El Sentido Lo Extraordinario de La Vida en Común - E.garcía & M.pantoja

August 27, 2017 | Author: Delirium | Category: Life, Universe, Stars, Homo Sapiens, Big Bang
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LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

EL SENTIDO LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

AGUILAR © 2008, Eugenio García/ Milena Pantoja © De esta edición: 2008, Aguilar Chilena de Ediciones S.A. Dr. Aníbal Ariztía, 1444 Providencia, Santiago de Chile Tel. (56 2) 384 30 00 Fax (56 2) 384 30 60

ISBN: 978-956-239-619-6 Inscripción Nº 174.206 Impreso en Chile - Printed in Chile Primera edición: noviembre 2008

Diseño de portada: Pedro Pablo Garín Ilustraciones: Dis&Play

Todos los derechos reservados. Esca publicación no puede ser reproducida ni en codo ni en parce, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóprico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la Editorial.

Eugenio García / Milena Pantoja

EL SENTIDO LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

AGUILAR

ANTES QUE NADA ...

ste no es un libro de filosofía. Aunque proponga formas muy específicas de entender la vida, es un trabajo que surge de la observación directa y no de la tradición filosófica, por lo que no se encontrarán referencias a tal o cual línea de pensamiento ni citas bibliográficas. Esto no significa que busque apropiarse de conceptos o de ideas elaboradas por otros con anterioridad. Simplemente está construido desde otra lógica. Tampoco es un libro para especialistas. Todo lo contrario, está dirigido a las personas comunes que, como nosotros, se han preguntado el porqué de las cosas. Por ello usamos un lenguaje simple, para que cualquiera pueda leerlo y sacar sus propias conclusiones. El sentido es el resultado de muchos años de observación sistemática del comportamiento humano.

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EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

En una primera etapa, las inquietudes giraron en torno a los fenómenos y respuestas humanas frente a la sociedad, a la política, al consumo y a la identidad. ¿Por qué valoramos lo que valoramos? ¿Por qué elegimos lo que elegimos? ¿Por qué tenemos actitudes que parecen contradictorias? ¿Por qué adherimos o rechazamos una propuesta? Las respuestas a las que llegamos nos llevaron a otra pregunta: ¿por qué somos como somos? Y ésta fue abordada nuevamente desde la observación. En la tarea de sistematizar y de profundizar la información que teníamos, nos dedicamos a rastrear historias humanas. Tuvimos el aporte generoso de muchas personas que nos contaron sus vidas y nos permitieron entender procesos internos que generaban diferentes comportamientos y formas de ser. Asimismo, los avances y las hipótesis que construimos se expusieron a distintos grupos de personas con variadas especialidades profesionales: matemáticos, filósofos, abogados, economistas, psicólogos, psiquiatras, diseñadores, publicistas, estudiantes, ejecutivos de empresas, dueñas de casa, de variadas edades y caracteres. Sus opi. . . . niones y aportes sirv1eron para ennquecer y transformar nuestras conclusiones. 8

ANTES QUE NADA ...

Los autores no pretendemos decirle a nadie cómo conducir su vida ni entregarle recetas para mejor vivir, sólo nos mueve la intención de iluminar aquello que está oculto para la mayoría de nosotros. Leer El sentido es, por lo tanto, una invitación abierta a sacar sus propias conclusiones.

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¿PARA QUÉ VIVIMOS?

• Qué propósito tiene nuestra vida? Proba~ blemente, la mayoría de nosotros piensa que \.hay que hacer aportes significativos, desarrollar aptitudes excepcionales o trascender en la historia para que nuestra existencia tenga un sentido. Algunos nos esmeramos en vivir bajo principios morales estrictos o nos consagramos al servicio desinteresado a los demás. Otros buscamos el sentido generando riquezas, luchando por la fama, el poder, finalmente, persiguiendo la felicidad para nosotros mismos y para los nuestros. Todo lo anterior es puro sentido común. Sin embargo, al observar nuestras historias personales comprobaremos que los momentos de felicidad son islas en el mar de lo común y corriente. Que hacemos aportes valiosos, pero que seguramente ninguno pasará a la historia. Que tenemos ciertas habilidades, pero que no

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

somos genios. Que nos equivocamos bastante en nuestra vida y en nuestras relaciones. Que sufrimos más de lo que quisiéramos y que probablemente jamás saldremos en el ranking de los « 100 mas» en ninguna categona. En la práctica, pasamos la mayor parte de nuestro tiempo ocupados cumpliendo las tareas que nos imponen los estudios, el trabajo, la rutina diaria y las relaciones con los nuestros. En ganar dinero y sobrevivir. I



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Nos dedicamos a nuestra vida cotidiana. Al día a día común y corriente. ¿Esto significa que la mayor parte de nuestra vida es un desperdicio? ¿Que dedicamos la mayor parte de nuestro esfuerzo y de nuestra energía a lo intrascendente y lo trivial? ¿Que el sufrimiento, tan frecuente en la experiencia humana, es un estado a evitar o negar y que sólo valen los acotados momentos de felicidad que alcanzamos? ¿Que sólo importa la vida espiritual o los grandes logros, apartados de la experiencia cotidiana? ¿Que la torpeza al relacionarnos con los que más queremos nos limita para cumplir el sentido último de nuestras vidas? Algo suena mal en esto. ¿Cómo es posible que la inmensa mayoría de la humanidad desper12

¿PARA QUÉ VIVIMOS?

dicie su vida en tareas menores sin dedicarse a lo realmente importante? ¿Es tan intrascendente la vida común como parece? Nosotros creemos lo contrano. Como veremos en este libro, lo trascendente se esconde en la experiencia más cotidiana.

Nuestra vida común es extraordinaria, porque todos podemos ser maestros de nosotros mismos; es decir, alcanzar un alto grado de evolución siendo quienes somos, viviendo la vida que tenemos.

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SOMOS LO MISMO QUE TODO

omo lo afirman la ciencia y la filosofía, compartimos la esencia de una piedra, de un gusano y de una estrella. Venimos de un origen común y estamos compuestos de lo . , mismo: energ1a. Según sabemos, todo comenzó con la energía del universo entero condensada en un punto singular, y en breves instantes esa energía se liberó en una formidable explosión conocida como Big Bang. Todo lo que siguió después, a través de miles de millones de años, es la historia de esa misma energía evolucionando en elementos cada vez más complejos, como las estrellas, las piedras, los gusanos, los animales y la especie humana. Podemos considerar el Big Bang como un gigantesco acto creativo que expandió en todas direcciones la energía que compone lo existente,

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EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

similar a un hongo que lanza sus esporas al viento para generar nueva vida. Los seres humanos compartimos ese origen. Somos energía, energía que se ha desarrollado con un tipo específico de complejidad, igual que las galaxias, los planetas, los mares, las montañas, los árboles y los animales. Nos componemos de combinaciones de los mismos elementos. Muchas de las moléculas que componen nuestro cuerpo fueron creadas en el interior de estrellas gigantescas que estallaron como supernovas. Hay calcio en nuestros huesos y también en las estrellas. Hay hierro en nuestra sangre y en el centro de la Tierra. Hay hidrógeno en nuestro cuerpo y por todo el universo. Pero en ton ces... ¿Por qué creemos ser tan diferentes? ¿Por qué hacemos la distinción entre lo que consideramos «vivo» y aquello que supuestamente no lo está, como una piedra? Buscamos obsesivamente vida en otros planetas, olvidando que los cuerpos celestes que nos rodean son precisamente eso: vida. ¿Pero qué es vida? ¿Lo que se mueve y se reproduce? ¿Lo que evoluciona? ¿Lo que tiene conciencia de sí? ¿Aquello que es capaz de mantener el equilibrio del intercambio dinámico con el medio?

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SOMOS LO MISMO QUE TODO

Te proponemos pensar que todo en este universo está vivo, en su particular forma, en su particular ritmo y en su particular momento de evolución. Y está vivo porque todo lo que existe en el universo es energía actuando bajo la lógica creativa de esa energía. ¿Qué implica pensar así? De partida, se difuminan los límites entre los seres humanos y el resto de la creación. Comprendemos que estamos integrados a la creación y que compartimos el origen, que somos hermanos de todo lo creado, incluso de lo que consideramos materia inerte. También nos invita a comprender que somos seres en evolución. Pero no una evolución cerrada en nosotros mismos, sino que formamos parte de una evolución progresiva que nos condujo a través de distintas mutaciones, pasando por partículas de energía y llegando a elementos químicos básicos, núcleos de estrellas, elementos químicos más pesados, seres biológicos unicelulares, etc., hasta concluir en el organismo complejo que hoy somos.

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11 SOMOS ÚNICOS Y RELACIONADOS

ara comprender de un modo fácil esta idea, pensemos en un hormiguero. Cada hormiga vive su propia existencia, tiene su . . propio cuerpo, recorre sus propios pasos en busca de alimento, e incluso podemos aislarla fácilmente del grupo para estudiarla. Sin embargo, toda su existencia está relacionada con el resto del hormiguero. La hormiga, siendo un ser individual, no existe si no es en relación con las demás hormigas. Esto sucede con todo lo que conforma el universo: podemos reconocer galaxias, estrellas, planetas y distintos cuerpos celestes, pero todos ellos están relacionados entre sí. También nosotros, que somos únicos y distintos, no podemos dejar de estar vinculados con los demás seres humanos y con nuestro entorno.

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Lo anterior representa las dos cualidades propias de la energía que nos constituye: siempre está en relación y se da entre seres únicos y distintos con historias singulares. Nunca encontraremos una historia igual a otra, ni a un ser igual a otro, o un sistema aislado, porque todo está asociado de alguna forma. Y la energía es parte de este vínculo.

