enfin dela modernidad

August 24, 2018 | Author: toto1984 | Category: Gianni Vattimo, Metaphysics, Martin Heidegger, Democracy, Friedrich Nietzsche
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El fin de la modernidad La sociedad y el hombre postmodernos.

Enric Ainsa i Puig

INDICE -.

Introducción ……………………………………………………………………………

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A - Rasgos de la Postmodernidad …………………………………..

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B - La sociedad de la simulaci ón y el fin de la historia

12

…............

C - Segunda revoluci ón individualista y disolución del actor social

…………………………………...

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INTRODUCCION -. La Postmodernidad es un ajuste de cuentas con la modernidad. No s ólo se rechaza un estilo de pensamiento, sino un estilo de vida. Se quiere, por tanto, con la superaci ón de una concepci ón de la razón, una sociedad y un hombre diferentes, porque no se pueden separar 'los estados de raz ón de los estados de hecho'. Aunque los autores postmodernos rehuyen ofrecer programas de cambio social o de vida personal, para no recaer en el pensamiento totalizante y totalitario, sin embargo, en sus cr íticas a 'la actitud moderna' y en sus deseos se pueden rastrear aspectos que apunten a la utop ía postmoderna. El conocimiento de estas propuestas nos proporciona una conciencia m ás clara de la ruptura postmoderna y nos muestra hasta qu é punto hay una superación o una repetici ón de la modernidad. Veamos en Vattimo, ayud ándonos con Lyotard y Baudrillard, en qu é consiste todo esto.

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RASGOS DE LA POSTMODERNIDAD 

A - RASGOS DE LA POSTMODERNIDAD.

Ha sido G. Vattimo que, en sus ensayos, se ha atrevido a resumir los 'tres caracteres del pensamiento de la postmodernidad' . A través de esta 1

determinación de la postmodernidad en filosof ía, nos encontramos con una primera interpretación general de la existencia moderna y postmoderna. El primer rasgo del pensamiento postmoderno es ser un pensamiento de la fruición. Para Vattimo, esta connotación se opone al funcionalismo dominante en la modernidad. El pensamiento postmoderno no quiere servir para otra cosa. Quiere tener valor en s í mismo. No quiere ser utilizado para transformar 'la realidad', sino que pretende vivir esa realidad en s í misma. Hay una innegable posición ética, que Vattimo, siguiendo a Schleiermacher, denomina bienes, frente a una

ética

ética

de los

de los imperativos, que ser ía la correspondiente al

pensamiento funcionalista. El pensamiento postmoderno de la fruici ón postula, por tanto, una actitud vital que se traduce en un estilo de vida: rechazo radical de la instrumentalización de la raz ón (Horkheimer) y de la misma vida, y afirmaci ón de lo vivido en cada momento 'sin funci ón de preparar otra cosa' . Este esteticismo 2

presentista es una cr ítica frontal a las ideolog ías modernas del desarrollo (Morin), del crecimiento y de la seducci ón reduccionista de la novedad. Frente al signo de lo novum , que abre la posibilidad a un desarrollo ulterior

1 G. Vattimo. "El fin de la modernidad ". Ed. Gedisa, Barcelona 1986, 155 s. 2

Ibid  , 155; J.F. Lyotard, Barcelona 1987, 112.

"La postmodernidad (explicada a los ni ños)". Ed. Gedisa,

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RASGOS DE LA POSTMODERNIDAD 

de algo, llámese industria, PNB o modernidad, nos encontramos con la afirmación, fruición, vivencia de lo que hay y de lo que es. No hay que escapar de lo presente para buscar el ser, la aut éntica realidad, en el futuro justo, solidario y libre que se halla en nuestras manos el poder hacerlo. Detr ás del futurismo emancipador se esconde, dicen los postmodernos , la vuelta repetitiva 3

de la funcionalización del pensamiento, de la coerci ón y el disciplinamiento de la voluntad, y el eterno retorno a los valores de la modernidad. El segundo rasgo del pensamiento postmoderno, apuntado por Vattimo, es ser un pensamiento de la contaminaci ón . Para este autor, estamos ante una 4

