El Transito EmilioCarrillo
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EL TRÁNSITO: VIDA MÁS ALLÁ DE LA VIDA La muerte no existe La muerte es un imposible, una fantasma, sólo eso, de la imaginación humana. La Creación y el Cosmos son una colosal manifestación de Vida y Consciencia. También el ser humano, por lo que lo que auténticamente somos (vida y sentimos que somos (consciencia, estado consciencial trasciende rotunda e infinitamente de lo que una vida f!sica y la e"istencia durante unos pocos a#os significan. $n este marco, lo que la %umanidad denomina muerte no es tal, sino el punto evolutivo y la fase de transición entre el fin de un ciclo vital (la vida f!sica y la encarnación material que termina y el inicio de otro ciclo vital (una nueva reencarnación en una nueva vida f!sica. La evolución y los ciclos son consustanciales a la Creación. &uestros ancestros se percataron de esto y lo condensaron en lo que El Kybalion denomina 'rincipio de itmo. ) el Cosmos y la &aturale*a se renuevan y regeneran, fluyen y refluyen, mediante los cambios de ciclo. +e este modo, tener miedo a la muerte es tenerlo a la vida, pues no hay vida sin muerte ni muerte sin vida. ) comprender la muerte es ente entend nder er la vida vida.. La muer muerte te corp corpor oral al es un apag apagad ado o y el naci nacimi mien ento to f!sic f!sico, o, un encendido. 'or cada apagado hay un encendido y, as!, se recrea y e"pande nuestra e"is e"iste tenc ncia ia en el plan planoo huma humano no a trav través és de una una prol prolon onga gada da cade cadena na de vida vidass o reencarnaciones. La mayor!a de las tradiciones y corrientes espirituales de la %umanidad nos ense#an que nuestra encarnación en este plano material no se plasma en una -nica vida f!sica, sino en una cadena cadena de vidas a través través de m-ltiples reencarnaciones. reencarnaciones. +e hecho, la reencarnación es el sostén de la e"periencia humana, que ni empie*a ni concluye con la vida f!sica actual. Tomar consciencia de esto alivia el estrés, por llamarlo de alg-n modo, con el que algunas personas viven su espiritualidad, m"ime cuando va unido a las nociones de culpa y pecado, lo que transforma la espiritualidad en una trampa mortal que nos impide vivir y disfrutar de la Creación y de nuestro auténtico ser, haciéndonos /manipulables0 y /religioso1dependientes0. 2dems, antes de cada reencarnación, es cada uno 1nosotros mismos y sólo nosotros1 quien elige /el yo y las circunstancias0 que desea vivenciar y las e"periencias que quiere desplegar en la nueva vida (las pginas de 3!sica de la +eidad se detienen en estos aspectos. Conviene repetirlo4 tener miedo a la muerte es tener miedo a la vida. ) para conocernos a nosotros mismos y vivir la vida hay que comprender y asumir la muerte. 'or lo que discernir acerca de ésta y otear lo que representa no es un 5uego mental, ni otra otra de nue nuestr stras as mucha muchass obsesi obsesione oness intele intelectu ctuale aless relac relacion ionada adass con el futuro futuro.. 2l contrario, resulta imprescindible para vivir el 2qu! y 2hora, que es la vida misma y para perderle el miedo, que es el medio para saborear el 2qu! y 2hora como se merece y sacarle a la vida todo su 5ugo. 5ugo.
