El Trabajo - Itinerario de un concepto (Martin Hopenhayn).pdf

August 28, 2017 | Author: Pablo Gonzalez | Category: Feudalism, Thomas Aquinas, Late Middle Ages, Slavery, Agriculture
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CAPITULO 111.

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SERVIDUMBRE Y SEGURIDAD EN EL TRABAJO MEDIEVAL

El concepto de trabajo latente en el pensamiento social de los filósofos medievales supone la plena aceptación de la � y del jogma de la lgles� Dicho concepto va a adoptar connotaciones ambivalentes: por un lado lo exalta como deber natural del hombre y como medio para la prácti· ca de la caridad; por otro lado, lo mantiene a distancia respec­ to del hombre mismo: el trabajo es un medio, y en sí mismo carece de valor. También hallamos en el pensamiento medieval la separa­ ción que griegos y romanos hicieron entre trabajo intelectual y trabajo manual, con su respectiva jerarqu ia, aunque atem­ perada por la consideración cristiana de la dignidad de 'todo trabajo y del derecho y deber a trabajar. Parece difícil compa­ tibilizar, de esta manera, dos enfoques ta_n diversos del traba­ jo y de su concepto. Pero no es tanta la contradicción si supo­ nemo.s que pensadores como Santo Tomás, a la vez que adhe­ rían a la fe cristiana, estaban ·ti¡-m-ti1enlnmérsos en una socie.:. dad dividida e por tensiones poi itj�as...Y. con los recurreñtEis �Qfr­ flic�os !_ñfr eTcomer_cio·y �os" terra��.r:i��nt�n·a:�-�(�!into�.­ grupos -artesanos, siervos, señores, eclesiásticos- debían jus:__ tificar con múcha-"fílosófia ..,.. sus derechos y pretensiÓnes 4ªn ·1a sócieaaá. En el �siglo· XI, por ejemplo, Adalberto de León postuia una división tripartita de los "Estados" entre orado­ res (eclesiásticos), defensores (guerreros) y labradores o agri· cultores. Aquí el desprecio es más hacia agricultores que ha­ cia artesanos; y la creciente importancia que a partir de en­ tonces fue adquiriendo el artesanado, como también el hecho de que en muchas comunidades monásticas cada cual se hicie­ ra cargo·del trabajo ·manual a realizar, atenuó el menosprecio por este tipo de trabajo. la ·tendencia a desvalorizar el trabajo manual se explica, entre otras cosas, oor el hecho de que "los rasgos esenciales de estructura social de la Edad Media, los relativos a la distri­ bución y regulación de la propiedad, sobre todo de la tierra, tuvieron su origen en procesos que ocurrieron en el último período del Imperio Romano". Pero la decadencia de Ro­ ma fue también la disolución de una economía de ra.ices es:· clavistas y con un difundido régimen monetario. R�m� se �a;