indicación que conjunta 'la filosofía de la mañana' nietzscheana con el rebasamiento metafísico (Verwindung ) de Heidegger. Se tratar ía de una actitud del pensamiento abierta radicalmente a la multiplicidad de juegos del lenguaje que la cultura y saber actual nos ofrece desde la ciencia, la t écnica, el arte o los 'mass-media'. Nos encontraríamos con ese 'vagabundeo incierto' que impone una situación que no hay principios ni criterios fijos, determinados, fundados de una vez por todas. Un pensamiento así se opone a la metaf ísica escondida en todo proyecto de integración y de canonizaci ón de lo dado e instituido. Apuesta por la apertura, por la dislocación de lo hasta ahora coherente; rompe los m étodos consagrados y ofrece la discontinuidad, la b úsqueda del disenso y la inestabilidad como lo verdaderamente creativo y humano . Al menos es la forma de hacer frente a la 5

disciplina uniformadora de los tecn ócratas y los impositores decididores de la

3 Véanse las continuas reticencias de Vattimo frente a la escuela de Frankfurt, Bloch, etc.; op. cit. , 35, 39, 54, 148.

4 G. Vattimo, op. cit. 156. 5 Cf. el énfasis de J. Lyotard en este punto: "La postmodernidad… ", 26, 86. 5

RASGOS DE LA POSTMODERNIDAD 

sociedad moderna. El pensamiento abierto, de la contaminaci ón, sería el correlato de una sociedad de la democracia verdaderamente participativa y responsable. Lo contrario conduce a la sociedad de la eficiencia, jerarquizada, administra, y finalmente burócrata. Pero nos surge el interrogante de si la pretendida salida del sistema no es m ás un deseo e ilusi ón que una realidad. En tercer lugar, el pensamiento postmoderno es un pen-samiento del mundo de la t écnica moderna (Ge-Stell ) , el pensamiento correspondiente a una 6

'situación de relativa seguridad que hab ía alcanzado la existencia individual y social en virtud de la organizaci ón social y del desarrollo t écnico' . Es una 7

situación en la que, como repite Vattimo citando a Heidegger, la metaf ísica alcanza su culminaci ón y su despliegue m ás completo. La t écnica es una hija del pensamiento metafísico, que concibió al ser como 'Grund  ', fundamento. Es el producto acabado del pensamiento fundado que asegura a la raz ón y del cual la razón se asegura. En ella se manifiesta el triunfo de la l ógica, en concatenaci ón de causas, la previsi ón y el dominio. El triunfo de la t écnica es el triunfo de la metafísica; por eso, en la esencia de la t écnica se revelan los rasgos propios de la metafísica y del humanismo occidental . 8

Pero, si para los teóricos críticos habríamos llegado en este proceso tecnocientífico a la crisis del humanismo, para los postmodernos centellea el anuncio de un acontecimiento (Ereignis ) que nos conduce a la superaci ón de la metafísica y, con ella, del dominio de la t écnica de la modernidad. Cuando

6 G. Vattimo, op. cit. , 44, 157. El autor hace referencia al concepto heideggeriano de Ge-  Stell  , que puede entenderse como el mundo de la t écnica moderna en lo que tiene de algo dado, puesto, que se impone al hombre de hoy. Cf. M. Heidegger, Identidad y Diferencia; J.F. Lyotard, "La postmodernidad…", 32, 99.

7 G. Vattimo, op. cit. 157. 8 Ibid , 40-41. 6

RASGOS DE LA POSTMODERNIDAD 

Vattimo quiere, interpretando a Heidegger, expresar esta nueva actitud y 'estado de razón', sugiere un paradigma de pensamiento donde el esquema sujetoobjeto quede sobrepasado. El sujeto, para ello, debe abandonarse , ceder en su 9

pretensión objetivadora y dominadora, entregarse a la vivencia del momento, perderse en lo terreno. Supondría la superación del concepto de sujeto, 'el correlativo teórico de la liquidaci ón que el sujeto sufre en el plano de la existencia social' . Con ello no nos plegamos 'al destino de la existencia humana en la 10

