El Poder Curativo Del Amor

July 26, 2017 | Author: Andrés Jesús Conesa | Category: Happiness & Self-Help, Love, Fear, Truth, Schizophrenia
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EL PODER CURATIVO DEL AMOR. LOS 12 PRINCIPIOS DE LA CURACIÓN ACTITUDINAL PARA OBTENER PAZ Y ARMONÍA. “Una vez más, Jampolsky presenta un libro de profunda inspiración y elegancia espiritual” Caroline Myss, autora del éxito de librerías Anatomy of the Spirit alamah AUTOAYUDA CONTRAPORTADA Existen dos maneras de percibir la vida: como un camino lleno de obstáculos, sufrimiento, miedo y dolor, o como una oportunidad de disfrutar la alegría, la armonía, la paz y el amor. Éste es el punto de partida desde el cual el Dr. Jampolsky invita al lector a reflexionar sobre la manera en que quiere y puede vivir. El miedo es una de las limitantes más fuertes que enfrentan los humanos. Aparece bajo distintas formas, como temor a la enfermedad, a la muerte, a Dios o incluso a la vida. Muchas veces, dice el autor, dejamos este mundo de la misma manera en que llegamos a él: esforzándonos desesperadamente por respirar. Sin embargo, existe otra forma de vivir, aun en medio del caos que reina alrededor. Se puede vivir con amor, paz y sin miedo, puesto que todos tenemos el potencial necesario para ser felices. ¿Cómo lograrlo? La propuesta del Dr. Jampolsky consiste en doce principios que ha agrupado bajo el nombre de curación actitudinal. En este libro se encuentran sus doce principios, siendo el principal el desarrollo de la capacidad de amar y experimentar el amor. Sólo así es posible liberarse y acceder a una vida armónica donde la paz y la felicidad se presenten en cada instante. ÍNDICE Nota del autor

Introducción 1. Curación actitudinal 2. La única lección es el amor 3. La ayuda ya está aquí 4. Cúrate a ti mismo 5. La preferencia pacífica 6. Los doce principios de la curación actitudinal 7. Somos amor 8. Nuestra meta es la paz 9. Dar es recibir 10. Liberar el pasado y el futuro 11. ¿Por qué ahora no? 12. Aprender a amar, aprender a perdonar 13. Volvernos buscadores del amor 14. Elegir la paz 15. Todas las relaciones son iguales 16. Volverse un todo 17. Hay otra realidad . 18. Responder con amor 19. El ejemplo de amor 20. La espiritualidad y Dios Epílogo Curación actitudinal DEDICATORIA Dedico este libro a mis queridos amigos Ted y Vada Stanley por el constante apoyo y amor que me han brindado a lo largo de los años. RECONOCIMIENO Deseo expresar mi más profunda gratitud a Gayle y Hugh Prather por toda su ayuda con las dos ediciones de este libro. Quiero agradecer a mi esposa, Diane Cirincione, por su apoyo incondicional, reflexiones invaluables y porque siempre está conmigo. Deseo agradecer a William Thetford, Jules Finegold, Mary Abney y Patricia Hopkins por su ayuda editorial en la primera edición. Estoy muy agradecido con Judy Skutch Whitson y Robert Skutch de la Fundación para la Paz Interna, por su permiso para utilizar citas de Un curso en milagros. Las citas están marcadas con asteriscos. Sobre todo estoy agradecido por la inspiración e influencia que obtuve de Un curso en milagros para este libro, publicado por la Fundación para la Paz Interna, Apartado postal 598, Mill Valley, California, 949420598. NOTA DEL AUTOR Han pasado veinticuatro años desde que se estableció el primer Centro de curación actitudinal en Tiburón, California, y diecisiete años desde que se publicó la primera edición de Enseñar sólo amor. ¿Qué ha pasado desde entonces? Me han ocurrido muchos acontecimientos milagrosos que nunca hubiera imaginado hace 24 años. Los principios de curación actitudinal y las historias en este libro, siguen siendo un testimonio del poder de la curación actitudinal, no sólo para los

que se enfrentan a enfermedades terminales, sino para todos en los distintos aspectos de nuestras vidas. Sin embargo, desde que se publicó este libro, los siete principios originales se incrementaron y ahora son doce, los cuales se analizan en esta nueva edición. Asimismo, incluí una sección sobre la muerte y la agonía, y otra sobre mis percepciones de Dios. El centro original en Tiburón creció y tuvo que mudarse a un espacio mayor en Sausalito, California, a un edificio escolar desocupado que resultó el hogar ideal para nosotros. Contamos con más de 300 voluntarios y 100 facilitadores para más de 29 grupos diferentes que se reúnen cada semana. Tenemos una enorme División del hogar y un Hospital con más de 100 volun tarios. El centro también trabaja con escuelas primarias y preparatorias, donde tanto niños como empleados utilizan estos principios en sus vidas diarias. Desde 1982 trabajamos con adultos y niños con SIDA, así como con niños de padres con SIDA. Creamos un póster que se utiliza internacionalmente, una caricatura de Jack Keeler donde aparece un niño diciendo: "Tengo SIDA. Por favor abrázame, no puedo contagiarte". Contamos con grupos de dolor y pérdida para niños y adultos. El centro también trabaja de manera activa en las cárceles. Mi esposa y yo viajamos a menudo a lugares como Rusia, Croacia, Argentina, Chile, Australia, Nueva Zelanda y Hawai con miembros del equipo, para dar talleres de trabajo y consultas en hospitales y otras instalaciones. Hemos respondido a desastres, junto con otros centros, como el bombazo de la ciudad de Oklahoma, estableciendo grupos de apoyo, dolor y pérdida. Tenemos un gran programa de capacitación para voluntarios, no sólo para nuestro centro sino para otras agencias. Casi la mitad de las personas que vienen al centro participan en nuestro programa "Persona a Persona". No tienen enfermedades terminales, pero vinieron a aprender cómo aplicar en sus vidas los principios de amor y perdón de la curación actitudinal. El centro también ofrece talleres de trabajo de tres días sobre la curación actitudinal durante todo el año. Para mi sorpresa, hay más de 150 centros o grupos en todo el mundo, incluyendo lugares tan diversos como Ghana, Africa Occidental, Nueva Zelanda, Australia, los Países Bajos, Bélgica, Suiza, Italia, Argentina, Brasil, Rusia, Alemania, Croacia, entre otros. Al igual que el centro en Sausalito, todos los servicios directos son gratuitos. Ahora existe una organización separada, la Red de curación actitudinal internacional, que sirve como puente de conexión entre diferentes centros autónomos y como fuente de intercambio de información e ideas. Esta organización ayuda a coordinar, cada dos años, una conferencia internacional sobre curación actitudinal en el centro de Sausalito. En el centro no creemos que nuestra función sea cambiar a las personas o "arreglarlas": Todos estamos ahí para nuestra propia curación y aprender a deshacernos de lo que bloquea nuestra experiencia de amor y no nos deja tener paz mental. Creemos que al curar primero nuestros corazones y mentes, podemos llevar curación a todo el mundo. Tenemos la convicción absoluta de que el regalo más importante que podemos dar a otra persona es nuestra paz interna y amor incondicional. Creemos que por medio del perdón removemos los bloques auto impuestos al amor y logramos esta en paz. Gerald Jampolsky, M.D. Diciembre, 1999

INTRODUCCIÓN Al salir del canal del nacimiento entramos a este mundo tratando desesperadamente de respirar. La mayoría de las personas viven luchando, sintiéndose no queridos y solos. Generalmente tememos a la enfermedad y a la muerte, a Dios e incluso a seguir viviendo. A menudo dejamos este mundo del mismo modo en que llegamos, tratando desesperadamente de respirar. Creo que hay otra manera de ver la vida que nos posibilita caminar por este mundo con amor, paz y sin temor. Esta otra manera no necesita de batallas externas, solamente de nuestra propia curación. Es un proceso que llamo "curación actitudinal" ya que es un proceso interno y sobre todo mental. Si se practica adecuadamente nos permitirá, sin importar las circunstancias, experimentar la alegría y armonía incluida en cada instante y comenzar un viaje por un camino de amor y esperanza. La mente se puede volver a entrenar y es ahí donde se encuentra nuestra libertad. Sin importar qué tan mal la hemos utilizado, la mente puede usarse de una manera tan positiva que va más allá de cualquier cosa imaginable. Sin embargo, compartimentos bien cerrados; sabemos y sentimos nuestro potencial pero lo mantenemos "a puerta cerrada": Al comenzar a ver cómo progresamos en nuestro viaje, es claro que estos bloques solamente son actitudes que necesitan curación y que pueden alterarse, ya que son actitudes que hemos seleccionado. Con cada pequeño cambio se abre otra "puerta": Al principio nos sentimos atrapados e incapaces de escapar de nuestras limitaciones. Al hacer a un lado cada actitud inútil, descubrimos que nuestra mente nunca debió estar en compartimentos y que todo nuestro potencial siempre estuvo cerca porque nuestra mente es un todo. Las únicas barreras que tiene la felicidad son autoimpuestas. Nuestras actitudes determinan si experimentamos paz o temor, libertad o limitación y, en gran medida, si estamos saludables o enfermos. El amor, en su verdadero significado, es la actitud que tratamos en este libro. El amor es la aceptación total y el dar todo, sin límites ni excepciones. El amor, siendo la única realidad, no puede transformarse, sólo puede extenderse y expandirse. Se despliega sin fin y de manera bella sobre sí mismo. El amor considera que nadie tiene culpa, reconoce la luz dentro de cada uno de nosotros. El amor es la ausencia total del temor y la base de toda la curación actitudinal. Si quieres escapar del dolor, la depresión, la pérdida y la ansiedad para experimentar el amor, ten por seguro que no es casualidad que nos encontremos en este libro. Si eres como yo, al ver tu vida en retrospectiva, sin duda te sorprenderá cuánto tiempo precioso has vivido con temor, demostrando y enseñando el temor y no el amor. Este libro trata de lo que muchos en el centro creemos que es el propósito de estar aquí, enseñar sólo amor. Te escribiré sobre el enfoque que trato de aplicar con mayor consistencia en mi propia vida, es el mismo con el que fundé el Centro de curación actitudinal. Te contaré sobre algunas maneras en las que los niños y adultos que vienen al centro, me enseñaron el amor, a mí y a otras personas, y cómo tú y yo podemos utilizar ese amor para cualquier dificultad que pueda surgir. Espero que la lectura de este libro te ayude a amar, de tal forma que se vuelva tu ritmo de vida y la canción que cantas en todo lo que haces. Que el enseñar amor

despierte tu verdadero yo y el amor que es eterno y no tiene final, un amor que continúa desenvolviéndose y expandiéndose. Te deseo una lectura feliz y placentera.

1 Curación actitudinal *¿Hay alguna manera de ver el mundo que cambie nuestra experiencia de la vida? *¿Es posible hacer a un lado el temor y el conflicto por completo? * ¿Es posible curar nuestros pensamientos y actitudes dolorosas del pasado, estar en paz con nosotros y con los demás? * ¿Es posible perdonar a todos los que nos han lastimado y perdonarnos por nuestros errores y por la vergüenza que sentimos hacia el pasado? * ¿Podemos realmente conocer la paz y la felicidad al vivir en un mundo que parece caótico y loco? *¿Podemos eliminar todos los bloqueos que ponemos al amor; conocer y confiar en quién somos en realidad? *¿ ¿Podemos simplificar nuestras vidas al reconocer que solamente existen dos emociones: amor y temor? La curación actitudinal responde todas estas preguntas con un entusiasta y rotundo sí. ¿Qué es la curación actitudinal? La curación actitudinal se basa en la creencia de que no son las personas ni las situaciones externas las que hacen que estemos mal. Aclaramos, lo que nos causa conflicto y problemas son nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes hacia las personas y los acontecimientos. La curación actitudinal es eliminar el temor y los pensamientos negativos y dañinos del pasado. La curación actitudinal nos permite corregir nuestras percepciones erróneas y remover los obstáculos internos para la paz. Inicia con un deseo por encontrar otra manera de ver el mundo, la vida y la muerte. Nuestro único objetivo es la paz mental y hacer del perdón nuestra función principal. Es descubrir el efecto negativo de seguir atado a nuestras penas, culpando a otros y condenándonos, para poder restarles importancia. La curación actitudinal asegura que al dejar ir los temores sólo nos queda el amor como respuesta a todos los problemas que enfrentamos. Es reconocer que nuestra verdadera realidad nunca cambia y que lo único que existe es el amor. Mi querida amiga Judy Skutch Whitson fue quien sugirió el término "curación actitudinal" cuando comenzamos a trabajar en 1975.

La curación actitudinal * Define la salud como paz interna. •

Define la curación como la eliminación del temor.

* Reconoce nuestra identidad principal como espiritual y afirma que cada individuo posee una cualidad de ser naturaleza interna amorosa, y que esta naturaleza amorosa es com partida por todos los seres humanos. *¿ Establece que el amor es la fuerza de curación más importante del mundo. *¿ No le dice a los demás qué hacer, sólo les ofrece opciones. • Enfatiza la igualdad en cada aspecto de nuestras vidas y afirma que todos somos estudiantes y maestros entre sí. • Reconoce que la paz es nuestro único objetivo. • Enseña a escuchar con empatía y sin juzgar o aconsejar. * Establece como meta vivir focalizados en el amor incondicional. La curación actitudinal considera que el propósito de toda comunicación es la unión y la felicidad. Reconoce que todos tenemos derecho al amor y que alcanzar la felicidad es una responsabilidad personal. La curación actitudinal reconoce que nuestra única función es perdonar. En vez de tomar decisiones basadas en el temeroso pasado, establece que podemos aprender a tomar decisiones al escuchar "la voz interna del amor". Los beneficios de la curación actitudinal Los doce principios de la curación actitudinal son principios espirituales que nos llevan al amor y nos alejan del temor. Considero la aplicación de estos principios como una "espiritualidad práctica" que puede utilizarse en todos los aspectos de la vida. No existe área alguna donde no puedan aplicarse. Al aprender a cambiar nuestras actitudes y mentes, cambiamos nuestras vidas. Algunos de los posibles beneficios de la curación actitudinal son: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

Experimentarnos como amor. Encontrar la paz interna. Encontrar la felicidad. Eliminar el temor. Eliminar los juicios. Eliminar la culpa. Dejar de ser víctimas. Eliminar el temor a la muerte.

9. Eliminar los pensamientos imperdonables. 10. Eliminar el dolor. 11. Abandonar el deseo de estar en lo correcto y de que otros estén en lo incorrecto. 12. Dejar de culpar a los demás. 13. Eliminar el temor al pasado y al futuro. 14. Dejar de considerarnos como personas que sólo buscan las fallas. 15. Dejar de intentar retener el amor de alguien. 16. Eliminar la necesidad de asignar culpa o inocencia. 17. Abandonar las quejas y las listas de nuestras dolencias.. 18. Eliminar el temor a la intimidad. 19. Convertirnos en buscadores de amor. 20. Contar nuestras bendiciones. 21. Enfocarnos en el amor y no en las apariencias. 22. Caminar por la vida con ligereza. 23. Reírnos más. 24. Vivir en un estado consciente de dar y no de obtener. 25. Reconocer que hay algo más grande que nosotros mismos. 2 La única lección es el amor La esencia de la curación actitudinal es aprender a liberar todos los pensamientos de la mente, con excepción de los pensamientos de amor. Es corregir la percepción de que estamos separados unos de otros y que los demás nos atacan. Es olvidar la necesidad de analizar, interpretar y evaluar nuestras relaciones. La curación actitudinal es simplemente ver a los demás como amor extendido o como temerosos que piden amor. Es eliminar el temor y la culpa, y elegir ver a todos, incluyéndonos, como inocentes. La curación actitudinal ocurre cuando tomamos la decisión de enseñar sólo amor. Realmente sólo hay una lección que aprender, pero se puede mencionar de muchas maneras. Una de las formas de decirlo que personalmente encuentro muy significativa se encuentra en el libro Un curso en milagros. Enseña sólo amor, ya que eso es lo que eres.* Esta declaración indica nuestro objetivo y los medios para lograrlo. Nos dice que nuestra esencia es el amor y nos enseña a reconocerlo en medio de cualquier dificultad, pequeña o grande: dar sólo amor, enseñar sólo paz y nunca atacar de ninguna manera al otro, por nuestra propia seguridad. Esta declaración es el principio principal y general de la curación actitudinal. En mi vida he perdido la visión de esta verdad en muchas ocasiones; sin embargo, es alentador ver cómo la simple verdad reaparece hasta que finalmente no nos permitimos dudar. Después de recibir Un curso en milagros, muchas de las cosas que (*Ésta y todas las citas subsecuentes de Un curso en milagros, son cortesía de la Fundación para la Paz Interna, Apartado postal 598, Mill Valley, California, 949420598).

comenzaba a considerar verdaderas se volvieron más claras. Antes de eso había reconocido algunas "realidades"; pero no había puesto estos sorprendentes hechos en un todo consistente. Un curso en milagros se publicó por primera vez en 1975 y existen alrededor de un millón y medio de copias. Es un curso de auto enseñanza para aquéllos interesados en la transformación espiritual. Sugiere que hagamos de la paz de Dios nuestro único objetivo, y del perdón nuestra única función al aprender a escuchar la voz de Dios diciéndonos qué pensar, decir y hacer. El siguiente resumen de lo que reconocí antes de mi encuentro con Un curso en milagros podría llamarse "mi primera visión a los principios de la curación actitudinal." * Cuando estemos ocupados ayudando a otra persona, no experimentemos temor. * El temor no propicia los cambios positivos y siempre es un error provocar temor cuando ayudamos a los demás. * No podemos esconder exitosamente nuestros temores a los niños. * El verdadero contenido de nuestra mente está abierto a todos, especialmente a los niños y, en cierto nivel único, todas las mentes están en comunicación. * No estamos confinados por nuestros cuerpos y no estamos limitados por la realidad física. * La mente, por su deseo de vida, puede incidir en el curso de una enfermedad. * Una preocupación del pasado altera nuestras actitudes presentes. * Siempre podemos aprender de cualquier situación, sin importar qué tan indeseable pueda parecer. * Nuestros objetivos internos determinan nuestra experiencia. No somos una víctima del mundo. * El amor sí existe. Quiero compartir contigo algunas de las experiencias que me llevaron a estas conclusiones. Espero que cuando veas cómo aprendí a aplicar las lecciones del amor, puedas realizar conexiones similares en tu propia vida. Creo que la vida nos permite descubrir la manera de transferir lo que vemos con claridad y facilidad en una parte de nuestra experiencia, a aquellas áreas donde el temor aún parece razonable. La verdad se repite "Ayer fue un día terrible, hoy es un día terrible y mañana será un día peor". Así veía mi familia la vida cuando era niño. Sospecho que también existió un poco de esta actitud a tu alrededor cuando creciste. De generación en generación todos hemos sido criados con la creencia de que el pasado predice el futuro y que una persona madura de buen juicio considera cuidadosamente el pasado cuando hace sus planes. Sin embargo, Un curso en milagros establece que el pasado sólo tiene una lección que enseñarnos: Este instante es el único momento que existe. * La creencia de que el pasado proporciona las verdaderas leyes de la vida entra en nuestra mente de manera sutil, más sutil incluso que nuestros intentos directos por controlar lo que vendrá. Constantemente pensamos en el futuro y

esperamos que sea como el pasado. Nuestras fantasías y pensamientos tratan de proyectar en el futuro lo que recordamos que nos gustó del pasado y tratan de eliminar lo difícil y doloroso. Cuando pensamos así no estamos viendo al futuro de manera práctica y razonable, sino que solamente estamos creando un estado mental compuesto casi en su totalidad de temor. Creemos que no debemos confiar en la manera en que resultaron los acontecimientos de nuestra vida en general y, por lo tanto, consideramos a todos y a todo como un enemigo o como algo potencialmente peligroso, actitud que a su vez nos hace sentir que no merecemos el amor. Nos hace sentir culpables, indefensos y ambiguos en todo. Esto nos impulsa a controlar la realidad, por lo que los únicos talentos que desarrollamos son los de la manipulación. Éste es el error que he cometido en muchas ocasiones. Traté de presentarme al mundo de una manera muy diferente a como me sentía. Por dentro estaba temeroso de lo que sucedería, pero por fuera me disfracé como un hombre que tenía el control y era respetado. Como es la verdad de cualquier persona que utiliza una máscara, me sentía aislado e incomprendido. Cuando no nos sentimos amados o no podemos ser amados, generalmente cometemos el error de tratar de controlar las circunstancias externas que consideramos que causan nuestra infelicidad. El momento presente se devalúa, ya que este objetivo sólo puede lograrse en el futuro. Incluso un futuro deprimente sobre el que tenemos algún control, parece preferible a este momento y se teme a la felicidad, la cual requiere que toda nuestra atención esté en el presente. Si se presenta algún grado de felicidad, cualquier persona con esta actitud sospecharía inmediatamente de ella. Cuando tenemos miedo consideramos valioso mantener el presente libre de todo amor y gusto. El temor estimula el deseo inconsciente de ser infeliz, para así concentrarnos en controlar el futuro. Con esta actitud, me sentía no amado y que no merecía amor. No lo merecía porque me sentía culpable de algún pecado innombrable y por el temor a ser castigado por él. Creía que debía sacrificar el amor para poder evitar el castigo. Uno no necesita de la capacitación religiosa para creer que tiene que sufrir. La mayoría de nosotros nos sentimos solos cuando cometemos errores. Creemos que nuestra culpa es privada. Yo creía que era propietario de la pila más grande de culpa que pudiera existir y, en consecuencia, la calamidad parecía siempre estar a la vuelta de la esquina. Vivir, en el sentido real de la palabra, con gusto, paz, alegría y armonía parecía posible únicamente para los demás. Al usar una máscara creía lo que comunicaban las máscaras de las demás personas: ellos podían ser felices, yo no. Esta actitud general me daba "existencia"; pero no vida. A menudo, confundía la felicidad con el dolor, ya que solamente me sentía vivo cuando me encontraba en medio de una crisis, por lo que me precipitaba de una crisis a otra. Debido a que la felicidad parecía estar fuera de mi alcance, el comportarme así era la única manera que conocía para experimentar la vida, y al continuar enfrentándome a las adversidades, esta manera negativa de verla parecía más y más necesaria. Después de todo, yo era simplemente una víctima. Por los genes que recibí de mis padres y el ambiente en el que crecí, me convertí en una persona temerosa y llena de culpas, muy a pesar mío. Nunca se me ocurrió que la elección entre el amor y el temor era exclusivamente mía, y que

debía elegir entre una de las dos opciones a cada instante. En el mundo existen muchas personas que vienen de ambientes peores que el mío eligieron no quedarse en el pasado. Yo elegí tomar la filosofía de mis padres y aceptar las limitaciones de mi ambiente. Ahora me queda claro que cada quien determina las creencias con las que vive. Creemos que debemos identificarnos con el pasado, pero esto no es así. Hay una alternativa. El mundo no se mantiene con nuestras preocupaciones, podemos llevar una vida libre de temor. Al igual que yo, determinas todo lo que te sucede. Este hecho no debe hacernos sentir culpables, al contrario, nos debe proporcionar la libertad de sentirnos en paz. Esto me quedo claro durante mi tercer mes de internado. Como parte de la unidad V12 de la marina fui enviado a la Facultad de medicina de la Universidad de Stanford. En ella casi una tercera parte de los estudiantes experimentaba síntomas de la enfermedad que se estaba estudiando, incluso algunos se enfermaban. Yo sentía temor a la tuberculosis y estaba convencido de que me contagiaría y moriría. Curiosamente, durante mi año de internado una de mis tareas fue trabajar en el pabellón de tuberculosis. Allí tenía la fantasía recurrente de que respiraría profundamente por la mañana y no respiraría el resto del día. Una noche fui llamado a urgencias para tratar a una alcohólica de cincuenta años de edad con tuberculosis y cirrosis hepática. Su esófago sangraba, había vomitado sangre y estaba en shock. Su pulso era débil y no podía tomar su presión sanguínea. Así que limpié la sangre de su garganta y le di masaje cardiaco. Esa noche, la máquina de oxígeno no funcionaba por alguna razón y tuve que darle respiración de boca a boca, a lo que respondió favorablemente. Cuando regresé a mi habitación y me vi en el espejo, mi bata verde estaba llena de sangre. De repente me di cuenta de que durante esa hora de locura, no tuve temor. Esta fue una poderosa lección para saber que si me enfocaba en ayudar a los demás no tenía temor. Hubo otras ocasiones durante mi asignación a ese pabellón, en las que evaluaba qué obtenía cuando me inmovilizaba el temor. La lección estaba clara, "si una persona se preocupa solamente en dar, no hay ansiedad". Después descubrí que a menudo tampoco hay dolor o sentido de limitación. Las mentes se comunican Ese mismo año tuve otra importante experiencia de aprendizaje que recibí de un niño de ocho años llamado Billy. Sin importar cuánto nos esforzemos, no podemos esconder nuestras emociones de los niños. Los pensamientos que nos lastiman no pueden esconderse, pero sí pueden cambiarse. A continuación presentamos dos citas de Un curso en milagros que dan información sobre esta lección: He dicho que no puedes cambiar tu mente al cambiar tu comportamiento, pero también he dicho, y en muchas ocasiones, que puedes cambiar tu mente.* Más adelante añade: Cuando alguien realmente cambia su mente, cambia el dispositivo más poderoso que tiene para cambiar. *

Cuando la mente acepta la curación, ese estado de bienestar se extiende a las demás mentes con las que se encuentra unida. Esto es verdad cuando creemos que el problema es nuestro comportamiento o el de alguien más. El error que cometí en el siguiente incidente con Billy, fue tratar de cambiarlo y no preocuparme por mi propia curación interna. Billy sufría de parálisis cerebral, pero también tenía un problema de comportamiento. Como psicoterapeuta lo había tratado a él y a sus padres, pero las cosas habían empeorado. Un día sus padres expresaron que se sentían defraudados con el tratamiento y comencé a sentir resentimiento contra Billy por hacerme quedar mal. Si nuestro objetivo es cambiar a alguien, el resultado es resentimiento y orgullo. Esa noche leí un artículo de Milton Erickson, padre de la hipnosis moderna en Estados Unidos, que describía su uso en niños. Aparentemente todo lo que se necesitaba era relajar al niño, dar algunas sugerencias y al instante, el comportamiento cambiaría. Una parte de mí tenía serias dudas sobre el método sugerido por el Dr. Milton, y por otra parte estaba lo suficientemente desesperado como para intentar hipnotizarlo. La siguiente vez que vi a Billy lo senté en una camilla del hospital y comencé a hablar pausadamente diciéndole que sus párpados estaban cada vez más pesados, que sus ojos se cerraban por lo pesado de sus párpados y que estaba recostado en la camilla. Imaginen mi sorpresa cuando hizo todo lo que le sugerí; estaba cooperando perfectamente, algo que nunca antes había hecho. Pero de repente se sentó, sus ojos estaban cerrados y se inclinó, puso su nariz frente a la mía y dijo en su habla pausada: "Dr. Jampolsky, sus párpados están cada vez más pesados". Después empezó a reír. Luego de recuperarme del shock nos reímos juntos. Los niños son buenos terapeutas porque no han tenido ningún tipo de enseñanza formal que interfiera con su profundo conocimiento intuitivo. Ellos saben lo que sucede en el corazón de un adulto. Parecen reconocer instintivamente que no hay nada escondido o secreto, y generalmente ven a través de cualquier máscara que utilicemos. Una actitud puede curar Al completar mi internado en Boston, ya tenía un conocimiento más o menos completo de la influencia de las actitudes en el cuerpo. Este reconocimiento fue forzado por dos pacientes —a los que cuidaba— con cáncer en el estómago. Los consultores médicos de las universidades de Boston, Harvard y Tufts estuvieron de acuerdo en que los dos hombres, de aproximadamente la misma edad, tenían condiciones degenerativas similares y que ninguno viviría más de seis meses. Uno de los hombres murió dos semanas después. El otro continuó viviendo, dejó el hospital y estaba bien para cuando terminé mi internado. El primer hombre parecía no tener una razón para vivir. Creía que aunque se recuperara no habría manera de resolver sus problemas cotidianos. Parecía tener más miedo de vivir que de morir. La muerte era más bien un escape. El hombre que no murió tenía la determinación de vivir, de hecho se negó a ser una estadística en la curva de probabilidad de la aseguradora. De alguna manera se convenció a sí mismo de que mejoraría y podría completar los planes de su vida. Este incidente hizo que reconociera la importancia de nuestros pensamientos. La dirección que ellos toman, determinan nuestro deseo de vivir o de morir. Sin embargo, es importante entender que cuando hablo de un cambio de

pensamiento, no estoy llamando a "la batalla". Los medios por los que dirigimos de nuevo la mente, son idénticos a la naturaleza de la nueva dirección. Pacíficamente regresamos a la paz. Cariñosamente volvemos hacia el cariño. Si alguna vez te encuentras evitando tener el tipo de pensamientos positivos que se piden en este libro, por favor no te asustes. Lo que se recomienda es olvidarla tensión. Si lo deseas, solamente piensa lo que te gusta pensar, lo que te da descanso y comodidad, de esta manera harás todo lo que sugerí. No es muy racional forzar un cambio en el estado de tu mente. Simplemente observa con cuidado qué te hace feliz y qué te hace infeliz; cuando lo pienses de esta manera, la mente realizará los ajustes necesarios. Para la mayoría de los doctores queda claro que la actitud del paciente puede incidir en el desarrollo de la enfermedad orgánica. Saben que el deseo de vivir o morir puede cambiar el curso de una enfermedad. Saben esto aunque no pueden poner esa actitud bajo un microscopio, medirla, pesarla o doblarla. Las verdades de la mente desafían los estándares comunes de la ciencia. Las condiciones y atmósfera general producidas por nuestras actitudes, pueden reflejarse tanto en el caso extremo de una enfermedad terminal como en todos los aspectos de nuestras vidas. Esto me quedó claro después del primer intento por pasar los exámenes de psiquiatría y neurología. Los exámenes requieren de dos días de pruebas orales y aunque había estudiado mucho, cometí el error de decidir que sería la persona más calmada y tranquila que hubiera presentado los exámenes. Mi enfoque central estaba en usar esta máscara y todos, especialmente mis colegas profesionales, se maravillaron con mi manera de ser. Un mes después descubrí que había reprobado. Toda mi energía se enfocó en pretender que tenía todo bajo control, lo que me distrajo, y no respondí las preguntas adecuadamente. Al siguiente año, sin incluir este factor de distracción, presenté los exámenes y pasé. Después me uní al equipo del Instituto Langley Porter, en San Francisco. Mi trabajo incluía ver a niños que padecían esquizofrenia. La mayoría de estos pequeños no podía hablar y el trabajo era difícil, pero por lo menos descubrí algo relevante: las palabras no son importantes cuando enseñamos y aprendemos. La experiencia del amor y la paz es la única cosa de importancia que comunicamos. Esta actitud del corazón, y no lo que se dice entre dos personas, es la que realiza el trabajo de curación en ambas direcciones. La acumulación de conocimiento verbal de uno de los participantes no sirve para realizar una curación profunda e interna. Al poco tiempo comencé a observar algo que indicaba que, junto con las palabras, el entrenamiento y la experiencia también son un valor cuestionable. Me quedó claro que algunos estudiantes de medicina de segundo año, a veces eran mejores con sus pacientes que los residentes de tercer año. Esta suposición me llevó a una discusión con Ethel Vergin, quien fungía como directora administrativa del departamento de consulta externa. Ella observaba con cuidado al equipo médico y había visto a muchos estudiantes de medicina, residentes y consultores, durante más de quince años en el Instituto. Ella confirmó mi observación. Comencé a preguntarme por qué existía esta discrepancia. Se me ocurrió que las actitudes podían ser un factor principal, por lo que comencé a examinar la personalidad y desempeño de cada residente con el que trabajaba. Mi estudio

confirmó que los residentes de tercer año, al manejar las enfermedades difíciles, generalmente mostraban poca o ninguna superioridad sobre aquellos con menos experiencia. Por ejemplo, los residentes de tercer año que tratan a pacientes diagnosticados con esquizofrenia crónica, aprenden de muchos consultores que el tratamiento de esta enfermedad es tedioso y frecuentemente lento, por lo tanto, cuando los residentes ven a un paciente nuevo con esquizofrenia crónica, ya han incorporado los valores y actitudes de los consultores a su propia manera de pensar y comienzan el tratamiento de los pacientes con la expectativa de que el progreso será lento y difícil. El paciente se identifica a su vez con la expectativa limitada del residente y esto genera la realidad que ambos experimentan. Los estudiantes de segundo año, que no han sido contaminados por las experiencias negativas de muchos consultores médicos, generalmente son entusiastas y optimistas al ver a sus primeros pacientes psiquiátricos. La etiqueta dada al paciente no significa mucho para ellos, sólo saben que de una manera u otra van a ayudarlo y que habrá progreso. El enfermo se identifica con esta expectativa positiva y a menudo mejora con mayor rapidez que con un residente de tercer año. Claramente, la actitud y no la experiencia del médico es de mayor importancia en esta situación. De hecho, la experiencia en este ejemplo puede considerarse como un obstáculo. Esto me enseñó a nunca decidir anticipadamente lo que es mejor para otra persona y a no considerar a cualquier ser humano como una estadística predeterminada. En muchas ocasiones, más de las que queremos reconocer, solamente vemos el pasado en las personas que nos encontramos; pero es nuestro pasado, y no el de ellas, lo que vemos como su parte más evidente. Como consecuencia, no respondemos a esas personas sino a nuestras múltiples preconcepciones. El deseo genuino de ver a otros como son en este instante, servirá para purificar nuestras actitudes. Habrá poco que no nos guste de otras personas si nos negamos a introducirles nuestros propios juicios y molestias leves. Nuestras experiencias pasadas no pueden decirnos de nuestro amor presente. Recordar y ver no es lo mismo y por eso los recuerdos no nos sirven de mucho al formar relaciones amorosas. El amor existe Al continuar mi búsqueda personal, me interesé por la fotografia Kirliana, que muchos investigadores consideran como la huella de la energía eléctrica que rodea todos los cuerpos físicos. Mi búsqueda en esta área me llevó a una experiencia inusual con el guía espiritual indio Swami "Baba" Muktananda, sabía de su existencia pero nunca lo había conocido personalmente. En 1974 me invitaron a su ashram, en Oakland, para tomar fotos Kirlianas de sus manos. Cuando llegué había muchos jóvenes en el ashram y parecía que idolatraban a Baba. En ese momento de mi vida tenía muchos prejuicios sobre los guías espirituales. Rápidamente concluí que esos jóvenes estaban confundidos emocionalmente y era probable que tuvieran fijaciones con sus padres. Parecía que consideraban el ashram como un lugar seguro porque no podían funcionar en el mundo real. Poco después de mi llegada me sentaron en un cuarto con veinte invitados. Baba entró, nos presentaron y conversamos por medio de un intérprete. Tomé algunas fotografías, me pasó una larga pluma de pavo real por el cuerpo y me senté. Al observar a los demás me di cuenta de que no hice lo adecuado. Todos los demás

se habían hincado antes de hablarle; incluso todos, menos yo, le habían llevado flores, fruta o algún tipo de regalo. Mi mente comenzó a trabajar al percatarme de mi error. Aun así, tuve la repentina y clara impresión de que aunque Baba hablaba fuerte con los demás, conmigo tenía una conversación no verbal. Nos unimos por medio de nuestras mentes. Sentí, con seguridad, que en cuanto acabara de hablar con los demás se acercaría a mí, tocaría mi caray algo muy dramático sucedería. Terminó de hablar, comenzó a salir del cuarto y me dije: "Otra vez equivocado, Jampolsky". De repente, Baba estaba parado enfrente de mí con su intérprete, me tocó y todos los demás se emocionaron. Me llevaron a un pequeño cuarto y me dijeron que me dejarían solo por un periodo corto de tiempo y que debería meditar mientras tanto. Yo seguía con mi incredulidad y como no había nada que perder, hice lo que me sugirieron. Después tuve una de las experiencias más extrañas y asombrosas de mi vida, una experiencia que provocó un cambio radical de mi sistema de creencias. Después de sentarme en silencio por cinco minutos, mi cuerpo comenzó a temblar y a tener escalofríos de una manera indescriptible. Aparecieron colores hermosos a mi alrededor y parecía que había salido de mi cuerpo y lo observaba desde arriba. Una parte de mí se preguntaba si alguien me había dado alguna droga alucinógena o si me estaba volviendo loco. Vi colores con una profundidad y brillo que iban más allá de cualquier cosa imaginable. Comencé a hablar en lenguas, un fenómeno del que había escuchado pero en el que no creía. Un hermoso rayo de luz entró en el cuarto y decidí dejar de evaluar lo que estaba sucediendo y simplemente ser uno con la experiencia, unirme completamente a ella. Esto es lo último que recuerdo, hasta que el intérprete de Baba comenzó a sacudirme y a disculparse continuamente diciendo que se les había olvidado que estaba en el cuarto. Después de dos horas y media me encontraba en la misma posición, luego me llevaron abajo donde había alrededor de doscientas personas delante de Baba. Todos se hicieron a un lado para que pasara y él y yo tuvimos una conversación. Alguien me tomó una foto que todavía conservo. Me veo como la Monna Lisa masculina con ojos de luz y una sonrisa que esconde un secreto. Baba sugirió que obtuviera una fotografía de su guía espiritual y meditara delante de ella, cosa que elegí no hacer. Lo que sí hice fue seleccionar un pequeño libro donde describían todas las cosas que había experimentado. Aunque por lo general tengo un nivel de energía alto, los siguientes tres meses estaba sumamente energético y requerí de poco sueño. Me encontraba lleno de un sentimiento de amor muy diferente a cualquier cosa del pasado. El poder de esta experiencia me hizo querer ver de nuevo todo, pues me di cuenta en un instante de que la llamada realidad no está limitada al plano físico. Éste fue un paso importante para la evaluación completa de mis conceptos sobre Dios y la espiritualidad. Aunque no lo sabía en ese momento, esta experiencia me preparó para mi encuentro con Un curso en milagros un año después. Mientras tanto, seguía batallando.