El problema es que los seres humanos solemos entendernos como seres individuales, separados del resto. Y mientras esa visión no cambie, nosotros tampoco lo haremos. Esta forma de concebirnos tiene lógica. Poseemos límites materiales precisos, nuestra piel nos comprueba todos los días que somos independientes y distintos del resto. Además, como tenemos voluntad, llevamos nuestro cuerpo donde se nos antoje y hacemos con él lo que queremos. O al menos así nos parece. Nuestra mente también colabora activamente en la tarea: creemos tener nuestras propias ideas, pensar por nosotros mismos. Sabemos reconocer las diferencias -la enorme cantidad de diferencias- que nos distinguen de lo demás. Y la conclusión de todo esto parece obvia: somos individuos. 20

SOMOS ÚNICOS Y RELACIONADOS

Y en parte esa conclusión es cierta, pero sólo en parte. Supongamos que ese individuo es un chileno que trabaja en una oficina bancaria. Demos algunos pasos atrás y miremos a ese individuo desde lejos, desde muy lejos, digamos desde un satélite fotográfico de gran precisión. Lo que veríamos es a un individuo en constante relación con su entorno y sus semejantes. Lo descubriríamos conversando con clientes, hablando por teléfono, descansando frente a una taza de café. Saldría de su oficina, caminaría por calles llenas de otros individuos. Tomaría el Metro para llegar a su casa y reunirse con su familia. Junto a los suyos bebería agua y se alimentaría de productos cultivados en el planeta. Vería televisión, conversaría con sus hijos, haría el amor con su mujer, luego dormirían. Desde la distancia, notaríamos que el individuo está en permanente relación con su planeta: respira, come, bebe, siente el frío de la noche o el calor del sol. A través del satélite nunca lo veríamos como un sujeto aislado. Al contrario, advertiríamos que forma parte activa de un gran organismo que lo contiene. En realidad, si le sacáramos todo su entorno y lo dejáramos solo en un espacio completa21

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mente vacío, ni siquiera podría respirar. Dejaría de existir. Nuestro ser «es» siempre en relación con otro. Yo soy con los demás y con mi entorno, conformo una inmensa red con quienes me rodean. Y lo que hago tiene consecuencias en este todo. Comprender que estamos inevitablemente in te grados es esencial para evitar sufrimientos innecesarios, frustraciones y destrucción de valor. Más adelante analizaremos en profundidad las consecuencias de nuestras relaciones en nosotros y en los demás.

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SOMOS ÚNICOS Y RELACIONADOS

El «ser» humano incluye a los demds. Somos individuales, pero siempre integrados. Dónde comienza uno y termina el otro es imposible de determinar a nivel energético. Estamos inevitablemente relacionados.

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Somos individuales pero siempre integrados. El «ser» humano incluye al entorno natural. No sólo vivimos inseparablemente unidos a la naturaleza, también compartimos con ella las moléculas que nos componen.

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111 INTERCAMBIAMOS ENERGÍA PARA CREAR

os relacionamos dando y recibiendo energía en todos sus formatos: materiales e inmateriales. Por ejemplo, cuando asociamos nuestros genes para engendrar un hijo, o al respirar, cuando intercambiamos oxígeno por dióxido de carbono con la atmósfera. O incluso cuando entregamos nuestro trabajo por dinero y a su vez cambiamos nuestro dinero por productos y serv1c1os. Este intercambio de energía también puede darse en modos más abstractos, tomando la forma de opiniones o ideas en una conversación, o de afecto en una relación de pareja. Podemos recibir energía acumulada a través de una larga cadena de asociaciones creativas. Pensemos lo que sucede con los cereales del desayuno. Una caja de éstos es fruto de la energía del sol, de la tierra, del agua y de las semillas, que permitieron tener una cosecha de granos. En esa

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caja, también está contenida la energía de los primeros agricultores que comenzaron en el Neolítico a desarrollar las tecnologías de cultivo, de riego, de fertilización y de cosecha. Hay energía de los que inventaron y produjeron las máquinas cosechadoras, las comercializaron y las repararon. Y de los agricultores actuales que cultivaron el cereal. Hay energía en el trabajo de las empresas que procesaron el cereal y lo convirtieron en hojuelas, las envasaron, publicitaron y distribuyeron en las tiendas. Tú utilizaste energía para llegar a la tienda y para ganar el dinero con que pagaste la caja de cereales. A su vez, comerlos le proporciona a tu cuerpo energía para funcionar, y si fueras agricultor, ¡incluso te daría energía para cultivar los mismos granos que luego se convertirán en nuevas hojuelas de cereal para el desayuno! Podemos hacer un ejercicio similar con todo lo que nos rodea: encontrar la infinita cadena de intercambios pasados y presentes que confluyen para hacer posible lo que tenemos frente a nosotros. El conocimiento acumulado por la humanidad es energía de millones de seres humanos que dedicaron sus esfuerzos a desarrollar la ciencia, el arte y la tecnología.

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INTERCAMBIAMOS ENERGÍA PARA CREAR

Estos inventos y descubrimientos se traducen en nuevos computadores, nuevos modelos de autos, nuevas obras de arte, nuevos avances científicos, nuevas corrientes filosóficas. Todo es producto del pensamiento, de la creatividad, del esfuerzo y del trabajo. En suma, del intercambio de aportes de muchas personas a lo largo del ttempo. Hacer este ejercicio tiene la virtud de mostrarnos que, en esencia, todo es lo mismo: energía que toma diferentes formas y que evoluciona de distintas maneras. Somos un particular mecanismo de captura, proceso, intercambio y acumulación de energía, conectado con todo y con todos en diversas relaciones de intercambio. Formamos parte de una «lógica creativa», y como tal somos el fruto de una historia singular de relaciones e intercambios, e inevitablemente participaremos en esa historia dando nuestros propios frutos.

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IV LA LÓGICA CREATIVA DE LA ENERGÍA

o que sabe la ciencia hasta hoy es que en el momento del Big Bang, todo el universo estaba condensado en un punto de energía muy densa y homogénea, con una temperatura y una presión también homogéneas. Algo parecido a un «caldo esencial» indiferenciado. Brevísimos instantes después de la gran explosión, la energía se expandió y en ella aparecieron pequeñas variaciones de temperatura. Los investigadores estiman que esas variaciones permitieron que la energía se condensara en diferentes partículas de materia. Lo clave es que allí surgió por primera vez algo distinto, algo separado del conjunto: lo uno y lo otro. Se inició así, en el principio del tiempo, la distinción de las historias: una partícula emprende su propio camino y luego se asocia con otra para generar una nueva entidad, que a su vez se une con otras distintas para crear nuevas entidades

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que al irse relacionando en diversos procesos físicos y químicos, aumentan su complejidad y van creando todo lo que hoy conocemos. Esta es la lógica creativa de la energía: elementos únicos que se distinguen del conjunto para luego asociarse y crear algo nuevo.

DISTINCIÓN

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ASOCIACIÓN

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CREACIÓN

La lógica creativa de la energía.

Luego del Big Bang, las partículas elementales se fueron asociando a través de millones de años en procesos cada vez más complejos, para llegar a crear los diferentes elementos químicos que hoy conocemos. Esta lógica se sigue replicando: un hombre y una mujer, dos seres distintos, se relacionan sexualmente y crean un tercero, distinto a ellos. Existen asociaciones con más componentes, por ejemplo el océano, donde el agua se relaciona con la luz y otros elementos físicos como el viento, la atracción de la luna, los fondos marinos, las costas y diversos elementos químicos, para crear un mundo lleno de variadas 30

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formas de vida, las que a su vez se relacionan entre sí para generar nuevos individuos. Incluso este libro, como todo, es el fruto de una gran cadena de asociaciones donde distintas personas hemos intercambiado aportes. Los autores trabajamos durante cinco años desarrollando los conceptos que están aquí plasmados. Presentamos nuestros avances a otras personas que nos dieron sus opiniones. Gracias a ellas fuimos refinando las ideas, entendiendo lo que no entendíamos y llenando los vacíos. Además, empleamos el idioma castellano que millones de personas a lo largo de la historia han ido enriqueciendo, con ideas, experiencias y distinciones. En este volumen también está la energía de los editores, de aquellos que inventaron y fabricaron la imprenta, de la industria editorial, el papel, la tinta, el computador y la de aquellos que tienen la librería (o el sitio web) donde lo adquiriste. Las asociaciones, así, pueden extenderse hasta el infinito. Incluso, en la intimidad de tu pensamiento, dialogas e intercambias ideas con un «otro» que te opina, te explica, contrasta lo que lees con lo que has leído antes, con la conversación que tuviste hace años con un amigo, con lo que te pasa en tu vida diaria o con lo que te enseñó tu profesor de filosofía en el colegio. De esta ma31

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nera refinas tus ideas y sacas nuevas conclusiones, intercambias contigo mismo nuevos conceptos . . que ennquecen tu pensamiento. Todo en el universo comparte esta lógica creativa: elementos únicos y distintos se asocian para crear nuevos elementos, que a su vez se relacionan entre sí para generar otros nuevos. Mi en tras más elementos distintos existan, mayores son las posibilidades de asociación, ya que hay más elementos disponibles para interactuar. Mientras existan más seres humanos y más redes de conexión funcionen, aumentan las posibilidades de intercambio y mayor es la posibilidad de crear elementos nuevos y distintos que multipliquen el potencial creativo de la humanidad. Se sabe que durante el Paleolítico Medio los seres humanos producían una innovación cada 20.000 años. Luego, en el Paleolítico Superior, la tasa de innovación creció a una cada 1.400 años. Más adelante, durante el Mesolítico, se generó una innovación cada 200 años. Este in cremen to está inevitablemente relacionado con una mayor cantidad de seres humanos haciendo más intercambios y con la acumulación de conocimiento -o energía- producto 32

LA LÓGICA CREATIVA DE LA ENERG[A

de la historia de relaciones que fueron dando origen a cada innovación. Las tasas de creación de hoy son incalculables porque las relaciones de intercambio entre los seres humanos son considerablemente mayores.

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V LA BÚSQUEDA DE RECONOCIMIENTO

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a energía conforma seres únicos con historias únicas. Estos seres únicos logran asociarse en la medida que sean reconocidos por otros seres también únicos. Si no lo logran, corren el riesgo de desaparecer. Un recién nacido que no es reconocido por su madre tiene altas posibilidades de morir. El niño necesita que a través de esa relación fluya la energía que precisa para sobrevivir y desarrollarse. Por eso llora y grita, por eso hace conexión visual y reacciona positivamente ante sus padres. Se asegura así un entorno de relaciones que le provee de todo lo que requiere hasta alcanzar su autonomía. La madre tiene que saber que su hijo existe y escuchar su llanto para darle alimento. Nuestro empleador tiene que reconocer nuestras competencias y habilidades para contratarnos y pagarnos un sueldo. Dos personas tienen que reconocerse mutuamente y gustarse para querer formar

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una pareja. Los automovilistas tienen que verme cuando cruzo la calle; si no, estoy en grave peligro. Sólo podemos relacionarnos si alguien nos reconoce. La forma más elemental de ser reconocidos es distinguirnos, ser diferentes del resto, destacarnos de alguna forma que sea apreciada por los demás. Algo similar a lo que hacen ciertas plantas cuando conquistan a las abejas y a los pájaros polinizadores gracias a sus flores de llamativos colores. La distinción del color, del aroma y de la forma, las separa del verde predominante para atraer a los asociados que necesitan con el fin de reproducirse. Nosotros también estamos empeñados en distinguirnos para obtener reconocimiento y lograr más y mejores intercambios de energía. Tenemos un punto a nuestro favor al momento de distinguirnos: somos producto de una historia única e irrepetible. Las partículas que nos conforman, que como dijimos se remontan al Big Bang, pasaron por muchas experiencias singulares antes de confluir en el ser que somos ahora. Esa trayectoria de experiencias irrepetibles de la energía de cada uno nos hace seres únicos y distintos a todo lo que ha existido antes y a lo que nadie pudo haber imaginado. Somos inéditos e irrepetibles. 36

