El Viajero Inmovil Neruda
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E. RODRl UEZ r 10 EG L
EL VIAJERO INMOVIL A P1BLO
ERUD
EDITORIAL LO_ADA, S. A. BUIi os "RES
l ¡;ícj:.í'O ili})lÚUí~ obtiene: el más ricsde los tnun±üs: mternarse en la p~esía de Pablo Ner~l;la aten~iendo a su raíz y a su vocaClOn amencanas, pero sin' ignorar que es ta~1bién una de las obras mús altas de la hteratura~ temporánea, comparable a la de Po"l ; Vallejo o Pers2; recurrir a la bi~: ~ del poeta sin e:dr,lviarse en la anécdota, practicar el análisis de estilo sin descuidar el sentido histórico de un texto. Como en los ejemplos más ilustres de crítica literaria, ya el método refleja la obra cstuuiada, y la infinita, vigorosa, elusiva poesía de ::\eruda es asediada en e~;tas páginas por todos sus flancos con parecida certeza. Emir Hodríguez Monegal nació 'en Montevideo en 1921. No es senCil~fé.. sumir su aporte a la vida cultur4 hu,a,"" noamericana en los últimos tres lust!Us: obras de crítica como Narrado1es de nuestra América y El juicio de los parricidas, Las mices de 11oracio Quiroga y José E. Rodó en el novecientos; ediciones críticas dc Rodó y Quiroga; la uireceión de revistas de tan alto nivel como Número de Montevideo y, actualmente, J'.Iundo Nuet:o de París; la crítica periódica, penetrante, nunca epidérmica que difundieron algunos de los órganos más importantes del continente; su sólida labor universitaria, reconot, cida por numerosas becas: la del British COlll.1C~1, la Gallinal, la ~e la Fund~~ión .fIil Hocke1eller. Su nuevo hbro, El uta/cro • ;~~ inmóvil, será la obra de consulta obligada para todo estudioso de N eruda y confirma. irrefutablemcnte que la literatura hlspanoamericana, tan rica en obras dc creación, ya ha conquistado esa otra, difícil madurez del talento crÍti.:o.
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EL VIAJERO II'\MóVIL
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13IBLIOTECA DE ESTUDIOS LÍTERARlOS
E. RODRíGUEZ MONEGAL C. M. BOWRA LA HERENCIA DEL SIMBOLISMO EDGARDO COZARINSKY EL LABERINTO DE LA APARIENCIA FRANCISCO GARcÍA LaRCA ANGEL GANIVET, SU IDEA DEL HOMBRE
EL VIAJERO 1 JYl VIL
JULIETA GÓ1\IEZ PAZ LEYENDA DE ALFONSINA STORNI RICARDO GULLóN
INTRODUCCIÓN J1 PABLO NERUDA
ESTUDIOS SOBRE JUAN RAMóN JIMÉNEZ PEDRO SALINAS LA POESIA DE RUBÉN DARiO JEAN·PAUL SARTRE BAUDELAIRE THEODORE SPEJ.'iCER SHAKESPEARE Y LA NATURALEZA DEL HOMBRE GUILLERMO DE TORRE TRES CONCEPTOS DE LA LITERATURA HISPANOATlIERICANA KARL VOSSLER LA POESiA DE LA SOLEDAD EN ESPAÑA KARL VOSSLER FORMAS POÉTICAS DE LOS PUEBLOS ROMANICOS
EDITORIAL LOSADA, S. A. BUENOS AIRES
Queda hecho el depósito que previene la ley núm. 11.723.
© Editorial
Losada, S. A. Buenos Aires, 1966.
Para Magdalena, con estas palabras de un poema de Aragon que hemos hecho nuestras:
Il 11'aurai! falltt Q'ttl1 mamen! de plflS POllr que la mor! Viell11e jHais tme 1IIaill m/e Alors es! Velltte Qtti a pris la mielllle. (Le roman illacbet1é, 1956.)
PRINTED IN ARGENTINA
Este Ebro se terminó de imprimir el día 19 de agosto de 1966 en Artes Gráficas Bartolomé U. Chiesino, S. A., Amcghino 838, Avellaneda· Bs. Aire•.
¿Qtlé podia decir sin tocar tierra? ¿A qtliéll n~e dirigía sin la !lllllia? Por eso mil/ca eS/lwe donde eS/tIlie y 110 navegllé más qfle de regreso. (Cantos ceremoniales.)
