El Sacramento DE LA RECONCILIACIÓN

November 21, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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El Sacramento de la reconciliación   1) Llamada a la conversión 2) Historia de la celebración 3) Características del nuevo Ordo 4) Los tres ritos 5) Evaluación de la recepción  

Bibliografía

 

Notas

 

Ya en el trata tratado do teológi teológico co sobre los sacra sacramentos mentos se ha estudi estudiado ado las raíces bíblic bíblicas as de este sacramento, su evolución a lo largo de los siglos, y las diferentes definiciones dogmáticas al respecto. También los candidatos al sacerdocio hacen un estudio más detenido de la manera de celebrar este sacramento. Por eso aquí daremos sólo un breve resumen, y nos fijaremos sobre todo en la manera de celebrar el sacramento según la liturgia reformada del Vaticano II. La Sacrosanctum Concilium  apenas trató sobre la reconciliación y se limitó a ordenar que se revisase el modo de celebr revisase celebrarla: arla: “Revís “Revísese ese el rito y las fórmulas de la penite penitencia ncia de manera que expresen más claramente la naturaleza y efecto del sacramento” (SC   72). La Lumen Gentium contiene el texto conciliar más importante sobre la penitencia: “Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen el perdón de la ofensa hecha a Dios por la misericordia de éste, y al mismo tiempo se reconcilian con la Iglesia, a la que, pecando, ofendieron, la cual, con caridad, con ejemplos y con oraciones, les ayuda en su conversión” ( LG  11). El nuevo Ritual de la reconciliación fue publicado por Pablo VI el 2 de diciembre de 1973 (cf. Enchiridion, pp. 656-671). Un año ant antes es se habían publi publicado cado una serie de normas sobre la absolución absolución colectiva (cf. Enchiridion, pp. 652-655), que serán luego recogidas también en el Ritual. El nuevo código de Derecho canónico recoge la disciplina eclesiástica sobre este sacramento en los cánones 959-997 (cf. Enchiridion, p.672-677). En la biblio bibliografía grafía al final de este capítulo se pueden consul consultar tar los detalle detalless sobre otros document documentos os relacionados con este sacramento. Los más importantes son: la Constitución apostólica Poenitemini  sobre la penitencia, el ayuno y la abstinencia, la Constitución apostólica Indulgentiarum doctrina , sobre las indulgencias, y la exhortación apostólica de Juan Pablo II Reconciliatio et poenitentia , después del sínodo de 1983. En noviemb noviembre re de 1978 el episcopado esp español añol publicó unas orientac orientaciones iones pastorales y doctrinales, y más tarde la Instrucción pastoral Dejaos reconciliar por Dios  

1) La llamada a la conti continua nua conversión conversión La penitencia no es algo esporádic esporádico o en la vida crist cristiana, iana, sino una dimensión y una tarea permanent permanente. e.  “Esta constante vida penitencial el pueblo de Dios la vive y la lleva a plenitud de múltiples y variadas maneras... maner as... así va convir convirtiéndo tiéndose se cada día más al evange evangelio lio de Jesucri Jesucristo, sto, y se hace en el mundo signo de conversión a Dios”( RP  4).  4).

 