LA BÚSQUEDA DE RECONOCIMIENTO

Este ser único es el que se enfrenta a las relaciones donde debe distinguirse para obtener reconoc1m1ento. ¿Cómo lo hacemos? Enriqueciendo ese ser único con aquellos atributos que consideramos valiosos. En una tribu guerrera habríamos colgado cabelleras de enemigos muertos en nuestra cintura. En la sociedad actual colgamos títulos profesionales en nuestras paredes, estacionamos automóviles lujosos en nuestros garajes o llevamos con nosotros las últimas novedades tecnológicas. Lo que consideremos valores y desvalores será producto de nuestra historia personal. Si nos formamos en una familia donde lo valorado y lo premiado es la inteligencia, lo más probable es que adoptemos la estrategia de «ser inteligente» para sobresalir, y trataremos de adoptar las prácticas y estilos de las personas consideradas inteligentes para distinguirnos y obtener la mayor cantidad de reconocimiento. De estas creencias podemos encontrar miles. Hay familias donde se valora el esfuerzo y la superación personal, otras el deporte, la lectura, la cocina, la tradición, lo hermoso y refinado, el arte, la música, estudiar en cierta universidad, el equipo de fútbol, los viajes, el dinero, la belleza física, el éxito con el sexo opuesto, la tradición del linaje, las costumbres ancestrales, etc. Estas valorizacio37

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nes se convertirán para nosotros en referentes al momento de adoptar estrategias para agregarnos valor y obtener reconocimiento, ya sea adhiriendo a ellas o poniéndonos en la posición contraria. Además de la familia, nuestro contexto social e histórico también nos enseña qué valorar y qué no. Por ejemplo, andar a la moda, seguir las costumbres de un grupo, responder a los cánones estéticos vigentes, y si no, hacerse cirugías para «corregir» el cuerpo. Ostentar marcas reconocidas, vivir en barrios de prestigio, utilizar determinado tipo de automóviles, viajar a lugares con estilo, tener cierto tipo de pareja. Frecuentar restaurantes de moda, cultivar los deportes más populares, alimentarse bajo ciertos principios, tener determinados estilos de vida. Todo lo que hacemos y la forma como lo hacemos «habla» de nosotros, y con ello tratamos de distinguirnos, de abrir puertas en nuestras relaciones y de obtener el reconocimiento y la , . energ1a que necesitamos. Lo que se valora y desvalora va cambiando en el tiempo. Por ejemplo, años atrás, que los hombres ayudaran en las labores domésticas era visto como un desvalor. Quien lo hiciera era considerado como «poco hombre», especialmente en países latinoamericanos. Actualmente, un hombre que no ayuda en estas labores es visto 38

LA BÚSQUEDA DE RECONOCIMIENTO

por muchos como alguien obsoleto. Hace poco tiempo era de toda lógica que el marido debía mantener económicamente a su familia y que la mujer era la encargada del hogar. Hoy gozan de mayor prestigio las mujeres que trabajan y se mantienen por sí mismas, especialmente en la generac1on mas Joven. Nuestra llegada a la adultez está marcada por suscribir conscientemente un sistema de valores, que puede ser distinto del que heredamos de nuestra familia y de nuestro entorno social. La adolescencia es una etapa de exploración, de selección y de formación de los valores que nos acompañarán en la adultez. •

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Las experiencias de la vida, el cambio en los procesos sociales, van modificando aquello que aprendimos a valorar y nos agregan nuevas categorías y distinciones. Como hemos dicho, estas estrategias de obtención y acumulación de valor buscan distinguirnos frente a los demás, poniéndonos en una «posición ventajosa» para lograr más y mejores intercambios de energía en nuestras relaciones. Al buscar ser reconocidos por otros, la evaluación que éstos puedan hacer de mí será crucial para determinar si me reconocerán o no y, por lo 39

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tanto, si activarán conmigo circuitos de intercambio. Es decir, las opiniones de los otros resultan claves para favorecerme o perjudicarme en mis relaciones y obtener mayor valor de ellas. No sacamos nada con creer que somos estupendos si los demás no están de acuerdo. Por ejemplo, tú puedes considerarte una persona con mucha capacidad para aportar y dar buenas ideas. Sin embargo, si tu grupo no te valida y te considera una persona novata y sin experiencia, tendrás pocas posibilidades de ser escuchado. Por el contrario, si estás en un grupo que te considera en tu justo valor, te darán el espacio para expresar tus ideas, desarrollarlas e incluso serás recompensado por ello. Esa es la importancia de nuestra identidad, ella nos suma o nos resta valor, predispone a los demás positiva o negativamente hacia nosotros y así nos facilita o nos dificulta obtener valor en nuestras relaciones. Nuestra identidad es la evaluación que los demás hacen de nosotros. La mayoría de las veces, esa evaluación es el resultado de un proceso automático e inconsciente.

Esto explica que haya tanto empeño en cultivar la identidad. Todo el culto a la belleza, las 40

LA BÚSQUEDA DE RECONOCIMIENTO

relaciones públicas, la publicidad, los consultores de imagen, la industria de la moda, las marcas de lujo, la farándula y mucho de la industria educacional dependen del interés humano por buscar reconocimiento de los demás. Puede parecernos banal que gastemos tanto esfuerzo en ello, sin embargo no es así. Objetivamente, una buena identidad nos reporta la energia que necesitamos. El problema es cuando los valores que agregamos a nuestra identidad no están alineados con el ser único que somos. En tal caso, mantener esa identidad nos costará grandes esfuerzos y corremos el riesgo de quedar al descubierto ante cualquier error. Además, es muy probable que tengamos una recurrente sensación de frustración, encontrando nuestra vida vacía y sin sentido, ya que nuestra energía estará empleada en mantener una simulación o en cumplir con lo que la sociedad espera de nosotros, aplastando nuestra propia singularidad. La desalineación ocurre porque aquellos valores que agregamos a nuestra identidad terminan por tapar bajo una montaña de paradigmas el ser único que somos. Al final de cuentas, perdemos contacto con ese ser único y nos dedicamos a vivir como se debe vivir y a ser como se supone que debemos ser. I



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VI LA TRAMPA DE LOS PARADIGMAS

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omo dijimos antes, para distinguirnos y relacionarnos, buscamos agregar valor a nuestra identidad. Lo que le aporta o resta valor son creencias aprendidas, la mayoría de las veces en el entorno familiar, social, cultural y natural que a cada uno le toque vivir, y también de la historia personal. Por eso, lo que tú estimas que es un valor, otro lo puede considerar un desvalor. Para algunos, el trabajar en exceso es sinónimo de distinción e íntimo sentimiento de superioridad sobre los demás. Probablemente, este rasgo les reporte reconocimiento laboral, ascensos en su empresa, buenos sueldos y estimación de sus jefes. En cambio, es difícil que su pareja, sus hijos y sus amigos aprecien ese valor. Al contrario, lo más probable es que resientan esa forma de ser. Para la mayoría de las personas, terminar de pagar un crédito es un momento de satisfacción

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y tranquilidad. Para el banco, en cambio, no es un momento feliz. Su cliente ideal es el que mantiene una deuda en el tiempo, claro que pagando puntualmente todos los meses. Basándonos en nuestras propias creencias evaluamos a los otros y a nuestro entorno, la mayoría de las veces no dudamos de esas creencias y las asumimos como supuestos «obvios», certezas de la vida que no es necesario demostrar para considerarlas verdaderas. Para el trabajólico, es «obvio» que trabajar en exceso le agrega valor y le da buenos resultados. Y, probablemente, califica de flojos a quienes no se comportan como él. Para el vegetariano, es «obvio» que la carne es nociva para el organismo, por lo menos para el suyo, y que se hace un bien a sí mismo evitando comerla. Probablemente, le afecta ver cómo el resto intoxica sus cuerpos con carne día a día. Para el que considera que entretenerse es un valor fundamental, será «obvio» invertir sus esfuerzos en hacer cosas agradables y ser entretenido, y tal vez califique de aburridas a las personas que no lo siguen. En muchas partes, todavía, es de todo sentido común que las mujeres se case~~~~ s hijos antes de los treinta años. Si e ::,"' oc e ~ c.U\.1U~A 1,_

~ BIBLIOTECA S.

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LA TRAMPA DE LOS PARADIGMAS

se sien ten fracasando en una regla culturalmente impuesta que pocos se atreven a desafiar. Ejemplos hay miles. Lo que es importante de retener es que actuamos sobre la base de que estas creencias «son verdad», e interpretamos el mundo, a los demás, nuestras relaciones y nuestras propias experiencias bajo ese prisma. Creemos que «así es la vida y así son las cosas». Esto es lo que se conoce como paradigma: una idea que se nos instala como una verdad absoluta, que ni siquiera nos cuestionamos, ya que es tan evidente para nosotros que ni siquiera sabemos que la tenemos. Simplemente, con esa idea interpretamos y evaluamos automáticamente la realidad.

Los paradigmas nos hacen ver el mundo de una determinada manera, como si nos pusiéramos unos anteojos azules y lo viéramos todo con un matiz azul. Lo curioso es que vivimos tranquilamente con los anteojos puestos, sin saber que los llevamos allí. Los paradigmas no son necesariamente negativos. De hecho, los adoptamos porque en algún momento nos parecieron útiles, muchas veces nos han servido para obtener reconocimiento del entorno y han sido funcionales e incluso eficien45

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tes, ya que no necesitamos pensar, evaluar ni planificar cómo actuar. Simplemente evaluamos y actuamos automáticamente sobre la base de ellos. Son como las reglas del juego que se aceptan sin más y se aplican despreocupadamente porque «así funcionan las cosas».

Los paradigmas que hemos revisado hasta ahora tienen que ver con nuestra identidad, con aquello que nos suma o nos resta valor para distinguirnos y ser reconocidos. También existen paradigmas que tienen que ver con nuestra forma de relacionarnos con los demás. Por ejemplo, si de pequeños fuimos agredidos psicológica o físicamente por alguno de nuestros padres, podemos incorporar el paradigma de que «los otros me agreden», y vivir en permanente estado de alerta para evitar la amenaza de los demás. También podemos observar estrategias que no resultan y optar por las contrarias. Por ejemplo, si vemos que nuestra madre se vio muy dañada afectivamente debido al engaño de su marido, o viceversa, podemos aprender la idea «no hay que depender afectivamente de nadie», y construir nuestras relaciones bajo este principio. 46

LA TRAMPA DE LOS PARADIGMAS

Si desde pequeños fuimos reprendidos por nuestra manera de hacer las cosas, podremos adoptar el paradigma «todo lo hago mal», y estar siempre temerosos de la evaluación y el inminente rechazo del otro en nuestras relaciones. Si, al contrario, de niños tuvimos toda la atención y la protección de nuestros padres y se nos dio todo lo que quisimos y un poco más, se nos puede instalar el paradigma de «yo estoy primero», y nos resentiremos si los demás no nos dan todo el reconocimiento disponible. El ambiente en que somos concebidos y las experiencias de nuestra vida nos enseñan cómo relacionarnos, bajo qué paradigmas vamos a intercambiar energía, a través de qué estructuras, estrategias y creencias nos integraremos al gran organismo de relaciones conformado por todos y por todo.

