En Un Origen Las Palabras Eran Magia

April 21, 2017 | Author: jfelipemar_45318147 | Category: N/A
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EN UN ORIGEN LAS PALABRAS ERAN MAGIA Steve de Shazer EN UN ORIGEN LAS PALABRAS ERAN MAGIA Grupo: PSICOLOGÍA Subgrupo: TERAPIA FAMILIAR

EN UN ORIGEN LAS PALABRAS ERAN MAGIA por Steve de Shazer geds. Título del original en inglés: Words Were Origínally Magic O 1994 by Steve de Shazer Publicado por W. W. Norton & Company, Inc. New York • London Dylan Thomas: Poems of Dylan Thomas. Copyright © 1967 by The Trustees for the Copyrights of Dylan Thomas. Reproducido con autorización de New Directions Publishing Corp. and David Higham Associates Ltd. Traducción: Alcira Bixio Primera edición, junio de 1999, Barcelona © by Editorial Gedisa S.A. Muntaner 460, entlo. lá Tel. 201 60 00 08006 - Barcelona, España e-mail:[email protected] http: / /www.gedisa.com ISBN: 84-7432-707-5 Depósito legal: B-26041/1999 Impreso por Liberduplex Constitució, 19 - 08014 Barcelona Impreso en España Printed in Spain

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o cualquier otro idioma. !SAO - CID PROCESOS TÉCNICOS UN(VA Procedencia Indice AGRADECIMIENTOS1 1 INTRODUCCIÓN .. 13 Parte I ... 21 1. "Nada más que... un intercambio de palabras" .. 23 2. Lenguaje y estructura, estructura y lenguaje 32 3. El agujero [totalidad] de Lacan ... 46 4. Llegar a la superficie del problema52 5. La "epistemología" de Bateson: ¿un agujero negro? ... 65 6. Freud estaba equivocado: las palabras no perdieron nada de su magia74 Parte II .. 91 7. Hablar del problema/hablar de la solución93 8. Llegar a los "problemas" de la superficie .. 123: 9. Escuchar o tomar en serio lo que dice el paciente 144 10. ¿"Qué anda mejor" después de la primera entrevista? ..172 -x-11. Construir historias de logros: entrevistas de consulta ... 195 "2. Casi un cinco .. 226 +13. Superficies: en busca de una solución .. 257 .14. Espere un minuto, ¡eso sería un milagro!284 15. Epílogo 317 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS .. 321 INDICE TEMÁTICO329 7 Insoo Kim Berg Dar (Charles Darwin) de Shazer John H. Weakland tres de mis personas favoritas Agradecimientos Ante todo, deseo agradecer a Insoo Kim Berg por su permanente apoyo. Sin ella este libro no habría sido posible. A decir verdad, sin ella el enfoque de la terapia descripto en mis libros no habría sido posible. También quiero agradecer a John H. Weakland por las muchas horas de conversación durante años sobre cosas que son de interés mutuo. De maneras que son demasiado numerosas para mencionar aquí, John influyó en toda mi obra desde el primer momento en que nos pusimos en contacto. También debo agradecer a Gale Miller y a Ray Gurney por la cuidadosa lectura que hicieron de anteriores versiones del manuscrito y por las discusiones sobre muchos de los temas que trato aquí. También quiero agradecer a todas las personas que trabajaron conmigo en los múltiples talleres y seminarios de los que participé en años recientes. Sin las preguntas y comentarios de estas personas para señalar el camino correcto, yo nunca hubiera podido imaginar el alcance que podría tener este libro. En realidad, son demasiadas las personas a las que debo agradecer. Ciertamente debo dar las gracias a Susan B. Munro de W. W. Norton por la gran destreza editorial que mostró en su trabajo y por la fe que tiene en lo que escribo. Por supuesto, también debo agradecer a los muchos pacientes con los que he hablado y a los que he observado a través de un vidrio espejado, por todo lo que me han enseñado al correr de los años. Introducción

El perjudicaba su visión observando desde demasiado cerca el objeto. Es posible que pudiera tal vez ver un punto o dos con excepcional claridad, pero así necesariamente perdía de vista el conjunto. Existe pues una actitud que puede considerarse como demasiado profunda. No siempre la verdad se halla en el fondo de un pozo. C. Auguste Dupin (Los asesinatos de la calle Morgue) Érase una vez un tal Sigmund Freud que vivía en Viena, la ciudad de los sueños, la capital de un imperio mágico donde, al pasar de un siglo al otro, resultaba evidente que nada era lo que parecía ser (Janik y Toulmin, 1973). Freud pasaba la vida escuchando lo que le contaban personas perturbadas sobre sus perturbadas y perturbadoras vidas. Advertía que las historias eran bastante extrañas, a veces enigmáticas, con frecuencia inexplicables. Entonces, decidió hipnotizar a esas personas perturbadas para volver a oír lo que decían sobre sus vidas después de tal operación. Pero las historias que aquellas contaban mientras se encontraban en trance eran aun más inescrutables y misteriosas. Freud se preguntaba cuál de esas versiones sería la verdadera. ¿Qué era lo que expresaba la realidad de sus vidas? Esas personas también le hablaban a Freud sobre sus sueños y eran historias que parecían bastante desorganizadas y carentes de significación. Sin embargo, como vivía en un reino mágico, Freud sabía que lo extraño y extravagante no era 13 ni grotesco ni exótico ni caprichosamente engendrado; esas personas llevaban máscaras que encubrían la realidad. De esa manera Freud escuchaba tres tipos de narraciones: a) historias que la gente le contaba cuando estaba en estado de vigilia, b) historias contadas cuando se encontraban en trance y c) historias sobre sueños o historias contadas sobre historias que ocurrían cuando el narrador estaba dormido. Freud se preguntaba cuál de ellas era verdaderamente real. Entonces puso orden en todo cuanto había escuchado y, como no era capaz de determinar cuál de las tres versiones era la verdadera, atendió a las leyes de la naturaleza que pudieran estar en la base de los fenómenos tan dispares que estaba estudiando y se puso a escudriñar detrás de ellos y por debajo de ellos para hallar la verdad. Como tenía un espíritu moderno, científico y objetivo, decidió que la única manera de explicar por qué algunos hacían lo que hacían, era suponer la existencia de algo en el interior de la persona, a saber, pulsiones o instintos. Una vez realizado su análisis y una vez encontrada la verdad, Freud logró clasificar y explicar esas relaciones que la gente le narraba. Luego comenzó a comunicar a otras perso nas sus versiones sobre la verdad subyacente de las narraciones que le habían hecho. Como era médico, Freud construyó esos informes de conformidad con el modelo científico y positivista de sus días que consideraba enfermedades, categorías, causas, mecanismos, fuerzas, desplazamientos, represiones y resistencias, fenómenos todos que podían explicar la causa de que acontecieran esos hechos perturbadores. Como observó Don Jackson, hay cierta similitud científica y metafórica entre el superyó de Freud y el demonio de Clerk-Maxwell (Jackson, 1967).

