EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES 1

April 15, 2017 | Author: Silvia Rivera | Category: N/A
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Revista trimestral publicada por la Unesco Vol. X X X V I (1984), n.° 4

Redactor jefe p.L: Ali Kazancigil Maquetista: Jacques Carrasco Documentación fotográfica: Florence Bonjean

Corresponsales Bangkok: Yogesh Atal Beijing : Li X u e k u n Belgrado: Balsa Spadijer Buenos Aires: Norberto Rodríguez Bustamante Canberra: Geoffrey Caldwell Colonia: Alphons Silbermann Delhi: André Béteille Estados Unidos de América: Gene M . Lyons Florencia: Francesco Margiotta Broglio Harare: Chen Chimutengwende Hong Kong: Peter Chen Londres: Cyril S. Smith México: Pablo González Casanova Moscú: Marien Gapotchka Nigeria: Akinsola A k i w o w o Ottawa: Paul L a m y Singapur: S. H . Alatas Tokio: Hiroshi Ohta Túnez: A . Bouhdiba

Temas de los próximos números: Comparaciones internacionales Sistemas alimentarios Educación y ciencias sociales Los jóvenes

Cubierta: Globo ocular en el que se refleja un teatro (dibujo de Nicolás Ledoux [1736-1806], arquitecto francés). Edimcdia A la derecha: El misterio de.la mente humana (dibujo de Robert Fludd, Utriusque Cosmi Historia, 1619). Explorer

REVISTA INTERNACIONAL DE CIENCIAS SOCIALES

,s

™0762

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES 102 Editorial

599

Análisis general Ernest Gellner

El rango científico de las ciencias sociales

601

Stefan Nowak

Escuelasfilosóficasy métodos de trabajo científicos en ciencias sociales

623

Emérita S. Quito

El valor c o m o factor de la acción social

639

Claude A k e

La transformación de las ciencias sociales en mercancía

651

Disciplinas Philippe Braillard Edmund Burke. Ill Milton Santos

Las ciencias sociales y el estudio de las relaciones internacionales

663

La institucionalización de las ciencias sociales: su trascendencia social y política

679 .

L a geografía afinesdel siglo x x : nuevas funciones de una disciplina amenazada

693

El á m b i t o d e las ciencias sociales La investigación sobre el desarrollo y las ciencias sociales en la India

711

G . B . Benko

La ciencia regional: treinta años de evolución

739

Jacques Lombard

La enseñanza de la antropología: estudio comparativo

755

T . V . Sathyamurthy

Servicios profesionales y d o c u m e n t a l e s Libros recibidos

766

Publicaciones recientes de la Unesco

769

Editorial

E n cierto m o d o , la actividad científica podría nas. Ernest Gellner se pregunta si las ciencias compararse con la práctica de un deporte. U n sociales pueden ser admitidas en el club deportista debe observar los gestos que rea- exclusivo de las ciencias. ¿Puede el universo liza y analizarlos en detalle con el fin de social ser estudiado científicamente, o bien perfeccionarlos y de obtener mejores resulta- debe dejarse dicho estudio a losfilósofosy los dos. D e igual manera, el investigador no debe poetas? Gellner n o propone una respuesta menospreciar el autoanálisis profesional, la definitiva, pero demuestra con elocuencia la reflexión sobre la orientación y el alcance de inconsistencia de los argumentos tendientes a su trabajo, así c o m o sobre los medios teóricos excluir las ciencias sociales del paraíso cientíy metodológicos que le permitirían mejorar fico. Stefan N o w a k examina las relaciones sus resultados, afinde dominar más completa- entre los métodos científicos utilizados en la sociología y diversas corrientesfilosóficas,y mente su tema. E n realidad, dicha reflexión no puede demuestra que las elecciones metodológicas separarse de la actividad de investigación en sí reflejan orientacionesfilosóficasy epistemolómisma. Reviste especial importancia en las gicas. E n su contribución, Emérita Quito ciencias del hombre y de la sociedad, en las analiza las relaciones existentes entre los vaque la relación entre el investigador y su lores, c o m o objetos de estudio y c o m o facobjeto de estudio tienen características parti- tores que influyen en las investigaciones en las culares, distintas de las que existen en las ciencias sociales. Claude A k e propone un ciencias relativas a la vida y la naturaleza. N o enfoque que puede calificarse de economía obstante, los fundamentos epistemológicos de política de las ciencias sociales; se desprende las investigaciones vinculadas a las ciencias del mismo que estas últimas, por estar sujetas sociales no siempre se explicitan, ni son ob- a las leyes del mercado y operar en un jeto de un análisis sistemático con la frecuen- contexto en el que predomina el valor de cia que sería conveniente. L a teoría del conoci- intercambio y n o el valor de uso, se transformiento ofrece la posibilidad de echar una m a n en mercancía. Los tres últimos artículos provechosa mirada a las ciencias sociales, con de la sección temática son análisis epistemolóla condición de evitar el Caribdis de la obse- gicos de algunas disciplinas, tomadas en difesión epistemológica, por un lado, y el Escila rentes contextos. E d m u n d Burke III estudia las fuerzas económicas y sociales que orientade un empirismo estrecho, por otro. ron la institucionalización de la sociología en L a mayor parte de los artículos publicaFrancia, a fines del siglo pasado. Philippe dos en el presente n ú m e r o se dedican a un Braillard se refiere al estudio de las relaciones autoanálisis de las ciencias sociales y exponen internacionales, y Milton Santos se ocupa de puntos de vista sobre ciertos aspectos epistela geografía. mológicos e institucionales de tales discipli-

600 Los artículos de la sección "El ámbito de las ciencias sociales" presentan puntos en común con los de la sección temática. T . V . Sathyamurthy describe el notable auge de las ciencias sociales en la India, desde que dicho país accedió a la independencia; G . B . Benko relata el nacimiento de la ciencia regional, un campo de estudio interdisciplinario que se ha desarrollado en el transcurso de las últimas décadas; Jacques Lombard presenta una reseña histórica comparada de la enseñanza de la antropología en Bélgica, en la República Federal de Alemania, en Francia, en el Reino Unido y en los Países Bajos. E n el pasado, la RICS ha dedicado varios números a temas vinculados al del presente número. Cabe mencionar los volúmenes xvi, n.° 4 , 1964; x x , n.° 2 , 1968; x x n , n.° 1,

Editorial 1970; xxiv, n.° 4 , 1972 y xxix, n.° 4 , 1977. La lista de los números publicados figura al final del volumen. Aprovechamos esta oportunidad para informar a nuestros lectores acerca de un reciente cambio en el equipo de redacción. Peter Lengyel, redactor jefe de la Revista desde 1963, ha dejado la Unesco en la que había ingresado en 1953. E n su carrera al servicio de la Organización, dedicada a los diversos aspectos de la cooperación internacional en el ámbito de las ciencias sociales, se destaca particularmente la labor que ha realizado en la dirección de la RICS.

A. K. Traducido del francés

El rango científico de las ciencias sociales

Ernest Gellner

dicción alguna en la sugerencia d e que la opinión pública, en una fecha dada, se halla en error. Si tales fuentes pueden estar equivocadas, ¿podrían acaso engañarnos, identifiEl problema de si las ciencias sociales son cando falsamente el objeto o conjunto de auténticamente científicas plantea de inmeobjetos de los q u e vamos a ocuparnos, es diato dos preguntas: ¿qué son las ciencias decir las ciencias sociales? N o . El objeto sociales? ¿qué es lo científico? central de nuestra indagación es, justamente, L a primera de estas dos preguntas n o las ciencias sociales tal c o m o realmente son plantea grandes dificultades y puede ser conpracticadas y reconocidas en las sociedades testada n o m b r a n d o o enumerando las ciencias contemporáneas. L a opisociales, que son simplenión publica, por m u y mente el objeto de la Ernest Gellner enseñó en la London amplia que sea su definipráctica profesional de School of Economics and Political ción, n o puede inducirsus especialistas. L a deScience, y es hoy catedrático de antronos a error en esto, porfinición contiene así pología en el King's College, C a m bridge, Reino Unido. Sus publicaque el objeto d e nuestro una referencia encubierta ciones más importantes son Words interés es, precisamente,, (pero n o demasiado) a and things (1959), Thought and chanun objeto definido por los juicios consensúales, ge (1965), Saints of the Atlas (1969), referencia a las normas o mayoritarios, o indiscuMuslim society (1981) y Nations and culturales corrientes. N a nationalism (1983). tidos, que imperan en las turalmente, también p o sociedades contemporád e m o s estar interesados neas e identifican, por su por una ciencia social clasificación tácita o exideal, trans-social, cultupresa, q u é universidades, ralmente neutral, si es asociaciones profesionaque existe; pero nuestra les e individuos son, por preocupación fundamental radica en las práctidecirlo así, establecedores de normas o paracas concretas actualmente reconocidas c o m o digmáticos, con lo que efectivamente definen, "ciencias sociales". mediante su propia asignación de etiquetas, la naturaleza y el alcance de las ciencias sociales. Pero la situación es m u y distinta cuando Esta referencia encubierta a la opinión o pasamos al segundo término que h a de ser al consenso público n o vicia la definición ni la definido: el de "científico". A q u í , ni la denomihace tautológica. Mayorías, consenso, solidarinación ni la enumeración sirven absolutadad cultural general, todas estas nociones n o mente de nada. N o nos interesa especialmente son, por supuesto, ni infalibles, ni estables, ni saber qué es lo q u e la sociedad h a dado en desprovistas de ambigüedad. N o hay contrallamar "científico", y por otra parte, el uso

La idea d e lo "científico'

602

Ernest Gellner

Este "platonismo del predicado", que nos real de esta etiqueta por nuestros contemporáneos no es concluyente. A decir verdad, las obliga a tratar el término en cuestión como siopiniones parecen estar m u y divididas con se refiriera a algo constituido de forma totalrespecto a este punto, y se observan debates mente independiente de nuestro albedrío y m u y significativos acerca precisamente de los costumbre y dotado de autoridad sobre nosolímites de su campo de aplicación. Pero no tros, es interesante y significativo. tenemos ningún interés en convocar un refeRepárese en que ésta es una antigua y réndum sobre el caso, ni en ver cuál de los constante característica de los análisis y debamuchos grupos contendientes consigue impo- tes referentes a las delimitaciones de "ciencia" ner su punto de vista en un m o m e n t o u otro. o "significado". Aquellas famosas disputas Estamos profundamente interesados, en cam- por las demarcaciones tenían toda la pasión e bio, en hallar una noción de lo "científico" intensidad de circunscribir lo salvado y lo realmente normativa, auténticamente autori- condenado, de definir lo lícito y lo ilícito, de zada. Deseamos descubrir si las ciencias socia- descubrir una verdad importante y dada, y no les son realmente científicas. simplemente de asignar etiquetas. Éste es en sí m i s m o un punto interesante El convencionalismo con respecto a la y significativo. Al formular nuestra pregunta: delimitación de conceptos sólo se invocaba, ¿son científicas las ciencias sociales? emplea- con algún apuro y visible falta de convicción, m o s al parecer c o m o sujeto un término que es cuando el teórico se veía acorralado, por definido convencionalmente o por denotación ejemplo, por la insistente pregunta acerca de —todo lo que es llamado de hecho por ese la legitimidad del principio de verificación nombre se incluye ipso facto en el m i s m o — , mismo. ¿Era éste un informe experimental o mientras que nuestro predicado es platónico o una convención que definía los límites de un normativo y concebido c o m o algo que no término? debe estar a merced de las convenciones o el Se mantenía la ficción de que la demarcacapricho humanos. Se supone que las reglas ción de verificabilidad del significado o de la de aplicación están basadas en una autoridad ciencia era meramente una convención nuessuperior e independiente. tra. Pero el verdadero espíritu en que se Nuestra frase parece así lógicamente un inspiraba esta delimitación era evidentemente híbrido: el sujeto es nominalista o convencio- m u y distinto. Se propugnaba c o m o una norma nal, el predicado es platónico, esencialista y objetiva, autorizada, platónica. Circunscribía prescriptivo. ¿Es permisible esta ambigüe- el ámbito de la salvación cognoscitiva. dad? N o creo que la situación sea en realidad N o cabe la menor duda de que las discutan anómala o desacostumbrada. Pero es siones acerca de lo que es y no es "científico" significativa. se sostienen dentro de este espíritu manifiestaSi ambos términos se definieran conven- mente platónico, normativo y no convencionacionalmente, por referencia al uso real, o lista. Se trata de saber si algo es verdaderamayoritario, o convenido, de cada uno de mente, realmente científico. Los debates pareellos, la pregunta sería fácil de contestar y cen basarse en el supuesto de que lo que se carecería de toda profundidad o importancia. ventila es una importante frontera conceptual, Bastaría con hacer una encuesta, averiguar si en la naturaleza misma de las cosas y totaly en qué medida la gente usa una de las mente fuera del alcance de lo que nosotros etiquetas ("ciencias sociales") de m o d o tal optemos por llamar lo que sea. que caiga dentro del radio de aplicación de H a y otra explicación posible: no somos otra etiqueta de más amplio espectro ("científi- conceptualmente rígidos porque somos platóco"). Pero ninguna encuesta de este tipo se nicos, sino que llegamos a ser platónicos estimaría en realidad pertinente ni, en todo porque somos conceptualmente rígidos. Cuancaso, válida y definitiva, con respecto a la do los conceptos nos apremian nos volvemos pregunta que efectivamente hacemos. platónicos malgré-nous. N o siempre nos es

El rango científico de las ciencias sociales

dado elegir nuestros conceptos, y en cambio éstos sí tienen a m e n u d o autoridad sobre nosotros. El hombre puede hacer lo que quiere, pero no puede desear lo que quiere, y no siempre puede elegir libremente sus conceptos. A veces éstos tienen sobre nosotros una autoridad irresistible. ¿ Y por qué somos . en algunos casos tan rígidos conceptualmente? ¿Por qué consentimos en ser esclavos de los valores e imperativos que encierran ciertas ideas? Genéricamente, puede decirse que esto sucede porque cierto conglomerado o síndrom e de rasgos, encerrados unos con otros en este o aquel concepto de una lengua o estilo de pensamiento dado, tienen buenas razones, por decirlo así, para mantenerse encerrados en mutua compañía justamente de esa manera, con esa particular combinación de ingredientes, y para tener alguna especie de dominio compulsivo sobre nuestro pensamiento. A d e m á s , la carga moral, positiva o negativa, con que tales conceptos están lastrados no puede ser arrancada de ellos. Las razones que conducen a la cristalización de tales conceptos, en los que se aglutina un conjunto de rasgos, pueden ser generales o específicas; pueden ser inherentes a la condición humana como tal o guardar relación con alguna situación social o histórica concreta. Pero la fórmula general correspondiente a este caso tiene que ser algo así: surgen (y a veces persisten) situaciones que impelen a una comunidad lingüística y conceptual a pensar en términos de un concepto T, definido en términos de atributos, a, b, c, etc.; y, además, es de suma importancia para esa comunidad establecer si un objeto dado o una práctica determinada se inscribe o no en el marco del concepto T, si es parte integrante de la vida misma, del uso y, con ello, de la definición operacional de tal concepto. Eso es lo que ocurre con su carga moral. Algunas fronteras conceptuales tienen para determinadas sociedades una importancia que dimana de la índole misma de su situación y no pueden ser abrogadas por decreto. Es obvio que, en nuestra sociedad moderna, el concepto de lo "científico" es precisa-

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mente de esa clase. L o necesitamos, y sólo puede ser una noción importante y autorizada; C o m o tantas veces ocurre, seremos o no capaces de especificar exactamente qué es lo que entendemos por él; lo que podríamos llamar paradoja de Sócrates, a saber, utilizar una noción sin ser capaces de definirla, tiene aplicación aquí, c o m o en tantos otros casos. Pero cualesquiera sean los componentes del conjunto de rasgos que la idea define, ésta es indiscutiblemente importante, y n o es, por decirlo así, discrecional. N o sabemos lo que es exactamente, pero sí que es importante y que no podemos tomarla a la ligera. L a idea de "científico" es una noción de esta clase. Pero no siempre ha sido así. Sin duda posee alguna leve afinidad con el viejo deseo de definir el verdadero saber por oposición a la mera opinión, y con la preocupación aún m á s vehemente de identificar la verdadera fe. E n este último caso, sabemos m u y bien por qué la noción era tan importante: la salvación y la condenación personal dependían de ella. Pero las fronteras de lo científico, aunque puedan tal vez superponerse, no coinciden en extensión (y menos aún en intensidad) ni con el verdadero saber ni con la verdadera fe. La "sociologización" de la ciencia en segundo grado: Popper y Kuhn Si convenimos en lo afirmado más arriba, ¿en qué consiste, pues, lo científico? L o "científico" no ha sido una noción decisiva y definitiva en todos los tiempos y todas las sociedades. E n las sociedades en que se hallaba bien establecida la institución del "sabio" era natural que adquiriese gran difusión la preocupación por distinguir entre saber verdadero y espurio, entre acceso genuino y fraudulento a recetas y fórmulas de excelencia y estilos de vida virtuosa. Constituía una especie de "protección del consumidor" para aquellos que entraban en el mercado en busca de sabiduría y servicios de asesoramiento para acceder a la vida virtuosa; y al parecer esto dio el primer

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estímulo poderoso para él desarrollo de la teoría del conocimiento. E n aquellos tiempos de presuntos mesías en competencia, los criterios para identificar al verdadero parecían ser m á s de carácter demostrativo y espectacular que de naturaleza puramente epistemológica. C u a n d o la revelación llegó a estar monopolizada y codificada en escrituras, la preocupación central pasó a ser, naturalmente, la identificación del único o casi único punto de revelación y de la autenticidad del supuestamente único mensaje, o mensajero, o de la institución permanente o serie de vínculos personales entre el punto de comunicación auténtico y el presente. Sobre el telón de fondo de estos diversos supuestos institucionales y doctrinales, cada una de las cuestiones planteadas, y sin duda otras variantes de las mismas, tenían sentido. A u n q u e , en efecto, : presentan alguna coincidencia limitada y cierta afinidad con la cuestión que aquí nos ocupa, evidentemente no son idénticas a ella. El punto principal de coincidencia es que, en todas estas cuestiones, los hombres estaban interesados por la validación o legitimación de postulados m á s específicos en virtud de un criterio m á s general. Cuando determinam o s que algo es "científico" o no lo es, estamos ipso facto decidiendo si tiene o no cierto derecho legítimo a merecer nuestra atención y quizá incluso a que le demos crédito. La condición de ser "científico" no es necesariamente la forma exclusiva o dominante de conferir tal autoridad a postulados específicos; pero es, sin duda, al menos una de las formas de validación universalmente reconocidas y respetadas. H u b o un tiempo en que ni siquiera era una entre muchas; en que era, de hecho, desconocida. Esto, a mi entender, constituye una clave decisiva. Ante todo es indispensable identificar aquellas condiciones sociales de origen o de fondo que han engendrado esta forma particular de validación, que crea así esta nueva y potente noción de "científico" y la dotan de autoridad. Esto imprime automáticamente a nuestra indagación una orientación sociológica, obligándola a tomar conciencia de las diferencias

Ernest Cellner

generales entre clases de sociedad y a interesarse por ellas. Cuando menos, tendremos que ocuparnos de las diferencias existentes entre las sociedades que engendran esta noción y las que no lo hacen. H a y por lo menos dos maneras de abordar el problema de la definición de "ciencia": lafilosóficay la sociológica. Podemos caracterizar a la primera del siguiente m o d o : el investigador que opta por este enfoque actúa con arreglo a un tipo u otro de modelo de investigación o de adquisición del saber, modelo cuyos elementos serán tomados de las actividades individuales, c o m o el tener ideas, experiencias, montar experimentos, relacionar las lecciones de la experiencia o los resultados de los experimentos con generalizaciones basadas en las ideas iniciales, y así sucesivamente. U n a teoría extremadamente individualista de la ciencia sería aquella que ofreciese una teoría y una demarcación de la ciencia sin traspasar nunca los confines de un modelo construido de esta manera. Semejante teoría estaría dispuesta acaso a conceder, o incluso a hacer resaltar, el hecho de que, en realidad, los científicos son m u y numerosos y habitualmente cooperan y se comunican entre sí, pero esto sólo sería un elemento contingente e inesencial. Conforme a tal teoría, un Robinson Crusoe podría practicar la ciencia. Con los recursos, la longevidad, el ingenió y la aptitud pertinentes, ningún logro de la ciencia, tal c o m o nosotros lo conocemos, estaría "en principio" m á s allá de sus facultades. Los que sustentan teorías de esta clase no tienen inconveniente en admitir que, en efecto, la crítica, la verificación, la corroboración, son, en términos generales, actividades sociales, y que dependen, para su eficacia, de una infraestructura matemática, tecnológica e institucional que se halla, con m u c h o , m á s allá del poder y de los medios de cualquier individuo; pero se sienten, supongo yo, obligados a sostener que la circunstancia de que un medio social ofrezca o no estas condiciones previas es, por decirlo así, una condición externa de la ciencia, pero no, de ningún m o d o , una parte esencial de ella.1 H a y varios modos y grados de introducir

El rango científico de las ciencias sociales

LE PROVOCATEUR DE PLUIE La ciencia de Prometeo: el provocador de lluvias, D . R .

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un elemento sociológico en esta visión individualista. Siempre se puede alegar que la sociedad constituye una condición previa esencial, pero sólo la sociedad c o m o tal, y no necesariamente esta o aquella clase de sociedad. E . Durkheim sería un ejemplo de esta posición. Sostenía que el pensamiento era imposible sin una compulsión conceptual, la que a su vez dependía de la existencia de la sociedad y, sobre todo, del ritual colectivo. Esto, de ser cierto, convierte a la sociedad en una condición previa esencial de la ciencia y, en realidad, de todo pensamiento; un individuo auténticamente presocial, por capaz que fuera, por m u c h o tiempo que viviera y por bien equipado que estuviese, jamás podría elevarse a la formulación de una idea general.2 U n segundo grado en la sociologización de la teoría de la ciencia supone insistir no meramente en la existencia de una sociedad, sino de una determinada clase de sociedad. L a teoría de la ciencia de Popper parece ser de esta índole: la sociedad no es suficiente, la generación de la ciencia requiere el "espíritu crítico". Las sociedades cerradas no pueden engendrar ciencia, pero una sociedad abierta sí puede hacerlo. Sociedad abierta es aquella en la que los hombres someten sus opiniones a la crítica mutua, y que, o bien posee apoyo institucional para dicha práctica o, al menos, carece de medios institucionales para inhibirla. Las ideas de Popper sobre este asunto presentan algunos aspectos que acaso no se hallen enteramente en armonía. Cuando se destaca la continuidad del proceso de ensayo y error c o m o base de todo avance cognoscitivo en la historia de cualquier ser vivo, diríase que el hombre comparte el quid secreto del método científico con toda la vida orgánica y que jamás precisó aprenderlo. (Sólo hemos aprendido en cierto m o d o a acelerar un poco el proceso y a tener piedad de los portadores de ideas que no prosperan.) N o parecen requerirse instituciones especiales de ninguna clase. Sin embargo, en el contexto de su refutación de los relativistas que invocan la incapacidad h u m a n a para superar el prejuicio y el interés, Popper parece dispuesto

Ernest Gellner

a conceder que muchos (¿quizá la mayor parte?) de los hombres se muestran reacios a corregir sus opiniones propias a la luz de consideraciones en contrario y tal vez incluso necesiten el prejuicio para hacer descubrimientos; pero insiste en que la ciencia es precisamente el tipo de institución que no está a merced de las virtudes o vicios de las personas que la sirven. L a verificación pública, por parte de una comunidad de científicos diversificada e incon-' trolable, garantiza la eliminación última de las ideas erróneas, por dogmáticos e irracionales que sean sus partidarios. Según este análisis, la ciencia y su adelanto dependen claramente del apoyo institucional aportado por esta verificación plural y pública. Por otra parte, nuevamente en el contexto de la discusión sobre el origen del espíritu científico, Popper se inclina a invocar las figuras de los heroicos fundadores-liberadores prometeicos jónicos, que de alguna manera vencieron su proclividad h u m a n a al dogmatismo e incitaron a sus discípulos a ejercitar la crítica, inventando con ello la ciencia. Elfilósofojónico precursor de Popper desempeña en este sistema un papel similar al del filósofo en La República: él, y sólo él, con su aparición un tanto misteriosa, puede romper el círculo vicioso del que, de no ser así, el hombre no podría escapar. La filosofía general de Popper llama la atención sobre el hecho de que la ciencia tuviera que ser inventada en la historia humana, donde la vemos c o m o el gran acto liberador que nos redime de la sociedad cerrada, aunque originariamente no hubiera necesitado invención, en la historia general de las especies, pues la ameba la poseía c o m o privilegio innato. E n la naturaleza, los organism o s eliminaban las hipótesis erróneas eliminándose entre sí. Los hombres salvajes, precientíficos, también se eliminaban alegremente unos a otros, pero no eliminaban las hipótesis; por alguna razón, dejaban sobrevivir las ideas, o mejor dicho, las preservaban sin discriminación, en vez de eliminarlas. Implacables entre ellos, manifestaban una tierna solicitud por las ideas. Los científicos

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paradigma sociológico podrá confiar cuando se valga de la sociología para abordar el problema general de la naturaleza de la ciencia, con objeto de esclarecer la posición de todas las ciencias, incluida la sociología mism a ? A l referir toda actividad científica a los paradigmas, y supeditar la filosofía de la ciencia a la sociología (que presumiblemente no está más exenta de la dependencia de los paradigmas que cualquier otra ciencia o investigación), diríase que en su actitud hay un elemento de círculo vicioso.4 L o que nos interesa aquí es que tanto Popper c o m o K u h n sociologizan lafilosofíade la ciencia en segundo grado, es decir, hacen depender la ciencia no sólo de la mera existenEl segundo filósofo de la ciencia m á s cia de la sociedad, sino de la presencia de u n influyente en nuestros días, T h o m a s K u h n , al tipo particular de sociedad. parecer también sociologiza la materia en L a forma en que lo hacen, sin embargo, es segundo grado. E n su opinión, la sociedad m u y distinta y, en realidad, diametralmente resulta esencial para la existencia y el pro- opuesta. Para Popper, la única sociedad capaz greso de la ciencia, pero no precisamente de hacer ciencia será aquella cuyo control cualquier sociedad, sino aquélla dotada de un i social es tan laxo que permite la crítica incluso paradigma. Aparentemente, hay sociedades de sus sabios m á s respetados (o mejor todavía, que no poseen esta cualidad: por ejemplo, la quizás, aquélla dotada de garantías instituciocomunidad de los especialistas en ciencias nales que posibilitan o incluso estimulan semesociales.3 jante crítica); para K u h n , la ciencia sólo es Hasta donde podemos discernir, la dife- posible si existe u n control social conceptual rencia decisiva entre sociedades capaces y suficientemente estricto para imponer un parasociedades incapaces de hacer ciencia, según digma a sus miembros en casi todos (aunque este m o d o de ver, será, lisa y llanamente, la no absolutamente todos) los momentos, n o ausencia o presencia de un paradigma. K u h n obstante el hecho de que los paradigmas no no parece tener opinión con respecto a la son lógicamente o, por decirlo así, objetivadiferencia entre paradigmas científicos y no mente coactivos. E s la presión social la que científicos, y a mi entender, es ésta una los impone, haciendo posible de este m o d o la debilidad decisiva en su posición. Los paradig- ciencia. A menos que las cuestiones profundas mas parecen no sólo ser inconmensurables, se prejuzguen arbitrariamente, la ciencia no sino también constituir una clase curiosamente puede progresar: aparece. Pero al igual que indiferenciada. El profeta de su inconmensura- T h o m a s Hobbes insistía en que cualquier bilidad parece tener escaso sentido de su soberano es preferible a la anarquía, así profunda diferencia de naturaleza, de que también T h o m a s K u h n destaca que cualquier algunos de ellos son más inconmensurables paradigma es preferible a la terrible libertad que otros. Pero en tanto que la importancia de los especialistas en ciencias sociales contemde los paradigmas, y el hecho de que sean poráneos, que siempre debaten y ponen en socialmente transmitidos, perpetuados e im- tela de juicio principios fundamentales y, por puestos, le lleva abierta y confesadamente a esa misma razón, merced a su gran "aperdirigirse a la sociología, se ve expuesto al tura", inhiben el nacimiento de ciencia sarcasmo de Popper: ¿qué sociología va a genuina en su propio seno. utilizar el filósofo de la ciencia? ¿En qué N o es preciso optar aquí entre el filoanarmodernos eliminan las hipótesis, pero no se eliminan entre sí, por lo menos cuando observan su comportamiento óptimo. L a curiosa consecuencia de estafilosofíade la historia es que existe una especie de edad de las tinieblas o caída, que tuvo lugar entre la aparición de la humanidad sobre la tierra y los albores de la ciencia y de la sociedad abierta. El privilegio innato de la ameba se perdió durante el periodo primitivo de la historia humana, tribal y supercolectivista, y se recobró, heroica y milagrosamente, en Jonia. E s interesante la coincidencia de que esta teoría de la edad de las tinieblas sea compartida, aunque de forma distinta, por el cristianismo, por el marxismo y por Popper.

608 quismo de Popper y el autoritarismo de K u h n , que recomienda lealtad, a los paradigmas en • casi todos los m o m e n t o s , aunque evidentemente reservándose el derecho de rebelión ocasional (durante unas igualmente mal definidas, y creo que en principio indefinibles condiciones de "revolución científica"). L o que sí es pertinente para nuestro propósito es señalar un error c o m ú n a ambos. Para definir la ciencia, es preciso sociologizar la filosofía de la ciencia en tercer grado, y no meramente en segundo grado. N o basta con reconocer la función de la sociedad y distinguir entre sociedades capaces y sociedades incapaces de hacer ciencia; es necesario también efectuar esta distinción con arreglo a características de la sociedad que no correspondan solamente a sus actividades cognoscitivas, y considerar esas sociedades cuando participan en otras actividades. Tendremos que examinar las repercusiones de las primeras sobre las segundas. Esto, en m i terminología, es sociologizar la materia en tercer grado, y es algo que debe hacerse. ¿ D e qué manera?

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ble de ser incluida dentro de su círculo mágico y sustraída de todo aquello no calificable c o m o "científico"? Este contraste, c o m o acabo de formularlo, simplifica un poco una realidad m á s compleja: losfilósofosde la ciencia, naturalmente, también se interesan por las características de la producción de la ciencia, por la clase de teoría que ésta produce. D e todos modos, tienden a considerar dicha producción c o m o un dato. Su problema es determinar c ó m o se consigue. E s el sociólogo quien se interesa primordialmente por los efectos y las consecuencias de las diversas clases de conocimiento que proporciona la ciencia. Para simplificar la exposición, fingiré que esta división del trabajo es m á s neta de lo que es en realidad. Así planteada la cuestión, la mejor m a nera de responder a ella es ofrecer un breve bosquejo de la historia de la humanidad, esquemático pero pertinente, que divida dicha historia en tres grandes fases. Lãs filosofías trinitarias de la historia son bastante corrientes. Está, por ejemplo, la teoría de Auguste C o m t e con sus tres etapas históricas: la religiosa, la metafísica y la positiva, o la doctrina Características de las sociedades de la dominación sucesiva de la magia, la capaces de hacer ciencia religión y la ciencia, postulada por Sir James Frazer, o la versión, menos intelectualista, de Para comprender por qué la noción de lo Karl Polanyi, que establece la sucesión de tres científico es tan influyente, por qué esta señal formas de sociedad: comunitaria, redistribude aprobación es tan significativa, habremos tiva y de mercado. El nuevo patrón de la de examinar qué es lo que la "ciencia" hace a historia universal que está ya cristalizando en la sociedad, y olvidar por un m o m e n t o la nuestros días y que constituye, creo yo, la usual y fascinante cuestión de c ó m o logra concepción de la historia de nuestra era no hacerlo. Las teorías filosóficas de la ciencia, oficial, no formulada y a veces inconfesada, c o m o las incorporadas en las diversas tentati- pero tácitamente reconocida, es un tanto diferente. Comparte con los esquemas de vasfilosóficasde demarcar el hecho científico, se esfuerzan básicamente por responder a la Comte y Frazer algo de su intelectualismo y pregunta relativa a c ó m o actúa la ciencia, de de su alta valoración de la ciencia, aunque se qué manera se logra el gran milagro del muestra m á s preocupada —que Frazer, por lo progreso y el consenso científico. Pero para m e n o s — por los efectos de la ciencia sobre el determinar qué es lo que confiere a la ciencia ordenamiento de la sociedad. tal poder taumatúrgico, tal hechizo, no debeLas etapas cruciales de la historia de la m o s mirar tanto c ó m o opera, sino qué es ese humanidad son las siguientes: primera, la de efecto mágico. ¿Por qué la ciencia entraña la caza y recolección de frutos silvestres; a tanta diferencia para la sociedad, que asigna continuación, la de la producción de. alimenun prestigio especial a toda actividad suscepti- tos (agricultura y pastoreo), por último, la

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L a desesperación cognoscitiva. Roger-vioiiet.

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basada en la producción directamente vinculada al auge del saber científico. Las teorías que presentan las fases históricas en términos de organización social no sirven: es la base productiva cognoscitiva la que parece depararnos la gran línea divisoria; y a un lado y a otro de esta gran línea hallamos una diversidad de formas sociales. E n el presente contexto, el m u n d o de los cazadores y recolectores no nos interesa mayormente. Pero la diferencia entre el m u n d o agrario y el científico-industrial nos importa considerablemente. L a noción de una sociedad agraria plenamente desarrollada incluye no solamente el hecho de contar con la producción de alimentos, sino también otras dos características importantes: la-alfabetización y la centralización política. Las sociedades agrarias desarrolladas se distinguen por una división del trabajo bastante compleja pero relativamente estable. Pero es un error tratar la división del trabajo c o m o un producto homogéneo: sus consecuencias para la sociedad varían según, precisamente, qué es lo que se convierte en una especialidad. L a alfabetización y la centralización política, la aparición de una clase ilustrada y de un régimen de gobierno tienen consecuencias m u y distintivas, que no pueden asimilarse sin más a las especializaciones económicas menores que intervienen en el proceso de producción tomado aisladamente. Los regímenes de las sociedades agrarias ilustradas no son todos iguales. E n realidad, difieren muchísimo entre sí. Es de sobra conocida la diversidad de los regímenes políticos agrarios. Las clases de funcionarios y burócratas de los regímenes agrarios también varían enormemente en su organización, reclutamiento y m o d o s de ser. E n un sitio pueden formar parte de una organización única, centralizada y celosamente monopolista; en otro, pueden constituir un gremio holgado y liberal abierto a todos los hombres instruidos y devotos. E n un lugar diferente, pueden form a r una casta estricta, m a s no centralizada, o constituir una burocracia seleccionada m e diante oposiciones, con un monopolio administrativo pero no religioso.

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Ahora bien, no obstante esta variedad, pueden observarse algunos rasgos comunes o genéricos importantes. E n tales sociedades, el saber registrado y archivado se utiliza para los documentos administrativos, especialmente los que atañen a la imposiciónfiscal;para la comunicación entre toda una jerarquía política y religiosa; c o m o parte del ritual y para la codificación de la doctrina religiosa, la cual proyecta una especie de sombra en forma dé magia de la palabra, pleitesía rendida por la magia manipuladora a la religión fundada en las Escrituras. L a conservación de la verdad escrita, y posiblemente su cumplimiento en la práctica, son preocupaciones centrales, antes que su expansión en forma de adquisición de más verdad. (Todavía no es un ideal plausible la ampliación del saber.) Pese a su complejidad interna, a veces m u y considerable, tanto el sistema de jerarquización social c o m o los sistemas cognoscitivos dentro de sociedades c o m o éstas tienden a ser bastante estables, y lo mismo suele ocurrir con su sistema productivo. El peso normativo y conservador confiado a la palabra escrita, a cargo de las clases ilustradas, tiende a producir un dualismo o pluralismo cultural en semejante sociedad, una diferenciación entre la tradición grande (culta) y la tradición o tradiciones pequeñas. Algunos elementos de la gran tradición escrita pueden contener ideas generales de una penetración y potencialidad considerables, observaciones agudas y exactas de la realidad o sistemas deductivos de gran rigor; no obstante, genéricamente hablando, puede decirse que un cuerpo de esta clase no posee ninguna comprensión sólida, ningún conocimiento profundo y acumulativo de la naturaleza. Su principal función y significación estriba en la legitimación social, la edificación de las personas, la conservación de documentos y su comunicación, antes que en una verdadera exploración cognoscitiva de la naturaleza. Con respecto a la manipulación y al conocimiento de las cosas, el contenido cognoscitivo del cuerpo en cuestión suele ser inferior a los saberes prácticos del artesano, el trabajador manual o el profesional en ejercicio. L a ansiedad de saber expresada con tanto vigor

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en el discurso inicial del Fausto de Goethe es, evidentemente, una manifestación suscitada por esta situación. Con menos angustia y acaso más indignación, y con auténtico cela misionero en n o m bre de una presunta alternativa, hallamos un sentimiento análogo, por ejemplo, en lo que podríamos llamar populismo panhumano o carte blanche de Michel Oakeshott. s La obra de Oakeshott estuvo m u y en boga en la Inglaterra de posguerra, y probablemente continúe siendo el principal filósofo político conservador del Reino Unido. Su obra viene m u y a propósito para el fin que nos ocupa porque, c o m o base, ostenta una premisa que es mitad epistemológica, mitad sociológica, y que puede resumirse así: el saber auténtico es "práctico", lo cual quiere decir que se conserva y transmite merced a la práctica de un arte, y sólo puede perpetuarse a través de una tradición viva; su contenido no puede ser nunca captado adecuadamente en documentos escritos y, desde luego, no puede ser transmitido de un hombre a otro solamente por la escritura. A la ilusión de que esto es posible, que confiere una autoridad independiente a los asertos abstractos y escritos, él la llama "racionalismo", en un sentido m u y peyorativo, y sostiene abiertamente que éste es el azote y la ruina de la vida moderna. L a doctrina de Oakeshott oscila un tanto entre, por una parte, un panpopulismo global que da por buenas todas las tradiciones y condena todos sus escolasticismos, los cuales surgen y prosperan cuando aquéllas adoptan la escritura y la imprenta tomándolas demasiado en serio, y, por otra parte, el apoyo resuelto a una tradición concreta y bienaventurada que, gracias presumiblemente a una constitución no escrita, a un derecho consuetudinario y a la pragmática sabiduría de los políticos conservadores, ha resistido al "racionalismo" algo mejor que otras, aunque, hacia 1945, no lo hizo todo lo bien que debiera y despertó las iras del doctrinario. Si es éste el logro de una tradición peculiar, ¿podrá ser también una receta válida para todas las demás, sin contradecir implícitamente su propio principio esencial, a saber, la ausencia de cualquier clase de

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principios abstractos y universales válidos? La posición de Oakeshott es pertinente para nuestro argumento porque, ofrezca o no un buen diagnóstico de la difícil situación política del hombre moderno, nos brinda, sin proponérselo, una exposición esquemática m u y exacta de la función del saber abstracto en el régimen político de las sociedades agrarias ilustradas. E s una descripción bastante aceptable de la relación existente entre el saber codificado y las competencias prácticas de estas sociedades, pero sólo de ellas. Las escrituras, los códigos legislativos, las epopeyas, los manuales, etc., confiados a la custodia de sus escribas, celosamente preservados y m u y estables a lo largo del tiempo, no son superiores a la sabiduría práctica inarticulada del miembro vitalicio del clan o del gremio. Aquellos formalizan, falsean, parodian, se hacen eco de esta sabiduría; y aunque, contra lo prescrito por la diatriba anti "racionalista", el respeto reverencial por la versión codificada del saber puede en ocasiones ser beneficioso —ya que, por ejemplo, este respeto por la norma codificada la hace menos dúctil a la manipulación oportunista—, es cierto que la autoridad absoluta reclamada para lo escrito bajo custodia del escriba no está justificada. La teoría escrita es parasitaria de la praxis vivida. Sea, pues, así; o, por lo menos, así fue, en otro tiempo, en las sociedades agrarias ilustradas. N o en nuestros días. Es visiblemente falso respecto a la ciencia moderna y la sociedad en ella basada. C o m o fenómeno social, la ciencia natural moderna posee una serie de rasgos característicos: Sin ser enteramente consensual, lo es en un grado asombroso. Es intercultural. A u n q u e prospera m á s en ciertos países que en otros, parece capaz de subsistir en una amplia variedad de climas culturales y políticos y de ser, en gran medida, independiente de ellos. Es acumulativa. Su ritmo de crecimiento es pasmoso. Éste es también un rasgo único entre los sistemas cognoscitivos en general. A u n q u e evidentemente puede enseñarse a hombres procedentes de cualquier sus-

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trato cultural, requiere una ardua y prolongada capacitación para adquirir m o dos y técnicas de pensamiento que no ofrecen continuidad alguna con los de la vida cotidiana y que con frecuencia van totalmente en contra de la intuición. La tecnología en constante crecimiento que esta ciencia engendra es inmensurablemente superior a las técnicas y los saberes prácticos de los artesanos de la sociedad agraria, y cualitativamente distinta de ellos. Son estos rasgos, u otros estrechamente relacionados con ellos, los que han engendrado la persistente y obsesionante pregunta acerca de qué es la ciencia. N o se trata ya, en rigor, de qué es la verdad, la sabiduría o el conocimiento verdadero. Los hombres obsesionados por la pregunta respecto a la naturaleza de la ciencia no niegan necesariamente que el saber y la verdad existen también fuera de la ciencia; no todos dicen, c o m o lo enunciaba irónicamente el autor de un libro en contra de la ciencia en cierta ocasión: Extra scientiam nulla saliis.6 M a s por lo general están imbuidos por el sentido del carácter distintivo de esta especie de saber y desean localizar su fuente. N o es que quieran matar la gallina de los huevos de oro, lo único que anhelan es descubrirla, con objeto de utilizarla al máxim o y tal vez guiarla hacia nuevos campos. (Algunos sí desean equiparar saber con saber científico, no porque desprecien los m o d o s cognoscitivos precientíficos y abjuren de ellos, sino porque los consideran básicamente análogos a la ciencia, sólo que m á s primitivos y m á s endebles, y entienden que merecen la misma etiqueta. Personalmente considero errónea esta suerte de "tesis de la continuidad".) Esta definición, digámoslo así, externa, sociológica, de la ciencia, elaborada desde el punto de vista de sus efectos sobre la topografía y los procesos productivos cognoscitivos de la sociedad (dejando aparte la cuestión de su mecánica interna, el secreto de su éxito), puede, naturalmente, ser impugnada. Puede negarse que la ciencia constituya la victoria del saber trans-social, explícito, formalizado y • abstracto sobre las intuiciones, o competen-

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cias, o sensibilidades, comunicadas por otras vías que el discurso en privado. Puede afirmarse que la gallina de los huevos de oro no es, al fin de cuentas, radicalmente distinta de las viejas técnicas y saberes prácticos. Puede alegarse que la percepción y comprensión de un problema científico, la capacidad de proponer y verificar una solución requieren cierto instinto especial, sagacidad o "sapiencia personal" que está m á s allá del alcance de las palabras o la escritura y que no puede formalizarse. El Fingerspitzengefühl (tino, habilidad) goza de perfecta vigencia, y, lo que es más importante, sigue siendo indispensable. Michael Polanyi no fue sino un adepto m á s , aunque posiblemente el m á s célebre, de esta manera de entender las cosas.7 Es difícil decir c ó m o podría evaluarse esta interpretación. A veces se funda en argumentos c o m o el de la regresión infinita de la formalización, que nunca logra estar a la par de sí misma; 8 se afirme lo que se afirme, será sólo un caso de "saber qué", y presupondrá un nuevo y práctico "saber cómo" aplicarlo, y si eso a su vez se articula y se hace explícito, entrará en juego el argumento inicial, y así indefinidamente. O bien suele sustentarse mediante la plausible y difundida opinión de que aunque exista una lógica de la verificación, no hay ninguna lógica del descubrimiento: sólo la inspiración, fluctuante e incontrolable, que acude o no acude según su antojo, pero que parece mejor dispuesta a manifestarse en presencia de tradiciones de investigación bien asentadas, aunque elusivas e indefinibles. Pero aun cuando se admita todo esto, lo que importa desde el punto de vista social es que la proporción, el equilibrio que existe entre el saber práctico o el instinto inefable, por una parte, y el conocimiento formal explícito, por la otra, se transforme, hasta ser irreconocible, en una sociedad industrial que se sirve de la ciencia. A u n cuando un elemento de intuición o tradición, situado m á s allá de las palabras, sea decisivo para el gran descubrimiento excepcional y sobresaliente, o necesario en pequeñas dosis regulares para mantener una tradición de investigación vigo-

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rosa, la enorme masa de investigación corriente y de actividad tecnológica funciona de m o d o m u y diferente: se parece más bien a los viejos escolasticismos explícitos de las sociedades agrarias ilustradas, salvo en un solo aspecto crucial: toda esta actividad funciona. El escolasticismo, pese a toda su ineficacia, parece haber sido una magnífica preparación para un vigor auténticamente productivo. Las sociedades talmúdicas se dan con alacridad a la ciencia. Las consecuencias generales para la sociedad que se sirve de la ciencia son también bastante obvias. Toda sociedad dotada de una tecnología pujante y en constante crecimiento vive de la innovación, y su estructura laboral profesional se halla en evolución perpetua. Esto determina una movilidad profesional bastante notable, y, con ello, un grado de igualitarismo que, aunque insuficiente para satisfacer del todo a los igualitarios, es e m pero bastante mayor que el de la mayoría de las sociedades agrarias. E s igualitario porque es móvil, no móvil porque sea igualitario. L a movilidad, la frecuente transmisión abstracta de ideas y la necesidad de alfabetización universal, es decir, una comunicación razonablemente desvinculada de los contextos, también conducen a una función enteramente nueva de la cultura en la sociedad: la cultura aparece ligada a la escuela más que al hogar y tiene que ser razonablemente homogénea en todo el ámbito cubierto por un sistema educativo. A lfin,las grandes tradiciones realmente dominan y en gran medida reemplazan a las pequeñas tradiciones. Así, el Estado, que otrora se presentara c o m o el defensor de la fe, hoy deviene en efecto el protector de una cultura. E n otras palabras, el Estado nacional moderno (basado en el principio: un Estado, una cultura) se convierte en la norma, y surgen nacionalismos irredentistas allí donde esta norma no se satisface. El potencial de crecimiento sin precedentes conduce a una política de, la abundancia: el intento de aplacar con la prosperidad material el descontento y de atenuar los conflictos sociales con regalías y ventajas económicas en todo y para todo, se convierte, c o m o es sabido, en una

trampa terrible, cuando, tras haberse transform a d o esas ventajas en una expectativa inculcada, c o m o de algo debido por derecho, el cuerno de la abundancia temporalmente se seca o simplemente reduce su caudal, c o m o es natural de cuando en cuando. Éstos parecen ser los rasgos genéricos de la sociedad que se sirve de la ciencia. Dichos rasgos la diferencian profundamente de la mayor parte o de todas las sociedades agrarias, que son malthusianas en vez de orientadas al crecimiento, y se caracterizan por la estabilidad cognoscitiva y productiva m á s que por su expansión (las innovaciones, cuando se producen, suponen cambios de grado m á s que de clase, y en cualquier caso llegan como apariciones furtivas, aisladas). Las teorías de las fases o épocas históricas de la organización social (capitalismo/socialismo es la m á s popular) parecen haber fallado, por cuanto la sociedad que hace uso de la ciencia (es decir, la industrial) resulta ser compatible con diversas formas de organización, dentro de los límites de sus rasgos genéricos compartidos; pero esos rasgos, a su vez, la distinguen de todas sus predecesoras. L a cuestión sobre la naturaleza de la ciencia es, en realidad, la del m o d o peculiar de cognición, que a su vez define una etapa completa de la historia del género h u m a n o .