Los paradigmas también determinan nuestras reacciones automáticas frente a las relaciones y las situaciones que enfrentamos. Si tenemos el paradigma «todos me agreden», es esperable que tengamos gran dificultad para profundizar en nuestras relaciones, porque nos sentiremos amenazados a cada momento. Interpretaremos fácilmente cualquier estímulo 47

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN



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como agres1on y reaccionaremos automattcamente de manera defensiva. Con el paradigma «hay que ser inteligente», probablemente valoraremos y consideraremos a los inteligentes y despreciaremos a los que consideremos tontos. Nos costará ver más distinciones en las personas; por ejemplo, el que sean alegres o simpáticas, buenas para el deporte, intuitivas o creativas. Podríamos tener una reacción automática de menosprecio con el que no se apegue a los estándares que nos impone nuestro paradigma. Incorporado el paradigma «no hay que depender afectivamente de nadie», reaccionaremos negativamente frente a cualquier señal que interpretemos como dependencia. Teniendo el paradigma «todo lo hago mal», seremos especialmente sensibles y reaccionaremos a la defensiva frente a todo lo que interpretemos como un rechazo de parte del otro. Si se nos instaló la idea «yo estoy primero», es fácil imaginar las consecuencias. Bajo el prisma paradigmático, reaccionamos de un modo similar frente a situaciones distintas, y eso nos hace torpes al momento de enfrentar las relaciones con los demás. También, a raíz de estos paradigmas, es frecuente que ante una nueva relación amorosa, la juzguemos con los criterios de nuestra relación 48

LA TRAMPA DE LOS PARADIGMAS

anterior. Para la nueva pareja es un tratamiento injusto, ya que no la considera en su propia particularidad. A veces ocurre que la nueva pareja valora aspectos nuestros que ni siquiera habíamos notado o actúa de un modo que nos parece totalmente original. Cuando ello sucede, son nuestros paradigmas los que están siendo desafiados: la imagen que tenemos de nosotros mismos o nuestra forma «natural» de relacionarnos. Para obtener energía y valor en nuestras relaciones utilizamos «estrategias inconscientes» de intercambio de energía que hemos aprendido a lo largo de nuestra historia. Estas estrategias se convierten en paradigmas; es decir, en supuestos incuestionables acerca de cómo relacionarnos y cómo obtener energía en esas relaciones. Gran parte de nuestros paradigmas los adoptamos durante nuestra infancia, nos los reforzaron día a día mientras crecíamos, con ese tipo de educación práctica que es difícil de superar: hay que ser de tal o cual manera; no hagas tal o cual cosa; mira a tu hermano cómo se las arregla solo; lee, que te hará bien; ¿cómo se te ocurre hacer tal o cual cosa?; ese niño te conviene como amigo; ¡dale, dale, tú puedes!; eres igual a tu padre; 49

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

defiéndete, tienes que imponerte para que te respeten; ¡bien, así se hace!; si no haces lo que te digo no te voy a querer más ... ¿Suena familiar? Son formas comunes de instalación de paradigmas. Basta mirar los supuestos detrás de esas frases para darse cuenta de qué estamos inculcando a nuestros niños. Sin embargo, no todos los paradigmas se forman en la infancia. En general, cada vez que enfrentamos un terreno nuevo, nos proveemos rápidamente de paradigmas para poder funcionar en ese nuevo ámbito. Imaginemos un ejemplo extremo y supongamos que caemos en la cárcel. Como hemos visto o leído en tantas historias que abordan el tema, lo primero que hacemos es detectar rápidamente las prácticas de ese lugar y convertirlas en paradigmas para poder salir con el menor daño posible. Algo similar ocurre cuando estudiamos una carrera. Lo usual es que adoptemos rápidamente el conjunto de paradigmas de la profesión para poder jugar en ese terreno de manera exitosa. Es fácil reconocer a un médico, a un abogado o a un arquitecto por su visión de las cosas, su lenguaje, su forma de expresarse, su talante y su vestuario. Entrar a la adolescencia, cambiarnos de colegio, conseguir nuevos amigos, entrar a la universi50

LA TRAMPA DE LOS PARADIGMAS

dad, cambiarnos de ciudad, encontrar una nueva pareja, son ocasiones donde todos adoptamos nuevos paradigmas. Como es de suponer, las estrategias que usamos para relacionarnos e intercambiar energía no siempre son efectivas. No siempre nos resultan con todas las personas, no siempre nos reportan toda la energía que quisiéramos. Puede suceder que nuestros paradigmas al momento de relacionarnos nos hagan agredir a otros, no reconocerlos, ignorarlos y no generar los resultados que ' quenamos. Es el caso de una mujer hern1osa cuya gran capacidad es dirigir equipos e inspirarlos para llegar a su objetivo. Probablemente, la primera tendencia es a distinguirla por su belleza (paradigma muy difundido) y no reconocerla por su verdadera singularidad: su capacidad para dirigir eq uipos exitosos. Además, como se supone que las mujeres hermosas no son inteligentes (otro paradigma muy popular), le costará más instalar su verdadero valor en su mundo de relaciones, ya que los paradigmas dificultarán su despliegue. El problema con los paradigmas es que nos dificultan ver las cosas en su particularidad y distinción, tiñéndolas con el matiz de nuestras . . propias creencias. 51

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

Vemos «todo azul» y evaluamos a todas las personas con el mismo parámetro. Si tenemos el paradigma de la inteligencia, esperamos que nuestros hijos sean inteligentes y que se comporten «como es obvio que se comporten», es decir, alineados con nuestro paradigma, y si no lo hacen, es que no están en lo correcto. Mucho sufrimiento se evitaría si especificáramos claramente lo que pretendemos de nuestros hijos, pero eso es imposible, al menos hasta que tomamos conciencia de los paradigmas. Como veremos más adelante, una vez hechos conscientes, los paradigmas pueden ser eliminados. Los paradigmas juegan en contra de la lógica creativa de esta creación. Nos limitan al momento de desplegar el ser único que somos, ya que sólo podemos hacerlo bajo los valores que nos fueron instalados por nuestro entorno, y limitan nuestras relaciones, ya que las enfrentamos con la restricción de ideas preconcebidas.

Vivir con paradigmas es similar a andar por la vida calzados con esquíes para la nieve. Funcionan bien cuando hay nieve y una pendiente, muy mal si no las hay. El problema es que ni notamos que los llevamos puestos y sólo nos quejamos de lo que nos cuesta caminar. Esa es 52

LA TRAMPA DE LOS PARADIGMAS

precisamente la trampa paradigmática: son útiles en ciertas circunstancias, pero los acarreamos siempre con nosotros sin darnos cuenta. Cuando identificamos nuestros paradigmas podemos manejarlos -sacarnos los esquíes cuando no los necesitamos-, pero como son supuestos transparentes, muchas veces ignoramos que los tenemos y terminamos tratando de jugar fútbol con esquíes para la nieve.

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VII CÓMO ENFRENTAMOS LAS RELACIONES

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esde antes de nacer necesitamos energía de nuestras relaciones. El hecho de haber nacido y de estar leyendo este libro revela que recibiste la energía que requerías para sobrevivir, crecer y desarrollarte. Sin embargo, la energía que adquirimos en la primera infancia y la forma en que accedimos a ella, determinará en nosotros una forma de aproximarnos a las relaciones. Viviendo en un ambiente tenso, de mucha exigencia o avaro de afectos, nos aproximaremos a las relaciones con temor, ansiedad y desconfianza, inseguros de la acogida que tendremos. Si nacimos en un entorno agresivo, física o psicológicamente violento y sin afectos, aprenderemos a relacionarnos agresivamente, buscando arrebatar al otro la energía que necesitamos con cualquier medio. Si, al contrario, crecimos en un ambiente amoroso y equilibrado, lo haremos con con-

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

fianza, seguros de que recibiremos la energía que buscamos.

LA APROXIMACIÓN EGÓTICA Como dijimos, nuestro ser es integrado con el otro. Sólo somos completos si esa integración se da de una manera libre, amplia y fluida. Cuando ello no ocurre quedamos incompletos, como si nos faltara algo. Ese ser incompleto es lo que llamamos ego, y su principal característica es su autorreferencia. Como ignora al otro, lo supone según sus propias ideas, negando su aporte original. El ego crea la ilusión de que estamos genuinamente integrados. Inventa al otro o prefigura al otro y hace todo lo posible para que se comporte como lo prefiguramos o lo inventamos.

Cuando se ignora al otro, el ser humano queda incompleto, eso es el ego.

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CÓMO ENFRENTAMOS LAS RELACIONES

Cuando no hemos obtenido la energía suficiente en las relaciones básicas de nuestra infancia, nos aproximaremos al otro con temor, ansiedad y desconfianza, tomando todas las precauciones posibles para asegurar un intercambio de energía que nos favorezca. Es como si hiciéramos un contrato implícito lleno de cláusulas a nuestro favor: yo te doy esto a cambio de que tú hagas esto otro y debes hacerlo de tal y cual manera. Si el otro se sale del contrato, yo no lo recompenso. Si prefiere dar más de lo estipulado, queda fuera de lo prefigurado y, por lo tanto, no es visto ni recompensado en consecuencia. Si la relación entre los miembros deriva en algo totalmente nuevo, queda fuera de contrato y, por lo tanto, se descarta el nuevo aporte o es evaluado negativamente. En este caso, lo prioritario es conseguir energía y no confiamos en que el otro nos aporte lo que necesitamos por su propia voluntad. No se trata de que estemos estafando ni agrediendo al otro, simplemente usamos nuestro criterio para garantizarnos condiciones que nos favorezcan. Cuando nos aproximamos así a una relación, prefiguramos lo que va a pasar porque queremos asegurarnos de que eso pase.

