Elipsis (Brucart. Gdle)

August 29, 2017 | Author: Federico Lepre | Category: Sentence (Linguistics), Predicate (Grammar), Syntax, Verb, Subject (Grammar)
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Gramática Descriptiva de la Lengua Española Segunda parte: Las construcciones sintácticas fundamentales. Vol. 2 Cap. 43. LA ELIPSIS José María Brucart

43.1 Introducción Según la definición propuesta en 1587 por Francisco Sánchez de las Brozas (El Brocense) «la elipsis es la falta de una palabra o de varias en una construcción correcta». 1 Los fenómenos de elipsis abarcan un amplio abanico de construcciones que se caracterizan, en efecto, por la falta de realización fónica de algún componente necesario para la interpretación del correspondiente enunciado. Frente a las versiones de (1), las oraciones de (2) presentan elementos elididos en las posiciones subrayadas: 2 (1)

a. Él irá al cine y yo iré al concierto. b. Tú sabes francés y Pedro no sabe francés. c. Luis vendrá, pero María no sabe exactamente cuándo vendrá Luis. d. Las palabras del Decano fueron más aplaudidas que las palabras del Rector.

(2)

a. Él irá al cine y yo al concierto. b. Tú sabes francés y Pedro no . c. Luis vendrá, pero María no sabe exactamente cuándo d. Las palabras del Decano fueron más aplaudidas que las

. del Rector.

Del mero cotejo de (1) y (2) se deduce una de las características fundamentales de la elipsis: su naturaleza de mecanismo limitador de la redundancia léxica de los enunciados. En efecto: las oraciones de (1), pese a estar gramaticalmente bien formadas, resultan innecesariamente reiterativas, puesto que incluyen la repetición de alguna de sus piezas léxicas. La elipsis es, pues, un mecanismo de infraespecificación léxica mediante el cual se evita la realización fónica de alguno de los constituyentes necesarios para interpretar adecuadamente el enunciado. Tal omisión es posible gracias a que el contenido de la unidad elíptica es directamente accesible al oyente a través del contexto discursivo o situacional. Así, en (2a) hay que suponer que los constituyentes fónicos del segundo miembro de la coordinación (yo y al concierto) son sendos argumentos del predicado implícito ir. Del mismo modo, debemos entender que en (2b) lo que se le niega a Pedro es que sepa francés. de (2c) deducimos que lo que María no sabe es el momento preciso de la venida de Luis y en (2d) hemos de pensar que lo que al Rector se le aplaudió menos que al Decano fueron sus palabra En estos ejemplos, la interpretación de las entidades elípticas se obtiene de la información contenida en el mismo enunciado. La unidad que fija el valor léxico que debe atribuirse a una categoría elidida recibe el nombre de antecedente. En los ejemplos de (2), el antecedente aparece a la izquierda del elemento elíptico, por lo que 1

Minerva, IV, 1. El Brocense es el primer gramático de la tradición occidental que trata la elipsis como un recurso propiamente gramatical y desarrolla una teoría global sobre ella. Hasta aquel momento, tal fenómeno había sido relegado en las gramáticas al apartado de las figuras de dicción y había recibido poca atención. Para el estudio del concepto de elipsis en la tradición gramatical, cf. Hernández Terrés 1984. Sobre la teoría de la elipsis en El Brocense, cf. Breva Claramonte 1983 y Padley 1976: I, 97-109. No son muy abundantes las descripciones de los fenómenos de elipsis en español. A este fin pueden consultarse Bosque 1984a; Brucart 1984, 1987a, c; Gutiérrez Ordóñez 1992, 1997: § 7; Hernanz y Brucart 1987: § 4; Navas Ruiz 1962, y Rodríguez Díez 1983, 1991. 2 Algunas teorías distinguen entre elipsis y elisión. El primer término, más inclusivo, es de origen semántico y alude a la falta de autonomía interpretativa característica de todos estos enunciados. En cambio, el segundo tiene naturaleza sintáctica y refiere estrictamente a aquellas construcciones elípticas para cuyo análisis sea preciso proponer la presencia de categorías sintácticas desprovistas de contenido fónico (categorías vacías). Esta diferenciación deja abierta la posibilidad de que existan enunciados elípticos cuyo análisis no deba apelar a la inclusión de categorías vacías. En el § 43.1.2 desarrollaremos con mayor detalle esta idea.

este establece con aquel una relación anafórica. No obstante, también se dan casos de relación catafórica entre ambos, de modo que la elipsis precede al antecedente: (3)

a. La de Marías es la mejor novela que se ha publicado este año. b. b. Si quieres , te ayudo.

En los ejemplos anteriores, el antecedente (en este caso puede hablarse, más propiamente, de consecuente) aparece detrás de la entidad elíptica. En (3a) la interpretación del sujeto de la oración debe incluir el sustantivo novela, que aparece realizado léxicamente como núcleo del atributo, y en (3b) el objeto directo de la prótasis condicional ha de incorporar la oración que aparece como apódosis (Si quieres que te ayude, te ayudo). A veces, pueden darse diferencias morfológicas entre el antecedente y la forma léxica que correspondería a la categoría elidida. Tal sucede, por ejemplo, en (2a), donde el verbo elíptico está en primera persona del singular ysu antecedente aparece en tercera persona. Por lo general, las diferencias de número y persona entre antecedente y verbo elíptico no afectan a la buena formación de las correspondientes oraciones, siempre que la presencia obligatoria del sujeto léxico en la oración elíptica permita reponer la forma verbal adecuada. En cambio, los ejemplos de (4) muestran que no puede darse una variación similar entre el tiempo del antecedente y el del verbo elíptico: (4)

a. *María viajó a México ayer y Pedro mañana. b. María viaja a México hoy mismo y Pedro mañana.

En (4a) la lectura de futuro que requiere el verbo elíptico es incompatible con la forma de pasado que adopta el antecedente, por lo que la secuencia correspondiente está mal formada. La presencia en la oración elíptica del adverbio pronominal mañana en función de adjunto temporal no sirve para legitimar tal cambio de tiempo en el verbo, por lo que debe recurrirse a colocar la proforma verbal hacerlo en el caso de que queramos evitar la repetición del primer predicado: María viajó a México ayer y Pedro lo hará mañana. En (4b), en cambio, la oración es gramatical, puesto que el tiempo del verbo antecedente (presente) admite, en la lectura prospectiva o de anticipación, la concurrencia de un adverbio de futuro (cf. Pedro viaja a México mañana). Por lo que respecta a las diferencias de género entre antecedente y categoría elíptica, el contraste de (5) muestra el comportamiento aparentemente contradictorio de esta categoría morfológica: (5)

a. Pedro está harto de su jefe y María de todos sus empleados. b. *La hija de María tiene mejor carácter que el de Julia.

En (5a), el cambio de género entre los dos adjetivos no afecta a la gramaticalidad de la oración elíptica. Por el contrario, cuando la misma relación se da entre nombres, el resultado es agramatical. Probablemente, tal restricción deriva del diferente carácter que tiene la alternancia de género en una y otra clase de palabras. En tanto que en los adjetivos es una propiedad estrictamente morfológica, derivada de la aplicación de la regla de concordancia con el sustantivo, en los nombres el género es una propiedad léxica inherente, incluso en los casos en que se da aparente flexión, como en el par hijo - hija [→ § 74,2].3 Finalmente, (3b) muestra que también puede haber cambios referidos al modo verbal: mientras que la oración que sirve de antecedente de la elipsis aparece en indicativo, su reproducción en la prótasis requiere el subjuntivo, debido a la rección del verbo querer [→ § 49.5]

Como mecanismo de infraespecificación léxica, la elipsis presenta algunas características comunes con la pronominalización. De hecho, en algunos casos es posible optar por cualquiera de los dos

3

Cuando la categoría elíptica cuenta con un antecedente plural que engloba a los individuos designados por aquella, esta restricción parece quedar debilitada, de modo que la variación de género no afecta a la gramaticalidad de la oración: De todos los hijos de los premiados, la de María era sin duda la que estaba más emocionada. Entre el sustantivo elíptico y el antecedente se da aquí una relación partitiva, lo que legitima el cambio de género en el primero.

procedimientos. Tal sucede en los ejemplos de (6), donde el paréntesis refleja la posibilidad de omitir el elemento fónico colocado en su interior: (6)

a. Adela protestó airadamente la decisión del juez y Marcelo también (lo hizo). b. Luisi siempre ha asegurado que (él ij ) no tuvo la culpa de lo sucedido.

En (6a), la proforma verbal hacerlo puede utilizarse como modo de evitar la repetición del predicado protestó airadamente la decisión del juez.4 Pero también es factible la omisión de tal entidad, sin que se produzca cambio alguno en la interpretación del enunciado. Por otra parte, en (6b) es posible colocar el pronombre él como sujeto de la oración subordinada. En tal caso, cabe interpretar que el ante cedente del pronombre es Luis o bien que es otro individuo distinto, siempre que su referencia haya quedado fijada en el contexto discursivo. 5 La omisión por elipsis del pronombre no modificaría tal situación, ya que las dos lecturas referidas seguirían siendo posibles. Así pues, la única diferencia entre la pronominalización (o el uso de proformas léxicas) y la elipsis en los ejemplos de (6) afecta al distinto grado de infraespecificación que presentan ambas clases: mientras que en los pronombres y en las proformas en general tal carencia es puramente léxica, en las entidades elípticas a tal característica se suma su falta de realización fónica. En los ejemplos anteriores hemos mostrado que las construcciones elípticas pueden alternar en ciertos casos con las correspondientes construcciones fónicamente plenas (cf. el contraste entre (1) y (2)) o con SUN versiones pronominalizadas (cf. los pares de (6)). Podría parecer, pues, que las construcciones elípticas no son sino variantes estilísticas de otras con mayor grado de especificación léxica. Sin embargo, tal conclusión sería errónea, pues ni siempre es posible sustituir una oración elíptica por su equivalente fónicamente pleno o pronominal ni todas las entidades que han sido introducidas en el discurso previo pueden ser libremente elididas cuando vuelven a aparecer en una oración posterior. Los ejemplos de (7) y (8) muestran tales asimetrías: (7) (8)

a. Luis quería [ corregir mañana todos los exámenes]. b. *Luis quería [{Luis/él} corregir mañana todos los exámenes]. c. Luis quería que Alfredo corrigiera mañana todos los exámenes. a. Tú sabes francés y Pedro sabe francés. b. Tú sabes francés y Pedro también. c. *Tú sabes francés y Pedro.

