consciencia cada vez mayor, que cada persona debe aprender por sí misma. Pero quienes ya lo han comenzado deben dar el primer empujón a los que aún «no han nacido». En última instancia, ese debe ser mi modo de hacer un «trabajo social». No soy apta para cualquier otro método. -11 de junio de 1942, jueves, 9,00 h. Hay que ser capaz de soportar las cosas hasta el amargo final y con todo su peso. De pronto, me pregunté: ¿no es esta la diferencia entre los rusos y nosotros, los occidentales? El ruso soporta su carga hasta el final, se pone a trabajar en serio bajo todo el peso de sus emociones y sufre de veras y hasta el fondo. Nosotros nos detenemos a mitad de camino y nos aliviamos con palabras, reflexiones, filosofías, tratados teóricos y demás... Nos detenemos en mitad de la experiencia de nuestras emociones, sin poder soportarlas y aguantarlas más, y nuestros cerebros vienen en nuestra ayuda, nos liberan de nuestra carga y construyen sus teorías al respecto... Nos privamos del sufrimiento supremo y lo expulsamos con palabras. El ruso lo lleva hasta el final, y por eso, a menos que muera, se va haciendo cada vez más fuerte. -28 de junio de 1942, domingo, 9,00 h. El sufrir no desdice de la dignidad humana. Quiero decir que es posible sufrir con dignidad o sin ella. Quiero decir que la mayoría de nosotros, en Occidente, no comprendemos el arte de sufrir y, en su lugar, experimentamos miles de temores. Dejamos de estar vivos, llenos de miedo, amargura, odio y desesperación... Hay que tener también la suficiente fuerza para sufrir solos y no cargar a los demás 94

con los propios miedos y conflictos. Esto es algo que aún tenemos que aprender; tendremos que enseñárnoslo unos a otros, y si no puede hacerse con delicadeza, habrá que hacerlo con dureza... ¿Soy displicente, entonces? No. Es cuestión de vivir cada instante y de incluir el sufrimiento en el contrato. Y, ciertamente, en estos días no es pequeño el contrato. Pero ¿tiene importancia que sea la Inquisición la que hace que la gente sufra en un siglo, y la guerra y los pogromos en otro? ¿Sufrir sin sentido, como dirían las víctimas? El sufrimiento siempre ha estado con nosotros - ¿importa realmente el modo en que sobreviene? Lo que sí tiene importancia es cómo lo soportamos y lo encajamos en nuestras vidas y cómo, a pesar de todo, seguimos aceptándolas. ¿Soy una mera teórica de despacho que está a salvo tras su escritorio, con mis libros en torno a mí y el jazmín al otro lado de la ventana? ¿Es todo teoría, nunca probada en la práctica? No lo creo. Me duele todo, y pronto tendré que pasear con S. hasta la otra punta de la ciudad, y veremos muchos tranvías que van en esa dirección y que podrían habernos llevado mucho más rápidamente que nuestras piernas'. Y dentro de muy poco tendremos que estar registrados; parece que ahora le toca el turno al pueblo holandés, incluyendo a las chicas. («No debes marcharte», me dijo ayer S. con firmeza; y K the señaló a sus fresas embotelladas y dijo: «Espero que pueda seguir allí para disfrutar de estas fresas con nosotras. Sí, todas nuestras conversaciones están ahora salpicadas de estas oraciones). Mischa tuvo que ir ayer a la estación, y en casa están seguros de que acabaremos matándonos unos a otros en estas largas tardes de verano, después de las ocho, y pienso en las caritas pálidas de Miriam y Renateó, y de muchas, de muchas personas preocupadas, y lo sé todo, todas las cosas, cada momento, y a veces inclino mi cabeza bajo el enorme fardo que pesa sobre mí; pero incluso al inclinar la cabeza siento también la necesidad, casi mecánica, de cruzar las manos. Y así puedo estar sentada durante horas y saberlo todo y soportarlo todo y hacerme más fuerte al soportarlo, a la vez que siento la certeza de que la vida es bella, que merece la pena vivir, que tiene sentido vivir. A pesar de todo. -2 de julio de 1942, jueves, 7,30 h. La ética del amor La capacidad de amar a los demás surge de la capacidad de amarse primero a uno mismo. El amor a uno mismo, a la propia alma, donde Dios habita en lo profundo, procede del reconocimiento de las propias faltas y debilidades y de perdonarse por ellas. El amor al prójimo comienza por el amor a uno mismo y una tierna y compasiva atención al lugar e «imagen» de Dios dentro de cada uno. A través del estudio de la 95

Escritura, Etty es introducida en este principio y comienza a practicarlo: indaga en la falta de amor a sí misma, trata de identificar sus razones y acude a la oración por haber recuperado el amor a sí misma. Una vez recuperado, puede sentir el amor por los demás. Con el tiempo, puede ver la dimensión y el carácter espiritual de los seres humanos. Se da cuenta de que muchos carecen de la consciencia de su alma, por lo que son conflictivos y nada afectuosos y odian a los demás. Dado que no se aman lo bastante a sí mismos, no aman ni pueden amar a los demás. Etty quiere ayudarles, en lugar de acusarlos y juzgarlos por su falta de amor a sí mismos. Movida a compasión por su ceguera, con la que puede identificarse fácilmente, se sitúa intencionadamente en su compañía y se muestra disponible como dispensadora de amor y como maestra de los asuntos de Dios y del alma. Su decisión de trabajar para el Consejo Judío y su presentación como voluntaria para ir al campo de Westerbork están motivadas, en parte, por un deseo de orientar a los demás para que se amen más entre sí: quiere ser una presencia que cure, una dispensadora de bondad, un bálsamo para todas las heridas. Anoche sentí que debería pedir perdón por todos los pensamientos feos y desleales que he tenido sobre él en estos últimos días. Poco a poco, he conseguido darme cuenta de que en los días en que estás reñida con tus semejantes, en realidad, estás reñida contigo misma. «Amarás al prójimo como a ti mismo»'. Sé que la falta es siempre mía, no suya. Nuestras dos vidas siguen ritmos completamente diferentes; hay que permitir a los demás la libertad de ser lo que son. Intentar coaccionar a los demás, ciertamente, es del todo antidemocrático, pero demasiado humano. Probablemente, es la psicología la que tiene que allanar el camino hacia la verdadera libertad. Tendemos a olvidar que no solo debemos conseguir la li bertad interior unos respecto de otros, sino que además tenemos que respetar la libertad del al y abandonar cualquier idea estereotipada que podamos tener sobre él en nuestra imaginación. Ya tiene un gran alcance la imaginación por sí misma como para que la usemos para coartar a las personas que amamos... Recientemente, he estado escogiendo algunas máximas curiosas de la Biblia y las he dotado de lo que, para mí, es un sentido nuevo, significativo y experiencial. Dios creó al ser humano a su imagen8. Ama al prójimo como a ti mismo. Etcétera. La relación con mi padre es algo que tendré finalmente que abordar... con determinación y amor. Mischa dijo que nuestro padre llegaría el sábado por la tarde. Primera reacción: «¡Ay, Dios mío! Mi libertad amenazada. Un incordio. ¿Qué haré con él?». En lugar de: «¡Qué bien que este adorable hombre haya decidido escapar unos cuantos días de su nerviosa esposa y de su aburrida ciudad provinciana...! ¿Cómo puedo hacer cosas que le 96

agraden en cuanto sea posible con mis limitados recursos y medios?». Soy un gusano despreciable, inútil e indolente. Oh, sí, la gorra te sienta bien. Siempre piensas primero en ti misma, en tu valioso tiempo - tiempo que solo usas para hinchar aún más tu aturullado cerebro con enseñanzas de libros. «¿De qué me sirve, si no tengo amor?» 9. Las sutiles teorías te hacen sentirte cómoda y noble, pero en la práctica rehuyes el más mínimo acto de amor. No, lo que aquí se necesita no es un pequeño acto de amor. Es algo fundamental, importante y difícil. Amar a tus padres hasta el extremo. Perdonarles por todos los problemas que te hayan dado por ser como son: por su carácter posesivo, por añadir la carga de sus complicadas vidas a la tuya. Creo que estoy escribiendo muchas cosas sin sentido. Bueno, no importa. Ahora debo hacer la cama a Pa Han, preparar la lección para la hija de los Levi, etc. Pero el principal punto del programa de este fin de semana: amar a mi padre profunda y sinceramente y perdonarle por perturbar mi vida hedonista. Al fin y al cabo, pienso mucho en él, pero de un modo un tanto complicado: el amor que siento por él es forzado, espasmódico y tan mezclado con la compasión, que casi me rompe el corazón. Compasión masoquista. Un amor que conduce a arrebatos de tristeza y de pena, pero no a sencillos actos de ternura. En cambio, hay tanta efusividad y un deseo de agradar tan violento, que cada día de una de sus visitas me cuesta un tubo entero de aspirinas. Pero eso ocurría hace ya mucho tiempo. Las cosas fueron mucho mejor la última vez. Aun así, está siempre ese sentimiento desesperado, como también el deseo correlativo, de que no me venga con sus problemas. Y por eso debo aprender a perdonarlo ahora. Y también aprender a pensar y a decir de verdad: ¡Qué bien que hayas decidido escapar...! Bien, he aquí mi oración de esta mañana. -28 de noviembre de 1941, viernes, 8,45 h. Uno debería estar siempre dispuesto a encontrarse con sus semejantes de forma constructiva, cuanto más constructiva, mejor. Estoy muy agradecida por esta vida. Siento que estoy creciendo, soy consciente de mis faltas y mezquindades, pero también conozco mi potencial. Y tengo mucho amor; amo a mis pocos buenos amigos, pero ese amor no es una valla levantada contra los demás; mi amor es extenso y lo abarca todo, y es lo bastante amplio como para incluir a muchos por quienes no siento ningún afecto. Son las diez. Han duerme en el piso de arriba, de nuevo junto a su hijo, aquejado de neumonía y un tanto melodramático, y yo me deslizo, agradecida, hacia mi estrecha y solitaria cama. Es curioso: dondequiera que me tienda sobre mis espaldas, siento como si estuviera aferrada a la misma Madre Tierra, aunque estoy realmente tendida en mi mullido colchón. Pero tumbarme así, intensa y distendidamente y llena de agradecimiento por todo, es como si estuviera en comunión con... ¿con qué? Con la tierra, con el cielo, con Dios, con todo. Y, sinceramente, me 97

hace sentirme como si estuviera aferrada a la misma tierra y no a un colchón burgués, mullido y decadente. Y, ahora, buenas noches. -22 de febrero de 1942, domingo, 21,00 h. La noche anterior, Spier había leído a Etty por teléfono un fragmento de una carta que le había mandado su novia, Hertha Levi; por la mañana había llegado otra carta suya. Y cuando me senté frente a la estufa, tras regresar ayer por la tarde`, sintiéndome tan triste que al principio me resultaba incomprensible, y volví a leer la carta de Leonie, eché mano a mi Biblia y la abrí por 1 Corintios por enésima vez. Sí. «Aunque hable todas las lenguas humanas y angélicas, si no tengo amor, soy un metal estridente o un platillo estruendoso. »Aunque posea el don de la profecía y conozca los misterios todos y la ciencia entera, aunque tenga una fe como para mover montañas, si no tengo amor, no soy nada... »El amor es paciente, es amable, el amor no es envidioso ni fanfarrón, no es orgulloso ni destemplado, no busca su interés, no se irrita, no tiene en cuenta las ofensas, no se alegra de la injusticia». Y cuando leo estas palabras, siento como si - sí, ¿como si qué...? Aún no puedo expresarlo adecuadamente. Esas palabras me zarandean como si una varita de zahorí me tocara en lo más hondo de mi corazón, haciendo que manantiales ocultos broten de pronto dentro de mí. En seguida, me arrodillé junto a la mesita blanca, y todo mi amor liberado corría de nuevo dentro de mí, purgado de deseo, de envidia, de resentimiento, etc. -25 de febrero de 1942, miércoles, 16,00 h. Después de reflexionar sobre las preocupaciones de Spier por los miembros de su familia que habían sido arrestados por los nazis, y por no haber declarado tanto la propiedad como el capital de la familia. Podríamos ser enviados en cualquier momento a los barracones de la provincia de Drenthe, y los verduleros tienen letreros en sus tiendas que dicen: «No se admiten ju 98

