Ensayo de Don Juan
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DON JUAN TENORIO VISTO POR MARAÑÓN, PÉREZ DE AYALA Y MACHADO Lic. Jorge L. Mora López López
PRESENTACIÓN
La creación literaria ha logrado plasmar en determinados momentos de la historia, personajes cuya universalidad o carácter polémico han dado fruto luego a nuevas interpretaciones, diversos ensayos y opiniones. Es más, pareciera que ciertas ficciones literarias, trascendiendo su ser artístico, han influido poderosamente en seres reales, contagiándoles sus defectos y virtudes. Don Juan Tenorio es ejemplo típico de lo comentado. Si bien es posible que Tirso de Molina en la concepción de su famoso libro tuviera como modelo algún hombre de la vida real, éste tomó una nueva aureola en la obra teatral que ha iluminado la creación de muchos autores y, tal vez, el destino mujeriego de más de un caballero de carne y hueso. Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala y Antonio Machado, coetáneos y coterráneos, son, entre muchos, algunos de los literatos que se preocupan por Don Juan. Machado lo trata fragmentariamente en algunos de sus libros y junto con su hermano Manuel escribe una obra de teatro sobre el tema; Marañón, en su doble carácter de médico y ensayista, le dedica algún ensayo y un libro entero; Pérez de Ayala lo analiza mediante la visión crítica y literaria. El presente trabajo pretende comparar y comentar las opiniones de estos tres hombres con respecto a Don Juan. Como hombres de letras de una misma época, hubo entre ellos cierta relación; así hemos notado las alusiones recíprocas que se hacen Pérez y Marañón en los trabajos que leímos así como alguna referencia a Machado. En una edición de Nuevas Canciones de Antonio Machado (1), encontramos una fotografía de los tres, junto con Ortega y Gasset. Deducimos, pues, que tuvieron una poesía dedicada a don Ramón, donde se hace patente la admiración de su autor por él: “ Lo recuerdo… Un pintor me lo retrata no en el lino, en el tiempo. t iempo. Rostro, enjuto, sobre el rojo manchón de la corbata, bajo el amplio sombrero… ………………….. Gran poeta, el pacífico sendero Cantó que lleva a la asturiana aldea…” (2)
Hombres de gran cultura todos y de un mismo tiempo, de seguro conocieron recíprocamente sus obras.
Y sin más preámbulos, entremos ya al análisis de don JUAN TENORIO. DON JUAN, SU ORIGEN REAL Y LITERARIO
Quién más ahonda en este aspecto es Gregorio Marañón, reconoce que literariamente, don Juan es creación Tirso de Molina, pero va más allá. Busca y cree hallar el personaje que inspiró al inmortal fraile: tal como conde de Villamediana, contemporáneo de Tirso, famoso en su tiempo por sus atributos personales y sus aventuras amorosas: “Era Villamediana... de ingenio excelente, intrépido lleno de todos los atractivos personales; y fundamentalmente inmoral. ... Como muchos de los donjuanes, Villamediana fue un gran jugador. ... Y para que nada falte al parecido, se llamaba don Juan de Tassies; es decir, casi don Juan Tenorio” (3).