No esconder la muerte: morirse a gusto La socied sociedad ad occide occidenta ntall con contem tempor porne neaa conte contemp mpla la la muert muertee de forma forma muy 6
distinta a la que se acaba de e"poner. $s ms, entre sus numerosas neurosis, adolece de una francamente curiosa4 el empe#o en negar emocionalmente la muerte y procurar mantenerla oculta. Cada ve* ms, se tiende a esconder la muerte. 'arece como si fallecer fuera un desli* e"temporneo, una falta de educación o hasta una perversidad, algo algo que que hay hay ocul oculta tar, r, sobr sobrem eman aner eraa a los los ni#o ni#os, s, en luga lugarr de acos acostu tumb mbra rarlo rloss a e"perienciar lo que el trnsito significa como primer paso para que no vivan con miedo a la muerte. 'ocas personas fallecen ya en su casa y casi no hay velatorios en el hogar. 7nmediatamente producido el óbito, el cuerpo se env!a desde hospital al tanatorio para proceder, con la mayor rapide* posible, al enterramiento o la incineración. Todo muy efic efica* a*,, pulc pulcro ro,, atild atildad adoo y prof profil ilc ctic tico, o, con con prot protoc ocol olos os 8inc 8inclu luid idos os los los famo famoso soss /pésames01 tan impersonales como perfectamente pre1establecidos, tan automati*ados como carentes de sentimiento. 9i es preciso y para hacerle /un favor0 a la familia, hasta se cert certif ific icaa médi médica came ment ntee una una hora hora dist distin inta ta a la que que real realme ment ntee ha acon aconte teci cido do el fallecimiento al ob5eto de acelerar los trmites y recortar los tiempos de espera y el duelo. $l sigu siguie ient ntee te"t te"to, o, Morirse a gusto, de 2le5an 2le5andro dro ocam ocamora ora,, psiqu psiquiat iatra ra y miembro fundador del Teléfono de la $speran*a, es muy aclaratorio al respecto y, entre otras cosas, cita un libro muy aconse5able para quien quiera refle"ionar sobre lo que se viene e"poniendo4 Morir en la Ternura ($diciones 9an 'ablo, de Cristiane :omain. MORIRSE A GUSTO $l hombre actual contempla la muerte como el fracaso de su dominio sobre las fuer*as de la naturale*a. $l /hombre tecnificado0 puede controlar y manipular casi todo, pero se encuentra indefenso ante el hecho innegable de la muerte. 2s!, la muerte y el morir no tien tienen en cabi cabida da en las las soci socied edad ades es indu indust stri rial ali* i*ad adas as,, no afec afecta tann a los los sist sistem emas as productivos. La muerte, la agon!a y la senectud son consideradas como representación de la impotencia de la moderna tecnolog!a biomédica. ) esto esto es as! as! porq porque ue una una soci socied edad ad cent centra rada da en /val /valor ores es00 como como el cons consum umo, o, la producción y la eficacia, necesariamente necesariamente debe repudiar todo lo que no sea4 acción, rendimiento y vitalidad. La muerte, el hecho de morir, implica destrucción y negación de todos esos valores actuales y por esto, la muerte hoy, es un /anti1valor0. %asta mediados del siglo ;; el gran tab- del ser humano era el se"o, después fue la muerte y actualmente nos atrever!amos a decir que es la situación posterior a la muerte en los supervivientes4 el duelo. $n el mismo lengua5e refle5amos nuestro miedo a la muerte al utili*ar sinónimos o equivalentes de la angustiosa realidad que supone el morir4 /ha fallecido0, /ha pasado a me5or vida0, /descanse en pa*0, etc. son algunas de las frases que utili*amos en esos momentos. 7ncluso el duelo y la aflicción por la muerte de un fa miliar ya no son tan aceptados como en otras épocas. 9e ha cambiado la forma ideal de morir4 antes se deseaba una forma consciente, l-cida y con un apoyo espiritual y sacramental hoy se desea una muerte rpida y sin <
sufrimiento (=sufrió mucho>, =se enteró>, son las preguntas ms frecuentes en estas circunstancias. Con frecuencia, cuando un enfermo terminal afirma4 /?e voy a morir0, los familiares suelen con testar4 /Todos tenemos que morir nosotros también nos vamos a morir0. 'ero esta respuesta no es sincera4 pues el enfermo habla de /morirse0 (se est muriendo y el familiar se refiere a un proceso que dura toda la vida. 3reud (6@6A, en Consideraciones actuales sobre la guerra y la muerte , se#ala que /la -nica manera de hablar de la muerte es negndola0, aunque al final de ese mismo traba5o concluye4 /9i quieres soportar la vida, preprate para la muerte0. +esde que el hombre e"iste se ha observado una actitud de ambivalencia, de deseo y de recha*o, de amor y de odio, hacia la muerte no obstante, mientras el hombre primitivo encontró una salida en su animismo, al hombre actual esa ambivalencia le lleva a la culpa y consiguientemente a la neurosis. La negación emocional de la muerte puede tener diversos ropa5es4 desde la preocupación, la ansiedad y el temor, que son las ms comunes, hasta una hiperactividad (culto al traba5o, el narcisismo (culto a s! mismo o la confian*a ciega en la ciencia para evitar la muerte (culto a la técnica médica. $s cierto que la muerte nos hace a todos iguales4 tanto el rey como el vagabundo deben enfrentar se a este hecho de vida en soledad. La muerte es la -nica vivencia que no podemos compartir. 'ero también es cierto que este momento importante de la vida depende fundamentalmente de dos situaciones4 =cómo se ha vivido> y =cómo se siente ante el entorno> $s decir, morir en pa* no se improvisa, sino que estar en función de cómo se ha desarrollado la vida4 intereses, valores y sentimientos estarn ayudando o entorpeciendo el Bbien morir. 'ero también de cómo se realice el momento de morirse (en casa, en el hospital, con sufrimiento, l-cido, etc. favorecer o entorpecer una /muerte digna0. ?orirse a disgusto, seg-n la autora de Morir en la ternura, Cristiane :omain, se desarrollar!a entre dos polos4 la desgracia de morir en soledad y la desgracia de no tener un espacio de soledad necesario para vivir. $l primer supuesto est amena*ado en nuestra cultura pues tendemos a negar la muerte de nuestro familiar en la falsa creencia de que no se dar cuenta, pero igual se siente solo al no poder compartir su miedo ante la muerte pró"ima. La segunda necesidad del moribundo es la de tener un espacio psicológico para poder elaborar la eminente pérdida de la vida y poder despedirse, sin trauma y también sin agobio. $n este sentido, una e"cesiva presencia de los familiares y de los cuidadores dificultar!a el proceso de /morirse a gusto0. %abr!a que a#adir una tercera necesidad del moribundo4 la ausencia de sufrimiento in-til, que lo -nico que consigue es prolongar una vida vegetal. 9i se dan estas tres condiciones, entonces si que podr!amos decir que se produce una /muerte a gusto0.