díos». La persona media tiene más que suficiente en su plato en estos días. Pero él sigue viendo a seis pacientes por día y da cuanto tiene a cada uno. Los abre y extrae el veneno y escarba hasta los manantiales donde Dios se oculta. Y trabaja con tanta intensidad que, al final, el agua de la vida comienza a brotar de nuevo en las almas resecas; cada día, las biografías se amontonan en su pequeña mesa, y casi todas terminan con un «ayúdeme, por favor». Y allí está, dispuesto y con ganas de ayudar a cada uno. Anoche, en la novela que tengo en el cuarto de baño, leí el siguiente pasaje sobre un sacerdote: «Era un mediador entre Dios y los hombres. Nada mundano le afectó jamás. Y por eso entendía la necesidad de todos cuantos estaban aún ocupados en crecer...»". ¿Tenía simplemente que distanciarse de mí a causa del desgaste de sus energías por tantos como lo necesitan cada día? Etty, te detesto. Tan egoísta y tan mezquina. En lugar de apoyarlo con tu amor y atención, te inquietas como una niña mimada porque no te presta la suficiente atención. Eres, en efecto, una mujer mezquina que quiere toda la atención y el amor de un hombre para sí sola. -13 de junio de 1942, sábado, por la mañana Necesitaba una cantidad enorme de caminos tortuosos y montones de palabras, en esta sombría y lluviosa mañana, para llegar a una simple y clara visión de las cosas. Entre las excesivas aunque fundamentales palabras de esta mañana, escribí algo en estas líneas: a veces, uno in tenta compensar una carencia temporal de recursos interiores presentando exigencias al mundo exterior, con la esperanza absolutamente irracional de que así volverán a llenarse esos recursos. Pero debería haber añadido esto: a veces, cuando no tengo amor en mí o, al menos, no siento que viva en mí, intento compensarlo exigiendo suministros complementarios a mis seres más íntimos y queridos. Podría perfectamente abstenerme de hacerlo, porque, aun cuando ellos me inundaran de amor, no sabría qué hacer con él, y ni siquiera lo experimentaría como amor, porque no encuentra respuesta en mí. Y esto inicia un proceso en el que uno se va haciendo cada vez más exigente. Casi podría sintetizarse en una breve fórmula de álgebra: una falta o carencia de amor en mí me hace exigir dos veces más el amor de fuera. Y aunque me lo dieran, no sabría qué hacer con él. Sin embargo - y esta es otra cuestión-, ¿cómo se queda uno temporalmente sin amor? Pero esta pregunta requeriría todo un capítulo por sí misma, y tal vez es mucho más simple de lo que yo pienso... Pero ahora debo preparar unos cuantos ejercicios de traducción para mi bean man'2. -13 de junio de 1942, sábado, al terminar la mañana 99

Una y otra vez, Etty lucha con la sensación de no ser amada por Spier; de ahí la desilusión que sentía con esta relación y, sobre todo, consigo misma, así como sus constantes cambios de humor. Culpa a sus «ideas pre concebidas y profundamente arraigadas» acerca de lo que debería ser una relación, así como a los «restos de las baratas novelas románticas: todo o nada». Después de meditar junto a la estantería de madera de peral13 Nunca debes convertir a una persona, por mucho que la ames, en el objeto de tu vida. Todo es cuestión de fines y medios. El objeto es la vida en todas sus formas. Y cada persona es una mediadora entre ti y la vida. La vida da sus gestos, contenidos y formas a las personas, y de cada persona aprendemos qué es la vida de una forma diferente. Aprendemos a conocer a las personas a partir de la vida; de ahí que tengamos que aprender cuanto podamos sobre la vida. Pero a continuación tenemos que dejar que se vayan de nuevo y devolverlos a la vida, por muy duro que pueda resultarnos. Y aquellos a quienes más amamos son, probablemente, de quienes más aprendemos sobre la vida. O, tal vez, no. ¿No bloquea nuestro amor la visión que tenemos de la vida? Sí, en efecto, pero solo cuando convertimos al ser amado en un fin. -15 de junio de 1942, lunes, 8,00 h. El mundo entero está en mí, y aunque esté cansada, y aunque esté triste o asustada, el mundo entero está en mí igualmente; está siempre ahí y no deja de crecer. Ya sé que «mundo» es un término erróneo, pues es mucho más que eso. En este último año he asimilado algo que ya nunca me abandonará. Pero él debe seguir con buena sa lud. Y a salvo. No deben llevárselo, no deben". Porque entonces reuniría toda la energía de cada rincón de mi cuerpo y de mi alma y la concentraría en una gran oración incesante por él. Pero te ruego no permitas que le ocurra nada, pues no sabría cómo seguir adelante. Piensa en todas las demás personas que ya no saben cómo seguir adelante en su vida y que, aunque estén vivas, han experimentado ya un montón de formas de morir. Uno no debe morir mientras aún está vivo; hay tiene que vivir la vida plenamente y hasta el final. ¿Aun cuando le ocurriera algo a él? Sí, tendría que seguir viviendo entonces en su espíritu y rezar por él día y noche. Me siento tan extraña... Todo lo que hasta ahora me parecía irreal se está haciendo cada vez más real, interiormente por ahora. Como si todo el proceso de dar a luz estuviera aconteciendo dentro de mí. Un proceso de sustitución. El exterior sigue igual. Una no puede hablar sobre esa sustitución interior porque no tiene aún el control sobre su propia voz y porque sonaría casi intolerablemente grandilocuente. No obstante, una cosa es cierta: debemos ayudar a incrementar la cantidad de amor en este mundo. La mínima cantidad de odio que añadamos al exceso de odio que ya existe, 100

hace que este mundo sea más inhospitalario e inhabitable. Cuando se trata de amor, tengo tanto, tanto, que cuenta para algo, ya no es deficiente. Y ahora debo realmente meterme en la cama... -4 de julio de 1942, domingo, 00,45 h., en la habitación de Dicky (en casa de los Nethe, donde Spier había alquilado unas habitaciones) Aun cuando el cuerpo te duela, el espíritu puede seguir haciendo su trabajo, ¿no? Puede amar y hineinhorchen - «escuchar interiormente» - a sí mismo, a los demás y a todo cuanto nos une a la vida. Hineinhorchen - ¡cómo me gustaría encontrar el equivalente en holandés de esta palabra alemana... !-. La verdad es que mi vida es una prolongada escucha interior de mí misma, de los demás y de Dios. Y si digo que escucho interiormente, es realmente Dios quien escucha en mi interior. Lo más esencial y profundo en mí escucha lo más esencial y profundo del otro. Dios escucha a Dios. «¡Cuán grandes son las necesidades de tus criaturas en esta tierra, oh Dios...! Te doy las gracias por permitir que tantas personas acudan a mí con sus necesidades interiores. Se sientan ahí, hablando tranquila y totalmente confiados, y de pronto sus necesidades estallan en toda su desnudez. Luego, con sus enormes dosis de miseria humana, se desesperan y no pueden afrontar la vida. »Y es entones cuando comienza mi tarea. No basta simplemente con proclamarte a ti, oh Dios, con encomendarte los corazones de los demás. Hay que tener claro el camino que conduce a ti en ellos, oh Dios, y hacer lo que haya que hacer para ser un agudo juez del alma humana. Un psicólogo capacitado. Los vínculos con el padre y la madre, los recuerdos de juventud, los sueños, los sentimientos de culpa, los complejos de inferioridad y todo cuanto bloquea el camino. Me embarco en un lento viaje de exploración con todo el que acude a mí. El conjunto de instrumentos que necesito para allanar el camino hacia ti en los demás es aún muy limitado. Pero algunos están ya, y los perfeccionaré lenta y pacientemente. Y te doy gracias por el gran don de ser capaz de entender a la gente. A ve ces me parecen casas con las puertas abiertas. Camino y deambulo por los pasillos y las habitaciones, y cada casa está amueblada de forma un tanto diferente, pero, aun así, son casi iguales, y cada cual debe convertirse en una morada dedicada a ti, oh Dios. Y te prometo, sí, te prometo que intentaré encontrar una morada y un refugio para ti en tantas casas como sea posible. Es esta una metáfora realmente graciosa: recorreré el camino e intentaré encontrar una morada para ti... Hay tantas casas vacías... Y las prepararé todas para ti, el más noble huésped. Te ruego que me perdones por esta pobre metáfora».

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-17 de septiembre de 1942, jueves, 8,00 h. «¿Cómo puedo agradecerte, oh Dios, todo el bien con que sigues agraciándome: los amigos, los abundantes pensamientos provechosos, ese amor que todo lo abarca, que siento dentro de mí y que soy capaz de practicar a cada paso? A veces casi creo que es excesivo, y entonces no puedo decir cómo sabré corresponderle. Pero es justamente como si, gracias a ese gran amor, todo cuanto hacemos da fruto. Tal vez pueda algún día expresarlo con palabras». -20 de septiembre de 1942, domingo, 10,00 h. Verbalizar, vocalizar, visualizar. Muchas personas siguen pareciéndome auténticos jeroglíficos, pero estoy aprendiendo poco a poco a descifrarlos. Es lo mejor que puedo hacer: leer la vida de las personas. En Westerbork era como si me encontrara frente al desnudo esqueleto de la vida, la más interna estructura de la vida libre de todo elemento superfluo. «Gracias, Dios mío, por enseñarme a leer cada vez mejor...». «Después de esta guerra se precipitarán dos torrentes sobre el mundo: un torrente de amor y bondad y un torrente de odio». Y entonces supe que habría de combatir el odio. -20 de septiembre de 1942, domingo, por la noche Etty le habla al escritor Klaas Smelik (que, a petición suya, recibiría los diarios y las cartas de Etty tras su muerte) acerca de un colega suyo en el Consejo Judío que había servido en Westerbork; este hombre, un abogado bien preparado y de prestigio, era conocido por su cruel y despiadada forma de tratar a la gente, incluidos sus propios correligionarios judíos. De hecho, era así, Klaas: estaba lleno de odio hacia aquellos a quienes podríamos llamar nuestros verdugos; pero ¡qué excelente verdugo y fiscal de personas indefensas habría sido...! Y, sin embargo, me daba auténtica pena. ¿Puedes entenderlo? Nunca hubo verdadero contacto entre él y los demás, y miraba furtiva y codiciosamente a quienes se trataban con cordialidad. (Siempre pude ver cómo lo hacía, pues allí no había paredes). Más tarde, oí ciertas cosas sobre él a un colega que lo había conocido durante años. Durante la invasión alemana, saltó a la calle desde la ventana de un tercer piso, pero no se mató. Posteriormente, se arrojó bajo un coche, pero nuevamente sin éxito. Luego 102

pasó unos cuantos meses en un psiquiátrico. Era miedo, simple miedo. Era un abogado sumamente brillante y perspicaz, y en los debates con catedráticos y otros profesores siempre tenía la última palabra. Pero en el momento crítico se arrojó desde una ventana por puro miedo. También supe que su esposa tenía que andar de puntillas en su casa, porque no podía soportar el más leve ruido, y que increpaba a gritos a sus hijos, que le temían enormemente. ¡ Sentí tantísima pena por él...! ¿Qué tipo de vida era aquella? Al final, se ahorcó. Klaas, lo único que en realidad quería decir es que tenemos mucho que solucionar en nosotros mismos, que ni siquiera deberíamos pensar en odiar a quienes llamamos nuestros enemigos. Ya nos herimos bastante unos a otros, tal como están las cosas. Y, realmente, no sé qué quiero decir cuando digo que entre nuestra propia gente hay matones y malas personas, aunque en el fondo nadie es realmente «malo». Me habría gustado tratar a este hombre con todos sus miedos; me habría gustado rastrear la causa de su pánico y hacerle ver cada más dentro de sí mismo; eso es lo único que podemos hacer, Klaas, en estos tiempos. Y tú, Klaas, haces un gesto de cansancio y desánimo y dices: «Pero lo que te propones hacer requiere mucho tiempo, que es algo que no tenemos, ¿no es cierto?». Y yo replico: «Lo que tú quieres es algo que la gente ha estado intentado conseguir durante estos dos mil últimos años y durante muchos más miles de años con anterioridad; de hecho, desde que la humanidad existe en este mundo». «¿Y cuál crees que ha sido el resultado, si me permites preguntártelo?», me dices. Y yo repito con la misma y ya vieja pasión, aunque poco a poco estoy empezando a pensar que soy una pesada: «Es lo único que podemos hacer, Klaas. No veo otra alternativa: cada uno de nosotros debe ensimismarse y destruir en sí mismo todo cuanto piensa destruir en los demás. Y recuerda que cada átomo de odio que añadimos a este mundo lo hace aún más inhospitalario. Y tú, Klaas, el viejo y tenaz luchador de clases`, que es lo que siempre has sido, consternado y desconcertado a un tiempo, dices: «Pero eso... ¡eso no es más que cristianismo! »16 Y yo, divertida por tu confusión, replico serenamente: «Sí, cristianismo, ¿por qué no?». -23 de septiembre de 1942, miércoles Claudicar y aceptar la muerte

