El Yo y Los Mecanismos de Defensa [Anna Freud].Jpg

April 17, 2017 | Author: Davis Vi P | Category: N/A
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Anna

Freud



El yoy los mecanismos de defensa

Obras Maestras del

Pensamiento Contemporáneo

Origen/ Planeta .

EL YO Y LOS MECANISMOS DE DEFENSA

LIBRO No. 33 _ Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo

Dirección editorial: R.B.A. Proyectos Editoriales, S. A. Trtulo ori ginal: Oas ieh un~ die abwe hrm ec hanismen Traducción de Y.P. de Cárcamo y CE. Cárcamo @ Editorial Paidós Mexicana, S.A. @ 1986, coedición mexicana

Colección Obras Maestras del Pensamiento ,Contemporá.neo Av. Cuauhtémoc No. 1236, 4Q piso 03600 México, D. F.

ISBN 968-22-0268-X ISBN 968-22-0100-4 Obra comp\eta Impreso en México Printed In Mexico

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BIBLIOTECA DE PSICOLOGIA PROFUNDA

INDICE

Algunos titulos publicados: A. Freud . Psicoana/isls del desarrollo del n;;lo y del adolescente

A. Freud . Psicoanálisis de/jardín de infantes y la educacion del niño C. Q. luna, La psica/ogra de la tranife~ncla

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C. G. Jung - Símbolos de transformación A. Freud - El psicoanálisis y la crianza del niño A. Freud - El psicoanálisis i'!famil y la e/inica C. G. Jung y otro - El secreto de laflor de oro

El mito del nacimiento del héroe C. G. Jun, - La interpretación de la naturaleza y la psique W. R. Bion - Aleneiti" e Jlllerprelación C. G. Jung - Arquellpos e Inconsciente ro-1«11'110 A. Freud - Neurosis y sin/omat%gía en la ltifanda C. G. Jung - Formaciones de lo inconsciente L. Grinberg y R. Grinbc:rg - Identidad y cambio A.Oarma . Pslcoanálisls del filIe ornamenta/ L. Grinbcrl . Culpa y depresión. Estudio psicoanaUtlco A. Garma . Psicoanálisis de los sueños O. FenicheJ - Teoría psiconalíllca de las neurosis M. Lanler - Maternidad y sexo H. Guntrip - Estructura d, la personaltdad e Interacción humana H. Selal . Introducción a la obra de Melan/e Klein W. R. Bion . Aprendiendo de la experiencia E. lones - La pesadilla L. Grinberl y otros· PSicoanáltsis en las Américas C. A. Paz· Analizabilidad C. G. luna: - Psicología y: simbólica del arquetipo A. Garma - Nuevas "por/ac/ones al psicoanálisis de los sueños A. Aberastury - Aportaciones al pslcoaná/ull de niños O. Rank

A. Garma - El psicoanálisis. Teoría. clínica y técnica R. W. White . El yo y la realidad en la teoría psicoanaliuca M. Tractenbcrg - La circuncisión W. Reich . La función del orgasmo l. Bleger - Simbiosis y ambigüedad J. Sandler y otros· El paciente y el ana· . lista M. Abadi y otros - La fascinación de la muerte S. Rada - Psicoanálisis de la C'Onducla A. Freud . Normalidad y palología en la niñez A. Garma - El dolor de cabeza. Génesis psicosomólica JI tratamiento pslcoana¡//Ílco S. Lec:laire y J. D. Nasio . Desenmascarar lo real. El objetó en psicoanálisis D. Liberman y O. Ma1davsky - Psicoanálisis y semiótica. Sentidos de realtdad y categorizaciones estilísticas l. Berenstein - Familia y er¡fermedad meTllal l. Bcrcnstein - El complejo de Edlpo. Estructura y significación A. Armando - La vuella a Freud. Milo y realidad L. Grinberg . Teoría de la identl!lcaclón 1. Bowlby . El vínculo q{eclivo J. Bowlby - La separación q{ectlWl E. H. Rolla - Familia y personalidad M. Shepard . Frltz Perls. La terapia pestá/tlca L. Grínberg (comp.) - Prócllcas pslroanáUticas comparadas en las neurosu L. Grinbcrg (comp.) . Prácticas pslcoanalíticas comparadas con las pslcosll L. Grinbcrg (comp.) - Prácticas pslcoanalíticas comparadas en niños y adolelcentes l. Berenstein . Psicoanálisjs y semiótica de los sueños A. Freud . Estudios psicoanallllcos P. L. Assoun - Freud: la filosofía y los fllósofos O. Kernbcrg - La teoría de las reIDciones objeta/es y el psicoanáliSis clínico M. Sami·AIi - Cuerpo real, cuerpo Imagl· nario