Algunas teorías filosóficas de la ciencia Las teoríasfilosóficasde la ciencia, tal como aquí se las entiende, no definen la ciencia a la manera sociológica presentada en las páginas anteriores, en términos de su efecto sobre la sociedad, a la que tienden a ignorar, sino que tratan de descubrir el secreto que la faculta para hacerlo. Es imposible enumerar aquí todas las teorías que rivalizan en este c a m p o , y aun cuando hiciéramos una lista de todas, no tendríamos medio alguno para elegir entre ellas. N o existe consenso en este ámbito. L a ciencia puede ser consensual; la teoría de la ciencia no lo es.

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Pero vale la pena, para el fin que perseguim o s , reseñar algunos de los principales contendientes: 1. El ultraempirismo, apegado a los hechos observables, acumula las observaciones; únicamente va más allá de ellas cuando los datos acumulados apuntan firmemente en alguna dirección; y, más que nada ¡no irrumpe en lo trascendente! Esta cauta versión del empirismo, asociada con Bacon o H u m e y que sobrevive hoy "día en el conductismo moderno, se ha visto m u y desacreditada últimamente. Sus detractores no siempre saben apreciar el valor que ha tenido este veto de la transgresión cognoscitiva. Los sistemas de creencias de las sociedades agrarias solían estar construidos de tal suerte que se perpetuaban a sí mismos mediante una circularidad, y el veto de la transgresión era la mejor forma de eliminarlos. 2. El diagnóstico kantiano, que combina el veto de la transgresión con cierta osadía recomendada dentro de límites apropiados y en un marco conceptual presuntamente impuesto por la estructura de la mente humana. 3. La autopropulsión colectiva mediante la resolución de las contradicciones internas, respetando una praxis privilegiada (de la que la praxis de la clase privilegiada es un ejemplo) y la dirección de un desarrollo social prescrito. Esta es la mejor aproximación que puedo encontrar para formular una de las teorías del conocimiento comúnmente asociadas con el marxismo. 4. M á x i m a audacia de las hipótesis dentro de los límites de la verificabilidad: la teoría de Popper. 5. La obediencia a una concepción de fondo (eliminando así el caos característico de los temas no científicos y garantizando el quehacer comparativo y de este m o d o la acumulación de conocimientos), excepto en raras ocasiones "revolucionarias", que no pueden ser genéricamente caracterizadas ni presumiblemente vaticinadas, y que después conducen a la progresiva substitución de una concepción de fondo por otra. Dentro de los límites de esta teoría, que declara que estas sucesivas

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concepciones de fondo son inconmensurables, es imposible, empero, demostrar racionalmente que la concepción pos-revolucionaria es superior a la substituida. A u n q u e la idea de progreso científico es un supuesto, y en realidadfijalos términos del problema, no puede afirmarse coherentemente, pues esto exigiría comparar sucesivos "paradigmas", que se nos dice son inconmensurables, por referencia a algún metaparadigma, que, ex hypothesi, no poseemos ni podemos poseer. Esta es la discutidísima teoría propugnada por Thomas Kuhn.9 6. L a mejora sucesiva de conjuntos de proposiciones con miras a refinar tanto las predicciones y la manipulación externas como la coherencia y la elegancia internas por medio de métodos que, según se afirma, ofrecen perfecta continuidad con los que han regido la evolución biológica. Esto es el pragmatismo, eficientemente representado en nuestro tiempo por W . van O . Quine, 10 quien enuncia la tesis de la continuidad más coherentemente que Popper (en cuya obra choca con la discontinuidad entre pensamiento abierto y pensamiento cerrado). Si hubiera de producirse una ruptura fundamental en la historia del conocimiento, según esta versión lógicopragmatista, surgiría en el punto en que empezaron a utilizarse entidades abstractas y, en cierta manera, adquieran realidad, permitiendo así el espectacular desarrollo de las matemáticas. N o es éste lugar adecuado para debatir los méritos de las citadas teorías. H a y otras, sin duda. Pero habremos de referirnos a los temas que en ellas se debaten: observación exacta, verificación, matematización, valores conceptuales comunes, rechazo de la trascendencia o circularidad. M i tesis consiste en que por "ciencia" se entiende un tipo de cognición que ha transform a d o radicalmente, cualitativamente, la relación del hombre con las cosas: la naturaleza ha dejado de ser una referencia para pasar a ser objeto de auténtico conocimiento y manipulación. L a ciencia es un sistema cognoscitivo peculiar con cierto misterioso mecanismo interno que asegura su crecimiento sostenido

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"El efecto Pirandello" consiste en reducir la distinción entre los actores y los espectadores de una obra. U n a escena de la obra de Pirandello Seis personajes en busca de autor, interpretada por la compañía Pitoeff en 1936, en París. Rogcr-vioiiet.

y perpetuo, el cual h a sido profundamente beneficio para los sistemas productivos h u m a nos y corrosivo para nuestros sistemas d e legitimación social. E n realidad n o s a b e m o s c ó m o se alcanza este crecimiento sostenido y consensual, pero sí s a b e m o s q u e se alcanza, y "ciencia" es. el n o m b r e q u e designa el m o d o en q u e se logra, sea cual sea. P o r eso la cuestión concerniente a si es o n o apropiado incluir los estudios sociales en el ámbito d e la

ciencia n o es, e n m o d o alguno, m e r a m e n t e terminológica: se trata d e determinar si n o está sucediendo lo m i s m o c o n nuestra c o m prensión y manipulación d e la sociedad. Pero esta forma d e exponer el p r o b l e m a encierra "una simplificación importante. D a a entender q u e la carga valorativa contenida e n la denominación "ciencia", debido a su prom e s a implícita d e conocimiento y control, es entera, total e inequívocamente positiva.

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Pero no es así, ni muchísimo menos. A u n q u e existe una importante industria académica de producción de libros que explican a los especialistas en ciencias sociales lo que realmente es la ciencia y c ó m o deben convertirse en auténticos científicos, existe también otra, con una producción no menos floreciente, que pretende que el estudio de la sociedad y del hombre no puede ser científico, o bien, si ha de conservarse el término "científico" con carga positiva, que sí se trata de ciencia pero en un sentido radicalmente distinto del que rige en la ciencia natural. L a idea de que los métodos de las ciencias naturales y sociales son básicamente idénticos es, hoy por hoy, casi una definición de "positivismo", y el positivismo es un término que en los últimos años se ha usado peyorativamente con d e m a siada frecuencia. Esto es significativo: originalmente, el tema central del positivismo era la interdicción de la trascendencia. Los antipositivistas modernos tratan de escapar de las debilidades inherentes al hombre y de los hechos (principalmente la contingencia y la corregibilidad), rio ya para descubrir una región trascendente de verdades puras e imperecederas, c o m o era uso establecido en los tiempos agrarios, sino para acceder a la región de lo social y lo h u m a n o ; y, a tal fin, deben insistir en que lo h u m a n o o cultural es radicalmente distinto de la naturaleza. U n o también tiene a veces la impresión de que "positivista" es cualquier persona dispuesta a someter una teoría predilecta a la indignidad de la verificación por los meros hechos. Los argumentos que pretenden demostrar que el estudio del hombre y de la sociedad no puede ser científico (y su variante de que sólo puede ser científico en un sentido radicalmente distinto del aplicable al estudio de la naturaleza) pueden también catalogarse. Los autores que sostienen esta tesis suelen combinar, por supuesto, en distinta proporción estos distintos elementos. D e todos m o dos, es conveniente enumerarlos por separado. 1. El argumento basado en la ideografía: los fenómenos humanos, sociales o históricos, o bien son intrínsecamente individuales, o bien nuestro interés recae en sus aspectos

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individuales e idiosincrásicos; o, naturalmente, ambas cosas. 2. El argumento basado en el holismo. L a sociedad es una unidad; el. "principio de las relaciones internas", que hace hincapié en que todo es lo que es en virtud de sus relaciones con todo lo demás dentro del mismo sistema, se aplica a ella. Si el lema principal de la antigua metafísica era la realidad de los objetos abstractos, entonces esta idea, en diversas terminologías, es el lema central de la sociometafísica moderna. L a investigación empírica, sin embargo, sólo puede ocuparse, ex hypothesi, de hechos aislados y no puede captar ninguna totalidad. D e ahí que deforme y tergiverse, esencialmente, la realidad social. Esta doctrina puede combinarse con la idea de que es función efectiva, consciente o latente de la investigación empírica de hechos objectivos ocultar la realidad social y falsear nuestra percepción de la misma, al servicio del orden establecido, cuyos representantes tienen motivos fundados para temer la percepción clarividente de la realidad social por parte de los miembros de la sociedad menos favorecidos. Naturalmente, esta tesis puede también combinarse con una dispensa especial para su promotor mismo y los que piensan como él, que poseen medios de acceso privilegiados al conocimiento de la naturaleza real de la sociedad, visiones de fondo que les permiten ir m á s allá de los meros átomos que son los hechos empíricos, bien custodiados por los perros guardianes ideológicos del orden establecido.11 3. El argumento basado en la complejidad de los fenómenos sociales puede utilizarse para reforzar los dos argumentos precedentes. 4. El argumento basado en el significado. Las acciones e instituciones humanas no se definen por ciertos rasgos materiales comunes, sino en términos de lo que significan para los participantes. Este hecho (si es tal) puede esgrimirse, total o parcialmente, para deducir de él que los fenómenos humanos o sociales están exentos ya de la causalidad, ya de la investigación empírica externa y comparativa, o ya, naturalmente, de ambas cosas. Este argumento puede exponerse así: el

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nexo que existe entre los fenómenos o clases de acontecimientos naturales es independiente de cualquier sociedad, c o m ú n a todas ellas, e impermeable a los significados imperantes en una u otra. Pero las acciones se definen por lo que significan para los participantes, y los significados que las identifican se extraen del fondo semántico común de una cultura dada, que no se identifica necesariamente, y quizás nunca, con el de otra cultura. D e ahí que no pueda existir ninguna generalización causal válida en la que uno de los eslabones sea una clase de acciones determinada, es decir, acontecimientos reunidos solamente en virtud de los significados, por así decir colectivamente privados, que resultan estar en uso en una cultura dada, pues no guardan relación alguna con ninguna especie o categoría natural. L a naturaleza no sabría reconocerlos ni identificarlos y, en consecuencia, no puede aplicarles ninguna relación de causalidad. E n cuanto a los nexos que es costumbre observar entre dos o más de tales categorías portadoras de un significado social, son establecidos en virtud de la semántica de la cultura en cuestión y sólo pueden aprehenderse penetrando a fondo ese sistema, y no mediante una investigación externa. La investigación intersocial y las generalizaciones comparativas son absurdas e imposibles por cuanto los sistemas de significados de las diversas culturas no son comparables ni coincidentes o bien sólo lo son de forma contingente y parcial.12

otra proviene de las ideas de E . Husserl y A . Schutz. 6. La llamada construcción individual de la realidad. Esta designación, aunque no utilizada realmente, que yo sepa, por el movimiento en cuestión, podría emplearse para caracterizar la tesis de una escuela últimamente en boga, conocida c o m o etnometodología y asociada con el nombre de Garfinkel.14 L a doctrina central de este movimiento resulta ser que nuestra aptitud para describir (hacer "explicables") los hechos es exclusivamente individual, y que, en consecuencia, el único conocimiento científico que podemos alcanzar es la descripción (?) o la puesta de relieve (?) o la ejemplificación de los actos mismos de creación-explicabilidad individual. El movimiento no se distingue ni por la claridad de expresión ni por su disposición al análisis racional (renuencia ésta que puede a su vez racionalizarse mediante su visión central, que excluiría la verificación de la generalización interpersonal, puesto que no existe, pero que también sitúa convenientemente al movimiento fuera del alcance de la crítica). Este movimiento es a la "construcción social de la realidad" lo que Fichte a Hegel; el ego desarrolla su propio m u n d o , en vez de desarrollarse el m u n d o gracias a una especie de esfuerzo colectivo. Pero el orden temporal parece invertirse esta vez diametralmente, ya que Fichte precedió a Hegel. Esta tesis combina idealismo con ideografismo.

Si se contempla esta tesis desde una perspectiva histórica, puede decirse que el idealismo goza de perfecta vigencia actualmente y se ampara en el nombre de la hermenéutica. Las ideas que en otro tiempo se articularan con la ayuda de términos c o m o Geist o espíritu, hoy ven la luz en términos de "significado" o de "cultura". 5. La construcción social de la realidad.13 Este argumento se superpone claramente con el precedente; tal vez sea idéntico a él, diferenciándose sólo en el m o d o de presentación y en su estirpe filosófica. L a formulación anterior está enraizada sobre todo en la obra de L . Wittgenstein, mientras que esta

7. El efecto Pirandello. L a alusión hace referencia al artificio tan magistralmente creado por Luigi Pirandello para suprimir la neta distinción entre personajes, actores, productores, autores y espectadores de una obra de teatro. Sus obras, en las que los personajes discuten el ulterior desarrollo de la trama argumentai entre ellos y, aparentemente, con el autor y con el público, se proponen sin duda provocar el desconcierto en los espectadores echando abajo la confortable separación entre el escenario y la sala, forzando así la participación del espectador. L a obra, parece decir este autor, no es un espectáculo sino una situación. Otro tanto ocurre en la

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observación de la realidad social, y esto es lo extremos. ( Q u e éstos realmente sirvan para engañar a la presa o meramente protejan la que la distingue de la naturaleza. U n o de los cargos que se han imputado a reputación del cazador, garantizando que nunla investigación social empirista o cientificista ca pueda culpársele de error fundamental, ya (aunque todavía no se ha formulado con estas es otra cuestión.) palabras) es que pretende que una sociedad puede ser un espectáculo, y no una situación, N o hay aquí espacio para intentar ningún tipo para el investigador. Esto es falso, insisten los de evaluación cabal de todos estos argumencríticos, constituye un engaño de los demás y, tos negativos. Baste con decir que ninguno de si se es sincero, constituye un autoengaño por ellos m e parece remotamente convincente. añadidura. E n nuestra elección de ideas, o T o m e m o s , por ejemplo, el que quizá parezca problemas, o interpretaciones, contraemos un más sólido de todos, aquel que propugna que compromiso, y la elección no es ni puede ser las categorías de acciones o acontecimientos imparcial, ni estar guiada exclusivamente por de una cultura dada se definen con arreglo a criterios lógicos, ni, quizá, en absoluto. D e los significados vigentes en esa cultura, que esta manera, la ineludible participación del son, por decirlo así, privativos de ella, y no investigador en su materia de estudio torna coextensivos a las "categorías naturales". Por espuria toda pretensión de "objetividad cientí- cierto, pero ello no excluye en m o d o alguno la fica". Cuando se invoca realmente, este argu- existencia de un determinismo incluso físico mento aparece generalmente fundido con va- respecto a. los hechos acontecidos dentro de la cultura en cuestión. Simplemente, excluye la rios otros de la lista precedente. 8. También puede reclamarse uri status identificación de los hechos determinados (si cognoscitivo especial para la investigación de son tales) por referencia a los significados la sociedad y del hombre, no tanto en virtud de vigentes en la cultura. Las fuerzas determiconsideraciones generales, c o m o las enumera- nantes seleccionarán de alguna manera los das hasta ahora, sino de supuestas característi- hechos que sacan a luz con arreglo a unas u cas sustantivas especiales del objeto o el m o d o otras características que sólo accidental y de investigación específico. Por ejemplo, en el contingentemente se superpondrán a los signivivo debate sostenido respecto al carácter ficados que acompañan a los acontecimientos científico del psicoanálisis, se reivindica a y que parecen guiarlos. Por ejemplo, cuando veces (en defensa de la legitimidad de esta vemos una película, sabemos perfectamente técnica) que los métodos tan excéntricos en que lo que va a ocurrir está ya determinado, y ella empleados (según las normas corrientes está determinado por la serie de secuencias en otras investigaciones) se justifican por la recogidas en los carretes y que está trasmitiénpeculiarísima naturaleza del objeto investi- dose desde la cabina de proyección. Las gado, es decir, el inconsciente. Su astucia y relaciones significativas que nos interesan y disimulación ante la investigación, a la que que parecen guiar y dar sentido a la serie de trata de eludir y de burlar, justifican la hechos observados en la ficción que se desaaplicación de medidas cognoscitivas de emer- rrolla en la pantalla son en realidad epifenogencia, que serían consideradas ilícitas confor- ménicas e impotentes. Nosotros no sabemos m e a las reglas de prueba y demostración verdaderamente si nuestra vida es así, y la vigentes en los tribunales normales de la mayoría esperamos que en realidad no lo sea; ciencia. Frente a un enemigo tan despiadado, pero el argumento basado en la significación se conceden poderes especiales al magistrado de la vida social no demuestra lamentableinvestigador y se le dispensa de las habituales mente en m o d o alguno que no pueda serlo. restricciones que pesan sobre los métodos de Si, por una parte, los argumentos que investigación. El inconsciente no puede ser pretenden demostrar que la vida humana y aprehendido de ningún otro m o d o , y la dificul- social no puede ser objeto de explicación tad y urgencia de la tarea justifican métodos científica no son válidos, por otro lado, cual-

El rango científico de las ciencias sociales

quier análisis de las vivas y vigorosas discusiones que tienen lugar en el campo de.la filosofía de la ciencia revela indiscutiblemente una cosa: que el problema de la naturaleza de la ciencia, del descubrimiento de ese secreto que ha hecho posible el ritmo de crecimiento cognoscitivo del siglo x v n a nuestros días, absolutamente singular y sin precedentes en la historia h u m a n a , continúa sin resolverse. H e m o s reunido, sin embargo, algunas tentativas de explicación m u y notables, convincentes y elegantemente expuestas. Pero seleccionar algunos candidatos brillantes es una cosa, y contar con un ganador claramente identificado, reconocido y aclamado es otra m u y distinta. Y no lo tenemos. L a situación, lisa y llanamente, es que la ciencia es consensual, y lafilosofíade la ciencia no lo es. Las dos tesis que hemos afirmado —la invalidez de las supuestas demostraciones de la imposibilidad de la ciencia en las esferas sociales y la ausencia de una explicación unánimemente aceptada de por qué y c ó m o funciona la ciencia en los campos en que sin duda alguna funciona— van a ser decisivas para responder a la pregunta a que hemos dedicado este ensayo: ¿Son las ciencias sociales realmente científicas?

Conclusión La pregunta se contesta por sí sola, una vez que la hemos desmembrado en sus distintas subpreguntas o variantes de interpretación, normalmente amalgamadas. Podemos ante todo examinar las actividades de las ciencias sociales en busca de la presencia o ausencia de los distintos rasgos que aparecen, destacados, en diversas teorías de la ciencia. 'Dichos rasgos son: a) presencia de hipótesis bien articuladas y puesta a prueba sistemática de las mismas; b) medición cuantitativa precisa, y operacionalización de los conceptos; c) observación meticulosa con arreglo a métodos públicamente comprobables; d) estructuras conceptuales complejas y rigurosas; é) paradigmas compartidos, al menos por grandes comunidades académicas, que resisten a la prueba del tiempo.

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N o cabe la menor duda de que todos estos rasgos, frecuentemente combinados, pueden hallarse en diversas ramas de las ciencias sociales. Individualmente o dentro de una comunidad, es dudoso que los especialistas en ciencias sociales sean inferiores, en iniciativa e inventiva intelectual, rigor formal, o precisión de observación, a los practicantes de disciplinas cuyo rango científico normalmente no se pone en duda; y para retomar la observación entre irónica y compasiva de Hilary Putnan, distinguidofilósofode la ciencia, ¡los pobrecillos se esfuerzan tanto más en su tarea!15 C o m o queda dicho, no conocemos el secreto de la ciencia; no sabemos exactamente cuál de las muchas señales que brillan ante nosotros es en realidad el fuego sagrado. Sí sabemos que muchas de estas señales son deslumbrantes, y dado lo breve de la lista que los filósofos de la ciencia ponen a nuestra disposición, nos inclinamos a pensar que una de ellas (o quizá varias conjuntamente) lo es. Pero ¿cuál? M á s concretamente, sabemos que m u chas de las características indiscutibles de la ciencia están presentes con frecuencia en la investigación social. Los aspectos de la vida social que son intrínsecamente cuantitativos u observables con precisión (por ejemplo, en ámbitos c o m o la demografía o la geografía social) se investigan efectivamente con precisión y mediante técnicas complejas y refinadas; sabemos, por otra parte, que en diversas esferas de estas ciencias se elaboran modelos abstractos, también de gran perfección y sutileza, que sirven c o m o paradigmas comunes a vastas comunidades de estudiosos (por ejemplo, los economistas); y, además, en ámbitos donde el aparato conceptual no dista d e m a siado de las ideas de mero sentido c o m ú n , sabemos no obstante que un profesional de la especialidad bien preparado posee informaciones y conocimientos nuevos y de primera m a n o para el desarrollo de la materia en cuestión. E n todos estos sentidos, los estudios sociales son efectivamente científicos. Extensos sectores de los mismos satisfacen plenamente una u otra de las muchas teorías existentes, y convincentes, del fuego sagrado.

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Y nuestra vida colectiva sería m u c h o m á s pobre sin ellos. Esto en cuanto al carácter científico de las ciencias sociales', tal c o m o lo especifica la filosofía de la ciencia. Pero obtendremos un cuadro distinto si lo miramos desde el punto de vista, no de los métodos empleados, sino de la repercusión sobre nuestro universo cognoscitivo: si preguntamos si existe una actividad cognoscitiva consensual y generalizada, radicalmente discontinua respecto de las percepciones y técnicas del pensamiento ordinario, y que permite inequívocamente acumular conocimientos a un ritmo sorprendente e inconfundible. L a respuesta es obvia. E n este sentido decisivo, en términos de sus efectos sobre nuestro orden social, los estudios sociales n o son científicos, por m u c h o que pretendan serlo, y no sin razón, con arreglo al criterio o criterios precedentes. Pretenden haber robado el fuego sagrado. ¿ N o les hará nadie el obsequio de desear robárselo a ellos? Podemos intentar analizar este fracaso descomponiéndolo en sus partes esenciales. Las técnicas descriptivas, cuantitativamente exactas, no se acompañan de la correspondiente teoría convincente ni de una predicción igualmente exacta. Los modelos abstractos m u y elaborados no se arraigan firmemente en el material empírico. Las grandes visiones de fondo no son consensúales. Existen y reinan paradigmas, pero sólo en comunidades reducidas, y cuando se reemplazan unos a otros, la situación es m u y distinta de lo que comúnmente sucede en las ciencias naturales. E n éstas, generalmente estamos seguros de que hay progreso, pero tenemos grandes dificultades para explicar c ó m o es posible que sepa-

Ernest Gellner

mos que es así, dado que no existe ninguna medida c o m ú n para comparar visiones sucesivas. Las ciencias sociales nos ahorran esta molestia. N o tenemos por qué inquietarnos acerca de cómo es posible que logremos saber que progresamos, ya que no estamos m u y seguros de que hayamos progresado en realidad. Naturalmente, los defensores de un nuevo paradigma podrán estar seguros de haber progresado (generalmente lo están); pero raras veces muestran la misma certeza en relación con la serie completa de etapas que constituye la historia de su disciplina. Todo lo contrario, su propio avance es, m u y a menudo, un salto atrás, el retorno a un modelo anterior. Si estoy acertado respecto a la insuficiencia lógica de las supuestas pruebas de inadecuación del m u n d o social a los principios y métodos de la ciencia, no tenemos por qué concluir desesperanzadamente (o esperar confiados, c o m o también puede ser el caso) que esto no vaya a cambiar. Si, a decir verdad, el fuego sagrado de la ciencia no ha sido descubierto hasta la fecha, no sabemos cómo remediar esta situación. L a cuestión sigue en pie. Pero sospecho que sabremos que las ciencias sociales se han hecho científicas cuando sus especialistas dejen de pretender que han robado por fin el fuego sagrado, pero haya otros que intenten robárselo a ellos; cuando la filosofía de las ciencias sociales se convierta en búsqueda de explicación retroactiva de un milagro científico cognoscitivo, en vez de perseguir una promesa o una receta para realizarlo. Traducido del inglés

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Notas 1. Sir Karl Popper ha expuesto la discutida doctrina del individualismo metodológico, que remite finalmente todas las explicaciones de las ciencias sociales a los objetivos y las creencias de los individuos, y que excluye la invocación de entidades sociales holistas, si no es para la comodidad de la exposición (véase, por ejemplo, Karl Popper, The open society and its enemies, Princeton University Press, 1966). A l mismo tiempo, Popper ha polemizado más recientemente en favor de un "tercer m u n d o " {Objective knowledge, Clarendon Press, 1972), un ámbito de objetos del pensamiento, que se suma a los relativamente bien establecidos mundos cartesianos de los objetos externos y de las experiencias internas. Es interesante que algunos de los argumentos invocados para apoyar esta doctrina —la incorporación en una tradición social y su bagaje de una riqueza de ideas jamás accesible al individuo— sean precisamente aquellos que llevaron a otros a dejarse tentar por el holismo social. ¿Se ha ganado mucho al optar por una terminología esencialista, en vez de holista, para señalar los mismos hechos? Supongo que dependerá de si todos esos mundos culturales son simples partes de un solo y mismo tercer m u n d o , o bien si se permite a cada uno hacer el suyo propio, que no tiene por qué ser comparable ni compatible con otros. E n el primer caso, parecería m á s apropiado un lenguaje platónico para describirlo; en el segundo, un lenguaje sociológicoholístico. Conviene añadir que su individualismo no le obliga a ver la ciencia como sólo contingentemente social; al contrario, en el sentido apropiado, la ve como

esencialmente social. Esto se analiza posteriormente en el presente artículo. 2. Emile Durkheim, Elementary forms of religious life, Free Press, 1954. El principal contraste entre los dos grandes sociólogos, Durkheim y W e b e r , se halla precisamente en su actitud respecto al pensamiento racional: Durkheim ve éste c o m o una característica de toda sociedad que está en correlación con la vida social c o m o tal, mientras que W e b e r lo contempla c o m o un rasgo diferencial, cuya presencia es mucho más acusada en ciertas tradiciones que en otras. Así, uno ve la racionalidad c o m o algo constante y su explicación es, ipso facto, la explicación de la sociedad: hubo, ciertamente, un contrato social, pero asumió la forma de un ritual, no de un pacto. El otro la ve presente de una manera desigual, y su explicación la hace coextensiva no a la sociedad c o m o tal, sino a la aparición y al carácter distintivo de una determinada clase de sociedad, a saber, la que más nos interesa a nosotros, la nuestra propia.

Proceedings, vol. X L V I ,

1945-1946, p. 1-16; Lewis Carroll, "Achilles and the tortoise", The complete works of Lewis Carroll, R a n d o m House, 1939. 9. T h o m a s K u h n , op. cit. 10. Wiilard van O r m a n Quine, From a logical point of view: nine logico-philosophical essays, 2. a ed. rev., Harvard University Press, 1961. 11. Theodor Adorno y otros, "Sociology and empirical research", The positivist dispute in German sociology, p. 68-86, Heinemann, 1976.

12. Hallamos un argumento de esta clase en la obra de P. Winch, The idea of a social science and its relation to philosophy, Humanities Press, 1970. Encontramos una formulación de esta tesis aún más extremada, combinada con un ideografismo a ultranza, en A . R . Louch, Explanation and human action, Blackwell. Esta posición ha sido frecuentemente criticada; véase, por ejemplo, Robin Horton, "Professor Winch on safari", Archives européennes de sociologie, tomo xvii, n.° 1, 3. Thomas K u h n , The structure of scientific revolutions, 2. a ed., 1976; o Percy Cohen, "The very idea of a social science", en University of Chicago Press, I. Lakatos y A . Musgrave (dir. 1970. publ.), Problems in the philosophy of science, North 4. Ibid., p. vii-viii. Holland Press, 1968; o mi propia 5. Michael Oakeshott, contribución "The n e w Rationalism in politics and other idealism", en I. C . Jarvie y essays, Methuen and C o . , 1962. J. Agassi (dir. publ.) Cause and meaning in the social sciences, 6. Paul Feyerabend, Against Routledge and Kegan Paul, 1973. method, N L B , 1975.

7. Michael Polanyi, Personal knowledge: toward a post critical philosophy, University of Chicago Press, 1974. 8. Gilbert Ryle, "Knowing h o w and knowing that", Presidential Address, Aristotelian Society,

13. Peter L . Berger y T h o m a s Luckman, 77ie social construction of reality: a treatise on the sociology of knowledge, Irvington Press, 1980. 14. Véase Harold Garfinkel, Studies in ethnomethodology,

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622 Prentice Hall, 1967. Para comentarios críticos, véase un artículo m u y inteligente de A . R . Louch, "Against theorizing", Philosophy of the social sciences, vol. v, 1975,

p. 481-487, o mi propia contribución, "Ethnomethodology; the reenchantment industry or the Californian way of subjectivity", Spectacles and predicaments,

Cambridge University Press, 1979. 15. Bryan M a g e e (dir. publ.) Men of ideas, p . 233, Viking Press, 1979.

Escuelas filosóficas y m é t o d o s de trabajo científicos en ciencias sociales

Stefan Nowak

Las orientaciones filosóficas de las ciencias sociales empíricas

Por escuelas filosóficas, desde el punto de vista de la sociología, entendemos aquí las diferentes orientaciones metasociológicas. Los compiladores de un volumen de estudios metasociológicos caracterizan este término de la siguiente manera:

C o m o lo indica el título, este artículo presenta un análisis de las relaciones que existen entre los "métodos de trabajo" de las ciencias sociales, por un lado, y las "escuelas filosófi- "Metasociología", término popularizado por Paul cas" por el otro. Entre estas últimas, nos Furley en The scope and method of sociology; a ocuparemos sólo de aquellas que son (o se metasociological treatise, hace referencia a aquecree que son) de aplicalla rama de la sociología ción para las ciencias soque se ocupa de investigar Stefan N o w a k es titular de la cátedra los supuestos y los juicios ciales y especialmente de metodología de las investigaciones de valor en los que se para las formas de encausociológicas en el Instituto de Sociofundamentan las teorías y zar los estudios sociológilogía de la Universidad de Varsóvia. métodos empleados por los cos. El término "métoH a publicado, entre otras obras: Mesociólogos. Tales supuestos thodology of sociological research dos de trabajo" denota y juicios de valor suelen (1977) y Sociology: the state of art aquí para nosotros: a) empezar por la afirmación (1982). las distintas maneras de que la sociología es una (pautas normalizadas) de ciencia y prosiguen incorhacer preguntas acerca porando las diversas opciode la realidad social; b) nes teóricas (ontológicas) las distintas maneras nory metodológicas (epistemológicas) que se escogen malizadas de dar respuesdiariamente. Huelga decir tas a estas preguntas, o que tales opciones afectan sea, tanto la estructura directamente al contenido mismo de la sociológica d e las proposiciones que constituyen logía, haciendo, con ello, de la metasociología tales respuestas c o m o los m o d o s de comprobaun ámbito de investigación de considerable imción de dichas proposiciones (deductiva e inportancia y alcance. ductivamente); c) por último, las distintas E n muchos aspectos, la metasociología remaneras normalizadas de organizar los conjunpresenta un mecanismo para organizar la disciplina de la sociología [. . .] Al hacerlo así, las tos enteros de estas proposiciones en represenargumentaciones en apoyo de los supuestos se taciones descriptivas o teóricas m á s completas distinguen analíticamente de las consideraciones y (en los diferentes significados del término), 1 m á s coherentes de la realidad respecto a la propiamente sociológicas. cual se han hecho las preguntas iniciales.

624 Este párrafo pone de relieve el hecho de que los análisis de los supuestos —algunos de los cuales, por lo m e n o s , son ontológicos— y de los juicios de valor pertenecen a la sociología. Por m i parte convengo en que es correcta la afirmación de que esos supuestos se utilizan a m e n u d o para organizar diferentes "enfoques teóricos" del estudio de las fenómenos sociales, y son entonces generalmente considerados c o m o componentes suyos esenciales. E n palabras de J. H . Turner: Gran parte de lo que se incluye bajo la etiqueta de teoría sociológica no es, en realidad, más que una acumulación inconsistente de supuestos implícitos, conceptos insuficientemente definidos y proposiciones vagas y sin conexión lógica. A veces los supuestos se formulan expresamente y sirven para inspirar enunciados teóricos abstractos que contienen conceptos bien definidos, pero la mayor parte de la teoría sociológica constituye una "imagen de la sociedad" verbal, en vez de un conjunto rigurosamente construido de formulaciones teóricas organizadas en esquemas lógicamente coherentes. Así, esta presunta teoría es más bien una "perspectiva" u "orientación" general para examinar las diversas características del proceso de institucionalización que, si todo sale bien, podrá finalmente traducirse en teoría científica verdadera. El hecho de que en sociología existan muchas perspectivas de esta índole plantea problemas de exposición, y estos problemas, a su vez, se ven complicados por el hecho de que las perspectivas se mezclan y combinan entre sí, haciendo a veces difícil su análisis por separado.2 Por estas razones, parece m á s conveniente n o analizar aquí todos los "enfoques teóricofilosóficos" del estudio de la sociedad, sino, preferentemente, los supuestos concretos que son, o pueden ser fundamentales para m á s de una de tales escuelas. Por fortuna, estos supuestos vienen siendo objeto de análisis y discusión desde hace ya muchos años, tanto en el marco de lafilosofíade la ciencia c o m o en el de la filosofía de las ciencias sociales. E n este último ámbito se ha logrado cristalizar un cierto número de preguntas formuladas en sentido general, las respuestas a las cuales pueden considerarse equivalentes a los supues-

Stefan Nowak

tos antes mencionados. Cualquier monografía razonablemente completa sobrefilosofíade las ciencias sociales3 ofrece por lo c o m ú n un catálogo m á s o menos extenso de las "dimensiones" de los problemas y define cierto número de actitudes posibles respecto a cada una de ellas. Mencionaremos aquí algunas de las m á s frecuentemente debatidas. 1. E n u n extremo de la primera dimensión situamos a quienes creen que el hombre es un ser que piensa y siente y cuyos sentimientos y m o d o s de pensar sobre el m u n d o , la sociedad y sí m i s m o constituyen componentes tan esenciales de la realidad social que sin "comprender" (Verstehen) adecuadamente estos fenómenos, en la forma en que Dilthey, W e b e r o Znaniecki querían que los comprendiésemos, todo intento de estudiar los fenómenos sociales es infructuoso. E n el extremo contrario situamos habitualmente a los conductistas, con Skinner a la cabeza, y a aquellos teóricos de la sociología positivista primitiva (como D o d d o Lundberg) para quienes el estudio de la sociedad y el de la naturaleza tienen un importantísimo rasgo en c o m ú n : ambos deben basarse única y exclusivamente en la observación de la realidad, y cualquier otro método, c o m o el del Verstehen, no es más que misticismo precien tífico.4 2. L a segunda dimensión m á s frecuentemente evocada contempla la cuestión de si los grupos son reales o si el atributo de existencia real debe reservarse solamente para los individuos. A veces esta cuestión no se refiere a grupos u otras colectividades sino a las propiedades de los mismos. A q u í se enfrentan los holistas (llamados a veces "realistas") y los individualistas metodológicos (o, en otros contextos, "nominalistas").5 3. L a tercera dimensión —frecuentemente debatida junto con la segunda— es la que plantea en qué grado pueden explicarse las diferentes proposiciones, y especialmente las diversas generalizaciones y leyes sobre los agregados h u m a n o s y sistemas sociales, por las proposiciones y leyes relativas a las "unidades de nivel inferior" y sobre todo por las leyes psicológicas del comportamiento hum a n o . A q u í nuevamente los reduccionistas

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están en desacuerdo con los emergetistas, es decir, con aquellos que creen que en cada nivel de análisis pueden surgir ("emerger") nuevas regularidades y propiedades básicamente irreductibles a las propiedades y mecanismos del nivel inferior.6 4. A continuación está la vieja disputa entre deterministas e indeterministas sobre la aplicabilidad de la noción de causalidad al m u n d o en general y a la vida social en particular. L a aplicabilidad del pensamiento causal a los fenómenos sociales puede rechazarse ya sea por principio ("el hombre está dotado de libre albedrío"), ya sea por motivos más prácticos: demostrando que la causalidad implica, en las regularidades descubiertas, un carácter de regla sin excepciones (o sea, de generalidad) y de ¡limitación espacio-temporal (o sea, de universalidad), mientras que en las ciencias sociales por lo c o m ú n se descubren regularidades que son estadísticas e "históricas", es decir, limitadas a algún área espaciotemporal. E n otras palabras, losfilósofosde la ciencia (y los sociólogos mismos) difieren en su opinión respecto al grado de aplicabilidad del modelo determinista universal, tan ventajoso en algunas ciencias de la naturaleza, al m u n d o del pensamiento y las acciones h u m a nas y al funcionamiento y la evolución de los sistemas sociales.7.

acuerdo en que es esencial una perspectiva sistemática, algunos se muestran m á s inclinados a creer (siguiendo en esto a Spencer, Durkheim, Malinovski o Parsons) que las relaciones internas dominantes son aquellas que garantizan el funcionamiento armonioso y el equilibrio homeostático del sistema, mientras que otros manifiestan más simpatía por la idea tan plenamente destacada por M a r x , Simmel, Coser, Dahrendorf y los neomarxistas contemporáneos de que el conflicto y la disfunción internos son las características esenciales de todo sistema social, en los niveles del macro y el microanálisis.

cuales puede explicarse por sus propias "características de origen" consideradas independientemente de las características y comportamiento de otras personas, c o m o en el análisis de los datos de encuestas. El otro enfoque da por supuesto que la sociedad o los grupos e instituciones sociales constituyen un sistema de elementosjnterdependientes, cuya naturaleza sólo puede conocerse adecuadamente tomando en cuenta sus contextos sistémicos.9

8. Otro aspecto distinto del comportamiento h u m a n o es el que se analiza generalmente en la dimensión "racional-irracional".10 Aquí podemos creer, siguiendo a muchos "teóricos de la acción intencional", de W e b e r a Parsons y a los propugnadores contemporáneos de la aplicación de modelos normativos de la teoría matemática de las decisiones a la explicación de las acciones humanas reales, que es el análisis de los motivos conscientes del comportamiento hu-

7. Si contemplamos las teorías que tratan del comportamiento social y de los m o d o s de pensar y sentir del hombre acerca de sí mismo y del m u n d o social externo, también hallarem o s cierto número de dimensiones polarizadas que permiten situar diferentes enfoques y teorías. Por ejemplo, podemos creer (con Skinner y algunos conductistas radicales) que la naturaleza h u m a n a es básicamente reactiva, que los individuos reaccionan a estímulos externos y que los esquemas de recompensas y castigos que conforman las pautas de conducta social aprendidas pueden ser captados de un m o d o similar al comportamiento de las ratas en un laboratorio experimental. Pero también podemos estimar, c o m o los "psicólo5. A un nivel de abstracción del discurso gos humanistas", que la naturaleza h u m a n a filosófico ligeramente inferior hallamos la pola- posee un potencial creativo y que el impulso ridad de dos enfoques con respecto al estudio hacia la autorrealización es m á s importante de grandes grupos de seres humanos. U n o de que la reacción al laberinto de trabas y ellos (llamado "conductismo pluralista" por coacciones impuestas por la estructura social y D o n Martindale)8 supone m á s o menos cons- que la necesidad de intercambiar premios y cientemente que la sociedad es una suerte de castigos con otros conforme a determinadas agregado de individuos, cada uno de los reglas de justicia distributiva.

6. A u n cuando los científicos estén de

626 m a n o en términos de relaciones fines-medios, racionalmente orientados, lo que puede darnos la correcta visión de fondo. Pero también p o d e m o s seguir la línea de Freud y Pareto y dar por supuesto que lo que los individuos perciben c o m o motivos de sus acciones son, habitualmente, racionalizaciones (derivaciones) de acciones no necesariamente guiadas por principios de racionalidad en sí mismas. Y aun cuando se admita que el conocimiento de los motivos conscientes es necesario para explicar correctamente la conducta, puede reinar la disensión en cuanto a la metodología empleada en dichas explicaciones. Algunos insisten en que debemos aplicar ciertas "leyes de cobertura" en el esquema de explicaciones nomológico-deductivas, mientras que otros hacen hincapié en el carácter no nomológico de las "explicaciones por el conocimiento".11 Todos estos supuestos (y otros muchos) tratan de la naturaleza de la realidad en su aplicación a los estudios sociales. Pero también hallamos diferencias de concepción de la sociología basadas en las diferencias de opinión acerca de cuál debe ser la actitud de un sociólogo con respecto a sus propios estudios, o en las diversas opiniones sobre el m o d o en que estos estos estudios pueden o deben llevarse a cabo. A q u í tropezamos con la vieja cuestión de la "objetividad" de los estudios sociales. Algunos creen que los estudios pueden prescindir de los valores, mientras otros proclaman que es imposible desembarazarse de los valores que cada cual sustenta y por lo tanto lo mejor que puede hacer un investigador en ciencias sociales es declarar de antem a n o sus preferencias en la materia y seguir expresándolas en sus formulaciones de los problemas así c o m o en su investigación y en sus conclusiones. Todos aquellos que recuerdan las disputas en torno a este problema en los últimos años de la década de 1960 sabrán cuántos significados diferentes se atribuían a cada actitud posible dentro de esta perspectiva.12 Esto se aplica no sólo a esta dimensión concreta de la problemática de lafilosofíade las ciencias sociales, sino a la mayoría de ellas, porque no sólo pueden adoptarse diferentes actitudes dentro de cada una, sino también las

Stefan Nowak

dimensiones mismas pueden ser y han sido entendidas de m o d o s distintos. E n tales circunstancias, cualquier tentativa de analizar detenidamente la congruencia de tales supuestos respecto del proceso global de elaboración de la metodología de investigación requeriría al m e n o s un volumen c o m pleto. A q u í nos limitaremos a examinar algunos problemas m á s generales que afectan a las relaciones entre los supuestos que están en la base de los estudios sociológicos y las formas en que estos estudios se llevan o deben llevarse a cabo.

Validez de los argumentos filosóficos para la metodología de la investigación sociológica ¿Por qué han de desempeñar estos supuestos algún papel? El hecho de que la mayoría de los filósofos y los sociólogos m á s reflexivos crean en su importancia no constituye prueba suficiente de pertinencia, especialmente cuando algunos otras se inclinan a rechazar por completo toda la cuestión. Por ejemplo, Barry Hindess escribe: N o propongo ninguna metodología ni epistemología para las posiciones que aquí se critican. Por el contrario, sostengo que los problemas que plantean estas disciplinas son falsos problemas y surgen sólo en función de una concepción del saber que, según puede demostrarse, es fundamental e ineludiblemente incoherente. La epistemología, y las doctrinas derivadas tales como la metodología y lafilosofíade la ciencia, no tienen ninguna base racional y coherente. Y sobre todo, no puede haber ninguna metodología prescriptiva coherente ni racional.13 La metodología, destaca Hindess, trata de prescribir procedimientos supuestamente útiles para generar o para verificar nuevas proposiciones, e intenta validarlos basándose en argumentosfilosóficos.Tales procedimientos definen lo que es y lo que no es ciencia: El saber científico es considerado válido únicamente si se atiene a los procedimientos prescri-

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U n a alegoría d e la lógica (grabado del siglo x v n ) . Explorer.

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tión está "mal planteada" porque se basa en el supuesto obviamente falso,de que allí existe una minoría hispánica. E n cambio, para la realización de un estudio análogo en Nueva York, el supuesto se daría por descontado. U n a pregunta sólo es aplicable al objeto u objetos que satisfacen sus supuestos previos, pero los mismos no prescriben ninguna Si éste fuera el único patrón posible de respuesta concreta a la pregunta. Nuestros relaciones entre la ciencia y su metodología supuestos sólo clasifican la realidad en dos por una parte, y los supuestos metacientíficos subconjuntos: uno en el que las preguntas por la otra, convendría con Hindess en que "tienen sentido" y otro en el que las preguntas ello constituiría o bien un caso de pura no son procedentes. L o m i s m o cabe decir de las cuestiones circularidad tautológica, o peor aún, una teóricas. Si uno se propone estudiar, en un situación que reduciría la totalidad del pensanuevo proyecto experimental, qué clase de miento científico a la ejecución de las órdenes personas son más capaces de "reducir la disode una dogmática dictadura ejercida por los nancia cognoscitiva", se partirá del supuesto filósofos. Afortunadamente no es tal el caso, (explícito o implícito) de que tal disonancia por diversas razones. existe, con el fin de elaborar mediante su investigación una teoría m á s detallada que describa las condiciones en que tal fenómeno Premisas empíricas, normativas tiende a producirse. Si un estudio parte de un y analíticas de la formulación de conjunto de supuestos válidos, poco importa problemas y de los métodos de que sean explícitos o implícitos, pero si los investigación en las ciencias supuestos son erróneos, el investigador descubrirá m u y pronto que las preguntas no cuadran con los objetos y fenómenos escogidos, Antes de pasar a examinar estas razones, cabe recordar la función que desempeñan algunos ya que obtiene respuestas que rechazan los supuestos menos cuestionables en el proceso supuestos iniciales. de investigación.15 T o d o estudio empírico La validez de los supuestos implica únicaempieza (o por lo m e n o s debería empezar) mente que podemos hacer ciertas preguntas por el planteamiento de una serie de pregun- con respecto a un objeto o clase de objetos tas a las que se supone debe dar las correspondado. L a decisión de hacerlas dependerá de dientes respuestas.16 C o m o es bien sabido, la nuestros valores. Sólo éstos pueden incitar a formulación de cada pregunta presupone lógi- emprender un estudio que busque respuestas camente que se aceptan c o m o válidos determia una determinada formulación de problemas. nados supuestos acerca de los objetos o fenó- El hecho de exponer nuestros valores (y la m e n o s estudiados. Si, c o m o ocurre con fre- curiosidad es, sin duda, uno de ellos) explícitacuencia, estos supuestos no son explícita- mente o no carece de importancia. mente formulados, ello se debe a que parecen Otro tanto puede aducirse con respecto a acaso tan obvios que nadie se toma la molestia los supuestos en que se basa el empleo de un de recordarlos. Resultarían aún más obvios si determinado método de investigación. L a forse tratara de emprender el estudio de proble- mulación y el uso de muchos métodos de m a s basados en supuestos obviamente falsos. investigación se basan en ciertas proposicioSi u n o se propusiera estudiar las actitudes de nes idénticas o descriptivas necesarias para los representantes de la minoría hispánica en establecer su validez. Baste con recordar lo Polonia respecto al sistema político de ese mucho que deben la física teórica y la ciencia país, no faltaría quien recordase que la cues- de la ingeniería a "instrumentos de investigatos: se deduce que las prescripciones de la metodología no pueden ser validadas por el saber científico [. . .] L a metodología establece normas de actuación para la práctica científica que infiere por medio de un "saber" proporcionado por lafilosofía.L a metodología es producto de lafilosofíay las ciencias son una realización de su metodología.14

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ción" c o m o el ciclotrón, el microscopio electrónico o la cámara de Wilson para estudiar las partículas elementales. L a situación en las ciencias sociales es análoga. Miles de estudios han demostrado que la "proyección", tal c o m o Freud Ia describe, existe realmente. D e ahí que actualmente utilicemos tests "proyectivos" si sospechamos que los sujetos pueden tener dificultades para revelar sus necesidades, motivos o aspiraciones. Asimism o , utilizamos información acerca de la marca del automóvil o del nivel visible de consumo de un encuestado c o m o "indicadores indirectos" de su renta, porque la correlación entre renta y niveles de vida está bien establecida.