Y el mundo se manifestaba como hechizado; después de todo aquellas eran historias vienesas, historias mágicas, en las que nada era exactamente lo que parecía ser. Afortunadamente, esos modos de narración a veces ayudaban a las personas a contar nuevas historias que resultaban menos perturbadoras. Y por eso, ocurrió que otros médicos, que también eran modernos y objetivos, comprobaron que podían dar versiones de las historias de las personas perturbadas con las que estaban trabajando usando las líneas trazadas por Sigmund Freud. Así nació un paradigma científico y analítico, una industria del contar historias. Como eran modernos, todos creían en la ciencia, creían en la verdad de tales historias. No había duda de que esas perturbadoras narraciones eran producto de mentes perturbadas, de almas perturbadas, de psiques perturbadas, que suponían deficiencia de la prueba de realidad. A su debido tiempo, muchos otros terapeutas, científicos o no, comprobaron que las tramas de estos cuentos vieneses eran dignas de volver a contarse. Esa industria de volver a contar historias se difundió por toda Europa y a través de los mares. En Palo Alto, una ciudad muy distante en todos los sentidos de la mágica Viena, se encontraba Don Jackson, médico y hombre de ciencia que desarrolló nuevas tramas para tratar los relatos que él volvía contar. Como vivía en la era del espíritu familiar, las personas perturbadas que le contaban sus perturbadoras historias le hablaban de sus familias. Le contaban cosas que estaban más allá del análisis, cosas ajenas al repertorio freudiano de personajes y casos. Como era un médico relacionado con un grupo de investigación (Gregory Bateson, John Weakland y Jay Haley), Jackson volvió a relatar historias construidas según el modelo científico de su época, en el cual entraban conceptos tales como sistemas, homeostasis, redundancia, evasiones, categorías, comunicación, relaciones, simetría y asimetría, causas circulares, mecanismos, clase y miembros, doble vínculo y resistencias. Según todos sabemos, hay que ver para creer; por eso, en su condición de investigadores y científicos, Jackson, Bateson, Weakland y Haley no sólo se valieron del modelo de indagación científico de sus días como un prototipo para tratar las historias que volvían a contar, sino que también usaron la tecnología más avanzada de que se disponía en aquella época. Perforaron paredes e instalaron vidrios espejados, grabaron cintas y filmaron a las familias perturbadas que contaban sus penosos sucesos. Ahora ya no dependían de cada una de las palabras de la versión de algún terapeuta, sino que podían oír y ver cómo las historias eran contadas, de suerte que podían volver a contarlas según el punto de vista científico de cada uno. 14 15 Y ocurrió que también siendo modernos y científicos, otros terapeutas comprobaron que podían tratar los casos de las personas perturbadas con las que trabajaban aplicando las nuevas técnicas desarrolladas en Palo Alto. Así nació un nuevo paradigma científico, una nueva industria rival de contar historias. La forma

de estas nuevas versiones nos recuerda lo que se dijo de la relatividad de Einstein. El evento "x" se ve de manera diferente según los varios observadores. El padre lo ve de una manera, la madre de una diferente y la hija de una tercera manera. Con un espíritu igualmente científico y moderno, otro médico, un tal Salvador Minuchin, perforó otro agujero en otra pared de otra ciudad. Lo mismo que Jackson, escuchaba relatos que no comprendía, relatos penosos e inquietantes que le contaban las familias, historias que no eran historias vienesas. Minuchin inventó otra serie de líneas de indagación completamente diferentes, muy diferentes por su estructura de aquellas practicadas en California, y tanto era así que Jay Haley atravesó el país para unirse a esta industria rival del relato y dejó que en Palo Alto se ocuparan de las historias breves de Weakland & Co. (La diferencia entre las versiones de Jackson y las versiones de Minuchin era semejante a la diferencia entre la "teoría de las ondas" y la "teoría de las partículas", es decir, diferentes concepciones que dividieron la física durante tanto tiempo.) Otros científicos volvieron a relatar estas historias de familia que cruzaron los mares. Se las escuchó en Italia, donde Mara Selvini-Palazzoli, una médica tan moderna como objeti va, volvió a contar historias maquiavélicas muy sucias que le contaban familias italianas. Pero, por supuesto, y para que no se perdiera del todo la antigua ciencia, Nathan Ackerman y algunos otros hombres de ciencia inexorablemente modernos abordaron esas historias familiares empleando las líneas de investigación freudiana. Murray Bowen y algunos otros comprobaron que las verdades de la antigua ciencia eran verdades obligadas y comprobaron asimismo que las viejas historias eran tan reveladoras y vigorosas que trataron estas cuestiones familiares que les contaban familias perturbadas aplicando el género vienés y así dieron a sus versiones giros maravillosos propios de cuentos de hadas, de suerte que el indiferenciado yo de la familia cobró entusiasmo por bailar al son del vals. Desde otra tierra distante, desde el desierto, llegó otra voz, la voz de otro médico que hablaba de lo que le contaban personas perturbadas. Estos relatos eran tan diferentes de los ortodoxos que los científicos decían que eran historias propias de un hechicero, de un chamán, y que, por lo tanto, eran completamente anticientíficas. Lo mismo que las historias de Jackson y de Minuchin, las historias de Milton H. Erickson escapaban al análisis, puesto que también ellas mismas constituían un género diferente. Esas historias eran profundamente anticientíficas: no sólo habían desaparecido los conceptos de tipos, categorías, causas, mecanismos, fuerzas, desplazamientos, represiones y resistencias -o eran redefinidos por su falta de existencia- sino que también estaban ausentes los conceptos de sistemas, homeostasis, redundancia, evasiones, categorías, comunicación, relaciones, simetría y asimetría, causas circulares, mecanismos, clase y miembros, doble vínculo y resistencias, que constituían el nuevo lenguaje científico. Las versiones de Erickson asumían diferentes formas que nos recuerdan lo que decía Heisenberg, a saber, el observador y sus instrumentos

determinan si ese observador nos cuenta algo sobre "ondas" o sobre "partículas". Así había nacido otra industria rival de contar historias. La mayor parte de las historias que los terapeutas volvían a relatar tendían a caer en el estilo de Sherlock Holmes. En este estilo, el terapeuta -llámese Freud o Ackerman o Jackson o Erickson- necesita tener un conocimiento especializado de acontecimientos o modelos similares, lógica, aptitudes de observación, la habilidad para perseguir la verdad con firmeza y la capacidad de determinar la diferencia entre las pistas y los ardides para apartar la atención del asunto. Holmes era en muchos sentidos el prototipo del hombre de ciencia moderno. Reunía todas las pruebas, los indicios, y luego los interpretaba lógicamente y llegaba por inferencias a "la verdad", a la que ningún otro llegaba. El estilo de Sherlock Holmes sólo es eficaz 16 17 cuando el terapeuta ha ignorado todos los grandes ardides engañosos y se ha concentrado en las claves descubiertas por él mismo y el paciente. Este proceso no siempre es sencillo: existe la posibilidad de obrar como el inspector Lestrade y correr tras las pistas falsas. Recientemente se ha producido un cambio tremendo. Sherlock Holmes desapareció de la escena de los relatos y fue reemplazado por el doctor Who. En el estilo del doctor Who, la terapia funciona en virtud de la magia sistémica. Mientras viaj a a través del tiempo y de las galaxias, el doctor Who trabaj a con una serie de asociados que incluyen a un perro robot, llamado K-9. A menudo el buen doctor da con los problemas y también con las soluciones accidentalmente. Con frecuencia su máquina del tiempo funciona mal y el doctor llega al lugar equivocado en el momento equivocado, con lo cual crea accidentalmente una situación que hace parecer interesante y que requiere una solución. De ahí que el doctor Who y su equipo creen malentendidos, sean mal interpretados e interpreten mal las situaciones. El doctor Who resuelve estos problemas empleando la lógica y la casualidad, lo planificado y lo accidental y la tecnología más avanzada de que dispone. Todos pueden quedar implicados: amigos, enemigos, máquinas y su equipo de colaboradores; pero todo lo que hagan parece ser esencialmente fortuito y tener efectos esencialmente fortuitos. Usualmente el equipo de colaboradores sigue al doctor Who, no para hacer algo con él, puesto que cuando el doctor Who interviene puede ocurrir algo bueno o algo malo: la intervención empeora las cosas con tanta frecuencia como las mejora. En el estilo del doctor Who, el terapeuta necesita tener un buen equipo de colaboradores con abundante conocimiento especializado sobre el modo como reaccionan los sistemas a los eventos fortuitos o no planificados que siempre están ocurriendo. El paciente, el terapeuta y el equipo necesitan, como el doctor Who y sus asociados, sacar provecho de ese malentendido mutuo y de los acontecimientos fortuitos de la vida cotidiana, y ayudar así al paciente a transformar las oportunidades en buenaventura. Como dirían los budistas, debemos recordar que la Objetividad es una Ilusión. Al ser modernos, científicos, objetivos y positivistas, estos relatores de historias vieron, pero no obser

