Escribir en el aire (Copia)
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H86ü. § C*136e
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Indi¿e
lncrútrcciótt
u
Caphtlol. de la heterogeneidad en las literaturas El comienzo andinas: Voz y letra en eI ,rdiálogo, de Cajamarca "Crónica de Cajamarca Ritos de otras memorias Noticia de una lecrura imposible
Identidad, alteridad, historia
z5 26 50 73
84
CaptuloII. Las suturas homogeneizadoras: Los discursoe de la armonía imposible Garcilaso: la armonía deqgarrada Las figuraciones sociales del Inca ¿una lengua de/para todosl De Garcilaso Sobre arengasayPalma: proclamas Los usos de la ficción: tres novelas
- Cunianü - Aves sinnida - Juan dclaRosa Las celebraciones
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Capítublll
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r
Piedra de sangre hirvienter Los múltiples retos de la modernización heterogénea
Introducción I19
Las ambigtiedades de un rluevo lenguaie La emergencia de los dualismos Una modemización de ralz andina
l6l l?l
La explosión del sujeto
20t
Una historia entr¿bada: la novela indigenista Las voces subterráneas
SolA escrib¡r con el dedo grande en el aire
tE7
César Vallejo
le*
Alwra es mejvr y peor. Hay mundas
¿19
de más ar¡iba y de mds obajo
José María Arguedas
Aperuna
Lo mejar que hay Dmala memuia es el ciempo
Montejo/Bamet
Somos contempsráneos de hisorías diferentes
Enrique Lihn Se me
oame Ete hemos cmninada más de la que llevamos andando Juan Rulfo
Por isso, quem quiser ver em profunüdode,
tem**T:r::trK#:
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del pe-n*s,a¡ntp¡to c_r1tico f!1to.en grueso,-e!p-¡ssesodelaliteraturay de las úItimas décadasr p*á"" ¡áUérr"- á"s plazado lmente, aunque no sin obvios y densos entrecrurarnientos,
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glndes agendas problemáticas;.agendas que sin duda están
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con situaciones y conflictos socio_hisiOricos harto más y srn duda mucho más comprometedores.
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.lf.:^ll lllfgrafh spbs el desarrollo de la crítica ladnoamericana. Tal vez to más IfylJ^l1 11f:lcas, eB I ;saúl sosiáyf i"§ñüirerican Literary $j:*::fi,_.,.*Éi1! il fl;:t,J;, ).c#ñe;;,,p*##Ii:i,'i#:l*t ffi I?i,*:?I 1
rt cc o s; v. et vol u men
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tlno,mcrican,.xYl,3l'32,Lima'1990tnfn.e'l,y.xyt,3l-3z,Lima, t9so. En ¿sre, para ei..ioJ¿'"i rpresente csr.rriñ rf ."^--;-l--"...."re estudio, cf. especialmenmonogran áá
¿.ái*áá ;
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ra_crític1"^e.ri,á ::.l:,'.:§gg:*gicadosa rrnn) y Perú (J. Díaz, C. r..na"d",,il.
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tan duradero, que llega hasta hoy, como traumático.
Las crónicas posteriores elaboran sobre este punto imágenes algo más
complejas. casi iiempre olvidan el hecho elemental (ladificultad del Inca para^abrir el libro, talvez porque para entonces ese hecho ya hubiera que confirme lo que Valverde le ha dicho, en todas se hace hincapié -eon inevitable pero sesgada referencia a la lectura- en su miraáa,casi como si fueráel germen deun acto que debería conducir al desciframiento de la letra. En todo caso, hay un buen trecho entre el Inca que no sabe abrir el libro y el que lo mira y hojea con curiosidad. Poco explícito en esto, Cieza sólo anota que Atahuallpa tomó el breviario y ...lomiróyremiró, hoieándole unavezyotra. Pareciéndole mal tantas hojas, lo arrojó en alto sin saber Io que eraze.
.
.fantasfa 2?. Sabine G. Mac Cormack alude muy sugestivamente al "lib¡o hablante" como una ' lite¡a¡ia" de la época, con raíces en ei -undo clásico, que hubiera podidoÁtncionar en este caso' p' 706' Cf. "Atahualpa y .l iibro,, Re¡isw de l¡dias, XLVIII, 184, Madrid, -1988, 28. Sa¡a Cast o-Iaa.en.nEsáiuoo, rrorcgresiúny suieto enbÜteratwatamwanencana (México:
Premia, l989) propone otraperspectiva apartiidela importancia de la "escritura'p¡ehispánica .., ,n ár*ériia v ¿. t"iierior"iisrematización de losiiscursos otales allí y en el incanato, lo *el encuentro de 1492 no encaró a dos mundos marcados por que la conduce r
rfi.*rr!u.
insalvablesdisparidadesrespectoa laproduccióo de textosy laconsciencia que de ello se tenía»,
p. 165.