Pág. PRÓLOGO P.\M ESTA VERSIÓN PHFACIO . . . . . .

A.

l.

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. . . ..

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TEORIA DE LOS MECANISMOS DE DEFENSA El yo como objeto de observación ........ . .

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Ddinición del psicolnálisis (13). El ello. el yo y el sllperyó en la autopercepción (15). El yo como observador (16). Las irrupciones del ello y del yo como matellal de observación (17).

II.

AplicaCión de la técnica analítlca al estudio de las instancias pSlquicas ....... . ..... : .... .

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L. técnica hipnótica del ~ríodo preanalítico (21). La asociación libre (22). La interpretación de los sueños (24). La interpretación de los símbolos (25). Actos fallidos (26). La transferencia (27). RelaCIón entro el análisis del yo y el análisis del ello (33). Unilateralidad y dificultades de la técnica (34) . -

m.

Las actividades defensivas del YO como objeto del análisis ........... . ......... .. .. . ... ... 37 El yo en relación con d método analítico (38). Defensa contra el instinto y resi'tencia (39). Defensa contra los afectos (41) . Manifestaciones defensivas permanentes (42). Formación de síntomas (43). Técnica analítica y defensa contra los instintos y afectos (45).

IV.

Mecanismos de defensa ............. . . .....

51

~~:'i mecanismos de defensa en fa teoría psicoanl. "tlCa (51). Comparación de los resultados logrados por diferentes mecanismos en casos individuales (54). Ensayo de una clasificación cronológica (59).

V.

Orientaclón .de los procesos de defensa seg1ln el origen de la ansiedad Y dEl peligro ...... Motivos de l. defensa contra los instintos (64).

63

Ptig. Defensas motivadas por la angustia frente al superyó en las neurosis· de adultos (64).' Ddensa instintiva por la angusha real u obJetIva en la neurosis infantil (66). Defensa instintiva por la angustia frente a la f uerla del instinto (68). Otros motivos de la defensa instintiva (70). Los motivos de la defcnso contra los afectos (71) . Verificación en la práctica analítica (72). Consideraciones para la terapéutica psicoanalítica (73).

La conducla humana está condicionada por un rico y profundo equipo de tendencias que opera como dintl-

B. EJEMPLOS DE DEFENSAS CONTRA EL DISPLACER Y LOS PELÍGROS OBJETIVOS VI. La negación en la defensa· . .......... ······ VIl. La. !legación en actos y palabra.s . . ........ . VIlI. Restricción del yo ., - . . ................... . C.

IX. X.

D.

79 94 105

DOS EJEMPLOS DE' DEFENSAS TIPICAS

La Identificación con el agresor ........... . Una Corilla de altruismo .... . ......... : ... .

121 135

DEFENSA POR ANGUSTIA ANTE LA FUERZl DE LOS INSTINTOS

X!. El yo Y el ello en la pubertad ... . . ...... . . . 1;31 XII. La angustia instintiva durante la pubertad .. Hl7 El ascetismo de la pubertad (169). La intelectualilación en la pubertad (l74). El amor objetal y l. identificación en la pubertad (ISl). CONCL U SION ES ..... . .. : ..••.... . .••••. . ..••..•••• BIBLlOGRAFiA ESPECIAL EN CASTElLANO ..... • .. . .....