Despedidas &o obstante, en los -ltimos a#os, al calor del renacer de consciencia que vivencia la %umanidad, ese gran espacio abierto a todos los p-blicos que es el cine ha D
prestado a la muerte una atención creciente. $n la memoria colectiva se encuentran, por e5emplo, las pel!culas Ghost (de 6@@E, dirigida por :erry FucGer y protagoni*ada por +emi ?oore y 'atricG 9Hay*e o The Sixth Sense 8 El Sexto Sentido1 (de 6@@@, reali*ada ba5o la batuta de ?. &ight 9hyamalany y con Iruce Jillis y %aley :oel Ksment como actores principales. ) ms recientemente, cintas como Afterwards 8 Premonición1 (de . Comparten el convencimiento de que con el fallecimiento del cuerpo f!sico no termina nada, incluso que dicho acontecimiento abre las puertas a un estado de e"istencia mucho ms glorioso y placentero. 9in embargo, la defunción les aterra y desconcierta. ='or qué seme5ante contradicción>. 'ues adems de otros posibles motivos 1la prevención ante el dolor que el fin f!sico suele implicar, el sentimiento de pecado o culpa que les hace recelar ante un castigo en la otra vida,S1 , hay una ra*ón principal y claramente mayoritaria que, con frecuencia, se niegan a aceptar4 no terminan de interiori*ar en su Cora*ón aquello que mentalmente afirman creer e intelectualmente sostienen. 'or esto, su creencia en la otra vida tiene mucho de ficción, de ilusión mental, y carece de verdaderos cimientos en el interior. ) sin estos cimientos, sin esta interiori*ación auténtica y sincera, el miedo a la muerte no desaparece. 9e mantiene ah!, de modo ms o menos solapado, impidiendo que se otorgue a la vida, a la de cada uno, la libertad y la pa* que la disolución del miedo al óbito comporta. %ay al respecto una especie de prueba del nueve, valga el s!mil matemtico, para comprobar hasta que punto hemos superado interior y consciencialmente el temor a la muerte y hemos liberado nuestra vida de esa carga. Pna prueba que no se centra en la visión que podamos tener con relación a nuestra futura defunción, sino en la reacción que tenemos 2qu! y 2hora ante el fallecimiento de nuestros seres queridos. $n este orden, es totalmente lógico y humano que nos cause gran desconsuelo y
congo5a el óbito de nuestro padre o madre, pare5a, hermanos, amigos !ntimos,S &o digamos ya de hi5os o hi5as, que, por edad, presenta el agravante de ir contra la /ley de vida0. 2hora bien, =hasta que punto>. $s un tema muy delicado y no se desea aqu! *aherir a nadie, respetndose y aceptndose integralmente, faltar!a ms, todas las vivencias y e"periencias. 'ero desde el 2mor y la honestidad con uno mismo hay que formularse esa pregunta4 =hasta que punto>, =hasta el e"tremo de que la muerte del ser querido de5e sin sentido nuestra vida, la convierta en algo insoportable, nos haga olvidar a los seres queridos que contin-an f!sicamente con nosotros (verbigracia, otros hi5os o genere sentimientos y estados emocionales anlogos>. 2nte el dificil!simo trance del fallecimiento de una persona querida, si en nuestro Cora*ón late la convicción de que con la defunción del cuerpo f!sico no finali*a la e"istencia y nuestro ser transita a un plano de Lu* (que cada uno le dé el nombre que estime oportuno, de nuestro interior emanar una vo* interior que con dul*ura, pero con firme*a, nos recordar dos cosas4 6U Con la muerte f!sica no hay pérdida. $l ser que encarnó en nuestro ser querido es mucho ms que el cuerpo y el aspecto f!sico que compartió con nosotros durante su vida material. ) contin-a vivo ms all de lo que fue su corporeidad, ms all de lo que representó la vida humana que ha de5ado.
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