79. C¡ónict..^ op. cit. p. 132.
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Cqltuta I
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L6pez de Gómar4 por su parte, señala que el Inca preguntd: ...¿cómo sabía el fraile que zu Dios de los cristianos cria¡a el mundo?
hay Vicente respondió que lo decla aquel libro, y dióle su breviario. Atahuallpa lo abrió, miró, hojeó, y diciéndole que a é1no le decía nada de aquello, lo arrofo al sue1o30.
Y Zárateconfirmalaversión, aunque incluye abiertamente la ideade escritura:
--' *',.
...preguntó al Obispo de cómo sabría él ser verdad todo lo que había dicho, o por dónde se lo daría a enrender. El Obispo dijo que en aquel libro estaba escnro que era escnüura de Dios. Y Atahuallpa le pidió el breviario o Biblia que tenfa en la mano; y como se lo dio, lo abrió, volviendo las hojas una cabo y orra, y dijo que aquel libffo no le decía nada a él ni le hablaba palabra, y le'arroj6 en el campo3r.
La versidn más elaborada es, sin duda, la de Munia en la que establece que puesto que el Inca consideraba dioses a los españoles (dioses ciertamente concebidos desde y con la conciencia religiosa andina) se desengañó frente al silencio del libro y seenfureció ante la extrañezade lo que Ie decía Valverde, ciertamente-ajeno, ininteligible o «herético»
para esa conciencia. Por lo demás, el propio capellán habría producido el engaño al afirmar que Atahuallpa «oiría» lo que el libro tenía que decirle. Sin duda se trata de un texto ambiguo:
Sólo que habiéndole dicho el padre Fr. Vicente a Atahualpa que lo que le enseñaba lo decía aquel libro, y ello mirase yojeasepara oírselo,
yno le oyesepalabra, mohinoyenfadadode ello, yvercuán diferentes
razones le proponían de lo que él había esperado y concebido en su entendimiento de los mensajeros que él pensaba ser del Hacedor y
Viracocha, arrojó el libro en el suelo, sentido de no hallar lo que esperabay quese lepidiese luego tributo y reconocimiento a quien no conocía, arrojó el libro en el suelo con desdén32.
30. Histmiagenrlal.,. op. cit. p. l?1. 31. Histon'¿... op. cit. p. 59. Subrayados mlos. 32. Histuria gmeraL. . op. cit. p. I ?6, Tm I. Cabría leer la frase poniendo énfasis en la vacilación de "s¡ea¡" (que es y no es "hoiear") y su relación corr «oír», Parece haber una asociación de facultades simples (mirar-ojear-oír) que deja en suspenso, pero a la vez evoca tácitamente, el acto cultural de "hojear". Algo similar sucede en otras versiones.
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Capftula
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aunque lo que aparece en prirrrcra línea es la relación t,/ Ciertamer¡te, \aporística de > entre Atahuallpa y Valverdej En undo-lugar, este pasaje reproduce una de las tensiones esenciales de Comentarios, concretamente Iaque confronta su vocación de verdad con su no menos fuerte vocación de totalizar los hechos dentro una interpretación general de la historia, en su caso claramente
( \
a los del razonamiento>> entre Atahualtpa y valverde, atacan prolijidád puestas, que llevaban las muchasjoyas» para en algrfn caso) condena a muerte a pizñro por haber Eutado a un soberano lleno de virtudesr,3. También delirantó, aunque otro sentido, esta escena parece obedecer a intereses de varios usuarios texto:_desde Ia gran masa indígena que urge la condena der culpable muy-heterogéneo sectq que discutíá h bgitimidad de la conquista, rta Ia de ciertos grupos hispánicos ligados a los intereses de la córona, rer conflicto con Ios conquistadores de la primera hora o con sus ¡cendientes directos, que necesitaban desaóreditar ra escritos, incluso si, como afirma Juan Zevallosrr5, en los pueblos de Cajatambo este anclaje escrito es aleatorio e invisible: en este caso los ancianos corrigen los errores que