En (7a, b), la oración contiene una subordinada completiva de infinitivo que funciona como objeto directo del predicado principal quería. Para facilitar su identificación, los constituyentes de la 4

El uso de la proforma verbal hacerlo queda limitado a los casos en que el antecedente es un predicado de acción o de realización. Así, no sería posible utilizarla en el caso de (2b), dado el carácter estativo de saber: *Tú sabes francés y Pedro no lo hace. El español cuenta con una larga lista de proformas verbales. La más usada es, sin duda, hacerlo, pero también funcionan como tales hacer lo mismo y, en registros no formales, hacer igual (Adela protestó airadamente la decisión del juez y Marcelo hizo igual), lo mismo (Adela protestó airadamente la decisión del juez y Marcelo lo mismo), igual (Adela protestó airadamente la decisión del juez y Marcelo igual) e ídem de ídem (Adela protestó airadamente la decisión del juez y Marcelo ídem de ídem). Nótese que las tres últimas carecen de forma verbal explícita, por lo que cabe suponer que le proverbo hacer ha sufrido en ellas elipsis. 5 Los subíndices del pronombre en (6b) expresan las dos posibilidades mencionadas. Si se le asigna el índice i, el pronombre es correferente con Luis, dado que ambos sintagmas comparten tal marca. En cambio, si al pronombre se le atribuye el índice j, la referencia de ambos SSNN es disjunta. Naturalmente, en esta última lectura no es Luis el antecedente del pronombre, sino algún otro SN discursivamente fijado. A priori también sería posible en este último caso una interpretación deíctica del pronombre (por ejemplo, si el hablante señalara por ostensión a algún individuo presente en el contexto situacional). Pero tal lectura resulta altamente improbable, dado que, para que la interpretación del pronombre fuera propiamente deíctica, no leería haber habido ninguna mención previa al individuo en todo el discurso anterior. A lo largo del capítulo utilizaremos los subíndices para expresar la relación entre una categoría pronominal o elíptica y su correspondiente antecedente. Como posteriormente se justificará, en las construcciones elípticas la identidad de subíndices puede expresar correferencia (como en el ejemplo anteriormente comentado o identidad de sentido.

subordinada aparecen delimitados por corchetes en los dos ejemplos mencionados. La predicación encabezada por corregir es distinta de la de querer, como muestra la posibilidad de conmutar la oración de infinitivo por una completiva temporalizada si el sujeto de ambas no es correferente, tal como sucede en (7c) [→ § 36.3.2]. En la misma dirección apunta el hecho de que el infinitivo admita un adjunto temporal no compatible con el tiempo de la oración principal. De todo lo anterior debemos concluir que el predicado corregir selecciona un argumento agente que funciona sintácticamente como su sujeto. En (7c) el SN Alfredo es el elemento que desempeña tal función. En cambio, cuando el predicado aparece en infinitivo, la realización léxica del sujeto de la subordinada no es posible, como muestra la mala formación de (7b). 6 Por lo tanto, en este contexto, la categoría elíptica no puede conmutarse por un SN fonéticamente pleno. Por su parte, los datos de (8) muestran que la elisión de un constituyente repetido está sometida a ciertas restricciones estructurales, conocidas en la bibliografía como 'condiciones de recuperabilidad de las elisiones'. Así, por ejemplo, la omisión de todo el SV predicado del segundo miembro de la coordinación en (8c) da lugar a una secuencia agramatical. 7 La mala formación no puede estar relacionada aquí con la falta de un antecedente adecuado para el predicado elíptico. El SV que aparece en el primer miembro coordinado puede actuar perfectamente como tal, según queda demostrado en (8b), oración gramatical en la que es precisamente ese mismo SV el que permite interpretar léxicamente el predicado elidido. Además, parece claro que la obligatoria presencia del operador de polaridad también [→ § 16.6.1] en la oración elíptica no puede atribuirse a motivos estrictamente léxicos, dado que en (8a), paráfrasis perfecta de (8b), su presencia no es obligatoria. Por lo tanto, cabe concluir que todos estos contrastes revelan que hay dos condi ciones independientes a las que deben ajustarse las oraciones elípticas de (8). En primer lugar, debe haber un antecedente que permita otorgar contenido léxico a la categoría elidida. Tal entidad, además, debe cumplir determinados requisitos estructurales para ser accesible a aquella. Así, la forma verbal sabe de (9) no se ajusta a tales criterios, por lo que no es posible interpretarla como antecedente de la categoría elíptica. Las correspondientes secuencias son, por lo tanto, agramaticales: (9)

a. * María ruso y Pedro sabe inglés. b. *María sabe que Pedro inglés.

En (9a) bastaría conmutar la posición de los dos miembros coordinados para que la oración fuera gramatical (Pedro sabe inglés y María ruso). En cambio, la posición sintáctica que ocupa el verbo de (9b) con respecto a la categoría elíptica hace imposible que mediante la manipulación del orden de la oración tal predicado pueda convertirse en antecedente legítimo de aquella. Por lo tanto, pese a la reiteración léxica que se produce, el contenido de la oración María sabe que Pedro sabe inglés no 6 En (7) existe la posibilidad de colocar un pronombre enfático correferente con Luis siempre que aparezca pospuesto al infinitivo: Luis quería corregir ÉL los exámenes, en donde el pronombre tiene valor contrastivo [→ §19.3.7]. También son posibles en esa misma posición otras variantes pronominales intensivas, como él mismo, él en persona o él solo. 7 Cualquier explicación que se proponga para dar cuenta de la agramaticalidad de (8c) debe salvaguardar la buena formación de (i), en donde A y B representan interlocutores distintos: (i) A: —Tú sabes francés. B: —¡Claro! Y Pedro. A diferencia de lo que sucede en (8), en (i) la ausencia del operador de polaridad también [→ § 16.6.1] no afecta a la buena formación del enunciado. Como se intentará argumentar en el § 43.1.2, ello deriva del hecho de que las dos construcciones consideradas son muy distintas. En realidad, para que una secuencia como (i) esté bien formada no es ni tan siquiera necesario que los dos enunciados sean emitidos por distintos interlocutores. Basta con que al final de la primera parte se produzca una ruptura entonacional fuerte (anticadencia o suspensión): —Tú sabes francés (→). Y Pedro. Hudson (1976) denomina a esta construcción coordinación escindida. De acuerdo con Rooryck (1985: 211, n.13), supondremos que estos casos no son propiamente ejemplos de coordinación, sino que corresponden a la yuxtaposición de un constituyente infraoracional que se empareja con alguno de los existentes en el enunciado anterior.

puede ser parafraseado por una oración elíptica. En todo caso, para evitar la degradación estilística que este tipo de repeticiones produce sobre el enunciado deberá recurrirse a sustituir uno de los verbos por un sinónimo (por ejemplo, María sabe que Pedro habla inglés). En conclusión: la relación entre el antecedente y la categoría elíptica debe ajustarse a ciertas restricciones estructurales sin las cuales tal vínculo no es posible. En segundo lugar, las entidades elididas requieren en ocasiones la presencia de ciertas unidades que en las correspondientes construcciones plenas no son obligatorias, pero que adquieren una función relevante a la hora de garantizar la recuperabilidad de aquellas. Tal sucede con el adverbio de polaridad también en (8b) o con el determinante indefinido del núcleo nominal elíptico en (10c): (10)

a. Tiene (algunas) ideas geniales. b. *Tiene geniales. c. Tiene algunas geniales.

En los siguientes apartados volveremos sobre las restricciones léxicas y estructurales a las que deben ajustarse los fenómenos de elipsis. 43.1.1. Los límites de la elipsis Sobre la conveniencia de incorporar el concepto de elipsis a la teoría gramatical se ha desarrollado un largo debate. Por una parte, muchos gramáticos han intentado prescindir de tal noción por considerar que se trata de un mecanismo irrestricto, mediante el cual el lingüista puede manipular a placer los enunciados cada vez que se enfrenta a problemas de análisis. 8 A su vez, los defensores de su introducción han argumentado que se trata de un mecanismo regularizador absolutamente necesario para abordar el análisis de buena parte de las construcciones de la lengua, las cuales, sin el recurso a la elipsis, conculcan los postulados gramaticales más sólidos y generales. Tomemos uno de los ejemplos estudiados anteriormente y veamos las dificultades que plantearía un análisis sin elisión: (11)

Él irá al cine y yo al concierto. (= 2a)

En (11) el primer miembro de la coordinación es una oración (Él irá al cine). Dado el principio que impone identidad funcional entre los miembros de la coordinación, debemos suponer que la secuencia que aparece a la derecha de la conjunción coordinante (yo al concierto) es, igualmente, una oración. Tal previsión es intuitivamente acertada, dado que es posible establecer entre los componentes de esta secuencia la relación entre sujeto y predicado característica de todo constituyente oracional e incluso podemos atribuir al SP al concierto la función sintáctica de complemento seleccionado por el predicado ir. Pero para que tal análisis sea viable es preciso partir de la idea de que dicho SP está inserto en un SV que actúa como predicado de la oración. 9 En otras palabras: es necesario suponer que existe un verbo 8

Un ejemplo paradigmático de esta actitud lo constituye el siguiente texto del lingüista alemán Karl Vossler: «Siempre que en la sintaxis se comprende como elipsis una construcción y en consecuencia se la “completa”, lo que se hace es violentarla y deformarla en otra cosa distinta, en lugar de explicarla tal como es. Sería hora de que el concepto de elipsis desapareciera, al fin, de nuestra gramática» (Vossler, 1923: 184). 9 Hay dos maneras de concebir la elipsis. La primera consiste en suponer que es el resultado de la aplicación de reglas fonéticas que borran material léxico duplicado presente en la representación sintáctica (Él irá al cine y yo iré al concierto  Él irá al cine y yo al concierto). La segunda, en cambio, parte del supuesto de que la representación sintáctica de tales oraciones ya contiene categorías desprovistas de contenido fónico (categorías vacías), que deben ser interpretadas a partir de la información proporcionada por el contexto, del mismo modo que deben serlo los pronombres anafóricos. En tal caso, la representación sintáctica de la oración anterior sería Él irá al cine y yo Ø al concierto donde Ø representa la entidad verbal elíptica que actúa como núcleo del predicado de la segunda oración coordinada. Esta última versión de la teoría de la elipsis es la que se asume en este capítulo. Como argumento a su favor puede esgrimirse el hecho de que en muchos casos el antecedente de la categoría elíptica no se encuentra en la misma oración, lo que requeriría postular reglas fonéticas de elisión de ámbito supraoracional y, sobre todo, el que

elíptico que actúa como núcleo de la predicación de la que forman parte los dos constituyentes con realización fónica. Cualquier análisis que prescinda del núcleo verbal elíptico y de su correspondiente proyección sintáctica (SV) tendrá problemas a la hora de explicar por qué es posible coordinar en (11) dos constituyentes aparentemente tan heterogéneos (una oración y la amalgama de un SN con un SP). Además, en tal análisis ni siquiera podría decirse que el segundo miembro de la coordinación forma un constituyente unitario. Ahora bien: es obvio que el peligro más evidente que acecha a cualquier teoría de la elipsis es el de convertirse en un recurso ilimitado que permita insertar arbitrariamente entidades silentes allá donde no son estrictamente necesarias. 10 De ahí que las teorías lingüísticas que incorporan tal procedimiento en su cuerpo teórico tiendan a concebirlo como un último recurso al que debe apelarse tan sólo en el caso de que no haya una opción alternativa de análisis igualmente plausible. Para limitar el uso de la elipsis a los casos en que tal recurso es imprescindible resulta necesario estudiar las condiciones a las que deben acogerse tales construcciones. A algunas de ellas nos hemos referido ya en el § 43.1 y sobre ellas volveremos en el § 43.1.2. ……………………………………………………………………………………………………………… 43.1.2. Elipsis contextual y elipsis gramatical Ya se ha comentado que los argumentos aducidos para justificar la introducción del concepto de elipsis en la gramática son de dos clases: léxico-semánticos y sintácticos. En virtud de los primeros, tal recurso permite otorgarle al enunciado elíptico su correcta interpretación, habitualmente a través de su vinculación con otro que contiene la información de la que aquel carece. Los argumentos sintácticos en favor de la elipsis, en cambio, tienen origen estructural: de no mediar la introducción de categorías elípticas, algunas secuencias gramaticales incumplirían las reglas más básicas y generales de la sintaxis. En este último sentido, la elipsis se utiliza como un procedimiento gramatical de regularización. Naturalmente, los dos factores anteriores no son excluyentes, por lo que pueden concurrir en una misma construcción elíptica. Pero a veces ambos quedan nítidamente deslindados, de modo que sólo uno ellos justifica que otorguemos la etiqueta de ‘elíptica’ a una determinada construcción. Consideremos los contrastes de (13): (13)

a Él irá al cine y yo al concierto. [= 2a] b. Quien no sepa inglés no entenderá ese juego de palabras. c. Tres mujeres.