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de razonamiento formal que tienen su origen en ciertas tautologías de la lógica y las matemáticas. Las "visiones" d e la realidad social c o m o fuente d e supuestos filosóficos

L o antedicho demuestra únicamente que las ciencias se desarrollan, en efecto, de manera acumulativa, de suerte que los nuevos problemas ofrecidos a la investigación surgen del estado del saber en las distintas disciplinas, y nuevas metodologías se esfuerzan por aplicar el conocimiento positivo de la realidad para habilitar herramientas de investigación L o que estas proposiciones generalmente m á s eficientes. N o demuestra que la filosofía. implican es que somos libres de utilizar un —ontologia.o epistemología— contribuya en método dado para un fin cognoscitivo dado. absoluto a tales fines. La elección efectiva del método suele depenPero el cuerpo de saber acumulado sólo der de ciertas premisas normativas (supuestos depara las premisas para el planteamiento de de valor), por ejemplo, el grado de exactitud nuevas cuestiones si éstas no son espectacularofrecido por distintos métodos, los posibles mente nuevas o , en otras palabras, si el > márgenes de error inherentes a su empleo y proceso de desarrollo es lo que K u h n llama los costos de aplicación de cada uno de ellos. "ciencia normal". El desarrollo de la "ciencia A veces las decisiones metodológicas implican normal" es bastante seguro, porque se desenpremisas estrictamente éticas, como las que vuelve en el marco de paradigmas recibidos y excluyen la aplicación de determinados méto- aceptados; las nuevas cuestiones pueden basar• dos (por lo demás eficientes) para el estudio se, así, en supuestos empíricos bien comprobade sujetos humanos. El plan metodológico dos. Si las cuestiones son tan nuevas que las finalmente escogido resulta de la interacción respuestas podrían constituir una "revolución de consideraciones empíricas referentes a la científica", entonces los correspondientes suexactitud y determinadas premisas normati- puestos no pueden hallarse, por lo c o m ú n , en vas, axiológicas. el cuerpo de saber científico ya verificado. Otro tipo de premisa —los teoremas H a y que ir más allá de este saber y aventurar ("leyes") analíticamente válidos de la lógica algunas conjeturas audaces, m á s o menos formal o matemática— se utiliza en el proceso hipotéticas, sobre la naturaleza de la realidad. de razonamiento, en la transformación de las ¿Qué representan tales conjeturas, en el consecuencias lógicas o matemáticas de un momento de ser formuladas, al abrir camino a cuerpo de información en otro, en deduc- cuestiones científicas básicamente nuevas? ciones, en la inferencia de proposiciones nue- Cabría decir que no son más que hipótesis vas a partir de las que han sido ya verificadas, científicas audaces en el nivel de generalidad etc. A veces estas leyes o teoremas del más alto, que estimulan la formulación de pensamiento lógico son tan simples (o esta- hipótesis de nivel inferior. Pero si examinam o s tan avezados a su aplicación) que los m o s atentamente la historia de la ciencia en su aplicamos en forma totalmente inconsciente. relación con la historia de lafilosofía,pareE n otros casos son tan complejos que emplea- cerá más razonable decir que muchos de tales m o s los ordenadores m á s potentes de que supuestos han sido meramente tomados de la disponemos para poder seguir correctamente filosofía o podrían ser clasificados con ella. (y con suficiente velocidad) las vías prescritas Las "visiones" de la sociedad c o m o un orga-

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nismo se remontan m u y atrás en la historia, pero la antropología c o m o ciencia hubo de esperar a que Malinowski y Radcliffe-Brown utilizaran tales ideas c o m o puntos de partida para establecer principios explicativos en estudios empíricos. N o cabe la menor duda de que la idea de verstehen, tal c o m o la formuló Dilthey, pertenecía a lafilosofía,pero todos sus usos posteriores para explicar fenómenos sociales concretos y para elaborar las metodologías correspondientes pertenecen a las ciencias sociales. E s sumamente difícil señalar la frontera entrefilosofíay teoría empírica "positiva" en el pensamiento de Karl Marx, pero no hay duda de que la dialéctica hegeliana, transformada por M a r x en "dialéctica materialista", desempeñó un importante papel en su reflexión empírica sobre la sociedad, guiándolo en la formulación de hipótesis verificables acerca de las relaciones entre estructura de clases, conflicto de clases y otros aspectos de los fenómenos sociales. ¿ Q u é sucede cuando la teoría o la investigación generada a partir de tales supuestos filosóficos funciona realmente? Ello implica que los supuestos pueden considerarse indirecta y parcialmente —es decir, sólo inductivamente— confirmados por los descubrimientos empíricos, mediante los cuales se corrobora la teoría. L a validez de los supuestos filosóficos iniciales queda entonces demostrada, al m e nos respecto a aquellos segmentos de realidad donde la teoría funciona. Pero esto sólo se aplica a las proposicionesfilosóficasque guardan una relación lógica directa o indirecta con las cuestiones de la teoría o el esquema conceptual de la realidad. E n principio podríamos intentar formular estos supuestosfilosóficos,hipotéticos, conform e a la regla de parsimonia máxima, es decir, postulando sólo lo absolutamente necesario para el estudio de las nuevas cuestiones; por ejemplo, postulando la existencia, o posibilidad de existencia, de determinadas entidades nuevas, la posibilidad de que puedan interrelacionarse en una forma dada, de que puedan cambiar o mantenerse estables, y nada m á s . Si la investigación depara respuestas sensatas, ello significaría, por añadidura, que directa y

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parcialmente confirma — o por lo menos no desmiente— la validez empírica de aquellos supuestos en que se basaban las cuestiones. Pero, c o m o sabemos, la parsimonia no es el m o d o de proceder m á s típico de la mente humana en esta fase preteórica —y m á s creativa que ninguna otra— del pensamiento científico. T a m p o c o le gusta limitarse a formulaciones estrictamente verbales de dichos supuestos, ni a procedimientos rigurosamente lógicos en su formulación. A l pensar en la posible existencia de fenómenos básicamente nuevos, utilizamos con mayor frecuencia la imaginación y nuestra tendencia a visualizar las cosas que nuestro pensamiento verbal y lógico. U n neurofisiólogo diría que la fase creativa, preteórica, de un estudio científico básicamente nuevo moviliza m u c h o m á s el hemisferio derecho (imaginativo y espacial) del cerebro, que el izquierdo, considerado c o m o la sede de la lógica.y la verbalización. Por eso las nuevas teorías y campos de estudio se presentan tan a m e n u d o en forma de "imágenes" y "visiones", y por eso se dan también tantas metáforas espaciales en tales visiones. Estas metáforas suelen pasar casi siempre al lenguaje teórico: los grupos ocupan posiciones "superiores" o "inferiores" en la estructura social, aun cuando se sabe que en realidad n o difieren en ubicación espacial; los sistemas son visualizados c o m o estructuras compuestas o recuadros relacionados por flechas, aun cuando sus elementos sean propiedades abstractas de estos sistemas y las interrelaciones entre los mismos n o guarden la menor semejanza con las conexiones de un televisor. A u n cuando se formulen vagamente, y se parezcan m á s a representaciones gráficas que a hipótesis proposicionales, estas visiones suelen estimular una cierta actividad. estrictamente científica, sugiriendo tanto las cuestiones c o m o las hipótesis. Pueden determinar un enfoque de la realidad estudiada, entendida c o m o un conjunto de cuestiones que investigar, sin más; en consecuencia, tales visiones o nociones vagas pueden conducir finalmente a teorías proposicionales. Las visiones de esta índole son por lo

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"Modelos ontológicos": unfilósofoinscribe un hombre y una mujer en diversasfigurasgeométricas (siglo XVIl). Snark/D.N.

c o m ú n "estructurales" e incluyen determinados componentes de las totalidades visualizadas. Estos componentes pueden luego ser designados mediante los conceptos del nuevo enfoque (si h a n sido correctamente conceptualizados) o al m e n o s por u n a cierta terminología teórica, cuyo significado se hace m á s o m e n o s claro. Estos conceptos constituyen las verbalizaciones de la estructura de aquellos aspectos de la realidad social en que se centra el interés del enfoque; constituyen un patrón clasificador o marco de referencia en el que se ubican los fenómenos y del que toman sus significados m á s o m e n o s teóricos.

Pero las "visiones" y sus verbalizaciones finales pueden comprender también, explícita o implícitamente, relaciones entre fenómenos, a los q u e transforman así en estructuras interconectadas. Estas parecen ser las auténticas proposiciones, iguales a los elementos de los enfoques, pero rara vez pueden ser clasificadas c o m o proposiciones generales. Parecen serlo porque su grado de generalidad h a sido exagerado. E n realidad, suele tratarse de las denominadas "proposiciones elípticas" q u e requieren, para su verificación, indicaciones suplementarias, q u e expresen en q u é medida, d ó n d e y bajo q u é condiciones son verdaderas.

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Por lo c o m ú n , la formulación apropiada debe- teorías científicas, pero otras evidentemente rá ser: " X algunas veces se relaciona con Y " o resultaron ser falsas con arreglo a la investiga" X puede estar relacionada con Y " , etc. ción que habían estimulado. L a historia de la Pero estas proposiciones que presumen la ciencia a lo largo de los últimos veinticinco existencia, o aun la posibilidad de existencia, siglos ilustra ampliamente dicho proceso; casi de ciertos fenómenos y posibles relaciones, todas las disciplinas científicas nacieron de la pueden desempeñar el papel de supuestos que especulaciónfilosóficay evolucionaron a par-, nos permiten formular los problemas de la tir de ella (las demás nacieron de competeninvestigación, que determinan el estudio de cias prácticas), demostrando de ese m o d o fenómenos desde ese ángulo particular, así que, en parte al menos, estaba bien fundada. L o m i s m o puede afirmarse con respecto a c o m o las hipótesis que son luego empíricamente verificables (en la medida en que nos es lafilosofíasocial y las ciencias sociales de ella dado verificar cualquier proposición general). emanadas. N o basta decir que las visiones de Si las "imágenes" de los fenómenos que la realidad social postuladas por diversos intervienen en un enfoque dado son suficiente- enfoques, o al menos algunos de sus elemenmente detalladas, puede ocurrir que, desde un tos m á s especulativos, pertenecen al ámbito punto de vista estrictamente lógico, sólo se de lafilosofía.El pensamientofilosóficotradinecesiten algunos de sus elementos como, cional se dividía, por lo común, en varias supuestos de aquellas nuevas cuestiones que ramas: gnoseología, ontologia y axiología. Las conducen a investigar las hipótesis, mientras "visiones" que aquí nos ocupan incluyen, en que otros pueden no ser necesarios. Ahora forma m á s o menos disfrazada, estas tres bien, aunque innecesarios para el estímulo ramas. E n primer lugar, suelen decir algo directo de la ciencia, pueden servir para sobre el proceso de cognición del m u n d o aclarar otros elementos que son supuestos social; con ello abrazan supuestos estrictadirectos de nuestras preguntas o , por lo mente gnoseológicos, que por lo general vincum e n o s , pueden ser psicológicamente necesa- lan el enfoque adoptado con su metodología rios c o m o elementos de una nueva Gestalt que específica. E n segundo lugar, las imágenes de permita contemplar lo ya conocido de una los fenómenos que incluyen o implican tamforma básicamente nueva, c o m o a m e n u d o bién los conceptos de este enfoque y guían —conceptualmente al m e n o s — la formulación hace la filosofía. Durante por lo menos veinticinco siglos de los problemas de investigación y de hipótede tradición intelectual europea (y probable- sis m á s o menos generales pertenecen casi mente más en otras culturas), lafilosofíaha siempre a la ontologia del m u n d o social. Por desempeñado una función de exploración, último, estos enfoques llevan aparejados, esforzándose por decir algo sobre la natura- explícita o implicitamente, determinados leza, el origen, el funcionamiento y la evolu- supuestos normativos, axiológicos, que confieción, del m u n d o o de aquellos de sus compo- ren a los diversos elementos o aspectos de las nentes que cautivaban la atención de los "visiones" sus valores positivos o negativos. filósofos, aun cuando la ciencia tuviera poco que decir acerca de ellos. A u n q u e por lo c o m ú n sean más bien especulativos, impreci- Supuestos filosóficos sos y a veces casi nebulosos, los productos del de la metodología pensamientofilosóficoproporcionaron no obstante algún conocimiento (verdadero o no), de la investigación científica satisfaciendo con ello la curiosidad de la mente humana y desempeñando también una Los supuestos empíricos y ontológicos tamfunción esencial al estimular las investiga- bién tienen su importancia para la metodociones y teorías científicas. Así, algunas supo- logía de la investigación. E n primer lugar sicionesfilosóficasfueron verificadas c o m o podemos decir que, en la medida en que los

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métodos de estudio incluyen la formulación del problema objeto de investigación, o están determinados por ella, en su elección o su carácter, las repercusiones de estos supuestos alcanzan a la metodología de la investigación. Se considera que el "método de investigación" implica o lleva aparejadas cuestiones de una clase especial, incluidos conceptos especiales para formularlas. El análisis que hace Robert Merton de las "funciones manifiestas y latentes" es, sin duda, una contribución a la "metodología funcionalista". L o que aporta —junto con el resultado de algunas reflexiones sobre la naturaleza de la realidad social— son ciertos conceptos mediante los cuales pueden plantearse tipos especiales de preguntas funcionalistas. Estas conducen a la formulación de explicaciones o teorías funcionalistas referentes a ciertos fenómenos sociales específicos. La metodología marxista consiste fundamentalmente en hacer preguntas marxistas utilizando conceptos particulares, porque se adopta una visión marxista de la realidad social en la que estas cuestiones y conceptos tienen su raíz. Ninguno de estos enfoques es m u y esclarecedor con respecto al m o d o en que los conceptos y las preguntas correspondientes son transformados en un plan de investigación concreto, ni a qué datos o herramientas de investigación se emplean para verificar hipótesis y proposiciones. Por otra parte, la metodología de la práctica de encuestas, que constituye un plan de investigación detallado que hace intervenir todas las técnicas de obtención y análisis de datos, parece basarse en el supuesto de que el objeto de estudio es un agregado bastante inconexo de personas cuyo pensamiento y conducta dependen principalmente de sus características individuales. Esto corresponde a la filosofía del conductismo pluralista antes que a ningún sistema coherente en que el comportamiento se rija sobre todo por la interconexión entre los individuos, y en el que acciones y reacciones vengan además determinadas por la red de condicionamientos sistemáticos, lo cual, naturalmente, puede suponer una diferencia radical para la metodología de la investigación. ¿ Q u é decir de los métodos de acopio de

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datos o de comprobación de las hipótesis mismas? E n su mayoría parecen basarse en algunos supuestos básicos respecto de la naturaleza de los fenómenos estudiados. Al adoptar un método de evaluación indirecta del intelecto de los individuos (ya sea mediante cuestionario de encuesta o a través de entrevista clínica: test proyectivo para medir la ansiedad o test de inteligencia para evaluar las facultades expresivas), estamos admitiendo (con Dilthey) el hecho de que los seres humanos piensan (o por lo menos que pueden pensar) y de que el investigador puede tener acceso indirecto, pero en cierto m o d o válido, a los contenidos de sus mentes. Ahora bien, para emplear cualquiera de los métodos antes mencionados, no basta con suponer que "puede comprenderse a las personas". Tenem o s que hacer muchas suposiciones adicionales acerca de las condiciones en las que se logra esta comprensión, la posibilidad de comunicación lingüística (o de otras clases) entre el investigador y sus sujetos en condiciones dadas, las circunstancias en que los individuos se sienten libres de inhibición para revelar lo que realmente piensan, etc. La mayor parte de estas suposiciones son empíricamente verificables pero, todas ellas, pueden hacerse únicamente si son válidos los supuestos más generales con respecto a la posibilidad y la necesidad de comprender lo que pasa en la mente de los seres humanos. Otro tanto cabe decir de muchas otras situaciones en las que las condiciones filosóficas que constituyen el marco m á s general de referencia para la interpretación se entrelazan con enunciados empíricamente controlables (y controlados) acerca del fragmento de m u n d o estudiado. Al adoptar un método para determinar conexiones causales entre variables, ya sea un experimento de comparación transcultural, un "análisis de la trayectoria" de datos biográficos o un análisis multivariante tradicional, damos por supuesto (las m á s de las veces, implícitamente) que los fenómenos, o por lo menos algunos de ellos, pueden estar causalmente interrelacionados. Sin esta suposición, ningún intento de descubrir nexos causales tendría sentido.

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Pero, además, se saben muchas m á s cosas sobre las situaciones. Se sabe, por ejemplo, si las variables son cuantitativas; si puede uno postular causación de una sola dirección o retroacciones causales con interdependencias mutuas; si es razonable creer que las variables incontroladas externas (errores) son independientes unas de otras o parece m á s aconsejable postular relaciones de dependencia estadística entre ellas; si es posible seleccionar grupos experimentales y de control al azar o si deben tomarse en sus agrupamientos o series naturales. Todos estos elementos (que pueden, desde luego, ser empíricamente comprobados o manipulados) tienen consecuencias esenciales tanto para la elección del método de análisis causal c o m o para cuanto atañe a las conexiones causales entre los fenómenos estudiados. Implica que se utilicen conocimientos empíricos en el contexto de una doctrina filosófica de la causalidad social más amplia. Examinemos un poco más detenidamente las relaciones entre los supuestos, por una parte, y los métodos de investigación por la otra. Suponiendo que busquemos resultados suficientemente ceñidos ( = ) a las características o relaciones que se dan en el m u n d o real, podemos designar los resultados del estudio por R e , representando por R m la naturaleza de las cosas tal c o m o son en el m u n d o de la realidad. L o que buscamos es un método que arroje el resultado de R e — R m . Designamos entonces el método aplicado por M, y los supuestos con arreglo a los cuales presumimos que el método M produce resultados suficientemente ceñidos a las características del m u n d o real lo designamos por SM. Esquemáticamente, las relaciones que se dan entre ellos pueden entonces representarse así: ( S M - M - ^ ( R c = Rm) M á s sencillamente, si los supuestos son correctos, el método conducirá a resultados correctos. E n algunos casos sabemos que los supuestos de nuestro método son correctos porque han sido ya verificados en experimentaciones anteriores o pertenecen al acervo del saber c o m ú n . Algunos ejemplos de este tipo se han dado ya anteriormente.

Por otra parte, muchos métodos no están basados en supuestos cuya validez esté demostrada o pueda demostrarse. N o hay m o d o de verificar, en última instancia, si el individuo piensa realmente. Pero si desecháramos este supuesto, tendríamos que inventar una filosofía del m u n d o social diferente y probablemente complicadísima para explicar lo que puede explicarse mediante el "modelo de la inteligencia humana de Dilthey". N o obstante, a veces se reinterpretan totalmente los datos reunidos y las generalizaciones aceptadas, lo que viene a constituir un cambio básico de "paradigma" o "revolución científica". Entonces se forjan nuevos supuestos, los cuales pueden modificar el significado de todos los descubrimeintos previos y la validez indicativa de muchos instrumentos y técnicas de investigación. Afortunadamente, las revoluciones científicas no ocurren con frecuencia. Mientras prevalezca el viejo paradigma, seguirá desenvolviéndose el proceso normal merced al cual muchos elementos de lo que originalmente no era sino tentativo e hipotético, m á sfilosóficoque teórico, se transforman poco a poco en ciencia positiva. Esto vale para los supuestos en que se basan las cuestiones del paradigma aceptado tanto como para las conjecturas hipotéticas en las que se fundan la construcción de instrumentos de investigación y la validación de métodos científicos. D e esta manera, algunos elementos de las visiones o modelos ontológicos de la realidad son transformados en proposiciones científicamente verificadas, otros son rechazados por la investigación, mientras que una tercera categoría permanece en lafilosofía,de donde procede. Podemos distinguir dos clases de "modelos ontológicos" de los aspectos o componentes de la realidad estudiada. El primero consiste en aquellas imágenes que están estrictamente relacionadas con ciertos aspectos sustantivos de la realidad, por ejemplo, la presunción de la existencia de clases sociales, mentes humanas, etc. L a mayor parte de los enfoques que se hallan en el origen de muchas teorías pertenecen a esta categoría de m o d e los ontológicos sustantivos, y sus conceptos

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designan fenómenos humanos o sociales específicos, m á s o menos claramente definidos, aun cuando éstos sean m u y generales. Otro tipo de modelo ontológico es estrictamente formal, o sea exento de contenido. Los conceptos no denotan ningún fenómeno sustantivo particular, por cuanto se refieren a cualquier fenómeno del ámbito de cualquier ciencia que se ajuste a sus supuestos formales. Para formularlos, se emplean exclusivamente instrumentos formales, lógicos. L a tipología de las relaciones estadísticas propuesta por Lazardsfeld, por ejemplo, constituye un modelo estrictamente formal de un proceso causal multivariante que podría ser válido para cualquier conjunto de variables atribuibles a un agregado no estructurado de elementos, ya sean acumulativas o interactivas, paralelas u ordenadas en una cadena causal, etc. L a reducción de una relación o teoría a otra puede funcionar en cualquier ciencia, pero antes de que se establezca la prueba de su aplicabilidad a un campo determinado, no es sino un modelo ontológico abstracto, exento de contenido, de cualquier realidad imaginable que se ajuste a él. Algunas de las formulaciones m á s abstractas del "funcionalismo" (por ejemplo, las de Ernest Nagel) son ejemplos típicos de enfoque formal, como lo son algunos análisis de la dinámica de determinados procesos. Algunas ciencias especializadas como la cibernética y la teoría general de los sistemas, construyen lo que llamo modelos ontológicos de fenómenos posibles, a tal punto que llegan a ser estrictamente formales, es decir, exentos de toda referencia a una ciencia propiamente empírica. E n otros casos, se puede sospechar que la preocupación por el contenido manifestada por los autores de un determinado tipo de modelo matemático de fenómenos sociales o de un sistema cibernético es un pretexto para reivindicar el carácter empírico de su labor, cuando en realidad están mucho m á s interesados en la construcción de mundos lógica o matemáticamente posibles. La distinción que he propuesto anteriormente es m á s bien analítica, porque en los enfoques reales de fenómenos sociales los

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supuestos sustantivos y los "estructurales" formales por lo general se dan juntos y están mutuamente interrelacionados. A u n las "visiones" m á s simples presuponen que las variantes postuladas por un modelo causal constituyen un agregado poco estructurado de causas. La necesidad de "ontologias de alcance medio" Los supuestos examinados —tanto los empíricos c o m o losfilosóficos—deben ser válidos al menos para un sector de la realidad estudiada. ¿Merecen realmente ser llamados supuestos filosóficos? Por lo común se admite que la filosofía, y sobre todo la ontologia, tratan de las características m á s generales del m u n d o . C o m o observa Barry Hindess, citando a Winch: "La diferencia entre los fines respectivos del científico y elfilósofopueden expresarse c o m o sigue: Mientras que el científico investiga la naturaleza, las causas y los efectos de cosas y procesos reales concretos, el filósofo se interesa por la realidad c o m o tal en general."17 Esto expresa bastante bien la aspiración de losfilósofosa la validez universal de sus juicios. El término "ontologia" entraña la noción de un conjunto de conceptos, en cierto m o d o universal y sin exclusiones, que abraza la totalidad de la realidad social, con un campo de aplicabilidad sumamente amplio. Pero si recordamos que estos modelos ontológicos son meros suplementos de un saber necesariamente parcial, que son añadidos por la intuición y la imaginación a lo que se sabe sobre distintos aspectos o fragmentos de la realidad, o que estimulan esas visiones fragmentarias del saber científico, entonces c o m prendemos que los modelos ontológicos no abarcan totalidades, sino meras visiones parciales de la realidad social desde un punto de vista particular. Algunas perspectivas filosóficas contemporáneas aplicadas en sociología comparten con lasfilosofíastradicionales — o por lo menos compartían hasta hace poco tiempo— su pretensión de validez universal y

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definitiva y su postulado de verdad total, esto, al m e n o s , según algunos de sus adeptos. Así, el psicoanálisis es la verdad última en psicología para quienes creen que Freud dijo todo lo esencial acerca de la mente humana. Por lo tanto, cualquier intento siquiera sea de c o m plementar a Freud constituye un peligro de revisionismo. Para los creyentes en la etnometodología, el análisis multivariante de respuestas a cuestionarios normalizados es una pseudociencia, y viceversa. Por otra parte, los modelos ontológicos que ven las sociedades desgarradas por conflictos internos son tan parciales c o m o los que se centran principalmente en sus fuerzas integradoras. Sí las célebres "teorías de alcance medio" de Merton pudieran ampliarse, tendríamos por analogía la noción de "ontologias de alcance medio", es decir que sería posible introducir modelosfilosóficosde los fenómenos sociales con enfoque parcial, mutuamente complementarios. Por fortuna, algunos de tales enfoques "ontológicos" del m u n d o social son conscientemente parciales, y en consecuencia suele dárseles el nombre de "modelos". U n científico que presenta un "modelo" como punto de partida de la investigación empírica puede empezar con algunos supuestos de sentido c o m ú n sobre la existencia de objetos o de sus características, o puede recurrir a supuestos basados en investigaciones anteriores. Luego habitualmente procede a una reestructuración conceptual, definiendo algunos conceptos nuevos, por lo común enumerando variables que aparentemente vengan al caso e indicándolas mediante algunos "recuadros". Por último, dibuja flechas entre dichos recuadros y deja pendiente la cuestión de los valores a obtener para determinadas variables, o si éstas se interrelacionan en cada caso concreto y con qué intensidad. D e esta manera el enfoque, el "modelo", define la estrategia de la investigación. U n científico no se sentiría defraudado si la investigación revelara algunas relaciones constantes generalizables entre las variables: esto implicaría una buena teoría proposicional. Pero sin duda no llegaría a pretender que su modelo constituye un enfoque universal

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para explicarlo todo, desde la lucha de clases a la formación de mecanismos de defensa del inconsciente. El carácter parcial de todo modelo ontológico es evidente. Otro tanto cabría decir de casi todos los demás supuestos ontológicos respecto a los problemas y las metodologías de investigación en la ciencia en general y en las ciencias sociales en particular. H a y sociedades en las cuales tiene m á s sentido presumir que el conflicto es la característica esencial de las relaciones entre distintos grupos, y otras en que la idea de armonía cuadra mejor y puede conducir a la formulación de hipótesis m á s fructíferas para la investigación. Existen pautas de comportamiento con respecto a las cuales tiene sentido suponer que han sido condicionadas por premios y castigos externos, y otras que son fruto de una intensa reflexión moral o social en el curso de un prolongado proceso de adopción de decisiones. E n algunas situaciones, es mejor trabajar sobre el supuesto de encontrarnos frente a un agregado de individuos y otras en que aprendem o s más dando por supuesto que tratamos con un sistema social coherente. L o m i s m o puede decirse de casi todos los supuestos generales. L a opción entre reduccionismo y holismo puedefinalmenteresultar ser una opción espuria: en algunos ámbitos de realidad podemos hallar interconexiones entre leyes o teorías a distintos niveles, mientras que otras teorías no presentan ninguna interrelación reductiva, aun cuando esto no estuviera previsto. Tal es la situación en la ciencia contemporánea, en la que abundan tanto las conexiones reduccionistas c o m o las lagunas o baches en este sentido. L o mismo puede resultar ser cierto por lo que atañe al supuesto de causalidad. Nos hemos acostumbrado a las explicaciones en términos causales en situaciones complejas, pero no podemos explicarlo todo de esa manera. E n física existen dos teorías básicas: la geometría de la relatividad estrictamente determinista y la teoría básicamente indeterminista de los quanta. Casi todas las demás alternativas filosóficas de nivel inferior enumeradas al comienzo de este artículo son inequívocamente espurias

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c o m o alternativas disyuntivas. C o m o ya se ha señalado, son complementarias en el sentido de que distintos fragmentos de la realidad social pueden satisfacer los supuestos de diferentes escuelasfilosóficas(ontológicas). Pero su complementariedad puede llegar aún m á s lejos. Si los dos polos de una "dimensión" determinada de problemas n o son definidos de tal m o d o que uno de ellos constituya una simple negación lógica del otro (o, dicho de otra manera, cuando su existencia simultánea en un determinado fragmento de realidad sea lógicamente imposible), pueden perfectamente existir casos respecto a los cuales el postulado de validez concomitante de supuestos considerados c o m o mutuamente excluyentes esté justificado y sea teóricamente fructífero. Cabe suponer, por ejemplo, que los procesos del pensamiento h u m a n o pueden entenderse c o m o parcialmente racionales y parcialmente irracionales —según los distintos significados de estos términos—, para intentar con ello explicar las creencias e ideologías de los diversos grupos. A veces también es lícito suponer que, en una determinada sociedad, obran intensamente las fuerzas cohesivas al par de las conflictivas, mientras que en otra no parecen hallarse en acción ni cohesión ni conflicto, porque los diferentes grupos e individuos se asemejan más a un agregado inorgánico que a un sistema caracterizado por fuer-

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tes retroacciones internas, tanto positivas c o m o negativas. El hecho de que, en la tradición de la filosofía de la ciencia (o en algunas disputas metodológicas o filosóficas esenciales, en sociología), dos suposiciones "opuestas" se consideren mutuamente excluyentes, requiriéndose con ello una "opciónfilosófica"en favor de una o de otra, no quiere decir que, sean empíricamente contradictorias, en tanto no lo sean en el plano de la lógica. Sólo a partir del saber empírico o de conjeturas filosóficas (ontológicas) m á s o m e n o s intuitivas, puede decidirse si, con respecto a cada caso particular considerado separadamente, o con respecto a una clase entera de casos generalmente definidos, una, ambas o ninguna de las posiciones ontológicas "opuestas" puede ser fuente de supuestos válidos y fructíferos para formular problemas de investigación m á s precisos y un plan de investigación m á s complejo. Y corresponderá a los estudios empíricos sucesivos, que apunten a verificar hipótesis o a responder a la cuestión inicial, poner de manifiesto hasta qué punto una o m á s "opciones ontológicas" que algunos creían mutuamente excluyentes resultan ser válidas para los casos estudiados o para los sectores de realidad m á s amplios que nos circundan. Traducido del inglés

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Notas 1. W . E . Snizek, E . R . Fuhrman y M . K . Miller, Contemporary issues in theory and research—a metasociological perspective, p. vii, Connecticut, Greenwood Press Westport, 1979. 2. J. H . Turner, The structure.of sociological theory, p. 9, T h e Dorset Press, 1979. 3. Véase M . Brodbeck (dir. publ.), Readings in the philosophy of the social sciences, Nueva York, 1968; S. N o w a k , Understanding and prediction—essays in the methodology of social and behavioral theories, Dordrecht (Países Bajos), D . Reidel Publ. C o . , 1976. Véase también: Snizek y otros, op. cit.; P. Sztompka, Sociological dilemmas-toward a dialectical paradigm, Academic Press, 1979; D . E m m e t y A . Maclntyre (dir. publ.), Sociological theory and philosophical analysis, T h e MacMillan C o . , 1970. 4. Para una discusión detallada de este problema véase 5. N o w a k , "Concepts and indicators in humanistic sociology", Understanding..., op. cit. 5. Para una discusión excelente de este problema, véase M . Brodbeck, "Methodological individualism, definition and reduction", en M . Brodbeck, op. cit. Véase también J. Coleman, "Properties of collectivities", en J. Coleman, A . Etzioni y J. Poster,

Macrosociology, research and theory, Boston, 1970; R . C . Bealer, "Ontology in American sociology", en Snizek y otros op. cit. 6. Véase E . Nagel, "Reduction of theories", The structure of science, Nueva York, 1961. Véase también S. N o w a k , " A logic of reductive systematizations of social and behavioral theories", Understanding..., op. cit. 7. S. N o w a k , "Comparative social research and the methodological problems of sociological induction" y "Causal interpretation of statistical relationships in social research", Understanding..., op. cit. 8. D o n Martindale, The nature and types of sociological theory, Boston, 1960. 9. P . Sztompka, System and function, toward a theory of society, Academic Press, 1970. Véase también J. W . Sutherland, A general system philosophy for the social and behavioral sciences, Nueva York, 1973. 10. Véase un análisis de este problema en G . C . Hempel, "Explanation by reasons", Aspects of scientific explanations, Nueva York, 1965. 11. P. Sztompka en su libro, Sociological dilemmas, p. 28, discute la siguiente lista de los que él llama "dilemas metodológicos": "1. Naturalismo/ antinaturalismo;

2. Reduccionismo/ antirreduccionismo; 3. Cognoscitivismo/ activismo; 4. Neutralismo/ axiologismo; 5. Pasivismo/autonomismo; 6. Colectivismo/ individualismo." 12. Véase S. N o w a k , "Empirical knowledge and social values in the cumulative development of sociology", Understanding..., op. cit. 13. B . Hindess, Philosophy and methodology in the social sciences, p. 2, The Harvester Press, 1977. 14. B . Hindess, op. cit., p. 4. 15. Véase otra formulación de los puntos de vista siguientes en S. N o w a k , "Approaches, theories and sociological subdisciplines", en T . Bottomore, S. N o w a k y M . Sokolowska (dir. publ.), Sociology, the state of art, Sage Publications, 1983. Para un análisis de la naturaleza de los supuestos en la inducción, véase S. N o w a k , "Logical and empirical assumptions of validity of induction", Understanding..., op. cit. 16. Huelga decir que, en las ciencias sociales, el problema de la investigación suele formularse una vez que se han recogido y analizado los datos, pero entonces se trata más bien del "problema del informe de la investigación" y no del estudio propiamente dicho. 17. B . Hindess, op. cit., p. 3.

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El valor como factor de la acción social

Emérita S. Quito

La cuestión de los valores es tan compleja, y análisis científico. E s imposible, por supuesto, sin embargo tan c o m ú n , que constituye un prescindir de los valores debido a su papel objeto de debate en casi todos los campos del determinante en la conducta h u m a n a y a sus saber h u m a n o . L a lista de libros y artículos efectos de largo alcance en la acción social, sobre la materia parece no tenerfin.L a ética pero la indefinibilidad del valor lo hace impeno ostenta ya los derechos exclusivos sobre netrable al examen científico. ella, pues las ciencias, tanto las físicas c o m o N o vamos a repetir aquí el prolongado las sociales, se plantean abiertamente la pre- debate sobre la cuestión de los valores. Nuesgunta: ¿pueden existir las ciencias sociales al tro campo de indagación esfilosófico,y c o m o margen de los valores?1 o ¿están exentas las va a tratar de determinar el origen, los niveles ciencias físicas de los juiy la amplitud del valor en cios de valor de los cientíla acción social, será tamEmérita S. Quito es rectora del ficos al escoger éstos sus bién sociológico. Departamento de Filosofía de la Unihechos y sus datos?2 El Cabe establecer desversidad de La Salle (Manila) desde valor está siempre presende el comienzo los si1965. E n 1980 fue promovida a la te en todos los actos huguientes principios: a) cátedra de humanidades. Entre sus manos conscientes y deliprincipales publicaciones cabe destalos valores de los indivicar. A new concept of philosophy berados, y, no obstante, duos se recogen en los (1967), Oriental roots of occidental esta presencia es inaprenvalores de la sociedad a philosophy (1975), y Homage to Jeansible, difícil de encerrar la que pertenecen; b) los Paul Sartre (1981). en una definición; m á s valores secundarios no difícil aún es determinar pueden ser separados de su etiología y evolución. la libertad h u m a n a ; c) Para comprobarlo, basta los valores secundarios se con mirar la variedad de modifican constantemendefiniciones formuladas te, cuando n o se transforpor una legión defilósofosy de teóricos de las m a n radicalmente, en el transcurso de la vida ciencias sociales.3 humana. Su gran complejidad, empero, proviene Se trata fundamentalmente de saber si el del hecho de que, si es verdad que el valor valor concierne a la ética, o a "lo que debe ser", está siempre presente en todos los actos o si es lisa y llanamente un "cálculo de plahumanos conscientes y deliberados, debe dár- cer".4 N o cabe la menor duda de que estos dos sele por supuesto; y si las ciencias no se hallan puntos de vista son correctos, pues ambos se exentas de los juicios de valor, entonces los ajustan a nuestra experiencia. L o que no se ha valores deben constituir por lo menos un dato debatido tan ampliamente es la existencia, en científico m á s y ser por ello accesibles al realidad, de dos niveles de valores humanos.

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Teoría de los valores Los seres humanos poseen un hondo sentido de los valores acerca del bien y del mal o acerca de "lo que debería ser", que empieza a formarse en los albores mismos de la conciencia y continúa afirmándose durante los años formativos. Este nivel de valores es, para los moralistas, c o m o una segunda naturaleza del hombre, un sistema de estimación de lo justo y lo injusto profundamente arraigado hasta la edad de 12 años, 5 periodo después del cual ninguna instancia moral puede suplantarlo o recrearlo. Este nivel constituye el sistema ético h u m a n o de valores primarios, un superego freudiano que rige las acciones. Raras veces el individuo es consciente de este sistema ético tan hondamente implantado, y aun cuando lo fuera, no alcanzaría tal vez a comprender cómo se formó tal sistema, ya que ello acontece en la primera infancia, de la que n o guarda el menor recuerdo. Existe también otro nivel más superficial de valores secundarios de los que la gente sí es consciente porque es de formación más tardía. A este nivel ya no se efectúa la elección entre bien y mal, justo e injusto, negro y blanco, puesto que estas opciones se realizaron ya al nivel m á s profundo. A este nivel más superficial, los seres humanos actúan en una zona gris, una matizada g a m a de mejor o peor, de placer o sufrimiento, de conveniente o inconveniente, de ahora o luego, de aquí o allí, en suma, una escala de valores relativos, no de valores absolutos. Este nivel secundario es la base inmediata de nuestras opciones, base que se halla a su vez enraizada en el nivel primario o más profundo, del que ya ni siquiera somos conscientes. El nivel superficial de valores no es permanente; el ser h u m a n o lo modifica conscientemente en el transcurso de su vida, a medida que adquiere nuevos conocimientos o experiencias. Sin embargo, ningún conocimiento o experiencia nueva puede conmover el cimiento de valores primario o más profundo, sólidamente constituido en la primera infancia. Mientras que dicho nivel más profundo es el pilar inconmovible de "lo que

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deber ser", es en el nivel secundario donde se efectúan las opciones deliberadas en la vida posterior. E n la formación del nivel de valores primarios no interviene libertad alguna, puesto que es recibido de los padres, maestros o tutores, y de esta suerte pertenece al pasado que no puede ya ser revocado ni modificado. E n cierta manera, este sentido más profundo de los valores pertenece al inconsciente. El valor desempeña un papel activo en el comportamiento humano intencionado. Cada objetivo propuesto, cada motivación a la que se responde, implica un valor. Por esta razón, las ciencias sociales no pueden desentenderse de los valores, ni más ni menos que la física no puede desentenderse de la energía ni las matemáticas emanciparse de la cantidad. Y por eso también las ciencias físicas no pueden considerarse exentas de los juicios de valor, porque el científico, sin darse plena cuenta de ello, basa su elección de datos en un sistema de valores que determina su grado de importancia. Gunnar Myrdal sostiene que las parcialidades o inclinaciones de los científicos están tan hondamente arraigadas que pueden deslizarse en los campos de investigación en todas sus fases.6 Así, un sistema de valores acompaña a todas las acciones humanas deliberadas. ¿ C ó m o forma inicialmente un individuo su sentido primario de los valores? El origen debe buscarse en la primera infancia. Cuando los niños son premiados o castigados antes de los 12 años, adquieren inconscientemente un sentido de los valores. Azotes y caramelos son determinantes de valores primarios. Hasta los 12 años, cuando aún no se ejerce una auténtica libertad, el niño forma su sentido primario de los valores, es decir de lo justo y lo injusto, del bien y del mal. Esto pasa a formar parte de su segunda naturaleza, pues el niño lo asimila tan naturalmente como la leche materna. E n la vida ulterior, este sentido de los valores puede quedar enterrado bajo gruesas capas de experiencia, pero subsiste en un nivel de conciencia más profundo. Posteriormente, el individuo, consciente o inconscientemente, va creando una jerarquía de valores, pero siempre dentro de la escala primaria, o sea entre los dos extremos

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Relatividad (grabado de Escher). Snark.

de lo justo y lo injusto. El individuo establece una escala de satisfacciones, de conveniencias, de m á s o menos, de mejor o peor. Esta escala secundaria de valores puede evolucionar en el transcurso de la vida, y en efecto se modifica, y algunas veces se transforma radicalmente. Sólo en la edad provecta se estabiliza esta escala secundaria de valores, cuando las escalas primaria y secundaria finalmente coinciden. Cuando el individuo pasa del seno familiar a una sociedad m á s amplia, la escala

secundaria sufre una rigurosa reevaluación. L a censura, el ridículo, los elogios pueden modificar estos valores; la educación puede alterarlos en medida considerable. Cuando uno adquiere nuevos conocimientos, esta adquisición incide en la escala de valores secundaria. Nuevas percepciones, teorías, perspectivas, formas de conducta nuevas o alternativas rectifican o reforman la escala de valores del individuo adulto. Los medios de comunicación social son también susceptibles de manipularla. Si la televisión brinda fácil

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oportunidad de ganar un aparato electrónico sólo con comunicar por teléfono la respuesta correcta a una simple pregunta, si los periódicos ofrecen pingües recompensas por obligaciones fáciles de cumplir ¿cómo va a permanecer incólume la escala de valores? Si las retribuciones del trabajo son asequibles por otros medios, ¿podrá la ética laboral seguir reclamando una alta prioridad en la escala de valores? E n realidad, todo factor o acontecimiento, sea económico, social o político, incide en la escala de valores secundarios. ¿Conserva el individuo su escala de valores cuando se integra en la sociedad o grupo más amplio? "La institución no es sino la sombra dilatada del hombre." 7 "La praxis personal es el molde sintético del que debe emanar la acción c o m ú n . " 8 Contrariamente a la creencia general, un individuo nunca renuncia realmente a sus valores cuando se hace miembro de una institución, partido, groupo social, etc. L a acción de grupo o colectiva es una yuxtaposición de acciones individuales. Sólo en medio de una muchedumbre, donde el individuo supedita su personalidad al grupo, pierde éste realmente su individualidad y, con ella, sus valores individuales. U n individuo puede pertenecer a tres clases de grupos, y en cada uno de ellos mantiene sus valores en grados diferentes. L a cohesión de los grupos depende en amplia medida de los objetivos de quienes los componen. H a y grupos que se forman a causa de una identidad de propósito, c o m o un grupo de gente que espera para tomar un medio de transporte o que hace cola para entrar en el cine. U n a vez conseguidos estos simples propósitos, el grupo se dispersa. Es evidente que aquí la escala de valores secundarios se conserva íntegra. H a y también grupos cuyo objetivo puede ser m á s difícil de alcanzar, c o m o en el caso de grupos revolucionarios que aspiran a derrocar un régimen político. La constitución de este grupo es espontánea porque emana de una voluntad profundamente arraigada, que ha llegado a hacerse habi-

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tual y que, por la misma razón, es menos consciente que en el primer grupo. Quienes forman un grupo de esta clase tienen un fin único, colectivo, que sólo puede lograrse merced a la acción colectiva, pero esta colectividad no rescinde los valores individuales. Hay grupos que se congregan con miras a un beneficio o interés mutuo: instituciones, clubes sociales, partidos políticos, asociaciones o sindicatos pertenecen a esta clase. Sus objetivos no presentan ningún carácter de urgencia. Sus miembros se unen motivados por un interés social, que en el fondo es, en realidad, un interés o utilidad personal. Ésta es la auténtica base de las instituciones o colectividades cuyo objetivo es permanente. La utilidad social de las instituciones no se discute porque ninguna sociedad puede existir realmente sin la estabilidad que las instituciones le confieren. Al Estado, por ejemplo, puede considerársele una institución, porque los ciudadanos estiman deseable pertenecer al m i s m o , en la medida en que les dispensa protección y beneficios. E n la institución el individuo conserva íntegra su escala de valores. ¿Existen, entonces, valores capaces de movilizar a la sociedad en su conjunto? Por regla general, las personas que comparten una cultura, costumbres, una mentalidad, comparten también los mismos valores. Cada tipo de sociedad tiene una escala de valores común y, en consecuencia, un código común de comportamiento. El honor, para los japoneses, es un valor socialmente aceptado que puede inducirles a la autodestrucción voluntaria. L a defensa de la democracia y la justicia puede llevar a británicos y norteamericanos a la guerra. El atropello de los valores cristianos puede impulsar a los cristianos a la acción colectiva. L a reparación de agravios, la opresión, la injusticia desenfrenada son algunos de los motivos más apremiantes y espectaculares para la acción social. L a desigualdad de los sexos en lo que hace a oportunidades de empleo y retribución salarial inspiró el movi-

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La escala de las facultades y su trascendencia (tomado de Utriusque Cosmi Historia, de Robert Fludd, 1619). Explorer.

miento de liberación de la mujer con miras a corregir estas anomalías. Por regla general, los orientales (entendiendo por ello todos los asiáticos) difieren de los occidentales (es decir, europeos, americanos del norte y del sur) en cuanto a los valores reconocidos por sus respectivas sociedades. El oriental se centra e n la persona, mien-

tras q u e el occidental se orienta m á s hacia las cosas, y estas orientaciones determinan sus juicios de valor y sus acciones conscientes. El occidental valora la eficiencia y la productividad. C a d a esfuerzo realizado debe producir resultados m á x i m o s . D e ahí q u e el tiempo sea precioso para el occidental. C a d a "minuto inexorable" debe estar compuesto