cometen los sin recurrir a ningún apoyo escrito y el público, sobre todo la gente mayor, protesta airadamente cuando la representación se desvía del modelo consagrado, al punto que toda la tiene que suspenderse (e inclusive volver atrás) hasta que se retome la forma original que exige la implacable memoria de los viejos. Sin duda I12. Op. cit. p. 174. 113. Op cit. p. 144. 114- Aunque obviamente es una extrapolación, el episodio en cuestiónremite al capítulo I, VIII de El reirc de estz mutú,a de Alejo Carpentier en el que la conciencia de los esclavos negros percibe que Mackandal se ha salvado de [a hoguera convertido en ave. 115. AludoalainformaciónproporcionadapersonalmenteporJuanZevallos.Prontopublicaráun estudio sobre el tema. Le agradezco ésta y otras muchas colaboraciones que me prestó a lo largo de esta investigación,
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de un caso en el que la rremoria oral tiene una función extraorpero cabe pens¿r que en su origen existió un texto simiiar al que
por la incongruencia en [a representación del carácter de Atahuallp4 que pasa sin transición de orlénar a los españoles que adoren al Sol a rogar
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Capítulo I
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'conserva en otras comunidades 10n¡
y sirve para los ..ensayos», de la
§abe preguntarse, entonces, dónde y cómo funciona la mernoria que -con tdas las variantqs del caso- la supervivencia secular áel sobre la muerte de Atatruallpa A veces, pánsando en que algunos modernos consignan versiones muy alteradal y casi sin 16, se tiene la tentación de suponer qoe en el mundo-andino la oral, que es la que protestil cuando no se reconoce en la ión, e9- pycho más ñeI que la memoria de la letra lo que
a condición ágrafade lacultura quechua, pero me parece que asunto esIaharto más complejo. Por lo pronto, tal como han llegado a nosotros, y segrin lo ya dicho, los d"§l indicios muy claros de sus fuentes oralei, r"gún ," aprecia
las sólidas pervivencias del estilo formurario y de óasi todas las cterísticasde la i que enlista walter l17 Naturalmente I\T^6,-^t*^-.^ esto ^-¿^ ^:---, tiene que asociarse al hecho de que se trata de ;entacrones >, en los que los signos gráficos remiten a 138. Balmori, op. ci¿ llngas l7O-272. El texto quechua es el siguiente."Rey Inca: Ay ime yurai challachaai cay cay challata, caymanta caguarini amaritumiypaj rascaquipascaman riicha' cunjina collocollolla, cay chicamanta caguarini llustachayniypai ñahuisninman rijchakun jina muyumuyulla,cayui ladomantacahuarillanitaj Huaylla Huisañanninmanrijchacun jina quehuaquihuilla; imachallachachuscay, challachamanahuatuyatina, ni unanchay atina. [..-] P¡imo Inca: Ay ima challacha cay challacha,[...] caymanta caguarisca galloj chaquinman rijchacun jina quinsa pallcarisca, chicamanta caguarini Huaylla Huisaj cajitanman rijchacun jina muyumuyulla, cay ujladonranta caguarisca yana siquimiras iuñascajman rijchakun, ima yana yacuguÍ¡n chaschuquipascachus cay challacha mana guatuy atina ni unanchay atina' ["'] Ima yurai challachan cay challacha mana guatuy atina ni imaynamanta unanchayatina; cay ladomana caguarisca catarei chupan jina lincurisca, cay uj ladomanta caguarisca iurucutas manacuscajman rijchacun, irna yana yacuguan chaschuquipacachari, cay challachaca mana guatuy atina ni imayna unanchay atina." 139. Drunas colani&:.... op. cit. p.49.El texto es de Los Ingar. 140. Kapsoli, op.cicp. 170. El textoenquechua esel siguiente: Cay manamihuillamanchu, manam imatapish nimanchu, manamhuillamchu, kaypishcuctma cachitacushca,curucuna lloctacus'
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Coltltulo I
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pudiera ser origen o a los elementos naturales que seinejan ry ntar, o simplemente a simititudes formales, tienen ;como es rie.una dimensión punmente ficticia casi inverosímil en.relación ar