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A pesar del miedo y la resistencia interior, claudicar ante las circunstancias puede significar un nuevo nacimiento y una nueva vida. Afrontar el propio miedo, en lugar de negarlo o huir de él, es un tema común en los escritos de los místicos y de los maestros de espiritualidad. Afrontar el miedo significa aceptarlo, reconocerlo, y prepararse para la posibilidad de un aumento de energía, claridad y visión interiores. Negar el miedo, huir de él o sortearlo achacándoselo a los demás, significa eludir la posibilidad de una claridad, una visión y una fuerza interiores; también significa comprometer la experiencia de la plenitud de la vida y de sus «ardientes armonías». En numerosas ocasiones, Etty claudica ante la situación en que se encuentra y afronta sus miedos - el miedo a la muerte del ego, en definitiva-, en lugar de evitarlos o rehuirlos. Reconoce sus episodios depresivos, se somete a terapia y experimenta un renacimiento espiritual. Reconoce su dependencia de Spier, claudica ante la oportunidad de trabajar para el Consejo Judío, a pesar de los sentimientos encontrados que tiene por esta institución, y consigue una nueva libertad y un sentido de fuerza interior. Acepta su deseo y los dones que posee para ser «un bálsamo para todas las heridas», para entregar su vida por aquellos cuya alma había «muerto», para recuperar «el tesoro enterrado» en ellos; se rinde a las condiciones de dureza que tal trabajo conlleva, y, de ese modo, consigue acercarse más a Dios y a la gente. Cada acto de claudicación y aceptación de la muerte, la que se ve corroborada en ella misma y en los demás, y el sufrimiento físico diario y la muerte en el campo de concentración, lo realiza plantándole cara al miedo, el miedo a la muerte física o espiritual, cosa que constantemente le exige el coraje de confiar su vida a Dios. Y en cada ocasión, su coraje se ve recompensado con un sentido de mayor intimidad consigo misma, con Dios y con los demás. Al final, afronta el miedo a la muerte física. En lugar de huir de la deportación y abandonar el campo cuando aún le es posible hacerlo, insiste en quedarse allí para estar con sus padres y su hermano. ¿Qué hay en los seres humanos que les hace querer destruirse unos a otros?, preguntó Jan con amargura. Y le respondí: «Hablas de seres humanos, pero recuerda que tú eres uno de ellos». Y lo admitió sin más el gruñón y arisco anciano Jan. «La corrupción de los demás está también en nosotros», seguí predicándole. «De hecho, no veo más solución que entrar dentro de nosotros y extirpar toda la corrupción que encontremos. Ya no creo que podamos cambiar nada en el mundo mientras no cambiemos nosotros. Y creo que esta es la única lección que puede aprenderse de esta guerra: que debemos miramos a nosotros mismos y a ninguna otra parte». ...Nos quedamos allí esperando, helados de frío, el tranvía; Jan, con sus manos llenas de sabañones y su dolor de muelas. Nuestros profesores están en la cárcel, otro de 104

los amigos de Jan ha sido asesinado, y hay otras muchas aflicciones, pero lo único que nos decíamos era: «Es demasiado fácil sentir deseos de venganza». -19 de febrero de 1942, jueves, 14,00 h. Ayer, de pronto, pensé que siempre habrá sufrimiento, y que en realidad apenas importa la razón por la que uno sufre. Y lo mismo ocurre con el amor. Debería uno preocuparse cada vez menos por el objeto del amor y mucho más por el amor en sí mismo, si de verdad es auténtico amor. La gente puede sufrir más por un gato que ha sido atropellado que por las innumerables víctimas de una ciudad que ha sido bombardeada hasta su destrucción. Lo que cuenta no es el objeto, sino el sufrimiento, el amor, las emociones y la calidad de estas. Y las grandes emociones, esas armonías fundamentales, son siempre ardientes («ardientes armonías»: ¡no está mal!), y cada siglo ha avivado el fuego con nuevos combustibles, pero lo único que importa es la calidez del fuego. Y el hecho de que vayamos marcados con una estrella amarilla y haya campos de concentración, terror y guerra, tiene una importancia secundaria. Y no me siento menos luchadora por esta actitud, pues la integridad moral y la indignación moral forman también parte de las «grandes emociones». Pero la auténtica indignación moral debe ser algo muy profundo y no constituir un mezquino odio personal, pues tal odio, por lo general, significa poco más que usar los incidentes pasajeros como excusa para mantener vivas las heridas personales, tal vez sufridas años atrás. -30 de abril de 1942, jueves, después de la cena La humillación siempre implica a dos personas: la que humilla y la que es humillada. Si falta esta última, es decir, si la parte pasiva es inmune a la humillación, entonces esta se desvanece en el aire. Todo cuanto queda son medidas fastidiosas que interfieren en la vida diaria, pero no llegan a ser humillaciones que oprimen el alma. Los judíos, deberíamos recordarlo. Esta mañana fui en bicicleta a lo largo del Muelle de la Estación, disfrutando de la amplia extensión del cielo en las afueras de la ciudad y respirando el aire fresco a pleno pulmón. Por todas partes había letreros que prohibían a los judíos pasear por esos caminos. Pero sobre el único y estrecho camino que nos queda también está el cielo intacto. No pueden hacernos nada, realmente no pueden. Podrán acosarnos, robarnos nuestros bienes materiales, nuestra libertad de movimiento, pero nosotros mismos perdemos nuestros más grandes activos por nuestra absurda conformidad. Por nuestros sentimientos de ser perseguidos, humillados y oprimidos. Por nuestro propio odio. Por nuestra fanfarronería, que oculta nuestro miedo. Ciertamente, podemos estar tristes y abatidos por lo que nos han hecho: es totalmente humano y comprensible. Sin embargo, nuestra mayor herida es la que nos infligimos a nosotros mis mos. Yo 105

encuentro que la vida es bella, y me siento libre. El cielo dentro de mí es tan amplio como el que se extiende sobre mi cabeza. Creo en Dios y creo en el ser humano, y afirmo esto sin vergüenza alguna. La vida es dura, pero eso no es malo. Si uno comienza asumiendo su propia importancia con seriedad, el resto viene por sí solo. Trabajarse a uno mismo no es un individualismo malsano. La auténtica paz vendrá únicamente cuando cada individuo encuentre la paz en sí mismo; cuando hayamos derrotado del todo y transformado nuestro odio hacia los demás seres humanos de cualquier raza... incluso hasta el punto de amarlos algún día, aunque esto tal vez sea pedir demasiado. Sin embargo, es la única solución. -20 de junio de 1942, sábado, 00,30 h. Cuando se nos arrebata la vida, ¿es realmente mucho lo que se nos arrebata? Y me pregunto si hay mucha diferencia entre vernos consumidos aquí por mil temores o en Polonia por millares de piojos y por el hambre. Tenemos que aceptar la muerte, incluso la más terrible de las muertes, como parte de la vida. ¿Acaso no vivimos cada día toda una vida? ¿Qué importancia tiene en realidad el que vivamos unos días más o menos? Cada día estoy en Polonia, en los campos de batalla, si es que podemos llamarlos así. A menudo tengo visiones del venenoso humo verde; estoy con los hambrientos, con los maltratados y con los moribundos cada día, pero también estoy con el jazmín y con ese fragmento de cielo que está al otro lado de mi ventana; hay espacio para todo en una sola vida. Para creer en Dios y para un miserable final. -2 de julio de 1942, jueves, 7,30 h. Lo que buscan es nuestra total destrucción. Lo acepto. Ahora lo sé, y no cargaré a otros con mis miedos. No me amargaré si otros no logran entender lo que nos está ocurriendo a los judíos. Yo trabajo y sigo viviendo con la misma convicción, y encuentro que la vida tiene sentido - sí, sentido-, aunque apenas me atrevo a decirlo en estos días ante los demás. Vivir y morir, dolor y alegría, las ampollas de mis pies y el jazmín detrás de la casa, la persecución, los horrores inefables...: todo es como una unidad en mí, y lo acepto como un todo, y empiezo a entenderlo mejor aunque sea para mí sola, sin poder explicar a nadie más cómo todo está unido. Deseo vivir más tiempo para lograr saber cómo explicarlo, y si no se me concede este deseo, bueno, tal vez alguien lo haga a partir del momento en que mi vida haya sido segada. Por eso debo intentar vivir una vida buena y fiel hasta el último aliento: para que quienes vienen detrás de mí no tengan que empezar todo de nuevo, para que no necesiten afrontar las mismas dificultades. ¿No es 106

esto hacer algo por las futuras generaciones? El amigo judío de Bernard les había dicho que me preguntaran, después de los últimos decretos, si no voy a estar de acuerdo ahora en que todos los alemanes deberían ser eliminados, preferentemente ahorcados, arrastrados y descuartizados. -3 de julio de 1942, viernes, 20,30 h. He llegado a un acuerdo con la vida. Nada puede sucederme, y no se trata, después de todo, de mi destino personal; en realidad, no importa que sea yo quien muera o sea otra persona. Lo que importa es que todos somos seres humanos marcados. Esto es lo que a veces les digo a los demás, aunque ni tiene mucho sentido ni explica realmente lo que quiero decir - ni tampoco importa, en realidad. Cuando hablo de «llegar a un acuerdo con la vida», quiero decir que la realidad de la muerte se ha convertido en una parte definitiva de mi vida; mi vida, por así decirlo, se ha ampliado gracias a la muerte, gracias al hecho de mirar a la muerte a los ojos y aceptarla, aceptar la destrucción como parte de la vida y no derrochar ya mis energías por miedo a la muerte o por negarme a reconocer su carácter inevitable. Por no aceptarla y por tener todos estos temores, la mayoría de la gente se queda tan solo con una porción de vida lastimosa y mutilada, que difícilmente puede llamarse vida en absoluto. Suena paradójico: al excluir la muerte de nuestra vida, no podemos vivir una vida plena; en cambio, al admitir la muerte en nuestra vida, la ampliamos y enriquecemos. -3 de julio de 1942, viernes Me encuentro muy rara. ¿Soy yo realmente quien está sentada aquí escribiendo tan tranquilamente? ¿Me entendería alguien si le dijera que me siento extrañamente feliz, nada angustiada en absoluto, sino simplemente feliz, porque puedo sentir cómo, día a día, va intensificándose cada vez más en mí una nueva ternura y una nueva confianza? ¿Que todas las cosas confusas, amenazantes y espantosas que me asaltan no me sacan de mis casillas ni por un instante? Porque sigo viendo y experimentando la vida con tales contornos sencillos y claros. Porque puedo soportarlo todo y hacerle frente a todo, y la consciencia de que todo lo bueno en la vida, incluida la mía, no ha sido suplantado por nada más, sino que sigue haciéndose más fuerte en mi in terior. Apenas me atrevo a escribir, y no sé cómo expresarlo: es como si hubiera ido casi demasiado lejos a la hora de restar importancia a aquellas cosas que sacan de quicio a la mayoría de la gente. Si supiera con certeza que iba a morir la próxima semana, aún sería capaz de sentarme en mi escritorio todo ese tiempo y estudiar con absoluta calma, pues ahora sé que la vida y la muerte constituyen un todo con sentido. La muerte es un dulce apagarse, aun cuando la vistamos de penumbra y de tristeza. 107

