El Sentido de La Vida

July 9, 2017 | Author: perigofi | Category: Truth, Don Quixote, Knowledge, Theory, Don Juan
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Descripción: teologia...

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CDITORIAL "LA AURORA'* CORRIENTES 728 » BUEN08 AIRE8

EDITORIAL "MUNDO NUEVO'' COkONIA 1084 - MONTEVIDEO

\

SENTIDO DE LA VIDA JUAN A. MACKAY

EL

Juan A. Mackay nadó en Inverness.

"Sus

ojos

azules

de

niño tempranamente alucinado

con

el misterio

de Dios gozaron

del paisaje de Escocia.

En Aber-

deen graduóse, ya mozo, en

Fi-

losofía y Letras, mereciendo

un

premio de

los

acordados a los

mejores estudiantes de Filosofía.

Su profunda

fe

religiosa

fué acerando su espíritu en una vida casi ascética."

En

los Estados Unidos, asis-

tió a la

ton

Universidad de Princen-

—donde hoy

está

formando

generaciones de estudiantes en nobles

las

disciplinas

— y en España

cas

clases

un

teológi-

asistió

a

las

de Unamuno, de quien es

sincero admirador y discí-

pulo ejemplar. En Madrid

si-

guió los cursos del Instituto de Estudios Históricos.

Residió durante años en Li-

ma, donde fundó

el

Anglo-Peruano y fué

Colegio catedráti-

/

SENTIDO DE LA VIDA

JUAN

A.

/

MACKAY

EL SENTIDO DE LA VIDA VLATICAS A LA JUVENTUD

Prólogo de

Juan Manuel Villarreal

Editorial **La Aurora**

Editorial

Corrientes 728

Colonia

-

Bs.

Aires

"Nuevo Mundo** 1084

-

Montevideo

Primera edición Montevideo, 1931

Segunda edición Buenos Aires, 1947

Hecho

el

marca

la

depósito que

Ley

Impreso en la Argentina

11 723

— Printed

in Argentine

Acabado de imprimir el día 15 de octubre de 19^7 TaUere» Gráfico» Áyacucho - Córdoba 2240 • Buenos Aires

A MANERA DE PROLOGO

1

Fué en 1928. El año era tan nuevecito que sólo

te-

nía cinco o seis días de gozo. Salimos de Buenos

Aires con sueño en las pestañas y un afanoso deseó

de holganza y guelet



libertad.

Iban conmigo Andrés

rubio y chacotón

lido y académico.

Rín-"

— y Enrique Moreno, pu-

Además

los

muchachos porteñoí

manos acabábamos de estrechar. El campo llegó después. Fué el último en embarcarse y resultó el más entretenido de todos los compañeros de jornada. Su traje azul y verde, bajo el aire jr es quito de la mañana, remozaba su encanto en el descanso de cuyas

cada estación.

Al mediodía

el sol tostaba la

dificaba el aire. tre tierra

y

pampa. El calor

soli-

El tren trotaba y trotaba bufando en-

sol.

Después de ocho horas

de'

viaje

a través de una

JUAN

8

pampa de

A.

MACKAY

fuego, la locomotora comenzó a trepar,

ansiosa de aire fresco, las primeras rudezas serranas.

Los

vallecitos iniciales dilataron en nuestras pupilas,

cansadas de tanta llanura

gris, sus

verdes jugosos. El

fuego de esa pampa infernal de enero nos secaba

el

alma.

— Ya

llegamos, gritó alguien, y el corazón latió

compás acelerado de la locomotora en su esfuerzo final. Sacamos la cabeza por la ventanilla, ansiosos de no perder detalle de la llegada. Nos acercábamos al puente enorme que cruza el Sauce Grande. Los frenos

al

chillaron y la ventanilla enfrentó

al

letrero

de

la

Estación: meta de aquel viaje de fuego y polvo. ¡Sierra de la Ventanal ¡Qué alivio leer las cuatro pala-

bras escritas en letras blancas sobre negro,

como una

leyenda are angélica!

.... y fué aquella

tarde, en el porche fresco

de la Es-

de largas horas de sol y sed, cuando mi corazón descubrió los ojos azules del Dr. Mackay.

tación, después

Era un hombre limpia.

alto, rubio,

Había tanta

de mano ancha y mirada

lealtad en aquel

mirar,

tanta

inesperada bondad, que fué como si un agua bautismal nos apagara las sedes del camino. Era el agua





agua serrana de una amispurificadora y fuerte tad nacida al auspicio de un apretón de manos. ¡Presente de

Dio si

EL SENTIDO DE LA VIDA

9

2 'Primera noche serrana. Cenamos.

Y aqm

un pa-

réntesis pantagruélico. ( ¡Alabado sea el cocinero

de

Ymcápolis! ¡Qué sopas de verduras, de legumbres

húmeda tierra mismo Brillat Savarin, qué arroz con leche y qué almibares que aun ahora me llenan la boca de agua! ¡Qué rito casi sacarnosas cosechadas en los valles de negra, qué guisos que envidiaría el

grado

es

comer cuando

se tiene ese apetito

que

el

de la Sierra despierta, y cuánto más sabroso resulta el yantar cuando lo prepara el cocinero sabio aire

de Ymcápolis, honra y prez de todos los cocineros del mundo!) Después de cenar nos reunimos en la terraza del chalet.

arroyo, en la

Las ranas chacoteaban junto

hondonada del barranco.

Un

al

aire fresco

enrulado, conversaba entre los árboles. Allá arriba las estrellas predicaban su vieja lección

de eternidad.

El porche estaba oscuro. Mackay, sentado en un rincón, era

una larga

silueta gris.

Dos

o tres mucha-

chos más estábamos sentados, junto a la mesita de

mimbre, en sendas sillas terreras. El silencio y la alegría de vivir eran los otros compañeros de velada.

Apenas hacia unas horas que nos conocíamos y ya como es fácil el recuerdo entre amigos viejos encontrados en una encrucijada del cala charla era fácil,

JUAN

10

MACKAY

A.

mino. Cada uno abría su corazón con esa sinceridad

que contagia

la vida del

campamento. El pasado de

cada cual ponía, al llegar, perspectivas a nuestras

fi-

guras, ansia de salvarlo de la muerte confidencián-

dolo a espíritus amigos. El diálogo nacía al auspicio

de ese afán y generalizaba la charla. Por veces el silencio decía su palabra sincopada con el croar de las ranas

y

el chistar del viento entre los

pinos de

la barranca.

]uan A. Mackay había nacido en Inverness. Sus ojos azules

de niño tempranamente alucinado con

misterio de Dios gozaron el paisaje de Escocia.

el

En

Aberdeen graduóse, ya mozo, en Filosofía y Letras, mereciendo un premio de los acordados a los mejores estudiantes de Filosofía. Su profunda fe religiosa fué acerando su espíritu en una vida casi ascética. '^Hasta el deporte

me

—nos

decía

Mackay aquella noche



parecía un pecado."

Asistió a la Universidad de Princeton y luego en Madrid siguió los cursos del Instituto de Estudios



Por fin y aquí comienza la parte más interesante de la vida de este escocés enamorado de Cristo llegó a Lima. Su obra en la vieja Ciudad de los Reyes le ha hecho acreedor al título de ciudadana de América. Los muchachos del Perú, en cuya Universidad de San Marcos fué profesor de Metafísica, hallaron en él un maestro. Las horas inquietas de la Históricos.



revolución universitaria contagiaron su quijotesco co-

EL SENTIDO DE LA VIDA razón.

II

Su palabra orientó aquel fervor heroico y en





Colegio Anglo-Peruano que fundara de las iras del tirano jóvenes como Haya de la Torre. Esa actitud magistral, que casi le obligó a salir del Perú por orden de Leguia, no era en él su casa

el

se salvaron

un albur del destino sino una vocación que hallaba su centro. Pocos hombres tendrán como Mackay tanta e]emplaridad para ser llamados por la juventud: maestro. Su propia devoción por la figura del galileo le ha contagiado esa capacidad de enseñar con amor que fosé Enrique Rodó exigía como cualidad cardinal del verdadero

Hay doctor

maestro.

admiraciones que definen a un hombre. El

Mackay admira a Unamuno. Como

él tiene

hondas preocupaciones religiosas y morales. Como el ilustre rector de Salamanca quiere rescatar el sepulcro de Nuestro Señor Don Quijote del poder de los bachilleres, curas, barberos, duques y canónigos. Y bien sabemos todo lo que esto significa ante los vientos de frivolidad y utilitarismo que soplan por

mundo. Por aquellos días del campamento Mackay, según nos dijo esa primera noche de nuestro conocimiento, se disponía a partir para México. México, pais que sabe elegir a sus hombres, lo llamaba para colaborar en la grande obra de reconstrucción nacional. Allí pensaba buscar su terruño aquel hombre rubio, para trabajar en una de las epopeyas mas grandes de la las veredas del

JUAN

12

A.

MACKAY

América contemporánea, con ese fervor que ya había demostrado en otras empresas de su vida de hombre de pensamiento y de acción. Entretanto la esquila del campamento llamaba a reposo. Allá abajo, junto al arroyo, andaban las medallas de los jar oles con que los primeros dormilones buscaban sus carpas. Arriba la Cruz del

—en

el añil

Sud evocaba, una vez más,

del maestro de Galilea. Símbolo al que

serrano el



símbolo

Mackay ha

dedicado la acerada ejemplaridad de su vida.

i





después del Por las mañanas cristal, oro y azul desayuno los muchachos del campamento nos reuníamos a escuchar las charlas que el doctor Mackay integrando el programa espiritual del veraneo





nos dedicaba.

Hay

en Ymcápolis un breve pinar. Alli, cuotidia-

namente, durante te librito.

seis o siete

mañanas nuestro amigo

pequeñas conferencias que forman esNingún lugar más propicio para aquellas

nos expuso

las

conversaciones que aquel bosquecillo de pinos. El pino es

un árbol con alma

cuerpo y alma. Allí en tan austero marco



me ha hombre limpio de

ascética y siempre se

ocurrido el mejor compañero del



la palabra magistral

EL SENTIDO DE LA VIDA

13

La

figura apos-

adquiría una intensidad inolvidable.

juego profético de sus conversaciones. Si algunas veces la voz se tornaba ta-

tólica se

como

jante

de

magnificaba en

el

acero toledano para repudiar las maldades

los hombres, otras, y eran las más, tenia la serena

dulzura del consejo.

Y

mientras las palabras aleteaban entre nosotros

como halcones de altanero vuelo, los ojos azules del doctor Mackay nos calaban el alma, escudriñando nuestra intimidad más auténtica. Confieso que en aquellos momentos he sentido esa vergüenza que los pecadores

deben experimentar

al confesar sus cul-

pas de hombres de carne y hueso. Aquella mirada limpia, incisiva, cordial nos recordaba la alegre





belleza de ser justos y buenos sin mojigatería. ¡Justos

y buenos virilmente! Quien no haya oído nunca al doctor Mackay no

podrá interpretar la grandeza que encierra este librito de charlas ejemplares. Desgraciadamente las páginas impresas no pueden reproducir en su

blancura

mano ojos.

el eco

de aquella voz,

el gesto

muda

de aquella de aquellos

crispada, la claridad inadgetivable

Ese triple prestigio inasible sólo puede repro-

ducirlo hoy, en el cielo del recuerdo, nuestro corazón. Allí,

lo

guardamos como un tesoro de

inalterable

amistad.

U

Juan Manuel Plata, Abril, 1931.

Villarreal.

I

HOMBRIDAD

EL SENTIDO DE LA Tenía razón Carlos Wagner

al

afirmar que: *'Hay

algo más raro que un gran hombre:

En verdad que terato,

artista

mismo de

es

más

fácil ser

un Hombre". li-

Y, por

lo

o ingeniero, que hombre.

ser la profesión

sal, es ella

es,

médico, abogado,

a la vez la

más

de hombre

la

única univer-

básica e importante de las

profesiones humanas.

¿Qué

significa ser

hombre, todo un hombre? ¿Dón-

de se encuentra un verdadero humano y cómo se le ccynoce? Creyeron encontrar uno aquellos campesinos ibsenianos

que salieron

al

encuentro del joven

clérigo Brand, al haber cruzado éste, en frágil botecito, las

aguas embravecidas de un fiord noruego, para

lo que creía su deber. "Hace tiempo que nos hablan del buen camino", dijeron a Brand, "y

cumplir con

nos lo indican con

el

dedo.

Más de uno

lo

ha seña-

JUAN

16

A.

MACKAY

lado, pero tú eres el primero

que lo ha seguido.

Un

millón de palabras no valen lo que un hecho. Por eso venimos a buscarte en inombre de todos, porque lo

que nos hace

falta es

un hombre". También

Pi-

aquel escéptico y timorato gobernador romano de Judea, creyó ver todo un hombre en cierto reo que

latos,

hicieran comparecer ante él en ocasión inolvidable.

"Ecce reno.

Homo", dijo a los ruines "He aquí el Hombre".

La cualidad de hombre, en palabra,

Unamuno

cuenta, en

la

acusadores del Naza-

el

sentido cabal de la

ha llamado "hombridad". Nos

uno de sus ensayos

,que, leyendo al

gran

historiador y psicólogo portugués Oliveira Martíns, le hirió la imaginación la voz "hombridade" que éste

aplicaba a los castellanos. "Hombridade" le pareció un hallazgo. Conforme la emplea Unamuno, esta voz encierra cualidades más amplias que la simple probidad u honradez indicada por "hombría de bien". Su sentido es mucho más comprensivo y viril que "humanidad", o "humanismo", voces que se hallan estro-

peadas por oler a pedantería, a secta o a doctrina

Hombridad es "la cualidad de ser hombre, entero y verdadero, de ser todo un hombre de hombre". "¡Y son tan pocos los hombres", agrega Unamuno, "de quienes pueda decirse que sean todo un hombre!" Adoptando esta simpática acuñación lingüística del quien, dicho sea de paso, es uno de gran vasco abstracta. ser



EL SENTIDO DE LA VIDA más

los ejemplos

17

legítimos de la hombridad en la

escena contemporánea

— vamos

a ensayar el retrato

de un verdadero arquetipo humano.

1 El hombre verdadero ha de la

ser,

en primer término>

negación de ciertos arquetipos bastardos que go-

zan todavía de mucho prestigio, ya sea entre

chedumbres, ya sea entre

Un

arquetipo

la élite intelectual

humano muy

clásico,

torio prestigio entre cierto sector

las

o sociaL

que goza de no-

de

la sociedad,

en algunos países más que en otros, se llama

Juan Tenorio.