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prometido terminar un encargo en un día y hora determinados puede disculparse con facilidad diciendo que estuvo ligeramente indispuesto y por lo tanto no pudo cumplir lo convenido. Esto no constituye ninguna calamidad en la cultura oriental: nadie se irrita porque sus zapatos o su camisa no estén listos a tiempo. L a paciencia es una característica oriental. Otro valor vinculado a los sentimientos humanos o personales es la necesidad de "salvar las apariencias". E n Oriente, uno no pone nunca a una persona entre la espada y la pared. Siempre deja abierta una puerta para que el otro pueda salir airosamente del trance. A u n cuando una persona deje mucho que desear, se la trata con toda clase de miramientos. Se evitan siempre las situaciones francamente embarazosas. El oriental vive centrado en la familia o el, grupo. E s esencial, para él, tener relaciones armoniosas con los demás. Aceptar sin discuK'ung Fu-tzu (Confúcio), 551-479 A . C . Edimedia. tir la voluntad de la mayoría es parte del sentido oriental de los valores. Las riñas o altercados destruyen la armonía de las relapor sesenta segundos de esfuerzo. H a y una ciones humanas y por lo tanto no tienen norma de excelencia que debe respetarse: el cabida en el código de conducta oriental. A fallo en este empeño constituye una falta que este respecto, la familia es soberana, y se honra y venera a los padres. C o m o fruto de debe censurarse. L a confianza en sí mismo es otro de los este estrecho contacto con la familia, el orienvalores occidentales. L a iniciativa personal es tal, por lo c o m ú n , no medra aisladamente o el ideal. El parasitismo a costa de la familia separado de la familia y con frecuencia llega a suscita desaprobación y reproches. C o m o depender demasiado de ella. A u n cuando un consecuencia, los jóvenes abandonan el seno hijo o hija puede permitirse ser indepenfamiliar tan pronto c o m o son capaces de diente, permanece en el seno de la familia sobrevivir por sí solos, y a la inversa, cuando hasta que se casa, e incluso después del los padres envejecen, son enviados a asilos de matrimonio, y continúa consultando a sus ancianos. El ciclo se reproduce cuando estos padres acerca de decisiones importantes. U n hijos son padres a su vez. La glorificación de oriental no vive solo y por su cuenta. Prospera la eficiencia y la aparente incapacidad de o cae con su familia. algunos occidentales para conformarse a estos ¿Pertenecen estos valores orientales y valores socialmente aceptados son causa de occidentales al nivel primario o a la escala numerosos suicidios. secundaria de los valores? Para comprobarlo El oriental, en cambio, se interesa ante con certeza, es necesario determinar si una todo por la persona. Su consideración por los persona actúa inconscientemente (instintivasentimientos humanos es el valor supremo, al mente) o conscientemente (libremente). El que están subordinados todos los demás valo- sentido primario de los valores pertenece al res. El tiempo o la puntualidad no constituyen inconsciente porque se formó cuando el niño una norma. El zapatero o el sastre que ha no ejercía libertad propia ni poseía conciencia

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epistemológica. Cuando una persona actúa casi instintivamente, esto es, sin raciocinio, el acto emana del nivel primario de valores, y por ello mismo, de un "sentido de los valores", o de la falta de él. Cuando una persona obra con conocimiento y con noción epistemológica de las consecuencias de sus actos, entonces este obrar emana del nivel secundario y, en consecuencia de una "escala de valores". La polémica relativa a la cuestión de los valores se basa en el argumento de que el hombre no siempre actúa con plena conciencia de estar obedeciendo a una escala de valores. E n realidad, algunas acciones, precisamente porque emanan del nivel primario, están totalmente desligadas de cualquier escala de valores. El sabio chino Confúcio estableció la diferencia entre yi y //.' U n a persona obra movida por yi cuando obra inspirada por un sentido de lo que es justo o "lo que debe hacerse en ese momento". Así, si salva a alguien que se está ahogando o se encuentra en cualquier otro peligro inmediato, actúa inspirada por yi, si no ha efectuado ninguna deliberación consciente previa. Si la salva, pero sólo después de haber determinado de quién se trata y sopesado el posible peligro para su propia seguridad, entonces actúa movida por li. Los actos de heroísmo realizados sin tomar en consideración la seguridad propia están inspirados por yi, mientras que las acciones movidas por afán de provecho o ganancia están inspiradas por li. Yi corresponde al nivel primario de valores, y li al secundario. Así pues, un mismo tipo de acto puede estar inspirado por yi o por li. U n acto consciente sin deliberación emana de yi o nivel primario de valores, y un acto consciente deliberado dimana de li o nivel secundario de valores. Los valores orientales han estado siempre tan integrados en la urdimbre misma de la vida que no existe ya conciencia de ellos. U n oriental obra movido por yi cuando trata de "salvar las apariencias". Los valores occidentales también han llegado a formar parte de la segunda naturaleza de un occidental, de suerte que se condenan automáticamente la

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pereza y la pérdida de tiempo y de energías. A u n q u e siempre hay excepciones, estos valores orientales y occidentales constituyen códigos de conducta no escritos. Cuando algunos occidentales y orientales infringen estos códigos, lo hacen, por supuesto, movidos por li. Modificando un poco la doctrina confuciana, quizá convenga precisar que un adulto m u y raras veces actúa por puro yi. E n otras palabras, una persona no basa sus actos únicamente en el nivel de valores primario, lo cual implicaría que uno puede regresar a ese estado de inocencia en el que obra movido por una neta percepción del bien o el mal, o por "lo que debe hacerse". E n la vida adulta, el "deber ser" depende considerablemente de la situación, circunstancias, conveniencia, egoísmo, altruismo, nacionalismo, amistad y un sinfín de motivos más: en suma, depende de li. Estos motivos se aprenden del grupo o sociedad en que uno se integra. Rousseau afirmaba que el hombre es bueno solamente en estado natural, y que una vez que se incorpora a una sociedad es lentamente corrompido por ella, lo cual quiere decir que, sin sociedad, el ser h u m a n o conservaría su virtud original. Esta teoría de la virtud original tiene que ser, no obstante, revisada. Los seres humanos no nacen ni buenos ni malos; nacen en un estado de tabula rasa en donde lentamente va inscribiéndose un "sentido de los valores" adquirido a través de los premios y castigos recibidos. U n niño que nunca es premiado ni castigado jamás desarrollará un sentido ético o un sentido de los valores profundamente arraigado. Será semejante a un animal, sin el menor sentido de lo justo y lo injusto, y vivirá como le plazca. Rousseau estaba en lo cierto, sin embargo, al postular que la sociedad puede corromper a un individuo, en el sentido de que éste efectúa reajustes en su escala de valores para amoldarse al comportamiento socialmente aceptado. La escala secundaria de valores se forma dentro de la sociedad, esto es, en compañía del prójimo. E s , por lo tanto, un lustre de cultura, un barniz de civilización, una mera pátina que recubre los valores primarios. U n

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Las ciencias sociales y el estudio de las relaciones internacionales

Philippe Braillard

El rápido desarrollo de las ciencias constituye, m e n t a d o , y a m e n u d o reduccionista, una sin duda, u n o de los fenómenos m á s imporrealidad rica y compleja. E n la actualidad se tantes de nuestro siglo. L a diversificación d e llega incluso a poner radicalmente en duda el los enfoques, la adopción d e nuevos instruproyecto de u n a ciencia social rigurosa, invomentos y métodos en la investigación, la cando las limitaciones radicales q u e entrañan ampliación del c a m p o de análisis y la conel etnocentrismo y el compromiso ideológico quista d e nuevos objetos han trastornado inevitables de todo Investigador. profundamente, sobre todo en el curso d e D a d a la imagen compleja y cambiante estas últimas décadas, el paisaje de las cienque las ciencias sociales ofrecen hoy, es lícito cias sociales. Estos cambios múltiples y rápi- y aun necesario interrogarse acerca d e las dos las han llevado a reitareas q u e pueden asigvindicar u n estatuto aunárseles, así c o m o de los Philippe Braillard es profesor de teoténticamente científico, retos y las dificultades, e ría y sociología de las relaciones interasí c o m o u n reconociincluso los límites, que nacionales en el Institut Universitaire miento y u n lugar propio encuentran en su desade Hautes Études Internationales de en las instituciones acadérrollo. Sin e m b a r g o , anGinebra. Es autor de varias obras, micas y en el m u n d o d e entre ellas: Théorie des systèmes et tes que proceder a una relations internationales (1977), L'im- reflexión general y absla investigación en geneposture du Club de Rome (1982) y ral. Por otra parte, han tracta, nos h a parecido Tiers Monde et relations internatioaparecido numerosos secinteresante dedicarnos a nales (1984). tores nuevos debido a la un c a m p o de estudio parvoluntad de aplicar directicular de la realidad sotamente las ciencias social. Esto nos permitirá ciales e n la esfera de la abordar d e m a n e r a m á s acción. precisa y concreta algunos de los problemas con Esta evolución, con que actualmente se enfrentan las ciencias todo, n o se h a realizado sin tropiezos, sin sociales. confrontaciones entre diferentes concepciones acerca d e la naturaleza m i s m a de las relaciones sociales, entre diversos enfoques y métodos de análisis. T a m b i é n ha tenido por efecto conducir las diversas disciplinas hacia una especialización cada día m á s acentuada, fenómeno q u e denuncian voces cadavez m á s numerosas, preocupadas por la tendencia de las ciencias sociales a reflejar de m o d o frag-

Entre los diversos ámbitos de estudio de la realidad social hay u n o q u e parece prestarse óptimamente a este tipo de reflexión: el de las relaciones internacionales. E n efecto, éstas constituyen u n objeto cuyo estudio es hoy u n punto de convergencia privilegiado de las diversas ciencias sociales. Tradicionalm e n t e , contribuían al estudio de las relaciones

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internacionales lafilosofíapolítica, la historia diplomática, el derecho internacional y la economía política; en el curso del presente siglo fueron invadiendo poco a poco este c a m p o de estudio otras muchas ciencias sociales, c o m o la sociología, la ciencia política, la etnología, la psicología, la antropología, la demografía, etc. Por eso puede decirse que, desde el periodo transcurrido entre las dos guerras, las relaciones internacionales no sólo se convirtieron en un objeto de estudio independiente, sino que experimentaron una descentralización, debido al recurso cada vez mayor a numerosas ciencias sociales en trance de evolución acelerada, además de las disciplinas tradicionales. Por otra parte, la importancia que hoy adquieren las relaciones internacionales en la vida de las diversas sociedades no puede dejar indiferentes a los especialistas en ciencia sociales, c o m o atestigua el rápido crecimiento del n ú m e r o de investigaciones realizadas en este ámbito. E n efecto, vivimos en una época profundamente marcada por los conflictos, y en la que los medios de destrucción de que dispone el hombre hacen incalculables las consecuencias de una conflagración general. A raíz del segundo conflicto mundial, la guerra fría, expresión del enfrentamiento estratégico e ideológico de Ias dos superpotências, afectó profundamente a la estructura, la evolución y las condiciones de vida de numerosas sociedades, debido, sobre todo, a la constitución de sistemas de alianzas dominados respectivamente por los Estados Unidos y la Unión Soviética. L a aparición del tercer m u n d o en la escena internacional abrió una nueva dimensión en las relaciones internacionales y condujo hacia una confrontación entre los países en vías de desarrollo y los países industrializados. E n el interior m i s m o del tercer m u n d o , los conflictos se multiplican y extienden constantemente, y sus consecuencias tienden con frecuencia a sobrepasar con creces los límites de las regiones directamente afectadas. Así pues, en el transcurso del presente siglo, el sistema internacional se ha tornado realmente planetario y las relaciones internacionales han adquirido con ello una

dimensión global: ningún país puede ya aislarse del contexto estratégico internacional.. Esta evolución y la importancia adquirida por las relaciones internacionales no tienen, empero, c o m o única causa los adelantos tecnológicos en el ámbito de los armamentos y la mundialización, virtual al m e n o s , de los conflictos. También es consecuencia del desarrollo de los intercambios económicos, tecnológicos y culturales entre las diversas sociedades. Dicho desarrollo, que constituye uno de los resultados del proceso de modernización emprendido por la revolución industrial, ha tejido, indiscutiblemente, la trama de una compleja red de interdependencias entre las diversas sociedades. Este fenómeno se caracteriza por la existencia de importantes desigualdades o asimetrías en la interdependencia, al punto de que ésta se convierte a m e n u d o en instrumento de penetración y dominación. Pero no es menos cierto que, en general, las diversas sociedades se hallan m á s interpenetradas, que es m u c h o m á s difícil distinguir la esfera de la política extranjera de la de la política interna, y que innumerables fuerzas transnacionales y actores no estatales tienden a limitar el margen de maniobra de los gobiernos. Las relaciones internacionales tienden, pues, en la actualidad, a desempeñar un papel cada vez m á s determinante en el funcionamiento y la evolución de nuestras sociedades. La exigencia d e interdisciplinariedad Es frecuente oír a algunos investigadores, sobre todo especialistas en ciencias políticas, afirmar que el estudio de las relaciones internacionales ha determinado, con su desarrollo, el nacimiento de una disciplina propia y autónoma. 1 Tal afirmación se funda por lo general en la convicción de que es indispensable tomar en cuenta la especificidad de las relaciones internacionales c o m o objeto de estudio. Se hace especial hincapié en la distinción que existe entre las estructuras y los procesos políticos propios de las sociedades integradas y el sistema internacional, el cual

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Las empresas multinacionales y las fuerzas transnacionales desempeñan un papel cada día m á s importante. Rapho.

se caracteriza por u n débil grado de integración y por la ausencia d e estructuras políticas que vinculen a sus m i e m b r o s . E n otras palabras, las herramientas conceptuales y los instrumentos metodológicos habilitados en el estudio d e las sociedades integradas serían inoperantes y aun peligrosos para estudiar u n sistema social en estado d e naturaleza. Parece difícil poner en duda la especificidad de las relaciones internacionales. E n efecto, la existencia de u n m e d i o internacional formado por entidades estatales soberanas y facultadas, dentro de ciertos límites, para recurrir legítimamente a la fuerza armada en defensa d e sus intereses2 caracteriza de m a nera correcta y suficiente u n c a m p o de relaciones sociales. Desde luego, hoy es cada vez m á s difícil distinguir las esferas de la política interior y exterior. E s evidente asimismo el creciente papel desempeñado en las relaciones internacionales por entidades n o estatales c o m o las sociedades multinacionales y las

fuerzas transnacionales, entidades q u e tienden a restringir el poder d e los, estados. El rápido desarrollo d e nexos d e interdependencia económicos, tecnológicos, culturales y estratégicos, y la aparición d e innumerables estructuras d e cooperación, sean gubernamentales o n o gubernamentales, revelan por lo d e m á s una organización cada vez m a y o r d e las relaciones internacionales, q u e tiende a reducir la posible distancia existente entre el sistema internacional y los diversos sistemas políticos integrados de los estados-naciones. Sin e m b a r g o , esta evolución d e las relaciones internacionales n o puede conducir a negar la existencia d e estados y d e fronteras entre las diversas sociedades q u e c o m p o n e n los estados. A h o r a bien, la característica específica de las relaciones internacionales es la existencia d e flujos q u e atraviesan las fronteras. Estas relaciones n o son p o r lo tanto determinadas primero y principalmente por la naturaleza d e los actores entre los q u e se

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establecen —estados u otras entidades socia- cuales aborda las relaciones internacionales les— sino por la estructura del sistema en que desde un punto de vista particular. E n las aparecen: existencia de fronteras atravesadas relaciones internacionales hay en efecto múltipor flujos de comunicaciones. Cabe, pues, ples dimensiones—económica, política, social, destacar la especificidad de las relaciones cultural— y, a menos que reduzcamos éstas a internacionales definiéndolas c o m o aquellas una considerada primordial, no es posible dar relaciones sociales que atraviesan las fronte- cuenta del tema eminentemente complejo que ras y se establecen entre las diversas socie- son los fenómenos internacionales a tradades constituidas en estados-naciones. El vés de una sola disciplina, aunque sea nueva. hecho de hablar de relaciones que se estableSin embargo, c o m o ya se ha destacado cen entre diversas sociedades permite cubrir anteriormente, ¿no se correrá el riesgo de que no sólo las relaciones intergubernamentales, las ciencias sociales sean incapaces de abordar en las que los actores son los estados, sino fructuosamente el estudio de las relaciones también aquellas que se sitúan a un nivel internacionales mediante conceptos y modelos infragubernamental, al considerar c o m o acto- elaborados en el análisis de las sociedades res a grupos sociales tan diversos c o m o las integradas? L a especificidad de las relaciones empresas, las sociedades científicas, las agru- internacionales —relaciones sociales que atrapaciones deportivas, religiosas, etc. • viesan las fronteras— no excluye la existencia Esta definición de las relaciones interna- de cierto grado de organización y de cooperacionales se halla, sin duda alguna, histórica- ción en estas relaciones. Por otra parte, el mente condicionada. Sólo es de aplicación, en estudio de las sociedades llamadas integradas efecto, a un objeto cuya existencia puede ser tiende en buena medida a descartar, siguiendo limitada en el tiempo. E s concebible, por en ello la vía abierta por la sociología marejemplo, que desaparezcan un día las estructu- xista, el modelo de una sociedad exenta de ras estatales. U n cambio semejante, sin conflictos y protegida de la anarquía. Las embargo, no sólo haría caducar tal definición, ciencias sociales han integrado así ampliasino que quitaría todo sentido a la noción mente en sus enfoques la dimensión conflictiva que caracteriza toda relación social, lo m i s m a de relaciones internacionales.3 El reconocimiento de una especificidad que les permite elaborar modelos capaces de —aunque relativa y parcial— de las relaciones dilucidar las relaciones internacionales. internacionales puede conducir lícitamente a Debido a la existencia de varías disciplidelimitar un objeto de estudio, un c a m p o de nas y por lo tanto de una diversidad • de análisis. N o justifica en cambio, a nuestro enfoques, el estudio contemporáneo de las juicio, la reivindicación de una disciplina relaciones internacionales ofrece la imagen de nueva en el seno de las ciencias sociales, un objeto parcelado e incluso atomizado. El disciplina que tomaría el nombre de "rela- enriquecimiento que aporta una multiplicidad ciones internacionales". E n efecto, lo que de perspectivas tiende efectivamente a producaracteriza a una disciplina no es sólo su cirse en detrimento de la coherencia del objeto, sino la perspectiva adoptada en el análisis. L o que en principio es garantía de estudio de ese objeto y, por consiguiente, la riqueza tiende en realidad a convertirse en forma de delimitar el c a m p o de análisis. una fuente de incoherencia. E n efecto, asistiA h o r a bien, si consideramos el estudio con- m o s hoy a una fragmentación del estudio de temporáneo de las relaciones internacionales las relaciones internacionales en una multitud habremos de reconocer que, lejos de ser obra de perspectivas y de disciplinas por lo general de una disciplina única, constituye un espacio con escasa o ninguna vinculación recíproca y en el que conviven numerosas ciencias socia- m u y poco preocupadas por unir sus enfoques les, c o m o la ciencia política, la sociología, la respectivos en una visión global del objeto economía, el derecho, la historia, la antropo- estudiado. Volvemos a encontrar aquí un logía, la psicología social, etc., cada una de las fenómeno que caracteriza actualmente al con-

Las ciencias sociales y el estudio de las relaciones internacionales

junto de las ciencias sociales y cuya percepción cada vez más aguda ha llevado a numerosos investigadores a preconizar la adopción de una actitud y un proceder interdisciplinarios. La interdisciplinariedad se ha convertido así en un tema de m o d a , y el estudio de las relaciones internacionales no ha quedado fuera de su alcance. H e m o s de reconocer, sin embargo, que hasta la fecha no ha ido más allá del discurso mágico que preconiza una integración de las diversas disciplinas, al punto de que se alzan numerosas voces denunciando la interdisciplinariedad c o m o un fracaso o, por lo menos, c o m o una ilusión. Por lo demás, a nuestro juicio, no puede ser de otra manera mientras no se salga de un proyecto global e indiferenciado que sólo puede llevar a una simple yuxtaposición desordenada de puntos de vista diferentes. E n efecto, un verdadero enriquecimiento interdisciplinario fundado en una integración de las distintas dimensiones de la realidad social no podrá realizarse a nivel global ni por decreto. C o m o hacen investigadores cada vez m á s numerosos, conviene partir más modestamente de las necesidades concretas que se presentan en el estudio de un fenómeno o de una estructura, tratando de obrar, en el análisis de este objeto preciso, una fecundación mutua entre perspectivas diferentes. Así, por tomar sólo algunos ejemplos en el campo de las relaciones internacionales, temas c o m o el estudio del desarrollo, el de las empresas multinacionales o las organizaciones internacionales, e incluso el de los conflictos internacionales, podrían prestarse a un tratamiento interdisciplinario. E n primer lugar, este tratamiento podría consistir en integrar, dentro de una disciplina, dimensiones, variables e.hipótesis consideradas y verificadas por otras disciplinas. Así, por ejemplo, el especialista en ciencias políticas que se propone estudiar la estratificación del sistema internacional, y en particular la influencia de los países industrializados sobre los países en desarrollo, tomará en consideración en su análisis las normas del derecho público internacional c o m o elemento de esta estratificación y c o m o instrumento de dominación.4 Y a la inversa, el jurista que analice la

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elaboración progresiva de las leyes del desarrollo no podrá ignorar la estructura de poder que caracteriza al sistema internacional contemporáneo, pues contra esta estructura luchan precisamente los países del tercer m u n d o que aspiran a establecer los grandes principios de un nuevo orden económico internacional. Esta primera forma de enriquecimiento interdisciplinario no puede bastar por sí sola, sin embargo, para satisfacer las necesidades que se perciben en el estudio de ciertos fenómenos. N o es suficiente integrar dentro de una disciplina puntos de vista que corresponden a otras, pues algunos fenómenos deben considerarse desde un principio de manera global. Sólo una transdisciplinariedad que sobrepase los marcos disciplinarios tradicionales y abra camino a un paradigma de la complejidad5 permitirá respetar la multidimensionalidad y la complejidad de ciertos objetos. El estudio del desarrollo es m u y revelador a este respecto. E n efecto, se reconoce hoy que el fenómeno del desarrollo, que ocupa un lugar importante en el estudio de las relaciones internacionales, no puede ser aprehendido de forma satisfactoria por los m o d e los elaborados en el marco de una disciplina específica, aun cuando estos modelos tomen en cuenta las aportaciones de otras disciplinas. 6 N o hay u n desarrollo económico, o un desarrollo social, o un desarrollo político independientes. El desarrollo es un fenómeno total que es preciso aprehender desde el principio c o m o tal, en sus múltiples dimensiones económica, política, social, cultural, etc. Tal exigencia sólo puede ser satisfecha por un enfoque transdisciplinario que aspire a trascender las fronteras propias de las disciplinas tradicionales, elaborando marcos conceptuales y modelos nuevos. E n el esfuerzo por responder a esta necesidad de transdisciplinariedad, el estudio de las relaciones internación nales podrá sin duda superar en el futuro la fragmentación que hoy le caracteriza.

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En busca de un paradigma El estudio de las relaciones internacionales no se encuentra fragmentado, atomizado, solamente debido a la diversidad de las disciplinas y de los puntos de vista que lo fundamentan, sino también, y de manera m u c h o más profunda, a causa de la falta de acuerdo entre los investigadores acerca de lo que constituye la especificidad, la esencia de su objeto, y acerca de la elaboración de un marco explicativo general que permita organizar la investigación. E n otras palabras, este estudio se caracteriza por la ausencia de un paradigma, 7 por la contraposición de varios modelos explicativos generales, de varias concepciones de su objeto. Esta situación, por lo demás, no es privativa del estudio de las relaciones internacionales, ya que caracteriza a la totalidad del c a m p o cubierto por las ciencias sociales. U n a primera concepción de las relaciones internacionales, que deriva de la teoría del estado de naturaleza de T h o m a s Hobbes, pone el acento en la naturaleza no integrada, anárquica, y por lo tanto conílictiva, del sistema internacional. V e en el recurso al conflicto, m á s exactamente en lo que Raym o n d A r o n llama la "legitimidad del recurso a la fuerza armada por parte de los estados", la característica específica de las relaciones internacionales. E n esta primera perspectiva, el Estado es el actor central de las relaciones internacionales, cuya dinámica es la evolución de la relación de fuerzas entre los estados. L a política exterior es una esfera bien diferenciada de la de la política interior, y su preocupación central es la seguridad del Estado. Las opciones en materia de política exterior son opciones racionales que se m a n e jan siempre en función del interés nacional. Sin llegar a suprimir la naturaleza profundamente anárquica del sistema internacional, la política exterior de los estados puede no obstante asegurar un nivel mínimo de orden y cierto equilibrio en la relación de fuerzas, principalmente a través de la diplomacia, el desarrollo del derecho internacional y el de las organizaciones internacionales.8 Después de la segunda guerra mundial,

Philippe Braillard

esta concepción de las relaciones internacionales fue ampliamente difundida por la corriente realista norteamericana que combatía la visión wilsoniana, idealista y legalista, de una sociedad internacional en vías de pacificación y de integración por efecto de un proceso de democratización. El fracaso de la Sociedad de Naciones y el segundo conflicto mundial, seguido por la instauración• de la guerra fría, dio un peso incuestionable a este enfoque de las relaciones internacionales, que ocupó una posición dominante hasta los años sesenta y que todavía se encuentra ampliamente representado. U n a segunda concepción de las relaciones internacionales hace hincapié en la interdependencia y la cooperación, y considera que las relaciones internacionales contemporáneas no corresponden al modelo conflictivo e interestatal del paradigma realista. E n efecto, la dinámica de la modernización iniciada por la revolución industrial y que, tras la segunda guerra mundial, conoció un impulso sin precedentes c o m o consecuencia del desarrollo de la tecnología y del aumento de los intercambios internacionales, ha contribuido a tejer una compleja red de interdependencias entre las diferentes sociedades, y a hacer intervenir nuevos tipos de actores en las relaciones internacionales. Este proceso de modernización, en particular, suscitó necesidades y demandas nuevas en nuestras sociedades e hizo surgir sistemas de valores fundados en el bienestar económico y social. El modelo de desarrollo progresivamente adoptado por las diversas sociedades, ya sea en el tercer m u n d o o en los países industrializados, ha impuesto nuevas tareas sociales y económicas al Estado, que se ha mostrado cada vez menos apto para satisfacer por sí solo estas nuevas exigencias. E n consecuencia, otras fuerzas —supranacionales, transnacionales, subnacionales— se han asentado en el teatro internacional, tendiendo a limitar en numerosos casos el margen de maniobra de los estados, como atestigua por ejemplo el auge de las empresas multinacionales. E n general, el Estado, para responder a las demandas de desarrollo económico y social, ha tenido que abrirse cada vez

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La ilusión positivista se halla sólidamente arraigada en las mentalidades colectivas. Templo de la Humanidad, perteneciente a la Iglesia positivista del Brasil. Edimcdía.

m á s a los intercambios con el exterior, c o m prometiéndose así en u n a interdependencia creciente cuya consecuencia directa es u n a restricción d e su autonomía. Por eso resulta cada vez m á s difícil distinguir la política exterior d e la interior y, por lo tanto, explicar el comportamiento internacional de u n estado e n términos p u r a m e n t e estratégicos y militares. E n este contexto, el fomento de la coope-

ración internacional, con la multiplicación sobre todo d e esas estructuras d e cooperación q u e son las organizaciones internacionales, refleja u n a evolución fundamental d e las relaciones internacionales, cuya naturaleza conflictiva tendería a pasar a segundo plano, y u n a tendencia a la organización d e u n sistema internacional cada vez m á s profundamente caracterizado por la interdependencia y la c o m u n i d a d d e intereses.

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Esta visión de las relaciones internacionales estaba ya presente en las tesis funcionalistas de teóricos c o m o David Mitrany, que veía en las exigencias de la cooperación funcional, técnica y económica los fundamentos de un nuevo sistema internacional m á s integrado. 9 Sirvió también de marco ideológico para la creación y el funcionamiento de gran n ú m e r o de organizaciones internacionales después de la segunda guerra mundial. Por lo d e m á s , adquirió una importancia cada vez m a y o r , desde comienzos de los años sesenta, en los trabajos de ciencias políticas dedicados a las relaciones internacionales, en particular a la organización internacional,10 a la resolución de conflictos,11 a la elaboración de la política exterior,12 etc. Esta concepción constituye igualmente el núcleo de numerosos análisis de las relaciones Norte-Sur. 13 U n a tercera concepción de las relaciones internacionales, m á s o menos directamente inspirada en una visión marxista de las relaciones sociales, considera que el sistema internacional es, en nuestra época, la expresión directa' del funcionamiento, de la evolución y de las contradicciones del capitalismo. E n otras palabras, el sistema internacional está marcado por la dinámica del capitalismo. Este último, a causa de sus contradicciones, es portador de una política imperialista. Esta visión de las relaciones internacionales se halla formulada en las obras de Rudolf Hilferding, Nicolás Bujarin, Rosa Luxemburgo y Lenin, quienes intentaron explicar la expansión colonial de fines del siglo xix, así c o m o los conflictos qué surgieron entre las potencias imperialistas. Después de la descolonización, numerosas corrientes de investigación neomarxistas o inspiradas en algunas de las tesis marxistas-leninistas trataron de demostrar que el imperialismo seguía siendo el factor dominante de las relaciones internacionales y permitía explicar el subdesarrollo de los países del tercer m u n d o . Según este enfoque, el capitalismo, para poder sobrevivir, tiene que apoyarse en la explotación de una periferia, a la que exporta sus capitales, que obtienen allí beneficios más elevados y donde encuentra también un mer-

. Philippe Braillard

cado para una parte de su producción, al tiempo que se asegura fuentes de aprovisionamiento de materias primas. Esta situación de dependencia de la periferia, mantenida y reforzada por toda clase de medios —empresas transnacionales, organizaciones internacionales, ayuda, exportación de capitales, autocolonización, función de relevo del imperialismo desempeñada por las élites del tercer m u n d o , etc.— conduce así a un saqueo del tercer m u n d o por los países capitalistas industrializados. 14 Esta visión de las relaciones internacionales constituye la base de las reivindicaciones de un nuevo orden económico internacional y de una importante corriente de estudio de los problemas del desarrollo que se niega a analizar el subdesarrollo exclusivamente en términos de factores endógenos (culturales, políticos, sociales, etc.), y trata de explicar este fenómeno por la dependencia de las sociedades del tercer m u n d o y, m á s exactamente, por la inserción de las mismas en la economía mundial capitalista. L a evolución de las relaciones internacionales, en particular con la partición del m u n d o en países ricos y pobres, se inscribiría de este m o d o en la lógica del sistema capitalista mundial. 1S Esta fragmentación del objeto estudiado, tal c o m o lo muestran estos tres paradigmas de las relaciones internacionales, no es totalmente insuperable. E s evidente, en efecto, que cada una de estas concepciones de las relaciones internacionales se funda en una dimensión importante de los fenómenos estudiados y que, en su e m p e ñ o por destacar dicha dimensión, tiende a menospreciar otros aspectos igualmente importantes. Se comprende asimismo que el desarrollo de cada paradigma está ligado a la evolución misma de las relaciones internacionales, y que cada concepción de estas últimas tiende a reflejar determinadas tendencias y preocupaciones de una época, descuidando, c o m o es natural, otros factores que a veces ya han sido destacados antes. Así, por ejemplo, el segundo paradigma, al restar cierta importancia al conflicto, privilegia el crecimiento de la interdependencia y la irrupción de actores n o estatales, fenómenos característicos de los

Las ciencias sociales y el estudio de las relaciones internacionales

años sesenta, que, a favor de la distensión, parecían conducir a una regresión del conflicto Este-Oeste. E n tal sentido, puede que los diversos paradigmas sean, c o m o empieza a comprenderse hoy, más complementarios que irreductiblemente opuestos, y muestren las diversas caras de una sola y única realidad hecha a la vez, c o m o toda realidad social, de armonía y de conflicto, de interdependencia y de dependencia, de equilibrio y de cambio. 16 Esta complementariedad de los paradigm a s , tal c o m o aparecen hoy, tiene no obstante una limitación radical, en la medida en que su apreciación de esta o aquella dimensión de las relaciones internacionales descansa en filosofías de la historia, en visiones de las relaciones sociales y en opciones ideológicas difícilmente compatibles. E n otras palabras, si cabe la esperanza de integrar en un modelo c o m ú n los diversos aspectos de las relaciones internacionales recogidos y transmitidos por los paradigmas, dicha integración sólo podrá realizarse disociando esos aspectos de los marcos filosóficos e ideológicos en que se presentan. Queda por saber, entonces, c ó m o integrarlos en una estructura coherente que pueda llegar a ser un día el paradigma en torno al cual se desenvuelva la investigación. Este problema es complejo pues no es de naturaleza técnica, sino que implica opciones filosóficas e ideológicas para sustentar dicha estructura paradigmática.

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intuición y al análisis cualitativo, y los enfoques denominados científicos, fundados en la cuantificación de los fenómenos sociales y en el recurso a la formalización.17 Se ha c o m prendido, en efecto, que ni la cuantificación ni la formalización podían conferir carácter científico a la investigación, pues estos instrumentos sólo intervienen una vez delimitado u n objeto de estudio, planteada una problemática y adoptados u n marco conceptual y algunas hipótesis de partida. Se tiende así a reconocer que lo que confiere rango científico a un m o d o de investigación es la delimitación precisa de su objeto, cierta ruptura con las nociones del sentido c o m ú n y el control intersubjetivo al que se somete, y no el recurso generalizado a procedimientos rígidos.18

Q u e d a planteada, sin embargo, la cuestión de saber si no existe una diferencia de naturaleza esencial entre las relaciones sociales, sean nomotéticas o ideográficas, y las ciencias llamadas exactas. C o m o acertadamente indica Jean Piaget, "al tener c o m o objeto al hombre en sus incontables actividades, y al ser elaboradas por éste en sus actividades cognoscitivas, las ciencias h u m a nas se sitúan en la excepcional posición de depender del hombre a la vez c o m o sujeto y c o m o objeto".19 Esta situación epistemológica implica que es m u c h o m á s difícil separar el sujeto epistémico del sujeto egocéntrico. Cabe incluso dudar —si admitimos con Jürgen Habermas que las ciencias sociales proceden de intereses gnoseológicos (Erkenntnisinteresse) diferentes de los que fundamentan a las Hacia un proceder científico ciencias de la naturaleza—20 que tal separaE n el curso de las tres últimos décadas, el ción sea realmente posible en las ciencias estudio de las relaciones internacionales, a sociales. Por este motivo, el investigador que semejanza de los demás campos de estudio de estudia la realidad social debe proceder a una la realidad social, se ha distinguido por la constante crítica ideológica de su enfoque y de búsqueda de un estatuto científico. H a aumen- su propia situación en relación con su objeto, tado el número de investigadores resueltos a sin dejar de reconocer el carácter relativo y adoptar una metodología científica para estu- parcial de dicho enfoque. Sólo con esta condidiar los fenómenos internacionales y se han ción pueden las ciencias sociales adquirir una desarrollado debates en torno a los criterios verdadera dimensión crítica, adoptar u n a mirada crítica de la sociedad y evitar ser de un enfoque científico en este ámbito. simples técnicas destinadas a solventar probleAfortunadamente, se ha superado ya el m a s 2 1 e instrumentos que, bajo la apariencia falso debate entre los enfoques denominados de un enfoque desligado de todo valor, tienclásicos, que recurren en buena medida a la

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den a justificar un orden social establecido.22 Sin embargo, eso es lo que ha ocurrido hasta ahora, con demasiada frecuencia, en el estudio de las relaciones internacionales. Sectores enteros de la investigación han sido en gran medida determinados por opciones ideológicas de que los investigadores no tenían conciencia y que se reflejaban en la elección de instrumentos de análisis o de marcos conceptuales. El análisis de sistemas es, a este respecto, bastante ilustrativo. Por una parte, se remite demasiado a m e n u d o a un simple lenguaje pseudocientífico que, mediante el uso confuso de términos y conceptos utilizados por las diversas ciencias exactas (sistema, estructura, función, equilibrio, homeostasis, morfostasis, morfogénesis, feedback, etc.) aspira a procurar al investigador de ciencias sociales un estatuto científico y un reconocimiento social. Por otra parte, y sobre todo, el análisis de sistemas, tal c o m o se ha practicado generalmente en el estudio de las relaciones internacionales, tiende a ser profundamente normativo en la medida en que valora el statu quo, atribuye carácter de normalidad a cuanto contribuye a la armonía interna del sistema al mantener las estructuras existentes y considera desviante y disfuncional todo aquello que aleja al sistema de su equilibrio.23 Así, por ejemplo, John Burton estima que, en el estudio de los sistemas internacionales, hay que distinguir los comportamientos sistémicos de los comportamientos no sistémicos, dado que los primeros implican procesos integradores y los segundos procesos desintegradores basados en una diferenciación de la potencia.24 Otro ejemplo es el recurso, actualmente cada vez más frecuente, al concepto de interdependencia, que fundamenta incluso uno de los paradigmas del estudio contemporáneo de las relaciones internacionales, y que también tiende a introducir en el análisis opciones ideológicas implícitas. A l hacer hincapié en el crecimiento de la interdependencia y presentar ésta c o m o una situación simétrica (dependencia mutua de actores sociales), se tiende a ocultar la dimensión conflictiva de las relaciones internacionales y la estratificación del

Philippe Braillard

sistema internacional. Semejante actitud aparece m u y claramente en numerosos análisis de las relaciones Norte-Sur que ponen de relieve los lazos de interdependencia existentes entre países industrializados y países del tercer m u n d o , pasando por alto el carácter asimétrico de esta interdependencia y los profundos conflictos de intereses que separan a estos dos grupos de países, c o m o lo atestigua el fracaso de las negociaciones encaminadas a definir concretamente la estructura de un nuevo orden económico internacional. El informe de la comisión independiente presidida por Willy Brandt es m u y sintomático a este respecto. E n efecto, dicho informe trata de demostrar que la solución del conflicto Norte-Sur pasa por el reconocimiento, tanto en el Norte c o m o en el Sur, de una interdependencia que refleja profundos intereses comunes. Al proclamar que el desarrollo del Norte pasa por el desarrollo del Sur, y viceversa, y que esta interdependencia debe fundar un nuevo orden económico internacional que descanse sobre los intereses comunes, el informe Brandt oculta la realidad de una interdependencia asimétrica y suscribe un proyecto de reestructuración de la economía mundial que sólo aspira a consolidar la integración de los países del tercer m u n d o en un sistema económico m u n dial en el que se hallan en situación de dependencia. C o m o puede comprobarse, la crítica ideológica es esencial, tanto en el estudio de las relaciones internacionales c o m o en el de otros sectores de la realidad social. Sin embargo, si se la considera c o m o una simple técnica, entraña el riesgo de una vuelta al positivismo al que tiene por misión combatir, al crear la ilusión de un proceder definitivamente depurado de toda contaminación ideológica. Este riesgo es tanto mayor cuanto que la ilusión positivista está sólidamente arraigada en la mentalidad colectiva, lo que por otra parte permite a algunos investigadores utilizar la referencia a un análisis científico y exento de toda ideología para ocultar deliberadamente su compromiso ideológico y sus opciones políticas. U n buen ejemplo de esta actitud es el

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El rey U b u , personaje central de las obras satíricas de Alfred Jarry (1873-1907) que describen los aspectos absurdos de los tiempos modernos (litografía del autor). Snark.

674 comportamiento del Club de R o m a , que reúne a u n centenar de personalidades —grandes empresarios, profesores universitarios, etc.— y que se ha fijado el objetivo de dilucidar los complejos problemas del m u n d o actual y proponer nuevas orientaciones prácticas para que el m u n d o pueda escapar a las amenazas que pesan sobre él.25 El Club de R o m a declara no tener "ningún prejuicio ideológico ni político".26 Por otra parte, ha tratado de hacer validar su análisis del m u n d o actual mediante varios informes redactados por equipos de investigadores, informes que en algunos casos recurren al análisis m a t e m á tico y a las computadoras. 27 D e esta manera se pretende sustituir el mito del crecimiento, eje del modelo de desarrollo de nuestras sociedades que amenaza llevarlas a la ruina, por una visión científica y lúcida del m u n d o actual y de sus problemas. Ahora bien, c o m o h e m o s demostrado ya en otra parte,28 el análisis que se desprende, por un lado, de los informes presentados al Club de R o m a y avalados por éste, y, por el otro, de las publicaciones y declaraciones del presidente de este grupo, el italiano Aurelio Peccei, se queda en el plano del discurso mítico e introduce subrepticiamente un conjunto de opciones políticas que trata de presentar c o m o simples consecuencias indiscutibles de un análisis lúcido y científico. E n realidad, mientras pretende hablar en nombre de la humanidad, o más precisamente, c o m o defensor de la supervivencia de la especie h u m a n a , el Club de R o m a , valiéndose de una ideología tecnocrática, trata de imponer una sociedad mundial planificada guiada por gerentes cuyo modelo sería la empresa multinacional. La naturaleza y los límites de la teoría E n búsqueda de un estatuto científico y de un reconocimiento social, las diversas ciencias sociales nomotéticas —sociología, ciencia política, economía, etc.— se fijaron c o m o objetivo, al estudiar las relaciones internacionales, la elaboración de una teoría explicativa de

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naturaleza abstracta, general e intemporal. Su enfoque se fundaba en una epistemología positivista que tendía a encerrar las ciencias sociales en el molde de las ciencias de la naturaleza. Se trataba de descubrir, entre los diversos acontecimientos que constituyen el ámbito de las relaciones internacionales, cierto número de recurrencias y de extraer los modelos explicativos o las leyes del comportamiento de los actores internacionales. E n otras palabras, el objetivo consistía en reunir, en modelos explicativos, un determinado número de variables, y en someter estos modelos a prueba utilizando la historia c o m o laboratorio, ya confrontándolos con el pasado de las relaciones internacionales, ya tratando de aplicarlos al presente, o bien incluso efectuando previsiones que se verificarían llegado el m o m e n t o . L a reunión de datos estadísticos y la búsqueda de correlacione ; en el estudio de los conflictos internacionales29, o la elaboración de modelos en sectores tales como el de la adopción de decisiones en matena de política exterior30 son totalmente representativos de un proceder encaminado a este tipo de objetivo. H o y es preciso reconocer que se está lejos de la meta propuesta, y q 1 . 3 el proyecto de una teoría explicativa general e intemporal, independientemente de quien la aplique así c o m o del lugar y el m o m e n t o en los que se la aplica, ha conducido la investigación a un callejón sin salida. T o d o modelo explicativo implica una elección, una selección entre el sinfín de las variables relativas a un conjunto de fenómenos. Se trata de localizar, en la complejidad de lo real, los factores significativos, dejando de lado los que no lo son. Es necesario, por otra parte, establecer relaciones precisas entre las variables seleccionadas. Ahora bien, en el estudio contemporáneo de las relaciones internacionales se han logrado pocos progresos satisfactorios en este proceso de selección y de ordenación. L a mayor parte de los "modelos explicativos" elaborados son de hecho simples taxonomías o marcos conceptuales que ponen de relieve un conjunto de

Las ciencias sociales y el estudio de las relaciones internacionales

variables susceptibles de intervenir en los fenómenos y los procesos estudiados, sin haber efectuado realmente la selección y la ordenación indispensables para elaborar un modelo explicativo. Por citar solamente un ejemplo, cuando G r a h a m Allison intenta dilucidar los procesos de adopción de decisiones en política exterior, hace hincapié, en cada uno de los tres paradigm a s (racional, organizativo, burocrático) que propone, en cierto número de variables que podrían determinar la toma de decisión, pero no establece relaciones precisas entre estas variables y se limita más bien a describir el proceso que rige la elaboración de una política exterior (en este caso, la que caracteriza la crisis de los misiles de C u b a en 1962) .31 Por lo demás, no nos dice realmente c ó m o integrar las tres lecturas distintas que él hace del proceso de decisión con arreglo a los tres paradigmas que presenta. L a contribución de Allison es, pues, descriptiva y taxonómica. Podría sentirse sin duda la tentación de eludir esta dificultad de integrar las diversas variables explicativas potenciales en un modelo y recurrir para ello a un enfoque reduccionista que fundara la explicación en unfactor único.32 N o obstante, se ha demostrado ampliamente que dicho enfoque es incapaz de dar cuenta de las múltiples facetas de los fenómenos sociales y de sus causalidades múltiples. L a actual imposibilidad de encontrar una teoría explicativa de las relaciones internacionales, que en realidad no ha logrado superar el nivel taxonómico, no puede sino conducir a los investigadores a ser m á s conscientes de las posibilidades y de los límites de la elaboración . teórica. A l optar por la generalidad, los representantes de las ciencias sociales nomotéticas aspiraron a elaborar una teoría d e m a siado intemporal, cuyo único vínculo con la historia estaría en la acción neutra del investigador en una esfera de experimentación. N o comprendieron que no es posible comprender las relaciones internacionales sin integrar la dinámica histórica en los modelos explicativos mismos. A u n cuando la definición de un conjunto de variables explicativas potenciales

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tenga un alcance general y no esté ligada a una situación específica, el investigador sólo puede y debe elegir y ordenar estas variables al interpretar una coyuntura histórica determinada. E n otras palabras, la etapa taxonómica sólo puede superarse si se toma en consideración una dinámica histórica específica, en el análisis de una coyuntura histórica dada. Existen sin duda elementos explicativos comunes a las conflictos contemporáneos, c o m o la guerra fría o la guerra del Vietnam, y a los conflictos de los siglos x v m y xix que marcaron la historia de Europa. N o pueden, empero, elaborarse modelos explicativos de estos conflictos sin tener en cuenta la dinámica y las fuerzas que intervinieron en el sistema internacional en cada u n o de esos periodos. Por lo demás, no podemos pretender inferir las leyes que rigen el funcionamiento y el equilibrio de los sistemas internacionales comparando la simple polaridad del sistema contemporáneo con la del sistema europeo del siglo xix, sin tener en cuenta otras características estructurales esenciales de cada uno de estos dos sistemas (principalmente la estratificación y el grado de h o m o g e neidad ideológica y cultural) y sin tomar en consideración la dinámica de su desarrollo.33 Pueden sin duda concebirse otras esferas de generalización, fuera de la de poner en evidencia variables explicativas potenciales. L a elaboración de diversos modelos explicativos centrados en coyunturas históricas específicas puede permitir a los investigadores deducir algunas leyes relativas a las tendencias evolutivas,34 así c o m o algunas estructuras explicativas comunes a diferentes fenómenos. 3S Esta búsqueda de generalidad que se manifiesta en la teoría de las relaciones internacionales no debería efectuarse, sin embargo, mediante la negación de la dimensión cultural de estas relaciones, c o m o por desgracia ha sucedido con demasiada frecuencia hasta ahora. 36 E n efecto, no será generalizando a partir del estudio de una sociedad dada —en el caso que se discute, sobre todo los Estados Unidos—, y negando con ello la diversidad cultural, c o m o la teoría de las relaciones internacionales adquirirá una verdadera

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676 dimensión transcultural, transnacional y extensiva a todas las sociedades, capaz de responder a las exigencias d e u n enfoque n o m o t é tico. L a diversidad cultural, al igual q u e la

dinámica histórica, debe situarse en el centro de la teoría q u e proponen las ciencias sociales para estudiar las relaciones internacionales. Traducido del francés

Notas 1. Véase por ejemplo Hoffman (dir. publ.) [1960], p. 2-3. Véase también Taylor (dir. publ.) [1978], p. 1. 2. Tal es la característica en la que hace hincapié R a y m o n d Aron [1962] para, delimitar la especificidad de las relaciones internacionales. 3. Podríamos preguntarnos entonces si no sería preferible concebir las relaciones internacionales como la expresión —en un m o m e n t o dado de la historia— del desarrollo de un sistema mundial, sistema que pasaría a constituir el objeto de estudio. Véanse por ejemplo las obras de Immanuel Wallerstein, que apuntan a desarrollar una teoría de los sistemas-mundo, principalmente The capitalist world economy [1979]. D e esta manera, la eventual desaparición de las entidades estatales no afectaría al

contenido del objeto estudiado, puesto que no constituiría más que una fase de la evolución de un sistema social. Sin negar el peligro de un enfoque reduccionista que remitiese todas las relaciones internacionales a las entidades estatales, y reconociendo por lo tanto el interés de semejante perspectiva sistémica [véase nuestra obra Théorie des systèmes et relations internationales, 1977a], no nos parece posible —sin recurrir a otra forma de reduccionismo— descartar la realidad del Estado como elemento estructurante del medio internacional. 4. Véase, a este respecto, Bedjaoui [1979]. 5. Véanse las observaciones de Morin [1982], p. 273, en Science avec conscience. 6. Véanse sobre este particular las observaciones de

McGranahan [1974] en "Réflexions à propos des recherches...". 7. Sobre el concepto de paradigma, véase Kuhn [1972]. 8. Véase por ejemplo Morgenthau [1975]. 9. Véase Mitrany [1946]. 10. Véase Haas [1964]. 11. Véase Burton [1969]. 12. Véase Morse [1969]. 13. Véase por ejemplo el informe de la Comisión Brandt [1980]. 14. Véase la obra de Jalee [1973]. Con respecto a las diversas teorías del imperialismo, véanse Braillard y de Sénarclens [1981]. 15. Véase principalmente Wallerstein [1974]. 16. Véanse, sobre este

Las ciencias sociales y el estudio de las relaciones internacionales

particular, las observaciones m u y atinadas de Ralf Dahrendorf [1967], p . 486 que pone de relieve la necesaria complementariedad de los modelos cooperativo y conflictivo en el estudio de la sociedad. 17. C o n respecto a este falso debate, véanse Knorr y Rosenau (dir. publ.) [1969]. 18. Véase, sobre este punto, m i . obra Théorie des relations internationales [19776], p . 21-22. 19.