Analiza luego el doctor Marañón el gran rasgo donjuanesco: sus amoríos y algunos otros aspectos sobre los cuales hablaremos después. Contradictoriamente, opina “que el amor donjuanesco no es español, sino, una importación exótica, sin raíces nacionales u sin tradición” (4). A la vez considera como amor español verdadero el de Castilla y aun más, el de Andalucía: amor monárquico, caballeresco, impregnado de una gran fidelidad y de un profundo apego al hogar. Si en la última región aparece un Don Juan es un extraño o algún andaluz conocedor del mundo. Cree encontrar el germen del donjuanismo en Grecia y en la Roma precristiana, como producto de las sociedades decadentes. Lo ve surgir luego en el Renacimiento, época que “tuvo la característica de unir, desde el instante que nació, a su potencia juvenil un elemento de decadencia moral procedente del alma antigua que parecía muerta y estaba solo dormida.” (5) Para Marañón, pues, el carácter de Don Juan está relacionado con la sociedad en que vive; una sociedad en que la moral parece resquebrajarse y en que los valores sociales y familiares se desgastan. Antonio Machado, en cambio, considera a Don Juan como español castizo y le resta valor a la influencia del ambiente sobre el personaje. Don Juan es, dice el poeta, “una figura extraña de puro nuestra, y, tal vez por ello mismo, refractaria al análisis. Algunos pretenderán explicarla como producto del medio social”. (6) Conviene observar la afirmación “figura extraña de puro nuestra”. Nos atrevemos a afirmar que posiblemente Machado no estaba tan seguro del españolismo de Don Juan. Y por ello, quizá parece desterrar el personaje el espíritu cristiano, tan propio del pueblo español: “Lo específicamente cristiano, el amor fraterno revelado al mundo en la tregua de Eros Genesiaco, es igualmente ajeno a Don Juan.” (7)
Le niega también carácter de hombre del Renacimiento, en el cual ve todavía muchos de los rasgos caballerescos de la Edad Media. Pérez de Ayala coincide con Marañón y difiere de Machado en cuanto a la inautenticidad de Don Juan. Pero a la vez difiere con el primero y tiene una leve coincidencia con el segundo en cuanto al origen. Nos explicamos: el novelista de Oviedo ve el ancestro donjuanesco matizado con raíces orientales y semitas. Observa que los postulados amatorios de la Biblia son contrarios a los que caracterizaron a la doctrina amorosa provenzal, griega y romana. La caballerosidad de los griegos no se muestra en los semitas que consideraban la ramera como el ser más vil y despreciable. El mahometismo, religión con esencia judaica, exalta la superioridad del varón y el sometimiento de la mujer. Si Don Juan es considerado como exclusivo de España y de acabado carácter andaluz “lo es, pero no por alabancioso y alborotado; lo es por su concepto mahometano y semítico del amor. Don Juan no puede ser sino español, porque de las comarcas occidentales solo en España dominaron siglos los moros. Es seguro que por las venas de Don Juan corría sangre mora y judía.” (8) Acotamos anteriormente cierta inseguridad machadiana en cuanto al origen del Tenorio. En Los Complementarios hallamos la siguiente afirmación: “Don Juan tiene del semita el desprecio a la mujer, pero no el bíblico desprecio de la mujer estéril, sino a la mujer.” (9)
Es la conciencia leve de que hablamos , del poeta con Pérez de Ayala , aunque más adelante afirme, a propósito de la carencia de amor de Don Juan, que este “está fuera del Viejo y del Nuevo testamento.” (10) La opinión de Gregorio Marañón en cuanto al origen oriental de Don Juan es totalmente contraria a la de Pérez. Considera que el galeno de la poligamia es totalmente distinto al amor donjuanesco. El sultán ve en su harén fuente de paternidad sin necesitar de su seducción para atraer a las mujeres. Estas vienen a él por la fuerza o por el dinero. Y agrega: “El sultán convive con todas las mujeres en un statu quo de jerarquías aceptadas. Los amores de Don Juan son en cambio, irremediablemente sucesivos: en cada pasión nace su olvido y la eliminación de la mujer amada, a la que abandona para buscar, lejos, la siguiente.” (11)
Personalmente consideramos que si el donjuanismo es de carácter universal, justo es encontrarlo en diferentes partes del mundo, con las diferencias lógicas y naturales. Ahora bien. Literariamente le cabe la gloria a España de haber inmortalizado al personaje, sin que por ello no podamos ver en él rasgos automáticamente hispánicos mezclados con exóticos, producto también de la misma historia y situación geográfica