-6 de julio de 1942, lunes, 11,00 h. En fin, corramos ahora un tupido velo sobre todo el tumulto de hoy, y podré disponer de esta noche para mí misma en paz y con absoluta concentración. Una rosa de té amarilla está flanqueada por dos jarroncitos con violetas sobre mi escritorio. Después de nuestra «habitual conversación vespertina» con los demás, S. parecía completamente agotado y dijo: «¿Cómo diablos lo soportan los Levie? Yo no puedo aguantarlo más; me siento horriblemente mal». En lo que a mí respecta, puedo olvidarme de todo, hechos y rumores, y estudiar y leer toda la noche. ¡Qué curioso...!: ni una sola de las preocupaciones y temores del día me ha seguido hasta aquí; me siento en mi escritorio «intacta», inmersa en mis estudios como si nada estuviera ocurriendo en el mundo exterior. Simplemente, todo se ha distanciado de mí sin dejar huella alguna, y me siento más «receptiva» incluso que antes. La semana que viene, sin duda, será el turno de los judíos holandeses". A cada minuto que pasa, me libero de más anhelos, deseos y apegos. Estoy preparada para todo, para cualquier lugar de esta tierra donde Dios quiera enviarme, y estoy dispuesta a dar testimonio hasta la muerte, en cualquier situación, de que la vida es bella y tiene sentido, y que no es de Dios la culpa de que las cosas sean como son, sino de nosotros mismos. Se nos ha concedido la capacidad de utilizar todas nuestras capacidades, pero aún tenemos que aprender a manejarlas. Es como si a cada momento estuviera deshaciéndome de pesos enormes, como si estuvieran disipándose para mí todas las divisiones que se dan entre los hombres y entre las naciones. Hay momentos en los que puedo ver correctamente mediante la vida y el corazón humano, en los que comprendo cada vez más y me encuentro cada vez más tranquila, y estoy llena de una fe en Dios que ha crecido tan rápidamente en mi interior que al principio me asustaba, pero que ahora se me ha hecho inseparable. Y, ahora, a trabajar. Primero, algo de Jung, de Lo inconsciente en la vida psíquica normal y patológica. -7 de julio de 1942, martes, 20,00 h. Escrito mientras aún estaba de baja por enfermedad en Westerbork el mismo día en que murió Spier, cuya muerte se produjo a las 7,15 h. El permiso de baja expiraba aquel día y se prolongó para que pudiera asistir al entierro de Spier, en el que cantó Tide. Una larga plegaria precede a este fragmento. El árbol sigue ahí, el árbol que podría escribir mi biografía. Pero ya no es el mismo árbol, ¿o soy yo quien no es la misma? Y ahí sigue la estantería, al alcance de mi cama. Solo tengo que extender mi mano izquierda para tocar a Dostoievski, a Shakespeare o a Kierkegaard. Pero no lo hago. Me siento bastante mareada. «Tú me has puesto ante tu último misterio, oh Dios. Te lo agradezco e incluso tengo la fuerza necesaria para 108

aceptarlo y saber que no hay una respuesta. Que debemos ser capaces de soportar tus misterios». ...Todo vive en mí. Recuerdo una frase de uno de los poemas de Rilke: «el espacio interior del mundo»18. Y ahora debo dormir y dejar que las cosas sigan su curso. Estoy muy mareada. Ninguna parte de mi cuerpo se encuentra bien. Desearía desesperadamente reponerme, «...pero acepto todo de tus manos, oh Dios, tal como viene. Sé que siempre es bueno. He descubierto que al soportar el propio y pesado fardo, uno puede convertirse en algo bueno». -15 de septiembre de 1942, martes, 10,30 h. A veces, cuando menos lo espero, alguien se arrodilla de pronto en algún rincón de mi ser. Cuando paseo o cuando, simplemente, hablo con la gente. Y ese alguien, el que se arrodilla, soy yo misma. Y ahora unos restos mortales yacen sobre esa cama más que familiar. ¡ Oh, qué manta de cretona...! Apenas necesito volver allí de nuevo. Todo está desarrollándose en algún lugar de mi interior, todo; hay extensos llanos dentro de mí, más allá del tiempo y el espacio, y todo se desarrolla allí. Y ahora camino de nuevo por estas calles. ¡Cuántas veces he paseado por ellas con él, siempre enfrascados en diálogos fascinantes y valiosos...! ¡Y cuántas veces volveré a pasear por aquí, no importa en qué rincón de la tierra me encuentre...! ¿Se espera de mí que ponga una cara triste o seria? No estoy realmente triste, ¿verdad? Me gustaría juntar mis manos y decir: «Amigos, me siento feliz y agradecida, y encuentro que la vida es bella y tiene sentido. Sí, incluso al estar aquí junto al cuerpo de mi compañero fallecido, que ha muerto demasiado pronto, y justamente cuando puedo ser deportada a algún destino desconocido. Y, sin embargo, oh Dios, estoy agradecida por todo. Seguiré existiendo con aquello que sobrevive para siempre en los muertos, y haré renacer a la vida aquella vida del viviente que ahora ha fallecido, hasta que no haya más que vida, una gran vida, oh Dios». -16 de septiembre de 1942, miércoles, 15,00 h. Tide me contó que una amiga le dijo una vez, después de morir su marido: «Dios me ha ascendido un curso; los pupitres son aún ligeramente grandes para mí».

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Y cuando hablamos de que él ya no estaría allí nunca más y de lo extraño que resultaba que ninguna de nosotras sintiera un vacío interior, sino que en realidad teníamos una sensación de plenitud, Tide se limitó a bajar la cabeza, se encogió de hombros y dijo con una valiente y leve sonrisa: «Sí, los pupitres son aún ligeramente grandes; las cosas, de vez en cuando, se vuelven difíciles». Mateo 5,23-24: Si cuando llevas tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene queja de ti, deja la ofrenda delante del altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y después ve a llevar tu ofrenda. De vez en cuando, una flota cargada de tesoros se pierde en el mar, y los seres humanos, desde siempre, siguen intentando rescatarlos de las aguas. Numerosas flotas con tesoros se han hundido ya en mi corazón, y durante toda mi vida intentaré sacar a la superficie algunos de los tesoros hundidos. Aún me falta el equipo, sin embargo, y tendré que partir de cero. Me apresuraba junto a Ru, y después de una larguísima conversación, en la que una vez más abordamos todas las «cuestiones últimas», me detuve de repente junto a él, en medio de la estrecha y lúgubre calle de Govert Flinck, y le dije: «¿Sabes, Ru? Soy como una niña: aún siento que la vida es bella, y ello me ayuda a soportarlo todo». Ru fijo su mirada en mí, todo expectante, y le dije, como si fuera la cosa más común del mundo -y realmente lo es-: «Sí, ya ves, yo creo en Dios». Y creo que se quedó más bien desconcertado; entonces, buscando en mi rostro algún signo misterioso, pareció que le gustaba lo que descubrió en él. ¿Tal vez fue por eso por lo que me sentí tan radiante y tan fuerte el resto del día? Porque me salió tan espontánea y sencillamente en medio de aquel gris distrito de clase trabajadora: «Sí, ya ves, yo creo en Dios». Estoy contenta de haber pasado en Amsterdam unas cuantas semanas. Regreso renovada y llena de vigor. Solía ser demasiado poco sociable, demasiado indolente. Realmente, tenía que haber ido a ver a aquellos ancianos, los Bodenheimers, y no haberme justificado con la excusa de que no hay nada que pueda hacer por ellos. Y eran muchas las cosas de este tipo que no llegué a cumplir. Perseguía demasiado mi propio placer. Me encantaba contemplar otro par de ojos por la noche en el brezal. Resultaba encantador; sin embargo, no estuve a la altura en muchos aspectos. Incluso con las chicas de mi dormitorio. De vez en cuando les daba una parte de mí y luego salía corriendo. No era lo suficientemente bueno. Y, sin embargo, agradezco que fuera de este modo; así podré hacer corregir cuando regrese. Estoy segura de que volveré con una estructura mental más seria y más concentrada, con menos deseos de perseguir mi propio placer. Si uno quiere ejercer una influencia moral en los demás, debe comenzar por su 110

propia moral. Sigo hablando de Dios a lo largo de todo el día, y ya es hora de vivir conforme a su voluntad. Aún tengo un largo camino que recorrer; sí, ciertamente, un largo camino. Sin embargo, a veces me comporto como si ya estuviera allí. Soy frívola y poco exigente, y a menudo miro las cosas que ocurren como si fuera una artista, una mera observadora. Hay en mí algo de estrafalario, de inconstante y de aventurero. Pero al sentarme aquí ante mi escritorio, avanzada la noche, siento también una imperiosa fuerza en lo más hondo, una gran seriedad que va aumentando, una insonora voz que me dice qué hacer y me obliga a confesar: me he quedado corta en todos los aspectos; mi verdadero trabajo aún no ha comenzado. Hasta ahora, solo he hecho tonterías. -25 de septiembre de 1942, 23,00 h. Me impresionó bastante aquella vez en que un coqueto doctor, con ojos melancólicos, me dijo: «Vives una vida demasiado cerebral, y eso es malo para tu salud, pues tu constitución no puede con ella». Cuando se lo comenté a Jopie, dijo pensativamente: «Probablemente tiene razón». Aquello me tuvo preocupada durante bastante tiempo, pero al final me di cuenta, con una certeza cada vez mayor, de que el tal doctor no tenía razón. Ciertamente, puedo pensar demasiado, a veces con una intensidad demoníaca y frenética, pero me refresco cada día en la fuente original, la misma vida, y descanso de vez en cuando con la oración. Y lo que no saben quienes me dicen que vivo «demasiado intensamente» es que uno puede retirarse en oración como en una celda de monasterio y salir de nuevo con fuerza renovada y con la paz recobrada. Pienso que lo que más debilita a la gente es el miedo a desperdiciar su fuerza. Si después de un largo y arduo proceso, día tras día, consigues aceptar tus fuentes interiores - a Dios, en suma-, y si solamente tú estás seguro de que tu camino hacia Dios está desbloqueado - que puedes hacerlo «trabajando sobre ti mismo»-, entonces puedes seguir renovándote en estas fuentes interiores y nunca más necesitarás tener miedo a desperdiciar tu energía. No creo en las proposiciones objetivas. Existe una combinación interminable de interacciones humanas. La gente dice que has muerto demasiado joven. Bueno, es verdad que se escribirá un libro menos de psicología, pero has traído un poco más de amor al mundo. -28 de septiembre de 1942, lunes

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Tras una breve explicación descriptiva de la vida en el campo, la gente, los barracones, los transportes, la muerte de niños, las conversaciones con colegas, trabajadores, parientes y antiguos conocidos, que habían sido llevados al campo y que, con vacilación y escalofríos, compartían entre sí la tensión provocada por lo que habían presenciado: Y esta es la razón por la que tampoco me gusta escribir sobre eso. Pero estoy divagando. Todo lo que quería decir es esto: La miseria que hay aquí es espantosa; y, sin embargo, a altas horas de la noche, cuando el día se ha escabullido en las profundidades a mis espaldas, a menudo camino con paso ligero a lo largo de la alambrada de púas. Y entonces, de vez en cuando, se alza directamente en mi corazón - no puedo controlarlo, así es como es, como una fuerza básica - el sentimiento de que la vida es maravillosa y espléndida, y de que un día construiremos un mundo totalmente nuevo. En contra de toda nueva atrocidad y todo reciente horror, levantaremos una parte más de amor y bondad, tomando fuerzas de dentro de nosotros mismos. Podemos sufrir, pero no debemos sucumbir. Y si saliéramos ilesos de cuerpo y alma, pero sobre todo de alma, sin amargura y sin odio, entonces tendríamos derecho a expresar lo que sentimos después de la guerra. Probablemente, soy una mujer ambiciosa: Me gustaría tener solamente una diminuta voz en todo esto. Habláis de suicidio19, y de las madres y de los niños. Ya sé lo que queréis decir, pero lo encuentro truculento. Hay un límite en el sufrimiento; tal vez, a ningún ser humano se le da más que aquello que puede soportar; más allá de cierto punto, solo cabe la muerte. La gente agoniza aquí, incluso ahora, porque están rotos espiritualmente, porque ya no pueden encontrarle un sentido a la vida, sobre todo los jóvenes. Los mayores están arraigados en un suelo firme y aceptan su destino con dignidad y cal ma. Ves tantos tipos de personas aquí y tantas diferentes actitudes sobre las cuestiones más duras y últimas... Trataré de haceros ver cómo me siento, pero no estoy segura de que mi metáfora sea adecuada. Cuando una araña teje su red, ¿no arroja los hilos principales por delante y luego sigue tejiendo por detrás de ellos? El principal sendero de mi vida se extiende como un largo viaje delante de mí y ya alcanza al otro mundo. Es como si todo cuanto ocurre aquí y lo que aún ha de ocurrir estuviera, en cierto modo, descontándose dentro de mí. Como si ya hubiera pasado por eso y estuviera ayudándome ahora a construir una sociedad nueva y diferente. La vida de aquí apenas llega a afectar a mis recursos interiores - físicamente, tal vez, te vienes un poco abajo, y a veces te sientes infinitamente triste, pero fundamentalmente sigues haciéndote más fuerte. Solo espero que pueda ser lo mismo para vosotros y para todos mis amigos. Lo necesitamos, pues aún tenemos mucho que experimentar conjuntamente y mucho trabajo por realizar. Y por eso os insto: manteneos firmes en vuestra posición interior, y os ruego que no sintáis 112