varon (como le dijo una vez Sherlock Holmes al doctor Watson). Todo lo que vieron fue una familia perturbada que contaba su perturbadora historia a un terapeuta. Examinaron desde demasiado cerca, vieron demasiado y, al mirar a través del vidrio espejado, se perdieron algo. Su ciencia y su objetividad dejaron al terapeuta en el punto ciego, separaron al terapeuta y a los observadores de los perturbados narradores, apartaron al conocedor de lo conocido. En una época no muy distante y en un lugar muy alejado y diferente en muchos sentidos de Viena, de Palo Alto y de Filadelfia, observamos a través del espejo y nos asombramos de lo que vimos. Al principio nos pareció inverosímil, increíble. Nos asombraba haber hecho un descubrimiento tan sorprendente, o mejor aún, nos asombraba haber inventado algo tan desconcertante. Lo que observábamos era tan simple y evidente y tan fácil de ver, puesto que estaba directamente en la superficie y había estado desde tanto tiempo antes al alcance de cualquier observador; sin embargo había permanecido oculto en virtud de la objetividad de la ciencia moderna. Vimos a un terapeuta que hablaba con su paciente. Pronto quedó claro que el terapeuta, el que repetía la historia, no era meramente un cronista. En realidad, vimos que quien vuelve a relatar la historia forma parte de ella. La forma del relato de quien vuelve a narrarlo ya fue modelada durante la primera narración. Y llegó a ocurrir que un día un paciente preguntó: "¿Qué opinan ellos (los terapeutas situados detrás del espejo)?". Vimos que los miembros del equipo que permanecían ocultos también formaban parte de la historia que se estaba contando. No éramos observadores apartados o apartables. También nosotros nos reflejábamos en el espejo. Y así nacía otra industria competidora de contar historias. Pronto resultó claro que las preguntas que surgían de la trama freudiana conducían a historias que se ajustaban al género freudiano; que las preguntas procedentes de la línea 18 19 jacksoniana conducían a historias sobre las familias; y que otras preguntas conducían a la trama de un hechicero. Es decir, si pretendo ser Sherlock Holmes, volveré a relatar una historia de una manera científica. Si pretendo ser el doctor Who, contaré la misma historia de un modo sistémico. Uno nunca puede saber cuál es la historia verdadera; uno nunca puede saber qué es realmente real. Las versiones al estilo del doctor Who están más allá del análisis, más allá de la comprensión, como una única historia que trata simultáneamente de ondas y de partículas vuelta a contar por Heisenberg. Las historias que cuentan estos renarradores ya no son modernas ni científicas. Son historias sobre la narración de historias, son un modo de dar nuevas formas a un relato a fin de que la persona perturbada cambie su propia historia. En estas historias ya no hay cosas tales como tipos, categorías, causas, mecanismos, fuerzas, desplazamientos, represiones, homeostasis, redundancia, evasiones, categorías, comunicación, relaciones, simetría y asimetría, causas circulares, mecanismos, clase y miembros, dobles vínculos ni resistencias. Estas historias ya no son solamente producto del individuo perturbado o de una familia enloquecedora; son simultáneamente el producto de la persona perturbada, del terapeuta y de los observadores. Las historias de la terapia ya no proceden

solamente de algo que ocurre "en el interior" de las personas perturbadas y ni siquiera entre ellas, tampoco de algo surgido del interior y del entorno, sino que más bien proceden de todo esto y de algo más que ocurre entre todas esas personas y el terapeuta. Como bien lo sabía Freud, la comprensión no es tan fácil como parece. Cal V 111 and Hobbes I TAKE NWNS PD AD IECTtYES AND USE TkM AS VE7$S. REMEMBER WNEN "Atan WAS A TNiW NOW 1T5 SDMERIING YOV D0. IT GDT VERBED PARTE I CALVIN AND HOBBES copyright 1993 Watterson. Dist. por UNIVERSAL PRESS SYNDICATE. Reproducido con autorización. Todos los derechos reservados by Bill Watterson MA9E F!E CAN EVENTVAW MAKE LAN;VALE A mmk£TE IMPEDtMENT TD VNDERSTANDING. [Me gusta verbalizar las palabras. ¿Qué? Uso sustantivos y adjetivos como verbos. ¿Recuerdas cuando "implemento" era una cosa? Ahora es algo que hago. ¿Ves? se ha verbalizado. Los verbos dan misterio al lenguaje. Quizá con el tiempo logremos hacer que el lenguaje sea un impedimento completo para comprendernos.] 21 "Nada más que... un intercambio de palabras" Las palabras son los médicos de una mente enferma. Esquilo Cuando comencé a hablar y a escribir por primera vez sobre la terapia como una "conversación" (De Shazer, 1988) y como "nada más que un puñado de charla" (De Shazer, 1989), olvidé o quizá no sabía que en su conferencia introductoria sobre psicoanálisis de 1915, Sigmund Freud decía: En un tratamiento psicoanalítico no ocurre nada más que un intercambio de palabras... el paciente habla... el médico escucha... Originalmente las palabras eran mágicas y hasta hoy las palabras han conservado mucho de su antiguo poder mágico... Mediante las palabras puede hacerse a otra persona maravillosamente feliz o llevarla a la desesperación... Las palabras provocan efectos y en general son el medio de influencia mutua entre los hombres. De manera que nosotros no desdeñaremos el uso de las palabras en psicoterapia y nos complaceremos en escuchar las palabras que se intercambian entre el analista y su paciente. (Freud, 1915-1917, vol. 15, pág. 17, la bastardilla es mía) Las palabras son, por supuesto, parte del lenguaje. Tam-i bién lo son los silencios, los gestos, las expresiones faciales, etc. Para mirar la magia de las palabras tenemos que mirar el lenguaje, el contexto dentro del cual las palabras producen su magia. 23 La terapia ocurre dentro del lenguaje y el lenguaje es lo que los terapeutas y el paciente utilizan para hacer terapia; de ahí que, como dice Freud, la terapia pueda considerarse como "un intercambio de palabras", una conversación. Sin embargo, esa es una manera peligrosa de decirlo, puesto que la conversación es una