Es claro que por una parte el cristiano en su inicia iniciación ción ha sido purificado del pecado y ha recibi recibido do una nueva vida divina: “Habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo” Jesucristo” (1 Co 6,11). “Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo seguir viviendo en él?” (Rm 6,2). Algunos textos bíblicos parecen juzga Algunos juzgarr como impensable el que un bauti bautizado zado vuelva a pecar, y creen que esto sería mucho peor que el no haber conocido nunca el camino de la justicia. Comparan al bautizado bauti zado que vuelve a pecar con “un perro que vuelve a su vómito o la puerca lavada que vuelve a revolcarse revolc arse en su cieno” (2 Pe 2,21-22). La carta a los Hebreo Hebreoss muestra un gran rigoris rigorismo mo en su actitud actit ud hacia los relaps relapsos: os: “Es imposible que cuant cuantos os fueron una vez iluminados iluminados,, gusta gustaron ron el don celestial celest ial y fueron hechos partí partícipes cipes del Espíri Espíritu tu Santo, saborearon las buenas nuevas de Dios y los prodigios prodigi os del mundo futur futuro o y a pesar del todo cayeron, se renueve renueven n otra vez” (Hb 6,4 6,4-6). -6). “Si voluntariamente de haber recibido el conocimiento de la verdad, yaano quedaa los sacrificio por los pecamos pecados, después sino la terrible espera del juicio y el fuego ardiente pronto devorar rebeldes” rebelde s” (Hb 10,26-27). Algunos desarrollo desarrolloss excesi excesivament vamentee rigori rigoristas stas que veremos en la histor historia ia de la Iglesia apelan a este tipo de textos. Sin embargo otros textos nos abren a la realidad de que el cristiano tiene que seguir enfrentándose día a día con el pecado que no ha desaparecido del todo en su vida. Es más, "Si decimos: 'no tenemos pecado', nos engañamos y la verdad no está en nosotros" (I Jn 1, 8). Por eso el Señor mismo nos enseñó a orar diariamente: "Perdona nuestras ofensas" (Lc 11, 4), dando por sentado que estas ofensas tienen lugar setenta veces siete. Todos los evangelios conservan conservan el relat relato o de la conversión de S. Pedro tras su triple negaci negación. ón. La miradaa de Jesús saca de él las lágrimas del arrepe mirad arrepentimi ntimiento ento (Lc 22, 61) y, tras la resurr resurrección ección del Señor, la triple afirmación afirmación de su amor hacia él le rehabilita totalm totalmente ente (cf Jn 21, 15-17). La segund segundaa conversión tiene también una dimensión comunitaria. Esto aparece en la llamada del Señor a toda la Iglesia: "¡Arrepiéntete!" (Ap 2, 5.16). La llamada a la conversión se dirige primeramente a los que no conocen todavía a Cristo y su Evangelio. Así, el Bautismo es el lugar principal de la conversión primera y fundamental. Pero la llamada a la conversión sigue resonando en la vida de los cristianos. Esta segunda conversión es una tarea inint ininterrumpi errumpida da para toda la Iglesia que "recib "recibee en su propio seno a los pecadores" y que siendo "santa al mismo tiempo que necesitada de purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación" (LG 8). Este esfuerzo de conversión no es sólo una obra humana. Es el movimiento del "corazón contrito" (Sal 51, 19), atraído y movido por la gracia (cf Jn 6, 44; 12, 32) a responder al amor misericordi misericordioso oso de Dios que nos ha amado primero primero..[i]   S. Ambrosio dice acerca de las dos conversiones que, en la Iglesia, "existen el agua y las lágrimas: el agua del Bautismo y las lágrimas de la Penitencia".[ii] Penitencia". [ii]   La Iglesia se refiere al sacrament sacramento o de la peniten penitencia cia como un “segund “segundo o bautis bautismo” mo” o una “segunda tabla de salvaci salvación”. ón”. Sólo Dios puede perdona perdonarr los pecados pecados,, pero la Escritura nos dice cómo Jesús ejerció ese poder divino y se lo otorgó a sus apóstol apóstoles, es, a quienes confirió un ministerio de perdón de los pecados (Jn 20,2123). La Iglesi Iglesiaa posee un autén auténtico tico “minist “ministerio erio de reconcilia reconciliación” ción” (2 Co 5, 18). Pero también la Iglesia está dañada po porr el pecado de sus miembro miembros, s, y por ello es a la vez [iii] interpelada interp elada e interpelant interpelante. e. La conversión tiene lugar en la Iglesia, por la Iglesi Iglesiaa y para la Iglesia. Iglesia.[iii] La Iglesia debe reconciliarse permanentemente. Toda reconciliación con Dios lleva consigo una reconciliac reconc iliación ión con la Iglesia de la que nos hemos distanc distanciado, iado, y a la que hemos dañado con nuest nuestro ro pecado.. No se puede decir que esta reconc pecado reconciliac iliación ión con la Iglesia tenga que ser cronológica cronológicamente mente ante o después de la reconciliación con Dios. Ambas reconciliaciones están íntimamente unidas, si bien en el orden de la manifestación visible, la garantía de reconciliación con Dios (que ha podido suceder antes), la tenemos en la reconciliación con la Iglesia.[iv] Iglesia.[iv]  