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bía convertido en un lugar eoblado por una masa atomizada de dos millones-de RersonasgÜevivían a costa-deÍos benefi-­ cios sociales desemple-o.-i.a produccióñ, a ca__rgo de-enor�. mes latifundios poseídos en su mayoríaj:,o�r senadoresytra-� bajados por esclavos, fue cediendo paso a un nuevo modo de producción que llevaría el puiso del medioevo: la propiedad feudal y la relación entre señor y siervo. La decadencia de Roma y la disolución de la producción destinada al intercambio mercantil contribuyó a la humaniza­ ción del trabajo. Si en Grecia y en Roma el trabajo se destinaba a producir mercancías que poseían un valor de cambio en el mercado, la caída de Roma es, en cierta medida, el comienzo el regreso a unidades económicas que se autoabastecen y que consagran el trabajo a producir para el consumo y no para el intercambio. A diferencia del esclavo, el siervo de'! feu­ do es, aunque parcialmente, propietario de sí mismo y de los frutos de su trabajo, si bien debe destinar gran parte de su producción al señor. Alfred Sohn-Rethel señala que "el trabajo productivo perdió su incompatibilidad con la calidad humana del hombre y pudo emprenderse sin el riesgo de la esclavización. El cris­ tianismo, con su culto religioso del hombre en lo abstracto, fue una expresión ideológica plausible .de esta innovación. El siervo y el villano eran bautizados al igual que el señor feu­ dal..:"121. Interesante paralelo el que aquí encontramos suge­ rido entre la desaparición de la producción de mercancías, la revalorización del trabajo humano y la disolución de la insti­ tución de la esclavitud. No debe extrañar, por lo tanto, que la Edad Media haya albe-rgado un concepto de trabajo menos peyorativo que el de la Antigüedad Clásica, si bien sujeto a je­ rarquías propias de una sociedad divid.ida en señores y siervos, El desarrollo económico del feudalismo europeo comen­ º zó con un regreso a la ag·ric:Ültura campesina en pequeña esca­ la y a la producción de artesanos independientes; da la impre­ sión que la historia hubiese querido supri°mir su pasado inme­ diato y recomenzar con un modo de vida sin esclavos de por medio. Pero el móvil material de este cambio fue el hecho de que en los lªtiflmdÍos-diTa última época romana se produjo un cambio en el método de admiñístración de las grandes pro­ piedades de tierras. En lugar de trabajar sus tierras con escla­ vos que eran de su propiedad, los terratenientes arrendaban parcelas a arrendatarios libres o a esclavos. Estos últimos de-

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bían, a �amt?io, pagar una renta en especie y dinero y a la vez eñcarga rse del cultivo de los dominios del terrateniente. La -defensa de los dominios del propietario condujo a la forma­ ción de una casta de colonos militares que, si bien poseían prlvllegiossoore-lOs otros inquilinos, debían someterse a obligaciones adicionales. En el siglo IV el arrendatario libre fue adscrito a la tierra, 'y así empezó un nuevo sistema de cauti­ verio 'que con el tiempo reemplazó eficazmente a la esclavitud antigua "13>. ....E.stos.�queños productores -y pequeños propietarios­ contaron, a diferencia de los esclavos de otrora, con la pose­ sión unificada de sus capacidades físicas e intelectuales y con la libertad para aprovechar la propia inventiva e imaginación a fin de aligerar su trabajo; esta porción de libertad contribuyó a incrementar en grandes proporciones la capacidad producti­ va mediante el aprovechamiento masivo de la energía natural del agua, el viento y las bestias de carga. El crecimiento gene­ ral de las fuerzas productivas de las que disponían campesinos y artesanos individuales, entre el siglo IX y el X 111, dio origen a un cambio en el modo feudal de producción y explotación14l. La apropiación de excedentes, a la vez que enriquecía al se­ ñor feudal, otorgaba mayor movilidad y perspectiva al peque­ ño campesino-artesano. Ello estimuló la formació_n de pequeJ!!!J:iug_ªdes o burgos donde seinteré:ambia-ban los pr9duc: tos, con la infaltable activación monetaria que acompaña al comercio. En 'los dos siglos siguientes la presión por romper las limitaciones del feudalismo condujo a la ruptura del sistema. Esa etapa de transición nos ofrece un fenómeno vital en el desarrollo del trabajo, a saber, léfcrea�iC?n de gremios cor­ porati� Mariteniendo la continutrtfd entre la familia yTa"' profes1on,"fafes organismos nuclean a los artesanos en torno a ún"trabajo considerado como una función social digna, útil a la colectividad y provista de un valor moral: el miembro de la corporación es una persona, tanto en el sentido social como mo-ral. iunto a estas instituciones nacen nuevas normas jurídi­ cas tendientes a la proJec�ió,!!�el trabajador, con la premisa corporacionista de que el traba1oriade agruparse en organis­ mos de cará«:_t�r colectivo y antiindividualista. El trabaiador es IJbre de escoge(la'córporación a la cual pertenecer y en la cual desarrollar su vida de traba'jo, pero al entrar en ellª pasa a formar parte de un cuerpo que sé administra por sí mismo

