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S.Jarré Enigmas Extremos- Argentina-BA-Los Ángeles
Copyright 2007 por Sebastián Jarré Copyright 2007 para América Latina y Europa Todos los derechos reservados
Prohibida cualquier reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio, sin permiso escrito del autor. Printed in U.S.A Dirección de Arte. Augusto Di Santtis Armada Electrónica. Alejandra Unda Fotografía de cubierta: Carolina Díaz
ENIGMAS EXTREMOS 10 años buscando la verdad
Prefacio.
Este libro es fruto de muchos años de investigación. Para hacerlo he estado afuera y adentro. Es decir, viajando por el mundo y encerrado en la biblioteca recabando paralelos e información que pudieran dar coherencia a los asuntos aquí tratados. En ocasiones he dejado fluir la pluma como ha sido escrito en su día, sin ánimo de modificar nada de lo narrado tiempo atrás. Más allá de lo que encuentre aquí, querido lector, usted debe saber algo importante: la profunda fascinación que siempre sentí por los temas misteriosos y como esa fascinación comenzó a mermar al descubrir el mundo tal cual es. Por tal razón, tal vez, no he hecho un discurso filosófico de las cosas que ahora considero genuinas. No pretendo un debate de creencias, ni enseñar la inexistencia de los dioses, sólo me ha movido y me moverá siempre algo: la búsqueda de la verdad. Aquí pues tiene un compendio de disímiles investigaciones y temas para regocijo, frustración o ira suya. Fueron más de diez largos años de búsquedas, pero lo más fascinante de todo no ha sido escalar montañas buscando monasterios o cuevas de brujas, ni observar las fotografías de cadáveres o las ruinas de antiguas edificaciones, no. Lo más fascinante de todo es que esta búsqueda todavía continúa. Y casi acertaría a decir: que apenas ha comenzado. Este fragmento de vida es un retazo insignificante hacia la verdad.
METAMORFOSIS IMPOSIBLE: ¿CUANDO EL HOMBRE DEJA DE SER HOMBRE?
Primavera del 2002. Aquellos fueron días aciagos. Ahora lo recuerdo con total nitidez y me recorre un sutil y efímero escalofrío. Por aquellos días estaba empantanado en las bibliotecas buscando – o intentando – coherencia a un asunto muy complejo y controvertido. Nada menos que la leyenda del hombre lobo. Leyenda que se transformó en una “palpable” realidad –al menos para los lugareños- en un solitario pueblito de Misiones, en el límite con Brasil. Y sé con seguridad que lo que me dispongo relatar –arrellanado en mi sillón, tecleando en este ordenador portátil – puede parecer broma. Pero es una experiencia. Y debe ser contada. Aunque no parezca verosímil. Veo mi llegada en un día torrencial de lluvias. El cielo gris que empañaba aún más el parabrisas del autobús. Sentir la soledad de investigar, viajar sin otra compañía que el deseo, la pasión por lo inexplicable. Ese era yo. En el viaje, extenso y agotador, me dispuse a pensar cómo se había hilado toda esta fascinante historia. Y todo había nacido de una casualidad
en la Biblioteca. Allí, el investigador Fabio Picasso, verdadera Biblioteca viviente, me desayunó con una noticia: al parecer, en un ignoto pueblo de la provincia de Misiones, en San Javier, un joven humilde había sido protagonista de una extraña e inquietante metamorfosis. A tal extremo que su madre, aterrorizada, había llamado a su vecino quien al enfrentarse con el muchacho no tuvo mejor idea que telefonear a la policía. ¿Qué había ocurrido? Pues sencillamente –aunque no tan fácil – el joven se había convertido en un mismísimo animal, en cuatro pies, jadeante y de ojos colorados. ¿Increíble? Eso mismo me pareció. Lo adjudiqué “a priori” a una alucinación. Una leyenda. Una superstición. Allí estaban los miles de informes en la Edad Media para respaldarme. Puras historias enfebrecidas. Nada de misterio. La cuestión –lo reconozco- cambió al estar ante la madre, ante el comisario, y ante un barrio convulsionado por la noticia.
MALIGNO PROVOCADOR La lluvia me empapa toda la ropa. El cabello gotea y el cielo, allí arriba, relampaguea. Llego como los protagonistas de Pacto de Lobos, pero sin oriental que me defienda. Estoy en pleno San Javier, escenario de esta inquietante historia. He recorrido más de 1184 km desde Buenos Aires y, creo yo, no tuve un minuto de tranquilidad. La desbordante historia me ha sacudido. Y no es que otras muchas no lo hayan hecho también. Pero aquí estoy cara a cara
con el pasado, el misterio que todos consideramos superstición. ¿Cómo es que se producen estos mitos?. Camino despacio, intentando reconocer el lugar de autos. Un lugareño me indica donde queda la jefatura que tomó intervención en el suceso. Allí dirijo mis pasos. La lluvia es tan insoportable que ya me siento un bollo marchito, los dedos arrugados, la ropa anegada. En la puerta de la jefatura notó las caras arrobadas de los policías escrutando el inclemente cielo y, tras presentarme, clavando fijamente sus ojos en mi demacrado estado. Lo reconozco, estoy estropeado. Ya había telefoneado desde Buenos Aires informando mi próxima visita a San Javier por lo que - pienso - no debe causarles extrañeza mi súbita presencia allí. Y mientras espero, me secó y reflexiono. Y la palabra Licantropía acude a mí. Luego, porfiria. Tras esto, razono, todo puede deberse a un estado enfermo de la persona; tal vez sugestivo. Cualquier cosa con tal de no caer en la tentación del folklore. Por las ventanas empañadas veo el conato de pueblo. Vacío. Tétrico. Y pensar que aquí hubo, tan solo dos semanas atrás, una convulsión psicológica por lo imposible. No dejo de pensar en el 7 (séptimo hijo varón) y en Heródoto, historiador que reconoció en sus crónicas la existencia de un valle con Hombres con la capacidad inaudita de mudarse en lobo, cuando las frías y sorpresivas manos del oficial Olivera se posan en mis hombros. A cargo del expediente de la fecha, me invita a pasar a su despacho atestado de fotografías, planos, y una antiquísima – diría prehistórica –maquina de escribir. Nos sentamos y me zambullo en los detalles. Lanzo la grabadora como un paquete de cigarrillos sobre la mesa.
- Leí en el periódico El Territorio que ustedes se habían visto requeridos por una extraña patología en el Barrio, ¿qué puede decirme al respecto? - Que fue la cosa más extraña que me ha tocado vivir aquí. Yo fui el que recogió al muchacho luego, en un estado de incoherencia, abandonado, casi desnudo. Todo empieza con un llamado telefónico de un vecino que nos informa que una señora, la madre del joven, estaba teniendo graves problemas. Fuimos en el acto para allí. Cuando llegamos el joven ya no estaba. Pero nos relataron, tanto la señora como el vecino, que se había puesto en cuatro pies, alargándose las manos, gimiendo, y los ojos se habían cambiado de color, rojizos estaban. Todo él parecía dispuesto a atacar a los integrantes de la familia, por eso nos llamaron. - Y dígame, ¿qué ocurrió luego con el joven? ¿Lo hallaron me decía?. - Dimos una vuelta por la zona, recorriendo cada lugar. Pero no vimos nada. A la una de la madrugada, pido que se vuelva a relevar el terreno, metiéndonos con linternas en el monte, y allí al fin lo encontramos. Tenía el pelo un tanto largo, cubriéndole la cara. Y de inmediato le pregunté qué le había pasado. No lo recordaba. Sólo sabía que había aparecido aquí, en este yerbal del monte. Lo tomamos en brazos y lo trasladamos aquí para ser examinado por los médicos. - ¿Y qué ocurrió aquí?. - Hablamos con él, le invité un cigarrillo, nos hicimos amigos, le dijimos brevemente lo que había pasado. Y no lo podía creer. Tampoco pudo recordar nada. Luego, en su casa la madre volvió a relatarnos lo que había ocurrido, básicamente lo que ha salido en los diarios de la zona. Humildemente le dije que no sabíamos que podíamos hacer en un caso así. Le dije, antes de irme, que lo mejor sería consultar un sacerdote o algo semejante. Ese día, lo recuerdo al salir, era Luna Llena. Yo no creo en las brujas pero, como dice el refrán, que las hay las hay.
- ¿Qué dictaminó el profesional que lo revisó?. - Nada. No encontró nada inusual. Solamente un shock nervioso. No había consumido fármacos, ni ningún tipo de droga casera. Estaba completamente limpio en este sentido.
ENTREVISTA CON LA MADRE DEL PROTAGONISTA: PACTO DE LOBOS Pienso ahora en los estudios de Hipertricosis. El “mal lobuno” que cubre la piel con vellos excesivos. Y el caso de México acude a mi memoria. He ahí la explicación. Pero, cómo saberlo, más tarde en Buenos Aires, la bibliografía que consultaría terminaría por mostrarme que estas historias son más comunes de lo que pensamos. Y me conduciría a otro caso. Aún más macabro y espeluznante. Pero no nos detengamos. Olivera se ofrece gentil a conducirme al domicilio del joven. La tarde – aunque con la lluvia y ese cielo todo el día es eterno – promueve algunos envalentonados que atraviesan al ras las calles enlodadas, cubriéndose precariamente. Ahora el viento es un desastre. Ya a algunos metros de la propiedad, Olivera me aconseja prudencia con la familia. Están muy resentidos por lo ocurrido. Los medios de prensa habían corrido el rumor y ahora todos estaban pendientes de una nueva transformación del joven. Esta última afirmación me choca. Transformación. No puede ser. Sencillamente es de locos. Prefiero llamarlo alucinación. Pero - me digo, y enfiló hacia la humilde propiedad - por algo estoy ahora aquí mojándome despiadadamente la cara.
Golpeo una desvencijada puerta de madera arañada y aguardo en el vano de la entrada. Un techo, remozado en algún periodo, me socorre del clima. Y aparece un niño, sucio, maltrecho y con los ojos terriblemente maliciosos. Me pregunta qué quiero en el dialecto sesgado de la provincia y se introduce como una rata dentro de la casa. Al instante aparece la madre. Pequeña, rellena, y con el cabello y los ojos de un marcado azabache, me mira inquieta. Me presento con la mejor cara de estúpido posible. Mirando ingenuamente mi derredor como si hubiera ingresado desde otra dimensión. Es crucial que lo haga. Ganarme la confianza de la mujer es tan elemental como que deseo conocer los detalles de la historia. Y esta vez, mi mirada surte efecto. Doy la confianza requerida para que se explaye en una reservada y exclusiva entrevista. Cuando apoyó el grabador lo mira como si jamás sus ojos hubieran visto algo así. Niega con la cabeza. No me permite que la grabe, aunque dudo que sepa a qué se niega. Tras una charla informal, suelta sus reticencias. Y mi memoria, registra, infaltable, estas afirmaciones. Al parecer todo comenzó días atrás a la supuesta transformación. La casa se había alterado. Sus muchos hijos habían empezado a percibir extrañas manifestaciones en torno a las habitaciones. Oían ruidos. (¿Raps?). Notando claramente cómo en diversas oportunidades una “mano”, o lo que fuera, los tomaba en medio de la noche desprevenidos. Su hijo, el protagonista de la Transformación, había visto en reiteradas oportunidades sombras erigiéndose en medio de la noche. Sombras que “se transportaban como el viento mueve las hojas”, recordaba la madre, Salomé Goméz. Pregunto sobre el joven y duda un segundo. Me confiesa que está separada de su marido hace nueve años. Y sin su marido, su hijo no quiere ser entrevistado. Ya suficiente hicieron los del Barrio para ganarse su enojo. Es más: ahora rondaban con perversa satisfacción, cámara de foto en mano, intentando capturar “in fraganti” aquel prodigio de
transformación en tape. No sólo eso. Llegaron a encadenarlo reiteradas veces en plenulio para atraparlo en su ya aclamada metamorfosis. Pero afino el olfato. Quiero detalles. Y se los hago confesar. Por ejemplo: me ratifica que, en efecto, se puso en cuatro pies “ gimiendo en una combinación de cerdo con serpiente”. También, los ojos se le enrojecieron. Y lo más llamativo: un pie y los colmillos se le alargaron desmesuradamente. Posteriormente, me dice, “le dolieron las encías”. Finalizo la entrevista con más dudas que certezas. Y un hondo sentimiento de preocupación al ver como irrumpe aquella realidad en mi realidad cotidiana. Es la sensación, lo sé muy bien, de lo imposible convirtiendo –o pervirtiendo- mis pensamientos. Fuera de la propiedad, la lluvia cesó. El cielo parece escampar. Y mi pronóstico, en todo sentido, es un fracaso.
MATERIAL INEDITO: EN EL ORBE ARGENTINO Biblioteca Nacional. Buenos Aires. De noche. Salgo caminando presurosamente, atisbando a mi alrededor, y reconfortándome de estar en la ciudad. Sí, gustoso de estarlo. Pues uno se llega a sugestionar a tal grado que no puede evitar caer en el primitivismo. Y es que lo que acabo de hallar habla muy mal de los bosques, descampados, parajes alejados de la urbanización. Son cientos de archivos que me señalan que años atrás, este país ha sido testigo de conturbadoras escenas de hombres convirtiéndose en Bestias horrendas. ¿Qué puedo decir?. Sería tedioso volcar ya mismo los túmulos de casos que apilan mis archivos. Pero me resisto a terminar este artículo sin algunas referencias.
Y seré los más escueto posible. Empezando por Cámara Cascudo, reputado folklorista, y terminado por los diarios de las provincias, todos nos hablan de un ser horroroso que deambula por las noches – sea plenulio o no – en busca de presas con las cuales satisfacer su voraz hambre. Nada de suposiciones. Nada de leyendas. Estas historias frescas nos llegan desde los mismísimos periodistas que estudiaron detenidamente los casos. Incluso más: los propios policías, tal es el caso del Líbano en 1951, en las puertas de Buenos Aires, fueron testigos calificados. Sea una sugestión, engaño intencional, falsa percepción, el relato quedó en la historia de los recortes periodísticos. Una singular jauría, precedida por un enorme can, parecía rondar las calles nocturnas, amedrentando a aquel infortunado que se cruzara con ellos. Los oficiales, tras intentar darles caza, se asombraban al ver que “se esfumaban en las sombras sin dejar rastros”. Pero no quiero detenerme en los archivos. Para aquel que tenga curiosidad le diré que el diario El Andino, de Mendoza, guarda en sus amarillentas páginas sucesos impresionantes, inverosímiles, sobre hombres que aparentemente podían convertirse en bestias horrendas. Y doy una fecha: 1973. Y otra: 1983. En ambos años hubo una suerte de epidemia referida a estos casos que se escapan del escalpelo analítico y razonable. Y entran dentro de aquel cofre que más tarde se convertirá en leyenda. Y 1968. Los propios oficiales declaraban haberse enfrentado a lo que “no debería de existir, no pude existir”. Como se informó, al ser requerida la presencia policial en un apartamento donde había disturbios, los gendarmes se toparon atónitos con un hombre que, recostado en la cama, presentaba una desfiguración total de su persona. Creer, o –como dicen por estas regiones- reventar. Yo prefiero Analizar. Ahora pienso, ya llegando al final de este artículo, si los griegos y sus fábulas no nos habrían estado desde siempre inyectando una “verdad” ilógica para el ser humano.
Una “realidad” conveniente y fácil de aceptar para la mente humana, cuyo cerebro primitivo aún está latente y le fascina todos estos tipos de sucesos de hombres lobos, vampiros, monstruos, etc. Esta realidad, que moldea las leyendas y que, agazapada, tenebrosa, ha sido cubierta por el polvo de los años, para conducirnos hacia aquel miedo ancestral de saber que no estamos solos. Y menos en el campo, el bosque. Allí donde la luna imprime sus fauces sobre nosotros sin reparo de que, tal vez - y solo tal vez – “algo” nos aceche. Ese “algo” que no debería existir y que tanto temor ocasionaba a nuestros antepasados de las cavernas. Y que no es justamente un hombre lobo. Es nuestra vívida imaginación que más tarde o más temprano siempre nos juega una mala pasada. No soy psicólogo para afirmar que se trate de una deformación -o mezcla - de sueños lúcidos y folklore. No obstante, como investigador, si puedo afirmar que todo lo que he narrado ha sido cierto. Y que lo más probable es que alucinemos casi siempre con remanentes de nuestro pasado primitivo.
EL HORROR DE LAS AGUJAS
Aquella aventura fue aleccionadora. Y complicada en extremo. Y ahora, reflexionando en el suceso, pienso: ¿cómo alguien, en su sano juicio, pudo llevarlo a cabo en una criatura de 3 años de edad?. Pero nada que hacerle. Es común que las víctimas más trágicas de las pseudociencias y el pensamiento mágico sean inocentes criaturas como aquella niña, cuyo nombre se me ha prohibido divulgar por el secreto de sumario, quien cargará por el resto de sus días con el estigma de lo “extraño” en su cabeza: tres agujas de coser que, de manera “inexplicable”, (según los cultores del misterio) fueron introducidas en su anatomía cerebral. Aquella tarde húmeda y oscura en que llegué a Osorno, X región de Chile, los acontecimientos se me antojaron familiares. La nota periodística que había trascendido no decía mucho. Hablaba de una niña de tres años y cinco meses a la que había sido detectada el pasado 14 de enero del 2005, en una radiografía de rutina, tres agujas de coser. Los padres de la menor la habían llevado al Hospital Base Osorno
con el propósito de controlar el crecimiento de la cabeza que, para ellos, era anormal. Se habló de una leve macrocefalia. Pero la sorpresa predispuso los ánimos de los facultativos, al corroborar, por medio de un Scanner que, en efecto, la pequeña tenía tres agujas de coser en su cabecita. Rápidamente el asunto trascendió al Departamento Jurídico de Osorno quienes comunicaron el hecho a la fiscalia del Ministerio Publico de dicha ciudad. Pronto – demasiado para gusto mío – toda la documentación concerniente al caso iba a evaporarse en la hermética justicia antigua, a la cual, desde luego, nadie, ningún periodista, podría acceder. Por tanto, era cuestión de tiempo para que el caso se cubriera del acostumbrado manto de silencio y todo quedara en el olvido para más tarde perpetuar la acostumbrada leyenda. Y no lo pensé dos veces. Ante la inminencia de esta decisión burocrática, opté por recorrer varios miles de kilómetros, en una marcha que duró 30horas hasta llegar a Osorno. Y ahora revelaré cómo fueron aquellos acontecimientos in sittu para este libro, y adonde quedó relegado todo el caso, de por si, aberrante y difícil de olvidar.
EL ARTE DE CLAVAR Y uno ante hechos semejantes tiene dos posibilidades. O atajarse por el lado sobrenatural (y me vienen a la memoria varias leyendas autóctonas que tiempo habrá para comentarlas que usan de excusa los amantes del misterio como “evidencias” de sus investigaciones).O confiarse por el frío razonamiento lógico. Lo primero que hice fue telefonear a la fiscal Maria Isabel RuizEsquide (con la cual ya había hablado desde Buenos Aires) para concertar una entrevista y ver si podía enseñarme los documentos del caso, entre
ellos, las radiografías de la niña. Pero no hubo suerte en ese primer día. Y pese a reiterarle más de cinco llamados en diferentes horas del día no logré comunicarme. Decepcionado, intenté con el subdirector del Hospital Base Osorno, quien, en extremo gentil, se ofreció a ponerme sobre antecedentes. Al parecer estaba muy interesado en el caso que le había comentado por teléfono ocurrido en España. Refrescaré un poco la memoria sobre aquel episodio español. Ocurrió en 1971, en la región de La Seca, en Valladolid. Y en esta oportunidad la víctima fue un niño de sólo un año de edad. De alguna misteriosa manera alguien – todo indica que su madre, pero se prefiere siempre el término “misterioso” – le introdujo cerca de 27 agujas en diferentes partes de la anatomía, entre ellas, el cerebro, los pulmones y la espina dorsal. Aquel estado, huelga decirlo, era totalmente incompatible con la vida. Y sin embargo, el pequeño sobrevivió, tras ser sometido a muchas cirugías para retirarle las ponzoñosas agujas. Este suceso fue el primer proceso en pleno siglo XX de un caso de brujerías que fue llevado a los tribunales de justicia donde se encontró culpable a la madre del niño, la cual terminó recluida en alguna mohosa sala de algún psiquiátrico para luego salir y nunca más saberse nada. Otro episodio semejante había ocurrido supuestamente en Italia, en Otorna. Pero en este caso el desalmado infanticida le habría asestado más de cien agujas al cuerpo de un niño. Así y todo, había un nexo entre ambos casos: los padres y sus contactos con la brujería ritual. Quedaba, por tanto, y ante esta marea de datos, corroborar en Osorno si los padres de la niña también eran “afectos” a los aquelarres y la brujería (aclaro: que hagan brujerías no implica que existan tales artes).Ya de por si, la región de Chile es famosa por la cantidad de curanderos y de brujos practicantes.
Una vieja leyenda afirma que los brujos de Chiloe acostumbran a robar los niños cuando son bebés para someterlos a unas agudísimas torturas – que incluye entre las aberrantes prácticas doblarles las piernas sobre la espalda y coserle los ojos y la boca – y convertirlos en Imbuches, una guisa de fetiche para los actos de brujería. Algo semejante a lo que ocurre con el Anchimalén, convertido por las brujas en una criatura horrenda que por las noches despide luz por los descampados. En Chos Malal, Río Negro, existe difundida la creencia en la Calchona, una repugnante bruja que recorre la noche por lúgubres caminos con el propósito de lanzarse encima de los caballos y atrapar a algún incauto viajero. Otro testimonio que recogí en Chile me indica que en Chiloe existen grupos sectarios de brujos que en determinadas fechas del año acuden en procesión, ataviados de negro, por desolados parajes con la intención de practicar una ceremonia privada en algún sector insospechado. Realmente no sé si secuestran niños para abusarlos de esa forma, convencidos en sus creencias extremas en lo sobrenatural, pero debo admitir que es muy plausible que se efectúen rituales con ese propósito. Como sea, - y volviendo a lo nuestro - si había alguien capaz de ponerme sobre los “detalles” del episodio eran la fiscal que hasta el momento llevaba el caso y el subdirector del Hospital. También, la asistente social que se entrevistó con la familia del menor. Empecemos con el subdirector del Hospital, José Ochoa, quien dio la alarma a las autoridades regionales.
UNA ENTREVISTA INQUIETANTE “En mis años en este Hospital jamás me topé con algo parecido, pero ahora usted me comenta que ya ha ocurrido en España ¿cómo puede ser?”, se ataja el subdirector Ochoa, de gafas marrones y mirada piadosa. En mis manos estaba el expediente médico del suceso. Lo viera por donde lo viera era algo horroroso. Al parecer, las agujas – de no más de
cuatro centímetros – habían sido introducidas por la zona de la fontanela, sector de la anatomía que es más delicado en los recién nacidos. Esto indicaba dos cosas. Por un lado la fecha estimativa de dicha penetración: antes que se cerrara la fontanela y el cráneo endureciera, dado que no habían incisiones de cirugía y era la única opción plausible. Por otro, indicaba que quien fuera el autor de tremenda aberración sabía lo que hacía. Finalmente, por tanto, había una mano humana y bien humana detrás de todo. Pero dejemos que el expediente médico sea más preclaro: “El 14 de enero del 2005 ( 3 años y cinco meses de edad) se tomó la radiografía de cráneo posterior y lateral que mostró tres finas agujas metálicas intercraneanas en la línea media, en la unión del tercio anterior con el tercio medio del cráneo, con alguna calcificación alrededor de una de ellas. Huesos de la calota intactos. Sin otras alteraciones. El radiólogo indicó su inmediata hospitalización. Ingresó en buenas condiciones, asintomatica, signos vitales normales, examen físico y neurológico normales, evolucionando toda su hospitalización sin síntomas ni signos de enfermedad, presión arterial 102/41, frecuencia cardiaca 108 por minuto, temperatura 36,5 C. Se revisó el caso con neurólogo, neurocirujano y radiólogos concordando que existen tres objetos metálicos rectos de aprox 4 cm de longitud, ubicados intercraneanos, en la línea media , perpendiculares y por debajo de la zona de la antigua ubicación de la fontanela anterior, con la punta hacia caudal y un ojetillo hacia cefálico, sin signos de lesión ósea, concluyendo que se trataría probablemente de 3 agujas de coser introducidas desde el exterior a través de la fontanela mientras esta estaba abierta, es decir, antes de los 14 meses de edad. La ecotomografia cerebral realizada antes de los 10 meses de edad no permite visualizar agujas corrientes , por lo que no descarta
su presencia en esa fecha. Se realizó tomografía axial computada sin contraste de cerebro el día 19/1/05 para confirmar el diagnostico y la ubicación, la que concluyó cuerpos extraños de origen metálico intercraneanos de trayecto frontal bilateral, que se extienden en la profundidad hasta el sistema ventricular supratentorial. Dado que los cuerpos extraños no producen ningún daño orgánico ni síntomas , se decide no realizar más estudios y no requiere más tratamiento. La extracción está contraindicada en este momento, por el riesgo de producir lesiones cerebrales durante el procedimiento. Se solicita intervención de asistente social, quien sugiere dar de alta con los padres, pues no existen evidencias de violencia intradomiciliaria, pero sugiere realizar una denuncia ala Justicia por posible maltrato infantil, lo que se cursa siguiendo el conducto regular. Se da de alta el 21 de enero del 2005 en buenas condiciones de salud, con indicación de controles en el policlínico de neurología infantil del Hospital Base Osorno.” Aquel parte médico lo resumía todo. En otras palabras: la niña debería cargar toda su vida con las agujas, puesto que una operación era desaconsejable. Extrañado por esta decisión, le pregunté al subdirector. Sus ojos marrones me miraron un instante antes de zanjarse con una explicación: “Ocurre que como no hay signos de lesiones cerebrales. Y como aquellas agujas no afectan el funcionamiento normal de la paciente, una operación craneal puede resultarle perjudicial y compleja para extraerle las agujas. Debemos recordar que aunque aquella zona es indolora, se pueden producir daños cerebrales”. “O sea, que vivirá por el resto de sus días con aquellas tres agujas?”.
“Si, así es.” “Y si tuviera más?” “¿Cómo dice?” Y le expliqué sucintamente el caso español donde fueron halladas 27 agujas en un menor. Desde luego, estaba la terrible posibilidad de que la niña Osornina tuviera más agujas en su anatomía, puesto que no se le practicaron radiografías en su cuerpo, salvo en su cabeza. Y en cuestiones de creencias mágicas, todo era posible. José Ochoa quedó tremendamente sorprendido con la noticia. Y, de inmediato, me solicitó lo pusiera en antecedentes del caso español, repasando cada detalle. “Y dígame, ¿ qué hizo usted cuando descubrió esta irregularidad en la niña?.” “ Desde luego que al constatar este hecho de las agujas tuve la obligación de dar parte a las autoridades competentes para que investiguen. Pero le aclaro, ahora le será muy complejo ir más lejos, dado que la investigación oficial se cierra y todo penderá de un momento a otro de la justicia antigua, cuyo régimen estrictamente hermético prohíbe ventilar información a nadie. Tendrá mucha suerte si consigue ver aunque sea las radiografías, hasta hace unos días estaban en manos de la fiscal”. Aquel lapidario comentario me desilusionó. Y más aun: desde mi llegada a Osorno, por alguna razón, no podía comunicarme con la fiscal. Tras repetidas llamadas y mensajes a su secretario no había tenido noticias suyas. Y eso -más allá de alarmarme - me molestaba. Pero aún tenía algunas cartas por jugar. Y la idea de contactar al periódico local podría ayudarme en mis pesquisas. Así, bajo la mansa llovizna que cubría la región osornina, me deslicé hasta un coche y me dirigí de prisa a las oficinas de El Diario Austral. Tenía la esperanza de que podrían arrojar un poco de luz al caso y, cuando menos, tener una copia de las radiografías.
SORPRENDENTE CASO MEDICO Así rezaba el título con que el diario osornino avivaba la noticia de la “niña de las agujas”. Tras una escueta presentación de mi persona y objetivos en la ciudad, entablé una amistosa conversación con el periodista osornino David Muñoz, encargado en la fecha de la investigación del caso. Pero la desgracia parecía importunarme. No sólo no sabía como se llamaba la niña, ni tenía conocimiento de las radiografías, sino que – me lo aclaró muy explícito – quien se ocupó en primer instancia del caso era un colega suyo, Pablo Obreque, el cual se hallaba de vacaciones en la fecha. Pero a aquel periodista no le costó mucho activarse su instinto reporteril. Y de inmediato se puso a maquinar la forma de conseguir una audiencia con la fiscal, única depositaria de toda la documentación. Nos estrechamos las manos y prometimos comunicarnos si alguno tenía una novedad. Salí del periódico decepcionado, lo reconozco. La investigación estaba tomando derroteros sinuosos y que parecían conducirme a un grueso y oscuro muro impenetrable. Por momentos dudé de mi papel allí y maldije mi mala estrella de caer justo en un momento tan delicado. Y sin embargo, otra opción no tenía. Los archivos, toda aquella documentación preciada estaba por pasar a manos de la justicia antigua. Y en un abrir y cerrar de ojos todo, absolutamente todo, podía evaporarse en la nada. Pero no estaba dispuesto a dejarme vencer. Y por enésima vez intenté comunicarme con la fiscal. Su secretario – que confío me perdone las infinidades de llamadas que realicé – me informó que estaba en una audiencia en la localidad de Río Negro, lejos de la ciudad. Regresé al Hotel abatido y con el espectáculo del atardecer en la región. La noche se aproximaba y con ella lo poco de bello que tenía la ciudad se difuminaba. Los negocios cerraban temprano. Y la actividad
humana parecía desintegrarse. Una imagen de abandono, tétrica y deprimente, me invadió de golpe. Ya con las primeras sombras aquella ciudad con alrededor 150.000 habitantes – a no más de 940 km de la capital de Santiago de Chile – se transformó en un desolado paraje. Y casi como si caminara en un pueblo fantasma, fui avanzando hacia mi hotel, con un pensamiento tan corrosivo como inquietante: ¿Tendría la niña más agujas en su cuerpo?.
FALTA DE SINCRONICIDAD Desperté temprano y reiteré unas llamadas para averiguar el paradero de la fiscal. Nada. No estaba. Seguía en Río Negro y probablemente por la tarde me respondería el llamado. Por otro lado, David Muñoz no tuvo mucho éxito. No la había podido localizar. Y mucho menos dar con el domicilio de la pequeña. Pero eso sí que iba a complicarse. Además, después de todo, no se nos permitiría fotografiarla porque violaría un importante estatuto que impide la reproducción de fotos de menores en un caso en manos de la justicia. Resignado a las pocas alternativas que me quedaba, decidí tomarme la mañana rastreando a la asistente social. Tal vez – imaginé esperanzado podría indicarme sutilmente donde vivía la familia o, cuando menos, referirme si se trataba de una familia normal o tenían tendencias a prácticas brujeriles. Luego de una laboriosa búsqueda en Internet, y tras un par de llamados aquí y allá, logré dar con la asistente social que, en primicia, declaro su nombre: Gloria Díaz. Pero Murphy no estaba dispuesto a que las cosas resultaran sencillas. Y enseguida lo corroboré cuando me atendió aquella dulce voz
con acento chileno: “¿ Quien es usted?”, lanzó la asistente social sorpresivamente. Una vez más – y como comprobé que era efectivo decirlo - le expliqué mis motivos en aquella zona y le especifiqué que mi intención era aunar los casos por mi investigados. Le recalqué el caso de España como probable antecedente pero no pareció muy interesada. Y cuando le pregunté, como si tal cosa, qué opinaba de la familia de la menor y si descubrió algún indicio de que fueran los responsables me topé con aquel duro y rígido muro al que tan bien me estaba acostumbrando a tropezar: „No tengo permitido hablar de este asunto sin consentimiento de la justicia legal de Osorno”. Al oír aquello corté la comunicación y me debatí en una sola opción: hablar con la fiscal como fuera. Otra vez reiteré mi llamado al Ministerio Publico. Y otra vez me zanjaron con que no estaba. Llegué a mi hotel antes de caer el tétrico crepúsculo. En verdad me deprimía ver la ciudad muerta en la noche. Pero no todo era malo. Y ni bien ingresé al hotel, la conserje me comunicó que una señorita, llamada Maria Isabel Ruiz-Esquide, se había comunicado. ¿Qué dejó dicho? Pues nada. Sólo me devolvía el llamado. Maquinalmente me dirigí a Internet y comprobé que tenía un mensaje de ella. Un mensaje demoledor: toda la investigación había pasado a manos de la justicia antigua, por lo que ella ya no podía ayudarme en nada. Era suficiente. Y aquella noche busqué estérilmente un bar lleno de personas donde ahogar mis lamentaciones. Pero sólo hallé un silencio y una depresión incomoda escoltándome de calle en calle.
TOMADA POR SORPRESA No había duda. Si quería avanzar en mis investigaciones debía contactarme con la fiscal e informarme de sus averiguaciones al respecto. Pero todo parecía indicarme que dicha oportunidad difícilmente vendría a mi. Así que decidí ir a por ella. Tracé un plan simple: seguir a la fiscal.
El problema era saber cómo era y donde la podría ubicar fuera del Ministerio Publico. Aquí es cuando – es justo reconocerlo – mi buen amigo David Muñoz me enseñó las fotos que le había tomado a la fiscal. Y por primera vez vi su rostro. Un rostro en verdad bello de inolvidables ojos azules. Tras esto, me dirigí presuroso al Ministerio y entablé una conversación con su secretario quien no tuvo reparos en decirme donde la podría localizar a la fiscal. Estaba en ese momento en los tribunales de garantía, en una audiencia. Si tenía suerte podría encontrarla y entrevistarla al salir. Pero sólo tenía 10 minutos antes que todo finalizara. Corrí de prisa hasta los tribunales, pero una vez allí me topé con otro lastre: no sabían decirme si aún estaba en audiencia. Finalmente no tuve más remedio que infiltrarme en los tribunales de garantía con mi mejor cara de inocente. Una mujer, de pechos rebosantes y gran simpatía, al verme merodeando me ayudó a inmiscuirme en la audiencia, a sólo dos bancos de la nuca castaña de la fiscal. Cuando se puso de pie la reconocí. Y, saliendo fuera del tribunal, empezamos una sucinta pero fructífera conversación, de pie al lado de su coche colorado. Según sus investigaciones –al menos hasta el momento en que el caso estuvo en sus manos – a la niña le colocaron las agujas por la región de la fontanela antes de los 14 meses de edad. Por esa razón, como el delito habría ocurrido años atrás, le pertenecía la investigación a la justicia antigua. Pero sus pesquisas no arrojaron luz al caso. Los padres de la niña estaban tan sorprendidos como los facultativos y no se explicaban qué ocurría. Los propios investigadores criminalistas no detectaron nada anormal en la familia – pese a su aguzado olfato en estos menesteres. Y aunque cabía la posibilidad de que hubiera sido accidental la introducción de una
aguja, ya no lo era con tres. Y menos aún porque, como digo, fueron puestas en una región especifica que sólo quien sabe un poco de anatomía puede insertar. Y sí. En efecto, eran simples agujas de coser. En las radiografías, cuando estaban en su poder, podían apreciarse las cabezas con oquedades de las agujas. “Más no puedo decirte, lo siento. Porque si el juez se entera que ando ventilando su caso no le gustara nada. Discúlpame de veras por no poder comunicarme contigo antes, pero me fue imposible. Es bueno que hayas venido hasta aquí, porque así es más efectivo y directo. A veces es la única forma de dar conmigo. Espero ahora que puedas seguir con tu investigación, pero es todo lo que sé.” “Y las radiografías ¿cómo podría hacer para verlas? Ya me han hecho un dibujo, pero nada reemplaza el poder verlas.” “Lamento decirte que este lunes pasó toda la documentación a manos de la fiscalia antigua. Por lo que ya no tengo nada en mi poder’. Le agradecí, igualmente, su cortesía y delicadeza en explicarme estos asuntos. Y quedamos para una cita a las 19 hs. Y aunque luego de la cita podría llegar al corazón de este caso, debo destacar que en todo momento la fiscal fue un ángel para mi. Y ella sabrá porqué lo digo. Pero vayamos al final de esta investigación.
CALLATE O MIRALO La tarde se desmoronó sobre mi apenada persona. Había logrado reunir una copiosa documentación sobre el caso de las agujas, pero aún no lograba penetrar hasta el fondo del caso. En efecto, adolecía de un dato que, de poder verlo tan solo, sería inestimable para cerrar esta investigación.
Y creo que mis continuas llamadas y pesquisas por la ciudad rindieron sus frutos. Y ante el final execrable de mi último día en Osorno tuve una revelación. Lamento decir ahora que he prometido no divulgar la fuente que me facilitó unas copias de las radiografías. No sólo sería puesta en falta aquella persona, sino que también rompería mi palabra de no dar a conocer su nombre. Por tanto, estas reproducciones de las radiografías son inéditas y ni siquiera las posee El Diario Austral de Osorno. Espero el lector aprecie este trabajo que me ha costado muchas de mis horas y energías. Y todo ocurrió tan de prisa que no tuve tiempo de reaccionar. Ante mi, tenía las insólitas radiografías, donde se apreciaba claramente las agujas e incluso sus oquedades. Una costra recubría una de ellas, consecuencia, según mi informante, de la calcificación. Parecían dispuestas como una flecha. Pero mejor será que ceda todo comentario a la copia ilustrada que hice (advierto: son copias de las originales, una reproducción casera, siquiera llega a ser una fotocopia). Para finalizar debo reconocer que no sólo la idiosincrasia de la ciudad es aliciente para promover actos rituales o llevar la excentricidad de las creencias hasta el límite de clavarle a una menor agujas en la cabeza (en Italia se pensaba que esto produciría longevidad) sino que muchos promueven estos episodios como mágicos o con algún viso de realidad paranormal, de modo de disipar el delito implícito cometido en los menores. Siempre el pensamiento mágico, amén de ser un refugio para los crédulos, es un antro que puede y sirve a los criminales.
MUERTES DIABOLICAS
Abril de 1989. El médico les recetó un comprimido antifebril pese a no detectar ninguna patología en especial. Las dos mujeres estaban solas en aquel departamento de la localidad de Florida (Buenos Aires), y jamás habrían imaginado lo que el destino les deparaba. Una de ellas, la menor, estaba en la cama cuando los delgados dedos del profesional la palparon intentando conocer la causa de su malestar. Nada, sin embargo, detectó. Una vez garabateada la receta, le echó una prolija mirada a la mayor, de 21 años, y se despidió cortésmente. Y mientras avanzaba por aquel pasillo tétrico y desvencijado, mientras caminaba hacia la noche, la muerte se adentraba sigilosa y macabra por los resquicios de aquella propiedad. ¿Y cómo saber que estaba dejando atrás a las que serían víctimas de una de las muertes más enigmáticas de la historia argentina? ¿Cómo saber que él se transformaría en un testigo privilegiado, siendo el último en verlas con vida? ¿Cómo saber que “algo”, lo que fuera, aguardaba pacientemente agazapado para ejecutar su siniestro plan? La noche era terrible y el clima gélido de la época propiciaba todo tipo de malos augurios. 48 hs más tarde.
Un olor nauseabundo escapaba de aquel departamento de Florida. Alarmados, los vecinos empezaron a desfilar con morbosa curiosidad en torno al mismo. Y la duda, persistente y corrosiva, obligó a la señora que rentaba el domicilio a telefonear a la Comisaria Numero 2 de Vicente López. De inmediato se apersonó la fuerza policial. Y, tras insistir en ser atendidos, derribaron la puerta encontrándose con un horroroso hallazgo. En la bañera, arrellanadas en sendas esquinas, observándose sin vida, estaban las mujeres en un avanzadísimo estado de putrefacción. Los cadáveres, totalmente irreconocibles, en una escena del todo dantesca, presentaban una fauna cadavérica plenamente desarrollada, con gusanos que por su color, forma y tamaño y otras características correspondían a una muerte de por lo menos un mes. Y sin embargo, dos días antes, un médico y la vecina que les rentaba el departamento, las habían visto con vida. ¿Cómo se explicaba entonces? Acababa de empezar el misterio de la Bañera Maldita.
EL SUCESO Ocurrió el mismo año y mes en que un asesino serial incursionaba en Mar del Plata, zona balnearia de Buenos Aires; en que era descubierta una banda satánica antropófaga en México. El caso de “Las primas de la bañera”, como se caratuló, se hizo masivo en diferentes medios de comunicación, radial, televisiva y prensa. Empecé en la Biblioteca Nacional. Debía despolvar aquel episodio que tanto horror y misterio había causado en Buenos Aires. Y elegí un día de abril para comenzar con esta investigación que, lo adelantó, nadie se podrá atrever jamás a esclarecer satisfactoriamente. Creo yo, la señorita de la Biblioteca, al alcanzarme los innumerables folios encarpetados, tuvo un instinto de curiosidad que la llevó a preguntarme, furtiva y audaz su mirada, qué buscaba allí. Era la segunda vez que me pasaba. Otra vez sonreí enigmático y le arrebaté los libracos de un zarpazo.
Apenas me senté empecé a escrutar hoja por hoja en busca de algunas pistas. Al cabo de un instante tenía numerosas notas periodísticas que me ponían al corriente del suceso. Había ocurrido en la zona de, como se dijo, Florida, a unos pocos kilómetros del centro de Buenos Aires. Las mujeres, Irma Beatriz Girón (21) y Gloria Fernández (15), habían sido encontradas en la mañana del Domingo en el departamento de planta baja de la calle Melo 3354. Los vecinos habían detectado los pestilentes hedores que emanaban de la propiedad y supieron en el acto que algo anormal ocurría. Y luego, el hallazgo. Desnudas, en un estado deplorable. Pero el misterio no hacía sino comenzar. No habían pasado diez días de aquello, cuando el juez que llevaba la causa, doctor Raúl Casal, titular del Juzgado Penal de Instrucción N 2 de San Isidro, pensó que sería bueno y justo hacer una nueva pesquisa en el lugar. Palpó la replica de la llave que tenía en el cajón y se dirigió hacia el lugar de los hechos. Una vez allí, se encaminó al baño. Encendió la luz y se quedó lívido: con repulsión descubrió, desconcertado, que la bañera estaba nuevamente llena de fauna cadavérica. ¿Cómo era posible aquello? Más aún - y como comentó en una entrevista exclusiva para la televisión en Canal 2 – si se había limpiado toda la bañera y la canilla no goteaba , mucho menos estaba tapada la cañería para producir semejante situación. Y fue inevitable, los vellos de la nuca se le erizaron y no tuvo más que resignarse al misterio.