Don

mu-

y

Don

Juan, que recibiera primero per-

sonalidad literaria en "El Burlador de Sevilla", de

Tirso de Molina, comparte con Fausto

el triste

honor

más universal de la literatura euRenacimiento a esta parte. ¿Quién es Don Juan? Por cierto que entre los Don Juanes de Tirso, de Zorrilla, de Moliere, de Byron y los de de ser

el

personaje

ropea desde

el

una ciudad sudamericana, hay marcadas diferencias de sensibilidad moral. En el fondo, sin embargo, son idénticos. Don Juan no cambia; blasona siempre la

misma enseña: "Yo

y mis sentidos" .Pero, con todas

sus bravatas y aires de guapo, es

un perfecto calavera

a quien la lujuria ha entontecido. Es rara vez un gran

apasionado; antes casi siempre un frío calculador. Ha-

JUAN

18

A.

MACKAY

ce alarde de su libertad. Vive, no obstante, en la esclavitud

más

absoluta, ya que lo

tojo los impulsos

de

la

manejan a su an-

carne o los mandatos

irres-

ponsables de un perpetuo 'porque el distinguido

sí". Hace poco médico español Dr. Marañón dejó caer

una bomba en

el

campo

tenorista,

éste el calificativo, pues así

no

Don

llamando a

Juan, "una monstruosidad biológica".

Empero merece

tiene vuelta de hoja

moral como físicamente resulta un

que

ser anormal.

Pero hay muchos jóvenes, por desgracia, que sin convertirse en ser

Don

Juanes de oficio, creen que para

hombres hay que tomar lecciones en

la

escuela

un mozo peruano que fué aclamado héroe por un grupo de com-

de Tenorio. Recuerdo pañeros suyos, traído

una de

del tenorismo.

al

las

el triste

caso de

descubrirse que aquél había can-

enfermedades que van a

En opinión de

la

zaga

esos jóvenes ingenuos,

aquél se había hecho ya hombre. Pero un hombre es otra cosa.

Un hombre

reconoce que

el instinto se-

xual es perfectamente natural, tan natural como cualquier otro, y adopta entonces frente a él una de estas dos actitudes. Sin reprimirlo, para que no for-

me

en su personalidad complejos freudianos, lo su-

blimiza, buscando alguna actividad de orden superior

que absorba su pasión. O, de otro modo, canaliza honradamente su instinto dentro del cauce del matrimonio, aceptando y aún persiguiendo las consecuen-

EL SENTIDO DE LA VIDA

19

das y obligaciones naturales que le trae la fundación de un nuevo hogar. Creo que si reflexionaran un poco los jóvenes sobre las posibles consecueíacias que acarrea a otros una pasión irregular, repudiarían para siempre todo arna-

co de

tenorismo.

No

olvidaré nunca una experiencia

que tuve en la ciudad de Valparaíso. Había dirigido unas palabras de aliento a un grupo de mozuelos,

vendedores de diarios, que

cotticurrían todas las no-

ches a unas clases que organizara para ellos la Asociación Cristiana de Jóvenes de aquella ciudad chilena.

Al retirarme luego

tario

que

del local pregunté al secre-

me acompañaba: "¿Cómo

explica usted el

contraste tan extraordinario entre los semblaíates her-

mosos e

inteligentes de

muchos de

esos

muchachos

y los harapos que visten y la posición social que ocupan?" Mi compañero me contestó con estas palabras

"Ninguno de

tan trágicamente sugestivas:

a su padre".

Y

ellos

¿esos padres? Tenorios de

conoce

una capa

social superior.

2 Otro arquetipo humano, más culto y correcto quipero no menos bastardo y subhumano, es el

zá,

"snob". El "snob" pertenece a la Antigua y AristoOrden del Pavo Real. Etti virtud de la sangre

crática

que corre por

sus venas,

o

la posición social

que ocu-

JUAN

20

A.

MACKAY

pan, o las propiedades que poseen, o la cultura que han adquirido, los miembros de esta orden sienten el más alto desdén por los demás hombres, ante quienes no pierden oporutnidad de pavonearse, cuidando de no alternar con nadie que no sea de su círculo. En lo social el "snob" es a menudo un hermoso animal que, al no enco'ntrar la sociedad genial de los suyos,

muestra preferencia por

la

de

los canes y

Fué pensando en esta rama del "snobismo" que Bernard Shaw dijo aquello de que: "Es permitido a las damas y los caballeros de hoy tener amigos en la perrera, mas no en la cocina". Por cierto que resulta asombrosa y desconcertante la cantidad de gente que pone de manifiesto su subhumanidad, tirando más a lo canino y lo caballar que a lo humano. Otra especie de "snob" se dedica a las letras. Lo que persigue el "sYiob" literario es el lucimiento más que el alumbramiento. Tiene la obsesión de la forma, preocupándole poco el fondo. Blasonando la jerga de caballos.

"el arte

por

el arte",

pasa la vida rebuscando cortes

y colores nuevos, resultando de esta suerte sastre de lo efímero, cuando debería hacerse escultor de lo

que

le interesan

los vistosos y llamativos.

Espectador

eterno. Los únicos aspectos de la vida al

"snob" son

sentado en su torre de marfil o su tallado balcón

mantiénese alejado de todo contacto con la vida real y verdadera. Jamás se le ocurre poner su talento al servicio de uma idea o causa nobles. aristocrático,

Y

EL SENTIDO DE LA VIDA cuando se da un "snob" de

el caso,

como

21

a veces sucede, de que

un libro de fondo, lo hace casi siempre sobre los temas que están de moda. Al ocuparse de problemas humanos, cuida mucho de no tocar los aspectos de dichos problemas que estén las letras escribe

candentes en su propia

tierra.

Tratar temas escabrosos

podría traerle muchos inconvenientes. Conozco una

gran obra de sociología escrita por un profesor sudamericano, en que no se tratan para nada los tremendos problemas sociológicos de

que a

la patria del autor.

Es

éste le interesaba tan sólo la opinión aítica

extranjera y nada el bienestar nacional.

Los

tales carecen

de hombridad. Son todos ellos

hombrecillos, traidores a la bondad, a la belleza, a la

verdad o a

la patria.

Es también traidor y maldito

todo sistema educacional que tienda a producir tipos

que vivan desdeñosamente apartados de la eterna realidad humana y de la realidad actual de la patria.

3 El tercer arquetipo de

bridad es el

el

hombre que carece de hom-

ególatra. Este hace del

Yo

y sus intereses

móvil de toda actividad. Pretende crearse un cos-

mos que

mismo. Don Juan era que sus acciones no idea objetiva del Yo, sino

gire sobre el eje de

egoísta, pero

no



ególatra, ya

estaban inspiradas en la

JUAN

22

MACKAY

A.

en una simple pasión camal. Lo propio podría dedel "snob". Este actúa indudablemente por egoísmo, pero mientras lo que le mueve es el buen

cirse

élite, lo que mueve desmedido de colocarse a sí mismo en el centro de todo cuadro, haciendo que todo le sirva de medio para la realización de sus fines, sin que él sirva de medio para ningún interés

tono o la buena opinión de alguna al ególatra es el

afáfti

ajeno.

Seguir en todo insta'nte la voluntad y el interés propios, sin consultar para nada los ajenos, no es sino

una forma

aristocrática

de

la locura. El perfecto vo-

luntarioso, con todos sus aires de caballero indepen-

poseído del demonio más trágico de demonio del Yo. Nadie puede hacer obra perdurable que tenga por único móvil una ambición egoísta. Tarde o temprano el endemoniado del "Yo" caerá de bruces en uno de sus vuelos temerarios, por dieSnte,

está

todos, el

encontrarse en las alturas con

el

ventarrón de alguna

ley universal. "Las estrellas desde sus órbitas pelea-

ron contra Sisera", dice ces".

Y

Víctor

"¿Quién ganó testa:

Hugo

el

antiguo "Libro de los Jue-

pregunta en "Los Miserables":

la batalla

de Waterloo.^".

.

.

Y

con-

"¡Fué Dios!"

Quizás

el

más perfecto

ególatra que nos ofrece la

de Ibsen. Adoptando éste de joven la enseña de "Ser yo mismo", se lanza al mundo en busca de fortuna. Tras una serie de periliteratura es el Peer Gyftit

EL SENTIDO DE LA VIDA

23

pedas por países extranjeros, en el curso de los cuales ha hecho y perdido varias veces ingentes fortunas, vuelve siendo hombre ya de barbas blaicicas, a su tierra natal. Camino de su aldea, entra en una vieja huerta conocida. Alza en la mano una cebolla y empieza a sacarle las telas. A cada tela que sale le da el nombre de algún papel que ha desempeñado en su vida. El de máufrago arrojado por el mar sobre playa americana, el de cazador de focas en la bahía de Hudson, el de buscador de oro en California. hasta llegar por fin a lo que debía ser el corazón de la cebolla. Pero. ¡nada! La cebolla es pura tela. "Como cebolla", dice, "ha sido mi vida, toda tela, apariencia Sobre mi lápida escúlpanse en letras de molde estas palabras: "Aquí yace nadie'. Peer Gynt era Don Nadie, por no haber consultado nunca en toda su larga vida sino su Yo y sus .

.

.

.

.

intereses.

.

.

.

.

No

mismo al servició demás. En ningún cosu nombre inmarcesi-

se había puesto a

de nada que beneficiara a

los

razón agradecido sobreviviría

ha de resultar a o nadie, pero un hombre, jamás. ble. El ególatra



la larga,

o un loco

4 ¿Quién es entonces el verdadero arquetipo humano? El que merece llamarse todo un hombre, posee tres cualidades básicas.

JUAN

24

Es un ser se destaca

libre que cuando se

Don

A.

MACKAY

de lo real. Su libertad compara con los tipos anteesclavo de una pasión baja; el tiene sed le

Juan es "snob" es esclavo de prejuicios riores.

latra es esclavo del

aristocráticos; el egó-

archidemonio Yo. El hombre ver-

dadero, habiendo afirmado su libertad frente a sus pasiones, sus prejuicios y sus ambiciones mezquinas,

abre de par en par las puertas y ventanas de su alma

mundo

a los soplos y voces que le vienen del Tiene sed de realidad.

humano

El ser

real.

mundo de

vive en dos mundos, un

efímeras apariencias y un mundo de eternos valores. El hombre verdadero, salido, como los presos platótiicos,

de

caverna de

la

ya todo bajo

de frente

la luz

de

contempla

las apariencias, lo

la Realidad.

Se atreve a mirar

al Sol.

Parte del mensaje de Keyserling

al

mundo contem-

poráneo es su insistencia sobre la necesidad de adoptar una actitud pasiva frente a las cosas que queremos investigar

o que merecen

mero que

ellas rnos hablen.

y prejuicios, ellas.

Luego,

investigarse.

que no nos

pri-

Libres de prevenciones

dejémonos empapar en lo

Dejemos

la

satisfaga,

atmósfera de después de

haberlo conocido, rechacémoslo. Pero no sea la actitud crítica la primera, sino la última. Entonces po-

dremos

De que

criticar

este

los

con pleno conocimiento de causa.

modo

que más

lio

nos expondremos

al

cargo de

critican son, por lo general, los

que

EL SENTIDO DE LA VIDA

25

menos saben. El hombre verdadero, sediento de

ma

lo

procede, en su búsqueda espiritual, en igual for-

real,

que

los

hombres de

científicos se

ciencia.

hacen a base de

Los descubrimientos

la aplicación reverente

y concienzuda de hipótesis a la realidad objetiva. Los descubrimientos espirituales sólo se harán por un proceso de verificación honrada de la teoría o actitud

que se someta a investigación. Otro rasgo del hombre verdadero por algo superior. real

Hay

que no podrán

ser descubiertas

que

preciosas experiencias

compartir. es la

La única

es el apasionarse

grandes regiones del

por los

mundo

teóricos,

no podrán nunca

éstos

actitud creadora frente a la vida

de aquel que se vincula a una idea o causa

superior que le absorbe todas las energías del cerebro, corazón y brazos.

forma.

Que ponga

Que

indiscutible importancia.

vocación en la vida.

sea

un obrero en alguna

su talento al servicio de algo de

Y

Que

encuentre, es decir, su

en cuanto a dificultades inte-

muy a menudo no bien pone a trabajar para cumplir un deber o encarnar en vida un ideal. Hay problemas que resultan ¿nsolubles en la soledad de la biblioteca y que polectuales, ellas se solucionan

uno

se

drían solucionarse fácilmente en la soledad del ca-

mino. "La acción", decía Amiel, "es

de

como

del fuego".

la combustión ;Con qué frecuencia

hombre,

intelectual

la vida,

así

la quintaesencia

es la la

quintaesencia

causa hace

al

como moralmente! ¿Quién

JUAN

26

A.

MACKAY

no ha sabido de hombres mediocres que

se agiganta-

ron, llegando a grabar hechos inmortales en las pá-

ginas de la historia, por haberse jugado la vida en

una causa superior? La pasión y no la apatía es el estado normal del hombre. Sólo son creadores los grandes apasionados. Sólo ellos son capaces de grandes conquistas, comen2ando por la conquista preliminar de un carácter personal aquilatado. "Ningún corazón es puro", alguien ha dicho, "que no sea apasionado; ninguna virtud es segura que no sea entusiasta". Hay que vivir en un vértigo, grita Unamuno. ¡Que lean y se inspiren en esa pieza de prosa candente de cruzado, con que éste prologa su "Vida de Don Quijote y Sancho", quienes hayan visto la Estrella y estén dispuestos a seguirla!

Y

si

uno

es

todo un hombre, además resultará con-

secuente en sus pensamientos y acciones. Compene-

hombre de verdad, o Verdad, como dijera el Galileo a Pilatos. Su vida será de una sola pieza y no llevará máscara de ninguna especie. Lo que piensa su alma blanca, eso trado de la realidad, será un

de

la

mismo

Antes de claudicar prePensando en hombres de esta fibra, dice Romain Rolland: "Id a la muerte los que debéis morir. Id a sufrir los que debéis sufrir. No se vive para ser feliz sino para cumplir con una ley. Sufre y muere, pero procura lo que debes ser: un Hombre". lo dirá y lo cumplirá.

ferirá morir.