de la Madre Patria. A propósito, es oportuno citar una observación que sobre el mismo asunto hace el Dr. Roberto Murillo: “Convendría incluso preguntarse en qué condiciones puede un rasgo peculiar de un pueblo sufrir una cierta metamorfosis que lo lleve a caracterizar una dimensión del género humano”. (12)
LA DISCUTIDA VARONIA DE DON JUAN
El mito donjuanesco ha muy aparejado a las características de gallardía , arrojo potencia sexual, prototipo del conquistador amoroso por excelencia. Pero junto a los que han hallado en Don Juan un modelo de hombre, han aparecido otros, que , hilando un poco más delgado, buscando su talón de Aquiles han localizado en él puntos débiles y bastante interesantes. En Machado podríamos ver un admirador y hasta un defensor de don Juan; en Marañón y Pérez; sí bien no enemigos acérrimos, sí críticos agudos de su personalidad. Es interesante el concepto que sobre la belleza de don Juan tiene Machado. La belleza de Don Juan será de acuerdo con el gusto femenino. Será la mujer en su búsqueda de la alteridad la que encuentre su otro yo. Es una especie de Don Juan ideal, que lleva su donjuanismo no en su físico sino en su ser intrínseco: “Don Juan podrá ser guapo o feo, fuerte o flojo, tuerto o derecho; él sabe, en todo caso, que es bello para la mujer. Sin la conciencia de esto no hay donjuanismo posible.”(13)
Marañón y Pérez de Ayala van a considerar el aspecto físico de Don Juan como inherente a su personalidad. Don Juan será, no el prototipo de macho, con características varoniles y toscas, sino el hombre de una belleza especial, que precisamente por apartarlo de los rasgos generales de su sexo, constituirá una de las causas de atracción del sexo opuesto. En opinión de Marañón, su físico va a afirmar una indecisa varonía. Esos rasgos enérgicos e hirsutos del varón prototipo no son características donjuanescas: “Nada, por lo tanto, parecido al Don Juan esbelto, elegante, de piel fina, cabello ondulado y rostro lampiño o adornado de leve barba puntiaguda, que vemos pasar por los salones o los escenarios. El ciudadano minucioso de su vestido, y a veces la llamativa exageración de este, acentúa más su borrosidad de lo viril en la morfología donjuanesca.”(14)
Don Juan tendrá cierta delicadeza cercana a la del sexo débil. Pérez de Ayala concuerda con Marañón en las características físicas del personaje. Refiriéndose al Don Juan de Tirso lo encuentra “hermoso, apuesto y arrojado” (15) Y en
la descripción un poco burlesca de Vespasiano, el Don Juan de su novela El Curandero de su Honra acentúa la poca varonía de sus rasgos: “Despertaba en muchas mujeres atracción morbosa y curiosidad de incertidumbre, no solo por la ambigüedad de sus rasgos y movimientos, algunos de ellos femeninos, como la sobarba, el abultado pecho y el trasero, sino también por las actitudes sugestivas.” (16)
Machado es un defensor de la hombría de Don Juan, quien realiza sus conquistas gracias a su gran potencia sexual, sin necesidad de recurrir nunca a excitantes externos. Será siempre el conquistador incansable, quizá en busca de la mujer ideal. No es posible hallar en Don Juan un desviado sexual , pues solo implicaría quitarle su principal característica, su gran atracción por las mujeres: “El más leve conato de desviación sexual destruye lo esencial donjuanesco: su orientación constante hacia la mujer”. (17)
Esa admiración por Don Juan que sentía Machado, lo hace ver en él cierto “ideal” de hombre, sin que le impida también detectar sus defectos. Es una atracción semejante a la que siente el personaje Tigre Juan en la novela del mismo nombre de Pérez de Ayala. Tigre Juan lleva en su corazón un despecho profundo que brota externamente en una especie de falso odio hacia las mujeres; por lo tanto, ve con deleita la conquistas y burlas de Don Juan: “Don Juan, por designio divino, es el vengador de todos los demás hombres infelices.” (18)
Sin embargo, el novelista llevará el hilo de la madeja por diferentes rumbos, lo que hará variar diametralmente la opinión de Tigre Juan sobre su ídolo. Hemos dicho que Machado no admite la desviación sexual de Don Juan y menos hacia el homosexualismo. Pérez de Ayala y Marañón si bien no hacen afirmaciones categóricas, sí, ciertas afirmaciones peyorativas que dejan definitivamente sembrada la duda. Son constantes las referencias que hacen sobre la poca hombría de Don Juan, sobre su incapacidad de amar y su comportamiento impropio de verdadero hombre. No dicen, es cierto, que don Juan sea homosexual, pero sí lo definen como un ser desviado, cuyas características no concuerdan con el arquetipo masculino. Y esto, implícitamente, podría ser ofensivo para Don Juan. Así, por ejemplo, refiriéndose a la incapacidad de Tenorio para amar, Pérez de Ayala hace la siguiente afirmación: “Don Juan tan hombre aparentemente en los móviles e hitos de su conducta, es femenino.” (19)