PROLOGO PARA ESTA VERSION

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mismo :no/il/ador deJConocido por el propio indil/iduO. ElJo bace del hombre un ser complejo que ha de ser interpretado. QlIizá se" ésta la afirmación fundamental del psicoanálisis, la razón última de la honda renal/ación que introdujo en la antropología cOII/emporánea y la que lo ha ubicado en su sitúació'l de la escuela más típica de nuestra épo'Ca y una de las más sig'lificatil/as de todos los tiempos. El púcoanálisís debía, pI/es, prOl/ocar las más variadas reacciones -desde el hostil rechazo hasta la devota exaltación. No obstante, un capítulo suyo (que miza toda la obra), por su palpable verdad y IItilidad inestimable es aceptado casi universalmente y sin diulI. sión: el relativo a aquel hecho esencial. Trátase de los mecanÍImos de defensa, de los ,.ecursos psicológicos típicos por los cuales el organismo psíql/ico, buscando preservar Sil sentimiento placentero de segllridad, se resgllarda contra (evita, suprime, soslaya) las angmtias de los conflictos internos y el miedo a las acechanzas del mundo exterior. Estos re~lIrsos defensivos (re. gresión, racionJha/ogía del ;n(Oll1(;lnle. Nueva orien..

lación iniciada po. Frelld. LA /a"" del psicoanálisis. El ello, el yo y el superyó en la autopercepción. - LA obsen'ación de; e//o. · Con/enidos ob/enibles de la percepción Ílz/.apsíqIlÍta. El .yo como observador. - LA observación del ello y del superJó a /.avés del yo. El yo como obse.vado •. Pasaje de /OJ impulso! ae una ¡nI/anda a otra. ProcelO primario y proteso Jtcllllda.io. Modificación de los imPlllsos del e/lo po. los "'".sos defensivos. lA /a"a del analil1a. Las irrupciones del ello y del yo como material de observación. _ Defensas del yo c011l.a el ello. Reconsl'"rtión .e/.ospee/iva d. las defensas. 1nadver/ibilidad d. la formación "ac/iva. lAs i"Ílpciones Jel ello al yo c(>mo flleni. de información. 1nfrue/llosidad del "poso anímico para la obs"vación.

Definiá6n del PJicodnálÍJis. - Durante cierta época del de~Jrrollo de la ciencia psiconalítica, el estudio terico del yo in di vi dual resultaba francamente impopular. Muchos analistas habían llegado al' convencimiento de que la labor analítica sería tanto mejor, dendfica y terapéuticamente. cuanto más profunda fuese la investigación de los estratos de la vida anímica. Todo intento de innovación que $e pr.opusiera trasladar este interés científico -hasta entonces centrado en las capas psíquicas profundas- hacia las más superficiales; todo cambio en la dirección del ello hacia el yo, era generalmente considerado como una apostasía del psicoanálisis. La denominación de psicoanálisis había de reservarse para- los nuevos - descubrimientos de la vida

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psíquica inconsciente, esto es, el conocimiento de los impulsos instintivos reprimidos, de los afectos y fantasías. Cuestiones como las de la adaptación del niño o del adulto al mundo exterior, valiosos conceptos como salud y enfermedad, virtud o vicio, no debían interesar al psicoanálisis. Las fantasías infantiles continuadas en la vida adulta, las vivencias de placer imaginarias y de temor a los castigos que podrían sobrevenir como réplica, constituían 'su objeto exclusivo. No es raro encontrar tal definición del psicoanálisis en la literatura analítica de la época, acaso explicable por e! uso idiomático entonces corriente, que empleaba las expresiones "psicoanálisis" y "psicología profunda" como sinónimas. Quizá la historia del psicoanálisis justifique esta costumbre, pues, construída sobre base empírica, la teoría psiconaiítica fue, ante todo, una l'.sicología del inconsciente o -según la expresión de la actualidad- del ello. Pero, aplicada a la terapéutica psicoanalítica, tal definición pierde su exacto significado. Desde un principio, su objeto fue el yo y sus perturbaciones; la investigación del ello y sus diversas maneras de actuar siempre constituyeron sólo e! medio para lograr aquel fin. Y éste ha sido invariablemente el mismo: la extirpación de estos trastornos y e! restablecimiento de la integridad del yo. " Con sus trabajos Psicología de las masas y análisis del yo y Más allá del principio del placer, FREVO inicia una nueva orientación, merced a la cual el estudio del yo pudo librarse de la antipatía que provocaba su carácter aparentemente antianalítico, y las in"stancias de! yo centralizaron el interés de la investigación científica en forma definitiva. A partir de entonces, la expresión "Psicología profunda" no abarca con precisión la totalidad de la investigación analítica. Si debiéramos definir en la actualidad la tarea de!

