El Self (sí mismo) y el mundo objetal (OCR)

August 4, 2017 | Author: JuanOrtiz44 | Category: Id, Libido, Narcissism, Psychoanalysis, Sigmund Freud
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Descripción: Edith Jacobson...

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EDITH JACOBSON, 1\1. D.

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EL SELF (SI MI_SMO) Y EL

MUNDO OBJETAL 'fl

TRADUCIDO POR LOS DOCTORES

LÁZARO KRAKOV y HÉCTOR ALBERTO KRAKOV

EDITÚRIAL

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BETA

Tacuarí 237 BUENOS AIRES

1969

Título de fo ed1:cwn original

THE SELF AND THE OBJET WORLD lntemational Universities Press, /ne. New York, N. Y.

Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723

©

1969 by

EDITORIAL BETA, s.R.L. -

Tacuarí 237, 6í' P. -

IMPRESO EN LA ARGENTINA PRINTED IN ARGENTINA

Buenos Aires

Contenido PRÓLOGO • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • . • • • • NOTA DE LA AUTORA INTRODUCCIÓN

•••• ••••• •. . . •••••••• ••••••••• •• •••

•• ·• • • • • • . . • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •

PRIMERA

7 9 11

p ARTE

Etapas infantil, temprana, preedípica y edípica

l. Narcisismo, masoquismo y los conceptos del self y representaciones del self . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Reseña de la reciente literatura sobre el problema de identidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3. Las fusiones entre el self y las imágenes objetales y los tipos primarios de identificaciones • . . . . . . . . . . . . . . . • . . 4. El descubrimiento del niño, de su identidad y su avance hacia relaciones objetales e identificaciones selectivas . . . • 5. El encuentro del niño, de su identidad sexual y la construc· ción de su . yo • • • • • • • • . • • • . . . • • . . . • • . . • . . . . . . • • • . . •

17 37 47 63

83

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SECUNDA

p ARTE .:"'h·

Formación del su~ryó y el de /,ate;n.cia

~riodo

6. Estadios preliminares en el desarrollo del superyó 101 7. La idealización de los objetos de amor, la formación del ideal del yo y el desarrollo de las identificaciones del su· r..eryó . . . . • • • . . . . • • . • • . . • . • • • • . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . ·121

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CONTENIDO

8. Organización e integración de los diferentes componentes del superyó en un sistema funcional con :Jlidado . . . . . .

131

9. Etapas del desarrollo del niño en el período de latencia y la relación entre los conflictos de culpa, vergüenza e "inferioridad" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

147

TERCERA PARTE

La pubertad y el período de la adolescencia 10. Cambios puberales y su influencia sobre la experiencia de identidad y las relaciones con el sexo opuesto . . . . . . . .

169

ll. Los conflictos instintuales y emocionales del adolescente y el remodelamiento y crecimiento de sus estructuras psíquicas ....... : . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

181

12. La influencia de la solución normal y anormal del conflicto adolescente sobre la formación de la identidad postadolescente y el posterior desarrollo de la personalidad

205

BIBLIOGRAFÍA ......•......•..........•......•..........

227

ÍNDICE DE AUTORES

237

ÍNDICE ANALÍTICO

:239

Prólogo El ]oumal of the American Psycoanalytic Association es muy afortunado al auspiciar la publicación de esta monogra~ fía, la segunda de sus Series Monográficas. Los estudios que la doctora J acobson realizó sobre la depresión psicótica necesitaron un exámen cuidadoso de las relaciones del niño con el objeto de amor primario, e inevita· blemente la llevaron al estudio de lós estadios más tempranos del desarrollo psíquico. Todo esto culminó en un artículo sumamente interesante publicado en 1964 con el título de¿.. El sel/ y el mundo obietal. Muchas de las ideas que figuraban en esa publicación fueron luego ampliadas y elaboradas en trabajos subsiguientes; por lo tanto esta monografía es a la vez un resumen y una ampliación de esas contribuciones. Sin embargo, no es solamente una versión más amplia de El sel/ y el mundo objetal, ni tampoco se limita a los temas de su ci título. · Por su amplitud temática ofrece un marco sistemático ele referencia para tina psicología genética psicoanalítica que comprenda los tempranos estadios del desarrollo psíquico, latencia, adolescencia y adultez. Las espléndidas consideraciones que ella hace sobre la fase adolescente del desarrollo, como también la del papel que desempeñan el yo y el superyó en el sentimiento de culpa y vergüenza, son importantes contribuciones para el entendimiento de estos complicados problemas. Las disquisiciones de la doctora Jacobson sobre las metas del yo, el ideal del yo, de los precursores del superyó, y de los factores que eventualmente llevan a la formación de esta 7

/

PRóLOGO

estructura psíquica, exclusiva del hombre, son sumamente esclarecedoras. De esta manera, enfatiza la influencia que la maduración del yo tiene sobre el desarrollo del superyó, llamando la atención sobre el interjuego recíproco de las fuerzas intervinientes en la formación de estructuras psíquicas particulares. La autora tiene muy en cuenta esta interacción así como los aspectos multidimensionales y la continuidad genética de la vida psíquica. Demuestra, repetidamente, que ningún hecho deja de ser influenciado por otro durante el desarrollo de la vida psíquica, y que todos ellos deben ser integrados. De este modo no cae en el error tan común de exagerar la importancia de un solo aspecto particular del desarrollo. Cuando discute los diferentes períodos del desarrollo psicosexual, la autora examina, revé y amplía muchos de los temas polémicos tales como los conceptos de identidad, oralidad infantil y narcisismo. Las diferencias entre yo, self y representaciones del self son explicadas con especial claridad. Los conceptos de energía de impulso indiferenciada, el yo-ello indiferenciado y su emergencia gradual en una estructura psíquica funcionante, están incorporados en un esquema conceptual que ilumina nuestro entendimiento de varios de los oscuros fenómenos clínicos. Las numerosas formulaciones teóricas están firmemente enraizadas en una rica experiencia clínica. En desacuerdo con otros investigadores de este campo ofrece otros puntos de vista. Los que hemos tenido la fortuna de leer el manuscrito, fuimos impresionados por la riqueza de ideas de esta monografía, que creemos será releída y estudiada con frecuencia, para poder apreciar en forma total su contenido.

Los

EDITORES.

Nota de la autora Quisiera expresar mi más caluroso agradecimiento al doc· tor J ohn Frosch, y a la Editorial Board por impulsarme a escribir este libro. Le estoy especialmente agradecida al doc· tor Max Schur por su estudio de este volumen y por la valio· sísima discusión que del mismo hicimos. También quisiera extender mi sincero agradecimiento al doctor Nathaniel Ross y a la señora Lottie Newman por su inestimable asistencia editorial, y a las señoritas Paula Cross y Mona M. Karff por su incansable trabajo en la preparación del manuscrito.

Introducción En años recientes, los psicoanalistas han prestado creciente atención al fascinante problema de la identidad. Por supuesto, una fructífera discusión de este problema presupone definir en forma precisa términos tales como self, yo, identidad e identidad del yo, indispensables para un acceso analítico provechoso a este tema y muchos otros relacionados con el mismo. A pesar de que Hartman (1950) introdujo y definio.cuidadosamente los conceptos del yo, self y representaciones del self, no existe una definición psicoanalítica generalmente aceptada del concepto de identidad. En efecto, los autores que han explorado recientemente este tema les -dan un significado ..algo diferente a estos términos y, en consecuencia, llegan a conclusiones al parecer distintas. 1 En el contexto de varios estudios publicados durante la década pasada (1953b, 1954a, 1954b, 1959), he tratado diferentes aspectos ·de la concienciación del self, identidad y ciertos trastornos del sentimiento de identidad. Al comparar mis ideas con las expresadas en recientes artículos y libros sobre este tema, he descubierto las considerables diferencias de opinión que me estimularon y motivaron a ampliar y .aeorganizar mi anterior publicación sobre El sel/ y el

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1 De a~~erdo con conocimiento, el término identidad ha sido introducido en la literatura psicoanalítica por Víctor Tausk, en su brillante trabajo sobre "La Máquina de Influencia" 0919). En él examina de qué forma el' niño descubre los objetos y su &elf; asegura que el hombre, en su lucha por la suh,istencia debe, a través de su vida, reconocerse y reencontrarse constante· mente. (Pág. 22.)

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INTRODUCCióN

mundo objeta! ( l 954a), en este volumen que lleva el mismo título. En mi breve introducción al estudio original indiqué lo que volveré a enfatizar aquí. El interés despertado por el problema de la identidad se origina, probablemente, en el mayor alcance que ha adquirido el psicoanálisis y en el creciente número de pacientes borderline y psicóticos que llegan al psicoanalista por ayuda. En estos pacientes podemos observar procesos de regresión que llevan a un grave deterioro de las relaciones objetales y de las funciones del yo y superyó, con una disolución de aquellas identificaciones esenciales, sobre las que se basa la experienc~:.l de nuestra identidad versonal. El tratamiento y la supervisión de tales casos y el análisis de neurosis narcisísticas graves, me han convencido de que los problemas tratado.s en este volumen y el punto de vista desde el que los enfoco son muy importantes para el entendimiento teórico y clínico de estos pacientes. Ésta es la razón por la cual decidí hacer frecuentes referencias a la patología de las ps1cos1s. Este volumen ofrece una revisión crítica de la reciente literatura sobre identidad, y expone las influencias mutuas que ejercen entre su desarrollo, las vicisitudes de las relaciones objetales e identificaciones y el establecimiento de los sistemas yo-superyó. Agrego, además, una discusión sobre la formación del superyó en el período infantil y del complejo proceso de desarrollo durante el período de la adolescencia, que tanta importancia tienen en la formación de la identidad y la regulación de la autoestima. La necesidad de tratar esos aspectos del problema, que me parecen de fundamental importancia para la hipótesis que aparece posteriormente en este volumen, me obligaron a dejar de lado muchos de los estudios teóricos y clínicos sobre el desarrollo infantil y del adolescente, siendo éstos también de importancia en los temas que trataremos. Por otro lado, decidí mencionar las nuevas y tan discutidas teorías de Bowlby, no sólo por tocar de cerca los problemas que nos preocupri.n en este volumen, sino porque puntualizan e$pecialmente 12

INTRODUCCióN

los malos entendidos que son, en parte, provocndos por nuestra dificultad para reestudiar y redefinir conceptos, tales como los de oralidad y narcisismo infantil; con los conocimientos que poseemos actualmente de los más tempranos estadios del desarrollo del yo. Comprendo, por supuesto, que quizá no haya sido tan exitosa como hubiese deseado al querer integrar material nuevo con un ensayo escrito hace diez años. Al releer mi primera publicación me sorprendió. el notar cómo mi razonamiento y mi interés han cambiado a través de estos años, en forma imperceptible. Por eso, este volumen mue3tra incongruencias inevitables y una lamentable falta de uniformidad. A pesar de éstos y alg4n otro defecto, espero haber sido capaz de aclarar los puntos que creo son esenciales, y aportar de este modo una modesta contribución para el psicoanálisis de los procesos normales del desarrollo durante la infancia y adolescencia. ~

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PRIMERA PARTE

ETAPAS INFANTIL, TEMPRANA, PREEDÍPICA Y EDÍPICA

1 Narcisismo, masoquismo, y los conceptos del self y representacionés del self

En mi breve introducción a este volumen indiqué que intento escudriñar no sólo la interrelación en el desarrollo de las relaciones objetales, identificaciones y el sentimiento de identidad, sino también el interjuego entre sus vicisitudes y la estructuración del yo y del superyó. Mi investigación comenzará con una revisión de nuestros conceptos psicoanalíticos sobre narcisismo y masoquismo primario y secundario. El concepto de narcisismo fue introducido por Freud (1914) en su publicación "Introducción al Narcisismo". Su punto de partida fue el síntoma megalomaníaco en esquizofrénicos que dijo: "se ha constituido, seguramente a costa de la libido objetivada. La libido sustraída al mundo exterior ha sido ap¿rtada al yo, surgiendo así un estado al que podemos dar el nombre de narcisismo. (Freud concluye que) el narcisismo engendrado por el reflujo al yo de las cargas de libido del objeto, como un narcisismo secundario, basado en un narcisismo primario encubierto por diversas influencias." (Pág. 32.)

Hace también un comentario sobre "la reciprocidad entre

la libido del yo y la libido objetivada" y contrapone el estado narcisístico del esquizofrénico con el desarrollo "de toda una personalidad en favor de las catexias objetales" en la situación de enamoramiento.

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ETAPAS II\FANTIL, TKMPRANA, PREED1PICA Y EDfPICA

Freud funda su concepto del narcisismo infantil primario en btlse a los signos de actitudes megaloma1úacas en los hom· bres primitivos y en niños: " ... una hiperestimación del porfrr de sus deseos y sus actos psíquicos, la «omnipotencia de las ideas», una fe en las fuerzas mágicas de las palabras y una técnica contra el mundo exterior, la «magia», que se nos muestra corno una aplicación consecuente de tales premisas megalómanas." (Pág. 32.)

En "El Yo y el Ello" (1923), Freud desarrolla aún más el concepto de narcisismo: "Al principio, toda la libido se halla acumulada en el ello, mientras que el yo es aún débil y está en período de formación. El ello emplea una parte de esta libido en cargas eróticas de objeto, desp~és de lo cual el yo, robustecido ya, intenta apoderaTse de esta libido del objeto e imponerse al ello como objeto erótico. El narcisismo del yo es de este modo un narcisismo secundario, sustraído a los objetos." (Pág. 65.)

Las ideas de Freud sobre el narcisismo primario y sobre el desarrollo del narcisismo secundario han sido suplementadas considerablemente por su teoría de las vicisitudes paralelas del instinto de muerte. En "Más allá del prmc1p10 del placer" ( 1920) sugirió que: " ... sadismo es realmente un inBtinto de muerte, que fue expulsado del yo por el influjo de la libido narcisística; de modo que no aparece sino en el objeto." (Pág. 60.)

En "Esquema del psicoanálisis" Freud ( 1940) escribió: "Podríamos imaginarnos un estado inicial de cosas suponiendo que toda la eneTgía del Eros, a la que daremos el nombre de , está presente en el todavía no diferenciado

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NARCISISMO, MASOQUISMO - CONCEPTOS DEL SELF

yo-ello 1 y sirve para neutralizaT los impulsos destructivos que existen simultáneamente. (No hay otro término, análogo a libido, para describir la energía de los impulsos destructivos.)" (Pág. 22.)

En "El problema económico del masoquismo" Freud (1924) dijo que: " ... en determinadas circunstancias, el sadismo o instinto de destrucción orientado hacia el exterior o proyectado, puede ser vuelto hacia el interior, o sea introyectado de nuevo, Tetornando así por regresión a su situación anterior. En este caso producirá el masoquismo secundario que se adiciona al primitivo." (Pág. 261.)

Freud describió entonces el masoquismo erógeno como el original, el primario, que nunca fue proyectado y quedó en el organismo ligado por la libido. .,. "El masoquismo primitivo pasa por todas las fases evolutivas de la libido y toma de ella sus distintos aspectos psíquicos."

(Pág. 261.)

Freud vio que las severas tendencias masoquísticas que aparecen algunas veces en las neurosis y psicosis·, especialmente en la melancolía, reafirman su teoría de un masoquismo primario y podrían explicarse por ella. En "El Yo y el Ello" (1923), dice: "en el superyó reina entonces el instinto de muerte que consigue, con frecuencia, llevar a la muerte al yo." (Pág. 77.)

..:: En vista de lo que Freud propuso, parece aconsejable combinar la discusión de narcisismo con la de masoquismo. Me l , Este concepto ha sido elaborado por Hartmann (1939), y por Hartmann, Kris, y Loewenstein ( 1946) .

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ETAPAS INFANTIL, TEMPRANA, PREED1PICA Y EDíPICA

concentraré primero en el signií icado de los conceptos de Freud referentes a narcisismo primario y masoquismo primario. Sus formulaciones, citadas precedentemente, son sin duda, bastante ambiguas. Se refieren parcialmente sólo a la presencia simultánea de fuerzas libidinales y agresivas en la indiferenciada matriz "psicosomática" que llamaré en lo sucesivo sel/ psicofisiológico primario. 2 Pero los términos "masoquismo" y "narcisismo" implican que originariamente los impulsos están en verdad dirigidos hacia adentro; por ejemplo, apuntan hacia este self primario. Esto constituye la base de la concepción de Freud sobre el instinto de muerte. La envoltura origi!1al del self primario con fuerzas agresivas, se considera un peligro potencial para él, siendo resguardado por la presencia protectora de la libido. Creo que estos conceptos son suficientemente c01;1fusos y requieren elucidación. En cuanto al progreso de la organización psíquica que tiene lugar después de la diferenciación estructural y del establecimiento del self y de las representaciones objetales, sabemos bastante bien, al menos en forma práctica, qué queremos decir cuando hacemos referencia de la orientación hacia el self de la libido y la agresión. Las personas que presentan una conducta narcisística o masoquística sexual o social, documentan, en forma suficientemente clara, la tendencia a sustraer las catexias objetales y a hacer de sí mismo los objetos 2 El término "self", que fue introducido por Hartmann (1950), será em· pleado, de acuerdo con él, cuando nos refiramos a la persona total de un individuo, incluyendo el cuerpo y sus partes como la organización psíquica y sus partes. Como lo indica el título de este volumen, el "self" es un término descriptivo auxiliar que puntualiza a la persona como algo distinto del mundo de objetos circundantes. Para aclarar lo que quiero decir emplearé términos tales como "self corporal", o "self físico", o "self psicofisiológico" o "self men· tal" o "self psíquico" de una persona. Rapaport (1956), me criticó porque supuso que yo equiparaba al "self" con las "representaciones del self'', un concepto metapsícológico que será descrito luego. Sin embargo, aclaré la distinción entre estos conceptos; pero es verdad que por razones semánticas me refería ocasionalmente al self o a los objetos cuando parecía estar claro que me refería a sus representaciones psíquicas. En este volumen pondré especial ahínco en evitar una tenninologÍa confusa. Sin embargo, esto no es siempre posible. Se podría recordar que Freud también se refiere a los objetos cuando realmente se quiere referir a sus representaciones psíquicas.

NARCISISMO, MASOQUISMO - CONCEPTOS DEL SELF

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de amor, admiración y gratificación libidinosa, o de odio, desvalorización y destruceión. Pero ¿cuál e:; el significado preciso de narcisismo y masoquismo en la organización psíquiea primitiva antes de que el niño descubra su propio self y el mundo objetal? Para obtener una respuesta debemos obviamente hacer un estudio de las manifestaciones de los impulsos del infante y tratar de dar una descripción metapsicológica precisa de su estado y conducta. Entre los cortos períodos en que es alimentado, el infante está la mayor parte del tiempo durmiendo o adormecido, un estado de pasividad en el cual hay poca expresión, todavía de los afectos primitivos o de las funciones pereeptivas y motoras. El dormir es el estado que acostumbramos designar como la situación narcisística verdadera. En la "Adición Metapsicológica a la Teoría de los Sueños" (1917a), Freud dijo: "El dormir es, somáticamente, un retorno a la estancia en el seno materno, con todas sus características de quietud, calor y ausencia de estímulos. Muchos hombres llegan incluso a tomar durante el sueño la posición fetal. El estado psíquico del dur· miente se caracteriza por un retraimiento casi absoluto del mundo circundante y la cesación de todo interés hacia él." {Págs. 137, 138.)

Y, luego dice: •'El narcisismo del estado de reposo significa la sustracción de la carga de todas las representaciones objetivas y tanto de la parte inconsciente de las mismas como de su parte preconsciente." (Pág. 140.)

De acuerdo con la descripción de Freud podríamos visualizar el estado psicoeconómico original, el estado que todavía prevalece en el dormir de la temprana infancia, su adormecimiento, como una situación de dispersión difusa de las fuerzas

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ETAPAS INFANTIL, TEMPRANA, PREEDíPICA Y EDíPICA

instintivas dentro de un self psicofisiológico indiferenciado. Pero, considerando el signif icaclo de los términos "narcisismo" y "masoquismo", surge una interesante pregunta: ¿,por qué vía se descarga la energía psíquica durante estos estados? Algunos autores ocasionalmente hablan de descargas tanto externas como internas, pero sin profundizar en lo que realmente quieren significar. No conocemos todavía plenamente las conexiones entre los fenómenos de descarga de impulsos y los procesos fisiológicos concomitante;; corno para entender el significado preciso de tales conceptos. Lo que sabemos, muy vagamente, es que la descarga hacia el exterior involucra al aparato perceptivo y motor dando como resultado fenómenos afectomotores y acciones motoras, mientras que la descarga hacia el interior provoca procesos fisiológicos que acarrean cambios funciqnales, principalmente en los órganos internos del cuerpo. Sin embargo, a pesar de que admitirnos la vaguedad de estos conceptos, es muy importante marcar las diferencias entre las descargas internas y externas para entender la cualidad de los impulsos de la temprana infancia y los precursores de la vida afectiva e ideacional. Aparentemente, el limitado contacto que en la temprana infancia se tiene con el mundo exterior y sus estímulos, man· tiene en el aparato psíquico, el nivel general de tensión comparativamente bajo; además, las catexias de los órganos internos son todavía probablemente preponderantes en relación con los de la periferia, p. e., el aparato perceptivo, y en particular el motor. De esta manera, una continua descarga "silenciosa" de pequeñas cantidades de energía psíquica puede ocurrir durante los períodos que transcurren entre las comidas, a través de canales fisiológicos "internos". 3 Por lo tanto, la condición psicoeconómica y el tipo de descarga característica del infante durmiente o adormecido, y del 3 Por supuesto, el importante trabajo de Fisher y sus colaboradores (1954, 1957, 1959), y otros investigadores sobre la actividad psíquica durante el sueño requerirá eventualmente una cuidado"ª reformulación del estado psicofisiológico y psicoeconómico del niño, como también del adulto, durante la misma situación.

