Entrevista a Hitler

March 17, 2017 | Author: profhistoria10 | Category: N/A
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LECTURA l50 AÑOS DE ENTREVISTAS Adolf Hitler descubre en esta entrevista realizada en I932, cuando apenas tenÍa poder, los preceptos antisemitas y expansionistas del

prograrna con el que años más tarde conseguiría el respaldo de las masas. Ésta es la quinta entrega

de la serie de entrevistas que publica

E

País Semanal

con los grandes protagonistas del siglo,

ENTREVISTA REALIZADA POR GEORGE SYLVESTER VIERECK. 'LIBERTY', 9 DE JULIO DE 1932 Adolf Hitle¡ (1889-1945), el dictado¡ alemán, nació en Aust¡ia. Era hilo de un oficial de aduanas que cambió su apellido de Schiddgrüber a Hitler. Desde muy joven, su ambición fue convertirse en artista y arquitecto, pero sus deseos se vie¡on frust¡¿dos por el f¡acaso académico. Vivió va¡ios años en Viena, donde

Kanzpf (Mi lucha), su credo

germinó su rechazo hacia los judios y los sindicalistas. Se t¡asladó a Múnich en I9l3 para lib¡arse del servicio milita¡ pero al año si guiente, cuando fue declarada la guera, se alistó en el Ejército bá-

autobio-gráfi co. T¡as su libe¡ació¡ empezó a atraer el respaldo de lar masas hacia el Partido Nazi. En

va¡o. Cuando había alcanzado el grado de cabo, fue galardonado con la C¡uz de Hie¡¡o -primera clase- por su valor como correo, pero cuando llegó el final de la guerra era un inválido. Había sido herido ¡ como consecuencia de un ataque con gases, perdió temporalmente la vista. Su amargura por la derrota, de la que culpaba a los judíos y a los socialistas, Ie indujo a infiltrarse como espía del ejército en partidos políticos mino¡itarios. Finalmente se unió a uno de ellos, haciéndose rápidamente con el control y rebautizándolo con el nomb¡e de Partido Nacionaisocialista Alemán de los Trabajadores. En 1923 tomó parte en el "putsch de la ce¡vece¡ía" en Múnich, un conato de golpe de Estado cont¡a el Gobierno republicano de Bavie¡a. La policía ba¡¡ió con sus amet¡alla-

plena depresión económica,

Ar/c,/f Hitler nació en A¡tn ia en 1839. Stt ¿ubiúót¡ era ¡onuer¡irt¿ ¿tt,ti !t:t,t n.tr4ni¡¿¡,,. pero

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vrs leseas.

do¡as Ia ma¡cha de las tropas dr asalto nazis y Hitler pasó nueve meses en la cárcel, du¡ante Io¡ cuales dictó a Rudolf Hess Meir,

politicc

Hi

tle¡ ¡ecu¡¡ió a su comprensión in. tuitiva de la psicologia de las ma. sas, a la manipulación de la para. noia antisemit¿ (que él mismc

compartía) y a su fo¡¡na de enten. der la propaganda y la "gran men. tira", para c¡ea¡ una coalición de obreros, industriales del Ruhr i linancie¡os descontentos. Se presentó, sin éxito, a las eleccione¡ presidenciales de 1932, pero su contrincante en las mismas, PauJ von Hindenburg, Ie nomb¡ó cancille¡ en enero de 1933. En pocar semanas había organizado la quema del Reichstag, culpando de