“A los diez días yo volví a la escena del caso porque en realidad quería hacer un cuadro de la situación, de cómo era. Y estaba la bañera hasta la mitad, de nuevo llena, con toda la fauna cadavérica reposando como si nada. Imagínese mi sorpresa cuando vi aquella bañera” Y recordando aquel episodio nos decía: “El estado de los cuerpos era llamativo. Es decir se habían convertido en una suerte de muñecas inflables”. Como para menos. Ya el libro de Bonnet dedica varios capítulos al tema de los ahogados, especificando cuando la muerte es de horas, meses, o días basándose en la caída del cabello, uñas, etc. Y no había dudas: la muerte de las jóvenes databan de por lo menos 1 mes. Y no sólo eso. Las sucesivas autopsias no arrojaron claridad al asunto. No se pudo esclarecer la causa del deceso. Se descartó intoxicación por monóxido de Carbono. Electrocución. Ahogo. Etcétera. Así, de a poco, se fueron tejiendo las más variopintas hipótesis. Entre las más inquietantes, figuraba aquella que hacía mención a una serpiente africana que tiene la particularidad de inocular su poderosísimo veneno dejando a la víctima muerta por descomposición en poco tiempo. Esta teoría de la víbora Mamba fue presentada por uno de los médicos legistas que había investigado el caso desde hacía meses, llegando, incluso, a hallar paralelos en Canadá, de donde recibió valiosa literatura al respecto. Y sin embargo, nada sólido. En el archivo de la causa pude verificar que figuraba como muerte súbita y simultánea, pero luego cambiaron esta primera declaración, clasificándola como “Muerte por causa desconocida”. El Subcomisario Raúl Torres, en una entrevista a Canal 2, declaró su total escepticismo en el asunto, inclinándose a la teoría del monóxido, pese a que las dos autopsias referían que “no se había debido a monóxido de carbono”. Un verdadero desafío para las autoridades competentes. Y en tanto deshilvanaba las polveras de las hojas, en busca de mayores datos, constando las versiones oficiales, una idea maquinal empezó a germinar en mi cabeza. ¿Podía ser que toda esta historia
estuviera armada? Un rumor, una sensación parecía indicarlo. Difícilmente me resigno a la sobrenatural y prefiero siempre inclinarme a las explicaciones racionales. Y en este caso, si bien pudiera haber algo maligno detrás, existían hechos concretos del todo físicos y constatables. Toda muerte sin explicación, creo yo, acarrea este problema de saber y no saber a que se enfrenta. Para colmo, el forense Doctor Osvaldo Raffo hacía más truculento el asunto: “Se produjo un misterio más. Cuando se hace la autopsia de los cadáveres el perito queda obligado a llevar al laboratorio bajo custodia personal todo el material que saca de la autopsia. Esto es, sangre, orina, y el corazón de las víctimas. Esto desaparece”. En otras palabras: se habían robado el corazón de las jóvenes.
CAMINO SIN PISTAS Pongamos orden al asunto. En este suceso había tres insistentes misterios. Por un lado, la fauna cadavérica datada de un mes. Incluso, como declaró un forense, “aceptando que como quedaron las luces prendidas todo el tiempo, el ambiente se saturó de calor y se dieron las condiciones de pleno verano, la descomposición cadavérica era de mes, y no de pocas horas.” Un mes, pero dos días antes habían sido vistas rebosantes de vida ambas mujeres. Segundo: el juez Raúl Casal halla nuevamente en la bañera “fauna” (en un lugar precintado y clausurado a extraños.) Tercero: alguien substrae el corazón de las jóvenes. Un puro enigma sin resolver. ¿Y qué ocurrió con aquel médico, Arnoldo Bresciani, que las vio por última vez? Pues verificó toda la historia. Añadiendo, si se quiere, otra rareza más al caso. Los peritos hallaron aquella receta, que les hubiera dado Bresciani,
donde faltaban dos comprimidos. Pero hete aquí que las autopsias no detectaron aquel medicamento en los cuerpos. ¿Otro misterio o una punta a la Verdad? Sea como sea, las incógnitas empezaron acumularse y los policías, forenses, anatomopatólogos y médicos legalistas que intervinieron no tuvieron más que quebraderos de cabeza. Nada era seguro. Ni siquiera la hipótesis que explicaba que lo que halló posteriormente el juez Casal se debía a depósitos de cebo de la piel que habían obstruido la cañería y un goteo periódico había llenado la bañera, dejando al descubierto los restos de gusanos que sobrevivieron a la limpieza. Algo del todo insostenible. Aún dando por supuesto que la canilla perdía – lo que fue meticulosamente verificado – jamás habría llenado, goteando, la bañera en 10 días, de acuerdo al nivel constatado. Por fin, esta hipótesis fue rechazada de plano por carecer de fundamentos. Estaba claro que alguien había ingresado a la propiedad luego que fuera clausurada, llenado con fauna cadavérica la bañera, pero ¿por qué motivo arriesgarse? ¿Sembrar misterios y pistas falsas? Quien sabe... Otra pregunta era ¿por qué habían sido halladas las mujeres ocupando la misma bañera? Se pensó en una intriga de lesbianismo que pronto se descartó, pero que arrojó alguna luz al asunto al estudiarse la vida privada de las jóvenes. La noche anterior al hallazgo no habían asistido a un casamiento de un familiar, donde debían llevar un regalo de bodas. Y allí surgió una nueva pista: un novio. Como dicen los investigadores policiales, cuando se investiga la personalidad de la víctima se llega al asesino. Y en este caso, Irma Girón, la mayor, estaba comprometida con Darío Arnoldo Tojo que, según los testimonios, había estado el viernes en la propiedad pero nadie lo había atendido. Y ¡oh extraña casualidad!: trabajaba en un serpentario. Y las pesquisas lo señalaron con vehemencia. Siendo sospechoso se ordenó la detención automática del joven. Pero
para sorpresa y desilusión de los policías, el muchacho huyó para nunca más volverse a verlo. ¿Era el responsable? Si lo era, ¿Por qué se tomó la molestia de llenar nuevamente la bañera con fauna cadavérica? ¿Cómo logró hacerse con los corazones de las mujeres? ¿De tanto es capaz un simple muchacho? Eso, como sea, no explicaba lo súbito de las muertes. Tan súbitas que “ una de las víctimas tenía muy cerca de su mano la prenda íntima que se acababa de quitar...y ese brazo quedó rígido, fuera del receptáculo”, declaraban los peritos. ¿Qué fue aquello que sesgó sus vidas con tremenda celeridad? ¿Qué les causó aquel espantó mortal petrificándolas en la escena? ¿Un veneno? ¿Un fármaco? ¿O vieron “algo” mucho más terrorífico con ellas aquella noche invernal de abril? Todo, pienso, es posible. Quedaba un camino por seguir. Visitar la propiedad y averiguar en el terreno lo que ni la policía ni los periodistas habían sabido esclarecer. Nada sencillo.
UNA MALDICION DEL MÁS ALLÁ Tenía que hacerme con las fotos de las mujeres. Desde hacía un tiempo la idea de ver con mis propios ojos aquellos macilentos cuerpos era un reto para mí. En los tribunales de San Isidro figuran los expedientes en transición número 4, cuyo legajo 2-36 380 se encuentra sobreseído: es decir, no me facilitaron nada para ver. Una autorización que envié solo sirvió para que, una vez más, la burocracia se desentendiera del asunto.
Y cuando ya creí que no podría obtener una copia de las fotos originales, una amiga, avezada en ciertas tácticas, me ayudó a conseguir de manera, llamémoslo, “especial”, las fotografías que ahora podéis contemplar. Lo acepto. Me era imposible no dar a conocerlas a los queridos lectores. Ahora restaba ir al departamento. Eran las 16 hs del 2/6/2004 cuando un autobús de la línea 133 me dejó a algunas manzanas del lugar de autos. No había transeúntes. Estaba totalmente desierto, tal vez como consecuencia del golpe climático que asolaba la temporada. Las calles estaban teñidas por una ligera humedad que, lo reconozco, me causó un cierto escalofrío. Y es que, luego de 15 años, alguien interesado en el caso de “Las Primas” volvía al lugar de los hechos; el clima no ayudaba. El departamento era uno de tres que constituía aquella remozada propiedad de Florida. Al lado, la vecina que otrora rentara a las muchachas vivía aislada por una pared frontal que lindaba a un garaje cuya puerta de madera barnizada brillaba con esa limpieza propia de los lugares habitados. Ya de pie en el vano de la puerta toqué timbre reiteradas veces. Nadie, al parecer, poblaba aquel domicilio. Me relajé y tranquilicé el mar de nervios que me corroía. Entonces lo noté, y me apresuré a apuntarlo en mi diario de investigación. Una vez más advertí “aquello”; sutil sensación poderosa y cautivante de “algo” ordenando o permitiendo desvelar un tinglado oculto. Hablo de acontecimientos subjetivos que, tomados aisladamente, no representan nada. En su marco global, en cambio, ofrecen un siniestro bosquejo. Y ocurre, creo yo, siempre que vamos tras un misterio desconcertante; en el momento en que penetramos, a través de las sincronicidades, en un diseño
prohibido. Lo vi todo como un ajedrez. La primera “ficha” era un anciano que salía a sacar la basura y se parapetaba en el vano de la entrada de piedra. Carismático, me confesó que ningún habitante de la propiedad vendría hasta la noche. Todos trabajaban. Incluso los dueños que rentaban los tres departamentos. Afilé la grabadora. - ¿Imagino que conoce el caso de “Las primas de la bañera”? - Por supuesto – exclamó y me miró fugaz – ocurrió allí enfrente y no se supo nunca qué fue lo que pasó. Quiere que le diga, aquí se cuentan cosas raras. Como que existe una maldición en torno al lugar. Mire, la señora que vivía aquí que les alquilaba a las chicas, murió al poco tiempo al caer por esa escalera ¿ve usted? – y me señaló a la distancia lo que se divisaba notoriamente como una escalera de piedra que conducía a la segunda propiedad, la de los dueños – Y además el camillero que atendió, junto con el médico, a las primas murió de causas inexplicables, en un estado de descomposición semejante al de las jóvenes. Aquello me descolocó. Pero dudé de inmediato. No podía ser posible. Sin embargo – justo y bueno será que lo mencione ya mismo - más tarde habría de corroborar aquella información por el periodista Facundo Pastor de Canal 2 que también investigó el suceso no hacía mucho tiempo. Y no sólo eso. Pero dejemos que sea el anciano quien no los confiese. - La antigua propietaria del departamento donde pasaron las cosas se fue horrorizada porque decía que veía presencias allí en la propiedad, sombras y ruidos extraños. Incluso la señora llegó a ver una vez a las chicas todas de negro en la bañera. Eso le causó un espantó tal que decidió quitar la bañera y llevarla lejos. En efecto, tal como pude comprobar, hoy por hoy la dichosa Bañera Maldita se halla a las afueras de Buenos Aires, en La Plata, en un
descampado ignoto, donde sirve como abrevadero para los animales, la mayoría caballos. Y según confiesa el dueño del campo, sus animales no quieren acercarse a aquella “tinaja” a beber agua. Como recelosos, o intimidados por el misterio, jamás abrevan allí. ¿Oculta algo la bañera que impide esto?. ¿O se trata de simple mito?. Sea como sea, la segunda “ficha” se presentó –cuando ya mis esperanzas fallecían de encontrar un inquilino - montando una moto. Pese a las advertencias de mi interlocutor, desafiando todo pronóstico, Karina, una de las propietarias del departamento se detenía a unos metros de mí. La abordé sin pensarlo. Y sus ojos, de un verde diáfano, enmarcados en una cabellera rubia, fueron rotundos: aquello no eran más que meros cuentos. Si bien aceptó aquellas inexplicables muertes, desmintió todo el misterio referido a fantasmas y apariciones gestado en torno el inmueble. Su suegro, el dueño de las tres propiedades, me dice, no quiere saber nada del asunto porque lo pone mal. Ella hace ocho años que vive ahí y me puede asegurar –puso especial énfasis en ello – que nunca oyó ningún ruido o manifestación inusual. Y en cuanto a la bañera, me afirma segurísima, fue retirada por refacciones que hicieron los antiguos dueños del lugar. Mera estética. Nada de intrigas sospechosas.
RAZONAMIENTO FINAL: ¿MISTERIO O CALCULO PROGRAMADO? Hay algo – muertes aparte - que me inquietó de este caso. Algo que no cuadra como debiera. Me refiero a ciertos detalles que parecen enlazados adrede. Demasiado oportunos. Un dato que pude verificar con insistencia fue el total anonimato de
las mujeres, que ni siquiera - cuentan los vecinos - se animaban a comprar en el Kiosco de al lado, ni en los comercios de la zona. Como si tuvieran una necesidad apremiante de no dejarse ver. Curioso... Además – y el resto quedará a imaginación del lector -: ¿No es extraño, cuando no conveniente, que por un simple estado gripal llamaran a una guardia de emergencia para ser atendidas? ¿No habrá sido, justamente, muy premeditado? ¿Por qué no se detectó el remedio en sus cuerpos si faltaban los comprimidos recetados?¿Acaso necesitaban un testigo de última hora?. ¿Y qué pensar del paradójico tiempo de exposición de los cuerpos? Recordemos: un mes. Nada existe, ningún veneno es capaz de acelerar la descomposición, evolucionando la fauna, incluso los gusanos, en un lapso tan reducido. Este es el panorama. 24 hs: deshidratación. La sangre no transporta más oxígeno, la piel se apergamina, el iris y las pupilas se deforman. 48hs: comienza la putrefacción. Surgen las primeras manchas verdosas. Los tejidos quedan como una goma, blandos. 72 hs: El color verde avanza ganando nuevos territorios del cuerpo. Es el momento de la fauna cadavérica, los insectos repugnantes que han germinado como larvas voraces de la carne. 96 hs: el cuerpo se ha deformado. Los gases han inflamado el estomago. La fauna se extiende. El olor es insoportable. Pero, ¿para qué seguir? Imaginad – o mejor: mirad – en lo que se transformaron aquellas mujeres. Y pensemos, como me refirió mi amigo el comisario Marcelo Palmili, que las huellas digitales son harto imposibles tomar a un cuerpo tan descompuesto, abotagado. Tal vez sea como leemos en la novela Crímenes Imperceptibles: “El crimen perfecto, escribe, no es el que queda sin resolver sino el que se resuelve con un culpable equivocado”. Y hoy por hoy, ante aquel inquietante misterio la mejor frase de batalla es “Fue el monóxido”, “Fue el novio”, “Hubo una maldición”. Me pregunto, no sin cierta inquietud, si ahora mismo, dos mujeres
anónimas no estarán riéndose de nosotros, jactándose de su audacia y sagacidad a la hora de consumar un crimen perfecto. Porque de lo que no hay duda es que aquellos cuerpos tenían un mes por lo menos. Otra cuestión será saber a quienes pertenecían de veras. Así y todo, aquel emblemático episodio de las “primas” seguirá abigarrando espacios en los medios y en cálidas salas de lectura de las bibliotecas; infiltrándose, impávido y aterrador, en las platicas después de medianoche, en los campamentos de verano y en las casonas vacías y tétricas que atestan Buenos Aires, donde algo, ya lo digo, late sin más pausa que el incomodo silencio.
SANGRE DEL CIELO: CRIATURAS ALADAS
Y sí. No hay mayor seductor con nosotros que nuestra propia sangre. Recuerdo cuando por primera vez incursioné en estos terrenos del misterio, hace ya mucho tiempo. Había sentido sana curiosidad por unas luces que, caprichosamente, se mostraban incólumes en el cielo de la provincia de Santiago del Estero, Argentina. Y luego, aquello que me topaba: media docena de cabras muertas misteriosamente. Y los pobladores y sus mitos intocables, insustituibles a la hora de ir a por el cuchillo, la escopeta, el rifle de cacería. Me viene a la memoria el trato parco al principio con los lugareños. Esa actitud distante, casi fría. Y aquella insistencia de no hacer atender a la razón y dar rienda suelta a las elucubraciones más intensas. Lo mismo en Puerto Rico. Y su famosísimo oriundo nocturno: el vil “Chupacabras” (nombre tan tonto como sus supuestas acciones). Pero fue en Argentina donde rastree el “ancestro” de todos estos bebedores de sangre nocturnos. El suceso fue relatado ampliamente por servidor en un libro (Entre Lobos y Vampiros) . Básicamente – diré para poner en antecedentes al lector - resucité del polvo de los tiempos un caso acaecido en 1972, en Los Barriales, provincia de Mendoza. En ese tiempo –y por más de dos años – las comarcas y poblados mendocinos se vieron desbordados por acontecimientos inexplicables.
Así
es. Muertes de animales, sin una gota de sangre, como una piel de chivo, todos con una incisión precisa – y recalco lo de la “incisión” - en el cuello. Es más: se llegó a descubrir, años después, una criatura emparedada a una vivienda. ¿Realidad o fantasía? Allí están las fotos, - y la investigación cada cual podrá evaluarlo. Y siempre lo hago. Recopilo material. Archivo. Y luego saco conclusiones críticas. Porque, aunada a una buena base de datos bibliográficos, los recortes de prensa, al modo de Charles Fort son, como las leyendas, casi insustituibles. Sino veamos a donde me condujeron esta vez, previa a una rigurosa investigación de Biblioteca. Es de reconocer que desde el primer instante esta historia me cautivó. No era por la sangre involucrada, si se me permite la desviación acaso necrológica. Nada de eso. Lo hizo porque, amen de lo misteriosa que me resulta la provincia de Mendoza, se le sumaban las singularidades que venía siguiéndole la pista. Hablo, - que no haya duda – de los testimonios que mencionaban a cierta criatura alada, merodeando por los tranquilos poblados de Mendoza – límite con Chile - en la década del 90. ¿Alucinación? ¿Cuentos?¿Sueños vívidos?.¿Malas interpretaciones? Otra vez, lo mismo pensé. Sin embargo, los datos y testimonios, incluyendo informes policiales, eran más que rotundos. En efecto, no solamente tras las masacres de animales había un halo de misterio, sino algo más concreto. Un extraño ser alado. Los testimonios ya me lo habían señalado la primera vez que visité la provincia de Mendoza en compañía de mi viejo amigo de aventuras Fabio Picasso (En la foto una criatura que hallaron emparedada en una vivienda en el año 1981; se sospechó que era el causante de las muertes del 72; pero era un felino disecado según el especialista que entrevisté).
LA NOCHE DE ALIADA ¿A qué cosa nos enfrentábamos? Era la pregunta que me hice apenas ingresé en mi Hotel, base de operaciones y cuartel de logística, en Mendoza. Fuese lo que fuese, lo sabía, era bastante escurridizo. Y minucioso. No había pistas. Ni regueros de sangre desde las infortunadas víctimas. Ni orines, restos fecales. Nada. Y, naturalmente, sospeché. Porque, lo que sí había, para oprobio de los investigadores, eran unas escasas huellas anormales. Con Talón. Tres dedos. Garras. Etc. Y pensé. ¿ Justamente no habrán sido dejadas adrede?. ¿Qué cosa deja tan escasas evidencias? Y me dije – pensando en los testigos -: sólo algo que venga del cielo, que no precise dejar huellas de su paso por las víctimas podría obrar de manera semejante. O por el contrario: sólo algo que sea bien humano sabría borrar sus huellas criminales. Fue inevitable. Mientras desayunaba frugalmente en el Hotel y me mentalizaba para entrevistarme con Marcelo Palmili en la comisaria de Las Heras –quien, a propósito, me puso sobre la pista del caso que ya me dispongo a relatar - , me sorprendí a mi mismo recordando los casos X de Buenos Aires, referidos a masacres de animales a manos de un desquiciado entrenador de canes. Ocurrió donde una vieja amiga, Milena, estudia veterinaria. Eso me permitió acceder a los detalles que siempre requiero. El año era 1997. Y según pude averiguar, las noches tormentosas sentenciaban asesinatos impunes en los descampados de la Agronomía, plena ciudad. Alguien, muy licenciosamente, se había tomado la molestia de ir exterminando una a una las ovejas de experimento. Destrozadas a dentelladas, con espantosas mutilaciones, los animales eran atacados por una jauría de perros, comandados por un oscuro hombre que tenía por costumbre dirigirlos con un silbato. Aquellos episodios mantuvieron en vilo a todo el país. Y nadie pudo atrapar al criminal. Aunque hubo testigos, estaban tan despavoridos que
salvo algunas señas del individuo, poco arrojaron de luz al caso. Pero, según pude averiguar, aquellas ovejas eran empleadas para pruebas de fertilización “in vitro”, con el propósito de lograr animales transgénicos. ¿Los responsables podrían ser fanáticos de la clonación? Jamás, como digo, se aclaró. Pero es interesante destacar que esta persona - humana y bien humana - actuaba en noches de tormenta. Apenas hube desayunado me subí a un autobús que me conduciría en media hora aproximadamente a la jefatura de Las Heras. Y no pude dejar de hacerlo. Me vi catapultado hacia aquellos días en que había pisado por primera vez Los Barriales. Sin proponérmelo, había recopilado más de cuatro testimonios que mencionaban a una criatura alada merodeando las zonas de muerte de los animales de granja. Pero tiempo habrá para refrescarme la memoria. Y marché. No sin muchísimas dudas encima mío. UN REGRESO EMPAPADO DE ROJO Así es. Ingreso a la comisaría y el estómago me juega una mala pasada. Parece crujir con cada paso, cada pregunta que hago. Y no se debe a que estoy detenido. Sino a la elocuencia de la declaración de Palmili. Y durante más de una hora me entrego a la lenta pero estimulante averiguación de algunos datos o señas de los casos que me relataba. No obstante, fue por Email que Palmili me puso en la pista de un caso realmente inquietante. Pero mejor será que me explique. Ocurre en 1990. Todavía no se ha ocultado por completo el Sol. Se delata a la distancia, sobre la cordillera de los Andes, ese bello resplandor del ocaso. El timbre de una casa ubicada en pleno centro de Mendoza repica insistentemente. Y al abrir la puerta, descubren una mujer chorreada de sangre de cabeza a pies – al mejor estilo “Carrie” de Stephen King observando con miedo a quien le abre. Los inquilinos dan un respingo. ¿Qué había pasado? Y piensan, naturalmente, en un accidente. Cual es su sorpresa, sin embargo, cuando
la joven les relata que mientras iba caminando con una compañera, de pronto, sintió que era rociada por algo desde el cielo. Al ver sus manos comprobó que era sangre. Y maquinalmente clavó su mirada en el firmamento. Y allí lo vio. Había un pajarraco de bestiales dimensiones, de color negro, volando sobre ellas. Sencillamente de no creer. Y, pienso y vuelvo a pensar, de no ser por el bueno de Palmili, aquello hubiera quedado relegado a una anécdota más. Pero aconteció. Y me dirigió a algo mucho más interesante que la investigación de muertes de animales. - ¿Ocurrió en plena luz del día? – pregunté al oficial Marcelo Palmili, el de la foto, de cabello rapado. - Este hecho sucedió en horas de la tarde, con luz solar todavía, y ambas mujeres contaban en ese momento con edades de entre 16 a 18 años. Actualmente una de ellas es psicóloga y se llama Mariela Quinteros y la otra se llama Leticia Marin. Aún estoy tratando de localizarlas por algún teléfono o domicilio pero ya pasó mucho tiempo y tal vez se hayan mudado. - ¿Y qué opinas al respecto del caso?. - Por el momento no te voy a dar una opinión porque no tengo elementos para formarme una. Pero es inquietante. Pero este no era el único testimonio de alguien que en plena ciudad de Mendoza se había topado con aquella bestia alada. En una vieja abadía, el cuidador de la misma, José, me relató su experiencia mientras hacía el servicio militar. Al parecer, cercano a la precordillera había sido observado un extraño animal gigantesco volando. “Y el coronel me pidió que lo viéramos atentamente mientras se posaba en unas rocas a lo alto. Aquello era descomunal, sus alas eran negras como
la noche y me hizo acordar a los pájaros prehistóricos de las películas. Te digo que me hice encima, y eso que yo no le tengo miedo a nada. Estaba paralizado. Aterrado.” Algo semejante a lo que, seguramente, le ocurrió a aquella joven que fue visitada durante más de dos noches seguidas por “algo” –pésimo término para definirlo – que se posaba en el árbol lindante a su casa perdida en el campo. Y la observaba, vivamente inquieto, con sus ojos de un rojo llameante. Fernando, quien me facilitó esta historia, fue amigo íntimo de aquella mujer, hasta que se mudó a otra patria. Jamás, me confiesa, habrá de olvidar el miedo que tenía su amiga, las manos y los dedos como le temblaban al relatar aquello. Y es que, poca cosa, tuvo que tapiar la ventana para arremeter de alguna manera contra esa sobrenatural visión. La historia, espeluznante, me recordó a Grace y su encuentro con otro ser alado aún más diabólico. Pero tiempo habrá para que lo relate en este libro. NI OVNIS, NI NAVES, NI AVIONES: BESTIAS ALADAS. Cuando viajo, odio entrar a las Bibliotecas. Pero este caso lo ameritaba. No tuve más remedio que ingresar para corroborar un dato. Un insistente detalle que parecía ser el nexo macabro en esta historia. Dos. Tres minutos bastaron. Allí había algo que no cerraba. Debí haber puesto cara alelada, porque desde el “descubrimiento” no pude dejar de quitarme la mirada de encima de la Bibliotecaria. A tal punto que, cuando acopié el material en mi agenda, se animó a preguntar sobre mi oficio. Bardín, uno de los testigos de aquellas matanzas del 72 (en la foto señalando), aún con la lúcida memoria de lo acaecido hace tantos años, fue uno de los principales testimonios. Nos dijo a Fabio Picasso y quien escribe - que lo que sea que mató sus animales no
era otro animal en estado salvaje. Pero no había tiempo para otra cosa que no fuera ir al hotel e intentar armar este siniestro rompecabezas de seres alados. No sólo el año 1972 cundió la noticia del Vampiro. Y hubo avistajes de policías que vieron atónitos algo extraño “sobrevolando” la escena del crimen. También se observaron, tal como lo reseña el diario Mendoza en su edición de 1972, criaturas aladas volando sobre la precordillera. Pero en 1963 el escenario era otro. San Salvador de Jujuy. Y un ave descomunal, acusada de vampiro humano, abrasaba los periódicos matutinos generando “escalofriantes rumores”. Un año después, en 1964, la Quebrada de Humahuaca. Y el mismo protagonista, una gigantesca criatura alada: “Se abalanzaba desde el aire sobre mí, batiendo sus grandes alas negras.”, expresaba la crónica. Estas historias no son nuevas. Ya las encontrábamos trazadas en los estudios folklóricos de los Mapuches. Y allí está el Caburé, con rasgos muy semejantes a lo visto por numerosos testigos. Hasta hay leyendas de criaturas aladas que devoraban a los indígenas antes de la conquista. Pero ¿qué es aquello? ¿Se trata del responsable de las muertes por desangramiento –y fíjese que digo desangramiento y no mutilación - en América y el resto del globo? Observen la foto al lado ¿Una bestia alada es capaz de abrir un alambrado de esta manera? ¿O más bien una bestia humana y bien humana? Sea como haya sido, si esos fabulosos y misteriosos “pájaros” voladores existen – que lo dudo - y tienen implicación en el asunto de las muertes de animales desagrados, pues me he propuesto como meta capturarlos. Cuando menos – pienso ruborizado – en el lente de mi cámara.
Aunque sé que esto será imposible. Porque ese “algo” caprichoso que siempre genera misterio es inasible como un rayo de sol. Y sin embargo, como un rayo de sol, se siente en el cuerpo. Sin embargo, todo lo investigado me lleva a suponer la existencia de dos factores implicados en las muertes: un factor humano y un factor animal. Es posible que algún tipo de murciélago o vampiro rabioso estuviera haciendo de las suyas con los animales. También, que haya personas implicadas en las muertes para utilizar la sangre en rituales o aquelarres. Es la mezcla de ambos factores, sumado el vivo folclore, lo que nos despista. Lo cierto es que no es casualidad que las extracciones de sangre de los animales sean en zonas específicas donde hay arterias o venas importantes. Las incisiones son caprichosamente similares, e iguales a las que se pueden obtener usando equipos para extracción de sangre (cuando doné sangre una vez vi las agujas). Todo nos lleva al factor humano de forma irremediable. El resto, ese animal volador, puede ser muy fácilmente malas interpretaciones de algún vampiro o murciélago de enorme tamaño. Es inquietante oír historias así. Me fascinan y excitan a su vez. Pero si me separo de mi parte emocional, y lo analizo fríamente, la verdad es más simple. ¿O pensaremos que tales bichos prehistóricos todavía perviven en nuestro tiempo? Quizá sí. Como remanentes inamovibles de nuestro cerebro reptiloide primitivo.
DUENDES, GNOMOS Y TODO ESTO
Vamos, ¿en serio? Y sí. ¿Hay seres invisibles entre nosotros? ¿Quién no se ha planteado alguna vez esta pregunta?. La bibliografía referida, como toda bibliografía pseudocientifica, es tan copiosa que sería una tarea ardua y agotadora presentarla en toda su vasta extensión. Y no me gusta refritar libros. Bueno, sólo un poco de citas que sirvan de ilustración. La idea de los seres invisibles está arraigada en todos lados. China, Europa, Japón, USA, o aquí donde estoy sentado ahora: Argentina. Tomando a testigos tan circunstanciales como usted lector, veremos los casos que cuentan y luego sacaremos una o dos conclusiones obvias. Lo haremos con rigor crítico para que no queden dudas al respecto. Si bien en Europa y el resto de los países del viejo continente, como sabemos, las anécdotas y las leyendas sobre seres invisibles son abundantes,(sólo varia la terminología empleada para bautizarlos con un nombre) en Sudamérica se nos presenta la oportunidad quizá única de poder hablar con aquellas personas que han mantenido por largas generaciones un “estrecho contacto” con esos seres invisibles. Y estoy hablando de los Indígenas o mal llamados “Indios” de Argentina. En las oportunidades que tuve para conversar con ellos he
podido corroborar como la tradición se mantiene intacta desde aquellos días en que los primeros colonos pisaron estas tierras. Sus testimonios, fundados en una idiosincrasia sin tecnología y como segregada del mundo, nos hablan de lo mismo que podemos encontrar en Europa. Más concretamente en España donde se me permitió investigar episodios semejantes. Y así como vimos que ocurrió con la leyenda del Hombre Lobo, casi todos los pueblos sudamericanos tenían ya sus seres invisibles conviviendo en las aldeas cuando llegaron los conquistadores. Ya todos sabían de esas manos invisibles que por las noches los tomaban de las piernas o les abusaban y golpeaban. Ya todos sabían que moraban en las montañas, en grutas, en lagos o en la inmensidad del bosque. Y que no era bueno ni aconsejable salir en la oscuridad para esos lares sin protección. Se pensaba que todo estaba vivo, las fuerzas de la naturaleza eran seres vivos que, incluso , podían interactuar con ellos. Pero vayamos a los testimonios. Me reservo mi opinión para el final.
TESTIMONIOS DE CACIQUES Y CHAMANES: EL AYER Y EL HOY Rescataré –con todo lo que me cueste hacerlo- aquellas palabras más interesantes con respecto a lo que planteo en este informe. “Nosotros creemos que la realidad de la naturaleza y de las fuerzas de los espíritus existen. Están en todos los lugares. Somos conscientes que en la zona de los pehuenches o donde las araucarias, hay una fuerza que no se puede ver pero que es tan real como vos. Para nosotros es una fuerza , una persona más. Son energías autóctonas del bosque, de aquellas entidades que cuidan el bosque, que se cobijan en esa parte tan hermosa que, nosotros los seres humanos, nos encargamos de destruir. Nosotros hablamos del gen,
la fuerza del gen es el Todo. Creemos que solamente se hacen expresar o se dejan ver a esas personas lo suficientemente armonizadas. En ninguna circunstancia a alguien stresado o desequilibrado. Porque solamente lo pueden ver esas personas que tienen la posibilidad de estar en armonía. En suficiente contacto con el mundo natural” (refiere Marcelino de los Mapuches) Palabras que volvería a oír en la entrevista que mantuve con Maximo Jorge, el Chamán de la comunidad de los Tobas - en las tierras fiscales de la Iglesia en Derqui. Aquel hombre me esperaba sentado, velando sus dos metros de altura, con el pocillo de mate en una mano. El entorno era bullicioso. Había fiesta. Algunos lugareños se arremolinaron en torno nuestro para acceder a lo que hablábamos. Y mientras daba lugar a la plática con su acostumbrado tono cortés y sosegado, dejaba la impronta de esta historia en el marco del tiempo de nuestra cinta grabadora (foto debajo): “Nuestros ancestros siempre han tenido contacto hasta estos días con esas fuerzas que a muchos chamanes le comunicaban innumerables experiencias. A través de la ayuda de los Elementales o duendes, ellos han podido comunicarse con otras comunidades cuando algo ocurría. El duende para nosotros es un espíritu divino que ha sido creado para el cuidado de la naturaleza. Y siempre y cuando pidan ayuda a él , se manifiesta. Hay dos clases de seres: malos y buenos. Pero nosotros creemos más en los buenos quienes siempre nos van a guiar por la senda correcta. Los malos sabemos que hacen dividir a la gente, crean problemas. A veces se los ve blancos, transparentes o con forma de sombra. Algunos más chiquitos , otros medianos.” Es evidente que la noción cielo e infierno también está presente en los Indios, aunque en sus referencias las establezcan con duendes. Pero
dejemos que continue con su relato: “Yo tengo una historia muy triste. Cuando tenía trece o catorce años me fui a pescar con otro hermano. Y caminamos unos 35 km hasta toparnos con un riachuelo, el río bermejo. Con una canoa cruce al otro lado. La idea era encontrar un bosque en ese lugar. Traía conmigo el arco y flecha para cazar. Cuando cruce el otro lado del río, mi amigo se quedó y me quedé solo. Después de caminar durante mucho tiempo empezó a atardecer y en la oscuridad de la noche me extravíe. Estuve dos días y una noche perdido. Pero seguí el consejo de mi abuelo que decía que cuando uno se pierde debe caminar sin ver hacia atrás. Y tuve que concentrarme. Si uno mira atrás nunca más va a regresar a la casa. Por eso no me di vuelta. Estaba muy cansado y hambriento y en un momento subí a un árbol para protegerme de las fieras nocturnas de la selva, como los gatos monteses . Y mientras hacia esto lo vi: sentí un viento raro en la cara y se me apareció un espíritu , claro como la luz. Al otro día regresé a las siete de la tarde a mi comunidad. Entonces me vio un Chamán que descubrió que aquel espíritu lo traía conmigo. Durante toda la noche no pude dormir. Porque había una presencia maligna que venia, que se quería incorporar a mi alma, que yo traje del bosque. Pero el Chamán me ayudó y pude curarme.” Y finalizó con estas alusiones significativas del todo familiares: “Los blancos miran hacia el cielo, los indígenas hacia debajo de la tierra. El espíritu ancestral siempre está abajo. Y con el tiempo aparece, especialmente si uno anda mal. Muchas veces se escuchan pero no se ven. Porque hay varios seres, varios dioses dentro del monte, dentro del agua. A todo ellos nosotros los llamamos con el nombre de Vashi. No se ven pero sabemos que están ahí. Son muy importantes para nuestra comunidad.” Es cierto, estos testimonios por lo general son despreciados. Yo mismo, muchas veces, no los tomo con mucha consideración. La gente tiende a olvidar que mucho de lo que sabe se lo debe en parte a estos hombres sabios llamados vulgarmente Indios. De ellos nacen nuestro “Che”, “Pilcha”, o “Chamuyo”. De ellos adoptamos, a diferencia de lo que se pudiera pensar, la costumbre de bañarnos todos los días. Y la coquetería que muchas de las mujeres argentinas hoy llevan en sus carteras, es
también un legado ancestral de estos marginados y mal denominados indios. Esta es una “herencia invisible”, según el antropólogo Carlos Martínez Sarasola, en su “Nuestros paisanos, los indios”. Allí brinda una eficiente síntesis de las comunidades aborígenes argentinas. Desde los primeros asentamientos hace 12.000 años atrás hasta estos días. Y con toda la razón este antropólogo nos dice: “ El indígena es un personaje negado en la Argentina. Hasta su presencia física es ignorada. Hasta hace pocos años los propios indígenas temían identificarse como tales, por miedo a ser discriminados. Se intentó blanquear el país y no se pudo, los pueblos originarios sobrevivieron. Pero desde los años 40 se los conoce como “cabecitas negras”, ciudadanos de segunda sin nada propio para aportar.” Y sin embargo, pese a estos conceptos, hubo cierta revalorización de lo indígena: “Desde hace años se venia mirando a Oriente para buscar valores y sabiduría que la vida moderna occidental reclamaba, y de golpe se dieron cuenta de que esos valores , tradiciones y saberes ya estaban acá, en los pueblos originarios del continente”. No obstante esto, digo yo, al argentino común le costara indeciblemente adoptar los valores de los indígenas. Pues como revalida el refrán “no hay profeta en su tierra”, estos hombres sabios serán una vez más menoscabados. Sólo serán realmente comprendidos por aquellos que busquen la verdad. Como quiera que esta se presente al intelecto ávido de conocimiento. Preferirán que se les hable de los Jinas Árabes que de los Gen Mapuches o Vashi Tobas . Aunque ambas terminologías hagan referencias a un mismo y único fenómeno: unos seres o fuerzas invisibles que siniestramente nos ¿rodean?...
VERDE EPIDEMIA Me senté sobre lo que quedaba aún en pie de la antigua casona. Los escombros me hablaban de un pasado no tan lejano allá por los años ochenta. El viejo aljibe y la escalera que permitían el acceso a los sótanos estaban obturados. Las ruinas, provenientes de la demolición, me generaban mucha tristeza. Y es que ahora que habían transcurrido exactamente diez años de los sucesos la cosa se veía diferente. Pero aún el derredor conservaba lo suyo. Los parajes seguían siendo tétricos y desolados. Y, como siempre lo hago, no me costó situarme en aquella época, por la noche. Si daba miedo imaginarlo, quisiera saber lo que fue sentir en carne propia convivir con las supuestas e incesantes apariciones de criaturas verdes pequeñas. Todo empezó en diciembre de 1983. Y duró una semana. Villa Montoro, a las afueras de la ciudad de La Plata, fue es escenario de unas supuestas apariciones de Criaturas Verdes. En efecto, aquí, en la calle 600 entre 2 y 3, donde hoy es una deplorable ruina abandonada. Aledaño a la misma, numerosas personas aseguraban haberse topado con aquellos poco gratos entes verdes, cabezones y con caras arrugadas como ancianos. Aparentemente emergían del pozo o aljibe existente en la deshabitada propiedad, rodeada entonces de jardines. Según los numerosos recortes que obran en mi poder, varios niños y adultos tuvieron encuentros nada agradables con estos seres. Por ejemplo: Julio César Massei (14 años). Cerca de un arroyo y bajo unos arbustos descubrió cinco criaturas color verde de cincuenta centímetros de altura. Incluso lo persiguieron. Otras personas, atemorizadas, dieron parte a la policía. Y sin embargo las autoridades afirmaban que “hemos ido al lugar varias veces, yo mismo lo he hecho y
hasta ahora no hallamos nada”. Pero los avistamientos seguían produciéndose. Y, de hecho, demasiado abundantes. Incluso hubo ciertos individuos que aseguraban comunicarse y recibir mensajes telepáticos de las pequeñas criaturas verdosas.1 ¿Verdad o fantasía? La realidad es que si hubo tantas apariciones como decían los medios y testigos, ¿por qué no hubo una sola foto o filmación de los hechos? ¿Por qué se lo ridiculizó en los medios, como sabiendo de antemano que era un fraude?. Yo investigué este hecho hace años, y aunque en ese entonces consideraba plausible la existencia de casi todo, el tiempo, y sobre todo la ciencia, me enseñó a tener más precaución y no creerme nada sin pruebas Y si no hay evidencias, de hechos tan grandes y que dicen haber visto mucha gente, en mi opinión es un enorme timo. Volviendo a los reportes. Hubo un suceso que guardo en mi memoria de niño. Aquel hecho había llegado a mis manos por mi tía que sabía que, ya desde temprana edad, era un apasionado de estos temas. Se trataba de las desagradables apariciones del Gnomo Negro en la provincia Argentina del Chaco en 1985.
1
(1).Habían Visto Enanitos Verdes en Villa Montoro, El Día (La Plata),1-12-1983,pg.8. [1] Continua el Misterio en Villa Montoro, El Día (La Plata),2-12-1983,pg.7. [1] Aumenta la Inquietud por el Caso de los Enanitos Verdes, El Día (La Plata),3-12-1983,pg.8. [1] Afirman que Hay Indicios de los Enanitos Verdes, El Día (La Plata),4-12-1983,pg.1 y 8. [1] Se Mantiene la Expectativa por el Caso de los Enanitos Verdes, El Día (La Plata),5-12-1983,pg.6. [1] Habrían Fotografiado a los Enanitos Verdes, El Día (La Plata), 6-12-1983,pg.6. [1] Resultados Negativos en las Fotos de los Enanitos Verdes, El Día (La Plata),7-12-1983,pg.8. [1] Las Fotos No Salieron pero Yo Vi a un Enanito Verde, El Día (La Plata),8-12-1983,pg.7. [1] Sin Novedades en el Caso de los Enanitos Verdes, El Día (La Plata),9-12-1983,pg.8.[1] Guillermo Gallo: Los Extraterrestres Enanos, Verdes y con Cara de Viejos, Flash 12-1983. (2) En Casa de Paraguay las cosas Golpean a los Dueños y Hay un Monstruo Enano, Diario Popular (Buenos Aires),17-3-1993,pg.9. Paraguayito en las Garras del Demonio, Crónica (Buenos Aires),17-3-1993,pg.10. Atacados por un Monstruo Enano, Crónica (Buenos Aires),16-3-1993,pg.10. Un “Alma en Pena” Mantiene en Vilo a Salteños, Crónica (Buenos Aires),17-7-1990,pg.2. Salta: Evacuan la Vivienda donde Vive el Duende de Tres Cerritos,Crónica (Buenos Aires) 19-7-1990,pg.7.
Según pude chequear, todos los testimonios acertaban en referir la misma descripción de la criatura: negra como el carbón. La sensación experimentada por los testigos era de suciedad. Peludo como un mono, con los ojos enormes y colmillos largos. ¿pero no sería un mono de verás? Aquí una foto de una criatura que mataron en Salta en estos días (7 agosto de 2010): Aquel enigmático enano de menos de un metro de altura fue visto por Carlos Silva, (13 años), Héctor Maidana (22), Fabián Oviedo (16), Susana Cladero y Fernando Valenzuela, entre otros. E incluso, un pastor evangélico . Y fue tanta la saña mostrada por esta criatura que, como pude investigar, mantuvo alterada a la entera población. Es más: una abuela llegó a soportar estoicamente la violación de su propiedad al oír durante unos eternos minutos los rasguños de la feroz criatura. Al parecer, sus rezos sosegaron el trance. O quien arañaba la puerta se cansó. Ahora bien. No puedo negarlo. Aquel caso del 85 en Chaco me hizo retrotraer al famoso “Duende de Ladrillar” en las Hurdes, España, reportado por periodistas de lo insólito e, incluso relevado por quien relata esto, en una amistosa conversación que mantuve con Felix Barroso oriundo de las Hurdes. El suceso - con características, como digo, muy similares al de Chaco - aconteció entre el 26 y 28 de febrero 1907. En esas fechas un pequeño “ente” azoró a las comarcas
Hurdanas: “ de no más de un metro de alto, se mantenía ingrávido en el aire llegando incluso a aproximarse a una casa abandonada y al pequeño cementerio propulsado por una fuerza incomprensible.” Y también su apariencia era negruzca. Como si calzara un atavío o mono muy prieto. Cerca de doscientas personas fueron testigos de su presencia, así dicen las crónicas. Y , pequeño detalle, tanto en Chaco como en Las Hurdes, una casa abandonada parecería haber sido el epicentro de la aparición. No obstante, cuando fui a las Hurdes pasó esto realmente: Felix Barroso criticó duramente al reportero de esa investigación por mentir descaradamente. ¿Quién es ese reportero? Pues prefiero no decirlo. Y dejar a Felix la palabra. Según Felix Barroso " aquel hombre se inventó charlas que tuvo conmigo cuando jamás las tuvo y casos que no fueron como los contó, aquí le enviamos una carta documento a la editorial para que rectificara lo que contó. Nos defraudó porque sacó a relucir un pasado de las Hurdes que queríamos olvidar y lo asoció con fenómenos sobrenaturales".
