El Silencio Rosacruz
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Antigua y Mística Orden Rosae Crucis Gran Logia AMORC Jurisdicción de Habla Hispana para las Américas, A.C.
EL SILENCIO ROSACRUZ Mensaje para Convocación Fr. Luis Ángel López García Monitor Regional La naturaleza de la mente es el silencio; pero cuantas veces el ser humano se calla queriendo tocar el silencio, y sin embargo, se entra en un diálogo interno que lleva a equivocaciones, porque ese diálogo interno envanece o destruye la confianza, convierte cosas desagradables en placenteras, o arregla el mundo en la mente, transformándolo en una imagen positiva o negativa. Esta noción del ilustre filósofo griego Platón, tiene algo de verdad, porque la mente objetiva no puede estar en silencio, y continuamente combina una y otra vez pedazos o trozos de diálogo, saltando de objeto en objeto, con una curiosidad continua forma pensamientos y proporciona comentarios verbales y evaluaciones adicionales. Esta situación, más que al silencio, acerca al ruido, y es tan común y automática, que ni siquiera se reflexiona en ello. Carl Gustav Jung, psiquiatra suizo, escribe que: "El ruido es bienvenido, porque se impone a la advertencia instintiva del peligro que hay en nosotros. El que tiene miedo de sí mismo, busca compañías ruidosas y rumores estrepitosos. El ruido da cierto sentido de seguridad, como la locura; por eso se lo busca. El ruido protege de penosas reflexiones, destruye los sueños inquietantes..., es tan inmediato y tan predominantemente real que todo lo demás se convierte en un pálido fantasma". La falta de silencio, acrecienta vicios como la vanidad, la envidia, la inconstancia, la intolerancia y la hipocresía. Estas expresiones, procedentes del ego, destruyen la belleza y la armonía, cortándole las alas al corazón, inhibiendo su crecimiento y siempre dificultando su elevación. En el silencio, todas las respuestas están listas, lo viejo desaparece y nace lo nuevo; solo es necesario calmar el mar de deseos e ilusiones y dejar de juzgar; solo observar, estar en calma, en silencio. Una antigua escritura bíblica, en un profundo lenguaje simbólico, inicia su exposición cosmogónica declarando que: “En el principio era el Verbo”, sin embargo, el análisis del entorno para la creación, permite inferir, que antes que el verbo fue el silencio y en el silencio la sabiduría del verbo.
Si el verbo (la palabra, la herramienta, el fiat-lux) fue lo primero, es inevitablemente forzoso que el silencio haya sido antes y es filosóficamente probable que el silencio haya sido protagonista primigenio, en el inicio de la creación. Entonces resulta que este instrumento, el silencio, reducido a la condición de símbolo, fue nada más, el estado germinal, en cuya matriz se desarrolló el verbo cósmico (la palabra, la acción) para la densidad, la expansión y posterior manifestación de las formas. El silencio entonces, tiene origen Cósmico Divino y existe desde antes que “en el principio” circulara la luz del verbo, por el círculo dormido del futuro universo. Del mismo modo en la sagrada convocación en la Logia, antes que circule la palabra, existe el silencio que el sonido del Gong interrumpe para convocar y, de alguna manera, despertar a los servidores en el camino místico; y se activa aun más el convocado, cuando el Capellán inicia el relato de la manifestación del Ser, en Luz, Vida y Amor. El silencio es el que engendra al verdadero Rosacruz. En el silencio de la matriz de la Logia, evoluciona el Neófito a lo largo del sendero, con Disciplina, Confianza, Sistema y Orden y, el Maestro logra la auto-realización manifestándose como Caballero Rosacruz. En este silencio, que la Logia ofrece sutilmente, el Neófito recibe el influjo iniciático de transformación mediante la palabra perdida encarnada en el Maestro y en las “Huestes Cósmicas” convocadas en el Templo Sagrado. Está escrito que en la Escuela Pitagórica, era obligatorio permanecer varios años en silencio riguroso; Porque se afirmaba que “quien no sabe oír, no sabe hablar” Por eso en las escrituras bíblicas se repite: “el que tenga oídos para oír, oiga”. El mismo Maestro Pitágoras decía: “Aprende a callar, deja que tu mente muda, escuche y absorba”. En la Logia, en el espacio Sagrado, al hablar, no solo es preciso romper el silencio sino haber nacido del silencio. Este hecho es sustento de las indicaciones del Guardián Externo antes de acercarse al portal, para que cada miembro recuerde estar en su propio Centro en silencioso remanso, para poder nacer del silencio. Cuando se cierran los trabajos en nuestros rituales, como convocaciones, iniciaciones y demás ceremonias, siempre se retorna al silencio, hay un descenso a un mundo Sagrado, donde lo que priva es el silencio y en ese escenario determinante para el Alma personalidad, el Rosacruz y el silencio son UNO. Perciban todos como, en silencio, se cumple la fórmula Hermética: “Cómo es arriba, así es abajo.” Antes de la creación, en la Inmensidad Divina es el silencio, aquí abajo lo recreamos en cada convocación, con humildad y con amor. 2