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psoco~n~lisis! diríamos: consiste en adquirir el mayor conoClmlen~o posible de las tres instancias supuestas como constltuttvas de la personalidad psíquica, así como. de sus relaciones entre sí y con el mundo externo. En lo tocante al yo, entraña: el estudio de sus contenidos sus límites y funciones, y la historia de sus relacione; con e~ mund~ exterior, con el ello y el superyó, bajo cuyas tnfluenclas se ha formado. En relación con el ello implica: la descripción de los instintos, los contenido~ del ello y e! estudio de sus transformaciones.

~I el/o, el yo y el SIIperyó en la autopercepción. - Es sabIdo que las tres instancias psíquicas difieren grandemente en su accesibilidad a la observación. El conocimiento del ello -del sistema antes llamado inconsciente- sólo puede ad uirirse merced a los derivados que pasan os síSteínas preconsciente y consciente. Cuando en - el ello domina un estado de calma y satisfacción; cuando ningún impulso instintivo tiene motivo para Invadir el yo en ousca de gratificación y produCIr allí sentimientos de tensión y displacer, carecemos de toda posibilidad de conocer sus contenidos. Por ende, teóricamente al menos, el ello no es accesible a la observación en cualquier .circunstancia. ~a sit~a_0ó1!. es, por supuesto, diferente en lo que a~ane al "pery ~us contemdos son en gran parte consCIentes, o cüal, tórnalos directamentt accesibles a la percepción intrapsíquica. Sin embargo, la imagen del superyó se :s{uma "cuando entre el yo y el superyó eXIste armoma. Entonces nacemos esta formulación: e! yo y el superyó coinciden, es decir, desde el momento en que el supe!ryó como instancia aislada no es reconocible a la auto percepción ni al observador. Sus límites únicamente se aclara~ cuando el superyó enfreñta al yo de una manera hosttl o por lo menos crítica; ~uando

a

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cierta crítica suscita estados perceptibles en el yo, como, verbigracia, los sentimientos de culpa.

-::El

yo .como observador. - De esto resulta que el yo conStituye el terreno apropiado, sobre el cual debemos dirigir constantemente nuestra observación. Es, por expresarnos así, la v ~a por donde buscamos capturar ~na imagen de las otras dos instancias. Cuando existen entre ambos sistemas pacíficas rela- . ciones de vecindad, el yo cumple admirablemente su pape! de observador del ello. Los diferentes .impulsos instintivos avanzan siempre desde el ello haCia el yo; y desde aquí se procura la entrada en el aparato motor, mediante cuyo auxilio :logran su satisfacción. En los casos favorables, el yo nada tiene que objetar al intruso; ltmítase a percibir y pone sus fuerzas a su disposición. Siente el ataque de! im¡>qlso instintivo, e! aumento de tensión con lós sentimientos de displacer que le acompañan, y, finalmente, la relajación de la tensión en las vivencias placenteras satisfactorias. La completa observación de este prQCeso nos ofrece una imagen nítida y fiel. del impulso instintivo con sus propias catexias libidinales y del fin que busca. En esta imagen, el yo, de acuerdo con el impulso instintivo, no se destaca. Por desgracia, e! pasaje de impulsos instintivos de una instancia a otra acarrea posibilidades de conflictos y. simultáneamente, la interrupciqn de la observación del ello. En su camino hacia' el logro de gratifi~ación, los impulsos del ello deben atravesar el territorio. del yo, encontrando aquí una atmósfera extraña. En el ello prevalece el así llamado "proceso primario"; nin· guna síntesis une entre sí las representaciones: los afectos son desplazables, los opuestos no se e~..cluyel1 ';ñutu amente o bien coinciden, y la condensación se establece en forma espontánea; el principio del placer