EMISARIOS DE OTRA REALIDAD No hace falta ser erudito o estudioso de la antropología para saber que a los Duendes a menudo se los considera como emisarios del demonio. Y dice el mito que las personas que logran escapar a sus tretas sienten, especialmente en las noches de luna llena, los pasos de un caballo siguiéndolos. La única forma de escaparse de tal demonio es rezando insistentemente. Si todo sale en orden se escuchan los relinchos alejándose para jamás aparecer. E inevitablemente uno se pregunta: ¿será verdad? La misma pregunta que ahora el lector tendrá al enfrentarse a los siguientes episodios investigados por los medios periodísticos de distintos puntos del país.
Vayamos por partes. La provincia de Catamarca no queda tan lejos para un viaje. Allí se registró uno de los supuestos casos más terribles sobre aparición de Criaturas o Duendes. Tuvo tanta trascendencia que la televisión se trasladó a la región para documentar los sucesos gestados. Y todo se inicia una noche de Julio del 2000 en que el cabo Miguel Carlos Agüero, residente de la localidad de Banda Varela (pcia. Catamarca) , empieza a incordiarlo una súbita sensación de alarma. Algo, lo que sea, merodeaba fuera de la solitaria comisaría. Según se pudo constatar luego - en el parte oficial de la comisaría tercera de Banda Várela -, cercano a la medianoche, se intentó reiteradas veces comunicarse con el oficial Agüero. Y no hubo éxito. Se habían cortado las comunicaciones y algo pasaba en el lugar. A la 01.30 a.m partía un coche a la zona para averiguar qué era lo que ocurría. Al llegar comprobaron estupefactos que el oficial Agüero estaba como en estado de trance. Con los ojos alucinados escrutando fijamente el raso. Sus compañeros intentaron reanimarlo. Hasta que reaccionó y bruscamente empezó a gritar. Y mientras señalaba el vació vociferaba: “Me viene a Buscar”. Fue trasladado inmediatamente al hospital presa de un agudo estado nervioso. Allí se sometió a nutridas pruebas para verificar que no estuviera intoxicado con algún tipo de medicamento o alcohol. Los resultados fueron negativos. No había nada en la sangre del oficial que lo hubiera impelido a un actuar semejante. Según se pudo constatar en el informe médico, Agüero ingresó al hospital con una crisis “estereoforme”. Durante mucho tiempo estuvo delirando sobre una “persona pequeña que había hablado con él”, preocupando verdaderamente al jefe de la Unidad regional Zona Centro, el comisario Córdoba. Y fue tan grande la alarma generada por el caso Agüero que debieron clausurar temporalmente la dependencia donde el oficial sufrió la crisis. Ya nadie quería permanecer allí. El miedo –como siempre se había instalado en la región. Posteriormente el cabo Agüero afirmaría que esa criatura pequeña le había dicho que era un emisario de Satanás.
Y todo quedó así. Aunque más tarde salieron a la luz diversos casos de personas que se habrían topado también con aquel Duende. Incluso, decían, los agredió físicamente votándolos contra los arbustos con una “fuerza desconocida”. Los testimonios hablaban en general de un ser pequeño con los ojos terriblemente desencajados y colorados. Y de un personaje de negro con sombrero que deambulaba por aquellos lares sembrando el terror, haciendo gala de manifestaciones paranormales, dañando físicamente a los lugareños. ¿Pero esto ha sido cierto?. El caso existió, pero no se han encontrado evidencias mayores de que realmente haya aparecido un duende y se presentara como emisario del diablo. Es posible que le hayan jugado una broma pesada al policía. Lamentablemente no pude ir hasta la zona del suceso para recopilar más información.
HORNILLO ALOCADO Ocurrió en Tres Cerritos, ciudad de Salta, en 1990. Las crónicas son exhaustivas y copiosas. Todo indicaría que nuevamente una entera población se veía afectada por los desórdenes provocados por tan irresistible “visita”. El periódico Crónica (2) decía esto: “La versión circulante en el barrio Tres Cerritos, en la ciudad de Salta, que refiere que un duende o “alma en pena”, provoca trastornos en el suministro de energía eléctrica y hechos de difícil explicación racional, convocó la presencia de numerosos vecinos, entre ellos el jefe de policía provincial y un sacerdote dispuesto a exorcizar la vivienda donde el extraño personaje tendría su morada.” Y aunque se pronunciaron de acuerdo en que “no existe denuncia oficial de anormalidad o alguna irregularidad”, el jefe de policía, Angel Giménez, quiso echar un vistazo a la vivienda donde moraría la criatura. Y en el fondo vio el horno de barro semiderruido en su parte
delantera. Allí, confesaron los propietarios, moraba el ente, escapando al caer el crepúsculo para asustar a las personas. Y, según la versión de algunos vecinos, se habrían encontrado, entre las cenizas del horno, huellas de pisadas como de niño descalzo (¿ y las fotos?). A medida que transcurrió el tiempo y ante la incapacidad para poner freno a las apariciones del Ente, no hubo más remedio que llamar al Santo Oficio. Los lugareños decían que en el lugar pudo observarse la presencia de dos párrocos ( el padre Antonio de la Iglesia San José y otro de la Iglesia La Medalla Milagrosa que practicaría el exorcismo ¿a un horno de barro?.) Pero ya todos sabían lo que en aquella casa ocurría: “Esa casa siempre asustó, aunque ahora parece que todo es más continuo y evidente y recordó que “allí hace muchos años murió un hombre ahorcado. Siempre en esa casa se producen apagones de luz sin causa justificada”. Y añadían que “hace algunos días un curandero aproximó un papel escrito al horno preguntando que era lo que el presunto huésped quería y le contestaron también por escrito, que querían a la dueña de la casa”. Y en efecto, cuando se interrogó a la familia Maidana, rechazaron pronunciarse en el asunto. Simplemente mencionaron: “Las versiones periodísticas aparecidas nos han provocado ya muchos inconvenientes pues los curiosos llegaron en tanta cantidad que han destruido un portón de madera y otros se atrevieron a subir por los techos para contemplar el horno, provocando roturas de tejas.” Claro, del duende nada. Pero, como es lógico suponer, la historia no queda así. Un par de días después nuevas informaciones volvieron a publicarse: “Los moradores de la finca donde supuestamente habita el “duende de Tres Cerritos” debieron evacuar la vivienda ante lo que definieron como “nuevas y ruidosas manifestaciones” del extraño ser (¿ o de los curiosos trepados en el techo?), en tanto un policía afirmó que “vino un curandero y
tras efectuar algunos ritos acercó un crucifijo con una imagen al horno y pudo escucharse una explosión en su interior” ¿Estarían preparando alguna comida? Y así fue. Como alma que lleva el diablo, todo mundo abandonó rápidamente la vivienda. Quizá, digo yo, con el recuerdo fulgurante que rememoraba la vez en que en aquella casa había fallecido un hombre ahorcado. O quizá, los molestos curiosos fueron peores. ¿Realidad o ficción.? ¿Hechos comprobables o fruto de una desmedida imaginación? Lo cierto es que el horno de barro, donde habitaría el inquieto huésped, continúa intacto. Con cenizas que se renuevan cada vez que se lo limpia y con marcas invisibles de pisadas de lo que alguna vez fue tachado como una criatura de otro mundo. Sí, pisadas invisibles como las que dejaría un Dragón Invisible. DORMIDAS POR EL DUENDE Siguiendo mi modalidad, lo “apiñaré” para evitar novelarlo. Dos chicas fueron “abducidas” - no veo mejor término para definir sus experiencias- a la salida de la escuela. Estaban bromeando sobre el Pombero –ser mítico de la región que, dicen, secuestra mujeres para abusarlas sexualmente – cuando un súbito sopor las invadió. No despertarían hasta más tarde. Y al salir del embotamiento, fortuitamente a tiempo, sobre los fríos raíles del tren sus ojos chocarían con la mole avanzando a toda maquina. La nota fue publicada en el periódico de la provincia “El territorio” (el 26 de septiembre del 2002.) Las protagonistas fueron: Luciana E. y Mónica A (de un promedio de edad de 15 años) Ambas primas. Y decía: “Contaron que cuando estaban muy cerca del colegio provincial Antonio Biale de Colonia Liebig, algo, que aún no saben bien cómo explicar, hizo que
perdieran la noción del tiempo y espacio. Ellas relataron que en el momento en que despertaron del confuso estado, estaban sobre las vías del tren, con la formación ferroviaria acercándose.” La providencia quiso que esta historia tuviera final feliz. Lejos de aquel destino que nos recuerda los casos celebres ocurridos en España, donde dos víctimas de sus creencias exageradas fueron inmolados por los “hermanos Cósmicos”, al quitarse la vida apoyando sus cabezas en los raíles del tren. Volviendo a lo nuestro. Fue en el momento de escapar del lugar que lo notaron: “Con una capa roja que iba desde el cuello hasta el suelo y tenía un gran sombrero amarillo. El rostro del duende como el cuello eran de un color notoriamente negro.” Sí, otra vez: esa ya familiar característica del color negro. Naturalmente, y como suele suceder en estos casos, se radicó la denuncia en la comisaría cercana, en este caso en Apóstoles. Y, en mi visita al lugar del hecho, me facilitaron el informe donde efectivamente figura inscripta la denuncia por los padres de las menores. La tuve en mis manos, pero me fue imposible hacerle copia. Las oficiales no me permitieron. Intenté hablar con las chicas, desde luego, pero, como era obvio, se negaron. Su padre, no obstante, salió fuera de la puerta de su casa a hablar por ellas, pero terminaba sonriéndome como restándole importancia al asunto o como queriéndose desentender de lo que realmente pudo ocurrir. CONCLUSION ¿Es cierto entonces que la gente ve duendes o criaturas singulares por los lugares donde hay mucha naturaleza?. Un médico, que dice no creer en nada, una vez le confesó a un amigo mío que había visto en los bosques de Cariló una criatura pequeña tipo duende.
No pude corroborar el relato, pero lo cito para demostrar que hasta personas profesionales, pueden ser víctimas de la sugestión, falsas interpretaciones o alucinaciones vívidas. Todos estamos expuestos en menor o mayor medida a ser timados o confundir lo que vemos. Hay un gran porcentaje de gente que simplemente tiene sueños vividos despiertos, y que todavía no ha podido diferenciar entre la realidad y los sueños. Esta diferenciación de realidad despierto y realidad onírica nos cuesta muchísimo cuando somos niños pero, a medida que crecemos, tendemos a diferenciarla. Aunque muchas veces no sucede esto y vemos lo que queremos ver o lo que nos parece ver. Siempre dejo la mente abierta a estos misterios, pero este tipo de fenómenos requiere evidencias palpables. Hasta tanto no se hallen, la duda seguirá presente. Porque las explicaciones, como en el ilusionismo, pueden ser muchísimo más sencillas de lo que pensamos, aunque aquello que veamos sea una persona flotar por el aire. Siempre hay truco.
CERRO URITORCO: LA MONTAÑA SAGRADA DE LOS FENOMENOS HUMANOS
¿Conoce usted aquel cerro tan popular internacionalmente gracias a los aportes de J.J Benítez?. Bueno, yo sí. Y, de hecho, conozco un poco más profundamente la historia desarrollada allí desde hace unos años (1986). En más de una oportunidad –exactamente cinco veces – he visitado aquel cerro denominado por los extintos indios Comechingones “ Cerro que truena” o “Montaña sagrada”. He tenido oportunidad siempre de pernoctar en el valle de los espíritus, a medio camino de la cima, o en su defecto en La Toma, al pie mismo del macizo. Esta montaña de más de 1950 metros de altura está enclavada en el corazón de la Argentina, concretamente en la provincia de Córdoba. Que se ven luces extrañas sobrevolando la región, que en el año 1986 apareció una gigantesca y anómala mancha en los prados de la zona no es noticia nueva. Tampoco que hacen de las suyas los humanoides y Ets y duendes asustando o simplemente dejándose ver ante atónitos testigos. Pero, ¿saben lo único que vi? Un ovni. Sí. Es increíble, pero lo vi. Es decir un objeto volador no identificado sobre las montañas. Claro, era una luz, pero todos los testigos lo definieron sin más como un ovni. Y sería tan caprichoso aquel ingenio “volador” que todas las noches se dejaba ver a una misma hora. Y sería tan antojadizo que siempre lo veíamos el grupo
que integrábamos ansiosos de un contacto Et. Huelga decir que me sentí un Benítez de pie en medio del desierto peruano. Pero claro, quise ir un poco más lejos. Y averigüé, investigué. Y saqué conclusiones. Y ahora van a ver los hechos cómo son realmente. Y cómo se comercia, una vez más, con la ignorancia ajena (en la foto, el Valle de los Espíritus a 1400 mts de altura. Esa es mi carpa, y quien está de espaldas es un joven Jarré).
LA LUZ QUE ES UN OVNI Ver para creer. Sí, no quise quedarme con la idea simplemente de lo que vi. Y decidí hacer una pequeña escalada a la montaña. Y allí, amparado por unos arbustos, noté la procedencia del ovni. Sendos hombres con unas poderosas linternas, parapetados en el risco de la montaña, haciendo señas hacia el “grupo contacto”. En efecto, la distancia y el anhelo por ver otras civilizaciones foráneas a la tierra hizo el resto para formar la ilusión. El encargado del grupo es el archiconocido contactado Francisco Chechi, otro de la misma especie que Dante Franch. Dicen ser contactados. Dicen que los Ets les responden a sus mensajes telepáticamente. Y dicen que para citarlos es conveniente un lugar calmo y alejado como el popular Cerro Uritorco. ¿Qué apropiado verdad? Pero movamos la alfombra. El cerro Uritorco se hizo conocido allá por los años 80 por la revista
de pseudociencias “Conozca Más”, allí salieron unas exclusivas fotos de un campo yermo donde se aprecia una especie de huella ovalada de pasto quemado. Ciertamente son muchos los investigadores que hoy por hoy saben que dicha huella fue producto de una complicidad de los “contactados” con el municipio del lugar. Patrocinada por “Hombres/ Contacto” , luego de su aparición en el suelo de la zona conocida como El Pajarillo, se hizo muy rentable la región. Y de -como ejemplo - 1000 turistas al año que concurrían allí casualmente, la moda de la Nueva Era trajo más de 2000 turista cada fin de semana. Y claro, ahora había que abonar la ascensión al cerro porque ya había dueño nuevo. Hoy día, canales de cables como INFINITO se encargan de seguir explotando las supuestas y dudosas fenomenológicas que ocurren en aquella región. Es más: hasta hacen publicidad a “especialistas” que trafican con la ignorancia de la gente (recuerdo el “atraigo al ser amado, soluciones inmediatas”, del clarividente de sonrisa perversa.) Lo cierto es que nada de ovnis. Nada de criaturas asombrosas. Pero si mucha publicidad desmedida; sí mucho comercio y venta de libros de la ciudad intraterrestres de Erks y otras semejantes. Sí los tours famosos en busca de los rastros ovni. Bueno, algo semejante ocurre en el macizo de Montserrat, en Catalunya, donde pernocté durante tres noches investigando y averiguando entre la gente lugareña. Y nada, desde luego. Como digo, lo mismo. Que engañen a la gente de esta forma, llevándolos a regiones fantásticas con atractivo paisaje y con una tradición misteriosa no es moneda nueva. ¿Y qué se puede hacer para evitarlo? Seguramente mucho. Pero es muy complejo acabar con los tinglados de canales, radios y contactados que creen ser elegidos de la
providencia y , lo más patético, hacen creer a los demás sus fábulas. Por lo demás, razonar es patrimonio de cada ser humano. Nadie te dirá lo que es verdad y lo que no lo es. Las experiencias son únicas.
ALLÍ ARRIBA, ALLÍ !! ¿NO LOS VEN?. Y ahora que lo veo a la distancia sonrió para mis adentros. Aquello fue definitivamente innovador. Y casi persuasivo. Y si no lo hubiéramos visto como ellos lo veían seriamos unos tontos ingenuos. Pero será mejor que me explique. Era mi cuarto viaje a Capilla del Monte, donde se encuentra el Uritorco. Tras pernoctar dos noches rodeados de la más bella vegetación y contraste montañoso, me dije y les dije a mis compañeros de aventuras – curiosos por vez primera del lugar – que fuéramos a visitar a Hugo Jaime, un supuesto Contactado de la zona que vive en su campo de varias hectáreas, rodeado de construcciones de cuarzo para fervor de los turistas insatisfechos. Como figura en los índices de turismo del pueblo de Capilla –como La Posta del Silencio, nombre en honor a la apacibilidad que otorga la geografía - no nos fue difícil llegar hasta su domicilio. Y allí nos quedamos por una noche, abonando lo que corresponde. O casi. Pero ya me explicaré. La región era imponente y eso ayudaba a hacerlo todo más ameno. Había un numeroso grupo reunido en torno a Hugo Jaime, aquel flacucho anciano de mirada vidriosa y ademanes sosegados (en la foto enseñando fotos ovni). Estaban hablando de Erks –la supuesta ciudad escondida en las entrañas del Uritorco o en sus zonas lindantes – y los viajes de contactado de Don Jaime a bordo de naves espaciales. Tenía tanta seguridad sus palabras –cuando no en sus gestos atentos – que uno hubiera pensando que aquel viejito no podía estar mintiendo para nada. Hablaba de cuestiones espirituales y trascendentales y la gente
sentada a su lado se regodeaba de estar ante él. La noche llegó puntual. Y nos advirtió Hugo Jaime que estuviéramos listos, pues veríamos, tal vez, algo especial en el cielo. Mis tripas crujieron. Y creo que las de mis amistades hicieron otro tanto.
(Las construcciones de Cuarzo de Hugo Jaime).
Se había quedado un numeroso grupo de gente también contactada – y aprendices de Don Jaime - y estaban anhelantes de ver lo que la noche deparaba. Lentamente, a paso firme, fuimos ascendiendo a donde las edificaciones laberínticas de cuarzo de Hugo Jaime. Y al ver unas baterías sobre las rocas le pregunté a Don Jaime para qué era aquello, intuyendo su respuesta. “Se cargan las pilas aquí”, dijo y prosiguió el sendero a la cima de La Posta. Ya desde allí se dominaba toda la fachada del Uritorco. Entonces oímos a Don Jaime decir con voz suave y armoniosa: “En noches especiales se puede ver el perfil de la ciudad intraterrestre de Erks”. Y creo, como digo, que el lugar ayudaba. Y la condición que tenemos como seres humanos también. Carecemos de respuestas y todas y cada una de las que se ofrecen y pueden llegar a cautivar nuestra imaginación son aptas para contestarnos nuestras Grandes Incertidumbres de Adonde Vamos, Porque Estamos Aquí, de Donde Venimos.
Hoy día no hay dudas de que venimos de una descendencia animal, posiblemente los mamíferos que más se acercan sean los primates. Que, luego de muchas y difíciles evoluciones selectivas llegamos a esta actual fase de desarrollo humano que nos caracteriza. Que nuestra inteligencia evolucionó a la par que los rudimentos de supervivencia que nos posibilitaron estar aquí hoy. Pero aún desconocemos ¿Por qué? ¿Y adonde? (O si los conocemos nos resistimos a encararlos con la certeza propia de la fe) Y como digo –e insisto –todo es válido para respondernos. Incluso un anciano que nos ve con mirada paterna y nos enseña los cielos con un imponente gesto, mientras el viento de las alturas le agita el poncho y los cabellos canos. Queremos que se nos enseñe y hay muchos que se toman el atrevimiento de hacerlo. A veces por carencias afectivas de niñez. A veces por desilusiones de la vida. Otras por simple comercio. Era medianoche cuando el cielo estrellado y diáfano mostró para los reunidos allí unos ovnis voladores. Y de inmediato, tras el primer aviso, la gente se congregó a ver aquel espectáculo. Y decían “no lo ven”. “Allí, allí, pasan raudamente”. No hace falta decir que escudriñé los cielos con detalle y pasión. Pero –para despecho de los contactados de aquella noche - lo único que vi fueron anhelos, esperanzas y ojos lagrimeantes (es cierto, un meteorito cruzó en mi visión en una oportunidad, quiero creer que lo fabuloso que veían no era eso ¿ o tal vez sí? En la foto un flanco del Uritorco; allí estuvimos de pie esperando) Al otro día empacamos y regresamos muy desilusionados. Los acólitos de Hugo Jaime habían visto algo y nosotros no. Y hasta sospeché – en esa época creía en todo y en casi nada, no es extraño que sintiera desilusión de las cosas mágicas cuando no ocurrían - que no éramos aptos
para la visión de seres del espacio. Mnnn. En rigor, Don Jaime mostró finalmente sus intenciones al despedirnos. Ocurrió que no teníamos efectivo porque uno de mis compañeros había extraviado el dinero, por lo que al pagar nuestro alojamiento que equivaldría a 15 euros, le pagamos con 13 euros, prometiéndole que buscaríamos un cajero en el pueblo y luego …Pero no nos dejó hablar. Aquel anciano se transformó. Y oímos al verdadero Jaime gritarnos que no, que no podía ser así. Que éramos unos sinvergüenzas. Que todo le costaba a él, y que aunque no habíamos consumido nada, y sólo habíamos dormido en una casucha mal refaccionada llena de telas de araña, teníamos que pagar como fuera. Igual, nos fuimos. Pero con el enojo de Don Jaime y con aquella mirada tan alejada de lo que una persona que se contacta con seres de otros mundos puede ofrecer.
VALLE DE PORROS Estar en el cerro Uritorco en Pascua es un aquelarre. Porque, amen de ver chicas bañándose desnudas en los resquicios de las montañas, al mejor estilo Hippie, hay toda una procesión de Contactados, y gente adicta a la droga que alza sus tiendas de campaña y escrutan los cielos. Y siendo así, es del todo natural que luego vean cosas. Y proliferen la leyenda de un lado a otro. Y todas estas cosas estarían bien. Aunque atentaran contra la sanidad orgánica de cada uno (depende la droga). Que haya contactados, bien. Que haya sectas en torno al Uritorco, bien. Que comercien libros y viajes, bien. Pero que los tours en busca de ovnis desencadenen en una muerte y violación ya no es asunto de poca
cosa. Y sí. No pensaba involucrarme escribiendo sobre aquel afamado cerro. Pero los hechos recientes, está vez criminalisticos, terminaron doblegándome. Todo ocurrió no hace muchos días atrás (21/10/2004). . Una pareja, ansiosa por conocer el enclave mágico de Capilla del Monte, decidió contactarse con un guía de montaña para ser guiados, Ariel Arévalo de 25 años. Ya en la montaña y de noche, una tormenta empezó a rugir en toda la región. Y el inestable clima obligó a la pareja a pernoctar en la zona. Y mientras el guía se iba con el novio de la joven – Matías Fernando Puget , de 21 años - a por leña, la mujer acondicionaba el refugio ubicado a unos 1400 metros de altitud. Horas más tarde, el guía regresó sin el muchacho. Y le dijo a la mujer que había desaparecido, se habría extraviado por algún lado, que seguramente más tarde lo encontrarían. Y acto seguido, terminó violándola desalmadamente. Cuando se esclarecieron estos hechos, comprobaron que el joven había sido asesinado de un mazazo por detrás propinado por el guía. Luego, su cuerpo sin vida, había sido arrojado desde un barranco. Es obvio que aquel guía era uno de los tantos improvisados que explotan la fama de la región paseando a los curiosos. ¿Qué hubiera pasado si se tomaran las medidas correspondientes con los guías y no hubiera personajes que aprovechan la ola mística de la zona? ¿Qué hubiera pasado si la pareja en lugar de contratar un guía de lo insólito hubiera ido sola a acampar o conocer la región?. La fama del lugar llama. Pero luego hay que pensar quienes nos llaman por detrás.
LAS MENTIRAS DE LOS DIOSES: SAI BABA
Debo reconocerlo. Me sentí profundamente escéptico cuando me enteré que Dios había bajado a la tierra y estaba en nada menos que la India. Como Ilusionista que soy, siempre tiendo a dudar de tales afirmaciones sorprendentes. Pero mi incredulidad no quita que mi curiosidad profundice en tales afirmaciones. Así me topé con Sai Baba. Aquel gurú que –dicen por ahí- es una potencia paralela al estado de India. Que se autodenominara Dios no era nuevo. Ya desde los tiempos bíblicos hemos visto como tantos hombres – fanáticos y dirigidos por el ego– creían representar la divinidad omnipresente. Pero cuando vi que hacía supuestos milagros, materializaciones y toda una gama de fenómenos paranormales, me dije, “es hora de echarle un vistazo a este hombre”. Y los videos fueron rotundos. Amén de “pescarlo” in fraganti en sus trucos simples de prestidigitación (y que tiempo habrá para que los revele aquí), cuando uno profundiza en su leyenda y sus milagros, se topa con otras cosas mucho menos espirituales. Hablo de las acusaciones sexuales que recayeron contra este gurú. Testimonios de ex fieles que lo acusaban de pedófilo y demás “lindezas”. No quiero ni puedo inmiscuirme en tales afirmaciones terribles. Sólo mencionar que documentales televisivos se han encargado de demistificarlo como corresponde, agregando aquellas difamaciones que posiblemente sean
verdaderas. Mi objetivo – modesto, escueto – en este capítulo es hablar de su hipotética divinidad. Una divinidad que pone en Jaque a otro que también hizo milagros y salvó a multitud de personas: Jesucristo. Porque si uno descubre a Sai Baba y sus engaños hoy en día no es porque esta generación sea más sabia y más instruida en cuanto a milagros. Simplemente porque hay medios de comunicación que se encargan de esclarecer estos asuntos. Y desmitificarlos cuando y cómo corresponde (en otros casos, es cierto, los exageran y crean “gatos donde hay liebres”). Pero vayamos al grano.
En estos tres fotogramas se aprecia cuando materializa su “divino” huevo de oro. Aquellos que tienen el privilegio de verlo -empresarios, actores, gente muy conectada en todos los niveles- quedan liberados de todo pecado. El truco es muy simple: se lleva a la boca un pañuelo -con el pretexto de expulsar algo y de paso distraer a la audiencia- donde oculta el “huevo” empalmado entre su mano y la tela. El resto es distracción, actuación y farsa de la peor calaña.
DEL CIELO A LA INDIA Más de 150 millones de individuos siguen a Sai Baba en todo el mundo. Ha fundado instituciones y tiene representantes en todas partes. ¿Nadie se preguntó que sería de aquel hombre y sus engaños si no hubiera sido desmitificado por grandes profesionales como, por ejemplo, Enrique Marquéz, también ilusionista?, ¿Qué hubiera sucedido con el
fenómeno Baba si no estuviéramos en la era moderna? Sospecho que quizá estaríamos yendo a la Iglesia de Baba a leer los textos sagrados del divino swami. Es en virtud de la tecnología y la ciencia que podemos desnudar estos fraudes y liberarnos de las ataduras de la mentira. Hoy por hoy casi nadie pone en duda –salvo los adeptos y el lector no instruido – que Sai Baba no es más que un mero prestidigitador (mediocre, por cierto) y que capta fieles a través de falsos prodigios, un poco al estilo de Jim Jones, aquel carismático e “inofensivo” líder espiritual que llevó a la muerte a sus seguidores en Guayana en 1978. Cuando descubrí que empalmaba relojes, anillos y sus “cenizas sagradas” del modo que explico en la fotografía,(y que podéis ver un ejemplo del mismísimo Sai Baba, en el fotograma de arriba, donde se lo pescó con las manos en la "Tiza") me dije “Así que tú te autoproclamas DIOS”.
Y pensé naturalmente en Jesús de Nazaret (o mejor: el Nazareo). Y me dije ¿Qué sería de aquel hombre si estuviera en estos días haciendo sus milagros?. Situémonos hace dos mil años atrás. Imaginemos la misma cantidad de fieles clamando fervorosamente por sus milagros. El rostro bondadoso multiplicando panes y peces. El cuerpo atlético caminando sobre las aguas. O ya lacerado, saliendo de la tumba al tercer día.
¿Lo imaginan?, Pues resulta que ninguno de nosotros lo vimos. ¿Entonces?, Simplemente se cree que esto fue así. Se cree. Ahora imaginemos situarnos con una actitud crítica ante aquel “enviado”. ¿También le era necesario rodearse de prodigios para que crean en su divinidad? Y sé que alguien pensará: Que Baba sea un fraude no significa que nuestro Jesús lo sea. Ese es el razonamiento espejo de la tradición. Nada sencillo es cortar con miles de años de cristianismo. El peso de dicha creencia es superior a cualquier argumento escrito por sensato o razonable que sea. Y aunque tiempo habrá para que volvamos a mi Enigma favorito (Jesucristo) les adelanto: existen dos o tres puntos –en realidad muchos más, pero debo ser moderado en espacio en este capítulo, no desearía bostezos- que ponen en duda la autenticidad de Jesús como Enviado de los Cielos. Primero: Que se rodeara de seguidores como estilan hacer los gurúes de masas. Segundo: la concepción de Mesías judío estaba muy alejada de lo que actualmente, en nuestro occidentalismo, pensamos. No esperaban un Dios, sino un Mesías político, que instaurara Israel a su poder, esclava entonces del imperio romano. Tercero: si quitamos los paralelos -por no decir plagios- que tiene el cristianismo con los antiguos cultos mistericos y solares, como el Mitraismo, Budismo, etc...¿qué nos queda? Una incipiente religión que debía competir con los Dioses locales que imperaban en Roma y que debió recurrir a un movimiento propagandístico -primero por Saulo de Tarso, luego por Constantino- para que llegara a donde llegó. Pero esto no es sino la punta del Iceberg.
PRISIONEROS DE LA FE Vamos a aclararnos. Durante años fui un fiel creyente de Cristo - Baba, lo siento, pero no pasó de una mera visión por vídeo y unos cuantos testimonios - y sus milagros de resurrección. Como Pablo de Tarso, pensaba que si la resurrección no existió vana es nuestra fe. Y cuando me dispuse a estudiar, durante años, la vida y pasión de Cristo, no pude dejar de desilusionarme con cada nuevo descubrimiento. Allí, los cultos milenarios que eran un calco con el cristianismo, en especial con el tema de la resurrección. Allá, los nuevos hallazgos arqueológicos en el Mar Muerto o Nag Hammadi que nos explicaban un poco los trances de aquella época. Y por aquí la lógica y el sentido común que me hacía poner los pies sobre la tierra. Sé, hoy por hoy, que muchas cosas deseamos creerlas y lo hacemos para no sentirnos insatisfechos con las escasas –o nulas– respuestas existenciales que tenemos. Mi propósito fue y siempre será hallar la Verdad, con mayúsculas. Es por eso que no puedo ni quiero autoengañarme con cultos, autores o libros revelados. Persigo algo que sólo la experiencia – buena o mala – pueda enseñarme. La fe la considero una estafa intelectual donde no prevalece lo auténtico sino que se esconden las dudas. Y son las dudas las que nos arriman muchísimas veces a la verdad. Luego de años de estudiar los cultos, de pertenecer a varios y de infiltrarme en muchos no dudo de sus propósitos: esclavizarnos y dormirnos. Porque sólo la búsqueda personal de la verdad, y su encuentro, puede despertarnos y cambiar el mundo. Así lo veo yo. Y puede ser placentero aquel estado soporífero que fecundan las religiones y creencias sagradas, pero definitivamente es un estado desatento. Porque mientras esperamos que se abran los cielos y baje un Dios montado en nubes de fuego, aquí abajo la gente muere de hambre y la injusticia gana un nuevo palmo día a día. Quizá sea hora de dejar de cruzarnos de brazos esperando
“enviados”...y poner cartas en los asuntos. No me cuesta imaginar lo que 150 millones de individuos podrían hacer por la humanidad, en lugar de venerar a un gurú Indio que vende milagros, (e incienso y postales y videos y libros). Y no hablo de actos de violencia. Al contrario, esas personas realmente si tuvieran la verdad consigo podrían cambiar el orden del mundo entero. Y finalizo con estas preguntas: ¿Necesita Dios, Yahvé, Jehová -o como quieran llamarlo- de representantes en la tierra?. Si es así, ¿no creen que hay un grave fallo en su diseño?. Pues se le ha pasado decirnos cómo es el asunto, y usa sus representantes como parches para arreglar lo que debió incorporar de "fabrica" en nuestro cerebros. Pero - oh sí - nuestros cerebros fueron desarrollados a través de la selección natural, donde ni asomo de un Arquitecto se puede observar, ni diseño ni inteligencia moviéndose detrás, solo un sistema autónomo donde el sacrifico de vidas no importa con tal de llegar a algún fin indescifrable.
SOMBRAS Y APARICIONES : UN TESTIGO MIRANDOTE A LOS OJOS
La historia la hubiera delegado a una anécdota más. Pero encontré un comentario de Scott Corrales en Facebook, donde aborda la cuestión. Y me hice de ánimos. Y aquí, nuevamente, con la pluma/teclado bajo mis manos. Estaba viviendo en Madrid, España, hace un par de años atrás. Cómo reconociéndonos extranjeros en países desconocidos, una chica y yo nos cruzamos un día por la calle. Nos hicimos amigos. Y un día, en un Café Bar por Moncloa me confesó su historia. Por aquellos días mis temas para hablar eran siempre los mismos: ¿tuviste alguna experiencia sobrenatural en tu vida? Como si preguntar sirviera para efectuar una mini estadística anómala personal. Ella me relató su experiencia. Estaba en las costas de Brasil, en Río de Janeiro, una noche bellísima, junto a su novio. De pronto, observó algo, como una sombra, deslizándose por encima de las olas. No eran surfistas, desde luego. Aquello no tenía facciones definidas, ni ojos, ni boca, nada. Era una figura oscura que parecía deslizarse encima de un monopatín sobre las olas. Se acercó tanto como para verla en las arenas cálidas deslizarse sin esfuerzo. No sabía qué era, no era un buzo, no era una persona común. Del
temor, se puso de pie con su novio y salieron de aquella playa. Nunca más volvió a ver semejante aparición. Historias como esta desfilan a montón en el mundo. He entrevistado – sin ánimo de arrogancia - a cientos de personas en todo el orbe. No se trata de que las leí en algún libro, o me las contaron segundas personas: estuve cara a cara con el protagonista de la historia fantástica. Lo cual siempre endurece la crítica espontánea. ¿Y cómo dar orden a aquellas historias? ¿Cómo zanjar una explicación que sirva para todas las experiencias con lo extraño?. Es difícil tarea, cuando no imposible. Pero las explicaciones, para quienes las buscan, allí están. SOMBRAS EN MEDIO DEL CAMPO Aquellas sombras o figuras sin forma son inquietantes. En Venezuela recogí un relato parecido de una aparición en la carretera. La chica que me la relató contó (debo el tape para la próxima) que iba en coche cuando vio de pronto, al costado de la ruta, una anciana fantasmal, parada observando. Las leyendas atribuyen tal aparición a una inminente tragedia en la carretera. Afortunadamente, son leyendas. Nada sucedió. El 21 de febrero del 2002 la región de Salta, El duraznito, (a 15 km de Rosario de la Frontera) inundó los medios con sus historias de otra aparición fantasmal, o mejor: un Petiso descrito como una sombra que ataca a solitarios transeúntes. Dicen que hasta seis denuncias hubo contabilizadas. El último relato es de un joven que se dirigía en bicicleta a lo de unos amigos cuando algo lo derribó. Al ponerse de pie lo vio: “era una sombra negra frente suyo”. Aunque le disparó, le propinó varios golpes e incluso lo apuñaló, aquella "cosa" era inmune a todo: como si estuviera peleando con su propia
sombra, diría. Pero aquella sombra le tomó de los cabellos arrastrándolo por el camino de tierra. El muchacho gritó desesperadamente. Y recién cuando un vecino se hizo presente la sombra desapareció tan misteriosamente como apareció.
CONCLUSIONES Desde luego. Coinciden. La sombra descripta en el artículo aparecido en el periódico guarda similitudes con el caso que oí en España de mi amiga. ¿Realmente existen estas presencias en el mundo? ¿O existen explicaciones racionales para resolver estos insistentes misterios?. Lo cierto es que no hay ni hubo nunca una evidencia de tales fenómenos, de modo que debemos, por fuerza –y contra toda pasión – relegarlas al dominio de la mente, la subjetividad, los estados pocos conocidos de la psicología, e incluso estados alterados o sueños vívidos que es un rasgo común de los seres humanos. No pienso que me hayan mentido los protagonistas. Al menos, no todos. Pero ciertamente, qué difícil se me hace decirle a un testigo de un extrañeza: lo has inventado, son delirios, alucinaciones, sueños vívidos, será un buzo, tomaste algo antes?, usas drogas?. El trabajo del investigador no debe dejar puntos sin verificar, pues todos, incluso el más intrascendente, pueden ser la punta de la madeja que descubra la explicación formal.
LA BIBLIA DEL DIABLO
Ese es el nombre. Al menos, el más popular que se le ha dado al Códice Gigas, un manuscrito medieval que, según dicen, fue escrito con ayuda del diablo. Cuenta la leyenda que un monje benedictino, que había cometido un delito gravísimo para la iglesia, fue confinado a ser emparedado vivo. Desesperado, el monje se ofreció para expiar sus pecados escribiendo en una noche el mayor libro que el mundo hubiera visto. Y para hacerlo, copiaría a la Biblia y a los mejores autores de la época. Todos dudaron y pensaron que sería el delirio de alguien en inminencias de la muerte. No obstante, le trajeron la pluma, tintero y unos túmulos de pergaminos. Esa noche el monje se puso a copiar la Biblia. Y a medida que lo hacía, se daba cuenta que su empresa era imposible. Sudando, y ya casi con los albores del amanecer, decidió hacer algo que iba en contra de todas sus creencias: invocar al diablo para que lo ayudara. Y así lo hizo. Y tan odiosa presencia le ayudó a terminar el libro. A cambio, una impronta, un dibujo sacrílego, en el libro del condenado, iban a quedar para la historia. Durante la turbulenta época de guerras la Biblia del Diablo fue ocultada en el convento de Broumov, en Bohemia Nooriental, donde sólo los elegidos podrían contemplarla y que, en opinión de muchos, "era algo que
no pudo hacer un humano" Y sin embargo, la invaluable pieza fue robada del castillo de Praga al final de la guerra de los 30 años en 1648. Más tarde sería recuparada, y en la actualidad goza de su presencia la biblioteca real de Suecia en Estocolmo. Este manuscrito singular, contiene el total de conocimientos de la orden benedictina de aquellos tiempos, incluyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento, así como "La guerra de los judíos" de Flavio Josefo, y "Orígenes" de San Isidoro de Sevilla (También un listado de todos los santos del siglo primero y tratados del cuerpo humano de Galeno). En suma, es un compendio de lo mejor que tenían en aquella época esa orden de creyentes.
Pero ¿Fue escrita en verdad en colaboración con el diablo?. Lo dudo muchísimo. En realidad todo indicaría que el autor, probablemente un monje, demoró unos 25 a 30 años en escribirla. Y para hacerlo, estuvo en reclusión, alejado del mundo, en perpetua soledad. El libro, cuyo tamaño es de 90x50 y pesa unos 75 kilos originalmente constaba de 640 páginas (de las que sobreviven 624).
Si se examina cada pergamino, se denota que requirío mucho trabajo y esfuerzo, y sobre todo, materia prima para hacerlo. Algunos dicen que sacrificaron a 160 becerros para confeccionar los pergaminos. Sea como sea, como reliquia y valor histórico es invaluable. Cómo evidencia del Más Allá y los demonios es pura charlatanería Además, los estudiosos del manuscrito llegaron a la conclusión que no sólo está la imagen del diablo en una página del libro, sino que también lo está el Reino de Dios, justo al lado. Y sin embargo, la fealdad y elocuencia del dibujo del diablo hizo que el mundo conociera esta reliquia como una obra del demonio, cuando el autor lo que intentó fue expresar los dos opuestos: el cielo y el infierno. Algo que, después de todo, estaba en auge en las supersticiosas mentes de la edad media.
CRITICA A LOS OVNIS
El tema ovni, mi enigma preferido por mucho tiempo. Pero que a medida que pasa el tiempo se difumina como arena entre mis dedos. Qué mejor que abordarlo yendo a las explicaciones esgrimidas comúnmente. Por un lado, - nos dicen- tenemos las archiconocidas malas percepciones de fenómenos naturales como Venus, globos sonda y otros como los que vio el ingeniero soviético Gheorghi Grecka en el año 1978, cuando permaneció 96 días a bordo de la nave Saljut. Desde aquella orbita pudo comprobar como pasaban supuestos ovnis surcando nuestra tierra. Sin embargo, los estudios tiraron por la borda la teoría de que fueran naves interplanetarias. Y señalaron que aquello no eran más que el resultado de condiciones físicas y químicas del propio planeta. Aún así, la ilusión era persuasiva. Elena Tijomirova de la academia de Ciencias de la Unión Soviética también demostró que aquellas condensaciones naturales eran el resultado de “vórtices en los que la densidad y la temperatura adquieren valores propios, y llegan a formar manchas que se desplazan durante un tiempo sobre la atmósfera, diferenciándose de ésta y convirtiéndose en figuras visibles a simple vista debido a las partículas de polvo en suspensión que va recogiendo.” E incluso se comprobó en muchos casos que aquellas condensaciones adoptaban formas de sombreros, triángulos o cigarros, con lo cual, el parecido con muchos de los ovnis avistados es muy claro. Ergo: investigáis condensaciones atmosféricas nada más.
En efecto, los llamados comúnmente Roods – y otros semejantes pueden ser explicados satisfactoriamente con aquella hipótesis de condensaciones. También podemos aceptar que haya engaños inconscientes de fenómenos naturales y/o tecnológicos ordinarios como los planetas, los helicópteros, globos sonda, o simples dirigibles de publicidad. O que los testigos mientan. No obstante, todavía queda el resquicio para que siga metiendo mis narices en este tema. Mi meta es llegar a una prueba irrefutable. Porque "aseveraciones extraordinarias ameritan pruebas extraordinarias". Esto hace que todavía no cierre la carpeta de los ovnis. Pero sólo por el momento.
