El Uso Del Deporte Como Agente Socializador

October 11, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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EL USO DEL DEPORTE COMO AGENTE SOCIALIZADOR

El deporte como agente socializador. Es mayoritaria la corriente doctrinal que considera que el deporte posee un enorme potencial socializador debido principalmente a su capacidad de ayudar a la persona a interiorizar, a hacer suyas normas y valores sociales. El profesor Melchor Gutiérrez entiende, en base a sus propias investigaciones y las por él estudiadas de otros autores, que los valores sociales y personales más propicios a alcanzar a través de la Actividad Física y el Deporte son los a continuación citados: a) Valores personales, como son la habilidad (forma física y mental), la creatividad, el reto personal, autodisciplina, autoconocimiento, mantenimiento o mejora de la salud, logro (éxito-triunfo), recompensas, aventura y riesgo, deportividad y juego limpio (nobleza), espíritu de sacrificio, perseverancia, autodominio, reconocimiento y respeto (imagen social), participación lúdica, humildad, obediencia, imparcialidad, autorrealización, autoexpresión, la imparcialidad. b) Valores sociales, como la participación de todos, el respeto a los demás, la cooperación, relación social, amistad, pertenencia a un grupo, competitividad, el trabajo en equipo, expresión de sentimientos, responsabilidad social, convivencia, lucha por la igualdad, compañerismo, justicia, preocupación por los demás, la cohesión de grupo. Según Gutiérrez, resulta ardua la tarea de decidir, en ocasiones, si un valor debe considerarse como social o como personal, pero, en todo caso, unos y otros se encuentran interrelacionados. interrelacionados. Ahora bien, una vez dicho lo anterior, es de importancia considerar que tal potencial socializador del deporte puede conllevar consecuencias negativas o positivas, según el modo en que se produzca la interacción entre la persona que se socializa, los agentes socializadores y las situaciones sociales, debido a que cada agente socializador tiene la capacidad de inhibir el desarrollo del niño o la niña en

 

 función de los valores, las normas, las sanciones y las oportunidades que ofrezca ofr ezca en el  momento adecuado. De este modo, la complejidad del proceso de socialización ha de

ser también la referencia que sirva para analizar la posibilidad de que, efectivamente, las cualidades adquiridas en las situaciones deportivas puedan ser transferidas a otras situaciones sociales. En efecto, la persona que se socializa está sujeta a cambios constantes en función de los procesos interactivos que comporta la vida social; de ahí que, aunque pueda reconocer en las nuevas situaciones aspectos normativos y valores semejantes a los que se dan en el ámbito deportivo, tendrá, sin duda, que llevar a cabo procesos de adaptación a nuevos ámbitos y, en este proceder, tanto su personalidad como su conducta social se verán afectados. Desde esta perspectiva, la noción de transferencia se torna enormemente frágil, ya que, aun teniendo en cuenta la socialización positiva que ejerce el deporte, al tratarse de un proceso dinámico e interactivo permanente, obliga a las personas a adaptarse de modo constante a las nuevas situaciones. Es muy posible que una experiencia anterior positiva tienda a favorecer nuevos procesos de socialización, pero esto no siempre ocurre así. Seguramente sea oportuno e importante destacar en cuanto al asunto que tratamos de la socialización a través del deporte aquello que ya viene exponiendo Brenda Bredemeier en sus trabajos desde hace varios años (recogidas por Melchor Gutiérrez), esto es, la consideración de que la Actividad Física y el Deporte, por sí  mismos, no son generadores de valores sociales y personales; que son excelentes terrenos de promoción y desarrollo de tales valores, pero que dependerá del uso, acertado o no, que de la Actividad Física se haga, la promoción de valores deseables para la persona y su colectividad o, por el contrario, detestables para sí misma y su contexto social; y hay que comprometerse, empeñarse, en el hecho de educar y promocionar los valores sociales y personales cuando se practican Actividades Físicas y Deportivas. Para el logro de este objetivo consideramos como más eficaz el “Modelo ecológico para el desarrollo de valores sociales y personales en la Actividad Física y el Deporte”, propuesto por Gutiérrez, que exige la participación de todos los sectores implicados o que puedan influir, de una u otra manera, en el proceso de socialización a través del deporte.