Véase Piaget [1970], p . 4 5 .

20.

Véase Habermas [1976].

21. C o x habla de "problemsolving theories". Véase su estudio "Social forces, states and world orders . . . " [1981], p. 129. 22. Véanse las observaciones de Himmelstrand [1982], p . 542, en "Ideología, ciencia y acción . . . . " Puede observarse, por otra parte, que el desarrollo en Europa de las investigaciones sobre la paz, en el curso de los últimos veinte años y a instigación principalmente de Johan Galtung, se ha esforzado por adoptar una verdadera actitud crítica que ha marcado

profundamente el estudio de los conflictos internacionales. 23. Véase m i obra Théorie des systèmes... [1977a], p . 99-101. Ésta tendencia conservadora, sin embargo, en m i opinión, n o es inherente al concepto de sistema m i s m o . 24. Véase Burton [1968], cap. vi y v u . 25. Véase Peccei [1976], p. 128-129. 26.

Véase Peccei [1975], p . 7 5 .

27. Véase principalmente M e a d o w s y otros [1972]; Mesarovic y Pestel [1974]. 28. Véase m i obra L'imposture du Club de Rome [1982], 29. Véase, por ejemplo, Singer y Small [1962].

617 33. Esta es la razón por la cual los diversos análisis dedicados hasta ahora a la estabilidad de los sistemas internacionales contemplados desde el punto de vista de su polaridad son tan poco convincentes. Véase por ejemplo, Deutsch y Singer [1964]; Waltz [1964]; Haas [1970]. 34. U n peligro que acecha a la investigación de tales leyes radica en la adopción de un enfoque teleológico mediante el que se piense poder explicar y justificar una evolución por su desenlace, c o m o a m e n u d o han hecho los representantes del análisis funcionalista. 35. Véanse a este respecto las observaciones m u y oportunas de Boudon y Bourricaud en su Dictionnaire critique de la sociologie [1982], p . 261-267.

32. Por ejemplo, la sociología de los conflictos de Gaston Bouthoul [1970] que, en último análisis, reduce la interacción «inflictiva a la dinámica demográfica.

36. Véanse las observaciones de Preiswerk en " L a place des relations interculturelles..." [1975]. El estudio de la política exterior es u n sector que ilustra bastante bien esta negación de la especificidad cultural de las sociedades que constituyen el sistema internacional. Véanse a este respecto las observaciones de Korany en "Les modèles de politique étrangère..." [1974].

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30. Véanse Snyder, Brück y Sapin (dir. publ.) [1962]; Rosenau [1971]. 31.

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La institucionalización de las ciencias sociales: su trascendencia social y política Edmund Burke III

Introducción: estructuras, discursos, crisis

simplemente el resultado de ideas clave, personalidades dominantes y recursos financieros, c o m o lo sostiene una noción en baga, sino q u e hay q u e situarla en su particular contexto intelectual y político. L o s resultados d e esta reconstrucción de los orígenes d e las disciplinas y escuelas de pensamiento son a m e n u d o sorprendentes, c o m o lo demuestra un e x a m e n del caso de la escuela de D u r k h e i m en Francia durante el periodo 1880-1914.

¿ C ó m o se constituyen las disciplinas? ¿ C ó m o imponen su autoridad? ¿ Y c ó m o declinan? Estas preguntas son esenciales para la sociología del conocimiento y adquieren hoy u n a renovada pertinencia. Acaso porque nuestra época es u n m o m e n t o de apertura intelectual y de conciencia epistemoEl desarrollo autónológica, en el q u e tienden m o de la sociología coloE d m u n d Burke III es profesor de a confundirse los límites nial en Francia durante historia y director del Centro de Estuentre las disciplinas y se este periodo pone d e m a dios Comparativos e Internacionales ponen en entredicho los nifiesto u n a división del de la Universidad de California, en paradigmas imperantes, Santa Cruz. Es autor de' Prelude to trabajo de facto en este protectorate in Morocco: patterns of c a m p o , y constituye nuesla preocupación por los protest and resistance (1977) y codirec- tro segundo tema d e disorígenes de las ciencias tor de publicación de Islam and social sociales modernas y sus cusión. E n esta parte movements (de próxima publicación). efectos sobre la sociedad estudiaremos especialse halla en el núcleo de la mente la aparición d e la discusión intelectual. E n sociología del Islam. estas condiciones, los preContracorriente insignisupuestos básicos del penficante en el impetuoso samiento social aparecen caudal de la ciencia paricon especial claridad, y siense, la sociología del es posible seguir el rastro de la formación y Islam estuvo n o obstante ligada a la política cristalización de las disciplinas y de los discurmetropolitana según modalidades que influyesos a que h a n dado lugar.1 ron directamente en la índole d e su producción. Ideológicamente saturado pero intelecMediante u n e x a m e n del desarrollo de la tualmente flojo, el discurso d e la sociología sociología en Francia durante el periodo del Islam fue, sin e m b a r g o , políticamente 1880-1925, nos proponemos en este artículo poderoso. El estudio de este caso permitirá intentar aclarar algunos de los procesos geneanalizar c ó m o se generan los discursos q u e rales de la institucionalización de las ciencias crean escuela, c ó m o terminan por imponerse sociales y políticas. A nuestro juicio, la instituy q u é efectos producen. cionalización de u n a nueva disciplina n o es

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Finalmente, la exploración de la función de las controversias en la vida de las disciplinas nos permitirá examinar la crisis de autoridad que afecta a todas las disciplinas, para concluir que dichas crisis son parte integrante del desarrollo de las mismas y son el vehículo mediante el cual las nuevas concepciones se imponen o son objeto de resistencia por parte del orden establecido. L a lucha por un paradigma científico es consustancial a esta operación: la competición por los campos epistemológicos y los objetos de estudio es inseparable del adelanto de la ciencia. C o m o veremos, en el centro m i s m o de la institucionalización de las ciencias sociales se halla la interrelación de los diversos procesos políticos, ideológicos, racionales y científicos. El problema de la autoridad de los enunciados científicos se plantea, pues, en estos términos: ¿cómo se crea, se impone y se institucionaliza esta autoridad? Gracias a la obra de Michel Foucault y Pierre Bourdieu sabemos que la ciencia no surge de la ingenuidad del m o m e n t o de intuición crítica, sino de una determinada coyuntura social e intelectual.2 Todo saber es, por lo tanto, contingente. Esto plantea algunas cuestiones importantes en torno a la sociología del conocimiento y la institucionalización de las ciencias sociales, que abordarem o s en una breve conclusión.

La institucionalización: el caso de la sociología en Francia Estudios recientes sobre el origen de las ciencias. sociales modernas han modificado considerablemente nuestra noción sobre las formas en que se institucionalizaron. Hasta entonces, el estudio de la historia de las ideas se había centrado en los orígenes intelectuales del pensamiento científico social contemporáneo, destacando las influencias recíprocas entre las sucesivas generaciones de pensadores y la importancia de la innovación intelectual.3 El objetivo implícito o declarado de este enfoque consistía en valorizar la propia genealogía intelectual conectándola con una prestigiosa cadena de autoridades, al tiempo

Edmund Burke III

que se descalificaba la de los adversarios demostrando la relativa debilidad de su tradición intelectual. M á s recientemente, los estudiosos se han mostrado insatisfechos con el valor explicativo de este enfoque, al par que han concebido sospechas sobre la afirmación de autoridad que necesariamente implica. El nacimiento de las disciplinas pasó a considerarse no c o m o el inevitable triunfo de unas ideas m á s fuertes sobre otras m á s débiles (como se desprendía del referido estudio sobre la historia de las ideas), sino c o m o una lucha multifacética entre distintos grupos y facciones por obtener ventajas intelectuales y políticas. L a sociología del conocimiento ha avanzado así hacia una comprensión m á s sociológica de la cuestión. La implantación de la escuela de Durkheim en Francia (1880-1914) es uno de los casos de institucionalización mejor estudiados por la sociología del conocimiento. Gracias a esto, las circunstancias exactas en que D u r k heim y sus discípulos consiguieron imponer la disciplina sociológica en Francia son mejor conocidas que las de cualquier otro caso en la historia de las ciencias sociales.4 Precisamente por la profundidad con la que se ha estudiado, la escuela de Durkheim es un caso especialmente útil para quienes desean comprender c ó m o se forman las disciplinas. La disciplina central en el sistema universitario francés del siglo xix era la filosofía, que atraía a los estudiantes mejor dotados y más ambiciosos, concedía los títulos académicos m á s valorados y, por su gran importancia en los exámenes de bachillerato y de concursos para cátedras (agrégation), ejercía su dominio sobre el sistema educativo. Hacia las postrimerías del siglo entró en un periodo de crisis intelectual prolongada c o m o consecuencia de una fatal atracción del espiritualismo. Este m o m e n t o de crisis deparó la oportunidad para el nacimiento de nuevas disciplinas. L a influencia del positivismo, el kantismo y el racionalismo (tendencias claramente minoritarias en la época) creó las condiciones intelectuales para que pudiera proponerse, con algunas posibilidades de éxito, la reorganización

L a institutionalization de las ciencias sociales: su trascendencia social y política

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cia moderna fue Terry N . Clark, cuyo libro y artículos se centran en el contexto del fenóm e n o y las estrategias de los diversos grupos contendientes en la academia francesa. ¿ C ó m o puede explicarse la institucionalización de la sociología en el sistema universitario francés?, se pregunta Clark. ¿Por qué sólo triunfó su versión durkheimiana? Clark anota que a fines del siglo xix existían en Francia cuatro escuelas de sociología, y sin embargo sólo la de Durkheim consiguió establecerse en la universidad. Estas cuatro escuelas eran: a) los diversos grupos de seguidores de L e Play; b) los estadísticos sociales Bertillon y Levasseur y sus colegas, la mayoría de los cuales eran funcionarios; c) el grupo un tanto anómalo congregado en torno a R e n é W o r m s , y su periódico la Revue internationale de sociologie, y Gabriel Tarde; d) los partidarios de D u r k h e i m . El enfoque de Clark se basa, en las estructuras institucionales y pone de relieve una perspectiva interactiva. "Para que las nuevas disciplinas se desarrollen.—dice— son esenciales tres elementos básicos: buenas ideas sobre las que edificar, individuos con Emile Durkheim (1858-1917) ha desempeñado un talento y apoyo institucional suficiente."6 papel primordial en la institucionalización de la Observa que los durkheimianos lograron imposociología en Francia (foto tomada de Leçons de sociologie, con la autorización de Presses Universi- nerse porque procedían de los m á s prestigiotaires de France). sos círculos académicos,' estaban mejor organizados q u e sus rivales, sabían hacer valer su definición del c a m p o dentro de la universidad de la enseñanza universitaria de la filosofía. (mediante Les règles de la méthode sociologique, de D u r k h e i m , 7 y su definición del "hecho Se ha sugerido que la obra de Durkheim social") y, finalmente porque contaban con la puede interpretarse c o m o u n o de los principrotección del rector de la Sorbona, Louis pales empeños por resolver la crisis de la Liard. L o s grupos rivales, señala, estaban filosofía en la universidad mediante la transm e n o s favorablemente situados y afirmaban formación del contenido intelectual del procon m e n o s habilidad sus aspiraciones al predograma de estudios y la sustitución de los minio. Por medio de sus escritos, y sobre todo docentes espiritualistas por el nuevo personal gracias a la revista L'année sociologique, los dotado de una visión científica y positivista.5 durkheimianos poseían los medios para impoL a importancia de las crisis de autoridad ner su autoridad y sus definiciones de la intelectual en la aparición de nuevas disciplidisciplina. Clark sostiene que los debates nas es un tema sobre el que volveremos al ampliamente difundidos de Durkheim con final de este artículo. Por el m o m e n t o basta algunos de sus rivales, especialmente Gabriel con repasar el contexto intelectual del desaTarde y Georges Sorel, le permitieron definir rrollo de la sociología en Francia. con claridad los límites del c a m p o y llamar la U n o de los primeros que estudiaron el atención del público hacia su escuela. nacimiento de las ciencias sociales en la Fran-

682 Restando, importancia a las ideas de D u r k heim y centrándose en las estrategias que éste empleó para implantar la nueva disciplina, Clark ofrece una nueva perspectiva sobre el asunto. Sin embargo, pese a su valor informa-, tivo, el enfoque de Clark tiene sus límites. Así, por ejemplo, no puede explicar la recepción de las ideas de Durkheim en Francia, ni las condiciones sociológicas que rigieron su institucionalización. E n realidad, puede observarse que el esquema de Clark deja de hacer preguntas precisamente en el punto en que debía empezar a formularlas. Por falta de análisis riguros o del contexto intelectual y político en que se desarrolló la sociología, el autor llega a conclusiones demasiado vagas, si no erróneas. N o obstante, la labor del Groupe d'Etudes Durkheimiennes ha permitido c o m prender m u c h o mejor este aspecto de la cuestión.8 D e este m o d o puede conocerse en forma m á s completa y satisfactoria el proceso general de institucionalización de las ciencias sociales. Para entender plenamente la estrategia de D u r k h e i m , es preciso situar la sociología en el ámbito intelectual de su época y en el marco institucional en que se desarrolló. Según el destacado especialista Victor Karady, pese al indiscutible prestigio y carisma de D u r k h e i m y al cuasi monopolio durkheimiano de las cátedras de sociología en el sistema universitario francés, su debilidad institucional es evidente. Karady hace una útil distinción entre prestigio, intelectual y prestigio institucional. Sostiene que, a pesar de la innegable autoridad intelectual de Durkheim y la reconocida utilidad social de la disciplina, su notable debilidad institucional impidió seriamente el desarrollo de la escuela de D u r k h e i m en la universidad. L a sociología durkheimiana nunca logró establecer su autonomía institucional con respecto a la filosofía, no p u d o hallar un mercado laboral para sus egresados y los títulos obtenidos gracias a sus programas de estudio tenían escaso valor. A d e m á s , debido a que se enseñaba en la Facultad de Letras, y no en la de Derecho, la sociología tenía mayores dificultades para obtener reconocimiento ya que las disciplinas

Edmund Burke IH

•sociales que se desarrollaban en la Facultad de Derecho aseguraban su autonomía y prestigio sin grandes obstáculos. Pero también sacaba provecho del elevado rango intelectual de las disciplinas clásicas de letras, particularmente de la filosofía. E n una palabra, desde el punto de vista del sistema de valores dominante en la universidad, de los requisitos para abrirse camino en una carrera y de la jerarquía de las disciplinas en el m u n d o académico francés, la escuela durkheimiana alcanzó, a lo s u m o , un éxito parcial. Finalmente, para completar esta exposición, es importante considerar la significación política y social de la sociología en el contexto político de la sociedad francesa de fines del siglo pasado. L a función primordial de las ciencias sociales en ese periodo era contribuir a elaborar la ideología republicana de la Tercera República en pie de guerra. L a aportación de los durkheimianos consistió en inculcar ideas correctas que facilitaran la vida en común de los individuos y de las clases. Así, al terminar su primer año en Burdeos, D u r k heim concluyó su curso de ciencias sociales definiendo la función social de la sociología. Puesto que el problema social era consecuencia del debilitamiento del espíritu de colectividad, afirmó, era preciso inculcar de nuevo la conciencia de la unidad orgánica de la sociedad. Pues bien, caballeros, yo creo que la sociología puede, más que ninguna otra ciencia, restaurar estas ideas. L a sociología hará comprender al individuo lo que es la sociedad, cómo le completa y cuan pequeño es [cuando queda] reducido a sus propias fuerzas. L a sociología le enseñará que él no es un imperio en medio de otro imperio, sino el órgano de un organismo. Le hará ver cuan provechoso resulta desempeñar conscientemente su función como órgano.9 E n virtud.de su carácter republicano, su anticlericalismo, sus convicciones favorables a Dreyfus y sus opiniones no marxistas sobre la cuestión social, la sociología durkheimiana se hallaba cerca del centro del espectro político de la sociedad francesa de preguerra. El catolicismo e internacionalismo de sus princi-

La institutionalization de las ciencias sociales: su trascendencia social y política

pales rivales (los partidarios de L e Play y los de René W o r m s ) los situaban en una posición menos favorable y contribuyeron a sellar su destino. El centrismo político de la sociología en el esfuerzo liberal por reformar la sociedad no estuvo limitado a Francia, c o m o tampoco la relación ambigua con el legado intelectual y político de Karl Marx. L a formación de las disciplinas sociales modernas trajo como consecuencia la aparición de estudios especializados sobre distintos aspectos de la existencia humana. L a rama de la sociología se desgajó de la economía política en el m u n d o angloparlante y de lafilosofíaen Francia, y eligió como campo propio el estudio de las relaciones sociales. H o y en día podemos ver que su formación estuvo directamente vinculada a la maduración de la "cuestión social" en la Europa del siglo xix: el nacimiento de una clase trabajadora cada día más militante y el desafío al orden burgués producido por la quiebra de las estructuras sociales. Las obras de Ferdinand Tönnies, M a x Weber, Henry Maine, Auguste Comte, Emile Durkheim, Robert Redfield y Talcott Parsons pueden, de un m o d o u otro, percibirse c o m o respuestas a los peligros planteados por la anomia social derivada de la' revolución industrial y c o m o otros tantos diálogos con el espectro de Marx. Así, en algunos aspectos, el desarrollo de la sociología occidental puede verse como un intento de salir al paso al desorden social derivado del derrumbe de la comunidad, ofreciendo una teoría del orden social. Según los postulados básicos de la naciente disciplina •sociológica, las relaciones sociales eran causales en sí mismas, independientemente del contexto político o económico. 10

La sociología del Islam: un discurso de dominación La definición del campo de la sociología en Francia excluía, a todos los efectos prácticos, el estudio de las sociedades coloniales. Esto se dejaba a la pintoresca amalgama de aficionados ingeniosos, funcionarios coloniales ilustra-

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dos y (algún tiempo después) etnólogos profesionales, cuyos escritos, en su conjunto, constituyen el cuerpo de lo que a la sazón se llamó sociología colonial. Pese a la amplísima diversidad de temas ofrecida por L'année sociologique, Durkheim manifestó escaso interés por las sociedades coloniales; Marcel Mauss y sus otros colaboradores principales apenas prestaron una ligera atención al tema. L a falta de prestigio del estudio de los temas coloniales en Francia desempeñó sin duda un importante papel en la implantación de esta división del trabajo de facto. Pero la orientación intelectual resueltamente metropolitana del grupo de Durkheim tuvo quizás, a este respecto, una importancia aún mayor. Contrariamente a la incipiente profesión antropológica que se imponía en el m u n d o de habla inglesa proclam a n d o los méritos del trabajo de campo, los durkheimianos se oponían a la observación participante y propugnaban la utilización de. fuentes impresas.11 D e esta manera, la sociología académica nació bifurcada en Francia; mientras los durkheimianos, con su elevado prestigio, se dedicaban a los dilemas de la sociedad moderna, la sociología de las colonias se dejaba en manos de los etnólogos. U n a de las ramas más importantes de la sociología colonial francesa fue la sociología del Islam. U n examen de sus distintas dimensiones puede ayudarnos a comprender no sólo el proceso de institucionalización, sino también el contexto de ideas políticas y sociales y sus consecuencias en la política práctica. C o m o veremos, el aspecto fundamental de la sociología del Islam fue no tanto su importancia intelectual o su alcance institucional en Francia c o m o la repercusión política de su discurso. La tradición francesa del estudio empírico de las sociedades musulmanas comenzó en 1798 con la expedición napoleónica a Egipto. Los paradigmas centrales de esta tradición fueron establecidos en los veintitrés volúmenes de la Description de l'Egypte, (París, 1809-1823), desarrollados posteriormente en Argelia (1830-1870) y Marruecos (1900-1930). Las grandes fases de su evolución coinciden con las vicisitudes del colonia-

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lismo francés. Al estallar la guerra de Argelia, en 1954, se había convertido en una versión momificada de su ser originario y, evidentemente incapaz de explicar el estallido de la guerra o su raison d'être, se derrumbó bajo su propio peso. E n cierto m o d o , una tradición iniciada con aspiraciones de llevar los frutos de la revolución francesa a tierras del Islam había terminado defendiendo al imperio, difundiendo estereotipos racistas y produciendo un folklore inútil. N o es accidental que el tiempo de existencia de esta tradición intelectual quede comprendido entre los albores del imperialismo francés en Oriente Medio y su sangriento y convulsivo final. Examinada en su perspectiva histórica, la tradición francesa de la sociología del Islam se c o m p o n e de tres corrientes generales, cuyas complejas interacciones fueron configurando el c a m p o durante un siglo y medio. 1 2 L a experiencia argelina constituye en muchos aspectos el paradigma de los acontecimientos posteriores. Estas tres corrientes eran las de los "Bureaux Arabes", los aficionados civiles y los académicos. Vinculados a las fuerzas sociales reales por intereses efectivos y percepciones de la sociedad, estos tres grupos son de primordial importancia' para comprender no sólo el desenvolvimiento del campo intelectual, sino también gran parte de la dinámica de la política colonial francesa. La corriente más importante de la Argelia colonial fue la tradición militar de los oficiales responsables de asuntos nativos, encuadrados en los Bureaux Arabes. D e estos "Robinsones con galón", c o m o los llamó Jacques Berque, provino una parte considerable de las obras más importantes sobre la sociedad, la religión y las costumbres argelinas.13 Los oficiales se interesaban especialmente por descubrir las estructuras de la sociedad tribal, así c o m o su "topografía moral" y los aspectos materiales de su cultura. La segunda corriente importante de la sociología francesa del Islam fue el trabajo de aficionados y exploradores civiles, cuyos escritos aparecían teñidos por su interés directo en la adquisición de tierras y el bienestar de la sociedad colonizadora. A u n que su contribución intelectual fue la menos

Edmund Burke III

importante de las tres, resultaba fundamental en términos políticos. La intensificación, después de 1871, del debate entablado en la Argelia colonial entre los intereses de los colonos y los principales protectores de las poblaciones musulmanas, los Bureaux Arabes, condujo a una creciente politización de la etnología francesa. D e subproducto intelectual, cuasi autónomo, de los Bureaux Arabes, la etnografía de Argelia pasó a estar cada vez m á s dominada por el discurso de la política colonial francesa. Puesto que los musulmanes habían dejado de constituir una amenaza grave, ya no había que tomarlos en serio. Entre 1871 y 1919, los clisés de la doctrina colonial cristalizaron en una imagen racista de la sociedad argelina.14 A u n q u e pueden hallarse elementos de este enfoque en escritos anteriores, en la versión posterior a 1871 aparecen su carácter generalizador y el esfuerzo por forjar una práctica política sistemática basada en ellos. Antes de concluir este artículo volveremos a abordar la evolución del discurso de la sociología del Islam. Los académicos franceses, tercera corriente de la sociología del Islam, no se perfilaron c o m o un grupo bien definido hasta después de 1871, en respuesta a la expansión de la educación francesa y al desarrollo de las ciencias sociales en sus formas modernas. Fue Emile Masqueray quien, m á s que ningún otro, dio prestigio y legitimidad al estudio académico de la sociedad argelina. Su obra Formation des cités chez les populations sédentaires de l'Algérie apareció en 1886.1S Egresado de la prestigiosa École Normale Supérieure, Masqueray estuvo en el centro de las corrientes intelectuales de su tiempo, en vez de quedarse al margen c o m o los demás académicos francoargelinos. A u n q u e hizo m u c h o por establecer la École d'Alger como una respetable institución provincial y podría haber sido el Durkheim de la sociología del Islam (no le faltaba ambición: su tesis fue un ataque frontal a la obra de Fustel de C o u langes, el historiador m á s notable de su época), finalmente fue incapaz de trascender los lacerantes efectos de la politización de la

La institutionalization de las ciencias sociales: su trascendencia social y política

sociología colonial, y no tuvo discípulos. La fundación de la École d'Alger, y en particular del grupo reunido en torno a R e n é Basset afinesdel siglo, marca la aparición de un grupo de académicos franceses interesados por el estudio de la sociedad argelina. Originado en las mismas fuerzas que habían conducido a la transformación de la enseñanza superior francesa afinesdel siglo xix (incluida la cristalización del grupo de YAnnée sociologique en torno a Durkheim), el grupo de la, École d'Alger poseía considerables ambiciones. E n E d m o n d Doutée tenían un importante adalid intelectual, un autodidacta en materia de sociología, que supo vincularse a los durkheimianos merced a algunas maniobras ingeniosas.16 L a producción intelectual del grupo de la École d'Alger estuvo centrada en el estudio del folklore, la religión popular y la dialectología, es decir, ;en temas de interés y ambición intelectual menores. Estuvo también altamente politizada por la atmósfera de chovinismo dominante en el periodo que condujo a la crisis de Marruecos de 1905. E n vísperas de su profesionalización, pues, la sociología del Islam (y de la sociedad argelina) había generado un discurso profundamente impregnado y conformado por la presencia colonial francesa. ¿ C ó m o y por qué se llegó a esta situación, y con qué efectos? Para responder a estas preguntas parece obligada una breve digresión. El estudio de los temas islámicos en Francia estaba dominado por el orientalismo, una tradición intelectual fundamentada en la disciplina de lafilologíae interesada por el estudio de textos clásicos asiáticos como m o d e los ejemplares de los distintos aspectos de sus civilizaciones. E n su variante de estudios islámicos (que aquí incluye lo que venimos llamando sociología del Islam), el orientalismo pretendía hablar con voz autorizada sobre la civilización islámica gracias al conocimiento de las lenguas correspondientes. Decíase que la civilización islámica, al igual que otras, civilizaciones asiáticas, se definía por algunos rasgos esenciales, que los orientalistas, en virtud de su especial formación, se hallaban mejor situados que nadie

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para discernir. El carácter altamente interesado (por no decir racista) de buena parte de la producción orientalista ha sido señalado por numerosos autores, incluido el autor de estas líneas.17 Las críticas del orientalismo han demostrado las numerosas deformaciones y errores que caracterizaron su descripción de las sociedades islámicas. Pero fue preciso esperar la publicación de la notable obra de Edward Said, Orientalism,™ para que se demostraran las formas en que el orientalismo constituye un discurso en el sentido foucaultiano de la palabra.19 L a aportación de Said consiste en hacer ver c ó m o la evolución del discurso del orientalismo estuvo determinada por el contexto particular en que se desenvolvió esta tendencia. Orientalism constituye una oportuna disección de una tradición intelectual y sus correlatos culturales y políticos: la dominación imperialista y la imagen literaria y artística del exótico Oriente. Mediante un detallado estudio de la obra de algunos de los orientalistas m á s importantes de la época (principalmente franceses e ingleses) —Silvestre de Sacy, Ernest Renan, E d w a r d Lane, Louis Massignon y H . A . R . Gibb— Said examina los supuestos y atributos comunes de la práctica del orientalismo. El autor se inter resa fundamentalmente por el orientalismo c o m o discurso del poder que, merced a una serie de calculados pasos intelectuales, logró afirmar el dominio de Occidente sobre los pueblos orientales. Llamando la atención sobre las formas en que el orientalismo representa sus temas y asuntos, mediante figuras retóricas, floreos literarios y artificios narrativos, así c o m o sobre los públicos a quienes la producción orientalista iba destinada, Said pone de manifiesto la capacidad de penetración de la versión orientalista de la historia de los asiáticos. Said sostiene que el texto orientalista crea no sólo conocimiento sino, en cierto sentido, la realidad misma que pretende des-, cribir. Reduciendo la civilización islámica a unos pocos textos que supuestamente explican todo lo que se necesita saber acerca de ella, en vez de cotejar el universo de textos no

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Edmund Burke HI

EI orientalismo crea no sólo conocimientos, sino también, de alguna manera, la realidad misma que pretende describir. U n pintor orientalista trabajando en El-Kantara, en la región de Aures (Argelia), a principios de siglo. Rogcr-Viollet.

seleccionados o la complejidad de las múltiples realidades de las sociedades musulmanas, el orientalista afirma su autoridad sobre unos y otras: aquello que puede conocerse, puede controlarse. El orientalismo y el imperialismo nunca estuvieron m u y lejos uno de otro.

Las crisis de autoridad Todas las disciplinas, en algún sentido, generan un discurso dominante, y son frutos de contextos intelectuales determinados. D e igual manera, se hallan ubicadas dentro del espectro político de su tiempo. El ejemplo de la sociología del Islam ilustra de m o d o dramá-

tico que los discursos son fuertemente moldeados por esos factores contextúales, muchas veces en formas totalmente imprevistas. Esto explica tanto la autoridad de las escuelas dominantes (como la escuela de Durkheím o la École d'Alger) c o m o su poder político en las sociedades en que han existido. Estos ejemplos permiten comprender el grado y el m o d o en que todo saber es saber para, al servicio del poder y su ejercicio. Pero cabe preguntarse si los discursos de las ciencias sociales (en el sentido en que Said emplea el término) son jaulas de hierro que irremediablemente atrapan las mentes de quienes las practican, orientando pensamientos y sentimientos sin alternativa, aun cuando dichos

La institutionalization de las ciencias sociales: su trascendencia social y política

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Mujeres de Argel en sus aposentos óleo de Eugène Delacroix [1798-1863], M u s e o dell Louvre). BUIIOZ.

profesionales generen versiones autorizadas de su objeto de estudio. ¿ C ó m o podemos entender la relación entre la institucionalización de las ciencias sociales, las consecuencias (tanto políticas c o m o intelectuales) de los discursos que generan y el hecho del cambio? U n a consideración sobre la función de las crisis de autoridad de las disciplinas en la, determinación de sus propios destinos y los de los discursos a que dan lugar puede iluminar esta cuestión. U n a curiosidad de la palabra "discurso" no observada por Foucault ni por Said es que su significado original implica un ir y venir entre sujeto y objeto, entre interrogador e interrogado. U n discurso, pues, se refiere

menos a una afirmación de poder y autoridad que a una relación más compleja y dialéctica. Tal observación lleva a reexaminar el m o d o en que se construyó el discurso del orientalismo, pero también las formas en que discursos y disciplinas nacen y se establecen. Por último, sugiere una reconsideración del papel de las crisis de autoridad en la producción y reproducción del conocimiento. ¿Es el orientalismo la representación autorizada de las realidades asiáticas como parte de un discurso de poder y dominación? U n a formulación semejante, aunque entraña cierta verdad, acentúa lo que el orientalismo hace c o m o discurso, m á s que el proceso merced al cual ha nacido, y reifica m á s que

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explica. B . S. Cohen, en una obra de próxima aparición, estudia el nacimiento de la tradición del orientalismo inglés en la India.20 U n ejemplo decisivo presentado por dicho estudio inédito pone bien de relieve la cuestión de la naturaleza de la disciplina: se trata de la compilación del primer diccionario sánscritoinglés. Cohen ha descubierto en qué medida el diccionario no fue simplemente una manifestación del poder británico parafijary controlar la lengua misma de la India, sino un producto conjunto m u c h o m á s complejo y mediatizado, fruto de una activa colaboración entre orientalistas británicos y eruditos indios. Las palabras incluidas en el diccionario, n o menos que las descartadas, y los significados atribuidos a las mismas, fueron objeto de discusión y debate. El caso de la elaboración del m a p a lingüístico de la India fue similar: nuevamente el resultado está lejos de una simple aplicación del poder. El discurso así generado reflejaba tanto los intereses de los informantes c o m o los designios imperiales del a m o y señor colonial. Si existe un textualismo del orientalista —se nos advierte—, existe también el textualismo de los guardianes de las sagradas escrituras. Cada uno de ellos hace uso del otro, cada uno sirve y es servido en la elaboración del producto resultante. L a imagen de un discurso como mera expresión de autoridad y de poder es falsa en un segundo aspecto, c o m o lo demuestra una , breve consideración de la llamada crisis del orientalismo. Se han estudiado cuidadosamente los orígenes intelectuales del nacionalismo en muchos países asiáticos e islámicos. U n o de los hallazgos, que generalmente no se cita en este contexto, es el m o d o en que los escritos de los orientalistas pudieron servir (y efectivamente sirvieron) c o m o fuentes de autoridad y legitimidad del naciente contradiscurso nacionalista. Estosfiloorientales,c o m o podría llamárseles, desempeñaron un papel crucial, por ejemplo, en el despertar intelectual del nacionalismo indio. David Kopf, entre otros, ha demostrado que la obra de E . L . Jones y sus colaboradores fue asumida y apropiada por algunos de los primeros nacionalistas (entre ellos R a m m o h u n R o y )

Edmund Burke III

para confirmar la grandeza pretérita de la civilización india y la esperanza de su resurrección.21 Análogas observaciones se han efectuado respecto al nacionalismo de Turquía, Egipto e Irán, donde una vez más los escritos de los filoorientales (hombres c o m o Leon Cahun, W . S. Blunt y Arthur de Gobineau) desempeñaron un importante papel dando inspiración y legitimidad a la primera generación de nacionalistas culturales.22 L a misma relación precaria entre historiadores occidentales nacionalistas y revisionistas puede observarse en el desarrollo de la contraversión nacionalista argelina del periodo colonial de la historia de Argelia.23 Si estudiamos la elaboración de un contradiscurso nacionalista advertirem o s una vez m á s la compleja relación que existe entre el orientalista y los orientales. E n una palabra, el orientalismo fue un producto negociado procedente de la relación recíproca entre los que estudiaban y los estudiados, y que portaba desde su origen las semillas de su destrucción c o m o discurso. Ésta era necesariamente una relación intelectual y política al mismo tiempo. Tanto los orígenes c o m o la significación de la crisis del orientalismo de la época actual adquieren una coloración algo distinta cuando se miran desde este ángulo, y aparecen m á s claramente las limitaciones del estudio del discurso. ¿Cuál es. la función de la crisis en la transformación de las disciplinas? ¿Qué tipos de crisis se traducen en transformaciones permanentes de las disciplinas y cuáles no? Está en la naturaleza de las cosas que las disciplinas se hallen siempre sujetas a desafío. También es evidente que los paradigmas sólo pueden consolidarse excluyendo aquellos elementos que ponen en entredicho el crédito de la disciplina. ¿ C ó m o podemos distinguir una crisis seria, con probabilidades de traducirse en una nueva ruptura, del cotidiano entrechocar de los monstruos sagrados del m u n d o académico? Por ejemplo, en los Estados Unidos ha causado gran agitación el ataque de Derek Freeman contra la obra y la reputación de la difunta Margaret M e a d . 2 4 L a crítica va diri-

La institutionalization de las ciencias sociales: su trascendencia social y política

gida a cuestiones fundamentales: la validez del trabajo de campo (la piedra de toque de la disciplina) y, más allá, algunos de sus supuestos básicos. El ataque de Freeman ha cobrado importancia debido a que lo ha vinculado explícitamente a una ofensiva generalizada contra lo que denomina "determinismo cultural", y con ello la escuela de Franz Boas, A . L . Krober y Robert Lowie. Sostiene, en cambio, la primacía del determinismo biológico y de la sociobiología de Edward Wilson y su escuela. E n realidad, con el pretexto de un ataque contra M e a d , Freeman intenta desacreditar el paradigma reinante en la antropología norteamericana desde la década de 1920: la noción de que los seres humanos son producto no sólo de la naturaleza (como propugnaba en la época la pseudociencia de la eugenesia racista), sino también del ambiente (en inglés nurture) esto es, de la cultura. Franz Boas y sus discípulos (entre ellos Margaret M e a d ) ; lucharon por establecer la legitimidad de esta posición en la década de 1920. L o que está en juego en la controversia Freeman/Mead es, por consiguiente, de extraordinaria importancia. Pero es improbable que conduzca a una transformación significativa de la disciplina. N o es posible dar una explicación completa sobre el tema en este artículo. Acaso baste con reparar en lo marginal de la posición que tanto M e a d c o m o Freeman ocupan en la disciplina, la falta de una oposición institucional organizada (el ataque de Freem a n , pese a sus pretensiones de alcance más amplio, es en gran medida un ataque ad feminem; él mismo carece de escuela y no es miembro de ninguna). Finalmente, el reto de la psicobiología a la disciplina de la antropología (y en realidad todo el debate naturaleza/cultura) fue zanjado hace tiempo en lo que a los antropólogos norteamericanos se refiere; la verdad es que fue precisamente este debate lo que dio impulso a la profesión en su forma moderna. C o m o consecuencia, las posiciones adoptadas por cada bando son bien conocidas, y existen defensas establecidas contra ellas. N o será ésta la manera de derribar a la antropología. U n segundo ejemplo negativo nos permi-

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tirá formarnos una idea m á s completa del problema. E n mi propia investigación sobre la sociología francesa del Islam he sostenido que esta disciplina atravesó un periodo de profunda crisis entre 1890 y 1914. L a primera crisis del orientalismo francés, c o m o lo he llamado, fue expresión de la crisis m á s general de la enseñanza superior francesa que dio origen a las disciplinas modernas (singularmente la escuela de Durkheim). 2 5 E s decir, fue una crisis en la concepción de la disciplina, su organización interna y su relación con el contexto intelectual de la ciencia francesa. E n este periodo hizo su primera aparición lo que puede denominarse sociología del Islam en un sentido moderno. Se crearon nuevas instituciones, se lanzaron nuevas publicaciones periódicas, se reivindicó la legitimidad científica del nuevo campo y se elaboraron nuevos métodos de trabajo; en suma, todo lo que caracterizaba a los durkheimianos. L a crisis afectó también al propio paradigma orientalista; hubo una ruptura con sus estereotipos y su esencialismo, una apertura momentánea a la historicidad y la variedad de los pueblos musulmanes, e incluso se permitió a los musulmanes aparecer c o m o sujetos al par que c o m o objetos de estudio. L a expresión principal de este aspecto de la crisis fue la revista Revue du monde musulman, que apareció de 1906 a 1926. Se trataba de una publicación "ni orientalista, ni colonialista", según palabras de su fundador, Alfred LeChatelier, que ocupó la cátedra de sociología y sociografía musulmanas en el Collège de France. E n otra obra hemos reseñado la notable apertura de la Revue a las corrientes de la época, su negativa a admitir la hipóstasis del Islam y los musulmanes, su inclinación al diálogo. Todos estos rasgos eran inequívocamente nuevos y planteaban un serio desafío a la vieja concepción orientalista, que concentraba, la atención en los textos, hablaba del Islam c o m o de una esencia intemporal y se resistía resueltamente a reconocer el dinamismo de las sociedades musulmanas contemporáneas. ¿Por qué, entonces, la primera crisis del orientalismo, que sin embargo poseía muchas

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de las características de la crisis que hizo nacer la sociología en Francia, no le permitió a la sociología del Islam convertirse en una disciplina moderna? Las limitaciones de espacio n o permiten dar en este trabajo una respuesta plena y suficiente. Los lectores interesados en el tema pueden consultar nuestro ensayo antes mencionado. E n realidad, la respuesta consta de varias partes. L a primera de ellas tiene que ver con el contexto histórico particular de las relaciones entre Francia y las sociedades islámicas en los primeros años del siglo x x . Las incertidumbres de la ofensiva colonial francesa en Marruecos en el periodo 1890-1904 favorecieron la aparición de concepciones que no estaban de acuerdo con los estereotipos de la doctrina colonial aplicados a la sociedad musulmana. E n segundo lugar, y más generalmente, es éste un periodo de excepcional apertura en las relaciones entre liberales europeos y musulmanes. E n su c o m ú n deseo de establecer regímenes constitucionales, gobiernos representativos y estados de derechos, y conociendo las fuerzas que amenazaban estas posiciones en sus respectivas sociedades, los liberales europeos y musulmanes tenían un vasto terreno de entendimiento. L a Revue du monde musulman es fruto de esta esperanza política compartida. El cambio de vientos políticos que la primera guerra mundial trajo consigo socavó la base de esta momentánea apertura, y el viejo paradigma orientalista recuperó su vigencia. Por lo tanto, la primera crisis del orienta-

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lismo n o convirtió a la sociología del Islam en una nueva escuela o en una disciplina moderna, fundamentalmente porque el campo mismo se hallaba tan politizado que cualquier esperanza de transformación fundamental dependía decisivamente de coyunturas políticas particulares. U n ligero cambio en las corrientes políticas fue suficiente para cerrar la apertura. Por último, la posición intelectual relativamente marginal, tanto de la École d'Alger c o m o de Alfred LeChatelier, con respecto a las nacientes disciplinas sociales que empezaban a imponerse en Francia debilitó aún m á s cualquier posibilidad de que este fortuito m o m e n t o tuviera un resultado m á s fructífero y satisfactorio. El estudio de una crisis que, en algunos aspectos fundamentales, bien podría haber llevado a una transformación del campo, a la forja de un nuevo paradigma y a la cristalización de una nueva disciplina, sin lograrlo, tiene por lo tanto un interés particular. N o s permite apreciar c ó m o los medios en que se crea, se impone y se institucionaliza la autoridad de los discursos depende de una compleja interrelación de fuerzas intelectuales y políticas, así c o m o del lugar que en ellas ocupe la orientación intelectual que procura imponerse. El estudio de la institucionalización de las ciencias sociales y de sus efectos y repercusiones requiere necesariamente una clara comprensión de estas relaciones.26

Traducido del inglés

La institutionalization de las ciencias sociales: su trascendencia social v política

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Notas 1. Véase, por ejemplo, Clifford Geertz, "Blurred genres", American Scholar, 1980, p. 165-179. 2. Michel Foucault, Les mots et les choses: une archéologie des sciences humaines, Paris, Gallimard, 1966, y Pierre Bourdieu, Esquisse d'une théorie de la pratique, Ginebra y Paris, Droz, 1972. 3. Se encontrarán dos de los mejores ejemplos de este enfoque en R a y m o n d A r o n , Les étapes de la pensée sociologique, 2 vols., Paris, Gallimard, 1967, y en Talcott Parson, The structure of social action, 2 vols., N u e v a York, M e G r a w Hill, 1937. Reedición Free Press, 1968. 4. E n relación con Durkheim, véanse, entre otros, Terry N . Clark, Prophets and patrons: the French university and the emergence of the social sciences, Cambridge, Harvard University Press, 1973; Steven Lukes, Emile Durkheim: his life and work, Londres, Allen Lane, 1973; y los diferentes números especiales de la Revue française de sociologie, dedicados a Durkheim: " À propos de Durkheim", vol. xvii, n.° 2 , 1976, y "Les durkheimiens", vol. x x , n.° 1 1979, especialmente los artículos de Philippe Besnard y Victor Karady. 5. Victor Karady, "Stratégies de réussite et modes de fairevaloir de la sociologie chez les durkheimiens", Revue française de sociologie, vol. x x , n.° 1, 1979, p. 54-56. 6. T . N . Clark, Prophets and patrons, p . 242. Véase también su artículo titulado "Emile Durkheim and the institutionalization of sociology in the French university system", Archives européennes

de sociologie, vol. ix, 1968, p. 37-71. 7. Publicada por primera vez en 1895, esta obra es hoy un clásico de la historia de las ciencias sociales. Su magistral definición del ámbito sociológico ha desempeñado u n papel esencial en la definición de los parámetros que han guiado el desarrollo de la sociología francesa hasta la segunda guerra mundial. 8. Las consideraciones que se enumeran a continuación se inspiran en dos artículos de Victor Karady, "Durkheim, les sciences sociales et l'université: bilan d'un semi-échec", Revue française de sociologie, vol. xvii, n.° 2 , 1976, p. 267-311, y "Stratégies de réussite et m o d e s de faire-valoir de la sociologie chez les durkheimiens", op. cit., p. 49-82 ; así c o m o en el artículo de Philippe Besnard, "La formation de l'équipe de VAnnée sociologique", Revue française de sociologie, vol. x x , n.° 1, 1979, p. 7-31. Véase también Steven Lukes, Emile Durkheim: his life and work, op. cit. 9. Durkheim, citado en George Weisz, "L'idéologie républicaine et les sciences sociales: les durkheimiens et la chaire d'économie sociale à la Sorbonne", Revue française de sociologie, vol. x x , n.° 1, 1979, p. 84. 10. Leon B r a m s o n , The political context of sociology, Princeton, N . J., Princeton University Press, 1961. Véase también Alvin W . Gouldner, The coming crisis of Western sociology, Nueva Y o r k , Basic Books, 1970. 11. Sobre la relación entre la etnografía francesa y los durkheimianos, véase Donald R a y Bender, Early French

ethnography in Africa and the development of ethnology in France, Northwestern University, Anthropology, 1964. (Tesis de doctorado.) 12. L o que sigue está tomado de mi artículo "The sociology of Islam: the French tradition", en Malcolm H . Kerr (dir. publ.), Islamic studies: a tradition and its problems, p. 73-88. Malibu, California, U n d e n a Publications, 1980. 13. Jacques Berque, Le Maghreb entre deux guerres, p. 124, Paris, Seuil, 1962. 14. C o n respecto a la doctrina colonial francesa y al mito cabila, véase Charles-Robert Ageron, "La France a-t-elle eu une politique kabyle?", Revue historique, n.° 223, 1960, p. 311-352. 15. Recientemente reeditado, con un importante prefacio de Fanny Colonna (Aix-enProvence, Edisud, 1983). Véase también el ensayo de esta última (en colaboración con Claude Brahimi) " D u bon usage de la science coloniale", en Henri Moniot (dir. publ.) L e mal de voir. Ethnologie et orientalisme: politique et épistémologie, critique et autocritique (Cahiers Jussieu, n.° 2), p . 221-241, París, Colección 10/18, 1976. 16. Lucette Valensi, " L e Maghreb vu du centre: sa place dans l'école sociologique française", en Jean-Claude Vatin (dir. publ.), Connaissances du Maghreb: étude comparée des perceptions françaises et américaines, Aixen-Provence, Éditions d u C N R S , de próxima publicación. 17. Para una introducción a Io que se ha convertido en una abundante literatura, véanse, entre otros, A n o u a r AbdelMalek, "L'orientalisme en crise", Diogène, n.° 44, 1963,

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p. 103-140, y Abdallah Laroui, knowledge", Universidad de La crise des intellectuels arabes,California, Santa Cruz, febrero Paris, Maspero, 1974. Véanse de 1979. también mis artículos "The 21. David Kopf, British image of the Moroccan state in orientalism and the Bengal French ethnological literature: renaissance, Berkeley y Los a n e w look at the origin of Angeles, University of Lyautey's Berber policy", en California Press, 1969. Ernest Gellner y Charles Micaud (dir. publ.) Arab and Berbers from tribe to nation in 22. Véase, por ejemplo, Niyazi North Africa, p. 175-199, Berkes, The rise of secularism in Londres, Duckworth, 1973; y Turkey, Montreal, McGill "Fez, the setting sun of Islam: University Press, 1964; Albert a study of the politics of colonial Hourani, Arabic thought in the ethnography", The Maghreb liberal age, Londres, Oxford, Review, vol. n, n.° 4, 1977, 1962; Nikki R . Keddie, Roots of p. 1-7. revolution, an interpretative history of modern Iran, N e w 18. Edward Said, Orientalism, Haven, Yale University Press, Nueva York, R a n d o m House, 1982. 1978. 19. Se encontrará un importante análisis crítico de la forma en que Foucault y Said emplean el término "discurso" s en el artículo de James Clifford publicado en History and theory, vol. xix, h.° 2, 1980, p. 204-223. 20. B . S. Cohen, "The c o m m a n d of language and the language of c o m m a n d " , manuscrito inédito, 1983. Véase también su conferencia, "The colonial sociology of

23. La obra clásica que debe consultarse a este respecto es la de Yves Lacoste, André Nouschi y André Prenant, Algérie: passé et présent, Paris, Editions Sociales, 1960. 24. Derek Freeman, Margaret Mead and Samoa: the making and unmaking of an anthropological myth, Cambridge, Mass. Harvard University Press, 1983. Freeman ataca las primeras obras de M e a d sobre Samoa, en

particular A coming of age in, Samoa, Nueva York, William Morrow, 1928. U n debate de gran magnitud se está llevando a cabo desde hace meses. Entre las opiniones m á s importantes, véanse George E . Marcus, New York Times Book Review, 27 de^ marzo de 1983 y James Clifford, Times Literary Supplement, abril de 1983. Para conocer el punto de vista de los propios interesados, véase Robert Trumbull, "Somoan leader declares: 'both anthropologists are wrong'", New York Times, 24 de mayo de 1983, p. 18. 25. Para un estudio más completo de la cuestión, véase mi artículo "Thefirstcrisis of French orientalism", en JeanClaude Vation (dir. publ.), Connaissances du Maghreb: étude comparée des perceptions françaises et américaines, Aixen-Provence, Editions du C N R S , de próxima publicación. 26. Pierre Bourdieu, "Les conditions sociales de la production sociologique: sociologie coloniale et décolonisation de la sociologie", en Henri Moniot (dir. publ.) Le mal de voir, op. cit.