y hechos en,que se incluyenrar. Esto genera un espacio de _a los bigtiedad, Por ejemplo: al asociarloi con er desenlace de ra historia y los en ese angustioso iry veNrirentre los dignatarios de la nobleza una lectura puede enconharles un signo diamático, que es lo que intuyo, pero Balmori juzga en cambio «c;mic, toaa Ia iarga esce;a , presenta los esfueruos indfgenas por descifrar la cwtat?. Cierta?te' aunque Balmori no lo hace, podría acudirse auna larga tradición la que Ia desinteligencia de un illensaje genera comicida¿'r43, pero en caso meparece queel efectocómico está ocluido porvarias razones, porque lo indescifrable es una amenaza de muerte (ameque será cumplida) y porqueese contenido es conocido en en términos occidentales, porque resulta complióado nar tan consistente, esforzada e irnaginativa operación traslaiicia en se enfrentan por prirnera vez a la escritura y tampoco debe por alto el hecho de que incluso las rnet¡íforas claves, como /c, no dejaron ningún rastro en el léxico quechua ni colonial ni Son pues, en este sentido, figuras literariás que funcionan sólo ltro de esta textualidad y en relación con su espacio imaginario. si ésto )ra así entonces efectivamente cabría pensar {ue Ia reite"rada represen-
un incomprensión décual puede contáner to esó¡to i.{g 0: 09 lu Uu-rta o de desprecio,indígena detrás del habría ün productor sujeto lidarizado (al menos en parte) con el pueblo quechua. Éara óompricar las cosas: el sarcasmo ante ta ignoácia deios indios no necesaria-
il
tigne que provenir de un punto de vista hispánico. De hecho los muy agresivos con los indios no letrados (Guaman poma que al indio que no aprenda a leer y escribii en español se le debe ; fueron
hca, manam huillamanchu, humallay mushianchu, ñahuillay ricanchu, rinriilay huiflanchu, shimillay, yachanchu, shonquillay mushyanchu, shimillay rimanchu. Aunque sea obvio, hay que aclarar que arin si el urankc fuera muy temprano, en él la o¡alidad primaria es parte de la representación y porconsiguiente supone una ¡ecreación ficticia de una experiencia entonces ampliamente superada. Op. cir. pp. 45-46. En la radición española, por lo menos desde Eltibro d¿ buen amor-
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Esc.ríbir
eneloúe
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tener ) y i6mo toiinOios («la liamab anhuacaf.,-.J admirable cosa»), después generando una suerte de traducción subterránea e intermediada: dq todo, en este contexto ,lahuaca es exactamente lo mismo que la parece no ser más que una hipérbole, pero en todo coincide lcide bien cox la función i con otropostulado garcllacista, el relativo a lafunción otro postulado garcilacista, providencial del Imperio como preparación para la cristianiza- i de las Indias. se aparta del rumbo de Garcilaso, en cambio, cuando Choquehuanca ra su condición de indio y habla de que , mientras que el Inca jamás deja de reivindicar su ancestro emo, pero sobre todo cuando imagina que el Imperio fue destruido haber cometido un de Ias tribus selváticas. A ástas no les que- aceptar su radical y aUsotuta dependencia, L,:r,.o camino uándose a los req-uerimientos de una religián qu" se confünde con er sogial, y en úItima instancia con el Está¿o, ó ser devoradas por su 5 io salvajismo o aniquiladas por esa fuerza superior que viene dó fuera e-esgapa que curnandáreproduce ana"róricum"nte
arriba. duda Cumandd es Ia menos conciliadora de todas las novelas eT este capítulo. lVlarcada por un autoritarismo que el ro_ las lsmo de.su trama no diluye, sino subraya, define sin ambages un
iinño peio
üi;;i. il
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d. b:":1l,"ajes" por las leuas, que terminan en cenizas, obviamente no es compartido 9" t^tLi.ll_1-O,h "como si pudiese entenderlas, besó la cifras, y haciendo al punto rnemoria pu* .rntr,, fp. z+ j. e" .iL," ;.;údr, ;;;; ig.r1'J á; ro, i,aio, .l:_1y,: lTt" *r:piten "textos sagradosycancioneslitúrgicas. ,ig^i:::|::y. ", poder Laietraqueáasiempreen del dominador y eláominado -." .r *J¡ái á.-ü;;;;r:';4, p,#;;;;ilr'ü;"""rr.'luro «cantarla») medianre su oralización.