En (13a) resulta obvio que la apelación a la elipsis está sintáctica y semánticamente motivada. Como ya se ha comentado, para analizar satisfactoriamente la estructura de esta oración es necesario suponer que el segundo miembro coordinado cuenta con un verbo elíptico respecto del cual ejercen su función los dos constituyentes que aparecen a la derecha del nexo conjuntivo. Tal entidad elíptica debe recibir una interpretación semántica en virtud de su relación con el verbo de la primera oración coordinada, del que toma su valor léxico. En este caso, pues, la necesidad sintáctica de considerar la presencia de una entidad elíptica se aúna con la semántica. No sucede lo mismo en (13b), oración en la que la función de sujeto está desempeñada por una entre la forma léxica correspondiente a la entidad elidida y el antecedente existan a veces diferencias, como se ha mostrado en (2a, b) y (5a) [Pedro está harto de su jefe y María de todos sus empleados]. 10 Esta preocupación por constreñir el recurso a la elipsis a los casos estrictamente necesarios está ya presente en El Brocense: «Parece que se ha de refutar aquello de que acostumbran jactarse los peritos de la lengua latina: que nada se ha de suplir, pues, puestos a suplir, ego amo Dei y ego amo Deus serán oraciones latinas, porque en la primera falta præceptum “yo amo el precepto de Dios”, en la segunda quæ præcipit “yo amo lo que Dios mandó”. A éstos podré responder con toda la razón que carecen de sentido común. Yo enseño que solamente se han de suplir aquellas cosas que la venerada antigüedad suplió o aquellas sin las que la razón gramatical no puede permanecer firme» (Minerva: 317-318). Junto a la mención a los escritores clásicos, casi formularia en aquella época, El Brocense atribuye a la razón la tarea de establecer los límites del recurso a la elipsis.

subordinada de relativo con antecedente nominal fonéticamente nulo. En este caso, la necesidad de apelar a un antecedente elíptico procede casi exclusivamente del terreno de la sintaxis. Por un lado, entender es un predicado que selecciona como sujeto SSNN y no oraciones. Además, el pronombre relativo está en el interior de la subordinada, por lo que no puede considerársele como la unidad que satisface tal requerimiento selectivo. Así pues, el único recurso que queda es proponer que el sujeto de (13b) incluye una forma pronominal elíptica sobre la cual ejerce su habitual función modificadora la relativa especificativa. De este modo, la estructura del sujeto de esa oración es la que se representa en (14): (14)

[SN Ø [ORel quien no sepa inglés]]

La contribución léxica del antecedente elíptico de (14) es, sin embargo, mínima, ya que los dos rasgos fundamentales que caracterizan al sujeto de (13b) los aporta la subordinada: el de variable inespecífica está ligado a la presencia de una relativa en subjuntivo y la marca [+ humano] está asociada al pronombre relativo quien. De ahí que la interpretación de la entidad vacía de (14) no dependa de la existencia de un antecedente, a diferencia de lo que sucedía en (13a). Todo ello no quiere decir que la contribución semántica de la categoría elíptica que estamos comentando sea nula: su presencia hace posible que (14) designe un individuo, en tanto que la interpretación que corresponde propiamente a la subordinada es la de modificador proposicional especificativo. El análisis de ejemplos como (13c) es el que plantea mayores dificultades a cualquier teoría de la elipsis. Por un lado, es obvio que se trata de un enunciado carente de autonomía semántica. Por lo tanto, sólo puede ser interpretado a través de su relación con el contexto discursivo o situacional. Supongamos que (13c) constituye la respuesta a la pregunta ¿Quién firma la carta?, proferida en el enunciado precedente. En tal caso, el SN tres mujeres se entenderá como el valor asignado por el interlocutor a la variable quién presente en la pregunta del primer hablante. La relación entre ambas entidades permite interpretar que el SN que contiene la respuesta desempeña en este caso la función semántica de agente del predicado firmar. Esta es una de las funciones fundamentales de los pronombres interrogativos: garantizar la coherencia discursiva entre preguntas y respuestas. El procedimiento formal resulta extremadamente simple: mediante una relación catafórica, la respuesta mantiene con el predicado principal la misma relación semántica que le corresponde al pronombre interrogativo. De este modo, el SN de (13c) puede ser secundariamente interpretado como argumento del predicado firmar. Naturalmente, los contextos de uso de un enunciado como (13c) no se agotan en lo que podemos denominar respuesta corta a pregunta. Tales secuencias también , pueden aparecer en contextos de mostración deíctica, como sucede en el caso de los títulos. Así, (13c) puede referir igualmente a la traducción española de Drei Frauen, una colección de tres relatos de Robert Musil publicada en 1952. En ese caso la interpretación del SN se realiza a través de una predicación identificativa de carácter ostensivo entre el objeto designado y su título.15 Finalmente, enunciados como (13c) pueden utilizarse en otras ocasiones para vehicular predicaciones de naturaleza existencial. Este valor tiene una larga tradición de uso en la literatura, dado su poder para describir escuetamente escenarios y situaciones. Así, el poema Sol de invierno, de Antonio Machado, se inicia con los siguientes cuatro versos octosílabos: Es mediodía. Un parque. | Invierno. Blancas sendas; | simétricos montículos | y ramos esqueléticos. Si exceptuamos el primero, los demás enunciados carecen de verbo. Se trata de SSNN que describen los elementos fundamentales del paisaje que inspira al poeta. Todos ellos reciben una interpretación existencial (o, más propiamente, existencial-locativa, como la que se manifiesta en español por medio de las formas impersonales del verbo haber). En conclusión: un enunciado como (13c) puede recibir distintas interpretaciones según el contexto discursivo o situacional en que se haya emitido. De ahí la dificultad de cualquier intento de reponer la 15

Esta relación metonímica es la que explica que todos los títulos, independientemente de cuál sea su configuración formal, adopten la distribución que corresponde a los SSNN cuando aparecen insertos en una oración. Te llamaré Viernes es formalmente una oración, pero cuando tal enunciado refiere a una novela de Almudena Grandes puede concurrir en contextos en los que jamás podría aparecer tal categoría: Entró en una librería y compró «Te llamaré Viernes».

información en el caso de que se conciba como una oración elíptica. De hecho, si se comparan (13a) y (13c), se pone de manifiesto la existencia de importantes diferencias entre ambas construcciones. La primera incluye en su interior información acerca del tipo de categoría elíptica que contiene. Así, la concurrencia de un sujeto y de un complemento del predicado implica la existencia del núcleo verbal de este. Además, la coordinación del segundo miembro con una oración garantiza la naturaleza oracional de tal constituyente. Nada de ello sucede en (13c), donde no hay rastro alguno de predicación gramatical ni de esquema oracional de ninguna clase. Un modo plausible de reflejar tal diferencia consiste en atribuir naturaleza gramatical muy distinta a las dos construcciones que estamos estudiando: mientras que yo al concierto en (13a) es una oración que contiene un núcleo verbal elíptico, tres mujeres es meramente un SN, un enunciado infraoracional cuya falta de autonomía semántica deriva de su necesidad de vincularse a algún predicado externo a él. Ese predicado puede ser el de alguna oración del contexto previo o bien el que se deduzca pragmáticamente de la relación entre tal SN y el contexto situacional, 16 pero en ningún caso forma parte de la representación gramatical de (13c). De ahí la posibilidad de relacionar tal construcción con una gran variedad de situaciones. 43.1.2.1. Según la distinción que acabamos de proponer, (13c) no es una oración elíptica, sino un enunciado infraoracional o fragmento. En virtud de la falta de independencia interpretativa de este tipo de enunciados, quizás podría decirse de ellos que son discursiva o situacionalmente elípticos, pero no lo son gramaticalmente hablando, ya que su estructura no incluye categorías elididas. Adaptando una propuesta de Lyons (1968: § 5.2.3) podemos distinguir entre elipsis contextual, que es la ejemplificada por (13c), y elipsis gramatical, que se aplica solamente a aquellas estructuras para las que hay que proponer la presencia de categorías vacías, como en (13a, b). 17 Ahora ya estamos en condiciones de explicar el contraste estudiado en (8b, c) y que repetimos aquí por comodidad: (8)

b. Tú sabes francés y Pedro también. c. *Tú sabes francés y Pedro.

En (8c) se ha producido la coordinación de dos constituyentes incompatibles: una oración y un fragmento, por lo que el resultado es agramatical. En cambio, en (8b) el nexo coordinativo une dos oraciones: una plena y otra con verbo elíptico. La presencia en esta última de una unidad perteneciente al predicado (el adverbio de polaridad también) permite que la elisión del núcleo verbal sea gramaticalmente recuperable. Es precisamente la ausencia de tal entidad en (8c) lo que impide atribuir naturaleza oracional al segundo miembro de la coordinación. ……………………………………………………………………………………………………………… 43.1.4. La elipsis de los núcleos o elipsis parcial Junto al principio que rige la selección léxica (que, como ya hemos visto, establece una asimetría entre argumentos y adjuntos del verbo), hay un segundo criterio que contribuye a determinar cuáles son 16

En realidad, en su uso como título, el SN tres mujeres parece actuar como predicado que selecciona como único argumento el objeto bautizado con él. El carácter predicativo de muchos SSNN cuando funcionan como título o como titular de noticia explica el que a menudo aparezcan desprovistos de determinante: Jornada de pánico en la bolsa. 17 Estas dos clases de elipsis traslucen de nuevo el doble criterio seguido a la hora de establecer la definición del fenómeno: el léxico-semántico, más amplio, que englobaría los dos tipos mencionados, y el estructural, mucho más restrictivo, que correspondería estrictamente a la elipsis gramatical. Jespersen (1924: 340), que parece tener en mente esta misma distinción, se muestra partidario de usar el término elipsis únicamente para el segundo valor: «Los gramáticos no deberían hablar de elipsis, excepto en los casos en que sea absolutamente necesario, como, por ejemplo, en He is rich, but his brother is not (“Él es rico, pero su hermano no”), It generally costs six shillings, but I paid only five (“Generalmente cuesta seis chelines, pero he pagado solamente cinco”). Pero, ¿qué hay de sobreentendido en Special edition! (“¡Edición especial!”)? ¿Diremos que se trata de I offer you… (“Le ofrezco…”) o de Will you buy… (“¿Quiere usted comprar…?”) o de This is… (“Esto es…”)?»

las categorías susceptibles de realización elíptica. Se trata de los principios estructurales que gobiernan la formación de sintagmas a partir de los núcleos léxicos. En virtud de tales mecanismos, se establece una asimetría entre el núcleo de cualquier sintagma, que es obligatorio, y sus especificadores y complementos, cuya presencia no es estructuralmente necesaria. Los ejemplos de (23) muestran esta oposición: (23)

a. Ha escrito [novelas]. b. Ha escrito [novelas de aventuras]. c. Ha escrito [algunas novelas de aventuras].

En los anteriores ejemplos, el objeto directo cuenta siempre con un núcleo nominal; en cambio, la aparición de complementos y de determinantes de ese núcleo es puramente opcional. Dado el anterior principio, es posible formular un mecanismo que garantice la recuperabilidad del núcleo elíptico: este puede elidirse si su determinante o su complemento aparecen realizados fonéticamente, puesto que la presencia de estos implica la de aquel. Así, a partir de (23) podemos obtener dos construcciones de núcleo nominal elíptico, de las tres teóricamente posibles: (24)

a. Ha escrito [algunas Ø]. b. Ha escrito [algunas Ø de aventuras]. c. *Ha escrito [Ø de aventuras].