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PERSONA Y POESíA
. .. en slle/íos s.oy
1m
nÍlio perdido.
(Cien sonetos de amor)
UN HOMBRE, UN SER POLíTICO Cada árbol impide ver el bosque. Cada libro nuevo, cada en· trevista, cada ataque, cada polémica, distorsionan la imagen de todo poeta paTa sus contemporáneos. Aun los críticos más agu.dos, aun los que aspiran al mayor equilibrio, caen en las más obvias trampas de la coetaneidad. El doctor Jolmson califica al "dulce Thomas Gray de "licencioso" porque utiliza el adjetivo melifluo, neologismo entonces y tan usado hoy; Brunetiere pasa por alto (o casi) a Baudelaire por estar demasiado cerca del poeta más moderno de Francia; Rodó cree y escribe que Rub€n Daría no es el poeta de América porque el crítico uruguayo se toma demasiado en serio las declaraciones liminares de Prosas lJr ofanas. Se han escrito libros (el de Henri Peyre es uno de los más sabrosos) sobre el perpetuo malentendido entre críticos y escritores. En el caso de Pablo Nerucla el malentendido poético se agrava porque este creador es -desde 1936- una figura política considerable. A partir de la guerra civil española, Neruda participa cada vez más en la lucha política: se adhiere al Frente Popular en Chile, 1937; es cónsul chileno para la emigración española, 193~); se convierte en poeta del segundo frente de ayuda a Rusia, 1942·1944; en senador comunista, 1945; en acusador púo blico del presidente chileno, don Gabriel González Videla; en perseguido político y combatiente clandestino, mientras termina el Canto general, 1948·1949; es Premio Stalin de la Paz, 1950. La lista podría ampliarse y continuarse hasta hoy. Pero lo dicho basta. No es casual que el Premio N'Übel -que ha sido otorgado a poetas y narradores de menor significación internacional, pero de línea política más ortodoxa o invisible- haya soslayado hasta ahora a Pablo Neruda. Es ingenuo pensar, como se ha hecho, en una conspiración internacional de terribles y diligentes enemigos. La obra de Neruda y su acción política son suficientes para preocupar a la Academia suec?. Porque desde 1936, el poeta combate sin pausa, aunque con prisa, en el campo político internacional.
PERSOXA y
POESíA
EL HOivIBRE. UX SER POLÍTICO
p02sla, se h~n encontrado frente a un poeta que no quiere ni puede ser anallzado sólo en términos estéticos. Su posición poética esJª~TIQjén~)í~i9a.-l,:!"~!,uda_,no_.JQ].§!..J:'a.que..se_praCíique_c.on....él la aseptJcéLgscIsIon.~Su poesla esta comprometida políticamente y debe ser juzgada también a partir de ese compromiso. Por eso, muchas controversias sobre su persona o su obra, que empiezan aparentemente como disputas estéticas, pronto desembocan en el terreno político. Esto es inevitable, aunque contribuya, sobre todo, a oscurecer el juicio actual sobre su obra. Pedir a ciertos críticos de ho~ que ?e mant.:mgan imparciales frente a una poesía que n.o es llnparclal es como pedir a los gi.ieilfos y gibelinos del TresCientos que contemplen sólo los valores poéticos de la Commedia-. El poeta lo sabe y corre el riesgo, aunque a veces se olvide. Y se queje en verso de sus muchos censores. Pero aun considerada desde 1m punto de vista exclusivamente estético, la obra de Neruda ofrece aspectos curiosamente contl'adictorios. :IDl poeta no sólo ha evolucionado políticamente desde 1936, sino que desde entonces ha sometido su dbra a notables cambios de rumbo. El más notorio es precisamente el ocurrido cuando la guerra civil española: "La sanare por las ca. lles" lanza al poeta al centro de la contienda polltica. A partir de esta te-rribl~ experiencia, Neruda reniega de buena parte de su obra anteriOr y, sobre todo, del libro más considerable y o:'igine::- L que ha~ía escrito hasta entonces. Su negación de Res¡dencla en la tIerra (1925-1935) revela un rechazo profundo y por lo mismo ?scuro, casi visceral, de una etapa de su vida y de sy personalJd~d. El poeta cre~, haberla ,superado. Aquélla es poeSla de