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La geografía a fines del siglo xx: nuevas funciones de una disciplina amenazada

Milton Santos

Entre los múltiples aspectos del periodo entonces de la auténtica conmoción revolucioactual, es esencial reconocer la revolución naria que experimentó el m u n d o a raíz de la histórica y científica que atribuye a las ciencias segunda guerra mundial, cuando, por efecto del hombre y de la sociedad un lugar privile- de la mundialización, comenzó una fase entegiado en el conjunto de los saberes humanos. ramente nueva de la historia h u m a n a . ' E n un m u n d o reestructurado de tal suerte, ha Sin duda, lo que ahora estamos viviendo de corresponder un papel particular a la es el fruto de una larga preparación, y el ciencia geográfica —ciencia del espacio del proceso de internacionalización no data de h o m b r e — y hemos de interrogarnos acerca de hoy. El proyecto de mundializar las relaciones los problemas que, ya en esta perspectiva, se económicas, sociales y políticas se inició conpresentan para su realizala extensión de las fronteción y para la actualizaras del comercio a coMilton Santos es profesor de geoción de la disciplina. mienzos del siglo xvi, grafía en la Universidad de São Paulo, ¿Podemos pensar que la progresó irregularmente Brasil. Es autor de varias obras, entre inercia vencerá al moviellas Les villes des pays sous-dévelop- a través de los siglos miento, impidiendo su de expansión capitalista, pés (1971), L'espace partagé (1975) y desarrollo, o debemos Por uma geografia nova (1978). Su para tomar cuerpo al fin dirección: rua Nazaré Paulista 163, creer m á s bien que conseen el m o m e n t o en que apt. 64, 05448 São Paulo, Brasil. guirá afirmarse una geouna nueva revolución grafía renovada? científica y técnica se impone y en que las formas de vida experimenRedescubrimiento tan una súbita transfory reestructuración mación en nuestro planedel planeta en el ta: con los formidables medios puestos a su disperiodo científicoposición, las relaciones del h o m b r e .con la técnico y nuevas funciones de naturaleza conocen hoy un giro decisivo. las ciencias Sobrevienen así cambios cualitativos sorprendentes, y no es el menos notable la posibilidad D e la internacionalización de conocerlo y utilizarlo todo a escala planetaa la mundialización ria, que en adelante será el marco de las. relaciones sociales. Se puede hablar de m u n N o sin razón habló K . Polanyi [1957] de dialización, cuando antes se trataba tan sólo "gran transformación" para saludar los profunde internacionalización [Amin, 1980, p. 188]. dos cambios impuestos a nuestra civilización D a d a la nueva proyección de la historia, desde comienzos del presente siglo. Q u é decir

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es preciso "revisar totalmente toda la estructura de los postulados y de los prejuicios en que se funda nuestra visión del m u n d o " , según G . Barraclough [1965, p. 10]. M á s recientemente, Katona y Strumpel [1978, p. 2-3] critican una visión económica que no toma suficientemente en cuenta las nuevas realidades, deplorando que factores como las finanzas se estudien aún dentro de un marco puramente nacional y no en su contexto mundial. L a sociología, tal como fue concebida en la segunda mitad del siglo xix, tendría que ser sustituida, según A . Bergesen [1980, p. 1], por una "visión sistémica del m u n d o " , m á s adaptada a las nuevas realidades. Sin embargo, ¿cabe deducir de lo antedicho que existe realmente ese sistema mundial [Bergesen y Schoenberg, 1980], ya se llame sociedad mundial [Pettman, 1979], o sistema global [Modelski, 1972]? Sería el resultado de la interconexión entre las sociedades nacionales más alejadas y dispares desde todos los puntos de vista, merced a nuevas condiciones de realización de la vida social, es decir, de una división mundial capitalista del trabajo fundada en el desarrollo de las fuerzas productivas a escala mundial y. dirigida a través de los Estados y de las grandes corporaciones o . empresas transnacionales [Maza Zavala, 1976, p. 43]. L a universalización existe ahora en los hechos: universalización de la producción, incluida la producción agrícola, de los procesos productivos y de comercialización, de los intercambios, del capital y de su mercado, de la mercancía, de los precios y del dinero c o m o mercancía-patrón, de las finanzas y de las deudas, del modelo de utilización de los recursos mediante técnicas universalmente interrelacionadas [S. Breton, 1968, p. 112], del trabajo, es decir del mercado de trabajo y del trabajo improductivo, del medio ambiente, de las empresas y de las familias; universalización también de los gustos, del consumo, de la alimentación, de la cultura y de los modelos de vida social, universalidad de una racionalidad al servicio del capital constituida en moralidad igualmente universalizada, universalidad de una ideología comercial, importada

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del extranjero, universalización del espacio, de la sociedad que ha pasado a ser mundial y del hombre amenazado de enajenación absoluta. Vivimos en un m u n d o donde una ley del valor mundializada rige la producción total, por conducto de las producciones y de las técnicas dominantes, las que utilizan el trabajo científico universal previsto por M a r x [E. Mandel, 1980, p. 132]. L a base de todas estas producciones es también universal, y su realización depende, de aquí en adelante, de la existencia de un mercado mundial. Pero esta mundialización ¿es completa? Para muchos, no podría hablarse, por ejemplo, de mundialización de las clases sociales [Bergesen, 1980 y Navarro, 1982, p. 10] ni de una moralidad universal, siquiera fuese la moralidad de los estados. Si las empresas multinacionales crean por todas partes burguesías transnacionales [R. L . Sklar, 1977], y si instituciones de índole semejante están presentes en todos los países, las clases en cambio todavía se definen territorialmente, de la misma manera que las aspiraciones y el carácter de un pueblo siguen siendo determinados por los legados históricos. Los estados, cuyo número se ha multiplicado en virtud de las nuevas condiciones históricas, constituyen un sistema mundial, pero, individualmente, son a la vez una puerta de acceso y una barrera para las influencias exógenas. Su acción, aún autoritaria, se funda en las realidades preexistentes, razón por la cual nunca favorece una mundialización completa de las estructuras profundas de la nación. Pero eso no basta para impedir que se hable de mundia: lización. H o y , lo que no está mundializado se halla condicionado por la mundialización. ¿Un periodo técnico-científico?

Es posible estar en desacuerdo respecto a la denominación y las características del periodo histórico actual. Nosotros lo vivimos, y no hay nada más difícil de definir que el presente. Pero sabemos ya que nuestra época lleva aparejada una revolución global no realizada aún del todo, mas cuyos efectos son percepti-

La geografía afinesdel siglo xx: nuevas funciones de una disciplina amenazada

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La mundialización de las relaciones económicas: un buque panameño en los astilleros de Kawasaki en K o b é , Japón. Pierre Blouzard.

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bles en todos los aspectos de la vida. C o m o dice Lucien Goldmann [1978, p. 185-186]: " A partir de la segunda guerra mundial, se hace cada vez más evidente para los investigadores serios que tenemos un tercer tipo de capitalismo, respecto al cual se emplea toda una serie de denominaciones: capitalismo de organización, sociedad de masas, etc. Sigue tratándose de capitalismo, sin duda, pero han aparecido cambios esenciales." Nuestra época sugiere que tengamos bien presente la advertencia de Marx, para quien "es destino de las nuevas creaciones históricas el ser consideradas c o m o si no fueran más que una contrapartida de las formas antiguas e incluso periclitadas de vida social, a las que se asemejan" [1970, p. 58]. Nosotros creemos, c o m o tantos otros, que los trastornos que caracterizan esta fase de la historia h u m a n a se deben en gran parte a los extraordinarios progresos efectuados en el ámbito de las ciencias y de,las técnicas. N o s hallamos en el periodo del capitalismo tecnológico, según L . Karpik [1972], o de la sociedad tecnológica, según H . Lefèbvre [1968]. Sin duda podemos preguntarnos, por una parte, si el desarrollo económico no ha dependido siempre del progreso científico [Aron, 1961; Bettelheim, 1967; Ellul, 1954; Jalee, 1969; Tsuru, 1961], o recordar, c o m o ha hecho E . Mandel [1980], que ésta es sólo la tercera revolución científica; y, por otra parte, deberíamos replantearnos m á s a menudo la pregunta de R . Heilbroner [1967] : "¿hacen las máquinas la historia?" Algunos analistas creen en una especie de determinismo tecnológico [Ferkiss, 1970, p. 30] y otros nos previenen contra toda arriesgada tentación de creer en una "ilusión tecnológica". Nosotros preferim o s sumarnos a estos últimos, sin minimizar por ello el papel fundamental desempeñado por los progresos científicos y técnicos en las transformaciones recientes de nuestro planeta. Esta "transformación total de los fundamentos de la vida humana" de que habla Bernai habría sido, si no, imposible [Richta, 1970, p. 43]. Se trata ahora de una verdadera interdependencia entre la ciencia y la técnica, contra-

riamente a lo que sucedía antes. E n realidad, c o m o bien ha observado R . Richta [1970, p..37], hoy "la ciencia precede a la técnica", aunque la realización de la primera esté cada vez más subordinada a la segunda. La tecnología resultante se utiliza a escala mundial, y lo único que cuenta es la búsqueda desenfrenada de beneficios, allí donde las condiciones lo permiten. Es éste un dato fundamental de la situación actual. El hecho de que la tecnología se haya convertido en un elemento exógeno para gran parte de la humanidad — fenómeno señalado por A . Herrera [1977, p. 159] — acarrea consecuencias de enorme alcance, pues su utilización universal, generalmente sin proporción con los recursos naturales y humanos locales, es causa de graves trastornos. Ahora bien, todo ello ha sido posible sólo y exclusivamente porque el trabajo científico se ha puesto casi siempre, de forma directa o indirecta, al servicio de la producción. L a ciencia tiene ahora una función productiva directa [Thibault, 1967]. Mundialización perversa y perversión de las ciencias

La mundialización que conocemos es perversa [Santos, 1978]. Concentración y centralización de la economía y del poder político, cultura de masas, cientificización de la burocracia, centralización agravada de las decisiones y de la información constituyen las bases de una agravación de las desigualdades entre países y entre clases sociales, tanto como de la opresión y desintegración del individuo. Comprendemos entonces que exista una correspondencia entre sociedad global y crisis global. E igualmente comprensible, aunque lamentable, es que este movimiento general haya alcanzado a la actividad científica misma. El redescubrimiento del planeta y del hombre, es decir, la amplificación del saber que les concierne, no son sino los dos términos de una misma ecuación. Esta ecuación se halla condicionada por la producción en sus formas materiales e inmateriales. Los conocimientos obran sobre los instrumentos de tra-

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U n m a p a m u n d i del siglo xvi. Arts décoratifs.

bajo, imponiéndoles modificaciones a menudo brutales, y aportando apremios o beneficios, según las condiciones de su utilización. Cuando la ciencia es cooptada por una tecnología cuyos objetivos son m á s económicos que sociales, se hace tributaria de los intereses de la producción y de los productores hegemónicos y renuncia a toda vocación de servir a la sociedad. Se trata de un saber instrumentalizado en el que la metodología sustituye al método.

U n saber comprometido con intereses e institucionalizado en función de conocimientos estrictamente delimitados acaba por sufrir una fragmentación cuya consecuencia no es la deseable autonomía de las disciplinas científicas, sino su separación. L a evolución económica agrava estas disociaciones y nos aleja cada vez m á s de una visión global y de la visión crítica que ésta permite. El quehacer del hombre de ciencia queda entonces despojado de su contenido teleológico y tiene que

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efectuarse con arreglo a una óptica puramente Al reducir así su alcance y restringir su pragmática para satisfacer a aquellos que campo de acción, se internacionalizan a la vez encargan las investigaciones o dirigen las que se tornan incapaces de adoptar una visión instituciones de enseñanza. Cuando el queha- mundial y crítica. Los excesos de especializacer científico tiene que responder así a objeti- ción y la pérdida de ambición de universalidad vos establecidos desde un punto de vista son dos aspectos de una misma cuestión, que utilitario, nos hallamos ante un divorcio entre permiten que las ciencias sociales sean utilizateoría y praxis [Gouldner, 1976]. D e ahí la das de manera perversa. posibilidad de un éxito práctico de las falsas La geografía no se libra de esta tendenteorías [Bunge, 1968]. Por eso se ha hablado cia. Desarrollada en parte bajo el signo del con razón de perversión de la ciencia [Ravetz, utilitarismo, fundada en la economía neoclá1977, p. 79]. sica, y por lo tanto sin tomar en cuenta el Las ciencias sociales no son ninguna espacio, estaba llamada a negarse a sí misma. excepción en este contexto. También las ha Así es c o m o cuenta, entre susflaquezas,el deformado el movimiento referido. Nunca se hecho de no tener un objeto claramente hará suficiente hincapié en los riesgos de una definido y la pobreza teórica y epistemológica ciencia social monodisciplinaria, desintere- sobre la que descansa su práctica. La inexistensada de las relaciones, globales a pesar de cia de un sistema de referencias más sólido todo, entre los diferentes vectores de que la explica, por lo demás, el importante papel sociedad está en su conjunto constituida. que esta disciplina ha desempeñado en la Quizás una de las causas más importantes de reorganización nada igualitaria del espacio y la actual crisis de las ciencias sociales resida de la sociedad. precisamente en su aislamiento. Buena parte de la producción intelectual en este terreno Posibilidades q u e se ofrecen descuida los estudios mundiales totalizantes. a las ciencias del h o m b r e Este retraso con relación al m u n d o es uno de los signos de la inadecuación de las ciencias Si bien el periodo histórico actual se caractehumanas. riza por actividades científicas m u y a menudo Incapaces ya de apreciar la separación dirigidas hacia preocupaciones inmediatas y entre principios y normas [Catemario, 1968, utilitaristas, contiene igualmente el germen de p . 74], y de este m o d o empobrecidas, no es un cambio de tendencia. Si, por una parte, la sorprendente que estas ciencias adopten múlti- ciencia se convierte en una fuerza productiva ples formas de sumisión a intereses con fre- directa, por la otra aumenta la importancia cuencia poco gloriosos del m u n d o de la pro- del hombre —es decir de su saber— en el ducción. A veces se ponen sin el menor juicio proceso productivo. Este saber permite un crítico al servicio del marketing, de lo que se conocimiento m á s amplio y profundo del ha dado en llamar relaciones humanas, de planeta, un verdadero redescubrimiento del toda suerte de "ingeniería social", y de la m u n d o y de las enormes posibilidades que producción por encargo de las ideologías encierra, puesto que la actividad humana [Useem, 1976], reduciendo así gradualmente misma es revalorizada. N o falta ya más que sus posibilidades. D e esta manera, las ciencias poder poner estos recursos inmensos al servisociales se interesan por un muestrario tenden- cio de la humanidad. Se trata de una tarea que cioso de las contradicciones más importantes: exige m u c h o tiempo y esfuerzo, pero no es el Estado y las empresas transnacionales, el imposible, y supone la existencia de una Estado y la nación, el crecimiento y el e m p o - ciencia autónoma, tal c o m o la ha definido brecimiento, el Este y el Oeste, el desarrollo y R . W u t h r o w [Bergesen, 1980, p. 30]. el subdesarrollo, etc., ocultando las causas Por el momento, las condiciones locales reales de las mismas y los resultados previsi- de realización de la economía internacional bles de los encadenamientos entre fenómenos. acaban por dar la primacía al imperativo

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tecnológico, a conjuntos técnicos considera- están sometidas a la ley de las necesidades. L a dosfijos,ya que la ciencia económica misma división de los campos suele no ser nítida, parece organizar sus postulados en función de pero cabe pensar que en un m u n d o así constiecuaciones técnicas rígidas. Se trata ahora de tuido son las ciencias del hombre las que llegar a una liberación de este imperativo ganan en alcance. Por lo demás, muchas tecnológico y de subordinar las opciones técni- combinaciones ahora posibles no son deseacas afinalidadesm u c h o m á s amplias que la bles, mientras que otras, también m u y n u m e propia economía. V e m o s pues que no se trata rosas, no convienen a tal o cual país o región. en m o d o alguno de una cuestión técnica, ni del ámbito de las ciencias exactas, sino que compete, por el contrario, a las ciencias Renovación sociales, cuya responsabilidad así se acre- de una disciplina amenazada cienta. A u n q u e impuesto por necesidades históricas, el reciente redescubrimiento de la naturaleza y del hombre debe atribuirse, sobre todo, a las disciplinas naturales, biológicas y exactas, es decir a las "ciencias". Esto ha comunicado a las "no ciencias", disciplinas de la sociedad y del hombre, un valor nuevo, todavía insuficientemente medido, en la contrucción razonada de la historia. Los nuevos saberes llamados "científicos" apuntan al reino de lo posible, mientras que su realización concreta depende más bien de las condiciones económicas, culturales y políticas. C o m o el futuro no es único, sino que debe ser escogido, son las ciencias sociales las que han de servir c o m o base para la construcción voluntaria de la historia. ¿ C ó m o ? Se trata de ampliar su basefilosóficahasta admitir que las preocupaciones teleológicas no son óbice para su fiel transcripción de los fenómenos. Las nuevas realidades son a la vez causa y consecuencia de una multiplicación de posibilidades, potenciales o plasmadas en hechos reales, cuya pluralidad de combinaciones es factor de complejidad y de diferenciación crecientes. N o es cuestión aquí de adaptar el pasado, sino de trastocar las concepciones fundamentales, las formas de enfoque, los temas de análisis. Es decir que cambian a la vez contenido, método, categorías de estudio y palabras clave. E n calidad de promesa, el crecimiento de las posibilidades concierne al m u n d o entero y a toda la humanidad, pero la "historicización" y la "geograficización" de las posibilidades

Una disciplina amenazada

L a importancia actual del territorio (para.no hablar de espacio) en la realización de la historia viene tal vez indicada por el creciente interés que en él ponen no sólo los geógrafos, sino también, y m á s cada día, urbanistas, planificadores, científicos especializados en ámbitos tan diversos c o m o son la economía, la sociología, la etnología, la política, la historia, la demografía, etc. Tanto Neis Anderson [1964, p. 5] c o m o , m á s recientemente, Pierre George [1982, p. 1] han observado que el supuesto objeto tradicional de la geografía era tratado, cada vez m á s , por especialistas diversos. "Nuestro objeto" será mejor estudiado por otros, se lamenta V . D . Dennison [1981, p. 271-272]. Por otra parte, la geografía, que h a sucumbido a las tentadoras solicitaciones del m u n d o de la producción, ¿no es víctima de una especialización exagerada? M . Sorre, ya en 1957 [p. 10; p. 35-36], hablaba de u n a amenaza de "despedazamiento". J. Allan Patmore [1980] había llamado la atención sobre estos riesgos, y, a pesar de su escepticismo, R . J. Johnston [1980] no dejó de indicar que, de continuar así, la disciplina iba hacia la anarquía. La misma preocupación hizo decir a Brian Berry [1980, p. 449] en su discurso presidencial (de la Asociación de Geógrafos Americanos) que se seguía el r u m b o que va "del pluralismo al desenfreno". ¿Podrá decirse entonces, con M . E . Eliot-Hurst [1980, p. 3], que se trata de una disciplina moribunda? Se trata, sin duda alguna, de una

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disciplina amenazada; pero las amenazas vienen m á s de ella misma, en su estado actual, que de las disciplinas vecinas. L a cuestión se complica si admitimos, con el m i s m o Johnston [1980], que hay tantas geografías c o m o geógrafos, o si reconocemos, con H . Lefèbvre [1974, p. 15], que "los escritos especializados informan a sus lectores acerca de toda clase de espacios precisamente especializados [. . .] y existe, según parece, una indefinida multiplicidad de espacios: geográficos, económicos, demográficos, sociológicos, ecológicos, comerciales, nacionales, continentales, mundiales". Y . Lacoste [1981, p. 152] sintetiza hasta cierto punto estos dos puntos de vista cuando escribe: " D e hecho, hay tantas concepciones del 'espacio geográfico' o del 'espacio social' c o m o tendencias de 'escuelas' en geografía, en sociología o en etnología; en último extremo, hay tantas maneras de ver las cosas c o m o individualidades que llevan a cabo una investigación aplicando un procedimiento científico." Desde luego, existen percepciones diversas de las mismas cosas puesto que existen individuos diferentes. Pero ¿hemos de renunciar por ello a intentar una definición objetiva de las realidades? D e otro m o d o , ni siquiera sabríamos por dónde empezar el trabajo científico, estaríamos siempre a merced de una ambigüedad. E n realidad, respecto a lo que aquí nos incumbe, hay que transformar el problema aparentemente doble en uno solo. Se trata de definir el espacio de la geografía, aunque sea una geografía renovada o redefinida, y de fijar así su objeto y sus límites [Holt-Jensen, 1980, p. 4]. En busca de un objeto: el espacio

U n sistema de realidades, es decir, un sistema formado por las cosas y la vida que las anima, supone leyes: una estructuración y normas de funcionamiento. U n a teoría, es decir su explicación, es un sistema forjado en el pensamiento cuyas categorías reproducen la estructura que rige el encadenamiento de los hechos. Si lo llamamos organización espacial, estructura espacial, organización del espacio, estruc-

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tura territorial o simplemente espacio, sólo la denominación cambia, y eso no es fundamental. La cuestión es encontrar las categorías de análisis que nos permitan erigir su conocimiento sistemático, es decir la posibilidad de proponer un análisis y una síntesis de esa realidad con los mismos elementos constitutivos. Recientemente, los geógrafos han malgastado no poco tiempo y talento en una discusión semántica sin salida. Se han divertido incluso inventando denominaciones nuevas. Por ejemplo, los hay que prefieren hablar de espacialidad o incluso de espacialización de la sociedad, rechazando la palabra espacio, aun cuando se trate del espacio social. Sin e m bargo, la renovación de la geografía requiere afinar la noción de espacio y buscar nuevas categorías para su análisis. Cuando A r m a n d o Corrêa da Silva [1982, p. 52] enuncia que no hay geografía sin teoría espacial consistente, dice también que esta "teoría espacial consistente" sólo es analíticamente válida si dispone de un "concepto relativo a la naturaleza del espacio". El espacio no es una cosa, ni un sistema de cosas, sino una realidad compuesta por relaciones: cosas y relaciones juntamente [Mabogunje, 1980, p. 5]. Por eso su definición sólo puede hallarse por referencia a otras realidades: la naturaleza y la sociedad, mediatizadas por el trabajo. El espacio no es, pues, c o m o en las definiciones clásicas de la geografía, el resultado de una interacción entre el hombre y la naturaleza bruta, ni tampoco una amalgama formada por la sociedad actual y el medio ambiente. El espacio debe considerarse como un conjunto indisociable en el que participan, por un lado, cierta combinación de objetos geográficos, objetos naturales y objetos sociales, y, por el otro, la vida que los colma y anima, es decir la sociedad en movimiento. El contenido (la sociedad) no es independiente de la forma (los objetos geográficos), y cada forma encierra una fracción del contenido. El espacio, por consiguiente, es un conjunto de formas, cada una de las cuales contiene fracciones de la sociedad en movimiento. Las

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"¿Hacen las máquinas la historia?": una escena de la película de Stanley Kubrick 2001: odisea del espacio (1967). Edimedia.

formas, pues, cumplen una función en la tencia mediante los procesos impuestos por sus propias determinaciones, las cuales hacen realización social. C o m o totalidad, la sociedad es un con- aparecer cada forma como una forma-contejunto de posibilidades. L a totalidad, según nido, un individuo separado capaz a su vez de Kant, "es la pluralidad considerada como influir en el cambio social. Es un movimiento unidad", o "la unidad de la_diyersidad", según permanente, y merced a este proceso infinito, A . Labriola [1902] y E . Serení [1970]. Esta la sociedad y el espacio evolucionan contradicunidad no es sino la esencia nueva o renovada toriamente. cuya vocación es dejar de ser potencia para convertirse en acto. Podemos comparar tal Importancia actual del espacio contenido —la esencia— con una sociedad en marcha, en evolución, en movimiento. O L a mundialización de la sociedad y de la mejor aún, con su presente todavía no reali- economía engendra la mundialización del espazado. cio geográfico, aportándole un nuevo signifiEl contenido corporeizado, el ser ya cado [Amin, 1980, p . 226]. E n la evolución transformado en existencia, es la sociedad ya de la sociedad, cada uno de sus componentes plasmada en las formas geográficas, la socie- desempeña un papel distinto en el movidad convertida en espacio. L a fenomenología miento de la totalidad, y el papel de cada uno del espíritu de Hegel hablaría de la transfor- de ellos es diferente en cada m o m e n t o . mación de la sociedad total en espacio total. El espacio adquiere hoy una importancia La sociedad sería el ser y el espacio sería la fundamental, pues la naturaleza se transforma, existencia. El ser es metamorfoseado en exis- en su totalidad, en fuerza productiva [Prestí-

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pino, 1977, p. 181]. Cuando todos los lugares han sido alcanzados, de m o d o directo o indirecto, por las necesidades del proceso productivo, se crean paralelamente selectividades y jerarquías de utilización debido a la competencia activa o pasiva entre los diversos agentes. D e ahí una reorganización de las funciones entre las diferentes fracciones de territorio. Cada punto del espacio se torna, pues, importante en potencia o en los hechos; su importancia dimana de sus propias virtualidades, naturales o sociales, preexistentes o adquiridas en virtud de intervenciones selectivas. C o m o la producción se mundializa, las posibilidades de cada lugar se afirman y se diferencian a nivel mundial. C o m o consecuencia de la creciente internacionalizacion del capital y del auge de las empresas transnacionales, se observará una tendencia a lafijaciónmundial —y no ya nacional— de los costos de producción, y a una igualación de las tasas de beneficios debido a la movilidad internacional del capital [Mandel, 1978, p. 187-188], mientras que la búsqueda de los lugares más rentables será una constante. Por eso las diferenciaciones geográficas adquieren una importancia estratégica fundamental, c o m o lo demuestra Y . Lacoste [1977, p. 147], Se puede escoger a distancia el sitio ideal para una empresa dada. Ross, Shakow y Susman [1980] recuerdan a este respecto que, en nuestros días, los proyectos locales están subordinados a las exigencias mundiales. Puede decirse, por lo tanto, a propósito de estas nuevas realidades, que tales utilizaciones especializadas del territorio, ya sean originalmente naturales o culturales, o provengan de intervenciones políticas y técnicas, implican un verdadero redescubrimiento de la naturaleza, o cuando menos una revalorización total, en la que cada parte, cada lugar, recibe una función nueva, adquiere un nuevo valor. C o m o el fenómeno es general, podría decirse que en esta fase de la historia se está afirmando el carácter geográfico de la sociedad, al que C . van Paassen se refería ya en 1957 [Grano, 1981, p. 22]. El hombre alcanza por fin un conocimiento analítico y sintético

de toda la naturaleza y adquiere la aptitud de una utilización general y global de las cosas que le rodean. E n la medida en que la naturaleza se define de un m o d o nuevo y son renovadas sus relaciones con el hombre, resulta necesario también renovar las disciplinas que la estudian. E n el ámbito de la geografía, se requieren nuevas perspectivas y una nueva aptitud para trabajar con leyes universales. Hacia una geografía mundial

¿Pero acaso la geografía no era ya mundial? Hace un siglo, K . Ritter y Vidal de la Blache hablaban de la unidad de la tierra. U n autor como K . Boulding [1966, p. 108], a pesar de ser un economista, no vacila en afirmar que la geografía es, entre todas, "la disciplina que ha interpretado la visión del estudio de la tierra como un fenómeno global". Pero, en un artículo reciente, V . D . Dénnison [1981, p. 271-272] parece responder con reservas a la cuestión, aun cuando a su juicio esta disciplina sea sinónimo de estudios mundiales. U n a cosa es la ambición de llegar a serlo, es decir la voluntad de abarcar la totalidad de los fenómenos y traducirlos en formulaciones científicas, y otra m u y distinta es lograrlo [McConnell, 1982, p. 1633-1634]. La vieja tradición de las escuelas nacionales de geografía o, cuando menos los supuestos históricos de la evolución de la ciencia geográfica en los diversos contextos nacionales, ha constituido quizás un obstáculo que impidió llegar a la fase de los estudios geográficos globales. Verdad es que esta preocupación de mundialización ha conocido mejor fortuna, y ya de larga data, en el ámbito de lo que llamamos geografía física [Voropay, 1978, p. 611], mientras que en la esfera de los hechos sociales se ha revelado más difícil. E n efecto, en este terreno, los esfuerzos de teorización sobrepasan difícilmente el estado embrionario, cuando no son francamente desafortunados o se quedan en meras palabras. La internacionalizacion de la economía ha permitido hablar de ciudades-mundiales, verdaderos eslabones en la cadena de rela-

»if". ' '

o ex u o

W

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ciones múltiples que dan su armazón a la vida social del planeta [Santos, 1978]. Pero, en realidad, se ha mundializado el espacio entero, y n o queda ya un solo punto del globo que p o d a m o s considerar aislado. L a teoría geográfica habría de construirse, pues, con una perspectiva mucho más amplia. J. F . Unstead, ya en 1950, preconizaba la necesidad de elaborar una "geografía m u n dial" o una "geografía global". Pero los proyectos formulados en este sentido no han tenido consecuencias prácticas. Oscilando entre la descripción y la generalización, desde la antigüedad hasta el siglo xix, la geografía no ha podido nunca describirlo todo ni evitar generalizaciones a m e n u d o inconsistentes. A finales del siglo pasado y comienzos del presente,asumió una voluntad de teorización —o por lo m e n o s de independencia científica— con la postulación de principios. Sin embargo, el planeta es todavía mal conocido, y muchas otras ramas del saber se hallan aún en sus albores. N o obstante, la geografía está realizando un gran esfuerzo para establecerse c o m o ciencia, pero no lo ha logrado del todo. A nuestro juicio, la razón de estos fracasos n o reside en la falta de talento de los geógrafos, sino en el hecho de que las condiciones históricas concretas no eran ideales, lo que dificultó la elaboración de una teoría geográfica. E n el transcurso de este siglo, el debate sobre la verdadera naturaleza de la geografía se confundió con el de sus pretensiones científicas, y ambos dejaron en la sombra preocupaciones epistemológicas m á s sólidas. Incluso los esfuerzos emprendidos después de la segunda guerra mundial han dado sólo una parte de los frutos esperados. Pero nosotros creemos que es ahora cuando las condiciones históricas se hallan reunidas para constituir esta geografía mundial, y también teórica, tan perseguida desde hace un siglo. Globalización y empirización de las categorías

A h o r a que el planeta se ha mundializado, ¿qué va a ocurrir con la geografía? Sin duda,

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el m u n d o ha sido siempre uno solo. Sin embargo, no era posible captar su unicidad, salvo respecto a algunos fenómenos de alcance m á s genérico, y más bien fuera del ámbito social. H o y día, con la internacionalización de las técnicas, de la producción y del producto, del capital y del trabajo, de los gustos y del consumo, la mundialización de las relaciones sociales de todo orden (económicas, financieras, políticas) es una garantía de universalidad que permite comprender cada fracción del espacio mundial en función del espacio global. Sólo a partir de esta universalidad, que es empírica, pueden algunas de las categorías filosóficas ser transcritas en un lenguaje geográfico con toda su significación. Es el caso de las categorías de universalidad, particularidad y singularidad, y de las de forma, función, proceso y estructura, ésta última entendida c o m o sinónimo de esencia, es decir de oposición — n o suficientemente estudiada— entre paisaje y sociedad, o incluso paisaje y espacio. La geografía está ya en condiciones de superar la "paleodialéctica" de los geógrafos clásicos y aun actuales. Puesto que la "ley cero" de la dialéctica propuesta por E . M a r quit [1981, p. 309-310] —la ley de la interconexión universal— es empíricamente verificable, la función de la contradicción en el proceso de elaboración del saber, tan justamente destacada por San Sayers [1981-1982], se impone con toda su fuerza. Llegamos a ello precisamente porque el proceso de internacionalización iniciado hace casi cinco siglos se ha convertido en un proceso de mundialización. Hasta entonces, la totalización con que podíam o s trabajar era ante todo intelectual y se realizaba incompletamente en los hechos. E n nuestros días, tiene lugar primero en los hechos y en las relaciones, antes de imponerse al intelecto. Puede decirse ahora que los grandes universales se vuelven empíricos cuando, por una parte, la realización práctica de las técnicas se hace independientemente del medio que las recibe, y cuando, por la otra, el conjunto de técnicas utilizadas es en todas partes potencialmente el mismo. La indepen-

La geografía afines del siglo xx: nuevas funciones de una disciplina amenazada

dencia de las técnicas frente al medio y la mundialización del modelo técnico constituyen un verdadero universal concreto [Ladrière, 1968, p. 216-217; Breton, 1968, p. 114], instrumento de una solidaridad cada vez mayor entre momentos y lugares. N o s hallamos ante un conjunto técnico homogéneo, que se ha hecho sistemático porque está regido y. animado por relaciones internacionales mundializadas y, por consiguiente, también sistémicamente unificadas. Dentro de este contexto general actúan las instituciones supranacionales y las empresas transnacionales, así como los grandes organismos burocráticos centralizados que existen gracias a la expansión mundial de los medios de comunicación y de transporte. El valor universal del m o d o de producción en su momento actual representa la base material para llegar a conceptos universales. Samir A m i n [1980, p . 4] afirma que son generalmente válidos aquellos conceptos cuya posibilidad de aplicación es general, recordando que el m o d o de producción feudal no tiene forzosamente validez universal en la medida en que fue sólo una parte de la historia y de Europa. Considera, por otro lado, que Marx no pudo llegar a ciertas leyes universales a causa de su limitada experiencia de las luchas sociales y de la ignorancia entonces generalizada con relación a los países no europeos. Quizá no sea exactamente así, pero c o m o en esa época la internacionalización no había alcanzado aún su fase actual de desarrollo, la elaboración de categorías universales resultaba a menudo imposible. L a cantidad de relaciones que intervienen en el funcionamiento de la sociedad, de la economía y de la política aumenta de forma exponencial, de suerte que el abanico de variables ligadas a un objeto o a un fenómeno es mucho más denso en el periodo actual. Así pues, las grandes generalizaciones no sólo son posibles sino también necesarias, y se tornan a la vez más sistemáticas y m á s elaboradas. Su base, no lo olvidemos, es empírica. D e este m o d o podríamos volver al viejo tema de la geografía c o m o "ciencia de los lugares", a la que se asocian nombres como

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Vidal de la Blache y C . Sauer, o a la reactivación de esta misma polémica con el debate sobre la uniqueness, en que se hallan empeñados, entre otros, Bunge [1966 y 1979], G o u rou [1973], Grigg [1965], Hartshorne [1955], James [1972], Kalesnik [1971], Schaefer [1953], etc. Cuanto más se mundializan los lugares, más singulares y específicos se tornan, es decir más "únicos". Ello se debe a la desenfrenada especialización de los elementos del espacio —hombres, empresas, instituciones, medio ambiente—, a la disociación cada vez mayor de los procesos y subprocesos indispensables para una mayor acumulación de capital, a la multiplicación de las acciones que hacen del espacio un campo de fuerzas multidireccionales y diversamente complejas, donde cada lugar es sumamente diferente del otro, pero también donde cada lugar está claramente unido a todos los demás mediante un nexo único dado por las fuerzas motrices del m o d o de acumulación hegemonicamente universal. Nos hallaríamos, pues, ante una totalidad concreta, perceptible a través de una dialéctica concreta, c o m o la presentan G . Lukács en Histoire et conscience de classe [I960] y Karel Kosik en Dialéctica de lo concreto [1967]. Y a no se puede hablar de contradicción entre uniqueness y globalidad. Las dos se completan y se explican mutuamente. El lugar es un punto del m u n d o donde se realizan algunas de las posibilidades de este último. El lugar es parte del m u n d o y desempeña un papel en su historia, o, citando a Whitehead [1938, p . 188] "la menor agitación local hace temblar al universo entero". El m u n d o ha sido siempre un conjunto de posibilidades; hoy, sin embargo, estas posibilidades son todas interdependientes. Hacia una geografía renovada

Actualmente, c o m o hemos visto, las técnicas se utilizan en todas partes sin que se tomen en consideración los sistemas locales de recursos naturales y humanos, y superpuestas a realidades económicas y sociales diferentes. Los

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resultados, creadores de trastornos y desigualdades en todas partes, imponen en cada lugar combinaciones particulares, que son otras tantas formas específicas de complejidad de la vida social. Por consiguiente, el problema está en reconocer el efecto d e estas superposiciones sobre la existencia de cada sociedad. L a unión entre las posibilidades que se entreabren y el acto de edificar una historia nueva se encontrará en el complejo ámbito d o n d e confluyen estas mismas circunstancias, con arreglo a combinaciones que varían. D e ahí la renovada importancia de las ciencias del espacio del h o m b r e , es decir de la geografía, si se desea poder dominar correctamente las fuerzas d e que h o y dispone la humanidad. Frente al p a n o r a m a del saber antiguo, el acervo nuevo, multiplicado y diferenciado de los saberes y las posibilidades implica u n trastocamiento general del conjunto de las ciencias, con la repartición y la reordenación de los territorios científicos, la creación de nuevas disciplinas y la renovación de las existentes. Las ciencias deben renovarse a partir de las realidades que condicionan su desarrollo y para responder a su reto. Este reto viene definido, sobre todo, por las nuevas relaciones, ya establecidas o ya posibles, entre una sociedad que ha llegado a ser universal y los recursos mundiales. Por lo que a la geografía se refiere, el hecho nuevo y predominante es lo que puede

llamarse su madurez histórica, es decir el conjunto de circunstancias nuevas que impone la historia del m u n d o a la historia de la disciplina. Para los geógrafos, profesionalmente interesados por el espacio del h o m b r e , la nueva situación es apasionante. Por u n lado, su c a m p o de interés se amplía, ya que el espacio llamado geográfico pasa a ser, m á s que nunca, u n elemento fundamental de la aventura h u m a n a . Por otro lado, la mundialización del espacio crea las condiciones —hasta ahora insuficientes— para establecer un marco conceptual, u n sistema de referencia y u n a espistemología, recurso de trabajo de que siempre ha carecido esta disciplina y por ello ha restringido su c a m p o de estudio a lo largo del presente siglo. L a garantía de universalidad es una baza decisiva, pues asegura la posibilidad de c o m prender mejor cada fracción de espacio m u n dial en función del espacio global, y de esta suerte permite reconocer e interpretar las intervenciones a medida que se producen, sin dejar d e desarrollar al m i s m o tiempo u n a ciencia crítica. Esto n o era posible antes de que el planeta se mundializara realmente, es decir antes de que fuera objeto, en cada u n o de sus puntos, de la acción de variables de dimensión planetaria.

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La investigación sobre el desarrollo

y las ciencias sociales en la India

T . V . Sathyamurthy

presenta algunas desventajas, y entre las m á s graves cabe destacar la duplicación de esfuerDurante la última década, se ha producido en zos y las dificultades de acceso a un conotoda la India una verdadera proliferación de cimiento crítico de la labor realizada en instituciones de enseñanza superior y de inves- todo el país. tigación en el ámbito de las ciencas sociales y N o es nuestro propósito enumerar, y de los distintos aspectos del desarrollo. N o mucho menos resumir, los trabajos esenciales sólo algunos centros tradicionales de ense- de los cincuenta y tantos institutos de investiñanza superior, c o m o las universidades, sino gación sobre el desarrollo que existen en la también el gobierno central, las autoridades India, ni centrarnos en ningún aspecto especíde los estados y diversos fico de su trabajo,1 ni en organismos autónomos y los métodos empleados T . V . Sathyamurthy es miembro del semiautónomos — c o m o para organizar la invesInstituto Christian Michelsen, Bergen el Indian Council of Sotigación y los criterios (Noruega). cial Science Research aplicados para elegir los (ICSSR) y la Univertemas de estudio. Sólo sity Grants Commission deseamos situar la pro( U G C ) — h a n tomado iniliferación de tales instituciativas con respecto a la tos en el contexto de la creación de dichas instievolución d e las ideas tuciones. Estas últimas relativas a la investigacumplen una tarea consición de las ciencias soderable: investigación inciales y a sus prioridades terdisciplinaria y multic o m o parte de la historia disciplinaria, a m é n de traintelectual de la India bajos relativos a cada disindependiente. N o nos ciplina; estudios sobre política; acopio de detendremos tampoco en los extensos y variadatos; trabajos realizados por encargo o activi- dos trabajos efectuados en numerosas institudades que ofrecen un interés específico, pura- ciones u organismos ad hoc por cuenta o bajo mente intelectual o académico; investigacio- la égida de importantes ministerios, organizanes de índole especulativa u orientada hacia el ciones internacionales y otros órganos oficiafuturo, etc. Ahora bien, sorprendentemente, les, c o m o la University Grants Commission aunque cada investigador tenga sin duda cono- (UGC). cimiento del tipo de investigación que otros Es conveniente señalar que ningún otro están realizando, falta información en cuanto país en desarrollo (con la posible excepción de a la labor a nivel interinstitucional. Esto Sri Lanka) disponía, en el m o m e n t o de la

Introducción

712

independencia, de una reserva semejante de personal calificado en ciencias sociales a quien podía encomendarse el grueso de la investigación indispensable para dar un respaldo permanente a la acción del gobierno y producir datos empíricos, modelos teóricos, o especificar los problemas cuya investigación pudiera resultar pertinente en la India. L o peculiar del caso, dada esta ventaja inicial, es que durante los primeros quince años de independencia, el crecimiento de las instituciones de eneñanza superior y de investigación en el ámbito de las ciencias sociales y del desarrollo fue increíblemente lento y parcial. Solamente después de 1960, y especialmente durante los años setenta, empezaron a multiplicarse los centros de estudio sobre el desarrollo y varios otros organismos consagrados a la investigación en ciencias sociales. Las razones de este aprovechamiento tardío del potencial con que contaba la India n o son difíciles de hallar, c o m o se verá más adelante. Conviene recordar también que, en la India, el clima psicológico era m u c h o m á s favorable para la investigación de iniciativa indígena sobre problemas económicos, sociales, políticos y culturales del país que para investigaciones basadas en la imitación mecánica de los países desarrollados. Este fenóm e n o es imputable en parte a una preferencia fundada en consideraciones cualitativas, fortalecida por la orientación peculiar que tomó el movimiento nacionalista (acentuar, por ejemplo, el swadeshi; las técnicas de origen indígena que permitieron la no cooperación y la lucha contra el poder colonial; la importancia, al m e n o s en principio, del hombre c o m ú n y corriente c o m o principal beneficiario de la reforma social, el progreso, el desarrollo, etc.), y en parte también al hecho de que, en términos puramente cuantitativos, el país, en el m o m e n t o de la independencia, contaba con un vasto contingente de calificados especialistas en ciencias sociales (inicialmente compuesto sobre todo por economistas) al que se podía recurrir para ampliar los horizontes. E s menester, no obstante, matizar esta observación general sobre los intelectuales de la India. N o olvidemos que, en el m o m e n t o de

T. V. Sathyamurthy

la independencia, la mayoría de los indios que habían realizado estudios universitarios en el país o en el extranjero se hallaban intelectualmente moldeados por ideas, valores, teorías, modelos y técnicas generados durante un largo periodo en instituciones de enseñanza superior occidentales, aun cuando se aplicaran ostensiblemente a problemas de naturaleza específicamente india en ámbitos c o m o la economía y, en menor grado, la sociología y la antropología. Esto significaba que las mismas personas cultas y con formación académica superior, que prestaron su apoyo incondicional al movimiento nacionalista dirigido por Gandhi (para quien era m u y importante que los indios se negaran a aceptar el sistema de valores colonial, es decir occidental), serían, en la India poscolonial y en virtud de su formación intelectual, las llamadas a imprimir en el desarrollo económico, social y político de la India una orientación esencialmente análoga a la de los países considerados hoy c o m o industrializados, avanzados o modernos, ya sean capitalistas o socialistas. Esta dualidad derivada de la profunda divergencia entre sus preferencias psicológicas y su formación intelectual fue un rasgo característico de la investigación en ciencias sociales de la India hasta la aparición, ya en la década de 1960, de una generación nueva de investigadores que pusieron en tela de juicio, desde diferentes puntos de vista, la pertinencia de las concepciones del m u n d o heredadas de la época colonial: por ejemplo, volviendo a modos neoindígenas de formular los problemas urgentes que afectaban al país, recurriendo a nuevas formas de marxismo particularmente adaptadas a las condiciones de dependencia y subdesarrollo o reformulando la ideología gandhiana de acuerdo con la situación del m o m e n t o .