sociedad tecnológica', sino que nos oponemos a la racionalizaci ón capitalista del trabajo social. Porque sólo abandonando la subjetividad que es funci ón pura de la objetividad tecnológica, podremos superarla. La labor de resistencia a esta sociedad y cultura modernas, que con su enorme aparato tecnocientífico amenaza con destruir a la humanidad, exige una alta complejificación de la inteligencia y la sensibilidad . Pero ésta no se logra 11

por el camino de 'la ret órica de la emancipaci ón' ni por la reducción de la 12

complejidad de la teor ía de los sistemas (Luhmann), sino por la 'resistencia del simplismo, a los slogans  simplificadores, a los reclamos de claridad y facilidad, a los deseos de restaurar valores seguros' . Hay momentos en que Lyotard 13

sugiere que esta complejificación, que arranca al sujeto de la estrechez simplificadora de la objetivación y el control, va de la mano con 'el trabajo del

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Ibid  , 42. Vattimo llama la atención frente al peligro de efectuar interpretaciones religiosas de Heidegger en este punto. Pero esta 'cr ítica del sujeto' y superaci ón de su afán posesivo tiene muchas connotaciones con el mundo religioso de la m ística. Para una interpretaci ón heideggeriana siguiendo esta v ía de la ' Gelassenheit ' (M. Heidegger).

10 G. Vattimo, op. cit. 44. 11 J.F. Lyotard, "La postmodernidad…", 99 12 Ibid , 97. 13 Ibid , 99-100.

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amor', entendiendo como acogida, encuentro, respeto por el acontecimiento . 14

De nuevo nos asalta el interrogante de si estamos ante un pensamiento propio del balneario europeo o ante una mezcla de romanticismo libertario con toques místicos orientales. Si quisiéramos encontrar una expresi ón que resumiera 'el proyecto postmoderno', tendríamos que elegir la de estetizaci ón general de la vida . 15

Frente 'al proyecto moderno', que, como repite Lyotard, ha estado dominado en el pensamiento y la acci ón durante los siglos XIX y XX por la idea de la emancipación de la humanidad y la promesa de la libertad , hay que caminar 16

hacia su olvido y superaci ón. Sólo así podremos lograr escapar al mito/trampa del progreso, a esta promesa que el mismo desarrollo hist órico y sucesos como Auschwitz han deslegitimado. 'Esta promesa no se ha cumplido. El perjuicio no se ha debido al olvido de la promesa; el propio desarrollo impide cumplimentarla. El neoanalfabetismo, el empobrecimiento de los pueblos del sur del tercer mundo, el desempleo, el despotismo de los prejuicios amplificados por los 'media', la ley de que es bueno lo que es ' performance  ', todo esto no es la consecuencia de la falta de desarrollo, sino todo lo contrario. Por eso nadie se atreve a llamarlo progreso'.

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Pero ¿cómo escapar a la l ógica inhumana del desarrollo? No mediante la retórica de la emancipaci ón. Los

últimos

intelectuales críticos (los Chomsky,

14 Ibid , 11-112.

15 Creo que G. Vattimo lo sugiere ( op. cit. , 52, 53). 16 J.F. Lyotard, op. cit. , 91, 97, 110. 17 Ibid  , 110, 30. La postura m ás cauta de Vattimo ante esta pretendida deslegitimaci ón y refutaci ón del proyecto moderno por los acontecimientos hist óricos traumáticos: "El fin del sentido emancipador de la historia", Diario El Pa ís 6-XII-86.

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Negri,

Sartre,

Foucault)

siguieron

ese

camino

y

'se

equivocaron

dramáticamente' . La razón es que 'los signos del ideal se han embrollado ' . 18

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Lyotard (contra la descalificación masiva de Vattimo) ve que el adorniano volverse hacia el arte expresa la b úsqueda no de un calmante, sino de un testigo de esa liberación fracasada por los caminos del progreso, la emancipaci ón y la universalidad de la razón. Vattimo advierte que, gracias a la sociedad de cultura de masas y de los 'mass-media', vivimos una estetizaci ón general de la vida, al menos en el sentido de que el atractivo formal de los productos pesa infinitamente más que en cualquier

época

del pasado.