Y para reafirmar su tesis cita un texto del Dr. Marañón donde este analiza desde un punto de vista biológico y psicológico, la escasa varonía del personaje. En la novela Tigre Juan, citada anteriormente, halamos, entre otras , esta expresión bastante despectiva de Don Juan en los labios de Colás: “A mí, al menos, con aquellos ojos lánguidos, aquellos labios colorados y húmedos, aquellos pantalones ceñidos, aquellos muslos gordos y aquel trasero saledizo, no puedo impedir que me parezca algo americano. Tiene anatomía de eunuco.” (20) La opinión anterior es sobre el Don Juan de dicha novela donde Pérez de Ayala, camuflado en el personaje Colás, da una opinión más explícita, menos elegante y más despectiva sobre el Tenorio, que la vislumbramos a través de sus ensayos. Marañón ve en Don Juan un falso varón, un mito de falsa virilidad. Esta no puede se encarnado en un hombre que hace de sus triunfos la desdicha de las mujeres. El verdadero hombre en cites forma un protector de la mujer y aquel que encuentra en una de toada su alteridad. Marañón ve la escasa virilidad de Don Juan más que todo en el aspecto sicológico, claro está, sin descartar la apariencia externa; es decir, es imposible hallar un Don Juan típicamente varonil. Pareciera que mucha de su morfología es la causa de su comportamiento. El médico admite, sin embargo, que su aspecto femenino no es siempre signo de poca potencia sexual, pero se defiende siempre sobre la imputación que se le hace al considerar a Don Juan casi femenino, casi homosexual. No nos convence en todo su defensa en cuanto dice que eso no es cierto, sino que lo considera como hombre de instintos inmaduros, adolescente. Admitimos sí su protesta contra los que consideran a Don Juan un perfecto varón y creemos más acertada esta otra opinión suya: “Los biólogos entendemos el problema del sexo equívoco con un criterio distinto , mucho más generoso, que el de las gentes no informadas, que cuando oyen hablar de esto se guiñan el ojo a hurtadillas. Pero, además, el que la indiferenciación del instinto, tan típica de Don Juan , suponga la posibilidad de extraviarse del camino recto, lo cual certísimo (y la realidad lo demuestra en los casos más inesperados), no excluye el que halla muchos donjuanes que en su vida real siguen, biológicamente el buen sentido, sin errarlo jamás.” (21)
En otras palabras, creemos deducir de la opinión de Marañón que pueden existir donjuanes desviados y normales. El mismo pareciera demostrarlo cuando al estudiar la vida del Conde de Villamediana, presunto modelo del Don Juan de Tirso, afirma la aberración sexual de aquél, basándose en hechos ocurridos en 1622:
“Los documentos no dejan lugar a duda de que Villamediana estaba complicado en un proceso de lo que entonces se llamaba el pecado nefando. ........... Gran número de personas conocidas en Madrid fueron inculpadas de homosexualidad... Uno de ellos era don Juan de Tassis.” (22)
DON JUAN: SATÁNICO Y ESTERIL
El carácter satánico de Don Juan va directamente ligado al cristianismo. Es decir, se considera a Don Juan en su calidad de violador de ciertas leyes eclesiásticas, de poseedor de fascinación y hechizo misteriosos; va a ser el hombre que no tiene escrúpulos en penetrar subrepticiamente en monasterios y manchar el hábito de monjas vírgenes. Don Juan hace de su vida un total epicureismo y del sexo y la mujer la fuente constante de placer. EL satanismo de Don Juan no teme ni a las maldiciones ni a los cánones establecidos. Y su belleza física, semejante a la del Satán original, va a ser en mucho la causa de su comportamiento y la tentación malévola que por él sienten las mujeres. Este aspecto del satanismo, tan importante en Don Juan, no es olvidado por los autores de quienes nos estamos ocupando. Marañón ve el satanismo como una característica precursora de la personalidad de Don Juan. En su libro Don Juan trata ampliamente este aspecto a propósito de la leyenda del Convento de San Plácido. Analiza el satanismo en la secta de los alumbrados que degenera luego en el donjuanismo de sacristía; y el posible nacimiento del mito de Don Juan en la leyenda sobre la violación de la monja Margarita. Al respecto veamos la siguiente afirmación: “ Insensiblemente, el amor cínico de los alumbrados se convertía en el tema glorioso de Don Juan. Este es el profundo interés sicológico de la leyenda de Sor Margarita.” (23)