La agramaticalidad de (24c) está relacionada con una restricción adicional que afecta únicamente a la elisión de los núcleos nominales: esta sólo es posible si el determinante se realiza fonéticamente. La falta de tal unidad en (24c) explica la mala formación de la secuencia. La obligatoria aparición del determinante en las construcciones de núcleo nominal elíptico está probablemente relacionada con el hecho de que esta unidad reproduce los rasgos de género y número de la entidad elidida, además de expresar su naturaleza referencial. 28 Los ejemplos de (25) incluyen la elisión del núcleo de otras categorías distintas del SN: (25)

a. Volodos tocará Schubert y Thibaudet [Ø Debussy]. b. Era más propenso a la virtud que [Ø al vicio]. c. Estaba más cerca de la virtud que [Ø del vicio].

Como puede comprobarse, la elisión de los núcleos del SV, del SA y del SAdv es factible si dentro de esas proyecciones aparece alguno de sus complementos fonéticamente realizado. En los casos que estamos estudiando, no es todo el sintagma el que se manifiesta elíptico, sino tan sólo el núcleo. Llamaremos elipsis parcial a esta variante de las construcciones elípticas. Traduciendo al español la terminología utilizada en la bibliografía anglosajona, al elemento que actúa como único representante fonético de todo el sintagma lo denominaremos resto y a la categoría elíptica, hueco.29 Como ya se ha señalado, la función del resto es la de garantizar la recuperabilidad de la entidad elíptica. Lógicamente, también es factible la aparición de más de un complemento del núcleo elíptico, puesto que el criterio de recuperabilidad queda garantizado: (26)

a. Volodos tocará Schubert el martes y Thibaudet [Ø Debussy el miércoles],

28 Debe notarse que la interpretación partitiva que recibe el complemento directo en (24) palia la mala formación de la secuencia: ?*Novelas, ha escrito de aventuras e históricas. Cuando el sintagma con el núcleo elíptico es plenamente referencial, la desviación es mucho más fuerte. Así, no es posible construir *Ayer vimos de María a partir de Ayer vimos el coche de María. El contraste entre esta secuencia y (24c) sugiere que la presencia obligatoria del determinante en estas oraciones tiene que ver con el hecho de que sea esta unidad la que exprese la naturaleza referencial del SN. Así, el sintagma una amiga de Luis y colaboradora mía refiere a una sola persona, a pesar de la existencia de dos núcleos nominales coordinados [→ § 12.1.2.5]. 29 Sobre las propiedades de la elipsis parcial, cf. Brucart 1987c.

b. La respuesta de Andrés a su madre ha sido tan grosera como [la Ø de Elena a su marido]. En (26) cada resto está formado por dos complementos del núcleo elidido. Nótese que la noción de complemento tiene aquí un sentido laxo, ya que incluye incluso a los adjuntos. Así, en (26a) el segundo constituyente del resto es un adjunto temporal del verbo elíptico. También es posible que el único representante del resto sea un adjunto: Volodos tocará el martes y Thibaudet Ø el miércoles. La falta de distinción a estos efectos entre complementos v adjuntos vuelve a certificar que la única función del resto es atestiguar la existencia de la proyección cuyo núcleo se elide. Del mismo modo que el resto puede constar de varios constituyentes, el hueco puede incluir, además del núcleo, a cualquier otro complemento o adjunto, siempre que haya al menos uno de ellos que funciones como resto: (27)

a. Volodos tocará Schubert el martes y Thibaudet [Ø e1 miércoles]. b. Los apuntes de filosofía del bachillerato abultan más que [los Ø de la Universidad].

El hueco de (27a) debe interpretarse «tocará Schubert» mientras que al de (27b) le corresponde la lectura «apuntes de filosofía». Así pues, en la elipsis parcial, el hueco puede incluir sólo el núcleo o cualquier proyección de este.30 ……………………………………………………………………………………………………………….. 43.1.4.2. La interpretación de la elipsis parcial: los criterios de paralelismo Ya se ha señalado la importante función estructural que cumple el resto en los casos de elipsis parcial al asegurar la recuperabilidad de la categoría elíptica. El hueco, a su vez, puede incluir simplemente al núcleo elidido o a cualquier proyección de este, siempre que haya un resto realizado fonéticamente. Por lo tanto, el hueco de la elipsis parcial puede tener como antecedente entidades de diferente complejidad, como se muestra en (29): (29)

a. Pedro regalói a María un jarrón de porcelana y Luis Øi a Antonia una figura de alabastro. b. Pedro [le regaló a María] i un jarrón de porcelana y Luis Øi una figura de alabastro. c. Pedro [le regaló a María el día de Reyes] i un jarrón de porcelana y Luis Øi una figura de alabastro.

En (29a) el antecedente de la categoría elíptica es el verbo regaló. Por su parte, en (29b), debe interpretarse que la destinataria de los dos regalos fue la misma persona (María). Por lo tanto, el hueco comprende a una proyección del verbo que incluye al complemento indirecto, tal como refleja la coindización entre la secuencia colocada entre corchetes y la categoría elíptica. Finalmente, en (29c), el hueco recibe una interpretación más compleja, ya que debe incluir además el adjunto temporal que aparece incorporado al antecedente. Tampoco es posible aquí una lectura en la que no se exprese el día en el que Luis le regaló a María la figura de alabastro: al contener el SV antecedente tal información y no quedar esta contrastada en el resto, debe suponerse que forma parte del hueco. El funcionamiento de los anteriores ejemplos pone de manifiesto una de las características fundamentales de los fenómenos de elipsis parcial: entre el sintagma cuyo núcleo aparece elidido y aquel que incluye al antecedente debe existir un paralelismo sintáctico estricto, de modo que, a efectos interpretativos, ambos deben contener exactamente los mismos especificadores, complementos y adjuntos del núcleo. De todos estos elementos, aquellos cuyo valor sea coincidente en ambos sintagmas formarán parte del hueco de la oración elíptica. En cambio, las unidades que aparezcan en el resto deben adoptar valores distintos de los correspondientes a la oración que contiene el antecedente. Los anteriores 30

Hemos representado el hueco complejo de (27) con un símbolo y no con dos porque lo que presumiblemente se elide en estos ejemplos es un único constituyente: el predicado complejo «tocar Schubert» y el grupo nominal «apuntes de filosofía».

principios permite caracterizar a la elipsis parcial como un procedimiento de contraste paralelístico entre dos sintagmas, con elisión de elementos idénticos en el segundo de ellos. La mala formación de los ejemplos de (30) deriva de los principios que acabamos de comentar: (30)

a. *Luis leyó una novela y Pedro una novela. b. *Luis comió y Pedro arroz. c. *Luis comió poco y Pedro arroz. d. *Luis viajó a París en ferrocarril y Elena a París en coche.

La desviación de (30a) debe achacarse a la falta de carácter contrastivo del resto, que nunca puede ser idéntico a su equivalente funcional en el sintagma que contiene el antecedente. Es necesario, por lo tanto, modificarlo, de modo que entre en contraste con el antecedente. 31 En (30b) se ha conculcado el principio que impone paralelismo sintáctico entre los dos sintagmas: el predicado comer admite indistintamente usos absolutos y transitivos [→ §§ 24.1.2 y 25.1], pero mezclarlos ambos en una construcción de elipsis parcial provoca que el resto quede sin contrapartida en la otra oración. La anterior situación no se resuelve mediante el expediente de añadir en el primer miembro de la coordinación el cuantificador poco, puesto que tal elemento no es equiparable al objeto directo arroz. Sí lo sería, por ejemplo, un poco de verdura, sintagma que convertiría a (30c) en perfectamente gramatical. Finalmente, la desviación de (30d) se debe al incumplimiento del principio que exige que el material idéntico forme parte del hueco en el sintagma con núcleo elíptico. En este caso, el SP a París debería haberse elidido en su segunda aparición. ……………………………………………………………………………………………………………….. 43.2. La elipsis verbal En los restantes apartados de este capítulo efectuaremos un repaso de las principales construcciones elípticas del español. Comenzaremos por las que presentan la elipsis de un constituyente verbal. Se trata, pues, de variantes del esquema de elipsis parcial que presentamos en el § 43.1.4. Debe advertirse que la mayoría de estas construcciones no poseen denominaciones bien asentadas en la tradición española, por lo que en la medida de lo posible adaptaremos el término que se les asigna en la bibliografía anglosajona. En algunos casos en que no existe correspondencia con las construcciones del inglés, propondremos una nueva denominación. ……………………………………………………………………………………………………………… 43.2.1 El vaciado

31

Se podría aducir que el principio de que el resto debe contrastar con algún elemento del sintagma antecedente se incumple en (i), una oración perfectamente gramatical que reproduce el contenido de (30a): (i)

Luis leyó una novela y Pedro también.

No obstante, un análisis cuidadoso de (i) muestra que el principio en discordia se cumple escrupulosamente. En esta oración, el hueco corresponde a leyó una novela. Por lo tanto, el objeto directo no es en ningún caso la contrapartida del adverbio también en la oración elíptica. También es un adverbio de polaridad que presupone el carácter afirmativo de la predicación antecedente. Como es sabido, el valor de polaridad afirmativo es universalmente no marcado, por lo que no suele aparecer explícitamente en las oraciones. Una secuencia como *Luis leyó una novela y Pedro sí está mal formada, precisamente porque el resto no tiene carácter contrastivo. Pero para que esta explicación sea satisfactoria debemos concluir que el adverbio sí que aparece en la oración elíptica está implícitamente presente en la que contiene el antecedente. Si no, la oración debería ser gramatical (nótese que lo es Luis no leyó una novela y Pedro sí). Por lo tanto, la posibilidad de usar también en (i) muestra que este adverbio es un marcador de polaridad afirmativa contrastivo, frente a sí, que carece de este último valor. En consecuencia, la gramaticalidad de (i) no solo no desmiente, sino que confirma la naturaleza contrastiva del resto.

Las construcciones de ‘vaciado’ constituyen un esquema muy, frecuente de elisión verbal, profusamente difundido en las lenguas naturales. Se trata de oraciones que presentan la elisión obligatoria del núcleo verbal y cuyo hueco puede contener además opcionalmente cualquier otro complemento o adjunto del verbo, siempre que haya al menos uno de ellos, que actúa como resto, que se realice fonéticamente [§ 41.2.1]: (36)

a. Luisa fue a París y María Ø a Londres. b. Luisa fue a París para participar en un congreso y María Ø a Londres para asistir a una reunión de psicólogos. c. Luisa fue a París para participar en un congreso y María Ø para asistir a una reunión de psicólogos.