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Hay una indudable

ambigüedad en esta estetizaci ón comercializada y difundida por los 'media'. Pero también ahí centellea el acontecimiento (Ereignis  ) de la postmodernidad de 'la utopía de la estetizaci ón general de la existencia' . 21

No les falta coherencia l ógica a los postmodernos. Si su diag-n óstico de la racionalidad dominante encarnada en el proyecto moderno ha desembocado en la inhumanidad, hay que superar esa racionalidad. El pensamiento (primitivo) de la contaminación y la apertura radical, del sujeto y la ontolog ía d ébil, puede ser la alternativa. Esta racionalidad (est ética) nos llevaría a una sociedad donde el ideal no ser ía la 'performance ', sino la capacidad de vivir lo bello. Pero, antes de conceder nuestro asentimiento a la utop ía postmoderna, vamos a dialogar con su propuesta. Porque, como ellos han indicado respecto al proyecto moderno, también puede ocurrir que en su propuesta se deslicen consecuencias históricas no queridas. Ello nos permitirá conocer mejor el

18J.F. Lyotard, op. cit. , 11. 19 Ibidem .

20 G. Vattimo, op. cit. , 52. 21 Ibid , 53.

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alcance de su proyecto social y las reticencias que despierta en sus cr íticos,  junto con los problemas filosóficos y pol ítico-sociales que suscitan.

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SOCIEDAD DE LA SIMULACION  Y FIN DE LA HISTORIA

B - SOCIEDAD DE LA SIMULACION Y FIN DE LA HISTORIA.

Vattimo ve en los medios de comunicaci ón de masas un signo ambiguo donde se anuncia tanto el fin de la modernidad como el comienzo de la postmodernidad. Pero ha sido, sobre todo, J. Baudrillard quien con m ás interés y agudeza ha analizado este punto de no retorno que inicia el dominio de la comunicación de los 'media'. Para Baudrillard, nos hallamos objetivamente ante la postmodernidad entendida como tiempo sin horizonte hist órico, sin orientación, sin 'telos ' ni visión de la totalidad. Las propuestas de superaci ón de una metafísica o racionalidad que veía la realidad y la vida como ese cuadro de referencia, han ocurrido ya. Estaríamos, según este diagn óstico, ante el centelleo del evento postmoderno entrevisto por Vattimo. Y todo ha ocurrido merced a ese trabajo de consenso, de organizar el pensar y el sentir comunes, que es la funci ón que tienen actualmente los medios de comunicaci ón de masas en la esfera p ública. El proceso es descrito por Baudrillard sirvi éndose de metáforas físicas, que son, a su juicio, las que mejor traducen hoy los efectos sociales. Sintetizando en efecto causado por la situaci ón postmoderna, estar íamos por primera vez ante el fenómeno de que 'la historia ha dejado de ser real' . Nos hemos salido de la 22

historia. Ya no tenemos horizonte donde ubicar lo real. Hemos perdido la percepción de la realidad. La explicación gira alrededor de esa p érdida del cuadro de referencia de la 22 Baudrillard toma esta expresi ón en "Las estrategias fatales ", Ed. Anagrama, Barcelona 1984, 12 s.

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SOCIEDAD DE LA SIMULACION  Y FIN DE LA HISTORIA Historia. Los hechos, los acontecimientos, ya no van a ninguna parte. Son agitados, despiezados, observados por los medios de comunicaci ón desde todos los ángulos. Pero no tienen totalidad a la que referirse ni poseen un marco de referencia en el que obtener sentido. Hemos perdido, con el horizonte hist órico, el sentido de la historia. Sin contexto no hay significado; sin orientaci ón, sin 'telos  ', sin totalidad, sin marco de referencia, la historia no existe. Vivimos en la inmediatez, en el presente, movi éndonos de aqu í para allá, pero erráticos. Nos movemos en un espacio sin horizonte. La postmodernidad significaría, por tanto, la entrada en un tiempo en el que los acontecimientos se atropellan, como en el movimiento browniano, sin finalidad propia. Baudrillard dirá, acudiendo de nuevo a otra analog ía física, que somos presa de la fuerza de la inercia social. Una multiplicaci ón y saturación de intercambios que hacen m ás densa la masa social y, por ello, no permiten que los acontecimientos se sitúen más allá de lo inmediato. No hay sentido ni consciencia ni posibilidad de la historia. La causa de esta incapacidad para recuperar los aconteci-mientos en un horizonte de sentido se debe a la t écnica y, en concreto, a las tecnolog ías de la información. Nos hallamos ante la saturaci ón de información, un alud de noticias 23