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NARCISISMO, MASOQUISMO . CONCEPTOS DEL SELF

dormir en general, y, evidentemente también, de los estados patológicos de la profunda, así llamada regresión narcisística, sugieren que las descargas psicológicas hacia el interior, por ejemplo, hacia el self, pueden considerarse como las formas más tempranas de descargas de impulsos. Como lo demuestran los movimientos fetales, aún antes del nacimiento, el feto es también capaz.de descargar energía pulsional a través de canales motores. Con el nacimiento, sin embargo, se estabkce un drástico reajuste por los cambios ambientales. Los primeros signos de vida en el recién nacido -su llanto, y más aún, el comportamiento característico que muestra antes, durante y después de cada comida, y en sus funciones excretoras- son verdaderamente manifestaciones primarias de procesos de descarga afectomotores premodelados, que responden a estímulos no sólo del interior, sino también del exterior. Por supuesto, el infante a pesar de obtener estim~ación y gratificación tanto de un "objeto" -la madre-- como de su propio cuerpo, es sólo consciente, todavía, de sensaciones placenteras o displacenteras. Por esto, podemos describir las manifestaciones de impulsos, en general, como "narcisísticas". Pero es importante ccmsiderar que ellas representan descargas de impulsos no sólo hacia el interior, "sobre el self", sino que desde el nacimiento el infante tiene a su disposición canales de descarga hacia el exterior, aunque limitados, biológicamente predeterminados. Éstos son los que posibilitan las rescargas dirigidas al objeto. El énfasis que he puesto en diferenciar las descargas dirigidas hacia el interior y hacia el exterior veremos que será de utilidad para el estudio de las vicisitudes de los procesos de descarga de impulsos agresivos y la libido dirigidos hacia el ohejto y hacia el self, y de su influencia sobre el desarrollQ_ afectivo, ideacional y funcion_ª1_{Ahora quisiera comentar las conexiones existentes entre la descarga hacia el interior y el exterior, y las manifestaciones instintivas y afectivas de la conducta del niño. 23

ETAPAS INFANTIL, TE:\1PRANA, PREEDíPICA Y EDfPICA

En el capítulo VI de "La interpretación de los sueños" (1900), Freud afirma lo siguiente: Por determinadas razones hemos de representarnos el desarrollo de afectos como un proceso centrífugo orientado hacia el organísmo interno, análogo a los procesos motores y secretorios de inervación. Del mismo modo que la emisión de impulrns motores hacia el mundo exterior aparece suspendida durante el estado de reposo, podría quedar también dificultada la estimulación centrífuga de afectos por el pensamiento mconsciente durante dicho estado. (Págs. 467, 468.)

La definición que Freud hizo poste1·iormente sobre afectos

( 1915) en "El Inconsciente" se relaciona de alguna manera con estos conceptos. Es de hacer notar que él caracteriza las descargas afectivas como un "resultado de la alteración (interna) del cuerpo del sujeto", pero al mismo tiempo como un proceso centrífugo cuya liberación es impedida por el estado de sueño, de la misma forma como también lo está la descarga de los impulsos motores. A primera vista esta afirmación puede ser confusa o aun contradictoria. Estos conceptos se clarifican al darnos cuenta de que en este contexto, el término "centrifogo" se refiere, obviamente, a "fuera del aparato mental". Abandonando el uso del término centrífugo por la posibilidad de confusión, prefiero simplificar el concepto diciendo que, en contraste con la descarga "silenciosa", predominaritemente psicofisiológica, del feto, del recién nacido o durante el sueño, las emociones del adulto se expresan no sólo por procesos secretorios, circulatorios y respiratorios, que indican una descarga fisiológica hacia el interior, sino támbié'n por fenómenos motores y las percepciones internas que nosotros llamamos sentimiento; v.g., en manifestaciones de descarga hacia el exterior. Podríamos suponer, por lo tanto, que la inhibición de los afectos durante el dormir pudiera realizarse por su retransformación regresiva, parcial y temporaria, en descarga silenciosa o fisiológica y alucinatoria visual.

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NARCISISMO, MASOQUISMO · CONCEPTOS DEL SEIS

Podríamos volver a mis enunciados anteriores sugiriendo que la vida psíquica se origina en procesos fisiológicos que son independientes de estimulaciones sensoriales externas. Desde el nacimiento, sin embargo, los procesos de des.carga se expanden debido a la apertura de las vías de descarga, biológicamente predeterminadas, en respuesta a estímulos sensoriales externos. En un comienzo conducen _reacciones primitivas, motoras premodeladas, específicas de la especie (instintivas), y experiencias sensoriales placenteras y displacenteras, que no pueden llamarse todavía sentimientos. Estos fenómenos, evidentemente, no son más que precursores genéticos de los procesos emocionales, de pensamiento y de la compleja actividad funcional, cuyos desarrollos sobrevienen con los comienzos de la formación del yo. En efecto, durante los primeros estadios infantiles, la expresión predominante de la vida emocional y de fantasía del niño es todavía "psicofisiológica", el así llamado "lenguaje órgano afectivo" que abarca, no obstante, no sólo los procesos "silenciosos" fisiológicos internos mencionados anteriormente, sino también fenómenos vasomotores y secretorios visibles en el terreno de las funciones bucal y excretoria. Quisiera puntualizar que este lengua je órganoafectivo está presente, en cierta proporción, aun en la vida emocional de adultos normales en estados· de ansiedad y en otras manifestaciones de "resomatización" de afectos. (Schur,

1955.) Las consideraciones precedentes tuvieron la intención de subrayar la correlación del estado psicoeconómico original y la más temprana forma de descarga de pulsiones dentro del self y los precursores psicofisiológicos de la expresión afectiva e ideacional del adulto. La validez de tales consideraciones es comprobada por las observaciones en pacientes con enfermedades psicosomáticas o desórdenes psicóticos, que confirman estas correlaciones. Estos dos grupos de enfermedades muestran lo que nosotros llamamos, aunque en forma algo imprecisa, signos de regresión narcisística severa. En pacientes con enfermedades psico-

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ETAP.A.S INFANTIL, TEMPRANA, PREED1PICA Y EDfPICA

somáticas, de acuerdo con mi proposición anterior, podríamos hablar de una retransformación patológica parcial de expresiones fisiológicas, ideacionales y emocionales, en somáticas, que son entonces percibidas solamente corno sensaciones corporales dolorosas. (Schur, 1955.) En la psicosis, los estados depresivos o catatónicos estuporosos parecieran ser la versión patológica del estado de adormecimiento del infante. Existen, por cierto, diferencias significativas entre la economía y las cualidades pulsionales en tales estados patológicos regresivos, y las condiciones originales a las que se parecen. Estos trastornos muestran la existencia convincente de procesos destructivos, y autodestructivos, no sólo psicológicos sino también fisiológicos, signos que no son encontrados en el estado normal de sueño ni en los tempranos estadios de la niñez. Por el contrario, psicológica y fisiológicamente, el dormir tiene una función reparadora, y el estadio fetal prepara el crecimiento psicofisiológico _qel organismo. Estas diferencias acentúan el malentendido que pudiera existir con el uso del término "regresión narcisística" para esos procesos patológicos de naturaleza tan destructiva. No debemos olvidar que el concepto de narcisismo precedió a la introducción por Freud de una teoría dual de impulsos. Este concepto y el término "regresión narcisística" se hicieron valer a pesar de no hacer referencia a los impulsos agresivos. 4 Por razones que pronto entenderemos, los intentos de Freud de modificar el concepto de narcisismo y relacionarlo a su nueva proposición, no aclaró el problema en forma satisfactoria. Pero antes de discutir de qué manera se puede adaptar este concepto a una teoría dual de impulsos y-a los conceptos estructurales, deberíamos encarar el problema de si mis consideraciones psicoeconómicas, que mencioné anteriormente, podrían adherirse al concepto de masoquismo primario, v. g., del instinto de muerte. La suposición de que estos procesos de 4 Por esto, Ahraham (1924), en su discusión sobre la depresión psicótica habló de "un narcisismo positivo y negativo" (pág. 456), en su descripción del amor al self y odio al self que presentan los melancólicos.

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NARCISISMO, MASOQUISMO - CONCEPTOS DEL SELF

descarga psicofisiológica interna, no posibles de observación, que se presentan en el infante dormido o adormecido, puedan garantizar una descarga difusa, pero innocua, de pequeñas cantidades de energía agresiva, nos pone ante un problema ciertamente difícil. Freud trata de resolverlo asumiendo ~que, en los estados de narcisismo y masoquismo primarios, la presencia del instinto de vida preserva la autodestrucción. Pero, ¿cómo puede ocurrir esto? Entendernos que la fusión entre la libido y la agresión hacen innocuos a los impulsos destructivos. Este proceso, sin embargo, aparece en un estadio infantil posterior; está relacionado con la neutralización parcial de los impulsos. Podríamos preguntarnos, en consecuencia, si estos hechos no se podrían explicar mejor asumiendo que, al comienzo de> la vida, la energía instintiva está todavía en un estado indiferenciado; y que desde el nacimiento se transforma en dos tipos distintos de impulsos, con cualidades diferentes bajo lp influencia de estímulos externos, del desarrollo psíquico y de la apertura y maduración progresiva de las vías para la descarga hacia el exterior. 5 Buscando la confirmación de esta hipótesis, me parece importante hacer notar que no es fácil discernir las características libidinales y agresivas de las manifestaciones emocionales e instintuales del niño durante la infancia y la niñez temprana, y que fenómenos afectivos tales como ansiedad e ira están íntimamente relacion&dos. Mientras que este concepto puede asemejarse a la teoría de frustración-agresión, se debe destacar que la transformación de la energía psicofisiológica indiferenciada en dos clases de impulsos psíquicos, cualitativamente diferentes, se consideran aquí psicobiológicamente predeterminadas y como promovidas tanto por factores de maduración internos como por estímulos externos. Esta idea nos hace también recordar las interesantes acota5 Fenichel (1945, pág. 58). Esta idea no implicaría, sin embargo, que las cualidades del impulso estarían solo determinadas por las vías específicas de descarga.

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ETAPAS INFANTIL, TEMPRANA, PREED1PICA Y ED!PICA

ciones de Freud en "El Y o y el Ello" ( 1923), por el hecho de que "una cantidad de energía desplazable neutral ( indiferente)" es capaz de unir sus fuerzas tanto con la libido como con la agresión. La importante afirmación de Freud de energía desexualizada, que se supone "sea igualmente activa en el yo y en el ello" pudiera ser aún más convincente si se refiriera no a energía desexualizada sino a energía de impulsos indiferenciados originalmente en el self primario psicofisiológico total. Si aceptamos esta hipótesis, debemos adaptar nuestro pensamiento a los siguientes conceptos: Resumiendo una vez más, podemos ver un estado psicoeconómico inicial, caracterizado por un bajo nivel de tensión y por una dispersión difusa general de la energía psicofisiológica todavía indiferenciada dentro de un self primario estructuralmente indiferenciado. Bajo la influencia de factores intrínsecos y de estímulos externos, las fuerzas indifereú.ciadas comenzarían entonces a transformarse en impulsos psíquicos agresivos y libidinales, de los que está dotado el ello. Durante el estadio fetal y también, predominantemente, durante los más tempranos estadios infantiles, la mayor parte de esta energía indiferenciada del self primario se descarga en forma difusa en pequeñas cantidades hacia el interior al comienzo, exclusivamente, a través de canales fisiológicos. Pero después del nacimiento las zonas erógenas pregenitales, y, en grado creciente, la totalidad de los sistemas motor y sensorial, núcleo central "autónomo primario" del futuro yo, se sobrecargan periódicamente y comienzan a desarrollarse los procesos de descarga hacia el exterior, pasibles de observación en la actividad pregenital (sexual y agresiva) y en reacciones motoras reflejas instintivas y afectomotoras primitivas, biológicamente premodeladas, fácilmente reconocibles como los precursores del sentimiento, pensamiento, y de las funciones motoras del yo, entre otras. En el curso de la diferenciación estructural, los impulsos agresivos y libidinales sufrirían procesos de fusión y de neutralización parcial. Estos impulsos neutralizados, junto con parte de los impulsos libidinales y agresivos, se incluirían en los nuevos sistemas, el yo 28

NARCISISMO, MASOQUISMO - CONCEPTOS DEL SELF

y el superyó, y podrían ser utilizados para la formación de los procesos emocionales y del pensamiento y las funciones correspondientes del yo y el superyó. ~ - Si estas proposiciones son valederas nos obligarían a dejar de lado el concepto de masoquismo primario, v. g., la teoría del instinto de muerte de Freud. Siendo especulativos, esta última teoría tuvo menos aceptación que la más simple teoría dual de los impulsos, que se refiere a dos impulsos básicos, libido y agresión. De acuerdo con mi afirmación de que los impulsos agresivos y libidinales se desarrollan de una energía de impulsos indiferenciada, en mi publicación anterior sobre "El self y el mundo objetal" ( l 954a), sugería que también podríamos prescindir del concepto de narcisismo primario. En la actualidad, sin embargo, me parece todavía un término muy útil para el más temprano período infantil, que precede al desarrollo del self y las imágenes objetales, período durante el cual el infante es todavía ajeno a todo aquello que no sea sus propias experiencias de tensión y alivio, de frustración y gratificación. Pero debemos tener en cuenta que este término no hace referencia a la diferenciación de energía estructural así como tampoco al establecimiento y carga correspondientes del self y las representaciones objetales. Vamos a considerar las diferencias entre las condiciones durante los estadios del desarrollo más temprano y los de re~resión ( narcisística) patológica severa, de acuerdo con mi hipótesis. Tendríamos que distinguir, entonces, los procesos de regresión "estructural" de aquellos de regresión de "energía". Esto lle. varía no sólo a la desneutralización de la energía psíquica del yo sino también a una retransformación regresiva parcial de las fuerzas instintivas en una energía indiferenciada primaria. 8 Mi proposición también explicaría el misterio por el cual la teoría de la fusión y aefusión de los impulsos no debería 8 Posiblemente este proceso regresivo posterior sería el resultado transitorio o duradero del tratamiento con electroshock o quirúrgico de psicóticos y puede ser responsable de sus efectos terapéuticos. Luego de tales tratamientos uno puede observar un periodo de completa ausencia de manifestaciones de impulsos tanto libidinales como agresivos.

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tenerse en cuenta: el hecho de que la fusión de los impulsos da como resultado una prevalencia absoluta de los impulsos libidinales, mientras que la aefusión de los mismos trae un empo· brecimiento libidinal y la predominancia absoluta de los impul· sos agresivos. 7 El .cambio de proporciones entre libido y agresión, que en procesos regresivos tan severos como la psicosis pueden dejar exhaustas las fuentes libidinales del self (o posiblemente ser su consecuencia), se entendería mucho mejor si pensáramos en ténninos de estadios intermedios de retransformación de energía de impulsos diferenciada en energía de impulsos indiferenciada primordial. . El concepto citado anteriormente nos permitiría incluir, además, tensiones fisiológicas, como el hambre, dentro del esquema de la teoría psicoanalítica. Esto no tiene lugar, en el presente, en nue~tra concepción de solo dos impulsos -libidinal y agresivo--. El hambre, descripto en un momento por Freud como un impulso del yo, sería entonces otra expresión de tensiones de impulsos psicofisiológicos primitivos indiferenciados. Si especuláramos, este concepto explicaría aún algunas de las proposiciones que Freud mencionó al describir su teoría del instinto de muerte y de vida. Lo que dije al referirme a las enfermedades psicmiomáticas y psicóticas se puede extender a procesos de envejecin:iiento y de involución física. Todos es· tos procesos podrían involucrar una disminución en las catexias periféricas, de las funciones perceptivas y motoras, resultando en un aumento de las catexias de los órganos corporales, con una concomitante aefusión regresiva de impulsos hasta un punto tal en que prevalece la energía de impulsos destructivos, que deben ser nuevamente descargados a través de canales fisiológicos en el cuerpo. 8 7 En una discusión personal, hace años, llamé la atención a Fenichel sobre este punto. 8 Sería también interesante comparar, desde este punto de vista, los dife. xentes grados de regresión que se presentan en enfermedades psicosomáticas y en la histeria. En .contraste con la primera, en las que existe una profunda hipercatexia regresiva de los órganos internos del cuerpo, en la histeria no se mantendrían las catexias en la periferia sino que llegarían aún a una hipercate· :xia de los órganos motores y sensoriales en el sitio de la afección, con una

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NARCISISMO, MASOQUISMO - CONCEPTOS DEL SELF

Estarnos listos para empezar a estudiar los conceptos de narcisismo y masoquismo secundarios. Dije anteriormente que desde un punto de vista "práctico" conocernos el significado de narcisismo y masoquismo como aparecen en estadios más avanzados de la organización psíquica. A pesar de ello debo aceptar que en este caso también nuestra terminología y conceptos teóricos están lejos de ser precisos y acordes a las tendencias modernas. De las consideraciones anteriores entendemos que el desarrollo del "narcisismo secundario" y "masoquismo secundario" comienza con el primer estadio del desarrollo del yo. En este período se han desarrollado los impulsos libidinales y agresivos por un lado, y toman lugar todos sus grados de fusión, por otro. Los objetos comienzan a ser distinguidos uno de otro y del self, y sus diferentes representaciones en el nuevo sistema, el yo, se dotan gradualmente de una duradera carga libidinal y agresiva. Como punto de partida para la discusión de este' período podría repetir parte de la cita de "El Y o y el Ello" ( 1923), donde Freud afirma: "El ello emplea una parte de esta libido en cargas eróticas de objeto, después de la cual el yo, robustecido ya, intenta apoderarse de esta libido del objeto e intenta imponerse al ello como objeto erótico. El narcisismo del yo es, de este modo, un narcisismo secundario sustraído a los objetos." (Pág. 65.) Este concepto de Freud enfatiza el hecho de que el desarrollo del narcisismo secundario es un complejo proceso íntimamente relacionado con la diferenciación estructural y la constitución del sistema del yo. Sin embargo, si repasamos las formulaciones de Freud nos quedamos per- . ple jos; ellos sugieren que el yo se construye y robustece sólo al revestido por la libido narcisística. Nuestra terminología habitual confirma esta ~idea. Estamos acostumbrados a pensar'' en el narcisismo secundario en términos de una carga del yo retransformación parcial de una normal descarga motora, afectiva e ideacional, en proceS-Os de descarga fisiológicos y afectomotores primitivos que encuentran expresión en los síntomas de conversión histérica.

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con libido narcisística, y en general describimos las gratificaciones obtenidas por las actividades del yo, simplemente como "gratificaciones narcisísticas". Es sin duda el ello la fuente de donde emergen todos los impulsos libidinales y agresivos dirigidos al objeto. Uno de los logros más importantes del desarrollo infantil, es sin duda también, la formación de representaciones objetales estables y el establecimiento de cargas libidinales objetales duraderas en el sistema yoico. 9 Veremos que el dilema es eminentemente el resultado de una confusión en la terminología. · Se refieren al ambiguo uso del término yo; v. g., la falta de distinción entre el yo, que representa un sistema mental estructural, el self, que definí anteriormente, y las representaciones del self. Hartmann ( 1950), llamó la atención sobre este punto y sugirió el uso del último término (análogo a las representaciones objetales) para las representaciones endopsíquicas conscientes, preconscientes e inconscientes del self mental y corporal en el sistema yoico. Yo trabajé sobre este concepto por muchos años, porque me pareció indispensable para el estudio de los tras· tornos que presentan los psicóticos. El significado de los conceptos de self y representaciones del self, como distintos del concepto de yo, se aclara cuando recordamos que el establecimiento del sistema yoico se realiza con el descubrimiento del mundo objetal y la creciente distinción entre éste y el propio self mental y físico. De los crecientes recuerdos de experiencias placenteras y displacenteras instintuales, funcionales, emocionales e ideacionales junto con las percepciones con las que están asociadas, emergen las imágenes de los objetos de amor, así como también aquellas del self psíquico y físico. Vagas y variables al comienzo, gradualmente se expanden y desarrollan hacia representaciones endopsíquicas, más o menos reales, y consistentes, del mundo objetal y del self. 9 En concordancia, en "Inhibición, Síntoma y Angustia" (1926), Freud mismo se refiere a la impotencia sexual como .la .inhibición de una función del yo.