pesar o tristeza por mí; no hay razón para ello. -De la carta #46, dirigida a Johanna y Klaas Smelik y a otros, Westerbork, sábado, 3 de julio de 1943 Hallar a Dios en todas las cosas El tema de «hallar a Dios en todas las cosas» se asocia, por lo general, con el sacerdote, religioso y místico Ignacio de Loyola (1491-1556), fundador de la Compañía de Jesús, la Orden de los jesuitas. Para Ignacio, a Dios podía encontrársele no solo en el culto y en la devoción privada, sino también en la actividad cotidiana, en las cosas del mundo, en el detalle más insignificante de la naturaleza o del trabajo, en el encuentro diario con la gente. Ignacio llegó a esta convicción mediante la práctica diaria de la oración en soledad, la celebración diaria de la eucaristía, la sencillez de palabra y de estilo de vida en un ambiente casi monástico, el examen de conciencia diario, la disciplina en la organización del trabajo de la Orden y en mantener una vasta correspondencia, así como la firme seguridad de que cualquier cosa que se le presentara formaba parte del plan de Dios. Los obstáculos, las intrigas, los enemigos y los detractores, todas y cada una de estas cosas, podían enseñarle a confiar más en Dios; de ahí que formaran parte del mundo de Dios y de sus planes de redención. En el siglo XX sobresalen dos sacerdotes jesuitas por este tipo de mística: Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), un paleontólogo que vio la actividad de Dios presente tanto en la materia inerte como en las criaturas dotadas de espíritu, considerando así la materia y el espíritu como dos movimientos cósmicos complementarios del mismo Dios, cuya manifestación describía como «el espíritu de fuego»; y Karl Rahner (1904-1984), uno de los más grandes teólogos del siglo XX y suele ser denominado como un «místico de la vida diaria», por sus escritos sobre la gracia de Dios como realidad que actúa e interviene en cualquier lugar del mundo, y sobre la misteriosa autorrevelación de Dios, accesible a todos en cualquier parte, no solo en contextos sacrales, sino en la vida diaria y la rutina de trabajar, sentarse, dormir, pasear o comer. También Etty encuentra a Dios actuante y presente en todas las cosas. Por su práctica diaria de la oración, su constante diálogo interior con Dios, su disciplina de «ser sincera consigo misma» y el examen de su conciencia y de su alma, desarrolla una realidad interior, un mundo interior, que le permite ver la presencia y la actividad de Dios en todas las cosas del mundo. Cuanto más profundamente se siente conectada y fundamentada por dentro, tanto más se intensifica su interconexión con el mundo de fuera. Trabajando o descansando, entre amigos o entre extraños, entre las cosas de la naturaleza o en los gestos y rostros de la gente, es consciente del espíritu que contienen y del «fuego» que la ilumina, la impregna y le ayuda a ver el mundo a una nueva luz, llena de colorido e impregnada del amor de Dios. Todas las cosas merecen su atención y su 113

amor y le permiten sentirse en comunión con Dios, con independencia del lugar o las circunstancias en que se encontrara. Este sentido de comunión consigo misma y con el mundo, la continuidad entre el pasado y el presente, la interconexión de todos los aspectos de la creación y de la vida, le proporcionan una alegría y una esperanza ilimitadas y le hacen decir una y otra vez que la vida tiene sentido y que Dios es bueno. Los pequeños capullos rojos y los diminutos blancos, tan apretados, tan inaccesibles, tan increíblemente adorables... Tendría que hacer que me miraran toda la tarde, mientras escucho a Hugo Wolf2°. El Rijksmuseum, también, estaba allí, fuera de la ventana, tan seductoramente fresco y nuevo en sus contornos, al tiempo que tan anti guo y familiar. Ya no se nos permite pasear por el Promenade, y cada desdichado grupo de dos o tres árboles ha sido marcado con un letrero clavado en su madera y que reza: «Prohibid el acceso a los judíos». Cada vez aparecen más letreros de este tipo por todas partes. No obstante, aún hay suficiente espacio para moverse, ser feliz, escuchar música y amarse. Glassner` trajo un pequeño saco de carbón, y Tide un poco de madera. S. trajo azúcar y galletas, yo puse el té, y nuestra pequeña artista vegetariana Swiss llegó de pronto con una gran tarta. En primer lugar, S. nos hizo una lectura sobre Hugo Wolf. Y al llegar a algunos pasajes sobre su trágica vida, su boca tembló ligeramente. Esa es otra razón por la que lo amo tanto. ¡Es tan auténtico...! Y vive cada palabra que dice, canta o lee. Cuando lee cosas tristes, está auténticamente triste. Me emociona el hecho de que en ese momento parezca como si estuviera a punto de echarse a llorar. Y, con mucho gusto, lloraría al unísono con él. Glassner toca cada vez mejor el piano. Esta tarde le dije en privado: «Estamos contigo mientras creces, querido y reservado Glassner». -22 de marzo de 1942, domingo, 8,30 h. Mientras leía algunas cartas con S. ...un fragmento del pasado, de 1933, apareció inesperadamente, emergiendo de nuevo a la superficie. Apenas puedo creer que pasara por todo eso; o, mejor dicho, puedo creerlo perfectamente, pues todo cuanto alguna vez experimenté ha permanecido conmigo y reposa en lo más hondo de mí, asimilado y en buen estado, y tal vez por eso me siento tan satisfecha, tan rica, tan repleta, tan llena de experiencia. Pero esa sensación de satisfacción no me hace anhelar nuevas aventuras; y, como ya he dejado de vivir en tal estado de desasosiego, la vida se ha convertido en una enorme, impredecible y constante aventura interior, y cada minuto del día y de la noche, por así 114

decirlo, suministra el combustible para esa aventura. Y actualmente también consigo descansar un poco: unas veces, entre dos profundos suspiros; otras, arrodillándome cinco minutos en cualquier lugar donde me encuentre de la casa. Y todo cuanto experimento, por muy afectivo que pueda ser, lo asimilo de inmediato. Eso no significa que olvide la experiencia al instante, sino que la encajo directa e irresistiblemente en la corriente más grande de mi vida, que fluye, por así decirlo, con la gran corriente y ya no erige, como solía hacer, barreras, presas e impurezas que bloqueen el gran torrente de la vida. Aún tengo que contárselo a Leonie, que sabe más de las innumerables olitas que de la gran corriente, la única gran ola que absorbe todas las olitas. Y que necesita conseguir un mejor conocimiento de aquella única gran corriente. Así que esta es mi actitud ante la vida por ahora: fluye a través de mí un río grande, rico y poderoso, nutrido por un número infinito de afluentes; etc. -27 de marzo de 1942, viernes, 10,30 h. Me siento muy rara: tan tranquila, tan seria, tan decidida y tan llena de vida, una vida que es muy seria, pero también muy alegre. Más que nunca, ahora sé con certeza que tengo una tarea en esta vida, un pequeño proyecto especialmente elaborado para mí. Y tendré que pasar por todo. Estoy agradecida de que el destino no me haya atrapado en una de sus pequeñas garras (por ejemplo, ir a la cárcel por esconder dinero, porque, evidentemente, ese tipo de cosas ocurren), sino que seré arrastrada por la gran corriente. Me convertiré en la cronista de nuestras aventuras. Las forjaré en un lenguaje nuevo y las almacenaré en mi interior, pues ahora no tengo oportunidad de ponerlas por escrito. Me apagaré y volveré de nuevo a la vida, caeré y volveré a levantarme, y es probable que un día descubra un espacio de paz en torno a mí que sea solamente mío, y entonces me sentaré allí cuanto sea necesario, incluso un año entero, hasta que la vida comience a brotar en mí de nuevo y encuentre las palabras que den testimonio siempre que este sea necesario... ...la vida, a pesar de todo, sigue siendo muy «interesante». Hay en mí una omnipresente y compulsiva tendencia, casi demoníaca, a observar todo cuanto sucede. Un deseo de ver, de oír y de estar presente, de sonsacar todos los secretos de la vida, de observar a cierta distancia el aspecto de la gente en sus últimas convulsiones. Y también, de repente, a ser forzada a hacerme frente a mí misma y aprender lo que pueda del espectáculo que la propia alma representa en estos tiempos. Y, después, a ser capaz de encontrar las palabras correctas para ello. Repasaré mis viejos diarios. He decidido, después de todo, no romperlos. Tal vez me 115

ayuden más tarde a familiarizarme de nuevo con mi antiguo yo. Hemos tenido tiempo más que suficiente para prepararnos para nuestra catástrofe actual: dos años enteros. El último de ellos ha resultado ser el más crucial de mi vida, mi año más hermoso. Y sé a ciencia cierta que habrá una continuidad entre la vida que he dejado y la vida que estoy a punto de comenzar. Porque mi vida se está haciendo cada vez más interior, y lo exterior importa cada vez menos. -28 de julio de 1942, martes, tarde-noche Rilke. Ahora estoy leyendo sus cartas. Cada día descubría unas cuantas palabras buenas, preciosas y originales para hablar de la naturaleza y de las diversas personas. Cada día, por así decirlo, descubría nuevas expresiones cariñosas y gestos amistosos para con el aire, la lluvia, el sol, las «cosas»... Y, en último término, no era él el hombre que se sienta, mano sobre mano, para observar las florecillas y los pájaros, pues siempre estaba trabajando, más aún, trabajando duramente. ¿Y por qué no deberíamos encontrar unas cuantas palabras nuevas y expresiones cariñosas cada día para las cosas cotidianas que nos rodean y para el aire que respiramos?... Un ansia de silencio. Y el silencio ha vuelto a mí, y lo llevo conmigo siempre. Tengo algo que debo contar a Liesl, que dice sentirse feliz únicamente con la naturaleza. Hay que llevar la Naturaleza en el interior; puede ex perimentarse en una flor, en una nube, en un sentimiento, en la propia sangre. Puede uno reunirlo todo en sí mismo y llevarlo en su interior. Eso es posible. Pero no siempre se puede perseguir las cosas afanosamente. Ni debemos hacernos dependientes de ellas. -13 de abril de 1942, lunes, 8,30 h. Durante un paseo con S. por un camino rural el lunes de Pascua. Un riachuelo, sauces y prados, y a lo lejos la ciudad. Y sus manos gesticulando, y sus expresivos movimientos de cabeza. Y durante nuestra caminata pasamos por una casa enorme construida bajo el nivel del terreno, que era de otro siglo, y la casa tenía un aspecto triste que me afectó. Lo que quiero decir es que me sentí en contacto con todo lo que me rodeaba, en comunión con el paisaje por el que caminaba, y con una antigua casa que, de repente, cobró vida para mí. Rilke. Las «Cosas...» `. Pues bien, aquel lunes, lunes de Pascua, a las dos en punto de la mañana, Liesl y Werner, como dos golfillos parisinos, se sientan en el borde de sus improvisadas camas de gentes sin techo en el cuarto de estar. Y yo en la cama de Renate23. Quité el papel 116

oscuro de la ventana, y de pronto había dos estrellas en la cabecera de la cama. No eran las mismas estrellas que veo por mi ventana, pero me sentí igualmente en contacto con ellas, y de repente estuve totalmente segura de que, dondequiera que estuviera en el mundo, siempre encontraría estrellas y podría dormirme en una cama, en el suelo o en cualquier otro lugar, y que siempre me sentiría en mi hogar. Y en este enriquecedor lunes de Pascua, sí, realmente enriquecedor, hubo probablemente dos cosas que tuvieron más importancia que cualquier otra: la casa que me tocó y me mostró su rostro, y aquellas dos estrellas de las dos de la mañana en la cabecera de la estrecha cama infantil de Renate. -16 de abril de 1942, 9,00 h. Por el jacinto marchito que hay en la galería: Hace algún tiempo, le escribí: «No hay que dividir un único gran deseo en cien pequeñas satisfacciones». Y ahora quiero añadir: hay que dividir una única gran ternura en mil pequeños actos de ternura, para no sucumbir bajo el peso de esa gran ternura. Mil pequeñas ternuras: para con un perro en la calle o para un anciano que vende flores... y dar con la palabra apropiada para quien lo necesite. Y, además, no entristecerse por imaginar que no puede uno expresar ese único, grande y fuerte sentimiento que lleva dentro. El viernes, al regresar en bicicleta de su casa en medio de la noche primaveral, vertí el gran amor y la inconmensurable ternura que siento por él en la noche, poniendo una parte en las estrellas y dejando otra parte detrás, entre los arbustos que crecen junto al canal. Y otra cosa: hay que ser capaz, además, de tolerar y soportar los sentimientos más intensos. No hay que pretender rehuirlos, sino ser capaz de llevarlos uno consigo; de no dejarse abrumar por ellos, sino de sacar energía de ellos, no solo para una sola persona, sino para tantas criaturas de Dios que también tienen derecho a nuestra solicitud y a nuestro amor. -26 de abril de 1942, domingo, 21,00 h. Anoche dejé preparada la mesa para el desayuno y puse el despertador a las siete en punto. Muy temprano, me encontré en compañía de san Agustín y deseo retener algunas de sus palabras. Dicen siempre lo mismo, pero con matices y tonalidades que cambian constantemente, aunque - repito - son siempre las mismas: «Mi alma te alabará en todas las cosas, oh Dios, creador del universo, pero no se aferrará a ellas con amor pecaminoso, con los sentidos del cuerpo. Pues todo 117