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EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

Lo anterior ocurre cuando nos sentimos atraídos por una persona. Aparte de apreciar lo que vemos o sabemos de ella, inmediatamente le aso. . ctamos nuestras expectativas y esperamos que se comporte como pensamos que se va a comportar. Algunos pensarán que serán rechazados y permanecerán pasivos, negándose a avanzar en la relación; otros pensarán que tienen que tomar la iniciativa para «conquistar» al otro y «atraparlo» rápidamente en una red de seducción o de compromisos. Las intenciones de la otra persona quedan en segundo plano, el egótico determina a priori lo que ha de pasar y decide según su propio sistema de paradigmas. El problema es que el ego nos impide considerar al otro en su diferencia y recibir su aporte original y, por lo tanto, nos impide experimentar una relación real. Vemos lo que queremos ver, decidimos según nuestro mejor criterio, llenamos la experiencia con nuestras expectativas, que no tienen necesariamente que ver con la experiencia misma. Por ejemplo, si nos gusta que nuestra pareja sea de tal y cual manera, trataremos con medios obvios o sutiles de adaptarla a lo que nosotros pretendemos. Uno trata de modelar al otro de acuerdo a su ideal y ambos tratan de adaptarse para cuidar la relación. Si lo logran, la pareja 58

CÓMO ENFRENTAMOS LAS RELACIONES

eventualmente tendrá frutos. Sin embargo, basta que uno haga algo distinto e inesperado, como por ejemplo pensar en cambiar de profesión porque la suya lo tiene hastiado y quiere dedicarse a su gran pasión, para que el otro se sienta amenazado y vea el cambio como un peligro. En ese tipo de relación, el potencial evolutivo es escaso porque, más que impulsarse mutuamente intercambiando energía y creando lo nuevo, estas parejas tratarán de cuidar lo que tienen y de conservar la paz habitual al costo de que alguno se quede sin alinear su identidad con su ser único, deteriorando su capacidad creativa. Lo mismo hacemos con nuestros hijos. Con el pretexto de formarlos, educarlos o protegerlos, lo que solemos hacer es instalarles nuestros propios paradigmas. El ego nos hace ver al otro a través del filtro de los paradigmas. Nos hace «prefigurar» lo que se valora y se desvalora del otro, la forma de intercambiar y los aportes que deben hacerse en una relación.

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EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

• La relación egótica no considera al otro, lo inventa, no hay dos en esa relación: por un lado, estamos nosotros~ por el otro, estd nuestra idea del otro, el juicio o la expectativa que tenemos del otro, no el otro en sí mismo.

Tal como el egótico pretende imponer sus paradigmas al otro, el otro también intentará imponer los suyos. El resultado es una relación pobre, con resultado limitado. Por ejemplo, si te relacionas con alguien bajo el paradigma «no hay que depender afectivamente de nadie», y el otro se relaciona contigo desde el paradigma «todos se aprovechan de mÍ», ni tú ni el otro van a profundizar en la relación: tú, por miedo a depender afectivamente del otro, y el otro, para no correr el riesgo de algún tipo de abuso de tu parte. Si nuestro paradigma de amor es que el otro caiga rendido a nuestros pies, basta que nos fijemos en alguien para que inmediatamente comiencen 60

CÓMO ENFRENTAMOS LAS RELACIONES

nuestras ensoñaciones respecto a lo felices que vamos a ser cuando la otra persona actúe como nosotros esperamos. Por lo mismo, nos sentimos decepcionados si evaluamos que su entusiasmo por nosotros es más bien tibio. Ocurre algo similar con los padres que pretenden que sus hijos sean como ellos quieren que sean. Que se vistan como ellos juzgan adecuado, que estudien las carreras universitarias o profesionales que ellos estiman apropiadas, que se comporten tal como ellos se comportan, es decir de la manera que ellos consideran «correcta». Lo único que hacen al actuar así es limitar la libre expresión de la individualidad de su hijo. Y, por lo tanto, le quitan destrezas para vivir bajo la lógica creativa de esta creación. Cuando actuamos así, le ponemos al otro una expectativa que no tiene que ver con él ni con su singularidad. No lo consideramos como el ser único que es, con la historia única que lo constituye. Peor aún, las expectativas, todas ellas, son por definición imposibles de cumplir porque no tienen límites precisos: ¿cuándo somos lo suficientemente exitosos?, ¿o lo suficientemente guapos?, ¿o lo suficientemente inteligentes?, ¿o lo suficientemente reconocidos?, ¿o lo suficientemente creativos?, ¿cuándo hacemos nuestro trabajo lo suficientemente bien?, ¿cuándo el otro nos 61

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~NT I DO: LO EXTRAORD I NARIO OE L A V I DA COMÚN

quiere lo suficiente? Probablemente, nunca. Cuando alguien importante para nosotros nos impone sus expectativas, quedamos atrapados en una rueda de insatisfacción que, tarde o temprano, nos pasa la cuenta. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado dedicando gran parte de nuestra energía a cumplir con expectativas que otros nos han impuesto, en lugar de dedicarnos a ser nosotros mismos? O, también, ¿cuántas veces nos hemos encontrado tratando de cumplir con las expectativas que nosotros creemos que otra persona tiene de nosotros?

La relación egótica nos pone a cumplir expectativas impuestas, en vez de expresar nuestra singularidad. 62

CÓMO ENFRENTAMOS LAS RELACIONES

Al relacionarnos desde el ego obtenemos dosis limitadas de energía. Al buscar reconocimiento torpemente, al restar espacio al otro, la relación se empobrece, derrochando gran parte de su valor y su creatividad potencial. Pero tampoco nos castiguemos. Si usamos nuestra estructura paradigmática con el objeto de conseguir energía, no es por ser malas personas, sino porque en algún momento nos ha sido útil y eficiente en la obtención de energía y porque muchas veces es «la» forma de relacionarnos que hemos aprendido. Tanto es así, que la mayor parte de nuestra vida en sociedad tiene una estructura egótica. La organización de los Estados, los sistemas legales, la educación y casi todos los sistemas económicos y productivos, son formas de prefigurar y moldear las conductas de las personas y, por lo tanto, . , . son sistemas egoticos. La virtud del ego es que permite enfocar la energía del otro con un propósito determinado y asociarla a sus semejantes de una manera específica para obtener resultados predecibles. Se pierde, claro, el aporte extraordinario que el otro pudo haber hecho si las relaciones fueran libres y con más espacio de expansión. A cambio, se evita que la energía común se disperse. Por lo mismo, la eficiencia y los resultados que 63

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

se logran gracias a las relaciones egóticas son muy importantes. Hay que recordar, sin embargo, nuestro ejemplo de andar por la vida calzados con esquíes de nieve. Los paradigmas ignorados permanecen con nosotros cuando ya son inútiles y nos quitan libertad para vivir la experiencia real de la relación. LA APROXIMACIÓN AGRESIVA

Si somos privados de la energía que necesitamos para vivir y hemos aprendido paradigmas violentos para conseguirla, nos aproximaremos agresivamente a la relación. Es tanta la necesidad de energía y tanto nos ha sido negada, que buscaremos arrebatarla de cualquier modo. Un caso clásico es cuando un indigente roba para dar de comer a sus hijos. La necesidad lo lleva a traspasar los límites y agredir al otro para proveerse de la energía que necesita. A veces, la justificación no es tanta y la agresión se transforma en una estrategia de vida. El que roba, el que estafa, el que golpea, el que mata, muchas veces lo hace reiteradamente, fundado en sus propios paradigmas agresivos. «Es justo quitarles a los que tienen más»; «este mundo es para los inteligentes, no para los 64

CÓMO ENFRENTAMOS LAS RELACIONES

tontos»; «mi hombre tiene que mantenerme»; «mi mujer tiene que respetarme», son paradigmas que suelen llevar a agresiones materiales, físicas o psicológicas. Los gobernantes también suelen basarse en paradigmas para agredir a otros países; «somos los guardianes de la civilización, si no cuidamos nuestra forma de vida el mundo entrará en caos»; «la forma de vida de los infieles es corrupta y repugna la conciencia de los creyentes»; «la democracia oligárquica no es democracia del pueblo»; «el orgullo nacional no puede ser mancillado, nosotros somos un pueblo altivo que no acepta ofensas». Al organizar nuestra visión del mundo desde nuestras propias interpretaciones, nos puede parecer legítimo dañar concientemente al otro lanzando nuestra energía en su contra. Lanzar la energía contra el otro no sólo se da en casos excepcionales como las guerras, podemos encontrar muchos ejemplos cotidianos en los que todos nos veremos reflejados de alguna manera. Menospreciar o hablar mal de alguien, ignorar o maltratar psicológicamente a otro en forma conciente, golpearlo, son formas de lanzar nuestra energía con el objeto de agredir.

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EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

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Cuando se agrede al otro, dañamos una parte de nosotros mismos. Se pierde valor en la relación.

Contaminar conscientemente, desperdiciar los recursos naturales o las fuentes de energía, cazar ballenas en peligro de extinción, ensuciar el aire con gases emitidos por motores defectuosos, son formas de destruir lanzando nuestra energía en contra del entorno natural.

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Cuando se agrede al medio natural dañamos una parte de nosotros mismos. 66

CÓMO ENFRENTAMOS LAS RELACIONES

Fumar, tomar alcohol o comer en exceso, abusar de las drogas, o cualquier actitud que implique dirigir nuestra energía abiertamente en contra de nuestro cuerpo, es también agresión. Hablar mal de uno mismo, despreciar nuestro propio cuerpo, nuestras capacidades, nuestra belleza, lamentarse de nuestra mala suerte, interpretar negativamente cada aspecto de nuestra historia, también es una forma de provocarnos daño a nosotros mismos.

Cuando nos agredimos a nosotros mismos se pierde valor en /,a reÚlción.

También agreden y destruyen valor aquellas empresas que, aprovechándose de su posición dominante, depredan a sus competidores o a sus proveedores estableciendo condiciones que los 67

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

perjudican. O aquellas que de diversas maneras engañan a sus clientes en pos de un beneficio de corto plazo. Lo mismo ocurre con los empleadores que explotan a sus trabajadores. El único resultado posible de esa relación es un conjunto de trabajadores laborando a disgusto, con baja productividad, ansiosos de renunciar apenas aparezca una mejor oferta. La creación de valor de esa empresa es mucho menor de lo que podría ser y la ganancia económica será siempre limitada porque el aporte del trabajador es necesariamente menguado. Pero también se da el caso del empleado que roba, hace mal su trabajo, es negligente o flojo. Esta es otra forma de relación agresiva. Actuando bajo estos principios paradigmáticos, dirigimos de manera conciente la energía en contra de otro, de nosotros mismos o del entorno. Aproximándonos agresivamente a la relación nos dañamos y perjudicamos a nosotros mismos, ya que no existimos separadamente de aquel que dañamos. El que no lo veamos, no nos demos cuenta del daño que nos estamos infligiendo, es propio de la ceguera que nos aparece cuando se trata de entendernos a nosotros mismos. La aproximación agresiva impide el intercambio, ya que el objetivo de la relación no es 68