Historia ria de los modos de celebración celebración 2) Histo Hasta el final del siglo III se impuso en la Iglesi Hasta Iglesiaa univer universal sal la opinió opinión n de que el proced procedimient imiento o penitencial penite ncial se podía celebrar sólo una vez en la vida, como ya docume documenta nta el Pastor de Hermas . Tertuliano nos narra cómo tenía lugar esta “poenitentia secunda” relativa a los tres pecados capitales, la apostasía, el asesinato y el adulterio.

 

La celebración del sacramento tenía un carácter fuertemente comunitario. Empezaba con un reconocimien recono cimiento to secreto de los pecados pecados ante el obispo, la admisión al “orden de los peniten penitentes”, tes”, la fijación de unas penitencias externas y públicas y la exclusión de la celebración de la Eucaristía. Desde el siglo V la adscri adscripción pción al orden de los penitentes tenía lugar al comienzo de la cuaresma y la reconciliación la efectuaba efectuaba el obispo el viernes santo, rodeado de toda toda la comunidad, mediante la imposición de las manos y la oración. La acogida de Cristo al pecador se sensibiliza mediante la acogidaa y el abrazo de los hermanos qu acogid quee subraya la mediac mediación ión eclesial eclesial.. Hay un bello texto de Tertuliano que subraya esta mediación: “Allí donde hay dos hermanos reunidos, allí está la Iglesia; pero la Iglesia es Crist Cristo. o. Por eso, cuando tú te postra postrass a los pies de los hermanos, abraza abrazass a Cristo, oras a Cristo; y cuando los hermanos derraman lágrimas sobre ti, es Cristo quien sufre, es Cristo [v] quien ora al Padre. Lo que el Hijo pide siempre se consigue con facili facilidad”. dad”.[v] Pero la dureza de las penite penitencias ncias impue impuestas, stas, que en muchos casos eran muy discrimi discriminator natorias ias y vergonzosas, vergon zosas, la imposibi imposibilidad lidad de confes confesarse arse una segund segundaa vez y el miedo a la recaí recaída da hicieron que muchos fueran dejando su conversión hasta el final de la vida. La confesión individual ante un clérigo se desarrolló en los monasterios irlandeses y trajo consigo una transformación radical de la celebración de este sacramento. Era misión del sacerdote estimar la gravedad de los pecados, asignar una penitencia canónica proporcional según tarifas preestablecidas. La penitencia era secreta y se podía repetir. Al princi principio pio se le citaba al penite penitente nte para que volvie volviese se a recibir la absolución después de cumplir la penitencia pero a partir del siglo IX se procedía a la reconciliación inmediatamente después de la confesión, lo cual llegó a convertirse en norma ya después del primer milenio. A partir de este moment momento o la absolució absolución n precede a la actio poenitentiae, o cumplimiento de la penitencia. El concilio de Trento insistió en este enfoque jurídico o forense de la confesión. Los actos del penitente -contrición, confesión y satisfacción- son parte integrante del signo sacramental (Dz  1703),   1703), la confesión tiene tiene que ser íntegra, para que el ministro pueda juzga juzgarr si debe absolver o no, y cuánta penitencia debe imponer (Dz  1679);   1679); hay que las circunstancias que cambien la especie moral del pecado (Dz  1707);  1707); la absolu absolución ción noconfesar es un mero anunci anuncio o o declar declaración ación del perdón, sino que es una sentencia del sacerdote, sacerdote, a modo de juez ( Dz  1685).   1685). La reflexión escolástica escolástica sobre el papel del sacerdote había llevado ya a sustit sustituir uir las formas deprecativas depreca tivas –“Que el Señor tenga misericordia misericordia de ti”-, por las indica indicativas tivas –“Yo te absuelvo absuelvo”. ”. Ésta será la única forma admitida después del concilio de Trento y tiene un marcado carácter jurídico:  “Dominus noster Je Jesus sus Christus te absolvat et ego auctoritate ipsius te absolvo ab omni vinculo excommunicationis, suspensionis et interdicti, in quantum possum et tu indiges. Deinde ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris et Filli et Spiritus Sancti”. En cambio, la forma renovada postconciliar la oración responde a la estructura general de anámnesis y epíclesis, que empieza empieza por el recuerdo de las acciones salvad salvadoras oras del Dios trini trinitario tario en el misterio pascual, pascua l, continúa continúan n con una epíclesis que suplic suplicaa el perdón y la paz, pero manti mantienen enen una forma indicativa de conclusión, idéntica a la de la fórmula antigua.  