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NARCISISMO, MASOQUISMO · CONCEPTOS DEL SELF

Podemos entender ahora por qué el intento de Freud, de asociar el concepto de narcisismo a su nuevo concepto estructural no tuvo mucho éxito. El narcisismo y masoquismo secundarios no son idénticos a la dotación libidinal y agresiva del sistema yoico; es la representación mental del self, constituida en el curso de la formación del yo, la que se carga con libido y agresión y se transforma en objetos de amor y odio. 10 Definamos ahora el concepto de representaciones del self en forma más precisa y describamos el desarrollo genético de estas formaciones psíquicas. Como lo dice Fenichel (1945), en "La Teoría Psicoanalítica de la Neurosis" la imagen de nuestro self se establece desde dos fuentes: primero, de una percepción directa de nuestras experiencias internas, de sensaciones, de procesos mentales y emocionales, de actividad funcional; y segundo, de una autopercepción e introspección indirecta; por ejemplo de la percepción de nuestro self mental y corporal coino un objeto. Desde que por razones obvias, nuestra capacidad para separarnos de nuestro propio self es sumamente limitada, nuestras funciones autocognitivas contribuyen sólo moderadamente a la concepción del mismo: Por lo tanto, las representaciones del self no serán nunca estrictamente "conceptuales". Como veremos, se mantienen bajo la influencia de nuestras experiencias emocionales subjetivas aún más que las representaciones objetales.11 Como dijimos anteriormente, el núcleo de las imágenes del self en la temprana infancia son los recuerdos ·de sensaciones placenteras y displacenteras, que bajo la influencia del autoerotismo y el comienzo de la actividad funcional, y de la inves10 En cuanto a las diferencias terminológicas entre el yo, el "self", y las "representaciones del self", sería de importancia recalcar que las cargas de impulsos de estas últimas en el sistema.. yoico llevarían a una descarga agresiva o libidinal sobre .;:el 'Self físico.o :mental. 11 Los conceptos de Federn de sentimiento del yo y experiencia del yo reafinnan este punto. Pero por razones que no se entienden él separa enteramente este sentimiento de los componentes conceptuales de las representaciones del self.

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ETAPAS INFANTIL, TEMPRANA, PREED1PICA Y ED1PICA

tigación traviesa que el niño realiza de su cuerpo, permiten su asociación a las imágenes corporales. En un principio, nuestra imagen del self, como la imagen objetal primitiva, no constituye una unidad firme. Emergiendo de sensaciones que son difícilmente distinguibles de las percepciones de la parte gratificante del objeto, es al comienzo fusionada y confundida con las imágenes del objeto, y está compuesta de series constantemente cambiantes de imágenes del self que reflejan principalmente las fluctuaciones incesantes del estado mental primitivo. 12 Ampliaremos. más tarde la discusión del desarrollo preedípico de las imágenes del self e imágenes objetales en conexión con los problemas de identidad e identificaciones. En este momento sería suficiente puntualizar la enorme, aunque perturbadora, influencia que los procesos de represión y negación infantiles ejercen sobre la formación de nuestras imágenes del self y el mundo objetal. Desde que estas imágenes se originan de los recuerdos de experiencias placentras y displacenteras, y están sólo gradualmente entrelazadas entre sí y corregidas por los recuerdos perceptivos que reflejan la realidad, la eliminación de un considerable sector de recuerdos displacenteros por la represión infantil aparta una gran cantidad de aspectos inaceptables tanto del self como del mundo exterior. Los defectos causados por la represión podrían rellenarse por elementos de pantalla, por distorsiones o embellecimientos que pueden fabricar los elaborados mecanismos defensivos del yo. Además, a medida que estas fantasías reprimidas que han quedado cargadas en el inconsciente, encuentran su camino hacia la superficie, le darán un colorido de imágenes infantiles pasadas a las representaciones objetales y

del self.

La insistencia universal de la fantasía inconsciente, en 12 La proposición de Federo de un sentimiento del yo originalmente uní· fonne no contradice lo que yo he expuesto anteriormente. Tan pronto como la experiencia del "yo" aparece, puede existir el sentimiento consciente dd self como un todo, a pesar de la fluidez y variedad de las imágenes del self.

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NARCISISMO, :MASOQUISMO - Cf'NCEPTOS DEL SELF

Ja mujer, de que su órgano genital está castrado, frecuente· mente con simultánea negación y el desarrollo de la fantasía ilusoria de posesión de un pene, sería el mejor ejemplo para demostrar hasta dónde el impacto de experiencias emocionales infantiles nos impiden la formación de imágenes corporales correctas. Esto es por demás cierto _cuando nos referimos a la imagen de nuestro self mental, que surge sólo con la creciente capacidad para la concienciación del self e introspección, como por ejemplo, con la capacidad de percepción, discriminación y evaluación de nuestros propios sentimientos, pensamientos y actos. Éstas son funciones que se desarrollan más tarde que la percepción del self corporal y, a pesar de estar reforzadas por la formación del superyó, en mucha gente su desarrollo es moderado. Pero la fijación inconsciente, también presente en hombres, de la fantasía de castración femenina, muestra nuestra limitada capacidad para la formación de representaciones objetales reales. Ellas ""50n influenciadas por nuestras emociones y conflictos emocionales pasados, más de lo que quisiéramos admitir. Nuevamente, esto es especialmente cierto para nuestros conceptos de las características mentales de otros. Debemos considerar que nuestra visión del mundo, en especial del animado, Un.pedida por la insuficiente percepción humana, permite f áciJes distorsiones por transferencia de imágenes infantiles hacia otras personas o cosas; esto es determinado parcialmente, por reacciones emocionales subjetivas ante la conducta de otros, por un entendimiento empático basado en identificaciones afectivas primitivas, y muy frecuentemente por proyecciones. De este modo, podemos fácilmente entender la razón por la que surgen tal multiplicidad de errores y falsificaciones. De todas maneras, las imágenes se unifican, organizan e integran hacia una concepción más o menos real del mundo objetal y del self, con el desarrollo progresivo psicosexual y del yo, con la maduración de las habilidades físicas y men· tales de los procesos emocionales e ideacionales y de testificación de la realidad, y también con la progresiva capacidad 35

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para la percepción y autopércepción, para el juicio y la in~ trospección. Definimos por imagen real del self, aquella que refleje correctamente el estado y las características, las potenciali· dades y habilidades, las posibilidades y los límites de nuestro self mental y corporal: por un lado, de nuestra apariencia, anatomía y fisiología; por otro, de nu&>tro yo, nuestros senti· mientos y pensamientos conscientes y preconscientes, deseos, impulsos, y aetitudes, de nuestras funciones físicas y men· tales y de nuestra conducta. Desde que el ideal del yo y del superyó son parte de nuestro self mental, tal imagen debe también representar correctamente nuestros ideales conscien· tes, preconscientes y nuestra escala de valores, y la efectivi· dad -o inefectividad- de nuestras funciones autocríticas. Depende del grado conque el ello, a cualquier nivel, se comunique con el yo, o encuentre acceso a él, que esté naturalmente representado en la imagen del self. Considerando que todos estos aspectos específicos tendrán su correspondiente representación psíquica, se desarrollará simultáneamente un concepto de su suma total, por ejemplo, la concienciación del self como uni:t entidad diferenciada pero ro, organizada que "es distinta y separada del ambiente" (Kramer, 1955, pág. 47), una entidad que tiene continuidad y dirección, y, citando a Lichtenstein (1961), tiene "la capacidad de mantenerse igual en medio del cambio". (Pág. 193.) Esta concienciación encontrará una expresión .emocional en la experiencia de identidad personal (sentimiento del self), cuyo origen y desarrollo discutiremos en relación con las vicisitudes de las relaciones objetales e identificaciones.

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2 Reseña de la reciente literatura sobre el problema de identidad

El capítulo precedente, en el que nos referimos a los oríge· nes del seU y las representaciones objetales y de la concien· ciación del self, implica y demuestra que estoy de acuerdo con las definiciones dadas por Greenacre (1958) y Mahler (1957), cuando describieron el desarrollo del sentido o sentimiento de identidad (concienciación del self, ~entimiento del self) en conexión con la constitución en el niño de las imá· genes del self corporales y mentales. Eissler (1957), por otra parte, toma al self como una estructura independiente comparable al yo, pero que se desarrolla solo en la adolescencia. Por esa razón cree que las experiencias de identidad tienen orígenes similares en ese momento. .Si bien no puedo estar de acuerdo con sus hipótesis, las observaciones en las que se fundan son ciertamente válidas, como veremos al tratar la adolescencia. Erikson (1956), si bien habla de la formación de la identidad como "un proceso que dura toda la vida", usa el término "identidad del yo" similarmente para "algu· nas de las adquisiciones lógicas que el individuo debe haber adquirido, al término de su adolescencia, de todas sus experiencias .preadultas, estando así preparado para la adultez". (Pág. 101.) Bajo la influencia de los estudios de Erikson, se han escrito recientemente dos libros sobre este tópico: "The Que:-t for Identity", de \\Theelis ( 1958), y "On Shame and the Search for Identity'', de Lynd ( 1958). Estos autores, corno

ETAPAS INFANTIL, TEMPRANA, PREED1PICA Y ED1P1CA

Erikson, tienen una orientación sociológica, pero la llevan hasta el ext emo. Mientras que Erikson describe tra:::tornos comunes de la identidad en la adolescencia, ellos hablan de la búsqueda de la identidad como un problema general de toda la presente generación, causado por los cambios sociológicos de nuestro tiempo. Por lo tanto, la pérdida o graves trastornos de la identidad, son considerados desde un punto de vista menos individual y psiquiátrico y más desde un punto de vista sociológico, en términos de un fenómeno grupal generalizado. Lynd, que se apoya. en forma excesiva en los trabajos de Erikson y Sullivan, simplifica considerablemente la situación sosteniendo que las perturbaciones en el sentimiento de identidad aparecen cuando una persona no puede "encontrar en su situación social aspectos con los cuales identificarse claramente"·. (Pág. 215.) Wheelis describe igualmente que las perturbaciones en el sentimiento de identidad son causadas por la ruptura de los sistemas de valores del pasado y la resultante confusión y los problemas de superyó que padece la generación actual. Probablemente como resultado de su orientación sociológica, estos autores, que afirman la aparición de disturbios en la formación de la identidad y en el sentimiento de identidad durante y después de-la adolescencia, desconocen la presencia de tales problemas en niños o en psicóticos, e ignoran el desarrollo infantil y los factores ontogenéticos. Originalmente Erikson no pasó por alto el enfoque genético, 1 pero parece abandonarlo progresivamente. Sus estudios sobre identidad son localizados principalmente en los períodos preadolescente y adolescente. Esto se refleja en su uso de los términos formación de la identidad e identidad del yo. Comparando sus definiciones que figuran en "Ego Development and Historical Change" (1946) y en "The Problem of Ego Identity" (1956), comparto su opinión de que el término identidad del yo, como él lo emplea, "tiene todavía cierta 1 Desde el punto de vista psicoanalítico, encuentro su diagrama de crisis psicosociales (1956, pág. 120) no demasiado infonnativo y al;;o confuso.

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ambigüedad". En el primero de los escritos mencionados, él lo equipara con "una más real autoestima" que "crece hasta convertirse en una convicción de que el yo está aprendiendo los pasos efectivos hacia un futuro colectivo tangible, que se está transformando en un yo definido dentro de una realidad social". (Pág. 23.) Identidad del yo definida como "la concienciación de que existe una mismidad y continuidad de los métodos de síntesis del yo", está aquí explícitamente diferenciado del sentimiento de "identidad personal'', al intentar conducir no sólo "el mero hecho de la existencia" sino "la cualidad yoica de esta existencia". (Pág. 23.) Sin duda el término identidad del yo en este sentido se presta a un estudio psicosociológico que relacione "identidad individual" con "identidad grupal". Pero me resulta muy difícil distinguir entre identidad personal e identidad del yo, más aún desde que Erikson relaciona esta última con la "autoestima real" y el superyó individual a los sistemas de valores de,. la sociedad en la que el individuo se forma. Erikson parece utilizar el término identidad del yo en un sentido muy amplio, demasiado amplio; lo deja "hablar por sí mismo en varias connotaciones (1956: pág. 102f', como refiriéndose a "nn sentido consciente de identidad individual" o a "una disputa inconsciente por una continuidad de carácter personal" o a "un criterio para el hacer silencioso de síntesis del yo" o a "el mantenimiento de una solidaridad interna con los ideales e identidad grupales". En sn trabajo sobre el desarrollo del sentimiento de identidad, Greenacre (1958) también puntualiza "que es un término flexible y funcional más que un significado absoluto". (Pág. 613.) Ella primero describe en hermosa manera qué queremos significar por identidad de un objeto, tal como una casa, y más tarde define el ·sentido de identidad o concienciación de ide:dtidad como "un contraste y comparación enfatizando los parecidos básicos pero llamando especialmente la atención sobre las diferencias obvias". Desafortunadamente Erikson no hace una distinción definida entre estas dos pers39

ETAPAS INFANTIL, TEMPRA.t~A. PREEDlPICA Y ED1PICA

pectivas: la identidad personal y la forma en que se desarrolla y puede ser objetivamente descripta, y la experiencia subjetiva de identidad o el esfuerzo por lograrla que sería el reflejo de la formación objetiva de la identidad. Esta ambigüedad está expresada en el párrafo de Erikson en el que trata el yo y el self (sus representaciones), concluyendo que "la formación de la identidad, por lo tanto, se puede decir que tiene aspectos del yo y aspectos del self". (1956, pág. 149.) Y o le doy valor a la introducción de Erikson del término "formación de la identidad" -refiriéndose a un proceso objetivo-- siempre que no se aplique solamente al yo y a sus fuerzas sintéticas. Preferiría entender por formación de la identidad a un proceso que construya la habilidad de preservar la organización psíquica total -a pesar de su complejidad, diferenciación y creciente estructuralización- como una entidad altamente individualizada pero coherente, que tiene una dirección y continuidad en cualquier período del desarrollo humano. Una normal formación de la identidad depende, indudablemente, de la efectividad de las funciones organizadoras y de síntesis del yo; pero creo que estos procesos de organización son operativos en la formación de todas las estructuras del aparato psíquico, incluyendo: el superyó. Además, una normal formación de la identidad parece depender de la habilidad con la cual la organización psíquica desarrolla y alcanza una autonomía secundaria óptima del yo y superyó en su manejo de la realidad y de los impulsos, de los conflictos intersistémicos. y de las tensiones existentes entre todos estos sistemas. El proceso objetivo de una formación de la identidad normal está reflejado, en cualquier período del desarrollo, en un normal sentimiento subjetivo de la identidad. Mientras que el concepto de formación de la identidad se localiza en la autorrealización del individuo, en la ejecución de sus posibilidades y su papel en la sociedad, llama especialmente la atención sobre las relaciones de identidad con las identificaciones del yo y superyó y sus vicisitudes finales durante y después de la adolescencia. La mayoría de los autores 40

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que tratan este problema puntualizan la íntima relación existente entre identidad e identificaciones pero desde diferentes ángulos. Mahler (1957), los expone describiendo trastornos o pérdida del sentimiento de identidad en los tipos "como sí', y en niños psicóticos. Greenacre (1958), afirma que "la identidad está íntimamente ligada a la identificación, ya sea un proceso interno del desarrollo psíquico o un acto de reconocimiento por el ser humano de un objeto exterior, animado o inanimado". (Pág. 613.) Spiegel ( 1959), se concentra "sobre el marco referencial en cuanto a estados internos" y sobre el "pooling" (pág. 99) de las representaciones aisladas del self, problema éste definidamente relacionado con los aspectos sintéticos de la formación de la identidad que fueron puestos en relieve por Erikson. Spiegel describe trastornos en el sentimiento del self y los sentimientos de realidad relacionados, como emergiendo de los rápidos cambios en la proporción entre las representaciones del self únicas en el seií total como marco de referencia, o de oscilaciones entre cargas objetales y narcisísticas, o por oscilaciones en este mismo marco. En relación con este último punto se refiere a las relaciones entre el sentimiento del self o identificaciones, sin mayores comentarios. Volviendo nuevamente a Erikson, cree que: "La identi· dad final. . . es más que cualquier identificación aislada con individuos del pasado" (1956, pág. 112) y que "La forma· ción de la identidad. . . comienza cuando la utilidad de la identificación termina". (Pág. 113.) Esta drástica afirmación merece una cuidadosa aclaración y examen. Por cierto, desvía el énfasis puesto anteriormente en el período infantil hacia el período adolescente o postadolescente . En contraste con Erikson, Lichtenstein ( 1961 )., en una fascinante publicación sobre identidad y sexualidad, coloca el origen de la formación de la identidad en las relaciones materno-infantiles más tempranas. Debo mencionar al menos, algunas de las desafiantes ideas expresadas en su estudio. Como Eissler y Erikson, Lichtenstein enfatiza las expc:rien41

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cías de continuidad en el sentimiento de identidad normal. Por otra parte su concepto de identidad "caracteriza la capacidad de mantenerse igual en medio del cambio", mientras que el sentimiento de identidad es la "concienciación de tal continuidad de mismidad". (Pág. 193.) Sus definiciones muestran que comparte mis críticas al ambiguo concepto de Erikson de identidad del yo, que no hace distinción entre la formación de identidad objetiva y su correspondiente experiencia, y que además, restringe la formación de la identidad solamente al yo. Sin embargo Lichtenstein considera que los conceptos de identidad y formación de identidad objetiva son fundamentales para el entendimiento del desarrollo de la personalidad ·humana. De acuerdo con él, los animales tienen una identidad adaptativa preformada, garantizada por sus automatismos instintivos heredados. El hombre; sin embargo, por ser un ente a la vez histórico y biológico, tiene una existencia histórica, por ejemplo, una existencia con una identidad autocreada y autodefinida por cuyo mantenimiento debe luchar por siempre. Ésta es la razón por la cual Lichtenstein introduce la idea de un principio de identidad que controla todo el desarrollo humano y tiene prioridad sobre cualquier otro prin· cipio o necesidad, incluyendo la necesidad de subsistir. En mi opinión, la idea de Lichtenstein, de que el hombre "está siempre amenazado por la pérdida o destrucción de su identidad" (pág. 184), no se puede confirmar por la observación clínica. Si esto fuera válido los problemas de identidad serían ciertamente predominantes en todos los neuróticos, Esto no es así. Serios problemas de identidad parecen acontecer solamente en neuróticos con conflictos narcisísticos específicos y en pacientes borderlines y psicóticos. La convicción de Lichtenstein del importante papel que en el hombre tiene la lucha por la identidad se basa en sus objeciones a nuestra forma cartesiana de pensar en términos de sujeto y objeto. Él cree en una "forma simbiótica fundamental de existencia del hombre" -idea ésta relacionada con los conceptos de Eissler. De aquí que, "el hombre debe defi-

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nir su identidad" y "se define a sí mismo como un instrumento, un órgano que sirve a una función". (Pág. 203.) Lichtenstein en consecuencia asume que la función esencial de la sexualidad humana no procreativa es el establecimiento de "los más tempranos y básicos esbozos" de identidad. Considera la relación simbiótica materno-infantil como el comienzo de la formación de la identidad humana. Creo que esto es acep- · table, a pesar que la separación del niño de la madre, y el resultante proceso de individuación parece tan esencial en la formación de la identidad. Tampoco objeto la afirmación de que "La madre imprime al niño no una identidad sino un tema de identidad". (Pág. 208.) Pero las fallas latentes de. los conceptos de Lichtenstein se hacen obvias cuando define "un apareamiento sensual" como una interacción "en la que cada participante se experimenta a sí mismo como el único capaz de servir de instrumento para la gratificación sensorial del otro". (Pág. 207.) Tal concepto lleva lógicamente a negar el papel de la agresión en las relaciones del hombre con su Umwelt y en el proceso de la formación de la identidad. En consecuencia, aquí surgen las contradicciones y se hacen evidentes en t.· ·"Originariamente, en la fase primitiva oral del individuo no es posible diferenciar la carga de objeto de la identificación ... Cuando tal objeto sexual ha de ser abandonado, surge frecuentemente en su lugar aquella modificación del yo que hemos hallado ·en la melancolía y descripto como una reconstrucción del objeto en el yo. Ignoramos aún las circunstancias detalladas de esta sustitución. Es muy posible que el yo facilite o haga po~hle,. por medio de esta introyección --que es una especie de

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regresión al mecanismo de la fase oral- el abandono del objeto. O quizás, constituya esta identificación la condición precisa para que el ello abandone sus objetos. De todos modos, es éste un proceso muy frecuente en las primeras fases del desarrollo, y puede llevarnos a la concepción de que el carácter del yo es un residuo de las cargas de objeto abandonadas y contiene la historia de tales elecciones de objeto. . . También puede existir una simultaneidad de la carga de objeto y la identificación, o sea una modificación del carácter antes del abandono del objeto. En este caso, la modificación del caTácter puede sobrevivir a la relación con el objeto y conservarla en cierto sentido." (Págs. 35-37.)