La primera etapa (1947-1960) Durante los primeros quince años de independencia, la principal responsabilidad en cuanto a investigación y enseñanza superior en materia de desarrollo y ciencias sociales corrió a

La investigación sobre el desarrollo y las ciencias sociales en la India

713

cargo de las universidades. A lo largo de los algunas excepciones, por ejemplo, Calcutta y decenios anteriores, los departamentos de Lucknow en antropología, y B o m b a y y Pune economía (y de historia) de varias universi- en sociología). L a interdiscplinariedad de las dades (en particular, las tres universidades ciencias sociales brillaba por su ausencia casi regionales de B o m b a y , Calcuta y Madras) total en el conjunto del sistema de enseñanza habían logrado constituir una colección de superior de la India. investigaciones sobre problemas relativos a la La primera promoción de nuevos econoeconomía y a la historia económica y social de mistas que volvían del extranjero constituyó la India. L a Escuela de Ciencias Económicas el núcleo en torno al cual se organizaron los de B o m b a y , bajo la dirección de C . N . Vakil, estudios superiores y la investigación e n este y el Departamento de Economía de la Univer- campo en la India independiente. E n el nuevo sidad de Madras, dirigido por John Mathai y orden político, se daba una importancia desP . J. T h o m a s , se habían mostrado especial- proporcionada a esta disciplina, considerada mente activos en sus investigaciones en el c o m o la reina de las ciencias sociales por los campo de la economía india, aunque se con- . dirigentes m á s intelectuales, tanto en el centraban en aspectos tradicionales como la gobierno (Nehru, Rajagopalachari, Krishnahacienda pública, la imposición tributaria, los machari y Krishna M e n o n ) como e n la oposiproblemas presupuestarios, la renta nacional, ción (Asoka Mehta, Minoo Masani y Hridaya etc., m á s que en cuestiones de desarrollo Nath Kunzru). E n cambio, se dejaron de lado propiamente dicho. la interdisciplinariedad (y, en consecuencia, la Sin embargo, en el m o m e n t o de la inde- multidisciplinariedad), e incluso el desarrollo pendencia, los departamentos de economía de económico equilibrado (rural y urbano, agrílas universidades disponían de una infraestruc- cola e industrial). E n o r m e atención se prestó, tura y de un personal calificado que podían en cambio, al estudio de la economía, con servir de núcleos para iniciar una investiga- especial referencia a la planificación (y, por ción sobre el desarrollo. Y a antes de la supuesto, a la teoría moderna) y a la estadísindependencia, algunos investigadores univer- tica (y últimamente a la econometria), así sitarios del ámbito económico se habían intere- c o m o a las aplicaciones de dicha ciencia para2 sado en cuestiones relacionadas con el desa- industrializar y modernizar la economía india. rrollo. Así, la Escuela de Ciencias Económicas El mayor impulso del estudio y la investide B o m b a y había conseguido reunir una multi- gación en ciencias sociales orientados al desatud dé datos empíricos sobre la agricultura rrollo se experimentó en las nuevas escuelas (aunque todavía sin la sutileza teórica que de enseñanza superior creadas bajo el patrocihabría de lograrse en años ulteriores), bajo la nio del Estado y con un sustancial apoyo dirección de maestros c o m o Jathar y Beri; y financiero. A los pocos años de su creación, los departamentos de economía de las tres centros de investigación y enseñanza superior universidades regionales mencionadas habían c o m o la Escuela de Ciencias Económicas de realizado trabajos directamente relacionados Delhi (posteriormente también el Instituto del con la industrialización de la India, en los que Crecimiento Económico) y el Instituto de se basaron, en cierta medida, los responsables Estadística Indio de Calcuta (posteriormente de la elaboración del Plan de Bombay. establecido también en Delhi), bajo la direcMientras que la enseñanza y la investiga- ción respectivamente de V . K . R a o y K . N . ción universitarias de las ciencias económicas Ray, y de P . C . Mahalanobis y C . R . R a o , (y de la historia económica y social) había adquirieron considerable prestigio nacional e alcanzado un nivel académico bastante ele- internacional. E n cierta medida, eclipsaron a vado según las normas de las universidades los Departamentos de Economía m á s tradiciooccidentales, no ocurría lo mismo en las otras nales de las viejas universidades. Simultáneaciencias sociales como la sociología, la antro- mente, surgieron algunos centros de investipología y la ciencia política (aquí también con gación independientes, principalmente en el

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c a m p o de la ciencia económica, c o m o el Consejo Nacional de Investigaciones Económicas Aplicadas, cuyo primer director fue P . S . Lokanathan. Los investigadores formados en estas nuevas instituciones pasaron a enseñar economía y estadísticas en algunas de las universidades m á s antiguas, pero un número apreciable de los mismos crearon departamentos de econ o m í a en universidades nuevas (por ejemplo, Jadavpur, Pune, Baroda, Saugor, etc.) fundadas durante los años cincuenta y sesenta. Estos investigadores inculcaron a sus alumnos una nueva conciencia del rigor cuantitativo y la necesidad ineludible de la meticulosidad empírica, así c o m o de los métodos y técnicas de investigación apropiados. Los mejores departamentos de economía de la India se convirtieron así en productores de un vasto cuerpo de economistas y estadísticos competentes, de los que una considerable proporción ocupó puestos oficiales en el ámbito de la planificación y el desarrollo, y el resto pasó a desempeñarse c o m o profesores e investigadores en las universidades. Se produjo también un éxodo de economistas indios, atraídos por los países m á s avanzados y por organism o s internacionales c o m o las Naciones Unidas y sus organismos especializados. E n conjunto, durante la primera etapa de la independencia de la India, la investigación llevada a cabo en universidades centró desproporcionadamente la atención en los aspectos económicos del desarrollo. Las otras ciencias sociales no gozaron del mismo estímulo, si bien la sociología empezó a ser reconocida por sus propios méritos a principios de los años sesenta. Aparte de la economía, sólo en la historia económica y social hubo un constante crecimiento y una sólida acumulación de conocimientos procedentes de nuevas investigaciones realizadas en universidades indias durante dicho periodo. Y a en la segunda mitad de los años cincuenta, sin embargo, resultaba evidente que las universidades indias, sometidas a enormes presiones, difícilmente podrían garantizar una investigación sostenida y de alta calidad. E n primer lugar, al ser la ense-

T. V. Sathyamurthy

ñanza, según la Constitución, prerrogativa de los estados, la mayor parte de las universidades (con excepción de las universidades nacionales que eran sólo unas pocas) estaban controladas por gobiernos autónomos que debían satisfacer las demandas de grandes contingentes de estudiantes con recursos limitados. E n segundo lugar, el acceso a la educación de contingentes cada vez mayores trajo c o m o consecuencia inevitable el deterioro de la calidad de la enseñanza y de la investigación. E n tercer lugar, la cuestión de saber en qué medida la enseñanza superior debía impartirse en la lengua del estado correspondiente, no fue nunca satisfactoriamente resuelta, y esto acarreo una gran confusión en cuanto a lafinalidad,el alcance y los principios generales de esta enseñanza en casi todos los estados. Al mismo tiempo, resultaba apremiante la exigencia de un fomento general de la enseñanza técnica. Las universidades indias, pese a su larga tradición de enseñanza en los ámbitos de la ingeniería y de la medicina, carecían (con m u y pocas excepciones, c o m o la Universidad Hindú de Benarés y los menos conocidos Pilani College e Instituto de Tecnología de Madras) de centros de enseñanza e investigación técnicas. Durante el primer decenio de independencia, el gobierno trató de colmar este vacío mediante la creación, con ayuda de modelos adoptados de diversos países avanzados (Estados Unidos, República Federal de Alemania y Unión Soviética), de institutos indios de tecnología (HT), cuyo alumnado se sometería a exámenes de ingreso competitivos abiertos a solicitantes de toda la India. E n estos institutos (sitos en Jaragpur, Madras, Powai, en las inmediaciones de B o m bay, Kanpur y Delhi) se han formado estudiantes de nivel universitario y postuniversitario en todas las disciplinas técnicas y en las de "ciencia pura" relacionadas con ellas, mientras que el personal académico se ha dedicado a actividades de investigación y publicación aparte de sus tareas normales de enseñanza y corrección de exámenes. U n rasgo característico de los IIT ha sido la importancia concedida en sus programas de

La investigación sobre el desarrollo y las ciencias sociales en la India

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estudio y de investigación a los aspectos socioeconómicos de la modernización y el desarrollo tecnológico así c o m o a las humanidades. Los departamentos de humanidades de estos centros de enseñanza no son meros apéndices añadidos a un conjunto de materias esencialmente técnicas, sino que constituyen . equipos de alto nivel, compuestos por científicos prestigiosos, que aplican programas de investigación bien concebidos acerca de las consecuencias sociales y humanas dé los avances tecnológicos en el tercer m u n d o en general y en la India en particular.

ble la promoción de la investigación y las enseñanza superior en las ciencias sociales o en el ámbito del desarrollo económico, social y político.3 A l mismo tiempo, la visión, más estrecha, de la primera década de independencia, según la cual se atribuía al desarrollo u n carácter esencialmente económico y se estim a b a que debía pasar por una industrialización rápida y por la organización, planificada por el Estado, de relaciones de producción capitalistas modernas, fue cediendo lugar rápidamente a una visión de la realidad india más amplia y m u c h o m á s compleja.

Sin embargo, la experiencia india de esta nueva fórmula pedagógica ha puesto de relieve varios problemas. Los IIT, en virtud de su dimensión y del inmenso número de departamentos dispares que los constituyen, pronto se convirtieron en focos de competencia interdepartamental para la obtención de recursos. Y al poco tiempo, siguiendo una tendencia característica de la India, un aparato burocrático fuertemente jerarquizado invadió estos centros de enseñanza superior, suscitando un resentimiento y una frustración crecientes n o sólo entre los alumnos, sino también entre los docentes.

Los economistas mismos, sobre todo los m á s intuitivos, vieron en el desarrollo económico sólo una parte del proceso de desarrollo general, íntegramente vinculado al desarrollo social, cultural y político, y, lo que era más importante, comprendieron que, en el futuro previsible el sector predominante iba a ser el de la producción agrícola, razón por la cual las relaciones agrarias, la reforma agraria, la sociología rural, la política de distritos rurales (mofussil) y la industria relacionada con la agricultura habrían de ser objeto de investigaciones universitarias más sistemáticas y rigurosas qué hasta entonces.

M á s grave aún que la erosión de la moral académica fue la brecha abierta entre la calidad, el número y la variedad de calificaciones de jóvenes profesionales de ambos sexos (pertenecientes, cabría añadir, a la flor y nata de la intelectualidad india) que produjeron los IIT, por una parte, y, por la otra, la capacidad de los entes públicos y de los diversos establecimientos industriales del país para proporcionarles empleos dignos. G o m o consecuencia, un número considerable de graduados y de investigadores procedentes de los IIT comenzaron a emigrar a países avanzados de Europa occidental y de Norteamérica. El éxito mismo de la política de educación técnica del gobierno indio, juzgada en términos cualitativos, se ha traducido así en una considerable pérdida para el erario público, privando al país, a largo plazo, de los servicios de algunos de sus talentos m á s calificados.

Y así fue c o m o , durante los últimos años cincuenta, cundió entre académicos, profesionales, autoridades públicas y algunos burócratas el sentimiento de que los problemas del desarrollo indio debían estudiarse de un m o d o auténticamente interdisciplinario y de que, incluso en la investigación económica, debía prestarse mayor atención a la sociedad rural y al equilibrio entre agricultura e industria en la incipiente economía india. A l m i s m o tiempo, la rápida expansión del sector público y el creciente interés manifestado por los gobiernos de los estados por el desarrollo económico y social y la planificación dentro de sus • juridicciones respectivas crearon u n ambiente propicio para fundar centros de investigación y de enseñanza superior independientes en el campo de las ciencias sociales y del desarrollo, en vez de seguir contando con la aptitud de las universidades para hacerse cargo de nuevas tareas que, con toda evidencia, las superaban.

E n 1960, no se podía contar ya con las universidades para asegurar de m o d o previsi-

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La segunda etapa (1960-1970) Los años de pensamiento prospectivo, base fundamental del tercer plan quinquenal del gobierno, que reflejaron en-grado considerable la necesidad de información y saber en campos mucho m á s amplios que el de la ciencia económica en el sentido estricto o técnico del término, crearon un clima general m u y apto para el nacimiento de centros de estudios sobre el desarrollo e investigaciones de ciencias sociales (con o sin medios propios para ofrecer una enseñanza superior). A u n así debe recordarse que, durante esta etapa, los especialistas en ciencias sociales continuaron mostrándose remisos a ampliar el horizonte de su disciplina para hacer de la ciencia económica una parte realmente interdisciplinaria de las ciencias sociales consideradas en conjunto, aunque se apreció en ellos una disposición m u c h o mayor a interesarse más, en el marco de la ciencia económica, por los problemas de la. economía rural. D e esta manera, ^investigación interdisciplinaria tuvo inicialmente por adeptos a investigadores procedentes de disciplinas no económicas. Entre estos figuraban los fundadores del primer centro de estudio integrado del desarrollo, el Centro de Estudio de las Sociedades en Desarrollo ( C S D S ) , fundado en 1963 bajo la dirección de Rajni Kothari, eminente especialista en ciencias políticas, con ayuda económica extranjera, la que, por aquel entonces, no resultaba sospechosa. E n él se emprendieron investigaciones sobre participación política, aspectos psicológicos de la política, psiquiatría, sociología rural, psicología cultural, estudios sobre actitudes políticas, política de las relaciones intercomunales, desarrollo urbano, adopción democrática de decisiones y problemas de edificación de la nación. El enfoque era en buena medida conductista, aunque en años m á s recientes se ha atemperado un poco merced a otras orientaciones y a los intentos sistemáticos de recoger y almacenar diferentes clases de datos empíricos sobre la política, a nivel de estados y distritos, en diversas regiones de la India. La inquietud que lafinanciaciónextran-

T. V. Sathyamurthy

jera de los institutos de investigación sobre desarrollo y ciencias sociales4 despertó en diversos sectores indios sirvió indirectamente para estimular la creación de instituciones superiores nacionales e indígenas en estos ámbitos. 5 E n realidad, en la década de 1960 se inició dicha actividad y se dedicó cada vez más esfuerzo intelectual a los estudios sobre desarrollo c o m o un campo afín de investigación y enseñanza superior. Aparte del C S D S y de algunos centros de estudios regionales establecidos en algunas universidades (por ejemplo, en Delhi, Rajastán y B o m b a y ) , el periodo que estamos examinando se distinguió por la aparición de tres tipos distintos de instituciones de investigación superior. E n primer lugar, el propio gobierno central reconoció la importancia de la investigación interdisciplinaria y del acopio y almacenamiento de datos con respecto a la India rural, al crear el Instituto Nacional de Desarrollo Comunitario ( N I C D ) en Hyderabad. 6 E n él se dio igual importancia a la administración pública, al desarrollo comunitario, a la ciencia económica y a la sociología. L a labor realizada era de utilidad inmediata para ministerios del gobierno central c o m o los de Alimentación y Agricultura, Desarrollo Rural (y Comunitario), Sanidad y Planificación Familiar, etc. C . Subramanian, entonces ministro de Alimentación, se interesó sumamente por el funcionamiento de este instituto. Fue el responsable del acuerdo, m u y discutido, en virtud del cual los datos recogidos en toda la India, c o m o resultado del laborioso trabajo en el terreno efectuado por el N I C D , se comunicaban automáticamente (sin costo alguno) a la Universidad de Michigan para su almacenamiento y uso. 7 La creación de una institución de estudios e investigaciones superiores c o m o el N I C D sirvió también para ilustrar otro problema con el que, de cuando en cuando, se enfrentaban los especialistas en ciencias sociales en el panorama académico indio. L a primera generación de dichos especialistas (principalmente economistas), formada en universidades indias e inglesas, se caracterizó, c o m o correspondía a su procedencia y su formación uni-

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717

La Universidad de Bombay (India) Rogcr-vioii«.

versitaria, por un concepto de la vida relativamente homogéneo. Sus inclinaciones ideológicas se acordaban bien con la política general del gobierno de Nehru, que aspiraba a crear las condiciones para implantar una economía nacional mixta ("el modelo socialista de sociedad"), manteniéndose equidistante de ambas superpotências (con u n afán por identificarse con los países pobres). Las generaciones de especialistas en ciencias sociales posteriores a ésta fueron m á s heterogéneas, y ello debido tanto al número de disciplinas de ciencias sociales a que pertenecían c o m o al hecho de haber recibido su formación académica en universidades extranjeras, en medios ideológica y políticamente diversos. A u n q u e los economistas siguieron constituyendo la mayoría, se incrementó más y m á s el número de sociólogos, especialistas en ciencias políticas, geógrafos, antropólogos,

especialistas en medio ambiente y muchos otros. A diferencia de las ciencias económicas, las otras ciencias sociales acogidas en las universidades indias eran, en conjunto, o antediluvianas o subdesarrolladas (o ambas cosas) y carecían de prestigio académico. E n tales circunstancias, los especialistas de estas disciplinas jio económicas que regresaban del extranjero n o tenían filiación intelectual alguna ni lealtades académicas en el medio indígena. Ello significaba que, aparte de los que se habían formado en la India (en situación desventajosa, puesto que su formación intelectual se consideraba generalmente de nivel inferior con respecto a la norma internacional), un número cada vez mayor de especialistas tenía c o m o grupo de referencia o grupo afín a escuelas de investigación extranjeras donde habían recibido su formación. D e esta manera, era de esperar que toda

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institución de estudio o investigación superior en ámbitos distintos del económico se convirtiera en un campo de batalla, en el que se enfrentarían los partidarios de diferentes métodos, técnicas, teorías, modelos y valores intelectuales, antes que en un centro donde prosperarían orientaciones divergentes para producir los mejores resultados posibles. A veces se produjeron violentos conflictos entre aquellos que adoptaban una visión "nacionalista" de los problemas de la investigación y aquellos otros a quienes se consideraba "proamericanos", o entre los que asumían una orientación "marxista", por un lado, y los conocidos por sus inclinaciones "funcionalistas" o "conductistas", por el otro. Las diferencias académicas tendían así a traducirse en divisiones ideológicas m á s amplias. Sin embargo un rasgo interesante de este periodo es que tales choques no hayan sido m á s frecuentes. L a razón estriba en que los establecimientos universitarios indios poseen, en general, una tradición de tolerancia y en que, además, se ha manifestado a lo largo de los años una viva simpatía por los enfoques de carácter liberal en sentido lato o izquierdista.8 E n segundo lugar, la idea de crear universidades nacionales exclusivamente destinadas a la educación e investigación para posgraduados y llamadas a ser centros de excelencia académica fue enérgicamente defendida, entre otros, por el propio Nehru. A u n cuando tales centros hubieran de dedicarse esencialmente a la investigación "pura", sus actividades serían de aplicación directa a los problem a s de la sociedad india en diferentes esferas; así, n o se alejarían demasiado de los intereses de la investigación "aplicada". E n la práctica, sin embargo, el primero de estos centros —la Universidad Jawaharlal Nehru ( J N U ) en N u e v a Delhi— no fue realidad hasta la segunda mitad de la década de 1960, para ser seguido, m á s de diez años después, por una institución semejante en Hyderabad. 9 L a Universidad Jawaharlal Nehru ha sido un foco de actividades políticas estudiantiles, y hay que señalar que n o es un centro de investigación en el m i s m o sentido que

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aquéllos a los que se refiere fundamentalmente este artículo. Pero estos últimos, al igual que aquel otro, poseen casi siempre cierta proporción de investigadores matriculados para obtener diplomas superiores (M. Phil y D . Phil); al mismo tiempo, la J N U , por ser una universidad, cuenta con numerosos alumnos que se preparan para grados superiores y el tiempo del profesorado está dividido entre la enseñanza universitaria superior y la investigación. A u n así, sería un error pasar por alto las universidades nacionales de nivel superior, incluso si hay que reconocer que la investigación centrada en las ciencias sociales y el desarrollo representan sólo una fracción de su producción total de investigación y quehacer intelectual. Los centros de estudios políticos, de estudios económicos, de estudios históricos, de estudios sociales, y los diversos estudios regionales que se cursan en la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Jawaharlal Nehru, en particular, están empeñados en tareas de investigación teórica y empírica m u y diversas que atañen al desarrollo de la India y arrojan luz sobre los problemas del desarrollo comparado en el tercer m u n d o . N o obstante, su situación misma y el alto grado de cohesión de su alumnado la colocan en el centro de la vorágine de la política nacional, lo que da lugar a la crítica, a m e n u d o expresada por las autoridades, de que la Universidad Jawaharlal Nehru no ha justificado realmente las esperanzas de sus fundadores y las expectativas de la nación. Finalmente, casi al mismo tiempo que se concebía la idea de fundar los mencionados centros de excelencia académica, el gobierno central (y especialmente Nehru) también se propuso crear una institución de investigación provista de todo lo necesario, adonde los renombrados especialistas en diferentes disciplinas pudieran acudir, una vez cumplidas sus obligaciones docentes normales, para concluir sus últimos libros o monografías. Su funcionamiento efectivo comenzó en 1965, un año después del fallecimiento de Nehru, cuando el antiguo Palacio Virreinal de Shinla fue conver-

La investigación sobre el desarrollo y las ciencias sociales en la India

tido en sede del Instituto Indio de Estudios Avanzados ( H A S ) . 1 0 U n reducido núcleo de investigadores permanentes en historia y ciencias sociales actuó c o m o catalizador para atraer y estimular a universitarios procedentes de distintos puntos del país. El movimiento fue impresionante, produjo un número cuantioso de publicaciones de variado calibre y dio lugar a conferencias, simposios y seminarios sobre temas interdisciplinarios de ciencias sociales. Debido al patrocinio directo del gobierno central (y a lafiliaciónpolítica de algunos de sus miembros permanentes), el H A S también se atrajo algunas críticas adversas. Cuando, en 1977, llegó al poder el partido Janata, su primer ministro Morarji Desai se mostró inclinado a cerrarlo, c o m o primer paso de una reestructuración radical que lo transformaría en un ente autónomo semejante a los grupos de reflexión (think tanks) de ciertos países occidentales. El retorno al poder de la señora Gandhi en 1980, sin embargo, dio al instituto un nuevo y fecundo impulso. Hacia finales de los años sesenta, en círculos universitarios y políticos empezaron a circular dos grandes ideas relativas a la organización y al financiamiento de la investigación en ciencias sociales. Cundía cada vez más la opinión de que la investigación sobre el desarrollo debía tener lugar en diversos centros y de que éstos debían establecerse en diferentes estados (en sus capitales y en otras ciudades), en lugar de concentrarse en la capital nacional o en las grandes urbes. E n cierta medida, algunos académicos con experiencia abrigaban la idea de que la existencia de establecimientos descentralizados con fines análogos denotaría una voluntad de integración nacional en un país donde, a juicio suyo, la atracción del regionalismo iba haciéndose m á s fuerte cada año. El afán por descentralizar la investigación sobre el desarrollo y las ciencias sociales iba a la par de una incipiente conciencia de la necesidad de diversificar el trabajo más allá del ámbito disciplinario de la ciencia económica, incluyendo otras ciencias sociales, c o m o un primer paso en el e m p e ñ o a largo plazo de

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constituir un cuerpo de investigación auténticamente interdisciplinario. E n el ambiente general propiciado por esta actitud, surgió un número de instituciones diversas hacia las postrimerías de la segunda etapa y a lo largo de la siguente. Para los fines del presente artículo, sería conveniente considerar que, • mientras la última parte del periodo de que se ocupa esta sección presenció el nacimiento de la idea de descentralización institucional, solamente en el periodo siguiente se produciría un crecimiento realmente extraordinario de las instituciones y de la investigación fundamental. E n consecuencia, vamos a considerar en detalle el nacimiento de estas instituciones en la sección siguiente. Aquí reseñaremos simplemente que, en esta etapa, se crearon cuatro tipos distintos de instituciones:11 a) academias o institutos de administración (tanto a nivel de gobierno central c o m o de gobiernos . de los estados); b) institutos de gestión; c) los primeros centros de estudios sobre desarrollo y de investigaciones de ciencias sociales;12 d) centros de investigación dedicados al estudio de diferentes formas de "desarrollo alternativo". V a m o s a concluir con una breve referencia a los métodos que se aplican para la coordinación y la financiación central d e . dichos centros y su trabajo. El principal organismo responsable en esta esfera es el Consejo Indio de Investigaciones de Ciencias Sociales (ICSSR), creado durante la década de 1960, que ocupa una posición de importancia «crucial en la organización, el financiamiento y la distribución del conjunto de las actividades de la investigación y la enseñanza superior en materia de ciencias sociales. Recibió su impulso original de los infatigables esfuerzos de su secretario fundador, el difunto J. P . Naik, y sus actividades están hoy dirigidas por un ejército en rápida expansión de investigadores de ciencias sociales procedentes de distintas disciplinas. A u n q u e el I C S S R no escapa a la habitual acusación de que su m o d o de funcionar es más burocrático de lo conveniente, cumple de manera generalmente encomiable con las tareas que le han sido asignadas, las de una

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y llanamente, ciencia del ejercicio del gobierno. U n segundo ámbito que ha sido objeto de mucha atención en los últimos años es el de la formación sistemática de administradores en materia de métodos modernos adaptados a las condiciones indias. Dicha formación se dirige principalmente a dos grupos: directores de nivel medio y superior de grandes empresas del sector público, y administradores responsables de las tareas del desarrollo (rural y urbano), así c o m o del mantenimiento de la ley y el orden. E n tercer lugar, ha podido apreciarse una creciente tendencia a impartir formación para la dirección de empresas conforme a principios científica y académicamente válidos mediante breves cursos intensivos dirigidos por expertos (procedentes de ambos sectores, público y privado, así c o m o de instituciones académicas). Los aspectos jurídicos, financieros (auditoría y contabilidad), organizativos, operacionales y de investigación y desarrollo (R & D ) , entre otros, son objeto de rigurosa atención en estos cursos, en los que el material esencial está compuesto por publicaciones La etapa actual (desde 1970) especializadas y los estudios de casos prácticos. L a característica esencial de este periodo es Es preciso comprender la significación que n o se han introducido innovaciones en la sociológica de esta importancia prioritaria concepción de la investigación sobre el atribuida a la formación de personal compedesarrollo, sino que representa más bien un tente de dirección y administración. Pese a la periodo de ramificación, crecimiento y evolu- alegación de que tales cursos inducen a los ción, cuando no de ejecución práctica de ideas directores y administradores de la India a que habían empezado ya a gestarse en u n adoptar una visión racional de las dimensiones periodo precedente. Cabe señalar, no obs- humanas, económicas y sociales de su trabajo, tante, que tanto los responsables políticos es difícil pasar por alto el hecho de que los c o m o los administradores profesionales y el recursos invertidos en capacitación en servicio personal académico han llegado a apreciar^ de futuros ejecutivos tienden a favorecer a durante los últimos quince años, la necesidad quienes gozan de poder y privilegio y ejercen de un enfoque multipolar de la creación de control sobre la fuerza de trabajo productiva, nuevas instituciones de investigación. Se han mucho m á s numerosa. El crecimiento y la identificado tres ámbitos esenciales que exi- orientación general de tales instituciones elitisgen especial atención. tas muestran claramente que el Estado indio, E n primer lugar, por supuesto, la investi- a pesar de las afirmaciones de sus gobernantes gación y la aplicación de sus frutos a la que pretenden estar empeñados en crear las práctica política en general; en otras palabras, condiciones idóneas para el nacimiento de "un centros donde las ciencias sociales vengan a modelo socialista de sociedad", se basa en un considerarse no sólo materias de investigación sistema de clases (acentuado por el dirigismo fundamental sino también instrumento o, lisa de esta élite de administradores).

enorme organización que abarca la totalidad de la India. Entre sus tareas de organización figuran la evaluación de proyectos; la supervisión general y financiación de los diversos centros de investigación, así c o m o el mantenimiento de un registro del trabajo realizado en las distintas disciplinas, encargando a tal efecto informes sobre tendencias; la compilación de bibliografías, y, por último, la organización de seminarios y conferencias de investigación merced a los cuales los resultados m á s recientes del trabajo en curso en diferentes campos especializados pueden comunicarse m á s o menos directamente a científicos adscritos a diferentes instituciones de investigación. D a d a la complejidad de sus tareas, el I C S S R ha adquirido las competencias necesarias para inducir a los distintos centros de investigación sobre el desarrollo a trascender las fronteras de sus disciplinas y a contribuir a nuestro saber y nuestra información respecto a los problemas de desarrollo .con que se enfrentan el país en su conjunto y sus distintas regiones por separado.

La investigación sobre el desarrollo y las ciencias sociales en la India

L a conciencia empresarial de la burocracia y del sector de la empresa pública aumentó rápidamente c o m o consecuencia del estrecho contacto entre una generación ascendente de directores indios llamados a tomar las riendas de estas grandes instituciones nuevas y los administradores procedentes de países capitalistas y socialistas contratados como instructores o llegados como directores de plantas industriales u otros proyectos llave en m a n o . El auge de una tecnocracia indígena es uno de los principales indicadores del cambio económico y social acaecido en los sectores industrial y urbano de la sociedad. Pero la creciente radicalización que domina la intelectualidad pone en tela de juicio la aptitud del poder tecnocrático para enfrentar los crecientes problemas de pobreza y subdesarrollo que afectan a una inmensa mayoría.

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ción, así c o m o a seguir la tendencia tan general c o m o indeseable de los académicos y administradores de más alto rango a adoptar actitudes feudales en el trabajo. A l mismo tiempo, la admisión de estudiantes ha sido, en conjunto, reflejo de la estructura de clases de la sociedad rural india: la mayor proporción, suele provenir de familias de labradores ricos, en menor grado de familias de labradores de condición mediana, y son m u y pocos los que proceden del campesinado pobre, para no hablar del proletariado agrícola.14

A pesar de estas dificultades,' se ha mantenido u n nivel generalmente alto de trabajo académico y de investigación (sujeto a las fluctuaciones del clima político general del medio en que estas universidades tienen que funcionar). A diferencia de los IIT, y por razones fáciles de comprender, el éxodo de Otra innovación en el ámbito educativo profesionales graduados en las universidades es la conciencia, cada día más clara entre los agrícolas ha sido casi inexistente. responsables políticos, de la necesidad de dar L a conciencia más clara de las condimayor prioridad a los requerimientos e impe- ciones rurales que despierta necesariamente rativos de desarrollo del c a m p o , y de insuflar una educación agrícola y el hecho de que los un vigor y un dinamismo nuevos al desarrollo estudiantes, pese a toda la desigualdad y rural y a la educación (y divulgación) agrícola. asimetría, proceden de un espectro social La educación e investigación en agricultura, m á s amplio que la meritocracia mayormente que sólo mereció atención periférica durante urbana que nutre el alumnado de los IIT han el periodo colonial se ha visto atribuir ahora determinado una radicalización política y una una mayor proporción de recursos y se han más clara comprensión de los problemas de creado ya veintidós universidades agrícolas sectores m á s pobres del campesinado indio. por iniciativa tanto del gobierno central c o m o Ello se refleja a m e n u d o en los temas de de los gobiernos de los estados. investigación escogidos por algunos de los 15 D o s influencias fundamentales han entra- académicos. do en juego en este vasto proceso. Los pocos experimentos realizados con éxito, en las esferas privada y pública, sobre educación e A c a d e m i a s e institutos investigación en agricultura-han constituido d e administración modelos para este campo de la enseñanza. A l mismo tiempo, el Consejo Indio de Investiga- E n el m o m e n t o de la independencia no existía ciones Agrícolas (dependiente del Ministerio prácticamente ninguna de tales instituciones, de Alimentación y Agricultura), dirigido suce- aunque a los nuevos empleados del Servicio sivamente por M . S. Randhava y M . S. Swa- Administrativo Indio (IAS) y del Servicio de minathan, 13 dio un vigoroso impulso a la Policía Indio (IPS) —y en menor medida a los educación agrícola durante el periodo de su aspirantes a los servicios administrativos y mayor expansión. policiales de los estados— así c o m o de los Al igual que los IIT, también las universi- demás servicios centrales se les impartía insdades agrícolas se han mostrado inclinadas a trucción en periodo de prueba en estableciabusar de la jerarquización y la burocratiza- mientos habilitados a tal fin.

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La importancia de la administración pública c o m o disciplina universitaria, íntegramente relacionada con las tareas políticas del desarrollo, se reconoció por vez primera con la creación del Instituto Indio de Administración Pública ( U P A ) . Este instituto cuenta con una numerosa plantilla académica y se dedica a realizar investigaciones y estudios sobre los diversos aspectos de la administración relacionados con todas las ramas de las ciencias sociales. El U P A es una institución autónoma financiada por el gobierno central y sita en Delhi. Posee su propia publicación especializada, la revista trimestral Indian Journal of Public Administration, que contiene artículos ordenados por temas y basados en investigaciones en una extensa variedad de materias pertinentes. Durante el mandato de Gobind Ballabh c o m o ministro del Interior de la India y luego durante el de Lai Bahadur Shastri c o m o primer ministro, se reconsideró la cuestión de la formación m á s adecuada para los nuevos empleados del I A S y demás servicios centrales conexos. Se percibía cierto descontento por el hecho de que todavía se los formara16 c o m o si fueran candidatos al Indian Civil Service (ICS) de la época colonial y no c o m o a funcionarios públicos de la India independiente y democrática. A I mismo tiempo, se estimó que la dispersión por toda la India de centros de capacitación para aspirantes a m á s de una docena de servicios centrales distintos suponía no sólo un despilfarro de instalaciones, de infraestructura y de personal docente, sino también una repetición innecesaria de la enseñanza de una serie de materias básicas comunes a todos los servicios. Por iniciativa de Pant se estableció en Mussourie una academia nacional de administración única (posteriormente bautizada Academia Nacional Lai Bahadur Shastri) a la que son enviados todos los aspirantes admitidos mediante concurso (con excepción de los destinados a los servicios policiales), para que reciban una formación inicial sobre materias comunes antes de dispersarse en los diferentes centros donde completan su formación en las materias que atañen a su servicio particular.

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Para los aspirantes al IPS se creó un centro de instrucción aparte en Hyderabad. Dicha reestructuración recibió un notable impulso gracias a que políticos y administradores tomaron conciencia de la necesidad del desarrollo y comprendieron que el gobierno o la administración de una India predominantemente rural entrañaba un tipo de responsabilidad radicalmente distinto del que exigía el mantenimiento de la ley y el orden, que muchos conceptuaban c o m o el punto de vista colonial del gobierno. E n ambas academias nacionales, por consiguiente, los programas de estudio se componían no sólo de manuales sobre ordenanzas, disposiciones y leyes, sino también de recopilaciones de casos prácticos utilizadas c o m o ejercicios de investigación por competentes especialistas en ciencias sociales. Durante los últimos quince años, la iniciativa del gobierno central ha estimulado la creación de academias en los estados. Su objetivo consiste en formar a los ejecutivos de los gobiernos autónomos (y en algunos casos incluso funcionarios de categoría inferior). Con ese fin, generalmente se imparte una instrucción mixta de cursos académicos y actividades prácticas. Mientras que estas academias se ocupan fundamentalmente de las relaciones entre los administradores y el público, se han creado también algunos centros destinados a mejorar el nivel de la plana mayor de los sectores público y privado. El m á s conocido y m á s dinámico es el Administrative Staff College of India (ASCI) de Hyderabad. Dispone de una plantilla de expertos bien calificados que tienen la ventaja de aliar a altas distinciones académicas una experiencia práctica larga y diversa en altos cargos administrativos o directivos. Su misión consiste en preparar cursos breves e intensivos sobre distintas materias para grupos de aspirantes cuidadosamente escogidos. A d e m á s , el A S C I también emplea expertos en calidad de consultores para llevar a cabo proyectos de investigación o enseñar materias altamente especializadas. El A S C I es, así, una institución sumamente prestigiosa, comparable a una escuela de estado mayor del ejército.

La investigación sobre el desarrollo y las ciencias sociales en la India

Institutos d e gestión E n la India, los problemas de desarrollo y de política social, económica y regional, tanto c o m o la necesidad de dar forma a instituciones financieras y bancarias de inmenso alcance social como el Reserve Bank of India y el State Bank of India, con sus numerosas facilidades de crédito y otros servicios que llegan hasta las aldeas mismas, requieren, según se ha visto, una gestión sistematizada. Ésta exige capacitación en una serie de disciplinas afines. Se introdujo un sistema de gestión de instituciones norteamericanas adaptado a los problemas particulares de la India en desarrollo, en forma de programas de estudios destinados a jóvenes graduados en busca de calificaciones académicas superiores así c o m o a profesionales deseosos de mejorar su rendimiento personal y sus perspectivas de carrera. El Institute of Management ( U M ) , fundado en Ahmedabad hace veinte años, tuvo c o m o modelo la Harvard School of Management and Business Administration. Su profesorado seguía más que nada una orientación teórica y sus programas de estudios se apartaban de toda consideración de casos prácticos, prefiriendo en cambio sentar una serie de principios básicos, aplicables, en condiciones de subdesarrollo, a la solución de los problemas concretos que se plantean en diversas esferas. Este enfoque se parecía un poco al de la formación administrativa de tipo general asociada con el periodo colonial, pero no conviene llevar las analogías demasiado lejos. El IIM de Ahmedabad ha conservado en conjunto su profesionalismo manteniéndose alejado de la política (tanto en el sentido de los conflictos partidarios c o m o en el de la confrontación ideológica), mientras que, por supuesto, ha resultado de utilidad en la planificación y la economía del sector público. Su personal se caracteriza también por un espíritu de camaradería que es raro encontrar en instituciones indias de enseñanza superior. Poco después de la fundación del IIM en A h m e d a b a d , otro grupo interesado por la gestión desde un punto de vista m u y diferente

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creó el Institute of Management de Calcuta. Su orientación era mucho m á s proclive al empleo de casos prácticos. Este IIM de Calcuta tuvo c o m o modelo la School of Management del M I T . Ahora bien, al poco tiempo de abrir sus puertas, este IIM de Calcuta fue alcanzado por la política radical a la que Bengala Occidental ha sido siempre tan propensa. E n el apogeo del levantamiento de Naxalbari, en la segunda mitad de la década de los sesenta, la mayoría del personal académico se escindió en diversas fracciones de simpatías izquierdistas. U n a característica interesante de este fenómeno de politización fue que algunos académicos (la mayoría de ellos especialistas en ciencias sociales de renombre internacional) relacionaron totalmente sus actividades académicas (elección de temas de investigación, métodos de enseñanza, elección de temas para discusiones intensivas, etc.) con su visión política. Así, aun cuando el IIM de Calcuta, c o m o el de A h m e d a b a d , es una institución privilegiada, su concepción política y las simpatías de su plana mayor por políticas "favorables al pueblo" han llevado a emplear el método del estudio de casos en forma originariamente imprevista y han cambiado radicalmente su carácter en- el curso de los. últimos quince años. L a aparición de dos instituciones semejantes, fuertemente identificadas en un comienzo con dos importantes escuelas norteamericanas (y en realidad creadas con ayuda exterior y bajo la atenta supervisión de sus homólogos metropolitanos) dio que pensar en ciertos medios. Se estimaba que ningún esfuerzo para adaptarse a las condiciones específicas del país podría lograr que profesores y alumnos de instituciones tan calcadas sobre modelos extranjeros se acercaran a la realidad india. L o que hacía falta era crear un instituto de gestión de concepción totalmente nacional capaz de generar una ciencia interdisciplinaria de la gestión enraizada en el medio local, y de aplicarse de lleno a la investigación y la enseñanza de problemas propios de la sociedad y la economía indias. E n 1973, diez años después de la creación

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del I Ï M de A h m e d a b a d , se fundó en Bangalore un tercer Indian Institute of M a n a g e ment, nutrido en buena medida por profesionales procedentes esencialmente (y, habría que añadir, paradójicamente) del IIM de A h m e d a b a d . L o dirigía un ingeniero-economista, N . S. Ramaswani, conocido principalmente por su labor sobre la manera de mejorar el rendimiento de los animales de tiro y de persuadir al campesino ordinario a aceptar las innovaciones elementales en el campo de la fuerza locomotriz. Bajo su dirección, el IIM de Bangalore se expandió rápidamente e incorporó en sus programas de estudios y proyectos de investigación ámbitos tales c o m o la sociología jurídica y los derechos civiles, los problemas del desarrollo rural y urbano, la producción agrícola, la gestión financiera y otros varios. Debido a las modestas dimensions del IIM de Bangalore en sus comienzos, algunos juzgaron que su orientación era un tanto personalista, y se criticó al rectorado por cierto grado de arbitrariedad y dirigisme Pero pasados estos inconvenientes iniciales, el IIM de B a n galore, en los albores de su segunda década, se ha convertido realmente, c o m o sus dos hermanos mayores, en un importante instrumento de producción de informaciones y datos nuevos, así c o m o de conocimientos recientes acerca de las políticas de desarrollo y del funcionamiento de las instituciones. Acaso cabe observar para concluir que, a pesar de su simpatía por las actividades aplicadas y relacionadas con la práctica política, los IIM son esencialmente instituciones de carácter académico y, en este sentido, son fundamentalmente distintos de las academias de administración y del A S C I , considerados en la sección precedente. Centros de estudios sobre el desarrollo y de estudios e investigaciones sobre ciencias sociales

Recién a mediados de la década de 1960 comenzaron a aparecer, en distintos lugares, centros nacionales de estudios sobre el desarrollo, y después de la primera mitad de la de

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1970 se crearon centros de esta naturaleza patrocinados y subvencionados por gobiernos autónomos. C o m o ya queda dicho, estos centros tendían predominantemente, por lo m e nos al principio, a estudiar lo cuantificable, es decir que aquellos estudios sobre desarrollo económico que llevan aparejada la compilación de datos puramente numéricos y el uso de técnicas estadísticas eran los preferidos de un personal académico procedente en gran medida de disciplinas afines de las ciencias económicas, historia de la economía, demografía, planificación, estadística económica, etc. Pero este cuadro cambió pronto, en parte porque las instituciones que empezaron c o m o centros de investigación de problemas de desarrollo económico vieron en seguida la necesidad de enraizar la investigación económica en el conocimiento sociológico, y posteriormente también político, de una sociedad compleja, y en parte también porque surgieron nuevos centros cuyo cometido explícito era practicar la investigación interdisciplinaria, que se reflejaba en la elección tanto de su personal académico-científico como de los programas, iniciativas y prioridades de investigación a largo plazo. N o debe suponerse, sin embargo, que esta conciencia de la necesidad de un enfoque general interdisciplinario en el estudio del desarrollo era nueva en el panorama intelectual indio. E n realidad, varios importantes especialistas en ciencias sociales veteranos que tomaron la iniciativa de crear tales centros habían ocupado cargos influyentes en departamentos de responsabilidad política de los gobiernos central y autónomos, en universidades y en otras instituciones públicas. Al m i s m o tiempo, algunas instituciones y varios departamentos universitarios, con una historia m u c h o más larga de promoción de la investigación en disciplinas de ciencias sociales directamente relacionadas con los problemas indios, aportaron inspiración a los nuevos centros, aun cuando era manifiesta una diferencia de intereses entre las instituciones más antiguas (mucho más orientadas hacia la teoría de cada disciplina) y los centros m á s

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recientes (que tienden a centrarse sobre todo plinas de las ciencias sociales. E n pocos años, en problemas específicos y políticas concretas). contrataron a sociólogos, antropólogos, espeEl Instituto G o jale de Ciencias Políticas y cialistas en ciencias políticas y en historia Económicas (GIPE), con sede en Pune (bajo económica c o m o investigadores y docentes a la dirección del difunto D . R . Gadgil y luego tiempo completo. El C D S de Trivandrum y el de V . M . Dandekar), y el precursor del M I D S tenían u n programa de estudios para Instituto de Estudios Sociales de Surat, en posgraduados y otro de investigación para Gujarat meridional (bajo la dirección de aspirantes al claustro profesoral y al doctoI. P . Desai, eminente sociólogo), fueron cen- rado. El I S E C comenzó c o m o centro interdistros famosos y respetados por la calidad y el ciplinario con un ambicioso programa y una alcance de su labor. E n realidad, a diferencia plantilla m u c h o más numerosa que las otras de los directores fundadores de la mayoría de dos instituciones. los nuevos centros, que habían hecho carrera Para entender bien la naturaleza y el en organismos oficiales antes de consagrar alcance del trabajo realizado en el ámbito de todo su tiempo a dirigir investigaciones, el las ciencias sociales y la investigación sobre el profesorado del Instituto G o jale impulsó una desarrollo, es conveniente describir las activicorriente en dirección contraria. Así, por dades de estos tres institutos que servirían de ejemplo, el instituto ofreció los servicios de modelo y ejemplo para los muchos que habían' D . R . Gadgil a la Comisión de Planificación, de seguir sus pasos durante la segunda mitad en la cual desempeñó brillantemente el cargo de la década de 1970.' E n primer lugar, se trataba de centros de vicepresidente durante algunos años. Entre los centros de estudios sobre el con un predominio inicial de la investigación y • desarrollo y los centros de estudios de ciencias el estudio de la economía, parcialidad que sociales (a los que nos referiremos siempre nunca ha sido superada del todo pese al gran como C D S salvo especificación en contrario), esfuerzo realizado por los fundadores para el Centro de Estudios sobre el Desarrollo ampliar el horizonte de actividades a fin de (CDS) de Trivandrum y el Instituto para el acoger a otras disciplinas mayores de las Cambio Social y Económico (ISEC) de Ban- ciencias sociales. U n a importante razón de galore fueron fundados por los economistas que así sea estriba en cierta honestidad intelecK . N . Raj y V . K . R a o respectivamente. El tual que les impide ocuparse c o m o aficionados primero, tras una carrera académica y una de otras ciencias sociales; esta honestidad se. vida pública distinguidas, y el segundo, luego combina a m e n u d o con. el afán de u n máximo de una larga carrera en la profesión acadé- rigor teórico y metodológico en la práctica de mica rematada con una experiencia política su propia disciplina, que en este caso resulta • como ministro del gobierno de la Unión, , ser la ciencia económica: una ciencia social concibieron la idea de concentrar la investiga- relativamente más rígida que las demás. C o m o ya se ha indicado, el I S E C superó ción de ambas clases, aplicada y fundamental, en centros proyectados exclusivamente con tal la dificultad de situar a todas las ciencias. sociales en pie de igualdad al constituir su fin. Pocos años después, otro centro análogo, plantilla académica con miembros procedenel Instituto de Estudios sobre el Desarollo de tes de distintas disciplinas. El M I D S , está Madras ( M I D S ) , fue creado en Tamil N a d u haciendo ahora esfuerzos deliberados por por Malcom Adiseshiah, subdirector general ampliar su dotación interdisciplinaria, para lo de la Unesco durante algunos años y ahora cual sigue la política premeditadamente cauta jubilado. Los dos C D S , el de Trivandrum y el de contratar personal permanente perteneM I D S , empezaron c o m o centros de investiga- ciente a las disciplinas sociológicas y políticas. ción económica, pero pronto supieron apre- El C D S , por su parte, cuenta con u n profesociar la importancia de ampliar su campo rado casi enteramente de formación econóinterdisciplinario para dar cabida a otras disci- mica, pero ha iniciado una política de rami-