3) Carac Característ terísticas icas generales generales del nuevo Ordo Señalaremos algunas de las características del nuevo Ordo poenitentiae. Algunas de ellas nos son ya familiares, porque responden a los enfoques generales de la liturgia conciliar. * En todas las tres modalidade modalidadess de reconci reconciliaci liación ón que ofrece el nuevo Ordo, se insist insistee en la importancia de la liturgia de la palabra, que antes no tenía ninguna cabida. Incluso en la primera modalidad, modal idad, o rito para reconcil reconciliar iar un solo penitente “el sacerdot sacerdote, e, si lo juzga oportuno lee o recita de memoria algún texto de la Sagrada Escritura”. La celebración individual sin la presencia mínima de esta lectura bíblica, “quedaría desvirtuada y se distanciaría mucho de las otras celebraciones ” .[vi] * Se insiste en la dimensión comunitaria del pecado y de la reconciliación. “La penitencia lleva siempree consig siempr consigo o una reconcilia reconciliación ción con los hermanos a quienes el propio pecado perjudica (RP  5).  5). Toda lailiación Iglesia, como pueblo sacerdotal, maneras al ejercer de la reconciliac reconc ión que le ha sido confia confiada da poractúa Dios (de RP diversas   8). Nadie  8). debe sentirse sololaentarea su experiencia de pecado. * “El sacra sacramento mento debe represen representar tar ante todo todo el amor y el perdón de Dios, el gozo hondo y festi festivo vo de

 

la vuelta del pecado pecadorr y la victor victoria ia de Cristo so sobre bre el pecado (Dejaos reconciliar  71,  71, Enchiridion, 791). Antes el acento estaba estaba en los actos del penitente y sobre todo en uno: la confes confesión. ión. Ahora está en la dimensión descendente de la gracia. * El carác carácter ter personal del encuentro entre el ministro y el penite penitente. nte. Mientras que la antigua disciplina favorecía el anonimato, y establecía barreras incómodas para un encuentro más personal y favorecedor del diálogo y la oración, el nuevo enfoque de la reconciliación es más público y luminoso.  