va adonde siempre ha ido... y deja de existir; y nuestra alma se ve desgarrada por mórbidos deseos, pues quiere estar y quedarse con las cosas que ama, en las cuales, sin embargo, no encuentra reposo, porque no perduran, sino que desaparecen, ¿y quién puede seguirlas con los sentidos de la carne, aun cuando se encuentren delante de él? Porque lentos son los sentidos de la carne, ¿y quién puede aferrarlos aun cuando se encuentren delante de él? Pues lentos son los sentidos de la carne»24. Las desnudas ramas que trepan al otro lado de mi ventana se esconden ahora bajo un manto de frescas hojas verdes: una ligera capa de lana a lo largo de sus desnudos y ascéticos miembros. ¿Y cómo fue la pasada noche en mi pequeño dormitorio? Me fui temprano a la cama, desde la cual observé atentamente a través de la gran ventana abierta. Y, una vez más, fue como si la vida, con todos sus misterios, se me acercara, como si pudiera tocarla. Tenía la sensación de estar descansando sobre el pecho desnudo de la vida y podía sentir el cálido y regular latido de su corazón. Me sentía segura y protegida. Y pensé: «¡Qué raro...! Estamos en guerra. Hay campos de concentración. Las barbaridades se amontonan una sobre otra. De muchas casas puedo decir, al pasar delante de ellas: en esta, un hijo ha sido encarcelado; en aquella, han tomado al padre como rehén; en la de más allá, un chico de dieciocho años ha sido condenado a muerte. Y estas calles y casas están muy cerca de mi propia calle y de mi propia casa. Sé lo nerviosa que está la gente; conozco la enormidad del sufrimiento humano. Soy consciente de la persecución, la opresión, el despotismo, la impotente furia y el cruel sa dismo. Conozco todo esto y sigo afrontando toda brizna de realidad que se me impone. Y, sin embargo, en un momento de descuido, cuando me abandono a mí misma, de pronto me recuesto sobre el pecho desnudo de la vida, cuyos brazos me rodean cariñosa y protectoramente, y el propio latido de mi corazón resulta difícil de describir: tan lento y regular, y tan suave, casi apagado..., pero tan constante como si nunca fuera a detenerse, y también tan bueno y compasivo». Esta es mi actitud ante la vida, y creo que ni la guerra ni ninguna otra absurda atrocidad humana podrá cambiarla jamás. -30 de mayo de 1942, sábado, 7,30 h. Parece algo sin importancia, pero exige grandes dosis de lucha y de esfuerzo pasar de la teoría de la autodisciplina y el adiestramiento a la práctica diaria. Por ejemplo, despedirse de la jornada al caer la noche sin demasiada resistencia, en lugar de pasar horas hojeando 118

toda clase de libros o deambulando de un lado a otro en la casa por puro desasosiego e insatisfacción con lo realizado a lo largo del día. Antes, esto me ocurría muchas veces. Entonces seguía esperando hasta el último momento el milagro de que el día se convirtiera en algo especial. Una especie de postdata que contuviera todo cuanto había faltado durante la mayor parte de la jornada. Ya no es tan malo, salvo de vez en cuando. Antes, las transiciones - del día a la noche, del trabajo al ocio, de la soledad a la compañía... - solían ser un tanto abruptas y me impresionaban excesivamente. Ahora todo se funde más suavemente, porque ha hecho su aparición un ritmo interno, un ritmo que es mío y únicamente mío. Puede parecer exagerado, pero es del todo cierto que despedirse de la jornada e irse a dormir puntualmente, exige disciplina. Primero hay que habituarse a ello, antes de que se convierta en una especie de automatismo y forme parte del ritmo de la propia vida... Relajar el rígido control de la jornada. Pienso que mucha gente sigue aferrándose a una parte del día con uñas y dientes incluso por la noche. Es preciso realizar un acto de claudicación y liberación todas las noches: despedirse tranquilamente de la jornada y de todo cuanto ha ocurrido a lo largo de la misma. Y olvidarse de todo cuanto no ha tenido una conclusión satisfactoria durante el día, sabiendo que habrá otro día a la mañana siguiente. Hay, por así decirlo, que adentrarse en la noche con las manos vacías y abiertas, permitiendo deliberadamente que la jornada llegue a su término, pues solo así es posible disfrutar del descanso. Y en las manos descansadas y vacías, que ya no tratan de aferrarse a nada y de las que ha desaparecido todo deseo, se recibe un nuevo día al despertar. ¿No está a veces mi nuevo día contaminado de las características heredadas del día anterior? ¿Y no puede a veces resultarle difícil a un nuevo día coger el debido ritmo, medio enterrado como está bajo los escombros y los residuos del día anterior? -17 de junio de 1942, miércoles, 7,30 h. Como un árbol fuerte y vigoroso se despoja de una hoja marchita, así también puedo yo a veces prescindir de personas que están cerca de mí con un encogimiento de hombros que más tiene de indiferencia y hastío que de otra cosa... «Tengo una vida mejor que cualquier otra persona de Europa o de Asia», le confié esta tarde a S. en su soleada terraza. Y con ello quería decir que no quisiera cambiarme por nadie. Ahora bien, debo recordar siempre que tengo una vida privilegiada. Soy una solitaria y puedo volar tan alto y tan rápido como quiera. Estoy tan solo en los comienzos, pero los comienzos ya están ahí, y estoy bastante segura de ello. Ello supone hacer acopio de toda la energía posible, 119

vivir la vida con Dios y en Dios y llevar a Dios por dentro. -22 de junio de 1942, lunes, 21,00 h. Dios no es responsable ante nosotros, pero nosotros sí lo somos ante Él. Yo sé lo que puede esperarnos. Ahora mismo estoy alejada de mis padres y no puedo ponerme en contacto con ellos, aunque están a tan solo dos horas de tren. Pero sé perfectamente dónde están, sé que no están pasando hambre y que hay mucha gente buena a su alrededor. Y ellos también saben dónde estoy yo. Pero soy igualmente consciente de que puede llegar un momento en que no sepa ya dónde están, cuando tal vez sean deportados para morir miserablemente en algún lugar desconocido. Sé que esto es perfectamente posible. Según las últimas noticias, todos los judíos van a ser sacados de Holanda a través de la provincia de Drenthe y serán conducidos a Polonia. Y la radio inglesa ha informado de que tan solo en el año pasado murieron setecientos mil judíos en Alemania y en los territorios ocupados. Y aunque sobrevivamos, llevaremos las heridas con nosotros durante toda nuestra vida. A pesar de todo, no creo que la vida carezca de sentido. Y Dios no es responsable ante nosotros del daño ab surdo que nos causamos unos a otros. ¡Somos nosotros los responsables ante Él! Yo ya he sufrido mil muertes en mil campos de concentración. Soy consciente de todo, y ya no me asombran siquiera las últimas noticias. De un modo u otro, lo sé todo. Y, sin embargo, encuentro que la vida es bella y llena de sentido. Minuto a minuto. -29 de junio de 1942, lunes, 10,00 h. Reflexionando sobre ...mi repentina irritación y agresividad hacia K the, siento que, en el fondo, ella defiende a su país o, mejor dicho, lo bueno que hay en su país, porque, a fin de cuentas, quienes viven allí son personas como nosotros. ¿Seguro que es así...? Puedes darle vueltas a todas las teorías que quieras, pero lo cierto es que son personas como nosotros. Y eso es algo a lo que debemos aferrarnos contra viento y marea y gritarlo frente a todo este odio que nos invade. Sí, lo llevamos todo dentro de nosotros: Dios y el cielo y el infierno y la tierra y la vida y la muerte y toda la historia. Las apariencias no pasan de ser meros apoyos; todo cuando necesitamos se encuentra dentro de nosotros. Y tenemos que asumir todo cuanto nos acontece: lo malo y lo bueno, lo cual no significa que no podamos consagrar nuestra 120

vida a sanar el mal. Pero debemos saber los motivos que inspiran nuestra lucha, y hemos de empezar cada día de nuevo por nosotros mismos. -3 de julio de 1942, viernes Después de un agotador paseo de ida y vuelta con S. a la oficina de impuestos: Cuando, en un determinado momento, me sentí agotada y experimenté de pronto esa peculiar y desagradable sensación de que no se nos permitía tomar un tranvía en ningún lugar de esta ciudad con sus larguísimas calles, y ni siquiera podíamos sentarnos en la terraza de un bar (podría contarle muchas cosas sobre esas terrazas: «Mire, en esta estuve con mis amigos hace dos años, después de mis exámenes finales»), entonces pensé - o, más bien, en realidad no lo pensé, sino que se trató más bien de una percepción - que durante siglos la gente se ha cansado y se ha roto los pies andando sobre la tierra de Dios, con frío o con calor, y eso también forma parte de la vida. Esta clase de sensación se ha hecho cada vez más intensa en mí: un indicio de eternidad se filtra en mis más pequeñas actividades y percepciones cotidianas. No estoy sola en mi cansancio, en mi enfermedad o en mis temores, sino en comunión con millones de otros seres humanos a lo largo de muchos siglos; y todo forma parte de la vida. Y, a pesar de todo, la vida es bella y sigue teniendo sentido. Tiene sentido incluso en su sinsentido, siempre y cuando uno dé cabida a todo en su vida y acepte esta como un todo indivisible, pues entonces llega uno a ser todo en sí mismo. Pero tan pronto como uno intenta excluir ciertas partes de la vida, oponiéndose a aceptarlas y optando arrogantemente por esta parte de la vida y no por aquella, entonces la vida se convierte en algo carente de sentido, porque ya no es un todo, y todas las cosas resultan entonces completamente arbitrarias. -4 de julio de 1942, sábado, 9,00 h. Mis rosas rojas y amarillas se han abierto por completo. Mientras me hallaba sentada trabajando en aquel infierno, ellas seguían floreciendo en silencio. Y muchos me dicen: «¿Cómo puedes pensar todavía en las flores?». Anoche, recorriendo el largo camino hasta casa bajo la lluvia, con ampollas en los pies, di un pequeño rodeo para encontrar un puesto de flores y me fui a casa con un gran ramo de rosas. Y ahí están, tan reales como la miseria que presencio cada día. «Hay espacio en mi vida para muchas cosas, muchísimo espacio, Dios mío». Al pasar hoy por los pasillos atestados de gente, sentí de pronto el impulso de 121

arrodillarme justamente allí, sobre el suelo de piedra, entre todas aquellas personas. El único gesto decente que nos queda en estos tiempos: «arrodillarse ante Ti». Cada día aprendo algo nuevo acerca de la gente y cada vez veo con mayor claridad que la única fuerza no viene de los demás, sino de dentro de uno mismo. -23 de julio de 1932, jueves, 21,00 h. A menudo, mientras iba de un lado para otro en Westerbork entre los ruidosos miembros del Consejo Judío, que no paraban de discutir, solía pensar para mis adentros: si pudiera tan solo ser una mínima parte de su alma, si pudiera acoger en mí lo mejor que la naturaleza ciertamente les ha dado a todos ellos... Dejadme ser, más que hacer. Dejadme ser el alma en ese cuerpo. Y de vez en cuando descubría en cada uno de ellos un gesto o una mirada que los devolvía a la realidad y de los que apenas pare-cían ser conscientes. Y sentía que yo era la guardiana de ese gesto o esa mirada. -16 de septiembre de 1942, miércoles, 9,00 h., en la sala de espera del médico Me gustaría ser como los lirios del campo. Si alguien hubiera logrado comprender entender estos tiempos como es debido, seguramente habría aprendido a ser como un lirio del campo. En cierta ocasión escribí en uno de mis diarios: «Me gustaría pasar las yemas de mis dedos por los contornos de estos tiempos». Me encontraba sentada ante mi escritorio sin tener ni idea de lo que debería hacer con mi vida. Porque aún no había llegado a la vida dentro de mí, sino que seguía sentada ante este escritorio. Y entonces me vi arrojada de pronto a uno de los muchos puntos críticos del sufrimiento humano. Y allí, en los rostros de la gente, en mil gestos, en imperceptibles cambios de expresión, en tantas y tantas biografías, de pronto pude entender nuestra época... y mucho más que solo eso. Y entonces ocurrió de repente: era capaz de sentir los contornos de estos tiempos con las yemas de mis dedos. ¿Cómo es que este trozo de páramo cercado de alambres de púas, inundado de tanta miseria humana, se mantiene, no obstante, grabado en mi memoria como algo casi encantador? ¿Cómo es que mi espíritu, lejos de estar oprimido, parecía hacerse allí más luminoso y más brillante? Sencillamente, porque leo los signos de los tiempos, y no me parecen faltos de sentido. Rodeada de mis escritores y poetas y de las flores de mi escritorio, yo amaba la vida. Y allí, entre los barracones, atestados de gente acorralada y perseguida, encontré la confirmación de mi amor a la vida. La vida en aquellos barracones, en los que se colaban las gélidas corrientes de aire, no era otra que la vi da en esta habitación protegida y tranquila. Ni por un momento corté el vínculo con 122