CÓMO ENFRENTAMOS LAS RELACIONES

generar ningún tipo de reciprocidad, ni siquiera bajo el prisma de las expectativas, sino simplemente dañar. A cambio, probablemente, sólo se puede recibir más daño. Este tipo de relaciones destruye valor en lugar de crearlo. Las relaciones destructivas son producto de interpretaciones de nuestro sistema de paradigmas: «creo» que el otro me va a dañar, entonces agredo; «asumo» que el otro es inferior, entonces lo ataco con mi prepotencia; «interpreto» que están en mi contra, entonces paso a llevar para restituir mi orgullo herido; «creo» que la gente es tonta y la agredo con mi superioridad, engañándola; nací en un medio miserable, entonces agredo al que tiene más porque «es justo»; sospecho que mi compañero de trabajo me delató y me despidieron, entonces me parece «adecuado» agredirlo; «siento» que mi mujer no es capaz de ver mis méritos, entonces agredo; «creo» que los niños me faltan el respeto, entonces agredo. Dentro de la lógica de estas interpretaciones, parece justificable que respondamos con agresión. Pero ... ¿Y si el otro no es inferior sino simplemente distinto? ¿Y si no están en mi contra sino que opinan diferente? ¿Y si el engaño no es 69

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

la mejor forma de obtener reconocimiento? ¿Y si al otro no le fue más fácil sino que creció en un contexto diferente, con otras dificultades que las mías? ¿Y si para el otro el cubrirme las espaldas representa un daño porque tiene un código ético diferente al mío? ¿Quién tiene «la razón»? Como todo paradigma, como toda interpretación, son sólo alternativas dentro de un amplísimo campo de posibilidades. El «mal» o las decisiones que parecen ir en contra de la vida, como el crimen, no ocurren bajo la influencia de un ente maligno que despliega sus sombrías alas sobre nosotros. Actuar contra el otro es una opción que nos entrega la energía que nos constituye, que si bien nos obliga a relacionarnos, no nos impone una manera específica de hacerlo. Eso queda en nuestras manos, porque al determinar que somos seres singulares con historias singulares, la energía nos deja libres para escribir esas historias como mejor nos parezca. LA APROXIMACIÓN AMOROSA

Antes de hablar del amor y de las aproximaciones amorosas, te invitamos a deshacerte de los paradigmas habituales que lo definen. No pense70

CÓMO ENFRENTAMOS LAS RELACIONES

mos en el amor hacia una pareja o un hijo o hacia los padres, ni la pasión desenfrenada que podamos sentir por otra persona, ni la ternura que nos despierta una mascota, ni la adoración hacia un ídolo de la canción. Esos sentimientos que nos despiertan los otros, se deben a algo que ocurre en la relación. El amor es un tipo de relación donde hay intercambio recíproco de energía entre dos o más seres que se reconocen como únicos y distintos, con resultado creativo. En una relación como la descrita, los miembros colaboran en lugar de competir, dan y reciben energía o, si quieres ponerlo en términos más familiares, dan y reciben valor, algo que ambos valoren en la justa medida de cada uno. Cada participante reconoce la contribución del otro y lo ve como una persona singular capaz de hacer un aporte único. El resultado creativo es cuando la relación produce algo nuevo, una nueva evolución, un nuevo ser, una nueva fuente de valor, una nueva idea. Es una relación donde las partes están abiertas al otro, a la particularidad de sus integrantes 71

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

y, por lo tanto, la energía se puede intercambiar libremente. El potencial creativo de este tipo de relaciones es, sin duda, superior al que se da en las relaciones egóticas y agresivas, simplemente porque puede tener como resultado algo que ninguno de los integrantes habría prefigurado o esperado de antemano. Y lo nuevo que surja puede ser reconocido y sumado a la relación. Una relación amorosa es siempre una relació~ expansiva y fructífera para todos los miembros. Este tipo de relaciones se va desarrollando, profundizando, enriqueciendo, haciéndose siempre más creativas y más amplias, ya que los paradigmas que todos arrastramos con nosotros van cayendo a medida que los aportes mutuos y las nuevas posibilidades creadas van ganando espacio. Probablemente, todos hemos tenido algún amigo que conocimos en un momento de la vida y que nos ha acompañado cumpliendo distintos papeles: compañero de fiestas y de estudios, padrino de matrimonio, cuñado, socio de una empresa, apoyo en los momentos difíciles, etc. Esa es una relación amorosa abierta, donde los papeles cambian con el tiempo y la relación se 72

CÓMO ENFRENTAMOS LAS RELACIONES

transforma, se expande y se profundiza. El aporte de cada uno es múltiple e ilimitado.

La relación amorosa, naturalmente, produce más felicidad, ya que los participantes intercambian sus aportes sin restricciones. Por lo mismo, produce la sensación de plenitud, ya que los resultados superan las expectativas que se pudieron tener de antemano. Una práctica frecuente en muchos grupos de trabajo es el comité creativo o tormenta de ideas. Bien ejecutado es una forma común de relación amorosa, donde todos los participantes lanzan sus ideas al grupo para que sean recogidas, transformadas, desechadas o simplemente aceptadas. Los buenos comités suelen llegar a soluciones nuevas, que nadie pudo imaginar por sí solo; soluciones que, además, nadie podría reconocer como propias, ya que fueron el resultado de múltiples transformaciones y aportes indirectos de todos los que participaron. Otro ejemplo son los ecosistemas sanos. Mientras exista una relación fluida entre los distintos componentes del medio natural, tendremos paisajes ricos en biodiversidad y desarrollo. Si una intervención humana especialmente torpe o una catástrofe natural impiden el fluir de la energía en los intercambios naturales, se produce 73

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

pérdida de biodiversidad, deforestación, erosión, aridez y empobrecimiento del medio natural. Una relación amorosa con un hijo es una relación en que los padres lo consideran un ser único e individual, sin esperar que sea como ellos quieren o se comporte como a ellos les gustaría. Es una relación donde se van descubriendo paulatinamente las particularidades del niño que se está desarrollando, y se acepta abiertamente lo nuevo que trae a su mundo. Las relaciones amorosas nos transforman porque estamos abiertos al otro, reconocemos su aporte y estamos dispuestos a recibirlo, así como también a entregar el nuestro.

Esto sucede porque en la relación amorosa entendemos nuestro ser en relación con el otro, y como al frente hay otro ser libre distinto a mí, , , . , nunca se en que voy a terminar, como me va a cambiar, cómo se modelarán mi historia y mi ser. Las relaciones amorosas son, por lo tanto, impredecibles e imposibles de prefigurar. Son el tipo de relación que nos entrega la mayor cantidad de energía ya que están alineadas con su lógica creativa. En ellas, todos los participantes contribuyen sin límites, son reconocidos y recompensados en la justa medida y crean valor. Ade74

CÓMO ENFRENTAMOS LAS RELACIONES

más, la relación amorosa crece, se interna en nuevos campos, la colaboración se amplía y la energía fluye en mayor cantidad y mejor calidad. En suma, el amor ocurre en las relaciones y es la cualidad que permite el resultado creativo, la evolución y la expansión de todos los miembros de la relación.

Hemos hablado de aproximaciones egóticas, agresivas y amorosas. Estos diferentes tipos de aproximaciones se dan en distintos niveles y con variados matices. Las relaciones tienen muchos planos y, además, van cambiando y transformándose en cada momento. Es poco probable que alguien mantenga relaciones que sean siempre egóticas, o sólo amorosas, o sólo destructivas. El distinguirlas nos permite el análisis, pero la realidad es mucho más diversa y compleja.

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VIII LOS PLANOS DE CONCIENCIA DEL SER HUMANO

os seres humanos somos capaces de reconocer diversos planos en nuestro ser, a pesar de que siempre actuamos como una unidad compleja. El hecho de distinguir estos planos y de actuar sobre ellos nos indica que somos conscientes de su existencia. Por eso les llamamos planos de conciencia. Los planos de conciencia que reconocemos son los siguientes:

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EL CUERPO

Es el plano que nos instala en la tierra y permite la vida humana de la manera en que la conocemos: sin cuerpo no podemos vivir. El cuerpo es en tiempo presente, aquí y ahora. Es el contenedor de nuestros sentidos y, como tal, el cuerpo «experimenta la experiencia material» de la vida.

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

En el cuerpo están nuestros sensores, los sentidos que nos permiten captar la información del entorno. Uno de los pocos instintos básicos que los seres humanos de hoy no hemos logrado controlar es el instinto de supervivencia. Tendemos instintivamente a preservar nuestros cuerpos porque son el contenedor básico de la vida. LAS EMOCIONES

Es un plano estrechamente ligado al cuerpo. Las emociones son aquello que nos moviliza o nos paraliza, el detonante de nuestra actividad. A partir de nuestras reacciones emocionales, actuamos en el mundo de diferentes maneras. Las emociones están relacionadas a nosotros mismos, somos nosotros los que «nos sentimos» alegres, o tristes, o enojados, o aterrados. Si bien este estado puede ser provocado por un estímulo externo, la experiencia emocional es interna y refleja una sensación respecto de uno mismo. La emoción determina nuestro temple, que es la disposición de nuestro cuerpo o nuestro «humor» para afrontar los sucesos de nuestra vida diaria. Por ejemplo, podemos encontrar personas de temple rabioso, o de temple liviano, o melancólico, o miedoso, y ello se transmitirá en su 78

LOS PLANOS DE CONCIENCIA DEL SER HUMANO

manera de mirar, de caminar, de moverse, de entrar y salir de los lugares, en el tono y el volumen de su voz, etc. Las emociones impregnan nuestras acciones. Si estamos enojados, probablemente dejaremos un tinte de rabia en cada cosa que hagamos, en cada diálogo que tengamos, incluso en nuestros pensamientos. Si estamos alegres, contagiaremos esa alegría. Si estamos melancólicos, seremos muy sensibles a la tristeza ajena y muy lentos a la hora de reaccionar ante algún estímulo. Contrariamente a lo que creemos, las personas tomamos la mayoría de nuestras decisiones guiadas por nuestras emociones y no por la razón, aunque pretendamos sustentarlas con todo tipo de argumentos racionales. LA MENTE

Es el plano que integra la experiencia y nos permite el procesamiento y desarrollo de la información. Analizamos la información entregada por nuestros sensores corporales, la clasificamos, la interpretamos y la almacenamos en la memoria, fijando la experiencia (a veces como paradigmas). Además, a través de la mente somos capaces de traducir nuestra experiencia a lenguaje y expresarla y compartirla con otros. 79

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

La mente puede mantener una relación presente, pero también puede recurrir a su memoria y traer a otros interlocutores, no necesariamente presentes, a la relación. Puede recurrir, por ejemplo, a fórmulas o a lo que dijo tal o cual autor. También puede internarse en el futuro a través de la especulación y la proyección. Los SENTIMIENTOS

Es el plano que nos relaciona. Los sentimientos son siempre con respecto y en relación a otro. Amamos u odiamos a otro, estamos inseguros con respecto a otro, nos sentimos desvalorados por otro. El plano de los sentimientos es vital para el desarrollo de nuestro ser. La sabiduría oriental propone el plano de los sentimientos como una «bisagra», un plano que, además de relacionarnos con los demás, une nuestros aspectos materiales (cuerpo, emociones y mente) con nuestro aspecto relacional, que corresponde a los planos de la vocación y de la integración. LA VOCACIÓN