Ritos 4) Los tres Ritos El iliar Ritual nuevo de la : Penitencia diversos, o tres maneras distintas de reconc reconciliar a los penitentes penitentes: un rito paracontempla reconcili reconciliar artres a unRitos penite penitente nte individua individual l y dos ritos distinto distintos s para reconciliar reconc iliar a vario varioss peniten penitentes. tes. Hagamos un breve análisis de cada uno de ellos   1.- Rito para reconciliar a un solo penitente Mantiene el antiguo sistema de la confesión privada. Da la oportunidad de cambiar el modelo un tanto siniestro de los antiguos confesonarios, para dejar abierta la posibilidad de un encuentro más personal entre ministro y penitente, que favorezca el diálogo, el consejo pastoral y la oración común. Introduce un pequeño rito de saludo o encuentro y la posibilidad de una breve liturgia de la palabra. Al final, en la oración absolutoria, prescribe el gesto de imposición de manos extendidas sobre la cabeza del penitente y la señal de la cruz. Desgraciadamente en la mayor parte de las iglesias se ha bloqueado el desarrollo de las posibilidades de este rito, y son muchos los sacerdotes que no han introduc introducido ido otro cambi cambio o que el de la fórmula de la absolución. La calid calidad ad del encuen encuentro tro entre ministro y penitente suel suelee ser muy pobre y muy esquemat esquematizada. izada. A veces se utilizan fórmulas muy impersonales, en parte debidas a la gran dificultad que mucha gente tiene de comunicarse. Según la normativa vigente, el penitente debe informar sobre su vida y el contexto contex to en que determi determinados nados pecados ocurri ocurrieron, eron, en la medida en que esos contex contextos tos pueden afectar radicalmente el sentido de lo confesado. No se trata de una rúbrica puramente legalista. En realidad responde al deseo de que se dé una mayor trasparencia y verbalización, que son actitudes muy liberadoras. El papel del sacerdote es ante todo proclamar el amor de Dios que perdona y ofrecer un consejo adecuado. También asigna una actio penitentiae  o satisfacción adecuada. Primeramente habrá que prescribir prescr ibir la obliga obligación ción de la restit restitución ución en el caso del robo o la calum calumnia. nia. La penite penitencia ncia puede consistir en ciertas actividades caritativas o de autodisciplina. Antes de la absolución, el penitente puede expresar su dolor mediante una oración o acto de contrición. Puede servir algunos de los formularios contenidos en el Ritual. El ministro puede tener una hoja plastificada y darla a leer al penitente. Tras la oración absolutoria con la imposición de manos, se puede tener una aclamación de alabanza y unas palabras de despedida. Si no fuera posible la imposición de manos sobre la cabeza del penitente, el sacerd sacerdote ote puede al menos extender la mano derecha en dirección dirección hacia él. Hay que cuidar mucho la capilla de la reconciliación. Cada día son más los que prefieren una salita en que pueda darse un encuentro cara a cara del ministro y el penitente. La salita puede estar decorada con un crucifijo o algún icono y una Biblia. El sacerdote puede ir vestido con un alba y una estola amplia como las usadas para otros sacramentos.   2.- Ritos para reconciliar a varios penitentes El Ritual ofrece también dos modalidades modalidades de rito para reconcili reconciliar ar a varios penitente penitentes. s. La diferencia principal entre ambos ritos es la forma de la confesión y la absolución. En un caso se trata de confesión y absolución individual, y en el otro genérica y comunitaria. La parte común a ambos ritos sigue un esquema similar al de muchas otras otras liturgias. Después de

 

un rito de entrada con cantos, saludo y oración, se celebra la liturgia de la Palabra con lecturas, salmo responsorial y homilía. Sigue después la liturgia del sacramento que comienza con un examen de conciencia colectivo, que puede tener una forma litánica. Sigue un reconocimiento comunitario de la condición de pecadores de los miembros de la asamblea, que puede ser el ‘Yo pecador’ u otra fórmula semejante, y la recitación común del Padrenuestro. Después del Padrenuestro tiene lugar en la primera modalidad la confesión individual y la absolución individual de cada uno de los penitentes con alguno de los distintos sacerdotes que confiesan. Todos permanecen juntos hasta que el último penitente haya terminado. Puede haber un fondo musical durante el tiempo de las confesiones. Al terminar se tiene un himno final y una oración de acción de gracias. Tras la bendición, el presidente despide a la asamblea. En el caso de confesión y absolución general, las rúbricas insisten mucho en que sólo se puede tener cuando hay muchos penitentes y pocos confesores, y la confesión individual llevaría un tiempo excesivamente largo. En este caso, en el contexto del rito de reconciliación comunitario, se puede dar la absolución general sin confesión individual. Las rúbricas señalan que een n cualquier caso, las personas que tuvieran pecados graves, deben tener la intención de confesarlos individualmente en la próxima oportunidad.[vii] oportunidad. [vii].. Normalmente en los documentos posteriores se aprecia una preocupación grande porque este rito previsto en el ritual se vaya generalizando en circunstancias en que no esté justificado. Estas cautelas no deben hacernos olvidar los valores reales de este tipo de celebración cuando se dan las circunstancias que lo justifican. Responde a situaciones pastorales reales, y al deseo de la Iglesia de que nadie quede privado de la gracia del sacramento. Especialmente en los lugares de peregrinaciones o de gran afluencia de fieles se pueden crear momentos de gracia que no habría que dejar pasar de largo. Quizás la persona que en ese momento emotivo está arrepentida de sus pecados y querría acercarse a la comunión, pueda enfriarse más tarde si no recibe en ese momento la absolución general que es la única factible en esas circunstancias. El hecho de que más tarde subsista la obligación de realizar una confesión individual en caso de pecados graves, hace que el penitente mantenga la responsabilidad en su conversión, y no se vea privado de la gracia que supone el encuentro personal con el perdón de Dios a través del encuentro sacramental con el sacerdote.  