El hueco de (36a, b) está formado únicamente por el verbo, mientras que en (36c) incluye también el complemento de régimen verbal. Naturalmente. en este último caso, la reunión de psicólogos ya no tiene lugar en Londres, sino en París. El resto de (36a) es un complemento subcategorizado por el verbo, el de (36b) incluye un complemento y un adjunto y el de (36c) contiene únicamente un adjunto del predicado. Cuando el vaciado se da en estructuras coordinadas. como sucede en los anteriores ejemplos, es opcional colocar una inflexión entonacional inmediatamente antes del resto: Luisa fue a París y María, a Londres.35 Habitualmente, la interpretación del resto con respecto a su antecedente es alternativa. Así, en (36a) se dice que María ha ido a Londres (no a París). No obstante. precedido de los operadores además y también, la interpretación de tal elemento pasa a ser acumulativa con respecto a su contrapartida en la oración antecedente: Luisa fue a París y María además a Londres implica que María ha ido a París y a Londres. En el caso de también, no obstante, esta interpretación acumulativa es tan sólo una de las posibles, dado que tal operador puede referir a menciones previas en el discurso y no al complemento paralelo de la primera oración: Luisa fue a París y María también a Londres puede interpretarse en el mismo sentido de la oración anterior, pero en el caso de que antes se haya hablado de alguien que ha ido a Londres, el efecto acumulativo de también se aplicaría sobre tal mención previo y no sobre la contrapartida del resto en la oración antecedente. Como muestran los anteriores ejemplos, la interpretación del vaciado requiere la presencia de una oración antecedente que contenga los elementos que en aquella aparecen elididos. Además, entre la oración antecedente y la de vaciado debe haber paralelismo sintáctico estricto en los términos ya estudiados en el § 43.1.4.2: ambas deben contener los mismos constituyentes funcionales y los elementos fonéticamente realizados en la oración de vaciado deben contrastar con los que desempeñan la misma función en la oración antecedente. Una de las características más destacables de vaciado es su alto rendimiento estructural. Así, puede aparecer con cualquier tipo de predicados verbales, independientemente de cuál sea su modo de acción [→ § 46.1], como se muestra en (37), que incluye un ejemplo de cada una de las clases propuestas por Vendler (1967): (37)

a. Luis sabe inglés y María ruso. b. Luis preparó el almuerzo y María la cena. c. Luis estudia Económicas y María ingeniería de Telecomunicaciones. d. Luis reconoció inmediatamente a Pedro y María a su mujer.

[estado] [realización] [actividad] [logro]

El contexto sintáctico por excelencia para la aparición del vaciado es el correspondiente a la coordinación copulativa de oraciones. No obstante, también otros esquemas sintácticos paralelísticos admiten el vaciado en el segundo miembro: 35

Según Navas Ruiz (1962), la inflexión entonacional (o pausa) trasluce en los casos de elipsis la presencia de un verbo tácito.

(38)

a. b. c. d.

Elisa tiene mucho genio, pero Luis todavía más. Luis cuida a su madre mucho mejor que Antonia a la suya. Yo llegué a mi casa antes que Pedro a la oficina. Juan trata a su gato con el cuidado con que María al suyo [ejemplo de I. Bosque, cit. Brucart (1987a: 73, n. 5)]. e. Yo encontraba problemas allí donde Pedro facilidades. f. Si yo merezco un aplauso, tú una ovación.

En todos los ejemplos de (38) se da una estructura paralelística que permite la correcta interpretación de los elementos vaciados. En el primer caso se trata de una estructura coordinada adversativa. Las cuatro siguientes presentan un esquema comparativo: explícito en (38b) e implícito en las tres restantes. Antes, en efecto, es un adverbio que ordena dos momentos en el tiempo estableciendo entre ellos una comparación tácita.36 Por su parte, en (38d) hay un operador comparativo implícito (con el mismo cuidado).37 En (38e) el vaciado aparece en una relativa especificativa, un contexto en el que no suele ser posible tal clase de elipsis. No obstante, también en este caso se da una estructura paralelística debido al hecho de que la oración expresa una comparación implícita: Encontraba problemas con la misma frecuencia que Pedro facilidades. Finalmente, la disposición paralela de prótasis y apódosis en (38f) permite el vaciado de los elementos comunes en la segunda. De nuevo es posible una paráfrasis comparativa: Yo merezco tanto un aplauso como tú una ovación. […] Como construcción íntimamente relacionada con la coordinación y la comparación, el vaciado se enmarca en el ámbito de la gramática oracional. El uso discursivo del vaciado es raro. Los contados casos en que entre la oración elíptica y su antecedente se interpone una pausa de final de enunciado corresponden a lo que Hudson (1976) denomina ‘coordinaciones escindidas’, aquellas en las que un hablante completa lo dicho por su interlocutor utilizando parte de la estructura sintáctica usada por este: (40)

A: –Julia se ha comprado un reloj. B: –Ya lo sé. Y su amiga Ø unas gafas nuevas [Piera 1979: 29] ………………………………………………………………………………………………………………

43.2.1.2. Otras características estructurales Las oraciones de vaciado no permiten la presencia de operadores de polaridad inmediatamente delante del hueco. Eso implica que la polaridad de la oración antecedente y la de la que presenta el vaciado debe ser la misma, como indica la agramaticalidad de los ejemplos de (43), tomados de Brucart 1987a: 75: (43) 36

a. *Marisa ama a Pedro, pero Maribel no Ø a Juan.

De hecho, tal entidad puede usarse con valor comparativo no temporal: Antes que español, era ciudadano del mundo; Antes confiaba en su hermana que en su mujer. Bosque (1984a: 181) señala el valor que estamos comentando. Nótese que si el complemento de antes es un SP encabezado por de, el vaciado de aquel no es posible: *Yo llegué a mi casa antes de que Pedro a la oficina, frente a la buena formación de Yo llegué a mi casa antes de que Pedro llegara a la oficina. El motivo de esta restricción está relacionado con la pérdida de paralelismo que se produce al colocar la subordinada como término de una preposición. 37 Nótese que si la oración fuera relativa, el vaciado sería agramatical: *Juan trata a su gato con el cuidado con el que María al suyo, frente a la buena formación de la correspondiente versión sin elipsis: Juan trata a su gato con el cuidado con el que María trata al suyo. Eso parece indicar que entre los dos esquemas anteriores media una importante diferencia estructural: el primero es comparativo y el segundo relativo. Las comparativas de igualdad con tan también admiten vaciado en el segundo término de la comparación: Es tan rubio como Pedro al nacer.

b. *Luis no estaba haciendo crucigramas, pero Pedro sí Ø jeroglíficos. c. *Luis no estaba haciendo crucigramas, pero Pedro Ø jeroglíficos. (43a, b) muestran la prohibición de incluir en la oración elíptica operadores de polaridad, ya que estos deben formar parte del hueco. Por su parte, la agramaticalidad de (43c) pone de manifiesto otra de las características de vaciado: cuando la oración antecedente tiene polaridad negativa, la conjunción que la conecta con la elíptica debe ser ni: Luis no estaba haciendo crucigramas ni Pedro jeroglíficos, o bien Ni Luis estaba haciendo crucigramas ni Pedro jeroglíficos. ……………………………………………………………………………………………………………….. Hasta ahora hemos dado por supuesto que, en los casos en que el hueco de vaciado representaba varias entidades, estas debían ocupar posiciones contiguas en la oración antecedente. Esa es, en efecto, la situación más habitual, pero también es posible que el resto no represente al último elemento de la oración antecedente. En (45), el antecedente del hueco aparece escindido: (45)

a. Luis le enseña gramática a Alejandro y María Ø latín. [Ø = le enseña a Alejandro] b. Luis alquiló una casa en Zamora y Pedro Ø un apartamento. [Ø = alquiló en Zamora] c. Pedro llegó a las seis a Zaragoza y María Ø a las ocho. [Ø = llegó a Zaragoza]

La considerable libertad de posición que el español otorga a los complementos del predicado permite que la interpretación del hueco en estos casos no reproduzca exactamente el orden de los elementos de la oración antecedente. En cualquier caso, el elemento no contiguo debe suponerse integrado en la interpretación que corresponde al hueco, debido a la estricta noción de paralelismo entre los dos predicados que se aplica a estas construcciones, que obliga a que todos sus elementos sean funcionalmente idénticos. Cuando el hueco representa entidades no adyacentes en la oración antecedente, la inflexión entonacional que precede al resto tiende a hacerse más necesaria: Luis alquiló una casa en Zamora y Luis, un apartamento. Como es bien sabido, la coordinación es un procedimiento sintáctico recursivo que no se limita a la unión de dos miembros. En los ejemplos de (46) se recogen las diversas posibilidades de interacción entre el vaciado y la coordinación cuando esta consta de tres miembros: (46)

a. b. c. d.

Luis escribe novelas, Pedro Ø ensayos y María Ø cuentos. Luis escribe novelas, Pedro traduce ensayos y María Ø cuentos. Luis estudia económicas, José Ø ingeniería y Pedro trabaja en un banco. *Luis estudia económicas, Pedro trabaja en un banco y José Ø ingeniería.

Las anteriores oraciones muestran que en la determinación del antecedente del hueco de vaciado actúa un criterio de distancia mínima: se elegirá como antecedente el primer verbo fonéticamente realizado que sea núcleo predicativo de uno de los miembros coordinados que aparecen a la izquierda del que presenta la elipsis. Tal unidad es en (46a) escribe para las dos oraciones de vaciado que le siguen. En virtud del mismos principio, los huecos de (46b, c) tienen como antecedente a traduce y estudia, respectivamente. La agramaticalidad de (46d) deriva de la contradicción que se da entre el antecedente verbal que corresponde a la oración vaciada (que es trabaja) y la inadecuación del resto para servir de complemento de este. Nótese que en ningún caso es posible interpretar en esta última oración que José estudia ingeniería, a pesar de que ello resolvería el conflicto señalado anteriormente entre hueco y resto. La interacción entre los procesos de elipsis y la negación es compleja, tal como muestra Bosque (1984a). Este autor señala que la aparición de un elemento de polaridad negativa en el resto del vaciado permite la elisión del verbo y la de la negación que debe precederlo. Los siguientes ejemplos están tomados del trabajo mencionado (Bosque 1984a: 179): (47)

a. Pedro tiene dos hermanos, Luis Ø ningún hermano.

b. Antonio fue a Italia, y Pedro Ø a ningún sitio. c. Juan confía en mucha gente. María Ø en nadie. Todas las oraciones elípticas anteriores deberían incluir la negación junto a la forma verbal antecedente si el hueco apareciera fonéticamente realizado (no tiene, no fue, no confía). A primera vista, pues, la elipsis de (47) incluye un elemento cuya omisión no es recuperable. No obstante, la falta de tal unidad en la oración antecedente queda compensada por la aparición de un término de polaridad negativa (TPN) en el resto de la oración. De hecho, el adverbio no que se coloca ante el SV en las oraciones que contienen algún TPN posverbal (Luis no ha viajado nunca a París) no tiene otra función semántica que la de indicar que el ámbito del operador negativo léxicamente incluido en el TPN incluye a todo el predicado. La prueba del carácter expletivo de tal unidad la constituye su desaparición cuando el TPN aparece en posición preverbal: Luis nunca ha viajado a París. Por lo tanto, no hay motivo para pensar que (47) contraviene el principio de recuperabilidad de las elisiones. Para concluir este apartado, nos referiremos a las construcciones de (48): (48)

a. A Elena, Luis siempre le regala rosas y a Elisa, Ø gardenias. [Ø = Luis siempre le regala] b. En Barcelona, Luis vive en la Diagonal y en Madrid, Ø en la Castellana. [Ø = Luis vive]

La particularidad que presentan estas oraciones es que, a diferencia de todos los ejemplos de vaciado que hemos visto ahora, el hueco incluye al sujeto de la oración antecedente. La falta de realización fonética de tal elemento en la oración elíptica se compensa por la presencia de un complemento tematizado en primera posición que flanquea al hueco por la izquierda, del mismo modo que el resto lo hace por la derecha. Por lo tanto, cabe concluir que lo que resulta obligatorio en el vaciado no es propiamente la presencia del sujeto, sino la de un elemento capaz de preceder al hueco. Los complementos tematizados pueden cumplir esta función en español, por lo que las oraciones anteriores son perfectamente gramaticales. ……………………………………………………………………………………………………………… 43.2.2. La reducción del sintagma verbal coordinado Ya se han mencionado en el § 43.1.1.1 los problemas que plantea la coordinación a la hora de determinar la presencia de entidades elípticas. Como se ha aducido en aquel apartado, parece preferible reducir al mínimo indispensable la aparición de categorías elípticas en las estructuras coordinadas. Según tal criterio, el mejor análisis para una oración como María estudió el ruso y el alemán prescinde por completo de categorías elípticas y propone simplemente que el objeto directo está formado por dos SSNN coordinados. Sin embargo, hay casos de coordinación en los que el recurso a una categoría vacía parece conveniente. En los anteriores apartados hemos estudiado uno de ellos: el de vaciado, una construcción que a menudo se presenta bajo el formato de coordinación de oraciones. Otra construcción para la que parece necesario postular un núcleo verbal elíptico es la de (52), que denominaremos ‘reducción del SV coordinado’: (52)

a. María estudió [ruso en Moscú y alemán en Berlín]. b. b. El decano convocó [a las doce a los estudiantes y a la una a los profesores]. c. Luis enviaba [rosas a Elena y gardenias a Elisa].

