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February 8, 2018 | Author: valradrigan | Category: Jacques Lacan, Psychoanalysis, Symbols, Concept, Existence
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Descripción: objeto transicional winicott...

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E l o b j e t o t r a n s i c i on a l [ E m b le m a de l o b j e t o ( a ) ]

Paz Valenzuela & Emanuel Rechter Universidad Andrés Bello

1 La noción de objeto transicional fue formulada por Winnicott en 1951 y define un objeto material que posee, para el niño, un valor preferente. Éste permite efectuar la transición entre la primera relación oral con la madre y una verdadera relación de objeto. Ubicado en el espacio de la ilusión y el juego, el objeto transicional constituye la primera posesión no-yo y emerge como sustituto del pecho —entre lo subjetivo y lo objetivo con miras al logro de una tranquila unión (Winnicott, 1999). En tal sentido: El objeto transicional tuvo como finalidad conferir significación a los primeros signos de aceptación de un símbolo por el bebé en desarrollo. Este precursor del símbolo es, a la vez, parte del bebé y parte de la madre (…) En condiciones favorables, este objeto cede gradualmente su lugar a una gama cada vez más amplia de objetos y a toda la vida cultural (Winnicott, 1991).

Cinco años más tarde (1956), en el contexto de un seminario dedicado a la relación de objeto, Lacan comenta la conferencia del 51 dictada por Winnicott en la Sociedad Inglesa de Psicoanálisis y establece las tres formas de la falta de objeto a partir de un análisis que subraya la contribución objeto transicional a la teoría psicoanalítica. Once años después, con motivo de un nuevo seminario que versa sobre el acto psicoanalítico, Lacan rendirá homenaje a Winnicott señalando la deuda conceptual que vincula la noción winnicottiana con la invención del objeto (a): Tomemos un excelente autor que se llama Winnicott (…) al que debemos uno de los más finos descubrimientos, me recuerda, y nunca dejará de volver a mis recuerdos en homenaje, la ayuda que el objeto transicional, como él lo llamó,

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me aportó cuando yo me interrogaba sobre la forma de desmitificar esa función del objeto llamado parcial. (Lacan, 1967, s/n).

En este contexto, resulta interesante recorrer los postulados de Lacan en relación con el objeto transicional y establecer, por tanto, posibles puntos de encuentro que habilitan diálogos e intercambios entre dos perspectivas psicoanalíticas que la tradición considera disímiles e incluso contradictorias. 2 El objeto transicional emerge como un concepto referido a la primera posesión no-yo. El niño elige un objeto cuya preferencia es, habitualmente, validada y reforzada por la madre. De ese modo se convierte en una eficaz defensa contra la angustia y opera como un refugio simbólico dónde el niño puede depositar y proyectar sus temores, ansiedades y fantasías. No obstante, aunque tal refugio actúa como una representación de la madre, como su símbolo, el niño es capaz de distinguirlo en cuanto tal: sabe que no es ella. Así, este objeto representa algo que el bebé puede distinguir de su madre real y, al mismo tiempo, actúa frente a este como si lo fuera. Al utilizarlo, simbólicamente, el niño ya está en condiciones de diferenciar la realidad de la fantasía, lo interior y lo exterior, la creatividad primaria de la percepción: OBJETO = MADRE

OBJETO ≠ MADRE

Esta operación faculta en el niño la capacidad de reconocer la semejanza y la diferencia. Basado en la experiencia de que un elemento represente otro, a sabiendas de que se trata de una representación y no del objeto deseado en su dimensión material, el niño adviene en el registro de la representación, en el orden simbólico. Lo que se convierte en real es una alucinación, así, se pone en marcha la capacidad del bebé para el uso de los símbolos y la psique da testimonio de la representabilidad que le es característica. En tal sentido, el objeto transicional puede ser considerado el primer símbolo (Winnicott, 1991).

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Este recorrido arranca con la introducción del puño en la boca. A partir de una práctica que convoca el autoerotismo freudiano, se observa un itinerario que va del burdo chupeteo de la mano a la sofisticada relación que se reserva, mediante las conquistas del desarrollo, al pulgar. En tal sentido, citamos el siguiente señalamiento de Lacan: Está claro que de algún modo, es fácil ver acá la relación de ese pedacito de trapo, ese pedacito de sábana, ese cachito manchado al que se aferra el niño con ese primer objeto de goce, que no es el seno de la madre, nunca permanente, sino aquél siempre al alcance, el pulgar de la mano del niño. (Lacan, 1967, s/n).