actividad normal y natural que desarrollan juntas dos o más personas en el mismo lugar; automáticamente suponemos que sabemos de qué estamos hablando cuando empleamos la palabra "conversación". Parece algo tan simple y obvio que ni siquiera hace falta que sepamos algo acerca de las conversaciones para participar en ellas. Suponer que sabemos qué significa semejante término general nos lleva a emplearlo "demasiado libremente, es decir, no como [una de nuestras] herramientas de pensamiento, sino en vez del pensamiento" (Weakland, 1993a, pág. 139). Ese empleo nos lleva a un cambio probablemente ineludible de la palabra "como" a la palabra "es" 1 y lo que podría haber sido un concepto útil deriva hacia una metáfora con dos térmi nos indefinidos. Un primer ejemplo incluye el cambio entre considerar a la familia como un sistema a decir que la familia es un sistema. Por este camino se llega a decir "la terapia es conversación" y, razonablemente, comenzamos a pensar que "terapia es igual a conversación". (La ecuación: si la terapia es conversación, luego la conversación es terapia. Esta es una verdadera metáfora en la que se sustituye un sustantivo por otro con un traslado de la significación.) Mediante la forma gramatical construida alrededor de L "es", comenzamos errada e inadvertidamente a pensar que sabemos todo lo que hay que saber sobre hacer terapia: prima riamente las aptitudes necesarias para mantener una conversación o continuar un diálogo. Esto a su vez nos tienta erradamente a pensar que la terapia es la conversación misma, es decir que "el factor curativo" está en compartir una charla. Así como antes se hablaba de la "relación terapéutica", la expresión "la terapia es conversación" constituye una comparación que aparentemente explica de qué trata en definitiva la terapia y sin embargo es algo tan vago e inespecífico que en realidad no nos dice nada, porque no dejamos de pensar cuando creemos que sabemos de qué estamos hablando. La idea de que hacer terapia puede entenderse como una conversación nos señala y nos recuerda los aspectos interactivos de la tarea, algo que es muy fácil descuidar. Además, las nociones desarrolladas desde que la terapia se concibió como una conversación, como una actividad de la que participan dos o más personas, equilibran de algún modo las significaciones tradicionales y de diccionario de la palabra "terapia" (proveniente del griego, con el significado de cuidar, curar), las cuales ciertamente pueden llevarnos a pensar equivocadamente en el terapeuta como alguien que obra sobre el paciente. Por ejemplo: terapéutico: que sirve para sanar o curar; curativo; dedicado a descubrir y aplicar remedios para las enfermedades. Parte de la ciencia médica que se relaciona con el tratamiento y la cura de enfermedades. Esto es, entender la terapia como una conversación parece ser una útil contradicción de términos, en la medida en que nos lleva a concebir la tarea de hacer terapia y el uso del término "terapia" de modos que socavan y contaminan las definiciones que normalmente ofrece el diccionario de la palabra "terapia" (que, por desgracia, el término, lleva consigo automáticamente). A lo largo de todo este libro y del anterior (De Shazer,1991) he continuado empleando la palabra "terapia" con gran renuencia y vacilación. La he utilizado aun cuando no es exactamente la palabra adecuada, porque es el único término

de que dispongo incluso para empezar a decir qué es esto de lo que estoy hablando, qué es lo que hacemos mis pacientes y yo. Desafortunadamente, "terapia" dice al mismo tiempo más y menos de lo que yo quiero decir cuando utilizo ese término. Pero aún no he pensado ni oído ninguna otra palabra que pueda ocupar su lugar.3 A lo largo de los dos libros yo debería haberla escrito del siguiente modo: Terapia. (Este tipo de tachadura indica una palabra utilizada, pero que en realidad no se desea usar. Puesto que la palabra es inadecuada, aparece cruzada; puesto que la palabra es necesaria, aparece legible.) Terapia escrita así expresa mejor su sentido, pero el uso constantemente repetido de la tachadura resultaría fastidioso y nos distraería tanto a mí (como autor y lector) como a los demás (como lectores). Pero ¿Cómo digo entonces terapia? 24 25 ¿Quiere usted aprender fácilmente las ciencias? Comience por aprender su propia lengua. Etienne Condillac4 (1947, págs. 216-217) Cualquier conversación está llena de palabras mágicas, y las palabras, los silencios, los gestos, etc. son partes del lenguaje. La idea de que la terapia puede entenderse como conver sación apunta a la idea de Condillac de que tenemos que aprender nuestra propia lengua a fin de aprender sobre terapia. En realidad, necesitamos aprender nuestro propio lenguaje para aprender sobre conversaciones, narrativas, relatos y cualquier otro empeño humano. Después de todo, las conversaciones, las narrativas y los relatos utilizan todos el lenguaje no sólo como herramienta sino también como contexto. Ciertamente, los lectores de Condillac, así como los míos, creen que conocen su propia lengua. Ciertamente yo, como escritor, quiero creer lo mismo. Después de todo, la utilizamos permanentemente, en especial cuando hablamos, escuchamos, leemos y escribimos. Emplear la propia lengua parece algo sencillo y sin complicaciones. Como primera parte de un experimento, imagine que usted está leyendo la primera edición de un libro de Sigmund Freud de 1914. En la página 4 encuentra la palabra "depresión" uti lizada por primera vez en ese libro. (En realidad, Freud probablemente habría escrito "melancolía".) ¿Puede usted confiar ciegamente en que sabe con exactitud qué quiso decir Freud con esa palabra? Aunque deseamos decir "sí", la respuesta en realidad es "probablemente no". Al escribir esa palabra, Freud volcó en su escrito todas las experiencias que había tenido con la palabra, lo cual incluía años de práctica y horas de discusión con diversos colegas. Al leer la palabra, tanto yo como usted, volcamos en ella todas nuestras experiencias, lo cual incluye la vasta cantidad de bibliografía e investigación sobre el tema de la depresión realizada desde la época de Freud en adelante. Probablemente cada uno de nosotros haya leído algunas de esas obras, de las que Freud no podía saber nada. Ciertamente hay una superposición mínima que compartimos con Freud, pero eso tal vez no supere lo que dice un artículo estándar de un diccionario. Como resultado de todo ello, no podemos saber exactamente qué quiso decir Freud con la palabra "depresión". Como segunda parte de este experimento, imagine que usted y yo somos moscas que observamos desde un muro cómo Freud escribe su libro. Al mediodía del lunes, él