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y asegura la disciplina profesional. De este modo, la corpora­ ción constituyó un cuerpo intermediario entre la comunidad familiar y la comunidad urbana, · donde se subordinan los inte- · reses individuales d el trabajo al interés profesional, prioritario y de mayor rango en la vida. de la ciudad. Esta institución, que regula la vida económica en la ciudad, opera con una pro­ ducción en escala limitada y para un mercado pequeño y constante.[! economía artesanal se orienta a _la satisfacción de las necesidades más que a la sed de gananci!Jy la corpora­ ción que !.{i subordina es casi una extensión de la familia o de la.comunidad agrícola a la ciudad y la industria. Hacia el siglo XII la estructl!ra feudal, basada en un sis­ tema rígido y en una economía cerrada donde el señor feudal tiene extensos derechos sobre la persona y la actividad de los siervos, comienza a desmoronarse. Cierto es que hasta entonces el régimen feudal le garantizaba·-a1 campesino una porción de tierra que poseía hereditariamente y un margen de seguri­ dad y de ganancia que le permite una adecuad.a subsistencia "de acuerdo a las sobrias costumbres de la época"; pero la irrupción de la riqueza mueble y de la producción artesanal, junto con su institucionalización en corporaciones, permite Tabrtcar en m-ayOTésCafa_y_a meñor precici..bienes-8ntes produ­ cidos en eraominio feUcrctl, a la vei que posibilita Ün ·maiaft:o nivel de vida de los trábajadorés. El dinero gana mayor peso que la tierra gracias a las actividades comerciales y financie­ ras de los burgos, lo que ocasiona un deterioro de la vida de los siervos, pues el propietario debe aumentar sus rentas y exígÍr más a íos trabajadores. En la primera mitad del siglo XIV la mayor parte de los campesino alcanza su libertad, que han debido comprarla a cambio de dinero. En esos momentos el trabajo da un importante paso hacia su emancipación, y la mentalidad colectiva de la época, que emana de las corpora­ ciones y del sentido cristiano, valora moralmente la vida eco­ nómica y "alimenta una hostilidad para toda renta que no esté justificada por una labor personal". Canjearon la tiranía feudal por la inextrincable red del capit'arcíerñer'Cadéres v. uTureros·. Si el feudalismo nació del desmembramiento de la ecónom ía romana, ahora el capital mercantil abría·las puertas _nuevamente a la econon:iía monetaria. El desarrollo del comercio internacional unió, en tiempos de las Cruzadas, el feu· dalismo europeo con los imperios arábico y bizantino, y dos' sÍgl� más tarde el capital mercantil dominaba el panorama económico europeo. .E!!3 tendencia inaugura la etapa precapitalista que co­ .mie._nza hacíael 1300 y áürá-tres sigíos. 'Ef desarrollo del co­ mercio es íuzgado como necesario por los escolásticos, pero le guardan recelo por su inclinación a exaltar la riqueza y sus­ traerla de su lugar subordinado. El espíritu laico invade, sin embargo, la vida poi ítica, social y económica, disolviendo la cohesión eclesiástica. El individualismo jurídico asoma en Guillermo de Ockham y en Marsilio de Padua, y pocos frutos dÍOla máxima de San Antonio, a saber, que la economía debe servir al hombre y no viceversa. De este modo, "el mundo que nacía apreciaría... las virtudes del dinamismo económico, pero olvidando el carácter instrumental de la riqueza e igno­ rando la concepción del trabajo como creador de bien común, sería incapaz de darle un contenido y significado éticos"'7l. Señalamos que en el curso de la Edad Media el aconteci­ miento más relevante desde el punto de vista del desarrollo del trabajo fue fa formación de gremios corporativos, cuya existencia data del siglo XI; hay crónicas que aluden a los gre­ mios de tejedores en Maguncia, en 1099, de mercaderes de pescado en Worms, er, 1106 y de zapateros en Wurzburg en 112818), Durante largo tiempo los gremios tuvieron calidad corporativa y sus decisiones eran tomadas como parte de la ley; poseían bienes y derechos sobre los bienes de sus miem­ bros que morían sin testar, actuaban cor¡io mediadores en las disputas entre sus miembros., trataban los problemas de horas de trabajo, salarios, calidad, aprendizaje, admisión al gremio y al oficio y "reglamentaban muchas de las cosas que son par· te necesaria de cualquier comercio sujeto a un mercado cam­ biante"19l. Los gremios alcanzaron tal poder que después de 1384 los 32 gremios de oficios en Lieja dominaron fa ciudad, "y los derechos poi íticos eran disfrutados sólo por aquellos que estaban inscritc:" ·�n sus roles" 4b denado por siglos." La noción de virtud reviste, en el Renaci­ miento, contenidos simétricamente opuestos a· los que tuvo en otros tiempos. El gran empresario, el comerciante o finan­ cista próspero del Renacimiento, se considera virtuoso al de­ sarrollar sus actividades recurriendo a todos los medios y re­ girse por normas racionales calculables. Según Alberti, mode lo de hombre renacentista, la prosperidad es la recompensa­ divina por la buena direccióñaernegocio, que ha complacido a Dios: "tal es el espíritu religioso del capitalismo, en el se admite, manteniéndose en la más pura ortodoxia, unaque es­ pecie de cooperación entre la grazia y la propia habilidad, y se considera la "gracia" como una contraprestación, a la -l que se tiene derecho contractualmente por la propia presta ­ ción " . La Reforma reacciona contl"a la creciente tole­ rancia eclesiástica frente al espíritu laico del capitalismo co­ mercial y de la vida en las cortes renacentistas. Con la Refor­ ma Protestante la restricción moral se desplaza de los estatu­ tos institucionales a la conciencia de cada individuo; esto no implica un incremento en la libertad individual ni significa que la ruptura al interior de la Iglesia sustraiga todo imperati­ vo a la acción pe_rsonal. Por el contrario, ese sacerdote impla­ cable que Calvino siembra en la conciencia de sus seguidores hace de cada hombre un sacerdote mundano, un hombre de trabajo y de familia, y a la vez un individuo de rígidos princi­ pios morales cuya transgresión no osa siquiera plantearse. 'CEi hecho de que la Reforma sea Ün freno a la laxitud doc­ trinaria de la Iglesia no significa que haya constituido un obs. táculo al desarrollo del económico y motor de la acumulaci6n de capitai/Si hasta ahora hemos visto que todas las ideologías muestran marcadas ambivalencias en sus conceptos económi­ cos y en sus nociones del trabajo, ninguna es tan ambivalente como la Reforma.�· la vez que constituye un traspié ·en_el camino a la flexibilidad moral (autonomía propia de la moral .burguesa) es,_po.r otrQs de sus contenidos, un poderoso-funéfa­ mentó doctrinario para el desarrollo del capitaliJ!no ª>. La original forma en que la doctrina de la Reforma compagina .la subordinación al mandato divino con la acción e inciativa per­ sonal opone a la ética mercantil -burgueiia del siglo XV, que tenía la ganancia como finalidad, una ética que, aunque reli­ giosa, va a valorar aún más el proceso de acumulación capita­ lista._§i para los burgueses de los siglos XV y XVI Dios era un aliado estratégico en los negocios, pero nunca el fin de éstos, para Calvino es impensable una actividad mundana que no tenga a Dios como finalidad última. En las páginas siguientes nos interesa rastrear, con Max Weber, "la influencia de ciertas ideas religiosas en el deurro-

