Ensayo de Ética - TOK

March 25, 2019 | Author: Camila Grinbaum | Category: Morality, Theory, Utilitarianism, Knowledge, Felicidad y autoayuda
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“La sabiduría moral parece tener tan poca relación

con el conocimiento de la teoría ética como jugar bien al tenis con el conocimiento de la física” (Emrys Westacott)”

En este ensayo me limitaré a analizar la relación existente entre la ética y la moral, dos conceptos que cotidianamente se emplean como sinónimos. De aquí, la distinción me llevará a cuestionar el significado que tiene la sabiduría moral en el conocimiento de la teoría ética, a través de citas y de ejemplos diarios. Trataré de sostener las palabras de Emrys Westacott mediante una serie de argumentos sólidos que … En primer lugar, tomando las palabras de Emrys Westacott, es válido hacer  una breve distinción entre los conceptos más destacables de su frase: ética y moral. moral. A pesar de que su etimología etimología nos indique lo mismo mismo y que hoy día se los considere equivalentes, la realidad es que su diferencia es amplia y notable. La mora morall es el conj conjun unto to de norm normas as,, prin princi cipi pios os y valo valore res s que que dirig dirigen en nues nuestr tro o comportamiento, y que una determinada colectividad considera en un momento histórico concreto como justos o correctos. La ética, por su parte, está referida a la reflexión teórica sobre la moral, es decir, sobre el deber. Se encarga de discutir y fundamentar reflexivamente ese conjunto de principios o normas que constituyen nuestra moral, y justificar por qué las conductas son consideradas  justas o correctas. En otras palabras, la moral responde a ¿qué debo hacer?, mientras que la ética se cuestiona ¿qué es la moral? ¿Cómo se fundamenta? Ahora bien, uno de los problemas que se nos plantean a la hora de determinar si una conducta es moral o inmoral es la subjetividad de aquél juicio. Es aquí aquí dond donde e nos nos cues cuesti tion onam amos os la exis existe tenc ncia ia de una una form forma a objet objetiv iva a de determinar una acción moral, o de su universalidad. ¿Existe alguna forma de conocimiento que nos proporcione un razonamiento válido para comprender el por qué de una reflexión? Cuando vemos a un jugador de tenis practicando su deporte, es evidente que no sabe lo que produce desde un punto de vista vista físico: él conoce conoce la técnica y sabe, por ejemplo, que si la apertura de del brazo con el que le pega es mayor, la fuer fuerza za y velo veloci cida dad d de la pelo pelota ta aume aument ntar ará á de maner anera a dire direct ctam amen ente te proporcional. Pero a la hora de hacerlo no calcula, ni tampoco es necesario, cuál es la medida del ángulo que toma y así, estimar la fuerza aplicada. De manera tal, que hasta el mejor jugador de tenis del mundo puede ser absolutamente ignorante en otro campo del saber, mismo en aquél que se relacione con su actividad. Lo que ocurre con la reflexión acerca de nuestras conductas, es análogo, en algunos aspectos, al ejemplo explicado. Para poder averiguar cuán válidas son las acciones, han nacido las teorías éticas que ofrecen ciertos criterios de racionalidad para poder propugnarse. Estas teorías pueden clasificarse según dos grupos: la aristotélica y hedonista, y la kantiana y dialógica. El primer grupo se basa en la convicción de que lo moral reside en la búsqueda de la felicidad; mientas que el segundo, da por sentado que el hombre quiere ser feliz y, en cambio, intenta reconocer si hay algún ser que deba ser reconocido en su cualidad de digno y qué criterio se debe aplicar para decidir, y para respetar  realmente su dignidad. Haciendo hincapié en el primero grupo, se puede tomar 

como ejemplo la teoría utilitarista. Muchas veces hemos oído hablar de políticos que aprobaron una norma legal porque hacía “el mayor bien para el mayor  número de personas”. La corriente utilitarista, entonces, “ aprueba o desaprueba cada una de las acciones según la tendencia que aparenta tener para aumentar o reducir la felicidad de la parte cuyo interés está en cuestión; o, lo que es lo mismo en otras palabras, para promover  u oponerse a esa felicidad" 1 (Jeremy Bentham). Pero, ¿cuál es la mayor felicidad? Otra

cuestión que surge a raíz de dicho argumento es la de contraponer lo que dice esta teoría con nuestra moral del “sentido común”. Según la reflexión utilitarista, si un padre tuviera que decidir entre salvar a su hijo y salvar a otros dos niños, el sujeto debería optar por la segunda opción, donde las dos vidas suman un potencial mayor de felicidad que el de una persona sola. Sin embargo, la mayoría de las personas, obviamente, elegiría salvar a su propio hijo. De esta manera, podemos ver desde una primera aproximación al tema cómo la moral tiene poca relación con el conocimiento de la ética, tal como lo afirma Westacott. Otro ejemplo pertinente podría ser el imperativo categórico de Kant, propuesto dentro de un modelo formal de la ética, donde se expresa solamente la forma que deberían tener nuestras acciones para ser consideradas como morales. Sus mandatos tienen la forma general de “debes hacer X” o, en su prohibición, “no debes hacer X” – por ejemplo, “debes ser fiel” ó “no debes robar”. Esta ideología nos conduce a pensar, pues, que existen normas universales que rigen en todas las sociedades por igual, dado que el imperativo denota una obligación absoluta e incondicional que siendo autosuficiente, no precisa de ninguna justificación externa. Sin embargo, claro está que no todas las sociedades, culturas o momentos históricos presentan las mismas reglas morales. Así entonces, las personas poseen diferentes credos de acuerdo al contexto en el que se forman, de manera tal que, ante un delito, un sociólogo con pensamiento marxista estará limitado en su visión ya que cree en la lucha de clases, por consiguiente, que la delincuencia es producto o es parte de la guerra de esas clases. Mientras que un sociólogo liberal pensaría que el delincuente es un individuo que no se ajusta a las normas y que no le gusta trabajar u “obrar  bien”. Claramente, conocer la teoría ética no implica necesariamente que las conductas estarán correctas o de acorde a lo que la reflexión sobre el deber  impone. En contraste, en el campo de las ciencias naturales, la investigación científica sí está pautada por un marco teórico. Este elemento es fundamental visto que situará al problema dentro de un conjunto de conocimientos, dándole un sentido a la observación y la terminología adecuada para los conceptos a utilizar. Además, el científico trabaja siempre sobre investigaciones y descubrimientos anteriores, tratando de perfeccionarlos, confirmarlos o profundizarlos, por tanto que debe basarse en una teoría ya formulada. Si el investigador tratara de innovar, de igual forma se debería asentar sobre bases teóricas esenciales para su actividad. En las ciencias humanas, por su parte, las conductas de los hombres se intentan analizar de acuerdo a las motivaciones, la ideología, las fuerzas sociales, las presionas comunitarias o políticas; y es por ello que no se podría  juzgar un comportamiento teniendo en cuenta un rígido marco teórico. Nuestras acciones expresan nuestras creencias y valores que están íntimamente ligados a las reglas y normas de dónde y cómo vivimos. Precisamente aquellas acciones 1 BENTHAM, Jeremy, An Introduction to the Principles of Morals and Legislation, Canada, Batoche Books: Kitchener, 1789, p. 14

no serán iguales en todos los hombres, provenientes de diferentes sociedades, por lo que no podría uno, una vez más, apegarse a cierta teoría ética – como la de Kant - para juzgarlo.

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