la vida que me dijeron que dejaba atrás. Simplemente, era un todo grande y con sentido. ¿Seré capaz de describir todo esto un día para que otros puedan sentir también lo hermoso y valioso que es vivir y que así - sí, así - es realmente la vida? Tal vez un día Dios ponga en mi boca las pocas y sencillas palabras que necesito. Palabras que también serán brillantes, fervientes y serias, pero, sobre todo, sencillas. ¿Cómo puedo describir esta pequeña aldea de barracones entre el páramo y el cielo con unos breves, delicadas e intensos pinceladas? ¿Y cómo puedo lograr que otros vean lo que hay dentro de la gente, que ha de descifrarse como si se tratara de un jeroglífico, pincelada tras pincelada, hasta que acaben formando una gran unidad legible y comprensible? Algo sé ahora con toda certeza: que nunca podré poner por escrito lo que la vida misma me ha deletreado con letras vivas. Lo he leído todo con mis propios ojos y lo he percibido con mis sentidos. Pero nunca podré reproducirlo. Bastaría para hacerme desesperar el que no hubiera aprendido a aceptar que hay que trabajar con las insuficientes fuerzas que uno ha recibido..., pero con las que debe realmente apañarse. Paso por delante de la gente como si fueran plantas, tomando nota de cuánto ha crecido la cosecha de humanidad. Siento cómo esta casa pierde poco a poco su atractivo para mí. Es bueno poder cortar todos los vínculos con ella. Con mucho cuidado, con enorme pesar, pero también con la certeza de que es para bien y que no hay otra solución, dejo que se aleje de mí día tras día. Y con una camisa puesta y otra en la mochila... y con una pequeña Biblia, tal vez también con mi diccionario de ruso y los cuentos de Tolstoi, y, tal vez haya también espacio para un volumen de las cartas de Rilke. Y además el jersey de lana hecho por una amiga... ¡cuántas cosas tengo, Dios mío! ¿Y alguien como yo quiere ser como un lirio del campo? Y con aquella única camisa en mi mochila, parto hacia un «destino desconocido». Así es como ellos lo llaman. Pero, dondequiera que vaya, ¿no habrá la misma tierra bajo mis errantes pies y el mismo cielo con el sol y la luna, por no mencionar las estrellas, sobre mi agradecida cabeza? Así pues, ¿por qué hablar de un destino desconocido? -22 de septiembre de 1942, martes De noche, los barracones eran iluminados por la luz de la luna, hecha de plata y de eternidad: como un juguete que se hubiera deslizado de la mano providente de Dios. -23 de septiembre, miércoles 123

¡Pensar que puede uno ser ese fuego chisporroteante...! Todas las palabras y expresiones que una vez empleé para describir lo que parece gris, pálido y sin color, en comparación con la intensa alegría y el amor a la vida y la vitalidad que brotan de mí ahora mismo. Mi hermano pequeño, el pianista`, escribió esto, con veintiún años, desde un psiquiátrico en plena guerra: «Henny (es decir, Ide), también yo creo -lo sé - que hay una vida después de esta. Incluso creo que hay personas que pueden ver y experimentar ambas vidas al mismo tiempo. Es este un mundo en el que los susurros eternos de los místicos se han hecho realidad viva, y en el que las cosas que normalmente se dicen y se viven cada día han adquirido un sentido más elevado. Es muy posible que después de la guerra la gente esté más abierta a ese mundo de cuanto solía estarlo, que se hagan colectivamente conscientes de que hay un orden cósmico más elevado». -27 de septiembre de 1942, domingo Acabo de levantarme y, después de lavarme, he escrito una carta que creía necesario escribir, me he dado una vuelta por la casa y he limpiado un poco mi pequeña habitación; y ahora, Dios, por decirlo llanamente, iré a tu ventanilla y cambiaré toda la calderilla pesada y tintineante que llevo por un solo billete en blanco. ¿Qué piensas acerca de tanta poesía en un estómago vacío? Pero estoy a punto de canjear todas mis numerosas y pequeñas preocupaciones por una gran paz. Mis padres, Dios querido, ¡mis padres! Es evidente que quieren destruirnos por completo. Pero haz que sepamos soportarlo con elegancia. No hay ningún poeta oculto en mí, tan solo un pequeño pedazo de Dios que puede convertirse en poesía. Y un campo necesita un poeta, alguien que experimente la vida allí incluso allí, como un bardo, y sepa cantarla. Por la noche, al acostarme en mi camastro, rodeada de mujeres y niñas que roncan suavemente, que sueñan en voz alta, que sollozan silenciosamente, que no paran de dar vueltas, mujeres y niñas que a menudo me han dicho durante el día: «No queremos pensar, no queremos sentir; de otro modo, estamos seguras de que nos volveríamos locas», a veces me invadía una infinita ternura y seguía despierta durante horas, dejando que las muchas - quizá excesivas - impresiones de un día demasiado largo me afectaran; y oraba: «Concédeme ser el corazón pensante de los barracones». Y eso es lo que quiero ser de nuevo. El corazón pensante de todo un campo de concentración. Ahora estoy tendida aquí tan paciente y tranquilamente que me siento ya un poco mejor, no 124

fingiendo, sino sintiéndome realmente mejor. Estoy leyendo las cartas de Rilke Sobre Dios', y cada una de sus palabras está llena de sentido para mí, podría haberlas escrito yo misma y, de haber tenido tal oportunidad, las habría escrito exactamente así y no de otro modo. Siento que la fuerza regresa a mí; he dejado de hacer planes y de preocuparme por los riesgos. Ocurra lo que ocurra, seguro que es para bien. «Probablemente tenía razón Cristo cuando, en unos tiempos llenos de dioses rancios y trasnochados, habló mal de las cosas terrenales, aunque (no puedo menos de pensar que) significa despreciar a Dios el no ver la perfección y algo que satisfaga plenamente nuestros sentidos en todo cuanto nos ha sido concedido y otorgado, aun que usándolo con enorme cuidado. El uso apropiado: tal es la cuestión. Aprovechar lo que está a mano, en la tierra, con amor sincero, con asombro, como todo lo que tenemos por el momento: esta, por decirlo llanamente, es la gran directriz de Dios, la que quiso recoger en su cántico al sol san Francisco, que en su lecho de muerte pensaba que era más glorioso que la cruz, pues esta, después de todo, se hallaba precisamente allí para señalar al sol»28. -3 de octubre de 1942, sábado, por la mañana Aún sigo enferma. Y no puedo hacer nada al respecto. Tendré que esperar un poco más para recoger todas sus lágrimas y temores. Aunque puedo realmente hacerlo también aquí, en la cama. Tal vez por eso me siento tan mareada y febril. No quiero ser una cronista de los horrores. O de las sensaciones. Esta mañana dije a Jopie: «Todo se reduce a lo mismo: la vida es bella. Y creo en Dios. Y quiero estar precisamente allí, en el grueso de lo que gente llama "horror", y ser aún capaz de decir: la vida es bella». Y ahora estoy aquí, apartada en una esquina, mareada y febril e incapaz de hacer nada. Cuando me levanté, estaba muerta de sed, extendí mi mano hacia el vaso de agua y, agradecida por ese solo sorbo, pensé para mis adentros: «Ojalá estuviera allí, aunque solo fuera para dar a algunos de los miles de sedientos siquiera un sorbo de agua». Y cada vez me seguía diciendo: «No te preocupes, no todo es malo». Sin embargo, dondequiera que otra pobre mujer se venía abajo en una de nuestras mesas de regis tros, o un niño hambriento comenzaba a llorar, iría hasta ellos y me colocaría a su lado protectoramente, estrechándolos en mis brazos, forzaría un sonrisa para esos pedacitos apiñados y destruidos de humanidad, y me digo a mí misma: «No todo es malo, realmente no todo es malo». Y lo único que hacía era quedarme de pie allí, pues ¿qué más podía hacer? A veces, podría sentarme junto a alguien, echarle un brazo sobre los hombros, decir algo, muy poco, y mirarle a los ojos. Nada me era ajeno, ni una sola 125

expresión de pesar humano. Todo me parecía tan familiar como si yo lo supiera todo y hubiera pasado antes por ello. La gente me decía: «Debes de tener nervios de acero para hacer frente a esto». No creo tener nervios de acero, ni mucho menos, pero sí puedo ciertamente «hacer frente a las cosas». No tengo miedo a mirar al sufrimiento directamente a los ojos. Y, al final de cada día, siempre sentía: amo muchísimo a la gente. Nunca ninguna amargura por lo que se les hacía, sino siempre amor por aquellos que sabían cómo soportar tanto, aunque nada les había preparado para ello. -2 de octubre de 1942, jueves, por la tarde A través de mí fluyen inmensos ríos y se alzan altas montañas. Y más allá de los matorrales de mi agitación y confusión se extienden las amplias llanuras de mi paz y mi rendición. Todos los paisajes están dentro de mí. Y hay espacio para todo. La tierra está en mí, y también el cielo. Y bien sé que algo como el infierno puede estar también en una, aunque ya no lo experimento en mí, pero aún puedo sentirlo en los demás con gran intensidad. Y así es como debe ser; e lo contrario, me volvería demasiado complaciente. -9 de octubre de 1942, día siguiente Las últimas líneas de Etty, escritas en una postal y arrojadas desde el tren de mercancías en el que ella, sus padres y su hermano Mischa estaban siendo conducidos a Auschwitz29. Christine, al abrir la Biblia al azar, me encuentro con esto: «El Señor es mi baluarte» 30. Estoy sentada sobre mi mochila en un vagón de mercancías atestado de gente. Papá, mamá y Mischa están unos cuantos vagones más lejos. Al final, la partida se produjo sin previo aviso, debido a una repentina orden llegada de La Haya. Dejamos el campo cantando, papá y mamá con firmeza y serenidad, y también Mischa. Estaremos viajando tres días. Gracias por toda tu amabilidad y tus atenciones. A los amigos que quedan atrás seguiré escribiéndoles a Amsterdam; tal vez te enteres de algo a través de ellos o de mi última y larga carta desde el campo31. Adiós, por ahora, de cuatro de nosotros. Etty. -Carta #71, enviada a Christine van Nooten32, cerca de Glimmen, 7 de septiembre de 1943 126

1. Esta carta es la primera anotación del primer cuaderno de actividades; probablemente, nunca llegó a ser enviada a J.Spier. Etty y Spier hablaban solamente en alemán cuando estaban juntos; de ahí el saludo «Herr» (Señor). 2. Cita de los comentarios de Spier durante las clases que daba a los estudiantes en su casa. 3. La «J» se refiere a Carl Gustav Jung (1875-1961), psiquiatra suizo y fundador de la psicología analítica, a quien Etty cita aquí. Hijo de un pastor protestante suizo y antiguo estudiante y colaborador de Sigmund Freud, Jung había llegado a convencerse, por el estudio de sus pacientes y de sí mismo, de que la vida tenía una finalidad espiritual más allá de los bienes materiales y del mundo exterior. Creía que la tarea principal de una persona era descubrir y realizar el potencial innato, dado por Dios, al igual que la bellota contenía el potencial para convertirse en un roble. Basándose en sus estudios sobre el cristianismo y otras religiones, Jung llegó a la conclusión de que el proceso de transformación espiritual era el núcleo místico de todas las religiones. Es un proceso en el que uno se encuentra con el yo y, al mismo tiempo, con lo divino. A diferencia de S.Freud, Jung pensaba que la experiencia y la disciplina espirituales eran esenciales para el bienestar. Julius Spier había estudiado con Jung en Zurich y empleaba los métodos de este en su práctica de la psicoquiromancia. Etty menciona varios libros de Jung, que lee en su original alemán; y su influencia en ella, tanto directa como indirecta, gracias a Spier, fue enorme. 4. La familia a la que Spier alquiló unas habitaciones. 5. Los padres de Etty vivían en Deventer, a unas dos horas de tren al este de Amsterdam; ella se encontraba visitándolos y estuvo en su casa aproximadamente una semana. 6. Etty había leído sobre esta práctica de evaluar el día por la noche: echar una piedrecita blanca en un bote significaba que el día había ido bien, y una piedrecita negra que había ido mal. 7. A.H.M.Romein-Verschoor (1895-1978) era un historiador holandés, autor de un estudio literario y sociológico sobre las novelistas holandesas publicado en 1936. Etty se refiere a la descripción que hace de Caroline Lea van Bruggen-de Haan (18811932), una novelista judía holandesa famosa por sus novelas psicológicas y un tanto críticas de sus coetáneos judíos que vivían en Holanda. 8. Aleida Gerarda Schot (1900-1969) fue una compañera de clase de ruso de Etty; había 127