Es el canal a través del que circula nuestro mejor aporte al otro, nuestra singularidad. Como ya lo dijimos, la energía que nos conforma ha experimentado una historia singular que nos hace 80

LOS PLANOS DE CONCIENCIA DEL SER HUMANO

únicos y distintos, por lo que tenemos aportes únicos y distintos que realizar en nuestra existencia. Como seres en relación, no nos sentiremos «plenos» hasta que no seamos capaces de entregar a un otro la singularidad que somos a través de una relación. No nos sirve tener una capacidad emprendedora única si no emprendemos nada. No nos sirve ser especialmente acogedores si no nos relacionamos con otros a quienes acoger. Si recordamos la lógica creativa de esta creación, donde seres distintos se relacionan para crear lo nuevo, la vocación implicaría entregar el mejor aporte posible en el intercambio de energía. Así como el amor saca el máximo provecho de la relación, el ejercicio de la vocación también aumenta la potencia del intercambio, ya que los aportes de los integrantes corresponden a su singularidad. Las contribuciones no tienen que ver directamente con nuestro quehacer o con nuestro trabajo, ni tampoco deben ser algo excepcional reservado para las grandes personas. Ejemplos de vocaciones pueden ser impulsar y destrabar a personas estancadas, o guiar a otros en la confusión, o aclarar situaciones, o ser bueno para escuchar, o ayudar a tomar conciencia de ámbitos bloqueados a través de la creatividad, o 81

EL SENT IDO : LO EXTRAORD INARIO DE LA V IDA COM(;N

una particular manera de hacer las cosas que beneficie a los demás.

LA INTEGRACIÓN Es el plano que nos integra al todo, a todos los otros del pasado, del presente y del futuro y a todo lo otro desde el principio del universo hasta su futuro aún ignorado. Este es el plano donde nos relacionamos con la unidad de la creación, el plano donde somos en relación con todos y con todo, es el plano que «entiende» que no somos seres individuales y separados, sino que conformamos un gran organismo de relaciones. En este plano elaboramos la experiencia en un sentido diferente al mental, ya que la concebimos en un sentido amplio e integrador. Es el plano de la comprensión integral, de la intuición, de la creatividad.

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LOS PLANOS DE CONCIENCIA DEL SER HU MANO

Los primeros tres planos constituyen nuestros planos materiales. El cuerpo, las emociones y la mente son los ámbitos más concretos y perceptibles en nuestra vida diaria, todos podemos reconocerlos y referirnos a ellos. Al morir, lo que podemos comprobar es que perdemos estos tres planos de nuestra complejidad. Nuestro cuerpo deja de funcionar y se descompone, somos incapaces de sentir o reaccionar emocionalmente y nuestro cerebro queda inactivo. Los siguientes tres planos, los sentimientos, la vocación y la integración, son nuestros planos de relación, aquellos que nos vinculan a los demás y a toda la creación y que permiten que nuestro ser se complete en las relaciones. Estamos acostumbrados a entendernos desde nuestros planos materiales. No hay duda: tenemos un cuerpo, sentimos y pensamos. Sin embargo, es común sentir que algo nos falta, como el amputado siente el miembro que dejó de pertenecer a su cuerpo. Ese «algo» ha sido nombrado de diferentes maneras: espíritu, alma, aspecto inmaterial del ser. En cualquier caso, sentimos que es un algo difuso, difícil de aprehender, que pertenece más al terreno de la espiritualidad que a nosotros mismos. Pues bien, te invitamos a pensar que ese algo invisible e indeterminado es aquella parte de 83

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

nuestro ser que va más allá de nuestro cuerpo y que se encuentra conectada con el otro y con el todo. Ese algo es nuestras relaciones y la energía que en ellas circula: con los seres que queremos, con los que no queremos, con los que conocemos y no conocemos, con nuestro entorno social y cultural, con la naturaleza, con el universo. Así de concreto. Nuestro espíritu es todas las conexiones que tenemos con los otros y con lo otro, y podemos acceder a esas conexiones de manera directa porque todos conformamos un gran organismo de relaciones. Los planos de relación que nombramos como esp1ntu: sennm1entos, vocac1on e integración, son tan concretos, prácticos y reales como los planos materiales que residen en el cuerpo. A través de los sentimientos fluye la energía cuando existen vínculos amorosos, a través del plano de la vocación fluye nuestro mejor aporte hacia los demás, llevando las relaciones a su máximo potencial, y a través del plano de la integración nos relacionamos con el todo, «sabemos» que somos parte del gran organismo que conformamos, y gracias a eso comprendemos las cosas de manera integrada. I









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I



LOS PLANOS DE CONCIENCIA DEL SER HUMANO

PLANOS MATERIALES

PLANOS DE RELACIÓN

PLANOS MATERIALES

El espíritu es la parte de nuestro ser integrado que compartimos con el otro.

No hay planos prioritarios, ninguno es más importante que otro. El que los hayamos puesto en un orden determinado es una decisión puramente explicativa. Por ejemplo hay personas que son muy conscientes de su plano de la integración, sin embargo tienen poca conciencia del plano de sus relaciones o de su cuerpo. Es decir, trabajan a voluntad con su intuición, pero son torpes para manejar sus relaciones o físicamente descoo rdinadas. Todos nuestros planos conforman la complejidad que somos y además están marcados por el ser particular que somos, de manera que cada plano es singular, original y único en cada uno de 85

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

nosotros, y por cierto determinarán nuestra manera particular de relacionarnos. Es decir, las características específicas de nuestros planos de conciencia afectan nuestras relaciones. Por ejemplo, alguien que tiene muy desarrollado el plano del cuerpo (una persona «corporal»), tendrá una manera de relacionarse diferente a alguien que tiene más desarrollado el plano de la mente (una persona «mental»). Profundizaremos en estas distinciones más adelante.

Nos

RELACIONAMOS DE DIVERSAS MANERAS CON

DIFERENTES PERSONAS

Como es evidente, no todas nuestras relaciones son iguales. Esta diferencia se da en parte porque aunque nos relacionamos con todos los planos de conciencia, en cada relación hay planos , . mas activos que otros. Por ejemplo, con un profesor podemos mantener una relación centrada en lo mental, pero puede circular muy poca energía en el plano de los sentimientos. Con un boxeador rival podemos tener una agresiva relación física y emocional, pero nada mental ni vocacional. Con mis compañeros de trabajo puedo tener 86

LOS

PLANO~

DE CONCIENCIA D EL SER H UMANO

una gran conexión mental y vocacional con grand es resultados creativos, sin que ello implique relación activa en los demás planos. Asimismo, puedo entregar mi mejor aporte a través de mi vocación de músico entregando y recibiendo grandes cantidades de energía de mi audiencia sin que se involucren mis distintos planos de conciencia con los espectadores.

lntegracl6n Vocacl6n Sentimientos Mente Emocionas Cuerpo Un campesino tiene una relación intensa con la naturaleza, con la mayoría de sus planos de conciencia activos en esa relación.

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EL SENTIDO: LO EXTRAORD I NARIO DE LA VIDA COMÚN

Integración Vocación Mente Cuerpo Una persona urbana es probable que tenga una relación afectiva y emocional con la naturaleza y tendrd esos planos activos en esa relación, mientras que los demds permanecerdn inactivos, sin intercambio relevante.

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IX LOS EFECTOS DEL FLUJO DE ENERGÍA EN NUESTROS PLANOS DE CONCIENCIA

C

omo hemos dicho desde el principio, los seres humanos nos relacionamos intercambiando energía. Podemos hacer un paralelo con la energía eléctrica que circula por los circuitos de nuestra casa. Normalmente, la electricidad fluye por los cables, a veces hay sobrecarga, otras veces hay baja potencia y otras, simplemente, se corta. Ese fluir de la electricidad afecta el funcionamiento de los aparatos conectados a esa red. Lo mismo ocurre en nuestras relaciones. El fluir de la energía en nuestros intercambios nos afecta en todos nuestros planos de conciencia, produciendo efectos visibles y concretos que todos podemos apreciar. Hemos distinguido cuatro tipos de flujo de energía en las relaciones.

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

Los

FLUJOS EQUILIBRADOS DE ENERGÍA

En este estado, la energía fluye de manera equilibrada a través de la relación. Los integrantes dan y reciben energía de manera proporcional a cada uno y a la importancia de su aporte. Estos equilibrios suelen ser dinámicos: hay veces en que un integrante da más, porque su estado se lo permite, y otras en que necesita más, porque su situación así lo requiere. Cuando la energía fluye de esta manera es, por ejemplo, cuando estamos satisfechos con nuestros trabajos. También cuando sentimos que estamos siendo reconocidos y valorados; cuando percibimos que «todo va bien» con nuestras parejas o con nuestros hijos; cuando nos vemos contenidos o contenemos a un ser querido. O cuando estamos bien de salud y en un lugar agradable. Si hacemos la analogía con un circuito eléctrico, este es el caso en que el sistema funciona debido a que la electricidad fluye sin problemas a través de los cables y los circuitos. ¿Cómo nos afecta este estado de la energía en cada uno de nuestros planos? En primer lugar, es preciso aclarar que los efectos de la energía son diferentes en cada ser humano y, por lo tanto, hay innumerables mati90

LOS EFECTOS DEL FLUJO DE ENERGÍA EN NUESTROS PLANOS DE CONCIENCIA

ces. Por ejemplo, si decimos que cierto tipo de relación nos genera tristeza, estamos tratando de abarcar una amplia gama de matices que va desde una sutil melancolía hasta una pena profunda. Por razones obvias, no podremos nombrar cada uno de ellos, sino utilizar conceptos referenciales. Cuando tenemos una relación equilibrada, es decir, la energía fluye a través de la relación con el otro, nos estamos relacionando plenamente con él y, por lo tanto, nuestro ser se completa. En el plano del cuerpo experimentamos placer, nos sentimos a gusto en cualquiera de sus formas: bienestar físico, relajo, sensación de vitalidad, sensualidad. Basta que recordemos lo que siente nuestro cuerpo cuando nos encontramos en un lugar cómodo, en un paisaje que nos gusta o con alguien que queremos. En el plano de las emociones sentimos alegría, amplitud, gozo. En el plano de la mente, cuando la energía fluye, alcanzamos el entendimiento, o llegamos a la solución de algún problema, o simplemente gozamos de claridad mental. En el plano de los sentimientos entablamos relaciones de amor con sus infinitos matices: amor de pareja, amor filial, amor fraternal, amistad o amor a una creación, a un trabajo, a una expresión artística, a la naturaleza. 91