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ficación hacia las otras ciencias sociales contratando personal académico de rango medio en campos tales c o m o la sociología y la antropología. E n segundo lugar, en estas instituciones se concede casi igual importancia a las dos facetas de su tarea, que consisten en producir trabajo original de calidad por una parte, y, por la otra, en formar economistas (y, en medida limitada, otros especialistas en ciencias sociales) calificados y competentes, mediante un riguroso curso académico que lleva a un título de licenciatura y una labor de investigación supervisada que conduce al doctorado. Esta actividad docente, con un programa pleno de trabajo académico, es parte de las actividades normales del C D S de Trivandrum, y ha dado ya sustanciosos frutos en forma de excelentes promociones anuales de alumnos listos para emprender investigaciones independientes o desempeñar empleos en los campos del desarrollo social, económico y agrario. U n a variación interesante de esta orientación es la importancia que atribuye el M I D S a la formación de profesores de universidad y de colegios universitarios (principal pero no únicamente de economía) en el estado de Tamil N a d u , para que impartan sus enseñanzas eficazmente y con mayor sentido de responsabilidad y compromiso, amén de con un mejor conocimiento de sus disciplinas. E n Madras, a diferencia de Trivandrum, no hay ningún curso académico a tiempo completo que permita alcanzar la licenciatura. E n cambio, se organizan talleres a lo largo del año para profesores universitarios de economía, en los que se dan cursillos intensivos y rigurosos sobre cuestiones metodológicas, teóricas e interdisciplinarias. L a aportación académica así c o m o la labor de enseñanza llevada a cabo por profesores invitados ha sido realmente notable. El I S E C es m u c h o m á s una institución que acoge a una diversidad de investigadores confirmados (entre ellos, jóvenes estudiosos que vienen del extranjero, especialmente de los países escandinavos), empeñados en proyectos particulares, a cuyo fin pone a su

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disposición una sólida base intelectual y una infraestructura local en la cual sustentar su trabajo. Dirige un cuantioso número de proyectos propios, en las diferentes disciplinas de las ciencias sociales, que abarcan todos los ámbitos del desarrollo, en los que participan tanto su propio personal c o m o todos aquellos que visitan el I S E C . C o m o los otros dos centros de Trivandrum y Madras, también el I S E C organiza conferencias sobre temas de actualidad. Así, en el apogeo de la controversia nacional sobre las relaciones centro-estados, el I S E C organizó un seminario (agosto de 1983) sobre esta cuestión, al que fue invitado un gran número de participantes de los distintos estamentos: académico, político y profesional. Las ponencias presentadas en la conferencia no sólo fueron de importancia para el tema debatido, sino que, en algunos casos, también constituyeron excelentes contribuciones, bien documentadas, a una materia en la que se observa una marcada tendencia a producir más calor que luz. E n tercer lugar, estos institutos, cada cual a su manera, se concentran en los problemas del desarrollo a dos niveles, relacionados entre sí. Primero, por supuesto, se interesan por los problemas a escala global (es decir, en este caso, aquellos que afectan a la India en su conjunto) en relación con la planificación, la movilización de recursos, la conservación y uso de la energía, la industrialización, el desarrollo rural, la producción agrícola, etc. Y luego, y m á s importante, también tienden a concentrarse en problemas locales centrados en los estados, distritos y pueblos de su territorio y, con alguna frecuencia, en los estados de la región donde tienen su sede. E n este último aspecto su tarea es triple: recoger datos primarios y almacenarlos, así como ponerlos a disposición de todas las personas interesadas en investigar, dentro o fuera de la región; emprender estudios orientados a la práctica política en un contexto académico, a petición de los organismos oficiales del gobierno central o de los gobiernos de los estados correspondientes o de unos y otros juntos, y, finalmente, una vez generados sus

La investigación sobre el desarrollo y las ciencias sociales en la India

El Observatorio d e Jaipur (India), q u e data de 1740. H . Cartier-Bresson-Magnum.

propios programas de investigación donde se vinculan las necesidades de la región con las del país en su conjunto, comparar las distintas regiones o subregiones y establecer nexos de entendimiento que abarquen los diferentes aspectos (y no uno solo en particular, minuciosamente definido en términos de una única disciplina) de los problemas específicos con que pueden tropezar en un momento dado. Así, en el curso de la última década, el M I D S se ha convertido en un avanzadísimo banco de datos que proporciona informaciones actualizadas sobre la economía política de Tamil N a d u (dentro del contexto general de la India) por medio de su Bulletin mensual. El C D S y el I S E C han producido una cantidad inmensa de documentación que cubre diferentes aspectos de la economía política y la sociología de Kerala y Karnataka. También cabe mencionar las ocasiones, más bien escasas, en que los miembros de estos institutos emprenden investigaciones por encargo —tanto colectiva como individual-

mente— de organismos internacionales como la C E S A P , la O I T , la O M S y la F A O (pero por lo general no por encargo del B I R D y el F M I ) . Estos centros, sin embargo, sólo otorgan a este aspecto del trabajo una importancia menor o secundaria respecto de la tarea de generar un flujo constante de información y de saber sobre los problemas del desarrollo económico y el cambio social de la región en particular y de la India en general. L a labor de consulta a escala internacional (de países desarrollados) no se. considera por lo común un m o d o socialmente provechoso de utilizar competencias académicas escasas. Los investigadores del ámbito del desarrollo que muestran tendencia a dedicarse con demasiada frecuencia a este tipo de actividad suelen enajenarse el respeto de sus colegas. Por último, es preciso observar el m o d o de funcionamiento de estos centros de estudio e investigación avanzados. Desde luego, cada uno tiene sus propias idiosincrasias y sus peculiares costumbres y usos académicos, por

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no hablar de los valores que se promueven y consolidan con el tiempo. Sin embargo, pueden inferirse algunas características comunes aun con una observación rápida y superficial de su funcionamiento. Estos centros confieren muchísimo valor a su autonomía y su libertad intelectual, que no tienen ningún deseo de comprometer ya sea con una participación excesiva en los asuntos del estado autónomo o del gobierno central, ya sea con una relación demasiado estrecha con la universidad local u otras instituciones de enseñanza superior. E n realidad se muestran celosos de su tiempo de ejercicio profesional y de investigación, con el encomiable afán de hacer de él el mejor uso posible. Y esto vale para los investigadores adscritos a estos centros tanto c o m o para las instituciones en sentido colectivo. Estas últimas se caracterizan todas por su gran dedicación. Al mismo tiempo, es de rigor señalar que existe una enorme variación en su funcionamiento interno y en las relaciones que dentro de ellas prevalecen entre profesores y alumnos, entre los miembros del claustro de distintos niveles y antigüedad o entre el personal académico y no académico (por ejemplo, los karmacharis). Durante la pasada década, estos centros, y especialmente sus principales investigadores, se han visto m u y solicitados c o m o asesores consultores y miembros de comisiones públicas de encuesta, tanto del poder central c o m o de los gobiernos de los estados. L a asistencia de este género que se espera de dichos centros se halla en notable desproporción con respecto al tiempo que los especialistas pueden sustraer a sus responsabilidades y obligaciones en la docencia y la investigación, las que se llevan a cabo en un marco institucional con instalaciones e infraestructuras bastante limitadas (según baremos internacionales). . El clima general de estímulo a la investigación sobre el desarrollo ofrecida por estos centros coincidía con el interés manifestado por el I C S S R de fomentar el establecimiento de una cadena de tales institutos de enseñanza superior e investigación específicamente consagrados al estudio de las ciencias sociales. Al m i s m o tiempo, numerosos especialistas en

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ciencias sociales y responsables políticos consideraban que, en un país dividido por lenguas y culturas, por una parte, y por los problemas derivados de su desigual desarrollo económico por la otra, los centros de investigación científica sobre problemas de desarrollo político, económico y social, erigidos en diferentes puntos del país, no podían sino ejercer una influencia unificadora. A u n q u e este sentir no llegó a alcanzar nunca suficiente fuerza, el impulso que propició el nacimiento de gran número de centros de estudios sobre desarrollo y ciencias sociales,financiadosen la mayoría de los casos en un 50% por el I C S S R y el gobierno autónomo correspondiente, fue realmente considerable. Algunos dirigentes políticos de los estados y no pocos especialistas en ciencias sociales que enseñaban en universidades sitas en las capitales de los mismos advertían la necesidad de dedicar las investigaciones sociales y económicas a problemas que se plantean al nivel de los estados y niveles inferiores. El primer centro de investigaciones sobre el desarrollo que se estableció por iniciativa del gobierno de un estado fue el Instituto de Estudios Sociales A . N . Sinha (ANSISS), de Patna, fundado en 1964. Dieciséis años después, en el vecino estado de Uttar Pradesh se creó, con sede en Allahabad, un instituto análogo, el Instituto de Ciencias Sociales Gobind Ballabh Pant (GBPSSI), nombre del primer jefe de gabinete de este estado después de la independencia. Actualmente existen varios institutos más de procedencia similar, que deben su origen a la iniciativa y al apoyo financiero de los gobiernos de algunos estados. E n sus comienzos, el A N S I S S , producto típico de los años sesenta, se dedicó en gran medida, a la investigación económica. Influyeron en él los intereses de sociólogos y especialistas en ciencias políticas así c o m o de académicos que realizaban estudios laborales y agrarios en la universidad de Patna. E n los últimos años, el A N S I S S ha acometido una serie de proyectos que abarcan la sociología política y la economía política tanto c o m o investigaciones centradas en las condiciones

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económicas, sociales y políticas de las poblaciones tribales de Bihar. El G B P S S I , un centro mucho m á s reciente, fue concebido y fundado en una época en que la interdisciplinariedad de las ciencias sociales estaba m u y en boga y el predominio de la disciplina económica entre las ciencias sociales no era ya axiomático o universalmente aceptado. A m b a Datt Pant, su director y fundador, es u n especialista en ciencias políticas y profesor de gran reputación en la Universidad de Allahabad, a la que estuvo vinculado durante casi tres décadas. E n un breve lapso, ha conseguido reunir un variado grupo de estudiosos procedentes de disciplinas afines c o m o la sociología, la ciencia política, la economía y la geografía.

graves para.los especialistas de cierta edad que para los m á s jóvenes. La consecuencia de tales tensiones suele ser una dilución de esa orientación interdisciplinaria que es premisa tan fundamental. U n subgrupo de centros algo diferente es el constituido por aquellos que parten de una disciplina específica distinta de la económica para realizar un trabajo interdisciplinario. Ejemplo de ello es el Centro de Estudios sobre Ciencias Sociales (CSSS) de Calcuta, creado hace unos diez años por u n grupo de historiadores económicos y sociales firmemente convencidos de que la historia es una ciencia social importante y de que en ella está la clave de un conocimiento científico del origen de los actuales problemas del desaEl G B P S S I , como otros institutos análo- rrollo. Durante su labor de diez años c o m o gos en la India, se enfrenta con algunos primer director del C S S S , Barun D e , historiaproblemas. E n primer lugar, las fluctuaciones dor de renombre, fortaleció el aspecto histódel poder político dentro del estado, entre las rico del trabajo del centro con la colaboración distintas facciones del Congreso así c o m o de varios colegas ya conocidos por sus contrientre el partido del Congreso y las combina- buciones a la historia económica y social de ciones Janata/Lok Dal, han transmitido cierto Bengala y de la región del nordeste de la India. grado de incertidumbre a las expectativas de A este equipo se sumó A m i y a K u m a r tales instituciones (cuando no han tenido Bagchi, uno de los más distinguidos economissobre ellas, a veces, un efecto totalmente tas de la India, que abandonó gustoso la vida desestabilizador), en la medida en que depen- de la élite internacional y el poder académico den del apoyo financiero del gobierno del que le daba su cátedra de economía en la estado autónomo. Esto se ha visto en parte Universidad de Calcuta para pasar a ser contrarrestado por las aportaciones del miembro del C S S S . Nunca se ponderará basICSSR, que sufraga el 5 0 % de los gastos tante su papel c o m o promotor y conductor de corrientes anuales en forma de subvenciones la investigación, su habilidad en el arte de periódicas. Pero no puede negarse que estas inspirarse en el trabajo de los investigadores instituciones son vulnerables a las presiones y más jóvenes para encontrar otros temas de contrapresiones de la política de los estados.17 estudio y, sobre todo, su capacidad para E n segundo lugar, la presencia simultá- mantener en el centro un nivel de investiganea de especialistas veteranos y de profesores ción académicamente irreprochable y social y m u y jóvenes que investigan en diversas disci- políticamente adecuado a los problemas de la plinas de las ciencias sociales suele ser una India. Pertenece a esa rara categoría de empresa difícil. La brecha generacional, en un estudiosos capaces de combinar u n excelente contexto donde las relaciones de jerarquía. conocimiento de su materia con una penesocial se trasladan al lugar de trabajo, inhibe trante comprensión de los intereses esenciales 1 la libertad de intercambio o comunicación de otras disciplinas de las ciencias sociales. * entre ambas partes, ya que cada una abriga prejuicios con respecto a la otra de los que le cuesta bastante desprenderse. A esto hay que añadir los problemas creados por el aislamiento de las disciplinas, generalmente m á s

El Centro de Estudios Sociales (CSS) de Surat, en Gujarat Meridional, es un instituto con mucha antigüedad, fundado por I. P . Desai, sociólogo de elevada reputación.19 Su dedicación total permitió que el centro se

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convirtiese en una verdadera planta de producción de conocimientos académicos sobre Gujarat, uno de los estados m á s dinámicos y económicamente avanzados de la India. C o m o sociólogo interesado por la condición de los pobres y oprimidos, ha conseguido estimular la investigación encaminada a poner de relieve la opresión y las relaciones sociales de dominación a que están sometidos los obreros agrícolas, los trabajadores emigrantes, los obreros industriales urbanos, las mujeres, las poblaciones tribales y las comunidades atrasadas, así c o m o las minorías dentro de las distintas colectividades. U n a vez retirado I. P . Desai, el C S S quedó bajo la dirección de Ghanshyam Shah, joven sociólogo de gran renombre por su labor de investigación empírica y en el terreno, especialmente en los estados de Gujarat y Bihar. El C S S se ha esforzado, en los últimos años, por ampliar aún m á s su radio disciplinario, contratando especialistas en ciencias sociales de los campos de la antropología, la ciencia política, la pedagogía, las ciencias económicas y los estudios sobre la mujer. El Instituto Giri de Estudios sobre el Desarrollo (GIDS), con sede en Lucknow, fue fundado en 1973 y alcanzó rango nacional en 1977, dirigido por T . S. Papóla, economista que cursó estudios en el IIM de A h m e dabad. Antes de su llegada a Lucknow, el instituto había sido el brazo investigador del Departamento de Economía de la Universidad de Lucknow, pero ya en los años cincuenta tuvo una sagaz visión acerca de la investigación interdisciplinaria en estudios sobre el desarrollo. E n el G I D S , un grupo de economistas, sociólogos, antropólogos y especialistas en ciencias políticas han emprendido un estudio conjunto de los problemas agrarios de Uttar Pradesh, con especial referencia a las zonas más pobres de sus regiones orientales, los distritos de la región Terai y los sectores más pobres de las áreas cubiertas por la Revolución Verde. El G I D S es un buen ejemplo de un centro que, entre 1973 y 1977, fecha en que obtuvo estatuto nacional, demostró su aptitud para ampliar su orientación inicial,

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centrada en las ciencias económicas, para dar cabida a otras ciencias sociales. Fue éste un periodo especialmente delicado en la política nacional y en la de Uttar Pradesh. Inmediatamente después del estado de excepción (19751977), tanto el nuevo gobierno central de Janata c o m o su homólogo en el estado se mostraron recelosos de las prerrogativas del G I D S , ya que había gozado de la protección y el apoyo de los anteriores regímenes, pertenecientes al Partido del Congreso. El hecho de que el director recientemente nombrado no hubiera tenido ninguna relación política directa con el Partido del Congreso, así c o m o el estímulo recibido de algunos altos funcionarios públicos con disposición al estudio y al saber y con intereses intelectuales, contribuyeron a allanar el camino del G I D S , que hoy goza de una envidiable posición como generador de datos sociológicos, económicos y políticos, sólidos y fiables, relativos a los distintos niveles administrativos del estado. Nuestro último ejemplo es el Instituto de Estudios sobre el Desarrollo de Jaipur (IDSJ), que se inició con dedicaciones disciplinarias un tanto diferentes de los tres primeros. El alma de este establecimiento era, en 1980, el profesor S. P . V a r m a , especialista en ciencias políticas m u y respetado, cuya prolongada asociación con la Universidad de Rajastán hizo que el IDSJ se instalara en dependencias de la misma. Pero se trata de un instituto de investigación autónomo fundado con la ayuda del gobierno del estado de Rajastán y del ICSSR en igual proporción, lo mismo que otras instituciones semejantes de otros estados. 20 D o s rasgos interesantes del IDSJ merecen ser destacados. E n primer lugar, fue conscientemente organizado según el modelo de institutos.análogos del m u n d o occidental. C o m o lo revela el documento relativo a su fundación,21 su creación se remonta a un proyecto elaborado por un docto visitante canadiense (de origen indio), a petición del designado director honorario del IDSJ y del vicerrector de la Universidad de Rajastán. Este proyecto era innecesario, habida cuenta

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de que, parafinalesde la década de 1970, la India había acumulado ya unaricay variada experiencia en la fundación de instituciones de esta clase, de sólida concepción indígena y con excelentes resultados, en las que nuevos institutos y centros podían fácilmente inspirarse. Y en segundo lugar, después del C S D S (fundado casi veinte años antes del establecimiento del IDSJ), éste fue el primer instituto de investigación sobre el desarrollo que se creó sobre una base aportada por las ciencias políticas. E n el IDSJ, la interdisciplinariedad tiene algunas características que dimanan directamente de este hecho. A l igual que el C S D S , el IDSJ no realiza investigaciones sobre problemas relativos a la economía política india; pero sí se interesa por el quehacer interdisciplinario que abarca problemas de medio ambiente, de energía y cuestiones de política de la ciencia, así c o m o por la esfera de la administración. E n teoría, no obstante, el interés del IDSJ por la investigación interdisciplinaria es de carácter mucho m á s amplio y completo, aunque, por la forma en que se expresa dicho interés, es difícil saber si lo que se pretende es reunir distintas disciplinas para estudiar un conjunto de problemas o dejar espacio institucional en el IDSJ a disposición de un número determinado de disciplinas a fin de permitirles "llevar a cabo sus propias actividades".22 El IDSJ, que aún se halla en su fase formativa, tiene todavía que demostrar su temple, pero no hay razón alguna para dudar de que, a su manera, hará significativas aportaciones a nuestro saber sobre los problemas del desarrollo de la India en general y de Rajastán en particular. L a era de expansión de la investigación en ciencias sociales y sobre el desarrollo quizá se esté acercando rápidamente a sufin.E n los próximos años, con por lo menos uno de tales centros en cada estado,financiadopor ambos gobiernos, el central y el del estado correspondiente, la principal tarea consistirá en consolidar la situación, produciendo trabajo de investigación y generando datos que puedan ser útiles para los responsables políticos y los promotores de cambios sociales.

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Puede que se requieran algunos ajustes, c o m o el paso de u n enfoque académico rígido a otro, m á sflexible,orientado hacia las necesidades de la práctica; o actividades menos centradas en el acopio de datos y más en la resolución de problemas; o u n cambio de método, pasando del empirismo escueto a la teorización o viceversa; o una variación de estrategia interdisciplinaria a fin de resolver los nuevos problemas con que tropiezan los investigadores en el curso de su trabajo. Centros de investigación dedicados a estudios "alternativos" sobre el desarrollo

El fortalecimiento del poder del Estado en la India (como en los países del tercer m u n d o en general) durante las dos últimas décadas y el creciente alejamiento de las alternativas de la izquierda respecto de la política populista actual, han inducido a ciertos medios a buscar una seria vía alternativa de desarrollo con base indígena. El enorme poder que maneja el Estado aparece directamente relacionado con las políticas de modernización, industrialización rápida y medidas públicas encaminadas a apoyar a la industria m á s que a la agricultura, a una agricultura mecanizada antes que a una agricultura con uso intensivo de fuerza de trabajo, y a las grandes innovaciones - tecnológicas a expensas de las artesanías y pequeñas industrias indígenas. Hasta ahora, la exigencia de una transformación estructural fundamental que sitúe al pueblo en el centro del proceso político y democratice la adopción de decisiones mediante un aumento de la participación política a todos los niveles en u n régimen esencialmente descentralizado sólo ha sido planteada por los partidos del ala izquierda del espectro político. Sin embargo, en los últimos años, la iniciativa de este tipo de pensamiento y acción ha provenido de organizaciones populares de diferentes puntos del país, y ha comenzado a m e n u d o con vigorosas campañas respecto a cuestiones conflictivas concretas (como las relativas al medio ambiente; campañas contra

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la deforestación c o m o en el movimiento chipco; cuestiones referentes a las condiciones de trabajo en el campo en regiones específicas, donde el sistema de castas es más agobiante que en otras partes; el movimiento feminista en el ámbito sanitario en el Maharashtra rural; problemas que afectan a las condiciones de vida y a la opresión social de poblaciones tribales o a las condiciones de los habitantes de barrios bajos en las ciudades). Al mismo tiempo, esta tendencia se refleja también en la distinción que algunos dispensadores de ayuda exterior hacen entre una ayuda concebida de forma que llegue directamente a sus beneficiarios y la canalizada por intermedio de los gobiernos. Esta orientación general implica una desconfianza hacia los países del Norte, y, en particular, los países occidentales, a los que m u y comúnmente se acusa de haber detenido el progreso con sus políticas de apoyo a dictaduras militares y a regímenes represivos antidemocráticos y contrarrevolucionarios en muchos países pobres. Desgraciadamente, sin embargo, no todo este nuevo despertar que se manifiesta en forma de movimientos populares "minúsculos" o "en gran escala" apuntan en una dirección progresista o democrática. C o m o bien ha señalado un observador, el desencanto masivo, c o m o el que han experimentado muchos países pobres en los últimos veinte años, no conduce necesariamente a cambios en una dirección m á s democrática, sino que "puede engendrar movimientos retrógrados que tienden a impulsar a estas sociedades a revivir los periodos oscuros de su historia, o movimientos que se nutren de las sombras más recientes y mucho más inquietantes de los postulados chovinistas y fascistas. A m b o s tipos de movimientos están de hecho surgiendo en la actualidad".23 L a India ha empezado ya a absorber esta nueva tendencia a salir del marco de referencia de los enfoques m á s convencionales y a considerarla c o m o otra dimensión más de la investigación institucionalizada de las ciencias sociales bajo el rubro genérico de "enfoques ! alternativos del desarrollo". L a clave del

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avance de este aspecto particular del estudio y la investigación radica en la participación de intelectuales e investigadores particularmente activos, especializados en los problemas sociales y económicos a diferentes niveles. Y a el C S D S ha acumulado varios años de experiencia de esta clase de trabajo en su proyecto conocido c o m o Lokayan. 2 4 E n los últimos cuatro o cinco años, algunos miembros del proyecto Lokayan han emprendido un tipo de investigación en ciencias sociales equivalente al padayatra25 con la intención expresa de identificar los diversos esfuerzos iniciados con miras a un "desarrollo alternativo" a nivel popular en distintas regiones del país. Su objeto es cambiar "el paradigma vigente del saber social y su empleo". Para trabajar en la creación de nuevos paradigmas, los investigadores comprometidos en el proyecto Lokayan, dirigidos por Rajnai Kothari, han identificado "los grupos de acción y micromovimientos así c o m o los participantes clave de estos procesos", a quienes posteriormente se pone en contacto "entre ellos, así c o m o con intelectuales, periodistas y, cuando es posible, incluso con los funcionarios públicos competentes".26 D a d o que proyectos c o m o el Lokayan se orientan todavía hacia los "formadores de opinión" y los "definidores de tendencias" a nivel local, resulta difícil evitar cierto escepticismo y puede pensarse que, en último análisis, este enfoque otorga demasiada importancia a quienes detentan el poder local (o a quienes les son adictos), a expensas de la auténtica democracia. E n realidad todo puede quedar en aquello del "vino viejo en odres nuevos". E n numerosos institutos de investigación se aplican más o menos sistemáticamente las ideas gandhianas dentro de las disciplinas de ciencias sociales, mientras que en otros se dedica mucha más energía a elaborar y profundizar los pensamientos y creencias de Gandhi acerca del desarrollo especialmente adaptado a las condiciones rurales indias. La Fundación Gandhi para el Fomento de la Paz ( G P F ) , con sede en Delhi, se ha propuesto dar al gandhismo una proyección

La investigación sobre el desarrollo y las ciencias sociales en la India

internacional, además de estimular los trabajos relativos a su influencia sobre los problemas nacionales. U n tercer tipo de institutos comprometidos en estudios gandhianos se dedica casi por entero al desarrollo rural (por ejemplo, el Instituto Rural Gandhigram de Enseñanza Superior).27 El Instituto de Estudios Gandhianos de Varanasi (GISV) es acaso el instituto de mayor potencial de cuantos se dedican a la investigación en el campo de las ciencias sociales, tal c o m o comúnmente se la entiende, y emplea métodos y paradigmas gandhianos en forma crítica y sutil. U n o de sus proyectos, por ejemplo, hace una interesante diferenciación entre dos tendencias contradictorias de la experiencia política, social, económica e incluso científica de la India —basada una en un rechazo consciente de la estructura de valores coloniales y la otra en una voluntaria asimilación de la misma—, las cuales han coexistido en la experiencia política del movimiento nacionalista y anticolonial en todas sus fases y han persistido a lo largo de todo el periodo transcurrido desde la independencia. E n los trabajos del G I S V se aprecia la conciencia de que existen otras teorías diferentes de las ideas de Gandhi, que tienen su origen en Occidente tanto c o m o en otras regiones del m u n d o , y el afán de someter al gandhismo a una crítica general, en lugar de presentarlo sin más c o m o una panacea para los problemas de la India. Tales institutos reciben ayuda del gobierno de una forma u otra, y el G I S V está reconocido y subvencionado por el ICSSR.

Conclusión E n sus dos dimensiones, cualitativa y cuantitativa, el interés puesto por los especialistas en ciencias sociales de la India en el difícil empeño de mejorar las condiciones de vida de los sectores más desfavorecidos de la sociedad ha producido dividendos importantes, siendo uno de los principales el enorme impulso dado por la dedicación de muchos de ellos a los objetivos sociopolíticos, así como al rigor

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intelectual del análisis, el descubrimiento d e hechos significativos, la obtención de datos y la generalización teórica sobre bases firmes. Ahora bien, sería una insensatez ignorar que, en algunas esferas de la investigación y la enseñanza superior, hubo que aprender lecciones m u y arduas. Así por ejemplo, en el campo de la educación técnica, se plantean a m e n u d o dos cuestiones cuando se intenta reevaluar la naturaleza y el alcance de los IIT: ¿no se ha producido la expansión demasiado rápidamente para que la infraestructura de la educación técnica pueda resistir a las presiones motivadas por el número de alumnos así c o m o por los rápidos progresos realizados en esta esfera? A d e m á s , ¿no es excesiva esta expansión respecto del ritmo de desarrollo tecnológico del país en su conjunto? H a y alguna verdad en la opinión expuesta por ciertos críticos de los IIT según la cual la enseñanza técnica superior se ha desarrollado en forma desequilibrada y asimétrica, de suerte que la industria india n o ha podido hacer el mejor uso posible de los graduados de estas instituciones. Por último, la rápida expansión de u n ámbito tan especial c o m o éste, en una atmósfera política de rigidez jerárquica y burocrática, ¿no ha contribuido a inducir una osificación prematura del sistema en su conjunto, teniendo en cuenta las enormes ventajas iniciales con que se puso e n marcha? 28 E n la investigación en ciencias sociales, un factor fundamental es que el sistema político en su conjunto está pasando por una crisis de confianza, esta crisis se caracteriza por la tendencia a poner en duda el futuro a largo plazo de las estructuras institucionales a través de las cuales se ejerce el poder del Estado. E n estas circunstancias, a los investigadores de las ciencias sociales activos orientados hacia el desarrollo, que se han educado en una atmósfera relativamente estable, les cuesta m u c h o asimilar súbitamente las exigencias de un sistema en pleno cambio, cuyos derroteros exactos es difícil todavía predecir. A u n así, entre los especialistas en ciencias sociales y los analistas políticos en la esfera del desarrollo socioeconómico y poli-

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734 tico, hay u n a vanguardia bien situada para estudiar las diferentes evoluciones históricas que podrían producirse en el próximo cuarto de siglo c o m o consecuencia de los cambios políticos, de los distintos tipos de tensiones concomitantes y de la necesidad de resolver agudas contradicciones sociales y económicas. S e g ú n u n cálculo aproximado, basta con q u e u n 2 0 % del n ú m e r o total d e investigadores en

íos diversos c a m p o s de las ciencias sociales sea consciente de estos problemas, para que la inversión d e recursos financieros y talento h u m a n o esté justificada. L a evaluación q u e h e m o s realizado tiende a demostrar que la India, en conjunto, ha alcanzado el objetivo propuesto. Traducido del inglés

Notas 1. C o m o por ejemplo, los nexos entre la investigación de ciencia social y la política gubernamental, que fueron examinados hace unos años por Myron Wiener en un polémico trabajo. Véase su "Social science research and public policy in India" (en 2 partes), The Economic and Political Weekly, vol. xiv, n.° 37 y 38, 15 y 22 de septiembre de 1979, p. 1579-1587 y 1622-1628. Para conocer la correspondencia en torno a esta polémica, véase Ibid., vol. xiv, 1979, p. 2029, Ibid., vol. xv, 1980, p. 49. 2. Es interesante observar que, durante este periodo, los economistas que centraban la atención en los problemas agrícolas en gran escala tendían a ser de procedencia extranjera o indios cuya disciplina principal era la historia económica (por ejemplo Daniel Thorner; M a n Habib).

3. H a y que señalar, sin embargo, que, a pesar de las dificultades, parece que en la mayoría de las universidades hubo un contingente resuelto, aunque pequeño, de profesores e investigadores capaz de llevar a cabo una labor de alto nivel y acreditada calidad. 4. Esta preocupación alcanzó proporciones especialmente graves en 1967, cuando, por vez primera, la participación de la C I A en actividades de investigación en ciencias sociales en él tercer m u n d o fue reconocida en Washington D . C , como consecuencia del escándalo internacional causado por un proyecto de investigación en ciencias sociales, en Chile, denominado en clave "Camelot". 5. E n realidad, en la India son m u y pocos los casos de institutos de investigación en ciencias sociales creados con recursos

extranjeros. (Otro ejemplo de institución de estudios e investigaciones superiores financiada por los Estados Unidos es el Centro de Estudios Surasiáticos de la Universidad de Rajastán.) Al cabo de un tiempo, tales instituciones han pasado a estar enteramente financiadas por fuentes indias, casi siempre a través de subventions anuales concedidas por el ICSSR. El hecho de que el propio ICSSR reciba recursos de procedencia exterior es otra cuestión m u y distinta, pues como éste es un cuerpo responsable ante el gobierno central, que lo es su vez ante el . Parlamento, se trata de un problema de orden m u y diferente. Es verdad que, desde hace ya casi dos decenios, a ninguna institución de enseñanza superior de la India se le ha permitido recabar recursos financieros directamente del exterior.

La investigación sobre el desarrollo y las ciencias sociales en la India

6. Fundado en 1958, el N I C D fue el primer cuerpo dé investigación organizado que se dedicó a acopiar una cantidad impresionante de datos primarios de todas clases correspondientes a la India rural en su conjunto. Durante los años sesenta, los directores d e _ los departamentos de sociología y ciencia política recorrieron todo el país, con el exclusivo propósito de localizar y clasificar las fuerzas sociales y políticas rurales por medio de datos : derivados de la observación directa. 7. Los especialistas en ciencias sociales indios, incluida una apreciable proporción de los que trabajaban en el N I C D , se sintieron profundamente agraviados por el hecho de que una universidad extranjera (y ! además, norteamericana) tuviera acceso a datos delicados sobre la India. D a d a la insobornable independencia de los especialistas en ciencias sociales en tales cuestiones y su tendencia general a desconfiar de las instituciones académicas ¡ norteamericanas, la descarada ; política del entonces ministro de Alimentación de compartir (o , más bien regalar) información fue ampliamente criticada. 8. U n a considerable proporción ; de estudiantes de ciencias sociales que han frecuentado las universidades norteamericanas (sobre todo después de los años : sesenta) o estaban ya : "orientados a la izquierda" antes ! de salir de la India o han : regresado de su experiencia americana con bastante m e n o s simpatía por el "funcionalismo", i el "positivismo", el "conductismo" o las diversas maneras de "jugar" con las estadísticas. 9. L a Universidad Jawaharlal Nehru difiere de otras ; universidades nacionales o centrales más antiguas \—Benarés, Aligarh,

Santiniketán y Jamia Milia— en un aspecto esencial. Estas últimas se ocupan fundamentalmente de la formación de estudiantes que preparan un diploma, a lo que'se añaden cursos para posgraduados e investigación, mientras que la primera, c o m o ya se ha indicado, sólo se dirige a los posgraduados (excepto en el campo de lenguas extranjeras). 10. Al director fundador, el historiador del arte N . R . Ray, le sucedió S. C . D u b e , antropólogo social. Cabe señalar que un rasgo característico del H A S ha sido el dar m e n o s importancia a las ciencias económicas que a las otras ciencias sociales. Aparte de las ciencias sociales y la historia, al parecer han merecido considerable atención la cultura, la arquelogía, la lingüística y la filosofía. A D u b e le sucedió B . B . Lal, arqueólogo de renombre, que en la actualidad cumple la función de director interino, mientras se concluye la reestructuración del instituto. 11. E n esta clasificación, por supuesto, no se incluye un gran número de instituciones que están directa o indirectamente empeñadas en investigaciones sobre el desarrollo, pero en contextos altamente especializados y excluyentes c o m o son la investigación sobre el movimiento sindical, sobre la productividad, sobre la contaminación y lás investigaciones referentes a antyodaya (término indígena con que se designa el desarrollo alternativo contrario a la modernización en sus dos versiones, occidental y socialista, y que alcanzó gran difusión en la India durante el régimen Janata). 12. D e aquí en adelante, se hablará indiferentemente de "centros de estudios sobre el desarrollo" y de "centros de

735 investigaciones o estudios de ciencias sociales" sin establecer ninguna distinción, ya que, tanto en unos c o m o en otros, se lleva a cabo el m i s m o género de actividad. 13. M . S. R a n d h a w a era u n alto funcionario del ICS que simpatizaba con los labradores ricos y poseía grandes conocimientos de agricultura práctica. M . S. Swaminathan es . un científico que dimitió recientemente de la Comisión de ; Planificación para hacerse cargo de la Dirección del Instituto Internacional de Investigaciones sobre el Arroz, de Manila. Antes de incorporarse al Consejo Indio de Investigaciones Agrícolas de Pusa, contaba con una larga carrera c o m o científico e investigador y posteriormente c o m o Director del Instituto ¡ Indio de Investigaciones sobre el Arroz, de Bhubaneswar. 14. H a y , n o obstante, algunos simpatizantes naxalitas, tanto entre los alumnos c o m o entre el profesorado, en algunas universidades agrícolas. Estos focos de simpatía izquierdistas se activan de cuando en cuando, \ cada vez que surge alguna injusticiaflagranteque es preciso combatir, o cuando las autoridades adoptan una actitud de arrogancia, complacencia o protectora indiferencia frente a reivindicaciones elementales que atañen a las condiciones de trabajo, la enseñanza, la comida servida a los estudiantes, etc. Actualmente, en las universidades agrícolas del Punjab, por ejemplo, puede apreciarse u n grado considerable de actividad política, no toda, ni m u c h o m e n o s , de carácter naxalita, dirigida contra la política ; adoptada por el gobierno central ' en la crisis del Punjab. 15. Personalmente, he dado con varios encomiables ejemplos de profesores e investigadores de

736 este talante, quienes, a fuerza de e m p e ñ o , han logrado acopiar un abundante material de investigación m u y útil para comprender la explotación padecida por el campesinado indio en diferentes regiones del país. 16. Hasta mediados los años cincuenta, es decir, casi diez años después de la independencia de la India, los alumnos del I A S solían recibir su formación general inicial en Metcalfe House, Civil Lines, Delhi, donde se les convertía en pequeños sahibs de quienes se esperaba mantuvieran las tradiciones de sus antecesores del ICS cuando fuesen a sus subdivisiones y distritos. Los encargados de la formación durante este periodo eran, naturalmente, miembros veteranos del ICS. E n estricta justicia, hay que añadir que una buena proporción de los funcionarios que fueron formados de esta manera desecharon luego el "blanqueado" cultural a que su formación en Metcalfe House les sometiera y aprendieron a comprender cabalmente los problemas indios, aun cuando no se convirtieran en fieles servidores del pueblo indio. 17. E n el m o m e n t o de escribir estas líneas, el G B P S S I , que ocupa locales provisorios, está haciendo todo lo posible por persuadir al gobierno de que desembolse los fondos ya asignados para la construcción de nuevos edificios donde pueda . instalarse su personal, en constante expansión. Los repetidos viajes a L u c k n o w para convencer a los ministros de que liberen los fondos hace ya tiempo presupuestados suponen un tremendo despilfarro de , tiempo y dinero, ya que el esfuerzo que implica viajar hasta la capital del estado es considerable. El IDSJ encuentra problemas análogos con el gobierno de Rajastán, aunque

T. V. Sathyamurtliy

tiene la suerte de estar situado en Jaipur m i s m o (sede del gobierno de Rajastán). N o es nuestra intención insinuar que los gobiernos referidos muestran mala voluntad, pero estos ejemplos sirven para denunciar los obstáculos burocráticos que entorpecen la rápida y efectiva traducción de las promesas en hechos concretos antes de que sea demasiado tarde. 18. Entre los muchos proyectos en que participa el profesor Bagchi figura una historia del State B a n k of India (SBI), encargada por las autoridades del banco, cuyo primer volumen ha sido ya concluido. N o cabe la menor duda de que la historia del SBI escrita por Bagchi será una importante fuente para • estudiar la historia económica y financiera de la India contemporánea. 19. I. P . Desai se formó en Pune, donde estudió sociología y antropología bajo el magisterio de G . S. Ghurye e Iravati Karve, m u y respetados ambos no sólo por su erudición sino también por su liberalismo político de corte radical. 20. C o n arreglo al Sexto Plan Quinquenal, Orissa iba a tener en 1978-1979 un instituto de investigaciones de ciencias sociales en Bhubaneswar, m á s adelante sería el turno de Assam. El Instituto de Ciencias Sociales Lalit Narayan Mishra ( L N M I S S ) , así llamado en recuerdo del ex ministro de Ferrocarriles de la Unión, que perdió la vida en 1974 en Samastipur, fue fundado por el gobierno de Bihar en Patna, principalmente gracias a los esfuerzos de su hermano, el D r . Jagannath Mishra, que fue primer ministro de Bihar durante el estado de excepción y nuevamente de 1980 a 1983. 21. El título de este documento es: Institute of Development Studies, Jaipur: genesis and growth of an idea. Fue escrito

por el profesor S. P . V a r m a y publicado en Jaipur hacia finales de 1981 o comienzos de 1982. 22. Véase por ejemplo, el . siguiente pasaje: "Se pidió al profesor Somjee que preparara una nota sobre el instituto, nota en que se basó luego el profesor S. P . V a r m a para redactar una propuesta de fundación del Instituto de Estudios sobre el Desarrollo que, aunque limitándose principalmente al estudio de los problemas sociales, económicos, culturales y políticos, tendría aptitud, se consideró, para abordar problemas de investigación que trascendieran las ciencias sociales." (Institute of Development Studies, Jaipur..., op. cit., p. 7-8.) 23. D . L . Sheth, "Grass-roots stirrings and the future of politics", Alternatives, vol. ix, 1983, p. 1-24 (p. 8). 24. Lokayan (derivado del sánscrito) significa literalmente "movimientos populares", es decir, movimientos de y por el pueblo y para el pueblo. Sheth define el proyecto c o m o "una combinación de acción e investigación" por su naturaleza, y lo describe c o m o algo que obra "en el punto de contacto entre saber social y las instituciones sociales, entre las instituciones académicas y los grupos m u y activos". Sheth, op. cit., p. 11. 25. Padayatra es un término especial que se emplea para designar la acción de aquellos líderes políticos que salen en busca de la verdad social o la realidad política, recorriendo a pie el país de punta a punta a fin de conocer directamente los hechos. L afigurapolítica más reciente que emprendió una padayatra (1983) fue Chandra Sejar, el jefe del Partido Janata. E n sus tiempos, Gandhi y Vinoba Bhave, el "Sabio Paunar" (muerto en 1982), solían emprender padayatras en forma periódica.

La investigación sobre el desarrollo y las ciencias sociales en la India 26. D . L . Sheth, op. cit., p. 11. 27. La inspiración de esta ' investigación provino originalmente del movimiento Bhoodan, iniciado por Vinoba Bhave poco tiempo después de la independencia. El movimiento en sí no tuvo éxito,

pero los diversos institutos de estudios rurales creados para difundir las ideas de Gandhi sobre el desarrollo y la cooperación rural siguen funcionando. 28. C o m o evaluación crítica reciente de la labor de las

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instituciones de investigación en la esfera de la economía agrícola, véase un informe titulado "Agricultural research: decline of agro-economic research centres", The Economic and Political Weekly, vol. x v m , n.° 23, 4 de junio de 1983, p. 993-996.

La ciencia regional: treinta años de evolución

G. B. Benko E n suma, la ciencia regional presenta u n carácter de ciencia de síntesis: a partir de los datos analíticos suministrados por diferentes especialistas, es posible deducir, de la s u m a de casos particulares que la región ofrece, La ciencia regional es tal vez la rama m á s algunas leyes fundamentales que rigen la reciente de la ciencia social. Su existencia se distribución de las actividades. debe a los numerosos problemas que no han E n su centro de gravedad hallamos la podido ser tratados de forma adecuada con ciencia económica, y m á s particularmente una los métodos tradicionales de la ciencia social. rama especializada, la economía espacial, C o n la introducción de cuyo objeto básico es la esta ciencia nueva, m u localization de las actiG . B . Benko realiza investigaciones chas teorías, técnicas vidades económicas, el en el Centre de Recherche et de y conceptos han enriquecomportamiento espacial l'Analyse de l'Espace (Université de cido las investigaciones de las empresas, la contaParis I—CNRS). Es autor de estuya existentes. bilidad territorial, etc. dios sobre el desarrollo regional y la geografía urbana y se dedica asiLos economistas espaciaSe trata de una discimismo a la ordenación del espacio. les se han sentido margiplina-encrucijada, que se nados de sus colegas y a sitúa en la intersección fin de dar mayor peso a de la ciencia económica, sus reflexiones se h a n la geografía, la socioloseparado del marco genegía, la ciencia política y ral de la economía para la antropología. Su princicrear una rama especialipal objeto de estudio es zada. E n sus análisis, han la intervención h u m a n a , recurrido a métodos m a en el territorio. Las descripciones hechas por ingenieros, geólogos, temáticos y econométricos para verificar las meteorólogos o biólogos son poco significati- hipótesis propuestas. vas para la ciencia regional, pero ésta las Junto a los economistas, los geógrafos utiliza en caso de necesidad. U n investigador son los m á s involucrados en el estudio regioo un profesional de esta disciplina posee una nal, ya que por definición la geografía h u m a n a visión m á s cuantitativa; se interesa por fenó- describe y explica la distribución de los seres menos tales c o m o la distribución de la pobla- humanos, de sus actos y de sus obras en la ción, la localization de las actividades, la superficie de la tierra [P. Claval]. E n el contaminación ambiental, el turismo, el creci- m o m e n t o de surgir la ciencia regional, la , miento de las ciudades, etc. geografía se hallaba en plena mutación, y los Los elementos básicos de la ciencia regional: intento de definición

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antiguos métodos elaborados por las diversas escuelas nacionales ya no satisfacían la curiosidad de los investigadores. E n la década de 1950, éstos se dedicaron a forjar los nuevos instrumentos indispensables para responder a las nuevas demandas sociales. E n el periodo de posguerra, el crecimiento económico y demográfico era fuerte, y aumentaron las necesidades de planificar el territorio y de controlar el desarrollo urbano. Posteriormente, en los años setenta, con la evolución de la situación económica y social, se acentuó la d e m a n d a con respecto al control de la contaminación, el ahorro de energía, la conservación del medio ambiente, el equilibrio social y, en general, la gestión y planificación del entorno, ámbito en el que irrumpieron los geógrafos, en relación con problemas tanto económicos c o m o sociales. Tanto para la sociología, que estudia la realidad social y la acción h u m a n a en los diferentes medios sociales y físicos, c o m o para la economía y la ciencia política, el entorno físico y la visión espacial son consideraciones marginales. Para la ciencia regional, en cambio, el conocimiento y la comprensión de los objetivos, los fines y los intereses de los diversos' grupos sociales situados en puntos diferentes del espacio son prioritarios. Así, el estudio de la vida familiar, de las relaciones entre individuos y entre grupos sociales y de las clases sociales proporciona los datos necesarios para analizar las sociedades en su conjunto. E s esencial comprender las metas y los valores de los distintos grupos sociales en las diversas regiones del m u n d o y seguir sus evoluciones y sus orientaciones frente a los problemas regionales para encontrar los medios que permiten alcanzar los objetivos y resolver los conflictos sociales. L a ciencia regional ha contribuido así en gran medida al desarrollo económico; en cambio, no ha aportado nada —al menos en sus comienzos— en el plano social, y hasta podría decirse que ha sido destructora en lo relativo al medio ambiente. C o m o tantas experiencias lo indican, el desarrollo económico no puede entablarse sin un conocimiento del medio social y físico.

G. B. Benko Por lo que a la antropología se refiere, cabe distinguir la antropología física, consagrada a estudiar los factores biológicos.del ser h u m a n o y su relación con su medio físico, de la antropología cultural que estudia las sociedades y las culturas en vías de desaparición y, sobre todo, los elementos inconscientes de la vida social, identificando la distribución geográfica de los pueblos y de las culturas a través del m u n d o . La antropología ha influido ampliamente en la evolución de las ciencias sociales de la posguerra; con su aportación teórica y empírica, ha contribuido a definir modelos de política de desarrollo, sobre todo en el tercer m u n d o , y a elaborar planes económicos y sociales en los que la ciencia regional desempeña un papel preponderante. La ciencia política ofrece un soporte administrativo y legislativo para llevar a cabo el desarrollo regional. A mediados del siglo x x , se tomó conciencia de las disparidades regionales del desarrollo. E n este sentido, la ordenación del territorio (puede llamársele también planificación regional u organización del espacio), que es una elaboración política y económica del espacio, es preocupación c o m ú n a todos los países industrializados o en desarrollo. L a Organización de las Naciones Unidas y sus organismos especializados hacen esfuerzos para favorecer la promoción económica y social de los países económicamente débiles cuyos habitantes viven en condiciones precarias. Incluso dentro de los países más avanzados, el crecimiento económico se distribuye de manera desigual en el espacio y se observan disparidades y desigualdades regionales. Los economistas y los políticos se interesan por este problema e intentan reducir este desequilibrio utilizando los instrumentos suministrados por la ciencia regional. La dificultad de definición de esta disciplina proviene de su complejidad, c o m o acabam o s de ver; existen casi tantas definiciones de ella c o m o investigadores. Walter Isard, en su obra Introduction to regional science [1975], formula trece definiciones. E n las descripciones relativamente recientes, con relación a publicaciones anteriores, la dominante económica ha sido desplazada por el medio

Econometria regional

Ciencia económica

Geografía regional y social

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S. Ciencias sociales y políticas

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E. Economía espacial

Ciencia Sociología política y del desarrollo

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