En la concepción literaria, Don Juan aparece ligado a esa especie de protesta contra el ascetismo cristiano, que el Tenorio ignora, pues su vida es el disfrute externo de la sensualidad. Pérez de Ayala analiza el satanismo donjuanesco visto a través de muchos autores que se han interesado por el personaje en estudio. Y es interesante en análisis sobre el espíritu satánico que hace. Satán pretende el disfrute amplio del placer, sin que ello le produzca felicidad absoluta. Es una inconformidad permanente, castigo quizá de la rebelión primigenia: “Pero el corazón de satanás es la sede del gozo atormentado y del dolor sabroso; gozo de anhelar y de hacer, tormento de no lograr, sino con mezquindad, lo anhelado. Y, a la postre, melancolía sentimental.” (24)
Esta será la tara satánica que tarde o temprano consumirá a Don Juan. En Don Juan de Mañara de Machado, su sentimentalismo, su amor tardío por Elvira, lo llevará hasta la muerte. Y a propósito de Machado, este hace observaciones importantes con respecto al carácter satánico de Don Juan, siempre con nexo a la concepción cristiana de la época en que fue creado el personaje: “Don Juan aparece en los albores del Renacimiento, en una sociedad jerarquizada por la Iglesia, y con un carácter satánico blasfematorio.” (25)
Don Juan de Mañara, tan posterior a este Don Juan primitivo, conserva esta característica satánica. Así, cuando intenta conquistar a Beatriz hace la alusión blasfematoria de estar celoso con Dios: “BEATRIZ: ¿Celos dices? DON JUAN: Sí BEATRIZ: ¡Locura! DON JUAN: De aquel por quién tú nos dejas y has de guardar tu hermosura bajo tocas y entre rejas. Yo, también enamorado y celoso.” (26)
Por otra parte, Don Juan, el incansable conquistador de mujeres, pareciera ser, paradójicamente, un hombre estéril. Imposible determinar si por una deficiencia orgánica o por la misma fugacidad de sus amores. Lo cierto es que no se habla nunca de los dos hijos de Don Juan. Pérez de Ayala pretende atribuir dicha esterilidad a esa poca varonía que se habló anteriormente . Don Juan vive para el amor, pero no amor como sentimiento que supera la pasión sexual, sino el amor sensual que no se satisface en una mujer, sino que necesitará de una y otra, en larga cadena, sin llegar a plena satisfacción. Mas, contradictoriamente no logra dejar la semilla en ninguna; su insatisfacción sexual no pude fructificar en un hijo: “Don Juan –enorme paradoja- el garañón estéril. No se sabe que Don Juan haya tenido hijos.” (27)
Machado acepta la esterilidad de Don Juan pero la justifica relacionándola en cierta forma con el satanismo. Si el cristianismo permite la relación sexual sólo como medio de procreación, Don Juan hace lo contrario: el sexo para él es placer y nada más. Su vida va a ser un constante efluvio de aventuras donde el deleite pasional pasajero es el único objetivo; nunca dejará la huella en el engendramiento de un hijo: “Don Juan no renuncia a la carne, pero sí, como monje, a engendrar en ella”(28)
Machado no alaba esta actitud negativa de Don Juan; pero tampoco la critica. Mediante algunas preguntas sin respuesta, deja velada una defensa que de seguro no creyó necesario realizar: “¿Y hasta qué punto -se preguntaba mi maestroes superfluo para la especie este Don Juan; varón de lujo, que no se cura de acrecentar la prole de Adán? ¿Responde este Don Juan, con el onanista y el homosexual, a una corriente maltusiana? ¿Es, por el contrario, Don Juan un avivado erótico que habla a la fantasía de la mujer para combatir su frecuente y natural frigidez?”(29)
Sin embargo, Machado salva a medias a su Don Juan de Maraña de esta característica como edificante. Maraña tiene un hijo con Elvira pero... muere. Es como si el vigor de Don Juan fuese incapaz de trascender su propia existencia. El Dr. Marañón, si bien no ve en Don Juan un hombre totalmente estéril, sí hace ver que no tiene capacidad generativa. Es más, su vida sexual es harto precaria. Y expresa que su aserto se basa en casos de la vida real, tratados por él como médico: “Mis observaciones en los donjuanes de la vida real me han permitido comprobar estos indicios en confesiones sorprendentes de los mismos, a veces corroboradas por las de sus víctimas.”(30)
ES DON JUAN FELIZ?