Además, el silencio, que por la vía del ritual se pone al alcance del Rosacruz sincero, se le entrega como instrumento de acción para modular el ruido interno y acaso desactivar las funciones de la vida mundana como la soberbia, la envidia, la hipocresía, la intolerancia y permita que el Maestro Interior tan amado por los Rosacruces, sea quien guíe cada uno de sus pasos y viva en la refulgente Luz Mayor, expresando por consiguiente felicidad y paz profunda. El silencio para el Neófito es el gran Instructor, y el gran Iniciador. Le instruye cuando al callar, al estar en silencio, puede ver las equivocaciones de otros, quienes sin pensarlo, dirigen sus acciones hacia los falsos valores que el materialismo y la vida profana les presenta. Le inicia cuando capta la necesidad de utilizar el discernimiento, para distinguir lo falso de lo verdadero, y compartir la verdad, la justicia y la armonía cósmica con MAAT. Cuando el Neófito inicia en silencio la marcha hacia la conquista de las más altas metas espirituales, se convierte en buscador de lo real; inicia un proceso de sepultar los vicios en su comportamiento y dar vida a las correspondientes virtudes, mediante el aprendizaje de valiosas lecciones en la vida terrena. La iniciación a Logia le otorga al Neófito la posibilidad de esta transmutación. La verdad que busca el Neófito la encuentra en el contenido de los símbolos del Templo; esa verdad que un día lo consagrará Maestro en el silencio creador de su Logia interior; perseverando en el empeño, se transforma en sembrador del árbol de la verdad y contemplará ese árbol, el único árbol que crece con la raíz hacia arriba, y su sombra, la única que hace placentera la fatiga de existir. El sendero que el Neófito recorre, es más claro cuando sabe que no solo el silencio de afuera es necesario sino también es necesario el silencio interior; porque la verdad de Dios solo se puede conocer en silencio absoluto. Quetzalcóatl, el Dios principal de los aztecas decía: ¡Qué grande es un corazón, cuando en medio de las dificultades y los problemas, conserva la calma y se viste con el silencio! Los frutos del silencio son: el autodominio, el auténtico valor de la resistencia, la paciencia, la dignidad y la reverencia. El silencio es la piedra angular del carácter; en el silencio toda vida se convierte en meditación y en el silencio se escucha que el corazón habla. El Neófito, en su camino iniciático, busca con insistencia el silencio porque se da cuenta que su diálogo interno reafirma o destruye su confianza, y le señala qué hacer, o lo que no se quiere escuchar, convierte cosas desagradables en placenteras y viceversa. Meister Eckhart, teólogo, filósofo y místico alemán, que vivió en el siglo XIII, expresó que “El silencio es el más puro elemento del alma; está en el lugar más exaltado del alma, en su núcleo sí, en su esencia. El silencio central está allí, donde ninguna criatura, ninguna idea pueden entrar; allí donde el alma ni piensa, ni actúa, ni mantiene ningún pensamiento ya sea acerca de ella misma o de cualquier otro”. 3
El estudiante Rosacruz sabe guardar silencio; sabe que en el silencio esta el poder, tiene como única y segura guía a su propio Ser Interior, y solo habla cuando Él se lo ordena. A manera de conclusión, podemos decir que el estudiante Rosacruz, al ser consciente de la cascada de evaluaciones y juicios que desgastan su energía, utiliza el poder de su voluntad para estar en silencio, y desde ahí, fortalece su confianza, al alcanzar el dominio de la vida. El Valora el silencio como el dorado instrumento que le acerca a Dios y comparte la unidad y el supremo bien que es la primera causa de todo lo que existe. Él Comprende la necesidad de estar en silencio interior y también exteriormente, antes de cada ceremonia y Ritual en el Templo, porque nace del silencio y vuelve a este, la palabra solo lo interrumpe para utilizar su poder en la extinción de los vicios y renacer con las virtudes correspondientes para regenerarse y renacer en un cuerpo glorioso y volver a casa. El silencio es la atmósfera que el amor necesita para que el alma brille. Si se desea adquirir sabiduría hay que volver a renacer desde el silencio; la verdad solo se puede conocer en el silencio absoluto. El silencio en un lado y el amor en el otro, le otorgan alas al Corazón, alas al Sol. Y en el silencio, el estudiante Rosacruz recuerda la divisa del procedimiento integral de regeneración en el sendero, de acuerdo al principio hermético de correspondencia: “como es arriba, así es abajo”, la cruz del microcosmos imbricada en la cruz del macrocosmos, donde evoluciona la Rosa. ¡Ad rosam per crucem, ad crucem per rosam!
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