I

II

EL SENTIDO DE LA VOCACION Al volver Don Quijote a casa después de

la triste

aventura que puso fin a su primera salida, dirige una

Pedro Alonso, que

frase al labrador

cual resulta de

más homdo

lo

acompaña,

la

significado que todo el

largo y clásico discurso a los Cabreros: "Yo sé quién soy", dice el hidalgo de la Mancha a su incrédulo vecino, "y sé qué

puedo

ser" y, esto se lo dijo, es-

tando todo molido y maltrecho "Yo sé quién soy". Estas palabras podrían tomarse, .

por

cierto,

como

simbólicas de la llamada soberbia

española, que Quijote encarna. Pero tienen además un sentido mucho más umiversal y humano. Son palabras de un hombre que se halla firmemente convencido del papel que le toca desempeñar en la vida, es decir, de uno, que posee en grado superlativo el sentido de la vocación. Quijote sabía quién era. Sa-

JUAN

28

MACKAY

A.

bía que había nacido para ser brazo de Dios en la tierra,

a fin de enderezar todos los entuertos de

Consecuente con

el sentido

ella.

que tenía de su misión,

no perdió oportunidad de embestir molinos de

viento

y de dar libertad a galeotes encadenados, nada desmayado en su fe y arrojo por el hecho de que aquéllos

molido y que éstos, al cobrar su libertad, dieran de pedradas a su libertador. Lo que buscaba

lo dejaran

no era

el éxito ni la gratitud, sino la satisfacción

haber respotidido a un llamado íntimo, que siera el deber y

no

la felicidad

como

le

de

impu-

ideal de su vida.

El sentido vocacional del inmortal manchego era

vez su locura y su gloria. A causa de él "vivió loco"; librado de él en el crepúsculo de la vida, *'murió

a

la

como Alonso Quijano el Bueno, como Don Quijote el Loco, que será eterna ins-

cuerdo". Pero no es sino

piración y enseña de los llamados a desempeñar

papel en

el

un

mundo.

1

Sin duda alguna, el sentido de la vocación es uno

de

los sentidos superiores del

hombre. Es

el

sentido

que lo lleva a acometer con desinterés y denuedo las más grandes empresas. En los momentos obscuros le proporciona

nuevos

bríos.

luz,

en los trances difíciles

Hace a un hombre

le

infunde

superior a todas las

EL SENTIDO DE LA VIDA

29

burlas y calumnias, y si, al fin de la jornada, aquél no viere llenadas sus esperanzas, le ofrecerá el consuelo de que otros que han visto la Estrella de su

destino en el cielo de su ejemplo luminoso llevarán

a cabo la obra. día en que uin

el

De

que

suerte que cabrá asegurar

hombre pueda

sé quién soy", conociéndose a



decir de veras: "yo

mismo

a la luz de

una visión nueva de algo que debía hacer en en ese mismo día empezará a vivir de veras.

la vida,

De

allí

en adelante vivirá en su obra y su obra en él. Dejará al i'nstante de ser un "nadie" para llegar a ser alguien. Será ya "hidalgo", hijo de algo, vale decir,

de sus obras, o más bien del nuevo y santo sentido que lo impulsa a emprender obras.

Mucha

falta

nos hace este sentido superior de la

vocación. Su adquisición y cultivo vendría a solucionar seguramente rjna porción de problemas graves de

nuestra sociedad.

Unamuno ha

expresado unos con-

ceptos al respecto en su libro "Del Sentimiento Trágico de la Vida" que merecen pensarse con atención.

"Este de la propia vocación", dice, "es acaso

el

más

grave y más hondo problema social, el que está en la base de todos ellos. La llamada por antonomasia cuestión social es acaso,

más que un problema de

re-

parto de riquezas, de productos del trabajo, un pro-

blema de reparto de vocaciones, de modos de producir.

Que encuentre cada cual entonces su verdadero Que sienta el valor religioso de su vocación

oficio.

JUAN

30

MACKAY

A.

Que trabaje en ella con tanto amor y empeño que se haga insustituible para quienes sirve". "Mirándonos cada uno ca.:o servidores de los demás,

civil.

como quienes debemos poner todo nuestro entusiasmo en hacer algo que sea de utilidad pública, lo religioso sería,

en

tal caso",

concluye diciendo

Unamuno,

"tra-

de hacer que sea nuestra vocación el puesto en que nos encontramos y, en último caso, cambiarlo por tar

otro".

Esto sería lo ideal, pero en la sociedad actual, ¿qué

encontramos? Por un lado gran cantidad de personas que carecen de oficio o vocación, y, por otro, una cantidad el

mucho mayor que

tno sienten

papel que desempeñan. Entre

llones,

gún

las

como vocación

primeras hay mi-

indudablemente, que quisieran trabajar en

oficio,

pero no pueden.

problema de

He

la desocupación, parte

momentánea que ha legado contemporáneo. Es

ésta,

la

al-

aquí, en el trágico

de

la hereincia

Gran Guerra

al

mundo

empero, una situación oca-

producida por circunstancias anormales, y destinada a desaparecer poco a poco.

sional,

Mucho más

grave que

tienen vocación por llos que,

no

el

problema de

los

que no

hallar empleo, es el de aque-

pudiendo tener

trabajo,

no quieren

trabajar.

Son pudientes, y prefieren la holgazanería parasitaria al trabajo productivo.

¿Qué hacer

cofn los parásitos,

con los hombres que

viven de dineros heredados, sin aportar ningún con-

EL SENTIDO DE LA VIDA

31

tingente útil a la sociedad que los protege? Puede

haber discrepancia de ideas en cuanto a

las

medidas

que convesndría adoptar frente a tales personas, pero ninguna en cuanto a la eterna idealidad de los refranes que rezan: "El que no trabaja no come" (suponiéndose siempre que esté en condiciones de hacerlo), y "Todos darán según su capacidad y tomará cada uno según su necesidad". Pero sólo un sentido acendrado de la vocación en todos los ciudadanos de uSn país podría traer un estado social en que este ideal fuera realizable.

2

Hemos que no

mucha gente, por otra part^ como vocación el papel que desempeña.

dicho que hay

siente

Hace algunos años realizar

una

se

me

brindó

la

visita a la Penitenciaría

oportunidad de

de Buenos Aires,

en tiempos en que regenteaba ese establecimiento ilustre penalista visita, solicité al

el

Dr. Eusebio Gómez. Al cabo de la Director se sirviera contestarme

gunas preguntas sobre

las

dos. Entre los informes

modalidades de

que

me

al-

los pena-

proporcionara con

ese motivo, escuché una frase que desde entonces ha quedado grabada en mi memoria. Díjome el Dr. Gómez, que muy a menudo, cuando un penado le hacía

confidencias en su despacho, decía: "Señor Director:

JUAN

32

Yo

A.

MACKAY

sé ser preso". Sabía, es decir,

tamente

al

ducta que

acomodarse perfec-

reglamento carcelario, observando

más probabilidades

la con-

tendría de hacerle caer

en gracia con la superioridad. No sentía desde luego ninguna vocación para continuar siendo presidiario.

Lo que

sentía era el anhelo de ser

hombre

libre; pero,

para poder recobrar más pronto su libertad, tenía

que saber

"Yo

ser preso.

sé ser preso". ¡Cuántas personas

aprenden y

desempeñan papeles que no les agradan, para los cuales no sienten ninguna vocación Muchas de ellas son gentes pobres, a quienes la sociedad ha negado la !

oportunidad de desarrollar

las

capacidades superiores

que poseen, condenándoles a trabajar en los mismos oficios que sus padres y abuelos. Esto es una injusticia magna. Toda sociedad está moralmente obligada a proporcionar a los hijos de todos sus ciudadanos, mediante facilidades culturales adecuadas, la oportunidad para que éstos descubran sus aptitudes y elijan libremente su vocación en la vida.

Pero hay otro problema mucho más serio que

el

de la despreocupación del Estado por descubrir valores superiores en las filas del proletariado. Es que muchos hombres y mujeres que han gozado de todas las ventajas que la sociedad pudo proporcionarles y

que ocupan posiciones de gran importancia, carecen de todo sentido vocacional en los cargos que desempeñan. Son médicos, abogados, legisladores,

f unció-

EL SENTIDO

DE LA VIDA

33

narios públicos, sacerdotes, profesores, estudiantes y quién sabe cuántos profesionales más, de quienes no se

puede

decir sino esto:

tiene puesto,

presos a que

no sienten sición les da.

me

ser,

he

serlo.

Cada cual

vocación. Igual que loí

referido, éstos saben ser lo que!

y saben serlo por

o la influencia que

el

el

sueldo o la po-

desempeño de su cargo

Piensan tan sólo en las ventajas que han de

recibir y

dos!

que saben

mas ninguno

No

no en

el

bien que puedan hacer. ¡Desdicha-

saben quiénes son, sólo saben ser lo que no

son ni quieren

ser.

3

¡Qué tragedia cuando una porción grande de los hombres de un país busca puestos en lugar de vocaciones! Pongamos el caso del magisterio. ¡Cuán pocos soín los verdaderos maestros, los hombres que por amor a la enseñanza no sueñan sino con ser verdaderos conductores de almas, esforzándose en todo momento por ser dechados de hombres virtuosos y de investigadores concienzudos!

No

escapará a ninguno que esté compenetrado del

significado de las luchas universitarias de la última

década, que la causa básica y originaria del movimienAmérica Latina fué el

to estudiantil reformista de la

sentimiento de trágica orfa!ndad que embargó a lo¿

JUAN

34

A.

MACKAY

alumnos al verse sin maestros. "¡Queremos maestros, queremos maestros!" He aquí la nota medular del documento histórico que lanzaron los uni-

hombres libres de ensueño de aquéllos y de otros jóvenes estudiantes, de un hogar cultural en que "sólo podrán ser maestros los verdaderos constructores de almas, los creadores de verdad, de belleza y de bien". Será cuando todo aquel que se diga maestro, sea de la enseñanza superior, secundaria o primaria, posea un sentido análogo de la vocación magisterial al que traduce Gabriela Mistral en aquella pieza de prosa conmovedora "La Oración de la Maestra". Dice la humilde maestra de provincia, dirigiéndose al Maestro Supremo: "Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos

versitarios

cordobeses

"a

los

América". ¿Cuándo se cumplirá

los

instantes.

el

Maestro, hazme perdurable



el

fervor

impuro deseo de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren, no me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las que enseñé. Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes. Dame alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y a dejarle en ella clavada mi más penetrante melodía, para cuando mis labios no canten más. Muéstrame y pasajero

el

desencanto. Arranca de

este

.

EL SENTIDO DE LA VIDA posible tu Evangelio en

mi tiempo, para que no

nuncie a la batalla de cada día y de por él".

¿Quién puede medir

35

la influencia

re-

cada hora

de un maestro

inspirado por tal sentido de su vocación? Entre los

verdaderos maestros del

mundo moderno, ocupa

lu-

gar destacado don Francisco Gíner de los Ríos. Era

Todo lo que era se sabrá más cuando sus discípulos, unidos a los de don Miguel de Unamuno, fundarán un día la España nueva. Al final de "El Licenciado Vidriera", Azorín nos pinta a don Francisco entre sus alumnos. He aquí el pasaje: "La imaginación se echa a volar y vemos una amplia casa aristocrática, y en ella una rica librería y umas anchas estancias, apartadas del bullicio, en que viven, en amable consorcio con las musas, un hombre docto y bueno y unos muchachos llenos de ilusiones y de esperanzas. Don Francisco va el

maestro perfecto.

tarde,

dirigiendo sus lecturas, enseñándoles las bellezas de los clásicos latinos y griegos,

leyendo con ellos los

grandes poetas de España, educándoles, en

fin,

con

la dul-

el

ceño adusto de un preceptor, sino con

no

zura y suavidad de un amigo srncero y apasionado y luego, pasean, realizan largas excursiones, se em.

papan

Hay

.

campo". que Azorín no dice, algo contó una vez uno de los mismos discípulos

del paisaje y de los olores del

algo, sin embargo,

que me de don Francisco. Parece que en

esas reuniones y

JUAN

36

paseos de amigos,

uno y otro de uno:

"Y

el

MACKAY

A.

Maestro, en íntima plática con

sus discípulos, solía preguntarles a cada

usted, ¿qué piensa hacer en la vida?"

QueQuería que cada buscando y hallando

ría infundirles el sentido vocacional.

cual llegara a saber quién era,

su verdadera vocación.

La interrogación afectuosa de don Francisco suscicomo éstas en la mernte de sus jóvenes amigos: ¿Qué debo hacer yo en la vida? ¿Cuál debe ser mi vocación? ¿Cómo puedo saber qué taba, sin duda, preguntas

vocación

me

toca abrazar?

4 Ante el magno problema vocacional no hay como empaparse en las biografías de los grandes hombres. Ningún joven debe cruzar el umbral de la mayor edad sin haber leído una o todas esas colecciones clásicas de biografías que son "Las vidas", de Plutarco; "Los Héroes", de Carlyle; "Las Vidas Ejemplares", de Romain RoUand, y de modo especial "La Vida de Jesús" en los Evangelios. En la lumbre de los hombres superiores es donde debe encenderse la llama del ideal y atisbarse los horizontes del destino. La historia nos dice que muchos de los hombres

cumbres

se sentían

llamados como por una voz

so-

brenatural a emprender las obras revolucionarias que

EL SENTIDO DE LA VIDA

37

han hecho inmortales. Fué ése el caso de Moisés, de San Pablo y de no pocas figuras de la historia religiosa del mundo. Casos ha habido tambiém en que grandes militares, exploradores y revolucionarios han poseído un sentido místico de la importancia histórica del papel que desempeñaban y de su propia importancia como hombres del destino. Colón, por ejemplo, miraba el descubrimiento del Nuevo Mundo como el cumplimiento de una profecía de Isaías y se miraba a sí mismo como el órgano de la Providencia para cumplirlo. Su sentido místico le daba la intuición de un continente por descubrir y una voluntad inquebraintable para buscarlo. Pero, por lo general, uno da con su vocación por una de estas dos vías: el descubrimiento de una capacidad especial, o la visión de una necesidad urlos

de

Jesús,

gente.

La educación nueva está encaminada a descubrir por diversos métodos la capacidad latente de los edu-

como

candos, así

mo

su tendencia innata.

se descubren se procura cultivarlas

Tan luego

co-

por todos los

medios, alentaindo a los alumnos a buscar su vocación

por

la vía

de sus propias aptitudes. Parece que fué

de

hazañas de Aquiles en la 'Tlíada* que condujo a Alejandro el Grande, cuando joven, a descubrir su propia alma y su destino. El habría de ser el Aquiles de su época. Romain Rolland nos describe cómo Juan Cristóbal la lectura

de

Homero

las

la

JUAN

38

A.

MACKAY

descubrió su vocación. Este no era sino un niño cuando su abuelo creyó hallar en su nieto el talento incipiente de compositor musical, y así se lo manifestó. Juan Cristóbal tomó en serio la opinión entusiasta de su abuelo y ya, mie'ntras ejecutaba los interminables y aburridos ejercicios musicales que le imponía su padre, "oía en su interior una voz orgullosa que le repetía: soy un compositor, un gran compositor. Puesto que era compositor, a partir de aquel día se dedicó a componer". Otros, y yo diría la mayoría de los grandes benefactores de la humanidad, han encontrado su vocación hallándose, en

momento determinado de

su vida,

frente a frente a una situación seria que reclamaba

imperiosamente remedio.