Podría pensarse que las oraciones anteriores no son sino una variante del ejemplo aducido más arriba, en el que se coordinaban dos objetos directos. No obstante, en las oraciones de (52) se da una característica que impide la aplicación mimética del criterio postulado para aquel caso: en estos ejemplos los miembros coordinados no contienen un único constituyente, sino dos, como prueba la posibilidad de conmutar el orden (María estudió en Moscú el ruso y en Berlín el alemán, etc.). Uno de los supuestos

básicos de la coordinación es que esta debe ejercerse entre constituyentes unitarios, sea cual sea su nivel. Es claro, no obstante, que las secuencias entre corchetes de (52) no su ajustan a tal requisito, puesto que en ninguno de esos ejemplos forma constituyente la unión del objeto directo con el otro elemento (en los dos primeros casos, un adjunto del predicado y en el tercero, el complemento indirecto). Un modo de solucionar el problema consiste en suponer que en (52) la coordinación no se ejerce entre complementos del verbo, sino entre SSVV. Para ello, basta proponer la presencia de un núcleo verbal elíptico al frente del segundo miembro coordinado, de modo que la estructura resultante sea la de (53): (53)

a. María [estudiói ruso en Moscú y Øi alemán en Berlín]. b. El decano [convocói a las doce a los estudiantes y Øi a la una a los profesores]. c. Luis [enviabai rosas a Elena y Øi gardenias a Elisa].

La interposición de un núcleo elíptico en el segundo miembro coordinado permite interpretar las oraciones de (53) como casos de coordinación de SSVV, respetando el principio de que la coordinación une constituyentes sintácticos unitarios. En la construcción que nos ocupa, los SSVV han de presentar una estructura paralela, de modo que los constituyentes que aparecen en el SV con núcleo elíptico contrasten con sus correspondientes contrapartidas en el primer miembro de la coordinación. Como en los casos de vaciado, el hueco de (53) puede incluir en ocasiones complementos presentes en el primer miembro coordinado: Luis enviaba todas las semanas rosas a Elena y Ø gardenias a Elisa, en donde la categoría elíptica debe interpretarse enviaba todas las semanas.45 43.2.2.1. La ambigüedad entre el vaciado y la reducción del sintagma verbal coordinado En las lenguas que no establecen distinción formal entre el sujeto y el objeto directo, como el francés o el inglés, son frecuentes las oraciones elípticas que admiten alternativamente una lectura de vaciado o de reducción del SV coordinado.46 En español, tal eventualidad queda limitada a los pocos casos en que un SN no animado puede interpretarse alternativamente como sujeto o como complemento directo de un predicado. Se trata de oraciones como (54): (54)

a.

La cinta transportadora trasladó el motor a la plataforma y el robot al camión.

b. La declaración del ministro provocó el pánico en la opinión pública y los rumores de devaluación en el mercado bursátil. […] En los anteriores ejemplos, la categoría elíptica puede situarse entre el nexo conjuntivo y el primer SN del segundo miembro (lectura de reducción de SV coordinado) o bien inmediatamente después de este último constituyente (lectura de vaciado). Así, las interpretaciones correspondientes a (54a) serían las indicadas en (55), en donde el material entre corchetes corresponde a la lectura que recibe la entidad elíptica: 45 El adjunto compartido también puede aparecer tras el segundo miembro de la coordinación: Luis enviaba rosas a Elena y gardenias a Elisa todas las semanas. Aparentemente, esto resulta problemático para el análisis que se está proponiendo aquí, dado que el adjunto temporal afecta a ambos miembros y no sólo al segundo de ellos. No obstante, debe tenerse en cuenta que la coordinación puede ejercerse entre proyecciones del predicado inferiores al SV, como sucede en Luis [escribía discursos y redactaba informes] constantemente, en donde el adverbio de frecuencia incide sobre las dos proyecciones del predicado que se coordinan. Lo mismo sucede en el primer ejemplo: el adjunto temporal queda fuera de la coordinación: Luis [enviaba rosas a Elena y Ø gardenias a Elisa] todas las semanas. 46 Kuno (1976: 138) aporta el siguiente ejemplo del inglés: John hit Mary with a stick and Bill with a belt. Esta oración admite un análisis de vaciado (John golpeó a María con un palo y Bill con una correa) o de reducción de SV coordinado (John golpeó a María con un palo y a Bill con una correa). Como puede comprobarse por las glosas respectivas, el español distingue formalmente ambas lecturas por medio de la colocación de una preposición ante el complemento directo. Como sucede en los contados ejemplos del español que presentan esta ambigüedad, la interpretación favorita para estas construcciones en caso de una entonación no marcada es la de reducción de SV coordinado.

(55)

a. La cinta transportadora trasladó el motor a la plataforma y [trasladó] el robot al camión. b. La cinta transportadora trasladó el motor a la plataforma y el robot [trasladó el motor] al camión.

[…] la ambigüedad se resuelve a favor de la lectura que asigna al hueco una interpretación más simple: la de (55a), que corresponde al esquema de reducción del SV coordinado. No obstante, […] la otra lectura es marginalmente posible y puede llegar a ser preferible si concurren ciertos rasgos de entonación. El principal procedimiento que decanta a (54a) hacia la interpretación de vaciado consiste en colocar una inflexión entonacional entre los dos constituyentes explícitos del segundo miembro coordinado: La cinta transportadora trasladó el motor a la plataforma y el robot, al camión. Como ya se ha señalado anteriormente, tal recurso es siempre posible en las oraciones de vaciado que aparecen en esquemas de coordinación. Pero en (54a) adquiere valor diferenciador, dado que en ausencia de tal rasgo prosódico la lectura que se otorga a la oración es la de reducción de SV coordinado.

43.2.3. La elisión del sintagma verbal con partícula de polaridad Junto al vaciado, el tipo de elisión verbal más frecuente del español es el que reflejan las oraciones de (56): (56)

a. Luis gana mucho dinero y María también Ø. b. Ella no tenía ganas de ir al cine, pero yo sí Ø.

En las anteriores construcciones, el resto del SV elidido está formado solamente por un adverbio que expresa la polaridad de la oración elíptica, conectándola con la de la oración antecedente. Por lo tanto, el hueco incluye el núcleo verbal y todos sus complementos y adjuntos, excepción hecha del operador mencionado. Denominaremos a esta construcción ‘elisión del SV con partícula de polaridad’. Una diferencia importante entre las oraciones que estamos estudiando y el vaciado es que la elisión del SV aparece frecuentemente en enunciados independientes que no contienen antecedente. Se trata, pues, de una construcción con usos oracionales y discursivos, ya se manifiesten estos en el diálogo o en la yuxtaposición de oraciones: (57)

a. A: –Ya [tengo ganas de que comiencen las clases] i. B: –Pues yo no Ø i. b. Luis todavía [confía en nuestro abogado] i. Yo ya no Ø i.48

El carácter potencialmente discursivo de la elisión del SV permite que estas construcciones puedan constituir enunciados independientes, como sucede en (57). Como el vaciado, la elisión del SV es una construcción elíptica de naturaleza paralelística, pero en contraste con aquel su aparición no queda vinculada obligatoriamente a la presencia de esquemas sintácticos oracionales más amplios, como la coordinación o la comparación. Otra diferencia entre ambas construcciones atañe a la posibilidad de que la relación entre antecedente y hueco en la elisión del SV sea de naturaleza catafórica, algo imposible en el vaciado. Así lo muestra el siguiente ejemplo, traducido de Busquets (1995: 29): Jesús dice que no Ø i, pero yo creo que al final [volverá a Barcelona] i. 43.2.3.1.La catáfora en la elisión del sintagma verbal

48

Ya se ha señalado que el hueco de la elisión de SV ha de contener todos los complementos y adjuntos del predicado elíptico. Sin embargo, ante la partícula de polaridad pueden aparecer ciertas unidades de carácter modal, aspectual o cuantificacional que actúan como especificadores del predicado. Es el caso de ya en (57b) y el de otras unidades como quizás, tal vez, aún, ya, todavía, a veces y frecuentemente. Además, […] al frente de la oración elíptica pueden aparecer también elementos tematizados: María ama a Pedro, pero Maribel a Juan, no Ø. La viabilidad de estas oraciones, que no conculcan el principio general que impone que todos los argumentos y adjuntos del predicado aparezcan representados en el hueco de elisión de SV es una prueba de que los elementos tematizados son elementos externos al predicado de la oración en la que aparecen.

Existen severas restricciones sobre los usos catafóricos de la elisión del SV. En primer lugar, tal relación entre hueco y antecedente sólo es posible en los caos en que la elisión del SV tiene ámbito oracional. No hay, pues, catáfora en la elisión del SV con antecedente discursivo, pues eso implicaría la imposibilidad de interpretar la oración elíptica hasta que se hubiera procesado la oración posterior que incluyera el antecedente. Ese problema no se da cuando el hueco y el antecedente catafórico forman cláusulas diferentes de una misma oración, puesto que, al ser esta última categoría la unidad básica de procesamiento, siempre es posible interpretar el hueco correspondiente. Hay, además, dos requisitos de carácter léxico […]. El primero atañe al nexo de coordinación: ha de ser el adversativo pero. El segundo se refiere al operador de polaridad que precede inmediatamente al hueco, que debe ser sí o no. También y tampoco quedan descartados en estas construcciones porque son entidades incapaces de remitir catafóricamente.

……………………………………………………………………………………………………………….. 43.2.3.3. Los operadores de polaridad en la elisión del sintagma verbal En la elisión del SV, la única marca de la existencia de un SV vacío viene dada por la aparición como resto de un adverbio de polaridad relacionado con la oración antecedente. Las formas que cumplen tal función son también, tampoco, sí y no. [→ §§ 40.1.2 y 40.6]. Todas ellas son entidades que admiten otros usos sintácticos, además de los que desempeñan en las construcciones que nos ocupan. El más similar es el que los caracteriza como operadores de polaridad de predicados verbales fonéticamente plenos: (67)

a. En aquel país, la televisión emite publicidad y la radio [también emite publicidad]. b. Luis no fue a París, pero [sí fue a Roma].

A pesar de ser incontestablemente gramaticales, las oraciones anteriores incluyen la repetición de los correspondientes predicados, por lo que resultan redundantes y enfáticas. 57 A la función que en las anteriores oraciones desempeñan las partículas de polaridad debe añadirse en el caso de la elipsis del SV la de actuar como único resto del predicado elidido. Por lo tanto, en las correspondientes versiones elípticas de (67) la presencia de tales unidades resulta imprescindible a la hora de garantizar la recuperabilidad estructural del hueco. […] En las oraciones de elisión del SV, sí y no aparecen en distribución complementaria con también y tampoco, respectivamente [→ §§ 40.6.3 y 40.7.2]: (70)

a. Luis no habla ruso y yo {tampoco / *no}. b. Luis no habla ruso y yo {sí / *también}. c. Luis habla inglés y yo {también / *sí}. d. Luis habla inglés y yo {no / *tampoco}.