3 La ayuda ya está aquí En el último capítulo hablé sobre cómo la verdad siempre reaparece. Recuerdo que cuando tenía como cuatro o cinco años, me recostaba en el pasto y observaba las flores, las montañas y el cielo. De repente sentí a Dios muy cerca de mí. Fue un momento en el que no tenía duda acerca de la realidad espiritual. Asimismo, recordé que al final de los paseos familiares de los domingos, fingía estar dormido y mi padre me cargaba. En esos momentos veía con claridad que él me amaba. Somos amados por Dios y amados por otros. Éstas son dos verdades básicas que al principio no tenía claras y ahora procuro recordar siempre, pues son la misma verdad. No hay que hacer nada hasta que estemos listos Mis problemas con Dios comenzaron a temprana edad. De niño sufrí de dislexia y leía la palabra Dios como soid. Mis problemas y confusión continuaron, pero no pensé mucho al respecto hasta que un amigo cercano de la preparatoria murió en un accidente automovilístico. Su muerte me hizo sentir solo, deprimido, enojado y molesto. ¿Dónde estaba la justicia de Dios en todo esto? Me preguntaba, "¿Cómo puede haber un Dios justo si simplemente observa y permite que una vida inocente se pierda antes de comenzar?" Mi respuesta fue dejar de pensar en Dios por completo. Si en alguna ocasión surgía la pregunta de la existencia de Dios, tomaba la posición de un ateo o de un agnóstico. Mis juicios se volvieron duros y en contra de las personas que iban a la iglesia o sinagoga, o en contra de aquellos que se dirigían a Dios de cualquier manera. Los consideraba personas temerosas e intelectualmente blandas. La creencia de la vida eterna también me parecía tonta, creía que era un concepto que sólo las personas al borde de la muerte podían tener y que el cielo era una fantasía para aquellos que hicieron poco con sus vidas. Al ver el pasado, creo que sin saberlo por completo, estaba batallando en contra de lo que pensé eran los designios de Dios contra mi autonomía. Creía que yo, Jerry Jampolsky, debía ser el único director de mi vida. Solamente yo podía determinar lo que era mejor para mí y para las personas en mi vida. Consideraba la voluntad como un atributo de la mente y creía que cada cuerpo tenía una mente separada y que para realizar mi función en la vida, era inevitable competir contra las voluntades de otras personas. Cuando me atrevía por un momento a pensar que había una realidad basada en la voluntad de Dios, estaba seguro de que esa realidad iba en contra mía. Si Dios operaba sin restricciones, sin duda evitaría que yo obtuviera las cosas que me daban placer. Por algunos momentos efímeros deseé que Dios fuera el director de mi vida, pero solamente cuando pensaba que haría las cosas a mi modo. Sobre todo, quería el autocontrol y, por lo tanto, el concepto de la voluntad de Dios parecía muy amenazador. Como mencioné anteriormente, lo que consideraba real estaba limitado a lo físico y pensaba que a menudo era una víctima del mundo físico, al ser una pequeña parte de él. Este control era tan importante que realmente estaba limitado. Nunca se me ocurrió pensar que la voluntad de Dios podía ser la parte de mí y de todos los demás, que representa nuestros deseos más profundos y más amorosos. Nunca pensé que la voluntad de Dios y mi verdad eran lo mismo.

En la vida de la mayoría de las personas, sin importar cuán fuerte es su nocreencia en Dios, por breves momentos desaparece la oscuridad y experimentan la paz y la alegría que no es de este mundo. Recuerdo un incidente de este tipo cuando era estudiante de tercer año de medicina, instante en el que sentí que había un Dios. Era de noche y acaba de asistir a mi primer parto en el servicio obstétrico. El milagro de la perfección y la armonía que experimenté durante el parto, fue mayor que cualquier entendimiento humano. Estaba sorprendido, sabía que existía una fuerza universal, un milagro de amor que iba más allá de mi comprensión y que yo era parte de ese milagro, parte de ese todo. En ese momento vi que nada en el universo era separado, que todo y todos estábamos unidos. Desafortunadamente, el sentimiento no duró mucho. Ese acontecimiento se volvió un secreto adorado y regresé a los libros tratando de memorizar, analizar, entender y deducir con base en una realidad fisica. Nuevamente me volví un no creyente. Nunca oraba. Creía que las personas que lo hacían estaban llenas de temor y no eran realistas, tenían miedo de descifrar las cosas por ellos mismos. Yo no quería tener relación alguna con esas personas; fue hasta mucho después cuando me di cuenta que el ser temeroso era yo. En los años que siguieron a mi capacitación establecí una exitosa práctica privada, recibí algunos nombramientos prestigiosos y tenía una reputación nacional que crecía en varios campos. Sin embargo, también me volví alcohólico, mi matrimonio de veinte años terminó en un doloroso divorcio y, a menudo, me sentía como un rompecabezas que se avienta al aire y se deshace en mil pedazos. Comencé a experimentar con casi todo lo que se me presentaba, tanto físico como mental. Intenté todas las terapias y todos los grupos, pero nada parecía funcionar. Sabía que necesitaba ayuda desesperadamente y no veía ninguna opción que me ofreciera un rayo de esperanza. Sabía que algunas personas en su desesperación se dirigían a Dios, pero eso no era para mí. Siempre responde con gentileza Seguía en el valle de la depresión cuando un día de primavera una amiga cercana, Judy Skutch Whitson, me llamó de larga distancia desde un teléfono público para pedirme que leyera un material no publicado que acababa de recibir. Se trataba de una serie de manuscritos titulada Un curso en milagros. En aquellos días consideraba a esta mujer como el tipo de persona que se entusiasma de más sobre muchas cosas, pero la quería y por complacerla accedí a leerlos. El curso venía en carpetas negras y lo primero que leí fue la sección titulada: "Psicoterapia: propósito, proceso y práctica": De haber comenzado en cualquier otro lugar, el pesado uso de la terminología cristiana me hubiera desalentado y no hubiera leído más. Pedimos ayuda y nos dan ayuda. A menudo no reconocemos que el alcoholismo, las traiciones sexuales, las enfermedades crónicas y el comportamiento negativo de otras personas son verdaderos gritos de ayuda. A pesar de todo, Dios reconoce cada petición sin importar qué forma toma y Él encuentra la manera de proporcionarnos la ayuda que estamos dispuestos a recibir en ese momento. Mi ayuda vino en la forma de Un curso en milagros, pero quiero que sepan que no lo reconocí al principio. Yo leía para cumplir una obligación y mientras

continuaba me sorprendió lo que estaba sucediendo. En un nivel profundo, que ni siquiera sabía que existía en mí, hubo un momento en el que experimenté el reconocimiento total de haber encontrado mi camino. Después me sorprendí al escuchar una voz dentro de mí diciendo: "Doctor, cúrate a ti mismo" Para mi sorpresa me sumergí totalmente en el curso y descubrí que tenía periodos de paz que no creía posibles. Comencé una vida completamente nueva al reconocer que mi propósito en la tierra era solamente experimentar a Dios y propagar la paz; en otras palabras, enseñar el amor. No tardé en relacionar la filosofía del curso con mi vida personal y profesional, y las paredes artificiales que había construido entre las dos comenzaron a desmoronarse. Cinco meses después de que comencé a leer el curso ocurrió una experiencia crítica. Un domingo por la noche salí a cenar con algunos amigos de Carmel. Tomé mucho, pero no más de lo usual y no consideré que estuviera borracho. Me fui a dormir a la media noche y alrededor de las dos de la mañana me despertó una voz. Por un momento pensé que estaba alucinando y que en el siguiente segundo comenzaría a ver elefantes morados en las paredes y terminaría con delirium tremens. Me atemoricé e inmediatamente me senté en la cama. Escuché la voz nuevamente, pero en esta ocasión supe que no era una voz externa, sino una voz interna. Después la escuché por tercera ocasión: "Estás entrando en una nueva fase de la curación. Ya no es necesario que tomes". Un sudor frío me recorrió todo el cuerpo. ¿Qué iba a escuchar después? Pero ya no oí nada más y dos horas después me dormí. Al despertar a la mañana siguiente, había reprimido por completo el recuerdo de lo sucedido; me rasuré, tomé un baño y salí a trabajar como siempre. Al regresar a casa, como a las seis treinta, y siguiendo mi rutina habitual, fui directamente a mi botella de whisky. Sin embargo, al acercar mi mano para tomarla, escuché la voz nuevamente: "Ésta es una nueva fase de la curación, ya no es necesario que tomes". Mi mano no terminó su viaje y, sorprendentemente, en los días y meses siguientes nunca extrañé tomar y nunca sentí que me sacrificaba o que era inadecuado socialmente. Creo que el propósito de la guía de Dios es mostrarnos cómo liberar nuestras mentes del temor para que podamos conocer la paz y ser realmente sensibles y amables con los demás; cosa que no podemos hacer cuando nos domina el temor. Tanto el "sí" como el "no" debe dejarse a la guía del amor. A los tres meses de escuchar la voz bajé 20 libras, pasé de 192 a 172 libras. Hacer que el sastre ajustara toda mi ropa fue una experiencia maravillosa. Era como si confirmara un milagro que una parte de mí todavía no creía. Así, la existencia del Doctor Jekyll/Señor Hyde que llevaba con una personalidad en el trabajo y otra diferente fuera de él, comenzó a disolverse. Me quedó claro que la única manera de encontrar una paz verdadera, era vivir unificado. Tenía que incluir cada aspecto de mí. Sólo si vemos la importancia de la consistencia en todo lo que pensamos, decimos y hacemos, percibiremos progreso aún cuando sea lento. Si nuestra mente no ha respondido a cada llamado de auxilio, pensamos que la ayuda no viene a nosotros cuando la pedimos a gritos. Cuando damos ayuda, sin duda vemos que la respuesta a todas las necesidades ya se encuentra en cada situación que pensamos nos lastima. Al volvernos completamente abiertos y no

perjudiciales, vemos que no hay nadie que no quiera ayudarnos y no hay instante sin estar rodeados del amor de Dios y de la guía de su presencia. 4 Cúrate a ti mismo Todas las mentes están unidas, por lo tanto toda curación puede considerarse como autocuración. Una vez que aceptemos nuestra paz interior, ésta pasará a otros. Toda la curación es interna porque no puede dañarse el amor con algo que parece estar separado o ajeno. Dar a otra mente es dar a la propia. Toda corrección es mental y la fortaleza de cada mente es nuestra. La voz del amor y de uno mismo siempre puede escucharse. El amor es nuestra función y destino. Todas las mentes están unidas en el amor Considera por un momento el concepto de que hay una mente universal que todo lo une, una sola inteligencia que prevalece y considera también su corolaria, y que no hay dos mentes totalmente separadas. Una manera de imaginarse esto es pensar que el universo es un océano, en la superficie hay olas, aun así las olas están hechas y compuestas de océano. Si una ola quisiera separarse de repente del resto del océano, para lograrlo por completo tendría que estar sin agua y sin conexión al movimiento del océano. Entonces, ¿cómo puede girar y bañar o ser una ola? El hecho es que una ola no puede separarse del cuerpo de todas las olas y seguir siendo ola. Aquí hay otra analogía, en la cual el agua será el símbolo de la mente. Imagina que el universo es una gran alberca de agua, hecha en su totalidad de agua y llena de ella. Ahora, imagine que agarra una cubeta de esta agua y vuelve a vaciarla. Ve como el movimiento de una parte del agua afecta a todas las demás partículas de agua en el universo. Nota también que el agua que se regresa no sabe el efecto que tiene en el agua del universo para ejercer ese efecto. Siempre hay un efecto. Claro que las analogías no prueban nada; pero no buscamos una prueba. Lo que queremos es ampliar nuestra experiencia. Cada uno de nosotros está conectado a todas las cosas vivas, lo reconozcamos o no. La falta de conocimiento de este hermoso hecho es lo que causa toda nuestra miseria. No tenemos pensamientos privados o que no afecten, siempre que nuestros pensamientos sean verdaderos o reales. Si yo, como mente, estoy unido con todas las demás mentes tengo una influencia en las demás lo quiera o no. Sin embargo, si creo que puedo separarme por completo de la mente, simplemente estoy engañándome a mí mismo, ya que no lo puedo hacer, de la misma forma que una ola no puede separarse del océano y seguir siendo ola. Ahora bien, si una ola cree poder lograrlo, esa creencia no afectaría el funcionamiento perfecto del océano. Los pensamientos o emociones que tuviera basados en la creencia de poder separarse de la vida, nunca afectarán la vida. En otras palabras, nuestras ideas negativas no cambian la realidad y ésta es la razón principal por la que los sentimientos de culpa no tienen fundamento y no nos ayudan. Sin embargo, también es importante ver que nuestras líneas de pensamiento destructivas y temerosas, no contribuyen a nuestro bienestar o a la felicidad y salud de los demás. En pocas palabras, lo que pensamos es parte del problema y parte de la respuesta.

Hay pensamientos verdaderos y pensamientos erróneos. Por ejemplo, el pensamiento de amor es una luz que puede dispersar los pensamientos de dolor, enfermedad, depresión y soledad de nuestras mentes. Por otro lado, los pensamientos de culpa y temor pueden ser muy dolorosos para nosotros, pero no pueden afectar el centro pacífico de nuestro ser: el amor. Nuestro cuerpo es una máquina de enseñanzas. Reflejará en sus pantallas los sentimientos y pensamientos que le programamos. La mente es. el punto de entrada para todos los programas y lo que vemos reflejado en el cuerpo es lo que introducimos en nuestra mente. Nuestro cuerpo exhibirá pensamientos conflictivos, ansiosos o pacíficos, amorosos y felices. No tiene elección en esto, pero nosotros sí. Este concepto puede provocar culpa y confusión en el ego, que interpreta esta sencilla relación de causa y efecto como otra oportunidad para juzgar. "Si estoy enfermo, estoy haciendo algo incorrecto con mi mente". Pero esto no es totalmente exacto. Primero, el ego no cuestiona sus propios juicios, críticas y condenaciones sobre lo que sucede en el cuerpo. Segundo, asume que el remedio es esta autocensura. Y tercero, cree que sólo él puede corregir el enfoque de la mente. Preocuparnos por la manera en que hemos utilizado nuestra mente es solamente una forma de seguir usándola incorrectamente. El temor y el arrepentimiento nunca son parte de la curación actitudinal, son una preocupación por el pasado, no un deseo amoroso y relajante de pedir ayuda a Dios. Preocuparnos por nuestros pensamientos no es el primer paso hacia la paz. El único tiempo y energía que debemos gastar en nuestro ego es ver de cerca los pensamientos negativos y comprender que no representan lo que deseamos obtener, queremos ser y extender a los demás. Un error debe verse como tal. Al examinarlo debemos llegar a nuestros pensamientos centrales, más profundos, que son los pensamientos de perdón, comprensión, amor, gratitud y paz. El cuerpo refleja los contenidos de nuestra mente. Si nuestra mente está en paz, también lo estará nuestro cuerpo. Sin embargo, un estado mental pacífico no puede forzarse, porque la fuerza no es pacífica. Nuestra mente se conecta con otras mentes y si la nuestra está en paz, la paz será el regalo que entreguemos a los demás. Juzgar a otros por estar enfermos o por tener dificultades, no los ayuda a ellos ni a nosotros. Si nuestra mente está llena de pensamientos de ataque, las demás mentes no se vuelven automáticamente en víctimas inocentes de nuestro ataque. La razón es que los pensamientos de ataque se basan en la creencia de que las mentes de los demás están separadas en propósito y deseo de las nuestras. Cuando juzgamos a los demás solamente tratamos de convencernos de que puede haber una ventaja al considerar a algunas personas diferentes. El deseo furtivo no puede afectar a la realidad y, aunque nuestros pensamientos de ataque no contribuyan a la comodidad de nuestros cuerpos, o a aliviar o alegrar a los demás, no viajan por el universo creando una revolución. Simplemente toman parte de lo que puede llamarse el ego o la locura colectiva. Son un desperdicio de tiempo y por esa razón no deben ser de nuestro interés.

La paz interna pasa a otros Nuestro ego, la parte temerosa de nuestra mente, quiere conflicto y separación, el alimento de su supervivencia. La paz y la quietud interna son enemigos mortales del ego. La paz viene de experimentar nuestra unidad con los demás. El amor y la paz están tan intercalados que nunca pueden estar separados. No tendremos la experiencia del amor a nuestro alrededor hasta que hayamos permitido que entre la paz, aun así la paz no tiene nada que ver con nuestras circunstancias en el mundo. Alguna vez escuché una hermosa historia que puede ayudarme a demostrar esta regla de la curación actitudinal. Había un ministro en Suiza de 74 años de edad y cerca del retiro comenzó a cuestionar su vida y sus creencias sobre Dios. Comenzó a tener muchas dudas sobre sí mismo y sobre sus conceptos de la realidad. Se deprimió tanto que decidió poner a Dios en una repisa y obtener un ministro sustituto. Ir a la cantina local era su mayor actividad. Unos días después de comenzar todos estos cambios llegó un mensaje de una mujer de su parroquia diciendo que su esposo acababa de morir. Ella vivía a dos puertas de distancia y el ministro inmediatamente fue a su casa. Sabía exactamente qué decirle porque había estado en esta situación en muchas ocasiones en el pasado. Sin embargo, al abrir su boca una pequeña voz interior dijo: "No digas nada, sólo piensa en la pala bra paz". Después de cinco minutos, al tratar de hablar de nuevo recibió el mismo mensaje. Pasó una hora y finalmente la mujer comenzó a hablar. Dijo que no podía comprender qué estaba sucediendo. Su esposo estaba muerto en la cama y ella experimentaba un sentimiento de paz mayor que el que había sentido en toda su vida. Él dijo que también estaba experimentando una paz como nunca antes. Por primera vez supo lo que es la paz de Dios. Recordemos cada día, cada minuto, cada segundo —y recordémoslo sobre todo por la mañana, cuando nos levantemos— que cuando aceptamos la paz para nosotros mismos, los demás reciben un cierto grado de paz. Ésta es la manera en la que se transformará el mundo, no atacando a aquellos que favorecen el ataque. Las condiciones corporales no bloquean la verdadera comunicación De muchas manera protegemos nuestro sentido de la separación. En mi trabajo, a menudo me encuentro con la creencia de que la comunicación profunda y con significado entre las personas ya está bloqueada por alguna condición o estado corporal. La edad del cuerpo, el daño físico al cerebro, las diferencias en antecedentes étnicos o sociales, el autismo, las barreras del idioma y la ebriedad son algunos ejemplos de las diferencias entre los cuerpos que tienen las mentes divididas. Pero ninguno de estos estados físicos son barreras en sí, ya que la comunicación real y todos los beneficios que fluyen de ella pasa por nuestro centro de amor y el de otras personas. La educación, el entrenamiento, la edad o la condición de nuestros cerebros no afecta esta comunicación verdadera. Reconozco que esta declaración no es una verdad evidente para muchos. Sin embargo, la práctica directa y consistente del amor, traerá todas las pruebas de esta verdad que se puedan desear y, después de un tiempo, todos los argumentos de que las mentes no están en comunicación parecerán tontos.

Me gustaría ofrecer el testimonio de Sharon Tennison, enfermera certificada, quien a veces escribe sus experiencias y las comparte conmigo. Los pensamientos de Sharon siempre ilustran hermosamente cómo estamos unidos, profundamente, y que los estados corporales de cualquier tipo no pueden impedir la comunicación real. Es un día a mediados de diciembre, ya están comprados los regalos navideños y mis hijos siguen ocupados, yo no hago nada. Llamo a uno de los hospitales para ver si necesitan ayuda para el turno de la noche. Como siempre, la necesitan. Pasar de hospital a hospital y trabajar en cualquier piso o unidad de cuidados intensivos, puede ser una aventura excitante. Uno nunca sabe qué tipo de crisis médica, emocional o espiritual se presentará en las siguientes ocho horas o qué personalidades conocerás para cuando acabe tu turno. En el camino al hospital mi corazón generalmente hace una pequeña oración para que me asignen al lugar donde seré más útil o donde pueda aprender algo que mi cerebro o alma necesiten. Dejo a un lado el pensamiento y asumo que, donde me coloquen, será donde debo estar. Esa noche en particular mi tarea es en un piso médico. El reporte de la enfermera del turno anterior, me comenta sobre un paciente irascible en el cuarto 322. Es un hombre de 44 años de edad (mi edad) con una enfermedad alcohólica en etapa terminal y quien se desquita con el mundo cometiendo una serie de actos antisociales, siendo el más reciente su negativa a pedir el pato, buscando con ello que el personal cambie constantemente sus sábanas. Es hostil y combativo y requiere de amarres en el cuerpo y las muñecas. La enfermera de día ya está lista para deshacerse de él, y yo no estoy segura de querer tomarlo junto con los otros ocho pacientes. Hice mis rondas de todos los cuartos y al acercarme al 322 percibí un fuerte olor a formaldehído en el aire. Al momento de entrar en el cuarto el olor se intensificó. Las cortinas estaban cerradas alrededor del 322B. Me asomé y en la cama se encontraba un pequeño cuerpo tembloroso en posición fetal con las sábanas hasta el cuello y despidiendo un olor igual a uno de mis experimentos de laboratorio de anatomía o fisiología. Jalé las sábanas de su cara para llamar su atención y no parecía moverse. En mi tercer intento por llamar su atención, comenzó con un abuso verbal, tomó su sábana y volvió a desaparecer debajo de ella. Me paré ahí observando aquel pequeño pedazo de humanidad, pensé en mi cuerpo saludable y me pregunté cómo podía pasar esto a alguien en 44 años. El hecho de que tuviera mi misma edad parecía imponer un vínculo más fuerte entre ambos. ¿Cómo pudo suceder esto? Salí del cuarto y continué mi ronda hasta que me di una idea del resto de mis pacientes. Todos estaban bastante estables, en buenos términos emocionales, con familiares que les brindaban apoyo y amor. Solamente fallaba mi pequeño hombre del 322; chequé en la recepción, nunca tenía visitantes. Al verificar sus tarjetas de medicamentos, observé que tomaba diez cc de paraldehído intramuscular cada seis horas para el delirium tremens y ésta era la razón del ofensivo olor. Las charolas de la cena llegaron a las cinco de la tarde. Entré a su cuarto para ver si podía alimentarse a sí mismo. Ni siquiera se había dado cuenta de que la charola estaba ahí. Mis ojos se ajustaron con lentitud a la oscuridad del cuarto. Con suavidad coloqué la cuchara con gelatina en su boca y para mi sorpresa se la

comió. Seguí con otra y después otra más. Mi mente seguía sorprendida y preguntándose si había alguna manera de hablar con esa pequeña alma retraída. Mi corazón me dijo que probablemente reaccionaría a un servicio cariñoso y gentil. Cuando comió suficiente gelatina, jaló nuevamente las sábanas y desapareció debajo de ellas sin decir una palabra. Saqué la charola del cuarto y continué con mis tareas de la noche. A las seis de la tarde era la hora de su medicamento: cinco cc de medicina en cada glúteo, una gran dosis para el músculo, yen verdad no quería hacer esto a un pequeño hombre que ya estaba sufriendo. Entré a su cuarto con las dos jeringas llenas. Al entrar me di cuenta que el olor de formaldehído estaba mezclado con otro olor. Nuevamente peleó contra el mundo, quizá era el único modo de rebelarse que le quedaba, ya que sus manos estaban restringidas y sus días contados. Parte de trabajar con la humanidad en este estado es que los sentidos se adormecen cuando es necesario. El cuarto casi está completamente oscuro con una pequeña luz de noche y me encuentro parada en silencio junto a la cama. Comienzo a recordar pequeñas cosas; palabras del Dr. Jerry Jampolsky a quien recientemente había escuchado diciendo: "las personas más ofensivas son las que más necesitan amor"; pensamientos de "extender el amor", "dejar a un lado al evaluador que hay en mí'; "ver a este pequeño hombre, realmente verlo y hacerlo mi hermano': Sin saber qué más hacer dejé que estos pensamientos permanecieran activos en el espacio entre los dos, en un silencio casi de trance. Algo surgió en mi corazón, un sentimiento diferente, una realización y a algún lugar profundo dentro de mí llegó la revelación de que quizá este pequeño hombre nunca ha sido tocado en sus 44 años de edad. Quizá era un pobre niño mexicano, el último de una gran familia, nacido en un sucio y confundido lugar donde los trabajadores inmigrantes luchan por sobrevivir. Pude ver a un pequeño niño creciendo en este mundo sin habilidades, apoyo o amor, y quizá la botella era el único consuelo en su vida. ¿Se encontraba este pequeño niño solo en mi mente o podía ser una de esas extrañas intuiciones? No lo sé ni me importa porque al verlo así tenía la posibilidad de ver a mi paciente y sentir por él una profunda empatía que parecía salir de mis huesos. Me agaché para quitarle el cabello negro de sus ojos. Él no se movió. Nuevamente coloqué mi mano en su frente y moví más cabello. Por lo menos podía tocar a este pequeño niño en la cabeza como nunca antes fue tocado. Después, al sentarme en la cama, mi corazón simplemente tomó el control y mis manos comenzaron a darle cariño de una manera sencilla. Ya no sentía los olores mezclados del cuarto y las jeringas seguían esperando pacientemente. Hay un sentimiento de estar atrapado en algún lugar entre la rutina diaria y los planos celestiales, un lugar del "ahora" donde nada más importa el momento. Un instante después, me escuché diciéndole con una voz amorosa: "Sé que si tuvieras una oportunidad de volver a vivir tu vida, no escogerías la botella". Una vez que lo dices parece algo extraño, pero al parecer fue lo correcto. Me contestó una dolorosa y baja voz: "Oh, no, señora". Una voz llena de sentimiento y tristeza. En ese momento me comentó que tomaba desde su adolescencia en El Paso, Texas. Desde el principio, su vida en un poblado fronterizo fue dura. "Odio como usted ni nadie sabe. Tomo para olvidar mi miseria": En algún momento de la conversación le pregunté si había algo que pudiéramos hacer para ayudarlo a combatir su adicción y me contestó que no, que ella era como un monstruo. Él

sabía de antemano que volvería a tomar si vivía lo suficiente para salir del hospital. Considero que todas mis habilidades de enfermera están dirigidas a ayudar a las personas con sus problemas de vida, ayudándoles a obtener los recursos para comenzar a combatir sus limitaciones, ofreciendo apoyo, amor y valor para que crean nuevamente en ellos. Aún así, en este caso no fui útil. Mi corazón adoró a este pequeño hombre. Si puede o no dejar de tomar me es totalmente indiferente. Es alguien precioso y por azares del destino me permitieron ver dentro de él y amarlo en algún lugar profundo, donde el alcohol no lo tocaba. Compartí con él la batalla que había enfrentado toda su vida y le hice saber que si no podía dejar de beber, no había ningún problema, que era una persona muy especial y que quería hacer lo que fuera posible para que se sintiera cómodo. Para entonces estábamos tomados de la mano y el ambiente del cuarto se había transformado. Empecé a darme cuenta de la otra realidad, pues tenía que cambiar las sábanas y ponerle las inyecciones y ya habían pasado 30 minutos. Pero lo que sucedió era más importante. Sentía que esta pequeña alma tenía que dejar el cuerpo enfermo, pero que podía entrar a la eternidad sabiendo que experimentó amor y aceptación. En lo que a mi respecta, salí del cuarto para buscar sábanas limpias y me escuché exclamando: "Oh Jesús, así es como te debes sentir con todos los hijos de la Tierra, al vernos enredados en nuestras propias redes de limitaciones y perdidos. Pero tú ves más allá de todo esto, ves el corazón de nuestro ser': Así es como se siente el amor incondicional. Era mi primera experiencia de esta profundidad y me sentí en otra dimensión al permitirme compartir con esa persona. Luego desamarramos al pequeño hombre, que ya no peleaba, y cambiamos sus sábanas. Él se disculpó por el trabajo adicional. Había un nuevo sentimiento en el cuarto y tengo la certeza de comprobar que la extensión del amor puede nivelar montañas de depresión y frustración. Hasta aquí el sentido testimonio de Sharon. Cuando comenzamos a creer que nuestra verdadera identidad es un ser espiritual y que somos algo más que solamente un cuerpo, toda nuestra vida comienza a cambiar. El ver la esencia del espíritu y la luz en otras personas nos permite abandonar nuestro enfoque corporal y reconocer la misma esencia en nosotros mismos. Esta transformación profunda nos une en un solo ser con el Creador. Por ende, la verdadera curación se lleva a cabo en el corazón, la mente y el alma. Es un acto de amor incondicional que no se enfoca en el deterioro del cuerpo y que nos permite experimentar felicidad y paz a pesar de la condición del cuerpo. Como lo mencionaré en repetidas ocasiones en todo el libro, el énfasis dentro de la curación actitudinal está en la curación interna y no en la curación externa. 5 La preferencia pacífica Cuando explico a las personas que el centro no da tratamiento alguno, una de las respuestas más comunes es: "Oh, ya veo. Ayudan a los niños a ajustarse al dolor y la muerte": Ésta es una suposición razonable, pero no es la curación actitudinal.

La curación actitudinal reconoce la realidad que no está conectada a los problemas, las preocupaciones o a las tragedias que cambian la vida. La realidad es el amor y el amor entra y se asimila solamente cuando nuestra mente pierde el interés en luchar en contra o sucumbe a las miserias de la vida. Cuando la importancia de este hecho comienza a sentirse, nuestra reacción inicial será de confusión sobre cómo debemos comportarnos, ya que nuestra tendencia es siempre querer saber de qué manera la verdad debe aplicarse a la vida. Claro que la verdad del amor no puede aplicarse, únicamente puede llenar nuestro corazón. Una vez que se hace esto, actuamos de manera adecuada. Un centro para niños con enfermedades catastróficas que no tiene la meta de curar el cuerpo o ajustar la mente para aceptar la enfermedad es, claramente, no pedirle a los recién ingresados que se comporten de una "manera" en particular. A la curación actitudinal no le preocupa el comportamiento y, en ocasiones, esto causa frustración para aquellos que desean que tomemos una posición en favor o en contra de un tratamiento, sistema, dieta o régimen en particular. Nuestra "posición" es que todos los individuos tienen dentro los recursos para tomar esas decisiones por sí solos, y estamos ahí para ayudarlos y ayudarnos a entrar con mayor profundidad a ese lugar de fortaleza y entendimiento. Entonces, ¿cómo es que una persona que desea vivir de manera más amorosa puede tomar decisiones? La curación actitudinal se enfrenta con esta pregunta al reconocer que se toman decisiones al aprender a escuchar la preferencia de la paz dentro de nosotros. No hay un comportamiento correcto o incorrecto, pero sí hay un comportamiento motivado incorrectamente. La única elección importante es entre el temor y el amor. Debe haber una mejor manera Frecuentemente he señalado en este libro que la mayoría de las decisiones las tomamos motivados por el temor, lo que nos induce a "juzgar" y a consultar el pasado buscando lo que debemos cambiar y cómo debe cambiarse. Siempre es la situación, o las personas dentro de ellas, las que parecen necesitar corrección. Si nos aconsejamos cambiar nuestra preocupación por la imagen exterior por una preocupación sobre nuestro propio estado mental, requerimos un grado de confianza en nosotros mismos que no estamos habituados a ejercer. Sin embargo, es obvio que si continuamos siguiendo estrictamente las líneas que dicta nuestro pasado, no nos renovaremos. Al negarse a juzgar, es decir, al elegir no aplicar medidas fundamentadas exclusivamente en el pasado, podemos ver directamente qué está sucediendo y volvernos a esta otra realidad separada de nuestras experiencias pasadas; y es así gire recibiremos una imagen fresca de nosotros mismos. Nuestra propia historia no cuenta con vastos mares de sabiduría. De hecho, es tan personal y distorsionada que cuando la observamos a detalle no la podemos utilizar. No conozco otra historia que pueda ilustrar este hecho con mayor claridad que la historia de Aeeshah Ababio. Este es un ejemplo inspirador de nuestra capacidad de olvidar la historia personal y utilizar la voz de la felicidad que puede escucharse dentro de nuestro corazón. Aeeshah trabajó por varios años en el centro. Sus regalos de amor y humor y su visión especial transformaron muchas vidas de jóvenes y adultos. Pero no fue hasta hace poco que aceptó trabajar íntimamente con los blancos, algo que era

impensable para ella. Ésta es su historia, la historia de cómo ocurrió este gran cambio desde su percepción. Antes de ser estudiante de Un curso en milagros como musulmana y negra creía que sólo algunas personas de la tierra tenían derecho a ser considerados hijos de Dios. Sentía que era necesario separarme de aquellos que no se parecían a Dios sin tener idea de que esta actitud me limitaba al experimentar la totalidad de la presencia de Dios. Creía que si Dios quería que todos fuéramos hermanos y experimentáramos el amor fraternal, habría incluido a todas las personas en la raza negra. Yo tenía una gran cantidad de amor en mi corazón; sin embargo, sólo lo compartía con una parte de las personas de la tierra y aumenté mi confusión al enseñar esta lección a los demás. Yo odiar a los "blancos" porque no eran hijos de Dios debido al color de su piel. Como resultado, mis experiencias con las personas estaban mezcladas de amor y temor, por eso no experimentaba la totalidad del amor de Dios. Pueden preguntarse cómo salí de este estado de confusión mental. No lo hice sola, me ayudó mi maestro interno a quien ahora llamo el Espíritu Santo. Mientras me encontraba en este camino de confusión espiritual, experimenté momentos en los que sentía una urgencia interna por saber más y ser más de lo que me habían enseñado hasta ahora. Me llegaban libros no relacionados con mi camino elegido, pero hablaban de otro camino que incluía el concepto de comunión con Dios. Estos libros generaron un sentimiento dentro de mí que no podía vivir plenamente. Mi deseo de ser uno con Dios era como una pequeña luz en un cuarto oscuro y comencé a cuestionar mi sistema de creencias. Me preguntaba: "¿Cómo puede haber comunión con Dios si se excluye a algunos?" Entre más me abría a experimentar esta comunión, más percibía una debilidad en mi camino seleccionado que no soportaba la prueba de la razón. Un día, en un momento de revolución interna, pregunté: "Si hay comunión con Dios, ¿cómo la puedo experimentar?" Más me tardé en preguntar que en recibir la respuesta. Era un domingo por la tarde y me encontraba leyendo el periódico Tribune. En la primera página había un anuncio de un seminario psíquico en la universidad cercana. Al leerlo, una voz dentro de mí me dijo claramente que debía asistir a ese seminario. Me sentí confundida porque nunca antes había escuchado una voz interna. Al concentrarme en lo que había pasado volví a escuchar: "Asiste': La mañana siguiente llamé por teléfono a la institución donde se llevaría a cabo el seminario. Hablé con la secretaria que inmediatamente me comunicó con el director del programa. Le pedí una cita. Él contestó que estaría encantado de reunirse conmigo e hicimos una cita. La siguiente tarde llegué algo aprehensiva acerca de mi razón para estar ahí y entré al edificio administrativo simplemente para cumplir con la cita. La secretaria me informó que el director estaba esperando y me dirigió a su oficina. Me senté ahí preguntándome que pensaría este hombre de mí. ¿Pensaría que estaba loca porque mi forma de vestir no era aceptable para la sociedad en general? ¿Se preguntaría por qué esta musulmana negra viene a verme? Por mi mente pasaban todo tipo de pensamientos. Al sentarme en la silla directamente enfrente, él esperaba pacientemente a que buscara en mi bolsa el recorte del periódico sobre el seminario psíquico. Preguntó muy quedito, "¿Qué se le ofrece?" Comencé a hablar sin parar sobre mi camino espiritual elegido, cómo fui

guiada a asistir a esta conferencia y pregunté si era posible que asistiera. Añadí que no tenía el dinero y que sabía que había una cuota que pagar. Él me escuchó atentamente moviendo la cabeza como si entendiera. Después dijo: "Puede asistir, pero tendrá que pagar la cuota después": Estuve de acuerdo con esta condición y salí de su oficina con un sentimiento de logro. El siguiente domingo me encontraba sentada en un gran auditorio lleno de personas a las que me habían enseñado a temer y a odiar porque no se parecían a Dios. Me pasé a la primera hilera para que la gente con la que me encontraba no molestara mi mente. Al sentarme jalé mi sombrero hacia mi frente para ocultar mis ojos y doblé mis brazos en señal de hallarme a la defensiva. La charla comenzó con parapsicólogos presentando información dirigida a cerrar la brecha entre la psicología y la espiritualidad. Sus presentaciones fueron informativas, pero aburridas. Finalmente llegó una dama llamada Judith Skutch quien presentó una serie de libros titulados Un curso en milagros. Al leer la introducción nuevamente escuché la voz interna diciendo, "Ésta es una herramienta para ti, querida hija. Utilízala y guiará tu camino ya que siempre estoy contigo". La dama comenzó a brillar y nuevamente me dijeron, "Ésta es tu hermana a quien amo muchísimo": Mi corazón se llenó de amor por esta dama, también me sentí en casa y segura. Ésta fue una experiencia extraña para mí porque esta dama pertenecía al grupo que yo consideraba no se parecía a Dios. Aún así, una voz dentro de mí habló del amor de Dios hacia ella. Me senté en silencio después de su presentación, pensando en lo que había ocurrido. No podía seguir basando mi creencia separatista en nada de lo que sentía, porque todo lo que sentía en ese momento era un amor incondicional por todos los hijos de la tierra. En ese momento, el amor de Dios entró en mi corazón e hizo desaparecer cualquier creencia falsa que había tenido hasta entonces acerca de "sus niños." No fue fácil sostener esa percepción hacia mis alrededores y comencé a dudar de mi sentimiento de comunión con Dios. Me sentía bien por dentro, pero no estaba del todo segura de si debía experimentar el amor sin medida ni evaluación. Una de las preguntas que persistía en mi conciencia era "¿Son necesarios estos libros?" ¿Por qué debería confiar en la experiencia de una persona como razón válida para comprar un juego de libros que nunca examiné de cerca? Me quedé en mi asiento por un periodo prolongado observando a las personas dirigirse a la parte trasera del auditorio y comprándole libros a un hombre que sonreía y era muy cortés. Sentí conscientemente que era una tontería comprar esos libros con la idea de que podían tener algún propósito útil en mi proceso espiritual. Observé nuevamente a las personas en el auditorio y las juzgué. Después, lentamente, camine a la parte trasera del auditorio y pregunté por el costo de los libros. El hombre me informó de una manera inusualmente calurosa que había vendido todos los libros. Me sentí aliviada y pensé que era un indicio de que no debía tenerlos. Al momento de alejarme me dijo su nombre, Jerry Jampolsky, y mencionó que si quería los libros podía ir a una reunión en su casa el jueves por la noche; acto seguido me dio la dirección para llegar. Salí del seminario sintiéndome muy confundida sobre mi camino espiritual elegido. También tuve un sentimiento de alivio cuando escuché una voz fija y suave que me decía: "Espera, hija mía, ya sabes que siempre estoy contigo".