Así encontró su vocación

Oliverio Cromwell, padre de las libertades inglesas;

encontraron la suya, José de San Martín y Simón Bolívar, padres de la emancipación sudamericana. así

Compenetrado de

las angustias

de su

patria,

Juárez halló su vocación de forjador del jico.

Mahatma Gandhi

era

Benito

Nuevo Mé-

un abogado cualquiera

cuando, con motivo de un atentado contra los derechos de los hindúes en

el

Africa del Sur, hizo can-

celar su pasaje de regreso a la India la víspera del

día en que debía partir, a

encaminó hacia las

la

Una

fi'n

de defender

la

causa

momentánea le vocación de toda su vida. Todas

de sus compatriotas.

necesidad

grandes instituciones humanitarias fueron funda-

EL SENTIDO DE LA VIDA das por hombres y mujeres que

Nigh tíngale, fundadora de

la

39

—como Florencia — hallaron

Cruz Roja

su vocación en la tarea de afrontar necesidades apretiene que hacerlo", se dijeron. qué no he de ser yo?" ¿Por qué no? He aquí la interrogación creadora, la de aquellos que en el seno de lo actual han tenido un vislumbre de lo ideal, de algo que no existe aún, pero que debería existir. Inspirados cada cual en u¡q ensueño particular, retan con un eterno ¿por qué no? miantes.^ "Alguien "^•Por

todas las dificultades que impidan su realización.

La

tensión superior que se engendra en las entrañas de

todo aquel que quisiera encarnar en obras una visión

de bien,

le

conducirá ineludiblemente a encontrar su

papel en la vida,infundiéndole la vocación.

el

sentido creador de

III

EL SENTIDO DE LA VERDAD "¿Qué zaret, sin

es la verdad?", dijo Pilatos a Jesús de

misma pregunta desde entonces, como

Se ha hecho los siglos

Na-

darse tiempo para recibir una respuesta. la

había hecho por

las

a lo largo de todos antes de ese día se

escuelas filosóficas de Grecia.

Ella entraña un problema de interés perenne, el cual

ha dado lugar

a infinidad

de soluciones.

Sin entrar en la historia de este problema, y sin

someter a examen se

crítico las múltiples teorías que han formulado para solucionarlo, vamos a enca-

rarlo

directamente a nuestro

modo

y

por cuenta

propia.

La

Tiene que ver con

que

una esfera de relaciones. relaciórn entre lo que es y lo

esfera de la verdad es

se dice ser,

la

o lo que se hace aparecer, vale

entre la realidad y su expresión.

Cuando

decir,

existe co-

EL SENTIDO DE LA VIDA

41

rrespondencia entre éstas se perfila en seguida la verdad.

De modo

que

podría definirse como

ella

la

correspondencia perfecta entre la realidad y su expresión. De la falta de correspondencia entre ambas resulta el error o la mentira. Si al tratarse de describir la realidad, se

ge

el error.

equivoca inconscientemente, sur-

En cambio,

resulta inexacta

si la descripción de la realidad porque se ha querido que así fuera,

asoma la mentira. Ahora bien; como lo que hemos llamada la realidad consta de diversos aspectos, será necesario, para poder hacer un cuadro armonioso de la verdad, indicar lo que ésta significa con relación a cada uno de

ellos.

1

La realidad

como

nos presenta, en primer término,

se

objeto de nuestro conocimiento, de suerte que

se nos plantea en seguida telectual:

¿cómo pensar

verdad conceptual

En

el

un problema de orden

lo real?, ¿en

qué consiste

in-

la

?

hombre debe ser como llamara Platón al

terreno del conocimiento el

un "cazador de verdadero

la

filósofo.

verdad",

Debe

esforzarse por conocer las

cosas tal cual son. Libre de todo prejuicio e interés

bastardo, nunca debe dar descanso al cerebro en la tentativa leal de procurar

que haya correspondencia

JUAN

42

A.

MACKAY

o hechos que reclaman su estudio que se forme de ellos. y La pasión por buscar la verdad en este sentido ha sido rasgo de multitud de espíritus superiores. Uinos llegaron a raíz de su búsqueda a una idea rectora que les alumbrara la realidad entera, trayendo la paz entre los objetos las ideas

al

inquieto corazón. Tales fueron, por ejemplo, el

Buda y Espinoza. Otros hallaron

tanta

satisfacción

búsqueda misma, que se encariñaron con ella. Para éstos la lucha valía más que la victoria. No era la meta sino la carrera lo que les hacía felices. No buscaban el reposo sino la agitación. Dirían con Malebranche, que "si tuviera la verdad cautiva en la mano, abriría la mano y la dejaría volar, para poder perseguirla y capturarla otra vez". Pero unos vital

en

la

y otros tañían por igual el sentido de la verdad. La sed de ella era el único resorte de su vida y a ella juraron eterna lealtad. No acariciarían a sabiendas el error, ni jamás proclamarían ni vivirían Eran intelectualmente hoinrados.

La honradez

la mentira.

uno de los rasgos más uno de los más difíciles

intelectual es

apreciables y, por desgracia,

de encontrar. Se caracteriza por

el

hábito de mantener

siempre abiertas las puertas y ventanas de la mente a las luces y brisas de la realidad, así como por la resolución inquebrantable de sacar las consecuencias lógicas de cada

nuevo vislumbre de

esquivar nunca las

la

verdad, sin

consecuencias inevitables de la

EL SENTIDO DE LA VIDA

43

lealtad a ella. Pero son relativamente pocos los intelectuales honrados. Refiere

un eminente

escritor es-

pañol, que un médico, amigo suyo, fué llamado una

vez a cierto plaintel de enseñanza para

a

asistir

uno

de los internos que se hallaba enfermo. En una galería reservada vió

un cuadro

al

vivo que represen-

taba a San Miguel Arcángel en lucha con el demonio Satanás. El Arcáíigel tenía a sus pies al ángel rebelde, quien tenía

en

la

mano... ¡un microscopio! El

microscopio era para las autoridades de ese colegio

símbolo del superanálisis. La investigación dema-

el

siado minuciosa la tachaban de labor satánica y quienes se interesaban por ella les resultaban unos

demonios.

¡Cuánto ha sufrido

el

progreso

humano por

causa

de aquellos que, por sus prejuicios o intereses creados

o por

modar

falta

de valor moral, se han resistido a aco-

La honradez intelectual de un hombre de ciencia se pone a prueba en cuanto tropieza con un dato o datos que no cuadren sus ideas a la realidad!

dentro de sus hipótesis.

Si

posee de veras

de la verdad, se dispondrá a revisar

el

las leyes

sentido

o

fór-

mulas afectadas. Si no, tratará de orillar el nuevo problema planteado o de asesinar los datos inconvenientes que lo han originado. Cuéntase de cierto biólogo, discípulo de Luis Agassiz,

ser

que

al

dar una vez con un molusco que parecía

especie transicional

entre los

muchos moluscos

JUAN

44

A.

MACKAY

que estudiaba, después de haberlo examinado largo rato,

lo arrojó colérico al suelo, pulverizándolo al

instainte

con

el

Al destrozar

taco del zapato.

dato que ponía en apuros su teoría biológica, científico,

exclamó: "Ese es

el

modo de

el

así el

seudo

tratar a

una

maldita especie transicional".

En cambio, pirados por

los verdaderos

el

hombres de

ciencia, ins-

sentido de la verdad científica, han

tenido siempre interés especial en todos los datos que se

mostraran reacios a ser encasillados en

corrientes.

Muy

a

menudo

el

las teorías

estudio honrado de los

datos residuales ha conducido a nuevos descubrimientos.

Miremos siempre de

frente a todos los datos fide-

dignos que se nos

presentetti, sin

Reconcentremos

mente sobre

la

esquivar ninguno.

ellos

en meditación

prolongada y silenciosa. Luego, en el momento menos esperado, y cuaindo la mente esté ya en condición receptiva, se nos vendrá, cual destello de luz, la nueva verdad apetecida. Así, nos dice Henri Poincaré, le "vinieron" sus descubrimientos matemáticos.

Porque,

si

bien tenemos unas facultades de carácter

adquisitivo que salen en busca de la verdad, tenemos otras de carácter receptivo, la

que

bienvenida en cuanto llega.

la

reconocen y le dan

EL SENTIDO DE LA VIDA

45

2

Un

segundo aspecto de

acatamiento.

De

la

la realidad

reclama nuestro

misma manera que

la correspon-

dencia entre la idea por un lado y ciertos datos por otro, origina la verdad conceptual, la correspondencia entre la conducta y ciertos valores eternos origina la

Un hombre

uno en que estos valores o normas se han hecho cartne. El se compenetrará de ellos de tal manera, que sus actos resultarán la expresión transparente de un ser identificado del todo con el bien. Hará el bien por el bien, y no verdad

ética.

moral

es

por alguna imposición externa ni conveniencia particular.

La verdad conceptual y la verdad ética están íntimamente ligadas. En último análisis, la ciencia reposa sobre la virtud.

De no

haber en

el

investigador cien-

tífico la sinceridad absoluta, sus investigaciones ten-

drán poco valor. Hay, además, problemas intelectuales

de

tal trascendencia,

que no tienen solución aparte

de una actitud determinada frente a tende, por ejemplo,

definir

la

la vida.

Se pre-

última realidad. Se

quiere indagar el "¿por qué?" del Universo y conocer el

principio matriz que rige sus destinos. Para tal

caso,

como

alguien ha dicho: "La ética es la mejor

fuente de la clarividencia espiritual". Ella nos ofrece

JUAN

46

MACKAY

A.

una clave para interpretar realidad es una, y la vida

de

ella.

De

suerte

que

el

es parte integrante

las intuiciones

tad a ellas ha salvado a

Muy

de

la

conciencia

menudo la lealun hombre en el momento

moral tienen valor inmenso. de hallarse

pavoroso misterio. La

humana

a

merced de los ventarrones del escepticismo. "En la hora más negra por la que pueda pasar un alma humana, aunque todo lo demás al

garete, a

si no hay Dios [ni vida futura, aun en tal caso, es mejor ser generoso que egoísta, mejor casto que licencioso, mejor leal que falso, mejor valiente que cobarde". El que dijo estas palabras se salvó por el sentido que

estuviere en duda, esto al menos, es cierto:

tenía de la verdad ética, aferrándose en su desespe-

ración intelectual a los inconmovibles basamentos de la

moral.

muno

Y

no

es otra cosa la

que recomienda Una-

en su obra maestra "Del Sentimiento Trágico

la Vida". Dice el primer moralista de Europa: "Obrar de modo que sea nuestra aniquilación una injusticia, que nuestros hermanos, hijos, y los hijos de nuestros hermanos y sus hijos, reconozcan que no debimos haber muerto". Hay, sin embargo, quien sólo aparenta tener este precioso sentido de la ética. Los enemigos más acé-

de

rrimos de la

la virtud, los

elementos más peligrosos de

sociedad, son los hipócritas.

etimología de la palabra uftio

De

acuerdo con

el hipócrita es

que juega un papel que no

un

es suyo,

la

"actor",

uno que

EL SENTIDO DE LA VIDA

47

aparenta ser lo que no lleva el disfraz

es. Es un enmascarado, que que más convenga a sus mezquinos

intereses. El disfraz

de ángel que cubre

más temible el

es el

de un rostro

corazón de un diablo. Es éste

más apropiado para el traidor. La novelista i'nglesa George Eliot ha pintado con maestría jamás superada el

el retrato del

perfecto traidor. Es uno, dice, que tiene

que

no deja huellas, labios que mientan con dulce sonrisa, ojos de tal brillantez y profundidad que no se empañen por ninguna infamia, mejillas que se levanten de un asesinato sin pa*'una cara en

lidecer". Pero

en

el vicio

las entrañas

de Tito

el traidor, la

hipocresía había gestado un hijo, el Miedo. el

Andando

tiempo, este hijo espantoso llegó a convertirse en

compañero inseparable y único de su padre. Y así sucede siempre. El hipócrita no puede ser feliz. Para poder serlo tendrá que despojarse de la máscara. Para poder sentirse hombre, hombre que sienta respeto por sí mismo, hombre a quien la mirada más escudriñadora no amedrente, no le queda sino un solo recurso: quitarse la máscara y confesar con franqueza por qué se la puso. La confesión sincera, que no es sino la reafirmación valerosa del embotado sentido de la mentira,

la

verdad, deshace

la

alianza con

devolviendo a la personalidad entera su

equilibrio y sencillez.

JUAN

48

MACKAY

A.

3 Uín tercer aspecto de la realidad nos produce emociones.

De

la

correspondencia entre la emoción pro-

ducida y su expresión en un poema, un cántico, una o una escultura, surge la verdad

sinfonía, uín cuadro estética.

que no

Cuando se siente

se pretende dar

forma

honradamente, resulta

artística a lo

la farsa.

Mu-

cha poesía, por ejemplo, es pura farsa, porque escribe la cabeza pero

no

el

corazón.

Muchos

la

poe-

tastros harían bien en recordar el consejo de Carlyle

de que no se dijera en verso nada que pudiera decirse

en prosa. Farsa son también la generalidad de

que se pronuncian coln motivo de la conmemoración de próceres y de efemérides históricas. No hay lenguaje más falso y retumbante, más desmesurado y chillón, que el empleado en los las piezas oratorias

panegíricos con que se celebran tales ocasiones. El culto de los superlativos e hipérboles acaba por inca-

pacitar

al

devoto para experimentar una emoción

elevada o para expresarla en forma natural y apropiada, aun cuando la llegara a experimentar.