ella a los comunistas, y en los subsiguientes comicios generales, c¡eciendo. Aun siendo incapaz de desalojar a Hindenburg de ia los nazis se dedica¡on a intimida¡ a ot¡os partidos, asegurándose presidencia, Hitle¡ lide¡a hoy el mayor partido de Alemania. A ia victo¡ia por una estrecha mayoría. A partt de ese momento, menos que Hindenburg asuma poderes dictato¡iales o que un Hitle¡ fue asumiendo p¡ogresiyamente el poder absoluto, y recugiro inesperado dé al t¡aste con todas las previsiones, el partido rrió a su cuerpo de seguridad, las SS, para purgar a los nazis ¡ivade Hitle¡ se encargará de organizar el Reichstag y controlará al les en 1934. Puso en ma¡cha el rearme de Alemania v adootó una Gobie¡no. La lucha de Hitler no va dirigida contra Hindenburg, politicl exrerior Jgreslva y expansionisra, ,ecobrrnáo l¡i tierr¡s sino contra el cancille¡ B¡uening. No es probable que el suceso¡ del fun, anexionándose Aust¡ia e invadiendo Checoslovaquia. Su de éste pueda mantenerse en el poder sin el apoyo del nacio¿taque contra Polonia desencadenó la II Gue¡ra Mundial. Se suinalsociaiismo. cidó en compañía de su amante, Eva B¡aun -con la que se casó en En su fue¡o interno, muchos de los que votaron por Hindenel último minuto-, en 1945, cuando los ¡usos estaban a punto de burg estaban con Hitle¡ pero un sentido profundamente arraigapenetrar en su búnke¡ subter¡áneo. do de la lealtad les había impulsado a concede¡ su voto al viejo Como ent¡evistado, Hitler distaba mucho de se¡ un pe¡sonaje ma¡iscal de campo. A menos que de la noche a la mañana surja ideal, dado que era profundamente un nuevo lide¡ no hay nadie en Aleegocénrrico. La tendenci¡ al monómJnra que puedl enfrrenrrrse I HiLlogo está presente en esra enrrevrstJ, ler r excepción de Hindenburg, iy DE ALEMANES realizada por George Sylvester VieHindenburg tiene ochenta y cinco reck. El periodista Ie había visitado años! El tiempo y la recalcitrante POR PAíS QUE por vez primera en 1923, "cuando oposición de F¡ancia juegan a fávor aún era prácticamente un desconocrPUEDEN MÁS MILLONES de Hitleq a no ser que un movtdo...". Entonces escribió: "Si es que miento en falso por su parte o la diINFECTADOS POR EXTRANJEROS'' sensión en el seno del partido le nievive, este hombre hará historia,-para bien o plra m¡1". Hizo ¡mb¿s cosas. guen la oportunidad de asumi¡ el Lo definió como "el mec¡nismo oc papel de un Mussolini alemán. sobrecompensación del complejo de El primer imperio alemán tocó a

..DIEZ MILLoNES LUCHAN

SU

AUE 50

infe¡io¡idad alemán". Viereck expresó sus dud¿rs acerca de las histo¡ias de atrocidades cometidas por los ¡lemanes a finales de la década de 1930, e intentó mantener a Estados Unidos al margen de la II Gue¡ra Mundial. Poste¡io¡mente fue hecho prisionero y padeció psicosis de guerra. Su c¡rrera de ent¡evist¡dor se

vio rruncada antes de l¡ posguerra.

*** -Cuando me haga cargo de Aiemama terminaré con el vasaliale ¿nte el extr.rniero y con el bolchevis-

mo en nuestro pais.

"SoMos soctALtsrAs: SATISFAREMOS A LAS GLASES PRODUCTORAS SOBRE LA BASE DE LA SOLIDARIDAD RAqIAL"

..AHoRA TENEMoS QUE

su

fin cuando Napoleón obiigó

al

emperador austdaco a rendi¡ la corona imperial. El segundo lo hizo cuando Guille¡mo II, siguiendo los consejos de Hindenburg, buscó ¡efugio en Holanda. De manera lenta, pero imparable, empieza a emerger el III Reich, aunque puede que pres-

"i.,1. á" ""r'^"

No entrevisté a HitleL en su cuartei general de Múnich, sino en Ia rePIERNAS sidencia privld.r de un .rnriguo rlmir¡nte de lr M¿rina aiem¡n¡. Discutimos el futu¡o de Alemania en to¡¡ro a unas tazas de té. -iPor qué se define usted como -nacionalsocialista, cuando su programa de partido es la antitesis misma de todo aquello que normalmente se vincul¿ con el socialismo? Como respuesta, Hitler puso su taza de té sobre la mesa y se

ESTIRAR NUESTRAS

HACIA EL ESTE. EI BÁITICO ES UN LAGO ALEMÁN''

Adolf Hitler apuró su taza como si en lugar de té contuviese la esencia vital del bolchevismo. -El bolchevismo es nuestra mayor amenaza -prosiguió el jefe de los camisas pardas, los fascistas alemanes, mientras me dirigia una mirada ominosa-. Acabar con el bolchevismo es devolve¡ el poder a setenta miliones de personas. Francia no debe su potencia al ejército, sino a las fue¡zas del bolchevismo y a la disensión que actúa en el seno de nuestro país. El bolchevismo alemán mantien€ vigentes los t¡atados de Ve¡salles y Saint Germain. El tratado de paz y el bolchevismo son dos cabezas de un mismo monstmo. Debemos segar ambas. Cuando Adolf Hitler anunció su programa, el advenimiento del Tercer Imperio que proclamaba pa¡ecía encontrarse aún al final del a¡co iris. Elección tras elección, el poder de Hitle¡ fue

dirigió

a

mi con tono beligerante.