sin estructuración axiológica que nos hace perder el norte de lo importante y lo trivial; una difusión inmediatística y acelerada que no le permite a la noticia durar, ni al destinatario reflexionar sobre ella; una proliferaci ón de efectos especiales y secundarios que fragmenta, aproxima o aleja el objeto y le quita al sujeto la posibilidad de ver con cierta distancia cr ítica el aspecto de las cosas. El resultado final es el secuestro del acontecimiento, la imposibilidad de la reflexi ón, de la vuelta sobre las cosas, impidiendo la recuperaci ón de la secuencia de

23 Ibidem  ; G. Vattimo, "El fin de la modernidad ", 18. 12

SOCIEDAD DE LA SIMULACION  Y FIN DE LA HISTORIA significados y erradicando el sentido. Las consecuencias de esta situaci ón postmoderna de pérdida de la historia y del sentido son juzgadas por sus cr íticos como desastrosas. En este punto hay unidad entre los espíritus conservadores críticos. El nihilismo (Nietzsche) de una 'post-historia' que nos encierra en un 'eterno retorno' sin punto final de referencia, es la versi ón histórica del predominio de la razón instrumental que todo lo convierte en medio, en una secuencia sin fin (Horkheimer). Lejos de estar en la situación histórica objetiva de vivir fruitivamente cada evento en s í mismo sin funcionalizarlo a otra cosa (Vattimo), no hallar íamos en el contexto de lo siempre nuevo que cada vez produce menos novedad. Es decir, entramos en lo qu Gehlen llamó 'el progreso que se convierte en rutina', y que los cr íticos de Frankfurt vieron que era la condici ón de la sociedad de consumo, la novedad de productos para asegurar el funcionamiento y pervivencia del sistema. En el fondo, y bajo la capa del consumismo económico y la superaceleración informática, estamos en el m ás absoluto inmovilismo socio-pol ítico. La superación de la historia termina siendo un dormitar de la historia al servicio del sistema. Porque éste sí que tiene su marco de referencia, a cuya reproducci ón y mantenimiento supedita a los sujetos y las ideolog ías. No esperar nada de la historia conduce a esperar resignados que se sucedan ininterrumpidas las irracio-nalidades del sistema. Sin embargo, para Baudrillard y Vattimo se abren grandes posibilidades con el fin de la historia. Para Baudrillard, con el fin de la historia acaece el fin de la alienación, porque 'la historia es precisamente el lugar de la alienaci ón y, si nos salimos de la historia, nos saldremos tambi én de la alienaci ón' . El razonamiento 24

baudrillardiano se parece al esgrimido por Lyotard: la historia exige como

24 J. Baudrillard, "Las estrategias fatales". 13

SOCIEDAD DE LA SIMULACION  Y FIN DE LA HISTORIA condición un sentido que s ólo se logra desde un metarrelato o visi ón totalizante y finalizadora de la historia; pero los metarrelatos escatol ógicos son un enorme modelo de simulación; luego, eliminada la posibilidad de tal metarrelato sólo nos queda el presente. Vivimos en el tiempo cumplido. Para Baudrillard, la superación del sentido de la historia tambi én lo es de sus liberaciones en el porvenir. Estamos ante una escatolog ía realizada, presentista, que llama a vivir el presente como inmediato y total. Esta actitud, que podr íamos calificar de esteticismo presentista, tiene para Baudrillard consecuencias pol íticas. Se escurre de las manos opresoras del poder que usa de ideolog ías y esperas de salvaci ón para oprimir a los individuos. Hasta lo negativo desaparece. Expresando en forma de utop ía, vivir más allá del fin de la historia es vivir en la simulaci ón, fuera de ideologías, de alienaciones y del mismo mal.