"Para hacer ca/nciones

es necesario ser

como

ellas",

buhonero a su pequeño sobrino, Juan Cristóbal, la noche que pasaron juntos a orilla de un río, empapándose en la música de la Naturadijo Gotifredo

el

EL SENTIDO DE LA VIDA leza. Esta lección sobre estética

nunca

el

49

musical no la olvidó

futuro compositor, quiem luego hiciera de

toda su vida de artista una sinfonía de perfecta correspondencia entre su estado emocional y la expresión musical que le daba. Pero, tratándose de la verdad estética hay que re-

conocer otra correspondencia también: la que debe existir

que

entre la emoción sentida por el artista y lo

la ocasionara. El

verdadero

artista siente el sig-

nificado universal de lo que contempla,

escucha o

medita, de suerte que la expresión que da luego a su emoción no será íaunca una simple reproducción realista

de

la

causa de

ella, sino

una interpretación

de su significado. Hartos estamos de realistas que creen que la verdad estética consiste en emplear

el

como máquina fotográfica para retratar los asmás asquerosos de la vida humana. Hay realistas cuyas obras no son más que cloacas descubierarte

pectos

que apestan tanto la atmósfera moral de sus lectores que se produce en éstos una especie de asfixia que los hace incapaces de ver y sentir la vida tas,

en su debida perspectiva. El prurito de realismo de

que padecen tantos llamados artistas y otros no es sino un estado mórbido y amoral. Lo que falta actualmente en estas tierras de América son artistas que nos descubran lo universal eo en lo efímero y que, comrealidad que los rodea, nos la

lo particular y lo eterno

penetrándose de

la

JUAN

30

hagan ver y

MACKAY

A.

sentir eín su

verdadero significado huma-

no. ¡Dejándose de imitaciones artificiosas, abísmense

en

las entrañas del terruño

para cantar y pintarnos luego los dolores y las esperanzas de la Pampa, la Selva y la Cordillera! Por que el arte es para la vida y no la vida para

el arte

.

4 La última correspoindencia a que nos hemos de más importante de todas. Es, en

referir es acaso la

efecto, la correspondencia entre la corriente central

de nuestra vida y mico.

Que

tal

la corriente central del

corriente

o tendencia

proceso cós-

exista,

postulado de la misma idea del progreso.

es

Que

un ella

impulsada por fuerzas de bien y encaminada hacia el perfeccionamiento de la personalidad humana, esté

un postulado de nuestra conciencia moral. No hay principio filosófico más valedero que este, que *'el todo ha de ser bueno". No vivimos en una fantasmagoría, a pesar del alto relieve en que se destacan a menudo el caos y misterio de las cosas mundanas. Ni puede creerse por un momento, a riesgo de derrumbar los cimientos mismos de la razón, que el Universo no sea esencialmente bueno y que no se persiga a través de la historia milenaria una alta es

finalidad de bien. Sí

así

fuera, la correspondencia

EL SENTIDO DE LA VIDA

más ia

básica

que

le

51

incumbe lograr a todo hombre

de ajustar su vida a la verdadera tendencia de

cosas.

Debe

es las

valerse de todos los medios para rela-

cionarse con ella.

mismo cauce que

Dejando que su vida fluya en el el hombre llegará a ser un

ella,

centro creador de progreso. Esta correspondencia tras-

cendental podrá llamarse la verdad religiosa.

Pero surge en seguida la pregunta:

¿Cómo

inter-

pretar esta corriente cósmica del bien? ¿Cuál es su

quintaesencia?

De

acuerdo con

el

antiguo principio

filosófico de que hay que interpretar la realidad de una cosa en términos de su fruto y no en términos de su raíz, es menester interpretar la realidad suprema como uüna voluntad de bien, el arquetipo de la realidad más alta que conocemos. La corriente central de las cosas es, por tanto, la expresión de una Voluntad Soberana de bien, que impulsa el mundo por el camino del progreso y propende al perfeccionamiento de la vida humana. Pero todo progreso, así como todo perfeccionamiento, depende del abandono espontáneo y pleno, por parte del hombre, de su voluntad egoísta, para identificarse, como leal colaborador, con la voluntad de Dios. De suerte que la verdad religiosa es la correspondencia originada por la sublime aventura de entregar la voluntad particular a la Voluntad Universal Sólo a raíz de esta entrega podrá la verdad más alta conocerse; sólo así podrá el alma humana hallar el

JUAN

52

A.

MACKAY

reposo y la energía indispensables para una obra creadora de bien.

Camino de

la

verdad suprema, una voz rompe

el

una voz firme, pero tierna, de Caminante. Ella dice: "Te doy la mano; sigúeme". silencio misterioso,

IV

EL SENTIDO DE LA AMISTAD

No

hay palabra más sagrada que

no hay

relación

humana más

la

de amigo;

espiritual y sublime

que

la amistad.

más elevada que la o esposos, ya que hay muchos hermanos, novios y esposos que no son amigos. Es harto frecuente que los hermanos sólo se toleren, que un interés mezquino vincule a los novios, que los esposos no tengan más en común que la casa que habitan. Pero cuando a la tolerancia fraternal, a la exalLa

relación entre amigoí es

entre hermanos, novios

tación del (noviazgo, a la vida rutinaria del matrimonio, se les

infunde

el

sentido de la amistad, estas

relaciones se sublimizan, alcanzando con ello su

perfecta expresión.

más

JUAN

54

A.

MACKAY

1

¿Cómo siste

definir esta realidad superior?

manos, con

más ga

Ella con-

en la entrega recíproca de dos o más seres hula

más amplia confianza y los motivos un amigo, una persona que ten-

puros. Encontrar

mismos

que nosotros, cuyo temperamento sea disti'nto pero complementario del nuestro, de cuyo afecto y lealtad no nos quepa la menor duda, es el hallazgo más precioso que nos pueda tocar en los

la vida.

intereses

La amistad de

todo aquel que tenga

tal

la

persona constituye para felicidad de tenerla,

un

cumplimiento del deber cotidiano,

estímulo para

el

um baluarte en un consuelo en

horas negras de tentación y duda, la desgracia y un blanco luminoso para

el

las

esfuerzo constante de superación.

Entre los muchos méritos que podrían señalarse en aquella novela maravillosa que es

el "Juain

Cristóbal"

de Romain Rolland, uno se destaca sobre todos: es de la amistad. Cristóbal, figura tan épica en su grandeza como Brand, pero infinitamente más la apoteosis

humana

y cercana a (nosotros que

el

héroe ibseniano^

llegó a ser lo que fué, en virtud de los amigos o ami-

gas que tuvo a lo largo de la senda de su vida. Hasta la

hora crepuscular

ellos

siguieron viviendo en

él.

El tomo titulado "La Mañana", que describe la mo-

EL SENTIDO DE LA VIDA

55

cedad de Juan Cristóbal, contiene un pasaje precioso en que se mos pinta en cálidos colores la emoción del niño

solitario, al

encontrar por primera vez un amigo

de su edad. Después de un día pasado en paseos por el campo con su nuevo amigo, Otto Diener, Cristóbal volvió solo a su casa, ya de noche. Su corazón iba

¡Tengo un amigo! ¡Tengo un amigo! No veía, ni oía nada, caíase de sueño, y se quedó dormido apenas se acostó. Pero dos o tres veces le despertó durante la noche una idea fija. Repetía: ¡Tengo un amigo!, y se quedaba nuevamente dormido". cantaindo:

*'

2 Siendo la experiencia de la amistad de um valor

hondo pesar y hasta ira santa el encontrar tantas parodias que llevan su sa^ espiritual incalculable, causa

grado nombre.

La primera parodia de la amistad es la que uní ha denominado "amistad tabernaria'*i

escritor chileno

Se refería a los encuentros casuales o a las se

citas

que

dan por grupos de conocidos, en las tabernas, clubs, u otros lugares de reunión pública. No

cafés, cabarets

más lazo entre los amigos "tabernarios'^ que común de matar el tiempo, de tomar ninas copas, de contar chistes un tanto vidriosos, de malt decir al prójimo, de hacer la farra. Ellos no se coexiste el

deseo

JUAN

56

MACKAY

A.

nocen íntimamente; hasta tienen temor de descubrirse ünos a otros. Apenas se coinocen a sí mismos. Todos llevan disfraces, para que los compañeros sus facciones.

año

una famosa

rra a al

"Todo

modo de

el

mundo

puso de

es carnaval",

es

máscara y todo

de

el

Mariano José de La-

título

sátira suya. Esta frase

ser e ideales

no vean

encuadra bien

amigos "tabernarios".

los

Al llegar uno de ellos a estar en un trance difícil, no va donde sus compadres carnavalescos para pedirles auxilio

o consejo, pues sabe bien que sería contra-

producente hacerlo. Desde

día en que alguno

el

no

tenga nada con qué contribuir a la farra, los demás le

harán

A

¡Que vaya a

el vacío.

bailar a otra parte!

otra parodia de la amistad podría dársele el

nombre de "amistad

utilitaria".

ra quienes todo "amigo"

es

Es la de aquellos pa-

una conveniencia, un

medio actual o potencial de fomentar sus intereses. Para ellos, la vida, aun lo más sagrado que tiene, se reduce a una especie de pesca, la pesca de favores, honores, puestos, ganancias. Y como el modo más rápido y seguro de poder alcanzar todos estos objetos es contar con el apoyo de "amigos de influencia", ellos se

ello

dedican a buscarse amistades, valiéndose para

de todos

los resortes a su alcance.

"Uno

tendrá

que hallarse mal parado, para acudir a un amigo", decía

un refrán

griego. Los amigos utilitarios

plen a perfección

amigos no por

la

el espíritu

de

éste,

cum-

ya que buscan

necesidad espiritual de tenerlos, sino

EL SENTIDO DE LA VIDA por

él afáin

material de explotarlos.

57

En cuanto

estos

amigos, por alguna circunstancia, no pueden o no quieren servir

más

los intereses

de quienes

les

han

profesado tanta amistad, éstos los hostilizan o los borran de su memoria.

Va

siendo la amistad utilitaria una amenaza de la

moralidad pública. Se reparten

los puestos,

no en

virtud de los méritos personales de los aspirantes a ellos, sino del

Ha

número de "amigos" que

éstos tengam.

menester que haya normas tan objetivas e imper-

sonales para la provisión de empleos públicos, que sólo los consigan quienes tengan verdadera capaci-

dad y vocacióm para ellos. En todo caso no debe invocarse nunca el sagrado nombre de la amistad para la concesión de puestos o privilegios a quienes no los merezcan por sus propias virtudes.

3

La amistad,

es decir, la amistad verdadera,

supone

cumplimiento de ciertos postulados. El primero de ellos es que quien quiera conseguir amigos de alma, el

ha de empezar por despojarse de toda máscara. La vida en las grandes urbes es algo así como un baile de enmascarados. Los mismos que se codean todos los días, rara vez se conocen. Es que todos llevan una máscara de alguna especie. Unos visten

JUAN

58 la

MACKAY

A.

máscara del ceñudo funcionario, otros

bre de negocios, que

no

la del

hom-

se desocupa sino para decir

ocupado que está, otros todavía la del galante hombre de mundo, especializado en convencionalismos y desdeñoso de toda preocupación superior, en tanto que una porción gramde de personas ocultan su verdadero ser tras la máscara de una melancolía morbosa y hostil, producto de los desengaños y del aislamiento espiritual. Entre enmascarados mo hay lo

amistad posible. Si ellos sienten ansias de amigos, tendrán que quitarse la máscara e ritus

ir

en busca de espí-

congéneres que han hecho lo propio.

Pero ¿dónde? y ¿cómo quitarse la máscara postiza? El lugar más propicio para hacerlo es en el seno de la Naturaleza.

¡Qué

ciudad rumbo a las

los

enmascarados salgan de la

o la pampa, o la orilla del mar! ¡Que vayan donde no los alcancen ni las voces lisonjeras ni las maldicientes, donde los convemcionalismos urbanos nada pinten, donde la desnudez de la Naturaleza invite a las almas a desnudarse, dande les sierras,

ofrezcan su amistad sincera multitud de seres silvestres

y donde apague la nueva sed de realidad la brisa

henchida de aromas y la visión de lejanos horizontes matizados por la faz cambiante del cielo. El contacto con

la

Naturaleza mos descubre a nosotros mismos y

nos prepara para

la amistad.

campamentos que organiza en diversos parajes del Continente SúdameQuien haya

asistido a

uno de

los

EL SENTIDO DE LA v^IDA

59

no

ricano la Asociación Cristiana de Jóveties,

lo olvi-

dará jamás. Llega un tropel de enmascarados urbaplaya de Piriápolis, o a las sierras de la Ven-

nos a

la

tana,

o a Angol, en

el

Chile Austral, o a Chosica, a

Rímac peruano. Al primero o segundo día se oye a uno decir: "Pues yo ¡no me conozco

orillas del

de llegar

aquí". Sus compañeros no le conocen tampoco. Junto

con la indumentaria convencional de desvestido también de prejuicios, los aires

la ciudad, se

muchas prendas

de "snob",

ha

mettitales, los

el espíritu criticón, la

tendencia a reprimir sus emociones y otras más que le han incapacitado para el trato amistoso. La hermosura del paraje y el ambiente tan expansivo y frater-

nal del

campamento

se

han apoderado de

él.

Se siente

otra vez niño y ahora canta, grita y juega con toda la espontaneidad de la niñez. Dirá más tarde, en la

noche llamada del "corazón abierto", cuando todos los acampantes, reunidos bajo las estrellas

un gran fogón, cuentan, en vísperas de

en torno de

la despedida^

sus impresiones de los días pasados juntos, dirá que^

por primera vez en

la vida,

ha sabido

lo

que

es la

amistad. Pasados algunos años, volverá otra vez al

mismo lugar sagrado y contará

a uin nuevo grupo de

acampantes, reunidos en torno del fuego simbólico,

cómo encontró en un campamento jores

Ün

anterior a los

me-

amigos de su vida.

segundo postulado de

la

amistad es

el

cultiva

de intereses comunes. Queda sobreentendido que

ta-

JUAN

60

MACKAY

A.

les intereses sean de carácter puro y elevado. Pero dentro de esta categoría hay infinidad de intereses

que tienden a crear una atmósfera propicia para la formación y el cultivo de amistades. Podrían mencionarse los juegos recreativos, las caminatas y excursiones campestres, un entusiasmo mutuo por las artes o las letras.

Mucho más

eficaz,

sin

embargo, para crear una

amistad a toda prueba, es la consagración por parte

de dos o más personas a una causa común. Porque

hay que reconocer que se la alcanza

la

mo cuando

amistad es como la felicidad: se piensa en ella

como

supremo, sino colaborando en algún objetivo

mente ajeno

al interés egoísta.

No

fin

total-

hay amistad com-

parable a la de aquellos que llevan una vida abnegada, dedicados por entero a la propagación de ideas

que creen de valor trascendental para el bienestar humano, o la de aquellos otros cuyas vidas se funden en algún esfuerzo

altruista

destinado a mejorar la

vida de sus semejantes. Si éstos llegaren acaso a sufrir

por sus ideales, su amistad se purifica más aún.

El vendaval sólo conseguirá que los verdaderos ami-

gos echen raíces más hondas, entrelazándose sus cillas

en

el

Cuando por el

suelo del

de amor

rai-

eterno.

por el placer y asco de amigos que no lo eran, cuando

sientas, lector, hastío

la deslealtad

alma

amor

condición solitaria y tenga ansias y amistad, búscate ulna causa noble con que llore su

EL SENTIDO DE LA VIDA vincularte.

en

rás

Hallándola y dedicándote a senda del servicio altruista

la

61

ella,

la

encontra-

tan ansiada

amistad.