5) Evalu Evaluación ación de la recep recepción ción de la reform reforma a La situación actual de la celebración del sacramento es bastante lamentable. Por una parte no se ha llegado a implementar la reforma conciliar, y en muchos lugares se sigue “administrando” la penitencia como si no hubiese existido un concilio. La instrucción pastoral del Episcopado español reconoce que el rito para reconciliar a un solo penitente “frecuentemente se sigue celebrando casi igual que antes” y “ha entrado en un proces proceso o de simplific simplificación ación hasta qued quedar ar convertid convertido o en un mínim mínimo o de celebración litúrgica, reducida a los elementos indispensables para la validez sacramental”. [viii] No se ha conseguido dar a la reconciliación individual el tono de celebración o de rito, “como un gesto litúrgico solemne en su dramaticidad, humilde y sobrio en la grandeza de su significado”  (Dejaos reconciliar , 70). Las antiguas prácticas han seguido en muchas parroquias y templos, y no ha habido manera de desterrarlas. El Ritual indicaba que los fieles deberían “irse acostumbrando a recibir el sacramento fuera de la celebración de la Misa” ( RP   13). La Eucharisticum Mysterium   exhortaba aún con más vehemencia: “Procúrese encarecidamente que los fieles se acostumbren a acudir al sacramento de la penitencia penite ncia fuera de la celebració celebración n de la Misa, sobre todo en las horas señala señaladas, das, de tal manera que la adminisgtración se haga con tranquilidad y con verdadera utilidad de los mismos y no sean estorbados en la participación activa de la misa”.[ix] misa”. [ix] Han  Han pasado ya 30 años y no se ha hecho nada por acostumbrar a los fieles, y en muchos templos se siguen teniendo las confesiones durante las Misas dominicales, rompiendo el ritmo de la celebración.

 