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rige soberano los procesos del ello. En cambio en el yo el curso de las representaciones hállase sujeto a estrictas condiciones que sintéticamente denominamos "proceso s~ ndario" . Tampoco los impulsos instintivos pueden lograr espontáneamente la satisfacción buscada; requiérese de ellos consideraciones a las exigencias de la realidad y, además, respeto por las leyes éticas y morales que desde el superyó quieren de\erminar el comportamiento del yo. De esta suerte, los impulsos instintivos corren el riesgo de desagradar a las instancias que le son esencialmente extrañas. Se exponen a la crítica y al rechazo y deben resignarse a toda clase de modificaciones. De ahí que las relaciones pacíficas entre los poderes vecinos alcancen su término. Los impulsos instintivos perseveran en lograr sus fines mediante su propia tenacidad y energía, y con la esperanza de vencerlo sorpresivamente, emprenden hostiles irrupciones en el yo. El yo? por su parte, tórnase desconfiado , inicia contraataques y avances en el territorio del ello. Su_propósito es obtener una permanente paralización instintiva mediante recursos def~nsivos apropiados que aseguren sus fronter~. Las imágenes de estos procesos que nos brinda la capacidad de observación del yo, son más confusas, pero mucho' más valiosas. Nos muestran al mismo tiempo dos instancias en acción. Ya no contemplamos un impulso no deformado del ello, sino un impulso del ello modificado por los recurs,9s defensivos del yo. El analista enfrenta la tarea de redescomponer el conjunto del proceso --que representa un compromiso entre las instancias- en las partes que corresponden al ello, al yo y también, eventualmente, al supcryó_ Las irmpdol1es del ello y del yo (omo material de obset't'ación. - Nos llama la atención que las irrup-

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ciones de ambas instancias ostenten muy diferente valor desde el punto de vi.sta de la observación. Tod~.Jas medidas defensivas del yo contra el ello ocurren en [arma silenciosa e invisible. En rigor, no es dable seguirlas en su transcurso y sólo es posi~le reconstrui.das retrospectivamente. Esto acontece, por ejemplo, .al tnunfar la represión. El yo nada sabe ~~ ésta. En ge~eral, la percibimos ulteriormente, al venfICar la ausencia de ciertos fenómenos: verbigracia, cuando en el· examen objetivo de un .determinado individuo faltan aquellos impulsos del ello que esperaríamos encontra{ ·en el yo en busca de satisfacción. Si estos impulsos no emergen, podremos admitir que su acceso al yo ~es ha sido de- . finitivamente vedado; que han sucumbido a la represión. En lo concerniente al proceso de la represión, carecemos de otra experiencia. Igual cosa nos es dable decir a propósito de una lograda formación reactiva: una de las más importantes medidas defensivas del yo como permanente. prote:ción contra el dio. En el curso del desarrollo mfanhl, tales formaciones piodúcense de una manera ~asi iitadvertible. No siempre es posible afirmar que el. Impulso instintivo opuesto -el sustituido por la formaCl~~ reactiva- haya ocupado antes el centro de la atenClon del yo. Este habitualmente desconoce ~I impu~so rec~a­ zado y el conflicto total que condUjO a la IDstalaClón de la nueva característica. 11. no mediar ciertos y determinados rasgos de exageración obsesiva que sugieren su carácter reactivo encubridor de un antiguo conflicto, durante la observa~ión analítica fácilmente se la tomaría como un aspecto del ulterior desarrollo espontáneo del yo. En todo caso, tampoco la observación de esta fo~ma de defensa revela nada del proceso que la ha originado. Podemos comprobar que, hasta este punto, la t~ta­ lidad de las informaciones de importancia nos han SIdo