angustia, de desesperaclOu, de nausea por el mundo: ahora él la niega porque (como dice en un poema sumamente revelador) el lobo se ha hecho hombre. Los araumentos con que censura Residencia en la tierra contienen curi~sas racionalizaciones. En vísperas de la publicación del Canto geneTal (1950) Neruda ~onfía a Alfredo Cardona Peña: "Contemplándolos aho: ra, conSIdero dañinos los poemas de Residencia en la tierra. Estos poemas no deben ser leídos por la juventud de nuestros países.. Son poemas que están empapados de un pesimismo y angustIa atroces. No ayudan a vivir, ayudan a morir. Si examinamos la angustia -no la angustia pedante de los snobismos sino -la otra, la auténtica, la humana-, vemos que es la elimi~ación que .hace el capitalismo de las mentalidades que pueden serIe h~stlles .en le::- lucha de clases. A llna,ola muy grande de pesimIsmo lJterarlO que llena una generacion entera, corresponde un avance agresivo del capitalismo en su formación. Si examinamos la actividad p?é~ica de Rubén Daría.' v~mos que ésta correspon,de .a .una. actIVIdad menor del capItq.lismo.En .su tiempo, las fuerzas destructoras no necesitaban mostrar atm el. camino_ del
aniquilamiento. Pero años después las fuerzas reaccionarias del continente ven un peligro en el despertar intelectual, y de aqní la tendencia nihilista y desesperada de mi anterior poesía y de todos los poetas de mi generación. Tengo la seguridad de que no de una manera sistemática. pero tampoco menos fuerte, la reacción ha querido inutilizar estas fuerzas del verbo". Aunque 10 que aquí sostiene Neruda no es estéticamente novedoso (es la doctrina soviética del realismo socialista), lo novedoso de sus palabras está en que proyengan de un auténtico poeta y no de un burócrata o un político que hacen versos. El rechazo de Residencia en la tierra por el propio autor deja muy perplejos a lectores y críticos, y fomenta la creación de dos bandos -escindidos por líneas no siempre de color e in· tención política- que defienden al libro contra su creador o, por el contrario, se adhieren a la aparente postura erostrática. La ver· dad es otra, sin embargo: Neruda continúa recogiendo Resiclencia en la tíe1Ta en sus colecciones de Ob-ras completas. A pesar de lo declarado a Cardona Peña, es fácil encontrar en su poesía posterior huellas (a veces fulgurantes) del poeta agónico y barroco que parecía enterrado con tan dura mano a partir de 1936. En Alturas de lrfacchu Picc7w, en ilio/llsca gO'ngOí'ina (ambos poemas son elel Canto ge-ne-ral) , el abominado 'poeta barroco continúa mirando al mundo con sus párpados atrozmente abiertos. Aun, en las Odas e~ementales (tan . . obviameI1te insC2ritasenlaJíneg ~1Jl1ª-JLQesía.§~nG.mª.PªIa.g-eirI~=s~l1C2I1Ja )~~[ºªn~ºmÜsmQ~$eil: cial del poeta se hace_12l'El;:;E!me. Y a medida qiíeséprocri.lce el deshielo en la literatura soviética, también Neruda permite la liberación interior de aquel poeta encerrado. En su madurez otoñal asoma nuevamente en Est-ravagaTio, su libro más personal de los últimos años, con la fuerza incontenible que dan las experiencias del amor y de la muerte, de la memoria y del olvido, del otoño y de la imposible primavera. También reaparece en los Cantos cerenwniales (hay uno dedicado a Lautréamont, aunque con ánimo de reivindicación social) y en los mejores poemas ele Plenos poderes y del MemoTi.al ele Isla Negra. Lamentablemente, buena parte de la crítica ha tomado al pie de la letra ciertas declaraciones de Neruda y se ha apoyado en ellas para seguir leyendo superficialmente su poesía. Los más dóciles han repetido al poeta y sus anatemas; los rebeldes se han burlado de una doctrina estética tan simplista. Pero pocos han recordado aquella sabia advertenciaª~_.:r-ºrge_L11.is_Bºrgessobre 10 prescindibleque a-vec~reslÍlh¡j)a .la QPÍniQnde . . J.UL auaor s(j ore -slCpropIa- 51Jf¡'C~ªª~]ñiiºItªi1Ig~giie~]º(me~leclaIa . Neru el,,, e~:JQ=qlIeGr~
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