76 llo de un espíritu económico, o el "ethos" de un sistema eco­ nómico en la conexión del espíritu de la moderna vida e_conó­ mica con la ética racional del protestantismo ascético"º>. Es a partir de esta relación que podemos comprender el concep­ to de traoájo latente en la tradición del Protestantismo y su relación ambivalente con el concepto típicamente capitalista ·de trabajo, entendido este último como capital humano o factor de producción. Weber insiste en que la Reforma no elimina el control eclesiástico sobre la vida diaria, sino que "repudia el control excesivamente blando ... en favor de una regulación de toda la conducta que, penetrando en todas las ramas de la vida priva­ da y pública, fue una carga infinita... "14>. Para comprender cómo se combina el ascetismo y la piedad elcesiástica con la participación en la ·adquisición capitalista, es decir, para com- · prender como "un extraordinario sentido de inversi_ón capita­ lista se combina en las mismas personas y grupos con las formas más intensas de piedad que penetra y domina sus vidas"l5>, será preciso subrayar algunas características doctrinarias sub­ yacentes al Protestantismo. El espíritu 'de progreso económi­ co y de sacrificio en el trabajo que se atribuye al Protestantis­ mo no debe entenderse, empero, como una tendencia al dis­ frute; por el contrario, está ligado a contenidos religiosos que proscriben terminantemente todo usufructo hedonista de los bienes. Sólo cuando el desarrollo capitalista se libera de la ética protestante, el consumo y el ·derroche se convierten en prá_s¿icas dominantes del sistema. [J.1 principal nexo entre el Protestantismo y el.espíritu del __ "cap1talisnío lo establece la doctrina calvinista de la predestina­ ción (&> , que encarna en el "Westminster Confession" de 1647 y que marca las confesiones protestantes: "Para revelar su ma­ jestad, Dios por ·su decreto ha destinado (predestinado) a unos hombres a la vida eterna y sentenciado a otr::os a la eterna muerte"C71. Dios es, a los ojos de Calvino, absoluto poder, y los hombres de�n dedicarse por entero a honrarlo. Elegidos o condenados de antemano, todos deben bregar para aumentar la gloria de Dios en el mundo, cada cual en su acti­ vidad. El trabajo social del calvinista no tiene otra finalidad que ésa, y el amor al prójimo debe servir para la gloria de Dios, mas no para la de la criatura,-Óe allí desprende el cal­ vinismo el imperativo de cumplir corrtás tareasprofesionalesim-