El tercer postulado es la lealtad absoluta por parte

de los amigos. ¡Cuán a menudo se ha visto deshacerse

una amistad de muchos años porque uno de

los

amigos ha prestado oído a algún chismógrafo mal intencionado! El chisme es el verdugo de la amistad

ingenua.

Ningún amigo

de otro; lo que

le

debería creer chismes acerca

corresponde como amigo es obte-

ner la aclaración necesaria de la boca

misma de aquel

que ha merecido siempre su afecto y confianza. Siempre cara a cara, y con el corazón en la mano, cada vez que surja una dificultad. Así lo reclama la lealtad y así lo harán los amigos leales,

Y

éstos harán otra cosa también. Si llegaren a

observar en un amigo suyo algún rasgo o gesto poco

honroso, se sentirán en el deber de llamarle la aten-

La amistad verdadera puede vivir tan mutuo en todas amigos. Hay ocasiones en que de los

ción sobre ello.

sólo a base de la verdad y el respeto las relaciones

uno

tiene

que

estar dispuesto a sacrificar la

misma

amistad de otro en aras de la verdad. El amigo que

no aguante la crítica amistosa, lo mismo que el que no se atreva a hacerla en caso necesario, son igualmente desleales al ideal de la amistad. Hay veces en que la prueba más grande de la amistad está en acep-

JUAN

-62

tar el riesgo

MACKAY

A.

de perderla en nombre de

la

amistad

misma.

4 Si bien la

amistad tiene postulados, impone asimis-

mo

responsabilidades. El que ha experimentado este goce indecible está obligado a tener un trato amistoso para con todos los demás. Una amistad superior se

sublima cuando los amigos se esfuerzan por pene-

con el espíritu de ella todo ambiente en donde mueva. La amistad no debe hacernos egoístas. Alguien ha dicho que "un amigo es el primero que entra después que todo el mundo ha abandonado la casa". Cruza el umbral y mira hacia adentro. Un ser sentado en medio de una soledad pavorosa mira de reojo al intruso. Pero éste, no con aire de protector, sino con la sonrisa cándida de amigo, la que desarma toda suspicacia y da confianza del corazón, estrecha la mano al solitario. He aquí alguien que viene no trar

se

para sacerle nada, sino para ofrecerle todo: su amis-

Vuelve a brillar el sol, un sol primaveral, sobre páramo helado de un corazón. Sobreviene el des-

tad. el

hielo y tras

él,

el

verdor de la esperanza que reto-

ña... "¡Tengo un amigo! ¡Tengo un amigo!'* Un mundo amistoso, el único en que la paz y la justicia tendrán hondas

raíces,

vendrá tan sólo como

gos trasmitan a los demás

el espíritu

los ami-

de su amistad.

EL SENTIDO DE LA VIDA

Y

¿cómo

modo de que otro

se

He

puede hacer,

al

Ya

transmitirla?

hacerlo.

se

ha mencionado un

aquí otro. El acto

el

63

más amistoso

que acaso contribuye más que

advenimiento de la amistad universal, es

una bondad que ni la misma ¡Hay tantas almas que buscan ansiosas la manifestación viva de un ideal que les abrase el corazón! ¿Cómo no los ha de impresionar un espíritu amistoso que en nombre de por los mismos que le la amistad se sacrifique ofrecer el ejemplo de

ingratitud sea capaz de marchitar.

.

tienen enemistad?

De

la

.

.

amistad sin fronteras

el

sím-

bolo más alto es una Cruz, una Cruz que proclama

que hay que tratar a los enemigos como si fuesen amigos, abonando la amistad con el sacrificio, para que el odio desaparezca de la tierra. Compenetrándose del eterno

sentido

simbolismo de esa Cruz, lograráse

más sublime de

la amistad.

el

V EL SENTIDO DEL UNIVERSO Al preguntarse a Nietzsche por qué preconizaba hada

aquel tipo formidable de superhombre que no

sino descargar energías, la única contestación que su-

po dar

moso

fué:

"Porque Zaratustra

hijo y único

me

gusta". El fa-

compañero del pensador alemán

no

se había gestado en las entrañas

en

las del sentimiento.

de la razón sino

Es lugar común del pensamiento que los factores principales

que determinan nuestra actitud frente a

la

vida no parten de la razón ni de la lógica, sino

de

la región

de

la

subconciencia o bien de un estado

Son en gran parte impulque nos llevan a la acción y que nos hacen lo que somos. Son ellos los elementos creadores, que proporcionan así los móviles como la fuerza motriz de la conducta. emotivo de

sos,

la conciencia.

gustos, prejuicios, intuiciones o ideales los

EL SENTIDO DE LA VIDA La razón no le

es principio creador, sino regulador; ella

explica y ordena la materia prima suministran las facultades creadoras, raciona-

tan sólo

que

critica,

lizándola en ficar.

65»

"Una

un sistema que luego

se dedica a justi-

teoría filosófica", decía Lotze, "es la tén-

de justificar un concepto fundamental del munque ha sido adoptado en la juventud". do El Conde de Keyserling ha empleado el término "sentido" para designar el principio creador que,

tativa

da una dirección determinada "Lo que yo llamó sentido", dice en "El mundo que nace", "está en el fondo de la vida, en todas sus circunstancias, como principio creador, aunque cada cosa pueda describirse mejor por medio de la psicología colectiva, o de la; morfología, o de la biología de las razas, o de la obrando en

el

fondo del

ser,

a toda la vida psíquica.

astrología, o en cualquier forma". Para Keyserling el

"sentido" es un impulso espiritual que es comunicados a la vida por la filosofía, interpretándose ésta,

como

sistema abstracto de conocimiento sino

como

no sa-

biduría concreta y creadora, "la capacidad para lamagia, para influir y transformar directamente la vida,

mediante

He aquí un concepto lumihemos servido ya en los estudios-

el espíritu".

noso, de que nos

anteriores, pero cuyo alcance e importancia será más-

evidente en verso".

el

presente sobre

el

"sentido del uni-i ^

JUAN

66

A.

MACKAY

1

Cada

modo. Puede ser ni para los demás ni para sí mismo la impresión total que aquél le produzca. Sin embargo, el sentido que tenga del mundo tiene que determinar lo mismo su conducta que su pensamiento. De modo que todo lo que somos, todo lo que hacemos y todo lo que pensamos se reduce, en último análisis, a cómo sentimos el mundo que nos rodea y de que formamos parte. cual siente el universo a su

que no llegue a definir

Vamos

a considerar algunas de las formas princi-

pales en que

Hay

el

universo es sentido.

quienes lo sienten

como máquina

poseyendo, por consiguiente, la

existencia.

Para ellos

el

gigantesca,

sentido mecánico de

no son máquina cósmica.

la vida y las cosas

sino piezas en el engranaje de una

El poder y la eficiencia de ésta les admiran, desper-

tándoles el afán de imitarlos. Puede ser que no hayan adoptado conscientemente una teoría materialista; posiblemente muchos de ellos repudiarían enérgicamente tal imputación. Pero, si no conciben el u!niverso

como máquina, tido de la

de

así

máquina

los valores

por

lo

menos

lo sienten, y el sen-

los lleva a la apoteosis práctica

mecánicos.

El sentido mecánico del

mundo

es el sentido

propio

EL SENTIDO DE LA VIDA de

la civilización actual. El chófer,

como

serling, es el individuo representativo ca.

Es

hombre simbólico

el

fueron en épocas anteriores

Todos

del siglo el

67 dice Key-

de nuestra épo-

XX, como

sacerdote y

lo

el caballe-

premios y aplausos son para el que logre imprimir velocidad a la existencia, que sepa orro.

los

ganizar y dirigir gra'ndes empresas, que garantice

orden y aumente

En

el

mundo

le encuentra

no tan

el

la eficiencia.

actual el chófer es prepotente.

en todas

las esferas

de la vida.

Se

Domina

sólo Cn el comercio y la industria, sino tam-

bién en la política y la religión. En aquéllos exprime la última gota de sudor y sangre de millones de seres

humanos, a quienes convierte en combustible para que marcha la máquina. Ha i'ntroducido en el sagrado recinto de la religión, que debía reservarse para la renovación de

las

almas, todo

el

bullicio y la orga-

nización mecánica de una fábrica de automóviles. Pero es en la esfera política donde se puede estudiar en la actualidad el significado y tendencias del

chófer soberano. El fascismo y el bolcheviquismo son dos creaciones acabadas del sentido mecánico del

mundo. Los chóferes que

rigen resepectivamente los

destinos de Italia y de Rusia, con todas las diferencias ideológicas

que

los separan, coinciden

absoluto en la forma en que conciben

de

modo

el ideal políti-

Preconizando unos y otros una máquina política perfecta, tratan de suprimir todo ideal espiritual, todo

co.

JUAN

68

A.

MACKAY

concepto científico o filosófico, toda expresión de la opinión pública que pueda constituir un peligro para el

funcionamiento de aquélla.

gido una mueva decálogo para

ética,

el

De

la fascista,

joven

chófer

suerte

que ha

sur-

consignada en un italiano,

según la

cual los principios eternos de la moral quedan supe-

máquina gubernativa. misma manera una cieíncia soviética

ditados a los intereses de una

Ha

surgido de la

en que se ha suprimido celosamente todo dato desfavorable a la burda ideología materialista que abona la política

que

de

los jefes bolcheviques.

Podría decirse

éstos tienen el horror del microscopio, por

éste revelarles datos inquietantes,

poder

en tanto que los

fascistas

tienen el horror del telescopio, que, colo-

cando

régimen actual en su perspectiva

el

pudiera anunciar

ma

que desdeñe mana.

el fracaso inevitable

las leyes eternas

Dondequiera que impere

mundo, ya

el

de

histórica,

de todo

siste-

la libertad

hu-

sentido mecánico del

sea en los individuos o en los grupos so-

ciales, el espíritu

humano

se

muestra despiadado; se

esclaviza al hombre, tratándosele como medio, no como fin. Se desprecian los valores que no contribuyan al éxito inmediato. Se sustituye el ideal de la confraternidad humana por el de la hegemonía de razas, países

o clases sociales. Se confunde

el perfeccio-

namie'nto espiritual con el progreso material. La ne-

cesidad suprema de la civilización contemporánea es

EL SENTIDO DE LA VIDA

69

la creación

de hombres de igual energía y pasión que

el chófer,

pero de un sentido del

mundo más

es-

piritual y constructivo.

2

Hay

que poseen

otros

Se sienten huérfanos en reconocer que ra,

todo

el

mundo

sentimiento orfanatorio'

el

universo. Sin dejar de

el

está lleno de

parece ilusorio.

les

hacer olvidar

hombre que

al

Todo

bondad y

es huérfano.

El orfanatorio es de las instituciones

que mejor encarna época en

la

éstos creen

el

ternu-

está destinado a

humanas

sentimiento de ternura.

la

Hay una

vida de los pequeños asilados en que

que

la

buena pareja que

los cuida

son

sus padres. Suelen decirles "papá" y ''mamá". Pero llega uíQ

momento en que

les

entra el

desencanto.

Carecen de padres: son huérfanos.

Como gentes.

huérfanos desencantados viven muchísimas

En

un Padre

los

primeros años de la vida elevaban a

Celestial su ingeíQua plegaria de niños. Pa-

saron los años. Fuera por reacción contra la tutela religiosa del hogar o del colegio, fuera por estudios que hicieran o una caída moral que sufrieran, ello es que llegaron a sentirse huérfanos, o por lo menos a creerse serlo, freínte a un mundo que para ellos estaba regido antes por un Padre.

JUAN

70

A.

MACKAY

¡Qué tragedia la de los huérfanos espirituales que hayan abandonado una fe que no les satisface en la forma en que se les presentaba en la primera época de su vida, o que rechacen toda creencia en un ser transcendente por el simple hecho de que la religión oficial en que se le rinde culto les repugna! Repu-

como concepto anacrónico, la expecomo ilusoria creación de una ima-

dian la Divi'nidad riencia religiosa

ginación afiebrada.

como

el

Una

y otra vienen a ser algo así

son de campanas de aquella ciudad legen-

daria de que nos habla Renán, que en días de calma el abismo oceánico los pescadores de comarca bretona. Otros menos valientes, aun cuando estén conven-

oían sonar desde la

cidos en la subconciencia de que son huérfanos, te-

mismos en voz alta. Unamuno ha descrito en estos términos a uno de ellos: "Habiendo sido bautizado, no abjura públicamente del que se supolie por ficción social ser su credo y no piensa en él, ni poco ni mucho, ni para profesarlo ni para desecharlo y cobrar otro o, por lo menos buscarlo". El tal no podrá ser nunca espíritu creador. Pero, no por tener que hacer u'na revisión completa

men

decirlo

aun a



de nuestras creencias religiosas rechacemos toda creencia

y

en lo transcendente. La intuición religiosa es eterna

quiera. tual

como Nos pone en

valedera

ta'n

otra intuición o instinto cual-

mundo espirimundo visible y

contacto con un

tan objetivo y real

como

el

i

EL SENTIDO DE LA VIDA

71

Hay que

tangible en que solemos movernos a diario.

luchar por tener fe de hombres, fe de aventureros,

que no con

se

amedrará ante

la idea

dado

de que

el

el misterio, ni se

conformará

universo nos haya gestado y

a luz para dejarnos solitarios.

El propio

Unamuno

se vió obligado a

abandonar

su fe primitiva, pero luchó por buscar otra hasta ha-

En uno de

"Mi

religión",

nos

describe su actitud batalladora frente al universo.

"M¡

llarla.

religión",

dice,

sus ensayos,

"es

luchar incesante e incansable-

mente con el misterio. Mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche, como dicen que con El luchó Jacob. No puedo transigir

con aquello de Incanocible o Incognoscible, co-

mo

escriben los pedantes; ni con aquello otro de: «de aquí no pasarás»". En un hermoso pasaje de su libro "Del Sentido Trágico de la vida", nos hace sentir la

paz que su corazón experimenta por

el

conven-

el mundo no es ningún orfanatorio: "Creo en Dios como creo en mis amigos; por sentir

cimiento de que

el aliento

ble que

de su cariño, y su

me

trae y

me

mano

lleva y

me

invisible e intangiestruja;

por tener

íntima conciencia de una providencia particular y de una mente universal que me traza mi propio destino".

JUAN

72

A.