En estas observaciones Freud esquematiza los problemas a los que nos abocaremos ahora: el desarrollo infantil de las identificaciones' primitivas del yo y superyó, llamadas narcisísticas, y sus diferencias. La unidad madre-niño representa el período infantil más temprano. Por supuesto esta situación no puede ser definida todavía en términos de identificación, ya que es un proceso o el resultado de un proceso. Repetidamente he dicho que el infante, en un comienzo, no puede discriminar fácilmente entre sus propias sensaciones placenteras y los objetos de los cuales ellas derivan. Sólo cuando las funciones perceptivas han madurado suficientemente, las gratificaciones o frustraciones pueden ser asociadas con el objeto. En el próximo capítulo expondré en forma más detallada sobre la influencia constructiva de las experiencias frustrantes que se suscitan durante el descubrimiento y distinción entre el self y el objeto amoroso. Inducidas por esas experiencias desagradables de frustración y separación del objeto amoroso, comienzan a surgir fantasías de incorporación (total) del objeto gratificante como expresión del deseo de restablecer la unidad perdida. Este deseo, probablemente, nunca deja de tomar parte en nuestra vida emocional. Aún normalmente la experiencia del contacto físico y de una "iden-

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FUSIONES ENTRE EL SELF Y LAS IMAGENES OBJETALES

tidad" de placer durante el acto sexual, puede albergar elementos de felicidad derivados del sentimiento de retorno a la ya perdida unión original con la madre. La intensidad y original subsistencia de tales deseos justifican el énfasis puesto por Bowlby en el importante papel que desempeña la ansiedad de separación que aparece alrededor del sexto o séptimo mes. Estas tempranas fantasías de deseo de contacto y unión con la madre (pecho), son ciertamente las bases sobre las que se construyen todos los tipos de relaciones objetales, como también todos los tipos de identificaciones futuras. 3 Veamos estas fantasías más de cerca, en conexión con las actividades instintuales del niño de alrededor de tres meses (Spitz, 1957, pág. 119), cuando ya es capaz de percibir el objeto de amor, o al menos objetos parciales, como algo diferente a él mismo. Cada vez que es alimentado por la madre o está físicamente cerca de su cuerpo, sus fantasías de deseo de completa unión con la madre por,,.medio de la incorporación (oral y visual, respiratoria y cutánea) será gratificada. En consecuencia, por esta gratificación, sus imágenes del self y del objeto de amor se fusionarán sólo para ser separadas nuevamente con el incremento progresivo de las necesidades instintuales y las experiencias de hambre, frustración y separación real, aptas para excitar 19s deseos agresivos y libidinales. Por esto el infante con hambre, y deseoso de comida, gratificación libidinal, y contacto físico con la madre, que es el precursor de las futuras relaciones objetales, es también el origen del primer tipo de identificación primitiva, identificación ésta que se alcanza por una refusión del self y las imágenes objetales. Esta refusión está acompañada por un debilitamiento temporario de las funciones perceptivas y, en 3 He evitado mencionar deliberadamente el término "identificación primaria" de Freud. Es algo ambiguo en cuanto se refiere al estado primario de unión con la madre, que antecede al descubrimiento y catexias del mundo objeta! y a los tipos de identificaciones preedípicas que mencionaremos luego.

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consecuencia, por el retorno a un estado menos diferenciado desde un yo que ha comenzado su formación. Este tipo de identificación desempeña un papel predominante en la vida mental del bebé en toda la fase preedípica y edípica temprana, y en cierto grado, aun más tarde. En efecto, esto también tiene lugar dentro de una organización psíquica madura. Me he referido anteriormente a la experiencia sexual en la cual la totalidad del self parece fusionarse con la pareja. Quisiera agregar ahora que el yo adulto hará uso también de los mecanismos de introyección y pro· yección, basado en las funciones entre el self y las imágenes objetales, con el propósito especial de establecer identificaciones de sentimiento y fantasía a cualquier nivel, no sólo con nuestros objetos de amor sino con el ambiente en su totalidad. Nuestro entendimiento sutil y empático con otros, en especial con aquellos que amamos, depende de tales identificaciones, ya sean de corta vida o más duraderas. Sin embargo, tales fusiones temporarias, al servicio del yo, normalmente no debilitan los límites entre las imágenes del self y los objetos, por cuanto en la etapa infantil temprana tal firme límite no ha sido todavía establecido. Y, tanto como que aquellas· identificaciones de sentimientos y fantasías coexisten y colaboran con relaciones personales maduras e identificaciones del yo y superyó firmemente establecidas, no afectarán en ningún sentido los sentimientos de identidad de una persona. 4 Los analistas de niños parecen estar de acuerdo en que por encima de los tres años, las fantasías conscientes de fusión con los objetos de amor están dentro del límite del desarrollo normal. Pero he afirmado que aun más . allá del período preedípico las imágenes inconscientes del self y los objetos 4 Debo mencionar que individuos o grupos que están bajo cualquier tipo de terror (catástrofes, regímenes autoritarios) pueden regresar rápidamente a las experiencias mágicas de fusión, ya entre ellos o con el líder dictatorial o el torturador. Creo que este mecanismo responde, parcialmente, a la fatal reac· ción de los grupos en situación de pánico, o debido a ciertas reacciones de la gente que cree y sigue ciegamente a un líder; o dando falsas confesiones cuando son torturados.

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tienden rápidamente a diversificarse, separarse, y unirse nuevamente. Aun cuando el niño ha progresado a una total concienciación de sí mismo y de sus objetos de amor como entidades individuales, su dependencia de la madre, para la satisfacción de la mayoría de sus necesidades instintuales y la realización de sus funciones yoicas, aún continúa previniendo así la completa separación de las imágenes del self y de la madre. Gratificaciones instintuales, el contacto estrecho físico y emocional, el apoyo, protección, y la guía ofrecida por la madre, todo tiende a unirlos más y más; por lo tanto, en general, la imagen materna (y paterna) continúa por algunos años siendo solo una extensión de la imagen del self del niño, o viceversa. Esto es lo que da a la relación del niño con su madre tales cualidades "narcisísticas". La unión con su ·madre tiene una intensidad dramática. Pero aun cuando ella ya no es más un objeto exclusivamente gratificante y se ha convertido en un dador de afecto, el bebé, todavía incapaz de amar en el sentido de tener real interés por otros, está aún principalmente preocupado por su tan preciado self. A pesar de que él debe adecuarse, y lo hace, a las actitudes de los padres, no puede entender ni respetar las necesidades paternas a menos que conc~erden o le sirvan a las suyas. · Mientras que las fantasías de función con.el objeto amoroso, descritas anteriormente, tienen origen en la interrelación simbiótica del niño con la madre, un tipo más activo de identificación primitiva se origina de sus crecientes esfuerzos por imitar los objetos amorosos. En "La Teoría Psicoanalítica de la Neurosis" ( 1945), Fenichel describió las íntimas conexiones e interrelaciones entre las fantasías infantiles de este período, todavía predominantemente receptivas, y las imitaciones de los objetos amorosos que comienzan en el primer año de vidl}, pero que ya requieren la participación del aparato motor. Desde que estas imitaciones se originan del estrecho vínculo empático existente entre la madre y el niño, emergen probablemente de lo que podríamos llamar, identifi55

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caciones afectivas primitivas. El hecho que la madre es capaz de inducir directamente afectos en el bebé por medio de su propia expresión afectiva -hecho sobre el que se basa la teoría de la ansiedad, de Sullivan- es bien conocido, pero difícil de explicar. Las observaciones realizadas en infantes dejan poca duda de que el niño comienza muy tempranamente a percibir, responder y a imitar los gestos, las inflexiones de voz y otras manifestaciones audibles y visibles de la madre. Y a me he referido al mutuo ajuste de los modelos de descarga entre el niño y la madre, y también he mencionado, cómo el mutuo interjuego entre la madre y el niño estimula y prepara su naciente vida emocional y funciones yoicas. Podríamos suponer que las imitaciones que el niño realiza de las expresiones emocionales parentales surgen de estas bases, y que ]as primeras identificaciones afectomotoras entre el niño y la madre, preceden y acompañan las imitaciones del niño de las actividades funcionales de los padres. La creciente actividad motora del niño, al aprender a hablar, a caminar y a comportarse como los padres, a controlar sus esfínteres, que es la expresión del comienzo del control instintual, marcan ciertamente el progreso de la formación del yo. Estas imitaciünes son, al comienzo, sólo precursoras de verdaderas identificaciones del yo, tal como sus incipientes formaciones reactivas son las precursoras de la formación del superyó. En efecto, no debemos hablar de identificaciones del yo antes de que el niño comience a desarrollar actitudes yoicas y rasgos ·de carácter tomados de sus padres, y antes de que manifieste verdadero interés y practique funciones yoicas significativas, guiado por el ejemplo y las demandas parentales. Al principio, las imitaciones que el bebé realiza de los gestos, conducta y actos de la madre, son indudablemente sólo actividades formales "como sí", sin tener conciencia de su significado, y basadas simplemente en los estrechos vínculos empáticos existentes con la madre. No es todavía su meta esencial el llegar a parecerse al objeto amoroso. En esta eta56

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pa, el niño todavía puede creer que imitando a la madre, "jugando a ser madre", significa ser o convertirse en la madre. Tales fantasías ilusorias, mágicas, indican hasta qué punto desea el niño mantener a la madre como una parte de sí mismo, y unirse con ella, cual fue su propósito primitivo, sin distinción ni consideración de la realidad externa y de su propia realidad interna. El progreso principal lo manifiesta en el creciente deseo del niño de lograr esta meta no sólo a través de gratificaciones sensuales y acercamiento físico con el objeto amoroso, sino también a través de su propia actividad. Sin embargo, su insuficiente capacidad para percibir la realidad, le permite todavía unir y ampliar las imágenes de los objetos y del self de acuerdo con sus deseos y fantasías mágicas, sin tomar en cuenta sus limitaciones y las del objeto amoroso. Éste es el período de constante traslación y cambio de catexias al cual ya me he referido. La libido,.y la agresión son continuamente trasladadas del objeto amoroso al self y viceversa, o también desde un objeto a otro, mientras que las imágenes del self y del objeto, como también las imágenes de diferentes objetos, son temporariamente fusionadas y separadas para volver a unirse nuevamente. Simultáneamente existe la tendencia a cargar solo con la libido una de tales unidades de imágenes compuestas, mientras que toda la agresión es dirigida hacia otra, hasta que esta ambivalencia puede ser tolerada. Estos procesos de carga se reflejan en los mecanismos introyectivos y proyectivos basados en las fantasías inconscientes del niño de incorporación y eyección del objeto de amor. En esta etapa el niño exhibe actitudes o conductas sumisas y de dependencia, que alternan con ideas temporarias de grandiosidad, mostrando así su "participación mágica" en la omnipotencia de los padres. Existen vacilaciones erráticas entre actitudes de pasividad, dependencia irremediable frente a la omnipotencia materna, y esfuerzos agresivos activos para la expansión del self y un poderoso control sobre los objetos de amor. I

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En sus interesantes estudios sobre elación, Lewin (1950) determinó el origen genético de estas actitudes opuestas, activo-agresiva y pasivo-sumisa, a diferentes fases en las experiencias infantiles tempranas de gratificación oral. Los deseos de convertir a la madre en parte de sí mismo o de convertirse en parte de ella, provienen, verdaderamente, de las fantasías de devorar el objeto amoroso o de ser devorado por él. De acuerdo con Lewin, provienen de las dos fases de la gratificación oral: la primera, en la que el niño agresivamente se prende y toma el pecho; la segunda, en la que se relaja, se vuelve pasivo, y finalmente (llegando a la tercera fase) se duerme. La conducta progresivamente contradictoria, pasivo-sumisa y activo-agresiva del niño durante el período preedípico y edípico temprano, se puede correlacionar, por supuesto, con sus ambivalentes fluctuaciones emocionales entre el sentimiento de amor, admiración y confianza por sus omnipotentes padres, y la frustrante desvalorización y desconfianza por sus objetos amorosos. El mundo mágico de fantasía del niño, en el período preedípico, es abandonado sólo en forma gradual. Sus restos perduran en el período edípico. Recordamos de nuestra acotación, tal como la expusimos en el Capítulo 1, que Freud (1914), en "Introducción al Narcisismo" describió las actitudes megalomaníacas en los niños, primitivos, y esquizofrénicos, sus creencias en la omnipotencia del pensamiento y en la magia de las palabras, como evidencia del "narcisismo primario". Actualmente, sin embargo, estas actitudes parecen ser las manifestaciones de comienzo del "narcisismo secundario" o, como deberíamos llamarlo, de etapas preedípicas de la formación del yo y de un establecimiento inicial y carga de imágenes del self y del objeto, que todavía mantienen una débil unión entre sí. El yo psicótico parece _ regresar a estas etapas._ Vemos, por otro lado, que Freud a pesar de reconocer las "identificaciones narcisísticas" de los melancólicos como mecanismos genéticos tempranos, en "El Y o y el Ello" los relaciona a las identificaciones del yo y 58

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superyó sin hacer comentarios sobre las diferencias características y muy significativas entre estos dos mecanismos. Las observaciones realizadas de psicóticos esquizofrénicos y maníaco-depresivos, que son altamente informativas en relación a los estadios tempranos de la formación del yo, confirman sin duda, las conexiones genéticas entre tales identificaciones primitivas y verdaderas _del yo y superyó, pero también hacen relevantes sus conspicuas diferencias. En cuanto a los tipos más tempranos de identificaciones repito que, siendo mágicas por naturaleza, se basan en mecanismos primitivos de introyección o proyección que corresponden a fusiones de imágenes del self y del objeto sin tomar en cuenta sus diferencias reales. Ellas se expresarán en fantasías ilusorias del niño en las que él forma parte del objeto o puede convertirse en el objeto al pretender serlo o comportándose como si fuera el objeto. Tales ideas, temporarias y reversibles en niños pequeños, pueden convertirse en convicciones delusorias fijadas en psicóticos. Sin tomar en cuenta la realidad, el melancólico se odia y acusa a sí mismo como si fuera el objeto de amor, mientras que el esquizofrénico puede estar aún conscientemente convencido que él es otra persona ( Jacobson, l 954b). Mencionaré aquí algunas acotaciones sobre los mecanismos de introyección y proyección sobre lo&, que se fundan todas las formas de identificaciones, haciendo especial referencia a las ideas de Melanie Klein sobre imagen objetal y la formación del superyó. La impresición teórica existente se debe a nuestras fallas en hacer claras diferencias entre los objetos externos y sus representaciones endopsíquicas. Pero Melanie Klein (1934) agravó esta confusión al no hacer distinción entre las representaciones endopsíquicas y lo que ella y sus continuadores llamaron objetos "internalizados" o "introyectados", o simplemente "introyectos", al no definir estos términos en forma precisa. Todos sus conceptos son de lo más engañosos, desde que iguala los "introyectos" al superyó infantil. /

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Para comenzar, los términos introyección y proyección se refieren a procesos psíquicos como resultado de los cuales las imágenes del sélf asumen características de imágenes objetales y viceversa. Los mecanismos de introyección y proyección se originan en las tempranas fantasías infantiles de incorporación y eyección y deben ser distinguidas de ellas. Deben pasar procesos de elaboración, pueden ser empleadas al servicio de la defensa y, en psicóticos, son usadas con propósitos de restitución. Durante la etapa narcisística preedípica, mecanismos proyectivos e introyectivos primitivos groseros, unidos a experiencias perceptivas y placenteras-displacenteras, participan en la constitución de las imágenes objetales y del self y, por esto, en las relaciones objetales. La limitada capacidad del niño pequeño .para distinguir entre el mundo externo e interno, que es responsable de los débiles límites entre las imágenes objetales y del self y de los drásticos cambios de carga entre ellos, promueve los continuos procesos de introyección y proyección. Por lo tanto es real que durante los primeros años de vida, las imágenes objetales y del self del niño, tienen tódavía cualidades más o menos introyectivas y proyectivas, Pero el establecimiento de representaciones reales del objeto y del self se debería a la maduración progresiva de las funéiones perceptivas externas e internas, por ejemplo, probando la realidad a expensas de los mecanismos introyectivos y proyectivos. Sin embargo estos últimos, a medida que se van tornando más refinados y sutiles, continúan desempeñando un papel esencial en los procesos de identificación y en el avance desde fusiones primitivas, hasta aquellas identificaciones selectivas en las que se basan el desarrollo del yo y superyó infantil. Por ello, en pacientes adultos, no debemos confundir procesos de transferencia basados en el desplazamiento de una imagen objetal a otra, tal como de la madre al analista, con proyecciones. Naturalmente, los mecanismos de proyección pueden involucrarse en fenómenos de transferencia, por ejem60

FUSIONES ENTRE EL SELF Y LAS IMAGENES OBJETALES

plo, cuando el analista se vuelve la representación del superyó del paciente y también de los esfuerzos de su ello. Es igualmente erróneo describir las imágenes objetales y del self de adultos normales o neuróticos, simplemente como "introyectos". La introyección de imágenes objetales en imágenes del self o proyecciones de imágenes del self en imágenes objetales, son características de las identificaciones psicóticas. Además, pacientes psicóticos, pueden desarrollar imágenes objetales proyectivas delusionales que nunca podrían adjudicarlas a personas externas definidas. Pueden también desarrollar imágenes del self delusionales, por la introyección de imágenes objetales infantiles tempranas, que difícilmente se asemejan a objetos externos reales, presentes o pasados. Las ideas de Melanie Klein sobre objetos "intemalizados" o "incorporados" ( 1934, pág. 287), parecen ser inferencias de las observaciones realizadas en niños muy pequeños y en pacientes psicóticos o borderlines que muestran interesantes estadios intermedios en la constitución de representaciones del objeto y del self reales. Tales pacientes algunas veces pueden experimentar sus funciones mentales o sus órganos corporales como perteneciendo a su propio self y, otras veces, como objetos, por ejemplo, como cuerpos extraños que desean expeler. O pueden en un momento unir pé.rtes de su propio self mental o corporal a objetos exte¡nos, y en otro momento atribuir cualidades reales del objeto a su propio self. En niños pequeños, sus "objetos transicionales'', que Winnicott (1953) ha descrito en forma magnífica, son una expresión característica de tales estadios intermedios en el avance desde relaciones narcisísticas a verdaderas relaciones de objeto. Las observaciones de esta clase son ciertamente muy instructivas y útiles para un estudio detallado del período del desarrollo que he estado tratando. Por ellas nos preguntamos también si el establecimiento de imágenes objetales no pudieran representar una solución de compromiso entre las tendencias ambivalentes del niño pequeño de hacer al objeto de /

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amor "bueno" parte de su self y de eliminar al objeto "malo" de él. Siendo las imágenes objetales formaciones endopsíquicas forman parte, ciertamente, del mundo interior, por ejemplo, del self; pero siendo distinguidos como objetos de la imagen del self, son separados y se mantienen aparte de él. En conclusión debiera enfatizar que las observaciones de Melanie Klein han sido probadamente valiosas. Pero sus conclusiones teóricas son insostenibles, y su terminología extremadamente confusa.