Cuando de adolescentes conocimos a Don Juan a través de Tirso de Molina y de Zorrilla, con certeza sentimos hasta cierta envidia por él y lo imaginamos como un hombre totalmente feliz. Y es que eso aparenta ser Don Juan: un hombre dotado por la Naturaleza con atractivos físicos especiales que lo hacen acreedor a la admiración y al amor de más bellas mujeres, de las que hace un pasatiempo y una aventura. Pero, ¿Podrá este tipo de vida hacer feliz a un hombre? ¿Consistirá la felicidad en la posesión de múltiples mujeres, todas ligadas a un aventura diferente y no al amor único? Veamos qué opinan Machado, Marañón y Pérez de Ayala. Este último a propósito de una obra de lo hermanos Álvarez Quintero, Don Juan, Buena Persona, nos hace ver esa contradicción que es la vida de Don Juan, un hombre que a pesar de ese misterioso atractivo, de sus dotes especiales de galán, de su capacidad única de conquistador y de ser amado por cantidad de mujeres, no puede amar a ninguna o casi a ninguna. El calificativo “buena persona” tiene en Don Juan un matiz semántico especial: es sinónimo de infeliz. Completamos este concepto con una cita del ensayo citado: “Este Don Juan, de Zorrilla, con todas sus fan farronadas y canallerías, en el fondo es un infeliz, una buena persona. Hasta en el !ars amandi¡ se delata con muy poco docto, pues al habérselas por primera vez frente a la
femenidad selecta y cándida adolescencia de doña Inés se entrega como un doctrino...”(31)
Este dramatismo de la vida de don Juan lo acentúa aún más don Ramón en sus dos novelas citadas, que forman en conjunto una unidad. El desteñido Don Juan de ellas, Vespasiano, es presentado al final como un verdadero desgraciado: sin ninguna mujer que lo ame, sin hogar donde descansar después de sus viajes, sin un hijo en quien cifrar sus ilusiones y aún más, sin amigos, pues su infidelidad desenfrenada e inescrupulosa, a hecho que aquellos le pierdan confianza, seguros de que no dudaría burlar sus propias mujeres. Don Juan llega a ser un hombre muerto en vida, sin ilusiones. ¿Cuál es el castigo a sus andanzas, violaciones y estrupos? Oigamos la respuesta en boca del personaje Tigre Juan: “Don Juan, sin dejar de estar vivo, vio su propio entierro. Este es el castigo de Don Juan: verse muerto en vida. Todos los Donjuanes llegan a verse muertos en vida. ¿Hay castigo más espantoso?... Y todo porque Don Juan equivocó su razón de ser. Don Juan es hombre a medias. ... ¡Verse muerto en vida!...Ningún hombre, a no ser Don Juan, ha sido predestinado a tan espantoso castigo.”(32)
Marañón, que analiza el personaje más que todo en su aspecto biológico, no opina claramente sobre si es feliz o no. Pero la consideración sobre esa posible anormalidad, la de no encontrar a la mujer ideal, a pesar de hallar tantas en su vida, nos hace deducir que lo considera también un infeliz. Machado, si bien en Los Comentarios y en Don Juan de Mairena , exalta la virilidad y la vida de Don Juan, en su Don Juan de Maraña pareciera concordar con Pérez de Ayala en esa infelicidad que a la postre, es la vida de Don Juan. Así vemos como en la obra citada, Maraña llega realmente a encontrar el amor, precisamente en una mujer que había hecho objeto de sus aventuras; y es aquí donde tiene su propio castigo; ella lo rechaza, no porque no lo quiera, sino como una represalia casi involuntaria al comportamiento que él había tenido. Con su forma de amar mata el amor y se ha muerto a sí mismo. Cuando quiere recuperar, es imposible. Así lo dice Elvira: “Tú amaste como el que mata, y algo quedó en mí ya muerto para siempre, por ti y para todos”