TEORIAS DE LA PROCEDENCIA TERRESTRE : MATERIAL INEDITO
Por ahí ronda la suposición de que se trate de una nueva tecnología secreta que ha estado guardada a los ojos del mundo por tratarse de un secreto de estado (véase fotograma arriba). No sé realmente si esto sea tan así. Lo único que puedo mencionar es que he podido conocer a un personaje que afirmó que su padre había estado trabajando en la construcción de un ovni en el IIIReich, cuyo modelo es muy semejante a lo que conocemos popularmente como ovnis (arriba el fotograma). Pero, según mi testigo, Francisco Hediger, aquel ingenio fue
concebido en el año 1943. Años antes, huelga decirlo, que se destapara la manía por los platos voladores en el 47. Y dije “mi testigo”. Y pequé de hablador. Porque jamás lo he entrevistado personalmente, sino tan sólo me hice eco de sus palabras registradas en video tape, y de los dibujos de los planos ovni que vi que presentaba como muestra de sus asertos o no. Video que filmó mi ex compañero de aventuras Fabio Picasso. Ciertamente, aunque para muchos pueda ser válida esta prueba sobre la procedencia de los ovnis, no tengo manera de corroborar que lo que dijo Hediger sea cierto. Y pienso que aquellos planos que ahora presento pueden ser muy sencillamente emulados dibujándolos en un libro cualquiera y colocándole una fecha cualquiera con tal de generar debate. ¿Cómo puedo saber realmente si fueron escritos de puño y letra por el padre de Hediger y si fueron en efecto llevados a la práctica?. Imposible saberlo. Pero como posibilidad – dejando la mente abierta – es probable.
CREER Y VER LAS ESTRELLAS Como sea, el anhelo por lo extraterrestre está. Y sigue y seguirá persiguiéndonos indefinidamente. Vemos el cielo y nos preguntamos por qué estamos aquí, de donde venimos, y adonde vamos. ¿Somos el producto de un elaborado programa genético aleatorio o somos la consecuencia del más puro azar? ¿Estamos solos en el universo o por el contrario alguna vez nos han visitado? ¿Será posible recorrer aquellas distancias inconmensurables algún día? ¿Conoceremos seres como nosotros en un mañana? ¿Tendrán religión, pensarán que son un resultado de una combinación de moléculas o por el contrario sabrán que alguien detrás de un Big Bang los creó? . Por lo que va de nuestra búsqueda, el Pioneer sigue su camino. Lleva
fiel su mensaje para los futuros seres que pudieran encontrarlo en el camino. Sería una pena que esto ocurriera cuando la raza humana se haya extinguido y no nos quede más nada sobre nosotros que aquel mensaje enviado a las estrellas. Por otro lado, pienso que enviar una nave con tales mensajes terrícolas es una arrogancia humana muy común. Es como pensar que si viajamos por toda la galaxia, más tarde o más temprano encontraremos un Mc Donalds abierto. Muchos pensarán: ¿por qué no bajan de una vez y se muestran? La explicación puede ser muy sencilla: porque el ser humano ataca siempre lo que es distinto a él. Y una civilización que se supone tan avanzada como para atravesar espacios de millones de años luz antes será prudente y estudiará al ser en cuestión. Pero.... Una mente escéptica se preguntaría ¿por qué no nos llegó un ingenio semejante al Pioneer 10 o al Voyager 1 y 2 ?. ¿Será posible que estemos tan alejados de las galaxias que aquel enlace jamás logre establecerse?. Probablemente. Los ovnis son el retrato de nuestra melancolía por las estrellas. Quizá llevamos implícito en nuestros genes parte de algún meteorito foráneo que en los primeros tiempos del planeta se estrelló y se mezcló con los organismos de vida ya establecidos aquí, quizá tenemos dentro nuestro algo que nos impele hacia el cielo de todas la formas posibles concebidas por la imaginación humana. Me da nostalgia pensar que quizá haya una criatura que ahora, como yo, clava su mirada en el cielo y las estrellas y se pregunta cosas, y se indaga cuando será visitada por algún explorador de otro mundo, de un mundo parecido a aquella esfera azul que navega impávida por los mares del espacio. No obstante, creo que aquella criatura no tendría ojos como los míos, y ni siquiera sería nada parecido a lo que conocemos como seres humanos. La evolución de la vida aquí es única. Y por eso debemos respetarla.
JESUS AL DESCUBIERTO
Es indudable. Jesús ha sido el misterio más inquietante que he tenido por muchísimos años. Mi libro, Cruz&Ficcion fue un intento por enseñar lo poco o mucho que sé al respecto en una simple novela. Todavía no me atrevía a escribir un elaborado informe. Había muchas dudas que pesaban en mi. Pero luego de leer unos estudios recientes de arqueología, y de ver el espectacular video de National Geographic (donde recrean muchísimas cosas), creo que estoy listo para, cuando menos, delinear los aspectos que se saben con certeza sobre Cristo y su ministerio y como ha llegado a ser, 2000 años después, la religión más influyente de occidente. Vayamos por partes. ¿Quiénes mataron a Cristo?
ROMANOS: ASESINOS SIN PIEDAD En la época de Jesús Roma mandaba no los líderes del templo. Por tal motivo, lo que hiciera Jesús y como lo hiciera estaba principalmente en miras de los romanos. Ellos velaban con fuerza y castigos brutales a quienes interfirieran en su política. Y al hacerse llamar Rey de los Judíos, por sus discípulos y seguidores, lo único que hizo Jesús es sentenciarse de
por vida: porque los romanos, sin entender el significado de Rey que le quería dar la multitud, lo vieron como un posible revolucionario o agitador social que debía ser castigado como ejemplo ante el vulgo. El único Rey era César y era Roma el imperio que mandaba. Nadie debía usurpar ese título, y menos, si contaba con un par de cientos de seguidores. Es por ello que vemos en los evangelios que le clavan a la cruz el letrero que dice, a modo de burla grotesca, “Rey de los Judíos”. Es clásica esa forma de escarnio en la cultura romana. Los que lo mataron fueron los romanos, no los judíos como se ha pensado desde hace siglos de forma malinterpretada. Si querían matarlo, lo hubieran hecho según sus leyes, y no según las leyes de los romanos, porque la muerte en la Cruz era un destino solo reservado a los que interferían con el poder político de Roma, como fuera que así lo viera dicho imperio. En el año 63 antes de cristo habían conquistado Roma toda Judea. Y desde entonces, sus leyes debían ser cumplidas con rigor. Roma asesina a Jesús para recordarles a todos quien tiene el poder allí. LA MUERTE EN LA CRUZ
Puede parecer insignificante, pero ¿Qué forma tenía la cruz donde murió Jesús? El arte del pasado la pinta con forma de cruz y a cristo llevándola entera. Y sin embargo, tras probarlo con diferentes técnicas, se llega a la
conclusión – como demostraron en National Geographic – de que era la forma de T la más óptima. Un antiguo grabado sirve de guía para descifrar esto. Al parecer, un esclavo griego intentando ridiculizar a un creyente de Jesús dibujó esto que vemos. Era la forma en que solían plantar las cruces los romanos en aquella época. El poste vertical podía estar indefinidamente en el terreno de muerte. Y sólo con izar luego el patibulum que cargaba el reo, se ajustaba la forma T. Jesús sólo llevó - que no era poca cosa – el patibulum encima. Su brutal peso queda reflejado en un estudio de National Geographic con una persona que probó cargarlo 120 metros y no resistió más. Jesús tuvo que caminar con el mismo 400 metros. Por esto, vemos en los evangelios que lo ayuda una persona de entre la gente. En efecto, fue totalmente inhumano hacerlo cargar, luego de ser azotado, con tal madero.
¿Cómo lo clavaron? En virtud del descubrimiento arqueológico de otro crucificado de la época se sabe que acostumbraban a clavarlos de los tobillos, en una zona realmente dolorosa.
¿ Y las manos? Pues todo parece indicar que fue atado, no era necesario que fuera clavado en las palmas, como la iconografía siempre enseña. La muerte venía a consecuencia de un paro cardiorrespiratorio, y no por las heridas en si. El dolor en las piernas, no obstante, era atroz. No por nada menciona un evangelio que dijo: “ Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?” Era la súplica fiel de alguien que veía la muerte echársele encima y se daba cuenta que estaba sólo en el mundo, donde no recibiría ayuda de nadie sobrenatural. Casi me atrevería a decir que era la afirmación de alguien que había perdido la fe en lo que creyó que sucedería. El final de un fanático que conoce la verdad.
LA LEYENDA Y EL MITO Jesús muere en medio de un grupo creciente de seguidores que continuarían por muchas generaciones llevando su palabra a todo el mundo. Hay evidencias sólidas de que Jesús amaba a María Magdalena, y que, como dicen los evangelios apócrifos, “la besaba delante de los discípulos”. Es notable que la que lo ve a Jesús aparecido, luego del tercer día, sea ella. De inmediato avisaría a sus discípulos que estaban escondidos y temerosos. Es de destacar que las alucinaciones y los estados alterados de conciencia tienen mayor predisposición en personas con un lazo afectivo con el individuo fallecido. Es del todo esperable que, si robó alguien el cadáver, al encontrar la tumba vacía, ella fuera presa de un estado sugestivo de alucinación. Ahora bien. Esto es mera especulación mía. No hay evidencias de tal cosa. De lo que si hay, es que el mito de Jesús fue una copia de otros mitos de la antigüedad: budismo, mitraismo, y, desde luego, el culto a Osiris. Es lógico que así sea, porque la incipiente religión cristiana debía competir con los dioses locales en Roma, donde se posicionaría. Y para hacerlo, la mejor forma era revestir con un halo sobrenatural la figura de Jesús. Debía ser tan bueno y notorio como los otros. Por eso, vemos que nace de una virgen, muere y resucita al tercer día como los mitos solares y antiguos. Fue toda una estrategia de Marketing de los primitivos apóstoles. Era eso o perder para siempre la posibilidad de perpetuar su incipiente secta.
LOS MILAGROS Y SU MINISTERIO
No hay dudas. La cultura donde se crió Jesús fue tan poco avanzada que cualquier cosa se consideraba milagroso. Basta ver cómo se comportaba Juan el Bautista para darse cuenta de ello. El más antiguo de todos los evangelios es el de Marcos, y empieza con una historia de un hombre semisalvaje , llamado, Juan el Bautista. Y dice: “Juan se vestía con pelo de camello y tenía un cinturón de cuero alrededor de la cintura y comía saltamontes y miel silvestre.” No olvidemos que de esta persona, que a todas luces en estos tiempos podríamos describir como fanático religioso y fuera de si ( o siendo más noble podría llamarle hippie excéntrico) , es la persona que le hace el bautismo a Jesús y de ahí empieza el ministerio. Es posible que Jesús creyera en lo que decía este iluminado y se sintiera llamado –como lo hacen muchos sectarios de hoy día - a transmitir su reino, el Reino de Dios, donde sería él un Rey. Vamos, un hombre que comía grillos y era considerado semisalvaje me parece un pésimo referente para alguien que, se supone, estaba por encima suyo en cuanto a intelectualidad. Porque mucho se habló de que Cristo viajó por India, y muchísimos otros países, cultivándose y estudiando las más antiguas escrituras y cultos, pero está relación extraña con Juan el Bautista podría hacer dudar de todo ello. Lo cierto es que vivían ambos en una época donde se necesitaba un Mesías que devolviera su libertad al pueblo sometido de los judíos por la fuerza ocupacional romana. Habían muchísimos Mesías rondando por Galilea. Pero probablemente crucificaron al más popular o más noble.
CURACIONES DE CRISTO Se especula siempre que Cristo curaba con sus poderes milagrosos a la
gente enferma. Pero ¿realmente ha sido así?. Antiguamente existía difundida la creencia de que si alguien caía enfermo es que, con toda probabilidad, era un pecador, y había hecho algo malo. Se desconocía totalmente lo alusivo a bacterias y virus, y la explicación de aquellos tiempos era que el diablo se metía en los cuerpos y los enfermaba.
Por ejemplo, en las fotos vemos lo que era un antiguo baño público, una letrina donde hacían sus necesidades tanto hombres como mujeres. Como se ve en la foto, ese madero con la esponja encima, era el sistema que usualmente empleaban para limpiarse las heces luego de hacer sus necesidades. Bastaba con humedecerlo en una eterna agua que corría a los pies de la persona sentada y limpiarse. Luego, venía otra persona, ocupando el mismo puesto, y usaba ese utensilio desagradable. Si estaba limpio, sin nada a la vista, era suficiente para pensar que estaba limpio. Se desconocía que las bacterias, invisibles al ojo humano, estarían presentes y se pasarían de cuerpo en cuerpo.
No obstante esto, había enfermedades meramente mentales. Personas absorbidas por sus pecados que enfermaban. Por eso, cuando Jesús pasaba a su lado, esas personas veían que él, el representante de Dios en la tierra, les limpiaba de pecados y, por consiguiente, curaban de esas enfermedades psicológicas. Otras, meramente se curaban de afecciones verdaderas por la fe, empleando el efecto placebo. Tal es así, que el propio Jesús solía decir (en los evangelios): “tu fe te ha salvado”. Los milagros más poderosos que describen los Evangelios, lamentablemente son copias o plagios de otros cultos. Las simples curaciones tienen esta explicación.
CONCLUSION No dudo que haya existido una persona con las características de Jesús de Nazareth. Que haya efectuado su ministerio proclamándose Hijo del Hombre, Mesías, Hijo de Dios, etc. ¿Cuántos hay actualmente que vienen haciendo lo mismo y siguen con sus fieles seguidores.? La fe en una persona puede ser tan grande como para hacer verdaderas locuras. No hace falta entrar en el caso del sectario Marshall Applewhite, líder del grupo inmolado La puerta del Cielo, para darnos cuenta de lo que el poder de la fe, mal proyectada, puede hacer.
El desquiciado de Applewhite, homosexual reprimido2, se mató sencillamente porque consideraba que los extraterrestres le llamaban. Y convenció, en su delirio, no sólo que su grupo se matara, sino que los seguidores hombres se castraran!!! Sai Baba es otro ejemplo de fe desbordada y sin fundamento. Como vimos, cuenta con 50 millones de sumisos seguidores que creen en sus trucos de prestidigitación. Se ha demostrado que miente este gurú Indio pero nada que hacerle (y yo que pensaba que si los fieles veían el video de Swami materializando sus cenizas en cuadro por cuadro y con zoom, donde se aprecia el truco, dejarían de seguirle. Fui un iluso total, la gente creyente no se deja asombrar por las evidencias, no aman la verdad, aman a quienes piensan por ellas). La evidencia de que Cristo se autoproclamara Hijo de Dios o Rey de los Judíos es bien fuerte para pensar que haya sido la razón de su muerte en la cruz por agitador político. Los únicos divinos y reyes eran los césares, el resto, eran esclavos de ellos. En mi opinión personal, Jesús fue una persona noble, inteligente como para saber sobre su final, y confió en todo momento en que Dios se pondría de su lado cuando llegara el momento decisivo. Si son ciertas sus palabras finales: “ Dios mio, dios mio ¿por qué me has abandonado?” debemos pensar que jamás llegó tal ayuda y se sintió como cualquier ser humano ante la inminencia de morir: completamente solo. He visto cultos y sectas actuales que usan a personas que han muerto con anterioridad, llamados santos o simples gurúes, para afirmar que tales personas fallecidas se les aparecen cada tanto. Así siembran el misterio y dan continuidad al mensaje que estas personas creyeron. Es posible que exactamente así haya ocurrido con Cristo. Su amante María
2
Hay evidencias sólidas de que el líder tuvo relaciones con hombres y fue expulsado de diversos cultos por
ello. También, de que no aceptaba esta condición homosexual. Finalmente, fundó su propio culto, donde no estaba permitido tener relaciones sexuales y donde, al final, impelió a sus discípulos a castrarse. Sí esto no es un claro ejemplo de una proyección psicológica no sé donde está. Pag 254, Martin Gardner, "¿Tenían ombligo Adán y Eva ?"
Magdalena pudo sembrar la creencia en los discípulos cuando afirmó que vio a Jesús. Luego se produce lo que llamo yo el “contagio viral” y todos empiezan a ver a Cristo en todas partes. Me hago esta pregunta ¿Habrá Biblias de Sai Baba dentro de 2000 años donde cuenten sus milagros y obras divinas? La respuesta, pienso, es que no viviremos 2000 años sobre este planeta para saberlo.
LA DECISION DE CRISTO
Apenas se enteró, a través de los rumores, de que iba a ser ajusticiado por los Romanos se sintió desfallecer. Pero ni bien sosegó su espíritu, meditó largamente en Getsemaní sus siguientes pasos. Sus seguidores eran numerosos. Ese no era el problema. Pero si lo veían morir probablemente huirían de Galilea con otros rumbos. Se vio a si mismo colgado de una cruz, como acostumbraban a asesinar los despiadados Romanos. Pudo ver cada semblante de cada discípulo e incluso de su mujer y de su madre. Y al hacerlo, gotas de sudor anegaron su frente compungida. Sabía lo que las siguientes horas le depararían, ni bien Judas huyó de la mesa, en medio de su última cena. Era el Hijo de Dios, por tanto, pudo vislumbrar el futuro. Pudo ver que tras su muerte sus discípulos serían perseguidos por media Palestina, llegando a morir muchos en crueles torturas inhumanas. Luego vio que
uno de los perseguidores se convertiría a la nueva fe del Reino de Dios y llevaría su mensaje al imperio Romano. Pudo ver a un anciano escribiendo sus memorias en percudidos manuscritos, esas memorias que serían los evangelios y que cada persona en el planeta tendría acceso en su mesa de luz (vio lo que era una mesa de luz, una lámpara incandescente). Pudo ver que mientras la Edad Oscura se difuminaba, muchos abrazarían su nueva fe con fanatismo. Tanto fanatismo como para llevar a los herejes, gente que pensaba diferente, a la hoguera e incinerarlos por pactar con Satán. Pudo ver los rostros demacrados clamando justicia mientras las llamas devoradoras se robaban el último lamento. Y mientras el sudor seguía recubriéndole el rostro, en aquel jardín de Getsemaní, las visiones apocalípticas de lo que su mensaje iba a causar en la humanidad lo consternaron. Gente que se inclinaría a sacerdotes con bajos instintos, pero que se harían llamar intermediarios de Dios y los hombres. Marchas y cruzadas por la fe, blandiendo el cristianismo un poder como nunca antes. Finalmente, vería la obra cumbre de su mensaje, de su evangelio, materializado en el centro de aquel imperio que lo habría de asesinar en unas horas: Roma y el Vaticano. Pudo ver incluso a Galileo Galilei, aquel observador de planetas, angustiado y humillado por el clero, ese nuevo poder sobre la tierra que tenía la potestad de dirigir las almas de las personas y diferenciar al bueno y al malo. Sin resistirlo más, cayó arrodillado y clamó a su Padre para saber si esa copa habría de beber. Pero el silencio de Getsemaní se cubrió con más imágenes nefastas. Sacerdotes pédofilos que abrazando una castidad innecesaria hacían alarde de sus peores depravaciones. Cientos de
aldeas siendo abusadas por ellos. Vio rostros de esquimales siendo violados por señores que decían representar a Dios en la Tierra y ser seguidores de Cristo. Vio la falsedad, la hipocresía y el dolor humano al ser azotados por esos clérigos. Rendido ante las imágenes funestas que veía, se debatió si continuar o no con su ministerio. Podía huir. Podía escapar ahora mismo y dejar todo como estaba. Evitando tanta tragedia futura por su incomprendido mensaje. Era natural que el ser humano que él mismo había creado con ayuda de Dios, su Padre, tergiversara su mensaje tras 2000 años. Pero ahora tenía la chance de evitar tanto dolor humano, tantos holocaustos por la fe. Entonces se debatió ¿Qué era lo más sabio hacer? Si seguía con su misión ya sabía lo que sucedería con el mundo y su mensaje. Si se marchaba, hasta calmar a los iracundos Romanos, evitaría todas aquellas masacres futuras incluida la propia. Era una lucha despiadada contra sus instintos básicos, contra su propio ego humano. Si se iba perdía todo lo que había hecho hasta ahora, pero a cambio evitaba las tragedias por venir. Finalmente, ya sabemos que decisión tomó...
Nota: Esto es lo que pudo haber pasado por la mente de Cristo en sus últimas horas, si hubiera sido un Hijo de Dios. Pero –por el vistazo de los hechos históricos - entendemos que hasta la divinidad puede ser irresponsable y testaruda.
UNA SOMBRA CON MULTIPLES FORMAS
Hace años atrás, cuando empezaba con esto de las investigaciones de campo sobre fenómenos sin explicación, me topé con un testimonio bastante increíble sobre nada menos que una gárgola. He visto en Internet que muchos tomaron este relato como producto de mi fértil imaginación. Y debo aclarar, en honor a la verdad, que no es invención mía. Mi entrevistada, Graciela, es amiga de mi padre desde hace años, antes de que yo naciera. Siempre me juró que le sucedieron todo tipo de fenómenos. Tal es así que, cuando investigaba con Fabio Picasso, ambos tuvimos oportunidad de volver a entrevistarla para que nos narrara la naturaleza de sus experiencias. Ella vio en varias oportunidades algo que calificó como una gárgola, como la de las iglesias. Los ojos colorados, alas vertebradas como los murciélagos, y toda la actitud realmente nefasta. Hace años atrás fui a su casa, en dos oportunidades, a recopilar sobre el terreno esta historia. Huelga decir que iba con la intención de presenciar aquel “ser”. Pero no tuve suerte. Y sin bien fue sólo un día que me quedé, una noche, no pasó nada de nada. Algo típico en la vida del investigador.
Al respecto de tal testimonio puedo dar fe de que es verídico. Ella jamás me mentiría dado que es prácticamente de la familia. Y sobre todo, si así fuera, le habría resultado difícil cuando la sometimos a una batería de preguntas con Picasso. Su testimonio, completo, pasó a englobar uno de los capítulos del incinerado La Matriz de lo desconocido, pues no sólo una gárgola pudo presenciar, sino un surtido de fenómenos cual uno más extraño que el otro. No descarto que padezca algún tipo de alucinación o sueño vívido. No obstante, no soy psiquiatra, y no puedo evaluar su mente como quisiera. Sólo me fio de lo que me contó en muchas oportunidades con absoluta certeza. Por eso, en este capítulo rescato su historia.
EXPERIENCIAS CON GARGOLAS EN BUENOS AIRES “Es una sombra, a veces toma la forma de perro, de humano o de gárgola”. La frase, pronunciada por una excelente testigo y mejor amiga, me sacudió. Y no sólo la primera vez que me enteré de su caso, sino también cuando la entrevistamos con Fabio Picasso en aquel café cercano a Humbolt y Santa Fe. Su testimonio ha sido muy interesante, dado que Grace (Graciela) es amiga de mi padre desde hace muchisimos años, y sus palabras son sinceras. El episodio que vivió ocurrió en la localidad de Don Torcuato, frente a la base militar de Campo de Mayo. No me fue difícil acercarme hasta allí. Lo acepto. Viajar en tren puede ser placentero en otros países, pero no acá. Y me explico. Lidiar con monstruos, aves masacradas o asesinos enigmáticos nocturnos tiene su contra, pero mucho más aún, si cabe, lo tiene aventurarse en una línea de ferrocarril a altas horas de la noche con fugitivos de la ley drogándose en hediondos vagones, miradas alucinadas asomándose desde asientos a los cuales son mejor no acercarse. Todo tiene, pienso, su lado magro. Y su precio.
Y las excursiones nocturnas en Buenos Aires también. Pero – a qué quejarse- así es la vida del investigador de lo extraño: empieza su rumbo en la comodidad de una biblioteca y acaba en los antros menos imaginados. Y en esto debemos congeniar muchos: los vivos asustan, a veces, más que los muertos. Así fue la aventura que protagonicé por el mero hecho de viajar de noche a Don Torcuato. Y, convengamos, todavía desconocía todo lo que allí ocurría. Pero Graciela - morocha y de mirada penetrante – se encargaría de relatarme sus increíbles historias. Aquella bella mujer vive en una construcción remozada desde que nació allí mismo. Precedida por un extenso jardín de unos veinte metros (el pinar al oeste) se alza en el fondo una casa de tejas de aluminio reforzado, con un pequeño tanque de agua. El barrio es ciertamente silencioso por las noches. Salvo cuando ocurre “aquello” que, como averigüé, ya todos están familiarizados. La cocina donde me recibió mira a su generoso jardín, aunque hubiera preferido, me confiesa, que no lo hiciera. Cuenta que es realmente tétrico “ver todo oscuro ahí. Me da la sensación terrible de que algo acecha en algún lado del jardín.” Y no es para menos. A veces –me relata- suele encontrar las macetas con sus plantas corridas, arrancadas de su lugar habitual; escucha sonidos desagradables o ve fugazmente pequeñas sombras escabulléndose de un lado a otro. La noche en que llegué tenía las persianas bajas de la cocina. Y preparaba un sabroso condumio que, velozmente (que no vorazmente) deslicé a mis regiones estomacales. Entonces dispuse, casi como un revólver, la grabadora sobre la mesa. Y, por enésima vez, registré en la memoria –mía y de la cinta - su historia. Ocurrió en 1986: “Fue en una sobremesa. En una noche de verano. No la vi sola, estaba con una amiga. Ella también la presintió. Cuando salí al jardín a sacar una bolsa con basura sentí la presencia de algo sobre mi. Y al mirar hacia arriba,
en la azotea, la observé nítidamente. Me quedé paralizada, no podía moverme. Miré bien para ver si realmente estaba aún ahí, y no lo podía creer. Me dije “¿Existe?, ¿Está?”. Miraba de un lado a otro. Mi amiga me dijo que no la viera directamente, y cuando noté que iba a verme corrí la mirada. Luego volví a observar. Y en un momento aprecié como que empezaba a volar, extendía sus alas descomunales y, de pronto, desapareció. Tan veloz como si fuera un relámpago.” Le pedí que la describiera un poco. “Su piel era verde, el rostro era como el de un ser humano pero mezclado con una serpiente. Era muy musculosa y tenía dos aterradores cuernos en la cabeza. Su actitud era totalmente nefasta y diabólica. No intentó nunca atacarme pero su sola presencia era maléfica para mi. Parecía una especie de hombre gigante cruzado con murciélago. Los brazos terminaban en unas ramificaciones como las alas de los quirópteros. La sigo viendo o percibiendo, a veces oímos ruidos en el techo, desde hace unos 13 años. El miedo se va disipando, pero realmente es una situación difícil de explicar.” Cuando menos son diez personas que aseguran que en aquella propiedad suceden cosas extrañas. Y hablan por experiencia. Sus hijas mismas han sido protagonistas de hechos desconcertantes: sombras errantes, criaturas pequeñas, ruidos electrizantes. Por lo demás, en el barrio es sobradamente conocida la historia de la “jauría fantasmal”. Es más: algunas noches, alertados por el aullido lastimoso de algún can, la gente sabe a qué atenerse, sabe que ni por asomo deben salir fuera. Esa noche circula una procesión macabra de perros gimientes, escoltando a un animal de proporciones aterradoras y descomunales. ¿Una leyenda popular? . Posiblemente. Aunque no para Grace. Una madrugada Grace tuvo el infortunio de comprobar esta “leyenda”
en carne propia. Así lo relataba: “Retornaba a mi casa subiendo por la escalera de la estación de ferrocarril cuando comencé a oír los aullidos de la jauría. En el centro de una avenida oscura y solitaria alcancé a observar un perro blanco, bello como animal, pero realmente espeluznante. Sus enormes ojos rojos parecían bañados en sangre. Era el líder de un grupo de diez a quince perros más, pero que no daban la apariencia de ser salvajes. Aunque sus cuerpos estaban cubiertos de sudor y barro quizá por sus alocadas carreras por los campos. Como sea, eché a correr cuan veloz podía, mientras escuchaba a los animales llorar y aullar tanto que erizaba la piel, incluso los perros de las demás casas. Era escalofriante. De pronto veo que el que lidera el grupo se detiene y los que lo siguen también. Entonces aprovecho para correr más deprisa, pensando en buscar algún lugar donde ponerme a salvo. Pero al dar la vuelta en la esquina, para mi sorpresa y desesperación, veo el grupo de perros esperándome como si tal cosa. ¡ ¡Era imposible! No podían estar ahí y sin embargo sí lo estaban. De ningún modo podían haber dado la vuelta a la manzana tan rápidamente. Allí pensé que llegaba mi fin. No podía ni quería correr por lo que decidí caminar lentamente. Pasé por delante de la llorosa jauría y los animales me miraban fijamente; pero no atinaron a atacarme. Me dio la sensación de que me decían: te hemos perdonado la vida. Se alejó el líder y el resto se fue con él.” Así y todo, su mayor desconcierto la aguarda todos los días en su propio domicilio, en aquel mismo lugar donde viera una vez una extraña y horripilante criatura. “Mi miedo no está tanto en la calle, está en este jardín. Es como si se sintiera algo que no sé explicar. Tampoco te puedo decir si es benigno o maligno pero si tuviera que elegir diría que no es bueno. Es una sensación demasiado extraña. Es como si “eso” me obligara a hacer algo que no quiero. Siento que hay algunas fuerzas que deciden por mi”. Aquí mismo, en este jardín, donde, junto a su hija Paula - trigueña y de ojos como avellanas - nos entusiasmamos contemplando la rica y
majestuosa bóveda celeste. Aquella noche, como es natural, no ocurrió nada3.
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Y es común que pase esto: el investigador va al lugar de los hechos , se queda pernoctando o rondando por la
noche en espera del misterio y nada. Absolutamente nada sucede. Así crece el sentimiento de frustración. Por tal razón, si no hay evidencias, estas historias quedarán relegadas al terreno de la imagineria popular o bien de las leyendas. Nota del autor.
ANTRO DE MONSTRUOS
De todo corazón, quisiera preguntarles a los escépticos a "raja tabla" qué hacer cuando sales a investigar un episodio extraño y te topas con un relato sincero, fundamentado además por otros observadores. Yo no quiero creer en cualquier cosa, uso mi rigor crítico en todo. Y de hecho, ahora narraré esta historia aunque la dude en todo, por lo increíble que parece. No obstante, sé, y me pregunto ¿qué hacer con los testimonios? ¿Todos mienten, alucinan, tienen sueños lúcidos, son desquiciados? ¿O hay una verdad malinterpretada?. Vamos al caso. Fue fugaz. Y en aquel momento pasó desapercibido. Y dirían algunos “casualidad”. Yo prefiero llamarlo Obsesión. Como sea, todo empezó aquella vez en que decidí viajar a San Carlos de Bariloche, Patagonia Argentina, tras la pista de los refugiados nazis y, casi sin proponérmelo, me topé con testimonios desconcertantes de una legendaria criatura lacustre llamada Nahuelito. Y es cierto, el nombre puede resultar pueril. Pero no sus fabulosas apariciones constantes en aquel lago llamado Nahuel Huapi (de aquí, se entenderá, obtuvo su mote) Antes de seguir debo reconocerlo. Yo no creo en monstruos. O sí. Pero no como todos pueden creer. Considero –es justo –plausible la existencia de pequeñas criaturas criptozoológicas escondidas a la mirada del mundo en bosques, lagos, o mares, pero ya con otras cosas soy un poco
- y sólo un poco - más quisquilloso. Y sobre Nahuelito me tenía sin cuidado si existía o no. Después de todo, siempre me dije, yo no soy ni antropólogo, ni veterinario ni zoólogo, sino alguien que busca la verdad. Y claro, no creo que esa verdad que busco se encuentre en una criatura lacustre por más terrorífica que sea. Pero cómo serán las cosas del destino que aquella vez en plena biblioteca de Bariloche, un testimonio me habría de despertar mi siempre activa curiosidad. Y mis pasos se dirigirían a aquella zona donde, me aseguraban, la criatura se veía con frecuencia en días de gran calor y con el lago Nahuel Huapi hecho un “plato de aceite”. Fue en virtud del testimonio de Liliana, la bibliotecaria del centro Cívico de Bariloche, que me puse en comunicación con Héctor Ulecia que se desempeña en el Instituto Balseiro de energía Atómica. Ulecia, la "pieza" clave en todo este asunto de nahuelito.
PLAYA BONITA: GUARIDA SECRETA Caminamos sobre guijarros y piedras pequeñas de origen volcánico esparcidas sin orden ni concierto a lo largo de cientos de metros de costa. Delante, el lago Nahuel Huapi y sus verdeazuladas aguas gélidas. Allá lejos, la isla Huemul, otrora sitio seleccionado por científicos para experimentos nucleares (en la foto señalo donde se vería la criatura). Y mientras me pongo en cuclillas y lanzo una piedra al lago, recapacito la información que rescaté de la biblioteca y de labios de varios testigos oriundos de Bariloche. Es evidente y cristalino. No cabe duda. Todos indican que aquí mismo donde estoy, en playa Bonita, es el sitio elegido por la criatura. Caprichosamente, siempre se deja ver en las inmediaciones.
Y sospecho, naturalmente. No puede ser posible que de todas las vastas extensiones de agua dulce de este lago aquella susodicha criatura lacustre tenga predilección por Playa Bonita, un lugar balneario a metros nomás de la avenida principal Bustillo. Por lo demás, algunos lugareños piensan que, sea lo que fuera se aloja en el lago, no es para nada amistoso. Incluso señalan que algo – lo que fuera - llegó a colisionar una lancha en el año 1987, dejando a cuatro personas muertas: Jesús Arroyo, Domingo Magistrali, Horacio D'Angelo y Julián Castellano. Sentado, le paso el dato a mi amiga, entretenida en tomar fotografías de las montañas nevadas a la lejanía. Me mira con el ceño fruncido, clara señal de su desaprobación. Aquello es fantasía del pueblo, me dice, y me da su espalda mientras me comenta que el legendario pistolero Butch Cassidy también buscó refugio en estas glaciales regiones. Pero eso me tiene sin cuidado. Me inquieta la ¿Criatura? que ronda por el lago. Y es que, nada menos, la información referida al respecto es sencillamente avasalladora. Ya iremos a los ejemplos que lo ilustren.
EN LA PROFUNDIDAD DE LOS LAGOS Sé que algún lector puede tentarse de tomar con ligerezas estos asuntos y considerar que –como yo lo hice – es imposible la existencia de tales criaturas lacustres. Pues, creo que si no contara con los testimonios, directamente ni hablaría ni escribiría nada. Es por ello que, en beneficio a la verdad, deberé presentarlos con un mínimo de orden y rigor.
Aquí los tienen. Apúntenlos. Año 1900. En el lago Vinter, un lugareño denuncia la aparición de una criatura poco común. 1910. Mientras nadaba en el lago Pueyrredón, Alfredo Sepúlveda se topa con una especie de saurio. 1927. En el lago Fagnano se descubren restos de ¿plesiosaurios? bastante frescos. 1938. El lago Gutiérrez se transforma en escenario de extraños especímenes. 1956. El periódico La Razón publicaba el testimonio de más de 20 obreros que afirmaban haber visto un extraño animal emergiendo de las aguas del lago de Esquel. Un mes después de esta noticia otra no menos resonante hablaba sobre una comisión encargada de investigar este tipo de criaturas en la zona prefijada. 1978. Hilda Rimboll y su esposo ven algo extraño con cuello de cisne en el lago Nahuel Huapi. 1976. Un micro turístico se desbarranca en el lago Moreno. Un equipo de buzos se lanza al rescate. Y según sus testimonios, mientras sondeaban el vehículo accidentado, habrían observado la presencia de rayas de gran tamaño en el fondo del lago. Lo que motivó a diversos investigadores del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), a tomar con ligerezas estos relatos, clasificándolos de “imposible”. Y sin embargo, el entonces jefe de Prefectura Naval, prefecto principal Walter Hormastorfer, confirmó esta versión, aunque con unas tenues variantes geográficas. 1986. Stella Maris López, oriunda de Bariloche denunció haber visto un animal descomunal a pocos metros de la costa. Su cabeza, triangular, era semejante a la de las serpientes. Tenía dos lomos cubiertos de escamas. Tardó pocos segundos en desaparecer. Dos meses después, el ingeniero Guillermo Varzi, al regresar de un picnic en Bahia Linch nota algo que se desplaza a 25 o 30 km por hora. Sin perder un minuto, una de las hijas le toma una fotografía. Casualmente en febrero de 1987 ocurre aquel misterioso accidente en el que mueren cuatro personas. Ese mismo año, Alfonso Passo, capitán del crucero “Paisano” también ve a la criatura “ vi una cabeza como la de una serpiente negra”. Otra testigo fue Dorys de González que vio "como dos lomos nadando en dirección al centro del lago.” En noviembre del mismo año de 1987 un grupo de 27 empleados del
Centro Atómico de Bariloche – entre los cuales estaba Héctor Ulecia avistaron mientras viajaban en un transporte el lomo de un animal, de color oscuro. En 1988 el misterioso merodeador fue observado nuevamente. Un grupo de operarios de ENTEL (Empresa Nacional de Telecomunicaciones), una cuadrilla del Servicio de Lucha contra Incendios, una empleada de la Dirección de Bosques y otros vecinos fueron testigos de la aparición. En ese mismo año un camarógrafo logra filmarlo. En la imagen vemos un animal u objeto de enormes dimensiones proyectando una intensa estela en el agua. 1989. La guía turística Isabel Muller, Cristina Girgenti y 31 pasajeros de un autobús logran retratar la paseadora criatura. Jorge Brodo mostró una secuencia de un film atribuido a la criatura, definiéndolo como “algo semejante a un submarino por debajo del agua...” Aunque su movimiento, según confesó, era demasiado flexible. 1990. El Diario Popular publica la aparición de una criatura aledaña a la Isla Victoria. Más de una docena de testigos afirman haber visto aquella joroba o lomo raro. Y me detengo aquí. Y pongo en antecedentes al lector del último testimonio que he rescatado en mi incursión de aquel enero del 2004. Según me confesara Héctor Ulecia, mi gentil asesor en todo lo referido a “Nahuelito”, un joven estudiante del Balseiro , cuyo nombre no me ha sido dado a divulgar, llegó a toparse con la "Criatura". E incluso a adentrarse en canoa a las aguas del Nahuel Huapi con el claro - y nada humilde – propósito de capturar aquella bestia gigantesca. Pero sólo pudo contemplar la huida presurosa de aquello y una estela, como de sangre, extendida sobre la superficie del lago. Pues bien. Yo buscaba más evidencias. Como por ejemplo tener conmigo una foto de aquel engendro. Porque - siempre me ocurre sospecho de las fotos que veo si yo mismo no las obtuve. Y creo que mi perseverancia rindió sus frutos. Y nuevamente Ulecia me daría la primicia. Aquel nuevo avistaje ocurrió quince días antes de que pisara San Carlos de Bariloche –huelga decir que miré desdeñosamente el calendario.
A continuación reproduzco como documento exclusivo la fotografía obtenida y su análisis digitalizado. Y finalizo con la carta del bueno de Ulecia (y la foto): “Hola y buen día Sebastián: Recibí tu correo y leí el resumen de "algunas apariciones", referidas a Nahuelito. Conocía esos testimonios y son verosímiles. Como así también son creíbles los testigos que reportaron el avistamiento. En febrero de 1976, un poblador de Bariloche, Aquiles LAMFRE, cuenta haber visto al mediodía, frente al hotel Parque, y estando él a orillas del lago que en ese momento se hallaba calmo y planchado, un movimiento llamativo a unos 1500 metros aguas adentro. Como un gran remolino. Y dice haber visto aparecer un animal enorme con el lomo oscuro y un cuello alargado con cabeza aviborada. Se movió unos pocos segundos como si nadara hacia el rio Limay y se sumergió. Este mismo poblador dice haber tenido la suerte de volver a verlo once años después, pero esta vez sólo su lomo y el movimiento de aguas que genera. Algunos vecinos con espíritu ecologista han sugerido a las autoridades, desde hace tiempo, que legislen sobre este tema, de tratarse de un animal de características extraordinarias, a efectos de prevenir cualquier hecho que pudiera dañarlo, dado el valor científico de probarse su existencia. En alguna oportunidad también se pedía prudencia y precaución a los que navegaban el lago o a quienes realizasen otras actividades en el, a los mismos efectos, no causarle daño. Si, no tengo ningún problema en que publiques mi nombre (Héctor Alberto ULECIA). En algún momento te mando las fotos por este medio. Son algo o bastante parecidas ya lo vas a poder apreciar. También te voy a mandar mi opinión sobre las mismas. Un abrazo y espero noticias tuyas. Héctor.-
DEBAJO DEL AGUA ¿Se tratarán de “sueños vívidos”? ¿Un mal digerido folklore? Todo me resultaba válido para despejar la mente y el corazón de posibles teorías intrigantes. Después de todo, me dije, a los investigadores del misterio nunca les pasa nada. Nunca vemos nada. Todo queda en los testimonios. Y no somos una especie infalible, podemos equivocarnos y ver otras cosas. Así lo pensé y lo reafirmé. ¿Pero que es “aquello”?. Primeramente me causó sospecha que el lago Nahuel Huapi no tuviera una tradición autóctona – y folklórica - como otros lagos sureños, tales el Lacar, Lolog, y Puelo, poseen. Segundo, pienso que de alguna manera el trajín nazi tenía mucho que ver con todas estas mal entendidas leyendas atribuidas a Nahuel Huapi. ¿O es que pensaremos que aquella Criatura lacustre se presenta siempre con un ambiente ideal y con las aguas de una manera específica, tal como me lo señalaron diversos testigos? Y no quiero ni debo arrojar descrédito sobre aquellos que creen que en efecto existe una criatura en el lago. No. Otro propósito me mueve. Y es esclarecer la verdad.
MUSEO DE BARILOCHE Aún tenía bien fresco el testimonio de Ulecia cuando la imperativa voz de mi amiga me sacó de un trance - con el pasado indígena de la región Patagónica - en aquel museo del centro cívico barilochense. Y, digo yo, hubiera seguido entusiasmado viendo a mis ancestros de piel curtida y ojos penetrantes, altos algunos, bajos otros, todos ataviados con los clásicos ropajes a la vieja usanza indígena. Pero aquello que había hallado mi amiga (Mily) me alertó. Se trataba de la reproducción de la carta de Clemente Onelli, el entonces director del Zoológico de Buenos Aires, en donde decía que algo
había sido observado por las lejanas fechas de 1922. Tan singular había sido, que se organizó una expedición en busca de nada menos que un ¡Plesiosaurio vivo! Sí. De no creer. Aunque, es cierto, algunos piensan que aquella “cacería” sólo fue un emulo de la novela de Arthur Conan Doyle, “El tiempo Perdido”, escrita 10 años antes. E incluso que el mito de la bestia de Escocia fue una guisa de “plagio” de la presuntamente buscada en esta expedición. Lo cierto es que en 1933 se produce el primer "avistaje" en el lago Ness de Escocia, y Onelli , como digo, va a por un plesiosaurio en 1922. Algo insinúa Peter Costello en su celebre “In Search of Lake Monsters” (“En busca de los monstruos de los Lagos”) La pregunta es, en tal caso, llegando al final del capítulo: ¿Pudo el mito patagónico haber influido en el escocés? O mejor: ¿ Es posible que ambos hayan sido inventos paridos por una novela popular de Doyle? ¿Hasta qué punto esos inventos no influyeron decisivamente en los testimonios de las personas que vieron algo que no entienden y lo ajustan a la idiosincracia de la región?. Como sea, estos testimonios quedarán ahí, a la espera que una prueba empírica demuestre que son reales y no dominios de la imaginación, mala observación, alucinación, mentiras, o delirios. La comodidad me instiga a decir que todo es falso, y que la gente ve lo que quiere ver. Pero prefiero dejar la hendija abierta de este misterio para resolverlo más adelante.