MACKAY

3

Un rio.

tercer

Es

el

grupo tiene

ción de que todo lo

como

el

sentimiento del cemente-

de aquellos que viven a base de la convic-

humano,

así lo bello

y lo bueno

va a parar por igual a

la tumTodo, por consiguiente, es transitorio y relativo, nada eterno ni absoluto. ¿Por qué afanarse demasiado, entonces, en reformar el mundo? Reformar es inmoral. Dejémoslo todo tal cual está. Resultará más interesante así. Entretanto exprimamos de la vendimia

lo feo y lo malo,

ba.

la vida los jugos más dulces que contiene y, cuando ya no haya más, pues a morir. Son muy bellos a menudo los cementerios. Se han

de

t

destinado para hermosearlos todos los recursos del dinero y del arte. Tienen rincones que parecen ciudades encantadas. Paseándose por allí cuesta creer

que se trata de viviendas de difuntos. Uno espera que algún rostro hermoso asome tras ulna ventanita o que algún caballero abra con gesto señorial la reja de su castillo. Pero estas moradas, maravillosos reüíiedos de las casas de los vivo, no son sino cámaras mortuorias. Las pueblan los restos de queridas prendas,

que después de haber vaciado cada una su

fueron deslizándose en silencio ¿Es

la filosofía

de

u!n

cáliz

al reposo.

Ornar Khayyam

la

única que

EL SENTIDO DE LA VIDA

73

humano y la certeza única de la muerte? ¿Vale la pena seguir luchando

cabe ante ló transitorio de lo

por un ideal desinteresado? ¿Qué garantía tenemos de que jamás se realice?

Dado que

la única

seguridad

absoluta que tenemos es que todo acaba, ¿no debe ser ítiuestro ideal

posible

gozar de la vida todo lo que nos sea

?

Mirando

la cuestión

con calma, por lo menos podrá

decirse que el sentimiento del cementerio

nunca ha

creado obras idealísticas ni duraderas, no ha hecho

más que un cementerio lo tuvieran, el

mundo

del

mismo

acabaría, pero

corazón. Si todos

no en un nirvana

exento de deseos, sino en un infienno de deseos defraudados.

¡Cosa terrible es no poder agarrarse a nada eterno ni absoluto

que

le

haga a uno superior a sus dudas, humana! ¡Qué trágica voz

sus pasiones y la ingratitud

de Mariano José de Larra al final de su célebre sátira "El Día de Difuntos de 1836"! Terminada la la

descripción de todos los sepulcros madrileños, en la

que ha dicho: "Madrid es el cementerio, pero vasto cementerio, donde cada casa es el nicho de una familia, cada calle el sepulcro de un acontecimiento, cada corazón la urna cineraria de una esperanza o un deseo". Larra concluye con este grito de dolor: "¡San-

También

Mi

corazón no es más que otro sepulcro. ¿Qué dice? Leamos. Leamos. ^Quién ha muerto en él? ¡Espantoso letrero!: Aquí to Cielo!

otro cementerio.

JUAN

74

yace la esperanza.

.

.

MACKAY

A.

¡Silencio, silencio!!!"

De

allí

a poco el autor se pegó un tiro y el silencio se hizo

para

él.

4

Queda todavía otro modo de sentir el mundo, el más adecuado y dinámico de todos, el que más se adentra en las entrañas de las cosas, el que intuye mejor el corazón mismo de la realidad. Es el que suministra al hombre la visión más clara sentimiento

el mundo y que le infunde mayores energías para la realización de su destino. Lo

de su significación en llamaré

La

el

sentimiento hogareño del universo.

institución

humana que

que debe cumbre de la

representa, o

representar para ser fiel a su carácter, la

espiritualidad, es el hogar. Este es la esfera del amor,

de

la

confianza y de la perfecta amistad. ¿Por qué el hogar verdadero sea microcosmos

no pensar que del universo?

En vez de

proyectar a lo infinito la

el orfanatorio o el cementerio, como lo que más se asemeja a la realidad última, ¿por qué no proyectamos el hogar 1 No se diga que tal procedimiento es filosóficamente ilícito, por estar fundado en un concepto antropomórfico. ¿Acaso no son conceptos antropomórficos la máquina, el orfanatorio y

máquina,

el

cementerio?

¿Cómo podrá

en términos de los que

es,

el

hombre pensar sino

de lo que siente y de lo

EL SENTIDO DE LA VIDA que sabe?

Ha

las categorías

experiencia.

de pensar lo último, de acuerdo con

más adecuadas que

De

cia, ni filosofía, lisis

otro

modo no

le

proporcione la

podría haber ni cien-

puesto que ambas son en último aná-

antropomórficas por ser creaciones del hombre.

Siendo esto el

75

así,

¿qué es más

lícito, tratar

más

universo con arreglo a lo

periencia o a lo

más

que hay que pensar

alto?

el

No

de explicar

bajo de nuestra ex-

titubeamos en decir

cosmos en términos de la reahumana, vale de-

lidad culminante de la experiencia

de personalidad amistosa; no de personalidad abs-

cir,

tracta y fría, sino

amante.

Y

de personalidad concreta, cálida y el hogar es donde hay que

puesto que en

buscar en su expresión

más

perfecta esta sublime rea-

hagamos de aquél nuestra categoría interpretauniverso. La realidad suprema ha de ser amistosa, y el sentimiento humano que más fielmente interpreta lo que es más íntimo en la existencia es lo que hemos llamado el sentimiento hogareño. La vida es comparable a un antiguo alcázar señolidad,

tiva del

Tiene sus torres bañadas de luz y sus sótanos sumergidos en tinieblas. Ya se goza en las alturas

rial.

de

los esplendores matinales,

de

los aires tonificantes,

de

las vistas preciosas,

ya se ve anegado en

la ne-

grura de abajo, donde se sufre y desespera. Pero esté uno extasiado en un mirador o sofocándose en un calabozo,

No

no

le

anda

lejos

un corazón amistoso.

hace falta sino un suspiro por paz y pureza, una

76

JUAN

A.

MACKAY

confesión balbuceante pero sincera de haber pecado contra la virtud, una plegaria agónica en

de nuevas fuerzas, para que

el

demanda

corazón amistoso y

que late eternamente al compás del dolor humano, inunde con luz el calabozo del corazón, infraternal

troduciendo en

él la

atmósfera amistosa del hogar.

El mundo moral está constituido de tal manera, que ningún sollozo de corazón quebrado y anhelante se pierde en el vacío. Despertará siempre un eco en el infinito Corazón de Amigo que pulsa tras la cortina de nuestra incredulidad, ansioso de descorrer el

velo divisor para enriquecer nuestra vida. El senti-

miento de esta Presencia, tan amistosa y soberana, nos da, como a Unamuno, paz en la guerra y confianza en el destino. to personal y del

La lucha por

mundo no

será

el

perfeccionamien-

vana ni

la victoria

incierta, porque la última realidad es santa y pa-

ternal.

VI

EL SENTIDO DE LO CRISTIANO *'Si usted me llama Cristiano'*, dijo últimamente un indostánico a un hombre del Occidente, "y^ daré por ofendido, pero si me llama hombre cristiano, será para mí un altísimo honor". Las palabras no podrían ser más sugestivas. Ser cristiano no significaba para ese oriental sino profesar una religión determinada, pero "hombre cristiano" era para él una

persona que viviera de acuerdo con

el espíritu

y prin-

cipios de Cristo.

Mucho

como recomo organización eclesiástica y como sistema dogmático, pero mucho menos, y en español poquísimo, se ha dicho acerca de él como sentise

ha

escrito sobre el cristianismo

ligión histórica,

miento de

vital y

renovador.

las pretensiones

de

Yo no pienso ocuparme

tal

o cual confesión

aquí

cristiana

de ser heredera legítima del cristianismo primitivo.

JUAN

78

No me de

las

interesa

A.

MACKAY

tampoco en

este instante decidir cuál

banderas dogmáticas que agitan

las diversas

agrupaciones cristianas interpreta mejor la ideología

de los Textos Sagrados. Considero, pues, que muchos pueden fundamentar su derecho a llamarse cristianos por su vinculación logía,

eclesiástica

o

la

pureza de su ideo-

que no estén nada compenetrados por lo crisnuevo espíritu o sentido in-

tiano, vale decir, por el

troducido al

mundo

por Jesús. Son cristianos de na-

cimiento o de profesión, pero no son hombres nos, personas en quienes el espíritu

cristia-

de Cristo, del

que nos habla en forma tan hermosa Ricardo Rojas en su "Cristo Invisible", se haya hecho carne, transformándoles la vida entera, haciéndoles más hombres, hombres verdaderos. Pueden ser cristianos de profesión u oficio, pero no cristóforos, portadores de Cristo. De suerte que es de lo cristiano de lo que voy a hablar ahora. ¿Qué es lo cristiano.^ ¿Cómo hay que sentirlo? ¿Cuál es su sentido íntimo? ¿En qué forma se le da expresión más castiza ? Para poder adquirir

el

sentido cabal de lo cristiano

es menester considerarlo desde dos puntos de vista:

primero, desde

ha ejercido y ta

el

punto de

ejerce, y

vista

de

la influencia

que

punto de

vis-

segundo, desde

el

de su esencia. Mirando actuar lo cristiano a lo

largo de los siglos, quedaremos convencidos de que

una realidad que merece nuestra atención detenida. Captando el meollo de lo cristiano, el co-

hay

allí

EL SENTIDO DE LA VIDA

79

razón nuestro adquirirá un nuevo sentido, el

más po-

tente y creador de los conocidos.

1

Lo

una creación del

cristiano es

la expresión

Es

de todas

las

espíritu

emainadas de Jesús que han propendido a

formación de

la vida.

dental", ha dicho el

de sus últimos

la trans-

"Todo lo vital del mundo occiConde de Keyserling en uno

libros,

Ello es indiscutible.

de Cristo.

influencias superiores

"se lo debe al cristianismo".

La emancipación de

la

mujer, la

abolición de la esclavitud, la legislación obrera, la

educación popular, las sociedades filantrópicas, las

campañas contra

ma

las

enfermedades,

la

democracia mis-

y el espíritu internacionalista, todos son produc-

tos netos del cristianismo.

Todo

ello

denuncia

la pre-

sencia de lo cristiano, de lo de Jesús. "Hasta el bol-

cheviquismo", dice Keyserling, "el primer movimiento

grande que ha renegado de £1 radicalmente, ha

descendido en línea recta de

él.

Sin Jesús, sin Él,

que proclama el valor infinito del alma humana y da preferencia a los miserables y afligidos, no sería posible concebir el bolcheviquismo".

Echemos una ojeada

al

mundo contemporáneo,

so-

bre todo al Africa y a los países de Oriente, para ver hasta qué punto Jesús va influyendo sobre ellos.

JUAN

MACKAY

A.

En

el continente africano el hombre blanco ha esuna de las páginas más vergonzosas de su historia. Tal ha sido en general la huella de la llamada cristiandad en el continente de los negros, que uno de éstos dijo, no hace mucho, que si Cristo volviera

crito

mundo

al

en piel blanca los negros lo rechazarían.

Por muchos

siglos

llamados cristianos de piel

los

blanca solían dejar a Cristo en

el

abismo oceánico

llegar a playas africanas. Se dedicaron a la caza

al

de

negros y elefantes, para quitar a éstos sus colmillos y a aquéllos su libertad, llevándolos a tierras de América.

en

Aun

las

en

el

día de hoy es prohibido a los negros

ciudades sudafricanas caminar por las veredas:

tienen que andar por el

medio de

la vía,

como

los

Y

aun cuando un hombre de cobueyes y caballos. lor sea titulado de universidad extranjera, no impor¡ni

ta;

siquiera él

puede codearse con

los blancos

sobre la acera! Pero, en

En

medio de

las

sombras hay destellos de

luz.

no hay figura más de David Livingstone,

la historia del siglo diecinueve

llena de lo cristiano

hombre que dedicó

la

que

la

vida a la doble tarea de des-

cubrir para la civilización las entrañas del continente

africano y de hacer llegar al corazón de los pueblos indígenas el sentido de la divina amistad, interpreta-

da

y

mediada por

la

suya propia. Luchó con denuedo

infame de esclavos, que aún continuaba en su tiempo; no llevaba armas sino cristiano contra el

tráfico

EL SENTIDO DE LA VIDA

81

para procurarse comida y defenderse de las fieras. Al fin cayó enfermo, hallándose a la sazón en la región del Lago Tanganyika, que

él

fuera

el

primero

en explorar. En una carta escrita poco antes de su en-

fermedad para un diario de los Estados Unidos, el descubridor de las fuentes del Nilo consignó estas palabras, que hoy están grabadas en la lápida de su sepulcro: "Todo lo que puedo agregar en la soledad en que ahora vivo, es que desciendan ricas bendicio-

— fuere americano, — que haga algo para sanar

nes de lo alto sobre todo aquel inglés o turco

esta llaga

descubierta del cio en carnes

mundo". Se

refería al inicuo comer-

humanas.

Una mañana,

a las cuatro de la madrugada, los que acompañaban siempre a Livingstone en sus viajes, lo encontraron muerto en su carpa, de rodillas junto a la cama. Había elevado al Altísimo su última plegaria, por la amada tierra africana. Sus inseparables amigos negros extrajeron del fieles africanos

cadáver

el

corazón de su héroe adorado, dándole

pultura al pie de un árbol frondoso.

samado

el

cuerpo, las mismas

manos

Una

se-

vez embal-

lo llevaron a la

costa, llegando a los nueve meses de viaje penoso al puerto de Zanzíbar. Aquél descansa ahora en la Aba-

día de Westminster, y el corazón del héroe cerca del

corazón del Africa. Hermosa epopeya de lo cristiano,

cuando por la infinita amistad de un corazón se comunica a corazones ajenos.

le

JUAN

A.

MACKAY

Pasaron unos cincuenta años. Los inmigrantes hindúes del Africa del Sur, en cuya defensa Gandhi se hiciera

famoso una década

antes, volvieron a sufrir

grandes indignidades. Cuando, por

fin, las autorida-

des sudafricanas se dispusieron a entrar en arreglos

con

los colonos

braron éstos ciones?

A

un

de

como tal

la India, ¿a

quién creéis que nom-

representante suyo en las negocia-

Andrev/s, inglés de origen, pero in-

dostánico de corazón, y amigo íntimo de Gandhi y Tagore. Compenetrado de lo cristiano, Andrews había ido a la India

como simple misionero de

la amis-

tad de Dios, llegamdo a identificarse en forma absoluta con las

y necesidades del pueblo

aspiraciones

indostánico.