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suministradas por el estudio de las irrupciones del lado opúesto: del ello al yo. II.sí como la represión instaurada can éxito es oscura, en el movimiento inverso resulta transparente, v. gr.: cuando el material reprimido retorna -según se observa en las neurosis. II.quí nos es posible seguir gradualmente el conflicto entre el impulso instintivo y la defensa · del yo. Similarmente, el ~~nismQ. de la fo~mación reactiva es susceptible de mejor estudio cuando se halla en desintegración. En tales casos, . el avance del ello estriba en un refuerzo de· la carga (catexia libidinal de primitivo impulso instintivo que se ocultaba tras la fo.rmación reactiva. El impulso fuerza así el paso hacia la conscienci.a; y, por algún tiempo, el impulso instinto y la formación reactiva son visibles en el yo, uno junto a la otra. Tal situación, sobremanera favorable a la observación analítica; dura sólo unos instantes, esto a causa de otra función del yo: la- tendencia a la síntesis. Entre los derivados del ello y la actividad del yo nace entonces un nuevo conflicto, en el que se habrá de decidir cuál entre ambos será el vencedor o qué compromiso se establecerá entre ellos. Si merced a · un esfuerzo de sus cargas de energía defensiva, el yo triunfa, la fuerza invasora del ello sucumbe y el reposo anímico se restituye, creándose así una sit\lación infructuosa para la observación.

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CAPÍTULO

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APLICACION DELATECNICA ANALITICA AL ESTUDIO DE LAS INSTANCIAS PSIQUlCAS La técnica hipnótica del período preanalítico. - El yo en· la lém1 de defensa y sostiene la indudable ventaja de emplearlo de nuevo "como designación gen,eral de todas las técnicas de que se sirve el yo en 105 conflictos eventualmente susceptibles de conducir' a la neurosis, reservando el nombre de "represión" para uno de estos métodos de defensa que la orientación de nuestras investigaciones nos dio primero a conocer", 1 Constituye ésta una réplica directa a la idea de que la represión ocupa un sitio exclusivo entre los procesos psíquicos, y se hace lugar en la teoría psiconalítica a otros que sirven a idéntico propósito, es decir, a "la protección,del yo contra'las exigencias ins. tintivas", El significado de la represión queda constre' ñido al de un "método particular de defensa", Este nuevo concepto acerca del papel de la represión invita a investigar los otros modos especiales de defensa, comparándolos a medida que fueron descubiertos y descritos en los trabajos analíticos, El 'mismo apéndice a Inhibición, síntoma y angustia contiene la hipótesis ya citada en el último capítulo: "que una profundización de nuestros estudios podría demostrar un íntimo vínculo entre formas especiales de defensa y 'determin'adas enfermedades, como la que, verbigracia, se observa entre la represión y la histeria", 1 Inhibición, Sín/oma y Angustia, Obras completas, tomo . XI, pág, 92, Ed. Americana, 1943. [T.]