Y termina así el diálogo entre los dos: “DON JUAN: Pero si yo no te hablo de ese amor , ¿qué piensas?, quiero un alma que no fue mía, es verdad, pero ha de serlo.” ELVIRA: No existe .” (33)
DON JUAN Y LA MUJER
Al hablar de Don Juan es imperativo hablar a la mujer. Lo hemos hecho a menudo páginas atrás; pero, específicamente, queremos referirnos en esta parte a ella, tomando en consideración tomando en consideración ciertas opiniones interesantes de Pérez de Ayala y Marañón. Estos dos escritores, que bien sabemos ya, no son defensores del Tenorio, ven en él una especie sui géneris que atrae por sí misma al sexo débil. Es decir, muchas veces, Don Juan no necesita conquistar, es la mujer que viene hacia él sin mayor esfuerzo de parte de aquél. En el hombre corriente, es lo contrario: este busca a su dama, la enamorada. La gravitación sexual que reside siempre en la mujer, se transmuta a Don Juan. De ahí que muchas veces el no va a ser directamente culpable de sus aventuras; son las mujeres las que lo inducen a realizarlas. Ese hechizo satánico es el que hace perder al cabeza al bello sexo, de manera que de conquistador pasa muchas veces a conquistado. Transcribimos seguidamente una opinión de don Gregorio, la cual reafirma con una cita de Pérez de Ayala: “Pero en el caso de Tenorio ocurre lo contrario. Las mujeres –ciertas mujeres- se enamoran de Don Juan y se enamoran sin saber por qué. Pérez de Ayala remacha la importancia de fenómeno: Aquí reside –dice- la esencia del donjuanismo genuino; las muges se enamoran de él como por obra y gracia del Espíritu Santo, sólo que es por obra y gracia del diablo...” (34)
Este carácter satánico de Don Juan que ve don Ramón, el doctor lo explica biológicamente: en la constelación masculina, Don Juan pertenece al grupo donde prevalece el instinto. La mujer que corre hacia él, pertenece al grupo homólogo de la constelación femenina. Por eso en al cita anterior, se hace la salvedad de que no son todas las mujeres que sienten esa atracción por el Tenorio, sino “ciertas mujeres”. Esas “ciertas mujeres” van a ser mujeres de feminidad anormal como anormal es la masculinidad de Don Juan. Algunas van a tener problemas de carácter sicosomático, casi homosexual; otras, serán seres perturbados por una educación demasiado rígida o por problemas demasiado serios, que las han convertido en histéricas. De ahí que la poca varonía de Don Juan compense en parte sus perturbaciones y desviaciones. Aclaremos esto con la opinión directa del Dr. Marañón: “Obsérvese que las mujeres de Don Juan pertenecen siempre a uno de dos grupos opuestos. O son mujeres de sexualidad complicada , limítrofe , tendiendo francamente a superar al sexo contrario y atacándole, por lo tanto, en sus reductos más débiles. O son mujeres de sexualidad dormida y mentalidad curiosa o francamente estériles.” (35)
Machado, ya lo hemos afirmado, ve a Don Juan como todo un hombre. La mujer se enamora de él no por su físico.
La vena lírica machadiana parece manifestarse de esta opinión: la belleza de Don Juan va a ser la que la mujer considere propia de él, una belleza inexplicable, existente aún en la fealdad , indefinible e imprecisa como lo es también la personalidad de Don Juan. Anteriormente hicimos la cita sobre esa característica. Don Juan va a tener esa belleza física que trasciende los límites de lo físico, aspecto al que tanta atención prestan Pérez de Ayala y Marañón. La Mujer según Machado, con esa intuición que le es propia a su sexo, es la única que sabe captar esa “belleza” especial de Don Juan.