Pasemos al Asia. No hay fenómeno más signifique el hecho de que la India de hoy parece

cativo

dispuesta cada vez

más

a

aceptar lo cristiano y a

aun cuando reniegue de todo sectarismo y dogrhatismo religioso del occidente. El grupo de cristóCristo,

aumenta a paso acelerado. Jesús está llegando a ser la conciencia de la nueva India. Cuando los compatriotas de Gandhi quisieron aplicar a su venerado daudillo el calificativo más alto que pudieran idear, filos

lo

llamaron

"Hombre

parecido a Cristo".

Hay

hin-

dúes y mahometanos que se abstienen ya de ciertas actitudes por ser contrarias a lo cristiano. Por la influencia de Cristo se están modificando las religiones autóctonas.

mismas

EL SENTIDO DE LA VIDA La última revolución

china, aquel

83

movimiento gran-

dioso de resurgimiento de la raza milenaria y purificación de las fuentes de su vida, se inspira en lo cris-

En

tiano.

instituciones cristianas de la

China y del

extranjero habíase educado una generación nueva. Siete

de

los diez

miembros del gobierno de Nankín

son discípulos de Jesús.

Uno

de los hombres más extraordinarios del Japón

contemporáneo

se

llama Toyohiko Kagawa. Es

Dostoyevski del Oriente.

Una

el

novela suya, "Antes

del alba", en que se cuenta la experiencia trágica de

un alma en busca de las del

se

En

gran ruso.

luz, es

digna de compararse con

Más de medio

han vendido en

el

Japón y

millón de ejemplares

los

pueblos de Oriente.

1911, cuando apenas tenía veintiún años,

Kagawa

fué a vivir entre los pobres de un barrio bajo de la

ciudad de Kobe. Allí vive desde entonces, compartiendo la vida de los pobres y trabajando en favor de ellos, salvo en dos años que dedicó a estudios en

de

el extranjero.

Es

socialista y

ha sido

secretario de la

Federación Laborista del Japón. Su pasión es reformar las condiciones sociales de su patria, y la inspiración y normas para las obras que realiza las en-

cuentra en Jesús. Porque

Kagawa

es

un

cristiano en

quien Cristo se ha hecho carne. Ciego ya de un ojo a los cuarenta y un años, lucha para que su Maestro se reproduzca en la vida de sus compatriotas, a fin

JUAN

84

de que por toda

la infusión

A.

MACKAY

de

lo cristiano se revolucione

vida nacional.

la

2

Cualesquiera que sean nuestras opiniones sobre

la

religión, sobre el cristianismo o sobre las iglesias cristianas,

no podemos negar que

lo

que

se

ha llamado

aquí lo cristiano, emanación del espíritu de Cristo, ha

más renovadora que conoce la ¿En qué consiste la esencia de esta fuerza superior, y cómo se engendra en las entrañas de un sido y es la infuencia

historia.

hombre Lo cristiano

es lo

de Cristo. Acaso

el

aspecto

más

revolucionario del pensamiento religioso contempo-

ráne es

el

movimiento denominado "vuelta a Jesús".

Se ha querido remontarse por toria cristiana, penetrar ticos,

más

allá

más

el laberinto

allá

de

de la organización

de

los credos

la his-

dogmá-

eclesiástica, hasta

La enseña de movimiento ha sido: "Queremos ver a Jesús". En el año 1910 un profesor de la Universidad de Estrasburgo, Alberto Schweitzer, publicó un libro célebre titulado "La búsqueda del Jesús histórico", en que llegar a la figura prístina del Galileo. este

estudiara los esfuerzos hechos

hasta entonces para

encontrar al Maestro cristiano. Desde esa fecha han salido otras centenares de Vidas de Jesús, y lo interesante es

que ya no son

más

los clérigos ni los reli-

EL SENTIDO DE LA VIDA más

giosos profesionales quienes

se

85

ocupan en sacar

vidas de Cristo, sino literatos, periodistas y sociólogos. Dios se ha secularizado en nuestra época, dice José

Ortega Gasset. letras

Y

ahora que figuras eminentes en

contemporáneas,

dleton

Murray,

tales

Henri

las

como Emil Ludwig, Mid-

Barbuse,

Giovanni

Papini,

Hermann de

Keyserling y nuestro Ricardo Rojas criben o una Vida de Jesús o un escudio sobre

es-

Él,

podría decirse que Jesús también se está secularizando. Éste es tan universal, que cada cual halla en Él

rasgos distintos, de acuerdo con su propio carácter,

resultando así cada biografía que sobre Él se escribe la autobiografía del

mismo

biógrafo. Pero lo

más

in-

teresante es observar la fascinación creciente que el

Hombre

va ejerciendo sobre los hombres más repre-

sentativos. Se

ha calculado que se han escrito en todos monografías sobre Aquél.

ios idiomas unas 50.000

Movidos por la m.isma ansia universal de conocer al Hombre, mirémosle por nuestra cuenta. Al estudiarle en las páginas evangélicas, vemos a uno cuyo legado principal para el mundo no fué, como en el caso del Buda, su profunda doctrina, sino la vida perfecta, de la

que

al final se dejara

despojar en obe-

diencia a la ley eterna del progreso

vemos a ningún "dulce Rabbi" la griega

de

lirios galileos e

espiritual.

No

inofensivo, ceñido a

incapaz de herir con su

palabra a nadie, sino un Jesús másculo, de gestos varoniles,

que lanzara tremendos anatemas contra

los

JUAN

86

A.

MACKAY

fariseos hipócritas, verdugos de los pobres e indefensos;

uno que arrojara del templo a

latigazos a los

ruines mercaderes que explotaban la religiosidad popular. No vemos tampoco un ser triste y apagado, que como dijera Swinburne, "nubló el mundo con su aliento". Y, como dice muy bien Ricardo Rojas, Cristo no era, como se ha querido hacerlo, "un arquetipo de pordioseros, una especie de piltrafa humana, de

escabel para los pies de todos,

compendio de miserias

y dechado de humillaciones".

Vemos un

rostro radiante de caudillo

que atraía

todas las almas sinceras y anhelantes. Oímos una voz que impresionaba a cuantos lo escuchaban por la a-

forma autorizada en que solucionaba los problemas más hondos y discutidos. Sus palabras descorrieron el velo al misterio del mundo, haciendo ver la figura amistosa del Padre, para quien lo

mismo

los lirios

y los gorriones que los niños y los desamparados,

te-

nían hondo significado. Sentimos un amor com.o de

ningún otro que ha vivido en la tierra. Es un amor que transforma a los amados porque los ama a despecho del mal que los demás hablan acerca de ellos y a pesar de las cosas malas que sabe de ellos el mismo Amante. No es amor ciego sino creador. Es el amor con que Jesús transformó en hombre de bien a Zaqueo,

el

Magdaamor que le mo-

funcionario deshonesto, y a la

lena penitente en mujer santa. Es el viera a decir en vida:

"Amad

a vuestros enemigos.

EL SENTIDO DE LA VIDA

87

bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persi-

guen";

el

mismo amor que

a la hora de la muerte

angustiosa, precio de haber amado, hiciera brotar de sus sedientos labios

una plegaria por sus verdugos:

"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".

Es este amor que no reconoce fronteras, que ni lá

maldad

ni la ingratitud

humana pueden

apagar, y

cuya cuyo mayor gloria es una Cruz, lo que

constii-

tuye la médula de lo Cristiano y la úmica fuerza capaz de rescatar el mundo de la barbarie. Con razóii decía Rodó, ante

tal

manifestación

de amor, que

Jesús era el verdadero autor de la caridad.

3

Lo cristiano como fuerza creadora de amor y no como simple doctrina está íntimamente ligado a lá persona de Cristo. Bn el estudio admirable sobre Jesús con el que el Conde de Keyserling concluye su

libro

"Figuras Simbólicas",

el

filósofo

alemán

tiene el gran acierto de relacionar la influencia ré-

novadora del Cristianismo,

o,

como hemos

dicho

aquí, de lo cristiano, al través de los siglos, con Je-

sús

mismo. Este era más original que su doctrina, y

ocupa por eso un lugar más

mó, que

el

centraj^

que ocupan Buda,

en

el cristianis-l

Mahoma

o Confu*

JUAN

88

MACKAY

A.

cío en las religiones por ellos fundadas. Keyserling

nombre de "Mago". Entiende por este término uno que es y que no está en mero proceso de realizarse, uno que posee la verdad y no un simple buscador de ella, uno que se sirve de sus coda a Jesús

el

nocimientos para modificar radicalmente su ambieny no un simple "savant" que atesora sus conocimientos en la cabeza. Jesús es, para Keyserling, el

te

tipo perfecto y absoluto del Ser Superior. El intro-

dujo

al

mundo un nuevo

"sentido", fuente de todo

más puro, de todo lo más creador que tiene el mundo. lo

¿Cómo

vital,

de todo lo más

adquirir este "sentido"? Se llega a pose-

él, dejándonos compenetrar por Jesús mismo. Nuestra actitud ha de ser de perfecta receptividad a su influencia, de rendición absoluta a su

sionarse de

voluntad soberana. espíritu

humano:

He

aquí la aventura

fiarse

de

las evidencias, es y sabe y

eterno y lo último.

con Dios,

el

A

Uno

magna

que, según

del

todas

puede. En Él tocamos lo

través de Él nos relacionamos

arquetipo paternal de quien Jesús era

perfecto trasunto e intérprete en la tierra, y a quien

hecho ya Espíritu, conducirá las almas hasta que despunte el día en que la humanidad entera se habrá redimido del mal por y para el amor. Lo que sucede en nuestra época cuando un homJesús,

bre se entrega en cuerpo y alma al Espíritu de Cristo, lo ejemplifica en forma épica la carrera de Al-

EL SENTIDO DE LA VIDA berto Schweitzer, célebre autor del libro

queda del Jesús Histórico". Cuando

89

"La Bús-

escribía ese

li-

bro era Schweitzer, catedrático de la Universidad de Estrasburgo. Por los hondos y prolongados estudios que había hecho para descifrar la verdadera personalidad de Jesús, quedó tan convencido de que

había algo tan importante, tan misterioso y tan único en esta figura, que las investigaciones históricas eran incapaces de definir o clasificar, concluyó lue-

go

el libro

con estas palabras: "Él viene a nosotros

como un desconocido, taño, a orilla

no

del

le conocían.

me

Nos

nombre, como vino de ana aquellos hombres que

sin

lago

dice la

misma

palabra: "Sigúe-

que tiene que cumlir en nuestra época. Nos manda, y a aquellos que lo obedecen, sean gentes sabias o sencillas. Él se les tú", y nos señala las tareas

descubrirá en las tareas, los conflictos y los sufri-

mientos por los que han de pasar en su compañía

como

y,

misterio inefable, aprenderán en su propia ex-

periencia quién es Él".

¡Palabras prof éticas! El autor de ellas dióse cuenta al escribirlas,

que hay un conocimiento de Jesús

y de lo cristiano que no puede conseguirse en la cátedra de maestro. Lo más hondo, no puede ser co-

municado ni aprendido en

las escuelas; tiene

que

ser

sentido y experimentado en el camino, siguiendo en la tarea que el

pos del Maestro mismo. ¿Cuál era

Maestro imponente y misterioso impuso a Alberto

JUAN

90

A.

MACKAY

Schweitzer? Este parecía oír en los hondones de su

una voz de mando que le decía que se aprestade la tremenda deuda que los hombres blancos habían contraído con sus hermanos negros. Emprendió en seguida el estudio de la medicina. Al graduarse de médico, se despidió de su ser

ra para saldar parte

mundo

cátedra y del

bosques vírgenes

los

civilizado

del

para internarse en

Africa occidental. Nació

una obra cristiana entre indígenas africanos, en que Schweitzer ya cuenta con la colaboración de

así

la

otros espíritus selectos y cristianos de diversos países

europeos que han ido a colaborar con

Pero lo más extraordinario queda por

mo

se sostiene

esta

él.

decir.

¿Có-

obra? Alberto Schweitzer une

la

un Raimundo Lulio y a pasión humanitaria de un Bartolomé de las Casas,

el

talento musical de los grandes maestros alema-

a la profundidad filosófica de

nes. El

ha publicado

la

edición

autorizada

de la

obra de Juan Sebastián Bach, de cuya música es el mejor exponente. De cuando en cuando Schweitzer vuelve a Europa. Entonces da audiciones musicales

de órgano en París, Berlín y Londres, a que concurre la "élite" de esas capitales. Con el producto de los conciertos

que dedica a

la cultura

de

la

Europa

blanca, mantiene la obra que ha dedicado a la re-

dención del Africa negra.

el

Hace pocas semanas

premio Goethe por un ensayo soexcelso poeta, y el dinero que le otorgaron

Schweitzer ganó bre



el

EL SENTIDO DE LA VIDA con ese motivo

ha dedicado su "¡Sigúeme

lo dedica

91

también a la causa a que

vida.

tú!".

La voz continúa resonando con

mismos acentos que ayer a orillas de Genezaret. Resonó hoy de madrugada en los claustros de Estras-

lo

A

burgo. tuyos,

hombre la el

estas horas resuena en

compañero.

¡Silencio!

mis oídos y en los

"Sigúeme,

y tú

serás

y yo te daré vocación. Llegarás a conocer

verdad y yo seré tu amigo. Vivirás como hijo en mundo del Padre, y con mi apoyo leal y sempi-

terno cumplirás tu destino".

'

FIN

i

INDICE

A

manera de Prólogo

El sentido de

la

hombridad

El sentido de la vocación

7 15

27

El sentido de

la

verdad

40

El sentido de

la

amistad

53

El sentido del universo

64

El sentido de lo cristiano

77

— co de Metafísica en la Univer-

A

sidad de San Marcos.

través

de sus contactos con innumera-

que

bles jóvenes

han tenido

lo

y lo tienen por maestro, Mackay

ha influido poderosamente en la

vida de muchos que hoy

es-

tán ocupando puestos dirigentes

en asuntos internacionales,

como de

que están

otros

así

traba-

jando menos espectacularmente

—pero no con menos

eficacia

en

la

formación de un

en

el

que

Hombre

el

mundo

tenga

el

lugar que le corresponde.

En

esta breve obra,



colec-

ción

de pláticas pronunciadas

hace

años ante un

grupo de

— vuelca Mac-

hombres jóvenes kay

de

mostrándonos ma-

gistralmente

verdad,

sentido

el

hombridad, de la

de su filosofía

la esencia la vida,

de

•de

la

la

vocación, de

la

amistad, del

universo y de lo cristiano: cuan-

do hace hombres

falta

conocer para ser

cabales,

y

entender

EL SENTIDO DE LA VIDA, de

esta vida

que para muchos

desgraciadamente

no

lo

tiene.

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