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puestas por la ley natural. El trabajo profesional'll es un servicio más, y es también la "mundanización" del servicio ecle­ siástico. El trabajo al servicio de la utilidad social impersonal tiene para el puritano un carácter divino, pues promueve la glor.ia de Dios, que es voluntad del mismo Dios. Si la raciona­ lidad social es querida por Dios como parte de un cosmos ar­ mónico y racional, el trabajo que opera dentro de tal raciona­ lidad es sustituto del servicio monástico Para el calvinismo, la doctrina de la predestinación que divide a.los hombres en elegidos y condenados, y niega cual­ quier conmutabilidad entre ambos (se nace elegido y agracia­ .do a la vida eterna o se hace condenado), exige, en contrapartida, dos requisitos: 1) que es deber absoluto considerase ele­ gido y combatir toda duda, considerada ésta como tentación demoníaca, pues la falta de autoconfianza es falta de fe, y por lo mismo, es gracia imperfecta; 2) que ·es recomendable, como medio más propicio para alcanzar esta autoconfianza de ser elegido, una intensa actividad mundana. Esta exigencia se debe a la desconfianza de Calvino en toda emoción y senti­ miento; la fe debía ponerse en evidencia "por -sus resultados objetivos, a fin de suministrar un sólido fundamento para la certitudo salutis"19l, y convertirse así en una "fe eficaz". En contraste con las obras de amor, el servicio caritativo y· el aporte al bien común promovidos por el catolicismo, la fe efi­ caz de Calvino se traduce en signos y muestras individuales, hechas para ratificar al propio ejecutor. No hay allí elemento solidario alguno. Aunque insuficientes para alcanzar bienaventuranza, las buenas obras, producto del. trabajo humano, son indispensa­ bles como signos de gracia. Como condición de la certidum­ bre de la gracia estas ohras son necesarias para el logro de la bienaventuranza. La realización de buenas obras permite saber si se es elegido y poseedor de la gracia, lo que "en la práctica significa que Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos ... el calvinis�--� crea, así, su propia salvación, o al menosTa convlcción de ello"(1 0>. De este modo la doctrina de · la predestinación obliga a redoblar los esfuerzos en la activi­ dad generadora de "buenas obras'': el trabajo se convierte en ratificación de la propia gracia. Paradojalmente, la predestinación no nos lleva a cruzar­ nos de brazos sino, por el contrario, "a un autocontrol siste·