abandona su escrito después de escribir precisamente la palabra "depresión". Y pasa el resto del día haciendo otras cosas que no están relacionadas con la obra. Cuando el martes al mediodía Freud retoma su trabajo, lee el último párrafo que termina con la palabra "depresión". En ese momento, el mediodía del martes, ¿puede el propio Freud confiar en que está diciendo lo mismo con el término "depresión" que lo que quiso decir al mediodía del lunes? Aunque pueda parecer contraintuitivo, la respuesta es una vez más "probablemente no". Después de todo, podría haber ocurrido algo durante ese intervalo que él suprimió, reprimió o simplemente no creyó que influyera en su visión de la "depresión", pero que en realidad influyó. Además, ¿puede Freud predecir con alguna confianza al mediodía del martes que querrá significar lo mismo con la palabra "depresión" al mediodía del miércoles que lo que quiere decir al mediodía del martes? Una vez más, la respuesta es "probablemente no", porque él no puede saber qué puede ocurrir en las próximas 24 horas que modifique su pensamiento, ya sea directa, ya sea indirectamente. Aunque este experimento puede implicar algunas ultrasimplificaciones, esa inestabilidad de la significación es parte de la manera en que funciona el lenguaje. (Esta es una de las prin cipales razones por las que los autores revisan lo que escriben.) Aprender la propia lengua No puede haber lenguaje sin sentido y desatino. Raymond Gaita (1991, pág. 105) En los siguientes capítulos examinaremos el "lenguaje" desde mucho más cerca. Los esbozos de las principales perspectivas del lenguaje que presentamos a continuación sólo tienen la función de sentar una base, de darle al lector algunas indicaciones de fondo sobre la senda que seguirán los demás capítulos. 26 27 1. Por un lado, la suposición de sentido común es que el lenguaje constituye un medio transparente para expresar hechos ya existentes. Por ejemplo, cuando utilizamos las palabras "árbol" o "río" o "problema marital" o "problema sexual" o "depresión", lo que los términos significan es algo conocido, fijado de antemano y válido en todo momento. La significación de las palabras es clara e inequívoca: una palabra se refiere directamente a la cosa misma. Esto significa -o por lo menos implica- que el cambio no sucede en el lenguaje. Siempre se supone que el lenguaje sólo refleja cambios que se producen con anterioridad a los cambios en el lenguaje. Se entiende que el autor o el hablante puede percibir la verdad de la realidad y expresar esa experiencia mediante el lenguaje. Y por lo tanto el lector y el oyente pueden saber exactamente qué quiso decir el autor o el hablante. En la perspectiva de sentido común, un problema marital es obviamente un problema marital, una depresión es una depresión. Llano y sencillo; todo el mundo sabe exactamente qué queremos decir cuando utilizamos esas palabras. Queda claro entonces que los problemas individuales son obviamente diferentes de los problemas maritales. (Como un contraejemplo, aprendimos algo interesante sobre nuestro trabajo en una reciente investigación complementaria que duró seis meses: los terapeutas tenemos más éxito en cuanto a lograr los "objetivos maritales" cuando tratamos a un solo miembro de la pareja (86%) que cuando tratamos a ambos (81%).)

A veces y para alcanzar diversos propósitos, la perspectiva de sentido común es lo "suficientemente buena". Sin embargo, como lo sugieren los experimentos que acabamos de proponer y el contraejemplo, la cosa no es tan sencilla. Por lo menos hay otras tres maneras diferentes de concebir el modo como funciona el lenguaje. 2. Por otro lado, en el pensamiento occidental tradicional, normalmente se entiende que el lenguaje representa de algún modo la realidad. Esta perspectiva se basa en la noción de que hay una realidad "allí afuera" que puede ser representada; es decir, hay situaciones específicas llamadas "problemas maritales" o "depresiones". Por consiguiente, puede estudiarse el lenguaje observando hasta qué punto representa bien esa realidad. Esta concepción lleva, por supuesto, a la idea de que el lenguaje puede representar "la verdad", lo cual, a su vez lleva inevitablemente, a las ideas tradicionales que están en la base de la ciencia occidental. Específicamente, lleva a la idea de que puede desarrollarse una ciencia del lenguaje y una ciencia de la significación observando por debajo y por detrás de las palabras: un enfoque generalmente llamado "estructuralismo" (Chomsky, 1968; 1980; De Saussure, 1966) que fue utilizado explícitamente por Bandler y Grinder (1975a, 1975b) para estudiar la hipnoterapia y la psicoterapia. De ahí que, aunque sus significaciones puedan ser arbitrarias, es posible saber qué significan las expresiones "problema marital" o "problema sexual" o "depresión", porque sus significaciones fueron fijadas por la tradición. Tanto en la perspectiva de sentido común como en la estructuralista, se considera que los problemas individuales y los problemas maritales existen "allí afuera" en el llamado mundo real y que podemos conocer la diferencia entre estas dos clases de problemas, porque las diferencias existen en el así llamado "mundo real". Entonces, evidentemente, teniendo en cuenta el supuesto adicional de que las soluciones dependen de los problemas (es decir, que las soluciones a los problemas maritales se encuentran dentro de la relación marital y que las soluciones a los problemas individuales se encuentran en el interior del individuo), estas perspectivas limitan y restringen las opciones. Dentro de este marco, no tiene ningún sentido que un terapeuta trabaje con una esposa individualmente con el fin de mejorar el matrimonio. Del mismo modo, no tendría ningún sentido trabajar con la pareja para resolver la depresión del marido. Es decir, tanto la perspectiva de sentido común como la estructuralista nos señalan dónde hay que buscar la solución y donde no hay que buscarla. A veces, y para alcanzar diversos propósitos, como en el caso del enfoque de sentido común, la perspectiva estructuralista da resultado y es "suficientemente buena". Con todo, las cosas no siempre son tan sencillas. Hay por lo menos otras dos maneras diferentes de concebir cómo funciona el lenguaje cuando estas perspectivas encuentran obstáculos. 28 29 3. En tercer lugar y desde otro punto de vista, los budistas dirían que el lenguaje nos bloquea el acceso a la realidad (Coward, 1990). Esto es, ellos también piensan que hay una realidad "allí afuera". De modo que, bastante naturalmente, esta visión lleva a los budistas a la idea de la meditación que se emplea para

desconectar pensamiento y lenguaje, con lo cual el invididuo se pone en contacto con la realidad. En este contexto, las ideas que sustentan la ciencia occidental (la perspectiva estructuralista) naturalmente parecen ilógicas. Desde este punto de vista, las palabras/conceptos "problemas individuales" o "problemas maritales" o "depresión" se entienden como ilusiones con las cuales nos topamos y que nos impiden conocer la "realidad". De ahí que todo lo que podemos hacer es callarnos y dejar que los designios fluyan, puesto que una vez que uno interfiere ya no puede dejar de interferir. A veces y para alcanzar diversos propósitos, como en los casos del enfoque de sentido común y el enfoque estructuralista, la perspectiva budista surte efecto y es "suficientemente buena". Hay por lo menos una manera diferente de concebir el modo como funciona el lenguaje cuando las otras tres perspectivas encuentran obstáculos. que propuse, ni el autor o hablante, ni el lector u oyente pueden estar seguros de que son capaces de comprender con alguna certeza lo que el otro realmente quiere decir, porque cada uno lleva al encuentro toda la carga de su experiencia previa, única. Se llega a la significación a través de la negociación dentro de un contexto específico. Es decir, los mensajes no se envían, sino que sólo se reciben; esto es así tanto en el caso del autor como en el del lector y, por consiguiente, el autor (como Freud en los experimentos propuestos antes) es sólo uno de los muchos lectores. A diferencia de la perspectiva de sentido común, aquí se entiende que el cambio ocurre dentro del lenguaje: aquello sobre lo que hablamos y cómo lo decimos marcan una diferencia y son esas diferencias las que pueden utilizarse para provocar una diferencia (a favor del paciente). De modo que reenmarcar un "problema marital" como si fuera un "problema individual" o un "problema individual" como si fuera un "problema marital" marca una diferencia, tanto en la manera en que hablamos de las cosas como en el sitio donde buscamos las soluciones. Notas 4. En cuarto lugar hay otra visión, comúnmente bautizada como "posestructuralismo"5 (De Shazer, 1991; De Shazer y Berg, 1992; Harland, 1987), una perspectiva que sugiere, sim plemente, que el lenguaje es la realidad. "Depresión", "problemas maritales" y "problemas individuales" son sencillamente construcciones de quienes emplean esos términos. Lo que esos términos significan es arbitrario e inestable, es decir, la significación varía según quién utiliza el término y de acuerdo con la persona a quien se dirige dentro de un contexto específico. Esta manera de pensar sugiere que necesitamos observar el modo como hemos ordenado el mundo en nuestro lenguaje y la manera como nuestro lenguaje (que está antes que nosotros) ha ordenado nuestro mundo. Esto me ha llevado a pensar que tenemos que estudiar el lenguaje a fin de poder estudiar cualquier otra cosa. Con esto quiero decir que, más que observar por debajo y por detrás del lenguaje que utilizan los pacientes y los terapeutas, creo que el lenguaje que ellos emplean es todo lo que tenemos para avanzar. Como lo señalan los experimentos 14