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13o Escrlbteneloire
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.Cayñulo II
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nacional no se construye bajo el discurso de la integración más o meno¡ homogeneizador4 tal como se verá en otros casos, sino al amparo de rrn mandato trascendetrte que ¡ermite legitimar esa verticalidad jerárquicn en sus modalidades más gruesas y agresivas. La República debe imitar rr la Coloniay establecer su sistemabajo Ia más elemental de sus dinámica¡r: la de la superioridad global de un grupo, que está «obligado» a ordenar, y la inferioridad del otro, la mayoría, que está en la «necesidad natural» de reconocer su condición subalterna y -por consiguie¡te- de obedecer,
son agredidos porlos poderosos del puetlo y finalmente -en cierto derrotados- deciden regresar a la ciudad. , El fracasode los Marínesenalgúnsentido paliado por su decisiónde a las dos hijas de Juan y Marcela Yupanqui, indios muertos al Ia casa d9 süs protectores. Los portadores de la civilización no modificarel implacableorden social andino, pero al menos salvan él a Margarita y Rosalía, las para hacerlo. El el narrador-personaje se defina como actor de [a guerra de la ncia, con el añadido de ser el último sobreviviente de ese implica un mecanismo que permite transformar su recuerdo ruuar al erf en r[arena materia colectiva colecuva y garil]fnar izar la autentrcrdad de su narraIa autenticidad histórica. En otras palabras,pl óontrato comunicativo supone que el está ante un testimonio prii;ilegiado que concentra un miiximo de idad y tiene el dramatismo de ser el último posible: nadie puede ra contar esahistoriacon el aval de Ia experienCiapropia.El "último tiene también Ia última palabra sobre este temá."; otro punto de vista, e_l vínculq entre memoria.e- historia, tal aparece en J uan de la Ro s a, ofrece un complejo juego temporal que
. .\.
Juan de la Rosc
Buena pane de este subcapítulo debe mucho a la excelente tesis doctoral de Alba Marfa paz
He dejado para el final la referencia a Juan de la Rosa,de Nataniel AguirreTi, porque es la novelaquemás abiertamente desarrollael tema de la formación de las naciones andinas y produce al respecto una vasta
sJuandelaRwa" (La Paz: Universidad de San Andrés, 1966).
77. uso la 2e ed.: París: Lib. de la vda. de Bouret, 1909. En el texto, entre paréntesis, anoto las páginas de esta edición. La I s es de 1885. He modemizado la ortograffa.
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soldán, Un¿ardculaciónsimbólicad¿bnodorul: .JuandelaRosa, fu.NannielAguire(University
of Pittsburgh, 1986- mimeo). cf. también: §üalter Navia Romero, Interpreáción y malisis de
(osarioRodrígueq m¡ inf-on-naqu9la novelatendríasemeianzaconer "diariodel tamborvargas, y que se están estudiando las relaciones enúe ambos textos. La revisión somera del diariJ.o evidencia esta relación, lo que no quita que sea un texto notabilísimo por sí mismo. cf. José santos vargas, Díaio de rn comandane de la indzpendercb americana, ig4lazs.Transiripción, introducción e índices de Gunnar Mendoza (México: siglo XXI, lggz). El aabajo áe Rosario Rodríguez en mi seminario de la universidad de pittsbirgh me'ha sido -uy ttiípar" examinar el texto de Aguirre.
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l3a Ewíhíre*elahe
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abarca un período excepcionalmente extenso. En efecto, ra . Por eso:
En ese entronque en que la fe se tn¡eca (Inti por Cruz: crisol de maravilla), infunde el Godo al Inca y al Azteca su sangre y el idioma de Castilla. troquel de acero que se forma la nueva alcumia que en arraigo duro, impondrá su destino como norrna a las generaciones del futuro.
Es en
Raza
viril; prolíficos
amores;
fuerza que puede remover las ¡ocas.
lCiertamente se trata de un elogio al mestizaje, aunque en él sea el y sólo implícitamente sea la odo>> el que impone religión http://slide pdf.c om/re a de r/full/e sc r ibir-e n-e l-a ire -c opia
"ldioma
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EscriHr en el aire
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muier india la que otorga forialeza,pero ese elogio, aún con sus limite. ciones, queda descentrado cuando recordamos la primera estrofa rtil poema V:
.
Llega el señor feudal de horca y cuchillo a las risueñas playas de Occidente,
en las que t¡n día vencerá al caudillo y engendrará al criollo prepotente.
De esta ilranera, el lector queda e¡r -medio de dudas: del mestizajo
que puectn ¿nace este «criollo prepoiente» o -más bien fue un proceso lento, confu so y complejo6, ue muchos de Ios mayores exponentes de la renovación literaria no Cf. Angel Rama,Trunscuhtracíónnutaiva en Am&tcal¿tin¿ (México: Siglo )Oil, 1982),
q'
pecialmente II Sección; José Deustua y José Luis Rénique, Intelectuales, i'digenismo 1 dzscen' .¡ralismo en el Pe'rú (Cvco: Ba¡tolomé de las Casas, 1984); Alberto Flores Galiodo, "Los intelectualesyelproblemanacional",Varios:7¿nsalos :50roiosdehis.orit(Lima:Amauta, 1979); Mosca MirkoLauer, Elsitiodelaliterotwoperuana-EsoitoresypokticoenelPerúLdelsigbn((Lima: Azul, 1989), esp. Cap. I. Fara la relación entre vanguardia e institución literaria, cf. Peter Bürget,Teor'wdebuangumdia (Barcelona: Península, 1987), aunque obviarnente enel área andina esa institucionalidad es débil y por consiguiente el enfrentamiento con ella meoos visible.