El anterior comportamiento deriva de la diferente naturaleza de sí y no, que son operadores de polaridad propiamente dichos, respecto de también y tampoco, que solo lo son secundariamente. Estas dos últimas unidades reciben su interpretación en la elisión del SV por medio de la remisión al valor de polaridad de la oración antecedente. Son, pues, indicio de que la polaridad de la oración antecedente se repite en la oración elíptica. Sí y no, en cambio, solamente se utilizan en la elisión del SV cuando la 57

Se trata, por lo tanto, de oraciones susceptibles de aparecer en contextos contrastivos. Por ejemplo, (67a) podría ser apropiadamente emitida como réplica a un interlocutor que hubiera aseverado que en el país en cuestión la televisión emite publicidad, pero la radio no. En tal contexto sería igualmente apropiada la correspondiente oración con elisión de SV, dado que tales construcciones, como ya se ha señalado, presentan un contraste entre la oración elíptica y la que contiene el antecedente. Por otra parte, debe señalarse que en (67b), la partícula de polaridad admitiría también la forma sí que: Luis sí que fue a Roma. La forma sí que, que tiene igualmente carácter enfático y contrastivo, no puede concurrir en las construcciones de elipsis de SV, debido al carácter proclítico de que. Ninguno de los otros operadores de polaridad admite el incremento aludido: *Luis no que fue a Roma.

cláusula elíptica tiene una polaridad distinta de la del SV antecedente. El cuadro de (71), tomado de Brucart (1987a: 135 refleja la anterior distribución: (71)

Distribución de los operadores de polaridad en la elisión de SV POLARIDAD

POLARIDAD

RESTO

DE LA ORACIÓN ANTECEDENTE

DE LA ORACIÓN ELÍPTICA

EN EL PREDICADO ELÍPTICO

Afirmativa

Afirmativa

también

Negativa

Afirmativa



Afirmativa

Negativa

no

Negativa

Negativa

tampoco

La elisión del SV es una construcción potencialmente recursiva, de modo que puede suceder que el antecedente de un SV elíptico sea, a su vez, un sintagma de la misma clase. El siguiente ejemplo, traducido de Busquets (1995: 140), atestigua tal posibilidad: Beatriz pasará el fin de semana en Colliure y Jorge también Ø, pero yo no Ø e Isabel tampoco Ø. En cambio, Carmen sí Ø y Esteban también Ø. Los cinco huecos anteriores remiten en último término al único predicado fonéticamente pleno del enunciado. Pero tal relación no se establece directamente entre cada una de las cinco oraciones elípticas y la única oración plena, sino que se obtiene derivativamente de la vinculación de cada predicado elíptico de la oración enésima (n) con el de su antecedente, que ocupa la posición inmediatamente anterior (n-1). Así, la segunda oración toma la lectura del SV de la primera y sirve como antecedente a la tercera, y así sucesivamente. La prueba de que el proceso interpretativo funciona de este modo la proporciona el modo como se eligen los operadores de polaridad en las oraciones elípticas: no con relación a la única que contiene un SV pleno, sino en función de la oración anterior. Así, por ejemplo, la penúltima oración (Carmen sí) ajusta su operador de polaridad en función de la polaridad de la oración antecedente (que tiene valor negativo) y no con respecto a la primera (cuyo valor es positivo, lo que no justificaría la elección de sí, sino la de también). Otro argumento en favor de una interpretación biunívoca de la relación entre oración antecedente y oración elíptica lo aporta la agramaticalidad de una secuencia como *Luis visitó a su madre, María no fue, pero Antonio también: el operador de polaridad de la última oración elíptica ha de fijarse en función del que contiene la oración anterior y en ningún caso se puede vincular directamente al de la oración que contiene el SV pleno. Y ello a pesar de que en el caso anterior la interpretación sería unívoca: Luis y Antonio fueron, pero María no. Pero el estricto requisito de localidad que define la relación entre cláusula elíptica y cláusula antecedente obliga a descartar tal secuencia. ……………………………………………………………………………………………………………….. 43.2.4. La anáfora de complemento nulo Una de las características descollantes del vaciado y de la elisión de SV es la regularidad de su aparición: cualquier predicado puede elidirse en tal clase de oraciones si cumple las restricciones correspondientes. Además, tanto en una como en otra construcción, el núcleo del SV aparece vacío. Las oraciones de anáfora de complemento nulo presentan unas propiedades diametralmente opuestas. En ellas, el núcleo del predicado está ocupado por un verbo en forma personal que selecciona una oración de infinitivo elíptica, cuyo contenido está presente en el contexto anterior: (88)

a. Luis fue al acto; María, en cambio, no puedo Ø [Ø = ir al acto] b. Le pedí a mi madre ir a la excursión, pero no me dejó Ø [Ø = ir a la excursión]

c. La invitaron a visitar la exposición y rehusó Ø [Ø = visitar la exposición] d. Le gusta bailar el charlestón, pero su marido no sabe Ø [Ø = bailar el charlestón] e. Empezó a escribir aquella novela, pero nunca acabó Ø [Ø = de escribirla] Se trata de un fenómeno defectivo, ya que otros muchos verbos no admiten esta clase de elipsis: (89)

a. *Su mujer aprendió el ruso, pero él no consiguió Ø [Ø = aprenderlo] b. *Pensaba estudiar ruso, pero pronto descartó Ø [Ø = estudiarlo] c. *Pensaba estudiar ruso, pero no necesitó Ø [Ø = estudiarlo] d. *Le gusta bailar el charlestón, pero su marido odia Ø [Ø = bailarlo]

Predicados tan próximos semánticamente como admitir y aceptar o decidir y decidirse se comportan de modo totalmente contrapuesto respecto de la anáfora de complemento nulo: (90)

a. Se le propuso dirigir la empresa y aceptó Ø. b. *Se le acusó de haber cometido el crimen y admitió Ø. c. Estuvo planeando llevar a cabo el atraco y al final se decidió Ø. d. *Estuvo planeando llevar a cabo el atraco y al final decidió Ø.

Nótese que en los dos casos es el predicado que denota actitud o propósito el que permite la elipsis, y no el que expresa convicción o resolución intelectual. Bosque (1984a: 176) señala que los predicados que admiten la anáfora de complemento nulo son los mismos que aceptan elipsis de un objeto directo oracional en cláusulas subordinadas introducidas por cuando, si, como, donde o porque: (91)

a. El chico estudia porque su madre quiere Ø [Ø = que estudie] [Bosque, 1984a: 176] b. Vendrá si puede Ø [Ø = venir] c. No tiene tantos años como parece Ø [Ø = tener] d. Iremos donde tú nos digas Ø [Ø = que vayamos] e. Iremos cuando a ti te parezca Ø [Ø = que vayamos]

Como puede verse en los anteriores ejemplos, en ocasiones la entidad elidida no equivale a una oración de infinitivo, sino a una subordinada con el verbo en forma personal. 43.2.4.1. Predicados que aceptan esta construcción Los verbos que aceptan con mayor facilidad la construcción que estamos estudiando son los que expresan modalidad (deber, poder, querer), así como los aspectuales (acabar de, comenzar a, empezar a, soler, terminar de, volver). […] Además de los verbos modales y aspectuales, tienden a aceptar este tipo de elipsis del complemento los predicados que expresan «predisposición, actitud o propósito», en palabras de Bosque (1984a: 176): aceptar, acertar a, aprender a, dudar de, rehusar, renunciar a, saber, estar acostumbrado a, estar preparado para, ser incapaz de, entre otros. A ellos deben sumarse un grupo de predicados causativos que expresan permiso, colaboración o influencia sobre la actitud de otros, como autorizar a, ayudar a, dejar, disuadir de, enseñar a, incitar a, informar de, invitar a, obligar a y persuadir de. Finalmente, forman parte de esta lista algunos verbos pronominales que admiten la elisión de su complemento de régimen: abstenerse de, adherirse a, acordarse de, decidirse a, disgustarse por, enfadarse por, extrañarse {de/por}, jactarse de, negarse a, olvidarse de, oponerse a, y quejarse de. Se trata en su mayor

parte de predicados causativos psicológicos que admiten la omisión del complemento de régimen que expresa la causa de la actitud psíquica del sujeto. ……………………………………………………………………………………………………………… 43.2.5. El truncamiento Las construcciones de truncamiento [→ § 35.4] presentan la elipsis de todos los constituyentes de una oración interrogativa indirecta, con la única excepción del sintagma interrogativo que las encabeza. El contenido de la oración elíptica se interpreta en función de la existencia de una oración antecedente, unida habitualmente a la que contiene la subordinada elíptica por medio de un nexo adversativo: (99)

a. Alguien me habló, pero no recuerdo quién. b. Fue al cine con alguien, pero a que no sabéis con quién. c. sé que ha de viajar, pero no sé adónde. d. *Sé que ha de ir, pero no recuerdo dónde. e. está deprimido, pero no os podéis ni imaginar hasta qué punto.

Aunque menos frecuentes, son también posibles los casos de truncamiento con antecedente discursivo: (100) A: —Ya veo que has cambiado de coche. B: —Sí. ¿Sabes por qué? Las anteriores construcciones forman un paradigma muy caracterizado. En primer lugar, los predicados que pueden seleccionar oraciones truncadas son los que tienen la capacidad de subcategorizar oraciones interrogativas indirectas. Por otro lado, el sintagma interrogativo que aparece como única realización de la oración truncada debe relacionarse con algún argumento o adjunto inespecificado o elíptico de la oración antecedente. El sintagma de la oración debe llevar las marcas correspondientes a la función que desempeña en la oración antecedente el argumento o adjunto con el que aquel se empareja. Así, en (99a), quién se relaciona con el sujeto alguien de la oración antecedente, mientras que en (99b) la relación se establece con el complemento comitativo con alguien. El antecedente del sintagma interrogativo no puede tener valor específico, pues en tal caso sería imposible darle posteriormente el valor de variable interrogativa que sistemáticamente adopta en las oraciones truncadas. De ahí que, cuando está realizado fonéticamente, tal antecedente se exprese por medio de pronombres inderfinidos. 74 Cabe también la posibilidad de que la oración antecedente no contenga ningún elemento explícito correspondiente al sintagma interrogativo. No obstante, ello solo es factible en el caso de los adjuntos, elementos cuya presencia en la oración no es obligatoria. Tal sucede en (99c, e), donde el sintagma interrogativo de la oración truncada no tiene contrapartida en la oración antecedente. En cambio, (99d) es agramatical porque el elemento con el que contrasta el sintagma interrogativo es un argumento del predicado ir. Como ya se vio en el § 43.1.3.1, el complemento de régimen verbal de ir puede aparecer elíptico en español, pero en tal caso su valor es específico. Por lo tanto, (99d) resulta agramatical en cualquiera de las dos circunstancias. Si se supone que el complemento que expresa la meta está omitido en la oración antecedente, se conculca el principio que impone la realización sintáctica de los argumentos.

74

El sintagma interrogativo de la oración truncada puede tener un antecedente específico en ejemplos marginales de truncamiento como ??Luisa estaba hablando con Antonio, pero ella no sabía con quién. En este ejemplo, el valor del antecedente es conocido por el hablante, pero no por Luisa, para quien resulta desconocida la personalidad del individuo con el que mantiene conversación. No obstante, en ejemplos como el anterior es preferible evitar el truncamiento, aun a costa de recurrir a duplicación de material léxico: Luisa estaba hablando con Antonio, pero ella no sabía con quién estaba hablando.