-El socialismo es la ciencia que se ocupa del bien común. El socialismo no es lo mismo que el comunismo. El marxismo no es el socialisr¡o. Los marxistas se han apropiado del término y han cambiado su significado. Yo a¡¡ebata¡é el socialismo a los socialistas.

socialismo es una antigua institución aria y germánica. Nuestros antepasados compaftían cie¡tas tie¡¡as y cultivaban la idea del bien común. El marxismo no tiene de¡echo a disf'raza¡se de socialismo. AI contrario que el marxismo, el socialismo no re-

-El

chaza la propiedad privada. Al contrario que el marxismo, no impiica renegar de la propia personalidad. Al cont¡ario que el mar-

xismo, el sociaiismo es patriótico. Pod¡íamos haber escogido el nomb¡e de Pa¡tido Liberal, pero decidimos llamarnos a nosotros mismos nacionalsocialistas. No somos inte¡nacionalistas; nuestro socialismo es nacional. Exigimos que el Estado satisfaga las justas reclamaciones de las clases productoras sob¡e la base de la solida¡idad ¡acial. Pa¡a nosot¡os, Estado y raza son Ia misma cosa". Hitler no responde al prototipo germánico puro. Su pelo oscu¡o denuncia la existencia de aigún antecesor alpino. Durante años se negó a ser fotografiado. Formaba pane de su est¡ategia. Deseaba se¡ conocido tan sólo por sus amigos, de modo que en los momentos de crisis pudiese aparecer en cualquier lugar sin ser detectado. Hoy ya no es un desconocido, ni siquiera en las más ¡emotas aldeas alemanas. Su apariencia cont¡asta de un modo ext¡año con la agresividad de sus opiniones. Nunca hubo ¡efo¡mista de tan amables maneras capaz de echar a pique el ba¡co del Estado o de segar tantas gargantas políticas. Continué con mi interrogaroflo. -iCuáles son los pilares básicos de su piataforma? -C¡eemos en una mente sana en un cuerDo sano. El cuemo político debe estar s.rno para que el espiriru pueda ser saludaüle. La salud mo¡al y la fisica son la misma cosa. -Mussolini -le interrumpí- me hizo la misma observación. Hitle¡ son¡ió de o¡eia a o¡eia. -El ambiente de los banios bajos es el responsable de ias nueve décimas partes de toda depravación humana, y el alcohol, de la restante. Ningún homb¡e saludable puede ser marxista. Los homb¡es sanos reconocen elvaio¡ del individuo. Nos enl¡entamos a las fue¡zas del desastre y la degeneración. Baviera es un lugar ¡elativamente saludabie porque no está totalmente indust¡ializado. Sin embargo, toda Alemania, incluida Bavie¡a, está condenada a una indust¡ialización intensiva debido a lo limitado de su te¡rito¡io. Si deseamos salva¡ a Alemania debemos asegurarnos de que nuestros agricultores permanezcan fieles a la tierra- Pa¡a conseguirlo hab¡án de disponer de espacio para respirat y para trabalat -iDe dónde saldrá ese espacio? -Debemos conserva¡ las colonias y expandi¡nos hacia el Este. Hubo un tiempo en que podríamos haber compartido el dominio del mundo con Inglaterra. Aho¡a sólo podemos estirar nuestras acalambradas piernas hacia el Este. El Bákico es esencialmente un lago alemán. -iNo sería posible para Alemania reconquistar económicamerte el mundo sin ampliar su te¡¡iroriol -pregunré. Hitler negó enfáticamente con la cabeza. -El imperialismo económico, como el milita¡ depende del poder. No puede existir un come¡cio global a gran escala sin un poder a nivel mundial. Nuest¡o pueblo no ha aprendido a pensar en términos de poder y comercio globales. En cualquier caso, AIemania no puede crecer come¡cia1 o te¡¡ito¡ialmente hasta que recupere lo que ha perdido y se encuentre a sí misma. -Estamos en una situación simila¡ a la de un hombre cuya casa ha ardido. A¡rtes de emba¡ca¡se en planes más ambiciosos necesita un tejado bajo el que guardecerse. Hemos conseguido le-

vanta¡ un refilgio de emergencia que nos protete de la lluvia, pe¡o no habíamos contado con el granizo. Sob¡e nosot¡os han caído auténticas to¡mentas de calamidades. Alemania ha vivido un temporal de catástrofes nacionales, morales y económicas. -Nuest¡o desmo¡alizado sistema de pa¡tidos es un síntoma del desast¡e. Las mayorías parlamenta¡ias fluctúan con arreglo a la

moda del momento. El Gobiemo parlamentario abre las puertas al boichevismo.