estado trabajando como traductora autónoma de ruso desde 1936; publicó numerosas traducciones de dicho idioma y era respetada por su trabajo. 9. Fiódor Dostoievski (1821-1881) fue un novelista ruso que en su obra literaria exploró desde una perspectiva psicológica la condición humana en el conflictivo contexto socio-político de la Rusia del siglo XIX. Dostoievski fue arrestado y encarcelado en 1849 por sus tesis liberales. Las experiencias que tuvo en una cárcel de Siberia provocaron unos grandes cambios en sus convicciones políticas y religio- sas: se desilusionó de las ideas y los movimientos filosóficos occidentales, como el nihilismo o el socialismo, dando un mayor reconocimiento a los valores rusos tradicionales de fundamento rural; y experimentó una conversión religiosa que, en su mayor parte, fue fortalecida por la fe cristiana, concretamente ortodoxa. Entres sus principales obras se encuentran Crimen y castigo, Memorias de la casa de los muertos, El idiota y Los hermanos Karamazov; Etty menciona todas estas y habla también de la estancia de cuatro años en el campo de trabajo de Siberia, «con la Biblia como único material de lectura». 10. Bernard Meijlink, uno de los huéspedes de la casa de Han Wegerif, sugirió a Etty que viera a Spier, a quien conocía por la hermana de su prometida, Gera Bongers, alumna de Spier. 11. Su impetuosa petición a Dios de un signo que le diera claridad sobre su vocación y llamada, el 24 de noviembre de 1941, condujo a su primera oración extensa que se recoge arriba; sobre la petición que hizo, véase «La disciplina del trabajo». 13. Rainer Maria Rilke (1875-1926) nació en Praga, que entonces pertenecía a Austria. Tras sus estudios universitarios, viajó mucho por Italia y Rusia y se embarcó en una carrera literaria, desarrollando un nuevo estilo poético marcado por las artes visuales. Al morir, de leucemia, su obra era muy admirada por numerosos artistas, intelectuales y escritores punteros de Europa. Rilke era también un ávido escritor de cartas; cientos de cartas y de correspondencia privada constituyen la parte más extensa de su obra, además de su poesía, novelas y obras de teatro. Etty cita a Rilke a lo largo de sus diarios, sobre todo en sus Cartas y en El libro de las horas. 12. Probablemente, la Pasión según San Mateo, de J.S.Bach. 14. Se refiere a la casa de Werner y Liesl Levie. 15. Henny «Tide» Tideman formaba parte del círculo de Spier y era la mejor amiga de Etty. Tide era una devota cristiana y miembro del Club de Oxford. Un aspecto de su 128

práctica de piedad consistía en observar momentos diarios de silencio para escuchar intensamente a Dios; consideraba que los pensamientos que le venían por entonces eran inspirados por Dios. Es posible que fuera esta práctica la que criticaban los Levie. 16. Marlene Dietrich (1901-1992) era una actriz y cantante de origen alemán que desarrolló una importante actividad artística en el frente de las tropas aliadas durante la II Guerra Mundial. Etty habría escuchado por radio sus canciones. 17. K the Fransen era la cocinera alemana contratada por Wegerif; para Etty, era como su segunda madre. 18. Han Wegerif, para quien trabaja como ama de llaves. 19. El Club de Oxford era un movimiento de renacimiento cristiano, fundado por el pastor y evangelizador luterano americano Frank Buchman (1876-1961) en Oxford, Inglaterra. Iniciado a finales de los años veinte, este movimiento se extendió al continente europeo, Asia y los Estados Unidos. Habitualmente, los fines de semana, sus miembros celebraban las denominadas fiestas domésticas, caracterizadas por la confesión de cada individuo ante el grupo, el cántico de himnos, la oración en grupo, las conversaciones motivadoras, los testimonios de los miembros que habían aplicado los principios de espiritualidad a la vida diaria, y un sentido de comunión y confianza recíprocas. Según Buchman, los cuatro pilares del comportamiento cristiano eran el perfecto amor, el perfecto altruismo, la perfecta honestidad y la perfecta pureza; se esperaba que los miembros vivieran de acuerdo con ellos. Los fundadores de Alcohólicos Anónimos se inspiraron en los cuatro pilares de Buchman, y en la reunión con los dirigentes del Club de Oxford los incorporaron a su programa de los doces pasos. Probablemente, Etty había sido invitada por Tide a una de estas fiestas domésticas. 20. Es decir, de Etty a Spier. 21. Referencia a Mt 6,34. 22. Cita de R.M.RILKE, Cartas a un joven poeta. 23. Cita de R.M.RILKE, Cartas 1907-1914. 1. Rilke se casó con la escultora Clara Westhoff en abril de 1901, y ese mismo año tuvieron una hija, Rut. Después de un año de matrimonio, la pareja se separó, en gran 129

parte debido a la petición de Rilke para poder seguir con su trabajo y su actividad artística, y probablemente para que Clara siguiera también con las suyas. Se mantuvieron unidos como amigos. Aunque nunca se divorciaron, por falta de recursos económicos y por dificultades legales, la separación puso fin a su relación conyugal. 2. Hertha Levi, la novia de Spier, que vivía en Londres. 3. Etty tachó posteriormente este pasaje con pluma y escribió: «19-1242,/común y vulgar/Debería darte vergüenza, Etty, de ser como eras». 4. Tanto las Elegías de Duino como las cartas son de Rilke. 5. De R.M.RILKE, Gedichte 1906-1926 («Poemas 1906-1926»). 6. Michail Yuryevich Lermontov (1814-1841) era un poeta y escritor ruso. 8. Nikolaas van Wijk (1880-1941), especialista en lengua holandesa y lenguas eslavas y fundador de Estudios Bálticos y Eslavos de Holanda, gozaba de renombre internacional. Era el único que poseía una cátedra sobre esta materia en la Holanda anterior a 1945, en la Universidad de Leiden. Cuando la universidad cerró sus puertas en 1940, van Wijk aceptó seguir dando clases y prestar el apoyo necesario a los estudiantes que se lo pedían. 7. El antiguo eslavo eclesiástico, al que Etty denomina antiguo búlgaro, fue el primer idioma escrito de los eslavos. 9. Título de una obra de teatro traducida como «La desgracia de ser inteligente», del dramaturgo ruso Alexander Sergeyevich Griboyedov (1795-1829). 10. Posiblemente, la mujer que había puesto en el periódico el anuncio de la necesidad de una dama de compañía y a quien Etty había respondido. 11. Liesl Levie llegaría a convertirse también en miembro del círculo de Spier. 13. Véase nota 21 del cap. 3. 12. Véase nota 8 del cap. 1. 14. Dicky de Jonge formaba parte del círculo de Spier y, al igual que este, vivía de alquiler en casa de los Nethe. 16. Adri Holm, miembro del círculo de Spier, celebró su fiesta de cumpleaños en la casa 130

de la hermana de Spier y su cuñado, Alice y Leo Krijn. 17. R.M.RILKE, Cartas 1902-1906. 15. Opereta del compositor húngaro Emmerich Kalman (1882-1953); la producción era la mayor que había realizado el Conjunto Judío de Cabaret de Amsterdam; fue representada treinta veces, entre el 18 de abril y el 13 de mayo de 1942. Para evitar que se deportara a muchos, se incrementó cuanto se pudo el número de actores y de técnicos. 18. Refiriéndose a los actores. 1. Cita de la biografía de Dostoievski escrita por André Suarés (1868-1948), que también escribió las biografías de Blaise Pascal y Henrik Ibsen. 2. u se Blumenthal-Weiss (1899-1987) era una periodista que trabajaba para la Revista Judía en Alemania y que colaboró en el Anuario de Historia y Literatura Judías; había huido a Holanda en 1937 y trabajó para un semanario holandés en Amsterdam, donde conoció a Etty. Volvieron a encontrarse en 1943 en Westerbork. Sobrevivió en el campo de concentración y emigró a los Estados Unidos en 1947. Apenas con veinte años, Blumenthal había querido ser poeta (posteriormente publicaría cuatro volúmenes de poesía) y se carteó con Rilke. Etty no estaba de acuerdo con el juicio que Blumenthal hacía de Rilke, al que catalogaba de «blando». 3. De R.M.RILKE, Cartas 1906-1907. 4. El sanatorio de Suiza donde murió Rilke en diciembre de 1926. 5. Por entonces se exigía a los judíos que llevaran una estrella amarilla para identificarse, y tenían prohibido tomar el tranvía. 6. Las dos hijas de los Levie. 7. Lv 19,18; Mc 12,31 y Mt 22,39. 8. Gn 1,27. 9. 1 Co 13,1-3. 10. Supuestamente, de la casa de Spier. 11. Cita de VON URBANITZKY, Eine Frau erlebt die Welt («Una mujer experimenta el 131

mundo»), 1931. 12. Con «bean man» se refiere a un verdulero que era uno de sus estudiantes de ruso, el cual les suministraba habichuelas, entre otras cosas. 13. La estantería era de Spier y había sido trasladada a la casa de Etty para colocar los libros de aquel. 14. Referencia a la posible deportación de Spier a un campo-cárcel por no haber declarado el capital de la familia. 16. Referencia al dicho de Jesús: «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo". Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por quienes os persiguen» (Mt 5,43-44). 15. Referencia a sus actividades y pertenencia al Partido Comunista de Holanda y, posteriormente, al Partido Socialista Revolucionario hasta finales de los años treinta. 17. El examen médico y las convocatorias para la deportación a Westerbork; para empezar, se convocó a los judíos alemanes en gran número, cuatro mil cada semana, así que pronto les tocaría el turno a los judíos holandeses. 18. Véase p. 105. 19. Referencia a Klaas Smelik, que en cierta ocasión había ordenado a su hija Johanna que lo envenenara para suicidarse; al oponerse ella, perdió los nervios y la golpeó. Etty estaba presente y corrió en su ayuda, pidiendo auxilio a los vecinos y a la policía. 20. Hugo Wolf (1860-1903) era un compositor alemán que escribió muchas canciones románticas. 21. Evaristos Edgar Glassner (1912-1988) era un organista de iglesia y pianista alemán; se había licenciado en órgano en el Conservatorio de Berlín y trabajaba como organista en una iglesia protestante de Alemania. No se le permitió seguir tocando allí por ser judío, y en 1937 se trasladó a Amsterdam, donde se convirtió en el pianista de la casa en las veladas musicales del «club de Spier», acompañando a Spier, Tide y Adri Holm, que cantaban canciones de Schubert, Mahler y Brahms. 23. Renate era la hija mayor de los Levie; Etty pasaba a veces la noche en casa de ellos. 22. Las «cosas» son un tema recurrente en Rilke; pueden denotar las cosas de la 132

naturaleza, los animales y los objetos inanimados, como el sol, las estrellas, las nubes, el cielo, el agua, los árboles, las piedras..., en fin, todo cuanto carece de voz por sí mismo y depende de la compasión humana que se les quiera y aprecie. Las «cosas» son también un reflejo de todo cuanto es puro, esencial, no adulterado y no contaminado por las garras humanas; de ahí que representen la esencia o el núcleo de la vida, el alma de la vida, Dios. 24. Cita de SAN AGUSTÍN, Confesiones. San Agustín (354-430) fue obispo de Hipona, en la provincia romana del Norte de África. De su vasto cuerpo de escritos, las Confesiones son su obra más personal. Escrita como una honesta confesión de sus pecados y una firme profesión de fe personal, esta obra autobiográfica es como un extenso himno de alabanza y una carta de amor dirigidos a Dios. Al leer a san Agustín, Etty dice que las únicas cartas de amor que deberían escribirse son las dirigidas a Dios. 25. Mt 6,28. 26. Por entonces, Mischa Hillesum era ampliamente conocido por su talento como pianista; el régimen nazi le había concedido ciertos privilegios que, al menos temporalmente, se extendieron a sus padres cuando estos fueron conducidos a Westerbork, y él insistió en unír celes. Los tres llegaron a Westerbork el 21 de junio de 1943y fueron encontrados por Etty, entre los miles de personas que se enviaron aquel día, mientras aún estaban en el tren; Etty había atisbado el sombrero de su padre, las gafas de su madre y el rostro de Mischa, que miraba por una pequeña abertura donde los tablones del vagón de mercancías estaban rotos. 28. Cita de las cartas de R.M.RILKE Sobre Dios. 27. R.M.RILKE, Über Gott. Zwei Briefe. 29. En el tren había un total de 987 personas, incluidos 170 niños; sobrevivieron ocho personas. 30. Posible alusión al Salmo 18,3. 31. Probablemente, esta carta fue la que se escribió el 24 de agosto de 1943; es la Carta #64 en la edición de 2002. 32. Christine van Nooten (1903-1998), una de las profesoras de latín y griego de Etty, era colega del padre de Etty en el instituto de Deventer y, posteriormente, amiga de la 133

familia. Cuando los Hillesum fueron deportados al campo de Westerbork, van Nooten era uno de sus contactos de confianza en el exterior y frecuentemente les enviaba paquetes con comida.

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Índice Introducción 1. EL YO Experimentarlo todo La oración como camino hacia el alma Soledad, silencio y distanciamiento 2. EL MUNDO La disciplina del trabajo Sencillez de discurso y de estilo de vida Humildad para reconocer los propios fallos 3. EL YO Y EL MUNDO COMO UN TODO La ética del amor Claudicar y aceptar la muerte Hallar a Dios en todas las cosas

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11 25 35 43 53 59 67 75 80 86 95 103 112

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