Si, por el contrario, se interpreta que tal complemento está simplemente elidido, el valor específico que debe asignársele es incompatible con la presencia de una oración truncada. La misma restricción que acabamos de comentar explica la mala formación de las siguientes oraciones: (101) a. *Vino, pero no sé quién. b. *Han llamado a la puerta, pero no sé quién(es). c. *En la reunión se habló de María, pero no sé quién. El sujeto elíptico en español recibe siempre lectura específica, por lo que vino en ningún caso admite una lectura equivalente a la de alguien vino. Por lo tanto, (101a) es una secuencia mal formada. En el caso de (101b, c) el sujeto admite una interpretación inespecífica, propia de la naturaleza impersonal de ambas oraciones. Pero se produce una falta de encaje entre el sintagma interrogativo y la oración antecedente porque tales esquemas impersonales repudian por sistema la presencia de un sujeto léxico. ……………………………………………………………………………………………………………….. 43.2.6. Las estructuras predicativas de verbo ausente Dentro de la elipsis verbal queda, en fin, por dilucidar el estatuto gramatical de enunciados como (110), que responden nítidamente a una estructura sujeto-predicado, pero que carecen de un verbo conjugado en forma personal. Siguiendo a Gutiérrez Ordóñez (1992) denominaremos a este conjunto de esquemas elípticos estructuras predicativas de verbo ausente. (110) a. b. c. d. e.

Año de nieves, año de bienes. ¡Magnífica la última película de Amenábar! ¡A la horca con él! Prohibidos los anabolizantes [Gutiérrez Ordóñez, 1992: 124] El aeropuerto, otra vez bajo mínimos.

En este capítulo estudiaremos muy superficialmente estas construcciones, que se han analizado con mayor detalle en el § 39.2. Aquí nos limitaremos a proponer una tipología sumaria de sus diversas variantes. Lo primero que debe señalarse es que desde el punto de vista estructural los ejemplos anteriores no corresponden a un grupo homogéneo. Así, sólo (110d) cuenta con una forma verbal (el participio prohibidos). Tampoco coincide el registro en el que los enunciados de (110) suelen ser utilizados: (110a) pertenece al lenguaje formular de la paremiología, (110b, c) corresponden al registro coloquial y los dos últimos ejemplos se enmarcan más propiamente en el estilo propio de los titulares periodísticos. Desde el punto de vista de su clasificación, consideraremos que (110a) es un ejemplo de frase nominal pura, a (110b, c) las denominaremos ‘frases nominales exclamativas’, mientras que (110d, e) constituyen ‘construcciones absolutas’. 43.2.6.1. Analizaremos en primer lugar (110a), estructura que ejemplifica las llamadas frases nominales puras. Se trata de construcciones carentes de verbo que expresan juicios intemporales de validez permanente. La relación entre sujeto y predicado es atributiva, por lo que, si hubiera que colocar un verbo entre ambos, este debería ser copulativo y estar conjugado en presente (Año de nieves es año de bienes). Así pues, la temporalidad defectiva de estas oraciones se resuelve en una interpretación de carácter genérico. Tradicionalmente, se las ha considerado estructuras con verbo atributivo elíptico. 80 Un 80

Navas Ruiz (1962) señala que la inflexión entonacional que obligatoriamente se establece entre los dos constituyentes mayores de estas construcciones marca la presencia implícita de una forma verbal en grado cero. Bosque (1984b: 290), por el contrario, al estudiar las construcciones exclamativas sin cópula se muestra contrario a

argumento en favor de su carácter oracional lo proporciona la posibilidad de que estas construcciones aparezcan subordinadas a ciertos predicados, como decir: Tu hermana dice que año de nieves, año de bienes. Es frecuente que los dos componentes de las frases nominales puras contengan, a su vez, importe predicativo y que la relación que se establece entre sujeto y predicado adquiera carácter de implicación entre ambas proposiciones. Tal sucede en el ejemplo comentado, que podría parafrasearse «si el año es abundante en nieves resulta pródigo en bienes», o en otros muchos, como Perro ladrador, poco mordedor («si un perro ladra es que muerde poco»). Cuando las frases nominales puras reflejan este esquema implicativo, la permuta de sus miembros no resulta posible, dado que el sujeto expresa la condición y el predicado, la consecuencia. Así. Año de bienes, año de nieves o Perro mordedor, poco ladrador ya no tendrían el mismo contenido del refrán original correspondiente. El carácter fijo de estas oraciones les impone un orden sujeto-predicado. En cambio, en las frases nominales puras de carácter formular que no responden a un esquema implicativo (El mejor alcalde, el rey), el predicado puede preceder al sujeto y la variación en el orden de sus constituyentes no altera el significado. La predicación que se establece entre los dos miembros de estas construcciones es puramente existencial, como en los ejemplos comentados, o existencial-locativa: En casa del herrero, cuchillo de palo. 43.2.6.2. Pese a que carece de la lectura de presente gnómico que caracteriza a los ejemplos anteriores, (110b) presenta algunos puntos en común con esa estructura. Se trata de un esquema igualmente atributivo que se usa con predicados evaluativos que describen cualidades estables del sujeto.81 Esta última propiedad distingue estos enunciados de las construcciones absolutas, que son aspectualmente perfectivas. Presentan propensión a anteponer el predicado (Burro el que lo lea), aunque también es posible tematizar el sujeto y colocarlo en primera posición (Tu discurso, magnífico).82 Entre sujeto y atributo aparece la misma inflexión entonacional que caracterizaba a (110a), sobre todo cuando el sujeto aparece al frente. Por lo que respecta a su interpretación temporal, esta puede quedar fijada por la presencia en la misma frase de información explícita (Magnífico, tu discurso de ayer) o a través de una relación anafórica con alguna otra oración del contexto (Magnifico, aquel discurso). En ausencia de tal información. tienden a recibir interpretación de presente habitual o de imperfecto. No pueden aparecer como complemento de un verbo de dicción: *Todo el mundo dijo que magnífico tu discurso de ayer. Como sucede con otras variantes exclamativas, estas oraciones incluyen frecuentemente la presencia de operadores que inciden sobre el predicado: ¡Qué antipático, este hombre! Los esquemas interrogativos sin verbo son mucho menos frecuentes. Sin embargo, pueden usarse en ocasiones para formular verdaderas preguntas (¿Con patatas, el bistec?) o para denotar incredulidad, sorpresa o disconformidad del hablante con respecto al contenido de la predicación (¿Presumido, Luis?). 43.2.6.3. El esquema de (110c) presenta unas características peculiares que lo convierten en un patrón fijo: el elemento predicativo es una meta introducida por la preposición a y el sintagma que debe alcanzarla es un comitativo encabezado por con. La meta puede describir un lugar físico, como en (110c) o mental, como en ¡Al diablo con tu hermano! Se trata de predicaciones con valor yusivo en las que el SN precedido de la preposición con designa al individuo directamente afectado por el mandato o imprecación. La aparición de la preposición comitativa está probablemente relacionada con el hecho de que tales predicaciones expresan metas que el individuo no puede o no quiere alcanzar por sí solo. De ahí que, cuando expresan mandato, su ejecutor no sea la persona directamente afectada, sino el oyente, con la recurrir a un verbo copulativo implícito, dado que la relación predicativa se establece de forma directa entre los dos constituyentes mayores de estas oraciones. 81 Eso no implica que, de inserir una cópula, esta haya de ser siempre ser. Nótese que estar puede referir a cualidades estables de un objeto o individuo en los casos en que estas se adquieran como resultado de un proceso. Así, ¡excelente, este asado! admite indistintamente la paráfrasis con ser o con estar (este asado es / está excelente). En cambio, en demasiado calcárea para cocinar, esta agua sólo es posible interpolar ser. 82 La anteposición del predicado de estas oraciones es obligatoria cuando el enunciado es exclamativo. Por otra parte, cuanto más objetiva sea la cualidad atribuida al sujeto, mayor tendencia parece existir a su colocación al frente de la frase: compárese Interesante, esa película con ??Esa película, interesante.

eventual inclusión del propio hablante. Así, en (110c) la orden conmina al oyente a llevar a la horca al individuo que debe ser ajusticiado o lo incita a acompañar al hablante en esa misma tarea. El sintagma comitativo describe, por un lado, la participación pasiva que tiene el condenado en el cumplimiento de la orden pese a ser el elemento directamente afectado por la ejecución del mandato. En el caso de que la meta no sea un lugar físico, sino mental, la predicación adquiere valor imprecatorio y expresa una valoración subjetiva del hablante con respecto al individuo u objeto afectado (¡A la porra con sus manías!). Se trata de un o esquema fijo que no admite la permuta de sus constituyentes. Puede aparecer subordinado a un predicado principal de tipo declarativo: Luis dice que al diablo con tu hermano. 43.2.6.4. Fijaremos ahora nuestra atención en (110d). Se trata de un cláusula de participio con sujeto concordado [ § 39.3]. Formalmente, la única diferencia con las construcciones de participio absoluto insertas en una oración principal radica en que la ausencia de esta última evita que la forma verbal no conjugada pueda anclar en la temporalidad de un verbo en forma personal. 84 Como señala De Miguel 1992: § 2), la información que transmite el participio es fundamentalmente aspectual (por medio de su rasgo [+ perfectivo]). Al estar ausente en ejemplos como (110d) cualquier otra especificación temporal, la cláusula de participio expresa meramente la perfección del acontecimiento con respecto al momento en que se emite el enunciado. De ahí que, en la inmediatez que caracteriza a las noticias periodísticas, un titular como este deba ser interpretado como referido a una prohibición reciente. No obstante, esta presuposición no forma parte del contenido objetivo de (110d), pues queda cancelada en otros muchos contextos. Por ejemplo, no resultaría plausible atribuirle una lectura de anterioridad inmediata al contenido del rótulo Prohibido fumar que suele figurar en las gasolineras. Por lo tanto, el carácter sintácticamente defectivo de las construcciones de participio deriva de la incapacidad de esta forma verbal para expresar una temporalidad independiente. Eso impide que tales cláusulas puedan ocupar la distribución correspondiente a otras oraciones temporalizadas (cf. *El director de la carrera dice que prohibidos los anabolizantes). Son, pues, predicaciones que se ajustan al esquema de las construcciones absolutas estudiadas en Gutiérrez Ordóñez 1985 y Hernanz 1994. En su uso más común, las construcciones absolutas actúan como modificadores de una oración principal: Prohibidos los anabolizantes, el problema desapareció. Según esta última autora, sus características principales son: (a) son predicaciones no seleccionadas por núcleo rector alguno; (b) carecen de nexo de subordinación que marque explícitamente la naturaleza de la relación semántica que mantienen con la predicación principal; (c) poseen un sujeto explícito, que puede ser correferente o no con alguno de los SSNN de la oración a la que modifican, y (d) están formadas por predicados categorialmente muy diversos, que incluyen formas verbales no finitas, adjetivos, adverbios y sintagmas preposicionales. El valor aspectual de estas construcciones es siempre perfectivo, lo que las diferencia de los anteriores casos de predicación estudiados en este mismo apartado. También es absoluta la construcción de (110e), dado que el predicado que contiene (el SP bajo mínimos) tiene valor perfectivo. Pese a que las construcciones absolutas pueden aparecer como entidades independientes en ciertos usos lingüísticos (por ejemplo, en los titulares de prensa o en los rótulos informativos), carecen de autonomía suficiente para poder funcionar como enunciados autónomos en el discurso trabado.

84 El valor de precedencia inmediata propio de las construcciones de participio absoluto deriva de la relación existente entre el tiempo de la oración principal y el carácter aspectual perfectivo del participio.

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