Aunquealudeaunarealidaddistinta,esútilconsultarellibrodeBeat¡izSa¡lo,lJnamodemid.ad ¡ p*if&ica: Buenos Ai¡es D2A-1930 (Buenos Aires: Nueva Visión, 1988). El tema de la moder-.' nidad y el subdesarrollo está tratado por Marschall Berman, Todo lo sókdo se dzsoarcce m el aire i (México; Siglo XXI, 1988), en los capítulos dedicados a San Petesburgo. -
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Escribir en el aire
pudieron borrm en sus obras inicialet E u veces hasta más tarde) ln iÁp.ot tu del movimiento literario anterior. Sin ernbargo, aún así' hay tesiimonios de esa percepción det lenguaje modernista como lenguaje del ot o, si se quiere ..prestador; vale decg, sin relación valedera y legítima propra exieriencia, comenzando por la experiencia ¡ogial_V "oo'la Oet tlaUtante- Utilizo un ejemplo breve pero de verdad'signifi' 'cativo para avalar mi hipótesis: las dos versiones de los versos I I y 12 del .át"Ud po"*ude Val§o que datítulo-aLos heraldos negros. Laprimera, publicada no.¡nucho antes que la definitiva tiene este texto:
p;*"i
Son esos rudos golpes las explosiones súbitas de alguna atmohaáa de oro que funde un sol maligno'
En cambio, en la última,
se lee
lo siguiente:
a
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones prn q,I" en la puerta del homo se nos quemaT' á.
"[,n"
Sin duda la versión inicial depende de la tradición modernista tanto por la índole de la imagen que plasma (por lo demás muy poco conviniente) cuanto por la suntuosidad del lenguaje (con su inevitable referencia áui"í), *i"nár q,r" ladefinitiva abre él poema al lenguaje coloquial en su expiesión socializada bajo la forma del refrán. De hecho hay un abismo entdr,la almohada de oro que funde un sol maligno>> y el «pan q-ue en la puerta del horno se nos quémarr, pero ese abismo se interpretaría mal, o si se lL remitiera sólo aun cambio de opción estéticoinsuficientemente, estilística; en realidad, lo que se transforma es la muy intrincada red de enunciados con los que áialoga el texto y sus no menos complejas relaciones con sus intárlocutores y sus hábitos de decodificación poética, En otros términos, la primera veisión recorta su sistema de resonancias por los poelas ,a1 espacio socio-lingtiístico trabajosamente construido modérnistas, formañzado en una retdrica intertextual que en sí misma que §xcluye al receptor no alfabetizado en esa nofma literaria, mientras ia definitiva reáurre a una macrotextualidad cuya decodificación no está acotadamás que (o casi solamente) por su competenciaen el español. El traslado del diálogo implícito en todo poema del ámbito de un movimiento literario al del lenguaje general, y efectivamente hablado, es signo de una 1954)' ó. LuisMonguil,Lapoesíoposmademisaperuuw(México:FondodeCulturaEconómica, i. f*p1.. fJJiiiO., ¿. R"iifi.^endoÑou¿r, Ce.arVallejo, Poesía Compbn (La Habana: Casn
de las Américas, 1988), p.3'
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Ca¡fitulo
Iü
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posición- del emisor y de inéditas relaciones con Ia literatura y sus
rs. Empleando otro razonamiento y dentro de una p"r.p".tiuu distinta, Alberto Escobar afirmó hace años, sug*-"ri., que sólo entonces nuestros escritores sintieron que la lengua que usaban les
r
en propiedaff.