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mático que en todo momento nos pone ante la inexorable alternativa: elegidos o condenados"111 1('La maratón impuesta por la necesidad de confirmar� a cada rrlomento, el rango personal ante la determinación de Dios, hace de cada hombre no sólo un sacerdote para su propia conciencia, sino también un trabajador incansable y nunca del todo satisfecho. Siempre serán escasas las pruebas que puedan acumularse pa·ra comparecer ante el juicio de la propia conciencia e insuficiente el trabajo que pueda realizarse en la producción y promoción de buenas obras. Los luteranos se opusier9n con firmeza a este - 1 principio calvinista, pues contrariaba la visión que ellos tenían del trabajo como "remedium peccati"- es poner en peligro nuestro destino a incurrir en pecadol_1a concepción mercantil del tiempo se transmuta en una concepción del tiempo como "tiempo para salvarse",\ conservando su carácter apremiante, su valoración como un-' bien escaso y la exigencia de administrarlo maximizando su rendimiento: todo tiempo es poco para servir a Dios. Así, la contemplación inactiva también· carece de vafor, e incluso es

81 "censurable si se hace a expensas del trabajo diario de cada cual "t14>. La exaltación que el ascetismo puritano hace del trabajo, su vaforación del tiempo como un bien precioso y la austeri­ dad que prescribe como forma de vida son valores que contri­ buyén en gran medida a estimular la inversión y restringir el consumo, y con ello, fomentar el desarrollo de la economía .capitalista. La doctrina de la profesión aboga también por la especialización y división del trabajo y por la organización ra­ cional y continuada de este último. Weber señala que para el puritano la vida que carece de profesión no -tiene el carácter metódico y sistemático que exigE! la ascetización ( lacumula· ción?) de la vida en el mundo.lA diferencia de Lutero, para Calvino no importa que se tru«tfue una profesión por otra; el acatamiento a Dios en lo profesional no implica conformarse con la profesión que se tiene originalmente, sino trabajar racionalmente en ella."JSi uno de los fines que el puritanismo adscribe a la profesióri es el provecho económico, optar por una profesión capaz de aportar mayores utilidades es obrar conforme a la moral. Con 1.a riqueza se honra a Dios, y mien· tras sólo se le consagreiello es buena y loable:· "El ascetismo laico del protestantismo, señala Weber, actuaba con la máxima pujanza contra el goce despreocupado de la riqueza y estran-. guiaba el coñsumo ... en cambio, en sus efectos psicológicos, destruía todos los frenos que la ética tradicional ponía a la · aspiración a la riqueza, rompía las cadenas del afán de lucro desde el momento que no sól.o lo legalizaba, sino que lo con­ sideraba como precepto.c:,ivino: la lucha contra la sensualidad y el amor a las riquezas no era una lucha contra el lucro ra­ cional, sino contra el uso irracional de aquéllas". La paradoja del calvinismo radica en que alienta el esfuerzo 1ncesante y, a la vez, la incesante renuncia a los frutos de ese esfuerzo. Con ello, un nuevo uso � da a la ganancia: tan pronto se ad· quiere, se la reinvierte para incrementarla, y así sucesivamen­ te hasta el fin de los tiempos. Esté' valoración ética del "traba· jo incesante, continuado y sistemático" en la profesión, como medio ascético y como comprobación tangible de la veraci· dad de la fe, fue un magnífico resorte moral para la difusión de la c·oncepción de la· vida im{>I ícita en lo que Weber llama "espíritu del capitalismo.''i "'eber lo expresa con precisión: ''Si a·ra éstrañgulación del consumo juntamos la emancipa,