En concreto, el fútbol. El fútbol es un deporte que nos enseña multitud de valores en sus diferentes etapas, desde los más pequeños a los más grandes, desde los jugadores hasta los aficionados, pero no se queda aquí, ya que incluso los acompañantes de aficionados o

 

meros espectadores están influenciados debido al carácter social que tiene el ser humano. Podemos considerar entonces que el conjunto de la sociedad y cada persona que la conforma está inundada por la pasión de este deporte y los valores que este transmite llegando a cada población, sociedad por pequeña que sea. El fútbol es por tanto un agente socializador transmisor de valores. Determinar qué valores se desarrollan en cada etapa dependerá de las condiciones que se den y el ambiente en el que se desarrolle la actividad de las personas. Es patente en la evolución y desarrollo del fútbol que los seguidores o aficionados son esenciales en el éxito que está actividad ha tenido desde sus comienzos, denominando a los aficionados como el jugador número 12 que interviene en el fútbol de forma clara, modificando aspectos de este. Aquí vamos más allá y denominamos a ese pequeño grupo que no interviene directamente o de forma clara en el fútbol como el "13" ya que de un modo u otro acaba entrando a ser un elemento más que compone el agente socializador que es el fútbol, pudiendo actuar de dos formas: la primera de forma activa, ya sea consumiendo productos debido al fútbol aunque a él no le interese, como por ejemplo puede ser ir a tomarse unas cañas con un grupo de amigos para ver un partido a los que si que les interesa el fútbol, o entablando conversaciones sobre el tema futbolístico donde claramente se da el agente socializador; o de forma pasiva donde el agente socializador no es tan claro como anteriormente debido a que son las personas que están íntimamente relacionadas con el fútbol las que transmiten lo aprendido en la práctica de esta actividad sin necesidad de que se trate el tema futbolístico. Por tanto de forma activa podemos decir que los valores del fútbol afectan de una manera directa a aquellos que no están ligados al fútbol pero que se ven absorbidos por este, y que de forma pasiva podemos observar como en ocasiones de manera indirecta al estar los valores del fútbol tan unidos a sus participantes estos últimos desarrollan estos valores en diferentes entornos de su vida que poco tienen que ver con el fútbol. Cultura y sociedad son dos conceptos que se han creado para tratar de comprender la realidad humana en toda su complejidad. Pueden considerarse como dos caras de una misma moneda o dos perspectivas de una misma realidad, la vida en grupo. Cada ser humano se construye como persona a través de la cultura de una determinada sociedad. Para comprender hasta qué punto se ha producido la adaptación de una persona a la dinámica de una sociedad, se ha cr creado eado el concepto de socialización, que engloba tanto a las pautas culturales que conoce y utiliza (enculturación) como a su interiorización, de modo que lleguen a formar parte de su personalidad, de su sistema de creencias y de su estilo de vida.

 

  La cultura deportiva puede concebirse como un programa de comportamiento que responde a determinadas estructuras de significación (valores asociados a los actos deportivos), que se transmiten mediante imágenes, símbolos y rituales a través de la familia, la escuela o los medios de comunicación de masas, que ha prevalecido de modo dominante en todo el mundo a lo largo del siglo XX. El deporte se experimenta, se visiona o se siente como algo propio, de ahí que constituya una parte importante de la vida cotidiana de millones de personas. Las actitudes, hábitos y valores deportivos se han difundido entre grandes masas de población, popularizando así valores y pautas de conducta que a comienzos del siglo XX eran restrictivos de la burguesía. La cultura deportiva utiliza un lenguaje icónico. La elaboración de un código propio basado en imágenes provoca que los procesos comunicativos por ella intermediados sea fluida, directa, inmediata y pueda de este modo superar barreras idiomáticas,

raciales

y

políticas.

Estas

imágenes

ostentan

una

estructura

metacomunicativa mediante las cuales todo un cortejo de símbolos (banderas, gestos, himnos, cánticos o sonidos) se muestran y expresan cuando las acciones deportivas funcionan como signos, como el caso de un triunfo.

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