NOTAS (1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9) (10) (11) (12) (13) (14) (15) (16) (17) (18) (19) (20) (21) (22) (23) (24) (25) (26) (27) (28) (29) (30) (31) (32)
Antonio Machado. Nuevas canciones y de un cancionero apócrifo. (Madrid: Editorial Castalia, 1971), pág 192-193. Nuevas Canciones, pág.163. Gregorio Marañón. Don Juan (Octava edición. (Madrid: Espasa Calpe S.A. 1968), Pág. 103-104. Ibid, pág. 87. Don Juan , pág. 95. Antonio Machado. Los Complementarios en Obras . (Argentina: Editorial Losada), pág.718. Loc.cit. Gregorio Marañón y otros. 5 Ensayos sobre Don Juan . (Santiago de Chile: Ediciones Nueva Época), pág. 147. Los Complementarios, pág. 718. Loc.cit. 5 Ensayos sobre Don Juan , pág. 91. Roberto Murillo. Antonio Machado, Ensayo sobre su pensamiento filosófico (Costa Rica: Editorial Fernández Arce, 1975), pág. 84. Antonio Machado. Juan de Mairena. Tomos I y II (Buenos Aires: Editorial Losada, 1942), pág. 51. Don Juan , pág. 77. 5 Ensayos sobre Don Juan , pág. 140. Ramón Pérez de Ayala. El Curandero de su honra en Obras Complejas (Madrid: Aguilar, 1969), pág. 679. Juan de Mairena, pág. 51. Ramón Pérez de Ayala. Tigre Juan (Argentina: Espasa Calpe), pág. 34. 5 Ensayos sobre Don Juan , pág. 173. Tigre Juan, pág. 40. Don Juan , pág. 82. Ibid, pág. 110. Don Juan , pág. 55. 5 Ensayos sobre Don Juan , pág. 175. Juan de Mairena, pág. 52. Antonio Machado. Don Juan de Maraña (Argentina: Espasa Calpe, S.A., 1942), pág. 141. 5 Ensayos sobre Don Juan , pág. 149. Juan de Mairena, pág. 52. Juan de Mairena, pág. 52. 5 Ensayos sobre Don Juan , pág. 48. 5 Ensayos sobre Don Juan , pág. 142. El Curandero de su Honra , pág. 794.
(33) (34) (35)
Don Juan de Maraña , pág. 228. 5 Ensayos sobre Don Juan , pág. 41. Ibid, pág. 50. BIBLIOGRAFÍA
Álvarez Quintero, Serafín y Joaquín. Don Juan Buena Persona, en Obras Completas, Madrid: Espasa Calpe S.A., 1947. Machado, Antonio. Nuevas Canciones y de un Cancionero Apócrifo . Madrid: Editorial Castalia, 1971. Machado, Antonio. Juan de Mairena. Tomo I y II . Buenos Aires: Editorial Losada, S.A., 1942. Machado, Antonio. Los Complementarios, en Obras . Argentina: Editorial Losada. Machado, Antonio y Manuel. Juan de Maraña . Buenos Aires: Espasa Calpe, Argentina, S.A. 1942. Marañón, Gregorio y otros. 5 Ensayos sobre don Juan . Santiago de Chile: Ediciones “Nueva Época”. Marañón, Gregorio. Don Juan . Octava edición. Madrid: Espasa Calpe, S.A. 1958. Murillo, Roberto. Antonio Machado, Ensayo sobre su Pensamiento Filosófico . Costa Rica: Editorial Fernández Arce, 1975. Pérez de Ayala, Ramón. Las Máscaras en Obras Completas . Madrid: Aguilar, 1969.
Palabras Clave: donjuanismo, Antonio Machado, Don Juan, Don Juan de Mañara, Don Juan de Tirso, estéril, Gregorio Marañón, Pérez de Ayala, Tirso de Molina, virilidad
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