EL SENTIDO: LO EXT RAORDI NARI O DE LA VIDA COMÚN

En el plano de la vocación, cuando la energía fluye es porque estamos entregando nuestro mejor aporte, por lo tanto, nos sentimos plenos. Así podemos llegar a ser consagrados al ejercicio de nuestra vocación, alcanzando cierto grado de , maestna en nuestro aporte. En el plano de la integración, cuando la energía fluye equilibradamente en la relación, ocurren las intuiciones. La intuición es una manera integral de comprender que sobrepasa la razón. Es cuando «se nos prende la ampolleta», «nos cae la teja», «nos iluminamos», o «entendemos todo». Ello ocurre porque hemos tomado contacto con el gran organismo que es esta creación y comprendemos de manera integral e instantánea la complejidad que queríamos resolver.

lntulcl6n

Amor Comprensl6n-solucl6n

-----Alegña Placer

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LOS EFECTOS DEL FLUJO DE ENERGÍA EN NUESTROS PLANOS DE CONCIENCIA

Los

FLUJOS DESEQUILIBRADOS DE ENERGÍA

En este caso, alguno o ambos integrantes de la relación da más de lo que recibe (o cree, o siente dar más de lo que recibe), o viceversa. La energía fluye de manera desequilibrada a través de la relación. Por ejemplo, cuando juzgamos que en nuestros trabajos nos pagan menos de lo que merecemos o nos reconocen poco en relación a todo lo que hacemos. También cuando nos sentimos poco considerados o queridos por el otro o cuando nos sentimos más importantes para una persona de lo que esa persona es para nosotros, o viceversa; o cuando estamos en un lugar incómodo, demasiado frío o caluroso, o cuando sentimos que la vida nos trata «injustamente». Siguiendo con la analogía del circuito eléctrico, este es el caso donde la energía fluye intermitentemente a través de los cables, generando alternadamente sobrecargas y bajas de potencia, con riesgo de dañar los artefactos eléctricos. ¿Cómo nos afecta este estado de la energía en cada uno de nuestros planos? Cuando la energía fluye desequilibradamente a través de la relación, nuestro ser se enfrenta a dificultades, nos cuesta «llegar» al otro o que el otro 93

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

«llegue» a nosotros de manera fluida. Se generan malentendidos, injusticias, abusos. En el plano del cuerpo sentimos malestar, como si estuviéramos sentados en una silla incómodamente inclinada hacia un lado. La reacción natural de nuestro cuerpo es corregir el desequilibrio inclinándose hacia el lado opuesto. Lo mismo ocurre con todo nuestro ser. Tendemos a recuperar el equilibro oponiéndonos a la fuerza que nos desequilibra. En el plano de las emociones, la relación desequilibrada nos produce rabia. La rabia es la emoción de la acción, que nos impulsa a corregir la desigualdad para salir de la sensación de malestar. Por ejemplo, tendemos a enrabiarnos cuando nos sentimos mal pagados, o desconsiderados, o tratados injustamente, o abusados, y actuamos oponiéndonos a esa situación de maneras más o menos eficaces. En el plano de la mente, el flujo desequilibrado de la energía nos produce confusión. Algo nos impide ver las situaciones con claridad, no sabemos a qué darle importancia. Cuando estamos confundidos queremos salir de ese estado y, por lo tanto, comenzamos un proceso de búsqueda de información y de especulación para intentar aclarar las ideas, nuestra mente discurre diferentes vías para eliminar la confusión. 94

LOS EFECTOS DEL FLUJO DE ENERGÍA EN NUESTROS PLANOS DE CONCIENCIA

En el plano de los sentimientos, nos sentimos desvalorados o sobrevalorados por el otro. En ambos casos, no creemos ser apreciados por lo que somos, por nuestra particularidad, y la relación se afecta porque se construye.sobre bases débiles que nos provocan inseguridad. Es la sensación que nos producen aquellas personas que nos adulan en exceso atribuyéndonos méritos que no tenemos, nos sentimos escépticos con su evaluación porque sabemos que su juicio no es correcto, o al contrario, cuando no nos sentimos suficientemente vistos por el otro. En el plano de la vocación, cuando la energía fluye desequilibradamente nos desorientamos, percibimos que no estamos en el lugar adecuado _ o no estamos dedicados al quehacer que nos satisface; en definitiva, que no estamos «en lo nuestro». Puede ser que aún no estemos claros respecto de nuestro mejor aporte, y entonces nos ponemos a buscar. Nos informamos de diferentes temas, nos metemos a diferentes talleres o cursos, estudiamos otras carreras, nos cambiamos de trabajo, nos movemos y actuamos para encontrar nuestro lugar en el mundo. En el plano de la integración, el desequilibrio produce la imaginación y el ingenio. Para salir del desequilibrio, encontramos soluciones globales y eficientes o imaginamos vías de restauración del equilibrio. El ingenio surge en 95

E.L SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE. LA VIDA COMÚN

momentos de necesidad o de conflicto, rara vez somos ocurrentes cuando estamos cómodos con nuestras necesidades satisfechas y sin un problema que resolver. Desequilibrio en la relación

lmaglnacl6n-lngenlo Desorantacl6n-dncolocacl6nb6squeda Desvaloracl6n-sobravaloracl6n Confusl6n-especulacl6n Rabia Malestar

Los

FLUJOS DÉBILES DE ENERGíA

En este caso, el flujo de energía a través de la relación es mínimo, es una relación agonizante. Con el mínimo intercambio nos vamos acercando a la muerte de la relación. Este es el caso cuando estamos a punto de separarnos de nuestras parejas, o cuando hemos perdido el interés por el otro. O no encontramos 96

LOS EFECTOS DEL FLUJO DE ENERGÍA EN NUESTROS PLANOS DE CONCIENCIA

objetivos comunes, o un comportamiento repetitivo ha desgastado la relación. También ocurre cuando sentimos que ya no damos más en un trabajo, cuando estamos en un lugar o actividad que no nos interesa y nos desmotivamos. Lo mismo cuando envejecemos y la energía de nuestro cuerpo decae. Haciendo la analogía con el circuito eléctrico, este sería un caso de baja potencia. La luz está a punto de apagarse y no alcanza para alumbrar, ni menos para hacer funcionar un electrodoméstico.

¿Cómo nos afecta este estado de la energía en cada uno de nuestros planos? Cuando tenemos una relación agotada con el entorno, con la naturaleza, o con otro ser humano, es como cuando a un auto se le está agotando el combustible que necesita para funcionar. Lo mismo nos ocurre a nosotros, ya que en este caso la energía que fluye a través de nuestras relaciones es mínima. En nuestro cuerpo, el agotamiento de la energía nos produce decaimiento, cansancio, letargo. En el plano de las emociones, las relaciones agotadas nos producen tristeza, melancolía, pena. En el plano de la mente, volcamos nuestros 97

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

pensamientos hacia nosotros mismos, tendemos a la introspección y nos ponemos reflexivos, estamos «para adentro», sentimos la necesidad o nos vemos impulsados a quedarnos en nuestras propias cavilaciones. En el plano de los sentimientos, estas relaciones nos llevan a la soledad. Disponemos de poca energía y, por lo tanto, nos cuesta mucho conectar con el otro. Preferimos muchas veces estar solos, absortos, con una sensación de insensibilidad. Mucho de lo que nos rodea nos resulta indiferente. Un extremo de este estado puede ser la depresión. En el plano de la vocación, en este tipo de relación no estamos entregando nuestro aporte, no estamos cumpliendo con el aspecto de nuestra energía que nos lleva a distinguirnos y a relacionarnos desde la particularidad que somos. Sentimos que nuestra vida no tiene sentido, que no tenemos un propósito en el mundo. Experimentamos el famoso vacío existencial. En el plano de la integración, ya que nos cuesta mucho conectar con el todo, lo inventamos a través de la fantasía. Nos ilusionamos con ideas que no tienen base en lo concreto y tendemos a idealizar situaciones o personas.

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LOS EFECTOS DEL FLUJO OE ENERG!A EN NUEST ROS PLANOS DF CO~CIENC JA

Agotamiento de la relación Fantasra-llusi6n-ldealizaclón Sin sentido-vacío existencial

Soledad-Indiferencia Tristeza Latargo-decalmienkH:lnsancio

EL FLUJO INTERRUMPIDO DE ENERGÍA

En este caso, el flujo de energía a través de la relación se corta. Recordemos que aunque estamos siempre conectados, puede ocurrir que la energía deje de fluir a través del vínculo. Por ejemplo, cuando tenemos que cambiarnos de colegio cortamos el flujo que teníamos con nuestros compañeros y con toda la experiencia referida a esa institución. Lo mismo ocurre cuando nos despiden de un trabajo, cuando una pareja nos abandona o cuando «rompemos relaciones» con alguien. Imaginemos también lo que siente un niño cuando se extravía en un supermercado 99

EL SENTIDO: LO EXTRAORDINARIO DE LA VIDA COMÚN

y no puede encontrar a su madre, o la madre no encuentra a su hijo. Siguiendo con la analogía del circuito eléctrico, este caso correspondería a un corte de luz. Los cables siguen ahí, es la energía la que no fluye por ellos.

¿Cómo nos afecta este estado de la energía en cada uno de nuestros planos? Cuando tenemos una relación abandonada o rota con otro o con el entorno, es como si al otro lado no hubiera nadie, el otro o lo otro nos es arrancado, a nuestro ser le falta una parte. Nuestro cuerpo se pone en estado de alerta, como cuando estamos en una habitación y la luz se apaga. Reaccionamos así porque nuestro cuerpo ha perdido parte de la energía que lo alimenta. Solemos quedarnos quietos, los sentidos despiertos, atentos a lo que pueda ocurrir. En el plano de las emociones, la ruptura genera miedo en todos sus matices, desde un leve estado de desconcierto hasta pánico. Sentimos el riesgo de quedar «desconectados». En el plano de la mente, esta alerta corporal y el miedo emocional provocan que nuestra mente se agudice y se ponga a discernir y a analizar la información que recibimos. Empezamos a examinar punto por punto, analizar todos los aspectos de 100

LOS EFECTOS DEL FLUJO DE ENERGÍA EN NUESTROS PLANOS DE CONCIENCIA

una situación para poder comprenderla y tomar acción sobre ella para restablecer de alguna manera el flujo de energía que nos ha sido arrebatado. En el plano de los sentimientos se genera la desconfianza. En cualquier momento, el otro me puede abandonar, se puede ir, me puede dejar de querer, se puede morir. La desconfianza nos impide profundizar en las relaciones, ya que parte por hacer suposiciones negativas del otro, en una evidente disposición egótica. Por eso es tan difícil reincidir en relaciones de compromiso cuando hemos sufrido rupturas traumáticas en el flujo de , nuestra energ1a. A veces no somos capaces de asumir que la relación se ha cortado e «in ven tamos» al otro y nos seguimos relacionando con la idea que tenemos de él. Es cuando quedamos
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