FULCANELLI : MISTERIO RESUELTO
Uno puede pensar lo que quiera cuando lee un libro. Pero, si hay una leyenda que respalda dicha lectura, la cuestión puede volverse más preocupante. No son pocos los que en estos tiempos que vivimos lanzan su mirada a la metafísica, esoterismo, astrología y alquimia como modelos de respuestas existenciales. Por mi parte, durante muchos años he venido estudiando la alquimia. Tras refutar muchos temas esotéricos, místicos y religiosos, aún la alquimia perseveraba en su florido lenguaje anecdótico. Y yo, como tantos otros, fui "iniciado" por un anónimo personaje que responde al seudónimo de Fulcanelli. Y , como otros muchos, creí ciegamente en que allí, justo ahí, en sus libracos, habría de encontrar alguna que otra respuesta potable. ¿Qué pensar, digo yo, cuando uno se da cuenta que también aquí hay intereses creados y todo forma parte de un tinglado más, de otro de los tantos a que nos tienen acostumbrados los “ilusionistas” de turno? Para eso, veamos quien es verdaderamente Fulcanelli, aquel anónimo alquimista.
COMIENZA LA LEYENDA Debo pensar que fue así. Y me atrevo a escribirlo de este modo: el mito Fulcanelli es una adaptación del personaje de fábula de Bulwer Lytton ,
Zanoni, que, haciéndoselo pasar como real , llega a nuestros días con fuerza arrolladora. ¿Cómo?. Me explico. París a principios de siglo. Los años 20. Los cafés de bulevar. Allí solían reunirse un grupo de amantes del ocultismo para platicar sobre ciencias secretas y alquímicas. Y del nutrido grupo había un personaje que se destacaba con elocuencia: Jean-Julien Champagne, un notable excéntrico artista de carácter un tanto jactancioso. Aquel hombre, que solía beber en cantidades exorbitantes, empezó a inspirar la idea de un adepto, de un misterioso y brillante hombre que conocía en persona y que estaba al borde de finalizar la llamada Gran Obra. Sus cuarenta años, su personalidad extravagante y anacrónica (solía vestir ropa anticuada y lucir cabellos largos) sumado a sus reservas enigmáticas, lo hacían un hombre cautivante. Más aun: porque el grupo estaba integrado por jóvenes, tal como Eugéne Canseliet, de poco más de 20 años. Todo parece indicar –cuando leemos “Fulcanelli Devoile” , de Geneviéve Dubois y “El Misterio Fulcanelli” , del crédulo Kennet Rayner Johnson - que fue precisamente en aquel grupito donde empezó a gestarse la leyenda y las primeras referencias veladas en torno al misterioso Fulcanelli. Y todo hubiera quedado en una mera fábula, a lo sumo una simple anécdota de café, de no haber sido por los volúmenes de “Le Mystére des Cathédrales” y “Les Demeures Philosophales” aparecidos en los años siguientes. Pero ¿Quien era Fulcanelli?. Como digo, todo indica que el inventor de Fulcanelli fue el propio Jean Julien Champagne. Como pintor mediocre y fervoroso de la alquimia, estaba en contacto con grupos de estudios esotéricos y con editores y libreros, tal como Pierre Dujols que llevaba adelante “La Librairie de Merveilleux”.
Tras el estudio detenido de los libros de Fulcanelli, tengo la terrible sospecha que el trabajo de aquellos libros han sido obra de dos hombres. Por un lado Pierre Dujols; por otro Réne Schwaller de Lubicz (en la foto debajo ambos).
Champagne, al estar en el mundillo de la alquimia, se conectó con ambos personajes a los que –según leemos en el libro de Geneviéve Dubois – les plagió, redecorando ciertos conceptos y adecuándolos a una sola pluma. Basta leer el libro de Pierre Dujols, “Hipotiposis”, para darnos cuenta del enorme parecido de conceptos y teorías que más tarde veríamos a punto en los libros de Fulcanelli. En efecto, Pierre Dujols ya hablaba del Kermes, el Nostoc, la Agricultura Celeste, y sobre todo, su concepto general sobre la alquimia era notablemente parecido al de Fulcanelli. Como erudito en literatura griega, pensaba –a igual que Fulcanellique el francés provenía de dicha lengua helénica, gracias a lo cual, se podía interpretar mejor los manuscritos alquímicos en su lenguaje correcto. Al parecer este hombre tenía un discípulo, Faugeron, quien continuó sus penosos trabajos de laboratorio hasta morir en la miseria total, sin culminar la Gran Obra.
Pues bien. El otro personaje que entra en escena para fecundar este mito fue René Schwaller de Lubicz, un notable estudioso que estaba profundamente interesado por la constitución de la materia y el trabajo de los átomos. Según pensaba, estas nuevas teorías atómicas pondrían en considerable peligro a la humanidad si no se hacía algo al respecto. Es muy probable que, al estar al corriente sobre los trabajos con los átomos, haya tomado la resolución de visitar a físicos nucleares con el objetivo de disuadirlos de seguir adelante con sus proyectos. Esto es una simple especulación mía, lo reconozco. Pero es curioso que sea Jacques Bergier, en su libro El retorno de los Brujos, quien no sólo de fama a Fulcanelli, sino que insista haberse encontrado con él en el laboratorio de la Sociedad del gas, de París, donde le habría enseñado los peligros que encierra la energía atómica. ¿Habrá sido Lubicz?
LA MUERTE IRREMEDIABLE Champagne muere en 1932, sin lograr ni reputación ni piedra que pudiera salvarlo. Y sin embargo, era el gran amigo de Fulcanelli, era aquel que llevó a los olorosos cafés franceses su leyenda. Aun así, falleció de una terrible cangrena. Y uno se pregunta, casi sin quererlo ¿cómo puede ser que su amigo, el famoso Fulcanelli, no le haya curado y sí haya empleado su polvo de proyección para una dudosa demostración de la transmutación en oro ante un atónito Canseliet?. La respuesta es sencilla: no existía. Pero vayamos a unos hechos más concretos. Empecemos por Canseliet, su discípulo amado. Como digo, Champagne entró en contacto con Canseliet hasta tal punto que en sus últimas horas fue el propio discípulo quien estuvo pregonando por su salud. Y parece que lo amaba mucho en verdad. De ello, podemos deducirlo por el cuadro que confiesa Canseliet que tiene en su casa; o por el que reproduce en su “La Alquimia explicada sobre sus textos clásicos”.
Existen referencias –que ya citaré- que mencionan que Canseliet acostumbraba llamarlo “su” maestro a Champagne. Lo interesante de Canseliet (el de la foto aquí) como alumno es que, a pesar de laborar día tras día en su obra, jamás pudo concluirla. Y uno, es cierto, sospecha. ¿Si era alumno de Fulcanelli, quien se presume consumó la Gran Obra, cómo es posible que no haya podido lograrla su discípulo?. Más aun: luego de 50 años, llegó sólo al tercer estadio. Y no pudo avanzar. Y pese a que – según dice el propio Canseliet – se encontró con su maestro en fechas muy posteriores a la muerte de Champagne - donde, incluso, lo pudo contemplar mucho más joven y con rostro de mujer (?) - no salió del atolladero de la Obra. Creo, particularmente, que Canseliet no logró la Obra por la sencilla razón de que no tuvo tal maestro y, al tener que recurrir al galimatías de otros textos antiguos, se topó con la verdad: su imposible desciframiento. Unos dirán que no pudo llegar a buen término porque no poseía las capacidades espirituales requeridas. Y yo digo, que leí un poco a los alquimistas más populares, entre ellos, Filaleteo, Limojon Saint Didier, Flamel, Basilio Valentin, Cosmopolita, Cyliani, Artephius, Pontano, Fulcanelli, Roger Bacon, John Dee, Ramon Lull, Arnaldo Vilanova, etc, que tal preparación espiritual es una falacia. Y podría ahora mismo explicarme, pero eso me haría alejarme del propósito de estas líneas. Sólo puedo decir algo. Por un momento –y sólo por un instante – hagámonos a la idea de que la alquimia operativa es un hecho aún no demostrado por la ciencia. ¿Qué es lo que propugnan todos los “Filósofos del Fuego”?. Básicamente esto: que no debe explicarse detalladamente su secreto porque eso pondría en igual posición a sabios e ignorantes. Es decir, que la “receta” está disponible para cualquiera. Claro, cualquiera que resuelva los crípticos tratados antiguos. Entonces, si el vecino y yo podemos poner manos a la Gran Obra ¿
adonde queda aquello de la alta moral o el elevado grado espiritual?. Quizá en las transmutaciones que dicen que fueron hechas en la historia. Como las del Cosmopolita. Porque, una vez más, considerando como plausible dichas transmutaciones, ¿no demuestran acaso un elevado egocentrismo en los alquimistas, deseosos de ganar buenos dividendos y llevar sus nombres a los pueblos? ¿Y esto ya no nos dice que si pretendían ostentar es que no tenían lo que decían tener? No puedo dejar de pensar en cabezas cortadas y en agudas torturas con tal de robar el secreto. El precio de la vanidad humana. La misma que llevó a Champagne a “fabricar” a Fulcanelli, seguramente estimulado por la moda esotérica reinante y libros como los de Butwler Lytton que cautivaban la imaginación (casualmente en Zanoni vemos un retrato fiel de cómo es y debe ser un alquimista, alejado de los dramas humanos, con visiones superiores y con dones que lo hacían inmortal, casi lo mismo que propugnaba Canseliet en los prólogos a la obra Fulcanelli) Como refiere Rubellus Petrinus, viejo alquimista amigo y uno de los pocos que hablan abiertamente de sus experiencias: “ Champagne dedicó años en construir la idea del Adepto: él mismo la había creado y la idea fue mantenida por todo el grupo que le rodeaba , y que debía promover el mito: Gaston Sauvage, Les Charconac, Pierre Dujols, Canseliet, Julles Boucher. Ellos serán los miembros de la misteriosa Fraternidad de Héliopolis (FHC).” Pero sigamos con Canseliet. Una de las mejores investigaciones en torno al enigma de Fulcanelli fue la que llevó a cabo Robert Ambelain. Aquel joven de 29 años se había inspirado tanto en las lecturas de Fulcanelli que decidió escribir un libro al respecto. En su Dans L´Ombre des Cathédrales escribía: “ A la memoria de Fulcanelli, artesano de la gran Obra y Filosofo del Fuego, dedicamos este imperfecto y tosco ensayo de esoterismo hermético”
Huelga decirlo, lo admiraba. Y creía –como muchos- que detrás del nombre se escondía un hombre sabio y erudito, poseedor del Elixir o Panacea Universal. Ciertamente empezó a desencantarse tras el encuentro con el primer editor de Fulcanelli, Jean Schemit. Precisaba pedir permiso para reproducir una ilustración y , como digo, no se le ocurrió mejor idea que visitar al editor de la obra fulcanelliana. Y dice Ambelian, Schemit le confesó que en 1926 había recibido la extraña visita de un hombre bajito, de bigote excéntrico que le habló sobre la arquitectura y las claves ocultas que velaban las catedrales. Habló del lenguaje de los iniciados y todo un cúmulo de conocimientos que al parecer sabía muy bien señalar en los monumentos. A las semanas, el editor recibe la visita de Canseliet, cargando su voluminoso manuscrito que se transformaría en “Le Mystére des Cathédrales”. De inmediato se dio cuenta que versaba de lo mismo que le había referido su extraño visitante días atrás. Pero fue en el momento en que Canseliet llegó junto a Champagne que el misterio se reveló. Se traba del mismo personaje enigmático que lo había visitado. Es más: Schemit, según Ambelain, notó de inmediato el respeto casi venerable que le tenía Canseliet, quien lo llamaba “maestro” en todo momento. Y dijo: “ Nunca se habló de que Fulcanelli fuese una persona real de este nombre o un misterioso personaje oculto detrás de este nombre. Nadie habló de ello , y era siempre Champagne quien juzgaba, elegía y decidía. Por está razón estoy convencido de que Champagne y Fulcanelli eran la misma persona” Y por si hubiera dudas. La propia portera de la Rue de Rochechouart, donde vivía Champagne y Canseliet (en habitaciones contiguas), declaró haber oído a Canseliet que a menudo le llamaba “maestro” y “mi maestro”. ¿Recuerdan la enigmática firma que pululó por todo el orbe y que
simplemente decía “AHS Fulcanelli”? Pues fue dedicada de puño y letra por el misterioso alquimista a Jules Boucher. Y vaya cosa. Se descubrió, tras someterla a análisis, que era la misma caligrafía de Champagne. Y no sólo eso. Según demostró Ambelain, en el cementerio de Arnouvilles-les-Gonesses figuran las mismas iniciales. AQUÍ DESCANSA JEAN JULIEN CHAMPAGNE
APOSTOLICUS HERMETICAE SCIENTIAE 1877-1932 Es obvio que una personalidad tan vanidosa no podía dejar de hacerlo. Y debía mostrar finalmente su “hilo de Ariadna”. Porque ¿saben qué significa FULCANELLI? Es el anagrama de “L´Écu Final” (El escudo Final). Y casualmente en la primera edición de “Le Mystére des Cathédrales”, en la última página aparece un escudo o emblema con una leyenda que dice: UBER CAMPA AGNA Y Champagne se llamaba Jean Julian Hubert Champagne, tomando el segundo nombre de su padre. Y dando por supuesto que quien leyera Fulcanelli se familiarizaría con el lenguaje fonético, según la tradición cabalística, aquellas palabras tiene el mismo sonido, y una es indicativa de la otra. HUBER CHAMPAGNE Fin del Misterio.
CONCLUSION No me queda dudas de quién fue Fulcanelli. (Sí, el mismo que veis en esta reproducción pintada por su amado discípulo, Canseliet, abajo). Y aunque fue un precoz apasionado por la alquimia desde joven, no estaba a la altura de los libros por los que cobraría popularidad el alquimista. Libros que –luego de leer y releer al respecto – son de autoría de Pierre Dujols y de René de Lubicz, pulidos por la mano de Champagne. Y, creo yo, todos formaron parte de un inmenso tinglado que predispuso a aquella época – y ahora en estos días - hacia lo arcano y milagroso. Dos hombres lo escribieron. Otro dos propugnaron la leyenda. O deberíamos decir tres: Jacques Bergier, Canseliet, y Champagne. Qué injusto, verdad. Tanto hablaron, tanto trabajaron, pero ninguno logró consumar aquello que tantas hojas y hojas demandó. Uno puede estar toda una vida persiguiendo una ilusión y al final darse cuenta que era sólo eso: una ilusión. Lo lamentable es que muchos finalizan sus vidas sin darse cuenta.
Champagne fue un hombre que durante toda su vida buscó la famosa Panacea universal, pero, al percibir su inminente fin –y viendo que no llegaba a nada concreto- decidió, cuando menos, perpetuar un misterio que no existe. De paso, sus mediocres dibujos pasaron a ser populares y valió de algo tanto empeño que puso en la pintura. Este es el retrato de un hombre fracasado, dolido, y que terminó
mullido en su cama mientras la muerte lo devoraba minuto a minuto. El problema surge cuando ahora creemos que aquellos libros eruditos pueden llevarnos a la verdad a través de la experiencia de laboratorio. Y no dudo que contengan grandes verdades. Pero seguramente aquella que buscamos está en otro lado, en otro ámbito: la naturaleza. Después de repasar esta historia cómo fue en realidad, ¿qué podemos pensar sobre otros alquimistas que existieron en la historia y cuyos tratados antiguos hoy leemos?. Seguramente dos cosas: Que el hombre siempre tuvo fantasías espirituales. Y que, cueste lo que cueste, quiere trascender esta vida y vivir ilimitadamente. Fulcanelli, la formación de un mito; una leyenda que hoy, al menos para mi, termina por fin olvidada en el cajón.
LA VERDADERA HISTORIA DE CARLOS CASTANEDA
Durante muchos años este hombre ha sido una leyenda. Sus enseñanzas, adquiridas de la mano de un misterioso indio yaqui del desierto de Sonora dio que hablar a toda una generación de lectores. Y es que este antropólogo, cuyo doctorado lo consiguió con su libro Viaje a Ixtlan, sabía cómo cautivar a la gente. Era la edad plena de los psicodélicos, del despertar de la nueva era, donde empezaban los movimientos de ovnis, de fenómenos paranormales y toda esa gama de pseudociencias que embadurnaron a millones de personas. Nunca fue mejor recibido un libro como el de Carlos Castaneda. Pero la pregunta, para los que buscamos la verdad detrás de todo, es ¿Realmente vivió lo que narró en sus libros? ¿Realmente existió el indio mítico Don Juan Matus?. Hasta la fecha, muchísimas personas consideran a Carlos Castaneda como una persona que realmente vivió una experiencia singular y dejó un enorme legado antropológico y/o místico en sus libros. Vamos a examinarlo. ¿Qué se sabe de este hombre que rehuía a los fotógrafos y a la prensa y se jactaba de estar en contacto con un indio yaqui llamado don Juan
Matus con poderes sobrenaturales? Pues actualmente se sabe, gracias al libro revelador de su ex esposa, Margaret Runyan Castaneda, y algunos reportes de la Universidad de UCLA, en Los Ángeles, que realmente nació en Perú, Cajamarca, en el año 1925, un 25 de diciembre. No en Brasil, Argentina o Italia como solía decir. Su nombre completo fue: Carlos César Salvador Aranha Castañeda. Es probable que haya mentido sobre su origen por el sencillo hecho de que en sus primeros tiempos quería ser pintor y artista, y para ello, un origen europeo o donde la cultura artística fuera mejor reconocida le habría convenido. No obstante, esta forma de ocultar su vida privada era una faceta común en Castaneda. Y lo hacía, mucho antes de conocer al supuesto indio Don Juan Matus (que ya veremos de donde procedía este indio yaqui). Sus engaños o evasivas eran la respuesta a una sociedad, como lo era la década de los 60, donde todo se solía clasificar en estatus social y prestigio y reinaba la más pura frivolidad. Algo no muy diferente de lo que sucede hoy día. Al ser una persona de baja estatura, piel oscura, y de origen sudamericano, le costaba, seguramente, integrarse a la cultura americana de superficialidad y lujos. Después de todo, vivía en Los Ángeles. En mi visita por aquel país me di cuenta de la soledad de espíritu que se siente en un país donde prevalece el consumismo y la superficialidad de las cosas. Con movimientos de New Age, con edad de psicodélicos, la cosa no era diferente en la década del 60 donde se practicaban orgías y uso excesivo de drogas, en especial en el ambiente artístico. Según su ex esposa, Castaneda solía desaparecer de pronto y ausentarse por largos periodos sin dar señales de vida. Luego reaparecía como si tal cosa, sin explicar a donde había ido, evadiendo el tema de forma enigmática. Estos aspectos de su forma de comportarse los efectuaba muchísimo antes de hablar de un brujo indio.
EL ORIGEN DE CASTANEDA Si buscamos el origen de sus libros, deberíamos apuntar fielmente a autores como Aldous Huxley, Puharich y el mistico Neville. Fueron los precursores de una idea que tenía como base indios, hierbas y hongos alucinógenos, y un profundo misterio detrás de la realidad ordinaria. Estaban en auge en aquella época, y su ex esposa le nutria a diario con reportes de los místicos más populares. Hay que destacar que, sin embargo, Castaneda era escéptico al respecto de lo místico. Pese a que sus libros reflejan experiencias insólitas, Carlos Castaneda rehuía el contacto con la gente que creía en supercherías y/o fenómenos religiosos. Castaneda fue lo que yo llamo un “escéptico sobrenatural”. Escéptico porque tenía una visión bastante materialista de la vida, pese a que desarrollaba en sus libros un florido repertorio de poderes, realidades aparte y demás, su conclusión sobre la vida misma era que no había que perder un minuto en nimiedades (algo que comparto, desde luego) porque mañana mismo podíamos morirnos. Y para Castaneda, morir era perderse en la completa nada. Cuando uno ahonda en la vida de Castaneda, en virtud de sus amistades, su ex-esposa y su propio estilo de vida misterioso, concluye sin lugar a dudas que Don Juan fue un invento, una genialidad que cobró vida luego de años de pensar en proyectar su filosofía personal para llegar a la gente. Al principio, como digo, creyó que la forma de llegar a la gente era con pinturas y esculturas, siendo un artista consumado. Pero rápidamente notó que no tenía talento para ello. Y cuando se metió a estudiar
antropología su vida dio un giro y, de pronto, asoció todo lo que había estado de forma intuitiva pensando e ideando. Un trabajo práctico que le encomiendo su profesor, Meighan, terminó por convertirlo en un escritor de Best Sellers. Es por eso, quizá, - me atrevo a decir – que lo que más cautiva a los lectores de sus libros es el particular estilo y forma de ver la vida de su Don Juan Matus. Algo que Castaneda había puesto en práctica desde hacía años, antes de conocer al supuesto brujo. También, es evidente, la parte de los psicodélicos, en una sociedad obsesionada por el retorno a la naturaleza y las drogas como forma de ampliar la conciencia, fue algo que repercutió en su éxito editorial y como escritor. El mismo libro de Castaneda impuesto en estos días probablemente no tendría el éxito y empuje que tuvo en la década de los psicodélicos y el movimiento Hippie. Recuerdo la primera vez que leí los libros de Castaneda, en España, Madrid, hace ya muchísimos años. Iba en un autobús, de regreso al departamento donde me alojaba, y un muchacho al verme leer el libro Las Enseñanzas de Don Juan se acercó y me empezó a hablar animadamente del libro, elogiando grandemente al autor que apenas lo empezaba yo a conocer. De ahí en más, leí apasionadamente todos los libros, uno tras otro, devorándolos con una sed profunda de verdad. Pero cuando llegué al Don del Águila, al ver la visión totalmente deprimente de la vida después de la muerte y del supuesto Creador del mundo, me entristeció. No era algo esperanzador. Sino, más bien una vuelta de tuerca rebuscada a una visión entre materialista y mística. La idea de Castaneda, en palabras de Don Juan, era que somos creados por una fuerza arrolladora inmensa que nos mantiene vivos para que absorbamos experiencia y crezcamos poco a poco; tras esto, cuando morimos, nos devora sin piedad. Sólo un brujo experimentado puede evadir este destino, escapando de las garras del Águila. De ahí el empeño de Carlos Castaneda de escapar de la realidad ordinaria.
Esta filosofía nunca antes la había leído. Si bien oí el tema del Nirvana y eso de fundirnos con la divinidad, la forma en que Castaneda veía esto era totalmente diferente. Sin esperanzas. Años más tarde, en contacto con mi viejo amigo Fabio Picasso, volvería a saber de otro autor, Charles Fort, que hablaba de una presencia semejante a la que describía Castaneda. Una entidad que nos da la vida, nos condiciona socialmente, nos engaña con religiones y/o cultos para luego devorar nuestra energía. Hoy día sé que son formas rebuscadas de pensamientos cuando la realidad siempre, siempre es más sencilla. Pero no es el momento aquí para extenderme en este punto en particular. Volvamos a Castaneda.
FILOSOFIAS Y ANTROPOLOGIA EN UN MISMO PERSONAJE El fuerte de sus libros es el brujo yaqui Don Juan Matus. Un personaje literario de fabuloso poder evocador. Es tan fascinante, que su creación cobró vida en millones de lectores. En Buenos Aires, cierta vez me reuní con lectores del libro, y me comentaron excitados que habían tenido las experiencias que describe Carlos Castaneda en sus libros, que habían incluso visto al “Aliado” o cosas increíbles que rompían la realidad ordinaria. Esto, claro está, sin consumir alucinógenos. Este es, a fin de cuentas, el mayor poder de la literatura realista: el poder de crear lo que imaginamos leyendo. Al respecto de esto, su ex esposa, Margaret Runyan Castaneda menciona una curiosa anécdota que puede ser el trasfondo de por qué escribió un libro de ficción y lo hizo pasar como una investigación antropológica. Cuenta que Carlos Castaneda un día le dijo que había en la Universidad una rubia de ojos hermosos, que además de escritora, le
quería hacer un regalo especial. No sabía por qué le quería ella regalar algo a él, todavía un don nadie, pero se lo contó a su mujer. Margaret estalló en celos y empezó a investigar el asunto. Pero pronto la chica no asistió más a los cursos de la UCLA y desapareció. Ella no llegó a conocerla, pero Castaneda había hecho una descripción tan detallada de la chica, que empezó a rastrearla en la guía de teléfonos. Al tiempo logró dar con ella. Al menos con alguien que se llamaba como mencionó Castaneda, era rubia, escritora y vivía en Los Ángeles. Pero cuando le preguntó sobre si conocía a su novio, un sudamericano, le dijo que no, que nunca había asistido a esa Universidad (salvo a un curso corto de poesía) y no tenía idea. Al enfrentar a Carlos Castaneda con estos datos él se echó a reír mientras se servía su vino favorito Mateus. Le dijo que se había inventado todo. Que no existía aquella rubia. Que era mentira. No obstante, la descripción de la chica era tan notable (hasta había el detalle de un diente postizo que Castaneda había mencionado y que descubrió más tarde Margaret en una cita con ella) que Margaret se rehusaba a pensar que era una mera invención de Castaneda. La explicación a este misterio era obvia. Aquella rubia había asistido a una clase de poesía, y probablemente haya impactado en Carlos Castaneda su presencia, recordándola más tarde con nombre y apellido y detalles faciales (No olvidemos que Carlos antes escribía poesía e hizo varios cursos de escritura creativa). Pero en lugar de aceptar esta verdad simple, Castaneda porfió por el misterio: era algo increíble y no obedecía a la casualidad. “Algún día entenderás lo que has llegado a hacer. Ahora está más allá de tu comprensión pero algún día lo entenderás”, le había dicho Castaneda a su ex-esposa.
“Pero Carlos tenía la habilidad de hacer que situaciones normales y lógicas parecieran profundas y misteriosas en uno u otro sentido…” (Pg 77, Un viaje Mágico con Carlos Castaneda, de Margaret Runyan Castaneda) Esta forma de hacer creer a la gente que le rodeaba lo que quería es claro a lo largo de su vida. Siempre decantaba en el misterio para explicar cualquier cosa, incluso, muchas veces, jactándose de poseer atributos mágicos. Además estaba el tema de que al hacerse popular, y dar charlas o conferencias, la gente empezaba a ver lo que había leído en sus libros. Sentían presencias, criaturas que parecían estar en las sombras acechando, etc. Esa forma psicológica en que influía en la gente era excepcional. Realmente, se entiende que actuara así en un país como Estados Unidos, y especialmente en Los Ángeles. Sobre todo, siendo inmigrante sudamericano y con un floreciente racismo en la cultura americana. Además, era una forma de divertirse y no tomarse la vida en serio, cosa que odiaba. Esta fue la forma en qué dio vida poco a poco a su personaje Don Juan Matus. Un personaje que, según su mujer, recordaba a las descripciones de su abuelo peruano y cuyo nombre no era sino una deformación de el de su vino favorito Mateus (al que solía llamar “mi maestro”, antes de siquiera meterse en antropología).
EL LEGADO Creo yo que lo único malo que pudo hacer Castaneda es propiciar un mito y una leyenda personal cuando no la hubo, quizá como compensación a la dura vida americana (se sabe que pasó hambre, que trabajó de lo que sea, taxista, dependiente en tiendas de licores, etc), quizá como una forma de depurar sus defectos, o quizá porque al final terminó creyéndose todo lo que escribía, dada su soledad siempre creciente.
Y es entendible, desde luego. Su obra, no obstante, es fascinante como literatura. Tiene una forma cautivante de envolverte en sus filosofías, y eso, en mi opinión, ya lo hace un creador. Habla de muchas verdades. De esas verdades que sólo la experiencia enseña y que quien no la experimenta no la comprende en plenitud. Eso de romper con la rutina para mantener el mundo fresco y nuevo, como le había supuestamente sugerido Don Juan , era algo que venía poniendo en práctica desde que llegara a Estados Unidos. Odiaba verse encerrado como aquellos profesores que dan clase, organizan fiestas de graduados y luego se dejan morir como un saco de patatas. Esa vida esquematizada, monótona, aburrida, era un marco que realmente detestaba. Sus libros son el intento de escapar, con éxito, de esa vida tediosa. Su misterio sigue en pie y seguirá por muchas generaciones, por algo yo ahora escribo esto. En mi opinión Castaneda tenía todos los atributos que lo hacen un genio. No lo digo porque admire que mentía a sus amigos o se jactaba de cosas que no eran, sino porque compuso una obra obteniendo material de aquí y allá, le dio forma, y creo un personaje que para miles de personas tuvo vida real. Eso, para mi, es un acto creador. No obstante esto tuvo su predecesor, por decirlo de algún modo, en lo respectivo a esa historia de un aprendiz que conoce a un indio misterioso. Ese fue Neville Goddard, un místico clásico bien conocido en la década del 60, cuyas enseñanzas espirituales -afirmaba- las había aprendido de niño con un indio. Pero así como August Dupin, el personaje de Edgar A Poe , precursor de Sherlock Holmes, no llegó a la fama, lo mismo sucedió con aquel iluminado y la obra de Castaneda. ¿Quien conoce a Neville? En cambio, ¿quien no conoce a Carlos Castaneda? Sencillamente el antecedente estimuló la idea. Pero la creación, esa humanidad del personaje, le dio real vida. Y eso lo hizo Carlos Castaneda para enseñar sus particulares visiones del mundo.
Visiones que se ajustaban a su modalidad de vida. Yo pregunto ¿Cuántos de nosotros, si fuéramos famosos, toleraríamos permanecer en el anonimato, esquivando fotos y flashes de popularidad? Sólo alguien que, equivocado o no, estuviera convencido de sus pensamientos lo podría hacer. Y ese era Carlos Castaneda. Alguien que estuvo – y estará – a años luz de cualquier frívolo que le encanta poner sus fotos en la moderna red social de Facebook.
LA MUERTE DE UN IDOLO Cuando estuve en Los Ángeles, como dije, sentí una soledad indescriptible y un vacío terrible, como si fuera el preludio de lo que es el desierto a sólo unos Km. Huelga decir que Castaneda viajó innumerables veces al desierto mexicano para recopilar testimonios, rituales, y ambientarse en sus libros. Es por ello que sus libros exudan ese mismo vacío trágico que tiene la mezcla de espiritualidad, drogas, soledad, brujería, y realidades más allá de la vista en un desierto. Castaneda muere de cáncer de hígado el 27 de abril de 1998 en Los Ángeles. Pero su muerte tardó dos meses en darse a conocer públicamente. Sus seguidores, que en último momento eran unas misteriosas mujeres (Taisha Abelar y Florinda Donner-Grau ) de las que nunca más se supo nada, afirmaban que murió en plena conciencia, fiel a las enseñanzas de Don Juan. Sin embargo, se sabe que realmente murió como cualquier mortal. En muchas fotos que hicieron públicas los paparazzis se lo ve desgastado y anciano. Cada vez más delgado fruto de su enfermedad. Debo reconocer que durante muchos años me fascinaron las ideas de Carlos Castaneda. Al descubrir que no había vivido nada de lo que narraba, igual su magia seguía presente, porque sus filosofías de vida eran un calco
de mi forma de vivir. (Yo también odio con desesperación la rutina y la monotonía, a tal punto, que haría lo que sea con tal de no caer en ella; sin embargo, pudiendo hacer un libro de injertos de filosofía, con medias verdades y con mis investigaciones, y presentarlo como un auténtico libro vivencial, no lo hago, porque sencillamente no me sentiría bien con la verdad que quiero tanto. Para eso están las novelas. Pero el intento de pasar una novela de ficción como algo vivencial es un engaño con uno mismo y con la realidad misma). No sé realmente por qué hoy, después de años de saber la verdad sobre Castaneda me detengo a escribir al respecto. No es algo que cambiaría el mundo, ni algo que le sacará mucho provecho la gente. Quizá sea que estoy experimentando actualmente ciertas técnicas de exploración extracorporal (de momento, sin resignarme, nada) y por ahí volvió a resurgir el mito de Castaneda. O quizá porqué leí un libro de Martin Gardner que lo tacha de charlatán y mentiroso y cómo su mito sigue vivo en muchas Universidades americanas. Sea lo que sea, a diferencia de Fulcanelli, Castaneda no quedará relegado en un cajón olvidado. Pues para el que profundiza en su historia, la que quiso con tanto ahínco borrar, se da cuenta que teniendo unos orígenes humildes, pasando hambre y siendo discriminado por ser sudamericano, se elevó entre las personas de su época y logró, finalmente, la inmortalidad que muchos buscamos: la de las letras. Porque un buen libro de literatura siempre es vuelto a leer y releer. Así es el viaje de la imaginación. Allí quedará, junto a su eterno Don Juan, en la memoria de la gente.
EN EL CONFIN EXTREMEÑO: LAS HURDES Y SUS LEYENDAS
-10:35 hs Am (Hace 10 años atrás) No podía ser de otro modo. Apenas el automóvil tomó la suave pendiente que conducía a nuestro destino, ni bien pasamos unas derruidas casas, a los lejos se atisbó, como si augurase una macabra realidad nocturna, una densa niebla, que a guisa de manto algodonero, pretendía cubrir gran parte de la verde región con su humedad espectral. Y mientras seguíamos ascendiendo el camino de montaña , con un suave y sin retorno precipicio a nuestro derredor, como fiel mensajero del peligro que sumía aumentar de velocidad en esa zona atiborrada de curvas azarosas y de un doble sentido de circulación ( desencadenante de más de una tragedia ;aunque, la hábil pericia automovilística de Horacio Arce -al vaivén de su eterna música de los Rolling - nos despreocupaba del tema) yo me preguntaba , o mejor dicho, imaginaba, cómo debería de ser por la noche aquel lugar. El paisaje y lo ceñido del camino daba que pensar, y mucho. Nuestro destino era Caminomorisco, un lugar de vistas fascinantes donde, como en todas las alquerías de las Hurdes, el misterio hacia gala de lo suyo: fenómeno ovni, apariciones espectrales, yacimientos y lugares arqueológicos, extraña y exótica zoología, y muertes causadas en circunstancias inexplicables. Las Hurdes cobra fama en la historia por haber sido una de las regiones extremeñas olvidadas y marginadas por el resto de España.
Empezó a tener eco allá por el año 1845, gracias a la obra de Pascual Madoz, “Diccionario Geografico-Estadistico-Historico de España”. Por supuesto ,Pascual, no hablaba de un modo muy representativo del lugar, basta citar sus crudas palabras: “ Los niños son espectros vivos que luego perecen de hambre y frío , y las mujeres son de aspecto asqueroso y repugnante, con palidez y miseria asomando a sus rostros” Finalmente, luego de ser visitada por historiadores, reporteros, o figuras tan ilustres como Miguel de Unamuno y Alfonso XIII, en 1976 las Hurdes se anexan al resto de España. Y es así, la región ya no es lo que otrora fue. Ya no hay rostros demacrados, esqueletos vivos asolados de paludismo, ni existe el cretinismo, los degenerados y el bocio (mucho de esto a causa de la ignorancia en la reproducción sexual entre familiares) Eso ya es pasado, pasado, pero no olvidado en las centenarias abuelas del pueblo que reavivan la nostalgia de otras épocas en la infinidad de arrugas del rostro, cuando exploran al incauto que desfila frente a ellas con viejas preguntas.
Las Hurdes tiene todo ese condimento que la hace , cuando menos,
curiosa : Fenómenos inexplicables, leyendas, una oscura historia, médicos brujos o Zahoriles ( como aquel que prepara ungüentos para crecer el cabello, conocido “mundialmente” como Amador Rubio), mitos, arqueología insólita, etc. Pero ¿Qué hay de cierto en todo ello? Pues como ocurre con estas cosas, quizás casi nada.
BUSCANDO A FELIX BARROSO “¿Conocés a Felix Barroso?”, grité desde el automóvil a un obrero joven que parecía cargar unas bolsas de material; el joven sonrío por mi pregunta como si estuviera acostumbrado a que preguntaran por aquel, y de inmediato me indicó cómo ubicar su domicilio. El periodista Iker Jiménez, cuando había conversado con él por teléfono averiguando este punto, autor del libro “El paraíso maldito”, no me había especificado mucho donde encontrar a Felix. Así, luego de peregrinar por medio Caminomorisco, preguntando a medio pueblo, localizamos la casa del bueno de Felix, profesor de Antropología. Felix -había apuntado - “es la persona que mejor conocer la esencia y la magia del Paraíso maldito” Y ello lo corroboré maravillosamente en nuestra plática amena que mantuvimos frente a su casa. Aunque lo suyo es la magufería, desmintió muchos de los casos que había tenido noticias, y "constató" muchos otros, como el famoso suceso de Rivera Obeja, llamado comúnmente “la luz de Rivera Obeja”.
Este episodio - uno de los tantos hechos curiosos que tiene la geografía hurdana - se remonta al año 1918 aproximadamente. Nicolás, (Colás) Sánchez fue víctima - quizá la primera en estas circunstancias - de una especie de rayo con forma de pera que se coló bajo su caballo. Probablemente alguna centella que enseguida asociaron con ovnis.4 - ¿De que murió Colás Sánchez? –inquirimos ensimismados con la historia. - Miren, si buscan el acta de defunción van a encontrar que figura a consecuencia de una enfermedad desconocida, luego se dijo que la causa fue una bronconeumonía fulminante, pero nada está claro, solo que algo raro atacó al pobre de Colás y lo dejó como cadáver. - ¿Cómo podemos acceder a los legajos de defunción? - Podéis ir al Archivo Episcopal de Cáceres donde figuran miles de legajos sobre cada uno de las alquerías Hurdanas, pero creo que yo tengo una copia. Sin embargo, el bestiario hurdano es muy extenso, cuyo contenido está engrosado por personas sinceras, que han tenido en ocasiones para su desgracias o fortuna - según se mire - el ser protagonistas de hechos que no han comprendido y que, en todos los casos, nos retrotrae a ese pasado que tiene la región donde la ignorancia fue siempre muy asentada. Como buen foco donde convergen leyendas o hechos naturales tomados como una realidad misteriosa, existen algunas que ahora voy a incluir, y son las más populares:
4
Dos links de casos actuales:
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/371458.tormenta-electrica-deja-saldo-de-un-muerto-le.html http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=198859
Por ejemplo: “ El duende de ladrillar” (1907) que hizo poner cartas en el asunto a la iglesia, “el espanto de Rubiaco” (1947), un supuesto ente de más de tres metros , sin cabeza que se paseaba por las alquerías , “El macho Lanú “ (princip. de siglo) , un personaje asociado con el demonio , de forma antropomorfa, “sombras errantes” (1983), figuras etéreas ataviadas en ropajes oscuros que aparecían ingrávidas en distintas curvas o barrancos, “El niño blanco” (desde hace siglos prolifera la leyenda, parecida a una de Buenos Aires),que surge con una especie de llanto que precede a la aparición de un supuesto ente identificado como el ánima de un niño que falleció por el condado de Aceitunilla. Y hay más, por supuesto. Si a esto le sumamos el encanto de la región atiborrada de verde vegetación, y por ejemplo, como me decía Felix, de supuestos y “extraños grabados y símbolos con más de 5000 años de antigüedad”, tenemos todos los ingredientes para forjar leyendas y misterios gratis en torno a la región, olvidándonos por un momento aquel pasado poco glorioso.
NOTA Y CONCLUSION El relato fue escrito hace ya bastantes años. Lo mantuve así, modificando ligeramente algunas partes, para mantener esa frescura que sentía al investigar estos temas. Debo agradecer a Horacio y a mi tío que me acompañaron en el viaje, y recorrimos juntos un buen tramo hasta esta región desde Madrid. Horacio, el conductor, además me facilitó la cámara con la que tomé las fotos, dado que no tenía por aquel entonces ninguna. Sin su ayuda, sin su interés por encontrar un crecepelos misterioso en la zona (por el cual bromeamos mucho tiempo) esta historia no habría sido contada y no me hubiera enterado de la verdad de lo que sucedía en aquella región de
primera mano. Los libros de Iker Jiménez me habían entusiasmado, y corrí a buscar esos misterios. Pero la realidad siempre ha sido más cruel: no hubo tales misterios, sino engaños, leyendas, mitos, y una profunda ignorancia al entender fenómenos naturales conocidos.
TERROR EN LOS MONTES SANTIAGUEÑOS
Aquella fue mi primera experiencia extrema en el mundo del misterio. Lo recuerdo como si fuera hoy. Primero la nota periodística que me ponía al corriente de la situación. Tras esto, las ansias irrefrenables de viajar a la zona, dejando de lado los insignificantes comentarios baladí de amigos y amigas que no podían ver aquello como un acto sensato. Y luego la entrevista con los testigos que vivían en Buenos Aires. Sí, lo recuerdo tan claro como si ahora mismo pudiera asirme a la pared de las memorias. Veo la cara de quien sería apodado “El Mayor”; la de Iván K. Y la reunión para acordar detalles. Pero ¿qué era aquello que tan poderosamente me cautivaba la atención? En la provincia argentina de Santiago del Estero, rezaban los testimonios, habían sido avistadas innumerables veces unas luces de origen desconocido que, a priori, pensé se trataban de objetos voladores no identificados. Lo llamativo – y atractivo - del caso era la regularidad de los avistamientos. Nada menos que todas las noches, en un horario especial, en una zona caliente recurrente. Pensar en la probabilidad de verosimilitud del asunto requería más tiempo que simplemente confiar en los testigos y marchar al lugar. Además, ya había renunciado al trabajo que tenía por entonces para emprender esta nueva aventura. Y no lo dudamos. Un gélido día de agosto de 1999 partíamos hacia la
zona de Santiago del Estero, a miles de Kilómetros de Buenos Aires. Me había aprovisionado con todo tipo de equipos, cámaras, linternas, tienda de campaña, sacos de dormir. Eran mis tiempos de expedicionario. Más que un investigador semejaba Rambo yendo a la jungla a enfrentarse a una guerrilla. El viaje lo departimos en discusiones y reflexiones sobre la vida en otros mundos. Creía ingenuamente, en ese tiempo, que todo pasaba por los ovnis y sus fabulosas técnicas de manipulación psicológica. Mis amigos, huelga decirlo, eran aún más crédulos que yo. Pero si estoy hablando de ellos en pasado es porque, evidentemente, algo ocurrió. Y no, justamente, por causa de demonios y ángeles. Como dije en innumerables conferencias al respecto, incluso en un escueto informe que publiqué tras la investigación: al llegar a la región éramos tres. El tiempo y las circunstancias hizo que quedara sólo uno: servidor. Pero veamos en qué consistió aquella singular aventura y adonde me condujo enfrentarme cara a cara con lo extraño.