alguna manera la reinserción de la lengua literaria en Ia lengua consiguiente ruptura del marco de las :.:_oT,lu co-Irterarias pleviamente institucionalizadas, es lo"orr"r"iol", que permite la experimentación literaria en un espacio "*""p"ionulmente a p$ir de aquí cabe constn¡ir diversas opcioies, desde el de un sector de la vanguardia hasta el no-estilo áe algunos ismo : Bemstas, aunque como es claro Ia misma renovación reconfigurará o menos pronto va¡ios ámbitos literarios con sus propias convenciones. decir que Ia inmersión en la lengua común nb implica necesa: una.nueva poética específica pero que sí parece ser Ia condición posible-elsurgimientode varias otras alternativas- Tal experiencia estar en la base de la extrema libertad y las abismales iensiones
nrto-Escobar,AnnbgadelapoesaWuona (Lima:NuevoMundo, 1965).Cf.especialmenre pp. I5-18 del prólogo. ManuelAquézolo.(éomp),Lapolémicadelindigmismo (Lima:MoscaAzul,1976),p.76.Más tmente, en oNacionalismo y vanguardisno, (artículo que data de l9Z5) Mariátegui que «Ia vanguardia propugna Ia reconsmrcción peruana sobre la base del indio (...) para su obra m.ateriales más genuinament p.*rrár, más remotamenre antiguoso, en ticemos alPe¡ú (Lima: Amaura, l9Z0). Los juüios sobre Vallejoen el apanado córrespon. re de SIete eruayos de in*rpretación delarealiiadpennr,¿ (Lima, Ama,r,", tgOq), lZ" ed', pp.y ss. La Ier ed. es de I 928. En las siguientes citas de los libros de Mariátegui anoro enúe éntesis Ia página añadiendo E para el primero y p para el segundo. p"ra el páblema general las relaciones vanguardia/indigenismo es muy ésclareceáor el anículo-de David rü7¡e, mguardismo a J8@ metros: eliaso del nok¡n r¡d. La sorpresa de María es enormq y se expresa en comunes: «¿Por qué yo estoy así [embarazada], carajo? t...] Y carajo, ¿qué va a ser de mí? Si sólo pasé por el lado de ese señor
desde el margen los propios mitos indígenas. Es qllls_reinterpretan signifi-cativo, por ejemplo, la figura mesiánica
115)15t, términos queobviamente familiarizan ror.'(p. el relato , y Ias otras referencias ya mencionadas, es del todo claro lPedro Rojas» nace del testimonio recogido én Doy fe. B, fe"if ;inar que el patetismo del mensaje der co-ndenado a muerte debió r el ánimo de Vallejo e incitarle a construir rn po.-u pero noes tan sencillo explicarporqué intentó primáro transcribirlo ""; más tarde emplear parte de ese meniaje, ciertas caracte_ :rt" { de su lenguaje y algunas-de sus circunstanciai en la producción gaun nuevo texto. Por supuesto, no es una novedad que vallájo utilizara dentro discurso poético: desde el llÉo¡sic.omo-. Entonces, en la instanciaiei
ropas de los fusilados, menciones que debieron conmovei a Val§o porque é1, desde /.os hcraldos negros, había trabajado insistentemente con las opciones simbólicas qúe ofrece ese humildísimo utensilio que no aparece ni en el diccionario romántico-mo¡femista ni tampoco en el de la vanguardia, aunque pueda tener una vaga relación con Ia fascinación
Azul, 1974).Citosóloel títulodelpoemaylassiglasHN,T,PPyPH paraLosheraldosneg¡os, Tribe, Poemas en prosa y Poernas hlamsno¡ respectivamen[e. 13. El símbolo de la cuchara aparece, por ejemplo, en .La cena miserable" (HN)' LVIII (T)' ponso» (PH). "Lánguidamente su licor" (PP), "Ello es que el lugar donde me 14, En la prime¡a versión aparece con el nombre de Santiago.
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S
tal corno sucedeenelmismo tíhr lo de España aparta de mí este cáliz,pero en este cÍrsopafecen existir otras motivaciones. Aludo ados: Iaprimera es másbien circunstancial y tieneque vercon las menciones qaeDqyfe hace de las cucharas Ere se encontraban en las
palabrás simples desu vertiente nativistall. Nopuedo extendermE porlas siinbólicos de la cuchara, que en esta matéiia, pero es claro que los usos habían sido siempre extremadamente ambivalentes, se concentran en «Pedro Rojas>>, ahondando su índole contradictoria, al remitirálaradical infelicidad de Ia prisión como antesala de la muerte, pero también, en el otro extremo, al gesto fraternal de Iacomidacompartida porlos sufrientes: ., entonces, que Vallejo reencontró (y podemos volver a imaginar su estremecido asombro) enJairrgv-ersible trage{ia real de la ejecución de un compañero. De alguna manera la fuerza de la exclamación: «¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara para siempre!>> viene tanto del increíble azau. dela historia cuanto del proceso interno de Ia poesía vallejiana. Es como si de pronto se hubiera cumplido el sueño de los mejores vanguardistas, de reintegrar arte y vida, pero también uno de sus temores más consistentes: que la vida moderna estaba más cerca de Ia muerte que de ella misma. En este punto Vallejo era testigo de excepción. Quisiera detenermeen el segundo aspecto. Me refiero alas experiencias vanguardistas de Vallejo con la grafía de las palabras (pienso en ., ![ue es verso escrito por y no copia del mensaje, aparece dos veces con comillas y otras tresValso sin ese §iSno. Palabra compartida y socializada, sin duda, pcir un sujeto que ha abierto su intimidad al otro (en realidad a todo un pueblo) y su esCritura a laoralidad popular. Vallejo se esmera en caracteriz* esijleng,raje que de alguna manera tiene más de un enunciador. Anoto algunos frágmentos
significativos:
Solía escribircon su dedo grande en e[ dire. Papel de viento [...] Pluma de came [...]