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c,on del espíritu de lucro de ·todas sus trabas, el resultado inevitable será la formación de un capital como consecuencia de esa coélcción ascética para el ahorro. Como el capital formado no debía gastarse inútilmente, fuerza era invertirlo en finalidades productivas. Naturalmente, la magriitud de este efecto no puede calcularse en números exactos� De este modo, fa conducta racional que e!.,.puritanismo propulsó y que se tradujo en la formación_ de capitales fue la antesala _del moderno hamo economicus(Las ideas puritanas, claro está, fracasaron cuando el hombre='moderno cpmpren­ dió las ·posibilidades que le ofrecía su propia rique� En la fantasía popular, el peregrino ascético fue sustituido por el Robinson Crusoe, hombre económico indep·endiente que tra­ baja para sí mismo. De la tradición puritana quedó la actitud que cristalizó en la acumulación capitalista, pero el llamado de la moderna sociedad de consumo -sociedad que el ahorro y la inversión hicieron posible- fue disipando grad1,1almente el fervor ascético y sustituyéndolo por los valores hedonistas que hoy imperan y rigen la vida social y económica del capi­ talismo. Actualmente el capitalismo ya no requiere de estos fundamentos doctrinarios, pues descansa en su propia diná­ mica. El trabajo racional, constante y especializado, sigue siendo pilar del ·régimen productivo; pero su valor es, ahora, mero valor económico, y nadie espera ya verificar si ha sido tocado por la gracia mediante el esfuerzo maratóniéo del pu­ ritan.ismo de los siglos XVII y XVIII. Conforme a los preceptos calvinistas, para que el trabajo plazca a Dios debe ser incesante, prolongado, metódico, dis­ ciplinado, racional, uniforme y especializado. Elegir el "lla­ mado" a "profesar" -a ejercer la profesión- y seguirlo con toda la energía disponible es deber religioso. Es así como el calvinismo establece los cimientos de fa rigurosa disciplina de la fábrica moderna que se funda en la división del trabajo y desplaza las formas distendidas del artesano independiente. El puritanismo que se desprende del calvinismo va aún más lejos y enseña a extraer del trabajo el máximo posible de ganan­ cias, pues el éxito es la indicación precisa de que la profesión ejercida complace a Dios. A mayor ganancia, mayor certi­ _dumbre de ello. (].1 calvinismo invita a vivir en el mundo pero al mismo ��o a negarlo, a trabajar en él y enriquecerse para hacer de

83 la tierra un reflejo de la majestad divina. Este mandato, con sucüfto al trabajo por el trabajo mismo y a la riqueza, y con su desprecio por el descanso y el p er, establece un prece­ dente específico de fa modernidad � lEn qué medida subsiste hasta nuestros días esta fiebre de ac 1v1aad y esta visión peyo­ rativa del ocio, de la distensión, de fa recreación? Si bien son cada vez menos los que asocian el trabajo a la gracia y a la predestinación, son muchos más los que, consciente o incons­ cientemente, asocian el trabajo al bien, el ocio a fa culpa, y consideran un mal uso del tiempo el que lo consagra a activi­ dades no rentablés./.Esta mentalidad es, por un lado, heredera de la moral calvrnís't�•{ por el otro, de la mentalidad mercan'tilista y dineraria. La unión de ambas combina valoraciones diametralmente opuestas del trabajo (la primera como testi· monio de la gracia y la segunda como generador de capital), pero con efectos similares en la conciencia humana: que el tiempo es ort/ y hay que utilizarlo "productivamente" me­ diante una especialización creciente-:-) El puritanismo introduce en stf'tabla de valores un ele­ mento·de esencial importancia para la consolidación del futu­ ro homo economicus: la eficacia. Para el calvinista, la fe ciega necesfta el auxilio de una fe "eficaz". La eficacia de la fe es su mundanización; la fe debe traducirse en obras palpables y debe ser mundanamente fecunda. El "ora et labora" de los benedictinos se reduce a un "laboraet. labora". La paradoja, ya mencionada en páginas precedentes, de que la predestina­ ción no neutraliza la actividad humana sino, por el contrario, la lleva a una intensidad nunca vista', nos lleva a otra paradoja: el hombre, en tanto trabajador, fabrica su vida, es el artesano de su propio destino, crea su mundo y se desenvuelve creán­ dolo; pero en tanto hombre, es tan ¡ólo víctima o mario­ neta y carece de liberad para alterar su "destino'!. Así, me­ diante su trabajo el hombre afirma su libertad, pues crea y edifica un mundo. Pero al mismo tiempo afirma su sumisión, puesto que su trabajo es un medio para confirmar su pre-des­ tino. Esta paradoja del trabajo, por la cual éste es, al mismo tiempo,. afirmación de la iniciativa del hombre y negación de su libertad, toca un rasgo fundamental del trabajo humano. Este reúne en su seno elementos contrapuestos: en la medida· en que es actividad transformadora, y que debe enfrentar un material objetivo 10 intersubjetiva) y asumir con él una acti-