EL VALLE DEL TERROR El autobús nos deja a la vera de la ruta. Delante nuestro vemos perderse el transporte, desvencijado y con el uso extremo de las llantas. Debo reconocerlo. Aquel lugar da náuseas. Hacia atrás la nada enmarcada en la carretera. Hacia delante lo mismo. Y nosotros debíamos internarnos tres kilómetros en pleno monte boscoso. La sequedad del paraje es áspera y dañina para la piel. Cargo el equipo y avanzamos por un camino de tierra, guiados por las referencias del improvisado mapa que Jorge Serrano nos había confeccionado en Buenos Aires, en aquel patio de comidas rápidas donde lo habíamos entrevistado.
Pero el insoportable peso se ve mitigado por el recuerdo de la historia. No puedo creerlo. Estoy, nuevamente, en medio de la acción. En plena faena de campo. Llegamos en poco tiempo a una chacra. En derredor, los conatos de vivienda semejan chozas humildísimas. Parece que estamos en medio de la pobreza más grande de Latinoamérica. De inmediato me presento a una señora que, por los rasgos, debía ser la tía de Jorge Serrano. Nos recibe con un gustoso saludo, contentísima de que un rostro de la ciudad hiciera presencia en su hogar. Su marido, nos dice, pronto vendrá. Y lo aguardamos impacientes. El sabía de los detalles que tanto me interesan siempre. Una vez nos alivianamos del insufrible peso, nos sentamos y preparamos la tienda de campaña a la vera del descampado, junto a un esquelético árbol. Ni bien terminamos de lidiar con los preparativos llega Pedro, el marido de la señora (que nunca logro recordar su nombre) y nos saluda con emoción. Tras ponernos en antecedentes de las cosas que pasaban por la noche, nos desliza un dato que no puedo dejar pasar desapercibido. Animales muertos. Misteriosamente ejecutados por algo o alguien. Es más: nos comenta casi en un susurro, un estanciero también desapareció, y fue hallado desnudo con un orificio en el centro de la cabeza. No lo dudo. Le imploro que nos lleve a aquella chacra para ver los animales o, cuando menos, lo que de ellos queda. Y montamos como felinos la carcomida camioneta de Pedro, llevados por el arrobo morboso de la sangre y el enigma. Hacemos unos kilómetros, y nos adentramos a un paraje donde ya nos esperaba un desgarbado anciano, de mirada muy pronunciada. Bajo raudo y empiezo a preguntar detalles. Pero para desgracia nuestra, los animales habían sido devorados por aves carroñeras, y sólo
quedaban por testigo los detestables esqueletos (el de la foto). Aún así, nos confiesa el enjuto anciano, la noche en que los animales murieron hubo tormenta. Un dato para agendar. Todos, nos enfatiza, presentaban una extraña oquedad en el centro del cráneo. He ahí la forma del deceso. Vaya manera, pienso, en que las investigaciones funcionan. Voy en busca de seres del espacio –cuando creía en ellos, claro – y me topo ahora con el misterio de los misterios, la muerte viéndome a la cara. Pero aún no había llegado la noche. Ella, cierto es, nos deparaba una extraña sorpresa. PRIMERA Y ÚLTIMA NOCHE PARA UNOS “La noche es del diablo”, dispara Pedro, sentado frente a una hoguera, mientras asa un pollo y algunas chuletas de carne. Los lugareños se habían congregado en el lugar, presas de sana curiosidad por nuestra visita, y por el irrefrenable hambre. El sol había desaparecido tras las colinas y los árboles. La noche, cerrada y congelante, se personaba impávida desvelando un extensísimo manto lechoso de estrellas. Me calzo el abrigo, una campera de nieve, y froto mis manos ateridas bajo la llama de la hoguera. Los ojos de los lugareños brillan como perlas naranjas. Creo ver un tono malicioso en alguno de ellos. Apenas nos distinguimos los rostros más allá de la fogata. Afortunadamente, me digo, las linternas están con nosotros. Acaricio la culata de la que tengo conmigo, en caso de necesitarlo, también sirve como garrote. Algo había leído de Santiago del Estero. La extrema sequedad. Los fríos glaciales en invierno (época en la que estábamos) El calor excesivo en verano. Las ponzoñas que atestaban la región. Sobre todo las arañas, como la rastrojera, colorada y diminuta, pero
gigantesca en su acción mortífera: dicen que su veneno brinda cinco escasas horas de vida. También, estaban las víboras. Sin embargo, es cierto, a mis compañeros no le hacía ni media gracia el florido bestiario de insectos y serpientes. La peor de todas, era la Vinchuca. Un nocivo artrópodo que al picar su aguijón genera comezón, y al rascarse la piel, uno contrae lo que se denomina “Mal de Chagas”. Una infección deplorable y sin cura, que termina carcomiendo la vida de las personas con lenta y maligna voracidad. Pero era mejor no pensar en la noche. El frío, por un lado nos deja lívidos, por otro nos ayuda contra los “bichos”. Y recuerdo que fue en esa improvisada reunión, asando la carne, que nos comentaron los lugareños de las cosas terribles que ocurrían en la noche. Decían que se veían demonios surcando luminosamente por el monte. Criaturas, como el Alma Mula, o Mulanima, que se devoraba a sus animales y a más de uno le dio un susto de muerte (aquí tuve la idea de hacer mi experimento social que ya relaté en varios medios). Fue en el momento en que ya la sugestión nos derrota con sus seductoras artimañas que Pedro, nuestro anfitrión, nos llama la atención sobre nuestra futura expedición nocturna. “Si van a ir a donde se ve aquella luz, les aconsejo lleven este cuchillo bendecido, es de plata”. Nos miramos alelados. Y resistimos la tentación de tomarlo presurosamente. Después de todo, pienso, somos de la ciudad, qué cosa extraña puede ocurrir. Todo ocurre en las películas. Devoramos el condumio y nos aprontamos a la expedición. Un sendero oscuro y tétrico auspicia el principio de lo que serían cinco insoportables horas de pesquisa. Y mientras avanzamos, ya sacudidos por los sugestivos relatos de los maliciosos lugareños, creemos percibir una sombra filtrándose fugazmente en el haz de la linterna. Retrocedemos maquinalmente. Siseando insultos regresamos a por la navaja de Pedro, la bendita de plata.
No era que temiéramos un encuentro con un espíritu o demonio o algo así . Aún ahora, después de tanto tiempo creo que todo obedece a causas desconocidas y conocidas de la mente. Y aunque prefiero no culpar a algo foráneo a esta tierra por el desconocimiento de nuestra psicología, ciertamente existen cosas que a veces no encajan. Quizá por eso el cuchillo lo llevo yo. Envainado en una funda de cuero, lo enlazo en un improvisado ristre. Creo yo, tardamos una hora en llegar al lugar donde, comúnmente, se divisaba la lucerna flotante. Y pensé, con toda arrogancia, cuánto nos demoraría ver aquella luz sobre los montes. La respuesta, estaba a la vuelta del camino. En efecto, allí surgió aquella “luz”, suspendida del aire, moviéndose sin cesar de un lado a otro detrás de unas arboledas. Y creo que todos quedamos boquiabiertos. El frío desaparece. Mi amigo, escéptico y estudiante de física aplicada, no puede dejar de repetir “Vaya la naturaleza que es extraña”. No lo pienso ni un instante. Me parapeto contra un árbol y filmo lo que fueron los dos minutos más emocionantes de aquella primer noche. El Mayor, que tiene binoculares, observa la escena con mejor precisión y me comenta: “Es una forma triangular”. “Tiene tres luces” “Algo como una copa gira por encima!” Resignado al misterio, sin embargo, hay algo que no me cuadra. La dirección y distancia de la luz. Deberé decir que aquello me tuvo preocupado mucho tiempo. Mientras repetía, a mi regreso, en cada conferencia en Buenos Aires, que lo que había visto era tan solo una luz extraña, mis amigos estaban encantados en vociferar que aquello no era de este mundo. Sin duda, una
nave del espacio, clamaban alucinados. Y presentaban material de aval que, para ellos, era contundente. Hoy por hoy, puedo decir qué es lo que vi. Y lo advertí cuando asocié dos hechos básicos. La distancia y la hora de la observación. En esa hora había en la zona, según pude averiguar más tarde, una maquina agropecuaria deambulando en los campos. Curiosamente, según observé, tenía la particularidad de presentar una “copa” encima que giraba con luces intermitentes. A la distancia semejaba, seguramente, algo extraño. Más aún: los arbustos cubriéndola ayudaban a crear la sensación de “flotación”, evitando que se viera la maquinaria no así las luces. Y no tuve dudas. Aquella maquina era la responsable de la visión. Ahora lamento haber propiciado un misterio cuando no lo había. Y sin embargo, siempre mantuve mi firme opinión: era una luz. Ahora sabemos de donde venía esa luz. Espero, sirva de ejemplo de que hasta tres cerebros pueden ser engatusados por las ansias de ver lo increíble.
NOCHE ALUCINANTE No voy a negar que regresamos aquella noche entusiasmados con nuestra observación. Habíamos corroborado por nosotros mismos el gran misterio. Estragados, nos introdujimos en la tienda con los huesos acalambrados por el intenso frío. Eran las tres de la madrugada. Nada se oía, ni nada parecía poblar aquellos desangelados bosques santiagueños. Pedro, seguramente dormía el sueño de los justos, y nosotros también pronto lo haríamos. Entonces, oímos algo caminando alrededor de la carpa. Al principio
un tímido sonido, luego unas contundentes pisadas. Por algunos minutos oímos aquello, hasta que cesó. A la mañana siguiente desayunábamos estudiando algunos libros de Granada y sus “Supersticiones en el Río de la Plata”. Leía con fruición los relatos de folkloristas referidos a seres maléficos surcando las silenciosas noches. Una leyenda nos decía que escuchar un sonido desgarrante en la noche pasaba a representar un mal augurio. Pero si a ese sonido se le replicaba con un silbido, algo nefasto se acercaría y nos arrebataría los ojos. No me extrañó que “El Mayor” empezara a empacar al oír a Pedro comentar sobre una entera familia asesinada en las inmediaciones por alguna secta. No me lo dijo nunca, pero ahora pienso que tuvo bien presente los pasos de la otra noche alrededor de la carpa. En tanto, Iván K, más despreocupado, se divertía recogiendo agua de un pozo ciego. Pero al verlo irse, seguramente opinó lo mismo. En 24 hs él también sabría por qué extraña razón se marchó El Mayor. Quizá a un nivel intuitivo pensó que no era sano quedarse más tiempo. Como sea, lo despedimos y nos dispusimos a intentar presenciar más de cerca, en la noche, aquella luz. Y puntual y serena, la luna se asomó por detrás del monte. Avanzamos sintiendo en nuestras carnes el frío insoportable. La linterna iluminaba el sendero y nos proyectaba las siniestras figuras de los arboles. Pensé que, para escribir una novela de terror, aquel paraje era ideal. Para terminar de completar el cuadro: una neblina empezaba a marchitar los vericuetos por donde avanzábamos. Así llegamos a la zona de la luz, como la denominamos. Y nada. Esperamos en silencio, agazapados en algunos arbustos. Pero el tiempo pasaba y no ocurría nada, salvo divisar alguna luz de un coche furtivo transitando a altas horas por las rutas lindantes. Agotados, decidimos emprender el regreso a la carpa. Y allí ocurrió: primero fue un lamento indecible. Luego un sonido gutural recorriendo los
parajes y helándonos la sangre. Instintivamente amagamos a correr. Pero luego desechamos lo oído con comentarios razonables y plausibles. Un vaca moribunda. Algún bromista que a las dos de la madrugaba nos jugaba una procaz broma. Nada raro. A no preocuparse. Llegamos doloridos y ciertamente atemorizados. A qué negarlo. Aquello no era normal. Ese gemido... yo al menos nunca había oído algo semejante. Y ahora pienso que como citadino, todo es raro en el campo. Ya dentro de la tienda, nos introdujimos en los respectivos sacos de dormir, e intentamos hacerle frente al frío como mejor nos las ingeniamos. Llegué a ponerme tres pares de media. Dos pantalones. Botas, y la campera encima. Tanto frío hacía. Y cuando el sopor me estaba por vencer, oí suavemente aquellas endemoniadas pisadas alrededor de la carpa. Como si alguien le gustara rondar una y otra vez a esas horas. Desperté de inmediato a Iván K. Y oyó, conmigo, aquello que rondaba. No había duda. Eran pisadas. Pero ¿por qué tanta insistencia en dar vueltas alrededor de la carpa? ¿Quien podría ser? Me negué a salir fuera. La noche, el silencio, y lo odioso que es recordar en esos momentos películas de terror me mantuvo cautivo dentro. Imaginaba aquellos videos de Jasón, Masacre en Texas, y demás films que no ayudaban. Sí, sacar la cabeza afuera y ¡zas! El golpe directo del asesino degollándote. Esa noche no pude descansar.
EN LA SOLEDAD DEL VALLE Aún no me lo explico. Lo veo tomar sus cosas, empacar con celeridad, y abandonarme en el monte con el atardecer a sus espaldas. Ya por la mañana había notado un extraño comportamiento en mi amigo Iván. Por la tarde no tuve dudas de que se iría. Se sentía, me
confesó, extraño, incomodo en el lugar. Cómo describir el mar de fuego que me descompuso al verlo irse y dejarme en aquel lugar con todo el equipo. Y me dolió. Y me hubiera marchado también. Pero no pensaba irme sin volver a encontrar explicación a aquella luz o, cuando menos, recopilar una buena cantidad de relatos de primera mano. Gastón, el hijo de Pedro, había regresado de estudiar en Banderas, un pueblo alejado a 40 km de donde estabamos (a la sazón La colonia.) Lo ayudó a marcharse y se sonrió con su padre al ver al “citadino” irse atemorizado. “El campo no es para la gente de la ciudad”, repetía Pedro, escrutándome de hito en hito. Pero resistí quedarme. E insistiré: de lo que relato existen muchos testigos. Pero yo, desafortunadamente, no vi nada de nada. Durante diez días permanecí en aquel desolado paraje. Muchas anécdotas logré registrar; testimonios imposibles, y relatos que me hablaban de una extraña “Ciudad Flotante” que emergía de los montes, allí donde también los autos dejaban de funcionar. Y la “luz”, como me la describían los lugareños y pobladores, era diferente a la que habíamos visto. Se comportaba como un péndulo en el cielo, con movimientos erráticos, como brincando en oportunidades. Y sobre el Alma Mula. Los lugareños no dudaban. Era el responsable de las muertes de sus animales. Las luces, para ellos, se habían convertido en un evento vulgar, pero aquella nefasta criatura no. Sólo puedo decir que en las noches que peregriné peinando la zona no vi nada inusual. Pero no me sentí solo en ningún momento. Incluso más: dos perros singulares me acompañaron la primera noche solo en la zona, escoltándome e incluso durmiendo bajo las alas de la carpa. Lo que evito que oyera de nuevo los malditos pasos alrededor. Pasos que supongo se deberían a unos pavos reales lindantes a la carpa. El silencio, la sugestión de la noche, se añadió para crear un misterio. Y alguien se preguntará: ¿cómo es que me atreví, después de que mis compañeros se fueran, de inspeccionar la región y hacer vigilias
nocturnas?. Pues, sencillamente –aunque no tanto – porque me sentía protegido. Percibía en torno mío una “fuerza”, “algo” que me acompañaba y cuidaba de mi. Y puede resultar pueril, pero así era. Si alguien quiere intentar entender porque permanecí tanto tiempo solo en la región, deberá considerar aquello. (Hablo de Urantia)
DESTINO FINAL: BIBLIOTECA DE BUENOS AIRES La imagen era aberrante. Aquello sin nombre que tenía sobre la mesa de la Biblioteca era sencillamente de no creer. Pero estaban las fotografías. Odiosas. Patéticas. De algo que había sido exterminado en el Zanjón, localidad ubicada en la falda santiagueña. Al parecer, según rezaban las antiguas crónicas del año 1989, aquel ser espeluznante de leyenda se había ensañado con los perros y ganado de los pobladores. Textualmente: “Luego de que el animal mutilara a perros y aves y, de acuerdo con relatos coincidentes, atacara en los últimos días a animales domésticos de la zona” se decidió preparar una abatida. Justino Bramajo, testigo del hecho, nos señalaba que cuando los animales, los perros, intentaban hacerle frente, aquella bestia les arrebataba la dentadura “de un solo mordisco”. De no creer. Aún así, señala la nota, fue muerto a mazazos. Pero la verdad fue otra. Terminó siendo incinerado, puesto que nada parecía ponerle fin.
Y según el veterinario que lo estudió - luego de lavarlo, quitarle los restos carbonizados y la mugre - aquel animal no se lo podía catalogar dentro de las razas de canes conocidos por el tipo de cola, patas, testículos y dentadura.
Afirmaba: “Lógicamente no se puede hacer un estudio completo debido al estado avanzado de descomposición y por las quemaduras que presenta el cuerpo”. ¿Qué era aquello? Para lo lugareños no tenía muchas aristas. Un Alma Mula, ni más ni menos. El demonio de los prados y bosques de las provincias. Pero dejo a juicio del lector el estudio de aquellas fotografías exclusivas de la Bestia. Si me preguntan, diré que es un perro salvaje, nada de misterio. Porque, pesé a las garras y actitudes, es lo que parece. Sin embargo, imagínate en un campo sin luces, sin suministro eléctrico, sin tecnología, absorbiendo día y noche la idiosincrasia de los pobladores que ven al diablo hasta en la sopa, ¿qué pensarías entonces?.
HERIDOS POR LA FE
Siempre me inquietaron los estigmas. Hubo tiempos en que pensé - con sana sinceridad - seriamente en la posibilidad de que alguna inteligencia foránea fuera la responsable de producirlos, con el propósito de causar la morbosidad y compasión de la especie humana. Pero luego un vistazo a la historia terminó por desbarrancar esta atractiva idea. Forzosamente tuve que reconocer que había un común denominador en los casos más famosos de estigmatizados: la fe. En efecto. Desde los tiempos de San Pablo - tal vez el primer estigmatizado de la historia (Galateos 6:1) - hasta nuestros días, el gran porcentaje de episodios de estigmas están encauzados por fervorosos religiosos, muchos rayando el fanatismo más intenso. Se habló, como explicación al fenómeno, de efectos de sugestión, de histeria de conversión y hasta de “complejo de crucifixión” ( esta es la postura del especialista Herbert Thurston). A la sazón, nada sólido pudo demostrarse. O tal vez sí. Por ejemplo: la evolución de los estigmas. He aquí la clave que nos devela el origen de los estigmas.
LA EVOLUCION DE LOS CRISTOS Así es. En principio, las marcas de la Pasión de Cristo se producían de manera muy ligera en la piel. Apenas eran manchas rojizas. Luego,
empezaron a modificarse en tremendos coágulos rojos de sangre. De redondas que eran, pasaron a ser rectangulares. Y a estar en todo sitio: primero en las palmas, luego en las muñecas. Y en todo esto, los descubrimientos que se adosaban. Es decir que cada vez que se obtenía nueva información - difundida por la prensa - de cómo habría sido la crucifixión de Cristo las heridas variaban. Cuando se supo – a través del sudario de Turín, fragante fraude del cual ya he hablado “in extenso” – que los clavos debieron perforar las muñecas, por el espacio de Destot, los estigmatizados dejaron de sufrir sus heridas en las palmas, y pasaron a las muñecas ajustándose – demasiado para una casualidad - a los nuevos hallazgos. A pesar de que estos descubrimientos fueran falsos o erróneos. Y claro. Esto sólo nos puede indicar una cosa: que el detonante es la mente humana. Y no una fuerza sobrenatural. Pero pasemos a los fraudes.
EL DOLOR DEL ENGAÑO ¿Qué pensaría el lector si le dijera que hubo y hay personas que, por fanatismo, histeria o “necesidad religiosa” se infringen estigmas en el cuerpo?.Exacto. Ya desde el siglo XIII, con Lukardis de Oberweimar tenemos muchas referencias. En este caso, la beata tenía la manía de clavarse las uñas en las palmas. En otros casos, como el de Teresa Neumann, curiosamente –cuando no sospechosamente - la sangre fluía de sus heridas cuando no habían ojos que la observaran. Siempre pedía intimidad para que ocurriera el milagro. Y es natural. No por nada leemos en la propia Biblia: “Y no deben hacerse cortaduras en su carne por un alma difunta, y no deben ponerse marcas de tatuaje. Yo soy Jehová.” (Levítico 19:2
Es de entenderse, por tanto, que la flagelación y automutilación está al orden del día desde los primitivos tiempos de la religiosidad. Por fe. Por fanatismo. Por imitación piadosa. Por sugestión. Como sea, el detonante es la creencia religiosa (es cierto que hubo casos de agnósticos o ateos con estigmas, pero se demostraron sus engaños y sus manejos publicitarios o monetarios por atestiguar el prodigio) De algún modo el ser humano encuentra un resquicio de liberación al infringirse heridas. Desde el simple estado nervioso que desemboca en morderse las uñas, hasta el estado patológico e histérico de generarse marcas religiosas en el cuerpo, todos obedecen a una necesidad del individuo. Acaso la misma que los lleva en la actualidad a estamparse tatuajes y piercing en zonas anatómicas realmente dolorosas. Tan solo – y nunca poco - una expresión de disconformidad con el mundo ordinario y consigo mismos. Por otro lado, es interesante hacer mención al caso de la críminologa forense y psiquiatra Helen Morrison (la "Clarise verdadera" del Silencio de los Inocentes). Ella sin estar versada en metafisica y todas las pseudociencias conocidas, interrogó a un asesino serial mediante la hipnosis. Se trataba de Richard Macek y en palabras de Morrison: "[...]Concentré mi atención en la mano de Macek. Vi como aparecían ampollas rojas del tamaño de una moneda en los dedos a causa del infierno que estaba reviviendo en su cabeza. Lo examiné todo atentamente para asegurarme que no había ninguna fuente externa de calor, como una cerilla oculta, un mechero o un cigarrillo. No había nada. Me asusté ante lo que parecía un hecho sobrenatural." Eso fue suficiente para que la doctora interrumpiera, junto con su colega psiquiatra, la sesión de hipnosis. Al parecer había llegado a un estado muy profundo de hipnosis. Y el hecho que el asesino serial Macek
rememoraba había generado la materialización en carne propia de lo que ocurría hipnotizado ¿es posible que los estigmatizados como Bongiovanni lleguen a estados de la mente tan profundos que sus ansias de dioses y Jesucristo le generen los estigmas en la piel, siempre basados en sus conocimientos teológicos e históricos de la pasión de Cristo?. Yo creo que si. Y a la vista de los hechos es indudable. No obstante, es motivo de investigación para poder entender de qué forma accedemos a esos recursos de sugestión o "vívida imaginación" que llegan a estimular nuestro organismo emulando lo que visualizamos. Porque si genera ampollas o estigmas, la mente también puede generar salud y curación.
LAS HERMANAS SATANICAS
Los rezos habían comenzado a oírse desde la medianoche. Pero a la mañana se intensificaron, interrumpidos de pronto por agudos gritos. Provenían de la familia Vásquez. ¿Qué estaba sucediendo allí?. La policía llegó, pero la casa estaba clausurada con cuatro llaves. Echaron la puerta abajo y dentro se encontraron con una escena del todo dantesca: un cuerpo desnudo de un hombre rodeado de dos jóvenes, también sin ropa, embadurnadas de sangre. Resultó ser Juan Carlos Vásquez, y sus dos hijas de 22 y 29 años, Gabriela y Silvia. Una de ellas, al ver a los oficiales, gritó con una voz gutural casi masculina: “Váyanse de acá”. En su mano había un cuchillo y tuvieron que someterla entre tres oficiales para quitárselo de tanta furia que tenía. Su fuerza era brutal y parecía poseída por el mismísimo demonio. Las hermanas fueron de inmediato hospitalizadas. Y mientras una hablaba incoherencias, la otra profería frases en una lengua extraña que algunos médicos identificaron como portugués. El caso de las hermanas satánicas había comenzado. Era marzo del año 2000.
¿POSESION DEL DIABLO, RITUAL SATANICO O DISOCIACION DE LA PERSONALIDAD? Según los que estudiaron atentamente el caso lo que se produjo fue una disociación de la personalidad. Probablemente fecundada por sus lecturas y cursos de esoterismo y ocultismo que efectuaban en cierto negocio de pseudociencias. “La amnesia, los trances hipnóticos y el sonambulismo serían variedades de la misma psicopatología. El fenómeno tiene su máximo exponente en casos como los de Sarah o William, donde dos o más personalidades coexisten en un mismo cuerpo y cada una de ellas puede estar completamente consciente de su comportamiento, memoria y experiencia. Cada personalidad, a su vez, puede adoptar su propio nombre, sexo y, en ocasiones, estar al tanto de las restantes identidades que conviven con ella.” , nos dice Mariana Comolli, experta en el tema. Actualmente una de ellas quedó recluida en la Unidad 27 del Servicio Penitenciario Federal y la otra pudo salir libre del Neuropsiquiátrico Moyano. Nada más se habló del tema.
100 PUÑALADAS El caso me recordó vagamente el de las primas de la bañera ya mencionado en capítulos anteriores. Si bien en este hecho estaba bien esclarecido el detonante y las asesinas. En el barrio de Saavedra, Manuela Pedraza 5873, fue donde sucedió todo. Un barrio y un lugar donde nada había de extraordinario. Salvo que las chicas, hijas del ferretero Juan Carlos Vásquez, tenían fascinación por el ocultismo.
Frecuentaban Transmutar, un centro donde vendían todo el “arsenal” magufo y oculto que pudieran necesitar: velas, relicarios, libros, incienso, etc (al lado en la foto, el dueño). Se especuló que aquel centro esotérico tenía mucha responsabilidad al inculcar en las mentes de las jóvenes ideas alocadas sobre ángeles y rituales para atraerlos. También, se habló de un posible incesto por parte del padre de las chicas. Lo cierto es que el contexto mágico, independiente de donde abrevaran ellas sus creencias, fue el subterfugio para el homicidio. Quizá un abuso de su padre impelió a que camuflaran ese hecho “culpando al diablo” de todo. Esta opinión también la ofrece la psicóloga Isabel Monzón en un artículo publicado en Brujas, donde habla al respecto del caso.
CONCLUSION No hay misterio en la muerte de una persona a manos de otra. Los incentivos pueden ser inimaginables. Pero cuando el esoterismo está presente es muy claro que los sentimientos sean exacerbados. La creencia en la magia negra, en el satanismo, en toda manifestación sin bases sólidas amparadas únicamente en la fe individual son peligrosas. Creer en tales disciplinas no es nunca sano. Porque si no es un parricidio es un atentado de bombas o algo mucho peor. La fe, dice el proverbio popular, mueve montañas. Yo creo que es peligroso mover montañas cuando estas han estado siempre ahí. Estaríamos hablando de terremotos…
MUTILACIONES DE ANIMALES EN ARGENTINA
La muerte, en si misma, encierra suficiente misterio como para hacer palpitar a todos aquellos que amamos la vida. Pero el bosquejo de la muerte, la manera en que esta es representada mostrando su horrenda faz a veces, tal es el caso que nos ocupa, puede perturbarnos en demasía. ¿Qué podemos pensar, entonces, de los pobres animales que han sido hallados mutilados en descampados de toda Argentina en 2002? Animales – y por ahí ronda la duda de si los humanos también no lo son que muestran el caprichoso estigma de lo inverosímil, lo misterioso sobrevolándolo todo. Y me refiero a “Mutilaciones”. No, “desangramientos”. Pues de lo primero que se habló fue del "chupacabras" misterioso cenándose vacas moribundas.
CORTES ESCANDALOSOS Abril es la fecha. Unas misteriosas muertes en torno a la localidad de Azul conmueven a los medios regionales de Argentina. Y pronto, el día 7 de abril, Daniel Belot, denuncia el hallazgo macabro de animales, con cortes casi perfectos en la anatomía, en la localidad de Salliqueló, provincia de Buenos Aires. De inmediato se traslada la investigadora Andrea Pérez Simondini que afirmaba en su minucioso informe: a simple vista se veía la marca de
un corte “aserruchado”. Faltaba la lengua. Y, según declaraba, por un tiempo los animales no se acercaron al lugar del óbito. Así empezaban aquellas enigmáticas muertes de vacunos en toda la Argentina. Y al igual que en Norteamérica, donde el investigador Christopher O´Brien peinó la zona del Valle de San Luis, Colorado, los cadáveres presentaban un extraño y significativo nexo: habían sido removidos órganos genitales, los ojos, lengua, maxilares, mandíbulas, estómago, etc. Y esto es lo sorprendente. En más de 450 casos de animales mutilados registrados en Argentina (afectando más de 200 localidades regionales) todos presentaban estas características atípicas. ¿Por qué ese empeño en remover aquellas zonas anatómicas determinadas?, me preguntaba con insistencia cada vez que reportaba algún caso. Durante meses vi como desfilaron por televisión y los medios de prensa todo tipo de teorías. Los conductores de famosos programas televisivos entrevistaban a supuestos expertos en la temática que abordaban sin pensarlo el tema ovni como única explicación "coherente" de aquellas muertes. Y las disputas crecieron. Las hipótesis se propagaron como reguero de pólvora. Y todos creyeron ver en los extraterrestres la amenaza rotunda de una invasión. Y mientras las rencillas crecían, yo preferí hacerme de tiempo y dedicarme a otros menesteres, sin perderle la pista a las mutilaciones, pero sencillamente no interviniendo en el tema (recibí la llamada poco amistosa, como siempre, de Erna Acuña, productora periodística de Infinito - señal de cable - preguntándome qué pensaba del tema: mi respuesta hizo que cortara el teléfono). Ahora, viéndolo con la perspectiva del tiempo, veo que fue parte del propósito la elucubración alucinada y controvertida que tejieron medios y
pseudo-investigadores. Y decía. En todos los casos se comprobó que los animales carroñeros no se acercaban a las reses fallecidas, como si algo se los impidiera. Sin embargo, y a la postre, los animales retomaron su rutina devorando los cuerpos. ¿Qué se podía esperar con la cantidad masiva de curiosos y fanáticos de la vida extraterrestre practicando vigilias y parapetándose en sus camionetas a la caza de objetos volantes? Era del todo natural que el ciclo de alimentación se modificara en los depredadores. Y sin embargo, otra vez se zanjó por el misterio. Lo que no se puede negar era la exactitud de los cortes. Llamativos. Caprichosos. Aunque las muertes no se debían a estos cortes, este fue un tema que se destacó en la prensa amarillista como el producto de una "inteligencia no humana". No se detectaron señales de violencia. Los animales parecían no haberse resistido. Una de dos: Narcotizados. O Muertes Súbitas. ¿O...? En los escasísimos análisis forenses se detectó – coincidiendo con EEUU - rastros de “Oxindol”, un eficaz narcótico. Eso renovó las teorías. Ahora había un acuerdo Extraterrestre con gente del gobierno para facilitarles a los “visitantes” materiales genéticos con los cuales experimentar. Pero luego surgió otro misterio: los tanques de agua australianos. Como por arte de Magia – y veremos al final que algo de magia y escena hay en este asunto - literalmente miles de litros desaparecían en la nada. ¿Adonde iban a parar esas enormes cantidades de agua? A sus naves, desde luego, apuraron de prisa al unísono los ovnílogos. Y señalaron con vehemencia los cielos. Allí se habían visto luces en las noches de las mutilaciones. He ahí la explicación. Se llevaban a los animales a sus naves y ahí los sometían a
una suerte de espantosa carnicería para extirparles las partes favoritas de su menú.
(Foto del cadáver hallado en Brasil con mutilaciones semejantes a las del ganado)
Primero: las observaciones de “luces” fueron registradas mucho después de las mutilaciones. Y fueron, en efecto, sólo luces. Aún, para congoja de los ovnílogos, las luces no son evidencias de visitas del espacio. Achacar todo al espacio, creo yo, es muy taxativo. Y en este caso pienso en una histeria como la de Gales; en un fraude; en alucinaciones; en una “fiebre” por lo inexplicable; o como parte del “condimento” requerido para que la imaginería popular atribuyese las mutilaciones a visitantes foráneos. Segundo: el hecho de que los animales presentaran las marcas expuestas al observador, nos indica que fueron efectuados dichos “cortes” en el terreno, allí mismo donde cayó la res adormecida o muerta. No existe una mutilación que haya sido cubierta por el cuerpo, todas están a la vista.
CAMUFLADO EN LA CREENCIA No puedo dejar de pensar, al recordar la novela “La Bestia Humana”, de Emile Zola, que cuanto más creemos estar cerca de resolver un Crimen, más lejos lo estamos. No todo puede ser estudiado bajo la lupa de la razón.
Los motivos pueden ser inimaginables. Pero aquí parece que hay algunas pistas. Lo importante, en mi opinión, es discernir a qué nos enfrentamos. Si a algo de esta Tierra, o a algo que se nos escapa infinitamente de nuestro dominio linear. Y para el Senasa, el organismo que estudio estas muertes, la cosa no tenía dobleces. En un comunicado a la prensa, sosegando el revuelo producido, descartó la mano humana y extraterrestre en el asunto. Los vacunos habían muerto, según ellos, “por causas naturales”. Así lo expresaba, al menos, el rector de la UNICEN, Dr. Néstor Auza, junto a Bernardo Cané (presidente de la comisión) y otros expertos. Resueltamente, señalaron a un roedor como el sádico responsable de tantas muertes y mutilaciones. El “Hocicudo Rojizo” (Oxymycterus). Parecía que el pequeño se había ensañado con los vacunos, modificando su dieta de gusanos y lombrices para cenarse una tropilla de reses. Pero aquella declaración oficial calmó los mares agitados de las disputas y complots. Todos, la opinión pública, callaron y, automáticamente, no se habló más del tema. Ya había una respuesta oficial, acabado el asunto. Cierto es que cientos de lugareños se sintieron insultados en su humilde ignorancia. ¿Cómo era posible que ellos, avezados en los campos desde generaciones, no supieran de aquel ratoncillo devorador? Y los veterinarios, más de 50, que estudiaron los casos, ¿cómo no habían reparado en aquellos roedores tan, aparentemente, comunes? Es hasta hoy en día que aquellos profesionales no se satisfacen con las explicaciones oficiales del Senasa. Y algunos investigadores prefieren verlo todo desde un marco global. Porque a las insidiosas mutilaciones cabe agregar los más de 55 casos de
fenomenologias asociadas , como luces extrañas, criaturas, poltergueist, humanoides, curaciones milagrosas que obraron simultáneamente en el territorio argentino. Este detalle, visto por el excelente investigador Fabio Picasso, fue detonante. Enseguida se especuló con una Oleada. Un término que ya Charler Fort –y más tarde Morris K Jessup –bautizó al notar una recurrencia de fenómenos inexplicables en un mismo marco de tiempo y geografía. La idea germinó sola. ¿Es posible que las mutilaciones fueran una especie de "cable a tierra" de los acontecimientos nacionales? Así, la población prestaría atención a los animales en sus exóticas laceraciones, y por un momento el misterio zanjaría la opresión de una vida mundana y en constante tribulación.
INQUIETANTES CONCORDANCIAS Me molesta, como algo personal, que se ensañarán con una parte de la anatomía del animal. Me incomoda que exista toda una serie de elementos ilógicos, pervertidos, en la escena del crimen mutilatorio – si se lo puede llamar crimen. Por ejemplo. Los misteriosos ocupantes de una Ford Ranger que admitían como si tal cosa comprar vacunos para experimentos, viéndoselos reiteradas veces en el lugar de autos. Los técnicos de la Comisión de Energía Atómica deambulando, contador Geiser en mano, por la zona de muerte. La llamativa forma de encontrar los cadáveres: a veces incluso dentro de tanques de agua; otras formando un extraño símbolo estilo pentagrama o incluso con la piernas trenzadas. ¿Por qué semejantes espectáculos? ¿A quien querían llamar la atención? Evidentemente a nosotros. Porque cuando se lanza una bola de nieve por un acantilado nevado no para hasta agigantarse. Todo parecía indicar un pérfido enigma, lúgubre, morboso, horrendo
(más aun cuando comenzó a circular el caso de 1988 acaecido en Brasil, Guarapiranga, donde un hombre NN fue hallado mutilado como los vacunos) Pero, como mencioné precedentemente, había pistas sólidas. Y todas, nos indicaban un factor humano detrás.
CONSPIRACION DE LABORATORIOS AMERICANOS Luego estaban los conspiranoicos como Gustavo Fernandéz. Para él había sido un complot de un laboratorio con la idea de recombinar genéticamente dos tipos de virus. Se usaron vacunos, y luego todo quedó en el olvidó hasta que volvieron a aparecer en escena en 2002. Además Fernández hacía notar esto: que el virus de la viruela se aloja en las córneas, es decir, en los ojos, justamente lo que más se extirpó de los vacunos. Además señalaba que el laboratorio de Wistar fue acusado de hasta fabricar el virus del Sida. No obstante presentar esta hipótesis, no explicaba por qué razón en tantos condados del mundo han surgido los mismos cortes, y por qué en fechas de agitación social.
CONCLUSION DE LAS MUTILACIONES Según lo que pude notar, lo que se produjo en 2002 es algo semejante a lo que se produjo cuando James Randi contó en un programa radial que había visto ovnis y enseguida la gente corroboró aquella visión. Pero esa observación fue mentira, un invento de Randi, del mismo modo que yo lo hice una vez diciendo lo mismo sobre unas criaturas. La gente, por alguna razón, encuentra favorable "expandir" ciertos misterios y ver lo que antes era algo normal como anormal. Por ejemplo, se descubrió que, en efecto, los cortes eran de carroñeros, pero la fantástica idea - promulgada por Fabio Zerpa -de que habían sido producidos por
rayos láser sedujo más a la gente. Como en los trucos de ilusionismo y en la evolución natural, las respuestas más sencillas son las que explican grandes misterios. Y en este caso, la natural predisposición de las personas, sumado a las evidencias claras del SENASA y algunos otros organismos, ayudan a comprenden el enigma. Humanos, nada más que humanos.
LOS PERROS ASESINOS DE AGRONOMIA
Ocurrió a fines de 1997, dentro del predio de la Facultad de Veterinaria (área Biotecnológica). Las ovejas aparecían muertas de la noche a la mañana. Destrozadas a dentelladas y con horribles mutilaciones, se esparció un reguero de sangre misterioso. Aquellos episodios convulsionaron al periodismo de aquella época, y los veteranos policías sentenciaban: "En episodios y temas que pertenecen estrictamente al ámbito policial, existen misterios que por sus características, a veces rodeadas de ribetes alucinantes, tendrían que haber sido debidamente esclarecidos o al menos explicados y, sin embargo, en el 90% , la opinión pública nunca tuvo la satisfacción de recibir alguna información oficial que despejara dudas y ahuyentara la sensación de miedo que determinado hecho dejó, como una impronta indeleble, en el ánimo de la población". (cita del libro Crímenes famosos, del recordado Enrique Sdrech) Algo parecido, en resumidas cuentas, a lo que aconteció con el caso de las primas de la bañera y que investigué hace años. Nunca se supo realmente lo que pasó. Sólo se conjuraron teorías, cual una más alocada que la otra. En este caso, sin embargo, había ciertos indicios que despejaban esa cortina sobrenatural que muchos acostumbran poner cuando no se resuelve un misterio. Las ovejas muertas eran las que prolijamente habían sido seleccionadas para ensayos de fertilización in vitro, con el propósito de lograr animales transgénicos.
(Foto no relacionada con el hecho. A modo de ilustración.)
Además de que había varios testigos de la zona de Villa del Parque que señalaban a una jauría de perros comandada por un siniestro hombre de barba candado que, a su indicación, sus perros mataban a las ovejas. Este hombre, fornido, grandote, era el responsable, a todas luces, de las matanzas. El primer ataque se registró el 17 de Febrero. A la mañana siguiente el espectáculo era dantesco: las ovejas estaban destripadas. El segundo ataque se efectuó tres días después. Lo extraño del caso es que ya se habían tomado precauciones y había policías haciendo guardia de noche. Pero no bastó. Y las visitas nocturnas de aquel personaje siguieron sin problemas. El 8 de Marzo, el número de ovejas atacadas y muertas llegó a 45. Es decir, casi todas las que esperaban imitar a la popular oveja Dolly habían sido masacradas. ¿Es posible que hubiera sido un fundamentalista cristiano que aborrecía la idea de la clonación?.
TESTIGO DIRECTO No, no era un chupacabras. Más allá de los casuales vecinos que advirtieron al oscuro hombre y su jauría, hubo un cuidador que fue testigo directo de los hechos. A las 3 de la madrugada oyó el desesperado balido de las ovejas, junto con extraños ruidos en las inmediaciones.
A raíz de las masacres de ovejas se había instalado un potente reflector que se podía encender desde la habitación del cuidador que hacía la guardia. El hombre lo encendió de inmediato. Y, de prisa, salió temeroso a ver qué sucedía. Pero se quedó paralizado al verlo a aquel personaje siniestro: acodado sobre uno de los hilos del alambrado que rodeaba el corral, miraba excitado cómo sus enormes verdugos caninos destrozaban a los pocos ovinos que quedaban. El cuidador, no obstante, intentó detenerlo. Pero con suprema frialdad aquel asesino le dijo: "Si no querés terminar como las ovejas tomátelas ahora mismo", sentenció llevando un silbato a la boca, con el que comandaba a sus perros. Sin pensarlo dos veces, el cuidador se refugió en su casucha, donde estérilmente intentó comunicarse con otros cuidadores y la policía.
INFORME POLICIAL El prolijo informe de la policía fue contundente al indicar qué clase de animal había matado a las ovejas: de la raza Braco de Weimar o Weimaranner. El profesor Patricio Díaz Pumará insistía en que: "Posiblemente se trata de un hombre que entrena animales para caza mayor y menor o, en todo caso, para riñas entre perros". Las autopsias revelaron que todos los perros actuaban de forma
sistemática: "Uno toma a la oveja de la grupa y la inmoviliza , mientras otro perro le arranca la yugular". Pero al pasar el tiempo nunca se llegó al responsable del suceso. Y todo quedó en el olvido, como un misterio más. No obstante, había algo claro en este crimen: que el personaje actuaba siempre en días de lluvia y gran tormenta. Un detalle interesante a la hora de compararlo con los casos de depredasangre de Chile y Argentina o Puerto Rico. Algunos pensaron que los días de lluvia escogidos por aquel siniestro hombre eran parte de un ritual. Otros - más sensatos - que en realidad usaba esos momentos porque hay menos gente en la calle, pasa más desapercibido, y los ruidos se pierden con la tormenta.