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en cambio, los métodos defensivos empleados en la neurosis obsesiva son la regresión y modificación reactiva del yo (formación reactiva), el aislamiento y la anulación, Según estas primeras' indicaciones, no resulta difícil completar la enumeración de las técnicas defensivas que aparecen en otros trabajos de FREUD. Por ejemplo, en Celos, Paranoia y Homosexualidad 2, caracteriza como mecanismo~ neuróticos la introyección, la identificación y la proyección, considerándolos importantes métodos defensivos que emplea el yo en afecciones de este tipo. En su trabajo sobre la teoría de los instintos 3, describe la vuelta contra sí mismo y la transformación en lo contrario, a los que denomina "vicisitudes del instinto", Estos dos últimos procesos deben considerarse, desde el punto de vista del yo, como métodos de defensa, porque cada uno de los destinos o vicisitudes instintivas de esta especie son referibles en su ,origen a alguna actividad del yo. A no mediar la intervención del yo o de las fuerzas del mundo externo que el yo representa, cada instinto no conocería más que un s2Ito destino: el de la satisfacción. A los nueve métodos de defensa, bieo conocidos y extensamente descritos en la teoría y la práctica -represión, regresión, formación reactiva, aislamiento, anulación, proyección, introyección, vuelta contra sí mismo, transformación en lo contrario--, podemos agregar un décimo, más propio del estado normal que de las neurosis: la sublimaci(¡n o des. plazamiento del objeto instintivo, Por lo que hasta ahora sabemos, el yo dispone de 2 Sobre algunos mecanismos neuróticos véas.: Celos, p~ ranoia, y HomoIexualidad, Obras completas, Ed, Americana, Vol. XlII, 8 LoI inllinlol y I UI deltillol, ObraS' completa., Ed. Americana, t. IX,

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estos diez diferentes métodos en sus conflictos con los representantes del instinto y del afecto. La tarea del psicoanalista consiste, prácticamente, en descubrir en qué medida intervienen estos métodos en los procesos de resistencia del yo y de formaci6n de síntomas que les es dable observar en los individuos.

Comparación de los resultados logradoJ po, dif"lntes mecanismos en casos individuales. - Elijo como ejemplo el c~ so de una mujer joven, educadora en una instituci6n. Es la hija intermedia de una familia compuesta de una serie de hermanos y hermanas. En su infancia padeci6 una violenta envidia al pene de sus hermanos mayor y menor, y, de celos siempre reavivados a causa de repetidos embarazos de la madre. Finalmente, la envidia y los celos combináronse en una fuerte hostilidad contra la madre. Pero dado que su fijaci6n amorosa a ésta no era menor que el odio que experimentaba contra ella, a un primer periodo de "desinhibici6n", caracterizado por una salvaje indisciplina y rebeldía, . i6 un intenso coliflicto contra los impulsos negativos. A causa de sus propios sentimientos de odio temi6 perder el amor materno del cual no podía prescindir, sinti6 angusti:. ante el castigo y se critic6 mu)' severamente por sus prohibidos deseos de venganza. Al entrar en el perlado de latencia, esta situaci6n de angustia y de conflicto de conciencia se agudizó cada vez más, y su yo trató de dominar los impulsos de varias maneras. A. fin de resolver el problema de ambivalencia, desplazó hacia afuera un lado de ésta. La madre continu6 siendo un objeto amado, pero, en adelante, en la vida de la niña siempre existida una segunda ~rsona importante de sexo femenino intensamente odiada. Mediante este mecanismo la situación se alivió. El odio contra el objeto extraño no se acompañaba de un

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sentimiento de culpa tan intenso com~ el vivido contra la madre. Sin embargo, este odio desplazado fue causa de n~erosos padeci~ientos. Con el andar del tiempo este pnmer desplazamIento resultó insuficiente para dominar la situación. El yo de la niña puso entonces en actividad \In segu?do mecanismo. Dirigió contra la propia persona el odIO hasta ese momento destinado al mundo en torno. Se tort~ró a. sí. misma con autoacusaciónes y sentimientos ?e mfenoCldad, y a través de la infaqcia y adolescen~la hasta !a :ida adulta hizo cuanto le fue posible a fm de per.Judlcarse y dañarse, subordinando siempre sus personales exigencias a las de los demás. Desde que empleó este método defensivo. se tornó evidentemente masoquista. Pero tampoco esta medida fue bastante eficaz como para ?ominar la situación de conflicto. La paciente comenzo ento~ces a pro~ectar. El odio que había sentido contra el objeto femenmo ámado o su sustituto se transfor~ó en la convicción de que ella misma era odiada, humll.la~a o pers~guida por éstos: ' Su yo experimentó un alIVIO del senttmiento de culpabilidad. l 'a niña mala que se autorreprochaba sus malos sentimientos contra las personas de su ambiente, trocóse en una niña martirizada,. perjudi:ada y perseguida. Pero el empleo de este mecant~mo deJÓ en su carácter un permanente rasgo paranoIco que le dificultó la vida sobremanera tanto en su infancia como en la edad adulta. ' la paciente inició su análisis en plena edad adulta. Aunque el mundo externo no la consideraba enferma ella padecía agudamente. Pese a todos los esfuerzos de: fensivos movilizados por su yo, no consiguió dominar de ~eras la angustia y el sentimiento de culpa. Cualquier mottvo q~e prov~ara en ella sentimientos de envidia, celos u odIO, réactIvaba sus mecanismos defensivos. Estos