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tud modeladora, el trabajo es creación y, por lo mismo,afir­ mación de la libertad humana. Pero a diferencia del juego o la recreación exige de quien lo ejecuta un esfuerzo organizado, constante y eficaz, obliga a acatar cierto orden, disciplina y formas de organización y de aplicación de técnicas o conoci­ mientos. Repitiendo a Weber, es difícil medir hasta qué punto el ascetismo laico impuesto por la tradición calvinista contribu­ yó en la formación de los grandes capitélles durante los siglos XVII y XV111, llevando al capitalismo a su fase avanzada. La fundamentación del esfuerzo sistemático, racional y prolon­ gado en el trabajo, concebido como parte indiscernible de la racionalidad universal impuesta por mano divina, también contribuye en un grado difícil de determinar a la división del trabajo industrial. El concepto de profesión_, primero en Lu­ tero y más tarde en Calvino, consolida ideológicamente el proceso de especialización cada vez mayor del trabajo, con la consecuente parcial�zación y fragmentación de oficios me­ diante el trabajo fabril y la producción en gran escala. Pero la profesión tuvo para el Protestantismo un sentido trascendente. Y...l!icacia de la fe< que Calvino consideró valor indisceo­ .!lble-.en la v@a-del buen cr-ist1año,se c9nvirtió � .OOMJ efica­ \. �V esta va!oráción eje la_jfigcia.camo...hieñen si..Jllism.o..ha. contribuido tanto a la destrucción C(?mo _ al_ pr�r�jSU;ie..Ja_. \ _civilización.

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85 NOTAS DEL CAPITULO V ( 11 Véase al respecto Von Martin. ob. cit. y Huizinga, ob. cit. ( 21 YÑse Max Weber, La tita proi.nani. y al asplritu del capir.livno. donde se muestra la estrecha ligazón entre los contenido, ideológico, de la Reforma y la acumulación capitalista, sobre todo h11ta el siglo XVIII. El anMi,is de Weber ,er,, en este capítulo, et eje de nuestro desarrollo. 3) Max Weber, Tha proi.1t11nt 11thic ,nd 1h11 spirit ofc,pit,lism, Gran Bretalla, George Allen end Unwin Ltd., 1952, p. 27. 1 41 /bid, p. 36. ( 51 /bid. p, 42. ( 6) Según la doctrina de la predestinación un pequello grupo de elegidos entre los hombres está "tocado" por la gracia y, con ello, goza de vida eterna, mien­ trat et r11to de lo, hombres esté condenado de antemano a la muerte eterna. No hey, frente a la predestinación. nada que el hombre puada hacer para alterar su destino. ( 7) Westmi nstar Confeuion, citado por Weber, ob. cit. ( 8) Por profesión entendemos, en el sentido luterano y calvinista de la palabra, la vocación personal, concebida como llamado divino II de111mpellar tal o cual trabajo. 1v•-waber. ob. citl. ( 9) Weber,ob. c/t.,p.114. (101 /bid, p, 115. (111 /bid, p, 115• (121 El trabajo como r11madium p«:Cllti equivale II le salvación por medio de las obras. Para el calvinismo las obras sólo bastan para sal»r111 ... vado, paro no para lllvarw. (13) /bid, p. 117, (14) /bid, p. 159.

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