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Para G. Vattimo, entramos en la era postmetaf ísica (Heidegger), donde habremos de vivir eligiendo y decidiendo, no desde modelos estables y fundados, sino desde la apertura radical a la realidad. Una experiencia que tiene mucho de estética, de escuchar al ser, de o ír 'su presencia-ausencia de las redes de una sociedad transformada, cada vez m ás, en un muy sensible organismo de comunicaci ón' . 26

Ante el fin de la historia postmoderna surge la ambig üedad. Queda claro, sin embargo, que esta pérdida de las condiciones de posibilidad de la historia supone un vaciamiento de la concepci ón salvífica cristiana que impregnaba la modernidad. 'El desencantamiento del mundo', del que hablaba Weber, ha tenido ahora su realización, porque 'no consiste s ólo en la eliminaci ón de todo arbitrio 25 Ibid , 195 s.

26 G. Vattimo, "El fin de la modernidad ", 46. 14

SOCIEDAD DE LA SIMULACION  Y FIN DE LA HISTORIA divino por parte de una naturaleza entendida como simple mecanismo y campo de manipulación de la ciencia y la t écnica; consiste tambi én, especialmente en los decenios más recientes, en el fin de todo proyecto y norma histórica totalizante, lo que significa adem ás el fin de la ética, al menos en la forma que prevalentemente ha asumido en el pensamiento moderno' . 27

Pero sin meta-historias unitarias, sin filosof ías o teologías del progreso, de la emancipación, o de la salvaci ón, ¿podremos tomar siquiera decisiones para gozar de la pluralidad insondable de la vida?; ¿no seremos m ás bien entregados al v értigo circular, tautológico, del sistema? Vattimo aboga siempre por opciones 28

débiles: seguir el camino nietzscheano de buscar el sentido de la historia en la pérdida del sentido; concretamente, agarrarse 'al descubrimiento de la multiplicación de los horizontes de sentido' . Pero este relativismo cultural ¿es 29

una verdadera salida?

27 G. Vattimo, "El fin del sentido emancipador de la historia".

28 Ibidem  . Vattimo afirma que 'hemos descubierto que no podemos, por ahora, prescindir de una concepci ón unitaria de la historia, de un hilo rojo sobre el que proyectar el futuro, darle un sentido, tomar decisiones (…). Y as í las grandes narraciones legitimantes, la filosofía de la historia, no han pasado y desaparecido del todo, como quer ía Lyotard; se han vuelto problemáticas, pero, así y todo, constituyen todavía el único contenido de nuestro pensamiento y de nuestra cultura'. Entretanto, tambi én Lyotard parece haber debilitado sus posiciones: Cf. "Reescribir la modernidad", Revista de Occidente, 66 (1986), 32.

29 G. Vattimo, art. cit. ; J.F. Lyotard, "La postmodernidad…", 42. 15

SEGUNDA REVOLUCION INDIVIDUALISTA O DISOLUCION DEL ACTOR SOCIAL

C - SEGUNDA REVOLUCION INDIVIDUALISTA O DISOLUCION DEL ACTOR SOCIAL.

Bajo la tendencia europea al uso de las formulaciones generales -tendencia endurecida en el proyecto moderno-, los postmodernos han visto un peligro para la persona. Detrás del concepto general de hombre se violenta lo particular, imprevisible y único de cada individuo. Esta ha sido una de las estrategias de disciplinamiento social y de latente utilización para fines totalitarios. Con el rechazo del culto a la Idea de Hombre, Libertad, Comunidad libre, Pueblo, Ser Supremo, liquidamos las instancias normativas universales para quedarnos con lo singular y concreto. Se sientan así las condiciones para vivir lo singular e infinito de cada individuo. La no supeditaci ón a un ideal normativo dejar á abierto el horizonte para que cada cual sea, en la multiplicidad de los contextos y en las vicisitudes de su existencia, el verdadero decididor de su destino. Esta utopía de fondo nietzscheano -liberaci ón del individuo por la disoluci ón de todas las ataduras, incluida la del sentido- va ligada a un 'adelgazamiento' del moderno concepto de sujeto . Parece que esta utop ía sólo se hará efectiva si el 30

sujeto burgués aprende a perderse en la vivencia presentista de lo que le rodea. El ideal de individuos aut ónomos, creativos y sumergidos en la vivencia del ahora encuentra su correlato sociol ógico en el narcisismo de la cultura actual. La experiencia del deleite distra ído y de la cultura magnificada que propone como