1998 OTRO EPISODIO EXTRAÑO En efecto. Un año después, en Marzo de 1998, otra serie de ataques rarísimos tuvieron como epicentro al Jardín Zoológico de La Plata. En horas de la noche, alguien, - otro loco - disparó contra patos, gansos y flamencos. Casi 22 aves fueron asesinadas y otras heridas. Nunca se esclareció tampoco este asunto. ¿Ritual? ¿Manía? ¿Excitación? ¿Qué impelió a estos crímenes?. No importa saberlo. A los fines, lo que importa de estos hechos es que el misterio tiene una forma : un ser humano. Lo mismo lo que sucede en otras partes del mundo con el ridículo chupacabras.
QUE PENSABA CHARLES FORT
Charles Fort, además de recopilador, era alguien con pensamientos un tanto oscuros. No sólo se limitaba a recopilar lluvias extrañas, como popularmente se lo conoció, sino que en sus otros libros, jamás traducidos al español, lanzaba toda una serie de inquietantes teorías explicativas a los fenómenos sobrenaturales. Por un tiempo, compartí sus ideas, igual que Fabio Picasso, que hasta la última vez que tuve contacto con él, creía a raja tabla en Fort. Vamos a exponer algunas de sus teorías en un esquema de pensamiento como lo vería Fort. Y vamos a criticar esa postura desde luego. Ciertamente, entre todo, el Revival religioso de 1904-1905 se me viene primero para exponerlo. Este movimiento - liderado por carismáticos evangelistas – arrasó de tal manera que aún me preguntó qué habría tenido que ver con los movimientos religiosos tradicionales. Y leyendo el libro “Lo!” - todavía sin traducir al castellano -, y a medida que profundizo en sus párrafos, una cierta nostalgia se apodera de mi alma. Súbitamente me veo transportado al invierno de 1904, en Shatley Bridge, Inglaterra (casi “veo” los deshojados árboles gimiendo por el viento.) Un lobo, que se suponía pertenecía al capitán Bains, se escapa para inmediatamente dedicarse a la faena de matar ovejas. Pero hete aquí que,
de acuerdo con los reportes, tal animal no existiría. Aunque si, como leemos, un gran “Perro Diabólico”. En rigor “algo” estaba matando ganado por placer. Mutilando algunos animales. Devorando otros. Y convenía llamarlo con un nombre misterioso. Las matanzas fueron tan numerosas que ciertos granjeros organizaron batidas. E incluso ofrecieron recompensas. Se llegó a contratar a uno de los mejores “sabuesos” de Inglaterra , pero todo resulto en balde. ¿Acaso no hay un parecido con esta historia y la ocurrida en Francia entre 1764 y 1767 en Gévaudan? Un acontecimiento, dicho sea de paso, que tuvo como protagonista a una criatura –según las señas – horripilante, bautizada como “La Bestia de Gévaudan”. La vida de casi un centenar de aldeanos - mayormente mujeres cayó en desgracia bajo las afiladas fauces de “aquello” que rondaba en las gélidas noches francesas. Es más: según los archivos de las aldeas, puso en vilo a Luis XV quién decidió que era hora de terminar con el asunto y enviar algún grupo oficial. El final de esta historia es controvertido. Pero todo indicaría que de la “Bestia Verdadera” no se volvió a tener más noticias. Y como decía. Mientras sucedía aquello en Inglaterra - como apuntó fielmente Fort - el Revival religioso se extendía desde Gales a tierras inglesas. En Rhymmey, Gales, la gente se volvía eufórica. Extrañas luces y sonidos desagradables se percibían en uno de los centros del Revival. En las Barrancas del ejército de salvación. Esto ocurre, precisamente, el 15 de febrero. Una semana más tarde se reportaban “anónimos” golpes en propiedades y una mujer muere inexplicablemente. El oficial de justicia era rotundo: “no hay ni el más mínimo signo de muerte”. Nos decía Fort al respecto: “Yo soy demasiado turbio en mis consideraciones acerca de posibles correlaciones. Para ser más preciso mi idea es que la catalepsia ordinaria es de rara ocurrencia. Tengo datos sobre tres personas, quienes en ese período (Invierno 1904-5) se salvaron del trauma de haber sido enterradas vivas.
Hay datos de extraños suicidios que pasaré sin detenerme a exponerlos.” ¿Extraños suicidios como los que pude relevar en la provincia de Chaco, Argentina, en la década del 90? Allí, por una breve temporada, imperó la moda de lanzarse desde un edificio municipal. Similar a lo ocurrido con los “suicidios” masivos de animales que se arrojaban al Río de la Plata por la misma época. Pero no nos detengamos. Y en tanto, las muertes de ganado seguían al orden del día. A consecuencia de las matanzas de Northumberland algunos granjeros guardaban bajo llave sus animales. Otros colocaban potentes luces en sus campos. Pero no había caso. Cuatro ovejas fueron muertas en Low Eschelles (y una en Sedhan) en el transcurso de una noche. Ya para diciembre de 1904 se habían organizado cacerías. Guardabosques. Leñadores. Granjeros. Cazadores deportivos llegados desde remotas aldeas. Y nada al fin. Los fenómenos paranormales, sin embargo, seguían su curso en Brigliton. Sea lo que fuera “algo” arrancaba notas musicales a un instrumento. Un ciclista fantasma rondaba por lúgubres callejuelas. Y en el Journal of the Society of Psychical Research se publicaba un informe referido a un testigo que, en inmediaciones del pueblo Hoe Benhan, había visto un enorme perro convirtiéndose en un burro. Y mientras se registraban sonidos extraños, ruidos de campanillas alertando a los policías (incapaces de desvelar el origen de tales manifestaciones), Fort meditaba en su departamento ornado de recortes periodísticos. Y se decía: “Pero en ninguno de estos sucesos es mencionado el hecho de que simultáneamente se estaban produciendo otros episodios” Y, quizá, digo yo, acariciándose el mentón y el montaraz bigote, su mente rondaba en el Revival. En rigor, no era para menos: “Según el Liverpool Echo del 18 de enero de 1905: Gales bajo el dominio de fuerzas sobrenaturales. Esta expresión surgía en alusión al desarrollo del frenesí en medio del Revival y las cosas o seres humanos que
lo acompañaban y que habían sido reportados”. Y entonces “gatillaba” su profundo –y poco reconocido – razonamiento: “El dominio era ejercido por una suerte de locura. La excitación era combustión o bien psicoelectricidad o casi cualquier cosa excepto lo que se suponía que era. Y quizás cuando de las “baterías” de los seres humanos fluye una fuerza ésta es tomada para su uso por las “cosas” luminosas que cuelgan (en el cielo) a su alrededor. Puede ser que esas cosas se alimenten de esas fuerza y luego crezcan, brillen, iluminándose con la nutrición que les provee el éxtasis (religioso) Vemos casos acerca de sorprendentes crecimientos de plantas al recibir algunos tipos de radiación o estimulación.” Y como si hiciera falta algo más, se agregaban a tan inusuales eventos las combustiones espontáneas de objetos y humanos. Blyth News, febrero de 1905. Vecinos denunciaron una columna de humo escapando desde la ventana de una casa. Inmediatamente ingresaron al domicilio por la fuerza. En un sofá, con los restos carbonizados, estaba Bárbara Bel de 77 años. Su cuerpo parecía haber sido lanzado en medio de una proficua hoguera. Horriblemente chamuscado. Según los trabajos de Harrison y Jenny Randles en su “Fuego del Cielo” (1980), habría una mayor incidencia de víctimas femeninas relacionadas con estas combustiones. Y no olvidemos - so pretexto de analizarlo en algún momento - que esta saña por el sexo femenino también parecería - curiosamente - reflejarse con los ataques del mítico Chupacabras. También de la bestia de Gevaudan. Pero no nos detengamos. Febrero de 1905. En Londres, una mujer que estaba sentada frente a la chimenea, súbitamente descubre que su cuerpo se halla en llamas. En el mismo mes, cerca de Southhampton, los vecinos del matrimonio Kiley oyen un sonido chirriante. Entran a la casa y hallan envuelto en fuego a la pareja de ancianos. Y ahondando en el meollo de la cuestión, Fort razonaba: “Pienso que nuestros datos están relacionados no con combustiones humanas espontáneas, sino con seres o cosas que por algún proceso
flamígero consumen hombres y mujeres. Pero igual que los hombres-lobos o supuestos hombres-lobo mayormente atacan mujeres”. Poco tiempo después –y a la saga de tremendos episodios- cuando las matanzas de aves cesa, se reportan, cerca de Newcastle, fenómenos de tipo Posterguéist. Firmado por el reverendo A.C Custance, un informe salía a la luz en el Journal of the Society of Psychical Research. Se hablaba de una joven sirvienta responsable de generar manifestaciones pirokineticas que acabó sucumbiendo a sus propios e incontrolables fuegos. En el Liverpool Echo se publicó una carta enviada por un facultativo en donde se sostenía que una frazada – o manto - fue hallada ardiendo en una habitación sin chimenea o fuego próximo. Y mientras acontecían estos sucesos, “algo” se ensañaba nuevamente con los pollos de una granja. Fueron todos encontrados muertos de la misma sufrida manera: los cuellos retorcidos. “De 250 aves –afirmaba el señor White- salvé solamente veinticuatro” La piel alrededor del cuello, desde la cabeza al pecho, fue extirpada; la traquea removida de su lugar habitual. Pese a custodiarse el gallinero - y en sí esto es curioso - día y noche, cada vez que se lo inspeccionaba surgían cuatro o cinco aves muertas. ¿No será que se mataban entre ellas? Pero me reservo para el final. Y ante semejantes informes alguien dirá: ¿pero se trata de sucesos reales o son sólo productos de unas mentes sugestionadas y alteradas bajo los efectos de, quizá, algún alucinógeno? En rigor, podríamos decir que las alucinaciones son más frecuentes de lo que imaginamos, y que la gente muchas veces ve lo que quiere ver. Otras, son víctimas de engaños descarados. Las combustiones espontáneas fueron explicadas como un proceso que se produce cuando una persona está en cercanía a algún fuego, (sea incluso un cigarrillo) y sus prendas de vestir están formadas por algún material combustible. Generalmente se quedan dormidas, (o sedadas por el alcohol, droga ) y para cuando sucede el fuego es demasiado tarde. Otras, se trata de atentados, o asesinatos, donde a la persona se la rocía con gasolina y luego se culpa a las
combustiones espontáneas. A todo esto: ¿qué pasaba en el Revival religioso? Locuras. En las grandes tiendas los empleados empezaban a batir palmas, dejando absortos a los clientes. Las mujeres, dirigidas por subrepticias visiones, detenían los automóviles, plantándose en medio de las calles. Con incesantes voceríos se trataba de acaparar seguidores. Un hombre en Tunbridge Wells, entendiendo de manera literal una frase se amputó la mano derecha. Por las noches surgían desconocidos que, liderando una tétrica procesión, marchaban empujando “sus ataúdes”. Y lo mismo ocurría en todos los ámbitos ingleses. No por nada, el Liverpool Echo decía: “Cuando veas una de esas procesiones, debes escapar como si lo hicieras de un toro embravecido” En una ciudad, un hombre iba de tienda en tienda devolviendo cosas que jamás había robado. Gavillas de chicas, que vagaban por las calles, entraban precipitadamente a las iglesias quebrando la monotonía del lugar. Batían palmas. Alucinadas. Gritando. E incluso llorando. ¿Qué ocurría? ¿Es qué todos se estaban desquiciando? ¿Por qué tanta excitación popular? ¿Será posible que una población, sumida en el primitivismo por un movimiento religioso, genere tales eventos sin explicación? ¿Es la misma comunidad la culpable de los fenómenos insólitos cundiendo por doquier? ¿o hay “algo” que dirige con detalle sus pasos, como decía Fort, hacia la “infantilidad” ? Como sea, las extrañas manifestaciones (ora combustiones, ora hombres-lobo, ora luces celestes, ora ángeles y fantasmas) chocan duramente con las mentes criticas. Y también con la “Policía Oculta” atareada en “resolver un problema solamente para fabricar otro, fijándose en la convencionalidad de los pensamientos humanos para perpetrar un encubrimiento” (cita de Charles Fort) Ahora bien, de acuerdo con Scott Rogo, el Revival de Gales fue una autentica “locura”. Con lo cual concuerdo totalmente. Que fue una “locura” no me cabe duda. ¿Por qué fue? Es otra pregunta que habrá que plantearse con seriedad. No obstante, las
manifestaciones pueden suceder por eventos inverosímiles, como la muerte de un chico de 15 años (que sucedió en Grecia hace poco) o cualquier otro tipo de situación que haga que la población se altere. Todo depende de la cultura. Lo que dudo mucho, y con esto finalizo, que dependa de fuerzas sobrenaturales.
VIDA DESPUES DE LA MUERTE
En mi opinión, está es una única verdad que importa en este mundo: saber si realmente tenemos trascendencia tras esta vida. Y para ello, el lector habrá adivinado que existen diversos caminos de comprensión. Dejemos de lado las experiencias místicas (porque son personales y no valen como evidencias para todos los mortales, salvo algunos casos inquietantes, desde luego).¿Qué estudios serios hay acerca de la vida tras esta vida?. Casi ninguno. Y sin embargo, allí se alza la Transcomunicación. Allá, las ECM (Experiencias Cercanas a la Muerte). E incluso el atrevido Efecto Delpasse, que tiempo habrá para explicarlo. Pero, así y todo, la visión materialista de la humanidad se mantiene inalterable. No bastan estas esquivas respuestas. Aún no hay algo que demuestre a todos, sin lugar a dudas, que la vida continua tras esta. Por el contrario, todo nos indica que no hay nada más. Y aunque no es mi intención brindar una contestación definitiva a este misterio - porque si la tuviera estaría en paz conmigo mismo y no lo estoy - intentaré esbozar lo poco o mucho que he investigado al respecto. Y para hacerlo dejaré que los propios protagonistas - y la nutrida información - guíen mis pasos a algún asidero concreto. Porque –es hora de saberlo –soy demasiado crítico. Y - cómo sabrán si no los hice bostezar siempre dudo.
BUSQUEDA EN EL TERRENO “En aquella casona pasan cosas muy raras” La frase, acuñada por un entrevistado en la provincia de Mendoza, no me dejaba lugar a dudas: debía personarme en el lugar. Y como me ocurrió con tantas otras casas y mansiones que gozan de lo arcano entrometiéndose en sus vericuetos y resquicios percudidos por el tiempo, aquella casona que otrora fuera un sitio de retiro espiritual para monjas ortodoxas, hoy llenaba de miedo a José, el cuidador de la misma (véase foto adjunta). En la breve, pero contundente plática mantenida con aquel hombre pude comprobar como una vez más, “algo” –no sé definirlo: sueños lúcidos, alucinación, falsa percepción – alocaba a las personas al mejor estilo poltergueist. Según me confesó José, veía sombras huidizas de lado a lado de la propiedad, los muebles se corrían, y ya en la cama, algo lo sujetaba con fuerza impidiéndole levantarse. Tan es así, que un grupo de investigadores de lo extraño, del lado chileno, se presentaron una noche a investigar los misteriosos sucesos ahí gestados. Y, cual sería su asombro, al toparse cara a cara con lo desconocido, con “aquello” que porfiaba en sujetarlos y encerrarlos en las propias habitaciones. Al menos esto nos contaba el cuidador José. Sin embargo, historias como esta están llenas. ¿Son acaso reales? El problema surge cuando uno va a investigar con rigor crítico estos hechos: sencillamente no ocurren. O no se manifiestan como dicen que hacen. Y claro, esto no hace otra cosa que levantar sospechas. Así y todo, ¿quien no habrá sentido en alguna noche sin luna la sensación, picante y electrizante, de “algo”, una presencia acompañándonos en la oscuridad de una habitación silenciosa? ¿Cuántos tuvieron la oportunidad de ver, sea durante milésimas de segundos, algo entrometiéndose en esta realidad, una sombra, un rostro,
una silueta amorfa, a través del rabillo del ojo? Lo digo, todos conocemos estos hechos. Todos reconocemos estas sensaciones sugestivas. Y todos sabemos de los fantasmas y sus incursiones en la soledad de las casas abandonadas o en las vacías y desoladas rutas. Muchos –no es mi caso – no tienen dudas de que existen. Pero ¿es posible que alguien, algún médium, sea capaz de percibirlos? Yo no lo creo, sinceramente. Y hablar sobre esta teoría - ya popular diría – de fantasmas, no me satisface. A priori pienso en falsas percepciones, en fraudes (como ocurrió en 1920 en Buenos Aires, con un fulano que decía ver fantasmas y resultó que lo que veía era un hombre cubierto con sábanas blancas que se vestía así para ahuyentar a la gente de los juegos clandestinos de póker), o anhelos concebidos por la mente. He visto innumerables veces a los investigadores del misterio adentrándose en casonas, magnetófonos en mano, y entablando conversaciones con la nada. Yo mismo lo he hecho. Oyen un crujido de piso y alerta exclaman: “¡un fantasma!”. Si la credulidad y afán de fantasmas es guía de tales aventureros, puedo dar mi firma de que siempre verán algo. Por el contrario, cuando se investiga con rigor, no sucede nada de nada. Y esto, muy por el contrario, es desconsolador para aquellos que esperamos realmente una genuina evidencia.
VOCES DESCONOCIDAS Y si hablamos de las evidencias que muchos consideran definitivas de la vida después de la muerte, entonces a no dudarlo, allí están las psicofonías y las psicoimagenes. Y todo comienza con las casuales voces que registró Friedrich Jurgenson - con su magnetófono portátil - inmerso en los bosques de Molnbo, el 12 de junio de 1959.
Hasta estos días, los registros han ido en aumento. Y son muchos, demasiados los apasionados por esta temática tan atractiva y misteriosa. Aquella noche en que me encontré con Pedro Amoros, experto español de este tema denominado Transcomunicación, auguré grandes descubrimientos. Había pasado a buscarme por el hotel donde me alojaba en Alicante, España. Y mientras conversábamos de los misterios que nos rodean, la futura incursión a medianoche en una mansión abandonada en la sierra, pensé que no había nadie mejor en el mundo que pudiera ponerme en antecedentes con respecto a las grabaciones del Más allá. Pero su negativa rotunda me descolocó. No podía asegurarme que aquello - con lo que incluso entabló comunicación “in sittu”- pudiera pertenecer al Otro Lado. Ya instalados en su sótano - decorado con antigüedades, equipos de alta tecnología, cámaras de fotos, ordenadores y un sin fin de enseres curiosos - y a medida que me enseñaba las miles de grabaciones de voces desconocidas, tuve un pálpito. Y pensé, con toda mi humildad, que aquellas voces que oía tenían un alto grado de incoherencia, y ello, ¿no podía significar que eran rescoldos de sonidos impregnados de alguna manera en el ambiente? Pero Pedro lo negó rotundo. Aquello no podía impregnarse. Aún así, su origen era incierto. Más bien eran, me dijo, como si uno captara una comunicación por radio de una emisora desconocida, tal vez de otra dimensión, pero ello no significaba de las fauces de la muerte o el Más allá. Y callé. Pero luego haría mi propia incursión en estos empantanados terrenos del misterio. Y allí, una vez más, notaría aquel detalle. Y otros muchos, también percibidos por Pedro. Y no quiero ni deseo refutar a nadie – ni arrojar descrédito - con este capítulo, pero en beneficio a la verdad que pretendo albergar en mi corazón, describiré mis más profundas opiniones que, lo sé, a muchos defraudarán y a otros ilustrarán. Pero, así y todo quiero saber ¿Qué es la Verdad? Para aquellas mujeres oriundas de San Isidro, en el partido de la
provincia de Buenos Aires, esa verdad eran las grabaciones del Más allá. No había razón que les quitara de las cabezas esta certeza. Y es que, según me confesaron, fue en virtud de las grabaciones efectuadas con un magnetófono casero que pudieron comunicarse con su hijo - y hermano - fallecido, asesinado impunemente por unos malhechores en su propio domicilio. Debo ser franco. Aquellas damas estaban destrozadas, no veían más que injusticias y tristeza, y habían decaído en su esperanza de una vida futura a raíz de la cruel masacre a su hijo. Y pensé ¿Cómo podrían cambiar ante algo semejante? Las religiones, me decía muy lógica Natalia, la hermana del joven asesinado, caen en balde ante hechos de tal envergadura. Los gurúes de turno, también. ¿Y quien puede sosegar el mar de incertidumbres que se agita en los corazones de personas como ellas? Sólo una cosa, al parecer, pudo poner freno a las miserias.: las grabaciones psicofonicas en su domicilio. Y mientras la madre, en una entrevista filmada que mantuvimos en su casa - a minutos de realizar yo mismo una psicofonía y que pronto subiré a mi Blog - me comentaba su cambio mental con las grabaciones de su hijo desde el Más Allá, yo me hacía más incrédulo. Y no voy a negarlo. Pensé que se trataban de anhelos concebidos por la mente en estados alterados o shock nerviosos. La pérdida de un hijo, me dije, puede desencadenar fuerzas - y cambios fisiológicos incontrolables. ¿Por qué había que pensar que su hijo se comunicaba con ellas? Entonces pusieron PLAY y me tragué momentáneamente mis palabras. Y no sólo eso. Según me dijera Natalia, su hermano podía contestarles preguntas que ellas les hicieran. Y escuché anonadado. Pero - siempre es así - dudé. Tras las preguntas de rigor, había llegado la hora en que uno mismo, junto al investigador Carlos Turus , Jorge Nañez y las mujeres, hiciéramos una prueba de campo con un magnetófono.
Y apagamos las luces. Y grabamos con visor nocturno. Aquella sala comedor, silenciosa y con una mesa redonda de apoyo a nuestros equipos y nuestros codos, fue el escenario. Y uno a uno, los que participábamos de esa experiencia, preguntamos algo que nos inquietaba. Y esperamos, silenciosos, meditabundos, una respuesta...¿del Otro Lado?. Y cuando luego reprodujimos la grabación, ante nuestra inquietud, una voz, metálica y desintonizada, dijo imperiosamente “Me llamaron”. Y enmudecí. No podía ser. Y pregunté - cuando llegó mi turno - con toda mi incredulidad posible y negándome en redondo a que aquello fuera cierto: ¿Cómo es el Más allá?. Y, tras la reproducción, oí el metálico: “Un Abismo”. Y allí está el vídeo que demuestra esta experiencia. Pero, pesé a esta evidencia - y pido perdón a aquellas buenas gentes que si lo creen - algo me impide creer que aquello, en efecto, es una comunicación con el Otro Lado. Debería seguir estudiando este caso, analizando, desechando teorías y experimentando para saber si es válido o no. Ahora sólo me limito a comentarlo. Quisiera, de paso, mencionar las estadísticas. A lo largo de los años he podido cotejar, tanto de mis propias investigaciones de campo como la de otros colegas y amigos profesionales.: 1. En aquellas oportunidades que se registraron sonidos de melodías, disparos, gritos etc, noté que tienen el mismo timbre metálico que las voces, indicándome que su origen podría ser el mismo. (ya subiré esto) 2. En algo coinciden los especialistas. Sólo con el tiempo es dable poder registrar grabaciones, luego de mucho esfuerzo y prácticas. Y eso me inquieta ¿No será que ello se debe a que el operador se está predisponiendo?, ¿O está haciendo sintonía con aquella otra dimensión desconocida?. Yo creo que su oído se prepara a oír lo que no está de forma corriente.
3. La carencia de sentido total de las grabaciones. De todas aquellas grabaciones que escuché –y que ofrezco a quien tenga curiosidad – se denota no sólo la cultura, muchas veces indocta, de las voces, sino como una monótona repetición de algo ya ocurrido. 4. Es muy raro, cuando no improbable, que el operador registre voces en otra lengua ajena a la suya. Y aunque Pedro me ha mostrado registros en latín, se mantiene un gran porcentaje de voces adecuadas a la lengua - o mejor: el país - de quien está grabando. Por todo esto, me mantengo en mis treces: todo me lleva a la duda. Porque al grado de incoherencia de las grabaciones, se le suman las distorsiones, la posibilidad de que algún resabio ambiental desconocido interfiera, o incluso que el magnetófono registre voces de vivos a distancia, dado que los sonidos se transmiten. Sobre todo esto último. Es por eso que, salvo que alguien alguna vez me presente una comunicación directa y en vídeo con un ser del Más Allá –como dice haberle ocurrido (?) a Faruk, un curioso entrevistado mío que ya relataré en mi Blog - , todo lo demás me parece hipotético. Y no llenan mi búsqueda de respuestas. Eso no quita que, como digo, a otros les satisfaga y les brinde esperanzas sobre la Otra Vida. Lamentablemente – y me cuesta reconocer que sea así – no es mi caso. Aprovecho a aclarar que no perdí contacto con Pedro Amorós. Pero tras hacerme miembro del SEIP, le pedí que me retirara de su grupo pues lo mío siempre ha sido la investigación en solitario, sin pertenencias a grupos. No obstante lo que se diga de Pedro, yo lo conocí en persona y puedo dar fe que es una persona íntegra y fiel a sus valores. Puede errar en sus conjeturas -¿quién no? - pero es un ser humano que busca respuestas. Y eso ya lo hermana a mi.
UNA TEORIA INQUIETANTE ¿Es posible capturar, mediante equipos electrónicos, el momento en que el alma o espíritu abandona el cuerpo? Desde luego, en el supuesto de que tal cosa existiera. Todo comienza con unos experimentos con electroencefalogramas. Y el estudio de las ondas cerebrales. Así, el neurólogo Grey Walter advirtió que antes –milésimas de segundos- de que fuera tomada una decisión –sea, por ejemplo, tomar un vaso de agua para beber – el cerebro dispara una onda singular (denominada por el doctor Walter, onda inductora.) Tras amplificarla –y colocar los electrodos correspondientes -, notó que sus pacientes podían encender, por ejemplo, un televisor con el solo deseo de hacerlo. Era suficiente que tuvieran la voluntad de apretar el botón de encendido para que, en efecto, la pantalla cobrara vida. Pero al cabo notó que aquello se iba difuminando a medida que la curiosidad por este hallazgo desaparecía. Y así, aunque sus pacientes intentarán encender con toda su voluntad el televisor, aquello ya no respondía a sus motivaciones. La sensación de novedad había pasado. Sin embargo, Jean Jacques Delpasse se excitó con la idea de encender un televisor con las ondas del cerebro. Y se puso en marcha su investigación. Al poco, se dio cuenta que el cerebro poseía la capacidad de saber discernir lo que es digno de registrar y almacenar, y lo que es insignificante, tal como la orden de encender un televisor. Pensó que, si al cerebro se le enseñaba que registrara la orden de encendido, de modo de memorizarla, podría impresionar en las moléculas de la memoria de manera importante. Y así encender siempre la televisión. ¿Pero que son las moléculas de la memoria?. Digamos que los responsables de este descubrimiento fueron unos inocuos gusanos. O más o menos. Vamos al mito. A través de los experimentos de James McConnell y Robert
Thompson se descubrió que aquellos platelmintos o gusanos –que viven en las aguas infectas – poseían memoria. Lo increíble del hallazgo es que aquellos organismos tan elementales se les podían enseñar. Y lo demostraron cada vez que se los iluminaba y , acto seguido, se les daba una descarga eléctrica. Al cabo de buenas pruebas, los gusanos habían “agendado” la orden de comprimirse cada vez que la luz insidia en ellos, esto es, antes de la “picana”. Pero eso no era todo. Al dividirlos a la mitad, y luego de que se regeneraran, comprobaron que ambas partes habían retenido la información. Es decir, ambos gusanos seguían encogiéndose al darles la luz. Lo curioso, lo llamativo del asunto era que se procedió a cortarlos en pequeñas porciones y, con ellas, alimentaron a otros gusanos que no habían aprendido la lección de la luz. Al cabo, los científicos no podían creerlo. Aquellos gusanos ahora también respondían al mismo comando. Detengámonos aquí. Esta historia, completamente absurda, fue desmitificada innumerables veces, pero así y todo sirvió para el alucinado experimento Delpasse. Y se fue más lejos. Se repitió algo semejante con ratas de laboratorio. Como sabemos, hay un rechazo instintivo en estos animales por la luz, eligiendo siempre vivir en hábitats oscuros. Pues, el profesor Georges Ungar – farmacólogo – decidió acostumbrarlas a plena luz. Luego, las sacrificó. Y extrajo una sustancia química de los cerebros (ARN). Pero lo más aberrante fue cuando inyectó aquel químico en ratas que no habían sido sometidas a ninguna prueba, dando como resultado algo increíble: ahora temían a la oscuridad, en lugar de la luz. Sí, otro mito. O timo. Esto – a no dudarlo – igualmente generó muchas controversias. ¿Al fin era nuestra memoria parte de la carne y no de nuestro espíritu? De ser así ¿entonces qué ocurriría al morir nuestro cuerpo físico? ¿Perderíamos nuestros recuerdos? Pero Delpasse tenía otras muchas teorías.
Si aquel descubrimiento con gusanos y ratas era acertado, nuestras experiencias quedan retenidas en la memoria, y esta, a su vez, forma sustancias químicas. Pero, pensó Delpasse, ¿sería posible que aquella información enseñada a una persona fuera visualizada en una pantalla al momento de morir? ¿Sería capaz el espíritu, al abandonar el cuerpo, de llevar consigo los registros de la memoria en la conciencia? Y se puso a ensayar. Quería generar unas moléculas de memoria portadoras de un simple mensaje identificatorio: encender el televisor. En efecto, de toda nuestra vasta memoria, Delpasse se ensañó con unos solos contenidos. Y lo hizo, porque, si todo salía como pensaba, aquellos contenidos podían ser visualizados en alguna máquina. En sencillas palabras: se propuso construir un “detector de almas”. Y si era posible tal hazaña, como digo, al salir los contenidos de la memoria retenida, en el momento del óbito, la pantalla conectada debería encenderse justo al pasar la orden de encendido. Aquel momento llegó con una paciente moribunda con una fatal hemorragia hipertónica. Al caer en estado de coma, incapaz de producir consciente - y voluntariamente - ondas inductoras, ya con todos los síntomas definitivos de la muerte cerebral, encendió la pantalla, tal y como lo dispusieron Walter y Delpasse. Y es esta señal - arañando el umbral de la muerte definitiva - lo que se denomina Efecto Delpasse. ¿Prueba la supervivencia del alma? ¿Garantiza la inmortalidad del espíritu o, cuando menos, la conciencia? ¿O es posible que aquella información almacenada se pierda tras la disolución final del cuerpo, y aquella señal no sea más que un eco, semejante a cuando desconectamos la corriente eléctrica y la luz, por breves segundos, permanece encendida? No, mis queridos lectores, no es más que un gran timo, un intento por darnos una explicación sobre la vida después de esta vida con nociones pseudocientificas sin demostrar. Parte desde un supuesto fraude de los
gusanos y arrastra la alocada idea hasta convertirlo en todo un experimento. Recomiendo El mundo y sus demonios, del reputado Carl Sagan para zanjar de una vez este asunto.
TESTIMONIO MEDICO SOBRE LAS ECM (Experiencias Cercanas a la Muerte) Aquí se pone tenso el asunto. Y mis dudas decaen un poco. Sólo un poco. Las Experiencias Cercanas a la Muerte fueron mundialmente conocidas por los trabajos de del doctor Raymond A. Moody, donde en su best-seller “Vida después de la Vida”, relata un acervo de testimonios reales sobre gente que, luego de ser dada clínicamente como muerta, volvió a la vida. No sólo eso. Aquellas personas habían visto cosas asombrosas e inquietantes, y ahora tenían algo que muchos de nosotros carecemos: convicción sobre el Otro Lado. Entonces empezaron los archiconocidos testimonios. El túnel y la luz al final. Los familiares y amigos fallecidos acompañándonos. La hermosura y paz de aquella luz. Los seres angélicos. Etcétera. ¿Pero eran ciertos estos relatos? Indudablemente sí. Lo que ya se ponía en tela de juicio –al salir más médicos a exponer sus casos – era la naturaleza de aquellas visiones. ¿Podían ser meros estados sugestivos? ¿Algún rescoldo químico del cerebro que, al decretarse la muerte, genera alucinaciones? ¿Un químico singular que no es detectado por los modernos equipos? . Lo cierto es que volvían a la vida. Y, necesariamente - pienso - ese regreso debía efectuarse porque había quedado tal vez algún remanente energético en algún lugar indefinido del cuerpo. ¿O era milagro divino? Pero será mejor que un médico hable por mí.
Y, en todo sentido, la Dra. Norma Incataciato5 tenía mucho para decirme de sus experiencias con ECM aquella tarde de Julio en que la entrevisté. En pleno centro de Buenos Aires, a metros del obelisco, emblema nacional de la Argentina, tiene su clínica privada una mujer muy especial. Doctora desde hace más de media vida, a sabido conservar una envidiable belleza resistente a los embates del tiempo. Llegué inquieto y nervioso – como es mi costumbre – y esperé en la sala, mientras su secretaría de ojos celestes me miraba de hito en hito. Al fin oí su voz. Tras presentarme, aquella dulce mujer me tendió su suave mano que estruje apurado. Nos sentamos en su despacho, y de inmediato, sin mediar palabra, recosté pausadamente la grabadora direccionándola hacia ella. Y: - ¿Cómo han sido sus experiencias con personas en estados cercanos a la muerte? - La primera experiencia que me turbó ocurrió hace alrededor de treinta años, fines del 60 aproximadamente. Ocurrió a una persona que estuvo en coma, que yo tuve cuando estudiaba medicina. Y en aquel momento no tenía ni noticias de nada al respecto, ahora, es cierto, es más vox populi, que la gente pasa por un túnel y ve una luz, pero en aquel tiempo era desconocido. Estaba en una sala de enfermos neurológicos y, como te digo, este paciente estaba en coma, en un coma muy profundo. Los propios médicos, ante el hecho inevitable, solían bromear, para alivianar la tensión, de su inminente final. Y sin embargo, a los pocos días, aquel paciente volvió de aquel coma que era irreversible. Y me dijo a mi, “doctora, yo escuchaba,
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La Dra. Norma B. Incatasciato, titular de Bioesthetique®, es Médica Cirujana, egresada de la Univ. de Córdoba y Licenciada en Medicina y Cirugía
yo quería decirles lo que oía; los veía desde arriba, y yo escuchaba que decían este no pasa de esta, este no puede sobrevivir, pero yo les quería decir que sí iba a vivir, que estaba acá, que no me iba a morir, que quería seguir viviendo”. Aquel fue un shock muy grande para todos, especialmente para el responsable de aquel paciente. Fue muy duro. Esta fue la primera experiencia que tuve y que me movilizó muchísimo. - ¿Y qué ocurrió luego? - Y digamos que sembró la semillita para que luego yo empezará a estudiar e investigar estos importantes temas. Así pasaron los años. Y por los años 80 y pico, un paciente que tenía entonces me comenta algo que nunca le había dicho a nadie. Había tenido una experiencia muy extraña. Tras un accidente que tuvo con otra persona, se vio mientras intentaba reanimar a su compañero. Pero esto, en realidad, no había sucedido. El se veía a si mismo y a la otra persona que quería reanimar, aunque su cuerpo estaba tirado, junto a su compañero. Al fin, su compañero murió. Pero él lo supo todo pese a estar inconsciente y despertar luego en el hospital.
Aquello, una vez más, me puso inquieto. ¿Era posible que un cuerpo desmayado pudiera contemplarse a si mismo? Pero dejemos que sea la doctora Norma quien continúe. - Yo trabajé durante muchos años en una sala oncológica, donde había enfermos terminales. Y allí había mucha aceptación del tema de la muerte. En realidad el enfermo oncológico, el enfermo canceroso sabe que se va a ir, aunque no lo quiera admitir. Y aquí hubo otro caso que me llamó muchísimo la atención. Era una chiquita de quince años, que el día mismo que iba a cumplir esos quince años sufre un paro cardíaco. Ella estaba muy, muy mal, tenía una leucemia. Y, tras el paro, la gente del hospital intentamos reanimarla y lo logramos. Días después, ella me cuenta que estaba tan contenta, porque había visto una luz muy poderosa y brillante. Además, se había encontrado con su abuelita. Y aunque ella no la había
conocido nunca, su madre le había mostrado fotos en un momento y recordó que era la misma. Y estaba tan feliz en aquel lugar que ella se hubiera querido quedar ahí. Y me dijo, “Yo ya no tengo miedo, y cuando me tenga que ir, mi abuelita me va a estar esperando”. Lo reconozco sin vergüenza. Aquellas palabras me sacudieron mi apoltronado escepticismo. Pero continuemos. - ¿Y qué tipo de explicación científica podría darle a semejantes experiencias? - Yo creo que al margen de la formación académica que uno tiene, que debe ser pragmático y funcionar por una sola vía, creo que lo más importante que tiene el ser humano es el espíritu. Y entonces creo en la trascendencia del espíritu. No desde el punto de vista religioso. Creo que uno trasciende esta vida, que hay otras vidas. Incluso he hecho terapia a vidas pasadas, llegando a verme en otros momentos. Es difícil, Sebastián, saber si es el deseo de la gente lo que produce las visiones. No tengo pruebas de la luz, y creo, porque creo lo que me dice la gente. La entrevista, como el lector imaginará, se prolongo más de la cuenta. Y cada nuevo relato testimonial era como un flechazo hacia mi escepticismo. Al fin, me despedí de Norma abrazándola y prometiéndole – siempre lo hago – mantenernos en comunicación vía e-mail. ¿Y qué pienso de estas impresionantes experiencias?. Pues primeramente deberíamos verificar con varios casos esas experiencia donde el paciente tiene un conocimiento superior de lo que está ocurriendo mientras está en coma o muerto. Es muy posible que la mayoría de estas historias sean experiencia prenatales: es decir, de antes del nacimiento. Cuando uno viene el mundo también pasa por un túnel (cuello uterino), ve una luz al final (que pasa por los párpados cerrados) , y es recibido por un ser cariñoso, (el médico y la madre misma). Las ECM podrían ser esto: un reseteo del cerebro que induce, como
en un ordenador moderno, a volver al principio de la memoria. Y el principio registrado es aquello que más nos ha conmovido al venir al mundo, nuestro nacimiento. Desde luego, esta explicación - que ha ganando bastantes partidarios - decae cuando se muestran evidencias muy concretas. En el caso de la Dra Norma, aquella niña que vio a su abuelita sin conocerla podría ejemplificar muchísimo. Aunque muchas veces se sueña con cosas parecidas a la realidad. Hay que analizar más casos basándonos en esto mismo, no descarto que las ECM sean una puerta hacía la Verdad. Pero todavía, - quizá porque yo no he entrevistado a los moribundos - no alcanza a satisfacerme por completo. Necesito escuchar yo los testimonios en persona, y no que me los cuenten o simplemente los lea. Lamentablemente siempre llego a la misma conclusión: siendo seres materiales, de carne y huesos, qué difícil se me hace pensar que quede por ahí, vagando en la eternidad, una copia de nosotros con nuestras memorias y experiencias que siempre han encontrado refugio en nuestros cerebro Es como pretender que en nuestro ordenador, al destruir su disco rígido, por alguna misteriosa razón queden los archivos en algún lado invisible.
NAZIS EN BARILOCHE
No pude evitarlo. Durante una semana entera me dediqué a buscar aquellas bases que supuestamente habrían servido de apoyo a los Nazis en la zona de San Carlos de Bariloche. También, literalmente, me sumergí en creencias inverosímiles para intentar encontrar el eslabón perdido de la verdad (o en su defecto la siempre mentira detrás de bambalinas). La idea -o hipótesis- de la llegada de Adolf Hitler a estas regiones luego de la desastrosa caída del III Reich no es algo que deberíamos dejar pasar desapercibido. Porque se sabe que hay varios relatos en cuanto a la historia de su muerte que no concuerdan. Y en efecto, al analizar las falencias, junto con la llegada masiva de submarinos a las costas argentinas en la década en cuestión, la posibilidad bien tajante se hace sonar sola. Y es que tantos Jerarcas emigraron a Sudamérica que me cuesta creer que el mismísimo líder no haya tomado el mismo derrotero. Ahora bien. Sea o no cierta la teoría de que Adolf Hitler arribó a las gélidas zonas de la Patagonia, de lo que no hay duda es que hubo y hay asentamientos alemanes y nazis en toda la región. En especial en la cuna del nazismo: San Carlos de Bariloche. En su libro “Guía turística de los nazis en Bariloche” Abel Basty nos relata aquellos insospechados parajes por los cuales peregrinó la “descendencia” nazi en sus últimos días. Llegando a asentar reales bases en importantes lugares de Bariloche. Y dejando tumbas atípicas como muestra del paso alemán por esta zona.
Me siento predispuesto a relatar dos de aquellas edificaciones que supuestamente se atribuyen a los nazis. Y he separado estas dos por su difícil acceso y su elocuente ubicación geográfica: casi imposible acceder a pie, salvo que hagáis lo que hizo quien les relata esto. Empecemos por señalar que Basty hizo un modesto trabajo de recopilación e investigación, pero es muy deficiente en cuanto a la localización exacta de los lugares. Pues, habiendo mil y un carteles para señalizarnos el alojamiento de dichas bases, nos guió dicho sea de paso para otro lado. Pero la perseverancia, querido lector, siempre guía al buscador.