En ese momento me di cuenta de que mi círculo de amigos y quienes me apoyaban estaba formado por personas que tenían el mismo sistema de pensamiento negativo y racista que yo. Me preguntaba con quién de ellos podía compartir esta experiencia. ¿Cómo podía decirles que quería ir a la casa de alguien que sentíamos tener que evitar para no ser engañados? Sabía que no quería ir sola, pero sí quería ir. Escuché una pequeña voz diciendo: "No te preocupes sobre quién irá, eso ya está arreglado" Me relajé y tomé la decisión de no pelear contra esa voz. Al día siguiente, una querida amiga llamó para preguntar acerca del seminario psíquico. Compartí con ella mi interés en Un curso en milagros y le dije que quería comprar los libros, pero para ello debía ir a Tiburón el jueves por la noche. Ella se mostró interesada pero no estaba segura de ir. Yo le comenté que realmente no quería que nadie más se enterara, ya que estaríamos entre personas que no eran hijos de Dios. Cuando escuchó esto decidió que no podía dejarme ir sola. Pasé el resto de la semana batallando con mi mente dividida. ".Estaba loca? Me encontraba queriendo entrar en medio de seres que yo consideraba diabólicos. ¿Por qué iba a ir? Para obtener un juego de libros que una voz dentro de mí decía que me guiarían a casa." Nada de esto tenía sentido, pero sabía que iría. El jueves llegamos a la casa de Jerry Jampolsky y él nos recibió con una cálida sonrisa. Claro que sospechaba de su caluroso saludo hacia mí. Su casa estaba llena de gente, de esa clase que yo clasificaba como hijos de Satanás. De pronto, me encontré sentada en silencio entre dos extraños cuerpos muy diferentes al mío. Nuestra primera interacción consistía en sostenernos de las manos para sentir nuestra conexión inherente. Al estirar mis manos hacia las dos personas junto a mí, cerré los ojos para no sentir la cercanía de sus cuerpos blancos. Mi mente estaba activa con pensamientos de temor; temores del pasado, de opresión, de discriminación racial y un temor aún más profundo de que los hijos de Dios estaban conectados y no separados. Sentí el apretón de sus manos sobre las mías. Después comencé a respirar profundamente, relajándome. Por un momento comencé a sentirme amada y segura y, para mi sorpresa, estaba enviando amor a las personas que se encontraban junto a mí y podía sentir esta energía amorosa que se enviaba a cada persona de la sala. Nuevamente escuché dentro de mí: "Mi niña, enseña sólo amor ya que eso es lo que eres". Me sentí segura y en casa. En ese momento reconocí que todos en el cuarto eran mis hermanos y que yo era uno de ellos. Al abrir mis ojos los cuerpos que había percibido como enemigos se transformaron en amigos y personas amadas. Aeesha después estableció un Centro de curación actitudinal en Oakland, California, llamado la Conexión de Oakland. Entre otras cosas, ella y su esposo, Kokomon Clottey, dan talleres de trabajo sobre curación racial. Escribieron un maravilloso libro: Más allá del temor basado en sus conceptos de la curación racial y los principios de la curación actitudinal. Asimismo, ayudaron a iniciar un Centro de curación actitudinal en Ghana, Africa Occidental.

El comportamiento pacífico sigue a la paz La paz consistente no es lo mismo que el comportamiento reglamentado. Nuestro comportamiento debe seguir nuestra paz mental, así como una estela sigue los movimientos de un barco. Si la paz es nuestro único objetivo, siempre sabremos qué hacer porque haremos lo que sea para proteger y profundizar nuestra paz. Este enfoque contrasta con el intento exhaustivo de decidir cada acción pensando antes si quizá nos saldrá bien. Nuestro ego siempre quiere salir librado antes de actuar. Prefiere el conflicto mental y no la acción. Prefiere detenerse y pausarse a moverse hacia delante y, por lo tanto, usa su táctica de retraso favorita: la pregunta de correcto e incorrecto. Todos queremos ser morales y buenos, por lo menos en nuestros propios términos, y el ego usa este deseo de enfocar nuestra atención y lo desvía hacia un cálculo interminable de consecuencias. Aún así, sólo entonces podemos ser buenos, gentiles y amables. No existe forma alguna de determinar con exactitud en el presente el efecto futuro de nuestras acciones. Tampoco hay manera de regresar el tiempo y corregir lo que consideramos son errores del pasado. Sin importar cuánto tratemos, nunca conoceremos a todas las personas afectadas por nuestras acciones o si el efecto será benéfico a largo plazo. Entonces, ¿por qué centrarnos en una tarea imposible, sin importar qué tan buena pueda parecer, cuando las oportunidades genuinas de ser amables y realmente ayudar se encuentran a nuestro alrededor? Al entender esto nos liberamos de la culpa con el futuro y tenemos permiso de consultar las urgencias de paz y amor del presente en nuestro corazón. Se debe mencionar que, al comenzar el camino, este procedimiento requerirá de confianza. Debemos simplemente comenzar a hacer lo que indica nuestro sentido de la paz, aun sin saber el resultado. Claro que antes nunca supimos el resultado, pero teníamos un cierto sentido de seguridad al pensar que lo habíamos adivinado. Ahora admitimos que una preferencia de amor es una base más confiable para una decisión que todas las adivinanzas sobre las consecuencias futuras. Este concepto se volvió muy real cuando conocí a Carol Chapman y su hija Hillary, quien estaba en el Hospital Infantil de Los Ángeles por un tumor cerebral. Dos semanas después de nuestra primera reunión recibí una llamada telefónica de Carol diciendo que Hillary entraba y salía del coma y que, cuando estaba lúcida, le rogaba que dejaran la quimioterapia y el tratamiento de rayos X. Carol se encontraba muy preocupada y me preguntó qué debía hacer. Yo le dije que si me hubiera preguntado lo mismo hace algunos años hubiera sabido exactamente que aconsejarle. Ahora, lo único que sabía decirle era lo que me diría a mí mismo: espera, escucha a tu voz interna y confía en lo que dice. Aprendí que lo único que puede dar confianza en un dilema tan extremo y doloroso como éste, es la voz de paz dentro de cada uno. Mi respuesta no fue de su agrado. Dijo que sabía que era un experto en estos asuntos y por lo tanto debería poder darle un curso de acción definitivo. Hablamos un poco más, pero seguía enojada conmigo cuando colgamos. Carol volvió a llamar al día siguiente y en esta ocasión su voz era muy serena. Me comentó que después de que hablamos pudo calmar su mente y orar y así recibió la respuesta que necesitaba. "No hay correcto e incorrecto. Solamente hay amor".

La respuesta liberó su mente del temor y le permitió meditar profundamente en el amor por su hija. Lo que vio entonces era que quería detener todos los tratamientos como ella lo solicitó. Tres semanas después, Hillary murió pacíficamente. Carol recibió la noticia en una conferencia donde había otros padres que habían perdido a sus hijos por cáncer, y pudieron reconfortarla de una manera que sólo los padres que han pasado por esto podrían hacerlo. Una vez que nos damos cuenta de que realmente no hay un procedimiento correcto o incorrecto, podemos volver al amor con completa confianza. Pero no se puede escuchar la preferencia pacífica que se encuentra en nuestro corazón, hasta que abandonamos el deseo temeroso de obtener respuestas específicas. Primero debemos reconocer que cualquier número de opciones pueden estar acompañadas de la paz y el amor que se desea. Vemos que personalmente no nos importa qué curso de acción tomamos pero sí nos importa que el camino sea amable, armonioso y sin causar daño a nadie. Nuestro énfasis ahora es cómo vamos, no hacia dónde vamos. De este tipo de paz interna siempre surgirá una calmada sugerencia de qué hacer; nos corresponde confiar gentilmente en que podemos actuar con paz y, si se necesita un cambio u otro curso de acción, no nos asustará tomarlo. En vez de juzgar todo y tratar de llevar a las personas y las circunstancias en apariencias que nos gustan, el camino de la paz procederá en silencio y con sencillez. Cuando la vida nos sorprende, nuestra primera reacción es consultar ese lugar de calma que existe dentro de nuestros corazones. Nos detenemos y descansamos un momento en el amor de Dios. Después, si se necesita una acción para restaurar la propia paz, tomamos el curso de acción que surge de nuestra calma. Actuamos con seguridad, ya que contamos con esa seguridad. Si después necesitamos preguntar nuevamente, lo hacemos con rapidez y facilidad. Nuestro propósito no es buscar la paz para tomar decisiones rígidas o establecernos reglas a largo plazo, sino tomar las decisiones que nos regresarán a la paz en ese instante. Sólo cuando estamos en paz podemos realmente ser amables. 6 Los doce principios de la curación actitudinal Poco después de comenzar a trabajar con Un curso en milagros me animaron a fundar un centro para niños con enfermedades terminales, en el cual pudieran ayudarse mutuamente en una atmósfera de libertad y aceptación. Como doctor me educaron para creer que el progreso controlado y predecible solamente puede presentarse en un plano vertical. Los pacientes no estaban en posición de ayudarse a sí mismos debido a su poca experiencia y limitado conocimiento. La ayuda mutua dirigida por ellos, podía ser tan peligrosa como el ciego que guía al ciego. Un curso en milagros me presentó otra visión. Una visión que ya había comenzado a percibir en las experiencias que les comenté anteriormente. Esta visión prueba un conjunto diferente de hechos: tenemos un doctor interno, la voz del amor, que puede ser escuchado cuando reconocemos que no solamente habla dentro de nosotros, sino en el corazón de todos los demás, incluso en el de los niños más jóvenes o el adulto más inculto. Lo escuchamos cuando lo oímos

dentro de los demás ya que es amor y con amor conocemos y confiamos en cada detalle de nuestras vidas. Como doctor creía que la gentileza y la empatía eran atributos bonitos, pero no indispensables para que la práctica del amor, el perdón y la medicina fueran mano a mano. Ahora me doy cuenta de que la curación y el amor son inseparables y quiero que nuestro centro sea un lugar donde los intentos por ayudarse, o ayudar a otros, sean completamente gentiles y amables. No imaginé tanto una organización, sino un espacio con una atmósfera de confianza mutua. Allí, doctores, terapeutas, voluntarios y todas las personas de apoyo se reunirían con los niños para aprender de cada uno como iguales, no para "enseñar" desde una posición de superioridad. Implementamos este concepto en nuestro centro junto con una especie de código de imagen para todos nuestros grupos y actividades. Todos deben olvidarse de sus títulos, maestrías, doctorados o cualquier otra credencial antes de entrar. Sabía que el centro tenía que ser un complemento de la medicina tradicional, no un substituto. La razón por la que esto era tan importante radica en que nosotros ofreceríamos la posibilidad de elegir entre el conflicto y la paz. Si como organización cometemos un error al confrontar el establecimiento médico, practicaríamos lo opuesto a lo que queremos lograr. El consejo que doy a todos los padres que traen a sus niños es: "Escuche todo lo que dice su doctor, pero no siembre en su interior lo que los demás le dicen acerca de los límites de sus oportunidades futuras, porque en el centro sabemos que sus elecciones para libertad, felicidad y paz no tienen límite alguno". Podemos comenzar ahora Aquellos que nos unimos para iniciar el centro compartimos la convicción de que nuestra verdadera satisfacción y curación interna llegaría con el servicio a los demás. El deseo de ayudar no requiere de planes a largo plazo ni de sueños de expansión. Trabajamos duro para permanecer libres de ese tipo de orientación futura. Nuestro interés está en ampliar nuestras percepciones y no en cambiar cuerpos enfermos por cuerpos sanos. Nuestro enfoque central es tener una perspectiva completamente nueva de nuestros conceptos de vida y muerte, y así liberar nuestros pensamientos de temor. He notado que se puede crear una gran cantidad de revuelo si las personas se reúnen para trabajar por una meta puramente externa, aun si la meta es muy idealista. Se atacarán entre sí cuando perciban que otro miembro del grupo se encuentra en el camino de la tarea que fue acordada y lo harán, supuestamente, en nombre del bien mayor. Por ejemplo, piensan que los sentimientos de otro miembro del grupo no son tan importantes como los niños enfermos a los que quieren ayudar. No se dan cuenta de que solamente aquellas personas con relaciones curadas están en posición de brindar ayuda duradera. Lo que queremos extender es la paz y para hacerlo primero debemos tenerla. En 1975, un pequeño grupo de nosotros —Gloria Murria, Patsy Robinson, Pat Taylor y yo— nos reunimos y formamos el Centro de curación actitudinal.* Desde el inicio hemos cobrado por los servicios que ofrecemos. (* El Centro de curación actitudinal se encuentra ubicado actualmente en la calle Buchanan # 33, en Sausalito, California, 94965.)

Comenzamos con unos cuantos niños jóvenes con enfermedades catastróficas, como el cáncer y la distrofia muscular, o en condiciones terminales tras accidentes traumáticos. Pronto descubrimos que los hermanos y padres de los niños necesitaban apoyo entre sí, por lo que se formaron grupos para ellos. Después se incrementó el número de grupos para adultos, adultos jóvenes y para niños con padres que sufrían de cáncer. Cuando el SIDA comenzó a afectar a tantas personas en el área de la Bahía, hicimos grupos para todos los tocados por esta epidemia. En el modelo tradicional, el doctor trata de hacerle algo al paciente. Nuestra meta en el centro es llegar a ser un modelo educativo para el autoaprendizaje. No damos tratamiento. Ya que no nos interesa curar cuerpos sino curar mentes, definimos la curación como olvidarse del temor, y la salud como paz interna. Nos unimos con aquellos que entran al centro con el objetivo mutuo de liberar nuestras mentes del temor; temor a nosotros mismos, a las relaciones, a las enfermedades y a la muerte. Es muy posible que el miedo a la muerte se encuentre detrás de cualquier otro temor. Estoy seguro que este temor era parte de mi razonamiento para iniciar el centro. Ya que los niños siempre fueron mis más grandes maestros, sentí que de ellos aprendería también que hasta este último temor no tiene fundamento. Los niños nos enseñan de la manera más hermosa. Cuando los adultos ven a estos pacíficos y felices niños en televisión, o parados en un auditorio lleno de personas, o en persona en nuestro centro, su temor a la muerte desaparece, por lo menos un poco. Creo que es porque delante de ellos se encuentra la prueba viviente de que podemos ser felices y vivir vidas que benefician a otras personas, mientras sufrimos una de las peores enfermedades o condiciones del mundo. Estos niños me enseñaron que nuestra capacidad de ser felices y útiles no puede ser afectada por condiciones externas, incluso corporales, y que la muerte no nos asustará si decidimos compartir nuestro tesoro interno de amor y paz. Aunque mi idea era contar con un lugar donde se pudieran demostrar algunos de los principios de Un curso en milagros, decidí que el curso no debería ser enseñado o recomendado en el centro. Por favor, no confundan la curación actitudinal con Un curso en milagros, no son lo mismo. La mayoría de las personas involucradas en el centro no son estudiantes de Un curso y están de acuerdo con los principios de la curación actitudinal basados en el curso porque tienen una base espiritual universal. Cabe aclarar entonces que el centro no es una organización religiosa y que los antecedentes o creencias de padres o niños, no son de nuestra incumbencia. Cualquiera con una condición física o emocional de las que se tratan en nuestros grupos o proyectos, es bienvenido. Los principios de la curación actitudinal aumentaron desde la primera publicación de Enseñar sólo amor en 1983. Ahora hay doce principios que se usan en centros de todo el mundo. Mi idea original era utilizar algunas lecciones de Un curso como base para aprender a cambiar nuestras actitudes. Elegí las que no mencionan la palabra Dios ni cuentan con terminología religiosa. No quería que nuestros principios alejaran a los que no creen en Dios o no quieren estar involucrados en algo que parece religioso. Creo que nuestros doce principios tienen un encanto universal que cruza barreras culturales y religiosas. En repetidas ocasiones he visto cómo se transforman las vidas de las personas cuando estos principios se vuelven el latido de su corazón, la manera en la que se ven a sí mismos y su manera de

comunicarse con otros. Quizá la mejor forma de decirles los principios es hablar del centro y de los niños que los han puesto en práctica. Haré esto al final del libro por medio de ejemplos, muchos de ellos serán historias de niños con enfermedades catastróficas. He descubierto que estos jóvenes son maestros poderosos y muy inspiradores. Si los niños con enfermedades terminales pueden obtener la paz interna, ¿debemos conformarnos con un objetivo menor cuando tenemos problemas que parecen ser menos severos? A continuación presentaré los doce principios de la curación actitudinal: 1. La esencia de nuestro ser es el amor. Lo que es puramente físico no puede dañar al amor. Por lo tanto, creemos que la mente no tiene límites; nada es imposible; todas las enfermedades son potencialmente reversibles. Como el amor es eterno, la muerte no debe verse con temor. 2. La salud es paz interna. La curación es olvidarse del temor. Tener como objetivo cambiar el cuerpo es no reconocer que nuestro único objetivo es la paz mental. 3. Dar y recibir es lo mismo. Cuando nuestra intención es dar y unirse con los demás, el temor desaparece y aceptamos la curación de nosotros mismos. 4. Podemos olvidar el pasado y el futuro. Experimentamos paz interna cuando nos olvidamos de nuestras conexiones con el doloroso pasado y el temido futuro y aprendemos a vivir en el presente. 5. Ahora es el único tiempo que existe. El dolor, la culpa, la depresión y otras formas de temor desaparecen cuando la mente se enfoca en la paz amorosa del instante. 6. Aprendemos a amarnos y amar a otros al perdonar en vez de juzgar. El perdón es el camino a la verdadera salud y felicidad. Cuando elegimos considerar a los demás como maestros del perdón, cada momento es una oportunidad de felicidad, paz y amor. 7. Podemos convertirnos en buscadores de amor en vez de ser buscadores de fallas. Sin importar cuál sea el comportamiento de otra persona, siempre podemos elegir ver solamente la luz del amor en esa persona. 8. Podemos tener paz interior sin importar lo que sucede en el exterior. A pesar del caos, podemos elegir estar en paz sabiendo que estamos conectados y sostenidos por nuestra pacífica y amorosa fuente. 9. Somos estudiantes y maestros entre nosotros. La paz llega cuando reconocemos y demostramos que todas nuestras relaciones son iguales. 10. Podemos enfocarnos en el todo de nuestras vidas y no en fragmentos. Es una ilusión creer que nuestras vidas están separadas entre sí. La curación es centrarse en la interconexión entre nosotros y todas las cosas vivas. 11. Debido a que el amor es eterno, la muerte no tiene que verse con temor. Comenzamos a olvidar el temor a la muerte cuando realmente creemos que lo real nunca cambia y que el amor siempre está presente. 12. Siempre podemos vernos y ver a los demás como amor extendido o como alguien que pide ayuda. En vez de ver el enojo y atacar siempre, es posible que reconozcamos una llamada de auxilio y responder con amor. Kaycee Poirier del Lago Shawnigan, Columbia Británica, me escribió diciendo que sentía que nuestros principios podían ser algo complejos para que los niños los entendieran. Después reescribió los principios y varios meses antes de morir,

el centro comenzó a usar sus adaptaciones, un amoroso regalo de una maravillosa niña de once años. He aquí la versión de los niños de los principios de la curación actitudinal: 1. El amor es una de las cosas más importantes de la vida. 2. Es importante sanar, por lo que no podemos dejar que nos atrape el temor. 3. Dar y recibir son la misma cosa. 4. No vivas en el pasado y no vivas en el futuro. 5. Haz lo que puedas ahora. Cada minuto es para dar amor. 6. Podemos aprender a amarnos y amar a los demás al perdonar en vez de no perdonar. Por ejemplo: al pelear. 7. Podemos encontrar el amor y no el error. 8. Si algo está mal por fuera, no te vuelvas loco porque internamente estás seguro. 9. Somos estudiantes y maestros entre sí. 10. No observes solamente las cosas malas, también mira las cosas buenas. 11. Debido a que el amor es eterno, no debemos temerle a la muerte. 12. Siempre podemos ver a los demás pidiendo ayuda o dando amor. 7 Somos amor Los principios de la curación actitudinal son interdependientes y están interrelacionados, sobre todo el primero, la clave de la curación actitudinal, que une y fluye por todos los demás. Al analizarlos y dar ejemplos, verás como se traslapan, pues cada discusión y ejemplo generalmente incluye aspectos de otros principios. El primer principio de la curación actitudinal es: La esencia de nuestro ser es el amor. Lo que es puramente físico no puede dañar al amor. Por lo tanto, creemos que la mente no tiene límites; nada es imposible; todas las enfermedades son potencialmente reversibles. Como el amor es eterno, la muerte no debe verse con temor. Este principio se basa en la premisa de que nuestra verdadera identidad es espiritual y no física. El amor es la parte real de nosotros. Debido a que el amor en sí es nuestro potencial, no estamos limitados por el cuerpo ni por sus condiciones o "leyes". El amor es todo lo que hay y es lo único real. La comunicación con los demás es de amor a amor y no de nuestras experiencias pasadas a las de ellos. No hay dos experiencias pasadas que sean idénticas y la comunicación que se basa en juicios es inherentemente conflictiva. Aun así, cuando la comunicación se basa en el amor es muy satisfactoria y curativa. Incluso nuestro temor a que la muerte la puede interrumpir comienza a desaparecer. Entonces, ¿qué es el amor? Ya que debe experimentarse para poder tener sentido no puedo definirlo, sólo puedo decir que es la ausencia total del temor y el reconocimiento de nuestra completa unión con toda la vida. Amamos a los demás cuando vemos que nuestros intereses no están separados. Esto es la unión de mentes superiores y no una alianza de egos. No es posible evaluar o probar el amor. El hecho de que no podamos medirlo no lo hace menos real. Todos hemos observado ligeramente lo que es el amor puro e

incondicional y hay una parte de nosotros que sabe que existe. Reconocemos el amor cuando elegimos aceptar a las personas sin juzgarlas y comenzamos el gentil esfuerzo de dar sin pensar en obtener algo a cambio. Esto significa que el verdadero amor no es dar para cambiar la actitud de otra persona, de un mal modo a uno bueno o de ingratitud al agradecimiento. El verdadero amor es una forma completamente pura de dar que se extiende libremente y es su propia recompensa. La palabra amor, como la usamos generalmente, significa algo muy diferente al amor real. Es amor condicional, dar para poder recibir. Es un trato, un acuerdo comercial. A menudo esto es obvio en las relacione románticas, en las que cada parte da con la expectativa de que recibirá en la forma específica que desea. El amor condicional es también el que se da como gracia en la mayoría de las relaciones entre padres e hijos. Aquí, la extensión del amor depende de un comportamiento y actitudes aprobadas. A menudo los padres buscan una afirmación de su propio valor en los logros de sus hijos y por medio de "pagos" de respeto. Los niños frecuentemente aman a sus padres sólo cuando obtienen lo que ellos creen que quieren, ya sea una posesión nueva o aprobación y halagos. Este amor no es dependiente ni permanente y su naturaleza temporal nos lleva a cargar el temor inicial de que estamos a punto de ser abandonados. Cuando estamos dando amor verdadero, nuestra preocupación no es el propio comportamiento o el de alguien más. Lo sentimos natural porque reconocemos que el amor es nuestro estado natural y no sentimos limitaciones. No cuestionamos la posibilidad de devoción y no estamos preocupados por el tiempo. Solamente estamos conscientes del ahora y todo lo que incluye. Cuando estamos manifestando amor, estamos libres yen paz. La curación actitudinal nos enseña a experimentar este tipo de amor; el único amor que es eterno. El amor es nuestra esencia Todos decimos que queremos tener menos conflictos, temor, estrés y depresión desde el fondo de nuestros corazones. Pero en el estado en el que funcionamos la mayor parte del tiempo, rara vez elegimos la paz sobre el conflicto y la felicidad sobre el temor, debido a los sacrificios que creemos debemos hacer. Asimismo, creemos que la venganza que podemos estar en lo correcto al probar que alguien más está equivocado, y que humillar a alguien que es obstinado nos dará paz y tranquilidad. Parece lógico ser estrictos con nuestros hijos para enseñarles la generosidad. También creemos que hay personas que merecen perder debido a su comportamiento y que el dolor que reciben es justo. Tratamos de aumentar el amor hacia una persona ignorando a los demás. Confundimos la culpa y la atracción; creemos que el dolor puede dar placer y que tomar es obtener. Después nos confundimos cuando vemos que esta forma de ver la vida no nos trae paz y aun así no vemos la razón para cambiar nuestras creencias básicas. Es obvio que necesitamos experimentar lo que traerá claridad a nuestras mentes. La experiencia que más necesitamos es el amor. Para movernos profundamente en una atmósfera de amor debemos identificarnos menos con el cuerpo y más con nuestras emociones relacionadas con el amor. Estos sentimientos nos hablan de lo que siempre ha estado en nosotros y que nuestra desgarbada autoimagen no nos ha permitido ver. Al reconocerlo debemos utilizarlo, porque únicamente al extender lo que es bueno, podemos conocer y creer en el bien y bondad que

poseemos. Sin embargo, sacarlo no siempre significa introducirlo dentro de nuestros corazones y mentes. Preocuparnos por el cuerpo y su comportamiento no permite que el amor nos inunde, ya que el cuerpo es diferente. Para poder amar debemos reconocer lo que es igual dentro de nosotros y dentro de todas las cosas vivas. El amor interior puede unirse al de los demás, pero dos cuerpos nunca pueden volverse uno. Las emociones que se centran en el cuerpo y excluyen a los demás son negativas. Como primer paso, debemos cuestionar honestamente nuestra inversión en la imagen del cuerpo, cómo lo hemos adornado, honrado y utilizado. También debemos calcular la cantidad justa de crédito, beneficios, influencia, dinero o popularidad que nuestro cuerpo debe recibir. Tendemos a minimizar o ignorar nuestra identidad real, que es el amor, al grado de valorar solamente la identidad de nuestro cuerpo. Este cuestionamiento no pide cambios impulsivos o drásticos en el comportamiento o el estilo de vida. Sólo pide tomar conciencia de manera sencilla y calmada y, sobre todo, internamente. Una vez que reconocemos nuestro verdadero valor, los cambios externos que resultan necesarios, se llevarán a cabo naturalmente y en su propio tiempo. Si nos preocupamos por lo que hacemos y no por la manera que lo hacemos, lo único que logramos es retrasarnos. La curación actitudinal se enfoca en el cómo. ¿Estamos actuando con amor, paz, felicidad y certidumbre? Si es así, hagamos lo que hagamos esos estados se promoverán. La preocupación por los cuerpos de otras personas y por sus comportamientos corporales, nos lleva a creer que nuestro cuerpo determina qué tipo de persona somos y con qué tipo de relaciones nos debemos conformar. Podemos obtener placer momentáneo con el hecho de que otros parezcan menos atractivos que nosotros y de que atraigamos a algunas personas por nuestra personalidad o logros especiales, pero nuestro corazón siempre sabe que las relaciones basadas en tales cosas son huecas y sin sentido. Realmente no queremos que las personas se sientan atraídas a nosotros por nuestros cuerpos, sino por lo que hay en nosotros que no cambia y es eterno. Buscamos que las personas nos entiendan y amen por lo que ven. Mas no podrán hacerlo mientras se relacionen con nosotros sólo como un cuerpo. Queremos estar conscientes y que los demás reconozcan nuestro brillo dorado y no sólo el fulgor de las apariencias superficiales. La parte con la que nos identificamos determina este resultado. Lo que hacemos, mental y emocionalmente, es lo que nos relaciona con los demás. Expresamos generosidad, felicidad, dulzura, apertura y paz o nos escondemos detrás de una identificación puramente física, pero no podemos simultáneamente seguir las dos rutas, ya que una es amor y la otra es temor. Nada real es imposible Este concepto cambió la vida de Colleen Mulvihill, una mujer de veintitrés años de edad que trabajaba por obtener una licenciatura en Educación en movimiento, en la Escuela de artes liberales de California del Norte. Colleen era lo suficientemente bella para modelar y a veces lo hacía. Cuando la conocí por primera vez, tenía dos trabajos de medio tiempo todo el año. Uno como

coordinadora de medicina deportiva en el departamento atlético de su escuela y el otro como tutora en el laboratorio de desarrollo-movimiento también de su escuela, en la cual niños con incapacidades neurológicas y académicas reciben ayuda para desarrollar las habilidades motoras. Drante el verano, asumió la tarea adicional de enseñar natación y artes plásticas en un campamento cercano. Colleen vivía en un pequeño departamento a quinientas millas de su familia y su mejor amiga era una hembra pastor alemán llamada Sasha. Cuando vino a mí, Colleen era legalmente ciega. (Este término aplica a aquellos cuya visión es tan limitada que no pueden funcionar como personas con visión, aunque pueden tener una pequeña cantidad de visión cercana.) Desde su nacimiento presentó una condición conocida como fibroplasia retrolental, una acumulación progresiva de tejido detrás de la retina que puede causar ceguera o por lo menos una visión severamente limitada. La práctica médica estándar cuando ella nació consistía en colocar a los infantes prematuros en tanques de oxígeno de alta presión. Después le dijeron que este procedimiento había causado su ceguera. Es imaginable el enojo y resentimiento que una persona en esta condición puede tener contra el mundo. De hecho, Colleen tenía tales sentimientos, así como una gran cantidad de dolor que a menudo se asocia con este tipo de enfermedad. Nació y creció en el área de Los Ángeles, sus padres consideraron más adecuado que asistiera a la escuela pública normal y no a escuelas especiales para los minusválidos. Aseguraban que esto la prepararía para el mundo real. Obviamente fue una buena decisión para Colleen, aunque realmente no hay procedimiento correcto o incorrecto que puede aplicarse a todos los casos de niños minusválidos. Con la ayuda comprensiva de los maestros, quienes siempre la sentaban en la hilera frontal del salón y daban claves auditivas y visuales adicionales, concluyó la primaria, la secundaria y la preparatoria. Después decidió ir a una pequeña escuela lejos de casa. Al disminuir su limitada visión, esta inteligente niña se enfrentó a una situación cada vez más dificil. Sasha entró a la vida de Colleen, un perro guía de dos años de edad. Ella y Sasha entrenaban juntas en el Norte de Hollywood y han sido inseparables desde entonces. Sasha la acompañaba a clases y a la capital del estado en Sacramento, pues Colleen era una activista de la Federación Nacional para los Ciegos. Algunos años atrás, Colleen se dio cuenta de que muchas personas hablaban sobre complementos para los procedimientos médicos tradicionales y comenzó a enterarse de pruebas sobre el poder de la mente en el cuerpo. Poco después, empezó a visitarme. Le presenté Un curso en milagros. Después la envíe al grupo de curación actitudinal de adultos de nuestro centro. Le enfaticé que la mente no tiene límites y que nada es imposible. Le dije que se olvidara de cualquier valor negativo que hubiera tenido y que no se limitara por sus creencias pasadas ni se confinara a una realidad percibida solamente por sus sentidos físicos. Hablamos de este importante concepto de Un curso en milagros No hay orden de dificultad en los milagros. *

Los milagros pueden definirse como cambios de percepción que remueven bloques internos y dejan al descubierto la presencia del amor, por lo tanto, pueden considerarse una ocurrencia natural. Aunque los milagros no son fenómenos físicos, pueden estar acompañados por cambios en el aspecto físico. Compartí con Colleen mi convicción de que podemos aprender a cambiar nuestra percepción y ver la presencia del amor, y que ésta es la verdadera vista. Un día Colleen me preguntó algo muy importante para ella: "ZEs posible que recupere mi vista?" Le contesté, "Todo es posible. No tienes que ser una estadística negativa en una curva de probabilidad de personas con fibroplasia retrolental". Ella se hizo a la idea de que los pensamientos que ponemos en nuestra mente determinan las propias percepciones. Comenzó a trabajar en "imágenes mentales positivas" y a practicar los principios de Un curso en milagros. La práctica de la paz mental y la paz de Dios se volvió su meta principal; la práctica del perdón se volvió su única función y escuchar y dirigirse por su voz interna, se volvió su manera de experimentarse completa e íntegra. Luego perdonó a Dios y al universo por su ceguera. Su enojo se disolvió y fue reemplazado por un sentido de paz que aumentaba. Al suceder esto, sus dolores de cabeza y de cuello comenzaron a desaparecer. Gradualmente se inició un cambió sutil, pero genuino en su autopercepción. Después me dijo: "Era como si mi actitud sobre mí empezara a cambiar. Antes me trataba como una persona ciega, ahora me considero una persona normal". Aún así, Colleen no estaba preparada cuando su visión comenzó a mejorar lo suficiente como para que pudiera ver a dónde iba. Su oftalmólogo le informó que ya veía durante el día, aunque continuaba siendo ciega durante la noche. Cuando hablé con él por teléfono, me dijo que nunca había visto a alguien con la condición de Colleen que mejorará de esta manera. Su habilidad de ver cada vez más trajo consigo un conjunto de problemas nuevos que tenían que ver con Sasha. "Es traumático que un perro guía descubra que no es esencial para la completa movilidad de su amo", explicó Colleen. Pero ese problema también se solucionó gradualmente, cuando ella y Sasha trabajaron juntas para entender sus necesidades mutuas. Colleen continuó en la escuela para prepararse y dar servicio a otros enfermos. Le interesa sobre todo el enfoque de salud holístico, en el que uno trata de ayudar a la persona completa y no sólo a los órganos enfermos. Ha ayudado a muchas personas en el centro y en otras ciudades, y ha estado activa en nuestra la red telefónica trabajando con personas ciegas en todo Estados Unidos. Recientemente, Colleen me llamó y dijo: "Jerry, quiero invitarte a pasear". "LA qué te refieres?'; le pregunté. "Ahora tengo licencia para conducir un automóvil en dos estados diferentes y legalmente tengo visión durante el día y la noche". Quiero que sepan que mi paseo con Colleen Mulvihill fue uno de los momentos más felices que he tenido en un automóvil, aunque lloré. Hay ocasiones en las que olvido algunos de los principios mencionados en este libro y acabo deprimido. Cuando veo a Colleen y experimento su amor incondicional, sé que ella también ve la luz en mí. Esto me ayuda a olvidar los sentimientos de oscuridad que surgen al recordar mi verdadera realidad. Para mí, Colleen trae a la vida lo dicho por Jesús: "He venido a este mundo para dar

visión a aquellos que están ciegos espiritualmente y a mostrarle a los que creen que ven, que están ciegos". Juzgar es estar ciego. Sólo el amor ve. J El amor es eterno Está claro que nunca conoceremos la paz mientras nos consideremos vulnerables a la enfermedad y los accidentes, a volverse senil y a morir. Sin un cambio de percepción acerca de qué somos, la ansiedad, al anticipar la llegada de nuestra aniquilación final, continuará siendo la base de todo lo que pensamos y hacemos. De alguna manera debemos comenzar a reconocer que vivimos ahora y eternamente como amor. Creo que estamos en este mundo solamente para aprender y enseñar amor. La longitud de nuestras tareas varía, pero lo que cada uno de nosotros da y recibe es lo mismo: amor. Trabajar con niños que se enfrentan a la muerte, y también con sus familias, me ayudó a olvidar mi propio temor a la muerte y a cuestionar la creencia de que la muerte es el final. Puedes preguntarte cómo podemos trabajar tan íntimamente con estos jóvenes en el centro, ver morir a algunos y aún así no destruirnos emocionalmente. Hablando por mí mismo, no podría continuar si todavía tuviera la creencia de que la muerte es el final de la vida. Si realmente pensara eso, las muertes de estos niños, sin duda, me destrozarían y no podría continuar. La mayoría de los que estamos en el centro vemos a la muerte como una transición. Nos sentimos bendecidos por conocer a estos jóvenes y a sus familias. Ellos nos enseñan que hay una diferencia entre la vida y el cuerpo, que el cuerpo es temporal pero la vida nunca termina, ya que es espíritu. Su mensaje es de vida, vida eterna, y una poderosa lección de que vivir es sinónimo de amar. El primero de los niños del centro que murió fue Greg Harrison, de once años de edad. Cuando ya no había más medicamento que administrar y parecía que no tenía mucho tiempo, los otros niños de su grupo le preguntaron: ",Cómo crees que será morir?" Nunca olvidaré su respuesta: "Creo que cuando mueres solamente te deshaces del cuerpo, que para empezar nunca fue real. Después estás en el cielo, siendo uno con todas las almas y a veces regresas a la tierra y actúas como ángel guardián de alguien. Creo que eso es lo que me gustaría hacer". La actitud de Greg hacia la muerte muestra que cualquier ocurrencia puede observarse con amor y es un descanso poderlo ver así. Otro miembro de nuestra familia en el centro, Will Stein, de catorce años de edad con sarcoma de Ewing, grabó una entrevista conmigo dos semanas antes de morir. Él creía que todos acordamos realizar ciertas tareas antes de nacer en este mundo. Algunas son por periodos largos, otras por periodos más cortos, pero la longitud del tiempo no importa. Will sentía que su tarea era corta y que mientras siguiera respirando su tarea no terminaba. Mientras nuestros cuerpos sigan con vida, nuestra tarea es utilizarlos como medio para extender el amor en una forma que los demás puedan reconocerlo y recibirlo. Debido a la gentileza básica de sus espíritus, muchos niños demostraron que el amor puede extenderse aun cuando no están en una posición física para realizar buenas acciones. Lo que hacemos con nuestros corazones es lo que afecta a los demás de manera profunda. No son los movimientos de nuestro cuerpo ni las palabras dentro de la mente lo que trasmite amor. Amamos de corazón a corazón.