1. Lo cual ya está ocurriendo, por lo menos en talleres y sesiones de entrenamiento. 2. El "es" tiene dos usos diferentes: 1) la rosa es roja y 2) dos por dos es cuatro. Sólo la segunda acepción nos permite sustituir "es" por "igual". Obviamente en las oraciones "la familia es un sistema" y "la terapia es conversación", el "es" está usado en el segundo sentido de equivalencia o igualdad. 3. Véase el capítulo 7. 4. El alcance de la definición de "ciencia" que daba Etienne Condillac en el siglo xviii era, por supuesto, mucho más amplio que el que se tiene a fines del siglo xx. 5. Un término como "estructural" probablemente sería más exacto, pero ya se ha fijado el término "posestructural" que señala que esta concepción fue desarrollada después del estructuralismo. 30 31 2 Lenguaje y estructura, estructura y lenguaje Nunca conjeturo. Es un hábito espantoso que destruye la facultad lógica. Sherlock Holmes (El signo de cuatro) El mundo es en todas sus partes un criptograma que ha de constituirse y reconstituirse mediante... el desciframiento. Jacques Derrida (1978, pág. 76) El hecho más evidente y sin embargo ignorado con la mayor frecuencia es que las sesiones terapéuticas incluyen a dos o más personas que comparten una charla. Esta puede parecer una observación simple, pero no lo es, porque lo que hace posible la charla es el lenguaje y el lenguaje está lejos de ser algo simple. Durante miles de años, filósofos, teólogos, lingüistas, gramáticos, etc. trataron de dar respuesta a la siguiente pregunta: "¿Cómo funciona el lenguaje?" En el siglo xx la perspectiva predominante es el llamado "estructuralismo". Como resultado de esa preponderancia, el estructuralismo parece razonable, obvio y casi natural. Toda la noción de estructura tiene un atractivo muy seductor. Umberto Eco (1992) describe esa ansia o compulsión estructural como parte de la lectura de las escrituras que hacían los gnósticos del siglo n; ellos basaban su búsqueda de la verdad en la idea de que: Todas y cada una de las palabras deben de ser una alusión, una alegoría. Ellas [las palabras] están diciendo algo diferente de lo que parecen decir. Cada una de ellas contiene un mensaje que ninguna podría nunca revelar por sí sola... El conocimiento secreto es conocimiento profundo (porque sólo aquello que está por debajo de la superficie puede permanecer oculto durante mucho tiempo). De ahí que la verdad llegue a identificarse con lo que no se dice o con lo que se dice de manera oscura y debe entenderse más allá o por debajo de la superficie del texto. Los dioses hablan... mediante jeroglíficos y mensajes enigmáticos (pág. 30.) Eco continúa diciendo que "la verdad es secreta y cualquier cuestionamiento de los símbolos y de los enigmas nunca podrá revelar la verdad última, sino que sólo desplazará el secreto a alguna otra parte" (1992, pág. 35); es decir, aun más atrás o más profundamente por debajo de la superficie. El misterio de cualquier tipo comparte este tipo de fascinación por muchas de las mismas razones. Como lo admitirá cualquier lector de novelas de misterio, tratar de seguir las pistas, investigar por detrás y por debajo y de ahí imaginar qué

"ocurre realmente" es en verdad un placer por completo diferente de otros. Tratar de acertar con la intriga tramada por el autor y vencer al detective en la búsqueda de la solución es una parte integrante de la lectura de novelas de misterio. Mientras leo encuentro por completo fascinante observar cómo Sherlock Holmes infiere una multiplicidad de situaciones de los datos más insignificantes. Puede resultar igualmente fascinante observar cómo Sigmund Freud, Jacques Lacan o Ferdinand de Saussure hacen algo muy semejante: indagan por detrás y por debajo de lo que está ocurriendo porque (en un marco estructural) lo que ocurre no es todo lo que en realidad ocurre. Freud y Lacan comparten muchas cosas con Sherlock Holmes, a pesar de que Holmes era un personaje de ficción. (El prototipo de Arthur Conan Doyle era Joseph Bell, un renombrado médico y especialista en diagnosis de Edimburgo.) Freud leía los cuentos de Sherlock Holmes y por lo menos una vez se comparó con este personaje: "Lo hice aparecer como si la más sutil de las pistas me hubiese permitido, al estilo de Sherlock Holmes, suponer toda la situación" (Freud, 1974, pág. 234). Jonathan Culler (1976) ve algunas similitudes entre De Saussure y Freud (y Holmes): "Entonces, en cada caso, a pesar 32 33 de las pretensiones de análisis causal, uno podría decir que lo que se ofrece es una explicación más estructural que causal: uno intenta mostrar por qué una acción particular tiene importancia relacionándola con el sistema de funciones, normas y categorías subyacentes que la hacen posible" (págs. 73-74), es decir, confundiendo las razones con las causas. El impulso de Freud, Lacan, Holmes y De Saussure de cavar cada vez más profundamente en busca de una explicación es muy atractivo y seductor. Mientras continúo leyendo a cada uno de ellos, a veces mucho después de haber decidido detenerme, me pregunto una y otra vez si alguna vez llegarán al fondo de las cosas. Parte del atractivo es la noción misma de estructura, es decir, que haya un fondo al que se pueda llegar y que -sea lo que sea que ocurre- todo puede ser explicado. Pero allí no se acaba la fascinación. Freud y Lacan son también escritores de gran estilo y encanto. Jacques Derrida (quien ciertamente no es un estructuralista) comparte este último atributo. Es interesante señalar que leer a Freud, a Lacan y a Derrida puede llegar a ser tan fascinante como leer a un poeta del estilo de Dylan Thomas, simplemente por el modo que tienen de emplear las palabras (lo cual refleja cuándo intervino un buen traductor). Dentro de este contexto, leer a Ludwig Wittgenstein (el último Wittgenstein no es un estructuralista) es bastante diferente de leer a un poeta como Dylan Thomas y se parece más a leer poemas haiku japoneses, el I Ching o hasta los mensajes crípticos y enigmáticos de las galletas de la fortuna. Una lengua constituye un sistema Una lengua constituye un sistema. Si, como luego veremos, este es el lado por el cual la lengua no es completamente arbitraria y donde impera una razón relativa, también es este el punto donde se manifiesta la incompetencia de la masa para transformarla. Pues este sistema es un mecanismo complejo y no se le puede comprender más que por la reflexión; hasta los que hacen de él un uso cotidiano lo ignoran profundamente. No se podría concebir un cambio semejante más que con la intervención de especialistas, gramáticos, lógicos, etc.; pero la experiencia