compañeros
¡Viban los . a Ia cabecera de su aire escrito! Y volvió a escribir con el dedo en el aire: "¡Viban los compañeros!" psdr. ¡.'as.
Me parece especialmente sugestiva Ia intencional inestabilidad del car.ácter de este len guaj e a caballo entre la escritura y la oralidad : lenguaje que se (>, es cierto", pero..en el aire», sobre un «papel de viento>> y cuyo instrumento --como en la voz- es la materia del cuerpo (el «dedo» §onvertido en >' con lo que el ;;;h*" ¿i lenguaje hablado se trasladJdel punto -oe la 9nu1¡iación' ;;gd lo ya visó, ál del destinatario, y copa ásí todo el circuito de la comunicación poéticaTal vez no sla demasiado complicado entender por qué Vallejo siente que toca con tanta fuerza este reglamo global de oralidad; al menos, en lo una natYralde receptor el con ;-É;;;;"...,tiene una obvia iinculación pueblo pala'bra hecha de urgenci as históricas muy dramáticas queapela al lrpanof (y a los poJmo, por él representádos) y con la difícil conciencia un lector' d" d" ei reaüdad ," áu *r"ño más de un oyente que de su poesía, tensa que hace contradicción Valiejo tiene la certez:ade la escriá primariamente para (y por) los que nosaben leerrs' y de alguna 16. Estetextohasidoleídocomounapoéticaval[eiiana,aunquesinreferenciaaltemadelaoralidad por eI Perú en su que yo considero ¡ari.o]ói.luil[-ota^,C*a* a' lo ¡d'ru'l'l' l-a preguna liwrátu a (México: Fondo d. Cutt'o E-conómica, 1988)' pp' 93-lli' Buxó,"Valleio:¡1es11u-11 17. - Mehasidod..nor*.JitJrd.i.r,."t..r,.u.ti.ulodeJosáPascual todo el poemarro or"lá"h.popeya,, Hisfania, 72, 1, Los Angel-es, 1989' Según su autor' en la comunicación Vallejo trata a. "ru*i,íir'J'-eri., p*ifÉ hs comple¡ai esfiucturas de la lengua oral" (p' 69)' escrita por los enunciados incompletos perofuertemeni'e expresivos de con tino para analizar Laftase .directa e i"t".lirir" i" iá*' Bu*o detpropioüallepy la emplea poema épico oral-popular' de España'. funcionamiento como en el Capítulo III' álgo rl ',"sp"cto p. 72. He anotado lB. elIbid,
http://slide pdf.c om/re a de r/full/e sc r ibir-e n-e l-a ire -c opia
Apertura
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manera tiendeB:rentes-irnagr¡arios phra reconvertir la letra en voz. Es la nostalgia de la oralidad que impñgna buena y'esclarecida parte de la literatura de AnÉrica Latina¡e, n'oságia que dá una u otra m^anera, más bien subterránea e inconscientemená tilne qo" ver con la imrpción desdelaconquistadelaescritura y el libroco*o instrumentos de poder, sin relación inmediata con el renguaje"rig*áticos ,i"on la comunicación, tal-como se apreciacon claridad en el eñtre el padre valverde y el Inca Atahuallp4 en cajarnarca, y la"diárogo>> mani"pulación en ese contexto de la escntura por antonomasia, la Bibliam. En cualquier caso, para volver Rojas>>, es evidente al texto de «pedro gt¡e sy lenguaje se instalaen un espacio ambiguo: que el de una escritura intentaelimposible retornoalaoáridad, tal ómo Io expresa la reiterada imagen de «escribir en el aire», y podría arriesgarse ra i¿ea de que los consistentes desvíos ortográficos son imágenes áe ese espacio ambiguo -enhe Ia oralidad y Ia escritura- en el queie pioduce el poema o de esos puentes inestables (y también imposibles) poi los que trata de discurrir la letra en busca de su sonido primordial. para decirlo en gnieso:
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