Claro que no hay una regla para recordar a un ser amado, pues la apariencia de paz y felicidad nunca debe forzarse. Sin embargo, durante el curso de la enfermedad de un niño, algunos padres se dan cuenta de que su hijo es más que un cuerpo y es entonces cuando saben que su relación con este amado niño no terminará con la muerte. Estoy convencido de que esto no es una decepción, sino el reconocimiento de la realidad. Cuando un niño muere, sus padres sienten la pérdida no sólo como algo soportable sino también pacífico, ya que continúan sintiéndose unidos con sus hijos a través del amor. La actitud de la familia de Bryan Bradshaw después de su muerte, es una ilustración del énfasis en la realidad espiritual y no en la física. Bryan era un niño de ocho años de edad a quien le amputaron una pierna debido al cáncer en los huesos. Su valor era increíble y él, junto con su familia fueron fuertes maestros para todos. Una semana antes de morir Bryan, visité a la familia en San José y pasé un tiempo con su hermana de seis años de edad, Lorrie Ann. Le pedía que dibujara una imagen sobre lo que sucedía en su mente. Mostraba a Bryan con alas subiendo al cielo. Dijo, "Cuando estás en el cielo no hay dolor ni enfermedad. Solamente estás feliz y sientes el amor porque hablas con Dios todo el tiempo". Uno de los miembros del equipo y yo fuimos a San José para estar con la familia de Bryan el día que murió. Nos impresionó la sensación de paz. Vimos cómo su influencia de calma ayudó a muchos amigos llorosos que vinieron a su casa. Algunos de los niños que estaban ahí sentían culpa porque no habían visitado a Bryan tanto como pensaban que debían. Junto con los padres de Bryan, los reunimos en la sala para platicar. Después de un tiempo, la culpa de los niños disminuyó y empezaron a contar historias chistosas de los buenos tiempos que tuvieron con Bryan. Cuando perdemos el interés en la culpa, solamente nos queda el amor. Debido a que la familia de Bryan no tenía una preferencia religiosa, nos pidieron a Tom Pinkson, un amigo del centro, y a mí conducir un servicio funerario que permitiera a los asistentes sentirse más calmados que cuando llegaron. Inicié mi charla compartiendo el dibujo de Lorrie Ann y sus comentarios al respecto. Tom habló de las muchas maneras en las que Bryan y su familia habían ayudado a otros, y ambos hablamos de los sentimientos que habíamos experimentado en presencia de Bryan y la belleza y el amor que sentíamos ese día. Después, todo el grupo se unió y cantamos algunas de las canciones favoritas de Bryan. Rabí Nathan Segal, quien se volvió amigo de Bryan en un día de campo en el centro, nos dirigió. Después del servicio les dimos globos de helio a todos. Bryan amaba los globos. En ese momento, liberamos un ciento de ellos junto con nuestros mensajes individuales de amor para Bryan y el universo. Los globos parecían unirse en un arco iris. Varios padres se acercaron y mencionaron que se habían sentido muy mal al tener que llevar a sus hijos al servicio, pero que se sintieron aliviados y sorprendidos cuando experimentaron felicidad y no dolor en esa ocasión. No necesitamos temer Estos no son los únicos niños de nuestro centro que murieron. He mencionado a estos pocos porque cada uno me enseñó personalmente una lección fuertemente relacionada con las palabras La muerte no debe verse con temor. Una percepción

temerosa no le sirve a nadie y mi trabajo en el centro me enseñó la gran importancia de ver todas las cosas en paz. Es sólo una visión generosa que nos permite ver realmente qué somos: puro amor. Recuerdo una reunión de todo el día que sostuvimos en el centro para unas veinticinco familias que habían perdido algún hijo. Muchos de estos niños no asistieron a los grupos, pero los comentarios y las historias contadas por sus padres, me recordaron el centro interno que une a cada persona en esta tierra. Todos somos miembros de una sola familia y cada persona es nuestro hermano y hermana, aunque a menudo nos olvidamos de esto. Algunos de los padres en la reunión dijeron que incluso al estar sus hijos en agonía habían sido sus maestros y que en muchos aspectos los papeles tradicionales de padre e hijo habían sido revertidos. Todos los padres mencionaron que el espíritu de amor de sus hijos parecía continuar como una fuerte y agradable presencia en sus corazones y que de muchas maneras sentían que su relación continuaba. Ésto era una profunda experiencia de curación, según me dijeron. No entendemos muchas cosas porque aún no estamos en la posición de hacerlo. Poz_la paciencia y atención hacia las experiencias y puntos de vista de otras personas, no solamente los ayuda sino que es un alivio para nosotros. El amor olvida todas las diferencias, ya que observa algo de mayor importancia: cuán parecidos somos, porque nos parecemos al amor. Cuando vemos esto con honestidad, comenzamos rápidamente a perder el temor hacia los demás y a ganar confianza en nuestra falta de malicia potencial. Entre más involucramos a los demás en esta falta de malicia, al liberar nuestra propia mente de estar a la defensiva y de la sospecha, más comenzamos a observar la falta de malicia del universo y aprendemos que es francamente imposible que cualquier cosa viviente sufra por mucho tiempo. Hay un objetivo para el dolor. Hay un punto más allá a donde la miseria no puede llegar. Nunca nos quedamos sin consuelo. 8 Nuestra meta es la paz Para conocer la paz debemos reconocer lo que hay dentro de nosotros que ya está en paz. La paz se encuentra en la mente. El cuerpo no puede decirnos lo que debemos sentir porque la fuente de nuestra experiencia es la mente, sin importar cómo elegimos utilizarla. No somos víctimas del cuerpo y la mente realmente no puede ser amenazada. Por esto siempre hay un camino hacia la libertad. Así el segundo principio de la curación actitudinal es: La salud es paz interna. La curación es olvidarse del temor. `Tener como objetivo cambiar el cuerpo es no reconocer que nuestro único objetivo es la paz mental. Cuando hablamos de la salud en la curación actitudinal, no nos referimos al cuerpo sino al corazón y a los contenidos de la mente. Sin importar el estado de nuestro cuerpo sabemos que el estado natural de la mente es la paz y el amor. Cualquier persona que lo quiera puede tener paz interna. La curación es olvidar el temor, porque cuando nuestra mente se olvida de él, regresa a su estado natural de amor y paz y 10 extiende a cada aspecto de nuestra vida.

Cuál es nuestra verdadera identidad? Para tener descanso interno, contención y una experiencia creciente de libertad y liberación, es necesario cuestionar nuestro viejo sentido de identidad. ¿Realmente sólo somos un cuerpo que vive un poco y después muere? ¿Establece el cuerpo límites para nuestra fortaleza, dictando cómo sentirnos y definiendo el pequeño rango de actividades que podemos realizar? O, ¿hay un potencial dentro de nosotros que no conoce límites de ningún tipo y su capacidad de hacernos felices y liberarnos es infinita? No hay punto en el que el poder combinado de la mente y el deseo no puedan ir, porque cuando se unen permiten que el pensamiento se inunde de amor. Actualmente hay muchos sistemas de pensamientos que reconocen que el cuerpo no es un límite de la mente, que hay una realidad que espera ser reconocida más allá de lo que ven los ojos y escuchan los oídos físicos y que una sola fuente une todas las mentes en un estado que podemos experimentar aquí y ahora. A menudo parece haber una unión filosófica y espiritual entre el Oriente y el Occidente en estas enseñanzas. La mayoría de estos sistemas enseña que los pensamientos que tenemos determinan nuestra experiencia y explican la manera de cambiar las percepciones de nosotros mismos y del mundo. La curación actitudinal tiene un objetivo similar, ya que una vez que comenzamos a eliminar las barreras a la presencia del amor, comenzamos a curarnos en todos los aspectos. Hay innumerables ejemplos de personas que, después de enfermedades o accidentes serios, sorprenden a sus doctores con su deseo de vivir y tienen rehabilitaciones increíbles. Otros, a pesar de tener incapacidades severas, llevan vidas felices y amorosas. Esto significa que nuestra meta no es la curación física, tampoco que si no curamos nuestros cuerpos estamos equivocados de alguna manera. Nuestra meta es la paz ahora, en este mismo instante. Por ende, es Lf`inTamental para ñùestra felicidad que nuestros años, sean largos o cortos, estén libres de temor y enojo y que usemos nuestro cuerpo como un medio para dar a otros el regalo de la amabilidad. Para experimentar la paz, cada uno de nosotros debe elegir entre ver su identidad severamente limitada y pequeña o infinita y llena de amor. No tenemos que establecer límites a la salud y la felicidad porque los doctores, padres, amigos, y medios o la sociedad, digan que siempre habrá cosas que no podemos cambiar. El curador actitudinal no aconseja a los demás para que se adapten al dolor y la muerte, ni para que asuman la miseria, porque es posible que todos escuchemos en silencio a nuestra guía interna, la cual nos llevará a la libertad. El amor no conoce ningún lugar a donde no pueda ir y no hay mente que no pueda aliviar. Dentro del bien no hay límites Pasamos gran parte del tiempo en el centro recordando que nada es imposible. Tinman Walker ha sido, y continúa siendo, un maestro muy eficaz de este concepto. A los catorce años de edad chocó con un camión al bajar en bicicleta un monte. Debido a la severidad de sus heridas no había muchas esperanzas de que viviera. Él permaneció en coma después de la remoción

de un hematoma subdural (una masa de sangre bajo la cobertura del cerebro). El equipo médico que lo cuidaba no esperaban mejorías y, si las había, dijeron que quedaría en estado vegetativo. Cuando lo enviaron a casa, todavía en coma, le aconsejaron a la familia que lo ingresaran en alguna institución. Sin embargo, sus padres tenían otras ideas porque creían en el poder curativo del amor. Tinman se despertó 81 días después de su accidente. Sufría de parálisis espástica en el lado derecho del cuerpo y su habla era trabajosa y dificil de entender. Recibió la mejor terapia físicay ocupacional que sus padres pudieron encontrar y, al paso del tiempo, pudo regresar a la escuela. Antes de su accidente Tinman era un atleta sobresaliente, pero ahora apenas podía caminar. Él se consideraba un rechazado social por sus incapacidades físicas. Pasaba la mayor parte del tiempo en casa, solo y sin amigos. Después de tres años y medio, un terapeuta del lenguaje que lo estaba evaluando, dijo que Tinman ya no progresaría más. En ese momento, él y su familia se desalentaron y decidieron buscar ayuda de nuestro centro, ya que habían escuchado que creíamos que nada era imposible. Cuando Tinman ingresó estaba severamente limitado en muchas formas. Su habla era lenta y con pausas y, debido al grado de parálisis que todavía tenía, cojeaba al caminar. Lo que más me impresionó de él cuando lo conocí, fue el brillo en sus ojos. De inmediato tuve un fuerte sentimiento de que él y yo seríamos maestros mutuos y que ocurrían milagros. Una semana después de conocernos recibí dos boletos para ir al teatro y le pedí que fuera conmigo. Él estuvo de acuerdo. Primero fuimos a un restaurante donde tuvo dificultad para comer. No sólo le tomó mucho tiempo terminar la cena, sino que después tuvo problemas para caminar en las calles de San Francisco. Pude ver que sería gran maestro de la paciencia para mí y que ya lo era para su familia. Tinman pasaba mucho tiempo en el grupo en el centro y gran parte de su tiempo libre conmigo. Además, encontró a un terapeuta físico que estaba dispuesto a trabajar con él. Todos teníamos la misma meta: que Tinman fuera algo más que una estadística negativa. Cuídense todos cuando se unen dos o más mentes para lograr un solo objetivo de amor. Iniciamos el tratamiento haciendo cintas de "círculo abierto" que él podía escuchar durante su sueño. Al principio únicamente estaba mi voz, pero después utilizamos la suya. Las cintas de "círculo abierto" son cintas diseñadas para repetir continuamente una grabación de tres a cinco minutos. Son fáciles de usar y muy eficaces. En la cinta inicial, le sugería a Tinman que viera su cerebro como un pizarrón y que borrara cualquier recuerdo en el que hubiera tenido problemas con el habla. En lugar de estas escenas de molestia, le sugerí que se imaginara escenas en las cuales hubiera obtenido una mejora constante en su patrón del habla. Se dieron sugerencias similares sobre sus dificultades para caminar, su parálisis espástica y otros problemas relacionados. Con las cintas se borraban mentalmente las imágenes negativas cada noche y se reemplazaban con imágenes positivas de un funcionamiento más libre. Estas imágenes mentales tenían que visualizarse en una forma específica, por ejemplo, verse esquiando o conduciendo un automóvil. Alrededor de un mes después, Tinman entró a mi oficina y me pidió que lo observara. Dijo que iba a hacer un agujero justo donde estaba parado. Con júbilo

brincó casi seis pulgadas del piso y aterrizó parado. Era la primera vez que lo hacía desde su accidente. Los demás jóvenes del grupo de Tinman fueron muy pacientes con él. Le gustaba contar chistes, aunque para la mayoría de nosotros le parecía que tomaba mucho tiempo contar la historia. Después me comentó que el centro fue el primer lugar donde las personas fueron suficientemente pacientes para escuchar sus historias sin interrumpirlo, o tratar de terminar sus oraciones. Mientras más horas pasan del día nos volvemos más ansiosos por ahorrar tiempo, pero, ¿hay realmente un mejor uso de nuestro tiempo que escuchar a los demás con amor? Después de que mejoró el habla de Tinman, encontró otro uso para las imágenes mentales positivas. En una reunión nos dijo que las clases de italiano en la escuela le costaban trabajo. Cada vez que tenía un examen oral se congelaba y no podía responder correctamente. Le sugerí que cerrara sus ojos y se imaginara en un lugar en el que se sintiera completamente relajado. Para Tinman esto sucedía en las montañas. Después le dije que borrara todos los recuerdos de cuando le fue mal en los exámenes y las reemplazara con cintas positivas que lo mostraran en calma, relajado y respondiendo a las preguntas de la prueba correctamente. Asimismo, le sugerí que considerara a su maestra como una amiga que trataba de ayudarlo y no como una enemiga que buscaba sus debilidades para poder avergonzarlo. Le sugerí que pusiera en práctica esta formación de imágenes cada mañana al despertar y justo antes de dormir. Si se sentía temeroso al realizar estas imágenes, debía pausar y visualizarse relajado en las montañas. Después debía proceder con esta "imagen activa positiva" hasta que lo hiciera en cinco ocasiones seguidas sin experimentar temor. A la mañana siguiente, Tinman nos comentó emocionado su gran éxito en la prueba de italiano. Otros niños del grupo admitieron que también estaban teniendo problemas similares con las pruebas, por lo que Tinman se volvió su maestro y probó nuevamente la gran influencia de un sistema de creencias positivo. Quizá el punto más emotivo de mi trabajo con Tinman fue un evento que me hizo llorar de felicidad. Iba a dar una charla para un grupo de doctores en Los Ángeles y le pedí que fuera conmigo. Él contestó, con una sonrisa en la cara, que no podía porque iría a esquiar a campo traviesa. Somos más que un cuerpo Joe Marks es otro ejemplo de un niño que fue más allá de las limitaciones de su cuerpo que se consideraban definitivas. Voy a dejar que su mamá, Mary Marks, les cuente una parte de la historia de Joe. Trabajaba en California del Sur, donde estudiaba en el colegio de quiroprácticos. Una noche recibí una llamada en la que me informaban que mis dos niños, que vivían con su padre y su madrastra en California del Norte, habían tenido un accidente con un tractor. El más pequeño había salido ileso, pero pensaban que debería ir porque no sabían si el mayor iba a sobrevivir. No salían vuelos directos de Los Ángeles a Eureka, por lo que me tomó quince horas llegar al hospital. Encontré a mi hijo de doce años y medio en la unidad de cuidados intensivos, desnudo bajo una sábana con una gran venda en su cabeza,

su pierna en tracción, varias botellas conectadas por vía intravenosa y varios tubos, incluyendo dos a su nariz, uno para oxígeno y el otro para bombear su estómago. Era una imagen increíble y no era el niño que había visto algunas semanas antes, un preadolescente normal y saludable. El accidente le dejó costillas rotas, tres fracturas de pelvis, su muslo derecho partido por la mitad, fracturas múltiples del cráneo —toda la base de su cráneo estaba en pequeños pedazos— y el fluido espinal escapaba por su oído. Su cabeza parecía una sandía aplastada. No esperaban que viviera mucho tiempo. Sin entrar en más detalles, les puedo decir que había perdido muchas de sus funciones, no podía respirar y, entre otras complicaciones, tenía neumonía. Las pruebas de ondas cerebrales EEG mostraban ondas lentas, casi planas, indicando que si Joe vivía por algún milagro, sería un vegetal, incapaz de moverse o pensar. Por lo demás, no había mucho que hacer para soldar sus costillas rotas y, al principio, sólo tenía su pierna en tracción sin acomodo. Después utilizaron clavos y yeso para poderlo mover con más facilidad. Nos quedamos con Joe las veinticuatro horas del día. No había mucho que pudiéramos hacer por él. Aún así, cuando alguien sugirió que visualizara un lugar hermoso, mis pensamientos se fueron a esa unidad de cuidados intensivos, sentada junto a Joe. No había nada más de ese niño que puro amor. Parecía estar en blanco, sin participar. Sus ojos nunca se movían y aun cuando pellizcaban sus dedos, su sistema nervioso estaba tan deprimido que no había ni una respuesta primitiva. Estuvo postrado así por tres meses, pero para mí era una alegría estar con él. Parecía que todo el estado de California sabía que Joe estaba herido. Hubo oraciones constantes por él y una meditación regular cada noche a las nueve. Todo el cuarto parecía iluminarse y Joe parecía brillar en su cama sin dar respuesta alguna. Las personas entraban para estar con él y a menudo comentaban sobre un tipo de amor o de energía que sentían al estar ahí. Claro que esto reforzó mi propia habilidad de expresarle amor. Después de unas cinco semanas recomendaron que fuera llevado a una institución, pero no lo aceptamos. Hicimos arreglos para llevarlo a un hospital en una reserva india, cerca de donde vivía su padre y su familia. Era un lugar pequeño con nueve camas supervisadas por un doctor que era, además, buen amigo de la familia. De repente descubrí que tenía mucha información para la vida de Joe. El doctor estaba muy interesado en la nutrición y me pidió que cuidara su dieta. Le habían recetado una especie de malteada por el tubo de su nariz. Yo cambié la fórmula para incluir una gran cantidad de vitaminas y minerales molidos; además le hice muchas batas de colores brillantes para reemplazar las blancas; lo bañaba, cepillaba sus dientes y peinaba el poco cabello que le estaba creciendo nuevamente. Todo el tiempo escuchábamos música de rock y clásica en su cuarto y ese cuarto se volvió mi hogar, toda mi existencia. Pasé mucho tiempo sosteniéndolo y abrazándolo. Después movíamos sus brazos y piernas y lo volteábamos para evitar que le salieran llagas. Supuestamente él debía mantenerse sentado en la cama para una mejor circulación, pero en vez de esto lo sostenía y lo abrazaba mucho. Claro que él ni cuenta se daba, pero era mi hijo, lo amaba y no importaba que la única respuesta que obtuviera fuera el calor de su cuerpo. Con el tiempo hasta ese pequeño hospital comenzó a decir que no había justificación para que siguiera ahí por más tiempo. Había mejorado de muchas

maneras. La neumonía despareció, así como la infección del riñón y del catéter. El tubo de la traqueotomía fue removido, las cicatrices se curaban, los huesos se reponían. Estaba mejorando, pero seguía en coma y por eso querían que lo lleváramos a otra parte. Justo antes de que la familia Marks tuviera que sacar a Joe del hospital, éste comenzó a responder. Primero apretaba la mano de su padre, después movía la pierna a petición de su madre. A pesar de que sus canales auditivos habían sido agujerados y todos los huesos se le rompieron, escuchaba la voz de su madre y obedecía las órdenes que le daba. Cuando Mary Marks se enteró por primera vez del accidente de su hijo en esa noche de septiembre, su reacción inmediata fue de enojo. El sentimiento duró unos momentos antes de que sus actitudes y sentimientos comenzaran a cambiar. Comencé a tener un diálogo mental con Joe, diciéndole que entendía, que todo estaba bien, incluso si su espíritu necesitaba irse. De cualquier manera le dije mentalmente que estaría bien. Realmente no oré por su curación, más bien oraba constantemente para entender lo que había sucedido. Es muy difícil explicarles la devoción, aceptación y amor que mostraron por Joe su padre Keith, su madrastra Sharon y su madre Mary. Todos sentían que Joe era parte de la familia, sin importar cómo se encontraba, y tenían la intención de que siempre experimentara este sentido de pertenencia. Fue después del final de su estadía en el hospital de la reservación en Hoopa, que la abuela de Joe mencionó mi nombre a Mary. Ella era estudiante de Un curso en milagros y me escuchó dar un discurso acerca de los límites artificiales de la mente. También se impresionó con mi historia de Tinman Walker. El doctor de Joe me telefoneó y pidió una consulta sobre el caso. Volé a Eureka donde se reuniría conmigo y me llevaría al pequeño poblado de Hoopa. Sin embargo, una tormenta evitó que voláramos al lugar y acabé conduciendo para llegar. Finalmente encontramos el trailer en el que vivían Joe y su madre. Él se encontraba postrado en la cama viéndose muy triste. No podía hablar y estaba completamente ciego a causa de una atrofia óptica bilateral. Estaba casi totalmente paralizado. A pesar de esto, sentí un espíritu de expectación positivo, una actitud de "podemos" que venía de Joe, de su madre e incluso de la atmósfera dentro del pequeño trailer. Le explique a Joe y a su madre sobre nuestro trabajo en el centro y le conté la historia de Tinman y de otros jóvenes. Enfaticé nuestra creencia de que las mentes se encuentran unidas y de que nada es imposible y les conté sobre un proyecto dirigido por Tammy Cohen, y después por Cerril Balsan, en donde enseñamos a niños ciegos a sentir los colores y objetos sin tocarlos. Le conté a Joe sobre un niño ciego de catorce años de edad, Harold Alexander, quien no sólo podía identificar los colores sino que podía andar en bicicleta y hacer muchas otras cosas que la mayoría de las personas no esperarían o creerían. A Joe le intrigaron estas posibilidades. Durante la siguiente hora experimentamos juntos algunos aspectos del hecho de que nuestras mentes están unidas. Le enviaba a Joe pensamientos de "rojo" o "azul". Él movería su cabeza verticalmente para el rojo y horizontalmente para el azul. A la hora de comunicarnos tenía un 80 por ciento de aciertos identificando

los colores correctos, y su depresión comenzó a desaparecer. Incluso se empezó a animar. Dije a Joe que su mente no estaba limitada por su cuerpo y compartí con él esta lección del curso: No soy un cuerpo. Soy libre. Porque todavía soy como Dios me creó.* También le sugerí otras tres cosas. Primero que imaginara películas en su mente donde se viera caminando y hablando. Segundo, como todavía tenía fe en Dios, unirse con él, borrar todas sus dudas, y tercero, que aceptara el hecho de que en algunos días iba a volar a Los Ángeles para entrar en un hospital de rehabilitación especial para problemas neurológicos. también le sugerí que cuando llegara al hospital, buscara a alguien a quien ayudar, aunque creyera que no había nadie peor que él. Un mes después recibí una carta de Mary. Me contaba que Joe estaba experimentando periodos de profunda tristeza. En su área había un pequeño niño que sufría de una irritación en el sistema nervioso central y lloraba todo el tiempo. No había medicamento que lo calmara. Mary recordó lo que dije sobre Joe ayudando a alguien más y de repente se encontró cargando a este pequeño niño y llevándolo a la cama de Joe. Lo colocó en su regazo. Al principio Joe se veía confundido. Después, con su mano izquierda, que tenía algo de movimiento, comenzó a acariciar al niño, quien dejó de llorar casi de inmediato. Mary describió la situación como si los dos niños se hubieran elevado a un estado de conciencia mayor, donde sólo había felicidad y paz. Volé a California del Sur en varias ocasiones para visitar a Joe y su familia. En una visita llevé a Tinman Walker conmigo. El tiempo fue perfecto, Joe, su madrastra y su madre comenzaban a desalentarse. Tinman entró caminando y comenzó a decirle a Joe que hacía cosas que los doctores nunca creyeron posible que realizara y que él también podía hacerlas. "Sólo tienes que repetirte `Yo puedo, nada es imposible' y eliminar todas tus dudas': Después la familia de Joe dijo que el haber visto a Tinman valía más que cualquier cosa que les dijeran o leyeran. Fue la primera vez que conocieron a alguien que se encontraba en un estado similar al de Joe y que había salido adelante. Un par de meses después, con algo de ayuda, Joe comenzó a caminar. Después fui a Fullerton, California, con miembros de nuestro equipo y algunos niños para hacer una presentación en una conferencia. Telefoneé a Mary la noche anterior para ver cómo iba todo. Estaba feliz, Joe comenzó a hablar. Le pregunté si estarían interesados en ir a la conferencia y participar, su respuesta fue un estruendoso "Sí". El día de la conferencia, el auditorio se encontraba lleno de profesionales de la salud. Cuando fue el turno de Joe para hablar, se levantó y dijo: "Nunca sabes realmente lo que otra persona puede hacer en el futuro. Véanme a mí. Se supone que debía ser un vegetal. Díganle a sus pacientes que nunca se den por vencidos, que nada es imposible, sólo véanme a mí". Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos y creo que todos los demás estaban igual. En otra ocasión llevé a Harold Alexander, un ciego, y a su novia a ver a Joe. Ese fin de semana fue una experiencia que nunca olvidaré. ¿Puedes imaginarte cómo me sentí después de tomar un avión y descubrir que Harold nunca había volado antes? El poder compartir la primera experiencia de una persona ciega volando fue realmente un regalo.

Cuando llegamos a casa de Joe, Harold comenzó a decirle que la semana anterior su hermana y su novia fueron a su casa. Cuando entraron al cuarto le dijo a su novia: "Hay algo diferente en tu ropa el día de hoy". Ella contestó, ''Cómo puedes saber? Estás ciego". Comenzó a darnos su respuesta cuando Joe lo interrumpió y dijo, "Sé lo que viste, no estaba usando brasiere". En ese momento, Harold muy sorprendido dijo, "¿Cómo sabes? No estabas ahí". Acto seguido, ambos comenzaron a reír. Aquí teníamos a dos niños que en diferentes ocasiones habían experimentado poder sentir cuando una niña usa sostén o no, aunque no podían verla, y ahora estaban atestiguando mutuamente las posibilidades de nuestras ilimitadas mentes. Ese día vi a la novia de Harold tomándole fotos. Después al hablar con Keith, el padre de Joe, alcé la vista y no podía creer lo que mis ojos veían. Ahí se encontraba Harold sosteniendo la cámara y tomando una foto de su novia. (Por cierto, la foto salió perfecta.) Poco tiempo después de nuestra visita, Joe también comenzó a tomar fotografías, centrando los sujetos con una precisión increíble. El temor es una invitación a la paz Estoy muy agradecido por el tiempo que pase con estos jóvenes maestros, ya que me recordaban continuamente que no hay límites que no podamos sobrepasar, un concepto que sigo mencionando pero que de alguna manera sigo olvidando. No veo cómo sería posible que alguien conozca a Tinman, Joe o Harold sin ver la parte que actúa olvidando el temor. Cuando se ve correctamente, el temor puede interpretarse como la invitación de nuestra mente a elevarnos en un nivel más alto de libertad. No nos llaman a huir del peligro sino a encaminarnos hacia la seguridad, y hay un mundo de diferencia entre estas dos direcciones. La seguridad se encuentra en el "podemos" Siempre e egimos entre lo que afirma la vida y lo que la niega. Nuestros pensamientos nos apoyan y nos llevan hacia arriba, o comienzan a hundirnos en la depresión y la desesperanza. Incluso la menor crítica o queja, apoya un sistema de creencias completo que niega la luz dentro de cada cosa viva. Nuestras ideas son como las piedras en el camino. No hay un solo pensamiento que no nos lleve a algún lugar, y por esto no debemos dejar nuestra mente en un estado de temor si deseamos encami narnos hacia la paz y la salud interna. Para liberarnos del temor necesitamos de una sola cosa: una meta que no sea temerosa. Tratar de cambiar algo es una forma de batalla. Desear algo que sólo puede ser nuestro en el futuro, bloquea nuestro potencial para ser felices ahora. Por ende, es importante establecer un objetivo que puedas cumplir ahora. Haz de este instante tu puerta hacia la libertad y descubrirás que se abrirá un poco más cada vez que regreses a este momento de paz. 9 Dar es recibir El tercer principio de la curación actitudinal presenta la ley fundamental y universal de la posesión. La idea es: la única manera de mantener algo de valor

es darlo y, de manera inversa, si tratamos de quitarle a los demás, perdemos inmediatamente. El tercer principio establece que: Dar y recibir es lo mismo. Cuando nuestra atención se enfoca en dar y unirse con los demás, el temor desaparece y aceptamos la curación de nosotros mismos. Sin lugar a dudas, nuestros egos creen en la ley de la escasez; si damos algo a alguien automáticamente tenemos menos. Este tercer principio reconoce que hay otra ley, una ley espiritual, que se basa en la verdad de que siempre tenemos una abundancia de amor. Al practicar el tercer principio, dar y unirse con los demás, activamos la ley del amor. Sin embargo, aunque reiteradamente el mundo difunde esta idea de amar, todavía no hay una creencia real en ella. Por ejemplo, muchas niñas y niños reciben una forma de este consejo cuando comienzan a salir. En revistas y libros se aconseja a sus lectores sobre cómo ganar en el "juego" del amor y el sexo. Con frecuencia los adultos están inmiscuidos en esta versión manipuladora. En la década de los cincuenta, no era extraño que una madre aconsejara a su hija cuando salía por primera vez a una cita amorosa. La madre sentía que era la responsable de hacer que su cita fuera un éxito. Como técnica aconsejaba mostrar interés en él y no tratar de ganar su atención hablando únicamente de ella. Los libros y artículos de la época sugerían que la mujer debía mostrar interés haciendo preguntas y encontrando un tema del que disfrutaran hablar los dos. No le aconsejaba escuchar con su corazón, sino actuar como si estuviera escuchando. Sin embargo, si practicaba "dar es recibir" en esta, digamos, forma deshonesta, sin duda descubriría con cuánta facilidad podía hacerse feliz mientras tenía consideración de su cita. Descubriría que ella también se relajaría al hacer que durante su cita se sintiera cómoda. No es que no hayamos experimentado en algunas ocasiones la liberación de la ansiedad que sucede cuando damos cariño a los demás, pero estamos convencidos de que tomar y mantener también tiene sus recompensas. Aunque hacemos intentos por ser pacientes y amables, después retiramos nuestro amor cuando los esfuerzos no nos son reconocidos como quisiéramos. El verdadero dar no requiere un sacrificio, pero un enfoque conflictivo de dar debe verse honestamente si queremos saber lo que es la felicidad constante. Todos nos enfrascamos en nuestros problemas, sin importar sin son físicos, emocionales o financieros y de repente nos llaman para ayudar a alguien en una situación crítica. Hasta que pasa la crisis nos damos cuenta de que nuestros problemas habían desaparecido de nuestra conciencia durante el tiempo en el que nos concentramos en ayudar a los demás. Desaparecieron de nuestra conciencia, pero es importante notar que quizá no desaparecen de nuestra vida. La verdadera curación no es una manipulación del interior. Es un cambio de percepción, no un cambio de circunstancias aunque puede estar acompañada de ellas. Cuando nos concentramos en dar también recibimos, porque las ansiedades personales comienzan a disiparse de nuestros pensamientos. Cuando reconocemos que dar es lo mejor, nos beneficiamos por completo, pues obtenemos tranquilidad interna, aunque sea momentánea, ya que en ese instante dejamos nuestro infierno personal a un lado. La mente simplemente no puede centrarse en nuestra desdicha cuando es inundada por el deseo de curar y dar felicidad, incluso si no desaparece lo que causa daño.