4 El descubrimiento del niño, de su identidad y su avance hacia relaciones objetales e identificaciones selectivas

A medida que el niño entra en su segundo año de vida, se establecen cambios en la naturaleza de sus relaciones con el mundo objeta!, que son índice de su transición gradual desde la fase simbiótica infantil temprana hacia la etapa de individuación e iniciación de la autonomía secundaria del yo. Marcan la introducción en la organización psíqmca de una nueva categoría temporal, el concepto de futuro. Además, presupone la habilidad para distinguir rasgos particulares, físicos y mentales, de los objetos de amor, para comparar y percibir diferencias entre objetos -animados e inanimados-, como también entre los objetos y el self. Cuando el niño ha alcanzado este punto, sus esfuerzos narcisísticos comienzan a tomar un nuevo cariz: sus metas cambian. Como expresión del rápido crecimiento corporal y de su yo, se-·desarrollan esfuerzos ambiciosos que ya no se circunscriben a controlar exclusivamente los objetos amorosos de los que él depende. En su lugar, se pueden observar esfuerzos ambiciosos por logros reales, que parecen ser en parte independientes de sus necesidades instintuales. Pero bajo la influencia de sus conflictos instintuales estos esfuerzos se cargan rápidamente de energía agresiva y encuentran creciente expresión en las luchas competitivas con objetos amorosos poderosos y admirados, en particular con sus rivales. A medida que se desarrollan estas tendencias, los deseos del niño de permane63

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cer siendo parte de sus objetos de amor o de hacerlos parte de su propio self retrocederán lentamente para dar lugar a los deseos de asemejarse reaLnente a ellos. Esta meta es alcanzada en virtud de identificaciones selectivas, basadas en mecanismos de "introyección parcial". Evidentemente este nuevo y avanzado tipo de identificaciones representa un compromiso entre la necesidad del niño de retener la situación simbiótica, de depender y apoyarse en bs objetos amorosos gratificantes y protectores, y tendencias opuestas de romper tales ligaduras simbióticas por medio de la expansión narcisística agresiva y el funcionamiento independiente del yo. Bajo la influencia de la rivalidad edípica, este conflicto alcanzará su primer clima al final del período edípico y se resolverá entonces por la formación del superyó. Pero será intensamente revivido durante la adolescencia, y llegará a su cúspide final, encontrando la solución definitiva, en la ruptura que el adolescente realiza de sus ligaduras edípicas y en el establecimiento de la autonomía del yo y del superyó. Volviendo al niño preedípico, pareciera que sus identificaciones con la madre, tanto como el agresor o como la persona que impone las restricciones instintuales (A. Freud 1936, 1949), pavimentarían el camino de estos nuevos procesos de identificación. En contraste con sus fantasías mágicas de fusión, sus identificaciones afectivas primitivas e imitaciones meramente formales, tienen un contenido significativo y un propósito real. Tal propósito puede ser alcanzado por medio de profundas modificaciones del yo, que ahora, realmente, asume ciertas características del objeto admirado. Esto presupone una nueva etapa en el desarrollo de las imágenes del self: la distinción entre las imágenes reales del self y las deseadas. En efecto, el yo no puede adquirir una semejanza real con el objeto amoroso, a menos que los rasgos admirados de este objeto sean pacientemente introyectados en la imagen del self deseada por el niño. Estas imágenes del self deseadas serían, de esta manera, la expresión de las

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propias ambiciones del niño, de sus esfuerzos por la expansi6n narcisística y crecimiento del yo, y de las características admiradas de los objetos de amor. A medida que las representa· ciones reales del self se tornan un espejo del yo, comienzan a reflejar los rasgos tomados del objeto de identificación, de manera que ahora puede experimentarse un parecido entre el objeto y las imágenes del self con bases reales. Este nuevo paso en el desarrollo de las imágenes del self y la creciente distinción entre las imágenes del self reales y las deseadas, es muy significativo debido a que son un prerrequisito para el establecimiento del yo ideal y de sus metas, por ejemplo, metas reales en cuanto al futuro. Esto será tratado más adelante. Pero aebería recalcar aquí que la creciente distinción entre las representaciones del self reales y las imágenes deseadas del self tienen implicaciones muy significativas en cuanto al desarrollo del sentimiento de identidad. Mientras que las imágenes deseadas del self dirigen al niño progresivamente, indicándole los cambios potenciales en el futuro, sus representaciones del self actual puntualizan su estado presente y las etapas anteriores en su desarrollo. De este modo, su diferend.ación debe fortalecer el sentimiento de mismidad a pesar de los continuos cambios. Por supuesto, el niño será protegido de recaer al mundo de fantasías de fusión y tipos infantiles tempranos de identificaciones, hasta un grado tal en el que es exitoso, en la construcción de relaciones objetales verdaderas, que ya no exhiben las cualidades narcisísticas descritas. Esto presupone nuevamente la constitución de representaciones del self bien definidas, separadas por límites firmes y definidos de las representaciones reales de sus objetos amorosos. - - Sin embargo, no podemos continuar con el fascinante interjuego entre estos procesos de desarrollo sin antes tratar de obtener alguna orientación de un estudio esquemático preliminar. Esto sólo tiene el propósito de correlacionar los variados períodos de diferenciación de energía estructural con

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la constitución y carga de las representaciones del self y del objeto, y con el correspondiente desarrollo ideacional, afectivo y funcional. Podemos visualizar el procedimiento de diferenciación de energía estructural como pasando a través de los siguientes períodos infantiles: l. El estado original (embrional) de dispersión difusa de energía pulsional indiferenciada en el self psicofisiológico "primario" no estructurado; las descargas se realizan predominantemente, a través de procesos fisiológicos silenciosos. 2. Con el nacimiento se establecen cargas crecientes de los sistemas perceptivos y mnésicos, del aparato motor y de las zonas erógenas pregenitales; sensaciones placenteras y displacenteras comienzan a ser percibidas y se unen a las aún confusas percepciones externas de comienzo. Se produce la diferenciación de energía; cargas libidinales y agresivas agrupadas en polos se reúnen alrededor de un núcleo de huellas mnémicas todavía desorganizadas y desconectadas. La descarga al exterior comienza por medio de reacciones primitivas, biológicamente predeterminadas (instintivas), como respuesta a estímulos internos y externos. Se desarrolla el lenguaje órgano-afectivo. 3a. La etapa del comienzo de la diferenciación estructural y de la formación del yo. Prevalecen al principio del placer y el "proceso primario". A pesar de que el lenguaje órgano-afectivo es todavía predominante, comienzan a desarrollarse vida de fantasía inconsciente (preedípica temprana) y actividad sexual pregenital y afectomotora. Se forman imágenes parciales de objetos amorosos y del cuerpo, rápidamente cambiantes, múltiples, y todavía no claramente distinguidas y están unidas a recuerdos de experiencias placenteras o displacenteras pasadas y son recubiertas por fuerzas libidinales y agresivas. Se originan componentes afectivos correspondientes; reacciones afectomotoras impulsivas y estímulos externos e internos cambian en rápida secuencia, reflejando la variabilidad de las imágenes inconscientes, la

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fluidez catexial, y la tendencia a una inmediata descarga de impulsos. Signos de efectividad comienzan a hacerse ~, evidentes. 3b. Cuando el niño aprende a caminar y a hablar, y adquiere control de esfínteres, se establece un estadio más organizado. La concienciación del self y del objeto crece, la percepc:ión y la organización de los récuerdos se expande.;} Las imágenes objetales se extienden gradualmente al mundo animado e inanimado circundante. Los símbolos del lengua-.¡ je, la actividad motora funcional y la testificación de la reali· · dad se desarrollan. Pero la vida de fantasía animística má· gica, al principio preverbal, predomina y está concentrada en la madre hasta que toma forma la configuración triangular . preedípica y luego edípica. Se desarrolla la constancia obje· tal. Aparecen las cualidades de afecto específicas y estados emocionales más sostenidos influenciados por una creciente ., formación de contracatexias. 4. La sexualidad infantil llega a su clímax; se establece la fusión y neutralización de impulsos agresivos y sexuales. r Los procesos del pensamiento se organizan, la actividad motora funcional y las relaciones objetales se desarrollan rápi·, damente. Afectos individuales se transforman en fusiones compuestas. Se comienza a afirmar un control emocional e instintual; aumenta la tolerancia a la tensión. s~ desarrollar la preponderancia de la libido y el revestimiento libidinal permanente de los objetos. A medida que los afectos se unen a las funciones del yo, la concienciación del self comienza a extenderse a la concienciación de los procesos emocionales y,, del pensamiento, y a las actitudes y funciones del yo. Se forma entonces un concepto del self como una entidad que tiene dirección y continuidad. El principio de realidad y el proceso "secundario" se tornan más dominantes. Signos de ansiedad (temor de castración) ejercen una influencia drástica sobre la formación de represión y contracatexias. 5. La neutralización de los impulsos se acrecienta por la formación del superyó; comienza el período de latencia. 67

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Las actividades físicas y mentales efectúan un rápido progreso; el pensamiento conceptual se desarrolla y expande; la maduración y organización estructural de los procesos emocionales e ideacionales avanzan con la creciente capacidad del yo de transformar la energía psíquica en catexias permanentes. Se forman crecientemente representaciones reales preconscientes del mundo objetal abstracto y concreto, animado e inanimado, y pueden ser estabilizadas por sus firmes y duraderas cargas de fuerzas agresivas, libidinales y neutras. El superyó establece un control dominante y duradero sobre las catexias de las representaciones del self. El miedo superyoico se toma el signo afectivo predominante. En el proceso final de remodelación, modificación y organización de los afectos, bajo la influencia del superyó, se desarrollan sentimientos duraderos en gran escala como la expresión del estado y reactividad del yo. La sutil diferenciación de las cualidades emocionales se realiza paralelamente a la creciente concienciación de la cualidad de experiencias emocionales. Estos cambios y el establecimiento de modelos morales, físicos e intelectuales realzan la experiencia de un inconsistente self que mantiene su continuidad a pesar de los cambios. Sabemos, por supuesto, que el factor de mayor influencia en el desarrollo del niño es la relación existente entre él y sus pa- ' dres, cuya participación en la construcción del yo resumiremos seguidamente. Las influencias parentales estimulan el ; crecimiento del yo y apoyan el control, la inhibición parcial, fusión parcial, neutralización y utilización de los impulsos agresivos y sexuales al servicio del funcionamiento del yo y del proceso "secundario". De este modo contribuyen grandemente al desarrollo psicosexual y maduración de los sentimientos, pensamientos, actos, y del sentido de la realidad, y promueven el establecimiento de las relaciones sociales y personales inhibidas, y de sólidas identificaciones con los objetos .~ amorosos en el yo y superyó. En general promueven la gradual individuación del niño y su avance desde una situación de dependencia psicobiológicamente determinada a una acti68

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vidad del yo independiente que se expande a prácticas sociales y culturales y eventualmente sexuales egosintónicas. A pesar de estar suficientemente familiarizados con la influencia parental en el desarrollo infantil, debemos al menos hacer incapié sobre algunos de sus aspectos. La meta de la educación, como dije anteriormente, puede sólo ser alcanzada en una atmósfera de amor y cuidado parentales, con suficiente estimulación y gratificación libidinal. Desde que esto promueve el establecimiento de cargas libidinales permanentes y estables, tanto de los objetos como del self, el amor parental es la mejor garantía para el desarrollo de una constancia objetal y del self, de relaciones amorosas y sociales saludables, y de identificaciones duraderas, y en consecuencia para una normal formación del yo y superyó. Sin embargo, las prohibiciones y frustraciones emocionales e instintuales, combinadas con las demandas parentales y la estimulación de prácticas culturales y sociales, también hacen una importante contribución en el desarrollo de un yo confiado en "SÍ mismo, efectivo e independiente. Ellos enseñan al niño a abandonar no sólo sus impulsos sexuales preedípicos y edípicos, sino también su primera expectativa infantil mágica de apoyo, protección y realización desde el exterior. En su camino a esta meta el niño pasa a través de experienciks de deprivaciones continuas, dolor, frustración, y descreimiento de sus padres, que hacen surgir intensos sentimientos de ambivalencia. A pesar de ser peligrosos, los conflictos de ambivalencia del niño pueden ser utilizados por el yo con propósitos constructivos. Recordemos que, al principio, el niño quiere tomar lo que le gusta y dejar lo que le disgusta; adscribir a su self lo que es placentero y el objeto exterior "extraño" lo que le resulta displacentero. En otras palabras, tiende a volcar la agresión hacia objetos frustrantes y la libido hacia el self. De este modo, frustraciones, demandas y restricciones, dentro de límites normales, refuerzan en principio el proceso del descubrimiento y distinción entre los objetos y el self. Ellas regresan al niño a sus recursos anteriores y estimulan las formas

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progresivas de identificación con los padres, que abren el camino a logros reales e independientes. Al realzar las dotes narcisísticas de su yo promueven el establecimiento eventual de la autonomía secundaria del yo y superyó. Las sobregratificaciones, tanto como las frustraciones severas, tienden todavía a inducir fantasías regresivas de reunión entre el self y el objeto de amor. La sobregratificación constante o la frustración excesiva pueden retrasar, por lo tanto, el establecimiento en el niño de una firme unión entre los objetos y el self, y, en consecuencia, interferir támbién en la formación del yo y superyó, así como en el normal proceso de individuación. Sin embargo, existen otras actitudes parentales, aún más peligrosas, capaces de coartar este proceso. Están conectadas a la prolongada y retrogradante simbiosis del niño .con sus padres, que debemos ahora considerar cuidadosamente desde el punto de vista de ellos. La relación madre-niño más temprana es de naturaleza verdaderamente simbiótica, no sólo debido a que el desvalido infante necesita y se alimenta de su madre, sino que ella también necesita y hasta se alimenta "emocionalmente" del niño. Esto ha sido maravillosamente descripto por Benedek (1959), quien mostró cómo, en cualquier etapa del desarrollo, los padres se identifican con las necesidades de sus hijos, reviviendo sus propias experiencias en dichas etapas. La importancia de estas mutuas identificaciones entre padres e hijos en el desarrollo del sentido de identidad ha sido enfatizada por Greenacre (1958). Pero Benedek puntualizó que estos recuerdos infantiles que los hijos hacen revivir en sus padres, no inducen sólo a identificaciones con ellos, sino que también refuerzan las identificaciones con sus propios padres ( abuelos). En cuanto a la individuación del niño, es importante destacar, sin duda, el interjuego entre esta doble identificación en la actitud parental, y considerar sus diferentes papeles y naturaleza. Las identificaciones de los padres con sus propios padres tienen una larga historia. Ellas modelaron su yo y superyó y mantienen la fortaleza de la posición paren70

DESCUBRIMIENTO DEL Nffi() Y DE SU IDENTIDAD

tal, aun cuando sus diferentes aspectos son revividos y hechos conscientes a través de los cambiantes estadios del niño. Las identificaciones parentales con el niño son de diferente orden. Nacen del recuerdo del pasado infantil, y están limitadas solamente al paso y cambio de identificaciones de fantasía y sentimiento que sirven para el entendimiento empático del niño, y deben mantenerse confinados de manera de no minar o debilitar la posición parental. Al tratar el desarrollo de la empatía, Olden (1953, 1958) demostró cómo un entendimiento empático de la madre con el niño se daña cuando ella baja hasta el nivel infantil, o viceversa, cuando ella espera que el niño reaccione o actúe a su propio nivel. En cualquiera de estos casos, la madre es incapaz de distinguir entre sus propias necesidades y las del niño, y de subordinar sus identificaciones con el niño a acep· tarlo con amor como un individuo separado. Aún en el estadio simbiótico más temprano de la relación madFe-niño, el mejor clima emocional, sin duda, es aquel en el cual la madre prepara el proceso de la individuación del niño con ese amor maternal que es consciente de las diferencias entre sus propias necesidades y papeles y los del hijo, y trata de gratificar ambos. En efecto, las actitudes parentales dejando ver la tendencia a mantener una simbiosis con el niño "uniéndose" a él, son perjudiciales en muchos sentidos. En años recientes tales casos patológicos de simbiosis prolongada entre la madre y el niño han sido tema de varios estudios, especialmente en niños psicóticos (Mahler y Elkisch, 1953; Mahler, 195 7; Elkisch y Mahler, 1959). Sería aquí suficiente mencionar que tales fantasías de unión con el niño pueden ser observadas en casos en los cuales los padres sacrifican sus propias necesidades a las del niño hasta el punto de extinguirse, y en situaciones donde lo dominan o sobreprotejen manteniéndolo así pasivo y dependiente, o lo tratan como una extensión de sí mismos, ignorando sus necesidades individuales y sacrificándolas a sus propios requerimientos narcisísticos. Todas estas actitudes 71

E'.I'APAS INFANTIL, TEMPRANA, PREEDíPICA Y ED1PICA

acrecientan el peligro potencial del yo preedípico y los pre~ cursores del superyó, peligros éstos que nacen de la naturaleza simbiótica de la relación madre-niño y de la indistinta línea de demarcación entre las imágenes maternas y del self en el niño. Su temor por la separación y su anhelo de mantener o retomar esa unidad madre-niño es tan poderoso, aun normalmente, que se resiste a aceptar límites claramente definidos entre su self y la madre. Es oportuno ahora recalcar una vez más que las fantasías de fusión que el niño pequeño tiene con sus objetos de amor son la expresión de la situación infantil temprana en la cual él debe realmente apropiarse del yo materno para la realización de sus propias necesidades. Si esta situación se mantiene por un largo tiell_lpo, las relaciones objetales del niño se pueden fijar por siempre en este nivel narcisístico primitivo. Esto se puede deber a actitudes parentales desfavorables, ya sean narcisísticas, masoquísticas, hostiles; negligentes sobregratificantes o sobreprotectoras. Pero puede ser también el resultado de un retardo en la maduración, debilidad constitucional o deficiencia del yo infantil, que puede obligar al niño a apoyarse sobre el yo materno para conseguir gratificación, control y apoyo. El niño normal parece tomar conciencia de los primeros signos del "no yo" (Spitz, 1957) alrededor de los tres meses de edad. No se conoce precisamente cómo continúa el desarrollo de las imágenes del self y de su concienciación, y éste es un problema de difícil respuesta, al menos durante el primer año de vida. De todas maneras, a medida que el niño comienza a cargar y a emplear los órganos ejecutivos de su propio cuerpo y a adquirir las funciones físicas y mentales que lo tornarán en un ser humano autónomo e independiente, estará entonces preparado para desarrollar los esbozos de su futura identidad y, concomitantemente, para construir formas avanzadas de interrelaciones e identificaciones personales. En general, alrededor de los dos o dos años y medio de edad la maduración del yo del niño, su habilidad para cami72

DESCUBRIMIENTO DEL NffiO. Y DE SU IDENTIDAD

nar y hablar, la ampliación de su perspectiva en las funciones perceptivas y motoras, sus crecientes logros manuales, el destete y el aprendizaje de los hábitos de higiente, etcétera, han avanzado lo suficiente como para brindarle el asombroso descubrimiento de su propia identidad, la experiencia del "yo soy yo". Debe entenderse que este descubrimiento no implica que el niño ha adquirido ya un duradero y consistente concepto de su self como una entidad. Este concepto sufre muchos cambios, e induce un creciente sentimiento de dirección y continuidad a medida que se desarrolla la organización psíquica, se toma diferenciada, estructurada, organizada y reorganizada, hasta que se alcanza la madurez. El descubrimiento de su propia identidad ocurre con el despertar de importantes cambios en su relación con los primeros objetos amorosos, cambios éstos que contribuyen en gran medida a su individuación y a su incipiente sentido de identidad. Por la observación de las fantasías que presentan los psicóticos y niños en la temprana infancia, pod0mos inferir que en las primeras imágenes objetales -además de sus características proyectivas- las percepciones de diferentes objetos se unen probablemente en una variante imagen compuesta. Pero, significativamente, el niño de alrededor de :ocho meses de edad, a veces aún antes, comienza a distinguir objetos diferentes: a la madre de su padre, de la nurse, de extraños, etcétera. 1 La distinción entre los diferentes objetos puede producirse más rápida y consistentemente que la distinción entre el self y los objetos, porque la percepción del mundo externo es más fácil que la auto percepción, y además, debido a que normalmente el niño tiene menos motivación instintual para una fusión entre difertntes objetos que para una reunión con su madre. En efecto, los apetitos instintuales insaciables del niño estimulan su habilidad para la discriminación entre las personas que pueden ofrecerle una gratificación suplementaria, de aquellas que le impiden la realiza1 Alrededor de los quince meses de edad comienza a usar el "no". (Spitz, 1957.)

73

,1ETAPAS INFANTIL, TEMPRANA, PREED!PICA Y EDíPICA

-ción de sus necesidades. En todo caso, la incipiente formación de límites entre las imágenes de distintos objetos anuncia el desarrollo de las relaciones diferentes y específicas con sus objetos de amor. Concomitantemente toman fonna los primeros conflictos de envidia y rivalidad que tienen una decisiva influencia en los procesos que estamos estudiando. En este momento el concepto de Greenacre sobre identidad, que se refiere al parecido y sus diferencias con otros, comienza a tomar validez. Por supuesto las experiencias de semejanza nacen de la íntima relación del niño con la madre y, como afirma Greenacre, están favorecidas por sus identificaciones afectivas mutuas, lí las que me he referido anteriormente. Pero, ¿qué sucede con la experiencia de diferenciación que son el prerrequisito para el desarrollo de los sentimientos de identidad? Sabemos que al final del primer año de vida el pequeño, niño o niña, comienza a mostrar definidos rasgos de envidia, posesividad y adquisividad. Estos deseos de adquisividad ambivalentes y la envidia oral del niño) que pronto inducen intensos sentimientos de rivalidad para con el padre, hermanos y otros objetos, son los incentivos más potentes para sus primeras comparaciones. Le enseñan primero a distinguir entre sus necesidades, sus gratificaciones y sus frustraciones; luego entre sus gratificaciones y las de los otros y entre sus pertenencias y las de los otros. Pasando a través de frustraciones, decepciones, fallas y experiencias hostiles y concomitantes de rivalidad, envidia y competencia, el niño aprende eventualmente a diferenciar entre las imágenes deseadas del self y los objetos y las más o menos reales. De este modo, no sólo los componentes amorosos sino también los hostiles dirigidos hacia el self y los objetos infantiles proporcionan el combustible que habilita al niño para el desarrollo de su sentimiento de identidad y para testificar la realidad e:xierna e interna, y, por esta misma causa, para construir sus identificaciones y relaciones objetales. Esto 11ama nuevamente nuestra atención sobre el importante papel

74

DESCUBRIMIENTO DEL NmO. Y DE SU IDENTIDAD

de la agresión en el desarrollo de estos procesos, que ya ha sido refirmado por Freud y otros autores. En un comienzo, estos esfuerzos adquisitivos están por supuesto dirigidos hacia su madre. Pero tan pronto como descubre que tiene rivales, comienza a desplazar hacia éstos los impulsos hostiles de envidia provocados por sus frustraciones. Por proyecciones de sus propios deseos instintuales en ellos, el niño quiere ahora adquirir lo que ellos poseen y, aparentemente recibieron de la madre. Al querer las mismas gratificaciones de su rival, existe sólo un corto pero decisivo paso en la búsqueda de la semejanza con él. El creciente amor y admiración por el superior y gratificante rival reforzará su búsqueda. Sin embargo, estas frustraciones, hostilidad y envidia obligarán al niño a tomar conciencia de tales diferencias como responsables de sus frustraciones y defectos. Hemos hecho notar anteriormente que la necesidad del niño de mantener al objeto amoroso "bueno" y gratificante como parte de sí mismo, y de eliminar de sí al objeto "malo" y frustrante, tiende a aumentar las dotes narcisísticas de su yo, y a estimular su ambición de una expansión narcisística e independiente. Podríamos agregar que el sentimiento de envidia y rivalidad, mientras eleva el deseo de semejanza, demarca más fuertemente los límites con su rival, que los que existen con él y su objeto amoroso principal, la madre. Además, estos sentimientos promoverán su discriminación entre . ,taJes objetos rivales.,"; La relación madre-niño debe ciertamente considerarse como la matriz de la formación de la identidad, pero la indivi·. duaéi6n del niño, que tanto depende de la separación del objeto y del descubrimiento de las diferencias, toma pronto más· impulso de la ambivalente relación con su rival que de la íntima relación con la madre.2 Por supuesto esto simplifica . 2 Creo que esto se confirma observando niños en el segundo año. En ese momento ya ~on suficientemente capaces para percibir que la gente difiere de ·ellos, especialmente si esas personas les provocan envidia o rivalidad.