demuestra hasta ahora que las injerencias de esta índole no han tenido éxito alguno. Ferdinand de Saussure 1911 (1966, pág. 73)1 De acuerdo con F. de Saussure,2 (a quien generalmente se considera como el fundador de la "lingüística estructural" y frecuentemente del "estructuralismo" como una forma de de sarrollar explicaciones), "el signo lingüístico es una entidad psicológica de dos caras" (1966, pág. 66) que puede representarse mediante el esquema: concepto significado sonido-imagen = significante La combinación de concepto y sonido-imagen, o palabra tal como "árbol", se llama un signo "porque lleva consigo el concepto "árbol", con el resultado de que la idea de la parte sensorial implica la idea del todo" (pág. 67). Según De Saussure, sus términos "significante" y "significado" tienen "la ventaja de indicar la oposición que los separa entre sí y del todo del cual son partes" (pág. 67), mientras al mismo tiempo indican además su relación recíproca y con el término "signo". Tradicionalmente, la relación entre el sonido-imagen y el concepto se consideró fija y determinada de antemano y para todo momento, quizá por algún legislador divino. No obstante (y esto es interesante e importante), De Saussure señala que "el vínculo entre el significante y el significado es arbitrario... [es decir], la idea de "hermana" no está asociada por ninguna relación interna con la 34 35 sucesión de sonidos s-ó-r que en francés sirve como su significante; que esto podría representarse igualmente mediante cualquier otra secuencia queda probado por las diferencias que hay entre los idiomas y por la existencia misma de las diferentes lenguas" (págs. 67-68, la bastardilla es mía). El significado "hermana" tiene su significante "soeur" en Francia y "sister" en Inglaterra. No hay razón para preferir sister a soeur, Ochs a boeuf o a buey. Aunque la relación entre significante y significado es arbitraria y no motivada, De Saussure advierte que "el significante, a pesar de todas las apariencias de haber sido elegido libremente con respecto a la idea que representa [el significado], es fijo, no libre, con respecto a la comunidad lingüística que lo usa" (pág. 71, la bastardilla es mía). "Porque el signo es arbitrario, no acata ninguna ley salvo la de la tradición y porque se basa en la tradición, es arbitrario" (pág. 74); y lo que es importante: "la lengua nunca existe separada de ese hecho social" (pág. 77). significado arbitrario fijado L, significante significado significante inconsciente consciente Esto quiere decir que tanto para De Saussure como para Freud la significación no es necesariamente transparente u obvia y que, por consiguiente, uno necesita observar la estructura subyacente (el concepto, el significado, el inconsciente). De acuerdo con Freud (1912): La inconsciencia es una fase regular e inevitable de los procesos que constituyen nuestra actividad mental; todo acto mental comienza como un acto inconsciente y puede permanecer así o continuar desarrollándose en la conciencia, según

encuentre resistencia o no... Una analogía algo burda pero no del todo inadecuada de esta supuesta relación de la actividad consciente con la actividad inconsciente podría encontrarse en el campo de la fotografía corriente. La primera etapa de la fotografía es el "negativo"; cada toma fotográfica tiene que pasar por el "proceso negativo" y algunos de esos negativos que obtienen la aprobación después de ser examinados, son admitidos en el "proceso positivo" que culmina dando forma a la fotografía. (pág. 264, la bastardilla es mía.) Esto es, cada palabra (significante) está relacionada arbitrariamente con su significación (significado), pero su significación está fijada por tradición. Además, puesto que para De Saussure "en el lenguaje sólo hay diferencias sin términos positivos" (1966, pág. 120), la lengua es un sistema en el cual cada palabra (significante) es distinta de todas las otras y cada concepto o significación (significado) es distinto de todos los demás. La empresa psicoanalítica se basa en: 1) "la interpretación de los sueños [lo cual] es la pieza más completa de la obra que la ciencia joven [el psicoanálisis] ha realizado hasta el presente" (Freud, 1912, pág. 265), o de manera bastante más precisa, la interpretación de los informes conscientes de los sueños destinada a entender sus significaciones inconscientes, y 2) la interpretación de las variadas producciones conscientes, entre las que se incluyen síntomas, para llegar a entender sus significaciones inconscientes. Mejor es interpretar los sueños que soñarlos. Antiguo proverbio coreano Es fácil ver la relación entre el estructuralismo de De Saussure y la obra de su contemporáneo Sigmund Freud,3 que podría esbozarse del modo siguiente: interpretar: 1. explicar la significación de; hacer comprensible, como mediante la traducción; elucidar. 2. tener o mostrar la propia comprensión de la significación de; construir; por ejemplo, interpretó el silencio como desprecio. 3. expresar la significación de, especialmente ofrecer la propia concepción de, representando, criticando o produciendo una obra de arte. 36 37 La conciencia, como dice Freud (1938): no puede ser la esencia de lo mental. Sólo es una cualidad de lo mental y es una cualidad inestable de lo mental, una cualidad que está con más frecuencia ausente que presente. Lo mental, sea cual fuere su naturaleza, es en sí mismo inconsciente y probablemente de un tipo similar al de todos los demás procesos naturales de los que hemos obtenido conocimiento. (pág. 283) De ahí que, para Freud (1938), "nuestro trabajo científico --n psicología consistirá en traducir los procesos inconscientes a procesos conscientes de modo tal de llenar los huecos de la percepción consciente" (pág. 286). Esto equivale a decir que la relación entre inconsciente y consciente se entiende como algo suficientemente fijado para permitir una traducción entre ,r.Yo y otro, como el alemán puede traducirse al francés, o por lo menos, equivale a decir que el inconsciente puede descifrarse como un código. El filósofo Ludwig Wittgenstein (1972), el más joven de los contemporáneos de Freud (que también procedía de Viena) en sus "Conversaciones sobre Freud" de 1943, hace las siguientes observaciones sobre los sueños y la interpretación:

cualquier sugerencia de que podía estar en lo cierto parcialmente, pero no por completo. Si estaba equivocado en una parte, eso podría haber significado para él que se equivocaba en todo, es decir, que no había encontrado realmente la esencia de los sueños. (Wittgenstein, 1972, pág. 48) Además, el filósofo francés Jacques Derrida (1988) en tiende ese énfasis en la interpretación como una compulsión: -como lo entendía el propio Freud- que conduce a une: dificultad bastante inquietante, pero profunda: [Freud] lo más que podría haber admitido es que lo único que tenía en común con el hombre supersticioso era la tendencia, la "compulsión" (Zwang) a interpretar: "no dejar que la casualidad cuente como casualidad, sino interpretarla". La compulsión hermenéutica: eso es todo lo que tienen en común la superstición y el psicoanálisis normal. Freud lo dice explícitamente. No cree en la suerte más de lo que cree el supersticioso. Lo cual quiere decir que ambos creen en la suerte si creer en la suerte significa que uno cree que toda casualidad significa algo y por lo tanto que no existe la casualidad. De ahí surge la identidad de no casualidad y casualidad y de infortunio (mé-chance) y fortuna (la chance). (pág. 22) En las imágenes oníricas parece haber algo que tiene cierta semejanza con los signos de una lengua. Como podría tenerlas una serie de marcas hechas sobre un papel o en la arena. Podrían no ser ninguna de las marcas que reconocemos como un signo convencional de los alfabetos que conocemos y sin embargo tenemos la profunda sensación de que debe de haber un lenguaje de algún tipo: que significan algo. En Moscú hay una catedral con cinco chapiteles. Sobre cada uno de ellos hay una clase diferente de configuración combada. Uno siente la fuerte impresión de que esas diferentes formas y arreglos deben significar algo. Cuando interpretamos un sueño podríamos decir que encaja en un contexto en el cual deja de ser incomprensible. (pág. 45) La importancia de la interpretación en el psicoanálisis de Freud llevó a Wittgestein a creer que Freud, influido por la idea de dinámica del siglo xix, quería encontrar alguna explicación que mostrara qué es soñar. Quería encontrar la esencia de los sueños. Y habría rechazado Joseph Jastrow señala un rasgo de la obra de Freud (en un libro originalmente publicado en 1932) que dice mucho sobre los problemas y fascinaciones simultáneos de cualquier enfoque estructural: "Errar es humano; parece ser freudiano adivinar causas crípticas de lo evidente por sí mismo" (1948, pág. 154). Un acto mágico Dentro del discurso terapéutico contemporáneo, Bandler Grinder (1975a, 1975b) son claramente los herederos de toda esta tradición estructural que fue evolucionando a lo largo de varias etapas intermedias desde De Saussure y Freud. un 1 relación que podría trazarse del modo siguiente: significado = inconsciente = estructura profunda significante =consciente = estructura de superficie 38 39 De acuerdo con Bandler y Grinder (en una serie de libros clásicos que deberían ser de lectura obligada para los terapeutas) lo que el paciente realmente dice (llamado la "Estructura de superficie") no es necesariamente lo que quiere decir, o por lo menos no es todo lo que quiere decir, "en el caso de una Estructura de

superficie, su fuente y su representación más acabada es la Estructura profunda" (Bandler y Grinder, 1975a, pág. 44). Con esto sugieren que para comprender lo que el paciente en realidad quiere significar, es decir, para encontrar las piezas faltantes en la Estructura de superficie, el terapeuta puede "elegir interpretar o conjeturar" (pág. 42, la bastardilla es mía). Para Bandler y Grinder, la efectividad de una forma particular de terapia está vinculada con su capacidad para recuperar piezas "suprimidas" o desaparecidas del modelo que presenta el paciente... su capacidad para identificar cuándo se ha producido una supresión lingüística. Las piezas faltantes en la Estructura de superficie son el material que fue retirado. (pág. 43) Semejante interpretación puede entenderse como la búsqueda de la verdad que no aparece en la Estructura de superficie y que está oculta en la Estructura profunda y, por consiguiente, mantenida en secreto. La significación de lo que dice el paciente puede determinarse con certeza observando la Estructura profunda. De ahí que Bandler y Grinder describan un sistema estructural cerrado muy semejante al de De Saussure y al de Freud. No obstante, de acuerdo con Bandler y Grinder (1975b), hay momentos en los que "a fin de encontrar una significación relevante en la Estructura de superficie... la información debe obtenerse desde afuera de la significación de la Estructura profunda que se infiere de la Estructura de superficie realmente expresada" (pág. 152, la bastardilla es mía). Esto podría esquematizarse del modo siguiente: Estructura profunda [interior] H [¿afuera?] 40 Estructura de superficie Los autores dan el siguiente ejemplo: Estructura de superficie H "Algo fue dado" Estructura profunda "Alguien le dio algo a alguien" "Las palabras algo y alguien no tienen ningún índice referencial. La significación de quién exactamente dio qué a quién no está disponible, ni siquiera en la Estructura profunda. ¿Cómo entonces se hace clara la significación?" (pág. 153). La respuesta que dan Bandler y Grinder es algunas "Estructuras profundas nuevas que contengan índices referenciales (frases nominales) [las cuales] deben, por supuesto, proceder de alguna parte..." (pág. 155), pero ¿de dónde? Toda esta idea de una "nueva Estructura profunda" va contra la propia lógica estructuralista de los autores según la cual la significación está fijada y es determinable. Si la Estructura profunda, que es la fuente de la Estructura de superficie, es una estructura plena, ¿cómo puede faltar algo en ella? ¿Dónde está el "afuera" al que hay que remitirse a fin de llenar los huecos de las piezas perdidas de algo que ya está lleno? Para permanecer dentro de la lógica de Estructura de superficie original/ Estructura profunda, el único lugar al que se puede ir que está "afuera" del "interior" de la Estructura profunda es la Estructura de superficie original misma. [¿afuera?] Estructura más profunda [interior] Estructura profunda H [¿afuera?] Estructura profunda Estructura de superficie [¿afuera?] Semejante oposición de dos conceptos, "interior V "afuera", nunca indica un "enfrentamiento equivalente de dos términos, sino una jerarquía y un orden de

subordinación" (Derrida,1982, pág. 329). ¿Cuál es exactamente la relación estructural entre la plena y acabada Estructura profunda y esta otra nueva Estructura profunda de "afuera" para llenar lo que falta en esa plenitud? O, ¿cuál es exactamente la relación estructural entre 41 la Estructura profunda plena y cierta Estructura más profunda situada "afuera" utilizada para llenar lo que sea que se perdió dentro de la Estructura profunda originalmente plena? Para permanecer dentro de la lógica de un sistema cerrado estrictamente estructural, el único lugar a donde se puede ir a ruscar lo que está faltando dentro de la Estructura profunda -iginal, plena -el único lugar que está "afuera"- es la Es tructura de superficie original. Sin embargo, en el marco de la lógica estructural, esta Estructura de superficie original ya es deficiente o carente como tal. Después de todo, los agujeros en la Estructura de superficie son lo que lleva al concepto de la Estructura profunda en primer lugar. Invertir la jerarquía "adentro"/"afuera" por "afuera7"adentro" es simplemente un modo de comenzar a encarar este acertijo. (Sherlock Holmes, por lo menos, establecería distinciones entre cada uno de los siguientes términos: una "conjetura", una "interpretación", una "deducción" e "inferir" sobre la base de datos.) Una vez que se descubre que a la Estructura profunda le faltan ciertas piezas, ¿cómo puede entenderse la relación entre ese "adentro" y ese "afuera" que no sea como algo arbitrario, indeterminable, imposible de resolver y, por lo tanto, no fijado? Estructura profunda no fijada Estructura de superficie aatas bien orientadas a inventar soluciones a sus problemas. Steve de Shazer es cofundador e investigdor asociadte del Centro de Terapia Familiar Breve-de Milwaukee. Es autor de numerosos artículos y libros, entre los que cabe destacat Puttíng Difference at Work, Cluer. Invatíng Salutíans in A ,kief Thtr pg (publicado en castellano por Gedisa bajo el título CUaúes de terapia famílíar Breve. Una teoría de la solución), to Solution in Brief Th+1bapyg Patterns qf Bríef Pamíly Thergp# De Shazer es,saiembro del equipa_oditorial de varias revistas y ha trabajado como terapeuta y docente de cuen muchos la res de Norteamérica, Europa, Australia y Asia. ,

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