Nuestro enfoque es nuestra experiencia Una noche me reuní con un nuevo grupo de adultos en el centro y discutimos sobre los conceptos de curación actitudinal relacionados con el alivio del dolor. A mi izquierda se encontraba sentada una mujer de 40 años de edad, llamada Sarah, quien dijo que sufría de cáncer metastático y no podía deshacerse del dolor desde hacía cuatro meses, aunque tomaba grandes dosis de diferentes medicamentos. ",Estarías dispuesta a tener paz mental aunque fuera por un instante?'; le pregunté. "Sí", respondió. "No he tenido paz mental en un año. ¿Qué tengo que hacer?" "Tienes que estar dispuesta a ver a cada persona en este cuarto y amarlo con todo el amor que hay dentro de ti sin esperar nada a cambio"; le contesté. Dijo estar dispuesta, pero parecía algo dudosa. Le pedí a todos en el cuarto que centraran toda su atención en amar a Sarah por un instante. Cuando todos estuvieron de acuerdo, añadí que nadie cuestionaría a Sarah acerca de los resultados. Dije esto porque cuando evaluamos el amor bloqueamos nuestra conciencia del mismo al no existir confianza. El amor es un estado de confianza basado en la verdad. Cuando pasó el momento de compartir amor, la reunión continuó como siempre. Nos estábamos despidiendo un par de horas después y Sarah se paró y dijo: "No puedo aguantarme más. Tengo que decirles a todos que mi dolor ha desparecido". Después, con lágrimas en los ojos, recorrió todo el cuarto y abrazó a cada miembro del grupo. Lo que Sarah experimentó fue la unión, por medio del amor, con algo que previamente parecía fuera de su alcance. Por un momento experimentó el hecho de que no estaba sola. Cuando estuvo completamente involucrada en expresar amor, que es el estado natural de su propio ser, no prestó atención a sus temores hacia el dolor. De hecho, se separó del dolor al separarse de la imagen del ego de debilidad, vulnerabilidad, aislamiento y frustración. Lo que Sarah sintió tiene una aplicación universal. No importa la forma particular de los problemas físicos o psicológicos. En el amor no hay dolor, pues lo que buscamos es amor y no simplemente el alivio del dolor. El término ego, como lo utilizo en este libro, representa el autoconcepto erróneo de que todo lo sostenemos con la razón. Es una imagen mental de nosotros mismos totalmente incorrecta. No somos una cosa separada que se lastima con facilidad. El alcance de los pensamientos tampoco está confinado a los límites de nuestro cuerpo. Aún así, mientras enfocamos nuestra atención en una débil y miserable autoimagen, como casi siempre hacemos, bloqueamos nuestro reconocimiento de lo que somos. Por lo tanto, experimentamos todos los sentimientos que sentiría un pequeño cuerpo viajando en el peligroso y desagradable mundo. Un momento de amor, como el que vivió Sarah, muestra cuán equivocada es nuestra propia imagen, ya que nos recuerda claramente el hecho de que estamos unidos con la vida y no hay forma de cuidado, ayuda o curación que esté fuera de

nuestro alcance. Esto no puede vivirse de manera intelectual. El amor es esencial para que se experimente conscientemente este cambio y es práctico buscar el amor en lugar de una solución general a nuestros problemas, ya que el amor no excluye la acción, la hace pacífica. Si empiezas por tratar de experimentar este tipo de amor por cinco minutos, es posible que no puedas concentrarte y tu mente vagará a su actividad usual de comparar y juzgar. Debido a que la práctica del amor es idéntica a la práctica de la paz, sería destructivo convertir el control de la mente en una batalla más. La tierra fértil de la que sale el amor espontáneamente es la autoliberación del conflicto. Es mucho mejor estar en paz que aumentar la tensión de los procesos mentales en nombre del amor. Una buena regla para la conducta mental es: piensa en lo que te haga realmente feliz. Una vez que tengas éxito por uno o dos segundos, buscarás extender el intervalo de concentración a varios segundos y después a un minuto o más. Al continuar enseñando a tu mente, descubrirás tarde o temprano que la experiencia del amor y la paz pueden, en ocasiones, extenderse por todo un día. La ayuda que damos es para nosotros Mi padre me demostró, en tan solo unos momentos, que cuando damos nuestra salud y fortaleza, el resultado no es que tengamos menos de ellos sino más. Almorzaba con mis padres, que vivían en un asilo, cuando ocurrió el siguiente incidente. Mi padre sufría de la enfermedad de Parkinson. Sus síntomas incluían temblores, dificultad para engullir y una expresión facial que asemejaba una máscara. Aquel día se veía deprimido. Con nosotros, en la mesa del comedor, se encontraba un hombre de su misma edad, que estaba más incapacitado por el mismo padecimiento. No podía caminar sin ayuda, y cuando su esposa no lo ayudaba, se ponía impaciente y le pedía a mi padre que lo ayudara a ir a su cuarto. Mi padre lo tomó del brazo y comenzaron a caminar los dos temblando. De repente mi padre se enderezó y su temblor disminuyó hasta que era casi invisible y comenzó a sonreír. A los diez minutos regresó caminando nuevamente con dificultad. "Qué demostración tan sorprendente", pensé. Cuando mi padre estaba completamente concentrado en ayudar, se olvidó de sus propios síntomas de inseguridad. Al dar fortaleza y estabilidad, él desarrolló más de ambas. Además, estaba contento. No se veía a sí mismo como alguien que no puede hacer nada, ya tenía un concepto positivo y, sin duda, todo esto sucedió sin que conscientemente viera la conexión. Otro creyente de esta relación de causa y efecto es Paul Johansen, quien se presentó en 60 Minutos con Tony Bottarini, otro niño del centro. Juntos dieron el mensaje de "enseñar sólo amor" a unos cincuenta millones de televidentes. La presencia de Paul en ese programa fue el cumplimiento de un acuerdo que tenía con Dios, aunque la mayoría de los televidentes no lo sabían. Paul se enfermó a los trece años de edad y se diagnosticó a sí mismo un tumor cerebral. Pruebas subsecuentes demostraron que tenía razón. Tiempo después, ese mismo año, luego de hacer su testamento, ingresó al Hospital presbiteriano de Columbia, en la ciudad de Nueva York. Estaba realmente enfermo, no había

comido en una semana y estaba recibiendo fluidos por vía intravenosa. Su familia y el doctor no esperaban que viviera más de un día o dos. Después sucedió un milagro. Así es como Paul me lo describió: Era la mitad de la noche y no sabía si estaba soñando o si tenía una visión. Lo que sé es que estaba hablando con Dios. Le pedí a Dios un amparo para poder tener un poco más de tiempo y ayudar a mis amigos. Le dije que estaba cansado del dolor y del sufrimiento, de luchar contra mi cáncer y de luchar contra Él. Le dije a Dios que estaba dispuesto a dejar que su voluntad fuera la mía y que estaba bien si debía morir en ese momento, pero que creía que tenía más que dar y sentía que él debería darme algo de tiempo extra. Dios dijo que quería pensarlo por un momento. Después decidió darme más tiempo. La siguiente mañana, para sorpresa de todos, Paul pidió alimento sólido para comer. En los días subsecuentes comenzó a subir de peso y a estar más fuerte. Al poco tiempo ya podía sentarse en una silla de ruedas y fue dado de alta del hospital. Después comenzó a caminar con un bastón y hasta regresó a la escuela. Fue en ese momento que su madre, Bárbara, escuchó sobre nuestro programa y se puso en contacto con el centro. Parte del equipo yyo estábamos programados para dar una conferencia en Nueva York y acordamos reunirnos con ella para almorzar en Manhattan. Durante la conversación, se entusiasmó con nuestro programa y expresó su deseo por estar en contacto con nosotros. Le dije que regresaría en unas semanas para hablar en la Facultad de médicos y cirujanos de la Universidad de Columbia sobre los conceptos de la vida y la muerte; le pregunté si Paul estaría interesado en que lo entrevistara como parte de la conferencia. Decidimos que Bárbara le preguntaría y yo le llamaría por teléfono durante la semana. Paul estuvo de acuerdo. Nos reunimos una hora antes de la conferencia, pero era como si nos conociéramos de toda la vida. Ese día un corresponsal de la filial local de NBC estaba filmando una historia en el hospital; cuando se enteró de que se iba a realizar nuestra entrevista, preguntó si podía filmarla. Ambos contestamos que sí y Paul fue un brillante maestro ese día al contar su historia acerca de su fe en Dios y en que nuestro propósito en la tierra es servirnos y ayudarnos entre sí. No sólo ayudó a una gran audiencia médica, sino que miles de personas fueron inspiradas esa noche por su valeroso espíritu. Unos meses después, Paul y su madre vinieron al centro. Él estaba muy emocionado porque iba a asistir a su primera reunión, ya que había escuchado mucho sobre los niños. Después de la reunión les comentó a sus padres que sentía que los niños que conoció ahí estaban más en paz que cualquier otra persona que hubiera conocido. Esa noche Paul y su madre se quedaron en mi casa, y la siguiente mañana asistieron a mi oración de las nueve de la mañana. Todos sentimos la presencia de Dios de una manera muy especial. Cuando oramos, simplemente nos tomamos de las manos y permanecemos en silencio. Paul comentó: "Me gusta su manera de orar en silencio": Más tarde, ese mismo día comentó que recibió "un flujo de energía" de la reunión de la mañana y que se sentía mejor que en semanas. En otra ocasión, la hermana de Paul, Kathleen, y yo estábamos hablando de él ante un gran público en el Colegio Carleton, en Minnesota. Al acabar, sugerí que todos pasáramos algunos minutos en silencio enviando amor a Paul, que se encontraba en Connecticut. Sus padres me comentaron después que en el

momento en el que estábamos orando Paul sintió un flujo de energía, se levantó y caminó sin bastón, algo que no había podido hacer en meses. Este es otro ejemplo de la fuerza curativa del amor y una clara demostración de que las mentes no están separadas. A menudo olvidamos lo fuerte que es esta forma silenciosa de ayuda. Nos permitimos entrar en un sentido de impotencia porque la persona que nos necesita parece distante e inalcanzable. Es importante recordar que el propósito de bendecirnos en silencio no es tratar de cambiar alguna enfermedad física, sino recordarnos que el amor es el vínculo de conexión entre todos los hijos de Dios. La transmisión de amor de nosotros a otra persona tiene un efecto invisible y realmente profundo. Los efectos físicos que Paul experimentó no son tan importantes como el amor que lo rodea y envuelve a su familia, ya que esta bendición es continua. El centro se mantuvo en contacto telefónico con Paul y su familia. Cuando iba al Este siempre iba a Connecticut y lo visitaba. En una de esas visitas no se sentía bien. Se veía pálido y deprimido. Le recordé que en el centro creemos que en ocasiones si ayudas y amas a alguien, incluso en silencio, puedes comenzar a sentirte feliz y la depresión comienza a desaparecer. Le conté sobre un nuevo amigo mío, Tony Bottarini de diez años de edad. Él parecía saludable en todos los aspectos, hasta que comenzó con un dolor en su pierna. Resultó que padecía de cáncer en los huesos y que tenían que amputarle su pierna. Le dije que le llamaría por teléfono al hospital y que quizá a Paul le gustaría hablar con él. Le dije que sabía que él podía ayudarlo. Hicimos la llamada y una vez más observe el fenómeno que he visto en tantas ocasiones. Al comenzar a conversar con Tony, este joven muchacho que se veía medio muerto unos momentos antes, se llenó de vida. Comenzó a contarle chistes a Tony y, conforme platicaban, se inició una cercana amistad entre ellos. Un productor de 60 Minutos me llamó unas semanas después para decirme que le gustaría hacer un segmento sobre el centro y me pidió ideas para la filmación. Le dije que una imagen de Tony y de Paul hablando por teléfono en larga distancia sería una poderosa demostración de lo que pueden hacer los jóvenes por ayudarse. En ese momento se me ocurrió que con esto estaba cumpliendo parte del acuerdo de Dios para dar a Paul un poco más de tiempo para ayudar a otros. Sin embargo, no creo que Paul soñara que los otros serían más de cincuenta millones de personas. Durante toda su enfermedad, Paul y su familia continuaron realizando presentaciones conmigo y ayudando a muchas otras personas por teléfono. El diecisiete de octubre como a las cinco de la mañana, recibí una llamada telefónica de la familia de Paul informándome que Paul había muerto en paz mientras dormía. Algunos años después, Tony también murió. Los padres de Paul y su hermana, Kathleen, siguen siendo mis queridos amigos y hemos mantenido el contacto. Di un discurso en la boda de Kathleen y siento la presencia de Paul a donde voy. Siempre veré a Tony y a Paul como los principales maestros del amor. Solo importa el regalo del corazón El regalo que damos a los demás se mantiene en el contenido silencioso de nuestra mente y no sólo en nuestras palabras o hechos. La siguiente historia,

escrita por Sharon Tennison durante un turno de dieciséis horas con un paciente, ilustra el potencial de la fuerza y la belleza de nuestros regalos silenciosos. Un maestro de escuela, negro, de 40 años de edad, yace en silencio en cama... una hemorragia subaracnoide ayer... hoy está inmovilizado, con el sangrado en su cabeza, esperando que puede disiparse o estallar en cualquier momento. El cuarto está en silencio... las cortinas están cerradas para reducir la estimulación sensorial... los signos vitales y las verificaciones neurales se hacen cada hora para monitorear su condición ... listo para cualquier cosa. El ambiente es de una tensa paz, si eso es posible. Un pequeño cura vasco que hace sus rondas normales entra. Con verdadera preocupación pregunta silenciosamente sobre la condición de mi paciente. Cuando se acercó ala cama, sostuvo sus manos —con las palmas hacia abajo, como a doce pulgadas de la cabeza del hombre y comenzó a orar en silencio; me sentí llena de ternura. Unos minutos después hizo la señal de la cruz en la parte superior de mi paciente yen silencio salió del cuarto. Me doy cuenta de que hay lágrimas en mis ojos. ¿Por qué esto toca mi corazón y mi alma así? Este pequeño cura, como de unos sesenta años, cabello grisáceo, como de metro y medio de estatura, se pasea por el hospital dando alivio a los dolientes, alentando a los enfermos y orando con los moribundos. Y aquí está el día de hoy, orando y amando a un hombre que duerme, que ni siquiera lo conoce o sabe que está ahí. Yésste es su trabajo en el mundo. Lo hace con gran dignidad y compasión. ¿Cuántas veces hay personas que nos abrazan en silencio con un pensamiento u oración amorosa que pasa completamente desapercibida por nosotros? Me pregunto si esto puede contribuir de manera importante a nuestra energía de vida. Si los científicos y visionarios de la nueva era están en lo correcto, estamos unidos por una energía o fuerza de vida común y los pensamientos y energía de una persona pueden afectar a los demás. Eso me lleva a una posibilidad reveladora sobre el tipo de energía que emito; si es diferente para cada persona a mi alrededor en el pasillo o en la calle. Una sonrisa es un silencioso mensaje de amor, un reconocimiento que les dice a quien la recibe: Debo valer mucho. Esa persona me considera lo suficiente como para hablarme o ¿estoy emitiendo energía de preocupación, manteniéndome en mi pequeño "iglú mental" y alentando a los demás a hacerlo mismo? ¿Qué tan cerrado say cuando selecciono el último mensaje... qué tan amigable y comprensible cuando selecciono el primero? Y lentamente mi mente regresa de su viaje por el mundo de posibilidades sin fin, a la cama de este hermoso hombre y continúo donde se quedó el pequeño cura vasco y siento una inmensa ternura y humildad por la posibilidad de poder entrar en la vida de los demás de esta manera silenciosa. Nuestros intentos de dar no son satisfactorios si retenemos parte de nuestro amor o aprobación cuando ofrecemos nuestro regalo y esto es cierto sin importar la forma que tome nuestro obsequio, porque el verdadero regalo es la extensión del amor en nuestro corazón. Aunque nuestros primeros esfuerzos silenciosos pueden parecer pequeños en vista de todo lo que queda por dar, con estos esfuerzos comenzaremos a sentir el ilimitado tesoro que poseemos. También descubriremos otra verdad: entre más tomamos prestado de nuestra tienda de amor y paz, ésta crece y se torna abundante.

La siguiente carta de Marie Van Lint presenta un claro ejemplo de este hermoso principio de la realidad. Me gustaría terminar este capítulo con su carta, por lo que en este momento haré un comentario al respecto: la recompensa de Marie Van Lint fue una bendición interna, no una externa. He aquí sus palabras. Asistí a una congregación que llenó la iglesia. Estábamos ahí para escuchar a Jerry Jampolsky y a otros, todos oradores muy especiales. La música era hermosa, el sentimiento vibrante, y yo estaba serenamente feliz por estar ahí. Pasaron la canasta de la limosna y pensé `,Cuánto debería dar?" Había recibido mucho, entonces ¿cuánto debería dar? Como frecuentemente hago cuando no estoy segura de la respuesta, y a menudo cuando sí lo estoy, referí el asunto al Espíritu Santo. "Santo amigo, ¿cuánto debo dar?" "Todo", llega la respuesta silenciosa a mi mente. Me sorprendí. "Estás bromeando'; dije. Atababa de cobrar un cheque par una cantidad considerable y el dinero estaba en mi cartera. "Mira, yo pensaba en términos de dos a cinco dólares': "Todo", dijo la voz silenciosa. Abrí mi cartera y observé lo que estaba dentro. Billetes de veinte, diez, cinco — mi capital para las siguientes dos semanas. ¿Estás seguro? ¿Todo?" Después de todo, ¿cómo podía estar segura de que era la voz del Espiritu Santo. Podría ser la voz del ego, de culpa pasada, dulas vibraciones del grupo, cualquier cosa. "Todo". Sabía que tenía que hacerle caso. Siempre he confiado en ésa voz par completo. No confiar en ella en este momento significaba que no lo haría por mucho tiempo. No se puede confiar a medias. Confias o no. Entonces pasé la saliva con trabajo y metí la mano en mi cartera, tomé todo el fajo de billetes y lo deje caer en la canasta. "Después'de todo pensé, "todavía hay algunas monedas en el monedero si necesito echar monedas en el parquímetro" "Dije todo" "Realmente no me das opciónpensé al vaciar las pocas monedas que quedaban en la canasta. Al momento que pasó la canasta mi corazón se lleno de un increíble sentimiento de paz y amor interno. Ahora entiendo que los billetes de veinte y de diez no tendrían significado si no daba también las últimas monedas y que la lección nada tenía que ver con el dinero. Era un compromiso. Un compromiso total. Podía viajar años luz para obtener mi meta, pero si me detenía a una pulgada de ella, todas las millas recorridas no tendrían sentido alguno. Ése es el regalo que me dieron. Dar todo es recibir todo. Pude parecer, en la superficie, que el intercambio era totalmente desigual —conocimiento espiritual a cambio de algunos dólares—pero yo pensaba diferente. Dar un sólo instante, un instante santo, de absoluta confianza y compromiso con el Espíritu Santo, es el regalo que él pide. Es un regalo grande y valioso y es lo que tenía que dar. No importa que sus regalos para mí sean mucho mayores. Eso es lo que él tiene que dar.

10 Liberar el pasado y el futuro El cuarto principio de la curación actitudinal es la clave que abre la puerta a la presencia del amor y permite vernos y ver a los demás con ojos que reflejan paz e integridad. Este principio dice que: Podemos olvidar el pasado y el futuro. Experimentamos paz interna cuando nos olvidamos de nuestras conexiones con el doloroso pasado y el temido futuro y aprendemos a vivir en el presente. En el centro, estamos convencidos de que una de las principales razones de las dudas, el enojo yla depresión que experimentan las personas, son consecuencia de la excesiva preocupación por el pasado. Cuando nuestras mentes se concentran en viejas heridas y pensamientos de no perdón del pasado, sin duda nos sentiremos sobrecargados en el presente. Estamos cargando el peso del pasado y nuestros cuerpos y mentes lo reflejan. Estoy muerto Muchos de nosotros nos sentimos muertos tanto en el trabajo como en el hogar cansados y exhaustos la mayor parte del tiempo. Tendemos a culpar al trabajo y a los problemas familiares del estrés que sentimos, pero la verdad es que la mayor parte de la desilusión y el cansancio es causada por los juicios que tenemos en contra de nosotros mismos y de los demás. Estos juicios tienen sus raíces en el pasado no perdonado y, desafortunadamente, envenenan nuestra capacidad de experimentar directamente lo que ocurre aquí y ahora. Esto disminuye nuestra capacidad de relajarnos y disfrutar nuestras vidas. Es la mente, no el cuerpo En el centro, sabemos que la curación se presenta primero en la mente. La curación actitudinal se enfoca en la mente corno "centro de control" de nuestro sentido de bienestar físico, integridad emocional y habilidad para percibir claramente y comunicarse con sentido. La importancia de nuestra actitud puede considerarse una experiencia familiar para todos. Llegamos a casa del trabajo después de un dia especialmente dificil. Nuestro cuerpo se mueve con lentitud, nuestros espíritus se encuentran retrasados y todo lo que podemos hacer es comer una cena rápida y colapsarnos en la cama. De repente, suena el teléfono yes un querido amigo que está en la ciudad por una noche y quiere reunirse para cenar. "Estaré ahí en una hora", decimos. Chiflando de alegría nos damos un baño y de repente estamos llenos de energía. ¿Qué pasó? El día no cambió. Nada le pasó a nuestro cuerpo, pero nuestra actitud sufrió una transformación porque olvidamos la preocupación por el pasado (nuestro cansado día) y nos ubicamos en el presente (prepararse para estar con nuestro amigo). Cuando respondemos con base en el pasado, nos sentimos sin nada de energía. Cuando respondemos basándonos en el presente, estamos contentos y llenos de energía.

Temor al futuro Nuestro temor al futuro, surge con la creencia de que el pasado se repetirá de alguna manera dolorosa, Cuando seguimos pensando que estamos dañados por nuestro pasado, vemos el futuro con temor porque creemos más fuertemente en el rechazo y el dolor que en el amor y la integridad. Es prácticamente imposible ser felices con esta actitud. Muchos pasamos tanto tiempo pensando en el pasado y temerosos, del futuro, que no vivimos en el aquí y el ahora. De hecho, superimponemos el pasado al presente y afectamos todas nuestras experiencias con lecciones pasadas y tristes. ¿Cómo podemos ver nuestro futuro con algo más que dolor con esta actitud? Este punto me quedó maravillosamente claro un dia al conducir mi viejo Honda. Pasé por un pequeño tope y el espejo retrovisor se rompió y cayó al suelo. Reconocí que era un acontecimiento algo peculiar y me detuve a un lado del camino para meditar sobre qué quería decir. Unos minutos después comencé a reírme de la respuesta que recibí. Mi voz interna preguntó, "Jerry, ¡cuándo' vas a dejar de ,ver hacia atrás? Mi buena fortuna me ha llevado a conocer muchas personas que eligen no considerarse víctimas del pasado, por lo que no imponen el pasado al presente. Un buen ejemplo es el hombre que recientemente me llevó en automóvil de Hollywood a Costa Mesa, California, donde iba a dar una conferencia. Durante el viaje comenzamos a conversar y, al poco tiempo, me contó algo sobre la historia de su vida. Nació en Italia y desde que tiene memoria siempre estuvo obsesionado con hacer mucho dinero. Después de mudarse a Estados Unidos tuvo mucho éxito en el negocio de la joyería y estaba haciendo mucho dinero. Comentó que diez años atrás viajó a Europa de negocios y regreso al Aeropuerto internacional de Los Ángeles con más de dos millones de dólares en joyería dentro de una maleta. Después de pasar por la aduana, llevó su mercancía al automóvil. Como a los diez minutos de haber dejado el aeropuerto se reventó un neumático y se detuvo al lado del camino. Al abrir su puerta para salir del automóvil un hombre apuntaba a su cabeza con una pistola y demandó que le diera la maleta: Obviamente el ladrón lo siguió y disparó a su Llanta. La policía nunca pudo encontrar al ladrón ni a las joyas. No es necesario decir que este hombre estaba lleno de remordimiento y se culpaba fuertemente por ser tan estúpido y descuidado. Como resultado del robo, perdió su negocio y sintió que su vida estaba arruinada. Se deprimió y no podía perdonarse por lo que había hecho. Un año después del robo visitó a su madre en Italia y ella le recordó que cuando era niño, durante la Segunda Guerra Mundial, su familia perdió todo porque eran judíos. Enfatizó que la familia aprendió que lo realmente importante en la vida no era el dinero ni las posesiones que perdieron, sino el amor que se tenían entre sí. Nunca les pudieron quitar ese amor y por sí solo los ayudó a salir adelante. En el vuelo de regreso a Estados Unidos reconoció que su madre estaba en lo correcto y que su sabiduría era todo lo que necesitaba para poder perdonarse y olvidar el pasado. Por nueve años ha conducido para la misma compañía y descubrió que ama su trabajo. Conoce a muchas personas diferentes, algunas le cuentan sus cosas y a

menudo 61 se encuentra en la posición de ayudar. El estilo de vida de su familia es muy diferente, pero son más felices que antes. Tienen dinero suficiente para cubrir sus necesidades y él encontró un nuevo propósito en la vida, quede trajo un sentimiento de gozo que nunca antes había experimentado. Vive en el presente y ofrece su amor y su ayuda a aquellos cuya vida toca. El pasado no tiene más significado para él porque encontró el amor y la paz en el presente. En otra ocasión, Diane y yo volamos a Boston para hablar en una conferencia sobre la curación y la risa. Dos payasos nos recogieron en el aeropuerto. Uno de los payasos era un hombre de sesenta y siete años con una fascinante historia que compartió con nosotros. Año y medio atrás perdió los ahorros de su vida en la bolsa de valores. Estaba devastado y sintió que su vida no tenía sentido y que era un completo fracaso. Continuó hundiéndose en las arenas movedizas del pasado hasta que un amigo finalmente lo convenció de asistir a clases nocturnas para aprender a ser payasos. Al principio se resistió, pero después decidió ir. Convertirse en payaso le permitió liberarse del pasado y extender el amor y la curación en el presente, para él y los demás. Nos comentó que ahora pasa la mayor parte de su tiempo visitando a niños en el ala pediátrica de los hospitales y su vida es más divertida, emocionante y plena dedo que hubiera imaginado. Ésta es otra persona que eligió dejar de ser una víctima del pasado y aprendió a vivir en el presente. Uno de los mayores regalos que podemos darnos es decidir que ya no estamos dispuestos a quedarnos atorados en el pasado o temer al futuro. Gran parte de nuestros enfoque en el centro tiene que ver con la liberación activa del pasado, por medio del reconocimiento consciente de que podemos liberar nuestras mentes al elegir perdonar a todos los que creemos que nos han lastimado. Este feliz trabajo nos permite entonces; colocar nuestro futuro en las manos de Dios. 11 ¿Por qué ahora no? El presente es el único momento en el que podemos elegir entre el amor y el temor. Cuando nos lamentamos por el pasado o nos preocupamos por el futuro, no logramos nada. Aun así, nuestro hábito mental de volver a vivir el pasado y ensayar lo que vendrá, genera diferentes formas de dolor. Un cambio mental al presente ayuda a remover la fuente de la miseria. El quinto principio de la curación actitudinal declara: Ahora es el único tiempo que existe. El dolor, la culpa, la depresión y otras formas de temor desaparecen cuando la mente se enfoca en la paz amorosa del instante. Este principio sugiere otra realidad que no se basa en el tiempo lineal, sino en un instante sin tiempo que puede extenderse eternamente. Es posible vivir cada segundo dentro de este instante sin tiempo y experimentar la calma amorosa que sólo espera nuestra decisión para concentrarnos en dar amor incondicional a los demás. En este momento santo no hay expectativas, ni suposiciones y no hay confusiones. Estamos en paz en casa.

Recuperar el pasado Cuando sufrimos de alguna enfermedad o dolor, generalmente hay una enorme preocupación por el pasado y el futuro. Estamos tentados a ver todas nuestras miserias del pasado y preguntarnos cuánto tiempo más tendremos que sufrir por ello. Cuando estamos enfermos y con dolor, a menudo sentimos que nadie nos ama. Sentimos como si fuéramos castigados o atacados por algo que creemos es nuestra culpa. En consecuencia, podemos pasarla mayor parte del tiempo enfocándonos en nuestro cuerpo, midiendo la enfermedad y el dolor, preguntándonos qué hicimos para merecer esto y prediciendo que el siguiente momento sin duda será como el anterior. Claro que propiciamos que estas predicciones sean verdad. Como he mencionado a menudo en este libro, me impresionó lo rápido puede desaparecer el dolor cuando dirigimos nuestra mente de manera cariñosa hacia los demás. Este cariño o unión puede estar en el propio deseo de recibir amor, así como en ,el deseo de dar ayuda directa a los demás. La historia de Randy Romero es un maravilloso ejemplo. Un joven de 25 anos de edad que fue hospitalizado con cáncer. Su dolor era dificil de controlar incluso recibiendo altas dosis de morfina (mds de 100 mg cada hora). Él era muy deportista y había ayudado a los niños de nuestro centro en un proyecto que les permitía conocer a deportistas famosos. Poco antes de morir, pregunté a Randy: "De todas los deportistas que conoces, si fuera posible, ¿a quién te gustaría conocer más?" Él contestó, "Bernard King": Randy lo admiraba no sólo por su excelencia como atleta, sino porque se sobrepuso a un problema de drogas y ahora ayudaba a los demás. No conocía a nadie en la oficina de los Guerreros del Estado Dorado, pero de todas maneras llamé por teléfono. Los resultados vinieron rápidamente. A las 2:30 de la tarde siguiente, Bernard King visitó a Randy, quien se transformó de una persona en cama e inmovilizada, en un joven hombre lleno de entusiasmo. Le tomaron una foto con Bernard y después hablaron de drogas y se rieron juntos al caminar por el pasillo abrazados. Randy no sintió dolor durante esas dos horas y media y después su madre me dijo que le comentó que había sido uno de los días más felices de su vida. Murió pacíficamente dos semanas después. Es mucho lo que podemos hacer por los demás y por esa razón, es mucho lo que podemos hacer por nosotros mismos. Randy y Bernard experimentaron el amor simplemente porque dieron mucho. En el proceso desaparecieron el temor yel dolor. Si es verdad que el ahora es real, entonces el pasado no nos lastima y no nos lastimará a menos que lo hagamos parte de nuestro presente. La mente siempre puede utilizarse para amar en lugar de hacer una triste revisión de lo que ya está terminado Dejar que el pasado sea pasado; dejar que el amor sea ahora. La culpa es una negación del presente Los pensamientos y elecciones de este momento son el único determinante de nuestra experiencia presente. Ya que esta declaración es tan ajena a nuestra manera de ver la existencia, me gustaría darles un ejemplo de mi propia vida. Un día al lavarme los dientes, estornudé. Mi espalda sufrió un espasmo

agudo y caí al suelo Llorando de agonía. Me hospitalizaron, hicieron muchos exámenes y dijeron que tenía "síndrome de espalda orgánico". Me colocaron en tracción yrne dieron medicamentos. Dos semanas después dejé el hospital sintiéndome mejor, pero todavía con dolor. Creo que en los siguientes cinco anos nunca me libré de él. Mi doctor me aconsejó dejar de hacer esfuerzo ñsico: tenis, básquetbol, trotar, esquiar, jardinería; todas las actividades que amaba. Al pasar los años, la naturaleza crónica de mi condición se volvió más evidente. Simplemente tenía que aprender a adaptarme a esta incapacidad, la cirugía podía ayudar, pero no había garantías. Después comencé notar que mi espalda parecía un barómetro que media incluso el estrés emocional más ligero„ pero me engañé a mí mismo creyendo que mi reacción al estrés no era la causa fundamental del dolor porque los rayos X mostraban que mi condición tenía una causa orgánica. En algün momento, mi espalda estaba tan mal que me volvieron a hospitalizar. El neurocirujano recomendó operar. Incluso predijo que si no lo hacía, mi dolor nunca desaparecería. Al enfrentarme a esa decisión de repente vi la verdad que estuvo ahí todo el tiempo. Me di cuenta de queda causa de mi dolor de espalda era una serie de pensamientos complejos que incluían enojo, resentimiento, temor y culpa, todos vinculados con el pasado. Parecía que los eternos conflictos con mi primer matrimonio causaban estos sentimientos. Me di cuenta de que estaba enojado con mi esposa por no darme lo que sentía que me faltaba y por no cubrir mis necesidades. Aun así, también me sentía culpable por tener esos pensamientos de enojo en contra de ella y creía que merecía ser castigado por ello. El dolor de la espalda también me dio una excusa para tomar más cuando los medicamentos no funcionaban. Decidí que trataría de combatir la causa del dolor de alguna otra manera y no someterme a una cirugía. No estoy diciendo que la cirugía esté bien o mal. Mi decisión de hacerla a un lado en ese momento simplemente fue la que personalmente necesitaba para reenfocar mi mente. El cuerpo, por sí mismo, no es lo importante. Por lo tanto, debemos hacer todo lo necesario para.' olvidar nuestra preocupación por el cuerpo y regresar ala paz. EJ objetivo de la>paz indicará la manera de cuidar al cuerpo en este instante. Simplemente debemos hacer lo que nos dicta el objetivo de sostener y profundizar nuestra felicidad interna. Este enfoque es muy superior al de tomar decisiones rígidas acerca del futuro, lo cual sólo nos tienta a consultar las decisiones y temores pasados y no nuestra preferencia pacífica del momento. Como resultado de estas nuevas visiones y mi determinación por conseguirlas, los problemas de mi espalda mejoraron, pero no desparecieron. Después de mi divorcio descubrí que el estrés acumulado por otras circunstancias y relaciones pasadas también afectaban mi cuerpo. Años después, casi me hospitalizaron un fin de semana por un ataque agudo. Fue el clásico ejemplo de cómo se manifiesta la culpa en la parte más simbólica de nuestro cuerpo. Conocí a una mujer muy atractiva e inteligente mientras asistía a una conferencia en Virginia. Establecimos una relación íntima de inmediato. Sentí que éramos dos almas perdidas que se encontraban, pero resultó que mi nueva amiga era casada y rápidamente comencé a experimentar enormes sentimientos de culpa.