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conflictos emocionales jamás llegaban a solución alguna que trajese un relajamiento del yo; además, el resultado último de la pugna de todos estos conflictos resultaba asaz pobre. Logró mantener la ficción de que ella amaba a su madre, pero se sentía llena de odio, y a causa de esto desconfiaba de sí misma y se despreciaba. Inclusive ni logró conservar el sentimiento de ser amada, pues este sentimiento quedó destruído por el mecanismo de proyección. 'i no consiguió escapar a los castigos temidos durante la infancia;; por ef mecanismo de vuelta contra sí mismo, ella causábase todo el mal que antes había esperado bajo la forma de castigo materno. Los tres mecanIsmos movilizados no pudieron impedir que su yo sufriese un permanente estado de intranquila tensión y vigilancia, ni tampoco aliviarlo de la desmedida necesidad de atormentarse a que se sometiera. Comparemos estos procesos con sus correspondientes relaciones en una histeria o en una neurosÍs obsesiva. Admitamos que el problema sea en ambos casos el mismo: dominación del odio a la madre que nace de la envidia al pene. La histeria se resuelve por la represión. El odio contra la madre será borrado de la conciencia y se prohibirá enérgicamente la entrada en el yo de todos sus posibles derivados. Cuando existe capacidad para la conversión y favor~bles condiciones somáticas, 'los impulsos agresivos as9ciados con el odio y los impulsos sexuales con la envidia al pene, pueden ser transformados en síntomas corporales. En otros casos el yo se protege contra una reactivación del c9nflicto primitivo, desarrollando fobias y evitando así ocasiones de trastorno. Limita su actitud, con lo cual previene el encuentro con todas aquellas situaciones susceptibles de favorecer el retorno de lo reprimido. ,

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Tamb!é~ en la neurosis obsesiva el odio a la madre y'!a enVIdIa al pene sufren. desde el principio una repre. sIon .. En el transcurso ultenor, mediante las formaciones re~ctIvas el ~~ se ase~ra contra el retorno de lo reprimIdo. El ,limo que SIente agresión contra la madre desarrollara, una ternura excesiva hacia ella y cuidará e~tremadam~nte de ella; la envidia y los celos derivaran ~? altruIsmo y preocupación por los demás. La instalaclOn de. ,ceremoniales obsesivos y diferentes medidas de. precauCl?n protege los objetos amados contra cualqUJer estalhdo de los propios impulsos agresivos al paso qu~ un. c?digo moral exageradamente estricto vigila las mamfestaClones sexuales. e El niño que domina sus ... conflictos infantiles a la mane.ra de la histeria o de la neurosis obsesiva aquí desCCJt~s, presenta un cuadro más patológico que el de l~ pacIente ~tes considerada. Por la represión ha 'perdl?o. ~l dommlO sobre parte de su vida afectiva. La pnmlhva relación con la madre y los hermanos y la Importante, relaCIón con su propia feminidad ha quedado sustraIda a la ultenor elaboración consciente, fiján_ dose . de una manera obsesiva irrevocable a la ~ltera
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