-iNo es pa¡tida¡io, como lo son algunos militaristas alemanes, de una alia¡rza con la Rusia soviética? Hitler elude una contestación directa a esta pregunta. Ya lo había hecho antes, cuando Líúerb,le pldió que respondiese a Ia

Eit t/tt d;!ürtl! aúc la¡ n¡¡¡a¡. Hitler rec¡trr/a a .t/t tultf"?ttrtó iurrrrtira de la ¡'icol"¿ía ¡ n la uau4,tt/atió¡¡ l, lrt f,trattuia tnrileuira.

CH/[NNEL,

DIUU¡I L'I ENCUADERIUAC¡OIU DE HOY EN DI,A

Et SISTEM/I

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afi¡mación de Trotski de que su toma del poder en Alemania supondría una lucha a muerte ent¡e las naciones europeas, encabezadas por AIemania, y 1a Unión Soviética: "P¡obablemente a Hitle¡", había dicho T¡otski, "no le convenga atacar al bolchevismo en Rusia. Incluso es posible que, si coffe peligro de perder el juego, considere una posible alianza con el bolchevismo como su últim^ baza. Si, como sugirió en una ocasiór, el capitalismo se niega a ¡econoce¡ que los nacionalsocialistas son el ú1timo balua¡te de la propiedad pdvada, si el capital dificulta su lucha, Aiemania podría vene empujada a ceder al seductor canto de la si¡ena soviética. Pero él parece decidido a impedir como sea que el bolchevismo arraigue en Alemania." Hasta el momento, Hitie¡ ha respondido con recelo a las propuestas del canciller Bruening y otros poiíticos, que deseaban formar un frente poiítico unido. No cabe duda de que ahora, a la vis-

ta del constante aumento de

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1os votos favo¡ables al nacionalsocialismo, Hitle¡ estará más predispuesto a llegar a acue¡dos sob¡e asuntos esenciales con otros partidos. -Las combinaciones políticas de las que depende un frente unido -me señaló Hitler- son d€masiado inestables. Hacen prácticamente imposible una política claramente definida. En todas Partes obsefvo un permanente vaivén de conpromisos y concesiones. Nuest¡¿s fue¡zas const¡uctivas se enfrentan a la ti¡anía de Ias núme¡os. Cometimos el e¡¡or de apiicar la aritmética y los mecanismos del mundo económico a la vida. Estamos amenazados por un crecirniento constante de las cif¡as y una progresiva disminución de los ideales. Los núme¡os como tal ca¡ecen de importancia. -Pero suponga que Francia tomase represalias invadiendo suelo alemán. Ya 1o hizo antes en el Ruhr; puede l.¡acerlo de nuevo. -No importa cuántos kilómetros cuad¡ados ocupe el enemigo -respondió Hitle¡ eno¡memente soliviantado- si despierta el espí¡itu nacional. Diez miliones de alemanes libres, dispuestos a mo, ¡i¡ a cambio de que su país pueda vivi¡ son más poderosos que cincuenta millones cuya voluntad está paralizada y cuya conciencia ¡acial está infectada por extranjeros. -Qreremos una gran Alemania que unifique todas las t¡ibus germánicas. Pero nuestra salvación puede tener su origen en el más pequeño de Ios ¡incones. Aunque sólo dispusiéramos de cuat¡o hectá¡eas de ter¡eno, si estuviéramos empeñados en defende¡las con nuest¡as vidas, esas cuatro hectáreas se convertirían en el foco de la regeneración. Nuestros trabajadores tiene¡ dos almas: una es alemana, la otra es marxiana. Hemos de hacer que despiene el espíritu alemán. Debemos extirpar el cánce¡ del marxis mo. El marxismo y el germanismo son antitéticos. -En mi visión del Estado alemán, no habrá Iugar para ei ex' traño, para el derrochado¡ el usurero o el especulador, ni para nadie que sea rncapaz de realizar un hJb¿jo productivo. Las venas de ia f¡ente de Hitler se hincharon amenazado¡amente. Su voz Ilenaba la habitación. Hubo ur.r ruido en Ia puerta. Sus seguidores, que pe¡manecen siempre cerca de él como una guardia personal, ¡eco¡da¡on al líder que debía asisti¡ a un mitin Dara arengar a Ios ¡eunidos. Hitle¡ se bebió el té de un trago y se levantó. Entrevista traducidr por Antonio Resines.

ENTREVISTAS PUBLICADAS: Al Capone, 1 1 de felnro. Pablo Pica¡s¿t, 2) fu febren. Dos r,tnas, 10 dt ¡¡¡atzo. Signrnd Frend,24 dc ¡¡¡¡rxt.

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