Después de la conferencia me invitó a cenar con ella y su esposo, la próxima vez que estuviera de visita en Nueva York. Conocer a su esposo era lo último que quería hacer, dado el creciente sentimiento de culpa que sentía. Aun así, otra parte de mí quería estar con ella una vez más, por lo que cambié mis planes originales y volé a Nueva York. Al recoger mis maletas en el Aeropuerto Kennedy me llegó un dolor agudo en la espalda y me colapsé. Logré llegar al bar del aeropuerto donde tomé algunos tragos de más. Después me subía un taxi y fui a mi hotel. Los espasmos severos de la espalda continuaron y regresé a San Francisco al día siguiente. Pasó todo un mes antes de poder liberarme del dolor. Después de que entré a Un curso en milagros, comencé a darme cuenta de qué tan unido estaba ala culpa: Reconocí que esta unión hacía que tuviera miedo del amor, lo que significaba temer al presente. Muchos de ustedes pueden asumir que debería sentir culpa, ya que tuve una relación con una mujer casada, pero la culpa no puede alterar nuestro comportamiento pasado o hacer que tratemos a los demás con amor. Al aprender a olvidarme de la culpa y la ansiedad, experimenté un nuevo sentimiento de bienestar. Decidí que no me permitiría estar limitado por mis juicios del pasado y mis temores del futuro, pero vi que no podía hacerlo solo y tuve que pedir la ayuda de Dios para realizar la radical separación de lo que se había convertido en mi habitual manera de pensar. Ahora participo activamente en las actividades físicas que me ordenaron abandonar. Sin embargo, quiero que sepan que no soy consistente en la práctica de estos principios espirituales. En muchas ocasiones estoy tentado a juzgar y tomar decisiones temerosas acerca del futuro. Cuando lo hago, y cuando mi mente no está en armonía, a veces siento la tensión en mi espalda. Después buscó el pensamiento de culpa detrás del dolor. Tranquilizo mi mente y me digo que quiero la paz de Dios más que otra cosa. Me pongo a orar pidiendo a mi maestro interno ayuda para perdonar y doy gracias de estar unido a los que amo. Cuando lo hago, a menudo descubro que la tensión en la espalda desaparece, pero aún más importante es el hecho de sentir nuevamente la constante y amorosa presencia de Dios. El ahora es otro nombre del amor Puede ayudar examinar más de cerca el proceso mental del que surgieron mis episodios de dolor en la espalda. El dolor de espalda es muy común en nuestra sociedad y todo el dolor físico es producido de manera similar y, de igual manera, su remedio es el mismo. El quinto principio de la curación actitudinal vincula la liberación del dolor con conocimiento del presente. De hecho, todos pensamos que estamos conscientes del presente y es verdad que la mayoría de nosotros vemos los objetos y escuchamos los sonidos a nuestro alrededor. Sin embargo, hay que recordar que el quinto principio menciona que el dolor y otras formas de temor sólo desaparecen cuando la mente se enfoca en el amor. Si utilizamos a las personas de nuestro alrededor sólo como medio para recordar el pasado, no podemos asegurar que estamos centrando nuestra atención amorosa en ellos o en el presente.

El hecho de asociar mi dolor de espalda con mis actitudes rencorosas hacia mi primera esposa y no con un disco deteriorado, fue un pequeño paso en la dirección correcta, pero fue un error creer que los años de conflicto de nuestro matrimonio eran los responsables de mi enojo y dolor presente. La culpa produce proyección y ésta es una manera de culpar a otro en lugar de liberarnos de ella. Debido a que la proyección es una forma de ataque, nos sentimos incluso más culpables y, por lo tanto, seguimos castigándonos de alguna manera. Si vemos a las personas como son ahora estamos practicando el perdón, pero si los vemos como una excusa para recordar sus errores pasados, entonces se vuelven un medio para el dolor. Nuestra nueva práctica debe ser consistente con la limpieza de todas las asociaciones pasadas de nuestra visión. Debemos liberar constantemente todos los recuerdos negativos y limitantes que vemos. El ciclo del sentimiento de culpa, pasarla culpa a los demás, enojarse por la culpa que vemos en ellos, atacarlos por su culpa, sentir más culpa por nuestro ataque y finalmente castigar a nuestros cuerpos como pago, no puede evitarse mientras creamos que la culpa es una descripción valida de cualquier cosa que importe. Debemos decidirnos por la inocencia si vamos a tener paz mental consistente y la resultante paz corporal., La inocencia de los demás no puede encontrarse en el comportamiento pasado. Esta inocencia puede ser dificil de ver en el comportamiento presente pero puede encontrarse en la paz que está dentro de nosotros. Se ve más allá de la personalidad, más a}lá del comportamiento corporal y más allá de nuestras asociaciones mentales. Es como una luz que brilla dentro de nuestro corazón: y el de otras personas. Una vez que se observa es más real que la culpa. Todo lo que debemos hacer para liberarnos de dolor, depresión, culpa y otras formas de temor, es realizar una búsqueda de la inocencia. Varios meses atrás me pidieron visitar a una mujer de 50 años con cáncer cerebral. Cuando llegué a su casa, pasé algo de tiempo con su esposo Ed. Me dijo que su familia era afortunada porque nadie había estado enfermo de gravedad antes de esto, por lo que fue un shock cuando su esposa fue diagnosticada con cáncer. La habían operado, pero el cáncer no era removible. A pesar de la quimioterapia y el tratamiento con rayos X, el pronóstico era reservado. Ed dijo que venía de una familia pobre con muchos hijos. Cuando tenía siete años de edad no había suficiente comida para alimentar a todos y se prometió que al crecer esto nunca le sucedería a su familia. Al llegar a la juventud comenzó rm negocio propio, trabajó largas horas y rara vez estaba en casa. Su esposa crió a sus dos hijos casi sola. Ed se hizo de dinero, su hijo se unió al negocio familiar y su vida parecía satisfactoria hasta que su esposa enfermó. Cuando sucedió, por primera vez en su matrimonio, decidió pasar más tiempo en casa. Un día su jardinero le dijo: "Parece que uno de los rosales en el jardín se murió. ¿Está bien si lo remuevo y reemplazo?" Ed pensó por un momento y después dijo que le gustaría verlo. Al observar el rosal se le ocurrió' que tenía uno de los jardines de rosas más hermosos de la ciudad, pero en los últimos veinte años nunca se había tomado el tiempo para disfrutarlo; "No lo saques. Está vivo y me gustaría cuidarlo dijo. Ed visitó el jardín todos los días para amar, nutrir y regar el rosal. El rosal comenzó a revivir y varias semanas después apareció una hermosa rosa. Ed la cortó y se la llevó a su esposa, cuyo nombre, claro, era Rosa.

Por la manera en la que respondió a la enfermedad de su esposa, Ed pudo darse cuenta de cuántas cosas de la vida había dejado pasar. Se preocupó tanto por acumular dinero para el futuro, que se olvido de vivir en el presente. Después de escuchar esa sorprendentehistoria, hablé con Rosa y le pregunté sobre su vida antes de desarrollar el cáncer. Por ejemplo, si había tenido algo de estrés antes del inicio de la enfermedad. Ella contestó que no; ella, su esposo e hijos eran felices. Sin embargo, unos minutos después, las lágrimas salieron de sus ojos y compartió información valiosa. Cuando Ed comenzó su negocio, 25 años atrás, tenia como socio a su hermano. Al año siguiente, Ed compró su participación en el negocio, pero su hermano creyó que no había recibido suficiente dinero en el arreglo financiero y desde entonces no hablaba con ella o Ed. Rosa mencionó que a ambos los amaba, pero sentía lealtad hacia su, esposo. Al paso de los años tenía un sentimiento de culpa por no poder resolver el conflicto. Estaba deprimida por la situación, pero nunca antes había hablado al respecto, hasta ahora. Le expliqué cuán importante era que resolviera esta situación, de otra manera su felicidad siempre sería incompleta, porque sabía que todavía tenía que enfrentar una situación dolorosa para ella. Hablamos acerca del perdón, no sólo entre su hermano y su esposo, sino también para ella., Me dio permiso para dejar que Ed entrara y hablar con los dos sobre el asunto. Fue difícil para Ed creer que la esposa que conocía tan bien mantuviera esta información en secreto, mientras sentía tal conflicto durante años. Inmediatamente fue al teléfono para llamar a su hermano y pedir perdón. Al día siguiente se reconciliaron. Rosa, al igual que Ed, no vivía en el presente, aún cuando la manera de evitarlo tomó diferentes formas. Su reconocimiento conjunto de la belleza y la armonía inherente con vivir el momento, permitió que su relación creciera y, en los meses que Rosa vivió, fueron inmensamente felices. Nada se requiere para estar aquí ahora Vivir pacífica y felizmente en el presente es tan sencillo que cuando nos damos cuenta de ello por primera vez, no podemos dar crédito de todo por lo que pasamos antes. Es increíblemente sencillo olvidar el pasado y el futuro gestar contentos con el presente. ¿Qué hacemos para hacerlo tan difícil? A continuación presento tres maneras comunes en las que agregamos mayores complicaciones innecesarias a nuestras vidas, junto con sugerencias para regresar a la sencillez y la paz: 1. Si tememos al mundo nunca haremos nada sin considerar primero todas las consecuencias. Ya que es imposible mover incluso una silla sin tener diferentes opciones, la ansiedad acompaña hasta los acontecimientos más pequeños de cada día. Es sencilla reconocer que no estamos en posición de ver el resultado de nada y que todas las preocupaciones del mundo no pueden controlar el futuro. Qué sencillo es ver que solamente podemos ser felices ahora y que nunca habrá un tiempo que no sea el presente. Complicamos nuestras vidas sin fin cuando nos centramos en los resultados: Sólo podemos controlar nuestro esfuerzo. El éxito se basa en los intentos que hagamos y no en nuestra evaluación o la de los demás sobre el resultado. Si tomamos la mitad deltiempo que pasamos preocupándonos

por las opciones y 10 usamos en acciones directas, nada importante sale mal: La simplicidad se basa en esforzarse antes de los resultados. 2. Cuando un bebé lucha por aprender a caminar, nunca se detiene a analizar per qué se cayó al piso. Con cada caída automáticamente realiza un ajuste. Por instinto, el bebé sabe que le están enseñando y nunca trata de enseñarse a si mismo lecciones que no entiende. Por otro lado, los adultos pasan una gran parte de sus vidas repasando una y otra vez cada error, intentando categorizar en vano algo que ya fue asimilado internamente. Qué fácil puede ser renunciar a ser nuestros propios maestros. Así como alejarse del pasado ya que es en ; el presente en donde se realiza nuestra vida. 3. Aprender a responder al presente es todo lo que hay que aprender y no estamos respondiendo a este instante si estamos juzgando cualquier aspecto del mismo. El ego busca algo que criticar. Esto siempre involucra una comparación con el pasado, pero el amor ve al mundo de manera pacifica y lo acepta. El ego busca restricciones y debilidades. El amor busca cualquier indicio de luz y fortaleza. Ve cuánto hemos avanzado y no cuánto tenemos que avanzar. Que fácil es amar y qué exhaustivo es siempre encontrar una falla, porque cada vez que vemos un error pensamos que algo debe hacerse al respecto. El amor sabe que no se necesita nada más que más amor. 12 Aprender a amar, aprender a perdonar El perdón es el medio por el que experimentamos paz, nos conocemos como amor, damos sin sacrificio, nos unimos a la esencia de los demás, experimentamos plenamente el momento y escuchamos claramente el consejo interno de la felicidad. El perdón es la forma en que se entienden y aplican todas las reglas de la curación actitudinal. El sexto principio es: Aprendemos a amarnos y amar a otros al perdonar en vez de juzgar. El perdón es el camino a la verdadera salud y felicidad. Cuando elegimos considerar a los demás como maestros del perdón, cada momento es una oportunidad de felicidad, paz y amor. El perdón nos permite liberar el pasado y dejar ir nuestros miedos hacia el futuro. Al hacerlo, experimentamos la verdad de que todos son nuestros maestros y que cada situación es nueva y por lo tanto está llena de potencial. Debido a que tendemos a proyectar nuestro enojo en los demás, el efecto de perdonar a otros nos permite perdonarnos de forma instantánea. Esta es la experiencia de unidad, porque se nos recuerda que la esencia de nuestro ser es el amor. Nuestros egos emiten juicios constantemente, ya sea que condenen a otros o nos ataquen a nosotros mismos. Por desgracia, muchos creemos firmemente que algunas personas cometen actos imperdonables y que nuestra seguridad recae en nunca perdonar u olvidar a quienes creemos que nos lastimaron. Esta creencia sólo sirve para destruir nuestra paz mental y con frecuencia, también nuestra salud.

¿Qué es el perdón? En este libro no uso la palabra perdón como se usa normalmente. Aquí no significa que reprimamos nuestro enojo y que actuemos como si todo fuera aceptable cuando claramente estamos sintiendo que no lo es. Por supuesto, tampoco significa que actuemos con base en nuestro enojo. Y, sobre todo, no significa que asumamos una posición de superioridad y perdonemos pecados que creernos reales. Perdonar no significa que debamos volver a casarnos con nuestra ex pareja, liberar a los prisioneros, regresar a nuestro antiguo trabajo o cualquier otra cosa semejante. El ego cree que si perdona a quien lo ha dañado debe traducir este perdón en algún tipo de comportamiento. Pero el verdadero perdón no requiere acciones corporales, aunque tal vez algunos gestos puedan acompañarlo. El perdón es una corrección interna que aligera nuestro corazón y nos libera para vivir en el presente. Nos sirve principalmente para tener paz mental. Ya estando en paz, podemos extenderla a otros, y éste es el regalo más duradero y valioso que podemos dar. La raíz del verbo perdonar es "dejar ir". El perdón es abandonar una inútil secuela de pensamientos; es regresar al ego lo que reconocemos como indeseable. El perdón es una sutil negación a defendernos contra el amor. Ve que todas las cosas son perdonables. Es una voluntad de percibir a todos, incluyéndonos, como seres que expresan amor orienten la necesidad de tenerlo. Cualquier forma de ataque es un grito de ayuda y la respuesta es la bondad. El perdón, coma toda cualidad espiritual que he mencionado en este libro, paz, amor, igualdad, inocencia, valentía, tranquilidad, alegría, no es un tipo de comportamiento. Por ejemplo, ser pacífico no implica que debamos volvernos dóciles; ser cariñoso no implica que debamos adoptar ciertos modales y un tono de voz en particular; reconocer nuestra igualdad espiritual no significa que es deseable rebajarnos al nivel de ego de los demás, ver nuestra propia inocencia no es repetirlos errores pasados; para ser valientes no tenemos que ponernos a nosotros o a los demás en peligro; para practicar la tranquilidad mental no necesitarnos reaccionar ante el mundo evadiéndolo. Del mismo modo, ser feliz no es caer en una forma ansiosa de excitación del ego. Igualmente, practicar el perdón no implica que debamos decirle a la gente que la perdonamos o ser "más papista que el papa" cuando estamos rodeados de gente. En curación actitudinal, el cambio de nuestras actitudes puede resultar en ciertas modificaciones en la forma en que actuamos, pero normalmente los reconocemos en retrospectiva y nunca hacemos nuestra prioridad modificar nuestro comportamiento. Podría parecer que esto contradice lo que dije sobre que después de lograr la paz debemos actuar con seguridad. Pero decir que es mejor hacerlo todo con confianza, no es especificar qué acción debemos realizar confiadamente. También es mejor actuar a partir del amor y la paz en todas las actividades. Cualquier decisión tomada y realizada en el espíritu del verdadero perdón bendecirá a todos los que toque y no dañará a nadie. La Madre Teresa siempre fue una inspiración para mí. Sus palabras y ejemplo me dieron una suave y necesaria corrección en más de una ocasión, y sin ella saberlo, una vez me dio una importante lección. La posición que tomó en la

Conferencia de la Asociación Transpersonal en India fue un claro y amoroso ejemplo del verdadero perdón. La conferencia fue sobre la paz mundial y uno de los oradores circuló una declaración que se oponía a la carrera contra las armas nucleares y preguntó a los demás oradores si la podían firmar. Yo estuve de acuerdo, como varios más. Pero cuando se lo pidieron a la Madre Teresa, ella rezó y después contestó que no podía hacerlo. "Si firmo dijo, "estaría amando a algunas personas y a otras no, porque estaría tomando partido en una controversia': El verdadero perdón se basa en la realidad., Pasa por alto la evidencia recopilada a partir del punto de vista de un solo cuerpo y toma en cuenta la verdad universal de nuestra realidad: que todos somos inocentes y completamente amados por Dios. No es que no hayamos cometido innumerables errores y que tal vez continuemos cometiéndolos por algún tiempo. Pero el verdadero perdón distingue entre las profundas urgencias del corazón y los más superficiales deseos del ego. Todos los errores vienen del ego y son parte del proceso de aprendizaje por el que todos debemos pasar. El perdón es una bondadosa visión que observa la madurez, la bondad de corazón y la integridad de carácter que con el tiempo serán parte de cada persona, y reconoce lo inapropiado que es condenar para este proceso de crecimiento. La intolerancia es no ver No sólo debemos perdonar a las personas. Las molestias pueden ser contra ciudades, animales, estaciones del año, comidas, estilos de vestir; de hecho, todo lo que el ojo ve se puede volver una fuente de infelicidad y hasta de dolor, si somos intolerantes. Cuando Sharon Winter llegó al centro tenia diecisiete años. Como muchos niños, había sentido la gravedad de su enfermedad antes de que el doctor diera su diagnóstico. Su opinión no habia sido tomada en serio y Sharon estuvo sin tratamiento más de un año antes de que se le ordenaran nuevas pruebas y se descubriera la enfermedad cancerosa conocida como linfosarcoma. Por ésta y muchas otras razones, para cuando Sharon llegó a nuestro centro, estaba muy enojada con la medicina y sospechaba de nosotros. En el momento de su primera visita sólo teníamos un grupo de niños a partir de cinco años. Sharon pensaba que no podia aprender nada de niños tan pequeños, aunque en su primera reunión se sorprendió de ver lo felices que eran todos. Sospechó que hasta eso había sido planeado para su beneficio. Sin embargo, lo que más la sorprendió fue que una niña de ocho años, llamada Andrea, que tenía leucemia, pudo ayudarla a lidiar con el miedo de su próxima operación de médula ósea. Andrea sugirió que Sharon podía liberar su mente si se veía a sí misma en una playa en Hawai, tomando el sol. Y agregó, "Tienes que imaginártelo como si creyeras en ello totalmente» Sharon hizo exactamente lo que su joven maestra le había dicho y para su asombro, su miedo y su dolor se hicieron mínimos. Imágenes mentales Antes de continuar con la historia de Sharon, me gustaría hablar un poco más sobre la manera en que funcionan las imágenes mentales, porque hay muchas personas que leen el párrafo anterior y piensan que lo que Andrea dijo fue tan

infantil y simplista que es inútil para los adultos. Por desgracia, con frecuencia esto es verdad, no porque los juegos de imágenes mentales no sean efectivos, sino porque la mayoría de los adultos no se permite intentar un enfoque tan simple y directo. Cualquier cosa que se pueda conceptualizar, puede también existir en la imaginación El perdón, por ejemplo, es el ejercicio de nuestra capacidad para olvidar. Lo olvidamos porque no vale la pena pensar en ello. Porque seguir recordándolo es debilitarnos y hacernos sentir miserables. Para muchos, una imagen mental, como la que sugiero en Amar es dejar ir el miedo: llenar un bote de basura con nuestros problemas, atarlo a un globo de helio y ver como flota y lo perdemos de vista, puede permitir a la mente concentrarse un:poco más y, por lo tanto, profundizar un poco más. Una simple imagen como imaginar la luz de Dios brillando sobre el dolor o el problema, ver cómo lo rodea y lo disuelve hasta que no queda nada, excepto la luz, puede hacer mucho para liberar la mente del dolor. El poder no está en la imagen particular que se utilice, sino en nuestra voluntad de hacer algo ahora para recuperar nuestra paz. A medida que pasaron los meses, Sharon entró en remisión, su cabello le comenzó a crecer, reinició su educación y finalmente se enamoró de un joven con el que más tarde se casó. Sin embargo, después de que todos pensábamos que todo iba muy bien, a los 21, el cáncer volvió a aparecer. Su fe en su doctor, el mundo y en Dios se vio severamente afectada. Todo su antiguo enojo hacia la medicina regresó cuando se tuvo que enfrentar a múltiples pruebas: nuevas quimioterapias, la pérdida de su `cabello, y sobre todo, la incertidumbre del resultado. Finalmente estuvo de acuerdo en regresar al hospital que odiaba tanto, para reiniciar su tratamiento. El día que la dieron de alta tuvo el valor de ir a casa. Pero esa mañana, una niña de quince años llegó al hospital y la pusieron en una cama junto a Sharon. La historia de la niña era más patética aun. Sus padres la habían abandonado y ella iba de casa en casa de sus amigos. Aunque sufría de la enfermedad de Hodgkin's, estaba aterrada por los efectos secundarios de la quimioterapia y no había decidido si se quedaba en el hospital o se iba. A pesar de su decisión de irse en el momento en que su tratamiento terminara, Sharon decidió quedarse un día niás como si nada hubiera pasado, para poder estar ahí y ayudar a su nueva amiga. Cuando el doctor descubrió que no se había ido, fue a su cuarto y le preguntó qué estaba pasando. Cuando ella le contó la historia, vio a su doctor llorar por primera vez. La intolerancia, incluso a las instituciones como hospitales, delegaciones policiacas, administraciones escolares y oficinas gubernamentales, es no ver más allá de las apariencias. Es u pensamiento del pasado impuesto en lo que se ve en el presente, y normalmente tiene poco que ver con lo que está sucediendo en el momento. La preocupación de Sharon por la pequeña niña le permitió ver la situación claramente y dejar a un lado sus propias necesidades y actuar desde el amor. El perdón es ver con calma Al igual que con todos los sentimientos carentes de amor, el miedo, la impaciencia, los celos, el enojo, la depresión, etcétera, no debemos luchar o resistirnos la intolerancia. El propósito de curación actitudinal no es que la

mente se vuelva un campo de batalla. Agregar una obligación más a nuestra vida, la de per donar, es no entender que el perdón es nuestra puerta hacia la felicidad. Los sentimientos negativos se evaporan cuando se ven con calma y honestidad. Este proceso es gradual. Todo lo que s necesita es hacer un esfuerzo por perdonar, siempre que sintamos la voluntad de hacer el intento. Una vez que experimentamos la bendición que esto le da a nuestra mente, nuestros esfuerzos se vuelven un placer. Cualquier emoción o pensamiento que nos incomode comenzará a disminuir en la mente si se examina pacíficamente. Detrás de todo sentimiento negativo existe una solicitud del ego, y no tenemos que temer ver lo que nos está pidiendo, porque cuando vemos claramente las exigencias de nuestro ego, también vemos lo que no queremos darle. Un buen hábito que debemos cultivar es detenernos siempre que estemos teniendo dificultades, para liberar nuestra mente de una preocupación y ver directamente y con detalle su contenido. Sólo una temerosa evasión de tus pensamientos de ataque parecerán darle poder sobre ti. Nada negativo puede estar antes que la luz de la paz. Pero no cometas el error de quedarte atrapado en el contenido de tu mente. Será una pérdida de tiempo y probablemente te deprimirá preguntarte por qué comenzaste a sentirte así, cuánto tiempo ha pasado, por qué sigues cometiendo el mismo error y qué regla puedes hacer para evitar sentirte así en el futuro. En lugar de ello, observa con calma tus pensamientos imperdonables, en cualquier forma que los estés tomando en la actualidad, y escúchalos. Deja que tus miedos te digan su insana versión acerca del futuro. Permite que tu enojo te sugiera su ridículo curso de acción. Si haces esto tranquila y honestamente, finalmente te reirás de lo absurdo de él y continuarás viviendo en el amor. No existe ningún pensamiento o sentimiento que pueda Vencer a una conciencia persistente. Recuerdo lo siguiente cuando comencé a trabajar con una familia que tenía un hijo de doce años con cáncer cerebral. Todo indicaba que ño tenía muchas posibilidades de vivir mucho tiempo. Un día el padre del niño me llamó yme dijo que lo habían despedido, no por negligencia, sino por una reorganización de la compañía. Estaba furioso por su insensibilidad, porque todos sabían de la enfermedad de su hijo. Ahora tenia que ir a entrevistas y esto lo molestaba no sólo porque le quitaba tiempo para estar con su hijo, sino porque la gente que lo entrevistaba mucho más joven y menos experimentada que él. Me pidió que lo aconsejara. Le dije que si quería tener paz mental era importante perdonar a la gente con la que había trabajado y ver que quienes entrevistaban no eran sus enemigos. Me había dicho que ten otra cita al día siguiente y le sugerí que esta vez viera con calma al joven entrevistador y se diera cuenta de que él también estaba nervioso. El entrevistador estaría naturalmente temeroso de pasar algo por alto y contratar a la persona equivocada p el puesto. Pues si la persona que él contrataba no resultaba, esto podría poner en riesgo su puesto. Le dije que una vez que viera por sí mismo que el entrevistador también tenía miedo, entendería que uno le proporcionaba paz al otro, aun si el entrevistador no lo reconocía. Le sugerí que estableciera un objetivo Cínico, no obtener el

trabajo, sino tener paz mental durante la entrevista al extender su amar y consideración al entrevistador. Me llamó la noche siguiente y me dijo, "Sabes, Jerry, no tengo idea a dónde me va a llevar esto, pero sé que me senti mejor cuando terminó esta entrevista de lo que me habiar sentido en mucho, mucho tiempo." Resultó que obtuvo e trabajo y con un salario más alto que el de su trabajo anterior Esto, por supuesto, no era lo importante, porque aprender practicar el poder curativo del perdón no se puede comparar con ningún otro beneficio en esta vida. El perdón es sin duda el concepto central de la curación actitudinal, y también es el que tiene más probabilidad de ser mal interpretado. Ya he dicho que el verdadero perdón no es adoptar una posición de superioridad moral. Tampoco reconoce la crueldad de alguien más y la convierte en aceptable, porque hacerlo seria deshonesto. El perdón ve que no hay lugar para condenar, y para que esto suceda, se deben reconocer nuevos lugares para la inocencia. Ciertamente el comportamiento de las personas no puede estar desligado de la razón sí se comportaron como lo hicieron. Posiblemente se le puede atribuir otra motivación a este comportamiento, como el miedo, y no el egoísmo, y aunque esto puede ser un buen primer paso, no es suficiente en sí mismo para permitirnos ver el esplendor de la luz de Dios dentro de él. El perdón es alejarse de lo que vemos con nuestros ojos y buscar la verdad que está más allá del ego del individuo. La mayoría de la gente entiende que las urgencias profundas de bondad existen en el corazón de todos, sin importar lo oscuras que puedan ser debido ala culpa, la actitud defensiva, la deshonestidad y falta de humanidad. El perdón ve más allá de las motivaciones superficiales de los individuos, sin importar lo extremas que éstas puedan ser, y llega al lugar en su corazón donde está exactamente lo que anhela. Todos queremos paz y seguridad. Todos queremos hacer la diferencia. Y todos queremos liberar el potencial para el amor. El perdón reside en lo más profundo de este deseo, y ver ahí una reflexión del ser, libera de juicios a las personas. 13 Volvernos buscadores del amor El séptimo principio de la curación actitudinal presenta una clara decisión que todos finalmente tenemos que tomar si queremos conocer la paz y el amor duraderos. La decisión requiere un cambio de percepción sobre las apariencias y el comportamiento de los demas, para ver el corazón inocente que todos compartimos. Una vez tomada la decisión, este cambio nos da nada mas que la experiencia del paraíso. El principio dice: Podemos convertirnos en buscadores de amor en vez de ser buscadores de fallas. Sin importar cual sea el comportamiento de otra persona, siempre podemos elegir ver solo la luz del amor en esa persona. Todos los egos son iguales. Ningún ego es mejor que otro y una vez que lo entendemos y reconocemos cómo funciona el propio, podemos decidir reaccionar a partir de nuestra mente pacifica y feliz, de nuestra mente conectada. El ego es como un piloto automático que nos puede llevar sólo en una dirección, hacia el juicio, el enojo, el miedo y la culpa. Algunas personas pueden manejarlo en forma más destructiva que otras, pero el error fundamental es el mismo.

Muy simple, el ego es un "buscador de culpas" y no le impo quién o qué es el objeto del infeliz enfoque. El resultado e siempre el mismo, cuando respondemos desde el ego, no tenemos sentido de unidad o integridad dentro de nosotros mism o en nuestras relaciones, y no podemos experimentar la pa mental. Para conservar la paz interna debemos dejar ir nuestros, juicios buscadores de culpas y volvernos buscadores de amor: Caminar en la playa A mi esposa Diane y a mí nos encanta caminar en las playas. A veces lo hacemos silenciosa y meditativamente, otras hablamos. Pero siempre tratamos de ver todo con amor, las olas, las nubes y especialmente a la gente que encontramos en el camino. En días pasados yo solia centrarme en forma prejuiciosa en la gente que tenía sobrepeso. Sin embargo, hoy en dia ese tipo de visión no sucede porque me concentro en reconocer el tierno corazón lleno de amor que todos compartimos! No me preocupan las apariencias o si la gente se ve triste o feliz, enojada o contenta, amistosa o no amistosa. Durante algunas caminatas, Diane y yo sonreímos a todos los que pasan y les decimos: `Buenos días" o "Buenas tardes". Muchos responden con una sonrisa y un saludo, otros no lo hacen. Entendemos que no es la respuesta, o la falta de ella, lo que importa. Simplemente sabemos que experimentaremos más paz y alegra si saludamos con amor a todos los que vemos. El matrimonio Las relaciones en las quedas dos partes de la pareja se centran en las faltas del otro se deterioran rápidamente porque ninguno de los dos puede hacer todo bien. El conflicto y la competencia son el resultado de ver al otro de esta forma. Cuando Diane y yo dábamos asesoría a parejas, antes de comenzar a hablar sobre sus problemas les pedíamos que vieran algunas cosas positivas en ellos. Con frecuencia se resistían ante esta sugerencia y a veces ninguno podía pensar en ur;a sola cosa amorosa que decir sobre el otro. Algunas veces se decepcionan con Diane y conmigo porque lo que esperaban, y tal vez hasta hablan ensayado en silencio, era sacar su larga lista de quejas, junto con la obvia conclusión de que su pareja era la culpable de todo lo que estaba mal en su matrimonio. Tarde o temprano uno de ellos se aventuraba a decir "Bueno, supongo que ella trata de ser una madre buena y amorosa?' El otro podía responder "Es muy amable de su parte que me llame para decirme que regresará tarde a casa." Esto rompía el hielo de la negatividad y, con muy poco alentamiento de nuestra parte, comenzaban a hacer listas diferentes que reconocían la bondad, la amabilidad y el amor. La energía hostil comenzaba a disiparse y pronto uno de ellos decía con ternura y sorpresa "Nunca te había escuchado decir eso. No sabía que pensabas así?' Por favor nota que nada ha cambiado en la relación, excepto las actitudes de la pareja. Han pasado de ser buscadores de culpas a ser buscadores de amor. Entonces podemos comenzar a hablar de asuntos específicos, pero ahora los dos

individuos están dispuestos a escuchar al otro sin estar a la defensiva o enojado. Las posibles soluciones e ideas para fortalecer su relación surgen rápida y fácilmente en sus mentes. Volverse "buscador de amor» es práctico ¡y funciona! Reflejar Todos tenemos una lista de cosas que no nos gustan o no aceptamos de nosotros mismos y casi todos actuamos de formas que nos avergüenzan. Pero en lugar de perdonarnos y curar estos lugares dañados, nuestros egos inteligentemente proyectan estas "fallas" y "errores" en los demás, como si ver a otra persona como culpable nos hiciera inocentes. Es muy dificil creer que lo que criticamos o no nos gusta de otros es, con frecuencia, el reflejo de lo que rechazamos de nosotros mismos. Podemos ver a alguien más como racista, pero no queremos verla parte de nosotros que no está libre de prejuicios. El ego cree que podemos probar nuestra inocencia culpando a alguien más. Podernos decir que una persona es cerrada, pero negarnos que nuestra forma de pensar también lo sea. Como nuestros egos creen en la separación, nos tientan a pasar el día buscando culpas en los demás. Esta forma de ver con frecuencia es automática, hasta que comenzamos a cuestionar su validez y su efecto en nosotros y en nuestras relaciones. Las personas que vigilan honestamente sus pensamientos, se sorprenden al descubrir cuántos de ellos son negativos y prejuiciosos. Pero nuestros egos no quieren que nos demos cuenta de esto, porque desean la separación, el conflicto y el miedo. Es doloroso darse cuenta de que hay una parte en todos nosotros que sólo quiere nuestra infelicidad. Pero este reconocimiento, en lugar de probar nuestra culpa, nos permite ver más allá del ego y percibir a nuestro ser más profundo, conectado y amoroso. Simplemente, el camino hacia la paz interna es ir más allá de la búsqueda de culpas y volvernos buscadores de amor. Una vez que tomamos la decisión de vivir en forma amorosa en lugar de prejuiciosa, ¡nuestras vidas estarán transformadas! Puede parecer una tarea casi imposible para los que no han experimentado la parte de ellos mismos que ya es un buscador de amor. Pero esta parte existe dentro de todos, lo que hace la transformación no sólo sea posible, sino muchas veces sorprendentemente fácil. Todo lo que se requiere es voluntad para cuestionar cada prejuicio, cada pensamiento infeliz, ya sea dirigido a los demás o a nosotros mismos, y buscar dentro de nosotros la voz del amor. Puedes estar seguro de que esta voz es el regalo de tu poder superior, tu forma de ver con amor, tu visión honesta. Desde el punto de vista espiritual, el verdadero propósito de todas nuestras relaciones es unirnos; aprender a ver desde el amor es simplemente reconocer esta verdad. Es importante reconocer que no hay deshonestidad en este enfoque. No se te está pidiendo que niegues la "realidad"; sino que veas desde una realidad más profunda, honesta y pereeptiva. Y si haces esto, tu corazón cantará. Conocerás la alegría y el amor y te volverás un buscador de amor.

14 Elegir la paz Los egos nos enseñan que el pasado predecirá el futuro. Debido a ello creemos que siempre estamos en peligro de perder todo lo que significa algo para nosotros. Pensamos que en todo momento podemos ser atacados, heridos, traicionados, abandonados y lastimados. El octavo principio de la curación actitudinal nos recuerda que son siempre nuestros pensamientos sobre el mundo los que nos causan molestia. El principio dice, Podemos tener paz interior sin importar lo que sucede en el exterior. A pesar del caos, podemos elegir estar en paz, sabiendo que estamos conectados y sostenidos por nuestra pacífica y amorosa fuente. Nuestras experiencias pasadas nos hacen pensar con frecuencia que estamos solos y desamparados. El mundo se ve peligroso y nos sentimos frágiles y pequeños seres con poco o casi nada de control sobre nuestras vidas o las de los que amamos. ¿Es sorprendente que experimentemos miedo y confusión cuándo contemplamos el futuro? Nuestros egos nos, dicen que esa forma de ver es "honesta" e "innegable" y nos aconsejan ver por nosotros mismos e ignorar a los demás. Hay otra forma de ver Quiero que consideres la posibilidad de que el mundo que vemos está de cabeza y que lo que pensamos que es causa y efecto puede ser en realidad lo contrario. El sistema de creencias con el que estamos acostumbrados a vivir, enseña que la causa de nuestra molestia viene del exterior. Así, siempre somos una víctima potencial de lo que no podemos controlar. Por ejemplo, si queremos jugar tenis y llueve, el clima ha arruinado nuestros planes y es "razonable" que nos enojemos. Si estamos enfermos y perdimos nuestra paz interna, nuestro ego nos dirá que perdimos la paz debido a la enfermedad. Por lo tanto, estamos desamparados ante las fuerzas del mundo: La culpa es el juego del ego Cuando las cosas salen mal en nuestras vidas, ya sea en las relaciones, los negocios o la salud, nuestra tendencia "natural" es encontrar a alguien a quien culpar. Pero ¿qué sucede cuando jugamos el destructivo juego del ego y encontrarnos a quien culpar? ¿Eso arregla algo en nuestras vidas? ¡Nos sentirnos más amados, más conectadas? ¿Nuestra mente está íntegra? Todos hemos cometido este error y todos hemos visto sus consecuencias. La proyección y la culpa destruyen nuestra paz, felicidad y nuestro sentido de integridad, y no arreglan los problemas. En este libro he contado muchas historias sobre niños que han sido mis maestros. Sin duda todos esos niños tuvieron amplias razones para culpar al mundo y, en ocasiones, a individuos en particular, por su sufrimiento y por lo que podría parecer la pérdida de su inocencia y su niñez. Si estos niños pudieron elegir no jugar el juego de la culpa del ego y hacer que sus mentes volvieran a tener paz y su vida se llenara de alegría de nuevo, seguramente nosotros también podemos hacerlo.