30G. Vattimo, "El fin de la modernidad", 46. 16

SOCIEDAD DE LA SIMULACION  Y FIN DE LA HISTORIA actitud estética Vattimo , representa una vida entregada a la seducci ón de lo 31

múltiple y diverso, del momento in édito, del goce de nosotros mismos a trav és de la cultura de nuestro tiempo, del logro del deseo en la experimentaci ón continua que posibilita la abundancia de excitantes de nuestra sociedad: rasgos propios del individuo dado al encuentro de su propio "yo". Más allá de los ejemplos concretos, nos encontramos con un problema de valoración y diagnosis. La p érdida del sujeto moderno, a la que el pensamiento filosófico y sociológico moderno ha vinculado la conciencia, la libertad, la dignidad de la persona, la cr ítica, la intención y la decisi ón, ¿se puede 'adelgazar' tanto que no muera junto con 'el sujeto burgu és', todo sujeto? Weber y la escuela de Frankfurt temían que la racionalidad instrumental llegara por la v ía de la legitimación del dominio legal burocr ático y tecnocientífico a administrar a los individuos como cosas. Horkheimer avistaba un creciente 'nihilismo del individuo' ante el avance de la sociedad administrada. Hoy Habermas diagnostica una penetración de la l ógica del sistema en el mundo (de la vida) de la comunicaci ón, las relaciones personales y la libertad. Quizás Lyotard y Vattimo nos dir ían que su preocupaci ón no está alejada de estos objetivos. Pero la cuesti ón está en si su propuesta resiste al sistema o capitula ante él. Su liquidación del sujeto moderno ofrece un paralelismo con lo que supone la teor ía luhmaniana de sistemas. Tampoco aqu í se necesita ya un sujeto fuerte, consciente, que tome decisiones desde alg ún horizonte de sentido. La racionalidad del sistema lo hace por

él.

Sería un cinismo histórico que la

pretendida salvación del individuo propugnada por el proyecto postmoderno desembocara en el apoyo a la negaci ón del actor social postulada por la teor ía de sistemas.

31Ibid , 59. 17

SOCIEDAD DE LA SIMULACION  Y FIN DE LA HISTORIA La sociedad realmente democrática y participativa, ¿surgirá de este individualismo débil sin imperativos categóricos que se desparrama en la vivencia de lo diferencial? F. Savater defiende el fundamento ego ísta de la moral y el 'egoísmo ilustrado' como base de la democracia. Este ego ísmo esclarecido es la raíz de un 'individualismo democr ático'. Vattimo considera que la igualdad, que es valor básico del pensamiento emancipador que hemos heredado de la modernidad, se basa seriamente sobre cimientos nihilistas, y únicamente porque no hay ningún 'mundo real', ninguna estructura esencial del ser: es por lo que somos realmente todos iguales. Pero este punto de partida para la democracia integral tiene algunas sombras. Horkheimer ya vio que no era tan 'natural' la serie de descubrimientos que presupone Savater. Incluso lleg ó a pensar que no ve ía contradicción en utilizar al otro, incluso eliminarlo, si de ello no se sigue un mal para m í. Cortina arguye a Savater que, con la aceptaci ón del otro como valioso en s í, no se ve cómo puede nacer la solidaridad y el reconocimiento rec íproco. W. Benjamin añadiría que no acertar ía a ver por qu é se presta atención a aquellos que no ofrecen nada a cambio al c álculo egoísta. Creo que sobre los cimientos nihilistas no brota la igualdad, sino la amenaza constante del poder del m ás fuerte.

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