TORRE MALDITA Demos inicio a la Torre Sarracena o Torre de Bustillo, como comúnmente se la conoce en honor al mejor arquitecto con que contó Bariloche. Esta torre de estilo medieval está enclavada en un inmejorable paisaje y en un punto estratégico de gran alcance. Dicen los que la han visto, (y los que la quieren ver) que solamente por embarcación es dable echarle un vistazo. Por otro lado, la misma torre se encuentra dentro de una propiedad privada, lo que hace más complejo su acceso. Sin contar que el cartel poco amistoso, “Cuidado con el Perro”, le aligera a uno el almuerzo antes de lo debido. Llegamos (mi compañera en esta nueva aventura y servidor) cercano al mediodía. Y tras peinar la zona, preguntando qué autobuses tomar, qué carteles seguir, y perdiéndonos en malezas poco claras, dimos con la indicación correcta. Y ahora que leo esto que acabo de escribir pienso: tres renglones para definir lo que fue un día de búsquedas y preguntas por doquier (las gentiles militares de la Fuerza Aérea de Bariloche sabrán comprender). Porque ni bien llegamos a la Península de San Pedro - donde está alojada la Torre medieval - tuvimos que avanzar a pie (no hay colectivos salvo el 22 que sólo funciona rara vez en verano) unos tres kilómetros hasta dar con el cartel de
“Área Militar, prohibido su acceso”. Lo cierto es que, según nos indicaron, viniendo desde el camino donde empieza la Península (es decir, donde el transporte 20 os dejará) en el Ahumadero de la familia Weiss debemos detenernos. No como hicimos nosotros que rondamos en todas direcciones preguntando a aquel bueno de Dios que se nos cruzara en la nada que era aquel lugar. Una vez llegado a este lugar, donde probaréis algunos manjares de su confección, debéis seguir ascendiendo hasta coronar un cartel grande donde el camino se divide en dos. Pues tomad hacia la izquierda, por un camino pavimentado en parte, y luego de tierra. La pregunta aquí es ¿donde queda la Torre de Bustillo? Y los pobladores y residentes –si hay alguno -sabrán responder con la lacónica: al fondo, en propiedad privada. Creo yo que eran las 15 hs de la tarde cuando nos detuvimos ante la generosa tranquera que nos separaba de aquella inmensa propiedad. Tocamos timbre por algunos minutos (exactamente 30 minutos) y nadie salió a recibirnos. El silencio de la zona era apabullante, los árboles, gigantescos, parecían instigarnos a la mirada. Y viendo que no pasaba nadie por la zona, pensé en lo que no es recomendable hacer, pero que al fin fue peor lo que luego hice. Tentando estuve por saltar por el portón. Mi compañera, sin embargo, me aconsejó prudencia, señalándome el cartel de “Perros sueltos”. Y los ladridos no tardaron en hacerse oír. Y con ellos, mi último intento de poder fotografiar la torre se iba por mar. Pero debía tomarle una foto, me dije. Aunque sea una. Y recorrimos en todas direcciones la región, averiguando en propiedades limítrofes la posibilidad de contemplar cuando menos la silueta de la Torre. Y nada. Cansados y agotados, un propietario nos salió en auxilio y nos indicó cómo podríamos llegar al lugar y divisar dicha torre desde la costa. Nos señaló un camino, y nos permitió que ingresáramos en una propiedad privada, aledaña a la suya, en donde “los dueños no estaban”. Aprovechamos y nos deslizamos por un pronunciado acantilado hasta la costa atiborrada de piedras de origen volcánicos, de todas las
formas y grosores y filos y colores. Avanzamos hasta que el camino pareció tragarse por el lago Nahuel Huapi. Y perdimos el sendero. Retomamos por otro perímetro y nuevamente todo parecía perderse. Fue entonces que nos separamos. Mi compañera me aguardó aligerándose del peso, y refrescando sus pies al agua. Y quien relata esto decidió escalar una pendiente de rocas agudas, hasta dar con una playa y un muelle desolado. Recorrí unos dos Km. entre rocas hasta dar con una elevación importante en torno a la cual se erigía una Cruz con un Cristo en las alturas. A mi derredor el camino se estrechaba hasta desaparecer en el lago. Entonces recordé las sabias palabras de otras personas que vieron la Torre que me advertían que sin embarcación era imposible. Decepcionado, no me iba a ir sin al menos una foto del Cristo. Y, como un felino, trepé cuán veloz pude una pendiente dificultosa, pensando a cada tramo que la bajada me iba a resultar una asunto empantanoso. Desde la cruz el viento de las alturas se hizo sentir con más ímpetu. Y vaya uno a saber porqué (dirán que fue el subconsciente, la curiosidad) vi un sendero que me predispuso a seguirlo. Así llegué a una especie de mirador de estilo medieval que me indicó a las claras que la Torre no podía estar lejos. Y dicho y hecho. Apenas me acerqué a contemplar aquel mirador espectacular, a mi costado derecho divisé una tremenda construcción pegada a un risco, dominando todo el lago desde las alturas. En efecto, la Torre. Como un poseso, me vi fotografiando cuantos ángulos me permitía el lugar donde estaba. Y de pronto otro sendero. Y lo seguí. Y al fondo, alzándose desde la pura roca, la Torre en unos de sus perfiles...y también la casa con los dueños de la propiedad, los perros sueltos y los ladridos que me advertían debía retornar lo antes posible a la costa. Luego de unas tomas, corrí cuan veloz pude hasta llegar al Cristo. Me
deslicé como un felino por la pendiente del promontorio hasta dar mis pies en una oquedad en la roca. Así, lentamente, respirando con sosiego, y sin mirar ni arriba ni por debajo, bajé hasta la costa sudando copiosamente. Esta torre es prácticamente desconocida por los barilochenses. Y su emplazamiento privilegiado da que pensar. Desde la misma se podía controlar los barcos que llegaban desde Chile, así también los de Bariloche y “hacia la Angostura su rumbo seguía un derrotero diferente que enfilaba hacia el fondo del lago donde estaba Inalco” (El escape de Hitler, Patrick Burnside). Inalco, que en indígena significa “Cerca del Agua”, habría sido el complejo donde el Furer pasó sus últimos días antes de permanecer hasta su muerte en una estancia en Lago Argentino. Para el que quiera conocer esta propiedad deberá viajar a Villa La Angostura, donde está situada la edificación.
RUINAS LLUVIOSAS La siguiente aventura me aguardaba en Villa Tacul, a unos 24 Km. del centro de Bariloche. Según Abel basty, dicho emplazamiento sirvió de refugio para los nazis como Bunker o base de operaciones. Y aunque el autor de la “Guía turística nazi...” es sumamente ambiguo para localizar el Bunker, hemos podido hallarlo –tras sendas peripecias, caminando y caminando por medio soto húmedo de la región. E insistimos, no fue sencillo. Aunque ahora pongamos pelos y señas para que el lector paciente y buscador dé con aquel complejo y saqué sus propias conclusiones al respecto. Nada es sencillo caminando 15 Km., atravesando sotos húmedos, ascendiendo montañas y, para colmo, trasegando bajo la gélida lluvia de la zona del Llao-Llao. Dicen que los que hacemos esto estamos medios locos. También dicen que el loco que persiste en su locura puede llegar a ser sabio. Lo cierto es que a veces es recomendable la prudencia. Y en cualquiera de
ambos casos, no recomiendo que sigáis mis pasos. Mejor embarcación. Mejor un automóvil que los alcance. Mejor eso que los pies. Pero adelante. La indicación adecuada es la siguiente: tomarse desde Bariloche un autobús (numero 20) hasta el parque Llao-Llao, allí nomás, donde se alza el tremendo complejo hotelero más famoso de Latinoamérica. Una vez en la zona, avanzad por un camino cuyo cartel indicativo rezará “puente Romano”, con un dibujo característico. Son 3,5 Km. hasta llegar a Villa Tacul. Se transita por dentro del parque municipal de Llao. Y nuevamente, cuando veáis un Cristo como señal indisputable del camino a seguir, no avancéis por el camino al Lago Escondido, ni por aquel sendero a los Árboles de Arrayanes, los más exóticos y únicos del mundo. No. Seguid la ruta por donde pasan los autos –si es que pasan. Y tened cuidado con las curvas. Algunos pasan de largo y es mejor estar atento. Bien. Una vez en la entrada a Tacul, cuyo cartel os lo indicara, caminad unos 1500 mts, hasta un cartel que dice “fogón” - cuya dirección os señalara a donde continuar. No hagáis como nosotros que seguimos la indicación de Basty y llegamos al lago y de ahí peregrinamos de un lado a otro en busca de lo inexistente. No. Seguid la indicación mencionada hasta avanzar unos 1000 mts o más donde os toparéis con unos carteles verdes que indican “C° Llao Llao” y “Villa de Bariloche”, pues no toméis por ahí. El camino sigue pendiente abajo hasta desembocar en un bosque precioso que debemos atravesar para llegar al bendito Bunker abandonado. Aquellas ruinas son altamente singulares. Y lo comprobamos ni bien me introduje dentro de las mismas. Amen de estar en un lugar desolado (que mucho más lo habría estado en la década del 40), las ruinas, semiocultas por el bosque de un lado y por altos pinos por otro (el lado del lago), creo yo, la hace presentable a las características de una base militar. Y es que allí en lo alto, lejos, mirando a dos importantes brazos del lago y camuflada por arbustos es bien curiosa la construcción. Más aún porque su estructura de piedra se mimetiza con la propia piedra del promontorio. El diseño es altamente significativo. Todo cuadrado. Una base
perfecta. Con sótano y todo. Supuestamente sin vidrios (a menos que los hayan removidos cuando la derrumbaron con explosivos) ideal para que una vista furtiva desde las alturas no fuera delatada por embarcaciones enemigas que vieran un reflejo solar. Además, las paredes son demasiado gruesas y rompen el diseño de las construcciones de la región. Y si a esto le agregamos la documentación importante divulgada por varios medios dando cuentas de que en la época el trajín nazi estaba al orden del día, las deducciones se encaminan en una sola dirección. Según la investigación de Basty no existen planos de la edificación. Hay un secreto en torno que se mantiene inalterable, perpetuado por políticas y gobiernos. Pero, dicen los pobladores antiguos de Bariloche, aquel fue un sitio de peregrinaje nazi. Y también un antiguo restaurante... Sí. Aunque parezca increíble, cuando estuvimos por la región y preguntamos por las ruinas, algunas personas nos dijeron que había sido un antiguo restaurante. Y es probable. Porque sospecho mucho del libro de Basty y el de Patrick Bursine, ambos seguramente escritos por diversos intereses donde la verdad, como siempre, poco importa. Pero quien se quiera dar una vuelta y comprobar a lo que me refiero, aquí lo tiene. Al menos una de las construcciones supuestamente atribuidas a los nazis. Visitar estos sitios nos demandó una jornada completa para cada uno. Y nos costó mucho más. Quebraderos de cabeza, dolores musculares que no se describen, y más de un susto en el camino. Hemos aligerado el peso para aquel sincero buscador de curiosidades, señalando un camino que a nosotros nos fue negado.
¿QUE PIENSO VERDADERAMENTE DE ESTAS CONSTRUCCIONES? Pues que haya sido en una época refugio de nazis no lo veo sorprendente. Que Latinoamérica fue antro de jerarcas nazis, como dije, no es noticia nueva. Es posible que al menos una de estas construcciones haya sido utilizada entonces por ex refugiados alemanes. Pero así y todo, lo que es indiscutible que hoy por hoy, solamente forman parte de la idiosincrasia del lugar y sirven como modernas referencias turísticas para los que buscan un tours fuera de lo establecido por las agencias de turismo. Sólo por el paisaje, y esa soledad, vale la pena.
EL MACIZO DE MONTSERRAT
Hace años atrás visité Barcelona. Por aquellos días mis viajes eran dirigidos por el misterio. Me explico. Donde se rumoreaba que sucedían fenómenos extraños ahí me apersonaba para investigar en un anhelo por ver esas cosas que contaban. Nunca vi nada. Y el tiempo me ha hecho muy escéptico de todo. Sin embargo, guardo mis diarios de viaje tal y como fueron escritos en su día. Este es uno, de los tantos. Retratan un camino, un rumbo a seguir. Y ese rumbo a seguir es la pura aventura del viajar.
Diario de notas: Día primero. Domingo. 15:30 HS. Buscando la Roca Foradada. Acabo de llegar con el teleférico desde el pie de la montaña. Ya estoy arriba finalmente. Me hospedo en el hotel Abat Cisneros. Lo primero que hago es preguntar al conserje (una catalana de cabello color caramelo) sobre la roca Foradada. Su respuesta me desanima: queda a muchos KM, del otro lado de la montaña, sin auto ni lo intente. Pregunto por taxi. Y sonríe y me anima a que visite el museo. Voy al sector de información de la montaña y chequeo la distancia a la roca. Desisto ir. Una mujer me indica que el camino está estropeado por no sé qué cosa. Cualquier pretexto es bueno para dirigirme a la ermita Sant Joan. 16:30 Hs.
Estoy subiendo en un teleférico en dirección a la Ermita donde aseguran que se concentra la mayor cantidad de fenómenos extraños. A mi alrededor un maremágnum de turistas de todo el globo. Ni uno solo habla el castellano. Ni uno solo es amigo del desodorante. Hace calor aquí dentro, y un tufo a mi derredor me descompone. 16:40 Hs. Aire, aire puro. ¡Por fin! No espero nada. Y asciendo a paso ligero por una pendiente que, se supone, me conduce a una ermita, no sé si es la que busco. Sigo la intuición, o lo que me parece qué es la intuición. Al cabo de 15 minutos de caminata me llama la atención un restaurante abandonado y una especie de casucha en lo alto de un risco. Fotografío la casucha, tiene buena pinta y contrasta hermosamente con el bello paisaje de fondo. Al rato advierto que la "casucha" es nada menos que la ermita Sant Joan. Lo que son las ventajas de no reconocer lo que uno busca y , a la vez, sentirse atraído por algo que, a la postre, resulta ser lo buscado. Retorno al monasterio a las seis de la tarde. Es una estafa lo que vale el teleférico. Nota mental: buscar un camino opcional para retornar de noche a la Ermita Sant Joan. El poco resto de día, lo dedico a explorar el ámbito del monasterio, a tomar fotos, y a recabar entre la gente, algún que otro tímido testimonio. Pero no hay suerte. Nadie sabe nada. Los turistas vienen a apreciar el paisaje no los misterios.
21:00 Hs. Exploro una ladera de la montaña, y termino conversando con un
policía que vigila la zona. José me pregunta que si yo era periodista y si tenía equipo para sacar fotografías. Le respondo afirmativamente. Y empezamos un diálogo de las cosas que, dicen , suceden en el ámbito montañés, del contactado Grifol y otras yerbas. Le pregunto si sabe algo al respecto o -mejor- si , en alguna de sus noches de vigilia, vio algo que le llamó la atención. José resultó ser un ferviente creyente de la vida extraterrestre. Pero en sus años de vigilia en la montaña, sólo vio zorros caminando por la noche. Mi estómago cruje. En todo el día no probé bocado alguno. Me despido de José y me dirijo a un restaurante. Pero todo está cerrado ya. De la inmensa cantidad de turistas (las mayoría chinos o japoneses) no queda nada. Ya en el hotel chequeo la carta del restaurante. ¡ Carísimo! Increíblemente, el hambre voraz de hace rato se extingue. Salgo a caminar por la montaña. 23:00Hs. Estoy sentado frente al monasterio con la vista a la distancia de lo que debe ser Barcelona (para un lado) y Manresa (para el otro), bebiendo un pocillo de café capuchino, con un barra de chocolate que extraje de una oportuna máquina de monedas. Termino el café y me marcho a la cruz que se halla en un mirador con vista panorámica. El camino es una boca de lobo, tanta espesura de árboles cubre toda entrada del reflejo lunar. Un silencio incómodo me rodea. Practico algunas palabras en Francés de mi suspendido viaje a Rennes-le-Chateau. 00:00 Hs. ¡Exquisita vista! La ciudad , encendida a lo lejos, parece tan reducida, tan insignificante en comparación con el manto estrellado como raso, que se me antoja imposible que no exista vida en otro mundo. El clima está bastante fresco,
un viento incómodo enturbia mi contemplación del cosmos. Es hora de regresar. Día segundo. Lunes . 08:30 Hs AM Amaneció hace poco tiempo. Estoy desayunando en el hotel. Tremendo desayuno, repleto de comidas, jugos, postres, más que desayuno parece un almuerzo. A las 10:00 hs abren el museo y la visita a la Moreneta. La Moreneta es una estatuilla tallada de la virgen y el niño, perdida , según parece, desde los tiempos de la conquista musulmana. Cuenta la historia que la figura surgió envuelta en un halo de luz resplandeciente, emanando un vaho agradable. Aunque hay varias razones para suponer que quizá la que se exhibe en la parroquia no es la original hallada prodigiosamente en el año 880 , por intermedio de unas arcanas luminarias. Y que su color se debe a un cambio en el pigmento de la pintura al verse importada a través de los mares del mediterráneo y ser expuesta al sol. 09:30Hs. Termino de asearme en el baño y oigo sonidos procedentes del cuarto. Me ajusto la toalla a la cintura y salgo lentamente. Me sorprende la mucama con los ojos alelados (estaba haciendo la cama) Le sonrío y ella se disculpa dando un breve escrute a mi humanidad y se marcha sonriente con un "luego regreso". 10:00Hs. Esta cola es un asco. Me refiero a toda esta gente congregada para ver la moreneta. No veo la hora en que abran las puertas del templo. A mi alrededor un grupo reducido de turistas ( todas mujeres inglesas de cachetes colorados y apariencia -cejas y cabellos- casi albina) están festejando como si estuvieran por entrar a la disco de moda del momento. Una de las turistas -sensata- aconseja silencio y un poco de respeto. Obedecen a regañadientes. Por fin abren las puertas. Marchamos con lentitud religiosa (valga la
redundancia) por un pasillo atiborrado de figuras y dibujos religiosos, ángeles por aquí, ángeles por allá, velas adornando a cristos representando la morbosidad humana (esto es: clavado y sangrando). Y avanzamos por un pasillo casi en tinieblas, hasta una escalera que conduce hasta la capilla donde - detrás de una vitrina de vidrio - se venera la Moreneta. Todas las personas se santiguan y tocan el cristal que protege la estatuilla y se marchan silenciosamente. Llega mi turno y me paro frente a la vitrina y tomo dos rápidas fotografías. 16:30 Hs. Acabo hace unos 15 minutos de emprender el camino a las "covas de Salnitre". La idea de contemplar el lugar donde se practicaban aquellos rituales brujeriles de antaño me tiene obsesionado. Ya me han dicho que solamente abren la cueva durante los fines de semana y a grupos de turistas. Aún así, testarudo, sigo descendiendo el empedrado sendero, repleto de curvas, algunas malezas aquí y allá, y bellos acantilados. Aunque sea quiero ver la zona, tomar algunas fotografías y regresar al hotel y ducharme. El día ha sido agotador: Moreneta, el museo, la Pla de les tarántules (aún me pregunto a qué viene su nombre, espero que no a los arácnidos) el monasterio de Santa Cecilia, y una exploración de algunas laderas de la montaña donde me topé con unos obreros en construcción de no sé qué. E indagué sobre los misterios de la zona: no saben no contestan. A cada paso se me vienen a la cabeza las palabras que leí sobre los aquelarres en la cueva. ¡Dios mío este si que es un camino de difícil transitar! A la distancia contemplo lo que me falta, es decir, veo demasiado poco lo que falta. Sé que voy bien, para el lado de Collbato está la "Coves de Salnitre". El sol a la distancia va perdiendo su influencia. ¿Y si cae la noche cuando ando por estos lares? Si de día están tan solitarios estos caminos, de noche, mejor ni hablar... No te preocupes, me digo, traigo linterna. Aún así la imaginación me juega una mala pasada. La imagen de unas mujeres
ataviadas con túnicas oscuras, largas, desgastadas por el tiempo, parecen cobrar vida en mi mente. A cada paso me parece verlas bajar, descender la montaña, con sus piernas fibrosas, sus rancias vestimentas, sus rostros alucinados. 18:00Hs. ¿Adonde me estoy metiendo?. Me acabo de caer tres veces sobre unos arbustos atiborrados de pinches y rocas filosas. La fortuna quiso que no cayera sobre algún nidito de serpientes. Aquí abundan las salamandras y el Lucion. Realmente no sé si por donde ando habrá, pero la posibilidad siempre está presente, más en una montaña como esta. Si marcho bien, en breve me toparé con las cuevas. A cada rato , amenizo la marcha y contemplo de donde vengo, adonde voy, y saco una foto. Unas indicaciones rojas y blancas en el camino me guían por una ladera empinada repleta de plantas con espinas. 18:30Hs. ¡ Llegué a la cueva ! Como un poseso tomo una fotografía velozmente, y oteo el derredor. Sí, es un lugar de difícil acceso. Diría , además, que es sumamente agotador dar con él. Como se esperaba, esta cerrada. Pero al menos conozco el lugar. Medito algunos minutos a ver si percibo "algo". El sol a la distancia me quita de la abstracción y con una celeridad apremiante asciendo la montaña. Poco a poco las gotas de sudor empapan mi camisa. Jamás sudé tanto. El estorbo de la mochila y la cámara me fastidian. Preferiría ascender en cortos y en cueros. 19:30 Hs. Un reflejo mortecino queda del sol -otrora imponente- oculto hace minutos detrás de las montañas. Me parece que veo los Pirineos
nuevamente. O ya no sé qué veo, sólo deseo llegar al hotel y asearme. No hace mucho pasé un cartel de señalización que indicaba dos rutas posibles a tomar hacia el monasterio: por el camino de Sant Miquel o por el camino de Santa Cova (elegí este último) El paisaje que me rodea es sumamente encantador: montañas, formaciones rocosas, pueblos en miniatura, lagos como lágrimas, arbustos verdes, y ...una ermita o monasterio enclavado en una esquina de la imponente montaña. Veo unas cortinas. Alguien debe vivir, quizás unos monjes como antaño. Tomo foto. Día tercero. Martes. Son las 06:30 Hs de la mañana y ando caminando en la aún oscura montaña rumbo a la Ermita por la que pase la vez pasada. Mi objetivo: filmar el amanecer, y tomar algunas cuantas fotos. Anoche, en una de mis incursiones nocturnas por la montaña, al cambiar de rollo, advertí un serio problema: extravíe dos rollos con fotografías, con fotos no sólo de Montserrat, sino de otras zonas que visité, como museos, valles, Barcelona, etc. Y lo que es peor: las fotos de las "covas de Salnitre". Por enésima vez me reprocho la pérdida. Es verdad, soy un, como dicen aquí en España, "Zumbado"(pero, me tranquiliza saber de que lo filmé.) 09:00 hs. Todo bien, fotos y filmación. Me acabo de duchar y me recuesto en la cama a descansar mi estragado cuerpo. Sin advertirlo me duermo. 10:00Hs AM. Me despierta un sonido en la habitación. Abro los ojos y me topo una vez más con la mucama que me contempla de hito en hito, desde el vano de la puerta, con una media sonrisa. Esa mirada me hace sentir desnudo. Y lo digo de manera literal: mi vestimenta se reduce a sólo un Slip. Me pongo de pie velozmente y le pregunto a la mucama, como quien no quiere la cosa, qué opina de los misterios que se cuenta en la montaña. Me vuelve a
escrutar sin inhibirse y agrega un sugestivo " a la noche regreso". (aún me pregunto si es común que se cambien las sábanas por la noche) (. . .) Conclusión Montserrat Más allá de lo real o no que se geste en el ámbito montañés, lo cierto e indiscutible es que el lugar tiene encanto, belleza, y magia. La leyenda, el aire místico, la energía que se percibe, los paisajes, son constantes reales que, tanto para el explorador del misterio como para el turista común, no le serán indiferentes. Ya han transcurrido más de 9 años desde que visité este lugar. No obstante, todavía las imágenes de atardeceres, noches estrelladas, y viejos monasterios pegados en riscos me recrean y dan sentido a mis futuros viajes. Son contrastes inevitables de lo que ahora tengo en mi memoria y lo que quizá mañana quiero tener.
MOAIS EN BARCELONA: DIARIO DE VIAJE
Hace unos 10 años atrás... Destino: Orrius Ciudad de referencia: Mataró Este denso bosque es elegido por muchos viajeros curiosos por las esculturas de piedra que se hallan dispersadas en la región boscosa, agregan un misterio palpable, aún no resuelto: ¿Quién y por que esculpió esas formaciones? Aunque su antigüedad está estimada en el siglo pasado, aún se mantiene un halo de interrogantes en torno a sus tallas particulares. En especial, de una escultura que representaría un Moais, como los que se hallan en la isla de Pascua. Es bueno visitar el lugar con tranquilidad. E internarse por sus bosques, o adentrarse en el interior de alguna cueva. Existen corrientes telúricas que discurren bajo tierra y - aseguran - ayudan a meditar. (Bibliografía: "guía de la Catalunya paranormal y mágica" Miguel G. Aracil, protusa 1986.) Diario de notas (copiado textualmente de mis apuntes en el terreno: Barcelona a Mataró)
Barcelona: El metro fue un infierno. Pero, por fortuna, este autobús tiene aire acondicionado. A mi costado derecho viaja una rubia catalana que mira impasible por la ventanilla ¿Conocerá Orrius? Veo su reflejo por el vidrio y recuerdo a J. Cortázar en su "manuscrito hallado en un bolsillo". Le sonrío al reflejo suyo. Gira , y con el ceño fruncido, me observa algo intrigada. Salgo al paso preguntándole si este autobús me deja en el centro de Mataró. Sonríe y me dice que sí, que me deja, y que ella baja allí mismo. Realmente no se si habrá alojamiento adonde voy, ni a cuánto estaré de Orrius, pero ya encontraré la manera de acceder allí. Mientras tanto, a mi derecha, el infinito azul del océano me brinda una inagotable tranquilidad. Ahora estoy pasando por una especie de figura o escultura metálica de una mujer gigante en una posición que parece sostener un arco. Anoto esto y advierto que estoy llegando a Mataró. Mataró. 15:30Hs. Martes. Sigo a la mujer. Le agradezco la gentileza por su parte y le pregunto sobre Orrius. Casualmente o no, ella conocía el bosque -no así las figurasy me saca de muchas confusiones sobre cómo llegar allí. Me acompaña a una parada de autobús y me explica que el único coche que va a esa zona pasa a las 18:30 Hs. Es evidente que me salvó de irme para cualquier lado. Hacia Orrius. 18:45Hs. Se hace de noche. No me gusta ni medio llegar de noche. Y ese cielo encapotado menos me agrada. ¿Adonde me meto?. . .Cómo se tambalea este autobús, ni una foto me deja hacer. 19:20Hs Llego de noche. Me hice amigo de Montse, una señora mayor oriunda de Orrius que me ayuda a averiguar sobre las enigmáticas figuras. Me llama la atención que ella no las conozca. Me guía a un bar donde me podrán informar de las estatuas de piedra y me dice que ya no tengo
autobús de retorno. Ese cielo negro da un miedo tremendo. Me atiende una joven con nariz aguileña de cabellos rubios, que me explica cómo llegar adonde están las figuras pétreas. Pero me advierte y recomienda que sin saco de dormir ni me conviene adentrarme por el bosque. Pregunto por alguna hostería o algún tipo de alojamiento. Nada. No existen alojamientos en Orrius. Con lo insignificante qué es como para que existan. En el bar hay unas seis personas reunidas jugando al dominó o algo similar, que me aconsejan que - dado el día y la oscuridad reinante desista hasta la mañana y emprenda el regreso a Mataró a buscar algún alojamiento. Me preguntan si tengo auto, y mi negativa los sorprende. "Hijo,¿ cómo regresarás al pueblo?". (Pues, pueblo, lo que se llama pueblo, como ya mencioné- no se lo puede llamar a Orrius.) Chequeo mentalmente tal posibilidad: no tengo saco de dormir, estoy a unas horas de las estatuas pétreas, es de noche, hace frío, se avecina una tormenta, no tengo flash para la cámara, estoy trasegando por Cataluña desde las 06:00hs de la mañana aún con las imágenes de los días en Montserrat. Opción coherente: partir a Argentona, un pueblo algo más grande que Orrius (a unos 20 minutos) donde me asegura la mesera, conseguiré alojamiento. Opción descabellada: internarme en el bosque. Contra todo pronóstico decido, al menos, ya que estoy en el lugar, explorar el bosque. La atractiva idea (o fantasía) de que unos seres andan por allí, me tiene maniatado el espacio neuronal. 19:30hs. Este bosque es pura maleza. El haz de la linterna parece no penetrar más que un metro dando la sensación de que no avanzo hacia ningún lado. Exploro una rato más y, - pese al clima sudando como en un sauna, me siento apoyado sobre un robusto pino.
Agudizo mis oídos. Silencio. Silencio. Hasta los grillos no cantan con la tormenta que ya cubrió todo el firmamento. Hablando de firmamento, desde acá no se ve nada de nada. Apenas esta linterna ilumina este precario cuaderno de notas, mientras trazo "in sittu", estas líneas. Y , siguiendo un impulso pueril, invoco alguna criatura elemental. Silencio. Sólo silencio oigo por respuesta. 20:30Hs. Entro al bar sediento. Aún están las personas jugando al dominó. Le pido a la cantinera un poco de agua. Me pregunta si hallé lo que buscaba. El cansancio me impide hablar. Muevo la cabeza. Una mujer de edad media me dice que tantos años viviendo allí y nunca sintió curiosidad por ver las figuras pétreas. El comentario me deprime. Por un momento me siento un idiota. Indago cómo llegar a Argentona. Y es en ese momento cuando la "casualidad" o "sincronismo" hace gala de su matemático azar. Unos hombres acaban de entrar y se sientan a mi lado frente a la barra a tomar una caña. Una señora, atenta a mi problemática situación de alojamiento y transporte prorrumpe: " ¿Alguno de vosotros vais a Argentona?" " ¡Si !" " ¿Lo podrías llevar al joven?" Hacia Argentona Diego practica atletismo y su hermano - conocedor de las cumbres es escalador y amante de los misterios. Y mientras estoy en camino a Argentona llamó por móvil a los alojamientos disponibles que tengo agendado en Mataró. Negativo: todas las plazas llenas. Me desánimo. Más aán al ver mi derredor. Pero con una mezcla de angustia: el camino de regreso, lleno de curvas, da escalofríos. 21:00Hs.
Estoy un poco desesperado. Hace frío, estoy realmente agotado, y no encuentro albergue. Diego me deja a un tiro de piedra del ayuntamiento de Argentona. Allí pregunto sobre algún alojamiento. Existe sólo uno, el hostal "Sole". Llamo. Y la providencia me sonríe: ¡Hay una habitación disponible! No puedo creer tremenda "casualidad", o como la llamen. Una sola habitación libre, un solo alojamiento en ese pueblo. Parece sino estoy alucinando - que me esperaba a mi. (Probablemente alucine) Argentona, por una letra y dice Argentina, me comenta al paso un oficial de la policía mientras me indica cómo llegar al hostal. Sí, ¡Argentona me salvaste! 21:30 Hs. Me perdí varias veces. Pero una amable señora me indicó cómo llegar. Ya estoy en el hostal. Me duché. Estoy en la cama recostado, viendo por la ventana a Mataró a lo lejos, iluminado, reducido, una belleza. Cómo es el destino: terminé en donde menos esperaba llegar. Eso tiene su sabor. Un sabor inigualable. Pero no recomendado para cardíacos, o meticulosos. Camino a Orrius Llego a Orrius, amanece a la distancia. Me tuve que levantar a las 06:30 Hs una vez más para poder tomar el bus - el único - que va hacia Orrius. Aunque al fin no llovió, pasé una noche terrible. No sé qué fue, el cansancio, el frío, la comida, en definitiva: peregriné al baño en medio de la noche. Entro al bar la "fonda" y le pido detalles al mesonero para acceder al bosque donde están las estatuas pétreas. Sí o sí voy a encontrarlas. El hombre, con ojos cansinos, me indica los 8 Km insoportables que habría de recorrer. 11:00hs. Luego de peinar (y despeinarme con más de un árbol) el bosque, a
punto casi de abandonar la búsqueda, encuentro los "Moais" y el resto de las esculturas pétreas. Tuve que preguntar a los pocos residentes, seguir caminos que no conducían a lado alguno, y hacer caso, sobretodo, del instinto. Pero estoy emocionado. Saco fotos. Filmo. Toco la piedra como si estuviera ante la revelación. Y al cabo de una hora y pico me marcho a buscar las cuevas. 12:30 HS. Busco aún las cuevas o covas. Me pierdo en la espesura del bosque. Está atiborrado de pequeñas telarañas. Me resbalo y descubro una mujer orinando a unos metros de mi. Quien lo diría, pensé que estaba solo en varios Km a la redonda. Le sonrío y ella se sonroja, pronuncia no sé qué en Catalán, se sube el pantalón de prisa y se marcha corriendo. Sigo inspeccionando y me vuelvo a perder. Cuelgo la cámara y pongo el temporizador para que me tome una foto en medio de tremenda espesura. 13:30 Hs. ¡Al fin libre! Hablé con un hombre que me dijo que las cuevas están en otro lado, y están clausuradas..(¿) No sé, pero lo que quería ya lo obtuve: ver el "Moai". Ahora vuelta los 8 Km hasta Orrius y a esperar que la providencia vuelva a ser generosa conmigo y consiga a alguien que baje al pueblo de Argentona (el bus de retorno recién parte a las 19 HS) 14:30 Hs Estoy sentado en la "fonda". Un hombre se ofreció en una hora a llevarme a Argentona. Me duermo en esta silla. Escribo estas líneas sumergido en un sopor melancólico. Escruto en derredor: este pueblo es un criadero de gatos siameses. Ahora, detrás del mostrador está la rubia de nariz aguileña de la vez pasada (gracias a ella conseguí que me llevaran a Argentona). Un tufo a humo de cigarrillo me aconseja dar una vuelta por el conato de pueblo. Mala idea: en el ínterin puede venir el hombre. Busco algún cartel que diga "prohibido fumar", no se
para qué. Pero termino encontrando uno -detrás del mostrador -que dice "prohibido tirarse pedos" con un sugestivo dibujo. Las moscas me vuelven loco. Me levanto e indago sobre los misterios que pasan en el lugar: negativo; no saben no contestan, sólo me miran como si hubiera escapado de un psiquiátrico. 15:45Hs. Me acaba de dejar Manel en la puerta del hostal. Empaco y llamó para cerrar mi boleto de tren hacia Madrid. Todo Ok: a las 23:00hs parto (. . .) Aquí termina mi diario de campo. Conclusión de Orrius: El gran contraste que encontré con respecto a Montserrat es abismal. Por supuesto son dos lugares diferentes, uno es montaña, otro bosque. Aún así, el misterio y la belleza parecen estar latente en ambos. Claro, a su manera: depositado en costumbres, ritos religiosos, o en simples estatuas de piedra. Pero, sobre todo, en Orrius reflexioné sobre la búsqueda de enigmas cuando se viaja. Y me di cuenta que la aventura misma, ese ir a, es la mejor prueba de que lo que buscábamos, lo llevábamos con nosotros mismos.
Nota actualizada para este libro: Hoy diría junto con Richard Dawkins que somos nosotros los que creamos el propósito en el universo. Sin nosotros, el universo y su comprensión no tendría sentido.
LA DALIA NEGRA
Se vino la noche. En efecto, cierro este libro con un episodio que siempre me alteró bastante. El caso de un siniestro asesino serial impune. Cada vez que caminaba por aquellas calles Californianas donde presumía Elizabeth "Beth" Short - mejor conocida como la Dalia Negra había caminado, sentía un vértigo recorrerme. ¿Cómo era posible que una belleza como fue esta mujer, allá por los años 40, hubiera terminado como terminó, totalmente descuartizada? Pongo en marcha la máquina del tiempo. Los antecedentes y la historia desfilan ahora para usted, querido lector/a. EL SUEÑO AMERICANO DE SER ESTRELLA DE CINE Elizabeth "Beth" Short nació en Massachussets el 29 de julio de 1924. Tuvo una infancia complicada al desaparecer su madre siendo niña. La relación con su padre no ra la mejor así que, ni bien tuvo 19 años se marchó de la casa rumbo a Santa Bárbara (California). La idea era hacer autostop. Pero su travesía no duró mucho tiempo. De inmediato, la policía la encontró alcoholizada en un bar rodeada de varios marineros y la mandaron de regreso a su casa.
Sin embargo, "Beth" Short esta decidida. Iba a irse a Hollywood costará lo que costara con tal de convertirse en una estrella. Se veía a si misma como lo que era: una mujer muy hermosa, de cuerpo escultural, enormes ojos claros y el cabello azabache que remarcaban aún más aquellos ojos. Y sería por la forma en que se vestía, siempre de negro, e incluso usando ropa interior negra, lo que le valieron el sobrenombre con el que pasaría a la historia: La DaliaNegra. Al llegar a Hollywood las cosas no le resultaron como esperaba. Era incapaz de conseguir un papel para actuar, y terminaba en relaciones con personajes indeseables. Pronto se dio cuenta que la mejor forma de evadir sus frustraciones era a través del alcohol. Frustraciones que se le acrecentaban cada vez que se prostituía para conseguir favores. No le importaba que fueran hombres o mujeres, pues era bisexual. Así la conoció Robert "Red" Manley, un joven pelirrojo recién casado que se convirtió en su confidente, amigo y amante. Y fue a través de Manley que aquella noche del 8 de enero de 1947 la Dalia Negra se dirigió a Pacific Beach. El 9 de enero fue vista con vida por última vez en el Hotel Biltmore, donde se hospedaba. Supuestamente, dijo que "iba a conocer a un caballero" , quizá un nuevo cliente del cual jamás se supo nada. Nunca más regresó. SUS ULTIMOS DIAS DE VIDA Sus últimas horas viva, tras aquel 9 de enero, constituyen un insondable misterio. Pero se sospecha que el asesino la capturó, la llevó a algún lado apartado y la comenzó a torturar despiadadamente. Primero la amordazó y
desnudó completamente; luego la amarró de las muñecas y los tobillos con una cuerda, y la colgó de cabeza, suspendida del techo. Así colgada, la golpeó a puñetazos en repetidas ocasiones en todo el cuerpo. Después le quitó la mordaza y procedió a cortarle con un cuchillo los músculos risorios del rostro, para mantenerla sonriendo grotescamente mientras duraba el brutal martirio. El asesino se dedicó entonces a aplicarle cigarrillos encendidos en los pechos, tras lo cual seccionó un pezón. Le hizo además incisiones con una navaja en varias partes del cuerpo. Con el mismo instrumento, grabó en uno de sus muslos las letras mayúsculas "BD", iniciales de "Black Dahlia". Le arrancó pedazos del muslo y se los introdujo en el ano y la vagina. El examen de su estómago indicaba que la obligó a comer excremento. Finalmente, la partió en dos a nivel de la cintura. Su tormento duró varios días y todo el tiempo estuvo consciente. Su cadáver fue hallado el 15 de enero en el distrito de Crenshaw, al lado de la carretera, por un niño y su madre. Y pese a que mucha gente había visto el cuerpo no se imaginaron que fuera un ser humano real, sino un simple maniquí. Probablemente lo que más impactaba era aquella macabra sonrisa petrificada en sus carnes laceradas de oreja a oreja. Apenas tenía 22 años y sus sueños terminaban violentamente. No sólo por la saña con que la mataron, despedazándola, sino el sufrimiento generado en la tortura. Por ahí dicen que tal masacre fue el reflejo de la sociedad estadounidense de posguerra. Los periódicos se hicieron eco. Y durante semanas llenaron sus planas con detalles del caso.
Como era de esperar, el primero en ser arrestado fue Robert "Red" Manley. Pero el 21 de enero, tras ser analizado con un detector de mentiras, fue puesto en libertad. Y mientras esto sucedía, una voz de sexo indeterminado, llamaba a la redacción del periódico Los Ángeles Examiner dando detalles del crimen como sólo el asesino podía conocer. Prometió enviar algunas pruebas para comprobar de que hablaba en serio. Así, el 23 de enero los policías tuvieron un bolso y unos zapatos negros. El 24, el acta de nacimiento de Elizabeth Short, su Social Security, varias fotos personales y algunos enseres más. Entre las cosas había una agenda de direcciones con una hoja arrancada. De inmediato la policía pensó que en esa hoja debería estar el nombre del asesino a quien seguramente ella había conocido bien. Llegaron dos cartas más: una donde daba más detalles del crimen y firmaba como "El Vengador de la Dalia Negra", y otra donde decía: "el asesinato de la Dalia Negra está justificado". Fue la última comunicación. A partir de ese momento, la policía empezó a recibir llamadas de toda clase de locos. Gente que decía haber asesinado a la Dalia Negra o personas que acusaban a otras como posibles autores. Incluso hubo quien señaló a Orson Welles, el célebre cineasta, como autor del crimen. Según se rumoreaba había violado a varias chicas que trabajaban para él y eran legendarios sus arrebatos de violencia. Además los decorados de su película La dama de Shanghai, anterior al crimen, presentan similitudes espeluznantes con el cadáver de la Dalia Negra:
figuras femeninas mutiladas del mismo modo, ligaduras, un maniquí al que habían desgarrado la boca de oreja a oreja... Con el tiempo, y como era del esperar, el mito creció. Los rumores decían muchas cosas: que era amiga de Marilyn Monroe; que tuvo un romance con George Knowlton, el padre de la escritora Janice Knowlton, quien escribiría, décadas después, el libro Mi papá fue el asesino de la Dalia Negra. La policía siguió varias líneas de investigación, de las cuáles ninguna tuvo buen final. Una de las tesis más difundidas señalaba que el asesino era una mujer, quizás alguna ex amante o una esposa celosa. Sin embargo, el caso nunca fue resuelto. Y la policía se decantó en airear su vida privada sin ningún tipo de ética: se habló de cómo se prostituía, de su sed de alcohol, su tendencia a fabular, etc.
CONCLUSION DEL CASO La muerte de Beth Short es un misterio. Estamos lejos en el tiempo. Y es difícil precisar quien pudo haber sido. Pero a finales del siglo XX algo se empezó a esclarecer. Quizá, digo yo, una traza hacia la verdad. Un policía de Los Ángeles acusó a su padre, el médico George Hodel, de ser el asesino de Beth Short (el fulano de la foto al costado). Su sospecha comenzó cuando encontró un álbun de fotos de su padre donde había muchas de Short desnuda. Como su padre era un médico consumado no le habría resultado difícil dividir un cuerpo a la mitad. Además, había cierta fascinación de Hodel por el surrealismo y la fotografía.
Ahora bien, quizá el detalle que más puso en evidencia la posible implicación de Hodel haya sido que era amigo del artista Man Ray quien en su obra El Minotauro se observaban caprichosas similitudes con el cadáver de la Dalia Negra. Para el hijo de Hodel, su padre había convertido el asesinato en una retorcida expresión artística. Expresión artística que haría inolvidable su crimen y por el cual, finalmente, Beth Short terminaría en el celuloide, con toda seguridad nunca lo imaginó de esta forma.6
6
Brian de Palma adaptaría el crimen para rodar una película mediocre y el rockero Marilyn Manson pintaría un par de retratos de Beth Short. Nota del autor.
INDICE DE CAPITULOS 1- METAMORFOSIS IMPOSIBLE: ¿CUANDO EL HOMBRE DEJA DE SER HOMBRE? 2- EL HORROR DE LAS AGUJAS 3 -MUERTES DIABOLICAS 4 -SANGRE DEL CIELO: CRIATURAS ALADAS 5- DUENDES, GNOMOS Y TODO ESTO 6- CERRO URITORCO: LA MONTAÑA SAGRADA DE LOS FENOMENOS HUMANOS 7- LAS MENTIRAS DE LOS DIOSES: SAI BABA 8- SOMBRAS Y APARICIONES: UN TESTIGO MIRANDOTE A LOS OJOS 9- LA BIBLIA DEL DIABLO 10- CRITICA A LOS OVNIS 11- JESUS AL DESCUBIERTO 12 -UNA SOMBRA CON MULTIPLES FORMAS 13- ANTRO DE MONSTRUOS 14 -FULCANELLI : MISTERIO RESUELTO 15- LA VERDADERA HISTORIA DE CARLOS CASTANEDA 16 - EN EL CONFIN EXTREMEÑO: LAS HURDES Y SUS LEYENDAS 17 - TERROR EN LOS MONTES SANTIAGUEÑOS 18- HERIDOS POR LA FE 19 - LAS HERMANAS SATANICAS 20 -MUTILACIONES DE ANIMALES EN ARGENTINA 21 -LOS PERROS ASESINOS DE AGRONOMIA 22 - QUE PENSABA CHARLES FORT 23 -VIDA DESPUES DE LA MUERTE 24 - NAZIS EN BARILOCHE 25 -EL MACIZO DE MONTSERRAT 26 -MOAIS EN BARCELONA: DIARIO DE VIAJE 27 – LA DALIA NEGRA
Edición impresa de 5000 ejemplares. Esta edición se terminó de imprimir en Los Ángeles, California, Agosto 2010.
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