Nuestros pensamientos crean nuestras experiencias Tal vez el mayor regalo que nos ha dado el universo es la libertad de elegir los pensamientos de nuestras mentes. Esto significa que cada segundo de cada día podernos elegir la paz en lugar del conflicto, sin importar el caos que nos rodee. Para las mentes acostumbradas a una sola forma de ver y una reacción, puede parecer una tarea imposible. Pero la hermosa verdad es que la única elección que estamos haciendo es entre la felicidad y la miseria. Una vez que lo entendamos, nuestro deseo de elegir constantemente la paz se vuelve instintivo. Eulalia y Jack Luckett Por más de 21 años, los Luckett han sido no sólo nuestros queridos amigos, sino modelos de los principios de curación actitudinal, especialmente del octavo principio. Jack, un coronel de la Marina retirado y ex asistente del juez de distrito en Los Ángeles, era director ejecutivo del centro cuando estaba en Tiburón, California. Eulalia fue una de las primeras mujeres que se graduaron con una Maestría en administración de negocios, en Harvard. Sus vidas, que habían sido dirigidas hacia el éxito, las comprometieron, consigo mismos, con el amor incondicional y con el abandono de los prejuicios y de la necesidad de controlar los eventos. Renunciaron a sus posesiones y decidieron vivir tan simple y pacíficamente como pudieran. Para algunos, podría parecer un sacrificio, pero jack y Eulalia son dos de las personas más alegres que conocemos. Ahora tienen fe en un poder más grande que ellos, que se llama Dios. Ahora saben que su felicidad y paz vienen de su conexión con Dios y no tiene nada que ver con el mundo exterior. Es como si sus vidas flotaran en un río de paz en lugar de hacerlo en un río de conflictos. No significa que ahora estén exentos de los retos que todos enfrentamos. Los he visto lidiar con enfermedades y problemas en su relación, así como con las mundanas dificultades de la vida diaria. La diferencia es que han aceptado el hecho de que ellos pueden decidir lidiar con sus dificultades en paz. Constantemente demuestran la maravillosa capacidad de permanecer calmados, amorosos y pacíficos, aun cuando están frente al caos. Iodos los días, Jack y Eulalia se concentran en compartir su amor incondicional con toda la gente que conocen. Lo hacen de varias formas, una de ellas es llevar pequeños corazones a todos lados. En un restaurante, le preguntan a la mesera qué color de corazón le gustaría llevar y con frecuencia la mesera se pone el corazón en la ropa o en el cabello y siente este símbolo de su amor el resto del día. Todos tenemos, un niño inocente dentro, y Jack y Eulalia permiten que sus niños salgan y jueguen, algo que a algunos adultos les da miedo o pena. Ellas pueden actuar de formas tontas sin tener miedo a la censura o al prejuicio. Debido a su desinhibida alegría y exuberancia, la gente se siente atraída hacia ellos y se nutren con su presencia.

Nuestra elección es clara Sin importar nuestras circunstancias presentes o pasadas, todos tenemos la capacidad de elegir vernos a nosotros mismos y a los demás con amor. Practicar esto todos los días nos dará una alegría que no puede ser tocada por los eventos del mundo. Hay una oración en Un curso en milagros que Diane y yo decimos todos los días. Pensamos en ella como una oración curadora. Es una de las más poderosas que conozco para hacer que el ego se aparte y nos permita ver al mundo desde el presente y recordar nuestra conexión con la fuente amorosa de cada quien. Esta oración hace que el ruido de nuestra mente desaparezca y nos permite volvemos canales de amor, mientras abrimos nuestros corazones ala voz del amor que tenemos en el interior: Estoy aquí para ser verdaderamente útil Estoy aquí para representarte a ti, que me enviaste No tengo que preocuparme por qué decir O qué hacer Porque tú quien me enviaste, me dirigirás Estoy contento de estar donde tú quieras Sabiendo que irás conmigo Seré curado mientras dejo que tú me enseñes a curar. 15 Todas las relaciones son iguales A todos nos enseñaron que la sabiduria llega después de años de experiencia y que mientras mas viejos seamos, más sabremos. Muchos suponemos que los grados académicos y los éxitos dan gran sabiduria a los que los obtienen. En el centro creemos algo muy diferente, como dice el noveno principio de curación actitudinal Somos estudiantes y maestros entre nosotros. La paz llega cuando reconocemos y demostramos que todas nuestras relaciones son iguales. Sin importar nuestra edad o grados, todos en el centro somos tratados como iguales. Todos somos maestros y alumnos de los demás, Cuando el estudiante esté listo aparecerá el maestro y viceversa. Cuando una persona visita uno de nuestros grupos en el centro, le pedimos que deje fuera todos los grados y etiquetas. llamamos a todos por su nombre, así que yo soy "Jerry" tanto para los adultos, como para los niños. Desde hace mucho tiempo he reconocido que los niños que vienen al centro son seres sabios y espirituales en cuerpos jóvenes. Todos hemos aprendido de ellos muchas verdades espirituales. La historia del Centro de curación actitudinal Cuando fui guiado a iniciar el centro para la curación actitudinal, tuve una junta de exploración con nueve niños que estaban en diferentes etapas de catastróficas enfermedades. Compartí mis pensamientos con ellos y les pedí que me contaran

sus ideas. Nunca se me ocurrió no verlos como mis iguales. Les pedí que me ayudaran y juntos discutimos las ventajas y desventajas de comenzar un grupo. Esos nueve niños decidieron que les gustaría reunirse seis semanas para determinar si querían continuar. También decidieron que debíamos reunirnos los miércoles de 6:00 a 7:30 de la tarde y que ¡todos debían cenar gratis ahí! Más adelante, ese mismo año, también agregamos grupos de hermanos, padres y abuelos. Inicialmente había tres facilitadores, que también se rotaban la responsabilidad de proporcionar la cena. Después de un año, descubrí que me estaba cansando de preparar la cena y sugerí que comenzáramos la junta más tarde para que todos pudiéramos cenar antes. Nadie aprobó mi idea. Hoy, 25 años después, seguimos dando cenas gratis a los niños y sus familias. De hecho, todos nuestros servicios son gratuitos. Desde el principio fue claro que Ios niños se sentían con poder cuando eran tratados como iguales y cuando sus opiniones eran respetadas y valoradas. Supe que habían estado sobrecargados con los "asuntos del doctor" y quería que ellos supieran que todos éramos maestros y alumnos de los demás. También descubrimos que Ios niños del centro que visitaban escuelas para hablar sobre sus enfermedades y lo que se sentía perder el cabello por la quimioterapia, eran mejores asesores que los doctores, psicólogos, trabajadores sociales y demás adultos acreditados. Después de todo, ellos hablaban de la experiencia viva, que es la mejor de las credenciales, Finalmente, nos encontramos con que nos pedían que apareciéramos en varios programas nacionales de televisión, como The Phil Donahue Show, 60 Minutos y en un especial con Fred Rogers. También nos invitaban a programas de radio. Durante estos tiempos, yo me quedé a propósito atrás, reconociendo que estos niños eran poderosos maestros de los principios de curación actitudinal cuando hablaban de lidiar con el dolor, las inyecciones y hasta con su miedo a la muerte. En 1986, como parte de nuestro proyecto "Niños como maestros de paz", Diane y yo llevamos a diecisiete niños a China. Tres de estos niños se habían recuperado del cáncer y, mientras estuvimos ahí, se me pidió que diera una conferencia en el Institute) para el cáncer. Estuve de acuerdo en hacerlo siempre y cuando me permitieran llevar a estos tres niños y los dejaran hablar también. La noche resultó una memorable experiencia de curación para todos los involucrados y, una vez más, vi lo poderosos maestros que eran estos niños. También hay un programa para capacitar a la gente que quiere ser voluntaria en el centro, incorporar nuestro enfoque y filosofia en su propio trabajo, o comenzar otros centros. Les damos enfoque educativo por medio del uso de libros, artículos, audio y videocasetes y la participación en talleres, dando conferencias en instalaciones médicas y apareciendo en televisión y radio. Hay un creciente interés en nuestro trabajo y muchos hospitales utilizan nuestros principios en la actualidad. Ahora hay 150 centros en 30 países. En nuestro centro de Sausalito, hemos agregado grupos para pacientes con hepatitis C, mujeres con VIX y un grupo general para pacientes con VIH o SIDA. También tenemos grupos para personas con enfermedades y dolor crónicos y para adultos con enfermedades mortales. Tenemos grupos de pérdida y dolor para niños y adultos. Desde hace algún tiempo nuestro centro ha llegado a cuidadores que reciben poco o nada de apoyo y que frecuentemente se sienten solos y abrumados. Muchos ancianos tienen que cuidar, a su esposo o esposa con Alzheimer o

cualquier otra devastadora enfermedad, y hemos comenzado grupos para ayudarlos a reconocer que no están solos. También tenemos un grupo de pérdida y dolor para ancianos. Como parte de nuestra contribución a la comunidad, tenemos un grupo para adolescentes en preparatoria que quieren aprender más sobre la curación actitudinal. Enseñamos a manejar el enojo en escuelas y también tenemos un grupo de curación actitudinal en la prisión de San Quintan. Otro programa en el centro está abierto para todos, no sólo para los que tienen enfermedades mortales o necesidades especiales. "Persona a persona" es para aquellos que quieren incorporar los doce principios de curación actitudinal en sus vidas. El centro sirve como el agente catalítico para reunir gente a la que se le ha dado la simple instrucción de que su único objetivo es no ser prejuicioso, ser buscador de amor en lugar de buscador de culpas y practicar el perdón. En los grupos de "Persona a persona'', se sugiere que trabajemos para desarrollar una forma de pensar completamente diferente: Acordamos de antemano que buscaremos en la otra persona señales de amor, bondad y paz, siendo la única información que conservaremos en nuestra mente la que nos permita seguir viendo con amabilidad a esta persona. En otras palabras, buscamos sólo su inocencia, no su culpa. La vemos desde nuestro corazón, no desde las nociones preconcebidas. Con frecuencia me preguntan cómo nos manejamos financieramente si todos nuestros servicios directos son gratuitos. Cuando recibí la guía interna para iniciar el centro, también escuché: "No te preocupes por el dinero; haz el trabajo y el dinero que necesites llegará: Conga en Dios". La guía también dijo que yo tenía que ofrecerme como voluntario, lo que sigo haciendo todavía. Durante años, el personal estuvo formado sólo por voluntarios no pagados. A medida que el Centro creció, hemos agregado algunos puestos con salario, pero seguimos dependiendo mucho de los voluntarios que generosamente contribuyen con su tiempo. Durante los primeros dos años yo pagué la renta, las cuentas telefónicas y otros gastos indirectos. Después, un querido amigo y benefactor, John Robinson, comenzó a darnos apoyo financiero mensual. A medida que nos dimos a conocer, comenzamos a recibir muchas contribuciones, desde muy pequeñas, hasta muy grandes. Después, muchas fundaciones nos dieron donativos. Solo podemos ayudar a un igual Las juntas de grupo comienzan y terminan cerrando los ojos, uniendo las manos y experimentando nuestra integridad y unidad. Compartimos problemas, inspiraciones, experiencias e ideas prácticas que hemos encontrado útiles y a medida que lo hacemos, practicamos vemos los unos a los otros como maestros. Hacemos mucho énfasis en la igualdad, sin importar la edad o los antecedentes. Esto significa que los facilitadores también hablan de sus problemas. Para ayudarnos, muchas veces usamos meditación, técnicas de relajación imaginación activa positiva (imágenes mentales), arte y oración. Nos ayudamos con problemas específicos como: *Me da pena ir a la escuela, porque perdí todo mi cabello después de la quimioterapia. *Me siento solo y asustado cuando estoy en el hospital.

*¿Por qué me pasó esto? *Estoy celoso de mi hermano ya que él recibe toda la atención porque está enfermo. *Tengo miedo de que mi hijo muera. *Mi esposa me va a dejar porque estoy enfermo. La odio, pero la amo y no quiero perderla. *Acabo de saber que soy VIH positivo y mis padres ni siquiera saben que soy homosexual. *Amo a mi esposo, pero me siento abrumada tratando de cuidarlo, mi vida está desapareciendo. Ofrecemos fortaleza y apoyo a todos al compartir problemas similares y soluciones, pero sobre todo, escuchando sin juzgar, sin estar ala defensiva y dando nuestro amor y aceptación incondicionales. Hace algunos años visité un hospicio en Nueva Zelanda, donde conocí a una voluntaria que llevaba su nombre en una placa y debajo del nombre decía "Escuchadora". Esto me dijo algo sobre ella. No estaba ahí para dar consejos, para curar a alguien o para decir qué se debía hacer. Escuchar es amar. Amar es escuchar. Escuchar requiere atención, pero no necesariamente acción, y puede ser la cosa más importante y valiosa que podemos hacer por alguien que está muriendo. Como sabemos que esto es verdad, nuestros centros ponen mucha atención en aprender a escuchar y estar completamente presente para otras personas. Charlene Sugawara A lo largo de los años he recordado repetidas veces que, sin importar nuestra edad, siempre enseñamos lo que necesitamos aprender, y cuando enseñamos, podernos incorporar los principios de la curación actitudinal más firmemente en nuestras vidas. Recientemente recibimos esta carta de Charlene, quien llegó al centro cuando era una niña: Queridos Jerry y Diane; Hace mucho tiempo que no me ven ni saben nada de mi... Si que están muy ocupados, pero pensé que les gustaría saber que sigo por aquí. Fue hace casi veinte años... Recuerdo haber entrado a la oficina de Jerry, en Tiburón, con mis padres, muy asustada, sintiéndome muy sola. Estaba muy enferma, mis doctores no tenían muchas esperanzas y aunque tenía ocho años, yo sabia que algo andaba mal. Mi doctor recomendó que intentáramos ir a este nuevo grupo que habia escuchado que se encontraba en Tiburón y mis padres decidieron intentarlo. Recuerdo haber entrado en una sesión de grupo, muy nerviosa, pero también sorprendida de ver que habia otros niños, de diferentes edades, pero en la misma situación. Al principio no participé mucho, pero pronto me sentí cómoda con el centro y sus actividades. Mi madre y yo fuimos con Jerry a uno de sus viajes a Hawai en 1980. Las cualidades de amor, fuerza interior y paz habían sido imbuidas en mi corazón y más importante aun, en mi alma: Hoy, a pesar de las probabilidades, de los registros médicos y de lo enfermo que está mi cuerpo, sigo aquí. Me gradué de la preparatoria y la universidad. Tengo

un trabajo de tiempo completo en Pacific Bell, desde hace casi cinco años. Soy dueña de un condominio muy cerca de la casa de mis padres. Creo que las lecciones que comencé a aprender en el centro me han traído a donde estoy ahora. Estoy muy contenta con la persona en la que me he convertido, me da gusto haber aprendido de mis padres y de las personas que me rodean. Creo que Dios me dejó sobrevivir para ayudar a los que están donde yo estuve hace unos años. He tratado de compartir mis creencias con otros que lo necesitan, especialmente los que tienen amigos o parientes con cáncer. Les digo que no pueden dejar que nadie les diga si van a vivir o no, o cuánto tiempo les queda, porque eso es dejar que alguien más le ponga límites ato que podemos hacer. Les digo que dejen que la vida fluya, que no se preocupen por las cosas negativas, sino que crean en las positivas, porque si de verdad lo creen, sucederá. Después de todo, yo soy una prueba viviente. Con el eterno amor y la reconfortante paz de Dios. Diane y yo leímos la carta de Charlene con lágrimas de alegría en los ojos. Ella era testigo del valor de la curación actitudinal y de la verdad de que todos somos maestros y alumnos de los demás. Ocasionalmente me encuentro con alguien que expresa el pensamiento de que lo que hicimos al establecer el centro fue un gran regalo para los niños que vienen a él y, a veces, hasta existe la callada impresión de que tal vez nuestro trabajo involucra un sacrificio de algún tipo. Tengo que sonreír porque los que hemos estado íntimamente involucrados con el centro, sabemos que somos nosotros los bendecidos. De hecho, es imposible trabajar con los niños que vienen al centro sin reconocer lo sagrado, bendito e inocente de sus corazones. Con frecuencia pienso que la esencia de nuestro trabajó es dar vida al pasaje bíblico: "Y un niño lo guiará." Ahora se que los niños son los mejores maestros de amor incondicional. También nos enseñan la honestidad, porque ellos no pueden tener una relación real con nosotros si hay decepción. Cuando tratas a los niños como iguales y estás dispuesto a aprender de ellos, comienzas a experimentar un reflejo de su inocencia en tu propio corazón. Bobby Al principio de la historia del centro, hice una visita a un niño de catorce años llamado Bobby, que estaba muriendo de cáncer. Ninguna de las medicinas disponibles en ese momento, podían detenerla progresión de su enfermedad. Cuando lo conocí, se veía gris y casi no podía hablar. Le estaban dando morfina por medio intravenoso para mitigar el dolor. Cuando estaba sentado junto a este niña gravemente enfermo, me sentí guiado a pedirle un favor. Sabia que traía una grabadora en mi portafolio y le dije a Bobby que ni yo ni ningún otro voluntario del centro, habíamos estado con un niño de catorce años que estuviera enfrentándose a la muerte: Le dije que sabia que podría ser de inmensa ayuda para afros niños que pronto enfrentarían lo que ahora el estaba pasando y le pregunté si estaría dispuesto a hablar para la grabadora. Él estuvo de acuerdo y en cuanto comenzó a hablar su color gris comenzó a desaparecer y sus ojos se pusieron brillosos: A medida que hablaba se volvía más energético y finalmente pudo sentarse en su cama.

Lo que hice fue permitirle a Bobby ayudar y dar a otros. Como mencioné antes, siempre que nos concentrarnos en dar a otros con amor, quitamos la atención de nuestro cuerpo. Esto ha sido una importante lección para los niños y adultos en el centro que están lidiando con enfermedad, dolor y 1a posibilidad de morir. Pero ha sido de igual importancia para aquellos que han visto lo poderosa que es esta lección y la posibilidad de transformar nuestras propias vidas por medio de la expresión consciente del amor. Bobby murió unas semanas después de mi visita, pero su voz y su regalo de amor viven en la cinta que sigue ayudando a otros. La Madre Teresa nos contó una vez a Diane y a mí sobre una mujer en Argentina que la había impresionado mucho al nombrar a su hijo recién nacido: "Profesor de amor." Sin importar la edad de su hijo, esta madre no podía evitar recordar que él estaba ahí como un maestro de amor. Todos necesitamos esos recordatorios, porque la esencia de la curación actitudinal es aprender a ser maestro de amor. 16 Volverse un todo Cuando el mundo es visto desde el separado "pequeño ser, es percibido como una serie de partes desconectadas. Esta imagen siempre debe parecer caótica y confusa y sólo puede reforzar una sensación de falta de poder, aislamiento y división. El décimo principio de curación actitudinal reconoce la importancia de una visión curada. El principio dice: Podemos enfocarnos en el todo de nuestras vidas y no en fragmentos. Es una ilusión creer que nuestras vidas están separadas entre sí. La curación es centrarse en la interconexión entre nosotros y todas las cosas vivas. Cuando vemos al mundo con los ojos de nuestro ego, es como ver a través de un calidoscopio todos los pequeños fragmentos, pero nunca el todo. Vista de esta forma, nuestra vida no tiene sentido, cambiamos con cada giro y nunca encontramos nuestro centro. Cuando dejamos de ver por medio de la lente del ego, ganamos una perspectiva diferente que nos permite tomar nuevas decisiones. En verdad, todos somos parte de una tela entretejida que incluye todo en la vida y cubre al mundo con unidad. Simplemente no estamos separados unos de otros. Para muchos la experiencia de la integridad y unidad ha sido tan breve y tenue que sólo la vemos como un concepto idealista. Pero ¿cómo vamos a creerlo si seguimos concentrándonos en la separación? De manera similar a los científicos que se pasan la vida observando a través del microscopio y ven sólo los diminutos fragmentos, pero hacen todo tipo de pronunciamientos sobre el todo, pensamos que estamos viendo adecuadamente. Pero no es así. Un museo ¿Alguna vez has ido a un museo y te has acercado demasiado a una gran obra de arte? Si lo has hecho, tal vez notaste que no sólo no podías ver el tema de la pintura, sino que veías manchas de color informe. A medida que te alejabas de la pintura, comenzaste a distinguir ciertos objetos, tal vez una cara y una mano. A

medida que seguiste moviéndote hacia atrás, hasta poder ver toda la pintura claramente, el tema fue obvio. También debemos lograr "distancia" para ver el todo. En lugar dei literalmente hacernos hacia atrás, debemos alejar simbólicamente nuestros ojos de los fragmentos y hacernos para atrás figurativamente hasta poder ver el todo. Obviamente éste es el proceso mental que requiere que veamos sin juicios y que estemos dispuestos a ver desde el presente y no desde el pasado. La mayoría hemos tenido la experiencia de conocer a una persona que nos han descrito como "enojada" o "no muy atractiva", y sorprendernos porque ésa no es nuestra percepción de esa persona. Es como si estuviéramos conociendo a una persona totalmente diferente yen realidad así es. Lo que nos han descrito es sólo una percepción y éstas son personales y coloreadas por nuestros juicios y opiniones. Una vez que nos damos cuenta de esto, podernos decidir ver a la gente más amplia y amorosamente. Los egos normalmente se atoran y ven todo desde la perspectiva de un microscopio. Cuando vemos de esta manera, es fácil magnificar las fallas y las diferencias. Notamos una pequeña cosa negativa sobre otra persona y, a menos que elijamos ver más ampliamente, a través del microscopio, pronto la falla se vuelve lo único que podemos ver. i Una forma de ver más ampliamente es imaginar que estamos parados en una montaña, viendo hacia abajo. Todo lo que esta abajo parece pequeño e insignificante. Es imposible elegir y obsesionarnos con los pequeños detalles. De hecho, podemos preguntarnos por qué permitimos a nuestros egos hacer tanto escándalo por cosas que no tienen importancia. Montañas Pensamos en escalar montañas tanto simbólica, como literalmente. Las montañas representan dificultades abrumadoras y el logro de metas. Reconocemos que estar parados en la cima de una montaña, nos da una excepcional visión porque podemos ver hacia abajo y observar que todo está interconectado. Casi todos hemos tenido también la experiencia de volar sobre una ciudad o pueblo y verlo que parece ser una perfecta y bien ordenada pequeña sociedad. Muchos de los astronautas que han visto la tierra desde el espacio, tuvieron una experiencia similar y muchos de ellos expresaron esto en términos espirituales. Ya no veían la separación. Veían el todo. Ya no veían países desconectados yen guerra con intereses diferentes. Veían una hermosa esfera azul perfectamente colocada y armoniosa. ¿Quién puede decir que la unidad es una ilusión simplemente porque estamos acostumbrados a ver fragmentos? Tal vez si supusiéramos una visión del todo, veríamos el todo. Otra experiencia común que muchos de nosotros hemos tenido es perder el sentido del tiempo, el espacio y hasta de nuestros cuerpos. Cuando nos sentarnos en un concierto y escuchamos música bella, nos sentimos como si fuéramos parte de la música, los músicos y la gente que nos rodea. Tal vez es hora de reconocer y aceptar que estas experiencias de conexión son tan válidas, y yo diría, más que nuestras experiencias de separación.

Las relaciones de "primero yo" Todos pensamos que nos falta algo y buscamos una pareja para que nos complemente, algunos para llenar los agujeros que creemos que nuestro pasado ha creado. O tal vez somos críticos con nosotros mismos por ser, digamos, tímidos y buscarnos alguien que arregle esto. Nuestra pareja probablemente tiene necesidades similares y está buscándonos para que la completemos también. Obviamente ambas personas desean ser un todo, pero las relaciones que se forman a partir de la necesidad de cada individuo, siempre se fracturan porque no podemos completarnos a nosotros mismos al obtener "una pieza faltante" de otra persona. No somos rompecabezas que necesitan ser armados con otra persona. Pero mientras sigamos pensando de esta forma, buscaremos en el exterior a alguien para estar completos y nos decepcionaremos. Seguiremos viéndonos a nosotros mismos, y a los demás, fragmentados. De hecho, si nuestra relación fracasa, con frecuencia tendremos la sensación de que nuestra ex pareja se fue con algunas de nuestras piezas. Aunque estas relaciones de "primero yo"; pueden parecer amor, son más bien un arreglo comercial entre dos seres separados que no pueden ver el todo en ninguna parte. Cuerpos y partes del cuerpo Tendemos a vivir nuestras vidas en segmentos y experimentamos nuestros cuerpos de la misma manera. Si nuestra concentración está en el gimnasio es nuestro enfoque, tal vez pensemos en nosotros mismos como músculos y cuando vemos otros cuerpos comparamos nuestros músculos con los de ellos. Si estamos pasados de peso, nos vemos como grasa y normalmente iniciamos una batalla contra nuestro propio cuerpo. Si una mujer se centra en sus senos y se preocupa por su aspecto y el de otras mujeres, tal vez hasta se descalifique por la manera en que reaccionan los hombres ante sus senos. Es tentador para aquellos que tienen cáncer pensar en ése aspecto de su vida por como son. Cuando yo era niño, me definía por mi problema de lectura. Y, por supuesto, la mayoría de nosotros nos definimos por nuestros trabajos: maestro, abogado, carpintero, artista, plomero, etc, y nos relacionamos con los demás de la misma manera. Si te enteras que una amiga cercana tiene cáncer, seguramente te relacionarás con ella como "víctima de cáncer": Esta fracturada forma de experimentarnos a nosotros mismos y a los demás, es tan habitual que parece adecuada. Pero lo que no vemos es el efecto que causa la separación. ¿Qué sucede cuando ya no podemos definirnos por nuestra profesión o apariencia, o por lo que nos hace "especiales"? Una de las sorpresas de la gente que visita el centro, es encontrarse con niños "sanos" y "normales': Como esperan conocer a niños que son víctimas de sus enfermedades, se sorprenden cuando los niños que conocen son felices y tienen paz. Cuando hacemos un esfuerzo constante por "retroceder" y ver la unidad de los demás, en lugar de vernos como partes separadas, comenzamos a experimentar nuestra propia unidad también.

Imágenes gemelas unidas entre si Usar nuestra imaginación nos permite pasar por alto nuestros seres separados y fragmentados. Una imagen particularmente útil es pensar activamente en todos los que conocernos como nuestros gemelos espirituales unidos entre sí. Si de verdad hacemos esto constantemente, no querremos jugar o atacar a nadie, porque reconoceremos que nos estaríamos atacando también a nosotros mismos. Los niños raramente tienen dificultad para usar su imaginación de esta forma, pero los adultos sienten que estas imágenes están por debajo de ellos y que son poco sofisticadas. Pero si suspendes este cínico fragmento de ti mismo sólo por un dia, la experiencia de unidad, paz y felicidad que tendrás, te convencerá de que en realidad nuestras mentes ya están unidas y que lo que estás viendo ahora es simplemente la verdad que siempre estuvo ahí. ¿Hasta dónde llega el amor? Una vez que creemos que el mundo es un todo y que nosotros somos una parte completa de él, podemos creer que dar y recibir amor no tiene límites. La distancia no es una barrera y no necesariamente tenemos que estar físicamente presentes para la persona que amamos. Y como el amor no se puede contener, se expande por todo el mundo y bendice a todos los que reconocen el todo. La mente curada, la mente no dividida, envía bendiciones que son como piedritas de amor tiradas a un lago, creando ondas de amor que viajan más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y afectando a cada parte del lago. Sin duda, el amor tiene un efecto de rebote. Se expande más allá de sí mismo y no tiene límites. Estudios científicos recientes han reconocido el poder de la oración y la meditación en personas enfermas que viven muy lejos de quien está rezando. En el centro todos hemos experimentado esta conexión profundamente y ahora estamos convencidos de qua las mentes están verdaderamente unidas, y que el reconocimiento de esta verdad nos permite ofrecer curación a nosotros mismos, y a los demás. Relaciones completas Todos deseamos relaciones que reflejen unidad, porque reconocemos que viendo a los demás como un todo curamos nuestras mentes y experimentamos unidad. Pero se requiere un esfuerzo diario para liberarnos a nosotros mismos de nuestra antigua forma de ver el mundo fragmentado. Dos personas que se reúnen reconociendo que son seres espirituales completos que están temporalmente habitando sus cuerpos, pueden experimentar la abundancia de amor y paz que el creador les ha dado. No ven un mundo fragmentado, sino un mundo de amor en el que toda la vida está conectada. Se experimentan como parte de un todo y de todos, y saben que no hay separación entre ellos y quien los creó. Una relación así está orientada a "nosotros". Dos almas que están juntas como una; dos luces unidas que se vuelven una fuente de iluminación más brillante; dos corazones que laten como uno. Esta unión es la fuerza curativa más poderosa del mundo, porque responde la pregunta: "¿quiénes somos en realidad?"

Separación corporal Siempre me ha fascinado que cuando aprendemos a ayudar y a dar a otros en forma consciente, perdemos la conciencia de nuestras identidades separadas. El verdadero amor no cambia y es eterno. Es una energía expandida que se desenvuelve infinitamente ybendice todo lo que toca, dando curación e integridad a las mentes que están temerosas y frustradas. Cuando vemos más allá del cuerpo y elegimos verla luz del amor en otra persona, estamos viendo quién es esa persona en realidad y, en su reflejo, nos vemos a nosotros mismos completamente íntegros y abundantemente bendecidos por la realidad del amor. 17 Hay otra realidad Nuestra antigua forma de pensar nos hace ver la vida con miedos y ver la muerte como el fin de nuestra realidad. Pensamos en nosotros y en los seres que amamos como cuerpos y sabemos que son frágiles y vulnerables. Desde esta perspectiva, es lógico vivir con miedo y temiendo a la muerte. Pero hay otra realidad, y el onceavo principio de curación actitudinal lo reconoce. El principio dice: Debido a que el amor es eterno, la muerte no tiene que verse con temor. Comenzamos a olvidarnos del temor a la muerte cuando realmente creemos que lo real nunca cambia y que el amor siempre está presente. Una realidad basada en los sentidos físicos puede reconocer sólo la historia que cuenta el cuerpo y, por supuesto, es una historia con final triste. Pero hay otra historia de amor eterno, de otra realidad que no cambia y no tiene tiempo. Es la historia que cuentan nuestras vidas una vez que creemos que somos más que un cuerpo y que nuestra verdadera identidad está mas allá de lo que cambia, se enferma, sufre y muere. Una vez que aceptamos el amor como nuestra verdadera identidad y reconocemos que el amor y la vida son uno, dejamos ir no sólo nuestro miedo a la muerte, sino también al futuro. El cuerpo simplemente no es nuestra realidad y esta verdad nos libera para vivir con esperanza, paz y unidad sin limites. Somos uno con nuestro poder superior y nuestras vidas comienzan a demostrar la antigua verdad de que "el amor perfecto desaparece el miedo": Otras formas de muerte Normalmente experimentamos la muerte de formas que no están relacionadas con el cuerpo. El divorcio puede sentirse como la muerte de un matrimonio y una o ambas partes de la pareja, puede sufrir un enorme dolor y pena. Perder un trabajo puede experimentarse como la pérdida de la identidad y el significado de uno mismo. Hasta la función natural de envejecer, es con frecuencia vista como un tipo de maldición que nos priva de la juventud y la vitalidad. Estos son los retos que producen cargas emocionales que nos hacen sentir desesperados y deprimidos. Es nuestra voluntad de enfrentar estas emociones y creencias detrás de ellos, lo importante al recordar que somos más que las historias que cuentan nuestros cuerpos.

Estar medio muerto Aunque fisicamente estemos bien, vivimos sintiéndonos medio muertos, debido a todos los juicios que hacemos. Para el ego, nuestra principal función en la vida es juzgar e interpretar el comportamiento de otros cuerpos, para ver quién es culpable y quién es inocente. Pero no podemos hacerlo sin sentirnos desconectados y vacíos, lo que nos lleva a la mayor enfermedad de todas, la privación espiritual. A la sombra de esta media vida, nuestras actividades diarias parecen no tener sentido. Nos da miedo la vida, el amor, la intimidad, la felicidad y la alegría; además, sentimos que no podemos comprometemos con nada, ni con nosotros mismos. En este estado de aislamiento estamos ciegos ante la belleza y el misterio de la vida. Cuando veo mi vida en retrospectiva, observo que durante muchos años viví medio muerto. Estaba deprimido y agitado al mismo tiempo. A pesar de tener una vida profesional exitosa, sentía que algo faltaba en mi corazón. Ahora sé que lo que estaba experimentando era un vacío en mi espíritu. Estaba tan ocupado en obtener y juzgar, que mi "tanque de gas espiritual" estaba constantemente vacío. Sin ser consciente de ello, la mayor parte del tiempo lo pasaba teniendo miedo y haciendo juicios sobre los demás y sobre mí. Es extremadamente dificil, si no es que imposible, experimentar el espíritu dentro de nosotros cuando estamos atrapados en un enfoque de la vida tan infeliz y solitario. He visto morir mucha gente, cuyos espíritus se hicieron más fuertes aunque sus cuerpos se hubieran deteriorado por la enfermedad. He visto personas que abrazan la vida hasta su último aliento, porque entendieron que la muerte del cuerpo no era el final de su ser. En muchas formas estaban más "vivos" que algunos que vivimos con almas vacías y mentes centradas en la culpa y la separación. Nuestros espíritus desean elevarse como águilas, ser llenados con inspiración, sentir el amor que fluye entre nosotros y nuestro creador. Pero hasta que estemos dispuestos a abandonar todas las formas de juicio y ataque, seguiremos medio muertos e inconscientes del esplendor que nos espera. Manifestaciones de miedo Una vez tuve un paciente cuyo ritual matutino era abrir el periódico en la sección de obituarios. Cuando le pregunté sobre esto, me explicó que sólo quería verificar si alguno de sus amigos había muerto. Al explorar más, descubrí que de una forma extraña, leer obituarios le aseguraba que él seguía vivo. Después de todo, ¡su nombre no estaba en la lista! Comportamientos como éste pueden parecer extraños o hasta locos, pero este caballero tenía un enorme miedo a la muerte y para él, el comportamiento era lógico y le ayudaba a aliviar algo de su miedo, al menos por ese día. La mayoría de nosotros reconocemos que hacer un testamento es algo sabio y cariñoso, un regalo para los que quedan detrás de nosotros. ¿Por qué entonces tanta gente lo deja para después? La respuesta es simple. Hacer un testamento requiere que nos confrontemos directamente con el hecho de que nos vamos a morir y por ello pensamos cientos de razones por las que no podemos hacerlo ahora.