Finalmente, el tránsito en cuestión habilita la posibilidad de una conquista electiva: el objeto. De la mano al pulgar y del pulgar a un sinnúmero de opciones que se ofrecen en el mundo objetal: el osito de peluche, el pedacito de sábana, ese pequeño gran objeto que presentifica todo un mundo. Objeto que será respetado y valorado por los padres: se lo cuida, se permite que se ensucie y se resguarda el contacto del niño con este. De este modo, se asegura el sostenimiento de la de la continuidad de la existencia. Sin embargo, lo interesante a la hora del análisis no es el objeto en sí —cosa puramente material— sino el advenimiento de la primera posesión y la zona intermedia que se habilita para su establecimiento: se trata de una primera pertenencia cuyo lugar se encuentra entre lo subjetivo y la realidad, entre la actividad creadora primaria y la proyección de lo que ha sido introyectado. Semejante tópica configura la sustancia de la ilusión. En el desarrollo de un niño se puede evidenciar una clara tendencia a entretejer el uso de objetos no-yo, experiencias que van acompañadas por el surgimiento de la fantasía, esto es lo que Winnicott ha llamado fenómenos transicionales: ‘Durante el periodo en que el bebé utiliza objetos transicionales se procesan otras transiciones (…) Por ejemplo, la corresponde a las capacidades en desarrollo del niño, su creciente coordinación y el paulatino enriquecimiento de su sensibilidad’ (1991, p. 74).

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La Ilusión, habita en un estado intermedio entre la incapacidad del bebé de reconocer la realidad externa y su creciente capacidad para lograrlo. “La madre posibilita al bebé tener la ilusión de que los objetos de la realidad externa pueden ser reales para él, vale decir, pueden ser alucinaciones, ya que solo a las alucinaciones se las siente reales” (p. 73). En la medida que el niño comienza a utilizar sonidos, puede que aparezca uno que nombre al objeto, este es amado, acunado, mutilado, cambia solo en la medida que el niño lo haga. “El niño es capaz de utilizar un objeto transicional cuando el objeto interior está vivo y es real y lo suficientemente bueno, pero las cualidades de este objeto interior dependen de la existencia y comportamiento del objeto exterior” (…) “Así pues, el objeto transicional puede representar al pecho exterior, pero lo hace indirectamente al representar un pecho interior” (Winnicott, 1999, p. 317).

La madre devota, permite al niño experimentar la ilusión de que el pecho es parte de él, le ofrece el pecho cuando él cree crearlo y cuando lo necesita. “El analista se encuentra en la posición de una madre, cara a cara con su pequeño, cuando en realidad ni él ni su paciente se encuentran en esta situación. Esto requiere de las mismas cualidades para ser una madre suficientemente buena, empatía hacia el niño y la capacidad para considerarlo una persona separada de ella.” (Little, 1995, p. 84).

Aceptar el delirio de que un objeto representa otro, hacer como que estamos seguros de su funcionamiento, compartir la transitoriedad, pero sin embargo saber que esta relación no es con el objeto de amor, sino con su representante. Representante que permite la tramitación de las angustias y además genera el espacio entre el bebé y la madre. 3 De acuerdo con Lacan la noción de objeto aparece en la teoría psicoanalítica como una investigación acerca del objeto perdido. El objeto es, de entrada, el objeto que se vuelve a encontrar, una y otra vez, en un circuito de búsqueda sin fin (Lacan, 1956). El escenario de esta operatoria es la relación intersubjetiva cuyo modelo privilegiado es la relación madre-hijo. Una relación 4

fundamental caracterizada por Lacan como imaginaria, es decir, propia de un reconocimiento que depende del yo. En este contexto, la relación de objeto no puede entenderse sin la introducción del falo como uno de sus elementos. Así, se configura una triada imaginaria: Niño

Falo

Madre

Aquí, el falo es un objeto imaginario que representa la falta: la falta de la madre para el niño, la falta del niño para su madre. Mediatiza, podemos decir, una relación que es posible justamente por la existencia de esa falta. En la lectura que hace Lacan, Winnicott plantea una vía de análisis para abordar esta relación en la medida que tomamos la función de la madre como fundamental y ‘decisiva en la captación de la realidad por parte del niño’ (Lacan, 1956, p. 37). A su juicio, se ha sustituido la oposición entre los dos principios fundamentales de Freud —placer y realidad— por una relación entre actores. Desde una dialéctica impersonal —la de los principios— a una nueva dialéctica que sitúa la relevancia del objeto: ‘El principio de placer lo hemos identificado con una determinada relación de objeto, es decir, la relación con el seno materno, mientras que el principio de realidad lo hemos identificado con el hecho de que el niño debe aprender a prescindir de él’ (p.36). Winnicott observa que el desenlace más favorable requiere, por parte de la madre, su disposición a estar presente siempre que sea necesario, para proporcionar ‘en el momento de la alucinación delirante del niño, el objeto real que lo colma’ (p. 36). En principio, el niño no tiene como distinguir lo que corresponde a la satisfacción con base en la alucinación de aquello que lo satisface real y efectivamente. No sólo no puede distinguir, además, no 5

requiere de ello. La madre, por tanto, asume una tarea que Lacan expresa del siguiente modo: Se trata de que la madre enseñe progresivamente al niño a experimentar las frustraciones y, al mismo tiempo, a percibir, en forma de cierta tensión inaugural, la diferencia que hay entre la realidad y la ilusión. Esta diferencia sólo puede instalarse por la vía de una desilusión, cuando, de vez en cuando, la realidad no coincide con la alucinación surgida del deseo. (p. 36).