75

ETAPAS INFANTIL, TEMPRANA, PREED1PICA Y EDíPICA

el problema considerablemente, desde que el niño exhibe también sentimientos de envidia y rivalidad hacia la madre hasta el grado en el cual el niño desarrolla intimidad con el padre u otros rivales. Hasta aquí hemos descrito cómo el descubrimiento de la identidad, a pesar de depender de la maduración del yo, obtiene un tremendo apoyo de las primeras relaciones emocionales con los objetos amorosos y, especialmente, de los conflictos de envidia y rivalidad preedípicos. Nos concentraremos - ahora sobre la influencia que el descubrimiento de la identidad ejerce sobre las identificaciones y relaciones objetales. Estarnos de acuerdo en que el descubrimiento de la identidad por el niño, tan promovida por fuerzas agresivas, es un prerrequisito para su gradual transición desde la etapa de fu. siones e identificaciones primitivas con los objetos de amor, hasta un nivel de relaciones objetales verdaderas y de identificaciones sólo parciales y selectivas con ellos. En efecto, el niño no puede establecer relaciones emocionales con otras personas corno objetos diferentes a su propio self hasta ser capaz de experimentar su propia identidad; y desde que activos esfuerzos por parecerse a otros son también motivados por el descubrimiento de las diferencias ~ntre ellos, no pueden desarrollarse hasta que el niño tenga clara noción de estas diferencias. Considerando las condiciones de catectizació.n infantil, comprenderemos, más aún, que procesos de identificación selectivos permanentes, que siguen una dirección y surso firmes y modifican consistentemente la estructura del yo, no pueden establecerse antes de que la oposición entre la libido objetal y narcisística haya alcanzado un cierto nivel. Las continuas vacilaciones iniciales entre catexias dirigidas al self ~ al oh~ jeto, y entre las diferentes catexias de objetos, deben haberse atenuado suficientemente corno para permitir comparativamente en ambos una duradera investidura emocional: en los objetos y en el self. Tales estables investiduras pueden sólo desarrollarse con el despertar de procesos de unificación y

76

DE.SCUBRIMIENTO DEL NIÑO. Y DE SU IDENTIDAD

consolidación de las imágenes del self y del objeto. Estos pro· cesos solicitan los recursos libidinales del niño, que son los fermentos indispensables necesarios para forjar conceptos "totales" de las opuestas imágenes de los objetos de amor buenos y malos y de un buen y mal self. Y a he mencionado la inclinación del niño para desplazar la hostilidad sentida hacia la madre a otros rivales. Facilitando la gradual fusión de imágenes maternas buenas y malas hacia una unificada madre "buena" pero algunas veces también "mala", estos cambios ciertamente ayudan al desarrollo de tolerancia de la tensión y de aquellos sentimientos de agradable anticipación que introduce la categoría del tiempo y afianza el establecimiento de perdurables relaciones emocionales con la madre, por ejemplo, de constancia objeta!. Esto implica que el desarrollo de relaciones personales con la madre precede a la aceptación de figuras rivales como personas totales ("buenas" y también "malas"). ('Este segundo paso no es un logro fácil para el niño. Debe esperar hasta que la intensa ambivalencia hacia el rival se atenúe gradualmente bajo la influencia de los esfuerzos libidinales reactivos, y su amor prevalezca sobre los sentimientos de hostilidad, envidia y celos. La creciente prevalencia de las investiduras libidinales sobre las agresivas construyen cc;mcomitantemente la dotación libidinal de las imágenes del selí, que es una condición previa para el logro de la autoestima y para la formación de un concepto unificado del self. Desde que esto representa un paso decisivo en el desarrollo de los sentimientos de identidad, esto nuevamente subraya el tan importante papel de las fuerzas libidinales en estos procesos, y por lo tanto, el del amor materno que ayuda a su generación. Enfaticé la tempram. delineación del niño de sus odiados rivales, que rápidamente fomenta el desenvolvimiento de su sentido de identidad más que el estrechamiento con su madre. Considerando las identificaciones, en contraste con las relaciones de objeto, parece que este factor también tiende a in· ducir con mayor facilidad las identificaciones parciales con 'J

77

/,

ETAPAS INFANTIL, TEMPRANA, PREED1PICA Y EDíPICA

los .rivales más que con el objeto de amor principal. Desde una temprana edad, uno puede también observar identificaciones que parecen ser inducidas primaria y predominantemente por deseos libidinales de mantener, si bien no una unión, al menos la mayor estrechez con el objeto de amor, volviéndose como él. Tales identificaciones parecen emerger directamente de las más tempranas fantasías y sentimientos identificatorios con la madre más que de conflictos instintuales. Por esta razón ellas difícilmente llevan la marca de las pugnas sexuales y de ambivalencia del niño, y no constituyen un importante instrumento para sus vida "liviana" o e'1 galanteos y juegos sexuales con jóvenes; algunas veces estas fiestas pueden llevarlo a actividades alocadas, como carreras de autos o lanchas, que le ofrecen una salida para el exceso de agresión. Mas normalmente, 200

REMODELAMIENTO DE LAS ESTRUCTURAS PStQUICAS

se fatiga hasta quedar exhausto con deportes de temporada, juegos y actividades similares. En la etapa en la cual una gran cantidad de hostilidad remanente ha sido movilizada, su ilimitada agresión hacia el mundo o hacia sí mismo puede amenazar al adolescente con una pérdida objeta! interna y una pérdida del self, mientras que la influencia de las tormentas libidinales puede tener como resultado el que experimente al mundo y a sí mismo como si fuera enormemente rico. Debido a esta intensidad emocional, algunos jovencitos pueden estar tan absorbidos por una sola cosa, que por muchas semanas concentran, terca y exclusivamente, sus mentes sobre un problema, actividad o preocupación. La madre de una atractiva e inteligente muchacha de 17 años me dijo: "D.urante el verano pasado, solamente la poesía parecía existir para June. Durante el invierno lo único que le interesaba era bailar, coquetear y los muchachos. Este verano, ella puede estar sentada sobre las rocas contemplando pensativamente el océano ... ". Es característico que ésta es una muchacha que se graduó a la edad de 16 años en la escuela secundaria, siendo una excelente y seria estudiante. Durante las etapas en la que se siente fortalecido por los" deseos libidinales, pero asimismo temeroso de sus li;gaduras homosexuales y heterosexuales, el adolescente puede preferir asociarse con el amor a la humanidad y sus muT, E. (] 956), The Effect of Extreme Passivity Imposed on a Boy in Early Childhood. The Psychoanalytic Study of the Child, 11:396-409. New York: Intemational Universities Press. PIAGET, J. (1936), The Origins of lntelligence in Chüdren. New York: Interna· tional Universities Press, 1955. - (1945), Play, Dreams and lmitation in Chüdhood. New York: Norton, 1962. Pn:Rs, G., & SINGER, M. (1953), Shame and Guilt. Springfield, Ill.: Thomas. PROVENCE, S. & Rrrvo, S. (1961), Effects of Deprivation on Institutionalized Infants: Disturbances in Development of Relationship to Inanimate Objects. The Psrchoanalytic Studr of the Child, 16:189-205. New York: International Universities Press.

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235

Indice de autores • i

F

A

Federo, P., 33, 34, 229 Fenichel, O., 27, 30, 33, 48-50, 229 Fisher, C., 22, 229 Freud, A., 64, 169, 170, 185, 188, 195, 229 Freud, S., 17-33, 51, 53, 75; 105, 122, 128, 132, 135, 156, 157. 163, 182, 229, 230 Fries, M. E., 230

Abraham, K., 26, 2'1:1 Adler, A., 147, 162 Alexander, F., 227 Axelrad, S., 227 B

Bak, R., 227 Balint, A., 227 Balint, M., 227 Bender, L., 227 Benedek, T., 70, 206, 227 Beres, D., 137, 2Z7, 228 Bergmann, P., 228 Bernfeld, S., 228 Bing, J., 197, 228 Blos, P., 228 Bomstein, B., 170, 228 Bowlby, J., 12, 47-49, 53, 228 Boyer, L. B., 228

55, 192, 117, 160,

G

Geleerd, E. R., 199, 230 Glover, E., 230 Greenacre, P., 37, 39-41, 70, 74, 83, 84, 194, 230 Greenson, R. R., 230 Grinker, R., 231

D

H

Deutsch, H., 170, 178, 183, 188, 228

E Eidelberg, L., 228 Eissler, K. R., 37, 41, 42, 205, 228 Elkisch, P., 71, 228 Erikson, E. H., 37-41, 151, 153, 171, 197, 205, 228 Escalona, S., 229

Hartmann, H., 11, 20, 32, 78, 102, 105, 106, 150, 153, 194, 231 Hendrick, !., 231 Hermann, I., 231 Hoffer, W., 50, 231

I Isakower, O., 124, 231

237

lNDICE DE AUTORES

/

1

Piaget, J., 233 Piers, G., 135, 153, 154, 159, 233 Provence, S., 233

Jacobson, E., 7, 59, 83, 124, 129, 194, 231, 232 J ekels, L., 109, 232 Josselyn, l., 232

Rapaport, D., 20, 234 Reicb, A., 135, 215, 218, 234 Ritvo, S., 234 Rochlin, G., 234 Root, N., 170, 234

Kanner, L., 90 Kanzer, M., 91, 232 Katan, A., 184, 203, 232 Klein, M., 58-61, 106, 218, 232 Knight, R. P., 232 Kramer, P., 36, 232 Kris, E., 19, 93, 232

s

L Lampl-de Groot, J., 232 Leavy, S. L., 137 Lewin, B. D., 58, 232 Lichtenstein, H., 36, 41-44, 48, 233 Loewald, H., 233 Loewenstein, R. M., 19, 78, 102, 105, 106, 153 Lynd, H. M., 37, 38, 153, 154, 159, 233

M McLaughlin, F., 197 Mahler, M. S., 37, 41, 71, 90, 233 Marburg, R., 197 Maury, L. M., 227 Muensterberger, W., 228

o '1·

R

Sachs, H., 124, 234 Sadger, J., 48, 234 Sandler, J., 234 Sarlin, C. N., 175, 234 Saul, L. J., 234 Schafer, R., 234 Schilder, P., 23i Schur, M., 25, 26, 47-49, 198, 234 Senn, M. J. E., 219 Shorr, J., 155 Singer, M., 135, 153, 154, 159 Solnit, A. J., 233 Spiegel, L. A., 41, 144, 235 Spitz, R. A., 49, 53, 72, 73, 101, 235 Sterha, R., 93, 235 Sullivan, H. S., 38, 56

Tausk, V., 11, 235

Obers, S. J., 228 · Olden, C., 71, 233

w

p Paul, J. H., 229 Pavenstedt, E., 233

Wheelis, A. B., '37, 38, 235 Wilbur, G. B., 227 Winnicott, D. W., 61, 235

238

Indice analítico de materias

A Actividad, 56-58, 87 · (ver también: Pasividad) Acting out, en la adolescencia, 188-190 sexual, 175-176 Adaptación, 42, 43, 151, 161, 183, 198 Adolescencia, 149-153, 162, 181-203 y el desarrollo del superyó, 137-141, 145-146 comparada con el período edípico, 181-182 conflictos de culpa, 152-153 (ver también: Conflictos) consolidación de la personalidad, 88 creatividad en la, 94, 195 diferencia en la conducta sexual de niños y niñas en la, 175-178 fracaso de la solnción conflictual en la, 208, 211-226 formación de la identidad, 12-13, 38, 44, 45, 151, 170 procesos regresivos en la búsqueda de nuevos objetos, 219, 220 reactivación de conflictos infantiles, 146 reavivarniento del conflicto edípico en la, 64, 181-184

Adolescencia ( coot.) papel de las identificaciones del yo y superyó, 104 trastornos de la identidad en, 37, 38, 41 Afectividad, desarrollo de la, 66-69, 88, 137 en la adolescencia, 169.179 inhibición de la, en el sueño, 24 precursores, 25 precursores psicofisiológicos de la, 24, 25 primitiva, 21 resomatización, 25 signos de, 67, 68 unida a las funciones del yo, 67 y procesos de descarga, 22-25, 96·98 y procesos catécticos, 96-98, 143-146 y relación madre-niño, 55 y superyó, 141, 142 Aflicción, en la adolescencia, 181-199 Agresión, alterando con amor, 57, 58 anal, 110, 111 como mecanismo de defensa contra el sexo, 188 desplazamiento desde la madre hacia los rivales, 75, 77

239

1NDICE ANALÍTICO DE MATERIAS Agresión (cont.) diferenciación, 28 dirigida hacia el self, 91, 111 (ver también: Destrucción del self Suicidio) e idealización, 121, 129 e identificación, 78, 104, 105 e intereses del yo, 91 en la adolescencia, 188, 200, 202 invadiendo el yo y superyó, 132 liberada en la adolescencia, 187, 188

Ambivalencia (con.t.) en la adolescencia, 172, 175, 182, 184, 187, 202 Amistad, entre niños y niñas, Amor, 31, 32, 170, 177, 184, 202 papel en el establecimiento de la identidad, 79 Anal, fase, 109, 112, 116 Animal, "identidad adoptiva del", 42, 44

teoría de la frustración, 27 vicisitudes, 69, 73, 74, 105 y cualidades afectivas negativas, 98 y depresión, 97, in, 199 y desintegración del superyó, 209, 210

Ansiedad, comparada con la culpa, 133, 139 en la adolescencia, 172, 177 en la infancia, 27, 48 estados de, 25 signos de, 67, 141 teoría de, y afecto, 55 y vergüenza, 154 Ver también: Afectividad, conflicto de castración; temor; superyó; ansiedad

desvalorización del objeto, 116, 119 y formación del superyó, 121, 129, 132, 134 y narcisismo, 25, 26 y representaciones del self, 20, 31, 32, 142, 146 Ver también: Procesos de descarga; Fusión; Depreciación del objeto Aislamiento, 194 Ambición, 63, 94, 103, 107, 160, 164, 190, 206, 210, 215 Ambivalencia, 57, 58, 61, 209, 217, 221 conflictos de, en el niño, 57, 58, 69, 70, 75, 77, 122, 127, 128, 136, 141 e identificación, 102 e identificación psicótica, 129 e intereses del yo, 91

Autocrítica, 91, 92, 117, 140 (ver también: Superyó, funciones del; Yo, funciones del) Autoestima, co~trol del yo y superyó sobre la, 145, 220 e idealización del objeto, 121 e identificación del yo y superyó, 128, 129 en la adolescencia, 146, 191 pérdida de la, 165 ,¡ realista, 39 trastorno de la, 142 y agresión, 98 y conflic:o yo-superyó, 142 y culpa, 154-165 y desilusión temprana, 219 y evaluación del self, 142 y relaciones del objeto, 128, 129 y sentimiento de self, 208

negación del papel de la, 43 papel en la imagen real del ,¡¡elf, 92

y

240

1NDICE ANALtTICO DE MATERIAS B Borderline, paciente, 42, 61, 169, 219

e Carácter, e iden'.ificaciones, 56, 104 masoquista, 213 narcisista-preedípico, 213, 215 rasgos de, 56, 103, 213-215 y actitudes del yo, 108, llO y formaciones reaccionales, 108, 109 Castración, conflicto de, 67, 83, 85, 108, 115, 131 como incentivo para la formación del superyó, -131, 139 efecto inhibitorio sobre la imagen real del self, 34, 35, 83, 84 en niños, 87, 117, 119 fantasía, sobrevida de, 34, 35, 84, 86 femenina, 35, 84, 117, 119, 124, 154, 172 reavivamiento en la adolescencia, 172, 176 Ver también: Esquizofrenia Catexias agresivas, de los procesos del pen· samiento, 155 cambios en la fase edípica, 88, 92 cambios en, 57, 66, 67, 76, 91, 93, 108, 122 establecimiento de duraderas, 32, 91, 85, 86 modificadas por el superyó, 141, 144 narsicísticas vs. libidino-objetales, 41, 86 redistribución en la adolescencia, 171

Catexias (cont.) redistribución en la latencia, 147, 148 de los aparatos yoicos, 28, 29, 66 de las funciones autónomas del yo con energía neutralizada, 89, 95, 96 de los genitales, 83, 176 de órganos corporales, 22, 30, 95 de las zonas pregenitales, 28, 29, 66 del self y las representaciones objetales, 29, 66, 68, 77, 88, 96, 108, 113, 122, 129, 141, 146 sustracción de, 20, 89, 90, 95, 96, 185, 200, 209 (ver también: Objeto) Ver también: Memoria; Representaciones objetales; Representaciones del self

Cinismo, 116 "' "Como si", tipos, 41 Conducta, autodestructiva, 96, 97 "instintiva", 47, 48 Compasión, 109 Confianza, 94, 95 Conflictos, de masturbación, Í58, 172-174 en la adolescencia, 169, 203 entre el yo y el ello, 133, 139, 208 entre el yo y el superyó, 132, 139142, 156, 164, 208 infantiles y adolescentes, 208 instin'uales, 63, 64, 132, 181-203, 208 in ternalizado, 144 intersistémicos, 40, 133, 150, 198, 208 intrasistémicos, 40, 150, 198 morales, 146, 165, 191, 192

241

/

INDICE ANAL1TICO DE MATERIAS Defensas ( cont.) en la adolescencia, 176, 177, 189 estables, 132, 146, 150, 161 fantasías al servicio de las, 60 inestables, 146 influencia del superyó sobre las, 147, 222, 223 regresivas, transitorias, 189 su consolidación, 147, 193 su reconstrucción en la adolescencia, 181, 184, 188, 198

Conflictos ( cont.) narcisísticos, 115, 118, 154-158, 162165, 174, 191, 192, 208, 209, 214 y experiencias superyoicas, 139-140 Ver uzmbién: Ambivalencia; Cas· tración; Culpa; Rivalidad; Vergüenza Conciencia, ver Superyó, Valores Conversión, 31 Creatividad, 93, 94, 109, 195 Crisis, psicosocial, 38

Delincuencia, 169, 190, 211, 218-220

Cuerpo, imagen del, 33

Delusión, 59-01, 209, 221

Culpa, 98, 139 como señal afectiva, 143 e inferioridad, 153-165 (ver también: Inferioridad) Jttitc en la adolescencia, 170-174 catexias de la, 90 impacto de las experiencias infantiles sobre la, 34, 35 y conflicto de castración, 133, 139 y depresión, 188, 191-192, 199, 209, 213 y sentido de identidad, 83 y vergüenza, 153-165, 208-209, 211213, 216

D Defensas, 34, 196 activadas por el superyó, 140-142 basadas en identificaciones estables, 90 contra la heterosexualidad, 176-177, 189 contra ligaduras objetales, 185, 194 disminución de las, 210-226 e identificaciones, 102 elasticidad de las, 93

Dependencia, 113, 121, 127, 140, 158, 181, 182, 205, 212, 217, 222, 224 e independencia, del niño, 44, 55, 57, 63, 64, 80, 140 (ver también: Familia, debilitamiento de vínculos) Depresión, 45, 158 conflicto de vergüenza en la, 212213 en la adolescencia, 170, 199-202 paranoide, 216-218, 223 psicótica, 25, 202, 219 (ver tam· bién: Psicosis; Esquizofrenia) sintomatología de la, 209-210 (ver también: Melancolía; Psicosis; Esquizofrenia) tendencias masoquistas-dependientes en la, 216 y acting out, 145 y agresión, 97, 111 y energía autodestructiva, 97 y estructura psíquica, 145 Desarrollo, de las relaciones objetales, estructuras psíquicas, identificaciones, e identidad (self), interdcpendiente, 12, 17, 45, 65-68, '12-76, 80, 31, 86-33, 105, 129, 136, 137,

242

1NDICE ANALfTICO DE MATERIAS Desarrollo ( cont.) 146, 150-153, 160-165, 171, 174, 184, 210, 214-216 del adulto, 205-226 normal, 13, 4D-42, 45, 54, 79, 117, 133, 150, 185, 188, 191, 198 Descarga, procesos de, a través de canales fisiológicos, 22· 26, 30, 66, 96 afectomotores, 22, 28, 30, 66, 96 corporales, 23, 30, 97, 98 de energía agresiva, 27, 98 dirigida al objeto, precursores de, 23, 66 dirigidas al self y al objeto, 23, 66, 97, 98, 143-144 en la infancia, 21, . 31, 47-48 fisiológicos "silenciosos", 22-24, 66 hacia adentro vs. hacia afuera, 22, 24 hacia afuera, 27, 28, 66, 96 modificados por el superyó, 141, 142 subyaciendo a funciones ideaciona· les, 96 visuales alucinatorios, en sueños, 24 y autoestima, 142, 143 y desarrollo afectivo, 96-98 y síntomas de conversión, 31 Desplazamiento, 103, 108, 117, 147149 del interés sexual de los genitales hacia el cuerpo, 84, 85, 125 Destete, 49, 111 Desilusión, 69, 70, 75, 91, 111, 115119, 125, 126, 219 Diferenciación, entre libido y agresión, 28 entre relaciones objetales e intereses yoicos, 88 estructural, 20, 29, 31