Otra práctica que no se ha conseguido desterrar es la que señala la instrucción del Episcopado español, cuand español, cuando o se queja de que los confes confesonario onarioss sigan estando “ubicados en los lugare lugaress más oscuros y tenebrosos de las iglesias, como en ocasiones sucede. La misma estructura del ‘mueble confesionari confes ionario’ o’ tal y como es en la mayoría d dee los casos, presta un mal servicio a la penitencia penitencia que es lugar de encuentro con Dios, tribunal de misericordia, fiesta de reconciliación”.[x] reconciliación”. [x] Son todavía muchos los fieles que se siguen confesando únicamente a la antigua usanza y no se han incorporado a las celebraciones comunitarias de la penitencia que se tienen habitualmente en las parroquias. Por otra parte son muchísimos más los fieles que en medio de la confusión reinante han optado lisa y llanamente por abandonar del todo la práctica penitencial. Hay que constatar también que en el caso de muchos sacerdotes hay una falta de disponibilidad para este ministerio, y en algunas ocasiones la falta de ganas que tiene la gente de confesarse corre pareja con la falta de ganas que tienen muchos sacerdotes de confesar. En descargo de dichos sacerdotes hay que reconocer que en muchos casos la experiencia de confesar, sobre todo en las llamadas “confesiones de devoción”, es bastante frustrante para el ministro, debido a la falta de calidad humana del encuentro, mecánico y esquematizado, y a la rutina con que mucha gente se confiesa más por costumbre y por escrúpulo, que por el deseo de encontrarse con Dios y crecer en santidad. santi dad. Cuando el sacerd sacerdote ote intent intentaa persona personalizar lizar el diálogo, o ayudar a una visión más profun profunda da de la realidad del pecado y de la conversión, muchos penitentes se cierran en banda a cualquier sugerencia y se limitan a repetir mecánicamente: “Me acuso de que ha faltado a Misa un domingo porque no he podido”, esperando sin más una penitencia de tres Avema Avemarías rías y la absolu absolución, ción, y rechazando cualquier cuestionamiento de esta manera de confesarse. Más que un problema del sacramento de la penitencia hay que hablar de un gravísimo problema de la formación moral del cristiano. Determinados conceptos mágicos del pecado y de la culpa son los que afloran en el sacramento, pero no es allí donde pueden ser resueltos, sino en una catequesis más sistemática y más personalizadora.[xi] personalizadora.[xi] Un problema más delicado es el del acceso a los sacramentos de las personas que viven una situación moral “irregular”. Nos re referimos ferimos a la situación de aquellas personas que en la antigua terminología se decía que “vivían en pecado”. Su posible acceso a la vida sacramental requiere un discernimiento pastoral. Es normalmente en su acceso a la comunión donde se suele establecer el [xii] problema, problem a, pero creo que previa previamente mente habrí habríaa que discer discernir nir el de su acceso a la confes confesión. ión.[xii] No se ha distinguido bien entre la “confesión de devoción” y la reconciliación de quien vuelve a la Iglesia después de haber estado alejado de Dios. Existe una gran confusión entre las categorías de pecado mortal y venial, y se cumple el terrible adagio de que “quienes hacen de una insignificancia un pecado mortal, acaban haciendo del pecado mortal una insignificancia”. Ante esta situación de confusión, en muchas instancias, en lugar de apretar el acelerador en la línea de la reforma, se ha preferido volver atrás, sin comprender que ya no es posible la marcha atrás, y nos hemos quedado en una zona vaga e indefinida que, en realidad, no satisface a nadie. El gran esfuerzo pastoral a instancias oficiales es impedir que el tercer Rito, con confesión y absolución colectiva, colect iva, se convie convierta rta en un colader coladero o que aleje a muchos de la confes confesión ión indivi individual. dual. En esta línea se han producido frecuentísimas requisitorias en todos los documentos oficiales. ¿Habría que preguntarse qué es lo que retiene a tanta gente de acudir a la confesión individual? El repertorio de respuestas es enormemente diferente según los casos: experiencias negativas de confesiones confes iones anterior anteriores, es, confus confusión ión entre lo que uno percibe como pecado y lo que se consi considera dera pecado oficialmente, falta de tensión en la vida espiritual, apego a una cierta situación de ambigüedad indefinida, miedo a definir como pecado situaciones con las que uno no está dispuesto a cortar, rechazo a los confesionarios oscuros de las iglesias, agendas apretadas, d dificultad ificultad en encontrar sacerdotes “de confianza” que sean accesibles... Creo efectivamente que sería un gravísimo e irreparable daño para la Iglesia si se suprimiese la confesión individual de los pecados graves, o si se perdiese de vista la necesidad de una mediación eclesial y sacramental en la reconciliación con Dios. Quie Quien n sólo se confiesa con Dios, acaba confesándose confes ándose sólo consi consigo go mismo. El mismo esfue esfuerzo rzo que lleva consig consigo o el verbalizar los pecados para poderloss declar poderlo declarar ar a otro, es una prueba más de que no nos enteramos de verdad de nuestr nuestros os pecados hastaconfesarse. que intentamos verbalizarlos para poderlos confesar. eso, entre otras cosas, es tan necesario La urgencia de clarificar nuestra vida moralPor para podérsela contar a otro nos sirve más que nada para clarificarla de cara a contárnosla a nosotros mismos. La no verbalización es un caldo de cultivo para todo tipo de ambigüedades, y nos impide enfrentarnos de verdad con la realidad de nuestro pecado.

 

En cambi cambio, o, cuando uno es plenam plenamente ente conscie consciente nte de la graveda gravedad d de lo que hace, y está sinceramente arrepentido de ello, encuentra un gran consuelo en la confesión, en la cual uno se siente liberado, acogido y perdonado, y experimenta cómo la Iglesia le acompaña y apoya en su lucha contra el pecado. Muchos de los que se avergüenzan de confesarse en la iglesia, no sienten ninguna vergüenza de contar esas mismas cosas en el bar o en el sofá de un psicólogo. Es sólo ante el sacerdote ante quien se avergüenzan de hablar, porque la confesión ante el sacerdote lleva consigo una aceptación de que esos comportamientos son indignos y una voluntad y compromiso de intentar evitarlos en adelante.  