Esta lectura de Winnicott, propiciada por Lacan, dará lugar al desarrollo de una detallada exposición sobre el rol de la falta de objeto en el seno de la dialéctica inaugurada por la triada imaginaria madre-niño-falo. Se trata de distinguir, respecto del objeto, tres dimensiones de la falta: frustración, privación y castración, correlativas de la articulación de los tres registros de lacan: real, simbólico e imaginario. i) La privación es la falta real de un objeto simbólico — un agujero; ii) La castración es la falta simbólica de un objeto imaginario; iii) La frustración es la falta imaginaria de un objeto real. Deuda simbólica, daño imaginario y agujero o ausencia real, he aquí cómo podemos situar esos tres elementos que llamaremos los tres términos de referencia de la falta de objeto (p. 39).

4 Con base en la siguiente cita, adelantamos la conclusión de este trabajo considerando algunos aspectos de la última teorización lacaniana respecto al objeto: El descubrimiento y la teorización por D. W. Winnicott del objeto transicional (ese objeto que puede ser cualquiera: un pañuelo, un pedazo de lana, etc., hacia el cual el niño manifiesta un apego incondicional) fueron saludados por Lacan, más allá del interés clínico de este verdadero emblema del objeto a, porque el autor reconoció allí la estructura paradójica del espacio que este objeto crea, ese «campo de la ilusión» ni interior ni exterior al sujeto (Chemama, 1998. p. 301).

La elaboración definitiva del concepto de objeto en Lacan adquiere su estatuto a propósito de la definición del objeto (a). Para Lacan este concepto explica la función del objeto causa del deseo. Se trata de un objeto que es definido topológicamente como bidimensional, es decir, como un objeto que no

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pertenece al mundo material. Si ese fuera el caso, su naturaleza topológica sería la propia del mundo tridimensional. Por tanto, no es posible representarlo salvo a partir de sus efectos identificables en cuatro formas privilegiadas de objeto parcial: el pecho, las heces, la voz y la mirada. En tal sentido, se distingue del objeto transicional en la medida que éste se considere materialmente. ¿De qué clase de objeto se trata? Su esquiva definición teórica da lugar a distintas alegorías y referencias metafóricas: ‘esquirlas’ (Chemama, 1998, p. 301) o indicios corporales vinculados con los cuatro objetos parciales antes mencionados. Se trata de la constitución de un objeto en el espacio que se origina entre la demanda y la necesidad, siguiendo la lógica de que ‘ningún alimento puede «satisfacer» la demanda del seno’ (p. 301). Entendemos demanda como lenguaje, lo que implica que el espacio en cuestión corresponde al desencuentro entre la palabra y la cosa. En tal sentido, el objeto (a) se constituye como el producto de un desencuentro inefable en la medida en que no hay objeto que satisfaga la demanda. Es, por tanto, el nombre que permite señalar la función que causa el deseo y el advenimiento de la representabilidad psíquica. La existencia del objeto (a) o su extracción — parafraseando a Lacan (Lacan, 1958)— es la condición de posibilidad para el ingreso en el orden simbólico. De allí que podamos aventurar un fecundo intercambio

conceptual

entre

ideas

fundamentales

del

pensamiento

winnicottiano y lacaniano. Se trata de dos dimensiones del objeto, dos aspectos de la dinámica objetal, comprometidas decisivamente en la constitución del sujeto.

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Referencias

Chemama, R. (1998). Diccionario del psicoanálisis. T. Lecman (Trad.). Argentina: Amorrortu. Lacan, J. (1995/1956-1957). El Seminario de Jacques Lacan. Libro 4. La relación de objeto (Trad. E. Berenguer). Buenos Aires: Paidós. Lacan, J. (1967). Seminario 15. El acto psicoanalítico. Inédito. Lacan, J. (1994/1958). De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis. En J. Lacan, Escritos, v. 2. (1966). (Trad. T. Segovia). México: Siglo Veintiuno. Little, M. (1995). Relato de mi análisis con Winnicott. En C. Hercman (Trad.). Argentina: Lugar editorial. Winnicott, D.W. (1999/1951). Objetos y fenómenos transicionales. En J. Beltrán (Trad.). Escritos de Pediatría y Psicoanálisis, (1ª Reimpresión). España: Paidós. Winnicott, D.W. (1990/1960). A Jacques Lacan. En L. Wolfson (Trad.). El gesto espontáneo, (1ª Reimpresión). España: Paidós. Winnicott, D.W. (2009). Ideas y definiciones. En L. Wolfson (Trad.). Exploraciones psicoanalíticas I, (5ª Reimpresión). Argentina: Paidós. Winnicott, D.W. (2009). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. En J. Piatigorsky (Trad.). (6ª Reimpresión). Buenos Aires: Paidós.

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