Diferenciación ( cont.) estructural y de energía, 28, 29, 65-68 y organización, 139 Dormir, comparado con estados patológicos, 24-26 en la infancia, 21-27 inhibición del afecto en el, 24 y oralidad, 53

E Edipo; complejo de, 64, 76 e identificación (ver: Identificación) efecto inhibitorio sobre las imáge· nes reales del self, 83, 84 en el niño, 126-128 en la niña, 125-128 .. reanimación en la adolescencia del, 181-184 redistribución catéctica ocasionada por el, 88, 89 solución del, 114, 131-141, 146, 161, 182-184 su impacto sobre iqentificaciones, relaciones objetales e identidad sexual, 88 Edípica, fase, 54, 58, 83-89, 101-103, 131, 133-139, 148, 161 ,, , desarrollo afectivo en la, 97 desarrollo de valores, 112-116, 121 y desarrollo del superyó, 124-125 Educación, 69, 153 Elación, 58, 139, 145, 199, 200 Electroshock, 29 Ello, 135 energía del, 28 libido y agresión del, 31

243

1NDICE ANALfTICO DE MATERIAS Ello (cont.) no diferenciado del yo, 19 su relación con el superyó, 188, 189, 195-197 su relación con el yo, 188, 195-197 su representación en imágenes del self, 3ó sobrevivencia de imágenes mágicas en el, 123 usado al servicio del yo, 93 y procesos del pensamiento, 192, 193 Embriológico, desarrollo, 27, 65, 66 Empatía, 54-57, 71, 109 Energía, psíquica, descarga de, ver: Procesos de des· carga desexualizada, 28 (ver también: Neutralización; Sublimación) elasticidad, 93, 94 dirigidas al objeto, 94 originariamente indiferenciada, 20, 27-30, 66 preponderancia de libido y agresión, 30, 31 progresiva neutralización, 29 (ver también: Regresión) su remanente en la adolescencia, 187 usada para logros inhibidos, 101103 y creatividad, 93-95 y metas inhibidas, 122 Ver también: Agresión; Catexias; Impulsos . instintuales; Libido; Procesos de descarga

Erotismo (cont.) cutáneo, 48 mo:or, 48 tipos primitivos de, 47, 48 Escritura, 94 Esquizofrenia, afectividad en la, 97, 98 autista, 90, 97, 98 comienzo, y conflictos adolescentes, 219-224 depresión en la, 209 (ver ta1nbién: Depresión; Melancolía) desintegración del superyó en la, 220-226 en el niño, 41, 63, 99 ideas de grandeza en la, 201 megalomanía en la, 17, 18 paciente convencido de que es otra persona, 59 paranoide homosexual, 221 y castración del self, 221, 222 y narcisismo, 17, 58 y temprano desarrollo del yo, 5859 Estadios, anal, 109-112, 116, 154 fálico, 113-117, 154, 160, 190 oral, 47, 58, 61, 110-113, 154 Estructura psíquica, cambios en la adolescencia, 161,

171, 178 desarrollo de la, y el establecimiento de la identidad (ver: Desarrollo)

Envidia, 74-78, 118, 128

interdependencia en la psicosis, 219 modificación de la, en el período edípico, 103 organización estimulante del super· yó, 150

Erotismo, del pezón, 174

procesos de organización que operan en todas las, 40, 150

Embarazo, 206 Envejecimiento, 30

244

se

1NDICE ANALÍTICO DE MATERIAS Estructura psíquica (cont.) proporción de energía libidinal, agresiva y neutralizada, 143-145 remodelación en la adolescencia de la, 181, 203 su diferenciación (ver: Diferenciación) su fluidez en la adolescencia, 181196, 199 y manifestación de impulsos, 20,29 Ver también: Ello; Superyó; Yo Etiología, 47 Exhibicionismo, 111, 154 Eyaculación, primera, 172-174

F Falo, 125-128, Pene)

139

(ver

también:

Fantasía (cont.) de unión con el objeto (ver: Fantasía, de fusión) de un pene ilusorio, sobrevida de la, 35, 84, 86, 125 de violación de una niña, 158, 224 del niño preedípico, 53-62, 112 de Weltuntergang, 82 edípica, 88 e identificaciones, 102 homosexual, 224-225 incestuosa, 176, 225 introyectiva y proyectiva, 59-62 mágica, 57-62, 67, 112, 113, 116 oral, 58 regresiva, 176 reprimida, 34 y reacciones afectivo-motoras, 96

-~,¡

Femineidad, 126, 173-174 Fijación,

Familia, debilitamiento de los vínculos en la adolescencia, 181-186, 193196, 205, 206, 210-211 establecimiento de la propia, 205, 206 Fantasía, 25 ambiciosa, 94 comienzo de la, 66 de abandonar a la esposa y al trabajo, 216 de castración, 118 (ver también: Conflicto de castración) de fusión, 52, 53, 64, 72, 78, 87, 199. 220 de incorporar un pene, 126 de incorporar el objeto de amor, 52, 57 de la escena primaria, 85, 223 de masturbación, 158, 224-225 de omnipotencia, 112, 113

a nivel adolescente, 211. a nivel preedípico, 222 de valores infantiles, 212 en la fantasía de castración femenina, 34-36 Ver también: Regresión Formación reacciona! (reactiva), 134136 contra impulsos sadomasoquistas, 223 e idealización, 122 temores derivados de, 114-115 y carácter, 113 y conflictos de inferioridad, 156157 y formación del superyó, 56, 92, 106-111, 143 y sublimación, 108, 122 y vergüenza, 154, 162

Frmtración, 69, 91, 102, 111, 144

245

/

1ND1CE ANAL1TICO DE MATERIAS Frustración ( cont.) balance entre gratificación y, 70-72, 74, 110 impacto sobre la autoestim~ ll5· 121 influencia constructiva de la, 52, 69, 115 tolerancia a la, 79, 112, 183 y sobregratiíicación, 70

Grupo (cont.) significado del, en la latencia, 141149 valores de, 148, 149 Guerra, y delincuencia, 189, 190

Fusión,

Hábitos higiénicos, 67, 72, 109-111, 154, 157 Hambre, 30, 48, 49, 53 Heces, 109-112 (ver también: Ecuación simbólica) Hermanos, identificación con, 87 relación del menor con el mayor, 80 sus relaciones en la latencia y adolescencia, 175 Hipocondriasis, 170, 202 Histeria, 30

de imágenes objetales y del self, 33, 47-61, 82, 106 de impulsos, 80, 93 de libido y agresión, 27-31, 67, 91 diversos tipos de, y cualidades afectivas, 98 entre imágenes genitales, 83 entre objetos, 73 y aefusión, 29, 30 Ver también: Fantasía Futuro, concepto de, 63, 148-150

Hombre fijación a la fantasía de castración femenina, 34, 35, 84-86 maternal, 85: Ver también: Niños

~i,•.

G Genitales, su invisibilidad en la mujer, 83-86 temores centralizados en los, 115, 175, 176 ver vs. tocar, 84 Ver también: Pene; Vagina

Homosexualidad, 159, 212, 221 femenin~ 85 latente, 173, 176 _,,,, masculina, 85, 127

:~;(

Gratificaciones· narcisista, 32 narcisista vs. libidino-objetal, 92-98 Grupo identificación con el (ver: Identifi· cación) identidad de, 39 reacciones de pánico en, 54 relaciones de, 206, 215

H

Humor, 144-145 del adolescente, 169-171, 187, 188· 203

I Idealismo, 141 Idealización, 78, 102, 107-109, 116, 160 e identificación superyoica, 121, 129 en la adolescencia, 188-189

246

1NDICE ANALfTICO DE MATERIAS Idealización ( cont.) Ver también: Objeto de amor, Objeto Identificación afectivo primitiva, 55-56, 64 con el agresor, 64 con el grupo, 193, 206, 207, 215, 216 con el objeto de amor, 78 con figuras autoritarias, 149-152 con imágenes reales e idealizadas, l9í (ver también: Imagen objetal) con la madre "fálica", 85 con la "víctima", madre masoquista, 86 con los compañeros (en la latencia), 152 con los padres, ·dependencia e independencia de la, 80 con los rivales, vs. objeto de amor, 77, 78, 126, 127 contradictorias (incompatible), 150, 152. 187, 206, 226 del hi.io con el padre, 88, ll8, 126· 128, 206

Identificación (cont.) en la fase edípica, 86-98, 102-103, 134, 183 (ver también: Complejo de Edipo, Madre, Niña, Niño, Padre) entre la pareja conyugal, 206, 207 fálica, 127 femenina, en hombres, 128 infantil, factores que determinan su cualidad, 101-102 jerarquía de la, 150 masoquista, 223 mutua, de padres e hijos, 69-70 narcisista, 51-52, 58, 78, 199, 206, 217, 218 naturaleza regresiva de la, 78, 79 normal, 128-129, 206-207 parcial (ver: Identificación selectiva) preedípica, 52, 53 primaria, 53 primitiva, y desarrollo del yo y superyó, 212 psicótica, 60-62, 78, 81, 82, 128-129 reactiva, 185 selectiva, 63, 81, 87, 88, 138, 183, 222

del hijo con la desvalorizada madre,

l18 del niño preedípico, 64-81, 86 de la hija con la madre, 87, 127, 206. 207

sobrevida de las pasadas, en el adulto, 184, 185

de los padres con el hijo, 70-74 depresiva, 126, 127 desarrollo de la, en el período infantil temprano, 48-51 desintegración, 205, 217, 218 !\ después de la adolescencia. 205, 206 durante la latencia, 147-165 egosintónicas, 186 e identidad, 12, 41, 69-70, 79, 150, 171, 205-226 en fantasía, 53-54, 70, 71 en la adolescencia, 171, 182-194, 196

247

temporaria, 53, 54 tipos más tempranos de, 47-62, 65 y agresión, 78 y catexias objetales, 51, 52 y conflictos adolescentes no resueltos, 210-226 y desilusión temprana, 219 y empatía, 35, 53, 54, 70, 71 y homosexualidad, 85 y patología sexual, 85, 86 y procesos del pensamiento, 192-193 Ver también: Desarrollo, interdepen-

/

1NDICE ANALíTICO DE MATERIAS

Identificación (cont.) diente; Desarrollo del superyó; Identificación del superyó; !den· tificación del yo

Identidad (cont.) (ver también: Desarrollo, interdependiente) protegida por el superyó, 210-215 que promueve identificación y rela· ciones objetales, 75-81 (ver también: Desarrollo, interdependien· te)

Identidad conflictos tempranos, 215 cualidades complementarias, 203 definiciones, 37 -39 dependiendo más del desarrollo del yo que de la posición sexual, 86 desarrollo en la adolescencia, 151, 152, 169-179, 185, 186, 191, 192 desarrollo de la,· fuera de la ad~­ lescencia, 38, 44, 45, 151 desarrollo normal de la, 40-42, 45, 209, 210

revisión de la literatura sobre la, 37-45 sexual, 83-98, 148, 149, 171, 172, 208 tema de, 43, 48 trastornos de la, 38, 41, 42, 82, 86, 108, 151, 152, 185, 18ó, 202, 208226 y conflictos adolescentes no resuel· tos, 208-226

desarrollo postadolescente, 151, 152, 203-226

y conflictos de culpa, 208, 209, 212 y conflictos de vergüenza, 152-165, 208, 209, 212, 213 y desarrollo de un yo precoz, 80-81 y formación de grupo, 147, 148, 207, 208

descubrimiento de la propia, 11, 63-92 difusión de la, 171 e identificación (ver: Identificación del yo, Identificación, Identifica· ción del superyó)

y

enfoque psicosocial de la, 38. 39 femenina, establecimien•o de la. 83· 86, 172-178 formación de la, 38-45, 113, 205 impacto del conflicto de castración - sobre la, 119 masculina, establecimiento de la, 172- 209 pérdida de la, 186, 208, 209 predisposición a problemas de. 210211 problemas de la: en hombres y mujeres, 84-86; en homosexuales, 86; en la psicosis, 42, 82. 208-226 promovida por identificaciones y relaciones objetales, 73, 74, 150-152

fusión temporaria,. 54

y hábitos higiénicos, 110, 111, 154 y redistribuciones catécticas en la

adolescencia, 147, 148

Ver también: Desarrollo interdependien'.e; Identidad del yo; Self Ideología, 208 anschauung)

(ver también: Welt-

Imaginación (conjunto de imágenes) de deprivación oral, 49 deseada, 103 inconsciente, 66 infantil, 72, 133 mágica, 122, 123 psicótica, 72. 73 tipos de, y formación del superyó, 136

248

1NDICE ANALtTICO DE MATERIAS Imaginación ( cont.) Ver también: Imagen objetal, Ima· gen del self Imitación, 55-56-64 Impotencia, 31, 157, 158 Incesto, tabú al, 112, 113, 131, 134, 138, 161, 184, 187 Incorporación, 42, 53, 57-59 (ver también: Identificación, Internalización, Introyección) Individuación, 45, 63, 70, 219 (ver también: Dependencia e interdepen· dencia; familia) Infante, infancia comparados con estados patológiCDs, 22-26 desarrollo del, 17-36, 47-62 estado psicoeconómico, 2-35 manifestaciones de impulsos en el, 20-36 necesidades libidinales e instintivas del, 48 respuestas premodeladas, 47, 48 tipos de estirnulación además del oral en el, 48 Ver también: Relación madre-hijo "Inferioridad" conflicto de, 198, 208, 209, 214-219 en la adolescencia, 188-192 sentimientos de, 91, 98, 105 y culpa, 154-165 Inhibición, de función, 95-96, 142-158 Instintual, impulsos diferenciación de los, 27-32 en la infancia, 20-36 fusión y aefmión de, 29 indiferenciados (ver: Energía psíquica) intensificados en la pubertad, 169179 teoría dual de los, 26-29

Instintual, impulsos ( cont.) teoría de los, que conceptualiza mejor la influencia de la madre sobre el yo, 50 vs. "instintivos", 48 Ver también: Agresión, Energía psíquica, Fusión, Libido, Neutraliza. ción InternaÜzación, ll5, 152-154, 160 prematura, 221-226 y funciones del superyó, 103, 126, 136, 138, 139 Intimidad, 171, 172 lntroyección, 54, 57-62, 103, 106, 126, 138, 189, 213, 221, 222 parcial, 64 "Introyectos'', 59 Introspección, 33-36

L

...

Llstima, 109 Latencia, 6i, 101, 138, 146, 175, 215, 220 conflictos de identidad en la, 152, 215 tendencia al desarrollo en la, 147165 Libido definida, 18, 19 e idealización, 121-130 e identificación adolescente, 184 e intereses yoicos, 88-91 en la adolescencia, 184, 188, 200-203 in·rncliendo el yo y superyó, 132 liberada en la adolescencia, 188 objetal y yoica, 17-19, 31 preponderancia de la, sobre la agresión, 30, 67, 105, 112-144 su papel en la imagen real del self, 92

249

1NDICE ANALíTICO DE MATERIAS

.Libido ( cont.) sustracción de, 17, 18, 31 (ver también: Catexias, Objeto, Self) su transformación de objeta! en narcisista, 89-91 Ver también: Fusión, Neutralización, Sublimación

M Madre cariñosa, 50, 55, 71 como agresor y restringiendo las demandas instintuales, 64 como objeto de rivalidad, 74, 75 el niño en el papel de, 56 impresiones visuales de la, 49 introyección prematura de imágenes infantiles de la, 212-226 reacción de la niña a la "castrada'', 117, 124, 125 reacción del niño a la "castrada", 117 Ver. también: Identificación, Objeto, Objeto de amor, Padres. Madre-niño, relación cualidades "narcisísticas" de la, 55. e identidad, 43-48, 55 en el estadio oral, 47, 61, 62 infantil temprana, 47, 61, 62 preedípica, 63-82 simbiótica, 43-48, 55, 63, 70, 71, 127; 223 Ver también: Identificación, Infante, Madre, Niño Maduración, 27-29, 35, 68, 72, 105, 132, 136, 142, 206 discrepancias entre la, instintual y yoica, 211 sexual bifásica, 4.S

Madurez, 92, 195-203 Magia, 18, 54 (ver también: Fantasía) Marcha, 67-73 Masculinidad, 127 Masoquismo, 95, 158, 223 concepto de, 17-33 desarrollo del, 113, 114 erotogénico, 19 moral, 91, 92 primario, crítica del, 17-29 secundario, 31-33, 91 l\f asturbación, 118 en la adolescencia, 158, 172-176 obsesiva, 225 Ver tambi.én: Fantasía

Maternidad, 205-206 :Matrimonio, 177, 178 Melancolía (melancólico), 26, 51, 52, 59, 117, 127 necesidad de amor del, 209, 210 se trata a sí mismo como un objeto, 59 y renunciamiento edípico, 127-129 Ver también: Depresión. Psicosis Menstruación, menarca, 172-176 Mnémicas, huellas ( catexias de las), 32-35, 48, 49, 66, 67 Moralidad, esfínter de, 113, 131 Ver también: Superyó, V al ores Motilidad funcional, 67 y descarga de impulsos, 22, 25, 28, 96 Motor, aparato, 22, 28, 55, 56, 66 Muerte, instinto de, 18, 19, 26, 30 Mujer, asigna el ideal del yo a su pareja, 124 fálica, 85, 86

250

1NDICE ANALíTICO DE MATERIAS Mujer (ccmt.) idealización de la, por el hombre, 129

Neurosis ( cont.) teoría de la "potencia de impulsos" en la, 162 y el desarrollo adolescente, 169 Neutralización, 26-28, 67, 68, 80 e identificación, 78, 79 e intere~es del yo, 89, 92 parcial, 27 perturbación de la, 132 y creatividad, 93, 94 y cualidades afectivas, 98 y desneutralización en la adolescencia, 199 y formación estructural, 103 y funciones del yo, 92-96 y representaciones del self, 142-145 y resolución del complejo de Edipo, 132-138

persistencia de la fantasía de castración, en la, 34, 35, 84, 86 temor dominante en la, 126

Ver también: Femineidad, Niña, Sexo, Diferencias de

N Narcisismo concepto de, 17-33 e ideal del yo, 107 intensificado en la adolescencia, 188190, 201 primario, 17-20, 28, 29, 58 secundario, 31-33, 58 y agresión, 26, 27 y desarrollo de relaciones objetales, 117

y superyó, 102, 105, 141

Niña,

•'

"choque" homosexual, 175 desarrollo sexual de la, 83-87, 117, ll8, 148, 149, 153, 171-178

y desarrollo del yo y superyó, 177 y vergüenza, 153, 154 Ver también: Conflictos, Identifica· ción

desarrollo superyoico en la, 124-128 deseo por el otro sexo, 178 ideal del yo de la, ~esarrollo (ver: Yo, ideal)

Narcisístico, daño, 92, 102, 103, 113122, 126-128, 156-178

rechazo del otro sexo, 87, 88, 148, 149, 175

Negación, 188-195 de la castración femenina, 84 de la dependencia materna, 87, 88 de tendencias masculinas, 125, 126

Ver también: Identificación, Madre, Padre, Sexo, Diferencias de Niño, actitud "antiniña", 87, 88, 148 control sobre las funciones corpora· les, 67-72

I\ euro sis, 102, 129, 130 ausencia de serios conflictos de identidad en la, 209

desarrollo afectivo, 97, 98 desarrollo del (ver: Estadios específicos) desarrollo en el segundo año, 63-82, 213

masoquismo en la, 19 narcisista, 12, 42 (ver también: Personalidad) obsesiva, 159, 211, 215-218

251

/

1NDICE ANALíTICO DE MATERIAS

Niño (cont.) desarrollo sexual del, 87, 88, 117119, 147-149, 172-178 descubrimiento del mundo objetal por el, 50, 51 descubrimiento de su identidad, 6382, 213 esquizofrénico (ver: Esquizofrenia infantil) fantasía del, 42-57, 59 identificación con el padre vs. identificación con la madre, 126, 127 juego homosexual del, 173, 176 jugando a ser madre, 57 negligencia sobre los problemas de identidad en el, 38, 44 procesos del pensamiento en el, 17, 18, 58, 59

elección de, 51, 172, 181, 216-218 en la esquizofrenia, 59, 60 fantaseado vs. el real, 92 gratificante necesario, 55 idealizado, 121-130 (ver también: Idealización) imagen '·buena" y "mala" y representación objeta!, definida, 20 inanimada, 41, 63, 67, 68, 90, 163 "incorporado'', 59-62 independencia del, 102-105 (ver también: Dependencia)

psicosis del (ver: Esquizofrenia infantil)

libido objetivada, 17, 18, 31-33 pérdida del, 183, 200 (ver también: Temores)

relación anaclítica con la madre, 127, 128 role playing, en fantasía y en actos, 87

preedípico, 102 "transcicional", 61, 62 sustracción del, 185, 209, 219 (ver: también: Catexias)

sus deseos, 177, 178 uso del "NO", 73 Ver también: Desarrollo, Infante, Madre, Objeto de amor, Padre, Relación madre-niño