Bibliografía sobre el sacramento de la reconciliación

  1.- Documentos (por orden cronológico) Pablo VI, Constitución apostólica Poenitemini  de  de 17 de febrero de 1966, cf. Enchiridion, 631-640. Pablo VI, Constitución apostólica Indulgentiarum doctrina , de 1 de enero de 1967, cf. Enchiridion, 641-651. Sagrada Congregación para la doctrina de la Fe, Normas pastorales sobre la absolución colectiva, de 16 de junio de 1972, cf. Enchiridion, 652-655. Ritual de la penitencia, Ordo poenitentiae  de 2 de diciembre de 1973. Ver la introd introducción ucción en Enchiridion, 656-671. Código de derecho canónico , los cánone cánoness 959-997 tratan sobre este sacrament sacramento, o, cf. Enchiridion, 672-

677. Juan Pablo II, exhortaci exhortación ón apostólica Reconciliatio et paenitentia  de 2 de diciembre de 1984, después del sínodo de obispos de 1983, cf. Enchiridion, 678-727. Conferencia episcopal española, Orientaciones doctrinales y pastorales sobre el sacramento de la  penitencia, 11.1978, cf. Enchiridion, 728-742. Conferencia episcopal española, Instrucción pastoral Dejaos reconciliar con Dios , de 15 de abril de 1989 (cf. Enchiridion  746-803). Cf. J. López, “La pastoral de la penitencia en la instrucción  ‘Dejaos reconciliar por Dios’, Phase 29 (1989) (1989),, 455-462. Ritual de los exorcismos. Introducción general (Praenotanda), Phase  39 (1999), 505-515 (cf. R. González, “La victoria de Jesucristo sobre el ‘Príncipe del mal’. Introducción al tema de la demonología y al Ritual de Exordismos”, Phase 41 (2001) (2001),, 493-505.  

2. Comentarios AA.VV., La celebración de la penitencia , Dossiers CPL 55, 2ª ed., Barcelona 1994. AA.VV., “El ritual de la reconciliación”, Phase 29 (1989), 433-480 y 503-521. AA.VV., “Examen actual de la confesión”, Concilium 210 (1987), 181-340. AA.VV:, “Sacramento de la reconciliación y Eucaristía”, Cuadernos Phase  25, Barcel Barcelona ona 1991. Adnes, P., La penitencia, BAC, Madrid 1981. Aldazábal, Aldazá bal, J., “La penite penitencia: ncia: mejorar la celebr celebración” ación”,, Phase 29 (1989) (1989),, 463-480.

 

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Notas al tema XI

 

[i] Cf  Cf Catecismo 428. [i] [ii] S. [ii] S. Ambrosio, Epistola  41, 12. [iii] Cf. Borobio,, Penitencia. Reconciliación , p. 29. [iii] Cf. D. Borobio [iv] [iv]  Ibid., p. 30. [v] Tertuliano, [v]  Tertuliano, De poenitentia , 10,5-6 [vi]  Dejaos reconciliar  77.  77. [vi] [vii] Cf . Normae pastorales circa absolutionem sacramentalem generali modo impartiendam, n. 6-8; [vii] Cf  cf. Enchiridion, p. 654 [viii] [viii]  Dejaos reconciliar con Dios , n. 79; cf. Enchiridio Enchiridion, n, p. 797. [ix]  EM  35;   35; cf. Enchiridion, p. 173. [ix] [x]  Dejaos reconciliar por Dios , n. 79. cf. Enchiridion p. 797-798. [x]  [xi]  [xi]   Cf. M. Vidal, “La identidad moral del cristiano y su praxis penitencial”, Phase  22 (1982), 201218. [xii]  Cf. D. Borobio, “Conciencia moral y participación litúrgico-sacramental”, Phase 35 (1995), 295[xii]  312; G. 385-410. Mora, “el acceso a los sacramentos desde las diversas situaciones morales”, Phase  35 (1995),  

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