Miedo a la muerte Nuestros egos trabajan tiempo extra creando todo tipo de miedos por los cuales preocuparnos. Mi impresión es que uno de los mayores miedos, seamos o no conscientes de él, es el miedo ala muerte. Estoy convencido de que enterrado debajo de este miedo, está nuestro miedo a Dios.; Todos tenemos nuestras formas individuales de evitar este asunto de la muerte y morir. Algunos nos volvemos adictos al trabajo y llenamos nuestros días y noches de interminables actividades que nos mantienen alejados del miedo, al menos por un tiempo. Aunque tal vez tengamos la apariencia de una persona exitosa y completa, también podemos estar ciegos ante nuestras emociones y sentimientos. Con frecuencia, tratamos de controlar nuestro miedo a la muerte al controlar los eventos y las personas en nuestras vidas, como si la capacidad de manejar cada situación, mágicamente nos permitiera controlar nuestro destino. Tuyo sinceramente Me apena un poco compartir los pensamientos que tenía sobre la muerte y morir, pero quiero que entiendas que durante los primeros cincuenta años de mi vida, yo le tenía pavor a la muerte. Así era mi padre. Recuerdo que cuando nos íbamos del funeral de mi hermana, él encontró una manguera afuera del panteón y se detuvo a lavarse las manos. Yo me sorprendí mucho por su comportamiento y le pregunté qué estaba haciendo: Me respondió: "Es una superstición del viejo mundo que cuando vas a un funeral debes lavarte las manos para no ser el siguiente". Tenía tanto miedo que no pudo esperar a llegara casa para protegerse. Cuando pienso en mí como ateo, me dar más miedo morir. Después de que mi matrimonio de veinte años terminó en 1973, recurrí al alcohol para borrar la culpa y el dolor. Mi mente estaba tan frustrada, que aunque yo mismo me estaba llevando a la muerte por medio del alcohol, me seguía aterrando morir. Todos hemos escuchado de compañías que "congelan" tu cuerpo muerto para que si se descubre una nueva medicina o hasta la fuente mágica de la juventud, te puedan "descongelar" y "curarte" para continuar tu vida. Cuando lo supe por primera vez, mi miedo a la muerte era tal, que recuerdo haberme sentido reconfortado por ello. Aunque no hice nada al respecto, me parecía una excelente idea. Dejar ir nuestro miedo a la muerte Estaré por siempre agradecido con el niño de siete años que durante las rondas matutinas en el Centro Médico de la Universidad de California, le preguntó al oncólogo, "¿Qué se siente morirse?" El oncólogo cambió rápidamente de tema y yo reconocí que tal vez tenía miedo de manejar esa pregunta tan profunda y llena de significado, que está en la mente de casi todos en alguna ocasión. Ciertamente era una pregunta con la que yo estaba luchando. Más tarde descubrí que muchos niños en aquel hospital tenían conversaciones honestas y valientes sobre la muerte con personas como la mujer de la limpieza, que estaba trapeando el piso

y que no estaba llena de grados académicos o creencias sobre lo que deben y lo que no deben hablar con los niños. El Centro para la curación actitudinal fue fundado en parte debido a la pregunta de este niño, pero para ese tiempo mi vida y mi sistema de creencias habían cambiado dramáticamente. Con frecuencia digo que el centro se estableció para gente como yo, que estaba dispuesta a aprender de los niños que enfrentan enfermedades mortales, que hay otra forma de ver la muerte y la vida. En el centro de Sausalito, nuestros talleres de Nivel uno en curación actitudinal siempre incluyen un poderoso ejercicio de experimentar la muerte. Dividimos el taller en grupos de diez y le pedimos a cada grupo que decida quién será el paciente en agonía y quiénes serán la madre, el padre, la hija, el hijo, el amigo, etc. Le pedimos a cada grupo que use la imaginación para hacer la experiencia real en la medida de lo posible. El hecho de que usemos cajas de pañuelos desechables durante este proceso muestra que muchos de los que vienen tienen éxito al elaborar la sensación y expresarla. Cada miembro del grupo comienza a ver dónde se centran sus miedos sobre la muerte. En una sesión, un hombre de cincuenta años se ofreció a ser el hijo y más tarde nos contó que su madre, con quien tenía una relación nada sana, agonizaba y estaba en otra ciudad. Compartió los sentimientos de enojo que tenía desde el pasado, pero al final del taller, expresó la creencia de que su relación con su madre nunca sería la misma. La experiencia le había permitido reconocer la importancia del perdón y de liberación de enojo. En otro taller, una mujer a la que recientemente le habían diagnosticado cáncer se ofreció a ser el paciente que estaba mu riendo. Dijo que la experiencia de su grupo le permitió contactar sentimientos que no había descubierto. Pudo procesarlos y Ahora su miedo a morir parecía haber desaparecido: Siempre es importante reconocer y honrar completamente nuestra humanidad y nuestros sentimientos, porque esto nos permite comenzar a reconocer una realidad mayor. Por eso también es importante que no elevemos nuestros sentimientos humanos al grado que nos adhiramos a ellos como si representaran todo lo que somos. La curación actitudinal reconoce la verdad de nuestra identidad compartida que no está contenida en el cuerpo, una identidad que no cambia yes eterna, que no teme a la muerte, porque recibe su propósito y significado del amor. Más allá del cuerpo Una de nuestras muchas maestras fue una niña llamada Jennifer, que llevaba varios años sometiéndose a diálisis debido a una enfermedad de riñón. Ella se acercó mucho a Diane y comenzó a incorporar los principios de la curación actitudinal en su vida. Por su enfermedad, se veía forzada a pasar mucho tiempo en hospitales, donde descubrió que una de las cosas que más le gustaban era ayudar a otros niños con sus miedos. Poco antes de morir, Jennifer estuvo en un programa de televisión con otras personas gravemente enfermas., A cada una de ellas se les hizo esta pregunta: “Si supieras que te queda una semana de vida, ¿cómo querrías pasar esos días?" Cuando le tocó hablar a Jennifer ella dijo que le gustaría llamar o escribirles a todas las personas con las que había tenido relaciones poco sanas y perdonarlas. Agregó que prefería vivir enferma y ayudando a otros, que sanas pero centrada sólo en si misma.

Vemos lo que creemos Habiendo pasado los últimos 25 años trabajando y aprendiendo de niños y adultos que estaban enfrentando la posibilidad de morir, ahora creo con todo mi corazón y mi alma que no existe la muerte, porque nuestra verdadera identidad no está limitada al cuerpo. Para mí, los cuerpos sólo son las casas temporales de nuestras almas, que son eternas y nunca mueren. Cada mañana, Diane y yo decimos una oración de Un curso en milagros porque nos recuerda nuestra verdadera identidad. No soy un cuerpo Soy libre Porque sigo siendo Como Dios me creó Quiero la paz de Dios La paz de Dios es todo lo que quiero El objetivo de toda mi vida aquí El fin de lo que busco Mi propósito, mi función y mi vida Mientras espero donde no estoy en casa. Para creer en la muerte debemos aceptar nuestros cuerpos como nuestra única realidad. Cuando nos recordamos diariamente que nuestra identidad no es un cuerpo y que nuestro único objetivo es la paz de Dios, abrimos los corazones a la verdad de quiénes somos y la luz de Dios se vierte en cada fibra de nuestro ser. Si quieres dejar ir la adherencia a tu cuerpo, debes tratar de ver más allá de los sentidos, imaginando que hay un amor filtrado por tus ojos y oídos para poder concentrarte únicamente en él. Cuando nos volvemos buscadores de culpas, inmediatamente nos sentimos separados y nos identificamos con nuestro cuerpo, que es la fuente de nuestros miedos. Como buscadores de amor nos identificamos con nuestro ser espiritual y experimentamos la conexión con lo que es eterno. Soy la luz Algo único sucede cuando nos despertamos por la mañana y recordamos que somos la luz del mundo. Cuando creemos verdaderamente que nuestro propósito aquí es hacer brillar esa luz y ver sólo esa luz en los demás, comenzamos a experimentar la alegría, la paz y la felicidad. Pero si querernos experimentar la unidad con los demás y con lo que nos creó, es esencial que sigamos viendo más allá del cuerpo y los disfraces que usa la gente. Cuando practicamos esta feliz lección, nuestro miedo a la muerte comienza a disiparse, hasta que se convierte en un distante recuerdo de otro tiempo.

¿Existe una receta para morir? No creo que haya una receta para saber cómo morir. Por desgracia, muchos de nosotros tenemos una fórmula o guión sobre cómo creemos que otras personas deberían pasar por el proceso de morir. Queremos ver a la persona que está muriendo con paz y sin dolor durante sus últimos días. Algunos creemos que deberíamos tratar de hacer que la persona que está munendo voltee hacia Dios, o tal vez tengamos un plan específico que queremos que siga. En el centro creemos que es extremadamente importante no tener un guión para una persona moribunda. Hemos aprendido a aceptar que donde esté esa persona, el regalo más importante que podemos dar es amor. También sé que lo que decimos no es tan importante como nuestra voluntad de escuchar sin juzgar y estar completamente presente. Cuando estoy con una persona en agonía, voy a la fuente que nos conecta para aprender qué debo decir o hacer. Con frecuencia el mensaje que escucho es "simplemente no decir ni hacer nada". Normalmente significa que debo estar cómodo en el silencio o tal vez tomar suavemente la mano de la persona y extender una bendición silenciosa de amor y aceptación. En otros momentos he sido instruido para abrir la puerta a posibles asuntos en que la persona pueda acercarse al perdón. No hay duda de que el proceso del perdón debe ser de extrema importancia para mucha gente que se está enfrentando a la muerte, para ellos, su familia y otras personas que puedan estar involucradas. Por otra parte, la persona podria simplemente no estar lista o interesada en tener una discusión al respecto. Creo que es importante abrirnos puertas entre todos, pero nunca debemos presionar o hacer que alguien pase por la puerta sino lo quiere hacer. Siempre debe ser una elección totalmente libre. Si hay algo que he aprendido de los muchas maestros del centro es la importancia de extender amor incondicional en el presente, ya sea en silencio o ayudando en lo que me sea posible. También he aprendido que mi paz interna y mi falta de miedo son de vital importancia para poder extender amor y aceptación. Tener tanta gente permitiéndome entrar en la intimidad de su corazón, ha sido un regalo sagrado que atesoro. Me levanto todas las mañanas sintiéndome afortunado por poder trabajar en lo que hago. Poder dar y recibir amor es una bendición que va más allá de las palabras. 18 Responder con amor Una vez que experimentemos nuestra conexión con los demás, querremos responder desde la paz en todos nuestros encuentros. El doceavo principio de la curación actitudinal dice: Siempre podemos vernos y ver a los demás como amor extendido o como alguien que pide ayuda. En vez de ver el enojo y atacar siempre, es posible que reconozcamos una llamada de auxilio y responder con amor.

Cuando elegimos cambiar nuestra percepción, sobre los otros y verlos como seres de amor o mandándonos un grito de ayuda, podemos elegir responder desde nuestra conexión y nuestro amor. Esto nos libera para sentir la presencia de la paz. Sin embargo, si seguimos creyendo que el "ataque" viene de afuera, siempre encontraremos una forma de defendernos y contraatacar. En lugar de percibir a los otros como atacantes, podemos aprender a verlos como temerosos que piden amor. Esta forma de ver requiere práctica y disciplina, pero se puede lograr. Salirnos del juego del "atacar/defender/atacar" nos permite descubrir un lugar hermoso en nuestro corazón que conoce la verdad y responde desde el amor. Al recordarnos a nosotros mismos que sólo existen dos emociones: el amor y el miedo, la vida se vuelve menos compleja. Cuando vemos a alguien que está actuando a partir del enojo y el juicio, podemos reconocer que tiene miedo y necesita amor y apoyo. Nadie que haya estado enojado ha sido ayudado con más enojo y ataque. El amor es verdaderamente la fuerza curativa del mundo. Lecciones en irán Me gusta contar esta historia porque ilustra perfectamente la diferencia entre elegir el miedo y elegir el amor. En 1996, Diane y yo fuimos invitados a ciar una conferencia en Irán. Cinco de nuestros libros habían sido publicados ahí y teníamos que hablar en el Instituto para el cáncer. Como no hay embajada de Estados Unidos en Irán, muchos de nuestros amigos trataron de convencernos de que no fuéramos, expresando su miedo de que si por casualidad decíamos algo que no debíamos, podían fácilmente mandarnos a prisión. A pesar de las bien intencionadas advertencias, decidimos ir y elegir estar en paz en lugar de tener miedo. Cuando llegamos al hotel, en la entrada había una gran manta que decía "Abajo los estadounidenses": Sin embargo, la persona que estaba en la recepción fue extremadamente amigable y nos dijo que éramos los primeros estadounidenses que nos hospedábamos ahí en varios años. Al otro día, cuando llegamos al lugar donde daríamos la conferencia, el auditorio estaba lleno. Teníamos que hablar en inglés, pero antes de que empezáramos a hablar, nuestro intérprete señaló a un hombre que usaba un turbante blanco y dijo que era del gobierno y que estaba ahí para asegurarse de que no dijéramos nada "inadecuado:" Después de que hablamos por un tiempo, pude sentir que todos estaban disfrutando la plática. Después, noté que "el hombre del gobierno" me veía enojado y estaba tomando notas. Todos mis conceptos sobre la curación actitudinal estaban siendo claros y me dio miedo, me preguntaba si Diane y yo terminaríamos en la cárcel. Tuve la impresión de que Diane estaba experimentando las mismas emociones. Después de unos minutos de dejar que mis miedos afloraran, recordé el doceavo principio y elegí pensaren este hombre como un ser temeroso que pedía ayuda. En silencio comencé a mandarle amor, pero no me aferré en cambiar su comportamiento y no cambió. Sin embargo, yo comencé a sentirme ancho más en paz. Cuando terminamos la plática, el director del Instituto hizo un resumen de diez minutos en farsi, el idioma nacional de Irán. Cuando terminó, mucha gente se acercó para darnos la mano y para decirnos lo mucho que habían disfrutado la

plática. De pronto, "el hombre del gobierno" estaba parado frente a nosotros. Tenía su propio intérprete. Comenzó a disculparse y a decir que no entendía una sola palabra de inglés y que se había sentido frustrado durante toda nuestra plática, pero quería que supiéramos lo mucho que había disfrutado la traducción en farsi porque estaba de acuerdo con todo lo que dijimos. Agregó que esperaba que nuestro mensaje llegara a mucha gente en Irán. Lo que había visto como enojo y la posibilidad de ataque, era simplemente una proyección de mis propios miedos. Dimos muchas otras conferencias en Irán y constantemente encontramos que la gente ahí era amistosa y muy útil. Para mi, la experiencia fue una poderosa demostración del doceavo principio. Una lección de Perú Hace muchos años, mientras estábamos dando conferencias en Peril, Diane y yo nos tomamos un par de días libres y fuimos a escalar los Andes. Quería encontrar un chamán. Este deseo surgió gracias ami hermano mayor, Les, que ahora está muerto, pero había pasado mucho tiempo en Perú. Les era un bioquímico que había ido a lugares de Perú que la mayoría de los estadounidenses no habían visto nunca. Fue a oscuras villas y le preguntó al chamán por las plantas que estaba usando para curar diversas enfermedades, particularmente enfermedades mentales y cáncer, él trajo estas plantas a Estados Unidos para estudiarlas. Ya que estábamos muy arriba en las montañas, encontramos a un chamán que era el curador de su villa. Para mi absoluta sorpresa, dijo que creía que la gente con enfermedades mentales sufre de miedo y falta de amor, y que por eso ellos simplemente los amaban. Le hice otra pregunta: "¿Qué pasa con los pacientes mentalmente enfermos que están tan enojados que atacan a los demás y son destructivos? ¡Los mandan a la ciudad para ser hospitalizados?" De nuevo, su respuesta me sorprendió. Dijo, "No, nunca mandamos a nuestra gente a hospitales para enfermos mentales. Creemos que las personas con enfermedades mentales que están enojados y son destructivos, sufren de una falta de amor más profunda. Nuestro tratamiento para ellos es darles más amor': Habiendo esperado encontrar algo completamente diferente, descubrí que muy arriba en los Andes, la gente practicaba la curación actitudinal y demostraba el doceavo principio en una forma muy profunda. 19 El ejemplo de amor La familia Aberi difería de otras familias del centro en varios aspectos. Mary había tenido un hijo después de que descubrieron que tenía cáncer. Los abuelos estaban activamente involucrados en el centro también, así que nos relacionamos con tres generaciones. De todas las familias con las que he trabajada, tal vez ninguna me ha brindado una experiencia tan profunda de las diferentes etapas de la vida. Ellos me enseñaron una nueva perspectiva del nacimiento y de la muerte, al igual que de la paternidad y el ser abuelos. La

oportunidad de ser parte de esta familia fue una de las experiencias más valiosas de mi vida. Mary Aberi era una persona cuya vida ejemplificaba todo lo que he dicho en este libro. Su amor extendido lo hacia llegar a mucha gente. A Mary la recomendó conmigo su doctor cuando ella tenia 30 años. Cuando nos reunimos, su hijo, Matty, tenía año y medio y era la personificación de la luz del sol. Su esposo, George, gerente de IBM, era apuesto, sensible y lleno de amor. Ella y George habían esperado ocho años antes de que ella concibiera, por lo que su embarazo fue causa de enorme celebración, Durante los primeros meses, su belleza natural y vitalidad se acentuaron aún más. Entonces, en el sexto mes, le diagnosticaron cáncer de seno yen el séptimo mes le realizaron una mastectomía. Un estudio de huesos resultó negativo y su diagnóstico era optimista. Matty, un bebé muy saludable, nació por cesárea. Era tan hermoso y radiante que muchos de los amigos de la familia lo llamaban "el Cristo niño". Parte del corazón de Mary estaba lleno de alegría, pero otra estaba aterrada de no poder vivir lo suficiente para ver crecer a su hijo y atestiguar la realización de todas las cosas que había soñado para él. Rasta que Matty tenía casi seis meses, Mary parecfa ir muy bien, pero entonces el cáncer se extendió a sus huesos. Se inició la quimioterapia y perdió su cabello. Comenzó a tener dolor y las medicinas no parecían ayudar. Había mucha preocupación en la familia y fue en ese momento cuando la mandaron conmigo. En nuestra primera cita, me sentí atraído por la luz de Mary. Era espiritualmente luminiscente y supe inmediatamente que iba a ser una importante maestra para mí. Sentimientos de belleza interna, paz y amor incondicional parecían irradiar de ella. No puedo describir adecuadamente la experiencia. Inicialmente nos reuníamos en mi oficina dos veces a la semana y ella asistía al grupo de curación para adultos los martes en la noche. El tiempo pasó y su enfermedad empeoraba, yo la veía casi todos los días en casa, y cuando no la veía, hablábamos por teléfono. Supe que cuando era más joven se alejó de la religióM y debido a la supuesta injusticia de sus problemas actuales, ahora estaba teniendo batallas mentales con Dios. Nos hicimos cercanos compañeros espirituales y psicoterapeutas uno del otro. Mary me contaba sus problemas y yo le contaba los míos. Más adelante, la mayor parte de nuestro tiempo juntos lo pasábamos rezando. Nos volvimos testigos de la luz de Dios en cada uno de nosotros, aun cuando teníamos problemas para verlo en nosotros mismos. El resto de la familia Aberi me aceptó también. Con frecuencia me reunía con ellos para comer, jugar con Matty, amar y recibir amor de George y de los abuelos de Matty. Patsy Robison, Carleta Schwartz, Jonelle Simpson y muchas otras personas de nuestro programa "Persona a persona", visitaban regularmente a Mary. Cada una de ellas a su manera, comentaban que salían de su casa habiendo recibido más de lo que habían dado. Nadie puede realmente articular qué pasaba en su presencia, pero yo sé que todos experimentamos la paz de Dios. Mary se volvió parte activa en nuestra red telefónica. Daba valor, esperanza y amor en abundancia. Ayudaba a otros a lidiar con su dolor, mientras aprendía a usar la curación actitudinal para disminuir su propia pena. Había una cualidad en su voz que llenaba de paz a quien la escuchaba, aun por teléfono.

Durante este periodo, Shari Podersky, una joven mujer de Vancouver, vino a verme porque tenía un tumor cerebral y yo le sugerí que visitara a Mary. Cuando regresó, dijo que se sentía tan elevada que no necesitaba un avión para volar a casa. Más adelante, Shari también comenzó a ayudar a los demás por teléfono. El vínculo que experimentó con Mary desencadenó en ella un círculo de amor, siempre extendiéndose y expandiéndose. Recuerdo una noche en el hospital, cuando Mary estaba recibiendo altas dosis de morfina cada cuatro horas para mitigar su dolor. La encontré dormida cuando llegué, así que le tomé la mano en silencio y recé. De pronto sonó el teléfono. La operadora dijo que era una llamada de emergencia para mí. Era un hombre de Wyoming que tenía cáncer de pulmón y pedía ayuda. El teléfono había despertado a Mary y escuchó mi conversación. Me pidió hablar con 61. Cuando compartió su amor y le dio algunas imágenes simples que podía usar, vi cómo la sangre le regresaba a las mejillas, y por ese momento; fue la imagen de la salud. Seis meses más tarde, cuando fue hospitalizada de nuevo, tenía una compañera de cuarto que estaba muriendo de cáncer y probablemente no le quedaban más que pocos días de vida. Cuando llegué, Mary me pidió que hablara con la mujer y su familia. Olvidé lo que dije, pero recuerdo lo que ellos dijeron. Sentían que Mary era verdaderamente un ángel y que sólo haber hablado con ella les había ayudado a dejar ir su miedo y desesperación. Posiblemente más que cualquier persona que he conocido, Mary eligió no identificarse con su cuerpo. En lugar de ello, creía en la realidad espiritual como su verdadero ser y entendía la importancia de vivir en el presente. Así, ella irradiaba una sensación de paz a todos los que la rodeaban. Al dar paz, ella podía experimentarla también. Era la demostración viva del principio de que dar es recibir. De las muchas cosas que Mary y yo nos enseñamos uno al otro, la más importante fue que las palabras no son necesarias. Los mejores momentos que pasamos juntos fueron en silencio, con las manos unidas y haciendo oración, agradeciendo por estar en la presencia de Dios y sintiendo la infinidad del amor y la paz de Dios. A medida que su confianza en Dios crecía, irradiaba más paz y su familia comenzó a sentir que sus miedos se disipaban. Una noche salí de casa de Mary como a las 10:30. Aunque ella estaba débil, podía hablar y estaba en paz. Cerca de las dos de la madrugada recibí una llamada de George, su esposo, dijo que Mary había entrado en coma. Fui a su casa inmediatamente. Toda la familia estaba ahí. Sabía que Dios y Mary querían que yo también estuviera presente. Tenía que compartir mi propia paz con todos, ver su luz y no identificarme con su cuerpo. Supe que ella había esperado para que yo estuviera ahí para ayudar a su familia en la transición. Mary murió a las cuatro de la madrugada. Una semana después, tuvimos una celebración de la vida en honor de Mary en el centro. Jeanne Carter, una persona que trabajaba ahí, dijo: "Yo solía subir a ver a Mary a la hora del almuerzo cuando tenía un día dificil, y ella tenía la notable capacidad de ver justo eI centro de la situación, deshacerse de toda la basura, y de una forma tan suave y cariñosa ayudarme a ver que en realidad todo estaba bien. Siempre me iba sintiéndome muy feliz, con mucha luz y llena de alegría. Tenía un maravilloso don para hacer desaparecer todo lo que no era necesario y cuando llegabas al centro del problema, ya no había nada ahí, Era una hermosa persona".

"Un día, mi hija Janet fue a visitarme y Mary quiso conocerla. En realidad no estaba recibiendo a gente nueva, pero quería conocer a Janet, así que la llevé con ella. Mary estaba perdiendo el cabello de nuevo, estaba hinchada, y si sólo se veía el cuerpo, supongo que no estaba bonita, pero lo que irradiaba era hermoso. Cuando nos fuimos, resistí la tentación de preguntarle a mi hija qué pensaba de Mary, porque todos pensaban muchas cosas de ella, pero Janet dijo espontáneamente, `Es la mujer más hermosa que he visto'. Era todo lo que se podía ver en Mary, su belleza". Otra persona que trabajaba en el centro, Patsy Robinson, en relación a la visita de Shari Podersky a Mary, dijo esto: "Mary se sentó ahí y habló con esta mujer, yo sólo escuchaba. Fue como si Dios estuviera hablando a través de Mary. Estaba diciendo cosas hermosas a Shari y hubo una —nosotros usamos la palabra transformación, y tal vez la usemos muy a la ligera— pero yo lo vi con mis propios ojos; vi a esta mujer transformarse de un estado de miedo a un estado de paz. Y la paz de Mary se extendió también hacia mí. Los padres de Shari estaban sentados en el banco del piano escuchando y de pronto su padre se inclinó y me tocó. Mary estaba absorta, hablando con Shari. El señor tenía lágrimas en los ojos y me dijo, "`No puedo creer que esto esté sucediendo" Shari expresó sus sentimientos así: "Bueno, cuando conocí a Mary me sorprendí. Patsy me dijo que había una persona maravillosa que tenía que conocer y llamó por teléfono a Mary, quien dijo que podíamos ir a verla. Mis papás y yo fuimos a verla. Entramos y ella nos saludó. Su pequeño hijo estaba dormido en el corral. Yo entré a su habitación y sentí una enorme paz. Y para mí, me emociono mucho al hablar de esto, era la primera vez que+estaba en un lugar realmente lleno de paz.Yo no sentía mucha paz en ese momento. Entonces me senté y comenzamos a hablar y a enseñar. Ella brillaba todo el tiempo, Creo que es la experiencia más conmovedora que he tenido: No sé que más decirles. Creo que es hermosa': Ese día, llamamos a John a Wyoming. John fue quien clamó de emergencia y con quien Mary habló la noche que yo estaba en su cuarto en el hospital, Sobre Marydijo: "De Mary wench que todo tiene un propósito, aunque,tal vez no lo entendamos; Que todo está bien. Con frecuencia la llamaba cuando me sentía muy deprimido y tenía una forma de responder que me ayudaba a ver que el universo está en orden y que las. cosas que nos estaban pasando no eran trágicas.A veces hasta hablábamos de funerales y, sin tratar para nada de sonar tontos, terminábamos riéndonos del concepto de morir y de lo importante que era para nosotros tener un bonito funeral, un funeral que no fuera mórbido, ustedes saben". "Desde la primera conversación que tuve con ella en esa habitación, hubo un clic entre nosotros, no sé si fue física o espiritualmente, pero fue como si fuéramos dos viejos amigos que no se habían visto en mucho tiempo. A medida que nuestra relación crecía, parecía que nos llamábamos cuando los dos necesitábamos hablar y habíamos estado pensando el uno en el otro. Mary tenía una manera especial dé decir, 'John, eres mi maestro. Aprendo tanto de ti. Y ella me permitió tener esperanza”.

Un brillante ejemplo Para mí MaryAberi es el epitome de la curación actitudinal. Dio todo por no sólo pensar en Dios, sino por permitir que la luz de Dios se vertiera en ella para que todos la contempláramos y compartiéramos. Eligió no identificarse con su cuerpo ni con la personalidad de su ego. Demostró que mientras respiremos, estamos en la tierra para ser un canal de la bendición de Dios, para centrarnos sólo en el amor y de esa forma servir a los demás. De alguna manera ella sabía que la muerte es una ilusión y que la vida es eterna. Sabía que la mente no está confinada al cuerpo y que la vida y el cuerpo no son lo mismo. Esto era más que una creencia para Mary. Era una verdad profunda en su corazón que inspiró la convicción de otros. Mary y las demás personas de las que he hablado en este libro han demostrado que nuestra verdadera mente contiene sólo pensamientos de amor ypaz. Todos los demás pensamientos los hemos creado nosotros mismos y, por lo tanto, podemos decidir liberarnos de ellos. No se requiere de una lucha, sólo de reconocimiento de que es mejor tener paz que conflicto y que es mejor estar feliz que tener la razón. Estos otros pensamientos y juicios nos llevan a creer sólo lo que nuestros sentidos físicos nos dicen que tiene significado. Estos pensamientos construyen alrededor de nosotros un mundo en el que estamos destinados a morir, lleno de desesperación, en el que estamos constantemente en peligro de ser atacados o abandonados, donde estamos separados unos de los otros yde Dios. Pero este mundo no es la realidad. Elijamos ahora perdonar al mundo, a nuestros cuerpos y a todos los que vemos. Decidamos vivir en el mundo real del amor de Dios y dejar que nuestra propia luz interna brille sobre todos como una llamarada de gloria. Experimentemos la alegría de dejar ir nuestros miedos, culpa, vergüenzas, dolores y amargas esperanzas. Estemos tranquilos por sólo un instante y experimentemos la cercanía de Dios, la cercanía del amor eterno y sin límites. Permanezcamos quietos un instante sola mente y permitamos que Dios entre en nosotros y nos devuelva al centro del amor. Permitámonos la felicidad y la certidumbre del propósito. Dejemos que lo no importante sea no importante a partir de ahora. Y dejemos que el antiguo recuerdo de quiénes, qué y dónde somos, surja en nuestros corazones hasta que todo el dolor de este mundo se haya ido. 20 La espiritualidad y Dios En este último capítulo quiero compartir contigo la sensación de mi propio viaje espiritual y mi relación con Dios. Al mismo tiempo quiero dejar claro que si vas a un grupo de apoyo en nuestro centro, casi nunca escucharas a un facilitador usar la palabra Dios. Tal vez en alguna ocasión un miembro del grupo podría usar la palabra, pero el centro simplemente no promueve o emplea ninguna religión o visión espiritual. Cuando fundé el centro me reprimí, a propósito, de usar la palabra Dios. Yo todavía me sentía incómodo con la palabra y pensé que usarla podría espantar a la gente. Aunque era claro que el enfoque de nuestro trabajo era mostrar lo práctico que es usar la espiritualidad en todos los aspectos de nuestras vidas, no me sentí guiado a usar la palabra Dios. Tampoco quería que nadie supusiera que

lo que estábamos haciendo tenía una naturaleza religiosa. Dejar ir nuestro miedo ha sido siempre uno de los objetivos del centro y como mucha gente tiene reservas respecto a Dios, sentí que cualquier tipo de discurso sobre él podría hacer que la gente tuviera más miedo, en lugar de menos. Si bien nuestro trabajo en el centro es espiritual cien por ciento, el centro no es una institución religiosa. Desde el principio nuestras puertas han estado abiertas a personas de diferentes religiones, sin religión, ateos y creyentes por igual. Tampoco somos teólogos. Por ejemplo, no alentamos o desalentamos la creencia en un ser superior, Hacemos que la gente sepa que es libre de elegir en qué creer y qué poner en sus mentes y deliberadamente evitamos tratar de cambiar a alguien. Dicho esto, en el centro también hemos descubierto que "algo" pasa dentro de nuestros corazones cuando empezamos a vivir sin juzgar a los demás y a nosotros mismos, cuando dejamos ir la culpa y nos amamos incondicionalmente a nosotros mismos y amamos a las personas que nos rodean. Este "algo" es normalmente una sensación de plenitud y un recuerdo de estar unido con todo lo que esta vivo y con lo que nos creó. Para mucha gente ese "algo" es el recuerdo de Dios. Personalmente, mi mente y corazón han pasado por un profundo cambio desde la primera edición de este libro. Mi relación con Dios va ahora más allá de una' creencia" Descubrí que todo el dia estoy hablando y escuchando a Dios. Se podría decir que mi día está lleno de diálogo con Dios. Mi viaje del ateísmo a la fe absoluta en Dios, requirió de que olvidara ciertos aspectos de mi entrenamiento religioso y de que algunos de mis primeros maestros no parecían ser congruentes, así como de mi propia mala interpretación de Dios. Hoy en día hago lo posible por tomar todas las decisiones escuchando la voz interna de Dios y haciendo que mi voluntad sea una con la suya. Ahora me veo a mí mismo haciendo referencia a Dios mas frecuentemente que antes en mis conversaciones con los demás. Cuando trabajas con niños y adultos que están enfrentando la muerte, empiezas a reevaluar tus viejas creencias sobre la vida, la muerte y la existencia de algo más grande que todos nosotros, una fuente que para muchos se llama Dios. El haber atestiguado la muerte de numerosas personas que llegamos a amar, nos ha convencido a muchos de los que trabajamos en el centro de que todos somos más que un cuerpo y que la muerte no es el final de la vida. Esto ha hecho que el primer principio de la curación actitudinal: "La esencia de nuestro ser es el amor viva en nosotros. Cada vez más nuestra experiencia nos ha ensenado que somos seres espirituales que estarnos habitando temporalmente cuerpos. No creo que ni yo ni muchos de los voluntarios en los diferentes centros de curación actitudinal, pudiéramos seguir trabajando con pacientes a punto de morir si creyéramos que la muerte es el final de la vida. Sería demasiado doloroso. He conocido mucha gente en este campo que no creía que estaba en un viaje espiritual y que dejó de trabajar con personas que estaban muriendo porque era demasiado doloroso. Las personas con las que hemos trabajado se han convertido en nuestros maestros en toda la extensión de la palabra. Recuerdo que cuando estaba ayudando a empezar el Centro original en Tiburón, yo era alcohólico. Tenía miedo de morir, pero estaba en el camino de la muerte gracias al alcohol. Y me seguía proclamando vehemente y orgullosamente ateo. Pero en mi

meditación se me dijo que estos niños eran almas viejas y sabias en cuerpos infantiles que nos enseñaban verdades espirituales y otra forma de ver la vida y la muerte. Trabajar en el centro me abrió el corazón a una nueva forma de ser y vivir. Conocí un poder más grade que yo, un poder que comencé a llamar Dios. Algunos años después de haber comenzado nuestro centro en Tiburón, tuve un sueño significativo. Estaba en una meseta en la cima de una alta montaña, y quince de los niños con los que había trabajando y que habían muerto estaban ahí conmigo. Estábamos en un círculo que giraba y giraba, saltando y bailando, alegres y radiantes. Fue uno de esos sueños que parecen estar sucediendo en realidad. De pronto los niños me soltaban las manos y empezaban a flotar hacia el cielo saludándome alegremente. Entonces, de la forma más espectacular, sus cuerpos desaparecían y se transformaban en un rayo de una hermosa luz blanca. Todo el cielo estaba lleno de luz. El sueño significó que cada uno de nosotros somos un rayo de luz, una extensión del resplandor de la luz del amor que nos creó. Fue un profundo recordatorio de que todos somos, de hecho, la luz del mundo. Para mí, también fue la confirmación de que no hay muerte y de que ,esos niños y yo estábamos unidos en el amor y la luz para siempre. Fue un recordatorio de que somos mucho más que nuestros cuerpos físicos, de que existe una fuente que nos guía y de que el amor incondicional siempre está aquí para nosotros. Ha sido una maravillosa experiencia ver a los padres regresar al centro después de la muerte de sus hijos, para ayudar a otros padres en la posibilidad de que sus hijos mueran. Un poderoso ejemplo es Cheryl Shohun, que perdió a su hijo por el cáncer y después tuvo cáncer de seno. Cheryl dirige ahora el Programa de visitas a casas y hospitales. En ella hay una luz que nunca deja de brillar. Esa luz refleja su enorme fe en Dios y su deseo de seguir curándose al ayudar a otros. Esto lo hace usando lo que aprendió de sus propias experiencias dolorosas: Ella da mucha esperanza a los padres que creen que nunca podrán sentir o vivir después de la muerte de sus hijos. Hay mucha gente que respeto y admiro que dice ser atea, pero yo los veo y los experimento como algunas de las personas más llenas de Dios que conozco. Sontamables, bondadosos, tiernos y compasivos; no juzgan, siempre están dispuestos a ayudar a los demás. El verdadero asunto no es cuáles son nuestros conceptos de Dios, sino estar dispuestos a llevar vidas en las que nuestros corazones estén llenos de amor incondicional, absoluto perdón y deseo de ser verdaderamente útiles. Para mf, creer en una fuente amorosa que llamo Dios, es reconfortante y me da paz. Me parece que también es u;il creer en que podemos dirigir nuestra voluntad para que sea una con la voluntad de Dios y que nuestros pensamientos, palabras, decisiones y acciones se pueden basar en la voz del amor, en lugar de en la voz del miedo. Esta experiencia es unidad y creo que es 16 que todos somos. Hago todo lo posible por recordar a Dios todo el tiempo, en todas las situaciones. Mi confianza y mi fe me dan alegría, una energía creativa e inspiración que me llena de bendición y felicidad. Ahora creo que yo, como todos, estoy en una misión, haciendo el trabajo de Dios, y ya no puedo imaginar nada que me dé más alegría.

Sé que no es mi función cambiar a la gente, tratar de modificar sus creencias o hacer que acepten a Dios. Como he dicho antes, creo que estamos aquí para enseñar el amor y también creo que todos somos la luz del mundo y que todo lo que se nos pide es hacer lo posible por no bloquear nuestra luz para que brille. Otra forma de expresarlo es decir que todos abrimos puertas para examinar las decisiones que tomarnos y los pensamientos y actitudes que ponemos en nuestras mentes. De esta forma somos maestro/alumno y alumno/maestro todos de todos. Es mi creencia personal que en el mundo real del amor de Dios sólo hay amor, nada más. Este amor responde a todos nuestros problemas, preguntas, conflictos y sufrimientos. Es lo que termina con la ilusión de que estamos separados de los demás y de nuestra fuente. Una vez más, quiero reiterar que en nuestros centros no escucharas muchas "conversaciones sobre Dios", pero lo que experimentarás es una atmósfera de amor incondicional, aceptación y perdón. Epilogo Curación actitudinal Este poema llegó a mí después de mi meditación matutina y comprende mi sensación de le que es la curación actitudinal Cuando enseñamos sólo amor Todos podemos hacer la diferencia Cuando enseñamos sólo amor, no miedo Cuando ponemos fin a la indiferencia y Cuando dejamos ir nuestras necesidades egoístas Todos podemos hacer la diferencia Cuando enseñamos sólo amor , Cuando nos despertamos cada día Mostrando el camino a los demás Todos podemos hacer la diferencia Cuando enseñamos sólo amor Cuando nos comprometemos con nosotros mismos a tener un corazón Que sólo destila compasión Donde preocuparnos por los demás se vuelve Nuestra única pasión , Todos podemos hacer la diferencia Cuando enseñamos sólo amor Cuando dar, la amabilidad, la paciencia, la gratitud Y la ternura son la forma en que predicamos, Cuando el amor y el perdón se vuelven Nuestra canción del día Todos podemos hela diferencia Cuando enseñamos sólo amor Cuando todo lo que decimos, pensamos y hacemos Se vuelve nuestro regalo de amor a Dios Todos podemos aceda diferencia Cuando enseñamos sólo amor Cuando comprometemos nuestra vida con la alegría Cuando comprometemos nuestros corazones con la paz Todos podemos hacer la diferencia Cuando enseñamos sólo amor.

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