Objeto, imágenes de "buenos y malos", 62, 75-80, 109, 110, 113, 137-139, 217-219 cambios de las (ver: Padres) componentes, 135, 136 desvalorizadas, 116, 117 idealizados, deseados, 102-107, 136, 190 (ver también: Objeto de amor)

o Objeto, ambivalencia (ver: Ambivalencia) constancia de, 67, 77, 79, 152 depreciado, 111, 115-119 descubrimiento del, 11, 32 deseo de constante cambio de, 216218

r

Objeto ( cont.) discriminación en·re (ver: Percepción) distinción entre, 72, 73 distinguido del self, 29, 30, 31, 32, 52, 54, 58, 59 (ver también: Fer· cepción)

infantiles, 33, 34, 47, 61, 106, 107 mágicas, 132 personificadas, 220-221 reales, M, 65, 74, 75, 92, 123 Objeto, relaciones de,

252

1NDICE ANALiTICO DE MATERIAS Dbj eto, relaciones de ( cont.) con compañeros en la latencia, 148, 149 desarrollo de las, en el período preedípico, 63-82 desintegración regresiva, 210 desplazadas de los padres, 148-152 e identidad, 88, 172, 215-219 (ver también: Desarrollo, interdependiente) e identificación, 50-52, 78-79, 126 e identificación parcial, 105-107 en el período edípico, 86-98 (ver tamb~ér.: Estadio edípico, Complejo de Edipo) en la adolescencia, _170, 203 en la latencia, 147-165 en la melancolía, 50-52 en la psicosis, 12, 54, 55, 59-62 entre los sexos en la adolescencia, 174-179 fases transicionales, 61, 62 inconstante, e identidad, 215-219 influencias sobre el desarrollo del superyó, 136, 137, 163-165, 212 jerarquía de las, 150 maduras, 54, 90-92, 210 narcisista, 199, 211 precursores de las, 47, 50-62 sadomasoquista, 190 social, 69, 171 y conflictos adolescentes no resueltos, 208, 211-226 y conflictos de castración, 117-119 y desarrollo afectivo, llí-119 y desilusiones tempranas, 218, 219 y logros culturales, 94 Ver también: Desarrollo. Objeto, representación de, 31-34, 64, 65, 89-93, 137, 133 catexias de (ver: Catexias)

Objeto, representación de (cont.) colapso de, 219 cualidades complementarias, 203 hipercatexia agresiva de, e hipercatexias libidinales de represen' ación del self, 95, % influencia de las identificaciones psicóticas sobre, 128-130 limitada capacidad para formar reales, 36, 37 sobrevida de idealizadas, 123 y formación del ideal del yo, 106, 107 Ver: Objeto, imagen de Obsesiva, neurosis (fenómeno) (ver Neurosis) Omnipotencia, 57, 107, 112-113, 136 del pensamiento, 18, 59 participación del niño en el de los padres, 57, 58 Optimismo, 203 Oral, tríada, 58 Oralidad, infantil, concepto de, 47-50 y creatividad, 93, 94 Órgano-afectivo, lenguaje, 25, 66, 97 Orgullo, 113, 156, 164, 172-174, 213 Orina, control de la, fl, 72, 73 (ver también: Hábitos de higiene)

p Pánico, 54 Paranoia, 218-220, 224-226 (ver también: Depresión) Padres aversión a romper los lazos con el hijo, 44, 45, 206, 210-215, 219 (ver también: Individuación) dependencia del niño de los (ver: Dependencia)

253

1NDICE ANALíTICO DE MATERIAS Padres ( cont.) desilusión prematura por el niño de los, 58, ll5, 119 doble identificación de los, 71, 72 idealización de los, 121-130, 134, 135, 183, 187 imagen cambiante de los, 133, 134, 182-187, 192-197 imagen real de los, 104, 187, 196-198 influencia sobre el desarrollo del SU· peryó del niño, 103-108, 206-226 influencia sobre el desarrollo del yo del niño, 67-72, 101, 102 influencia sobre la solución de los conflictos patológicos, 206-226 reales e idealizados, 122, 187, 197 Pasividad, 21, 57-59, 87, 157-159, 212 Peligro, estimulación de la inteligencia por el, 195 evaluación real del, 198 situación de, 114, 115, 127, 131 Pene, 119, 174-176, 225 envidia y valores del, 125 ilusorio, 34, 35, 84-86 (ver también: Fantasía) Pensamiento, procesos del catexias agresivas de los, 156 desarrollo del, 66-69, 80, 89, 137 e ideal del yo, 198 en la adolescencia, 191-194 precursores psicofisiológicos, 22, 25 28, 29 procesos catécticos subyacentes, 92· 98, 143-145 vergüenza desplazando a los, 155 y superyó, 142, 143 Percepción, 32, 48. 60, 63, 137 de diferencias entre objeto y self, 63, 73, 80, 81 de diferencias y envidia, 75-80

Percepción ( cont.) del self, limitaciones, 33-36 (ver también: Self, percepción) de objeto gratificante, 34 e identificación, 102 en la infancia, 22-24, 33, 48, 52-56, 60-66 interna, 24 visual, 49, 84 y curiosidad sexual Personalidad, narcisista, 209-215, 219 Perversión, 169 (ver también: Homosexualidad) Pesimismo, 203 Placentero-displacentero, experiencias, 32, 34, 48, 60, 66, 67, 110 Placer, principio del, 48, 66, 141 Pregenital, etapa (ver: Preedípica, etapa) Pregenital, zonas, 28, 29 catexias de, 66 sustracción de catexias de, 89, 90 Preedípica, etapa, 47-62, 86, 87, 133· 135, 153, 154, 160 desarrollo afectivo en la, 97, 98 regresión a la, 213, 214 situación de peligro en la, 114 y desarrollo de valores, 108-115 y formación del ideal del yo, 106108 Primitivos, 18, 58 Proceso primario, 66, 196 Proceso secundario, 67, 196 Proyección, 35, 54, 61, 62, 75, 102, 107108, 189, 194, 218 Psicosis, 12, 32, 102 ausencia de conflicto de culpa en la, 203, 218 características obsesiyas en la, 225226

254

1NDICE ANALíTICO DE MATERIAS Psicosis ( cont.) conflictos de hostilidad en la, 78, 81, 82 depresión en la, 219-222 en el niño (ver: Esquizofrenia infantil) en la adolescencia, 185, 219-221, 224 maníaco depresiva, 58 (ver también: Depresión, Melancolía) masoquismo en la, 19 negligencia de los problemas de identidad en la, 28 paranoide, 224-226 perturbación de la identidad en la (ver: Identidad) regresión en la, 58, 185, 219 tratamiento quirúrgico de la, 29 y adolescencia, 189, 201, 202 y desarrollo infantil temprano, 25, 26, 29, 58-62, 221-226 y desarrollo temprano del yo, 58, 59, 221-226 y superyó (ver: Superyó) Ver también: Esquizofrenia, Infancia, Paranoia, Sueño Psicoanalítica, terapia y técnica ampliación del campo de la, 12 y el período adolescente, 169-170 Ver también: Recuerdo, de deprivación oral Psicosomática, enfermedad, 25, 30, 49 Pubertad, cambios en la, 169-179, 188 (ver también: Adolescencia)

R Realidad interna y externa, prueba de, 142149 relación con la, 163 sentido de, 68

Realidad, principio de, 50, 07, 123, 142, 161 Realidad, prueba de, 35, 60, 137, 142, 149 en la fase edípica, 103, 117 fracasos en la, 210 papel de la agresión en la, 74, 75 y frustración, 116 y metas yoicas, 116, 123 Recuerdos, 32, 33, 66 de deprivación oral, 49 su ausencia en la adolescencia, 169 Regresión, 12, 78, 82, 164, 212-213, 218 en la adolescencia, 178-179, 185, 200 en la esquizofrenia (psicosis) , 58, 185, 219 estructural vs. de energía, 30 grados de, en la enfermedad psicosomática e histeria, 30 hacia la posición homosexual, 200 ' . hacia la posición sadomasoqmsta,

200 hacia la unión con el objeto, 54-59 hacia valores infantiles, 212 narcisista, 23, 25-30, 202 y actos, sentimientos y pensamientos autodestructivos, 97 y progresión en la aaolescencia, 178, 179, 199 y sustracción de catexias de las re~ presentaciones del self, 95-97 Represión, 134 de fantasías, 34 de necesidades sexuales, 103 infantil, 34 su levantamfrnto en la adolescencia, 188 y complejo de castración, 68 y complejo de Edipo, 146, 181-184 y otras defensas, 194, 195 Resistencia, en la adolescencia, 170

255

INDICE ANALíTICO DE MATERIAS

Restitri'~ión, 59, 102 Rivalidad, conflictos de, 63, 64, 74-80, 92, 102, 126, 131 (ver también: Complejo de Edipo)

s Sadismo, 18, 19 (ver también: Agresión) Self agotamiento de las reservas libidinales del, 30 catexias del, 30 (ver también: Ca· texias) como algo distinto del yo, 32, 106, 107 concepto del, 11, 20, 32, 33 descubrimiento del, 21, 63, 82 físico y mental, 20,"33, 36, 48, 141147 impulsos contra el, 97 pérdida del, 165, 190, 191, 200, 209, 220 psicofisiológico primario, 20, 22, 28, 85, 90 .Ver también : Agresión, Libido Self, destrucción del, 27, 95, 96 Self, evaluación moral del, 141, 142, 163-164 Self, imagen del, 33-36 abstracta, 138 componentes de la, 136, 137 concreta, 138 consolidación de, 76-80 construcción de, 49, 72-82 deseada, 64-67, 74, 91, 92, 160-165, 190, 213-215 en el período preedípico, 33-36, 7482, 116, 117 en la fase edípica, 83-98 fusión con imágenes objetales, 47-62

Self ( cont.) homosexualidad integrada en la, 85, 86 idealizada, 123, 136 integración de las características ·"masculinas y femeninas", 86 mágica, 132 personificada, 220-221 real, 35, 36, 64-67, 74, 117, 123 real y deseada, 64-67, 74, 102, 107, 160 sobrevida de la idealizada, 123

Ver también: Self, representación del Self, intereses del, distintos de los intereses yoicos, 91, 190 Self, percepción del, 33-36, 73, 141, 142 Self, r_epresentación del, 31-33, 65, 66, 89, 93, 128, 129, 136-138 cambios en la adolescencia, 180 catexias libidinales, 143, 144 colapso de las, 209, 220 concepto de, 11, 20, 22, 33 cualidades complementarias, 203 desarmonía con el ideal del yo, 164 desarrollo de, 33, 38, 137 e identificación (ver: Desarrollo, interdependiente) fuentes de las, 33, 36 hipercatexias agresivas de, e hipercatexias libidinales de la representación de objetos, 95 influencia de identificaciones psicÓ' ticas sobre, 128, 129 patología de, 142 (ver también: Identidad, identificación, autoestima) y el yo (ver: Desarrollo, interdependiente; Metas del yo; Intereses del yo)

2.56

1NDICE ANAUTICO DE MATERIAS Self, representación (cvnt.) y falta de constancia de objeto, 205208 y formación del ideal del yo, 106, 107 y superyó, 35, 36, 68, 139-141 Separación conflicto de, 72, 114, 136 (ver también: Obje:o, pérdida del) efecto de una temprana, 47-49, 52, 53 -Sexuales, relaciones primeras, 176-179, 205-206 unión en la pareja, 43, 52-54 Sexualidad clímax de, infantil, 67, 68 desarrollo de, el niño en comparación con la niña, 84-88, 124-130 desarrollo precoz de, y lento desarrollo del yo, 211 e identidad, 41, 44, 86, 87, 154 (ver también: Identidad) en la adolescencia, 172-179, 187, 200-202 ego-sintónica, 69 infantil, renunciamiento de la (ver: Complejo de Edipo) patología de la, 86 Simbiosis, normal y patológica, 43-45 (ver también: Madre-niño, relación simbiótica)

Sueño diurnos del adolescente, 190 imagen visual durante el, 49 Sublimación, 79, 108, 109, 134-136, 171 desarrollo de la, 89, 92 e idealización, 122 en la adolescencia, 195, 196 y cambios en las catexias de las represen!aciones mentales, 93 y escolaridad, 152 y formación reaccional, 122 Ver también: Intereses culturales, Intereses del yo, Logros yoicos, Neutralización Suicidio, 96, 97, 221 Superyó autonomía del, 40, 44, 64, 70, 139141, 149, 151, 182, 193, 198, 206 consolidación, 131-146, 182-203 control sobre las representaciones del self, 68 defectos ocasionados po~ .discrepan· cias entre la maduración instintual y del yo, 211 defectuoso, 209-226 del melancólico, 209, 210 desorganizando las relaciones de objeto y del yo, 209-211 despersonificado, 131, 141 e ideal del yo, 12f:l24, 181, 135, 164. 196-198

Simbiótica, ecuación pecho-heces, 114 pecho-pene, 128 pene-superyó, 139

experiencia del, 135-139 factores innatos, 105 factores que contribuyen en su or· ganización, 40, 150 falo igualado al, 139 influencia sobre identificaciones, 147, 210-226 (ver también: Identificación) influencia sobre los logros del yo, 150, 161, 165, 210, 215, 216, 223

Sociedad, cambios en los sistemas de valores de, 152 e identidad, 40-45 y familia, diferentes valores, 162 Soledad, 152, 170, 200, 202, 215

257

íNDICE ANALÍTICO DE MATERIAS Superyó (wnt.) Superyó, desarrollo del (cont.) integración de los diferentes compofemenino, 124-128, 135 nentes del, 131-146, 164 masculino, 127-130 modificando los procesos de descary conflicto de Edipo, 64, 131, 132 ga y catécticos, 141 Ver: Superyó, precursores personificación del, 132, 189, 190 Superyó, funciones del, precursores del, 56, 72, 79, 101, 121, de autocrítica, 105, 106, 129-134, 135, 136, 164, 189 140, 145, 146, 160, 163, 164, 197 raíces inconscientes, 140 de refuerzo, 105, 106, 129, 132, 145, reexternalización del, 133, 189 160, 197 regresión del, 218 de evaluación del self, 142, 163-164 regulación central de catexias, 143, directriz, 105, 106, 129, 131, 140, 144 145, 160, 198 remodelación en la adolescencia, 171, 4' múltiple, 140 176-178, 181-203, 210 parcialmente delegadas al yo, 141, representación en el self, 35-37 sobrevida de la relación amorosa 190 con los padres en el, 139 Superyó, identificaciones del, sobrevida de los componentes predesarrollo de las, 121, 131 edipicos en el, 220-226 e identidad, 41, 54, 150, 151, 215 temor del, 68, 115, 131, 139, 198, e identificación narcisista, 58 e intereses yoicos, 89 212, 215 en la adolescencia, 183-186, 192, un aparato de seguridad, 144, 210 210 y afectividad, 142, 143 y agresión dirigida hacia el self, 91 y el ello (ver: Ello)

influenciadas por las identificaciones del yo, 104 influencia sobre el sistema de defensa, 146 normales, 78

y humor, 144 y procesos del pensamiento, 192-194

y sobrevida de tempranos valores, 124

Ver también: Identificación

y trastornos de identidad, 38, 45, 152-165, 208-226 y vergüenza y culpa, 159-165 (ver , también: Culpa, Vergüenza) Superyó, desarrollo del e identidad sexual, 88 e identificación, 59, 64, 78, 101-106, 121-130, 132, 133, 182, 194 en la latencia, 147-165 factores que interfieren con el, 116119, 215-226

T Tensión, tolerancia a la, 67, 112 (ver también: Frustración, tolerancia a la) Tiempo, sentido del, 147 Trabajo, inhibición para el, 60 Transferencia, y proyección, 60

258

1NDICE ANALíTICO DE MATERIAS

u

y

Umwelt, relación a doble fase con el, 43, 44

Yo, aparato congénito, 105 asumiendo las características del obje:o admirado, 64-65 autonomía (secundaria) del, 4ü, 44, 63, 64, 70, 81, 85-86, l12, 149151, 182,~186, 193, 197, 198, 206, 210 defectuoso, 214-226 desorganizado por identificaciones incompatibles, 150 dotes del, 161 e ideal del yo, 196-199 e instinto de muerte, 19 energía del, 28 en la creatividad, 92-95 estado del, indicador superyoico del, 14.>-145 experiencia del, 33 impulso del, 163 libido del, 17 metas del (ver: Yo, logros del; Yo, intereses del) narcisismo del, 18, 31 primario autónomo, 28 regresión del, 219 relación con el ello ( #er: Ello) relación mutua con el superyó, 132, 135, 139-145, 161-165, 187, 194199

V Vagina, imagen real de la, preparada por imágenes intermediarias, 86 Valores, 139-143 contribución del yo a los, 196-199 consistentes, 149, 152 con!radictorios, 150-152, 162, 208 contribución del yo a los, 196-198 depersonificación de, 126 desarrollo de, 550, 108-116, 121, 129, 161-163 en la adolescencia, "171, 186, 192 preedípicos, 190, 213 y actitudes conflictivas parentales, 152 (ver también: Padres) y problemas de identidad, 153 Ver también: Logros yoicos : Ideal del yo; Superyó Vida ideacional (ver: Procesos del pensamiento, Identificación) Vergüenza, 98, 104, 109, 113 conflictos de, 197, 198, 208-219 en la adolescencia, 170, 174, 188, 191, 192 y conflictos adolescentes no resueltos, 208-216 y culpa (ver: Culpa) Vocación, 162, 172, 177, 217 Vocacional, elección, 206

w Weltanschanung, formación en la adolescencia, 192195, 203

remodelado en la adolescencia, 171, 175-177, 181, 203 sentimiento del, 33 su diferenciación del self, 31-33 Yo, actividades del, cubriendo procesos catécticos, 9198, 143, 145 el ello, 56, 161-165 y gratificaciones, 32, 49, 50, 55

y

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1NDICE ANALfTICO DE MATERIAS Yo,' actitudes del, y la formación reacciona!, 108 y las cambiantes catexias de las representaciones del self y del objeto, 92, 130 Yo, desarrollo del, del homosexual, 85 e identificación, 60, 150, 151, 160, 183 en la fase edípica, 83-98 (ver también: Complejo de Edipo; Fase edípica) en la fase preedípica, 58, 66, 81 en la latencia, 147-165 .J' factores qne interfieren con el, 215, 216 influencias de los padres sobre el, 68, 71, 222-226 influencia sobre ·el desarrollo del superyó, 25, 131, 137, 138 (ver también: Superyó) papel de las experiencias no orales, 49-51 precoz, 80, 81 ·· ;"., ' y desarrollo sexual retardado, 211 y cuidado materno, 47-62 y frustración (ver: Frustración) y patología sexual, 85, 86 Ver también: Desarrollo ; Interdependiente

Yo, funciones del ( cont.) inhibición de las, 31, 95-97, 142 jerarquía de las, 150 organizadoras (de integración), 40, 80, 150 y homoy, 144, 145 y neutralización de la agresión, 79 Yo, ideal del, 94, 105 cambios en la adolescencia, 187, 189-192, 196-199 defectuoso, 116 depersonificación, 131 desarrollo del, 65, 106-109, 115, 121129, 134-136, 160-165 distancia con el self real, 123 e identificación, 196 e imagen deseada de! self, 214, 215 factores que interfieren con su desarrollo, 215, 216 (ver también: Superyó) inconsciente y consciente, 142, 164165 influencia sobre una conducta realista, 123 jerarquía de las, 198 relación con el yo, del, 139, 142 representación en el self, del, 35 sobrevida de tendencias narcisis~as en el, 141 una formación del yo o superyó, 196-199 y conflicto de castración en la niña, 124-125 y precoz internalización, 216 y superyó (ver: Superyó) y vergüenza y culpa, 159-165

Yo, funciones del, creativas, 93-97 dependiendo de la imagen materna, 55 de

autocrítica, 163-165, 198, 199 (ver también: Autocrítica; Funciones del superyó)

de autopercepción, 33-36, 142 de síntesis (organizadoras), 40, 80, 150 ejecutivas, 80

Yo, identidad del, 12, 37-42, 208 Yo, identificación del, e identidad. 41, 54, 150, 151, 215 (ver también: Identidad) e identificación, narcisista, 58

260

1NDICE ANALíTICO DE MATERIAS Yo, identificación del, (cont,) e identificación superyoica, 104 e intereses yoicos, 89, 103, 108, 161 en la adolescencia, 183-186, 210 establecimiento de, 51, 52, 92, 135137 influencia sobre los sistemas de defensa de las, 146 normal, 78 precursores, 56 prematura, 222 Ver también: Identificación Yo, intereses del, 56, 103-105, 223 alternancia entre los, 216-219 desarrollo de los, 8$-93, 129, 134 e identificación (ver: Identifica· ción) en la latencia, 147-165 jerarquía de los, 151

Yo, intereses del, ( cont.) Ver también: Yo, metas del Yo, metas del, 104, 105, ll5, 142 conscientes e inconscientes, 164-175 desarrollo en la latencia de las, 147-165 desintegración de las, 209, 215, 216, 220 e identidad del yo, 89, 103, 108, 161 factores que interfieren con el desarrollo de las, 215, 216 inconsistentes, 214-226 maduras, 196, 210 reales, 65, 160 sobrevida de los valores tempranos en las, 162 y prueba de realidad, 103, 104, 123 y sendoideal, 214, 215, 220 Ver también: Yo, intereses del

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